Subido por pkm_999

QUÉ SIGNIFICA ESTO

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¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?
Todo esto sugiere que la geografía y la dotación de recursos naturales son muy importantes. Los
países ubicados cerca de la línea ecuatorial, con grandes dotaciones de tierra y recursos
naturales, tienden a crecer más lentamente y generan más desigualdad en los ingresos que
aquellas economías menos intensivas en recursos de los países que están ubicados en climas
subtropicales o templados.
Hipótesis 1: Las condiciones tropicales reducen la productividad del trabajo y el salario
Una de la explicación para la fuerte asociación entre la geografía, la desigualdad y el desarrollo,
destaca las dificultades que las condiciones tropicales crean para los trabajadores, así como su
impacto en la productividad del trabajo. Si bien se ha avanzado en mejorar algunas de estas
condiciones, la vida en las áreas tropicales sigue complicándose a causa de las enfermedades y
a problemas sociales relacionados con el clima, la calidad del suelo, las pestes y la calidad del
agua, que afectan en términos negativos la productividad del trabajo y, en particular, perjudican
la eficiencia en la agricultura. Esta situación ha ido en aumento históricamente por el hecho de
que muchas de las innovaciones más importantes en la tecnología agrícola han estado asociadas con productos agrícolas y técnicas de producción que se adecuan bien a las regiones
templadas, y no así a las regiones tropicales.
Como se ha estado observando, varios estudios recientes han comenzado a cuantificar la
enorme carga que estas condiciones imponen al progreso para hacer posible el crecimiento
económico. Esta interrupción de las perspectivas de desarrollo contribuye por sí misma a la
desigualdad, pues, como hemos argumentado, el desarrollo económico suele ser bueno para la
distribución, salvo en los casos de niveles de ingreso totalmente bajos. Pero también hay una
buena razón para esperar que las condiciones tropicales ejerzan por sí mismas un efecto en la
desigualdad de los ingresos. En las primeras etapas del desarrollo, cuando la industrialización
se pone en marcha atrayendo mano de obra de la fuerza de trabajo rural, los salarios y las
condiciones de trabajo en el sector moderno estarán vinculados, por lo menos un poco, a las
condiciones de las áreas rurales.
La concentración de la propiedad de la tierra que ha sido facilitada por los crecientes retornos
a escala en la producción de cultivos tropicales, reduce la competencia entre empleadores y
puede proporcionarles un sustantivo poder de mercado sobre sus empleados, complicando así
las dificultades que los trabajadores enfrentan en las áreas tropicales. La manifestación más
extrema de este poder de mercado fue la esclavitud, un fenómeno desarrolla- do casi
exclusivamente en climas tropicales y subtropicales, siendo éstos parte del nuevo mundo donde
la tecnología agrícola supuestamente era más rentable. Una forma de verlo es que en muchos
lugares de América Latina la desigualdad es parte sustancial de la herencia de este legado de
mercados tropicales de trabajo, incluyendo de una forma destacada a la esclavitud.
En América Latina, la concentración de la propiedad de la tierra que tipifica a los países de las
regiones tropicales ha sido facilitada por las políticas agrarias, laborales y de inmigración que
los gobiernos han elaborado desde inicios de la época colonial. Pero la cuestión histórica
interesante es preguntarse si estas políticas fueron accidentes de la historia, o si ellas mismas
fueron el resultado de la dotación de recursos naturales, el clima y otras condiciones
geográficas de las colonias latinoamericanas. Se ha argumentado que tales políticas, así como
muchas de las características institucionales que por mucho tiempo se han invocado como
explicaciones para la distribución fuertemente asimétrica del ingreso en América Latina, tienen
sus raíces en el factor riqueza que esperó a los coloniza- dores españoles y portugueses de la
región.
Hipótesis 2: Los recursos naturales son el “hundimiento del capital”
Existe otras explicaciones para el vínculo entre la riqueza de recursos naturales y la desigualdad.
Se ha argumentado, por ejemplo, que los recursos minerales y ciertos tipos de tierra pueden
requerir grandes capitales físicos a explotar. En los países en desarrollo, donde el capital es
escaso, la atracción del capital hacia los recursos naturales ha sido la base para que las industrias
puedan limitar severamente la disponibilidad del capital que se re- quiere para apoyar un sector
creciente de industria manufacturera y de servicios modernos, sin generar al mismo tiempo una
demanda significativa de mano de obra no calificada. Esto deja a los trabajadores en una
situación difícil, pues baja sus salarios reales y empeora la distribución del ingreso. En términos
más generales, en la medida en que el crecimiento es facilitado por el desarrollo de industrias
manufactureras que no se basan en recursos, los re- cursos naturales pueden incluso perjudicar
las perspectivas de un desarrollo en el largo plazo, con implicaciones nocivas para la distribución
del ingreso.
