JEQUE NEFZAQUI EL JARDÍN PERFUMADO PARA EL DELEITE DEL CORAZÓN Manakel Madrid, 2008 © Prólogo y versión: Enrique González-Rubio © Editorial Manakel, 2008 Ibáñez Marín, 11 - 28019 Madrid Telf. y fax: 91 472 90 71 [email protected] www.editorialdilema.com ISBN: 978-84-9827-084-6 Depósito legal: M———————— Diseño de portada: María Pérez-Aguilera Maquetación: Esteban Gancedo Traducción y corrección: Enrique González-Rubio Reservados todos los derechos. Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento electrónico o mecánico, incluso fotocopia, grabación magnética, óptica o informática, o cualquier sistema de almacenamiento de información o sistema de recuperación, sin permiso escrito del editor. PRÓLOGO EL JARDÍN PERFUMADO, del tunecino Jeque Nefzaqui, es, dentro de la historia escrita de la sexualidad, uno de los libros imprescindibles, un inteligente y revelador texto del comportamiento humano en las relaciones amorosas. Y no debe extrañarnos que su vigencia no haya decrecido: los juegos de cama siempre estarán entre las prioridades de los amantes. Y amantes van a existir siempre, hasta el final de los tiempos. Pero, además, un relato así, entretenido y didáctico, sencillo y directo, es lo que los jóvenes inexpertos necesitan: porque nadie nace enseñado y porque deben ser ambos, y al tiempo, alumnos y maestros, aprendices y sabios. ¿No siente un placer indescriptible el amante cuando ve que su amada goza intensamente, una y otra vez, hasta que pierde la noción de sí misma y se entrega más allá de lo que ella hubiera supuesto? ¿Y no es también cierto que la amada hace lo que sea necesario para ver cómo el rostro de su amado, gracias a su boca, sus manos o sus caderas, alcanza el máximo y placer, cierra los ojos y se pierde entre los senderos fronterizos del paraíso? ¿No es cierto que, entonces, es la mujer más orgullosa del universo? Aquí se explican formas y modos de intentarlo, desvelando el resultado o aconsejando iniciativas para adornar el placer. Porque el sexo, si no acaba en placer, es sólo sufrimien5 to: o físico o mental… Incluso cuando la mujer se entrega sabiendo que solo él gozará, y lo hace convencida, siempre queda un pequeño regusto que no la hará totalmente feliz. Y, si bien, el recuerdo de tal acto no le parecerá malo, tampoco lo sentirá pleno. El amor es un negocio muy simple: los amantes se entregan con todo su cuerpo y alma, a la vez, sin restricciones, intensamente. Si uno de los dos no lo hace, el acto acabará frustrándose. Y aunque esa frustración no sea grande o peligrosa, dejará en ambos una pequeña herida que solo se restañará intentándolo de nuevo, pero esta vez sin reservas, sin trampas. Dicen que en la guerra del amor todo está permitido… Si esto es así, Nefzaqui nos guiará para hacer que esa guerra termine a favor nuestro. Porque la generosidad y el perdón son el mejor temblor, el mayor estremecimiento para la penumbra y la desnudez. 6 INTRODUCCIÓN "Oh, ese olor que flota en tu nuca, en tu garganta y en tus brazos; que revolotea en torno de tu espalda y en tu vientre adorado; ese olor que alimenta sin cesar, como dos frascos inagotables, la turgencia de tus pechos, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del olor de tu cuerpo!" ¡Alabanzas sean dadas a Alá, ya que ha situado el mayor placer del hombre en las partes naturales de la mujer, y que ha destinado las partes naturales del hombre para el mayor disfrute de la mujer! Ha dispuesto que las partes de la mujer encuentren placer y satisfacción al ser penetradas por el órgano viril; y del mismo modo, ha dispuesto que las partes del hombre encuentren su reposo y su paz cuando entran en el sexo de la mujer. Por lo tanto se necesitan mutuamente. Luego entran en el combate amoroso, donde enlazan, besan y acarician. Después llega el goce, la posesión, el contacto sexual. 7 Con orgullo y poder, el hombre embiste con energía, y la mujer colabora con movimientos voluptuosos, hasta que finalmente se produce la eyaculación. Porque son los besos en la boca, mejillas, garganta y senos, y el sorber los labios, que gracias a Alá producen placer, los que provocan la erección, que siempre llega en el momento favorable. Él es quien, en Su Sabiduría, embelleció con senos el cuerpo de la mujer, le dió un hermoso cuello y bellas mejillas. También le ha dado ojos que inspiran amor y largas y onduladas pestañas. Ha realzado la belleza de su vientre suavemente redondeado y le ha dado un delicioso ombligo; le ha dotado de caderas y trasero noblemente modelado y ha apoyado el conjunto sobre muslos majestuosos. Entre ellos ha situado entre el campo de batalla, que al semejarse a la cabeza de un león, el hombre desea clavar en él su lanza. Su nombre es “keuss”. ¡Oh, cuántos hombres y héroes han muerto ante sus puertas! Alá ha dotado a la mujer de una boca, una lengua, dos labios y una figura como la pisada de una gacela en las arenas del desierto. Todo esto es soportado por dos columnas maravillosas, que testifican el poder y la sabiduría de Alá; están perfectamente proporcionadas, y se hallan adornadas con la gracia de las rodillas, pantorrillas y tobillos en los cuales destellan las ajorcas. El Todopoderoso ha sumergido a la mujer en un inabarcable océano de esplendor, de sensualidad y de múltiples delicias, y la ha cubierto con preciosas vestimentas, con una cintura tentadora y una sonrisa deslumbrante. 8 Alabanzas sean dadas a Alá, ya que ha creado a la mujer y su belleza con un cuerpo que provoca. Le ha concedido su cabellera, su hermosa firgura, unos senos que se inflaman ante las caricias y los juegos amorosos que despiertan el deseo. El Señor del Universo les ha dado su poder de seducción; todos los hombres, débiles o fuertes, sin hacer distinciones, caen bajo el hechizo del amor de una mujer. La vida en pareja depende de las mujeres: son ellas quienes determinan la unión o la separación. El estado de humildad en el cual los corazones de aquellos que aman están separados del objeto de su amor, hace que sus pechos ardan con el fuego del amor; sufren toda clase de vicisitudes, y todo esto como resultado de su ardiente deseo de comunión. Yo, como servidor de Alá, le agradezco que ningún hombre pueda resistirse a los encantos de una mujer hermosa, que ningún hombre pueda liberarse del deseo de poseerla. ¡Yo testifico que no hay otro como Alá, y que Él no tiene igual! Y también doy testimonio de nuestro señor y maestro, Mahoma, el servidor de Alá y Señor de los Profetas (¡Que la bendición y gracias de Alá se derramen sobre los suyos!). Y reservo mis plegarias y bendiciones para el día de la retribución. ¡Alá permita que sean escuchadas! 9 EL ORIGEN DE ESTA OBRA He basado esta obra en un pequeño libro titulado La Antorcha del Universo,, el cual trata sobre todos aquellos misterios de la concepción. Esta obra fue conocida por el Visir de nuestro señor Abdel-Aziz, amo de Túnez, la bien guardada. El ilustre Visir era su poeta, compañero, amigo y secretario privado. Era juicioso, leal, sagaz y sabio, el más ilustrado de los hombres de su tiempo y aquel a quien se consultaba con mayor frecuencia. Su nombre era Mohamed ben Uana el-Zonaui, y pertenecía a la tribu de los zonauas. Se había educado en Argel, y allí fue donde conoció a nuestro señor Abd-el-Aziz el Hafsi. El día de la conquista española de Argel (1510), nuestro señor huyó con él a Túnez (¡Que Alá el Todopoderoso lo preserve hasta el día de la Resurreción!) y ahí lo escogió para el puesto de Gran Visir. Cuando la obra antes citada cayó en sus manos, me remitió una invitación urgente para que fuese a verle. Inmediatamente acudí a su residencia, donde me recibió con la mayor bondad. Tres días después, vino y me mostró mi libro y dijo: “¡Ésta es tu obra!”. Al ver que me sonrojaba, añadió: “No tienes que avergonzarte, ya que todo lo que has escrito es verdadero. Nada hay en ella que pueda asustar a nadie. Además, no eres el primero en tratar estos asuntos, y juro por Alá que el conocimiento que este libro guarda debe ser conocido por 10 todos. Sólo el ignorante y pusilánime lo evitará, pero hay otras cosas que debieras decir”. Le pregunté cuáles eran: “¡Oh, amo! –repliqué–. Todo lo que pides será de fácil ejecución con la ayuda de Alá”. Y de inmediato comencé a trabajar para compilar este tratado, implorando la ayuda de Alá (¡que Él derrame sus bendiciones sobre su profeta y nos conceda gracia y misericordia!). Titulé mi obra EL JARDÍN PERFUMADO PARA EL DELEITE DEL CORAZÓN. Y pedí a Alá, que todo lo ha dispuesto para nuestro bien (¡y hay un sólo Alá y todo lo bueno procede de Él!) que me brindase su apoyo y me guiase por la senda correcta. ¡Nuestra fuerza y felicidad descansan en Alá, el Altísimo y Todopoderoso! He dividido esta obra en veinte capítulos, con la finalidad de facilitar su lectura y aprendizaje por parte de los taleb (estudiantes) que quieran aprender y estén en la búsqueda del saber. Cada capítulo se relaciona con un tema en particular, ya sea físico o anecdótico; o mencionando los trucos de que se valen las mujeres para el arte de la seducción. "¡Ahora, que ya de mi corazón eres la dueña, ya no me miras… y coqueta y provocativa, arreglas los negros rizos de tus cabellos!" 11 1 SOBRE LOS HOMBRES DIGNOS DE ALABANZA "¡Oh, esa ambrosía que bebo de ti, esas caricias que recorren tu vientre, esos besos que mi boca resecan... Dame los diamantes de tus lágrimas, las perlas de tu sonrisa y los rubíes de tus labios, porque… yo ya estoy impregnado de la sed de tu cuerpo!" Has de saber, oh, Visir (que la bendición de Alá se derrame sobre tu persona), que hay diversas clases de hombres y mujeres. Hay quienes son dignos de alabanza, mientras que otros merecen sólo reprobación. Cuando un hombre digno está en la compañía de una mujer, su dekeur (pene) crece, cobra fuerza, vigor y dureza. No tiene prisa en eyacular, y tras el espasmo creado por la emisión de semen, está listo para una nueva erección. 13 Un hombre así es del agrado y aprecio de las mujeres, puesto que ellas sólo aman al hombre por su sexo. Por tanto, su pene debe estar bien desarrollado; tener el torso ancho y las caderas fuertes; lento en la eyaculación y rápido en la erección, y su pene debe alcanzar el fondo de la keuss (vagina) y llenarla completamente. Tal hombre será amado por las mujeres, pues como dijo el poeta: Yo he visto mujeres que buscaban en los jóvenes lo que es ornato del hombre en la edad madura: belleza, buen humor, reflexión y fuerza; un miembro largo, y un torso que, aunque ancho, pueda flotar sobre las ondas de sus senos. Su culminación debe venir lentamente, para que el placer seas más duradero; rápidamente, su miembro debe estar dispuesto a una nueva unión, puesto que a las mujeres les place seducir a tales hombres, a los que siempre estimarán. CUALIDADES QUE LAS MUJERES BUSCAN EN LOS HOMBRES Se cuenta que, cierto día, Abdel Melik ben Merouane buscó a Leila, su concubina para preguntarle distintas cosas. Entre otras, le preguntó sobre las cualidades que una mujer busca en un hombre. 14 Ella respondió: —Oh, mi Señor, debe tener mejillas como las vuestras. —¿Y qué más? –le dijo ben Merouane. —Cabello como el vuestro. Debe parecerse a ti, puesto que, si no es rico y poderoso, no tendrá éxito con las mujeres. SOBRE LA LONGITUD DEL MIEMBRO VIRIL Para que un dekeur agrade a las mujeres debe tener una longitud de más de doce dedos, o sea tres anchuras de mano, y al menos seis de anchura, o sea mano y media, pero hay hombres con un miembro de diez dedos, otros de ocho; un miembro con menos de seis dedos nunca complacerá a una mujer. 15 SOBRE LA UTILIDAD DE LOS PERFUMES EN EL COITO — La historia de Mocaiulama — Los perfumes tienen el poder de excitar los deseos sexuales tanto en hombres como mujeres. Cuando una mujer inhala la fragancia de un hombre perfumado pierde el control, y con frecuencia este medio es poderoso para atraer a una mujer. En relación a esto, se cuenta que Mocailama, el impostor hijo de Kaiss, afirmaba tener el don de la profecía, y que imitaba al profeta de Alá. Por esta causa un gran número de árabes incurrieron en la cólera del Todopoderoso. Mocailama falsificó el Corán con mentiras, y respecto al capítulo que el angel Gabriel inspiró al Profeta, este falso Mocailama pretendió haber sido también inspirado en la misma forma. Había una mujer de los Beni-Tenim, cuyo nombre era Shedja el Temimia, quien pretendía ser profetisa. Ella y Mocailama habían oído hablar uno del otro. Esta mujer era poderosa, pues su tribu es numerosa. Ella dijo: “No puede haber dos profetas; o el profeta es él, y entonces lo seguiremos mis discípulos y yo, o la profetisa soy yo, y él y sus discípulos deben seguirme”. Esto ocurrió tras la muerte del Profeta. Shedja escribió entonces a Mocailama la siguiente carta: 16 “No es posible que dos personas profeticen simultáneamente. Nos encontraremos para examinar nuestras doctrinas. Discutiremos nuestras doctrinas, lo que Alá nos ha revelado, y ambos seguiremos las leyes de aquél que sea juzgado como verdadero profeta”. Envió su carta por medio de Yamama y le siguió con su ejército. Al día siguiente, la profetisa, acompañada de su ejército, fue siguiendo a su mensajero, el cual entregó la carta a Mocailama. Mocailama, después de leerla, reunió a sus asesores, pero no supieron cómo aconsejarlo, hasta que uno de ellos le dijo: —Oh Mocailama, tranquiliza tu mente. Mañana por la mañana planta una tienda de brocado de colores en las afueras de la ciudad, y amuéblala ricamente. Luego perfúmala deliciosamente con ámbar, almizcle y flores fragantes. Una vez hecho esto, pon en la tienda pebeteros de oro con perfumes como áloe verde, ámbar gris y otros aromas agradables. Luego cierra la tienda para que no escapen los aromas, y después envía por la profetisa, quien permanecerá a solas contigo. Cuando inhale los perfumes se sentirá deleitada y seducida. Después la poseerás, y ya no tendrás problemas con ella. —Tu consejo es bueno –exclamó Mocailama. Luego comenzó a realizar el plan. Cuando los aromas impregnaron la tienda, subió a su trono y envió por la profetisa. Cuando la vio acercarse, ordenó que la introdujeran a la tienda. Mientras estuvieron solos, le habló, y ella empezó a perder el control. Al ver esto, él le dijo: —Incorpórate para que pueda poseerte. Si lo deseas, puedes yacer sobre tu espalda, o ponerte con la cabeza en el suelo y las nalgas al aire, como un trípode. Cualquiera que sea la postura que prefieras, yo te satisfaré. 17 —Quiero hacerlo de todas las maneras –replicó la profetisa. Él cayó de inmediato sobre ella y la poseyó como deseaba, tras lo cual ella dijo: —Cuando salga de aquí, haz que mi tribu pida que me despose contigo. Luego abandonó la tienda y fue hacia sus discípulos, quienes la interrogaron sobre el resultado de la reunión. Ella dijo: —Mocailama me mostró la verdad. ¡Obedecedle! Mocailama la pidió en matrimonio y la petición fue concedida. Cuando los discípulos le preguntaron sobre la dote de su futura esposa, respondió: —Os dispenso de la plegaria de la tarde. Por eso ahora, cuando se pregunta a los Beni-Temim por qué no rezan su plegaria, ellos contestan: —Por nuestra profetisa. Pues ellos la reconocieron a ella como profetisa. La muerte de Mocailama fue anunciada por Abu Beker. Shadja se arrepintió y se convirtió al islamismo, y se casó con un seguidor del profeta. Y así finaliza la historia. Para tener éxito con las mujeres, un hombre debe concederles especial atención. Su vestido debe estar limpio, tener buena figura y aspecto diferente a sus discípulos. Debe ser veraz y sincero, generoso y valiente. Evitar la vanidad y ser agradable. Debe cumplir sus promesas. El hombre que fanfarronea sobre sus logros con las mujeres, es digno de compasión. De él trataremos en el capítulo siguiente. 18 Dice una historia que vivía un Califa llamado Abdallah ben Mamoun, hijo de Harún al Rashid, el cual tenía un bufón muy ingenioso, llamado Bahlul. Este bufón tenía dos esposas. Un día le preguntó el Califa: —Bahlul, ¿cómo te va con tu nueva esposa y con la primera? —No soy dichoso –dijo–, ni con la nueva ni con la primera. —¿Podrías describir en versos tu situación? Bahlul empezó a recitar: Como era un necio, tomé dos mujeres. Y me dije: ¿De qué te quejas, marido doble? Entre las dos descansarás como un cordero sobre los senos de las dos corderitas blancas bienamadas. Mas ¡ay! Que como un carnero entre dos chacales hembra, yo, pobre hombre, me arrastro noche a noche y día a día. Y durante el día llevo su yugo, y por la noche cuando le sonrío a una, la otra llora, y como no puedo huir de esas dos furias, estaba y estoy en la desdicha. Si quieres vivir feliz, con el corazón alegre, no te cases, pero si no te gusta la soltería, conténtate con una sola esposa, pues una basta para agotar a dos ejércitos. Al oir el Califa estas palabras y para consolarlo le regaló una túnica de seda, bordada con hilos de oro. Bahlul se la puso y se dirigió a su casa, pero antes de llegar pasó por 19 delante del palacio del gran Visir, cuya esposa, Hamdonna, hija del Califa, estaba asomada a una ventana de sus aposentos. La joven le dice a su negrita: —¡Por Alá, el Dios de las tempestades de la Meca, que aquí viene Bahlul con una túnica bordada en oro! —¿Qué podría hacer para conseguirla? —¡Oh!, ama mía –respondió la negrita–, jamás lograreis esa prenda. Pero Hamdonna dijo: —Ya he imaginado una estrategia para conseguir que me la dé. —Ama mía, Bahlul es muy astuto. La gente cree que puede burlarse de él, pero es él quien se burla de los demás. Abandona ese deseo, y no vayas a salir burlada de tus burlas. —¡Es preciso que lo intente! –exclamó Hamdonna. Y envió a la negrita a Bahlul, invitándole a visitarla. Él aceptó de inmediato. Después de haber hecho servir un refrigerio, la esposa del Gran Visir le dijo: —No sé cómo he tenido este antojo, pero deseo que te quites esta túnica y me la regales. —Oh, ama mía– respondió Bahlul–, he hecho juramento de regalarla a aquella que haga conmigo lo que una mujer hace con un hombre. —¿Cómo? –gritó ella– ¿Sabes lo que dices, Bahlul? —¿Que si lo sé? Yo instruyo a los demás en las delicias que se pueden proporcionar a una mujer. Yo les enseño a acariciarlas, satisfacerlas. Ningún hombre conoce mejor que yo el arte de las delicias del amor. Hamdonna era considerada una belleza perfecta, de cuerpo maravilloso y formas armoniosas. El hombre que la con20 templaba perdía la cabeza. Por esto Bahlul, durante la entrevista, mantenía los ojos fijos en el suelo. —¿Qué precio pides? Él respondió. —El acoplamiento. —¿Sabes qué es esto, Bahlul? —Sé que ningún hombre conoce mejor que yo a las mujeres. Todos mis pensamientos han estado siempre dedicados al amor, a la posesión de mujeres hermosas. Yo curo a las enfermas de amor, les doy consuelo en su seno sediento de caricias. Hamdonna quedó sorprendida por estas palabras y el dulce tono de voz, y contestó: —No sabía que fueras maestro en arte del amor. —Todavía puedo decirte algo más –añadió él–, en verso. —De buena gana, Bahlul –accedió ella– que escucharé tu poesía. 21 En el mundo, los hombres tienen graves preocupaciones, pero a mí las angustias ajenas no me emocionan. ¿Qué me importan los árabes, los persas y los turcos, a mí, que sólo aspiro al amor y a la voluptuosidad? Sólo cuando, sin la alegría del amor, mi miembro ha de consolarse consigo mismo, la cosa se torna crítica, ya que entonces un fuego ardiente inflama mi corazón. Y mi miembro se eleva entre mis muslos, como ves ahora, bajo mi túnica. Ilustre y bella ama mía, mi esperanza, pupila de mis ojos: si una sola vez mi miembro no consigue apagar tu ardor, dilo, y lo haré contigo una segunda vez. Pero si tengo la desdicha de no satisfacerte, dilo también, sin la menor consideración. Aunque en este caso, te pediré una sola gracia: no me lo reproches, no me recrimines con palabras duras que hieran como un fusrioso lanzazo, mas despídeme con una voz dulce que exprese piedad. Para empezar, concédeme que mis hambrientos ojos se sacien con la belleza divina de tus senos. Juguemos el dulce juego del amor, y jamás te arrepentirás. Compartamos nuestro fuego ardiente. ¿Qué has de temer? Yo seré siempre el mismo, tú siempre serás la misma. Yo soy el esclavo feo y tú la dueña altiva y bella. Un opaco velo guardará nuestro amor, 22 y nadie lo verá. Y yo sabré guardar el secreto, mis labios estarán sellados. Lo que pasa en la tierra es voluntad de Alá. Es Él, El Todopoderoso, quien hace que mi pecho desborde de amor apasionado… mi pecho, sí, el pecho inflamado del pobre Bahlul. Mientras Hamdonna escuchaba se acercó para examinar el miembro de Bahlul, y al ver que estaba erecto como una columna entre sus muslos, el deseo se apoderó de ella. Y decía para sí: ¡Quiero entregarme a este hombre! Pero pronto se corregía y murmuraba en su interior: ¡No, no quiero! ¡No quiero! Pero mientras vacilaba entre estos dos impulsos internos, el diablo hizo nacer en ella el deseo, y también la idea de que si Bahlul se ufanaba de esta victoria amorosa, nadie daría crédito a sus palabras. Por tanto, ella le pidió que se quitara la túnica y pasara con ella al dormitorio. Pero él replicó: —No me quitaré la túnica hasta que haya satisfecho mi deseo. Entonces Hamdonna se levantó, se desató el cinturón y temblando por la excitación, le invitó a que la siguiera. Bahlul fue tras ella, mientras pensaba: ¿Sueño o estoy despierto? Y entró en el dormitorio. En un diván de seda, ella se recostó y levantando sus ropas, dejó al descubierto sus muslos y toda su belleza quedó en los brazos de Bahlul. 