Diccionario de Espiritualidad Católica José María Lorenzo Amelibia Prólogo El tema de la espiritualidad me ha apasionado; es una aventura hacia Dios; su gracia nos va guiando, pero también es conveniente tener ideas claras, fundamentadas en la Palabra de Dios, y en comunión con el Magisterio de la Iglesia. Este diccionario es útil tanto para quienes ayudan a otras personas a avanzar en la vida espiritual como para adultos en la fe que quieran conocer cualquier tema relacionado con la espiritualidad. Lo he ido elaborando a lo largo de los años, desde mi juventud, aunque ha sido en estos últimos seis años cuando le he dado forma de diccionario. Son muchas, más de 200, las fuentes bibliográficas que he utilizado para este diccionario, y aparecen al final de esta misma obra. Además de ellas, centenares de fichas y apuntes de los libros de espiritualidad que he leído a lo largo de mi larga vida. Muy seguro de que ni siquiera ahora es un diccionario acabado, pero sí abundante y suficiente para orientación de sacerdotes, religiosas, todo el clero y personas educadoras en la fe o con deseo de formación espiritual. Un diccionario es libro de consulta, sin embargo el de espiritualidad puede ser muy provechoso para una lectura espiritual muy sosegada. Para ello aconsejo que se realice siguiendo el orden de índice de materias, indicado al final esta obra. También, si se desea, puede practicarse leyendo desde el comienzo hasta el fin todas las entradas. Ojalá pueda aprovechar a muchos. Mi deseo es que se difunda. Sea para la mayor gloria de Dios. El número de entradas de este diccionario supera el millar. Índice de entradas. (Al final de esta obra se halla el índice por bloques temáticos) Para encontrar la entrada digitalmente basta con copiarla de la forma acostumbrada (con su punto y guión incluidos) y pegarla en “navegación” A.- Abandonados.- Abandono.- Abba.- Abecedario espiritual.Abismarse.Abnegación.- Abrirnos.- Absoluto.- Absorción.- Abstinencia.- Acepción de personas.Acercamiento.- Acompañamiento espiritual.- Acontecimiento.Acordarse.- Acto.- Actos detenidos.- Adopción.- Adopción divina.- Adoración.Adoración nocturna.- Adulto.- Adviento.- Afabilidad.- Afectividad.- Aficiones.Agilidad.- Agnóstico.- Agradar.- Agradecimiento.- Agua.- Agua bendita.- Agua lustral.- Ahora.- Alabanza.- Alegría.- Aleluya.- Alerta percepción.- Alfa.- Alfarero.Alianza.- Alma.- Almas del purgatorio.- Altar.- Altibajos.- Alumbrados.Amabilidad.- Ambición.- Ambiente.- Amistad.- Amistades santas.- Amor.- - Amor a Dios.Amor de Dios.Amor fruitivo.- Amor propio. Anacoretas.- Anawin.Anciano.- Anegarse.- Ángel de la Guarda.- Ángeles.- Ángelus.- Angustia.Angustia mística.- Animadores de liturgia.- Aniversario.- Ansiedad.- Antífonas.Año litúrgico.- Año litúrgico.- Año nuevo.- Añoranza.- Apantesis.- Apariciones.Apegos.Apertura.- Apostasía.- Apóstol.- Apostolado.- Apostolado de la Oración.- Apóstoles.- Aquí.- Aridez.- Aroma.- Arrobamiento.- Artista.- Asamblea.Ascensión.- Ascesis.- Ascética.- Aspirar.- Astucia.- Asunción.- Atención.- Ateo.Atisbos.- Atraer.- Atributos divinos.- Audacia.- Austeridad.- Autenticidad.Autodonación.- Autores de espiritualidad.- Autoridad.- Avanzar.- Avaricia.- Ave María.- Ayuno.- B.- - Bautismo.- Bendición.- Beneficencia.- Benignidad.- Biblia.Bibliografía.- Bienaventuranzas.- Bien.- Bien común.- Bilocación.- Budismo.Buen espíritu.- Buen Pastor.- Buena Noticia.- (Buena Nueva.-) Buscar a Dios.- C.Caídas.- Cáliz.- Callar.- Cambio de corazón.- Camino.- Canciones.- Canonizar.Cantos.- Cantar de los Cantares.- Carácter.- Carácter sacramental.- Caridad.Carisma.- Carismáticos.- Carne.- Cartas.- Castidad.- Castigo.- Catecumenado.Catequizar.- Ceguera espiritual.- Celebración litúrgica.- Celebraciones.- Celibato.Celibato virginidad.- Celo.- Cenáculo.- Ceniza.- Certeza.- Cielo.- Ciencia don.Ciencia infusa.- Científico.- Cine.- Circuminsesión.- Circunspección.- Clemencia.Coherencia.- Colaborar.- Cólera.- Compartir.- Compasión.- Complacencia.Comprensión.- Compromiso.- Compunción.- Comunicación.- Comunidad.Comunidad religiosa.- Comunidades de base.- Comunidad familiar.- Comunidad parroquial.- Comunión.- Comunión de los santos.- Comunión eclesial.Comunión espiritual.- Conciencia.- Conciencia escrupulosa.- Conciencia laxa.Concupiscencia.Con Dios.Conferencias.Confesión.Confianza.Confirmación.- Confirmación en gracia.- Conflictos.- Conformidad con la voluntad de Dios.- Congregaciones religiosas.- Conjuro.- Conocer.Conocimiento.- Consagración.- Consejo don.- Consejos evangélicos.Consolación.- Constancia.- Constelaciones.- Consuelos.- Contacto con Dios.Contemplación.- Contemplación formas.Contemplación adquirida.Contemplación infusa.- Contestación.- Continencia.- Contrastes.- Control de sí mismo.Controversias.Conversación.Conversaciones.Contrición.Conversión.- Conversión cristiana.- Convicción.- Copa.- Coraje.- Corazón.Corazón de Jesús.- Corazón nuevo.- Cordero de Dios.- Corpus Christi.- Correr.Corrección fraterna.- Corresponder.- Creador.- Creación.- Creatividad.- Credo.Creyente.- Criatura.- Crisis.- Cristiano.- Cristo.- Cristocentrismo. Cristo Rey.Criterio.- Crítica.- Crucifijo.- Cruz.- Cruz camino.- Cuaresma.- Cuerpo.- Cuerpo Místico de Cristo.- Culpa.- Culto.- Cumplir.- Curación.- Curiosidad.- D.- Dar y recibir.- Deberes de estado.- Debilidad.- Decálogo.- Decepción.- Dedicaciones.Defectos.- Definirse.- Deificación.- Demonio.- Depósito.- Depresión.- Derramar.Derechos humanos.- Derramar.- Desacralización.- Desagraviar.- Desahogos.Desarrollo espiritual.- Desasimiento.- Descanso.- Descender a Betania.Desconfianza.- Desengaño.- Deseo de perfección.- Deseos.- Desesperación.Desgracias.- Desierto.- Designio.- Desolación.- Desorden.- Desesperación.Desprecios.- Desprendimiento.- Desvanecimiento natural.- Detalles.- Devoción.Devociones.- Diablo.- Diácono.- Diácrisis.- Diálogo.- Días.- Diezmos.- Dignidad.Diligencia.- Dinero.- Dios.- Dirección espiritual.- Discernimiento de espíritus.Discípulo.- Discreción.- Disgustos.- Disipación.- Disposición.- Distracción.Distracciones.- Dificultades.- Director espiritual.- Discernimiento.- Diversión.Divinización.- Docilidad.- Dogma.Dolor.- Dolor de corazón.- Domingo.Domingo de Resurrección.- Dominarse.- Dones.- Don de oración.- Dudas.- Dulía.Dulzura.- E.- Ecología.- Ecuanimidad.- Ecumenismo.- Edad.- Educación.Educador.- Efluvios.- Efusión.- Egoísmo.- Ejemplos.- Ejercicios de piedad.Ejercicios Espirituales.- Elección.- Elegidos.- Elemental.- Elevación.- Embriaguez de amor.- Emoción.- Empatía.- Empaparse. Enamoramiento de Dios.Encarnación.- Encarnarse.Encontrar.- Encuentro.- Endurecimiento.Enemigos.- Enemigos del alma.- Enfermedad.Enfermedades.- Enfermo.Enfoque.- Entendimiento.- Entendimiento don.- Entereza.- Entrega.- Enviados.Envidia.- Epiclesis.- Epifanía.- Epiqueya.- Epístolas.- Equidad.- Eremitas.Ermitas.- Errores.- Escándalo.- Escapularios.- Escatología.- Esclavitud.Esclavitud mariana.- Esconderse.- Escondidos.- Escribir.- Escritos.- Escritura Sagrada.- Escrúpulos de conciencia.- Escuchar a Dios.- Escuchar.- Escuelas de espiritualidad Espera.- Esperanza.- Espejo.- Espíritu.- Espiritualidad moderna.Espiritualidad.- Espiritualidades.- Espíritu Santo.- Esposa.- Esposo.Esposos cristianos.- Esterilidad.- Estigmatización.- Estímulos.- Estudio.Estudiosidad.- Etapas.- Eternidad.- Eucaristía.- Eucaristizar.- Eucología.Eutrapelia.- Evangelio.- Evangelizar.- Evolución.- Examen.- Examen de conciencia.- Examen de golpe de vista.- Examen de previsión.- Examen general.Examen particular.Examen práctico.- Exhortación.- Exhortar.- Exilio.Exorcismo.- Experiencia.- Experiencia de Dios.- Experiencia propia.- Expiación.Éxtasis. Extranjero. F.- Faltas.- Familia.- Familiaridad con Dios.- Fariseísmo.- Fe.Fecundidad.- Felicidad.-Feminidad.- Feminismo.- Fenómenos místicos.- Fervor.Fiat.- Fidelidad.- Fidelidad a la gracia.- Fiestas.- Filiación.- Fin.- Flaquezas.Formación.- Fortaleza.- Fortaleza don.- Fracción del pan.- Francotirador.- Frases.Fraternidad.- Fruto.- Frutos.- Frutos del Espíritu Santo.- Fuego.- Fuente.Funeral.- G.- Gastos.- Generosidad.- Genuflexión.- Gestos.- Gloria.- Gloria a Dios.- Gloria de Dios.- Gloria del hombre.- Glosolalía.- Gobierno.- Golpes de pecho.- Gozo.- Gracia.- Gracia actual.- Gracias actuales.- Gracia gratis dada.Gracias.- Gracia sacramental.- Gracia santificante.- Grados de perfección.- Gratitud.- Gratuidad.- Gregoriano.- Grupos de oración.- Guardar.- Guía.-Gula.Gula espiritual.- Gustar.- Gustos.- Gustos divinos.- H.- Hambre y sed de Dios.Hagiografía.- Hábitos.- Heridas de amor.- Heroísmo.- Hierognosis.- Hijo de Dios.Hijo del hombre.- Hijos.- Hijos de Dios.- Himno.- Hinduismo.- Hipocresía.Historia de la espiritualidad.- Historia de la salvación.- Hombre.- Hombre nuevo.Hombre viejo.- Homilía.- Honestidad. Horas.- Horas canónicas.- Horizontalismo.Verticalismo.- Horno.- Hospitalidad.- Humanismo.- Humildad.- Humildad tercer grado.- Humillaciones.- I.- - Ideal.- Ideales.- Iglesia.- Ignorancia.- Iluminismo.Imagen.- Imágenes.- Imaginación.- Impaciencia.- Impecabilidad.- Imperfección.Ímpetus.- Imposición de manos.- Impotencia.- Incendio de amor.- Inconstancia.Incorporación a Cristo.- Incredulidad.- Incrédulos.- Inculturación. Indiferencia.Indulgencias.- Inedia.- Infancia espiritual.- Infidelidad.- Infieles.- Infierno.Infundir.- Inhabitación.- Iniciación cristiana.- Iniciativa.- Inmaculada Concepción.Inmensidad de Dios.- Inmortalidad.- Inquietud.- Inspiraciones.- Instintos divinos.Institutos seculares.- Intención.- Internet.- Intimidad.- Invocar.- Ira.- Isaías.Islamismo.- Itinerario espiritual.- J.- Jaculatorias.- Jesucristo.- Jesús.- José.Juventud.- Jubilación.- Judaísmo.- Jueves Santo.- Juicio.- Juramento.- Justicia.Justicia de Dios.- Justificación por la fe.- Justificados.- Justificación.Justificados.- K.- Kempis.- Kerigma.- Koinonía.- L.- - Labios.- Lágrimas.- Laico.Lámpara.- Laxitud de conciencia.- Lazos de amor mariano.- Lectura espiritual.Lenguas.- Lenguas don.- Letanías.- Levantar.- Levitación.- Leyes.- Liberación.Liberalidad.- Libertad.- Limosna.- Limpieza.- Liturgia.- Llagas de amor.- Llamada.Llorar.- Locuciones.- Longanimidad.- Luces y esplendores.- Lucha.- Lujuria.Luteranismo.- Luminosidad.- Luz.- M.- Madurez.- Madurez afectiva.- Madurez afectivosexual en el célibe.Madurez espiritual.- Madurez psicosexual.Magisterio de la Iglesia.- Magnanimidad.- Magnificencia.- Mal.- Mandamientos.Mandamientos de la Iglesia.- Manifestación.- Mansedumbre.- Marana tha.- María.- María, devoción a la Virgen.- Mártir.- Martirio.- Masa nueva.- Matrimonio.Matrimonio espiritual.Medallas.- Mediaciones.- Mediaciones sencillas.Mediocridad.- Medios de comunicación.- Mediadores.- Medios de perfección.Medios de perfección.- Meditación.- Memoria.- Memorial.- Mérito.- Meses.Mesías.- Mesura.- Metanoia.- Método.- Miedo.- Miércoles de ceniza.- Milagro.Ministerio.- Ministerios.- Miradas.- Mirra.- Misa.- Misericordia.Misión.Misiones.- Mistagogia.- Misterio.Misterio Pascual.Mística.- Mística cristiana.- Mística evolución.- Mociones.- Modelos espirituales.- Moderación.Modestia.- Moniciones.Monjes.- Monjas.- Monte.- Morada.- Moradas.Mortificación.- Motete.- Motivación.- Movimientos de espiritualidad.- Muerte.Muerte y resurrección.- Mujer.- Mundo.- Murmuración.- Música.- N.- - Nacimiento nuevo.- Natividad de la Virgen María.- Natural.- Naturaleza.- Navidad.- Negativo.Niños.- Niveles alfa.- Noche del espíritu.- Noche del sentido.- Noche oscura.Novenas.- Novísimos.Nubes.- Núcleo.- O.- - Obediencia.Obispos.Oblaciones.- Obligaciones.- Obras.- Obras de misericordia.- Observancia.Obsesión.- Obsesión diabólica.- Odio.- Oficio divino.- Oficio parvo.- Ofrecerse.Ofrecimiento.- Ofrecimiento de obras.- Ofertorio.- Ofrenda.- Oído. Óleo.- Olfato.Omnipotencia.- Opción fundamental.- Oración.- - Oración afectiva.- Oración continua.- Oración de adoración.- Oración de aplicación de sentidos.- Oración de compunción.- Oración de contemplación.- Oración de contrición.- Oración de petición.- Oración de principiantes.Oración de quietud.- Oración de reparación.- Oración de simplicidad.- Oración de unión.- Oración espontánea.Oración extática.- Oración impetratoria.- Oración mental.- Oración métodos.Oración personal.- Oración pasiva.- Oración satisfactoria.- Oración Unitiva.Oración Vocal.- Orden.- Orden sacerdotal.- Ordinario extraordinario.- Orgullo.Oriente cristiano.- P.- Paciencia.- Padre espiritual.- Padre.- Padre Nuestro.Palabra.- Palabra de Dios.- Pan.- Pan bendito.- Papa.- Parábola.- Parafilia.Paraíso.- Parenesia.- Parénesis.- Parroquia.- Parresía.- Parusía.- Pascua.- Pasión de Cristo.- Pasiones.- Pastoral.- Patología espiritual.- Pasividad.- Patria.- Paz.Paz rito misa.- Portapaz.- Pecado.- Pecado clasificación.- Pecado original.Pecador.- Pecadores.- Pedro.- Pelagianismo.- Penetrar.- Penitencia.- Penitente.Pensamiento.- Pentecostales.- Pentecostés.Perdón.- Peregrinaciones.Pereza.- Perfección.- Perfume sobrenatural.- Persecución.- Perseverancia.Persona.- Pertenecer.- Perversiones.- Petición.- Piedad don.- Piedad pasiva.Piedad Prácticas.Plan de vida.- Pláticas.- Placer.- Plenitud.- Pléyade.Pluralismo.- Pobre.- Pobreza.- Político.- Portapaz.- Posesión.- Posesión diabólica.- Positivo.- Potencias.Precaución.- Precepto.- Predestinación.Predestinar.- Predicación.- Predicar.- Premio.- Preocupaciones.- Presencia de Dios.- Presente.- Presunción.- Principiantes.- Primeros viernes.- Primeros sábados.- Principio y fundamento.- Procesiones.- Prodigalidad.- Profecía.Profesión.- Profetas.- Proficientes.- Progresar.- Progreso.- Prójimo.- Promesa.Promesas.- Promoción humana.Propiciación.- Propiciatorio.- Propósito.Protestantismo.- Providencia. Prudencia.Pruebas.- Psicología.- Pudor. Pueblo.- Puerta.- Puntualidad.Pureza.- Pureza de corazón.- Pureza de intención.- Purgatorio.- Purificación.- Purificación de sentidos.- Purificaciones pasivas.- Pusilanimidad.- Pustinia.- Q.- Quejas.- Quietismo.- Quietud.- R.- Racismo.Ramos.- Rapto.- Razón.- Recogimiento.Recompensa.Reconciliación.- Recreación.- Recta intención.- Redención.- Redentor.Reducción expansión.- Reformarse.- Refugio.- Reglas religiosas.- Reino de Dios.- Relaciones.- Relaciones.- Religión.- Religiosidad popular.- Religiosos.Reliquias.- Rencor.Renuncia.- Reparación.- Reparar.Repugnancia.Resignación.- Respeto.- Respetos humanos.- Responsabilidad.- Responsorios.Resumen.- Resurrección.- Retiros.- Reuniones.- Revelación.- Revelaciones.Revelaciones privadas.- Revestirse de Cristo.- Revisión de vida.- Revolución.Riquezas.- Ritos.- Roca.- Rogativas.- Rosario.- Rostro.- Rutina.- S.- El Sábado.Sábado Santo.Sabiduría.- Sabiduría don.Sacerdocio.- Sacerdotes.Sacramental.- Sacramentos.Sacrificio.- Sagradas Escrituras.Sagrado.Sagrario.- Sal.- Salmos.- Salud.- Salvación.- Salvación eterna. Santidad.Santificación del alma.- Santiguarse.- Signarse.- Santísima Trinidad.- Santo.- Santos.Santos Padres.Santuarios.- Satanás.- Satisfacción.- Sectas.Secularización.Seglar.- Seguimiento.- Seguridad.- Sello.- Semana Santa.Sembrar.- Sencillez.- Sensualidad.- Sensus fidei.- Sentada.- Sentido de Dios.Sentido de fe.- Sentimientos.- Sequedad.- Servicio.- Sexualidad.- Sheol.- Siervo de Dios.- Signos de los tiempos.- Silencio.- Silencio de Dios.Símbolos espirituales.- Simplicidad.- Sinceridad.- Síncope.- Soberbia.- Sobrenatural.Sobriedad.- Sociología.Soledad.- Solicitud.- Solidaridad.- Somatización.Sudor de sangre.- Sueños.- Sufrimiento.- Sumergirse.- Sumisión.- Superstición.Sutiliza.- T.- Tabernáculo.- Tacto.- Talentos.- Temor.- Temores.- Temor de Dios don.- Templo.- Templos.- Temperamento.- Templanza.- Templo.- Templos.- Teofanías.- Tensiones.- Tensión espiritual.- Tentación.- Tentaciones.- Teología de la liberación.- Teología de la perfección.- Teología espiritual.- Ternura.- Tesoro.Tesoros.- Testigo.- Testimonio.- Tibieza.- Tiempo.- Tiempo libre.- Tiempos fuertes.- Tinieblas divinas.- Todo.- Todos los Santos.- Tolerancia.- Toques místicos.- Trabajador.Trabajo.Tradición apostólica.- Transformación.Transustanciación.- Trascendencia.- Trato con Dios.- Trato con Jesús.- Triduo.Triduo sacro.- Trinidad.- Trisagio.- Tristeza .- Triunfo.- U.Unidad.- Unión.Unión transformante.- Uso de las criaturas.- Utopía.- V.- Vanagloria.- Vanidad.Vasos sagrados.- Ven Señor Jesús.- Venia.- Venida.- Veracidad.- Verbo.- Verbo Encarnado.- Verdad.- Vergüenza.- Viacrucis.- Vías.- Víctima.- Vid.- Vida.- Vida consagrada.- Vida cristiana.- Vida eterna.- Vida interior.- Vida religiosa.- Vida sobrenatural.- Vidente.- Viernes.- Viernes Santo.- Vigilancia.- Vigilia.- Vigilia prolongada.- Vino.- Violencia.- Violentar.- Virgen María.- Virginidad.- Virtudes.Virtudes cardinales.- Virtudes infusas.- Virtudes teologales.- Visiones.- Visita al Santísimo Sacramento.- Vista.- Viudez.- Vocación.- Vocación religiosa.- Vocación sacerdotal.- Voluntad.- Voluntad de Dios.- Voluntad de Dios de beneplácito.Voluntad de Dios manifestada.- Voluntarismo.- Votos.- Voz.- Y.- Yo.- Yoga.- Z.- Zen.- A.- Abandonados.- - Es frecuente en almas avanzadas en la vida interior sentir el abandono como - - - lo sufrió Jesús por los suyos, cuando se quedaron dormidos en el Huerto de Getsemaní; y en la cruz dijo: ―Padre, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mat. 27, 46 y Mc. 15, 34). La presencia de Dios en nuestras vidas, nos dará fuerza para no sentirnos abandonados, sino en las manos del Padre. Para ello es necesario seguir deseando, con paz, la venida plena del Espíritu Santo. Recordemos estas frases de la Sagrada Escritura ―Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Dios me recogerá‖ (Salmo. 27, 10). ―Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto‖ (2 Co. 9-6-15). ―Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; (2 Co. 4, 8-9) Santa Ángela de Foligno sintiéndose desamparada oyó la voz de Jesús que le decía: ―Cuando te parece estar más abandonada, entonces eres más amada de Dios... ¿Por qué camino han venido los invitados? Y - me respondió Jesús-: ―Por caminos de tribulación‖‖. Para conocer a Jesús, sus amigos van a la cruz: la miran fijamente y en ella conocen el verdadero amor. Por algo permite Dios que a sus verdaderos hijos les sobrevengan grandes tribulaciones. Advierte el alma en estos momentos duros que está segura y no duda de que esto viene de Dios. Dios trae después al alma tal alegría que no cabe pedir - más. ―Todo lo poseo en Dios y he vuelto a encontrar en Él a cuantos he abandonado‖. Aunque el mundo me abandone, Tú me acompañas y ofreces tu misericordia. (Agustín) Abandono.- - Queremos tender a la perfección de la vida espiritual, es decir, purificarnos de - - veras, progresar en todas las virtudes, llegar a la unión de amor con Dios, y por este medio transformarnos cada vez más en Él; para ello, abandonarnos en los brazos de Dios es un medio eficaz: nos proporciona la libertad, la paz, el gozo, la unción del Espíritu Santo, y exige a su vez sacrificios sin número, una paciente labor de toda la vida. ―Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré‖. (Heb. 13,5) Esta obra gigantesca no sería tan solo difícil, sino imposible si contásemos con solas nuestras fuerzas, pues es de orden absolutamente sobrenatural. ―Todo lo puedo en Aquel que me conforta‖ (Fil. 14, 13); sin Dios solo queda la absoluta incapacidad. Obrar muy unidos con Dios; y esto todos los días y a cada momento. Y confiar en Él del todo: abandonados plenamente a su voluntad de beneplácito. Aquí está el secreto de nuestra perfección cristiana. ―Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Yahvé, pensamientos de paz, y no de aflicción, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón (Jer. 29-11-13). El beato Susón: Tenía consolaciones humanas, y el ángel le dice: ―Cuando te entregabas a tus ejercicios de mortificación eras grande, eras admirado, ahora serás abatido, serás aniquilado.‖ Gozaba sobre todo de las consolaciones divinas, y el ángel añadió: ―Hasta ahora solo has sido un niño mimado, has nadado en la dulzura celestial, como nada el pez en el mar. En adelante quiero retirarte todo esto, quiero que seas privado de ello y que sufras con esta privación, que seas abandonado de Dios y de los hombres.‖ Abba.- - Abba, Padre, es la palabra más densa de la Biblia. Dios queda unido a la - ternura de Padre. Dios ha enviado al Espíritu Santo que clama: ―Abba, Padre‖. (Mc. 14, 36; Gal. 4, 6; Rom. 8,17). Entramos en un misterio de amor. El recuerdo de Dios toca el corazón del hombre. Grito de fe y anhelo. Voluntad de Dios, imitación de Cristo. Gloria a Dios y paz a los hombres. Santificar el nombre de Dios, alabarle, adorarle. Ver entrada ―Padre‖. ―Padre nuestro‖. Abecedario espiritual.- - El verdadero abecedario espiritual lo podíamos resumir en esta frase de San Pablo: ―Los que habéis resucitado con Cristo buscad las cosas de arriba, gustad de las cosas de arriba‖ (Col 3,1). - Fray Alberto de Osuna publicó el Abecedario espiritual. La obra se divide en - - seis partes: entre los años 1525 y 1554, tratan de la Pasión de Cristo; de la preparación física y espiritual para conseguir la disciplina ascética; la unión mística con Dios; sobre los misterios del amor en la Ley de amor santo; una guía para el rico y una consolación para el pobre; y un tratado sobre las heridas de Jesucristo. Libro enjundioso, verdadero clásico de espiritualidad. Cito unos cuantos autores que son verdadero abecedario para quienes desean profundizar en su vida interior: Santos Juan de la Cruz, Tomás de Aquino, Agustín, Ignacio de Loyola, y las Teresas: de Ávila y del Niño Jesús. Isabel de la Santísima Trinidad. Ver entrada ―Itinerario espiritual‖. Abismarse.- - Abismarse significa cuando una persona está ensimismada, reconcentrada - - en algo. Abismarse en Dios es una expresión que suelen expresar las almas contemplativas: Abismarse es una especie de visión interior; contemplación sin imágenes, mirando a Dios. Abismarse: dejándose llevar siempre por Él, receptivos. Dios es el fin último de toda mística cristiana. Abismarse en Dios: es visión interior, un estado en claridad extrema, vaciamiento. Abismarse en Dios: en el silencio profundo, en la quietud clara e inexplicable. Abismarse en Dios: como en algo que proviene de una esfera envolvente sin igual. Nos abismamos en Dios, en Jesucristo, en su amor, en la contemplación de su plenitud y grandeza: ―Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud‖ (Col1, 18-19). ―Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad‖ (Col. 2, 9-10). ―Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo‖ (Ef. 4,13). ―Conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios‖ (Ef. 3,19). ―De su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia‖ (Jn1, 16). Abismarse: en la desaparición del yo en el silencio divino, en santa indiferencia. Abismarse: no lo veo, pero percibo como presente a Dios Padre. Abismarse: Se da una quietud auténtica y profunda en Dios; y entonces mantenerse en quietud. Abismarse: no existe algo más valioso que esta vivencia de unión mística. Abismarse: a partir de esta experiencia, toda duda se desvanece. (Hugo Enomiya Lasalle) Abnegación.- - Llamamos abnegación a la renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos - o intereses en beneficio de otras personas; aceptar las propias limitaciones y sinsabores de la vida. Es la mortificación íntima, una fuente de sacrificio que nos viene, y lo aceptamos como cruz de cada día. Prácticas de abnegación para apartar el mal, el afecto fuera del fin, de - nuestro corazón. Uno de los fines de la abnegación consiste en desarrollar la energía moral. Olvidar comodidades y victoria de caprichos para formar el carácter cristiano. Conviene formar un reglamento personal sobrio, ajustado y práctico, acomodado a nuestras situaciones. Abundan en la vida los ejercicios de abnegación: soportar los defectos ajenos, sacrificarse por otros... Aceptar las propias miserias, las contrariedades y adversidades. Dice Jesús: ―Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame‖. (Mt. 16,24) Y ―Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas‖ (1 Pe. 2,21). Podíamos multiplicar las citas tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento; así ―Escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado‖ (Heb. 11,25) - El cristiano es hombre espiritual; crece en espíritu en la medida en que logra - - orar y practicar la abnegación, la renuncia, el despojamiento. ―Despojaos del hombre viejo‖, decía san Pablo. Una manera de lograr la abnegación es vivir para los demás, pendientes siempre de ayudar a cuantos nos rodean, servirles. En realidad la abnegación cristiana no niega nada; porque el hombre pecador es negativo y autodestructivo. Y vemos como realidad este juego de palabras: ―Negar esta negación de hombre es una afirmación‖. Practicamos la abnegación por la fuerza afirmativa del amor. El desposeimiento ha de ser siempre afectivo, aunque en muchas ocasiones no sea efectivo. Lo cierto es que si no avanzamos en la vida interior es porque nos falta un poco más de mortificación. Quienes saben abnegarse nada guardan como propio. Quienes saben abnegarse si son ricos, tienen el corazón abierto a los más necesitados. Quienes saben abnegarse jamás se precian o vanaglorian de ello. Ver también entrada ―Mortificación‖. Abrirnos.- Apertura.- - Es indispensable estar abiertos siempre a Dios, a su gracia, al Espíritu Santo. - - Vivir en ―alerta – percepción‖. Él nos inspira, nos conduce, nos alienta y anima. Nos proporciona todos los medios para nuestra salvación y nuestra santidad. Estar abiertos a la Palabra de Dios, a la entrega a Él y a nuestros semejantes. Abiertos para recibir de Dios y para darnos. Abiertos a la gracia, que es el fundamento de la vida interior. En (Mc. 7, 31-37) contemplamos el momento en que Jesús cura a un sordo mudo. Le pidieron que le impusiera las manos. Él, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, y le tocó la lengua con saliva, y mirando al Cielo le dijo ―Effetá‖, es decir, ábrete. En ese momento quedó curado y oyó y comenzó a hablar. Esta palabra de Jesús tiene un significado simbólico que nos invita a todos a la apertura. Abrirnos a la acción de Dios. Hemos de pedir al Señor estar abiertos a su palabra y a su acción en nosotros también para anunciar su mensaje: ―En aquel tiempo haré retoñar el poder de la casa de Israel. Y abriré tu boca en medio de ellos, y sabrán que yo soy Yahvé‖. (Ez. 29,21) Absoluto.Dios es el único absoluto, el Absoluto. Su búsqueda da orientación a nuestra vida. Hemos de buscar las vías para llegar a Él. ―La santidad conviene a tu casa, Oh Yahveh, por los siglos y para siempre‖ (Salmo 93,5). ―La palabra de Dios… ―vive y permanece para siempre‖. (1 Pe. 1,23). Fe en el Absoluto. La fe y mirada a Dios, al Absoluto, nos ayudan a arriesgarnos. El hombre alejado siente en el alma la nostalgia de lo Absoluto; puede considerarse como gracia actual de Dios inmensa: ―Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas (Salmo 63, 1). La tendencia, el ansia hacia el Absoluto es una especie de instinto de lo divino. Científicamente no será una demostración de la existencia de Dios y de la vida eterna; psicológicamente, sí lo es. Cuando estamos envueltos en esta dulce nostalgia de Dios, vivimos momentos muy positivos de entrega. En el creyente la permanencia en el Absoluto suele ser indicio de un avance espiritual, de fervor, de nueva conversión o de primera conversión. - - - - Absorción.Dentro de la unión extática ocurre la suspensión de sentidos y la absorción del alma en Dios; esta experiencia proviene de la admiración por hallarnos con una verdad nueva al contemplar la hermosura y bondad divinas. (Cantar de C. 1, 3-4). Por otra parte, el amor atrae al alma con suavidad, como un imán, y tiene la impresión de ser absorbida por Dios. - Abstinencia.- Usar moderadamente de los alimentos. Un acto propio de esta virtud es el ayuno. Y el vicio opuesto, la gula Por antonomasia utilizamos el nombre de abstinencia para designar el precepto de la Iglesia de abstenerse de comer carne y derivados en los días fijados por el Derecho Canónico. Es un precepto eclesial que en muchos lugares va decayendo por obsoleto. El hombre fiel cristiano debiera tenerlo en cuenta y obedecer. Acepción de personas.- Quiere decir que en lugar de aplicar la justicia o la equidad cuando se trata de favorecer, conceder algún cargo, beneficio unas personas, se elige a otras por razones particulares, desatendiendo al mérito o a la razón, la equidad y la justicia. Esta actitud no es propia de un cristiano. ―No harás acepción de personas‖ (Deut. 16, 19). ―Dios no hace acepción de personas‖ (Ro. 2, 11; Sant. 2,1). Acercamiento.- - El encuentro con Dios y el vivir una relación de intimidad con Él nos resulta difícil. Buscamos el acercamiento a Dios, porque ―sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna‖ (1 Jn. 5,20). - - De hecho, Dios es un regalo para todos, la mística ha de ser una realidad de hoy, y presenta el modelo de Jesús de Nazaret. Algunos conceptos esenciales: contemplación, oración, silencio, reino de Dios, experiencia mística, santidad… Quienes intentemos vivir a tope nuestra espiritualidad ofreceremos un acercamiento a ella incluso a personas con una formación religiosa débil. Pero se da algo al parecer poco verosímil: hoy podemos encontrar un acercamiento a la mística por parte de personas muy capaces y que por contraste viven una vida completamente alejada de la espiritualidad. Acoger.- Acogida.- - - - - Todo el Pueblo de Dios no cesa de acoger el don de la Revelación divina, de penetrarla más profundamente y de vivirla de modo más pleno. Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe. Y acoger en la fe el don de la Eucaristía es acogerlo a Él mismo. Buscar al Señor, encontrarlo, significa también acoger su Palabra, que es alegría para el corazón. (Catecismo de la Doctrina Católica en distintos números). Es necesario acoger al Señor como guía de nuestras almas, como el Maestro interior que nos introduce en el misterio trinitario. La voluntad de beneplácito de Dios consiste en acoger las circunstancias como permitidas por Él para nuestra santidad. Ir a Dios, unirnos a él, para cumplir su voluntad y hallar la bienaventuranza. Aceptar, dejar hacer, acoger es la piedad pasiva. El centro de la vida cristiana es el reconocimiento de la ternura y la bondad de Dios. Acoger a Dios y manifestarlo en el servicio al hermano. La humillación nos hace reconocer el vacío de nuestra nada; bien acogida nos hace más abnegados. En ella, el don de Dios y aceptación del hermano se convocan y se unen: siempre hemos de ser acogedores con cuantos nos relacionamos. ―Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis…‖ (Mat. 25, 35 y sig.). El amor debe llevarnos a poner todas nuestras aptitudes al servicio de los demás e, incluso, a perdonar a los mismos enemigos. Sobre todo, debe manifestarse hacia los débiles en la fe (Rom. 14. 1 - 15. 6), a imitación de Cristo, que murió por todos. Para poder glorificar a Dios "con un solo corazón y una sola voz", es necesario "tener los mismos sentimientos" y ser "mutuamente acogedores" (Rom.15. 5-7). La acogida ha de ser para el cristiano un virtud constante con relación a los hermanos: ―Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad‖. (3 Jn. 1,8) Acompañamiento espiritual.- - - - El acompañamiento espiritual es distinto de la dirección espiritual y de la amistad espiritual. Hoy se estila mucho; es un intermedio entre las dos. Como más sencillo, menos rimbombante y puede ser muy eficaz. Es bueno el acompañamiento espiritual. Es preciso que nos animemos mutuamente, porque no hay muchas personas que se decidan a aconsejar. El acompañamiento sea mutuo, ambos se prestan consejos o consideraciones, da igual. Jesús enviaba así a sus discípulos: ―y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir‖ (Lc. 10, 1). Nunca hay dos personas iguales ni dos épocas iguales; por eso con frecuencia es uno el ―que tira del carro‖, y aunque tal vez sea él quien más fruto saque. Aunque al cabo del tiempo pueda ocurrir la inversa. Lo importante es la constancia y la fidelidad. Ver entradas: ―Dirección espiritual‖. ―Padre espiritual‖. Acontecimiento.- - - Dios ha ido jalonando la historia de la humanidad con sus intervenciones salvíficas. La Encarnación es el gran acontecimiento de la humanidad; Jesús vino al mundo, murió y fue sepultado, pero la resurrección de Jesucristo es el acontecimiento por antonomasia. (Mat. 28, 1-8; Mc. 16, 1-11; Lc. 24, 1-10; Jn. 20, 1. 11-28). El acontecimiento pascual domina toda nuestra vida cristiana; nos llena de esperanza. El acontecimiento final será el triunfo de Jesús en la plenitud de los tiempos, (Mat. 25, 31-46), la escatología, ―esa cualidad que adquiere el tiempo cuando se ve cargado de hechos decisivos que en adelante actúa ya en él y determina su curso el siglo venidero‖. (Cambier J.) Ver entradas referentes a los acontecimientos citados. Acordarse.- - - Acto.- El verbo acordarse es en la espiritualidad mucho más rico que en nuestro uso diario. Dios va desplegando progresivamente su proyecto de amor. El recuerdo del creyente de los acontecimientos en que Dios ha intervenido con el hombre en sus Alianzas. La alianza se refuerza al rememorarla con devoción. Importante también el recuerdo del sacramento, de la esperanza de la venida de Dios... ―Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos‖. (2 Tim. 2,8). Se trata de evocar los acontecimientos en los que Dios ha intervenido para aliarse con el hombre. ―Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y arrepiéntete‖ (Apo. 3, 3). Ver entrada ―Alianza‖. - Todo acto bueno es meritorio, satisfactorio e impetratorio. Hemos de vivir con la idea de santificar todos nuestros actos, transformarlos en oración, hacia la oración continua. Acto de contrición.- - - - Llamamos así al ―Señor mío Jesucristo‖. Es importante saberlo de memoria con el fin de repetirlo sobre todo si se ha cometido un pecado mortal, porque justifica aun antes de la confesión. En todo caso el acto de amor de Dios ―por ser quien es, unido al propósito de no volver a pecar, justifica al alma‖. Lo de verdad importante es el amor a Dios. Repitamos con devoción actos de contrición de la Biblia: El publicano (Lc. 18, 13); el hijo pródigo (Lc. 15, 18-19). También (2 Co. 7,10) y (Salmos 34, 18; 51, 17). Hemos rezado en los seminarios en los años anteriores al concilio un acto de contrición en latín muy clásico: ―Me poenitet te offendisse quia summa et infinita es bonitas. Tua adjutus gratia non amplius peccare propono. Te offendendi ocasiones vitare et omnes deffectus emendare‖ = Me pesa de haberte ofendido porque eres suma e infinita bondad. Ayudado de tu gracia, propongo no pecar más, evitar todas las ocasiones de ofenderte y enmendarme de todos los defectos‖. Ver entrada ―Contrición‖. Actos detenidos.De vez en cuando durante el día, para poder vivir en contacto con Dios e incluso aclimatar el alma a la oración continua, viene bien dedicar uno o dos minutos a realizar un acto detenido de presencia de Dios y ofrecimiento. He aquí un modelo tradicional. Expandiendo un poco el acto detenido. Dice Jesús: ―Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él‖. (Jn. 14, 23 - 24) La Santísima Trinidad habita en mi alma si está en gracia. En el fondo de mi corazón se opera el divino misterio, como en la Eucaristía. El Padre engendra al Hijo por vía de conocimiento. Del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo, por vía de amor. - Todo esto sucede ahora dentro de mí, pues soy templo vivo de Dios. Y digo con gran amor: - Me entrego a ti Dios Padre, me entrego a ti Dios Hijo, me entrego a ti Dios Espíritu Santo. Creo espero, amo a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Digo ahora con plena conciencia: Gloria a la Santísima Trinidad. Virgen María, llévame a este misterio. (Recomendado por el padre Latasa, S. J.) - Otro acto detenido parecido consiste en recitar de vez en cuando la entrada ―Núcleo‖. Lo importante es de vez en cuando durante el día recogernos uno lo dos minutos profundamente junto a Dios. Así: La Virgen María, madre de Jesús me lleva a la Eucaristía. Jesús en la Eucaristía es Dios y hombre verdadero, el Hijo de Dios. No está ―solo‖: por la circuminsesión se encuentra unido al Padre y al Espíritu Santo. Me recojo profundamente en la Santísima - Trinidad... ahora contemplo a la Santísima Trinidad que se aloja en mí. (Jn. 14, 23). Actos de fe, esperanza y caridad.- Creer, esperar amar a Dios. Es bueno ejercitarse en ellos sobre todo en algunas ocasiones, por ejemplo al acudir a la Eucaristía. (Cada una de estas tres virtudes teologales tiene su entrada en este Diccionario) Adherirse.- - - Una adhesión a Dios robusta, firme y sin vacilación alguna. No con una fe vacilante como cuando San Pedro pidió auxilio desde el mar, cuando se hundía. Más bien con aquella otra: ―Señor, ¿a quién iremos?, tú sólo tienes palabras de vida eterna.‖ (Jn. 6,68). Y desde esta adhesión nuestra fe aumentará, como en los santos. ―Los creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres‖ (He 5, 14). Y vendrá el celo, y el amor a nuestros hermanos que nos impulsará a ayudarles a su salvación; también como lo hacían los santos. ―Que (el obispo) esté adherido a la palabra fiel, conforme a la enseñanza, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y refutar a los que contradicen‖ (Tito 1,9). Convencidos de nuestra miseria propia, adherirnos de verdad a Él, esperando su amor. Adopción.- Adopción divina.- - Consideramos con las palabras ―filiación‖ o ―adopción‖ nuestra cualidad de - - gracia, de ser hijos de Dios. ―Habéis recibido el espíritu de adopción con el que llamamos a Dios, Padre (Rom. 8, 14-17 y 9,4). No se trata de una filiación natural, que es la del Verbo, sino una filiación adoptiva. Muchos teólogos dicen que nuestra filiación es intermedia entre la natural y adoptiva porque somos hijos en el Hijo (Gal. 4, 5 y Ef. 1, 5). El sentimiento de filiación lleva al trato más íntimo con Dios, a la confianza, a la delicadeza en corresponder a su amor; y nos guía con fuerza al servicio y amor de nuestros semejantes al ser hermanos. ―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no recibisteis el espíritu de esclavitud para reincidir en el temor, sino espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!‖ (Rom. 8,1416). Ver entradas ―Inhabitación.‖ ―Hijos de Dios‖. Adoración.- Es un acto externo de la virtud de la religión, por el que testimoniamos honor y reverencia a Dios. El lugar más propio para ello es el templo, porque en él reside Dios, y más si se reserva la Eucaristía. - - - - - Contemplar con el entendimiento el ser Infinito de Dios, su Eternidad, su Omnipotencia, su Sabiduría, su Hermosura. A veces parece que cuando pensamos con intensidad en esto se nos va la cabeza. Son momentos de gozarnos en la grandeza de este Ser, que además sabemos que es nuestro Padre. No tiene necesidad de nadie ni de nada. Es Bueno. Santo. Lleno de gloria. Le adoramos y nos gozamos en su grandeza. La adoración no es simplemente un instinto natural, es un mandamiento de Dios. "Yo soy Jehová tu Dios... No tendrás dioses ajenos delante de Mí." (Éxodo 20, 2-3). Jesús dice: "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás." (Mat. 4,10) "Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Yahvé en la hermosura de la santidad." (Salmo 29,2) La alabanza y adoración satisfacen nuestras más profundas necesidades, agradan a Dios. "Yahvé está en medio de ti, poderoso, Él salvará. Se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos." (Sofonías 3,17). La adoración al Santísimo Sacramento tiene en nosotros un valor especial: reconocemos en ello que Jesús está real y sustancialmente presente en la Eucaristía con su cuerpo, alma y divinidad; y, por la circuminsesión, unido al Padre y al Espíritu Santo, y nos entregamos a la Santísima Trinidad. Este misterio es núcleo de nuestra espiritualidad. Existe la tentación de la idolatría, de manera distinta a adorar a figuras de piedra: adorar al dinero, al placer, vivir como si fuera un dios el mundo y las riquezas. Es decir ver en estos medios, fines de nuestra vida. Adoración nocturna.Es una asociación de creyentes que, reunidos en grupos, se turnan velando en las horas de la noche, para adorar a Dios en representación de toda la humanidad y en nombre de la Iglesia, a través de Cristo, y para agradecer al mismo Jesucristo, Dios y Hombre, su presencia en el Sacramento que los une. Fue fundada en 1848 en París por Herman Cohen e introducida en España en 1877 por el siervo de Dios, Luis de Trelles. Muchos millones de personas se han santificado en esta asociación. En el posconcilio ha bajado esta devoción, si bien en muchos lugares sigue en auge. - - Adulto.- La edad adulta podemos decir que se da entre los 40 a 70 o 75 años. Entonces se reduce la emotividad de la juventud. En esa edad nos gusta rememorar nuestra vida: nos encontramos en la madurez personal; y el cristiano aprecia más su fe en Cristo y posee la base para ser receptor consciente de la gracia de Dios. Asimilamos mejor la palabra de Dios: ―el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal‖. (Heb. 5, 14) Y así: ―Por la fe, Moisés, ya adulto, rehusó ser llamado hijo de una hija de - - Faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado‖ (Heb. 11,24-25). Reafirmamos la fe y compromisos iniciados en la niñez y juventud. Se van descubriendo los propios límites y errores; somos más realistas y con menos idealismos. Se miran las crisis con otra lucidez; también la fe ayuda a ello. Se aprecia y vive la fidelidad en el amor y el fervor en la esperanza. ―El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad‖ (Gal. 5,22). Y exhorta Pablo a los adultos en la fe: ―Muestren una fidelidad perfecta para honrar en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador‖ (Tito 2, 10). El adulto en la fe llega a entender que la vida es trabajo, servicio, cruz y entrega. Adviento.- - - - - Cuatro semanas escasas nos preparan para la venida de Jesús en Navidad; se trata del tiempo de adviento. Fomentamos la esperanza, la penitencia, el deseo de la venida de Jesús al mundo y a nuestras almas y juegan en esto un papel muy importante los profetas del Antiguo Testamento y San Juan Bautista. Dios es poderoso, y cumpliendo sus promesas nos envió a su Hijo (Jn. 1, 14); la Navidad es la celebración de su venida; el Adviento es recuerdo de la esperanza de la venida del Salvador y la preparación intensiva de la llegada de Jesús. ―El Señor está cerca‖ (Fil. 4, 4-6). Nuestra vida tiene que ser un adviento continuo. Esperar la llegada del Señor para nosotros mismos y también para todas las personas conocidas y desconocidas. El Adviento es tiempo de desear. Y nuestro deseo ha de ser de Dios, porque hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios. Decirle a Dios: ―Suspiro por Ti, tengo hambre y sed de Ti. Que deseándote pueda amarte. Que todas las cosas me lleven a este deseo y a este amor‖. Suelen recomendarse para el tiempo de Adviento estas lecturas bíblicas: 1ª semana: Domingo: Jeremías 17: 1-18, Lunes: Génesis 16; Martes: Salmo 25; Miércoles: Romanos 5: 1-11; Jueves: Apocalipsis 21:1-27; Viernes: Isaías 26: 7-9; Sábado: Salmo 142. Segunda semana: Domingo: Isaías 9: 1-7; Lunes: Juan 3:16-21; Martes: Juan 1:1-16; Miércoles: 1 Corintios 15; Jueves: 1 Tesalonicenses 4: 13-18; Viernes: Isaías 11; Sábado: Apocalipsis 22. Tercera semana: Domingo: Lucas 1:39-56; Lunes: Lucas 2:8-20; Martes: Nehemías 8; Miércoles: Isaías 41: 1-20; Jueves: Gálatas 4:1-7; Viernes: 1 Pedro 1:3-9; Sábado: Salmo 103. Cuarta semana: Domingo: Lucas 1: 26-38; Lunes: Mateo 1: 18-25; Martes: Lucas 2: 1-9, Mateo 2; Miércoles: Lucas 2:22-52; Jueves: Juan 14; Viernes: Juan 7: 37-44; Sábado: 1 Juan 4: 7-21 Afabilidad.- Amabilidad.- Consiste en la atención de una persona en el trato con otra; en poner en nuestras palabras y acciones exteriores cuanto pueda contribuir a hacer - - - agradable y placentero el trato con nuestros semejantes. Es una virtud social, derivada de la justicia, e indica espíritu cristiano. Hace la vida común muy grata; para un cristiano es una caridad exquisita. La persona afable es bondadosa, lleva consigo la ternura, la sinceridad, la dulzura, el cariño y el respeto. También quien posee esta virtud es una persona buena sin sentirse superior a nadie. Es persona cálida, servicial, agradable, respetuosa y presta atención al que trata o a él se dirige. Es la mejor virtud para la convivencia. Su compañía hace feliz a cuantos le rodean. La palabra de Dios nos recuerda con frecuencia esta virtud en distintas ocasiones y de maneras diversas: ―En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad‖. (Gal. 5,22). ―Yo Pablo... os ruego con mansedumbre y mesura...‖ (2 Co. 10, 13). Es uno de los frutos del Espíritu Santo (Gal. 5,22; Col 3,12). Afectividad.- - - - - - - Se trata del conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona. Se experimenta en la manera de reaccionar ante los sucesos ordinarios o extraordinarios. Incluimos también en el concepto de afectividad el desarrollo de la propensión a querer. Dios nos otorga para entrar en contacto con las experiencias de la vida, los sentimientos, sensaciones y emociones y tienen una importancia esencial en nuestra espiritualidad. Nuestra perspectiva psico-emocional-espiritual, nos dice la necesidad que tenemos de Dios, de su consuelo, de su ayuda del contacto ilusionado con Él. Los sentimientos y afectos dan aliento e ilusión grande. Pero si se pierden, no desanimarse. La realidad de nuestra emotividad la hemos aprendido de nuestra familia de origen, de nuestros educadores en la fe, de nuestras experiencias comunitarias vividas en el culto, liturgia y trato con Dios. Nuestra afectividad hemos también de llevarla, por supuesto, al terreno del amor a nuestros semejantes, amar de corazón y sobre todo de voluntad. San Pablo siempre se mostró lleno de amor en su misión. Baste recordar: ―Les hemos hablado, corintios, con toda franqueza y hemos abierto completamente nuestro corazón. En él hay cabida para todos vosotros; en cambio, en el de vosotros no la hay para nosotros. Yo deseo que me paguen con la misma moneda. Les hablo como a mis propios hijos: también vosotros abran su corazón‖ (2 Co. 6, 11-13). La vida de Jesús en el Evangelio está llena de amor, de servicio y afecto. Nos lo encontramos constantemente. Lloró por Jerusalén (Lc. 19, 41); por su amigo Lázaro (Jn. 11,35); se compadeció de la viuda de Naín. (Lc. 7, 13). En los acontecimientos y experiencias, conectando nuestra vida con nuestra relación con Dios, hemos de aprender a saber qué hacer en cada sentimiento, en cada emoción, en cada situación. Nuestra espiritualidad ha de ir siempre conectada con afectos positivos de amor. Ver también entradas de oración y en particular ―Oración afectiva‖. Aficiones.- - Existen en la vida individual y social muchas aficiones y muy sanas: desde practicar algún deporte, ver reportajes del mundo y naturaleza, hasta resolver sudokus o crucigramas. Pero nuestra gran afición ha de ser Jesucristo y todos los hijos de Dios: ayudarles, compartir con ellos, estimularnos a ser mejores. Otro tipo de aficiones pueden ser hasta necesarias para el descanso, pero sin que en ningún momento nos dominen y dificulten nuestra via interior. Ver entradas ―Recreación‖, ―Descanso‖. Agilidad.- Es un fenómeno místico extraordinario: la traslación corporal instantánea de un sitio a otro, a veces muy distante. En los Hechos de los Apóstoles el caso del diácono Felipe. (He. 8, 39-40). Habacuc (Dan. 14, 33-39). Entre los santos se cuenta por santa Teresa de Jesús de San Pedro de Alcántara. San Felipe Neri, Antonio de Padua, Catalina de Siena... Agnóstico.- - - - Es la persona que, sin negar la existencia de Dios, considera inaccesible para el entendimiento humano la noción de lo absoluto y, especialmente, de Dios. Ser agnóstico depende de un razonamiento intelectual; no encuentra el agnóstico un fundamento satisfactorio de la deidad. Quien se declara agnóstico es conveniente que reflexione sobre la experiencia de fe entre gente intelectual. La razón nos ayuda en la fe, pero la razón no lo explica todo; de lo contrario la fe no sería fe. La razón nos dice que es posible la revelación; que la doctrina de Jesucristo es maravillosa. Incluso la razón nos aconseja en el sentido de que, de todas las religiones existentes, la cristiano-católica es la que más merece la pena en conjunto, a pesar de los fallos que vemos en muchos dirigentes. Todo nos va inclinando hacia la fe. Pero vienen las dudas. Y tienen que venir esas dudas. De lo contrario, la fe no sería fe. El agnóstico necesita dar un paso y decirle a ese Dios que ―puede ser que exista‖, que le ilumine y ayude. Con sencillez y humildad. Ver entrada ―Experiencia de Dios‖. Agradar.- Nuestra correspondencia al llamamiento de Dios nos ha de impulsar a agradar a Dios, porque ―Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones”. (Tes. 2, 4). Y siempre hemos de darnos cuenta de que ―Sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a - - - - Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan‖ (Heb. 11,6). Y hemos de entregarnos del todo a Él, tanto en el estado de matrimonio como en virginidad: ―Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer‖ (1 Co. 7,32-33). Muchos rehúsan vivir con Dios: ―Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios‖ (Rom. 8.8). Pero el cristiano de verdad ha de procurar siempre vivir con Dios en amistad: ―Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos (Rom.15, 5). ―Os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús, que viváis conforme a lo que habéis aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios‖ (Tes. 4,1) ¿Agradar a los hombres? Es arma de dos filos: en principio es una finura de la caridad; pero en la realidad puede ser contemporizar con el mundo, con el vicio, con el mal. Es preciso discernir para ver hasta dónde hemos de procurar agradar. No se hace de corazón lo que no se hace por amor. Serás del agrado de Dios cuando Dios sea de tu agrado. (San Agustín). Agradecimiento.- - - - Ante todo debemos agradecimiento a Dios Creador, Redentor, Suma Bondad. Darle gracias también por sus designios, por su Providencia, por la confianza que nos ofrece y su misericordia. El agradecimiento a Dios lo podemos manifestar también con la alabanza, con el amor y vivencia de la Eucaristía, con nuestra oración continua. Agradecimiento por la Eucaristía, por haberse quedado con nosotros hasta la consumación de los siglos; por ser nuestra vida y alimento, nuestro amigo y nuestro refugio, nuestra fuerza. Si miramos las cartas de San Pablo nos convencemos de que él era profundamente agradecido a Dios. Y esta virtud le sumía en la humildad. Viene bien recordar aquello de ―¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?‖ (1 Co. 1, 4-7). De la gratitud tiene que brotar el celo, además de la humildad. Difundir la gracia que nos ha sido dada. (Fil. 4, 10-18). Agradecimiento a la Virgen María por su fiat en la Encarnación, por ser nuestra madre, por poder confiar en ella, por ser espejo donde mirarnos para imitarla. Agradecimiento a los padres (1 Tim. 5,4) ―Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, estos deben aprender primero a cumplir con sus deberes familiares y a ser agradecidos con sus padres, porque eso es lo que agrada a Dios‖. - Agua.- Ver entrada ―Gratitud‖ - - - - - - - Es muy frecuente en los místicos apoyarse en la idea de agua para expresar el fondo de su sentimiento espiritual. Merece la pena profundizar en alguna de sus expresiones: El Espíritu Santo es el ―agua viva‖ que, en el corazón orante, ―brota para vida eterna‖ (Jn. 4, 14). El alma se funde en Jesucristo como la gota de agua se pierde en el océano. Beber del pozo de agua viva. Fuente de agua viva. ―Acurrucarme en el brocal del pozo y pedir a Jesús como la samaritana: ―Dame de tu agua‖ (Jn. 4, 15). Jesús dice: ―El que beba del agua que yo le daré no tendrá jamás sed, sino que el agua que yo le dé se hará en él una fuente de agua que brota hasta la vida eterna.‖ (Jn. 4,14) Y en otra ocasión decía Jesús: ―Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.‖ (Jn. 3, 37). Llena de significado místico expresión de Cristo: ―Jesús puesto en pie, gritó: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado‖. (Jn. 7, 37-39) Gota de agua en el vino del cáliz: Fijarse en la oración: que seamos partícipes de la unión de humanidad y Divinidad de Jesús. Él es agua viva: por su impulso nos hace saltar hacia la vida eterna. Si en él vivimos inmersos como en un río sagrado, en sus aguas gustaremos sabores. Agua viva que sacia, refrigera, lava, purifica, (Ez. 16,4;) (Gen. 18,4 y 19,2); (Salmo 26,6); (Mat. 27, 23), vivifica, (1 Co. 10, 4), (Ex. 17, 1-7), (Ez. 47, 1-12); renueva, da vigor y lozanía. Conocido el don de Dios, nos toca pedirle nos dé del agua viva. La oración es agua viva que apaga la sed del alma. Estoy en Dios como la esponja en el agua, si crezco, más me lleno de tu Divinidad. Y podíamos seguir citando cientos de frases de místicos alusivas al agua. Si agua de manantial simboliza la vida, el agua del mar es un símbolo de la muerte. Más profunda en la defensa de la vida; ya que no existe vida sin agua y todas las formas de vida dependen de ella. De esta forma, el agua adquiere un valor vital y sagrado: bien común, patrimonio de la humanidad y derecho de todas y todos. El agua es un don de Dios para todos los seres vivos más allá de su valor en sí‖. (Alfredo Ferro Medina). Ver entrada ―Fuente‖ Agua bendita.- - El agua bendita es un sacramental muy conocido entre los cristianos. Algunos dicen que simboliza el sudor de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y el agua que con la sangre salió de su costado al expirar en la cruz. Siempre ha sido muy usada; signándonos con ella pedimos a Dios que nos purifique y que huya de nosotros el enemigo. Se colocan las pilas de agua bendita para que nos signemos con ella al entrar al templo y seamos benditos por el Señor con la señal de la cruz. De esta manera le entregamos todos nuestros sentidos en su casa. Por eso al entrar debemos rogar para que el Espíritu Santo ilumine nuestros corazones, infundiendo en ellos aquel temor, edificación, silencio y reverencia que se merece tan santo lugar. Agua lustral.- - En el mundo antiguo el agua lustral es aquella con que se rociaban las víctimas y otras cosas en los sacrificios gentílicos. Llamaban así los gentiles al agua en que habían apagado un tizón ardiendo sacado de la hoguera de un sacrificio. Se conoce en distintas culturas. Entre los cristianos se llama agua lustral o pascual la bendecida en la Vigilia de la noche de Pascua para bautizar a los nuevos catecúmenos o niños por iniciativa de sus padres. Durante todo el tiempo pascual se asperja con ella al inicio de la misa a los fieles. Tiene el significado del hombre nuevo (Ef. 4, 24), recuerdo del bautismo, limpieza y alegría pascual. Se guarda también en las casas en muchos lugares para signarse con ella. Ayuda a evocar la alegría y esperanza de la resurrección, cuando con ella nos santiguamos. Ahora.- Aquí.- - - A veces no nos damos cuenta de que el mejor estado para servir es el actual; el momento presente, aquí y ahora; nuestra actual situación personal y de relación con los demás. Porque Dios en su Providencia así lo quiere. Es la voluntad de beneplácito de Dios. Es nuestro actual deber, nuestra actual obligación; no nos engañemos. Y responder con el fiat, con amor: ―Amo a mi Padre y cumplo su voluntad‖. Y hemos de avanzar con sencillez; paso a paso. Y responder al Señor con un ―gracias‖. Pedirle fuerza para servirle con alegría. Dejarnos llevar de la tristeza matará el fervor, la ilusión y nos pondrá a merced del tentador. Hemos de cantar en nuestro interior un himno de amor, aun sin ganas e intentar descansar tranquilos en los brazos de Dios. El santo abandono es un amor puro e intenso. Ver entrada ―Conformidad con la voluntad de Dios‖. ―Presente‖. Alabanza.- - La alabanza es un acto de la virtud de la religión. Con la alabanza adoramos a Dios. Podemos alabar a Dios con nuestra palabra, uniéndonos a la alabanza comunitaria, con cánticos e himnos. Cuando Jesús entraba en Jerusalén algunos protestaban de aquellas muestras de alabanza; Él les respondió: ―Si todos estos callaran, las piedras comenzarían a aclamar‖ (Lucas 19, 39-40). Se dirige el alma hacia Dios, la mente, la misma imaginación, en un recuerdo grato del amor que Dios nos da. Y nos atrevemos a decir: ¡Hagamos tres tiendas...!, como Pedro en el Tabor. Y la pena es no poder estar así todo el día, pero virtualmente cómo influye este fervor en el trato con los demás y en el cumplimiento del deber... - - - - - - - La alabanza es signo de agradecimiento sincero, como el ciego curado por Jesús. ―Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios‖ (Lc. 18, 43). Y viene del fondo del corazón: ―La circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual, no viene de los hombres, sino de Dios‖. (Rom. 2,29) La adopción como hijos de Dios nos impulsa a alabarlo: ―Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido‖ (Fil. 1,5-6). ―En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano –según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad–a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, (Ef. 1, 11-12) ―Ofrezcamos sin cesar, por medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que celebran su nombre‖ (Heb. 13, 5) La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es también un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. La alabanza es la forma de orar que reconoce... que Dios es Dios. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria. Admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo. ―Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor‖. De esta ―maravilla‖ de la salvación brota la doxología, la alabanza a Dios. La Eucaristía es ―el sacrificio de alabanza. La oración de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; Canta para Él y le da gloria no solo por lo que ha hecho sino porque él es orante‖. Del Catecismo de la Iglesia Católica. Al entonar salmos de alabanza, nuestra mente concuerde con nuestra voz. (Cipriano) La escucha de la Palabra se torna alabanza. El aleluya es alabanza, alegría que inciensa espiritualmente el ambiente en el que va a resonar la voz de Jesús. La Misa es la mejor oración de intercesión, de petición, de alabanza, de acción de gracias. Dios quiere el sacrificio de alabanza completo, universal, el holocausto perfecto (Is. 61, 8). Nuestra vida será un cántico ininterrumpido de alabanza, de acción de gracias a Dios. Una alabanza de gloria es el alma que contempla a Dios en fe y simplicidad. Una alabanza de gloria es el que vive en estado permanente de acción de gracias. Seamos en el Cielo de nuestra alma alabanzas de gloria. Alegría.- Alegrarnos porque Dios existe y nos quiere como Padre, alegría por su Providencia, porque confiamos en Él, porque somos conscientes de su presencia en nosotros. ―El Reino de Dios dentro de vosotros está‖. (Lc. 17, 21) Alegría por habernos encontrado con Jesucristo. ―Alegraos siempre en el Señor, os lo vuelvo a decir, alegraos‖ (Fil. 4, 4). Toda la carta de Pablo a los Filipenses nos invita a la alegría. Miremos el himno de la alegría: (Fil. 2, 6-11 y 1,4). Alegría por el Reino de Dios (Mat. 13, 44). - - - - - - - - Dios nos ha creado a su imagen por amor y para derramar sobre nosotros su amor. Jesús Resucitado dijo: ―Alegraos‖ (Mt 28,8-9). (Lc. 24, 41). Es la alegría de la salvación que se nos ofrece. Cristo es el viviente, es el que ha vencido el mal con el bien, el pecado y la muerte. (Rom. 12, 21). El mal no tiene la última palabra sobre nuestra vida, sino que la fe en Cristo Salvador, es la que vence. Alegría de la fe: ―El poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento. Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas‖ (1 Pe. 1,5-8 y 4,13). Alegría de la venid de Jesús (Lc. 2,10). Alegría de la esperanza (Mat. 2, 10). Alegría de la Palabra de Dios (Mat. 13, 20). Alegría de poder alabar a Dios (Lc. 19, 37). Alegría en la conversión del pecador (Mat. 18, 13) y (Lc. 15,7-10). Alegría en el trabajo porque colaboramos con Dios Creador. Él nos ha otorgado esta prerrogativa de ir transformando la Tierra y descubriendo sus secretos. Alegría también en el trabajo religioso porque colaboramos en la Redención de Jesucristo. Alegría en el trabajo propio porque mediante él vivimos nosotros y nuestra familia, y ayudamos a la Sociedad. Alegría en a obediencia (Heb. 13, 17). Alegría con el descanso, con los placeres lícitos que el Señor nos otorga en la vida; y alegría en la convivencia y amistad (2 Tim 1,4 y Fil. 1,7). Alegría en la justicia y bondad (Heb. 1,9). Alegría por el sufrimiento porque con él completamos lo que falta a la pasión de Cristo (Col. 1, 11; Heb. 10,34). Y es un fruto del Espíritu Santo, (Gal. 5, 22-23). Nos alegramos con la Virgen María: ―Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador‖. (Lc. 1, 46-47) Si pensamos en la Eucaristía, en poder recibir a Jesús (Lc.9, 6), parece imposible que, teniéndola, alguien haya podido estar triste. Jesús mismo, después de instituir este sacramento, quería que su propia alegría fuera la nuestra.). Así lo leemos en el (Jn. 15). El hombre justo vive alegre. Cuántas veces se lo hemos oído a las monjas de clausura apartadas del ruido del mundo. Cada día el Señor nos ofrece alegrías sencillas: la alegría de vivir, de la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo y del servicio, la alegría del amor sincero y puro. Motivos para la alegría: los hermosos momentos de la vida familiar. Dios es la fuente de la verdadera alegría, porque Dios es comunión de amor eterno, que se difunde en aquellos que Él ama y que le aman. La alegría es signo de su presencia y de su acción en nosotros. Un Salmo dice: ―Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón‖ (Salmo 37,4). Nos gloriamos en el Señor, porque Él infunde su amor en los suyos por toda la tierra. En el Nuevo Testamento pasan de cien las alusiones a la alegría y al gozo. La alegría no debe ser destruida por las tribulaciones, oponer la paciencia serena. (Agustín) Alejados.- - - - - Los alejados, los que no conocen o se han apartado de Dios, han de ser para el alma fiel motivo de su apostolado. ―Ay de mí si no evangelizare‖. (1ª Co. 9, 16) No basta con estar bautizados, es preciso incorporarse a la Iglesia. Los ―no practicantes‖, son hermanos cristianos alejados. Tienen su responsabilidad; la nuestra es atraerlos, con el ejemplo, la oración y el consejo oportuno. Nos tiene que salir del corazón, preocuparnos de tantas personas alejadas de Dios, son almas redimidas por Jesús. Hacer algo por ellas. Muchos santos han entregado su vida por las almas. El celo de las almas les devoraba. Hemos de mover todos los resortes a nuestro alcance para lograr la conversión de tantos y tantos alejados de Dios. Ver entradas ―Celo‖. ―Apostolado‖. Aleluya.- - Es un canto ritual que se repite continuamente en tiempo pascual. Significa ―Alabad a Dios‖. ―Oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre inmensa que decía: "¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios‖ (Apo. 19, 1). Lleva consigo el signo de la alegría y esperanza por la resurrección de Cristo. Se utiliza mucho en la Biblia desde los tiempos judíos. Es una expresión que en los creyentes está llena de significado y de vivencias muy relacionadas con la consolación y gozo; y de una manera muy significativa en la vigilia pascual. Alerta percepción.- - - - Es un proceso mental mediante el cual obtenemos datos del exterior y los organizamos en nuestro interior, para tomar conciencia de los hechos o sucesos que nos llegan, y estamos alerta a lo que el Espíritu nos sugiere para la unión con Dios en amor. Se puede decir que tiene un carácter selectivo e interpretativo. Es muy importante mantenernos a la escucha de cuanto nos sugiere el Espíritu Santo en cada momento, con paz, sin obsesión, como una costumbre grata y amorosa. ―Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables‖ (Rom. 8, 26) El Espíritu Santo está siempre llamando a la puerta de nuestro corazón, esa es la realidad. Muchos nunca le hacen caso, como cuando anda viento o lluvia que uno apenas o nada se percata, cuando está refugiado. Pero si nos quedamos alerta, escuchamos su voz. Es cuestión de atención espiritual, de salir de la rutina. Es necesario escuchar la voz de Dios. Nos habla por los acontecimientos de cada día o por el consejo de una persona buena, o por una lectura ejemplar, o por el buen ejemplo de alguien o la muerte de una persona más allegada o conocida. Aumentar el silencio y la paz del alma, la unión constante con Dios, todo nos lleva hacia Él. Estar con paz y alerta. - Para un corazón alertado todo es motivo de encuentro con Dios. Estar permanentemente alerta contra los ataques del demonio: intenta desviar al hombre del camino que lo lleva a Dios. Vivir en vigilancia y con amor. Hemos de estar atentos. El Espíritu Santo nos empuja hacia el bien; estar alerta. La Biblia nos exhorta a permanecer alerta: ―Por lo tanto, manteneos con el espíritu alerta, vivid sobriamente y poned toda vuestra esperanza en la gracia que recibiréis cuando se manifieste Jesucristo (1 Pe 1,13). ―Sed sobrios y estad siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar‖ (1 Pe. 5,8). ―Vosotros estad alerta para no perder el fruto de vuestros trabajos, de manera que podáis recibir una perfecta retribución‖. (2 Jn. 1, 7-8) ―Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios‖. (Apo. 3,2) Alfa.- - El ―Alfa y la Omega": es la designación simbólica de Dios, principio y fin de todas las cosas, mediante la primera y la última letra del alfabeto griego. El Apocalipsis nos lo recuerda en varios versículos: ―Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso‖ (Apo.4, 8). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida‖. (Apo. 21,5). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin‖. (Apo. 22,13). En otro sentido ver entrada ―Niveles Alfa‖ Alfarero.- La imagen del alfarero es frecuente en la Biblia; expresa el dominio de Dios y su obra santificadora sobre el hombre. Hemos de ser dúctiles y maleables en manos de Dios. El alfarero tiene derecho sobre la arcilla para hacer con ella una obra de valor. (Ex. 9, 20-21) Alianza.- Pacto o unión entre personas, grupos sociales o estados para lograr un fin común. Nos habla la Biblia de la alianza de Dios con su pueblo peregrino siendo Moisés el guía. (Ex 12,37-39; 14, 31; 19, 24…); (Deut. 28-32; Jos. 24; Neh. 8-10). - Es constante en el Nuevo Testamento la alusión a la Nueva Alianza. No intentamos en este diccionario un estudio exhaustivo del tema. A modo de ejemplo: La carta a los Hebreos presenta a Jesucristo como el Sumo Sacerdote que con su muerte selló la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, y que ahora ejerce en el cielo una mediación eterna. A la vez, describe el itinerario del nuevo Pueblo de Dios en marcha hacia la Tierra prometida, bajo la guía del mismo Jesucristo. La comparación con los personajes e instituciones del Antiguo Testamento destaca la suprema - - grandeza de Cristo y la superioridad de la Nueva Alianza con respecto a la Antigua. ―Tú eres sacerdote para siempre, por eso, de una mejor Alianza resultó fiador Jesús‖ (Heb. 7,21-22). En los capítulos 8 y 9 es continua la alusión a la Nueva Alianza. Hablamos de Alianza nueva fijándonos en (Heb. 8,6-13 y cap. 9) en que se nos muestra a Cristo como el mediador de la nueva Alianza y se declara antigua la anterior. La Nueva Alianza hoy influye sobre nosotros. Es una elección gratuita de Dios; el hombre la recibe. (2 Co. 3,6). En esta alianza se da la recapitulación de todas las cosas en Cristo; su generosidad divina; la revelación plena con la muerte y resurrección de Cristo; nuestra esperanza renace en la Nueva Alianza, donde destaca sobre todo la Eucaristía. (1 Co. 11,25). Nosotros aceptamos y nos comprometemos en esta nueva Alianza y de esta manera es para nosotros real. Alma.- - - Nuestra alma es un espíritu inmortal, creado por Dios de la nada a su imagen y semejanza. Todo nuestro estudio radica principalmente sobre el alma, donde habita la Santísima Trinidad cuando estamos en gracia santificante. Es el alma sujeto de la vida sobrenatural, como forma sustancial del cuerpo. Toda nuestra espiritualidad camina en torno a nuestra alma, sin olvidar, por supuesto, el cuerpo. El alma para obrar necesita de la razón y de la voluntad. La gracia santificante perfecciona la esencia del alma y en el alma están las virtudes y dones del Espíritu Santo. Hay en el hombre una dualidad entre alma y cuerpo en unión sustancial. Dentro de esa unión sustancial, empleamos la palabra alma para designar la parte espiritual de nuestro ser. En la Biblia son frecuentes las alusiones al alma. Como ejemplo, citamos (Heb. 4,12, 6,19; 10, 38,39; 13,17) (Sant. 2, 24) (1 Pe. 1,11) Almas del purgatorio.- - Son las personas que han muerto, pero su alma todavía no ha entrado en el Cielo porque necesita purificación por sus pecados. (1 Co. 3, 15). Siempre el pueblo fiel ha tenido necesidad y obligación de orar por ellas. La comunión de los santos nos aconseja pedir al Señor por ellas y encomendarnos a su intercesión. (2 Macabeos 12, 42-46). Un día, de oración por nuestros difuntos y por las almas del Purgatorio, el 2 de noviembre. Fueron nuestros compañeros y amigos. Y un día que hace pensar. La vida es breve: somos lo que ellos fueron y seremos lo que ellos son, dentro de poco tiempo. Lo importante es ser buenos, generosos, humildes y perdonadores, mostrando así el amor de Dios. Nuestras obras nos seguirán a la otra vida, no nuestro dinero ni nuestros placeres ni nuestra fama. - De nuestros mayores hemos recibido la costumbre buena de rezar por las almas del Purgatorio. Algunas personas hacen el ―voto de ánimas‖: ofrecen a Dios todos los méritos propios a favor de las almas del Purgatorio. Altar.- - Para el cristiano ferviente tiene gran importancia el altar: El altar de la Nueva Alianza es la Cruz del Señor (Heb. 13,10), de la que manan los sacramentos del Misterio pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es también la mesa del Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado. En algunas liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo murió y resucitó verdaderamente). Así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo, presente sobre el altar, da a todas a las generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda. (Cat. 1369). (1182). El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial que se nos da. "¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?", dice S. Ambrosio, y en otro lugar: "El altar representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar". La liturgia expresa esta unidad del sacrificio y de la comunión en numerosas oraciones. Así, la Iglesia de Roma ora en su anáfora: Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Cat. 1383). Altibajos.- - Los altibajos y fluctuaciones de ánimo suelen ser causa de abandonar la gran empresa de nuestra entrega a Dios. Esto ocurre sobre todo en los principiantes: les resulta aburrida la perseverancia. También existe este peligro entre los avanzados. Y si nuestra entrega al Señor es por temporadas, podemos quedar raquíticos. La confesión con el mismo sacerdote puede ser solución. También la comunicación periódica con un amigo en la fe o con el director espiritual. Nunca desanimarnos. El control siempre ayuda. Alumbrados.- Ver entradas ―Iluminismo‖ ―Quietismo‖ ―Voluntarismo‖. Amargura.- - - Puede ser saludable cuando se produce al apreciar la bondad divina y ver las propias faltas y pecados de los que se siente aversión y odio. La amargura del alma a causa de recibir injurias o desprecios nos puede ayudar a acercarnos a Jesús llevando nuestra cruz con abnegación. Jesús nos enseña a superar la amargura: ―Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo." (Jn. 16. 33). San Pablo nos aconseja a apartar de nosotros la amargura por nuestro mal carácter: ―Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo‖. (Ef. 4, 26). Y entendernos en nuestras relaciones: ―Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros‖. (Col. 3, 12.13). Ver entrada ―Contrición‖ y ―Mirra‖. Ambición.- - La presunción, unida con la soberbia causa la ambición; es el deseo desordenado de honra y dignidades. Puede este vicio causar ruinas en la espiritualidad. Algunos textos del Nuevo Testamento nos animan a desasirnos de ambiciones humanas estériles: "Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán‖. (Lc. 13, 24). ―Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados‖. (Mat. 5,6) ―Una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante.‖ (Fil. 3, 13). ―Que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado‖ (1 Tes. 4, 11) Ambiente.- - La vida la desarrollamos en nuestro ambiente. Esforzarnos por crear ambiente de fe en nuestro derredor; la vida terrena es temporal (Heb.13, 14) Contrarrestar en cuanto podamos el clamor de los sin fe, que además disponen hoy de mejores medios que nosotros. Esforzarnos por transmitir lo que hemos recibido (1 Co. 15, 3; Lc. 1, 1-2). Buscar cualquier resquicio para introducir nuestra acción cristiana. Si estamos bien preparados con la oración, lo conseguiremos. Alejarse de ambientes frívolos, nocivos, escandalosos. Amén.- Expresión desiderativa que se pronuncia al finalizar las oraciones cristianas y que significa ―así sea‖. Se expresa nuestro asentimiento y conformidad a cuanto dirigimos a Dios en la liturgia. - El ―amén‖ dicho después de la elevación menor en la Misa, tiene un especial significado. Conviene profundizar en el tema. Amistad.- - - - - - - La amistad es un afecto puro y desinteresado compartido con otra persona y se fortalece con el trato. El amigo ama por encima de toda búsqueda interesada; acoge y se siente acogido y correspondido con benevolencia. Existe entre los amigos una profunda sintonía. El amigo siempre está disponible. La amistad ayuda a mantener el interés por la vida. Un amigo fiel es escudo poderoso y quien lo encuentra halla un tesoro (Eclesiástico 6, 14-17). En la Biblia se alude con frecuencia a la amistad y al amigo. Citamos algunos textos: (Prov. 17, 9-17; 27,10)). (Salmo 133, 1). Jesús se ofrece en amistad a nosotros: ―No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer‖ (Jn. 15, 15). Hay una exhortación a la amistad: ―Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce‖. (1 Jn. 4, 7). Y ―Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce‖ (1Jn. 4,21). La amistad requiere comunicación entre los amigos, sin la comunicación no hubiera podido existir ni continuar, esta es la realidad. Cuando apreciamos de verdad al amigo, asumimos su manera de ser, su manera de actuar; eso no quiere decir que todo lo que hace nos parezca bien, pero no lo juzgamos; al amigo lo queremos y lo apreciamos, lo admitimos tal cual es. Sí, deseamos que mejore, como yo mismo deseo también mejorar. El amigo ayuda al amigo a ir librándose de sus faltas; esto es fácil decirlo, pero muy difícil practicarlo, dada la soberbia grande que existe en la persona. Si miramos nuestra imperfección humana debiéramos ejercitarnos en la humildad para no mirar con ira al amigo que intenta mejorarnos. Al amigo puedes manifestar confiado lo que piensas, él entiende las contradicciones de tu naturaleza que llevan a otros a juzgarte mal, pero él te comprende. Con él te sientes seguro. El amigo es como un signo del amor de Dios que nos ama con fidelidad; por todo esto la amistad nos ayuda a elevarnos a Dios y nos invita a crecer en su amor. Nos inunda el corazón de consuelo, pero también no exige. Dios es padre y amigo de sus hijos y nos llena de amor, porque Dios es amor (1 Jn. 4,8). El Espíritu Santo comunica la virtud infusa de la caridad que nos lleva a estrechar la amistad con Cristo y con los hermanos. La amistad cristiana está llena de amor sobrenatural; forma parte del Cuerpo Místico de Cristo y no es una abstracción. (1 Co. 12, 12-27). Llega a ser verdadera experiencia mística; se fomenta con el trato y la oración y nos une con Jesús y con los compañeros. El Espíritu Santo comunica esta virtud infusa de amor que nos lleva a la amistad con Cristo por la gracia. Hablando con fe, esta amistad cristiana llega a tener dimensión eclesial, además de ser una verdad de experiencia mística - - y se fomenta con la oración. Pero hemos de darnos cuenta de que estas ideas son un ideal difícil de alcanzar, pero a ello hemos de aspirar en la amistad. La amistad con Cristo la practican los que tienen intimidad con Dios y nos vamos vinculando con la Santísima Trinidad. Tengamos en cuenta la triste realidad de que para algunos el ―amarse en Dios‖ es sinónimo de no amarse de verdad, pero tolerarse por deber. Conviene que los casados disfruten de amistades compartidas. Pero la amistad conyugal es exclusiva de la pareja, y puede durar hasta después de la muerte. Y el amor total a Cristo en el matrimonio puede llegar a ser más íntimo y pleno que ningún otro afecto. Quien sienta la soledad puede profundizar de lleno en la amistad con Jesús Eucaristía. Jesucristo es el mejor amigo que nunca falla. Ver entrada ―Amistad y apostolado‖. Amistades santas.- Amistad espiritual.- - - - - - Dentro de las amistades santas señalamos ante todo las que nos ofrece nuestra fe: Jesucristo, Jesús en la Eucaristía, la Santísima Trinidad que permanece siempre en nuestra alma en gracia, la Virgen María, los santos de nuestra devoción. Es buenísimo y casi imprescindible formar grupos de amistad espiritual. Son varias personas que se comprometen a reunirse periódicamente para revisión de vida, hablar de temas espirituales, orar algún rato, comentar el momento propio del espíritu. ―Animaos,... los unos a los otros, cada día, mientras dure este hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado‖. (Heb. 3, 13). Recordemos esta frase del libro del Eclesiástico: ―Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio, no hay manera de estimar su valor. Un amigo fiel es un bálsamo de vida, que encuentran los que temen al Señor‖. (Ecco, 6,14-16) Poder comunicarnos nuestras aspiraciones de santidad y nuestro común deseo de amor a Dios. No estamos solos en el ideal. Nos sentimos acompañados. Esto es muy importante y una gracia muy grande que el Señor nos ha concedido. Tener en cuenta que el amigo es un consejero íntimo, un corrector prudente y cariñoso, un consolador. Incluso puede suplir al director espiritual y más hoy que tan difícil resulta encontrarlo. Cada hombre es lo que ama. La verdadera amistad no tiene precio, es gratuita. Existen dos cosas necesarias: la salud y un buen amigo. La soberbia para la división, la caridad para la comunión. A Dios no lo ves; ámalo y lo tienes. (Agustín San) Amistades particulares.