Subido por Susana Araoz

EL PARRICIDIO DESDE UNA VISION PSICOLÓGICA

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EL PARRICIDIO DESDE UNA VISION PSICOLÓGICA
MSc. Susana Araoz De la Zerda
Psicóloga Clínica Social Psa.
En la actualidad la violencia en sus distintas manifestaciones se ha agudizado en todo el
mundo y representa una de las problemáticas más importantes de la sociedad. En Bolivia la
violencia se manifiesta en diversos contextos, desde el núcleo familiar hasta la sociedad en
su conjunto. Una de las expresiones más alarmantes de violencia lo constituye el parricidio.
El parricidio (muerte intencionada de uno de los padres realizado por un hijo) es una variante
rara de asesinato y violencia intrafamiliar que ocurre en circunstancias extrañas y aisladas.
Es importante recalcar que el delito de parricidio es cometido en la mayor parte de los casos
por personas que no están relacionadas con el ámbito delincuencial.
ANTECENTES HISTORICOS
El parricidio es un delito que ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad.
En la Antigüedad, el concepto de parricidio se aplicaba sólo a la muerte del padre de familia,
no era considerado como un delito, por ejemplo, que un padre diera muerte a sus hijos,
entendiéndose que éstos eran propiedad natural del jefe de familia. Más tarde se impondrían
limitaciones al poder del patriarca, convirtiéndose entonces en delito el dar muerte a la propia
madre, hijos o hermanos. A partir de mediados del siglo primero a.C, la muerte provocada a
cualquier ascendiente, descendiente, colaterales hasta cuarto grado, esposa, marido, suegros,
yerno, nuera, padrastro, era considerado como parricidio. Cabe destacar que en la Edad
Antigua y en la Era Medieval, el homicidio a la esposa adúltera era permitido en algunos
códigos. (Hierrezuelo, 2002)
El concepto del parricidio se ha ido modificando continuamente, aunque siempre ha estado
latente la idea de proteger a la familia.
PERSPECTIVA PSICOLÓGICA DEL PARRICIDIO
Autores como Freud y David Abrahamsem hacen alusión al parricidio desde sus propias
perspectivas y análisis. Para Freud el parricidio es el crimen capital y primordial tanto de la
humanidad como del individuo. David Abrahamsem, nos habla del parricidio aludiendo que
el deseo de muerte está dirigido originalmente contra el propio ego de la persona, pero el
homicida, temeroso de matarse así mismo, mata a otra persona en su lugar. Los impulsos
homicidas y agresivos causan estragos en hombres o mujeres cuando se encuentran en
periodos de sufrimiento o desdicha. Pero los impulsos homicidas y suicidas están
íntimamente entrelazados.
Cuando hablamos de parricidio, nos referimos a uno de los crímenes más antiguos de la
humanidad. Sin embargo, los estudios que se han realizado al respecto son muy escasos.
Etimológicamente, el termino parricidio viene del latín parricidium. Este concepto se utiliza
para nombrar al crimen que comete una persona contra su madre, su padre u otro pariente
con quien mantenga un vínculo de sangre directo, ya sea descendente o ascendente. Es el
asesinato de uno de los progenitores, considerando al que comete el acto como un parricida.
En la actualidad, el vínculo sanguíneo se considera como un agravante a la hora de
juzgar un crimen. Los parricidas, por lo tanto, reciben una pena generalmente mayor
que en otros tipos de asesinatos. Antiguamente, sin embargo, había naciones que
atenuaban el castigo al parricida debido a la autoridad y al poder que ostentaban los
padres de familia. (Pérez, 2019)
Debemos aclarar que cuando se suscita un parricidio, no necesariamente quien mata a un
familiar presenta una patología psiquiátrica o psicológica. Porque una persona, con rasgos
neuróticos, que es la estructura psicológica que la mayoría de los sujetos normales posee, si
por alguna circunstancia sufre un acontecimiento que provoca una falla en el control de los
impulsos, puede llegar a matar. Tampoco se puede considerar a esa persona como alguien
anormal.
Dentro el campo de la psicología es complejo definir quién es normal y quien es
anormal, porque es imposible acordar un único conjunto de reglas morales que puedan ser
utilizadas para el diagnóstico. En el ámbito de la psicología y de la psiquiatría no existe la
categoría de persona normal y el universo de personalidades se encuentran dividido entre
neuróticos, psicóticos y psicópatas (o perversos desde el psicoanálisis). Los neuróticos,
donde se ubica la mayoría de los que se consideran normales, son las personas que viven con
angustias, alegrías y preocupaciones de la vida cotidiana.
