Aprender juntos en el aula Una propuesta inclusiva Teresa Huguet Comelles 2 Serie Atención a la diversidad © Teresa Huguet Comelles © de esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L. C/ Hurtado, 29. 08022 Barcelona www.grao.com 1.a edición: mayo 2006 ISBN: 978-84-9980-777-5 Diseño de cubierta: Xavier Aguiló Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción o almacenamiento total o parcial de la presente publicación, incluyendo el diseño de la portada, así como la transmisión de la misma por cualquiera de sus medios tanto si es eléctrico, como químico, mecánico, óptico, de grabación o bien de fotocopia, sin la autorización escrita de los titulares del copyright. 3 A mis padres y a Albert. 4 Índice Agradecimientos Prólogo, Climent Giné 1. Introducción Objetivos del trabajo Antecedentes Metodología utilizada Estructura del libro 2. Marco teórico Introducción La escuela como sistema que aprende ▪ La escuela como sistema ▪ El cambio y la mejora en la escuela ▪ La colaboración y la construcción de las relaciones ▪ De la causalidad lineal a la causalidad circular ▪ Intervenir en la zona de desarrollo próximo La escuela que avanza hacia la inclusión ▪ Las barreras para el aprendizaje y la participación ▪ Todos podemos aprender a hacer aulas más inclusivas ▪ La intencionalidad de la educación y la necesidad de priorizar ▪ La necesaria personalización ▪ El papel de la evaluación en los procesos de mejora 3. La escuela Folch i Torres Situación, contexto y composición ▪ Los recursos humanos Rasgos de identidad y metodologías utilizadas Estructura y organización 5 4. El ámbito institucional Cultura y clima institucional ▪ El equipo directivo. Liderazgo, gestión y coordinación Un modelo de atención a la diversidad ▪ Características del modelo ▪ Ámbitos de intervención El apoyo dentro del aula La comisión para la atención a la diversidad ▪ Funciones de la comisión Los maestros de apoyo: el equipo humano La organización de los apoyos y la gestión de los recursos La organización de los horarios Los procedimientos ▪ Actividades del primer trimestre ▪ Actividades a lo largo del curso ▪ Actividades a final de curso Otras medidas institucionales que favorecen la atención a la diversidad ▪ Otras sesiones de apoyo con diversos formatos ▪ Redistribución del alumnado al acabar el parvulario ▪ Rotación de los tutores y las tutoras ▪ Las retenciones: una oportunidad para algunos alumnos 5. Dos maestros en el aula El aula y el grupo de referencia El papel de la tutora o del tutor La colaboración en el aula ▪ Condiciones para la colaboración ▪ ¿De dónde pueden venir las resistencias? Las sesiones compartidas ▪ La planificación de las sesiones compartidas ▪ Contenidos que se priorizan ▪ Tipos de actividades ▪ Estrategias de intervención dentro del aula ▪ Tipos de apoyo con dos maestros en el aula 6 ▪ El ▪ ▪ 6. La valoración de las sesiones compartidas papel del maestro de apoyo Perfil profesional Funciones del maestro de apoyo El alumno dentro del grupo La personalización de la enseñanza La construcción de la identidad Conocer al alumno ▪ La valoración de las capacidades básicas ▪ La evaluación de las demás capacidades y contenidos El plan personalizado ▪ Relación entre el plan personalizado y la propuesta global del aula Las sesiones de tutorización El seguimiento compartido La evaluación de los planes personalizados 7. El asesoramiento psicopedagógico Funciones del asesoramiento Priorizar los ámbitos de intervención Actitudes y estrategias 8. Conclusiones y propuestas Conclusiones para la escuela Folch i Torres Propuestas para hacer escuelas más inclusivas ▪ Propuestas para los centros educativos ▪ Propuestas generales y para la Administración Bibliografía Anexo I: Instrumentos utilizados en la investigación ▪ ▪ ▪ Número 1: Guiones para hacer las entrevistas Número 2: Cuestionario para los maestros Número 3: Vaciado de los cuestionarios 7 ▪ ▪ Número 4: Guiones para las sesiones de discusión Número 5: Recopilación de una sesión de discusión Anexo II. Instrumentos psicopedagógicos: ejemplos concretos ▪ ▪ ▪ Número 1: Ejemplo de hoja resumen de valoración del plan personalizado Número 2: Ejemplo concreto de un plan personalizado en relación con las capacidades básicas Número 3: Cuatro ejemplos de hojas de apoyo 8 Índice de los cuadros Criterios, orientaciones o instrumentos psicopedagógicos 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. Dimensiones de análisis Cambios que provoca hacer el apoyo dentro del aula Cómo hacemos los horarios (Elaborado por Conxi Lòpez, miembro del equipo directivo del CEIP Folch i Torres) Informe para los alumnos que se retienen en un ciclo Hoja de acuerdos para las sesiones con apoyo Contenidos prioritarios que conviene trabajar en las sesiones de apoyo ¿Qué tipo de actividades conviene priorizar en las sesiones de apoyo? Estrategias de intervención en el aula Tipos de apoyo con dos maestros en el aula Criterios para hacer la valoración de la atención a la diversidad y de las sesiones de apoyo Pauta de evaluación de las capacidades básicas Plan personalizado Orientaciones para la sesión de tutorización individual con alumnos con necesidades educativas especiales Hoja resumen de valoración del plan personalizado La atención a la diversidad en la escuela: propuesta de organización 9 Agradecimientos Son muchas las personas a las que debo agradecer aportaciones y vivencias que me han permitido realizar este trabajo. La interacción, la discusión y el contraste con otras personas constituyen un elemento indispensable para avanzar en la reflexión y la revisión de la práctica. Esta interacción es una constante en mi quehacer diario; constantemente colaboro y trabajo con escuelas, maestros, alumnos y familias muy diferentes. Esta constatación cotidiana de la diversidad entre las personas y los sistemas en los que se encuentran es uno de los aspectos más interesantes de la labor de asesoramiento psicopedagógico que realizamos desde los equipos de sector. Por encima de todo, quiero agradecer la inestimable colaboración del profesorado y el personal de la escuela Folch i Torres, objeto de estudio de este trabajo. Ellos son los verdaderos protagonistas. Con ellos he compartido años de trabajo y he aprendido. Agradezco especialmente la confianza que siempre ha depositado en mí el equipo directivo, confianza a la que he intentado corresponder; con afecto y reconocimiento por su valiosa labor a José Luis Rebenaque, Conxi López, Antonieta Carbonell y Rafaela Jurado. A todas las maestras que han realizado tareas de apoyo, con las que he compartido interesantes discusiones. Todas ellas me han ayudado a comprender mejor las dificultades de la labor docente y la importancia del compromiso personal: Maria López, Cèlia Jiménez, Pilar Marzo, Elisenda Valero, Anna Sànchez, Sònia Màrquez, Marta Lainez y Olga Martín. También quiero agradecer las aportaciones de todos los demás maestros y maestras de la escuela con quienes he compartido problemas y gratificaciones: Josefina Sitges, Maria José Gracia, Montserrat Muñoz, Maite Molins, Araceli Higes, Nuria Fernández, Roser Algué, Joana Cuyas, Carmina Vinyals, Fe Lobero, Eduardo Herranz, Maribel Garcia, Eusebia Alonso, Montserrat Casanellas, Mariona Llorens, Montserrat Blanch, Margarita Pelegrin, Teresa Pallarés y Maria Capdevila. En mayor o menor medida, me han aportado estímulos y retos en relación con sus alumnos y sus aulas. Asimismo, quiero expresar mi agradecimiento a Marta López y Ángel Granados, siempre eficaces y amables; a Maria Ejarque, monitora de mediodía y maestra de refuerzo de algunos alumnos de la escuela; a Marc Pérez y Adrià Uber y sus familias, con quienes he tenido la oportunidad de constatar la influencia positiva en los procesos de desarrollo de un buen trabajo en colaboración entre los diferentes adultos implicados, y a los padres del Consejo escolar del curso 2004-2005. Agradezco muy especialmente la ayuda y la compañía en este viaje del profesor Climent Giné, decano de la Facultad de Psicología, ciencias de la 10 educación y del deporte Blanquerna (Universidad Ramon Llull), él me ha asesorado con constancia y dedicación y me ha animado en momentos de duda e incertidumbre. A Isabel Solé, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona, le agradezco sus buenos comentarios y sugerencias, y a Eulàlia Bassedas, asesora psicopedagógica del Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico de Nou Barris, las interesantes horas de trabajo y de conversación compartidas en torno a estas cuestiones. Finalmente, un agradecimiento especial para todas aquellas personas con quienes he tenido la oportunidad de comentar aspectos de este trabajo o he compartido experiencias y charlas sobre la inclusión. Sus comentarios me han ayudado a observar la realidad desde otros puntos de vista, a escoger o descartar ciertas decisiones y a ir concretando el estudio que aquí se presenta. 11 Prólogo Climent Giné Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna Universidad Ramon Llull Cuando Teresa Huguet me planteó la posibilidad de acompañarla en el trabajo que pensaba llevar a cabo a propósito de la licencia de estudios concedida por el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya, he de confesar que, a pesar de mi disponibilidad inicial, las dudas no fueron pocas, dadas mis limitaciones ante los objetivos que me proponía. Me venció el convencimiento de que serían muchas las cosas que aprendería en el viaje que me proponía y que la propuesta merecía todo mi apoyo, tanto por el tema que trataba como por el momento que vive la educación en nuestro país. En definitiva, presentía que estábamos ante una aportación singular, valiente, innovadora y sugerente en relación con la construcción de escuelas más comprometidas en ofrecer a todos los alumnos oportunidades para aprender y desarrollarse. Ahora puedo asegurar que el fruto de su trabajo confirma con creces las primeras expectativas. Varias son las razones que justifican su singularidad. En primer lugar, se presenta una experiencia que tiene lugar en nuestro entorno más cercano, en un centro donde, desde hace ya años, la autora desarrolla su labor de asesora como miembro del equipo de asesoramiento psicopedagógico. Se trata de un centro en el que fácilmente todo el mundo –maestros, equipo directivo, asesores, padres– puede reconocerse; la reflexión y el discurso sobre la inclusión, como ha sido costumbre hasta ahora, no lleva a dirigir la mirada hacia experiencias llevadas a cabo en otros países (Reino Unido, Canadá, EE.UU…), sino hacia nosotros mismos y hacia un centro de nuestra realidad. En segundo lugar, su singularidad se deriva de su origen; en efecto, el trabajo nace del interés por analizar y reflexionar sobre una experiencia de atención a la diversidad, como tantas hay, a fin de formular desde el día a día una propuesta cabal y completa de intervención, sin renunciar, no obstante, a una fundamentación teórica sólida y amplia. Es también una propuesta valiente. Como nos recuerda Ainscow (2005), el camino hacia la escuela inclusiva es uno de los desafíos más importantes que enfrentan todos los sistemas educativos. En nuestro entorno, la abundancia de referencias a la inclusión en el discurso político únicamente es comparable a la ausencia de modelos claros, creíbles y completos que estimulen y guíen a los centros en el proceso de ir eliminando las barreras para el aprendizaje y la participación que sufre una parte del alumnado. La autora se enfrenta a un 12 problema que preocupa a muchas escuelas, sin hacer de ello un drama ni caer en mesianismos, y sin refugiarse en la fácil excusa de la falta de recursos, porque sabe que, muy probablemente, el hecho de la inclusión no se puede reducir a una cuestión tecnológica ni metodológica, sino filosófica, de manera de entender la educación y sus finalidades. No obstante, la autora es también consciente de que –como afirma la Declaración de Salamanca (1994)– las escuelas ordinarias con una orientación inclusiva se revelan como el medio más eficaz para combatir actitudes discriminatorias, construir una sociedad más inclusiva y conseguir la educación para todos. Decía que se trataba de una propuesta innovadora, tanto por el hecho de basarse en una investigación realizada en la escuela como por la metodología empleada. En efecto, hacer del trabajo una oportunidad para la reflexión y la investigación comprometida en el ámbito que nos ocupa no es muy frecuente; la observación participante permite a la autora explicar lo que ocurre en la escuela sin alejarse de la realidad pero, al mismo tiempo, sin quedar atrapada en ella. La perspectiva sistémica por la que se opta asegura poder analizar el centro globalmente, dirigiendo la mirada tanto a la escuela como institución, como al aula como contexto donde se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje, y a los alumnos, especialmente aquellos con más dificultades; en consecuencia, se indaga qué piensan los maestros, los especialistas, el equipo directivo, los padres y los profesionales externos al centro. Así pues, se reconoce la importancia de las culturas escolares a la hora de explicar las prácticas, las normas y las prioridades. Finalmente, afirmaba que tenemos delante una propuesta sugerente. Básicamente me refiero, por un lado, a la relevancia de las dimensiones estudiadas y, por otro, a las posibilidades de los instrumentos que nos ofrece. Entre las primeras se encuentran cuestiones que se revelan críticas para la inclusión, por otro lado coincidentes con las investigaciones realizadas en otros países, como por ejemplo el liderazgo y la gestión del centro, la importancia de las relaciones y la comunicación, y las formas de apoyo. En cuanto a los instrumentos, se encuentran tanto los que se han utilizado en la investigación (guiones, cuestionarios), y que pueden ser utilizados por otros equipos de docentes en iniciativas similares, como los de carácter más psicopedagógico. En síntesis, las conclusiones dejan claro que, por un lado, avanzar hacia la inclusión tiene más que ver con el desarrollo de las escuelas (capacidad de promover y dar apoyo a la participación y al aprendizaje de un alumnado cada vez más diverso) que no con la voluntad de integrar a grupos vulnerables. Y por otro lado, que lo que se vuelve crítico es la amplitud y calidad de las experiencias que se proporcionan al alumnado; crear, por tanto, una cultura escolar (qué piensa y qué hace el profesorado) que promueva actitudes positivas para mejorar 13 la práctica docente. Deseo que de la mano de la autora encontremos, tanto desde el punto de vista personal como institucional, estímulos y guía para formularnos preguntas en relación con lo que nos preocupa, y para encontrar respuestas en nuestro contexto escolar a fin de promover el aprendizaje y la participación de todo el alumnado, y sobre todo de aquellos alumnos y alumnas que, por diversas razones, corren mayor riesgo de exclusión. Para acabar, a la autora –Teresa Huguet–, unas palabras de sincero reconocimiento y agradecimiento por el trabajo realizado, por el esfuerzo, por el acierto, por la ilusión comprometida y la creencia de que una escuela mejor es posible. Referencias bibliográficas AINSCOW, M. (2005): «El próximo gran reto: la mirada de la escuela efectiva». Actas del International Congress on School Effectiveness and Improvement». Barcelona. UNESCO (1994): «Declaración de Salamanca y marco de acción sobre necesidades educativas especiales». Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales: Acceso y Calidad. Salamanca. 14 1 Introducción El contenido de este libro es el resultado del trabajo de colaboración y asesoramiento psicopedagógico llevado a cabo durante varios años en la escuela pública Folch i Torres de Esplugues de Llobregat (Barcelona). La labor de síntesis, análisis y revisión de este trabajo la realicé a lo largo del curso 2004-2005, gracias a la concesión de una licencia de estudio retribuida otorgada por el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya1. Este libro nace, pues, del interés por reflexionar y analizar una experiencia de trabajo en una escuela en relación con el modelo de atención a la diversidad que ofrece a su alumnado. El tema central es la atención a la diversidad y a los alumnos y alumnas con más barreras para el aprendizaje y la participación, desde una perspectiva institucional, y la organización y el funcionamiento de centro en relación con estos aspectos. A partir de una experiencia que el centro y yo misma consideramos positiva, la he analizado con mayor detalle para extraer conclusiones que puedan ser útiles a otros centros que quieran poner en marcha procesos de cambio de este estilo. He buscado analizar las dinámicas creadas y las intervenciones de los diferentes agentes educativos (equipo directivo, profesores de apoyo, tutores, profesores, asesora psicopedagógica…) para extraer conclusiones sobre los cambios que hacen posible que una escuela avance hacia prácticas progresivamente más inclusivas. Se trata de una experiencia que ha consistido en un proceso evolutivo y de mejora para hacer una escuela inclusiva en la que todos los alumnos y alumnas participen plenamente de la vida en el aula; una experiencia en la que todos los docentes, sin exclusiones, se sientan igualmente responsables de su educación y de su proceso educativo. La escuela Folch i Torres de Esplugues de Llobregat –objeto de este trabajoatiende la diversidad desde una perspectiva inclusiva. En general –y con contadas excepciones–, se atienden las necesidades educativas del alumnado en el marco del aula ordinaria y dentro de su grupo de referencia. Los maestros de apoyo, por tanto, intervienen en el aula ordinaria y se han establecido diversas medidas que favorecen la implicación del tutor o de la tutora en la atención 15 educativa a los alumnos con dificultades o con necesidades educativas especiales. Para favorecer la eficacia de este tipo de atención, se han elaborado diversos instrumentos y se realizan reuniones de seguimiento y valoración desde los distintos estamentos implicados: comisión para la atención a la diversidad, ciclo, coordinación o nivel. En este libro pretendo describir «una buena práctica», que he analizado y contrastado con el propio profesorado y con los profesionales directamente implicados en su realización. Este análisis lo he llevado a cabo mediante una metodología cualitativa, de observación y discusión participativa (véase el apartado «Metodología utilizada» en este mismo capítulo, página 18). En este trabajo hay, por tanto, una implicación personal importante que, en principio, excluye pretendidas neutralidades. Se trata de un análisis y unas reflexiones compartidas con los verdaderos agentes educativos del mismo centro educativo, gozando –eso sí– de una cierta distancia debido al hecho de formar parte de un sistema externo al propio centro que interviene también en otros centros y realidades. Los lectores son los que podrán valorar su validez y utilidad en relación con sus respectivas realidades. Además de esta tarea de descripción y análisis de una experiencia con participación activa de los diferentes implicados, este trabajo también quiere ser una propuesta concreta para avanzar hacia escuelas más inclusivas. Se explica un modelo de trabajo, que concierne a toda la institución, y se aportan instrumentos, criterios y orientaciones que pueden ser útiles a muchas escuelas de nuestra realidad más próxima. Sobre todo en el sentido de iniciar caminos en esta dirección, sin pretender cambiarlo todo en un año, ya que, en definitiva, estamos hablando de cambios culturales e institucionales que requieren tiempo, ayuda y procedimientos de trabajo adaptados a esa realidad. ¿Por qué pienso que ésta puede ser una propuesta generalizable? Porque es suficientemente abierta para poder adaptarse a las diferentes maneras de hacer y de enseñar del profesorado de las diferentes escuelas. Se propone partir de la cultura de cada docente para ir creando una cultura compartida en el ámbito institucional que potencie que cada uno pueda progresar a partir del punto en que se encuentra, proporcionándole ayudas y, sobre todo, confianza en la propia capacidad de cambio y mejora. Porque hay criterios organizativos que pueden ayudar al centro a empezar a ponerse a trabajar en ello; instrumentos concretos que puede utilizar, adecuar o modificar, y porque tiene siempre a su lado la voz de los maestros que lo han llevado a la práctica, con sus dudas y sus valoraciones acerca de cómo están trabajando en el centro, con sus angustias y sus preocupaciones. Esta voz, en forma de comentarios concretos extraídos de las entrevistas que mantuve con 16 ellos, creo que puede ayudar a otros maestros a ponerse a trabajar en esta dirección, asumiendo que no es fácil, que se trata de ir avanzando y caminando poco a poco, compartiendo aciertos y equivocaciones a partir de lo que están haciendo. Escuchar esta voz también puede ser interesante para los asesores y profesionales diversos que colaboran con los centros; puede ser útil para comprender las preocupaciones de los docentes cuando les hacemos determinadas propuestas y la gran importancia que, en definitiva, tienen las relaciones y la confianza en los procesos de apoyo y de asesoramiento a los centros educativos. A lo largo del libro, no he querido separar la parte de análisis de la parte de propuesta. En cada capítulo (sobre todo en los capítulos 4, 5 y 6) se recogen las prácticas, junto con los comentarios de los maestros y de otros profesionales implicados. A la vez, estas prácticas van acompañadas de instrumentos, criterios y orientaciones que se han elaborado en y para este centro concreto. Algunos de esos instrumentos psicopedagógicos también los utilizamos en otros centros de la zona, después del contraste y del trabajo de colaboración dentro del equipo psicopedagógico en que trabajo2. Objetivos del trabajo Los objetivos que me planteé a la hora de hacer el trabajo que tenéis entre las manos y cuando analizaba esta experiencia de colaboración eran: En relación con el centro 1. Analizar e identificar los factores que inciden positivamente en una dinámica de centro que favorece la atención a la diversidad del alumnado. 2. Identificar y evaluar las formas organizativas utilizadas y sus repercusiones en el trabajo en el aula y en la colaboración con el resto de agentes educativos. 3. Analizar el proceso evolutivo que ha realizado el centro a la hora de atender la diversidad dentro del aula y los factores más relevantes del cambio. 4. Identificar dinámicas institucionales favorecedoras de una mejor atención a la diversidad. 5. Establecer relaciones entre la atención que se da al alumnado y el clima relacional y profesional del centro. 6. Proponer características, actitudes y estrategias del asesoramiento psicopedagógico para avanzar hacia escuelas más inclusivas. 7. Identificar algunas estrategias de colaboración entre los agentes educativos del centro y los profesionales externos que se consideran 17 relevantes a la hora de mejorar la actuación educativa. En relación con el aula y el profesorado 1. Analizar el trabajo de dos maestros dentro del aula (tutor o tutora y maestro de apoyo) o con otras modalidades y ver cómo inciden en la mejor atención a las diferentes necesidades del alumnado. 2. Ver cómo incide el trabajo de dos maestros en el aula en la mejora de la actuación docente. 3. Explicar las funciones y el perfil del profesor de apoyo en una escuela inclusiva que da respuesta a las necesidades del alumnado dentro del aula. 4. Identificar factores que el profesorado considera claves a la hora de trabajar juntos dentro del aula. En relación con el alumnado 1. Identificar los puntos débiles y los puntos fuertes en el proceso de aprendizaje y crecimiento del alumnado con necesidades educativas especiales cuando son atendidos dentro del aula ordinaria y con su grupo de referencia. 2. Analizar las repercusiones de este tipo de intervención educativa en todos los alumnos y alumnas. 3. Analizar en qué capacidades básicas los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales progresan más cuando son atendidos dentro del aula. 4. Analizar si se modifican las dinámicas relacionales dentro del grupo y con los maestros, a partir de la intervención de dos maestros en el aula con la finalidad de atender a todo el alumnado. En relación con las familias 1. Captar la percepción de las familias en cuanto a la atención a la diversidad en el centro. 2. Identificar los puntos fuertes y débiles que las familias identifican con relación al tipo de atención que la escuela ofrece al alumnado con necesidades educativas especiales. Antecedentes En las escuelas de la zona en que trabajo (Esplugues de Llobregat y Sant Just Desvern), así como en la mayoría de escuelas de Cataluña, los recursos humanos para la atención a la diversidad del alumnado en los centros de primaria 18 generalmente se organizaban de manera igualitaria («café para todos»). El profesorado de educación especial atendía al alumnado con dificultades de las diferentes aulas repartiendo su tiempo entre ellas y a partir de las detecciones y derivaciones que los tutores hacían en su clase. Esto todavía es habitual en muchos centros; las decisiones sobre cómo se distribuyen los recursos humanos de educación especial aún se toman en reuniones entre el maestro tutor y el maestro de educación especial o en reuniones de ciclo. Esta manera de proceder provoca que, con frecuencia, no se tengan en cuenta las necesidades globales de la escuela y que los recursos se destinen a las clases en las que hay tutores o tutoras que expresan más claramente las dificultades de su alumnado, sin que ello, en ocasiones, se corresponda con las necesidades reales de las diferentes aulas. Siempre hay aulas que tienen más necesidad de apoyo y ayuda que otras, y la escuela debe dotarse de procedimientos que tengan en cuenta estas diferentes realidades de la manera más objetiva y funcional posible. En general, en los centros no había espacios institucionales con representación del equipo directivo en los que se pudiera decidir sobre estas cuestiones ni otras relacionadas con la atención a la diversidad. Hacía falta un espacio institucional que se responsabilizara de estos temas y que permitiera aprender de los errores y proponer cambios o mejoras cuando se valoraban necesarios. En nuestro equipo de asesoramiento psicopedagógico, promovimos la creación de estos espacios –denominados «comisión para la atención a la diversidad»– en los centros con los que colaborábamos como asesores. Proponíamos que esta comisión estuviera formada por un representante del equipo directivo (generalmente el/la jefe de estudios), los maestros de apoyo y de educación especial, y en ciertas escuelas los coordinadores de ciclo y el asesor psicopedagógico del equipo de sector en el centro. De este modo, se fueron creando comisiones para la atención a la diversidad en los diferentes centros que respondían a los siguientes objetivos: ▪ Crear un espacio institucional para analizar, revisar y modificar la atención que se presta a la diversidad en el centro. ▪ Crear una cultura de centro que se va modificando y expandiendo en el centro. ▪ Promover momentos y espacios para aprender y avanzar como centro en relación con la atención a la diversidad. ▪ Promover espacios acordes a la realidad y necesidades de cada centro según su estado previo y su talante. Cada centro ha ido haciendo su camino y, en general, se ha avanzado en la cultura de trabajo en equipo y hay consenso en pensar que la atención a la 19 diversidad es una cuestión en la que todo el profesorado se tiene que implicar conjuntamente. En la escuela Folch i Torres esta dinámica se fue consolidando y se generó una determinada forma de atender la diversidad que favorece la implicación de todos los maestros y la acogida y educación de todo el alumnado, desde una perspectiva claramente inclusiva. En este centro, desde el inicio se estableció una buena dinámica de trabajo y colaboración. Se trataba de una escuela vital con un equipo directivo joven y comprometido; una escuela que potenciaba metodologías innovadoras; tenían experiencia en el trabajo de rincones y talleres, llevaban a cabo proyectos diversos y se mostraban abiertos e interesados por las nuevas tecnologías y por todo aquello que pudiera mejorar la calidad de la enseñanza y diera una mejor respuesta a las necesidades de todo el alumnado. Se creó una buena sintonía de trabajo en colaboración con el equipo de asesoramiento psicopedagógico y juntos hemos podido ir construyendo una metodología institucional que ha potenciado la inclusión real de todos los alumnos y alumnas, dando respuesta a su diversidad. La colaboración con este centro me ha hecho constatar, una vez más, la gran importancia que tiene la confianza mutua a la hora de colaborar y de conseguir cambios y mejoras en las escuelas en relación con el progreso de los alumnos. De esta colaboración he obtenido un aprendizaje «especial» y valioso. He podido colaborar con muchos maestros comprometidos, he aprendido de ellos y ellas, y he procurado estar a la altura, aportando mis conocimientos y mi ayuda. Equivocándome seguramente muchas veces, pero siempre con la intención de apoyar a los maestros y profesionales que cada día se esfuerzan por hacer su labor lo mejor posible. Metodología utilizada El método es un discurso, un ensayo prolongado de un camino que se piensa. […] No es el discurrir de un pensamiento seguro de sí mismo, es una búsqueda que se inventa y se reconstruye continuamente. (Edgar Morin y otros, 2003, p. 17) En este trabajo he utilizado una metodología de investigación básicamente cualitativa. No pretendo, pues, establecer leyes causa-efecto para hacer generalizaciones sobre las escuelas, las aulas y la enseñanza inclusiva. He prestado más atención al carácter único e irrepetible de los contextos y las relaciones que se dan en un centro determinado. Tal como dice Ainscow (2004, p. 64), asumo «que la realidad es algo que se crea en las mentes de los que participan en los acontecimientos o situaciones, y no algo que pueda ser definido objetivamente, observado sistemáticamente y medido con exactitud». Este trabajo supone la exploración de una determinada realidad con flexibilidad, con la 20 finalidad de analizar el contexto concreto donde se produce y los factores que inciden en ella. A lo largo de este curso he podido reflexionar conjuntamente con los maestros con los que he trabajado durante diversos años sobre su propia práctica, introduciendo el análisis conjunto de los procedimientos utilizados y de ciertos factores de influencia que he identificado. En este sentido, me he interesado por lo que se hace en la escuela, lo que hacen los maestros y cómo lo hacen para intentar descubrir las creencias, perspectivas, motivaciones y valoraciones de los directamente implicados, intentando verlo desde dentro y desde sus perspectivas. De manera similar a como hacen los etnógrafos «que se introducen en el campo para “observar” cómo suceden las cosas en su estado natural, con frecuencia con su propia “participación” en la acción, en calidad de miembros de la organización o grupo» (Woods, 1989, p. 19). He intentado dar explicaciones a las decisiones que se han ido tomando en el centro, a veces motivadas con el fin de solucionar problemas que se repetían, otras veces generadas después de analizar soluciones intentadas que habían resultado poco satisfactorias y, en otros momentos, decisiones fruto de la intuición compartida. Explicaciones en parte contrastadas con los diferentes participantes con la intención de ir construyendo una propuesta justificada. A pesar de reconocer el carácter particular de cada contexto, también he intentando identificar algunas regularidades y características de la propuesta que puedan ser interesantes para otros centros de nuestro contexto y detectar algunos factores de cambio que permiten avanzar en la mejora de la educación para todo el alumnado. Es, por tanto, un proceso de reflexión, investigación y participación, ya que pretende ir más allá del análisis y poder iniciar caminos de colaboración para la acción y la mejora. Un proceso reflexivo de indagación en el que la relación entre la teoría y la práctica es más dialéctica que descriptiva. En este proceso, la teoría sirve para analizar la práctica, cuestionarla y extraer de ella interpretaciones que se han hecho desde una determinada mirada y posición, y que no pretenden tener una validez absoluta. En situaciones complejas, es decir, allí donde en un mismo espacio y tiempo no sólo hay orden, sino también desorden; allí donde no sólo hay determinismos, sino también azares; allí donde emerge la incertidumbre, es necesaria la actitud estratégica del sujeto frente a la ignorancia, el desconcierto, la perplejidad y la lucidez. (Morin, 2003, p. 18) Las informaciones recogidas son recursos para la reflexión y la crítica que – cuando evidencian regularidades y coincidencias entre los participantes– nos aportan posibles explicaciones sobre los procesos de cambio y los factores susceptibles de generarlo y mantenerlo en una determinada dirección. Por otro lado, en este trabajo no puedo dejar de tener en cuenta la inevitable 21 implicación del observador, de la persona que hace el análisis y observa la realidad. Como dicen Fiorenza y Nardone (2004, p. 41): A la luz de las modernas revoluciones epistemológicas ya no es posible creer como científica y objetiva una observación reduccionista-positivista, ni una investigación de tipo dinámico, ni tan siquiera una valoración según valores o estructuras familiares. De todo esto se deriva que si el observador está influenciado por su modo de percibir la realidad, por los instrumentos que usa, por sus teorías de referencia y por su modo de comunicar, tendrá que tener presente estas interacciones desde su primera observación y valoración del problema. En mi caso, este hecho es aún más evidente debido a mi implicación y colaboración en la construcción de esta realidad. No he sido una observadora neutral, sino que, a lo largo de varios años, he tenido una participación activa y comprometida que ha provocado una interacción permanente con la realidad que observo y estudio, aunque siempre con una mayor distancia que el resto de implicados, lo cual –en ciertos casos– espero que me haya permitido una mirada más global y reflexiva. Encuentro particularmente interesante en este sentido las posibilidades de la observación participante y del análisis de la realidad a partir de la propia intervención sobre esta realidad. Ésta es quizá, según Fiorenza y Nardone (2004), la contribución constructivista más relevante del grupo de Palo Alto (Mental Research Institute): poder llevar a cabo observaciones que permiten conocer cómo funciona un sistema a través de lo que las personas implicadas han intentado hacer para que funcione mejor. A través de analizar lo que ha funcionado y se ha considerado un acierto y lo que no ha supuesto ninguna mejora ni cambio en la situación inicial. Esta observación participante no renuncia a participar ni a intervenir, ni tan siquiera en un trabajo de análisis como éste, y constituye uno de los aspectos más interesantes de nuestra tarea de asesoramiento y colaboración con los centros educativos. Mis aportaciones e interpretaciones serán fruto de una determinada mirada y nos servirán, sobre todo, para «aprender, inventar y crear en y durante el caminar» (Morin y otros, 2003). Por otro lado, a pesar de ser consciente de este carácter procesual, estoy convencida de que la experiencia compartida con este centro puede ser útil también para otros centros y asesores, y a lo lago de este trabajo no renunciaré a intentar extraer algunas conclusiones que puedan acompañar a aquellos que también quieren caminar en esa dirección. Una vez hechas estas consideraciones, a continuación explicaré las actividades e indagaciones que he ido haciendo a lo largo de este curso para poder recoger las visiones de los verdaderos agentes educativos implicados en la experiencia. ¿Qué cosas quería indagar? 22 Como ya he explicado, quería compartir mis reflexiones y análisis con los maestros y otras personas de la escuela y con algunos profesionales externos. Para empezar, concreté unas dimensiones en relación con los aspectos que quería tratar y desarrollar con los diferentes participantes. Para ello, tuve en cuenta, por un lado, el modelo de atención y apoyo de la escuela y los diferentes ámbitos de intervención de cara a la inclusión del alumnado; por otro, me guié también por el documento de Booth y Ainscow (2002), «Index for Inclusion» que constituye una guía para la evaluación y mejora de la educación inclusiva. Además, he querido analizar el centro desde una perspectiva sistémica, teniendo en cuenta el sistema global –la institución y los subsistemas o ámbitos que me parecen especialmente relevantes. El cuadro siguiente recoge los tres sistemas básicos objeto de análisis que organizan este trabajo: 1. La escuela como institución, como sistema abierto que mantiene relaciones con otros sistemas, su cultura, su identidad… 2. El aula como contexto donde se desarrollan los procesos de enseñanzaaprendizaje. 3. El alumnado, y concretamente el alumno con más barreras para el aprendizaje y la participación. Sistemas básicos de análisis El documento de Booth y Ainscow (2002), «Index for Inclusion» (Guía para la 23 evaluación y mejora de la educación inclusiva) es un instrumento para ayudar a los centros escolares a analizar y evaluar su práctica y a desarrollar procesos que mejoren la participación y el aprendizaje de todo su alumnado. Este documento presenta unas determinadas fases secuenciales para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje hacia una orientación inclusiva y unas dimensiones para guiar la evaluación desde dentro del centro. Se acompaña de un plan de acción para trabajarlo y poderlo adaptar a las necesidades de cada centro, y de cuestionarios destinados a los diferentes miembros de la comunidad educativa (alumnos, maestros y familias). Así pues, partiendo de estos dos ejes, elaboré las dimensiones de análisis que me habían de guiar en la elaboración del resto de instrumentos que he utilizado para realizar este trabajo (entrevistas, cuestionarios, guiones, etc.). Véase el cuadro 1. Cuadro 1 Dimensiones de análisis Grado de inclusión del centro como comunidad Cultura de centro ▪ Profesores, equipo directivo, padres y alumnos. ▪ Apertura al exterior. ▪ Opinión externa del centro por parte de las instituciones de la zona. ▪ Identidad. Sentimiento de pertenencia ▪ Actos sociales de bienvenida, despedida, celebraciones, etc. Acogida ▪ Grado de acogida de los alumnos y alumnas, familias y otros profesionales. Acogida de los nuevos miembros de la comunidad. ▪ Cuidado de los primeros contactos con las persones que se relacionan con la comunidad. Inclusión de todo el alumnado ▪ Disposición para acoger a todos los alumnos de la zona. ▪ Confianza y respeto en las relaciones con los alumnos. ▪ Expectativas. Presencia de etiquetas. ▪ Actitud hacia la discriminación y las conductas abusivas. ▪ Presencia de prácticas discriminatorias. ▪ Eliminación de barreras para el aprendizaje y la participación. Adaptación de los espacios. Aprovechamiento de los recursos de la comunidad ▪ Implicación. ▪ Recursos vinculados al centro (comedor, biblioteca, extraescolares, etc.). ▪ Recursos externos que se utilizan. Grado de colaboración con las familias ▪ Participación de las familias en la vida del centro. 24 ▪ Actitudes de respeto y ayuda a quien lo necesita. Relación y colaboración entre el profesorado y el consejo escolar. Documentos informativos del centro y proyectos. Liderazgo. Gestión y coordinación Papel y cultura del equipo directivo en la atención a la diversidad ▪ Liderazgo. ▪ Funciones y roles de sus miembros. Estructura del centro ▪ Niveles de coordinación, ciclos, claustro, comisiones, etc. Coordinación ▪ Entre niveles y dentro de los niveles para promover inclusión y efectividad. ▪ Organización de los recursos: ¿de manera abierta?, ¿equitativa? ▪ Toma de decisiones. ▪ Coordinación y apoyo a otros servicios o personas (comedor, extraescolar, biblioteca, etc.) Reuniones ▪ Efectividad, puntualidad, asistencia, funcionalidad. Resolución de conflictos Formación institucional en relación con temas vinculados a la atención a la diversidad. ▪ Actividades realizadas. ▪ Necesidades. Grado de autoevaluación ▪ Flexibilidad y capacidad de mejora. Organización de la atención a la diversidad en el centro Presencia de filosofía o modelo claro de atención a la diversidad. Actuaciones significativas y relevantes. Cambios realizados. Organización de los grupos-clase y de los grupos dentro del aula para atender la diversidad. Comisión de atención a la diversidad ▪ Función. ▪ Temas. ▪ Funcionamiento. ▪ Toma de decisiones. ▪ Comunicaciones hacia los ciclos, hacia la coordinación, hacia los tutores y viceversa. ▪ Flexibilidad. Resolución de conflictos. ▪ Documentos e instrumentos generados. Centro de recursos para la atención a la diversidad. Generación de recursos en el centro (materiales, programaciones, etc.). Coordinación y organización de los apoyos: ▪ Organización: ¿cómo se organizan? ¿de manera abierta? ¿equitativa? ▪ Coordinación. ▪ Roles y funciones del maestro de apoyo, del tutor o la tutora, etc. Las decisiones sobre las retenciones. 25 Roles y funciones ▪ Papel del tutor o la tutora y del profesor de apoyo. ▪ Perfil del tutor o la tutora para atender la diversidad desde este modelo. ▪ Perfil del profesor de apoyo en este modelo. ▪ Intercambio y flexibilidad en los respectivos papeles. ▪ Formación necesaria. Comunicaciones y relaciones (formales e informales) Sentimiento de ser aceptados y acogidos ▪ Cómo son las relaciones entre el profesorado. ▪ Confianza para hablar de las dificultades. Aceptación de la diversidad ▪ Del profesorado en cuanto a formación, experiencia previa, estilo, ritmo, actitud, etc. ▪ Valoración y aprovechamiento de las habilidades y capacidades individuales. ▪ Espacios de intercambio entre el profesorado. ▪ Colaboración para resolver problemas. Posibilidad de hablar de las dificultades y discutir problemas de la docencia. ▪ Celebraciones, fiestas, salidas. Relaciones entre los profesores, con los alumnos, con las familias, entre los alumnos. Espacios para el intercambio entre el profesorado ▪ Reflexión sobre lo que se hace. ▪ Grado de formalidad y de informalidad. ▪ Comunicaciones en relación con la atención a la diversidad y los alumnos susceptibles de tener más barreras. ▪ Valoración de la influencia de las comunicaciones en la mejora de la enseñanza. Reuniones de ciclo ▪ Habituales, por traspaso a inicio de curso, para atención a la diversidad y apoyos. ▪ Utilidad en relación con la atención a la diversidad. Colaboración con otros profesionales ▪ Colaboración y relación con el centro del resto de profesionales vinculados a la diversidad de los alumnos (asesora psicopedagógica, logopeda, servicios externos, etc.). ▪ Función y tipos de relaciones: apoyo mutuo, consenso, llegar a acuerdos, hacer planos compartidos, seguimiento. Dos maestros en el aula. Apoyo dentro del aula Objetivos Ventajas e inconvenientes para el alumnado y para el profesorado de que el apoyo sea en el aula. Relación entre profesores: apoyo mutuo, colaboración, planificación conjunta, respeto, equilibrio, resolución de problemas. ▪ Presencia y función de las comunicaciones informales sobre el alumnado. ▪ Tipo de relación y actitudes. Efectos en el aula y en el proceso de enseñanza-aprendizaje. ▪ Relación del apoyo a fomento de la autonomía del alumnado. Diferentes situaciones en las que hay dos maestros ▪ Intervención del maestro de apoyo. 26 ▪ ▪ ▪ ▪ Apoyos paralelos. Apoyo lectura. Laboratorio. Desdoblamientos (informática, inglés). Metodologías que se utilizan en el aula ▪ Diversificación, rincones, talleres, trabajo cooperativo. ▪ Actividades abiertas… ▪ Uso de las tecnologías. ▪ Promoción de la autonomía y participación dentro del aula. ▪ Ayuda entre iguales. ▪ Los materiales. Las actividades. El uso de los libros de texto. Coordinación de los docentes: tiempos, momentos, instrumentos, etc. Sesiones de tutorización individual Finalidad. Objetivos y utilidad. Valoración y potencialidades. Efectos que tiene en el resto de horas en que el tutor o la tutora está con los alumnos. Motivos. El alumnado Relaciones con los alumnos ▪ Formales, informales, actividades compartidas. ▪ Pertenencia al grupo. Expectativas y actitudes ▪ En relación con los alumnos y con lo que pueden aprender. ▪ Motivación, esfuerzo y éxito de los alumnos. Conocimiento de los alumnos con necesidades educativas especiales ▪ Responsabilidad de todos los profesores y profesionales del centro. ▪ Apoyo y ayuda que reciben en todos los momentos (aula, patio, comedor, etc.). ▪ Fomento de relaciones de cooperación e inclusión. Atención a los alumnos con necesidades educativas especiales ▪ Inclusión de alumnos con necesidades educativas especiales en el aula. ▪ Adaptación del currículo. ▪ Tutorización individual. ▪ Evaluación. Alumnos con problemas de comportamiento. Las relaciones con las familias de los alumnos con dificultades ▪ Colaboración, respeto, confianza mutua, participación, compromiso. Los informes a los padres de los alumnos con adaptaciones curriculares. Actuaciones realizadas Las actuaciones llevadas a cabo este curso para analizar el objeto de estudio 27 son las siguientes: ▪ Análisis de los documentos institucionales de la escuela. ▪ Análisis de los documentos de asesoramiento psicopedagógico. Documentos elaborados por mí misma a lo largo del trabajo de colaboración con el centro: libretas de cada curso con las actuaciones realizadas en los diferentes niveles: colaboración institucional, asesoramiento y colaboración con los maestros, intervenciones diversas con alumnos, grupos de alumnos y familias, y coordinaciones con otros servicios profesionales. Planes de trabajo y memorias elaborados cada curso sobre la colaboración y el asesoramiento psicopedagógico en el centro. ▪ Entrevistas con maestros tutores, con maestros de apoyo de la escuela, con maestros especialistas y con miembros del equipo directivo. En total, quince entrevistas a diferentes agentes educativos del centro. Hay una composición del grupo diversa con las siguientes características: maestros de apoyo (maestras de educación especial con mucha experiencia, maestras de apoyo nuevas, maestras de apoyo que también han sido tutoras y forman o han formado parte del equipo directivo); tutores y tutoras (algunos han hecho apoyo anteriormente durante unos años); especialista de inglés, que antes había sido tutora, el director de la escuela, que también da clases de psicomotricidad en el parvulario, y el resto de personas del equipo directivo que también hacen apoyo. Se trataba de entrevistas semidirigidas a partir de un guión previo elaborado según las dimensiones de análisis y la personalización de las informaciones solicitadas según el tipo de destinatario. Fue un momento muy interesante, ya que me brindó la oportunidad de hablar sobre las cosas que se hacen en el centro y recoger opiniones al respecto, para reflexionar con ellos sobre diferentes aspectos de la vida de centro, pensar conjuntamente en posibilidades y alternativas que habría que tener en cuenta en el futuro. (En el anexo I, número 1 pueden verse los guiones utilizados para hacer las entrevistas con los tutores, los maestros de apoyo, las familias y los miembros del equipo directivo.) ▪ Entrevistas con algunos padres de alumnos con necesidades educativas especiales. Hice dos entrevistas con las familias de dos alumnos con necesidades educativas especiales para ver qué pensaban del tipo de atención que se les prestaba en la escuela. Descarté la posibilidad de hacer más, debido a que los padres no tenían suficiente información sobre ciertas preguntas que les planteaba relacionadas con la metodología y organización del centro (véase el guión en el anexo I, número 1.) 28 ▪ Cuestionario a los maestros de la escuela. En estos cuestionarios se proponen preguntas en relación con el modelo de atención y apoyo que existe en el centro. Los datos extraídos de este cuestionario permitirán contrastar las opiniones más cualitativas recogidas en las entrevistas y aportar algunos datos estadísticos sobre las opiniones de todos los maestros. El cuestionario (anexo I, número 2) está centrado básicamente en el modelo de apoyo en las aulas y en el trabajo de colaboración de dos maestros en el aula (en el anexo I, número 3 se recogen los resultados de estos cuestionarios). ▪ Entrevistas con profesionales externos que colaboran con el centro. Realicé tres entrevistas de este tipo: una con la logopeda del Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos (CREDA) que atiende a los alumnos con problemas graves de lenguaje oral en el propio centro (actualmente atiende a siete alumnos con un total de quince horas semanales) y que colabora estrechamente con los maestros del aula y de apoyo; otra entrevista con una maestra que hace refuerzo extraescolar a algunos alumnos de la escuela con necesidades educativas especiales, y una tercer entrevista con una psicóloga del servicio de atención primaria (Centro de Desarrollo Infantil y Atención Primaria [CDIAP]) de la zona que ha colaborado con diversos alumnos con necesidades educativas especiales de la escuela. ▪ Reunión con los padres del Consejo Escolar de la escuela. En esta reunión estuvimos hablando de diferentes temas en torno a la integración y la inclusión del alumnado a partir de las dimensiones de análisis explicadas más arriba. ▪ Sesión de claustro. En el mes de febrero me reuní con el claustro de la escuela para explicar el trabajo que estaba haciendo con esta licencia de estudios y exponer algunas reflexiones sobre la atención a la diversidad y la inclusión en la escuela. Esta sesión pretendía implicar más a todos los maestros en el proceso de cambio que están llevando a cabo hacia una escuela inclusiva, ya que no todos participan en igual medida de este recorrido. ▪ Sesiones de discusión y debate. Propuse estas sesiones después de hacer las entrevistas y de captar las opiniones de los maestros. Se trataba de facilitar un espacio y un tiempo para hablar de temas que en las entrevistas habían surgido y que me parecían interesantes. Quería compartir ciertas dudas que habían ido surgiendo con aquellas personas que quisieran participar. Estas sesiones, por otro lado, daban más peso al aspecto de intervención de este 29 proyecto, creando situaciones de reflexión sobre la práctica y pensando en alternativas a ciertas situaciones problemáticas o dudosas. (En el anexo I, número 4 aparecen los guiones que propuse para cada sesión el anexo I, número 5 recoge el de una de las sesiones con las aportaciones y comentarios de los participantes. ▪ Colaboración en la evaluación interna del centro. A lo largo de los diferentes cursos, y especialmente en los primeros en que se propuso que los centros educativos hiciesen planes de evaluación interna, he ido colaborando con ellos en parte de ese trabajo. A veces he participado en su diseño, sobre todo si afectaban a la atención a la diversidad o a temas psicopedagógicos. Este curso, para favorecer una mayor reflexión sobre estas materias aprovechando mi licencia, propuse al equipo directivo evaluar la escuela desde el punto de vista de la inclusión, teniendo en cuenta el documento de Booth y Ainscow (2002). Estructura del libro En este libro hay diferentes tipos de informaciones: ▪ Una parte de descripción de la experiencia y de la escuela. ▪ Una parte de análisis de la experiencia a partir de las actuaciones realizadas. ▪ Una parte de propuesta concreta con criterios e instrumentos para avanzar hacia escuelas más inclusivas. ▪ La explicitación de los referentes teóricos. En el capítulo 2 aparecen los referentes teóricos de los que parto y que han guiado este trabajo y mi colaboración en esta experiencia. En el capítulo 3 hago una descripción de la escuela, de sus rasgos de identidad, de su contexto y su organización. Los capítulos 4, 5 y 6 los he organizado separando los ámbitos de intervención. En el capítulo 4 me centro en el nivel institucional; en el capítulo 5, en el trabajo de dos maestros en el aula, y en el capítulo 6, en el trabajo en relación con el alumno concreto. En los tres capítulos aparece el análisis de lo que se hace, así como las propuestas de intervención y los instrumentos utilizados que pueden ser también útiles a centros que quieran avanzar en modelos inclusivos a partir del trabajo en colaboración de los maestros dentro de la escuela y con otros profesionales. En cada uno de estos tres últimos capítulos explico las medidas que la escuela ha adoptado y aporto datos sobre lo que 30 opinan los propios maestros de la escuela sobre estas medidas. Para ello, en ciertos casos aporto datos del vaciado del cuestionario que aquéllos contestaron o frases extraídas de las entrevistas mantenidas con ellos. He querido transcribirlas literalmente porque son la voz de quienes están directamente implicados en el trabajo diario y transmiten sus opiniones y experiencias de una manera más vivenciada. Sus opiniones pueden llegar más directamente a otros maestros y escuelas que se estén planteando formas de intervención y organización similares. A lo largo de estos capítulos se recogen también los instrumentos psicopedagógicos que se utilizan en la escuela, revisados y mejorados a partir de este trabajo. La mayoría de instrumentos psicopedagógicos que aporto se encuentran dentro de los capítulos para facilitar su lectura y comprensión; todos ellos aparecen encuadrados para hacer más fácil su identificación. En el índice de los cuadros se pueden localizar. En el capítulo 7 aparece una reflexión sobre el papel que ha tenido el asesoramiento psicopedagógico en esta escuela. Cuáles son las funciones más prioritarias desde una perspectiva institucional y sistémica para avanzar hacia escuelas más inclusivas y qué estrategias pueden favorecer el trabajo en colaboración con los centros educativos y el profesorado. Finalmente, en el capítulo 8 aparecen las conclusiones en dos partes, una relacionada con la escuela Folch i Torres y una parte más general para aportar algunas propuestas para avanzar hacia escuelas más inclusivas. El libro se cierra con dos anexos: en el anexo I pueden verse algunos instrumentos utilizados durante la fase de investigación (cualitativa) y el análisis de datos de los cuestionarios, y en el anexo II se recogen ejemplos concretos en relación con algunos instrumentos psicopedagógicos. 31 2 Marco teórico Introducción Dos son las ideas básicas de este proyecto: ▪ Avanzar hacia una escuela inclusiva que sea capaz de educar a los alumnos y alumnas sin la necesidad de separarlos según las diferencias que tienen entre sí. ▪ La convicción de que para avanzar en cualquier dirección, y en concreto hacia una escuela inclusiva, es necesario que se instauren procesos de cambio y mejora en la escuela como institución. En otras palabras, para que las mejoras sean efectivas, influyan en la cultura escolar y den coherencia a los procesos educativos que se producen en una escuela, es necesario que consideren la escuela como un sistema abierto y complejo. Un sistema formado por diversos subsistemas y personas que hay que tener en cuenta como personas, pero, al mismo tiempo, como elementos de este sistema global. Personas y subsistemas que interactúan entre ellos, se influyen mutuamente y, a la vez, reciben influencias y soportan presiones de otros sistemas con los que se relacionan. La escuela inclusiva es el objetivo al que se quiere tender, un objetivo al que nos vamos acercando de manera progresiva y siguiendo diferentes caminos. Estamos de acuerdo con Stainback (2001) en definir la educación inclusiva como «un proceso por el cual se ofrece a todos los niños y niñas, sin distinción de la capacidad, raza o cualquier otra diferencia, la oportunidad para continuar siendo miembro de la clase ordinaria y para aprender de sus compañeros, y junto con ellos, dentro del aula». El proceso se hace caminando, y en este camino no hay ni certezas ni recetas mágicas; se va construyendo con la participación de todos los que forman parte del centro educativo como globalidad. No se trata de realizar experiencias inclusivas innovadoras limitadas a un aula o a un ciclo que emergen de la creatividad de los maestros implicados, sino que interesa sobre todo construir redes de relaciones, de influencia mutua y de trabajo entre las personas y los subsistemas de la escuela de manera que favorezcan un cambio en la cultura de los docentes y la comunidad, un proceso que estimule la 32 creatividad y la colaboración entre los agentes educativos implicados. A partir de la experiencia compartida con la escuela Folch i Torres y de los referentes teóricos que sustentan ciertas decisiones, intentaré justificar que la decisión tomada por parte de la escuela de atender la diversidad dentro del marco del aula ordinaria es una decisión clave que provoca cambios y mueve al centro hacia un proceso de mejora y hacia la inclusión de todo el alumnado. La escuela tomó esta decisión porque siempre ha estado preocupada por que todos los alumnos aprendan y desarrollen al máximo sus capacidades, sean cuales sean las condiciones de partida, y porque intuyó que este modelo podía ayudar a todos los maestros a sentirse más acompañados y motivados para atender la diversidad en todas las horas de la jornada escolar y no sólo en los momentos en que disponen de apoyos especializados. A lo largo de todo este trabajo, iré reflexionando y aportando datos e informaciones que ilustran o confirman –en mayor o menor grado– estas hipótesis. En este apartado me detendré en algunos conceptos que fundamentan ciertas opciones que la escuela ha ido elaborando y en las que yo les he podido acompañar. En el cuadro 2 pueden verse los cambios que provoca el hecho de hacer el apoyo dentro del aula. 33 La escuela como sistema que aprende La escuela como sistema La realidad es compleja, no podemos abarcarla con una única mirada y, para intentar aproximarnos a ella, debemos tener presente su complejidad. Las escuelas, las familias, los maestros y los diferentes profesionales formamos parte de sistemas que influyen también en nuestros comportamientos y en nuestras actitudes. Recordemos la propiedad de totalidad de los sistemas, una propiedad clave que nos explica que en un sistema el todo siempre es más que la suma de las partes y que, cuando algo ocurre en una parte del sistema, se producen inevitablemente retroacciones y cambios en las demás partes y en el sistema como totalidad. La escuela, como sistema social, está formada por diferentes subsistemas que se relacionan entre sí. Lo que acontece en un subsistema (ciclo, clase, 34 departamento…), tarde o temprano, y con diferente intensidad, produce efectos en los demás subsistemas y en la escuela como totalidad. Las decisiones que se toman en los centros y el tipo de comunicaciones que se dan en ellos pueden promover cambios en los subsistemas, ya sea en su interior o en las relaciones que establecen con el exterior. Proponer, por ejemplo, cambios en un aula generando prácticas de trabajo cooperativo puede estimular –o más bien, debemos procurar que estimule– el interés en otras aulas por poner en práctica también esta metodología. Si, además, estas sinergias naturales son estimuladas se pueden generar interacciones y comunicaciones dentro del sistema en una determinada dirección. En definitiva, es más probable que estimulemos lo que se denomina «efecto mancha de aceite», en el sentido de generar dinámicas de cambio que se van expandiendo dentro del centro. Un factor clave son precisamente estas interacciones e intercambios de comunicación en el interior del propio sistema y con el exterior del mismo. Las políticas de comunicación y de relación son un factor de influencia notable que hay que tener en cuenta para favorecer la construcción de culturas compartidas en los centros. Promover cambios en las estructuras y en las estrategias de comunicación y relación puede favorecer la construcción de una cultura compartida, un sentimiento de pertenencia y la necesaria autoestima para plantearse retos en la actividad educativa cotidiana. El cambio y la mejora en la escuela La cultura de la escuela está formada por las creencias y convicciones básicas del profesorado y de la comunidad educativa en relación con la enseñanza, el aprendizaje de los alumnos y el funcionamiento del centro. La cultura incluye las normas que afectan a la comunidad educativa, los procesos de enseñanza y aprendizaje, los sistemas de comunicación, las relaciones y el tipo de colaboración que existe entre los docentes (Marchesi y Martín, 2000). El cambio en las culturas de los centros es un factor clave para que la escuela pueda responder a las necesidades de la sociedad y para que el alumnado disponga de las capacidades necesarias para adaptarse e influir en su entorno. Para que la escuela se convierta en una escuela para todos que dé respuesta a la diversidad de los alumnos y alumnas es necesario que se produzcan cambios en la cultura del centro y de la comunidad educativa. El movimiento de «mejora de la escuela» pone énfasis en la capacitación del propio centro como institución para resolver de manera relativamente autónoma sus problemas. Se trata de generar condiciones internas en los centros que promuevan su propio desarrollo como organización y mejoren su calidad. Desde esta perspectiva, se valora que el cambio ha de afectar a la actividad educativa en el aula y a los rendimientos del alumnado pero, para que estos cambios 35 tengan consistencia, hay que promover cambios en la institución como totalidad, desde el punto de vista organizativo y cultural. La práctica educativa no debe quedar encerrada en el espacio que delimitan las paredes del aula, sino que tiene que ser comunicada, intercambiada y compartida con el resto de compañeros y compañeras (Bolívar, 2002). Según West y Hopkins (1996, citado por Bolívar, 2002), la mejora de la escuela debería tener en cuenta los cuatro dominios que aparecen en el siguiente cuadro. Cuatro dominios de la eficacia y la mejora escolar Desde esta perspectiva, se tienen en cuenta aspectos tradicionalmente más vinculados a las «escuelas eficaces», que han acentuado la dimensión del incremento de los resultados de los alumnos, como aquellos asociados a la tradición de «mejora de la escuela», que ponen más énfasis en los procesos dinámicos de mejora y cambio dentro del centro y en el desarrollo organizativo y profesional de su profesorado. Entender la mejora escolar como un proceso implica desarrollar estrategias y plantear cambios, ya sea en el ámbito de las innovaciones didácticas en el aula, ya sea en el ámbito del desarrollo de la organización y la estructura. Los cambios en el aula hay que fomentarlos y estimularlos a través de cambios en la organización y en las dinámicas de comunicación y trabajo. Las políticas globales de centro han de sustentar y acompañar estas innovaciones que se producen en las aulas. Para instaurar procesos de mejora en los diferentes ámbitos mencionados anteriormente es necesario fomentar el intercambio y la colaboración entre maestros, gestionar formación en metodologías y didácticas innovadoras, disponer de prácticas de evaluación interna, apoyar las buenas iniciativas, y disponer de espacios para comunicar las buenas prácticas y las experiencias interesantes. Como sostiene Hargreaves (1994, pp. 281-282): Las culturas no operan en el vacío. Están constituidas por unas estructuras determinadas que las 36 enmarcan. Estas estructuras no son neutrales. Pueden ser útiles o nocivas. Pueden reunir a los profesores o separarlos. Pueden ofrecer oportunidades para la interacción y el aprendizaje o levantar barreras que impidan estas oportunidades. En consecuencia, en algunos casos no es posible establecer unas culturas escolares productivas sin que, antes, se produzcan cambios en las estructuras escolares que aumenten las oportunidades para unas relaciones de trabajo significativas y un apoyo colegial entre los profesores […] Por tanto, el reto de la reestructuración […] es un reto que supone rediseñar las estructuras escolares, apartándonos de los modelos modernistas, para ayudar a los docentes a que trabajen juntos con una mayor eficacia y como comunidad, dentro de culturas cooperativas de aprendizaje en común, asunción de riesgos positivos de perfeccionamiento continuo. Como condición esencial previa para la interacción productiva, es posible, de todos modos, que esto se tenga que imponer. Así pues, frente a un modelo de conocimiento –dominante en la práctica docente tradicional– que se construye de manera individual y que procede del exterior, existe una visión alternativa que confía en el «centro escolar» como un espacio privilegiado para desarrollar innovaciones y mejoras. El conocimiento se puede generar dentro de la propia organización a través de procesos colectivos contextualizados, de las relaciones institucionales de trabajo y del ejercicio de los diferentes roles que condicionan el procesamiento de la información y la construcción de un conocimiento compartido. Para promover este desarrollo organizativo y cultural del centro como sistema, es necesario superar la visión individualista de la docencia e inscribir la innovación y el aprendizaje sobre la práctica en el contexto del trabajo cooperativo del centro. Además, es necesario que exista una organización que lo facilite y tiempo para compartir las experiencias y propuestas. Los cambios educativos que quieran tener una incidencia real en la vida del centro deberán generarse desde dentro y capacitar al centro para desarrollar su propia cultura, incidiendo en la estructura organizativa, rediseñando los contextos de trabajo y los roles, favoreciendo la toma de decisiones y el desarrollo institucional y organizativo, con el objetivo de implicar al profesorado en un análisis reflexivo de sus prácticas (Bolívar, 2002). Para mejorar la calidad de una institución y conseguir una mejora organizativa de los subsistemas que la componen, hay diferentes capacidades que hay que tener en cuenta y desarrollar: ▪ Capacidad para evaluar el funcionamiento del centro y la calidad de la labor educativa. ▪ Capacidad para establecer metas compartidas. ▪ Capacidad de clarificar las comunicaciones dentro y entre los subsistemas de la organización y con el exterior. ▪ Capacidad para detectar, explicitar y trabajar los conflictos. ▪ Capacidad de mejorar los procedimientos de trabajo de los grupos (reuniones, actos, etc.). ▪ Capacidad de adaptación y flexibilidad ante los cambios. 