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1. Reseña Verdadera Adoración

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ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO: VERDADERA ADORACIÓN
Por
Jaime Alejandro Rojas Hernández
Entregado para cumplir parcialmente con los requisitos de la materia:
Teología de la Adoración
Que imparte Joel Sierra
SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO
26 de Agosto 2020
VERDADERA ADORACIÓN
No hay duda de que la adoración en el cielo será gloriosa por eso debemos tratar
de que lo sea también en la tierra. Creo que mucha oración y sabiduría pueden
establecer una gran diferencia al momento de adorar. La adoración es herencia y
responsabilidad de todo el pueblo de Dios por eso es importante que hagamos bien
nuestra tarea. En nuestras iglesias muchos hombres y mujeres están incómodos y
hasta sufren durante el tiempo de adoración. Sin embargo, ningún músico puede
llegar a creerlo si no se toma tiempo para escuchar y observar lo que está pasando
más allá de su propio éxtasis.
Las dos partes más importantes del culto son: primero, la respuesta del hombre
hacia Dios a través de la oración, música, adoración, ofrenda, etc., y segundo, pero
primero en importancia, Dios hablando a su pueblo por medio de la exposición de
la Palabra. Ambas partes resultan de gran bendición o de gran aflicción, según la
forma en que se realicen.
El Nuevo Testamento casi no indica de qué manera específica debe ser realizada
la adoración en la iglesia. Enseña algunos principios, como que todo debe ser hecho
decentemente y en orden para edificación, pero vemos pocas pautas prácticas.
Existen muchas razones para cuestionar que la iglesia primitiva tuviera algo
parecido a nuestros cultos modernos típicos; lo más probable podría ser que los
cultos se hubieran parecido a las reuniones caseras de grupos celulares. Así que
mucho de lo que hacemos o no hacemos en un culto no es, necesariamente, por
principios u ordenanzas bíblicas sino por los gustos de la congregación.
Es importante definir o aclarar el rol y el propósito del grupo de adoración. A través
de la historia y hasta los días modernos, siempre que hubo un director de música,
éste preparaba y dirigía el momento de adoración para que la congregación
participara plenamente y de modo significativo en la adoración a Dios. Desde
tiempos del Antiguo Testamento hubo personas cuya responsabilidad era preparar
la música para poder lograr excelencia y bendición en la adoración. Los directores
de música sabían que la preparación era fundamental, y que no era cosa de
"depender sólo del Espíritu". Para lograr que la música y el mensaje se
complementaran y fueran para edificación, era necesaria la preparación previa.
En cuestión de la dirección también se entendía que la mente y el corazón de las
personas debían ser dirigidos para que hubiera una profunda adoración a Dios. La
adoración no ocurre accidentalmente; requiere de la iniciativa y el liderazgo que
lleva al pueblo de Dios a responder al Señor de manera apropiada. Esto daba paso
a una participación significativa de todo el pueblo en la adoración, el propósito no
era que el músico se luciera o destacara, sino que el pueblo fuera motivado y llevado
a una participación significativa. En otras palabras, no eran los expertos quienes
llevaban a cabo la adoración, sino que ayudaban a que todos adoraran.
A su vez, se reconocía que la música era sólo una parte, que la oración, la confesión,
y la lectura de la Palabra eran también esenciales en la adoración. Hoy en muchas
iglesias parece que sólo la música importa y, lamentablemente, los demás
elementos han sido descuidados.
El director de música debe coordinar la música con el tema del mensaje o de las
fechas especiales. Un grupo de alabanza necesita practicar y ensayar la música
para poder dirigir bien el canto, para enseñar nuevas alabanzas o para llevar a cabo
números especiales. El programa debe ser planificado para lograr equilibrio, orden
y participación significativa. Todos los elementos vitales deberán ser considerados
e insertados en los lugares apropiados y, además, se tiene que tener en cuenta las
necesidades físicas a fin de no cansar a las personas. La música tiene que ser
escogida y preparada ya sea de manera impresa, en proyector, himnarios, etc., de
tal forma que las personas puedan aprender los cantos y participar de los mismos.
Los instrumentos se utilizan para ayudar a dar cuerpo y sustancia a la música, pero
siempre deben vistos como elementos auxiliares, no dominantes. En otras palabras,
deben ayudar a transmitir el mensaje y por ningún motivo impedir que sea
escuchada la letra de los cantos o las voces de la congregación.
Hoy en día existen algunos problemas modernos a los que se enfrenta la Iglesia
respecto a la adoración. Se considera erróneamente que el grupo de adoración es
quien realiza la adoración y que la congregación solamente los acompaña. Ellos son
los expertos, los músicos, los que adoran, mientras las personas restantes
participan nominalmente. El énfasis ha ido de la congregación al músico o al grupo
en general. Los grupos llevan a cabo su participación como si fueran lo más
importante, con poca relación y coordinación con el resto del programa participando
solo en la alabanza y en el resto del programa no se involucran. Debido a que los
músicos consideran su parte como la principal, ellos controlan el programa hasta
que la gente está “cansada”. Por su falta de orientación hacia la congregación, no
existe una búsqueda sincera de llevar a las personas a una participación activa. Por
estas razones, en muchas iglesias canta menos de la mitad de las personas.
