Subido por MAXIMINA REYES

Guía de examen: Teología Moral Social

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GUIA DE EXAMEN MORAL SOCIAL
1.- ¿Cuál es el campo de reflexión de la moral especial?
A la luz de la Revelación, la moral social o especial, nos ayuda a ver la realidad social
para evaluar cómo se han de aplicar los principios y los valores fundamentales de la sociedad.
Es decir, no es otra cosa que la aplicación de los principios universales a las diversas
situaciones de la existencia y a las relaciones que mantenemos con el prójimo. Desde esta
realidad reflexiona sobre las opciones éticas que están presentes dentro del horizonte de la
sociedad, así mismo trata sobre los derechos y deberes del hombre como ser social y se
subdivide según los grados diversos de la sociabilidad de la vida humana: Moral: familiar,
civil, internacional. Podemos decir en concreto que estudia las dimensiones: sociales,
económicas y políticas.
Como un fruto tenemos el compendio de la Doctrina Social de la Iglesia la cual, está
formada de un conjunto de documentos del Magisterio de la Iglesia, inspirados por la fe
cristiana, basándose en los mismos principios derivados de esta, dan como resultado la
aplicación de la fe a las diversas situaciones sociales cambiantes. Los temas y/o escenarios
más relevantes son: Derechos humanos, el proletariado, la Familia, la Educación, los deberes
del Estado, ordenamiento de la sociedad nacional e internacional, la vida económica, la
cultura, la Guerra y la Paz, el respeto a la vida, entre otros1.
2.- ¿Se puede hablar de pecado social?
Si. La Constitución Gaudium et Spes, describe la forma en la cual se considera un
pecado social, el progreso en la familia humana es beneficioso, pero a la vez encierra, una
gran tentación, pues los individuos y las colectividades subvierten los valores y van
mezclando el bien y el mal, mirando no más allá sino lo propio. Estoy atropella los lazos y
esfuerzos por vivir en nuestro mundo una autentica fraternidad, y donde se va destruyendo
cada vez más a la persona humana. Por tanto, el pecado permea a la sociedad, mi actuar puede
1
M. VIDAL, Moral Social. Moral de actitudes-III, Perpetuo Socorro, Madrid,1998, 8-9; A. FERNÁNDEZ, Moral
especial, Rialp, Madrid, 2015, 13.
estar a favor o en contra del plan de Dios, que en todo momento es que el hombre sea pleno,
solo vemos nuestros propios intereses2.
3.- ¿Cómo repercute la conciencia individual en el ámbito social? ¿Cómo influye la
conciencia cristiana en la sociedad?
Individual: repercute en una parte del cuerpo social o en todo el cuerpo social, es
decir, si yo actuó simplemente por mis impulsos y no razono y discierno mis actos y, estos
llevan a afectar a mi persona y a terceros. Por ejemplo: las votaciones, si tu no votas es un
pecado social, pero si votas y no disciernes por quien, y este daña en la sociedad, es un pecado
social.
La conciencia cristiana, actúa conforme a la voluntad de Dios, es decir, ha de actuar
por su llamado a la sociedad. A valorar de manera crítica su realidad y actúa según los valores
del reino. Es decir, desde la propuesta cristiana, discierne y procede en libertad, desde la
Revelación, conforme a Cristo procedió. Buscará siempre moverse por el amor, buscando la
justicia, la paz, el bien común. Es importante tener presente que, Jesucristo no nos da un
código de normas, sino que, deja ver que, en los diferentes escenarios sociales se puede ir
formando una conciencia madura, critica que, proceda en libertad3.
4.- ¿Cómo ha entendido la fe cristiana las cuestiones del trabajo? ¿Cuáles son las
responsabilidades del cristiano de frente a la transformación por medio del trabajo?
San Juan XXIII, considera el trabajo como una prueba del progreso de la humanidad,
con san Juan Pablo II, se escribe una Encíclica Laborem exercens dedicada al trabajo
humano, el trabajo se entiende como el proceso mediante el cual el hombre somete a la tierra,
presentado como el sujeto que domina la tierra. El dominio hace alusión al sentido subjetivo,
que es el lado de la ética del trabajo, y es aquí en donde se deben buscar las fuentes de la
dignidad del trabajo. Desde el Génesis, con la Creación del hombre y la mujer, la tierra ha
sido dada a su cuidado y protección. Podemos decir que, el primer fundamento del valor del
2
Cf. GAUDIUM ET SPES, 37.
3
Tomada de los apuntes de la clase del 4 de mayo de Moral social.
trabajo es el hombre, destinado y llamado al trabajo, pero ante todo el trabajo está en función
del hombre, y no el hombre en función del trabajo. La finalidad del trabajo pertenece al
hombre mismo. La plusvalía no debe ser lo primordial en el trabajo. El sustento es la
consecuencia de la actividad humana, del cuidar y proteger, valorar el jardín que nos fue
confiado.
