¿Pudiera ser que en la obra triunfa la realidad sobre la ficción? ¿Nos indica ese posible triunfo que estamos frente a una tragedia de la vida real? Aquello dependería del tipo de realidad que se está tomando en cuenta, debido a que a lo largo de la obra (seis personajes en busca de un autor) se nos muestran dos realidades chocando entre sí y siendo realidades dependiendo de la perspectiva en la que nos coloquemos. Si bien es sencillo decir que la única realidad es la de los actores, actrices y el director de escena; esa sería la respuesta sencilla. Sin embargo, es el mismo autor, Pirandello, el que escribe que los personajes (en la página 5) “irradian por ellos mismos: [un] tenue hálito de su fantástica realidad”. ¿Qué es esto? Pues por más que estos personajes hayan sido creados por un autor y que su drama, el mismo que van representando a lo largo de la obra haya salido de este autor que no sabía cómo darles forma en un libro, sigue siendo parte de su esencia. Su ficción es su realidad. Tal como el padre le pregunta al director de la compañía que quién es él, es cierto que nosotros como humanos nos mantenemos en un constante cambio por el cual nuestra realidad actual pasará a ser un recuerdo del pasado y el futuro únicamente será una ilusión hasta que ocurra, por lo que nuestra existencia también se encontraría condicionada a las acciones secuenciales que uno como humano tiende a realizar. ¿Quién ganaría? Desde mi punto de vista, la ficción. Debido a que esta al final se transforma en la súbita realidad, la que acaba con la vida de la niña en el estanque y el muchacho quien se dispara. Los actores desde su perspectiva creerán que es una ficción, que aquello no ha ocurrido, a pesar de que los personajes les han advertido que ellos deben de repetir su drama una y otra vez. En cambio, el padre, confirmará que esa es su realidad. La tragedia en un escenario, una ficción transformada realidad, y a su vez, una realidad transformada en ficción para quienes ven la obra puesta en escena.
