M ig u e l H e r n á n d e z y P a b lo de la T o r r ie n t e B rau I EL i S de Ju lio de ig 36... entro yo, poeta» y conmigo mi poesia» en et trance màà doloroóo y trabajoào, pero màó glorioso, al miómo tiempo» de mi oida» (Miguel Hernández: Nota previa a Teatro en la Guerra» Editorial Nuestro Pueblo, Valencia, / 1937.) 'VT’ o d eja de ser triste que a l cum plirse el trein ta y dos an iv ersario de la m uerte de M igu el H ernández G ila b e rt, siga in édita su obra com pleta en nuestro p aís. S i bien la situ a ­ ción es idén tica p a ra otros clásicos contem poráneos de nuestra litera tu ra (A ntonio M ach ad o , L eó n F elip e , R a fa e l A lb e rti, entre otros) en el caso del poeta orioláno el hecho se a g ra v a p or el desconocim iento general que se tiene de su vid a, y p a r ­ ticularm ente del periodo más fru ctífero del escrito r alican tin o , el que v a desde ig S b a iq S q , es decir el trienio de la gu erra c iv il españ ola. A p e sa r del generoso esfuerzo de los diversos antólogos ^ de M ig u el H ernández y de la m eritoria lab o r de la llam ad a edición de «O bras Com pletas» ^ p u b licad a en Buenos A ire s en 19 6 0 , a l cuidado de E lv io R om ero y A n d rés R am ón V ázq u ez, problem as de cen sura y de distribución dificultan un con oci­ miento más com pleto de la o b ra de M igu el H ernández. Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández M iguel Hernández y Pablo de la Torríente 57 R esp ecto a la b io g ra fía del p o eta ocu rre algo p arecid o . L o s p rin c ip a les estudios b io gráficos editados fu e ra de este p aís, o están ag o tad o s o son de d ificultosa lo caliza ció n . N o perdem os sin em bargo la esp eran za de que esfuerzos notables com o el recien te estudio de V ic e n te R am o s ' y el prom etedor tra b a jo de in vestig ació n lite r a r ia y hum ana, llevad o a cabo du ran te añ os p o r M a r ía de G r a c ia Ifa c h , cu ya p ró xim a edi­ ción los estudiosos «hernandianos» agu ard am os esp eran zados, ab ran nuevos horizontes sobre el p a rtic u la r. C o in cid ien d o con el criterio del h isp an ista italia n o D a rlo P u ccin i de que el periodo de la gu erra c iv il esp añ o la es «la cxpertencia central, por no decir dcciéiva, del mundo poético y humano de M ig u e l Hernández» ®, in iciam os con este estudio una revisió n de la v id a y o b ra de M ig u el H ern án d ez entre 19 3 6 y iq ó g incidiendo en este caso sobre la am istad del escrito r español con el p erio d ista cubano P ab lo de la T o rrien te B ra ii. E l encuentro en p len a trin ch era c a ste lla n a de estos dos e scrito res de tan d iverso origen co b ra una dim ensión lite ­ r a r ia y hum ana so b resalien te, pues la ex p e rien cia b é lica esp a­ ñ ola, trá g ic a en d iv erso s momentos p a r a am bos, ab rió nuevos cam inos p a ra el p o eta españ ol y cerró , d esgraciam ente, y p a ra siem pre, la exp e rien cia in te m a c io n a lista del revolu cio n ario cubano. Su p u so 19 3 6 la con sagració n p o ética de M igu el H ernán dez a l p u b licarse en la C o lecció n H é ro e de la im prenta de M a n u e l A lto la g u irre , su poem ario E l rayo yue no ceda. E l propio Ju a n R am ó n Jim énez, hacién dose eco de la p ublicació n en la Revieta de Occidente de la «E legía» d ed icad a a la m uerte de R am ó n S ijé y seis sonetos m ás, d iría de é l : Todoó loa amigoa de la poeala pura deben buacar y leer eatoa poemaa vivoa. 'l'ienen au empaque quevedeaco, ea verdad, au herencia caatiza. Pero la áapera belleza tremenda de au corazón arraigado rompe el paquete y ae deaborda, como elemental naturaleza deanuda. Ealo ea lo excepcional poético, y ¡quién pudiera exaltarlo con tanta claridad lodoa loa dlaa! Que no ae pierda en lo rolaco y lo palúdico ( laa doa modaa máa convenienlea de la «hora de ahora», ¿no ae dice aa i?) eala voz, eate acento, eate aliento joven de Eapaña *. L a n ota c rític a de Ju a n R am ó n Jim én ez, las c o la b o ­ racio n e s que se le o frecen en el d iario m adrileño E l S o l, la Reviala de Occidente (del propio d irecto r Jo sé O rte g a y G a sse t), etcé te ra , ab ren un p an o ram a esp eran z ad o r p a ra el e sc rito r orio lan o . A q u e lla s p e rsp e c tiv a s c o b ra ría n una n u eva dim ensión a l e s ta lla r la gu erra e in co rp o rarse com o m ilician o en el lado XLVII - 5 Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández 58 /llanuel G a rd a i/ G a rd a rep ub lican o, desplegando como e scrito r y com o co m isario de cu ltura una g ig an tesca a c tiv id a d que hacen de él uno de los jóven es au to res m ás d estacad os de la lla m a d a «gen eración del tre in ta y seis». A l cab o de tres añ os de lu ch a, M ig u el h abía escrito lo m ás im portante de su o b ra en p ro sa y v erso ; Vienlo del pueblo (V a le n c ia , 19 5 7 ) , E l labrador de m áj aire (V a le n c ia , iq S / ) , Teatro en la querrá (V a le n c ia , ig ó / ) . E l hombre aceeha ( 1 9 3 7 ) , el d ram a en cu atro acto s titu lad o P u d o r de la muerte ( 19 3 7 ) y gran p arte del Cancionero y Romancero de au.lenctao ( i 9 3 8 -,(i). A sim ism o c o lab o ró , desde el prim er momento, en d iv erso s p erió d ico s del fren te ( d i Alaque, Erenle S u r ) , m urales y acto s cu ltu rales de cam p añ a (B rig a d a del Q,uinto R egim iento en A lc a lá de H e n a re s en 19 3 6 ) , recitales (C o n fe ­ ren cia-H o m en aje en el A ten eo de A lic a n te el 22 de agosto de 19 3 7 ) y en la s m ás p restig io sas p u b licacio n es del periodo (Nueva Cullura, H ora de E vp a ñ a ). D e tod a esta d ila ta d a a c ti­ v id ad lite r a r ia y p o lític a del p o eta oriolan o c a b ría d e staca r su p a rtic ip a c ió n en dos eventos de gran re le v a n cia cu ltu ra l; el I I C o n g reso In te rn a cio n al de E sc rito re s y el V F e s tiv a l de T e a tro S o v ié tic o . E n junio de 19 3 5 se reunían en P a r ís , bajo los au spicios del I C o n g reso In te rn a cio n al de E sc rito re s , los au to res más p restigiosos del mundo entero (A n d ré G id e, H e n rl B a rb u sse , A n d ré M a lr a u x , Je a n C a sso u , T h om as M a n , A n a Segh ers, A ld o u s H u x le y , W a ld o F ra n k , B o ris P a ste rn a k , I ly a E rh em burg, entro otros) en so lid a ria m an ifestación in telectu al con tra el d esarro llo del fascism o en E u ro p a . D e aq u el encuentro su rgirían , posteriorm ente las A lia n z a s de In telectu ales A n ti­ fa s c is ta s que reu n id as un año m ás tard e en L o n d res co n vo ­ caron en E sp a ñ a el 11 C o n g reso In te rn a cio n al de E sc rito re s , celebrad o en jrdio de 19 3 7 en las ciudades de V a le n c ia , M a d rid y B a rc e lo n a , y clau su rad o en P a rís . E n la s sesion es de V a ­ len cia, M ig u e l H ern án d ez, delegado del C o n g reso , ten d ría ocasión de con ocer lo m ás d estacad o de la in telectu alid ad m undial (A n d erxe n , N e x o , Ju an M a rln e llo , M . K o ltz o v , S e - U , J e f L a d t, J. B ro u w e r, N ic o lá s G u illén , J. C o rte 9 a o , l l y a E rh em bu rg, A . iM alrau x, A . S egh ers, Jo sé M a n c isid o r, V ic e n te H u id o b ro , M . C o vv ley , T . T z a r a , etc.) y p a rtic ip a r ad em ás en la P o n en cia C o le c tiv a que un grupo de jó ven es in telectuales (A n ton io A p a ric io , A n g el G a o s , R am ón G a y a , Ju a n G il-A lb e r t, Jo sé I le r r e r a P e te re , el propio M ig u e l, E m ilio P ra d o s, M ig u el P rieto , A . S án ch e z B a rb u d o , A rtu ro S e rra n o P la ja — le c to r de la p o n en cia— , A rtu ro S o u to , Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández J lig u e l Hernández y Pablo de la Torrlenle 59 L o ren zo V a r e la y E d u ard o V icen te) leyeron en una de las sesiones del C o n greso. D e las m últiples inquietudes que p alp i­ tab a n entonces en el poeta, algunas están recogidas en una en trev ista inédita en E sp a ñ a ’ rea liz ad a por N ic o lá s G uillén, en com pañía del escrito r norteam ericano Lan gston H ughes, en una fonda valen cian a. Yo creo en eaa nueva literatura nucótra, producto de la revolución y de la guerra. ¿Cómo va a producirle? No lo eé. Pero volo careciendo en lo abéolulo de oenoibilidad artUlica e.t posible sentir cómo ronda la mucrle los frentes de combate, y no acudir a nuestra-voz para transmitir y J i ja r ese dram a...» decía M igu el H ernán d ez respecto al problem a de la lite ra tu ra y la gu erra. E n cuanto a l proceso de tran sfo rm ación so cial que se esta operando, según afirm ación de Lan gston H ughes en E sp a ñ a añ ad ía H ern án d ez: F,n lo que a mi se refiere, podría asegurar que la guerra me ha orientado. Ija base de mi poesía revolucionaria es la guerra. Por eso creo y lo repito, que la experiencia de la lucha, el contacto directo con el dolor en el campo de batalla, va a remover en muchos espíritus grandes fu erzas antes dormidas por la lentitud cotidiana. R efiriéndose después a los rom ances de gu erra, como creación espontánea del pueblo, en plena contienda, N ico lá s G u illén le con taba a xMiguel una discusión habida en M ad rid , durante los d ías del C o ngreso, sobre el tem a, entre los escri­ tores latin o am erican o s O c ta v io P az y R a ú l G on zález Tuñón. Para González Tuñón — reco rd ab a G u illé n — el romance ofrece escasas posibilidades Uricas, en jtna poesía revolucionaria, como si fuera un hermoso instrumento y a desgastado por el uso. P a ra Octavio P a z , el romance es todavía el medio de expresión por excelencia que tiene el pueblo e.tpañol. S o b re el asunto contesta H ernández en aq u ella o c a sió n : Estoy con P a z . Pero pienso que lo importante es la técnica personal del poeta, horca renovó, retocó, pulió el viejo romance de Góngora y el del Romancero', le impuso un sello único. ¿Por qué no ha de ser posible, cada vez que la calidad lírica lo per­ mita, la obtención del romance de guerra con toda la fu erz a del pueblo alentándolo como otras veces? R ecién editad as cuatro ob ritas de teatro de M iguel H e r­ nández, en el veran o de iq S / , por E d icio n es N u estro Pueblo, en V a le n c ia , recibe una in vitació n del M in isterio de Instrucción P úb lica p a ra v is ita r R u s ia junto con el músico E n riq u e C a s a l C h ap í, el dibujante M igu el P rieto , un com pañero de Altavoz del Frente llam ado M a rtín e z A llen d e y la actriz del T E A G lo ­ ria S an tu llan o. L a s d eclaracion es de M igu el H ernández en C o x (A lic a n ­ te) a un p eriod ista del d iario Nuestra Bandera, en noviem bre Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández 6o /llaniicL García y García de 19 6 7 , de regreso de la cap ital so viética, m uestran claram ente la im p ortan cia que tuvo la experien cia p a ra el m iliciano y el au to r de teatro M igu el H ern án d ez: l ie calado en /lloacú con la delegación teatral de Eapaña a l J ' Fcahoal de Teatro Sollético. ( ...) Nucalra delegación fu e objeto por lodaa partea en el paia hermano, de cmocíonanlea y capontáncoa homenajea. ( ...) )' nna noche, aaialiendo en el teatro de T a iro f a la repreacntación de una reoiata, ingenua y conmooedora, aobre nucalra guerra, el gran director, interrumpiendo el juego cacénlco, anunció a l público que calaban en la aala unoa artialaa eapaiiolea. 'Todo el público en pie noa aplaudía con un entuaiaanio que noa agobiaba. ( ...) Cuando fu e poaible, ae me ocurrió recitar — en capañol, claro— uno de mía romancea. Taa ooacionea duraron largo ralo. In terrogad o a c e rc a de la situación del teatro so v iético , exp licó lo siguiente : E l lealro aoviético ha adquirido un nivel técnico excepcional. ( ...) Tin el Gran 'Tealro reprcaenlaban un «ballet» cláaico magnifico, con múaica de 'Tchaikovaky, « L a bella durmiente en el boaque». L aa óperaa, leyendaa niuaicalea y «ballel» modernoa tienen una gran popularidad e importancia en el lealro aoviético. He podido ver uno, admirable, «Diaa de loa gucrrilleroa», inapirado en loa epiaodioa de la guerra civil, y «Llamaa de Paria», .íobre L a Commune. Otro, « E l Don Apacible», con múaica de D zcrjineaky, caló inapirado en un cuento de Cholojov. E n el Teatro Ju d io vimoa también la leyenda muaical «Sulam ila». Laa danzaa y cuentoa popularca alcanzan un nivel extraordinario en Aíoacú. Finalm ente, a c e rc a del teatro re a lista y la represen tación de los clásico s, añadió : E l lealro realiala de la capital aoviética aique una inlercaanlc y nueva dirección del arle eacénico. E .d á orien­ tado por Oklopkov, joven director, procedente del cinema, que ha traído la técnica de cale arle en aua rcalizacionea. L a acción ae deaarrolla aobre un eacenario circular, en torno del cual queda colocado el público, como en un circo. Por medio de juegoa de lacea y combinacionea eacénicaa certeraa, loa eapccladorea pueden aegutr perfectamente el juego dramático. He víalo a llí «Igor liulylchev», una obra reciente de Pogodin, aobre la educación de loa realoa de laa viejaa caalaa ruaaa por el trabajo en la conalrucción del canal Blanco-liállico. ( ...) Tjaa obraa cláaicaa, muy abundantea en loa programaa del último Eealival de 'Teatro Soviético, encuentran nueva vida y fu erza en laa realizacionea de 'Tairof, /lleyerhold, V a jla n go r... * E s t a b reve sem blanza de la v id a y obra de iMlguel 1Icrnández entre 19 0 6 y 19 6 9 b a sta ría p a ra confirm ar sus propias d e c la ­ racio n es : E a la de hoy la hora máa apropiada para mi : y no quiero dejarme dormir ni dialraer, porque quiero ver cuajadoa loa aenltmicnloa de mi gente en una vida de dignidad, de grandeza, y para Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández .Jlig u el Hernández }/ Pablo de la Torrienle. 6i eM pon<)0 mi.i cineo eenlido.i en eole trabajo de engrandecí miento, como puedo y como eé, ¡unto a loo nujoreo hombreo de Eopaña ®. S e han aven tu rad o d em asiad as opiniones sob re la re lig io ­ sidad 3' sentido m ístico de la o b ra de M ig u e l H ern án dez —’evid en te en su prim er lib ro de poem as y su auto sa cra m e n ta l—■ olvidan d o o ignorando sistem áticam en te el profundo cam bio revo lu c io n ario de la v id a y ob ra del p o eta oriolan o a l in iciarse la g u erra. H a c e r la luz sob re este periodo es el m otivo de este trab a jo . Y em pezarem os p or h a b lar de la am istad que unió a l es­ c rito r cubano P ab lo de la T o rrien te B ra u con M ig u el H e r ­ nández y que dio v id a, en la ob ra lite ra ria de M igu el, a una de sus m ás herm osas Eleyíao, y a un p erson aje de su p ieza te a tra l E l paotor de la muerte. 11 \ o podrá í’otororoc to i/uc oii/ni/ico Palito de la Torrienle lirau —junio a Jllella y J'’¡tlena— en lao telrao cubanao, oi no oe haza aunque oca oonieramenle el panorama, lao circunjlanciao en que deoem'oloió ou oida. R k y n a i . do G o .s z á i .k z . P ab lo de la T o rrien te B ra u n ació en S a n Ju an de P uerto • R ico el 12 de diciem bre de 1 9 0 1 . N iñ o aún, en 19 0 6 , se traslad ó con su fa m ilia a C u b a , p aís donde re sid iría y h a ría suyo, h asta su fo rzo so e.xilio a N u e v a Y o r k (19 0 6 ) y p o ste rio r y volun tario v ia je a E sp a ñ a (1936). H izo sus estudios secu n d arios en L a H a b a n a y tra b a jó p osteriorm ente en el bufete de Fern an d o O rtiz , donde con oció a l poeta y dirigente com unista R ubén M a rtín e z V ille n a , quien d a ría a con ocer, en el Suplem ento L ite r a r io del D iario J,a D larina, su p rim er cuento «E l héroe» y de quien lle g a ría a ser gran am igo. E n 19 0 0 ,v en c o la b o ra ­ ción con G o z a lo M a z a s G a rb a \ ’o publicó su prim er libro de n arra c io n es titu lad o B atey (C u ltu ra l, L a H a b a n a , 1900). R a ú l R o a que conoció a T o rrien te B r a u ese mismo añ o, d iría después sob re esos c u en to s: Alyunoo me han dado un oenlido claro y alegre de la vida. «Batey» ha oido mi oupremo refugio en múllipLeo circunotanciao. E n el he encontrado oiemprc lo que haola deoeaba. In iciad o en la lectu ra a tra v é s de los lib ros de S a lg a ri, V'^erne y R e id , y el clásico L a E d a d de Oro, de Jo sé M a rtí, Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández (vj .lla n u c l G arcía y G arcia que le reg aló un d ía su ab u elo S a lv a d o r B r a u , con la h erm o sa d e d ic a to ria : Tú .