Hay una serie de conceptos que el director y el grupo no deben olvidar. Trabajan
con humanos, no con ángeles. Los humanos necesitan dirección y enseñanza.
Muchos músicos sólo están actuando, en lugar de dirigir la música de la
congregación. Es necesario que el director de música dirija a la congregación, no
sólo a sus músicos. Los músicos están allí para ayudar a que la congregación cante
bien, no viceversa. Los humanos son un conjunto de carne, alma y espíritu. No
debemos pretender que alguien que permanece de pie durante una hora no se
canse ni le resulte difícil concentrarse.
Hay una gran diversidad de gustos legítimos. No hay una clase de comida que todo
cristiano deba comer, como tampoco hay una clase de música que todo cristiano
tenga que cantar. Hay diferentes gustos, todos legítimos, que expresan mejor el
corazón, la personalidad y el momento histórico de diferentes personas. Es abusivo,
egoísta y una señal de inmadurez de parte del líder musical imponer exclusivamente
sus preferencias a la congregación. Su papel es ayudar a toda la iglesia a expresar
su adoración a Dios. Hay que tener en cuenta los diferentes gustos para que todos
puedan disfrutar. Se necesita tener dentro del programa de alabanza una mezcla
de diferentes tipos de alabanza para lograr una armonía y una adoración
participativa pero sobre todo significativa.
En una congregación hay diversidad de edades. La música debe expresar los
gustos y la madurez de los diferentes grupos. Cuando hay muchos niños, debe
haber una o dos canciones especialmente del gusto de ellos. Si hay jóvenes,
también para ellos (siendo que la mayoría de los integrantes de grupos de alabanza
son jóvenes, suele ocurrir que son todas de su preferencia). Y lógicamente, cuando
hay mayores, debe haber música para su gusto y propia de su época. Cuando no
sucede es porque hay falta de consideración hacia los demás, egoísmo, y no se
entiende el cuerpo de Cristo, ni las necesidades de la Iglesia respecto a la
adoración.
Existe una diversidad de necesidades y situaciones en la vida de los participantes.
Cada semana muchos grupos de personas totalmente diferentes llegan a la iglesia
con necesidades distintas. Algunas llegan con derrotas y otras con victorias. El libro
de los Salmos es un reflejo de la diversidad de momentos en la vida de las personas,
y de la necesidad de tener música y palabras apropiadas. Hay salmos para cada
ocasión de la vida. Necesitamos tener en cuenta las necesidades de todos. Esto no
es fácil, requiere oración, reflexión y planificación. Tanto el director del culto como
el grupo de alabanza necesitan ser sensibles con la congregación y dirigirla para
que puedan darle a Dios la adoración que está esperando de su pueblo.
Otro punto a considerar son los males frecuentes o malos hábitos que se tienen al
adorar. El cansar y aburrir al pueblo de Dios. Alguien ha comentado que el diablo
está logrando que el pueblo se canse de la adoración, a causa de los músicos que
ignoran que más no siempre equivale a mejor. Es importante dar por finalizado el
tiempo de adoración en el momento apropiado, antes de que las personas se
cansen. Este cansancio es resultado de los siguientes factores: Repetición de varias
veces la misma alabanza. Un grupo musical muestra su inmadurez y falta de
repertorio cuando repite la misma alabanza vez tras vez. Dios nos ha dado
innumerables cantos e himnos, y debemos hacer uso de esta gran diversidad de
música. Un período de canto muy largo o que se repita una misma frase muchas
ocasiones puede dar paso a un cansancio dentro de la alabanza. Si todo el tiempo
se permanece en la misma posición física también es entendible que se genere
cansancio en la congregación. Cuando hay mucho ruido en el ambiente que rodea
la alabanza puede llegar a ser molesto, más para las personas adultas que no están
acostumbrados. Hay un punto en el que frecuentemente se cae y es cuando se
cantan canciones que la mayoría no conoce y que el grupo no domina.
El exhibicionismo y la ostentación por parte de los músicos. Puede hacer que estos
parezcan estar centrados más en sus habilidades y en la ejecución que en la propia
adoración al Señor. Si este problema existe puede ser por falta de un buen
liderazgo, que oriente al grupo a entender que son los que adoran no a los que
adoran.
La distorsión espiritual de los músicos es algo que ha dado paso a muchos debates.