En el segundo grupo están los psicóticos, personas con problemas de ubicación en el mundo
real, con delirios y alucinaciones. Escuchan voces, ven cosas que en realidad no existen, están
desubicados en tiempo y espacio. Un ejemplo de este grupo de patología son los
esquizofrénicos.
En el tercer grupo se encuentran los psicópatas, los que no tienen problemas con la realidad,
como los psicóticos y tampoco sufren como los neuróticos. Son personas que uno puede ver
desde afuera como muy sociables y hasta amables, pero que suelen ser muy manipuladores,
mentirosos, carentes de empatía, etc. Este es el perfil de los grandes criminales como, por
ejemplo, los asesinos seriales. Sin embargo, dentro de este grupo existen personajes que
pasan desapercibidos, porque muestran una imagen diferente a la que en realidad son. A estos
se los conoce como psicópatas subclínicos o integrados, personajes que difícilmente llegan a
cometer crímenes.
Lamentablemente la sociedad de la que somos parte esta mediatizada por estereotipos que
presentan a este tipo de individuos psicópatas en su peor faceta, como grandes criminales, o
asesinos en serie, esto se puede observar en el cine, la televisión e incluso algunos Best Seller.
Sin embargo, no es así, muchos de estos psicópatas están integrados en nuestra sociedad,
están entre nosotros, pero pasan totalmente desapercibidos, porque muchos de ellos no
comenten ilícitos visibles.
Muchos de los casos de psicopatía, están socialmente aceptados y perfectamente adaptados.
Sin embargo, el impacto que estas personalidades puede tener en la vida cotidiana es muy
destructiva y causan mucho sufrimiento en las personas que los rodean. Se trata de personas
que cumplen con los requisitos de la psicopatía, pero que no se involucran en conductas
delictivas. El perfil psicosocial del psicópata subclínico o integrado es fácil de establecer; lo
que no resulta sencillo es identificarlos sin utilizar las herramientas adecuadas que
actualmente han sido validadas a nivel internacional.
Los conceptos actuales de psicopatía tienen su origen en el trabajo de Hervey Milton
Cleckley llevado a cabo en los años cuarenta. Cleckley (1941) determinó que la psicopatía es
un conjunto de rasgos afectivos, interpersonales y comportamentales que se caracterizan por
la ausencia de empatía, nerviosismo, insinceridad, incapacidad para amar, ausencia de culpa
o remordimientos y una carencia general de reacciones afectivas. La hipótesis principal de
H. Cleckley en relación a este tipo de psicópatas es que presentan un déficit afectivo al que
denominó, afasia semántica: es decir es capaz de sentir emociones a un nivel muy
superficial. (Velasco de la Fuente, 2015)
En los años 80 Robert Hare utilizando los criterios de Cleckley creó un instrumento de
evaluación denominado PCL (Psychopathy Checklist) y desde ese momento la psicopatía
pasó a entenderse como un trastorno de la personalidad compuesto por dos factores:
FACTOR I (interpersonal/afectivo): abarca rasgos de personalidad como grandiosidad,
crueldad, falta de empatía (falta de empatía emocional, ya que si disponen de empatía
cognitiva), falta de culpa y de remordimientos, frialdad emocional y una gran capacidad
para manipular a los demás.
FACTOR II (desviación social): este se refiere más a un comportamiento antisocial,
que se describe como un patrón de comportamiento inestable, impulsivo y de gran
versatilidad criminal. (Velasco de la Fuente, 2015)
La diferencia fundamental entre los psicópatas criminales y los psicópatas integrados (no
criminales) es la concreta comisión del ilícito penal (robo, prevaricación, delito fiscal,
homicidio, agresión sexual) puesto que ambos tipos de psicópatas tienen la misma estructura
básica de personalidad y emociones siendo diferentes en la vertiente conductual: unos son
antisociales y delincuentes y otros no, sin embargo, ambos son siniestros. Así desde el punto
de vista jurídico forense, tenemos el concepto de psicopatía criminal y la diferencia con la
psicopatía subclínica o integrada es en su vertiente conductual.
