Subido por Plácido Ferrándiz

La interpretación de la Biblia

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¿CÓMO INTERPRETAR LA BIBLIA?
Justificación de mi opción hermenéutica respecto de la Biblia.
Plácido Ferrándiz A., Marzo 2016
en Novelda (Alicante)
2ª Edición ampliada.
© Los derechos de lo que en esta obra sea del Señor Jesús, son de Él, y por
tanto de su Cuerpo; si algo no es conforme a su Palabra, no se recomienda
reproducir en ningún modo por su bien, sino más bien olvidar. En el primer
caso, se permite la reproducción total, con la única condición de citar la
fuente, a fin de que pueda comprobarse y preservarse la autenticidad del
texto.
Las citas bíblicas son tomadas generalmente de la traducción Reina
Valera Actualizada 2006
Publicado por: Obed Ediciones
[email protected]
Documento PDF en Din A5, para imprimir como libro tamaño
cuartilla.
3
ÍNDICE
I. La Biblia es digna de fe
...........................................................
4
II. La autoridad de la Biblia para el discípulo de Jesús ................ 6
1. Nuestros criterios de juicio .............................................. 6
2. Los cristianos creemos en la Biblia
porque creemos en Jesús .................................................. 7
III. ¿Qué es la Biblia? .................................................................. 15
IV. La interpretación de la Biblia ................................................ 20
1. Actitudes necesarias para una correcta
interpretación de la Biblia ................................................ 22
2. Algunos principios elementales de la sana interpretación . 27
Anexo: El valor del Antiguo Testamento para los cristianos ......... 41
1. Lo que hay de ruptura entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento ....................................................................... 41
2. Lo que hay de permanente en el Antiguo Testamento ...... 44
Nota final ....................................................................................... 48
4
5
I
LA BIBLIA ES DIGNA DE FE
Nadie viene a la fe cristiana por la consideración de las evidencias y
pruebas de la fiabilidad y veracidad de la Biblia, sino por la
iluminación del Espíritu Santo por medio de la proclamación del
Evangelio, la Palabra de Cristo, que produce la fe y tiene poder para
salvar:
"Cuando él venga (el Espíritu Santo), convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8).
"Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo"
(Romanos 10:17).
"...los que fueron una vez iluminados, que gustaron del don
celestial, que llegaron a ser participantes del Espíritu Santo..."
(Hebreos 6:4).
Pero aunque las evidencias y pruebas externas no producen la fe,
existen, y pueden despejar el camino a la fe, y demuestran que la fe
cristiana no es una fe ciega, no es una fe irracional, sino que es
una fe en hechos reales y testimonios fidedignos. Las evidencias
están ahí también para mostrar que la incredulidad se debe a que hay
un problema en el corazón del hombre, no en la Biblia y su mensaje.
¿Representan las Biblias modernas lo que escribieron los autores
originales?
¿Podemos saber que lo que escribieron los autores es realmente de
Dios?
La respuesta es sí, y para no alargarnos demasiado aquí, quien desee
examinar las sólidas y contundentes evidencias al respecto, puede
hacerlo leyendo mi estudio "La credibilidad y fiabilidad de la Biblia"
aquí:
6
https://es.scribd.com/document/437709136/Credibilidad-yconfiabilidad-de-la-Biblia-pdf
7
II
LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
PARA EL DISCÍPULO DE JESÚS
1. NUESTROS CRITERIOS DE JUICIO.
A la hora de valorar y discernir asuntos y situaciones, y tomar
decisiones en nuestra vida, ¿cuáles son criterios de referencia con los
que funcionamos de hecho? ¿a dónde miramos para guiarnos en
nuestra vida? ¿de dónde proceden esos criterios? ¿Cuál es la fuente
de nuestros criterios de valoración, de juicio, de discernimiento y
decisión?.
En el mundo, al margen de Cristo, funcionan varias fuentes, por
ejemplo:








la conveniencia personal,
los gustos y preferencias personales,
el propio raciocinio conforme a la educación recibida,
las presiones sociales (costumbres, tradiciones, modas, 'el qué
dirán'...)
una ideología o filosofía,
la corriente de pensamiento dominante,
otra persona o personas influyentes,
los medios de comunicación...
Por lo que se refiere a un discípulo de Jesús, lo propio es reconocer
como criterio supremo de juicio la Autoridad de Dios
manifestada en Jesucristo:
“49 Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que
me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de
qué he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna.
8
Así que, lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha
hablado” (Jn 12:49-50).
Jesús afirmó venir del cielo, de Dios, en cuyo seno estaba como su
unigénito Hijo, y por tanto el único autorizado para revelar
cabalmente a su Padre y la verdad del Padre acerca de todas las cosas
(Juan 1:18). Jesús mismo afirmó ser La Verdad (Juan 14:6).
Seguidor y discípulo de Jesús es aquel que recibe su testimonio
porque le cree digno de confianza:
a) en primer lugar, digno de confianza como para recibir (creer) su
testimonio acerca de quién es él: el Cristo de Dios, el Hijo del Dios
viviente.
b) y por eso también digno de confianza como para reconocerlo
como Maestro autorizado por Dios para enseñar la verdad. Por
tanto, el discípulo de Jesús se caracteriza por creer y aprender todo lo
que el Maestro cree y enseña.
2. LOS CRISTIANOS CREEMOS EN LA BIBLIA PORQUE
CREEMOS EN JESÚS.
Por un lado, como hemos mencionado más arriba, hay evidencias
sólidas más que suficientes para confiar en la credibilidad y
fiabilidad de los escritos bíblicos. Específicamente podemos confiar
más que razonablemente en que los escritos del Nuevo Testamento
registran los hechos y enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Pues bien, una de las cosas que Jesús creía y enseñaba era que la
Biblia hebrea (nuestro Antiguo Testamento) era la Palabra de Dios a
Israel por medio de Moisés y los profetas.
2.1 Jesús ratificó el canon de las Escrituras hebreas.
9
En primer lugar, Jesús ratifica 'el canon' de la Biblia hebrea, es decir,
el conjunto de libros autorizados que forma parte de las Escrituras
Sagradas:
“44 Y les dijo: —Estas son las palabras que os hablé, estando
aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas
estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos. 45 Entonces les abrió el
entendimiento para que comprendiesen las Escrituras” (Lc
24:44-45).
“34 Por tanto, mirad; yo os envío profetas, sabios y escribas; y
de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en
vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 de
manera que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha
derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta
la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis
entre el santuario y el altar” (Mt 23:34-35).
Jesús menciona las tres partes en que se dividía la Biblia hebrea,
como ya vimos. 'Los salmos' encabezaba la tercera parte: Los
Escritos. Por otra parte, al citar a Abel y a Zacarías hijo de Berequías,
Jesús está citando el primer y el último libro de la Biblia hebrea, pues
del asesinato de Abel se habla en el libro de Génesis (4:1-8), y del de
Zacarías en el libro 2 de Crónicas (24:20-22), que era el último en el
orden original en los tiempos de Jesús.
2.2 Jesús reconocía que las Escrituras hebreas eran Palabra de
Dios.
Las expresiones “la Escritura” o “las Escrituras” eran términos
técnicos en Israel para referirse a los escritos que registraban la
Palabra que Dios dirigió a Israel por medio de Moisés y los profetas.
Jesús las reconoció como “la Escritura” o “las Escrituras” dadas por
Dios a Israel:
10
“Pero él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mt 4:4).
“Entonces Jesús les dijo: ¿No es por esto que erráis, porque no
conocéis las Escrituras ni tampoco el poder de Dios?” (Mc
12:24),
inspiradas por el Espíritu de Dios:
“35 Mientras estaba enseñando en el templo, Jesús
respondiendo decía: —¿Cómo es que dicen los escribas que el
Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo mediante el
Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi
diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”
(Mc 12:35-36),
y que no pueden ser quebrantadas, rotas, destruidas, anuladas,
modificadas:
“34 Jesús les respondió: —¿No está escrito en vuestra ley, "Yo
dije: Sois dioses"? 35 Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue
dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser
anulada)” (Jn 10:35)
Como vimos, para referirse a todo el AT se usaba también la
expresión 'La Ley y los Profetas', o simplemente 'La Ley'. Aquí Jesús
esta diciendo que la Biblia hebrea es la Palabra de Dios, la Escritura,
que no puede fallar por ser Palabra de Dios.
Esta era la fe de Jesucristo. Un discípulo de Jesús no sólo cree en
Jesús, sino que hace suya la fe de Jesús. ¿Podrá un discípulo suyo
tener una fe diferente?. Al contrario: motivados por la Fe de
Jesucristo, acatamos el Texto de las Sagradas Escrituras como
inspiradas divinamente, como sopladas por el aliento de Dios a
través de hombres en nada anulados ni disminuidos, pero
11
plenamente usados para consignar por escrito, sin error, la Palabra
de Dios.
2.3 Jesús enseñaba que todas las Escrituras hebreas apuntaban
proféticamente hacia Él:




que las Escrituras daban testimonio de sí mismo (Juan 5:39),
que Moisés escribió de Él (Juan 5:46),
que todo el Antiguo Testamento hablaba de Él (Lucas 24: 2527),
y que todo lo que estaba escrito sobre él, sobre su obra, sobre
su Reino, se cumplía (Lucas 22:37).