Hipótesis 3: Los recursos naturales crean volatilidad macroeconómica, conduciendo a un bajo
crecimiento y una alta desigualdad
En el texto sugiere que esta volatilidad macroeconómica está asociada con una mayor
desigualdad en los ingresos. Podemos ir más allá y describir algunos de los mecanismos a través
de los cuales la inestabilidad económica contribuye a la desigualdad en los ingresos. Una forma
clave es la educación. Como nosotros y otros autores hemos argumentado en trabajos recientes,
durante tiempos económicos malos las familias pobres pueden verse obligadas a realizar ajustes
que, en el largo plazo, tienen implicaciones para su capacidad de obtener ingresos, tanto ellos
como sus hijos. Por ejemplo, pueden verse obligados a sacar a sus niños de la escuela, ya sea
porque los gastos son demasiado elevados o porque necesitan que los ingresos de sus hijos
apoyen a la familia. Sin embargo, una vez que las condiciones macroeconómicas adversas se
apacigüen, es improbable que los niños regresen a la escuela. Un shock transitorio puede hacer
un daño permanente a la capacidad de la familia de reunir capital humano.
Un claro ejemplo en gran medida en México, durante la recesión de 1995. Durante ese año, más
del 5 por ciento de jóvenes cuyas edades estaban entre los 12 y los 25 años ingresaron a las
filas de la fuerza de trabajo muchos de ellos en empleos informales, quedando la mayor parte
desempleada, lo que sugiere que un número significativo de jóvenes tuvo que abandonar sus
estudios. A pesar que en 1996 ya se había logrado la recuperación, el flujo de jóvenes hacia la
fuerza de trabajo continuó.
Se puede evidenciar adicionales de que la volatilidad macroeconómica está asociada con
menores logros educativos. Los años promedio de educación de la población cuya edad está
entre los 25 y los 65 años en el logaritmo del stock de capital físico por trabajador han sido objeto
de una regresión, con el fin de intervenir en la etapa de desarrollo y en la volatilidad del PBI
real. El coeficiente sobre nuestra medición de volatilidad macroeconómica es negativo y
altamente significativo en términos estadísticos, lo que indica que un contexto macroeconómico volátil dificulta un progreso educativo integral. Esto ocurre casi sin decir que es
nocivo para el crecimiento y para el desarrollo. También es nocivo para la distribución de
ingresos, ya que la escasez de capital humano se traduce en estímulos por mayores calificaciones
y una mayor dispersión del salario.
Más aún, es probable que las familias de bajos ingresos, y no las que son relativamente
prósperas, se vean forzadas a acciones como éstas. Ciertamente se podría esperar que los hijos
de padres pudientes permanezcan en la escuela cuando los tiempos son difíciles, pues
enfrentan muchas menos obligaciones provenientes de la presión financiera durante tiempos
malos a nivel macroeconómico, en los que el costo de oportunidad de la escuela es mucho
menos atractivo de lo que podría ser cuando se trata de un período de buenos tiempos y
mercados de trabajo compactos. Se puede esperar que la volatilidad macroeconómica esté
asociada no sólo con menores logros educativos promedio, sino también con una mayor
dispersión de los logros educativos en toda la
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS IMPLICANCIAS POLÍTICAS
Pasar de un análisis económico del rol de la geografía, el clima y los recursos naturales en la
distribución del ingreso en América Latina, a un análisis de las implicancias políticas que estas
variables tienen, es por supuesto, un asunto peligroso, complicado además por la ausencia de
una sólida estructura teórica con la cual formular y cuantificar los dilemas. Sin embargo, nos
parece que las hipótesis que hemos descrito líneas arriba tienen algunas implicancias para la
política, como veremos a continuación.
Geografía, desarrollo y distribución: ¿Una nueva agenda para el “capital humano?”
