El fuego, la cocina primitiva y la invención de la cerámica 07-may-2011 Juan Antonio Cantos Bautista Cerámica neolítica - kalipedia.com El dominio del fuego traería aparejados grandes avances culturales en la evolución de la especie humana, entre los más notables, la cocina y la cerámica. Es bien sabido por todos que una de las grandes conquistas de la Humanidad, durante su larga evolución desde los homínidos primitivos (Homo habilis, Homo erectus, Homo antecessor, etc.) al ser humano actual (Homo Sapiens sapiens), fue el dominio del fuego. El fuego no sólo le valdría como protección contra bestias y predadores naturales, como iluminación en la oscura noche, y como núcleo en torno al cual unirse de noche todos los componentes de la familia y relacionarse socialmente, sino sobre todo, en forma de hoguera, como hogar. El primer hogar: una simple hoguera Hablar de hogar, en este caso, es realmente lo mismo que hablar de una cocina primitiva, en la cual asar los alimentos, mejorando su salubridad, digestión y aprovechamiento energético. Ejemplo de ello fue la aparición no sólo de los asados -tan simples como clavar la pieza de caza en un palo y dejarlo al fuego un rato-, sino también de la sopa, llenando grandes pieles curtidas de agua hirviendo (de cocción), calentada mediante la introducción de piedras previamente caldeadas en fuego, y llenada de alimentos una vez hirviera el líquido elemento. Pero en aquella cocina primitiva que era algo tan simple en principio como una hoguera, pronto se producirían nuevos descubrimientos e invenciones que, a la postre, seguirían revolucionando progresivamente la cultura humana. Uno de ellos, sin duda uno de los más importantes, fue la cerámica. La cerámica primitiva y su relación con el fuego y la cocina Tradicionalmente, se divide la Prehistoria en dos grandes períodos -tres, si se admite la adición del llamado Mesolítico, especie de eslabón intermedio, en realidad de corta duración y no tan bien definido como los otros dos-, correspondientes al Paleolítico (Edad de la Piedra Antigua, +-3.000.000 a.C. - +-9000 a.C.) y el Neolítico (Piedra Nueva, +-9000 - +-3500/3000 a.C., con notables variaciones en fechas según la región concreta). Las características diferenciadoras básicas del Neolítico respecto al anterior período vienen dadas, en general, por avances y adquisiciones culturales realmente novedosas, tan importantes como la domesticación de plantas (agricultura) y animales (ganadería), el paso de las sociedades nómadas cazadoras y recolectoras a otras más estables, situadas en un territorio fijo (sedentarismo), y la aparición de la cerámica. Es decir, que se admite la cerámica como una novedad típica del Neolítico, surgida en esta etapa de grandes cambios -que no en vano es conocida como "revolución neolítica", término acuñado por el famoso prehistoriador australiano Gordon Childe-, y que pronto se desarrollaría en muy variadas formas (vasijas, vasos, platos,...) normalmente relacionadas con la conservación de alimentos en grandes cantidades, una necesidad lógica de las sociedades estables y agropastoriles. Sin embargo, para ser justos con nuestros ancestros más remotos -y con la verdad histórica-, hay que reconocer que la cerámica no fue inventada por los neolíticos, sino más bien descubierta durante el Paleolítico. Como dijo alguien: "al César lo que es del César". La cerámica paleolítica y su aprovechamiento Hay abundantes pruebas de que en fechas tan antiguas como al menos 20.000 años atrás, los cazadores-recolectores paleolíticos sabían fabricar cerámica. Cualquier fuego encendido en el suelo de una cueva habría endurecido, de forma natural, la arcilla circundante, dando lugar a formas cerámicas espontáneamente, que fueron observadas y aprehendidas por los hombres primitivos. Así, mediante la observación y el puro ensayo-error, poco después, nuestros antepasados aprenderían poco a poco a moldear aquel material con fines artísticos. Demostrado está que en muchas regiones, durante el Paleolítico Superior, sus moradores sabían elaborar, con sorprendente destreza, figurillas de terracota a modo de ídolos, buena muestra de que conocían de sobra las propiedades de la cerámica y estaban aprendiendo a manejarla y trabajarla. Sin embargo la cerámica, aunque conocida, no sería aprovechada de una forma extendida y total hasta mucho tiempos después, ya durante el Neolítico, por las sociedades humanas. Y esto por una razón bastante lógica: hizo falta conquistar antes unos modos de vida sedentarios, con la población estabilizada en un punto fijo (aldea o poblado agrícola), abandonando el primitivo nomadismo, para que se produjeran cosechas abundantes -por ejemplo, de cereales-, cuyo excedente debía ser conservado de algún modo. Y ahí sería donde los recipientes de cerámica, de diversas tipologías, demostrarían su valía y utilidad. Asimismo, hay que tener en cuenta que los modos de vida nómadas paleolíticos, cuyos asentamientos eran siempre efímeros, estacionales, y en todo caso móviles, no podían permitir a las tribus cazadoras-recolectoras -limitadas a unos pocos centenares de integrantes- ir acarreando con pesadas colecciones de vasijas de arcilla cocida. Máxime cuando tampoco habían dominado a animales -más allá del lobo (Canis lupus), usado como ayudante para la caza, y antepasado del actual perro (Canis canis)- que pudieran servirles como bestias de carga y medios de transporte. 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