Audición Mujeres Elija alguno de los cuatro textos presentados a continuación:

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Audición Mujeres
Elija alguno de los cuatro textos
presentados a continuación:
1) Ricardito
Mamá: ¡Hola Ricardito... hola! ¡Ay, ya me muero por conocerte, porque nazcas y
chinearte! Tener tus manitas entre las mías, verte esos piecitos, morderte esos cachetitos.
¡Ay Ricardito vas a ver que bien la vamos a pasar vos y yo! Voy a estar siempre con vos y
te voy a dar todo, TODO, vas a tener lo que yo nunca tuve, por eso si querés estudiar
piano, te voy a comprar un piano enorme de cola larga para que lo toqués... no como a mi.
Voy a hacer que tu vida sea una vida feliz, una vida llena de bien... porque vas a ser un
hombre de bien, mi cielo, yo te voy a enseñar y vas a ser un ejemplo. Cuando seas grande
y me vean a mí con ese gran hombre del brazo y yo diga: -Este es mi hijo. Se van a poner
verdes de la envidia. Imaginate, vos que vas a ser un arquitecto... no, no, no... ingeniero.
Sí, un gran ingeniero: El ingeniero Ricardo Lopéz Sevilla, sí, López Sevilla, llevando con
orgullo los apellidos de tu mamá y no de ese irresponsable. (pausa) No me importa estar
sola, la verdad, mejor sola que mal acompañada. Yo no necesito de nadie para sacarte
adelante. Yo sola puedo hacerte feliz y darte lo que necesitás. Él nada tiene que ver con
vos, vos sos mío y de nadie más. Él no te va a tener que dar de comer como yo, él no va a
despertarse de madrugada cuando estés llorando, no te va a llevar al hospital cuando
estés enfermo… ¡yo sí! Yo voy a estar ahí, para vos, siempre. Ricardito, yo soy tu mamá y
me tenés que escuchar, porque lo que yo te digo, te lo digo porque te quiero... porque te
amo. Te voy a enseñar a distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo que hay y lo que no
hay que hacer para que Diosito te colme de bendiciones.
2) Litio
Cindy: -Yo de pequeña era muy tímida… hasta que pensé que si seguía así, no
tendría amigas. Soy la segunda de seis hermanos: 3 mujeres y 3 hombres. El ambiente de
mi casa siempre fue muy estresante, tanto mi papá como mi mamá eran muy histéricos,
todo se tenía que hacer al segundo, si no te decían que eras una “arriada”. Mi papá
siempre fue muy brusco, muy autoritario y machista, me traumatizó desde pequeña con el
sexo, diciéndome que los hombres siempre iban a lo mismo, que si alguna vez me
quedaba embarazada me mataba. Entonces yo le decía que si alguna vez me pasaba eso,
antes me metía a "puta" que volver a la casa. De tanto insistir y repetírmelo, aunque tenía
muchos amigos y pretendientes, nunca permití que nadie me diera un simple beso... Mi
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7661 beso fue con 17 años.
www.palindromos.org Recuerdo un día con 10 años, que mi papá me pegó porque pasó por mi cuarto y
yo estaba quitándome la ropa con las rendijas de la persiana abierta y decía que podía
haber alguien desde la casa de enfrente -que estaba a bastante distancia-, con unos
binoculares mirando, yo en ese momento no tenia ni pechos, ni nada... eso me sentó
horrible.
Tampoco mi papá era de los que pegan a menudo, pero si alguna que otra vez me
fajeo por contestona, aunque me acobardaba como mis hermanos, yo era la fuerte y me
le plantaba… después me ponía a llorar en mi cuarto. Yo era muy sensible y aunque
delante de él aparentaba ser fuerte, luego no podía contenerme.
Mi mamá fue siempre muy sumisa y así tuvo los menos pleitos posibles con él. Si
mi mamá hubiese tenido más carácter desde que se casó, en vez de ser tan sumisa, seguro
que mi papá la habría respetado más. Mis hermanos siempre por no contradecirlo, se
callaban y luego a sus espaldas andaban quejándose de él. A mi papá nadie le podía
contradecir nada, se ponía como loco… excepto yo; y al llevarle la contraria teníamos
discusiones muy fuertes.
3) La Sequía
India: -Me voy. Me voy para siempre. Porque ya no puedo más, porque ya no me
mirás, porque ya no me querés. Porque este silencio me duele, me duele como una úlcera.