Los psicópatas tratan a los demás como meros objetos, “cosifican” a las personas y
actúan siempre en su propio beneficio, puesto que se trata de personas muy egoístas.
Sus marcas de identidad son el engaño, la mentira, el desprecio por los demás, y su
falta de empatía. Su personalidad se caracteriza por su locuacidad, su gran encanto
superficial, un exagerado sentido de su propia valía, un marcado egocentrismo, una
continuada manipulación de los demás y su incapacidad para establecer relaciones
afectivas con los demás (Hare, 1984; 1993).
Según especialistas en psicología criminal, un parricida puede estar dentro de cualquiera de
los tres grupos de personalidades antes mencionadas. Sin embargo, en general, los homicidios
que se producen entre personas con vínculos directos de sangre suelen ser más comunes en
el universo de los neuróticos y obviamente en el de los psicópatas perversos y psicópatas
integrados o subclínicos.
Roberto Casanova (2017) explicó que “una persona de rasgos neuróticos que se encuentra
ante una situación que lo desborde emocionalmente o incluso, en defensa de su propia vida
o de un tercero, puede llegar a matar. Esto puede darse, por ejemplo, en los casos conocidos
como de emoción violenta”. Luego, explicó que “es muy diferente cuando una persona decide
matar por algún beneficio, como por ejemplo para quedarse con una herencia. En esta figura
ya hay premeditación, que es el tiempo anterior al homicidio donde el victimario elabora su
plan y se organiza con ese objetivo. En este caso ya pensaríamos en una personalidad de
rasgos psicopáticos, que carece de empatía, manipuladora, de un claro perfil criminal”.
Y explicó: “Dentro de este grupo se encuentran los psicópatas perversos, que son los que
matan por placer o para satisfacer algún deseo más vinculado a lo pulsional, a lo sexual, a los
que también se los llama asesinos seriales o de comportamiento sistemático”. (Casanova,
2017).
Los asesinatos entre personas con vínculos directos de parentesco no son una rareza en
la historia criminalística mundial porque es, justamente, dentro de una familia donde
se dan los vínculos emocionales más fuertes y, por lo tanto, también es el ámbito para
que se desarrollen las relaciones más conflictivas y complejas”. (Casanova, 2017)
Según Pablo Martines (2017), “las personas criminales o antisociales son consecuencias del
entorno social, son el resultado de una vida con carencias emocionales, maltrato físico o
psicológico, donde la agresividad y la violencia son la forma que han aprendido para
relacionarse con los demás”. Los medios de comunicación suelen mencionar una historia de
maltrato en la infancia como el ingrediente central que conduce al crimen. No obstante, hasta
la fecha no se ha publicado ninguna evidencia científica indicativa de que el maltrato durante
la infancia sea una explicación para el parricidio.
David Abrahamsen (2006), en su libro La mente asesina, explica que “el homicidio surge de
la intensidad de los deseos de muerte que coexisten con nuestras emociones al servicio de la
vida, del mismo modo que el amor y el odio conviven dentro de nosotros. El homicidio, a
pesar de nuestra resistencia a admitirlo, es parte de nuestra humanidad y tiene su raíz en
emociones humanas. Es este aspecto frágil y cruel de nuestra conducta el que hace a muchos
de nosotros más capaces de matar de lo que imaginamos”. Los homicidios son parte de la
conducta humana y siempre lo fueron. Son la consecuencia de una serie de emociones que
no pudieron ser elaboradas adecuadamente y que en determinadas circunstancias actúan
como el disparador para que una persona mate a otra.
Pierre Legendre, en su conocida obra sobre el “cabo Lortie” nos confronta con una
serie de montajes establecidos por la justicia penal que contribuyen al eclipsamiento
del sujeto y de su responsabilidad subjetiva. En suma, se trata de mostrar que en todo
homicidio está comprometida la relación primordialmente humana; cualquiera que lo
transgreda tendrá que ser llamado a responder. En este mismo tenor, el autor propone
realizar una lectura de correlato, encaminada a repensar la prohibición del parricidio
como el carácter fundador de la condición humana, plantea el caso de Denis Lortie
como un acto que viene a cuestionar la representación del padre en los aparatos
legales de nuestra época. Coloca en este sentido la legislación del homicidio como un
efecto de la representación social de lo humano que incluye, por un lado, la teoría
psicológica de la culpa y el pecado, y por el otro, la concepción normativa; colocando
al intérprete de los textos legales también y al mismo tiempo intérprete del sujeto. Se
trata entonces de volver al fundamento en el cual están instituidas las leyes, a decir,
el sentido del oficio del padre, indisociable con el principio de la razón, del que, en
síntesis, es su traducción jurídica. Todo parricidio lo devela: “el homicida arremete
contra la construcción misma de la razón” (Legendre, 1994, p. 46).
