El régimen de asimilados a salarios es, podríamos decir, una combinación entre el régimen de salarios y el de honorarios, pues se trata de una persona física que presta sus servicios de manera independiente, pero en que el patrón hace las retenciones de impuestos al trabajador, como si fuera un asalariado. Este régimen fiscal cuenta con ventajas y desventajas tanto como para los patrones como para los trabajadores. Te decimos de qué se trata. Desventajas de los asimilados a salarios Una de las desventajas de este régimen fiscal es que los trabajadores no cuentan con derechos laborales. Como técnicamente no hay una relación laboral subordinada, el empleador no está obligado a dar las prestaciones de ley como seguridad social, vacaciones, aguinaldo o repartición de utilidades. Otra de las desventajas es que, si bien el trabajador no tiene la obligación de emitir comprobantes fiscales, como tendría que hacerlo si trabajara por honorarios, su percepción disminuye porque de inmediato se le aplica la retención de impuesto sobre la renta (ISR) del 30%. Además, no existe subsidio al empleo. También hay desventajas para las empresas. Una de ellas es que no pueden exigir al trabajador una jornada laboral ni supervisarlo mientras la realiza sus labores. Además hay que tener mucho cuidado con intentar disimular relaciones de subordinación reales, pues el empleador puede hacerse acreedor a una multa por parte de la autoridad. Ventajas No necesariamente es inconveniente para todos los trabajadores, pues también tiene algunas ventajas. Por una, ofrece una mayor flexibilidad de horario, pues no necesita cumplir con una jornada laboral. Así, podrá administrar su tiempo como mejor le convenga. Además está la liberación de la carga administrativa, pues el trabajador no se verá en la necesidad de presentar sus declaraciones. Por último, por la parte de los ingresos quien labore bajo esta modalidad también puede tener mayores percepciones, pues estos contribuyentes no tienen la obligación de pagar el impuesto al valor agregado (IVA), cuya tasa es del 16%. Para el empresario, las ventajas son más obvias, pues se exime del pago de las obligaciones asociadas a la seguridad social del trabajador.