«tvvíj cubano, que La vida de / Jla r li le oirva de ejemplo, su p rim er lib ro n ació de esa in o lvid a b le a d o le sc e n c ia y ju ­ ven tud. M iem b ro a c tiv o del m ovim iento u n iv e rsita rio an tim ach ad ista, en el que se in co rp o ró de la m ano de R a ú l R o a , P ab lo de la T o rrie n te fue uno de lo s h éroes, con el estu d ian te de derecho R a f a e l T r e jo — que p erd ió la v id a — de la m an ifes­ tac ió n c o n tra la d ic ta d u ra cu b an a de G e ra rd o ¿M achado de iq S o . In flu id os los estu d ian tes u n iv e rsita rio s p o r el p e n s a ­ m iento a n tiim p e ria lista del d irigen te Ju lio A n to n io M e lla — asesin ad o p or la p o lic ía m a ch ad ista en M é x ic o en 19 2 9 — y an im ad os p o r la s acc io n es de los o b rero s de p rin cip io s de 19 3 0 , el 3 o de septiem bre de dicho año se en tabló el p rin c ip a l en fren tam ien to c o n tra el gobiern o de ¿M achado, a c a u sa del cu al T o rrie n te B r a u fue m al herido y hecho preso junto a l p ro fe s o r Ju a n ¿M arinello y los estu d ian tes R a ú l R o a , Isid ro F ig u e ro a , L a d is la o G o n z á le z , en tre otros. L a e x p e rie n c ia c a r c e la r ia en la s g a le ra s d el «P rín cipe» y de la « Isla de P in o s», en 1 9 3 1 , se ría n tem a de una se rie de re p o rta je s que con el títu lo de i o 5 diao prcoo — p ublicad o en el p erió d ico EL Tllundo—' y L a i.da de loo 5 oo aoe.unaíoo e s c rib iría p o ste rio r­ mente n arra n d o con estilo fá c il y g ra n fu e rz a d e sc rip tiv a la situ ació n en la s d ep en d en cias p e n ite n c ia ria s de aq u el p a ís. ¿M ilitante del A l a Iz q u ierd a E stu d ia n til, grupo de izq u ie rd a u n iv e rs ita ria escin d id o el 3 de en ero de 1 9 3 1 del G ire c to rio E stu d ia n til U n iv e rs ita rio — p rin c ip a l fu e rz a ag lu tin an te del m ovim iento u n iv e rsita rio a n tim a c h a d ista — , firmó el prim ero de sus m anifiestos y fue uno de sus m ás a c tiv o s m iem bros. C o m o c o rre sp o n sa l del p erió d ic o A hora escrib ió , en 19 3 4 , una se rie de re p o rta je s sob re la situ ació n del cam p esin ad o cubano y el sistem a de exp lo tació n a que e sta b a som etido en « R ealen go 18». L o ló de la T o rrie n te , en el estudio b io gráfico del p e rio d ista cu ban o. Retraía de un hombre (In stitu to del L ib r o , L a H a b a n a 19 6 8 ) dice de estos tr a b a jo s : Una prooa que ja m á v <>e aparta de la converoación fija n d o ju j limiteo preciooo, máo qeneralco y claroo cuando hace intervenir loo clemenloo poLUicoo oin com­ prometer el curoo ordinario del lenguaje, oin apelar a l panJCelo no regando y reolringiendo la calidad, oino tratando de unir literatura y uoo, haciendo de la primera el perfeccionamiento de la oegunda. S u letra por todo coto tiene una doble actualidad. E o rcprcoentaliva del hombre y de ou tiempo. G e la segu n da deten ción de T o rrie n te B r a u p o r la p o lic ía m ach ad ista, en 19 8 2 , s a ld r ía un lib ro titu lad o Prcoidio Afodelo, escrito en tre 19 8 2 y 1 9 3 5 , y p u b li- Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández .U iijuel Hernández y Pablo de la Torrienle 65 cado p or vez p rim era com pleto en 19 6 9 (In stitu to del L ib ro . C o le c c ió n «E d icio n es P o líticas» , L a H a b a n a ). A l s a lir de la c á rc e l tiene que e x ila rse y m arch a a N u e v a Y o r k , de donde reg resa en ag o sto de iq o o a la c a íd a de G e ra rd o M a c h a d o . Eocribe, via ja, oe hunde en la entraña de du pueblo conio actor aclivíduno, Sud reporlajed tienen y a el dello perdonal de du propia hondura: proj'undod y comprendivod, jovialed y honedUdimod, lumbre de indiynación y fuego de cólera; aniargod unod, Jocundod otrod, pero en todod brilla la dcgura cdpcranza de que h ay, por delante, un mundo nuevo a l ipie h a y que conquidtar a golpeo de decidión y coraje. Y decidión y coraje tuvo de dobra Pablo y lod hombred que a dU lado edtuvieron, dice de P a b lo de la T o rrien te B r a u , en el estudio p relim in ar de E n Edpaña, peleando con lod mtlicianod (E d ito r ia l G rija lb o , M é x ic o , 19 7 a ) , el esc rito r Jo rg e M a x R o ja s . F in a liz a d o el trágico m andato de M a c h a d o ( i9 a 5 - 5 3 ) , y b a jo lo s au sp icio s del em bajad or norteam erican o B . Sum m er ^ V elle s, se hizo cargo de la p resid en cia p or unos m eses C a r lo s M a n u e l C é sp e d e s, quien el .4 de septiem bre fue d erro cad o por un m ovim iento en