UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MACHALA UNIDAD ACADÉMICA DE CIENCIAS SOCIALES PSICOLOGÍA CLÍNICA Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Merizalde Ronald Medina Mishel Motoche Julissa Ramírez Tatiana Vaca Yaritza PSI. CLIN. Marcia Ullauri Carrión, MGS EL ORO – MACHALA 2022 INTRODUCCIÓN A las personas les resulta realmente atemorizante experimentar un acontecimiento cercano a la muerte o a la destrucción, esto genera un cambio radical en el diario vivir y la manera de ver el mundo. Bermúdez et al. (2020) indica que algunos sujetos cambian por completo mentalmente, espiritualmente y a nivel biológico tras vivir una experiencia aterradora a la que describen como “un instante único de vida, en las que pensé que sería mi último segundo”. El término psiquiátrico “Trastorno por estrés postraumático” fue acogido de forma oficial en el año 1980 en el Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales tercera versión (DSM-III por sus siglas en inglés) y desde entonces, se han diagnosticado a diversos sujetos con esta patología, que tuvo su auge con ese nombre el 11 de septiembre de 2001, como consecuencia de los ataques terroristas al Pentágono y las Torres Gemelas ocurridos en Estados Unidos (Carvajal, 2002). La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que las personas con TEPT generalmente presentan tres conductas muy marcadas como una manera de respuesta ante el suceso traumático como son: fenómenos que invaden al sujeto y le hacen revivir el momento del trauma, la evitación de conductas que le recuerden el hecho y el estado de hiperalerta (OMS, 2021). Esta triada puede presentarse en cualquier momento de la vida de una persona, no existe una edad específica en la que aparecen los síntomas. Así mismo, Rojas (2016) indica que las exposiciones de un sujeto a eventos estresantes traumáticos son muy comunes, incluso más de lo que las personas suelen pensar, afecta a un porcentaje mayor de la mitad en adultos y dos de cada tres personas menores de 16 años, además existe un 33 al 40% de probabilidades de que un menor edad presencie la muerte de alguien cercano por algún tipo de violencia o sea víctima de abuso sexual. La magnitud del problema del TEPT radica en que, no solo afecta a una determinada población, cualquier sujeto de cualquier edad puede experimentar en cualquier etapa de su vida un evento estresante que a largo plazo ocasiona un malestar en el diario vivir. Por ello, la importancia de investigar sobre el trastorno de estrés postraumático reside en la alta prevalencia del diagnóstico que afecta a la población en general, viéndose como un problema prioritario en salud pública por los riesgos que implica este trastorno en la calidad de vida de las personas que lo padecen. DESARROLLO De acuerdo con Rojas (2016), aquellas experiencias cercanas a la muerte o relacionadas con ella, así como hechos traumáticos presenciados directamente o indirectamente como la exposición a algún tipo de violencia física, psicológica o sexual, pueden dar lugar a un trastorno de estrés postraumático. A consecuencia de un evento de tal magnitud, la persona podría presentar síntomas que interfieran en su diario vivir. Al ser partícipe de un evento emocional fuerte, se genera de forma automática en el individuo una respuesta inmediata frente al estresor que comúnmente causa malestar tanto psicológico como físico. En base a la investigación de Bermúdez et al. (2020), la respuesta del sujeto ante un agente estresor puede ser adaptativa o bien puede resultar patológica también conocida como distrés. Esta última depende de indicadores biológicos específicos del individuo que son más propensos a padecer el cuadro clínico del TEPT. Los acontecimientos como la exposición a varios tipos de violencia, guerras y accidentes de tránsito, pueden generar en el sujeto una reacción emocional de alto impacto en sus vidas que desregulan los procesos cognitivos y emocionales. Los individuos que han sufrido un hecho similar, tienen una manera distinta de ver el mundo, catalogando como una constante amenaza que tiene que ver tanto por la situación, como su capacidad para manejar el agente estresante y encontrar un equilibrio que le permita funcionar con normalidad (Carbonell, 2002). La bibliografía proporciona varias clasificaciones que categorizan los síntomas en relación al TEPT, en la investigación realizada por Lescano (2004) citado en Levy (2016) se evidencian tres grupos, los cuales se mencionan a continuación: Síntomas de hiperalerta, como reactividad permanente, sobresaltos, hipervigilia o que hace a una visible irritabilidad problemas en la regulación de los afectos, conductas, impulsos, así