37 ▪ Capacidad para tomar decisiones. La colaboración y la construcción de las relaciones Hargreaves (citado en Marchesi y Martín, 2000, p. 162) distingue entre el contenido de la cultura de los profesores y la forma que adopta esta cultura. El contenido consiste en las actitudes, los valores, las creencias y los hábitos que se comparten en un determinado colectivo de profesores. Lo que los maestros hacen, dicen y piensan. Por otro lado, la forma que adopta esta cultura se basa en las relaciones que se establecen entre los maestros y los diferentes sistemas de colaboración. Seguramente, los teóricos sistémicos estarían de acuerdo con su afirmación de que, las formas de relacionarse dentro del centro tienen más influencia en la cultura del centro que sus contenidos. Lo que me parece especialmente interesante y he podido observar en mi labor de asesoramiento a escuelas y familias es que los cambios en las creencias, los valores y las actitudes dependen en gran medida de las modificaciones que se producen en las relaciones y asociaciones entre las personas. Dicho de otro modo, si queremos introducir cambios en la cultura del centro es interesante que haya nuevas formas de relación y trabajo dentro del centro. Los terapeutas sistémicos también trabajan así con las familias: a través de prescripciones y propuestas concretas, inducen pequeños cambios en las maneras de relacionarse de los miembros de la familia. De este modo, promueven cambios en las percepciones y creencias que hasta entonces parecían inmutables; estos cambios afectan al sistema como totalidad y, de repente, lo que parecía inamovible porque se había establecido un sistema rígido de retroalimentación, cambia y se desencalla. Los centros educativos, a pesar de ser sistemas más complejos, también son sensibles a estas influencias, y ciertos cambios en las relaciones y en los subsistemas provocan cambios en la cultura que se va creando en el centro. De este modo se puede avanzar superando culturas históricamente basadas en el individualismo. Estas culturas son las que aún pesan en los centros educativos debido, tal como dicen Marchesi y Martín (2000), al hecho de que los profesores pasan la mayor parte del tiempo de la jornada separados, cada uno en su aula, siendo responsables únicos de la enseñanza de su área para un grupo de alumnos. A ello hay que añadir una actitud de defensa de la autonomía y la libertad docente que, a veces, lleva al aislamiento y al empobrecimiento de la práctica. Una cultura de colaboración que se base en el respeto a la iniciativa y a la creatividad personal de sus miembros es favorecedora del cambio y constituye un elemento indispensable para el crecimiento profesional y el bienestar emocional del equipo humano. Estas culturas se construyen lentamente; con 38 momentos de crisis y de conflicto pero con una confianza básica entre las personas para poder rehacer y continuar construyendo. Esta cultura de colaboración no sólo se hace patente en el ámbito profesional, sino también en el ámbito informal, en los contactos entre los maestros y en el interés de unos por otros. Hay tres condiciones que favorecen culturas de este estilo: ▪ Un equipo directivo competente para facilitar las relaciones en torno a un proyecto. ▪ Interés de los maestros por dedicar tiempo al contacto con los demás. ▪ Una valoración positiva del trabajo en grupo como medio para mejorar la enseñanza. Colaborar con los equipos directivos para fomentar culturas de colaboración en los centros implica ayudarles a crear contextos de trabajo más abiertos y predispuestos al cambio. Retomando las analogías con las terapias sistémicas, proponer cambios en los sistemas de coordinación y de relación, fomentar la participación, aumentar las comunicaciones, provocar retroalimentaciones dentro del centro favorece la construcción de culturas más abiertas a la colaboración y a la innovación. En toda intervención como asesores, maestros o gestores existen dos niveles de intervención que son complementarios y que hay que tener en cuenta simultáneamente: el de los contenidos y el de las relaciones. Es importante velar por la salud del ámbito relacional para hacer posible los cambios en el plano de los contenidos. Cambios que se generan en la propia dinámica del trabajo de colaboración, a partir de la interacción entre puntos de vista y gracias al enriquecimiento y apoyo que supone el trabajo en común dentro del centro. Fomentar buenas relaciones, promover comunicaciones positivas favorece un clima relacional positivo. A su vez, ser conscientes y asumir que las relaciones también se pueden construir y mejorar despierta actitudes más proactivas que mejoran el trabajo del equipo educativo. De la causalidad lineal a la causalidad circular Desde una visión tradicional, existe la tendencia a dar mucha importancia al hecho de saber las causas de las situaciones en las que nos encontramos y de los problemas que tenemos. Desde esta perspectiva, se cree que si descubrimos las causas dispondremos de explicaciones que nos mostrarán el camino para encontrar las soluciones. Desde una perspectiva sistémica, se piensa que se atribuye una excesiva importancia a la identificación de las causas, o muy a menudo, de «la causa». Esta preocupación por descubrir las causas nos lleva con mucha frecuencia a mirar hacia el pasado, con la creencia de que, una vez 39 identificadas las causas, podremos proponer planes para intervenir y modificar la situación. Desde una perspectiva sistémica, se parte de la idea de que la causalidad es circular y que, a menudo, resulta difícil separar la causa de sus efectos; las consecuencias de un hecho o acontecimiento, a su vez, tienen efectos en los factores o comportamientos que lo han originado, y viceversa. El siguiente ejemplo puede ilustrarlo mejor. Carlos es un niño de 4 años muy movido que empieza a mostrarse más agresivo en la escuela y pega a sus compañeros y compañeras de clase. En la escuela se especula que la causa (a menudo vinculada a la culpa, con lo que ello implica desde el punto de vista emocional) es la tensión que parece que está viviendo en su casa. Dado que la causa ha sido identificada como externa a la escuela (en general los sistemas y las personas tenemos tendencia a escoger este tipo de explicaciones que sitúan la culpa fuera), se propone una intervención terapéutica fuera del marco escolar. Adoptar esta explicación y esta solución genera un sentimiento de impotencia y de desresponsabilización por parte de la escuela; no pueden hacer nada. La madre se siente culpable y señalada por el resto de padres y madres y, cada día, antes de entrar en la escuela, avisa y riñe a su hijo para que no pegue y no moleste a los compañeros. Las maestras también lo avisan y están en alerta por si se produce algún incidente violento. Al mínimo roce con otros niños, intervienen y le riñen. Algunos niños lo rechazan y le dicen que lo hacen porque él pega. En fin, se generan toda una serie de retroacciones, retroalimentaciones y comunicaciones que seguramente no están contribuyendo a solucionar el problema, sino más bien lo contrario, aumentan este tipo de comportamientos negativos. Al margen de los posibles factores implicados que quizá se habían iniciado en el contexto familiar, las reacciones de los adultos y de los compañeros retroalimentan el comportamiento del niño y le refuerzan una autoimagen de «niño malo». Si no se producen intervenciones que rompan este círculo vicioso y se sigue produciendo «más de lo mismo», es muy posible que este niño tenga muchas dificultades para salir de este rol que, en cierta manera, le proporciona seguridad, refuerza una cierta identidad y le ayuda a diferenciarse dentro del grupo. Al cabo de dos meses de iniciarse estas dificultades, si estas interacciones continúan, resultará muy difícil separar la causa de los efectos y las retroacciones que recibe con la intención de ayudarle en realidad refuerzan sus comportamientos. Saber las causas no nos asegura disponer de elementos de intervención. Por otro lado, las causas son múltiples y diversas, interactúan entre ellas y se influyen mutuamente. Las causas, en caso de que realmente sean las que hipotetizamos, forman parte de una historia que hay que conocer pero que, a pesar de todo, no podremos modificar. Es necesario conocer la evolución anterior de la situación y los factores susceptibles de incidir en ella, pero sobre todo hemos de invertir las energías en pensar en el futuro y centrarnos en aquello en lo que realmente podemos intervenir. A lo largo de mi colaboración con maestros y con profesionales ante situaciones difíciles, he podido constatar que cuando hay demasiada preocupación por conocer las causas, cuando se está a la espera de un diagnóstico causal que nos aporte las soluciones, no se está buscando en 40 realidad los recursos que tenemos al alcance para intentar incidir en la situación que nos preocupa. En estos momentos se produce una cierta paralización de la iniciativa educativa, como si no existiera la posibilidad de intervenir en este nivel. En realidad, lo que más nos debe interesar es que podamos pensar en lo que nosotros podemos hacer desde nuestra posición. ¿Qué podemos hacer nosotros para que aquella situación mejore? No se trata tanto de analizar los hechos pasados, sino de imaginar lo que desde la escuela en este momento podemos hacer para que esta situación se modifique. El análisis de los hechos anteriores y la identificación de relaciones causales pueden acompañar a esta tarea, pero nunca sustituirla. Una maestra, por ejemplo, está preocupada porque un niño de su clase no se relaciona y se aísla en el patio; no juega y deambula solo sin un objetivo concreto y sin relacionarse con los compañeros. Podemos analizar los motivos, las causas que le han conducido a este comportamiento; podemos hacer entrevistas con sus padres para ver si hay problemas en la familia que le están preocupando… Podemos hacerlo y quizá lo tengamos que hacer si el problema persiste pero, en la escuela, debemos intentar sobre todo darle recursos y pensar junto con la maestra en lo que nos parece que podemos hacer a partir de ahora para que este niño se relacione más con los demás. Entrar en esta mirada y estimular la capacidad de iniciativa de los docentes y su implicación en las situaciones en las que se encuentran es una buena vía para comenzar a caminar. Seguramente podremos pensar en recursos y estrategias para mejorar las competencias sociales y de relación de este niño que se encuentra en una situación de aislamiento. Esta mirada circular también es interesante aplicarla a las situaciones de trabajo en la escuela, a las relaciones entre maestros y profesionales, y a las relaciones con las familias. Pensar más en cómo incidir y utilizar más nuestra capacidad de influencia para promover la iniciativa de los demás, padres y madres. Si, en situaciones de conflicto, en lugar de dar consejos desde una posición de experto, pedimos ayuda a los padres y les animamos a pensar en estrategias para motivar a sus hijos, seguramente se implicarán más activamente y podrán aportar alternativas para la acción; alternativas que, por otro lado, siempre son más efectivas si surgen de su iniciativa. También en situaciones de falta de participación de ciertos maestros en el trabajo del centro o cuando hay dificultades de integración en la dinámica general de la escuela se puede adoptar una visión lineal –atribuyendo la culpa únicamente a unos– o bien una visión más circular, en cuyo caso, en lugar de dar explicaciones causales sobre esa falta de participación, pensaremos en qué es lo que nosotros podemos hacer para favorecer la implicación de dichos maestros. Los sistemas son complejos. Se crean interacciones y retroalimentaciones que 41 pueden aumentar o disminuir la conflictividad de las diferentes situaciones. Los que participamos en ellas podemos mantener actitudes y acciones del tipo «más de lo mismo» (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1994) o implementar acciones que cortan circularidades recurrentes y crean nuevas maneras de enfocar los problemas objeto de intervención. Intervenir en la zona de desarrollo próximo Somos conscientes, tal como postula Vigotsky, de que hay una gran diferencia entre aquello que sabemos hacer solos y lo que sabemos hacer con la ayuda de otros y la interacción con ellos. Hay una diferencia entre la zona de desarrollo efectivo –lo que podemos hacer solos– y la zona de desarrollo próximo, la zona en la que podemos hacer muchas cosas pero con ayuda de los demás y en interacción con ellos. La zona de desarrollo próximo es la que realmente delimita el margen de incidencia educativa y de cambio. Según Vigotsky (1984), la enseñanza eficaz es aquella que parte de la zona de desarrollo efectivo del alumno y le hace progresar incidiendo en su zona de desarrollo próximo, a partir de interactuar y de hacer cosas con otros. Este concepto lo podemos hacer extensivo a los maestros, a las escuelas y a los profesionales que colaboramos con ellos. Las escuelas tienen su zona de desarrollo próximo en la que avanzan y aprenden según las situaciones de interacción y de ayuda que reciben, y según su capacidad para aprovechar las competencias y capacidades de sus miembros y para potenciar situaciones de aprendizaje entre iguales. Del mismo modo, también las familias tienen su zona de desarrollo próximo, zona que podemos activar cuando les hacemos propuestas ajustadas que tienen en cuenta sus competencias actuales y cuando les animamos a proponerse cambios posibles que les puedan dar confianza en su capacidad de educar. Promover la interacción y la comunicación con los demás aumenta el potencial de aprendizaje y desarrollo de los individuos (alumnos, padres y maestros) y de los sistemas (familia, escuela…) y favorece la posibilidad de aprender de los demás. Relacionemos, pues, el concepto de zona de desarrollo próximo con el aprendizaje de los alumnos y alumnas, pero también con el crecimiento y la evolución de los sistemas en los que participamos. La clave está en estimular y potenciar la actividad en estas zonas de acción conjunta, de colaboración y cooperación. La escuela que avanza hacia la inclusión 42 Tradicionalmente, los alumnos y alumnas con discapacidades se han escolarizado en escuelas especiales, con la idea de proporcionarles aprendizajes funcionales que les permitieran integrarse en la sociedad con más facilidad. En verdad, esta justificación no tiene mucho fundamento, ya que si lo que queremos es que los alumnos con discapacidades puedan integrarse en el futuro en su comunidad y convertirse en personas autónomas y capaces, no parece oportuno escolarizarlos en entornos «separados» preparados especialmente para ellos. Éstos serán entornos protegidos que tendrán en cuenta sus dificultades, pero que en realidad no acogen la heterogeneidad ni la complejidad que existe en la sociedad. Para favorecer la integración social y la experiencia de la diversidad, parece más conveniente que estos alumnos se escolaricen juntos con todos los demás, de modo que, progresivamente, todos (alumnos y alumnas, padres y madres, maestros y profesionales) aprendamos a convivir teniendo en cuenta esta diversidad. Desde un planteamiento de escuela inclusiva, es deseable que todos los alumnos estén en las aulas ordinarias con su grupo de referencia ordinario durante todo el tiempo. Para hacerlo, es necesario que todo el personal y todos los recursos se puedan dedicar completamente a la educación ordinaria. Los profesionales y los recursos para la educación especial se ponen a disposición de la escuela ordinaria y no deben destinarse recursos ni tiempo a clasificar, calificar y decidir la asignación de los alumnos a los diversos grupos. En este modelo, los educadores «generales» y los educadores «especiales» pueden dedicarse a proporcionar a los alumnos programas educativos estimulantes y adecuados a sus propias necesidades y capacidades (Stainback y Stainback, 2004). La educación inclusiva es, pues, un proceso por el cual se ofrece a todos los alumnos y alumnas la oportunidad de continuar siendo miembros de la clase ordinaria y de poder aprender dentro del aula con los compañeros y compañeras de su grupo. De este modo, todos los futuros ciudadanos y ciudadanas aprenden a convivir con la diversidad que existe en la sociedad sin hacer exclusiones, desarrollando actitudes y valores que les enseñen a vivir en una sociedad plural y diversa. Ciudadanos competentes pero, al mismo tiempo, cooperativos y respetuosos con las diferencias. Por el hecho de haber convivido con las diferencias y con alumnos con discapacidades, progresivamente pueden perder el miedo a aquello que es diferente y tener expectativas más positivas sobre el aprendizaje de los alumnos «diferentes». Diversos países están avanzando en esta dirección y ya hace tiempo que tomaron la decisión de cerrar las escuelas de educación especial, (en Italia por ejemplo hacia los años setenta y en el País Vasco a principios de los noventa) y de situar los recursos humanos y materiales en las escuelas ordinarias. Cada vez hay más experiencias interesantes en diferentes lugares que nos demuestran que 43 eso es posible sin disminuir el nivel de aprendizajes de la media del alumnado. En el distrito londinense de Newham, desde los años ochenta se desarrollan políticas inclusivas pioneras en Europa, y lo mismo sucede en el distrito canadiense de New Brunswick, donde la plena inclusión forma parte de las políticas educativas de toda la provincia (Porter, 2001). Si en la sociedad hemos de aprender a convivir eficazmente en entornos comunitarios heterogéneos, es necesario que en la escuela esto sea una realidad y que las experiencias educativas se basen en la acogida normal de toda diversidad. La escuela inclusiva se preocupa, fundamentalmente, por encontrar métodos, estrategias y maneras de organizar la clase que permitan atender juntos a alumnos diferentes, sin que ninguno de ellos salga perjudicado, aunque no «quieran» o no «puedan» aprender. (Pujolàs, 2003) Así pues, el reto consiste en organizar la escuela y el aula de manera que todos los alumnos desarrollen al máximo sus diferentes capacidades y se puedan sentir miembros de pleno derecho de su comunidad y del grupo de compañeros de referencia. Las barreras para el aprendizaje y la participación El concepto de necesidades educativas especiales, surgido en el contexto político británico a partir del informe Warnock (1978), supuso un avance muy importante para la definición y clasificación de los alumnos de integración. Anteriormente, estos alumnos eran valorados únicamente desde el punto de vista de sus carencias y de las disminuciones que presentaban. Ocasionalmente, se podían integrar en un centro ordinario, pero su valoración se hacía teniendo en cuenta y definiendo sus hándicaps y déficits personales. Pasar a considerarlos alumnos con necesidades educativas especiales supuso un cambio radical de perspectiva. Ya no era necesario definir el hándicap y el tipo de disminución, sino que el alumno era evaluado en función de las necesidades educativas que presentaba para poder conseguir determinados objetivos educativos; el punto de mira ya no es el individuo, y mucho menos su etiqueta diagnóstica que resulta a menudo perniciosa, sino la dialéctica entre el individuo y la situación en la que se encuentra. Desde este punto de vista, se considera que todos los alumnos tienen diferentes necesidades educativas, pero hay algunos –generalmente aquellos que tienen alguna discapacidad– que tienen necesidades educativas «especiales» que hay que atender desde la escuela. A pesar del avance que ha supuesto la adopción del término, al cabo de los años se ha ido asociando a una visión de que las dificultades educativas aún están en el alumnado y no se tienen suficientemente en cuenta las barreras para el aprendizaje y la participación que existen en todos los niveles educativos, ni los cambios culturales y metodológicos que habría que llevar a cabo para 44 minimizar las dificultades que ciertos alumnos tienen para acceder a los currículos escolares. Con la noción de «barreras para el aprendizaje y la participación» (Booth y Ainscow, 2002), ya no nos centramos únicamente en las necesidades del alumno, sino que también tenemos en cuenta los contextos sociales y escolares, y las barreras que estos contextos imponen a ciertos alumnos «diferentes». Según éstos y otros autores precursores de la educación inclusiva, el hecho de que un determinado alumno con discapacidad sea escolarizado en una escuela de educación especial y no pueda ir a la escuela de su barrio como los demás niños de su edad se debe al resultado de la interacción entre las características personales del alumno y las del contexto escolar en el que se ha de insertar. El contexto escolar, el sistema educativo y la sociedad en la que vive están llenos de «barreras» de tipos muy diversos que impiden su aprendizaje y su participación en condiciones de igualdad (Echeita, 2003). El uso del concepto «barreras para el aprendizaje y la participación» para definir las dificultades que el alumnado encuentra, en vez del término «necesidades educativas especiales», implica un modelo social con respecto a las dificultades y a la discapacidad. (Booth y Ainscow, 2002) En este trabajo, no obstante, utilizaré ambas expresiones para hablar de estos alumnos, ya que la segunda de ellas, «necesidades educativas especiales», creo que es útil para destacar que, de momento, aún es necesario saber que hay determinados alumnos que necesitan una atención especial y más ayudas y apoyos para poder compartir las actividades con sus compañeros y compañeras de la escuela. Nuestras escuelas, en líneas generales, de momento todavía están lejos de las prácticas inclusivas que se llevan a cabo en otros países. Hay cada vez más experiencias interesantes con muy buena volunta por parte de los implicados (escuelas ordinarias, escuelas de educación especial, familias, universidades…) que pueden ser progresivamente más generalizables, pero en la mayoría de centros educativos aún se sigue apartando a los alumnos del aula o de la escuela ordinaria debido a las muchas barreras que todavía existen para la inclusión de todos los alumnos. Las Unidades de Apoyo para la Educación Especial (USEE) que se han ido creando en diferentes centros de primaria y secundaria de Cataluña forman parte también de estas experiencias que hay que tener en cuenta, sobre todo cuando las modalidades de intervención optan por realizarse dentro de los mismos contextos (el aula y el grupo de referencia) en los que están todos los alumnos. No obstante, en estos momentos todavía es necesario en muchos casos analizar y sacar a la luz las necesidades educativas que tienen ciertos alumnos y alumnas para acceder a lo que se hace en la escuela y en la clase ordinaria. Aunque se progrese lentamente en la disminución de barreras en el centro educativo y en los contextos sociales, estos procesos son de evolución lenta y se 45 producen con intensidades diferentes. Cuanto más inclusiva es la escuela y menos barreras tiene para que todos los alumnos y alumnas puedan participar y aprender, menos tendremos que hablar de las necesidades educativas especiales de ciertos alumnos, ya que éstas quedarán incluidas en el proyecto del centro y en su propia política y cultura. Cuando la escuela aún está lejos de prácticas inclusivas y existen muchas barreras para que estos alumnos puedan aprender, desde el punto de vista del asesoramiento psicopedagógico y de la atención educativa deberemos valorar cuáles son las necesidades educativas de estos alumnos y colaborar en la realización de planes de acción para que puedan progresar y ser tenidos en cuenta. Paralelamente, es evidente que deberán ir implementándose medidas a fin de que todas las escuelas puedan avanzar en esta dirección. Los asesores psicopedagógicos y el resto de profesionales y maestros deberemos colaborar en estos procesos de cambio cultural y político, pero se necesitan, sobre todo, medidas por parte de la Administración en este sentido. Los procesos de cambio hacia escuelas realmente inclusivas no son fáciles ni cómodos, implican cambios y retos personales y profesionales que muchos centros y profesores no se sentirán capaces de materializar si no existe una cierta estimulación, apoyo y formación que los acompañe. Todos podemos aprender a hacer aulas más inclusivas Caminar hacia una escuela inclusiva no puede quedar reducido al trabajo de algunos profesionales y maestros especializados. Todos los maestros, todo el personal, han de ir aprendiendo a gestionar la diversidad y a educar a todos los alumnos que tienen en el aula. Todos los maestros de las diferentes áreas, y especialmente los tutores de educación infantil y primaria, han de disponer progresivamente de estrategias y recursos en el aula para contemplar la diversidad de necesidades educativas. Una escuela que quiere ir hacia la inclusión se dirige hacia un camino de mejora que le afecta globalmente y que ha de tener en cuenta los diferentes ámbitos que hemos citado anteriormente: las experiencias educativas en sentido amplio del alumnado, sus niveles de aprendizaje, el desarrollo profesional y organizativo y la implicación de la comunidad. Es necesario promover la confianza en la capacidad de todos los miembros de la comunidad para aprender a educar a todos los alumnos en el aula. Crear estructuras que favorezcan que se puedan compartir los saberes y en las que los maestros especializados se pongan al servicio de la enseñanza en el aula ordinaria. De este modo, a partir de generar dinámicas de colaboración y trabajo, se aumentan las respectivas competencias y capacidades, y los maestros pueden aprender unos de otros. Despertar la creatividad de los agentes educativos en un 46 clima de colaboración y contraste en el que no hay verdades absolutas y donde se apoyan las iniciativas destinadas a aumentar el repertorio de recursos adecuándolos a las necesidades de cada grupo de alumnos. En la escuela Folch i Torres esto se hace patente en la decisión de que los maestros de apoyo entren en las aulas ordinarias y colaboren con los maestros para enfrentar conjuntamente la educación de todos los alumnos. De este modo, se va generando cultura compartida en torno a la atención a la diversidad, destinando tiempo para el intercambio entre maestros a fin de reflexionar sobre la práctica en el aula; tiempo para poner en común las valoraciones de las dinámicas que se crean en el aula, la evaluación del alumnado, las estrategias diversas que hay que tener en cuenta para ayudarle, etc. En realidad, el camino no es sencillo ni rápido cuando estas iniciativas surgen dentro del centro y no van acompañadas de suficientes recursos o de movimientos sociales y políticos en este sentido. Los procesos de cambio para ir hacia una escuela inclusiva son progresivos y son necesarias políticas claras que impulsen movimientos en esta dirección. En los casos en que existen propuestas de reforma externa (Administración, comunidad, etc.), el asesoramiento y la formación pueden generar más rápidamente cambios dentro de los centros si, además, se cuenta con los apoyos necesarios. Éste es el caso del proyecto IQEA (Improving the Quality of Education For All) que se desarrolla en 40 escuelas del norte de Londres, East Anglia y Yorkshire con el apoyo de sus autoridades locales y de instituciones externas que les asesoran (institutos de educación o agencias locales de apoyo a la educación) (Ainscow, Hopkins, Soutworth y West, 2001). El objetivo principal de este proyecto es plantear y evaluar un modelo de mejora de las escuelas, además de un programa de apoyo que refuerce su capacidad para proporcionar una educación de alta calidad para todos los alumnos. En este proyecto, las escuelas utilizan el impulso de la reforma externa para finalidades internas. Los cinco principios de IQEA, que compartimos, son los siguientes: 1. La visión de la escuela ha de ser el resultado de la contribución de todos los miembros de la comunidad escolar. 2. La escuela considera las presiones externas de cambio como importantes oportunidades para asegurar sus prioridades internas. 3. La escuela procurará crear y mantener las condiciones necesarias para que todos los miembros de la comunidad escolar aprendan. 4. La escuela intentará desarrollar estructuras que promuevan la cooperación y que conduzcan al fortalecimiento de los individuos y de los grupos. 5. La escuela promoverá la idea de que el control y la evaluación de la 47 calidad es responsabilidad de todo su profesorado. Estos principios, según los responsables implicados, generan sinergias, es decir, dinámicas y culturas que se fortalecen mutuamente y que van provocando cambios en las diferentes partes del sistema: el todo es más que la suma de sus partes. Cuando no hay políticas decididas ni se cuenta con los suficientes apoyos, estos procesos resultan mucho más lentos, a pesar del esfuerzo de las instituciones y de los maestros para conseguirlos. La intencionalidad de la educación y la necesidad de priorizar Es una práctica bastante habitual en nuestro entorno que las escuelas opten por dar respuesta a las necesidades educativas de los alumnos y alumnas que tienen dificultades, dándoles apoyo fuera del aula e implementando medidas, en cierto modo, compensadoras de sus dificultades. Así pues, es frecuente que la maestra de educación especial o algún otro maestro de apoyo les refuerce y/o adapte ciertos contenidos trabajando con ellos individualmente o en pequeño grupo fuera del aula. Este modelo de intervención no facilita realmente la inclusión ni la integración social en la escuela. Parte de presuponer que ciertos alumnos necesitan unos contenidos diferentes a los que se ofrecen a los compañeros, ya que tienen dificultades para seguir el ritmo de trabajo del grupo-clase. Como no pueden seguir el ritmo de la clase, se les ofrecen actividades diferentes, en otros espacios, con la intención de reforzar ciertos aprendizajes básicos o de compensar sus carencias para que un día puedan integrarse en el ritmo del grupo. Este modelo se justifica desde la buena intención de seguir su ritmo evolutivo, proponiéndoles actividades cercanas a su nivel de desarrollo y evitando que se sientan frustrados por no poder hacer lo mismo que los demás. Con estas intervenciones, en realidad estamos evitando replantearnos el modelo de enseñanza que aún impera en nuestras escuelas. Estamos presuponiendo todavía que el grupo tiene un «ritmo homogéneo» de trabajo y que los problemas de aprendizaje sólo los tienen ciertos alumnos marcados o identificados como alumnos con necesidades educativas especiales. Desde nuestro punto de vista, no obstante, es necesario hacer frente al problema real: sabemos desde hace tiempo que el grupo nunca es homogéneo y que –aunque no es fácil– debemos ir aprendiendo a atender la diversidad dentro de la propia aula, teniendo en cuenta toda su complejidad. Como decía, hacer el apoyo fuera del aula se justifica generalmente aduciendo que hay que ofrecer a estos alumnos y alumnas otros contenidos, adaptados a sus posibilidades y capacidades. Se cree que el nivel de competencia y de 48 desarrollo ha de ser el principal criterio que guíe la selección de los contenidos que hay que enseñar. Según la perspectiva social del aprendizaje de Vigotsky, en realidad el desarrollo no es un proceso autónomo que se pueda desvincular de las situaciones en las que el alumno vive y se relaciona. El desarrollo está estrechamente ligado y depende de las situaciones sociales y de las experiencias en las que el niño participa junto con otras personas. El aprendizaje en interacción con maestras y compañeros es el que ofrece la oportunidad de aprender y avanzar. No se trata tanto de situarnos en su nivel de desarrollo ofreciéndole actividades que presuponemos a su alcance, sino de ofrecerle situaciones diversas de interacción con los contenidos y con los compañeros, proporcionándole ayudas, observando su actuación y valorando sus necesidades para que pueda participar y aprender. Una enseñanza orientada a una etapa de desarrollo ya realizada es ineficaz desde el punto de vista del desarrollo general del niño, no es capaz de dirigir el proceso de desarrollo, sino que le va a la zaga […] La única buena enseñanza es la que se adelanta al desarrollo. (Vigotsky, 1984, p. 114) Todas las funciones psicológicas superiores, para que puedan ser adquiridas como competencias individuales, primero han de aparecer en las situaciones de interacción social en las que el niño se encuentra. Primero ha de poder verlas y tomar contacto con ellas en situaciones de interacción con otros (observando, imitando, compartiendo, experimentando…) y progresivamente irá haciendo un proceso de aprendizaje y desarrollo para adquirirlas como funciones propias. El lenguaje es un ejemplo muy claro. Primero nace como medio de comunicación entre el niño y las personas que lo rodean. A partir de estar presente en los demás, acompañando sus acciones y relaciones, el niño va apropiándose de él y se transforma en una función psicológica superior que podrá utilizar sin tantas ayudas externas. El aprendizaje de un contenido nunca es una cuestión de todo o nada. El criterio de esperar a introducir un contenido cuando el alumno está preparado puede llevarnos a caminos sin salida. ¿Quién nos dice cuándo está preparado un niño para introducir el lenguaje? En realidad, le hablamos desde que nace y, aunque en un principio no entiende nada, gracias a que le hablamos y no dejamos de hacerlo aunque no nos entienda, puede aprender a hablar. Con estas intervenciones educativas, en realidad estamos incidiendo en su zona de desarrollo próximo (Vigotsky). Primero todo el peso lo llevamos nosotros, los adultos y los otros niños más competentes. Después, progresivamente, él va participando cada vez más gracias a las ayudas e interacciones que recibe. En los currículos escolares, de hecho, se introducen los contenidos a medida que se cree que son relevantes para la evolución del alumnado y para su progresiva inserción en la sociedad, teniendo en cuenta evidentemente sus diversas capacidades a la hora de decidir la forma de presentación y su 49 profundidad. La mayoría de contenidos permiten aproximaciones diversas y los alumnos hacen aprendizajes diferentes en relación con ellos. Cuando en una clase están trabajando el agua y su ciclo de vida, el alumnado llega a explicaciones diferentes después de las actividades que se han realizado, con niveles de abstracción y concreción diferentes. Unos podrán comprender el ciclo, razonando las diferentes fases; otros podrán comprender que el agua cae de las nubes; otros que después va a parar a los mares a través de los recorridos por los ríos y rieras… Cada uno llegará a conclusiones diferentes, pero todos habrán compartido experiencias sobre el agua, habrán hecho observaciones, experimentado y aprendido cosas en relación con estos contenidos. El alumno con más barreras para el aprendizaje inmerso en estas actividades quizá no habrá entendido los recorridos del agua de manera global o no habrá comprendido su ciclo de vida. Pero no por este motivo hay que excluirlo de esta actividad y proponerle una actividad más adecuada a su nivel cognitivo fuera del aula, donde quizá habrá perdido la riqueza interactiva y comunicativa de la vida de grupo. Este alumno, si comparte la actividad en el aula con su grupo de referencia, habrá compartido experiencias y observaciones con sus compañeros, habrá hablado con ellos sobre el agua, sabrá que están estudiando el agua, que el agua moja, que está en los ríos, en los mares y en las piscinas, y que cae del cielo cuando llueve. Habrá compartido las explicaciones del maestro, habrá buscado expresarse mejor con los compañeros y compartido con ellos los experimentos propuestos. ¿Cómo y desde qué criterios podemos decir que este contenido no es adecuado para él? ¿Por qué privarle de la oportunidad de compartir estas actividades en beneficio de otras supuestamente más adecuadas a su nivel cognitivo? ¿Cuántas veces ciertos alumnos, en situaciones de aprendizaje que a priori les superaban, si han dispuesto de ayudas e interacción con compañeros y maestros, nos han sorprendido y han realizado aprendizajes para ellos significativos gracias a la motivación que sentían por compartirlo con su grupo de iguales? Por otro lado, en todas estas situaciones, los alumnos aprenden otros contenidos que, a veces, forman parte del «currículo oculto» y que no se llegan a explicitar, como son las habilidades de relación con los demás, el tener que compartir el mismo espacio, los materiales, y el hecho de colaborar según sus posibilidades en las producciones y actividades colectivas. El alumno aprende actitudes, valores, destrezas y habilidades muy diferentes a las que despliega cuando está en un grupo reducido fuera del aula en un contexto más adaptado a sus posibilidades. No significa que éstas no sean positivas, probablemente le ayudan, lo que nos cuestionamos es si podemos decir que son más relevantes que las que hará en el contexto ordinario y –sobre todo– si optar por ir en esta 50 dirección nos está impidiendo avanzar en aquella más prioritaria: que el alumnado esté realmente incluido en la vida del aula con su grupo y –tan o más importante– que todo el profesorado vaya aprendiendo a atender la diversidad dentro de la propia aula ordinaria, con todo el grupo-clase y sin exclusiones. La necesaria personalización Para que una escuela sea realmente para todo el mundo no tiene más remedio que dirigirse personalmente a cada uno de los que forman parte de ella y responder a las necesidades específicas, personales, de cada uno. (Pujolàs, 2003, p. 46) En este sentido, si bien las medidas de apoyo han de realizarse dentro del aula y tener en cuenta a todos los alumnos del grupo que tienen dificultades en un determinado momento, no podemos negar que hay determinados alumnos – especialmente aquellos que sufren alguna discapacidad– que requieren una atención más personalizada y un tiempo especial de coordinación, evaluación y seguimiento. Aunque defendemos un modelo de atención a la diversidad que se dirija a toda la institución y que impregne muchas de sus decisiones; aunque pensamos que hay que ofrecer apoyo a todos los maestros para que sean especialmente ellos quienes vayan aprendiendo a atender a todos los alumnos y alumnas –con las ayudas que sean necesarias–, y vayan adaptando y modificando las metodologías para algunos de estos alumnos, eso no significa que no se deba disponer de medidas de planificación, intervención, seguimiento y evaluación personalizadas para este alumnado. Hay alumnos que necesitan una mirada individual, una aproximación más minuciosa para conocer sus capacidades reales y para ajustar nuestra acción a sus posibilidades y necesidades. A veces, estos alumnos coinciden con los alumnos identificados como alumnos con necesidades educativas especiales, pero otras, según las necesidades del maestro y del alumno, hay que hacer planes personalizados para otros alumnos que preocupan a la escuela y con los que es necesario emprender actuaciones coordinadas personalizadas (alumnos con problemas de comportamiento, por ejemplo, o con una importante problemática familiar o social). Para estos alumnos, generalmente no basta con utilizar metodologías que favorezcan la inclusión, sino que, paralelamente, hay que implementar medidas de coordinación entre maestros y profesionales para consensuar cuáles son las prioridades que se deciden, qué actuaciones se llevarán a cabo en los diferentes entornos (escuela, familia, profesionales especializados, servicios externos, etc.), cuáles son los apoyos que recibirán y qué materiales, si es necesario, deberán adaptarse. Todo ello será lo que constituirá su plan personalizado, que habrá que compartir con la familia y con otros profesionales. 51 Me parece más acertado, tal como manifiesta Pujolàs (2003) hablar de personalización en lugar de individualización. La idea de la individualización se asocia a la fantasía de que lo ideal sería que cada alumno recibiera una atención individualizada y pudiera seguir su propio programa de enseñanza-aprendizaje. Esta lógica puede llevar a pensar que lo ideal sería atender a los alumnos individualmente en una situación de relación diádica. Pienso que ésta es una vía empobrecedora en la que el grupo de compañeros parece no tener ninguna función educativa y según la cual la posibilidad de influir educativamente se deposita únicamente en el maestro. Desde este punto de vista, no se tienen en cuenta las aportaciones de muchos estudios y trabajos que cada día atribuyen más peso a las interacciones dentro del grupo como auténtico motor de desarrollo y aprendizaje del alumnado, si son bien gestionadas. Nos inclinamos más por el concepto de personalización que no opone individuo a grupo y no hace planteamientos de educación separada. Personalización significa adecuar al alumno el trabajo que se hace con el grupo, ofreciéndole posibilidades distintas, dándole un trato diferente, si es necesario, favoreciendo que le ayuden en ciertas actividades dentro de un mismo planteamiento de trabajo, compartiendo los objetivos generales y la situación de relación general de la clase. El papel de la evaluación en los procesos de mejora La evaluación proporciona informaciones indispensables para poder planificar, intervenir, modificar y hacer valoraciones de las tareas realizadas. Nos referimos a la evaluación del alumnado pero, sobre todo, a la evaluación y valoración de la tarea educativa, de los sistemas organizativos del centro, de su funcionalidad, de las metodologías en el aula, de los libros que utilizamos, de la coordinación entre maestros, del grado de colaboración entre dos maestros cuando trabajan juntos en el aula, de los sistemas de comunicación y de toma de decisiones, etc. Hay que encontrar momentos para analizar lo que ocurre y plantearse mejoras y cambios en el trabajo diario. Los maestros han de actuar, organizar e intervenir constantemente con el alumnado para educar y gestionar las múltiples situaciones de aprendizaje y convivencia que se generan en el aula. Ir parando, revisando con los demás, comentando los comportamientos y los efectos de las propuestas que hacemos, es necesario para poder plantear mejoras en el aula y en el centro como institución. En este sentido, hay que destacar el papel de la evaluación formativa, la evaluación que se hace mientras se actúa, mientras se enseña, a lo largo de las actividades de enseñanza-aprendizaje y dentro de las diversas situaciones de trabajo en la escuela. Introducir la capacidad de reflexionar, de distanciarnos un poco, de observar lo que ocurre, ya sea en el aula, en relación con los alumnos o 52 en el centro, teniendo en cuenta las relaciones y el trabajo que realiza el equipo educativo. El hecho de que trabajen dos maestros en el aula posibilita compartir la evaluación del alumnado y de las situaciones de enseñanza-aprendizaje. Favorecer que se produzcan situaciones de comunicación e intercambio entre maestros mientras los alumnos están trabajando en el aula, es un motor de cambio y de mejora de la acción educativa respectiva. Asimismo es necesario que exista una cierta capacidad para autocuestionarse así como un clima de confianza y de apoyo mutuo. Conseguir crear un clima de este estilo que combine la confianza con un cierto rigor no es fácil entre los docentes, acostumbrados tradicionalmente a trabajar dentro de su aula y a puerta cerrada. La evaluación final, entendida como evaluación inicial para el siguiente curso o el siguiente trimestre, adquiere también una connotación especial en una escuela que quiera instaurar políticas de mejora. Primero habría que analizar y detectar lo que hay que mejorar: analizar los puntos fuertes y detectar los puntos débiles para proponernos ciertos cambios de cara al nuevo curso o período educativo. Para realizar esta evaluación reflexiva hay que instaurar políticas que promuevan los momentos de intercambio y de revisión sobre lo que se ha hecho; es necesario también poder expresar los sentimientos y las emociones generados. En todo sistema humano las relaciones y los afectos constituyen un elemento que hay que considerar y con más motivo en un centro que quiera trabajar de manera colaborativa. Se han de poder ir explicitando para aclarar malentendidos, expresar malestares y promover dinámicas positivas entre los miembros del equipo. Hay que cuidar de las personas y favorecer que todas se sientan bien en la escuela, acogidas y aceptadas. Únicamente si existe una base de confianza positiva que prima la resolución de los conflictos y la búsqueda de alternativas por encima de la atribución de la culpa, se puede construir una cultura abierta y acogedora que tenga presente la evaluación como motor de mejora y que disminuya el temor y las resistencias al cambio por parte de los participantes. 53 3 La escuela Folch i Torres Situación, contexto y composición La escuela Folch i Torres es una escuela pública que depende del Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Cataluña. Está situada en la población de Esplugues de Llobregat, un pueblo de 47.000 habitantes de la zona metropolitana de Barcelona, en la comarca del Baix Llobregat. Esplugues es una ciudad que ha ido creciendo sobre todo en los últimos años. La escuela está en un barrio que acoge a una población de nivel medio y existe una infraestructura de equipamientos y servicios aceptable. Las familias de los alumnos de la escuela son, en su mayoría, originarias de la zona donde en los últimos años se han construido edificios que ocupan familias de nivel medio. La mayoría de alumnos y alumnas de la escuela viven en bloques de pisos muy cercanos a la escuela, razón por la cual no tienen que utilizar ningún medio de transporte; las familias los llevan y los recogen, y los niños acostumbran a hacer actividades extraescolares en la zona o en la misma escuela. Los que no hacen actividades a menudo se encuentran en los parques o plazas que hay alrededor cuando salen de la escuela. Últimamente han ido llegando también familias inmigrantes. Actualmente, hay unos veinte alumnos que proceden de otros países, especialmente de habla hispana, que se van integrando en la escuela sin dificultades relevantes. La lengua familiar más usual en los alumnos es el castellano con una comprensión y un uso aceptables del catalán. La escuela se construyó hace 25 años y consta de dos edificios, uno grande destinado a la educación primaria y otro anejo donde se encuentra el parvulario. Cada edificio tiene su propio patio. En el edificio de parvulario hay seis aulas grandes y bien iluminadas, dos aulas grandes que tienen diferentes usos (comedor de los más pequeños; espacio para descansar, hacer talleres o desdoblamientos, informática) y un aula pequeña para entrevistas y para guardar el material. El edificio de primaria tiene planta baja y primera planta. Consta de una zona de recreo para los alumnos de primaria; todas las aulas (12) están en la primera 54 planta y tienen ventanas que dan al exterior. Hay un aula de música, una de idiomas y dos de informática. En la planta baja se encuentra la sala de profesores, el comedor, la biblioteca, el espacio de dirección, conserjería, el aula de multimedia para charlas y psicomotricidad, el laboratorio y pequeños despachos para actividades diversas. Las aulas generalmente están llenas, con 25 alumnos o más por aula, excepto en dos o tres clases donde pueden ser un poco menos. Tener dos aulas por nivel y ser una escuela relativamente grande (en la zona no hay escuelas de más de dos aulas) influye y favorece un cierto tipo de organización y de recursos que la escuela aprovecha en la medida de lo posible. El tamaño de las escuelas es un factor que determina y condiciona la organización y también las posibles medidas para la atención a la diversidad. En la mayoría de clases hay alumnos con necesidades educativas especiales a los cuales se les ha elaborado un plan personalizado. En el curso 2004-05 hay los siguientes alumnos: ▪ En el parvulario: una niña con retraso madurativo y epilepsia, una niña con síndrome de Down que entró en P3 con un año más, un niño con un trastorno generalizado del desarrollo, un niño de 5 años con retraso madurativo, un año mayor que sus compañeros, y un alumno con retraso cognitivo y dificultades motrices retenido un año más en el parvulario. ▪ En educación primaria: un niño que ha tenido problemas de audición y que tiene problemas de aprendizaje, un alumno con rasgos psicóticos que va evolucionando en los aprendizajes escolares con mucha ayuda, una niña con retraso cognitivo y madurativo importante, un niño con retraso madurativo y dificultades emocionales un año mayor que sus compañeros, un niño con síndrome de Down retenido un año más en el parvulario, un niño con retraso madurativo que ha ido evolucionando muy positivamente, un niño con retraso madurativo un año mayor que sus compañeros, un niño recién llegado con un retraso importante en los aprendizajes básicos, un alumno con un trastorno específico de lenguaje importante y retraso en los aprendizajes, una niña con un retraso madurativo retenida un año más en el segundo ciclo, y un niño con disminución visual (al centro acude un maestro itinerante de la ONCE) y dificultades de aprendizaje. Los recursos humanos En la escuela hay un total de 26 maestros de edades y antigüedad en el centro diferentes. Maestros que llevan en el centro desde que éste se creó hace 25 años y maestros llegados el curso 2004-2005. En general, el centro tiene una actitud abierta hacia los nuevos miembros que se incorporan y se busca 55 aprovechar su experiencia. El hecho de tener dos líneas implica que la plantilla está formada por un profesor tutor por grupo además de otros profesores especialistas que colaboran con los tutores y permiten completar el currículo del alumnado. Como especialistas, la escuela cuenta con: el maestro de educación especial, el maestro de música, educación física, inglés, y apoyo. Plantilla del curso 2004-2005 ▪ Un tutor para cada clase; en primaria un tutor también da inglés. ▪ Ocho maestros asignados a parvulario. ▪ Dos maestras de educación especial. ▪ Dos profesores de inglés (uno de los cuales también es tutor). ▪ Dos profesores de educación física (el profesor de parvulario de psicomotricidad es el director). ▪ Una maestra de música. ▪ En total son 26 profesores. El horario del profesorado es de 9 a 13:30 horas y de 15 a 16:30 horas. El horario de 9 a 12:30 y de 15 a 16:30 se dedica al proceso de enseñanzaaprendizaje del alumnado y el horario de 12:30 a 13:30 se destina a las reuniones de los equipos antes mencionados, a la formación del profesorado y a la atención a las familias. Otros profesionales que colaboran con la escuela de manera periódica son la logopeda del Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos (CREDA), la trabajadora social del EAP y yo misma, asesora psicopedagógica del Equipo de Asesoramiento y Orientación Psicopedagógica (EAP) de la zona, con una dedicación de dos mañanas por semana. Rasgos de identidad y metodologías utilizadas La escuela Folch i Torres en su proyecto educativo hace una apuesta por la integración y la aceptación de la diversidad. Se manifiesta como una escuela abierta que quiere facilitar la convivencia de todos evitando cualquier acto de discriminación por cualquier motivo. Coeducación, diversidad, integración, fomento de la iniciativa, experimentación, investigación… son algunos de los valores que se citan en los documentos que concretan su proyecto de centro. Es una escuela que apuesta por la gestión democrática de la escuela basada en un régimen participativo con la colaboración de todos los estamentos (padres, 56 profesores, alumnos y personal no docente). En relación con las dimensiones de análisis que me he planteado y de la recogida de información diversa a la que he aludido en el apartado «Metodología utilizada» del capítulo 1, puedo decir que es una escuela acogedora para los padres y para los alumnos, nuevos y antiguos. Velan por que los nuevos alumnos se integren rápidamente en el centro a través de actividades en el aula y fomentando la ayuda de los compañeros. Los maestros también se sienten acogidos y ayudados, pero cabe destacar que, al mismo tiempo, es una institución exigente que tiene un funcionamiento claro y consolidado. En este sentido, la institución pide la colaboración y el compromiso a todos sus maestros y personal. Esta cierta autoexigencia y compromiso con la tarea educativa es, sin duda, una de las claves de su buen funcionamiento, aunque a veces pueda generar algún conflicto con personas menos dispuestas a colaborar. El equilibrio entre hacer escuela, comprometerse con un proyecto compartido y, por otro lado, mantener la propia libertad como maestro, a veces es difícil y puede crear conflictos ocasionales entre los maestros de la escuela. A la hora de la verdad, la mayoría de maestros que ven la educación como un proyecto compartido se sienten bien en la escuela y se integran en ella con facilidad, ya que se sienten apoyados en su tarea y formando parte de una escuela con un buen nivel de autoestima y de competencia. En general, los maestros, especialmente los que llevan más años en la escuela, experimentan un importante sentimiento de pertenencia a ella y se sienten muy implicados. Por otro lado, los maestros perciben que hay un proyecto compartido, pero sin que existan metodologías o maneras de hacer rígidas o cerradas. Dentro de un cierto marco consensuado en el que sí se pide y se exige responsabilidad, cada docente puede organizar la enseñanza teniendo en cuenta su manera de hacer. Una maestra comenta: Aquí cada uno tiene su manera de hacer, pero hay unos mínimos –que son muchos– en los que coincidimos mucho. Lo que constituye el eje del funcionamiento es compartido. Todos vamos a una, pero cada uno tiene su talante. En las diferentes clases se utilizan metodologías diversas que se coordinan dentro de cada ciclo y nivel. Antes casi no se utilizaban libros de texto pero, poco a poco, debido a los cambios de maestros y a la diversidad de orientaciones, en educación primaria se decidió utilizarlos para evitar que, según la orientación del maestro, se pudieran olvidar o relegar determinados contenidos del currículo. En el parvulario no se utilizan libros y se trabaja con diversas metodologías, según los acuerdos del profesorado de nivel y de apoyo; se hacen proyectos vinculados 57 a temas diversos, rincones y talleres en ciertos momentos, y actividades diversas muy vinculadas a temas de actualidad (fiestas, conmemoraciones, sucesos…) escogidos por todos los maestro del ciclo. Hay maestros que creen que el uso de los libros de texto es un tema no resuelto. Piensan que en estos libros hay muchas actividades que condicionan demasiado la programación. Cuando plantean trabajar por proyectos u otras actividades más vivenciadas, dejan de hacer propuestas del libro, y piensan que eso es difícil de entender por parte de algunos padres, que han hecho el esfuerzo de comprarlos. Otros maestros de talante más tradicional defienden más el uso de los libros de texto y no quieren prescindir de ellos, ya que piensan que guían y facilitan su labor educativa. En esta escuela, como en la mayoría, hay diversidad de estilos y de maneras de hacer dentro de unos mínimos compartidos. Hay un cierto equilibrio entre prácticas más innovadoras acordadas en el ámbito de centro (en las reuniones de ciclo o en los seminarios de formación) y prácticas consensuadas a través del uso compartido de determinados materiales editoriales. De hecho, en un clima abierto y muy participativo, conviven actividades y proyectos innovadores que cada vez se van extendiendo más con actividades y metodologías más tradicionales. Estructura y organización En los dos cuadros siguientes pueden verse los diferentes estamentos desde el punto de vista organizativo y sus funciones. Composición y funciones de los equipos pedagógicos del centro 58 Los servicios de la escuela: composición y funciones 59 60 61 4 El ámbito institucional Cultura y clima institucional El clima y la cultura de la institución es una construcción compartida que se ha ido modificando a lo largo de los años. Para impulsar culturas de escuela positivas que den sentido a las diversas actividades que se llevan a cabo en una escuela, es necesario que se inscriban en el marco de referencia que guía el trabajo de la escuela y que sean coherentes con su proyecto y su talante. La escuela Folch i Torres ha ido creando su propia cultura y ha ido reafirmando su identidad, a la que los maestros han ido haciendo sus particulares aportaciones. Son maestros que llevan muchos años en la escuela, maestros que han trabajado en ella y ahora ya no están, y maestros que no hace mucho que se han incorporado pero que se han integrado en la dinámica de la escuela y que contribuyen en este proceso institucional. No todos los maestros, evidentemente, están implicados del mismo modo en la cultura de la escuela: los hay que mantienen actitudes menos activas, pero con responsabilidad, conscientes de que la escuela es una institución que impregna carácter y les estimula a mejorar colaborando en su proyecto educativo. En la escuela, en general, se reconoce que para animar a realizar ciertos cambios es necesario que cambien aspectos de la propia organización y se hagan modificaciones en su estructura o en su funcionamiento. En general, no existe miedo a los cambios, se piensa que han de ser buenos para el alumnado, el equipo directivo los propone y, si el equipo educativo está de acuerdo con ellos, se llevan a la práctica. Se trata de una escuela a la que no le resulta difícil pasar a la acción (siempre me ha llamado la atención esta rapidez y eficacia a la hora de realizar cambios y aceptar nuevas propuestas si les parecía que podían beneficiar a los alumnos y a la comunidad). El equipo directivo. Liderazgo, gestión y coordinación El equipo directivo del centro está comprometido con la calidad de la educación que ofrece, y especialmente predispuesto a acoger a todo el alumnado de su zona, sean cuales sean sus dificultades. La función de liderazgo es clave en 62 los centros educativos, ya que la tarea educativa requiere apoyo y, al mismo tiempo, una cierta autonomía que dé coherencia a las políticas de centro y a las decisiones que se toman. En este centro, el equipo directivo tiene –como en la mayoría– determinadas funciones de las cuales destaco algunas que me parecen especialmente significativas a la hora de impulsar procesos de cambio y mejora en los centros: ▪ Función de dinamización, de dar impulso a las iniciativas y motivar al personal hacia la mejora de la escuela. ▪ Organización de los espacios y del tiempo. ▪ Gestión de los recursos (humanos y materiales). ▪ Coordinación de los equipos educativos. ▪ Supervisión y control. ▪ Gestión de la formación. El equipo directivo vela por que todo funcione, se preocupa de organizar y adecuar la infraestructura, los espacios y los recursos en general a las nuevas necesidades que van surgiendo. En relación con la atención a la diversidad, vela por que haya espacios disponibles para poder hacer desdoblamientos, laboratorio, tutorías para poder hablar con los padres, con los alumnos o para los profesionales externos que colaboramos con el centro (asesora psicopedagógica, logopeda, profesionales que hacen apoyo extraescolar, etc.). Este cuidado del funcionamiento es primordial para favorecer la implicación y colaboración del personal interno y externo. Los maestros y los diferentes profesionales se sienten respetados y acogidos, y se minimizan los problemas y las dificultades que a menudo aparecen en el día a día de los centros educativos. Un aspecto importantísimo en esta organización es la gestión que se hace del tiempo. El equipo directivo tiene muy claro que, si quiere favorecer que se atienda la diversidad del alumnado en su complejidad, ha de ser sensible a las necesidades de coordinación del personal y poner los medios necesarios para que se pueda adaptar la organización del tiempo a estas necesidades. A menudo, hay que encontrar momentos para poder coordinarse en relación con determinados alumnos, especialmente aquellos que tienen más barreras para el aprendizaje y la participación, y que implican la intervención de diferentes profesionales con los que hay que comunicarse y llegar a acuerdos. El equipo directivo facilita que se pueda hacer la coordinación entre maestros y con los diferentes profesionales siempre que se considera necesario. Los maestros que, de repente, tienen un problema y han de hablar con algún otro profesional agradecen que el equipo directivo posea mecanismos para poder suplirlos en un momento dado en el aula y que puedan hacer la reunión sin dificultades y –si es posible– dentro de su horario. Si hay flexibilidad y 63 sensibilidad en relación con la inclusión y hay capacidad de gestión ante los imprevistos, los maestros ven que el centro, la institución y sus representantes, se implican, y eso les anima también a participar en este compromiso colectivo. Una maestra expresaba así la importancia de esta tarea: Ha de haber alguien que controle que todo va bien desde arriba. Tú estás en tu parcela, pero es un caso entre muchos. Ellos han de controlar que todo va bien. El equipo directivo está muy implicado, si no las cosas no funcionarían como funcionan. Dan facilidad para que las cosas se hagan. Aparece en este comentario la importancia que diversos maestros con los que me he entrevistado otorgan a la función de control que también ha de ejercer el equipo directivo. En diversas entrevistas se manifiesta un claro reconocimiento al hecho de que el equipo directivo vele por que todos los alumnos sean atendidos y todos los maestros se vayan implicando en esa atención. Un equipo directivo que proporciona ayudas para que las cosas se puedan hacer y vela también por que en realidad se hagan. Hay también una cierta exigencia con acompañamiento que encuentran necesaria, que estimula hacia la mejora y no deja que las cosas decaigan o se relajen demasiado. Hay una cierta evaluación compartida de lo que se va haciendo y, si hay dificultades o problemas, se intentan solucionar, según el caso y la situación concreta de cada uno. En este sentido, una maestra expresa: Las valoraciones que hacemos cada curso y a final de trimestre en el ciclo y en el claustro son necesarias. Son muy importantes. De los alumnos que realmente van bien, no es necesario hablar mucho, prácticamente ni se tocan. El equipo directivo (que va a todas las juntas de evaluación) a menudo pregunta: ¿Y qué pasa con este niño? ¿Cómo va? Pedir cuentas es un papel pesado y, en ocasiones, alguna maestra quizá se ha sentido incómoda porque no tenía aquella información que le pedían. Pero si no sabes cómo va este niño, entonces es un buen momento para reflexionar, y si no lo puedes hacer, después te sirve