Subido por norma aguero vasquez

Semana 01 Farmacoquímica (1)

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FARMACOQUIMICA II
Mg. Edgard Luis Costilla Garcia
Temario
• Definición de Antibióticos y
Quimioterápicos.
• Generalidades.
Farmacodinamia y
espectro de acción.
• Objetivos. Pasado, presente y
perspectivas
La teoría de los gérmenes de las enfermedades, basada en el
trabajo de Louis Pasteur y Robert Koch, fue una revolución en
la comprensión humana de la naturaleza que vincula
microorganismos específicos a enfermedades especificas.
Son sustancias químicas elaboradas por numerosas especies de
microorganismos (hongos, bacterias y actinomicetos), que
actuando sobre otros microorganismos son capaces de suprimir
su crecimiento y multiplicación (acción bacteriostática) o
eventualmente provocar su destrucción (acción bactericida).
ANTIBIOTICO
Aunque básicamente los antibióticos son producidos por
microorganismos, el conocimiento pleno de su estructura
química y el avance de la farmacología molecular y de los
procedimientos de síntesis química, han posibilitado que en la
actualidad algunos antibióticos puedan ser completamente
sintetizados en el laboratorio, como el cloramfenicol, por
ejemplo.
Otros muchos antibióticos tienen un origen semisintético, es
decir que son producto de una modificación química en la
estructura del antibiótico original producido por el
microorganismo correspondiente.
Estas modificaciones semisintéticas otorgan al antibiótico nuevas
propiedades, tales como un mayor espectro antibacteriano o un
espectro selectivo o mejor tolerancia y biodisponibilidad, ácido
resistencia para su administración oral y otros cambios
farmacocinéticos que pueden ser de utilidad en terapéutica.
La teoría de los gérmenes se desarrollo considerablemente en el siglo XX, con la identificación y
caracterización de muchos patógenos microbianos y sus mecanismos patogénicos y la introducción de
fármacos antimicrobianos. Con el uso de estos medicamentos surgieron cuestiones sobre los
regímenes apropiados, resistencia a los fármacos, interacciones entre medicamentos y toxicidad.
Los microorganismos de importancia
medica se dividen en cuatro categorías:
- bacterias,
- virus,
- hongos
- y parásitos.
La primera clasificación amplia de antibióticos sigue de
cerca esta clasificación, por lo que tenemos agentes:
- antibacterianos,
- antivirales,
- Antifúngicos
- y antiparasitarios
Las moléculas antimicrobianas deben considerarse como ligandos cuyos receptores son proteínas
microbianas. El termino farmacóforo, introducido por Ehrlich, define la parte química activa del
fármaco que se une al receptor microbiano. Las proteínas microbianas elegidas por el antibiótico son
componentes esenciales de las reacciones bioquímicas en los microbios, y la interferencia con estas
vías fisiológicas elimina a los microorganismos.
QUIMIOTERAPIA DE LAS INFECCIONES
Las enfermedades infecciosas, constituyen
uno de los problemas terapéuticos más
importantes de la medicina. Se estima que
gracias al advenimiento de la era antibiótica
y quimioterápica, la expectativa de vida de
las
poblaciones
se
incrementó
significativamente en los últimos 30-40 años.
Sin embargo, tanto los antibióticos como los
quimioterápicos
antibacterianos,
son
posiblemente los agentes farmacológicos de
peor
utilización
en
la
terapéutica
farmacológica.
BACTERIOSTÁTICOS: Son agentes antibacterianos,
que impiden el desarrollo y la multiplicación de los
microorganismos, pero que no los destruyen.
Requieren el complemento del sistema inmunológico
defensivo
del
huésped,
para
dominar
definitivamente la infección. Son ejemplos de
bacteriostáticos las sulfonamidas, las tetraciclinas,
el cloramfenicol, entre otros.
BACTERICIDAS: Son antibióticos o quimioterápicos
capaces de provocar la lisis bacteriana o destrucción
de los microorganismos. Son bactericidas por
ejemplo: las penicilinas, las cefalosporinas, los
antibióticos polipeptídicos, aminoglucósidos (dosis
altas).
QUIMIOTERAPICOS:
Son
agentes
químicos
antibacterianos, producidos en forma sintética o
semisintética, en el laboratorio bioquímico
farmacológico.
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
Los antibióticos pueden ser estudiados desde varios
puntos de vista:
1.De acuerdo a su origen:
Los antibióticos pueden clasificarse en:
− Micóticos: Producidos por hongos telúricos como las penicilinas y cefalosporinas.
− Bacterianos: Como las polimixinas, tirotricina, colistina.
− Actinomicetos: Como la estreptomicina.
− Sintéticos o semisintéticos: Como la carbenicilina, mezlocilina, ampicilina.
