1ª FASE: A partir de una consigna de trabajo concreta, revisan con atención todos los componentes o ingredientes del caldero, y también su ordenamiento prefijado. Después, los seleccionan, y caracterizan cada componente elegido, teniendo en cuenta que cada uno admite múltiples significados. Por ejemplo, el héroe podía ser un animal marino, un extraterrestre, la heroína de cualquier cuento o una niña morena. Este procedimiento continuará del mismo modo con cada una de las partes del caldero. Pero hay que intentar que esa caracterización sea clarificadora y básica al mismo tiempo. Las actividades que se originan serán muy diversas: lecturas, utilización de ideas colectivas, búsqueda de vocabulario, empleo de mapas conceptuales, etc. Y, sobre todo, debe hacerse uso de un ingrediente extra, que se recomienda con mucha insistencia: imaginación a granel. 2ª FASE: Al alcanzar esta fase, ya tiene que haber una relación ordenada de los componentes de la historia. Se iniciará entonces la elaboración del relato. El empleo de guiones o borradores de escritura es un elemento indispensable para esta fase de producción textual. Pueden ser relatos individuales o cooperativos, pero estimulando en todo momento el intercambio constante de ideas entre los niños y niñas: hablar, dialogar, discutir, descubrir soluciones y escribir. Como la escritura juega con el azar, en esta fase también podían nacer nuevas contribuciones para el cuento. En ese caso, simplemente se aceptan. Además, cobran gran importancia otros dos ingredientes extras: imaginación y fantasía. 3ª FASE: Finalmente, la historia inventada entrará en el momento de la edición, para su posterior lectura en el aula. Por esa razón, el texto escrito, después de su corrección, se pasa a limpio empleando diversas técnicas y materiales, y recordando aspectos concretos de la composición escrita: ortografía, claridad, sentido textual, etc. El ingrediente extra más solicitado en esta fase es, sin ninguna duda, la creatividad. A pesar de que las funciones estructurales del cuento popular son el principal componente de este caldero mágico, acepta otros muchos materiales. Todo dependerá de nuestra propia capacidad. Los niños, con el conjunto de palabras que ya conocen, y con las que aprenden en la escuela y con los amigos, pueden inventar infinidad de narraciones. En palabras del escritor Joan Manuel Gisbert, esas historias duermen en el fondo de su propia cabeza, que es la verdadera máquina de fabricar cuentos, y que no tiene más límites que los deseos de cada uno de ponerla en funcionamiento...