para recordarlo. Este papel de liderar, estirar un poco y pedir cuentas es también necesario en toda organización de cualquier ámbito profesional para que funcione y no se relaje. En los centros educativos, a veces, con la excusa de no coartar la libertad de los demás, puede haber un cierto laissez faire que impida el buen funcionamiento del centro y la coherencia necesaria de cara al alumnado, las familias y toda la comunidad. Cuando esto ocurre, va en contra de la propia escuela y desvaloriza, seguramente de manera injusta, el papel de los diferentes maestros y profesionales implicados. En general, los maestros de la escuela valoran este papel que el equipo directivo desempeña en relación con los alumnos. Expresan que son sensibles a los problemas de aprendizaje del alumnado y lo transmiten al equipo educativo. En general, piensan que tienen un equipo directivo que gestiona bien y que se 64 preocupa por que las cosas funcionen y por minimizar los problemas organizativos materiales a la hora de tratar los problemas del alumnado. Una maestra expresa la siguiente opinión: El equipo directivo es clave. Es el que tiene que estirar y organizar. Tiene que estar muy convencido para que realmente funcione. Un modelo de atención a la diversidad La escuela Folch i Torres, como todas las escuelas públicas, acoge a los alumnos de su zona que se inscriben en ella, con toda su diversidad, y por tanto, también acoge a alumnos que presentan alguna discapacidad o –como se dice en términos inclusivos– que presentan barreras para el aprendizaje y la participación. Hace unos diez años, los alumnos que hasta ahora hemos denominado alumnos con necesidades educativas especiales se escolarizaban en la escuela y se hacían propuestas de apoyo para ayudarles a progresar todo lo posible. En aquel momento, generalmente la maestra de educación especial se encargaba del apoyo a estos alumnos fuera del aula, reeducando determinados contenidos en pequeño grupo o individualmente, con la intención de compensar sus dificultades. Paralelamente, en las clases, los tutores y tutoras utilizaban metodologías diversas para intentar integrarlos al máximo en la dinámica de cada aula. El modelo de apoyo fuera del aula, de hecho es el que aún se utiliza más en nuestras escuelas, aunque cada vez hay más estudios y experiencias que no lo aconsejan a la hora de facilitar la inclusión y la integración social. Hoy día sabemos que el desarrollo y el aprendizaje están estrechamente ligados a las experiencias en las que el niño participa junto con otras personas. El aprendizaje en interacción con otras personas (maestra, compañeros…) es el motor que ofrece más oportunidades para aprender y crecer. La escuela, desde hace unos diez años, apostó por un modelo de atención a la diversidad dentro del aula. Así, y de manera progresiva, los apoyos se han ido haciendo dentro del aula, y los maestros de apoyo o de educación especial entran en las aulas para dar apoyo a los otros maestros y a todos los alumnos. En su proyecto educativo, la escuela Folch i Torres explica así su modelo de atención a la diversidad: PLANTEAMIENTO DEL TRATAMIENTO DE LA DIVERSIDAD EN LA ESCUELA Nuestro objetivo primordial es atender la diversidad dentro del ámbito ordinario. Un objetivo importantísimo dentro de éste más global es atender a los alumnos con necesidades educativas especiales, es decir, a aquellos que, a fin de alcanzar las finalidades de la educación, necesitan medios, 65 recursos o ayudas pedagógicas específicas, temporalmente o de forma continuada, para su evaluación e integración en el aula. A continuación nos centraremos especialmente en las medidas que establecemos para conseguir estas finalidades. Para ajustar las respuestas educativas a las necesidades de estos alumnos y poder, por tanto, favorecer progresivamente su integración activa dentro del grupo de compañeros y en la dinámica de la clase, hay que analizar y evaluar cuáles son estas necesidades. En este sentido, la cooperación de la asesora psicopedagógica, maestra de educación especial u otras que atienden específicamente a alumnos con dificultades importantes, especialistas que intervienen en casos de alumnos del centro con NEE (logopeda, servicios externos a la escuela, etc.) y tutores, es indispensable en el seguimiento de los grupos, detección de las características de los alumnos con NEE (en el aspecto descriptivo y explicativo) y posteriores adecuaciones curriculares, tanto de carácter inespecífico (organizativas, didácticas, etc.) como de carácter específico (ayudas y adaptaciones del currículo tales como estrategias metodológicas, material de apoyo, etc., o bien acomodación del currículo, modificación de objetivos, etc.). Por otro lado, y siempre que sea posible, el especialista de educación especial intervendrá también en el resto de grupos de la escuela centrando su actuación en el refuerzo a los alumnos con dificultad en los aprendizajes instrumentales básicos (lenguaje y matemáticas). Dado que nuestro objetivo es procurar la máxima integración del alumno en la dinámica general del grupo-clase, siempre que sea posible, es deseable la permanencia del alumno en el aula con sus compañeros, organizando por tanto la educación especial como apoyo en el aula ordinaria. Construir, como escuela, un modelo de atención a la diversidad es una tarea que da sentido a las diferentes intervenciones en relación con los alumnos con necesidades educativas especiales y que favorece –si existe una clara intención en este sentido– su progreso hacia una escuela más inclusiva. El director de la escuela, hablando de este aspecto, decía: La gente tiene muy presente la diversidad en todos los aspectos: social, aprendizajes, económico, personal… Se intenta que todo el mundo esté integrado. También los maestros de educación especial. Antes estaban menos integrados, ahora participan más de todo lo que se hace en el aula y en la escuela. Una maestra que hace dos o tres cursos que está en la escuela, expresaba así su sensación de que la atención a la diversidad forma parte de una política global de la escuela: Pienso que hay un modelo claro. Por ejemplo, vuestro contacto con los tutores y los maestros de apoyo, la persona de apoyo que va siguiendo más el día a día en el aula, tú que asesoras y vas siguiendo el caso a lo largo de los diferentes cursos. Todo está coordinado. Todo va mejor; por ejemplo con Marc, la logopeda, el EAP, los apoyos… Vamos comentando las cosas concretas de los niños cuando hay problemas. Características del modelo Modelo que impregna toda la escuela Como hemos visto, se trata de un modelo institucional que impregna los diferentes ámbitos de trabajo de la escuela. La comisión para la atención a la diversidad –integrada por jefe de estudios, maestros de apoyo y asesora 66 psicopedagógica– es el grupo de profesionales que lideran este trabajo, proponen criterios para la gestión y organización de los recursos y para la intervención en las aulas. Se hacen reuniones de claustro para hablar de estas cuestiones, reuniones de ciclo, reuniones de nivel con el maestro de apoyo correspondiente para programar y valorar lo que se hace, reuniones para casos con el equipo de seguimiento (tutor, maestro de apoyo, especialistas y asesora psicopedagógica) siempre que es necesario. Una maestra explicaba así esta implicación de toda la institución: Se le da importancia a esta tarea. Cuando empezamos el curso, se hace la reunión de ciclo para informar. Cuando acaba el curso, se le dedica una reunión de claustro especial. El dosier que tenemos donde queda todo recogido. Se trabaja en ello. Si no hay un grupo de gente que controle y conozca la materia, todo esto puede quedar en un hecho ocasional. Se impulsa el trabajo en colaboración En el centro, se facilita el trabajo en colaboración entre los dos maestros que trabajan en el aula y el trabajo en grupo de todos los maestros de apoyo para ir colaborando en la construcción de una manera de hacer compartida que dé seguridad a los diferentes implicados y que enfrente los conflictos cuando aparecen, gestionándolos según cada situación y decidiendo las actuaciones que hay que emprender de una manera cooperativa. Este trabajo es una garantía para que los maestros no se encuentren solos ante la complejidad de la tarea. Responder a las necesidades de aprendizaje de un alumno o de un grupo de alumnos, sin disminuir la atención que el resto de alumnos requiere, hacer del aula una comunidad para todos, agrupar a los alumnos para que aprendan los unos de los otros, o crear contextos organizativos institucionales pensados para facilitar la aceptación y la participación de todos los alumnos, son tareas propias de una educación inclusiva, que, por su naturaleza, pueden desbordar a cualquier profesor o profesora que se encuentre solo. Pueden incluso provocar una reacción contraria, de rechazo al cambio y de persistencia en los parámetros y prácticas habituales y seguras. (Parrilla, 2004, p. 66) Se fomenta la autonomía y la capacidad de iniciativa de los diferentes implicados Dentro de unos parámetros comunes acordados como centro, las diferentes parejas de maestros que trabajan juntos llegan a acuerdos en relación con el trabajo con los alumnos y planifican también medidas concretas para dar respuesta a las diferentes necesidades del alumnado. Los tutores y tutoras también planifican medidas de tutoría y de apoyo que favorecen el seguimiento de todos los alumnos. No se trata de imponer determinadas metodologías, sino de crear contextos de trabajo que favorezcan el crecimiento profesional. Los maestros de apoyo cooperan con los maestros curriculares y, conjuntamente, negocian y acuerdan lo que harán en el aula a partir de unos criterios compartidos en la escuela. Para hacerlo, es necesario que los maestros de apoyo dispongan de criterios 67 claros que les orienten, pero también que puedan adaptarlos a las diferentes aulas con flexibilidad y de acuerdo con el tutor o la tutora correspondiente. Se presta apoyo siempre que hay demandas o conflictos En las reuniones de la comisión se comentan los problemas y las novedades que surgen. Se analizan los problemas que se plantean conjuntamente, a través de las preguntas y las aportaciones de los diferentes implicados, analizando la situación desde diferentes miradas y perspectivas. A partir de visiones compartidas, se piensa en posibles alternativas y se hacen propuestas para reconducir la situación. Se pactan actuaciones con el maestro de apoyo implicado que pueden suponer diferentes tipos de intervenciones: las que hará él mismo; las que aconsejará hacer antes de intervenir directamente; las que requerirán la colaboración de algún otro miembro de la comisión (jefe de estudios o asesora psicopedagógica), o las que pueden derivarse de reuniones de ciclo para consensuar las diferentes intervenciones con un grupo determinado. Teniendo en cuenta el criterio citado de fomentar la autonomía y la iniciativa de los implicados y el criterio de no suplir a los primeros responsables de la situación y del grupo, se intenta pensar en primer lugar en las medidas que pueden llevar a la práctica los propios implicados para gestionar la situación y –si eso ya se ha hecho o no funciona– hacer propuestas de intervenciones de apoyo o de colaboración que ayuden a desbloquear la situación. Se hace un seguimiento sistemático del alumnado con más barreras para el aprendizaje y la participación, y del alumnado que preocupa en un determinado momento La escuela, a través de los maestros de apoyo y de la comisión de atención a la diversidad, ejerce una cierta función de seguimiento de la evaluación de todos los alumnos –especialmente de los que tienen más dificultades– y de los diferentes grupos-clase de la escuela. En las entrevistas he podido constatar que los maestros agradecen esta tarea de supervisión compartida que disminuye la posible arbitrariedad de ciertas decisiones, les da seguridad y confianza cuando, por ejemplo, ven que otra clase cuenta con más apoyo que la suya. Se procura favorecer la construcción de una cultura compartida de centro que facilite un lenguaje común y un aprendizaje compartido Para que una escuela avance globalmente y crezca como institución, se han de ir generando un saber hacer compartido, unos procedimientos y unas rutinas de trabajo que den coherencia a las diferentes situaciones, que permitan regularidades y poder comparar situaciones. Si no existen unos instrumentos compartidos, unas rutinas, unos procedimientos establecidos, es muy difícil compartir lo que ocurre en las aulas, 68 evaluar lo que se hace y –en consecuencia– modificar y mejorar las respectivas intervenciones. Compartir las maneras de hacer, elaborar instrumentos que faciliten esta cooperación, disponer de ciertas rutinas, permite comparar, modificar y continuar construyendo. Por ejemplo, algo tan sencillo como son las reuniones de claustro que se hacen cada final de curso para valorar conjuntamente la atención a la diversidad, explicar las medidas tomadas y los alumnos y las clases que tienen más necesidad de apoyo, hace que todos los maestros de la escuela conozcan lo que sucede en las otras clases y estimula a la escuela a plantearse cambios y a hacer propuestas de mejora concretas para el curso siguiente. Se hace una evaluación sistemática con las correspondientes propuestas de mejora Ésta es una característica muy importante del modelo adoptado, ya que se parte de la necesidad de ir revisando y evaluando lo que se hace en los diferentes niveles de trabajo y de decisión: alumno, aula y trabajo de los dos maestros, y en los ámbitos institucional y de claustro. Evaluación y revisión a lo largo del curso, siempre que se detecten problemas, y sobre todo a final de curso, que es cuando se hacen las propuestas para el siguiente y se introducen cambios según las opiniones de los diferentes participantes. Eso permite tomar conciencia de que todos estamos aprendiendo y de que hay que ser críticos con lo que hacemos para poderlo mejorar. Hablar de los problemas y de las cosas que no funcionan es tan necesario como felicitarnos por todo lo que va bien y en lo que la escuela como institución considera que ha avanzado y se siente satisfecha. Ámbitos de intervención Para avanzar hacia una escuela inclusiva hay que cuidar los tres niveles básicos de intervención: la institución, el aula y el alumno. Para avanzar como institución se necesitan políticas que promuevan el trabajo en colaboración y la creación de culturas y metodologías inclusivas en el ámbito institucional. Esto, no obstante, no es suficiente, también hay que ir modificando las metodologías en el aula introduciendo progresivamente actividades más abiertas y diversificadas para que cada vez sea menos necesario hacer adaptaciones y planes personalizados. No se trata únicamente de ayudar y adaptar las actividades a las necesidades de los alumnos y alumnas, sino que hay que trabajar para disminuir las barreras para el aprendizaje y la participación en el aula, y permitir que todos los alumnos puedan participar en ella según sus posibilidades. El tercer nivel que tampoco hay que olvidar es el del alumno. Todos los 69 alumnos necesitan que se les tenga en cuenta como personas individuales, con sus particularidades y necesidades. No obstante, hay ciertos alumnos que, debido a sus características, tienen más dificultades para aprender y participar en las actividades del aula. Estos alumnos, sean cuales sean sus particularidades – alumnos con discapacidades, alumnos con trastornos del comportamiento, alumnos con problemáticas sociales y familiares importantes, etc.–, necesitan una mirada más personalizada y una dedicación intencional. Estos alumnos ni son siempre los mismos ni son sólo los alumnos «certificados»3; a veces, en el aula hay alumnos «no certificados» que manifiestan problemas más graves y preocupan más a sus maestros, y a los que también hay que dedicar una atención especial. Más adelante, en este mismo capítulo, explicaré las medidas y actividades que se llevan a cabo en la escuela en relación con estos tres niveles de intervención. A continuación justificaré el modelo de apoyo dentro del aula. El auténtico reto a la hora de atender la diversidad es que todos los maestros vayan aceptando la diversidad y vayan aprendiendo a darle respuesta dentro de su aula. Si continuamos sacando a los alumnos con barreras y dificultades de las aulas con la pretendida finalidad de ofrecerles una enseñanza más especializada y adecuada, se continúa alimentando la falsa creencia de que se necesitan unos saberes muy especializados para enseñar a estos alumnos, saberes que los maestros curriculares no tienen. Atender la diversidad en la misma aula ordinaria por parte de todos los maestros es la mejor manera de que todos ellos se impliquen en el progreso de la escuela hacia la inclusión. Hacer los apoyos dentro del aula ha sido, pues, una decisión de la escuela para favorecer la integración y la inclusión de todos los alumnos en todas las horas de su jornada escolar. El apoyo dentro del aula En el capítulo 2, «Marco teórico», he explicado algunos de los referentes que justifican muchas de las decisiones tomadas. Recordaré ahora sintéticamente algunos de los motivos que nos han llevado a tomar la decisión de hacer el apoyo dentro del aula como criterio general. El maestro da apoyo no sólo a los alumnos, sino también a los maestros y tutores, para que juntos vayan aprendiendo a atender la diversidad dentro del aula Los maestros de apoyo se convierten en profesores de apoyo de los alumnos, y también de los profesores, acompañándolos en su tarea en el aula. El trabajo de los enseñantes en una escuela inclusiva es una tarea muy compleja y que 70 requiere un buen acompañamiento. El maestro de apoyo tiene encomendada esta función de acompañamiento, de manera que juntos vayan adquiriendo más destrezas a la hora de hacer propuestas en el aula que incluyan a todos los alumnos y faciliten su participación. En el apartado «El papel del maestro de apoyo» del capítulo 5 (véase página 120) trataremos las estrategias y capacidades que ha de ir utilizando y desplegando. Es una estrategia para avanzar hacia una escuela más inclusiva Tener a todos los alumnos dentro del aula a lo largo de toda la jornada escolar (con contadas excepciones) favorece que todos los maestros se planteen cómo tienen que atenderles, que los conozcan mejor y los tengan en cuenta como miembros del grupo-clase. Los maestros de la escuela opinan que hacer el apoyo dentro del aula es una medida que favorece este aprendizaje de los maestros. En el cuestionario que contestaron (véase el anexo I, número 3.1., preguntas 31 y 32), los maestros estaban mayoritariamente de acuerdo en que «Haciendo el apoyo dentro del aula se favorece una evolución de la cultura del centro hacia prácticas más inclusivas» (83% de acuerdo) y en que «Hacer el apoyo dentro del aula favorece que todos los maestros vayamos aprendiendo a atender la diversidad dentro del aula» (88,9% de acuerdo). Favorece la plena integración en la dinámica del grupo-clase En el capítulo 5, concretamente en el apartado «El aula y el grupo de referencia» (véase página 89), trataré la importancia que tienen el grupo de referencia y los compañeros en estas edades. Educar a todos los alumnos dentro del aula no es un camino fácil, pero es el mejor camino para transmitir a los alumnos que no son diferentes y que son más las cosas que les unen que las que los separan. Que el grupo viva al alumno con discapacidad como uno más dentro del grupo, que se dé cuenta de que todos tienen diferentes capacidades, es un paso necesario hacia la inclusión de la diversidad en el aula, en la escuela y –en el futuro– en la sociedad. Que los maestros de apoyo entren en las aulas no garantiza –por sí solo–esta inclusión; pero sacar a los alumnos fuera del aula de manera sistemática con la intención de querer educarlos mejor, no favorece actitudes de motivación, curiosidad y reto profesional entre los maestros ni promueve el cambio hacia una escuela más inclusiva. En Italia, país en el que no hay escuelas de educación especial desde los años setenta, después de la entrada en vigor de la Ley 18 del año 1971, que instauró la integración del alumnado con discapacidades en la escuela de todos, ya se 71 hizo una decidida apuesta por la integración no sólo en las escuelas ordinarias, sino en las propias aulas con la siguiente declaración: La enseñanza obligatoria debe desarrollarse en las clases normales de la escuela pública, excepto en aquellos casos en los que los sujetos estén afectados por graves deficiencias intelectuales o por disminuciones físicas de tal magnitud que impidan o hagan difícil el aprendizaje y la inserción en las citadas clases comunes. En este artículo, la integración en las clases comunes se reconoce como un derecho del alumno discapacitado que no se puede negar ni por falta de adecuación de la estructura escolar ni por falta de preparación del profesorado, ni por oposición de las familias del resto de alumnos o cualquier otro obstáculo proveniente del exterior. La única excepción que se admite a la norma es la imposibilidad para aprender o para integrarse por parte del alumno con discapacidad. De hecho, en la visita que realicé a escuelas italianas de diferentes regiones pude constatar que esta práctica es habitual en la mayoría de escuelas, y ha tenido una importante influencia en la inclusión social de los futuros ciudadanos y ciudadanas4. Favorece conocer lo que ocurre en el grupo ordinario y lo que necesitan los alumnos Un aspecto que los maestros de apoyo valoran cuando entran en las aulas es que tanto los alumnos como ellos mismos pueden participar plenamente en la vida del grupo-clase. Conocer a los alumnos con más dificultades en el aula les aporta una visión diferente de lo que aquel alumno puede hacer con el grupo. Una maestra de apoyo dice a este respecto: Hacer tareas de apoyo dentro del aula me permite conocer mucho más la realidad y por eso puedo intervenir más y podemos hablar sobre ello. Si no, poca cosa puedes decirle al profesor. Y el hecho de compartir es muy importante. El hecho de estar en el aula te vincula al grupo, te vincula con todo. Las angustias, lo que sucede… Poder conocer a los alumnos dentro del grupo y dentro del aula con todos sus compañeros proporciona una imagen más real sobre las dificultades que podrán tener a la hora de integrarse en la sociedad y –en consecuencia– sobre las ayudas que necesitan para poder participar en ella lo máximo posible junto con sus compañeros. De hecho, estas sesiones de trabajo compartido han de servir par analizar cuáles son las barreras que le impiden aprender en el aula; qué condiciones del aula, de las relaciones entre los compañeros, de las actividades y de los contenidos están dificultando su participación y aprendizaje. Sólo con intervenciones en el mismo contexto social ordinario en el que, de hecho, tendrá que vivir se pueden analizar estos obstáculos y, en consecuencia, proponer metodologías y hacer planes de acción concretos para ayudarle. 72 Favorece la autonomía del alumnado en entornos ordinarios Una finalidad de la intervención en el aula es la de proporcionar recursos y estrategias a los alumnos y alumnas para que se vuelvan progresivamente más autónomos en su entorno habitual y ordinario: su clase y su grupo de referencia. Si queremos que el día de mañana se integren en la sociedad, aprendan a aceptarse y a convivir, no parece una estrategia adecuada separarlos con la finalidad de enseñarles estrategias y aprendizajes con la esperanza de que un día los utilicen en sus contextos sociales habituales. ¿Por qué no educarlos desde que son pequeños en los contextos ordinarios, valorando in situ las necesidades que manifiestan y proporcionándoles estrategias y recursos para aumentar su autonomía y su capacidad para resolver los conflictos que se encuentran en la convivencia con sus iguales? Una maestra de apoyo opina: Cuando los sacas, se acostumbran mucho a trabajar solos y cuando están dentro del aula no trabajan, no saben qué hacer… Entrando, ves qué estrategias necesita para integrarse en la dinámica del aula. Si no, se acostumbran a trabajar únicamente cuando están en pequeño grupo. Muchos tutores de escuelas donde el apoyo se hace fuera me comentaban: «es que en clase no hace nada…». En los cuestionarios (anexo I, número 3.1., pregunta 15), los maestros se mostraron mayoritariamente de acuerdo en que hacer el apoyo dentro del aula favorece la autonomía de los alumnos en los entornos ordinarios. Un 88,9% estaba totalmente o bastante de acuerdo con la siguiente afirmación: «Cuando el apoyo se hace dentro del aula, favorecemos y potenciamos más la autonomía del alumno con necesidades educativas especiales en entornos normalizados». Favorece la implicación de todo el profesorado y evita la delegación en los especialistas El alumnado que necesita una educación más personalizada debe recibirla a lo largo de toda la jornada escolar y todos los días, no sólo unas horas a la semana. Cuando el apoyo se hace fuera del aula, se tiende a delegar en el maestro de apoyo una excesiva responsabilidad en relación con este alumno. El tutor o la tutora, aunque se haga cargo de él, confía en que recibe un apoyo más individualizado realizado por especialistas, ya que piensa que son los que conocen mejor este tipo de alumnos. En las escuelas de nuestra zona, actualmente los maestros de apoyo pueden dar una atención de unas horas, 3 o 4 como mucho a la semana en cada clase; esto, en realidad, representa muy poco tiempo comparado con las veinticinco horas mínimas que el alumnado permanece en la escuela. Para que estos alumnos estén incluidos, es necesario que haya políticas que faciliten que todos los maestros se sientan capaces y responsables de su educación a lo largo de 73 toda la jornada escolar. Puede ser una estrategia de perfeccionamiento y mejora de la labor educativa Promover el trabajo cooperativo entre maestros dentro del aula puede ser un factor de mejora de la enseñanza, siempre que se acompañe de una buena comunicación y de una actitud abierta para cuestionarse aspectos de la práctica. Puede convertirse en una colaboración creativa en la que se planteen retos e incorporen mejoras. Eso dependerá, en parte, de la confianza que se establezca entre los dos maestros y de su implicación en los procesos de mejora. Si, además, existe curiosidad y una cierta humildad, será fácil relativizar las propias maneras de hacer y probar nuevas maneras. En el cuestionario había dos preguntas (anexo I, número 3.1., preguntas 29 y 30) en relación con esta supuesta influencia. Los maestros de la escuela opinaron claramente en el sentido que he comentado. La mayoría piensa que hacer el apoyo dentro del aula favorece un proceso de mejora en las aulas y estimula la revisión de las prácticas educativas. No obstante, en este proceso de mejora, los maestros de la escuela piensan que aún han de avanzar mucho más y que necesitan medidas paralelas de formación y apoyo. Si en general hubiera más trabajo de este estilo en todas las escuelas, piensan que dispondrían de más estímulos y referentes para avanzar. La mejora hacia una escuela inclusiva ha de ser un proceso general, cultural y social, y se necesitan más medidas, complicidades y apoyos desde la Administración y la comunidad. Provoca un aumento de las comunicaciones entre maestros los alumnos y la práctica Con un modelo de apoyo dentro del aula y con una organización que facilite el diálogo y la evaluación de las prácticas educativas, se produce un aumento significativo de las comunicaciones sobre la práctica y sobre los alumnos. En el capítulo 5 «Dos maestros en el aula» me detendré más ampliamente en este aspecto en el contexto del aula. También en relación con el ámbito institucional los maestros destacan esta influencia positiva del diálogo y la comunicación en la mejora del aprendizaje compartido. Al trabajar juntos y hablar de los fines y los significados de la actividad, al planificar estrategias y resolver problemas conjuntamente, estos aspectos de la interacción influyen en cada participante y fomentan la comunidad emocional y cognitiva. Estos significados, valores y discursos comunes se convierten en las estructuras que aglutinan la vida y la cultura de cada comunidad, incluyendo las escuelas. (Tharp y otros, 2002, p. 94) La comisión para la atención a la diversidad 74 A fin de organizar y apoyar toda esta tarea se creó la comisión de atención a la diversidad. Esta comisión está compuesta por la jefa de estudios, todos los maestros que hacen el apoyo y la asesora psicopedagógica del EAP (equipo psicopedagógico de sector). En algunas reuniones también está presente el director del centro o algún otro maestro o profesional implicado. En el apartado «Antecedentes» del capítulo 1 (véase la página 16) he explicado que el equipo del que formo parte impulsó la creación de estas comisiones en todas las escuelas y la mayoría la tienen instaurada, si bien en cada centro funciona de modo diferente, según su estilo y organización. En la escuela Folch i Torres esta comisión pronto se dotó de tiempo, de espacio y de un cierto poder de influencia que favoreció un desarrollo positivo de la institución en relación con estas cuestiones. Funciones de la comisión 1. Coordinar las medidas que el centro establece para la atención a la diversidad del alumnado. 2. Ir construyendo un marco de referencia común en el ámbito de centro sobre la inclusión de todo el alumnado y sobre las formas de apoyo y ayuda que se ofrecen. 3. Hacer propuestas al equipo directivo sobre criterios para organizar los apoyos y los horarios para facilitar la necesaria coordinación de los maestros y de los profesionales que intervienen en un grupo o en relación con un caso. 4. Organizar los apoyos y poner en común los problemas que surgen en las aulas en relación con la diversidad y con los alumnos y alumnas con graves barreras para el aprendizaje y la participación. 5. Hacer el seguimiento de los acuerdos tomados en las diferentes aulas, revisar e intentar encontrar alternativas o soluciones cuando existe alguna dificultad, ya sea en relación con el ciclo, con el aula o con algún alumno en concreto. 6. Plantear problemas y buscar propuestas, alternativas o soluciones a partir de acuerdos concretos de intervención de los diferentes miembros de la comisión. 7. Impulsar el uso del centro de recursos de la escuela para la atención a la diversidad. Ya he comentado que el equipo directivo siempre ha dado impulso a estos temas. Sin esta convicción e implicación no se hubiera podido hacer el recorrido que se ha hecho ni se hubiera podido ir implicando a todos los docentes del centro. 75 Una maestra comenta al respecto: Antes no existía la comisión para la atención a la diversidad. El hecho de que haya un grupo de gente que recoja las necesidades y las valore más o menos objetivamente, viendo lo que hay y lo que no hay, hace que sea más compartido. Antes no se hacía así, se organizaban los horarios de apoyo igual en todas las clases y el equipo directivo no conocía a los niños ni tomaba parte en estas decisiones. En las reuniones de la comisión se puede plantear cualquier tema que preocupe a los maestros implicados, o a otros maestros o estamentos del centro (un ciclo, por ejemplo). Se trata de un espacio institucional donde se tratan temas de carácter psicopedagógico y se analizan las barreras para el aprendizaje y la participación que emergen a partir de la puesta en común del trabajo en las diferente aulas. Por otro lado, muchas decisiones institucionales han ido madurando en el seno de la comisión a partir del análisis y la reflexión sobre situaciones problemáticas que se repetían y que había que revisar o modificar. En el apartado «Otras medidas institucionales que favorecen la atención a la diversidad» (véase página 80) se explican algunas de estas medidas. La comisión es un grupo de trabajo al que el equipo directivo puede recurrir cuando ha de hacer frente a ciertas demandas o tareas institucionales en relación con las cuales desea contrastar opiniones o pedir asesoramiento. La comisión colaboró al inicio en la dinamización y discusión del proyecto curricular de centro; colaboró en los primeros planes de evaluación interna de centro, participando en las decisiones sobre los criterios de evaluación y sobre los cuestionarios concretos y, actualmente, en ciertos momentos del curso, los maestros de apoyo colaboran en ciertas tareas de evaluación interna. En las reuniones no se trata de discutir casos concretos. Sirven más bien para decidir cuáles son los problemas más urgentes y cómo organizarnos para darles respuesta, cada uno desde su posición particular. A partir de plantear una determinada cuestión, se puede recomendar una reunión de ciclo para debatir y llegar a acuerdos en relación con un caso concreto, o decidir convocar una reunión con un profesional externo o con los padres de un alumno concreto. Se decide quién lo hará y cómo, y se llega a acuerdos sobre las respectivas intervenciones de los diferentes profesionales. El seguimiento es responsabilidad de cada uno de los miembros de la comisión y, cuando es necesario, se hace un seguimiento en las reuniones posteriores. Los maestros de apoyo: el equipo humano Cuando se creó la comisión de atención a la diversidad, los miembros del 76 equipo directivo estuvieron implicados en ella desde el primer momento; la jefa de estudios anterior (Conxi López), la actual (Antonieta Carbonell) y la secretaria anterior (Rafela Jurado) siempre han sido piezas clave en este trabajo; ellas son las que, junto con el director, José Luis Rebenaque, gestionan la escuela, lideran este trabajo y han hecho o hacen funciones de apoyo en las aulas. Durante cuatro cursos, pudimos contar con la cálida y comprometida colaboración de María López, maestra de educación especial ahora jubilada que hizo el apoyo durante el tiempo que estuvo en la escuela y que, en su larga trayectoria de maestra, siempre ha sido una vital defensora de la inclusión, cuando todavía no se empleaba este término. El curso pasado se incorporó al centro Cèlia Jimènez, maestra de educación especial que, a pesar de no haber trabajo anteriormente con un modelo dentro del aula como que el que se aplica en el centro, se integró rápidamente en la dinámica de trabajo y aportó su buen hacer profesional y su implicación. Paralelamente, hay otros maestros que también han llegado hace poco a la escuela y que han desarrollado o desarrollan funciones de maestro de apoyo: Anna Sànchez, Sònia Márquez, Olga Martín y Marta Lainez. Cada uno de ellos ha aportado su estilo personal a esta tarea y se ha adaptado con facilidad al modelo de atención y a la dinámica de colaboración creada en el centro. Por otro lado, a lo largo de estos cursos, otros maestros de peso en la escuela con un bagaje profesional importante se han incorporado a la comisión y han ejercido funciones de maestro de apoyo durante algunos años. De este modo, han aportado su saber hacer a la comisión y a los maestros con los que han colaborado: Pilar Marzo que fue maestra de apoyo durante tres meses y que puso en marcha el centro de recursos para la atención a la diversidad, y Elisenda Valero que también hizo apoyo durante dos cursos. La implicación de todas estas personas ha sido muy importante. Todas ellas han aportado ilusión, trabajo bien hecho y mucha implicación en las diferentes aulas de infantil y primaria, junto con las tutoras del centro, que son las que tienen a los alumnos en el aula la mayor parte del tiempo y a las que se ha de reconocer su profesionalidad y dedicación. El hecho de que el equipo directivo y maestros de peso en la escuela estén o hayan estado estrechamente vinculados a la comisión ha sido clave, ya que, en parte, gracias a eso han sido capaces de poner la organización del centro al servicio de la atención a la diversidad y de la educación de todos los alumnos. Pienso que es una estrategia que debe tener en cuenta toda escuela que quiera progresar en este sentido y aprovechar el potencial y los recursos humanos de que disponga. La jefa de estudios anterior decía a este respecto: Lo de la comisión va muy bien porque en ella hay gente muy variada y cada uno aporta cosas 77 diferentes. Cuando se quiso hacer cambios para que la gente entrara más en el aula, se hizo seleccionando al personal que entraba para la atención a la diversidad. Como no teníamos definitivos de educación especial, pudimos hacerlo. El hecho de que entraran en la comisión Pilar y Rafi, que lo tenían más claro, ayudó a hacer escuela y se empezó a trabajar de esta manera. Yo creo que en atención a la diversidad hay que priorizar a las personas, un perfil determinado, con una visión determinada. Al principio de hacerse el apoyo dentro del aula, fue clave la selección de ciertos perfiles determinados. Actualmente, debido a que el modelo ya está muy consolidado, hemos podido constatar que, gracias al trabajo con el equipo educativo, otros maestros que últimamente se han incorporado a la escuela progresivamente se han sentido a gusto con esta manera de trabajar –a pesar de no haber trabajado antes con un modelo como éste– y han desarrollado su tarea de apoyo con mucha profesionalidad y competencia y, sobre todo, han favorecido la participación y el aprendizaje de todo el alumnado. En este proceso, la comisión de atención a la diversidad tiene una influencia importante, ya que hace que el maestro de apoyo se sienta miembro de un equipo, lo cual le da seguridad, sobre todo si es la primera vez que trabaja dentro del aula. Varias maestras que han pasado por la función de apoyo dentro del aula explican que hacer esta tarea no es fácil y que el espacio de la comisión les ayuda a compartir criterios y estrategias de intervención. Una maestra de apoyo dice: Al principio me costó, pero la comisión hace que no te quedes sola. Formas parte de un equipo, en la mayoría de escuelas te sientes sola. Desde el punto de vista personal, me ha servido para relajarme y poder hablar de las dudas y de los problemas. En general, hace que en lugar de quedarte con una visión parcial tengas una visión de la escuela como globalidad. Así pues, se ha ido creando un equipo convencido de la necesidad de ir hacia una escuela cada vez más inclusiva, asegurando que todos los alumnos progresen dentro de su grupo y con sus compañeros y compañeras. Se trata de profesionales implicados y eficientes, como tantos hay en las escuelas de nuestro país, pero que en este caso han sabido encontrar una forma constructiva de hacerlo. No tendría por qué ser una experiencia aislada, ya que en la mayoría de escuelas hay maestros implicados y con ganas de colaborar en la mejora del centro. Hay que animar a estos maestros y maestras a implicarse en las estructuras de liderazgo y de apoyo del centro, darles confianza y apoyo para que se comprometan en procesos de mejora hacia la inclusión en sus respectivos centros. La organización de los apoyos y la gestión de 78 los recursos Los recursos los gestiona el equipo directivo y la comisión de atención a la diversidad y, en general, los maestros perciben que se distribuyen de manera equitativa. Ésta es la opinión de una maestra de apoyo: Yo creo que ahora está muy bien repartido y con unos criterios. Además, también está la posibilidad de cambiarlo. ¡Antes no, eh! Antes, una vez te habían asignado las horas de apoyo, era una batalla y ya no podías cambiar ni quitar horas a ninguna clase. Ahora la gente, si ha de ceder un recurso, es porque realmente se habla en el ciclo, no todo el mundo, pero hay muchas personas que lo ponen a disposición de la escuela si ven que otra puede necesitarlo más. La distribución de las horas de apoyo se propone desde la comisión de atención a la diversidad (véase al respecto el siguiente apartado) y no se hace de manera igualitaria en todos los cursos, sino en función de las necesidades de cada clase y del número de alumnos. No siempre hay tiempo para explicar a todos los ciclos los criterios que se han tenido en cuenta y, quizá, en algún caso deberían explicarse más para evitar recelos por parte de algún maestro que piensa que su clase no está suficientemente atendida. De todos modos, en general los maestros valoran positivamente esta distribución, que se procura hacer con criterios justificados y compartidos en el ámbito de la comisión. En general, los maestros depositan su confianza en el equipo directivo y en la comisión a la hora de organizar los recursos y los apoyos. Una maestra dice: El equipo directivo ha potenciado mucho la atención a la diversidad y ha organizado la escuela para poder hacerlo: tutorías, desdoblamientos, dos maestros en el aula, refuerzo entre paralelos, etc. En la escuela se procuran organizar los horarios pensando en las necesidades de los alumnos, en la coordinación de los apoyos y de los maestros e intentando que las horas de apoyo coincidan con determinadas áreas. En la comisión se acaba de decidir las horas y las sesiones de apoyo. Se procura, pero no siempre es posible, que los maestros de apoyo estén situados en un ciclo o, como mucho, en dos para favorecer su implicación en el ciclo y la coordinación con todo el equipo educativo. La coordinación es un elemento clave en este modelo de apoyo y hay que favorecerla con una organización eficaz. Los maestros de apoyo acuerdan con cada tutor el plan de trabajo que se realizará en cada aula (véase, en el capítulo 5, el apartado «La planificación de las sesiones compartidas», página 100) en función de las necesidades detectadas, de los criterios del centro a la hora de organizar los apoyos y del 79 planteamiento concreto que cada tutor piensa llevar a cabo en su clase. La figura del tutor es insustituible a la hora de incluir a todos los alumnos y alumnas en el aula. Por este motivo, las horas de apoyo se dan siempre cuando está el tutor o la tutora, que es quien imparte las clases de lengua y de matemáticas. Se priorizan estos contenidos a la hora de estar dos maestros en el aula por tratarse de contenidos básicos, necesarios para trabajar otros contenidos, y por ser aquellos en los que, generalmente, los alumnos con dificultades necesitan más ayuda para avanzar. Hay unos criterios generales de escuela que proponen un marco común de actuación que se va revisando y recordando cada curso y luego se adapta a cada clase, según el estilo de cada profesor. No se propone una metodología determinada, sino unos criterios a la hora de escogerla, muy especialmente en los momentos en que trabajan dos maestros en el aula. Debido a que se producen frecuentes cambios de maestros (tanto tutores como maestros de apoyo), se vio la necesidad de recoger este marco de referencia compartido y se elaboró un Dossier para la atención a la diversidad donde se recogen estos criterios, los procedimientos y los documentos diversos que se utilizan en el centro para la atención a la diversidad. A lo largo de este trabajo hay diversos documentos que forman parte de ese dossier. Para dar apoyo a los maestros en relación con las metodologías y las actividades en el aula, se creó también un centro de recursos para la atención a la diversidad en el que se van recogiendo los materiales y las propuestas de actividades que los diferentes maestros de apoyo o los tutores han ido elaborando para sus aulas, materiales interesantes de diferentes editoriales y juegos didácticos diversos. Se trata de propuestas que tienen en cuenta la diversidad y de materiales que facilitan hacer actividades más abiertas, diversificadas e innovadoras. Una tutora que ha sido también maestra de apoyo (Pilar Marzo) se ha encargado de organizar e ir recogiendo estos materiales y los maestros de apoyo son los encargados de difundirlos y proponerlos a los otros docentes. La organización de los horarios La organización del tiempo es un factor clave para favorecer un buen funcionamiento del centro. Muchos son los factores que pueden condicionar los horarios y no siempre a los centros educativos les es posible tener en cuenta todas las necesidades del alumnado a la hora de confeccionarlos. En los centros de primaria, en los que los maestros comparten toda la jornada escolar, es más factible organizarlos priorizando las necesidades de los alumnos y la coherencia 80 educativa. Al final del curso, la comisión de atención a la diversidad hace una valoración y unas previsiones para los alumnos que han tenido o necesitarán plan personalizado y sobre el tipo de apoyo que requerirán en el curso siguiente. Esta información se recoge por escrito en un pequeño documento (véase más adelante el apartado, «Los procedimientos», y el cuadro 14 «Hoja resumen de valoración del plan personalizado», en las páginas 76 y 157, respectivamente) que se pasa a la jefa de estudios para que lo tenga en cuenta a la hora de confeccionar los horarios para el curso siguiente. Paralelamente, en las reuniones de evaluación de los diferentes ciclos se comentan las características de cada grupo y sus necesidades; en estas reuniones también participan la maestra de apoyo y la jefa de estudios del centro. En las diversas reuniones (de nivel, de ciclo y de la comisión) se van haciendo las previsiones sobre las necesidades de cada clase teniendo en cuenta no solamente los alumnos «certificados», sino todos, y también la dinámica de cada grupo. A partir de estas necesidades, previsiones y demandas, la jefa de estudios ha de intentar vincular toda la información con el resto de prioridades y necesidades del centro, y organizar los horarios de la escuela. Es una tarea ardua y compleja que hace Conxi López, jefe de estudios durante 12 años, que ahora lleva la secretaría pero a quien el equipo directivo continúa encargando esta labor debido a su competencia en estos temas. Ella tiene en cuenta las demandas que se le hacen desde los ciclos y desde los equipos de seguimiento de los alumnos, pero ha de adecuarlo a las posibilidades y condiciones reales de los horarios de los maestros y de las horas que tiene disponibles para hacer los apoyos. Que los horarios tengan en cuenta los criterios y las prioridades establecidas es una condición previa y muy importante para que, después, el resto de tareas puedan realizarse con más facilidad. Los criterios que se tienen en cuenta a la hora de confeccionar los horarios son los siguientes: ▪ Poner los apoyos cuando el tutor o la tutora están en el aula. En general, cuando están trabajando los contenidos instrumentales, aunque éste es un aspecto que el propio tutor o tutora puede modificar dentro de su horario con el grupo y según las necesidades de los alumnos. ▪ Intentar priorizar las primeras horas de la mañana, sobre todo en los cursos de los más pequeños (parvulario y primer ciclo especialmente), ya que es cuando más atentos y descansados están. ▪ Hacer que no coincida el apoyo con sesiones de intervención de otros profesionales con determinados alumnos, por ejemplo, la logopeda del 81 CREDA (Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos) del Baix Llobregat, ni con sesiones de medio grupo, ni con otras sesiones con especialistas. Una maestra comentaba a este respecto: Creo que las horas de apoyo están bien colocadas, entran horas enteras, no en horario de los especialistas… Tiene que ser horroroso hacer los horarios. Supone mucho trabajo y hay que mirar mucho… Al margen de elaborar los horarios a principio de curso, a lo largo de éste hay que disponer de tiempo para coordinarse cuando se han de hacer los planes personalizados (véase, en el capítulo 6, el apartado «El plan personalizado», en la página 142), cuando hay que analizar y resolver problemas ocasionales, cuando hay que hacer reuniones con profesionales externos o cuando hay que llevar a cabo las entrevistas con las familias de los alumnos. Para que esto pueda hacerse con una cierta agilidad y funcionalidad en el momento necesario, es necesaria una cierta flexibilidad de la organización del centro y disponibilidad del equipo directivo para favorecerlo. Esta escuela siempre ha tenido claro que había que facilitar las condiciones para que dichas actuaciones pudieran realizarse en el momento en que era necesario. Con los recursos disponibles se ha facilitado que, si había ciertas necesidades por parte de los maestros, de los padres, de otros profesionales externos o de mí misma, se pudiera hacer la reunión sin demasiadas dificultades. En este sentido, una maestra expone: Esta flexibilidad que existe es un punto de éxito. Si hubiera una estructura muy rígida sería difícil, ya que la vida no es así y, para solucionar los casos, de repente hace falta una reunión. Son aquellas cosas que todos los maestros reconocen y agradecen y que, también, desde mi posición como asesora que colabora con el centro, agradezco profundamente por lo que significa de respeto y de aprovechamiento de nuestra intervención. Ésta es la opinión de una maestra de apoyo: Hay una política clara. El equipo directivo tiene muy en cuenta los refuerzos. Me llamó mucho la atención que se tenían muy en cuenta los refuerzos a la hora de hacer los horarios. 82 Cuadro 3 Cómo hacemos los horarios Una de las tareas más difíciles a las que, como jefe de estudios, hay que enfrentarse cada inicio de curso es la confección de horarios. Hay que dedicar a ello muchas horas y tener paciencia para conseguir que, además de cubrir las horas fijadas para cada área curricular, se puedan tener en cuenta las necesidades horarias y los criterios establecidos en la escuela para atender mejor la diversidad de alumnos que tenemos. Antes de comenzar a elaborar el horario de cada maestro y grupo-clase preparamos: 1. Un cuadro donde se recogen las horas que se dedicarán a cada área curricular en cada curso de primaria. A veces, algunas se modifican para cuadrar los horarios y atender otras necesidades, jugando con las horas de libre disposición que se han fijado inicialmente y/o con las de castellano que pueden modificarse un poco (15 minutos) a fin de recuperarlas si es necesario otro año. Podría ser: 2. Una hoja con las sesiones que habrá que dedicar a una serie de programas específicos que se llevan a cabo en la escuela desde hace algunos años con la intención de que, además de reforzar ciertos contenidos que se consideramos prioritarios del currículo, nos posibiliten dar una mejor atención a nuestros alumnos. En estos programas hay dos maestros dedicados al grupo-clase trabajando conjuntamente en el aula o haciendo un desdoblamiento del grupo. ▪ Desdoblamientos de grupo en segundo y tercer ciclo en el área de inglés (expresión y comprensión oral): una sesión semanal en cada grupo para favorecer una mayor retroalimentación maestro-alumno en actividades orales. Dos maestros de inglés se dedican a un solo grupo-clase. ▪ Dos maestros en el aula en todo primaria en el área de medio natural (experimentación en el laboratorio): una sesión semanal en cada grupo de segundo y tercer ciclo y una quincenal en primer ciclo. ▪ Desdoblamientos para informática: dos sesiones semanales en cada grupo de segundo y tercer ciclo (una para trabajar competencias relacionadas con las tecnologías de la información y la comunicación y otra para actividades de cálculo y problemas), y una sesión semanal en cada grupo de primer ciclo. En estos desdoblamientos, mientras medio grupo va al aula de informática 83 con un maestro, el otro medio grupo se queda en el aula con el tutor trabajando áreas instrumentales. ▪ Dos maestros en el aula para informática: una sesión quincenal en cada grupo de educación infantil. ▪ Desdoblamientos para psicomotricidad: una sesión semanal para cada grupo de educación infantil. Mientras medio grupo va al aula de psicomotricidad con un especialista, el otro medio grupo está con el tutor trabajando contenidos prioritarios en el parvulario (expresión oral, experimentación, etc.). ▪ Biblioteca: quincenalmente, cada grupo del centro va a la biblioteca, donde la maestra tutora junto con la bibliotecaria preparan actividades relacionadas con la lectura y la búsqueda de información. 3. Una hoja que recoge la previsión de necesidades de apoyo. Todos los grupos de la escuela tendrán horas de apoyo dentro del aula que se han de hacer coincidir al máximo con los momentos en que se trabaja catalán (expresión escrita, comprensión lectora) y matemáticas (razonamiento, resolución de problemas). La distribución de estas horas de apoyo no es la misma para todos los grupos, ya que dependen de sus características y es la comisión para la atención a la diversidad la que estudia las diferentes necesidades. También define las necesidades de cada alumno en su plan personalizado: el apoyo que se propone y si tiene «sesión de tutorización individual». Ésta es una hora que dedicará el propio tutor a aquellos niños a partir de tercero de primaria que necesitan un mayor seguimiento, sea para conocer mejor sus características personales, sea para ayudarles más en la organización de tareas y otros hábitos de trabajo. 4. Una hoja con la distribución horaria de cada maestro: ▪ Tutores: horas de docencia en su grupo y horas que dedicará a otros grupos (castellano o bien alguno de los programas que se llevan a cabo). ▪ Especialistas: horas de especialidad y horas que dedicará a otros programas. Otros aspectos que tenemos en cuenta son: ▪ El equipo directivo de nuestro centro no tiene tutoría y, además de las tareas propias de su cargo, dedica el resto de su horario a alguna especialidad (educación física), programa específico (informática) o bien al apoyo en las aulas. Éste es un aspecto que consideramos básico, ya que nos permite trabajar en la comisión de atención a la diversidad y conocer mejor la realidad de los alumnos y alumnas con dificultades. Además, proporciona flexibilidad cuando hay que confeccionar los horarios, dado que estas horas de apoyo se pueden ir adaptando a las necesidades y dejar las horas de gestión para el final. ▪ Los maestros que dedican todo o parte de su horario al apoyo disponen de una hora semanal dentro del horario lectivo para la coordinación y para las reuniones de la comisión para la atención a la diversidad. ▪ A principio de curso y siempre que se considere necesario se da prioridad a las reuniones de coordinación para hablar de alumnos con plan personalizado. En estos casos, y dado que a veces es difícil encontrar el momento adecuado para reunirse el tutor, el maestro de apoyo, la psicopedagoga del equipo de asesoramiento psicopedagógico (EAP) y otros especialistas (logopeda, etc.), si es necesario nos organizamos de manera que se pueda hacer dentro del horario lectivo (haciendo librar a las personas que deben reunirse). ▪ Las horas de apoyo (educación especial) dentro del aula asignadas a cada grupo-clase las realiza un solo maestro. Sólo en el primer ciclo a veces se dan también algunas sesiones de apoyo entre paralelos, destinadas básicamente a ayudar en el proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura. Se favorece así que el profesor de apoyo conozca mejor a los niños de un mismo nivel y, al mismo tiempo, se facilita la coordinación. Con todos estos aspectos previos, lápiz, goma y un montón de hojas con cuadros horarios en blanco, la jefa de estudios empieza a rellenar, borrar, tachar y cambiar horas de lugar para que, finalmente, los 84 horarios respeten al máximo los criterios establecidos por la escuela. No es fácil; cuando te parece que casi están cuadrados has de hacer un cambio y entonces… «es como las fichas de un dominó», me decía una compañera, «cae una y se lleva unas cuantas». Además, sabemos que nunca quedan al gusto de todo el mundo y que lo que verdaderamente importa es que a la hora de trabajar todos tengamos claras las premisas que hacen posible ayudar a los niños y niñas que tenemos en el aula. (Conxi Lòpez, miembro del equipo directivo del CEIP Folch i Torres) Los procedimientos Actividades del primer trimestre La comisión se reúne cada quince días y más a menudo al inicio y al final del curso, cuando hay que prever los apoyos que necesitará cada clase, hay que organizar los horarios y hacer cuadrar los diferentes criterios y necesidades. La organización de los apoyos Al empezar el curso se recogen y revisan las previsiones de las horas, recomendaciones y medidas de atención a la diversidad que se han hecho a final del curso anterior y se acaban de actualizar y contrastar. Se tienen en cuenta: ▪ El resumen de las valoraciones de los planes personalizados de final del curso anterior (véase el cuadro 14 «Hoja resumen del plan personalizado» en la página 157, y un ejemplo concreto en el anexo II, número 1), donde quedan también recogidas las medidas y propuestas de apoyo que se proponen para el curso siguiente (véase en el capítulo 6 el apartado «La evaluación de los planes personalizados», en la página 156). ▪ Las valoraciones y previsiones realizadas en las juntas de evaluación del tercer trimestre donde se prevén las necesidades de los diferentes grupos y las ayudas que necesitarán otros alumnos que se han detectado durante el curso. ▪ Otras necesidades o circunstancias detectadas por los equipos docentes, por el equipo directivo o por la comisión de atención a la diversidad. Las reuniones de ciclo Paralelamente, se hacen reuniones en cada ciclo para hablar de los diferentes grupos-clase, comentar las características de los alumnos y las necesidades que algunos de ellos tienen para poder aprender y participar mejor en el aula, se comentan las necesidades detectadas por el tutor anterior, y las primeras observaciones del nuevo tutor y de los otros maestros que entran en la clase. En estas reuniones se procura que participen: el nuevo equipo educativo del 85 ciclo, los maestros de apoyo de este curso y del anterior, la jefa de estudios, la asesora psicopedagógica del Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico (EAP) y la logopeda del CREDA (Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos), en caso de que haya alumnos con los que interviene. Se explican las medidas que se han previsto para el curso en relación con el grupo y con ciertos alumnos concretos: sesiones de apoyo, sesiones de tutorización individual (véase, en el capítulo 6, el apartado «Las sesiones de tutorización», página 149), logopedia, etc. Yo misma también les explico cómo son los alumnos del ciclo que conozco y les informo sobre los servicios externos que colaboran con algunos de estos alumnos. En estas reuniones, todos los maestros del ciclo pueden conocer mejor las realidades de las diferentes aulas y compartir las dificultades de sus alumnos. Todos los maestros se van sintiendo progresivamente implicados en la atención a la diversidad en las diferentes clases, y no únicamente en relación con «sus» alumnos. Se favorece que, en otros momentos, en el patio o en las salidas y fiestas, se preocupen y conozcan a estos alumnos con más necesidades y se comparta más la atención e inclusión de estos alumnos en la escuela. Hablando de los cambios que se han ido experimentando en las actitudes y en el interés de los maestros por conocer estas diferentes realidades, una maestra de apoyo, antes tutora, decía: Todo el mundo está interesado en saber qué alumnos con necesidades educativas especiales hay en la escuela. Eso es la cultura. Se ha ido incorporando de una manera natural, aunque haya gente que lo acepte más o menos. El tutor se siente menos solo. Te da seguridad. Y cambias. La evaluación inicial del alumnado Los maestros de apoyo y los tutores empiezan a hacer evaluación inicial de los alumnos detectados para los que hay que elaborar un plan personalizado (véase en el capítulo 6 el apartado «El plan personalizado», en la página 142) y empiezan a conocer a los nuevos grupos y a los diferentes alumnos. Las entrevistas con las familias Los tutores y tutoras hacen evaluaciones iniciales de los alumnos nuevos y entrevistas con sus familias para conocer su situación y sus necesidades, y reuniones o contactos con los profesionales de referencia de la red, en el caso de que los haya. También van haciendo entrevistas con las familias de los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación para conocer su opinión sobre el proceso de su hijo. Estas entrevistas se aconseja que se hagan conjuntamente con el maestro de apoyo, así como las entrevistas de seguimiento de cada trimestre. El maestro de apoyo es quien hace de enlace con la comisión de atención a la diversidad y colabora en el seguimiento de aquel alumno; quizá lo conoce de cursos anteriores, tiene su historial y los documentos personales 86 anteriores. Por otro lado, se intenta potenciar que los dos maestros mantengan una comunicación con las familias de estos alumnos, ya que eso aumenta la frecuencia de las comunicaciones entre escuela y familia, factor que provoca una mayor cooperación en torno a la tarea educativa y un seguimiento compartido de los cambios o mejoras que se van produciendo. Los planes personalizados Hablo de planes personalizados porque me refiero a planes más amplios a los que habitualmente se entiende cuando se habla de las adaptaciones curriculares individualizadas (ACI). Personalizar la enseñanza supone ajustar la acción educativa a las características personales del alumno. Adecuar el currículo común que guía las actividades en el aula a las necesidades educativas de aquel alumno concreto. Después de actualizar la evaluación inicial de cada alumno a partir de las observaciones y evaluaciones y de recoger las evaluaciones finales del curso anterior (que la escuela hace de manera institucional), se hacen las reuniones para decidir qué objetivos se priorizan con cada alumno y qué actuaciones se llevarán a cabo a fin de conseguirlo. De los planes personalizados hablo en el capítulo 6, que hace referencia al alumno (véase el apartado «El plan personalizado», en la página 142). Aquí únicamente pretendo destacar que el equipo de seguimiento (véase el mismo apartado) del alumno es el que se encarga de definir las guías de este plan. Este equipo está formado por el tutor, la maestra de apoyo, la asesora del EAP (Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico) y otros profesionales especializados que intervienen en el caso en la escuela (por ejemplo, la logopeda cuando interviene). Actividades a lo largo del curso A lo largo del curso, la comisión se va reuniendo semanalmente o cada quince días aproximadamente (según necesidades y momentos del curso) y se va hablando de las actuaciones que están realizando sus miembros y de los problemas o novedades que van surgiendo. Se establece un control y seguimiento de las medidas y de las situaciones de las distintas aulas y también de los alumnos que preocupan. Se va haciendo un seguimiento de todos los alumnos con las correspondientes actuaciones: entrevistas con padres, informes para las familias, reuniones de coordinación de los maestros, reuniones con otros profesionales, reuniones de ciclo, etc. El orden del día de las reuniones de la comisión puede incluir los problemas que surgen con los alumnos concretos, las preocupaciones del profesorado, la 87 organización de los apoyos en determinadas aulas, la incorporación de nuevos alumnos, la coordinación con servicios externos, las necesidades de las familias o de los maestros, etc. Actividades a final de curso A final de curso, la intensidad del trabajo de los maestros de apoyo y de las reuniones de la comisión aumenta. Es el momento de hacer las valoraciones del curso con los maestros y con las familias de los alumnos para valorar todo el trabajo realizado. Estas valoraciones –que se realizan en la comisión y en una reunión de claustro– se refieren a tres ámbitos: el alumno en concreto, el aula y la escuela. Valoración del alumno La tutora y la maestra de apoyo hacen el informe para la familia que, generalmente, parte del modelo de escuela pero se adapta según el plan personalizado y la adaptación curricular que se haya hecho. En el informe se concreta a los padres cuáles han sido los criterios de evaluación según el área o el contenido concreto y se especifica si se ha valorado teniendo en cuenta el currículo ordinario o si la valoración se ha hecho teniendo en cuenta su adaptación curricular individualizada. Esta mayor claridad se introdujo más formalmente el curso pasado, ya que se vio que las familias debían tener informaciones más claras en relación con los criterios que se utilizaban para evaluar a sus hijos y sus progresos educativos. Hacer esta diferenciación también es positivo para los maestros, ya que les ayuda a diferenciar los contenidos y las áreas en que aquel alumno necesita adaptación y aquellos en los que está progresando dentro de los parámetros del grupo de edad. El equipo de seguimiento del alumno, con las diversas informaciones recogidas, hace un resumen de la valoración del plan personalizado (véase en el capítulo 6 el apartado «La evaluación de los planes personalizados», en la página 156) que tiene la finalidad de vincular esta valoración con la previsión de los apoyos y recursos que este alumno necesitará durante el curso siguiente. Esta valoración se recoge en la «Hoja resumen de valoración del plan personalizado» (página 157), que ha resultado un instrumento muy útil desde el punto de vista institucional para la distribución de los recursos para la atención a la diversidad. La jefa de estudios del centro, mediante estas valoraciones (que contienen las propuestas para el curso siguiente), puede tener en cuenta estas previsiones cuando ha de organizar los apoyos cada principio de curso. Valoración de la clase En este caso, la valoración consiste en analizar cómo se ha desarrollado el trabajo en el aula cuando en ella ha habido dos maestros y durante las diferentes 88 actividades de apoyo. Para ayudar a los maestros a hacer esta valoración se elaboró un instrumento, «Criterios para hacer la valoración de la atención a la diversidad y de las sesiones de apoyo» (cuadro 10), que forma parte del Dossier para la atención a la diversidad y que aquí se recoge en la página 119. Valoración de la escuela En la comisión se ponen en común las diferentes valoraciones y se analizan los problemas que se han producido. Se hace una valoración global de las diversas medidas para la atención a la diversidad recogiendo los aspectos en los que se ha avanzado y aquellos en los que hay que plantearse cambios. La última semana de junio se hace una reunión de claustro para elaborar una síntesis y una valoración de la atención a la diversidad en la escuela. Estas reuniones se iniciaron ocho cursos atrás de manera informal y voluntaria con los tutores y maestros que tenían alumnos con necesidades educativas especiales y las personas de la comisión. Progresivamente, han adquirido un carácter más institucional y son útiles para que todos los maestros conozcan mejor las situaciones de las diferentes clases y a los alumnos con necesidades educativas especiales de la escuela. A pesar de celebrarse únicamente una vez al año, ayudan a generar una cultura compartida en relación con la inclusión. Se favorece que se conozcan las realidades de las diferentes aulas y a los alumnos que tienen plan personalizado. Se van construyendo criterios compartidos en relación con estos temas y se favorece la participación y la iniciativa de los maestros, aportando propuestas y valorando iniciativas. Otras medidas institucionales que favorecen la atención a la diversidad Además de las medidas que se toman para atender la diversidad y en las que participan los maestros de apoyo, en el centro se han tomado otras decisiones pedagógicas y organizativas que también tienen la finalidad de dar una mejor respuesta a la diversidad. Algunas de estas medidas no son habituales en nuestro contexto y suponen determinados criterios psicopedagógicos que justificaré en el correspondiente apartado. Se trata de: ▪ Otras sesiones de apoyo con diversos formatos. ▪ Redistribución del alumnado al acabar el parvulario. ▪ Rotación de los tutores. ▪ Las retenciones: una oportunidad para algunos alumnos. 