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
2.De acuerdo a su mecanismo de acción:
El conocimiento de los mecanismos de acción posibilita la
comprensión del desarrollo y el mecanismo de resistencia
bacteriana u otros factores importantes en la terapéutica
antiinfecciosa.
•Antibióticos que inhiben o interfieren con la síntesis de la pared bacteriana. Estos
antibióticos inhiben la síntesis de la pared bacteriana interrumpiendo en distintas etapas el
proceso de transpeptidación y de unión de los péptidoglicanos que constituyen la pared
bacteriana.
•
•
•
•
•
Penicilinas
Novobiocina
Vancomicina
Miconazol
Itraconazol
•
•
•
•
•
Cefalosporinas
Cicloserina
Bacitracina
Ketoconazol
Fluconazol
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
2.De acuerdo a su mecanismo de acción:
El conocimiento de los mecanismos de acción posibilita la
comprensión del desarrollo y el mecanismo de resistencia
bacteriana u otros factores importantes en la terapéutica
antiinfecciosa.
•Antibióticos que afectan la membrana celular: Estos agentes son, en general,
detergentes catiónicos que modifican marcadamente la permeabilidad de la
membrana celular bacteriana.
•
•
•
•
•
Polimixinas
Colistina
Tirotricina
Anfotericina B (Antifúngico)
Nistatina
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
2.De acuerdo a su mecanismo de acción:
El conocimiento de los mecanismos de acción posibilita la
comprensión del desarrollo y el mecanismo de resistencia
bacteriana u otros factores importantes en la terapéutica
antiinfecciosa.
•Antibióticos que interfieren con la síntesis proteica o de los ácidos nucleicos: Los
antibióticos pueden inhibir la síntesis protéica bacteriana, generalmente en forma
reversible de las siguientes maneras:
a. Por inhibición selectiva de la síntesis o replicación del DNA bacteriano:
•
•
•
Acido nalidíxico y sus análogos
Griseofulvina
Metronidazol y otros.
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
2.De acuerdo a su mecanismo de acción:
El conocimiento de los mecanismos de acción posibilita la
comprensión del desarrollo y el mecanismo de resistencia
bacteriana u otros factores importantes en la terapéutica
antiinfecciosa.
•Antibióticos que interfieren con la síntesis proteica o de los ácidos nucleicos: Los
antibióticos pueden inhibir la síntesis protéica bacteriana, generalmente en forma
reversible de las siguientes maneras:
b. Inhibición del RNA polimerasa, por ligadura específica afectando el
metabolismo de los ácidos nucleicos e impidiendo la síntesis de todas las formas
del RNA bacteriano:
-
Rifampicinas
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
c. Interferencia con la función de los ribosomas bacterianos: estas estructuras
bacterianas actúan como una línea de montaje en la síntesis protéica, por lo
que la afectación de su función provoca una supresión de la síntesis
proteica. Los antibióticos que interfieren con los ribosomas bacterianos
actúan
de las siguientes maneras diferentes:
- Inhibición de la subunidad ribosomal 30S:
- aminoglucósidos
- tetraciclinas
- espectinomicina.
- Inhibición de la subunidad ribosomal 50S:
- el cloramfenicol y derivados
- los macrólidos
- los azúcares complejos
- la espiramicina y
- la virginiamicina.
- Fijación a enzimas virales esenciales para la síntesis del DNA, impidiendo la
replicación viral: el aciclovir y la vidarabina.
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
d. Inhibición de la síntesis del ácido fólico bacteriano. Los
agentes que actúan por este mecanismo no son antibióticos
sino quimioterápicos y son considerados aquí solamente para
unificar los conceptos acerca de mecanismos de acción. Estos
agentes compiten con el PABA interfiriendo con la síntesis del
ácido fólico e inhibiendo secuencialmente la enzima
dihidrofólico reductasa.
3. De acuerdo con su actividad o espectro antibacteriano:
•Antibióticos primariamente efectivos contra cocos y bacilos Gram positivos:
•
•
•
•
•
•
- Penicilinas
- Cefalosporinas
- Lincomicina
- Clindamicina
- Vancomicina
- Bacitracina
•
•
•
•
•
las sulfonamidas
la trimetoprima
la tetroxoprima
la pirimetamina
las sulfonas.
