1.- El domingo es un día sagrado para la vida de la Iglesia, para todos y cada uno de los creyentes. El domingo ayuda a ver el mundo a la luz de la Eucaristía. La misa es el sacrificio de Cristo que cambia el mundo y pide a la Iglesia que también se transforme. 2.- La Eucaristía es fuente de la cultura del perdón, tan necesaria como olvidada en nuestro mundo de hoy. La misa dominical facilita y fomenta esta cultura del perdón. 3.- El Día del Señor es también el día de la solidaridad y del compartir con los demás, especialmente con los pobres. Y desde la misa dominical surge una ola de caridad destinada a extenderse a toda la vida de los fieles. 4.- Sin la misa dominical, no se alimenta la fe mediante el encuentro con el Señor, no se escucha la palabra de Dios, ni se vive la dimensión comunitaria de la fe. Si el cristiano falta a la misa dominical, gradualmente se distancia de Cristo y de la Iglesia. 5.- Dedicando tiempo al Señor cada domingo y en los días de precepto, la persona humana descubre una mejor jerarquía de valores, a la cual adaptar su existencia. 6.- En la celebración del Día del Señor, los fieles, a menudo turbados por problemas de distinta índole, podrán obtener de la Eucaristía luz, paz, consuelo y la fuerza necesaria para transformar sus vidas y el mundo según Jesucristo. 7.- Vivir el domingo como el Día del Señor nos ayudará a llenar de sentido y plenitud la dimensión festiva del domingo, que es mucho más que un día sólo de descanso y ocio. 8.- El domingo es el día de la familia cristiana. Y en su participación de la Eucaristía alarga sus horizontes cristianos y descubre que es parte viva de la gran familia de Dios. 9.- La celebración dominical de los católicos se transforma también en un signo distintivo para ellos, en particular en aquellos países donde son una minoría o donde la práctica dominical es progresivamente menor. 10.- La vivencia del domingo cristiano potencia actitudes y sentimientos de comunidad y supera concepciones y praxis individualistas de las relaciones de los hombres entre sí y de los hombres con Dios.