Desde Legendre, en todo homicidio está comprometida la relación primordialmente humana,
cualquiera que lo transgreda tendrá que ser llamado a responder por sus actos.
EL PARRICIDIO EN PSICOANÁLISIS
La disciplina que se ha hecho cargo, tanto en teoría como en práctica, de la investigación y
análisis de las implicaciones subjetivas de los actos del sujeto es el psicoanálisis,
demostrando que estos son producto de mecanismos y dinamismos inconscientes y que todo
obedece a principios y lógicas psíquicas, que incluso el propio sujeto consciente no sabe que
sabe, es decir, que se tratan de deseos reprimidos. (Sánchez, 2015)
Freud en (1913) “Tótem y tabú”, establece el mito de la “muerte del padre” como respuesta
ante el vacío que deja la pregunta sobre el origen, se trata de una verdad en forma de ficción
(Bercovich, 2003).
Siguiendo lo propuesto por Freud en Tótem y Tabú, habría existido en tiempos antiguos un
padre primordial que se consagraba para sí el derecho sobre todas las mujeres de la horda,
imposibilitando de esta manera el goce sexual de sus descendientes; la fratría se rebela contra
él, lo asesinan y bajo un acto caníbal ingieren su cuerpo suponiendo que con ello habían de
poseer sus atributos viriles y sustituirlo, al no ser así, como producto de su crimen sobreviene
el sentimiento de culpa instituyendo al padre como ley de prohibición incestuosa . (Sánchez,
2015)
Y soñaban, continuamente, con sustituir a su padre, ponerse en su lugar privilegiado.
Hasta que un día pudieron, juntos, más que el sultán, así que asaltaron su serrallo,
lo mataron, y devoraron su cadáver… Pero fue que, sobrecogidos, espantados por
el fantasma de su padre, cuya nueva, misteriosa autoridad les parecía ahora mayor
que cuando los dominaba en vida, dictaron que la muerte del tótem (la carne de su
padre hecha Verbo) era el pecado más grave, “y renunciaron a recoger los frutos de
su crimen (Freud, 1913).
En este pasaje se promulga que la muerte del padre alcanza el estatuto de ley y de prohibición,
por otro lado, impone al objeto-madre como imposible y al mismo tiempo como deseado. La
relación que se establece con el padre, desde el origen, es ambivalente producto de un
parricidio, quedando como resto la prohibición fundamental como síntesis de la cultura. “El
parricidio es el crimen principal y primordial tanto de la humanidad como del sujeto” (Freud,
1927)
Freud desde sus consideraciones clínicas advierte la existencia de sentimientos hostiles
presente en los niños en torno a sus padres, a pesar de que ellos cubren todas sus necesidades.
… La relación entre padres e hijos esconde más de un motivo de hostilidad; hay
sobradas condiciones para que emerjan deseos que no pasan la prueba de la
censura…cuanto más irrestricto fue el poder del padre en la familia antigua, tanto más
debió el hijo sucederle, situarse como su enemigo y sentir su impaciencia de alcanzar
su dominio por medio de su muerte… (Freud, 1900).
El determinismo Inconsciente es el descubrimiento psicoanalítico, que permite orientar la
lectura subjetiva de los actos criminales. Los hechos clínicos establecidos por Freud
posibilitaron pensar en un abordaje subjetivo del parricidio, instituyendo el fundamento de
la comprensión, sobre los deseos sexuales infantiles inconscientes.