Están fascinados, satisfaciendo sus propios gustos o necesidades espirituales, sin
pensar realmente en el efecto que eso tiene en otros y mayormente en los que
dirigen. Algunos tienen como preocupación primaria la libertad de expresar sus
propias emociones y el satisfacerse a sí mismos, en vez de la edificación y el bien
del hermano. Algunas veces, expresiones legítimas son usadas artificialmente para
llenar el vacío y para dar apariencia de espiritualidad. El uso y abuso de las
expresiones de moda desgasta lo sagrado.
Otro problema actual en la mayoría de las Iglesias es la falta de cantos e himnos
con profundo contenido teológico. Mucha de la música es emocional, agradable o
con ritmo, pero carece de contenido significativo. Existe una gran necesidad de
cantos y alabanzas nuevos que tengan contenido teológico. En cada culto, casi
siempre se cantan las mismas alabanzas.
Algunas sugerencias que pueden ser de utilidad es que el líder realmente lidere y
recuerde que esa es su prioridad, dirigir al pueblo de Dios en alabanza, necesita
darse tiempo para observar a la congregación, pedir la opinión de algunos que
formen parte de la Iglesia; pero más importante buscar a Dios para que le muestre
lo que se necesita para adorar de manera congregacional. Cuando uno ve que la
mayoría no está cantando sino sólo esperando que ese momento termine, debe
tomar conciencia y con la ayuda de Dios cambiar lo que está sucediendo. Se debe
dar importancia a los otros ministerios de la iglesia, especialmente al ministerio de
la Palabra. La música y la adoración aumentan la receptividad de la gente y la
preparan para recibir el mensaje de Dios. Muchos líderes deben entender que más
no es mejor. Es mejor que las personas se queden con el deseo de más y no que
resulten cansadas de demasiado.
El líder debe evitar que los sistemas modernos de sonido tapen la respuesta de la
congregación. Recuerde que la música de ellos es tan importante como la suya.
Cuando uno no logra escucharse, generalmente se calla. El grupo que dirige la
adoración debe ser espiritual, no aparentar espiritualidad. A la vez es importante
que cada uno recuerde que hay cosas que deben suceder a solas con Dios. La
adoración no es simplemente una función de habilidad musical. Los músicos
necesitan dar un testimonio excelente y poseer madurez visible para la
congregación.
No hay un substituto para el caminar diario y profundo con el Señor. La alabanza no
es la imitación de una forma, sino la expresión de una vida espiritual que no puede
ser contenida y que brota en celebración y gratitud al Señor de manera constante.
REACCIÓN PERSONAL
En este tema referente a la adoración sin duda que hay mucho trabajo por relazar
en diferentes aspectos. No es suficiente solo con ser hábil tocando instrumentos o
cantando, se necesita como pieza clave una relación constante con Dios, debe
haber dependencia total para entender de primera mano lo que Dios está esperando
de cada uno de nosotros en la adoración. El trabajo en equipo para lograr una
armonía es de vital importancia, no se debe buscar sobresalir sino complementar al
otro, todo debe estar correctamente equilibrado y de esta forma habrá dentro de la
Iglesia una adoración significativa pero también una adoración en la que todos
participemos realmente con la actitud correcta y con el mismo objetivo. No se debe
estar cerrado a implementar cambios pero estos tienen que ir enfocados en ayudar
de manera general y no solo a un grupo de la congregación; el líder y el grupo deben
estar abiertos a escuchar las necesidades de la Iglesia.
Una Iglesia que en verdad adora siempre va a tener mayor impacto, cada uno de
los que participan en el culto necesitan entender que cada vez que la Iglesia está
reunida hay personas que están dando una última oportunidad para experimentar
la presencia de Dios, todos somos responsables de reflejar a Dios por medio de
nuestra participación en el culto, debemos por eso estar conectados y depender de
Dios en todo momento. El programa debe estar planeado para todo tipo de personas
de manera que se sientan incluidos y se animen a participar. Debemos
constantemente trabajar en los métodos de integración que usamos, por ello el
pastor, el líder de alabanza, el grupo y todo el equipo de servidores necesita estar
enfocado en el mismo canal para trabajar con la misma meta en común.
Los cambios en la adoración necesitan comenzar de adentro para fuera. Es
prioridad enseñar sobre el verdadero significado de la adoración para que las
personas entiendan y valoren la adoración antes de enfatizar los cambios en la
estructura y en el comportamiento en la adoración. Estos mismos cambios deben
comenzar por los líderes y por todos los que colaboran con ellos. De este modo se
habrá de reflejar también en la congregación un cambio de modo natural como
respuesta a los ajustes. La adoración no es solo un momento dentro del culto sino
que es el motor que nos mueve a cada uno, constantemente debemos renovarnos
de acuerdo a la dirección del Espíritu. La adoración en la Iglesias debe reflejar a los
visitantes lo que Dios puede hacer en sus vidas. Todos los que participen en el culto
deben sentir la presencia del Espíritu Santo, nosotros no debemos obstaculizar esa
experiencia por querer sobresalir. La adoración es herencia y responsabilidad de
todo el pueblo de Dios. Hagamos bien nuestra tarea.
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