¡TEMPLARIOS! Los caballeros templarios habían recibido órdenes expresas del papa para desplazarse de Roma a Israel, tenían que buscar el santo grial, la cruz de Cristo, la lanza del destino y de ser posible ubicar la cueva que le pertenecía a José de Arimatea y en la cual había sido enterrado Jesús. La santa sede tenía especial deseo que todos estos objetos se encontraran para poder dar fe del testimonio de Jesús, mostrar al pueblo que Cristo si había vivido, había sido crucificado y luego resucitó a los tres días. Los obispos también querían tener las reliquias y exhibirlas en las basílicas o catedrales que tenían a cargo y así recoger más dinero de los fieles. La orden del temple fue creado en el siglo XII por un grupo de nueve caballeros franceses que tenían como objetivo reclamar las tierras santas tras la peregrinación de los judíos a Europa, poco tiempo después fue financiada por el papado e hizo parte de las santas organizaciones militares. Tenía como objetivo recuperar las zonas santas, encontrar las reliquias, conservar las regiones donde habitó Jesús e implantar la orden en el próximo Oriente. La orden había sido dada en la madrugada, cuando los caballeros estaban dormidos. E Vaticano mandó un mensajero con la noticia a la casa de cada uno de los militares y dos horas más tarde los ciento veinte hombres convocados estaban allí. Habían escogido los hombres más diestros y con mayor conocimiento de las armas, sabían manejar la espada, navaja, daga, alabarda, utilizar la pólvora, brújula, el astrolabio y demás inventos importantes. Eran expertos en la batalla y consideraban la guerra como una arte, daban las mejores estrategias para diversos tipos de problema y en especial nunca fallaban en las misiones que les encomendaban. Los caballeros partieron en ciento veinte caballos blancos de la mejor raza, sus animales eran rápidos, no se cansaban con facilidad y aguantaban largos trotes. Además de la caballería de hombres también había un carreta que llevaba los implementos de trabajo de los militares, también había pertrechos, municiones, cargas y alimento. Comenzaron marchando hacía al norte, salieron de Roma y se dirigieron a Ravena, el camino estaba muy liso y las herradura de los caballos resbalaban así que tuvieron que ir más despacio, al llegar a su destino descubrieron que varios rebeldes tenían tomada la catedral de San Patricio, los templarios rápidamente crearon una estrategia para poder salvar a los devotos que estaban secuestrados. Diez hombres entrarían por el norte, otros diez por la puerta principal, veinte entrarían por los ventanales del techo y cinco irrumpirían a través de la parte abierta de los ventanales. La operación fue un éxito, mataron a todos los asaltantes y liberaron a los creyentes. Una vez había descansado partieron hacia su destino. Habían salido de Italia y cabalgaban por Francia, el clima era cálido, el ambiente estaba fresco, las patas de los caballos resonaban contra la tierra, el capitán de la misión agradecía a Dios el privilegio de este nuevo día. Se sentía feliz de ser el hombre que comandara a los más experimentados soldados, cualquier país europeo daría grandes cantidades de oro por tener al menos uno de estos militares como general de sus ejércitos. Sabía que cuando llegaran a la frontera con el Sacro Imperio Romano Germánico tendrían graves problemas con la guardia del reino. Querían viajar por mar debido a que les resultaba más rápido pero era mucho más costoso tratándose de ciento veinte hombres con sus respectivos caballos, armaduras y cargas. Pasaron por el ultimo de los controles franceses, la guardia real de esta monarquía siempre los trataba bien, les ofrecía lugares para descansar y comida, ellos tenían que rechazar tales atenciones pues no podían perder tiempo. Dormían menos de cinco horas, viajaban de noche, día o madrugada, hubiera o no hubiera lluvia. No les importaba el clima pues tenían que seguir avanzado. Al llegar a la frontera gala con el Sacro Imperio se les presentaron graves problemas, los guardias no los querían dejar pasar, les daba desconfianza un grupo de soldados armados y no era para menos eran los mejores militares del mundo. Trataron de negociar pero los soldados no tenían posición conciliadora, les hablaron de la importancia de su misión y lo pacifica que era su empresa, sin embargo los oficiales no cedieron. Al final los sobornaron, les ofrecieron grandes cantidades de oro que no pudieron resistir, se dejaron corromper. Los templarios avanzaron rápidamente por si los otros guardias se enteraban de su presencia. En la mañana cabalgaron más de una hora, se sentían llenos de vida, querían encontrar las reliquias de las que le hablaban. Cuando terminaron de desayunar divisaron a lo lejos un batallón de