TEMA 4 El nuevo mapa de Europa. En su lugar se instituyeron Estados liberales burgueses. El triunfo del liberalismo, de los principios de libertad política y soberanía nacional, impulsó con fuerza a los movimientos nacionalistas que cambiaron el mapa de Europa. 1.1 La Restauración Después de la derrota de Napoleón, los representantes de las grandes potencias vencedoras se reunieron en Viena para definir un nuevo orden político en Europa. Los diplomáticos enviados por Francia, con un nuevo monarca Borbón en el trono, Luis XVIII, y aliados menores como Suecia, España y Portugal. El objetivo principal de las resoluciones aprobadas en el Congreso de Viena era la restauración del orden político tradicional, la alianza entre los defensores del absolutismo, la iglesia y la aristocracia. El sistema político de la Restauración, ideado por el canciller austriaco, Metternich, buscaba la creación de un equilibrio de poderes que evitara la guerra y pusiera freno a los movimientos revolucionarios. El imperio austriaco impuso su dominio en el norte de Italia. Prusia, la otra gran potencia. amplió su influencia sobre los territorios alemanes. Rusia, por su parte, extendió sus fronteras hacia el oeste sobre Finlandia y Polonia, Gran Bretaña aseguró su dominio marítimo. Suecia se anexionó Noruega y nació un nuevo reino, los Países Bajos. Francia, volvió a sus fronteras anteriores a la revolución. El mapa de la Europa de Viena se mantuvo sin grandes modificaciones durante casi un siglo. Pero se celebraron periódicamente congresos y se crea una organización militar (la cuádruple alianza), habrá brotes revolucionarios que salpicaron Europa. 1.2 Movimientos revolucionarios de 1820. La primera oleada revolucionaria comenzó en España en 1820. Obligaron a Fernando VII a aceptar la Constitución liberal de 1812. El pronunciamiento de Rafael de Riego. Y en el sur de Europa, su ejemplo impulsó las revueltas liberales que estallaron en Nápoles, el Piamonte y Portugal. Estos movimientos fracasaron debido a la reacción de las fuerzas absolutistas. El único que acabó triunfando, después de una larga guerra de independencia, fue el levantamiento de los griegos contra el dominio turco. 1.3 Las revoluciones de 1830. 1830, la rebelión popular que estallo en París inicio una serie de movimientos revolucionarios en Europa con un claro caracter liberal y nacionalista. ● En Francia, la rebelión tuvo su origen en la política. Reaccionaria impuesta por Carlos X (disolución de la Cámara de Diputados y supresión de la libertad de prensa). Las masas populares, que levantaron las barricadas de París. Se extendió por todo el país y obligó al rey a marchar hacia el exilio. El trono fue ocupado por Luis Felipe de Orleans, un monarca dispuesto a favorecer los intereses de la burguesía y a aprobar una constitución de carácter liberal. ● En 1830, la revolución se extendió a Bélgica. El reino de los Países Bajos había sido creado por el Congreso de Viena como un “estado tapón” y albergaba dos sociedades muy dispares en todos los aspectos. Las provincias del sur del Reino de los Países Bajos, de mayoría católica y habla francesa y desarrollo económico, se oponían al dominio político holandes. Expulsadas las tropas holandesas de Bruselas, una coalición de católicos y liberales proclamó la independencia de Bélgica. En la Conferencia de Londres (1831), las grandes potencias, Austria, Francia, Gran Bretaña, Prusia y Rusia, aceptaron la independencia. La lucha nacionalista de los belgas iba unida a los principios liberales, reflejados en la Constitucion de 1831. ● En Polonia se produjo una revuelta nacionalista contra la opresion rusa. La represión zarista posterior impuso el absolutismo de Alejandro I. ● Igual suerte corrieron los levantamientos ocurridos en Módena, Parma, Bolonia y los Estados Pontificios, aplastados por las tropas austriacas. Los movimientos de 1830 originaron un claro distanciamiento entre las potencias occidentales, que idearon en 1834 la Cuádruple Alianza y el bloque de la Santa Alianza, que reafirmó sus compromisos de intervencionismo antiliberal en Münchengrätz (1833). 1.4 La “Primavera de los pueblos” de 1848. El movimiento revolucionario de 1848 fue un fenómeno de dimensiones europeas, aunque de nuevo fue en Francia donde empezó. Fue el final del ciclo revolucionario abierto en 1815 contra la hegemonía de las monarquías absolutistas. Lo ocurrido en 1848 demostró la fuerza de las identidades nacionalistas. Y también los límites del liberalismo político, dividido entre las constituciones moderadas apoyadas por la alta burguesía (sufragio censitario) y la presión popular a favor de la democracia (sufragio universal). En febrero de 1848, las medidas autoritarias impuestas por el Gobierno francés desencadenaron una amplia revuelta popular. La presión de las barricadas llegó hasta el Palacio Real y provocó la