- Esta expresión es ambivalente, buena o mala, según los casos. Particulares buenas: son amistades de predilección que conocemos como santas, y podemos citar: Jesús con sus íntimos, los discípulos, en especial, Pedro, Santiago y Juan; la familia de Betania, en especial María Magdalena. Entre los santos: San Juan Crisóstomo con San Basilio; san Francisco de Sales con santa Juana Fremiot de Chantal y otros muchos casos. Y en nuestra convivencia diaria aparecen también amistades de este tipo. Particulares nada recomendables: las que aparecen en internados tanto masculinos como femeninos que vienen a ser como desviación del amor hombre – mujer, al convivir solamente personas del mismo sexo. Si no se saben encauzar o eliminar pueden terminar en amores homosexuales. - - Amistad y apostolado.El gran apostolado de Carlos de Foucauld consistía en ofrecer amistad a todas las personas con las que trataba. Lo aprendió de su director espiritual el Padre Huvelin. Este solía decir que cuando se quiere convertir un alma no hay que predicarle, el mejor medio es demostrarle que se le quiere bien. Después de esto serán válidos todos los sermones o consejos. Carlos supo practicarlo y pidió a cuantos le seguían que supieran estar presentes entre los hombres. En este ambiente habían de ser testigos silenciosos del amor de Jesucristo. Dios nos ama; por eso hemos de amar, por eso hemos de procurar amistad y ofrecer amistad y a través de la amistad daremos a conocer a Jesús. Hemos de saber querer a todos cuantos entran en contacto con nosotros. Y esa amistad consiste no solo en querer desde lejos; sobre todo ayudar, simpatizar. Ser buenos y amigos de todos, porque Jesús también lo es. - - - Amor.- - - - - Podemos definir el amor como sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno. Por él encontramos la proclamación del amor de Dios que nos ha enviado a su Hijo (Jn. 3,16) ―El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad‖. (1 Co. 13, 4-5). El amor es un fruto de la esperanza (Gal. 5,22-23); y también del esfuerzo ayudado por la gracia: ―Esforzaos por adquirir el amor y también los dones espirituales‖. (1 Co. 14). El amor es el más importante de los mandamientos, (Mat. 22, 34-40; Mc. 12, 28-31; Lc. 10, 25-28). Y es el mandamiento nuevo de Jesús, ―Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros2”. (Jn. 13, 34). ―El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor‖ (I Jn. 4,8). - - - - - El amor, la caridad está por encima de la mística. Sin amor, nada. El amor es fuente de gracia y felicidad que Dios ha dado a nuestros corazones. Hemos de aprender a amar. El amor de Dios es gratuito. ―Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.‖ (Juan 15,13). ―Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.‖ (1 Juan 4, 20-21). ―Haced todo con amor! (1 Co. 16, 14). ― Vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. (Efesios 4,15). El amor ha de ser sincero; por desgracia algunos aman solo de boquilla. ―Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo.‖ (Ro. 12, 9-10). Debemos mantener el alma como una lira dócil en las manos del Espíritu Santo, para que Él haga saltar de sus cuerdas la armonía de cada momento, de cada circunstancia llena de amor. Y vamos a tener en cuenta que también el sufrimiento puede emitir sonidos de belleza santa. Decía Lacordaire: ―No preguntes ya a nadie por Él en la tierra, ni en el cielo, porque Él es tu alma y tu alma es Él‖. Ver también entrada ―Absoluto‖, ―Caridad‖ y las siguientes entradas de ―Amor‖. Amor a Dios.- - - - ―El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga‖ (I Jn. 5,3) Amar a Dios es el primero y principal mandamiento. Si con fidelidad practicamos la media hora de oración mental diaria, aumentará mucho el amor a Dios. El amor a Dios ha de ir unido al del prójimo: ―Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.‖ (Lc. 11,4). Nadie nos separará de su amor: ―Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro‖ (Rom. 8,39). Y el saludo de Pablo lo solía hacer recordando el amor de Dios: ―La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos vosotros‖ (II Co. 13,13). Hemos de desear un amor sensible a Dios, tener un deseo ardiente de Él; a Dios lo conocemos de oídas, cuando nos limitamos a repetir lo que otros dicen de Él. Hablar desde la experiencia de Dios, y hacerlo con humildad. (Ruysbroeck). Hemos de procurar amar a Dios cada vez más con un amor puro y desinteresado, sin buscarnos a nosotros mismos en el consuelo de ese amor. Dios premia con una paz gozosa a los que le aman. Por eso nuestro peligro sería buscarle por los consuelos. - - - Si amáramos de verdad a Dios, a la fuerza buscaríamos la ocasión de hablar de Él. Con amigos, vecinos, con toda persona. Venceríamos ese falso pudor que nos sobrecoge con frecuencia. Es el amor a Dios afectivo y efectivo. Como amor de hijo a Padre; como amor nuevo de enamorados. Contemplar su naturaleza; agradecemos la Providencia que nos da los bienes de que ahora disfrutamos; nos arrepentimos con dolor de nuestras faltas; nos alegramos en Dios por nuestra correspondencia y la bondad de muchas personas. Una vez iniciado el amor a Dios, todo lo demás es ir siguiéndole al Él en su llamada continua. El gran obstáculo es la comodidad, el ansia de disfrutar de todo. Por eso mi caminar es lento. Amor de Dios.- - Dios nos ama primero, nos ha creado por amor; nos ha redimido por amor. - - - - Nos ha hecho a su imagen y semejanza porque nos amó. El amor de Dios ha de ir unido nuestro amor al del prójimo: ―Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.‖ (Lc. 11,4). Amor de Dios unido a la esperanza: ―Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado‖ (Rom. 5,5). Nadie nos separará de su amor: ―Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro‖ (Rom. 8,39). Y el saludo de Pablo lo solía hacer recordando el amor de Dios: ―La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos vosotros‖ (II Co. 13,13). Introducidos en la intimidad de Dios, llegamos a barruntar algo el amor del todo gratuito para nosotros. Para que el amor de Dios se apodere del alma, es menester que ningún otro amor le dispute el terreno. Nos ama en Cristo y así nos concede el don de filiación, siendo hijos en el Hijo. Dios pactó en Israel con la Alianza del Sinaí y Dios siguió siendo fiel, a pesar de la ingratitud del pueblo. Y nos ama porque somos obra suya, por aprecio y por misericordia y nos entrega a su propio Hijo. Y se nos da en la Nueva Alianza en la Eucaristía. En nosotros está el agradecimiento y la vivencia del amor en correspondencia. Que el amor de Cristo se enseñoree en nuestro corazón para volar a las más altas alturas de la perfección evangélica. Amor al prójimo.- Este amor es semejante al primero, ―Amar a Dios‖. Cuesta mucho amar a muchas personas. Tenemos para ello que echar mano de los recursos de la fe. Si amo a Dios, he de amar a los hijos suyos. Por otra parte son como ―pedazos‖ de Cristo. Y aunque no merezca por él mismo ser querido, ni aguantado, (¡cuántos hay así!) por amor de Dios sí que merece ser amado. De algo tienen que servir los criterios de fe. A veces predicamos y - - - enseñamos, pero luego ¡cuánto cuesta cumplir! El amor al prójimo crece al unísono con el amor a Dios, y viceversa. No pueden ir separados. Fijarnos bien en (1 Jn. 2- 9.11) ―El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos‖ ―En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos‖. (Jn 3,16). La ley del amor es un misterio, porque Jesús es el prójimo. ―Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve‖ (1 Jn. 4, 20). ¡Amarás a Dios es amarás al prójimo! Esto es vivir la Nueva Alianza: amar al prójimo ―en‖ Dios. El que ama ha nacido de Dios. El Hijo de Dios tiene la vida del Padre (Jn. 5, 26) y nos la da para que nos demos. Nos ama para que amemos y si amamos al prójimo, amamos a Dios, eso sí, Dios siempre el primero, el Absoluto. Y este amor al prójimo ha de ser tan grande que, como decía una santa, dolerse tanto del pecado del prójimo como del propio. Y alegrarse del todo de la bondad de nuestros semejantes, más que de la nuestra propia, porque en este gozo no cabe la vanagloria. Amor fruitivo.- - - Este amor hermoso, gozoso, ―fruitivo‖, como lo llaman los místicos, no tiene su asiento en la sensualidad, ni siquiera en la sensibilidad, sino en la parte más espiritual de nuestra mente. En materia de oración, jamás pongas límites a la gracia. Déjate envolver, dominar por ella, como el pez en el mar. Deja que el Espíritu Santo domine a fondo en tu alma; déjate sumergir en ese abismo sin fondo y jamás digas ―basta‖. Ojalá llegues poco a poco a conocer los grandes bienes que nos han sido dados. Dios es Grande, Bueno, Omnipotente. Gozamos de su grandeza junto a los campos, los valles, los seres creador: “Se visten de manadas los llanos, los llanos, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aún cantan‖ (Salmo 15, 13) ―regocíjese el campo y todos los que en él están; entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento‖ (Salmo 96, 12). Dios se deleitó y complació en su obra, gozamos con Él. ―Y vio que todo era bueno‖: (Gen. 1, 4, 10, 12, 17, 21, 25, 31). Gozamos con su Pueblo, (Nehemías, 8,12); gozamos en la complacencia de Dios con David, (2 Sam. 22,20); (1 Reyes 10,); nos gozamos en Jesús el Mesías prometido, (Is. 42, 1 y 11,13); nos gozamos de la obra de salvación de Jesús, (Heb. 12, 1-3), nos gozamos con el gozo que Jesús prometió a los suyos, (Jn. 15, 11 y 17, 13). Y nos gozamos en la parábola de los talentos, (Mat. 25), en Dios que es remunerador. Y en Dios misericordioso, (Lc. 15). Toda la Buena Nueva es razón de nuestro amor fruitivo. Guardini distingue varios tipos de amor a Dios; lo importante es disfrutar del amor increado, a través del amor creado, venga a ser como fulgor irresistible entre Dios y nosotros. a) Se llama amor práctico cuando opera en nosotros una sensación de gracia, devoción y amor. El amor práctico nos induce a practicar con diligencia obras virtuosas. b) Se llama amor pacífico cuando se despoja de todos los intermedios y se transforma en amor esencial. El amor pacífico permite ser actuado por el Espíritu de Dios. El amor pacífico vive tranquilo en Dios y Dios en él. En el amor pacífico su alimento no es otro que Dios mismo. El amor pacífico es un constante fluir como una fuente. Amor propio.- - - - - El amor propio, en sentido estricto, es necesario, pero en exceso es un vicio que trae malas consecuencias por falta de humildad; muy relacionado con la soberbia. Para vencer esta tendencia es preciso arrimarse a la oración; pedir con frecuencia el don de conversión. El amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor propio. Es necesario purificar la intención para librarnos del amor propio al practicar el bien. El amor propio no debe encontrar ningún apoyo. El alma sale del apego a todas las cosas, pero le cuesta muchísimo salir del amor propio, el mayor obstáculo. Dice la Sagrada Escritura; ―Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Fil. 2,3-4). ―Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer." (Lc. 17, 10) El misterio de la Encarnación obra en nosotros la gracia de destruir todo interés y amor propio. La sepultura de Jesús nos ayuda a hacer desaparecer y olvidarnos de nuestro amor propio. Dichosa el alma que se ejercita en la introversión, renuncia al amor propio... merece acercarse Dios más y más. (Blosio) Vencer el amor propio es vencerlo todo. Ver entrada ―Orgullo‖. Anacoretas.- - Así se llama a los individuos que residen en una zona aislada, dedicados a la penitencia y al recogimiento, con escasas pertenencias materiales. En su retiro se entregan al rezo y a la expiación, orientándose a la espiritualidad. En la antigüedad, hubo individuos católicos que se convirtieron en anacoretas al escapar del acoso que se ejercía sobre quienes profesaban su fe. Viven con en abstinencia sexual; se dedican a trabajar en actividades manuales y llevan una vida de silencio. Su ilusión, acercarse a Dios. Algunos anacoretas comenzaron a tener seguidores que también se instalaban cerca de ellos. Entre los más significativos están San Pablo (el primer ermitaño), San Antonio Abad, Pacomio y Carlos de Foucauld en tiempos recientes (1858 – 1916). Este fue un místico contemplativo que pasó a ser un referente de lo que, con el tiempo, se ha dado en llamar espiritualidad del desierto. - Ver entrada. ―Eremitas‖, ―Desierto‖. Anawin.- ―Anawin‖ son aquellos, cuya única abundancia es la indigencia y su sola riqueza carecer de ella. Son aquellos que tienen el corazón libre, sin apegos reales. La Palabra de Dios entra ahí sin dificultad. Merece la pena sentirnos así, por eso esperamos y confiamos en la misericordia de Dios que nos ayudará a pasar por los caminos de esta vida con seguridad y esperanza. ― Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro‖. (1 Jn. 2,3). Jesús en Belén es el más pobre y necesitado. Anciano.- - - - - Entendemos por anciano aquel que tiene una edad avanzada y está en el último período de la vida, que sigue a la madurez. Antiguamente una persona se consideraba anciana, a partir de los sesenta años, hoy alrededor de los setenta y cinco. Para el cristiano la edad se mide por la maduración en Cristo. Renacer y crecer hasta llegar al hombre perfecto (Ef. 4,13). El anciano ha llegado a la madurez plena: no intenta dominar, sino aportar la propia reflexión; y posee mayor sabiduría como don del Espíritu Santo. Propio de la ancianidad es: ser sobrios, ponderados y prudentes. También los ancianos pueden transmitir de manera sabia la experiencia de una vida cristiana; comunicarse y expresar el testimonio de reflexión y su calma interior. El anciano está próximo ya a la partida y va completando su paso por la vida, su ciclo pascual. La confianza en Dios Padre ayuda al anciano a no replegarse en sí mismo. Para el hombre de fe suele ser la etapa más feliz de su vida. Tenían los ancianos en la primitiva Iglesia mucha importancia y autoridad y hoy en muchos sectores la conservan. Entre los ancianos solía elegirse a los sacerdotes; de ahí el nombre de presbíteros. ―Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos, e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellos‖ (He. 15,4). ―Como Pablo y Bernabé tuvieran gran disensión y debate con ellos, los hermanos determinaron que Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los apóstoles y a los ancianos para tratar esta cuestión‖. (He.15,2) ―Y al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes‖. (He. 21,18). ―Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído‖. (He. 14,23). (Tito 1,5). ―Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé‖, (Tito 1,6-9) Además dentro del Nuevo Testamento podemos mirar: (1 Tim. 5,17 y 3,2) (He. 20:28-31) (Tito 1,9). Ancianos testigos (1 Pe. 5, 1-4) Visitadores de enfermos y sacerdotes (Santiago 5,14). Dignos de honor como gobernantes: (1 Tim. 5,17-20). De gran simbología y protagonismo en el Apocalipsis: (Apo. 4; 4; 21:12-14; 5,5-6; 11:16; 14:3; 4, 10-11; 5, 8-14; 7, 11-13; 19,4) - - - - - En el anciano ha habido muchos problemas en la vida, pequeñas muertes y resurrecciones, pascuas y calvarios. Y espera la venida definitiva del Señor que le llame al Reino definitivo, aunque sienta el temor a lo desconocido. El anciano está por encima del más joven, por ejemplo, en la clarividencia y finura del pensamiento, en apreciar las cosas de la vida con mayor objetividad, en no dejarse llevar por las pasiones ya dominadas o muy atenuadas. A esto se une la experiencia que le ha dado la vida. Por eso, la edad senil es ideal para algunas funciones, como dar consejo, servir de moderador, incluso gobernar. El anciano va adquiriendo más paz, vive su fe con una entrega más profunda. Pero a la vez puede surgir en él la tentación de la duda. Por otra parte, por nada del mundo dejaría su fe. A lo largo de los años la fe va calando como el agua que pasa a los manantiales con calma. Y suele contemplar la vida con serenidad, sin apasionamiento y con esperanza en lo que hay después de la muerte. Por otra parte, aunque añore estar con Dios, teme la invalidez, las circunstancias de la muerte; teme también lo desconocido, pero pone con más facilidad que el joven su esperanza en Dios. Hemos de considerar que la edad no se mide por el número de años, sino por la maduración interior y sobre todo en la fe, en Cristo. Eso es lo grande de la edad: como Jesús que crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Llegar a constituir el estado del hombre perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo, como nos dice San Pablo: ―Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo‖. (Ef. 4,13). ¿Problemas? Los achaques de la edad, las oscilaciones en el ánimo y tristezas por pérdidas: fuerza, movilidad, dolores… pérdidas humanas, familia, amigos, viudez… o novedades absurdas, el desaliento... Hablamos de los ancianos con fe y alguna vivencia interior. Ha de esforzarse el anciano en la confianza en Dios, Padre de misericordia. Porque con frecuencia nos vienen preguntas y dudas del pasado, sobre la pérdida de tiempo, pecados de juventud. Y el pasado hay que dejarlo a la misericordia de Dios. El presente al amor. El futuro a su Providencia. Al final ha de triunfar la esperanza. Anegarse.- Ver entradas ―Sumergirse‖. ―Transformante unión‖. Ángel de la Guarda.- Ángel significa mensajero. Los Ángeles tienen misión de servicio, enviados a favor de los que han de heredar la salud. (Heb. 1,14). Velan por los hombres (Tob. 3, 17). Él los enviará para reunir a los elegidos. (Mat. 24, 21). Son auxiliares de Cristo en la obra de la salvación. (Heb. 1,14). - - El ángel de la Guarda es quien nos acompaña durante toda nuestra vida para protegernos y defendernos de las acechanzas del demonio. (He. 12, 15 y Mat. 18, 10). La devoción al mismo es secular y conviene recordarla y practicarla. Una oración muy clásica a él es: ―Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería‖. Ángeles.- - Existen; y representan la grandeza de Dios, alaban y adoran a Dios. Aparecen en el Evangelio sirviendo a Jesucristo y en distintas ocasiones. Podemos considerarlos como hermanos nuestros en el orden de la gracia y participan en la vida divina. Sirven a Dios y ayudan a los hombres. En la Biblia aparecen los ángeles como personas ordinarias que trasmiten un mensaje, (Job 1,14; Lc. 7,24; 9,52). En ocasiones, como profetas, (Isaías 42,19; Malaquías 3,1); otras veces como sacerdotes, (Malaquías 2,7); también como una especie de líderes en la Iglesia, (Apo. 1,20). Por fin, incluso en forma figurada como la columna de nube, (Ex. 14,19) o las plagas (2 Samuel 24,16-17). Ángelus.- Entre almas piadosas es frecuente el rezo del ángelus: de madrugada, mediodía y atardecer. Lo importante, practicarlo con piedad y sin rutina. Merece en esta devoción fijarse en el ―Hágase en mí según tu palabra‖. (Lc. 1, 38). El fiat de la Virgen María, para ponerse a disposición de lo que el Señor quiera de nosotros. Fiat. Y profundo agradecimiento por la Encarnación. Angustia.- - La angustia revela una inquietud que brota de la profundidad de sí mismo; incertidumbre frente a la muerte o el porvenir. Jesús la sufrió en Getsemaní. (Mat. 26, 38; Mc. 14, 34). A partir de la resurrección de Jesús la angustia se transforma en esperanza cierta. En la Biblia aparece con frecuencia la angustia y Dios que consuela a los suyos en su Providencia: Así: ―Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham, y temor de Isaac, no hubiera estado conmigo, ciertamente me hubieras enviado ahora con las manos vacías. Pero Dios ha visto mi aflicción y la labor de mis manos, y anoche hizo justicia‖ (Gns. 31,42. 32,7; 32,24; 28,15). Los salmos están llenos del consuelo del Señor en la aflicción: ―Entonces en su angustia clamaron al Señor, y Él los libró de sus aflicciones. (Salmos 107,6; 46,1). ―Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás... (Salmos 50,15; 66,13-14; 91,15) Y dan gracias a Dios por su misericordia: (Salmo 107,8) Por todo se acoge a Dios el siervo fiel: (Salmos 116,1-2 y 16.18). - - Anima Isaías al Pueblo: ―Oh pueblo de Sion, morador de Jerusalén, no llorarás más. Ciertamente se apiadará de ti a la voz de tu clamor; cuando la oiga, te responderá‖ (Is 30,19; 43,2) Ver entradas ―Tristeza‖, ―Depresión‖, ―Miedo‖. Angustia mística.- Jesús en la cruz con angustia dijo: ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mat 27,46). Fue tremendo aquel momento de angustia. El alma que sigue a Jesús puede verse en angustias durísimas y vitales: bien sea a la hora de la muerte, o con dolores acerbos, o con disgustos... ¿También antes de una gracia extraordinaria? ―Me rodearon gemidos de muerte‖, (Salmo 18). En los momentos tan duros nos unimos a Cristo en la cruz; y decirle como Él: ―En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu‖. Animadores de liturgia.- - Animadores de liturgia: son aquellas personas que intervienen de una manera más directa en la acción litúrgica: practican lecturas, cantos, oficios de acólitos, monitores... es indispensable que los animadores se sitúen ante la asamblea, conscientes del servicio que prestan, en una actitud justa y sencilla. Tener en cuenta que todos los que forman la asamblea están llamados a la santidad, a la plena confesión de la fe, al banquete del Reino. Los animadores, además, deben ser conscientes de su papel mediador, y no han de atraer la atención sobre su persona y sus técnicas expresivas; dirigir la atención sobre Aquel que es el centro, Dios, Jesucristo. Con estas condiciones, la acción litúrgica se convertirá en una verdadera profesión de fe actuante, y en una rica experiencia de comunión con Dios y con los hermanos Aniversarios.- Los aniversarios del bautismo, de primera comunión, matrimonio, ordenación, cumpleaños es bueno celebrarlos espiritualmente. Rememorar, ―descender a Betania‖. Son fechas para aumentar el fervor de espíritu. Ansiedad.- Ver entradas ―Angustia‖, ―Depresión‖, ―Tristeza‖, ―Atención‖. Antífonas.- Tal como se entiende comúnmente en la actualidad, una antífona consta de uno o más versos de uno o varios versículos de la Biblia que se cantan o solo se recitan antes y después de cada salmo en las horas canónicas o - - en la misa. El verso que sirve como texto de la antífona contiene el pensamiento principal del salmo, e indica el punto de vista desde el que se ha de comprender. En un sentido más amplio el nombre antífona también se aplicaba al introito, ofertorio y algunas otras partes variables de la misa. Su importancia melódica consiste en que preparan al alma para invitar en la misa al recogimiento e interiorización e incluso son verdadera oración. En este sentido pueden considerarse antífonas a la Virgen: la Salve, el Ave Regina y otras. Ayudan mucho a la oración y al recogimiento tanto en su melodía gregoriana como en otras entonaciones. Tienen singular importancia las antífonas ―O‖ que preceden a la fiesta de Navidad. Merecen todas ser meditadas y oradas. Año litúrgico.- - - Gran importancia del año litúrgico para la espiritualidad. En el círculo de un año se desarrolla todo el misterio de Cristo. Comienza con el ciclo de Adviento – Navidad, para celebrar la esperanza de la venida del Redentor, su nacimiento, epifanía y su bautismo. Tiempo de Cuaresma – Pascua. Para celebrar la preparación de la Pascua en la Cuaresma y la gran fiesta cristiana, la Pascua de Resurrección, la cincuentena pascual que desemboca en la gran fiesta del Espíritu Santo, Pentecostés. Tienen gran importancia todos los domingos del año porque en ellos siempre recordamos la resurrección de Jesús. Destacamos: Ascensión, Santísima Trinidad y Corpus Cristi. El tiempo restante a los grandes ciclos es denominado como ―Tiempo durante el año o Tiempo ordinario‖. A lo largo del año litúrgico existen también fiestas de la Virgen María, dedicaciones, y fiestas de los santos. Año nuevo.La noche vieja y el año nuevo son fechas para agradecer a Dios, hacer examen, balance y propósitos firmes. Recordar a diario los propósitos, de lo contrario queda todo en papel mojado. La felicitación de año parecería una fórmula hueca sin estos principios de renovación en el fervor y confiar en su Providencia y Misericordia. Cada momento es una oportunidad irrepetible. ¿Cuándo nos entregaremos de verdad a nuestro Dios y Señor? Pasarán junto a nosotros personas; podremos derramar sobre ellas amor y entrega generosa. ¡Hora es ya de abandonar la comodidad y el respeto humano, hijos del egoísmo! El regalo de un año nuevo puede ser el último. - - Añoranza.- Existe una añoranza estéril. Pero otra, por el contrario es el inicio de la - - conversión. ¿Qué era sino añoranza lo que pensaba el Hijo Prodigo?: ―Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí me muero de hambre.‖ (Lc. 15, 17-18). En seguida brotó de esta añoranza el propósito: ―Me levantaré e iré a mi padre.‖ Conviene seguirla y orar porque puede ser comienzo de nueva conversión. Añorar los días de la conversión. Y sobre todo reforzar los cimientos de aquella circunstancia maravillosa. Con el paso de los años se van dañando estos cimientos a causa de la incuria del tiempo. Ver entrada ―Descender a Betania‖ y Gustos divinos‖. Apantesis.- - Significa ―encuentro‖, relacionado con la escatología. Los griegos designaban con esta palabra el encuentro entre dos cortejos oficiales: pueblo y autoridades. San Pablo ve en esta palabra el encuentro del final de los tiempos de la Iglesia con Jesucristo bajando de los cielos para acoger a su Iglesia. Ver entradas ―Escatología‖, ―Parusía‖. Gustaba San Pablo de estas imágenes para expresar la certeza de que al final de los tiempos Cristo vendrá a acogernos como Señor y triunfador de todas las fuerzas del mal. Apariciones.- Ver entrada ―Visiones‖. Apegos.- - - - En la vida interior es preciso luchar contra los apegos: que nuestro corazón esté libre para el servicio de Dios. Mientras estamos al servicio de nuestros gustos y repugnancias, no somos libres. El que se muestra incapaz para abandonar sus gustos ¿cómo puede amar a Dios con todo su corazón? Y si vive esclavo de simpatías y antipatías ¿cómo puede amar al prójimo? Quien desea servir a Dios de verdad, trabajará sin apegos desordenados ni tensiones y ansiedades que de ellos se derivan. Trabajar sin enojarnos cuando no se satisface nuestra voluntad. Es preciso dejarlo todo para encontrar al Todo; a eso se reduce el esfuerzo ascético de la perfección. Por eso siempre tenemos que andar cuesta arriba. Dejarlo todo afectivamente no quiere decir que no queramos a nuestra familia y amigos, sino que no nos agarremos a ellos como al bien supremo, y que estemos dispuestos a la separación cuando el Señor quiera. La parábola del sembrador nos recuerda el desastre que son los apegos para el alma: ―Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa‖ (Mc. 4,19). Nuestra mirada ha de estar en la bienaventuranza eterna. Recordamos: ―Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: En verdad os digo, que no hay nadie que - haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.‖ (Lc. 18, 28-30) Y vivimos con esperanza en el Reino: ―Así podréis comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad podréis conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios‖ (Ef. 3,18-19). Que no busquemos la compensación en el dinero, en la buena mesa, en los puestos destacados. Dejarlo todo para encontrar al Todo. Vacío el corazón. Poco a poco debemos ir ―desposeyéndonos‖ de todo. La vida nos enseña cómo van desapareciendo amigos, familiares, puestos de interés, salud, juventud, belleza. Esto no quiere decir que no vamos a amar a nadie. Al contrario. Los amaremos más. Pero sin ese apego. San Ignacio de Loyola decía que en el tiempo de un cuarto de hora de oración se quedaría con gran paz, si le suprimían la Compañía... Apostasía.- - - Entendemos por apostasía la renuncia que hace una persona de sus creencias religiosas. Hoy se da con mucha frecuencia este fenómeno. La increencia se apodera de muchos sectores de la población. San Pablo ya nos advierte de ello cuando lleguen los últimos tiempos: ―Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición‖. (2 Tes. 2,3). ―El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas‖ (1 Tim. 4,1). Y que tengamos cuidado en cualquier circunstancia. ―Mirad, hermanos!, que no haya en ninguno de vosotros un corazón maleado por la incredulidad que le haga apostatar de Dios vivo‖ (Heb. 3,12). La persona espiritual ha de ser muy sensible a este fenómeno y redoblar la reparación, oración y apostolado para atraer a los alejados a la comunión con Dios. Nos ha de hacer reflexionar a los creyentes sobre nuestra vida ejemplar y nuestro acercamiento a quienes dejaron la fe. Es difícil que regrese a la vida de fe quien ha apostatado formalmente. Pero siempre hemos de acudir a la misericordia de Dios que se compadezca de quienes han abandonado la casa Paterna. Apóstol.- - Apóstoles.- Discípulos escogidos por Cristo para que estuvieran junto a Él y para enviarlos a predicar. Fueron doce según nos indica el Evangelio. Marcos pone énfasis en la elección de los Apóstoles: cuando llama a los cuatro primeros a orillas del mar de Galilea; la vocación de Mateo (Mc. cap. 1 y 2); la misión de los doce (Mc. 6); la profesión de fe de Pedro (Mc. 8); la misión universal. (Mc. 16, 15-16). Después de su conversión también San Pablo es considerado Apóstol. A Bernabé también se le considera Apóstol. Los Apóstoles en las cartas de Pablo son un término privilegiado y él se presenta como Apóstol de Jesucristo (1 Tes. 2,7). Para Lucas la misión del Apóstol está ligada a la de testigo, son hombres elegidos por Jesús durante su vida pública: ―Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles‖ (Lc. 6,13). ―Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesús Mesías, para que crean los elegidos de Dios: para que conozcan la verdad propia de la piedad que se apoya en la esperanza de vida eterna.‖ (Tito, 1,1) Predicar el Evangelio y dar gloria a Dios. La vida entera del apóstol es verdadero culto a Dios. Él nos toca el corazón para difundir su mensaje de una u otra manera. Divulgar la Nueva Alianza, evangelizar. Proclamar el amor de Cristo. Edificar en el amor. Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. (Ver Ef. 3, 14-21). El que propaga la fe cristiana, por derivación recibe el nombre de apóstol. El celo, la ejemplaridad y el amor es el distintivo de apóstol - - - Apostolado.- - - - - - - Es la acción evangelizadora por parte de quienes quieren seguir de cerca a Jesús. Todos estamos llamados al apostolado. El apostolado es una exigencia de la confirmación y de la madurez espiritual cristiana. Hoy, incluso entre los cristianos, se va abandonado este honor de divulgar el Evangelio por la predicación de apostolado y la caridad, y se habla más de ONGs, que es la organización no gubernamental, institución sin ánimo de lucro que no depende del gobierno de la nación y realiza actividades de interés social. Quien está enamorado de Dios a la fuerza tiene que manifestarlo; lo transmite como el que está alegre propaga alegría. Y no habla de las cosas de Dios como un profesional, sino como algo que ha de comunicar porque lo lleva en el alma. Transmitir el mensaje a todos: a los corazones helados y a los fervientes. Que nuestros semejantes sientan la influencia bienhechora del amor. Debemos conseguir derramar por el mundo la semilla fecunda del amor de Dios. A su tiempo brotará, aunque nosotros no veamos, los frutos. Sentir dentro de nosotros la comezón de san Pablo que nos impulse al apostolado ―Ay de mí si no evangelizo‖. (1 Co. 9, 16) Lo importante es la salvación de las personas; la presencia de la Iglesia en nuestro mundo. La fe en Cristo es lo indispensable para la evangelización junto a dar ejemplo de amor y unidad. ―Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo‖ (Rom. 10, 17). Estar dispuestos a seguir el Evangelio para la salvación (Ef.1, 13). El objeto del apostolado es la salvación integral, la eterna; y también en este mundo. Es prioritario dar al mundo una esperanza (Ef. 1, 18) y ofrecer nuestro mensaje porque los demás lo necesitan; una predicación a alejados del cristianismo. Reconocer también los valores de la fe de otros y emplear un lenguaje que puedan entendernos. Y el apostolado lo hemos de practicar como exigencia de nuestra vida de oración. El origen del apostolado es Cristo, enviado del Padre (Jn. 7, 3-25). - - De él todos recogemos el espíritu misionero. Y en todo apostolado es necesario el amor, el ejemplo de vida; y parresia para anunciar el Evangelio. No es algo meramente optativo. Jesús antes de subir al Cielo lo ordenó: ―Id por todo el mundo, predicad...‖ (Mc. 16-15). Ser testigos de la resurrección. El cristiano ha de ser levadura en la masa. (1 Co. 5, 6-8). Que con tu vida vayas anunciando el amor de Jesús; va a ser exigencia de tu oración. Emplear tus fuerzas en dar a conocer a Dios a las almas rescatadas por la sangre de Cristo. Y hemos de tener en cuenta que para salvar hay que sufrir; la cruz acompaña a nuestra entrega a Dios y a las almas. Pero detrás también viene el gozo íntimo de estar con Jesús. Apostolado de la oración.- - - - Aridez.- El Apostolado de la Oración nació en 1844 en una casa de formación de jóvenes jesuitas en Vals, en el sur de Francia. El P. Francisco Javier Gautrelet, S.J., director espiritual de estos jóvenes, les propuso un modo de ser apóstoles y misioneros en sus vidas corrientes, uniéndose a Cristo: les permitirá encontrar nuevo sentido a su vida de estudio ayudando a la obra misional de compañeros que misionaban en la India. En pocos años esta nueva propuesta de vida se había difundido en todo el país y más allá, llegando a tener millones de adheridos. Canónicamente se le consideró al poco de andar una pía asociación de fieles. En el período entre el año 1890 y 1896 el Papa se interesó por hacer suya esta inmensa red de católicos que ofrecían sus vidas y su dedicación para apoyar espiritualmente la misión de la Iglesia. La asumió como una obra propia del Papa. A partir de 1928 se añadió una segunda intención de oración, de manera que el Apostolado de la Oración recibiría del Papa dos intenciones de oración para cada mes y se encargaría de difundirlas en todo el mundo católico. Se llamaron Intención General e Intención Misionera. Orar por estas intenciones, por temas mundiales de la sociedad y de la Iglesia, de modo especial por los llamados ―países de misión‖, ensanchaba el horizonte de todos esos creyentes a dimensiones universales. En medio de las tensiones del mundo actual, complejo y descorazonado las silenciosas prácticas del AO tienen una gran fecundidad apostólica pues nos unen a Jesús. Santa Teresa del Niño Jesús ha sido modelo de ofrecer sus obras sencillas de oración, sacrificio y trabajo por las misiones. Después del Concilio Vaticano II ha disminuido el número de los participantes en el Apostolado de la Oración, pero quedan grupos que lo viven con extraordinario fervor. Siempre será una asociación para ayudar en el Cuerpo Místico de Cristo con verdadero apostolado sobre todo para personas que por las circunstancias que sean no pueden hacerlo en un apostolado directo con las almas. Dios se sirve de la oración y la ofrenda de las personas como apostolado verdadero. - - - - - - - Todo cristiano que busca la santidad en la vida experimenta, en ocasiones más o menos largas, la aridez en su alma. Para la mayoría es una experiencia desgarradora. Tarde o temprano llega la desgana, el aburrimiento, la tentación de dejarlo todo, la sequedad del alma. A veces la aridez nos viene como consecuencia lógica de nuestra disipación interior, signo de nuestra tibieza. (2 Co. 5, 7).Entonces hemos de volver a las fuentes de la auténtica piedad. Cuando comenzamos la vida espiritual, todo es sabroso, agradable y dulce, nuevo, fecundo, tierno, anticipo del Cielo. Pero después de varios meses, todo cambia. Nos da la impresión de que Jesús ha cambiado. Y es algo normal, pero empuja al alma una especie de melancolía existencial. ¿Por qué ocurrirá esto? Tal vez será porque en nuestro corazón quieren habitar el amor divino y el amor propio. Y se trata de una invitación del Señor a la renuncia de nuestro amor propio en aras del amor de Dios; Él nos ha de ayudar. (Ef. 1, 19-22). Esto lleva consigo dolor, generosidad, fe y esperanza. Sequedad junto a Cristo en la Cruz. Luchar contra la distracción, volver a la oración vocal lentamente recitada, continuar dedicando a la oración al menos el mismo tiempo que en los días fervientes. Dios merece nuestra dedicación exclusiva a Él durante varios tiempos cada día. Conviene ofrecer al Señor el sacrificio de las horas de oración, como en los mejores tiempos; Dios nos dará el bien a través de esta aridez. (Ro. 8, 28). Utilizar de nuevo aquellos libros que en el pasado lograban envolver nuestro ser entero como en nube de esperanza. Quien persevera hasta el fin, ese llegará a la meta; entrará en el gozo de su Señor. Y hemos de confiar porque, ―No temas, yo estoy contigo; no receles, que yo soy tu Dios‖.(Is. 41, 10) Los santos tuvieron sequedades y distracciones; se sintieron algunas temporadas como incapaces de dominar del todo la rutina. Y es que el tiempo presente está marcado la tristeza. (1 Co. 7, 26). Aunque, eso sí, siempre trataron de superarse. La paz reside en lo más profundo del alma; incluso en la aridez y en el disgusto. Si perseveramos, Dios nos inundará de su amor como no podemos ni soñar. San Alfonso María de Ligorio durante gran parte de su vida no encontraba a Dios en la oración ni en la comunión. Le daba a él la impresión de ser un alma sin amor, sin esperanza y sin fe. Se creía abandonado de Dios, pero era consciente de que Él reside en lo más profundo del alma. (Jn. 14, 23). Muchas veces nosotros somos la causa de esta esterilidad y sequedad. A veces Dios quita al alma todo consuelo por estar apegados demasiado a algún placer del cuerpo o a un orgullo o amor propio. Otras veces abandonamos la oración, porque nos cansa. ¿Cómo encima el Señor nos va aumentar su luz y consuelo? ―No se puede servir a dos Señores‖ (Mat. 6, 24). Ver también entrada ―Sequedad.‖ Aroma.- Es un perfume suave y delicado; es la fragancia. Lo usamos en la Teología de la espiritualidad porque en la Biblia también se utiliza este vocablo. ―Y - - - vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma‖ (Ef. 5, 2). ―Me habéis enviado, suave aroma, sacrificio que Dios acepta con agrado‖ (Fil. 4, 18). ―Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle‖ (Mc. 16, 1). (Lc. 24,1). El sentido del olfato tiene importancia en nuestra relación con Dios. Recordemos el incienso, el bálsamo, los perfumes orientales. Las santas mujeres en la mañana pascual... Recordemos el perfume que Magdalena derramó sobre la cabeza de Jesús, (Mat. 26, 7M Necesidad, 14, 3-9; Jn. 12, 1-8). El cristiano, el apóstol lleva consigo el suave olor a Cristo y forma parte del cortejo triunfal del Señor. (2 Co. 2, 14-17). Es aroma de vida. El apóstol al anunciar a Cristo invita a las almas a entregarse a Él y dejar los demonios interiores. Ver entrada ―Olor‖. Arrobamiento.- - Es una especie de rapto que se apodera del alma con impetuosidad y cierta violencia, tanto que no se puede resistir a él. Sigue el vuelo del espíritu. Se lleva a cabo en el desposorio espiritual. El alma en arrobamiento místico queda perdida totalmente por su Amado. Para ―entrar en la espesura‖ hay que penetrar primero en el sufrimiento de la cruz. Artista.- - - Entendemos aquí por artista a la persona dotada de capacidad o habilidad necesarias para alguna de las bellas artes. Dentro de los santos podemos distinguir como artistas a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Jesús en su poesía; a San Francisco de Asís poeta y orante que muestra los signos de los tiempos nuevos abriéndose al cántico de las criaturas. Son muchísimos los santos relacionados con distintas artes: pintura, escultura música. Basta adentrarse para reconocerlos en distintas hagiografías. Existe una comunión vital entre el creyente y la obra artística completa y perfecta; la obra de Dios, verdadera poesía: ―Poesis‖, Dios es el artífice absoluto. El arte cristiano pretende comprender y expresar a Jesús, que es entender más a Dios. Asamblea.- Asamblea, suele significar un grupo cualquiera de personas reunidas con un fin determinado. Considerado ya en el campo eclesiástico, un grupo de fieles congregados en nombre de Cristo y, consiguientemente, por intereses que directa o indirectamente entran en la dinámica de la vida cristiana, sobre - - - todo, asamblea litúrgica: una comunidad de fieles, jerárquicamente constituida, legítimamente. Desde tiempos apostólicos existen las asambleas. (He. 19, 38-40) (He. 23,7). Entre los cristianos comenzaron también desde los inicios tanto para tomar decisiones como para celebrar la Eucaristía. En ocasiones también había divisiones (I Co. 11. 18-22), o se imitada la palabra a las mujeres (I Co. 12, 35) Presencia de Cristo en la asamblea litúrgica. ―Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mt 18, 20) La asamblea fue desde el principio signo de pertenencia a la iglesia, y como tal la vivieron intensamente los cristianos, llegando a constituir una nota distintiva de la iglesia misma. Y siempre se ha dado un carácter obligatorio impuesto por los pastores de almas a la asamblea de los días festivos. La asamblea litúrgica cristiana constituye una cierta representación en el nuevo y rico contexto del ejercicio del sacerdocio de Cristo en la iglesia. Ascensión.- - - La Ascensión de Jesús a los cielos se celebra cuarenta días después de la Pascua y fue en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría al Espíritu Santo. Cristo ascendió en forma física al Cielo tras su Resurrección en presencia de sus Apóstoles. (He. 1,9-12) (Mc. 16. 19) (Lc. 24, 50-55); (Mat. 28, 16-20) Se entiende por "ascender al cielo" una unión física con Dios Padre y no una transformación espiritual del individuo como es habitual en algunas experiencias místicas. Cristo es glorificado en la Ascensión está a la derecha del Padre. recordamos en esta fecha a las almas contemplativas. Nos elevamos con Jesús en el día de la Ascensión. Aprenderemos con Él a sufrir los azares de cada día, y no dejarnos atrapar en las redes del amor propio y egoísmo, es preciso lanzarnos a las cumbres del Señor. Y pedir paciencia a Jesús. Lo diario y trivial será para nosotros escalera de ascensión al Altísimo. El trabajo difícil, el sudor y las lágrimas, engarces de rosario de perlas son para quien ama. Porque placer y dolor, tristeza y gozo, ilusión y hastío forman la urdimbre de nuestra existencia terrena. Ascesis.- Ascética.- - La ascética es la parte de la doctrina espiritual, que estudia la búsqueda de la perfección mediante el esfuerzo personal, ayudado por la gracia de Dios, y el uso de prácticas de penitencia para luchar contra los defectos y adquirir las virtudes cristianas. Se han de utilizar los ejercicios de piedad y la mortificación; son ambos necesarios para la disciplina ascética. La ascesis es un método, una lucha y un combate (1 Cor 9,24-25.27), pero siempre con vistas a seguir a Cristo. Se trata de un ejercicio práctico y penoso (He. 24,16), un combate del corazón y de la mente; incluso con vigilias nocturnas, en una espera ―mística‖ a la llegada del Esposo, como las vírgenes prudentes (Mt 25,1 13). ). Y miramos el ejemplo de Juan Bautista - - - - - - - (Mc. 1,6-8) que vestía con un tejido de pelos de camello y se alimentaba de langostas silvestres, de saltamontes. ―Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas‖ (GS 13) Quien aspire a ser persona espiritual ha de tratar a su cuerpo con austeridad y utilizar los bienes materiales con desapego. La ascesis nos invita a aceptar la pobreza, estar convencidos de la preeminencia del anuncio del evangelio y renunciar incluso a la vida de familia (Lc 9,57-62). Con la ilusión de ―despojado del hombre viejo con todas sus malas acciones, y revestido del nuevo, que se renueva conforme a la imagen del que lo ha creado‖ (Col 3,10; 2 Cor 5,17) ―Disciplino mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, predicando a los demás, quede yo descalificado‖ (1 Cor 9,27) Aunque suele aparecer en la espiritualidad un período ascético y otro místico, en realidad tanto entre los principiantes como entre los proficientes y perfectos se combinan la ascética y la mística, pero en la primera etapa de la vida interior predomina la ascesis, y en la segunda, la mística. La vida cristiana es lucha, combate. San Pablo la comparaba como quien corre en un estadio (1 Co. 9, 24-27) Y recuerda a Timoteo: ―Teniendo con qué alimentarnos y vestirnos, sintámonos con ello contentos. Pues los que quieren enriquecerse caen en tentación, en lazos y en muchas codicias insensatas y funestas‖ (1 Tm 8.8-9). Jesús nos habla de llevar la cruz, negarse a sí mismo, de senda estrecha para el Reino (Mat. 16,24). Es preciso superar el problema del dolor, recordando ―Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia‖ (Col 1, 24). Por supuesto que la ascesis no tiene su finalidad en sí misma, es un medio necesario para nuestro caminar. La vida cristiana se nos presenta como lucha para librarnos del demonio, mundo y carne. También es necesaria para perseverar en la oración, para introducirnos en la vía mística, para disponernos a la acción divina, para salvarnos. Hemos de ejercitarnos en la mortificación, desprendernos, desapegarnos. Todo para purificarnos por el dolor, de nuestro apego al placer. El recogimiento exigido para la vida de oración, es también parte de esta purificación ascética. Para ser perfume de Cristo (2 Co. 2,15), para el apostolado, para salvaguardar el ambiente de silencio, superar el aburrimiento en circunstancias de la oración, corresponder a las mociones del Espíritu Santo, guardar la castidad, sufrir al prójimo y las propias enfermedades. Para todo ello, es preciso adherirnos a la ascesis, a la mortificación. La ascética se compenetra con la mística. Nunca van separadas. A medida que crece en el alma la vida sobrenatural va aumentando la vida mística, pero nunca quedará eliminada la ascética. Incluso en los comienzos de la vida espiritual se dan toques místicos; frecuentemente, en la época de la primera conversión, los toques místicos suelen ser considerables. La ascesis recobra todo su sentido liberador. La gracia nos lleva a la plenitud del amor de Dios y del prójimo. Ver entradas ―Mortificación‖, ―Abnegación‖. Aspirar.- - Aspirar a Dios, como se aspira a la posesión suprema. Estamos obligados a - - aspirar a Él porque formalmente nos manda que lo busquemos, según nos exhorta la carta a los Hebreos: ――Más bien aspiran a una patria mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad‖ (Heb. 11,16). No podemos dejar de respirar, así tampoco dejar de pensar en Él, respirar por Él, aspirar a Él. La gracia pone en nuestra alma esperanza sobrenatural de aspirar hacia la vida eterna. Los que aman a Dios no pueden dejar de pensar en Él, suspirar por Él, aspirar a Él, hablar de Él. Aspirar desde el alma en recibir en ella la gracia. ―El aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire, en la noche serena con llama que consume y no da pena‖ (Juan de la Cruz). ―El aspirar del aire‖, comunicación del Espíritu Santo. Astucia.- - Habilidad para comprender las cosas y obtener provecho o beneficio - mediante engaño. Acción hábil con que se pretende engañar a alguien o conseguir algo. Vicio opuesto a la prudencia. En la Biblia leemos casos de astucia; unas veces para describirlos, otras para criticarlos. (Josué 9,4; 2 Reyes, 2, 19; Crónicas 11,23, etc.). Otras veces nos previene contra la astucia: (Prov. 8,5; Daniel 8,25); (1 Co. 3,19); (Ef. 4, 14). Jesús veía la astucia de sus adversarios (Lc. 20, 23). Nos aconseja Pablo que no obremos con astucia (2 Co. 4, 2). Asunción.- - La Asunción de la Virgen es un dogma de fe de nuestra religión católica de - acuerdo con la tradición que data desde los comienzos de la Iglesia; existen escritos del siglo IV. Fue el papa Pío XII quien definió como dogma de fe esta verdad en el año 1950. Sostiene este dogma que el cuerpo y alma de la Virgen María, la madre de Jesucristo, fueron elevados al Cielo después de terminar sus días en la Tierra. La fiesta de la Asunción nos recuerda el Cielo; nos inspira emulación de la virtud de la Virgen María; y le pedimos que nos ayude a vivir con los pies en el suelo y el corazón en el Cielo. Nos arrastra de lo vulgar; nos ayuda a gustar de las cosas de Arriba. Atención.- - Es la aplicación de la mente o de los sentidos a un determinado estímulo u objeto mental o sensible. Puede ser espontánea o voluntaria. La atención es del todo necesaria en la oración. Para conseguir esta atención es preciso ante todo recogerse interiormente, ponerse en la presencia de Dios. Si nos - - - - - encontramos alterados psicológicamente es bueno practicar unos ejercicios de respiración y relajación para lograr atender. Tengamos en cuenta que sin atención no existe la oración ni mental ni vocal. La buena voluntad de la persona, sí, agrada a Dios, y Él nos puede ayudar porque con aquel acto le mostramos amor y un deseo, aunque sea implícito de acercarnos. Pero la ―refección‖ espiritual no se da de ninguna manera en la oración distraída. Es muy importante, cuando nos disponemos a orar, actualizar nuestra atención para no caer en la rutina. La manera más sencilla de actualizar la atención es ponerse en la presencia de Dios con un acto detenido. A los principiantes en la espiritualidad cuesta tiempo darme cuenta de que la oración supone siempre atención. No se trata de mascullar padre nuestros y avemarías distraídos. El que ora intenta mantener una atención amorosa con Dios. En ocasiones son pocas las palabras que le decimos: Él mira nuestro corazón atento y se complace en nuestro contacto. Para escuchar la palabra de Dios hemos de prestar atención: ―Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención,‖ (2 Pe. 1, 19). ―Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras‖ (He. 2, 14). ―Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos‖. (Heb. 2, 1). Asimismo procuremos prestar atención a las circunstancias nocivas a nuestra salud espiritual para no errar: ―Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos circuncisos‖. (Fil. 3, 2). ―Ni dedicasen su atención a fábulas y genealogías interminables‖ (1 Tim. 1, 4). Es muy importante educar nuestra atención. Existen ejercicios para ello que consisten en aplicar las técnicas de respiración, relajación y concentración. Los problemas personales de ansiedad, tristeza, obsesiones, depresiones... suelen invadirnos por ser incapaces de educar nuestra atención. Se suelen identificar con la ―imaginación‖ o ―la loca de la casa‖ que decía santa Teresa de Jesús. Ateo.- - - El ateísmo consiste en negar la existencia de Dios; por consiguiente están del todo desvinculados de Él. Al ateo arrogante se le puede decir: ―¿Estás seguro de que Dios no existe?‖ En muchos ateos hay interés en que Dios sea un imposible; la existencia de Dios la detestan; aborrecen que se pueda creer en Él. El ateo niega la fe en Dios, porque el hombre – dice – es un fin en sí mismo. La esencia del hombre es la libertad, y la religión es un obstáculo a la libertad. Recordemos el salmo: ―Es necio quien dice: no hay Dios‖. (Salmo 14, 1) Existe diferencia entre el ateo y el agnóstico. Nada – dice el agnóstico – puede afirmarse de Dios; y si se admitiera, no sería el centro, no ve el porqué de la adoración ni del sometimiento. Exigen el antropocentrismo. Muestran un desinterés completo e indiferencia. Hay ateos comprometidos y solidarios con lo humano que añoran un mundo libre; hay ateos militantes que enseñan su doctrina e incluso atacan a - - quienes creen; ateos arrogantes, similares a los creyentes fanáticos pero al revés; ateos que buscan la imagen del hombre comprometido; ateos humanistas que buscan el bien social y ateos dialogantes, porque no ven claro la inexistencia de Dios. El creyente suele calificar a los ateos como algo parecido al ciego el Evangelio. Lo cierto es que para superar el ateísmo es necesaria la gracia de Dios. El primer paso lo da siempre Dios, pero el hombre ha de disponerse y ser receptivo; no cerrarse. La única manera de que se conviertan muchos ateos es el testimonio fiel y lleno de caridad y humanismo de los cristianos. Por ahí podría llegarles la gracia de Dios. Los cristianos ante la realidad de los ateos hemos de tener celo para ayudarles con amor a encontrar la fe. Jesús dijo antes de subir a los Cielos: ―Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado‖ (Mc. 16, 16-16). Y hemos de llevar en el corazón aquella frase de la carta de los Hebreos: ―Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan‖ (Heb. 11,6). Estas dos verdades aquí señaladas son el mínimo de fe para poder salvarse. La caridad del cristiano se ha de mostrar en dar ejemplo, orar y ayudar a razonar en el misterio de la fe. No olvidemos nuestra responsabilidad. Calculan que en España hay un 25% de ateos. Atisbos.- - Cuando un fiel cumplidor de su vida espiritual tiene alguna iluminación, - amagos de contemplación, algo que le parece extraordinario y poco frecuente en su relación con Dios, se suele denominar este movimiento con el apelativo de ―Atisbo‖. Son de relativa frecuencia en personas que llevan mucho tiempo en la vía iluminativa, pero no han entrado todavía en la vía contemplativa o perfecta. A veces se pasan años y años en este estado intermedio y viene la pregunta, ¿Por qué será que están tanto tiempo en este estado intermedio? Atraer.- - Dios nos atrae; nos llama con voces inefables, nos envía sus gracias actuales - - para nuestra conversión, nuestro crecimiento en el amor; sin su atracción, sin su llamada, sin su gracia nada podemos. Es necesario corresponder. "Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día‖. (Jn. 6, 44). ―Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí." (Jn. 12,32). "Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada‖. (Lc. 6, 47-48). Ver entrada ―Llamada‖. Atributos divinos.- - Los atributos divinos, hondamente meditados o contemplados sirven para - - - encender nuestro amor e inclinarnos a la adoración. Enumeramos los siguientes: Simplicidad, Inmensidad, Eternidad, Actividad infinita (Motor inmóvil), Omnipotencia, Sabiduría infinita, Bondad infinita, Misericordia infinita, Santidad infinita, Justicia infinita, Verdad infalible. Nuestra comprensión de Dios puede ser incorrecta. (Job 42, 47). Él mismo nos revela la información sobre sí mismo. (Is. 60, 19; Santiago 1, 17). Esta información no debiéramos ignorarla. (Heb. 4, 1). Somos una parte de su creación. (Gen. 1, 1; Salmo 24, 1). A pesar de la caída, brilla un destello de Dios en lo humano. (Gen. 3, 17, 18; Ro. 1, 19-20). Los atributos divinos encienden y mueven a nuestra alma a la sencillez y pureza interior; a vivir en la presencia de Dios; a apreciar lo eterno muy por encima de la temporal; no caer en el desaliento; y confianza en Dios y en su Providencia. Y nos mueven al agradecimiento por su omnipresencia, sublime señorío, su potencia superior a toda realidad. Su justicia, misericordiosa y salvífica. Su incomprensibilidad, como ser completamente distinto, el Otro... Atrición.- - Es un pesar o sentimiento sobrenatural de haber ofendido a Dios porque nos - puede castigar con las penas del infierno y privarnos de la gracia y de la gloria; por la maldad del pecado. Hemos de darnos cuenta de que es sobrenatural: también para practicarlo hace falta la ayuda de Dios. Es más que el mero remordimiento, o ―las lágrimas de cocodrilo‖, como las de Esaú (Gen. 27, 30-46). San Ignacio de Loyola decía: ―Que si del amor de Dios me olvidare por mis faltas, al menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado‖. Ver entradas ―Compunción‖ y ―Contrición‖. Audacia.- - Entendemos aquí por audacia el valor, la resolución, la intrepidez - - o atrevimiento para difundir la causa noble del Evangelio. La persona de verdad espiritual necesita audacia evangélica, hija de la fortaleza y de la paciencia. Para ello, confianza en la Providencia. Lo que parece imposible para el hombre, es posible para Dios. Esta audacia la vemos en muchos santos que no solo han vencido el respeto humano, sino que se han lanzado por caminos desconocidos hacia la santidad y el amor al prójimo. Aunque nos veamos pobres y tímidos, si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? Audacia para el apostolado incluso en circunstancias de persecución: San Pablo da testimonio de audacia: ―Después de ser maltratados e insultados en Filipos, como ya sabéis, Dios nos dio la audacia necesaria para anunciaros su Buena Noticia en medio de un penoso combate‖ (Tes. 2,2). ―Os ruego por la mansedumbre y mesura de Cristo: os pido que me ahorréis tener que mostrarme valiente cuando esté entre vosotros, con la intrepidez con que pienso enfrentarme a esos que opinan que nos comportamos según la carne.‖ (2 Co. 10,2). Y el autor de la carta a los Hebreos dice: ―Así tendremos valor para decir: El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?‖ (Heb. 13,6). Austeridad.- - Entendemos aquí por austeridad la mortificación de los sentidos y pasiones. - - - Es preciso que nuestra vida sea austera si deseamos crecer en el amor. Pero siempre se exige una moderación: ha de ser discreta, sin llegar a privarse del sueño ni del alimento conveniente. Ver el ejemplo de Jesús. La austeridad nos enseña a no ser derrochadores y a compartir el dinero. En la Biblia, sobre todo en el libro de los Proverbios se nos exhorta a la austeridad económica, al ahorro. (Prov. 21, 20; 6, 6-8; 21, 20; 10, 4). En el Nuevo Testamento vemos la parábola del Hijo Pródigo que nos avisa de lo malo de la prodigalidad y el derroche. (Lc. 15, 11 y sig.); y la parábola del Mayordomo infiel, (Lc. 16, 12...). Jesús en la multiplicación de los panes nos enseñó a ser austeros, mandando recoger lo que sobraba, (Jn. 6, 12). ―Y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen‖ (I Co. 7,31). Revestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Rom. 13,14). San Pablo vivía humilde y pobremente, (Fil. 4,11-12) Y ―Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré‖ (Heb. 13,5) Y para ser austeros: ―Es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos‖ (Rom. 13, 11) Ver entrada ―Mortificación‖, ―Abnegación‖, ―Mirra‖. Autenticidad.- - El hombre de Dios ha de ser honrado, fiel a sus convicciones. Ha de tener - - sentido de autenticidad en la relación con Dios Padre y nuestra vida. Unidos al Señor formar un solo espíritu con Él. (1 Co. 6,17). Y ha de ser así de manera que se nos vea. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos‖. (Mat. 5, 16) Siempre caminar en fe y autenticidad cristianas. Los capítulos 1 y 2 de la carta de Santiago exhortan continuamente a la autenticidad y coherencia con la fe. Una de las causas de las grandes crisis de indiferencia e incredulidad tiene su origen en la falta de coherencia de los cristianos, sobre todo de aquellos que destacan más en la vida social y eclesial. La autenticidad es un gran testimonio de los cristianos. Ver entrada ―Coherencia‖. Autodonación.- - Jesús hizo auténtica autodonación en el Calvario. En la misa y comunión nos unimos a Él, nos entregamos a Él para cumplir su voluntad, sin votos, con amor, con decisión. ―Aquí estoy para hacer tu voluntad‖. Autores de espiritualidad.- - Son muchos los libros de lectura espiritual que existen y muy buenos. Entre - los que he leído recomiendo los siguientes que yo he leído: Ascética y Mística de Tanquerey. Autobiografía de santa Micaela del Santísimo Sacramento. BAC. Biblia Biografía de Ignacio de Loyola por el padre Casanova. Carlos de Foucauld. Jean Francois Six. Catecismo de la Iglesia Católica. Concilio Vaticano II. Confesiones y obras de San Agustín. Cuestiones Místicas y otras obras. Padre Arintero. Biblioteca de autores cristianos. BAC. Diccionario de espiritualidad. Ediciones Paulinas. Ediciones Paulinas. Diccionario de Teología. L. Bouyer. Herder Diccionario de Teología Fundamental. Ejercicio de perfección y Virtudes cristianas. Alonso Rodríguez. El Abogado del diablo. (Novela) de Morris West. El alma de todo Apostolado de Jean Baptiste Chautard. Edit. Patmos. El camino de la libertad. Nicolás Caballero. (Varios tomos) Editorial Edicep. El cura de Ars de Trochu. Ediciones Palabra. Castellana 210 28046 Madrid. También Sermonario del Cura de Ars. El libro del Concilio Vaticano II. BAC. El Obispo del Sagrario abandonado. José Campos. Egda.- El granito de arena. C. Cinca nº 6 Madrid. Todas las obras de este santo obispo El Padre Nieto, una vida para Cristo. Benigno Hernández. Editorial Sal Terrae. Guevara 20. Apartado 77. 39001 Santander. El Peregrino Ruso. Anónimo. El sacerdote de hoy y de siempre de Félix Beltrán. Edita Francisco López Hernández. El santo abandono. Dom Vital de Lehodey. Ediciones Rialp. Preciados 34. Madrid. Encíclicas varias: Menti nostrae. Divinum illud munus. Varias encíclicas, Deus caritas est y todo lo de Pío XII, Juan XXIIII, Paulo VI, Juan Pablo II Benedicto XVI y Francisco... Historia de un alma. Santa Teresa del Niño Jesús. Editorial el Monte Carmelo. Imitación e Cristo. Tomás de Kempis. (En cualquier librería religiosa) - Jesucristo y la vida cristiana. Royo Marín. Biblioteca de autores cristianos. - - - BAC. La Vida interior de José Tissot. Los Miserables. De Víctor Hugo (Novela) Nuevo año cristiano, Edibesa Madrid. Año cristiano. BAC Nuevo Testamento. Biblia. Y en la Biblia, sobre todo los profetas y libros sapienciales. Obras completas de Alfonso Torres. BAC Obras completas de San Ignacio de Loyola. BAC. Obras completas de San Juan de la Cruz. BAC. Obras completas de San Pedro Julián Eymard. Obras completas de San Agustín. Obras completas de Santa Teresa de Jesús. Obras completas de Sor Isabel de la Trinidad. Obras completas mías (José María Lorenzo Amelibia). Muy pocas publicadas en papel. Algunas en Internet. Mientras viva, las voy enviando a quienes me las piden. Obras completas de Dom Columba Marmión. Obras de Antonio Royo Marín, sobre todo Teología de la Perfección Cristiana. Obras de San Alfonso María de Ligorio. Obras de san Bernardo. Obras de San Francisco de Sales. Obras de san Rafael Arnaiz. Obras de Ignacio Larrañaga. Obras de Jacques Philippe. Obras de Javier Garrido. Obras de José Manuel Alonso Ampuero. Obras de José María Iraburu. Obras de Lefrance Jean. Patrología, distintos padres de la Iglesia. Síntesis de espiritualidad católica. De José Rivera y José Mª Iraburu. Editorial Gratis date. Monasterio de Urdax, 2, 4º d. 31011. Pamplona (Es muy barato e incluso si se pide gratis, te lo enviarían. Están estas obras en Internet) Solo Dios basta. M. Herraz. Editorial Espiritualidad. Sube conmigo. Ignacio Larrañaga. Ediciones paulinas. Muéstrame tu rostro. Ignacio Larrañaga. Ediciones paulinas. Y todas las Tratado del amor de Dios de San Francisco de Sales.. Edit. Primer monasterio de la Visitación. Santa Engracia, 20. Madrid. Otras obras del mismo autor. Una fuente de energía de Heredia. Herder. Yo en Dios o el Cielo y todas las obras de Un Carmelita Descalzo. Compañía Bibliográfica española Hernández. Mira entrada ―Lectura espiritual”. Autoridad.- - Dios es la verdadera autoridad porque es el Creador. (2 Crónicas 20, 6; - - - - - Salmo 115, 3 y 135, 6). Y Él hace participar de la autoridad a sus criaturas para poder llevar a cabo una misión: padres, gobernantes, jefes legítimos... Jesús es depositario de la autoridad, ―La gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas‖. (Mat. 7,28...) Y se comporta con los suyos como servidor Lc. 22, 25...). Reconoce la autoridad del César. Y enseñó que el ejercicio del poder ha de ser servicio (Lc. 22,26). Obró con autoridad, incluso sin dar explicaciones cuando vio mala voluntad. (Mat. 21, 23-7) Existe la tentación del poder. Hemos recordar siempre que la autoridad no es un honor, sino un servicio a aquellos sobre quienes se ejerce. Es preciso participar en la muerte de Cristo y asimilar la idea de autoridad – servicio – amor. Pedro, a partir de su conversión fue fundamento de la Iglesia. El Mesías se definía como el Siervo de Yahvé: Siervo en soledad y servicio al Padre. Y llegó a ocultar su autoridad. (Lc. 20, 8). Es conveniente leer en el Evangelio cómo ejercía Jesucristo la autoridad en la enseñanza: ―¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen." (Mc. 1,27). ―Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad‖ (Lc. 4,32) Debemos obediencia a quienes ejercen la autoridad: ―Amonéstales que vivan sumisos a los magistrados y a las autoridades, que les obedezcan y estén prontos para toda obra buena‖ (Tito 3,1). ―Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación… ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella elogios… (Ro. 13, 1-4). Es propio de la acción del demonio rebelarse contra la autoridad de Dios. Y es contra la moral el desprecio u odio contra la autoridad humana legítima. Ver entrada ―Obediencia‖. Avanzar.- - Un alma que mira a Dios, no retrocede jamás. La gente santa opta por Dios - de una manera audaz. Y se lanza por el camino verdadero. El tiempo aumenta la dureza del camino y las dificultades. Los últimos años de la vida de Cristo fueron los más duros. Y hay que seguir adelante. Él va a estar mucho más cerca de nosotros para alentarnos. (Jn. 14, 26). Aunque en ocasiones, cuando nos encontremos en lo más duro de la cruz, no vamos a notar su presencia. Tampoco Jesús notó en la cruz la presencia del Padre, sino el abandono. Pero la santidad, la unión íntima con Dios va a ser nuestra gran y total recompensa. Avanzar por los caminos de la vida interior. Jesús nos perdona sin cesar. (Lc. 7, 47, 48). Él nos purifica, nos estimula a hacer nuevos esfuerzos y a realizar - nuevos progresos en el amor; luego brillará con gran viveza la luz de Cristo en el alma para que conozca las divinas perfecciones. Lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús. (Cat.) Para avanzar hace falta paciencia. Para ser feliz y avanzar en la virtud, solucionar el problema del dolor: llevar la cruz con Jesús; luchar con paz para aliviarla. No me envía Dios el consuelo para entretenerme puerilmente sino para avanzar. Es necesario el espíritu de mortificación para avanzar en el camino de Dios. Avaricia.- - Es el amor desordenado a los bienes terrenos. El desorden está en querer - las riquezas por ellas mismas, para aumentar el poder y el placer; también desorden es el buscarlas con ansiedad con daño de los derechos del prójimo. (Ex. 20, 17; 1 Co. 6, 9-10). El avaro parece ignorar que sus bienes no son de él solo, que es necesario compartir con los necesitados. San Pablo nos previene contra la avaricia: ―Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría‖. (Col. 3,5). Ave María.- - Consideramos el avemaría una oración excelente; la mejor después del - - Padre Nuestro. La primera mitad son palabras del Evangelio (Lc. 1,28); el resto de la oración lleva el marchamo de los siglos. Muchos acostumbran saludar a la Virgen María con el rezo del avemaría cuando suenan las horas del reloj. Lo mejor, no caer en la rutina en esta y otras prácticas de piedad. Y recordar la entrega total a Dios de nuestra Madre. Ver entrada ―María‖. Ayuno.- - El mismo Jesucristo ayunó: ―Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para - ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches‖. (Mat. 4, 1). Es una práctica ascética recomendada por el mismo Jesucristo. ―Este género de demonios no es arrojado sino por la oración y el ayuno‖. (Mat. 17,21). Jesús nos recomienda en el ayuno: "Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará‖. (Mat. 6, 16-18). Jesucristo también pone discreción en el ayuno: ―Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: ―¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?‖. Jesús les dijo: ―¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán‖. (Mat. 9, 14-15). Ver entrada ―Inedia‖. B.- Bautismo.- - El bautismo es voluntad del mismo Jesucristo cuando, antes de subir a los - - - - - cielos les ordenó a sus discípulos: ―Id y haced... bautizándolos...‖ (Mat. 28, 16-20). Por el bautismo el creyente queda unido al misterio de la muerte y resurrección del Señor. (Rom. 6,3 y sig.) Somos hijos Dios por el bautismo (Gal. 3, 23-27). Es necesario arrepentirse y bautizarse, (He. 2,28). ―El que crea y se bautice se salvará, el que no crea se condenará‖, (Mc. 16, 16). ―Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios‖, (Jn. 3,5). Este sacramento nos une a la Iglesia: ―fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas‖ (He.2, 41). Es sacramento de salvación ―Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo‖ (Tito, 3,5). Es el primero de los sacramentos, necesario, nos justifica delante de Dios perdonándonos el pecado original y los pecados personales. Nos da la gracia santificante, nos hace hijos de Dios y miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Es el germen de toda la vida interior de espiritualidad y relación con Dios. Su amor misericordioso es el vestido de luz divina que el Señor nos ha dado en el bautismo. Él nos ha ungido con el óleo de la alegría en nuestro bautismo. Cristo por el bautismo nos dio una vida nueva, como imagen de su muerte y resurrección. En el bautismo se marca la frente con la cruz, señal de posesión de Jesús, la vestidura blanca: revestirse de Cristo; el beso de paz como acogida. Todo hacia un compromiso de vida. En el centro de la celebración bautismal, la profesión de fe. La fe es un don de Dios, y un compromiso de conversión permanente. Iluminación, el aspecto positivo de la fe; símbolo del cirio y la vela. Nuevo nacimiento por las aguas bautismales. Misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Adhesión vital a la pascua de Cristo. Los niños bautizados asumirán en el momento oportuno toda la responsabilidad de la fe. El bautismo es manantial y arroyo de nuestra inserción a Cristo. Revierte en una expansión del trabajo y testimonio, en una pascua universal, en nuevo pentecostés sobre el cosmos. Y todo está contenido en la gracia sacramental. El signo de la unción con el santo crisma incorpora al Cuerpo Místico de Cristo. Con el triple oficio: real, profético y sacerdotal. Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él. (Col. 2, 12; Ro. 6, 4… 23). - ―El Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna‖ (S. Ireneo, Dem., 3). - (Cat.) La gracia sacramental del Bautismo consiste en la regeneración, morir al pecado para resucitar con Cristo. (Rom. 6,3) Ver entrada ―Iniciación cristiana‖. Bendición.- - Es la invocación de la protección de Dios y su espíritu santificador sobre una - - - persona, un lugar o una cosa; se practica generalmente recitando un sacerdote unas palabras rituales o haciendo la señal de la cruz. Es la expresión con la que se invoca la protección de Dios y su espíritu santificador sobre una persona, un lugar o una cosa. En la Sagrada Escritura son muchas citas sobre la bendición. Solo citamos; ―Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.‖ (Jer. 17, 7-8) No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendecid, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición. (1 Pe. 3,9). ―Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios‖. (Mateo 5,9) (Num. 6, 24; Salmos 20, 4 y 34, 8). (Lc. 6, 27-28; Fil. 4,23….) Supone la contemplación del amor de Dios en el Hijo. Generosidad divina comunicada a los hombres; Dios que se derrama en nosotros como la lluvia al mundo. Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; En ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición. ―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido, con toda clase de bendiciones espirituales‖ (Ef. 1, 3). Su bendición es a la vez palabra y don. (Catecismo D.C.) Beneficencia.- - ―Jesús pasó haciendo el bien‖. (He. 10, 38) y Él nos enseñó: ―Haced el bien y - - prestad sin esperanza de remuneración‖ (Lc. 6, 35). La caridad a la hora de hacer el bien es sutil y muestra gran inventiva. El cristiano honra a Dios no solo en sí mismo, sino también en los hijos de Dios que son los hombres. La beneficencia ha de ser ejercida no solo privadamente sino también socialmente y colaborando con la beneficencia organizada. Ver entradas ―Limosna‖, ―Diezmo‖. Benignidad.- - Es una virtud suave, amable, tranquila, de dulce hablar y afable porte. Muy - cercana a ella es la bondad. Siempre dispuesta a hacer un favor. (Ro. 2, 4; 2 Co. 10, 1; Ga. 5, 22; Col. 3, 12). Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Biblia.- - La Biblia es el libro por antonomasia de los cristianos, de continua lectura en - - - - - la liturgia y en la lectura espiritual individual y colectiva. Dos grandes partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Recordamos que la Biblia es el libro inspirado y no debe interpretarse por cuenta propia. (2 Pe. 1,20) El Antiguo Testamento: contiene toda la fe del Pueblo Elegido, con la historia de salvación y profecías. Israel traicionó reiteradamente las expectativas de Dios después de la alianza. En el hombre existe la posibilidad de abrazar el plan de Dios o de rechazarlo por el pecado. El rechazo crea el desorden. La Providencia puede sacar provecho, incluso de una mala acción. Los profetas son sobre todo conservadores. Creen en su misión, a pesar del fracaso. Saben leer los acontecimientos dentro del plan de Dios. Ven toda la alegría y espiritualidad. Están atentos a los acontecimientos para recuperar el mensaje religioso en su forma original. La denuncia de los profetas parte siempre de la fe; no de la sociedad ni de la mera crítica. Solo Dios es absoluto. La conversión es una transformación profunda de todo un ser humano a Dios. Y Dios no envía un castigo absoluto, siempre salva a un resto. El Éxodo y el Deuteronomio narran y actualizan la Alianza, el núcleo central de la ley. Israel pertenece totalmente a su Señor; educó a su pueblo en el desierto. Israel tomó conciencia del verdadero rostro de Dios. En tiempos de Ezequiel en Babilonia, el pueblo mantenía confianza en su destino glorioso. Ezequiel lo mantuvo para que no se volviera atrás. Señorío de Dios y fidelidad a su palabra. La salvación consiste en la ejecución de las órdenes divinas. En el Eclesiastés se habla del éxito de la vida del rico. Pero se pregunta: ¿De qué sirve? El hombre se encuentra encerrado en sí mismo. Siempre tropieza con la muerte que cuestiona la vida. ―Comamos y bebamos...‖ Tener a Dios significa ser conscientes de los propios límites. La Biblia resuelve el problema de los hombres que superan el escollo de la muerte física con la esperanza de la eternidad feliz. El libro de la Sabiduría afirma: Dios creó al hombre para inmortalidad, y no abandona al justo a la muerte ni lo iguala con el necio. Se puede hablar de la muerte física y de la muerte eterna. Dios es fiel y la muerte será vencida. Israel: de la desconfianza en Dios, de independizarse de Dios, llega a atribuir a la naturaleza poderes divinos; sustituye a Dios por algo por debajo de Dios; - - - - - - - y la historia se repite. Los profetas ayudan al hombre a levantarse del pecado. Enlace con el pasado en el cual Dios mostró su potencia salvadora, convencidos de que la salvación llega a su plenitud. La providencia de Dios permanece y purifica el futuro. La historia está abierta y nos ha revelado su sentido. Israel experimentó la presencia y la ausencia de Dios. Dios se oculta tanto como se manifiesta. ―Dios nos sacó de Egipto‖. Pero otras veces suspiran: ―¿Dónde está Dios?‖ Y no siempre la consecuencia es fruto del pecado o el castigo. Puede ser una prueba. Abunda la antinomia; el misterio de Dios; la búsqueda de Dios. Vivir en confianza, serenos, rescatados de la vacuidad de la muerte. El Nuevo Testamento. Los discípulos siguieron a Jesús en sus caminos, recibieron su enseñanza particular. Y fue total su conversión, camino de la cruz. Marcos revela más el gesto realizado por Jesús en su pasión, como verdadera epifanía divina. Pasión hacia la resurrección. Invitación a la confianza y espiritualidad. La cruz, el centro del plan de salvación. Mateo. Comunidad judeo – cristiana. Debate con los fariseos; primado de la caridad. ―Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto‖. (Mat. 5, 48). ―Amad a vuestros enemigos‖. (Lc. 6, 27). Compenetrarse hasta la vuelta del Señor. Lucas. Se observa en él un espíritu crítico para resolver todo. Busca elementos seguros para la catequesis. La historia de Jesús es real y salvífica. El tiempo de la Iglesia es de testimonio. ―Varones de Galilea: qué hacéis mirando al Cielo...‖ (He. 1, 11). Muy atentos a la presencia del Espíritu Santo. Pablo. Él supone la vida e influencia de Jesucristo: ―Vivo yo, ya no yo, vive en mí Cristo‖. (Gal. 2,20). Encuentro con Jesús crucificado y resucitado. Amor gratuito de salvación por la fe. Riqueza de la misericordia, porque es total la impotencia del hombre para obtener por sí mismo la salvación. Estar siempre con el Señor. Vivir con Él crucificado y resucitado. Saborear la redención. Existencia abierta a Dios. Sabiduría de la cruz. Aceptar la debilidad, la filiación. El Espíritu Santo habita en nosotros. Jesús es la manifestación verdadera: ―Yo soy el pan vivo bajado del Cielo‖ (Jn. 6, 51). ―Y el Verbo era Dios‖. (Jn. 1, 1). ―Y el Verbo se hizo carne‖. (Jn. 1, 14). Debilidad. La gloria de Dios está como escondida. Dios es amor. Dios se revela en Jesús. El camino de la cruz es el de la gloria. Juan. Afirma la impotencia del hombre abandonado a sí mismo. No puede ―nacer de nuevo‖. (Jn. 3,7). Jesús permite que muera su amigo Lázaro. Da a entender que ni el dolor ni la muerte son signos de abandono de Dios; y es preciso ser conscientes de la muerte del mismo Jesucristo. Es preciso salir de la tristeza y de la añoranza del pasado. Alegría y paz por el perdón. Bien.- - Para la Teodicea Dios es el bien. ―La divinidad es buena y causa de todo cuanto se hace bien‖ (Platón). Dios es bueno y para nosotros manifiesta su - bondad en la misericordia. ―Alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia‖. (Salmo 136). ―Solo Dios es bueno‖ (Mc. 10, 18; Lc. 18, 19). Amar a Dios es amar el Bien. Las criaturas participamos de la bondad de Dios. Por eso nos dice san Pablo: ―Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. (Ro. 8, 28). Bienaventuranzas.- - En el sermón de la montaña Jesús las reduce a ocho. Parece ser que se trata - de un número simbólico. Conviene meditarlas con frecuencia y tienen mucha relación con los dones del Espíritu Santo, sobre todo con los dones de Ciencia, de Consejo, de Sabiduría, Piedad y Fortaleza. (Mat. 5, 2-10) Bienaventurada la persona cuyo consuelo y alegría es tratar con Dios, bien sea con un fervor sensible, de esos que electrizan y permiten volar, bien sea con un fervor seco, de esos que cuestan por su aridez pero demuestran mayor amor. ¡Amarle, adorarle, humillarnos delante de Él, y que venga en su misericordia con su luz a iluminar nuestras tinieblas; a darnos conocimiento de Él, amor y el don de saber comunicarlo. ¡Oh el Reino de Dios, qué lejos todavía está de muchos! Bien común.- - - Llamamos bien común aquello de lo que se pueden beneficiar todos, personas o instituciones; y los medios socio económicos que a todos han de servir. Colaborar al bien común es deber de todos. Muchos textos de la Biblia tratan de ello. He aquí algunos: ―Ahora bien, hay diversidad de dones... Pero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho. Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento por el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, el hacer milagros, y a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno como Él quiere. (I Co. 12, 4-11) ―Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos‖. (1 Pe. 2, 13-17) ―Entonces Él les dijo: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios‖ (Lc. 20, 25). Bilocación.- - - Es un fenómeno místico extraordinario que consiste en la presencia física simultánea en dos lugares distantes. Se dan casos vividos por santos como José de Cupertino, Francisco de Asís, Alfonso María de Ligorio, Catalina de Siena. En estos y otros fenómenos extraordinarios habría que averiguar siempre lo que puede ser realidad o leyenda. Bondad.