23 Bahlul examinó el vientre de Hamdonna, redondo como una cúpula elegante; luego posó sus ojos sobre su ombligo, que era como una perla en una copa dorada; luego, más abajo, encontró unas piezas hermosas labradas por el Supremo artesano, unos muslos blancos y tersos. Sin poder contenerse ya, la envolvió en un abrazo apasionado, y sintió cómo el rubor coloreaba sus mejillas y desfallecía. Ella, perdiendo la cabeza, sostenía el miembro de Bahlul entre sus manos, excitándolo y encendiendio su fuego más y más. Bahlul le preguntó: —¿Por qué te veo tan inquieta a mi lado? Y ella le contestó: —Tómame, yo soy como una yegua en celo, excítame con tus ardientes palabras. Hazme sentir como una mujer que se incendia, con tus palabras y tus versos. Bahlul le preguntó: —¿Entonces no soy como tu esposo? —Sí –le contestó ella–, pero una mujer se enciende por causa de los hombres, igual que una yegua goza por un caballo. Si el hombre es el esposo o no ¿cuál es la diferencia? Sin embargo, la yegua sólo goza en ciertas épocas del año, mientras que una mujer puede siempre encenderse por las palabras del amor. Todo esto lo siento en mí, y como mi esposo está ausente, gózame, que él volverá pronto. Entonces Bahlul le dijo: —Oh, mi señora, me duele la espalda si estoy montado sobre ti. Toma mi lugar y entonces la túnica será tuya. Entonces la colocó sobre sí, en esa posición en que la mujer recibe al hombre; ya que su dekeur estaba firme como una columna. 24 Hamdonna tirando de Bahlul, tomó su miembro entre sus manos y comenzó a mirarlo. Se asombró por su tamaño, fortaleza y consistencia, y le dijo: —Ésta es la ruina de todas las mujeres y la causa de muchos problemas. ¡Oh Bahlul! ¡Nunca ví un dardo más hermoso que el tuyo! Y mientras decía esto, los labios de su vagina parecían decir: “Oh dekeur, ven a mí”. Entonces Bahlul metió su dekeur en la keuss de la hija del Califa, y ella, completamente perdida le dijo: —¡Cuán lasciva ha hecho Alá a la mujer, y cuán infatigable en sus placeres! –y luego, cual si fuera una danza, se empezó a mover, hacia la derecha y a la izquierda, hacia adelante, hacia atrás; nunca había bailado de ese modo. La hija del califa continuó su paseo sobre el dekeur de Bahlul hasta que llegó la culminación del disfrute, el cual ambos saborearon con avidez. Luego Hamdonna, tomando el miembro lo sacó lentamente, diciendo: —Éste es el dekeur de un hombre verdadero –a la vez que lo secaba con un pañuelo sedoso y rosa. Bahlul se levantó dispuesto a irse, pero ella le dijo: —¿Y la túnica? Él le contestó: —¿Por qué, señora? ¿Usted ha gozado, y todavía quiere un presente? —Pero –le dijo ella–, tú me dijiste que no podías montarme por el dolor de tu esplada. —En realidad importa poco, pero –dijo Bahlul–, la primera vez fue su turno, ahora el segundo será el mío, y ese será el precio que pagará por la túnica, y entonces me iré. 25 Hamdonna pensó: “Que él se coloque ahora sobre mí, y así se irá”. Luego se recostó, pero Bahlul le dijo: —Yo no me acostaré contigo a menos que accedas a desvertirte por completo. Entonces ella, se fue quitando su ropa hasta quedar completamente desnuda. Bahlul quedó deslumbrado al ver la belleza y perfección de su cuerpo. Miró sus magníficos muslos y la copa de su ombligo, la redondez de su vientre, sus senos firmes y espléndidos cual si fueran un par de jacintos. Su cuello de gacela, el anillo de su boca, sus labios frescos y rojos. Sus dientes podían haber sido tomados por un manojo de perlas, y sus mejillas, por rosas. Sus ojos eran negros y soñadores, y sus cejas de ébano parecían el adorno trazado por la mano de un artista. Su frente era como una luna llena en la noche. Bahlul la comenzó a abrazar, mordió sus labios y besó sus senos; luego continuó hasta llegar a sus muslos. Siguió besando todo su cuerpo, hasta que la sintió desfallecer y ver cómo sus ojos se entornaban. Besó su keuss, y ella no lo rechazó. Miró apasionadamente las partes íntimas de Hamdonna, un espectáculo tan hermoso del cual no podía apartar la mirada. Bahlul exclamó: —¡Oh, la tentación de los hombres! Y la siguió mordiendo y besando hasta que su deseo fue imposible de contener. Se aceleranon sus ansias, y ansiendo su dekeur lo hizo desaparacer en el keuss de su amada. Ahora fue él quien llevaba el movimiento, y era ella quien le respondía apasionadamente. El clímax les llegó al mismo tiempo, calmando sus anhelos. 26 Fue Bahlul el que ahora sacó su dekeur, y lo secó. Se disponía a retirarse, cuando Hamdonna le dijo: —¿Dónde está la túnica? ¿Te estás burlando de mí, oh Bahlul? Él le contestó: —Oh mi señora, únicamente me separaré de ella con la siguiente condición. Usted ha ejercido primero sus derechos, luego, yo los míos; ahora es el turno de la túnica. Y diciendo esto, colocándola sobre el diván, la tomó nuevamente. Después, sacó su dekeur, le entregó la túnica y se marchó. 27 Luego, Hamdonna llamó a su negrita, la cual le dijo: —Ama mía, no creas que has ganado. Bahlul es un malvado, y tú no has podido engañarle. La gente piensa que puede burlarse de él, pero Alá sabe que es él quien se burla de ellos. ¿Por qué no me crees? —No me aburras con tontas observaciones –respondió la hija del Califa–. Lo que ha pasado tenía que pasar. Pues a la entrada de la gruta de cada mujer está escrito el nombre del hombre que allí entrará, para bien o para mal, para el amor o para el odio. Pues, ¿no dijo el Profeta que Alá controla el destino de todos los seres vivos de la tierra? Si el nombre de Bahlul no hubiera estado escrito a la entrada de mi gruta, no habría entrado, aunque me hubiese dado como regalo todo el universo con lo que encierra adentro. Mientras estaban ambas conversando, llamaron a la puerta. —¿Quién es? –preguntó la negrita. —Soy yo –contestó la voz de Bahlul. Hamdonna se espantó, pues ignoraba las intenciones del bufón. La negrita le preguntó qué deseaba y él contestó: —Quiero un poco de agua. Tengo demasiada sed para ir a buscarla más lejos. La negrita abrió la puerta y le dio un cántaro de agua. Bahlul bebió y luego dejó resbalar el cántaro de entre sus manos, de modo que se rompió en el suelo. Entonces la negrita cerró de golpe la puerta y Bahlul se sentó delante de la misma. Poco después, cuando llegó el gran Visir, le vio y le preguntó: —¿Por qué estás aquí, Bahlul? 28 Y él respondió: —Oh mi señor, pasaba por esta calle cuando de pronto sentí una sed apremiante. Vino una negrita y me dio un cántaro de agua, pero este cayó al suelo y se rompió. Entonces mi ama Hamdonna tomó en pago la túnica que nuestro Señor el Califa me había dado como recompensa por mi poema. —¡Que le devuelvan su túnica! –exclamó el Gran Visir. Hamdonna, al oír la voz, abrió la puerta y su marido le preguntó si era cierto que le había quitado la túnica a Bahlul por haber roto el cántaro. Entonces Hamdonna apretó los puños y gritó: —¿Qué has hecho, Bahlul? 29 Y el bufón le contestó: —Yo he hablado con tu marido el lenguaje de mi locura; habla tú con él el lenguaje de tu prudencia. Encantada por la delicadeza mostrada por Bahlul, la joven le devolvió la prenda y él se marchó de allí. "Cuando desciende la noche, mi amada me ofrece el terciopelo negro de su cabellera y el botón en rosa de sus senos… y mis ansias encienden mi deseo." 30 2 SOBRE LAS MUJERES DIGNAS DE ALABANZA "Y te diré palabras que tanto te gustan y que, murmuradas a tu oído, te harán destrozar la argolla que sella tus labios y anhelar que mis besos inunden tu boca… esas palabras que despertarán tus ansias, porque… ¡yo ya estoy impregnado de la voz de tu cuerpo!" Hay mujeres de diversas clases, algunas dignas de alabanza y otras merecedoras de reproches. Para que una mujer resulte atractiva a los hombres ha de poseer una figura agraciada y un cuerpo deseable. Su cabello debe ser negro, su frente amplia, sus cejas negras como las de los etíopes y sus ojos grandes y negros con el blanco inmaculado. Sus mejillas formarán un óvalo perfecto y tendrá una nariz elegante y una boca hermosa. Sus labios serán de color bermellón, como también su lengua. 31 Tendrá aliento agradable y cuello largo y bien modelado, busto y caderas amplias y senos firmes que llenen su pecho. Su vientre debe ser bien proporcionado, su ombligo bien marcado y hundido, y su keuss (vulva) prominente y carnosa desde el pubis hasta las nalgas, aunque con el pasillo estrecho, libre de humedad, cálido y suave al tacto. Sus muslos y nalgas deben ser firmes, su cintura delgada, sus manos y pies elegantes, sus brazos bien formados y sus hombros modelados. Cuando una mujer posee todas estas cualidades y se la ve por delante, su visión es seductora, y cuando se la ve por detrás, irresistible. Si se la ve sentada, es una cúpula redonda; recostada, un suave lecho; de pie, como una escultura. Al caminar, sus partes naturales resaltan bajo sus ropas. Pocas veces habla o ríe, y nunca sin razón. No acepta regalos más que de su esposo y sus parientes, y cuando se hallan en la casa, no interfiere en sus ocupaciones. No es traicionera ni tiene defectos que ocultar. Tampoco irrita a nadie. Si su esposo la invita a tener intimidad con él, se ajusta a sus deseos, e incluso a veces se anticipa. Lo ayuda siempre en sus tareas, es parca en quejas y lágrimas, no ríe al ver a su esposo triste o abatido, sino que comparte sus problemas, y lo consuela hasta que han desaparecido y no descansa hasta verlo contento. No se entrega más que a su esposo, aunque la abstinencia la llene de ansiedad. Oculta sus partes secretas a la vista, observa la mayor limpieza y oculta a su esposo aquello que pudiera desagradarle. Se perfuma y limpia sus dientes con corteza de nogal. Una mujer así es apreciada por todos los hombres. 32 — La historia del negro Dorerame — La historia que sigue sucedió hace tiempo, cuando un Califa poderoso gobernaba sobre un gran reino. Su nombre era Alí ben Direme. Una nocheque no podía dormir, llamó a su Visir, el jefe de la Policía y el Comandante de sus Guardias. Les ordena que vayan armados y ellos se presentan de inmediato. Ellos le preguntaron: —¿Qué se te ofrece, mi Señor? Él les dijo: —No tengo sueño, deseo hacer una ronda nocturna, y ustedes deben estar preparados para hacerla conmigo. Ellos obedecieron. El Califa les dice: —En el nombre de Alá y por la bendición del Profeta, que siempre está con nosotros. Ellos lo siguieron y lo acompañaron en su ronda, calle por calle. En una calleja oyen un ruido lejano, y al acercarse, reconocen la voz de un hombre, muy excitado, el cual se golpea el pecho y exclama: —¡No hay justicia en este mundo! ¿No habrá nadie que informe a Nuestro Altísimo Señor de lo que ocurre en su reino? El Califa preguntó qué significaban esas palabras. —Lo que puedo decirte es extraño –responde el hombre–. Yo quiero a una mujer la cual me correspondió con su amor. Tuvimos relaciones por largo tiempo, pero una vieja ha convencido a mi amante y la ha conducido a una casa de maldades, una casa de vicio. Desde ese momento no duermo, no tengo alegría y estoy en la desesperación. 33 El Califa le preguntó dónde estaba aquella casa maldita. El hombre le contestó que la mansión pertenece a un negro llamado Dorerame, el cual tiene varias mujeres en aquella casa, hermosas todas como la luna, y que su amante se había enamorado de Dorerame, dándole todo lo que deseaba: dinero, joyas, vestidos, alimentos y bebidas. Cuando el hombre terminó su narración, el Califa quedó sorprendido, pero el Visir, le dijo al Califa que debían ir a investigar. El Califa pidió al hombre que le mostrara la casa. —¿Si se la muestro, qué hará usted? –preguntó el hombre. —Ya verás –le dijo el Califa. —Usted no puede hacer nada –le contestó el hombre–, pues es un lugar en el que hay que tener cuidado. Si desea entrar por la fuerza, puede morir, hay que tener fortaleza y coraje para hacerlo. —Muéstrame el lugar –le dijo el califa–, no tengo ningún temor. El hombre le respondió. —¡Será como Alá quiera! Y decidió acompañarlos. Caminaron por una calle amplia, hasta que el hombre se detuvo ante una casa de puertas inmensas, con paredes altas e inaccesibles. Examinaron las paredes, buscando un lugar por donde penetrar, pero sin resultado. Para su sorpresa, encuentraron la casa completamente cerrada. El Califa, le dijo: —¿Cómo te llamas? —Omar ben Isad. El Califa le dijo: —¿Omar, estás loco? —Sí, pero por Alá, ayúdeme. 34 Entonces el Califa preguntó a sus asistentes: —¿Estáis decididos a seguirme? ¿Quién de vosotros puede escalar estas paredes? —Es imposible –le contestaron. Dijo el Califa: —Yo escalaré estos muros, pero necesitaré de vuestra ayuda. —¿Qué hay que hacer? –le preguntan. —Quiero saber –les dice–, quién de vosotros es el más fuerte. —El jefe de la Policía, Caouch. —¿Y quién le sigue? —El Comandante de la Guardia. —¿Y después de él? –preguntó el Califa. —El Gran Visir. Omar escuchó sorprendido. Su alegría es inmensa. El Califa le dijo: —Ya sabes quiénes somos. —Sí, mi Señor. Has averiguado quiénes somos; espero que no reveles nuestras identidades, y como fue contra tu voluntad, te absuelvo de toda culpa. —Oigo y obedezco –le respondió Omar. El Califa dijo entonces a Caouch: —Pon tus manos contra la pared para que podamos trepar. Y Caouch lo hizo. Entonces el Califa, dirigiéndose a su Comandante de la Guardia, le dijo: —Trepa sobre Caouch. Éste lo hizo, hasta quedar seguro sobre los hombros de Caouch. 35 Después, el califa le ordenó al Visir que trepara, hasta quedar sobre los hombros del Comandante de la Guardia, y que pusiera sus manos contra la pared. Finalmente, le dijo a Omar que trepara hasta lo más alto. Omar, sorprendido por esto, exclamó: —Alá, préstame ayuda en esta empresa –y trepó hasta llegar a la cúspide. Por último, sólo quedaba el Califa. Y dijo: —¡En el nombre de Alá y con la bendición del Profeta! –colocó su mano sobre la espalda de Caouch y les dijo: —Tened paciencia; si triunfamos todos seréis recompensados y a ti, Omar, te haré mi secretario privado. Y colocando sus pies sobre Omar trepó, hasta que sus manos se apoyaron sobre el terraplén. Luego, apoyándose en cada uno de ellos consiguió subir ayudado por esta escala humana. Cuando llegó arriba, buscó cómo descender del otro lado, y una vez más su ingenio lo salvó. Tomó su turbante y lo desenrolló, y haciendo un nudo, consiguió bajar al patio. Al explorar, encontró un portal en medio de la casa asegurado con una cerradura enorme. La solidez era tal que pareció un obstáculo formidable. Al ponerse a examinar el lugar, encontró siete cámaras o salas, todas adornadas con estilos diferentes, con tapices y colgaduras de terciopelo de diversos colores, desde la primera hasta la última. Continuando su búsqueda, encontró una escalera de mármol coloreado con la gama del arco iris. Subió por ella, llegando hasta una cortina de brocado rojo, la cual colgaba de la entrada. Luego se escondió detrás de ella para exami36 nar la sala, que estaba iluminada por la luz de muchos candelabros y velas que daban un tono dorado a la escena. En medio de la sala una fuente de frutas perfumaba el ambiente; también había ricos manjares. Diversos divanes daban lucimiento al aposento, y se veían adornos de todo tipo. Acercándose, pero sin dejar su escondite, el Califa vio que alrededor de la mesa estaban doce doncellas y siete mujeres, todas hermosas como la luna; quedó asombrado por la belleza y gracia que había en cada una de ellas. También vio que había siete negros, y esto lo sorprendió. Su atención fue atraída sobre todo por una mujer de belleza perfecta, con ojos soñadores y mejillas sonrosadas. Supo que esa cintura sensual, humillaría los corazones de todos aquellos que llegaran a enamorarse de ella. Atontado por su belleza, el Califa quedó como aturdido, dicéndose a sí mismo: “¿Cómo haré para salir de este lugar? Mi alma ha quedado prendada de amor”. Oculto, vio cómo los vasos se llenaban de vino. Bebieron y comieron, y supo que finalmente la bebida le ayudaría a derrotarlos. Mientras el Califa cavilaba cómo escapar, oyó cómo una de las mujeres decía: —Alza e ilumina con la tea, para que podamos ir a la otra recámara, antes de retornar a nuestros lechos, ya tenemos sueño. Se retiraron de la sala, y él se ocultó aún más para dejar que pasaran; entonces, aprovechando su ausencia, entró en la sala y se escondió en una alacena. Apenas le dio tiempo de ocultarse, cuando regresaron las mujeres, y con la mente oscurecida por los vahos del vino, se desnudaron y comenzaron a acariciarse entre sí. 37 Cuando finalmente, las mujeres se acostaron y apagaron las luces, el Califa se acercó con todo cuidado para oír su conversación. Alcanzó a escuchar que una de las mujeres preguntó por las llaves y otra le contestó que estaban en el sitio usual. El Califa se alegró por su buena suerte, y continuó pendiente de lo que hablaban. Escuchó lo que una de ellas dijo: —La esposa del Visir ha resistido todas las argucias del negro, y lo ha rechazado durante seis meses. No sabe que las llaves están en el bolsillo del negro. No le dice: “Dame las llaves”, pero tampoco le dice: “Dame tu dekeur”. Ya sabes que su nombre es Dorerame. El Califa permaneció en silencio, pero ahora ya sabía qué hacer. Esperó un poco a que las mujeres se durmieran, y sacando su espada y cubriéndose con un velo de seda rojo, abrió la cortina y salió silenciosamente; ya todos dormían. Luego, rezó en silencio pidiendo fortaleza, y acercándose sigilosamente al negro, buscó las llaves hasta encontrarlas y, con todo cuidado, se las quitó. Contó siete, que correspondían a cada una a las puertas de la casa. Abrió cada una de ellas hasta llegar a la calle. Ahí encontró a sus compañeros nuevamente, los cuales estaban inquietos por no saber nada de él. Le preguntaron qué era lo que había visto. Y él les dijo: —Ahora no es tiempo de contestar. No abandonaremos esta casa hasta rescatar a las mujeres. Les ordenó que sacaran sus espadas y que lo siguieran. Ellos lo hicieron y se pusieron en marcha hasta llegar a la sala, luego se acomodaron tras la cortina, hasta quedar ocultos. 38 Allí, vieron a los seis negros que se regocijaban ante la belleza de una veintena de jóvenes encantadoras, aparentemente iniciadas en todas las variaciones del juego del sexo. Sólo una, sentada en un estrado, la más hermosa de todas, no tomaba parte en este juego de caricias. Al cabo de unos instantes, vieron cómo el negro más alto se acercó a la joven, pero ella levantó la mano en un gesto de defensa, y cuando el negro se detuvo, ella empezó a recitar un poema, ante el asombro del Califa, el cual jamás había escuchado unos versos tan lascivos. Yo prefiero un hombre joven para hacer el amor; que sea todo coraje y que tenga una sola ambición, que su miembro sea fuerte para desflorar a una virgen, que sea ricamente proporcionado en todas sus dimensiones y que tenga una cabeza ardiente como un brasero. Enorme, como no hay otro en la creación; fuerte y duro, con su cabeza redondeada. Preparado siempre para la acción y que ésta no decaiga; que nunca duerma, debido a la violencia de su amor; que suspire para entrar en mi keuss y que se derrame en mi vientre; que no pida ayuda y no requiera de nadie; que no tenga nececidad de un aliado y que permanezca solo en sus fatigas, que nadie pueda dudar de sus esfuerzos. Que lleno de vigor y vida se sostenga en mi keuss; que su trabajo allí sea constante y espléndido. Primero por delante y luego por detrás; que su presión sea enérgica y vigorosa; 39 que roce su cabeza en la entrada de mi keuss. Que acaricie mi espalda, mi vientre y mis caderas; que bese mis mejillas y luego muerda mis labios. Que me abrace y me lleve a su lecho; que me tenga entre sus brazos como su amada, y que cada parte de mi cuerpo reciba su amor; que me cubra de besos encendidos y me encienda con su mirada. Que abra mis muslos y bese mi keuss y ponga su dekeur en mi mano para que toque en mi puerta. Sé que pronto estará dentro de mí, gozándome. Me tomará e iluminará mis ojos. Oh, mi hombre sobre todos los hombres, el que me da placer. Oh, alma de mi alma, eres como el viento arrasador. Has jurado por Alá que me tomarás durante setenta noches y se que desearás que te abrace y te abrace durante todas ellas. El Califa pensó que Alá había hecho a aquella muchacha más voluptuosa que a todas las mujeres que él conocía. Debe tener esposo, pensó el Califa, y fue atraída con engaños a esta casa mediante una trampa del negro, el cual parece locamente enamorado de ella. De pronto, el negro se dirigió de nuevo a la hermosa, pronunció su nombre, Beder el Bedur, y el Califa la reconoció. El hijo del Gran Visir de su padre se había casado con una Beder el Bedur, famosa por su belleza. Beder el Bedur volvió a hablar, después de haber rechazado de nuevo al negro: 40 Escuchad, hombres, lo que os diré sobre la mujer, el deseo de aparejarse se muestra en sus ojos. No confíeis jamás en sus juramentos, aunque sea hija de un sultán. Grande es su perversión. Al rey más poderoso le falta poder para dominar la voluntad de una mujer. ¡Guardaos, hombres! ¡No os fiésis del amor de una mujer! No digáis: ¡Ella es mi amada apasionada! No digáis: ¡Ella es la compañera de mi vida! Yo digo la verdad… ¿Podéis desmentirla? Cuando ella está en tu cama, te ama; pero el amor de la mujer no dura mucho tiempo. ¡Pobres necias! Porque en realidad, odian al marido más que a Satanás. ¡Creedme! ¡Creedme! En el lecho de su amo recibe al esclavo. En verdad, la virtud de la mujer es débil e inestable; además, se burla del hombre al que engaña. Por esto, el hombre sensato no se fía de las mujeres. Al concluir estas palabras, el Visir empezó a hablar, pero el Califa le dijo que se callara. Después de recitar la joven su poema, el negro se arrojó sobre ella; pero el Califa y sus acompañantes, espada en mano, atacaron por sorpresa a los siete negros, que aquella misma noche fueron decapitados. 