huida de Luis Felipe de Orleans. Se proclamo la Segunda República y un Gobierno provisional instauro el sufragio universal masculino, abolió la pena de muerte y la esclavitud, y reconoció los derechos sociales de los trabajadores. Luis Napoleón Bonaparte logró la presidencia de la nueva República en 1849. Dos años más tarde dio un golpe de Estado y se proclamó emperador con el nombre de Napoleón III. Era el inicio en Francia de la época del Segundo Imperio. En Austria, consiguieron la destitución de Metternich y la abdicación del emperador austriaco, Fernando I. Su sucesor, Francisco José I, se vio obligado a aceptar la abolición de la servidumbre feudal y a promulgar una constitución liberal. Las revueltas populares se extendieron también por muchos Estados alemanes. Se llegó a formar un Parlamento alemán en Fráncfort dispuesto a aprobar una constitución unitaria de carácter liberal. Pero el rey de Prusia, Federico Guillermo, se negó a aceptar una constitución basada en el sufragio universal y disolvió el Parlamento. La mayoría de las revoluciones que se llevaron a cabo terminaron ahogadas en sangre. Pero su fracaso no fue absoluto. En toda Europa del este, excepto en Rusia, desapareció la servidumbre del campesinado y las herencias del feudalismo. El sistema parlamentario constitucional se impuso en la mayoría de los países del continente. Las protestas populares demostraron la capacidad de actuación de las masas en las calles y la fuerza creciente de una nueva clase social, el proletariado. Y la derrota de los nacionalismos fue solo temporal, ya que dio inicio a un largo proceso de luchas y de movilizaciones políticas. 2.1 ¿Qué es el nacionalismo? El concepto “nación” no tuvo un significado político hasta la época de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas. El término se empezó a utilizar para definir a un colectivo humano con relaciones económicas y sociales estrechas, un pasado común, identidades culturales, lingüísticas y religiosas, y un sentimiento de pertenencia a un pueblo diferente de los demás. El nacionalismo es la ideología política que defiende el derecho de cada pueblo a configurar un Estado independiente. ● ● Por un lado, el nacionalismo liberal de raíces ilustradas que defiende la libertad de los individuos para formar una comunidad política. Por otro lado, hay un nacionalismo de carácter idealista y cultural de origen alemán influido por el Romanticismo, que cree que los pueblos tienen un espíritu propio inmutable. 2. 2 La unificación alemana El reino de Prusia fue el protagonista político del proceso de unificación de Alemania. El primer paso llegó en el año 1834 con la Unión Aduanera, que permitía la libre circulación de bienes y personas y estrechaba las relaciones entre los distintos Estados de la Confederación Germánica. El segundo en 1848, cuando se formó el Parlamento de Fráncfort. El artífice de ese proceso fue Otto von Bismack, canciller de Prusia desde 1862. Para lograr la integración de todos los territorios alemanes: ● ● ● ● El primer conflicto, en 1864, fue la guerra declarada a Dinamarca para conseguir la posesión de dos ducados en disputa Schleswig y Holstein. El segundo, 1866, fue una victoria de los ejércitos prusianos sobre los austriacos, vencidos en la batalla de Sadowa. Austria quedaba al margen. El tercero, en 1870, fue la guerra librada contra el imperio francés de Napoleón III. En 1871, el palacio de Versalles fue el lugar elegido para proclamar a Guillermo I emperador del II Reich. Alemania se configuraba como una gran potencia continental, con una estructura confederal y una política autoritaria y militarista. 2.3 La formación de Italia. En el caso italiano, la iniciativa política le correspondió al reino de Piamonte-Cerdeña, la región de mayor desarrollo económico e industrial. Una monarquía constitucional encabezada por el rey Victor Manuel II y dirigida por su primer ministro, el conde de Cavour. En 1858, con el apoyo militar de Francia, el ejército de Piamonte derrotó a tropas austríacas en las batallas de Magenta y Solferino. Milán y Lombardía se unieron al reino de Piamonte. Lo mismo hicieron Parma, Módena y Toscana en 1860, después de un referéndum. La incorporación del sur de la península itálica se consiguió gracias a Giuseppe Garibaldi. Frente a un ejército denominado de los “camisas rojas” y consiguió el apoyo popular necesario para derribar a la monarquía borbónica. En 1861, Victor Manuel II fue proclamado rey de Italia. La última fase del proceso de unificación comenzó en 1866. La derrota de Austria permitió la incorporación de Venecia. Cuatro años más tarde, las tropas italianas ocupaban Roma. El papa Pío IX, inició un conflicto, que no se soluciono hasta la firma de los Tratados de Letrán entre el papado y el Gobierno fascista, que permitieron la creación del Vaticano dentro de la ciudad de Roma.