Entre los resultados más sorprendentes que hemos mostrado en este trabajo está la fuerte
correlación entre el contexto físico, tal como se ha medido por la distancia de la línea ecuatorial,
y la desigualdad de ingresos. Este hallazgo es paralelo a los vínculos igualmente sorprendentes
entre la geografía y las tasas de crecimiento económico que han sido demostradas
recientemente por Gallup y Sachs (1998), entre otros. En la medida en que estos resultados
tienen que ver con las condiciones físicas de vida en el trópico que estorban la productividad
en el trabajo las enfermedades tropicales, la calidad del suelo y del agua, los costos de
transporte, plantean una agenda diferente para la acumulación del capital humano, que puede
poner mayor énfasis en la erradicación de los efectos mitigadores de estas dificultades
específicas, además de promover el progreso en la educación.
Para una población esencialmente urbanizada y de medianos ingresos, como ocurre en la mayor
parte de América Latina, es probable que estas preocupaciones sean mucho menos relevantes
en comparación con lo que podrían ser en regiones más agrícolas y de menores ingresos como
África y el Sur Asiático.
¿La liberalización ha ido demasiado lejos?
América Latina está dotada con abundantes recursos naturales. En consecuencia, la teoría y la
experiencia sugieren que la liberalización comercial tenderá a alentar la especialización en
industrias basadas en estos recursos. También hemos argumentado que tal especialización solía
asociarse con menores tasas de crecimiento económico y mayores desigualdades en los
ingresos, en parte porque ella hace que la economía sea más vulnerable ante los shocks
externos. La pregunta surge espontánea: ¿hemos exagerado con la liberalización comercial?,
¿ha sido un error el retroceso del comercio al por mayor a cambio de las políticas de sustitución
de importaciones que se dieron en el pasado reciente de la región?
Políticas relacionadas con las industrias de recursos naturales
hay pocas evidencias que sugieren que las políticas económicas cerradas del pasado inmediato
de esta región promoverían un crecimiento económico más rápido, reducirían la volatilidad
macroeconómica, o generarían una distribución más igualitaria del ingreso. Esto no significa que
no haya que tomar decisiones respecto a la explotación de las dotaciones de recursos naturales
de un país, o que esté garantizada una política comercial e industrial completamente neutral
hacia el sector. Hay argumentos plausibles para sugerir que la tributación aplicada a las
industrias basadas en recursos naturales debiera ser por lo menos tan alta como la de otros
sectores que compiten con el sector de recursos. Por ejemplo, bajo la hipótesis no probada
pero en modo alguno imposible de que la industria manufacturera conlleva una base de
aprendizaje y otros factores externos que promueven el crecimiento eco- nómico, la
competencia por los factores de producción entre las industrias manufactureras y las industrias
que se basan en recursos naturales, tendría como resultado un sector manufacturero ineficiente
y pequeño que conduciría a un sacrificio innecesario del crecimiento económico y el bienestar.
Al mismo tiempo, la naturaleza del capital altamente intensivo de muchas actividades basadas
en los recursos naturales tendería a elevar los retornos al capital y a bajar los salarios, en
comparación con una economía con un sector manufacturero oscilante. Es probable que estos
argumentos sean demasiado especulativos en esta coyuntura como para justificar una política
industrial explícitamente diseñada para desalentar las industrias basadas en los recursos
naturales y promover otras. Sin embargo, la evidencia de los efectos aparentemente adversos
sobre el crecimiento y la igualdad de grandes industrias basadas en recursos naturales sugiere,
ciertamente, que no se debería otorgar el impuesto especial y otros incentivos a las industrias
basadas en recursos naturales, aun si ellas son una parte importante de la base exportadora.
Políticas para controlar y administrar los efectos de la volatilidad macroeconómica
Por ultimo, la confianza de la región sobre las exportaciones de sus recursos naturales la deja
sumamente vulnerable ante la eventualidad de conmociones comerciales, una vulnerabilidad
que hoy en día es totalmente visible, en la medida en que las economías de la región están
siendo zarandeadas por la enorme conmoción en los precios de los productos, situación
asociada con la crisis financiera en Asia. Esta vulnerabilidad exige una respuesta política para
reducir el impacto de las conmociones en la economía interna y mejorar su efecto en los
segmentos vulnerables de la población. Una amplia discusión de estos temas nos llevaría muy
lejos, pero aquí sólo queremos señalar que las revisiones importantes de la estructura política
están garantizadas, sobre todo en la política fiscal y en el manejo de la deuda pública, y en la
regulación y supervisión del sistema financiero interno. A causa de la exposición de la región a
tales perturbaciones, los intereses en juego son más altos en América Latina, y se requiere una
política que se adapte al desafío si se desea evitar la des- igualdad, la inseguridad económica y
las consecuencias negativas para el crecimiento.
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