Según Camargo, el psicoanálisis podría ser un recurso necesario para poner sobre la
mesa el abordaje del crimen en su dimensión subjetiva, permitiendo aportar un
criterio de indecibilidad a priori, puesto en juego cada vez que el sujeto decide
cometer un acto. Si bien esta indecibilidad nos confronta con un factor cualitativo
de riesgo a investigar en cada caso, sin embargo, “es preciso plantear una dimensión
de incertidumbre a la pregunta por nuestras acciones y decisiones” (Camargo, 2005,
p. 22). En otros términos, en el horizonte del sujeto freudiano prevalece ante todo
un determinismo inconsciente que escapa a todo saber consiente, resistiéndose
siempre a las estandarizaciones, entendiéndose al sujeto ya no solamente como ser
hablante sino también hablado (Sánchez, 2015)
Freud para poder explicar el “drama” de los deseos inconscientes parricidas, recurre al mito
de Edipo y a los sueños; él formula que en ambos casos los deseos infantiles subterráneos se
hacen manifiestos. Es en el contexto del complejo de Edipo, que estas mociones ambivalentes
estarán presentes. En esta dirección se da la incidencia del padre en la estructuración psíquica.
Con relación al acto parricida, el pensador francés Pierre Legendre (1994), sostiene:
que se trata ante todo de develar y retornar aquello fundacional de la subjetividad
humana; es preciso recurrir a la dimensión de lo prohibido y lo trágico de todo
homicidio, necesitamos entender la lección que nos presenta el parricidio, a saber,
que ningún sujeto puede renunciar a los fundamentos de su propia constitución, ante
esto es necesario que en todo homicidio alguien venga a responder por él, no
obstante, el sistema psicojurídico se afana por deshumanizarlo (Legendre, 1994).
Para finalizar, observamos que el método psicoanalítico fundado por Freud y la labor clínica
que a lo largo de su enseñanza realizó, permiten establecer el carácter subjetivo y la
responsabilidad que cobra para el sujeto como parte de su estructura el acto parricida.
CONCLUSIÓN
El parricidio es un crimen que comete una persona contra su madre, su padre u otro pariente
con quien mantiene un vínculo de sangre directo, ya sea descendente o ascendente.
El parricidio, es uno de los crímenes más antiguos de la humanidad, sin embargo, los estudios
que se han realizado al respecto son muy escasos. El parricidio es una variante de la violencia
intrafamiliar, este delito es cometido en la mayor parte de los casos por personas que no están
relacionadas con el ámbito delincuencial y tampoco presentan una patología psiquiátrica o
psicológica
Según especialistas en psicología criminal, un parricida puede estar dentro de cualquiera de
los tres grupos de personalidades, neuróticos, psicóticos y psicópatas.
Según las teorías expuestas, el homicidio, en este caso el parricidio, surge de la intensidad de
los deseos de muerte que coexisten con nuestras emociones al servicio de la vida, del mismo
modo que el amor y el odio conviven dentro de nosotros. El homicidio, a pesar de nuestra
resistencia a admitirlo, es parte de nuestra humanidad y tiene su raíz en emociones humanas.
Los homicidios son parte de la conducta humana y siempre lo fueron. Son la consecuencia
de una serie de emociones que no pudieron ser elaboradas adecuadamente y que en
determinadas circunstancias actúan como el disparador para que una persona mate a otra.
La disciplina que se ha hecho cargo, tanto en teoría como en práctica, de la investigación y
análisis de las implicaciones subjetivas de los actos del sujeto es el psicoanálisis. El
determinismo Inconsciente es el descubrimiento psicoanalítico, que permite orientar la
lectura subjetiva de los actos criminales. Los hechos clínicos establecidos por Freud
posibilitan el abordaje subjetivo del parricidio.
REFERENCIAS:
Abrahamsen, D. (2006). La Mente Asesina. Madrid: Librería en AbeBooks.
Casanova, R. (2017). Cómo funciona la mente de un parricida, según la psicología. (E.
Territorio, Entrevistador)
Freud, S. (1998). Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.
Hierrezuelo, C. G. (2002). Bibliografía-Recensiones y Reseñas. Rev Estud Hist-Juríd .
Martínez, P. (2017). Cómo funciona la mente de un parricida, según la psicología. (E.
Territorio, Entrevistador)
Pérez, J. (2019). Definicion de parricidio. Obtenido de Definicio de.:
https://definicion.de/parricidio/
Raffaini, L. (2008 recuperado 2012). El lugar del padre primordial en Moisés. Scielo,
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_ar.
Sánchez, D. J. (2015). PSICOANÁLISIS Y PARRICIDIO: PERSPECTIVAS CRÍTICAS.
Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología.
Velasco de la Fuente, P. (2015). El psicópata subclínico o integrado en las relaciones de
pareja: el maltrato psicológico. Criminologia y Justicia.
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