89 Otras sesiones de apoyo con diversos formatos Son modalidades de atención a la diversidad, además de las sesiones en las que los maestros de apoyo entran en la clase. Se trata de actividades para reforzar determinados contenidos, para desarrollar programas específicos y para favorecer una mejor atención a todos los alumnos de la escuela. Estas sesiones se planifican conjuntamente entre los maestros implicados (véase anexo II, número 3 donde se recogen algunas hojas de acuerdo en relación con varias de estas sesiones). A continuación explico estas diversas modalidades de enseñanza. ▪ Apoyo entre paralelos. Se trata de una medida de apoyo a la diversidad muy interesante que favorece que haya situaciones con las dos maestras del mismo nivel que trabajan juntas en el aula. Este apoyo tiene la ventaja de que es fácil de coordinar, ya que las dos maestras de nivel generalmente programan juntas y hacen las mismas actividades en cada grupo. En los momentos en que están las dos, se negocia y se acuerda el tipo de actividades que se realizarán teniendo en cuenta al grupo y las diferentes necesidades del alumnado. No se puede hacer en todas las clases debido a problemas de horarios, pero se valora muy positivamente, ya que permite también ir regulando y compartiendo criterios en relación con la enseñanza. Se hace un plan de trabajo a partir de los acuerdos sobre los contenidos, la metodología y las estrategias de apoyo teniendo en cuenta también a los alumnos con más dificultades. ▪ Sesiones de laboratorio. A lo largo de toda la educación primaria se hace una sesión semanal en cada grupo (en el ciclo medio y superior) y una quincenal en el primer ciclo en la que trabajan juntos dos maestros en el área de medio natural: experimentación en el laboratorio. Lo hace una maestra que es tutora y que también había sido maestra de apoyo. ▪ Sesiones de lectura y biblioteca. Quincenalmente, cada grupo del centro va a la biblioteca donde la maestra tutora, junto con la bibliotecaria, preparan actividades relacionadas con la lectura y la búsqueda de información. ▪ Sesiones de informática. Se hacen dos sesiones semanales en cada grupo de segundo ciclo y de ciclo superior (una para trabajar competencias TIC y otra para actividades de cálculo y problemas) y una sesión semanal en cada grupo de primer ciclo. Las lleva a cabo una maestra del equipo directivo, que también ha hecho apoyo en otros cursos y que participa también en la comisión de atención a la diversidad. En estos desdoblamientos, mientras medio grupo va al aula de informática con un maestro, el otro se queda en el aula con el tutor trabajando áreas 90 instrumentales. Así, el tutor puede estar con la mitad de los alumnos y acercarse más a ellos. Una tutora comenta: Los momentos de medio grupo me gustan mucho porque puedes profundizar con los niños y ayudarles en aquello que les cuesta. Tienes un tiempo para cada uno de ellos. ▪ ▪ En educación infantil se hacen sesiones quincenales de informática con cada grupo con dos maestras en el aula. Sesiones de inglés. En segundo y tercer ciclo se hace una sesión semanal de inglés en la que se parte el grupo para trabajar la expresión y la comprensión oral. Se trata de potenciar la comunicación en lengua inglesa. Dos maestras de inglés se dedican a un grupo haciendo desdoblamiento. Sesiones de psicomotricidad. En educación infantil se hace una sesión semanal para cada grupo. Mientras medio grupo va al aula de psicomotricidad con un maestro especialista, el otro medio grupo se queda con el tutor trabajando contenidos prioritarios del parvulario: expresión oral, experimentación, aproximación a la lengua escrita, etc. Estas sesiones las hace el director de la escuela y le son útiles para conocer mejor las necesidades de las aulas y para sentirse más cercano e implicado en la tarea educativa de cada día. Redistribución del alumnado al acabar el parvulario En esta escuela –como en todas las escuelas– a menudo había ciertos grupos de alumnos que resultaban especialmente conflictivos debido a factores individuales de los propios alumnos o a dinámicas relacionales negativas. Estos grupos se mantenían problemáticos debido, en parte, a su configuración, y en parte también al efecto de «circularidad negativa» (véase el apartado «De la causalidad lineal a la causalidad circular» en el capítulo 2, página 35). Estas circunstancias provocaban lo siguiente: los maestros en general no conseguían motivarlos e instaurar dinámicas positivas, y ser tutor o tutora de estos grupos era una carga que se amplificaba debido a las quejas de los maestros anteriores. En definitiva, se convertía en un problema que se iba agravando cada curso y a medida que los alumnos iban creciendo. Por otro lado, a los alumnos les llegaban retroalimentaciones negativas inevitables de su imagen como grupo y, así, aumentaba su sentimiento de insatisfacción y de malestar, así como el de las familias, que eran conscientes de esta situación. En la escuela se iba hablando de estos problemas y algún año se hicieron algunas modificaciones en la composición del grupo, pero no resultó ser suficiente. Poco a poco se pensó que había que hacer propuestas de distribución del alumnado que evitaran, en la medida de lo posible, la creación de grupos en 91 los que se concentraran demasiadas problemáticas. Se escogió el inicio de la educación primaria para hacer esta redistribución. Preocupaba la reacción de los padres, ya que también establecen relaciones de amistad entre ellos. Se sondeó su opinión y, cuando la escuela y los maestros tenían madurada la idea, se hizo una propuesta justificada que fue entendida y aceptada. Actualmente, los padres y madres de los alumnos de tres años ya saben que al acabar el parvulario los grupos se redistribuirán para hacer dos grupos lo más heterogéneos posible, pero equilibrados teniendo en cuenta diversos criterios. Se hace una evaluación a final de parvulario (cinco años) de los aprendizajes básicos, de ciertas actitudes y capacidades (autonomía, dependencia, participación, colaboración con los compañeros, iniciativa, atención y concentración en la escucha, atención y concentración en el trabajo individual, y respeto por las normas) y de las relaciones que han establecido entre ellos y ellas. A partir de aquí, se proponen los grupos, intentando no romper relaciones de amistad que se han creado dentro del grupo. Rotación de los tutores y las tutoras En muchas escuelas es bastante habitual la decisión de que el maestro tutor esté con un grupo de alumnos durante dos cursos. La organización en ciclos de dos años en las etapas de primaria y secundaria obligatoria así lo favorece y, en general, se ha aconsejado esta práctica. Estar dos años con los mismos alumnos favorece un mayor conocimiento del grupo, permite una relación más continuada con las familias y posibilita que la maestra vea los frutos de su labor después de un período de dos años de relación y trabajo cotidiano. De todos modos, si tenemos en cuenta la importante dependencia emocional y relacional que se establece en estas edades entre los niños y sus maestras, hay que considerar también otros aspectos. Los niños y niñas de estas etapas se encuentran en plena formación de su personalidad e identidad; progresivamente, van convirtiéndose en personas más independientes y autónomas; se produce un importante proceso de construcción de su imagen y de su autoconcepto. En esta formación, el maestro tutor, como «otro significativo» (Solé, 1993) que es para el alumno, desempeña un papel decisivo. El hecho de que se sienta querido, valorado y apreciado como alumno por su maestro favorecerá que se sienta seguro en la escuela y que se vaya sintiendo con más capacidad para hacer frente a los diferentes retos que se le van proponiendo. Desde estas consideraciones, es necesario reconocer que, como ocurre en cualquier grupo humano, hay personas con las que nos entendemos muy bien desde el principio y otras con las que no acabamos de conectar, o a las que no 92 acabamos de entender. En las clases y en las relaciones con los alumnos eso también ocurre. Hay niños que comprenden enseguida lo que les pedimos, se muestran receptivos y simpáticos, y otros que no hacen caso y se muestran ariscos y difíciles. También hay alumnos que, debido a problemas de comportamiento o a sus características o necesidades, pueden agotar la capacidad del maestro. Por otro lado, también encontramos familias con las que se inicia una relación fácil y positiva, y otras que se muestran desconfiadas y poco agradables. Todo ello, indudablemente, tiene su influencia y, a menudo, condiciona las expectativas y la confianza de los maestros en que un determinado niño salga airoso de su proceso escolar. Si bien es cierto que estar dos años con un mismo grupo de alumnos facilita la tarea del docente, también lo es que hay situaciones en las que tanto los alumnos como los maestros pueden salir perjudicados por una relación poco satisfactoria o por expectativas demasiado negativas. En estos casos, vale la pena no alargar esta situación más allá de un curso; que el alumno pueda tener la oportunidad de experimentar una nueva relación con otro tutor y que el tutor pueda iniciar el trabajo con un nuevo grupo con más tranquilidad. Por otro lado, cada maestro tiene su manera de hacer, sus preferencias en relación con los contenidos, sus pequeñas manías, y vale la pena que los alumnos se acostumbren a estos estilos diferentes y no se vean demasiado condicionados por un maestro determinado que los tiene durante dos cursos. Por éstos y otros motivos, en la escuela Folch i Torres el equipo educativo, después de valorarlo mucho y de analizar situaciones de cansancio que se habían producido, se tomó la decisión de que cada curso cambiara el tutor o la tutora, favoreciendo que el alumnado pudiera tener experiencias de relación con personas diferentes que les ofrecieran otras perspectivas, que no cerraran las expectativas y que les pudieran formular retos diversos, evitando prejuicios y condicionamientos. Ya hace varios cursos que se viene aplicando esta práctica y la valoración ha sido claramente positiva; se ha comprobado que no hay ningún inconveniente en que el grupo cambie cada año de tutora. Los maestros, a pesar de reconocer que para ellos es más fácil no cambiar de grupo, piensan que globalmente es más positivo para el alumnado, que disfruta así de más referentes. Desde el punto de vista institucional, se asegura una buena coordinación con el tutor del curso anterior y se planifican actividades para favorecer una adaptación gradual al nuevo tutor. Las retenciones: una oportunidad para algunos alumnos La decisión de retener a un alumno un curso más en una clase o en un ciclo determinado es una decisión que debe ser poco habitual y que debe tener en cuenta diversas variables. En la etapa de parvulario y de educación primaria hay 93 momentos en que ciertos alumnos necesitan un poco más de tiempo para realizar ciertos aprendizajes, para integrarse mejor en un grupo o para madurar con más tranquilidad, sin que ello tenga que perjudicar su seguridad emocional. Algunos de los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de decidir la conveniencia de una retención se exponen a continuación. Criterios evolutivos Hace referencia a los ritmos evolutivos de los niños. Se valora si, con una retención, puede alcanzar más o menos el nivel medio (generalmente medio/bajo) del grupo. Es importante descartar problemas de actitud negativa hacia el aprendizaje o de comportamiento que no se solucionarían con esta medida. Criterios contextuales Criterios en relación con el tipo de atención que recibirán según la opción que se adopte y el tipo de contexto en el que deban estar. Por ejemplo, cuando han de pasar del jardín de infancia a la clase de parvulario de tres años, de la escuela de parvulario a primaria o de una escuela de primaria a otra de secundaria. Aunque no se puede generalizar ni decir en qué escuela habrá unas mejores condiciones para aquel alumno concreto, está claro que cuando los niños cambian de centro cambian muchas cosas. Entre otras, por ejemplo: la ratio de alumno por aula; el tiempo que la educadora o tutora está con sus alumnos; el tipo de actividades que se realizan; el acompañamiento y la acogida; el tipo de apoyos, etc. El aprendizaje de la lengua escrita Aprender a leer y a escribir es fundamental para aprender, para la adaptación a la dinámica escolar y para la posterior inserción social y laboral. Hoy en día es necesario leer y escribir para poder desarrollarse en el mundo actual, para moverse, para trabajar, para ir por la calle… La escuela ha de asegurar un acceso básico a la lengua escrita y hay momentos en que estos aprendizajes se trabajan con mucha intensidad. Momentos en que ocupan buena parte de la jornada y que exigen un esfuerzo muy importante por parte de los niños y de sus maestras. Aunque no debería ser así, lo cierto es que si un alumno no consigue acceder a la lectura y a la escritura en los primeros años de la educación primaria, después tendrá dificultades para progresar en estos aprendizajes y requerirá de ayudas «especiales» que será difícil ofrecerle dentro del aula y con su grupo. Son aprendizajes que están demasiado cargados de tensión y presión social en unas edades en las que los niños y las niñas se están conociendo y están construyendo su personalidad e identidad. En nuestra sociedad, la mayoría de los 94 padres y madres se angustian y se preocupan si su hijo no aprende a leer y a escribir como los demás cuando le toca; el maestro de estos cursos también siente una cierta presión por parte de los maestros de cursos posteriores, de los padres y del centro para que sus alumnos realicen estos aprendizajes con éxito. Para algunos alumnos, el hecho de poder estar un año más en el primer ciclo para aprender a leer y a escribir puede ser una buena solución. Si se hace con un buen acompañamiento, no tiene por qué ser traumático ni negativo. De hecho, mi experiencia y la del equipo del que formo parte nos confirma la oportunidad de esta medida para determinados alumnos. Las relaciones del alumno o alumna dentro del grupo y sus capacidades de relación Hay que valorar la capacidad del niño o de la niña para hacer nuevos amigos y sus habilidades sociales. No obstante, éste es un aspecto que tiene más o menos importancia según la edad y que, además, se puede favorecer y trabajar desde la escuela. El paso de primaria a secundaria Se trata de un criterio contextual al que me he referido antes y que nos hace plantear las ventajas de ciertas retenciones. Es un momento en que el alumno ha de pasar a una nueva etapa (la educación secundaria) que, hoy por hoy, está estructurada de manera muy diferente y que para ciertos alumnos puede representar una dificultad importante. El hecho de conocer y hacer el seguimiento de alumnos en los diferentes centros y etapas (de 0 a 16 años) ha hecho que nos demos cuenta de la oportunidad de aconsejar alguna retención antes de hacer este cambio. Constatamos que, a veces, hay alumnos y alumnas que llegan a secundaria demasiado pronto; que necesitan un poco más de tiempo para madurar. Para ellos, la estructura y el funcionamiento de la educación secundaria obligatoria les viene demasiado grande y todavía necesitan tiempo para crecer y adquirir una mayor capacidad de adaptación a la nueva organización de los estudios. En realidad, lo que habría que cambiar es la propia estructura de los centros de secundaria. Si estuvieran organizados de manera diferente, si los tutores y tutoras de esta etapa estuvieran con sus alumnos como mínimo de 6 a 10 horas a la semana; si los alumnos tuvieran el acompañamiento personal que generalmente se proporciona en primaria y no hubiera este salto cualitativo, quizá no habría que plantearse una retención en este momento. Pero actualmente hay demasiada diferencia entre las dos etapas y determinados alumnos se pierden demasiado y necesitan demasiadas ayudas para progresar. Mientras esta realidad no cambie y no haya una transición más equilibrada, debemos valorar las posibilidades de ambos contextos, y quizá será positivo que 95 ciertos alumnos, dispongan de un poco más de tiempo para dar este paso. Seguramente hubiera sido mejor que este tiempo de más lo hubiera podido tener al finalizar el primer ciclo, cuando es más fácil construir nuevas relaciones y consolidar ciertos aprendizajes básicos, pero –si no se ha hecho antes– ahora todavía puede ser un buen momento para darle un poco más de tiempo para desarrollar su autonomía y consolidar sus hábitos de trabajo. La retención por sí sola nunca es «la solución» La retención siempre requiere otras intervenciones y actuaciones complementarias que la acompañen. Para los niños y niñas y para sus familias no es fácil, hay que asegurar un acompañamiento y una ayuda intencional en la integración en el nuevo grupo. No se puede creer que repitiendo todo está solucionado. La retención es una medida que debe ir acompañada de otras actuaciones, antes y después de la decisión. Por sí sola no soluciona el problema, hay que trabajarla, previamente en la escuela y con la familia, y después en el nuevo grupo de compañeros en el que se integrará el niño o la niña. Hay que dar motivos razonables al niño; motivos que le desculpabilicen sin desvalorizarlo (necesita más tiempo, es de los pequeños, hay cosas que debe volver a trabajar, podrá participar mejor en las actividades…) y hacer un plan de actuación para que los objetivos que se persiguen se alcancen. Hay determinadas actuaciones que favorecen que la retención tenga el éxito que deseamos, entre ellas: ▪ Acompañar la ansiedad de los padres ante ese cambio y ayudarles en la integración en el nuevo grupo de padres. ▪ Ir hablando de estas cuestiones en las reuniones de inicio de curso y pedir la colaboración de las familias en la acogida del alumnado y de los padres y madres que se integran en el grupo, tanto los nuevos como si hay alguno que repite. ▪ Realizar actividades para la integración del nuevo compañero en el grupo: presentación, explicación a los compañeros connotando positivamente esta medida como una medida ordinaria y positiva. ▪ Otorgar cierto protagonismo al nuevo compañero en ciertos cargos, por ejemplo aportar informaciones que ya sabe, procurando que el grupo lo valore y acepte como uno más; favorecer las relaciones con los compañeros dentro y fuera del centro (por ejemplo, favoreciendo la acogida en el grupo de los nuevos), etc. Para ayudar a los maestros a valorar y tomar decisiones sobre la oportunidad de esta medida, elaboré el «Informe para los alumnos que se retienen en un ciclo» y que puede verse en la página siguiente. Se trata de un instrumento que 96 se utiliza como guía y recordatorio a la hora de valorar la posible retención de un alumno. Sirve para reflexionar sobre lo que queremos conseguir con una determinada retención y sobre las medidas de acompañamiento que proponemos para que tenga éxito. Ha resultado también útil para el seguimiento a lo largo de cursos posteriores. En esta escuela también se utiliza cuando se aconseja a la familia la retención pero finalmente no se lleva a cabo porque la familia no es partidaria de hacerlo; en estos casos resulta útil para realizar el seguimiento del alumno y para tenerlo presente en el futuro, en caso de que se volviera a plantear la oportunidad de la retención. Este instrumento también ha resultado interesante en otras escuelas de nuestra zona con las que se han hecho otras versiones del mismo. Cuadro 4 Informe para los alumnos que se retienen en un ciclo Alumno o alumna: ………………………… Curso escolar: ……………… Clase: ………………………………………………………………… Tutor o tutora: ………………………………………………………… Datos significativos de la escolarización (u otros)::……………………… 1. Motivos y justificación de la decisión de retención ▪ ¿Ha alcanzado los objetivos mínimos del curso en relación con los contenidos instrumentales? ▪ ¿Qué dificultades manifiesta? ▪ ¿En qué contenidos manifiesta más dificultades? ▪ ¿Hay dificultades cognitivas y de comprensión? ▪ ¿Cómo se relaciona con los compañeros de su grupo? ¿Tiene dificultades en su adaptación al grupo? ▪ Si pasara de curso, ¿qué habría que hacer para atender sus necesidades educativas? (apoyo, ayuda extraescolar o familiar, objetivos diferentes…) ▪ Si repite, ¿qué medidas habrá que adoptar? 2. Finalidades y objetivos que se pretende conseguir con la retención ▪ ¿Qué pretendemos que el alumno consiga de cara al próximo curso? ▪ ¿Qué objetivos nos planteamos con la retención? ¿Qué pensamos que puede ser capaz de hacer? (seguir el ritmo del grupo en los diferentes contenidos, irá más tranquilo, conseguirá más confianza y seguridad en sí mismo, podrá tener más éxito, podrá integrarse en un nuevo grupo de compañeros y establecer relaciones más positivas…). 3. Intervenciones y actuaciones que hay que realizar una vez tomada la decisión Tanto el alumno como la familia han de ver que la retención ha de tener consecuencias positivas para el niño. En ningún caso se trata de una sanción, de una medida que se debe a que el alumno no sigue el ritmo del grupo, sino que se trata de una medida para que el alumno pueda aprender mejor, pueda participar y sentirse mejor en la escuela y mejorar en su proceso de aprendizaje. Con el alumno o la alumna: ▪ ¿Quién habla con él o ella? ¿Cuándo? ¿Qué motivos le damos? ¿Cómo le explicamos los objetivos que pretendemos conseguir? 97 Con la familia: ▪ ¿Qué les decimos? ¿Cuándo? ¿Cómo se lo decimos y cuándo deben explicarlo ellos a su hijo o hija? ▪ Explicación de los objetivos que pretendemos. ¿Qué piensan ellos? ¿Se plantean otras posibilidades? (apoyo en casa, esperar…). ▪ ¿Qué tienen que hacer y tener en cuenta? ¿Cómo les orientamos? En el próximo curso: ▪ Medidas que habrá que tomar y tener en cuenta de cara al próximo curso. ▪ Secuenciación de actuaciones: presentación al grupo, explicación a los compañeros de la retención (siempre en sentido positivo), interacción del alumno en el nuevo grupo, actividades de cohesión e integración en el grupo, potenciación de relaciones y juego en grupo… ▪ Medidas o actuaciones que implican a la familia. ▪ Medidas o actuaciones que implican a la escuela. Comentarios y orientaciones de los diferentes profesionales implicados en la decisión: Tutor o tutora, otros profesores, maestra de educación especial o de apoyo, asesora psicopedagógica del equipo de sector, otros profesionales. 98 5 Dos maestros en el aula En el apartado «Un modelo de atención a la diversidad» del capítulo anterior se ha explicado que el modelo de atención a la diversidad de la escuela objeto de estudio opta por atender a todo el alumnado dentro del aula ordinaria a partir del trabajo cooperativo entre maestros. En este capítulo se tratará la importancia que tiene el grupo de referencia para los niños y niñas de estas edades, de las condiciones que hay que crear para que puedan trabajar dos maestros en el aula, de la metodología y de los roles de los maestros (el tutor y el maestro de apoyo) cuando trabajan en un modelo como éste. El aula y el grupo de referencia El grupo de referencia, en estas edades, es el segundo sistema social, después de la familia, en el que el alumno convive. Es una auténtica pequeña comunidad en la que, cada día, los niños y niñas se reencuentran, comparten rutinas y, a la vez, novedades e imprevistos. En el aula, los alumnos aprenden a convivir con sus congéneres con el liderazgo de un adulto preparado para gestionar los pequeños conflictos que van surgiendo. En el aula hay diversidad de procedencias, de capacidades, de intereses, de valores y de actitudes. Según como se gestione esta diversidad, los niños podrán ir aceptándola y valorándola con normalidad, o podrán vivirla como un estorbo o una molestia. En este proceso, el grupo de compañeros y sus maestros se convierten en un potente referente para el alumno. La manera como se sienta incluido, como se sienta aceptado en el grupo, las relaciones de colaboración y complicidad que establezca en él, las ayudas y los estímulos que reciba serán elementos que le ayudarán a configurar su identidad y tendrán una influencia considerable en sus ganas de aprender y de implicarse en la escuela. La imagen que el grupo y los maestros tienen del alumno y las relaciones que establece con los demás repercutirán en la formación de su sentimiento de competencia y autoestima. El hecho de que los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación no salgan del aula para recibir apoyos adicionales, sino que participen plenamente de la vida del aula con los apoyos que necesiten, provoca 99 una mayor integración en el grupo de iguales y una mayor aceptación de las diferencias. En el cuestionario que pasé a los maestros de la escuela había diversas preguntas relacionadas con las repercusiones que pensaban que esta decisión – hacer el apoyo dentro del aula– tenía en la integración de los alumnos con más barreras para la participación y en su aceptación dentro del grupo (véase anexo I, número 3.1. «Resultados del vaciado del cuestionario para los maestros»). La mayoría estaba totalmente o bastante de acuerdo en que: ▪ El apoyo dentro del aula facilita que los compañeros vean a los alumnos con más dificultades como uno más del grupo-clase. (Pregunta 16: 94,4%) ▪ Hacer el apoyo dentro del aula facilita que los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación estén más integrados en su grupo de compañeros de referencia y de edad. (Pregunta 17: 94,4%) ▪ El apoyo dentro del aula favorece que todos los compañeros convivan con alumnos diferentes y aprendan a aceptar la diversidad. (Pregunta 19: 100%) ▪ Cuando se hace el apoyo dentro del aula los alumnos con necesidades educativas especiales forman parte del grupo de compañeros como uno más y el tutor es igualmente responsable de su educación y progreso. (Pregunta 20: 88,9%) En general, los maestros de la escuela piensan que hacer el apoyo dentro del aula facilita que el grupo vea a cada uno de estos alumnos y alumnas como un miembro más de la clase y que todos vayan aprendiendo a convivir y a aceptar las diferencias que existen entre ellos. También facilita que los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación estén más integrados en la vida del aula como miembros de pleno derecho. Hay que tener en cuenta que se trata de la valoración de unos maestros que hace tiempo que trabajan desde un modelo inclusivo y que se requieren ciertas condiciones para que se produzcan estos supuestos beneficios. Además de que haya dos maestros trabajando en la clase, la acción educativa ha de tener en cuenta los principios relacionados con una escuela inclusiva. Los maestros han de creer en el derecho que tienen todos los alumnos a ser educados juntos y confiar en su capacidad de ir gestionándolo con el apoyo necesario. El papel de la tutora o del tutor En nuestro sistema educativo, el tutor o la tutora del grupo tiene las funciones 100 de velar por el seguimiento del grupo de alumnos, la atención individualizada y la coordinación entre todos los docentes que intervienen en la actividad pedagógica del grupo, además de coordinar el intercambio de información con la familia. Por otro lado, en estas etapas educativas, el tutor o la tutora está muchas más horas con el grupo-clase que el resto de profesores y su incidencia en la educación de los niños y niñas es mayor. Los tutores y las tutoras tienen un importante poder de influencia en el grupo y en las relaciones que se establecen en su seno, aunque en algunos casos no sean enteramente conscientes de ello. El tutor lidera el grupo y gestiona las relaciones dentro del grupo; él o ella es quien puede dinamizar e intervenir para modificar estereotipos o relaciones que pueden influir negativamente en la autoestima de ciertos alumnos. La manera que tiene de hablar a los alumnos; cómo los incluye en el grupo; cómo organiza los grupos respetando la diversidad y favoreciendo relaciones constructivas; cómo interviene para detener abusos o insultos entre ellos, para connotar positivamente las dificultades de ciertos alumnos, para hacer que reconozcan las diferencias o para que valoren la necesidad de aceptarlas; la introducción del respeto hacia ellos y entre ellos; la curiosidad por sus intereses y sus necesidades; la contención de sus miedos e inseguridades… Todos ellos son factores que tienen una influencia decisiva en la dinámica del grupo y en la creación de condiciones favorables para el crecimiento feliz y autónomo de todo el alumnado dentro de su grupo de referencia. De ahí que sea tan importante que el tutor esté implicado con todos sus alumnos por igual, que supervise y decida qué currículo se ofrece al alumnado, sean cuales sean sus necesidades. Una forma indiscutible de potenciar esta implicación es incluir a todos los alumnos y a los respectivos maestros de apoyo dentro de la misma aula. Los tutores y los alumnos sienten que todos forman parte del grupo de la misma manera y que no hay diferencias entre ellos. Eso repercute en la integración del alumno y en la mejora de las competencias de los tutores a la hora de comprender y atender las necesidades de estos niños y niñas. Una maestra de apoyo lo expresa así: Cuando se hace el apoyo fuera del aula, pienso que falla mucho porque la figura clave en la atención es el tutor. Tú le das apoyo, le das ideas, todo un conjunto que le ayuda, pero la mayoría de horas toda la actitud que marcará al resto de compañeros, todo lo que recibirá aquel niño cuando se levanta, cuando viene a la escuela donde está todas estas horas, depende fundamentalmente de la persona que es responsable de la clase, depende del tutor… Así se destaca que quien conduce realmente el grupo y puede incluir al alumno con más barreras en la dinámica del grupo es su tutor o tutora. 101 Otra tutora, que también ha sido maestra de apoyo, dice: Todo lo que podamos hacer dentro del aula, debemos hacerlo dentro. Es lo más natural. Sólo hay que ir fuera de ella si hay que trabajar algo muy específico, que no se pueda hacer dentro. Otra tutora manifiesta: Es interesante y mucho más rico hacer el refuerzo dentro. Las ventajas son muchas más que los inconvenientes. Da vidilla… Puedes dar mucha más atención dentro que fuera del aula, aunque para cosas concretas a veces va bien sacarlos. En la escuela, progresivamente se han ido produciendo cambios en este sentido, a veces de manera intuitiva. El hecho de poder reflexionar sobre ello y hablar al respecto con los implicados permite ir explicitándolos y puede animar a otros centros a ir en esta dirección. Una maestra de educación especial que se ha incorporado este curso a la escuela lo expresa del siguiente modo: Aquí lo más positivo es que el niño con necesidades educativas especiales es uno más de la clase y entra en la dinámica general, dentro de sus posibilidades. El tutor es el responsable. Esto cambia totalmente en relación con el hecho de salir fuera de la clase… Aquí los profesores están de acuerdo en hacerlo así. Unos más y otros menos, pero en general lo tienen claro. Incluso cuando hemos quedado en sacarlo veinte minutos, a veces no quieren o les sabe mal hacerlo. A los tutores les gusta que participen en la dinámica de la clase. Otra maestra de educación especial que ya no trabaja en la escuela comenta: El hecho de entrar hace que la tutora se sienta más implicada, más comprometida con aquellos alumnos. Y, además, hombre… es una educación mucho más real, si lo sacas queda como apartado, puede pasar que lo coloques en una burbuja de éxito que realmente no existe… Los profesores de apoyo en general perciben que hacer el apoyo dentro del aula ha hecho que aumente la implicación del tutor con estos alumnos. También hay otras medidas que promueven esta implicación. Por un lado, citan el hecho de que los tutores participen plenamente del proceso de concreción de los planes personalizados de los alumnos. Por otro, comentan que otra medida que les implica plenamente son los procesos de evaluación de estos planes que se realizan conjuntamente con el maestro de apoyo y con todo el equipo docente. Otra medida que favorece la participación activa de los tutores son las sesiones de tutorización individual que hacen con determinados alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación (véase, en el capítulo 6, el apartado «Las sesiones de tutorización», página 149). La colaboración en el aula Trabajar dos maestros en el aula con la colaboración del maestro de apoyo ha 102 sido un proceso gradual. De manera generalizada se comenzó a hacer hace unos diez cursos y actualmente está muy asumido por parte de la mayoría de los maestros. Hay que decir también que requiere determinadas actitudes y habilidades que se han de ir aprendiendo y actualizando. Debido a que, como máximo, hay tres o cuatro sesiones con apoyo en cada clase, se prioriza entrar cuando está el tutor, en parte por el papel tan relevante que tiene, pero también porque él se encarga de enseñar los contenidos instrumentales (lengua y matemáticas), que son las áreas que, en general, se priorizan cuando entran los profesores de apoyo. En los primeros años de la experiencia, se empezó a hacer con los tutores con mayor predisposición, para contar con su complicidad, pero progresivamente se fue entrando en todas las aulas sin grandes dificultades, respetando la diversidad de maneras de hacer y negociando con cada maestro el tipo de trabajo que había que realizar en esas sesiones. A veces, los maestros que tiene la responsabilidad de gestionar la clase se han sentido incómodos por el hecho de que otra persona estuviera con ellos en el aula; algunos expresan que han tenido la sensación de ser observados y evaluados y, algún día, quizá hubieran prescindido de este apoyo. Para evitar este inconveniente, se aconseja ir poco a poco, procurar crear unas buenas condiciones para la colaboración y un clima de trabajo constructivo y tranquilo. A continuación comento algunas de las condiciones que los maestros han destacado como prioritarias para poder hacer un auténtico trabajo en colaboración. Condiciones para la colaboración La confianza mutua Para que dos maestros puedan trabajar juntos en el aula es necesario que exista un marco de confianza y una buena relación que haga que ambos se sientan bien y puedan colaborar en la labor educativa. El apoyo debe ser vivido como una ayuda para los maestros y para los alumnos, y nunca como una fiscalización. Si bien a veces puede haber algunas resistencias iniciales, actualmente la mayoría de maestros están muy acostumbrados y valoran mucho más las ventajas que los inconvenientes. El maestro de apoyo siempre –pero más especialmente al inicio de la relación– debe ser muy respetuoso y aceptar la diversidad existente también entre los demás profesores. Si pretende imponer determinadas metodologías, es fácil que surjan problemas de relación y resistencias. No obstante, también en esto ha habido una evolución y, si bien al inicio se consideraba que era sobre todo el maestro de apoyo el que se tenía que adaptar al maestro curricular*, 103 progresivamente muchos maestros han pasado a pensar que los dos tienen que procurar conseguir una relación de confianza y apoyo mutuo. Una tutora, cuando hablábamos de la necesidad de que la maestra de apoyo se adapte a la dinámica de cada maestro, decía: Sí, pero yo lo que digo es que el propio tutor debería ser flexible. No es que el maestro de apoyo se tenga que adaptar a cada uno de los tutores. Todos deben adaptarse, los tutores y los maestros de apoyo. Éste es un paso más adelante en el camino de la auténtica colaboración: desde este punto de vista ya no se entiende que es el tutor quien deja que el maestro de apoyo entre en «su clase», sino que se considera que los dos maestros comparten un espacio y un grupo en igualdad de condiciones. Evidentemente, también en esto hay diversidad y hay otros tutores que piden más respeto por su rol diferente y piensan que es el maestro de apoyo el que tiene que adaptarse a la forma de trabajar del tutor. En este sentido, una tutora dice: No me importa que se quede en la clase, siempre que la maestra de apoyo se adapte a las normas que yo tengo como tutora… A veces hemos tenido un pequeño roce; han querido hacer valer su criterio cuando tú tienes otro. Eso no quiere decir que no te dejes aconsejar, pero mientras estás en la clase, eres tú quien guía al grupo. Es natural que a veces surjan pequeños conflictos de poder que hay que afrontar lo más pronto posible, aclarando los malentendidos y negociando los respectivos roles según el talante de los maestros implicados. Una maestra de apoyo explica: Es muy diferente cuando tú estás de tutor y entra alguien que cuando es al revés y vas a una clase a hacer apoyo. Aprendes a ver las cosas desde otra perspectiva. Va bien porque ves que ya no eres tú siempre la que decide, sino que te tienes que adaptar. En los cuestionarios en relación con estas cuestiones los maestros expresaban que ambos –el maestro de apoyo y el tutor– debían tener capacidad de adaptación par trabajar juntos (anexo I, número 3.2. «Vaciado de las preguntas sobre las funciones que han de desempeñar el maestro de apoyo y el tutor cuando la intervención del maestro de apoyo se hace dentro del aula», preguntas 37.5 y 38.4). En ciertos casos, los maestros de apoyo expresan también un cierto malestar o incomodidad si se ven como subordinados, poco reconocidos o valorados ante el grupo por parte del tutor o de la tutora. Para crear una auténtica colaboración, hay que respeta al otro y reconocer sus capacidades. 104 Una tutora dice: La relación entre las dos maestras ha de ser diáfana, muy abierta y muy clara. Que los niños no perciban tirantez. Que si la maestra de apoyo quiere decir una cosa lo pueda hacer tranquilamente. Que los niños le den el mismo valor que a lo que yo digo. Lo hago con cualquier maestro que entra en la clase. En el cuestionario que pasé a los maestros de la escuela, el 100% de los maestros opinaban que la confianza es un elemento indispensable para que el apoyo funcione bien dentro del aula. Parece que no hay duda de la importancia que conceden a este factor (anexo I, número 3.1., pregunta 8). Así pues, es necesario dedicar más atención y tiempo a conseguir crear relaciones que se basen en la confianza mutua. A la hora de proponer metodologías o innovaciones, generalmente no se da el valor suficiente a estos aspectos relacionales. Se considera que son condiciones que vienen dadas y se atribuyen exclusivamente a las características personales de cada uno, evitando considerarlas como competencias profesionales. Las aportaciones de las teorías de las comunicaciones y de la concepción sistémica aplicada a las familias nos han demostrado en muchos casos la linealidad de estas creencias inspiradas en visiones individualistas. En realidad, los individuos formamos parte de sistemas y tenemos una cierta tendencia a comportarnos con los demás en función de cómo se comportan con nosotros. Por este motivo, las expectativas que se van creando en el centro sobre los diferentes profesores condicionan en parte sus actitudes y los roles que van adquiriendo. La capacidad de influencia de los sistemas de los que formamos parte sobre nuestras actitudes es importante y es algo que hay que tener en cuenta. Si se modifican ciertas comunicaciones y retroalimentaciones continuadas entre los miembros del sistema, se pueden generar cambios en las actitudes de los individuos y en las relaciones que se establecen entre ellos. A lo largo de mi experiencia en diferentes centros de la zona en que trabajo, he podido constatar este hecho y he visto cómo ciertos maestros cambiaban según la escuela en se encontraban y las relaciones que establecían dentro de cada sistema. Maestros que en una escuela podían ser considerados poco formales y no integrados en el centro, en otra escuela en la que se habían sentido más acogidos eran reconocidos y aceptados. Tanto en las familias, como en los centros, generalmente existe la posibilidad de modificar roles y actitudes negativas que, en realidad, a menudo se deben a inseguridades o a miedos (a no ser aceptado, a no ser valorado, a no ser suficientemente bueno, etc.). Las escuelas y quienes colaboramos con ellas hemos de ir aprendiendo a no caer en visiones demasiado simplistas o lineales sobre los individuos (maestros, alumnos, familias…) y a intervenir también en el nivel de las comunicaciones favoreciendo el establecimiento de relaciones más 105 positivas que permitan sacar a la luz lo mejor de cada uno. Cada persona tiene un papel dentro del equipo y tiene la capacidad de aportar su granito de arena para generar culturas acogedoras e inclusivas en las relaciones entre los adultos del grupo al que pertenece. Cuando los maestros se sienten respetados y valorados es más fácil que se construyan este tipo de relaciones. Respecto de estos temas, es importante tener en cuenta lo que he explicado sobre la causalidad circular (véase el capítulo 2: «Marco teórico»); en un equipo hay muchas circularidades y, generalmente, las causas de los conflictos o los malestares no pueden atribuirse únicamente a una persona o a un bando del sistema. Desarrollar actitudes proactivas en los centros y descubrir el poder de influencia que cada uno puede tener para mejorar las relaciones es una buena vía para avanzar en estas cuestiones, tan importantes y, a menudo, tan poco tenidas en cuenta por parte de los teóricos de la educación. Una maestra expresa esta idea de construcción de las relaciones y, a la vez, reconoce que hay que respetar el ritmo y el grado de colaboración que puede mantener cada uno: La confianza se va formando. A veces hay gente que lleva muchos años trabajando y les cuesta aceptar otras miradas, la gente se tiene que abrir. Hay personas a las que ya no les dices determinadas cosas por miedo a cómo pueden reaccionar. Si entras en el aula, has de intentar dar confianza, pero muy poco a poco. Sentirse uno más dentro del grupo Relacionado con lo que se ha dicho anteriormente, la necesidad de sentirse incluido en la dinámica del aula no es una necesidad solamente para el alumnado; los maestros de apoyo que entran en diferentes clases también se sienten más o menos incluidos en la dinámica del aula según las actitudes y las relaciones que se establecen con el maestro curricular. Los terapeutas sistémicos explican que, para poder ayudar a una familia, primero hay que poder «entrar» en su sistema familiar, la familia les ha de dejar entrar en él. Del mismo modo, para que dos maestros puedan colaborar dentro del aula, es necesario que el maestro responsable de la clase lo acoja en el grupo en igualdad de condiciones para que los alumnos perciban que hay colaboración y respeto entre ellos. Por otro lado, el maestro de apoyo ha de evitar actitudes de fiscalización que puedan ser vividas como intervenciones de evaluación, cuidando este espacio de colaboración y aceptando la diversidad de maneras de hacer del profesorado. En algunas entrevistas con maestros y en las sesiones de discusión hemos podido constatar que trabajar de esta manera ha de ir aprendiéndose. Esto también hay que tenerlo en cuenta en relación con los maestros que se incorporan a la escuela y que no están acostumbrados a trabajar así, ya que al principio es algo que puede generarles cierta inseguridad. 106 Una maestra nueva, a pesar de valorar positivamente que la maestra de apoyo entre en el aula, y de pensar que es positivo para los alumnos y que a ella le ayuda y le da tranquilidad, explicaba: En la otra escuela, en general sacaban a los alumnos del aula. Al principio me costó un poco tener a otra persona en el aula; nunca había tenido a otras personas dentro de la clase… me sentía insegura y algo inquieta. Las comunicaciones entre el profesorado Generar espacios de colaboración y comunicación entre los diferentes implicados en una situación educativa favorece la revisión crítica de lo que se hace en el aula y el contraste entre alternativas y propuestas. El hecho de que el maestro de apoyo entre en el aula para ayudar al tutor y al grupo genera mucha más intensidad y frecuencia en las comunicaciones entre ellos. Esto, bien utilizado, repercute en la mejora de la acción educativa y en un mayor conocimiento del alumnado y del grupo. Las conversaciones formales e informales entre ambos maestros y con los demás agentes educativos implicados (otros maestros, padres, otros profesionales, etc.) favorecen conocer mejor a los alumnos, observándolos desde diferentes perspectivas. Con estas observaciones y aportaciones se va construyendo una representación más real del alumnado y de sus potencialidades. En los cuestionarios quise saber lo que pensaban los maestros sobre la influencia de las comunicaciones en los procesos de inclusión y en la evaluación y el conocimiento de los alumnos. A continuación aparecen los resultados de sus valoraciones en relación con estas cuestiones (anexo I, número 3.1., preguntas 1, 2, 3, 9, 10 y 11). Vemos que el profesorado de la escuela está de acuerdo en que hacer el apoyo dentro del aula favorece una mayor comunicación (94,4%) e intercambio (88,8%) entre los maestros en relación con los alumnos con más dificultades; esta mayor interacción y comunicación provoca un mayor conocimiento de las capacidades y dificultades del alumnado (lo cree un 88,8%) y eso les permite conocer y valorar mejor cuáles son las barreras para el aprendizaje y la participación que tienen algunos alumnos y alumnas (lo piensa un 94%). Para atender la diversidad, hay que conocer bien a los alumnos de la clase, sus capacidades y sus dificultades; con más miradas en relación con estos alumnos obtenemos visiones más realistas sobre sus posibilidades educativas. La comunicación entre maestros en torno a los alumnos y con relación a cómo se aproximan a las tareas de la clase, es un elemento interesante para introducir cambios y mejoras en el aula a la hora de ayudarles y de disminuir las barreras que encuentran estos alumnos. A este respecto, una maestra, cuando le pregunto si el hecho de ser dos maestros en el aula implica que hablen más de los alumnos, dice: 107 Claro que sí, por ejemplo, escribe algo y dice «¡Mira, mira qué está haciendo!». Si hubieras estado tú sola no lo habrías comentado y queda como una anécdota perdida, así es más rico. Lo tienes en cuenta para hacer otras cosas… Por otro lado, estas comunicaciones aportan seguridad a los maestros. Una tutora dice: Es una opinión necesaria. Saber lo que ella piensa sobre el niño me da seguridad. ¿De dónde pueden venir las resistencias? Cuando los apoyos se hacen dentro del aula y han de trabajar dos maestros juntos pueden surgir algunas resistencias, como las que se destacan a continuación. Se pierde la relación más estrecha con el alumno Cuando el maestro de apoyo entra en el aula reforzando el papel del tutor y colaborando con él, pierde el protagonismo que tenía cuando hacía el apoyo fuera del aula. Su apoyo pasa a reforzar el papel del maestro curricular y se convierte en un apoyo más indirecto que, según el tipo de relación que establece con «sus» alumnos, puede sentir como una pérdida. Cuando el maestro de apoyo trabaja con un pequeño grupo de alumnos fuera del aula, se crea una relación muy estrecha entre él y «sus» alumnos; a menudo, este maestro se convierte en un segundo tutor o puede ejercer las funciones de tutor. Puede ser más autónomo y gestionar su grupo en el espacio que tiene asignado. Este hecho puede provocar menos implicación del tutor, pero es más gratificante para el maestro de apoyo, que se siente reconocido y valorado por sus alumnos; por otro lado, los maestros curriculares se pueden sentir más tranquilos porque delegan la atención al «alumno especial» en un profesional que tiene los conocimientos necesarios para poder atenderle y enseñarle. Una maestra de apoyo lo explicaba así: Fuera de la clase hay una relación más estrecha. A veces se crea una relación que puede entrar en conflicto con el tutor porque el alumno tiene más vinculación contigo. Hay una relación más directa. Si entras en la clase no ocurre lo mismo. Otra maestra de apoyo habla también de esta diferente gratificación: Al principio de entrar en las aulas te da la sensación de que no haces nada. Va bien compartir este sentimiento con las demás maestras que hacen apoyo. A la pregunta de si trabajando fuera se sentiría más gratificada o tendría la sensación de ver más el resultado de su trabajo responde: De manera inmediata sí. Es a corto plazo. En un día ves las tareas que ha hecho el alumno. A largo plazo es más gratificante dentro, porque ves más la evolución a final de curso y compartes los progresos. Tal como dice esta maestra, el apoyo fuera del aula es más directo y parece 108 más eficaz a corto plazo, pero no ofrece oportunidades de aprendizaje ni de desarrollo autónomo a los otros maestros implicados y perpetúa una cierta dependencia (Miquel, 2002). Para compensar esta posible pérdida de gratificación más inmediata que implica hacer el apoyo dentro del aula, es importante plantearse objetivos claros y concretos, y evaluar conjuntamente con los demás maestros los progresos realizados. Este aplazamiento de la gratificación generalmente se vive de manera positiva porque significa más autonomía e inclusión del alumno en su grupo y la creación de una relación directa con su tutor o tutora, que pasa a convertirse en su principal referente, como lo es para todos sus compañeros. Además, se ve compensada con creces si hay confianza y reconocimiento de la tarea de apoyo por parte de la escuela y de los otros maestros y tutores. Es importante que haya espacios para compartir el sentido de este tipo de trabajo que va más allá de la gratificación inmediata y que tiene la finalidad de revertir en el trabajo del aula y en la mejora de la atención a la diversidad de los alumnos. Hay más necesidad de coordinación Así como hemos valorado positivamente el hecho de que aumenten las comunicaciones entre los maestros, también es cierto que hay quien lo puede vivir como una sobrecarga, ya que esta forma de trabajar requiere más coordinación y esfuerzo de colaboración. En las entrevistas ha aparecido reiteradamente esta necesidad de coordinación cuando se hace el apoyo dentro del aula, ya que se han de planificar las actividades y acordar las respectivas intervenciones. En las valoraciones que recogemos en la comisión de atención a la diversidad sobre el trabajo de los dos maestros en el aula, cada curso aparece la necesidad de tener más tiempo para la coordinación y periódicamente se piensan maneras de mejorarla. Hay que decir que, en general, esta tarea no es vivida como una carga, sino como una necesidad. De todos modos, si un centro empieza a trabajar de esta manera, se necesita un cierto tiempo de experiencia y consolidación de las dinámicas para poder hacer valoraciones fiables, ya que a corto plazo no hay beneficios inmediatos. Es fácil hacer valoraciones negativas cuando, en realidad, no se está dispuesto a cambiar o se prefieren propuestas supuestamente más fáciles y efectivas. En el trabajo que he realizado, investigando en relación con estas percepciones, pude ver que, en general, el profesorado pensaba que trabajar fuera del aula representaba menos esfuerzo para compartir y cuestionarse aspectos de la propia práctica. En las sesiones de discusión, también se planteó que trabajar dos maestros en el aula al principio supone un reto; decían que de no existir un equipo directivo convencido y una comisión que lo coordina y 109 estimula, seguramente sería difícil mantener este modo de trabajar en todo el centro y, posiblemente, las inercias conducirían, en ciertos casos, a volver a hacer el apoyo fuera del aula, ya que es más cómodo y no requiere tanta coordinación. En diversas escuelas que visité en Italia donde los alumnos estaban casi siempre dentro del aula, vi que tenían muy claro que hacer el apoyo fuera del aula era mucho menos efectivo y consideraban que llevaba a prácticas más segregadoras y a un trabajo menos implicado y más cómodo por parte de los maestros de apoyo. No obstante, actualmente en esta escuela los beneficios superan a las dificultades y a muchos maestros de la escuela les resultaría muy difícil volver a trabajar fuera del aula, y lo verían contraproducente por otros motivos. Una maestra de apoyo que anteriormente ha sido tutora lo expresa así: Llega un momento en que lo has hecho tanto que ya no concibes que no se pueda ayudar a un niño en la clase. Lo tenemos como muy incorporado y ha ido calando. Poca gente te lo cuestionará. Saben qué se hace así. Saben que no estás solo. La comisión sirve además de cojín. El hecho de poder hablar, comentar… sea contigo, sea con la persona de apoyo… Yo no podría ir a una escuela en la que esto no se hiciera. No sabes si es inclusión o el nombre que recibe, pero lo tienes claro. Las sesiones compartidas Sobre todo en los primeros años de hacerse el apoyo dentro del aula, muchos tutores organizaban la clase y las sesiones sin prever que en ella habría otro maestro. Se contaba con que él era una ayuda más y que debía ser él quien tenía que intentar ayudar a los alumnos adaptándose a la actividad que se hacía en aquel momento en el aula. A menudo había actividades en las que el maestro de apoyo podía intervenir muy poco debido a que el tutor estaba explicando y no le daba un papel educativo dentro del grupo. Estos problemas surgían en las reuniones de la comisión y, poco a poco, se fueron encontrando maneras de disminuir estas situaciones y de optimizar estas sesiones. Pronto se fue viendo que hacer el apoyo dentro y no cambiar otras cosas no era funcional, y que, en estas sesiones, había que tener en cuenta determinados criterios. Si se quiere aprovechar el hecho de que haya dos maestros en el aula y se quiere atender la diversidad, no se puede hacer cualquier actividad; las actividades han de reunir ciertos requisitos y se tiene que planificar la sesión teniendo en cuenta algunos criterios básicos. Así pues, se consensuó una especie de decálogo de criterios sobre el tipo de actividades que había que hacer en estas sesiones, el tipo de contenidos y el tipo de intervenciones educativas. A pesar de ello, debemos ser conscientes de que siempre hay o habrá momentos o sesiones en los que será difícil tener en cuenta 110 estos criterios, debido a la inevitable necesidad de improvisar que comporta la labor educativa diaria y debido a los muchos factores que entran en juego. A continuación reproduzco una parte de una sesión de discusión en la que las maestras hablan en torno a estas situaciones: UNA TUTORA: A veces los maestros de apoyo pasáis ratos esperando… Pensando ¿cuándo intervendré? MAESTRA DE APOYO: Hombre, a veces sí… UNA MAESTRA DE APOYO NUEVA: A principio de curso me pasaba más. Supongo que también porque yo era nueva y algún tutor también era nuevo. Me pasaba que tenía que esperar porque el maestro estaba con el gran grupo. Ahora, por ejemplo, ya tengo más confianza y, si la tarea no me permite la intervención, lo hablamos o hago otra cosa… TUTORA: Se debe prever… si no, no se aprovecha el hecho de que seamos dos en el aula. La planificación de las sesiones compartidas Para que puedan trabajar dos maestros en el aula hay que ir negociando y pactando las actividades y los roles respectivos. Para ayudar a los maestros a hablar y a ponerse de acuerdo, se diseñó la «Hoja de acuerdos para las sesiones con apoyo» de la página siguiente. Esta hoja sirve de guión para hacer las reuniones entre el tutor y el maestro de apoyo, y para acordar lo que harán en las sesiones. Previamente, al entrar en el aula los dos maestros deben coordinarse en relación con los siguientes aspectos: ▪ Acordar qué se hará en los momentos en que se entrará en el aula (hoja de acuerdos citada) y estar informado de las actividades previas y posteriores relacionadas con lo que se trabaja en el aula. Acordar el tipo de actividades y los contenidos que se trabajarán. Prever qué organización se hará del espacio y los tipos de agrupamientos de los alumnos. ▪ Acordar con el maestro el nivel de participación en la dinámica del aula, en función de los objetivos que nos planteamos, acordar el nivel de implicación en la planificación, la ejecución y la evaluación del alumnado. ▪ Los alumnos que presentan más barreras para el aprendizaje y la participación han de ser tenidos en cuenta. Además de hacer actividades abiertas y que tengan en cuenta la diversidad, hay que asegurar que estos alumnos reciben la atención y la ayuda que necesitan, hay que estar atentos a estos alumnos, observarlos e intervenir cuando la actividad así lo requiera. No es necesario que únicamente sea el maestro de apoyo el que se encargue de ellos. Al contrario, es recomendable que el propio 111 ▪ tutor pueda estar más pendiente de estos alumnos en algunas sesiones para observar sus estrategias y dificultades, y poder aprender a adaptar ciertas actividades. Valorar posteriormente cómo ha ido y prever los cambios que piensan que han de introducir. En el anexo II, número 3 pueden verse diferentes hojas de apoyo elaboradas por profesores de clases diferentes con sus respectivos maestros de apoyo o para otros programas (informática, por ejemplo). En ellos se recogen los acuerdos tomados en relación con las sesiones con dos maestros para aquel curso académico. A lo largo del curso, en función de cómo evolucionan los alumnos y la dinámica del grupo, estos acuerdos se pueden modificar o revisar y dar lugar a nuevas propuestas que generalmente ya no se formalizan a nivel institucional. 112 Contenidos que se priorizan Existen ciertos contenidos y capacidades que se consideran prioritarios para que los alumnos puedan continuar progresando en la escuela y para que se 113 puedan integrar en la sociedad de la manera más autónoma posible. Son contenidos que son más necesarios, en los que es frecuente que los alumnos manifiesten especiales dificultades. Debido a que las horas con dos maestros en el aula no son muchas, se decidió que los maestros de apoyo entraran en el aula cuando se estaban trabajando estos contenidos instrumentales que requieren un trabajo más intenso. Se prioriza que los apoyos se hagan en horas en las que se trabajan los contenidos de lengua (oral y escrita) y de matemáticas. Se potencian actividades desde la vertiente más procedimental, que potencien habilidades, destrezas o técnicas y que favorezcan aprendizajes útiles en situaciones escolares y extraescolares de la vida del alumnado. Se destaca la importancia del aprendizaje de la lengua debido a su influencia en el aprendizaje de muchos otros contenidos y se priorizan estas competencias desde una perspectiva comunicativa y funcional. En el cuadro siguiente recojo los contenidos que la escuela identificó como prioritarios a la hora de atender la diversidad y de hacer apoyo dentro del aula. Cuadro 6 Contenidos prioritarios que conviene trabajar en las sesiones de apoyo Expresión y comprensión oral ▪ Comprensión de lo que se dice, de las explicaciones generales, de las consignas de los maestros, de las comunicaciones con los compañeros. ▪ Participación –en el grado que sea posible y con las ayudas y estrategias que sean necesarias– en las conversaciones y situaciones comunicativas del aula. ▪ Capacidad de expresarse con claridad y de una manera organizada a fin de comunicar vivencias, necesidades y dificultades. Para poder relacionarse y comunicarse en los diferentes contextos en los que se encuentra. Lectura ▪ Comprensión de lo que se lee. ▪ Interpretación. ▪ Utilización de la lectura para aprender. ▪ Lectura por placer. Text escrit ▪ Escribir textos de diferentes tipos con finalidades concretas: para comunicar, para recordar, para hacer trabajos, para mostrarlo, para que otros lo lean. ▪ Producción de textos utilizando las tipologías de texto más funcionales: mensajes, cartas, listas, narraciones, descripciones, trabajo, etc. Hábitos de trabajo y organización ▪ Autonomía dentro del aula. ▪ Orden y organización de los propios materiales y trabajos. ▪ Capacidad de esfuerzo. ▪ Anticipación de las actividades y de los procesos conocidos que hay que realizar. ▪ Planificación de la propia actividad. 