2.4 Jesús escogió a doce de sus discípulos como sus apóstoles
(enviados) para que fueran testigos directos de su vida desde el
inicio de su ministerio hasta su ascensión a los cielos, y
aprendieran sus enseñanzas, y comprobaran el cumplimiento de
las profecías acerca de Él, especialmente su muerte redentora y
su resurrección de entre los muertos.
“13 Entonces subió al monte y llamó a sí a los que él quiso, y
fueron a él. 14 Constituyó a doce, a quienes nombró apóstoles,
para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar...” (Mr
3:13-14)
“1 Puesto que muchos han intentado poner en orden un relato
acerca de las cosas que han sido ciertísimas entre nosotros, 2
así como nos las transmitieron los que desde el principio
fueron testigos oculares y ministros de la palabra, 3 me ha
parecido bien también a mí, después de haberlo investigado
todo con diligencia desde el comienzo, escribírtelas en orden,
oh excelentísimo Teófilo, 4 para que conozcas bien la verdad de
las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1:1-4).
12
“1 En el primer relato escribí, oh Teófilo, acerca de todas las
cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en
que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos
por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. 3 A
éstos también se presentó vivo, después de haber padecido, con
muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía
visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios” (Hch
1:1-3).
“44 Y les dijo: —Estas son las palabras que os hablé, estando
aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas
estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos. 45 Entonces les abrió el
entendimiento para que comprendiesen las Escrituras” (Lc
24:44-45).
“14 Pues como sé que dentro de poco tengo que dejar mi frágil
morada, como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo, 15
también procuraré con empeño que, después de mi partida,
vosotros podáis tener memoria de estas cosas en todo
momento. 16 Porque os hemos dado a conocer el poder y la
venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas
artificiosas, sino porque fuimos testigos oculares de su
majestad. 17 Porque al recibir de parte de Dios Padre honra y
gloria, desde la grandiosa gloria le fue dirigida una voz: "Este
es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. 18 Y nosotros
oímos esta voz dirigida desde el cielo cuando estábamos con él
en el monte santo” (2Pe 1:14-18).
“1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y
palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2 -la vida
fue manifestada, y la hemos visto; y os testificamos y
anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue
manifestada-, 3 lo que hemos visto y oído lo anunciamos
también a vosotros, para que vosotros también tengáis
13
comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y
con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1-3).
2.5 Jesús, después de transmitir a sus apóstoles la Palabra de
Dios con hechos y palabras, los envió a proclamarla con la
asistencia especial del Espíritu Santo.
“26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará
recordar todo lo que yo os he dicho” (Jn 14.26).
“13 Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda
la verdad; pues no hablará por sí solo, sino que hablará todo lo
que oiga y os hará saber las cosas que han de venir. 14 El me
glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo hará saber. 15
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por esta razón dije que
recibirá de lo mío y os lo hará saber” (Jn 16:13).
“4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén,
sino que esperasen el cumplimiento de la promesa del Padre,
"de la cual me oísteis hablar; porque Juan, a la verdad, bautizó
en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo
después de no muchos días” (Hch 1:4-5)
“El que os recibe a vosotros a mí me recibe, y el que me recibe
a mí recibe al que me envió” (Mt 10:40).
Un par de ejemplos de cómo el Espíritu del Jesús resucitado les hacía
recordar y entender: Jn 2:13-22; 12:12-16.
2.6 El Nuevo Testamento es el registro escrito del testimonio y la
enseñanza de los Apóstoles.
El Nuevo Testamento es lo que Jesús, de parte del Padre, enseñó a
14
sus discípulos con hechos y palabras, y por medio del Espíritu Santo.
Eso es lo que ellos predicaban y enseñaban asistidos por el Espíritu
Santo.
Ellos tenían conciencia de estar transmitiendo la Palabra de Dios
(1Pe 1:23; Ap 1:9; 1Tes 2:13; …). El apóstol Pedro considera Palabra
de Dios las cartas de Pablo, poniéndolas al mismo nivel que 'las
demás Escrituras' (2Pe 3:15-16). El testimonio de los apóstoles llegó
a ponerse por escrito bajo la inspiración del mismo Espíritu de Dios
que inspiró a los escritores del Antiguo Testamento, tal como les
prometió Jesús.
Al principio daban testimonio por medio de su enseñanza oral, pero
pronto también por medio de sus cartas y escritos (evangelios). El
testimonio interno de los escritos complementado con el de la iglesia
primitiva nos confirma que:






el apóstol Mateo escribió un evangelio;
el apóstol Juan escribió otro evangelio, tres cartas y el libro
de Apocalipsis;
Marcos recogió en su evangelio el testimonio del apóstol
Pedro, de quien era ahijado (1Pe 5:13), a lo cual Pedro se
había comprometido (2Pe 1:14-18). De esto dan testimonio
también algunos indicios en el mismo evangelio y la iglesia
primitiva;
Lucas escribió un evangelio y el libro de Hechos de los
Apóstoles. Es el único escritor bíblico gentil (no judío). Él era
médico, fue convertido por el ministerio del apóstol Pablo, y
escribió con orden y exquisita exactitud recogiendo el
testimonio de los apóstoles (Lc 1:1-4) y del apóstol Pablo, a
quien acompañó en sus viajes;
el apóstol Pablo escribió la mayor parte de las cartas: desde
Romanos hasta Filemón (13);
se duda quien fue el autor humano de la carta a los Hebreos,
si Pablo, o tal vez Lucas o Apolo, porque no hay ninguna
15



referencia para resaltar la autoría del Espíritu Santo;
el apóstol Pedro escribió también dos cartas;
Jacobo, hermano de Jesús, escribió una carta;
y Judas, hermano de Jesús y uno de los apóstoles, escribió
otra carta.
Ese testimonio de los Apóstoles de Jesús es el Nuevo Testamento,
cumplimiento y complemento de la autorrevelación y salvación de
Dios prometida y anunciada en el Antiguo.
En resumen... ¿QUÉ ES LA BIBLIA?
16
III
¿QUÉ ES LA BIBLIA?
 La Biblia es la Palabra inspirada de Dios.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios...”
(2Tim 3:16)
Inspirada significa dada por el aliento de Dios, alentada, soplada o
exhalada por el aliento de Dios. Es la Palabra de Dios pronunciada,
soplada, por medio de su Espíritu. El Autor último de la Biblia es
Dios mismo, de lo cual proviene su inerrancia (ausencia de errores),
infalibilidad (no falla ni deja de cumplirse) y su autoridad.
La Biblia afirma clara y abundantemente ser el libro verdaderamente
dado por Dios. Reivindicaciones de origen divino por frases como
“así dice el Señor”, “la Palabra de Dios”, “dijo Dios”, “vino la
Palabra del Señor”, “habló el Señor”... aparecen más de 3.000 veces
en la Biblia.
 La Biblia es el hablar de Dios por medio de hombres
movidos por su Espíritu.
“19 También tenemos la palabra profética que es aun más
firme. Hacéis bien en estar atentos a ella, como a una antorcha
que alumbra en lugar oscuro, hasta que aclare el día y el
lucero de la mañana se levante en vuestros corazones. 20 Y hay
que tener muy en cuenta, antes que nada, que ninguna profecía
de la Escritura es de interpretación privada; 21 porque jamás
fue traída la profecía por voluntad humana; al contrario, los
hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados
(movidos) por el Espíritu Santo” (2Pe 1:19-21).
17
La Biblia no es palabra meramente humana, es Palabra de Dios en
palabras humanas. Es la Palabra de Dios dada a ciertos hombres
por medio de Su Espíritu. Ninguna palabra de la Escritura procede de
la voluntad del hombre; más bien, los hombres fueron “llevados por
el Espíritu de Dios” para hablar las palabras de Dios. En el griego, el
término 'ser llevados' significa ser llevado como un barco es llevado
por el viento. Los escritores de la Biblia recibieron la inspiración de
Dios, y estaban bajo el poder del Espíritu Santo, siendo llevados y
conducidos por El para proclamar la palabra de Dios. Era Dios quien
hablaba Su propia palabra por medio de esos hombres a través de sus
bocas:
“1 Estas son las últimas palabras de David: "Dijo David hijo
de Isaí, dijo el hombre a quien Dios levantó, el ungido del Dios
de Jacob, el dulce salmista de Israel: 2 "El Espíritu del Señor
ha hablado por medio de mí, y su palabra ha estado en mi
lengua” (2Sam 23:1-2). (Ver también Zac 7:7; Hch 3:18; 28:25;
Rm 1:1-2; 1Pe 1:10-12; ).
Era Dios quien les mandaba escribir o hablar su Palabra: Ex 34:27:
Jr 1:7; 30:2; Tit 1:3...
La Biblia es la palabra de Dios exhalada por su Espíritu a autores
humanos a los que se les permitió retener sus propias
personalidades y rasgos de redacción al escribir. Cada pensamiento
y palabra de la Biblia, sin embargo, es de Dios como resultado de
la inspiración de su Espíritu. Por ellos, los autores humanos
originales fueron inerrantes e infalibles.
 La Biblia es el hablar de Dios a Israel por los profetas y
por Su propio Hijo.
“1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1-2a).
18
El Antiguo Testamento es el registro tanto de los hechos de Dios
como de las palabras que Dios reveló a Israel por medio de los
profetas, desde Moisés hasta Malaquías.
Y en la plenitud de los tiempos, Dios el Padre envió al mundo a su
Hijo Jesucristo, el cual es el Verbo de Dios, es decir, la Palabra
viviente de Dios, el cual estaba en el seno del Padre y vino como
hombre para revelarnos al Dios que nadie ha visto jamás:
“1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios (…) 14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (…) 18 A Dios
nadie le ha visto jamás; el Dios unigénito que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn 1:1.18).