41 Entre las jóvenes se hallaba la esposa del Cadí, una esposa del segundo Visir, otra del Mufti superior, una del tesorero del reino, y también las hijas de varios personajes principales de la corte. Curioso, el Califa se acercó a Beder el Bedur y le preguntó por qué estaban todas allí. Y Beder el Bedur, le contestó: —Oh, Señor de todas nosotras, el negro conocía nuestra pasión por el coito y el buen vino. Él nos hacía el amor noche y día, y su dekeur sólo descansaba cuando dormía. —¿Y de dónde consiguió la plata y las joyas? –le preguntó el Califa. Y como ella permaneció silenciosa, le dijo: —Dímelo, por favor. Y bajando la mirada, le dijo que todo provenía de la esposa del Gran Visir. A continuación, el Califa ordenó que los cuerpos de los negros fueran mutilados y quemados. Después clausuró las siete puertas de la casa y retornó a su palacio. Omar ben isad recuperó a su esposa y el Califa, cumpliendo su promesa, lo nombró secretario particular. Después ordenó al Visir que repudiara a su esposa y la castigara. Recompensó a Caouch, su jefe de Policía y al Comandante de la Guardia, con diversos presentes. Devolvió a sus familias a todas las mujeres y jóvenes, recomendándoles que dieran gracias a Alá. Esta historia es tan sólo una muestra de las tretas e intrigas que las mujeres emplean para engañar a sus maridos. También contiene la lección de que el hombre que se enamore de una mujer corre el enorme riesgo de verse metido en grandes dificultades. 42 "Cuando desciende la noche, el talle esbelto de mi amada semeja una garza de Kabul… y las ansias encienden mi pecho." 43 3 SOBRE LOS HOMBRES QUE SON MENOSPRECIADOS "Y después te cantaré mi pasión, esa que habla de ti y que rima en tu talle; ese desear que se pierde en la noche de tu cabellera y se extingue en el eco de tu cuerpo… ese cantar que ronda en mi boca, porque… ¡Yo ya estoy impregnado de la voz de tu cuerpo!" Un hombre deforme, de aspecto burdo, y cuyo miembro sea corto, delgado y flojo, será menospreciado ante los ojos de las mujeres. Cuando tal hombre tenga relaciones con una mujer, si no hace el acto de manera correcta y con el vigor necesario, no logrará que ella disfrute. Si se coloca sobre ella sin haber un juego erótico previo, sin que haya ni besos ni caricias, si no la muerde ni paladea sus labios, no conseguirá que ella desee ser poseída. Deberá conseguir que ella anhele el placer antes de penetrarla. 45 Pero si apenas hace uno o dos movimientos y eyacula, ella se sentirá insatisfecha. Por lo tanto, deberá con toda rapidez, conseguir la erección y estar otra vez dentro de ella. Tal hombre –como dijo hace tiempo un sabio– será despreciado, ya que al ser rápido en la eyaculación y lento en la erección; quedará temblando y, con todo su peso, oprimiendo a la mujer. Esto hará que sea menospreciado ante los ojos de cualquier mujer. Es despreciado también aquel hombre que falta a su palabra; el que no cumple sus promesas; aquel que nunca habla con la verdad y siempre le esconde a su esposa todas las cosas que hace, excepto el ufanarse ante ella de sus proezas amorosas con otras mujeres. Las mujeres no pueden estimar a tales hombres, ya que este comportamiento no les da ninguna satisfacción, ni les hace disfrutar de su compañía. Se contaba que había un hombre llamado Abbés, cuyo miembro era completamente pequeño y delgado. Tenía una esposa corpulenta, la cual, por más que él intentaba, no podía satisfacer. Muy pronto, ella empezó a quejarse con sus amigas. Esta mujer poseía una fortuna considerable, en cambio Abbés era pobre; cuando él quería alguna cosa, ella no le dejaba tenerla. Finalmente, un día, Abbés fue a ver a un hombre sabio para contarle su caso. —Si logras tener un miembro grande y firme, podrás disponer de su fortuna. ¿Sabías que la religión de las mujeres está en su keuss? Pero yo te prescribiré un remedio que alejará tus problemas. 46 Abbés preparó el remedio según la receta del hombre sabio, y después de haberla usado, su dekeur creció hasta ser largo y grueso. Cuando su esposa lo vio, quedó sorprendida, pero fue mayor su alegría cuando Abbés la hizo disfrutar como nunca antes; él comenzó a trabajar con su dekeur de tal manera, que ella tembló, suspiró, sollozó y gritó durante el acto sexual. Tan pronto encontró en su esposo estas cualidades, le dio su fortuna y puso todo lo que él quisiera a su disposición. "¡Qué ganas de lamentarte, pobre corazón! ¡Qué pueden conseguir tus impotentes lágrimas! ¡Comprende corazón… ella no te desea!" 47 4 SOBRE LAS MUJERES QUE SON DESDEÑADAS "Y después encontraré en tus labios la dulzura de los dátiles y en tus senos las flores que comienzan a desprenderse; narcisos, violetas y rosas… robaré de tu cuerpo el aroma de tus frutos, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del sabor de tu cuerpo!" Las mujeres difieren en sus tendencias naturales; hay algunas que son dignas de alabanza; y hay otras que sólo merecen desprecio. La mujer que es desdeñada por los hombres es fea y habladora; su pelo es lanudo, tiene la frente salida, sus ojos son pequeños y turbios, su nariz es enorme, su boca es grande con labios descoloridos; tiene las mejillas arrugadas y los dientes disparejos; muestra los pómulos amoratados y tiene pelos en la barbilla; su cabeza reposa sobre un cuello ancho y muy desarrollado; tiene los hombros contraídos y su pecho es estrecho, con senos colgantes y flojos. Su vientre semeja un cuero vacío 49 y tiene el ombligo saltado; no tiene cintura y pueden contarse los huesos de su columna vertebral; sus caderas son estrechas y su keuss es grande y frío. Finalmente, tal mujer tiene pies y rodillas largas, manos grandes y piernas flacas. Una mujer con tales imperfecciones, será muy difícil que pueda dar algún placer a los hombres, y tal vez sólo su esposo estará dispuesto a acostarse con ella. El hombre que se acerque a una mujer así, con su dekeur en erección, lo más probable es que vea cómo éste se pone flojo y pierde su firmeza. ¡Alá nos guarde de una mujer con tales características! Despreciable asimismo es aquella mujer que se ríe constantemente sin motivo. Como dijo un sabio: “Si una mujer siempre se está riendo y anda con los vecinos metiéndose en asuntos que no son los suyos; si se queja con su esposo por cualquier cosa creyéndose la gran dama y acepta regalos de cualquiera; todos saben que una mujer así no tiene la menor vergüenza”. Y también será despreciada aquella mujer que tenga un carácter agrio y nunca pare de hablar; la que al tener relaciones con un hombre, en lugar de mostrarse cariñosa, sólo se dedique a parlotear; la que es incapaz de guardar los secretos de su esposo y todo lo hace con malicia. La mujer de naturaleza pérfida hablará únicamente para contar mentiras, romperá todas sus promesas y si alguien confía en ella, lo traicionará. Es perversa, le gusta lo ajeno, es regañona y violenta; no es capaz de dar un buen consejo; siempre anda metida en los asuntos de otra gente y es la primera en comentárselos a todos; es frívola, perezosa y grosera; su lengua siempre está 50 lista para insultar a su esposo, tiene mal olor y habla a espaldas de él. Y no menos despreciable es aquella mujer que habla sin ningún propósito, la que es hipócrita y no es capaz de realizar ningún acto bueno; también la que, cuando su esposo le pide que cumpla con sus obligaciones, rehusa escuchar sus demandas; la mujer que no ayuda a su esposo en sus asuntos, y finalmente, la que siempre se está quejando. Una mujer de tal clase, si ve a su esposo enojado o en peligro, no es capaz de compartir sus aflicciones o brindarle apoyo; por el contrario, se burla y se aleja de los problemas. Ella es más amable con otros hombres que con su esposo; sólo se arregla para sí misma y no para él. Se muestra desarreglada, no cambia los hábitos que le molestan a él, y nunca se maquilla ni se perfuma. Ninguna felicidad puede esperar un hombre con una esposa así. ¡Alá nos guarde de ello! "Mi vida es una cadena de sufrimientos. ¿Por qué no curas mi mal… dulce, muy dulcemente?" 51 5 SOBRE EL ACTO SEXUAL Si deseas copular, tu estómago debe estar libre de alimentos. Sólo así el coito es bueno y saludable; pero si el estómago está cargado, el resultado será malo para ambos. Te expondrás a un ataque de apoplejía y gota, y podrías sufrir problemas de retención de orina o debilitamiento de la vista. Mantén tu estómago libre de todo exceso de alimentos y bebidas y nada tendrás que temer. No te unas con una mujer sin antes haberla excitado con caricias y juegos eróticos, y entonces el placer será recíproco. Es aconsejable que se estimulen mutuamente antes de que introduzcas tu dekeur (pene) en la keuss (vagina). Excítala besando sus mejillas, chupando sus labios y mordisqueando sus senos. Besa su ombligo y sus muslos y apoya una mano provocativamente sobre su pubis. Muerde sus brazos, y procura no olvidar ninguna parte de su cuerpo. Tenla cerca de ti hasta que ella sienta tu deseo, suspira y enlaza y piernas con los suyos. 53 Como dijo el poeta: Bajo su cuello, mi mano derecha le sirve como almohada y mi mano izquierda la acaricia para llevarla al lecho. Cuando estés con una mujer y veas que sus ojos languidecen y ella suspira profundamente, es decir, cuando ella desee hacer el amor, deja que ambas pasiones se mezclen y que la lujuria alcance su punto más alto; ése es el momento favorable para el verdadero goce. Tu mujer experimentará entonces mayor placer, por eso también tu amor será mayor y ella se aferrará a ti. Se ha dicho que: Cuando escuches a una mujer suspirar profundamente, y veas enrojecerse sus labios y orejas, y languidecer sus ojos; entreabrirse su boca y sus movimientos hacerse más lentos; cuando la veas inclinarse como si fuera a dormirse y bostezar con frecuencia, has de saber que éste es el momento indicado para el coito. Si la penetras entonces, el placer será supremo, y ciertamente despertarás el poder de “jadeba”,* que sin duda proporciona el mayor placer a ambos y ésta es la mejor garantía de que el amor perdurará. * Succión de su vagina 54 Los siguientes preceptos provienen de un conocedor del arte del amor, y son bien conocidos: Tu mujer es como un fruto que sólo rinde su fragancia cuando se le frota con las manos. ¿No es verdad que la albahaca no da su perfume a menos que la calientes con los dedos? ¿O que el ámbar, a menos que se le caliente y manipule, retiene su aroma oculto en su interior? Lo mismo ocurre con tu mujer. Si no la animas con travesuras y besos, con mordiscos en los muslos y fuertes abrazos, no obtendrás lo que deseas. No experimentarás placer cuando ella comparta tu lecho, y tampoco ella sentirá afecto hacia ti. Se cuenta que un hombre, al interrogar a una mujer sobre qué cosas eran las más apropiadas para inspirarle afecto por un hombre, recibió la siguiente respuesta: Las cosas que desarrollan amor por el coito son aquellos juegos eróticos practicados con anterioridad y el abrazo vigoroso en el momento de la eyaculación. Créeme, los besos, los mordiscos, el paladeo de los labios, las caricias en los senos y el beber de la saliva cargada de pasión... aseguran un afecto perdurable. Al actuar de ese modo, las dos eyaculaciones se producen al tiempo y el goce es completo para ambos. 55 Si ademas entra en acción el “jadeba” no podrá concebirse mayor placer. Si las cosas no ocurren de ese modo, el placer de tu mujer será incompleto y, si sus deseos no se satisfacen y su “jadeba” no entra en acción, ella no sentirá amor por su compañero. Pero cuando el “jadeba” funciona, sentirá el más violento amor por su amante, aún cuando se trate del hombre más feo de la Tierra. Intenta eyacular con ella al mismo tiempo, pues en ello radica el secreto del amor. Uno de los poetas más famosos que han hablado del alma y los secretos de las mujeres, relata la siguiente confidencia femenina: Oh, vosotros, hombres que buscáis el amor y el afecto de las mujeres, retozad antes de la cópula. Preparadla para el goce y no olvidéis nada para ese fin. Conocedla por cuanto hace y, mientras la amáis, borrad de vuestra mente cualquier otro pensamiento. No permitáis que el momento propicio al placer pase inadvertido: esto sucederá cuando veáis sus ojos húmedos y su boca entreabierta. Uníos entonces, pero nunca antes. Por tanto, hombres, cuando hayáis conducido a vuestra mujer a la condición favorable, dadle vuestro “dekeur”, y si os movéis adecuadamente, ella alcanzará un placer que satisfará todos sus deseos. No dejéis aún su pecho y que vuestros labios vaguen 56 por sus mejillas y vuestra espada repose en su vaina. Tratad ardientemente de excitar su “jadeba” y así vuestro trabajo será dignamente recompensado. Si gracias al Todopoderoso, lográis el éxito, tened cuidado de no retirar vuestro “dekeur”. Dejad que que permanezca y apure la copa del placer. Prestad atención y escuchad los suspiros y quejas y murmullos de tu mujer, pues ellos dicen la intensidad del placer que le habéis proporcionado. Y cuando el cese del goce ponga fin a vuestra unión amorosa, no os levantéis bruscamente. Retirad vuestro “dekeur” lentamente, y permaneced con ella yaciendo sobre vuestro costado en este lecho del placer. De este modo, todo saldrá bien, y no seáis como aquellos que montan a una mujer como lo haría un mulo, sin conceder atención a los principios del arte, retirándose y aseándose tan pronto como han eyaculado. Algo tan burdo privará a tu mujer de todo placer. Para resumir, el verdadero conocedor del arte de hacer el amor no deberá omitir ninguna de mis recomendaciones, puesto que de su observancia depende la felicidad de su mujer. ¡Alá ha hecho todo esto para que seamos mejores! "Soy el primero de tus esclavos. Al llegar la noche, iré a tenderme junto a tu lecho… dulce, muy dulcemente." 57 6 SOBRE LO QUE RESULTA FAVORABLE AL COITO "Y después mis caricias se hundirán en la exuberancia de tu cabellera y mis besos, cual juguetonas abejas, picotearán en las granadas de tus labios… mis dientes morderán el remate de tus pechos, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del placer de tu cuerpo!" Si deseas experimentar una unión sexual agradable que proporcione igual satisfacción y placer a ambas partes, es necesario acariciar a tu mujer y excitarla con mordiscos, besos y caricias. Recuéstala sobre el lecho, unas veces sobre su espalda, otras sobre su vientre, hasta que veas que ha llegado el momento del placer, de acuerdo a lo descrito en capítulos anteriores. Por tanto, cuando veas sus labios temblar y enrojecerse, y languidecer sus ojos y hacerse sus suspiros más profundos, 59 sabrás que desea ser poseída. Ése es el momento para situarse entre sus muslos y penetrarla. Si has seguido mis consejos, ambos podréis disfrutar de una unión placentera que dejará una sensación deliciosa. El Poeta ha dicho: Si deseas copular, coloca a tu mujer sobre el suelo, abrázala estrechamente y pon tus labios sobre los suyos. Luego apriétala, chúpala, muérdela: besa su cuello, sus senos, su vientre y su costado; estrújala contra ti hasta que el deseo la debilite y, al verla en ese estado, introduce tu “dekeur”. Si obras de este modo, vuestro goce será simultáneo, y ése es el secreto del placer. Pero si olvidas este plan, tu mujer no satisfará su deseo no obtendrá goce alguno. Cuando el acto haya concluido y desees levantarte, no lo hagas con brusquedad. Apártate suavemente de su lado, y si ha concebido, dará a luz un hijo. ¡Si ésa es la voluntad de Alá! 60 Un sabio ha dicho que si uno pone su mano sobre la keuss de una mujer preñada y dice: ¡En el nombre de Alá! ¡Que su misericordia sea con el Profeta! ¡Oh, Alá, te lo ruego, en nombre del profeta, haz que sea un varón! Podría ocurrir que, por la voluntad de Alá y por la consideración de nuestro señor Mahoma (¡sobre él sea la misericordia de Alá!), tu mujer diera a luz un varón. No bebas agua de lluvia inmediatamente después del coito. Si deseas repetir el acto, perfúmate con dulces aromas y luego acércate a tu mujer y alcanzarás un buen resultado. Es aconsejable descansar después del coito y no realizar ejercicios violentos. 61 7 SOBRE LAS DIFERENTES POSTURAS PARA COPULAR Las formas de unirse con una mujer son numerosas y variadas, y ha llegado el momento de que aprendas algunas de las diferentes posturas. Alá ha dicho: “Las mujeres son vuestro campo, id a vuestro campo como queráis”. Conforme a tu gusto, puedes escoger la postura que más te plazca, con tal que el coito se realice siempre a través del órgano designado: la keuss. 63 PRIMERA POSTURA Acuesta con ternura a tu mujer sobre su espalda y levanta sus muslos, luego sitúate entre sus piernas e introduce tu dekeur. Apoyándote en el suelo con los dedos de los pies, podrás moverte de la manera más placentera y adecuada para ella. Esta postura resulta muy recomendable para quienes tienen el dekeur largo. La posición de los muslos de la amada, al acostarse de espalda, debe elevarse antes de que él introduzca su dekeur en el keuss. 64 SEGUNDA POSTURA La amada sentirá intensamente la penetración de su amado, que la realizará con gran comodidad. La mujer se apoyará en las palmas de las manos y las rodillas, al tiempo que eleva su espalda formando como un puente. El dekeur encontrará el camino con facilidad y profundidad, dándole un gran placer. Ya que el hombre está de rodillas, pero erguido, será la mujer la que tendrá que regular la altura de sus nalgas acercando o alejando sus rodillas. En esta postura ambos pueden realizar el movimiento de cópula. El único inconveniente es que no pueden ni mirarse a los ojos ni besarse. 65 TERCERA POSTURA Ésta es la postura del regalo, pues las miradas y las palabras hacen que la pasión crezca. Para ello el hombre se coloca tumbado de espaldas y la mujer, sentándose, introduce su keuss en el dekeur. Luego ella se moverá lentamente subiendo y bajando ritmicamente las caderas, o tambien puede realizar movimientos circulares El secreto de esta postura es que la mujer quiere frotar su clítoris sobre el cuello del pene. ¡Y debe buscarlo y lograrlo! El hombre, mientras tanto, excitará a su amada acaricido su cintura o sus pechos. 66 CUARTA POSTURA La mujer se ofrece colocándose del modo de la plegaria sobre un lecho elevado. Porque el hombre está completamente erguido podrá desarrollar su máxima energía en la cópula. Y al penetrar en el keuss con gran profundidad dejará en la amada grandes momentos de placer. Hay mujeres que se sienten mal en esta postura, considerándola una postura indigna. El amado entonces debe ofrecer toda su ternura para hacerle ver que no es así, que sólo es un modo más de compartir el amor que ya se profesan. 67 QUINTA POSTURA Es un largo abrazo en el que la amada introduce su keuss sentándose a horcajadas sobre el dekeur del hombre. En esta postura se busca más el tierno beso y las caricias que el placer intenso del orgasmo. No es un movimiento sencillo el que los amantes tienen que realizar. Tanto él como ella moverán sus caderas con lentitud o con rapidez, según el deseo vaya aumentando. Si el hombre intentara subir y bajar enérgicamente los muslos, la mujer sólo rebotaría sobre los mismos y perdería todo el encanto. Pero si este enérgico movimiento es sólo el acto final para el máximo placer, la postura habrá sido plena y reconfortadora. 68 SEXTA POSTURA La mujer descansa tumbada al borde del lecho. Sus piernas sobresalen del mismo y esperan a su amado semiabiertas. El hombre, de rodillas, se cuela entre las piernas y juguetea en el keuss con su dekeur. El keuss de la amada se vuelve más y más receptivo. Es, entonces, cuando la penetran: suavemente al principio, con fuerza al final. Las caricias y los besos son la poesía de los amantes. Las miradas, el alimento más duradero del amor. 69 SÉPTIMA POSTURA Hay mujeres pequeñas de estatura y delgadas como sauces. Esta postura es un juego en el que disfrutan sobremanera, pues comprueban la fuerza de su hombre mientras reciben un intenso placer. Las piernas rodean la cintura del hombre mientras éste sostiene a la mujer por los gluteos. El movimiento lo llevarán los dos por turnos: con los brazos ella, con las manos él. Hablarse, mirarse, besarse, morderse suavemente... ¿Se puede pedir mayor placer mientras se estremecen los amantes? 70 OCTAVA POSTURA Extiende a tu mujer sobre una mesa o un lecho alto; tú debes situarte frente a ella. Coloca sus piernas sobre tu cintura o tus hombros. En esta posición, tu dekeur se encontrará exactamente enfrente de su keuss. Ése es el momento de introducir tu dekeur. Las piernas de la amada deben estar estiradas o levemente dobladas. Lo mejor es conservar las piernas encogidas, o descansar las pantorrillas sobre la cintura de él. Es importante que antes de realizar la penetración, se eleve el cuerpo de ella para que su keuss baje y pueda el dekeur penetrar con mayor facilidad. Los gemidos arderán pronto. 