cincuenta soldados que patrullaban la zona, no se podían mover pues revelarían su posición ni tampoco quedarse porque los verían. Así que el capitán designó a cuarenta hombres para que se desplazaran a pie hasta donde estaban los soldados y emboscarlos. Los cuarenta templarios ya estaban escogidos, se movilizaron por la zona arborizada para que nadie los viera, esperaron a que llegaran sus enemigos y cuando los tuvieron en frente atacaron. Se movieron sigilosamente detrás de los soldados y les cortaron el cuello, algunos tenían que matar a dos o incluso a tres enemigos debido a que los soldaods no deberían gritar, si lo hacían o si uno se escapaba su posición se vería gravemente comprometida. Cuando se cercioraron que todos estaban muertos los llevaron para la parte de atrás del bosque mientras algunos soldados intentaban borrar la sangre que había quedado en la tierra. Una vez hecha la rápida operación que duró alrededor de una hora iniciaron su marcha, tenían que recuperar la distancia perdido, cumplir el calendario que le habían dado era vital. Esa misma noche tuvieron que asaltar un cuartel y matar a todos sus habitantes pues lo consideraban un punto estratégico desde donde se podrían fraguar operaciones en su contra en caso de ser descubiertos, descansaron alrededor de seis horas en el cuartel enemigo y reanudaron la búsqueda. Era de madrugada, los soldados tenían que tener los ojos muy despiertos, estaban pasando por una zona de alto peligro, al norte había una ciudad principal y al oeste había un pueblo donde quedaba una zona de entrenamiento de los soldados. Ellos avanzaban por un pantano hacía el sur del imperio para cabalgar por la cuenca del mediterráneo, en esa zona sería más difícil que los descubrieran por el tipo de relieve que había. Las patas de los caballos se quedaban atrapadas en el barro, avanzaban sigilosamente sin dejarse ver, sabía que de este paso dependía que el viaje fuera más tranquilo. Superaba la prueba estaban cabalgando por los innumerables afluentes del Mediterráneo, pasaban los ríos por puentes improvisados o por los que ya estaban ahí. Al pasar por territorios macedonios los ciudadanos se dieron cuenta de la presencia de los templarios, así que avisaron a la guardia. Los macedonios organizaron un ejército diez veces mayor que el de los caballeros, sin embargo a la hora de la batalla se demostró la inexperiencia del reino agredido. Los soldados decidieron descansar un día entero en la ciudad, los habitantes eran muy atentos con ellos, les daban de alimentar a los caballo y lustraban su pezuñas. Dos semanas después lograron llegar al sitio acordado, primero buscaron la cruz, se dirigieron hacia al Gólgota y trataban de buscar algún indicio, la cruz de madera era la reliquia más difícil de encontrar, debido a que se degradaba y desparecía. Lograron investigar y se enteraron que un campesino de la zona podría poseer la cruz debido a que esta paso de generación en generación desde la crucifixión. Los templarios lograron averiguar el lugar donde vivía el campesino, examinaron la cruz y se dieron cuenta de que era la original en la que Cristo había muerto, le ofrecieron una suma de dinero que no podía rechazar. Luego el campesino quería seguir ganando oro, así que les mostro la punta de una lanza, los templarios no podían haber tenido tanta suerte, también consiguieron la lanza del destino, ambas reliquias las poseía un pobre campesino, una ironía del sentido del la vida. Luego trataron de buscar la zona donde fue enterrado Jesús, a través de mapas de hace mil años recorrían el norte del territorio buscando la caverna de José de Arimatea, tal vez no figuraba entre las listas actuales o había sido destruido con el paso del tiempo, de todas formas tenían que llegar a una repuesta pues el vaticano quería saber a ciencia cierta qué fue lo que paso con esos lugares y objetos. Un día encontraron unas listas de cementerios acondicionados como cuevas en unas ruinas de Israel, así que se pusieron en la búsqueda del lugar que por tres días había descansado Jesús para luego resucitar. Por fin lo encontraron, era un espacio pequeño con un una tabla que funcionaba de cama en el centro. El lugar se restauró, su entorno se cambio y el cuidado de los sitios santos quedó cargo del monasterio de la zona. Por último iniciaron la búsqueda del santo Grial, la copa en la que Cristo había dado su última cena, la encontraron en una especie de museo pagano que tenía un comerciante, la recuperaron y se deponían a cabalgar de regreso a Roma con sus tesoros. El capitán estaba contento, le darían los más altos honores militares y sería ascendido a coronel o quizá comandante pero tenía que esperar a su llegada, tenían que atravesar varias pruebas pero el objetivo ya estaba cumplida.