Por ello, no reconocemos ninguna otra autoridad fuera de Jesucristo
para conocer a Dios y el punto de vista de Dios acerca de todas las
cosas.
 El Nuevo Testamento es la Palabra de Dios que Jesucristo
habló a sus apóstoles, y sus hechos en presencia de ellos.
Ya hemos expuesto antes este punto. Así que aceptamos como cierto
y fidedigno el testimonio de aquellos 'testigos oculares', que
acompañaron a Jesús durante sus años públicos en la tierra, y fueron
instruidos por Él después de su resurrección, el cual abrió sus mentes
para comprender las Escrituras, para comprender cómo la totalidad
de las cuales dan testimonio de Él, aquellos que testificaron 'de lo
que habían visto y oído, lo que palparon su manos', y que fue
recogido en los escritos del Nuevo Testamento.
 El conocimiento humano es limitado y engañoso.
Reconociendo su debido lugar al conocimiento humano y científico,
19
que cuando son auténticos no pueden entrar en conflicto con la
Palabra de Dios, aceptamos el juicio de Dios en la Escritura acerca
de que los recursos de nuestra mente natural son limitados y
ambiguos, sujetos a autoengaño, cargados de intereses creados,
afectados por el Pecado, el cual es la decisión humana de vivir
independientemente de Dios y su Palabra.
__________________________________
Por todos estos motivos, como discípulos de Jesús reconocemos en
las Sagradas Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento, el
registro escrito, inspirado y válido de la Revelación de Dios, la
norma acerca de los que Dios nos ha manifestado acerca de sí
mismo, de sus propósitos, del mundo, del ser humano, y del Camino
de la salvación:
'...desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales
te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la
fe en Cristo Jesús. Toda escritura es inspirada por Dios y útil
para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en
justicia, fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado
para toda buena obra' (Tim 3:16-17).
Creemos que el Espíritu del Dios vivo y verdadero ha guiado la
experiencia del Pueblo de Dios y el proceso de elaboración de la
Escritura, y ha inspirado su fijación por escrito y la selección de sus
libros (el canon).
Creemos que es 'Palabra de Dios' viva y permanente, en el sentido
real y fuerte, y por tanto, el registro normativo para todos en todos
los tiempos de la autorrevelación de Dios en Cristo.
Coherentemente con todo ello, reconocemos en la Biblia la
Autoridad única y suficiente de Dios a cuyo juicio someter
humilde y obedientemente nuestro pensar, nuestro sentir, nuestro
20
hacer, nuestro vivir entero:
“Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír
vosotros la palabra de Dios que os predicamos, la aceptasteis
no como palabra humana sino como lo que realmente es,
Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1Tes
2: 13).
La fe cristiana se basa, pues, en este testimonio apostólico, cuyo
último fundamento es Jesús mismo. El Testimonio de Dios que ha
dado por medio de Su Hijo Jesús nos llega por medio del testimonio
de sus apóstoles enviados: este es el cimiento del cristianismo
bíblico.
Un seguidor y discípulo de Jesús, por tanto, reconoce la autoridad
divina de la Biblia y se sujeta a ella. No tiene sentido que un
verdadero discípulo de Jesús:
- se ponga por encima de la Palabra de Dios juzgándola conforme a
sus propios criterios,
- seleccionando lo que concuerda con sus pre-juicios y desechando el
resto,
- o interpretando arbitrariamente según sus intereses sin atender a los
criterios de la misma Biblia, como si no hubiera nada objetivo en la
interpretación y todo valiera. Más adelante estudiaremos ese punto:
los criterios para interpretar la Biblia.
21
IV
LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA
La hermenéutica es el conjunto de principios para interpretar
correctamente el sentido de un texto: qué quiso decir el autor, qué
pensaba y qué quiso comunicar. La exégesis es la interpretación
misma de un texto realizada aplicando los principios hermenéuticos.
Aplicado esto al Texto Sagrado, la hermenéutica tiene por objeto fijar
los principios y normas que han de aplicarse en la interpretación
(exégesis) de los libros de la Biblia, para guiarnos al conocimiento y
la comunión con el Dios que se ha revelado en Cristo, la Palabra
encarnada. Y puesto que los escritores hablaron y escribieron
inspirados por Dios, la interpretación busca comprender lo que
Dios ha querido comunicar por medio de sus instrumentos
humanos. Es necesario interpretar correctamente lo que esos autores
humanos quisieron decir, para alcanzar el significado divino el Texto
sagrado.
Dios ha revelado de una manera suficientemente clara lo esencial de
su mensaje como para que cualquier persona pueda entender
(principio de perspicuidad: inteligibilidad, claridad). El mismo
Espíritu que inspiró las Escrituras abre su significado a quienes se
acercan a ella con sencillez de corazón. Cualquier persona analfabeta
y sin estudios puede comprender sin problemas lo que la Biblia
revela acerca del plan de Dios para la salvación del hombre, y acerca
de su orientación moral. Todo el mundo puede entender el
significado de Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Pero aún en estos casos,
los textos sólo son comprendidos en la plenitud de su significado
cuando se analizan por medio de un correcto trabajo de
interpretación.
Son muchos los obstáculos que se presentan cuando se quiere
22
interpretar atinadamente lo que fue escrito hace miles de años en el
seno de un pueblo con ideas, costumbres y lenguas muy diferentes de
las nuestras. Llegar a una comprensión correcta, profunda y cabal de
la Escritura requiere hacer ese trabajo de interpretación, la obra del
Espíritu no nos exime de nuestra responsabilidad de interpretar
correctamente. La misma Biblia nos da ejemplos de esta necesidad:
- En los días cuando una parte del pueblo de Israel regresó del
destierro en Babilonia para restaurar el templo y la ciudad de
Jerusalén, Esdras, que era un escriba entendido en las Escrituras,
reunió al pueblo para leer e interpretar la Torah:
“1 Entonces todo el pueblo se reunió como un solo hombre en
la plaza que está frente a la puerta de las Aguas. Y dijeron al
escriba Esdras que trajese el libro de la Ley de Moisés, que el
Señor había dado a Israel. 2 El primer día del mes séptimo, el
sacerdote Esdras trajo la Ley ante la congregación de hombres
y mujeres, y de todo el que era apto para entender lo que oía. 3
Y leyó el libro desde el alba hasta el medio día, frente a la plaza
que está ante la puerta de las Aguas, en presencia de hombres,
de mujeres y de cuantos podían entender. Y los oídos de todo el
pueblo estaban atentos al libro de la Ley (…) 8 Ellos leían en el
libro de la Ley de Dios, explicando y aclarando el sentido, de
modo que entendiesen la lectura” (Neh 8:1-3.8).
- Jesús a menudo explicaba (interpretaba) las parábolas a sus
discípulos en privado. Cuando explicaba la parábola del sembrador,
enseñaba la importancia de entender la Palabra de Dios:
“18 Vosotros, pues, oíd la parábola del sembrador. 19 Cuando
alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el
maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es
el que fue sembrado junto al camino (…) 23 Pero el que fue
sembrado en buena tierra, éste es el que oye la palabra y la
entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento,
otro a sesenta, y otro a treinta por uno” (Mt 13:18-19.23).
23
- Jesús también interpretaba el Antiguo Testamento para que
entendiesen su significado y que se refería a Él mismo:
“27 Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les
interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él (…) 44
Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con
vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas estas
cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos. 45 Entonces les abrió el
entendimiento para que comprendiesen las Escrituras...” (Lc
24:27).
En la Escritura operan conjuntamente el elemento humano y el
divino, por eso es necesario tener en cuenta tanto los principios
comunes de interpretación de la sana razón, como los principios de
interpretación que suministra Dios mismo en su Palabra. Dios mismo
dice cómo debe interpretarse su propia Palabra, y cuáles son las
disposiciones correctas para poder entender bien.
24
1. ACTITUDES NECESARIAS PARA UNA CORRECTA
INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA
1.1 Debemos comprender el origen y naturaleza de la Biblia para
recibir sus palabras como lo que verdaderamente son: Palabra de
Dios, por tanto, con fe y obediencia:
"Por esta razón, nosotros también damos gracias a Dios sin
cesar; porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis
de parte nuestra, la aceptasteis, no como palabra de hombres,
sino como lo que es de veras, la palabra de Dios quien obra en
vosotros los que creéis" (1Tes 2:13).
Sólo la obediencia a la Palabra da un verdadero conocimiento de la
misma (Stg 1:21-25; Jn 7:17; 1Jn 2:3-6), no aprovecha sin una
actitud de fe y obediencia (Mt 7:21-27; Mc 4:2-20; Hb 4:2). Es
necesaria una actitud de discípulo, es decir, con afán de recibir, de
aprender, de ser enseñados por Dios, de acatamiento y obediencia,
aplicando la Palabra a nuestras vidas:
“Prosiguiendo ellos su camino, él entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que
se llamaba María, la cual se sentó a los pies del Señor y
escuchaba su palabra. Pero Marta estaba preocupada con
muchos quehaceres, y acercándose dijo: —Señor, ¿no te
importa que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile,
pues, que me ayude. Pero respondiendo el Señor le dijo: —
Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Pero
una sola cosa es necesaria. Pues María ha escogido la buena
parte, la cual no le será quitada” (Lc 10:38-42).