71 NOVENA POSTURA Pareciera que la amada quisiese arroparse con su amado, susurrarle al oido su amor, morder suavemente el lóbulo de su oreja... Porque está de medio lado, con las piernas muy encogidas sobre la cintura del hombre. Ella quiere la ternura del abrazo y ofrece su keuss para que todo sea sencillo, y que su amado goce y la haga gozar con un movimiento continuo y sosegado. Pues sabe que será una cópula larga y deliciosa, y que quedará en el recuerdo como marcada a fuego para siempre. 72 DÉCIMA POSTURA Amado y amada, de rodillas, se entregan a una nueva forma de encontrar la eternidad del amor humano. Ella porque quiere ser acariciada intensamente: cintura pechos, clítoris, muslos... Y besada en el cuello y lóbulos... Y no le importaría que su amado le mordiera suavemente el hombro... ¡Tantos son los jardines que Alá ha puesto en la piel de la mujer! El hombre buscará su placer en el corto instante mágico que ya conoce. Para la amada será un largo instante, largo como un día entero, intenso como un sobresalto de alegría. 73 UNDÉCIMA POSTURA La amada se extiende sobre el suelo y eleva las piernas; el hombre, entonces, se arrodilla, toma las piernas de la amada y las pone alrededor del cuello, de modo que sólo la espalda de la amada permanezca sobre el suelo. Luego la penetra. Buscarse con los ojos bien abiertos es una muestra de amor, del mismo modo que la voz sirve para incrementar la excitación. Aunque él la mantenga sujeta, la pierna que se tiene levantada va a servir como la llave secreta del placer. Un movimiento sosegado alargará el momento del clímax. 74 Además de las precedentes, existen otras POSTURAS USADAS EN LA INDIA. Es bueno saber que los hindúes han multiplicado las formas de poseer a una mujer y llevado sus investigaciones campo mucho más lejos que los árabes. Entre otras posturas y variaciones, figuran las siguientes: Asemeud, la clausura El modefeda, la postura de la rana El mofeka, el abrazo de los pies El mokermeutt, con las piernas levantadas El setouri, la postura de las tijeras El loulabi, el tornillo El kelouci, el asalto Hachou en nekanok, la cola del avestruz Lebeuss el djoureb, la calzadura del calcetín Kechef el astine, la visión mutua del trasero Neza el kouss, el arco iris Nesedj el kheuzz, el movimiento recíproco Dok el arz, el golpeteo Nik el kohoul, el coito por detrás. El keurchi, vientre a vientre El kebachi, la postura del carnero Dok el outed, la introducción de la pértiga Sebek el heub, la fusión amorosa Tred ech chate, la postura de la oveja Kalen el miche, la inversión Rekeud el aïr, la carrera del miembro El modakheli, el empalme El khouariki, la permanencia en casa Nik el haddadi, la postura del herrero El moheundi, la seducción 75 EL ASEMEUD, LA CLAUSURA El hombre tumbado de espaldas, eleva el torso hasta poder apoyarse con los codos. Las piernas las tiene medio recogidas. ¿Por qué una postura tan incómoda? Porque no ha ser él quien lleve la iniciativa en esta ocasión, porque no será él quien proporcione placer a la amada... Porque la amada parece sentarse sobre el hombre, estirando las piernas y guardando el equilibrio al agarrarse a sus tobillos. Y será ella quien suba y baje las caderas, o las haga girar en redondo. Muy grande ha de ser la resistencia y la paciencia de la mujer, pues el secreto es lograr placer para sí misma... sólo entonces el hombre podrá alcanzarlo. 76 EL MODEFEDA, LA POSTURA DE LA TENAZA La mujer se tumba de medio lado sobre una mesa, con las piernas bien juntas. El hombre las sostiene por los gemelos para que la posición de la amada sea siempre recta. Por eso su keuss estará bastante cerrado... El hombre la penetra abriéndose paso con energía. Nada ha de hacer la mujer sino esperar pues poco puede pedir a la posición en la que se encuentra su cuerpo. Quizá sólo mirar al rostro de su amado y comprobar la fortaleza y belleza de su torso. El hombre sólo puede moverse de dentro a fuera. Por ello es recomendable un ritmo lento y constante, un ritmo que no debe ni acentuarse ni hacer más lento. Un ritmo de metrónomo, uniforme... 77 EL MOFEKA, EL ABRAZO DE LOS PIES La amada, completamente relajada, se tumba sobre el lecho. El hombre, entonces, se arrodilla y levanta las piernas de la amada hasta que sus rodillas casi rocen sus pechos. Luego toma los tobillos de la mujer y le abre las piernas lo suficiente como para que su keuss quede totalmente al descubierto. Entonces comienza el juego del dekeur ya que la mujer expone totalmente su clítoris. El hombre debe jugar incansablemente por las paredes de la entrada del keuss. Es muy probable que así la mujer alcance el orgasmo varias veces. Por eso es una postura muy querida por ellas, ya que el placer es tanto, tan prolongado y tan intenso que bien vale sufir un poco la incomodidad en la que yace. 78 EL MOKEURMEUTT, CON LAS PIERNAS LEVANTADAS El hombre está tumbado de espaldas sobre el lecho. Levanta las caderas y una de sus piernas perpendicularmente, apoyándose en el cuerpo de la mujer, que está erguida y que se sienta a horcajadas sobre las piernas abiertas del hombre. Ése es el momento en el que debe introducir su keuss en el dekeur. La mujer está semisentada sobre el hombre y efectuará los movimientos más cómodos y necesarios para alcanzar el orgasmo. Intentará mantener el equilibrio situando uno de sus pies junto al cuello del amado y el otro debajo de sus nalgas. El hombre deberá tensar ambas piernas lo más que pueda: así su orgasmo será más intenso. 79 EL SETOURI, LA POSTURA DE LAS TIJERAS La amada mira el rostro del hombre volviéndose sobre su cintura. Está semiencogida. Él la penetra. Como ambos tienen las rodillas dobladas, la postura se convierte en una posibilidad de hablarse en susurros y revelarse secretas fantasías. Y al no ser tan cómoda como pareciera, la conversación se alarga. Pero él no dejará de moverse en ningún momento, aunque tampoco acelerará el ritmo de las caderas. Y si la amada no se siente demasiado excitada, el la ayudará con el dedo corazón, aunque pienso que ella podrá conseguir el placer con más facilidad. Nunca olvidéis que el éxtasis es el premio del amor. No olvidéis que son dos los premiados, no uno. 80 EL LOULABI, EL TORNILLO Si alguna vez os atrevéis a algo así no penséis que habéis bebido más de la cuenta o habéis fumado demasiado kiff. ¿Tan mala es esta postura? No, todas las posturas de las que os hablo tienen su razón de ser y cada una sirve para producir en los amantes recuerdos y sensaciones diferentes. Hombre y mujer están sentados: el sobre una silla, ella con su keuss dentro del dekeur del amado. Con sus piernas rodea el cuello del hombre. Con las manos se sostiene por sus brazos. Él, mientras tanto la sostiene por la cintura. Él moverá los muslos de arriba abajo. Ella hará como si remara, acerándose y alejándose. Y hablarán mucho. 81 EL KELOUCI, EL ASALTO Ambos están erguidos, aunque la mujer dobla su cintura para que la penetración sea más sencilla y más profunda. La comodidad es muy importante para los amantes, y si la estura puede ser un obstáculo, tanto uno como otro pueden elevar el cuerpo con un escabel. El hombre puede empezar a moverse con lentitud, hasta que note que la excitación de la amada va en aumento. Sus jadeos son el faro que le guía a acelerar sus embates cuando aquellos se hacen más intensos y más continuados. ¡Y acaricia su pecho y su cintura! 82 HACHOU EN NEKANOK, LA COLA DEL AVESTRUZ ¿No dijo el poeta: “...el hombre es el barco y la mujer la vela...”? Porque un barco sin vela va a la deriva, es ingobernable... Así, como la vela, la mujer se coloca de rodillas, sentada sobre el dekeur del amado. El hombre está tumbado de espaldas, con las piernas juntas. ¡Pero los amantes nos se ven el rostro! El hombre acaricia la espalda y el pecho de la amada y ésta se mueve al ritmo de su propio deseo. Porque es su deseo el que tiene que satisfacer, y no tanto el de su amado. Por eso no le mira. En el lecho muchas son los manjares, y todos hay que probarlos. Esta es una postura para ella, habrá otras para él. Y las habrá para los dos. 83 LEBEUSS EL DJOUREB, LA CALZADURA DEL CALCETÍN Para sentir el cuerpo del amado, su peso, sus besos apasionados y las caricias en pecho y cintura: esta clasica postura añade fuego al fuego, y la hoguera se hace inmensa e inolvidable. Ella se tiende boca arriba en el lecho y abre las piernas levemente. El hombre se tumba sobre ella, con las piernas juntas y el dekeur dispuesto. La danza de la cadera del hombre es el secreto para el placer. El único problema es que el hombre suele alcanzar el orgasmo antes que la amada, olvidándose de todo y dejándola sin el gozo deseado. Recuérdalo: es imperdonable abandonarla en ese instante. El deber es recompensarla, hacerla partícipe del paraíso. 84 KECHEF EL ASTINE, LA VISIÓN MUTUA DEL TRASERO La amada se situa de costado, con las piernas medio recogidas pero muy juntas. Está de espaldas respecto al hombre, al que sólo puede ver el rostro con algo de incomodidad. Está recostada sobre el lecho y ofrece cómodamente su keuss. El hombre, después de penetrarla, utilizará su mano diestra para acariciar el bode de se keuss, allí donde el clítoris se refugia. La mujer se deja hacer, le permite caricias y besos en el hombro. Y si él decidiese penetrarla de otro modo, nada cambiaría, pues es la mano habilidosa –y a fe que tiene que serlo– del hombre la que debe hacer olvidar a la amada cualquier inconveniente, incomodidad, reparo o reproche. Sólo así tiene sentido esta postura. 85 NEZA EL KOUSS, EL ARCO IRIS Los suaves besos de una mujer son como el aire del Paraíso. Y su piel, la suavidad de las túnicas con las que nos vestiremos en el Paraíso. El movimiento de sus caderas, la eternidad en la tierra, el don de Alá... Porque esta postura es el regalo más grande que la amada puede hacerte, pues se entregará entera, buscará tu placer sin descanso, hará que tus sentidos sean lo único que percibas del mundo que te rodea. El hombre erguido, levemente recostado. La mujer le abraza por el cuello y apoya sus pies con firmeza. Ella lo besa, ella sube y baja, ella danza sutilmente sobre el dekeur de su amado. Pero no se olvida de sí misma. Pecaría de tonta si lo hiciera. 86 NESEDJ EL KHEUZZ, EL MOVIMIENTO RECÍPROCO ¿No os parecen ridículas ciertas frases, ciertos gestos que, sin pudor se ofrecen los amantes? O lo que es peor, ¿no os parecen ridículos algunos de los silencios que se producen entre los que se creen amantes? Esta postura aliviará de la rutina a los introvertidos o aburridos amantes. Pues si una mujer se atreve a subirse en una silla y, manteniendo el equilibrio, se mueve de uno a otro lado para procurarle placer a su amado, y si un hombre introduce su dekeur casi poniéndose de puntillas, y se mueve para procurarle todo el placer posible a su amada, entonces es que están curados, que no hay fantasías imposibles para ellos, y que son un verdadero matrimonio. 87 DOK EL ARZ, EL GOLPETEO Muchas veces un pequeño cambio cuando se unen los amantes, hace que aprezcan nuevos territorios para el placer. Éste es el caso, pues la postura es muy clásica. La diferencia es importante, pues son las piernas de la mujer las que están completamente juntas y las del hombre semi abiertas. En el amor la atmósfera son los matices: pequeñas cosas que convierten un leve hecho en una gran crónica. Y éste es el ejemplo: aun siendo una postura un poco más incómoda para los amantes, es el rozamiento el que hace que todo sea más intenso, que el placer parezca diferente. 88 NIK EL KOHOUL, EL COITO POR DETRÁS La amada yace boca abajo con la mitad de su cuerpo dentro del lecho o de una mesa, y la mitad fuera. El hombre la sujeta por los muslos. ¿Qué decir de una excentricidad tan grande? Que es muy placentera si la mujer está completamente relajada y no tensa sus piernas. Es un regalo para la amada, por Alá que lo es. Sé de una concubina que sólo quería esa postura con su amado. Y que no podía contar las veces que alcanzaba el placer absoluto. ¿Exageraba? El amor convierte un cuerpo incrédulo en un ejército de fieles. No lo dudéis. 89 EL KEURCHI, VIENTRE A VIENTRE Pareciera que la bestia ha asaltado a la presa despistada y se dispone a inmovilizarla y devorarla. La amada tiene las piernas abiertas pero una está extendida y la otra medio recogida. Está medio tumbada boca abajo, pero apoyándose en los codos para así tener la cara y los hombros levantados. Esto es importante pues los besos y las miradas son posibles. El hombre la penetra por detrás, aunque el dekeur no suele profundizar mucho en el keuss. El movimiento será lento, muy lento, pues es muy fácil el desacople. La amada sentirá leve pero intensamente al hombre y alcanzará el placer antes que él la mayoría de las veces. 90 EL KEBACHI, LA POSTURA DEL CARNERO Como muchas otras posturas, en ésta el hombre puede elegir el lugar por donde entrar en la amada. Pero lo cierto es que será la amada la que hará la elección. Es más, el lado natural es más incómodo que el que no lo es. Pero ese no es el problema, si la amada quiere que así sea. Pues el hombre tiene que comportarse casi como un objeto, no moverse y dejar que toda la poesía la escriba la amada. Ella se moverá para producirle placer. Y al tiempo, y con su dedo corazón, recorerá en círculos, una y otra vez, su fuente inagotable de placer. Y mi consejo es que no se detenga hasta que el amado obtenga el suyo. 91 DOK EL OUTED, LA INTRODUCCIÓN DE LA PÉRTIGA Hay secretos de alcoba, hay secretos de amantes, hay secretos que sólo pueden revelarse en voz baja, en susurros. Así la amada anima o excita a su hombre hablándole, dándole calor con su aliento en la oreja. ¿Habéis visto estallar un pino en un incendio? Más estalla el amado así encendido. Y le acariciará a la amada sus muslos, su espalda. Y buscará su boca para besarla. Y tocará con la yema de sus dedos el keuss hasta que el universo se estremezca. Pues apenas hay movimiento de los cuerpos, el hombre tardará en conseguir su orgasmo. ¿Importa? ¿Buscarán los amantes otros modos de gozar? ¿Lo dudas? 92 SEBEK EL HEUB, LA FUSIÓN AMOROSA ¿Cuántas formas existen para que un hombre y una mujer gocen de sus cuerpos? Y si gozan, ¿por qué es mejor una que otra? Si estuviérais en el Paraíso junto a Alá ¿qué fruta dejaríais de probar?, y decidme ¿cuál rechazaríais? Ninguna, claro está. La amada, eternamente joven a los ojos del que la ama, está de pie y sujeta las piernas del hombre por los gemelos. El hombre está tumbado completamente en el lecho y nada ve, pues en esta postura tiene que estar de principio a fin con los ojos cerrados. Ella girará, subirá y bajará según sea su placer, y cuando estalle en él, inevitablemente desbocada, desbocará a su hombre. Y entonce la luz parecerá hecha de rubíes. 93 TRED ECH CHATE, LA POSTURA DE LA OVEJA Podría parecer una danza, pues la mujer, erguida y manteniendo el equilibro sobre los dedos de sus pies, es la que se mueve para el placer. De arriba a abajo o en círculos. La amada podrá apoyar sus manos sobre el pecho del hombre o acariciarse ella su propio pecho. Es una postura para ensoñar, para mirar a hurtadillas al infinito con los ojos cerrados, para seguir la danza del amor hasta que todo sueño quede satisfecho. 94 KALEN EL MICHE, LA INVERSIÓN La amada tiene todo sus músculos tensos, y una postura incómoda. Parecería que el gozo es imposible. Pero si la mente está libre y el deseo despierto, el placer llegará. El hombre la penetrará profundamente; si hay algo de resistencia debe detenerse, pues el dolor no es amigo del placer, ni el placer del dolor. Tampoco debe ser veloz, pues el placer para los dos es el doble de placer. La amada puede dejar en ésta o en otras posturas semejantes, que el amado elija por donde penetrarla. Sólo él, entonces, encontrará satisfacción. No haré por recomendarlo o rechazarlo, pues serán los amantes y siempre lo dos, quienes decidan si lo desean o no. 95 REKEUD EL AIR, LA CARRERA DEL MIEMBRO Los amantes, de pie, se disponen al amor y al placer. Se besan, se acarician, se aprietan el uno contra el otro. El juego previo es el mayor talismán para un encuentro inolvidable. Por lo general la mujer debe estar subida o en un cajón, un escabel o varios cojines. Es importante pues la penetración debe producirse sin inconvenientes ni incomodidades y la mujer suele ser de menos estatura que el hombre. Si es la mujer la más alta o de igual talla será el hombre el que busque cómo estar más alto. Será el hombre el que inicie los movimientos, preferentemente en circulos y con medida lentitud. Y no olvidará en ningún momento las caraicias y los besos. 96 EL MODAKHELI, EL EMPALME ¿No está escrito que el número de estrellas es infinito? ¿No se dice que, si Alá quiere, cualquier cosa es posible? Si los amantes desean ejercitarse en el amor una postura así les vendrá al pelo. Aunque no es peligrosa el único problema que pueden hallar es que les de la risa a ambos mientras la ejecutan, o que alguien se haga daño al realizarla. La mujer está tendida de espaldas, con las piernas juntas y perpendiculares al suelo. El hombre boca abajo apoyado tanto en las rodillas como en los codos y la frente (hacienbdo como un puente). Las cabezas de los amantes en lados opuestos... ¿quién debe moverse? Ambos pero no a la vez. ¡Y se alcanza el orgasmo! 97 EL KHOUARIKI, LA PERMANENCIA EN CASA Hay poetas antiguos que comparan a la mujer con un péndulo, por lo incosntante o por lo que muda de opinión. ¡Por Alá, que son injustos! Ahora bien, si lo dicen por la postura de la que hablo ahora ¡cuánta razón tienen!, pues la amada mueve su torso como un péndulo mientras el hombre la sujeta, sentado, por la cintura. La amada parece como si se clavara el dekeur, como si quisiera devorarlo. Como un péndulo que va y viene, como un columpio que siempre regresa. Una y otra vez hasta que el hombre pierde por un instante la respiración y la noción del tiempo. 98 NIK EL HADDADI, LA POSTURA DEL HERRERO Es la amada la que busca con su boca la boca del amante. Éste, sentado sobre sus propias piernas, deja que la mujer introduzca su keuss en el dekeur. Besos y una candencia suave y leve, como un rumor lejano: asi se mueven la cadera y la cintura de la amada, con movimientos cortos, con breves subidas y bajadas..., porque quiere que el placer se prolongue, dure hasta que sea inevitable la explosión del orgasmo. Al ser una postura cómoda para ella, al tiempo que muy romántica, y al ser, así mismo, una forma de llevar la iniciativa, proponérsela a la amada es excitarla más, es comprometerla más, tenerla más cerca del amor y más lejos del reproche. 99 EL MOHEUNDI, LA SEDUCCIÓN La mujer yace recostada sobre su pecho, con las piernas abiertas y las nalgas un poco elevadas. El amado la penetra por detrás mientras le besa los lóbulos de la oreja, el cuello y los hombros. Ella, al no poder usar sus brazos ni poder mirarle a los ojos, solo puede cerrar los suyos y ver cómo le llega poco a poco el placer. Pues la clave de esta postura para los amantes está en la máxima actividad del hombre y la completa pasividad de la mujer. El podrá acelerar o enlentecer sus acometidas y hará todo lo posible para alejar la eyaculación. Sólo cuanto vea que ella llega o está en el orgasmo, acelerará todo lo más que pueda para conseguir el suyo, si puede ser, al mismo tiempo. 100 Las descripciones precedentes suministran un gran número de posturas que pueden ser generalmente utilizadas, aunque su gran variedad permitirá a aquellos que encuentren dificultades para practicarlas, encontrar la que les resulte más adecuada y les proporcione mayor placer. No he creído necesario mencionar aquellas posturas que me parecen de casi imposible ejecución; si alguien considera que son pocas las mencionadas, se pueden inventar otras nuevas. Es indudable que los hindúes han ideado gran cantidad de posturas. La siguiente puede servir de ejemplo: La mujer yace sobre su espalda y el hombre se sienta a horcajadas sobre su pecho, mirando hacia sus pies. Luego se inclina y le levanta los muslos hasta que su keuss se halle frente a su dekeur y la penetra. Esta postura es muy difícil de ejecutar. Se dice que hay mujeres que, durante el coito, pueden elevar una de sus piernas en el aire y balancear una lámpara sobre la planta de su pie sin derramar el aceite o apagar la lámpara. Esta acción no interrumpe el coito, aunque sin duda requiere una gran habilidad. Sin embargo, lo que proporciona mayor placer, son los besos, los abrazos, chuparse mutuamente los labios. Esto diferencia al hombre de los animales. Nadie es insensible a los placeres que se derivan de la sexualidad. Cuando el amor de un hombre alcanza su cenit, todos los placeres del coito resultan accesibles. Ésta es la fuente real de la felicidad para ambos. Es aconsejable ensayar todas las posturas, ya que así podrán saber cuáles proporcionan más placer a la mujer. Así conocerá sus preferencias y obtendrá la satisfacción de con101 servar el afecto de su mujer. El consenso universal establece en general que son cuatro o cinco las posturas que proporcionan mayor satisfacción. Pero el mismo consenso recuerda que hay que ser curioso, y más en este terreno. Se cuenta que un hombre tenía una concubina de gran belleza, gracia y perfección. Tenía él la costumbre de copular con ella de la manera ordinaria, con exclusión de cualquier otra. La mujer no experimentaba placer, y terminaba siempre de mal humor. El hombre explicó su problema a una anciana, y ésta le dijo: —Ensaya diversas posturas con tu pareja, y observa cuál le proporciona mayor placer. Cuando la hayas identificado, no uses otra, y ella te amará sin límites. Así el hombre ensayó varias posturas, y cuando llegó a ella, cuando la descubrió, vio que el placer de su concubina era intenso y sintió su dekeur férreamente atrapado. La mujer, mientras mordía sus labios, exclamó: —¡Ésa es la manera adecuada de hacer el amor! Estas demostraciones probaron al amante que su concubina experimentaba el mayor placer con esta postura, de modo que nunca usó otra. Ensaya, por tanto, las diferentes posturas, puesto que cada mujer prefiere aquella que le proporciona el mayor placer, aunque la mayoría muestra una marcada predilección por aquella que al practicarla, unen vientres y bocas, y el jadeba generalmente entra en acción. Ahora me resta hablar sobre los diferentes movimientos usados durante la cópula. 