CLASIFICACION DE LOS ANTIBIOTICOS
•Antibióticos primariamente efectivos contra bacilos Gram negativos:
•
•
Aminoglucósidos
Polimixinas
•Antibióticos efectivos contra cocos y
bacilos Gram + y Gram -:
•
•
•
•
•
•
•
Penicilinas de espectro ampliado
Cefalosporinas de última generación
Tetraciclinas
Cloramfenicol
Macrólidos
Rifampicina
Sulfas + TMP
•Antibióticos de espectro selectivo o dirigido:
•
•
•
•
•
•
Carbenicilina
Mezlocilina
Piperacilina
Tobramicina
Espectinomicina
Ticarcilina
Grupo
Beta lactámicos:
Penicilinas
Miembros
Penicilina G
Penicilina V
Cloxacilina
Beta lactámicos:
Cefalosporinas
Modo de acción
Espectro
inhiben síntesis Bacterias G+
de pared
Idem
Idem
Ídem
Estafilococos productores de
penicilinasa
Ampicilina
Idem
Carbenicilina
Cefaloridina
Idem
P. aeruginosa
Inhiben síntesis Bacterias G+ y Gde pared
Idem
Idem agregando actividad
frente a Estafilococos
productores de penicilinasa
Ídem
Ídem con menos actividad
frente a G+ y más frente a G-
Cefalexina
Cefuroxima
Moxalactam
Ídem
Clasificación química de los antimicrobianos
Beta lactámicos:
Inhibidores de la
Beta lactamasa
Bacterias G+ y G-\
Beta lactámicos:
Carbapenems
Beta lactámicos:
Monobactams
Aminoglucósidos
Bacterias G+ Enterobacterias
Ceftiofur
Ídem
Cefoperazona Ídem
Ídem
Pseudomonas aeruginosa
Cefepima
Ídem
Clindamicina
Pirlimicina
Ídem
Idem
Estafilococos y
enterobacterias
Ídem
Idem
Aminociclitoles
Azúcares
complejos o
Lincosamidas
Ácido clavulánicoSe une a la beta Gérmenes
lactamasa
productores de
inactivándola beta lactamasa
Sulbactam
Ídem
Ídem
Tazobactam
Ídem
Ídem
ImipenemInhiben síntesis G+ y Gcilastatina
de pared
aerobios y
anaerobios
Aztreonam
Ídem
Gram negativos
aerobios
Estreptomicina Inhiben síntesis Bacterias Gproteica
porción 30 S
ribosomal
Kanamicina
Idem
Idem
Neomicina
Idem
Idem
Gentamicina
Idem
Idem
Espectinomicina Idem
Bacterias G- y
micoplasmas
Lincomicina
Inhiben síntesis Bacterias G+,
proteica
anaerobios y
porción 50S
micoplasmas
ribosomal
Rifamicinas
Rifampicina Inhib e ARN
polimerasa
Bacterias Gram
positivas
micobacterias
Péptidos
Polimixina B Desorganizan Pseudomonas
membrana
aeruginosa
Colistín
Idem
Idem
Glucopéptidos
Vancomicina Inhibe síntesis Bacterias G+ y Gde pared
Teicoplanina Idem
Idem
Avoparcina Idem
Idem
Estreptograminas Virginamicin Inhibe peptidil Bacterias G+ aerobias
a
transferasa
y anaerobias
Macrólidos
Eritromicina Inhibe síntesis Bacterias G+ y Gproteica
porción 50S
ribosomal
Oleandomici Idem
Idem
na
Tilosina
Idem
Idem
Espiramicina Idem
Idem
Tilmicosina Idem
Idem
Fenicoles
Cloranfenico Inhibe síntesis Bacterias G+ y Gl
proteica
rickettsias y
porción 50S
chlamydias
ribosomal
Tianfenicol Idem
Idem
Florfenicol Idem
Idem
Grupo
Tetraciclinas
Miembros
Modo de acción
Espectro
Oxitetraciclina Inhibe síntesis
Bacterias G+ y G-,
proteica porción Rickettsias,
30S ribosomal
chlamydias y
algunos
protozoos
Doxiciclina
Idem
Idem
Minociclina
Idem
Idem
Sulfonamidas
Sulfanilamida Interfieren
Bacterias G+, G- y
síntesis de ácido coccidios
fólico
Sulfadiazina Idem
Idem
Sulfatiazol
Idem
Idem
Ftalilsulfatiazol Idem
Idem
Diaminopirimidinas Trimetoprima Interfieren
Bacterias G+, Gsíntesis de ácido aerobias
tetrahidrofólico
Baquiloprima Idem
Idem
Grupo
Miembros
Modo de acción
Fluoroquinolonas
Enrofloxacina
Inhiben ADN girasa
Ionóforos
Danofloxacina
Marbofloxacina
Sarafloxacina
Monensina
Idem
Idem
Idem
Alteran flujo de
membrana
Nitrofuranos
Salinomicina
Nitrofurazona
Idem
Previenen traslación
ARN mensajero
Furazolidona
Metronidazol
Dimetridazol
Idem
Disrupción del ADN
Idem
Nitroimidazoles
Espectro
Bacterias Gram
positivas y Gram
negativas
Idem
Idem
Idem
Coccidiosis,
promoción del
crecimiento
Idem
Bacterias Gram
positivas y Gram
negativas
Idem
Anaerobios
Idem
CLASIFICACIÓN SEGÚN FARMACOCINÉTICA Y FARMACODINAMIA
Por muchos años la susceptibilidad bacteriana se ha medido a través de pruebas in vitro, como la
determinación de la concentración inhibitoria mínima (CIM). Este número luego era comparado
con las concentraciones séricas o plasmáticas del antibiótico, alcanzadas con las dosis habituales
del mismo. Esto no tiene en cuenta la farmacocinética o la farmacodinamia de cada antibiótico en
particular. Cada clase de antibiótico es metabolizada en forma diferente por nuestro organismo.