cabezado p o r el sargen to Fu lgen cio B a tis ta y ap o y ad o p or el D ire c to rio E stu d ia n til. L a p resid en cia, tra s una b reve p en tarq u ía, pasó a m anos del p ro fe so r u n iv e r­ sita rio R am ón G ra u S a n M a rtín , quien tuvo en el m inisterio de G o b e rn a c ió n a l rep resen tan te del a la izq u ierd a A n ton io G u ite ra s. S in em bargo, pocos m eses después, en enero de iq o q , el ejérc ito , en cab ezad o por Fu lgen cio B a tis t a d a un golp e de E sta d o , y se in icia de este modo un nuevo periodo rep resivo , por el que p asan dos gobiernos de c a r á c te r in terino (C a rlo s l l e v i a y M a n u e l M á rq u e z S te rlin g ) y cu atro presiden tes (C a r lo s M en d ieta, Jo sé A . B a rn e t, M ig u e l M a ria n o G óm ez y F e d e ric o L a re d o B ru ), pero quien co n tro la la situ ació n es el je fe del ejérc ito , Fu lgen cio B a tis t a . L o s acon tecim ien tos de m atiz re v o lu c io n a rio de C u b a y la rep resión p o ste rio r a la huelga de m aestros de i g 3 E>, co n vertid a en huelga p o lític a co n tra el régim en im peran te, le lle v a n a P ab lo a l ex ilio . E n N u e v a Y o r k , donde frie g a p la to s, vende helad os, h ace de reca d ero y t r a b a ja como cam arero p a ra g a n arse la v id a , sigue su a g ita d a a c tiv id a d p o lític a . C o n sus com pañeros ex ila d o s fun da e l «C lu b C u b an o Jo sé M a rtí» , es m iem bro a c tiv o de un C o m ité A n t ifa s c is ta , y junto con R a ú l R o a fun da la O rg a n i­ zació n R e v o lu c io n a ria C u b a n a A n tiim p e ria lista . S in em bargo, la inquietud bulle en P a b lo . S e gan a la v id a escrib ien d o en p eriód ico s rev o lu c io n ario s n o rteam erican o s y alguno m exican o , c in icia un nuevo lib ro . Aventurad del doldado Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández Jla n u c l Garcia y G arcia 64 desconocido cubano, que d e ja in éd ito a l m arch arse a K sp a ñ a . E n la ú ltim a c a r t a que esc rib e desde N u e v a Y o r k , fech a d a el 6 de ag o sto de i g 56, e x p lic a su irre v o c a b le d e c isió n : He tenido una idea m aravillosa; me voy a España, a la revolución española. R a ú l R o a , en un a rtíc u lo titu lad o I,os lillimos dias de Pablo de la Torrienle B ra u , p u blicad o en 1 1 de diciem bre de 19 4 9 ^ ® , nos dejó un im p resion an te testim onio sobre los últim os m om entos con T o rric n te B r a u , en su ex ilio n o rte­ am erican o : P a blo habla decidido irse a España y se tria. Im pe­ dírselo, convencerlo de lo contrario, fu e tarea inútil. ( ...) Ram iro Haldcs D aussá y yo intentamos egoísta mente, embridar atjuella pasión volcánica, aquel impela irrefrenable de ofrendar la vida, por am arla mucho, a la causa de la ju sticia, que, si lo llevaba derecha­ mente a l p ais glorioso donde se debatían los destinos del mundo, lo arrancaba, acaso para siempre, de la revolución cubana, en la que tanta fa lt a hacia. H e aquí su respuesta adm irable: E s iniítil. H e decidido irme y me iré. Y o no hago ahora fa lt a en Cuba. Hoy a España ahora precisamente para darle a Cuba, a la revolución cubana, toda mi experiencia. Creo que, si por cualquier razón me fra ca sa ra el viaje, me tirarla en un rincón a morir solitario, a morir de dolor y de rabia. F in alm en te, en septiem bre de 19 0 6 , tra s una serie de g e s ­ tiones con M ig u el Á n g el Q ,uevedo, d irecto r de la re v is ta cu ban a Bohemia, quien le acep tó in icialm en te una co lab o ració n esp ecial sob re la gu erra esp añ o la, sa lió en el b a rco «Ule de F ran ce» cam ino a E sp a ñ a , como co rresp o n sal de g u erra, defi­ nitivam ente, de los p eriód ico s E l /Háchele (m exican o) y The New yJIasses (n orteam erican o). Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández .JJit)iu’l Hernández \f Pablo de la Torrienle 65 III elnle l ’ablo loj líioj jc abjlienen yo y no aiulan. No ¿einóio t/iie je extinga ju jangre Jin objeto, porgue éjte ej de loj muertoj gne crecen y je agramían aungue el tiempo deoojte ju gigante cjgueleto. (Miguel Hcrnám lez: «Klegía Seguiula».) I ras desem barcar en el puerto de L e H a v re , P ab lo de la T orrien te m archó a P a rís y de a llí a B ru se la s donde asistió a l C o n greso de la P a z . D esp u és de una b reve estan cia en la llu vio sa B ru ja s , emprende su v ia je a E sp añ a . L le g a a B a rcelo n a, de a llí a V a le n c ia , y finalm ente a M ad rid , desde donde el a5 de septiem bre de 19 0 6 en vía su prim era c a rta o crónica a L a H abana: Trabajo oin deocanoo. HIe jobran enerylao, pero nie Ja lla lienipo. Debía prolonparoc el tiempo, aungne Juera por un decreto reoolncionario. Pronto el escrito r y el in tem acio n alista serán una misma person a. E l cron ista de gu erra que recoge las prim eras, im pre­ siones del frente del G u ad a rram a, junto al com andante Fran cisco G a lá n ; que n arra las p rim eras m anifestaciones de m ujeres en un M a d rid ased iad o por las tropas n acio n ales; el au to r de in olvid ab les crón icas y en trevistas con P ascu a l 1 omás — el dirigente valen cian o de la U G T '—, Jo sé D ía z — el secretario del P C — y F ra n c isc o G a