EXANINANDO LAS ESCRITURAS Lunes 1 de noviembre Consideren que los demás son superiores a ustedes (Filip. 2:3). Muchas personas que este mundo considera sabias se burlan de lo que la Biblia dice sobre el orgullo. Afirman que pensar que los demás son superiores nos hará vulnerables y que la gente se aprovechará de nosotros. Pero ¿cuál ha sido el resultado de la actitud egoísta que fomenta el mundo de Satanás? ¿Son felices las personas egoístas? ¿Tienen familias felices y amigos verdaderos? ¿Tienen una amistad estrecha con Dios? ¿Qué diría usted que produce mejores resultados: la sabiduría del mundo, o la sabiduría de la Palabra de Dios? (1 Cor. 3:19). Quienes siguen los consejos de los “sabios” de este mundo son como un turista que le pregunta cómo llegar a un lugar a otro turista que está tan perdido como él. Respecto a los “sabios” de sus días, Jesús dijo: “Guías ciegos es lo que son. Por eso, si un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo” (Mat. 15:14). Sin duda, la sabiduría del mundo es una necedad para Dios. w19.05 24, 25 párrs. 14-16 Martes 2 de noviembre Reunirán a sus escogidos (Mat. 24:31). En los últimos años, el número de los que participan del pan y del vino en la Conmemoración no ha dejado de aumentar. ¿Debería preocuparnos esto? No. “Jehová conoce a los que le pertenecen” (2 Tim. 2:19). Jehová sabe quiénes son verdaderamente ungidos, pero los hermanos que durante la Conmemoración cuentan a los que comen del pan y beben del vino no lo saben. Por eso, la cifra total incluye a los que creen que son ungidos pero en realidad no lo son. Algunos que solían participar ya no lo hacen. Y otros creen que gobernarán con Cristo en el cielo debido a problemas emocionales o mentales. Así que no sabemos con exactitud cuántos ungidos quedan en la Tierra. Habrá ungidos en muchas partes de la Tierra cuando Jesús venga para llevárselos al cielo. Es cierto que la Biblia da a entender que en los últimos días todavía habrá un pequeño número de ungidos en la Tierra (Apoc. 12:17). Pero no dice cuántos quedarán cuando empiece la gran tribulación. w20.01 29, 30 párrs. 11-13 Miércoles 3 de noviembre Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito (Juan 3:16). Con la parábola del hijo perdido, Jesús mostró cuánto nos ama Jehová (Luc. 15:11-32). El padre de la parábola nunca perdió la esperanza de que su hijo volvería. Y, cuando este lo hizo, el padre lo recibió con los brazos abiertos. Si nos hemos apartado de Jehová y nos hemos arrepentido, podemos tener la certeza de que nuestro Padre desea acogernos. Nuestro Padre reparará todos los daños que provocó Adán. Cuando este se rebeló, Jehová decidió adoptar a 144.000 personas que serían reyes y sacerdotes en los cielos con su Hijo. Jesús y estos gobernantes ayudarán a los seres humanos obedientes a llegar a ser perfectos en el nuevo mundo. Tras superar una prueba final de obediencia, Dios les dará vida eterna. Nuestro Padre sentirá entonces la satisfacción de ver que la Tierra está llena de sus hijos perfectos. ¿Verdad que será maravilloso? w20.02 6, 7 párrs. 17-19 Jueves 4 de noviembre Deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente (Efes. 4:23). Todos debemos preguntarnos: “¿Cómo son los cambios que estoy haciendo para imitar a Cristo? ¿Son solo superficiales? ¿O me estoy convirtiendo en un cristiano en lo más profundo de mi ser?”. Esta es una diferencia importante Dios. En Mateo 12:4345, encontramos un ejemplo que puso Jesús y que indica lo que debemos hacer. Este ejemplo pone de relieve una verdad fundamental: no es suficiente con eliminar los malos pensamientos; debemos llenar el vacío con pensamientos que agraden a. ¿Es posible cambiar lo que de verdad somos en el interior? La Palabra de Dios responde: “Deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Efes. 4:24). Como vemos, es posible hacer este cambio, pero no es fácil. No basta con reprimir los malos deseos y acciones. Tenemos que modificar “la fuerza que impulsa” nuestra mente. Esto quiere decir cambiar nuestros deseos, tendencias y motivaciones. Para ello, es necesario hacer un esfuerzo constante. w19.06 9, 10 párrs. 6, 7 Lunes 8 de noviembre Estoy olvidando las cosas que quedan atrás (Filip. 3:13). Puede que algunos tengamos que vencer el sentimiento de culpa por pecados que cometimos en el pasado. En tal caso, ¿por qué no dedicamos tiempo a investigar sobre el rescate? Estudiar, meditar y orar sobre este tema animador nos ayudará a librarnos de los sentimientos de culpa innecesarios, pues comprenderemos y aceptaremos que Jehová ha perdonado nuestros pecados. Veamos otra lección que aprendemos de Pablo. Algunos Testigos han renunciado a trabajos muy bien pagados a fin de hacer más por el Reino. Si ese es nuestro caso, olvidar las cosas que quedan atrás implica no anhelar las oportunidades que dejamos pasar (Núm. 11:4-6; Ecl. 7:10). Entre “las cosas que quedan atrás” podrían estar también nuestros logros en el servicio a Jehová o las pruebas que hemos afrontado. Claro, recordar cómo nos ha bendecido y apoyado nuestro Padre a lo largo de los años puede acercarnos más a él. Sin embargo, no queremos dormirnos en los laureles y pensar que ya hemos hecho suficiente (1 Cor. 15:58). w19.08 3 párrs. 5, 6. Pasaje bíblico citado 1 Corintios 15:58 58 Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes,+ inamovibles, y estén siempre muy ocupados+ en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo relacionado con el Señor no es en vano.+ Pablo no permitió que lo distrajeran ni sus logros del pasado ni los errores que había cometido. De hecho, dijo que olvidar “las cosas que quedan atrás” era esencial a fin de estirarse para alcanzar las cosas por venir, esto es, terminar con éxito la carrera cristiana (lea Filipenses 3:12-14). ¿Qué pudo haberlo distraído? Primero, sus impresionantes logros en el judaísmo. Pero él consideraba esas cosas como “un montón de basura” (Filip. 3:3-8). Segundo, el sentimiento de culpa por haber perseguido a los cristianos. Pero no permitió que esto lo paralizara. Y, tercero, lo que había hecho en su servicio cristiano. Obtuvo muy buenos resultados aunque había sido encarcelado, golpeado y hasta apedreado, había sufrido naufragios y no había tenido qué comer y qué ponerse. Pero nunca pensó que ya había hecho suficiente (2 Cor. 11:23-27). Pese a todos sus logros y sufrimientos, sabía que tenía que seguir adelante. Y nosotros debemos hacer lo mismo.