No es lo mismo un betalactámico con escasa penetración celular, que un macrólido que se
concentra a nivel intracelular. Esto es lo que llamamos farmacocinética: absorción, distribución,
eliminación. Por otro lado está la farmacodinamia, que intenta comprender las relaciones entre las
drogas y sus efectos, tanto deseables (muerte bacteriana en nuestro caso) como indeseables. Los
antibióticos pueden clasificarse de acuerdo a la forma en que producen la muerte o inhibición
bacteriana, en antibióticos tiempo dependiente y concentración dependientes. En el caso de los
tiempo dependientes (betalactámicos y macrólidos) el éxito de la terapéutica viene dado por
mantener concentraciones por encima de la CIM por el mayor tiempo posible interdosis (T por
encima de CIM). En el caso de los concentración dependientes (como aminoglucósidos y
quinolonas) el éxito terapéutico viene dado por lograr un buen pico sérico de concentración
(Pico/CIM) o un buen área bajo la curva (AUC/CIM), dependiendo de cada droga.
La toxicidad selectiva, base de la quimioterapia
Las enormes diferencias que existen entre las células bacterianas y
las células de los mamíferos, hacen que, en muchas oportunidades
los blancos de los antimicrobianos en una bacteria, no existan en las
células del hospedador o, en todo caso, que esos blancos sean
suficientemente distintos como para que las diferencias en afinidad
sean tan marcadas que expliquen la acción selectiva sobre la bacteria.
En definitiva la célula bacteriana es procariota (carece de núcleo
desarrollado), a diferencia de los protozoarios, hongos o las células de
animales superiores.
La penicilina, primer antibiótico de la historia, es, quizás, el más claro
ejemplo de acción quimioterápica, dado que actúa sobre una
estructura de la bacteria que no se encuentra en los eucariotes. Otros
antimicrobianos, por su parte, no son tan perfectos en su actividad
quimioterápica, dado que actúan sobre estructuras presentes en
bacterias y animales superiores, aunque con mayor afinidad sobre los
receptores bacterianos. Esto permitiría que, en estos casos, dosis
elevadas del agente quimioterápico, generen algún tipo de toxicidad
en el hospedador.
La toxicidad selectiva, base de la quimioterapia
La quimioterapia antiparasitaria, por su parte, no es tan
sencilla dado que un parásito es un ser pluricelular
(obviamente de células eucariotas), dotado de sistemas y
aparatos, que funciona en forma extremadamente
parecida a un animal superior. De esas finas diferencias
depende la actividad selectiva de los antiparasitarios. El
máximo desafío de la actividad quimioterápica está
representado por la acción frente a neoplasias. Una
neoplasia es un crecimiento de un grupo celular, en
general altamente indiferenciado, que se desarrolla en
forma independiente de las reglas generales del
organismo, pero dentro y formando parte de él. Por lo
tanto, actuar contra estas neoformaciones sin que la
actividad tóxica se manifieste en contra del organismo
todo, es extremadamente complejo.
HISTORIA
Es un poco difícil definir cuándo comienza la
historia de los antibióticos, o mejor aún, de los
quimioterápicos. Sin embargo, podemos citar que
en los primeros años del siglo XX, cuando Paul
Ehrlich anunció la eficacia del salvarsán para el
tratamiento de la sífilis, muchos pensaron que la
lucha contra las enfermedades infecciosas había
sido ganada. Lo promisorio de este hallazgo, sin
embargo, no sirvió como estimulante de la
investigación y el descubrimiento, ya que, en el
año 1914 estalla la primera guerra y, durante seis
largos años, las urgencias impiden que se piense
en desarrollos futuros. Después de 1920,
nuevamente se inicia el proceso creador y surgen
novedades en el terreno de los protozoodicidas
como la atebrina para el tratamiento del paludismo
o de la triparsamida para el combate de la
enfermedad del sueño.
Es interesante mencionar, como relata Iago
Galdston (1943) que Calvin Coolidge, hijo del
trigésimo presidente de los Estados Unidos,
murió el 7 de julio de 1924. La causa de su
muerte fue una septicemia. Una semana antes el
joven se había hecho una herida en el dedo de
un pie. Parecía poco importante. Sin embargo,
fue la puerta de entrada de su muerte, ya que, el
martes se lesionó, el miércoles a la noche se
quejó de fuertes dolores en la ingle, pensándose
en apendicitis. Se llamaron especialistas que
llegaron rápidamente al verdadero diagnóstico el
día jueves: septicemia. Se luchó con todo y lo
mejor para salvarlo, el sábado ingresó al hospital
y fue operado de urgencia, todo fue en vano, el
domingo empeoró y el lunes, murió. La muerte
había triunfado, no había herramientas para la
lucha.