- - Recordar lo que nos dijo Jesús y el Apóstol Pablo: ―Sed compasivos, así - - como vuestro Padre es compasivo‖. (Lc. 6, 36). ―Sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo‖. (Ef. 4, 32). ―Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe· (Gal. 6,10). ―No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien‖. (Rom. 12, 21). ―El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio‖. (Gal. 5, 22-23) El secreto de la bondad está en el trato íntimo y continuo con Dios y está movida por el deseo de agradarle. Así podemos hacer el oficio de Marta y el de María. Procurar llegar a la hondura del hombre, para aliviar allí su desconsuelo. Estos debieran ser nuestros propósitos sinceros en la oración. Quien prueba la dulzura de Dios, a la fuerza ha de propagarla a su alrededor. Hacer todas nuestras obras con gran amor. Cuando una persona se ve motivada por algo distinto que Dios, ya no es buena del todo su obra. Podrá ser altruista. Hemos de procurar en los sentimientos humanitarios poner siempre a Dios en el fondo de todo. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Budismo.- - - - Buda fue un predicador religioso y anunció una ley salvífica. Fundó una comunidad de monjes y de seglares. Practicó un camino intermedio entre la vida del placer y el ascetismo y misticismo extremos y renuncia al egoísmo. Se honra no a su persona, sino su doctrina. El monje budista no puede poseer ningún bien y lucha contra el orgullo y el odio. Para purificarse se practica el nirvana: es mirar a lo eterno; más allá de la otra orilla, un absoluto trascendente. Otros quicios muy importantes son: la meditación, la recta conducta y esfuerzo; la ética. Llegar a la iluminación o estado de nirvana. El zen por medio del control de la respiración. Importante la terapia de choque. Tiene importancia para el hombre la magia ritual, la devoción religiosa y el yoga. Dentro de todo esto, los mantra. En nuestro tiempo se aprecia mucho la espiritualidad budista e hinduista. Ver entrada ―Yoga‖, ―Zen‖. Buen espíritu.- - Buen Espíritu. Esa brisa que va trayendo a nuestras vidas una nueva - primavera, un nuevo fruto de obras santas. Que se cumpla en nosotros aquello que leíamos en San Pablo: ―Si con el espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis‖ (Rom. 8,13). ¡Abrir nuestra alma con sencillez a la acción de Dios! Trae al alma un resurgimiento espiritual, el amor al prójimo, el fervor. El buen espíritu sopla siempre del lado del calvario. El mal espíritu, todo lo contrario: busca el placer, el orgullo, el amor propio, la esterilidad Buen Pastor.- - Jesús es el Buen Pastor, (Jn. 10, 11-18). Cristo existe. Lo recibimos en la - - Comunión; asistimos todos los domingos a la Misa donde se hace presente en cuerpo y alma. Jesucristo nos quiere. Él es el Buen Pastor de cada uno de nosotros. Por eso hemos de tener confianza en Él. Poner todos nuestros problemas bajo su cayado de Pastor. Confiar cuando nos vienen preocupaciones. Y darnos cuenta de que Él nos guía hacia nuestra patria definitiva que es el Cielo; lo tenemos en el Sagrario con presencia real. Y vamos a ver la preocupación de nuestro Buen Pastor: ―Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que atraer, y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.‖ (Jn. 10, 16) A nosotros nos toca, como creyentes y amigos de este Buen Pastor, ayudarle de todas las formas posibles. Y nos cuida y tiene compasión del pecador. Para ello expone la parábola de la Oveja perdida. (Mat.18, 10-14 y Lc.15, 3-7). Como resumen podíamos decirle a Jesús: ―Señor, cuida Tú de mí y de mis cosas, que yo he de cuidar de las tuyas. Ayúdame a ser buena oveja y a la vez un buen zagal tuyo‖. Buena Noticia.- Buena Nueva.- - Jesucristo proclamó la Buena Nueva (Mat. 4, 23; 9, 35; 11,5). Jesús mandó - - que se proclamara por todo el mundo. (Mc. 16, 15). Y se proclamará por el mundo entero (Mat. 26, 13). (Mc. 13, 10). Los Apóstoles desde el comienzo proclamaban la Buena Nueva (He. 5, 42; 8,12; 15,7; 15, 35). La gente obedecía a la Buena Nueva (Ro. 10,16). Pero algunos no la admitían. (Heb. 4, 6). Pero hasta a los muertos se les anunciaba (1 Pe. 4,6). Nuestra Buena Noticia es que Cristo, el Hijo de Dios vino al mundo (Lc. 1, 19) y después de su pasión y muerte resucitó, que Él es Señor, exaltado por el Padre a su derecha: ―Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies‖. (Sal. 110). En cuanto recibieron los Apóstoles al Espíritu Santo marcharon a predicar la Buena Nueva; dieron su testimonio por todos los pueblos. (Mc. 16, 20). El paso a la fe viene después de la Buena Noticia. La aparición del Ángel supone un comienzo nuevo. ―Nuevas sean todas las cosas‖; ―Aléjense de lo viejo‖. La Buena Nueva, Jesús ha nacido, ha muerto en la cruz y ha resucitado‖. Buscar a Dios.- - ―Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón‖. (Jer. - - - - - 29, 13). Buscad al Señor y su fortaleza; buscad su rostro continuamente. (1 Crónicas, 16, 11) Jesucristo nos lo pedía: ―Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá‖. (Mat. 7, 7-8). Cuando el hombre busca a Dios, Él se le acerca. Buscarlo con sinceridad. Para ello, salir de sí, del egoísmo. Ya dijo Jesús que el que busca encontrará. Por eso una de las tareas de nuestra vida es buscar a Dios. La Biblia nos exhorta de continuo a buscar a Dios, en los Salmos, Profetas y Evangelio sobre todo. San Pablo nos dice: ―Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; 2aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra‖. (Col. 3,1). Si buscamos a Dios, nada es del todo temporal. Todo tiene trascendencia. Cada cosa exterior refleja lo eterno, lo sobrenatural. Con este ideal aprendemos a vivir de nuevo. El fervor espiritual nos producirá el calor del amor de Dios. Y este calor hace hervir al alma; la levanta a las alturas. No buscar en la oración ni la paz de Dios; ni la alegría; ni el éxito apostólico. Buscar en ella a Dios. Solo a Dios. Todo lo demás llega por añadidura. ―Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. (Mat. 6, 33). ―Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor‖. (Heb. 12, 14). Hemos de buscar al Señor con vivas ansias, con ardientes deseos. Como se busca al tesoro más rico o el negocio más beneficioso; como el amante a la amada; como el que tiene frío, el calor del hogar. ¡Aquella frase del libro de la Sabiduría: ―Lo invoqué, y vino sobre mí el Espíritu de la Sabiduría‖. La vida cristiana no tiene otro fin que buscar a Dios por el camino que Él quiera. Buscar a Dios en todas las cosas, Buscarlo con amor mientras amamos a los hermanos. Buscar a Dios con amor impetuoso, abrasarme en Él con la fuerza de mi fe. ―Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, especialmente a la profecía‖. (1 Co. 14, 19). Hemos de buscar a Dios en el mismo desaliento; dárselo también a Él. C.Caídas.- - Desde la primera caída de nuestros primeros padres (Gen. 3, 1-4), la - naturaleza humana quedó debilitada. A pesar de nuestros buenos propósitos se dan nuevas caídas en el pecado venial o grave. Lo importante es arrepentirse y levantarse. San Pablo parece admitir que el hombre se encuentra en una especie de esclavitud, de la que será liberado al final. (Ro. 8, 22). ―Hasta el justo cae siete veces al día‖ (Prov. 24, 16); quien camina, puede caer. Es fácil caer en faltas y pecados veniales. Hemos de guardarnos inmunes ante las caídas. (Judas 1, 24). El anciano Simeón dice que Jesús está puesto para las caídas y elevación de muchos. (Lc. 2, 34). Y no - - tropezamos para quedar caídos, hemos de levantarnos. (Ro. 11,11). Lo importante es no desanimarse ante las caídas, sino levantarse pronto del estado de postración. Dicen es de hombres el caer, pero de santos el levantarse. Por eso la determinación nuestra va a ser: ―no moriré sin ser santo‖. Y aunque nos humillen los fracasos, comenzaremos con mayor tesón. La compunción de corazón nos ha de acompañar para levantarnos y afianzar el amor a Dios. Ver entrada ―Conversión‖. Cáliz.- - Cáliz de salvación. Ya no es ―la copa de la ira‖. Está ofrecido a los hombres para que comulguen con la sangre de Cristo hasta que Él vuelva y bendiga por siempre al Padre que les concederá beber a la mesa del Hijo en el Reino. (1ªCo. 10, 16 y Lc. 22,30). La palabra cáliz es por antonomasia la copa con que Jesús celebró la última Cena. Por extensión se llama también así al vaso sagrado con que el sacerdote celebra la Eucaristía. - Callar.- - Saber callar a tiempo es virtud: ―Callar de sí mismo es humildad, callar los defectos ajenos es caridad, callar las palabras inútiles es penitencia, callar a tiempo es prudencia, callar en el dolor es heroísmo‖. ―En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente‖ (Prov. 10,19). ―Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio, cuando cierra los labios, por prudente‖ (Prov. 17,28). ―El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias‖ (Prov. 21,23). ―Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo‖ (Amós 5,13). ―Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana‖ (Sant.1,26) Ver entrada ―Silencio‖. - - Cambio de corazón.- - Es un fenómeno místico extraordinario registrado en la historia de la mística y - muy sorprendente. Consiste en la extracción del corazón de carne y en la sustitución con otro que es el de Cristo mismo. Son famosos los casos de las santas Catalina de Siena, Ludgarda, Gertrudis, María Magdalena de Pazzi, Caterina de Ricci, Juana de Valois o Margarita María de Alacoque. Tanquerey y Royo Marín explican estos fenómenos místicos. Con cualquier interpretación, se entiende siempre de una manera mística, no fisiológica. Camino.- - ―Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie puede ir al Padre, sino por mí‖. - - - - (Jn. 14,5, 6). ―Sin mí no podéis hacer nada‖. (Jn. 15,5). Hemos de seguir la palabra de Jesucristo, sus enseñanzas y consejos, adecuarnos a su doctrina. Mc. 1:3 ‖Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas‖. Jesús es el camino, pero muchos son los caminos del Señor, las vías de espiritualidad. ¿Por qué pensar que el seguido por nosotros es el único o es el mejor? La voluntad de Dios es el camino hacia la entrada en el Reino de Dios. Dos entradas: o bien entro en el Reino de Dios, o bien viene a mí. Entraré en él para, alabar a Dios. Y dice Jesús: ―El Reino de Dios, en medio de vosotros está.‖ El camino para ir a Dios está en los Evangelios, sermón de la Montaña, bienaventuranzas, mandamientos, amor a los enemigos, la misericordia, dar de comer al hambriento… Meditar de una manera especial (Mat.6 y 7) Del salmo 25: ―Muéstrame, oh Dios, tus caminos; enséñame tus sendas. Todas las sendas de Dios son misericordia y verdad. Mis ojos están siempre hacia Dios, Porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido‖. Él, que es camino, verdad, vida, ha reconciliado al hombre con Dios. ―Por Dios‖, por relación al Hijo; finalmente, el Espíritu Santo es la causa última de todas las cosas. Puesto que, así como la voluntad y aun toda cosa descansa en su fin. (León XIII). Mi Dios, el que mi camino caminas. (Agustín) Canciones.- Cantos.- - El que canta reza dos veces; cantar es una forma de amar. (San Agustín). - Y en la Sagrada Escritura son muchísimas las veces que aluden al cántico - como oración. Citamos algunas: ―Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias le exaltaré‖ (Salmo 69,30). ―El Señor es mi fuerza y mi escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se regocija, y le daré gracias con mi cántico‖ (Salmo 28,7). ―Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos‖ (Salmo 95,2). ―¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas‖. (Santi. 5,13). Ver también (Ef. 5,19; Col. 4,16; Heb. 2,12). Ver entrada ―Música‖ Canonizar.- - Canonizar a algún fiel católico, es proclamar solemnemente que aquel fiel ha - practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores. (Cat.). Hemos de acatar la definición de la Iglesia sobre una persona santa. A lo largo de la historia muchos miles de cristianos han brillado por su santidad. - Son dignos de ser imitados en sus virtudes. Hemos de tener en cuenta que los santos no han sido heroicos en todas las virtudes, sino en algunas; ni imitables en toda su vida sino en alguna parte. Es de fe que los santos canonizados están en el Cielo. Unos santos son más admirados y seguidos que otros. Es bueno que cada persona tenga algunos santos de su devoción. Cantar de los Cantares.- - Es el libro del A. T. que tiene pleno significado místico. Epitalamio entre Dios, - el esposo y el alma, la esposa. El Cantar de los Cantares es la historia de los amores de Dios con cada persona y pueblo. Los Cantares describen el proceso de la esposa hasta entregarse definitivamente al amor, a Dios. La esposa no ceja en su hambre y sed de Dios suscitada por el mismo Dios. La Eucaristía, copa de bodas: sostiene la marcha de fe, esperanza y caridad hacia las bodas definitivas. El mismo cuerpo es expresión del amor de donación, urgencia de unidad e indisolubilidad. (Esquerda) ―Entrado se ha la Esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado‖ (Juan de la Cruz). Carácter.- - Es la fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía. Lo - constituye el conjunto de cualidades de la persona y la distingue por su modo de ser de las demás. Se forma, partiendo del propio temperamento, mediante una buena formación y educación. Es muy importante para el desarrollo de la personalidad y de la verdadera espiritualidad cristiana. Es preciso trabajar por formarlo desde la niñez y juventud y siempre podemos mejorarlo mediante nuestra fuerza de voluntad y la vida ascética. De gran importancia para la convivencia humana, de comunidad y familiar. Carácter sacramental.- - Es un sello indeleble que confieren los sacramentos del bautismo, - confirmación y orden sacerdotal, por el que el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversos. Es una disposición positiva para la gracia que permanece para siempre en el cristiano como promesa y garantía de protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por eso, estos tres sacramentos no pueden ser reiterados. La existencia del carácter sacramental es un dogma de fe definido por el Concilio de Trento. Caridad.- - Es una virtud teologal; nos vincula con Dios en su fuente, con Dios - - - - - Omnipotente, Eterno, con Dios que es amor. Y nos lleva al amor al prójimo con el mismo amor con que Cristo nos amó y nos sigue amando; de tal manera que es el distintivo del cristiano; y hemos de amar con el amor que Él mismo recibió del Padre, como Jesús nos quiso. Es la caridad el amor, la amistad entre Dios y los hombres. Para quien cree, nadie puede ser enemigo: ha de ser amigo de verdad. De alguna manera, todas las religiones fomentan la misericordia y la bondad, desde los tiempos más antiguos. Pero sobre todo fomenta el amor nuestra religión. La enemistad ha de ser vencida por el amor. En el Antiguo Testamento se conoce el amor de Dios al hombre y del hombre a Dios. Aparece Dios clemente y lleno de misericordia; el amor y respeto a los ancianos; mirar y ayudar a los disminuidos. Más de doscientas veces aparece el concepto de amor y misericordia. Así: ―La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre‖. (Eclesiástico 40, 17) En el Nuevo Testamento la caridad es el mandamiento nuevo, amor desinteresado como Jesús sus discípulos, a los pobres, a los enfermos; al pecador. ―Un mandamiento nuevo os doy que os améis unos a otros como yo os he amado‖. (Jn. 13, 34-35). Participación de la caridad de Cristo con todos, y más con los necesitados de auxilio. Y el mismo Jesús nos lleva al amor de los hermanos; al prójimo, incluso a los enemigos. Recordemos las obras de misericordia. Pero vigilemos, porque ―Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará‖. (Mat. 24,12). ―Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien‖ (Ro.12, 9) ―La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud‖. (Ro. 10) ―Ahora bien, si por un alimento tu hermano se entristece, tú no procedes ya según la caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por quien murió Cristo!‖ (Romanos 14, 15) La carta 1ª a los Corintios cap. 13 se considera como el himno o carta magna de la caridad: ―Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe‖. (I Co. 13, 1) ―Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy‖. (I Co. 13, 2) ―Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha‖. (I Co. 13, 3) ―La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;‖ (I Co. 13, 4) ―La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia‖. (I Co. 13, 8) ―Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad‖. (I Corintios 13, 13) ―Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, especialmente a la profecía‖. (I Co. 14, 1)" Cristo es la fuente del amor, unido al Espíritu Santo y al Padre. La virtud de la caridad es la más importante y siempre permanece. En el Cielo la caridad - - persiste para siempre, mientras que la fe y esperanza desaparecen; son virtudes de la Tierra que nos han llevado al amor. La caridad se dirige a todos los hombres, es para todos como la luz; no admite parcialidad; es el reflejo de Dios, pero con criterio de proximidad: más amor a la familia, a los hermanos en la fe, a los más próximos. La doctrina sin caridad sería una entelequia. El amor da a quien pide y vence el egoísmo; es humilde, no espera alabanza. ―El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones‖ (Ro. 5,5). Hemos de educarnos y educar en la caridad. La caridad es Dios no nosotros, es la vida; es el impulso que nos eleva a Él; nos hace perdonar y aprendemos a ser discípulos antes que maestros. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Ver las tres entradas de ―Amor‖. Carisma.- - - - - - - Entendemos por carisma gracia o don concedido por Dios a algunos hombres en beneficio de la comunidad. En (1 Co. 12, 4-11) San Pablo nos enumera la diversidad de carismas. Son muchos los carismas. Nos limitamos a enumerar algunos: don de curación, discurso, profecía, lenguas, comunidad, beneficencia... todos necesarios o muy convenientes para el servicio del Reino de Dios. Es preciso tener en cuenta que un carisma es también el elemento oficial de la Iglesia, verdadero don del Espíritu Santo. Vivir con esperanza porque ―la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado‖. (Ro. 5,5). ―Muertos a aquello que nos tenía aprisionados, de modo que sirvamos con un espíritu nuevo y no con la letra vieja‖. (Ro. 7,6). El sacerdocio es considerado por Pablo como carisma: ―No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros‖ (1 Tim. 4, 14). ―Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos‖. (2 Tim. 1,6). Hay carismas de la inteligencia: son dones para la exposición clara y profunda de los misterios; para el discernimiento de espíritus; hay carismas de profecía; de hacer milagros, de expulsar a los demonios. Hay carismas de servicios: de enseñanza, de evangelizar, de organizar la caridad. Y carismas muy sencillos que Dios derrama por doquier. Cada persona ha de utilizar alguna buena cualidad o carisma que Dios le ha dado para ayudar a otros. Que cada uno de vosotros pueda reavivar el carisma de Dios que lleva en sí por la imposición de las manos (2 Tim 1, 6), Todos los carismas que adornan a la sociedad cristiana resplandecen en su Cabeza, Cristo. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumentan los carismas. Los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe. (Cat.) Ver entrada ―Gracia gratis dada‖ y también la siguiente: ―Carismáticos‖. - Carismáticos.- Pentecostales.- - En la Iglesia en todos los tiempos se repiten los carismáticos o pentecostales. - - - - - - En los inicios se distinguían por su gran ilusión por la virginidad, el ascetismo e incluso el martirio. Siempre también los ha habido dentro de la ortodoxia y dentro de la heterodoxia. El peligro evidente en estos movimientos es exagerar, marginarse del magisterio de la Iglesia, no darse cuenta de que seguir la inspiración del Espíritu Santo, jamás puede llegar a separarnos de la comunión eclesial. Hoy tiene mucha fuerza el pentecostalismo. En el 1900, un pastor metodista, Charles Parham, suscita un movimiento mundial, al reflexionar sobre las primeras comunidades cristianas ofrece sus conclusiones e iniciativas. Hubo entonces un despertar pentecostalista con gran número de seguidores. También existió el rechazo visceral por parte de otros. Dentro de los hermanos separados destacamos, además de los metodistas, la Iglesia evangelista, y otros muchos (grupos pequeños, medianos y grandes) que son verdadero ejemplo de fe y fervor, dignos de ser imitados en este amor a Jesucristo, al prójimo y a la oración. Los católicos pentecostales han florecido mucho a partir del año 1967 en España. Con gran fidelidad al dogma anhelan la renovación de toda la Iglesia bajo el impulso del Espíritu Santo. Ayudan a vivir en la certidumbre de que Dios está entre nosotros. Los grupos de oración son el componente fundamental de la renovación carismática católica con estas características: a) cada uno interviene con una oración, lee algo de la Biblia, expresa su experiencia de fe... b) Todos rezan, cantan, aplauden... d) Es preciso dejarse llevar por el Espíritu. ―Los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual‖. (Ro. 8, 5). ―En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios‖. (Ro. 8, 14-16). d) se requiere la espontaneidad; la elevación a Dios. Se va hacia una visión crítica de la vida; responde la persona entera a la invitación de Dios. Se procura evitar la emocionalidad. El Bautismo en el Espíritu. Cuando alguien cree que ha llegado a madurar, pide que oren por él para recibir una presencia nueva en el Espíritu. Se prefiere usar más la palabra efusión del Espíritu que Bautismo. Se profundiza en la Eucaristía y en el sacerdocio de los fieles. Gracia especial es el agua viva; aquella agua que salta hasta la vida eterna. Se experimenta una alegría y paz serenas, una mayor bondad, amabilidad, longanimidad y liberación interior. ―El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones‖ (Rom. 5,5). - Es preciso estar en guardia de posibles desviaciones, experimentar el gusto por la oración, no fomentar el prurito de ser los mejores, ir descubriendo lo que el Espíritu Santo nos sugiere. Carne.- - En cuestiones de espiritualidad el vocablo ―carne‖ se contrapone a ―espíritu‖. - Son Muchas las frases que en la Biblia se dicen de la carne; nos fijamos en - - - estas pocas de las cartas de los Apóstoles: ―Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo‖. (1 Jn. 2,16). ―Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no‖ (Ro. 7,18). ―Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu…Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu‖. (Ro. 8,1 y 5). ―Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.‖ (Gal. 5,24) Es el enemigo más duro del alma, porque lo llevamos con nosotros. Y es preciso luchar contra el apetito al placer, contra el temor al dolor, contra la concupiscencia en general y la sensualidad. Si a esto añadimos todas las formas del egoísmo, se multiplica la lucha. Los remedios que se utilizan son: la mortificación voluntaria en lo lícito, aficionarse al sufrimiento por amor a la pasión de Jesús, ejercicio de la templanza, meditar en los novísimos, devoción a la Virgen María. Tener en cuenta esto, sobre todo contra los pecados de lujuria. Ver también entradas ―Concupiscencia‖ y ―Abnegación‖. Cartas.- - Necesitamos comunicarnos con otras personas en referencia a la vida - - religiosa. Si no entramos en contacto con otros de nuestros mismos ideales, corremos el riesgo de disminuir o ahogar el ideal. La correspondencia oral o escrita con amigos en la fe consigue muchos beneficios. Sin escribirnos, aunque nos hayamos tratado mucho, no llegamos a comprendernos del todo. Los Apóstoles escribieron sus cartas para animar en la fe a los cristianos (Gal. 1, 20; Fil. 3, 1)); para amonestar y aconsejar (1Co. 4, 14 y 5, 9-10); para decir la voluntad de Dios (1 Co. 14, 37); para enseñar (2 Co. 1, 13); para probar en la obediencia (2 Co. 2,9); dar a alegría en la fe (1 Jn. 2,1); alentar en el amor entre los cristianos (1 Jn. 2, 6-10 y 2 Jn. 5). Los santos han utilizado mucho las cartas no solo para desahogo propio, tanto o más aún para ayudar a otras personas con problemas de tipo moral, humano, espiritual... Y tengamos en cuenta sobre todo las cartas que enviaban los Apóstoles a los fieles que habían evangelizado. Castidad.- - Es la virtud que modera el apetito genésico. Para conservar la castidad es - - - preciso la vigilancia y la austeridad. A la castidad perfecta se la llama pureza o virginidad. La propia de los casados, castidad matrimonial o conyugal. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento exhortan a la castidad y condenan la impureza. Veamos unos pocos textos: ―Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias‖ (Rom. 13,13). ―Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría‖. (Col. 3,5). ―Porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación; que os abstengáis de inmoralidad sexual; (1 Tes. 4,3). ―Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos‖ (Ef. 5,3). ―Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios‖. (Heb. 13,4). ―¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?‖ (1 Co. 6,19). ―Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santificación‖. (1 Tes. 4,7) Es obligatoria la castidad perfecta antes del matrimonio. La lujuria es el vicio contrario a la castidad. Ver entrada Los medios para conserva la castidad son: el amor a la Eucaristía y a la Virgen, la mortificación en cosas lícitas, amar el sufrimiento y la cruz, combatir la ociosidad con el trabajo y aficiones sanas, huir de las ocasiones, meditar en la dignidad del cristiano, pensar en el castigo natural de la fornicación, recuerdo de la pasión de Cristo, orar, frecuencia de la confesión. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. La castidad purifica los sentidos, elimina todo amor desordenado, y llena el alma de virtudes. Ver entradas: ―Pureza‖ ―Virginidad‖, ―Celibato, ―Esposos cristianos‖ y ―Matrimonio‖ Castigo.- - Hoy hiere a nuestra sensibilidad la idea de castigo. Hemos de meditar en la - Biblia, tener la idea clara de que el castigo de Dios va muy unido a la misericordia y al perdón. No podemos descartar que Dios envíe también hoy castigos a la humanidad, como lo hizo en tiempos bíblicos. Recordemos Sodoma y Gomorra (Gen. 19, 1-29); el diluvio universal (Gen. 6, 5-22 y 7). Y la cautividad de los israelitas a Babilonia (2 Reyes 24). Y mencionamos también algunas citas de la Biblia relativas al castigo de Dios: ―No menosprecies, hijo mío, el castigo de Yahvé, ni te fatigues de su corrección; porque Yahvé al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere‖. (Prov. 3,11-12). ―Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete‖. (Apo. 3,19). ―Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yahvé tu Dios te castiga‖. (Deut. 8,5). ―El que creyere y fuere bautizado, será salvo; - - - - - mas el que no creyere, será condenado‖. (Mc. 16,16). ―Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente‖. (Lc. 13,3). Sin embargo, el castigo de Dios va unido a su amor y misericordia: ―En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor‖. (1 Jn. 4,18). Y va también unido a la conversión: ―Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina‖. (Ezq. 18,30b). Dios impone a las almas castigo o pruebas por tanto retrasar y titubear en el camino del bien, para darnos a entender que no vale vivir así. Una vez entregados de verdad, Él no se deja vencer en generosidad, pero también sobrevienen pruebas profundas. Dice el profeta Isaías que Israel se apartó de Dios a los ídolos. (Is. 19 y 20) A la vez Isaías nos enseña la delicadeza de Dios que nos va llevando a través del dolor al trato con Él. El castigo es fruto del pecado. Pero el castigo es medicinal por parte de Dios: para curarnos de nuestras infidelidades, para purificar nuestras almas. ¿Qué pensar de tantas apariciones de la Virgen María en las que se presagian castigos y catástrofes? Al magisterio de la Iglesia siempre le han preocupado; con frecuencia disuade de su credibilidad. No parece aconsejable ser muy crédulo a este catastrofismo. En todo caso, dejase orientar por la jerarquía de la Iglesia. Ver entradas ―Sufrimiento‖, ―Dolor‖, Enfermedad‖… Catecumenado.- - Cuando hablamos de catecumenado nos referimos al servicio eclesial de la - - - iniciación cristiana de los adultos que se preparan para el bautismo y también personas ya cristianas que desean profundizar en su fe. Ya empezó en el siglo III y lo vemos reflejado en Jesús (Jn. 20,21) en función de la evangelización. Se profundiza allí en la evangelización, en el camino hacia Dios y en Jesús, muerto y resucitado, constituido Señor. La predicación y preparación catecumenal exigen la conversión previa. En el catecumenado, cuando se trata de la preparación del bautismo, hay un rito de entrada para aquellos que tienen ya fe y han solicitado ser bautizados. En la Vigilia Pascual, se administra el bautismo. Una consideración para los catequistas: la mejor forma de transmitir el Evangelio es a partir de la propia experiencia de fe, como los Apóstoles. Los primeros cristianos eran un solo corazón, gracias a una transmisión apostólica llena de Espíritu. Viendo el historial de las apostasías... ¿sería mejor no bautizar a niños, sino a adultos, después de un proceso de conversión? Pensamos que la solución verdadera está en el compromiso de los padres en educar a sus hijos en la fe, y recibir el bautismo como hasta ahora, en los primeros meses de la vida. No olvidemos que el cristianismo ha de ser levadura en la masa. Hoy la Iglesia necesita una reacción profunda. Recordamos el catecumenado de España prebautismal, y el otro catecumenado para mejor formación de - personas ya bautizadas. Conviene hacer hincapié en este último catecumenado que puede ser verdadero estímulo hacia una vida cristiana y apostólica. Por otra parte existen los grupos neocatecumenales (Kikos) que aspiran a una gran perfección cristiana. Catequizar.- - Es un modo de evangelización sobre todo a niños y también a mayores - cuando su formación cristiana es poco profunda. (1 Co. 9, 16). Niños y mayores tienen hambre de Dios. Y es preciso que acudan sin ningún tipo de coacción. Escuchan así con gran interés. Y poco a poco asimilan las verdades cristianas. La catequesis ha de impartirse desde la propia experiencia de fe; así va calando la Palabra. Aquí va comenzando la oración personal. Como lema del catequista y catequizar podríamos decir: ―La vida eterna consiste en conocerte a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado.‖ (Jn. 17. 3) Ceguera espiritual.- - Consiste en no percibir la luz sobrenatural con su fuerza. El gran médico es - Jesucristo, acercarse con fe a él. Un creyente bueno ayuda a acercarse. Remover obstáculos que impiden esa visión. Y decirle como el ciego de Jericó: ―Señor, que yo vea‖ (Lc. 18, 41). La oración humilde es el único remedio contra esta ceguera. Para ello es necesario ser conscientes de esa ceguera y desear esa luz de la fe. Celebración litúrgica.- - La liturgia es un vínculo del creyente con Dios; tiene como raíz la religiosidad - - desde los tiempos más remotos. La relación de las personas cristianas con Dios viene a ser fuente y alma de la espiritualidad litúrgica. Para que la palabra de Dios sea fecunda en nosotros, se necesita la acción del Espíritu Santo; y con su ayuda la palabra se transforma en alma de la acción litúrgica. (Ver Jn 14,15-17; 25-26; 15,26; 16,15). La liturgia en el Nuevo Testamento se emplea no solo para la celebración del culto divino (He. 13, 2; Lc. 1,23), también para el anuncio del Evangelio y la caridad. (Ro. 15, 27; 2 Co. 9, 12; Fil. 2, 25). En el cristianismo comienza con el bautismo seguido de la confirmación y penitencia. Después la preparación para la Eucaristía y los demás sacramentos: símbolos sensibles de la gracia, acción misteriosa y comunitaria. El centro de toda acción litúrgica es la celebración de la Eucaristía. Todo nos lleva a la santidad y a la conversión. La liturgia tiene gran importancia para la comunidad eclesial y para la misión, para los sacramentos y el misterio pascual, para la Eucaristía y el reflejo del - servicio de Jesús que se hace alimento. En la confirmación para difundir la fe y defenderla. Ayuda a la contemplación y a la acción. Fomenta la esperanza hacia la visión de Dios. Crea un clima de celebración festiva. Ver entrada ―Liturgia‖. Celebraciones.- Ver entrada ―Días‖. Celibato.- - Se define el celibato como el estado de la persona que no se ha casado, - - - - - - especialmente por motivos religiosos. Va normalmente unido al voto de castidad y con frecuencia también al de pobreza y obediencia. Dios para la procreación nos hizo hombre y mujer, para vivir unidos la pareja en una sola carne, y vivir en amor y en familia. Dicen que Moisés, después del suceso de la zarza ardiendo, (Ex. 3), no tuvo relación sexual con su mujer. En el Antiguo Testamento cesa este contacto con la realidad ante lo sagrado. Jeremías el profeta llevaba una vida solitaria. En el Nuevo Testamento, la encarnación del Hijo de Dios, se realizó en una madre virgen. (Lc. 1, 26- 38). El hombre, después de la caída quedó dominado por el sexo, una vez vencida la muerte por la resurrección, el celibato es un don de Dios para quienes pueden realizarlo como entrega plena a Dios y al prójimo. (Mat. 19, 12). Pablo deseaba que todos fueran como él, pero reconocía que más vale casarse que abrasarse. El celibato es una vida de amor a Cristo, a la entrega a su Reino, a la vida contemplativa dentro de la vida activa. Confiado del todo en Él y abandonado del todo en Él: la vida celibataria hoy se suele entender como algo permanente. Vivir el celibato como Pablo que hubiera querido ser anatema con tal de ganarlos para Cristo. (Ro. 1,3) y fidelísimo en la verdad (Gal. 1,8). Ver el celibato no como separación de los hombres, sino en un vínculo profundo con ellos; también como un ideal monástico dedicado a la vida contemplativa por el Reino de Dios. Celibato con alegría; para hacer el bien; para estar con Jesús que nos envía a predicar, y a la entrega a la misión. El célibe ha de estar libre interior y exteriormente. Hoy se ve como contrasentido vivir con la madre como custodia de las tentaciones. El celibato se vive con desprendimiento de riquezas, de buena mesa, de honores y ansia de poder. Es un medio, no un fin. Y permite vivir a tope la pobreza y la obediencia a la misión de Cristo. Fue el mismo Jesucristo quien lo fundó para aquellos que fueran capaces; así de claro. Es ante todo enamoramiento de Cristo. Ha existido desde la Iglesia primitiva y seguirá. Aunque no forzosamente de la misma manera que hoy. Los Apóstoles llevaban a sus esposas y vivían como hermanos; así algunos lo quieren interpretar. (1 Cor 7). En el año 150 decía algún Santo Padre que quienes elegían la virginidad permanecían incorruptos hasta los 60 o 70 - - - - - años. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera y otro de otra‖... ―Creo, pues, que esto es bueno en vista de la presente aflicción; que es bueno que el hombre se quede como está‖. (1 Co. 7,26).). ―Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar‖ (1 Timoteo 3,2 Y Pablo desecha la teoría de los que prohíben casarse: (1 Timoteo 4,1-3) El celibato es un consejo y una gracia. Es superior al matrimonio. Participa de la admirable fecundidad de la Iglesia y de María. Va muy unido con el apostolado, vida de oración y servicio total al prójimo. Necesita siempre ir acompañado de una ascesis y mortificación de los sentidos. Necesidad de vigilancia y oración máxime para quien ha optado por la virginidad; y se nutre con la proximidad del Señor. Abandono de la familia, despojarse y hacerse pobre, abandonar todo para servir al Señor. Por amor a Cristo, testigos del poder de Dios que actúa en la vida propia. Viven la escatología por el Reino de los Cielos y son signo de ese Reino. Clemente de Alejandría defiende la santidad del matrimonio. Celibato y matrimonio son dones de Dios. Atanasio habla del matrimonio como vía mundana; la virginidad, gran legado de ángeles. Para Crisóstomo, la virginidad es legado de la caridad. Célibes entonces eran solo los monjes. Y solo significaba diaconía, servicio. Para Agustín el celibato es mejor que matrimonio. El celibato clerical ha sido a lo largo de los siglos y lo es hoy, muy discutido por los escándalos a que ha dado origen a través de la historia de la Iglesia, máxime en el siglo XXI, con ocasión de los casos de pederastia. Se considera el celibato como alianza entre Dios y el creyente. Se habla más de compromiso. La fidelidad se nutre con la fe, la oración, y la gratitud a Dios. Ver entradas: ―Pureza‖, ―Castidad‖, ―Virginidad‖. Celo.- - La palabra celo significa: estar caliente, entrar en ebullición. Esta pasión es - como el fuego. Puede provenir de diversos sentimientos, desde el amor desinteresado hasta la sórdida envidia. Amores, odios, celos... celo por la honra de Dios: todos estos sentimientos pueden invadir el corazón del hombre y conducir a la caridad, a la entrega a nuestros semejantes, a la ira o a una muerte... Existe en el celo incluso una llama de amor muy pura que hay que reconocer sobre todo a través del celo de Dios. (Ex. 20, 5 y 34, 14). Este celo de amor puro por la gloria de Dios es el que fomentamos en la espiritualidad cristiana. La idea de celo abunda en la Sagrada Escritura. Examinamos en estos versículos: ―Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí‖. (Salmo 69,7-9). ―Mi celo me ha consumido, porque mis adversarios han olvidado tus palabras‖ (Salmo 119,137). (Jesús) ―Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas‖ (Juan 2,13-17).―Y ellos, cuando lo oyeron, - - - glorificaban a Dios y le dijeron, Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y todos son celosos de la ley‖ (He. 21,20). ―Así también vosotros, puesto que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia‖ (1 Corintios 14,12). ―Es bueno mostrar celo con buena intención siempre, y no sólo cuando yo estoy presente con vosotros‖. (Gal. 4,18). El celo Jesucristo superaba los lazos familiares: ―Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre‖. (Mat. 12,50). Aprovechar toda ocasión para evangelizar, incluso también la conversación. Cada vez la gente lleva más ganas de hablar de lo que yace en el fondo de su alma: el tema religioso. La gente se aburre con el placer y bienestar. Busca lo trascendente. ―Ay de mí, si no evangelizare‖. (1ª Co. 9,16) Lo mostramos con la oración ferviente, con el buen ejemplo, con la palabra, sin respeto humano predicando a nuestra manera el Evangelio. Y obras, obras de amor a Dios y amor al prójimo. Que la gloria de Dios crezca en nosotros y en los demás. Llenos de amor para con Dios, deseamos que sea bendito su nombre, que reine en nuestras almas, que el mundo infiel sea para Cristo. Celo ardiente que acucie al alma para agradar a Dios. Santificar y salvar almas, evangelización. Hablar no para agradar a los hombres, sino para la gloria de Dios, para la conversión de los pecadores. Apostolado, dar ejemplo de vida. Obras de amor, caridad. La gracia inmensa que hemos recibido ha sido la fe y con ella la vida divina, la vida del amor, pero no la poseemos para nosotros solos, sino que a ejemplo de Dios hemos de irradiar ese amor por todas las partes. No tenemos derecho a guardarla en nosotros mismos. Hemos de comunicarla y hacer discípulos de Jesús. Cenáculo.- - Allí Jesús dio a conocer a los suyos la verdadera vida espiritual, la Eucaristía. - (Mc. 14,12; Mat. 26, 17...; Lc. 22,7...) Y a nosotros también, en el retiro de cenáculo nos da a raudales su gracia. Hemos de vivir en esa piedad de cenáculo. Oratorio verdadero junto a amigos en la fe. Los Apóstoles en la Ultima Cena, con todas sus ignorancias, con la ansiedad propia de aquellos momentos, con la fe enorme en el misterio que Jesús celebraba entonces. Se daban cuenta de todo, pero no en toda su profundidad. Amaban a Jesús y se entregaban. Y durante la espera y la llegada del Espíritu Santo... Ceniza.- - Los judíos acostumbraban a echarse ceniza sobre la cabeza para indicar que estaban en penitencia y los cristianos empezaron a tomar esa costumbre al empezar la cuaresma. - ―Ay de ti, ¡Corazaín! Ay de ti, ¡Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se - - hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. (Mat. 11,21 y Lc. 10, 13) La ceniza también se utilizó como un término simbólico, que representa la vanidad del hombre según (Is.44, 20): ―Se alimentan de cenizas, se dejan engañar por su iluso corazón, no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!‖ La ceniza tomada en el miércoles de ceniza significa que el cuerpo del hombre será polvo, lo que queda de un desperdicio cuando se quema. Por ser polvo podemos llegar a convertirnos en Cristo que es vida eterna y alegría completa. La ceniza es tizne que mancha, polvo que se pisa, con nuestro pecado hemos manchado a las personas que nos quieren. Ver entrada ―Miércoles de ceniza‖. Certeza.- - Es una convicción moral de la verdad. Es el convencimiento de la ausencia - de todo error en nuestra apreciación de la realidad. La certeza se opone a la simple opinión. Es la firme adhesión de la mente a algo sin temor a errar. Decía un gran profesor que nuestra certeza de que la religión católica es la verdadera, es moral pero rayana en la metafísica; o sea, la mayor certeza que cabe en este mundo. Por eso, nuestra fe la sostenemos incluso dando la vida con el martirio. Newman, converso del anglicanismo, cardenal de la Iglesia y hoy santo, decía que su convicción de fe, en el aspecto psicológico, era de la máxima probabilidad. En certeza de nuestra fe, don de Dios, fundamos toda nuestra espiritualidad. Cielo.- - El Cielo es el lugar donde está Dios, ―Padre nuestro que estás en el cielo‖ (Mat. 6, 9). ―El Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios‖. (Mc. 16, 19). ―Mi trono es el cielo; la tierra, el estrado de mis pies‖. (He. 7,49). ―Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo‖. (Ef. 1,20). ―Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos, y es ministro del Santuario y de la Tienda verdadera, construida por el Señor‖. (Heb. 8,1). - El Cielo es el lugar de la Virgen María, ―Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz‖. (Apo. 12, 1). - ¿Y quiénes van al cielo? ―Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos‖ (Mat. 5, 3). ―Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos‖. (Mat. 5, 10). ―Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber... (Mat. 25, 34-35). ―Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os - - - - - - - insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo‖. (Lc. 6, 22-23). ―El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día‖. (Jn. 6, 54). ¿Quiénes no entrarán en el Cielo? ―Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 5, 20). ―Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber...‖ (Mat. 25, 41-42). Para ir al Cielo: ―Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban‖. (Mat. 6, 20). ―No todo el que me dice ―Señor, Señor‖ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos‖. (Mat. 7, 21). ―El reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan‖. (Mat. 11, 12). ―El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre‖. (Mat. 12, 50). ―Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 18,2). ―Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo‖. (Mat. 19,21). Nuestra esperanza es el Cielo Caminamos hacia la Patria celestial; nuestro destino definitivo que siempre hemos de tener presente. Vivimos con esta gran esperanza: ―Sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos‖. (2 Co. 5, 1). Pensamos poco en el Cielo; y hemos de darnos cuenta de que Dios cambia los corazones de cuantos piensan con frecuencia en el Cielo; incluso llega a convertir a los extraviados que mantienen la fe, y anima a los santos cuando viven con penalidades. Los gustos de la tierra nos hacen olvidarnos del Cielo; son como una niebla que no nos deja ver nuestro destino. Teníamos que hacer como el padre Nieto: cuando recibía consuelos, siempre pensaba en el consuelo eterno del Cielo. ―Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo‖. (Fil. 3,20). ―Nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, |reservada en el cielo a vosotros‖. (1 Pe. 1, 4). Por mucho que imaginemos, nunca podremos comprender qué es el Cielo. ―Seremos semejantes a Dios porque veremos cómo es Él‖ (1 Jn 3,2) (Apo. 19, 7-22) como un océano de gozo. Y el alma en él, perdida como la esponja en el mar. Empapada por todas las partes de la dicha de Dios. Jamás podremos agotar este océano de felicidad porque es infinito, por ser Dios mismo quien nos da tal placer y alegría. Entonces desaparecen la fe y la esperanza, al quedar sustituidas por la visión y posesión eterna de Dios. Y permanecerá en el grado más perfecto la caridad; permanecerán también las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo en el estado más puro. Desaparecerán todos los aspectos de lucha y temor. Las virtudes no serán ya esfuerzo, sino paz y fruición. Seremos como ángeles de Dios, sin matrimonio, (Mat. 22,30) - Allí toda nuestra actividad consistirá en alabar, adorar, admirar, gozar de - - - - - Dios, como en un amén y aleluya dichosos... Será un gozo siempre nuevo, intenso, mas lleno de paz; como un eterno reposo, contemplando lo más cautivador que podemos imaginar. Reposo en Dios eternamente poseído. El primer instante de la visión divina dura para siempre, como una eterna juventud. Le aman con amor de complacencia, alegrándose y gozándose de que Dios sea Dios, infinitamente feliz en sí mismo, y cuyas perfecciones son tan absolutas y excelsas que nada absolutamente le falta y nada pueden añadirle las criaturas todas. Los bienaventurados se sienten dichosos al ver a Dios infinitamente feliz, y gozan de esto mil veces más que de su propia felicidad. Los bienaventurados aman también a Dios con un amor perfecto de benevolencia y quisieran aumentar su felicidad infinita, si les fuera posible. Arden en deseo de que todas las criaturas amen y glorifiquen a Dios, y es de creer que, por modos desconocidos ahora, se pasarán la eternidad trabajando en extender la gloria de Dios por todos los ámbitos de la Creación. Le aman con amor de amistad al sentirse correspondidos por Dios con infinita ternura de Padre de Amigo: ―ya no os llamaré siervos, sino amigos‖. (Jn. 15,15) Le aman con amor de concupiscencia, en cuanto es el bien infinito, que constituye su propia felicidad, pero depuradísima de todo egoísmo e imperfección. Porque ven claramente que Dios quiere que se gocen en Él, poniendo en este goce su propia felicidad y perfección. Esta caridad debe durar eternamente. Será un amor por el que el alma se superará a sí misma, amará incesantemente a Dios por sí mismo, saldrá de sí, por decirlo de alguna manera. Será el éxtasis ininterrumpido del amor. Será un amor hecho de admiración, de respeto, de gratitud; el amor del niño que se sumerge en la mirada amorosa y en la ternura del Padre y que quiere para su Padre todo lo que le conviene, mientras que el padre le hace partícipe de su propia felicidad. Dios nos dirá: ―Entra en el gozo de tu Señor‖. (Mat. 25, 23). Y otro gozo del Cielo: ―Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse‖. (Lc. 15,7). El pensamiento del cielo dulcifica las amarguras de esta vida. San Pablo ya nos lo decía que los sufrimientos de esta vida no tienen comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. (2 Co. 4,17) (Mt. 25,21). Ver entrada ―Triunfo‖. Ciencia don.- - El don de Ciencia nos hace ver y juzgar las cosas creadas en su aspecto - sobrenatural como solo las puede ver un hijo de Dios: el hijo de Dios ve la creación con la luz del Espíritu Santo y se le aparece como una obra de Dios donde se reflejan sus eternas perfecciones. Capta lo sobrenatural. El don de Ciencia, nos hace conocer los seres de la creación y nuestro mismo ser desde un punto de vista divino. (I Co. 12, 1-8) Aprender a juzgar rectamente sobre todo cuanto nos acontece (Jn.8,26), es - - - - - un verdadero don del Espíritu; es la ciencia de los santos. Impresiona el instinto divino que tienen los santos por ejemplo cuando contemplan la Eucaristía. El don de Ciencia, nos descubre nuestro fin sobrenatural y los medios más adecuados para alcanzarlo (1 Tes. 3,3); nos da intuiciones que previenen contra las falsedades del mundo y las sugestiones del espíritu de las tinieblas; nos guía en relación con lo que hemos de creer y no creer. El don de Ciencia nos inspira el modo más acertado de conducirnos con los hermanos en orden a la vida eterna (1 Tim. 1,13 y 6,12); nos ayuda a desprendernos de las cosas de la tierra; nos llena de compunción de nuestros pasados errores; nos ayuda a oponernos al espíritu del mundo; nos ayuda a preocuparnos de la pureza de corazón. El don de Ciencia nos ayuda a ver la mano de Dios y su Providencia aun en los acontecimientos más ordinarios; a descubrir el sentido de lo divino; a descubrir los caminos del Señor y a apreciarlos (Mat. 3, 3); a apreciar lo que nos lleva a la voluntad de Dios. El don de Ciencia nos ayuda a buscar no nuestros intereses sino los de Dios; nos hace ver pronta y ciertamente lo que se refiere a nuestra conducta y la de otros; nos ayuda a elevarnos de las criaturas al creador (Mat 6, 33). El don de ciencia nos ayuda a comprender las verdades sobrenaturales por medio de símbolos y analogías, adaptándose a nuestras facultades; a descubrir grados de perfección ignorados por otros; ver si las acciones son conformes a los designios de Dios: a penetrar con intuición santa las cosas reveladas; eso es don de entendimiento. (Jn. 14, 6) Podemos fomentar el don de Ciencia por el recogimiento, por la fidelidad a la gracia, por la invocación al Espíritu Santo. Ciencia infusa.- - Es un fenómeno místico extraordinario. Consiste en saber ciertos temas - bíblicos, religiosos, teológicos sin haber estudiado. (Veamos Is. 11, 1-3). Se dan casos en la Historia de la Iglesia p. e. en santa Gertrudis, santa Teresa de Jesús, san Alberto Magno. Es curioso el caso de Gregorio López, siglo XVI, que sin haber realizado estudios conocía Sagrada Escritura, Historia de la Iglesia y dirección de almas. ―La ciencia de Cristo fue al estilo de la de los bienaventurados, que se asemejan a los ángeles, como se escribe en (Mt 22, 30). Pero en los ángeles no se da ciencia discursiva o comparativa, como lo prueba Dionisio en el capítulo‖. (Tomás de Aquino). Científico.- - Es la persona dedicada a una o más ciencias. Nos referimos aquí al científico dentro del aspecto religioso: es una vocación. Ser investigador se considera una causa noble para descubrir la verdad. Es una misión en la trascendencia de la obra de Dios. Dios creó, y el investigador y científico van descubriendo la obra de Dios. Cine.- - Existe una escasa filmografía que ha causado impacto en la espiritualidad de las personas. Sin entrar a valorar su contenido artístico son varias dignas de mención sobre la vida y pasión de Jesucristo, como ―Jesús de Nazaret‖ de Ceffirelli y el ―Evangelio según San Mateo‖ de Pasolini. Recordamos asimismo ―El Judas‖ de Iquino. Podríamos citar otras muchas de vidas de santos. Pero pocos autores de ascética mencionan el cine religioso como gracia de conversión. Eso, sí: muchas películas de valores cristianos y humanos hacen reflexionar. Circuminsesión.- - ¿Qué es la circuminsesión? ―En la suprema Trinidad una sola cosa es tan - - - grande como las tres juntas, y dos cosas no son mayores que una sola. Además, son en sí mismas infinitas. Así, cada una de ellas está en todas, todas en todas, y todas son una sola cosa‖ (Coda). Consideremos la expresión de Jesucristo: ―Que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre‖ (Jn. 10, 38), algo nos dice de esa relación intrínseca dentro de la Santísima Trinidad. San Buenaventura usa expresamente el término circuminsesión, afirmando que "las autoridades y los argumentos de razón demuestran que entre las Personas divinas reina una suma y perfecta circuminsesión, en cuanto que " uno está en el otro y viceversa". Santo Tomás, aunque no utiliza este término, trata ampliamente la cuestión de si "el Hijo está en el Padre, y viceversa». Los Tres debe comprenderse y profundizarse en clave personalista, como fruto de la reciprocidad trinitaria, en un éxtasis radical de Sí mismo, y es restituido por los Otros a Sí mismo en su darse como respuesta a su don. Cuando miramos a Jesús en la Eucaristía, en virtud de la circuminsesión lo encontramos con el Padre y el Espíritu Santo. Circunspección.- - Es una virtud que nos invita a vivir ―con los ojos abiertos‖, a considerar a las - personas de un lado y de otro, a mirar todas las circunstancias para saber adaptarnos. Nos invita a mantener ciertas reservas, cierta trastienda, precaución antes de obrar. Es afín a la prudencia. Se define como la prudencia ante las circunstancias para comportarse comedidamente. Seriedad, decoro y gravedad en acciones y palabras. ―Deseo que seáis sensatos para el bien e inmunes al mal‖ (Ro. 16, 19). Clemencia.- - Es la virtud que inclina a mitigar, según el recto orden de la razón, la pena o - castigo al culpable. El perdón total de la pena se llama venia. La clemencia supone un perdón parcial. La misericordia y la verdad guardan al rey y la clemencia salen de la boca de la sabiduría; lo leemos en (Prov. 20, 28 y 31 26). Y Jesús mostrará toda su clemencia para ejemplo de los que habrían de creer en Él (I Tim. 1,16) Coherencia.- - Indica una actitud lógica entre las ideas y convicciones propias y sus - acciones; la persona ha de ser consecuente con los principios que profesa. Se trata de ser responsable de sus acciones. Nuestra voluntad ha de estar de acuerdo con nuestro entendimiento y nuestros principios; y nuestras palabras van de acuerdo con la verdad que vive en nuestro interior. Así pues, será coherente con sus principios el que está decidido a sacar un título universitario y se dedica a fondo al estudio. También será coherente el que quiere ser buen cristiano y pone los medios de oración y se acerca a los sacramentos. Ver entrada ―Autenticidad‖. Colaborar.- - Trabajar con otra u otras personas en la realización de una obra. - Por el hecho de ser personas hemos de colaborar con otros. Hemos de colaborar con los amigos y con trabajos para los necesitados y para la comunidad. Y hemos de colaborar a la acción de Dios sobre nosotros: su gracia, su ayuda, su voluntad. En la obra de evangelización también es necesario. Vemos, como ejemplo, en el milagro de la multiplicación de los panes la colaboración de distintas personas para este signo de Jesús (Lc. 9,10-17; Mat. 14, 13-21; Mc. 6, 30-44; Jn. 6, 1-13). La verdad del Cuerpo Místico de Cristo (1 Co. 12, 12-31) nos exige esta colaboración como cristianos. Cólera.- - Ver entrada ―Ira‖. Compartir.- - Se define compartir: repartir, dividir, distribuir algo en partes. Participar en - algo. Dios comparte con nosotros su naturaleza divina, nos hace partícipes de ella. (2 Pe. 1,4); de ahí nuestro agradecimiento y nuestro deseo de compartir con otros los bienes propios. Jesús nos aconseja que, cuando compartamos algo, no se entere la derecha lo que hace la izquierda (Mat. 6,2) Y ―Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames‖ (Lc. 6,30). - Dar parte de lo que tiene la persona para que otra lo pueda disfrutar - conjuntamente con ella. En lo material es bueno. Pero hay que hacerlo también en lo espiritual: compartir siempre nuestra vida de fe con los que tienen alguna relación con nosotros: familia y amigos. Allí donde se desarrolla una verdadera amistad, puede empezar una comunicación de experiencia religiosa. Llegar a una verdadera intercomunicación en terreno de la vivencia de Dios. Mayor relieve tiene aún la fe comunicada y participada en los momentos duros de la vida: enfermedad, sufrimiento, crisis... Y es un signo de verdadero amor cristiano compartir el dinero con los necesitados, las cualidades y carismas de cada uno con aquellos a quienes les puede beneficiar. Hemos de dar siempre de lo mejor de nosotros mismos. Compasión.- - La compasión es una virtud afín a la misericordia. Es un sentimiento humano - - - que se manifiesta en la comprensión del sufrimiento de otro ser. Más intensa que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento doloroso de otro, y el deseo y la acción de ayudarle para que desaparezca on amaine su dolor. Lo importante cuando sentimos compasión es que hagamos caso al impulso de ayuda a esa persona. Tiene relación también con la empatía y la simpatía. Fruto del amor es la compasión: sufrir o padecer con otro. Es la misericordia y sentimiento ante el que sufre; estar junto a él, mostrar nuestra cercanía. Incluso con el ofensor a nosotros mismos, lo vemos débil y nos volcamos en misericordia. Jesucristo exhorta: ―¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?‖ (Mat. 18,33). Jesús supo compadecerse cuando tenían hambre sus seguidores: ―Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer‖. (Mc. 8,2). Sigamos lo que nos dice San Pablo: ―Más bien, sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente, así como Dios os perdonó en Cristo‖ (Ef. 4,32). Y ―Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia‖ (Col 3, 12). Sentirnos alegres, con quienes están alegres y llorar con los que lloran (Rom. 12,15) Complacencia.- - Se trata del amor que nace de la fe y de la consideración de Dios como el - Absoluto, el Omnipotente, el Misericordioso... nos complacemos en su infinita perfección. Gozamos al ver lo rico que es Dios, nuestro Padre, y lo admiramos. Complacernos asimismo en las obras de Dios, en la naturaleza, en la bondad de las personas, en la belleza, en el placer que Dios nos otorga con las obras buenas: oración, caridad... y atribuirlo a su bondad. - Miramos la complacencia del Padre en su Hijo, paradigma de nuestra complacencia en Jesús: ―Tú eres mi Hijo, el amado, en Ti me complazco‖ (Lc. 3, 22). Y en la transfiguración: ―Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: ―Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto‖. (Mat. 17, 5-6). Comprensión.- - Es una virtud humana y también cristiana. Por ella tenemos en cuenta los distintos factores que afectan a una persona o a distintas situaciones vividas para poder emitir un juicio lo más comprensivo, favorable y verdadero sobre aquella persona. Esta virtud está muy unida a la caridad, a la bondad, a la bonhomía. Las personas de buen corazón la procuran fomentar. Y es muy apreciada por todos. Podemos decir que es una virtud intermedia entre lo intelectual y lo emocional. La caridad cristiana invita a la comprensión de nuestros semejantes y a ser indulgentes con ellos. Compromiso.- - Quien vive a fondo su espiritualidad ha de manifestarlo en su compromiso - - - - cristiano. Ante todo hacer buenas obras, hasta que, bien unidos con los hermanos en la fe, lleguemos a la transformación del mundo. El cumplimiento de los deberes de culto debe ir acompañado de la prestación de obras buenas, resumidas en el clásico precepto de las obras de misericordia, inculcado por el Magisterio y encarnado por millares de santos y de almas piadosas. El compromiso tiene mucha relación con la fidelidad y la obediencia. Son muchas las llamadas al compromiso con Dios en la Sagrada Escritura (Deut. 27, 10); (Josué 14, 24); (1 Sam. 12, 24); (Salmo 40, 6-8); (Ro. 2,13; 6, 17; 12, 1-2); (Jn. 15, 10); (He. 11,8); (1 Tes. 4, 1); (2 Tim. 2, 22). Inquietud en la conciencia cristiana, invitándola a interrogarse sobre el sentido de la propia fe, de la propia oración, y sobre la propia presencia en el mundo, respecto a los problemas planteados en nuestros días; todos estos supuestos apremian la conciencia hacia el compromiso. El compromiso adecua el comportamiento personal, con las estructuras; el cristiano de hoy intenta introducir en el mundo el estímulo hacia la trascendencia. La salvación es comienzo de una nueva creación efectuada por medio de Cristo (Col l, 15 y ss; 2,10.20). Comprometerse a obrar evangélicamente con ese tipo de franqueza, de libertad, de audacia que proviene de lo alto. Cristo resucitado es la salvación que ofrece Dios al mundo, como regeneración de la humanidad. Compunción.- - Arrepentimiento por haber obrado en desacuerdo con la voluntad de Dios y propósito de no volver a actuar mal en adelante. (Mat. 5, 4); (Salmos 30, 5 8 - 34, 17-18). En la vida espiritual el dolor de los pecados constituye verdadero estímulo para el amor a Dios; y se rinde el corazón a Jesús crucificado. Para muchos santos ha sido un motivo lleno de paz para vivir en unión e intimidad con Dios a lo largo de su vida. Se trata de una conversión continua desde el mismo centro de la persona. Compromete nuestra vida a asumir la salvación. Las parábolas del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-32) y de la Oveja perdida (Lc. 15, 3-7) nos invitan al dolor de los pecados y compunción de corazón. Ver también entrada ―Contrición‖. Comunicación.- - La comunicación del Espíritu Santo a nuestras almas es constante porque se - - trata del ser mismo de Dios que es Amor. Es el amor del Padre, Hijo y Espíritu Santo, Y nos ha destinado a participar en Él. ―La vida de Cristo se comunica a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado. (Catecismo) La Eucaristía comunica a los santos el verdadero entusiasmo hasta el martirio... ―Nadie ni nada os podrá comunicar felicidad, fuera de Nuestro Señor en la Eucaristía‖. Como respuesta, la comunicación con el Espíritu Santo puede y debe ir siempre en aumento porque ―El Espíritu Santo mismo intercede por nosotros con gemidos inefables‖. (Ro. 8,26). ―Un fruto de la comunicación de mi esencia es una suerte de ―desaparición‖ de la fe‖. (M. de Pazzis). En Cristo tenemos la redención... según las riquezas de su gracia, que nos ha comunicado (Ef. 1,8). Y podemos exclamar con San Agustín: ―Ven con la perfección de tus caminos, con la comunicación de tus misterios‖. Comunidad.- - Definimos la comunidad como la reunión estable de personas con algún fin - - - común. Son distintas las comunidades a las que pertenecemos: La comunidad familiar en que nacimos o la creada por nosotros; la religiosa es el lugar de crecimiento en Cristo. Aparte de estas existen comunidades políticas, profesionales, de amigos… Nuestro prototipo de comunidad debe ser la vida Trinitaria. Vivir juntos y amarnos como se aman las tres personas de la Santísima Trinidad, con cuidado de conservar el amor. Cada miembro tiene su don; pero el ideal nunca se consigue del todo; no es posible hacerse íntimo de todos. Es preciso atizar el fuego para una sana convivencia y sobre todo para que no desaparezca la cohesión comunitaria. La comunidad cristiana se reúne en nombre de Jesús: ―Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mat. 18,20). En la comunidad cristiana se alaba a Dios (He. 2,47); allí pueden corregirse los yerros (Mat. 18, 17 y 2 Co. 2,6); nunca hacer daño a la comunidad (He. 12, 15). Se construye la comunidad, unidos. Eso sí es necesario; pero es preciso respetar la intimidad de cada uno, para ello es preciso discreción y pudor. En la soledad se madura y en la comunidad se enriquece, pero es preciso tener - en cuenta el bien de la persona concreta y el bien de los demás. Aunque no siempre nos entendamos, sí nos hemos de respetar y aceptar. Y saber compartir; pero llegar al extremo de que vivan juntas personas opuestas es muy difícil y podría ser contraproducente. Las diversiones tienen su encanto en la comunidad, pero no todos gozan de las mismas aficiones. Es preciso utilizar las atenciones con los otros. Tienen un líder o superior marcado por la experiencia de fe y oración. Comunidades de base.- - Siempre ha habido en la Iglesia una tendencia a constituir pequeñas - - comunidades, grupos de misión de fe, de fraternidad. Después del Vaticano II, también grupos de contestación con cierto esnobismo y suficiencia. La figura del líder es necesaria y difícil de enfocar. Sin ser partido político, pretenden llevar su iluminación al contorno y al mundo. Se sienten comunidad fraternal, con participación interpersonal. Hay comunidades que viven de acuerdo del todo con la parroquia y con la jerarquía. Otras, lanzan acusaciones contra la jerarquía: la acusan de connivencia con el poder político; deficiencia en la misión evangelizadora; mantenimiento de las estructuras poco concordes con el Evangelio; presencia inquisitorial de obispos; marginación de la mujer; leguleyos... Y, eso sí, quieren vivir abiertos al Evangelio. Para muchos estas últimas son contraproducentes. Las comunidades de base en las que se niegan verdades de fe divina y católica no pueden ser consideradas en comunión eclesial. Las comunidades de base se distinguen por la importancia que dan a la Palabra de Dios y suelen existir donde la comunidad parroquial languidece. Procuran vivir a tope la esperanza, caridad y amor fraterno. La fe – dicen – es aceptar el mensaje de Jesucristo, y el centro de todo, la Eucaristía. La oración es necesaria en todos los encuentros, así como el sacerdote. Comunidad familiar.- - La familia es una comunidad de personas y una institución. Desde los - - principios de la humanidad la familia existe como respuesta a las necesidades y a la naturaleza del ser humano. Esta comunidad de personas que comparten toda una vida tiene que atender a una serie de necesidades muy diversas, así como responder a lo que sociedad y Dios esperan de ella. La comunidad familiar satisface la necesidad de amor y complementación de hombre y mujer. Después, cuando ambos se convierten en padres, tienen la misión de atender el desarrollo total de la persona de cada hijo, lo que quiere decir, darles amor, aceptación, respeto, orientaciones, valores y normas, además de satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo e instrucción. Mirar el modelo a la Sagrada Familia de Nazaret. (Lc. 2; y sobre todo, v. 4151) Ver entradas ―Matrimonio‖ y ―Familia!‖ Comunidad parroquial.- - En nuestro cometido nos fijamos casi exclusivamente en la comunidad con - - - fines cristianos; aparte de las comunidades de órdenes religiosas podemos considerar ahora la comunidad parroquial, como prolongación de las primitivas reuniones eclesiales. Nos aglutinamos en comunidad en nombre de Cristo. (He. 1, 14; 2; 4-32...; 5, 12...) Vivimos en comunión litúrgica, celebramos la Palabra y la Eucaristía, el ágape de Dios; aprendemos allí a hablar con Jesús; es una gracia y un don que siempre podemos vivirlo más a tope. La Eucaristía es el centro de la comunidad cristiana; el centro de Dios con los hermanos. Nos une en un amor y estima recíprocos, nos lleva al diálogo para entendernos. Función sacerdotal y de persona de exquisita sensibilidad cristiana es ayudar y fomentar verdaderas comunidades parroquiales. Es conveniente poner en común las ideas. Es una manera de afianzarse en nuestra vocación y misión cristiana. Es una gracia actual de Dios. Por otra parte nos encontramos siempre junto a Él con ese sentido de humildad y confianza del hijo pequeño junto al padre. En todo tipo de comunidad se impone el compartir para animarse a dedicarse a Dios, a la alabanza Comunidad religiosa.- - ―Un lugar humilde y frágil, pero un lugar donde se cuida, antes que nada, la acogida del evangelio: la Buena Nueva ¡por eso hay alegría! En la vida del día a día se goza de la vida común, del silencio, del estudio y de la oración. Encendió el Señor, en nuestro corazón la llama del seguimiento. No sabemos el porqué concreto de su elección en cada una de nosotras; pero arde dentro el fuego de la predicación: intercesión en la oración, caridad en la vida comunitaria, canto en la alabanza, paz en la hospitalidad…‖ Así definen las dominicas de Segovia una comunidad religiosa. - Ver entrada ―Religiosos‖. Comunión.- - En el aspecto religioso y social se define la comunión como unión de dos o - más cosas en lo que tienen en común. Comunidad de personas que profesan una misma religión o que comparten una misma ideología política. El Concilio Vaticano II opta por la eclesiología de comunión, Afirma LG 1, ―La Iglesia es en Cristo como un sacramento, es decir, como signo e instrumento de la comunión íntima con Dios y de la unidad del género humano‖. ―Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Y que todos nosotros unidos vivamos en comunión con Dios Padre y con Jesucristo‖. (1 Jn 1,3). Y crecer en este amor - comunión, generoso y puro. - Comunión con el Padre; más que un conocimiento teórico del Padre. Poder - - - - - para dar la vida. Que los hombres conozcan con el Padre, también al Hijo. ―Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo‖ (Jn. 17, 3). El Vaticano II subraya que la comunión entre los cristianos se da en la participación de la Eucaristía, que es también el vértice de la comunión eclesial, así como de la comunicación de la Palabra divina. La comunión por antonomasia es la recepción, manducación, de Jesús en la Eucaristía bien sea dentro de la celebración de la Misa, o en otros momentos cuando no se acude a Misa. Dijo Jesús: ―Quien come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día‖ (Jn. 6,54). Es el sacramento del amor. El gran don que Jesús nos dejó en la Última Cena. Comunión significa común unión. La recepción de la Eucaristía es el alimento de nuestras almas; el verdadero pan del Cielo. Indispensable para nuestra vida en gracia. ―Comulgad como un pobre leproso, con mucha humildad. Comulgad para amar, comulgad por amor, comulgad para amar más. Eymard. Cuando recibimos a Jesús viene a nosotros aquel mismo corazón, hoguera ardiente de caridad. Es necesario hacer actos de fe. Fomentar el amor de gran amistad hacia Él; la ternura; el embeleso. Adorarle y darle gracias. En las peticiones de después de comulgar, una súplica del todo imprescindible es ésta: que nos haga comprender este amor de Él; que venga a nosotros un rayo de luz de lo alto para que nuestro entendimiento vaya penetrando en este gran misterio. Para obtener el fruto de la Comunión es preciso buena preparación de la misma, acción de gracias y hacerlo con verdadero deseo de recibir a Jesús. Preparación remota: vida digna, abnegada, evitar el pecado venial y la tibieza. Próxima: desde casa pensar y desear, actos de fe… consciencia y atención total, confianza, compunción. Con fe renovada, con consciencia plena, con mucho amor y agradecimiento, con el alma en gracia santificante. Si se ha caído en algún pecado grave es preciso confesarse previamente, y si urge la comunión hacer antes un acto de perfecta contrición con el propósito de confesarse cuanto antes. Acción de gracias: adoración, gozo, agradecer, pedir, con plena consciencia. Escuchar a Jesús, algo nos dice. Dedicar un tiempo incluso después de la Misa. ―Tomaré el cáliz de la salvación e invocaré su nombre‖ La mejor acción de gracias después de comulgar: Salir encendido de allí de amor al prójimo, con un amor total. La comunión ha de ir seguida del amor a Jesucristo durante el día; nuestro pensamiento dirigirlo a Él. La comunión ferviente nos lleva a la unión con Jesús durante el día. Su presencia física desaparece pero continúa la presencia de la Santísima Trinidad al vivir en gracia. Comunión de los santos.- - Misterio muy relacionado con el Cuerpo Místico de Cristo (I Co. 12, 12-31). Es la unión entre las personas santas, los cristianos de la Iglesia militante, - los de la Iglesia purgante y los de la Iglesia triunfante. Lo demostramos con la caridad, con el compartir nuestros bienes espirituales. Se realiza en la unidad del Cuerpo Místico de Cristo y es algo así como la plenitud de Cristo. Ver entrada ―Cuerpo místico de Cristo‖. Comunión eclesial.- - La comunión eclesial se entiende tanto en la comunión de la Iglesia peregrina - - - con la Iglesia celestial, como en la relación a con los miembros de la Iglesia de este mundo, para quienes la Iglesia constituye ―un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación‖ (LG 9). La Iglesia es una comunión. Podemos afirmar que el cuerpo místico de Cristo es una comunión al mismo tiempo invisible y externa, y una comunión profunda de vida espiritual. Se trata de una comunión en la profesión de fe, disciplina y vida sacramental. Esta comunión de la Iglesia tiene su origen en la Trinidad y en Espíritu Santo su artífice más genuino. Es la recíproca situación de los cristianos entre sí, en su común dependencia respecto a Cristo y al Espíritu. Vivir en unión de hermanos: ―Guardar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef. 4, 3). La unidad es obrada por el Espíritu. La Iglesia se manifiesta en su plenitud y en su unidad en la asamblea eucarística de cada Iglesia. El concepto de comunión aparece en el Vaticano II (LG 4, 8,13-15, 18, 21,24-25) y tiene virtualidades para el campo de la Iglesia. El Concilio Vaticano II subraya la concepción trinitaria de la comunión eclesial (LG 2-4). Consiste en la inserción en el cuerpo místico de Cristo y la participación en el misterio de la Iglesia mediante el Bautismo y la Eucaristía; se refiere a la relación de los individuos y de la Iglesia con Cristo y con los hombres (LG 7, 50): el actor de esta incorporación es el Espíritu Santo (LG 4, 13); y se trata de algo fundamental para la acción ecuménica. Vivir con cordialidad ―Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo‖. (Ef. 5,21). La comunión es igualmente la palabra más adecuada para expresar la catolicidad, se emplea en la configuración de las relaciones entre la Iglesia local y universal. Hemos de tener mucho cuidado de no acusar abusivamente a una persona de no vivir en comunión eclesial. Comunión espiritual.- - Muchos, sobre todo quienes no pueden comulgar todos los días, la repiten con frecuencia. Algunos siempre que oyen el reloj. Es también fuente de gracia, de vida interior, de fervor. Una fórmula muy sencilla: ―Señor, creo firmemente que en la Hostia estáis presente; venid, dulce Salvador; os deseo con ardor; morad en mí eternamente‖. Conciencia.- - La conciencia: aquí nos referimos a la conciencia moral. Existe debate sobre - en qué consiste exactamente la conciencia. Siempre se ha entendido como el juicio de la persona sobre la moralidad de un acto: es decir si es bueno, malo, indiferente, perfecto o imperfecto. Para gozar de una conciencia bien formada es preciso una sana educación religiosa y moral. Nos dice el Catecismo (1794) que la conciencia buena es iluminada por la fe verdadera, porque la caridad proviene de un corazón, de una conciencia recta y de una fe sincera. (1 Tim. 1-5 y 3; 2 Tim 1, 3; 1 Pe. 3, 21; He. 24, 26). La conciencia moral (Ro. 2, 14-16) nos ordena practicar el bien y evitar el mal. Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y denunciando las que son malas (Ro 1, 32). Dentro de los Derechos humanos, en el Vaticano II y en el Catecismo de la Iglesia Católica se prescribe respetar la conciencia de las personas. (Cat. 1782 y 2106). Es grave abuso de poder intentar violar la conciencia. Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Patología espiritual‖, ―Conciencia laxa‖, ―Conciencia escrupulosa‖. Conciencia escrupulosa.- - Se define la conciencia escrupulosa como aquella que, ante cualquier acto - realizado, no sabe determinar la moralidad del mismo, sino que se encuentra en un mar continuo de dudas del que no sabe salir y vive de continuo la angustia de pecar. Hemos de distinguir la conciencia escrupulosa de la conciencia delicada. Conciencia delicada es aquella que juzga correctamente incluso ante pequeñas faltas. Cuida, por el amor que tiene a Dios y por rechazo al pecado de hacer cualquier acto, incluso leve, que pudiera ofenderle. Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Patología espiritual‖. Conciencia laxa.- - Conciencia laxa o relajada. Ocurre cuando la conciencia se inclina a la - inobservancia por fútiles motivos: disminuye la malicia del acto, considerando como permitido lo que no lo es, o como levemente malo aquello que, de suyo, es grave o muy grave. Es lo opuesto a la conciencia escrupulosa. Ver entrada ―Patología espiritual‖. Concupiscencia.- - En la moral católica se da el nombre de concupiscencia al deseo de los - bienes terrenos y en especial al apetito desordenado de placeres deshonestos. Así nos describe Santiago ―La progresión de la concupiscencia desenfrenada: "Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". (Snt. 1, 14-15) - Y esto dice San Juan: ―Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia - de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia‖. (1 Jn. 2, 16-7) Ver entradas ―Carne.‖ ―Continencia‖. Con Dios.- - Mantener el contacto y la presencia de Dios durante todo el día, en todo - - - momento. Hacer oración de todos los actos del día, esta es la aspiración de cuantos practicamos la vida interior. La lectura espiritual nos puede ayudar. Durante el trabajo manual es muy bueno escuchar cintas con los libros de espiritualidad que más nos han impactado. Crear en el alma un ambiente en el que Dios quepa y esté con nosotros en un templo viviente con toda consciencia. Estamos destinados por Dios a convivir su vida divina. Ver a Dios en todo. Confiarse a Dios en todo. Amar a Dios en todo. Vivir para Dios: esta es nuestra verdadera dignidad. ―Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo‖ (Ro. 5, 1) ―Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,‖ (Ro. 5, 10). El amor es el modo más perfecto de glorificar a Dios. Somos perfectos en la manera en que amamos a Dios. Se manifiesta el Señor en nosotros como Dios celoso que no tolera otros dioses. Estamos en comunión vital, íntima con Dios. ―En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado‖. (Ef. 1,5–6) Compartimos su feliz vida trinitaria. El amor nos une con Dios. El amor transforma nuestras facultades espirituales. Ver entrada ―Presencia de Dios‖. Conferencias.- - Son charlas de espiritualidad que se dirigen a los oyentes con intención de ir - moviéndolos hacia Dios, hacia la santidad. Se diferencian de las pláticas en que las conferencias suelen ser impartidas por personas muy preparadas en el tema, con profundos conocimientos teológicos. Ver también ―Pláticas‖. Confesión.- - La confesión, reconciliación y el sacramento de la penitencia suelen emplearse en el mismo sentido. Consta de cinco puntos de preparación: el examen de conciencia, el arrepentimiento o la contrición, propósito de enmienda, la confesión de boca; y después de la confesión, cumplir la penitencia. Examen de conciencia: Es la recapitulación interna de los pecados. Se realiza sobre la base de los Mandamientos, obligaciones de estado, pecados capitales... - Es preciso acudir a este sacramento con deseo de conversión (Lc. 15,18), - - preparándose bien previamente los cinco puntos, haciendo hincapié en el dolor y propósito. Es obligatoria cuando se ha cometido pecado mortal y se quiere comulgar, y en peligro de muerte. (Ver manuales de moral) Es conveniente la confesión frecuente, sobre todo cuando existe peligro de caer en pecado (Sant. 5,16) En cuanto al tiempo se aconseja que sea varias veces al año; algunos aconsejan la confesión semanal, otros quincenal, mensual... lo importante es hacerla con provecho y sin rutina. Hoy va decayendo el uso de este sacramento. Existe costumbre de retrasar la confesión. Dios quiere santificarnos. Y el sacramento de la penitencia es un gran medio de santificación. En otro sentido la palabra ―confesión‖ significa la declaración voluntaria que hace una persona de una idea, de un sentimiento o de algo que sabe y que antes no había hecho explícito. Y también una comunidad de creyentes organizada en institución independiente de otras. Confianza.