lá n — je fe de la colum na del sector ele S o m o sie rra — trocó gallardamente ou pluma en mochila — coa pluma ju ga <¡ue deja páginao imperecederao como puede comprobaroe leyendo <fPluma en riolre^ — y oc aiuto en lao mllictao con el gran pintor eopaiiol Gabriel G a rd a /líaroto. Autodenominadoo comioarioj politicoo, lo fueron oficialmente deopnéj por diopooición del minutro de la Guerra, Ju lio Aloarez del l'a g o Testim onio de ese im­ portante paso, que le lle v a ría más tarde a coincidir, sin s a ­ berlo am bos, con M igu el H ernán dez en los fren tes de Pozuelo de A larcó n y B o a d illa del M on te, lo tenemos del propio P ablo en una de las c artas que envió desde M ad rid el i 5 de noviem ­ bre de 19 5 6 : Anoche vine a A Ja d rid ... g a <pte eotog aguí debo contarle cooao de eoloo diao. Por lo pronto mi cargo de Comioario de Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández Jla n u c l Garcia y G arcia (i(i Guerra, acaeo eca un error deede el punto de viola pcriodiolico, ptieolo <¡ue lenyo tpic permanecer alejado de ^Jíadrid nido tiempo del <¡uc debiera, pero, para juolificarm e plenamente, comprenderáo que en eoloo momenloo habla que abandonar toda pooición que no fu era la máo eotrictamenle revolucio­ naria de acuerdo con la anyuotia y lao neceoidadeo del mo­ mento E ste cargo y la decisión del m ando de tra s la d a rlo a A lc a lá de H e n a res se ría el m otivo del encuentro/ definitivo con el poeta orio lan o . A un que am bos h ab ían coin cidido an tes, n ad a m ás lle g a r él a /Madrid, en septiem bre, en una de la s v is ita s que hizo a l lo c a l de la A lia n z a de In te lectu ale s A n tifa s c is ta s — según testim onio del propio M ig u el H ern án d ez a N ic o lá s G u illen , que m ás ad elan te citarem os am p liam en te— , el p rim er testim onio que tenem os de P ab lo de la T o rrie n te B r a u so b re M igu el es una c a rta su y a fech ad a en A lc a lá de H e n a re s el 28 de noviem bre de i g 5 6 : E l dia 2 3 creo que lo p a je lodo en A lc a lá . Deocubri un poeta en el batallón, A ligu el Hernández, un muchacho conoiderado como uno de loo mejoreo poetao eopañoleo, que colaba en el cuerpo de zapadoreo. E o nombre J e f e del Departamento de Cultura, y eotuvimoo trabajando en loo planeo para pu­ blicar el periódico de la brigada y la creación de uno o doo pcriódicoo muraleo, aoi como la organización de la biblioteca y el reparto de prenoa. Ademáo plancamoo algunoo acloo de diolracción y cultura. Y con él me f u i dcopuco a ver algunao cooao famooao de A lca lá . E n la m ism a c a rta , p á rra fo s después, hace re fe re n c ia a una de las p ro y ec ta d as ac tiv id a d e s cu ltu rales del b a ta lló n : ayer luvimoo doo reunioneo imporlanleo en el cuartel', una fu e una reunión de lodoo loo oficialeo de la brigada, loniándooe imporlanleo acuerdoo oobre la diociplina, organización, etc., y la otra una función que improvioamoo en la nave de la igleoia, con la colaboración de A la r ia Xcrcoa León, R a fa e l A lberli, Antonio Aparicio, E m ilio Pradoo y A lig u el H er­ nández, y en la que participaron también varioo milicianoo y milicianao. Eue una fieota alegre, para levantar el ánimo a loo hombreo que en cota ciudad, un poco grio oiempre en cote tiempo de otoño, eo un poco canoada y Iriolona. Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández .líiq iu ’l Hernández xj Pablo de La Torrienle 67 K 1 últim o testim onio que nos dejó sobre A ligu el pertenece a la p o stre ra c a r t a que escribió , desde la c a p ita l esp añ o la, el i 5 de d iciem b re de 1 g 56, unos d ías an tes de su m uerte, o cu rrid a el 18 del mismo m es, en una acció n o fen siva, a las órdenes del com andante C a n d ó n — cubano tam b ién — en las p roxim idades de M aja d a h o n d a . He eeloo úllinto^ d ia í tengo J'onnidabLeo experiencias de la querrá. Una es la de mi propio trabajo como Comisario de Guerra, del que bien puedo estar satisfecho, y oirá la del trabajo de recluía miento entre los campesinos. ( ...) P or otra parle, tenemos unos cuantos discos entre los que hay alguna rumba. H a y que divertir a l hombre de la guerra ; hay que hacer que se olvide de ella, cuando por casualidad, como aho­ ra , se nos ha dado la oportunidad de un relativo descanso. Y aparte de lodo esto, hemos dotado a cada compañía de un maestro, con una campaña intensiva para que todo el mundo sepa firm a r el próximo pago. Y muchos están aprendiendo y a a leer y escribir. Y actos hemos dado tres y a . Uno en el que intervinieron R a fa e l Alberti, A la ría Teresa León, A liguel Hernández, Antonio Aparicio y E m ilio Prados, y otros dos en el cine del pueblo donde he puesto, salteadas con discursos, « J j Os marinos de Kronstadt» y -^Chapayev». E sto en cuanto se refiere a las ac tiv id ad es cu ltu rales de am bos entre los m ilician os. R esp e cto a o tras a ctiv id a d e s po­ lític a s, p or ejem plo las de reclutam iento entre el cam pesinado castella n o , am bos v iv ie ro n una ex p erien cia in o lvid ab le, de la que, según P ab lo de la T o rrien te B r a u : escapé con vida gracias a la e.vperiencia y a un poco de suerte. C u e n ta a sí el cubano los hechos ; E l día 'j de este mes, fu