En ese momento, alguien dijo, y con razón, que probablemente, el siglo XX iba a ser conocido como el
siglo de las sulfamidas. Ocurre que se ignoraba lo que desde hacía tiempo estaba ocurriendo en el
Hospital St. Mary de Londres. Allí Alexander Fleming trabajaba duro, multiplicando diversas
variedades de gérmenes causantes de infecciones supuradas. En el curso de su investigación, una
fortuita observación, analizada con espíritu crítico y enorme base científica, produjo el inicio de un
proceso que culminó con la obtención de la penicilina. Sin embargo no fue rápido el desarrollo y la
adopción del nuevo medicamento.
Al contrario, en los primeros años,
Fleming no obtuvo eco en los ambientes
médicos. Mientras él estudiaba el hongo,
sus productos de secreción, sus
estructuras químicas, la existencia del
Atoxyl, Salvarsán y Prontosyl, entre otras
sustancias, hacía pensar que todo
estaba resuelto. Nadie prestaba atención
al nuevo descubrimiento. Pasaron diez
largos
años, las sulfamidas no
solamente habían demostrado su
eficacia, sino que se conocía como
actuaban, cosa que no ocurría con la
penicilina.
Doce años después (1936), los diarios atraían al lector con una noticia:
Franklin Delano Roosvelt, hijo de otro presidente, estaba muy enfermo,
infectado. Pero había más esperanzas, dado que se disponía de un
medicamento capaz de matar microorganismos dentro de la corriente
sanguínea. El joven se salvó. Así el público conoció el Prontosyl, la primera
sulfamida. En 1935 Domagk había presentado su primera monografía sobre
eficacia del Prontosyl.
En el año 1939 se produce un nuevo descubrimiento, René Dubos de la Fundación
Rockefeller, investigando los gérmenes del suelo, descubre la Tirotricina. Era un producto
del metabolismo del Bacillus brevis. Esta droga era extremadamente eficaz, pero muy
tóxica. Solamente se la podía utilizar en tratamientos locales. Se trata de un hallazgo al
que la historia no le dedica la enorme importancia que realmente tiene.
Las bajas cantidades de penicilina eran la
gran limitante. Se debió pasar a una
nueva etapa, la escala industrial en la
elaboración del fármaco. Si bien a través
de pasos sucesivos los cultivos del hongo
se fueron haciendo más eficaces en la
producción de la droga, el punto de
inflexión
se
produjo
cuando
los
investigadores descubrieron una nueva
variedad del hongo que se podía cultivar
en profundidad y eso permitió la
utilización de grandes tanques de
fermentación. Esto ocurría en los
primeros años de la década del 40. La
revolución de los antibióticos había
comenzado.
El descubrimiento de la tirotricina, un antibiótico, llevó la atención nuevamente hacia la
penicilina. Dado que la tirotricina era natural, obtenida por biosíntesis, de mecanismo de
acción desconocido y poderosamente activa, aunque tóxica. Howard Florey, australiano
que trabajaba en Oxford, retoma el trabajo de desarrollo de la penicilina. Demostrar
nuevamente la eficacia y ahora la inocuidad de la penicilina fue la primera tarea, que fue
muy compleja, especialmente por las pequeñas cantidades de droga de que se disponía y
la poca pureza en que se encontraba. Los primeros éxitos clínicos fueron asombrosos,
pese a algún fracaso inicial por falta de medicamento para completar el tratamiento.
En medicina veterinaria, paralelamente a lo que ocurría en medicina humana, los antibióticos
comenzaron a ser utilizados para tratamientos de animales enfermos, y cuando eso era
considerado necesario, tratar animales asintomáticos que convivían con los enfermos, eso es
tratamientos grupales profilácticos. Esto comenzaba a ocurrir en la década del 50.
En esa época, alimentando cerdos con desechos de fermentación de tetraciclinas, se
descubrió que esos cerdos crecían más que los que recibían otros alimentos. Al asociarse la
respuesta lograda con el origen del alimento, se estaba descubriendo la capacidad de los
antibióticos de contribuir al crecimiento de los animales, mejorando los índices de conversión,
esto es, crecer más con la misma cantidad de alimento. Este es el inicio histórico del uso de
antibióticos como promotores del crecimiento cuando son adicionados en cantidades
subterapéuticas a los alimentos. Los grupos de antibióticos que, en general se utilizaban para
este fin eran penicilinas y tetraciclinas. Algunos años más tarde, comenzó a surgir
preocupación por la aparición de cepas resistentes a estos antibióticos de salmonellas aisladas
de terneros con enfermedad respiratoria. Sin embargo la utilización de quimioterápicos como
promotores del crecimiento, ha continuado hasta nuestros días con buenos resultados y
generando una discusión, durante los últimos años.