“Por tanto, Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía,
sino de aquel que me envió. Si alguien quiere hacer su voluntad,
conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi
propia cuenta” (Jn 7:16-17).
25
“Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mi palabra
guardará (=atesorará para obedecer). Y mi Padre lo amará, y
vendremos a él y haremos nuestra morada con él” (Jn 14:23).
Cuando decimos “Amén” a la Palabra de Dios, todas las promesas de
Dios se harán reales para nosotros (2Cor 1:20), y el Señor nos
suministra el Espíritu (Gal 3:2-5).
La Palabra de Dios se cierra ante los que dudan de ella, ante los que
echan a correr tan pronto como tropiezan con algo que no entienden
sus orgullosas cabecitas, que trastorna sus esquemas, que denuncia su
comportamiento... Sólo a los que se humillan, a los que tienen la
valentía de permanecer cara a cara ante ella -aún cuando no
entienden-, dejándose confrontar por ella, dispuestos a despojarse de
sus propios juicios y prejuicios y de sí mismos, dispuestos a
obedecer... sólo a estos la Palabra de Dios entrega su verdad y sus
profundidades, sólo para estos es efectivamente Palabra de Vida. Ella
tiene su dignidad, no se entrega a cualquiera.
La Biblia tiene, pues, a Dios como su Autor principal, de donde
proviene su inerrancia (ausencia de errores), infalibilidad y autoridad.
Las palabras de la Biblia son verdad (Jn 17:17) y son vida (Hch 5:20),
porque hablan de la Revelación de Dios y la Salvación de Dios.
1.2 Por tanto, hemos de acercarnos a la Biblia no con la mente
curiosa de un espectador, o la fría de un científico, mucho menos
como sus jueces, sino con el espíritu de humildad y reverencia
propio de quien toca cosas sagradas:
“Entonces se le apareció el ángel de Yhaveh en una llama de
fuego en medio de una zarza. El observó y vio que la zarza ardía
en el fuego, pero la zarza no se consumía. Entonces Moisés
pensó: “Iré, pues, y contemplaré esta gran visión; por qué la
zarza no se consume.” Cuando Yhaveh vio que él se acercaba
para mirar, lo llamó desde en medio de la zarza diciéndole: —
¡Moisés, Moisés! Y él respondió: —Heme aquí. Dios le dijo: —
26
No te acerques aquí. Quita las sandalias de tus pies, porque el
lugar donde tú estás tierra santa es. Yo soy el Dios de tus
padres: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob. Entonces Moisés cubrió su cara, porque tuvo miedo de
mirar a Dios.” (Ex 3:2-6).
1.3 Sin pre-juicios, sin intereses ni decisiones previas en el corazón:
“Algunos hombres de los ancianos de Israel vinieron a mí (el
profeta Ezequiel) y se sentaron delante de mí. Entonces vino a mí
la palabra de Yhaveh, diciendo: “Oh hijo de hombre, estos
hombres han erigido sus ídolos en sus corazones y han puesto
delante de sus rostros aquello que les hace caer en la
iniquidad. ¿Habré yo de ser consultado por ellos? Por tanto,
háblales y diles que así ha dicho el Señor Yhaveh: ‘A cualquier
hombre de la casa de Israel que haya erigido sus ídolos en su
corazón, que haya colocado delante de su rostro aquello que le
hace caer en la iniquidad, y que luego acuda al profeta, yo
Yhaveh me dignaré responderle como merece la multitud de sus
ídolos, a fin de prender a la casa de Israel en su propio
corazón. Porque todos ellos se han apartado de mí por causa
de sus ídolos.’ “Por tanto, di a la casa de Israel que así ha
dicho el Señor Yhaveh: ‘Arrepentíos y volved de vuestros
ídolos; apartad vuestro rostro de todas vuestras
abominaciones. Porque cualquiera de los de la casa de Israel,
o de los extranjeros que residen en Israel, que se haya apartado
de en pos de mí, que haya erigido sus ídolos en su corazón, que
haya colocado delante de su rostro aquello que le hace caer en
la iniquidad, y que luego acuda al profeta para consultarle
acerca de mí, yo, Yhaveh, le responderé por mí mismo. Fijaré
mi rostro contra aquel hombre, lo convertiré en señal y refrán,
y lo eliminaré de entre mi pueblo. Y sabréis que yo soy
Yhaveh.” (Ez 14:1-8).
1.4 Toda la palabra escrita de Dios es digna de ser deseada
apasionadamente, amada y estudiada, porque da testimonio de la
27
Palabra viva de Dios, que es Cristo mismo (Jn 1:1).
“Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas
tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. Y
vosotros no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn 5:40).
“Cuando descubrí tus palabras las devoré; son mi gozo y la
delicia de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, oh SEÑOR
Dios de los Ejércitos Celestiales” (Jr 15:16).
“Abre mis ojos, para que vea las maravillas que hay en tu
instrucción... Tus testimonios son mi delicia, y también mis
consejeros... He escogido el camino de la verdad; he puesto tus
juicios delante de mí... ¡Mi herencia eres tú, SEÑOR! Me he
propuesto obedecer tus palabras. ¡Cuánto amo tu Ley! Todo el
día es ella mi meditación... ¡Cuán dulces son a mi paladar tus
palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!... Lámpara es
a mis pies tu Palabra, y luz para mi camino... Yo soy tu siervo;
dame entendimiento, para que conozca tus testimonios... La
exposición de tu palabra alumbra; hace entender a los
ingenuos... Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna
iniquidad se enseñoree de mí... Sumamente pura es tu palabra;
tu siervo la ama..; Tu justicia es justicia eterna, y tu Ley es la
verdad... Justicia eterna son tus testimonios; dame
entendimiento, para que viva... A TI CLAMO: ¡SÁLVAME
PARA QUE PUEDA OBEDECER TUS LEYES!... La suma de tu
palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios... Yo me
gozo en tu palabra, como el que halla abundante botín... Mucha
paz tienen los que aman tu instrucción, y no hay para ellos
tropiezo…" (Salmo 119:
8.24.57.97.103.105.125.133.140.144.146.160.162.165. Todo el
salmo es un himno a la Palabra de Dios)
Por tanto buscamos en ella no meros conocimientos mentales, sino a
Cristo, tener contacto con Él para tener 'vida', tocarlo por la fe con
nuestro espíritu:
28
“Y una mujer, que padecía de hemorragia desde hacía doce
años (la cual, aunque había gastado todo su patrimonio en
médicos, no pudo ser sanada por nadie), se le acercó por detrás
y tocó el borde del manto de Jesús. De inmediato se detuvo su
hemorragia. Entonces dijo Jesús: —¿Quién es el que me ha
tocado? Y como todos negaban, Pedro le dijo: —Maestro, las
multitudes te aprietan y presionan. Jesús dijo: —Alguien me ha
tocado, porque yo sé que ha salido poder de mí. Entonces,
cuando la mujer vio que no había pasado inadvertida, fue
temblando; y postrándose delante de él, declaró ante todo el
pueblo por qué causa le había tocado, y cómo había sido
sanada al instante. El le dijo: —Hija, tu fe te ha salvado. Vete
en paz. (Lc 8:43-48).
1.5 No esperes comprenderlo todo a la primera. El conocimiento
vivo de la Palabra de Dios es progresivo, dependiente de la
iluminación del Espíritu, de la perseverancia y la humildad con que
el creyente se acerque a ella, y del grado en que vaya poniendo en
práctica lo que sí va comprendiendo.
1.6 Con un corazón recto y bien dispuesto, si deseamos que la
Palabra dé fruto: ver Mt 13:1-23.
2. ALGUNOS PRINCIPIOS ELEMENTALES DE LA SANA
INTERPRETACIÓN:
2.1 Interpretar cada texto en su contexto, porque “texto sin contexto es un pre-texto”.
Cada pensamiento es una parte de un texto dado que está conectada
con las demás partes y pensamientos del texto formando un todo
coherente. El contexto ilumina el significado de cada una de sus
partes. Si sacamos una frase o pensamiento de su contexto, podemos
cambiar el significado que le quiso dar el autor.
29
Por ejemplo, podemos sacar de contexto la frase 'no hay Dios' y decir
que la Biblia dice que no hay Dios. Pero si respetamos el contexto
vemos claramente que lo que la Biblia dice es “Dijo el necio en su
corazón: No hay Dios” (Sal 53:1). Cambia totalmente el significado
de la frase.
Como consecuencia de este principio, y dada la unidad de la Biblia,
no se debe fundar una doctrina en uno o unos pocos versículos
sueltos, sino atendiendo a todo lo que la Biblia dice sobre el asunto,
y poniéndolo en relación con el mensaje principal de la Biblia y con
el resto de verdades bíblicas, sin enfatizar desequilibradamente una
verdad o un aspecto de la verdad. A esta relación orgánica de cada
verdad con el conjunto se la llama 'analogía de la fe'. Toda verdad
bíblica ha de situarse e interpretarse en el conjunto/contexto de toda
la Escritura. La verdad bíblica está en la suma de toda ella (Sal
119:160), en el plan íntegro de Dios (Hch 20:27), es un todo
orgánico, y tiene un hilo central y transversal de toda la Biblia,
que tiene que ver con:
 el Propósito o Plan eterno del Dios trino
 de hacer al Hombre (Gn 1:26)
 conforme a la imagen del Hijo (Rm 8:29),
 dispensándose/administrándose/dándose a sí mismo a este
Hombre, individual y corporativamente (la Iglesia),
 para ser contenido y expresado por él,
 de modo que pueda gobernar en Su Nombre toda la Creación,
 después de haberlo redimido y haber tratado con su enemigo.