i, en unión de dos oficiales y de A lig u el Hernández, a dar un mitin en A lejorada del Campo, con el fin de hacer propaganda de reclutamiento. E l mitin estaba planeado de acuerdo con el Comité, a l que habíamos tenido que argumentar y a en dos visitas anteriores. T^a última vez, nos llevamos del pueblo un campesino gallego, de los diez y ocho que habían prometido incorporarse a fila s . E l resto se había ido. A ll í encontré un chiquito de trece años, asturiano, sin padres, que iba a la aventura, hambriento y con fr ío . Subió a l Comité a pedir alojamiento y comida y , como tenía cara de gran inteligencia, me lo llevé para Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández 68 .Jíamu-l Ciarda 1/ (iarda enlace mío. Piteo bien, Inei/o fu e eolo nn problema para mi, piteo loo campeotnoo de dlcjorada porjiaban <pie el ninchaehito era tin eopía 1/ <//íc’ ijiiién oabe tpiicn era yo. Bien, la eooa fu e tpte citando lleyainoo a l pueblo, a l entrar la noche, noo enconlramoo con una cantidad c.xtraordinaria de hombreo armadoo con cocopetao y con ri/tco y , a l diriyirnoo a la caoa del Comité, en la cocalera noo interceptó la yenlc, 1/ ya en franca oi litación de violencia, iptioicron deoarmarnoo. Se produjo una oiluación de cocándalo y confuoión que oé aumentó cuando, violentamente, le peyué doo yriloo a l que indo chillaba y tuve la mala oiierle de darle en la cara con oti propia arma. Noo oalvatnoo de oer amelralladoo a llí, precioamenle por oer pequeño el copado y mantener nooolroo ntieolra decioión de conoervar lao armao. E s ta s in olvid ables experien cias de A ligu el H ernández junto a P ablo de la T o rrien te B ra u , y las del propio cubano en los frentes del G u ad a rram a, serían el tem a de su pieza te a tra l Paolor de la muerte. E l llam am iento del Pregonero en la escena segunda del cuadro prim ero del prim er acto de dicha obra, nos recuerda las p erip ecias de am bos escritores en las ta re a s* de reclutam iento p or los cam pos de C a s tilla . L o mismo ocurre con el cuadro segundo, llam ado «T rin ch eras en el G u ad arram a», del segundo acto, donde el diálogo que se establece entre los personajes E l C u ban o, Jo sé, G rupo de F u silero s y la V o z del Enem igo, no es más que la teatralizació n de los discursos que m antuvo en la realid ad P ablo de la T o rrien te B ra u , con las tropas nacionales, luchando en la colum na de F ran cisco G a lá n , en la S ie r r a de C juadarram a, de la que el cubano dio testim onio en una carta del 10 de octubre de 19 3 6 y p osterior cró n ica del 29 del mismo mes, titu lad a «En el parapeto. P olém ica con el enemigo», que luego recogió y prologó Ju an M arin ello en la prim era edición, en L a H a b an a 19 6 2 , de Peleando con loo m ilicianoo. IV Aunque breve, la am istad de P ablo de la Torrien te B rau con Aliguel H ernández, dejó una im pronta suficiente p ara in sp irarle un poem a, la «E legía Segunda», publicada en la edición de «Socorro Rojo» de Viento del Pueblo (P o e sía en la gu erra), ed itad a en 19 0 7 en V a le n c ia ; y d ar vida a un dram a Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández /líigucl Hernández y Pablo de la Tórnenle 69 en cuatro actos, Paolor de la muerte (19Ó7) donde uno de los p rincip ales person ajes, E l C u b an o, no es sino el C o m isario de G u e rra P ablo de la T o rricn te B rau . M igu el H ernán d ez, en la anteriorm ente citada en trevista con el poeta N ic o lá s G u illén , en julio de 19 0 7 en V alen cia, reco rd ab a así su encuentro con el periodista de origen puerto­ rriqueño ; Conocí a Pablo en Híadrtd, una noche en la A lia n z a , esperando yo a A la ria Tereoa I,eón, que no oenía. Recuerdo que fu e en oeptiembre del año paoado. Eoa noche, recién anúgoo, bromeamos como anliquo.i. camaradao. E l ocntido humoriólico de Pablo era realmente ¡rreoijltble. Quien eolaba a ou lado tenía que reír oicnipre, oiempre, porque él eabia encontrar como pocoó el cootado qrolcoco de lao co.iao máo oolemnemente. Y lo hacia con una oriqlnalidad y una fu e rz a ... Yo le quioe mucho. Dcopué.i de aquella noche que leo digo, noo oeparamoo durante oarioo mejeo. Ao.i ooloimoo a encontrar en A lc a lá de Henarco, a peoar de que habiamoo colado junloo, oin oaberlo, en loo combatco de Pozuelo y Boadilla del Alonle. « ¿Qué haceo?», me preguntó alegremente a l abrazarnoo. «Tirar liroo», le conleolé yo, riéndome también. Pablo era entonceo Comioario Polilicp del Batallón del Campeoino, hoy divioión. A le ofreció hacerme también Comioario de Compañía, con lo que y a eolábamoo junloo otra oez Pablo y yo, y junloo paoamoo a l frente de Alajadahonda. De a llí le ('/ partir un día con lao fuerzao del Comandante Candón, nj0O cubano, y y a no le encontré máo. O mejor dicho, oi ooloi a verle, pero colaba muerto. Un cadáver de doo diao, con la barba crecida, caldo oobre una loma, el pecho alravcoado por una ráfaga de plomo. Pablo co uno de loo muertoo máo oerenoo que he violo, parecía que no le hubiera paoado nada. E n este recorrid o por la v id a y obra de M igu el H ernández en el periodo de ip S b a 19,39, en el que nos hemos detenido preferentem ente en su am istad con Pablo de la T o rricn te B ra u , y la p ersonalidad