Año de descubrimiento
de los agentes
antimicrobianos más
importantes y año de
comunicación de la
existencia de cepas
resistentes a los
mismos.
Droga
Descubrimiento
Uso
clínico
Resistencia clínica
Penicilina
1928
1943
1954
Estreptomicina
1944
1947
1956
Tetraciclina
1946
1942
1956
Eritromicina
1952
1955
1956
Vancomicina
1956
1972
1994
Gentamicina
1963
1967
1968
Fluoroquinolonas
1978
1982
1985
Pruebas de laboratorio versus tratamientos a ciegas
Frente a la instauración de una terapia antimicrobiana, tenemos dos
alternativas: por un lado el aislamiento, identificación y prueba de
susceptibilidad del/los gérmenes actuantes, y por el otro, el tratamiento a
ciegas.
En el caso de disponer de pruebas de laboratorio, saber de qué
microorganismo se trata, a qué antibiótico es susceptible, y aún más, cuál
es la concentración inhibitoria mínima para el agente que se está
pensando seleccionar para el tratamiento, representan innegablemente,
enormes ventajas. Pero lejos de ser la solución del problema, solamente
sirven para ayudar en el diseño del plan terapéutico adecuado.
Pruebas de laboratorio versus tratamientos a ciegas
En una prueba de laboratorio, el microorganismo es colocado en
condiciones de crecimiento óptimo, el mejor pH, la temperatura ideal, los
nutrientes necesarios, en un medio apacible para él, como es la placa de
Petri (esto a los efectos de obtener un rápido crecimiento, aunque esto lo
aleje de las condiciones que se encuentran en el organismo).
Comparemos lo que ocurre, por ejemplo, a un estafilococo en
condiciones de laboratorio, con lo que ocurre con el mismo
microorganismo dentro de un fagolisosoma de un macrófago, donde,
luego de ser fagocitado, se encuentra en condiciones de pH y ataque
enzimático que no tienen nada que ver con las anteriores, al punto que
su metabolismo como mecanismo de defensa- baja hasta la etapa de
“sueño bacteriano” y su reproducción se encuentra inhibida.
Consideremos que una bacteria que está en pleno proceso reproductivo
es muy susceptible a bactericidas como los beta-lactámicos y que una
bacteria “dormida”, definitivamente no lo es a las concentraciones y
tiempos de contacto habituales en tratamientos convencionales. Esto
pone a las pruebas de susceptibilidad antimicrobiana en un lugar difícil.
Si no tenemos resultados de laboratorio para hacer un tratamiento
antimicrobiano, las cosas cambian respecto de lo anteriormente
descripto. Estamos en franca inferioridad de condiciones. Sin
embargo, eso no significa que, sin resultados de laboratorio, un
tratamiento deba ser, necesariamente irracional. Antes de aplicar el
medicamento habrá que considerar:
¿Cuál es la sintomatología clínica?
¿Cuál es el foco infeccioso?
¿Qué nos indica la historia del establecimiento en cuanto a
frecuencia de infecciones con esa sintomatología?
¿Disponemos de pruebas de laboratorio previas?
¿Qué datos existen en los registros del establecimiento?
¿Cuáles son los datos que aporta la persona a cargo de los
pacientes?
¿Existe una posibilidad concreta de presencia de flora mixta?
¿Cuál es la historia de uso de antimicrobianos en el establecimiento?
¿Sus éxitos? ¿Sus fracasos?
¿El o los enfermos son inmunocompetentes?
¿Existe otra patología concomitante?
¿Se está llevando a cabo alguna otra terapia concomitantemente?.
Pruebas de laboratorio versus tratamientos a ciegas
Estas son solamente algunas de las preguntas que el profesional
actuante necesariamente deberá hacerse antes de pensar en la
elección de un agente antimicrobiano, su dosis, esquema de
dosificación y tiempo de tratamiento.
Parece evidente que una prueba de susceptibilidad por sí misma no
es suficiente, y que estas pruebas deben combinarse con parámetros
farmacocinéticos para obtener los mejores resultados posibles.