Ninguna verdad debe aislarse del conjunto ni del centro del mensaje
de la Biblia.
Es este el significado del principio: “la Escritura se interpreta a sí
misma”: la Escritura debe ser interpretada en su contexto, desde sus
propios conceptos, con los criterios de interpretación que
proporciona ella misma, comparando la Escritura con la Escritura
para permitir que ella misma compruebe y confirme la interpretación
que uno hace de ella.
30
No siempre ocurre esto entre los cristianos y las iglesias mismas.
Cristianos, teólogos y autoridades eclesiásticas, a menudo introducen
instancias ajenas a la Escritura, por medio de las cuales esta es
interpretada: presupuestos filosóficos, prácticas establecidas,
'tradiciones de los hombres' (Marcos 7:5-13).., de esta manera se
rechaza de hecho la Palabra de Dios como criterio supremo.
La Reforma evangélica del s. XVI vino a restaurar este principio de
la Palabra de Dios como criterio supremo ('Sola Scriptura'), por
encima de las tradiciones eclesiásticas y teológicas (aunque no
siempre se ha aplicado después...). Así como el principio del libre
examen: cada discípulo tiene el derecho y la responsabilidad de leer,
estudiar e investigar libremente la Biblia por sí mismo, sin
imposiciones eclesiásticas. Lo cual no significa que cada uno puede
interpretar como le plazca o convenga, sino sometiéndose a la
interpretación que la Palabra de Dios hace de sí misma de acuerdo a
sus propios principios, y de acuerdo a los principios racionales de
interpretación.
Como escribe el hermano Gino Ianfrancesco, 'la misma Iglesia no
tiene autoridad sobre las Escrituras para cambiarlas, omitir alguna de
sus partes, o hacerlas decir algo diferente de lo que por sí mismas
dicen; es el Espíritu Santo el que tiene Autoridad sobre la Iglesia y le
impone las Sagradas Escrituras, enseñándole con ellas, para que ella
testifique al mundo. Y cuando la Iglesia obedece al Espíritu de Cristo
que enseña con la Escritura, es guiada a toda verdad. La autoridad de
la Iglesia descansa, pues, en la medida en que ella esté bajo la
autoridad del Espíritu que le enseña con las Escrituras y las
establece; asimismo, la autoridad de la 'tradición' descansa en la
medida en que tal tradición sea fiel al Espíritu que enseña con las
Escrituras y las establece. La Iglesia no tiene ninguna autoridad
inherente en sí misma que sea independiente del Espíritu y de las
Escrituras'. Y si la Iglesia no tiene autoridad sobre la Escritura,
¡cuánto menos el creyente individualmente!.
2.2 Sujetarse al sentido gramático-histórico del texto: el
31
significado del texto sobre la base de lo que sus palabras expresan en
su sentido llano y simple a la luz del contexto histórico en que fue
escrito, de acuerdo a las reglas semánticas y gramaticales comunes,
en el marco de la situación del autor y los lectores de su tiempo. No
es correcto tratar de buscar primeramente algún significado oculto o
diferente del obvio.
Por estar la Palabra de Dios 'encarnada' en palabra humanas, nos
interesa mucho conocer lo más exactamente posible qué quisieron
decir los autores humanos, para lo cual es muy provechoso:
● El análisis lingüístico:
- las lenguas originales con su estructura propia de expresión;
- el análisis gramatical;
- los modismos: expresiones particulares de una cultura que
expresan ideas diferentes de lo que literalmente indican las palabras
(Lc 14:26); un caso frecuente son lo antropomorfismos, en los que
Dios es presentado con características y reacciones típicamente
humanas ('el dedo de Dios', 'Dios lamentó haber creado al hombre' Gn 6:6-7, ...)
- los géneros literarios usados: narración histórica, enseñanza
doctrinal, exhortación, leyes, poesía...
- las figuras del lenguaje usadas, en las que se expresan ideas
diferentes al sentido literal, por ejemplo:
♦ lenguaje metafórico: una comparación, ya sea explícita
(Sal 42:1), ya sea implícita (Jn 6:35);
♦ la hipérbole: una exageración evidente para aumentar el
efecto de lo que se dice (Jn 21:25);
♦ la sinécdoque: la designación de un todo con el nombre de
sus partes o viceversa (Hch 27:37)
♦ la ironía: por la que se da a entender lo contrario de lo que
se declara (1Re 18:27)
♦ la paradoja: expresiones que envuelven una contradicción
aparente (Mt 10:39)
♦ la personificación: atribuir características o acciones
propias de personas a seres que no lo son (Sal 114)
32
♦ la alegoría: una sucesión de metáforas, generalmente
combinadas en forma de narración, de cuyo significado literal se
prescinde (Gal 4:21-31)
♦ la fábula: una composición literaria en la que por medio de
una ficción se da una enseñanza moral (Jue 9:1-21)
♦ el símbolo: un ser u objeto que representa un concepto
abstracto, invisible, por alguna semejanza o correspondencia. Por
ejemplo, el fuego como símbolo de purificación (1Pe 1:7) o de juicio
(Is 66:24); el agua, símbolo de lavamiento espiritual Ef 5:26) o la
vida abundante del Espíritu (Jn 7:38-39); el número 7 como símbolo
de perfección, simbología de los metales y piedras preciosos, de los
colores ...
♦ el tipo: es una clase específica de símbolo, propia de la
Biblia, por la que determinados hechos, personas o cosas históricas
(tipos) del Antiguo Testamento representan realidades o personas
históricas del Nuevo Testamento. Entre unos y otros hay una
correspondencia, una analogía; el tipo predice o describe el antitipo.
Es Dios mismo quien establece estas correspondencias, y han de
estar avaladas por el Nuevo Testamento. Los tipos del AT se refieren
principalmente a Cristo, a obra salvífica, y a la experiencia cristiana
(ver una lista en el anexo 1).
● El contexto del pasaje dentro del libro y de toda la Biblia, y
posibles pasajes paralelos.
● El estudio del contexto histórico y cultural de los escritos:
- datos geográficos
- época históricas
- circunstancias políticas, sociales (costumbres), culturales, religiosas
- circunstancias del autor y los destinatarios
- ocasión del escrito y propósito del autor
- información de la arqueología y la literatura e historia extrabíblicas
Atribuimos pues al texto en primer lugar el significado más simple y
llano, el significado manifiesto de las palabras, identificando también
las figuras del lenguaje para interpretarlas adecuadamente. Gracias a
33
Dios hoy disponemos de traducciones interlineales griego-español,
diccionarios de hebreo y griego bíblico, buenas traducciones de la
Biblia al castellano, buenos diccionarios bíblicos, atlas bíblicos, el
legado de grandes maestros de la Biblia... Hay muchas y buenas
herramientas para el estudio personal de la Biblia.
Si el intérprete menosprecia el sentido histórico-gramático de un
texto, corre el riesgo de atribuir a un pasaje significados acordes con
una 'comprensión previa' o pre-juicios propios, pero ajenos a la
intención del autor, lo cual no es interpretar, sino violar el texto.
También viola el texto tratar de establecer una diferencia entre los
que los autores bíblicos pensaban y lo que escribieron; esto tiene para
el intérprete la cómoda consecuencia de poder introducir en el texto
sus propias intenciones, alegando que el texto no quiere decir lo que
aparenta decir. (J.M. Martínez).
2.3 Toda lectura alegórica, tipológica o simbólica debe basarse en
el sentido gramático-histórico, y siempre que la misma Escritura
nos autorice a hacerlo porque dé alguna clase de indicación al
respecto.
Si la interpretación alegórica, simbólica o tipológica no está bien
arraigada en el sentido llano del texto, se le puede conferir al texto
arbitrariamente cualquier significado fruto de la pura especulación,
imaginación o intereses del propio intérprete. Esto es muy propio del
gnosticismo, imaginando significados en el texto que en ningún
modo están allí.
Por ejemplo, Col 2:16-17 dice que todas las prescripciones de la Ley
de Moisés sobre alimentos, días de fiesta y el sábado eran sólo
sombra de Cristo. Cristo es 'el cuerpo', la realidad, de esas sombras.
Por tanto el Espíritu Santo nos autoriza por la misma Escritura a
interpretar aquellas sombras como tipos o símbolos de Cristo y las
realidades espirituales que Él ha traído.
2.4 Entender el propósito de la Escritura.
34
Por la voluntad de Dios y con su asistencia providente, la Escritura
recoge y registra lo que Dios ha revelado a la Humanidad por medio
de hechos y palabras, para darse a conocer a Sí mismo y sus
propósitos y su salvación, de modo que el Hombre pueda alcanzar el
propósito para el que fue creado.
Las Sagradas Escrituras nos pueden hacer sabios para la salvación
por medio de la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es útil
para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la
instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente capacitado para toda buena obra (2Tim 3:15-17).
Por tanto, cuando nos acercamos a la Escritura nunca debemos
perder de vista que su objetivo es introducirnos más y más en la
comunión con el Dios vivo. Es con este objetivo que la Escritura
cuenta la historia, o hace afirmaciones acerca de la creación
física. La Biblia no es un libro de historia o de ciencias al estilo
moderno, aunque narra hechos reales y su cosmovisión está en
armonía con los datos de la verdadera ciencia, pues el mismo Dios
que se revela en la Biblia es el que ha creado el universo y el que ha
dotado de razón a hombre.