como también problemas interpersonales y de identidad. Dentro de estos podríamos también proponer algunos síntomas físicos como dolor crónico (que no tiene una mejor explicación médica), síntomas sexuales, digestivos o de conversión. En la misma línea, otros de los síntomas son los intrusivos (en los cuales es importante resaltar que no existe una activación normal de la memoria) como: flashbacks, recuerdos recurrentes no buscados, pesadillas, problemas de atención y conciencia síntomas constrictivos o evitativos (en los cuales el sistema de defensa se desconecta), y la incapacidad de respuesta, desapego, freezing, rendición (Lescano, 2004 citado en Levy, 2016). Muchas veces el sujeto se ve desde fuera de su cuerpo como un observador externo, situación que produce una insensibilidad al dolor y otras veces despersonalización. Para que una persona sea diagnosticada con trastorno de estrés postraumático, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su manual diagnóstico CIE-10 menciona que deben presentar durante un mes recuerdos, pesadillas, sueños y cualquier otro episodio repetitivo, en el que se recuerda un hecho o situación traumática, misma que afecta a diferentes áreas de la vida del individuo, por lo que este tiende a evitar cualquier tipo de acontecimientos que le recuerden el evento que causa ansiedad y preocupación además de depresión en muchas ocasiones (OPS, 2008). En cuando al historial del trastorno Carvajal (2002) indica que estudios realizados sobre la problemática en el año 1884 refieren que, los sujetos que han sobrevivido a accidentes presentan síntomas de estrés postraumático que se creía eran causados por lesiones de la columna o cerebro, y otros consideraban que los signos eran producto de un shock emocional con posibles características histéricas. A términos del siglo XIX sumaron gran validez las aportaciones Charcot, Freud y Janet, junto al descubrimiento de cuadros clínicos de 591 pacientes en el que casi la mitad presentaban problemas psicopatológicos provocados por un hecho traumático (Carvajal, 2002). Uno de los síntomas más notorios en estos pacientes fueron las emociones exaltadas durante un acontecimiento traumático, que le impedían al sujeto incorporar esa experiencia, dando paso a una memoria traumática. Del mismo modo, las cruciales contribuciones freudianas en el año 1979 atribuyeron el origen de la neurosis a experiencias traumáticas del pasado. Asimismo, Freud nos menciona que para que se genere un trauma tiene tomarse en cuenta las secuelas del accidente y los efectos que se ocasionan en el organismo, también hace referencia a una situación en específico expuesta en la biografía del paciente, quien no podía introducir este hecho traumático de forma consciente a la experiencia vivida (Carvajal, 2002). Por tanto, el hecho de que un suceso traumático se registre en la memoria, conocido en psicoanálisis como "cuerpo extraño" afectará al paciente por un largo período de tiempo. Respecto a los enfoque teóricos y terapéuticos que se han venido desarrollando, y las importantes aportaciones de Janet en 1909 quien manifestó que en las reacciones postraumáticas existía correlación entre el efecto ocasionado por el hecho traumático y la memoria la cual lo atribuyó “Fobia al Recuerdo”, interfiriendo en el correcto procesamiento de la información y alterando el almacenamiento de estas en sucesos narrativo. Janet plantea que el “Proceso de Disociación” inicial ayuda en buena medida a tomar distancia del fuerte impacto que ocurre, conservando la identidad del yo, retrasando el inicio de mecanismos que se pueden generar después del trauma y ganando control de un episodio de su vida muy significativo (van der Hart et al., 2011). La psicoterapia se conoce por su adaptación a las situaciones de cada persona y no ser rígida en su estructura. La visión del psicoanálisis parte de que cada paciente es un mundo donde experimenta un malestar único, tomando en cuenta sucesos pasados que forman parte de su identidad. A raíz de ello, se solía utilizar la hipnosis como técnica dentro del TEPT, con la finalidad de que el paciente reviva el momento de trauma y sea este el punto de partida para trabajar el trastorno según el modelo psicoanalítico (Lopera, 2017). Por otra parte, el enfoque cognitivo conductual ha dado buenos resultados como tratamiento del trastorno de estrés postraumático, ya que dentro de este modelo se estudian los pensamientos distorsionados y las conductas de evitación (Faridy et al., 2020). A su vez, se toma en cuenta a la terapia cognitivo conductual centrada en el trauma que permite llevar a cabo un control de los comportamientos y pensamientos