específica del period ista cubano, hemos que­ rido d estaca r la im portancia que tuvo p a ra el escritor y el hombre la gu erra civ il española. U n estudio detenido de esc periodo y las circu n stan cias, person as, 3' organizaciones con las que M igu el tuvo que v e r en esos años, a c la ra ría n muchos conceptos que erróneam ente se han omitido en en sayos, ar- Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández Æ anucl Garcia y Garcia 70 tículos y d iversos trab ajo s sobre la actitud ideológica y lite ­ r a r ia del p oeta oriolan o en los últimos años de su vid a. S i los orígenes de este cam bio h ay que bu scarlos, sin lugar a dudas, en su segunda estan cia m adrileña, a l lado de P ab lo N eru d a y sus am igos españoles V icen te A le ix a n d rc, R a fa e l A lb erti y F ed e rico G a r c ía L o r c a , entre otros, la gu erra, y los nuevos cau ces que ab re con ella p a ra el poeta y m iliciano M igu el H ernández, m adurarán definitivam ente las posibilidades apun­ tad as anteriorm ente en L oó hijoó de la piedra (ig S b ). D e l cauce que en con trara M igu el H ernán dez en aq u ellas circu n stan cias, m alogrado por su trá g ica m uerte en postgue­ r r a , nos queda una obra y un ejem plo, in tachab le testim onio, casi único, de la gu erra c iv il española. JfíanueL García y García V ale n cia . NOTAS ^ A pesar de las numerosas Antologías y los diversos intentos de Obras Escogidas, de los que cabe citar la Antología Poética^ de Francisco Al. iMarín (Aura I, Orihuela, 1961); el Aíiguel Hernández ( . Vida y Obra, fíibliogra/ia. Antología, de Concha Zardoya (Hispanic Instituto, Nueva York, 1955); la Antología, de Alaría de Gracia Ifach (Losada, Buenos Aires, 1960); las PoeAa^, de Jacinto-Luis Guereña (Taurus, iMadrid, 1967); el AHguel Hernández. Poemaó, de Josó Luis Cano y Josefina Manresa (Plaza & Janés, Barcelona, 197a); li l hombre y óu poeaia, de Juan Cano Ballesta (Cátedra, Madrid, 1974), la reciente Antología, de Al. M aciá y C . Díaz, y los volúmenes Poesía, del Consejo Nacional de Cultura (La Habana, 1964) y la Obra F.ócogida, preparada por Arturo del Hoyo (Aguilar, Madrid, 1952), la poesía, teatro y prosa completa de Miguel Hernández sigue inédita. Problemas con la admi­ nistración y otros de localización de poemas han cercenado de hecho, hasta hoy, la labor de antólogos y estudiosos del poeta. ^ Si bien fue notable el esfuerzo de la editorial Losada y Elvio Romero, Andrés Ramón Vázquez y María de Gracia Ifach, al editar y preparar en 1960 la primera edición de unas «Obras Completas» de Miguel Hernández, hay que reprocharle a la editorial la segunda y reciente edición (Buenos Aires, 197a) que aparece igual que ia primera de 1960. Ni se han corregido errores; ni recogido los poemas dados a conocer por Vicente Ramos en el Apéndice de su obra Literatura Alicantina (Madrid, 1966) y los compilados en el folleto de Claude Couffon Orihuela el AHguel Hernández (Seghers, París, 196a); ni actualizado la bibliografía sobre Aliguel Hernández. ^ Nos referimos aquí a AHguel Hernández, de Concha Zardoya (Hispanic Institute, Nueva York, iqóS), agotado desde hace años; AHguel Hernández. Vida y poeóia, de Dario Puccini (Losada, Buenos Aires, 1970) y AHguel Hernández. Deétino y pocóia, de Elvio Romero (Losada, Buenos Aires, iq 58), estos últimos de difícil distribución en España. Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández /líigucí Ilcrnándcz y Pablo de La Tórnenle 71 * Vicente Ramos: M iguel Hernández, Editorial Credos, Madrid, 1973. ^ Oario Puccini; M iguel Hernández. T ila e Poedia, Ed, U. Mursia & C ., Milano, 1966. ® Juan Ramón Jiménez: Con la inmcttáa minoría, en «El Sol«, Madrid, 27 de febrero de 1936. > ’ Nicolás Guillén: Un poela en e^pardeiía^. Hablando con /lliguel Hernández, en «Mediodía», núm. 39, L a Habana, 26 de octubre de 1937. ® Anónimo: Un poeta de Eópaiia en la U R S S , en «Nuestra Bandera«, A li­ cante, 21 de noviembre de 1937. ® Reynaldo González : Xorrienle Brau, el héroe anli héroe, en «Unión», revista de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, nám. 3 , Año V I, septiembre de 1969, p. 16. Raúl Roa: L a Rei'olución del 3o de fu e a bolina, Ediciones Huracán, La Pfabana, 1969. " Pablo de la Torrieníe Brau: Pltuna en riólre. Ediciones Venceremos, La Habana 1966. Este libro, que comprende una colección de artículos del autor, se editó inicialmente en 1949 L a Habana, por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. L a selección estuvo a cargo de Raúl Roa, con una introducción de Carlos Prío Socarrás y una semblanza de Guillermo Martínez Márquez. Raúl R oa: L oó úllimoé dlaa de Pablo de la Torrieníe Brau. Pablo de la Tórnente Brau : Peleando con lod miltcianod. Ediciones Nuevo Mundo, L a Habana, 1962. Esta es la primera edición, con una intro­ ducción de Juan Marinello, de las cartas y crónicas que remitió Pablo, desde España, para los periódicos «The N ew Masses» (Nueva York) y «El Machete» (México). Existe una edición reciente del mismo libro, bajo el título de En Eópaha, peleando con I00 milicianos, con una selección y estudio preliminar de Jorge M ax Rojas (Colección 70 de Grijalbo, México, 1972). Instituto de Estudios Giennenses — Legado de Miguel Hernández