102 Neza el dela, el cubo en el pozo (primer movimiento) Después de la penetración, el hombre y la mujer se abrazan estrechamente. Luego el hombre se mueve y retrocede ligeramente, y a su turno, la mujer hace lo mismo, y así continúan alternativamente. Deben colocar sus manos y pies unos contra otros. El netahi, el choque mutuo (segundo movimiento) Después de la introducción, ambos retroceden, aunque con cuidado para que el dekeur no se salga. Luego se aproximan con suavidad y se abrazan estrechamente y de este modo continúan. El motadani, la aproximación (tercer movimiento) El hombre se mueve de la manera habitual y se detiene. La mujer, que ha conservado el dekeur en su lugar, se mueve una vez y se detiene. Luego recomienza el hombre, y así continúan hasta eyacular. 103 Khiate el heub, el sastre del amor (cuarto movimiento) El hombre penetra parcialmente y se mueve con un movimiento de fricción, y luego entra completamente de un solo golpe. Es semejante a la acción de un sastre que, tras haber pasado el hilo por el ojo de una aguja, lo toma por la otra punta de un tirón. Este movimiento es aconsejable sólo para aquellos que pueden controlar la eyaculación. Souak el feurdj, el palillo en la vulva (quinto movimiento) El hombre introduce su dekeur y explora la keuss de arriba a abajo y en todas direcciones. Este movimiento requiere un pene vigoroso. Tachik el heub, el vínculo del amor (sexto movimiento) El hombre penetra completamente, de modo que su cuerpo quede perfectamente ajustado al de la mujer. Luego debe moverse con energía pero con cuidado, para evitar que el dekeur se salga de la keuss. Este es el mejor movimiento de todos, y resulta adecuado para casi todas las postura. Las mujeres en general, lo prefieren porque proporciona un mayor placer y permite a la keuss atrapar el dekeur. Cualquier postura resulta insatisfactoria cuando el beso es imposible. El placer será incompleto, puesto que el beso es 104 uno de los estimulantes más potentes que el hombre o la mujer pueden utilizar. Hay unos versos que dicen: La mirada lánguida pone en relación el alma con el alma, y el tierno beso lleva el mensaje del dekeur a la keuss. Hay quienes afirman que el beso es parte integral de la cópula. El beso más delicioso es aquel que se da a unos labios húmedos y ardientes y que va acompañado de la chupadura de los labios y la lengua. Esto producirá en la mujer la emisión de una saliva dulce que resulta altamente estimulante para el hombre. Por eso un poeta escribió: Al besarla he bebido de su boca, como el Camello bebe en el oasis. Su abrazo y la frescura de su boca me dan una languidez que me llega a todo el cuerpo. Un beso debe ser sonoro. Su sonido nace entre la lengua y el paladar, y se produce por un movimiento de la lengua en la boca y un desplazamiento de la saliva provocado por la succión. Un beso en la parte exterior de los labios y acompañado de un sonido como el que se emite para llamar a un gato, no da placer alguno. En cambio el beso que he descrito antes, 105 perteneciente a la cópula, provoca una voluptuosidad deliciosa. Es uno mismo quien debe aprender a diferenciarlos. Un verso popular nos recuerda que: Un beso en labios húmedos es mejor que un coito apresurado. Yo he compuesto sobre este tema las siguientes líneas: Besas mis manos... ¡Mi boca debería ser el sitio! ¡Oh mujer, tú que eres mi ídolo! Fue un amoroso beso el que me diste, pero se perdió: la mano no puede apreciar la naturaleza del beso. Has de saber que todos los besos anteriormente mencionados son inútiles cuando no van acompañados de la introducción del dekeur. Por tanto, si no estuvieses capacitado para copular, debieras abstenerte, ya que de otro modo encenderás un fuego que sólo una separación podrá extinguir. La pasión inflamada se asemeja a un fuego, y así como éste sólo puede apagarse con el agua, sólo el semen puede extinguir el fuego del amor. Cuando las caricias no van seguidas de la cópula, la mujer queda tan insatisfecha como el hombre. 106 Se cuenta que Dahama ben Mesejel se quejó ante el gobernador porque su esposo, El Ajaje, era impotente y ni cohabitaba con ella ni la cortejaba. Su padre, que la asistía en el caso, fue censurado a causa de esto por las gentes de Yahama, quienes le preguntaron si no se sentía avergonzado de reclamar el coito para su hija. —Quiero que tenga hijos –replicó–. Si los pierde, Alá le exigirá cuentas. Y si los conserva, ¿no le resultan útiles? Dahama expuso su caso ante el emir con estas palabras: —Aquí está mi esposo. Hasta ahora no me ha penetrado. —Quizá no sientas deseos –objetó el emir. —Al contrario. Estoy deseosa de yacer y abrir mis piernas. —Oh, emir, ella miente –exclamó su esposo–. Si quiero poseerla, debo luchar duramente. —Te daré un año para probar la falsedad de tu alegato –respondió el emir. No obstante, lo hizo sin simpatía alguna por el hombre. Tan pronto como regresó a casa, tomó a su esposa en brazos y comenzó a acariciarla y besarla en la boca, pero en esto se agotó su empeño, ya que no pudo demostrarle su virilidad. Dahama le dijo: —Deja tus caricias y abrazos. No bastan en el amor. Lo que necesito es un dekeur rígido y fuerte que inunde mi keuss de esperma. Desesperado, Ajaje la devolvió a su familia y la repudió esa misma noche. Has de saber que, para que una mujer se satisfaga, no bastan los besos sin la cópula. Su único deleite está en su dekeur, y ella entregará su amor al hombre capaz de utilizarlo bien, aunque sea desagradable y deforme. 107 Se cuenta que Moussa ben Mesab fue un día a casa de una señora que poseía una esclava, una hermosa cantante, con la intención de comprársela. Esta señora era extraordinariamente bella y muy rica. Al entrar en la casa vio a un hombre, todavía joven aunque muy deforme, que estaba dándole órdenes. Preguntó a la señora quién era aquel hombre, y ella respondió: —Ese hombre es mi esposo, y gustosamente daría la vida por él. —Estás sometida a una dura esclavitud y te compadezco, pero pertenecemos a Alá y a Él retornaremos. De cualquier manera, ¡qué calamidad que una belleza tan incomparable y una figura así deban pertenecer a ese hombre! —Oh, hijo, si él te hiciera por detrás lo que a mí me hace por delante, venderías todos tus bienes e incluso tu patrimonio. Entonces lo encontrarías hermoso y su fealdad se convertiría en perfección. —¡Que Alá te conserve! –exclamó Moussa. "¡Oh mi amada! Siento tan hondo amor por ti, que de buena gana te seguiría hasta el mismo cielo, porque tú eres laguna… mas ¡ay!, estando yo desprovisto de alas, jamás llegaré a ti. ¡Oh sol! ¡Ayúdame en este trance! ¿Por qué no me llevas hasta la luna que yo amo?" 108 8 SOBRE LAS COSAS QUE SON PELIGROSAS EN EL ACTO SEXUAL "¡No te muevas! Pero deja que respiren tus senos, elevándose y abatiéndose como las olas del mar. Ah, deja que respiren tus senos, porque… ¡Yo ya estoy impregnado de la danza de tu cuerpo!" Hay males que pueden ser causados por el coito. Te nombraré algunos pues es muy importante conocerlos para poder evitarlos. Ante todo el coito en posición erguida (de pie) afecta las articulaciones de las rodillas y puede producir temblor nervioso; el coito en posición lateral puede provocar fácilmente la gota y grandes dolores. No tengas relaciones cuando lleves largo tiempo sin comer, ni después de una comida abundante, pues podrías sentir dolores dorsales, y perder la potencia sexual o debilitarse tu vista. 109 Cuando te monte una mujer, cuida tu espina dorsal; si en esta posición entrara una gota de secreción vaginal en tu uretra, puede causarte gran dolor. Después de la eyaculación, no dejes tu dekeur en la keuss, pues puede producir incomodidades en la piel, como eczemas leves. Los grandes esfuerzos corporales después del coito son perjudiciales. El coito con ancianas actúa como un veneno mortal; hay un dicho árabe: No penetres a las viejas, aunque sean tan ricas como Karoum. Y también de ha dicho: Guárdate de montar a las viejas, aunque te colmen de regalos. Y un tercer proverbio afirma que el coito con viejas es como un alimento venenoso. El hombre que mantiene relaciones sexuales con una mujer más joven que él, adquiere con ello nuevas energías. Si es de su misma edad, no obtendrá provecho físico del coito; pero si la mujer es más vieja que él, ella le robará todas sus fuerzas, a fin de tenerlo bien sujeto. Como se dice en estos versos: Guárdate y no ames a una anciana, que en su corazón lleva el veneno de la víbora. 110 Asimismo tenemos el proverbio: No ofrezcas tus servicios amorosos a una anciana, aunque te ofrezca un caldo de trigo candeal y pan de almendras. El exceso de relaciones sexuales es nocivo para la salud, ya que el hombre pierde su semilla. Si la mantequilla, hecha de leche, es la quintaesencia de ésta, el semen es la quintaesencia del alimento tomado por el hombre. Y su pérdida significa pérdida de energía. Por otra parte, la salud del cuerpo, y por ésta, la calidad del semen, depende directamente de la calidad de los alimentos. Cuando un hombre apasionado quiere abandonarse al goce del amor sexual, sin poseer grandes fuerzas, deberá tomar alimentos tonificantes: frutas hervidas con miel, hierbas aromáticas, carne, miel, huevos y otros alimentos parecidos. El que se atenga a esta prescripción se verá protegido contra las molestias siguientes que pueden ser provocadas por relaciones sexuales excesivas. Primero, pérdida de la potencia generadora. Segundo, disminución de la agudeza visual; quien no siga mis consejos tal vez no se volverá ciego, pero padecerá enfermedades oculares. Tercero, la pérdida de fuerzas físicas; será como el hombre que quiere robar y no puede; que persigue a otro, sin agarrarlo nunca; que se fatiga rápidamente por el trabajo o por llevar bultos pesados. 111 El que no quiera experimentar el deseo de goces sexuales, que tome alcanfor. Unos granos de alcanfor disueltos en agua hacen que el hombre que los ha bebido se vuelva indiferente al goce sexual. Muchas mujeres los utilizan cuando sienten celos de alguna rival, o cuando luego de varias noches de amor apasionado, desean dormir tranquilas. Entonces se procuran y to-man el alcanfor. Con este mismo fin se utilizan, también, flores de aleña, que se dejan reposar en agua hasta que esta adquiere un tono amarillento; de esta forma obtienen un brebaje que tiene casi los mismos efectos que el alcanfor. Ya he hablado de estos remedios, aunque éste no sea su sitio más oportuno. Pero creo que esta información puede ser provechosa. Hay ciertas acciones que ejercen un efecto nocivo, perjudicando la salud cuando se ejecutan a menudo. Aquí enumeraré algunas: dormir demasiado, viajar en estaciones desfavorables, sobre todo en países muy fríos, ya que esto puede conducir a estados de debilidad y a enfermedades de la médula espinal. El mismo efecto tiene el manejo constante de objetos fríos y húmedos, como por ejemplo el barro. Los hombres que tengan dificultad para orinar, sufrirán dolores en el coito. Cuando se deja el dekeur en la keuss después de la eyaculación, se debilita el órgano y disminuye la potencia procreadora. Si te has acostado con una mujer, puedes copular varias veces con ella, si te sientes dispuesto a ello. Pero guárdate de los excesos o de las intrigas, ya que esta es la palabra verídica: 112 El que juega al juego del amor sólo para sus propios fines y satisfacción de sus deseos personales, experimenta un verdadero gozo; pero quien lo hace para ceder a la voluptuosidad de otra persona, se debilitará, sus deseos se extinguirán al fin y no podrá ejecutar el coito. Estas palabras significan que cuando un hombre lo desea, puede copular con una mujer sin temor a una futura impotencia; su apetito de goce sexual en esto es decisivo. Pero aquel que realiza el coito para complacer a otra persona (para satisfacer la pasión de su amante) y gasta sus energías en ello, obra en su perjuicio y pone su salud en peligro. Puede ser peligroso realizar el coito en un baño o inmediatamente después de haberlo tomado. También debe abstenerse después de una sangría o de haber tomado un laxante. Es bueno evitar el coito después de una borrachera. Realizar el coito con una mujer que tiene la regla es muy molesto para ambos, pues la sangre menstrual es impura y su keuss está fría, y si esa sangre cayese en la uretra del hombre, podría originarse alguna enfermedad. La mujer durante la regla, no experimenta ningún placer, y en esos días muestra aversión al mismo. Según opinión de muchos, el goce sexual en el baño es muy poco, pues el placer depende del calor de la keuss. Durante Un baño la keuss estará fría, y esto disminuye el placer. Además, la penetración de agua en los genitales masculinos y femeninos puede traer efectos indesados (infecciones). Se dice que es nocivo para los ojos contemplar el interior de la keuss, aunque no existe ninguna prueba de esto. Sin 113 embargo, se cuenta que el califa de Damasco, Hassan ben Isa, tenía la costumbre de examinar el iterior de la keuss. Cuando le adviertieron que esto podía ser peligroso para los ojos, respondió: —¿Existe acaso mayor delicia que ésta? No tardó mucho en quedarse ciego. El coito después de una comida copiosa puede producir hernia inguinal. Hay que evitar el coito después de grandes esfuerzos corporales y cuando el tiempo sea muy cálido o muy frío. Entre los perjuicios que puede causar el coito en países muy calurosos, mencionaré la pérdida de la vista. Debe evitarse la repetición del coito sin haber lavado los genitales, pues puede debilitar la virilidad del hombre. Cuando un hombre se encuentra en estado de impureza por razones religiosas, debe abstenerse del coito, pues en caso de quedar ella fecundada, se corre el riesgo de que el hijo no goce de buena salud. Después de eyacular, el hombre debe retirar su dekeur, pues de lo contraio puede perder su capacidad de repetir el coito. Debe evitarse llevar cargas pesadas en la espalda, para no entorpecer la capacidad sexual. Tampoco es aconsejable llevar siempre ropa de seda, pues disminuye el deseo del coito. Incluso las prendas de seda en las mujeres disminuye la capacidad de erección del miembro masculino. Un ayuno de larga duración disminuye los deseos sexuales, pero el comienzo del ayuno los estimula. Hay que evitar los líquidos grasos, pues disminuyen la fuerza del hombre para el coito. No es bueno lavar el órgano sexual con agua fría después del coito; en general, el agua fría disminuye el deseo, y el agua caliente lo aumenta. 114 Conversar con una joven le provoca al hombre una erección, y el grado de pasión corresponde a la juventud de los amantes. Un padre le recomendó a su hija antes de que se casara que se perfumara con agua. Esto significaba que debía lavar su cuerpo con agua en vez de perfumarlo con aromas, pues los aromas no convienen a toda la gente. También cuentan que una mujer dijo a su esposo: —¡Eres un canalla, pues jamás te perfumas! Él le contestó: —¡Ignorante! Es la mujer la que debe perfumarse. La exageración de los goces sexuales produce la pérdida del gusto por los placeres. El que padece esto, debe frotar su miembro con una mezcla de miel y sangre de macho cabrío. Esto será muy efectivo. Asimismo la lectura del Corán podrá ejercer una influencia favorable sobre la capacidad sexual. El hombre dotado de razón no se excederá en el goce de la sexualidad. El semen es el agua de la vida y si la economiza estará siempre dispuesto alos goces del amor. El semen es la luz de sus ojos; por eso no hay que derramarlo, aunque sientas grandes deseos, pues si no tienes cuidado con él, te expones a toda clase de enfermedades. Los médicos dicen: “Una constitución fuerte es condición indispensable del coito. Quien sea fuerte puede entregarse sin peligro al placer sexual, pero es distinto para los débiles, ya que se exponen a muchos peligros si se entregan a las mujeres con exceso”. El sabio El-Saki ha establecido los límites que el hombre ha de respetar respecto al goce sexual: 115 “Ningún individuo de temperamento flemático o sanguíneo debe entregarse al amor más de dos o tres veces al mes; el melancólico o hipocondríaco, nunca más de una o dos veces al mes”. De hecho, los hombres de todos los temperamentos son insaciables en cuanto a la sexualidad, sin tener en cuenta el peligro de enfermedades internas o externas. Las mujeres se hallan menos expuestas a peligros que los hombres. En efecto, el coito es su especialidad, pues solamente obtienen placer, en tanto que los hombres se exponen a muchos peligros causados por el exceso. Ahora daré a conocer el siguiente poema, en el que hallará algunos consejos de higiene. Fue escrito por orden del califa Harún al-Rashid, a los médicos más famosos de su época. El califa les había pedido que describiesen los medios para evitar los efectos nocivos del coito. La respuesta fue: Come lentamente a fin de que te aprovechen los alimentos, y procura digerirlos bien. No tomes cosas indigestas, ya que carecen de valor para la alimentación. No bebas jamás inmediatamente después de haber comido, pues de lo contrario, la enfermedad estará ya a la mitad de camino de tu persona. No tengas reparo, ni en compañía de gente exquisita, y si la comida no te ha sentado bien, vomítala, vomítala antes de acostarte, ya que si deseas dormir, has de aliviarte. ¡Guárdate de los medicamentos, guárdate! Si no estás muy enfermo, no los tomes. 116 Te aconsejamos que seas prudente, pues tu cuerpo siempre se beneficiará de tu prudencia. No te muestres excesivamente apasionado con las mujeres de senos redondos, puesto que demasiado placer debilita las piernas, y el exceso a muchos les enferma. Descubren demasiado tarde que el coito transporta la energía del hombre a la vagina de la mujer. Pero ante todo, guárdate de las viejas, ya que amar a una vieja es venenoso. Un baño cada dos días te lo aconsejamos. Sé, pues, sensato y sigue nuestras recomendaciones. Tales son los versos que los médicos sabios le dieron al soberano lleno de bondad y buen humor, el más noble y generoso de todos los hombres. Todos los sabios y médicos están de acuerdo en que la mayoría de enfermedades que afligen al hombre tienen su origen en el exceso de goces sexuales. Por tanto, el que quiera conservar la salud, y sobre todo la vista, que lleve una existencia reposada, moderada en el placer del amor, ya que lo contrario podría producir malos resultados. "¡Desdéñame si quieres… que todo te lo acepto! Me resigno a todo esto, porque sé que mi deseo lo premiarás un día de estos, porque… ¡yo ya estoy impregnado con ansia de tu cuerpo!" 117 9 SOBRE LOS DIVERSOS NOMBRES DEL MIEMBRO VIRIL "¡El reidor arroyo reanuda su risa! La avispa en la flor suspende su zumbido; y mi mirada hace arder los dos granos granates de tus senos… ¡Oh!, deja que mis ojos se solacen en ellos, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del mirar de tu cuerpo!" El Miembro viril tiene muchos nombres, entre los cuales figuran los siguientes: El El El El El El El dekeur, el miembro viril kamera, el pene aïr, el miembro de la generación hamana, la paloma teunnama, el cascabel heurmak, el indomable ahlil, el liberador 119 El zeub, el miembro El hammache, el excitador El naase, el dormilón El zodamme, el abrecaminos El khiade, el sastre Mochefi elrelil, el extintor de pasiones El khorrate, el alborotador El deukhak, el golpeador El aouame, el nadador El dekhal, el intruso El aouar, el tuerto El fortas, el calvo Abou aïne, el monóculo El atsar, el arribista El domar, el cabezón El rokba, el cuelludo Abou, quetaïa, el peludo El besis, el desvergonzado El mostahi, el tímido El bekkaï, el llorón El hezzaz, el removedor El lezzaz, el anexionista Abou laaba, el escupidor El fattache, el buscador El hakkak, el frotador El mourekhi, el flojo El motela, el explorador El mokcheuf, el descubridor 120 Por lo que se refiere a los nombres kamera y dekeur, en realidad se habla de lo mismo. La palabra árabe dekeur indica sexo masculino en todos los seres vivos, y se utiliza a la vez en el sentido de memoria y recuerdo. Cuando al miembro varonil le sucede una desdicha, bien que se lo hayan cortado, bien que esté débil, de forma que no puede llevar a cabo sus funciones conyugales, se dice de él: “El dekeur de fulano ha muerto”. Lo cual significa: “El linaje está cortado”, y también: “le ha desaparecido la memoria”. Cuando muere dicen de él: “Le han cortado el dekeur”, lo que significa: su recuerdo ha abandonado este mundo. El dekeur también desempeña un papel importante en los sueños. Cuando un hombre sueña que le han cortado el miembro, puede estar seguro de que no vivirá mucho tiempo, pues dicho sueño significa la extinción de sus recuerdos y su descendencia. El aïr, el miembro de la procreación. Se deriva de kir (bofetón), cuando aïr se cambia a letra a, se convierte en k. Al miembro le conviene este nombre, ya que cuando lo golpean se yergue, pero en caso contrario cuelga flojamente. Es llamado hamama, la paloma, porque después de hincharse, al volver a su estado de reposo semeja a una paloma que empolla sus huevos. El teunnama, el cascabel. Así llamado por el ruido que hace cada vez que entra o sale de la vulva. El heurmak , el indomable. Así llamado porque, al hincharse y ponerse erecto, comienza a mover la cabeza buscando la entrada a la vagina, y al encontrarla penetra con brusquedad e insolencia. 