irracionales generando a la paciente una mejoría significativa y a su vez pueda enfrentarse a los malestares que se evidencian en un hecho traumático. La exposición en vivo o en imaginación son técnicas del modelo cognitivo conductual que se utilizan para el tratamiento del TEPT, el cual consiste en exponer al individuo frente a estímulos que le generan un estado de alerta como angustia y miedo, con el propósito de cambiar esta reacción poco a poco, el individuo se pone en contacto con la situación que le genera conflicto de manera segura (Bados y García, 2011). Esta intervención se puede realizar utilizando herramientas actualizadas y tecnológicas como la realidad virtual o aumentada. En el estudio de Lemus (2008) indica que en la técnica de desensibilización y reprocesamiento con movimientos oculares (EMDR), los movimientos oculares sacádicos voluntarios permiten que los niveles de ansiedad sean menores, por lo que esta técnica se asociada con el tratamiento de problemas que impliquen pensamientos y cogniciones negativas relacionadas con experiencias traumáticas. Esta técnica permite que disminuyan fácilmente los pensamientos y sentimientos negativos, así como el estrés que se genera al tener esta sintomatología, permitiendo el desarrollo de mejores habilidades de adaptación y cambio de actitudes. De acuerdo con estudios realizados recientemente como el de Bermúdez et al. (2020) señala que inicialmente para tratar el TEPT se utiliza la psicoterapia, o la terapia cognitiva conductual, seguida de diferentes técnicas, entre las que resultan favorables y son los métodos más utilizados para tratar este trastorno en la actualidad encontramos a la desensibilización sistemática y el reprocesamiento de movimientos oculares. Cuando el trastorno se diagnostica a tiempo, existen más posibilidades de que el sujeto tenga un mejor pronóstico de mejora, mientras que si resulta lo contrario es necesaria una rápida intervención para evitar que la persona intente tomar salidas que perjudiquen su vida. En estos casos se requiere una intervención psicofarmacológica, siendo los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina los medicamentos de primera elección para el TEPT (Bermúdez et al., 2020) CONCLUSIÓN La vida de un paciente el cual ha sufrido un trauma, provoca en este malestares y sensaciones difíciles es por este motivo qué la terapia ayuda de manera íntegra al trauma del mismo. Se ha observado en varios pacientes un mejoramiento en la calidad de vida dado a que esto genera conductas que le permite autocuidarse fortaleciendo de esta manera su experiencia es por esta razón qué los pacientes aprenden de aquel acto por el que pasaron proyectándose hacia un futuro lleno de cosas buenas, pero sin dejar de lado su presente. La intervención temprana del trastorno de estrés postraumático ayuda a que el tratamiento prevenga que este cuadro clínico llegué a un punto crónico, desde el inicio se debe establecerse un plan de tratamiento dependiendo de la evaluación que se le haya dado al paciente. La psicoterapia también tiene un rol principal como mediador de este trastorno, ayuda a que el sujeto refuerce sus habilidades y recursos personales que le ayudarán a sobrellevar dicho trauma. Hoy en día existen muchas técnicas que permiten el mejoramiento del estado de los pacientes con estrés postraumático, mismos que ayudan al individuo a tratar de sobrellevar el trauma y que esto no interfiera en las áreas de la vida del sujeto. Por este motivo, los profesionales de la salud mental deben tener conocimientos suficientes sobre estas técnicas para darse la oportunidad de adaptarlas para el problema y la necesidad de cada paciente. En el trastorno de estrés postraumático, el modelo que ha resultado más efectivo para aliviar los síntomas durante la terapia, ha sido el cognitivo conductual. Mediante la exposición del sujeto al trauma, se han logrado buenos resultados, aunque esto no necesariamente indica que se debe escoger esta técnica en todos los casos. Se debe recordar que cada paciente es diferente, por lo que es tarea del profesional cubrir con lo que requiera cada persona. BIBLIOGRAFÍA Bados López, A., & García Grau, E. (2011). barcelona, Técnicas De Exposición. Universitat de 7. Obtenido de http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/18403/1/T%C3%A9cnicas%20de%20Expo sici%C3%B3n%202011.pdf Bermúdez, L. V., Barrantes, M. M., & Bonilla, G. (2020). Trastorno por estrés postrauma . Revista Medica Sinergia, 5(9), e568. https://doi.org/10.31434/rms.v5i9.568 Carbonell, G. (2002). Trastorno por estrés postraumático: clínica y psicoterapia. 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