Existe, pues, armonía y complementariedad entre la Palabra de Dios
y la ciencia 'genuina', es decir, que busca honestamente la verdad de
las cosas ciñéndose rigurosamente al ámbito y método que le es
propio, sin manipular los datos que presenta la observación y
experimentación de la realidad para que encajen con creencias
previas. La Biblia estimula la investigación de la realidad creada,
como en tantos y tan relevantes científicos creyentes se ha puesto de
manifiesto, y la ciencia desentraña y exhibe al entendimiento
humano las maravillas del Creador, sus atributos reflejados en la
armonía, complejidad, diversidad y belleza tanto del macro-cosmos
como del micro-cosmos.
El objeto de la Biblia no es sustituir los saberes humanos, pero una
de sus funciones es marcar los límites de la verdad de los saberes
35
humanos, preservar a la razón, que es limitada y caída, de errores que
afecten a la salvación del hombre. Cuando una hipótesis científica
pone en cuestión datos bíblicos que afectan a la salvación del hombre
o entran en colisión con la cosmovisión bíblica, el creyente puede
empezar a sospechar que ahí hay gato encerrado. Como ha ocurrido
con la hipótesis evolucionista, sustentada por pre-supuestos
ideológicos que condicionan el trabajo científico, que propone
afirmaciones que van más allá de su ámbito propio, y que conforme
al método científico ha sido 'falsada' por los datos de la
investigación, por más que un poderoso aparato propagandístico
haya conseguido imponerla como un 'hecho científico'.
2.5 Es el Espíritu mismo de Cristo, que inspiró las Escrituras, el
que las interpreta.
Los que la transmitieron y escribieron el Texto Sagrado lo hicieron
en base a la inspiración del Espíritu de Dios (2Tim 3:16; 2Pe 1, 1921; Jn 14:16-18.26; 15:26; 16:13-15) y es bajo esa misma guía del
Espíritu que debe interpretarse (1Jn 2:20.27), no caben
interpretaciones privadas, personales, por cuenta propia (2Pe 1:2021), porque es el propio Espíritu quien define los conceptos y
significados de la Escritura que Él mismo ha inspirado. Del mismo
modo que el Señor explicaba las Escrituras a los discípulos y les
abría el entendimiento para que las comprendiesen (Lc 24:2527.32.44-45), hoy sigue haciendo lo mismo por medio de su Espíritu
que mora en nosotros, individualmente y como el Cuerpo de Cristo,
la Iglesia. Este es el elemento esencial de la hermenéutica cristiana.
El Espíritu en nosotros y la Escritura fuera de nosotros operan, pues,
conjunta e inseparablemente para que podamos comprender la
Palabra de Dios:
a) el Espíritu Santo habita en los creyentes genuinos, como
individuos y como Iglesia. Jesucristo, muerto, resucitado y
ascendido, derramó el Espíritu Santo sobre los creyentes, el cual
mora en nosotros, nos enseña interiormente acerca de todas las cosas
36
(la Unción (1Jn 2:20.27), y nos guía a toda verdad (Jn 14:16-17.26).
b) y las Sagradas Escrituras inspiradas por el mismo Espíritu de
Dios (la Biblia).
Un cristiano adecuado debe ser equilibrado respecto a estos dos
lados. Si solamente tenemos el Espíritu Santo que habita en nosotros,
pero no tenemos la Escritura objetiva fuera de nosotros, fácilmente
nos equivocaremos. El Espíritu Santo nunca va a contradecir la
Escritura que Él mismo inspiró; ni va a decir cosas nuevas o
diferentes a lo que dijo Cristo (Jn 16:13-15), sino explicitar todas las
riquezas que están en Cristo. Pero si solamente tenemos la Escritura
objetiva, pero no atendemos al Espíritu Santo por dentro, nos
volveremos muertos, sin vitalidad. Las Sagradas Escrituras y el
Espíritu que las inspiró, van juntos, y concuerdan siempre, pues el
Espíritu que enseña internamente a los creyentes, es el mismo que
inspiró las Escrituras, y es usando las Escrituras que nos enseña.
Ejercitar nuestro entendimiento y nuestro espíritu.
Para alcanzar este equilibrio, necesitamos tener un entendimiento
entrenado e iluminado para comprender la letra de la Biblia y un
espíritu ejercitado para tocar su significado espiritual y recibir la
Vida que hay en la Palabra:
● El Señor desea que usemos toda nuestra mente (inteligencia,
entendimiento, imaginación, memoria...) para buscarle y conocerle:
“35 Uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó para probarle:
36 -Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? 37 Jesús
le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con
toda tu alma y con toda tu mente. 38 Este es el grande y el
primer mandamiento” (Mt 22:35-38).
Hemos de aplicar todas las potencias de nuestra mente para conocer
y comprender los conceptos y términos especiales que usa la Biblia
37
en sus contextos, ayudarnos del trabajo de otros hermanos antes que
nosotros, y orar para que sean iluminados los ojos de nuestro
entendimiento para poder comprender (Ef 1:18), porque nuestro
espíritu difícilmente puede tocar el Espíritu y la Vida en la Palabra si
no la comprendemos con nuestra mente.
● Pero el conocimiento mental es insuficiente por sí solo, quedaría
sin fruto, sin vida, sin poder de transformación, pues sólo nuestro
espíritu está capacitado para la comunicación con Dios, para
aprehender las realidades divinas y tener comunión con Él. El
espíritu es la parte más interna de nuestro ser; por medio de la fe en
el Evangelio el pecador nace de nuevo, su espíritu, antes muerto en
delitos y pecados, ahora es regenerado y habitado por el Espíritu de
Cristo. Ahora el creyente debe aprender a prestar atención al Espíritu
que mora en su espíritu, y que late en las Escrituras, acercándose a
ellas en actitud de oración, buscando al Señor. Ambas cosas: la mente
y el espíritu, son necesarias y complementarias en nuestra comunión
con el Señor (1Cor 14:1-10).
El Espíritu y la letra de la Biblia.
Algunos, interpretando mal (sin atender al contexto) el pasaje de
2Cor 3:6 (“...la letra mata, pero el Espíritu vivifica”), menosprecian
la literalidad de la Escritura con el pretexto de no limitar la libertad
del Espíritu para expresarse. Pero ese pasaje no enseña eso. Si se
presta atención al contexto, la 'letra' de la que habla no se refiere a la
letra de la Escritura, sino a la Ley de Dios (los 10 mandamientos 2Cor 3:3) dada por Dios para poner en evidencia la pecaminosidad
del hombre caído, y acusarlo por sus pecados y demostrar que
merece la muerte (Rm 3:20b; Rm 7; Col 2:14). Por eso es letra 'que
mata'. Esa es su función: un 'ministerio de de muerte', un 'ministerio
de condenación' (3:4-11), para que el pecador descubra la necesidad
que tiene de Cristo y su salvación (Gal 3:19-25). Una función
necesaria dispuesta por Dios mismo, que no se puede rechazar.
Pero en cuanto que han sido inspiradas por el Espíritu de Dios, son el
38
vehículo adecuado escogido por Dios para transmitir su Revelación.
Son palabras enseñadas por el mismo Espíritu para hablar
adecuadamente de las realidades espirituales reveladas por Dios, por
eso debemos apreciarlas y guardarlas con reverencia en nuestros
corazones:
“De estas cosas estamos hablando, no con las palabras
enseñadas por la sabiduría humana, sino con las enseñadas por
el Espíritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales”
(2Cor 2:13).
No obstante, también hemos de procurar no separar la letra de la
Biblia del Espíritu que la inspiró, y la vivifica, actualiza e interpreta,
para no caer en un conocimiento de la Biblia meramente formal,
vacío, sin vida... Pues la Biblia está escrita para dirigirnos a Cristo, la
Palabra viviente de Dios, para tener vida:
'Examináis las Escrituras porque pensáis que en ellas tenéis
vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Y no
queréis venir a mí para que podáis tener vida eterna' (Jn 5: 3940).
2.6 Toda la Escritura apunta a Cristo (Jn 5:39), en toda la
Escritura se habla de Él, y desde Él como centro se interpreta.
El Antiguo Testamento promete, anuncia, prefigura y profetiza a
Cristo (Lc 18:31; 24:27.44-46; Jn 1:45; Hch 10;43; 28:23; Col 2:1617; Hb).
La Revelación que Dios va haciendo en el Antiguo Testamento es
progresiva, adecuándose pedagógicamente a la capacidad del hombre
caído, hasta alcanzar su plenitud en Cristo (Heb 1:1-3).
El Antiguo Testamento se lee desde el Nuevo, pues aquel es figura y
profecía de este, y el Nuevo es cumplimiento y plenitud de aquel
(Rm 15:4; 1Cor 10:6.11; Col 2:16-17; Hb 8:3-13; 9:1-10.23; o en los
39
evangelios la expresión 'para que se cumpliesen las Escrituras).
Ambos se iluminan mutuamente, y existe una complementariedad
entre el testimonio de ambos: el testimonio profético, y el testimonio
apostólico (2Pe 1:16-21; 2Pe 3:1-2).
Jesucristo es el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio
y el fin (Ap 22:13). 'Alfa' es la primera letra del alfabeto, y 'omega' la
última. Esto significa que Cristo es el Alfabeto, y a través de ese
Alfabeto Dios se expresa; entonces descubrimos que esas letras están
en todas partes, es decir, Cristo está en toda la Escritura. Cristo es la
Palabra viviente de Dios (Jn 1:1-18), la Biblia es la Palabra escrita de
Dios.