- - Es consecuencia de que Dios es Padre y nos ama. Confianza en Él, pase lo - - - que pase. ―En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido‖. Él que ha querido ser nuestro Padre conoce nuestras necesidades. (Mt. 6, 32). Confianza también en la solicitud maternal de la Virgen María. Confianza en la gracia de Cristo. ―Todo lo puedo en Aquel que me conforta‖ (Fil. 4,13). Confianza dentro de una profunda humildad. Él acabará en nosotros la obra que ha comenzado. Y nos llevará a su casa, cuando llegue la hora, si estamos aquí junto a Él. ―Dios es amor y el que permanece en el amor, en Dios permanece, y Dios en él.‖ (Jn. ―Acerquémonos, pues, confiadamente al trono De gracia, a fin de recibir misericordia; Y hallar gracia para el oportuno auxilio. Heb. 4,16. ―Tened confianza; yo he vencido al mundo‖. (Jn. 16,33) ―Madre, Madre querida, coloca en nuestras almas la amorosa confianza que nos conduzca al Cielo. Sé tú nuestra esperanza‖. Si te encuentras entre el oleaje movedizo, conservar el amor confiando en Dios. Prestar pura y simplemente al Dios incomprensible una confianza absoluta y sin reservas. (Küng) Confirmación.- - La Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: – - nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" (Ro. 8,15); – nos une más firmemente a Cristo; – aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo. (Cat.). La Biblia no dice nada sobre este ritual de la confirmación, pero se deduce de varios textos. Cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, el Espíritu Santo llena nuestros corazones, le pertenecemos, y nos enseña y (1 Co. 1314), por ello confirma que somos nuevas criaturas en Cristo (2 Co. 5,17). - Pedro nos dice: "procurad hacer firme vuestra vocación y elección" para que nos "sea otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pe. 1,10-11). Fuimos sellados por el Espíritu Santo de la promesa, "habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria" (Efesios 1,13-14). El sacramento de la confirmación además de darnos aumento de gracia nos hace soldados y apóstoles de Cristo. Es preciso recordarlo y meditarlo con frecuencia y pedir fuerza a Dios para vivir como verdadero apóstol. La gracia sacramental de la Confirmación, está en la fortaleza para confesar nuestra fe. Ver entradas ―Madurez‖ y ―Madurez espiritual‖, ―Iniciación cristiana‖. Confirmación en gracia.- - Es la seguridad plena de la propia salvación. Decimos en teología que nadie la puede tener esa seguridad. San Juan de la Cruz afirma, aunque sin seguridad, que se da en el matrimonio místico. Pero santa Teresa lo niega. En este trascendental problema hemos de poner nuestra confianza en Dios y pedirle con frecuencia la perseverancia final. Conflictos.- - En nuestras relaciones humanas surgen con frecuencia conflictos. Para - resolver los conflictos en forma justa hemos de darnos cuenta de estos tres pasos: detectar el problema, hablar sobre éste y luego encontrar una solución. Todo esto es necesario hacerlo sin pasión, sin creer que el otro es culpable y que nosotros tenemos toda la razón. Es un asunto difícil y es necesario escuchar a la otra parte toda su exposición. En ocasiones, cuando no se llega a un acuerdo en asuntos importantes viene bien una tercera persona como mediador. En (Mat. 18, 15-17) se nos dan normas para solucionar conflictos. Ante todo el diálogo. El capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles trata del concilio de Jerusalén, donde se solucionaron algunos conflictos que se habían planteado. Conformidad con la voluntad de Dios.- - Es una sumisión amorosa de nuestra voluntad a la de Dios, no solo para - cumplir sus preceptos (voluntad manifestada); también aceptar lo que Dios en su Providencia tiene dispuesto o permitido para nosotros (voluntad de beneplácito). Recordamos algún texto de la Sagrada Escritura: Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre. (Mc. 3,35) ―El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta‖ (Juan 7,17). ―Por tanto, hoy les - - - declaro que soy inocente de la sangre de todos, porque sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios‖ He. 20.26-27) Aquí está el camino para nuestra santificación; es el ejemplo que nos dio Jesucristo. Hemos de asumir del todo la voluntad de Dios. La voluntad de Dios manifestada es el decálogo y el cumplimiento del deber. La voluntad de beneplácito: todo movimiento o acción íntima de Dios en su Providencia. Dios nos comunica su voluntad por su Palabra en las Sagradas Escrituras y por la voz de la Iglesia. Dios nos manifiesta su voluntad por el decálogo y el cumplimiento de nuestro deber. Dios nos manifiesta su voluntad por los consejos evangélicos. Dios nos manifiesta su voluntad por la voz de la conciencia y de la Iglesia. Hemos de poner nuestra acción en la ejecución del deseo de Dios. Conocer nuestro fin y nuestro camino para abrazarlo. ¡Gloria de Dios! Alejarnos de las vanas ilusiones de nuestro interés personal. Seguir el espíritu de los mandamientos: huir del fariseísmo. Amar el deber: el yugo del amor divino. Saber hallar la sustancia divina bajo los accidentes humanos. Cumplir la voluntad de Dios tanto en lo grande como en lo pequeño. Ver las entradas ―Voluntad‖. Congregaciones religiosas.- - Ver entradas ―Consejos evangélicos‖, ―Religiosos‖. Conjuro.- - Consiste en la invocación del nombre de Dios o de alguna cosa sagrada para - - obligar a otro a ejecutar o desistir de algún propósito. También, la invocación a un espíritu o ser sobrenatural para que se manifieste. Por fin los conjuros se forman mediante una serie de frases o palabras mágicas, siendo supuestamente más poderosos si se realizan en latín o en griego. A Jesús le conjuró el Sumo sacerdote: ―Respondiendo el sumo sacerdote, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios‖ (Mat. 26,63). San Pablo conjuró a los tesalonicenses: ―Os conjuro por el Señor, que esta carta sea leída a todos los santos hermanos‖ (Tes. 5,27) La religiosidad popular los ha utilizado con frecuencia por medio del sacerdote para alejar las tormentas, librarse de algún mal... Resulta peligroso aficionarse a esta práctica porque puede derivarse en la creencia de algo mágico. Conocer.- Conocimiento.- - En el significado hebreo el conocer a una persona significa una relación profunda con esa persona y actuar en consecuencia atendiendo a esa persona; incluso puede tener la acepción de una relación de intimidad, también de una relación sexual. (Gal. 4,9). La palabra conocimiento tiene en la Biblia un sentido pleno, basado en el conocimiento matrimonial pleno. Por analogía lo empleamos en este sentido profundo al conocimiento divino. - El conocimiento de Dios resulta de una relación correcta e íntima con Él. Es - - una experiencia de trato íntimo con Dios. San Agustín decía: ―Señor, que te conozca y que me conozca‖. El conocimiento de fe no es un mero asentimiento especulativo, sí vivo y que transforma el alma. Ahondar en el conocimiento de Dios y de sus misterios; porque esto arrastrará más hacia el amor. ―Si uno ama a Dios, ése es conocido por él‖. (1 Co. 8,3). Vivir a fondo la espiritualidad, gozar cuando estudiamos los misterios de nuestra fe: Encarnación, Santísima Trinidad, Eucaristía... El estudio o comentario de estos temas hace disfrutar como nada del mundo. Vivir ―a lo divino‖, como perfectos cristianos. Jesús nos dice algo sobre el conocimiento. Al Padre: ―Yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió‖ (Jn. 7,29). ―Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra‖ (Jn. 8,55). ―A así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas‖ (Jn.10, 15). Él nos conoce, conoce a sus ovejas: ―Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen‖ (Jn. 10,14). Y nos muestra cómo es la vida eterna: ―Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado‖ (17,3). Ver entrada ―Encuentro‖ Consagración.- - Es el ofrecimiento o dedicación de una persona, un lugar o una cosa a una - - entidad sagrada, mediante el rito adecuado. También denominamos así a la parte de la misa en que el sacerdote pronuncia las palabras de la institución de la eucaristía por las que el pan y el vino se transustancian en el cuerpo y la sangre de Cristo. En el Nuevo Testamento se nos recuerda la costumbre del Antiguo Testamento de consagrar a Dios personas y naciones. ―Y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace que estas cosas sean conocidas desde la eternidad‖ (He. 15, 17-18). ―Como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor―. (Lc. 2, 23). Con frecuencia utilizamos esta palabra en la espiritualidad y hablamos de consagración al Corazón de Jesús, a la Virgen María…: un ofrecimiento pleno de nuestras persona y acciones, Consejo don.- - El don de Consejo ayuda a juzgar rectamente en las cosas particulares, con relación a lo que conviene al fin sobrenatural. Ejemplo de él vemos en el silencio de Jesús ante Herodes. Perfecciona la prudencia; aúna suavidad con firmeza; libra de la falsa conciencia; sugiere medios para gobernar; inspira docilidad, reflexión y humildad. - Ese don de Consejo, nos previene contra toda precipitación o ligereza, y, sobre todo, contra toda presunción. ―Todo don perfecto de arriba viene, del - - - - Padre de la luz‖ (Sant 1,17). ―Nada puede hacer el Hijo por sí, fuera de lo que viere hacer al Padre‖ (Jn 5,10). El alma de Jesús contemplaba al Padre, y el Espíritu de Consejo le descubría los deseos del Padre. ―Siempre hago lo que agrada a mi Padre‖ (Jn. 8,29). El don de Consejo es una disposición mediante la cual los hijos son capaces de juzgar las cosas a la luz de unos principios superiores a toda sabiduría humana. Por el don de Consejo nos descubre el Espíritu Santo más elevadas normas de conducta por las que debe regirse el verdadero hijo de Dios. Por el don de Consejo, el Espíritu Santo responde a aquel suspiro del alma: ―Señor, ¿qué quieres que haga?‖ (Hch 9,6) El don de Consejo nos hace triunfar de las astucias de nuestros enemigos, y por los medios menos pensados nos conduce al puerto de salvación. Este don nos mueve a tratar a nuestros hermanos en todo, y particularmente en sus desgracias como desearíamos ser tratados. El don de Consejo ofrece e inspira los medios para realizar divinamente grandes empresas. Por el don de consejo el mismo Espíritu Santo mueve y dirige sin dar lugar a miras humanas y nos preserva del peligro de una falsa conciencia. En fin, nos ayuda a resolver tantas situaciones difíciles y a una docilidad hacia los mandatos de Dios. Cuando uno se dedica al estudio de Dios, a escribir libros o revistas de temas relacionados con la fe, necesita en gran manera el don de consejo y profunda humildad. Este don del Espíritu Santo dicta lo que hay que hacer o expresar con gran seguridad y fuerza, si te dedicas a investigar las Sagradas Escrituras. Dios es la verdad infinita y no puede nunca inspirar sino ideas verdaderas. Por eso si un teólogo defiende ideas contrarias al dogma revelado, no puede estar en él el espíritu de Dios. Consejos evangélicos.- - La santidad cristiana lleva consigo los dones y llamadas del Espíritu Santo. - - Es preciso, ante todo, vivir el sermón de la montaña. (Mat. 5). El Evangelio exige una respuesta radical: vivir el amor siguiendo el ejemplo de Cristo. Pablo dice ―sobre las vírgenes no tengo precepto‖ (1 Co. 7,25). Su pensamiento aparece como unido a la parusía próxima; incluso hablando sobre la continencia en los casados. A lo largo de la historia de la Iglesia, el seguimiento de los consejos evangélicos se ha ido concretando en fundaciones de vida religiosa con el gran ideal vivido por los fundadores. Después la jerarquía de la Iglesia ha llevado el control de todo; lo ha regulado por el Derecho Canónico; ha reconocido o regulado el compromiso con votos simples, perpetuos, públicos... En estas instituciones eclesiales son muchos los que se han santificado. El ideal, seguir a Jesús, pero algunos no se sienten satisfechos hasta renunciar al mundo. Realzar la fe, compromiso con la inmanencia del mundo en el Reino de Dios. Resaltar la realidad del Absoluto en la creación. Todos podemos alcanzar la perfección en nuestra forma de vida. Tomar en serio el sermón de la montaña (Mat. 5); algunos lo intentan de forma radical; otros más bien de forma existencial: quieren seguir lo que Jesús nos indica. Algunos lo asumen como algo que supere la ley general; se entregan al servicio de Dios y del prójimo como verdadero mandato de caridad. La ley del amor es Cristo vivo. La vida monástica ha de ser ayuda abierta contra la secularización de muchos cristianos. - Suponen los consejos una intimidad entre quien los da y quienes los reciben. Entre Jesucristo y su discípulo. Promete Jesús la bienaventuranza y la vida eterna a quienes le siguen de cerca. (Mat. 10, 37; Mc. 1,20; Lc. 14, 25). Constancia.- - Virtud íntimamente unida a la perseverancia. Robustece contra las - - - dificultades que provienen de cualquier impedimento. (La perseverancia da firmeza contra la dificultad de la vida virtuosa). Un buen amigo o un educador nos puede ayudar; pero hemos de necesitar cada vez menos de esta ayuda y llegar por uno mismo a ser constante. En el Nuevo Testamento se nos recuerda la constancia y firmeza. Así: ―Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano‖ (I Co. 15,58). ―Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud‖ (Gal. 5,19). Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados (Fil. 4,1). ―Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estad en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigáis de vuestra firmeza‖ (2 Pe. 3,17) La tenacidad consiste en la constancia a pesar de los fracasos parciales, con tenacidad, todo se consigue. Pero con una condición: sacar fuerza todos los días de la Eucaristía: comunión y sagrario, oración... Sin esta condición, sería imposible la perseverancia en el bien. Los santos han superado todo. Nosotros también podremos superarlo, si el Señor nos acompaña. Las dificultades son el sello que acompaña a las obras de Dios. Y estas contrariedades nos van a hacer, cada vez más, refugiarnos en el corazón amoroso de Dios. Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Constelaciones.- - Cuando observamos la Historia de la Iglesia, apreciamos que los santos - forman verdaderas constelaciones. Una persona santa suele ser la que guía o centraliza los grupos. Cuando los dirigentes son santos, llenos del amor de Dios hacen amable la virtud, Dios suele formar entonces verdaderas constelaciones de santos. Así ha florecido siempre la vida contemplativa y de caridad en la Iglesia. A través de grupos. Consuelos.- Consolación.- - El alma está en consolación cuando se produce alguna moción interior se - - - - - inflama en el amor de Dios, y a ninguna cosa criada puede amar en sí misma, sino en Dios. En este estado se llega a derramar lágrimas que mueven a amar más al Señor. Suele haber en tiempo de consolación un aumento de esperanza, fe y caridad y alegría interna que llama y atrae a las cosas divinas y se pacifica el alma. Así la explicaba San Ignacio de Loyola. En nuestra relación con Dios, con frecuencia se experimenta en el alma algo difícil de definir: el consuelo. Todas las personas con dedicación a la vida espiritual saben en qué consisten. Es una experiencia grata e inconfundible; en ocasiones se prolonga no solo durante el momento de la oración o celebración eucarística, también permanece durante el día. En algunas épocas suele durar semanas o meses. Algunos santos la han disfrutado gran parte de su vida, precisamente envuelta en grandes penalidades y pruebas. Por describirlo de alguna manera, consiste en una sensación de paz, gozo íntimo, una luz brillante pero que no deslumbra, emoción serena a veces con un ligero deje de nostalgia del tiempo de la conversión o del cielo, alegría y optimismo también suave y delicado. Llega a comprenderse aquello del Tabor: ―¡Qué bien se está aquí!‖ Se trata de una experiencia grata e inconfundible. Ayuda a avanzar con total seguridad en los caminos del Señor. En estas circunstancias cuesta menos la virtud, el sacrificio, llevar los propios trabajos y la propia cruz. Dicen Arintero y otros autores que es bueno pedir a Dios el consuelo espiritual para que nos ayude a perseverar. Entendemos que es el Espíritu Santo el dador de todo consuelo. Lo decimos en la secuencia de Pentecostés: ―Óptimo Consolador, dulce Huésped del alma, dulce Refrigerio‖. El consuelo del alma es como bálsamo para las heridas, como el aceite en las bisagras de las puertas. ¡Qué bien funciona todo! Hace falta mucha paciencia para perseverar, a pesar de las sequedades y desganas. La verdadera fuerza nuestra está en el deseo de continuar cueste lo que cueste. Dios ha de mirar esa sinceridad de nuestro corazón. algunos autores aconsejan pedir a Dios el consuelo con paz, porque nos da fuerza e ilusión para seguir caminando. Servir al Señor en gusto y en disgusto; en descanso y en cansancio; en todas circunstancias es necesaria esa decisión absoluta e inquebrantable. Contacto con Dios.- - Es necesario el continuo contacto con Dios durante el día. Sirve de - contrapeso a los constantes movimientos que hay en nuestro quehacer diario; fomenta la pureza de intención y la actualización del amor a Dios y al prójimo. Se va adquiriendo con la gracia de Dios y el esfuerzo persona. Estar en la presencia de Dios: entonces Dios absorbe nuestro pensamiento y no nos atrae pensar en otras cosas. Contemplación.- - La contemplación consiste, en general, en mirar un objeto con admiración. - - - - Jesucristo es el ideal del contemplativo. Participaba en la oración en la sinagoga; oraba de madrugada; antes de curar al sordomudo suspiró conmovido; nos dio enseñanzas sobre la oración; en la Última cena; en Getsemaní; en la cruz. (Mc. 1,21 y 39; 1,35; 7, 34; 11, 24-25; 14, 22-3 2; 15, 34). Nos enseña el Padre Nuestro; la alabanza al Padre; Sube a un cerro para orar solo; (Mat. 6, 9-13; 11, 25; 14, 23); subió al templo a orar. En el bautismo; en el desierto; al ser tentado; antes de elegir a sus discípulos; les enseña para no caer en tentación; (Lc. 2, 46; 3,21; 4, 1-2; 4, 3,12; 6, 12-13; 22, 40). Antes de resucitar a Lázaro (Jn. 11, 41-42). Muchas ideas de los salmos nos llevan a la contemplación: ―En la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!‖ (Salmo 1,2). ―¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas, y considere las bondades del Señor‖. (Salmo 107,43). Y unas palabras de san Pablo a los Efesios parece que están escritas con la única intención contemplativa: ―Que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder... muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero.‖(Ef. 1, 18-23) Nos fijamos en las comunidades de vida contemplativa, que han elegido la mejor parte. Llevan una participación de la sabiduría divina, van hacia un mejor conocimiento del amor de Dios. Se centran en la ascesis, en la afectividad, y en la contemplación. Todo ello es un medio para el mejor conocimiento y amor de Dios. Para la mejor unión con Dios y con el prójimo. Se profundiza a fondo en la Biblia, en la búsqueda de Dios y en la oración mística. Toda actividad espiritual nos adhiere al Él más profundamente por la fe. Nos lleva a contemplar a Dios en la naturaleza, en los demás, y sobre todo en la Sagrada Escritura. Dios obra directamente en el alma por su inhabitación, por su presencia viva. ―El amor de Dios ha sido derramado en vuestros corazones por el Espíritu Santo que os ha sido dado‖ (Ro. 5,5). El alma toma conciencia de que el Espíritu Santo está presente en ella y de que obra sobrenaturalmente en ella con presencia vital de amistad. El gozo de la contemplación de Dios es profundo. La operación contemplativa aparece como un reposo. ¿Pasividad? En cuanto es conciencia de la actividad divina. Fruto: el sentido de la realidad de Dios. Y vemos el mundo espiritual como algo objetivo. Es preciso buscar una convergencia entre acción y contemplación, porque el apóstol ha de llevar la fragancia de Cristo. En la vida de apostolado la fe se presenta como una luz nueva. - En concreto, buscar a Dios personal; abandonarse en su Providencia. Y - - - siempre apreciar la caridad en la actividad contemplativa. La Santísima Trinidad aparece al alma en gran paz y reposo y entramos en el profundo silencio. Apoyados en la confianza aclamamos a Dios a través de la humanidad de Cristo. La contemplación ejerce una función transformante, porque su autor es el Espíritu Santo. La caridad infundida por el Espíritu Santo produce una unión afectiva que nos hace familiares de Dios y confidentes de su pensamiento. Unión cada vez más estrecha según avanza el estado de contemplación. El amor hace al alma salir de sí misma y va imprimiendo en el alma la figura de aquel a quien ama. El contemplativo advierte su pequeñez ante Dios. Simpatiza más y más con la realidad divina. Percibe que el misterio de la fe posee una coherencia profunda y se produce en todas las circunstancias, en una simple mirada. Un aglutinante para toda la vida cristiana de fe y amor. Normalmente va acompañada del dominio de las pasiones; y es piedra de toque del amor al prójimo y de la vida religiosa. Las noches oscuras del estado de contemplación son la toma de conciencia del desorden instalado en el alma y el primado de la caridad al relacionarnos. Ver entradas siguientes y ―Oración de contemplación‖. Contemplación formas.- - Formas en la contemplación: a) Oración litúrgica, eucarística, palabra. b) personal; luz para la vida. c) Permanente; adquirida, infusa, mística. Contemplación adquirida.- - La contemplación adquirida pone de relieve sobre todo la actividad y el - esfuerzo del orante, dando siempre por supuesto que se trata de una actividad informada por la gracia. Para esta contemplación la persona puede prepararse y debe disponerse, pero no puede ejercitarla por propia iniciativa, porque la iniciativa le corresponde siempre al Espíritu Santo. Para Arintero la contemplación propiamente dicha no es la adquirida por el esfuerzo humano, sino la infusa, la que el Espíritu Santo infunde mediante la acción de sus dones. Con todo respeto a este hombre gigante en la Teología de la Perfección, creemos que existe la contemplación adquirida, siempre y cuando admitamos del todo la gracia de Dios que nos ayuda. Quien haya asimilado la gran obra de espiritualidad de Nicolás Caballero, podrá advertir cómo se puede llegar a una contemplación adquirida mediante métodos humanos, contando siempre con la ayuda y la gracia de Dios. Contemplación infusa.- - Es aquel grado de contemplación en el que todas las potencias interiores están cautivas u ocupadas en Dios. Solo quedan libres los sentidos exteriores - - que también quedarán cautivos cuando llegue el siguiente grado de oración: la extática. La contemplación infusa es la suspensión admirativa del entendimiento ante el esplendor de la verdad sobrenatural. Es una atención amorosa permanente en Dios. Manifestación simple del alma enamorada de Dios. La contemplación infusa requiere necesariamente la gracia santificante y el impulso de la gracia. Nos lleva a conocer a Dios de una manera afectiva y experimental. La contemplación infusa es siempre un don extraordinario de Dios y no se llega a ella por técnicas psicológicas. El hombre la admite y consiente. En la contemplación infusa produce Dios en el centro del alma conocimiento y amor; es la luz divina que da a entender el pensamiento tanto que nos penetra y arrebata enteramente. La contemplación infusa está producida por los dones intelectivos (no afectivos) del Espíritu Santo. Jesús, Dios y hombre verdadero, nos penetra y vivifica; estamos injertados en Él; nos encontramos en Él más inmersos que el pez en el agua. Jesús nos va atrayendo poco a poco a su vida personal: Él vive y obra en nosotros. Somos el mismo cuerpo de Cristo. Ver entrada ―Oración de contemplación‖. Contestación.- - La contestación no siempre es negativa: podemos considerarla como vía - - - - - carismática e incluso profética, según como se lleve. Siempre es preciso discernir la contestación: puede estar muy en línea del Evangelio. La profética puede considerarse como una base de la libertad de Dios. En una contestación honesta y profética es necesario prestar atención seria a suavizar la tensión con la jerarquía. Siempre el respeto y el amor han de guiar la honesta contestación. Pero quien advierte a la jerarquía con amor y equidad está expuesto a la marginación. Es muy dolorosa la contestación sana y profética. El profeta expresa con su vida el contenido de su mensaje profético; anuncia la vivencia de la paz; rechaza siempre la violencia. Si es de verdad carismática la contestación, lleva consigo el signo de profeta: obediente a Dios, al amor y a su verdad. Puede tener facultades prodigiosas y también puede sentir repulsa ante su misión. Transmite el juicio de Dios en determinadas situaciones. Revela la grandeza del corazón de Dios. Por desgracia, con frecuencia la contestación es rebelde, despiadada, criticona, busca el bienestar mundano y la relajación y no la gloria de Dios. A veces incluso aparece con cierta figura herética. Es una triste realidad. Entonces no se considera carismática, sino todo lo contrario, diabólica. Pero Dios sigue guiando a su Iglesia entre la fuerza profética y la conservadora. El profeta ayuda y recupera la libertad de Dios sobre la humanidad y nunca añade algo nuevo al Evangelio. Invita a la coherencia dogmática. Ver entrada ―Profetas‖. Continencia.- - Virtud que robustece la voluntad para resistir las concupiscencias - desordenadas vehementes. Impide el pecado, fortalece la castidad. San Pablo exhorta a huir de la fornicación, (I Co. 6,18), y un poco más adelante añade: “Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse‖ (I Co. 7,9). Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Ver entradas ―Castidad‖ y ―Concupiscencia‖. Contrastes.- - - - Llamamos contrastes a la oposición, dificultades y desequilibrios que percibimos en nosotros mismos. Hemos de luchar contra estas contrariedades para lograr una existencia más justa y más espiritual. Es una realidad en nuestra vida; dentro de dificultades y contrariedades vamos llegando a la madurez. Convencernos de que Dios puede ayudarnos a mantenernos en equilibrio; la esperanza y la experiencia positivas nos sostienen por la providencia de Dios. Él nos ayuda a que todas todos los problemas lleguen a ser camino que redime y llegan a serenarnos. Es como un reflejo pascual de la muerte y resurrección de Cristo. En nuestra vida apreciamos un dualismo, y es preciso una vida ascética para avanzar contra corriente y cooperar a la acción divina. Hay personas de vida intensa espiritual con cierto desequilibrio psíquico; aparecen como hoscas, con un natural raro y especial. El examen particular, guiado por el director espiritual, puede ayudar a ir eliminando estos desequilibrios. Pero si el sujeto es orgulloso resulta muy difícil ayudarle. Para el humilde resulta más fácil llegar a un equilibrio con la ayuda del educador en la fe. El cristiano vive con alegría. Percibe a Dios presente en las circunstancias; en la bondad, la misericordia e incluso en la ingratitud. Sabe desprenderse de una parte de sus bienes, dar su tiempo. Compagina la obediencia con la crítica constructiva. Vive en la realidad de lo único necesario. Contrición. - Consiste en el arrepentimiento por haber obrado en desacuerdo con la - voluntad de Dios y propósito de no volver a actuar mal en adelante; y este arrepentimiento ha de ser motivado porque Dios es la suma bondad, porque nos ama y quiere nuestra salvación. Para nuestra relación con Dios es muy conveniente, y si se ha caído en pecado grave, es necesaria la contrición, el dolor de nuestras faltas mirando a Dios con amor. Dios es Omnipotente, Misericordia, Amor. Recordar a Pedro que, después de negar a Jesús, lloró amargamente. (Lc. 22, 61-62). Pensar en los profetas cuando llaman a la conversión. - Nos dice la Sagrada Escritura: ―Porque la tristeza que es conforme a la - - voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte‖ (II Co. 7,10). ―Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás‖ (Salmo 51, 17). ―Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ―Dios, ten piedad de mí, pecador‖ (Lc. 18,13). La contrición ocupa el primer lugar entre los actos de penitencia. Pero no olvidar que, aun cuando justifica al alma aun antes de la confesión, si se ha caído en pecado mortal queda la obligación de acceder al sacramento de la penitencia. De una manera más o menos explícita o implícita junto a nuestra contrición va unido el propósito. Me amas, Señor, e inspiras dolor de mis pecados. (Agustín). Ver entradas ―Compunción‖ y ―Atrición‖. Control de sí mismo.- - Se denomina también autocontrol. Es la habilidad que permite regular las - - emociones, pensamientos, comportamientos y deseos de uno mismo ante las tentaciones e impulsos; y con relación a otros, dominar la ira, el mal genio; guardar mansedumbre en momentos de acoso. Saber, si es preciso, defenderse de la agresión verbal con mansedumbre; y de la agresión física sin excederse. Cuando uno se enoja, siempre ha de ser de una manera controlada y con una razón justificada. Aprender a controlar el ansia inmoderada de comer, sobre todo fuera de horas y moderación en la bebida alcohólica. Este proceso cognitivo es necesario también a la hora de cumplir metas y alcanzar ciertos objetivos tanto deportivos como humanos. Para educarse en este sentido son muy buenos también, ejercicios de respiración controlada y relajación, ejercicios de yoga o yudo. Debe mantenerse el funcionamiento sexual bajo control. Hemos de controlar nuestra memoria e imaginación. Ver entrada ―Mortificación‖. Controversias.- - Podemos definir la controversia como la discusión de opiniones - - contrapuestas entre dos o más personas. Queramos o no, en nuestra vida se ofrecerán ocasiones de controversia como le ocurrió a Jesús en reiteradas ocasiones. Recordamos alguna de ellas para poder asimilar la manera de reaccionar de Jesucristo: Con los escribas y fariseos ante la curación del paralítico, cuando Jesús le dice: ―Hijo, tus pecados te son perdonados‖. Le acusan de blasfemo. Él contesta: ―Por qué pensáis eso...Para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad... levántate; coge tu camilla y vete a tu casa‖ (Mc. 2,6-12). En (Mc. 3, 1-6), le acusaron de curar en sábado; Cristo dialoga y aclara el argumento de ellos, y cura al hombre de la mano seca. Recordemos también el episodio de la comida en casa de Levi, cuando le acusan de comer con los - pecadores y el Mesías responde ―... no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores‖ (Mc. 2, 13-17) Conviene también repasar (Mc. 2, 18-22) en la discusión sobre el ayuno; y (2, 23-27) cuando afirma Jesús ―El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado‖. Conversación.- Conversaciones.- - Nos referimos a las conversaciones espirituales. Son desahogo y estímulo - - - para las almas llenas de Dios. Ignacio de Loyola cuando estaba en Manresa necesitaba salir de vez en cuando para hablar de Dios, de cosas del espíritu. Buscó por todas las partes: teólogos, hombres de ―espiritualidad‖, de iglesia, y no encontró. Solamente una mujer anciana fue su interlocutora, con la que desahogaba sus ganas de conversar de Dios. Dios se derrama muchas veces sobre las personas más sencillas. Recordemos la conversación de los de Emaús (Lc. 24, 14-15). Las conversaciones de los primeros cristianos les ayudaban a perseverar. (He. 13, 43). Con la conversación se llegaba a extender la fe. (He. 17, 18-34). Las charlas sobre temas espirituales en ocasiones se prolongaban durante horas en los tiempos apostólicos. (He. 20,7). Y san Pablo nos dice cómo ha de ser nuestra conversación (Col. 4, 6) Arintero hablaba de una revelación a una religiosa. Se quejaba ella de que Jesús no se derramara más fuertemente a los sacerdotes y personas de iglesia, y lo hiciera con ella, pobre mujer. Y el Señor le confesó: ―No me dejan. Están demasiado ocupados en las cosas de este mundo.‖ En sentido opuesto hemos de tener en cuenta: ―En verdad os digo que el hombre dará cuenta en el día del juicio de cualquier palabra inconsiderada que haya dicho. Porque por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado‖. (Mat. 12, 36). Conversión.- Conversión cristiana.- - Indica un cambio de vida a mejor; hacia la vida divina, hacia un ideal superior. - Puede ser algo repentino, como San Pablo (He. 9, 1-21), o puede también ser paulatino, un verdadero proceso interior. En todo caso perciben el cambio las personas con quienes trata el sujeto. Su actuación es distinta y ese don de sí mismo se refleja en la familia o comunidad a la que pertenece. La conversión nos da un espíritu nuevo, un cambio de valores. Es siempre una la respuesta. Y nuestra transformación interior es total. Después vendrá el problema de la perseverancia. Es inefable el gozo del encuentro personal con Cristo mediante la fe y la confianza. La inteligencia abraza la fe; el corazón se llena de amor y la voluntad se fortifica. Cristo toma posesión del alma. Nuestra vida cambia, es como un nuevo nacimiento. Apreciamos la fe entonces como una realidad necesaria. Nuestros deseos más profundos quedan saciados. De aquí proviene una gran paz e ilusión, duradera durante semanas y meses. Es la conversión. Vive el alma en un estado místico para captar lo divino a través del amor y del nuevo nacimiento. La oración va - - - - - - - acompañada de un sentimiento de certeza de la presencia de Dios. No se aspira a transportes místicos, sino a la unión con Dios. La psicología del converso es un don de Dios que siempre recordará. Posteriormente viene el proceso de maduración en la fe e incluso en la capacidad afectiva. El que madura hacia el amor y la entrega demuestra que ha sido objeto de un don de Dios. ―El amor de Dios ha sido derramado en vuestros corazones por el Espíritu Santo que os ha sido dado‖. (Ro. 5, 5) Convertíos: está cerca el Reino de Dios. (Mat. 3, 2). Los discípulos se vincularon al Reino de Dios. Se vincularon a la Persona de Cristo. La conversión es consecuencia del anuncio de la Buena Nueva recibida por el hombre. (Mat. 4, 17). Creer en Jesús es dejar al hombre viejo y nacer al hombre nuevo. (Ef. 4, 22-24). Cambiar el camino equivocado y creer en el restablecimiento de la Alianza; tener buena voluntad, dejarse amar. Poner en orden nuestra vida; alejarse de la tibieza, ser fiel, dedicarse a la perfección y alabanza a Dios. Entrar de verdad en el Reino de Dios. (Mc. 1, 15). Este proceso vuelve al buen camino nuestras vidas; Dios se complace en nosotros y nos ama. Su amor es más fuerte que nuestro pecado. Nos dejamos gobernar por la Palabra de Dios en un nuevo nacimiento. Nos abandonamos en Dios y aprendemos a esperar en Él. Corrijamos con mansedumbre a nuestros hijos o encomendados para lograr en ellos la conversión. (2 Tim. 3, 25). Dios quiere la conversión para todos (2 Pe. 3, 9). La conversión de los paganos. Por supuesto que han de recibir el don de Dios para ello, el don de la fe y han de corresponder. Dios siempre sale al encuentro. La vacuidad humana pone muros. San Juan Bautista buscaba frutos de conversión y para ello bautizaba. (Mat. 3, 8 y 11); (Mc. 1, 4); (Lc. 3, 3 y 8). La conversión implica alejamiento de la mala vida y se adapta a una alianza de intimidad con Dios, se deja transformar por Él. Ser en Cristo nueva criatura. Morir y resucitar como hombre nuevo. Jesús predicó la conversión; llamó a los pecadores a la conversión. (Lc. 5, 32) Y nos dice que hay gran alegría en el Cielo por la conversión de un pecador. (Lc. 15, 7). Ver también (Lc. 24, 47) El converso siente a Jesús resucitado y mira a Jesús resucitado. Jesucristo fue exaltado por Dios en la resurrección para conceder la conversión a Israel. (He. 5, 30-31). Si uno recibe el don de conversión y luego pierde la fe, ¿puede esperar de nuevo la conversión? Siempre será posible la misericordia, porque Dios no quiere que nadie perezca, sino que se convierta y viva. (2 Pe. 3, 9). A los creyentes nos toca tratar con bondad al alejado e invocar al Señor por quien se alejó. Hemos de procurar después de la gracia de la conversación, la conversión continua; buscar una segunda conversión hacia la vía iluminativa. Y el cristiano maduro en la fe, busca siempre el modo de ayudar a otros en su conversión a Dios y a la Buena Nueva del Evangelio. Dejarnos llevar por Él; juzgar en la vida la vivencia de Cristo como nuestra gran vocación; seguir a Jesús; estar con Él y jamás dejarlo: podemos dejar - otras cosas, a Él nunca. Sin la conversión, pereceríamos. (Lc. 13, 3-5). El convertido a Cristo vive la santidad de Dios en Cristo, sigue a Jesús. Dice Kempis que es preciso buscar con diligencia la gracia de la conversión, pedirla con insistencia y esperarla con paciencia. Convicción.- - Es la propiedad de la actuación de una persona de fe firme, del todo - convencida de su fe, con deseo de transmitirla con amor porque le sale del alma. Se guía por la prudencia divina. Esta convicción nos hace fuertes en momentos difíciles. La fe misma es escudo que nos defiende y refugio que nos ampara. Quien educa a otros en la fe ha de hacerlo con plena convicción: ―La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba‖ (Rom. 14,22). ―Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve‖ (Heb. 11,1). Copa.- - Ver entrada ―Cáliz‖. Coraje.- - El coraje es una fuerza que nos impulsa a lograr nuestras metas, a pesar de - los obstáculos. Nuestra vida diaria está llena de obstáculos desde que nos levantamos: en el trabajo, estudio, familia, enfermedades, paro, convivencia... Para afrontarlos es necesaria una fuerza interior, el coraje. No podemos dejarnos llevar de la ley del mínimo esfuerzo. Quien quiere triunfar en la vida ha de afrontarla con valentía y con ánimo alegre; con autenticidad; con persistencia y fuerza de voluntad. Y esto en lo humano y en la vida cristiana. Y quien se decide a seguir a Jesucristo en serio ha de saber, con la ayuda de la gracia, mantener esta fuerza que la conseguirá por la oración. Ver entrada ―Fortaleza‖. Corazón.- - En la literatura de espiritualidad aparece mucho la palabra ―corazón‖. - Cuando Dios habla en la Santa Biblia del corazón, no se refiere al músculo. El corazón para Dios es el asiento de las actitudes, emociones y de la inteligencia. Donde está tu tesoro, allí tu corazón. (Mat. 6, 21-24). Del corazón brota el adulterio (Mat. 5, 27-28). Y del corazón salen los asesinatos y obras malas. (Mat. 15, 19); y los vicios e impurezas. (Mat. 15, 19-20). Por la dureza del corazón Moisés permitió el libelo de repudio. (Mat. 19, 8). - Pero también de él nacen las obras buenas, como el perdón a quienes nos - - - - - - ofenden. (Mat. 5, 23-24). Y nuestro corazón ha de estar abierto para acoger la luz de la fe. (Jn. 8, 31-32). La conversión comienza del fondo del corazón. (Lc. 5,21) (Ro. 5, 20) (Mat. 6, 1-6 y 16, 18). Cuando miramos ―al que traspasaron‖, brota de nuestro corazón el agradecimiento y el deseo de conversión. (Jn. 19, 37). La ley divina está grabada en el fondo de nuestro corazón. (Heb. 8, 8-10 y Jer. 31, 31-40). Jesús aceptó el corazón humano y nos amó hasta el extremo (Jn. 13, 1). Y nos dio a su madre clavado en la cruz. (Jn. 19, 26-27). La Iglesia nació del corazón traspasado de Jesús. (Jn. 19, 37). Las Sagradas Escrituras nos daban a conocer lo que sería el corazón de Cristo. (Salmo 22, 15). También la Sagrada Escritura es el centro y el corazón abierto desde la Pascua del Señor. (Lc. 24, 25. 27 y 44-46). Dios conoce el secreto de nuestros corazones. (Lc. 12, 1-3; Jn. 3, 20-21; Ro. 2, 16). Y gobierna los corazones y los acontecimientos según su voluntad. (Prov. 21, 1 y Tob. 13, 2). La gracia de la fe abre los ojos del corazón. (Ef. 1, 18). ―Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo‖. (Heb. 3, 12). He recogido en mi fichero varios centenares de alusiones al corazón de distintos autores. Solamente anotamos aquí unas pocas: Acostumbrarse a levantar el corazón a Dios frecuentemente con amor y breves oraciones. Tan pronto como uno se eleva hacia Él desciende la llama del amor divino hacia Dios. La palabra de Dios es comprendida cuando el corazón y la inteligencia han sido tocados. No solo no tener otro Dios fuera de Él, sino amarlo con todo corazón. ―Quiero tu amor grande, aunque después mi corazón llore con sangre‖. Cristo es el centro de nuestro corazón; en realidad, se crece en la madurez afectiva cuando el corazón se adhiere a Dios. Cristo, Sol de la Gloria, ilumina al corazón libre y absuelto de todas las cosas. De esta vida interior nace el amor sensible que penetra el corazón del hombre. Con toda nuestra alma le alabamos, con el corazón y con obras. Casto deleite del corazón, rodeado y abrasado por Cristo, cálido con su consuelo. Y esta atracción de Dios es un interior convite y petición de que se junte nuestro corazón a la unidad sublime. Este convite es para el corazón lo más gustoso que jamás sintió. Este convite es una irradiación del Sol eterno, y excita el corazón con gozo y lo dilata. Y descansar en Él en el fondo de nuestro corazón. El corazón lleva la mejor parte en el trato con Dios. Me convenzo de esto. Solo en amaros se encuentra la hartura de mi corazón. No temo la muerte: mi corazón tiene sed de las aguas de la Vida. Debes tú entrar en el secreto de tu corazón, pidiendo con eficacia el socorro divino. Deléitate en el Señor, y te dará lo que le pidiere tu corazón. Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay emulación y saña frecuente. (Kempis) Corazón de Jesús.- - Esta devoción tan entrañable desde hace varios siglos tiene fundamento - - - teológico. Es un símbolo del amor que Jesucristo tiene a los hombres; nos muestra el corazón abierto por una lanza. Es Dios mismo que nos ama. ―Padre, cuida a los que me has dado‖ (Jn. 17, 11). ―Que ellos sean uno, como Tú y yo somos uno‖. (Jn. 17, 11). Nos amó Jesús hasta el final: Jesús, luego de haber clamado de nuevo con gran voz, dijo: "Todo está consumado". E inclinado la cabeza, entregó su espíritu‖. Sólo entonces su Corazón se paró y dejó de latir, y su amor sensible permaneció como en suspenso, hasta que, triunfando de la muerte, se levantó del sepulcro. (Mt 27, 50; Jn 19, 30). Hemos de responder al amor del Corazón de Jesús; así lo hacían nuestros santos: ―Ex toto‖. ―Si queréis ser amado de Jesús habéis de ser manso como Él, y humilde como Él.‖ ―Amadle a Él con todo el amor de que sois capaces y tributadle toda bendición y gloria.‖ ―Vuestro Corazón ha de ser el trono de vuestro Amado, retornándole amor por amor‖ ―Amad y haced lo que queréis, porque quien posee el amor todo lo posee.‖ ―El amor no quiere corazones divididos; lo quiere todo o nada. El amor os lo hará todo fácil.‖ ―Vayamos con filial confianza, y arrojémonos en sus brazos, extendidos por el amor en la cruz para recibirnos‖. ―Digámosle: Dios mío, Vos sois mi Padre; tened compasión de mí, según vuestra misericordia.‖ ―Haced las cosas todas en el amor y para el amor, porque el amor da mérito y realce a todas las cosas.‖ Corazón nuevo.- - Para tener un corazón nuevo hay que gemir, esforzarse, colaborar con la - - iniciativa de Dios. Permitir que Dios te convierta el corazón y te dé un corazón nuevo, capaz de amar, de acoger, de admirar y contemplar y abandonarse en las manos del Padre. Pedir en la oración: ―danos, Señor, un corazón nuevo y que transmitamos la alegría de vivir‖. ―Arrojad lejos de vosotros todas las rebeldías que habéis cometido contra mí y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel?‖ (Ezeq. 18, 31). ―Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo: os arrancaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne‖. (Ezeq. 36, 26) Permitir que Dios te convierta el corazón y te dé un corazón nuevo, capaz de amar, de acoger, de admirar y contemplar y abandonarse en sus manos de Padre. El hombre ha recibido un corazón nuevo, un nuevo espíritu. Cordero de Dios.- - San Juan Bautista, ―Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: ―Este es el Cordero de Dios‖‖ (Jn. 1, 29), implica una referencia a (Is. 53, 7). Ya los primeros cristianos le daban a estas palabras el sentido de propiciación. Se aprecia en (He. 8,32) y (1 Pe. 1,19). También lo leemos en el Apocalipsis a partir del capítulo 5. Para nosotros tiene sobre todo sentido eucarístico que repetimos todos los días al comulgar. Es preciso recitar siempre esta invocación con atención actualizada que fraguara en profunda devoción. Corpus Christi.- - La fiesta surgió en 1208: fue idea de una religiosa, Juliana de Cornillón, y fue - - - - instituida con carácter universal por el papa Urbano IV en 1263; su principal finalidad es de agradecimiento a la presencia permanente de Jesús en la Eucaristía y proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento. La Eucaristía está finalizada en la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma. Jesús está presente en el pan para hacerse presente en los fieles. Vivamos en unidad estos dos grandes misterios. La Eucaristía desaparece cuando se destruyen las especies sacramentales pero no olvidemos que en la Eucaristía tenemos en este mundo la presencia real de Dios y hombre verdadero por antonomasia. La Eucaristía no existe en el Cielo. La presencia total de la Santísima Trinidad seguirá existiendo en el Cielo; no cesa nunca a no ser por el pecado mortal. Y gozaremos en la eternidad inmensamente, al ver cómo en la Tierra hemos vivido centrados en el Sacramento del Amor. Merece la pena celebrar esta fiesta con estos sentimientos y acudir a la procesión con fervor para proclamar nuestra fe. Algunos ―teólogos‖ dicen que no es procesión litúrgica. Pero de bien nacidos es el agradecimiento y proclamar nuestra fe de una manera pública para testimoniarla ante el pueblo. Como consecuencia del amor de Jesús que celebramos en este día, en España se hace una colecta para ayuda de los necesitados por medio de Cáritas. Correr.- - En la Biblia esta palabra tiene desde el Antiguo Testamento mucho sentido - místico: ―Apresurarse, proseguir la carrera...‖ La vida es una carrera. La existencia humana se compara con la marcha. Otra vez Jesús les habló, diciendo: ―Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.‖ (Jn, 8, 12) ―Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón‖. (Sal. 119, 32). Y suplicamos a Dios que nos lleve tras de sí: ―Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras.‖ (Cant. 1, 4) No hemos de dejarnos detener por los obstáculos: ―Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?‖ (Gal. 5,7). ―He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida‖ (Tim. 4, 7-8). ―Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y - lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús‖. (Fil. 3, 13-14). Y hemos de correr como para recibir el premio: ―¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire…‖ (1 Co. 9, 2426) Corrección fraterna.- - Es del todo evangélica. Y puede ser muy útil para superar los conflictos. - - - Basta mirar (Mat. 18, 15-17 y Lc. 17, 3) nos dice los modos como debemos corregir al hermano: a solas, con testigos o en comunidad; son fases distintas. La corrección fraterna puede hacer mucho bien. Pero no es nada fácil la corrección a mayores. A niños en formación por parte de sus padres y formadores es más sencilla Dificultades: a) por parte de quien corrige puede haber insolencia, soberbia oculta, ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio. El corrector casi siempre resulta enojoso y a veces inoportuno. b) Por parte de la persona corregida, todavía es más difícil. Es fácil herir su amor propio, su oculto orgullo; en esos casos resulta contraproducente, y puede haber peligro de revancha. Recomendamos: corregir solamente cuando sea preciso; antes de corregir, pedir fuerza y discreción a Dios; hacer ver antes a la persona el alto concepto que tenemos de ella; hacerle ver que lo hacemos conscientes de que no somos perfectos y esperamos a la vez que ella nos advierta de nuestros defectos. Con estas precauciones podemos lanzarnos a corregir a personas con quien mantengamos cierto grado de amistad. Ninguna corrección resulta agradable, pero produce grandes frutos en el alma. (Heb. 11, 10-11). Agradecimiento a quien nos corrige. Corresponder.- - Corresponder a la gracia. Sentirnos buscados por Dios… Dios llama, busca - siempre. Él es la Plenitud y espera la continua respuesta. No hemos de buscar evasiones para justificar la atonía espiritual o la indolencia. Cuando Él nos busca, ha de hallar respuesta. Y tengamos en cuenta que, a fuerza de no hacer caso a esos silbidos amorosos de Dios, se embota la propia sensibilidad espiritual y por nuestra parte se puede cerrar esta comunicación. (Ver Cat. Doc. Cat. Nº 2006 y sig.) "Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4,16). Creador.- Creación.- - Dios es el principio absoluto de la creación (Apo. 4,11) y mantiene viva la - - creación. (Apo.15,3 y 19,6) A Dios Creador le debemos el Cielo, la Tierra, el Universo. Todo está pendiente de sus manos, todo es obra del Señor; también nuestra elevación al plano sobrenatural. Es muy a tener en cuenta la devoción a Dios Creador. El nombre de Yahvé tenía el sentido factitivo ―el que hace ser, el creador‖. En el libro del Génesis, vemos a Dios como artesano, que al séptimo día descansó. Los profetas invocan a Dios creador contra los ídolos que son objetos sin vida. El Eclesiástico insiste en la creación de la sabiduría, anterior a todas las cosas. El salmo 104 nos dice que la creación fue para Dios su primera victoria. Jeremías (31, 22) insinúa que la salvación final será una verdadera creación. El hombre ante la creación siente y vive un sentimiento profundo de admiración. Con Cristo se ha inaugurado una nueva creación: el hombre renovado del todo por el bautismo. La razón humana, ayudada por la gracia, puede llegar al conocimiento de Dios Creador. Los discursos de San Pedro y de San Pablo en Los Hechos de los Apóstoles siempre suponen como fundamento la realidad de Dios único y creador del universo y del linaje humano. (He. 17) También creador de la Nueva Alianza que se ha cumplido en Jesucristo. (He. 2,2-36) Creatividad.- - Quien vive a fondo su vida interior ha de ser creativo: su misma relación con - - - Dios le lleva a ello, siempre dentro de los límites de la prudencia. En el Nuevo Testamento la iniciativa y la creatividad aparecen por todas las partes. Señalamos solamente estas citas: (He. 18, 19; 19, 1 y 21); (Apo. 1, 11); (Ro. 15, 26); (2 Co. 1, 1); (1 Tes. 1,8); (2 Tim. 4,12). Nuestros santos han sido personas de gran iniciativa en todos los campos del bien: se han volcado en pobres y enfermos; han llevado el Evangelio a los lugares más lejanos; se han desvivido por hacer el bien, desde los tiempos más remotos hasta la era del Internet. La vida moderna está invadida por la codicia, la explotación, el hedonismo egoísta y está esclavizada y esclavizando. Necesitamos nueva forma de presencia religiosa. De nuestra oración hemos de sacar fuerza para lanzarnos a hacer el bien; no solo a rezar y después a vivir en la poltrona. Hemos de unirnos a los hermanos y desempeñar trabajos básicos y demostrar el valor de lo espiritual. Llevar a Jesús con el servicio y el amor. Dios, salvíficamente poderoso, solo Él se sienta en el trono. (Apo. 4,2…5,1; 7; 19; 21) Crecimiento espiritual.- - Solo Dios es la causa eficiente del crecimiento espiritual. Se realiza por los sacramentos, la oración, y el mérito sobrenatural. - Quien comienza a vivir en serio su vida interior, desea siempre crecer, no quedarse estancado. ―Que ya no seamos niños fluctuantes... sino que siguiendo la verdad en la caridad, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo‖ (Ef. 4, 14-15) Credo.- - Nos referimos al credo de los Apóstoles. Conviene recitarlo con frecuencia. - - De manera especial en la misa del domingo; brota al rezarlo el agradecimiento y amor. Merece la admiración dichosa de nuestras verdades de fe en que fundamentamos nuestra espiritualidad. El credo es un resumen de lo que hemos de creer para nuestra salvación (Mc. 16, 16), porque sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11,6). Y seremos bienaventurados porque sin haber visto, hemos creído (Jn. 20, 29). El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona Divina de la Santísima Trinidad; Jesús mismo confirma que Dios es ―el único Señor‖ Y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas. Dios como lo que él es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el ―Dios escondido‖ (Is. 45,15) Y es el Dios que se acerca a los hombres. Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre. Dios, ―El que es‖, se reveló a Israel como el que es ―rico en amor y fidelidad‖ (Ex 34,6). (Catecismo de la Iglesia Católica) Ver entrada ―Fe‖. Creyente.- - Creyente es el que tiene por cierta una religión; en nuestro caso, la cristiana: - - acepta la revelación manifestada en la Biblia y en la Tradición apostólica. El creyente procura vivir en gracia, detestar el pecado que es condenación; vivir con la esperanza en Dios, en Cristo; aceptar la verdad de su persona que ilumina nuestra vida. ―Yo soy el Dios de Abraham... no es Dios de muertos sino Dios de vivos‖ (Mat. 22,32). Se introduce el creyente en la vida de los patriarcas y de su descendencia y trasforma, en unión con las personas de fe, la historia humana. Apreciamos a Abraham como padre de los creyentes; a Moisés en el episodio de la zarza ardiendo... el Dios de Isaac y de Jacob... de Salomón (Mc. 12, 1827). Y seguimos al pueblo que responde con una aceptación de fe. Esta revelación queda como una marca divina, impresa en quien la recibe. El creyente entra en la Historia de la Salvación. Participamos como creyentes cristianos de la filiación adoptiva; buscamos la gloria de Dios y en Cristo. Quien ve a Cristo ve al Padre y cree en Él. El creyente establece el contacto personal con Dios. Crucificar el hombre viejo y vivir con Cristo el hombre nuevo (Ro. 6,6; Col. 3,5). El creyente cristiano intenta vivir las grandes intenciones de Padre Nuestro: santificado... venga a nosotros... Perseverancia. ―Que te conozcan, Padre, y al que enviaste, Jesucristo‖ (Jn. 17,3). - El creyente aprecia la conexión entre fe, esperanza y amor. Tiene fuerza y - energía para superar las dificultades. Se ve sostenida la esperanza por la fe y estimulada por la caridad; son las virtudes teologales que informan la vida del creyente. Jamás habrá causa justificada para abandonar la fe. Fruto de la fe y del amor es el apostolado para extender el Reino de Dios. También la oración, la colaboración del hombre a la acción de Dios. El creyente católico se siente dichoso porque forma parte de la Iglesia con su estructura y sacramentos. Y es consciente de que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica. Se esfuerza para ir purificando la Iglesia y agrandarla por todo el mundo. Criatura.- - Entendemos por criatura todo ser creado por Dios. (Gen. 1). Toda criatura - - - - nos ha de llevar a Dios, ha de ser considera por nosotros como obra divina y ha de dar gloria a Dios: ―Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo cuanto hay en ellos—, que decían: ―Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos‖‖. (Apo. 4,13) Ninguna criatura nos ha de separar de Dios: ―Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor‖. (Ro. 8,38-39). ―Toda criatura de Dios es buena, y no se debe rechazar nada, sino que hay que tomarlo todo con acción de gracias‖. (1 Tim. 4,4). La contemplación del mundo creado es el fundamento de la religiosidad del hombre; inmensa variedad de seres creados. Dentro de la creación existen enigmas insondables. Dios es el Creador, Santísima Trinidad. El cristiano conoce la bondad del mundo creado. Un vínculo profundo y necesario une Creador y criatura. Dios tiene plena autoridad sobre la creación. En la tradición cristiana, mirando la Biblia y los santos Padres, siempre hemos mantenido verdadera devoción a Dios creador, y hemos respetado a la creación y a sus criaturas. ―De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas‖ (2 Co. 5,17). ―Si empero permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del Evangelio que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro‖ (Col. 1,23). Ver entrada ―Uso de las criaturas‖. Crisis.- - Podemos definir la crisis como una situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso. Situación difícil de una persona. De hecho, las crisis a las que nos referimos se producen en la vida interior de las personas, y puede ser el inicio de un cambio. La crisis no dura siempre y desemboca en un estado mejor o peor, depende del enfoque, del - - - - - - - aguante, del modo como se solucione. Es algo muy personal. Siempre conviene abrirse al padre espiritual o a un amigo en la fe, y no encerrarse en sí mismo en tiempo de crisis. En el Antiguo Testamento son numerosas las situaciones de crisis. La de la de Adán (Gen. 3); las de Abraham (Gen. 12; 16; 17, 15 y sig.) y cuando el Señor le ordenó sacrificar a su hijo (Gen. 22, 1-12); la Noé (Gen. 6); la de Moisés registrada en el libro del Éxodo (Ex 2, 11); las de Salomón, Job... La crisis de la Virgen María en la Anunciación (Lc. 1, 34...); la de Jesús en las tentaciones (Lc. 4, 1-13). Son muchas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Conviene acercarnos a la Biblia para ver la manera de reaccionar en las crisis. Así podemos ver la reacción de Pablo cuando el barco que lo transportaba a Roma naufragó, (He. 27,15 y sig.). Hemos de mantenernos firmes en la esperanza, sin perder la confianza, (Heb.10, 23 y sig.). Cobrar ánimo y armarnos de valor, según nos invita el (Salmo 31, 24). Confianza en Dios que ―hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos‖ (Mt. 5,45). Podíamos hacer un largo estudio sobre las crisis de personajes en la Sagrada Escritura. Y las que sufrió Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo en la pasión, hasta sentirse abandonado del Padre. Una de las crisis suele ser de fe o de esperanza y de caridad. Muchas crisis, incluso la de fe, terminan positivamente: con más fuerza de fe, convicción, entusiasmo y firmeza. Recordamos a San Agustín, Ignacio de Loyola... desembocan en una mayor fidelidad, incuso en verdadera santidad. Puede venir muy bien para madurar, una crisis de fe, de celibato... pero es preciso enfocarlas bien. Conviene también el consejo y apoyo de personas con experiencia. Al final se termina más purificado y con una nueva conversión. Pero puede degenerarse, sobre todo si no se acude a la oración, a la mortificación, a la esperanza o se cierra uno en sí mismo... Existen crisis en la vida familiar, en la sacerdotal, sobre el magisterio de la Iglesia, sobre la oración... Siempre hemos de enfocarlas con realismo, con espiritualidad, teniendo en cuenta que Dios es fiel y a nadie tienta por encima de sus fuerzas. Para después de la crisis: Permanecer a la escucha de la voz del Espíritu Santo; así la oración se convierte en la respiración diaria. (Benedicto XVI) Descienda, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo para que podamos cumplir fielmente tu voluntad. Tú, Señor, lees en lo escondido. (Mt. 6,6). Cierro la puerta de mis sentidos, entra en mi morada. Escúchame. La cruz establece en mí una semejanza mayor con Cristo. ―El corazón de las almas interiores está en medio del sufrimiento y humillaciones como una roca en medio del mar‖. Abrir las compuertas de mi corazón a Jesucristo para que el Señor entre en mí. Al ver nuestra propia miseria nos arrojamos a los brazos de Dios y nos vemos abismados en gratitud y amor. A lo largo de la vida experimentamos la Providencia de Dios que nos ha ido guiando. Cristiano.- - Somos cristianos por la gracia de Dios. ―Cristiano quiere decir hombre de - - - Cristo, hombre que tiene la fe de Jesucristo que profesó en el bautismo y está ofrecido a su santo servicio‖. Jesús dice a sus seguidores: ―Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos‖ (Mat. 5, 13-149. Pablo exhorta a los cristianos con su ejemplo. ―Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia‖ (Fil. 1:21). Este diccionario va dirigido a todos los cristianos, bien sean católicos o de otra confesión. No pretende dogmatizar sino más bien exponer el pensamiento de una Teología tradicional de la perfección cristiana, para ayudar en el camino hacia Dios. El cristiano ha de seguir el Evangelio. La carta a los Romanos ha sido considerada como una síntesis de la doctrina cristiana llena de fuerza. Cristocentrismo.- - Nuestra espiritualidad ha de ser cristocéntrica, según nos indica la carta a los - Hebreos (1,2-3); y ―Nadie podrá separarnos del amor de Cristo‖ (Rom. 8,39); Él es Verbo hecho carne (Jn. 1, 14); y fue Cristo el que nos enseñó a orar (Lc. 11,2-4 y Mat. 6, 1-13); Él es nuestra vid y nosotros los sarmientos (Jn. 15, 1-7) y es la resurrección y la vida (Jn. 11,25). En el monje y persona consagrada es evidente: imitación de la vida de Cristo; asimilar los misterios. Repetirse: ¿qué haría ahora Jesús? Pensamos en los grandes santos, en su vivencia íntima de Cristo: Pablo, Asís, Loyola... Berulle sintió la exigencia de explicitar el misterio de Cristo. Él se imprime en nosotros, a la manera de un pintor en el lienzo. Cristocentrismo de la cruz. El discípulo la acepta. Ver también los místicos cómo se unen a la cruz. El Cuerpo Místico de Cristo. Fraternidad de la Iglesia. Ver entradas ―Jesucristo‖. ―Cristo‖. ―Jesús‖. Cristo Rey.- - - Al ser creador junto con el Padre y el Espíritu Santo es rey del universo. ―Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no...‖ (Jn. 18, 36-37). Aparece como Rey en el juicio final. En Apocalipsis 14. ... ―Id a poseer el Reino que os está preparado...‖ La Encíclica ―Quas primas‖ de Pío XI, año 1925, recoge toda la doctrina de Cristo Rey. Su ―reino es de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz‖ (Del prefacio de la fiesta de Cristo Rey). Su fiesta se celebra el último domingo del año litúrgico. En el día de Cristo Rey deseamos que reine el amor de Jesucristo entre todos los cristianos y que proyectemos la justicia y la caridad por todas la partes. No confundamos la realeza de Cristo con los reyes de este mundo. Su Reino es vida, su Reino es paz; su Reino es justicia; su Reino es verdad. Pero su Reino no es de este mundo: no tiene ejércitos, ni poderes. Su Reino está Arriba. Le pedimos tomar parte en su Reino con fe total y esperanza plena. Criterio.- - Definimos el criterio como la norma para conocer la verdad y también como - juicio o discernimiento. Es importante en la espiritualidad formar un criterio, es decir educarnos de tal manera que todo lo creado e increado lo relacionemos y vivamos con espíritu trascendente con el pensamiento puesto en lo esencial de nuestra fe. En este sentido nos dice san Pedro: ―Quiero suscitar en vosotros, a base de recuerdos, un sano criterio para recordar los mensajes emitidos por los santos profetas y el mandamiento del Señor y Salvador transmitido por los apóstoles‖. (2 Pe. 3, 1-3). San Pablo insiste: ―El hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu‖. (1 Co. 2,14). Y Santiago nos previene: ―Tú quédate ahí de pie‖ o ―siéntate en el suelo, a mis pies‖, ¿no estáis haciendo discriminaciones entre vosotros y convirtiéndoos en jueces de criterios inicuos?‖ (Sant. 2,3- 4) El Catecismo de la Doctrina Católica nos recuerda con frecuencia los criterios sobrenaturales: Así, que la comunión de la Santísima Trinidad es la fuente y el criterio de verdad en toda relación; (Cat. 2845) que la bienaventuranza del cielo determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes terrenos en conformidad a la Ley de Dios. (Cat. 1729). Asimismo, en la Iglesia, la lex orandi es uno de los criterios esenciales del diálogo para restaurar la unidad de los cristianos (Cat. 1126); la ciencia y la técnica deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, conforme al designio y la voluntad de Dios (2294); la regulación de la natalidad debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero. (2368). Crítica.- - Es una palabra ambivalente. En sentido positivo: es el juicio expresado - generalmente de manera pública sobre hechos o actitudes también públicos, principalmente hacia estamentos o personas que gobiernan. Estos juicios si se practican con amor y equidad son necesarios para el progreso y perfección de la cosa política o eclesial. Mejor si se sugieren soluciones o alternativas; si se razona con buen discernimiento y siempre con deseo de mejorar la situación. Una de las peculiaridades del profetismo cristiano es la crítica constructiva. Es necesario tener en cuenta lo que nos dice la Palabra de Dios antes de lanzarse a una crítica positiva: ―No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros‖. (Mat. 7, 1-2). ―No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis - - perdonados... pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros»‖. (Lc. 6, 37-89). ―No juzguéis según apariencia, sino juzgad según un juicio justo‖. (Jn. 7,24). ―Tú que te eriges en juez, sea quien seas, no tienes excusa, pues, al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque haces las mismas cosas, tú que juzgas. Sabemos que el juicio de Dios contra los que hacen estas cosas es según verdad‖. (Ro. 2, 1-2). ―Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor‖. (1 Co. 4, 5). En sentido negativo es el hecho o actitud de enjuiciar conductas de forma desfavorable, de una manera equivalente a la murmuración. También es negativo el ataque verbal contra alguien. Es un vicio muy extendido dentro de personas que se definen como creyentes y practicantes. Más aún, entre personas amargadas o envidiosas. Contra él es necesario luchar si se desea continuar por el camino de la perfección cristiana y favorecer la convivencia. Ver entradas ―Profetismo‖, ―Murmuración‖. Crucifijo.- - El crucifijo personal es importante en relación con nuestra vida interior. - Muchos santos han practicado su oración en su habitación con el crucifijo en las manos o arrodillados ante él. Es una evocación constante de nuestra redención, amor de Jesucristo, agradecimiento a su salvación. Junto a él aprendemos ―la locura de la cruz‖, más sabia que toda la sabiduría humana. Cruz.- - Nos dice San Pablo: ―Nosotros predicamos un Mesías crucificado. Para los - judíos un escándalo, para los paganos una locura‖ (Ef. 1, 22-25) Siempre hemos afirmado y sostenido por la fe que Jesús nos salvó por la Cruz. ―No me glorío sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.‖ (Gal. 6, 14). Después de la resurrección consiguieron los apóstoles comprender del todo la cruz, el sacrificio perfecto. Cristo, el Sumo Sacerdote purifica a los hombres del pecado. La cruz en el cristiano siempre ha de ser mirada con perspectiva de resurrección. Hemos de ayudar y socorrer a quien sufre alguna cruz fuerte: ayudamos al mismo Jesús que es la cabeza del Cuerpo Místico de Cristo. Al monje, que vive crucificado al mundo, se le promete la paz y alegría del Resucitado. A través del viacrucis se ha intensificado mucho el amor a la cruz, a la pasión del Señor. Fueron los grandes santos de España del siglo XVI quienes favorecieron mucho esta devoción. Desde la segunda mitad del siglo XX se dio gran importancia a la liturgia. Poco a poco, sobre todo en algunas zonas, se ha ido perdiendo el amor a la cruz. En cambio, en otras, ha aumentado, a través de las hermandades, el - amor a la pasión del Señor, manifestado por las procesiones de Semana Santa. A veces se ha mostrado una fe supersticiosa en el poder de la cruz sobre todo entre personas con poca formación religiosa. Ver entradas ―Pasión de Cristo‖, ―Viacrucis‖ Cruz camino.- - Después de la pasión y resurrección de Cristo, el camino del dolor se - presenta como sendero de amor, de entrega. Nosotros, los resucitados en Cristo, hemos de vivir en perfecta entrega a él y a todos con quienes nos relacionamos. Sin cruz no hay vida cristiana. Y... ayudar a otros a llevar la suya, mientras nos pesa tanto la nuestra. (Gal. 6, 2). Ese es el mérito. ―El que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga‖. (Mat. 16,24) Todo este camino de purificación interior se ha de hacer con fatiga. Y no hay más remedio que pedirle a Dios fuerza en la oración para ir aceptando día a día el sufrimiento, y para desprendernos de nuestra afición al placer. El alma enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor doliente. Escondeos, pues, en Jesús crucificado, sin desear otra cosa, sino que todos se conviertan. (Pablo de la Cruz) Cuaresma.- - Recordamos los cuarenta días de penitencia de Jesús en el desierto (Mat. 4, - - - - 1-11; Mc. 1, 12 y sig. Lc. 4, 1-13). Es la preparación inmediata de la Pascua del Señor. Fomentamos el espíritu de penitencia y mortificación de nuestro cuerpo y alma, la purificación, el amor a la pasión de Jesús. Agradecimiento de la redención. Tiempo muy importante para nuestra vida interior. La cuaresma sobre todo es un ―tiempo de gracia‖ (2 Co 6,2).Debemos escuchar la llamada de Cristo: ―Tú sígueme.‖ (Jn. 21,22) ¿A qué esperas? Deja ya a un lado tus ideales pequeños, y lánzate en vuelo de águila a las alturas. Durante la cuaresma nos debemos acordar de que la vida es caminar hacia Dios. Como los israelitas iban hacia la Tierra Prometida por el desierto. Los deportistas tienen una temporada de mayor entrenamiento; los cristianos, la cuaresma. (1 Co. 9, 24). ―La cuaresma es entrenamiento en el amor y donación: lo mejor de la vida para los otros. La cuaresma es entrenamiento en el amor que es perdón, olvido de ofensas. La cuaresma es entrenamiento en el amor que es servicio, generosidad. La cuaresma es entrenamiento en el amor, es tener un corazón grande y sin fronteras‖. (Conget) ―Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónale, Señor‖. ―Entre el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes del Señor y dirán: perdona a tu pueblo, perdona a tu pueblo, Señor‖ (Joel 2,17). Nuestros actos de penitencia en estos días pueden consistir en: ser más amables con las personas; Dominar más nuestro egoísmo en casa y en los juegos… Señor; perdona a tu pueblo, perdónale Señor. Que la cuaresma sea para profundizar en el amor a Jesús que se entrega a mí. Pedimos al Señor la gracia de la conversión, el don de penitencia. En - cuaresma hemos de preparar una buena confesión. La cuaresma es tiempo de soledad para que se haga fuerte la compañía del Señor. Y hemos de buscar más los gozos espirituales: la oración con atención nos da paz, alegría y fuerza para vivir en austeridad, en atención, en espíritu de conversión. Pedir el don de la conversión, y Dios nos lo concederá. ―A Ti, Señor, levanto mis ojos, a Ti que habitas en el Cielo, porque espero tu misericordia‖. ―Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le suplica‖ (San Pedro Crisólogo). - La Cuaresma nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios. - Que también nosotros seamos misericordiosos con nuestros hermanos. La limosna, una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio. El Todopoderoso espera el ―sí‖ de sus criaturas como un joven esposo el de su esposa. A María, ―fuente viva de esperanza‖, le encomendamos nuestro camino cuaresmal. Cuerpo.- - En la Biblia apreciamos la dualidad humana entre cuerpo y espíritu: ―Y no - - - - - temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno‖. (Mat. 10,28). ―Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta‖ (Sant. 2, 26). Y se considera asimismo el cuerpo como sometido al espíritu, así como ocasión de pecado: ―Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado‖ (Rom. 6, 6). Cristo es la esperanza del ser humano, vencedor de la muerte y del pecado: ―Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia‖ (Rom. 8, 1011). ―El cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo‖ (Fil. 3, 21). Y llenos de esperanza, ―Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura‖ (Heb. 10,12). Hoy la civilización, incluso cristiana, reivindica la categoría y necesidad del cuerpo en relación con la espiritualidad. Y la mujer aborrece el hecho de que se explote su cuerpo incluso para propaganda comercial por las reglas de juego del hombre. El estrés permanente causa en el cuerpo efectos destructivos y angustia. Las técnicas de relajación y respiración ayudan a la serenidad. Un paseo de veinte minutos, con ritmo en la respiración suele ser suficiente para eliminar una tristeza leve. La medicina abusiva expropia a la persona la posibilidad de autorregular con su fuerza el propio organismo. La experiencia individual también está concentrada en el cuerpo. Acción y contemplación van muy unidas en la persona. El hombre entero es cuerpo y - - espíritu. Y así, en los neocatecumenales el cuerpo ocupa un lugar central. El poder de sanar al cuerpo es también un carisma; y la salvación incluye también al cuerpo. La oración no es tan solo la mente; entra el cuerpo. Recordar el yen y todo lo relativo al yoga. La experiencia de la presencia divina; no se trata de un puro mentalismo. El cuerpo tiene su parte. Hemos de servirnos de la vista, del movimiento, elevación de manos, respiración, relajación... a la oración acompañan o pueden acompañar estos elementos corporales. Las mediaciones muchas veces entran por los sentidos. Encontrar el centro que haga transparente la realidad. Respirar rítmicamente. Vivir el espíritu con el cuerpo. Cuerpo Místico de Cristo.- - ―Yo soy la vid - dice Jesús - y vosotros los sarmientos‖ (Jn. 15,5) La savia de - - - la vid y del sarmiento es la misma. La idea es la misma que la del Cuerpo. ¡Qué triste la vida del sarmiento que no da fruto! La cabeza y los miembros constituyen un solo Jesús en una sola carne, en unos solos miembros, en una sola pasión. Cristo Redentor de la humanidad. Pero ahora lo es por medio de sus miembros. Lo que hacemos con cualquiera persona, con Cristo lo hacemos. Tomar conciencia de esta realidad... Sentido de dignidad cristiana; sentido de responsabilidad. Rendidos a los pies de Jesús. Postura de fe. ―Yo soy Jesús a quien tú persigues‖ (He. 9,5). Cuanto hacemos a nuestro prójimo a Jesús le hacemos. La caridad ha de ser la reacción primera de todo cristiano cuando se trata de un prójimo. Un gran misterio. Hemos de vivirlo. Ver en todos a Cristo. Esto es así porque Cristo lo ha querido, como ha querido estar en la Eucaristía. Nos lo dice San Pablo: ―Así como el cuerpo humano tiene muchos miembros y todos forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Dios constituyó a Jesús cabeza de su Iglesia que es su Cuerpo.‖ (1Co. 12, 12-30: ¡Y esto es tan real como que Cristo está en la Eucaristía! La Iglesia es el conjunto de los bautizados. Todos somos miembros de Cristo desde que fuimos engendrados por el bautismo. Por la mañana, cuando comenzamos con el ofrecimiento de obras, sentirnos hermanados junto al Señor en el Cuerpo Místico de Cristo. Somos Cristo que ora. Culpa.- - La culpa es la falta o delito que comete una persona de forma voluntaria. - Responsabilidad o causa de un suceso o de una acción negativa o perjudicial, que se atribuye a una persona. Consecuencia del pecado mortal y venial. En la Sagrada Escritura es frecuente el recuerdo de la culpa, y con intención de buscar el perdón: ―Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura‖ (Heb. 10,22). Jesús nos dice: ―Si hubieseis comprendido - - lo que significa aquello de: misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa‖. (Mat. 12,7). Es dichoso aquel a quien el Señor no le imputa culpa alguna (Ro. 4, 8). Y hemos de mantenernos sin culpa hasta que llegue el Señor. (1 Tim. 6, 14). Con frecuencia vemos personas religiosas que, después de haber permanecido en estado de gracia muchos años, a causa de los pecados veniales que cometen no llegan a la perfección evangélica. Es preciso purificar el corazón de la culpa por medio de la compunción y penitencia. Ver entradas ―Pecado‖. ―Contrición‖. ―Compunción‖ Culto.- - Es el objeto de la virtud de la religión. Puede ser público y privado. Cuando - hablamos de culto, nos referimos por defecto al público; al culto litúrgico.. Practicarlo con atención, devoción y consciencia de nuestra participación eclesial. Es preciso participar en el culto ―en espíritu y en verdad‖; ―con manos inocentes, sin iras ni rencores‖. (1 Tim. 2, 8), con buena conciencia. Cumplir.- - Cumplir es más que hacer: lleva en sí mismo cierto sentido de plenitud; hacer - algo con perfección. Las promesas de los profetas se cumplieron y Jesús vino a nosotros. Es el Mesías prometido. Cumplir así el cristiano sus compromisos. ―El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor‖. (Rom. 13,10) La realización de obras es requisito para cumplir ―Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz‖ (Col. 1,10 y sig.) Curación.- - Las curaciones de Jesús en el Evangelio son signos del amor de Dios a los - hombres, tanto cuando sana a los enfermos, como a los endemoniados y pecadores. Es el bien divino sobre el mal del demonio. Libra a los pacientes del poder del demonio, para devolverlos al Padre. (Lc. 13, 16). Da la curación para cumplir la voluntad del Padre, por amor. (Mat. 10, 8; Mc. 6, 56; Lc. 5, 15). Hay menciones a la unción de los enfermos (Mc. 6, 13; Sant. 5, 14). Y el don curación en Jesucristo es un signo del favor divino y carismático; también en los santos.(He. 5,15 y 19, 22); (He. 4, 22 y 30; 1 Co. 12, 9- 30). Jesucristo alaba la fe en aquellos a quienes da la curación (Mat. 9,21). Todo esto nos indica la confianza con que las personas espirituales nos hemos de acercar al Señor para curar de nuestros pecados e imperfecciones. Curiosidad.- - Existe una curiosidad sana, la intelectual, gracias a ella podemos investigar - científicamente. Otra, morbosa: para intrigar vidas ajenas, objetos que no nos incumben ni enriquecen intelectualmente, mirar todo lo que pasa… este tipo de curiosidad distrae de nuestra vida interior. Recordemos la narración bíblica en la que Sara, después de ser liberada la destrucción de Sodoma y Gomorra, quedó convertida en estatua de sal por su curiosidad desobediente. (Deut. 29). D.- Dar y recibir.- - La Biblia dice: ―Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no - - - de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre‖ (2 Co. 9,7). Dios espera que quienes le amamos y recibimos tanto de Él demos de corazón (Santiago 1:27). Mucho hemos recibido de Dios: darnos cuenta de que hemos dar a los necesitados, estamos colaborando con Dios, y Él se considera en deuda con nosotros por nuestros actos de generosidad (Proverbios 19,17). La Biblia dice que Dios nos recompensará (Lucas 14,1214) Y en (Lc. 6, 38) ―Dad y se os dará‖. Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio. El dar crea el recibir y el recibir crea el dar, dar y recibir son dos aspectos del fluir de la vida cristiana, lo que desees para ti, es lo que debes aprender a dar, si deseas amor, aprende a dar amor, si lo que deseas colaboración, colabora con otros. El secreto para obtener lo que deseas es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean. La intención debe ser siempre hacer el bien, y genera abundancia en quien recibe. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. De hecho, la bondad del corazón crea felicidad. Hemos de procurar adquirir el hábito de dar cuando entramos en contacto con una persona. Prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los bienes más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar. Deberes de estado.