114 ▪ Revisión de la propia actuación o trabajo, reflexión y evaluación. ▪ Mejora de actuaciones y/o producciones. Matemáticas ▪ Numeración. ▪ Cálculo y operaciones. ▪ Resolución de problemas. Algunas concreciones para el parvulario Hacer el apoyo dentro del aula cuando: ▪ Se están trabajando los contenidos prioritarios. Sobre todo: actividades que permitan hablar de las cosas que se hacen, que se han hecho o que se harán; que trabajan los procedimientos y conceptos básicos de espacio, de tiempo; actividades en las que los niños pueden experimentar, preguntar, hablar… ▪ Actividades en las que los niños pueden hablar, escuchar y trabajar conceptos básicos relacionados con el conocimiento de su entorno. Conceptos y procedimientos que les permiten estructurarse en el espacio y en el tiempo, conocer la realidad que les rodea y poder hablar sobre ella. De representación y comprensión de la realidad. ▪ Actividades de razonamiento verbal y manual. ▪ Actividades de juego en rincones en las que los niños juegan y hablan con sus compañeros, y actividades de talleres diversos. ▪ En el curso de parvulario de cinco años: actividades de experimentación y conocimiento de la lengua escrita y de uso de los conocimientos matemáticos. Contenidos susceptibles de ser trabajados fuera del aula Hay algunos contenidos en los que, excepcionalmente, puede ser conveniente trabajar fuera del aula individualmente o en pequeño grupo: ▪ Cuando se ha de trabajar la expresión oral en grupo reducido, el ruido del aula a veces puede obstaculizar la comunicación e intervención con los alumnos que tienen más dificultades. Estos niños con frecuencia hablan con voz baja y con cierta inseguridad; con ellos, en ocasiones se requiere trabajar en un espacio más íntimo para que se expresen con menos inhibición. Para trabajar estos contenidos, aunque hay que trabajarlos en el aula desde el punto de vista de la comunicación natural dentro de la vida cotidiana del aula, en determinados momentos puede ser conveniente hacer intervenciones en pequeño grupo fuera del aula. ▪ En educación primaria, cuando hay que trabajar la lectura y la comprensión lectora con alumnos que tienen dificultades, a veces también es conveniente disponer de momentos de calma para escuchar, leer conjuntamente o releer. Pueden ser sesiones en grupos reducidos para hablar, ver qué se ha comprendido y releer lo que haga falta, ya sea dentro del aula –si no hay demasiado ruido– o fuera de ella. También conviene a veces sacar a algún alumno del aula para trabajar la lectura de manera más individualizada, en sesiones de poca duración y en momentos clave de su proceso de aprendizaje de la lectura. (Extraído del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela Folch i Torres) Tipos de actividades En este apartado se exponen los criterios generales que se consensuaron en la comisión de atención a la diversidad. Muchos de estos criterios parten de diversas propuestas metodológicas sobre la atención a la diversidad y la educación inclusiva que han realizado diversos autores (Ainscow, 2004; Porter, 2001; Pujolàs, 2003; Stainback y Stainback, 2004; Tharp y otros, 2002; Onrubia, 115 2004). Cambiar el estilo docente en pro de prácticas más abiertas que respondan a la diversidad es una tarea compleja que requiere tiempo, interés, formación y, sobre todo, acompañamiento dentro del aula. Hay maestros que han avanzado mucho en este camino y hay otros que van a un ritmo más tranquilo. Por este motivo se propone que, en los momentos en los que hay dos maestros en el aula, se hagan propuestas de actividades que tengan en cuenta la diversidad y se vayan probando metodologías más innovadoras en este sentido. Después, cada maestro y cada pareja de maestros adaptan los criterios propuestos para la escuela a su manera de hacer; en ciertas aulas se hacen propuestas de trabajo cooperativo, talleres o planes de trabajo, y en otras se utilizan metodologías más tradicionales. Evidentemente, se trata de actividades y de criterios que conviene tener en cuenta en todas las horas de clase, pero de momento esto aún no es siempre así y al menos se asegura que se haga en las sesiones con apoyo. De este modo, los maestros pueden disponer de la colaboración de los maestros de apoyo para avanzar conjuntamente hacia prácticas más abiertas y diversificadas. En el Dossier para la atención a la diversidad de la escuela, se recogen estos criterios para que los maestros puedan ir recordándolos y para que sirvan como información para los maestros nuevos. Es una especie de decálogo de escuela que sirve de orientación cuando hay que pactar lo que se hará en las sesiones en las que entra el maestro de apoyo. En el cuadro 7 recojo el tipo de actividades que se recomiendan. Como se verá, se trata de indicaciones sencillas que los maestros pueden tener en cuenta a la hora de planificar las actividades. Actualmente, hay muchos trabajos que pueden servir de referencia a la hora de hacer propuestas que atiendan la diversidad. Especialmente interesantes son los enfoques metodológicos que estimulan la cooperación entre alumnos y que, de este modo, consiguen aumentar su participación y aprendizaje. Diversos autores han realizado interesantes trabajos en torno al aprendizaje cooperativo desde diversas perspectivas (Pujolàs, 2003; Tharp y otros, 2002; Johnson y Johnson, 1997) y aportan orientaciones y propuestas concretas para llevarlas a la práctica. El trabajo eficaz en grupo puede adoptar diversas formas, pero requiere que todos los individuos del grupo participen en él activamente y consigan implicarse en un resultado común que no podrá ser evaluado de manera independiente, sino que requerirá de la colaboración de todos. Según Johnson y Johnson (1997), en las experiencias de trabajo en grupo hay que tener en cuenta los siguientes criterios: ▪ Interdependencia positiva: todos los participantes se sienten unidos para conseguir un objetivo común; para que el grupo tenga éxito, es necesario que todos y cada uno de sus miembros también lo tengan. 116 Cuadro 7 ¿Qué tipo de actividades conviene priorizar en las sesiones de apoyo? ▪ No resulta tan adecuado proponer actividades de gran grupo en las que el peso de la actividad recae en el profesor (actividades centradas en el profesor con poca iniciativa y actividad por parte del alumno, como por ejemplo explicaciones, etc.). Estas situaciones son inevitables cuando hay dos maestros en el aula, pero es necesario reducirlas en la medida de lo posible, ya que para estas situaciones, en general, basta con la presencia de un solo docente. ▪ Proponer actividades en las que haya interacción y trabajo conjunto con compañeros. Trabajo en parejas y en pequeño grupo en el que los alumnos pueden confrontar los diferentes puntos de vista y se ayudan entre ellos. Las diferentes tareas que el grupo ha de realizar se pueden distribuir según las capacidades y los intereses de los alumnos y, si un alumno tiene dificultades para realizar ciertas actividades, se puede adecuar su tarea a sus posibilidades, para que colabore en el producto común y enriquezca el trabajo del grupo. ▪ Hay que organizar el aula de manera que se favorezca una cierta flexibilidad a la hora de poder agrupar a los alumnos. La organización del espacio en el aula es importante y es algo de lo que deben hablar ambos maestros para favorecer la interacción entre los alumnos y con los maestros. Puntualmente, puede ser positivo agrupar a algunos alumnos o sentarse al lado de aquellos que necesitan más ayuda (mesas agrupadas, separación suficiente, etc.), sin que ello implique agrupar por niveles y dificultades a lo largo de toda la jornada escolar. Es conveniente que haya flexibilidad y variedad de situaciones interactivas entre los alumnos. ▪ Proponer actividades abiertas que permitan diferentes niveles de resolución y de complejidad. A partir de una propuesta marco, cada alumno puede desarrollarla según sus intereses y capacidades; para aquellos alumnos que lo necesiten, se hacen propuestas más acotadas o sencillas. Por ejemplo, escribir un texto a partir de consignas previas y de hablar y proponer referentes para realizar el trabajo (esquemas en la pizarra, ideas que tener en cuenta, etc.); producir textos diferentes y con niveles distintos de exigencia (poner las iniciales a nombres de los niños de la clase, asociar el nombre a la fotografía, escribir el nombre de algunos compañeros sin modelo y con modelo, etc.); a partir de una propuesta global de hacer una descripción, dar diferentes posibilidades para escoger (hacerla de un personaje que se ha trabajado bastante en la clase, de un personaje dibujado que pueden ver, de un personaje inventado; seleccionar y ordenar frases propuestas en relación con el personaje, acabar una descripción iniciada…), etc. ▪ Proponer actividades en las que los niños y las niñas, y más concretamente aquellos que tienen dificultades, puedan tener éxito. El éxito, en cierta medida, es indispensable para que el alumnado se implique en lo que hace en la escuela y tenga ganas de aprender, avanzar y ponerse a prueba. Hay que diversificar el tipo de actividades para conseguirlo y buscar estrategias para facilitarlo: preparando antes lo que se hará en el aula, con complicidad entre los maestros, favoreciendo que participen cuando sabemos que saldrán airosos ante el grupo, con coordinación con la familia u otros apoyos, destacando los aspectos positivos por encima de los negativos, etc. ▪ Preparar pautas de autoevaluación a fin de que los propios alumnos puedan valorar qué saben y qué no saben. Momentos de conversión profesor-alumno y entre alumnos para que vean qué hacen para aprender, qué les cuesta más, y que se puedan pactar actividades o materiales de apoyo o de refuerzo. Ayudarles a ir planteándose objetivos de aprendizaje posibles y graduados (mínimos y que se van revisando periódicamente). (Extraído del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela Folch i Torres) ▪ Interacción estimulando cara a cara: están juntos y han de dialogar para aprender. 117 ▪ Se percibe claramente un compromiso individual y una responsabilidad personal para alcanzar los objetivos del grupo. Cada miembro es responsable de demostrar sus aportaciones al trabajo del grupo y su aprendizaje personal, teniendo en cuenta sus capacidades. ▪ Habilidades sociales: es necesario utilizar destrezas y habilidades de interacción y relación para que el grupo funcione (escuchar, respetar, ayudar, aclarar, etc.). ▪ Seguimiento del proceso y valoración del grupo: los miembros del grupo valoran sus esfuerzos por colaborar y la mejora de su trabajo en relación con los objetivos de aprendizaje. Estrategias de intervención dentro del aula Hemos visto que en las sesiones de apoyo se priorizan –en términos generales– unos determinados contenidos y se realizan un determinado tipo de actividades que favorecen la atención a la diversidad. A continuación recojo los criterios que hay que tener en cuenta en la intervención educativa con los alumnos dentro del aula, tanto por parte del maestro de apoyo como del tutor o de la tutora. Se trata de orientaciones, pautas e ideas que hay que tener en cuenta en estas sesiones y, en realidad, en todas las actividades del aula. Son criterios seleccionados de diversos autores que se han ocupado de estos temas y que han ido explicitando y destacando en diversos trabajos (Ainscow, 2004; Porter, 2001; Pujolàs, 2003; Stainback y Stainback, 2004; Tharp y otros, 2002; Onrubia, 2004). El hecho de que la escuela los haya consensuado, escrito y comentado en el claustro, aunque no asegura una práctica inclusiva en todas las aulas y en todos los momentos, permite poder ir recordándolos, valorando su presencia en las aulas, pensando maneras de implementarlos, ampliarlos o modificarlos. Permite que sirvan de referente explícito y consensuado para la evaluación de la práctica y para ir revisando las situaciones educativas que tienen lugar en las diferentes aulas. En el cuadro 8 aparecen los criterios elaborados en la comisión de atención a la diversidad y recogidos en el Dossier para la atención a la diversidad del centro. Cuadro 8 Estrategias de intervención en el aula ¿CÓMO INTERVENIR PARA FAVORECER EL APRENDIZAJE Y LA PARTICIPACIÓN DE TODO EL ALUMNADO DENTRO DEL AULA? ▪ Establecer un clima afectivo y relacional basado en la confianza, la seguridad y la aceptación, en el que se potencie la curiosidad, la capacidad de sorpresa y el interés. Hay que cuidar no sólo los aspectos cognitivos e intelectuales, sino también los aspectos relacionales, afectivos y emocionales. Con ciertos alumnos que se sienten poco competentes, que tienen una historia de fracaso en la escuela y que no tienen interés por lo que la escuela les ofrece, la labor prioritaria del docente es la de buscar la conexión afectiva y emocional que sirva de apoyo al aprendizaje, crear un clima positivo que lo posibilite. ▪ Utilizar el lenguaje de la manera más clara y explícita posible, intentando evitar y controlar posibles malentendidos o incomprensiones. 118 Ser explícitos y claros en relación con las normas que han de regir la organización y el funcionamiento del aula. Cumplir las normas y los acuerdos que se hayan alcanzado en el ámbito de grupo y de centro. También en relación con las actividades de enseñanza-aprendizaje y en relación con toda la acción educativa: vocabulario adecuado y comprensible para el alumnado; aportar ejemplos siempre que sea necesario, clarificar palabras o conceptos nuevos, y establecer relaciones explícitas entre conceptos, principio o normas. AL INICIO DE LA ACTIVIDAD ▪ Explicar los objetivos de aprendizaje de la actividad de la manera más clara y concreta posible («Con esta actividad quiero que aprendáis a calcular mentalmente…»). Relacionar con otras actividades o aprendizajes realizados en otros momentos. Ver qué piensan, si les interesa aprenderlo o no, qué utilidad tendrá para aprendizajes posteriores y para la vida en sociedad a fin de que puedan ver el sentido y la funcionalidad de lo que se hace en la clase («¿Por qué hacemos esto? ¿Qué espero que aprendáis o seáis capaces de hacer?»). ▪ Presentar la actividad con claridad y explicando los diferentes pasos que hay que dar. Si es necesario, escribirlos en la pizarra para recordarlos (esto ayuda a los alumnos a planificarse y a ser más autónomos). Responder a todas las dudas y preguntas sobre lo que han entendido y sobre lo que les pedimos que hagan. Hacer que algún alumno lo explique y procurar estimular a los que tienen problemas de atención o de concentración en las explicaciones para que participen activamente y desarrollen la capacidad de escucha y atención. ▪ Favorecer que el alumno aprenda a escuchar y a entender las consignas en relación con las tareas; que aprenda a planificarse y a trabajar con una cierta continuidad y concentración. En ciertos momentos, hay que hacer intervenciones para ayudar a los alumnos a orientarse en la actividad propuesta, ver si la ha comprendido y ayudarle a centrarse y a ordenar su acción: «¿Qué tienes que hacer ahora? ¿Qué ha explicado la maestra? ¿Has entendido lo que se ha dicho? ¿Qué crees que tienes que hacer primero? ¿Y después? ¿Qué necesitas para ponerte a trabajar? ¿Crees que algún material o mural del aula te puede servir de ayuda? ¿Quién crees que te lo podría resolver? ¿Quién te podría ayudar?». Determinados alumnos con dificultades tienen tendencia a esperar que la maestra les explique o les oriente individualmente después de hacer la explicación general. El hecho de darles estas orientaciones individualizadas es muy positivo y necesario, pero hay que evitar que el alumno se acostumbre demasiado a esta manera de proceder y ya no haga el esfuerzo –si puede– de estar atento y de entender explicaciones o consignas que podría comprender perfectamente si se esforzara un poco. Con frecuencia, en el caso de estos alumnos hay que plantear estrategias para conseguir que estén atentos y que participen activamente en esos momentos de explicación: – Hacer que se sienten delante. – Ir reclamando su atención con la mirada simplemente, gestualmente o, a veces, verbalmente. – Favorecer y potenciar su participación (hacerles preguntas, hacer comentarios relacionados con sus experiencias, aclarar dudas, etc.). – Hacerles alguna pregunta cuando sabemos que pueden responderla. Por otro lado, es necesario que esta atención y participación se vean recompensadas y les produzca un cierto reconocimiento: felicitaciones, experiencias de éxito, atención positiva de los demás, etc. ▪ Activar los conocimientos previos del alumnado y su participación. Establecer, lo máximo posible, relaciones constantes y explícitas entre los nuevos contenidos que son objeto de aprendizaje y los conocimientos previos del alumnado. Ver qué saben sobre lo que vamos a hacer. Recordar cosas hechas anteriormente. Relacionar con cosas realizadas en cursos anteriores o fuera de la escuela. Se trata de explicitar nosotros relaciones con otros aprendizajes o situaciones 119 anteriores y, por otro lado, potenciar y favorecer que sean los propios alumnos quienes establezcan y expliciten estas relaciones enriqueciendo así el tema o contenido que trabajamos («¿Recordáis? ¿Quién recuerda? ¿Qué os recuerda esto? ¿Quién podría explicar algo más al respecto?»). Que establezcan relaciones entre lo que aprenden en clase y lo que han aprendido, hecho o visto en otros momentos o en otros ámbitos (relaciones significativas para ellos que pueden no serlo para nosotros, etc.). Que aporten materiales, experiencias, ideas para enriquecer la actividad. Favorecer la implicación activa y la actividad mental constructiva. Es muy importante en estas situaciones aceptar todas las aportaciones, aunque unas nos parezcan más relevantes y otras no nos parezcan pertinentes. A veces, las relaciones que determinados alumnos pueden establecer con los contenidos que tratamos pueden ser muy parciales o incluso equivocadas desde nuestro punto de vista. Hay que tener muy en cuenta que los alumnos lo relacionan con sus conocimientos previos que, en ocasiones, están muy lejos de nuestros esquemas de conocimiento. Para que los alumnos con dificultades se sientan capaces de participar activamente estableciendo relaciones y aportando sus conocimientos o intereses, es indispensable que sientan que se aceptan y respetan sus aportaciones, aunque a veces puedan parecer poco oportunas o poco enriquecedoras para el resto del grupo. ▪ Proponer actividades con niveles de dificultad diferentes y distintos tipos de ayudas. Explicar diferentes maneras de hacer la actividad que se propone. Recordar las ayudas a las que pueden recurrir para realizar la actividad: libros, murales del aula, diccionarios, actividades realizadas anteriormente, modelos de ejemplo, ayuda de los compañeros, ayuda del profesor… Procurar que cada alumno, a partir del conocimiento de sus posibilidades y de nuestra ayuda, pueda elegir el nivel de resolución de la actividad que querrá desarrollar. 120 DURANTE LA ACTIVIDAD ▪ Animar a todos los alumnos y alumnas, y especialmente a aquellos que tienen dificultades, y mostrar confianza en sus posibilidades, exigiendo todo lo que pueden hacer por sí solos y favoreciendo que reciban ayuda de los compañeros o de los maestros si lo necesitan. ▪ Fomentar y potenciar estrategias de colaboración y de ayuda entre alumnos. Ayudar a crear relaciones de colaboración y cooperación entre los alumnos. Potenciar actitudes positivas en relación con los alumnos con más necesidades por parte de los compañeros y del resto de maestros. ▪ Ayudar a que se establezcan relaciones de ayuda entre alumnos, favoreciendo que el alumnado vaya aprendiendo las estrategias necesarias: – Saber pedir ayuda cuando se necesita. – Saber proporcionar las ayudas pertinentes y necesarias según las necesidades, evitando la excesiva dependencia y ofreciendo modelos imitar (a veces, es necesario que los maestros expliquen al grupo en qué cosas pueden ayudar a sus compañeros y en qué cosas no es necesario que les ayuden porque ellos ya pueden hacerlas solos). ▪ Favorecer el contraste entre puntos de vista moderadamente divergentes en relación con una tarea o un contenido de resolución conjunta. Ayudarles a explicitar lo que han comprendido y lo que no entienden, a intercambiar opiniones, a explicar el propio punto de vista, a intercambiar roles según la tarea o el contenido de resolución conjunta. Hacer que se den cuenta de que todos necesitan ayuda en ciertos momentos, según la actividad que se está realizando, y que no siempre son los mismos los que necesitan ayuda. ▪ Fomentar experiencias de éxito en el aula. Intentar que todos los alumnos participen y puedan tener éxito graduando el nivel de exigencia y de dificultad. Ningún alumno puede permanecer mucho tiempo sin hacer nada o permanecer al margen de lo que se hace en la clase. Fomentar que los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación puedan tener experiencias de éxito dentro del aula a partir de: - Prever y pensar en qué actividades pueden tener éxito y fomentar su participación en estos momentos. - Estar muy receptivo a su participación y valorarla positivamente, aunque no se ajuste a lo que esperamos. - Preparar antes intervenciones o trabajos para que los pueda exponer después en el grupo con complicidad entre los maestros. - Potenciar que participe y aporte experiencias y opiniones cuando sabemos que conoce el tema que estamos trabajando o del que estamos hablando, y valorar sus aportaciones. ▪ Proporcionar ayudas diferentes según las dificultades que muestran los alumnos mientras realizan la tarea: reducir la tarea a determinados alumnos, ayudarles en determinados momentos, proponerles que consulten otros materiales, proponerles que observen lo que hace un compañero. ▪ Promover estrategias de trabajo y autonomía dentro del aula ordinaria más que ayuda directa: – Que pueda realizar encargos y tareas habituales del aula. – Proporcionarle ayuda contingente, la mínima indispensable para seguir las actividades del grupo. – Aportarle ayuda y retirarnos a fin de que se vaya esforzando y vaya aprendiendo a trabajar solo y no se limite a esperar la ayuda individualizada. – Promover que escuche las indicaciones de la tutora y no espere las de la maestra de refuerzo. – Que vaya a buscar materiales de consulta. 121 – – – – Que busque en esquemas/murales orientadores del aula. Que aprenda a pedir ayuda, en caso de que la necesite, a los compañeros o al maestro. Que aprenda a utilizar los materiales y herramientas de trabajo de la clase. Que aprenda a clasificar, ordenar y encontrar sus materiales y los del aula. ▪ Utilizar diferentes materiales de apoyo y trabajo en relación con los temas que se trabajan. Apoyos visuales (vídeos, dispositivas, transparencias, libros, revistas, etc.), observación in situ (salidas, experimentos, etc.), apoyos orales (radio, casete, etc.), materiales para manipular, construir, tocar, experimentar… ▪ Ayudar a los alumnos a ir autoevaluando los aprendizajes realizados y sus dificultades, a fin de detectar los problemas que tienen e intentar resolverlos. Darles criterios para valorar lo que hacen, hacerlos comparar trabajos, ver si los pueden mejorar, etc. ▪ Ir realizando una evaluación formativa durante las propias actividades. El hecho de que haya dos maestros en el aula favorece la posibilidad de ir observando lo que hacen los alumnos e ir hablando con ellos. Es interesante desplegar una actitud de observación y sensibilidad por lo que están haciendo o diciendo. Esta observación permitirá detectar los errores y las dificultades a fin de poder proporcionar las ayudas más pertinentes. Permite conocer mejor la zona de desarrollo potencial del alumno e ir ajustando la ayuda, proporcionándole ayudas mínimas para estimular su participación y autonomía. Se podrá así ir introduciendo modificaciones y ajustes específicos tanto en la programación más amplia como en el desarrollo «sobre la marcha» de la propia actuación en función de la información obtenida a partir de las actuaciones y producciones de los alumnos. ▪ Promover la utilización autónoma de los conocimientos que aprenden. Crear espacios y actividades en el aula en las que los alumnos deban utilizar, casi sin ayuda o con muy poca, lo que han aprendido en otras situaciones quizá más académicas y con más intervención y dirección por parte de los maestros. No tanto con la finalidad de evaluar, sino con la finalidad de que utilicen los diferentes conocimientos que van adquiriendo en situaciones diferentes, quizá más habituales y funcionales. Por ejemplo, una vez enseñadas las unidades de medida, haber medido objetos, espacios… proponer actividades diferentes en las que, sin ayuda por nuestra parte, tengan que utilizar solos aquellos conocimientos, ya sea de manera individual o en pequeño grupo. AL FINAL DE LA ACTIVIDAD ▪ Favorecer la reflexión sobre lo que aprendemos, lo que no sabemos, lo que nos cuesta, lo que queremos saber, etc. ▪ Realizar algunas veces actividades de evaluación final, comparándolas con las de evaluación inicial con los alumnos: qué hemos aprendido, en qué hemos mejorado, qué es lo que aún no sabemos, qué deberíamos trabajar más… Pactar, si es necesario, actividades o materiales de apoyo o refuerzo para aquellos alumnos que han mostrado dificultades. Acordar objetivos concretos, mínimos y posibles para trabajar contenidos que aprender, acordar hacer algunas actividades para conseguirlo. (Extraído del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela Folch i Torres y revisado) Tipos de apoyo con dos maestros en el aula En el cuadro 9 de la página siguiente describo los diferentes tipos de apoyo que se pueden hacer dentro del aula. Hay diferentes niveles de apoyo que se 122 pueden realizar para adaptarse a la metodología y manera de hacer del maestro curricular. Se establece una cierta gradación que va desde intervenciones de apoyo que se pueden hacer en el momento inicial de instaurar este tipo de apoyo, y que implican poca coordinación entre maestros, hasta modalidades de auténtico trabajo cooperativo de los dos maestros dentro del aula, ya sea porque se produce un intercambio temporal en los respectivos roles o porque se conducen las actividades entre ambos, fomentando la interacción entre los maestros y los alumnos. Hay un último nivel (nivel 8) que hace referencia a la preparación de materiales para sesiones en las que el tutor o maestro curricular está solo con todos los alumnos. En cada nivel he intentado explicitar el tipo de intervenciones que realizan los dos maestros, criterios para decidir la oportunidad de cada modalidad y la coordinación que implica cada una. 123 124 El primer nivel se suele utilizar mucho en centros donde hay integración de alumnos muy graves. Parte de una idea de inclusión del alumno dentro del aula y su grupo, pero en principio no implica una intención de colaborar en la innovación y en la mejora de la atención a la diversidad en el aula y en el centro. El maestro curricular planifica y conduce la actividad y el maestro de apoyo o auxiliar ayuda al alumno a realizar aquellas actividades con ayuda. No se requiere coordinación, aunque sería deseable para favorecer la mejora de las competencias de los dos maestros gracias a la interacción y la colaboración. El hecho de estar sentado constantemente al lado del alumno con necesidades educativas especiales favorece poco el progreso en la capacidad de autonomía; a menudo, los alumnos no aprenden a buscar otros tipos de ayuda (de los materiales, de los compañeros, etc.). En principio, no favorece la implicación del maestro curricular y se destacan demasiado las diferencias entre alumnos. A medida que el alumno se hace mayor, le puede incomodar más este tipo de ayuda. En el segundo nivel se encuentra el mismo tipo de intervención, pero hay una clara voluntad de fomentar la autonomía e investigar y probar otros apoyos posibles dentro del aula. Requiere poca coordinación: conocer los contenidos y el sentido de la actividad, y es aconsejable comunicarse los progresos en la autonomía y el trabajo de los alumnos dentro del aula para consensuar cuál es la mínima ayuda que el alumno necesita para avanzar. Hay que ir comentando las 125 nuevas estrategias que se descubren como más importantes para él y para el resto de alumnos. Es interesante ir ampliando las ayudas a otros alumnos y –si es posible– flexibilizar la cuestión de qué profesional las lleva a cabo, de manera que no sea solamente el maestro de apoyo. En el tercer nivel se requiere una mayor colaboración y coordinación. Puede tratarse de sesiones semanales periódicas acordadas para trabajar determinados contenidos o se pueden organizar los grupos a lo largo de la sesión, cuando los alumnos han de realizar determinadas actividades. En este último caso, se requiere de una buena comunicación y mucha flexibilidad por parte de los maestros que organizan los grupos cuando ven que la actividad lo requiere y que los alumnos necesitan más ayuda. La ubicación y organización de las mesas puede facilitarlo o complicarlo. A veces, es el maestro de apoyo quien lo propone si ve que los alumnos a los que se ha de dar apoyo tienen muchas dificultades y necesitan más ayuda por su parte. En este caso, debe haber una buena sintonía y llegarse a acuerdos previos con el maestro curricular/tutor en este sentido. También puede ocurrir que sea el propio maestro curricular el que detecte dificultades en algunos alumnos y él mismo tome la iniciativa de ayudarles con más intensidad. Esta opción es positiva, ya que favorece un mayor conocimiento de los alumnos que tienen dificultades por parte del tutor, conocimiento que le será útil para otras sesiones en las que quizá no contará con el profesor de apoyo. De este modo, los maestros curriculares van adquiriendo progresivamente competencias en relación con la intervención con estos alumnos. En el cuarto nivel las intervenciones de ayuda son más indiferenciadas y los alumnos perciben que los dos maestros les ayudan de la misma manera. En este nivel, es necesaria una mayor coordinación y comunicación entre los maestros. Hay que compartir previamente el sentido de la actividad y los objetivos y contenidos que hay que trabajar, y hay que ir consensuando las maneras de ayudar y dar apoyo a los alumnos. Es necesario compartir también los criterios de valoración y corrección para evitar descalificaciones mutuas que desgastan la colaboración. Cuando hay alumnos con mucha dependencia o que necesitan mucha ayuda, puede resultar más complicado, pero, si hay buena sintonía, también es posible y positivo. Hay que conocer a los alumnos y sobre todo tener claro cuáles pueden pasar desapercibidos porque son más pasivos o no piden ayuda. Identificar a los que hay que observar más para que no se descuelguen, para proporcionarles ayuda si la necesitan y para estimular que la vayan buscando o pidiendo cuando se encuentran con dificultades que ellos solos no pueden superar. En el nivel cinco ya hablamos de actividades organizadas para trabajar en grupos heterogéneos con trabajo cooperativo. En este caso, se utiliza una metodología muy adecuada para avanzar hacia una escuela inclusiva y es 126 deseable que también exista un trabajo cooperativo entre los dos maestros implicados. Si por los motivos que fuere esto no es posible (falta de tiempo, formaciones y experiencias muy diferentes, profesorado nuevo, etc.), es necesario compartir el sentido y los objetivos de la actividad y, sobre todo, el tipo de intervenciones y de ayudas que se pueden dar. Del mismo modo que se pretende favorecer la iniciativa e implicación de los alumnos, es coherente potenciarla también entre el profesorado. Este trabajo requiere ir disponiendo de repertorios, sugerencias y propuestas para ir aumentando la participación activa de los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación y asegurar sus posibilidades de éxito y valoración positiva. Por ello, es necesario previamente explicitar los criterios de evaluación con los alumnos. El nivel seis es interesante porque se puede realizar utilizando metodologías muy diversas y por parte de maestros con estilos muy diferentes, como de hecho se da en la mayoría de escuelas. Como siempre, se requiere una buena comunicación y relación entre los dos maestros; relación y colaboración que se puede ir construyendo si hay actitudes abiertas y dispuestas a aprender de los demás. Es fácil de utilizar por parte de maestros que tienen historia y saberes compartidos, pero también por parte de maestros con metodologías muy diferentes pero con curiosidad y dispuestos a plantearse otras maneras de hacer. También se puede dar con maestros que se conocen por primera vez pero son abiertos y respetuosos con las aportaciones de los demás. Se trata de un trabajo realmente cooperativo que enriquece el trabajo de cada uno y la interacción con los alumnos, que pueden disponer de visiones alternativas y de modelos de colaboración positivos entre adultos. Diversos maestros de apoyo a los que he podido entrevistar valoran muy positivamente que periódicamente se produzcan este tipo de situaciones en las que los alumnos les ven como conductores del grupo, en igualdad de condiciones que los tutores. En el nivel siete ya estamos hablando de la posibilidad de intercambiar los roles en algunas sesiones. Esta modalidad puede ser útil para introducir ciertos contenidos en el aula en los que el maestro de apoyo tiene una buena experiencia y formación. De este modo, puede hacer intervenciones de modelaje en las que el maestro curricular puede ver in situ cómo lo hace. Otras veces este intercambio de roles no se hace para introducir nuevos contenidos o nuevas metodologías, sino sencillamente para favorecer más flexibilidad en los respectivos roles y para reconocer la complementariedad según los respectivos saberes y experiencias. Es positivo que en los centros en general haya una mayor aceptación de las diferencias y un mayor reconocimiento de las diferentes capacidades para sacar provecho de los saberes de cada uno y generar 127 conocimiento a partir del aprendizaje entre iguales. En el nivel ocho ya no me refiero a actividades con dos maestros, sino a actividades de colaboración indirecta. El maestro de apoyo prepara materiales adaptados para actividades que realizará el maestro curricular; a menudo son unidades didácticas de ciencias naturales, de sociales o de matemáticas, pero también pueden ser de otros contenidos. Este trabajo no es exclusivo del maestro de apoyo y, de hecho, sería positivo que lo realizara el propio profesor o tutor a partir del conocimiento del alumno, sobre todo en aquellas materias en las que no dispondrá de apoyo. En cada caso, según las posibilidades de tiempo y experiencia en este sentido, se podría pactar quién se encarga de hacerlo. En el cuestionario que he pasado a los maestros, les preguntaba quién les parecía que era mejor que tuviera tiempo para hacer esta adaptación de los materiales. Partía de la idea de que es mejor que quien conduzca la actividad vaya aprendiendo a adaptarla, ya que, de este modo, se asegura una implicación más importante y una mayor funcionalidad de la tarea de planificación. La mayoría de los tutores (un 80%) no creen que sea más positivo que sea el tutor quien disponga de tiempo para adaptar los materiales de los alumnos con necesidades educativas especiales. En cambio, los que son o han sido maestros de apoyo lo consideran más positivo en un 87,5%. Seguramente, muchos tutores y tutoras tienen la sensación de que ya tienen demasiados frentes y prefieren que sea el maestro de apoyo quien se encargue de esta tarea. Quizá no se sienten suficientemente preparados para adaptar los materiales y necesitan la colaboración de los maestros de apoyo que tienen más experiencia en esta tarea. Darles más formación y tiempo para hacerlo, a la larga, les dotaría de estrategias y recursos para enfrentar la diversidad en el aula en las materias que son de su responsabilidad. Una maestra, en relación con esta pregunta, comenta: A ciertos tutores les cuesta mucho elegir y adaptar los materiales. El maestro de apoyo suele estar más acostumbrado a ver lo que es prioritario, aunque parezca incongruente. La valoración de las sesiones compartidas Algo que se intenta tener presente en la comisión es que, a lo largo del curso, los maestros implicados vayan hablando de los apoyos y de las sesiones conjuntas, sobre todo para detectar posibles problemas, para ir mejorando cómo encajan los dos maestros y para ir proponiendo pequeños cambios que mejoren la calidad de estas sesiones. No obstante, a pesar de tenerlo claro, a la hora de la verdad esto se hace de manera irregular según cada pareja de maestros. Hay diferentes talantes y la dinámica en la escuela es tan intensa y hay tantas cosas que solucionar y que tratar que, a veces, cuando se habla de esto en la comisión, 128 se constata que no siempre se ha podido hacer. En ocasiones, no ha habido tiempo para sentarse y hablar con calma cuando han surgido dificultades o cuando había que hacer una valoración más a fondo. De hecho, la coordinación entre las parejas de maestros no es nada fácil y cada final de curso se valora que es un aspecto que hay que mejorar. Las coordinaciones varían según cada pareja; hay parejas que hablan con frecuencia y encuentran momentos para comentar las dudas, otras necesitan un tiempo establecido para hacerlo de manera más continuada. Hasta ahora, no se había sistematizado, pero este curso las maestras de apoyo propusieron que, institucionalmente, se estableciera un mínimo de reuniones para favorecer su realización. Por eso, de cara al curso próximo se decidió establecer una reunión de coordinación de la maestra de apoyo con las dos maestras de cada nivel, como mínimo cada tres semanas, y destinar una reunión de ciclo al mes para hablar sobre lo que se hace en estas sesiones en las diferentes clases. Cada curso, en el mes de junio se hace una valoración de estas sesiones utilizando los criterios del cuadro 10. Estas valoraciones se ponen en común en la comisión de atención a la diversidad y después se comparten con el claustro en una reunión que tiene lugar a final de curso para valorar la atención a la diversidad (véase en el capítulo 4 el apartado «Actividades a final de curso», en la página 78). Cuadro 10 Criterios para hacer la valoración de la atención a la diversidad y de las sesiones de apoyo Nivel relacional entre maestros ▪ Las comunicaciones, ¿son fáciles y fluidas? ¿Nos sentimos cómodos para hablar de lo que va bien y de las dificultades? ▪ ¿La relación ha sido positiva? ▪ ¿Nos sentimos respetados? ▪ ¿Tenemos claros los respectivos roles? ¿Hemos hablado de ellos? ▪ ¿Qué creemos que debemos mejorar? ▪ ¿Qué modificaríamos o le pediríamos al compañero o a la compañera que modificara? Coordinación de los diferentes profesores y profesionales ▪ ¿Se han hecho reuniones de coordinación? ▪ ¿Con qué periodicidad? ▪ ¿Se han planificado conjuntamente las actividades compartidas? ▪ ¿Se han establecido criterios de evaluación? ▪ ¿Se han ido introduciendo modificaciones en la ayuda a medida que se veían dificultades o problemas? ▪ ¿Se han hecho entrevistas conjuntamente (o complementarias con las familias)? ▪ ¿Cómo se podría mejorar esta coordinación? Papel del maestro de apoyo 129 ▪ Tipo de intervenciones en el aula: en la planificación y organización de las actividades, en el momento de la actividad, en la revisión de las actividades… ▪ ¿Cómo interviene la maestra o el maestro de apoyo en las actividades cuando entra en el aula? ▪ ¿Con qué alumnos? ¿Con todos? ¿Siempre con los mismos? ¿Según el momento? ¿Se lo dice la maestra? ¿Toma ella la iniciativa? ¿Está acordado previamente? ▪ ¿Se ha ido comentando y se han ido haciendo modificaciones a medida que se ha considerado necesario? ▪ ¿Ha aportado orientaciones y comentarios al maestro o a la maestra para conocer mejor las necesidades educativas del alumnado y para intervenir con éste? ▪ ¿Se han intercambiado a veces los papeles? Contenidos y actividades ▪ ¿Qué contenidos se trabajan cuando hay el apoyo? ▪ ¿Qué tipo de actividades se hacen? (de pequeño grupo, de trabajo individual, de gran grupo…). ¿Tienen en cuenta la diversidad de los chicos y chicas (abiertas, con diferentes niveles de dificultad, con diferentes tipos de apoyo…)? ¿Se consideran adecuadas? ¿Habría que modificar algún aspecto de las mismas? ¿La intervención ha sido provechosa? ▪ ¿El maestro o la maestra de apoyo ha participado en la preparación de las actividades? ¿Las conoce? ▪ ¿Qué podríamos modificar? Alumnado ▪ ¿Se ha atendido al alumnado según sus necesidades? ▪ ¿Se han ido comentando los casos que presentaban más dificultades para ser ayudados? ▪ ¿Se han hecho entrevistas con la familia? ▪ ¿Se han hecho reuniones con otros profesionales? ▪ ¿Se considera que este tipo de intervención es provechosa? ¿Se cree que podría serlo más si se hiciera de otra manera? ▪ ¿Se replantea para el futuro? Grupo-clase ▪ ¿Cómo se ha organizado el espacio y al alumnado? ▪ ¿Se va contrastando y observando la evolución y el progreso de todo el alumnado? ▪ ¿Se realiza una evaluación formativa de los chicos y chicas? ¿Se les ayuda a autoevaluarse? ▪ ¿Hay otros alumnos que necesitan más ayuda que no habíamos detectado? ▪ ¿La dinámica del aula y las actividades permiten el aprendizaje y la participación de todo el alumnado? ▪ Los maestros y maestras, ¿pueden interactuar y ayudar al alumnado según diferentes necesidades? En el caso de que no sea así, ¿por qué? ¿Cómo podría mejorarse en este aspecto? (Extraído del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela Folch i Torres) El papel del maestro de apoyo Los maestros de educación especial tienen una formación especializada que han construido a partir de la formación inicial y de la formación continua a lo largo de su práctica profesional. En la escuela Folch i Torres, además de los maestros de educación especial hay otros maestros que en diferentes momentos 130 y por diversos motivos han sido seleccionados para hacer de maestros de apoyo. En general, son maestros con una buena experiencia en el ámbito metodológico, que pueden aportar recursos y colaborar con los demás maestros de las diferentes aulas para mejorar la atención a la diversidad. El hecho de que algunos vayan cambiando de tanto en tanto también es interesante para ir ampliando la posibilidad de que diferentes maestros de la escuela puedan realizar este trabajo más especializado. Eso va generando conocimiento entre el profesorado de la escuela y las diferencias entre los maestros de apoyo especializados y los maestros curriculares van disminuyendo. Progresivamente, hay más tutores interesados e implicados en la atención a la diversidad de alumnos. El hecho de haber realizado esta función a lo largo de algunos cursos es altamente valorado por los maestros que no lo han hecho. Una tutora que ha hecho apoyo lo expresa así: He aprendido muchísimo como maestra de apoyo. Fue cuando empezó la evaluación de centro, leímos, trabajamos… Fue muy positivo… La comisión se encargó de poner en marcha todo esto y lo condujo al principio. Yo aprendí mucho. Me conozco todos los recursos de la escuela. Una maestra que ha sido tutora y que ahora es maestra de apoyo y jefa de estudios, cuando le pregunto cómo valora los cambios que se han ido experimentando en la escuela, dice: La evolución ha sido tan grande y se hacen tantas cosas que no sé qué decirte. Estos temas, como jefe de estudios, los encuentro muy cercanos porque los he ido viviendo antes como maestra de apoyo. He visto el progreso que se ha producido. He sido tutora, maestra de apoyo y ahora estoy en el equipo directivo. He ido creciendo. He aprendido muchas cosas y me ha ayudado mucho. Por ejemplo, antes pensaba que eso de atender a niños con necesidades educativas especiales era más complicado y he visto que era más sencillo, aunque comporta mucho trabajo. Quizá pensaba que necesitaba unas aptitudes muy especiales y he visto que es cuestión de ponerse a ello. Otra tutora que ha sido maestra de apoyo, cuando le pregunto qué le aportó el hecho de ser maestra de apoyo, contesta: A mí me aportó un conocimiento de la escuela global y ver la variedad de necesidades que existen en ella. Te hace ser más generosa porque tú sólo ves los problemas de tu aula. En un modelo inclusivo como el que se aplica en la escuela, todos los maestros deberían adquirir y ejercitar un cierto nivel de competencias, aunque no fueran maestros especializados. Tal como dice Pavone (en Canevaro y Ianes, 2003): «Se iría hacia recorridos de “especialización temporal” que todos los maestros podrían ir realizando a lo largo de su carrera profesional». Todos los docentes podrían ejercer funciones de apoyo durante un cierto período de tiempo y eso permitiría desarrollar la profesionalidad de muchos más docentes elevando la calidad de la escuela globalmente. Eso no significa abolir la figura del maestro de educación especial, sino de rediseñar su función y, al mismo tiempo, hacerla más flexible y evolutiva. A medida que la escuela va avanzando, el 131 maestro de educación especial también debe ir desplegando nuevas estrategias de ayuda. La necesidad de que haya maestros de educación especial especializados en las escuelas es innegable, pero habría que ir ampliando esta función y hacer extensivos sus saberes a toda la escuela. La especialización sería una profesión para aquellos maestros que la han escogido en su carrera profesional, pero también podría ser una función para otros maestros que reunieran ciertas condiciones. Algunas de éstas serían: interés y disponibilidad en relación con esta labor, actitudes de respeto y de colaboración, iniciativa, facilidad para buscar y enseñar recursos y capacidad para promover metodologías inclusivas en la escuela. El maestro de apoyo y de educación especial ha de tener un modelo de intervención. Si un profesional no tiene un modelo, el riesgo es que le venga dictado por los acontecimientos y que se subordine a las carencias, porque los acontecimientos dependen a menudo de las situaciones de desventaja y de dificultad. Si nuestra intervención nace de las dificultades, corre el peligro de quedarse encallada en una realidad difícilmente superable que nosotros hemos de hacer evolucionar. Por eso necesitamos un modelo; el modelo es una estructura elástica, flexible, con unos puntos estables. Si la elasticidad y la flexibilidad se convierten en informalidad e improvisación totales, el peligro es crear un modelo falso. Nuestro eslogan podría ser aquel de tener un modelo metodológico y muchos métodos, evitando la confusión entre metodología y método que permite sacrificar toda la realidad siempre a un único modelo. (Canevaro y Ianes, 2003, p. 110) Estoy de acuerdo con estas palabras. Es necesario trabajar desde un modelo determinado y, además, creo que este modelo no puede ser únicamente el del maestro individual, sino que ha de ser un modelo institucional para que pueda ayudar a la escuela a avanzar como comunidad. Perfil profesional En un modelo de atención a la diversidad inclusivo, todos los maestros han de ir aprendiendo estrategias y recursos para atender la diversidad en el aula. El maestro de apoyo debe tener un papel destacado, ha de reunir un perfil determinado, pero también se han de aprovechar los conocimientos, la creatividad y la iniciativa de todos los demás maestros que estén dispuestos a participar en esta tarea activamente. En este sentido, los roles a veces se flexibilizan y los límites entre los dos maestros pueden ser difusos y es positivo que no estén establecidos de una manera rígida. Evidentemente, el maestro que hace el apoyo tiene la responsabilidad de ejercer unas determinadas funciones, pero en un trabajo de colaboración no debe haber jerarquías y cada uno ha de poder aportar su conocimiento y su experiencia personal. El maestro de apoyo ha de tener una buena formación de base que le aporte un buen conocimiento del currículo que ha de impartir según el nivel de enseñanza; un conocimiento en profundidad sobre cómo aprenden los alumnos y qué estrategias son las más adecuadas para enseñar determinados contenidos, 132 especialmente los más relevantes, tanto desde el punto de vista de las capacidades básicas y transversales como desde el punto de vista de las diferentes áreas de conocimiento. Han de tener también conocimientos en relación con las diferentes capacidades que deberá ir actualizando según las características de los alumnos a los que esté atendiendo. Además de esta formación de base profesional y especializada, hay diversas capacidades que debe ir desarrollando para trabajar dentro del aula. Las citaré a continuación y aportaré algunos comentarios del profesorado de la escuela en relación con estos temas. Pienso que son ilustrativos y aportan matices que pueden ayudar a quien deba encarnar un papel de este estilo. Capacidad de adaptación y flexibilidad El hecho de trabajar dentro del aula, en cooperación con otra maestra que, generalmente, es el tutor del grupo, exige evidentemente una buena capacidad de adaptación a diferentes maneras de hacer. Una maestra de apoyo dice: Has de ser muy flexible, muy flexible. ¿Te ha resultado muy dificil? Vas conociendo a la gente y entonces ya te adaptas, tienes que ser un poco espabilada, ser estratégica. No puedes ir a la tuya… Otra maestra de apoyo dice: Yo creo que lo principal es ser muy flexible y ser capaz de adaptarse a las diferentes circunstancias que te encuentras en el aula. Un poco de mano izquierda. Si respetas lo que ellos dicen y hacen, te permiten hacer muchas cosas y confían mucho. El director dice: El maestro de apoyo ha de ser profesional. Abierto a los cambios. Que relativice los problemas y ayude a mirar de una manera más amplia. Debe tener una especie de sexto sentido en las relaciones con los diferentes tutores. Saber adaptarse a cada tutor. En el aula es el tutor quien tiene la autoridad. Habilidades de relación y capacidad de negociación Capacidad para relacionarse con profesionales diversos y para cooperar con ellos según sus necesidades, las demandas y los acuerdos a los que se ha llegado. Varias maestras que han trabajado haciendo apoyo con este modelo subrayan la importancia de saber relacionarse con los diferentes maestros y saber ayudarles teniendo en cuenta cada manera de ser. Una maestra de apoyo manifiesta: Hay que tener habilidades de relación. Cuesta relacionarte con los maestros. Hay maneras de hacer muy diferentes. Debes tener mano izquierda para orientar. Eso cuesta… A mí me ha costado. 133 A la hora de hablar y ponerse de acuerdo los dos maestros sobre qué es lo que harán en el aula, la capacidad de negociación es importante para llegar a consensos en los que ambos maestros sientan que ganan algo. Una tutora manifiesta: La maestra de apoyo ha de negociar, saber subordinarse en parte pero, al mismo tiempo, tener muy claros los objetivos y su papel, adónde ha de llegar y cuál es su labor. Tan válida es la figura del tutor como la del apoyo y, como tal, también éste puede exigir ciertas condiciones para hacer su trabajo… Capacidad para localizar, detectar y analizar los problemas Capacidad para observar la realidad, saber reconocer lo que no funciona y hacer propuestas de mejora realistas siempre que lo considere conveniente. Actitud de ayuda El maestro de apoyo ha de tener una cierta disposición para ayudar a los demás maestros y al alumnado cuando se encuentran con dificultades. Son actitudes que pueden formar parte de la propia manera de ser o que se pueden desarrollar a partir de la práctica, sobre todo si sienten que son respetados y reconocidos. Una maestra de apoyo comenta: No todos podemos hacer apoyo. Han de ser personas con ganas de ayudar. Que te guste y te preocupe por qué un alumno no aprende. Actitudes de respeto y confianza en los demás La confianza es un aspecto clave y en el apartado «Condiciones para la colaboración» (véase la página 93) ya he destacado su importancia. Una maestra de apoyo opina: Que inspire confianza. Que tenga un carácter bastante abierto para adaptarse y tener buenas relaciones con todos. Hay que tener gracia, tacto… Has de ser muy flexible como maestro de refuerzo. Una tutora pide que la maestra de apoyo le aporte: Sobre todo actitud positiva de cara a los niños, de cara a colaborar. Relación cordial, de tranquilidad. Es importante estar tranquilo, en una clase, estar a gusto y tener confianza para poder hablar de las cosas. Capacidad para asesorar y hacer aportaciones. Iniciativa. En los siguientes comentarios de varias maestras queda recogida la importancia que ellas conceden a estas capacidades. Una tutora expone: La maestra de apoyo te puede asesorar. Ella me asesoró. No se trata únicamente del apoyo a los niños, es un apoyo de otro tipo. Es la «mirada del otro». El tutor está siempre dentro del aula y el maestro de 134 apoyo te puede dar otra visión. Otra tutora, al preguntarle qué espera que le aporte el maestro de apoyo, responde: Depende del profesor de apoyo. Ha de tener cierto perfil, ayudarte a evolucionar, a cambiar… Que me aporte ideas, caminos nuevos, maneras diferentes. Debe tener iniciativa. Una maestra que había hecho apoyo comenta: Yo lo que hacía era plantear propuestas y que las propuestas estuvieran muy elaboradas para no dar trabajo a los compañeros. Es decir, «podemos hacer esto y lo podemos hacer de esta manera». Otra tutora opina: Ha de ser una persona muy versátil y con muchos recursos. Que te pueda dar ánimos en un determinado momento. Una tutora que ha sido maestra de apoyo dice: El maestro de apoyo ha de ser un buen estratega. Conocer a los maestros. Entonces es cuando puedes ayudarles, pero debes implicarte y plantear propuestas preparadas. Capacidad para colaborar en la construcción de una cultura de centro Una cultura que tenga en cuenta la diversidad, aportando y construyendo métodos, procedimientos y rutinas que faciliten este trabajo en el centro y su evaluación continuada. Colaborar con la escuela para avanzar en los procesos de inclusión. Funciones del maestro de apoyo En este modelo, el maestro de apoyo debe ser un apoyo para el alumnado y para el profesorado. Sus funciones se sitúan en diferentes niveles: la institución, el aula y el alumnado. La institución 1. Colaborar con la escuela a nivel constitucional con los estamentos responsables del centro en la mejora de la atención a la diversidad en toda la institución, aportando elementos de análisis y detección de aspectos que deben ser revisados, y mejorar para avanzar hacia modelos más inclusivos. Para desarrollar esta capacidad, se necesita una visión de la escuela como institución y estrategias para poder desplegar una determinada influencia en el seno de la escuela. El maestro de apoyo tiene una cierta responsabilidad institucional en que la escuela avance en este sentido y ha de hacer valer también su papel como profesional que colabora pero que, al mismo tiempo, es crítico con aquellas prácticas que excluyen a determinados alumnos o personas. 2. Colaborar en la construcción de una cultura de centro. Una cultura que 135 3. 4. tenga en cuenta la diversidad, aportando y construyendo métodos, procedimientos y rutinas que faciliten este trabajo en el centro y su evaluación continua. Construir un modelo de intervención e ir revisándolo. Ya se ha hablado de la importancia de disponer de un modelo flexible que se pueda adaptar al contexto de intervención, pero que oriente la toma de decisiones y las diferentes actuaciones que se van llevando a cabo para avanzar en la dirección deseada. Coordinación entre la comisión de atención a la diversidad y los maestros curriculares y tutores. Mantener una retroalimentación permanente entre los diferentes profesionales implicados: tutora, otros maestros, asesora psicopedagógica, logopeda para coordinar las diferentes acciones, jefe de estudios. El aula 1. Colaborar con los maestros en los diferentes momentos de su tarea educativa: planificación, ejecución de los planes en el aula, evaluación de los planes y del alumnado, propuestas de mejora, etc. 2. Colaborar en el diseño de actividades en las aulas para que tengan en cuenta la diversidad del alumnado y se hagan propuestas cada vez más abiertas y diversificadas. 3. Colaborar en la adaptación de las actividades en las que ellos no están presentes. Colaborar y asesorar en la adaptación de los materiales. 4. Detectar de manera conjunta con el tutor a partir de las observaciones e intervenciones que realiza en el aula. Esta función implica ir comentando los casos que preocupan, realizando observaciones y evaluaciones más concretas y colaborando de manera indirecta en la tarea de tutoría y de relación con las familias en los casos en que sea necesario. 5. Colaborar con el tutor en la observación y evaluación del alumnado según se acuerde. Observar cuáles son las barreras para el aprendizaje y la participación que encuentran ciertos alumnos e intentar conjuntamente que disminuyan. El alumno 1. Conocer la específica situación del alumno, la de su grupo-clase y la de la comunidad escolar en la que se encuentra para poder diversificar los tiempos y las maneras de intervenir según sus necesidades educativas y las posibilidades del contexto. Aportar informaciones y motivar a los tutores en el conocimiento de las capacidades y dificultades del alumnado. 136 2. 3. 4. 5. Colaborar en la evaluación de las necesidades del alumnado y en las propuestas de planes personalizados que los tengan en cuenta dentro del plan global del aula. Colaborar en el diseño y puesta en práctica del plan personalizado y de las adaptaciones curriculares. Hacer el seguimiento conjunto con los tutores, el resto de miembros del equipo y las familias; pedir intervención de la asesora psicopedagógica en caso de que se considere necesario. Estar presente en algunas entrevistas con las familias de estos alumnos. Dar continuidad a las actuaciones a lo largo de los diferentes cursos, sea de manera directa o a través de participar en la comisión. Intervenir en el aula para atender a los alumnos y su grupo según los acuerdos adoptados con el tutor o la tutora. En el anexo I, número 3.2. «Vaciado de las preguntas sobre las funciones que han de desempeñar el maestro de apoyo y el tutor cuando la intervención del maestro de apoyo se hace dentro del aula» y número 3.2. «Funciones de los maestros cuando se hace el apoyo dentro del aula. Comparación del grado de importancia otorgado a las funciones de los dos maestros dentro del aula», hay una ordenación atendiendo a la importancia otorgada a las funciones que han de hacer tanto el maestro de apoyo como el tutor cuando trabajan juntos dentro del aula. Los maestros de esta escuela, que trabajan con este modelo desde hace cursos, piensan que no deben hacerse muchas distinciones entre las funciones de los dos maestros a la hora de atender la diversidad y de trabajar juntos en el aula. Según ellos, los dos maestros han de tener capacidad de adaptación al otro; han de hacer propuestas de actividad y plantear cambios en el aula; han de aportar modelos, estrategias y actividades para atender mejor la diversidad; han de tener capacidad de observación y de análisis de las posibilidades y dificultades del alumnado; han de ayudar a cualquier alumno/a que lo necesite; han de ayudar al alumnado con necesidades educativas especiales, y han de planificar y conducir actividades según lo que hayan acordado para las sesiones compartidas. 