Ante el progreso de la sociedad, el trabajo exige al hombre, valores éticos: el trabajo
corresponde a una justa retribución; no es justa la obtención de beneficios exagerados a costa
de otros; al trabajador les corresponde el derecho a las seguridades sociales, a la libre
sindicación, así como, el trabajo debe ser una fuente de ahorro y de una ulterior inversión.
Recordemos que, es importante tener en cuenta que el trabajo ha de vivirse como
participación en la obra del Creador, Cristo es el auténtico hombre del trabajo, vivirlo a través
del Misterio de la Cruz y de la Resurrección4.
5.- ¿Cómo está considerado moralmente el uso y goce de los bienes materiales?
En la Revelación está establecida una íntima relación entre el hombre y las cosas,
éstas son destinadas al servicio del hombre y éste tiene la misión de desarrollar el conjunto
de realidades que se integran en el mundo con el fin de protegerlas.
El hombre tiene derecho a tener cosas y protegerlas y estas deben ser respetadas, de
lo contrario se violentaría este derecho. Jesús señala el uso moderado de las cosas,
advirtiendo del riesgo de poseerlas: «No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el
orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban». Los diferentes Evangelistas dejan
claro que, Jesús nos enseña a cuidar y proteger los bienes materiales (Cf. Mt 6,25-34). Todo
aquello cuanto ha sido creado están al servicio del hombre y, el uso de estos no debe violentar
o estar por encima de su dignidad como personas5.
6.- ¿Cuál es el juicio cristiano respecto al dinero?
4
Cf. M. VIDAL, Moral Social. Moral de actitudes-III, Perpetuo Socorro, Madrid,1998, 402-405.
5
Cf. A. FERNÁNDEZ, Moral especial, Rialp, Madrid, 2015,177-179.
Las inversiones deben orientar se a asegurar posibilidades de trabajo y beneficios
suficientes a la población presente y futura. Los diferentes grupos gubernamentales o no,
deben tener presentes estos fines y reconocer su grave obligación de vigilar, a fin de que se
provea lo necesario para una vida decente tanto a los individuos como a toda la comunidad,
pero, por otra parte, de prever el futuro y establecer un justo equilibrio entre las necesidades
actuales del consumo individual y colectivo y las exigencias de inversión para la generación
futura. Tómense precauciones para que los económicamente débiles no queden afectados
injustamente por los cambios de valor de la moneda.
Considero que, cuando se hace mal uso del dinero por no tener claro que esta para el
servicio del hombre y el bien común, y que la regla fundamental que debe de regir es la del
amor, se cae en abusos que afecta a toda la sociedad, habiendo un aumento de pobreza,
desempleos, abusos laborales, etc. Todo cristiano debe estar atento a estas cuestiones, Dios
nos ha proveído de todo para poder vivir dignamente, él no tiene la miseria planeada para
nosotros. desde la conciencia cristiana se pueden hacer cambios sorprendentes entorno a este
tema, es necesario iniciar procesos formativos pastorales, en donde deje ver, los potenciales
cristianos para el servicio de la sociedad6.
7. - Describa cuáles son los criterios de participación política del cristiano.
El cristiano añade la obligación de preocuparse por el bien de todos los hombres, en
virtud del mandamiento del amor. Por eso, es obligación de conciencia que todos los
cristianos se comprometan, cada uno en la misión que les atañe, en contribuir al bien de la
sociedad. «la Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran
al bien de la cosa pública y aceptan el peso de las correspondientes responsabilidades» (GS
75).
La persona humana es fundamento y objetivo de la convivencia política (Gaudium et spes
25). La comunidad política procede de la naturaleza de las personas y existe para obtener el
bien común, que sería inalcanzable de otra manera (Gaudium et seps 74). No obstante, para
colaborar en la transformación de una sociedad injusta, los cristianos deber participar de la
política. “Aunque el orden justo de la sociedad y del Estado sea el deber central de la Política,
6
M. VIDAL, Moral Social. Moral de actitudes-III, Perpetuo Socorro, Madrid,1998, 456.
la Iglesia no puede ni debe quedar al margen de la lucha por la justicia” (Evangelii
Gaudium 183; Deus caritas est, 28). El mensaje bíblico inspira el compromiso cristiano: la
“política es una forma de ofrecer el culto a Dios” (Puebla, n. 521).
En la sociedad política se destacan como requisitos éticos los valores de la igualdad y
la participación dentro de una estructura democrática (Democracia), porque corresponden
mejor a la dignidad y al sentido de responsabilidad del ciudadano (Mater et Magistra, n.
83; Octogesima adveniens 24, 26, 30-35; Pacem in terris 159; Sollicitudo rei socialis, nn. 20
– 21).