- - Es preciso no omitirlos a causa del dolor, cumplirlos como algo primordial de nuestra vida interior, a pesar de nuestras repugnancias. Es propio de personas ilusas el omitirlos para dedicarse, por ejemplo, a la oración. Aceptarlos en la dificultad, unidos a la pasión de Cristo. - Los deberes familiares nos los recuerda San Pablo (Ef. 5, 21 y sig.; 6, 9 y sig.). También (Col. 3,18 y sig. 4, 1 y sig.). - ―Digno es el obrero de su salario‖ (Lc. 10,7), ―Seis días trabajarás, pero el séptimo día dejarás de trabajar, para que descansen tu buey y tu asno, y para que el hijo de tu sierva, así como el extranjero renueven sus fuerzas‖ (Ex. 23,12). - Hemos de trabajar con ilusión (Col. 3,23); sin dejarnos llevar de la pereza, (Prov. 13,4). ―Y el que no trabaja que no coma‖ (Tes. 3,10). - Es de suma importancia en la tarea de nuestra santificación cumplir los deberes de estado y profesionales. El examen de conciencia sobre ello, se impone. Debilidad.- - La debilidad es propia de la naturaleza humana. El Señor la conoce y hemos - - - de presentarnos a Él con humildad, como débiles invocando fortaleza. Recordar el Evangelio: ―Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil." (Mat. 26, 41). No nos acomplejaremos por sentirnos débiles, porque Dios escoge a gente débil para grandes empresas. (1 Co. 1, 27). El mismo san Pablo no se acomplejaba por sentirse débil, (1 Co. 4, 10). Asimismo hemos de procurar evitar el pecado venial y la pereza que aumentan la debilidad. Ejercicio de mortificación también para adquirir fuerza. Conocer la propia debilidad: que sepamos hasta qué punto contamos con nosotros mismos. ―Así también nosotros: somos débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios sobre vosotros‖. (2 Co. 13, 4). Ver nuestra pobreza en las decisiones, en la actividad, en la voluntad. Nuestra fuerza consiste en conocer la propia debilidad. Pero ―todo lo puedo en Aquel que me conforta‖ (Fil. 4,12) No asombrarse de los propios fracasos y confiar en Dios. La oración es la fuerza en la debilidad: salir de mí e ir a Él. Sentir la propia miseria y sentir la bondad de Dios. Es necesario orar siempre y no desfallecer. Fe en Dios, fe en la gracia, fe en la fuerza de los santos. Y hemos de socorrer a los débiles; es mayor la felicidad en dar que en recibir. (He. 20, 35). Acoger a los débiles en la fe, (Ro. 14, 1). Sobrellevar las flaquezas de los débiles. (Ro. 15, 1). Y tengamos cuidado para no escandalizar a los débiles. (1 Co. 8, 9). San Pablo supo hacerse débil con los débiles para ganarlos para el Reino de Dios. (1 Co. 9, 22). Decálogo.- - Es el conjunto de diez mandamientos que dio Dios a Moisés en el monte - Sinaí. (Éxodo 34, 28 y Deut.10, 4). En la vida espiritual nuestra exigencia en cumplir la ley del Señor ha de ser plena; no solo en materia grave, también hasta el detalle. Jesús dijo que había venido a cumplir ―la ley y los profetas‖ hasta la última tilde, (Mat. 5, 17) y que sus palabras no pasarían. - El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para - manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal. Según la tradición cristiana, la Ley es santa (Ro 7, 12), espiritual (Ro. 7, 14) y buena (Ro. 7, 16), pero es todavía imperfecta. A la hora de fijarnos en nuestras obligaciones, hemos de mirar también al Evangelio: ―No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre‖. (Mc 10, 19). Ver entrada ―Leyes‖. Decepción.- - En la Biblia encontramos en distintas ocasiones el concepto de decepción. - - Pero Dios no decepciona, aunque a veces parece decepcionante, porque sus fieles servidores experimentan la tentación. Hasta el mismo Dios aparece decepcionado en la Biblia con el Pueblo elegido a quien liberó de la esclavitud en Egipto ellos ―vez tras vez ponían a Dios a prueba, y causaban dolor... al Santo de Israel‖ (Salmo 78,41). Aun así, Yahvé nunca dejó de ser el ―Dios feliz‖ (1 Tim. 1,11). Y proporcionó el sacrificio de Cristo y estableció su Reino (Ro. 5,18-19). Jesús experimentó en distintas ocasiones la decepción; tres muy significativas: con Judas, (Mat. 26, 21); con sus discípulos en el Huerto de los Olivos, (Mat. 26, 45); en la cruz, el abandono del Padre (Mat. 27, 46). A nosotros, apoyados en la fe, nada debiera decepcionarnos. ―En Ti, Señor, he esperado: jamás quedaré confundido‖. Somos guardados hasta el final quienes confiamos en Él. Esperanza. Que las decepciones no nos roben la felicidad. La Palabra de Dios nos anima a concentrarnos en las cosas positivas, y no torturarnos pensando en lo que podría haber ocurrido o deberíamos haber hecho. Así, leemos: ―Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas‖ (Fil. 4,8). Puede que un amigo nos haya decepcionado alguna vez, pero no por eso deja de tener buenas cualidades. ―Sobrellevaos mutuamente y perdonaos‖ (Col. 3,13). ―Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús‖ (Rom. 8,38- 39). Dedicaciones.- - Entendemos por dedicación la celebración del día de nuestra consagración a - Dios por el bautismo, votos, entrega o gracias especiales recibidas: También las efemérides dedicadas a algún santo, misterio religioso, aniversario o celebración. Asimismo los memoriales de algún acontecimiento personal de tipo espiritual. Por ejemplo: día del Corpus, de la Inmaculada, del santo en que nacimos o cumpleaños, de Ánimas... aniversario del bautismo, de la ordenación, de la boda, del familiar o amigo difuntos... - Cada persona en particular celebra estos días con arreglo al recuerdo - religioso: los prepara, goza y ora. El Señor derrama abundantes gracias actuales en estas celebraciones. Son distintas las dedicaciones en la Biblia. Así en (Jn. 10, 22) se nos habla de la dedicación del templo. Defectos.- - ―Hasta siete veces cae el justo, pero se levanta‖ (Prov. 24, 16). Hemos de - - - contar con nuestros defectos y procurar corregirlos. Aunque viven en estado de gracia casi siempre los principiantes, pueden caer con frecuencia en el pecado venial; a esto se puede juntar la inconstancia, la sequedad después de los consuelos, la voluntad flaca, los escrúpulos, la indecisión, el desequilibrio... Los proficientes suelen adolecer de cierta inclinación a la soberbia, envidia, agradar al director, gula espiritual, amistades sensibles, pereza, peligro de volver a la tibieza, cierta anemia espiritual, algunos pecados veniales, peligro de ceguera de conciencia. Se recomienda la confesión. Los contemplativos con frecuencia tienen hábitos imperfectos, aficiones en exceso, cerrazón de mente, distracciones, peligro de soberbia, complacencia de sí, cierto atrevimiento con Dios. Han de esforzarse en corregirse. Definirse.- - Un problema en nuestras relaciones con cristianos es la falta de definición - individual. Muchos se autodenominan católicos, pero en su vida práctica viven adorando al dios dinero y al dios placer. A una parte de los sacerdotes y religiosos parece bueno esconder su sacerdocio. Y solamente actúan como tales profesionalmente, si se lo demandan. Entre ellos, causa rubor hablar de temas espirituales o de vida interior. Tenemos que quitarnos la careta del mero humanismo y parecer lo que somos en realidad: creyentes, llenos de esperanza de hacer el bien, propagar nuestra fe y ayudar. Pensemos en lo que dice Jesús: ―Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles." (Mc. 8, 38) Deificación.- Divinización.- - Esta idea comenzó a expresarse por los padres grieto; significa la certeza de - fe de nuestra adopción como hijos de Dios. Lleva consigo nuestra participación de la naturaleza divina. (1 Pe. 1,4). Jesucristo santifica al hombre por la comunicación del Espíritu Santo; en este sentido decimos que lo deifica. Solo Dios puede deificar al hombre. Los místicos nos hablan y experimentan en sus almas la fuerza y deificación del hombre. - ―Grande es la bondad de Dios que ha querido que nos llamemos hijos suyos y lo somos…‖ (1 Jn. 3, 1-3) Demonio.- Diablo.- Satanás.- - El Diablo también conocido como Lucifer o Luzbel, es un ser espiritual - - - - - maligno y tentador de los hombres. En el Nuevo Testamento se le identifica con el demonio y Satán (Job 1,6-8), con el Diablo del Evangelio de Mateo (4,8-10), con la serpiente del Génesis (3,1-5) y con el gran dragón del Apocalipsis (12,9), todos como un solo personaje. También es el "Padre de la mentira" (Juan 8,44). El diablo es la personificación del mal. ―Como león rugiente anda detrás de nosotros a ver a quién puede devorar‖. (1 Pe. 5,8). ―Como un ladrón‖. Jesús lo arrojó de sí cuando fue tentado en el desierto: ―Le dijo Jesús: ―Vete, Satanás, porque está escrito: ―Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto‖ (Mat. 4, 10); (Lc. 4, 1-15). Es real el demonio. Hemos de creer en su existencia personal, no meramente simbólica. Pero nunca aceptar una constante intromisión del demonio en cualquier sitio. Sería un exceso obsesivo. Aquí lo consideramos como enemigo del alma. El Concilio IV de Letrán nos dice que los demonios fueron ángeles pero por su maldad quedaron convertidos en demonios. Interviene el demonio cuanto puede en las personas para que en ellas no cale la palabra de Dios. (Lc. 8,12). Nos tienta al pecado. Se percibe que la tentación viene del demonio cuando la advertimos sin causa aparente, como repentina, violenta y persistente. Dios permite las tentaciones del maligno: también Jesús fue tentado. (Lc. 4, 1-13) ―Vigilad y orad para no caer en la tentación‖, dice Jesús (Mat. 26,41). Cuando se siente su influencia tentadora, lo mejor es no entrar en diálogo con él. A pesar de la determinación propia de servir a Dios, a pesar de llevar años intentándolo, sigue con tentaciones sobre todo contra la fe, esperanza y amor. Nos tienta por nuestra parte más débil: pensamientos de vanidad nos está sugiriendo en todos los momentos. San Juan de Ávila nos avisa para que tengamos esto muy en cuenta y no nos dejemos vencer por sus falsos consejos, buenos en apariencia. Tiene poder incluso en la mente humana. Simboliza los efectos del mal. Simboliza la negativa de reconocer y aceptar la verdad. Tiene mucho poder en el mundo. Consideramos digno de mención un texto (Mat. 16, 13-23). Jesús promete a Pedro el primado de la Iglesia, lo bendice. Pedro, dado su talante espontáneo, poco después, cuando Jesús anuncia su pasión, se opone a ello, y Jesucristo le replica: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!‖ Es dura la réplica del Señor. Nos da entender que oponerse al plan de Dios es propio Satanás. En el bautismo se imparte un exorcismo para liberar al neófito de la influencia del demonio. Ver entradas: ―Obsesión diabólica‖ y ―Posesión diabólica‖. Depósito.- - En la carta de San Pablo a Timoteo encontramos una serie de consejos en - torno a ―Conservar el depósito‖ (1 Tim. 6, 30); (2 Tim. 1, 12-14); parece que la idea está sacada del Derecho Romano; además en la Biblia se habla de depósito para apelar a los sentimientos más vivos de justicia, honradez, fidelidad, confianza y piedad. El depósito confiado por Jesús a los Apóstoles es el Reino cuyas llaves entregó a Pedro; es la Buena, la totalidad de la Revelación a los hombres. En nuestra vida interior católica siempre lo hemos de tener en cuenta para jamás desviarnos del depósito de la revelación. Depresión.- - Cuando una tristeza es profunda y duradera se considera como depresión. - - - - Durante días semanas o meses, parece a quien la sufre que no existe solución. Se trata de una enfermedad mental. Puede necesitarse ayuda médica, si no la solucionan los propios principios ayudados por el director o acompañante espiritual. Estos pueden socorrer al enfermo teniendo en cuenta algunas normas y exigirle el cumplimiento. He aquí varias: Ejercicio de respiración. Duración de cada ejercicio unos tres minutos: Respirar profundamente, pero sin forzar, sin impulsos; todo seguido. Ha de estar sentado cómodamente en una silla; cuerpo erguido, pero sin forzar; espalda suavemente apoyada en el respaldo. Al inspirar, ir contando lentamente hasta cuatro o cinco; fijar el pensamiento en el aire que entra. Retener el aire contando lentamente hasta cuatro. Espirar mientras se cuenta lentamente cuatro o cinco. Mantener siempre el mismo ritmo. Sin forzar. Duración tres minutos. Hacerlo tres veces al día. Una variante, mientras se pasea. Duración del paseo con ritmo, de diez a veinte minutos. Conviene andar con la mayor firmeza que permita la edad o salud corporal. El cuerpo erguido. Mantener el ritmo de respiración citado anteriormente. Practicar el paseo dos veces al día. Nunca forzar la respiración. Profunda, pero sin violencias. La relajación Es importante practicarla tres o más veces al día. Se debe practicar seguidamente al ejercicio de respiración, como breve prolongación del mismo. La buena respiración profunda ya es ejercicio de relajación. Para ello, sentado en un silla normal y con las manos sobre las rodillas, dirigir el pensamiento a la nuca; ver cómo se va aflojando; pensar ahora en la cabeza, notar cómo descansa; ir recorriendo lentamente con estas dos cuestiones (cómo se va aflojando, cómo descansa): la garganta, los hombros, el brazo derecho, la mano derecha y los dedos; la parte izquierda; el pecho; el plexo solar (parte de la boca del estómago); la espalda; el vientre; la pierna derecha y el pie; la parte izquierda Mientras se practica ese ejercicio mental se sigue con el ritmo de respiración.--- No pasar en total de cinco minutos por sesión, una vez que se domina la técnica. Ejercicio físico moderado. Puede ser el simple paseo. Ese paseo se puede - - hacer con ejercicio de respiración o sin él o combinando. Dedicar en los paseos un rato a contemplar el propio pensamiento. Ser testigo del propio pensamiento. No rechazar el pensamiento pesimista. Simplemente observarlo. No autocriticar el pensamiento negativo; simplemente observarlo. Vaya por donde vaya, observarlo. Sin rechazarlo ni prolongarlo. Poco a poco se va viendo la agitación mental a que estamos sometidos. Este ejercicio purifica y serena espiritualmente. Ya Montaigne llegó a aconsejarlo. Autosugestión. Cuando me viene la tristeza o el pensamiento de que estoy mal, decir mentalmente: Estoy cada vez mejor. Oración y lectura espiritual diaria. Es muy conveniente dar cuenta de los trabajos propios al director espiritual, a un amigo o al médico. Es un estímulo para cuando asalta la pereza. Al menos veinte minutos de oración mental y otros veinte de lectura espiritual. Fomentar alguna afición. La depresión quita el interés por todo. Hay que buscar intereses intelectuales, manuales, etc. Aconsejo para cuando se va superando algo de la depresión los niveles alfa. Ver entrada ―Niveles alfa‖. Ver entradas ―Angustia‖, ―Tristeza‖. Derechos humanos.- - La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que - marca un hito en la historia. Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A (III), como un ideal común para todos los pueblos y naciones. La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero y ha sido traducida a más de 500 idiomas. El cristiano ha de respetar, sea cual fuere su función, seglar o clerical, todos los derechos humanos. Es preciso leerlos y examinarse sobre su cumplimiento. Existe el peligro de vulnerar sobre todo el artículo 12, sobre injerencias; el 16 sobre el derecho a contraer matrimonio, el 17 sobre la propiedad, 18 sobre la conciencia y 30 sobre la supresión de derechos. Derramar.- - El vocablo ―derramar‖ en la Biblia aparece alrededor de doscientas veces. - Para entenderlo en las ocasiones que aparece con un significado místico, es preciso tener alma de poeta, disfrutar de una sensibilidad atenta al lenguaje de los símbolos, a los mensajes del amor. Quien está algo familiarizado con la idea religiosa, litúrgica o de espiritualidad, lo entenderá bien. Nos fijamos en algunos textos del Nuevo Testamento y procuramos profundizar en ellos: San Pedro quería que de la reflexión de la naturaleza se elevaran al terreno espiritual, y exhortaba así al pueblo: ―Y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra… y no dejó de dar testimonio de sí mismo, - - - derramando bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y alegría..." (He. 14, 15-17). Y abundaba en otras ocasiones en el sentido místico: ―Sucederá en los últimos días, dice Dios: derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu‖. (He. 2, 17-18). Con mayor frecuencia el término ―derramar‖ se refiere a la efusión del Espíritu Santo: ―A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís‖. (He. 2, 32-33). ―Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles‖. (He. 10, 45). ―Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado‖. (Ro. 5,5). ―Y con su oración por vosotros, manifiestan su gran afecto hacia vosotros a causa de la gracia sobreabundante que en vosotros ha derramado Dios‖. (2 Co. 9,14). El derramarse sobre nosotros el Espíritu Santo nos lleva a la salvación: ―Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, (Tito 3, 5,6). Fijémonos y profundicemos de una manera especial en Jesús en la Última Cena que pronuncia a esta palabra en toda su profundidad bíblica: ―De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz diciendo: "Ese cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros‖. (Lc. 22, 20). Desacralización.- - Comenzó por el rechazo a ciertas formas históricas concretas de lo sagrado; - ocultación de los signos sagrados; pérdida o debilitación de la sensibilidad para lo sagrado. En el fondo era falta o disminución de una fe viva. Juzgó un sector eclesial que la sacralidad es puramente interior. Se trata de una enfermedad del alma que tiene tristes consecuencias en la vida espiritual cristiana. Ver entrada ―Secularización‖. Desagraviar.- - Reparar de alguna manera la ofensa hecha a Dios. Compensar el agravio - con el dolor, la compunción y obras de amor. ―Completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo‖ (Col. 1,24). Ver asimismo, (Fil. 3,10; 1 Pe. 2,5). El desagravio puede ser público cuando las circunstancias lo aconsejen. Ver entrada ―Reparación‖. Desahogos.- - Es bueno el desahogo. Dicen que cuando murió San Francisco de Sales - tenía la vesícula biliar llena de piedras de tanto como tuvo que aguantar en su vida. Y es que una persona si tiene que guardarse para ella sola sus penas o sus alegrías, sin nadie con quien compartirlas, ―revienta‖. De ahí, lo bueno que es tener un padre espiritual, un amigo espiritual, una persona que sepa que jamás te hará traición. Pero la vida enseña que hay cosas inconfesables; que no se pueden decir a nadie. Y por otra parte, la vida no puede ser un continuo desahogo, porque nos envenenamos y hacemos daño a quien nos atiende. Desarrollo espiritual.- - ¿Qué entendemos por desarrollo espiritual? a) el desarrollo del entendimiento, - de la voluntad y del carácter. b) Y sobre todo el desarrollo de nuestra vida en relación con Dios. El entendimiento ayuda a dirigir nuestro desarrollo. La voluntad y el carácter, también. Hemos de hacer un esfuerzo mayor en formar la voluntad, porque te cuesta más. Para desarrollar nuestra relación con Dios: dedicar al menos un cuarto de hora diario a la oración personal sin caer en la rutina. Unos minutos también de lectura espiritual: comenzar por el Evangelio. Prestar mucha atención a las charlas o pláticas que te ofrecen los sacerdotes y formadores. Y sobre todo en los comienzos, es necesaria la ayuda de un director espiritual o de un padre en la fe. Desasimiento.- - Hemos de ser conscientes de que las cosas de este mundo son medios, no - son el fin. Por eso hemos de estar desasidos de las riquezas (Lc. 16, 13), del prestigio, del bienestar y colocar nuestro corazón en Dios y en el Cielo (Mat. 6, 19-23). Pero a la vez hemos de cuidar de cuanto nos rodea, amar a todas las criaturas, de una manera especial a nuestra familia. ―Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura‖. (Mat. 6,33) ―Buscad las cosas de arriba; gustad de las cosas de arriba‖. (Col. 3, 1-2) Descanso.- - El descanso en el nombre del Señor tiene un motivo preciso: ―Pues en seis - días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado‖ (Éxodo 20, 11). Pero conviene huir del fariseísmo. Criticaban a Jesús que curaba en sábado, pero Jesús les replicó curando a un enfermo en sábado (Lc. 14, 1-6) ¿Qué es por tanto el descanso según este mandamiento? Es el momento de oración más profunda, de la alabanza, no de la evasión. Es el tiempo para - mirar la realidad y decir: ¡qué bonita es la vida! No se trata de huir de la realidad, más bien lo contrario, cargar pilas. Jesús reconoce como necesario el descanso y nos lo ofrece: ―Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré‖. (Mat. 11,28). Para nosotros cristianos, el centro del día del Señor, el domingo, es la eucaristía, que significa ―acción de gracias‖. Y el día para decir a Dios: gracias Señor por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones. Papa Francisco. Ver entrada ―Domingo‖, ―Recreación‖. ―Aficiones‖ Descender a Betania.- - Es muy conveniente ―Descender a Betania‖ para recordar los gozos divinos y - animarse a perseverar. Como si fuese el primer día de nuestra conversión. Revivir fechas importantes, momentos de gracias especiales. Ser siempre como principiante en el fervor. Incluso ir avanzando, sin miedo ninguno. Jesús descansaba con frecuencia en Betania en casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, de ahí viene la expresión ―descender a Betania‖. (Mt. 21: 17; Mc. 11:1, 11, 12; Lc. 10:38; Jn. 11:1) Ver también entrada ―Gustos divinos‖ y ―Añoranza‖ Desconfianza.- - Ante todo, desconfianza de sí mismo, dados nuestros defectos y malas - inclinaciones. Y mantenernos siempre con humildad; practicar la docilidad intelectual; es mucho más lo que ignoramos que lo que sabemos. También prudencia con ciertas personas y actitudes, ―Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos‖, (Jn. 2, 24). Desconfianza de las riquezas y de quienes pueden llevarnos al pecado. Pero no ser desconfiados por sistema, puesto que en la convivencia hemos de saber también, en principio, confiar. El demonio siembra la desconfianza en el pecador que tiene fe, para que no se acerque al tribunal del perdón. Dios perdona al corazón contrito y humillado. (Salmo 51,20). Ver entrada ―Confianza‖. Desengaño.- - A veces nuestra vida podemos verla tejida de desilusiones y desengaños. Es necesario no desalentarnos. Unirnos muy humildes a la pasión de Cristo. Y el alma tiene que ser calentada en la comunión y en el sagrario. Sin la visita del Maestro, solo puedes esperar desilusiones y malestar perpetuos; con Él, paz y esperanza. Decir con esperanza: Señor, no te encuentras en la lejanía del hombre, sino en lo más profundo de su ser. Fomentar la esperanza con actos explícitos de esta virtud. Repetir con fe y confianza al Espíritu Santo algo de la secuencia de Pentecostés: ―Oh luz beatísima, llena lo íntimo del corazón de tus fieles‖. ―Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo‖. ―Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo‖. Deseo de perfección.- Deseos.- - Hemos de aspirar y tener deseos de perfección: ―Sed, pues, vosotros - - - - perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto‖. (Mat. 5, 48). Es un acto de voluntad que, bajo el influjo de la gracia, aspira al adelantamiento espiritual, con el fin de cumplir la voluntad de Dios. El modo de seguir el camino de la perfección, seguir a Jesús: ―Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen‘ (Heb. 5,8–9). Este deseo de perfección ha de ser sobrenatural; no precisamente humano – deportivo. Nuestro deseo de perfección ha de poner la confianza en la Providencia. Ha de procurar ser más intenso que cualquier otro, constante y progresivo, práctico y eficaz. Para conseguirlo hemos de procurar los medios: pedirlos a Dios, renovar el deseo con frecuencia, meditar en las motivaciones por las cuales hemos de aspirar a la perfección. Si queremos continuar con el deseo de santidad, si queremos llegar a la meta, nos lo debemos proponer cada mañana; varias veces al día. Pero siempre con paz y sin agobios. ―Desear la humillación, el dolor, el amor, el celo por la salvación de las almas como los santos pero no nos atrevemos a pedírtelo, porque nos parece temerario. Pero, de verdad, desear desearlo‖. Hemos de alegrarnos cuando otros hacen el bien tanto como cuando lo hacemos nosotros. Eso es de verdad querer la gloria de Dios. Fomentar los deseos de Dios. Quien le busca ya tiene recibidas las primicias del Espíritu Santo que actúan en el alma. Los santos deseos aumentan con la dilación. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios. (Cat. 27) Ver entradas ―Hambre y sed de Dios‖ ―Vida interior‖. Desesperación.- - Es el pecado contrario a la esperanza. Cuando llega esta tentación decir: ―En Ti, Señor, he esperado; jamás quedaré confundido‖ (Salmos 30, 2 y 70, 1). Desgracias.- - Ante una desgracia nos preguntamos: ¿Por qué a mí? Después viene un - periodo más o menos largo de angustia, no llegamos a aceptarlo. Pero Dios nos responde en algún momento, con alguna circunstancia, de una manera indirecta. Y entonces comprendemos que lo que es desgracia a los ojos del mundo no lo es mirando con perspectiva de eternidad. Tenemos que hacer silencio en nuestro interior. Cuando llega el diálogo con el Señor, todavía tenemos cosas que preguntar, pero poco a poco el hombre se va identificando con Dios y sus sentimientos, y exclama con San Pablo: ―Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí.‖ (Gal. 2, 20-21) Y bendice incluso aquella hora de la ―desgracia‖, que para él fue hora de salvación. Desierto.- - Desierto es lugar inhóspito, sin plantas ni agua: Dios se muestra allí al que - - - ama, con una manifestación pacificadora. Los páramos se transforman en oasis celestes. ―Allí me responderá de nuevo‖ (Oseas, 2, 23). El desierto enseña la jerarquía de valores. ―Acuérdate de Yahvé tu Dios: Él es quien te ha dado la fuerza‖. (Deut. 8,18). Jesús fue al desierto: Él, la luz del mundo; pan bajado del Cielo... (Mat. 4,111) El desierto, a lo largo de la historia de la espiritualidad ha ayudado a profundizar en la fe y en el amor a Dios. Hemos de recordar a los padres del desierto. Por ejemplo a San Antonio. Se retiró a un edificio derruido; atravesó la prueba de la oscuridad. Dios le consoló con su visión luminosa. Pero el desierto tiene gran peligro; la soledad profunda puede dañar a un alma no preparada. El anacoreta se aleja de familia y de amigos íntimos. En el año 1734 en la diócesis de Pamplona había 1286 anacoretas. Hoy en el mundo cristiano existe un ligero despertar hacia la soledad del desierto, tipo Foucauld. También comunidades de vida contemplativa austera. La salvación no se consigue de forma pasiva: es preciso entrar en el dinamismo. Y les fue dada a los israelitas el agua de una roca escarpada... (Ex. 17). Podemos considerar el desierto como lugar de paso, de purificación; itinerario espiritual de maduración. Cristo, verdadero maná en la Eucaristía que nos nutre en el desierto. Enfrascarnos en la presencia de Dios despojándonos del hombre viejo. Soledad y entrega a la oración: durante uno o varios días nos retiramos para dedicarnos a la oración. Solemos llamarlo día de ―desierto‖. Ver entradas ―Pustinia‖, ―Retiros‖. Desolación.- - Dios permite la desolación para que nos purifiquemos de verdad. Y cuando - - llega la desolación, con frecuencia no se siente a Dios, pero al menos nace en nosotros una gran confianza en Él y una gran paz. Cuanto más uno se asoma a su alma, ve con más urgencia la necesidad de purificación interior. Recordemos a Jesús en sus cuarenta días de oración y ayuno en el desierto (Mat. 4, 1-11); en el Huerto de los Olivos (Lc. 22, 39; Mat. 26, 30; Mc. 14, 26...). También la desolación del fin de los tiempos... (Mateo 24, 22) En la vida hemos de contar con la desolación dentro de nuestro camino hacia Dios. Nos da miedo comenzar con la poda de nuestras malas costumbres. Y Dios en su misericordia viene a nosotros con la desolación, verdadera purificación - - - pasiva. Pero no hemos de mirarnos demasiado con autocompasión, no. Seguir adelante con paz. Dios está con nosotros, aunque no lo notemos. Sufrir el tirón y esperar con paciencia la misericordia de Dios. En la desolación se encuentra el alma como en oscuridad, triste, turbada, con malas inclinaciones, con inquietud, agitada y con tentaciones; asimismo son frecuentes los movimientos de desconfianza y falta de amor; pereza y como una separación del Señor. Hay que tener mucha prudencia con la desolación sobre todo si es continua. Puede transformarse en una crisis profunda. Conviene en ese caso estar en contacto con el director espiritual o con un amigo en la fe. Y recordar el consejo de san Ignacio de Loyola: ―En tiempo de desolación, no hacer mudanza‖. Ver entradas ―Purificación‖, ―Noche oscura‖, ―Tristeza‖, ―Depresión‖. Desorden.- - El desorden siempre nos aleja del servicio y de dar gloria a Dios; con - - - frecuencia se puede llegar hasta el pecado venial e incluso mortal. San Pablo quitó hasta la última afición hasta dejar desnudo su corazón y puso sus ojos siempre en Jesucristo. En distintas ocasiones del Nuevo Testamento se nos recuerda la lucha contra el desorden: ―Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos‖. (1 Tes. 5, 14) ―Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala‖ (Sant. 3, 16). ―Cuando yo vaya a vosotros... quizá haya pleitos, celos, enojos, rivalidades, difamaciones, chismes, arrogancia, desórdenes‖ (2 Co. 12, 20). Si me apodero para mí de las criaturas, desorden. Si me detengo en las criaturas, sin elevarme, desorden. Si busco solo el placer por el placer, desorden. Si descanso en las criaturas solo por placer, desorden. Al apegarme a las cosas fuera de Dios, robo a Dios una parte de su vida. Nace de aquí el interés propio, el amor propio. Lo que en mí va contra la gloria de Dios es perversión. Toda criatura a la que amo exclusivamente para mí es vanidad. Lo que es para mí una necesidad, al final es esclavitud. Es muy recomendable el libro ―La vida interior‖ de José Tissot que nos forma bien la mente en estas cuestiones. Desposorio espiritual.- - Dios lleva al alma hasta la unión transformativa o matrimonio espiritual. Es un - estado de paz, suavidad y amor. El libro de la Sagrada Escritura ―Cantar de los Cantares‖ es un epitalamio místico del amor del alma con Dios hasta el desposorio espiritual. Nos dice el sabio místico Ruysbroeck: ―Quien trabaja por las virtudes, adornará y dispondrá su alma, a manera de Reino. Para salir al encuentro del Esposo, acudir a Su Majestad en esta vida. Para salir al encuentro del Esposo, tenga a Dios en todas las cosas como fin. Para salir al encuentro del - Esposo: ninguna cosa junte a sí por encima de Dios. Para salir al encuentro del Esposo: descanse solo en Dios con todo cuidado‖. Mira entrada ―Matrimonio espiritual‖. Desprecios.- - Jesucristo fue despreciado. Y nosotros hemos de mirarnos en Él, pues le - - seguimos. Después de haber expulsado al demonio de los de Gadara: ―Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de su comarca‖ (Mat. 8,34).‖ En el comienzo de la vida pública decía mucha gente: ―¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de Él‖. (Mc. 6,3). En su mismo pueblo: ―Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle‖ (Lc. 4, 28- 29). Ante Pilatos: ―Pero todos ellos gritaron a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!‖ (Lc. 23, 18). Y San Juan, después de la confesión de que Jesucristo es el Verbo de Dios, dice: ―A los suyos vino, y los suyos no le recibieron‖. (Jn. 1,11) Cuando llegue un desprecio, lo hemos de aprovechar, como medicina providencial que Dios nos envía para sanar nuestro orgullo. Si tenemos nuestra atención puesta en Dios continuamente, ¿qué más nos da el desprecio de un mortal? Verse sin aprecio, incluso sin fama ¿qué más nos tiene que importar? Esa es la pobreza de espíritu de la que Jesús nos habla. Esto no quiere decir que no hagamos por salir de situaciones de ―bullying‖, que llegan a anular a la persona. Jesús también se quejó cuando le dio el sicario la bofetada. (Jn. 18, 23). Desprendimiento.- - Es una de las condiciones más importantes para llegar a la santidad. Ya nos - decía Jesús: ―No podéis servir a Dios y a las riquezas‖ (Mat. 6,2.4). ―Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo‖ (Lc. 14, 33). ―Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones‖. (Mc. 10, 22). San Juan de la Cruz considera el desprendimiento indispensable en sus escritos. El alma se va llenando de Dios a medida que se va vaciando de las criaturas. El apego impide la perfecta unión con Dios. Desvanecimiento natural.- - También lo llaman síncope. Se distingue del éxtasis en que es muy breve; y puede retornarse al ―enfermo‖ a la realidad con aire fresco, percusión en las manos, aspersiones frías en la cara. No olvidemos que algunos de los fenómenos extraordinarios místicos pueden ir acompañados con debilidad del sujeto o con otros síntomas patológicos. Detalles.- - En la Biblia vemos los detalles como algo importante. En Levítico (14, 8-9) se - - dan detalles sobre el rito de la purificación; en (13, 31-43), para la purificación de la cabeza. Y así en distintos capítulos de este mismo libro. Lo mismo apreciamos en Job (26,7). En el Antiguo Testamento con cierta frecuencia Dios planea hasta los últimos detalles. También vemos a Jesucristo que ama los detalles: ―¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” (Mat. 10, 29-31). Y para elegirnos a cada uno de nosotros, en medio de todos los seres posibles, así nos explica San Pablo: ―Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…‖ (Ef. 1,4-5). La santidad está llena de detalles. Si se abandonan, poco a poco va languideciendo la vida interior. Tan solo se practica la oración obligatoria, y la voluntaria a ratillos perdidos. Como si uno por no tener tiempo para comer, tomara sólo chucherías Devoción.- - Es la prontitud de ánimo para entregarse a las cosas que pertenecen a Dios. - - - Es el primer acto interior de la virtud de la religión, que recae siempre en Dios. Un estado de ánimo constante de respeto y amor a Dios y a sus cosas. En este sentido se parece mucho al fervor. No es necesario para ser devoto sentir un gozo sensible en la oración o en las cosas de Dios, pero este gozo ayuda mucho a aumentar la devoción. Ya en el Antiguo Testamento se nos recuerda ―Solamente temed al Señor y servidle en verdad con todo vuestro corazón; pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros‖ (1 Samuel 12,24). Jesucristo nos dio ejemplo de verdadera devoción: ―Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra‖. (Jn. 4,34). Y ―Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera‖. (Jn. 17,4). En sus cartas, san Pablo aconseja el fervor: ―Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos‖. (Rom. 14,8). ―No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor‖, (Rom. 12,11). La devoción – oración del cristiano está centrada en estos objetivos: la Eucaristía (en su triple aspecto: sacrificio, banquete, presencia real con visita al Santísimo Sacramento); la Santísima Trinidad; la Virgen María. La presencia de Jesús en el Tabernáculo es continua, y de ahí la visita al Santísimo Sacramento. Imprescindible la participación en la liturgia, implícita ya en la Eucaristía. - Hemos de estar siempre dispuestos a servir al Señor con interés e incluso - - - con gozo. Todo ello nos viene del amor que vamos teniendo cada vez mayor hacia Dios. Para vivir con este espíritu de devoción tiene importancia ir privándose poco a poco de aficiones grandes que disipan: cine, novelas, deportes largos, juegos de pasatiempo, conversaciones frívolas y cotilleos. Nuestro corazón gusta de reposar en Dios; correr tras el olor de su perfume; el gusto de la devoción es sagrado, pero no debemos apegarnos al gusto, sino a Dios que lo proporciona. Para conservar y aumentar la verdadera devoción conviene practicar Ejercicios Espirituales de mes (varias veces en la vida), los Ejercicios leves, los retiros... los actos más o menos intensos de recogimiento interior, oración reiterativa a modo de mantra, oración con ejercicio de respiración y relajación... Lo más importante en la verdadera devoción no es el fervor sensible, sino la caridad que habita en nuestros corazones. Podemos decir que la caridad es el fuego y la devoción y el fervor la llama. Dios premia nuestra generosidad con el fervor verdadero. Dios purifica nuestros desvíos sensuales con la aridez en la oración. Los verdaderamente santos, casi siempre se han encontrado con fervor, paradójicamente incluso en las noches oscuras. Para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, actos de esta virtud. ―El azúcar endulza los frutos verdes… la devoción es el verdadero azúcar espiritual‖. (Sales) Ver entradas ―Oración.‖ ―Fervor‖. Devociones.- - En plural, devociones, tiene otro significado: el conjunto de prácticas de - - piedad que ejercita una persona fiel a sus costumbres. Es frecuente el caso de un cristiano que tenga muchas devociones y poca devoción. O sea que practique muchos actos de piedad de forma rutinaria con poco provecho para su alma. No se trata de practicar muchas devociones; conviene hacer un ramillete de ellas, las que mejor vayan con nuestra espiritualidad. Algunas son muy importantes, otras, no tanto. A modo de ejemplo enumeramos varias: la devoción a la Virgen María junto con el rosario; la visita al Santísimo Sacramento, oración al Ángel de la Guarda, siete domingos de San José, viacrucis, trisagio a la Santísima Trinidad, sabatina, trece martes a San Antonio, comunión espiritual, primeros viernes y sábados, coronas distintas, ángelus... También existen otros tipos de devociones que son del todo esenciales (aunque en distinto grado y modo), por ejemplo: la misa y la comunión, la oración la meditación, la lectura espiritual, los sacramentos, los Ejercicios Espirituales, los retiros... Ver también entrada ―Oración‖. Diácono.- - El origen de los diáconos es apostólico. Aparecen en los Hechos de los - - Apóstoles (6, 1-6; 21, 8...). Nos habla san Pablo de ellos, (Fil. 1,1) y (1 Tim. 3, 8-13). El tercer ministerio del sacramento del Orden es el diaconado. Es el que sirve. Jesús vino ―no a ser servido sino a servir‖. En la Iglesia primitiva se consideraba fundamental esta vocación para el servicio de la comunidad. Cristo se hizo siervo para salvarnos desde la esclavitud. El servicio cristiano es participación del servicio de Cristo. La gracia sacramental del diácono ofrece a la comunidad el servicio que es signo del amor. Hoy todos los sacerdotes son también diáconos. Es necesaria la ordenación de diácono antes de la de presbítero. También existe el diácono permanente, desde el Concilio Vaticano II, sin ninguna exigencia de ser ordenado posteriormente presbítero y sin estar sujeto a la ley del celibato de los sacerdotes y religiosos. Se considera este ministerio como vocación propia distinta del sacerdocio. En los primeros siglos de la Iglesia existían las diaconisas. El papa Francisco prometió estudiar si era preciso recuperar este ministerio. El diácono anima a las comunidades eclesiales a transformar la parroquia; también auxilia a las comunidades de base. Diácrisis.- - Se llama diácrisis a un recurso empleado para destacar o distinguir unos - elementos de otros. Es una propiedad del don de consejo. Guiados por ella, los ascetas pueden guiarse a sí mismos y aconsejar bien a otros. Los espirituales antiguos la apreciaban mucho. Diálogo.- - Es necesario para entenderse entre personas. El diálogo siempre parte de - - una persona: con más frecuencia del más educado, del más altruista o caritativo, o del más decidido. En las comunidades ocurre como en las familias: el pecado humano más frecuente es la incomunicación. Y siempre tiene que haber uno que rompa el fuego. Amparo Alvarado Palacios tiene una tesis doctoral sobre el diálogo en la Biblia. Se trata de un estudio muy profundo. Se apoya en muchas citas que tratan sobre el diálogo de Dios con el hombre y viceversa. Ya (Jn. 114-28) nos define al Hijo de Dios, como el Verbo. (Dt.6,4) (Salmo 33, 4-9) (Mat. 7, 24-27) nos sugieren unas veces la palabra de Dios al hombre, otras, la escucha del hombre a Dios, o lo que el humano dice a Dios. dentro del diálogo del hombre con Dios está la respuesta con nuestra acción y adhesión a Él. La persona espiritual ha de mantener siempre una convicción de dialogar tanto para el entendimiento y ayuda mutua como para buscar solución a posibles conflictos. - Mostrarnos, ante todo agradecidos, sumamente agradecidos. También serviciales. Hablar con alguien, interesarnos por el otro. Ofrecernos para lo que nos necesiten. Días.- - Ver entrada ―Dedicaciones‖. Dignidad.- - - - - a) En el aspecto social: La dignidad humana es un valor intrínseco de las personas; es el núcleo de los derechos humanos; un valor distintivo de la persona frente a otros seres vivos. Y esto porque la persona cuenta con capacidad para razonar y decidir, que los otros entes no poseen. Toda persona merece respeto y estima por ser persona, y es sujeto de derechos y obligaciones. b) Sentido de la propia dignidad: existen muchas personas que desconocen su valor y atentan contra su propia dignidad: Permitiendo que otros las humillen, restando importancia a su esfuerzo, convenciéndose a sí mismas de que son nada y que merecen el maltrato al que son sometidas. Por ejemplo: quienes permiten ofensas en su trabajo, escuela, hogar o en la calle. Es preciso respetar la propia dignidad: simplemente por ser persona, y más aún, por ser hijo de Dios. c) Nuestra dignidad cristiana nos viene por el bautismo, por el hecho de ser hijos de Dios, imagen viva de Dios, miembros vivos del Cuerpo Místico de Cristo. Pero siempre tiene como fundamento la dignidad humana, sobre la que se apoya la dignidad cristiana. En todo caso somos criatura de Dios, obra de Dios. c) Consecuencia de la propia dignidad: Responde a tu propia dignidad; para ello: trabaja, esfuérzate, pero también comparte con los demás lo que eres y lo que tienes porque fuimos hechos para trascender, por eso cuídate, no te dejes llevar por los vicios, quiérete mucho, date a respetar y respétate a ti mismo. El Evangelio dice ―ama a tu prójimo como a ti mismo‖, por eso, sé consciente de tu valor, nadie tiene derecho a hacerte daño, no lo permitas y tampoco permitas que se lo hagan a los demás. Diezmos.- - La ley de diezmos y primicias ha existido desde el Antiguo Testamento hasta - hace alrededor de un siglo. No era precisamente ni siempre el 10 por ciento. (Deut. 26,12-13), (Mat. 23,23), (Heb. 7,14). La supresión ha sido a causa de la sensibilización de colaborar a favor de los pobres y de la Iglesia de una manera generosa, que, por otra parte en numerosos casos no se cumple. La persona espiritual ha de ser sensible a compartir sus bienes con generosidad, sobre todo con los más pobres Ver entrada ―Limosna‖ Dificultades.- - La dificultad en cualquier empresa humana es ley común. Nos hemos de - disponernos para todas dificultades y miserias en este mundo; nos demos cuenta de que esta vida no es para siempre. ¡Cuántas veces nos hemos olvidado de Dios cuando las cosas nos iban viento en popa! Mirar a Jesucristo. Su estancia en Nazaret tuvo que ser dura con el trabajo diario. Más aún, las dificultades de su vida pública: El desierto (Lc. 4,1-13); las reacciones negativas de la gente cuando curó al paralítico (Mc. 2, 1-12); cuando le censuraban porque sus discípulos cogían espigas en sábado para comer y curó a un hombre con la mano seca (Lc. 6, 1-11); no lo recibieron en Samaría, ―porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén‖ (Lc. 9, 53); cuando le invitan a que marche de Jerusalén, porque Herodes quería matarle (Lc. 13, 31). En (Lc. 20, 1,8), le interpelan sobre su autoridad para cazarle. Conspiran contra Jesucristo (Lc. 22, 1-6). Diligencia.- - La diligencia es la virtud cardinal con la que se combate la pereza. Forma - - - parte de la virtud de la caridad ya que está motivada por el amor. La diligencia, en sentido más alto, es el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Una prontitud de hacer algo con gran agilidad tanto interior como exterior. Como toda virtud, se trabaja en ella poniéndola en práctica. Son numerosos los textos de la Biblia referentes a la diligencia. Citamos algunos: ―Pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo‖. (1 Pe. 5,2). ―El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha‖. (Prov. 13,4). ―Porque aun cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma‖ (2 Tes.10). ―Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis‖ (2 Pe. 1,10). ―Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos‖. (Gál. 6,9). ―Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida‖. (Prov. 4,23) Diligencia con Dios significa cumplir con los compromisos con él. Diligencia con uno mismo significa ser activo, no caer en la pereza, con metas fijas y cumpliéndolas a tiempo. Diligencia con los demás significa poner entusiasmo en las acciones que se realizan con y para ellos. La diligencia es el regalo más noble de Dios, para con el hombre, de allí provienen las obras de la tierra. Es la virtud contraria a la pereza. Es necesario educarse en la diligencia y en el bien obrar. Ser conscientes de que el tiempo perdido no volverá jamás. Luchar contra la ociosidad que es madre de todos los vicios. Ver entrada vicio contrario, ―Pereza‖. Dinero.- - El dinero es necesario para todos. Y todos hemos de ganar el dinero con el - - sudor de nuestra frente. (Génesis 3,19). Y ―si alguno no quiere trabajar, que no coma‖ (2 Tesalonicenses 3,10). Por eso, todos tienen derecho al trabajo. El paro es una lacra social. El dinero sirve ante todo para nuestro sustento y el de la familia. También tiene una función social. Por eso es obligatorio contribuir con nuestro dinero al desarrollo de la propia nación, autonomía, provincia y municipio. También el dinero es para compartir las necesidades de otros que están en paro, necesidad grave etc. En este sentido el orden del empleo del dinero es a) Cubrir las necesidades propias y de la familia y pagar las contribuciones pertinentes. b) Cubrir las cosas convenientes propias y de la familia. d) ¿Los propios caprichos? ¡Cuidado! e) Antes es la necesidad extrema del prójimo que nuestras conveniencias. f) Antes es la necesidad común del prójimo que nuestros caprichos. Ver entrada ―Riquezas‖. Dios.- - - Dios es un ser personal al que buscamos y con el que tenemos que - - - encontrarnos. Dios nos da la respuesta a los interrogantes de trascendencia que nos formulamos. Él es el porqué de todas las cosas. Dios es Amor (1 Jn. 4,8), Creador y Padre nuestro. Vive en nosotros por la gracia. Nos ayuda con la gracia actual. Nos da a la Virgen María como madre, a los ángeles y a los santos. Dios existe por su esencia. Es el primer principio y el fin último. Uno en esencia y Trino en personas; Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Verbo, la segunda Persona, el Hijo, se hizo hombre, enviado por el Padre, se encarnó por obra del Espíritu Santo. El Dios de los padres es para San Pablo el Dios que habló por los profetas. (Ro. 1,2) y se ha manifestado en la plenitud de los tiempos (2 Co. 1,3). La humanidad pecadora ha sido reconciliada con Dios en virtud de la redención. (Rom. 3,24) Las tres Divinas Personas moran dentro de nuestra alma en gracia. Dios llama al hombre a contemplar su divina esencia en el Cielo. ―Si alguno me ama guardará mi palabra... y haremos morada en él.‖ (Jn. 14,23). A Dios se le nombra también con los vocablos: ―Yahvé‖, ―Jehová‖, ―Adonai‖, ―El Señor (Jesús)‖, ―El Padre‖... Dirección espiritual.- Director espiritual.- - La dirección espiritual es el arte de conducir a las almas desde los comienzos de la espiritualidad hasta las cumbres. Según la tradición de la Iglesia se entiende que es moralmente necesaria para alcanzar la perfección cristiana. - - - - - - ―Nunca Jesucristo otorgará su gracia a quien teniendo a sus disposición un varón capaz de instruirle y dirigirle, desprecia esta ayuda...‖ dice San Vicente de Ferrer. La misma Sagrada Escritura nos lo insinúa en diversas ocasiones. Pero no se trata de ningún dogma. Lo cierto es que hoy es difícil encontrar un verdadero director espiritual. Apreciamos en la Sagrada Escritura distintas alusiones, más o menos veladas a la dirección espiritual: ―Esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores‖ (Fil. 1,9-10). Algunos ponen como ejemplo, el diálogo de Jesús con Nicodemo (Jn 3,1-17), con la Samaritana (Jn. 4, 6-21) o con los discípulos de Emaús (Lc. 24,13-33), donde Jesús, orienta a la luz de la Biblia. Hacemos mención también a San Pablo en (1 y 2 Tim. y Tito). Se recomienda obediencia al director espiritual. Pero hemos de tener en cuenta que quien de verdad dirige es el Espíritu Santo. Con frecuencia van unidas la confesión y la dirección espiritual, pero no es necesario. Tanto Royo Marín como Tanquerey dan numerosas normas para el buen director y el buen dirigido. Mi criterio sobre la dirección espiritual: Necesaria en los niños y adolescentes, en los comienzos de la conversión, en tiempos de crisis y en circunstancias complejas. Conveniente de vez en cuando hablar con un padre en la fe. Nunca ha de ser la dirección impositiva. Es muy importante el acompañamiento espiritual mutuo dentro de la amistad: amigos en la fe. Tener en cuenta que el verdadero director de nuestras almas es el Espíritu Santo. Y… nunca hemos de caminar solos por las vías del espíritu. Sea el director espiritual ―un varón que dirija con toda seguridad tu vida y que sea a su vez perfectamente instruido en la dirección de los que se dirigen al Cielo, lleno de virtudes; versado en las Sagrada Escritura; pacífico; que no ame las riquezas; que ame a los pobres; que no sea iracundo; que no sea vanidoso ni soberbio; que prefiera a Dios a todas las cosas de este mundo‖ (San Basilio). Propio del padre o director espiritual es animar, descubrir con el interesado los caminos del Señor para él, puntualizar lo esencial de los problemas, estimular a realizar los planes de Dios, conocer el proyecto individual del interesado para ir al Padre. Encontrando un hombre lleno de santidad y que nos oriente en este sentido, creo que sería bueno caminar junto a él (verdadero padre espiritual) que nos conozca bien y nos pueda alentar. Y que sea persona que nos dé buen ejemplo. El director ha de tener algo de padre, de amigo, de psicólogo, dialogante y acompañante. Ha de estimular a realizar los planes de Dios. Puede ayudarse en ocasiones del psiquiatra y del psicólogo, pero con gran fe en los medios sobrenaturales. Ver entrada ―Padre espiritual‖, complemento de este artículo. Discernimiento.- - Consiste el discernimiento en la capacidad para reconocer si una inspiración - - - - - viene de Dios o del maligno; en advertir la voluntad de Dios y distinguirla de un mero deseo o moción humanos. Cuando las situaciones son complejas, se necesita una consideración para discernir, teniendo en cuenta que hay circunstancias en que lo que es bueno para uno puede no serlo tanto para otros. El criterio es caminar, buscando la voluntad de Dios, el Evangelio. En casos de importancia se recomienda consultarlo con un director espiritual. Existe el discernimiento personal y también el comunitario. Siempre ha de estar conforme con la palabra de Dios y con el Magisterio de la Iglesia. Mirar el asunto a discernir con mirada de fe y con espíritu de amor. Demandar la gracia que quiero. Hacernos indiferentes para tomar la decisión conveniente y dejarnos llevar del Espíritu Santo, fuente de todo bien. No vamos a estudiar a fondo el discernimiento en la Sagrada Escritura, solamente señalamos algunos textos como pistas de profundización: en los profetas (1 Sam. 2, 34; 10, 7-8; 2Rs 19,29; 20, 9; Jer. 28, 16-17); en los libros sapienciales: (Sab. 2,18), (Sab 3,9). En los Evangelios: La sal buena y la sal sin gusto (Mat. 5, 13); La puerta estrecha y la puerta espaciosa (Mat. 7, 1314; Los capaces de discernir a Jesucristo en los enfermos o prisioneros (Mat. 25, 40 y sig.). Los primeros discípulos (Jn. 1,39); Los samaritanos (Jn. 4,42), ante Pilatos (Jn. 19,16). Por sus frutos se discierne: (Gál.5, 19-22). Sólo es fecundo el espíritu de Dios. Mirando aquellos que edifican la Iglesia (1 Co. 14, 4 y 12,26) y que aportan beneficio (1 Co. 12,7), ayudando a la credibilidad. Para discernir, San Ignacio de Loyola reflexionaba sobre la experiencia de consolaciones y desolaciones. La consolación impulsa al alma hacia el amor y aumento de esperanza y caridad. Inflama al alma de amor con sensación gozosa; siente atracción por las cosas del espíritu y celestiales: da mucha paz al alma. La desolación, todo lo contrario: está llena de inquietudes, falta de paz, apetencia de lo bajo, distracción constante, nerviosismo, tristeza, desconfianza. Y decía e santo: ―En tiempo de desolación, no hacer mudanza‖. Para discernir y poder decidirnos con prudencia, es conveniente anotar pros y contras y razonar a la luz de la fe. Librarnos de motivos y ambiciones oscuras. Siempre caminar en la fe y en la autenticidad cristianas. Discernimiento de espíritus.- - Al discernimiento de espíritus le da gran importancia san Ignacio de Loyola - en los ejercicios espirituales. El cristiano tiene también que aprender a discernir. San Pablo en ocasiones se refiere a la necesidad del discernimiento de espíritus. En (1 Co. 12), afirma que hay ―diversidad de carismas‖. Y hace hincapié en ―el don de determinar el origen de los fenómenos carismáticos‖ porque es necesario ―distinguir los buenos y malos espíritus‖ (v. 10). Se trata de un discernimiento necesario para el cristiano y hemos de practicarlo constantemente: ―Examinadlo todo; quedaos con lo bueno‖ (Gal. 5,21). ―Pues, debiendo vosotros ser ya maestros, por razón del tiempo, seguís - - - - - - necesitando que alguien os vuelva a enseñar los primeros rudimentos de los oráculos divinos; y estáis necesitados de leche y no de alimento sólido. Quien vive de leche, desconoce la doctrina de la justicia, pues es todavía un niño. El alimento sólido es para perfectos, que con la práctica y el entrenamiento de los sentidos saben distinguir el bien del mal‖. (Heb. 5,11-14). El buen espíritu impulsa a obrar bien, a la caridad. Aspira a revestirnos del hombre nuevo, de la armadura de la fe. Alienta a luchar contra la tentación, contra la carne y contra las potestades dominantes. El mal espíritu, en cambio, impulsa a los placeres, al egoísmo, a la mundanidad; también si a lo que tiende es bueno, pero su intención es mala. Tener en cuenta que Dios siempre impulsa al bien. El demonio y la carne, al mal. A veces se interfieren los dos espíritus. Por ello es preciso el discernimiento. En cuestiones importantes se recomienda no solo discernir el propio operante, también ayudarse de una persona prudente y espiritual que ayude. Señales del espíritu de Dios: verdad, luz, paz, docilidad para aceptar consejo bueno, discreción, pensamientos humildes, confianza en Dios, gloria de Dios, rectitud de intención, sinceridad, libertad de espíritu, deseo de imitar a Cristo. Señales del espíritu del mal, del demonio: espíritu de falsedad, cosas inútiles, angustias, tinieblas, obstinación, indiscreción, falsa humildad, presunción, desconfianza en Dios, no querer abrirse a persona prudente y espiritual en cuestiones importantes, apego a lo terreno, desobediencia, fines torcidos, resentimiento, falsa caridad... Señales de espíritu meramente humano: horror al sufrimiento, buscar el gusto o capricho, buscar la alegría del éxito, el protagonismo, la satisfacción del éxito, cierto egoísmo... Espíritu dudoso cuando una persona se inclina a cosas raras, extremas como duras penitencias, buscar en primer término los consuelos, lágrimas sospechosas... Interrogarse ante Dios para ver si la decisión es conforme a las enseñanzas del Evangelio y orar para discernir bien. Vigilar la tendencia de las de las pasiones: envidia, ira, odios. Y por fin, la fase deliberativa. Resumiendo: para saber discernir es conveniente tener en cuenta estos detalles importantes: orar antes de decidir, reflexionar con prudencia, purificar el alma y examinar a fondo el interior. Ver si la obra se va a realizar con humildad o con amor propio, consultar con el director espiritual o una persona prudente y de gran fe. Existen personas que por un don especial místico leen las conciencias de otros en algunas circunstancias, se trata de un fenómeno místico extraordinario. El cura de Ars lo tuvo en alguna ocasión; también otros santos. Ver anterior entrada Discípulo.- - El que se pone voluntariamente bajo la dirección de un maestro. Aquí nuestro maestro es Jesucristo. Jesucristo eligió a sus discípulos; fue la auténtica - vocación, la llamada por excelencia. Primero, a Andrés y a Simón Pedro (Mat. 4, 18-22); después a los otros y les dio consejo para su misión (Mat. 10, 1-15; Mc. 3, 16-19 y 6, 8,11; Lc. 6, 14-16, 9,2-5 y 10, 3-11). Aparte aparece la elección de San Mateo (Mat. 9, 9-11) Como cristianos conscientes hemos de ponernos bajo su dirección, con una adhesión personal. Se requiere para ello buena voluntad, no precisamente cualidades extraordinarias. Para ello nuestra conversión. Está llamado el discípulo a compartir su destino, llevar su cruz. (Mat. 10, 38 y sig.). El discípulo sigue a su maestro. Discreción.- - Es una virtud o cualidad humana relacionada con la prudencia. Supone en el - - sujeto sensatez para formar juicio propio relativo a personas, y tacto para hablar y obrar. Implica reserva y cautela para guardar un secreto. Exige no ser gárrulo contando todo lo que se sabe si no hay una necesidad o gran utilidad de que lo conozcan otros. La discreción ayuda a conducirse de manera sabia y sin buscar llamar la atención y no se deja llevar por rumores, cotilleos y murmuraciones. La persona discreta es percibida por los demás como digna de confianza, lo que lleva a que otros le confíen secretos, ya que los guardará de forma efectiva, protegiéndoles tanto a ellos, como también al resto en caso de tener que entregar una información, guardando el anonimato de quien la entregó. La persona que aspira a la perfección ha de tener en alta estima esta virtud humana; es un medio excelente para empatizar y ayudar a nuestros hermanos. Otro uso de la palabra discreción es para referirse a una toma de decisión subjetiva; por tanto cada individuo sopesa de forma diferente los factores antes de llegar a una decisión. Disgustos.- - Aguantar los disgustos con amor de Dios, fortalece la humildad, la paciencia, - la mansedumbre y nos da sabiduría, generosidad y nobleza. Nos ayuda a comprender mejor al que sufre. Ver entrada ―Dificultades‖. Disipación.- - La disipación crónica de quien ha de aspirar a la perfección es lamentable. - Se quedan ciegos para la luz divina. Para volver a una auténtica vida interior es preciso retomar la oración personal, pedir la gracia de la conversión. Dada la avalancha de noticias, novedades y objetos de distracción es fácil alejarse de la vida interior y pertenecer casi de continuo distraído. Remedio para vivir centrado: oración diaria, lectura espiritual, proponerse el recogimiento interior. Disposición.- - Para recibir la gracia es preciso no poner obstáculos; estar preparado, - - receptivo. A esto se le llama disposición. Y también para ello necesitamos la gracia de Dios. El Nuevo Testamento nos recuerda la necesidad nuestra buena disposición: ―Por mi parte estoy persuadido, hermanos míos, en lo que a vosotros toca, de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de todo conocimiento‖. (Ro. 15,14). ―Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen‖. (1Tim.4, 16). ―Y el Dios de la paz... os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos‖. (Heb. 13, 20-21). Asimismo es precisa la disposición o preparación para recibir los sacramentos. Dios nos envía las gracias actuales para la fe y nos llama a la conversión. Y hemos de prepararnos siempre con la humildad y sencilla oración. Distracción.- Distracciones.- - El vocablo distracción significa algo que atrae la atención, apartándola de - aquello a lo que está aplicada, en especial un espectáculo o un juego. También suele usarse con la acepción de disipación. En singular es más bien sinónimo de recreación. En la espiritualidad la distracción suele emplearse en plural: las distracciones en la oración son un hecho real, porque casi siempre estamos en otras cosas distintas a Dios. Ocurre que cuando nos disponemos a orar, percibimos del todo por dónde va nuestro pensamiento. Y esos pensamientos impiden o dificultan nuestra atención. Que no se pueda decir de nosotros: "Este pueblo se acerca a mí con - - - su boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí." (Is. 29,13). Alguna recomendación para evitar o eliminar las distracciones: fijar la atención sobre el objeto de la distracción y tomar conciencia de ella; después, consciente seguir orando. Rechazarla con suavidad, volver una y otra vez a nuestro tema de oración. Muy bueno también, cuando sea necesario, ejercicios de respiración controlada y relajación. Pero si son pertinaces y no se puede con ellas, rendirse; ofrecer a Dios esta humillación pobre, muy pobre, y seguir hasta el final un día y otro acudiendo a un libro de meditación. Alguna vez llegará la oración serena. Suelen recomendar también para evitar las distracciones no luchar directamente contra ellas: a) advertirlas, seguirlas conscientemente y poco a poco se disipan; b) utilizar un libro de oración o de meditaciones; c) fijar la vista en el Sagrario; d) practicar una oración más afectiva. d) Sobre todo, antes de orar ponernos muy conscientemente en la presencia de Dios. El pensar solo en nosotros y en nuestras cosas mantiene las distracciones. Conviene buscar la causa de ellas. No dejar la oración por padecer - - - distracciones. Muchos dejan la oración porque son incapaces de hacerla sin distraerse. Es necesario perseverar. Una manera indirecta de evitar las distracciones es educarse en la atención. Acostumbrarse a hacer conscientemente lo que estás haciendo. Vivir en recogimiento interior; evitar el pensamiento innecesario; tener en casa algunos cuadros o iconos religiosos y mirarlos con devoción; apuntar algunas frases meditables. El cura de Ars decía que las moscas no caen en agua hirviendo, sino en agua tibia... Si todo el día estamos en la presencia de Dios, el momento específico de diálogo con Él será atento y jugoso. De lo contrario, todo será pura distracción, hastío, aburrimiento. ¿Por dónde empezar a romper el círculo vicioso? Pedirle el don de oración. Quitar distracciones inútiles. Dedicar mucho tiempo libre a la lectura espiritual. Este santo cura no se quejaba de distracción en la oración, porque siempre estaba hirviendo de amor a Dios, pero también sentía con frecuencia un tedio vital. Solía decir entonces: ―Ánimo, alma mía, el tiempo pasa; la eternidad se acerca; vivamos tal como hemos de morir. Bendita sea la Inmaculada Concepción de María, la Madre de Dios‖. ¡Buena manera para luchar contra la distracción y el tedio vital que a veces se nos apodera! Diversión.- - Se define la diversión como actividad o afición que hace pasar el tiempo de - manera agradable y sirve de relax. De una manera lata podría definirse como cambio de actividad. Resulta imposible permanecer todo el tiempo en oración, contemplación, etc. Es necesario una diversión o cambio de activad relajante. El hombre de Dios sabe muy bien elegir este cambio de actividad, incluso tener aficiones. Son muchas las posibilidades. Docilidad.- - Tenemos que estar dispuestos en cada momento a adoptar todas las formas - que quiera grabar en nosotros el Divino Artista. En esto consiste la docilidad a la acción de Dios en nuestras almas. Procurar aceptar y seguir en cada instante lo que sugiere la voluntad manifestada de Dios o la de beneplácito. La voz de Dios siempre es suave, aunque a veces nos resulte dolorosa. Cuando nos ponemos en sus manos, aun lo más duro nos resulta aceptable y siempre lleno de paz. Fijarnos en la docilidad de san José: (Mat. 2, 13-15; 19-23), cuando el ángel le aconsejó marchar de Belén a Egipto. Ser dóciles al espíritu como niños (Mat. 25) y el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad (Ro. 8, 16); dejarnos llevar por senderos que ignoramos (Is. 42, 16). Ponernos en camino como Abraham que obedeció por la fe (Heb. 11, 8); conscientes de que nuestros planes no coinciden con los de Dios (Is. 55, 8-9) El diácono Felipe se dejó impulsar por el Ángel del Señor y marcó a Gaza y allí bautizó al eunuco (He. 8, 26-38). - Ser dóciles del todo a la acción de Dios. Saber escuchar su voz, callar para - - lograr ese vacío interior. En el silencio hay una intimidad que no existe en las palabras. Dios no nos quiere ―a nuestra manera‖, sino a la suya. ¡Es el verdadero Amor! Hemos de ser dóciles a la acción de Dios sobre nosotros, aunque no entendamos nada y nos parezca que nosotros actuaríamos de otra manera. ¿Qué sabemos de los designios de Dios? Ser dóciles a la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. La docilidad equivale a la sencillez. Cuando nos ponemos a la escucha, Dios habla continuamente a nuestra alma. Y nos pide mil detalles. Si somos cuidadosos, distinguiremos bien la voz del Espíritu y al cabo de algún tiempo se entablará entre los dos un coloquio íntimo que puede llegar a ser ininterrumpido. ―Sed dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo‖ (Ef. 5,21). En la medida que el cristiano permanece unido a Cristo y es dócil a la acción santificadora de su Palabra, ―no puede pecar‖ (Ver 1 Jn. 3,9). Es una virtud derivada de la prudencia. Dogma.- - Se entiende por dogma el conjunto de artículos de carácter indiscutible y - obligatorio para los creyentes: una doctrina o un sistema de pensamiento que sostenemos por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de nuestra fe. Está constituido por proposiciones que expresan el contenido de la revelación divina. Dentro de nuestra fe es del todo necesario creer en lo que nuestra Iglesia ha declarado como revelado ―de fe divina y católica definida‖. Ver entrada ―Tradición apostólica‖. Dolor.- - El dolor del cuerpo o del espíritu para muchos supone un misterio. Decimos - - - de entrada que es consecuencia del pecado original, sea cual fuere la manera de explicarlo. La Biblia nos recuerda con frecuencia el dolor: ―Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!‖ (Job 1, 20-21). ―El Señor da vista a los ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos‖ (Salmo 146, 8). Además con el dolor nos asemejamos a Jesucristo que sufrió y colaboramos en la redención, pues formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo. ―Completo en mi cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo‖ (Col. 1, 24). La grandeza del ser humano está en sufrir con amor. Jesús en el calvario paralizó su acción pastoral; abismado en el sacrificio volvió los ojos al Padre e hizo su voluntad. La vida contiene una serie de pruebas. Y muchas de ellas muy dolorosas. Hemos de ir entregando poco a poco a Dios todo lo que tenemos por más querido: padres, incluso esposo e hijos... Y nos puede pedir mucho más. Por último le daremos nuestra salud total y nuestra vida terrena en medio del dolor. Esta será nuestra última etapa. Entrenarnos llevando con paciencia y alegría las pequeñas molestias que nos llegan. El miedo al dolor es una dificultad para vivir la espiritualidad cristiana y es preciso superarlo y asumirlo si deseamos avanzar. El sufrimiento pasa; lo sufrido permanece como experiencia e incluso como don y mérito. Ayuda a someter la carne al espíritu y purifica. Aceptarlo con resignación y con generosidad, diciendo a Dios, ―gracias‖. Quien desee seguir de verdad a Jesús ha de tener superado el problema del dolor, asumirlo, aceptarlo, seguir con él con esperanza grande, mientras tanto, eso sí, con paz puede buscar remedios para verse libre del azote. Conviene recordar el refrán: ―Dios aprieta pero no ahoga‖. Ver entradas ―Sufrimiento‖, ―Pruebas‖, Enfermedad‖… - - Dolor de corazón.- - Ver entradas: ―Acto de contrición‖, ―Contrición‖, ―Atrición‖ ―Conversión‖. Domingo.- - Es el día del Señor. Porque Cristo resucitó en domingo. Y la resurrección de - Jesús es el dato fundamental y central sobre el que se apoya nuestra fe cristiana: ―Si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación es vana y vana también nuestra fe... pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto‖ (1 Cor 15, 14 y 20). Es el día de la celebración de la Pascua (Pasión-Muerte-Resurrección) del Señor para la salvación del mundo. La Eucaristía, que se celebra el domingo, es el memorial semanal de nuestra Pascua. Conviene preparar ya de víspera esta celebración, el centro espiritual de la semana, vivir con gozo espiritual este día. Ver entrada ―Descanso‖. Domingo de Resurrección.- - La virtud del Resucitado ha llenado nuestras almas y nos llena de santidad y - de gracia. Con Cristo hemos muerto. Con Él volvemos a la vida. ―No vengáis a buscarlo entre los muertos. Ha resucitado; no está aquí‖ (Mc. 16, 6). Anunciaron los ángeles la victoria de la vida sobre la muerte; la esperanza, la certeza de nuestra resurrección. Cristo resucitó, aleluya. Ver entradas: ―Misterio pascual‖ y ―Pascua‖. Dominarse.- - Dominar nuestro espíritu de manera que no se apodere de nosotros ni siquiera el pecado venial. Dominar el placer de manera que ni siquiera caigamos en la imperfección. Ir dominando nuestra naturaleza corrompida hasta enderezarla. Dominio de nuestras malas inclinaciones contrarias al puro amor. - Hay distintas alusiones en la Biblia al dominio propio: ―Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades‖ (Prov. 16, 32). ―Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.‖ (He. 24, 24-25). Se trata del ―fruto del Espíritu: amor, alegría, paz paciencia, afabilidad, bondad, modestia, dominio de sí‖. (Gal. 5, 22-23) Dones.- - Cuando hablamos de espiritualidad, los dones por antonomasia son los del - - - - Espíritu Santo. Son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. Nos mueven o ayudan a obrar de un modo sobrenatural. ―A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad‖. (1 Co. 12, 7) Son siete: ―Un brote saldrá del tronco de Jesé, un vástago surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor‖ (Isaías 11, 2). A esta lista bíblica de dones del Espíritu se añade la piedad, sin duda para llegar al número siete, que simboliza la perfección y significa, en este caso, la nueva creación. Así pues: Son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, fortaleza, piedad y temor de Dios. Cada vez que actúa un don se produce un acto más o menos místico. Los dones no fallan ni en las noches oscuras del alma. Pero no actúan en pura pasividad del alma, porque ella reacciona. El don de la Sabiduría nos hace entrar en las profundidades de Dios; gustar de las cosas de Dios. Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios. Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso. Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues ―nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios‖. Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para afrontar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Transforma en fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen este don no se amedrentan frente a las - - amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre. (1 Co. 2, 11). Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios y gustar de su bondad en la oración; nos ayuda a buscar siempre el modo de actuar como Jesús actuaría. Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar. Hemos de procurar meditar en estos dones y ser conscientes de ellos para que la virtud del Espíritu Santo se derrame sobre nosotros. El gran don de Dios es el Espíritu Santo. Los dones que emiten juicio son: a) El de Sabiduría sobre las cosas divinas. b) El de Ciencia, sobre las cosas creadas. c) El de Consejo, sobre la aplicación del don a nuestras acciones. Los dones, según Arintero, se manifiestan muy pronto, en forma de ocultos instintos que nos llevan a donde no llega la razón. Si tu corazón está desconsolado y llamas al Espíritu y no viene, es porque no perseveras en el deseo. (Ávila). Con el recogimiento, la guarda de los sentidos y el despego, llegamos a oír lo que nos habla el Señor. Empieza el Espíritu Santo a tomar en nosotros la rienda de nuestro gobierno. El Espíritu Santo es fuente vivificante de agua que mana en nuestros corazones y nos llena de vigor. Ver especificados en este diccionario estos dones: Sabiduría don. Consejo don. etc. Don de oración.- - Somos conscientes de que la oración es un don de Dios, viene de Dios; es - una iniciativa de su amor. Hemos de pedirle ese don maravilloso de orar. Lo importante es amar a Dios y dejarse amar de Él. Siempre nos han dicho que el ideal de oración está más que en los múltiples actos, en amar y dejarse amar de Dios. Por algo los de Emaús decían después de estar con Jesús: ―¿No notabas cómo ardía nuestro corazón?‖ Dios concede el don de la oración a las personas que llevan una vida virtuosa y sobre todo a quienes se esfuerzan por vivir el amor a Dios y al prójimo. Y hemos de pedirlo a Dios, (Mat. 7, 712). Tenemos que gustar a Dios en el corazón sin ningún movimiento de amor propio. Tender a esa intimidad de una manera constante sin dejarse dominar por ninguna otra preocupación. Ver también (Os. 2, 16,22). Dudas.- - La fe recia y mística parece que ha desaparecido en muchas personas; la - han sustituido por una duda esperanzadora y una acción humanista. Y esa tentación nos puede llegar incluso a almas mimadas por nuestro Dios. Vigilar y orar. Jesucristo quería una fe plena en Él, sin dudas. Así cuando caminaba sobre las aguas, a Pedro ―le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: ―Señor, - sálvame‖. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ―¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?‖ (Mat. 14, 30-31). Cuando Jesús se apareció a sus discípulos: ―Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: ―¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón?‖ (Lc. 24, 37-38). En libro de Los Hechos de los Apóstoles, en el caso de Cornelio: ―Entonces dijo el Espíritu a Pedro, que seguía perplejo con la visión: ―Mira, tres hombres te están buscando; levántate, baja y ponte en camino con ellos sin dudar‖. (He. 10, 19-20). En el éxtasis de Pedro en Jafa: Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar‖ (He. 11, 12). Sería grave una duda positiva, o después de nuestra entrega al Señor exigir nuevas pruebas. Dulía.- - Se llama dulía al culto que se tributa a los ángeles y a los santos. Es una virtud que se deriva de la justicia. Dicen los teólogos que el culto a la Virgen María es hiperdulía. Dulzura.- - Es la suavidad, placidez y ternura que muestra o expresa una persona y que - - - - la hace agradable. La dulzura de la vida es para los amantes. Al dejarnos guiar por ese espíritu de amor es grande la dulzura y suavidad. Vivir con dulzura y emoción el ser hijo de Dios. La paciencia y dulzura han de ser parte de nuestro celo. La devoción es la dulzura de las dulzuras, reina de las virtudes: es la perfección de la caridad. Y así, los cuatro grados con que el alma gusta las dulzuras divinas: suavidad, avidez, saciedad, mística embriaguez. Jesús es maestro de delicadeza y dulzura: con los niños, ―Dejad que los niños se acerquen a mí‖, (Mc. 10,14); con la viuda de Naín en la resurrección de su hijo, (Lc. 7, 11-17); en la multiplicación de los panes, (Mat. 14, 13-22). Y en otras muchas ocasiones. Esta dulzura que llena nuestros corazones es concedida por Dios mismo: paz divina. Y además el alma sabe humillarse si ha gustado la dulzura del amor de Dios. Los frutos del Espíritu Santo… llenos de toda dulzura y gozo. La humildad de corazón es el árbol que produce el fruto de dulzura y mansedumbre. La Eucaristía: ¡Qué delicioso es este pan! Contiene en sí toda dulzura, verdadero maná celestial y con suavidad satisface todos nuestros deseos; es el abrazo más efusivo y tierno. ¿Para qué desear las dulzuras y consuelos? No son Él, y a Él solo hemos de buscar. Y sin embargo son buenas las dulzuras porque nos dan aliento para continuar en el servicio de Dios. Pero si Él se oculta de nuestra alma es porque sabe que le amamos demasiado para abandonarle; así piensan varios santos. El sufrimiento nos despoja de todo: hasta de las dulzuras que encontramos en Él. Es hermoso sufrir por aquel a quien se ama. Para el que ama a Jesús, la oración, aun la - oración con sequedad, es dulzura en las penas: Se va a la oración con el ansia con que el niño va al azúcar. Con relación a los demás, nuestro discurso y acogida ha de ser dulce; no solo con los de nuestra fe, también con los alejados, según nos aconseja San Pablo: ―Y uno que sirve al Señor no debe pelearse, sino ser amable con todos, hábil para enseñar, sufrido, capaz de corregir con dulzura a quienes sostienen doctrinas contrarias, por si Dios les concede la conversión‖. (2 Tim. 2, 24-35). E.- Ecología.- - Es la relación entre el hombre y el medio ambiente. La naturaleza toma aquí - - un papel muy importante. Es preciso comprenderla con sabiduría. Humanizar el medio ambiente de trabajo. ―Y les dijo Dios: ―Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra‖, (Gen.1, 28), pero llenar la tierra con el cultivo y sabiéndola guardar, sin abusos. Existe hoy una crisis ecológica por culpa de abusos continuos. La encíclica, publicada bajo el título Laudato Si (Alabado Seas), del papa Francisco, está dirigida no solo a los católicos, sino a todos aquellos que puedan contribuir a detener la degradación de "la casa común‖. Podemos considerarla como la carta magna cristiana sobre la ecología. Se necesita una ascesis voluntaria para no contaminar. Esfuerzo y reflexión. Es necesario instaurar una ética ecológica. Ecuanimidad.- - Es un estado de estabilidad y compostura psicológica que no se ve - perturbado por la exposición a emociones, dolor u otros fenómenos que pueden causar la pérdida del equilibrio de la mente. La ecuanimidad permite que la mente esté atenta y en calma en momentos críticos; y ayuda a discernir lo que realmente está sucediendo. Implica una uniformidad mental: ni eufórica ni deprimida. Una persona es ecuánime cuando refleja estabilidad y equilibrio emocional; cuando es imparcial en su juicio. La persona ecuánime es igual y constante en su ánimo, en su talante o manera de reaccionar. En nuestra religión, la ecuanimidad se considera esencial para llevar a cabo las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Es una virtud difícil. Contrario al modo de ser ecuánime es el temperamental, exaltado, fanático, desequilibrado, impaciente y tendencioso. Ecumenismo.