121 El ahlil, el liberador. Así llamado porque, al entrar en la vulva de una mujer divorciada, la libera de la prohibición de volver a casarse con su esposo anterior. El zeub, el miembro. Proviene de la palabra deub, que significa deslizador. Así llamado porque, al introducirse entre los muslos de una mujer y ver una vulva, comienza a deslizarse por sus piernas y pubis y, al aproximarse a la entrada, continúa entrando hasta tomar posesión. Una vez confortablemente instalado, penetra completamente y eyacula. El hammache , el excitador. Así llamado porque con sus repetidas entradas y salidas excita la vulva. Al naase, el dormilón. Así llamado por su aspecto ilusorio. Al estar en erección se alarga y enduerece de tal modo que parece imposible que pudiera ablandarse otra vez, aunque al dejar la vulva, tras haber aplacado su pasión, cae dormido. El zodamme , el abrecaminos. Así llamado porque, al encontrarse con una vulva que no le permite entrar de inmediato, se abre paso con la cabeza, rompiendo y destrozando todo como una bestia desatada. El khiade, el sastre. Así llamado porque no entra en la vulva sin antes haber maniobrado su entrada, como un sastre al enhebrar una aguja. Mochef el relil, el extintor de pasiones. Se da este nombre al pene grueso y fuerte que tarda en eyacular. Un pene así satisface plenamente los deseos amorosos de una mujer porque, tras haberla conducido al goce, la sacia mejor que cualquier otro. Cuando desea entrar en una vulva y la encuentra cerrada, se lamenta, ruega y hace promesas “Oh, amada mía, déjame entrar, no tardaré”, aunque, una vez logrado su propósito, incumple su palabra y prolonga su permanencia, y no se reti122 ra sin haber eyaculado y apagado su ardor a fuerza de entrar y salir, subir y bajar e ir de izquierda a derecha. La vulva pregunta: “¿Qué fue de tu promesa? ¡Dijiste que estarías sólo un momento!”, y él contesta: “Oh, no saldré hasta haber topado con tu útero, y entonces me iré.” Al oír estas palabras, la vulva despierta al jadeba, que atenaza al pene por la cabeza, y se satisface plenamente. El khorrate, el alborotador. Así llamado porque se presenta ante la vulva con mucha insistencia, llama a la puerta, alborota y revuelve todo, investigando de izquierda a derecha, de adelante hacia atrás, y repentinamente se introduce hasta el fondo de la vagina y eyacula. El deukkak, el golpeador. Porque al llegar a la entrada de la vulva, da un ligero golpe. Si la vulva responde y abre la puerta, entra, y de no obtener respuesta continúa llamando hasta que le abren. Denominamos llamar a la puerta al frotamiento del pene contra la vulva hasta que ésta se humedece, y apertura de la puerta a la producción de esta humedad. El aouame, el nadador. Porque, al entrar en la vagina, no permanece quieto en un lugar, sino que se revuelve de izquierda a derecha, de adelante hacia atrás, pero principalmente en el centro, y nada en el semen que eyacula y en el fluido secretado por la mujer, como si temiendo ahogarse, luchase por salvar su vida. El dekhal, el intruso. Porque al presentarse ante la puerta de la vulva, ésta le pregunta: “¿Qué quieres?”, y él responde: “¡Quiero entrar!”. La vulva responde: “Eso es imposible… no puedes hacerlo a causa de tu tamaño”. El intruso pide entonces que se le permita introducir la cabeza, prometiendo no penetrar completamente. Se acerca a la vulva, frota su cabeza dos o tres veces contra los labios hasta provocar la 123 secreción y luego, cuando la vulva se halla bien lubricada, da un salto repentino y penetra en ella. El aouar, el tuerto. Porque, el cual no es igual a otros ojos, no puede ver con claridad. El fortass , el calvo. Así llamado porque, al no tener un pelo en la cabeza, hace que parezca calvo. Abou aïne, el monóculo. Porque su único ojo presenta la peculiaridad de carecer de pupila y de pestañas. El atsar , el arribista. Porque, cuando desea entrar en la vulva y no ve la puerta, tropieza arriba y abajo y continúa haciéndolo como quien tropieza con una piedra en el camino hasta que los labios de la vulva están lubricados y consigue entrar. El dommar, el cabezón. Porque su cabeza es diferente de todas las demás. El abou rokba, el toro. Aquel cuyo cuello es corto y grueso y voluminoso en la parte posterior. Tiene la cabeza pelada y el vello del pubis rizado. bou quetaia, el peludo. Así llamado porque el vello es Ab abundante. El besis, el desvergonzado. Porque, desde el momento en que se alarga y endurece, no respeta a nadie. Levanta las ropas de su amo, sin preocuparse por la vergüenza que él pueda sentir. Con las mujeres se comporta de igual modo. Levanta su vestido y deja sus muslos expuestos. Su amo no puede hacer nada contra esta conducta: a él le da igual y continúa su rigidez y ardor. El mostahi, el tímido. Propio de muy pocos : siente vergüenza y timidez al encontrarse con una vulva desconocida, y tarda un tiempo en levantar la cabeza. A veces su problema es grande y se muestra impotente. 124 El bekkaï, el llorón. Así llamado por las lágrimas que derrama. Al ver una cara bonita, llora. Si toca a una mujer, llora. Incluso llora al recordar. El hezzaz, el removedor. Porque al entrar en la vulva, se mueve vigorosamente hasta que extingue su ardor. El lezzaz , el anexionista. Porque, al entrar en la vulva, comienza a moverse, se adhiere estrechamente e incluso trata de introducir los testiculos. Aboulaaba, el escupidor. Porque, cuando su amo toca a una mujer, juega con ella o la besa, su saliva comienza a fluir. Esta saliva es abundante después de una larga abstinencia y a veces empapa la ropa. Este pene es muy común. El líquido así vertido se llama medi, y a veces es por causa de pensamientos lascivos. El fattache, el buscador. Porque, al entrar en la vulva, busca en todas direcciones. No descansa hasta conseguir la eyaculación. El hakkak, el frotador. Porque no entra en la vagina sin haberse restregado contra la vulva varias veces. El mourekhi, el flojo. El que nunca consigue penetrar por ser demasiado blando, sólo se frota contra la vulva hasta que eyacula. No proporciona ningún placer a la mujer. El motela, el explorador. Porque penetra lugares inusuales, y toma nota del estado de las vulvas. El mokchehuf, el descubridor. Porque al endurecerse y elevar la cabeza, no tiene vergüenza y no respeta nada. Conoce la humedad, frescura, sequedad, estrechez de las vulvas. Éstos son los nombres principales atribuidos al miembro viril, que corresponden con sus cualidades distintivas. 125 "Tu beso es el rojo jacinto transformado en dulce aliento; tu ternura, la pudorosa violeta; tus devaneos, las crueles margaritas… ese ramillete lo até con el hilo de mi pasión." 126 10 SOBRE LOS DIVERSOS NOMBRES DEL ÓRGANO SEXUAL FEMENINO "¡Oh, tu dos senos! Los dos pequeños senos de marfil rosado, redondeados y revoltosos sobre la nieve cegadora de tu pecho; me parece verlos suspendidos en tu garganta de mármol, porque… ¡Yo ya estoy impregnado de querer tu cuerpo!" El órgano sexual femenino tiene muchos y variados nombres, entre los cuales mencionaremos los siguientes: El feurdj, la abertura El keuss, la vulva El kelmoune, la voluptuosa El ass, la primitiva El zerzour, el estornino El cheukk, la grieta Abou tertour, la cresta Abou khochime, la chata 127 El gueunfond, la erizo El sakouti, la taciturna El deukkak, la exprimidera El tseguil, la importuna El taleb, la ansiosa El hacene, la belleza El neufahk, la infladora Abou djebaha, la arrogante El ouasa, la dilatable El dride, la grande Abou cheufrine, la bilabial Abou aungra, la giba del camello El rorbal, el cedazo El hezzaz, la inquieta El lezzaz, la anexionista El moudd, la acomodadora El moudine, la uxiliadora El meusboul, la extensible El molki, la duelista El harrab, la fugitiva El sabeur, la resignada El mosuffah, la obstruida El mezour, la profunda El addad, la mordedora El meusass, la mamona El zeunbur, la avispa El harr, la calentadora El ladid, la deliciosa 128 El feurdj, la abertura. Porque se abre y cierra como la vulva de una yegua en celo. Esta palabra se aplica en forma indiscriminada a las partes de la mujer en el Corán. Su significado es abertura, pasaje. El keuss, la vulva. Es carnosa y sobresale en toda su extensión. Los labios son grandes, los bordes separados y simétricos, y el centro prominente. Es tierna, seductora y perfecta. Es lo más agradable y mejor de todo. Es cálida, estrecha, y seca, tanto que parece que podría arder; de forma graciosa y olor suave. Su blancura hace resaltar el carmín del centro. Es perfecta. El kelmoune, la voluptuosa. Atribuido a la vulva virgen. El ass, la primitiva. Aplicable a cualquier vulva. El zerzour, el estornino. Vulva de una mujer muy joven o vulva morena. El cheukk, la grieta. Vulva de una mujer delgada. Abou tertour, la cresta. Provista de una cresta como un gallo, que se eriza en el momento del placer. Abou khochime, la chata. Tiene labios delgados y una pequeña lengua. El gueunfond, la erizo. Vulva de una mujer vieja, con piel y bello endurecido. El sakouti, la taciturna. Aunque un pene la penetrara cien veces no diría nada. El deukkak, la exprimidera. Exprime al pene, inmediatamente después de ser penetrada. El tseguil, la importuna. Es la vulva que no desaprovecha pene alguno. Con ella los roles se invierten: es el pene el que se defiende y ella la agresora. Es muy rara, y sólo se encuentra en las mujeres de fuego. El taleb, la ansiosa. Busca al pene, y al encontrarlo, rehusa liberarlo hasta que su fuego se ha extinguido. 129 El hacene, la belleza. Se da este nombre a la vulva blanca, rolliza y redonda como una cúpula. Los ojos no pueden apartarse de ella y el pene no puede resistirla. El neuffaj, la infladora. Al llegar a su entrada, el pene se infla y eriza de inmediato. En el momento del goce se abre y cierra. Abou djebaha, la arrogante. Vulva muy larga y coronada por un pubis que semeja una frente majestuosa. El ouasa, la dilatable. Al acercarse el pene está cerrada e impenetrable, pero cuando el pene la frota con la cabeza se ensacha considerablemente. El dride, la grande. Es tan larga como ancha, y se extiende en ambas direcciones. Es la más hermosa. Abou, beldoum, la glotona. Es la que tiene garganta amplia. Si se ha visto privada del coito durante un cierto tiempo y un pene se aproxima, lo devora por entero. El mokaour, el pozo sin fondo. Es la vagina que se prolonga indefinidamente. Necesita un pene muy largo. Abou cheufrine, la bilabial. La vulva de una mujer muy fornida, o de gran envergadura. También la vulva de labios flácidos y colgantes. Abou aungra, la giba del camello. El pubis sobresale como la giba de un camello. El rorbal, el cedazo. Cuando recibe a un pene comienza a moverse de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha hasta quedar satisfecha. El hezzaz, la inquieta. Al recibir el pene, comienza a moverse violentamente y sin interrupción hasta que el pene alcanza el útero. El lezzaz, la anexionista. Al recibir un pene lo apresa estrechamente. 130 El moudd, la acomodadora. Succiona al pene con vigor, para extraer el esperma destinado a fluir en el útero expectante. Para una mujer con esta clase de vulva, el placer es incompleto si el semen no inunda su útero. El moudine, la auxiliadora. Ayuda al pene a entrar y salir y a moverse de arriba a abajo. Incluso el de eyaculación tardía será vencido por esta vulva. El mesboul, la extensible. Esta vulva se extiende desde el pubis hasta el ano. Se asemeja a un peine extendido entre los muslos. El molki, la duelista. Es la vulva que, una vez el pene dentro, se adelanta por temor a que él se retire antes de que el goce sea completo. No siente placer a menos que el jadeba entre en acción y pueda atrapar al pene fuertemente. Esta vulva y el pene se enfrentan como dos duelistas. El primero en eyacular es el vencido. El harrab, la fugitiva. Es la vagina estrecha y corta que huye de la penetración de un pene largo y erecto. Es la vulva de la mayoría de las vírgenes. El sabeur, la resignada. Soporta cualquier movimiento del pene. Soporta cópulas violentas y prolongadas. El mosuffah, la obstruida. Es el defecto que resulta de una circunsición mal realizada. El mezur, la profunda. Está siempre con la boca abierta y su fondo está fuera de alcance. El addad, la mordedora. Una vez que el pene la ha penetrado, arde con pasión y se abre y cierra sobre él. El hombre siente su pene atrapado por la jadeba, especialmente en la eyaculación. El zeunbur, la avispa. Es la vulva con bello púbico duro que parece dar aguijonazos al pene. 131 El harr, la calentadora. Es la más digna de alabanza de las vulvas. El placer se mide por el grado de calor que proporciona. El ladis, la deliciosa. Es la vulva que pude proporcionar un placer inigualable. Las guerras del amor no tienen otro objeto que el placer proporcionado por la vulva, que es el placer supremo de la vida. Es un anticipo de la felicidad que nos aguarda en el paraíso. Hay otros nombres que se podrían aplicar a la vulva. El objeto de este trabajo es aplicar aquellos nombres que parezcan atractivos para el coito, que puedan provocar una erección. El poeta Abu Nouass, describió el carácter de las mujeres en los siguientes versos: Como diablesas vienen al mundo las mujeres. Tonto es el hombre que cree en sus palabras. Sólo conceden sus favores por capricho, pero su perversa crueldad inflama en nosotros, pobres hombres, un celo ardiente más caliente que el fuego. ¡Oh, mujeres! Llenas de trucos y traiciones, pues tal es vuestra naturaleza. ¡Ay del que os ame! Quien no me crea, que haga la prueba y entregue durante años su corazón a una mujer. Después de haber perdido todos sus bienes, ella dirá lo siguiente: ¡Por Alá! ¡Ese individuo nunca me ha dado un sólo dinario! Y desde la mañana a la noche le martillearé los oídos: 132 ¡Dame, dame! ¡Y si no tienes dinero, pídelo! Y cuando el pobre no tenga ya nada que ofrecerle, el amor de ella se trocará con rapidez en odio, y no tendrá pudor, cuando no esté su marido, de regocijarse con un esclavo, si tal es su deseo, ya que el embuste y el engaño son el elemento innato de toda mujer. Pero cuando el ardiente deseo se posesiona de ella, entonces no tiene otro objetivo que su propia satisfacción. ¡Oh Alá, guárdanos de los artificios de la mujer! ¡Y sobre todo, aparta de nosotros el celo de la mujer lujuriosa! ¡Así sea! "¡Soporto todos los males que me inflige tu inagotable crueldad, todos los tormentos por los cuales me hacen pasar tus caprichos; sé que algún día reconocerás la grandeza de mi amor, y entonces vendrás a recostarte en mi lecho." 133 11 SOBRE LOS ÓRGANOS SEXUALES DE LOS ANIMALES No tengo celos de ti, nada temas; llevaré mis ansias a tu lecho y mis caricias se perderán en tu vientre… y podré cantarte mis más sentidas baladas, esas mismas que tú me has inspirado, porque… ¡Yo ya estoy impregnado de la canción de tu cuerpo! Los órganos sexuales de muchos animales no son tan diferentes a los dekeur de los hombres. Se clasifican los miembros de los animales según las especies a que pertenecen, y son cuatro: Los dekeur de los animales con pezuñas, como la mula, el caballo y el asno, los cuales son de gran tamaño. El rermoul, el coloso El kass, la serpiente enrollada El fellag, el que parte 135 El zellate, el garrote El heurmak, el indomable El meunefoukh, el que tiene una cabeza Abou beurnita, el que usa sombrero El keurkite, el puntiagudo El keuntral, el puente El rezama, el mazo Abou sella, el luchador Los dekeur de animales que tienen patas llamadas akhefaf (pezuña unida por una callosidad), como el camello. El maloum, el muy conocido El tonil, el largo tiempo El cherita, el cordón El mostakime, el firme El heurka, el giratorio El mokheubbi, el ocullto El chaaf, el manojo Tsequil el ifaha, el lento Los miembros de animales con pezuñas hendidas, como el buey, la oveja, etc. El aceub, el nervio El heurbadj, la vara El sonte, el látigo Reqquig er ras, la cabeza pequeña 136 Para el carnero: El aicoub, el nervioso Y por último, los dekeur de animales con garras, como el león, el zorro, el perro, y otros animales de esta especie. El kedib, el miembro El kibouss, la gran glándula El metemerole, el que se alarga Se cree que, de todos los animales, el león es el más experto en el coito. Si se encuentra a una leona, la examina, y sabe si ha sido cubierta por un macho. Si se acerca a la leona, por el olor conoce si ella se ha cruzado con un jabalí o cualquier otro animal. Huele su orina, y si el examen es desfavorable, le da rabia y azota su cola. La huele de nuevo y profiere un rugido que hace retumbar las montañas; después cae sobre ella y lacera sus costados; incluso puede matarla. Es el más celoso de los animales. "Cuídate mucho, mujer cruel, de no sembrar dudas en mi corazón; porque mi amor por ti está inundado de tu presencia… ¡No sea que lastimes tu propio corazón!" 137 12 SOBRE LOS ENGAÑOS Y PERFIDIAS DE LAS MUJERES "Y verás que mi corazón, por tus desdenes, suplica… y para calmar esa sed que tengo de ti, me servirás en el cántaro de tu cuerpo; y beberé de ti hasta quedar saciado, porque… ¡Yo ya estoy impregnado de la sed de tu cuerpo!" Numerosas y muy ingeniosas son las tretas e intrigas de las mujeres. Con sus trampas engañan al mismo Satanás, pues Alá, el ser Supremo, dijo: “¡Grande es el don de la mentira en la mujer!”, y también dijo: “Débiles son las intrigas de Satanás”. 139 — La historia de un esposo que estaba convencido de la infidelidad de su esposa — Había una vez un hombre que se había prendado de una mujer muy bella, que poseía todas las buenas cualidades posibles. Varias veces la había pedido en matrimonio, pero, sin excepción, ella le había rechazado siempre. Entonces intentó conquistarla con preciosos regalos, pero ella también lo rechazó. El hombre se lamentaba y se quejaba y gastó mucho dinero para obtenerla, pero todo fue en vano, y acabó por adelgazar de pena. Al cabo de algún tiempo conoció a una vieja. Esta consiguió su confianza y él le contó su secreto. La vieja le escuchó atentamente y dijo: —Si Alá lo quiere, yo te ayudaré. Inmediatamente se dirigió a la casa de la hermosa para hablarle. Pero al llegar, los vecinos le dijeron que no podía entrar porque la mansión estaba custodiada por una perra feroz que atacaba a todo el que abría la puerta. Cuando la vieja les hubo agradecido su advertencia, se alegró y pensó: “Si Alá lo quiere, tendré éxito”. Regresó a su casa, llenó una cesta con pedazos de carne y volvió a la mansión de la mujer, abrió la puerta y entró. Al momento, la perra le saltó encima, pero la vieja sostenía la cesta ante ella, y cuando la perra vio la carne, husmeó y agitó la cola. Entonces la vieja dejó la cesta delante del perro, diciendo: —¡Come, querida hermana! ¡Tu desaparición me dio gran pesar! No sabía qué había sido de ti y te busqué largo tiempo. Vamos, aplaca tu hambre. 140 El animal bufó y la vieja le acarició el lomo. Mientras tanto, la dueña de la casa bajó a ver qué pasaba y vio, con suma extrañeza, que la perra, antes tan feroz, se dejaba acariciar por una desconocida. —Dime, vieja –preguntó– ¿de qué conoces a mi perra? Pero la anciana no contestó, limitándose a seguir acariciando a la perra y lamentándose. Entonces la dueña de la casa añadió: —Me aflige verte tan triste. Te ruego que me cuentes la historia de tu pesar. —Esta perra que vez –repuso la vieja– era una mujer, mi mejor amiga. Un día nos invitaron a una boda. Juntas fuimos a la casa donde debía tener lugar el casamiento. A medio camino, un hombre, que se enamoró de mi amiga, nos dirigió la palabra, pero ella no quiso escucharle. Él le ofreció regalos, pero también los rechazó. Unos días más tarde, el hombre volvió a encontrarla y exclamó: —Entrégate a mi pasión, o de lo contrario le pediré a Alá que te transforme en perra. Ella contestó: —Pídele lo que quieras. Pero el hombre invocó la maldición de los cielos sobre ella, y mi amiga quedó cambiada en la perra que tienes ante ti. A esas palabras, la hermosa mujer empezó a llorar y lamentarse. —¡Oh, buena vieja! –exclamó–. ¡Temo que yo pueda correr el mismo destino! —¿Por qué? ¿Qué te ocurre? –se interesó la vieja. 