Dios reúne todas las cosas entorno a Cristo como Cabeza (Ef 1:910). Así es también con Su Palabra, Cristo es el centro de las
Escrituras, y la clave para su interpretación (2Cor 3:14-16).
“Dios no nos ha presentado (en primera instancia) un conjunto de
verdades, temas, asignaturas, aunque la Biblia puede estar llena de
todo eso. Él no nos ha presentado eso, sino a un Hombre. Toda
verdad, toda doctrina, cualquier tema, cualquier asignatura que no
sea una revelación de Cristo, y una ministración de Él, que no lo
exalte y lo torne más admirado, pierde su propósito, se ha
divorciado y separado del propósito de Dios, y eso no es aprobado
por Dios de ninguna manera. Todo lo que viene Dios, de eternidad
a eternidad, está inseparablemente ligado a un Hombre.
El valor práctico es esto es que nunca comprenderemos el
significado y el valor de los temas bíblicos, aunque los estudiemos
durante toda nuestra vida, si son tomados como asuntos en sí
mismas. El único dinámico y real sentido en cualquier verdad es el
Cristo viviente.
Estoy alertando del peligro de disociar la enseñanza sobre Cristo de
la Persona de Cristo.
40
Nunca percibiremos todo el valor y significado de Cristo por mera
comprensión mental u objetiva. Solamente cuando lo probamos
subjetivamente, cuando nos unimos a Él, somos introducidos en el
propósito divino.
La base del éxito de Dios (en el cumplimiento de su propósito) es
la unión vital con Cristo, lo que a veces hablamos como de la
identificación con Cristo. El éxito de Dios depende totalmente del
Cristo interior, y por lo tanto, como hemos dicho antes, de la única
cosa que Dios está detrás, y de la única cosa que el diablo está en
contra, y se opone por todos los medios que signifiquen sustitución,
imitación, falsificación, y así sucesivamente, es que Cristo more en
el interior de los hombres. El objetivo de Dios es alcanzado con
relación a ese punto de partida, y todo es posible. La base del éxito
de Dios es Cristo en vosotros, la unión con Cristo, la identificación
con Cristo de una manera interior. Así se establece en la Palabra de
Dios como el principio en el que Dios obra en esta dispensación de
principio a fin (‘La economía del misterio’, A. Sparks).
“Toda experiencia de valor para Dios tiene que haber sido
alcanzada pro medio de un nuevo descubrimiento del significado
de la Persona y de la obra del Señor Jesús” (‘La vida cristiana
normal’, W. Nee).
2.7 La Escritura no puede contradecirse a sí misma. Los
diferentes libros de la Biblia no pueden contradecirse entre sí, pues
los inspira el mismo Espíritu. La verdad puede tener aspectos o
ángulos diferentes, pero complementarios.
2.8 Distinguir lo permanente y lo temporal en la Escritura.
La Palabra de Dios no está sujeta a la transitoriedad, es permanente
(Mt 5:17-19; 1Pe 1:23-25). Pero eso no quiere decir que todo lo que
registra las Escrituras está vigente para nosotros en su literalidad.
Aquí es preciso comprender la relación entre el Antiguo
41
Pacto/Testamento y el Nuevo Pacto/Testamento, su continuidad y su
contraste, los principio permanentes y las disposiciones transitorias
que han sido abolidas por Cristo. Veamos esto más despacio en el
anexo.
2.9 Interpretar los pasajes oscuros desde los que están más
claros, no al revés.
2.10 No debe alterarse la integridad de la Escritura (Dt 4,2; Mc 7,
9; Jn 10, 35; 2Cor 2, 17; 2Pe 3, 15-18; Ap 22, 18); quien conoce a
Dios sabe que de Él sólo procede el bien, por eso cuando tropezamos
con algo que hiere nuestra sensibilidad hemos de pensar que todavía
no lo comprendemos bien, que los caminos de Dios son más altos
que nuestros caminos;
2.11 La Escritura fue dada al Pueblo de Dios, y es en el seno de la
comunidad cristiana que encuentra el contexto y clima adecuado
para su interpretación; una comunidad cristiana que respete los
criterios anteriores; que se considere discípula, y no maestra de la
Palabra. Es necesario 'comprender junto con todos los santos',
contando inclusivamente con el sentir de todos los santos a lo largo
de todos los tiempos:
“14 Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre, 15 de
quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 a
fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda ser
fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior;
17 para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de
la fe; de modo que, siendo arraigados y fundamentados en
amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender, junto con
todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la
profundidad, 19 y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa
todo conocimiento; para que así seáis llenos de toda la plenitud
de Dios” (Ef 3:14-19).
42
Es necesario equilibrar el principio del libre examen con este otro.
Aunque todo magisterio humano debe examinarse a la luz de la
Escritura, no podemos desechar el patrimonio de la Iglesia de
todos los tiempos como si la verdadera interpretación de la Biblia
comenzara con nosotros.
2.12 Usar bien la numeración de capítulos y versículos.
Los capítulos y los versículos no forman parte del texto de la Biblia,
fueron puestos para facilitar la localización de un pasaje en la
Escritura. Y es para eso y sólo para eso que debemos prestarles
atención, porque no siempre respetan el desarrollo natural de los
parágrafos, es decir, ideas o unidades de sentido. Es necesario prestar
atención a cuando comienza un tema, su desarrollo y ver donde
termina, para no cortar un idea o narración de la Escritura.
Habitualmente los editores de las biblias también colocan títulos,
como los titulares de los periódicos, para recordar de un vistazo el
contenido o tema de un pasaje. Son útiles pero hay que saber que
tampoco forman parte del texto bíblico original.
Conclusión
De la fidelidad a estos criterios depende que cuando interpretamos
la Biblia hagamos verdadera 'ex-egesis', no 'eis-egesis'; es decir,
que extraigamos el significado que contiene el texto, no que
introduzcamos en él nuestras propias opiniones.
43
ANEXO: EL VALOR DEL ANTIGUO TESTAMENTO PARA
LOS CRISTIANOS
1) Lo que hay de ruptura entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento.
Los dos Testamentos son los dos pactos que Dios hizo con el hombre,
los cuales establecen los dos regímenes sobre los que el hombre
puede tener una relación con Él. El Nuevo testamento es una
continuación del pacto que Dios hizo con Abraham. En Gn 12:1-3
Dios dio una promesa a Abraham, y más tarde también le hizo un
juramento (Gn. 22:16). Por tanto, la promesa vino a ser un pacto
hecho por Dios con Abraham (Gál. 3:15-17). Dos mil años más tarde,
Dios envió a Su Hijo Jesucristo al mundo, y Él derramó Su sangre en
la cruz y promulgó el nuevo pacto (Lc. 22:20). En ese momento, el
nuevo pacto fue establecido; además, éste se convirtió en un
testamento debido a la muerte del Señor.
El Antiguo Pacto, el cual vino 430 años después que Dios hiciera el
pacto con Abraham, fue promulgado en el monte Sinaí, donde Dios
dio la ley a los hijos de Israel. Hablando con propiedad, el antiguo
pacto no abarca todo el período del Antiguo Testamento, desde
Génesis hasta Malaquías; de hecho, comenzó a partir de Éxodo 19 y
continuó hasta la época de Juan el Bautista (Mt. 11:12-13). El
período que transcurrió desde el tiempo de Juan el Bautista hasta
antes de la muerte y resurrección del Señor Jesús, fue un período de
transición entre los dos Testamentos. Dios se relacionó con el hombre
en el Antiguo Testamento según el Antiguo Pacto: conforme a La
Ley, mientras que en el Nuevo Testamento Él se relaciona con el
hombre conforme al Nuevo Pacto: conforme a la gracia que Cristo
trajo con su muerte y resurrección: “La ley fue dada por medio de
Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de
Jesucristo” (Jn 1:17).
{ Pacto del Sinaí }
Promesa/Pacto con Abraham
Nuevo Pacto
44
Características del Antiguo Pacto:
a) un pacto que fue añadido y abolido. No figuraba en la intención
original de Dios, ni tampoco era lo que había ordenado originalmente
al hombre. Fue introducido más tarde (Rm 5:20; Gal 3:17) en la
pedagogía de Dios por varias razones:
- la ley expresa la justicia y la santidad de Dios ante el hombre caído
y corrupto (Lv 20:26);
- le señala y hace manifiestas sus transgresiones, sus pecados (Rm
3:20; 7:7-13)
- hace evidente su condición caída y corrupta, incapaz de obedecer a
Dios y vivir en justicia y santidad (Rm 7; 8:7-8)
- guardó al pueblo de Dios como un tutor hasta la venida de Cristo y
la revelación de la justificación por la fe (Gal 3:23-24)
- conduce al hombre a creer en Cristo y recibirle como gracia, para
que por medio de Él la justa exigencia de la ley pudiese cumplirseen
nosotros.