- - Ecumenismo es el intento de llegar a la unidad entre todas las iglesias - - - - - cristianas. Llevamos muchos años de acercamiento, pero falta mucho para llegar a esa unidad exigida por Jesucristo en el Sermón de la Cena. (Jn. 17, 21-23). Todavía en la primera mitad del siglo XX estábamos con cierta hostilidad entre las distintas confesiones religiosas. Y en el presente es muy lento el progreso. La reunificación, tardará. Necesitamos un cambio de mentalidad, esforzarnos por cumplir la voluntad de Dios. Olvidarnos de la mentalidad de la película ―La mies es mucha‖; apertura a todos los cristianos; mutua simpatía y acogida. Pío XI y Pío XII pedían atraer al redil de la Iglesia verdadera a los herejes. Juan XXIII fue también tradicional en este tema. Recordemos asimismo que en 1949 el Santo Oficio ponía en alerta a los fieles ante el peligro de un ecumenismo inconcebible para aquella mentalidad. Entre los las distintas confesiones y entre los católicos existe un deseo ecuménico, aunque no es general, porque a muchos católicos les tiene sin cuidado este tema. Hemos de aspirar y orar para que Cristo sea centro de todos los corazones. Celebramos todos los años el octavario por la unión de las Iglesias del 18 al 25 de enero, desde el año 1933, con gran confianza en Jesucristo que nos pidió unidad. ¿En qué consistirá esta unión? Todavía esta cuestión sigue sin resolverse. La espiritualidad de las personas que buscan la perfección ha de contener la dimensión ecuménica; y para ello, amarse. Y para amarse, conocerse y apreciar todo cuanto nos une que es mucho. Los protestantes tienen mucho positivo: la fe en Jesús, el bautismo, la ilusión por palabra de Dios, el gran aprecio a la vida familiar con Jesús, costumbres cristianas ancestrales, la experiencia de la caridad y justicia, el movimiento social cristiano... Busquemos el diálogo con todas las personas de buena voluntad, incluso no cristianos, la mutua ayuda. Edad.- - ¿A qué edad conviene comenzar por el camino de la espiritualidad? Diríamos - que cuanto antes. Desde la niñez, muchos han iniciado su andadura espiritual. Cuando una persona experimenta la llamada de Dios por la conversión, no deje de escuchar su voz. Conviene en este caso ponerse en contacto con un sacerdote o una persona de Dios para que le ayude a dar los primeros pasos. ―Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón‖. (Salmo 94,3; (Heb. 4,7). La infancia y la vejez son los períodos de mayor debilidad; también la adolescencia. Por eso es imprescindible, si en estas épocas se dan fenómenos místicos extraordinarios, saber discernir bien. Educación.- - Es necesaria la educación en la espiritualidad. Unos padres religiosos y - - - cultivados son lo mejor para ello. La educación va siempre unida a la verdad que nos hace libres. Jesucristo dijo que cuando conocemos la verdad, la verdad nos hará libres (Jn. 8,32). Sometiéndonos a Él y utilizando su conocimiento ―para servir al Señor en espíritu y en verdad‖, (Rom. 6,11-13). La educación bíblica prepara a los creyentes, renacidos para que Dios sea capaz de realizar cuanto Él ha ordenado (Ef. 2,10). La educación bíblica nos transforma por la renovación de nuestras mentes (Rom. 12,2). El apóstol Pablo amonestó a Timoteo que deberíamos "procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados". (2 Tim. 2,15). "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3,16-17). También los sacerdotes y catequistas juegan un papel muy importante para continuar la formación en la vida interior del educando. Asimismo los grupos de amigos en la fe; las conferencias de tema religioso, la lectura espiritual, los Ejercicios Espirituales y retiros, la confesión; y en algunas épocas es necesaria la dirección espiritual. La persona que desea avanzar en el crecimiento de su vida interior necesita su autoeducación en todo momento. Y es muy buena la ayuda de un director o acompañante en la fe, en determinadas ocasiones. Educador.- - Nos referimos al educador católico, cristiano, creyente. El maestro o formador - se centra en una educación integral: cuerpo y espíritu. Ha de procurar llevar a sus educandos hacia un mundo nuevo, llamado a integrarse en la sociedad, dentro del proyecto educativo según el Evangelio; ha de promover los valores esenciales humanos y cristianos. Son ideales de hoy y de siempre. Actualizados porque el mundo avanza. Se exige al educador en la fe una preparación diligente. La religiosidad es una dimensión humana que llega a satisfacer incluso la propia afectividad. El educador es preciso que goce de personalidad, puesto que el alumno se fija en él como en un modelo. Ser alegre para educar en la alegría. Optimista, discreto, con fortaleza, maduro. Empapado en libertad y caridad. Ha de crear en los grupos de formación un clima para la expresión sincera. Responsabilidad misionera. Efluvios.- - En ciertas ocasiones permite Dios que el cuerpo de los santos (en vida o - después de muertos) exhale el buen olor de sus virtudes. Así nos dice la historia que ocurrió con las llagas de san Francisco de Asís. Benedicto XIV dice que para averiguar si se trata de milagro es preciso investigar si el olor es suave y persistente; si ni en cuerpo ni en la tierra hay - algo que pueda explicarlo; si se han obrado milagros con el agua o el óleo que se tomó del santo cuerpo. Así lo afirmaba. Y en sentido del todo escriturístico es Dios quien manda efluvios de amor sobre su pueblo, sobre cada uno sus hijos. ―La sabiduría es… efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente‖. (Sab. 7,24-25) Efusión.- - Una efusión consiste en derramar o expandir los afectos llenos de - generosidad sobre una persona o un colectivo de personas. La efusión del espíritu del Señor será el momento decisivo de la intervención soberana de Dios en nuestras vidas, cuando él se acerque a arreglar el final de la maldad. En su discurso de Pentecostés, el Apóstol Pedro cita el pasaje (He. 3,1-5), para afirmar que la nueva creación ya ha comenzado, con la efusión del Espíritu de Jesús resucitado sobre la comunidad cristiana (He. 2. 15-21). Después de esto, ―yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres‖ ―Derramaré mi espíritu‖ (Is. 44,3). Dios anuncia la efusión de su espíritu y fruto de esta efusión será la donación plena de su amor, el don real de su espíritu. A nosotros toca acogerlo. La confianza en el Señor que se expande sobre nosotros nos lleva a cimentar nuestra vida sobre Dios, como la casa cimentada sobre roca firme, siempre sólida por muchos terremotos que sobrevengan, (Mat. 7, 24-25). ―Consolad a mi pueblo‖ (Is. 42,13 y 52,9); no solo consuela el profeta, es Dios mismo el consolador (Is. 51,12), Egoísmo.- - El egoísmo en el fondo es el vicio que más dificulta el avance en nuestra vida - interior. Egoísta es aquel que quita su amor a Dios y al prójimo y lo centra tan solo en sí mismo. Si nuestra ilusión está en liberarnos de la propia angustia y en buscar el placer, no lo conseguiremos. Nos iremos centrando en el egoísmo. Es preciso centrar nuestra atención en Dios y en tantas personas que sufren y a ellas ayudar. La palabra de Dios está llena de alusiones al egoísmo como contrario al amor: ―Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás‖ (Fil. 2,3-4). ―Los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia, ira e indignación‖ (Ro. 2,8) ―En los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes‖, (2 Tim. 3,1-2). ―¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno‖ (Mat. 23,25). ―Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo‖ (1 Co.10, 24). Y sobre todo es preciso para luchar contra el egoísmo hacer criterio propio el mandamiento nuevo: ―Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos - a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros‖ (Jn. 13,34). Muchas personas son esclavas de su egoísmo. ¡Si pudieran abrir la puerta de su jaula dorada! Debieran buscar la salida de la jaula donde se encuentran. Y la mejor ayuda es la de Dios en la oración. Si amamos a las criaturas (no me refiero al amor de caridad), porque nos amamos a nosotros mismos y en ellas encontramos satisfacción, en el fondo nos mantenemos en el egoísmo. Hacernos indiferentes en el sentido ignaciano. Ejemplo.- - El ejemplo arrastra. Quien aspira a la santidad ha de dar buen ejemplo. - - - Jesucristo es ejemplo de todas las virtudes. El ejemplo es un medio eficaz, una gracia actual para acercarnos a Dios. Veamos algunos textos de la Sagrada Escritura: ―No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza‖ (1 Tim. 4,12). ―Hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros‖ (Fil.3, 17). ―No porque no tengamos derecho a ello, sino para ofrecernos como modelo a vosotros a fin de que sigáis nuestro ejemplo‖ (II Tes.3, 9). ―De manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya‖ (I Tes. 1,7). ―Hermanos, tomad como ejemplo de paciencia y aflicción a los profetas que hablaron en el nombre del Señor‖ (Sant. 5,10). ―Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron‖. (I Co. 10,6). San Vicente de Ferrer pasaba muchas horas en oración. Luego movía los corazones de tal manera que todavía perdura su recuerdo. Después de sus sermones salía envuelto en el fervor divino y hacía milagros. De San Bernardo se cuenta que pasaba la noche delante del crucifijo; oraba; besaba los pies de Cristo. Todo esto cuando tenía que predicar en algún lugar. Diego de Cádiz fue gran predicador de misiones populares en España; cuando le correspondía dirigir una misión, hacía unos días especiales de oración y penitencia. San Felipe de Neri. Decía: ―Dadme tiempo para tener oración y lo alcanzaré todo de Dios.‖ Ver entrada ―Imitación‖. Ejercicios de piedad.- - Los primeros cristianos se reunían desde el principio para el mejor ejercicio - de piedad ―Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones‖ (He. 2,42). "Ejercítate en la piedad, pues el ejercicio corporal es de poca utilidad; pero la piedad es útil para todo" (1 Tim 4,7-8). Hemos de mostrar esta piedad con la oración, adoración, alabanza, expresada por los ejercicios espirituales de piedad. - Vemos como experiencias de vida de piedad el monacato, anacoretismo... la - - liturgia, la oración tanto pública como privada. Siempre ha de ser trinitaria, cristocéntrica y mariana. Los ejercicios privados de piedad no deben sofocar la liturgia. Sentimiento de conformar nuestra voluntad a la obediencia del Evangelio. Los ejercicios de piedad no han de practicarse como algo aislado; han de tener relación con la vida. Concretando algunos ejercicios de piedad, sobre todo los más clásicos: el ofrecimiento de obras, la meditación, rosario: contemplación de los misterios. El viacrucis; siempre dándonos cuenta también de la resurrección y del misterio pascual. El centro de todo, la Eucaristía en su dimensión de sacrificio, banquete, presencia real. Va todo unido. La devoción a Jesús sacramentado es consecuencia de nuestra fe en la Eucaristía como sacramento permanente. Siempre en la Eucaristía celebramos la pascua: muerte y resurrección de Cristo. Sin olvidar la lectura espiritual que es alimento de nuestra vida interior. Ver entradas ―Devociones‖, ―Piedad prácticas‖. Ejercicios Espirituales.- - Los Ejercicios Espirituales por antonomasia son los de San Ignacio de - - - - Loyola. Salió de ellos ―como otro hombre y con otro entendimiento‖. Entendía el santo con este nombre ―todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos...) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina‖. La duración de los Ejercicios Espirituales ignacianos es de cuatro semanas: a) En la primera semana se medita y ora: Situarnos ante la salvación: la gloria de Dios. El fin del hombre. El pecado y las verdades eternas. La misericordia. b) En la segunda semana: el seguimiento a Jesús: las dos banderas, los tres binarios, la vida de Jesucristo. c) En la tercera semana: las tres maneras de humildad, la pasión de Jesús: seguir a Cristo con nuestra cruz. Dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado... Compartir la vida con los que sufren, ayudarles. d) La cuarta semana: esperanza plena en Jesús resucitado y compartir su gozo. Agradecimiento por su amor y amplia contemplación para alcanzar amor. El método de los Ejercicios Espirituales es muy lógico para quienes tienen fe. Hemos de ser conscientes de que todo es obra de Dios. Pedir todo lo que necesitamos para seguirle, lo que sea para su mayor gloria. Los actores en los Ejercicios Espirituales: Dios, que nos da su gracia: el ejercitante que la recibe en la oración. En los ejercicios se adquiere madurez espiritual, criterio y humanidad. Discreción y discernimiento de espíritus para hacer propósitos buenos y eficaces. Por supuesto que un buen director es muy importante. También se dan reglas para sentir con la Iglesia. Para practicar los Ejercicios Espirituales completos hace falta tener ―complisión‖, o sea, una madurez psicológica para poder entregarse en el silencio a la reflexión. Lo más importante es la oración, acudir a la Virgen - - - - María y practicar sacrificios voluntarios en ese período. Silencio interior y exterior, como medio que ayuda. San Ignacio de Loyola también creó los llamados ―Ejercicios leves‖, de tipo más popular y de duración más corta, sobre todo para para personas de menor ―complisión‖ o que no disponen de tiempo o circunstancias para entregarse durante cuatro semanas a los Ejercicios Espirituales. A las personas que deseen avanzar en su vida interior se les recomienda, al menos una vez en la vida, practicar los Ejercicios Espirituales de mes. Además todos los años, o cada dos o tres, dedicar cuatro o cinco días a algún tipo de ejercicios espirituales. Son los Ejercicios Espirituales, tanto los ignacianos como otros, una especie de llamada al desierto, a la soledad, como Jesús. Perseverantes en la oración y en la enseñanza de los Apóstoles. Recordar a los monjes del desierto, a los ermitaños. Ver entrada ―Desierto‖. Elección.- Elegidos.- - Ante todo consignamos aquí la elección evangélica de los Apóstoles que es - - la más significativa: ―Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.‖ (Mt. 10); también (Mc. 3 y Lc. 6,13), (He. 1 y 2; 8,15), tienen la idea de elección con la de vocación. ―Vosotros no me elegisteis, yo os he elegido a vosotros‖ (Jn. 15, 16). Hemos sido elegidos, escogidos por Dios, ante todo para la vida y para ser cristianos. Cada fiel piensa en su elección: estamos presentes en la humanidad de Jesús; nos ha elegido por nuestro propio nombre. Ha sido una elección por parte de Dios. Jesucristo enviado del Padre, nos elige para darnos su Espíritu que se derrama en nuestro corazón. Y hemos de saber corresponder a la elección: ―Así pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia‖. (Col. 3, 12). ―Os urgíamos a llevar una vida digna de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria‖. (1 Tes. 2, 12). Somos miembros de la Iglesia, pueblo elegido (Ro. 8, 33; 11, 7; 1Pe. 1 y 2,9; Apo. 17, 14). (Lc. 23, 16). Miremos el Evangelio con relación al juicio final. (Mat. 24, 22 y sig. Mc. 13, 20 y sig.). A pesar de nuestros fallos, de nuestras infidelidades, nos sigue llamando. No cesa el Señor de hacerlo cada día. Esto nos ha de llenar de decisión y humildad. ¿Por qué me elegiste a mí, Jesús mío, en medio de tantos que os hubieran servido mejor? (Genoveva Torres). Elemental.- - La postura elemental para nuestra perfección es: Amar a Dios de todo corazón y al prójimo por Dios y la vida de oración. Desconfianza en sí mismo total y total confianza en Jesucristo. Vivir de cara al prójimo; para ayudarle; y no juzgarlo nunca. Elevación.- - Ver entrada ―Levitación‖. Elevar.- - Ver entrada ―Levantar‖. Embriaguez de amor.- - Fenómeno místico: el cuerpo y el alma quisieran mostrar el gozo o pena que - se siente. Son fenómenos algo alarmantes del alma, pero no son gracias gratis dadas. Se necesita discreción cuando se experimentan. Suelen ir unidos a determinados temperamentos. A veces va unido este fenómeno al éxtasis sobrenatural Emoción.- - La emoción y la consolación sensibles tienen su finalidad en nuestra vida - - - interior, en la propia conversión y en el inicio de la fe. Y después de pasadas estas gracias, también hay temporadas de consolación y emoción, difícil de describir y explicar, pero inconfundibles para quien las experimenta; también ayudan en nuestra vida interior. Tengamos en cuenta que es fácil sentir emoción en algunas ocasiones y luego enfriarse como un témpano. Se da el caso de que personas de grandes consuelos sensibles, que parecían apóstoles del mundo, luego lo abandonan todo, incluso su fe. Conocemos casos muy tristes. Agradecer a Dios por sentir emoción y consuelo; y hemos de saber administrar nuestras emociones como un don de Él. Somos transformados por la renovación de nuestras mentes (Rom. 12,1-2) y el poder del Espíritu Santo produce en nosotros el dominio propio (Gál. 5,22-23). La teología de la espiritualidad reconoce hoy que la emotividad es una condición favorable para la experiencia y expresión religiosa y para la vida en la fe, incluso cuando asume el carácter de hiperemotividad. Es claro que entre dos sujetos, uno frío y otro emotivo, sería preferible el emotivo para la elevación en la virtud y sobre todo para el apostolado cara a los demás. Empatía.- - La empatía es la cualidad de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La empatía es un valor positivo que permite a un individuo relacionarse con las demás personas con facilidad y agrado. Comprendemos y nos ponemos en el lugar del otro y estamos dispuestos a ayudar, apoyar y - - motivar a nuestros semejantes. Y con esta virtud somos consciente de que casi todo en la vida de las personas que nos rodean puede no estar bien y que nosotros podemos ayudarles. En la Biblia no aparece la palabra empatía pero sí su concepto. Así, San Pedro aconseja seguir ―compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, compasivos...‖ (1 Pe. 3,8). San Pablo decía ―Estad dispuestos para con otros del mismo modo como lo estáis para con vosotros mismos‖ (Ro. 12,15-16). Jesucristo siente en su alma los problemas de los demás: sanación de enfermos, minusválidos, endemoniados... El sordomudo, (Mc. 7,32-35). El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7,11-16). Podríamos citar decenas de casos. Y son muy numerosas las citas en el Antiguo Testamento en que aparece Dios compasivo con los humanos. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente relacionada con la capacidad de ser útil, poniéndose en el lugar del otro, y despierta el deseo de actuar siguiendo los principios morales. Empatiza quien sabe escuchar a los demás, entiende sus problemas y emociones con intención de apoyar. La empatía es lo opuesto a la antipatía. La espiritualidad cristiana no se concibe sin el amor al prójimo; por eso la empatía es como el comienzo del amor, la disposición para amar. Empaparse.- - Ver entrada ―Sumergirse‖ ―Transformante unión‖. Enamoramiento de Dios.- - El alma fiel a las mociones del Espíritu Santo vive solo para Dios, con Él y en Él. Descubrimos que somos débiles, pero seguros dentro de la gracia que recibimos de Dios, y nos apoyamos en su Omnipotencia. ―¿A quién temeré?‖ El alma enamorada de Dios es apóstol y eficaz en el Reino de Dios. Encarnación.- - Entre todas las obras de Dios ad extra, la más grande es el misterio de la - - Encarnación del Verbo; es el gran misterio de nuestra salvación. La gran comunicación de Dios con el hombre es la Encarnación. El resultado final, la Iglesia eterna. La carta 1 de Juan pone la Encarnación como elemento esencial (1 Jn. 1, 1 y sig.). El Padre envía al Hijo para salvar al mundo. La Encarnación fue una obra de la Santísima Trinidad. Creemos que por eso en el Nuevo Testamento a veces se atribuye a Dios Padre (Heb. 10, 5; Gal. 4, 4), o al Hijo mismo (Fil. 2, 7), o al Espíritu Santo (Lc. 1, 35; Mat. 1, 20). Se explica así que la obra de la Encarnación fue un único acto, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El fiat de la Virgen María nos alumbró hasta el final, al pie de la cruz (Lc. 1, 26-38). ―El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con - todo hombre‖. Reparó el Señor la naturaleza humana por la Encarnación y restauró la gloria del Creador. El misterio de la Encarnación obra en nosotros la gracia de destruir todo interés y amor propio. La fiesta de la Encarnación del Señor o la Anunciación se celebra el 25 de marzo. Aunque sea tiempo de cuaresma hemos de procurar fervor, agradecimiento y entrega generosa. Encarnarse.- - El cristiano, fiel al ejemplo de Jesucristo, tiende a imitarle en su encarnación: - - el Hijo de Dios se hizo hombre, fue en todo igual a nosotros, excepto en el pecado. Quien desee ser como Él, procura encarnarse en su ambiente para evangelizar y ser testigo de la fe por la caridad. Si el Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios, "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn. 4, 10), por imitación y agradecimiento a Jesús hemos de encarnarnos en nuestro ambiente para ayudar y para amar como nuestro Maestro. De una manera especial, el misionero procura encarnarse en el pueblo como Jesús para mejor evangelizar. Encontrar.- - Lo que interesa en la oración es encontrar al Señor. Hay dos maneras de - - - encontrar al Señor: dolorosa, una; otra, consoladora. Al Señor se le puede encontrar teniendo el entendimiento vacío enteramente. Dios es uno: nada mejor que la simplicidad de corazón para encontrarle. ―Isaías se atreve a decir: ―Fui hallado por los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí‖ (Rom. 10,20). ―Para que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros‖ (He.17, 27). ―Entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios‖. (Prov. 8,17). ―Amo a los que me aman, y los que me buscan con diligencia me hallarán‖ (Prov. 2,5). Encontraremos a Dios en Él mismo que es todo Bien y el sumo Bien. Dios es infinito y en todas partes se le puede hallar, y gozar de su amor en el fondo del alma. Decimos, sí, que hay maneras de encontrar a Dios muy dolorosas; otras muy sabrosas. En la aridez y en la sequedad, muchos han encontrado al Señor. Otros, en la dulzura de un acto litúrgico, unos Ejercicios Espirituales, una lectura espiritual... Para hallarlo, lo mejor tener el entendimiento vacío de pensamientos. Cuando lo descubrimos sentimos paz, decisión, fuerza, amor a Dios y al prójimo... Exponer a Dios con sencillez lo que ocurre a mí o a otros, pedir su ayuda, confiados. Aquietarse junto a Él; contentos, con paz. El fruto será perseverante cuando Dios lo escriba dentro del corazón. Las almas en todos los momentos de la vida encuentran también la amargura de la mirra que bien asimilada, nos santifica y une a la pasión de Jesús. - Necesitamos un verdadero espíritu de mortificación para quitar apegos. - Puede el hombre encontrarse con Dios en pleno dolor, en la llaga que supura, en la incomprensión y el fracaso. Todos los hombres de la tierra deberían ayudarse mutuamente a encontrar a Dios. Volver al regazo de Dios, hallarlo en lo más profundo de nuestro ser, en nuestra oración y en nuestra relación. Para lograrlo, hay que correr el riesgo de ponerse en camino; es necesario salir de sí mismo; y paradójicamente, su Reino está dentro de nosotros. Encuentro.- - Recordemos el encuentro de Jesús con los de Emaús. Él los busca. Él toma - - - - - - la iniciativa. Somos encontrados por Él. (Lc. 24, 13-35) Nos encontramos con Dios en la naturaleza; ―Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría‖. (Salmo 19,1-2). Y el Apóstol San Pablo dice: ―Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa‖. (Ro. 1, 19-20) ¿Cómo nos encontramos con Dios? Primero, y fundamentalmente, por medio de Jesucristo, nuestro mediador, por fe. A través de la Escritura. Y esto involucra la meditación y el auto-examen. Nos encontramos con Dios a través de la oración. La oración es crucial. Nos encontramos con Dios al reunirnos con el pueblo de Dios. Ya nos dijo Jesús que si dos o más estamos reunidos en su nombre, allí está, en medio de ellos. Y ante todo por la fe, en las Escrituras, en la oración y a través de su pueblo. Encuentro con Dios: en la comprensión bíblica acerca del porqué deberíamos reunirnos con Dios en nuestra vida diaria. En el encuentro con el Resucitado hallamos el tesoro escondido; nos quedemos con Él. Es un encuentro pascual como los dos de Emaús: en la Eucaristía. Se nos abren los ojos. Y nos lanzamos a proclamar la buena noticia. Conocer a alguien a quien ayudar es un hallazgo. Es el inicio de un trayecto hacia Dios. Y es un verdadero encuentro con Dios porque Él desea ser conocido en el mundo. Él se ha revelado a nosotros. En el Nuevo Testamento, Dios nos habló a través de su hijo, Jesucristo. Basados en la Sagrada Escritura, nuestra idea de que podemos encontrarnos con Dios no es infundada. Se trata de tomarle la palabra a Dios. Deberíamos encontrarnos con Dios: porque Él ha creado el mundo. Nos ha creado a nosotros. Él es bueno con nosotros más allá de lo que merecemos. Él nos da su perdón, misericordia, gracia y finalmente a él mismo. Él es digno de nuestra alabanza y adoración y de nuestro constante encuentro con él. Somos suyos. Nos lleva a una relación más profunda con Él. Cuando empezamos a conocer a Dios en estas maneras íntimas y nuestra relación con él crece, esto nos lleva a adorarle. Encontrarnos con Dios - también nos ayuda a crecer; también nos recuerda que no estamos hechos para este mundo. En un mundo muy seductor, necesitamos este recordatorio diariamente y eso es lo que el encuentro con Dios hace por nosotros. Por fin, el encuentro con Dios nos ayuda a luchar. Conviene mirar la entrada ―Conocimiento‖. Endurecimiento.- - Resistir a las llamadas de Dios produce el endurecimiento del corazón. ―Si - hoy escucháis la voz de Dios, no endurezcáis vuestro corazón‖. (Salmo 95, 7). También son causas del endurecimiento del corazón la crueldad incluso con animales, el dejarse llevar constantemente del egoísmo, cometer pecados sin ningún arrepentimiento, llevar una doble vida, evadirse de socorrer al prójimo en sus necesidades, abusar del obrero sin preocuparse más que de las propias ganancias... Enemigos.- - Nos exhorta Jesús: ―Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a - - los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen‖ (Mat. 5,44). (Lc. 6, 27 y 35). ¿Cómo tratar al enemigo? ―Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: actuando así amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien‖ . (Ro. 12, 20-21). A ejemplo de Cristo que cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios. (Ro. 5, 10). El amor incluso a los enemigos es indispensable para la santidad. Amar al que sufre, al que me hiere, al que me ignora. (Agustín) ―Vencer al enemigo, haciéndonos amigos de él‖. Los santos saben tratar al adversario y enemigo con exquisitez. Ver enlace ―Perdón‖. Enemigos del alma.- - Enemigos de nuestra alma son el egoísmo, demonio, mundo y carne. Y dicho de otra manera, el amor propio, el ansia de placer, y de poder, Por mucha fuerza que nuestros enemigos ejerzan sobre nosotros, no podrán contra nuestra alma si acudimos a Dios para vencerlos y ponemos los medios a nuestro alcance. - Jesucristo mismo fue tentado por el demonio (Mat. 4, 1-11). Él mismo nos exhorta en el sermón de la montaña a tomar postura en favor de los que sufren a causa de distintos enemigos: ―Bienaventurados los pobres, los perseguidos, los que sufren, los que lloran‖. (Mat. 5,3-11). Enfermedad.- - Cristo tuvo predilección por los enfermos y los que sufren. Y sanó a muchos - - - - enfermos. Mostró así su compasión y amor; y aquellos milagros fueron signo de su divinidad. ―Jesús recorría toda Galilea… curando toda enfermedad y dolencia en el pueblo‖. (Mat. 4, 23). Jesús se identificó con el débil y enfermo: ―Estuve enfermo y mi visitaste‖ (Mat. 25,36); ―Él ha tomado nuestras enfermedades y se ha cargado nuestras males‖ (Mat. 8,17). También confió a sus discípulos la misión de curar a los enfermos‖ (Mt 10,8). Cuando sentimos el dolor o la enfermedad, no lo aceptamos. Las penas en sí mismas no las podemos aceptar. Pero si miramos la Providencia de Dios, entonces sí podemos amar el dolor: porque nos purifica, porque nos une a la pasión de Cristo, porque nuestros sufrimientos son redentores. ―Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados‖ (Mat. 5, 4) Por algo decía San Pablo: sufro en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo (Col. 1, 24). Si amamos a Jesucristo y contemplamos su pasión, ¿cómo vamos a protestar cuando nos visita la enfermedad o el dolor? Esta idea ha hecho cambiar a muchos su actitud ante el sufrimiento. La prueba de toque de la virtud es la enfermedad. ¿Quién tendrá fuerza para orar estando enfermo? Pero entonces se descubre lo que vale una persona. ¿Qué hacía Jesús en la Cruz, sino sufrir? Jesús, que nos ayudará a llevar la cruz con total sentido de entrega. A estos fenómenos de decaimiento en la enfermedad se une la sequedad más dura. Sin sentir el más mínimo fervor. Sí; vendrá más tarde la resurrección, pero antes hay que sufrir la pasión. Es preciso beber el cáliz que el Señor nos había reservado (Mat. 20, 22-23). Ver también entradas ―Pruebas‖, ―Dolor‖, ―Sufrimiento‖… Enfermedades.- - Nos referimos aquí a las enfermedades de tipo místico o pseudo - místico. - Ciertas enfermedades pueden presentar analogías con fenómenos místicos extraordinarios. Para discernir es preciso guardar equilibrio entre la excesiva credulidad y la hipercrítica racionalista. Muchos niegan como verdadero lo que pueda trascender de los límites de una explicación natural. Y así, el éxtasis lo identifican con fenómenos catalépticos, histéricos o letárgicos. La estigmatización, con neuropatías. La obsesión o posesión diabólica, hipocondría o locura. Es preciso hilar muy fino, teniendo en cuenta las explicaciones naturales, para distinguir entre lo natural y lo sobrenatural. Incluso en ocasiones puede haber alguna mezcla entre uno y otro. Ver siguiente entrada, ―Enfermo‖. Enfermo.- - Queramos o no, el sufrimiento ha de acompañar a nuestra vida; y también la muerte. El enfermo tiene derecho al respeto; no ha de fatigarse pensando en el porqué de la enfermedad. Existe el peligro de refugiarse en la droga por el - - - - uso en exceso de las medicinas. El enfermo se pregunta por el sentido de la existencia y puede verse frustrado. Por otra parte, ni el sufrimiento ni el sacrificio pueden ser queridos por sí mismos. Evitamos al pronunciarnos en este particular, el atribuir todo esto al pecado. El sufrimiento es más oneroso por la imprudencia y el egoísmo humanos. La terapia salvífica de la Biblia parte de la fe y de la conversión; y hemos de derivarla a la solidaridad. Jesús compartió el sufrimiento humano desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz; para redimirnos vivió todo el camino nuestro. Así dio un valor salvífico al sacrificio y tiene predilección por los enfermos. Recordamos nuestro deber de ayudar al enfermo: ―Estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí." (Mat. 25,36). ―La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo‖ (Sant.1, 27). ―¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor‖ (Sant. 5,14). Peligro de encerrarnos en el miedo cuando se acerca el dolor. Es una prueba, y se requiere revisar nuestra vida e incluso reformarla. No caer en el fatalismo ni en el interrogante sobre la bondad y sabiduría de Dios. Job: ―De oídas ya te conocía, pero ahora te han visto mis ojos‖ (Job 42,5). No buscamos el dolor: sí la forma de afrontarlo con serenidad. El cristiano fomenta la vida y busca soluciones al dolor. ―Si es posible, aparta de mí este cáliz‖ (Lc. 22, 42). Siempre con la esperanza de la liberación. Es imposible un bienestar continuo. Nuestra vida es éxodo, misterio pascual hacia la resurrección. Y para ello es necesario pasar por la muerte. Aceptar a Cristo crucificado; tomar su cruz: ―Quien quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga‖ (Mat. 16, 24; Lc. 9,23; Mc. 8, 34). La Unción es el sacramento de los enfermos. Salir del propio aislamiento; purificarnos de nuestras maldades. Ver entrada ―Unción de enfermos‖. Enfoque.- - El enfoque de nuestra espiritualidad puede ser muy diverso, tan variado como - las distintas escuelas de espiritualidad que existen; incluso individualmente puede haber distintas maneras de concebirlo. Siempre está fundamentado este enfoque en el Evangelio y la Teología. En cualquier tipo de enfoque hemos de tener en cuenta tres grandes verdades católicas en las que conviene centrar nuestra vida interior: la Santísima Trinidad, Eucaristía y Virgen María. Jesucristo en la Eucaristía causa en los fieles la inhabitación de la Trinidad. "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Así como vivo yo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí‖ (Jn 6,51 - 57). La Eucaristía, pues, es para la inhabitación. La presencia real de Cristo en la Eucaristía tiene como fin asegurar la presencia real de Cristo en los justos por la inhabitación. Por otra parte, la inhabitación hace al cristiano idóneo para la comunión eucarística. Sin aquella, no es lícito acercarse a esta. Esta idea nos ayuda a vivir más a fondo estas realidades maravillosas, correlacionándolas entre sí. Y... a la Virgen María la vemos unida a la Santísima Trinidad desde el momento de la Encarnación. Son los tres misterios inseparables, coordinados, muy relacionados para el enfoque de nuestra espiritualidad. Otros enfoques de la espiritualidad suelen ser derivados de los que acabamos de exponer. En todo caso hemos de derivar nuestro amor hacia el Reino de Dios, y el amor a los hermanos. - - Entendimiento.- - Por el entendimiento aprehendemos las cosas en cuanto inmateriales. Hemos de regir el entendimiento con la atención, dada la casi imposibilidad de mantener dos pensamientos a la vez. En nuestra espiritualidad hemos de procurar siempre evitar la dispersión, mantener la atención en lo que estamos realizando, purificar el entendimiento de pensamientos inútiles y nocivos, evitar la ignorancia y la mera curiosidad. Por otra parte ser ponderados, sin precipitación en el juzgar. - Entendimiento don.- - El don de Entendimiento nos hace penetrar, ahondar en las verdades de la - - fe. San Pablo dice que el ―Espíritu que sondea las profundidades de Dios, las revela a quien le place‖ (1Cor 2,10). Ahonda más en el misterio que el simple asentimiento de que le hace objeto la fe; su campo abarca las conveniencias y grandezas de los misterios, sus relaciones mutuas y las que tienen con nuestra vida sobrenatural. Nos ayuda a ver lo oculto bajo los accidentes. Cuando Jesús explica las Escrituras en referencia a él, ―todos le aprobaban y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca‖ (Lc. 4,22 - 24,32). San Pablo dice: ―Habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento‖ (1Co. 1,5). Y los fieles han de estar ―henchidos de todo conocimiento y capacitados para aconsejarse mutuamente‖ (Rom. 15,14). ―Él ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar la ciencia de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo‖ (2 Co. 4,6). El don de Entendimiento se extiende asimismo a las verdades contenidas en los Libros Sagrados, y es el que parece haber sido concedido en mayor medida a los que en la Iglesia han brillado por la profundidad de su doctrina, a los cuales llamamos ―Doctores de la Iglesia‖. Un texto de las divinas Escrituras, lo habremos leído y releído un sinnúmero de veces sin que haya impresionado a nuestro espíritu, pero un día brilla de repente una luz que alumbra, hasta las más íntimas reconditeces de la verdad enunciada en este texto. - Por el don de Entendimiento, conseguimos ahondar más profundamente, en el sentido oculto e íntimo de las verdades reveladas para que las tengamos en mayor aprecio. Los hombres santos hallan un conocimiento tan alto, tan celestial y divino, que ningún doctor lo pudiera hallar por sí mismo. El don de entendimiento purifica los ojos del corazón, quitando los obstáculos que impiden ver la irradiación del sol de justicia. Que el don de entendimiento nos lleve hacia la verdadera contemplación. Que el don de entendimiento nos lleve a traspasar las cosas sensibles; a vivir la fe; a invocar al Espíritu Santo y ser fieles a la gracia. - Entereza.- - Es una Cualidad humana y virtud cristiana que afronta los problemas y dificultades con serenidad y fortaleza. La entereza es propia de personas prudentes y sabias. Mantiene firmes los principios y criterios sanos aun en la persecución. Supone dominio para enfrentarse sereno con situaciones difíciles sin perder la esperanza. Domina las emociones bajo control. Sabe desenvolverse en situaciones complejas y tomar decisiones y se mantiene sereno para poder observar con claridad cuál es la dificultad y qué opciones se pueden adoptar al respecto. Una persona con entereza también llora y se hunde en ciertos momentos, sin embargo, se sobrepone a su propio dolor con un propósito y un objetivo: sentirse fuerte para hacer frente a aquello que tenga que venir. Esta virtud es propia de valientes y humildes; lejos de los fanfarrones que se hunden con facilidad. - Entrega.- - Es la atención, interés, el amor, dedicación y esfuerzo con relación a Dios y - - - en apoyo y ayuda de las personas, en el ideal cristiano. Es una actividad espiritual que aspira a conseguir la unión o el contacto del alma con la divinidad por diversos medios ascéticos y de devoción, amor, contemplación... Siempre la entrega a Dios va precedida por la llamada de Dios. El hombre sin esta llamada no podría entregarse. La entrega del cristiano ha de ser total (Lc.9, 23-24): llevar la cruz; amarle más que a la propia vida. Hasta llegar a posponer al padre, a la madre, a la mujer y a los hijos (Lc. 14, 25-27). Recordar la entrega de Abraham, dispuesto a inmolar a su hijo (Gen. 22, 16-18) La entrega consiste en ofrecerse al servicio y amor de Dios. La aspiración a ello – repetimos – siempre viene de Dios. El hombre corresponde con una decisión firme, casi siempre acompañada de consuelo, deseo amoroso, emoción religiosa, aunque también puede ocurrirnos en circunstancias aparentemente adversas, como a San Pablo. Esta entrega suele llevar el enamoramiento que no siempre es a modo de flechazo, puede mostrarse también de forma paulatina. En el Evangelio vemos algo que impresiona: Un joven rico le preguntó a Jesús ―Maestro, bueno, ¿qué puedo hacer para heredar la vida eterna?‖ - - - - Jesús le contestó: ―Vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.‖ (Lc. 18,1827), Aquí Jesús pedía una entrega plena, aunque el rico no estuvo dispuesto Conviene pedir al Señor este don de poder entregarnos a Él, si no lo hemos experimentado. Su auxilio para nuestra entrega es con frecuencia tan fuerte que puede interpretarse como una conversión repentina. Se realiza sobre todo en el momento de la primera conversión, y conviene recordar nuestro ideal con gran frecuencia. Suele ir acompañado su recuerdo de un gusto sensible indefinido con que la gracia premia a las almas entregadas al amor de Dios y de sus semejantes. Una vez recibido este don, es muy bueno recordarlo con agradecimiento. Cuando este recuerdo lo practicamos de una manera muy consciente, lo solemos llamar ―descender a Betania‖. Siempre enciende nuestro fervor. Es como un cargar las pilas. Lo principal es darse al Señor. Luego Él va haciendo todo. Solo habrá que seguir su acción. Dios hará vibrar en el alma su luz. Jesús nos promete (Jn. 10,10), ―para que tengamos vida abundante.‖ Iremos así conociendo las divinas perfecciones y la propia nada. Y lo más importante es que poco a poco va el Espíritu Santo avivando en el alma el fuego de la caridad. El que comienza y luego continúa, cada vez recibe más fuerza de amar; una especie de fiebre tranquila de amor. Santa Teresa: ―Ya que toda me entregué y di,- y vuestra soy, para vos nací.¿Qué queréis, Señor de mí?‖ Nuestra respuesta a la llamada de Dios, hacerla con prontitud: ―Mañana, mañana me entregaré a Dios‖, pensaba San Agustín. ―Mas... ¿por qué no ahora? ¿Por qué no doy fin ya a mis torpezas?‖ Y oyó una voz que le decía: ―Toma y lee; toma y lee...‖ Cogió el libro sagrado y leyó: ―Ve y vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres…‖ Y recordamos la impaciencia de San Juan de la Cruz: ―¡Ay quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero; no quieras enviarme de hoy más mensajero, Que nos saben decirme lo que quiero‖. Ver también entrada ―Seguimiento‖. Enviados.- - Jesús es el enviado del Padre: ―El Verbo se hizo carne y habitó entre - nosotros‖, (Jn 1, 14) ―Yo he salido y vengo de Dios, pues yo no he venido de mí mismo, antes es Él quien me ha mandado‖ (Jn. 8, 42). ―No estoy solo, sino yo y el Padre que me ha mandado‖ (Jn. 8, 16). ―Yo soy el que da testimonio de mí mismo, y el Padre, que me ha enviado, da testimonio de mí‖ (Jn. 8, 18). ―Pero el que me ha enviado es veraz, aunque vosotros no le conocéis. Yo le conozco porque procedo de Él y Él me ha enviado‖ (Jn. 7, 28-29). ―Estas obras que yo hago, dan en favor mío testimonio de que el Padre me ha enviado‖ (Jn. 5, 36). ―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra‖ (Jn 4, 34). La Iglesia es la enviada de Jesús y del Padre; la Santísima Trinidad, fuente de toda misión ―Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, - - - - bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo‖ (Mat. 28,19). Jesús, después de la resurrección recibe el señorío y Él es el enviado en toda misión junto a quienes le siguen, que han de ser instrumentos dóciles y han de testificar. Las almas valen la sangre de Cristo, y una sola compensa el esfuerzo del misionero. Fue Jesús el que envió a sus discípulos: ―Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo‖ (Jn. 17,18). ―Jesús entonces les dijo otra vez, Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío‖ (Jn. 20,21). El Nuevo Testamento nos ilustra sobre y el envío de los cristianos que Él quiere a la misión. Y así dice san Pablo: ―Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos, ¡Reconciliaos con Dios!‖ (2 Co. 5,20) ―¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito, ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!‖ (Rom. 10,15) Ver también entrada ―Misión‖. Envidia.- - Es el vicio contrario a la caridad; es un pesar o tristeza por el bien ajeno. Las - - - - rivalidades, fruto de la envidia, en las comunidades y profesiones son signo de decadencia espiritual. Proviene muchas veces la envidia de la vanagloria Recordemos que el primer pecado, después del original, que nos menciona la Biblia, fue provocado por la envidia de Caín hacia su hermano (Gen. 4). Y por envidia José fue vendido por sus hermanos (Gen. 37). Por envidia los judíos perseguían a los primeros cristianos: ―Pero los judíos, llenos de envidia, llevaron algunos hombres malvados de la plaza pública, organizaron una turba y alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo‖. (Hechos 17,5). Hemos de superar al envidia: ―Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros‖ (Tito 3,3). Y hemos de superarla con el amor: ―El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante‖ (1 Co. 13,4). ―Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación‖ (1 Pedro 2,1-2) Puede brotar la envidia hasta en la predicación: ―Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y rivalidad, pero también otros lo hacen de buena voluntad‖ (Filipenses 1,15). La envidia es un vicio inconfesable; nadie quiere aparecer como envidioso; hace mucho daño entre cuantos aspiran a la perfección; no produce beneficio ni siquiera a quien la lleva consigo. Para vencerla, pedir a Dios con humildad por la persona envidiada para que triunfe más. Ver entrada ―Vanagloria‖. Epiclesis.- - Epíclesis es la invocación o plegaria en la acción eucarística por la que se - - reclama la presencia del Espíritu Santo en medio de la liturgia del sacrificio. Es una dimensión fundamental de toda celebración litúrgica. Y puesto que el Espíritu Santo está presente y actúa en la vida de la Iglesia, su presencia y acción se requieren para la vida de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, especialmente, en la acción litúrgico-sacramental. El Espíritu Santo nos es dado mediante la imposición de las manos de los Apóstoles. (He. 8,17-19; 13, 3; 19,6)―En espíritu y en verdad", siempre está presente el Espíritu Santo actuando en plenitud: siempre tiene lugar la introducción del Espíritu Santo por medio de su presencia invocada, la epíclesis. En la eucaristía se invoca al Espíritu para que queden consagrados los dones ofrecidos, el pan y el vino, para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo. Y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad eclesial celebrante, se invoca por segunda vez al Espíritu. San Juan Crisóstomo decía: ―El sacerdote hace descender el Espíritu. Él desciende sobre la víctima e inflama por su medio todas las almas‖. Nuestra atención a esta parte de la Misa ha de ser profunda. Recordar los dos momentos: antes de la consagración: ―Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas las criaturas... Te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos preparado para ti, de manera que sean cuerpo y sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro‖. Hay una segunda epíclesis, llamada ―epíclesis de comunión‖. Esta invocación pide al Espíritu divino que realice el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia: ―Para que, fortalecidos con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu‖. Epifanía.- - Epifanía significa manifestación o fenómeno. Es una manifestación o - - revelación divina, por ejemplo, cuando se produjo la presentación de Jesucristo al mundo en presencia humana. Se da a conocer a través de la llegada de los Reyes Magos (Mat. 2, 1-12). Toda manifestación del Señor consideramos como verdadera epifanía: Su manifestación en bautismo por San Juan Bautista en el Jordán ―Este es mi Hijo amado, en quien me complazco." (Mat. 3,16-17); su Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná. "Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue la primera señal milagrosa con la cual mostró su gloria; y sus discípulos creyeron en él." (Jn 2:11) La Navidad es la primera manifestación. Ser consecuentes con este amor con que Dios se manifiesta y nos atrae. Tenemos que procurar ser como una epifanía de Dios. Temeos que seguirle con más coraje y entrega. ¡Si de veras conociésemos a Dios, nos acuciaría ser apóstoles suyos a tope! Epiqueya.- - Es un acto o hábito moral que permite al hombre eximirse de la observancia - literal (externa) de una ley de derecho positivo, con el fin de ser fiel a su sentido o espíritu auténtico. Se deriva de la justicia. También se denomina equidad. Para utilizar la epiqueya es preciso también considerar todo con prudencia y evitar escándalo. Esta virtud merece ser considerada a favor de la justicia para no ser leguleyos. Vale sobre todo para la propia conciencia; también en ocasiones la utiliza el juez para aplicar la ley. El mismo Jesucristo utilizó esta virtud de la epiqueya cuando curó en sábado al hombre de la mano paralizada, (Mat. 12, 9-13; Mc. 3, 1-12 y Lc. 6, 6-11). Epístolas.- - Las epístolas o cartas del Nuevo Testamento tienen importancia - - extraordinaria para la santidad de los cristianos; son más numerosas las de San Pablo, con un hechizo ancestral. Pablo se siente del todo unido, plenamente identificado con Aquél que le derribó del caballo camino de Damasco (He 9, 1-22). Cristo ha tomado posesión de Él; se ha adueñado de su corazón (Gal. 2,20). Ese amor que tiene por Jesús le impele de tal manera que ya no vive para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por nosotros (2 Co. 5, 15). Y la caridad de Pablo encuentra su raíz en Cristo crucificado. (2 Co. 5,14). Este gran Apóstol ya solo quería que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. (1 Tim. 2, 4). Predicaba la Buena Nueva, recorriendo el mundo entonces conocido. Con recuerdo lleno de amor escribía cartas a los lugares donde había anunciado el Reino de Dios. Para el cristiano es muy importante familiarizarse con las epístolas y con todo en Nuevo Testamento. Muchos han acogido la costumbre de leer cada dia un capítulo del Nuevo Testamento. Equidad.- - Es una virtud humana muy relacionada con la justicia. Consiste en dar a - cada uno lo que se merece según sus méritos o condiciones. También en no favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra. Y tener en cuenta las circunstancias personales de las partes en un proceso judicial a la hora de interpretar la ley (En es te sentido tiene relación con la epiqueya). En el período de formación también el profesor puede aplicar esta virtud al tener en cuenta el esfuerzo del alumno para mejorar su nota. Pero es preciso al aplicar la equidad el no perjudicar a terceros con esta aplicación. Eremitas.- - Existen hoy en día los eremitas de por vida. También se dan casos - - temporales. De estos eremitas dice Orione que ―serán con la oración como una gran voz de amor a Jesús, que implore la victoria de los campeones de la acción católica en medio de la sociedad, y aceleren la conversión de los pecadores, la unión de los hermanos separados y el triunfo de la Iglesia de Jesús‖. Si en cada diócesis se constituyeran varios hombres con una vocación eremítica se notaría muy pronto en ella un rejuvenecimiento espiritual. Comenzaría a arder en fervor espiritual. Hace falta remover aquella gracia que queda como brasa entre las cenizas en el corazón de los sacerdotes. También, aunque en número escaso, ha habido y existen hoy en día, mujeres eremitas. Ver entrada Anacoretas‖. Ermitas.- - Las ermitas son pequeños edificios religiosos situados fuera de la población. - Originalmente era un lugar de oración y recogimiento que permitía a un fraile o ermitaño poder cultivar en paz su propia vocación. Está relacionado con el concepto de eremitorio, que es un lugar donde existen uno o más frailes o monjes eremitas, al estilo de los Padres del desierto o del yermo o Padres de la Tebaida del cristianismo primitivo. Posteriormente, el significado se extendió para incluir capillas, iglesias u otros santuarios, generalmente pequeños, situados por lo común en el campo, y que no tienen culto permanente. En la actualidad son poco numerosas las ermitas habitadas por religiosos. Se conservan como religiosidad popular y acuden una o más veces al año un grupo de fieles en romería para celebrar algún culto. Errores.- - San Pedro y San Juan nos previenen contra el error: ―Vosotros, pues, - - queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura‖. (2 Pe. 3, 17). ―Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.‖ (1 Jn. 4, 6). Nos referimos aquí a errores en la espiritualidad. Así: algunos confunden la providencia de Dios con lo agradable. Otros niegan la providencia de Dios con ocasión del mal o desastre. Existen quienes acusan a Dios de acciones practicadas por los hombres; otros intentan forzar los planes de la providencia de Dios. Otros errores: el iluminismo, el quietismo, el voluntarismo, luteranismo. Estos y otros errores van apareciendo en distintas entradas de este diccionario. Y podíamos enumerar los muchos errores doctrinales que después redundan en la vida espiritual. Hacemos asimismo mención de los errores heréticos. - También consideramos como errores prácticos: la ignorancia o descuido continuo de la presencia de Dios en el justo y la inconsciencia de la dignidad cristiana. Escándalo.- - Es la acción o palabra que es causa de que alguien obre mal o piense mal de - - - otra persona. Dura la alusión que Jesús hace a quien escandaliza a uno de los pequeños: (Mat. 18, 6-7). San Pablo nos recuerda que no pongamos tropiezo o escándalo al hermano (Rom. 14, 13). Y malo el hombre que come con escándalo (Rom. 14,20). ―Piedra de escándalo a aquellos que tropiezan en la Palabra, y no obedecen aquello para lo cual fueron ordenados‖ (1 Pe. 2, 8). Se puede escandalizar con obras malas, con criterios contrarios al Evangelio, ridiculizando a persona ausente, aprobando conducta reprobable, viendo programas obscenos, abusando de la autoridad y de la fuerza. No teniendo oración ni lecturas buenas ni frecuencia de sacramentos, ni limosnas, ni apostolado alguno. Con imprudencias, con amor propio o siendo tropiezo para los débiles. Cuando personas de prestigio espiritual caen en miserias de este tipo, el escándalo puede ser mayor. Hemos de evitar siempre el escándalo (Lc. 17, 1-3). Pero existe un escándalo farisaico que quiere ahogar hasta los últimos gérmenes de virtud, buscando escándalo en las obras buenas. Escapularios.- - El escapulario es una prenda que forma parte del hábito de algunos religiosos - - que consiste en una pieza de tela que cuelga sobre el pecho y por la espalda, con la pertinente abertura para pasar la cabeza. Este es el escapulario por antonomasia. Partiendo de esta base, y para asemejarse de alguna manera a los religiosos que lo utilizan como hábito, se han elaborado para ―terceras órdenes‖ objetos formados por dos trozos de tela que llevan pintados, bordados o guardados una insignia, una imagen religiosa o un objeto de devoción y están unidos por dos cintas para poderlo llevar colgado al cuello (un trozo sobre el pecho y otro sobre la espalda) en señal de devoción. De esta forma es por ejemplo ―el escapulario más extendido en la devoción católica, el de la Virgen del Carmen‖. San Simón Stock lo difundió: según la tradición, le fue dado el escapulario por la Virgen del Carmen. Todo lo que se sabe de este santo es que en 1247 fue elegido sexto general de los carmelitas, como sucesor de Alan, en el capítulo llevado a cabo en Aylesford, Kent, Inglaterra. Esta clase de escapularios sigue muy extendida en la devoción popular. Y el escapulario del Carmen se utiliza también en forma de medalla con su cadena. Escatología.- - Podíamos definir la escatología como el conjunto de creencias religiosas - - - - - - - sobre las ―realidades últimas‖, es decir, sobre el más allá o las postrimerías de la muerte. Se ocupa del destino final de la humanidad y del destino final del universo. Los textos escatológicos del Evangelio están en Mateo, 24; Mc. 13; Lc. 21. En la escatología hay que tener en cuenta dos aspectos: a) La revelación plena de Dios que ha tenido lugar en Jesús. La Encarnación y el Nacimiento de Jesús imprimen en la historia su orientación definitiva. Y también es preciso mencionar su contenido de esperanza que se consuma en el final de la historia, la gloria de Dios, el Señorío de Cristo. Al final todo queda sometido a Cristo. Su dominio sobre el mundo se hace realidad. b) La salvación del hombre: Dios mismo ya desde el momento de la creación nos hizo para Él. Y después del pecado de origen, Jesús, como esperanza definitiva de la salvación nos abre la puerta de la felicidad eterna. En el Antiguo Testamento nos fijamos en Abraham, padre de los creyentes. Su vocación le exige desplazarse, con mucha fe y esperanza, confianza en el futuro. Continúa el programa de salvación con Moisés en el Éxodo. Los profetas fueron también los grandes místicos y pendientes del problema escatológico. La dimensión escatológica aparece de continuo en la Biblia. Simplemente en San Mateo lo hemos hallado en más de quince ocasiones, p.ej. En la predicación del Bautista, en las Bienaventuranzas, en el Sermón de la Montaña, en el Discurso Escatológico (Mat. 24) en que coincide con los demás sinópticos. Y así en (Mc. 9, 41-50 y 12, 26 y s.) se comparte la esperanza cristiana de la segunda venida de Cristo y habla de entrar en la vida o ser arrojado a la gehena, y enseña con claridad la resurrección de los muertos. Nuestra existencia ha de ir orientada al encuentro definitivo con Dios, y supone la participación plena en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Ahí está nuestra fe y nuestra esperanza. (Ro. 8, 18-25). ―¿Para qué buscáis entre los muertos al que vive?‖ (Lc. 24,59) dijeron los Ángeles cuando Jesús resucitó. En el Nuevo Testamento, Pablo y Juan nos orientan hacia la aspiración a la vida eterna, hacia la trascendencia y la unión con Cristo. La vida eterna aparece con claridad al alcance del creyente, con gran esperanza hacia la consumación final. El libro de ―Los hechos de los Apóstoles‖ nos habla con frecuencia de la escatología unida a la esperanza cristiana, así: en el discurso de Pablo en el Areópago (17,19); en Antioquía se dan cuenta de que ―creyeron los que estaban destinados para la vida eterna‖ (13,46); a Félix le habla del ―juicio futuro‖ (24,25)… En la Ascensión. Los Apóstoles después de ver subir a Jesús al Cielo se quedaron mirando. Los ángeles les dijeron: ―Volverá‖. Y con esta ilusión se lanzan a predicar el Evangelio. Y ellos mismos y los religiosos de vida contemplativa viven en actitud de escucha, de espera. El mártir, el gran testigo, la total esperanza: acepta el sacrificio de su vida por unirse para siempre con Cristo. Se pone en otra parte el fin de la propia vida. - La misión del contemplativo la consideramos escatológica: nunca mira el - - honor ni el poder, sino obrar en esperanza que ayuda a la salvación. El carisma escatológico es crítico con los falsos seguidores del poder temporal. Testimonia la esperanza del futuro: el fin del mundo; el juicio. La escatología. Lo escatológico viene a ser el centro de la fe; el comienzo de la teología. Influye mucho en la naturaleza humana el deseo de vivir para siempre. Interpreta el sentido íntimo de la existencia. Emerge como necesidad en el hombre. Expresa un anhelo o nostalgia que trasciende todas nuestras necesidades. La resurrección es el cumplimiento de la promesa. El misterio pascual nos revela el significado escatológico de la existencia. La resurrección, el comienzo de una nueva vida; el cumplimiento de la promesa; una esperanza que se abre a la resurrección. Ver entradas ―Apantesis‖, ―Parusía‖, ―Novísimos‖. Esclavitud.- - No nos referimos a la esclavitud en el sentido estricto, sino en el aspecto - místico. En espiritualidad ha habido épocas en las que ha tenido este concepto mucha importancia. Recordemos por ejemplo la espiritualidad de esclavitud mariana de San Luis María Griñón de Monfort. Hacemos mención de congregaciones religiosas relativamente modernas con el título ―Esclavos o Esclavas de...‖. Siempre hemos de tener en cuenta que la Virgen María dijo al Ángel Gabriel: ―He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra‖ (Lc. 1, 38). En la época posconciliar va decayendo incluso el concepto y se sustituye por ―entrega‖, ―hijos‖, ―filiación‖. Solamente se puede hablar de esclavitud, prisionero o servidumbre de amor. ―Libertados del pecado fuisteis hechos siervos de la justicia‖. (Rom. 6, 17-18). Esclavitud mariana.- - Se trata de una esclavitud de amor, de seguridad y de confianza. San Luis - María de Griñón de Monfort (1673- 1718) fue un alma llena de amor a la Virgen María; el creador de la ―Esclavitud Mariana‖. Fomentó su devoción con verdadero celo, fe y entrega. Decía un papa ―Puede significar que nosotros no sabríamos explotar más a fondo nuestra libertad, el más grande de los dones que Dios nos ha dado‖ y de ahí ese deseo del santo de esclavitud de amor mariano y del entusiasmo por amar a la Virgen por entero. El mismo santo afirmaba: ―La esclavitud es el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Jesucristo‖. En su libro ―El Secreto de María‖, nos orienta sobre la ―Manera de hacer que María viva y reine en nuestras almas. El Instituto del Verbo Encarnado resume así el ideal del esclavo de María por amor: ―Todo fiel esclavo de Jesús en María debe invocarla, saludarla, pensar en Ella, hablar de Ella, honrarla, glorificarla, recomendarse a Ella, gozar y sufrir con Ella, trabajar, orar y descansar con Ella y, en fin, desear vivir siempre por Jesús y por - María, con Jesús y con María, en Jesús y en María, para Jesús y para María‖. Han sido muchos millares de personas a lo largo de estos siglos quienes han orientado su vida interior con este signo de esclavitud de amor a la Virgen María Esconderse.- Escondidos.- - ―Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios‖. - - (Col. 3,3) Vivir como perdidos en Dios, con gran afición al Sagrario y con deseo constante de hacer algo por los demás. Dios mismo nos va poniendo en la vida en las circunstancias en que mejor podemos darle gloria. Dios es fiel y nunca nos abandona. ―Dirige, Señor y Dios mío, en tu presencia mis pasos.‖ (Salmo 27, 11). Sin buscar ni siquiera consuelo y dicha en la oración, sino la fidelidad en cumplir su voluntad. Pero también, según el deseo de Jesús es preciso salir, ofrecer al servicio del Reino nuestros carismas. Recordar: ―Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa‖. (Mat. 5, 15). ―…Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses‖. (Mat. 25, 25-27). Resumiendo: escondernos por humildad y recogimiento pero no aislarnos: es necesario hacer también el bien al Reino de Dios en el prójimo. Otro aspecto. A veces Dios parece esconderse de la presencia del amado, y así dice san Juan de la Cruz: ―¿Adónde te escondiste amado y me dejaste con gemido? Como ciervo huiste habiéndome herido, salí tras Ti clamando y eras ido‖. Si Él se esconde, es para que se le llame con más insistencia y ardor. Si Él se esconde, es para que se le retenga con más firmeza, dice San Bernardo. Pero el que ama no esconde las obras que hace por Dios. Escribir.- Escritos.- - Con el escrito se puede hacer mucho bien: cartas, artículos, libros, redes de - - comunicación social, Internet... Pero, por bien que uno escriba, si le falta esa bendición del Señor, nada va a conseguir. Es necesario llenar todo del fervor que viene de Dios, Él dará el incremento. La Biblia es toda ella un escrito, pero en numerosas ocasiones se especifica el escrito. Nos fijamos en algunas citas del Nuevo Testamento: ―Yo, Pablo, escribo este saludo con mi propia mano. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros‖. (Col. 4,18). ―Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propia mano‖ (Gál. 6,11). ―Amados, esta es ya la segunda carta que os escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en vosotros vuestro sincero entendimiento‖ (2 Pe. 3,1)... Escribir con fe y bien documentados. Que se vislumbre en los escritos la esperanza, la paz, la alegría. Todo ello viene de la mano de Dios que se manifiesta a través de las personas llenas de caridad: que los escritos hagan propaganda del Cielo, de un más allá feliz que nos espera. Son los santos los que hacen buenos libros, los que escriben con convicción después de mucho orar. - Recordamos que también por escrito se puede hacer la oración; así la practicaba, entre otros santos, Foucauld. Escritura Sagrada.- - Ver entrada ―Biblia‖ Escrúpulos de conciencia.- - Se define como conciencia escrupulosa aquella que ante cualquier acto - - - - - realizado no sabe determinar la moralidad del mismo, sino que se encuentra en un mar continuo de dudas del que no sabe salir. Hemos de distinguir la conciencia escrupulosa de la conciencia delicada. Conciencia delicada es aquella que juzga correctamente incluso ante pequeñas faltas. Cuida, por amor que tiene a Dios y por rechazo al pecado, de hacer cualquier acto, incluso leve, que pudiera ofenderle. A la hora de hacer un examen de conciencia, no solo se examina de modo genérico, sino que desciende hasta los detalles y luego es capaz con serenidad de manifestarlos en la confesión. La causa remota más importante de la conciencia escrupulosa es el enfocar la vida espiritual no tanto en amar a Dios cuanto en no cometer pecados; el temor morboso de cometer pecado por miedo a condenarse. Algunos también añaden a esta causa la soberbia y el no aceptarse a sí mismos. En cualquier caso supone un mal enfoque de la vida espiritual. Cuando perduran los escrúpulos de conciencia suelen considerarse como enfermedad de tipo obsesivo, algo neurótico. En estos casos para la sanación sería conveniente la colaboración de un médico o psiquiatra. Tratamiento del escrupuloso: Es conveniente que exprese sus sentimientos y temores, sus preocupaciones morales, pero pocas veces; basta algún desahogo. Tampoco decirle su incapacidad de pecar. Explicarle la escala de valores teologales: Dios amor, misericordia, paz. La verdadera solución es la obediencia. El principio al que ha de obedecer es este: ―Para mí, ya se trate de pecado, mortal, venial o de una simple imperfección, solamente puedo afirmar que he pecado cuando tenga de ello perfecta evidencia‖. Explicarle la evidencia: cuando salta a la vista algo, sin discurrir, pensar, razonar. Por ejemplo: estamos en verano, es de día... lo cual aparece evidente sin necesidad de razonarlo. Obediencia firme y constante. Es necesario para ello durante todo el tiempo del tratamiento mantener al mismo director espiritual. En ocasiones puede ser muy conveniente la ayuda de un médico o psiquiatra. Es preciso que el paciente obedezca a su director espiritual. Las medicinas pueden ayudarle. El libro de Eymieu, ―La obsesión y el escrúpulo‖ desarrolla al completo estos principios de curación de los escrúpulos. Ver entradas ―Patología espiritual‖, ―Conciencia escrupulosa‖, ―Conciencia‖. Escuchar.- - Hemos de estar atentos a la escucha de la palabra de Dios y a las mociones - - - - - - - que el Espíritu Santo nos sugiere, Unos textos para nuestra reflexión y examen preventivo sobre cómo hemos de escuchar la palabra de Dios los tenemos en la parábola del Sembrador (Mat. 13, 3- 23; Mc. 4, 1 y sig. Lc. 8, 4 y sig.). También, ―Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen‖. (Lc. 11, 28). ―Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio‖. (Jn. 5, 24). ―Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí‖. (Jn. 6, 45). ―El que es de Dios escucha las palabras de Dios‖. (Jn. 8, 47). ―Todo el que es de la verdad escucha mi voz‖. (Jn 18, 37). Y el Buen Pastor nos dice: ―Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna‖. (Jn. 10, 27). Jesús dice en otros momentos: ―Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la cumplen‖ (Lc. 8, 21). ―El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca‖. (Mat. 7, 24). Y el Padre celestial nos exhorta: ―Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo‖. (Mat. 17,5); (Mc. 9, 7). Y ―Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones‖. (Heb. 3, 7). A Jesús le escuchaban las muchedumbres, (Mc. 12, 9); y les decía: ―A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian‖. (Lc. 6, 27.28). Jesucristo les decía a los Apóstoles a quienes envió a predicar: ―Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza‖. Advertimos cómo escuchaban el testimonio de los Apóstoles en los textos siguientes. (He. 8, 6-11; 10, 22, 33 y 44; 14, 9; 15, 13; 18, 9 y 14). Es necesario escuchar para llegar a la fe, ―Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo‖. (Ro. 10, 17). (Gal. 3, 1-5); (Ef. 1, 13). Y para la esperanza, (Col. 1, 23). Y para la conversión ―Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete‖. (Apo. 3, 3). ―Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo‖. (Apo. 3, 20). Dios no escucha, ―En esto consiste la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido‖. (1 Jn. 5, 14). Escuchar la Palabra de Dios, escuchar a Jesús que nos habla a través del Evangelio. También nos comunica su palabra por inspiraciones interiores del Espíritu Santo, ―El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables‖ (Ro. 8, 26). Está de continuo hablándonos cuando guardamos silencio interior. Hemos de hacer caso a su palabra. Sobre todo voy a aprovechar más los momentos de oración. Permanecer a la escucha en la oración; así se convierte en la respiración diaria. Mi alma no tendrá reposo hasta que se vea anegada en el mar de la Divinidad. Escuchar a Dios.- - Dios habla. Dios nos habla, pero los ruidos internos nos impiden escucharle. - Recordamos a los de Emaús (Lc. 24, 23-25). Dios nos habla con las gracias actuales, la Biblia, la lectura espiritual, los buenos deseos... el Espíritu Santo nos habla con ―gemidos inenarrables‖. Muchos preguntan a Dios, sin escuchar su respuesta. De hecho, Dios responde; nos guía y responde a través de su Providencia y de su voluntad de beneplácito. Nos habla con los sucesos providenciales de nuestra vida. Muchas veces no oímos la voz del Señor por estar disipados y sin ponernos unos minutos en silencio a reflexionar sobre lo que nos sucede o pasa a nuestro alrededor. Dios normalmente no se comunica en medio del ruido. Escuelas de espiritualidad.- - Son muchas las escuelas de espiritualidad católica. Por recordar algunas: La espiritualidad del martirio, la contemplativa, la litúrgica, la devoción moderna, carmelitana, franciscana, terciarios de distintas congregaciones, renano – flamenca, la imitación de Jesucristo, ignaciana, alfonsiana, da san Francisco de Sales, sacerdotales varias (del cardenal Barulle, Mr. Olier, Vianney, Mercier, Fenelon, del santo Cardenal Newman, distintas de Foucault...), las Hermandades, del Opus Dei, los Neocatecumenales o Kikos, Ecumenistas, de la Madre Teresa, de los Pobres, del Padre Pío, de los Hermanitos de Jesús... y otras muchas. Espejo.- - Ver entradas ―Rostro‖, ―Miradas‖, ―Imitación‖, ―Agradecimiento‖. ―Gloria del hombre‖. Espera.- - Dios nos espera; Jesús nos espera... expresión muy utilizada para la llamada - a la gracia, a la conversión, al seguimiento a Cristo. Es el mismo Señor quien nos espera para el día de su gloriosa venida. Dios nos espera en el rincón recóndito de nuestra propia alma. “Por tanto, el Señor espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros. Porque el Señor es un Dios de justicia; ―¡cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!” (Is. 30,18) “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Heb. 9,28). “Cerca está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mí esperan las costas, y en mi brazo ponen su esperanza” (Is. 51,5) - El Espíritu Santo es el ―agua viva‖ que, en el corazón orante ―brota para la - vida eterna‖ (Jn. 4, 10-15). Él es quien nos enseña a recogerla en la misma fuente: Cristo. En la vida cristiana hay manantiales donde Cristo nos espera, para darnos a beber del agua que salta hasta la vida eterna, el Espíritu Santo. (Cat. 2652) Él nos aguarda siempre, y está siempre cerca de nosotros. (Benedicto) Esperanza.- La Esperanza es una virtud teologal. Unidad entre las tres virtudes: fe, esperanza, caridad. Fe, como sendero necesario para alcanzar nuestra meta; esperanza, que nos mantiene en la certeza. Abandono valiente en la fidelidad de Dios. Y amor al mundo para transformarlo. ―Sabed que nadie esperó en el Señor que fuera confundido‖ (Eclesiástico 2,11). - La idea de esperanza aparece en las cartas de San Pablo 55 veces. Por recordar algunas citamos (1 Tes. 4, 14 y 17) ―Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús‖. ―Estaremos siempre con el Señor‖. A la fórmula heredada de la comunidad primitiva ―Jesucristo murió por nosotros‖, Y Juan añade: ―Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. - ―Vendrá Él aquel día para que en sus consagrados se manifieste su gloria, y en todos los que creyeron, sus maravillas‖. (2 Tes. 1,10) La muerte no podrá nada contra el bautizado. - La esperanza, común relación con Cristo y no meramente individual. Aceptamos la muerte en el abandono en las manos de Dios, Padre. Y lo hacemos con libertad, nos entregamos a nosotros mismos. Sabemos que es un don gratuito. Y ―esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en lo que habite la justicia‖. (2 Pe. 3, 13.) - Radica la esperanza en nuestra voluntad. Nos invita a elevar nuestra mirada al Cielo, a rechazar los ataques del mundo, a desear, como san Pablo la muerte para ver a Dios. Nada ni nadie puede llenar nuestro corazón: solo Dios. ―La tierra es un lugar de paso; como una mala noche pasada en mal hotel‖ (Teresa de Jesús). - Pensamos poco en la esperanza. Hemos de pensar más. La esperanza viene a faltar cuando no se alimenta en la fe. La fe pierde su audacia cuando el hombre no desea otra cosa que la satisfacción de sus necesidades inmediatas. Muchas veces nos olvidamos de la esperanza por no mirar el gozo en Dios como de interés propio. Necesitamos pensar en el cielo, en la unión total y definitiva con Dios, por exigencia de este mismo amor. - La esperanza, aun en la prueba, consuela, anima y fortalece. Confianza en Dios. - La esperanza es el primer paso hacia el amor y manifestación del amor de Cristo. La esperanza es constante compañera del amor y su fruto más noble. La esperanza es camino hacia el amor que nunca termina; y el amor a su vez fomenta la fuerza de la esperanza. Cristo, nuestra esperanza: podemos contar con su amor. Tenemos la seguridad de que Cristo cumplirá sus promesas. Con la esperanza son incompatibles los sentimientos que nos alejan de Dios. (Häring) Espíritu.- - En cuestiones de espiritualidad la palabra o idea ―espíritu‖ suele - contraponerse a ―carne‖. Pablo nos habla de andar en el espíritu en contraposición de hacer las obras de la carne. (Ga. 5, 16-26). En la Biblia cuando se nos habla de andar en los caminos de Dios (Deut. 13,4-5); (Ro.13, 13); (Col. 1,10) significa las obras del espíritu y son: el temor de Dios, guardar sus mandamientos, seguir su voluntad, amar al prójimo, escuchar la palabra de Dios, agradarle, dar frutos de buenas obras, crecer en la virtud y en el conocimiento de Dios... Y así nos dice san Pablo: ―Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados‖. (Ef. 4,1). Y ―Los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz‖. (Ro. 8, 5-6). Espiritualidad.- - Es el tema que nos ocupa, el conjunto de los principios o actitudes que - - - configuran la vida espiritual de una persona o de un colectivo que aspiran a la perfección; en nuestro caso, la perfección cristiana - católica. Siempre nuestra espiritualidad está basada en la Biblia y en nuestra relación con Dios; ya nos dijo el profeta: ―Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?‖ (Miqueas 6,8 ) Hemos de cultivar nuestra espiritualidad, es vital para nosotros. ―El deseo de la carne es muerte, mas el deseo del Espíritu es vida y paz‖ (Rom.8, 6). Y es que el hombre espiritual recibe ―vida y paz‖. En este mundo disfruta de paz plena y, si es consecuente, después, la vida eterna (Rom. 6, 23; Fil. 4,7). Ya dijo Jesús: ―Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo‖ (Mat. 5, 12). Vivir la espiritualidad, no al margen de la vida; anunciar siempre al Dios de la vida en oración y acción. Siempre la perfección ha de tener dimensión eclesial, de Cuerpo Místico de Cristo. (1 Co. 12.12 y sig.). María, madre esposa, inmaculada se convierte en principio de toda espiritualidad por su maternidad divina. Nuestra espiritualidad católica siempre tiene como centro Santísima Trinidad – Eucaristía - Virgen María. Espiritualidad moderna.- - Existe en nuestro siglo un despertar de la espiritualidad distinto del de otras épocas. En algunos sectores, una exquisita sensibilidad mística. El yoga y el zen están recibiendo gran impulso y se utilizan como medios importantes de - - - - espiritualidad. Se pretende ser cristianos más responsables, más comprometidos con el espíritu, con la oración, con las relaciones de ayuda al prójimo. Ser fieles a las enseñanzas de la Biblia y a la trascendencia. Algunas características de la espiritualidad moderna son: Gran aprecio a lla vida contemplativa; mayor solicitud por los menos privilegiados. No distanciarse del mundo; obediencia razonada; llenarse de Dios para entregarse a los demás; diálogo intercultural; asumir las modalidades del siglo presente; encarnarse en el mundo... El cristianismo es una fuerza de liberación capaz de restaurar. Tener siempre en cuenta que ―Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.‖ (1 Tim. 2,4). Puede haber experiencia religiosa en otras confesiones, no solo en la nuestra. Se hace hincapié en el testimonio. (2 Co. 2, 17 y 42; 3, 12 y 18; 4, 6 y sig.; 11, 23 y sig.). Se intenta vivir la alegría desde la perspectiva del hombre que ama, cree y espera. Nos sentimos amados por Dios con una gratuidad absoluta que acepta nuestra limitación, y existe así el amor lleno de gratitud. Encontramos a Dios en la oración, sí y en el conjunto de la vida. Nada de espiritualidad a intervalos. Desaparecerán las espiritualidades individualistas: los cultos alejados del momento de la historia; la interioridad ha de vivirse con compromiso. Hacer triunfar al hombre en la vida, pero sin olvidar su conciencia; vivimos el momento presente en el mundo. La espiritualidad de hoy resalta: orar, hacer penitencia y algo por los demás; fidelidad; no abominar al mundo en que vivimos ni a los hombres. Se ha de pasar de la religión, al mundo presente. Espiritualidades.- - En realidad es una la santidad, pero el modo de practicar la vida espiritual - puede ser distinto, según el estado y circunstancias de cada persona. En cuanto al tiempo distinguimos la espiritualidad primitiva, medieval, patrística, etc. En cuanto a estado de vida: la religiosa, sacerdotal, seglar... Dentro de las distintas congregaciones: la franciscana, agustina, benedictina, ignaciana... Solo es universal la espiritualidad de la Iglesia que tiene en la liturgia su principal escuela. Espíritu Santo.- - La alusión al Espíritu Santo a lo largo de los Evangelios es constante. Así - Mateo lo menciona en la concepción virginal de Jesús (Mat. 1, 18-20); en su bautismo (Mat. 3,16); en las tentaciones (Mat. 4, 19) hablará en la boca de los discípulos cuando llegue la persecución (Mat.10, 20)... Lo mismo apreciamos en los otros sinópticos también en el bautismo; y tras la resurrección promete enviar el Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles nos muestran al Espíritu Santo como la promesa del Padre (He. 1,4) la fuerza para dar testimonio (He. 1,8). Exponen - - - - - a San Esteban y a Bernabé como llenos del Espíritu Santo (He. 6, 5 y 11,24). Y afirma Pablo que el Espíritu Santo le ha encargado su ministerio (He. 20, 28). También el Apocalipsis con la palabra ―los siete espíritus‖ – número simbólico – designa el poder completo de comunicación y vivificación de Dios a los hombres. (Apo. 1,4; 4,5; 5,6) También con la palabra Espíritu se le designa en las cartas a las Iglesias. Al Espíritu Santo en la Biblia se le designa con nombres distintos o con distintas atribuciones. Estos son los que hemos descubierto: Autor de la Escritura, (2 Pe. 1,21; 2 Tim. 3,16) Consolador, Consejero, Abogado, (Is. 11,2; Jn. 14,16; 15,26; 16,7) Paráclito, (Juan 16,7-11) Garantía / Sello / Arras, (2 Co.1, 22; 5,5; Ef. 1,13-14) Guía, (Jn. 16,13) Morador de los Creyentes, (Rom. 8,9-11; Ef. 2,21-22; 1 Co. (6,19) Intercesor, (Rom. 8,26) Revelador, Espíritu de Verdad, (Jn. 14,17; 16,13; 1 Corintios 2,12-16) El Espíritu de Dios, El Señor, Cristo, (Mat. 3,16; 2 Co. 3,17; 1 Pe. 1,11). Espíritu de Vida, (Rom. 8,2) Maestro, (Jn. 14,26; 1 Co. 2,13) Testigo, (Rom. 8,16; Heb. 2,4; 10,15). En los tratados de espiritualidad está siempre presente por atribuirse a esta Tercera Persona la obra de santificación. Es el alma de la Iglesia de la salvación. Hablamos de sus dones, de sus los frutos, de las virtudes infusas, de su inhabitación en nuestras almas junto con el Padre y el Hijo. Nos mueve a la perfección. Es el alma del Cuerpo Místico de Cristo. La devoción al Espíritu Santo es esencial para el cristiano. El Espíritu Santo actúa en nosotros aun desde las primeras etapas de nuestra infancia. Nos eleva en cuanto aceptamos su acción. Y su acción nos llega, sí, por los sacramentos, buenas lecturas, oración... pero también a través de las acciones ordinarias de cada día. El Espíritu Santo nos compenetra hasta lo más íntimo y nos transforma. El Espíritu Santo es Luz que vuelve luminosas nuestras almas. El Espíritu Santo nos ayuda a que nuestra conversación esté en los cielos. El Consolador remedia nuestra flaqueza, suple nuestras deficiencias, corrige nuestras ignorancias. El Espíritu nos aconseja, alienta, obra en nosotros y con nosotros: nos enseña a orar. (Arintero). Ver entrada ―Actos detenidos‖. Esposa.- Esposo.