141 —En esta ciudad hay un hombre –fue la respuesta– que hace mucho tiempo que está enamorado de mí, pero yo me he negado siempre ha satisfacer sus deseos. Y siempre he rechazado sus regalos. Por eso ahora temo que invoque la cólera de Alá contra mí. —Descríbeme a ese hombre –pidió la anciana–. No quiero que te transformes en ningún animal. —Pero ¿cómo será posible encontrar a ese hombre en la ciudad? –se lamentó la mujer–. ¿Y a quién puedo enviar en su busca? —A mí, hija mía –respondió la vieja prestamente–. Yo te haré este favor. Yo lo encontraré, ten la seguridad. —Oh, de prisa, pues –gritó la mujer–, antes de que atraiga sobre mí la maldición de Alá. —Hoy le encontraré –prometió la vieja–, y si Alá lo quiere, mañana le verás tú. Tras estas palabras, la vieja se despidió y aquel mis-mo día fue a ver al hombre, a quien comunicó que al día siguiente vería a su amada. A la hora convenida, la mujer fue a casa de la vieja, ya que se habían puesto de acuerdo en que la entrevista tendría lugar en su casa. La mujer tuvo que aguardar largo tiempo, pues el hombre no se presentaba. Inquieta por este suceso imprevisto, la vieja pensó: “Sólo Alá es poderoso y grande”. Sin embargo, fue incapaz de imaginar por qué el hombre no acudía a la cita. La hermosa joven estaba sumamente agitada y deseaba con impaciencia ser poseída por ese hombre. Cada vez estaba más nerviosa, hasta que preguntó: —¿Por qué no viene? 142 —Probablemente –repuso la vieja– algo imprevisto le ha retenido. Quizá haya tenido que viajar. Pero tranquilízate, voy a ayudarte. La vieja se cubrió con el velo y fue en busca del hombre, pero no lo encontró. Mientras le buscaba, iba pensando: “Esa joven se halla en estos momentos llena de ardiente deseo por un hombre. ¿Por qué no presentarle a otro que calme su pasión? Mañana buscaré a otro”. Y cuando así pensaba, vio a un joven de agradable apariencia. Al momento comprendió que podría satisfacer a una mujer. Muy contenta, lo abordó: —Hijo mío, si yo te procurase una cita con una hermosa joven, encantadora y distinguida, ¿querrías satisfacer su sed de amor? —Si has hablado verdad –respondió él–, te daré este denario de oro. Muy contenta, la vieja cogió la moneda y condujo al joven a su casa. Sin embargo, aquel joven era precisamente el marido de la mujer hermosa, cosa que la vieja ignoraba. Le hizo esperar en la calle, entró en la casa y dijo a la hermosa: —No me ha sido posible hallar a tu pretendiente, pero he encontrado a un joven de muy agradable aspecto que podrá satisfacer tu deseo. Al otro lo buscaré mañana. Alá me inspiró esta buena idea. La joven se asomó a la ventana para ver al joven que le proponía la vieja. Al primer vistazo reconoció a su marido, el cual entró en la casa enseguida. La mujer se envolvió con su velo y se acercó a él, dándole un fuerte bofetón. 143 —¡Oh tú, enemigo de Alá! –gritó ella–. ¡Enemigo de ti mismo! ¿Qué haces aquí? Sin duda has venido a cometer adulterio. Ya hace tiempo que te vigilaba; por eso te he esperado aquí cada día, y por eso te he enviado a la vieja para ponerte aprueba. Y hoy he conseguido la demostración de tu culpabilidad. ¡Ah, no puedes negarla! ¡Cuántas veces me has jurado fidelidad absoluta! Pero ahora ya conozco tu verdadera conducta, y hoy mismo presentaré mi demanda de divorcio. El joven creyó las palabras de su esposa y no replicó. Reconoce por esta historia, cuán astutas son las mujeres, y cómo el hombre puede esperarlo todo de ellas. Las mujeres poseen tantas tretas y tantas intrigas a su disposición que es imposible enumerarlas. ¡Así las creó Alá! Pero al final los hombres y las mujeres serán recompensados solo por sus buenas obras. "Porque debes saber, bien amada, que en cada nuevo combate, los destellos de mi cimitarra y la fuerza de tus armas, iluminan la noche de mi corazón… y le recuerdan los mortales encantos de tus ojos negros." 144 13 DE CÓMO CONOCER MEJOR A LOS HOMBRES Y A LAS MUJERES "Y te enseñaré cómo reposar tu cabeza en mi hombro, y las lunas de tus pechos le darán luz a mi pasión… y nuestro goce será como una estrella solitaria en la inmensidad del lecho, porque ¡Yo ya estoy impregnado de la luz de tu cuerpo!" La instrución dada en este capítulo es de la mayor utilidad. Es preferible conocer los hechos que ser ignorante de ellos. Saber puede tener efectos nocivos, pero la ignorancia es peor. Con respecto a este conocimiento es mejor aprender que no saber nada con relación a las mujeres. Había una vez una mujer llamada Maarbeda, que era considerada la más sabia de intruída de su época. Era filósofa. Un día le plantearon diversas cuestiones, y entre ellas las siguientes: 145 —¿En qué sitio del cuerpo se halla situado el espíritu de la mujer? —Entre los muslos. —¿Y la sensación del placer? —En el mismo lugar. —¿Y dónde está el odio y el amor del hombre? —En la keuss. Nosotras damos nuestra keuss al hombre que amamos, pero se la negamos a quien odiamos. Compartimos lo que poseemos con el hombre que amamos y estamos contentas, aunque pueda darnos muy poco. Cuando él no posee nada, lo aceptamos, por pobre que sea. Pero, cuando odiamos a un hombre, nos mantenemos a gran distancia de él, por muy rico que sea. —¿Dónde se hallan, en la mujer, el conocimiento, el amor y el gusto? —En el ojo, en el corazón y en la keuss. Tras la petición de una explicación más amplia, contestó: —El conocimiento está ubicado en el ojo, ya que la mujer juzga con sus ojos la belleza de las formas. El ojo presiona el amor en el corazón, donde mora el amor, subyugándolo. Una mujer enamorada, sigue el objeto de su amor. Entonces el ser amado y la vulva se tocan. Entonces lo juzga, según el sabor sea dulce o amargo. La keuss posee la facultad de distinguir el bien del mal. —¿Qué clases de miembros prefieren las mujeres? ¿Cuáles son las mujeres más ardientes? ¿A cuáles hombres prefieren? Ella contestó: —La keuss no tiene la misma forma en todas las mujeres. Por esto, tienen distintas preferencias y comportamientos. Lo mismo es con los hombres. Una mujer con keuss carnosa y corta desea un dekeur corto y grueso, que la llene. Un dekeur 146 largo y grueso no la complacería. Una mujer con la keuss hundida y larga, no es adecuado para un dekeur largo y grueso, y el hombre con uno corto y delgado será desdeñado por ella. Así mismo, según el temperamento, existen mujeres: coléricas, melancólicas, flemáticas, sanguíneas y las de temperamento mixto. Las coléricas y las melancólicas no hayan mucho placer en el coito y lo realizan preferentemente con hombres de igual temperamento. Las sanguíneas y las flemáticas llegan al exceso en el placer amororoso; solamente quedan satisfechas con un hombre del mismo temperamento. Por eso cuando una mujer sanguínea o flemática está casada con un hombre colérico o melancólico, el matrimonio resulta muy triste. Las mujeres de temperamento mixto no tienen una preferencia pronunciada. Mirad, se ha observado que las mujeres de baja estatura poseen un apetito sexual mayor que las altas. Prefieren in dekeur largo y fuerte, en el que se deleitan. También que algunas mujeres sólo desean ser satisfechas en el orificio de su keuss. Yo creo que esto ocurre sólo a las jóvenes y a las inexpertas. Por otro lado, hay mujeres que no quieren someterse a la voluntad de su marido sino a golpes o con otros medios de presión. Es cuestión de carácter y temperamento. Y atended, otras mujeres no disfrutan mucho el sexo porque sus pensamientos se dirigen al honor, sus ambiciones, y cosas materiales. En otras se debe a su pureza o a recuerdos de pesares anteriores. Porque el goce sexual de la mujer no depende solamente del tamaño del dekeur, sino también del tamaño de su keuss. Hay dos formas principales de vulva: La cuadrada y la salidiza. Esta última resulta cuando la mujer está con la piernas apretadas. Siente un deseo ardiente del coito, y el orificio vaginal es estrecho. Le gustan los dekeur grandes que eyaculan rápido. Por fin, de los hom147 bres puedo decir que les gusta más o menos el sexo, dependiendo de su temperamento; pero en general la mujer se siente más atraída por el dekeur que ellos por la keuss. —¿Cuáles son las faltas de las mujeres? –le preguntaron a continuación. —La que grita cuando su marido, para satisfacerse, introduce su dekeur en el ano de ella. Y la que divulga los secretos de su marido. —¿Hay otra clase de mujeres malvadas? –preguntó otro. —Las celosas, las gritonas; la perturbadora de la paz que provoca escándalos; la reñidora, la vanidosa que le gusta lucirse delante de los hombre si no puede quedarse en casa. También la que ríe mucho y está siempre a la puerta de su casa, la cual puede ser considerada prostituta. Y las que se meten en asuntos ajenos, que se lamentan, que roban a su marido, que siempre están de mal humor y son despóticas, que no agradecen lo que sus maridos les dan o hacen por ellas; las que se niegan al sexo, que se muestran desagradables con el marido, las mentirosas, las insidiosas, las tramposas y las difamatorias. También las mujeres que siempre fracasan, que todo critican y denigran, que solamente buscan el sexo cuando ellas lo desean y se comportan indiferentes en la cama. Y finalmente las impúdicas, las estúpidas, las charlatanas y las curiosas: son las peores entre las mujeres. "La mujer sin corazón, la amante despiadada que ha causado la muerte de un hombre, el cortejo ha visto pasar… y aún ha osado preguntar… ¿Él, cómo se llamaba?" 148 14 SOBRE LAS COSAS QUE HACEN PLACENTERO EL SEXO "Y llegaré a conocer cuáles son tus caricias preferidas, qué abrazos te desquician, qué besos te enloquecen… y descubriré el secreto de ser amado por ti, porque… ¡yo ya estoy impregnado del saber de tu cuerpo!" Hay seis cosas que intensifican el deseo sexual: El fuego de un amor ardiente, una superabundancia de semen, la proximidad del ser amado, la belleza en el rostro, comidas excitantes, el contacto corporal. Son numerosas causas del goce: el calor de la keuss, su estrechez, su sequedad y su aroma. Si falta alguna, el goce no es completo. Una keuss húmeda relaja los nervios; una keuss fría le quita al dekeur su fuerza; el mal olor impide el goce; no es buena una keuss demasiado ancha. 149 El placer extremo que produce una eyaculación abundante e impetuosa depende de que la keuss sea capaz de succionar el semen hacia su interior. Esto lo realiza el jadeba. Cuando la eyaculación ocurre antes de que la jadeba se haya activado, el goce no es completo. Hay ocho cosas que favorecen la eyaculación: un cuerpo saludable, la ausencia de ansiedad y problemas una mente tranquila, un espíritu alegre, una buena alimentación, riqueza, variedad en los rostros de la mujeres y por último, la variedad de sus cuerpos. Para reforzar la capacidad sexual, la bayas de lentisco hervidas y mezcladas con aceite y miel, en ayunas: aumentará la fuerza para el coito y la calidad del semen. También la frotación del dekeur y la keuss con la bilis del chacal; esto les da más fuerza. El sabio Djelinuss dijo: —Cuando alguien está débil para el sexo, que beba antes de acostarse un vaso de miel muy espeso, después que coma veinte almendras y cien piñones, durante tres días consecutivos. También es bueno hervir cebolla y pasarla por un tamiz, mezclándola con miel. Se tomará en ayunas. También es bueno fundir la grasa de la joroba de un camello y frotar el dekeur, antes del coito, directamente con ella. Si deseas que el juego del amor sea más voluptuoso, unta el glande con pimienta de cudeba machacada o algunos granos de cardamomo. Esto logrará un goce incomparable. También ocurre lo mismo con el bálsamo de la Meca. Para tener mucha energía sexual, hervir en un mortero flores de camomila con jengibre, añadiendo durante la ebullición aceite de lila. Frotar con esta mezcla el escroto, el dekeur y el 150 bajo vientre. Mejorará la cantidad y calidad del semen, y provocará una fuerte erección si al tiempo se come bórax con granos de mostaza. Para que la mujer experimente un ardiente deseo, machacar pimienta de cudeba, camomila, jengibre y canela, y frotar el pene con esta mezcla y saliva. También una fricción de leche de burra dará fuerza al dekeur. Guisantes hervidos con cebollas, mezclados con canela, jengibre y cardamomo pulverizados, aumentan la potencia sexual cuando se come. "Me han asegurado que en el Paraíso hay vino y miel; me han asegurado que en el Paraíso hay hermosas huríes… entonces, ¿Por qué me prohíben en la tierra el vino y las mujeres?" 151 15 DESCRIPCIÓN DEL ÚTERO DE UNA MUJER ESTÉRIL Y SU TRATAMIENTO "Quiero de nuevo prender el incendio en tu corazón, quiero vernos sufrir el mañana cuando nuestro abrazo se deshaga… quiero volvernos a encontrar cada noche, cada instante, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del adiós de tu cuerpo!" Algunas de las causas de la esterilidad femenina son: obstrucción del útero por coágulos sanguíneos, acumulación de agua en el mismo; enfermedades inernas del útero; ausencia de menstruación, estado enfermizo de la sangre menstrual, acumulación de aire en el útero, constitución defectuosa del semen del hombre, deformaciones orgánicas de la keuss. Otros atribuyen la esterilidad femenina a los malos espíritus y la hechicería. 153 A menudo las mujeres obesas son estériles pues el útero está comprimido y no pueden absorber el semen, sobre todo cuando el dekeur es corto y grandes sus testículos. Un remedio contra la esterilidad es la grasa de joroba de camello; la mujer se frotará el órgano sexual con un trapo impregnado de este medicamento. Para completar el tratamiento tomará unas bayas de solanácea, extrayendo su jugo, al que añadirá unas gotas de vinagre; beberá esta mezcla durante una semana en ayunas. Mientras tanto se abstendrá de contacto sexual. También puede hervir unos granos de sésamo y mezclarlos con arsénico rojo pulverizado, el peso de una haba. Beberá esta mezcla los tres días primeros después del final de su menstruación, y después tendrá contacto sexual. Otro remedio: preparar una mezcla de salitre, bilis de cordero o vaca y una hojas y granos de almizcle. Con esta mezcla formará una pelota y se frotará con ella después de la menstruación la keuss; después tendrá contacto carnal con su esposo. "Procúrate un buen vino y una joven bella como una hurí… busca en compañía de ella, el agua clara y cristalina de la fuente… caminad y recostaos sobre el musgo y entonces… ¡ámala y hazla tuya!" 154 16 SOBRE LAS CAUSAS DE LA ESTERILIDAD EN EL HOMBRE "Se ha apoderado de tal suerte tu amor de mi existencia, que ya tengo perdida hasta la noción de mi propio ser; mi vida se halla atada a tu deso y qué decirte… la muerte circula por mis venas y me traspasa el corazón." Hay hombres que tienen problemas con su semen. Las causas de este problema son: frialdad de temperamento, una filtración infecciosa del órgano sexual, o enfermedades venéreas. En otros hombres, la uretra está curvada antes de llegar al glande, hacia abajo. Debido a esto, el líquido seminal no puede eyacularse en el útero. También hay hombres cuyo dekeur es demasiado corto para llegar a la entrada del útero, y algunos tienen úlceras en el dekeur, o debido a defectos, el coito resulta imposible. También hay hombres que eyaculan más rápido que la mujer, y esto hace muy difícil la concepción. La causa más común de falta de concepción es que sea muy corto el dekeur. 155 Otra causa de esterilidad pueden ser los cambios bruscos de temperatura. Si la impotencia procede de mala calidad del semen o de una eyaculación prematura, puede curarse. El mejor consejo es comer pasteles estimulantes, que contengan miel, jengibre, camomila, jarabe avinagrado, eléboro, ajo, canela, cardamomo, nuez moscada, azarollas, canela china, pimienta y otros condimentos. Este remedio cura la esterilidad. La curvatura de la uretra, la pequeñez del dekeur o las úlceras, no se pueden curar. "¿Quién podría explicarme, de una vez por todas, cuál es el rencor ciego que ha destruido toda posibilidad de amarte?" 156 17 SOBRE LA IMPOTENCIA TEMPORAL "Porque tu cuerpo atesora todas las riquezas de la tierra; flores son tus labios y frutos tus senos… tu vientre es la mañana, tus cabellos son la noche; rubíes y perlas encierra el joyero de tu boca, y el ámbar centellea en tus ojos." La impotencia tiene tres causas: La falta de estímulo, una constitución débil y la eyaculación precoz. Contra la falta de estímulo sexual hay que tomar una mezcla de canela en polvo, pipas de girasol, catecú, nuez moscada, cubebas indias, azarollas, pimienta persa, cardamomo y granos de laurel. Hay que hervir cuidadosamente todos estos ingredientes, y mezclarlos con un caldo de palomo o de pollo, y beberlo por las mañanas y por las tardes tanto como sea posible. Antes y después hay que beber agua. También puede mezclarse con miel. Da excelentes resultados. Si el hombre eyacula demasiado pronto, tiene que tomar una mezcla de nuez moscada, incienso y miel. 157 Si la impotencia tiene como causa la debilidad corporal hay que tomar cardamomo y un poco de euforbio, mezclado con miel. Con este medicamento desaparecerá la debilidad. Su eficacia está demostrada. La flacidez del dekeur y la impotencia temporal, puede tener otras causas. En ocasiones la erección desaparece al querer introducir el dekeur en la keuss. Sus cauas pueden ser: exagerado respeto por la mujer, un olor desagradable, un sentimiento de vergüenza mal entendido. A veces son los celos, o saber que la mujer ya no es virgen y se ha entregado a otros hombres. "¡Oh mi amada!, aunque me hirieras con un arma muy afilada, mi mano no podría hacerte daño… tú sabes perfectamente que no tengo otro refugio que tú, y que por ti es que deseo y vivo." 158 18 SOBRE LOS REMEDIOS PARA AUMENTAR EL TAMAÑO DEL DEKEUR "La voluptuosidad de tus caricias es más profunda que cualquier océano, y yo, tu amante, naufrago en el mar de la felicidad porque… ¡Yo ya estoy impregnado del bogar de tu cuerpo!" Este capítulo trata de las dimensiones del dekeur; su tamaño tiene que ver con la satisfacción plena de la mujer y su amor. La felicidad femenina depende de un dekeur fuerte y duro. Para agrandar el dekeur pequeño, el hombre con ese problema debe frotarlo con agua caliente hasta que se ponga colorado; después lo friccionará con fuerza e insistencia, con una mezcla de miel y jengibre. Después tendrá relaciones sexuales con su mujer. Otro remedio será la mezcla de pimienta, lavanda, juncia y amizcle; todo debe pulverizarse y ser pasado por un cedazo, luego, mezclarlo con miel y jengibre. Una vez lavado el dekeur con agua caliente, se fricciona fuertemente con esta mezcla, lo cual hará que se agrande y tonifique. 159 Un tercer remedio será que lave el dekeur con agua caliente, hasta que se ponga rojo y rígido. Se toma entonces una tira de cuero blando, se empapa de pez caliente y se enrolla en torno al dekeur. No hay que quitar la pez hasta que se haya enfriado. Repetir las operación varias veces. Otro remedio es llenar una botella con sanguijuelas mezcladas con aceite en una botella. Luego se deja la botella al sol, hasta que se forme una mezcla. Con esta se fricciona durante varios días el dekeur. También puede usarse el dekeur de un asno. Se hierve con cebollas y gran cantidad de granos. Luego se da de comer esto a las gallinas, y luego el hombre se come las aves. También sirve meter el dekeur de un asno en aceite; luego se bebe este líquido y se usa para frotar el dekeur. Otro remedio consiste en hervir sanguijuelas en aceite, haciendo ungüento. Friccionar después con esto el dekeur. También se puede llenar un frasco de sanguijuelas y se dejan hasta que se hayan descompuesto. Se unta este ungüento en el dekeur. También es bueno tomar resina y cera y mezclarlo con sangre de víbora, bórax, pez negra, y friccionar el dekeur con esta mezcla. La eficacia de estos remedios está asegurada. "Esa perla de belleza, esa bella joven de dulces ojos, esa hermosa y encantadora doncella; me ha robado mi reposo, ha destruido mi alma… me ha quitado el corazón." 160 19 SOBRE LO QUE HAY QUE HACER PARA ELIMINAR EL MAL OLOR DE LAS AXILAS Y LA KEUSS DE LA MUJER "Anoche, mis caricias se hundieron en el misterio de tu cuerpo y mis besos se perdieron en el hechizo de tus ansias… y hoy, en la mañana, al rasgar el alba, cesó tu canto de amor, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del adiós de tu cuerpo!" El mal olor de la keuss y las axilas, y una keuss demasiado amplia, son un gran problema para la mujer, por ello y para eliminar los malos olores, deberemos hervir mirra roja, pasarla por un cedazo, amasar el polvo con agua de mirto y friccionar los genitales con este líquido. Otro remedio es hervir lavanda con agua de rosas moscadas. Con esto se empapa un trapo de lana y se frota la keuss, hasta que se ponga caliente. 161 Para estrechar la keuss, hacer una solución de alumbre con agua y lavar los genitales con esta mezcla. Será mejor si se añade corteza de nogal. Otro remedio: tomar algarrobas sin nudos y corteza de granado hervido largo tiempo en agua. Usar esta mezcla, para baños de asiento, lo más caliente posible. Repetir varias veces. También se obtiene buen resultado con el humo de los excrementos de la vaca. Para el mal olor de las axilas pulverizar antimonio y almáciga, añadiendo agua. Después se frota hasta formar una mezcla roja, y frotar con esto las axilas. También una mezcla de antimonio y almáciga pulverizados y puestos a fuego lento, hasta que adquiera la consistencia del pan; luego frotar las axilas con esta mezcla. "He decidido cerrar la puerta de mi corazón, donde resplandece la belleza de tu rostro… sólo escucho que tu recuerdo me canta a cada momento." 