137 6 El alumno dentro del grupo La personalización de la enseñanza Para que una escuela sea realmente para todos no tiene más remedio que dirigirse personalmente a cada uno de los que forman parte de ella, y responder a las necesidades específicas y personales de cada uno. (Pujolàs, 2003) Para avanzar hacia una educación inclusiva, todos los alumnos deben participar de la vida del aula y todos los maestros, sin distinción, han de ir aprendiendo a tener en cuenta la diversidad y, progresivamente, ir introduciendo metodologías más diversificadas e inclusivas. Paralelamente a este proceso gradual, y en el que se tiene que implicar toda la escuela, hay que dar respuestas más personales a aquellos alumnos con más dificultades para participar de la vida del aula; aquéllos que tienen alguna discapacidad, que requieren una atención más personalizada y un tiempo específico de coordinación, evaluación y seguimiento entre los diferentes implicados. Por mucho que se utilicen metodologías más abiertas y diversificadas, no se puede obviar que ciertos alumnos, por diversos motivos, necesitan una mirada más individualizada, una aproximación más cuidadosa para conocer mejor sus capacidades reales y para ajustar nuestra acción a sus posibilidades y necesidades. A menudo, estos alumnos coinciden con los «certificados» (que oficialmente tienen necesidades educativas especiales), pero también hay otros que preocupan y que de igual modo requieren actuaciones coordinadas más personalizadas (niños o niñas con problemas graves de aprendizaje, de comportamiento, con problemáticas familiares o sociales, etc.). En estos casos, hablamos de personalización de la enseñanza, que no hace referencia a la necesidad de una atención individual, sino a una mirada más personalizada que sirva para tender puentes entre el grupo-clase y el individuo concreto. Una mirada que facilite que el alumno disponga de las ayudas y las adaptaciones necesarias para participar plenamente de la vida y del aprendizaje con su grupo. Las finalidades de esta mirada más personalizada serían: ▪ Conocer mejor al alumno como persona, con la colaboración y participación de los demás agentes educativos implicados (familia, otros 138 ▪ ▪ ▪ ▪ profesionales, etc.). Conocer sus intereses, sus motivaciones y preocupaciones más allá de la escuela. Identificar las barreras para el aprendizaje y la participación que este chico o chica encuentra dentro del aula y dentro de la escuela para poder incidir en estos aspectos y para proponer modificaciones pertinentes. Estas barreras pueden provenir del propio alumno, pero también del contexto en que se encuentra, de la metodología de enseñanza, de la organización del aula o de la dinámica del grupo. Hacer planes personalizados priorizando las capacidades y los contenidos que hay que trabajar y acordando estrategias para conseguir los objetivos propuestos. Intervenir en la zona de desarrollo próximo dentro de las propias situaciones de enseñanza-aprendizaje, proponiendo ayudas diferentes según el tipo de actividad y las posibilidades de cada momento, interacciones con los compañeros, apoyos materiales, adaptación de las actividades, intervenciones de apoyo, etc. Favorecer intervenciones de este tipo estimula la creatividad de los maestros, la búsqueda de alternativas y de posibles vías de intervención. La solución no ha de partir solamente de otros profesionales más especializados («Dime qué tengo que hacer para ayudarle»), sino también de los mismos maestros que son parte activa en esta búsqueda de los límites y de las posibilidades del alumnado, probando, estirando, exigiendo, pero facilitando siempre ayuda y acompañamiento en este proceso de crecimiento personal. Implicar a la familia y al propio alumno en su proceso de aprendizaje y de autonomía; ayudándole a identificar las barreras que a menudo el entorno o él mismo ponen, explicitando y consensuando los objetivos educativos que se quiere conseguir. La construcción de la identidad Cuando los niños y niñas se encuentran en la etapa de educación infantil y de primaria, van construyendo a partir de sus características personales y de la interacción que establecen con su entorno familiar y social. La identidad y el concepto de uno mismo tienen mucha influencia en la vida y en el aprendizaje. Pueden inspirar ganas de superarse y capacidad de esfuerzo o, por el contrario, desinterés en los aprendizajes y falta de motivación hacia actividades que supongan una mayor autonomía personal. La identidad influye en los diferentes ámbitos de desarrollo pero, a su vez, en ella repercuten otros factores: los límites funcionales y estructurales del cuerpo, los éxitos o fracasos en algunas 139 capacidades, las dificultades de participación social, las actitudes sociales y familiares, etc. Todos estos aspectos influyen de manera significativa en la idea que el alumno va teniendo de sí mismo, a través de verse reflejado en los demás. Un alumno con barreras para el aprendizaje y la participación también se hace preguntas, más o menos conscientes, sobre su identidad y sobre cómo se ve. Preguntas del tipo «¿Cómo soy? ¿Cómo me veo? ¿Cómo me ven los demás? ¿Cómo me gustaría ser? ¿Cómo era antes? ¿Por qué me cuesta esto?» y otras parecidas. Es frecuente que, en torno a estos alumnos, existan determinadas ideas preconcebidas sobre su manera de ser y sus dificultades («Los niños con síndrome de Down suelen ser cariñosos, apáticos y tozudos»). Ello se debe en parte al desconocimiento o a la escasa convivencia con la diversidad que han tenido la mayoría de adultos de nuestra sociedad. Se tiene la tendencia a atribuir los comportamientos disfuncionales o diferentes de los alumnos con hándicaps a su discapacidad y, a menudo, en lugar de confiar en la posibilidad de acercarse a ellos para conocerlos mejor, se magnifican las diferencias y se crea la necesidad de que otros (expertos, bibliografía, documentos diversos…) expliquen sus características y la manera como hay que enseñarles. Estas creencias no estimulan la curiosidad, el acercamiento sin prejuicios y la confianza en la propia capacidad como maestro de poder educar a estos alumnos. En realidad, lo que une a estos alumnos con los demás (la necesidad de ser aceptados y reconocidos, de ser ayudados y estimulados, la necesidad de sentirse bien en la escuela, la necesidad de crecer y progresar, etc.) tiene más peso y mucha más importancia que lo que los separa o diferencia (su proceso más lento de aprendizaje, su dificultad para comunicarse o caminar, etc.). En realidad, con frecuencia los comportamientos de estos alumnos que preocupan más a la escuela (un niño que se muestra agresivo, un niño que no tiene ganas de aprender, etc.) no se deben a la propia discapacidad, sino a cómo él y su entorno la viven y la aceptan; a cómo se va construyendo su identidad y al peso que la percepción de su discapacidad tiene en este proceso. De todo ello se desprende que los enfoques que confieren excesiva importancia a las etiquetas y a las etiologías pueden tener demasiada influencia en la configuración de esta identidad. Por eso, es conveniente que las personas que trabajamos con estos alumnos y alumnas colaboremos en que su identidad no se configure solamente sobre la base de determinados elementos: sus características físicas, sus capacidades cognitivas (y aún menos sus déficit…) o la configuración de su familia. Una identidad bien desarrollada tendrá en cuenta las relaciones, conexiones e influencias entre diversos aspectos y ámbitos de desarrollo. Según Ianes, Celi y Cramerotti (2003), la identidad se desarrolla y se modifica a partir de las 140 interconexiones de cuatro dimensiones mentales básicas que aparecen en el cuadro siguiente. La construcción de la identidad Cuando hablamos de motivación, nos referimos a una dimensión que empuja a la acción, que orienta a hacer lo posible por conseguir los resultados esperados. Puede tener un valor positivo en el sentido de que son objetivos que hay que conseguir (deseos, aspiraciones, necesidades, modelos que imitar, fuentes de gratificación o de éxito) o un valor negativo, formado por las situaciones que se quiere evitar (miedos, fracasos, inseguridades, etc.). Nuestras acciones, iniciadas en parte gracias a la motivación, están sometidas al juicio de las otras dos dimensiones de la identidad: el sentimiento de autoeficacia («¿Soy capaz de hacer las acciones que quiero hacer?») y las atribuciones que hago sobre cuál es la causa de obtener determinados resultados («¿Son realmente estas acciones las que me aportarán los resultados que pretendo? ¿Mi esfuerzo me aportará sentimientos de bienestar?»). La autoeficacia es la percepción que la persona tiene sobre sus posibilidades de conseguir el éxito en una tarea, su sentimiento de competencia, de «salir airoso». Los efectos de un buen sentido de autoeficacia aparecen en la persistencia ante la tarea, en la capacidad de esfuerzo o en la capacidad de ser autónomo y creativo. El estilo de atribución hace referencia, en cambio, a cómo cree el alumno que aquello que ha hecho o aquello que ha ocurrido tiene relación con su trabajo y con su propia actuación. La valoración que hace espontáneamente en relación con su propia responsabilidad, sobre las cosas que le ocurren y los resultados que consigue. En definitiva, cuáles son y dónde están las causas de las cosas 141 que le suceden. Las atribuciones se clasifican basándose en tres dimensiones: ▪ El «lugar de control» en el que se cree que reside el control de lo que le ocurre. Se considera interno (por ejemplo: «No consigo buenos resultados porque no me esfuerzo lo suficiente, porque no tengo suficiente habilidad», etc.) o externo (por ejemplo: «Obtengo malos resultados porque la tarea es difícil, porque no he tenido suerte», etc.). ▪ La estabilidad en el tiempo de las causas de aquello que sucede (por ejemplo: «Siempre pienso que las cosas que me ocurren se deben a mi buena suerte, a mi mala suerte», etc.) o la variabilidad según el momento y la situación. ▪ El grado de control que la persona considera que tiene sobre las acciones y sus resultados, según piense que aquello que le sucede se debe a causas que puede controlar más o menos. El otro factor implicado en la identidad es la autoestima. Según Miras (2002), la autoestima hace referencia a la valoración afectiva que la persona hace de sí misma y de las representaciones que tiene sobre ella misma en los diversos ámbitos de actuación. Es «el juicio, las percepciones y la sensación de valor/satisfacción sobre ella misma, que resultan de sus acciones positivas, de los mensajes positivos que recibe de los demás y de su personal autovaloración que, a su vez, proporciona energía y dirección hacia las motivaciones» (Ianes, Celi y Cramerotti, 2003, p. 49). De acuerdo con estas ideas, en la construcción de la identidad se dibuja, por tanto, una amplia zona de influencia de la escuela y del resto de agentes educativos que rodean a un alumno con discapacidad: ▪ Podemos incidir en su sentimiento de autoeficacia cuando le proporcionamos tareas a su alcance; cuando le ayudamos a participar como uno más en las actividades de la clase; cuando valoramos más los progresos y conquistas que sus fracasos, y cuando le hacemos notar las cosas que va aprendiendo y en las que consigue una mayor competencia. ▪ Podemos incidir en su motivación cuando le animamos con tareas que son de su interés; cuando compartimos con él los objetivos que pensamos puede conseguir, y cuando le explicitamos con claridad los comportamientos que deberían ir disminuyendo y consensuamos con él las maneras de ayudarle. ▪ Podemos incidir en que haga atribuciones más realistas cuando le ayudamos a valorar su responsabilidad en los resultados de sus acciones y producciones. Por ejemplo, cuando le ayudamos a que vaya valorando sus producciones y realizaciones; progresando en el reconocimiento de los factores en los que puede incidir («Si pido ayuda cuando me siento 142 perdido, en lugar de abandonar, podré acabar mejor la tarea, «Si hubiera dedicado un poco más de tiempo, este dibujo me habría salido mejor»), y cuando le ayudamos a comparar producciones realizadas en diferentes momentos por él mismo y puede reconocer diferencias sustantivas que le demuestran que es capaz de conseguir mejores resultados cuando está más centrado o motivado. A partir de la interacción entre estos elementos y de la influencia de los adultos y compañeros que le rodean, el alumno va consolidando una autoestima más o menos ajustada y positiva que tendrá una influencia decisiva en su proceso de desarrollo y de aprendizaje. Para llevar a cabo este tipo de intervenciones y contribuir más decididamente a la formación de personas con una autoestima más positiva, es interesante ser conscientes de la importante influencia que ejercen las expectativas (de los maestros, de los padres, de los profesionales, etc.) en el tipo de educación y de apoyo que se da a los alumnos. Tal como dice Solé (1993, p. 37): […] los maestros proporcionan a sus alumnos (muchas veces inconscientemente) tratamientos educativos diferenciados que se pueden traducir en cosas diversas: tipo y grado de ayuda educativa que se les ofrece, apoyo emocional y retroalimentación más o menos positiva que reciben, tipo de actividades en las que se les permite participar, oportunidades que se les ofrece para aprender, cantidad y dificultad de los materiales que se utilizan como recurso educativo. Todo ello varía en función de cómo se considera el alumno, en función de la influencia que el profesor cree que ejerce sobre él y en función de las causas a las que atribuye sus éxitos y fracasos. Es importante procurar que el alumnado con más barreras para el aprendizaje y la participación pueda desarrollar una buena identidad autónoma, sosteniendo sus deseos y motivaciones, ayudándole a creer en la eficacia de sus acciones y fomentando situaciones que mejoren su autoestima. En esta labor, los asesores psicopedagógicos que colaboramos con la escuela, podemos proporcionar criterios e instrumentos que faciliten este acercamiento y conocimiento de los alumnos. En el siguiente apartado presento una pauta de observación para evaluar éstas y otras capacidades básicas y, en consecuencia, poder hacer planes de intervención para favorecer la construcción de una identidad más positiva. Conocer al alumno Prefiero hablar de conocer al alumno para destacar la necesidad de esta mirada al alumno como persona, teniendo en cuenta todos los ámbitos de su vida, no considerándolos solamente como sujetos que aprenden. De esta manera se evita el riesgo de poner etiquetas para explicar sus comportamientos y se 143 procura ir más allá de una mirada que quiera clasificar o sólo describir patologías. Conocer al alumno, saber cómo se siente y saber cuál es su sentimiento de competencia en relación con los diferentes ámbitos de actuación y trabajo. Explorar cómo lo ven en la escuela, en su casa, en otros contextos, y saber qué expectativas hay sobre su futuro y sus posibilidades. Los niños muestran diferentes competencias según el contexto en el que los observamos y es interesante tener en cuenta estas diferencias para no caer en visiones cerradas y para abrir el abanico de sus posibilidades. La observación y las interpretaciones de los diferentes implicados favorecen una construcción compartida de su situación y permite abrir vías nuevas para la intervención. Es interesante, pues, tener en cuenta las «miradas» de los diferentes agentes educativos implicados. El maestro tutor, la maestra de apoyo, los padres, la asesora psicopedagógica, el psicólogo externo, el monitor de mediodía… Todos ellos conocen al alumno en situaciones diferentes y aportan diferentes miradas que podemos contrastar para construir una nueva mirada más rica y real. En las reuniones entre profesionales para hacer los planes personalizados, hay que dedicar un tiempo a la puesta en común de estas visiones; antes, los diferentes profesionales y maestros implicados habrán realizado sus observaciones para averiguar mejor, no sólo lo que sabe hacer solo, sino (¡y sobre todo!) cuáles son las ayudas que pueden favorecer más su aprendizaje y su motivación. Nos interesa ver sus preferencias, sus intereses, su situación familiar y personal, qué sabe, qué quiere saber, qué dificultades tiene y qué habilidades o capacidades demuestra. Pero, en todo este proceso, nos interesa sobre todo averiguar cuál es la zona de incidencia de la acción educativa, cómo reacciona a las ayudas que le damos, cómo aprovecha la interacción y la observación de los compañeros, cómo aprende y qué es lo que hace que tenga ganas de aprender y crecer. El modelo de apoyo en el aula pretende favorecer que se diseñen actividades en las que los maestros trabajan junto a sus alumnos e interactúan con ellos mientras trabajan. Para los maestros, trabajar y producir junto a sus alumnos de una manera sistemática significa que llegarán a conocerlos de una manera cercana y personal, tanto desde el punto de vista académico como desde el punto de vista social. En consecuencia, podrán evaluar y ayudar a sus alumnos con más eficacia. Sin estas oportunidades, los estudiantes que tienden a tener éxito y a mantener o adquirir estatus son los que ya poseen unas competencias y unos repertorios escolares reconocidos. Los estudiantes que no tienen estas cualidades pueden parecer, a los ojos de los maestros, menos capaces y menos agradables como alumnos. (Tharp y otros, 2002, p.141) De ahí que sea tan positivo que en las aulas haya cada vez más propuestas de actividades que aumenten el diálogo y la actividad productiva conjunta, actividad indispensable para que alumnos y maestros aprendan los unos de los otros y se conozcan mejor. 144 La valoración de las capacidades básicas El cuadro 11 «Pauta de evaluación de las capacidades básicas» que presento en la página 137 es un instrumento que pretende ayudar a los maestros a conocer mejor a los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación. Se trata de un instrumento que ha experimentado sucesivas elaboraciones y que es infinitamente mejorable, pero de momento es, y ha sido, útil también en diversas escuelas de nuestra zona. En este instrumento he seleccionado diferentes capacidades básicas y transversales que el alumno actualiza en los diferentes contextos de su vida personal y que me parecen especialmente relevantes para la inclusión del alumnado en la sociedad. Son capacidades y contenidos que no forman parte de un área o materia determinada, sino que están implicadas en la mayoría de situaciones que el alumno vive tanto en la escuela como en otros contextos. A las propuestas de currículo escolar adoptadas por la LOGSE (Coll, 1996) se hacía referencia a diferentes tipos de capacidades organizadas en cinco grandes ámbitos de desarrollo (Martín y Coll, 2003): ▪ Capacidades emocionales o de equilibrio personal. ▪ Capacidades de relación interpersonal. ▪ Capacidades cognitivas o intelectuales. ▪ Capacidades motrices. ▪ Capacidades de inserción y actuación social. Se consideraba que todas estas capacidades debían estar incluidas en los currículos de la enseñanza obligatoria, común para todos los futuros ciudadanos y ciudadanas, por ser capacidades necesarias para el desarrollo de cualquier persona. No tienen por qué ser las únicas a las que conviene prestar atención desde la educación escolar, pero pueden incluir la mayoría de capacidades humanas. Lo que interesa, sobre todo, es el hecho de destacar la necesidad de tener en cuenta los diferentes ámbitos de desarrollo a la hora de desplegar las propuestas curriculares y no sólo las capacidades tradicionalmente más priorizadas en la escuela, que son las cognitivas y las motrices. Los otros tres tipos de capacidades: las capacidades de equilibrio emocional, de relación interpersonal y de actuación e inserción social generalmente no se tienen en cuenta de manera explícita ni se han desplegado en actividades para favorecerlas. Estas capacidades transversales son necesarias en los diferentes ámbitos de vida del alumno: en casa, en la escuela y en otros entornos sociales. Esta pauta pretende que no las olvidemos y que nos sirvan de referente cuando nos disponemos a conocer mejor a un alumno para el que hemos de decidir un plan personalizado. Su uso como referente compartido favorece el trabajo con la 145 familia y con otros profesionales que colaboran en el caso y su desarrollo en los diferentes contextos. Es especialmente necesario tenerlas en cuenta en la escuela a la hora de hacer los planes personalizados para los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación, ya que, generalmente, desarrollar algunas de estas capacidades requiere una actuación más intencional que les ayude a convertirse en personas autónomas, integradas en la sociedad, y a conseguir una vida plena y saludable. En la escuela objeto de este trabajo, en general el tutor es quien tiene el encargo más explícito de utilizar esta pauta para evaluar a los alumnos susceptibles de plan personalizado. Además, se le pide que aporte su visión en relación con los aspectos destacados. Él es quien podrá aportar –de manera más real– una observación del alumno en las situaciones cotidianas de clase y dentro de su grupo de compañeros. El resto de profesionales también tiene en cuenta estas capacidades como referente y en la primera reunión que se realiza para elaborar el plan personalizado se ponen en común las diferentes valoraciones. El hecho de delegar –de manera más explícita– esta tarea en el tutor o en la tutora tiene como objetivo otorgarle una mayor responsabilidad en el desarrollo de todas estas capacidades ya que, de hecho, es él quien puede intervenir en dicho desarrollo de manera más continuada durante la jornada escolar al ser el principal referente del alumno en la escuela. El maestro de apoyo estará con aquel alumno quizá unas cuatro horas a la semana y los otros profesionales (otros maestros, logopeda, asesora psicopedagógica…) tienen intervenciones más acotadas en el tiempo. Una maestra de apoyo que antes ha sido tutora lo justifica así: Yo pienso que hacía mejor trabajo en estos aspectos cuando era tutora que como maestra de apoyo. Cuando era tutora, como estaba mucho más tiempo con el niño, lo conocía mejor. Con estos niños lo más importante es la autoestima y la capacidad de esfuerzo… Si el tutor tiene muy claro cómo es el niño, puede ir haciendo pequeñas incidencias y puede ir haciendo cosas para que el niño vaya mejorando. Un criterio importante en la escuela es que quien debe estar más tiempo con el alumno haciéndose cargo de su educación ha de participar en las actividades para evaluarlo y conocerlo. Es positivo favorecer que los maestros tutores dispongan de momentos de comunicación y relación con los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación. Conocer mejor a estos alumnos les facilita la tarea de adaptación y de ayuda que, a menudo, han de hacer dentro del aula. Volveremos a hablar de ello cuando tratemos las sesiones de tutorización individual que hacen los tutores y tutoras con determinados alumnos (apartado «Las sesiones de tutorización», en la página 149). De las diferentes capacidades, hay algunas que tienen una mayor influencia en 146 la actitud, el interés y el esfuerzo, y en la capacidad de implicarse y de aprender en la escuela. Se trata de los aspectos vinculados a la propia identidad del alumno que hemos citado en el apartado anterior de este capítulo. Me detendré un poco más en estas capacidades ya que, según estén configuradas, pueden crear auténticas barreras para el aprendizaje y la participación del alumnado. Aprender a incidir en estas percepciones de manera positiva constituye un auténtico reto para los maestros que piensan que educar no es sólo enseñar contenidos, sino sobre todo ayudar a ser personas autónomas y felices. Cuadro 11 Pauta de evaluación de las capacidades básicas Capacidades afectivas y de equilibrio personal, de relación interpersonal y de autonomía e inserción social Confianza y seguridad Aceptación de sí mismo/a y de las propias características. Sentirse a gusto consigo mismo/a. Satisfacción por las propias acciones o producciones. Confianza en sus posibilidades. Asertividad. Petición de ayuda en momentos de necesidad. Defensa de las propias opiniones o puntos de vista. Actitud ante el hecho de crecer y hacerse mayor. Actitud ante las frustraciones. Miedos. Inseguridades. Rol y actitudes personales: responsable, infantil, seguro… Autoconcepto y autoestima Evaluación afectiva del autoconcepto. Cómo se valora y se siente el alumno en relación con las características que se atribuye. Autoconcepto y autoestima en relación con diferentes dimensiones: ▪ Autonomía e iniciativa personal. ▪ Éxito escolar. ▪ Ámbito relacional y social. ▪ Ámbito familiar. ▪ Ámbito corporal: conocimiento y aceptación del propio cuerpo. ▪ Ámbito emocional: control de las emociones, mundo de los afectos y de los sentimientos. ▪ Ámbito de los valores: ideas, creencias, ideales, fe… Autoeficacia 147 Percepción sobre sus propias posibilidades y capacidades. Globalmente y según ámbitos: gimnasia, relaciones, lengua, matemáticas, orden… Sentimiento de competencia. Sentimiento de ser capaz de hacer, de ser capaz de comprender… Atribuciones y responsabilidad Relación entre lo que le ocurre y lo que hace. Dónde sitúa el control de las cosas que le ocurren y de los resultados que obtiene: en sí mismo/a, en los demás, en la suerte… Sensación de poder controlar lo que le ocurre. Sensación de impotencia. A qué atribuye las causas de los errores… Sentimiento de responsabilidad en los encargos y las tareas encomendadas. Capacidad de plantearse retos. Capacidad de esfuerzo Capacidad de esfuerzo. Interés por hacer las cosas solo/sola. Mínimo esfuerzo. Economía de esfuerzos. Interés por buscar soluciones. Autoexigencia. Comodidad. Conductas de evitación. Expresión de emociones, sentimientos y necesidades Expresión de deseos y preferencias. Expresión de emociones. Capacidad de identificar emociones en los demás. Control y regulación de las emociones y de los impulsos negativos (agresividad, miedo, etc.). Capacidad de aceptar ayuda y consuelo en situaciones conflictivas (peleas, llanto, tensión, etc.). Expresión de necesidades según la edad y el contexto (cansancio, hambre, sed…). Actitud e interés por los aprendizajes Actitudes ante los aprendizajes. Interés por conocer y aprender. Observación. Imitación. Relaciones que establece entre las informaciones. Participación en las conversaciones. Formulación de preguntas. Aportar informaciones. Interés por ciertos temas (¿cuáles?). Capacidad de observación y de análisis de lo que se observa o escucha. Atención y escucha 148 Atención. Distracciones. Desconexiones. Participación. Formulación de preguntas. Recepción de las consignas y capacidad de retenerlas y explicarlas. Cuidado de uno mismo Hábitos personales: higiene, alimentación, cuidado del propio cuerpo, cambio de ropa, orden. Cuidado de su aspecto personal. Capacidad para reconocer cuándo no se encuentra bien y posibilidad de expresarlo. Autonomía y cuidado de los objetos personales Cuidado de los objetos personales: los localiza, los pierde, los ordena… Realización de encargos o rutinas del aula. Interiorización, autonomía o dependencia. Responsabilidad. Realización de consignas colectivas por sí solo/sola, por imitación, hay que recordárselo individualmente. Adaptación y participación en la escuela Adaptación a la vida de la escuela y a las diferentes situaciones escolares (clase, actividades de las diferentes áreas, excursiones, ocio, patio, mediodía…). Participación en el aula. Participación e interés por las actividades colectivas. Colaboración con el grupo cuando la tarea lo requiere. Conocimiento y aceptación de las normas básicas de la escuela. Capacidad de esperar el turno. Uso de las expresiones y costumbres de relación y convivencia (saludar, dar las gracias, ayudar, etc.). Identificar y poder recurrir a las personas adultas de referencia en situaciones diversas de dificultad (tutor/a, conserje, monitor/a, maestros…). Capacidad de adaptación al entorno Respeto por las normas: adaptación a las diferentes situaciones de la vida de la escuela y del entorno próximo. Aplazamiento de la satisfacción inmediata. Capacidad de convivir y respetar a los demás. Relaciones con los compañeros y compañeras 149 Capacidad de relacionarse con los compañeros. Capacidad de divertirse con ellos. Respeto y aceptación de los demás, de sus intereses y puntos de vista. Capacidad de compartir y ayudar a los demás. Empatía. Rivalidades. Tipos de rol que establece: colaborador, dominante, sumiso, provocador, inhibido, líder, tolerante, payaso, chinchoso, cizañero. Estrategias para resolver conflictos. Tipo de relación que los demás establecen con él/ella: bien aceptado, inadvertido, rechazado, ignorado, ridiculizado, agredido. Relaciones con los adultos Tipo de relación: natural, espontánea, afectuosa, arisca, brusca, tímida, agresiva, pegadiza, absorbente, protagonista, de evitación, provocadora. Búsqueda de valoración. Frecuencia en el contacto: mucho, poco, de vez en cuando… Iniciativa: de él o ella / de la maestra. Autonomía y orientación en el espacio Orientación en los espacios de la escuela. Conocimiento y realización de los recorridos habituales. Orientación en los espacios exteriores y en su entorno social (según edad y capacidades). Localiza y ordena los objetos en los espacios adecuados. Interpretación de planos y mapas. Comprensión y uso de las nociones espaciales: delante, detrás, dentro, fuera, arriba, abajo, lejos, en medio, entre, derecha, izquierda. Autonomía y orientación en el tiempo Orientación en el tiempo. Conocimiento y orientación en las diferentes actividades semanales. Capacidad de anticipación de las actividades rutinarias. Orientación dentro del curso escolar. Orientación en relación con las estaciones y sus condiciones. Nociones que explorar: ayer, hoy, mañana; día, mañana, tarde, noche; desayuno, almuerzo, cena; fin de semana; días de la semana (orden y orientación). 150 Habilidad manual Habilidad manual. Uso de los utensilios habituales de la clase (para escribir, pegamento, tijeras, grapadora, clips, etc.). Uso de elementos a la hora de comer (cuchara, tenedor, cuchillo, vaso…). Habilidad a la hora de vestirse y arreglarse. Hábitos de trabajo y cuidado de los utensilios y materiales Cuidado y mantenimiento de los materiales de la escuela. Organización ante las tareas: hojas de papel, utensilios, materiales, etc. Organización en el papel. Ritmo de trabajo: lento, constante, perfeccionista, impulsivo, le cuesta ponerse a trabajar. Finalización de las tareas: las acaba, las deja a medias… Presentación de la tarea: limpia, sucia, sigue pautas, no sigue… Uso de la agenda. Tiempo de trabajo en casa. En el «Cuestionario para los maestros» (anexo I, número 2), les pedía que valorasen qué modelo de apoyo (dentro o fuera del aula) favorecería un mayor desarrollo y uso en la vida cotidiana de cada una de las diferentes capacidades. En el anexo I, número 3.4. se recogen los resultados en tanto por ciento de sus valoraciones. Las capacidades están ordenadas según el grado de desarrollo que piensan que los alumnos consiguen cuando se trabajan dentro del aula. Sería interesante poder hacer estudios más a fondo y contrastados para saber cómo hay que trabajar determinadas capacidades y en qué tipo de contexto se desarrollan mejor. El contexto concreto en el que se trabajan –juntamente con otros factores como el tipo de intervención y de estrategias– es una variable que comporta consecuencias en la manera en que estas capacidades se desarrollan y, posteriormente, se utilizan en la vida cotidiana. La evaluación de las demás capacidades y contenidos Paralelamente a la valoración en relación con las capacidades básicas, se lleva a cabo una evaluación de los contenidos en las diferentes áreas. Esta evaluación se realiza de manera compartida, acordando una cierta distribución de las tareas. Generalmente, los maestros de apoyo realizan una evaluación más a fondo de las áreas instrumentales (lengua, matemáticas); se utilizan también las pruebas de 151 evaluación inicial que se hacen en los diferentes cursos a principio de curso, adaptándolas a las posibilidades de los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación. Cuando hay profesionales especializados como la logopeda, ella evalúa también los contenidos y las capacidades que forman parte de su ámbito de trabajo (el lenguaje oral). Como asesora psicopedagógica, colaboro también en esta evaluación según lo que acordemos en la comisión de atención a la diversidad, teniendo en cuenta las preocupaciones y las demandas de los maestros y mi criterio profesional en relación con determinados alumnos con los que pienso que tengo que llevar a cabo determinadas intervenciones (observaciones en el aula, sesiones de trabajo, entrevistas con la familia, etc.). Para realizar esta evaluación inicial, los maestros disponen de diversas pautas, entre ellas las pautas de evaluación de lengua y de matemáticas desarrolladas por el EAP de Esplugues de Llobregat (pueden consultarse en Internet: <http://www.xtec.cat/serveis/eap/a8900303/>). El plan personalizado Utilizo la expresión plan personalizado como se podría utilizar otra; lo importante no es la expresión, sino la necesidad de partir de una visión global del alumno teniendo en cuenta los diferentes ámbitos y contextos de desarrollo. Plan personalizado me parece que recoge más el sentido de algo que parte de un plan común que después se personaliza según las necesidades de ciertos alumnos concretos. En este plan hay dos partes: la priorización de las capacidades básicas y las adaptaciones curriculares de los contenidos de las diferentes áreas, que es lo que habitualmente se ha denominado adaptación curricular individualizada (ACI) (véase modelo de plan personalizado que se muestra en el cuadro 12 de la página siguiente). Este plan personalizado tiene una cierta relación con lo que aquí se denomina proyecto educativo individual (Pedregosa y Pujolàs, 2003) o con lo que en Italia denominan plan educativo individualizado (Ianes, Celi y Cramerotti, 2003), en el sentido de querer contemplar al alumno como persona, intentando mirar hacia el futuro y hacia su posterior inserción en la sociedad, pero elaborado desde la escuela y con la colaboración de los maestros y profesionales implicados más directamente. Los proyectos educativos individuales van más allá en sus pretensiones y pueden ser instrumentos interesantes para definir las intenciones educativas y para favorecer la coordinación entre los profesionales y los servicios que atienden a un sujeto con discapacidad. Según cómo se planteen –sobre todo en relación con los procedimientos que se propongan de elaboración– pueden ser un 152 elemento de cambio que favorezca culturas de trabajo en colaboración entre los diferentes profesionales externos e internos de la escuela. 153 Para que realmente sean útiles a la escuela, han ser simples y ubicarse en su dinámica real. Es muy positivo que se vaya planteando esta necesidad de hacer proyectos personalizados en red y a más largo plazo, pero sobre todo se ha de dedicar tiempo, esfuerzos y formación a impulsar auténticas culturas de trabajo en colaboración dentro de las políticas y prioridades de los diferentes departamentos (ámbito educativo, sanitario, social y laboral) de la Administración y de sus diferentes servicios. En este trabajo, no me refiero, tanto a los proyectos educativos individualizados del ámbito de red, sino que me centro en el plan personalizado que se hace dentro de la escuela entre los maestros y los profesionales que colaboran en relación con un alumno concreto, intentando, eso sí, tender puentes y crear complicidades con los demás colaboradores externos que inciden en aquel alumno, y proponiendo procedimientos que impliquen un trabajo en colaboración con ellos. Así pues, volviendo a los procedimientos que se utilizan, una vez hecha la evaluación inicial del alumno, se lleva a cabo una primera reunión para hacer el plan personalizado con el equipo de seguimiento del caso. Este equipo está formado por el tutor o la tutora, el maestro o la maestra de apoyo, la asesora psicopedagógica del equipo de sector y los profesionales especializados que intervienen en la escuela con aquel alumno (por ejemplo, la logopeda). Debido a que el número de alumnos con plan personalizado es considerable, en la comisión de atención a la diversidad se acuerda a qué reuniones debe asistir la asesora psicopedagógica y a cuáles no es necesario que asista, puesto que su presencia en el centro es más limitada. En esta reunión para realizar el plan personalizado, cada persona aporta sus observaciones sobre el alumno. Quien lo conoce de cursos anteriores (la asesora psicopedagógica, quizá la maestra de apoyo, quizá la logopeda…) puede aportar 154 los antecedentes y su evolución, y el tutor, que generalmente lo conoce por primera vez, pero lo tiene casi todo el día en el aula, aporta su visión más actualizada. Entre todos se va construyendo la valoración psicopedagógica del alumno, contrastando y ampliando las respectivas visiones y, sobre todo, intentando concretar y priorizar los objetivos que se pretende conseguir aquel curso. Generalmente, en esta primera reunión se concreta sobre todo la parte de las capacidades básicas; en otras reuniones el tutor y el maestro de apoyo acaban de concretar las otras partes del plan personalizado (los contenidos y objetivos que hay que priorizar en las diferentes áreas, las metodologías y estrategias, etc.). A continuación recojo algunos comentarios de profesores en relación con las reuniones. Una tutora: A mí me va bien cuando lo hacemos. Resulta que pienso en aquel niño y, a partir de entonces, lo tengo presente en los aspectos que hemos priorizado. Después, a lo largo del curso, ya lo haces sistemáticamente. Lo vamos haciendo, a veces en el pasillo… lo que pasa es que no lo apuntamos… Esta misma tutora, al preguntarle cuándo se revisa el plan personalizado, contesta: Cuando se hace el informe de trimestre o cuando hacemos otras reuniones porque el alumno nos preocupa y pedimos volver a sentarnos y hablar. Una maestra que antes hizo apoyo explica: Me gustaba hacerlo porque te obligaba a reflexionar sobre aquel niño, dónde estaba, hacia dónde íbamos, qué queríamos conseguir. Esta reflexión junto con la tutora y la psicopedagoga del EAP va muy bien. Otra maestra de apoyo dice: Estas reuniones son positivas. Se aprovecha para hablar el niño. Te ayuda a reflexionar sobre el niño y ver qué necesita… Nos sentamos juntos… Una tutora: Estas reuniones son necesarias para ponernos de acuerdo en los mínimos que debemos trabajar, la visión es compartida. Te da más tranquilidad y seguridad. Y otra tutora comenta: Es un camino que seguir. No el que yo quiero. Da más seguridad y confianza. Compartimos y vamos unificando criterios, prioridades, aclarando cosas. Los tutores tienen muchos alumnos en su mente y muchas tareas diferentes que realizar. Realmente, la tutoría en estas edades es importantísima, con mucha dispersión y, a menudo, poco reconocida. Cuando el tutor se encuentra a principio de curso ante un nuevo alumno con necesidades educativas especiales, necesita algo de tiempo y de ayuda para poder conocerlo y ver cuáles son sus necesidades. Como asesores psicopedagógicos, podemos ayudar a focalizar su 155 atención y la de los demás implicados, identificando qué aspectos están frenando más la evolución del alumno. Se trata de ver cuáles son las principales barreras para el aprendizaje y la participación, identificarlas y minimizarlas desde la escuela y reconocer, lo antes posible, por dónde debe ir la actuación educativa con aquel alumno. Para decidir al respecto, es necesaria la participación activa de los tutores desde el mismo momento de la evaluación inicial y no como receptores pasivos del asesoramiento por parte de otros profesionales. Esta manera de proceder comporta un trabajo extra para los tutores, que sienten que tienen una importante responsabilidad en relación con estos alumnos, pero es la única manera de que se impliquen desde el principio en todas las decisiones que les afectan. En las sesiones de discusión que mantuvimos, surgió esta dificultad. A continuación reproduzco parte de las aportaciones que se produjeron en este sentido. Cuando yo preguntaba si esta tarea, además de ser considerada necesaria, era vivida como una carga, una tutora dijo: A ver, sí que es un trabajo. Es un esfuerzo… Piensas, mañana tenemos que hablar… Te concentras en aquello y te pasas una hora u hora y media… Vas observando y vas pensando… Otra maestra comenta: Va bien hacer el esfuerzo y tenerlo presente. La pauta de capacidades básicas ayuda a centrarse… Una maestra de apoyo hace el siguiente comentario: Yo lo encuentro imprescindible para hablar y centrarte en lo que has de hacer. Sobre todo para ayudar a priorizar. Y otra maestra de apoyo añade: Éste es el problema, se requiere una solución muy adecuada para aquel niño. Has de hacer un esfuerzo para ponerte a ello, pensarlo, consultarlo con otra persona… y entonces hacemos la reunión y ponemos sobre la mesa todo lo que hemos pensado, y entre todos a elaboramos las hipótesis sobre el niño en cuestión. Todo eso es un proceso y se acaba escribiendo en el plan personalizado. Y escribirlo es otro problema si no lo has hecho antes. Hay personas que ya tienen miedo… «¿Y qué hago? ¿Qué pongo…?»… y te dicen «Hazlo tú». Es un aprendizaje, un proceso. En estas opiniones aflora también la cuestión de escribir que, a veces, puede ser considerado algo poco importante o puramente burocrático. Desde esta perspectiva, en ocasiones se defiende que lo realmente importante es hacer y que no hay que escribirlo si se sabe adónde se va. Si bien es cierto que es mucho más importante el proceso que el producto o el documento escrito, pienso que es necesario que se escriba. Si no existe algo escrito y consensuado, es muy difícil evaluar los planes que habíamos hecho y saber si estamos avanzando en la dirección deseada. Por otro lado, el hecho de escribir obliga a aclarar dudas, compartir criterios y ponerse de acuerdo en lo que cada uno ha interpretado de las reuniones de trabajo. Si existe un plan personalizado escrito, 156 el maestro del curso siguiente puede ver qué objetivos eran prioritarios entonces y compararlos con los que él propone. Cuando llegue el momento de hacer el informe trimestral, se podrán valorar los objetivos que se habían planteado y, a final de curso, se podrá hacer una valoración con unos referentes concretos y claros. Si no se escribe, no se convierte en un referente compartido para los diferentes maestros y profesionales, ni para el seguimiento del alumno en cuestión. Es cierto que escribirlo no es fácil y lleva su tiempo, pero es un ejercicio de reflexión y claridad indispensable para saber en qué dirección se está trabajando y que sé quiere conseguir. Volviendo a las reuniones, la logopeda que colabora con la escuela decía: Yo pienso que estas reuniones tienen el valor de poner en común qué pensamos de aquel alumno que tenemos y cómo podemos ayudarle entre todos. Es un espacio para que todos sepamos un poco qué haremos cada uno de nosotros e ir aclarándonos. Después, ya es ir trabajando en el día a día. Si hay colaboración, evolucionan mejor. Y los niños también lo saben y lo ven. Si ven que todos decimos lo mismo, ellos nos hacen más caso. ¿Desde qué edades crees que lo notan? (le pregunto): En niños de P4 es muy perceptible… ¿Crees que esto repercute en el niño? (le pregunto): Cuando vamos todos a una estás más tranquilo. Tienes tranquilidad. Si no, tú estás haciendo todo lo que puedes hacer, pero no sabes si revierte de la manera que debería revertir en el aula. Y el niño también lo vive, porque si el niño sabe hacer una cosa y sabe que todos lo sabemos, se esfuerza por hacerlo en todas partes, mientras que si sabe hacerlo contigo pero los otros no se lo piden, quizás no se esfuerza. Así pues, en esta reunión se valora qué capacidades básicas están dificultando el aprendizaje y la participación de aquel alumno y cómo podemos potenciarlas, ya sea con intervenciones en el aula, ya sea con la colaboración de otros profesionales. En el plan personalizado se priorizan las capacidades que ha de desarrollar el alumno para disminuir las barreras que él o los otros le ponen para aprender y participar. Se han de prever estrategias para desarrollarlas y compartir criterios para intervenir en la escuela y con las personas de otros ámbitos (familia, profesionales, etc.). En el anexo II, número 2 hay un ejemplo concreto de plan personalizado de un alumno de 3.o de primaria en relación con las capacidades básicas. Hay que recordar que lo realmente importante no es lo que aparece escrito en el plan, sino lo que representa este plan para los que lo hemos elaborado y todas las reflexiones que hemos compartido para llegar a acordar las prioridades que en él se recogen. Lo escrito tan sólo es un recordatorio de lo que se ha puesto en común y acordado, y servirá para recordar, revisar, modificar y poder evaluar. Con independencia de la priorización de las capacidades básicas, se han de priorizar los contenidos y objetivos en relación con las diferentes áreas de aprendizaje. Esta parte es la que habitualmente se entiende por adaptación curricular individualizada (ACI) y, en general, es la que más se hace. 157 Relación entre el plan personalizado y la propuesta global del aula El plan personalizado, en general, no es exhaustivo ni muy detallado, excepto cuando interesa concretar mucho algún aspecto. Básicamente, se trata de tener claras las prioridades de manera que que guíen a los maestros a la hora de concretar las adaptaciones de las diferentes unidades didácticas en el trabajo del día a día. No se trata de prescribir actividades muy distintas a las que está haciendo el resto del grupo. Si queremos que el alumno participe al máximo en las actividades de clase, no podemos hacer planes rígidos de programación, ni prever todas las actividades, ya que los maestros no acostumbran a programar de esta manera. De hecho, cada maestro tiene su propia manera de programar; hay quien lo hace con suficiente antelación y, por tanto, puede compartirla con el maestro de apoyo, y hay quien lo hace de manera más improvisada. Así pues, se necesita una cierta flexibilidad y capacidad para ir consensuando maneras de hacer que faciliten el trabajo de ambos maestros en el aula y las adaptaciones necesarias. Según Ainscow (2004), los maestros más eficaces en responder a la diversidad son docentes con experiencia que disponen de repertorios diversos, de actividades y organizaciones de clase que adaptan según la materia, las condiciones del aula y del alumnado, los recursos disponibles y su estado de ánimo. En este sentido, difiere del procedimiento racional que se enseña a los aspirantes a maestros puesto que, en gran medida, consiste en un proceso continuo de diseño y rediseño de pautas establecidas. (Ainscow, 2004, p. 89) De ahí que los modelos de programación con planificaciones individualizadas y prediseñadas sean poco funcionales en una escuela para todos. Los modelos de programación y la práctica de la educación especial no se pueden extrapolar a un contexto de escuela inclusiva en el que hay que adoptar perspectivas más flexibles que tengan en cuenta a toda la clase y que partan de la programación ordinaria. Cuando el plan educativo de un alumno tiene poco que ver con las áreas de contenido que se tratan en el currículo general, es probable que los maestros muestren reticencias con respecto a la posibilidad de satisfacer las necesidades del alumno en cuestión. Un maestro, abrumado ya por las exigencias curriculares «ordinarias» (que son muchas), no tendrá mucho tiempo para añadir otras nuevas. Probablemente creerá que la única solución viable consiste en enviar al alumno a una escuela o aula de educación especial (corriendo el riesgo de fragmentar su jornada) o en «integrarle» aunque haya que sacrificar el aprendizaje significativo. (Stainback y Stainback, 2004, p. 60) El plan personalizado y la adaptación del currículo sólo han de explicitar los objetivos priorizados para aquel curso y algunos criterios y acuerdos que tener en cuenta para conseguirlos. Será después, en la programación semanal o quincenal, cuando el maestro curricular y el maestro de apoyo tendrán que ir 158 concretando las ayudas que el alumno necesita y hacer las adaptaciones necesarias según las actividades y la metodología que se utilice en el aula. En estos casos, la tarea principal es la de analizar las propuestas didácticas que se piensa realizar, adaptándolas a la diversidad de los alumnos del aula. En primer lugar, se seleccionan e identifican los contenidos más relevantes para todos los alumnos; después, se piensa en diferentes estrategias de presentación de las tareas que se llevarán a cabo en el aula utilizando diferentes soportes (visuales, auditivos, etc.), de manera que todos los alumnos las puedan comprender; en tercer lugar, se proponen prácticas diferentes, con diferentes niveles de complejidad sobre los mismos contenidos para que todos los alumnos las puedan realizar, según sus posibilidades y preferencias, y, finalmente, se seleccionan las estrategias de evaluación, teniendo en cuenta lo que han hecho o han aprendido los alumnos (Collicott, 2000). Cuanto más se utilicen metodologías de este estilo que favorecen la atención a la diversidad, menos adaptaciones individualizadas de las actividades habrá que hacer, ya que formarán parte de la propuesta global. De todos modos, eso aún dista de lo que se hace en la mayoría de escuelas y justifica también la necesidad de concretar, explicitar y escribir las intenciones educativas personalizadas para aquellos alumnos que lo necesitan. Las sesiones de tutorización En el apartado «El papel del tutor o de la tutora» del capítulo 5 hemos hablado del papel insustituible que tiene el tutor en el proceso de inclusión del alumnado con necesidades educativas especiales en el aula y en la escuela. Él es el principal referente del grupo-clase; es quien gestiona los conflictos, pone las normas e interviene en las relaciones. Él lidera el grupo-clase y, a veces sin ser demasiado consciente de ello, crea e influye en el clima afectivo y relacional del grupo. El tutor, cuando hay falta de respeto o exclusiones dentro del grupo, puede –a través de las conversaciones, su ejemplo y su comportamiento– tolerarlo sin intervenir, poner límites a determinadas actuaciones o detenerlas decididamente conteniendo la tensión del grupo. He conocido a muchos tutores que, en estas situaciones, solos o con la colaboración de otros, han sabido gestionar estos conflictos y favorecer la construcción de relaciones positivas y solidarias dentro del grupo. También hay tutores que en estas situaciones quizás no han sido conscientes de la propia capacidad de influencia y han dejado pasar la posibilidad de intervenir en ellas intencionalmente. Por otro lado, el tutor también es el principal responsable de 159 los aprendizajes de los alumnos y gestiona los contenidos que se trabajan en las áreas instrumentales básicas (lengua y matemáticas). El modelo de atención a la diversidad de la escuela otorga un papel clave al tutor en la responsabilidad –compartida con el maestro de apoyo– de realizar y desplegar los planes personalizados de los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación. Cuando un alumno con barreras para el aprendizaje y la participación cambia de tutor, es necesario que éste pueda conocer bien al nuevo alumno para poder desarrollar esa tarea y para establecer una relación afectiva cercana que les vincule y le respalde. Estos alumnos, si no existe una relación de cercanía que evite el miedo a lo desconocido o una cierta indiferencia distante, son difíciles de conocer y pueden ser vistos como una molestia o un trabajo añadido a las muchas tareas del tutor. Es necesario apoyar a los tutores y establecer medidas que les ayuden a hacer este tipo de acercamientos, en primer lugar para que puedan conocer al alumno con más facilidad y profundidad, y en segundo lugar, para que puedan ayudarles y educarles con más competencia y adecuación. A fin de favorecer este acercamiento, pensamos que la escuela debía darles un poco más de tiempo e instituimos las sesiones de tutorización individuales con determinados alumnos. Se trata de una sesión semanal en horario de clase en la que el tutor y el alumno trabajan juntos fuera del aula. Habitualmente, se intenta realizarla cuando en el aula están haciendo la tercera lengua, que generalmente no es tan prioritaria para estos alumnos. En el cuadro 13 de la página siguiente se recogen las orientaciones para hacer estas sesiones; orientaciones que los maestros tienen en cuenta para planificarlas y que forman parte del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela. Se trata de orientaciones globales que hay que adaptar a cada alumno concreto, según sus necesidades. Cuadro 13 Orientaciones para la sesión de tutorización individual con alumnos con necesidades educativas especiales Estas orientaciones son globales y hay que adaptarlas a cada alumno y a su situación. En ciertos casos, no es necesario que toda la hora se dedique a él. A veces, pueden ir con el tutor otros alumnos que también necesitan un poco más de refuerzo personal, sobre todo en relación con aspectos como la organización personal y de los materiales, el uso de la agenda, los deberes o la buena integración relacional dentro del grupo. Objetivos Maneras. Recursos. Estrategias. Actividades ▪ 1. Conocer mejor al alumno con necesidades educativas ▪ Este conocimiento nos ha de permitir ajustar la metodología y las actividades a sus necesidades. En los momentos de tutoría, cuando está haciendo un ejercicio en 160 especiales para poder ajustar más las estrategias y la metodología a sus características y dificultades. ▪ ▪ ▪ 2. Ayudar a que dé sentido a lo que aprende en la escuela. ▪ ▪ ▪ ▪ 3. Ayudarle a integrarse socialmente en el grupo y en la escuela. ▪ voz alta, está escribiendo o leyendo, podemos comprender los procesos que utiliza, los errores que comete, el estilo de su aprendizaje. Todo ello nos permite ajustar nuestra ayuda en otros momentos dentro del aula, cuando está con sus compañeros. Averiguar, observar cuáles son sus intereses, qué actividades pueden interesarle más. Sus aficiones fuera de la escuela, etc. Explicarle el porqué de ciertos aprendizajes. Explicarle y contrastar con él las prioridades de su plan personalizado y los objetivos prioritarios que hay que conseguir. Favorecer su implicación y su iniciativa a la hora de pensar en estrategias que puedan ayudarle. Ayudarle a reconocer lo que sabe, lo que no sabe bien, lo que quiere saber y lo que no sabe. Hacer actividades funcionales en las que vea la utilidad de ciertos aprendizajes a los que no da sentido. Estimular su curiosidad y enseñarle cosas que le interesen o por las que manifiesta interés. Favorecer que el grupo le acepte y le ayude a integrarse. Hacer que se dé cuenta de cómo sus comportamientos o actitudes pueden favorecer o perjudicar las relaciones con sus compañeros y compañeras. Proporcionarle estrategias y habilidades sociales. Promover actividades de relación entre ellos. El conocimiento y la complicidad creada en estas sesiones de tutoría han de favorecer tenerlo más en cuenta en las actividades del aula, para facilitar que se sienta bien y que sea aceptado dentro del grupo. Cuando hay alumnos de escolarización compartida: ▪ Tenerlos al día de lo que se ha ido haciendo en la escuela cuando ellos no estaban. ▪ Explicarles cosas que han ocurrido en el grupo. 4. Coordinar las informaciones ▪ y la acción educativa de todos los profesores. Permitir al tutor hacer de mediador y explicar a los demás profesores estrategias que le han sido útiles, recursos y maneras de hacer que puedan ayudarles. ▪ A partir de hablar también de lo que hace en casa y de conocer a su familia, el tutor podrá conectar con ésta y orientarla mejor, teniendo en cuenta las dificultades del alumno y las posibilidades familiares. Ponerle notas en la agenda de comunicación con los padres. Tener entrevistas más a menudo con los padres y hacer un seguimiento de las mismas con el niño. 5. Conocer mejor su situación familiar. ▪ ▪ 6. Ayudarle a organizarse. Hábitos y orden. ▪ ▪ ▪ Favorecer que recuerde lo que tiene que llevar. Cuidar del material básico. Procurar que sepa ordenar los materiales y localizarlos. ▪ Procurarle estrategias para participar en el aula y seguir las diferentes actividades. Observar y descubrir los recursos que le pueden ser útiles para participar en el aula. Trabajar ciertos contenidos. ▪ 7. Trabajar aspectos relacionados con las ▪ 161 capacidades básicas de su plan personalizado y contenidos básicos de su adecuación curricular. ▪ ▪ ▪ 8. Favorecer que pueda tener éxito en ciertas actividades. ▪ 9. Preparar materiales alternativos para cuando está en la clase y con la colaboración de otros maestros ▪ ▪ Explicarle mejor conceptos o procedimientos que puede entender o hacer que se han trabajado en el aula y que son prioritarios teniendo en cuenta su adaptación curricular. Plantearse objetivos concretos en relación con determinados contenidos a corto plazo con él, y también, si es posible, con su familia (por ejemplo, en el aprendizaje de ciertos hábitos o procedimientos que hay que mecanizar, etc.). Hacer un seguimiento de los mismos a través de la agenda o libreta. Preparar con él actividades que se harán después en el aula. Darle recursos a fin de que, con una cierta complicidad, después pueda tener éxito en el aula. Preparar controles o evaluaciones que hará en clase para que pueda tener éxito o hacerlas en la sesión de tutorización. Puede destinarse parte de la sesión a adaptar los materiales para cuando el alumno está dentro del aula. Se pueden también preparar materiales a partir de detectar ciertas dificultades concretas. Materiales para tener en el aula cuando el alumno no puede seguir lo que se está haciendo. Estos materiales se preparan teniendo en cuenta su plan personalizado y en colaboración con la maestra de apoyo. (Extraído del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela Folch i Torres y revisado) Estas sesiones empezaron a realizarse hace unos seis cursos, sobre todo para favorecer la integración en su grupo de algunos alumnos que hacían escolarizaciones compartidas con una escuela de educación especial. El hecho de que dos días enteros a la semana no estuvieran en el centro dificultaba su integración en el grupo y estas sesiones eran útiles para que la tutora los pudiera tener más en cuenta, explicar hechos importantes que se habían perdido de la vida del aula e ir haciendo un seguimiento más cercano de su proceso de aprendizaje. Por otro lado, las sesiones promovían este acercamiento afectivo entre el alumno y el tutor que favorece su inclusión en la vida del grupo. Posteriormente, este recurso se fue dando también a otros alumnos con necesidades educativas especiales, aunque no hicieran escolarización compartida. Actualmente, los criterios acordados por la comisión para conceder este recurso son: ▪ Sobre todo a partir de tercero de primaria. En general, no se ve la necesidad de realizarlas antes, excepto en algunos casos muy concretos. ▪ Alumnos que están muy alejados de los aprendizajes que se hacen en el aula y a los que hay que adaptar materiales en la mayoría de áreas. Si a ello se suman dificultades de relación e integración en el grupo, se considera más prioritario. ▪ Alumnos con muchas dificultades de organización y con problemas en los 162 ▪ hábitos de orden y de trabajo. Alumnos de sexto que que tienen muchas dificultades y a los que cuesta organizarse. Se trata de alumnos que se prevé que pasen a educación secundaria y que necesitan adquirir más autonomía, hábitos de trabajo y organización. En este caso, también se trabaja con ellos en pequeño grupo. A continuación añado algunos comentarios que los maestros han realizado sobre estas sesiones y su utilidad. Una tutora opina: Depende del alumno. Hay quien necesita control de agenda, de los materiales. A otros les va muy bien hablar, llegar a pactos y revisarlos. Para algunos, el hecho de volver a explicarles y trabajar determinados contenidos les ayuda a seguir avanzando. Al tutor, ¿qué le aportan?: La tranquilidad de saber que en el momento que se pierde me quedo con él y le explico ciertos contenidos o aspectos básicos con la intención de que pueda seguir y participar mejor. ¿Y qué le aportan al alumno?: Se sienten queridos, se sienten seguidos, los conoces más. ¿Estar con ellos hace que se les quiera más? […] Desde el momento en que los conoces más, los quieres más… Ellos te miran de manera diferente y se establece una complicidad. Una maestra de apoyo: Estas sesiones las valoro muy positivamente con algunos niños y con otros no. A veces no se aprovechaba. Si el niño se sienta con su trabajo y la tutora se va a hacer otro trabajo, ¿qué valor tiene? Hay niños que las requieren y otros que no y depende de la implicación del tutor. Una maestra de apoyo que este año es tutora dice: Son muy útiles. Yo este año con M lo veo diferente. Utilizas la hora para hacer adaptación de sus materiales. El año pasado las que hacía E (una maestra) con Jonathan eran fantásticas. La tutora hizo como una especie de diario, sobre todo con temas organizativos. Recordarles la agenda en ocasiones… A mí me gusta mucho por eso. Los niños lo reconocen. Se sienten más acogidos y ayudados. ¿Crees que estas sesiones repercuten en el resto de horas?: Yo creo que sí. Después había una afectividad entre ellos… tutor y alumno. Yo creo que sí. Otra tutora explica: Hilvanas el trabajo que harás posteriormente con aquel alumno. Son tantos los aspectos que trabajas que no tienes suficiente con aquella hora. Te absorben mucho, son esponjas. ¿Te parece importante en el ámbito de la relación?: Mucho, mucho, es básico, los vínculos se hacen más fuertes. Le entiendes más. Te pones más en su piel. Ves lo que le cuesta. Es básico, básico… para ayudarle. ¿Repercute en el resto de horas?: Si está individualmente con él, sabes un poco más en qué cojea, de modo que cuando estás con todos le das un poco más de ayuda en aquello que sabes que le cuesta. Otra maestra, cuando le pregunto qué le aportan estas sesiones, contesta: Me acercan al niño. Ves que le estás dando algo que necesita y un poco de tú a tú; te lo haces más tuyo, lo conoces más. Encuentras que él está más relajado… Te parece que mejora tu relación con él 163 y la ayuda que le das. Tú continúas un poco igual, pero él sí se acerca más a ti. […] Es básico porque puedo ajustar más las actividades a él. Sé dónde puede llegar y qué puede hacer y qué no. En algunos casos, también contamos con las maestras de refuerzo en casa, por ejemplo con Maria. Esto es ideal. Si no hay refuerzo en casa y no está orientado como en la escuela, no va tan bien. En definitiva, este tipo de apoyo es interesante por todo lo que he expuesto y también porque compensa todo el esfuerzo que hacen los tutores con estos alumnos y les brinda la oportunidad de trabajar de una manera más relajada y cercana a ellos. El seguimiento compartido En los diferentes apartados de este libro he destacado la importancia que concedo al trabajo de colaboración entre los diferentes maestros, con la familia y con los otros profesionales que intervienen en un caso. Cuanto más se avanza en el sentido de poder hacer planes y seguimientos compartidos, más aumenta el potencial de las respectivas intervenciones. En la escuela se lleva a cabo una labor de este tipo entre el tutor, el maestro de apoyo, los profesionales especialistas (cuando los hay) y la asesora psicopedagógica, pero también con los demás maestros curriculares, que aportan sus informaciones y observaciones En el apartado del capítulo 5 «Condiciones para la colaboración» (véase en la página 93) ya he hablado de los efectos que tienen las comunicaciones entre los implicados cuando se comentan mejoras, problemas y alternativas. Favorecer la implicación de todos tiene efectos altamente positivos sobre la evolución del alumnado. Habría que destacar también la importancia de ir compartiendo estos planes con la familia y también con otros profesionales. En una entrevista que mantuve con una psicóloga que trabaja con alumnos y familias fuera de la escuela, cuando hablábamos de ella decía: Quizá habría que compartir más esto del plan personalizado. A nosotros, los profesionales de fuera, también nos iría bien conocerlo porque, a veces, no sabemos exactamente qué hacen los niños en la escuela y tenemos una idea confusa, al menos por mi parte sobre el contenido de estos planes y la repercusión que tienen en el niño o la niña, en el grupo-clase y en la familia. Aunque nosotros no entramos en el aspecto pedagógico, el hecho de conocer cómo se hace y qué estrategias se utilizan nos aportaría elementos que nos ayudarían a integrar más todos los aspectos que pueden potenciar el desarrollo del niño. Ello, también, podría repercutir positivamente en nuestra relación con los maestros, consiguiéndose un mayor entendimiento en un nivel de igualdad pero haciendo aportaciones sobre aspectos diferentes, todos ellos útiles y necesarios en la labor de ayuda para generar crecimiento. A veces, tampoco ayuda el hecho de que el maestro adopte una actitud muy dependiente y diga: «Dime qué tengo que hacer». ¡Pero si sabe mucho más que yo! Aquí, con nosotros pueden darse también momentos de conflicto, pero un momento de crisis nunca puede ser lo mismo aquí que en la escuela, con 24 niños más. 164 Comentamos cómo se hacen estos planes en la escuela y hablamos de un caso concreto con las propuestas para desarrollar las capacidades básicas. Le pregunto si no cree que es algo que guarda estrecha relación con lo que se hace en su campo y todo el trabajo terapéutico. Ella dice: Pero ésta es una visión que tampoco es usual… Yo tengo la sensación de que con vosotros siempre hemos hablado de la parte emocional y relacional de los niños cuando nos coordinábamos. Que esto figure en un plan personal, ya no lo sé… Yo: pero, en general ¿no se habla de esto? Dice: En realidad, no mucho. Aún se da mucho la idea de hablar de lo que el niño no sabe hacer, de lo que no hará, de sus dificultades… En relación con la oportunidad de la colaboración entre profesionales y con los maestros, dice: A mí, personalmente, cuando mejor me siento es cuando veo que tenemos un proyecto común, cada uno desde su ámbito. Es cuando noto que aquel niño y aquella familia salen adelante; no sé si es esto o lo otro, pero hace que avancemos más… y que el niño mejore. Seguramente hace falta un aprendizaje compartido, confiar en el otro y no tener miedo a meter la pata. Estoy plenamente de acuerdo con ella y he constatado que los alumnos que más han avanzado y han conseguido los objetivos propuestos, generalmente son alumnos en torno a los cuales se ha construido una sólida red de adultos que han trabajado conjuntamente y que han tenido confianza los unos en los otros: padres, maestros, psicólogos externos, la asesora psicopedagógica… Especialmente importantes son los dos contextos principales implicados, la familia y la escuela, que se han apoyado mutuamente y han trabajado conjuntamente. En este sentido, Bronfenbrenner (1987, p. 240) dice: El potencial evolutivo de un mesosistema se ve incrementado en la medida en que existan vinculaciones indirectas entre los entornos que estimulen el desarrollo de la confianza mutua, una orientación positiva, el consenso de metas y un equilibrio de poderes que responda a la acción en nombre de la persona en desarrollo. En este caso, el autor se refiere a ciertas condiciones que debe tener la relación entre la escuela y la familia para favorecer el buen desarrollo de los niños implicados en estos dos contextos. De todas maneras, estos contextos son indudablemente los más decisivos en el desarrollo de los niños, yo ampliaría estas condiciones a las relaciones entre el resto de profesionales implicados (logopeda, psicopedagoga, psicóloga externa, asesora psicopedagógica de la escuela, etc.) que colaboran en un caso. Cuanto más se den estas condiciones entre los diferentes adultos y profesionales que colaboran en relación con un determinado alumno, más se favorecerá su desarrollo y aprendizaje. Una tutora comentaba: Es muy importante contar con el apoyo de la familia; el niño mejora mucho más. Que te comprendan, que colaboren… es algo que anima. Cuando una familia no colabora o te echa tierra 165 encima es más difícil… Condiciones entre entornos y entre adultos que favorecen el desarrollo de los niños Así pues, a lo largo del curso hay que ir contrastando la evolución del alumno. En primer lugar, el maestro de apoyo y el tutor o la tutora van haciendo evaluaciones periódicas y trimestrales. En las reuniones de ciclo se hacen las juntas de evaluación y se comparten estas valoraciones con todo el equipo educativo. Cuando hay problemas o dificultades, piden mi colaboración o la de otros profesionales implicados de dentro de la escuela. En estos casos, cada uno con sus herramientas (observaciones en el aula, entrevistas con el alumno o con la familia, reuniones con otros profesionales que colaboran, etc.) y su mirada valora lo que puede estar pasando y, entonces, decidimos las nuevas vías de intervención. Es importante que existan vías fáciles e inmediatas de comunicación entre los implicados para poder comentar estas cosas, ya que quienes están cada día con un alumno que les preocupa han de ser –en la medida de lo posible– escuchados y acompañados cuando se encuentran con dificultades. Además, estas comunicaciones sobre la marcha, ante problemas o satisfacciones, aportan una información relevante de cara a las posibles intervenciones y a la evaluación de los factores favorecedores o entorpecedores para aquel alumno o aquel profesor. Hay que hablar de los problemas en el momento en que se producen, ya que, además, con mucha frecuencia el hecho de comentarlos ya abre vías de resolución por parte de los propios implicados. 166 La evaluación de los planes personalizados Cada trimestre se hace la evaluación del alumno y se elabora un informe para los padres un poco adaptado (partiendo del modelo general de la escuela) y que tenga en cuenta su plan personalizado. Según las adaptaciones que se hayan hecho de las diferentes áreas, a veces se conserva el mismo formato con valoraciones graduadas para cada bloque de contenido o, si se considera necesario, se hace un comentario personalizado sobre los objetivos conseguidos y las orientaciones que hay que tener presentes. En este informe se hace constar si la valoración de cada área y la de los bloques de contenido se hace teniendo en cuenta su plan personalizado (evaluación criterial) o con los mismos criterios que el resto del grupo (evaluación normativa). Pensamos que es importante hacer esta distinción, ya que los padres reciben una información más clara sobre la evolución de su hijo y les ayuda a situarse. Hacer esta diferenciación supone una cierta reflexión para los propios maestros y nos ayuda a tener más claro qué cosas le cuestan más y qué cosas no le suponen especial dificultad. En definitiva, superar valoraciones globales, a veces quizá superficiales, y que pueden resultar confusas, e ir identificando y reconociendo sus puntos fuertes, junto con aquellos en los que necesita más refuerzo. Además del informe a los padres en el que se recoge la evaluación de su plan, a final de curso se hace una hoja resumen de valoración del plan personalizado, como la que veremos en el cuadro 14. En este resumen se destacan diferentes aspectos clave que aportarán informaciones muy relevantes en relación con la organización de los apoyos para el año siguiente. Esta hoja resumen tiene la función de vincular las medidas de apoyo que se prevén para los alumnos concretos con la organización de los apoyos del centro. En este sentido, es un instrumento sencillo y muy útil para la comisión y para prever los apoyos del curso siguiente. La jefa de estudios, con las hojas resumen de los diferentes alumnos, podrá tener presente los recursos que necesitan y, a partir también de las valoraciones de los apoyos en las diferentes clases, podrá prever y planificar los recursos que necesitan cada una de ellas. En el anexo II, número 1, hay un ejemplo concreto de la hoja resumen de valoración del plan personalizado en relación con una alumna de la escuela. 