- - - Un aspecto muy propio de la mística cristiana es la unión con Dios propuesta como un matrimonio espiritual. El libro ―El cantar de los Cantares‖ es una alegoría de amor entre el alma y Dios, como un epitalamio místico. A Dios le decimos el divino Esposo; al alma la esposa de Dios. No solo este libro, también tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento se utilizan estas alegorías, dignas de ser meditadas. Citamos algunos textos: (Is. 5, 4-5; 62, 4-5); (Oseas 2, 21-22); (Jer. 3, 1-15); (Jn. 3,29); (Ef. 5, 25-39); (2 Co. 11,2); (Apo. 19, 7; 21, 1 - 10). Esposos cristianos.- - Miramos a Jesús en las bodas de Caná (Jn. 2, 1-11) santificando a aquellos - - - esposos. Los esposos cristianos han de mirar su santificación tanto individual como de pareja y de familia. Cada miembro de la familia tiene una función distinta (Rom. 7,2), El marido es la cabeza de su esposa (1 Co. 11,3); el esposo ha de amar a la esposa (Ef. 5, 25). Vivir los esposos apoyados en Jesús ―Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré... (Mat. 11, 28-29). La fe y de la esperanza se completa en los esposos en la caridad. Así son testimonio, del amor de Dios a la humanidad. La pareja vive con conciencia eclesial proyectándose a la sociedad; y ofrece su servicio a otras personas y así crece la caridad. Ser para los otros. La unión de los esposos es imagen de la Iglesia, cuya cabeza es Cristo. El amor conyugal los ha de llevar al amor a Jesús y al amor a los hermanos. Estado de perfección.- - - - - Esta cuestión ha sido excesivamente comentada y debatida en tiempos pasados. Tratamos de resumirla en pocas líneas. La perfección de la vida cristiana se adquiere con la caridad, que incluye el amor a Dios y al prójimo. Pero en cuanto al amor a Dios nadie tiene un amor más grande que el que da su vida por sus amigos. El martirio consiste en un acto perfectísimo de caridad. En cuanto al efecto del amor consiste en que el hombre dé al prójimo no solo los bienes temporales, sino los espirituales y aun a sí mismo, según san Pablo: ―Yo de buena gana me gastaré y desgastaré por vuestras almas‖ (2 Co 12, 15). De manera secundaria e instrumental, la perfección consiste en asumir los consejos evangélicos que ayudan a aumentar la caridad. Por tanto, se dice de alguien que está propiamente en el estado de perfección no porque posea el acto de amor perfecto, sino porque se obliga para siempre, con cierta solemnidad, a practicar las cosas relacionadas con la perfección. O sea, se encuentra en una situación en la que de suyo puede llegar a la perfección mejor que en otras circunstancias. Se hallan en estado de perfección los religiosos y los prelados. Los religiosos porque se obligan a privarse de cosas terrenas de las que podrían hacer uso legítimamente, para dedicarse más libremente a Dios, lo cual ayuda a la perfección de la vida presente. Los obispos porque se obligan a las realidades relacionadas con la perfección al asumir el oficio que lleva consigo: que el pastor dé su vida por las ovejas, como se dice en Jn 10, 11. Se afirma que los religiosos están en estado de compromiso de adquirir la perfección y que las reglas de su congregación bien observadas conducen a lograrla. Los hombres abrazan el estado de perfección no como si admitieran que son perfectos, sino confesando que tienden a la perfección. - - - ―Si quieres ser perfecto, vete, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres‖ (Mt 19, 21), que es lo que hacen los religiosos. La renuncia a los propios bienes ayuda mucho a la perfección. El obispo se encuentra en estado de perfección ―adquirida‖, en cuanto que su misión es perfeccionar; él es el perfeccionador. Así entendida, la perfección no consiste esencialmente ―en ella‖, sino en ser un instrumento de la perfección. Por eso puede admitirse que haya un estado de perfección sin renunciar a lo que es de su propiedad. El que los obispos se dediquen a lo referente al amor al prójimo ha de ser fruto de la abundancia del amor divino. Por eso el Señor preguntó a Pedro primeramente si le quería, y después le encomendó el cuidado del rebaño. Como se puede apreciar este asunto puede considerarse como ―cuestión bizantina‖ o ―caldo de cabeza‖; lo importante es vivir en tensión espiritual llena de paz tras el Amor y ser constante en ello, sea cual fuere nuestro estado. Esterilidad.- - Nos referimos a una esterilidad distinta de la terrena. Jerusalén, - - reconociendo su pecado, se dio cuenta de que su esterilidad significaba el divorcio de Dios (Nehemías 1 y sig.). Pero advirtió también que podía contar con las naciones entre sus hijos. ―Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa‖. (Gal. 4, 27-28)) Y es que la mirada del creyente no está obsesionada por la fecundidad terrena, sino en el fruto de las obras que produce la virtud. Para ello es necesario que desaparezca el mal de la esterilidad espiritual. Estigmatización.- - Es un fenómeno místico extraordinario, consiste en que se reproducen en - manos y costado las llagas de Cristo. Va precedido y acompañado de fuertes dolores físicos y morales; son el símbolo de unión con el Divino Crucificado, participación en sus sufrimientos. Discernir si son verdaderas o falsas no es fácil. Las tuvo Francisco de Asís y en nuestros tiempos el Padre Pío de Pietrelcina y otras personas. Existen en Tanquerey y en Royo Marín sendos estudios sobre el tema. Estímulos.- - Es necesario estimularnos constantemente para el servicio de Dios en todo - tiempo y circunstancias: en el adviento, en el día del cumpleaños, a comienzo de curso y al finalizarlo... Una especie de examen de previsión diario. Caminar siempre por encima de todo hacia nuestro fin, Dios y su gloria. También hemos de estimularnos unos a otros en el servicio de Dios: - ―Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras‖ (Heb. 10, 24). Un intercambio con otras personas que nos sirva de mutuo estímulo para llevar la antorcha de nuestro ideal cristiano. Nuestro avance será mayor, si logramos formar una hermandad de fe, con solo escribirnos con periodicidad y reunirnos algunas veces durante el año para reavivar entre nosotros la gracia de Dios. Sirven de estímulo asimismo: las prácticas de piedad habituales, los ejercicios espirituales y retiros, la presencia de Dios, las jaculatorias, las visitas al Santísimo Sacramento, el control espiritual... Estudio.- - Quien se entrega a la vida espiritual necesita formación por medio del director - - espiritual o de libros adecuados. Pero hemos de tener en cuenta que no es preciso un conocimiento perfecto de todas las cuestiones. Muchas personas con formación básica pueden superar en virtud a los más intelectuales. El estudio en profundidad es del todo necesario a sacerdotes, directores de almas y educadores en la fe. Hemos de estudiar ante todo lo que es más necesario para nuestra salvación y la del prójimo; también lo que puede resultar más provechoso y necesario. ―Os digo: observad y estudiad los mandamientos del Señor vuestro Dios‖ (1 Crónicas 28,8). Evitar siempre el apresuramiento. Y mientras estudiamos las cosas de Dios, hacerlo con el corazón puesto en Él. El cristiano de hoy adolece, más que épocas pretéritas, de falta de formación religiosa. El reto del apostolado moderno es precisamente remediar la ignorancia religiosa, causa de mucha indiferencia y formas caprichosas de interpretar el depósito de la revelación. Estudiosidad.- - Es una virtud que tiene por objeto moderar el deseo de saber según la recta - razón. Porque puede haber en el deseo de saber un apetito desordenado, por ejemplo, conocer cosas inútiles con daño de las fundamentales. Contrario a la estudiosidad es la pereza, el chismorreo y murmuración. “El corazón inteligente busca conocimiento, mas la boca de los necios se alimenta de necedades” (Prov, 15,14). “Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu nombre, oh Señor, Dios de los ejércitos” (Jer.15, 16) Etapas.- - Podemos considerar nuestra vida espiritual como una carrera hacia Dios con muchas etapas: ―¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!‖ (1 Co. 9,24). - En nuestra existencia se dan muchas etapas, vicisitudes, que se van - sucediendo: el llano, la cuesta arriba, el viento a favor y el aire en contra. Pero siempre es preciso caminar hacia Dios. Siempre hay que hacer algún esfuerzo. ¿Qué más da? La meta es la fusión con Dios Padre. Merece la pena esforzarse en esta vida y enseñar a otros lo maravilloso que es este esfuerzo. Tener en cuenta las etapas naturales: niñez, adolescencia, juventud, madurez, ancianidad. Cada una lleva consigo un trato especial. En otro sentido podemos considerar como etapas los grados de la perfección: ver entradas de ―Principiantes‖, ―Proficientes‖ y ―Perfectos‖ o contemplativos. Eternidad.- - Puede definirse la eternidad como la duración que no tiene principio ni fin. La - - - - definición clásica es la de Boecio: ―La posesión perfecta y toda a la vez de una vida interminable‖. Normalmente entendemos como eternidad la vida sin fin de los bienaventurados en el Cielo. ―Yo soy Yavé... Yo soy Dios desde la eternidad y lo soy por siempre jamás‖ (Is. 43,11-12). Dios es glorificado en la eternidad de sus Personas. Él está por toda la eternidad en el Cielo, ¡Es Dios! por encima de todos los coros de ángeles. El Nuevo Testamento está lleno de alusiones a la eternidad. Mencionamos unos pocos textos: Jesús le recuerda al joven rico la vida eterna. (Mat. 19, 16). La felicidad eterna y el ciento por uno para el que deja todo para seguirle. (Mat. 19, 29). La blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado de castigo eterno. (Mc. 3, 29). El que cree... (Jn. 3,26). El agua que salta hasta la vida eterna. (Jn. 4,14). Como pregusto de la eternidad, hemos de vivir como si el alma estuviera en la eternidad, donde todo es estable y pacífico. Habita la Santísima Trinidad en nuestras almas para darnos experiencia de este gran misterio y de la eternidad. (Jn. 14,23) Empieza aquí en gracia y en adelante durará en gloria por toda la eternidad. En la eternidad de salvación, las facultades del alma, en la luz divina, disfrutarán del gozo eterno. En la eternidad desgraciada no hay redención. A la luz de la eternidad el alma contempla las cosas del mundo tal como son. Alégrate ante la idea de que el Padre nos conoció desde la eternidad. Caminamos hacia la eternidad, como el río y el arroyo serpentean y desembocan en el océano. Que nuestras delicias sean ahora meditar y contemplar lo que va a ocurrir en la eternidad dichosa. Todo sufrimiento hace madurar nuestras almas en el camino hacia la eternidad, como a María los de la pasión. La eternidad no puede ser aburrida. Eucaristía.- - ―El sacramento de la eucaristía fue instituido por Jesucristo en la Última Cena con los apóstoles"; consiste en consagrar el pan y el vino (memorial de la - - muerte y resurrección de Jesús) y en su distribución entre los fieles. (Mat. 26, 17-29; Mc. 14, 12-31; Lc. 22, 14-20; 1 Co. 11, 23-26). Se celebró este gran misterio en un clima amor (Jn. 13, 34); de servicio, despedida y paz (Jn 13, 1-20) (Jn. 1, 1-31). Dios envía a su Hijo para salvación de los hombres. Hasta hacerse alimento (Jn. 6, 35). La Eucaristía es misterio, pero no para indagar sobre él, sino para admirar y contemplar el don de un Dios tan grande que supera los esquemas de bondad que puede imaginar el hombre. La Eucaristía es memorial (Lc. 22,19), no solo de añoranza, sino representación efectiva del acontecimiento salvífico, existencia real del encuentro de Dios con el hombre. Algo presente. La Eucaristía es recuerdo de la pasión de Cristo; y el alma se llena de gracia. Se inserta en la obra de salvación. La Eucaristía es un banquete que se nos da para alimento y gozo de nuestras almas (Mat. 26,26). Para que nos sintamos queridos. Para que aprendamos también a darnos. Hemos de comulgar con buena disposición: ―quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación‖, nos dice San Pablo‖ (1 Cor 11, 27). La Eucaristía es sacrificio expiatorio en la cruz para el perdón de los pecados. (Mat. 26, 28) El mayor signo del amor del Padre por el Hijo. Suprema donación de la caridad para la conversión. Todo por el amor de Dios que acepta el sacrificio de su Hijo. La comunidad cristiana se construye en torno a Cristo y se regula por amor de donación. Y la comunión del cuerpo de Cristo fomenta la unidad de los cristianos. (1 Co. 10, 17). El sacrificio de la cruz es un gesto oblativo a Dios: se resuelve en un hecho de amor y salvación gozosa por amor del Padre a toda la humanidad. La Eucaristía es adoración expresa con mayor evidencia la dependencia del hombre de Dios. La Eucaristía es acción de gracias al Padre. La praxis de conservar en Eucaristía en los Sagrarios es prueba y consecuencia de la presencia permanente de Jesús en la Eucaristía, todo en relación con la Misa. Sembrar, por todos los medios, el amor y la devoción a Jesucristo Eucaristía. Es el misterio por excelencia de nuestra fe cristiana junto con la Trinidad y la Encarnación. Los santos cuando se acercaban a la comunión lo hacían con espíritu de compunción, con verdadero dolor de sus pecados. Todos se sentían pecadores delante de Dios. La gracia sacramental de la Eucaristía está en ser manjar divino para amar más a Dios y a los hombres. Ver entradas ―Iniciación cristiana‖, ―Misa‖, ―Comunión‖, ―Sacrificio‖. Eucaristizar.- - Término utilizado por san Manuel González, el Obispo del Sagrario - - - - abandonado, el gran Apóstol de la Eucaristía del siglo XX. En el sentido de hacer de la Eucaristía ―la fuente y la cumbre‖ (SC) de nuestra vida espiritual. Vivir a tope la Misa. Eucaristizar el mundo es todo un proyecto que san Manuel González vive con hondura y convicción. Para lograrlo, propone vivir desde las generosidades que Dios hizo con los hombres en la Eucaristía, que para él es una historia con tres libros: el de la Eucaristía-Misa, el de la Eucaristía-Comunión y el de la Eucaristía-Presencia real. A cada uno de estos libros le da unos contenidos. Pero lo más importante es ver cómo él incide en que, para eucaristizar el mundo, hay que conocer y dar a conocer a Jesucristo: ―¡Conocer y dar a conocer a Jesús! ¡Conocerlo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! He aquí la suprema aspiración de mi fe de cristiano y de mi celo de sacerdote, y la que quisiera que fuera la única aspiración de mi vida. Y no digo conocer y amar, y darlo a conocer y amar, porque, con que se conozca, basta‖. Hoy es necesaria una pastoral más eucarística. Decía san Pedro Julián Eymard: ―Si el amor a la Eucaristía se extingue en el corazón, piérdese la fe; reina la indiferencia, y en esta noche del alma, salen los vicios, como bestias feroces, a hacer presa en ella‖. Vivir en todo la Eucaristía. Es nuestro gran amor, nuestro bien esencial. Leer todos los días algo sobre la Eucaristía; es un manantial del que siempre brota el agua viva que salta hasta la vida eterna. La lectura eucarística fomenta nuestro amor a ella, nos hace vivir de Jesucristo, con Él y por Él. Nos ayuda a superar nuestro retraimiento a tratar con ciertas personas. Eucología.- - Llamamos Eucología a la ciencia que estudia las oraciones y las leyes que - rigen su formulación; también comprende el conjunto de oraciones contenidas en el formulario litúrgico o en libros de oración. No entramos aquí en todo este mundo de la liturgia. Interesa elegir entre la abundante oración que existe en nuestros antiguos devocionarios. Solamente indicar: a) Nunca desdeñar las oraciones que nuestros antepasados han pronunciado con sus devocionarios o nos han enseñado. Gracias a ellos, muchos han aprendido a orar. b) Es bueno de vez en cuando practicar algunas oraciones vocales y redescubrir valores que teníamos olvidados. c) Darnos cuenta de que en ciertos tiempos de inapetencia espiritual, la oración vocal y la jaculatoria son resortes muy buenos para mantener el contacto con Dios. Eutrapelia.- - Regula según el recto orden de la razón los juegos y diversiones. Ayuda esta virtud al verdadero descanso, a hacer agradable la vida de cuantos nos rodean. Ayuda a mantenerse alegre. Recordar aquello de ―Un santo triste es un triste santo‖. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo‖. (Jn.14, 27) Evangelio.- Evangelios.- - Nos referimos con la palabra Evangelio al anuncio de la intervención - - - - salvadora de Dios. Es el Evangelio el establecimiento del reinado de Dios. El profeta Isaías (Is. 52,7) utilizó la raíz de este vocablo para referirse a la intervención de Dios para librar a su pueblo de la esclavitud. Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento son los Evangelios, la Buena Noticia de Jesús. Él es el protagonista, y recogen su vida, enseñanzas, milagros, pasión, muerte y resurrección. Podemos decir que mantienen la forma de proclamación y nos comunican la verdad acerca de Jesús. Los cuatro presentan a Jesucristo como Mesías, como Hijo de Dios. Son auténtica expresión de fe en Jesucristo. Ocupan el lugar preeminente del Nuevo Testamento, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina de Jesús. Los autores sagrados escogieron algunos hechos de los muchos que se transmitían de palabra. Los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) son llamados ―sinópticos‖; cada uno está dirigido a una comunidad cristiana y pueden considerarse como una catequesis. En ellos Jesús nos habla con frecuencia del Reino de Dios. El Evangelio de Juan expone la enseñanza teológica de Cristo y su moral del amor. La vida de Jesucristo es para los evangelistas cumplimiento de las profecías mesiánicas del designio salvador de Dios. Consideramos aquí también el Evangelio en el sentido de libro de espiritualidad; por supuesto que es el principal. Hemos de familiarizarnos con su lectura y meditación junto con todo el Nuevo Testamento. Se recomienda leer un capítulo diario del Nuevo Testamento. Evangelizar.- - Es dar a conocer por la predicación, por el ejemplo o testimonio la Buena - Nueva de Jesucristo. Todo cristiano ha de llevar en su alma este deseo y necesidad. De una manera especialísima los obispos como sucesores de los apóstoles y sus ayudantes los sacerdotes “Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra." (He. 13, 46). ―Id por todo el mundo...‖ (Mat. 28, 19-20). Ay de mí si no evangelizare‖ (1 Co. 9, 16). ―Pronto estoy a evangelizaros también a vosotros que estáis en Roma, porque no me avergüenzo del Evangelio‖ (Rom. 1, 11-12). Que Cristo sea anunciado era el deseo de Pablo y de los Apóstoles. Un bautizado ha de sentir la necesidad de evangelizar y por supuesto un confirmado. ―Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengamos parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 2,14). - Ver entrada ―Catequizar‖. Evolución.- - Nuestra espiritualidad suele evolucionar hacia la madurez; tiempo en que - aparece como más desnuda. Nuestros padres en la fe tal vez han dejado ya este mundo y vamos tomando la antorcha de la fe recibida; procuramos que los más jóvenes tengan nuestro testimonio y firme convicción. Por otra parte, no es posible sentirse ajeno a la evolución común del cristianismo. Pero, eso sí, asirnos con gran fuerza a lo revelado; a aquello inamovible. ―Si para otros no soy yo apóstol, para vosotros sí que lo soy; pues ¡vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor!‖ (1 Co. 9,2) Examen.- - El examen en la cuestión de espiritualidad consiste en la revisión de la - - conducta propia para poder corregirla o mejorarla; sobre todo para huir del pecado tanto mortal como venial. ―Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse.‖ (Gal. 6, 4). Existen varias clases de examen en nuestra vida interior: el de conciencia, el examen general, el particular, el de prevención, el examen práctico, el de golpe de vista. En el Nuevo Testamento se nos sugieren diversos puntos para examinarnos: ―¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?‖ (1 Corintios 6,19) ―¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú‖ (Salmo 139 7-8). ―Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad‖ (1 Juan 1, 9). ―Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas‖ (Tito 1, 15-16) San Ignacio de Loyola da mucha importancia al examen de conciencia en todas sus modalidades; en realidad todas se unen. Es necesario el examen de conciencia como preparación para la confesión. “Revisión de vida” ver entrada. Examen de conciencia.- - Suele llamarse así al examen general cuando sirve de preparación para la - - confesión. Consiste en recordar los pecados y faltas que hemos cometido para arrepentirnos de ellos y proponer corregirnos. Mirar a nuestra conciencia. Omitir con frecuencia el examen o serle fiel tan solo en su parte material, por mera rutina, es algo totalmente estéril. Si queremos santificarnos de veras hemos de persuadirnos de que serán poco provechosos otros medios de santificación, si no los sometemos a control y vigilancia. En lugar de practicar el dolor y el propósito, nos descuidamos y refugiamos - en la rutina. Es de capital importancia el dolor y propósito en el examen diario. Kempis: ―Si cada año quitáramos un defecto, presto seríamos perfectos‖. ―Revisión de vida‖ ver entrada. Examen de golpe de vista.- - Todas las entradas de examen tienen relación en este estudio. En realidad, - según el P. José Tissot nuestro examen debiera ser una costumbre consciente y frecuente. A este tipo de examen se la llama de “golpe de vista‖, basta preguntarse con frecuencia: ¿dónde está mi corazón? Y respondernos a nosotros mismos; hacer un acto de amor y corregir y conservar la tendencia espiritual que exige el momento. Si se practica este acto a menudo, el examen general se hará con más provecho y se descubrirán mejor las raíces del pecado o imperfección. El examen de golpe de vista tal vez sea el más importante de todos y puede unirse con los demás. Por otra parte, si lo practicamos de continuo, los otros exámenes están subordinados a él. En el libro de ―La vida interior‖ de José Tissot se explica con detalle este examen y sus beneficios. Insistiendo un poco en lo mismo: la única pregunta que nos hacemos es esta: ―¿Dónde está mi corazón?‖. Enderezamos nuestro sentir, pensar u obrar con un acto de pureza de intención y de amor. Este examen se puede efectuar muchas veces al día. Está también ligado con la alerta – percepción y con la presencia de Dios y la oración continua. Examen de previsión.- - Examen de previsión o prevención; por la mañana y va unido al examen particular y también al general para prevenir las faltas y pecados. También el examen de previsión está aconsejado por san Pablo: ―Examinadlo todo; quedaos con lo bueno‖. (1 Tes. 5,31). Examen general.- - El examen general. Se efectúa por la noche, normalmente antes del - descanso. San Ignacio de Loyola le dio tal importancia a este examen que de él no dispensaba ni siquiera en tiempo de enfermedad. Se comienza con el acto de presencia de Dios y petición de luz para conocernos; fijarnos después en las faltas cometidas, en los actos de virtud, en las raíces de las faltas, inclinaciones desviadas... dolerse después de los pecados y proponer no volver a pecar. También es preciso esto en el examen previo a la confesión. Unas preguntas muy convenientes en nuestro examen general pueden ser estas: ¿Cómo he vivido los valores espirituales? ¿Cómo he orado? ¿Dónde ha estado hoy principalmente mi corazón? Ver anteriores entradas de ―Examen‖ y ―Revisión de vida‖- Examen particular.- - Examen particular. Su finalidad consiste en adquirir alguna virtud o - - desarraigar algún defecto. Tiene tres momentos: por la mañana al levantarnos, a mediodía y por la noche que va unido al examen general. Por la mañana hacemos el propósito de esforzarnos en adquirir la virtud o desterrar el vicio; pedimos fuerza a Dios; prevenimos las dificultades. A mediodía, control; y lo mismo por la noche. Algunas personas utilizan un rosarillo para contar los actos positivos de realización de una virtud o los negativos de caída en algún defecto. Puede dar óptimo resultado, si se realiza con paz de espíritu y constancia. Muy recomendado para avanzar en la virtud. Ver entrada ―Revisión de vida‖. Examen práctico.- - En los retiros y ejercicios espirituales conviene hacer un rato de examen - - sobre la meditación practicada y sobre los puntos que nos inspira esa meditación. A esto llamamos ―Examen práctico‖. Consiste en formularse una serie de cuestiones relacionadas con el tema del retiro para examinarse sobre ellas. Miraré si he de rectificar las ideas sobre mí mismo, las criaturas y el uso que de ellas hago. Formar criterio de las ideas de gloria de Dios, uso de las criaturas, mi fin... Reiterar todas las mañanas mis determinaciones sobre esto. Formar hábito de servir, amar, dar gloria a Dios, por encima de todo. ―Revisión de vida” ver entrada. Exhortación.- Exhortar.- - La exhortación figura una sola vez como carisma en (Ro. 12, 8). Era una de las funciones esenciales en los apóstoles, profetas y presbíteros. Se dirige al corazón no menos que al espíritu, se consideran como un estímulo por parte de Dios para la conversión. Incitan de forma apremiante a arrepentirse y creer en el Evangelio. ―Como si Dios exhortara por medio de nosotros‖ (2 Co. 5,20). Exilio.- - El exilio de Israel fue castigo del pecado y revelación del pecado. (Jer. 29; - - 13,23; 16, 12...) Los profetas les ayudaron a salir de aquello. Israel así se convirtió en heraldo del verdadero Dios. Mirando la Biblia podemos apreciar las soluciones para salir de nuestro exilio espiritual tanto a nivel personal como eclesial. Es necesario escuchar a Dios individual y colectivamente. Así se formará una comunidad completamente orientada hacia Dios. A nosotros también, como a Israel, nos purificará y nos dará un corazón nuevo. (Ez. 36, 24-28). Seremos cristianos que están en este mundo sin ser de este mundo. Tener siempre la santidad de Dios que no puede pactar con el mal. (1 Pedro 1, 15 y 2, 11...) Exorcismo.- Exorcista.- - Consiste el exorcismo en el conjunto de fórmulas y de ritos que se practican para expulsar al demonio del cuerpo de una persona. Hasta el Concilio Vaticano II se confería a los clérigos como la tercera orden menor la de exorcista. Da poder para arrojar a los demonios. Pero de hecho nunca ejercía esta orden un clérigo con las órdenes menores, sino un sacerdote y con el mandato del obispo. Hoy en día también se exorciza a quienes, tras prudente investigación, se deduce que están poseídos del demonio. Es preciso mucha prudencia y siempre consultar al obispo para ejercer este ministerio. - Ver entrada ―Diablo‖. Experiencia.- . - Entendemos aquí por experiencia una consciencia de la persona que la pone - - - - en funcionamiento de deseo, logro, posesión o huida con relación a los bienes espirituales. No entramos en la experiencia en otros aspectos. Nuestra experiencia espiritual se va formando a través lugares, cultos, plegarias, lecturas, vivencias, soledad, oración, contemplación. Se trata de verdaderas mediaciones. Advertimos la experiencia desde el campo de la fe, desde la el trato íntimo con Jesucristo; de la manera de vivir o contemplar su imagen. Y esto no quiere decir ni mucho menos que se trate de algo puramente intimista. Es preciso el discernimiento para apreciar el valor de la propia experiencia en distintas circunstancias. Mejora en comunidades pequeñas, con preferencia a las masificadas. Se adquiere más en la realidad del día a día que en las efemérides grandiosas o trágicas. La vida católica espiritual se establece sobre todo en torno a la Biblia tanto en la liturgia como en el culto y en el trato con Jesús Eucaristía (Misa, comunión, relación con Jesucristo en el Sagrario). Experiencia de Jesús. Todo nuestro creer está contenido en la Eucaristía, las Sagradas Escrituras y en la Tradición Apostólica. La experiencia cristiana la adquirimos del mismo Jesucristo – Dios y hombre verdadero - en la oración (Fil. 2, 22); con ella glorificamos a Dios (2 Co. 9,13). La paciencia nos da experiencia, y la experiencia, esperanza (Rom. 5, 4). Las palabras de la Biblia se nos manifiestan con mayor claridad después de su estudio. En plena madurez se manifiestan, cuando nuestra experiencia de oración va comprendiendo el sentido propio a base de meditar y contemplar. Se palpan como algo presente, como dichas para uno mismo, a nuestra propia medida. La verdadera experiencia cristiana muestra sabiduría. ―¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría‖. (Sant. 3,13). Ayuda al discernimiento prudente: ―En cambio, el manjar sólido es de adultos; de - - aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal‖. (Heb. 5,14) Permaneciendo día a día en el amor de Dios y en el de su Hijo Jesucristo aumenta nuestra experiencia espiritual; también con el amor mutuo. Cristo ha hecho visible al hombre la cercanía de Dios. Y Cristo es en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. Su centro es cruz y la resurrección. Puede también nuestra experiencia religiosa ser una impresión de presencia o ausencia de Dios. A veces como purificación hacia una vida mística; otras veces, como gozo o paciencia... pedagogía de Dios. El sufrimiento también nos da experiencia y nos purifica. Ver a Job; su dolor proviene de la fe. Tropieza con el misterio de Dios. La acción de Dios es misteriosa: fiel a sus orígenes y abierta a lo nuevo. Aumenta nuestra experiencia superando los peligros; comprendemos que Dios es bueno; que de buscando la voluntad de Dios somos felices; todo esto aumenta nuestra experiencia de fe. Experiencia de Dios.- - Se utiliza esta expresión para indicar la influencia de Dios en nuestra vida. La experiencia de Dios, para quien no la ha ―experimentado‖ no tiene ningún sentido; mas para el hombre de fe, que la ha vivido, es algo inigualable, el mundo de lo sobrenatural, de la trascendencia, de Dios. - Dios no nos puede engañar, ni permitir que nos engañemos en lo principal de nuestra existencia: la necesidad de sobrevivir. Dejaría de ser bueno. Este sencillo argumento de razón corrobora nuestra fe. - Las personas de verdad entregadas a Dios gozan de una experiencia divina, son sabias y buenas educadoras en la fe. La palabra de Dios se encuentra también inserta en la creación y en la experiencia del hombre. No solo en la revelación. - El agnóstico interpreta el fenómeno de la santidad como algo psicológico por la simple insistencia en la oración. Se va uno obsesionando y entra en un estado ―anormal‖, una especie de locura lúcida, altruista. - Le respondemos que, a poco que se profundice, no es posible explicarlo así. Basta haberse metido en este mundo de la espiritualidad para darnos cuenta de nuestra cordura y certeza de cuanto afirmamos. Y les formulamos esta pregunta, ¿un ciego de nacimiento, cómo puede imaginar la luz? El agnóstico juzga al creyente desde una onda distinta, puesto que desconoce la onda de la gracia, la de la vida espiritual. Experiencia propia.- - Por propia experiencia nos vamos dando cuenta de que en el fondo casi - todas las cosas nacen del propio interés, del amor propio y muy pocas brotan de una total pureza de intención. Demasiada fe en sí mismo y no demasiada en la ayuda del Señor. Es bueno advertirlo para ir colocando todo en su debida escala de valores. ―¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría‖. (Sant. 3, 13). Lo que Dios nos va enviando está perfectamente estructurado a la medida de nuestras capacidades. Lo que vamos buscando espontáneamente puede tener el peligro del amor propio, del propio interés. Conviene por eso que vaya acogiendo la voluntad de Dios. Esto no quiere decir que carecemos de iniciativa; esta experiencia nos ayuda también a regular la propia iniciativa que puede ser excelente. Expiación.- - Para los cristianos el concepto más adecuado viene del griego hilasterion, - - que significa aquello que propicia o expía. Se refiere la expiación a la reparación de los pecados. Jesucristo expió nuestros pecados. La Teología de la expiación la encontramos sobre todo en la Epístola a los Hebreos. ―Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo‖. (Heb. 2,17). También aparece Cristo expiando los pecados del mundo (Heb. 7, 25 y 9, 24). La necesidad de expiar por el pecado, siempre ha estado en la conciencia religiosa de la humanidad, en cualquier religión. En el Evangelio aparece en los episodios del Hijo Pródigo y Zaqueo y otros. (Lc. 15, 18-19 y Lc. 19,8). En el Antiguo Testamento distinguimos la intercesión de Moisés (Ex. 32,30) o de Aarón (Sab. 18, 21-25). Se considera un honor poder expiar y satisfacer de alguna manera por el pecado. Y expiar unidos a Cristo. También, sufrir algo en reparación. La penitencia impuesta por el confesor, va en este sentido, aunque en realidad son penas simbólicas. La mortificación voluntaria es también una manera de expiar. Éxtasis.- - Significa una especie de permanencia fuera de sí mismo; una enajenación de - - la mente y de los sentidos para que el espíritu, arrebatado por Dios, pueda captar o intuir lo que Dios le comunica. Nos hablan los teólogos de éxtasis místico y profético. El primero es una contemplación sobrenatural de Dios con enajenación de los sentidos. El profético pertenece a las gracias gratis dadas, no tiene poder santificador... En el Nuevo Testamento aparecen muchos casos de éxtasis; como ejemplo citamos: cuando Pablo fue arrebatado al Cielo (2 Co. 12, 3-4). Juan fue arrebatado en espíritu y escuchó como una voz de trompeta, (Apo. 1,10). Ananías después de la conversión de San Pablo, (He. 9, 10). Pedro en la visión de Jope, (He. 11, 5). Colectivamente los Apóstoles en Pentecostés, (He. 2,4). Royo Marín en la Teología de la perfección cristiana y Tanquerey en su Ascética y Mística estudian ampliamente este fenómeno que, en ocasiones, puede ir unido a una debilidad psicofísica. Extranjero.- - Israel fue rompiendo el criterio racial sobre el extranjero; a ello contribuyó la - convivencia con ellos. (Dt. 10, 18). Dios vela por el extranjero como por los indígenas y por los pobres. Y en tiempo del Nuevo Testamento la apertura al extranjero fue total. (He. 2,11; 10, 2; 13,43; 18,7; 21, 28; Ef. 2,14). Y después de Pentecostés brotó el espíritu misionero. Seguir a Cristo que plantó la tienda entre nosotros sin distinción de razas. Amor al extranjero y al distinto. F.Faltas.- - Falta es la ausencia o privación de algo, la transgresión de una norma o regla - - leve, la imperfección en el obrar. El alma fiel suele darse cuenta de sus limitaciones, descuidos o pequeñas debilidades. Para descubrir mejor nuestras faltas, en vez de examinar cada acto de la propia vida en particular, conviene mirar el conjunto, el tono, la marcha de la vida. Así se ve más fácil si vamos o no por los caminos de Dios. Buscar la raíz de nuestra Ver entrada ―Imperfección‖. Familia.- - Entendemos aquí por familia un grupo de personas emparentadas que viven - - - juntas. Normalmente el matrimonio y los hijos, si los hay. O sea, la familia nuclear, de la que a veces también forman parte abuelos u otros ascendientes. La familia es el camino por el que hombre y mujer crecen juntos en la fe, esperanza y caridad y testimonian como hijos de Dios, al modo del amor de Cristo que salva. Comienza con la espiritualidad del noviazgo y llega hasta la espiritualidad de la viudez. Una familia cristiana es lugar y tiempo de espiritualidad, de gracia y salvación. Son muchas las alusiones y consejos que en la Sagrada Escritura se dan para la familia: Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: ―Sed fructíferos y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla...‖; (Gn. 1,27-28). ―El hombre dejará a su padre y su madre y se unirá a su mujer...‖ (Gn. 2, 24). ―Familias y pueblos tributen al Señor gloria‖ (1 Co. 16,28-29). Instruye a los niños en el camino correcto (Prov, 22,6). Obediencia a los padres. (Prv. 6,20). Y, si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede mantenerse en pie. (Mc. 3,25). El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo (1 Timoteo 5,8). Alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor. (Salmo 128,1-4) La familia cristiana significa el amor fecundo entre Cristo y la Iglesia; llamada a la santidad. - Comprender el valor de la fidelidad y de la unidad: don de Dios, gracia. - Los esposos caminan juntos hacia la unidad más profunda tras un pacto que - - - les convierte en entidad nueva: dos en uno, juntos hacia el Amor; es el camino de la espiritualidad familiar. Experimentamos aquí nuestra existencia como dimensión de fe, de amor y de servicio a Dios. La vida en familia es ofertorio cotidiano, gozo pascual y adhesión al misterio de Cristo. Existe una interacción entre la espiritualidad conyugal y familiar. Verdadera experiencia de Iglesia. Símbolo del amor que Dios tiene a la humanidad. Nace la espiritualidad familiar de la fe y de la esperanza, y se manifiesta en la caridad. Es testimonio, justicia y construcción del Reino. La palabra de Dios y la palabra humana del buen entendimiento son el factor constructivo de la pequeña Iglesia doméstica. Puerta de la confianza en el amor del Padre, de constante conversión. La Eucaristía es en la familia espiritualidad, y a través de ella se recapitulan en Cristo todos los valores sagrados y seculares. La paz es fruto de la unión de ideales en la vida conyugal; conciliación de las diversidades. Reconocerse cada uno con humildad limitado y pecador. Reconocer el esposo la personalidad de la mujer y viceversa. Ver entradas ―Hijos‖, ―Matrimonio‖, Esposos cristianos‖. Familiaridad con Dios.- - Jesucristo nos enseña la cercanía, la familiaridad con Dios. ―No os llamo ya - - siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer‖. (Jn. 15, 15) Poco a poco vive el alma casi de continuo en la presencia de Dios; dentro del corazón se va construyendo como una celda íntima, como santa Catalina de Siena, en íntima soledad. Fundamentamos nuestra familiaridad con Dios en la revelación: ―Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos en él morada‖ (Jn. 14, 23), Y cuando oramos: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos...‖ (Mat. 6, 9) Esta familiaridad está templada por el don de temor de Dios, con una suave compunción por nuestras faltas y desasimiento de las criaturas. El trato familiar con Dios; ese es el deseo de todos cuantos trabajan por enriquecer su vida interior. Una especie de coloquio continuo entre Dios y el alma. La dicha de nuestra alma es que el Señor nos hable al corazón para enfervorizarnos. Fariseísmo.- - Ver entrada ―Hipocresía‖. Fe.- - - La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma que ni quiere ni puede engañarnos. Por la fe "el hombre se entrega entera y libremente a Dios" (DV 5). Por la fe asentimos firmemente y con certeza a la verdad revelada por Dios; tiene su origen en el Cielo; es el comienzo de la justificación; fomenta la esperanza y la caridad. La fe que Dios infunde está apoyada en la verdad divina, y hace creer con mayor fuerza que si se viese con los propios ojos. - La fe es la primera de las virtudes teologales. ―Sin la fe es imposible agradar a Dios‖ ―Y el que se acerca a Dios debe creer que existe y es remunerador‖. (Heb. 11, 6). Esta verdad de fe – dicen los teólogos – que es de necesidad de medio: del todo esencial para salvarse. - Comienza en los Apóstoles cuando Jesús se aparece después de la resurrección, y se hace presente. ―Contestó Tomás: ―¡Señor mío y Dios mío!‖. Jesús le dijo: ―¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto‖. (Jn 20, 28-29). Entonces se explican las Escrituras; el asombro posibilita la comprensión interna del misterio. Pedro corrió al sepulcro movido por la duda. Solo el amor es digno de fe, porque el amor es más fuerte que la muerte. - ―La fe es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve… ―Y hemos de ejercerla fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe en Jesús‖ No podemos dejar de estudiar dentro de la fe (Heb. Cap. 11 y 12) - La fe ha de ser coherente con nuestra vida práctica. (Sant. Cap. 1 y 2). La fe es el fundamento y anclaje de la historia de la salvación: leer con detenimiento (Heb. 11, 1- 29). - Aparece en la Biblia como varón prototipo de la fe el patriarca Abraham. Dios le puso la prueba de esperar un hijo en su senectud y en la de su esposa; marchar a un país remoto; el sacrificio de su hijo... Él creyó, confió. Con esa misma fe el cristiano ha de esperar su salvación. - La fe y el amor son la esencia del cristiano. Por la fe recibimos el poder llegar a ser hijos de Dios. (Jn. 1,13) y contemplamos la gloria de Jesús. (Jn. 2,11) - El don de Dios solo puede ser recibido creyendo. Renunciamos a apoyarnos en nosotros mismos para hacerlo en el don de Dios. Nos lanzamos por fe al abismo de lo desconocido que nos introduce en la sabiduría eterna del Padre en un nuevo nacimiento. Habita la fe en lo más profundo del corazón. - Muchos se quejan de tentaciones de fe. No inquietarse ante ellas. Aconsejaba un director espiritual: ―Cuando te venga una tentación de fe por su oscuridad, pídele al Señor que sea mayor la oscuridad, pero que te dé fuerza para creer‖. Dios es grande. ¿Cómo van a caber en mi mente pequeña todos los secretos de Dios? ¿Cómo voy a ver el sol si su claridad me ciega? ¿Cómo quiero ver las cosas del más allá con la claridad de las cosas de aquí? ¿Y quién soy yo para exigir a Dios más claridad? - En las tentaciones contra la fe recordar aquello del Evangelio: ―Señor, ¿a quién iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna‖ (Jn. 6, 57). - La fe se aumenta con la oración; viviendo en coherencia con los principios; - - - - - suplicándole al Señor con humildad que nos la conserve y aumente. Es vida en el Señor Jesús, lo íntimo del hombre se pone en contacto con el Altísimo y tiene como seguridad la fidelidad misma de Dios. Cuando dos personas se quieren, se fían la una de la otra: gracias porque existes. Y brota la esperanza en plenitud. Crece la fe por la oración, por la lectura de la Biblia, por la lectura espiritual y por el cultivo de las virtudes. A veces la fe parece un sol refulgente. Otras, parece que nada vemos. Pero... en unas ocasiones y en otras creemos, confiamos, procuramos acomodar nuestra vida a los postulados de esta virtud. La fe es como un reflejo de la naturaleza de Dios en cada uno de nosotros. Detrás de la oscuridad de la fe, se encuentra el misterio de Dios, real, del todo real y profundo. Pero la fe tiene un lado humano del todo: nace y se desarrolla en nosotros como la vida del cuerpo. Tiene también la fe su parte fuerte de sentimiento o emoción. Por encima de todo, la vida de fe es un don divino, una especie de venida de Dios. Tenemos que escuchar su llamada, someternos a Él. Las enseñanzas puramente doctrinales creo que apenas despiertan la fe, como las películas de cine de motivo religioso. Entendemos que la fe es suscitada por la verdad amada, hecha sustancia propia, vivida o al menos con el deseo de vivirla. Ha surgido la fe con aquellos con quienes la hemos vivido. Y se aumenta viviéndola con otros. Por eso le damos una gran importancia a nuestra mutua comunicación en la amistad fundada sobre todo en la fe. Para la mayoría, la fe, en el aspecto psicológico, es una opción. Para esta opción racional del todo, necesitamos la gracia de Dios. Nuestra respuesta es aceptarla. Quien no tiene fe ha de pedirla a Dios con humildad; Dios a nadie deja en la estacada. Es necesario vivir en consecuencia con la fe; que suscite las buenas obras, la relación con Dios, el compromiso con el prójimo. La fe poco a poco se ha de ir convirtiendo en trasfondo de nuestra vida entera. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Fecundidad.- - Dios llama a la fecundidad, a defender las fuentes de la vida, no a - despreciarlas como el Faraón, Onán y otros. Los hijos son don de Dios, y hemos de seguir las leyes de la naturaleza. El cristiano ha de ser fecundo en buenas obrar: ―Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento‖ (Mat. 3,8). ―Que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios‖. (Ro. 7,4-5). ―¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice, Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?‖ (Sant. 2,14-26). - ―Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye - la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta (Mat. 13,23). ―En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto· (Jn. 12,24). ―Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer‖ (Jn. 15,4-5). Jesucristo da a la fecundidad el sentido pleno en su vida de fe y virginal. Así la vivió la Virgen María. Fecundidad asimismo de la Iglesia y del cristiano por sus buenas obras. Felicidad.- - Quien desee saborear la felicidad en la Tierra, acuda a la piedad: da paz al - - - - - alma, alegría serena por la buena conciencia, dicha por estar unido con Dios e ir creciendo en su amor... llegar a una intimidad más honda con Él. Si alcanzamos una verdadera comunión divina conseguimos la felicidad. La generosidad es fuente de dicha: ―En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir." (He. 20,35). Los placeres de este mundo dan una felicidad pasajera. (2 Pe. 2, 13). Dios nos creó para darle gloria y para que dándole gloria seamos felices; para que conozcamos sus obras, para que le conozcamos y amemos a él y así seamos felices. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Y tendrá dolores y pruebas la persona fiel al Señor en la vida, pero la paz reinará en su corazón. El secreto de nuestra felicidad está en aceptar la vida tal y como es: natural, con mil limitaciones, sobrenatural, con una fe oscura... La esperanza en la otra vida ayuda mucho a superar las angustias de la presente. El dominio de los deseos es otro medio para alcanzar felicidad y paz. Gran parte de la felicidad está en la familia, en el tiempo libre, en hacer algo por los demás y en dedicar un tiempo a Dios y a nuestra alma. Las dificultades no deben sorprendernos ni irritarnos, porque hemos de saber controlar las situaciones. La verdadera felicidad la conseguimos por la posesión de Dios. Esta es la realidad: por eso el hombre más feliz es el hombre santo. La felicidad perfecta es un estado reservado al otro mundo. Y la felicidad conseguida en este mundo es relativa. Infeliz el que goza del mundo e ignora a Dios. Feliz quien aunque ignore cosas del mundo, conoce a Dios. En este mundo no es posible ser del todo felices, pero sí nos ayuda a ser felices vivir a tope nuestra fe. Algunos mártires eran felices incluso cuando sufrían, viendo los cielos abiertos. El deseo de felicidad anima a muchos a servir a Dios. Llegamos entender que en Dios hemos de encontrar algún día la felicidad completa. - Como consecuencia de esto es necesario saber renunciar a ―felicidades parciales‖ en vías a obtener la felicidad total futura. Saber renunciar a la propia felicidad por ayudar a otros a ser felices. Y si renunciamos a nuestro propio bienestar para ayudar a otros, nos sentimos incluso ahora dichosos y felices. Feminismo.- - Hoy en la sociedad tiene gran importancia el movimiento feminista. Consiste - en la igualdad entre hombres y mujeres en los derechos civiles, sociales y políticos. La mujer reclama sus derechos. Existe un compromiso cristiano de ―Biblia y movimiento feminista‖. Ya en el siglo XIX, el feminismo tomó un signo socialista. Las manifestaciones y asociaciones feministas han hecho mucha labor hasta llegar al estado en que se encuentra hoy este movimiento. El primer éxito consistió en el sufragio universal. Las constituciones políticas – estatales contienen hoy en el mundo Occidental la igualdad hombre – mujer en los derechos civiles y humanos. Sigue avanzando en todo el mundo el movimiento feminista. También en el ámbito eclesial. Incluso en algunos sectores católicos se pide para la mujer el diaconado y el sacerdocio. Varios papas se han pronunciado en contra del sacerdocio de la mujer. En cuanto al diaconado femenino, el papa Francisco lo ha ofrecido al estudio de los teólogos. Fenómenos místicos.- - Son visiones, revelaciones, carismas especiales... ciertas manifestaciones - Fervor.- internas e incluso externas que pueden denotar la acción de Dios en algunas almas. Por ejemplo, la elevación, los estigmas, etc. Dios puede producirlos, pero es preciso discernir si proceden de Dios, de la naturaleza o tal vez incluso del demonio. Entre ellos pueden considerarse las gracias gratis dadas que son para bien del Pueblo de Dios, y no incluyen ni siquiera que quien las posea esté en gracia santificante. Dentro de los fenómenos místicos podemos enumerar las visiones, locuciones, revelaciones, discernimiento de espíritus, hierognosis (conocimiento de los sagrado, p.e. distinción de una hostia si está consagrada o no), ciencia infusa parcial o universal, habilidad para el ejercicio de las artes, incendios de amor, quemaduras y estigmas, lágrimas, sudor de sangre, cambio de corazones, ayuno prolongado, privación del sueño, agilidad, bilocación, levitación, sutileza, luminosidad, perfume sobrenatural, Vigilia prolongada. A la hora de discernirlos hace falta mucha prudencia. Ni pretenderlos, ni confiarnos demasiado. Es un aspecto de la espiritualidad muy delicado. Mucho cuidado. Ver entrada ―Gracia gratis dada‖. - Se suele definir el fervor como sentimiento y actitud de profunda veneración - - - - religiosa. Sentimiento intenso de entusiasmo y admiración hacia alguien o hacia alguna cosa. Fervor como Teresa de Jesús: ―Ya toda me entregué y di,y de tal suerte he trocado- que mi amado es para mí- y yo soy para mi amado.‖ Fervor como San Bernardo cuando no le dejaban ir a compartir el duro trabajo de la siega con sus hermanos, y decía que había aprendido más de los árboles en el trabajo que en los libros, porque cuando trabajaba, ―Contigo estaba y Contigo conversaba‖. ¿Qué más da estar en un sitio o en otro? En Biblia se dan muchas alusiones al fervor religioso: ―No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor‖ (Rom. 12,11). ―Así también vosotros, puesto que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia‖. (Gál. 4,18). ―Es bueno mostrar celo con buena intención siempre, y no sólo cuando yo estoy presente con vosotros‖. (2 Timoteo 1,6). ―Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos‖ (1 Co. 14,12). ―Y considero justo, mientras esté en este cuerpo, estimularos recordándoos estas cosas‖ (Apo. 3,19). ―Hacíamos el trabajo con la mitad empuñando lanzas desde el despuntar del alba hasta que salían las estrellas‖ (Neh. 4,21). ―Mi celo me ha consumido, porque mis adversarios han olvidado tus palabras‖ (Salmos 119,139). ―Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no me estaré quieto, hasta que salga su justicia como resplandor, y su salvación se encienda como antorcha‖ (Isaías 62,1). ―Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan‖. (Hechos 18,25). Entonces Él les dijo, ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?‖ (Lucas 2,49). ―Jesús les dijo, mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra‖. (Juan 4,34) Fervor, como el de Ignacio de Loyola, que nos parezcan las cosas del espíritu nuevas; como si ―yo fuese otro hombre y con otro entendimiento‖. Fomentar el deseo de ayudar al prójimo: más amor, más preocupación, más entrar en el corazón de otro. El fervor recuerda las traiciones de ayer. Pide fuerza para no caer en traiciones tan ridículas. Procura suplicar a Dios el don de oración; el don de abnegación; la perseverancia final; celo por la salvación de las almas. El fervor suele aumentar mucho en tiempos de consolación espiritual, pero muchas veces se tiene gran fervor y más meritorio en temporadas de sequedad y aridez de espíritu. Pedir al Señor el fervor; pero no precisamente el sensible. Desear con mayor empeño el progreso en la virtud puesto que ahí está de lleno la voluntad de Dios. Hermosear nuestra morada interior y vivir allí con Dios largos ratos en el silencio y vida de oración. Y que nuestra oración nos produzca abundantes frutos de amor, humildad y generosidad y celo por la salvación de las almas. El verdadero fervor cristiano nos lleva siempre a la entrega, a la ayuda a los demás: ―Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente - - - - - - por vuestras almas. Amándoos más ¿seré yo menos amado?‖ (2 Co.12, 15). Para aumentar el fervor, mirar al cielo con frecuencia, pensar que somos templos vivos de Dios, tener la cruz en nuestras manos, visitar un sagrario, hacer algo para mantenernos en fervor. Ver a Dios que nos espera en una visita, en un encuentro con un compañero, a la vuelta de la esquina, en la soledad de mi habitación. Ver que el dolor también nos recuerda el amor de Dios que nos llama y nos purifica. La vida eucarística de Sagrario, las imágenes de la Virgen también, ayudan a mantener el fervor: nos alegran el espíritu y cada vez más. Mantenernos siempre en una tensión suave para sostener el fervor y el recogimiento interior. El mundo necesita de personas santas. El fervor nos lo producirá el calor del amor. Porque el calor hace hervir al agua, la levanta hacia las alturas; también el calor de este amor de Dios nos va a hacer hervir. El hecho mismo de mirar al cielo con frecuencia o las iglesias de la ciudad y de la campiña, nos ilusiona por Dios. Mirar las imágenes de la Virgen también nos alegra el espíritu y cada vez más. Fomentar el recogimiento interior. Poco a poco debiéramos apartarnos de todo lo inútil, de todo lo que nos distraiga de Él. Incluso los ratos de solaz mejores debiéramos pasarlos en compañía del Señor, con la lectura reposada de un libro espiritual. Y si advertimos nuestro espíritu ocupado en cosas inútiles, lo volvemos en seguida a Dios. Hacer un acto ferviente de amor y seguir adelante. Esto no quiere decir que vamos a ser huraños con la gente. Todo lo contrario. Pero tampoco perdedores de tiempo. Un fervor más fuerte que el de nuestra primera conversión, el fervor de la madurez. Tarde o temprano debe de aparecer en nosotros la llamada a la vía mística. Ese apetito, esa hambre de Dios deben tener en nosotros el objetivo de ayuda para cumplir su voluntad. Cumplir el fin para el que el Señor nos ha destinado en este mundo y siempre con proyección al Cuerpo Místico de Cristo. Ver entradas ―Oración‖ y ―Devoción‖. Fiat.- - Es la palabra de la Virgen María al arcángel Gabriel con la que aceptó ser la Madre de Dios: ―Hágase en mí según tu palabra‖ (Lc. 1, 38). En la vida espiritual tiene importancia como jaculatoria para aceptar la voluntad de Dios, como ofrecimiento a Dios para cuanto Él quiera. A muchos ha ayudado a santificarse. En la predicación de Ejercicios Espirituales causa mucho impacto en las almas aplicarla a las circunstancias con fervor. Fidelidad.- - Dios es fiel, porque Dios es amor, fuente de amor eterno. Dios es fiel a su alianza con el Pueblo de Israel, y a pesar de las infidelidades del mismo, Él sigue siendo fiel. ―Dios no se arrepiente de los dones y del llamamiento que ha hecho‖, nos recuerda el Vaticano II. - Conocemos la fidelidad de Dios porque Jesucristo viene de Dios. La alegría - - de Jesús es dar a conocer a su Padre. Y esta es la alegría de los santos; y el Espíritu hace penetrar la presencia de Jesús ante nosotros: comunión eterna de Dios con nosotros, en la plenitud del Espíritu Santo. Y respondemos a su fidelidad siendo fieles siempre a Dios: cuando el camino sea florido y cuando esté salpicado de espinas. Nuestro amor ha de ser de siempre de correspondencia fiel. Esta virtud está relacionada con la justicia. Las alusiones en la Biblia a la fidelidad son constantes: fiel es Dios, seamos también nosotros. ―Fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla‖. (1 Co.10, 12-13). ―Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio‖ (1 Timoteo 1,12). ―Ahora bien, además se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel (1 Co. 4,1-2). ―Su señor le dijo, ``Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." (Mat. 25,21) Con frecuencia hay alusiones a la fidelidad en las cartas de los Apóstoles y exhortan a apartarse de los falsos maestros. Ejemplo (2 Pe. 2,1-22). Recomendamos con relación a la fidelidad estas citas bíblicas: Deut. 13,4; Núm. 32,11-12; Salmos. 12,2; 31,24; 78,8; 101,6-7; Neh. 13,13; 1ª Co. 4,1-2; Luc. 16,11-12. Fidelidad a la gracia.- - Es la adhesión, la observancia de las inspiraciones del Espíritu Santo en - cualquier forma que se nos manifiesten. Por ejemplo, luces interiores, remordimientos, conocimientos. ―Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió‖ (Heb. 10,23). A veces estas mociones nos vienen por el Ángel de la Guarda, o de un predicador, un libro o un consejo de amigo. Somos gobernados por el Espíritu Santo, por eso hemos de fomentar la alerta percepción para captar las mociones. Hemos de vencer repugnancias, dudas. Seguir las mociones divinas, nos llena de paz. Muchas veces estas mociones irán dirigidas a ayudarnos a vencer nuestras aficiones desordenadas, nuestro egoísmo. Nos llevarán al amor a los demás, a ayudarles, a hacer algo por el pobre, el débil, el triste... Fiestas.- - Las fiestas a las que nos referimos aquí son las que el calendario nos ofrece - en honor de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de los santos. Se denominan también celebraciones o conmemoraciones. Las celebramos principalmente en comunidad y también en la intimidad de nuestra persona. Las más importantes se solemnizan ya de víspera. Algunas, como la Pascua de Resurrección, Navidad y Pentecostés las preparamos con varios días o semanas. El modo de celebrar las fiestas de precepto y los domingos es participando en la Misa. Hemos de fomentar en ellas la verdadera devoción, - fe y alegría. También en los días de fiesta conviene dedicar más rato a la oración, a la meditación y lectura espiritual. Algunos escritores de mística han llegado a afirmar que nuestra vida interior ha de organizarse siempre en el misterio de Dios, en nuestro dogma íntegro, dentro de la liturgia cristiana. Dicen: ―Vivir a tope en la contemplación de nuestros misterios‖. Las fiestas para la persona espiritual tienen gran importancia de celebración, vivencias litúrgicas, encuentro con Dios, una especie de teofanía o mediación. Filiación.- - Ver entrada ―Adopción.Fin.- - Nuestro fin como criaturas racionales es dar gloria a Dios, servirle, cumplir su - voluntad. Mediante esto, salvar nuestras almas. Fin adjunto al anterior es nuestra propia santificación. Dios quiere comunicar sus perfecciones y hemos de hacer todo para su gloria. ―Dios ha creado al hombre para que le sirva en esta vida y después le goce en la eterna‖. "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gen. 1,27). Porque Dios "creó... de un solo principio, todo el linaje humano" (He. 17,26; cf. Tb 8,6). Flaquezas.- - Son frecuentes sobre todo en los principiantes. La caridad y el acercarse con - - esperanza cada día al Señor, ayudan a superar las propias flaquezas. Hemos de exponerlas sencillamente a Dios, para que se digne bajar a nosotros. Unir a esto la mortificación voluntaria. Nuestra flaqueza humana es causa de muchas imperfecciones. El Espíritu Santo remedia nuestra flaqueza, suple nuestras deficiencias, corrige nuestras ignorancias y compensa de alguna manera todas nuestras miserias: nos da fuerza. ―El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables‖. (Ro. 8,26) Dios tiene misericordia de nuestra debilidad y nos va llevando a su amor. En sequedad o en fervor sensible, pero enraizadas en Dios. La virtud en la flaqueza se perfecciona. Ver entrada ―Debilidad‖. Formación.- - Ver entrada ―Estudio‖. Fortaleza.- - Como virtud cardinal infundida por la gracia, la fortaleza enardece el apetito - - - irascible y la voluntad para no desistir de conseguir el bien arduo o difícil ni siquiera por el máximo peligro de vida corporal. En sentido más amplio denota cierta firmeza de ánimo o energía de carácter. Nuestra fortaleza está en el Señor: ―¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!‖(Flp 4,13). ―Confiad en el Señor para siempre, porque el Señor es la Roca de la eternidad‖ (Is. 26:4). ―¡He aquí, Dios es mi salvación! Confiaré y no temeré, porque el Señor es mi fortaleza y mi canción; él es mi salvación‖ (Is 12,2). “Tú pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Tim. 2:1). (Samuel, 22, 2-3). Tiene dos aspectos la fortaleza: atacar y resistir. Al utilizar en ocasiones la ira como instrumento, ha de estar controlada y rectificada por la recta razón. Tiene como partes integrales o potenciales, la magnanimidad, la magnificencia y la longanimidad. El amor es fuente de fortaleza; la idea de fortaleza jamás debe espantarnos; mirando a Jesús paciente nos hemos de estimular. La paciencia, la constancia y la perseverancia se derivan de ella. Dificultad grande en seguir con la oración a pesar de la sequedad, a pesar del trabajo diario. Para esto también es necesaria la fortaleza. Se derivan de la fortaleza: la magnanimidad, magnificencia, longanimidad, paciencia, constancia y perseverancia. Ver entrada ―Virtudes cardinales‖. Fortaleza don.- - Es un hábito sobrenatural que robustece al alma para practicar, por instinto - - del Espíritu Santo toda clase de virtudes aun las más heroicas, con confianza de poder superar las dificultades. Proporciona al alma una energía inquebrantable; destruye por completo la tristeza en el servicio de Dios; y soportamos todo con alegría e incluso con gozo. Ayuda a practicar este don pedir a Dios fuerza para llevar la cruz; la mortificación voluntaria; el amor a la Eucaristía. Con su don de Fortaleza, el Espíritu Santo, nos sostiene en esos trances particularmente críticos. Las pruebas; puede decirse que serán tanto más duras cuanto a más altas cumbres estemos llamados. Pero no hay por qué temer; nos asiste el Espíritu de Fortaleza: ―Permanecerá y habitará en vosotros‖ (Jn 14,17). Como los Apóstoles en Pentecostés, seremos también nosotros revestidos de la ―fuerza de lo alto‖ (Lc 24,49), para cumplir generosos la voluntad divina, para obedecer, si es preciso, ―a Dios antes que a los hombres‖ (Hch 4,19) Fortaleza, para sobrellevar con denuedo las contrariedades que nos salgan al paso a medida que nos vamos allegando a Dios. Fortaleza, a fin de que ―el Espíritu les diera la fuerza y la firmeza interior que necesitaban para adelantar en la perfección‖ (Ef. 3,16). Moisés cuando se espantaba de la misión que Dios le confiaba y que consistía en librar al pueblo hebreo del yugo faraónico: No temas, que ―yo estaré contigo‖ (Ex 3,12). - Fortaleza, tendremos a nuestra disposición la misma fortaleza de Dios. Esa, - - esa es la fortaleza en que se forja el mártir, la que sostiene a las vírgenes; el mundo se pasma al verlos tan animosos. Con este don afrontamos las dificultades en la medida que lo permiten nuestras fuerzas. Pero a veces, llevados por un instinto superior, obramos de un modo sobrehumano. El don de la fortaleza mueve a ejecutar lo que dicta el don de consejo, y a no perdonar trabajos ni sufrimientos por la gloria de Dios; no repara en dificultades cuando urge la verdadera caridad de Cristo (2 Co. 5,14); ayuda a perseverar en el camino de la vocación a pesar de las arideces; por fin, nos hace superar intrépidamente todos los obstáculos que podrían apartarnos del bien, y nos inspira valor para emprender los más rudos trabajos. El don de fortaleza es una participación de la fuerza del Espíritu Santo. En el Nuevo Testamento aparece con frecuencia la fuerza del Espíritu. Citamos algunos textos: ―Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: ―¿Quién me ha tocado el manto?‖. (Mc. 5,30). ―Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu‖ (Lc. 4, 14). ―Toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos‖. (Lc. 6,19). En la Encarnación del Señor aparece la fuerza sobrenatural del Espíritu: ―El ángel le contestó: ―El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra‖ (Lc. 1,35). Fracción del pan.- - Este nombre significa Eucaristía o Misa. Para muchas personas tiene un simbolismo muy entrañable en el espíritu. Se menciona en (He. 2, 42) y lleva consigo la participación de todos en el pan único (1 Co. 10,17). Jesucristo está presente en las sagradas especies con presencia permanente. Y no sufre detrimento por la fracción, sino que permanece entero en cada una de las partes. (Lauda Sion). Francotirador.- - Existen circunstancias en las que el cristiano se encuentra aislado, entre enemigos o entre la incomprensión de los suyos. Muchos santos se han hallado en estas circunstancias. También entonces, a modo de francotirador, nuestro amor a Cristo nos ayuda a actuar por el Reino de Dios. Frases.- - Un método de oración muy bueno y sencillo; consiste en repetir reiteradamente una misma frase con atención y amor. - ¿Cómo oraba Jesús? Pasaba las noches en oración; nos enseñó a orar con el Padre Nuestro. Y... el Evangelio nos muestra su estilo de orar. Su más significativa plegaria es la de Getsemaní, en el Huerto de los Olivos; repetía y volvía a repetir: ―Padre, si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya‖ (Lc. 22,42). - Las siete palabras de Jesús en la cruz, también verdadero modelo de oración (Lc. 23, 34-46; Jn. 19, 26-30). Y con frecuencia en el Evangelio aparecen frases cortas de Jesucristo cuando se dirige al Padre, verdaderas oraciones. Fraternidad.- - De una manera menos estricta consideramos hermano no solo al hijo de unos mismos padres, también al pariente, al del propio gremio, al amigo y compañero... Hermanos son también los discípulos del Señor, los hijos de Dios. Tenemos todos a Dios como Padre, por eso nos consideramos hermanos. Nos basamos en la presencia de Cristo y en la acción del Espíritu Santo. La Iglesia es una comunidad de hermanos, los bautizados. - La fraternidad indica además un estilo de vida: invocamos todos a Dios como Padre, con mayor caridad sobre todo con los más próximos y con los más necesitados pobres. - Entre los monjes se procura hacer hincapié en la fraternidad, porque viven con un mismo ideal de santidad. Se ha de estimular entre todos, la benevolencia, la mansedumbre y la sencillez porque ayudan al acercamiento de los hermanos. - La oración es la cita comunitaria más viva para la hermandad y sobre todo la Eucaristía que, bien vivida; nos ayuda en la donación y nos estimula al fervor de espíritu. - La palabra de Dios nos recuerda con frecuencia nuestra hermandad: ―¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué nos portamos deslealmente unos contra otros, profanando el pacto de nuestros padres?‖ (Malaquías 2,10). ―Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos‖. (Mat. 23,8). Jesús le dijo, ―Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos, y diles, ―Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."(Jn. 20,17). - Las fraternidades gozan hoy de una mayor estima en el pueblo de Dios. René Voillaume, discípulo de Foucauld, ha creado la fraternidad de los hermanitos de Jesús y son muchos los seguidores. Fruto.- Frutos.- - Dar frutos buenos, esta es nuestra obra cristiana; para ello hemos de estar - junto a Jesús, como sus discípulos: ―E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar‖ (Mc. 3, 14). Jesús nos dice: ―Quien permanece en mí y yo en él, este da muchos frutos‖. (Jn. 15,5). ―En esto es glorificado el Padre, en que dais mucho fruto‖ (Jn. 15, 8). ―Dad el fruto que pide la conversión‖ (Mat. 3,8; Lc. 3,8)). El árbol de la vida da frutos de vida (Apo. 22,2). Los árboles buenos dan buenos frutos, al contrario que los malos árboles. (Lc. 6, 43-44). ―Y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego‖. (Mat. 3,10). Jesús da mucha importancia a los frutos; en (Mat. 13, 3-40), hace hincapié con la parábola del sembrador en los frutos buenos y en los malos (la - - cizaña). Seremos reconocidos por los frutos que demos. (Mat. 7, 16-20; Lc. 8, 5-15). Gusta Jesús comparar los frutos del campo con los que hemos de lograr sus seguidores. (Jn. 4, 37-38). Permaneciendo junto a Él daremos buenos frutos de santidad. (Jn. 15, 1-16) (Ro. 6,22). Jesús es proclamado antes de nacer como el fruto bendito: ―Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!‖ (Lc. 1,42). ―El fruto del Espíritu es: ―Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí. (Gal. 5, 22-23). ―Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz‖. (Ef. 5, 9). ―Ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre. (He. 13, 15). ―Llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia·. (Fil.1, 1011). Y cuando destaquemos en obras buenas daremos frutos buenos. (Tito 3, 14). (Sant. 3, 13-18). Siempre nos suele animar ver los frutos cuando trabajamos en algo. Desalienta sembrar y nunca recoger. Se tarda mucho en ver los frutos propios. Y los de nuestra siembra en los demás, rara vez los contemplamos. Como Moisés, que tuvo que ofrecer a Dios el sacrificio de ver la tierra prometida, sin entrar en ella. Como tantos santos fundadores, preteridos y marginados en su propia obra o en el ambiente eclesial. Pero a veces, dentro del fracaso, se sumerge el alma en gran felicidad y siempre en inalterable paz, mansedumbre, tendencia a la bondad de corazón... Frutos del Espíritu Santo.- - Cuando el alma corresponde a las mociones interiores, se producen en ella - actos y frutos de exquisita virtud, contrarios a los frutos de la carne. Los frutos del Espíritu Santo son: caridad, paz, longanimidad, benignidad, fe, continencia, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, modestia y castidad (Gal. 5, 23-25). Fuego.- - El fuego tiene una virtualidad grande en la religión. Existe un fuego espiritual. - - que arde en el alma, consume los errores, purifica el corazón, guía al hombre y calienta para amar. Surge como un incentivo que vive en lo profundo del alma. En el Antiguo Testamento recordamos a Moisés en la zarza ardiendo, como presencia de Dios. (Ex. 3); la alianza con el Pueblo (Ex. 19). Los profetas tienen visione relacionadas con el fuego. (Is. 6; Ez. 1; Daniel, 7). Juan Bautista habla de Jesús como el que ―bautizará con Espíritu Santo y fuego‖ (Mat. 3,11 y 19). Y esta promesa se cumple en Pentecostés: ―Aparecieron lenguas como de fuego… Todos quedaron llenos de Espíritu Santo‖ (He. 2, 3-4). La prueba del fuego parece destinada a refinar la obra apostólica. (1 Co. 3, 15). El Espíritu Santo toma el fuego como símbolo: nos llena el alma con el fuego de su amor. El apóstol es antes contemplativo y habla desde el fuego que - - - arde en su corazón. En la Vigilia Pascual la bendición del fuego tiene un simbolismo muy especial, se relaciona con la luz, con el cirio pascual, con la resurrección. Jesús dice ―Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, arda? Lc. 12,49 Existe el incendio de amor en muchos hombres de Dios. La fuerza de este amor a Dios se manifiesta a veces en el exterior en forma de fuego abrasador que caldea e incluso hasta quema. El corazón de San Pablo de la Cruz ardía en el fuego divino de tal manera que la parte de su túnica próxima al corazón aparecía chamuscada. Cuando murió observaron en la autopsia un fenómeno parecido en las costillas. El beato Nicolás Factor se arrojaba a un estanque de agua helada en pleno invierno, y el agua se calentaba. Lucía de Narmi tenía la piel próxima al corazón como tostada y ennegrecida. Cuando San Felipe Neri hablaba de las cosas de Dios, parecía que su pecho iba a estallar. El temblor de su cuerpo se transmitía a su alrededor. Se veía obligado a beber de vez en cuando un vaso de agua helada para calmar su ardor. Son hechos comprobados. Dios es un fuego devorador que provoca el incendio en las almas. Nuestros santos místicos nos dicen estas y otras muchas ideas sobre el fuego: Quisiera propagar al mundo ese fuego de amor con que Jesús vino a prender- la tierra. No existe un leño como el de la cruz para encender en el alma el fuego del amor. Dejarnos inflamar por el fuego del Espíritu, para que se realice entre nosotros un nuevo Pentecostés. Jesús es como fuego arrollador que conquista al mundo, sin que nada le detenga. Fiel a Cristo, a veces viene al alma y deja en ella fuego, amor y suavidad. Espíritu Santo, Fuego, Unción Espiritual, Luz Beatísima, Padre de los pobres. Has de ser levadura que transforme la masa, fuego para abrasar los corazones fríos. Dios, fuego consumidor y refeccionador... Fuente.- - Jesucristo es fuente de agua viva, (Jn. 7,10-14 y 7, 17-39). - En la espiritualidad la palabra ―fuente‖ mantiene importancia con significado - alegórico. Pensando en este concepto, muchas personas permanecen en contemplación. (Jn. 7, 37-39). En este sentido decimos que Jesús es fuente de gracia, de luz, de agua viva, de esperanza, de consuelo, de alegría y gozo. La fuente bautismal nos otorga una nueva vida. Calan en el alma los versos: La caridad es fuente de paz y de gozo. Espíritu Santo, Fuente de vida, Fuego, Caridad. ¡Oh silenciosa y beatificante Trinidad, fuente suprema de luz, de amor y de inmutable paz! Corazón de Jesús, fuente de vida, de santidad y de toda consolación. De Él - - - brotan nuevas fuentes: surtidores de gracia que saltan hasta la vida eterna. (Jn. 7, 37-39). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo de donde brota la fuente de agua viva. El Espíritu Santo es fuente vivificante de agua que mana en nuestros corazones y nos llena de vigor. El mandato misionero del Señor tiene su fuente en el amor eterno de la Santísima Trinidad. Dice la segunda plegaria eucarística de la Misa. ―Santo eres en verdad, fuente de toda santidad‖. Dios es Fuente, manantial continuo de toda santidad La Iglesia reconoce así al Padre como la fuente y el origen de toda la divinidad. (Cat. Párrafo 2). La Iglesia ha de ser fuente de donde broten impulsos siempre nuevos para realizar el derecho, la libertad y la humanidad en este mundo. ¡‖No me seas ya más agua furtiva, sino la fuente, ¡oh Dios! la fuente viva, ¡la clara, pura y cristalina fuente!‖ Beber de las fuentes de agua pura en los manantiales mismos. A veces buscamos novedades raras y queremos saciarnos de alimento en lugares nada sanos. De ahí nace nuestra insatisfacción. Ante Dios está nuestro corazón. Él nos dará de beber de aquella agua que salta hasta la vida eterna. Citamos varias frases de nuestros místicos y del Catecismo de la Doctrina Católica: Tenemos en Cristo la fuente de todo nuestro bien y el modelo para alcanzar la perfección. No contentarnos con nuestros actos de amor, acudir a la fuente de la caridad, la Eucaristía. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! (De San Juan de la Cruz). - Vengo con mi cuenco, delante de tu fuente lo dejo: lo traigo vacío, lo llevo siempre lleno. - Ver entrada ―Agua‖. Funeral.- - El funeral siempre es en sufragio del finado, no en honor de él, como muchos G.Gastos.- piensan. Nos unimos en oración para pedir al Señor por el alma de quien ha fallecido. Y siempre con esperanza del Cielo. En el funeral aprovechar la ocasión para hablar de la esperanza en la vida. No es un homenaje el funeral, sino un momento de oración por el finado. Pedir la misericordia de Dios por los difuntos. Acoger a la familia. Después de un tiempo de dolor ayudarles a reaccionar. Tenerlos presentes en nuestra oración. Hacer hincapié en los principios cristianos. - Preguntarse ¿cómo son mis gastos, cuánto doy a los pobres, a obras - - benéficas, a necesitados? Y formular un propósito: ir eliminando los gastos innecesarios; procurar no hacer ni uno. Gastar, sí, para cubrir las propias necesidades y familiares y para dar a los necesitados. La idea bíblica sobre los gastos podríamos resumirla en estos versículos: ―Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber...‖ (Mat. 25, 34). Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. (Mat. 6, 24). ―Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor. Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley‖. (Ro. 13, 7-8). ―Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, rebosante...‖ (Lc. 6, 38; Mat. 5, 38-48). Generosidad.- - La generosidad es un valor o rasgo de la personalidad caracterizado por - ayudar a los demás de un modo honesto sin esperar obtener nada a cambio. Hemos de corresponder a la generosidad de Dios con la nuestra. La Palabra de Dios nos recuerda que hemos de dar gratis lo gratis hemos recibido. ―Todos pecaron y todos recibieron gratuitamente de Dios la justificación.‖ (Ro. 3.24) ―Dad gratuitamente lo que gratis habéis recibido.‖ (Mat. 10.8). ―Que cada uno ponga como gracia a disposición de los demás el don que ha recibido, como administradores que sois de ello.‖ (1 Pe. 4.10). Genuflexión.- - Es la acción de doblar una rodilla, o ambas, hacia el suelo, generalmente en señal de reverencia, sumisión o adoración. Es el signo externo más significativo de adoración. Debemos practicarla cuando pasamos delante del Santísimo Sacramento y el Viernes Santo delante de la imagen de Jesús en la cruz. Es preciso acostumbrarse a que, junto con el acto, acompañemos nuestra actitud reverencial y devota. Gestos.- - La liturgia está llena de gestos devotos: inclinaciones, reverencias, venias, - genuflexiones, incensaciones, signos de cruz… Es importante que al gesto acompañe siempre la reverencia interior, la atención y acto de amor a Dios. Cuando estamos en asamblea hemos de procurar practicar los gestos adecuados de igual manera que el resto de los asistentes. En nuestra devoción privada somos más libres, siempre dentro de la reverencia a Dios. Recordemos a San Pascual Bailón que en sus visitas a Jesús sacramentado solía bailar lleno de gozo y alegría. - ―Así te bendeciré mientras viva, en tu nombre alzaré mis manos‖ (Salmo 63, 4). Gloria.- - Tiene distintos significados: fama, honra, honor a alguien, manifestación del poder divino. En este sentido Moisés pedirá al Señor: ―Hazme ver tu gloria‖ (Ex. 33,18). En el Nuevo Testamento vemos que la gloria es irradiación del poder de Dios (Lc. 2,9). En el nacimiento de Jesús. En las bodas de Caná se manifiesta la gloria de Dios. (Jn. 2, 11). Esta gloria le había sido dada al Hijo antes de la creación del mundo. (Jn. 17, 24). Y Jesús va a entrar en la gloria por su resurrección. (Lc. 24, 26). Ver entradas ―Cielo‖, ―Alabanza‖. Y las siguientes acepciones de ―Gloria‖. Gloria a Dios.- - ―Gloria a Dios en las Alturas y en la Tierra paz a los hombres de buena - - - voluntad‖. ―Padre, glorifica a tu Hijo‖ (Jn. 17). Dar gloria a Dios es el deber de nuestra vida. Santificado sea tu nombre, decimos en el Padre Nuestro. El Padre glorifica al Hijo, nos dice (Jn. 17). Jesús pide al Padre que le glorifique, y su gloria máxima ha sido derramar su sangre y resucitar. Y así el Hijo fue glorificado para nuestra salvación. ―Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén‖. (2 Pe. 3, 18) ―Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios del cielo‖. (Apo. 11,13). Glorificar y ayudar a glorificar a Dios es la aspiración suprema de Pablo. Dios es glorificado en la eternidad de sus Personas. Nos unimos a esta gloria intrínseca. Gloria de Dios.- - La gloria de Dios es el fin de toda la creación, el fin primero y principal. Este - - principio hemos de tenerlo muy en cuenta en nuestra vida interior; todos los demás fines son secundarios y han de mantener este fin como principal, incluso nuestra felicidad y salvación eternas. La gloria de Dios es la única razón del ser de las cosas. Dios nos ha creado para su gloria; para Él: es nuestro fin. Dios es amor (1 Jn. 4,8) y todo lo ha creado necesariamente por amor a Sí mismo. Nos complacemos en el resplandor de la gloria de Dios. (Heb. 1,3). Nos alegramos porque Cristo ha resucitado para la gloria de Dios Padre. (Ro. 6, 4, Col. 2,22; Ef. 5, 26) y fue elevado a la gloria del Padre celestial (Mc. 16, 19). Y de su plenitud todos nosotros hemos recibido. (Jn. 14, 16). Dios ha querido unir nuestra felicidad a su honor y gloria. La gloria divina es la esencia real de los seres. No puedo concebir, incluso en este mundo, mi satisfacción, sin la gloria de Dios. Gloria de Dios, felicidad del hombre: dos páginas de la misma hoja. La felicidad nace completa de la gloria de Dios. - Nos unimos a la Sagrada Escritura para la gloria de Dios: ―¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo, Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado‖ (Jn. 11,40-44). ―Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera‖ (Jn. 17,4). ―Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén." (Mat.6,13) Gloria del hombre.