162 20 SOBRE EL EMBARAZO Y EL CONOCIMIENTO DEL SEXO DEL HIJO "El jacinto dejó su perfume en tu cabellera, las rosas en floración se van abriendo en la tersura de tu rostro: ya no soy dueño de nada, estoy ebrio, ando perdido sin ti… acércate, mi bien amada, porque… ¡Yo ya estoy impregnado del beber en tu cuerpo!" Sequedad de la vagina inmediatamente después del coito, inclinación de la mujer a tenderse y desperezarse, somnolencia, un sueño pesado, frecuente contracción de la keuss, oscurecimiento de los senos, y ausencia de menstruación. Si la mujer embarazada tiene buen aspecto y no presenta manchas en la piel, probablemente dará a luz un varón. Igualmente un color rojizo en los pezones. Lo mismo un desarrollo notorio de los senos y hemorragia nasal. 163 Para saber si será una niña: frecuente indisposición durante el embarazo. Manchas en la piel, dolores en la matriz, pesadillas, coloración negruzca de los pezones, sensación de cansancio en el costado izquierdo. Para salir de dudas, la mujer beberá agua con miel (hidromiel) antes de acostarse; si siente pesadez en el bajo vierntre, está embarazada; si esta sensación es más pronunciada del lado derecho, dará a luz un niño. Si sus senos derraman leche, su hijo será varón. Todo lo que he dicho lo aprendí de los sabios. "Dentro de mi corazón, donde resplandece tu rostro, hay una gota de sangre encendida… y esa gota es el ánfora donde guardo cada uno de tus deseos." 164 21 CONCLUSIÓN DE LA OBRA "Si no te has pintado para mí, ¿de qué puedo estar celoso? ¿Celoso? ¿Por qué? ¡Porque te quiero y te deseo! ¿Celoso… y vienes a compartir mi lecho toda la noche? ¡Qué la noche sea larga… muy larga!, porque… ¡Yo ya estoy impregndao del placer de tu cuerpo!" Este capítulo contiene toda la información más útil para que cualquier hombre, sin importar su edad, descubra las formas más adecuadas para poder aumentar su potencia sexual. Un enérgico estimulante es comer las yemas de varios huevos. También comer huevos y cebolla picada durante varios días. Hervir espárragos y freírlos en aceite, añadiendo algunas yemas y condimentos en polvo, para aumentar la potencia sexual. Pelar unas cebollas y ponerlas en una sartén con condimentos y especias, y freír esta mezcla con yemas, para aumentar el vigor. 165 La mezcla de leche de camella y miel, se bebe habitualmente, y desarrollará un gran vigor sexual. Huevos cocidos con mirra, cinamomo y pimienta, darán gran fuerza. Otro remedio eficaz y de efecto rápido será freír un buen número de huevos en grasa y mantequilla y mezclarlos con miel. Comer, tánto como se pueda, con pan. Este tema es tratado en el siguiente poema: Durante treinta días estuvo en erección el dekeur de Abu el-Heiluj; treinta días seguidos, porque se alimentaba con cebollas. Abu el Heidja, en una noche, desfloró ochenta vírgenes; pudo hacerlo porque se había hartado de puré de garbanzos y había bebido leche de camella mezclada con miel. Mimun, el negro, eyaculó cincuenta días y noches consecutivos y estaba muy orgulloso de ello, con razón. Y todavía añadió diez días más porque aún no se sentía agotado. Pudo hacerlo porque sólo comía yemas de huevo y pan fresco. Con razón se alaban estas hazañas de Abu el-Heiluj, Abu el Heidja y Mimun, porque su historia es asombrosa. 166 —La historia de Zohra— En tiempos muy remotos había un ilustre rey que mandaba numerosos ejércitos y poseía inmensas riquezas. Tenía siete heermosas hijas. Los más poderosos monarcas pretendían la mano de las siete princesas, pero ellas se negaban a casarse. Llevaban ropas masculinas, montaban a caballo, sabían usar la espada y la lanza, y vencían a muchos hombres en torneos. Cada una poseía un palacio. Siempre que un monarca pedía la mano de una de las princesas, el rey hablaba con ellas, y siempre contestaban: —¡Jamás! Durante mucho tiempo nadie comprendió la causa de su negativa, hasta que un día falleció el rey. La mayor le sucedió en el trono, y sus súbditos se sometieron a su autoridad. La noticia de su elevación al trono se propagó con gran rapidez. El nombre de la mayor era Fuzel Djemal, o sea Flor de Hermosura; la segunda se llamaba Soltana el-Agmar, o sea Reina de las Lunas; la tercera Bediat el-Djemal, o Belleza Incomparable; la cuarta Uarda, la Rosa; la quinta Mahmuda, la Gloriosa; la sexta Kamela, la Perfecta, y la séptima Zohra, la Belleza. Zohra, la menor, era la más inteligente y bella. Era una cazadora apasionada, y un día encontró en el bosque a un caballero que la saludó. El caballero creía haber oído una voz femenina, pero como Zohra ocultaba su rostro tras la esquina de su manto, no estuvo seguro. Entonces el cabellero se lo preguntó a un servidor del séquito de la princesa y salió de toda duda. Regresó y se dirigió a la joven. Charló con ella, y cuando ella se detuvo a des167 ayunar, la invitó a comer con ellos, añadiendo que se sentase a su lado. Durante el desayuno se entretuvieron hablando de amor. El joven aseguró que estaba enamorado de ella, pero la joven lo rechazó. El caballero se llamaba Abu el-Heidja. Su padre era Jeirun, un mercader acaudalado. Su casa se hallaba en una región aislada, a un día de camino del palacio de la princesa. Abu el-Heidja regresó a su mansión, pero no pudo tener calma. Al caer la noche, se puso un turbante negro, se ciñó la espada, montó a caballo y cabalgó la noche entera, acompañado de Momun, su negro servidor. Al amanecer, llegaron cerca del palacio de Zohra. Allí dejaron amarrados los caballos en una gruta que encontraron. Abu el-Heidja dejó al negro cuidando los caballos y se dirigió al palacio para estudiar las entradas. Descubrió que el palacio estaba rodeado de una alta muralla, sin que permitiera la entrada a nadie. Pero buscó un sitio desde donde poder observar quién salía del palacio. Por la noche regresó a la gruta, donde se sentó con la cabeza sobre las piernas de Mimun para poder dormir. De pronto, el negro le despertó. —¿Qué ocurre? –preguntó el caballero. —Oh, amo mío –respondió el negro–, he oído ruidos en la gruta y he visto una débil luz. Abu el-Heidja se puso en pie y vio, al fondo de la gruta, una débil luz. Después llegó a una hendidiura en la roca, por la que se distinguía un salón magnífico en el que se hallaba la princesa Zohra con un centenar de hermosas jóvenes. Estaban comiendo y bebiendo alegremente. 168 Abu el-Heidja pensó: “Necesito a mi amigo para que me ayude en tan difícil situación”. Volvió con su esclavo negro y le ordenó: —Ve a buscar a mi amigo Abu el-Heiluj, y díle que venga lo antes posible. De todos sus amigos, su preferido era Abu el-Heiluj, hijo del Visir. Su amigo, Abu el-Heidja y Mimun tenían la fama de ser los tres más fuertes y valerosos de su época. Nadie había logrado vencerlos. Cuando Abu el-Heidja vio volver al negro con su amigo, les salió al encuentro y le contó a su amigo que estaba enamorado de Zohra, así como su decisión de entrar en el palacio, mediante algún truco o por la fuerza. Luego relató también lo que había visto desde la gruta. Su amigo se quedó estupefacto. Cuando cayó la noche, oyeron cánticos, risas y frases alegres. Los tres se dirigieron a la hendidura y Abu el-Heilouj pudo contemplar el festín que tenía lugar en el salón. —Dime –preguntó–. ¿Cuál es Zohra? —Aquella del cuerpo perfecto –contestó Abu el-Heidja–, de sonrisa irresistible, la que tiene las mejillas como pétalos de rosa y la frente blanca como la nieve, esa es Zohra. Lleva la cabeza coronada por un collar de perlas, y sus vestidos relucen de oro. Está sentada en un trono incrustado de piedras preciosas y apoya la cabeza en una mano. —Me ha gustado más que las otras –confesó Abu el-Heiluj–. Pero, amigo mío, quiero llamar tu atención sobre un hecho que no has observado por lo visto. —¿Cuál? –pregntó Abo el-Heidja. Su amigo respondió: 169 —Con toda seguridad, sólo utilizan este salón para beber, para dar bacanales, para el libertinaje. Si creees que puedes ir por otro camino que no sea esta gruta hacia la mujer que amas, estás equivocado. Aunque consiguieses, con ayuda, entrar en contacto con ella. —Pero, ¿por qué? –preguntó con gran inquietud Abu elHeidja. —Porque, según veo, a Zohra sólo le gustan las jóvenes. Por esto no experimenta ningún amor por los hombres ni responde a tal amor. —¡Oh!, Abu el-Heiluj, conozco tu perspicacia y por eso te he llamado. Como sabes, siempre sigo tus consejos. —Amigo mío, si Alá no te hubiese guiado a esta área secreta del palacio, no habrías vuelto a ver nunca a Zohra. Pero aquí, y con la ayuda que nos preste Alá, hallaremos nuestro camino. Inmediatamente después de amanecer le ordenaron al negro que ensanchase la abertura y pronto lograron penetrar en el salón. Abu el-Heiluj encendió una vela y así admiraron los muebles, el gran número de lechos y divanes, los ricos candelabros, los magníficos tapices y alfombras, las mesas repletas de alimentos, de frutos y bebidas. Después descubrieron otras habitaciones más pequeñas, y en la última hallaron una puerta secreta. —Probablemente es la que da al palacio –dijo Abu elHeiluj–. Bien, creo que lo mejor será aguardar en una de estas estancias y ver qué pasa. Se escondieron en una habitación y allí aguardaron la llegada de la noche. Entonces vieron cómo se abría la puerta secreta. Entró una negra llevando un hachón y procedió a encender todos los candelabros y lámparas, y después perfumó el ambiente con los más suaves aromas. 170 Poco después aparecieron las jóvenes, que se acostaron en los lechos y divanes. La negra procedió a servirles comida y bebidas. Las muchachas comían y bebían y se entretenían con melodiosos cánticos. Cuando los hombres vieron que se dejaba sentir la influencia de los licores, se precipitaron en la sala, blandiendo sus espadas por encima de las cabezas de las jóvenes. Antes se habían embozado con sus mantos. —¿Quiénes son esos hombres –exclamó Zohra– que en la negrura de la noche penetran en nuestra morada? ¿Habéis brotado de la tierra o bajado del cielo? ¿Qué queréis? —Gozar del amor –respondieron ellos. —¿Con quién? –inquirió Zohra. —¡Contigo, niña de mis ojos! –gritó Abu el-Heidja, avanzando un paso. —¿Y tú quién eres? —Soy el caballero que encontraste hace unos días en el bosque, cuando cazabas. —¿Y quién te ha traído? —¡La voluntad de Alá, el Altísimo! Zohra no supo qué responder. Pero reflexionó de qué modo podría librarse de los intrusos. Entre las jóvenes había algunas cuyas keuss estaban cerradas como por barrotes de hierro, a las que ningún hombre había logrado desflorar. Y entre ellas había una, llamada Muna, que significa “la que satisface las pasiones”, que sentía un deseo insaciable por el coito. Zohra pensó, pues, que sólo podría desembarazarse de aquellos hombres mediante algún truco. Y pensó que como condición para su consentimiento, y con ayuda de las jóvenes, iba a ordenarles unas tareas que no pudieses cumplir. 171 Se volvió hacia Abu el-Heidja y le dijo: —No me poseerás jamás si no logras cumplir las condiciones que voy a imponerte. Los tres hombres declararon que estaban dispuestos a aceptar aquellas misteriosas condiciones, y Zohra les obligó a jurar que mantendrían su palabra, o de lo contrario haría que su ejército y el de sus hermanas les apresara y les convirtiera en sus prisioneros. Luego dijo a Abu el-Heidja: —Te ordeno la tarea de desflorar a ochenta vírgenes en una noche y sin perder la menor gota de semen. —Tal es mi voluntad. —¡Que yo acepto! –repuso él. La joven le condujo a una estancia y fue enviándole las ochenta vírgenes. Aou el-Heidja las desfloró a todas aquella noche sin derramar una sola gota de semen. Esta proeza extraordinaria dejó a Zohra y a las demás llenas de asombro. Luego, la princesa se volvió hacia el negro Mimun y le preguntó: —¿Cómo te llamas? —Mimun –contestó él. Entoces Zohra dijo, señalando a Muna: —Tu tarea consistirá en cohabitar duranmte cincuenta días y cincuenta noches, sin parar, con esta mujer. Si por la fatiga tuvieses que suspender la labor, habrás faltado a tu obligación. Los demás hallaron muy dura la prueba, pero Mimun exclamó: —Acepto la condición y trataré de cumplirla honrosamente. Claro que sus amigos ya sabían que el negro poseía un deseo inagotable de placer sexual. 172 Zohra le indicó una habitación, en la que el negro entró con Muna, tras haberle ordenado a ésta que le avisase tan pronto como observase cualquier señal de fatiga en su amante. —Y ahora tú ¿cómo te llamas? –continuó Zohra, dirigiéndose al amigo de Abu el-Heidja. —Abu el-Heiluj. —A ti te ordeno, que pases treinta días en compañía de estas jóvenes y mujeres, y que durante todo este tiempo tu dekeur no pierda la erección. Zohra, entonces, le dijo al cuarto caballero: —¡Cuál es tu nombre? —Felah. —Bien, Felah (buena fortuna), tú estarás a nuestra disposición para todos los servicios que se nos ocurra pedirte. A fin de inmposibilitar todo intento de escape y para no exponerse a ser víctima de trucos por parte de ellos, Zohra les preguntó a los cuatro qué alimentos deseaban tomar durante el tiempo de la prueba. Abou el-Heidja respondió que quería agua, leche de camella con miel, y garbanzos, que harían hervir con carne y muchas cebollas. Con este alimento y la ayuda de Alá esperaba llevar a buen término la tremenda hazaña. Abu el-Heiluj pidió cebollas hervidas con carne, y para beber una mezcla de jugo de cebolla cruda y miel. Mimun pidió yemas de huevo y pan fresco. Abu el-Heidja, entonces, le pidió a Zohra el favor de besarla como su amante, puesto que había cumplido con la condición. —¡Imposible! –se negó ella–. La condición que has realizado se encuentra ligada a las de tus compañeros. Si los cua173 tro cumplís como es debido, yo mantendré mi palabra, pero si fracasa uno solo de vosotros, todos os veréis sometidos a mi voluntad. Abu el-Heidja aceptó. Se sentó entre las jóvenes y las mujeres, y comió y bebió con ellas, aguardando el final de las pruebas. Al principio Zohra se mostró encantadora ya que estaba segura de que los cuatro hombres no tardarían en ser sus esclavos, pero el día vigésimo empezó a ponerse nerviosa, y el trigésimo no pudo retener sus lágrimas. Aquel día, Abu el-Heiluj había cumplido con su prueba y fue a sentarse al lado de su amigo. La princesa sólo tenía la esperanza de que el negro Mimun acabaría fatigado antes de terminar su tarea. Todos los días enviaba a preguntarle a Muna, pero siempre obtenía la misma respuesta: la fuerza del negro no disminuye. Un día, les dijo a los amigos: —Muna me ha comunicado que el negro está completamente agotado. Pero Abu el-Heidja exclamó: —¡Por Alá! ¡Si no realiza la tarea y añade además otros diez días, morirá de muerte terrible! Pero aquel fiel servidor no sólo cumplió con los cincuenta días, sino que continuó otros diez, como su amo le había ordenado. El mayor placer fue el de Muna, que había hallado la dicha completa. Cuando el negro hubo triunfado, pudo sentarse al lado de su amo. Entonces, Abu el-Heidja se dirigió a Zohra. —Ya ves que hemos cumplido tus órdenes. Ahora tienes que concedernos el precio. 174 —Es cierto asintió ella. Y se le entregó. Y él la encontró la mejor de las mujeres. El negro se casó con Muna, y Abou el-Heiluj buscó una esposa entre las ochenta jóvenes que más le gustaban. Todos se quedaron en el palacio y llevaron una existencia feliz, llena de goces, hasta que la muerte puso fin a sus vidas. Y esta historia es a la que aluden los versos de antes. Existen además otras bebidas de excelente valor, entre las cuales figura la siguiente: Mezclar una medida de jugo de cebolla con dos medidas de miel clarificada. Se calienta a fuego lento hasta que el jugo de cebolla se halla evaporado y sólo quede la miel. Se retira del fuego y se deja enfriar, y se guarda hasta que se necesite. Se mezcla una parte con tres partes de agua, y se dejan unos garbanzos en remojo en esta mezcla durante veinticuatro horas. Esto es para las noches de invierno, antes de acostarse,bastando con una pequeña dosis. Durante la noche que lo tome, el dekeur del hombre no hallará reposo. Si se toma durante varios días, el dekeur permanecerá rígido todo el tiempo. Un hombre de temperamento ardiente no debe recurrir a este remedio, pues podría causarle un acceso de fiebre. No es aconsejable tomar este remedio durante más de tres días seguidos, a menos que se trate de un anciano o de alguien de temperamento frío. No debe tomarse en verano. 175 "Después de haber creado el fuego, el agua, la tierra y el aire: quiso Alá crear un elemento en que se sumaran todos aquellos. ¡E hizo el amor! Más veloz que el aire, mi pensamiento corre hacia donde se halla la prenda de mi deseo, no importa que te encuentres, amada mía, en el fin del mundo." 176 ÍNDICE Prólogo....................................................................... 5 Introducción............................................................... 7 Origen de esta obra..................................................... 10 1. Sobre los hombres dignos de alabanza...................... 13 2. Sobre las mujeres dignas de alabanza......................... 31 3. Sobre los hombres que son menospreciados.............. 45 4. Sobre las mujeres que son desdeñadas....................... 49 5. Sobre el acto sexual.................................................. 53 6. Sobre lo que resulta favorable al coito....................... 59 7. Sobre las diferentes posturas para copular................63 Primera postura........................................................... 64 Segunda postura.......................................................... 65 Tercera postura........................................................... 66 Cuarta postura............................................................ 67 Quinta postura............................................................ 68 Sexta postura.............................................................. 69 Séptima postura.......................................................... 70 Octava postura............................................................ 71 Novena postura........................................................... 72 Décima postura........................................................... 73 Undécima postura........................................................ 74 El Asemeud, la clausura................................................ 76 El Modefeda, la postura de la tenaza........................... 77 El Mofeka, el abrazo de los pies.................................. 78 El Mokeurmeutt, con las piernas levantadas................ 79 El Setouri, la postura de las tijeras............................... 80 El Loulabi, el tornillo.................................................. 81 El Kelouci, el asalto..................................................... 82 Hachou en nekanok, la cola del avestruz.....................83 Lebeuss el djoureb, la calzadura del calcetín............... 84 Kechef el astine, la visión mutua del traseroro...............85 Neza el kouss, el arco iris............................................ 86 Nesedj el kheuzz, el movimiento recíproco................. 87 Dok el arz, el golpeteo............................................... 88 Nik el kohoul, el coito por detrás.............................. 89 El keurchi, vientre a vientre....................................... 90 El kebachi, la postura del carnero............................... 91 Dok el outed, la introducción de la pértiga................ 92 Sebek el heub, la fusión amorosa................................ 93 Tred ech chate, la postura de la oveja......................... 94 Kalen el miche, la inversión........................................ 95 Rekeud el air, la carrera del miembro.......................... 96 El modakheli, el empalme........................................... 97 El khouariki, la permanencia en casa.......................... 98 Nik el haddadi, la postura del herrero........................ 99 El moheundi, la seducción.......................................... 100 8. Sobre las cosas que son peligrosas en el acto sexual.......................................... 109 9. Sobre los diversos nombres del miembro viril..........................................................119 10. Sobre los diversos nombres del órgano sexual femenino................................................ 127 11. Sobre los órganos sexuales de los animales.............................................135 12. Sobre los engaños y perfidias de las mujeres. .............................................139 13. De cómo conocer mejor a los hombres y a las mujeres........................................... 145 14. Sobre las cosas que hacen placentero el sexo. ...................................................149 15. Descripción del útero de una mujer estéril y su tratamiento...................................... 153 16. Sobre las causas de la esterilidad en el hombre .................................................. 155 17. Sobre la impotencia temporal.............................. 157 18. Sobre los remedios para aumentar el tamaño el dekeur................................ 159 19. Sobre lo que hay que hacer para eliminar el mal olor de las axilas y la keuss de la mujer...........161 20. Sobre el embarazo y el conocimiento del sexo del hijo........................................... 163 21. Conclusión de la obra.......................................... 165 La historia de Zohra........................................... 167