Puesto que el antiguo pacto fue algo añadido y no era la intención
original que Dios tenía para el hombre, dicho pacto no podía
permanecer permanentemente; más bien, envejeció, caducó y
desapareció (Heb 8:13).
b) Fue ordenado por medio de ángeles en mano de un mediador:
Moisés (Gal 3:19).
c) Dedicado con la sangre de toros y machos cabríos (Heb 9:1829; Ex 24:6-8). No era posible establecer el pacto sin resolver el
problema de los pecados, que crean separación entre Dios y el
hombre. El pecador debe morir, porque la paga del pecado es la
muerte (Rm 6:23), por tanto, para poder perdonar los pecados sin
menoscabar la justicia de Dios, es necesario el derramamiento de
sangre (Heb 9:22). En el Antiguo Pacto, era la sangre de animales
sacrificado en lugar del pecador.
d) Dios trata con el hombre conforme al régimen de la Ley: para
45
alcanzar la bendición, la justicia y la vida, es necesario el
cumplimiento de toda la ley (Gal 3:12); de no ser así, la Ley juzga,
maldice y condena (Dt 6:1-3; Gal 3:10; Stg 2:10). Pero a causa de la
condición caída del hombre, la Ley no puede dar vida, ni dar poder al
hombre para cumplirla, solo juzgarlo y condenarlo (Rm 7:7-25; Gal
3:21). Fue dada sólo para dar conocimiento del pecado (Rm 3:20).
e) Estuvo vigente sólo en la era del Antiguo Testamento, de
Moisés a Juan Bautista (Jr 31:31-34; Heb 7:18; 8:13; Lc 16:16).
Características de Nuevo Pacto:
a) Es un Pacto mejor (Heb 8:6) y eterno (Heb 13:20), constituido
según el poder de una vida indestructible (Hb 7:16);
b) Fue efectuado por el mismo Jesucristo, el Hijo amado de Dios;
c) Establecido con Su Sangre (Lc 22:20);
d) Basado en la gracia, la cual da vida y poder para vivir según
Dios (Rm 6:14; 3:21-26; 8:1-4), por medio de la fe (Rm 11:6; Jn
3:15);
e) Está vigente a partir de la muerte y resurrección de
Jesucristo para siempre.
Resumamos qué elementos del viejo Pacto fueron abolidos por
Cristo y su muerte en la cruz:
 el régimen de la Ley, es decir, el cumplimiento de toda las
obras de la Ley en su totalidad para poder tener bendición,
para poder ser justo ante Dios, para poder tener vida. Ya no
estamos bajo el régimen de la Ley, sino bajo el de la gracia;
 El Templo de Jerusalén como el lugar para el culto y la
adoración de Dios (Jn 4:21-24; Heb 9:1-11);
46



Todo el sistema cultual y sacrificial, junto con la clase
sacerdotal y levítica (Heb 7 – 10:22);
La obligación de guardar los sábados y las fiestas (Col
2:16-17; Rm 14:5-6);
Las prescripciones dietéticas e higiénicas (Hch 10:9-16;
Heb 9:10; Col 2:16-17; Mc 7:1-23);
Todo el sistema veterotestamentario entorno al Templo, con todas sus
leyes y ceremonias rituales, sólo contenía “figuras de las cosas
celestiales y del verdadero Santuario” (Hb 9:23-24), ahora ha sido
abolido al llegar la realidad del Cuerpo de Cristo y su sacrificio en la
cruz (Jn 2:19:21; 1Cor 9:12-14; Ef 2:20-22; 1Cor 6:19; 2Cor 6:16;
Flp 2:17; Hb 3:5-6; 9:1-10.23-24). Ahora los creyentes somos
“edificados como piedras vivas en casa espiritual para ser un
sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, agradables
a Dios por medio de Jesucristo” (1Pe 2:4-5). Pero aquellas figuras
nos ayudan a entender estas realidades.
2) Lo que hay de permanente en el Antiguo Testamento.
El hecho de que el cristiano ya no esté bajo el viejo régimen de la
Ley, sino bajo el régimen de la gracia, no significa que esté sin ley,
sino bajo “la Ley de Cristo” (1Cor 9:21).
Cristo dijo: "No penséis que he venido para abrogar la Ley o los
Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. De cierto
os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una
jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido
cumplido” (Mt 5:17-18).
Por un lado, Jesucristo perfeccionó la Ley llevándola hasta las
intenciones del corazón (Mt 5-7). Conforme al principio de la
Revelación progresiva, algunos mandamientos morales del
Antiguo Testamento se debían a la deplorable condición del
47
hombre, pero no expresaban el propósito original de Dios, por
ejemplo la ley del divorcio (Mt 19:3-9), leyes sobre la esclavitud...
Por tanto, a la luz de la plena revelación neotestamentaria,
debemos distinguir qué prescripciones morales eran
transitorias.
Por otro lado, Él fue el único que cumplió toda la Ley, el único que
nunca cometió pecado, de modo que“ahora, aparte de la ley, se ha
manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los
Profetas. Esta es la justicia de Dios por medio de la fe (fidelidad,
obediencia) de Jesucristo para todos los que creen...” (Rm 3:2122); “Porque Dios hizo lo que era imposible para la ley, por
cuanto ella era débil por la carne: habiendo enviado a su propio
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justa exigencia de la
ley fuese cumplida en nosotros que no andamos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu” (Rm 8:3-4). “Porque el fin (la
finalidad, el cumplimiento) de la ley es Cristo, para justicia a todo
aquel que cree” (Rm 10:4).
Ya no nos regimos por la Ley de Moisés, sino por Cristo, el Justo,
que mora por el Espíritu en nosotros, y nos capacita con su Vida
para cumplir toda la justicia de Dios, para obedecer sus
mandamientos, y vivir como Él vivió (1Jn 2:3-6), dejándonos guiar
por Su Espíritu (Rm 8:4). Por medio de la fe en Cristo, y no por
cumplir las obras de la Ley, es que recibimos el don de la justicia.
Lo cual no significa que ya no hay lugar para las obras de justicia;
significa que no somos salvos por las obras de la Ley, somos
salvos por gracia, mediante la fe, “para buenas obras”: “Porque
somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las
buenas obras que Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas” (Ef 2:10). Las obras no son condición
para la salvación, sino su resultado, su manifestación, la
evidencia de haber recibido el don de la justicia (Stg 2:14-26).
Cristo confirmó el núcleo ético del Antiguo Testamento: al amor a
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Dios sobre todas las cosas, y el amor al prójimo como a uno
mismo (Mt 22:35-40; 7:12).
Aquellos elementos del Antiguo Testamento que han sido abolidos,
han sido abolidos porque han alcanzado su cumplimiento en
Cristo: eran promesa de Cristo, figura de Cristo, sombra de las
realidades que ha traído Cristo, tipos de Cristo y su obra salvadora.
Por tanto, una vez venido Cristo, tenemos todo eso cumplido. Si
tenemos a Cristo, tenemos cumplidos también todos esos aspectos
del viejo Pacto:
 el sábado, porque Cristo es el verdadero sábado, el verdadero
día de reposo (Col 2:16-17), que nos libra del yugo de la Ley,
de la necesidad de hacer obras para alcanzar la justicia (Mt
11:28-30), es Él en nosotros quien cumple las exigencias de la
Ley. De manera que los que entramos en Su reposo, por
medio del creer en Él, aparte de las obras de la Ley, entramos
con Él por fe en el reposo de Dios con el cual Él reposó el
séptimo día (Hb 3:7-13);
 las diferentes fiestas (Lv 23), porque se cumplen en Cristo
(Col 2:16-17; 1Cor 5:7-8);
 los antiguos sacrificios (Lv 1-5) también eran figura de los
diferentes aspectos del sacrificio de Cristo, ya cumplido (Heb
9:11 – 10:22)
 el templo, que era figura del Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
También el Señor enseñó por medio del apóstol acerca del uso
legítimo del Antiguo Testamento:
“25 y que desde tu niñez has conocido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por medio
de la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es
inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la
reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
capacitado para toda buena obra” (2Tim 3:15-17). Porque las
historias del Antiguo Testamento acontecieron como ejemplos
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para enseñarnos a nosotros (1Cor 10:1-11; Rm 15:4).
Siempre, por debajo de lo transitorio del Antiguo Testamento,
subyacen principios y enseñanzas permanentes para nosotros.
Y en particular, en cuanto al uso legítimo de la Ley (los
Mandamientos):
“8 Sabemos, sin embargo, que la ley es buena, si uno la usa
legítimamente. 9 Y conocemos esto: que la ley no ha sido
puesta para el justo, sino para los rebeldes e insubordinados,
para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos,
para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para
los fornicarios, para los homosexuales, para los
secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para
cuanto haya contrario a la sana doctrina, 11 según el evangelio
de la gloria del Dios bendito, que me ha sido encomendado (…)
20 Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante
de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del
pecado” (1Tim 1:8-11; Rm 3:20).
***
50
Nota final: ¿Soy literalista o fundamentalista bíblico?
Algunos me acusan de esto. Si a la opción hermenéutica expuesta se
le quiere llamar "fundamentalista" o "literalista bíblica", entonces sí:
soy fundamentalista y literalista bíblico.
Ahora bien, es realmente significativa esa otra opción hermenéutica tanto de parte de ateos, como de 'cristianos liberales'-, que propone
prescindir del sentido llano, histórico-gramático, de un texto
(exégesis). ¿No resulta eso ideal para atribuirle arbitrariamente
cualquier significado, es decir, para proyectar en él los propios prejuicios, ideas e intereses (eiségesis)?
En cualquier caso, estoy dispuesto a escuchar la justificación
hermenéutica de los que no comparten la mía. Pongamos todos
nuestras cartas sobre la mesa...
Resumo una vez más la mía: soy "cristiano", es decir, seguidores y
discípulos de Jesús el Cristo, porque hago mía la fe 'de' Jesús el
Cristo, no sólo la fe 'en' Jesús.
***
Bibliografía:
- “Sílabo”, Gino Iafrancesco.
- “Hermenéutica Bíblica”, J.M. Martínez, ed. Clie
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