En un corpulento guabo ¿Y por qué no he de llorar un viejo cárabo está si solamente extranjeros con el lloro de los muertos en mi tierra habitan ya? llorando en la soledad; ¡Ay! Venid, hermanos míos, y la tierna tortolilla, juntemos nuestro pesar, en otro árbol más allá, y en ese llano de sangre lamentando tristemente lloremos nuestra orfandad, le acompaña en su pesar. y vos, inca, padre mío, “Como nieblas vi los blancos que el alto mundo habitáis, en muchedumbre llegar, estas lágrimas de duelo y oro más oro queriendo no olvidéis allá jamás. se aumentaban más y más. ¡Ay! No muero recordando Al venerado padre inca tan funesta adversidad cogiéronlo, y ya rendido ¡Y vivo cuando desgarra le dieron muerte fatal. mi corazón el pesar! ¡Corazón de león cruel, manos de lobo voraz, como a indefenso cordero, le acabasteis sin piedad! Reventaba el trueno entonces, granizo caía asaz, y el sol entrando en ocaso, reinaba la oscuridad. Al mirar los sacerdotes tan espantosa maldad, con los hombres que aún vivían se enterraron de pesar. ¿Y por qué no he de sentir?