Si la terapia no puede basarse en pruebas de laboratorio (y esto es
algo que muy frecuentemente ocurre en diversas regiones del
mundo), el criterio clínico se vuelve esencial y, combinado con el
conocimiento
de
las
características
farmacocinéticas
y
farmacodinámicas del medicamento elegido, pueden conducir al éxito
terapéutico
La evolución de la metodología analítica
Los métodos de detección de antimicrobianos han
ido evolucionando con el tiempo, hasta llegar
actualmente, a la determinación de niveles muy
bajos. Esto es de fundamental importancia en el
caso de los residuos de antimicrobianos. La
industria láctea, por un problema de seguridad
tecnológica ha ido perfeccionando los niveles de
detección a través de pruebas sencillas, rápidas,
sensibles y específicas que permiten definir el
destino de la leche a la llegada a la fábrica. El
consumidor se ha visto favorecido por esta política,
dado que los niveles de inhibidores que se aceptan
para cumplir con la seguridad toxicológica, están en
el mismo orden de magnitud, en términos muy
generales, a los de la seguridad tecnológica.
La metodología ha ido variando en
función del tiempo. Pero siempre se
ha mantenido vigente la metodología
biológica, que combina rapidez,
practicidad, sensibilidad y economía.
La evolución de la metodología analítica
Esto es algo que está estrechamente vinculado con la percepción que
los científicos han tenido sobre la presencia de residuos de
medicamentos en tejidos comestibles y, por supuesto, por la
percepción del público. En un inicio, cuando las metodologías de
detección eran poco sensibles, se manejaba la hipótesis de residuo
cero. Esto significaba que si se detectaba la sustancia en cuestión en
el alimento analizado, éste no era apto para el consumo.
Posteriormente, con la enorme mejora en las metodologías de
detección y la sustancial baja de los límites de detección y
cuantificación de productos químicos, se debió recurrir a los límites de
residuos, que no son otra cosa que concentraciones de droga en
determinado tejido por debajo de las cuales el tejido es considerado
seguro para el consumidor.
Equivalencias entre diversas unidades de medida y
términos de manejo corriente
Definición de
laboratorio
Notación científica
Unidad peso/vol
Peso
Volumen
1%
10-2
10 mg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 taza de café
1 por mil
10-3
1 mg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 jarra de un litro
1 PPM
10-6
1 µg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 tanque de mil litros
0,1 PPM
10-7
0,1 µg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 camión tanque
1 PPB
10-9
1 ng/mL
1 sobrecito de azúcar
1 buque tanque
1 PPT
10-12
1 pg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 represa
1 PPC
10-15
1 fg/mL
1 sobrecito de azúcar
1 gran lago
Mg: miligramo; µg: microgramo; ng: nanogramo; ft: femtogramo.
Esta tabla nos da una clara idea sobre la enorme sensibilidad que han
alcanzado las metodologías analíticas en los últimos años.
Las ingestas diarias
aceptables y los
límites máximos de
residuos
Los estudios toxicológicos de residuos de medicamentos se basan en la
determinación de ingestas diarias aceptables. Estas se obtienen en animales
de laboratorio, luego de administrarles el medicamento en el alimento durante
períodos prolongados de tiempo. De esta manera se determina el nivel de
dosis sin efecto (NOEL) y la ingesta diaria admisible (ADI). La ingesta diaria
admisible es la máxima cantidad del medicamento que la especie
experimental puede recibir sin ningún tipo de manifestación toxicológica. Pero
esta es la parte que se lleva a cabo en animales de laboratorio. Luego
debemos, de alguna manera extrapolar al hombre, cosa que no es fácil. En
general, lo que se hace es aplicar a la ingesta diaria aceptable del animal de
laboratorio un factor de seguridad que se ubica normalmente en un valor de
100, aunque a veces puede ser mas bajo y, en oportunidades, ser elevado a
1000 (cuando los riesgos lo justifican). De esta manera se obtiene la ADI para
el consumidor humano. El MRL es, simplemente, el máximo nivel de residuos
que se puede aceptar en un determinado alimento para que un humano que
lo consume en forma normal y abundante no supere el ADI para la droga en
cuestión. Otro parámetro, de especial importancia, es el nivel de dosis sin
efecto microbiológico (NMEL), que es el nivel de dosis que no produce efecto
contra las especies bacterianas más sensibles, poniendo énfasis en las
especies saprófitas del tracto gastrointestinal humano.
¿Cuáles son los riesgos de la
presencia de antimicrobianos
en alimentos?
Clásicamente la presencia de
antimicrobianos en alimentos se ha
asociado a distintos problemas, a
saber:
a. Alérgicos
b. Tóxicos
c. Asociados a las resistencias
bacterianas
Los problemas alérgicos son conocidos y afectan a la
población sensibilizada. En general las bajas
concentraciones de antibióticos alergénicos (i.e. beta
lactámicos) no alcanzan para sensibilizar pacientes
(aunque puede haber excepciones), pero sí para
desencadenar reacciones que, en general, no son graves,
aunque, eventualmente, pueden llegar a serlo (anafilaxia).
Algunos otros grupos de antibióticos son capaces de
desencadenar reacciones alérgicas como las sulfamidas.
De todas maneras siempre hay un componente
fuertemente individual en estas reacciones que está
representado por el terreno inmunológico del paciente.