167 168 169 7 El asesoramiento psicopedagógico Funciones del asesoramiento En este apartado trataré las funciones de un tipo de asesoramiento psicopedagógico, el que tiene en cuenta las funciones habitualmente establecidas pero, sobre todo, el que las quiere realizar desde una perspectiva institucional y sistémica, contemplando la escuela como un sistema complejo e intentando colaborar con ella en los ámbitos institucional y grupal. Éste es el tipo de colaboración que se ha dado con la escuela Folch i Torres y que no siempre se puede conseguir, debido a factores diversos, que a menudo no dependen de nosotros. Aquí comentaré algunos factores en los que sí podemos incidir, en los que nuestras actitudes y actuaciones tienen una influencia importante. En la tarea de asesoramiento psicopedagógico desde un equipo de asesoramiento y orientación psicopedagógica (EAP), cabe distinguir dos tipos de colaboración: ▪ La colaboración en el proceso de mejora del centro y de la calidad del hecho educativo. ▪ La colaboración en la resolución de problemas, orientación y consulta ante situaciones difíciles o problemáticas; un trabajo en colaboración con la escuela para atender mejor a todos los alumnos que presentan más barreras para el aprendizaje y la participación. Ambas son necesarias y complementarias, pero se necesita tiempo para desarrollarlas con profesionalidad y rigor. Cuando se establece una colaboración periódica y continuada con los centros, como es nuestro caso, a menudo es difícil separar los dos tipos de intervención, ya que se producen frecuentes interacciones y complementariedades.Colaborar con el centro para crear espacios de trabajo cooperativo dentro de la escuela es una tarea que considero esencial en este tipo de asesoramiento que quiere ser preventivo e influir en el ámbito institucional. En estos espacios se pueden abordar problemas concretos de la práctica y se pueden también plantear análisis más globales sobre lo que ocurre en el centro, análisis que pueden abrir caminos de mejora y evolución. El asesoramiento psicopedagógico, desde esta perspectiva, tiene las siguientes 170 funciones: Promover espacios para la colaboración Mi colaboración en este centro y en otros con los que he trabajado, a menudo tiene esta intención: intentar que se puedan comentar las cosas que preocupan y promover culturas de colaboración en el seno del centro. Eso es posible proponiendo la creación de espacios concretos de trabajo y de decisión en el ámbito institucional. En este centro, el equipo educativo tiene clara la necesidad de estos espacios. Concretamente, son los siguientes: ▪ Comisión para la atención a la diversidad. ▪ Reuniones de ciclo para hablar de casos concretos que planteen retos al equipo docente como grupo y en relación con los cuales hay que ponerse de acuerdo y llegar a criterios comunes de actuación, para hacer el traspaso de un curso a otro y explicar sus situaciones y evoluciones, o por otros motivos. ▪ Reuniones de coordinación entre el/la maestro/a de apoyo y el tutor o la tutora. ▪ Reuniones del equipo de seguimiento (tutor, maestro de apoyo, especialistas –si los hay– y asesor psicopedagógico –si es el caso) del alumnado con necesidades educativas especiales. ▪ Reuniones con otros profesionales externos al centro (psicólogos, psicoterapeutas, logopedas, etc.). Colaborar en el proceso de mejora del centro La mirada de una asesora psicopedagógica con presencia semanal en el centro y que forma parte de un equipo de sector, que colabora con otros centros educativos y que trabaja en red con otros servicios e instituciones, puede aportar elementos para la reflexión, la revisión y la mejora. Tener una presencia sistemática y, al mismo tiempo, formar parte de un sistema externo con autonomía, favorece esta visión más distante que, en general, los centros educativos agradecen y solicitan. Según el tipo de colaboración que se establece con cada centro, se puede incidir más o menos en su cultura y organización. Si hay espacios de colaboración institucionales en los que el equipo directivo está representado, es más factible colaborar con el equipo educativo en la revisión de lo que se hace y en la discusión de nuevas propuestas que les puedan ayudar a avanzar. Detectar e identificar de problemas, necesidades y disfunciones Esta posición de asesores en parte dentro y en parte fuera del sistema escolar 171 es interesante para colaborar como elementos de apoyo, intentando no perder una cierta distancia que nos ayude a identificar los puntos débiles para poder compartirlos con el centro siempre que valoremos que pueden escucharlos y asumirlos. El hecho de estar diferentes cursos colaborando con un centro en diferentes niveles, ahora con un ciclo en una junta de evaluación, ahora en una reunión de padres de infantil, ahora en una entrevista con los padres de un alumno con necesidades educativas especiales, ahora en una reunión con el equipo directivo, nos permite tener una visión sumamente rica y global del centro. Podemos conocer y detectar pequeñas disfunciones o problemas, ya sea en la manera de enseñar ciertos contenidos, la coordinación entre los ciclos, las medidas de promoción del alumnado, los instrumentos de evaluación e información a los padres, el tratamiento de los alumnos con problemas, los sistemas de confección de los grupos, los roles de los diferentes profesionales, etc. Este conocimiento es interesante para la escuela si se sabe dosificar y aportar en los momentos adecuados. En este sentido, debemos ser sensibles para valorar las posibilidades de cambio del sistema y los momentos en que puede ser oportuno hacer determinadas propuestas o sugerencias. Es necesario conocer la institución como sistema, con su complejidad y sus circunstancias, saber en qué momento se encuentra, qué cosas le preocupan y qué frentes tiene ya abiertos, para poder hacer aportaciones de cambio. Dirigir un centro educativo es una tarea compleja, sometida a presiones internas (de los maestros, del personal, del alumnado…) y externas (sociales, de la Administración, de los padres…). Como asesores externos, debemos respetar sus demandas y preocupaciones, y no querer imponer determinadas opiniones cuando hay situaciones urgentes que les preocupan más. Tenemos que analizar, reconocer, detectar y volver de nuevo siempre que veamos que hay disponibilidad y posibilidades de escuchar y afrontar lo que se propone. No se trata de hacer comentarios críticos que evidencien problemas que desbordan sus posibilidades de actuar o que crean ansiedad gratuita, excepto, claro está, cuando está en juego el bienestar o la seguridad de algún alumno u otros miembros de la comunidad. Aportar criterios y hacer propuestas concretas Esta función está estrechamente vinculada con el rol que también tenemos de agentes de cambio en los centros en los que intervenimos. Como dice Giné (2005, p. 92), «sin duda, gestionar la diversidad –avanzar hacia una escuela inclusiva– significa liderar los procesos de cambio» que se gestionan en los centros educativos. Si bien quien realmente ejerce esta función de liderazgo son los equipos educativos y directivos de los centros, los asesores psicopedagógicos 172 podemos desarrollar también una capacidad de influencia en aquellos procesos de mejora que pretendan incrementar las oportunidades para el desarrollo de todo el alumnado y del propio profesorado. A partir de la detección de dificultades en el centro o del trabajo en equipo del equipo de asesoramiento psicopedagógico (EAP), se trata de hacer propuestas o sugerencias que tengan en cuenta la oportunidad y el momento de la institución y le ayuden a modificar maneras de proceder poco funcionales o discriminatorias. También en estas situaciones, debe tenerse en cuenta la zona de desarrollo próximo del centro y las posibilidades que tiene en cada momento para hacer modificaciones a partir de su trabajo de equipo o nuestra colaboración. Hacer sugerencias, comentarios, aportar informaciones sobre ciertas disfunciones, hacer propuestas de instrumentos que les ayuden a hacer escuela, colaborar en planes de centro, en las medidas organizativas, en los roles de los profesionales, en todo aquello que les pueda suponer, por un lado, conocer mejor la escuela y, por otro, ir redefiniendo procedimientos y elaborando instrumentos que faciliten y mejoren la tarea educativa, instrumentos elaborados conjuntamente con el centro y adaptados a su manera de funcionar. El hecho de formar parte de un equipo de sector y de compartir con los compañeros el análisis de diversas situaciones que interfieren en la atención a la diversidad en los centros, es un recurso interesante para llevar a cabo esta función. En el seno del equipo se elaboran también instrumentos o procedimientos que se ofrecen a las escuelas de la zona y que pueden suponer mejoras en su labor cotidiana. Asesorar y colaborar en la resolución de conflictos Esta función de ayuda es necesaria y, en general, los centros la tienen muy clara y la solicitan cuando se encuentran ante situaciones conflictivas que les superan. Además, estas colaboraciones aportan un conocimiento mucho más cercano de la realidad concreta y crean una relación de confianza y apoyo mutuo que favorece futuras colaboraciones más institucionales. Son intervenciones más o menos esporádicas para resolver problemas concretos, ya sea del ámbito institucional, ya sea en relación con el alumnado, los grupos y las aulas. A menudo, tienen un cariz más inmediato y una cierta urgencia. Los centros se sienten escuchados y ayudados, siempre que hayamos podido responder a sus expectativas y demandas, que les hayamos aportado nuevas visiones de estas situaciones o que les hayamos asesorado para que ellos mismos pudieran resolverlas. Dinamizar y colaborar en la evaluación psicopedagógica del alumnado 173 Colaborar con los maestros en la evaluación del alumnado es una tarea importante del asesoramiento psicopedagógico. En esta evaluación contamos con la colaboración de los maestros del alumno en cuestión, con la visión de su familia y con las aportaciones de los demás profesionales que colaboran en ese caso concreto. Desde un punto de vista de colaboración preventiva e institucional, es interesante colaborar con la escuela para actualizar las medidas y los instrumentos de evaluación que utilizan, favoreciendo la autonomía y la participación de los maestros implicados. Una parte importante de esta función se lleva a cabo en relación con los alumnos y alumnas con más barreras para el aprendizaje y la participación. En estos casos que les desbordan y en los que piden nuestra colaboración, es cuando es especialmente pertinente nuestra intervención más directa, haciendo observaciones y actividades para conocer mejor al alumno y complementar su valoración. Colaborar en la elaboración de los planes personalizados Las aportaciones de la asesora psicopedagógica, que generalmente conoce al alumno de años anteriores y conoce a los maestros y los recursos del centro, deberían ayudar a ampliar la mirada en relación con el alumno y aportar perspectivas de futuro. En estos momentos se deciden elementos importantes del contexto (profesionales, apoyos, horarios, coordinaciones, materiales, etc.) en que aquel alumno se hallará inmerso a lo largo de ese curso. Colaborar con los docentes en identificar cuáles son las barreras para el aprendizaje y la participación que, en ese momento, están frenando la evolución de un alumno, y decidir cuáles son las capacidades que se han de priorizar, es una labor en la que el saber psicopedagógico es especialmente relevante. Esta función tiene importantes repercusiones en la intencionalidad de la acción educativa de los diferentes agentes educativos implicados y nuestra mirada más especializada y global puede complementar las miradas vivas y urgentes de los maestros en el día a día. Construir redes y complicidades entre los adultos y los profesionales implicados es una de las finalidades en este proceso de trabajo, tal como he explicado en el apartado «El plan personalizado» del capítulo 6 (véase página 142). Priorizar los ámbitos de intervención El modelo de intervención y asesoramiento psicopedagógico con el que me 174 identifico (Huguet, 1993) se basa en un modelo de asesoramiento constructivista y sistémico que pretende colaborar con los centros para mejorar la calidad educativa y la atención a todo el alumnado. Desde esta perspectiva, la escuela es un sistema abierto y complejo en el que existen diferentes niveles de intervención posibles: el nivel institucional, el nivel aula y el nivel del alumno. A lo largo de mi colaboración con centros educativos, me he ido inclinando por priorizar algunos de estos niveles debido a la imposibilidad de poder intervenir de la misma manera en los tres ámbitos citados. Mi dedicación en los centros es limitada y me obliga a priorizar los espacios que considero más abarcables y en los que puedo favorecer el cambio y la mejora de la institución. El tiempo que tenemos destinado a la intervención en cada centro educativo es un factor que condiciona la intervención y la elección de prioridades en el asesoramiento. No tiene nada que ver trabajar dentro del centro con presencia continuada con hacerlo como asesor de un servicio externo que va al centro, como mucho, dos mañanas a la semana. Una dedicación de uno a tres días a la semana, según el tamaño y la complejidad del centro, es una dedicación que puede facilitar el desarrollo de los recursos del centro y su autonomía y, al mismo tiempo, dar apoyo cuando lo necesiten. Una dedicación por debajo de ésta crea insatisfacción tanto en el asesor, que no tiene tiempo para atender las demandas que le hacen, como en los docentes, que lo ven como un profesional periférico y a menudo demasiado alejado de sus preocupaciones cotidianas. Una dedicación completa o excesiva quizá tampoco sería conveniente –a no ser que se trate de centros o situaciones especiales–, ya que podría conllevar un intervencionismo excesivo y la sustitución de los docentes en tareas que pueden hacer solos o en equipo. Cuadro 9. Ámbitos de intervención del asesoramiento psicopedagógico dentro del centro 175 El asesoramiento psicopedagógico no debe sustituir a los verdaderos agentes educativos –los maestros, la escuela y los padres–, sino colaborar con el centro en su proceso de autonomía y de capacitación para resolver las situaciones en las que cotidianamente se encuentran. Existen muchas demandas que la escuela puede resolver por sí misma. El asesoramiento debe servir al centro para ir generando recursos propios, para ser progresivamente más autónomo, para potenciar el trabajo cooperativo entre docentes como fuente de recursos y de soluciones, y para aumentar la confianza en el propio trabajo y en su propia capacidad de producir cambios. Si lo que se pretende es colaborar, no solamente atendiendo demandas concretas desde una vertiente asistencial, sino acompañando al centro en este proceso de crecimiento y mejora con un trabajo más preventivo, un profesional de un equipo psicopedagógico difícilmente puede atender a más de tres escuelas; teniendo en cuenta que en la zona ha de realizar tareas de coordinación con el resto de servicios e instituciones, y cumplir los encargos que le encomienda la Administración. Colaborar con una escuela, a escala institucional, requiere tiempo para hacer análisis y revisiones, para dotarse de estrategias e instrumentos contextualizados y para acompañarlo con el indispensable trabajo de equipo con los demás asesores del servicio. Teniendo en cuenta estos condicionantes de tiempo que he citado y la imposibilidad de intervenir con la misma intensidad en los tres niveles básicos, personalmente me he inclinado por priorizar el ámbito institucional y las intervenciones necesarias relacionadas con los alumnos que preocupan. Por otro lado, el asesoramiento en relación con el alumnado con necesidades educativas especiales es una tarea que nos encomienda la Administración y en la que los maestros de la escuela piden nuestra colaboración; nuestra mirada más global 176 desde una perspectiva psicopedagógica aporta un contrapunto que –en caso de necesidad– ayuda a superar visiones más parciales o angustiadas de quien está más directamente implicado. Colaboramos con los maestros, con los padres y con el sistema educativo en que los centros atiendan las necesidades de todo el alumnado de la mejor manera posible y en que haya una cierta continuidad cuando cambian de centro o de etapa educativa. Las respuestas que damos a las demandas de los centros pueden estimular el desarrollo de sus propios recursos (que tienen muchos…) o favorecer una mayor demanda, con el consiguiente riesgo de excesiva delegación. Cuando los maestros se sienten desbordados por el hecho de conseguir unos objetivos educativos generales y, al mismo, han de responder a las necesidades educativas de cada uno de los alumnos, […] en muchas ocasiones la estrategia utilizada para que esta situación «no ahogue» a quien la padece es recorrer a los servicios de apoyo externos con el intento de «traspasar» el problema a otros. Se pide más tiempo fuera del aula y se responsabiliza a otros profesionales del proceso de aprendizaje de aquellos alumnos. (Parrilla y Gallego, 1999, p. 65) Colaborar con el centro para que asuma con naturalidad estas situaciones es una labor que podemos favorecer siempre que haya una mínima predisposición y un apoyo institucional por parte de los demás sistemas sociales y de la Administración con la que se relacionan. El otro ámbito en el que considero que nuestra intervención es prioritaria es el ámbito institucional, apoyando aquellas intervenciones que favorecen que sea el propio centro el que se va dotando de recursos y estrategias para atender mejor a todos los alumnos. En este ámbito, nuestra ubicación, en parte dentro (somos el asesor psicopedagógico del centro) y en parte fuera (formamos parte de un servicio externo e independiente), pienso que tiene una importancia clave. La oportunidad que tenemos de conocer bien un centro y sus dinámicas desde dentro y, al mismo tiempo, poder distanciarnos y disponer de una cierta autonomía como profesionales, creo que es una oportunidad que deberíamos aprovechar más desde el punto de vista formativo y teórico. Los centros, y sobre todo los equipos directivos, reconocen este valor y, con frecuencia, solicitan nuestra opinión ante determinadas situaciones o demandas, sabiendo que conocemos otras realidades y otras maneras posibles de funcionar. Al mismo tiempo, la vertiente más de ayuda de nuestra intervención, atendiendo situaciones problemáticas, nos aporta información sobre ciertas disfunciones del sistema que tienden a repetirse y en las que podemos asesorarlos. Esta colaboración acompañando al centro en sus procesos de mejora, pudiendo hacer propuestas y colaborando en su implantación, hay que reconocer que no siempre es posible. Una condición indispensable es que el centro tenga confianza en nosotros. A veces, esto no es fácil y no nos podremos situar en 177 este nivel de colaboración institucional. Las causas de estas dificultades pueden ser muy diversas: falta de confianza, malas experiencias previas, miedo a no ser respetados o valorados suficientemente, conflictos relacionales internos, inseguridad, miedo a la pérdida de confidencialidad, etc. En el tercer nivel de intervención, el ámbito del aula y de las metodologías, generalmente no me he implicado del mismo modo, en parte porque no se me escapa la dificultad de la tarea y en parte porque en este ámbito he optado por una intervención de apoyo al centro para sus miembros desarrollen sus propias capacidades como docentes y como equipos de trabajo. Pienso que los cambios en este ámbito han de venir de medidas de formación, de asesoramientos focalizados en temas concretos y de apoyo a los proyectos de centro y a su trabajo en equipo. Promover cambios en este nivel en profundidad y que engloben a toda la institución, pienso que desbordan mis posibilidades de intervención. En este ámbito, mi intervención ha consistido en influir –aportando inputs, miradas y sugerencias concretas– para que los propios maestros y el equipo docente puedan ir avanzando a partir de su trabajo de equipo, de la formación que pueden pedir y de los asesoramientos didácticos en torno a diferentes áreas. Ha habido momentos en los que he colaborado en aspectos de su práctica, pero sobre todo cuando se ha hecho en el ámbito institucional: colaborar con un ciclo determinado sobre el abordaje de metodologías concretas en el aula (los rincones en parvulario) o sobre la enseñanza de determinados contenidos (lengua oral, lengua escrita…), colaborar en la elaboración del proyecto curricular de centro (sobre todo en los inicios…) o en los planes de evaluación que han realizado. Cuando el centro ha tenido que abordar ciertas tareas que para él eran una novedad, han solicitado mi colaboración y, juntos, desde la comisión de atención a la diversidad o creando comisiones ad hoc lo hemos trabajado. En estos trabajos he aportado la visión psicopedagógica y mi formación cuando la han necesitado, pero una vez iniciado el trabajo, cuando ellos lo han ido afrontando, he dejado de colaborar en esta materia y me he centrado en otros aspectos que pasaban a preocuparles más o en los que me hacían otras demandas. Soy consciente de mis limitaciones y no puedo colaborar en todo. Colaboro, sugiero, detecto disfunciones y, conjuntamente con los maestros, intentamos buscar soluciones, pero, en realidad, generalmente son ellos los que tienen las mejores ideas para concretarlas en el aula. A través del trabajo en la comisión, se aportan puntos de vista y se generan iniciativas de trabajo compartido entre los maestros de apoyo y los maestros curriculares que, a veces, implican cambios metodológicos en el aula. Cambiar las metodologías en el aula es un proceso lento y difícil que requiere acompañamiento, apoyo y la aportación de modelos in 178 situ. En este proceso es positivo apoyar el trabajo y el asesoramiento que los maestros de apoyo –u otros maestros experimentados– pueden ofrecer a sus compañeros. Trabajar juntos en el aula es una buena estrategia para el cambio y la mejora, siempre que se generen ciertas condiciones mínimas de interés y de colaboración. A través de la observación conjunta, del análisis y la búsqueda de buenas prácticas, del entrenamiento, de observarse entre ellos y de hablar sobre lo que hacen, se pueden generar cambios graduales hacia metodologías cada vez más inclusivas. Actitudes y estrategias Situarse en una posición de colaboración Este tipo de asesoramiento psicopedagógico únicamente puede hacerse desde una posición no jerárquica y que se define como una actividad de colaboración en la que los diferentes participantes aportan sus respectivos saberes y recursos profesionales y personales. Tal como dice Solé (1998, p. 63): La tarea de asesoramiento se puede considerar como un proceso de construcción conjunta que implica al psicopedagogo y a los profesores de un centro que abordan una tarea conjuntamente, proceso en el que cada uno participa desde su formación particular y aporta sus conocimientos, vivencias y puntos de vista para conseguir los objetivos compartidos. Potenciar autonomía e iniciativa Sánchez y García (2005), cuando hablan de la colaboración de los asesores psicopedagógicos, cita la amenaza de la hiperresponsabilización según la cual ha observado que los asesores psicopedagógicos invaden o sustituyen el papel que corresponde al asesorado adoptando un papel demasiado activo en la resolución de los problemas. Según estos autores, el hecho de que los asesores conozcan las instituciones educativas por dentro, vean los problemas del alumnado para aprender, constaten las irracionalidades o incompetencias sin poder intervenir en ellas directamente, provoca con frecuencia un excesivo sentimiento de responsabilidad que excede y supera totalmente sus competencias. Plantea que el asesoramiento psicopedagógico difícilmente puede asesorar e influir en centros en los que no haya estructuras propias de control que se preocupen por la atención a la diversidad y por la mejora de la acción educativa. Por esta razón, es importante conocer bien el centro en el que intervenimos para construir expectativas realistas y posibles con vistas a la intervención que, como hemos dicho, ha de ser de colaboración. Por otro lado, conocer el funcionamiento de los diferentes sistemas sociales y saber que los cambios, para que sean consistentes y reales, han de venir de 179 dentro y del propio proceso evolutivo del propio sistema, nos hace relativizar el papel de nuestras aportaciones y conceder más importancia a aquellas que ellos mismos van generando a partir –evidentemente también– de nuestra colaboración. En este sentido, es interesante evitar un excesivo intervencionismo y responder a las demandas del centro, escogiendo con cuidado nuestras actuaciones después de reflexionar sobre determinadas cuestiones. Por tanto, ante una petición del centro sobre un alumno, un conflicto o una tarea, en primer lugar debemos escuchar atentamente lo que nos piden, hacer preguntas que amplíen la visión de la situación y seleccionar las primeras actuaciones teniendo en cuenta algunos criterios: ▪ Antes de actuar, escuchar atentamente y hacer preguntas que nos ayuden y que ayuden a quien hace la demanda a reflexionar, a buscar explicaciones, a distinguir los factores que pueden estar incidiendo en aquella situación y a ampliar el análisis de la realidad. Se trata de un proceso de análisis y reflexión conjunta del que ya pueden surgir hipótesis o soluciones. ▪ Acompañarles y proporcionarles estrategias en aquellas tareas que no saben hacer o en las que nos piden ayuda (una evaluación, una entrevista, una reunión con otros servicios, etc.). ▪ No sustituirles en aquello que les corresponde. ▪ Escoger –entre las actuaciones posibles– aquellas que impliquen a más personas o subsistemas del centro. ▪ Escoger –entre las actuaciones posibles– aquellas que representarán un proceso de trabajo conjunto y un aprendizaje para los participantes. ▪ Introducir el tiempo en nuestras actuaciones, introduciendo reflexión y evitando que las angustias y las urgencias nos lleven a dar respuestas impulsivas e intervenciones que, un día después, ya no se ven necesarias. Una maestra decía en relación con el asesoramiento: A un maestro con un niño con dificultades va bien que le planteen interrogantes para pararse a pensar… «¿qué puedo hacer yo?». Pararse a pensar qué puedes hacer en el aula… Va bien que te ayuden a pensar y a hacernos preguntas sobre lo que hacemos y lo que podemos hacer… Dar confianza y acompañar Muchos maestros a veces piden ayuda para tareas en las que se sienten poco expertos o que son nuevas para ellos y en las que podemos hacer que se den cuenta de sus capacidades para resolverlas y depositar confianza en su capacidad para gestionarlas o resolverlas. En las entrevistas, los maestros han explicado que valoran mucho la confianza 180 que les da el saber que estamos allí por si tienen conflictos. Muchas veces, el solo hecho de hablar y ayudarles a ampliar las interpretaciones, las posibilidades y alternativas sobre lo que puede estar pasando o lo que se podría hacer, les ayuda a ver las cosas de otra manera y a decidir una intervención coherente con su manera de hacer, y no impuesta por otro profesional que, en realidad, no tiene tanta información como él mismo sobre lo que puede estar pasando. Una maestra decía: El asesor psicopedagógico tiene que ser percibido como cercano. Venís poco a la escuela y si el que viene es cercano, pasa lo que me gustaría que pasara con otras cosas. Se acercan cuando tomas café. En muchos momentos comentáis cosas. Es una cuestión que no es formal. Se duplican los recursos. No es aquello de esperar tres semanas para hablar y cuando hablo ya no te necesito. Sabes que tienes una persona al lado que cuando la necesitas se lo puedes comentar, y le dices algo que la haces pensar. Seguramente esto hace que se sientan acompañados y nos permite incidir en este proceso de mejora a partir de realizar intervenciones contextualizadas, cuando están en disposición de escuchar, cuando tienen inquietudes o están más sensibilizados por los motivos que sea, quizá porque hay demandas externas que los estimulan, quizá porque hay un problema que se ha ido aplazando pero ahora hay que resolver, etc. Contener Hacer de maestro es una labor compleja y con muchos frentes abiertos. Constantemente hay que ir improvisando, modificar sobre la marcha. Hay momentos de duda, de conflicto y angustia en los que el profesorado necesita que le apoyemos y le ayudemos a distanciarse y relativizar la situación que le parece tan grave o urgente. Una maestra, a este respecto, afirmaba: La función de poder asesorar a los maestros en las necesidades que se encuentran en el día a día. Darnos tranquilidad. Ser capaces de dar orientación pero sin angustiarnos… 181 8 Conclusiones y propuestas En este libro he profundizado en el análisis y la reflexión sobre la práctica educativa y la atención a la diversidad en un centro concreto con el que he colaborado durante varios años. Este trabajo de análisis y contraste ha sido una experiencia muy interesante que espero pueda ser útil a otros centros educativos y a otros profesionales preocupados por la inclusión de todo el alumnado en el aula y en la escuela. A continuación hago una síntesis sobre lo que se recoge en este trabajo, comentando los diferentes elementos y su posible utilidad. Análisis de una experiencia compartida con un centro educativo, junto con las reflexiones de los agentes educativos de la escuela y otros externos al centro A lo largo de todo el libro hay partes de este análisis y esta descripción, según el tema que se trate: el trabajo en el aula, el trabajo de dos maestros en el aula, el papel del tutor, el rol y las funciones del maestro de apoyo, los procedimientos de trabajo institucional, la personalización de la enseñanza, etc. Conclusiones sobre el análisis institucional del centro a partir del análisis y la reflexión sobre la experiencia llevada a cabo Identifico los puntos fuertes de la escuela en los que se pueden apoyar para continuar trabajando y los puntos débiles o aspectos que se podrían mejorar. En el apartado siguiente, «Conclusiones para la escuela Folch i Torres», se recoge esta parte de conclusiones dedicadas al CEIP Folch i Torres de Esplugues. Con afecto y reconocimiento, y esperando que les pueda ser de utilidad. Criterios educativos, organizativos y psicopedagógicos que se han tenido en cuenta en la escuela y que pienso también pueden ser útiles a otras escuelas o profesionales interesados en avanzar hacia escuelas más inclusivas Estos criterios se encuentran prácticamente en todos los capítulos, de manera explícita y concreta, o de manera más teórica y general. Los más prácticos quedan especialmente explicitados en los capítulos 4, 5 y 6, dedicados a los tres 182 ámbitos analizados: la escuela como institución, el trabajo de dos maestros en el aula y el alumno. En estos capítulos se presentan diferentes documentos extraídos del Dossier para la atención a la diversidad de la escuela, revisados además a raíz del trabajo de esta licencia. En algunos de estos documentos, sobre todo el cuadro 7 de la página 105 («¿Que tipo de actividades conviene priorizar en las sesiones de apoyo?») y el cuadro 8 de la página 107 («Estrategias de intervención en del aula»), aparece una síntesis de criterios extraídos de diversos autores y publicaciones sobre las metodologías más interesantes para atender la diversidad en el aula. En la escuela, estos documentos son un referente compartido para seleccionar estrategias y actividades siempre que se hace el apoyo dentro del aula, al margen de que se tengan en cuenta en todas las demás clases. Es positivo que las escuelas se doten de documentos escritos en los que expliciten los criterios metodológicos y psicopedagógicos que creen que han de tener en cuenta en las aulas. Así se convierten en documentos que se pueden leer, discutir, releer, contrastar con lo que se hace en el aula, revisar, modificar, etc. Sirven, además, para que los maestros nuevos puedan tener información sobre las metodologías y los criterios que el centro prioriza, y son útiles a fin de disponer de criterios para evaluar las propias prácticas. Han de ser documentos sencillos y claros; que se puedan fotocopiar, reproducir para recordarlos o discutirlos o recopilar en un dossier, como se hace en esta escuela. No pueden ser documentos muy extensos y complicados que después acumulen polvo en un estante. El trabajo de los maestros en la escuela es tan absorbente y complejo que, con frecuencia, les empuja a recorrer a documentos y lecturas próximas y vinculadas con la práctica. De hecho, aunque estos documentos de la escuela son sencillos y no muy extensos, con este trabajo hemos constatado la necesidad de no perderlos de vista, de tenerlos a mano y de ir revisándolos y actualizando con los maestros de las diferentes clases. Para construir escuela se necesitan documentos e instrumentos, ya que la memoria es débil y fácilmente vemos que no se recuerdan los acuerdos que se han tomado o se han entendido de maneras diferentes. El hecho de escribirlos obliga además a un esfuerzo de concreción y consenso importante. Pero deben ser documentos vivos, no excesivamente formales y, sobre todo, que se utilicen y sirvan para trabajar en equipo dentro de la escuela. Instrumentos concretos que se utilizan en esta escuela Se trata de instrumentos que se utilizan en esta escuela (algunos de ellos también en otras) y que pueden servir a otros centros para organizar los recursos y para crear modelos de apoyo más inclusivos. 183 Los instrumentos permiten establecer regularidades, comparar, avanzar… Permiten que lo que se hace en la escuela se pueda revisar, recordar o modificar. Si se quiere hacer escuela, construir cultura y comunidad educativa, la presencia de lo escrito es un factor esencial difícilmente sustituible. Aunque a un buen maestro quizá no le haga falta escribir para que sus alumnos y alumnas aprendan, para construir culturas compartidas en la escuela, lo escrito es un instrumento que facilita la comunicación y el consenso. Se necesitan instrumentos contextualizados, sencillos y que permitan que los acuerdos y los criterios queden recogidos. SI no se escriben algunas cosas, es difícil avanzar, analizar, releer, modificar, revisar, evaluar, mejorar… Han de ser sencillos y funcionales, y han de facilitar la acción y la intervención educativa. Han de estar vinculados a la práctica y expresarse con un lenguaje claro. Si están demasiado alejados de la práctica, ya no se ven como herramientas que facilitan el trabajo, sino como algo que complica la labor. Otra característica de estos instrumentos, a mi parecer interesante, es que cumplan, a ser posible, dos funciones: por un lado, orientar la acción; por otro, facilitar la recogida de los acuerdos básicos que se han alcanzado en aquella actividad o reunión. Que sirvan, por ejemplo, para organizar una reunión, hablar de un caso, reflexionar sobre una posible decisión y, al mismo tiempo, para recoger los acuerdos o las decisiones principales que se han tomado a partir de esta reflexión o proceso de trabajo. Como ejemplo de instrumento que cumple estas dos funciones, podemos ver el cuadro 4 «Informe para los alumnos que se retienen en un ciclo» (véase página 87) y que se explica en el apartado del capítulo 4 «Otras medidas institucionales que favorecen la atención a la diversidad». La finalidad para la que se creó este instrumento es para que sirviera de guía a la hora de hacer una reunión entre los maestros y los profesionales implicados. Su estructura permite ir siguiendo los puntos y las diferentes preguntas que nos podemos hacer en relación con aquel alumno para tener más elementos a fin de valorar la oportunidad de esta medida. Una vez celebrada la reunión, es interesante recogerlo por escrito para que sirva de memoria para cursos posteriores. De hecho, en la escuela está resultando muy útil cuando se ha propuesto una retención un curso y los padres no lo han querido así y, al cabo de uno o dos años, los maestros vuelven a planteárselo, o cuando son los propios padres quienes lo proponen dos años después. Tener este informe permite recordar y saber cuándo se planteó, por qué, qué opiniones manifestaron los padres y qué es lo que finalmente se decidió. Varios de estos instrumentos tienen, pues, estas dos finalidades: servir de guía de trabajo en colaboración y facilitar la recogida de lo que se observa y se acuerda para poder evaluarlo posteriormente o para poder recordarlo. 184 En el siguiente apartado, «Conclusiones para la escuela Folch i Torres», aparecen unas conclusiones dirigidas a la escuela en la que he trabajado, y en el apartado que le sucede, «Propuestas para hacer escuelas más inclusivas», se recogen sugerencias generales que se desprenden de este trabajo. Conclusiones para la escuela Folch i Torres En este apartado, hay una síntesis del análisis del centro en relación con la atención a la diversidad y algunas propuestas de mejora que puedan ser de su utilidad en futuras decisiones sobre formación, organización y trabajo interno de equipo. En realidad, se trata de un análisis compartido que parte de las opiniones expresadas por los propios maestros y profesionales del centro a partir de los cuestionarios, entrevistas y sesiones de discusión que he realizado a lo largo de este curso. Es un análisis contextualizado y que se circunscribe en un tiempo determinado: un análisis aquí y ahora, parte del cual ya he podido contrastar con el equipo directivo y con los profesionales de la comisión de atención a la diversidad, y que ha conducido ya a hacer algunas propuestas de cambio concretas para el próximo curso. En esta síntesis, recogeré los siguientes aspectos: 1. Puntos fuertes de la escuela, que le sirven de apoyo y le permiten avanzar. La mayoría de ellos tienen que ver con las características de las escuelas eficaces (OCDE, 1991). 2. Puntos débiles, los aspectos que se podrían mejorar, haciendo algunos comentarios o proponiendo algunas actuaciones posibles. 3. Otras posibilidades de mejora. En este apartado detecto algunos aspectos que la escuela puede mejorar pero que no pueden ser considerados puntos débiles. Se trata, más bien, de oportunidades del momento actual. En relación con éstas, en algún caso propongo medidas concretas y en otros recojo los acuerdos y las previsiones que ya se han fijado para el próximo curso. 1. PUNTOS FUERTES. ASPECTOS POSITIVOS ▪ Liderazgo compartido directivo. 185 del positivo equipo ▪ El papel del equipo directivo es y ha sido clave para avanzar y crear cultura de escuela. En el apartado «Cultura y clima institucional» del capítulo 4 (véase página 55) trato este Liderazgo del equipo directivo Compromiso con acuerdos claros definidos por el equipo educativo Autoestima positiva y apoyo de la comunidad Implicación del personal y sentimiento de pertenencia Construcción progresiva de Buena organización y ▪ funcionamiento del centro. ▪ Cierta exigencia, con acompañamiento y apoyo, que estimula a los docentes hacia la mejora. tema y explico cómo viven los maestros este liderazgo y la importancia que le otorgan. ▪ El equipo directivo gestiona muy eficazmente la escuela y hace que las cosas funcionen y haya los mínimos impedimentos posibles para que cada uno haga su trabajo lo mejor posible. ▪ Presencia de unos mínimos compartidos y consensuados en el ámbito de centro. ▪ Seguimiento de los acuerdos a escala institucional. ▪ A través del trabajo de los diferentes estamentos y cargos implicados (maestros, ciclos, coordinadores, claustro, etc.) se llega a acuerdos compartidos y consensuados. Se procura recoger por escrito los acuerdos a fin de facilitar su seguimiento y su recuerdo. Se va haciendo un seguimiento de estos acuerdos para mantener las mejoras y se modifican si es necesario. ▪ Autoestima positiva en el ámbito de centro y de cara a la comunidad escolar y educativa. ▪ Relación bastante positiva con el consejo escolar y con los padres. ▪ La escuela está bien valorada por los padres y la comunidad. Se hacen reuniones para explicar las decisiones que se adoptan y para justificarlas. Trabajan conjuntamente con el consejo escolar y con la asociación de padres y madres. Hay actividades y servicios gestionados en colaboración que los padres valoran positivamente. ▪ Alto grado de participación. ▪ Alta implicación del personal. ▪ Importante sentimiento de pertenencia al centro. ▪ El nivel de participación general es alto porque la dinámica general de la escuela lo potencia y exige. Hay un elevado sentimiento de pertenencia y un cierto orgullo de escuela. Esta elevada implicación y compromiso la mayoría de las veces puede generar diferencias entre algunos miembros del equipo. ▪ Presencia de una cultura compartida en relación 186 ▪ Hay toda una serie de factores que han facilitado la creación progresiva de esta cultura: el trabajo en los diferentes niveles Construcción progresiva de una cultura compartida en relación con la atención a la diversidad Interés por aprender con la atención a la diversidad. ▪ Respeto por la diversidad de metodologías dentro de unos criterios comunes compartidos. ▪ Creatividad e interés por aprender. ▪ Interés por instaurar procesos de mejora. (claustro, comisión atención diversidad, ciclo, dos maestros en el aula, equipo de seguimiento del alumno, etc.); los criterios compartidos, explicitados y escritos; los instrumentos compartidos utilizados, etc. ▪ Hay muchos maestros que tienen inquietud y curiosidad por aprender y mejorar. Estos maestros influyen en el clima de trabajo de la escuela y hay iniciativas interesantes en las aulas que convendría dar a conocer y compartir más. 2. PUNTOS DÉBILES. ASPECTOS QUE PUEDEN MEJORAR Exceso de actividades. Dificultad a la hora de poner límites y dejar de hacer algunas cosas ▪ Aparece en las entrevistas y, de hecho, ya se ha hablado de ello en la escuela. Es el precio de ser una escuela comprometida y activa. De todos modos, antes de hacer cosas nuevas es necesario valorar qué se puede dejar de hacer. ▪ A veces, hay que poder decir no. Asignar responsables al seguimiento de ciertos acuerdos o tareas. Pocos recursos disponibles para la inclusión ▪ De cara al curso próximo, la situación probablemente mejorará, ya que se ha concedido una USEE (Unidad de Apoyo para la Educación Especial). Falta de tiempo ▪ Los maestros se quejan de falta de tiempo. Sobre todo para coordinar y para poder hablar. Aunque en general dicen que hablan mucho entre ellos –especialmente en el equipo de aula–, diferentes maestros encuentran a faltar situaciones para hablar más de la práctica de manera distendida y poniendo en común las preocupaciones e innovaciones. Dificultad para hablar de los problemas en el día a día ▪ Se hace cuando hay situaciones previstas de evaluación y revisión o cuando hay problemas que preocupan bastante. No tanto para expresar «No lo consigo» o «Esto me cuesta». Esto se hace menos. Habrá que valorar cómo y dónde se pueden favorecer espacios de comunicación para poner en común los problemas que van surgiendo en el aula. Realización de muchas cosas en relación con la atención a la diversidad que no se explican suficientemente a las familias ▪ Algunos maestros expresan que se hacen muchas cosas para dar atención a la diversidad que no se explican a las familias. Es un aspecto que también he percibido y he constatado en las entrevistas con los padres y en la reunión con representantes del consejo escolar. Saben que la escuela atiende la diversidad y que no excluye a ningún alumno, pero no conocen las medidas concretas, los recursos y el tiempo que se dedica a esta finalidad. ▪ Quizá sería necesario explicar más lo que se hace para que sea valorado y reconocido; para implicar más a las familias en el proceso hacia la inclusión y 187 Excesiva implicación y compromiso en unos a veces puede generar diferencias o rivalidades entre los miembros del equipo Se vive cierta presión por parte de la comunidad y de la escuela para aumentar los contenidos Debido en parte a este hecho, se utilizan más los libros de texto por cierto temor a no trabajar contenidos importantes ▪ Hay que avanzar en el aprovechamiento de las capacidades y competencias de los diferentes miembros del equipo, y en el respeto y la aceptación de las diferencias entre los maestros: todos somos diferentes, cada uno va avanzando y aprendiendo a su ritmo, según las necesidades personales y del centro. ▪ Se podría trabajar en el ámbito de equipo a partir de explicitar: «Qué me gusta? ¿Qué sé hacer bien? ¿Qué me cuesta? ¿En qué puedo ayudar a los demás? ¿Qué puedo aportarles? ¿En qué necesito ayuda? ¿Qué me gustaría aprender?». ▪ Hacer planes de colaboración, explicarse buenas prácticas de las diferentes aulas, etc. ▪ Las medidas de evaluación institucional han influido en esta presión. ▪ Trabajar criterios en el uso diversificado y flexible de los materiales curriculares. Se deben tener criterios consensuados para poder explicarlos a las familias. ▪ Seleccionar materiales flexibles y funcionales, que no sean excesivamente ambiciosos o exhaustivos. Se constata la necesidad de que las editoriales creen materiales más diversificados y flexibles. 3. OTRAS POSIBILIDADES DE MEJORA Aprovechar la buena disposición de las familias para avanzar hacia una escuela inclusiva implicando a toda la comunidad ▪ Explicar más lo que se hace en relación con la atención a la diversidad a las familias. ▪ Trabajar el proceso hacia una escuela inclusiva con las familias, con la ayuda de los materiales de Booth y Ainscow (2002). ▪ Implicar a las entidades que colaboran con la escuela, los profesores de extraescolar, los monitores, etc., Aprovechar la sensibilización creada con este trabajo para profundizar en la atención a la diversidad y la inclusión en las aulas y en el centro ▪ Avanzar en la implicación de todo el equipo educativo en la atención a la diversidad, destinando más tiempo a trabajar estos temas y haciendo un asesoramiento sobre la escuela inclusiva para progresar en el uso de metodologías más inclusivas en el aula (especialmente en el trabajo cooperativo). ▪ Hacer una reunión mensual de ciclo destinada a la inclusión en el aula y a la atención a la diversidad, coordinada desde la comisión de atención a la diversidad. Consolidar el centro de recursos para la atención a la diversidad y mejorar la divulgación y recogida de los recursos ▪ Trabajarlo más entre los maestros de apoyo y en la comisión de maestros de apoyo como divulgadores de los recursos existentes. ▪ ¿Colaboración de una administrativa para préstamo y seguimiento? ▪ ¿Tener los materiales en cada ciclo y que cada coordinadora, junto con el maestro de apoyo, lo divulguen y gestionen? 188 Propuestas para hacer escuelas más inclusivas Como he comentado en otro momento, en este libro he expuesto una manera de trabajar que, al mismo tiempo, es una propuesta para avanzar hacia escuelas más inclusivas, sin dejar de ser eficaces. Escuelas preocupadas por la mejora y el aprendizaje de todo su alumnado, sean cuales sean sus capacidades; tanto los alumnos que tienen más dificultades para aprender como aquellos que no tienen ninguna dificultad. Con la diferencia de que hay que dedicar especial cuidado a los que presentan más barreras para el aprendizaje y la participación. Con ellos, se requiere una observación más sistemática a fin de detectar estas barreras e intentar disminuirlas, tanto si provienen del propio alumno como si provienen de los contextos en que se hallan inmersos. Propuestas para los centros educativos A continuación enumeraré algunas propuestas que hay que tener en cuenta para avanzar hacia prácticas más inclusivas como centro, a partir de la experiencia analizada y, sobre todo, desde una perspectiva institucional. Apoyo dentro del aula ▪ Optar por hacer el apoyo dentro del aula como criterio general. ▪ Los maestros de apoyo se convierten en una ayuda para los maestros curriculares y, sobre todo, para los tutores –por su función tutorial y porque son ellos los que imparten las instrumentales–, facilitándoles estrategias y colaborando para avanzar hacia metodologías que contemplen la diversidad en el aula. ▪ Se evita la delegación de la atención a los alumnos con más dificultades en los especialistas. Todos los maestros se implican con todos los alumnos de la misma manera. ▪ Dar soporte a los maestros de apoyo y evitar excesivas separaciones entre ellos (los de educación especial, los de refuerzo, etc.). Es mejor evitar la intervención de diversos maestros de apoyo en un mismo grupo-clase, ya que dificulta que conozcan bien a los alumnos. Cuantos más maestros pasan por el grupo, menos tiempo están con ellos y menos los conocen ni conocen la dinámica del grupo. También perjudica a la necesaria coordinación entre profesores. 189 ▪ ▪ ▪ ▪ Apoyar de manera especial, tanto desde dentro (equipo directivo) como desde fuera (padres, asesores, Inspección, Administración, comunidad, etc.), la creación de culturas institucionales inclusivas. Ir dotándose de espacios, de maneras de hacer, de procedimientos, de instrumentos y de documentos de escuela que faciliten la creación de una cultura inclusiva en la que todos los maestros participen (véase el capítulo 4 «El ámbito institucional», en la página 55). Que todos los maestros se impliquen en el proceso de mejora del centro para avanzar hacia una escuela inclusiva. Cada uno desde su rol y función, todos han de ir aprendiendo a atender la diversidad en los contextos ordinarios, sin separar a los alumnos según etiquetas o dificultades. Implicar a la comunidad educativa y a quienes colaboran con la escuela en valores, actitudes y medidas que favorezcan una escuela más inclusiva. Comisión de atención a la diversidad ▪ Es un espacio y grupo imprescindible en cualquier escuela que quiera avanzar hacia la atención de todo el alumnado, especialmente del que más lo necesita. ▪ Está formada generalmente por jefe de estudios, maestros de educación especial, maestros de apoyo que la escuela libera para atender la diversidad y asesora psicopedagógica del equipo de sector. Periódicamente o de manera ocasional participan en ella otros maestros o profesionales (director, asistente social, logopeda, coordinadores de ciclo, etc.). ▪ Es un espacio de revisión y puesta en común de la tarea de los maestros de apoyo. Facilita que se hable de sus funciones y estrategias, que se vaya dando a conocer su labor y que se comparta con todos los demás maestros y personal de la escuela. ▪ Es un espacio para hacer el seguimiento de los alumnos y alumnas con dificultades y para la coordinación entre los diferentes profesionales. ▪ Se pueden celebrar reuniones con periodicidad quincenal y más a menudo a principio y a final de curso, según el número de alumnos y de maestros (véanse funciones y funcionamiento de esta comisión en el apartado «La comisión para la atención a la diversidad» del capítulo 4, en la página 67). Equipos directivos implicados en la atención a la diversidad ▪ Potenciar equipos directivos cohesionados e implicados con la voluntad de hacer escuela y avanzar hacia la inclusión. ▪ Equipos directivos que saben buscar apoyos, que aprovechan los recursos de que disponen y que tienen una función importante de liderazgo, de estímulo y de control y seguimiento de los acuerdos que se adoptan. 190 estímulo y de control y seguimiento de los acuerdos que se adoptan. Trabajar en colaboración ▪ Avanzar en el trabajo de colaboración entre los maestros, dentro de la escuela y con el resto de profesionales que colaboran en estos aspectos. ▪ Avanzar en el trabajo en red, tanto con todos los implicados como con las familias. ▪ Trabajar de manera cooperativa dentro y fuera del aula. ▪ Crear espacios y tiempos específicos para hablar de cómo se atiende la diversidad en el centro, las cosas en las que se avanza, los problemas que se encuentran, las soluciones intentadas por parte de los diferentes implicados, los éxitos y los fracasos… En reuniones de los dos maestros que trabajan juntos en el aula, en reuniones de ciclo, en reuniones de la comisión de atención a la diversidad, en reuniones de claustro, en los diferentes seminarios y asesoramientos de formación por áreas… Una constatación de este trabajo es que, si no se crean estos espacios, se pueden hacer muchas cosas en el aula, pero, al hablar poco de ellas, no se facilita la mejora global del centro. Aprender a priorizar ▪ Esto es muy importante. No se puede hacer todo, hay que priorizar como escuela, en el aula y con los alumnos; en relación con los objetivos que se persiguen y los contenidos que se priorizan. ▪ Parece evidente, pero en el día a día, ya sea por el uso de los libros de texto, ya sea por las programaciones con extensas listas de contenidos, por la presión social de no dejar nada de lado, etc., es muy frecuente que se pierda el referente de las prioridades y se dé importancia o se dedique excesivo tiempo a actividades o contenidos no prioritarios. ▪ Priorizar significa tomar decisiones, dejar cosas de lado, y a veces esto es arriesgado y puede generar críticas. Pero no todo tienen la misma importancia y hay que correr el riesgo de equivocarse. Hay que priorizar en los acuerdos de centro (por ejemplo a la hora de decidir qué contenidos se trabajarán cuando el apoyo se haga en el aula), en la propuesta del aula y en los planes personalizados de los alumnos. Organización funcional del tiempo ▪ Especialmente importante es la organización del tiempo. Puede facilitar o complicar mucho el trabajo en colaboración necesario para atender a la diversidad. ▪ El tiempo es necesario para facilitar la coordinación entre maestros; para 191 ▪ ▪ asesora psicopedagógica y con otros profesionales; para planificar las sesiones en el aula, para hacer los planes personalizados; para evaluar lo que se hace; para modificar; para hablar con los alumnos; para hacer entrevistas con los padres; para adaptar los materiales, etc. Todas estas tareas requieren tiempo; tiempo que puede estar previsto en el horario de inicio de curso (la coordinación entre maestros, las reuniones de ciclo, las sesiones de apoyo, etc.) o que a veces habrá que sacarse de otras actividades, sustituyendo a los maestros en la hora de clase para que puedan hacer aquella reunión urgente y que hay que priorizar. En el apartado del capítulo 4 «La organización de los horarios» (véase página 72) se trata este tema con mayor profundidad. Evaluación ▪ La evaluación es indispensable en este proceso de mejora hacia escuelas inclusivas. Es importante tener criterios que nos guíen, pero también necesitamos instrumentos para evaluar las prácticas. ▪ Evaluación formativa a lo largo de las actividades que se hacen y a lo largo del curso, y evaluaciones sumativas al final de un proceso y a final de curso para ir regulando las planificaciones posteriores y mejorando el funcionamiento del centro, las dinámicas de colaboración y el aprendizaje del alumnado. Favorecer que todo el profesorado conozca mejor a los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación, y que hablen de ellos ▪ Crear espacios y tiempo para hablar de los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación entre los maestros implicados. Hacer planes personalizados que guíen la intervención educativa con estos alumnos y seleccionar lo objetivos y los contenidos prioritarios de manera que se priorice su inserción en la sociedad, su autonomía y su calidad de vida. ▪ Implicar a los propios alumnos y alumnas, sus familias y otros profesionales para que colaboren en el desarrollo y concreción de su plan personalizado. ▪ Evitar las etiquetas para definir a los alumnos. Hablar de sus necesidades educativas, de su futuro, de lo que necesitan para crecer y avanzar. El cuadro 15 recoge una propuesta de organización en relación con la atención a la diversidad, teniendo en cuenta a los profesionales que intervienen más directamente en ella. 192 a la diversidad, teniendo en cuenta a los profesionales que intervienen más directamente en ella. Propuestas generales y para la Administración Favorecer procesos de mejora hacia escuelas inclusivas con participación de todos los profesores y agentes educativos ▪ Caminar hacia escuelas más inclusivas tiene que ser un proceso de las escuelas con toda la comunidad escolar implicada. No puede ser sólo cosa de unos pocos. Todo el mundo debe estar implicado en ese proceso de la 193 sociedad ▪ Apostar políticamente por la inclusión en los centros educativos, en la sociedad y en el mundo laboral. ▪ Que el alumnado pueda matricularse en la escuela de su barrio y que disponga de los recursos necesarios en la escuela en la que se matricula. ▪ Favorecer que los centros de educación especial se vayan reconvirtiendo progresivamente en centros de apoyo de educación especial para las escuelas ordinarias, vinculándolos al trabajo en red de zona. Apoyo institucional a los centros ▪ Dar apoyo institucional a los centros educativos y a los equipos directivos, de manera especial a aquellos que apuestan por la inclusión. Hacer un seguimiento de sus experiencias y dotarlos de los recursos y la formación necesarios. ▪ Ayudarles a «hacer escuela» disminuyendo los cambios de personal y colaborando en la creación de equipos estables implicados en un proyecto común. ▪ Los recursos para la diversidad han de mantener un equilibrio entre «ser para el alumno» y «ser del centro». Ciertos recursos acompañan al alumno, pero hay que ir revisando su utilización y funcionalidad, y proponiendo modificaciones cuando hay cambios o se producen desequilibrios dentro del centro. Esto puede hacerse si existe una comisión de atención a la diversidad que conoce las necesidades de las diferentes aulas de la escuela, de lo contrario, es difícil disponer de criterios objetivos para decidirlo. Promover normativas inclusivas en la escuela ▪ Impulsar normativas que prioricen la atención a todos los alumnos y alumnas dentro de su grupo de compañeros y dentro del aula, y separar a los alumnos únicamente para aprendizajes muy concretos que no pueden ser trabajados dentro de la clase. Favorecer claramente y de manera explícita la intervención de los maestros de apoyo en el aula ordinaria. ▪ Impulsar la constitución de una comisión de atención a la diversidad en todas las escuelas, tal como ya se propone para secundaria. Los maestros de educación especial han de ser un recurso de apoyo y de asesoramiento para todos los demás maestros ▪ Los maestros de educación especial han de convertirse en un apoyo para todos los demás docentes. Hay que evitar depositar en ellos todo el saber sobre la atención a los alumnos con necesidades educativas especiales, ya 194 ▪ ▪ ▪ Los maestros de educación especial han de convertirse en un apoyo para todos los demás docentes. Hay que evitar depositar en ellos todo el saber sobre la atención a los alumnos con necesidades educativas especiales, ya que esto inhibe la capacidad educativa del resto de maestros en relación con estos alumnos. Favorecer el aprendizaje de todos los docentes para construir aulas y escuelas más inclusivas, y evitar una excesiva especialización de los maestros de educación especial que puede favorecer la delegación de los demás maestros en ellos para educar a los alumnos con más barreras para el aprendizaje y la participación. Los maestros de apoyo han de ser un recurso para ayudar a todos los maestros a avanzar hacia escuelas más inclusivas, pero no pueden hacerlo solos. Formación para el profesorado ▪ Hacer actividades de formación sobre la escuela inclusiva y la atención a la diversidad para todo el profesorado y para los equipos directivos. ▪ Promover el conocimiento y la divulgación de «buenas prácticas». ▪ Promover el intercambio de experiencias en el ámbito de zona. ▪ Promover que en los seminarios de formación sobre didácticas se aporten criterios, recursos y metodologías que tengan en cuenta la diversidad del aula. Una constatación curiosa de este trabajo es que en los seminarios que se realizan en relación con diferentes áreas, generalmente no se tratan las estrategias y metodologías para atender la diversidad en el aula. Excepto ciertas excepciones, generalmente se hacen recomendaciones genéricas en este sentido, pero pocas propuestas para aplicar en el aula. Dispositivos de apoyo y de asesoramiento especializados ▪ Cuando se precisan saberes especializados, es necesario disponer de servicios de apoyo y asesoramiento especializados como los actuales Centros de Recursos para Deficientes Auditivos (CREDA), el Equipo de asesoramiento psicopedagógico para deficientes visuales o la Unidad de Técnicas Augmentativas de Comunicación, Habilitación y Acceso al Ordenador (UTAC). Éstos pueden colaborar en la evaluación de ciertos alumnos y aportar orientaciones. ▪ Disponer de otros servicios que puedan asesorar a los asesores, psicopedagogos y al profesorado ante determinadas patologías o enfermedades concretas (epilepsia, autismo, enfermedades crónicas diversas, etc.). 195 ▪ ▪ Administración para ayudar a los centros a avanzar hacia escuelas más inclusivas. Se trata de servicios bastante «originales» que no se dan en otras realidades y países, y que facilitan mucho el trabajo en red dentro de su zona de actuación. Hay que reforzar su papel de agentes de cambio en colaboración con los centros educativos y con los demás servicios y estamentos de la Administración. Formación para estos equipos y para todos los servicios educativos a fin de que puedan asesorar a los centros para avanzar hacia escuelas más inclusivas. Favorecer que los asesores psicopedagógicos de los equipos psicopedagógicos participen en la comisión de atención a la diversidad del centro y que presten apoyo a la escuela como institución, colaborando con el equipo directivo y con el equipo educativo en actividades de innovación y formación. Favorecer un trabajo en red de los diferentes servicios ▪ Favorecer que los diferentes servicios trabajen en colaboración a partir de sensibilizar a los profesionales hacia culturas de colaboración. ▪ Diseñar organizaciones territoriales que favorezcan el conocimiento mutuo entre los servicios y dotarlas del tiempo necesario para llevar a cabo las reuniones y comunicaciones necesarias. 196 197 Bibliografía Libros AA.VV. (2000): ¿Cómo hacerlo? Propuestas para educar en la diversidad. Barcelona. Graó. — (2005a): «Modalitats d’inclusió escolar dels alumnes amb discapacitat a debat». Documento elaborado por ACPEAP, FAPAC, FAPAES y PCEI. Àmbits de psicopedagogia, 14, pp. 20-27. — (2005b). «Anàlisi de la situació actual de l’atenció a la diversitat a Catalunya i propostes de l’ACPEAP per avançar cap a una escola més inclusiva». Documento elaborado por una comisión de la ACPEAP sobre escuela inclusiva. Àmbits de psicopedagogia, 14, pp. 28-37. AINSCOW, M. 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Guión para hacer la entrevista con el maestro de apoyo 1.3. Guión para hacer la entrevista con las familias 1.4. Guión para hacer la entrevista con miembros del equipo directivo Número 2: Cuestionario para los maestros Número 3: Vaciado de los cuestionarios 3.1. Resultados del vaciado del cuestionario para los maestros 3.2. Vaciado de las preguntas sobre las funciones que han de desempeñar el maestro de apoyo y el tutor cuando la intervención del maestro de apoyo se hace dentro del aula 3.3. Funciones de los maestros cuando se hace el apoyo dentro del aula 3.4. Vaciado de las preguntas en relación con las capacidades básicas Número 4: Guiones para las sesiones de discusión Número 5: Recopilación de una sesión de discusión Anexo II: Instrumentos psicopedagógicos: ejemplos concretos Número 1: Ejemplo de hoja resumen de valoración del plan personalizado Número 2: Ejemplo concreto de un plan personalizado en relación con las capacidades básicas Número 3: Cuatro ejemplos de hojas de apoyo 3.1. Apoyo de educación especial (clase de parvulario cuatro años) 3.2. Apoyo de educación especial y de paralela (clase de cuarto de educación primaria) 3.3. Desdoblamiento de informática (clase de cuarto de educación primaria) 3.4. Apoyo de educación especial (clases de sexto de educación primaria) 205 Anexo I Número 1: Guiones para hacer las entrevistas 206 207 Anexo I, número 1.1 Guión para la entrevista con el tutor o la tutora Nombre: ▪ ¿Desde cuándo estás en el centro? ▪ ¿En otras escuelas? ▪ ¿Has sido coordinador o has tenido otros cargos? ¿Cuánto tiempo? ▪ ¿Has hecho apoyo? Función: ¿En qué cursos has dado clases? Grado de inclusión del centro como comunidad ▪ ¿Crees que en la escuela todos los alumnos se sienten acogidos y aceptados? ▪ Los profesores, los miembros del consejo escolar, los alumnos y las familias, ¿comparten la idea de acoger a todos los alumnos? ▪ ¿El centro intenta admitir a todos los alumnos de su zona? ▪ ¿El centro es acogedor para los padres? ¿Para los alumnos? ¿Para los maestros? ▪ ¿El centro colabora y aprovecha los recursos de la comunidad? ▪ ¿Los profesores tienen sentimiento de pertenencia al centro? ¿Se hacen actos sociales de bienvenida o de despedida del profesorado? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Se procura que todos los alumnos aprendan? ¿Existen actitudes de discriminación (entre alumnos, familias, maestros u otro personal)? ¿El centro procura disminuirlas y eliminarlas? ¿Hay una filosofía y modelo claro en relación con la atención a la diversidad y la inclusión del alumnado? ¿Queda reflejado en los documentos del centro? Cuando llegan alumnos nuevos, ¿se les ayuda a adaptarse? ¿Hay expectativas altas en relación con todos los alumnos? Liderazgo. Gestión y coordinación Papel equipo directivo y liderazgo ▪ Funciones y roles: ¿son claros?, ¿son complementarios?, ¿hay solapamientos? ▪ ¿Hay coordinación de centro? ▪ ¿Se promueve la formación institucional? ▪ ¿Se convocan reuniones de ciclo y de claustro? ▪ ¿Se organizan comisiones? Organización de la atención a la diversidad en el centro ▪ ¿Cómo crees que funciona? ▪ ¿Qué habría que mejorar? ▪ ¿Qué cambios ha habido en el centro en relación con la atención a la diversidad? ▪ ¿Qué factores te han parecido claves para este proceso de cambio? ▪ ¿Qué cosas que se hacen en el centro te parecen más significativas o relevantes? 208 ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ Centro de recursos para la atención a la diversidad: ¿Lo conoces?, ¿lo utilizas?, ¿cómo? Propuestas y mejoras. ¿Hay una política general explícita que está clara para los profesionales del centro y para los que proporcionan apoyo externo en los procesos de enseñar y aprender? ¿Cómo se ha hecho? ¿El centro refuerza la coordinación de los apoyos y se implica activamente? ¿Cómo? ¿Lo que se habla en la comisión de atención a la diversidad llega a los profesores implicados? - Temas que se hablan. - Aspectos que se podrían evitar o mejorar. ¿Hay documentos elaborados que faciliten este trabajo en el ámbito de centro? La colaboración con otros profesionales y servicios ▪ Con la asesora psicopedagógica. ▪ Con otros especialistas (logopeda, servicios terapéuticos…). ▪ ¿Qué aportan? ▪ Papel que tienen. Necesidades. Propuestas. Comunicaciones, relaciones y colaboración (formales e informales) ▪ En la escuela, ¿los profesores se sienten aceptados y acogidos? ▪ ¿Cómo son las relaciones? ¿Se habla espontáneamente de la atención a la diversidad? ¿De qué? (actividades, alumnos, evaluación, aula, relaciones, aspectos afectivos…) ▪ ¿Los profesores se sienten cómodos para discutir problemas de su trabajo? ▪ ¿Las reuniones son productivas? ¿Asiste a ellas todo el profesorado? ▪ ▪ ▪ ¿Entre los profesores? ¿Con los alumnos? ¿Entre los alumnos? ¿Con los asesores y especialistas? Formalidad/Informalidad ▪ ¿Quién toma la iniciativa en las comunicaciones? ▪ ¿Crees que estas comunicaciones influyen en la mejora de la enseñanza para estos alumnos? ▪ ▪ ▪ Las reuniones de ciclo: ¿son habituales?, ¿se convocan para hacer el traspaso a inicio de curso, para tratar sobre la atención a la diversidad y los apoyos necesarios? Utilidad en relación con la diversidad. ¿Se habla de atención a la diversidad? ¿Se habla de los problemas para atenderla?, ¿se comparten estrategias de intervención?, ¿se proponen cambios? ¿Con que frecuencia? ¿Y mejoras? Dos maestros en el aula. Apoyo dentro del aula Planificación: reuniones, utilidad ▪ ¿Se alcanzan acuerdos? ¿Se siguen? ¿Se modifican, si es necesario? ▪ ¿Cómo se programa y con quién? ▪ ¿Se puede hablar si hay dificultades? ▪ ¿Hay una relación de cooperación y apoyo mutuo? ▪ Tipos de relación que se establecen entre el profesorado: apoyo, ayuda mutua, consenso, equilibrio… Objetivos y ventajas de que el apoyo se haga en el aula ▪ ¿Qué aporta al profesorado y al alumnado? ▪ ¿Qué aporta al maestro del aula ordinaria? ▪ ¿Te han ayudado a mejorar, revisar, cambiar aspectos de la práctica? 209 Valoración diferentes apoyos: paralelos, atención a la diversidad, informática, lectura, laboratorio… ▪ ¿Qué le aporta al alumno con mayor riesgo de exclusión? ¿Y a los demás? ▪ ¿Cómo organizáis el aula? ¿Qué contenidos se trabajan? ¿Tipos de actividades? Metodologías que utilizáis. Necesidades. Dificultades. ▪ Los materiales. Las actividades. El uso de los libros de texto. Papel de las comunicaciones informales ▪ ¿Cuándo son más útiles para la mejora y el cambio? ¿Por qué? ▪ Momento y tipos. ▪ ¿De qué hablan? ▪ Tipo de relación y actitudes. ▪ ¿En cuál de los siguientes aspectos es más importante que pueda colaborar el profesor de apoyo? - Adaptación de los contenidos y elaboración de las adaptaciones curriculares individualizadas. - Planificación de las actividades. - Preparación de materiales, adaptación de libros de texto. - Seguimiento de los alumnos. - Evaluación constante y compartida. - Aportaciones de estrategias e innovaciones metodológicas. ▪ ▪ ¿Habláis de los alumnos y de su aprendizaje? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿De qué? ¿Crees que estas comunicaciones repercuten en la ayuda que le das al alumno en el aula? ¿En qué, por ejemplo? Trabajo dentro del aula cuando el tutor está solo ▪ Los apoyos y medidas para la atención a la diversidad, ¿te ayudan a planificar la actividad en el aula cuando no hay este apoyo? ¿Qué medidas tienen más influencia? ▪ Necesidades. Problemas y propuestas. Roles y funciones ▪ ¿Debe haber diferencias entre el profesor de apoyo o educación especial y el resto de profesores? Papel del tutor y del profesor de apoyo ▪ ¿Debería pasar por este rol todo el profesorado? ▪ Perfil: cualidades que debe reunir el tutor para atender la diversidad. ▪ Perfil del profesor de apoyo: ¿Es difícil? ¿Qué cualidades requiere? ▪ ¿Qué se aprende si has sido maestro de apoyo? ▪ ¿Es bueno intercambiar papeles? ▪ ¿Qué te sería útil desde el punto de vista de la formación? Sesiones de tutorización individual ▪ ¿Por qué son útiles? ▪ Aspectos que se potencian más. ▪ ¿Revierten en el resto de horas con el alumno? ¿Cómo y por qué? ▪ Actitudes, afectos, clima. ▪ ¿Favorece el acercamiento a la familia? Valoración, reflexión y propuestas de cambio ▪ ¿Se hacen reuniones para valorar las medidas que se toman? ¿Para valorar la evolución de los alumnos y de los grupos? ▪ ¿Es frecuente hacer propuestas de cambio en el caso de que aparezcan dificultades? 210 ▪ ▪ ▪ ¿Hay momentos en que estas reflexiones se comparten con todo el equipo educativo? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Es importante? ¿Necesario? ¿Suficiente? Propuestas y mejoras. Alumnado con mayor riesgo de exclusión ▪ ¿El profesorado conoce a los alumnos con necesidades educativas especiales del centro? ¿Por qué? ¿Cómo? ▪ ¿Todo el profesorado los tiene en cuenta? ▪ ¿Habría que hacer otras cosas? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Estos alumnos son del tutor? ¿Del maestro de apoyo? ¿Son de todos? ¿En qué momentos suele haber más conflictos? ¿Aula, patio, comedor? ¿Los monitores de comedor los conocen? ¿Saben qué se prioriza y cómo pueden ayudarles? ¿Y los especialistas? Objetivo y utilidad de hacer adaptaciones curriculares. Reuniones para hablar del alumnado con necesidades educativas especiales, hacer las adaptaciones curriculares individualizadas, evaluarlas… Relación con las familias ▪ ¿Se facilita la buena comunicación con las familias? ▪ ¿Las familias de los alumnos con necesidades educativas especiales están integradas en la escuela y participan en las actividades que se promueven? ▪ ¿Colaboran en la educación de sus hijos? ¿Se sienten ayudadas y acompañadas? ▪ ¿Se les explica cómo se está atendiendo a su hijo o hija? ▪ En general, ¿hay relaciones positivas? ¿Cómo se potencian? ▪ ¿Se habla también de las dificultades? ¿Se llega a acuerdos? Anexo I, número 1.2 Guión para hacer la entrevista con el maestro de apoyo Nombre: ▪ ¿Desde cuándo estás en el centro? ▪ ¿En otras escuelas? ▪ ¿Has sido tutor? ¿Cuánto tiempo? Función: ¿En qué cursos has dado clases? ¿Has sido coordinador o has tenido otros cargos? Grado de inclusión del centro como comunidad ▪ ¿Crees que en la escuela todos los alumnos se sienten acogidos y aceptados? ▪ Los profesores, los miembros del consejo escolar, los alumnos y las familias, ¿comparten la idea de acoger a todos los alumnos? ▪ ¿El centro intenta admitir a todos los alumnos de su zona? 211 ▪ ▪ ▪ ¿El centro es acogedor para los padres? ¿Para los alumnos? ¿Para los maestros? ¿El centro colabora y aprovecha los recursos de la comunidad? ¿Los profesores tienen el sentimiento de pertenencia al centro? ¿Se hacen actos sociales de bienvenida o de despedida del profesorado? ▪ ▪ ¿Se procura que todos los alumnos aprendan? ¿Existen a veces actitudes de discriminación (entre alumnos, familias, maestros u otro personal)? ¿El centro procura disminuirlas y eliminarlas? ¿Hay una filosofía y modelo claro en relación con la atención a la diversidad y la inclusión del alumnado? ¿Queda reflejado en los documentos del centro? Cuando llegan alumnos nuevos, ¿se les ayuda a adaptarse? ¿Hay expectativas altas en relación con todos los alumnos? ▪ ▪ ▪ ▪ Liderazgo. Gestión y coordinación Papel equipo directivo y liderazgo ▪ Funciones y roles: ¿son claros?, ¿son complementarios?, ¿hay solapamientos? ▪ ¿Hay coordinación de centro? ▪ ¿Se fomenta la formación institucional? ▪ ¿Se convocan reuniones de ciclo y de claustro? ▪ ¿Se organizan comisiones? Organización de la atención a la diversidad en el centro ▪ ¿Cómo crees que funciona? ▪ ¿Qué habría que mejorar? ▪ ¿Qué cambios ha habido en el centro en relación con la atención a la diversidad? ▪ ¿Qué factores te han parecido claves para este proceso de cambio? ▪ ¿Qué cosas que se hacen en el centro te parecen más significativas o relevantes? ▪ Centro de recursos para la atención a la diversidad: ¿Lo conoces bien?, ¿lo utilizas?, ¿aportas materiales a los tutores u otros profesores? Propuestas y mejoras. ▪ ¿Hay una política general explícita que está clara para los profesionales del centro y para los que proporcionan apoyo externo en los procesos de enseñar y aprender? ¿Cómo se ha hecho? ▪ ¿El centro refuerza la coordinación de los apoyos y se implica activamente? ¿Cómo? La comisión para la atención a la diversidad ▪ ¿Lo que se habla en la comisión llega a los profesores implicados? - Temas que se hablan. - Aspectos que se podrían evitar o mejorar. ▪ ¿Hay documentos elaborados que faciliten este trabajo en el ámbito de centro? La colaboración con otros profesionales y servicios ▪ Con asesora psicopedagógica. ▪ Con otros especialistas (logopeda, servicios terapéuticos…). ▪ ¿Qué aportan al centro? ▪ Papel que tienen. Necesidades. Propuestas. Comunicaciones, relaciones y colaboración (formales e informales) ▪ En la escuela, ¿los profesores se sienten aceptados y acogidos? ▪ ¿Cómo son las relaciones? ¿Se habla espontáneamente de la atención a la diversidad? ¿De qué hablan? (actividades, alumnos, evaluación, aula, relaciones, aspectos afectivos…) 212 ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Los profesores se sienten cómodos para discutir problemas de su trabajo? ¿Las reuniones son productivas? ¿Asiste a ellas todo el profesorado? ¿Relaciones con los alumnos? ¿Entre los alumnos? ¿Con los asesores y especialistas? Formalidad/Informalidad ▪ ¿Quién toma la iniciativa en las comunicaciones? ▪ ¿Crees que estas comunicaciones influyen en la mejora de la enseñanza para estos alumnos? ▪ Las reuniones de cilo, ¿son habituales?, ¿se convocan para hacer el traspaso a inicio del curso?, ¿para tratar sobre la atención a la diversidad y los apoyos necesarios para hacerla? Utilidad en relación con la atención a la diversidad ¿Se habla de atención a la diversidad? ¿Se habla de los problemas para atenderla? ¿Se comparten estrategias de intervención? ¿Se proponen cambios? ¿Con qué frecuencia? ¿Y mejoras? Práctica en el aula cuando hay dos profesores. Apoyo dentro del aula Planificación: reuniones, utilidad ▪ ¿Se alcanzan acuerdos? ¿Se siguen? ¿Se modifican, si es necesario? ▪ ¿Cómo se programa y con quién? ▪ ¿Se puede hablar si hay dificultades? ▪ ▪ ¿Hay una relación de cooperación y apoyo mutuo? Tipos de relación que se establecen entre el profesorado: apoyo, ayuda mutua, consenso, equilibrio… Objetivos y ventajas de que el apoyo se haga en el aula ▪ ¿Qué aporta al profesorado y al alumnado? ▪ ¿Qué aporta al maestro del aula ordinaria? ▪ ¿Te han ayudado a mejorar, revisar, cambiar aspectos de la práctica? Valoración diferentes apoyos: paralelos, atención a la diversidad, informática, lectura, laboratorio… ▪ ¿Qué le aporta al alumno con mayor riesgo de exclusión? ¿Y a los demás? ▪ ¿Los profesores tienen en cuenta y planifican las actividades cuando hay el apoyo? ¿Cómo organizáis el aula? ¿Qué contenidos se trabajan? ¿Tipos de actividades? Metodologías que utilizáis. Necesidades. Dificultades. ▪ Los materiales. Las actividades. El uso de los libros de texto. Colaboración y comunicaciones con el maestro de apoyo Papel de las comunicaciones informales ▪ ¿Cuándo son más útiles para la mejora y el cambio? ¿Por qué? ▪ Momentos y tipos. ▪ ¿De qué hablan? ▪ Tipo de relación y actitudes. ▪ ¿En cuál de los siguientes aspectos es más importante que puedas colaborar con el tutor o tutora? - Adaptación de los contenidos y elaboración de las adaptaciones curriculares individualizadas. - Planificación de las actividades. - Seguimiento de los alumnos. - Evaluación constante y compartida. - Aportaciones de estrategias e innovaciones metodológicas. 213 ¿Habláis de los alumnos y de su aprendizaje? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿De qué? ▪ ¿Crees que estas comunicaciones repercuten en la ayuda que se le da al alumno cuando no hay apoyo? ▪ ¿En qué, por ejemplo? Trabajo dentro del aula cuando el tutor está solo ▪ Los apoyos y medidas para la atención a la diversidad, ¿crees que te ayudan lo suficiente para planificar la actividad en el aula cuando no hay este apoyo? ¿Qué medidas tienen más influencia? ▪ Necesidades. Problemas y propuestas. Roles y funciones ▪ ¿Crees que debe haber diferencias entre el maestro de apoyo o educación especial y el resto de docentes? Papel del tutor y del maestro de apoyo ▪ ¿Sería positivo que todo el profesorado pudiera ser alguna vez maestro de apoyo? ▪ Perfil: cualidades que debe reunir el tutor para atender la diversidad. ▪ Perfil del maestro de apoyo: ¿Es difícil? ¿Qué cualidades requiere? ▪ ¿Qué se aprende siendo maestro de apoyo? ▪ ¿Es bueno intercambiar papeles? ▪ ¿Qué te sería útil desde el punto de vista de la formación? Sesiones tutorización individual ▪ ¿Por qué son útiles? ▪ Aspectos que se potencian más. ▪ ¿Revierten en el resto de horas con el alumno? ¿Cómo y por qué? ▪ Actitudes, afectos, clima. ▪ ¿Crees que favorece el acercamiento a la familia? Valoración, reflexión y propuestas de cambio ▪ ¿Se hacen reuniones para valorar las medidas que se toman? ¿Para valorar la evolución de los alumnos y de los grupos? ▪ ¿Es frecuente hacer propuestas de cambio en el caso de que aparezcan dificultades? ▪ ¿Hay momentos en que estas reflexiones se comparten con todo el equipo educativo? ¿Cúando? ¿Cómo? ▪ ¿Es importante? ¿Necesario? ¿Suficiente? ▪ Propuestas y mejoras. Alumnado con mayor riesgo de exclusión ▪ ¿El profesorado conoce a los alumnos con necesidades educativas especiales del centro? ¿Por qué? ¿Cómo? ▪ ¿Todo el profesorado los tiene en cuenta? ▪ ¿Habría que hacer otras cosas? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Estos alumnos son del tutor? ¿Del maestro de apoyo? ¿Son de todos? ¿En qué momentos suele haber más conflictos? ¿Aula, patio, comedor? ¿Los monitores de comedor los conocen? ¿Saben qué se prioriza y cómo pueden ayudarles? ¿Y los especialistas? Objetivo y utilidad de hacer adaptaciones curriculares. Reuniones para hablar del alumnado con necesidades educativas especiales, hacer las 214 adaptaciones curriculares individualizadas, evaluarlas… Relación con las familias ▪ ¿Se facilita la buena comunicación con las familias? ▪ ¿Las familias de los alumnos con necesidades educativas especiales están integradas en la escuela y participan en las actividades que se fomentan? ¿Colaboran en la educación de sus hijos? ¿Se sienten ayudadas y acompañadas? ▪ ¿Se les explica cómo se está atendiendo a su hijo o hija? ▪ En general, ¿hay relaciones positivas? ¿Cómo se potencian? ▪ ¿Se habla también de las dificultades? ¿Se llega a acuerdos? ▪ ¿Participas en las entrevistas? ¿En cuáles? ¿Por qué? Anexo I, número 1.3 Guión para hacer la entrevista con las familias Nombre (del padre, madre, tutor): Nombre del hijo/a: Fecha de nacimiento: Grado de inclusión del centro ▪ ¿En la escuela todos se sienten acogidos y aceptados? ▪ ¿Se acepta bien la diversidad? ▪ ¿Se procura que todos los alumnos aprendan? ▪ ¿El centro intenta admitir a todos los alumnos de su barrio? ▪ ¿Hay actitudes de discriminación? ▪ ¿Hay coordinación y colaboración entre el profesorado y con los profesionales externos que colaboran con el centro? ▪ ¿Qué hace el centro para atender la diversidad? ▪ ¿Cómo se organizan? ¿Qué recursos y metodologías se utilizan? ▪ ¿Qué sabes que hacen? Grado de inclusión de su hijo en la escuela ▪ ¿Creen que su hijo se siente acogido? ▪ ¿Se siente aceptado y valorado por los maestros y por los compañeros? ▪ ▪ ▪ ¿Saben si hay alumnos con necesidades educativas especiales en el centro? ¿Los conocen? ¿Quieren conocerlos o conocer a sus familias? En caso de tener hijo con necesidades educativas especiales: ▪ ¿Qué actividades o actuaciones recuerda como más positivas para la integración de su hijo en la escuela? ▪ ¿Qué problemas hay? ▪ ¿Qué cree que se podría hacer mejor? ▪ ¿Qué ha encontrado a faltar? Grupo de iguales y papel del tutor 215 ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Su hijo siente pertenencia a su grupo-clase? ¿Qué relación tiene con su tutor? ¿Hay un trato familiar y afectivo? ¿Se siente aceptado y valorado por su tutor? ▪ Si ha sido necesario, ¿le han ayudado a integrarse en el grupo y a establecer relaciones de amistad con los compañeros? ¿Tiene relación fuera de la escuela con compañeros de su grupo? ¿Cómo? ▪ En caso de tener hijo/a con necesidades educativas especiales: ▪ ¿Recibe apoyo? ¿Qué tipo de apoyo? ¿Su hijo explica que los maestros le ayudan? ¿Habla del maestro de apoyo? ▪ ¿Participa en las actividades del aula? ▪ ¿Creen que es positivo que se le ayude dentro de su grupo-clase? ¿Preferirían que el apoyo se hiciera fuera del aula? ▪ Si está dentro del aula, ¿qué capacidades cree que desarrolla más? ▪ ¿Hace sesiones de tutorización? ¿Las conocen? ¿Habla su hijo de ellas? ¿Le gustan? Proceso de enseñanza-aprendizaje ▪ ¿Su hijo/a aprende? ¿Se siente motivado por aprender? ▪ ¿Se evitan comparaciones entre alumnos? ¿Se le exige que se esfuerce en aquello que puede hacer? ▪ ¿Hay comunicación sobre los progresos de su hijo? ¿Apoyo mutuo? ¿Consenso? ¿Equilibrio? ▪ Valoración de lo positivo. Si tienen un hijo/a con necesidades educativas especiales: ▪ ¿Qué actuaciones se llevan a cabo para ayudarle a aprender? ▪ ¿Se le exige lo mismo que a los demás? ▪ ¿Qué expectativas tienen en relación con lo que puede hacer? ▪ ¿Cómo se evalúa a su hijo? ¿Se le valora de acuerdo con sus posibilidades? Relación con la escuela y con los profesionales que colaboran ▪ ¿Hay colaboración entre la escuela y las familias? ¿En qué aspectos? ▪ ¿Las relaciones son fáciles? ▪ ¿Hay una buena comunicación? ▪ ¿Hay disponibilidad para hablar y comunicarse? ▪ ¿Es importante esta comunicación? ▪ ▪ ▪ ¿Qué papel cree que tiene el tutor en la integración de su hijo en el grupo? ¿Y el maestro de apoyo? ¿Y el resto de docentes? Papel y funciones de los servicios externos ▪ ¿Había coordinación y consenso entre los diferentes profesionales? ¿Es necesario? ¿Es importante? Relaciones entre las familias ▪ ¿Comparten criterios de inclusión y atención a la diversidad? ▪ ¿Hay relaciones de colaboración entre las familias? ▪ ¿Qué aspectos hay que mejorar? ▪ ¿Las relaciones de amistad fuera de la escuela, son importantes para su hijo? 216 ▪ ▪ ¿Qué se podría hacer desde la escuela? Propuestas. Anexo I, número 1.4 Guión para hacer la entrevista con miembros del equipo directivo Nombre: ▪ ¿Desde cuándo estás en el centro? ▪ ¿Has sido coordinador o has tenido otros cargos? ¿Cuánto tiempo? ▪ ¿Has hecho apoyo? Función: ¿En qué cursos impartido clases? has Grado de inclusión del centro como comunidad ▪ ¿Crees que en la escuela todos los alumnos se sienten acogidos y aceptados? ▪ ¿El profesorado y el consejo escolar comparten un enfoque inclusivo? ▪ ¿Los alumnos y las familias comparten esta idea de acoger a todos los alumnos? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿El centro intenta admitir a todos los alumnos de su zona? ¿Los profesores comparten este deseo? ¿Se entiende la diversidad como un problema o como un recurso de crecimiento? ¿El Proyecto educativo lo contempla? ¿El centro es acogedor con los padres? ¿Y con los alumnos? Cuando llegan alumnos nuevos, ¿se les ayuda a adaptarse? ¿Hay expectativas altas en relación con todos los alumnos? ▪ ¿Existen a veces actitudes de discriminación (entre alumnos, familias, maestros u otro personal)? ¿El centro procura disminuirlas y eliminarlas? ¿Ha habido episodios de bullying o de abuso de poder? Los alumnos, ¿a quién lo han explicado? ¿Tienen a quién recurrir? ¿Cómo se interviene? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿El centro colabora y aprovecha los recursos de la comunidad? ¿El centro conoce y aprovecha instituciones o recursos de la comunidad (entidades, colectivos, etc.)? Centros de tiempo libre, biblioteca, asociaciones, etc. ¿Hay una opinión positiva del centro por parte de las instituciones de la comunidad? ▪ ¿El servicio de comedor y las actividades extraescolares participan de la filosofía del centro? ¿Acogen a todos los alumnos? ¿Hay coordinación con los tutores o profesores para estos alumnos? ▪ ¿El centro es acogedor para los maestros? ¿Proporciona información básica a los nuevos profesores? ¿El centro hace que el profesorado nuevo sienta que su experiencia se tiene en cuenta y es valorada? ¿Los profesores tienen el sentimiento de pertenencia al centro? ¿Se hacen actos sociales de bienvenida o de despedida del profesorado? ▪ 217 ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Qué relaciones existen con el consejo escolar? ¿Se convocan reuniones? ¿Con qué frecuencia? ¿Hay buena colaboración? ¿Los profesores conocen a los miembros del consejo escolar? ¿Se valoran sus habilidades o conocimientos? ¿Los docentes piensan que sus opiniones se tienen en cuenta con independencia de su estatus? Liderazgo. Gestión y coordinación Papel del equipo directivo y liderazgo ▪ ¿Qué papel tiene en el centro? ▪ ¿Piensa que es un motor para hacer avanzar el centro? ¿Cómo lo hacen? ▪ ¿Las funciones y roles de cada miembro del equipo están claros? ¿Son complementarios? ¿Hay solapamientos? ▪ En las reuniones de coordinación diversas (ciclo, coordinación, claustro, etc.), ¿está presente el tema de la atención a la diversidad? ▪ Reuniones de ciclo y de claustro. ▪ ¿Las reuniones son productivas? ¿Asiste a ellas todo el profesorado? ▪ Comisiones. ▪ ¿Se motiva al profesorado para que desarrolle y dé a conocer sus habilidades o saberes para el bien del centro? ¿Se aprovechan sus capacidades? ▪ ¿Se ha hecho formación institucional en relación con estos temas o se ha tratado en actividades de formación? ¿En qué se necesitaría más formación: trabajo cooperativo, tutoría entre iguales, apoyo entre alumnos, tecnología, lengua…)? ▪ ▪ ¿Los recursos se distribuyen de manera abierta y equitativa? ¿El profesorado sabe cuáles son los recursos que el centro organiza para los alumnos con necesidades educativas especiales y la diversidad? ¿Se va revisando su uso para adaptarse a los cambios y necesidades? ▪ Organización de la atención a la diversidad en el centro ▪ ¿Hay una filosofía y modelo claros en relación con la atención a la diversidad y la inclusión del alumnado? ▪ ¿Queda reflejado en los documentos del centro? ▪ ¿Cómo crees que funcionan? ▪ ¿Qué habría que mejorar? ▪ ¿Qué cambios ha habido en el centro en relación con la atención a la diversidad? ▪ ¿Qué factores te han parecido claves para este proceso de cambio? ▪ ¿Qué cosas que se hacen en el centro te parecen más significativas o relevantes? ▪ ▪ ▪ ¿Cómo se hacen los grupos-clase? ¿Se procura que sean homogéneos o heterogéneos? ¿Se reorganizan a veces los grupos para fomentar la cohesión social? ¿El centro refuerza la coordinación de los apoyos y se implica activamente en ello? ¿Cómo? ▪ ▪ ▪ La comisión para la atención a la diversidad, ¿qué función tiene? Temas que se hablan. ¿Lo que se habla en la comisión llega a los profesores implicados? ¿Y al revés? ¿Se procura adaptar los horarios y los espacios a las necesidades de ciertos alumnos con hándicaps? (flexibilidad). ¿Los detalles de las modalidades de apoyo están claras para ellos y para sus padres y se explican en las hojas informativas del centro? ¿Hay documentos elaborados que faciliten este trabajo en el ámbito de centro? ▪ ▪ 218 ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Se generan y se recogen recursos de manera compartida? (materiales, programaciones…)? ¿Se conocen los recursos del centro? El centro de recursos para la atención a la diversidad, ¿es útil? ¿Mejoras? ¿Lo utilizas?, ¿cómo? Propuestas y mejoras. ¿Se utiliza la biblioteca? Evaluación ▪ ¿Se hacen reuniones para valorar las medidas que se toman? ¿Para valorar la evolución de los alumnos y de los grupos? ▪ ¿Es frecuente hacer propuestas de cambio en el caso de que aparezcan dificultades? ▪ ¿Hay momentos en que estas reflexiones se comparten con todo el equipo educativo? ¿De qué tipo? ¿Cómo? ▪ ¿Es importante? ¿Necesario? ¿Suficiente? ▪ Propuestas y mejoras. La colaboración con otros profesionales y servicios ▪ ¿La asesora psicopedagógica colabora en la organización y funcionamiento de la atención a la diversidad? ¿Cómo? Función de los asesores externos. ▪ Con otros especialistas (logopeda, servicios terapéuticos…). ▪ Recursos y servicios educativos (equipo de asesoramiento psicopedagógico de sector, centro de recursos pedagógicos, centro de recursos educativos para deficientes auditivos…). ¿Qué aportan? ▪ Papel que tienen. Necesidades. Propuestas. Comunicaciones y relaciones (formales e informales) ▪ En la escuela, ¿los profesores se sienten aceptados y acogidos? ▪ ¿Cómo son las relaciones? ▪ ¿Los profesores se sienten cómodos para discutir problemas de su trabajo? ▪ ¿Se habla espontáneamente de la atención a la diversidad? ¿De qué? (actividades, alumnos, evaluación, aula, relaciones, aspectos afectivos…) ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Valoran los profesores las diferentes aportaciones de cada miembro del equipo? ¿Aceptan la diversidad de estilos, conocimientos y ritmos? ¿Se favorece que haya momentos y espacios para el intercambio entre el profesorado? ¿Anima a que los profesores expliquen a los demás lo que saben o hacen? Grado de formalidad/informalidad. ¿Crees que estas comunicaciones influyen en la mejora de la enseñanza para estos alumnos? ¿Los profesores se comprometen con otros para resolver problemas de forma conjunta cuando un alumno preocupa? ¿Cómo son las relaciones con los alumnos y entre ellos? Reuniones de ciclo ▪ Habituales, por traspaso a inicio de curso, para atención diversidad y apoyos. Utilidad en relación con la diversidad. Dos maestros en el aula. Apoyo dentro del aula ▪ Objetivos y ventajas de que el apoyo se haga en el aula. ▪ ¿Qué aporta al profesorado y al alumnado? ▪ ¿Qué aporta al maestro del aula ordinaria? ▪ ¿Hay una relación de cooperación y apoyo mutuo entre los profesores? 219 ▪ ▪ ¿Se puede hablar si hay dificultades? Tipos de relación que se establecen entre el profesorado: apoyo, ayuda mutua, consenso, equilibrio… ▪ Papel de las comunicaciones informales sobre los niños. ¿Hablan de ellas? ¿Creen que tienen efecto en el aula? Momentos y tipos. Tipos de relación y actitudes. Los apoyos que se dirigen al alumnado, ¿buscan aumentar su independencia y autonomía? ¿Se utilizan metodologías de diversificación de actividades (rincones, talleres)? ¿Se promueven tareas abiertas con diferentes niveles de trabajo? ¿Qué tipo de metodologías se utiliza más? ¿Habría que utilizar otras metodologías? Los materiales. Las actividades. El uso de los libros de texto. ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Hay tiempo para la coordinación de los docentes que trabajan juntos en el aula? ¿Crees que la presencia de otras personas adultas les aporta nuevas miradas o ideas sobre la manera de enseñar? Roles y funciones Papel del tutor o la tutora y del maestro de apoyo ▪ Perfil, cualidades que ha de tener la tutora o el tutor para atender la diversidad. Perfil del profesor o la profesora de apoyo ▪ ¿Es difícil? ¿Qué cualidades debe reunir? ¿Debe haber diferencias entre el profesor de apoyo o educación especial y el resto de profesores? ▪ ¿Deberían pasar todos los maestros y maestras por este rol? ▪ ¿Qué has aprendido si has sido maestro o maestra de apoyo? ▪ ¿Es bueno intercambiar los papeles? ▪ ¿Qué te sería útil desde el punto de vista de la formación? Sesiones de tutorización individual ▪ ¿Son difíciles de organizar? ▪ ¿Por qué son útiles? ▪ ¿Crees que resultan provechosas? ▪ ¿Revierten en el resto de horas con el alumno? ¿Cómo y por qué? El alumnado con más riesgo de exclusión ▪ ¿El profesorado conoce a los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales del centro? ¿Por qué? ¿Cómo? ▪ ¿Todos los docentes les tienen en cuenta? ▪ ¿Habría que hacer otras cosas en relación con este alumnado? ▪ Estos alumnos, ¿son del tutor?, ¿del maestro de apoyo?, ¿de todos? ▪ ¿En qué espacios suele haber más conflictos (en el aula, en el patio, en el comedor)? ▪ ▪ Los monitores y monitoras de comedor, ¿conocen a estos alumnos y alumnas?, ¿saben qué se prioriza en el centro y cómo ayudarles? ¿Y los especialistas? Objetivo y utilidad de hacer adaptaciones curriculares ▪ Las reuniones para hablar del alumnado con necesidades educativas especiales, hacer las adaptaciones curriculares, evaluarlas… ▪ ¿Se facilita la buena comunicación con las familias? 220 ▪ ▪ ▪ ▪ Las familias del alumnado con necesidades educativas especiales, ¿están integradas y participan en la escuela?, ¿colaboran en la educación de sus hijos e hijas?, ¿se sienten ayudadas y acompañadas? ¿Se les explica cómo se atiende a sus hijos? En general, ¿se establece con ellas relaciones positivas?, ¿cómo se potencian? ¿Se abordan también las dificultades? ¿Se llega a acuerdos? 221 222 Anexo I Número 2: Cuestionario para los maestros 223 224 Anexo I, número 2 Cuestionario para los maestros 225 226 227 228 229 230 231 232 233 Anexo I Número 3: Vaciado de los cuestionarios 234 235 Anexo I, número 3.1 Resultados del vaciado del cuestionario para los maestros 236 237 238 239 240 241 Anexo I, número 3.2 Vaciado de las preguntas sobre las funciones que han de desempeñar el maestro de apoyo y el tutor cuando la intervención del maestro de apoyo se hace dentro del aula 242 243 244 245 Anexo I, número 3.3 Funciones de los maestros cuando se hace el apoyo dentro del aula 246 247 248 249 Anexo I, número 3.4 Vaciado de las preguntas en relación con las capacidades básicas 250 251 252 Anexo I Número 4: Guiones para las sesiones de discusión 253 254 Grupos de discusión Guión de temas para conversar Sesión: 9 de marzo Procedimiento Instrumentos Cuestiones para conversar ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ Reuniones y comunicaciones para acordar cómo se hará el apoyo Acuerdos relación con apoyos en los Hoja apoyo. de Criterios de valoración de los apoyos. ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ Reuniones de valoración de los apoyos Criterios de valoración de los apoyos. ▪ ▪ ▪ Utilidad, sentido de la hoja de apoyo. ¿En qué momento es mejor hacerlo? Evaluación inicial de los grupos y de los alumnos con necesidades educativas especiales. ¿Se han de modificar los acuerdos a lo largo del curso? ¿Hay que escribirlo? ¿Para qué sirve? Comunicación entre maestros sobre el apoyo y las actividades compartidas. Apartados de la hoja de acuerdos. Otros tipos de apoyos o atenciones a la diversidad: - Desdoblamiento paralelo. - Desdoblamiento para informática. - Desdoblamiento para lectura. - Etc. ¿Hay que evitar los momentos de explicación? ¿Son necesarios a veces? En éstos y otros desdoblamientos, ¿crees que se ayuda también más a quien más lo necesita? ¿Los alumnos que más piden ayuda son los que más la necesitan? ¿Favorecemos, potenciamos también la ayuda entre iguales? ¿El trabajo en pequeño grupo? ¿Sería positivo explicarnos en alguna reunión de ciclo cómo se están haciendo los apoyos en las aulas? Analizar los criterios que tenemos de valoración de los apoyos. Además de a final de curso, ¿cuándo habría que hacer valoración? ¿Cómo, dónde y con quién? ¿Sería positivo hacerlo en el ámbito de ciclo de tanto en tanto después de haberlo hablado entre los dos maestros implicados? En general, ¿hay un clima de confianza y seguridad para poder hablar sin reservas? ¿Cómo podemos crear este clima para que haya ganas de probar metodologías nuevas sin pasar miedo a equivocarse? ¿Para hacer actividades que tengan más en cuenta la diversidad del grupo? ¿Cómo podemos estimular la creatividad de todos los maestros y de nosotros mismos? 255 Documentos adjuntos: Dos hojas de acuerdos de apoyos de ejemplo (uno de primer ciclo de primaria y uno de tercer ciclo) y «Criterios para hacer la valoración de la atención a la diversidad» de la escuela. Grupos de discusión Reunión: 16 de marzo Temas: ▪ Las adaptaciones curriculares individuales. ▪ La pauta de capacidades básicas. ▪ La evaluación de los alumnos. Procedimiento Instrumentos Cuestiones para conversar ▪ ▪ Los planes personalizados y las adaptaciones curriculares individualizadas (ACI) Las reuniones para hacerlos Hoja modelo de plan personalizado Pauta de capacidades básicas ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ¿Para qué son útiles? ¿Participa en ellas quien debería hacerlo? ¿Tutor, profesores que pasan por la clase, especialistas? ¿Habría que hacer más? ¿La adaptaciones curriculares se ven como un instrumento que facilita la tarea educativa? ¿Habría que hablar de los alumnos con necesidades educativas especiales en alguna reunión de ciclo o cuando están todos los profesores y de los aspectos que hay que priorizar con cada alumno? ¿Cuál o cuáles de los siguientes elementos del currículo nos resulta más necesario tener definido en el plan personalizado? (las capacidades básicas, los contenidos de las áreas, los objetivos, la metodología y los acuerdos, los horarios…). Evaluación inicial de las capacidades básicas. ¿Por qué es necesario priorizar las capacidades básicas? ¿Para qué sirve y es útil? ¿A quién corresponde más esta tarea? ¿Al tutor? ¿Al maestro de apoyo? ¿A todo el equipo educativo? ¿Quién es más responsable de estos aspectos de desarrollo? Plan personalizado ▪ ¿En la pauta se recogen realmente las capacidades que pensamos que son básicas y necesarias para poder aprender los demás contenidos? ¿Cómo podemos incidir en ello? ¿Quién? ¿Cómo? Condiciones… ▪ Algunas capacidades básicas que a menudo están presentes en las ACI de los alumnos con NEE. ▪ ¿Qué tiene más valor, las pruebas iniciales o la evaluación continuada y formativa? 256 La evaluación inicial del alumno Las evaluaciones finales y los informes ▪ ▪ ¿Quién tiene que evaluar al alumno? ¿Queda claro el procedimiento de evaluación inicial y la implicación de cada uno? ▪ La adaptación de la evaluación: de los criterios, de los referentes, de las actividades de evaluación y de la comunicación de la evaluación a los padres. Documentos: Pauta de capacidades básicas y Modelo plan personalizado y ACI actuales. Grupos de discusión Guión de temas para conversar Sesión: 30 de mazo ¿Todos los integrables? alumnos son La planificación. La programación y los planes personalizados. Cuando el tutor está con todo el grupo y no tiene apoyo ▪ ▪ ▪ ¿Qué apoyos serían necesarios? ¿En qué benefician? ¿Qué reciben? ¿Qué tipos de ayudas necesitan? ▪ ¿Cómo os organizáis para programar y tener en cuenta al alumno? ¿Sería necesaria una adaptación curricular individualizada más detallada o no sería útil? ¿Cuándo os angustiáis por un alumno en el aula? ¿En qué momentos? ¿Se podría planificar de manera diferente? ¿Os encontráis sin recursos? ¿En qué momentos? ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ Redes de apoyo mutuo entre maestros. Banco de materiales: recogida, difusión, conservación, utilización… ¿Qué recursos destinamos a ello? ¿Es necesario? ¿Convendría mejorarlo? ¿Aprovechamos los saberes de los demás? La formación en el centro. El intercambio entre maestros. Los materiales de otros cursos… El clima de trabajo y las relaciones El respeto y el estímulo. La creatividad y el control. El papel de la comunidad. Las redes con otros sistemas ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ Los padres. El consejo escolar. Los monitores. Las actividades extraescolares. Los maestros particulares. Los profesionales externos que colaboran en el caso. El voluntariado. Los maestros que se jubilan. El cambio y la mejora en la educación y en la escuela ▪ ▪ ¿Cómo se promueve? ¿Qué estrategias lo favorecen? ▪ La escuela como sistema ▪ 257 258 259 Anexo I Número 5: Recopilación de una sesión de discusión 260 261 Grupos de discusión Compilación de la sesión del día: 9 de marzo de 2005 Presentes: 9 maestros Acuerdos en relación con las sesiones de apoyo: ¿Es necesario? ¿En qué momento se toman los acuerdos? ¿Después de la evaluación inicial? ..: A mí me parece que los acuerdos son importantes. Es como cuando se empieza un viaje, cuándo, cómo se hará. Sirve de guía. Se hacen en octubre, noviembre. Primero las valoraciones iniciales de grupo. La psicóloga ya conoce a aquel alumno de otros años. Pero el apoyo es de toda la clase, no sólo de aquel niño. ..: Cuando tienes el horario de cuándo te vienen es cuando adaptas toda la organización. Ya se procura que entren en horas instrumentales, pero a veces has de hacer cambios porque es muy difícil de cuadrar. ..: A veces, los maestros de apoyo estáis ratos esperando. Hombre… ¡Cuándo intervendré! ..: Hombre, a veces sí… te vas enfadando. ..: A principio de curso ha pasado más. Supongo que también porque yo era nueva y algún tutor también era nuevo. En 3.o también pasa que los niños tienen que coger la dinámica del ciclo, trabajar hábitos. Y me pasaba de estar esperando… Ahora, por ejemplo, ya tengo más confianza y hoy mismo le he dicho el profesor: «Me voy a llevar a Marc porque en la clase no hace nada». Ya había dos maestras, estaban haciendo plástica. A veces lo pregunto: «¿cuánto calculas?, ¿media hora?». «Me voy a llevar a Nerea para hacer lectura.» Lo hago ahora que empiezo a tener más confianza y tienes una idea de las necesidades, a principio de curso no era así. ..: Hay momentos en que sí te preguntas: «¿Qué estoy haciendo aquí?». ..: El propio tutor también lo nota… Yo intentaba hacerlo previamente. Si son 5 minutos no pasa nada. ¿Y si es media hora? ..: El tutor debe tenerlo muy claro y prepararlo. ..: Quizá tampoco se puede ser perfecto y habrá un momento en que estás escuchando y a veces quizá también es necesario… ..: Pero se ha de prever… Si no, no se aprovecha. ..: A ver, cuando yo entraba en las clases recuerdo que alguna vez sí pasaba eso; también me gustaba ver cómo se comportaban los niños y observarlos. ¿Si son 5 o 10? A ver… no me encontraba desplazada. ..: Sí, pero cuando ya tienes muy claro lo que hay que trabajar dices «Bueno, eso tendríamos que afinarlo». Pregunta a una maestra de apoyo: ¿A ti en algún momento te ha dado la sensación de perder el tiempo? Ella responde: Depende mucho del tutor. Si tienes confianza le dices al tutor: «Escucha… voy a hacer otra cosa». Pero si creo que hay algún tutor que se lo tomaría mal, entonces o te lo crees tú o más bien callo. ..: Pero quizá se trate de ir hablándolo, porque tampoco tienen por qué tomárselo mal. ..: ¡Claro que no! ..: ¿Y si te puedes coordinar con él y quedáis un día para hablar? ¿Y entonces? ..: Eso es difícil. A veces teníamos que hablar en los pasillos, cuando no es por una cosa es por otra. Cuesta mucho. Claro, debería ser a la hora del nivel. Estar en todas las reuniones de nivel cuando eres maestra de apoyo no es posible. 262 ..: Yo pienso que hay que quedar. ..: Sería interesante poder quedar para planificar conjuntamente y poder influir en lo que haremos, comentarlo. ..: Que cada maestra de apoyo estuviera en un ciclo. ..: Coincide también el nivel. ..: No hay tiempo material para hacerlo… Las reuniones de ciclo no son para programación, hay que acordar sobre todo las sesiones en las que entras, en las otras no es posible. El momento en que las paralelas programan se pierde un poco el tiempo, se va hablando y no se concreta todo. No pienses que con ir a una reunión de éstas está todo solucionado. Quizá la manera sería… Mira, ¿verdad que trabajamos lenguaje escrito? ¿Qué cosas trabajamos de lenguaje escrito? Haremos esto, haremos aquello, pero no trabajar con toda la programación. No se puede, no se puede. ..: Pero pasa que yo me encuentro con los tutores, por ejemplo, con J. (un niño) aún no sabemos lo que harán la próxima semana y yo lo he sabido el día antes, pero cuesta. Sobre el papel parece muy fácil, pero en la práctica cuesta más. ..: Pero unos mínimos… ..: Yo lo veo por sesiones. ..: Ir a la sesión de nivel cada 15 días y hablar sólo de las sesiones de apoyo. ..: Si se llegara a hacer mates y lenguaje y se llegara a hacer una programación más sólida de apoyo y tutor, ya está. Yo lo haría por temas, si sé cuál es el tema, yo me meto en el tema… no me costará. ..: Hay que saber por qué haces aquello y qué actividad harás; ya no hay problema. ..: En primero es más difícil, vas a toda máquina. Tienes unos libros. Vas a toda máquina y le dices al maestro de apoyo que insista y ayude más a estos niños. ..: Ahora, este año, hay que hacer estos libros y un montón de actividades. Te has de ceñir mucho al libro y a mí me marca, para mí supone más dificultad. Has de hacer la suma… ..: Es lo que se habló el otro día. Si los libros han de servir para dificultarnos el aprendizaje, es absurdo. Ya me explicarás para qué sirven los libros… El otro día la gente se quejaba (en una reunión de zona para tratar el tema de las bibliotecas) de que tenemos libros y ya no podemos ir a la biblioteca. ..: Es que los libros de fichas que utilizamos no son ya sino un negocio. Para mí el libro de fichas debería ser un apoyo. Que pudiéramos ampliarlo. Pero claro, hacen estos mamotretos que lo tocan todo y valen 3.000 pelas y las madres los pagan, y a mí me sabe muy mal. O que hicieran un tipo de libros de suplemento y pudieras escoger, cojo esto y esto, y éstos. ..: A menudo los maestros sienten la presión del libro y eso les coarta, y normalmente es algo que no facilita la atención a la diversidad. ..: Es que debería ser un apoyo. ..: Pues que se eliminen las que no interesan. ..: No, porque detrás hay otra y no se puede hacer… ..: Pero aunque no lo hagas todo, si pones un adhesivo amarillo y explicas a los padres que aquellas fichas no se harán… En el primer ciclo se pueden separar las hojas, pero en segundo ciclo ya no puede hacerse. ..: Ves, eso sí podría hacerse y explicarlo. Las que tienen adhesivos de color amarillo, por ejemplo, son actividades complementarias y no hace falta que las hagan. Has de tenerlo muy claro y explicarlo en la reunión a principio de curso. ..: Si se explica a los padres lo pueden entender. ..: Si eso nos angustia y les aburrimos, a ver qué estamos haciendo… porque… ..: Quizá hay una diversidad de maestros, hay quien necesita más el libro y quien no. ..: Eso no se puede hacer. Hubo dos años que los profesores no hicieron prácticamente conocimiento del medio natural; hacían sobre todo lenguaje y matemáticas. ..: ¿Cómo puede ser eso? Hay un horario y hay que seguirlo. ..: Seamos realistas, eso a veces ocurre. ..: Si todo el mundo tiene libros, tenemos la garantía de que, como escuela, al menos se consiguen unos 263 mínimos y se trabajan ciertas cosas. Si no, te encontrarías con que algunos no harían determinados contenidos. En matemáticas, por ejemplo, hay gente que si no hubiera libro no haría geometría, por ejemplo. ..: Sí, pero una cosa es tener el libro y otra es hacer todas las actividades del libro. ..: Pero yo pienso que hay que tener la suficiente flexibilidad para adaptarlo a los alumnos. Si no lo hago porque creo que no es oportuno, pues no lo hago. Lo justifico. ..: Los libros no van muy bien, pero en la realidad muchas maestras no sabrían trabajar sin libro. ..: Pero muchas sí, y hacen maravillas. ..: Muchas tutoras están mejor con libros que sin ellos. Si dices libros no, muchas tutoras dirían que no. ..: Quizá harían falta libros que tuvieran más en cuenta la diversidad, con unidades didácticas que tuvieran actividades más diversificadas. ..: Pero lo que pasa es que una adaptación curricular para un niño no sirve para otro. Hablamos de un niño con necesidades educativas especiales que está trabajando muy bien. ..: El primer trimestre no hacía nada, pero nos pusimos serias y hablamos con él y ha hecho un gran cambio. ..: ¿Ves cómo hay que exigir un poco? ..: Es que hay niños que no hacen lo que podrían. ..: Es que con algunos si no les exiges un poco, no trabajan. ..: ¿Quizá piensas que en el tema de los refuerzos habría que trabajar cosas muy concretas? Por ejemplo el texto escrito o… ..: Hombre, lo que hay que hacer es acordarlo. ..: Quizá se podría tener más claro en qué hemos de intervenir. Tenerlo más claro y decidido, por ejemplo para… ..: Yo encuentro que hacer un día a la semana el texto escrito no le sobra a ninguna clase y muchos niños tienen dificultades. ..: Eso se hace en todas las clases, generalmente. ..: Pues hacer texto escrito y que todo el mundo lo tenga claro, tanto el maestro de apoyo como el tutor. Y pensar qué se puede hacer para ayudar al niño a escribir. Trabajarlo previamente para que todos, tanto los tutores como las personas de apoyo, sepamos de qué modo hemos de intervenir. Si eso previamente ya lo tenemos todos claro, sólo has de pactar qué tipo de actividades has de hacer. Entonces hemos de tener claro qué tipo de estructura hacemos y… ..: Y quizá se podría tener secuenciado ya por niveles. ..: Si estuviera claro quizá sería más fácil, ya no sería necesario hablar de ello; sería la manera de avanzar y programar estas actividades en el ámbito de la escuela. ..: En matemáticas, por ejemplo, una actividad que habíamos hablado y que puede ser interesante es la resolución de problemas, ya que es funcional y se tiene que leer, trabajar la comprensión, resolver, razonar y hacer operaciones. No sé si se hace esto en todas las clases… ..: En una clase sí. En otra hacemos talleres de matemáticas y ya está todo preparado para hacer el trabajo. ..: Eso iba muy bien, muy bien. ..: Porque tienes más autonomía. ..: Ves que tu presencia ayuda, sirve… y está muy clara la finalidad. Maestra X: Lo que pasa es que como los otros niños absorben de mala manera, son tan vitales, el niño con dificultades… ¿Cuántos talleres se hacen? ..: Unos cuatro. ..: Y eso que dice la maestra X que pasa, ¿ha pasado? A veces angustia que el apoyo no se diluya demasiado… ..: Lo que pasa es que yo recuerdo que cuando entraba la maestra de apoyo decíamos: «Estemos alerta a éste y a ése». 264 ..: Sí, porque a mí me pasa en una clase que tú estás a veces con el niño y te vienen los demás… ..: Sí, yo a veces he visto que se hacen rincones y aquel niño está dando vueltas todo el tiempo. En la hoja de apoyo ya poníamos a los niños priorizados para no perderlos de vista… O poner a los niños que necesitan más apoyo en los rincones con más intervención. ..: O lo que hacemos es hacerles repetir el mismo taller, hacer que lo repita para ayudarle más. Los que iban solos ya los dejaban más autónomos. ..: A mí lo que me preocupa es que pienso mucho en J., que si no tiene un adulto al lado no hace nada. Ni libros, ni talleres ni nada. Le dejas que se espabile… y no hace nada. Se pierde en todos los conocimientos. Y supongo que niños así habrá más. ..: Deberíamos ver cómo puede trabajar ciertos momentos sin ayuda. Es un hábito. Se trata de diferenciar mucho lo que puede hacer solo y lo que puede hacer con ayuda. Y decírselo… Darle ayuda para que sea autónomo, para que trabaje solo. ..: Es que J. está fuera de todo, no es que se despiste… ..: Lo que pasa es que este año con el cambio de persona se aprovechan… ..: Todos, todos se aprovechan. Todos lo hacen, eso. ..: Yo a veces, cuando los veo tan agobiados… quizá hemos de bajar… Claro, vosotros no queréis bajar… (risas). Es mirarlo a él. Te das cuenta de que pierdes el tiempo. Te tienes que adaptar al niño porque él no se adapta a ti. ..: Pero yo con J., es que tienes que dar un grito, bueno un grito, plantarte, y entonces te lo hace. ..: Pero no puedes estar plantándote cada día y riñendo; éste no es mi trabajo. Me gusta quererle y estar a su lado ayudándole y reír… ..: Yo recuerdo mucho el caso de C… Y que no podía hacer más de lo que hacía. Y que nos enfadábamos porque se distraía y porque no trabajaba, y además no daba porque no podía…, estabas pidiéndole peras al olmo. ..: Lo que pasa es que hay estos casos y hay otros que si no les exiges no avanzan. ..: Hombre, yo hoy me he quedado asombrada con J. No hacía nada. Me he puesto seria y después, en diez minutos, me lo ha hecho bien… ¡Eso quiere decir que la capacidad la tiene! ..: Hay niños, como le pasa a J., con los que lo prioritario es que aprenda a trabajar solo en el aula. Dedicar todos los esfuerzos para que aprenda a trabajar solo. «Ahora te dejo solo y cuando acabes me llamas.» ..: Ya lo hace… «Ya estoy». «¿Qué has hecho?» Y no ha hecho nada y dice «Es que no lo sé hacer…» ¡Pero espabilado lo es, y memoria, tiene mucha! ..: Una vez en P4 se puso a llorar y le dije «¡Escucha!». Y es aquello de que en aquel momento no sabes si te estás pasando o qué, y le dije: «¿Escucha, qué pasa que cada día vienes y hoy lloras?», un poco en tono de riña. ..: ¿Y cómo reaccionó? Bien en aquel momento, pero no sabes… es la única salida que tenemos, tomamos una decisión y no sabemos si es adecuada o no, pero tenemos que ir haciendo cosas, ¿verdad? ..: Ésa es la gracia de valorar su zona de desarrollo próximo. Si le exiges y estás alerta para ver cómo reacciona y consolarlo, si hace falta, o regular la intervención. Si no le exiges, nunca sabrás si puede dar. Si le exiges y estás vigilante para darle ayuda… Con algunos niños hay que hacerlo y probar… ..: Por ejemplo M., utilizaba mucho el llanto el primer trimestre. Y en casa también lo hacía. Ponía aquella cara y te quedabas…. ..: Es que algunos… R. también lo hace y se pone a llorar alguna vez, lo va probando, has de ir buscando lo que puede hacer e ir con cuidado. ..: Yo pienso que la cuestión de pactos va muy bien y los pactos han de ser sagrados, pero con los niños más pequeños es difícil… 265 266 Anexo II Instrumentos psicopedagógicos: ejemplos concretos En este anexo se recogen ejemplos concretos de algunos de los instrumentos psicopedagógicos realizados en el centro. 267 268 Anexo II Número 1: Ejemplo de hoja resumen de valoración del plan personalizado 269 270 Hoja resumen de valoración del plan personalizado de los alumnos con necesidades educativas especiales Valoración que se realiza a final de curso teniendo en cuenta su plan personalizado. Previsiones para el próximo curso 271 272 273 274 Anexo II Número 2: Ejemplo concreto de un plan personalizado en relación con las capacidades básicas 275 276 Plan personalizado en relación con las capacidades básicas 277 278 279 280 Anexo II Número 3: Cuatro ejemplos de hojas de apoyo 281 282 Anexo II, número 3.1 Apoyo de educación especial Clase de parvulario 4 años Tutor o tutora: Profesor o profesora de apoyo o educación especial: Acuerdos tomados: octubre ¿Cuándo entra el apoyo Miércoles y jueves de 11:30 a 12:30 horas. de EE? Martes de 15 a 16:30 horas. Nos distribuimos en 3 grupos de trabajo: dos que hacen juegos de matemáticas (cálculo con juegos de mesa, dados o cartas, memory, dominós, geometría…) y uno que hace construcciones de forma más autónoma y libre. A partir del segundo trimestre también se harán juegos de lenguaje. ▪ El primer trimestre lo dedicamos a propuestas a partir del cuento. En una primera sesión de gran grupo se presenta el cuento que se trabajará. Posteriormente, se divide el grupo en tres, dos harán propuestas relativas al cuento para trabajar: - La expresión con materiales diversos (ordenador, láminas, títeres…) con la maestra de apoyo. - El inicio de la expresión escrita con la tutora. Un grupo jugará con materiales diversos de forma más libre. ▪ A partir del segundo trimestre se iniciará el trabajo por rincones y se dedicará esta tarde a este tipo de organización. ¿Qué hace el tutor? 1 ▪ Está con uno de los grupos donde se juega con algún juego matemático. ▪ Trabaja con un grupo de 8 niños vocabulario diverso relacionado con el cuento. Propuestas de expresión escrita de emparejamiento texto-dibujo, frases-huecos, etc. ¿Qué hace el ▪ Está con el otro grupo que juega con otro juego matemático diferente. ▪ En este grupo en que hay dos sesiones de una hora también se acogerán temporalmente, ¿Qué se hace en este momento? (tipos de actividades, organización, contenidos) 283 ▪ Se vuelve a explicar el cuento con la colaboración de los profesor de apoyo?2 En este espacio de tiempo, ¿quién sigue y ayuda a los alumnos priorizados (cuáles) y qué tipos de intervenciones hace2 individualmente o en grupo reducido (con uno o dos alumnos más), a los alumnos priorizados para trabajar aspectos básicos de vocabulario, presentación previa de alguna actividad o repaso de algún aspecto que han trabajado en gran grupo. vez y después se trabaja la expresión oral a través de la representación, el juego con títeres, imágenes, etc. ▪ Los alumnos priorizados están siempre en uno de los grupos en los que hay un adulto (tutor o maestra de apoyo) para poder hacer un seguimiento más minucioso, ofreciéndole más ayuda al contar, construir con materiales de geometría, etc., y a fin de intentar que pueda explicar más lo que hace o las dificultades que tiene. También se ajustarán, si es necesario, las propuestas escritas posteriores al juego. ▪ Los alumnos priorizados en este grupo son M. y J. ▪ También se tiene en cuenta que los alumnos que requieren más atención estén con un grupo con la intervención de uno de los maestros, aunque repita la actividad. Se procura que en pequeño grupo siga al máximo la narración y que intervenga lo máximo posible. 1. Planifica la actividad, la dirige, corresponsabilidad, la ejecuta, colabora, observa y evalúa, sigue y ayuda a los alumnos indicados, conduce la actividad y sigue al grupo, conduce el taller de comprensión lectora, planifica la actividad en ciclo y da apoyo al grupo… 2. Tipos de intervenciones: proporcionar más ayuda, ayudarle a regularse y a ser autónomo, adaptarle la actividad general, hacer trabajo fuera del aula… Anexo II, número 3.2 Apoyo de educación especial y de paralela 284 285 286 287 Anexo II, número 3.3 Desdoblamiento de informática 288 289 Anexo II, número 3.4 Apoyo de educación especial Clases: 6.o A y B de educación primaria Tutor o tutora: Acuerdos tomados: septiembre Profesor o profesora de apoyo: 6.o A: catalán de 10 a 11 horas los lunes; 15 a 15:45 horas los viernes. 6.o A: matemáticas de 15 a 15:45 horas los martes. 6.o B: catalán de 15 a 15:45 horas los lunes; de 9 a10 horas los viernes. 6.o B: matemáticas de 15:45 a 16:30 horas los viernes. Catalán: expresión escrita y ¿Qué se hace comprensión lectora. Se en este seleccionan las actividades más momento en significativas del libro de texto y el aula? (Tipos se planifican otras actividades de actividades, complementarias. También organización y aquellas que se relacionen con contenidos) programas de la escuela (fiestas, concursos literarios, etc.). Matemáticas: problemas, razonamiento de conceptos nuevos introducidos. Se seleccionan las actividades más significativas del libro de texto y se planifican algunas actividades complementarias Organización de la clase Organización: trabajo dentro del aula. Trabajo diversificado, 6 pequeños grupos, con tres tareas diferentes con grado de dificultad diversa, algunas más autónomas a fin de poder atender las tareas de más dificultad. ¿Qué hace el tutor?1 Planifica las actividades en reunión con la maestra paralela y la maestra de educación especial. La maestra tutora presenta la actividad. Ayuda indistintamente a todos los alumnos. 290 ¿Qué hace el maestro de apoyo?1 Conoce con antelación la actividad. Interviene conjuntamente en la presentación a los alumnos. Ayuda a todos los alumnos indistintamente, intentando hacer una mayor incidencia en los alumnos que tienen seguimiento por parte de la comisión de atención a la diversidad. Alumnos con ACI: siguen las actividades del grupo con una reducción de la cantidad, también una adecuación en el nivel En este de realización. En matemáticas se reducen las cifras y el espacio de tiempo, ¿quién contexto a otros más cercanos a su realidad. Se procura que sigue y ayuda escuchen y participen cuando se explica la actividad, pero se les da una explicación individualizada después de la del más a los grupo ordinario, si es necesario. Alumnos con seguimiento alumnos por parte de la comisión: en general, tienen retraso en los priorizados: aprendizajes o dificultades para seguir el ritmo general del cuáles y qué grupo. Reciben más ayuda de los maestros, según el tipo y tipos de intervenciones grado de dificultad. Alumnos detectados en la evaluación inicial: otros alumnos detectados en las pruebas y hace?2 observaciones de inicio de curso que presenten dificultades importantes. 6.o A: ACI: C. 6o A: ACI: C. Observaciones ▪ Alumnos con dificultades de seguimiento: S., L., S., D. ▪ Alumnos detectados evaluación inicial: N., T., L., N., D., R. (hábitos). 6o B: ACI: E. ▪ Alumnos con dificultades: A. (problemas personalidad). ▪ Alumnos detectados evaluación inicial: L., D. 291 ▪ Alumnos con dificultades: S. (razonamiento), L., S. ▪ Alumnos detectados evaluación inicial: N., T., L., N., D. 6.o B: ACI: E. ▪ Alumnos dificultades: (problemas personalidad). ▪ Alumnos con A. detectados evaluación inicial: M., A., A., J. 1. Planifica la actividad, la dirige, corresponsabilidad, la ejecuta, colabora, observa y evalúa, sigue y ayuda a los alumnos indicados, conduce la actividad y sigue al grupo, conduce el taller de comprensión lectora, planifica la actividad en ciclo y da apoyo al grupo… 2. Tipos de intervenciones: proporcionar más ayuda, ayudarle a regularse y a ser autónomo, adaptarle la actividad general, hacer trabajo fuera del aula… 1. El Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya cada año concede licencias de estudio retribuidas para realizar trabajos que puedan ser útiles a la comunidad educativa y que sirvan para avanzar en el ámbito educativo. 2. No puedo dejar de mencionar a mis compañeros y compañeras del Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico de Esplugues-Sant Just, con los que he compartido tantas interesantes discusiones, que con toda seguridad han tenido repercusiones en el contenido de este libro: Josep Lluís Barrasa, Dolors Gispert, Dora Nogués, Maria Vilella y Montserrat Frias. També a la logopeda del Centre de recursos educativos para deficientes auditivos (CREDA), Montserrat Calomarde, con quien he compartido la atención y el asesoramiento a alumnos y maestros de la escuela Folch i Torres. 3. Me referiré a los alumnos «certificados» cuando hable de alumnos en relación con los cuales el equipo de asesoramiento psicopedagógico (EAP) ha elaborado un dictamen o un informe, certificando que son considerados alumnos con necesidades educativas especiales y que ocupan una plaza reservada para este tipo de alumnos. 4. Para conocer mejor la experiencia italiana, véase Huguet, 2005. * Utilizo el término «maestro curricular» para referirme a los maestros que tienen la responsabilidad de impartir una/s área/s determinada/s, sea especialista o no. 292 Índice Portada Página de derechos de autor Dedicación Índice Agradecimientos Prólogo, Climent Giné 1. Introducción 2 3 4 5 10 12 15 Objetivos del trabajo Antecedentes Metodología utilizada Estructura del libro 17 18 20 30 2. Marco teórico 32 Introducción La escuela como sistema que aprende ▪ La escuela como sistema ▪ El cambio y la mejora en la escuela ▪ La colaboración y la construcción de las relaciones ▪ De la causalidad lineal a la causalidad circular ▪ Intervenir en la zona de desarrollo próximo La escuela que avanza hacia la inclusión ▪ Las barreras para el aprendizaje y la participación ▪ Todos podemos aprender a hacer aulas más inclusivas ▪ La intencionalidad de la educación y la necesidad de priorizar ▪ La necesaria personalización ▪ El papel de la evaluación en los procesos de mejora 3. La escuela Folch i Torres 32 34 34 35 38 39 42 42 44 46 48 51 52 54 Situación, contexto y composición ▪ Los recursos humanos Rasgos de identidad y metodologías utilizadas Estructura y organización 4. El ámbito institucional 54 55 56 58 62 293 Cultura y clima institucional ▪ El equipo directivo. Liderazgo, gestión y coordinación Un modelo de atención a la diversidad ▪ Características del modelo ▪ Ámbitos de intervención El apoyo dentro del aula La comisión para la atención a la diversidad ▪ Funciones de la comisión Los maestros de apoyo: el equipo humano La organización de los apoyos y la gestión de los recursos La organización de los horarios Los procedimientos ▪ Actividades del primer trimestre ▪ Actividades a lo largo del curso ▪ Actividades a final de curso Otras medidas institucionales que favorecen la atención a la diversidad ▪ Otras sesiones de apoyo con diversos formatos ▪ Redistribución del alumnado al acabar el parvulario ▪ Rotación de los tutores y las tutoras ▪ Las retenciones: una oportunidad para algunos alumnos 5. Dos maestros en el aula 62 62 65 66 69 70 74 75 76 78 80 85 85 87 88 89 90 91 92 93 99 El aula y el grupo de referencia El papel de la tutora o del tutor La colaboración en el aula ▪ Condiciones para la colaboración ▪ ¿De dónde pueden venir las resistencias? Las sesiones compartidas ▪ La planificación de las sesiones compartidas ▪ Contenidos que se priorizan ▪ Tipos de actividades ▪ Estrategias de intervención dentro del aula ▪ Tipos de apoyo con dos maestros en el aula ▪ La valoración de las sesiones compartidas El papel del maestro de apoyo ▪ Perfil profesional 294 99 100 102 103 108 110 111 113 115 118 122 128 130 132 ▪ Funciones del maestro de apoyo 135 6. El alumno dentro del grupo 138 La personalización de la enseñanza La construcción de la identidad Conocer al alumno ▪ La valoración de las capacidades básicas ▪ La evaluación de las demás capacidades y contenidos El plan personalizado ▪ Relación entre el plan personalizado y la propuesta global del aula Las sesiones de tutorización El seguimiento compartido La evaluación de los planes personalizados 7. El asesoramiento psicopedagógico Funciones del asesoramiento Priorizar los ámbitos de intervención Actitudes y estrategias 138 139 143 145 151 152 158 159 164 167 170 170 174 179 8. Conclusiones y propuestas 182 Conclusiones para la escuela Folch i Torres Propuestas para hacer escuelas más inclusivas ▪ Propuestas para los centros educativos ▪ Propuestas generales y para la Administración Bibliografía Anexo 185 189 189 193 198 205 Anexo I: Instrumentos utilizados en la investigación ▪ Número 1: Guiones para hacer las entrevistas ▪ Número 2: Cuestionario para los maestros ▪ Número 3: Vaciado de los cuestionarios ▪ Número 4: Guiones para las sesiones de discusión ▪ Número 5: Recopilación de una sesión de discusión Anexo II. Instrumentos psicopedagógicos: ejemplos concretos ▪ Número 1: Ejemplo de hoja resumen de valoración del plan personalizado ▪ Número 2: Ejemplo concreto de un plan personalizado en relación con las capacidades básicas ▪ Número 3: Cuatro ejemplos de hojas de apoyo 295 206 206 223 234 253 260 267 269 275 281 296