Pero él no se movía. No sé si quiso decir algo, porque como jamás dijo nada, esta
vez tampoco. No sabía decir. No le salía. No estaba en él. Seguía sentado en cuclillas,
como esos tocadores de ocarina. Piedra con musgo, así era su rostro. A fuerza de estar
ahí, hasta había cogido el color del rancho. El rancho horquetado, amarras de bejuco,
hojas de plátano, corteza de palmito ...y tierra.
No llovía. Nunca llovía. Se cansaron los yigüirros de pedir agua. Cayeron las hojas
de los árboles grandes. La tierra y el sol se bebieron el río. Hojas aquí, hojas allá...
amarillas todas. Hojas que no pudieron sostenerse más. Ahora todo estaba seco. Su
corazón... y secándose otro.
Recuerdo que una vez, yendo selva adentro, vi un manigordo con su hembra. Le
lamía la piel y se le restregaba, daba saltos, la miraba, se le acercaba y se contoneaba. La
hembra después contestaba agradecida, con ternura... en los ojos se le veía. Después se
echaron juntos. ¡Cómo me hubiera gustado que mi indio fuera así! Pero el solo estaba ahí,
con la cabeza incrustada entre las manos, los codos amarrados a las rodillas.
¿Y si lo supiera? ¿Talvez si lo supiera? ¡Talvez lo estaba esperando! Él lo podía
haber adivinado si tan solo me hubiera mirado. No quiero mi hijo para mi sola. Quiero
compartirlo por partes iguales, para tener media tristeza y media alegría cada uno.
¡Estoy embarazada!
4) Crónica de una Muerte Anunciada
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Angela: -Pues sí, aquí estoy. Veintitres años después de mi desgracia. Ya ves que
aunque mi madre lo intentó, no me morí en vida. ¿No es increible como la vida acaba por
parecerse tanto a la mala literatura? (Pausa) Mis amigas me habían adiestrado para que
emborrachara Bayardo en la cama hasta que perdiera el sentido, que aparentara más
vergüenza de la que sintiera para que él apagara la luz, que me hiciera un lavado drástico
de aguas de alumbre para fingir la virginidad, y que manchara la sábana con mercurio
cromo para que pudiera exhibirla al día siguiente en el patio de recién casada. Sólo dos
cosas no tuvieron ellas en cuenta: la excepcional resistencia de bebedor de Bayardo y que
yo no era capaz de hacer semejante cosa. No hice nada de lo que me dijeron, porque
mientras más lo pensaba, más me daba cuenta de que todo aquello era una porquería que
no se le podía hacer a nadie, y menos al pobre hombre que había tenido la mala suerte de
casarse conmigo. Entonces me dejé desnudar sin reservas en el dormitorio iluminado...
“Fue muy fácil, porque estaba resuelta a morir”. Luego se dio cuenta de que no era pura y
me devolvió. Lo que nadie sabe, es que Bayardo San Román estuvo en mi vida para
siempre desde que me llevó de regreso a casa. De pronto, cuando mamá empezó a
pegarme, empecé a acordarme de él. Los puñetazos me dolían menos porque sabía que
eran por él. Seguí pensando en él... No lloraba por los golpes ni por nada de lo que había
pasado: lloraba por él. Llevaba mucho tiempo pensando en él cuando tuve que acompañar
a mi madre a Riohacha. Entramos de pasada en el Hotel del Puerto, ella pidió un vaso de
agua en la cantina... y entonces lo vi pasar sin que me viera. A fines de esa semana, le
escribí una carta que decía que lo había visto salir del hotel, y que me habría gustado que
me hubiera visto. Después de dos meses, cansada de esperar respuesta, le mandé otra
carta... Seis meses después había escrito seis cartas sin respuestas, pero me conformé con
la comprobación de que él las estaba recibiendo. “Volví a ser virgen solo para él”. Al
principio, las cartas eran esquelas de compromiso, después papelitos de amante furtiva,
billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, y por último fueron las
cartas indignas de una esposa abandonada que se inventaba enfermedades crueles para
obligarlo a volver... Era como escribirle a nadie. Le escribí a nadie durante diecisiete años.
(Pausa) Un medio día de agosto, sentí que alguien llegaba a la puerta. No tuve que mirar
para saber quién era. Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, y ya necesitaba
espejuelos para ver de cerca. ¡Pero era él, carajo, era él! Igual como lo había visto la
primera vez en la feria...
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