La autoridad política es necesaria en función de las tareas que le son atribuidas y debe
ser un componente positivo e insustituible de la convivencia civil (Pacem in terris 279). Tal
autoridad debe garantizar la armonía social, sin tomar el lugar de libre actividad de los
individuos y de los grupos, pero orientándola, en el respeto y la tutela de la independencia de
los sujetos individuales y sociales para la realización del bien común.
El sujeto de la autoridad política es el pueblo considerado en su totalidad como el
detentor de la soberanía. Por eso, la Iglesia encara con simpatía el sistema de la democracia,
mientras que asegura la participación de los ciudadanos y garantiza que la posibilidad sea de
elegir a sus gobernantes o de substituirlos (Gaudium et spes 75). “Es una exigencia de la
dignidad humana que todos puedan con pleno derecho dedicarse a la vida pública” (Pacem
in terris 73). Una auténtica democracia solo es posible en un Estado de derecho y sobre la
base de una recta concepción de la persona humana (Centesimus annus 46). En este sentido,
los partidos políticos tienen la función de favorecer la participación y el acceso de todos a las
responsabilidades públicas y orientar la sociedad hacia el bien común (Gaudium et spes 75).
Otro instrumento de participación política es el referendum, en el que se realiza una forma
directa de elecciones políticas7.
8. ¿Qué entiende la moral social por solidaridad?
7
Apuntes de clase de ciencias religiosas en la Universidad Pontifica de México.
La solidaridad es la expresión humana de la responsabilidad social del individuo y de
la sociedad con el otro y entre todos. Por ello, la solidaridad se considera como una exigencia
humana, ya que todo individuo es un ser social, forma parte de una sociedad, y la realización
del individuo pasa necesariamente por la realización de cada uno. Vivir es convivir.
En una sociedad globalizada, escribe Benedicto XVI, el sentido cristiano de la
solidaridad debe tener alcance mundial. “La solidaridad universal es para nosotros no solo
un hecho y un beneficio, sino también un deber. Hoy, muchas personas tienden a alimentar
la pretensión de que no deben nada a nadie, a no ser a sí mismos. Considerándose dueños
solamente de derecho, frecuentemente se deparan con fuertes obstáculos para madurar una
responsabilidad en el ámbito del desarrollo integral propio y ajeno” (Caritas in veritate, 43)
8.
9. ¿Cómo responde la moral cristiana de frente a las crisis de justicia o de injusticia?
La justicia es la virtud que demanda y exige que se dé a cada lo que le corresponde.
El fundamento de la «justicia social» es la dignidad de la persona humana. Ahora bien, si
abusa de este derecho se comete injusticia y hay que repararla. Quien comete injusticia,
además de buscar el sacramento de la reconciliación por el pecado cometido, tienen la
obligación a restituir aquello en lo que se cometió una injusticia.
Si es referente a un bien espiritual se tiene que hacer lo posible por reparar el daño,
por ejemplo: que se levante un falso contra alguien, un chisme. Si es un bien material, se ha
de restituir la cantidad sustraída o lo equivalente al daño. También se puede pecar
colaborando tanto al hurto como a la injusta damnificación.
Para dar proceso a que se lleve una justicia, es necesario identificar los casos, que tipo
de injusticia es y qué hay que restituir o qué debe proceder. El criterio para medir la malicia
moral se toma principalmente por la magnitud objetiva del daño causado: no es lo mismo el
8
Cf. A. FERNÁNDEZ, Moral especial, Rialp, Madrid, 2015, 180-187.
robo de una cantidad de dinero a una persona o entidad rica, que a quien se le sustrae lo
necesario9.
10. ¿Cómo repercute la moral cristiana en el ámbito de la cultura? ¿Cómo responde a
la globalización y al postmodernismo?
Todos tenemos derecho a la cultura, exigido por la dignidad de la persona, sin
importar raza, sexo, nacionalidad, etc. Los bienes de la cultura son tan esenciales a la vida
humana como los viene económicos. La cultura no es una superestructura de lujo, un ocio
inútil. Es un componente esencial de la vida huma. La ética exige la libertad necesaria y la
autonomía legitima. La moral cristiana buscara siempre cuidar, proteger, amar la vida,
buscando el bien mayor en cada caso. Restablecer y luchar por la dignidad de las personas,
la igualdad y la justicia, buscando el bien común. Porque uno es nuestro Maestro, quien nos
enseñó con una vida coherente que, la clave está en el amor. Jesús, nos dijo el secreto, nos
corresponde a nosotros cómo aplicarlo.
La «globalización» es éticamente admisible si se convierte en una «globalización
compartida», el posmodernismo, debe buscar siempre el cuidado de la persona, nada está por
encima de su dignidad10.
9
A. FERNÁNDEZ, Moral especial, Rialp, Madrid, 2015, 186.
VIDAL M., Moral Social, PS, Madrid, 1991, 561-602.
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