• El que sí es capaz de dar lugar a problemas tóxicos es el cloranfenicol, y en este caso a dosis
probablemente muy bajas. El cloranfenicol es capaz de producir dos tipos de manifestaciones
toxicológicas:
a. Una mielo depresión dosis dependiente que se presenta en el curso de un tratamiento con la droga y
b. Una anemia aplástica, que es dosis independiente, que desarrolla en individuos susceptibles, y que
es irreversible una vez instalada.
Los derivados fenicoles tianfenicol y florfenicol, si bien pueden generar algún tipo de mielo depresión
dosis dependiente, que cede al suprimir el tratamiento o bajar la dosis, no son capaces de producir la
anemia aplástica que puede producir el cloranfenicol. Esta es la razón de que el cloranfenicol haya sido
prohibido en algunos países, pero no haya ocurrido lo mismo con los otros fenicoles.
La resistencia bacteriana es un problema gravísimo que representa una preocupación mundial, que se
produce por múltiples causas, que probablemente sea inevitable y con la que tenemos que lidiar en forma
multidisciplinaria a efectos de limitar su emergencia y paliar sus efectos al máximo.
la resistencia bacteriana ha sido asociada
largamente a la presencia de residuos de
antibióticos en alimentos humanos. Sin
embargo, y pensando lógicamente, las
concentraciones residuales de antibióticos
presentes en alimentos provenientes de
animales tratados, difícilmente sean capaces de
seleccionar bacterias resistentes, dado que a
tan bajas concentraciones los antibióticos no
pueden
actuar
sobre
microorganismos
resistentes ni sensibles. Especialmente cuando
esas concentraciones se encuentran por debajo
del NMEL.
Los problemas toxicológicos, por su parte, son bastante
difíciles de probar, dadas las bajas concentraciones
residuales de estas drogas. Los aminoglucósidos, por
ejemplo, son productos tóxicos. Su ototoxicidad y
nefrotoxicidad han sido clásicamente descriptas. Sin
embargo, insistimos, a concentraciones residuales, es
posible que no existan riesgos toxicológicos para este grupo
de drogas. Por cierto que, si se envían a consumo riñones
de animales tratados, las concentraciones de droga serán
más elevadas, dada la facilidad con que los aminoglucósidos
se acumulan en este órgano. De todas maneras y, aún en
este caso, será difícil que el consumo de un riñón en estas
condiciones pueda generar problemas toxicológicos, dada la
baja posibilidad de que un paciente continúe consumiendo
riñones con residuos elevados de aminoglucósidos en forma
continuada por un tiempo prolongado.
El riesgo más grande para la salud de los consumidores que implica la utilización de antibióticos en animales no está dado
por los residuos, sino por el desarrollo de resistencias en bacterias de los mismos animales. Estas resistencias pueden, por
supuesto, dar lugar a fallos terapéuticos en tratamientos veterinarios, y al riesgo de transferencia de bacterias resistentes de
los animales al hombre, o de genes portadores de información que codifica resistencia de bacterias de animales a bacterias
humanas.
Cuáles son los
mecanismos
de resistencia
• Inactivación enzimática de los antibióticos, como es el caso de las
enzimas beta lactamasas. En este caso la enzima, elaborada por la
bacteria, inactiva a la molécula de la droga volviéndola incapaz de
actuar. Hay que tener presente que este mecanismo es el único
capaz de inactivar a la molécula de antimicrobiano.
• Impermeabilidad de la membrana o pared celular. Por ejemplo
modificaciones en las porinas, lo que repercutirá en resistencias de
bajo nivel a diversos antimicrobianos.
• Expulsión por mecanismos activos del antibiótico. Las resistencias a
las tetraciclinas pueden se debidas a este tipo de mecanismos.
• Modificación del sitio blanco del antibiótico en la bacteria. El
algunos casos hay una reducción de la afinidad del receptor por la
molécula de antimicrobiano. Una mutación de la girasa de ADN,
por ejemplo, puede dar lugar a una menor afinidad de las
quinolonas por la citada enzima. Otro ejemplo es el cambio de las
enzimas involucradas en la síntesis de ácido paraaminobenzoico, lo
que da lugar a resistencias a sulfas y trimetoprima, mecanismo que
se suma al mencionado en primer lugar.
Un listado de las bacterias resistentes de mayor trascendencia en infecciones
hospitalarias, debería incluir a:
•
•
•
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Estafilococos meticilino-resistentes
Enterobacter cloacae
Enterococos
Pseudomonas aeruginosa
Por su parte, en la población urbana o rural, las infecciones por
microorganismos resistentes serían causadas por:
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•
•
•
Streptococcus pneumoniae
Streptococcus pyogenes
Escherichia coli
Mycobacterium tuberculosis
Neisseria gonorrheae
Salmonella
Campylobacter
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