- - Nuestra gloria está en el Cielo, pues veremos a Dios cara a cara. La gracia - que inunda en este mundo nuestras almas es el germen y el comienzo de la gloria. Ningún hombre puede contemplar la esencia divina, pero Dios, por privilegio enteramente gratuito nos llama a contemplar su esencia: ahí estará nuestra felicidad completa y para siempre. ―Ahora vemos como en un espejo, confusamente, entonces veremos cara a cara‖ (I Co. 13, 12) Glosolalía.- - Ver entrada ―Lenguas don de‖. Gobierno.- - Los criterios de gobierno los asumimos del Evangelio y de las cartas de los Apóstoles: ―Solamente gobernaos de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente, pueda oír que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio‖. (Fil. 1,27). Huir de los malos frutos de las disensiones entre los cristianos. ―Buscar el Reino de Dios y su Justicia‖. (Mat. 6, 33). Golpes de pecho.- - Los golpes de pecho significan arrepentimiento: Basta recordar la parábola - del fariseo y del publicano (Lc. 18, 9-14) ―En cambio el publicano no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador‖. En la oración, ―Yo confieso‖, utilizamos también nosotros el mismo gesto cuando, al pronunciar las palabras ―Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa‖ nos golpeamos el pecho con la mano. Y es también la actitud de la muchedumbre ante el gran acontecimiento de la muerte de Cristo: ―Y todos los que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho…‖ (Lc 23,48). Procurar utilizar este gesto con fervor y compunción de corazón. Gozo.- - Es un fruto del Espíritu Santo. El verdadero gozo, la paz verdadera, la alegría - - - serena nace en nosotros del amor de Dios, de la gracia. (Gal. 5, 22-23). ―Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo‖. (Lc. 6, 23). La fuente de gozo y felicidad en este mundo está en buscar la gloria de Dios. De aquí viene la frase de San Pablo: ―Alegraos siempre en el Señor; os lo vuelvo a decir, alegraos‖ (Fil. 4, 4). La paz y el gozo del Señor se irán así derramando en nuestros corazones. Y Santiago: ―Considerad, hermanos míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia‖. (Sant. 1, 2). Y san Pedro: ―Os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe‖. (1 Pe, 1, 8-9). Y San Juan: ―Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo‖. (1 Jn. 1,8). Podíamos citar muchísimas frases de nuestros místicos que nos ofrecen su testimonio de gozo; basten estas pocas: ―Nos ha enseñado Jesús su doctrina para que de alguna manera participemos en su gozo‖. ―Ese gozo y esa paz que nos vienen han de ser estímulo para seguir adelante‖. ―La caridad para nosotros es fuente de paz y de gozo‖. ―La meditación produce admiración, gozo, temor de no ser grato a Dios‖. Y nos vemos con frecuencia forzados a exclamar: ―¡Dios de mi corazón! ¡Mi gozo, mi esperanza, mi amado esposo, bienamado de mi alma! disfruta el alma enamorada con gozo de la Trinidad como dentro de una cajita donde se reserva el Cuerpo de Cristo‖. Y exclamamos: ―Quedaos conmigo, señor, y sed mi gozo verdadero. Y es tan maravillosa, que incluso en medio de las mayores pruebas, vive envuelto en el gozo‖. Gracia.- - - La gracia es una cualidad sobrenatural inherente a nuestra alma que, en - - - Cristo y por la comunicación del Espíritu Santo, nos da una participación física y formal, aunque análoga y accidental, de la misma naturaleza de Dios. La gracia es vida en Cristo. Tenemos acceso a la vida de la gracia si nos unimos a Cristo y permanecemos en Él (Jn 15,1-8; 1 Cor 12,12 s; Trento 1547: Dz 1524). Cristo, en cuanto hombre, está ―lleno de gracia y de verdad; y de su plenitud recibimos todos‖ (Jn 1,14.16). La gracia es un don creado, por el que Dios sana y eleva al hombre a una vida sobrenatural; distinta de las Personas divinas que habitan en el justo. Es gracia sanante, que cura al hombre del pecado, y elevante, que implica un cambio cualitativo y ascendente. Santo Tomás enseña que el alma de Cristo poseyó la gracia en toda su plenitud. En ello consiste precisamente la gracia capital. Esta es, pues, la grandeza infinita de la sagrada humanidad de Jesucristo. - La gracia es un estado de vida, de vida nueva y sobrenatural, recibida de - Dios como don: el Padre nos ha hecho ―gratos en su Amado‖ (Ef. 1,6; +2 Cor 8,9). Ella nos libra del pecado y nos da la filiación divina (Ro. 4,16; 5,1-2. 1521; Gál 2,20-21; 2 Tim 1,9-10). Pero es también una energía divina que ilumina y mueve poderosamente al hombre. Por la gracia podemos negar el pecado del mundo y vivir santamente (Tit 2,11-13). Por ella Cristo nos asiste, comunicándonos su Espíritu (Jn 10,10; 15,5; 20,22; Rm 5,20; Ef. 1,8; Flp 4,19). En la gracia, nuestra debilidad se hace fuerza (2 Co. 12,9-10; Flp. 4,13). Ella es también una energía estable que potencia para ciertas misiones y ministerios (Rm. 1,5; 1 Co. 12,1-11; Ef. 4,7-12). Gracia actual.- Gracias actuales.- - Son ciertos auxilios que Dios nos da para evitar el mal y obrar el bien. Sin - - - ellos no podemos principiar ni continuar ni concluir cosa conducente para nuestra santidad y salvación. Sin ellas no podríamos ejercer los dones ni las virtudes infusas. La iniciativa para nuestra santidad y salvación siempre viene de Dios; incluso el primer deseo de disponernos a escuchar su llamada, viene de Él. Lo nuestro es colaborar a la acción de Dios; hacer caso a su llamada. Pero al ser visitado el hombre por la gracia no deja de ser libre; su mérito está en aceptar libremente la gracia de Dios. Vivir alerta y nunca nos opongamos o resistamos la acción de Dios en nosotros. Como ejemplo de gracias actuales podemos citar: los buenos sermones, consejos, ejemplos, lecturas, amistades santas, sucesos que hacen pensar, músicas que elevan, admiración de la naturaleza, gusto en la oración. Incluso circunstancias dolorosas como pérdidas de salud, de seres queridos, dinero. Cosas que a primera visa parecen desgracias. La Providencia se vale de ellas para nuestra conversión. Dios no nos negará ninguna gracia que sea para nuestra santificación, su gloria. Para ello nos redimió. Dios se nos adelanta siempre. Previene y provoca nuestra respuesta a su amor. Tenemos que disponernos para acelerar nuestra conversión definitiva. Gracia gratis dada.- - Se llaman estas gracias también carismas. Se reciben de Dios sin ningún - merecimiento por parte de quien las posee. El carisma es la capacidad de ciertas personas de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores. Una cierta cualidad de una personalidad individual, por la que ―es considerada aparte‖ de las personas ordinarias y tratada como dotada de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanas o al menos excepcionales para sus seguidores. (1 Co. 12, 4-11). Estas no son accesibles a las personas ordinarias, y pueden verse como de origen divino o al menos ejemplares, y sobre la base de ellas el individuo en cuestión es tratado como un caudillo por sus adeptos. En la Biblia se - - - exponen distinta clase de carismas como el don de lenguas, el don de curaciones... La gracia gratis dada o carisma no supone necesariamente la gracia santificante; es concedida por Dios para el bien de la comunidad. (1 Co.14, 2) Entre las gracias gratis dadas se encuentran: el don de lenguas o glosolalía, don de sanación (Mc. 16, 17) (He. 1, 1-12); la intrepidez para defender la fe, facilidad de comunicar la verdad cristiana, don de profecía, don de discreción de espíritus... Todos los carismas que adornan a la sociedad cristiana resplandecen en su Cabeza, Cristo. “Que cada uno de vosotros pueda reavivar el carisma de Dios que lleva en sí por la imposición de las manos.‖ (cfr. 2 Tim 1, 6), Hemos de considerar que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumentan los carismas. Los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe, Ver también entrada ―Carismáticos‖ ―Carisma‖. Gracias.- - ¡Gracias!: Aceptar el sacrificio con agradecimiento, con un ―¡gracias Dios - mío!‖, cuando se presente la prueba. De la brecha profunda salta una fuente de gozo, paz y serenidad. Otro resultado del ―gracias‖ es hacer al alma invulnerable al dolor. Contemplar las cosas desde el aspecto que más nos disgusta y aceptarlo. (Tissot). Descansar en la voluntad de Dios que me prueba y me sorprende tranquilo. (Mat. 6, 10). Jesús mismo decía. ―Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra‖. (Jn. 4,34). Si me mantengo firme ante la prueba y con paz, nada puede alterarme. Paladear el acíbar; mirarlo de frente hasta que no me cause impresión. Evitar la alarma de la imaginación con sufrimientos raros. Tissot y otros autores de espiritualidad abundan en estas ideas. Gracia sacramental.- - Cada uno de los sacramentos que recibimos nos otorga aumento de gracia - santificante y una especial: la gracia sacramental. Así: El Bautismo, la regeneración, morir al pecado para resucitar con Cristo. La Confirmación, la fortaleza para confesar nuestra fe. La Eucaristía, manjar divino para amar más a Dios y a los hombres. La Penitencia, lava nuestras culpas, alegra nuestro corazón, fortalece nuestras almas. La Unción de enfermos: consuelo, confortamiento espiritual, ánimo para dar el paso de esta vida a la otra, incluso si nos conviene, la sanación corporal. El Orden sacerdotal, gracia para ejercer el ministerio, ferviente amor a la Eucaristía. - El Matrimonio, fuerza para la fidelidad, para vivir en armonía, para educar a los hijos. Gracia santificante.- - La gracia santificante es el don gratuito que Dios que nos - - da vida sobrenatural; crece y se desarrolla en el alma por el amor y la acción de Dios. Nos confiere la justicia de Dios. Aumenta progresivamente la capacidad de nuestra alma para aumentarla. Y crece con un acto de amor más intenso que el más grande anterior. La gracia nos hace hijos de Dios. ―Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo somos en realidad.‖ (1 Jn 3,1). ―El Padre, por Cristo, nos comunica el Espíritu Santo, que nos hace hijos en el Hijo‖ (Rm 8,14-17). De este modo nos es dado realmente volver a nacer (Jn 3,3-6), nacer de Dios (1,12), participar de la naturaleza divina (2 Pe 1,4). Forma en nosotros como una segunda naturaleza trascendente: gracia, virtudes infusas y dones. Enseña Santo Tomás: ―La gracia, en sí considerada, perfecciona la esencia del alma, participándole cierta semejanza con el ser de Dios‖. Es la caridad sobrenatural en nuestra alma, participación de la naturaleza divina. Dios con su amor crea en nosotros la bondad: el alma queda como el fuego en el hierro rusiente. Nos hace hijos de Dios, herederos del Cielo. El Padre nos mira como una misma cosa con el Hijo. Nos da capacidad de mérito. Agradecer. Grados de perfección.- - Son clásicos los tres grados de perfección cristiana: a) Principiantes. b) - - Proficientes o adelantados. c) Contemplativos o perfectos. San Buenaventura señala los grados de la perfección en el amor de Dios. Son divisiones un poco artificiosas, pero merece la pena leerlas, recordarlas, meditarlas. Dice que el primer grado es la suavidad que experimenta el alma al gustar de las dulzuras divinas; el segundo la avidez; el tercero la saciedad. Arintero enumera otros grados afines: cuarto grado del amor a Dios es la embriaguez; el quinto la seguridad que nace de la embriaguez; y el sexto grado la verdadera y plena tranquilidad. Vale la pena pensar y soñar en esto. Ver entradas: ―Perfección‖, ―Principiantes‖, ―Proficientes‖. Gratitud.- - La gratitud consiste en recompensar de algún modo al bienhechor por el - beneficio recibido. Es una virtud derivada de la justicia. Devolver mal por bien es de ―mal nacidos‖. Mostrar indiferencia o rechazo al benefactor indica soberbia. Son vicios repugnantes. El gran místico Ruysbroeck nos sugiere: Gracias a Dios porque acomodó la Tierra para nosotros, y a los ángeles; porque se hizo hombre para librarnos del pecado. Gracias porque vivió con nosotros, nos enseñó, padeció y murió - por nuestra causa. Gracias porque nos perdonó el pecado, porque nos abrió el Cielo. Gracias porque nos comunicó su gracia, mora por siempre con nosotros. Gracias porque nos dio los sacramentos, nos dejó su Cuerpo y Sangre como alimento. Gracias porque nos dio la Sagrada Escritura, las cosas necesarias para la vida... Ver ejemplos de gratitud en la Biblia: Col. 3,17; Col. 3,15; Col. 4,2; 2 Co. 9,11; Apo. 5,13; Col. 3,16; Jonás 2,9, Lc. 22,19. Ver también entrada ―Agradecimiento‖. Gratuidad.- - Dios nos otorga la salvación por generosidad, con total gratuidad. Todo - - - - viene de Dios, todo es gratis, hemos de hacer ese camino de retorno hacia la bondad con que Dios nos eligió. Y vivir el regalo del amor. El perdón también muestra la generosidad del amor. Todo cristiano está marcado por estos dos polos: la gratuidad y la trascendencia del Reino. Uno de los textos en que aparece el planteamiento de la justificación o la salvación gratuita, es la parábola del fariseo y el publicano (Lc. 18, 9-14). Recordamos unos textos de la Sagrada Escritura en que Dios nos da por pura bondad su gracia y la salvación: La parábola de los enviados a la viña, cuando el dueño entregó el jornal a los trabajadores: ―Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?‖. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos‖ (Mat. 20,14-16). Y nos ponía Jesús el ejemplo de los niños: ―Si no os hicierais como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos‖ (Mat. 18, 3). "El que no reciba el Reino de los Cielos como un niño, no entrará en él" (Lc. 18, 17). San Pablo nos recuerda cómo Dios nos da generoso la salvación, ―Justificación por la fe sin las obras de la ley" (Ro. 3,28). ―La Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo" (Gal. 3,22). ―Perdí todo, y todo lo estimo como basura, con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe." (Fil. 3,9). Hemos de buscar en nuestras vidas espacios de silencio y de agradecimiento para corresponder a la generosidad de Dios. El tiempo, la vida, la hora han de estar al servicio del amor y de la bondad del Señor y dejarnos amar; tocar por la gracia, aceptar humildes el regalo. Hemos de corresponder a la generosidad de Dios siendo también generosos con el prójimo. Ver entrada ―Generosidad‖. Ver entradas: ―Justificados.‖ ―Mérito‖. ―Movimientos actuales de espiritualidad‖. ―Profetas‖. ―Símbolos espirituales‖. ―Generosidad‖. Gregoriano.- - El canto gregoriano se formó por la selección de textos bíblicos, de oraciones antiguas y escritos de los santos padres y los cantos de la misa a partir de los - - - siglos XI y XII. En el momento en que se forma el repertorio gregoriano, la misa tiene una configuración bien distinta de la que podemos vislumbrar en épocas más primitivas. El canto del oficio divino se basaba al principio en la mera recitación de los salmos y se llegó a sublimar con las melodías gregorianas. Se pusieron sobre todo de relieve los aspectos simbólicos y celebrativos de la coralidad en sus múltiples formas: la palabra de Dios celebrada en comunidad se ejecutaba con mayor inspiración y devoción, buscando el misterio participado, valorando la acogida de un Dios que dialoga con el hombre. La liturgia tiende a manifestar el valor oculto, desplegando así la riqueza del misterio cristiano, haciendo del año una consecuencia ritual, y a la vez memoria, presencia y profecía. En la celebración hay elementos que son más implicativos que la simple palabra, y son precisamente los elementos musicales conseguidos con la unción de la melodía gregoriana. El antiguo adagio ―el que canta ora‖ toma algo de este empleo de energías más corpóreo. En la actualidad el canto gregoriano no solo mantiene su valor mistérico – religioso – emotivo, incluso aumenta de día en día. Llega a lo más profundo del alma, de manera que en la comunicación con Dios, incluso fuera de la liturgia, resulta para muchos imprescindible. Apreciamos en gran manera la melodías gregorianas, máxime si se las sigue a través del texto latino. Para muchos es fuente de oración – místico – contemplativa. Grupos de oración.- - Es necesario penetrar en la espiritualidad profunda. ¡Qué bueno para ello ir - - - creando grupos de oración y vida interior! Si los orientamos con esa profundidad espiritual, no cabe duda: el apostolado brotará como exigencia inmediata. No hemos de temer la ―pasividad‖. Los grupos de oración existen ya en la Biblia. Basta analizar algunos textos. Jesús mismo dijo ―Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos‖ (Mat. 18, 20). En Crónicas 7, 14 se nos dice de grupos de personas que se reunían para orar y así volver de los malos caminos. Para que Pedro pudiera salir de la cárcel, grupos de personas oraban (He. 12, 5). Aguardaban los Apóstoles en oración la venida del Espíritu Santo (He. 1, 14). En grupos acudían para orar y después participaban en la fracción del pan (He. 2, 42). Existen en todos los núcleos urbanos cultivados espiritualmente distintas clases de grupos de oración. recordamos entre otros los del Padre Pío y los de Carmelitas, de cursillos de cristiandad. Pero hay muchos más y muy buenos. Ver entrada ―Reuniones‖. Guardar.- - - - Guardar el corazón puro para Dios amando a todos en Dios. Guardar los tesoros de la fe y de la gracia. Conservar como la Virgen María en nuestro corazón los misterios de la fe. Y hemos de corresponder a la acción de Dios en el alma conforme nos dice el libro de Josué: ―Guardad con diligencia vuestras almas para que améis a Yahvé, vuestro Dios‖ (Josué 23, 11-12). El esfuerzo como fieles a Dios ha de empezar por la custodia de nuestra mente: ―Si no guardamos o cuidamos con diligencia nuestra mente y corazón, no vamos a amar a Dios, no vamos a guardar sus mandamientos...‖ (2 Co. 10, 4 y sig.) Saber custodiar la imaginación, la vista, el oído. Es importante. La ventana de la disipación está en los sentidos y en la memoria. Ya decía San Juan de Ávila: ―No es cordura mirar lo que no es lícito desear‖. Una de las señales de corazón recogido es la mortificación de la vista. Ver también entradas ―Recogimiento‖. ―Mortificación‖. Guía.- - El Espíritu Santo es quien nos guía en nuestro camino hacia Dios. ―Jesús, - - lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto‖ (Lc. 4,1). ―Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado‖. (He. 13, 2). ―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.‖ (Ro. 8,14). ―Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.‖(Gal. 4, 18). El Padre espiritual, el acompañante y amigo en la fe, la lectura espiritual, los consejos... nos ayudan como medios de que se sirve el Espíritu Santo para dirigir nuestras almas. Al dejarnos guiar por ese Espíritu de amor se da una recompensa anticipada por nuestra fidelidad. Solo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo y tanto mayor será nuestra configuración con Cristo. Jesús aseguraba en el sermón de la Cena que le quedaban muchas cosas por decirnos, que cuando venga el Espíritu de Verdad nos guiará (Jn. 16, 1215). Y así es; hemos de estar alerta a esta dirección del Espíritu Santo. Gula.- - La gula, pecado capital, es el apetito desordenado en comer o beber. La - moral cristiana y los manuales de espiritualidad tratan en abundancia sobre el tema. Es un peligro en ciertas ocasiones caer en el pecado de gula, como compensación a fracasos personales o estados de estrés. Huir de la tentación de ―Comamos y bebamos que mañana moriremos‖ (Is. 22, 12-14). Es necesario luchar contra este vicio. (Fil.3, 19). La mejor manera es la mortificación, pedir auxilio a Dios, y no tener cerca manjares exquisitos ni bebidas alcohólicas. Para ayudar a vencer el vicio del alcoholismo – verdadera droga – aparte de la dirección espiritual existen ONGs que suelen ser muy eficaces. Gula espiritual.- - Es un defecto o vicio, sobre todo de principiantes, en la espiritualidad. Consiste en dedicar tiempo excesivo a las prácticas de piedad, a causa del gozo que producen en el alma. Cuando no se quebrantan deberes de estado, la atención a los hermanos o la salud propia, no sería gula espiritual. Gustar.- - Es apreciar los sabores en todos los planos de nuestra experiencia. La Biblia - - lo aplica al discernimiento de las virtudes morales y al conocimiento sabroso de Dios. (Lo encontramos, entre otros textos, en Prov. 2,6, 13, 10 y 16, 16; Ef. 5,15; Sant. 1, 5 -17; Mat. 7, 14; Is. 28, 29). En este sentido es un don de Dios que puede volver a retirarlo. Este gusto engloba diversas formas de la sabiduría: destreza, tacto, madurez de juicio. Dentro de este concepto se halla la experiencia vivida del amor de Dios. Son prendas sobreeminentes del amor de Dios que alientan a seguir por el camino de la fe y esperanza hacia el amor. Ver entrada ―Conocer‖. Gusto.- - Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el gusto; sin - dejarse caer en el pecado de la gula. Controlar el ansia inmoderada de comer, sobre todo fuera de horas. Mortificarse en la ansiedad. Procurar evitar conversaciones sobre comidas. (Is. 22, 12-14). No andar buscando alimentos exquisitos. Conviene no saciarse y levantarse de la mesa habiendo hecho algún pequeño sacrificio. Ver entrada ―Gula‖. Gustos divinos.- - Provienen directamente de la acción de Dios en el alma, mientras que los - - contentamientos provienen de nuestra actividad ayudada de la gracia. ¿Se pueden distinguir unos de otros? Pensamos que sí. En la oración sencilla se experimenta paz, gozo, alegría. El gozo que viene directamente de Dios es inconfundible; difícil de explicar. Quien ha recibido el don de la primera conversión lo sabe muy bien. De alguna manera nos sugiere el Nuevo Testamento el gusto por las cosas de Jesús, por las cosas de Dios. (Mc. 12,37); (Jn. 6,20); (Heb. 11,13); (2 Co. 12, 9 y 15). Dice Arintero que es bueno pedir a Dios el fervor sensible, el gusto en la oración, porque con ello avanzamos más firme en la vida espiritual. Pero hemos de obrar no por el gusto sensible, sino por amor a Dios. Es muy conveniente ―Descender a Betania‖ para recordar los gozos divinos; y animarse a perseverar. Cuando el corazón está del todo vuelto a Dios, no nos - interesa el placer y suavidad de los entretenimientos del mundo. Nuestro gozo descansa en el Señor. Ver también entradas ―Añoranza‖ y ―Descender a Betania‖. H.Hábitos.- - Es el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. - La virtud natural es un hábito bueno. Pero también existen las virtudes - - sobrenaturales. Las virtudes naturales los cristianos intentamos practicarlas de modo sobrenatural Hemos de cuidar de que no se introduzcan en nosotros hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud. En cambio, afianzar la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. Tengamos en cuenta que Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino. Las virtudes morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva. (Cat. 1839) ―Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas por su objeto formal‖. Nos son comunicadas por el Espíritu Santo. En otro sentido, se trata del vestido o traje que cada persona usa según su estado, ministerio o nación, y especialmente el que usan los religiosos y religiosas como distintivo o uniforme. En pasadas décadas se le daba importancia como protección. Incluso lo utilizaban personas seglares en la religiosidad popular como promesa. Hagiografía.- - Trata de las biografías de personas santas. Algunas de ellas son verdaderas - joyas para fomentar la vida interior. Han sido causa de conversiones célebres. Sirven como lectura espiritual. Ver entradas ―Ejemplo‖, ―Imitación‖. Hambre y sed de Dios.- - Hambre de Dios. Esto va muy unido con el deseo de Dios, esa ansia de perfección, ese aspirar al adelantamiento en la santidad hasta llegar al final. La santidad es el supremo bien, el gran tesoro que podemos forjar en este mundo, el que nos llevaremos después de la muerte. Los santos han estado firmes en este deseo. Nos consta que Santa Teresa llevaba siempre en su ánimo esta decisión. San Valentín de Berri Ochoa llegó a decir que él sería el primer santo vizcaíno. - En la Sagrada Escritura aparece con frecuencia la idea espiritual de hambre y sed de Dios, En el Sermón de la Montaña en "Dichosos los que tienen hambre y - - - sed de justicia, porque serán saciados" (Mat. 5,6). ―Venid a mí todos los que trabajáis y estáis oprimidos, que yo os aliviaré‖ y lo de Gal. 5, ―Si pues vivimos en el Espíritu, debemos proceder en todo según el Espíritu‖. "…Pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna" (Jn. 4,14). "Yo soy el pan de vida – declaró Jesús. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed" (Jn. 6,35). "En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó, ¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva" (Jn. 7,37-38). "A todos los sedientos, Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, Venid, comprad y comed. Sí, venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed de lo bueno, y se deleitará vuestra alma con lo más sustancioso" (Is. 55,1-2). "Oh Dios, mi Dios eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, Cual tierra seca y árida donde no hay aguas" (Salmo 63,1). "El Espíritu y la novia dicen, ‗¡Ven!‘; y el que escuche diga, ‗¡Ven!‘ El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida" (Apo. 22,17). San Bernardo decía: no hay mayor señal de la presencia de Dios en un alma que el hambre y la sed de Él, deseo de ser mejor. Necesitamos un deseo con verdadera hambre, con verdadera sed, constante, decidido, total. Pedírselo al Señor con humildad. Esto nos va a ayudar a vivir en una tensión de espíritu continua y pacífica. Si este deseo es constante, todo se hace fácil. El padre Nieto solía orar: ―Dios me ha creado para que sea santo... no moriré sin ser santo‖. Ver entrada ―Deseos‖. Heridas de amor.- - Son unos escondidos toques de amor que, a manera de saeta de fuego, hieren y traspasan el alma y la dejan cauterizada con fuego de amor. Son como deseos de Dios, tan vivos y tan delgados, que no se puede ni explicar. Pueden a veces notarse en el exterior. El alma arde en deseos de que se rompan las ataduras del cuerpo para unirse a Dios. Heroísmo.- - Es un valor o coraje excepcional, lo mayor del heroísmo, el martirio; la - santidad. Somos llamados a una vida íntima de amor con la Santísima Trinidad. A una transformación radical, en un proceso lento y difícil. Una lucha constante, día a día, que implica el heroísmo. El día a día de la persona, del todo comprometida con la fe, es heroico. Cree el héroe en la realidad de Dios; lucha constante; fe acendrada; aceptando el camino de Dios, que transforma al hombre de pecador en santo. Implica silencio y oración. se van fraguando virtudes heroicas y una caridad acendrada con el prójimo. - ―El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe‖ (Catecismo 2473). El - - - acto heroico por excelencia. En efecto, seguir a Jesús, significa seguirlo también en el dolor y aceptar las persecuciones por amor del Evangelio (cf. Mt 24,9-14; Mc.13, 9-13; Lc 21,12-19): ―Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre‖ (Mc 13,13; cf. Jn 15,21). Cristo nos había anticipado que nuestras vidas estarían vinculadas a su destino La vida cotidiana vivida a tope, con el compromiso exigido por la fe y el amor, requiere heroísmo, esfuerzo constante: la aceptación plena de los dones sobrenaturales; la fiel observancia de los mandamientos; la agilidad a la llamada de Dios. Además: la huida total del pecado mortal; la conversión continua; la entrega al prójimo con amor… No se puede proponer a todos una vida heroica. Y de hecho la heroicidad por la fe es una prueba de que Dios está con nosotros; Dios fuente de fortaleza. El héroe es consciente de su propia debilidad. Anima al héroe su fe teologal. Él intenta también cambiar estructuras injustas; y sabe permanecer inmune a la atmósfera mundana, egoísta y placentera. La castidad perfecta y perpetua es considerada como vida heroica y se impone a quienes abrazan el sacerdocio. Hierognosis.- - Es un fenómeno místico extraordinario del que han gozado algunas personas. Consiste en el conocimiento de lo sagrado, reconocer las cosas santas. Se cuenta de santa Catalina de Siena que reprendió a un sacerdote que quiso hacer la prueba ofreciéndole una hostia sin consagrar. Hijo de Dios.- - Jesucristo es el Hijo de Dios. esta revelación aparece en Getsemaní en la - - respuesta de Jesús. (Mc. 14,36). Ante el Sanedrín, la respuesta de Jesús. (14,61). En el bautismo de Jesús: ―Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco." (Mat. 3, 17); (Mc. 1, 11); (Lc. 3, 22). En la transfiguración, ―Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle." (Mat. 17,5); (Mc. 9,7); (Lc. 9,35). También ―Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: "Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco." (2 Pe. 1, 17). Los Evangelios presentan a Jesús como el Hijo de Dios o Mesías; son numerosas las alusiones de uno u otro. Recordamos: (Mat. 1,17; 17,5; 16,16; 26,63 y sig.; 27,54; 28,18); (Jn. 20,31). El Apocalipsis también recuerda que Dios es Padre de nuestro Señor Jesucristo. (Apo. 1,6; 3,5; 3,12-21). Y Jesús, el Hijo de Dios es uno con el Padre: ― Yo y el Padre somos uno." (Jn. 10, 30). Ver entradas ―Jesucristo‖, ―Mesías‖. Hijo del hombre.- - En los Evangelios con frecuencia Jesucristo se designa a sí mismo también - como Hijo del hombre. En Job y en Isaías y en algunos salmos, esta expresión denota precariedad. Y es que Jesús asumió del todo nuestra condición humana. Y en (Heb. 2, 5-9), se ve al Hijo del hombre rebajado antes de ser elevado a la gloria. San Pablo llama a Jesús ―El hombre celestial‖. (1 Co. 15). Algunos miran este apelativo como de uso apocalíptico; así en (Dan. 7), Hijo del hombre y bestia se oponen como lo divino y lo satánico. Así interpreta el vidente del Apocalipsis la parusía. (Ap. 14, 14). Para el espiritual esta denominación de Jesús le llena de amor, esperanza, confianza y deseo de imitarle en la humildad. Hijos.- - La familia natural, esposos, padres, hijos, abuelos, hermanos... tiene - preferencia en nuestro amor espiritual sobre otras personas. Esto nada quita al resto de los hombres; al contrario. Por supuesto y siempre respetando y del todo conformes con lo que dice Jesús sobre el particular en el Evangelio. Jesús, modelo de hijos de familia. Recordamos cómo vivió después de la visita al templo de Jerusalén, obediente a sus padres (Lc. 2, 51-52). Ver entrada ―Familia‖. Hijos de Dios.- - El ser hijos de Dios es realidad de nuestra historia de salvación; participamos - - - de la naturaleza divina que llamamos justificación – filiación. Somos hijos de Dios en el Hijo. Verdadero regalo a nuestra debilidad humana. En Jesucristo descubrimos el verdadero rostro de Dios Padre. Nos rescató de las tinieblas y nos llamó a ser hijos de la luz, de su amor. Somos el hombre nuevo. Cristo resucitado es una sola cosa con la humanidad en cuanto que por Él somos divinizados. Y citamos los principales textos del Nuevo Testamento que nos hablan de nuestra filiación divina: ―Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mat.5, 9). ―Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre‖ (Jn. 1, 11-12). ―En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados‖. (Ro 8, 14-17). ―Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús‖. (Gal. 3,26). ―Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora - somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es‖. (1Jn. 3, 1-2). Ver entrada ―Adopción‖. Himnos.- - El himno es una composición poética de tono solemne que generalmente se redacta para ser cantada. "Himno eucarístico‖; el "Himno a la Alegría" de Beethoven; el nombre de las notas musicales deriva de las primeras sílabas de los versos que forman la primera estrofa del "Himno de San Juan Bautista", compuesto por Pablo Diácono en el siglo VIII". Son frecuentes en la liturgia cristiana desde el siglo IV y recitados en latín durante siglos en el Breviario Romano. Llevan gran carga espiritual y emotiva. Famosos los himnos de Prudencio de Calahorra. Hinduismo.- - Nada quita a nuestra reflexión católica el acercarnos a lo bueno de la - - espiritualidad de otras religiones. Y así, la oración en el hinduismo se hace no solo por reflexión y palabra, también con el cuerpo. La búsqueda de Dios es algo inherente en la espiritualidad hindú. Dios mismo es maestro del hombre y con una mística nupcial. La oración vocal y el mantra se utilizan muchísimo en esta forma de vida. El asceta busca el signo de la presencia divina. Fue ejemplo Gandhi. La relación con Dios es fruto del conocimiento. Es necesario entregarse a Él para obtener la salvación. Los santos hindúes han dejado un eco vivo y actual. Ejemplo, Kavik que predicó sobre una religión interior y fue tolerante. Tukaram se refugió en un lugar solitario para orar y contemplar allí. Transmitió cantos sencillos con esta finalidad. El ―yo‖ hindú es una vivencia con normas éticas e incluso físicas para acercarse a la mística. Tagore y Gandhi influyeron mucho: tienden a escrutar los orígenes divinos en su propio ser. Maharshi con su contemplación hasta el éxtasis nos ofrece una experiencia liberadora: ―¿quién soy yo?‖ Es preciso sumergirse en el propio yo, como el pescador de perlas en el mar. Cuentan con el gurú, como conductor por el camino recto. Hipocresía.- - Definimos la hipocresía: fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. El profeta Isaías denunció la hipocresía en su tiempo, "Dice, pues, el Señor, Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí..." (Is. 29,13). Jesús denuncia la hipocresía: (Mat. 15,8-9). Juan el Bautista llamó "generación de víboras" a los hipócritas que venían a él para - - - ser bautizadas, y les advirtió que "produjeran frutos dignos de arrepentimiento" (Luc. 3,7-9). Jesús tomó una postura firme contra los hipócritas y les llamó "lobos vestidos de ovejas" (Mat. 7,15), "sepulcros blanqueados" (Mat. 23,27), "serpientes" y "generación de víboras" (Mat. 23,33). No podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos (1 Jn. 2,9). El amor debe ser "sin fingimiento" (Ro. 12,9). La verdadera justicia proviene de la transformación interna por el Espíritu Santo y no de un conjunto de reglas (Mat. 23,5; 2 Co. 3,8). El discurso entero en, (Mat. 23, 13-36). El Papa Francisco denunció ―la hipocresía religiosa‖ y ―el comportamiento de los que quieren aparecer, las actitudes que buscan el aplauso y la aprobación‖. ―El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al público, sino al Señor‖. El peligro de la hipocresía es mayor, cuanto más alto aparece el sujeto en lo espiritual. Historia de la espiritualidad.- - Dentro de la Historia de la Iglesia va incluida la historia de la espiritualidad. - - - - En los Hechos de los Apóstoles se nos muestra la evangelización de los apóstoles y sus colaboradores y el modo cómo vivían la fe los primeros cristianos. En el siglo III, Clemente de Alejandría nos lleva a una apertura al mundo, como programa de Cristo como pedagogo. Orígenes nos da esta idea: el hombre está al servicio de los hermanos para dirigirse hacia Dios. En las homilías de San Gregorio Nacianceno descubrimos la enseñanza de la oración y contemplación y el ofrecimiento de la salvación a los hombres. En el siglo IV, al juntarse muchas personas para vivir un mismo ideal brotó el monaquismo y los primeros cenobitas. Crearon unas reglas para facilitar la convivencia y poder hallar mejor la voluntad de Dios. El abad Macario insiste ya en la oración continua. Nos ofertan la unidad del Evangelio y el abandono en la voluntad de Dios. Viviendo la caridad es más fácil superar las tentaciones. En tiempo de la invasión bárbara encontramos grandes obispos. Brilló entonces san Benito, en el siglo VI, y el monacato oriental. Comenzó como anacoreta y siguió creando o reagrupando monasterios, en los siglos cuarto y quinto. Citamos también a Gregorio Magno, monje que llegó a ser papa. Agustín que nos guió de las criaturas al Creador. Crisóstomo (siglo V) nos enseñó de un modo especial el valor de la oración y de la gracia y Eucaristía. Destaca asimismo el abad Casiano en el monacato oriental. En el siglo VII, San Columbano predica la caducidad del mundo y la mortificación. Juan Clímaco: la vida mística hacia la contemplación. En los siglos X y XI: se ilumina a los cristianos hacia la soledad; escriben libros de oración para seglares; las cruzadas a Jerusalén siempre comenzaban con fervor religioso. Aumentan en estos siglos las monjas. - Siglos XIII y XIV: la Devoción Moderna. Destacan el maestro Eckhart, - - - - - - - Ruysbroeck y Kempis. El alma con sus facultades es conducida hacia la Santísima Trinidad. Siglos XV a XVII. Grandes figuras: Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Pedro de Alcántara. En Francia destacan los hermanos de San Sulpicio. Nombramos también a Francisco de Sales; Antonio María Zaccaria, fundador de las cuarenta horas y que tanto ayudó a la santidad de los sacerdotes; el movimiento de Port Royal... retorno a la Iglesia con rigor moral y vida austera. Siglo XVIII. Sigue el movimiento místico de abandono en la voluntad de Dios. Contemplación adquirida y ascesis. Nace el movimiento molinista. Insiste mucho Bossuet en el amor puro; también Fenelón. Se aprueba la celebración litúrgica del Corazón de Jesús. San Pablo de la Cruz y la fundación de los pasionistas. También son de esta época Alfonso María de Ligorio y Ozanam; nos hablan del ideal del sacerdocio santo, de la espiritualidad sacerdotal. Se fomenta la piedad individualista, aunque siempre con proyección al prójimo. El Cura de Ars tuvo un gran prestigio en ese siglo. Siglos XIX a XXI. La devoción a la Eucaristía en el Sagrario es fomentada por Pedro Julián Eymard y por don Manuel González. Dom Guerenguer fomenta la santidad sacerdotal. Son grandes figuras eucarísticas Santa Micaela de Santísimo Sacramento, Herman Coen con la Adoración Nocturna y en España el padre Manuel García Nieto a los seminaristas y a los sacerdotes. Surge el problema del americanismo junto con el modernismo. Se promueven las virtudes activas en detrimento de las pasivas. Pío X y Pío XII ponen las cosas en su punto. Brota el intimismo trascendental. En el siglo XX toma auge del espíritu litúrgico que es confirmado por el Concilio Vaticano II. Se da gran importancia al hombre y al humanismo. Se especifica mucho la espiritualidad: acción católica, obrera, misionera… Grandes movimientos de espiritualidad: Ejercicios Espirituales; Ejercitaciones por un mundo mejor; Cursillos de Cristiandad y otros muchos movimientos que siguen subsistiendo con mayor o menor intensidad. En la posguerra comienza a superarse el espíritu secularizador. Varios tipos de espiritualidad: sacerdotal, obrera, matrimonial... Con Juan XXIII y en el Concilio se respira aire de renovación y acomodación a los tiempos. En el posconcilio se experimenta una crisis profunda. Toma auge la Gaudium et spes. Resulta difícil acertar con el verdadero espíritu conciliar. Aparecen movimientos teológicos sospechosos de herejía. Y empieza la gran crisis vocacional que se consuma en el siglo XXI con el problema de la pederastia clerical, el gran escándalo. Disminución progresiva de la práctica religiosa en el pueblo y la pérdida de fe y valores cristianos en muchos sectores. Por otra parte, mencionamos un selecto número de seglares que viven a tope su espiritualidad con espíritu contemplativo. Historia de la salvación.- - Dios ha usado de gran misericordia con los hombres. Y en este sentido - - - - - - hablamos de la Historia de la Salvación. Podemos distinguir en ella varias etapas: 1ª Cayeron nuestros primeros padres, pero Dios no los abandonó a su suerte. Les prometió un redentor. El demonio, en forma de serpiente, sería vencido por la Mujer, María, que aparece quebrantando su cabeza. (Gn. 1, 1-26; 2831; 3, 14-20) (Is. 7,14-18) 2ª Pasan los años y aparecen los Patriarcas y Profetas. Van predicando la conversión y hablando de la esperanza de quien había de salvarnos, el Mesías y guían al pueblo. Abraham (Gn. 12; 15; 17; 22…), (Gn. 18, 2-15) Moisés (Ex. 2,3, 12; 13, 17-21; 14, 15-31; 20, 1-20), Isaías y Jeremías, Ezequiel... Oseas (1; 2, 23) Esperan al Mesías. (Josué 24, 1-19) 3ª La Virgen María: el Ángel que viene a darle la gran noticia: "Concebirás y darás a luz un Hijo... que será el Hijo del Altísimo". (Lc. 1, 11-36). Punto clave en la Historia de la salvación. En sus manos estuvo los planes de Dios para la salvación. 4ª Llega Jesús. Lo contemplamos nacido en Belén (Lc. 2, 1-15), en Nazaret (Lc. 2,41-52) y en su vida de predicación de la Buena Nueva. (Evangelios) 5ª Lo veneramos en su pasión y muerte. Así nos salvó. 6ª Llega el éxito total de la espera única y maravillosa de la humanidad. El Maestro resucitó. El Mesías era Dios (Mat. 16, 13-23). Ahí se fundamenta nuestra fe. Todo cambió en la resurrección. Durante cuarenta días permaneció con los testigos de su resurrección y les enseñó el camino del Reino. Está hecha la salvación (Evangelios). 7ª Envió Jesús al Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico. (He. 2, 1-36). Ellos habían de aplicar la salvación al mundo entero. Salieron del Cenáculo y fueron extendiendo la doctrina del Reino por todo el mundo conocido. Comenzó a funcionar el Reino de Dios con el nombre de Iglesia, hasta nuestros días (Hechos de los Apóstoles). La fe es el fundamento y anclaje de la historia de la salvación: leer con detenimiento (Heb. 11, 1- 29). 8ª La escatología y parusía con la segunda venida de Jesucristo y aplicación de la salvación a ―los muchos‖, con la resurrección de la carne. Ver entrada ―Salvación‖. Hombre.- - Nos referimos aquí sobre todo al ser humano cristiano, que aspira a la - perfección e intenta seguir a Jesucristo, la espiritualidad y el Evangelio. Adán, el primer hombre comparte la vida divina con la Santísima Trinidad. Pero cae en la tentación con Eva: ―Seréis como Dios‖, por sí mismos, sin Cristo (Gn. 1, 27 y 3, 1-24). Sin el ser humano es imposible hablar de espiritualidad humana. Por eso, ante todo es necesario, ser hombre, persona. Sobre esta realidad descansa el cristiano y toda la vida interior o espiritual. De donde se deduce que la formación humana, las virtudes humanas son del todo necesarias para - - - - fundamentar nuestra espiritualidad. Ser hombre, ser persona, es el fundamento en que descansa la espiritualidad. El hombre espiritual es el hombre cristiano que ha de convivir con la Santísima Trinidad, en los sacramentos, en la liturgia, en la oración cotidiana. Inundarnos del Espíritu Santo y dejarnos guiar por Él. Mirar a Jesús en su vida y vivir la experiencia de comunidad con Cristo resucitado. El Espíritu Santo va creando comunidad por encima de toda ley; y siempre en el hombre cristiano existirá el amor y la entrega. (Jn 16,14-15). (He.19, 2). Cualidades del hombre cristiano ferviente: se siente imagen del Padre, el Espíritu Santo produce los frutos de santidad; vive el misterio pascual muy unido a Cristo; incluso sabe colaborar con el no creyente para obrar el bien; ama a todos, y en especial toma partido por el débil. En los tiempos modernos, al santo padre Foucauld se le considera como hombre evangélico, espiritual al cien por cien; los hermanitos de Jesús llevan la impronta de este santo varón y han sido fundados por su discípulo, René Voillaume. El hombre cristiano asume los dones carismáticos otorgados por la Providencia e intenta pensar y obrar como miembro del Cuerpo Místico de Cristo. De Jesús brotan ríos de agua viva, que saltan hasta la vida eterna. El mártir y el misionero entregan su vida para colaborar, como verdaderos hombres evangélicos y espirituales, en la obra de salvación; testigos de la fe en Jesucristo. Hombre nuevo.- Hombre viejo.- - Contraste: viejo y nuevo. El hombre viejo lleva consigo el vicio, el pecado, - laxitud, paganismo. ―Sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado‖. (Ro. 6,6). San Pablo exhorta a deshacerse del hombre viejo y llegar a ser el hombre nuevo. El hombre nuevo: renovado por el Espíritu Santo es fuerza de amor, de Cristo resucitado, creado según Dios en justicia y santidad verdaderas, lleno de fe y esperanza, recobra la conciencia moral, hace el bien, devuelve lo que Dios nos ha dado. ―Revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad verdaderas‖. (Ef. 4,24) Homilía.- - La homilía es la predicación después de las lecturas de la Misa. A partir del - Concilio Vaticano II ha tenido mayor importancia. El pueblo de Dios se congrega por la palabra de Dios vivo, y con razón es buscada la verdadera y enjundiosa interpretación del sacerdote celebrante. Por ello es importante acudir a esta celebración siempre con deseo de asimilar la Palabra, de manera que produzca en el alma el efecto de renovación espiritual. - La responsabilidad del sacerdote es grande y ha de preparar su discurso con empeño y oración, y procurar hablar desde su experiencia de fe. Y poco a poco ir tocando toda la parte doctrinal de nuestra fe. Honestidad.- - Es el amor al decoro que proviene de la práctica de la virtud. En algún - aspecto se considera como parte integral de la virtud de la templanza. No amemos de palabra para afuera, sino con hechos y de verdad, (1 Jn. 3, 18). También tiene la acepción de decencia o decoro; Recato o pudor. Asimismo lo razonable y justo, probo, recto, honrado. Horas.- - Muchas almas de Dios procuran recogerse interiormente al menos una vez cada hora, cuando se oye el sonido del reloj u otra señal. Es buena costumbre pero ha de practicarse de una manera consciente y nunca con obsesión nerviosa. Da paz interior. Ayuda a tomar la espiritualidad con más amor a Dios y a ver en todo la Providencia del Señor. Algunos suelen rezar el avemaría. Horas canónicas.- - Se llama también Oficio Divino o Breviario. Es la oración oficial de la Iglesia. - - Las horas canónicas son una división del tiempo empleada durante la Edad Media en la mayoría de las regiones cristianas de Europa, y que seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios. Cada una de las horas indica una parte del Oficio divino (hoy denominado liturgia de las horas), es decir, el conjunto de oraciones pertinente a esa parte del día. San Benito denominó a estas horas de rezo ―horas canónicas‖, y así se haría desde el siglo VI; su nombre proviene de las órdenes y normas o cánones de la Iglesia del medievo. La división del día en siete partes tiene su origen en el Libro de los salmos de la Biblia, en el que se lee: ―Siete veces al día te alabaré‖, (Salmo 119, 164). y también se lee ―a medianoche me levantaba para darte gracias‖. De ahí se puede ver que existe una agrupación de las siete horas canónicas de los Oficios diurnos y asimismo los Oficios nocturnos, que a su vez se reparten en tres guardias o vigilias, denominadas Maitines. Cada semana los monjes debían rezar el salterio íntegro (es decir, los 150 salmos) Las horas canónicas son: Maitines y Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Últimamente se ha suprimido el rezo de Prima. Horizontalismo.- Verticalismo.- - El problema del carácter horizontal - vertical de la vida cristiana quiso arraigar - - - alrededor del Concilio Vaticano II, sobre todo en el ámbito del cristianismo occidental y de forma polémica. Hoy puede resultar incluso anacrónico y teológicamente superado. La misión actual de los cristianos y de las iglesias consiste en sumergirse en la realidad de la vida personal, social y política y, a la luz del Evangelio, según nos dice Juan ―Lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo‖ (1 Jn. 1,3). Vivir atentos a los movimientos de la realidad, en la búsqueda de cuanto une a los hombres, ―Compañero soy de todos los que te temen, y de los que guardan tus preceptos‖ (Salmo 119, 63). Y acoger animados con esperanza la llegada gratuita del reino de Dios. Incluir las dos realidades (vertical hacia Dios, horizontal hacia los hermanos) en verdad y caridad de amor a Dios y al hombre. La caridad es la ocupación normal de los cristianos que esperan la parusía. Buscar a Dios en el amor a Él y, en ese amor, buscar a los hombres. Así, la búsqueda de Dios no puede ser más activa. Horno.- - Los místicos utilizan mucho esta palabra para significar el amor que - Jesucristo nos tiene. Citamos varias expresiones: Arrojaos a este horno incandescente como una paja, como un hierro enmohecido. Mi alma debiera estar metida en el horno dichoso de Dios. Salve, Corazón todo amor, horno ardiente, hazme arder en tu amor. Corazón de Jesús, Horno ardiente de caridad. Mi Salvador, Horno encendido, Bienaventuranza eterna. ―Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna.‖ (Heb. 4, 16). El Corazón de Jesús es horno de amor hacia el Padre, hacia nosotros. Un Amor esencial que ama a un Amor Eterno. Un amor inmenso, infinito, que ama a amor inmenso, infinito. El Corazón de Jesús es un horno de amor, amor sin medida. El Corazón de Jesús es un horno de amor hacia cada uno de nosotros. Nos da a su Padre, como nuestro verdadero Padre. (Juan Eudes) Hospitalidad.- - Es obra de misericordia (Ecc. 29,21 y Prov. 27,8). El huésped tiene - necesidad de ser acogido y tratado con amor, en nombre de Dios que le ama. La hospitalidad es testimonio de fe. A través del huésped se acoge o se rechaza a Cristo. (Mat. 25, 35-43). Tener en cuenta: ―En verdad, en verdad os digo: el que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió‖. (Jn. 13,20) Hemos de ver en quien llama a la puerta, al Hijo de Dios que viene del Padre. Todo esto, hoy en día que tanto peligra la seguridad, parece necesario interpretarlo, más que literalmente, acogiendo con bondad a quien se acerque a nosotros, no precisamente a quien, sin previo aviso, llama a la puerta de nuestra casa. Humanismo.- - El humanismo tiende a formar al hombre bueno aunque no sea religioso y a - - potenciar lo de verdad humano en la persona. En el mundo se aprecia mucho el humanismo y también dentro de nuestra fe cristiana. Gracias a este aprecio se han promulgado los derechos humanos. El humanismo cristiano se potenció desde los tiempos de Erasmo de Rotterdam, humanista, filósofo, filólogo y teólogo neerlandés, pero hasta 1808 no se acuñó este término. Rahner en nuestro tiempo lo ha fomentado como movimiento cultural, educativo y civilizador; y se va transmitiendo en una tradición de sencillez evangélica. Ver entrada ―Derechos humanos‖. Humildad.- - Nos ayuda esta virtud a controlar el apetito desordenado de la propia - - - excelencia dándonos a conocer nuestras limitaciones y que todo lo hemos recibido de Dios. La Biblia nos recuerda a menudo esta virtud tan fundamental. Citamos algunos versículos: La Virgen María en el Magníficat exclamó (Lc. 1,48): ―Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada‖. Jesucristo hace hincapié en no buscar los primeros puestos, (Mat. 23, 5-8). Y San Pablo en (Ef. 4,1-2): ―Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor‖. En (Fil. 1,3): ―Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo‖. A los fieles de Colosas (Col. 3,12): ―Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia‖. Y en (1 Pedro, 5, 5): ―De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes‖. Va unida la humildad a la maduración de la personalidad moral y religiosa. Es un estilo de vida que se expresa en el reconocimiento de la dignidad humana propia y de la de los demás y hemos de aprender el estilo de Jesús: que es ―manso y humilde de corazón y encontraréis descanso para vuestras almas‖ (Mat. 11,29). La humildad mansa señala un carácter sereno. Para ser de verdad humilde y manso es necesario ser transformado por la humildad de Jesús. La humildad es afirmación de los talentos con los que hay que negociar; es una realidad, es la verdad, pero dándonos cuenta de que todo nos viene de Dios. Nos lleva a la intimidad de Dios, porque Dios rechaza a los soberbios y a los - - - - - humildes llena de gracia. En la humildad germina la adoración y la misericordia para anunciar el Evangelio. El sufrimiento es lo común de los hombres. Jesús lo compadeció, lo asumió e indicó el camino de la humildad. Él es fuente de humildad. Quien lo acepta encuentra en Él la redención y la libertad. Quien lo rechaza vive en una soberbia angustiosa. Su camino crece en la humillación, en la necesidad de la cruz. La humildad crece en la prueba, en la humillación que impide las aspiraciones del hombre. La experiencia lo confirma. La humildad madura y se robustece en el amor y comunión con el Amado. Modera la preocupación por sí mismo y vive en solicitud por otros. Estar, sí, contentos con Dios; trabajar por hacer crecer en calidad la vida de otros; pero huir del servilismo y del fatalismo; que eso no es humildad. Caracteriza al hombre en el modo de valorarse y aceptarse a sí mismo con relación al mundo y a Dios. La humildad es sobria en la autocomprensión en las situaciones de abnegación e incluso de orgullo. Erradica las tendencias de dominio de las personas y el autoritarismo. Es dócil al Espíritu Santo y procura vivir en alabanza a Dios y en el temor filial. Sabe cargar con el yugo del Señor. (Mat. 11,30). La humildad es el camino que Dios quiere y en el que introduce a los pobres y pequeños; es el camino que Jesús recorrió en su vida, pasión y muerte. El humilde no se aferra a sus ideas, salvo que sean de fe, sino que cede fácilmente al parecer ajeno. Es condescendiente e indulgente y, por supuesto, no mantiene el tono seco y con aires de mando. El humilde tiene el semblante tranquilo y es accesible a todos, pero de una manera mayor a los más pequeños. La gente humilde ambiciona ocupar el último lugar; y esto es muy difícil. Es fundamental en la humildad, rebajarse como pobre de espíritu; mirar a Cristo humilde, humillado y ultrajado. (Mat. 27, 20-26). Y pensar también que todas las personas tienen algo de lo que yo carezco. Es difícil para el alma aceptar las alabanzas. Y debemos trasvasar toda alabanza a Dios, autor de todo bien y de toda bondad que puede haber en nuestro corazón. Hacernos como niños, si queremos de verdad agradar a Dios. Ya lo dijo Jesús en el Evangelio (Mat. 18, 3-4). Para avanzar en la vida espiritual, la humildad nos hace correr con pasos de gigante. La humildad fortalece la caridad. Y sabemos por San Pedro que la caridad cubre multitud de pecados (1 Pe. 4,8). Nuestra ―nada‖ delante de Dios. Aquello del catecismo: ―No podemos principiar, ni continuar, ni concluir cosa conducente para la vida eterna‖. ¡Qué bueno es ponerse delante de Dios y sentir la propia nada! Todo de Él. La humildad corrige el defecto de mirase siempre a sí mismo. La humildad me hace reconocer la nada que soy. La humildad es sincera: tiene horror a las excusas, hipocresías y mentiras. Conoce los talentos recibidos y sabe atribuir sus frutos al autor de ellos. Quien niega los dones y cualidades recibidos no es humilde. - Todo para Dios, nada para mí; todo para su gloria. ―Nada para mí, nada según mi yo‖. Todo para Dios, todo según Dios. La humildad es nuestra única grandeza. María, la más grande de las criaturas, la más humilde. (Lc. 1,38). Recibir todo de Dios, nada de sí mismo; y referirlo todo a él, sin quedarse con nada. Humildad, tercer grado.- - Es difícil entender el tercer grado de humildad expuesto por san Ignacio de - Loyola en los Ejercicios Espirituales; consiste en que, siendo de igual gloria de Dios riqueza que pobreza, oprobios que honores, ser estimado por vano y loco que por prudente y sabio, porque Cristo Jesús sufrió antes toda clase de vituperios, elegir todo lo peyorativo por amor a Él. Y así, sor Isabel de la Trinidad decía: ―Si Nuestro Señor me diere a escoger entre morir en un éxtasis o en el abandono del Calvario, yo preferiría esto último; no porque lo merezca, sino por glorificarle y asemejarme más a Él.‖ Para quienes no consiguen llegar a entender la apreciación de San Ignacio de Loyola, se les recomienda en los ejercicios espirituales de mes que piensen en personas que se han entregado hasta la muerte: Jesucristo, Maximiliano Kolbe, Teresa de Calcuta, Pablo de Tarso, el padre Damián... Humillaciones.- - Enamorarnos de la humillación… Aceptar las humillaciones: juicios - desfavorables, fracasos, malquerencias… ―¿Cómo puedo tener ese deseo de imitar a Jesús si no imito su humildad, aceptando la humillación?‖ La humillación puede llegar a una persona ferviente por ejercer el profetismo sano. Muchos observan al profeta carismático y en su mente lo juzgan como un malvado, ya que ha osado llamar al orden nada menos que a ―ellos‖. Se fijan en unos cuantos fallos humanos que ha podido tener, y tratan de ensañarse en el profeta. I.- Ideal.- Ideales.- - Es muy importante en la vida espiritual sostener los grandes ideales. Dicen - muchos autores de la Teología espiritual que da aún más gloria a Dios la santificación plena de una sola persona que la conversión de muchos pecadores. Yo no sé hasta qué punto, pero lo cierto es que nuestra misión cristiana nos exige la santidad. No aparece en la Biblia la palabra ―ideal‖, pero de una manera implícita se encuentra por doquier. Recordemos a modo de ejemplo: ―Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba‖. (Heb. 11,8). El gran Moisés: ―Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible‖ (Heb. 11,27). David, el niño que vence al poderoso y reina después en Israel, ―No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra ese filisteo‖ (1 Sam. 17,32). Y sobre todo Jesucristo que dio su vida para darnos la salvación. ―Es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén‖. (Luc. 13, 33) El ideal de santidad no sería completo sin el deseo y entrega al Reino de Dios, para la salvación de las almas. Iglesia.- - Juan concibe la Iglesia como reunión de creyentes en Cristo que forman una comunión con el Padre y con el Hijo. (1Jn. 1, 3) y reciben el don del Espíritu Santo (1 Jn. 3,24 y 4,13). - La Iglesia está fundada no solo para los judíos que se convierten, también para los samaritanos y los gentiles que creen en Jesús. (Jn. 3,3-5; 4, 1-42; 4, 46-54). Se alimenta del pan de vida y forma un solo rebaño con un solo pastor. (6 y 10, 11...) - Los comienzos y expansión de la Iglesia se nos narran en el libro de ―Los hechos de los Apóstoles‖. Podemos considerar este libro como el primer tratado de la Historia de la Iglesia y pastoral. - El Evangelio según san Mateo es profundamente eclesial. Por citar algún texto (4,18-22) en la vocación de los primeros discípulos; (10, 1-5) la misión de los Doce; (16, 13-20) las palabras a Pedro para la fundación de la Iglesia... - En el Apocalipsis la Iglesia aparece como el misterio del amor de Cristo y de la salvación, mediante la redención y busca su conversión y le promete la victoria. (Apo. 1,6; 5,10; 7,11…) - La Iglesia en cuanto asamblea de fieles se constituye por la predicación del Evangelio y recibe la fe ―con espíritu y poder‖ (1 Co. 2, 4 y sig.). El bautismo es el inicio y nos lleva a la celebración de la Eucaristía. (Ro. 6, 1-11; 1 Co. 12, 13; 1 Pe. 11, 9-10. - La Iglesia hace tangible el amor entre el Padre y Cristo, jerarquía, pueblo de Dios y Eucaristía. San Pablo ve en la Iglesia ―el lugar donde se lleva a cabo el designio de la Trinidad‖. (Montcheuil) ―La Trinidad y la Iglesia es verdaderamente Dios que viene de Dios y que vuelve a Dios trayendo consigo en sí misma a su criatura humana. (Congar) - Es necesario mentalizar a los fieles de que la Iglesia no son las jerarquías, sino todos los cristianos; pueblo y pastores estamos arraigados en la humanidad de Cristo crucificado y glorioso. Y a todos nos llama a trabajar por el Reino de Dios. - Fomentar el sentido de Iglesia en nosotros; es algo propio, de todos y de cada uno de nosotros. Los periodistas pueden engañarnos con su concepción de Iglesia = jerarquía. La jerarquía es esencial en la Iglesia por voluntad de Cristo, pero ni son ―la‖ Iglesia, ni la parte más importante de ella. - Misteriosa comunicación entre los miembros y el cuerpo entero; la cabeza, Cristo. La Iglesia es la congregación de todos los fieles cristianos, cuya cabeza es el papa. - Caminar junto a Dios, revelado como Padre, entregarse a la extensión de su Reino, al amor, la confianza y el perdón. Dios quiere salvar a muchos a través de pocos, y por la mediación de Jesucristo. - Vivir en espíritu, experimentar la filiación. La Eucaristía hace Iglesia. Y de ella mana la vida cristiana. Buscar lo que nos une, más que cuanto nos divide admitiendo un pluralismo dentro de la fe. El espíritu eclesial ha de ser de necesidad para agradar a Dios. Dirigir nuestra acción y oración a la gloria de Dios en la Iglesia plena: militante, purgante y triunfante. - La Iglesia es comunidad de esperanza (2 Tim. 4,8). Se tiene dentro de la Iglesia una fe absoluta en la resurrección de Jesús y se vive en una continua vigilia de su venida gloriosa. Compromete a todos los hombres a la gran esperanza teologal, pero siempre con los pies en el suelo y la mirada puesta en Él. Nuestra esperanza recae en la Persona de Cristo. - La Iglesia es esencialmente misionera con tendencia escatológica, esperanza en Dios, recapitulando todo en Cristo (Ef. 1, 3-10). María en el misterio de la Iglesia, madre de la Iglesia, modelo de fe, primera criatura. - La Iglesia es institución de salvación, no en el sentido en que actúa en vez de Jesús, sino como instrumento suyo. Él es el Señor, da la gracia, actúa por su misionero, ama y salva. - Cada uno nos sentimos Iglesia, como los miembros del cuerpo. Actuamos como Iglesia. - Existe tensión entre el Evangelio y la Iglesia – institución. Entre los santos y la Institución. Es necesario romper con el sistema entre sacerdocio y poder humano. - Sufrir serenamente por todo lo malo que acaece en la Iglesia y lo que uno sufre a causa de la Iglesia jerárquica; pero de una manera positiva, con actividad de diálogo crítico y con amor. - Buscar la plenitud de la verdad cristiana; la experiencia de Dios solo puede tenerse en Cristo. En la Santísima Trinidad encontramos el equilibrio entre la Iglesia de los justos, atraída por el Padre, la comunidad visible proveniente de Cristo y la realidad espiritual animada por el Espíritu Santo. Realidad asimismo en la presencia de la Santísima Trinidad en el alma del justo - La Iglesia ha de saber renovarse; hacerse responsable del mundo ante Dios. Ha de dar testimonio de que no está en el terreno de los ricos ni de los políticos; está en el amor, en el servicio a Dios, en la entrega por nuestros semejantes, en el Reino de Dios. Ignorancia.- - Ya vemos entre los primeros cristianos la ignorancia: ―Les preguntó el - Apóstol: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?" Ellos contestaron: "Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo." (He. 19, 2) Existe hoy gran ignorancia religiosa que solamente puede combatirse con el estudio metódico y con una exposición de la verdad clara y motivada. La nueva evangelización se ha de presentar con una urgencia particular. Ella pide a todos los cristianos que den razón de su esperanza (1 Pe. 3,15). - Los medios modernos son grandes y la Iglesia puede disponer de ellos. El - problema principal reside en la falta de interés a causa de la debilidad de la fe en muchas familias. Para amar a Dios es preciso conocerlo. En resumen, este es el problema y la dificultad de la Nueva Evangelización. Iluminismo.- - El iluminismo fue una herejía basada en la creencia de una iluminación - - - interior inspirada directamente por Dios, que se acompaña a la vez de groseros errores morales. En España se les llamó a sus adeptos alumbrados y constituyeron un movimiento religioso del siglo XVI en forma de secta mística, que fue perseguida por considerarse herética y relacionada con el protestantismo. Con este movimiento tuvo relación el quietismo, después defendido por Molinos. En España se originó en pequeñas ciudades del centro de Castilla alrededor del año 1511, si bien adquiere carta de naturaleza a partir del Edicto de Toledo de 1525. Los alumbrados pueden englobarse dentro de una corriente mística similar desarrollada en Europa en los siglos XVI y XVII, denominada iluminismo. Es muy habitual utilizar el nombre de iluminista como sinónimo de alumbrado. También se utilizó en la época posterior el nombre de quietismo o molinismo. Es preciso tener este conocimiento a quienes dirigen o practican la espiritualidad cristiana. Hemos de procurar evitar tanto el quietismo como el voluntarismo. Saber conjugar en la vida interior la pasividad y receptividad con la voluntad y correspondencia a la acción de Dios. Ver entradas ―Quietismo‖ ―Voluntarismo‖. Imagen.- - ―Cristo es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura‖ (Col. - - 1,15) Cristo imagen de Dios; Hijo, imagen del Padre. Acogerlo así. Solo la fe puede captarlo. La divinidad oculta en la carne de Jesucristo. El hombre, imagen de Dios (Gen. 1, 26-27), participa de la realidad divina. Expresa el poder y la gloria de Dios. Estas ideas ayudan mucho a la contemplación de Dios y de Jesucristo. La imagen o faz de Dios la utiliza la Biblia para expresar la acción de Dios en el mundo. Dios dijo a Moisés: ―Mi rostro irá contigo...‖ (Ex. 33, 14). Dios muestra su rostro, se comunica con su Pueblo. (Deut. 4, 37; Sam. 17, 11). Pero el hombre no puede ver el rostro de Dios. (Ex. 33,20; Jueces, 13, 22). Y no puede ver el rostro de Dios no solo porque es un pecador (Is. 6, 5), sino porque ninguna criatura puede hacerlo. En el Nuevo Testamento dice Juan: ―Nadie ha visto jamás a Dios, sino el Hijo único que vive en el seno del Padre; aquel nos lo ha hecho conocer‖ (1 Jn. 1, 18). La transfiguración de Jesucristo nos muestra a todos su humanidad (Mat. 17, 1-13). En (Heb. 1, 3), se nos dice que Cristo es el sello de la sustancia - divina. Y en (2 Co. 3, 18), se nos ser transformados en la imagen del Señor que es Espíritu. La imagen de Cristo puede ser adorada porque el movimiento termina en Cristo. Imágenes.- - Las imágenes han servido a lo largo de la historia para ilustrar a quienes no sabían leer, siempre como estímulo para la devoción. - Las imágenes tanto literarias como pictóricas tienen importancia en nuestra - - vida espiritual, y sobre todo entre los principiantes. Se suele decir que ―una imagen tiene más fuerza que mil palabras.‖ En la piedad más sensible y sobre todo en la piedad popular, las imágenes gozan de un papel muy importante. Una imagen que usa san Juan de la Cruz es la del fuego y el madero. La aplica a nuestra alma. Dios es el fuego. El madero primero se calienta (calorcillo de los primeros consuelos); luego desprende la humedad (lágrimas duras de las purificaciones pasivas); desprende humos (mayores pruebas); se convierte en fuego (unión íntima del alma con Dios; matrimonio espiritual). El iconoclasta no sabe reconocer la epifanía de lo invisible en lo visible. La visión adquiere cierta primacía sobre la palabra. El pintor ha de captar las estructuras espirituales escondidas; la unión entre lo humano y lo divino. El arte se conjuga con la piedad. Y no olvidemos que el hombre es imagen de Dios. Imaginación.- - Es uno de nuestros sentidos internos. Tiene mucha importancia en la vida - - - para idear situaciones, para investigar, para ayudar y empatizar con las personas. Pero también puede causarnos traumas, peligros, desazón, pesimismo y tristeza cuando nos dejamos llevar de ella por el pesimismo. Igualmente, en otro sentido, puede considerase nociva por lo contrario: cuando por optimismo impulsa a enredarse en negocios nada claros ni lícitos, en ansias de poder... San Pablo nos previene con relación a este sentido interno: ―Como ellos, también nosotros vivíamos en el pasado siguiendo las tendencias de la carne, obedeciendo los impulsos del instinto y de la imaginación‖. (Ef. 2,3) Santa Teresa de Jesús llegó a llamar a la imaginación ―La loca de la casa‖. La imaginación falsifica el aprecio de sí mismo y los propios méritos, fomenta los temores, las preocupaciones, las inquietudes y las sospechas. Es preciso controlar la propia imaginación y confiar del todo en quien sabemos nos ama siempre: Dios. Ver entrada ―Memoria‖. Imitación.- - Imitar a la Santísima Trinidad, según cabe a nuestra flaqueza humana; ―Sed - - - perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto‖ (Mat. 5, 48). ―Sed imitadores de Dios, como hijos queridos‖. (Ef. 5, 1). Imitar a Jesucristo: ―Ejemplo os he dado, para que como yo he obrado, así también lo hagáis vosotros‖. (Jn. 13,15). Mirarnos en el espejo del Evangelio. Imitar a la Virgen María: en su humildad, en su decisión con el ―fiat‖, en su amor a Dios y al prójimo, en su generosidad, en su fe y confianza (Lc. 1,38). San Pablo se pone como espejo: ―Por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús. Así pues, os ruego que seáis imitadores míos‖. (1 Co. 4, 15-16). ―Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo‖. (1 Co. 11,1). Y en la carta a los Hebreos: ―Imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido‖. (Heb. 6,12). Imitar a los santos: la hagiografía es un buen ejemplar de sus virtudes; imitarlos en ese gran amor a Dios y al prójimo. Pasan mil peripecias y calamidades y aman cada vez más. Hacen todo lo que su corazón les dicta como agradable a Dios. Y todo lo realizan dentro de una gran paz interior. Sin angustias ni obsesiones. Su amor al prójimo, su celo por la salvación de las almas, su entrega plena a la evangelización. ¡Calar muy hondo en el misterio de Jesús para ser cada día un poco más en todo como Él! Sumiso al Padre, oblación amorosa a Dios, amor grande, amor salvífico. Ver entrada ―Ejemplo‖. Impaciencia.- - Es una derivación de la ira, que suele llevar consigo mal humor en cuanto - llega una contrariedad. Es preciso dominarla. Recordamos las impaciencia de Marta: ―Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos; y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude‖ (Lc. 10,40). Jesús la calmó diciéndole que andaba inquieta en muchas cosas y que María había escogido la mejor parte que no se será arrebatada. Y conviene considerar el consejo de San Pablo sobre los Filipenses: ―Que vuestra paciencia la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. (Fil. 4, 5-6). Impecabilidad.- - La impecabilidad tan solo pertenece a los santos del Cielo. Y por supuesto a - Jesucristo ―¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?‖ (Jn. 8, 46) y a la Virgen María que fue preservada del pecado. Toda persona aunque esté en lo más alto de la perfección es pecadora. ―Si decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en nosotros‖ (1 Jn. 1, 8). Imperfección.- - Es el pequeño error o defecto que impide que una cosa o una persona sea - - perfecta. La imperfección en el contexto que nos ocupa es cierta dominación de lo humano sobre lo divino. La imperfección es la transgresión de un consejo que no obliga bajo pecado. ―El justo cae siete veces y vuelve a levantarse‖ (Prov. 24, 16). Quien trabaja por la perfección ha de asumir esta realidad. También es imperfección la transgresión no culpable de preceptos por olvido u otras causas. Nuestra flaqueza humana es origen de muchas imperfecciones. A veces se vive en un desorden continuo. Peligro. Usar con preferencia las criaturas para el bien propio y detenerse en sí mismo olvidando a Dios, también es imperfecto. Ver entrada ―Faltas‖ Ímpetus.- - Impulsos fuertes e inesperados de amor de Dios que dejan al alma con hambre y sed de su amor. A veces se producen simplemente por escuchar el nombre de Dios. Son impulsos para aumentar la caridad hacia Dios y hacia el prójimo. Imposición de manos.- - La mano simboliza ordinariamente poder; la imposición, signo de - consagración que el Espíritu Santo confiere a un ser que Él ha escogido. Jesús impuso las manos a los niños pequeños. La imposición de las manos es también signo de liberación. Este signo aparece como portador de una potente realidad divina. En la Biblia es muy frecuente la imposición de las manos. Así, Aarón, por ordenanza de Dios, puso sus manos sobre el macho cabrío (Lev. 1, 4; 3, 2; 4, 4; 16,21); también los levitas, (Num. 27, 15-23). Jesús decía: "Impondrán las manos sobre los enfermos y sanarán" (Mc. 16,15-18). Y a los niños, tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos (Mc. 10,16). La práctica de la Imposición de manos en los inicios de la iglesia cristiana, es asociada al Bautismo en el Espíritu Santo, el libro de los Hechos de los Apóstoles lo narra (He. 8,14-20. También los apóstoles imponían sus manos sobre algunos creyentes, que cumplían con unos requisitos para llamarlos al servicio de la obra de Dios; estos creyentes permanecían primero en oración, para que Dios diera el visto bueno (He. 6,3-6). San Pablo le decía a su discípulo Timoteo: ―No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio‖ (1Tim. 4,14 y 2 Tim. 1,6). Impotencia.- - Sin la ayuda de Dios y de la gracia, no podemos hacer nada ni para nuestra - - salvación, ni para nuestra vida de perfección. No podemos principiar, ni continuar ni concluir cosa conducente para la vida eterna. Dice Jesús (Jn. 15,5) ―Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer‖. Y en (Ef. 2,8 y 9) ―Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe‖. Ver entrada ―Debilidad‖. Incendio de amor.- - Es un fenómeno místico extraordinario que ha existido en algunos santos. Consiste en un calor fuerte que les quemaba el pecho e incluso la ropa cercana. Así dicen de San Wenceslao, duque de Bohemia, Francisco Javier, Nicolás Factor, Pablo de la Cruz y otros. Inconstancia.- - Suele ser el peligro de los principiantes. Comienzan con fervor y gusto - - espiritual, pero cuando desaparece, algunos lo echan todo a rodar. Es preciso darse cuenta de que la obra de santificación es lenta, con muchas dificultades. En los comienzos de la vida espiritual es necesario más que nunca un acompañante o director espiritual con experiencia. La Biblia nos exhorta a no dejarnos llevar por la inconstancia: ―El que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos‖. (Sant. 1, 68). ―Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción‖ (Mat 7,26-27). ―Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente‖ (Gal. 1,6). ―Pronto se olvidaron de sus obras; no esperaron su consejo‖. (Salmo 106,13) Todas las mañanas al levantarse proponerse seguir al Señor aun en medio de la sequedad; así se va forjando la constancia. Y para control propio dar periódicamente y con frecuencia cuenta de cómo se lleva el problema de la constancia al confesor, director espiritual o acompañante. Incorporación a Cristo.- - ―Yo soy la vid y vosotros lo sarmientos‖. (Jn. 15,5) Permanecer unidos a la vid. Incorporarnos a Cristo dentro de la Iglesia, dentro del Cuerpo Místico de Cristo; Jesús es la cabeza y de Él, cabeza y vid, recibimos el influjo vital. (1 Co. 12, 12-27). - Importancia de ser conscientes de nuestra incorporación a Cristo en su - Cuerpo Místico. Ver entradas ―Cuerpo Místico de Cristo‖, y ―Comunión de los santos‖. Incredulidad.- - Es la imposibilidad o reserva que tiene una persona para creer algo que no - - - - - - ve o que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría. La fe es un don de Dios y quien nunca ha creído, sepa que puede disponerse pidiendo a Dios la gracia de creer. Necesita un poco humildad y lanzarse; Dios le va a dar su gracia y este don. Quien ha tenido fe, cuando se engolfa torpemente en negocios nada sanos, se aleja de la oración y busca el placer por donde sea… puede llegar a la incredulidad o indiferencia. Pero ¡no empecinarse ahí, deje la puerta abierta a la esperanza! La Biblia nos habla sobre la incredulidad: ―Es necio quien dice: no hay Dios‖. (Salmo 14, 1) ―¡Mirad, hermanos!, que no haya en ninguno de vosotros un corazón maleado por la incredulidad que le haga apostatar de Dios vivo‖ (Heb. 3,12). ―Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia están contaminadas‖. (Tito 1, 15). Hemos de tener esperanza para la conversión de los incrédulos: ―Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia‖ (Rom. 11, 32). Referente a la incredulidad de quien ha creído y perdido la fe, citamos un párrafo de San Pedro Julián Eymard, apóstol de la Eucaristía que puede hacer pensar: ―La fe se adormece y Dios es olvidado. Pero que la gracia se despierte, que le despierte una simple gracia de arrepentimiento, y sus primeros pasos se dirigirán instintivamente a la Eucaristía.‖ ―Ante todo, - sigue el santo - ¿es posible perder completamente la fe en la Sagrada Eucaristía después de haber creído en ella y haber comulgado alguna vez? Yo creo que no. Un hijo puede llegar a despreciar a su padre e insultar a su madre; pero desconocerlos... imposible‖. Y termina Eymard con esta idea: ―De la misma manera, un cristiano no puede negar que ha comulgado ni olvidar que ha sido feliz alguna vez cuando ha comulgado. La incredulidad, respecto de la Eucaristía, no proviene nunca de la evidencia de las razones que se pueden aducir contra este misterio‖. Muchas veces el problema de la incredulidad proviene del mal ejemplo de los malos cristianos. Tenemos gran responsabilidad. Incrédulos.- - Para muchos ateos e incrédulos la perfección cristiana es algo meramente - subjetivo, sin realidad. Algunos incluso lo llaman fenómeno morboso, ―opio del pueblo‖. Otros admiran a nuestros místicos y a quienes creen y viven en consonancia con su fe. A quienes profesamos nuestra fe, convencidos, no nos aturden voces nihilistas. ―En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido‖. (Salmos 31,1 y 71,1).La fe es un don de Dios. Hemos conocido a personas muy creyentes y con sólida formación teológica, con la fe del ―carbonero‖. "Nadie esperó en el Señor y quedó confundido" (Ecles. 2,11). Inculturación.- - La evangelización debe tomar en cuenta la realidad sociocultural tan - - diversificada según los destinatarios. Es un proceso activo a partir del interior mismo que recibe la revelación a través de la evangelización. No se trata de un acto sino de un proceso y se hace a nivel de la persona. Dios hace de sí mismo un don gratuito, pero teniendo en cuenta unos contextos socio culturales. Esta manifestación de Dios se hace a partir de la realidad misma del pueblo. Siempre tomando conciencia de las minorías culturales, estén reprimidas o no, y de la diversidad cultural en cualquier comunidad humana. Es necesario el proceso dialogal entre dos culturas: la del evangelizador y la del evangelizando. Estos principios han de ser tenidos en cuenta para divulgar nuestra fe. (Mirar Concilio GS. 22-24; 44) ―Hacerse a todos (judíos, griegos, circuncisos, incircuncisos), para ganarlos a todos para Cristo Jesús‖. (1 Co. 9, 19-22). A ejemplo de Cristo y por el don de su Espíritu, debe encarnarse en cada lugar, en cada tiempo y en cada pueblo (He. 2,5-11). un proceso de toma de conciencia respecto al camino histórico de cada pueblo hacia la ―libertad‖ en Cristo (Gal. 4,31), que es libertad en el amor (2 Cor 3,17). Indiferencia.- - Nos referimos a la indiferencia relacionada con la voluntad de beneplácito de - - Dios. San Ignacio de Loyola la utilizó mucho en sus Ejercicios Espirituales, dando a entender que lo mismo tiene que importarnos salud que enfermedad, riqueza y pobreza, vida larga o corta, con tal de que todo ello sea para la mayor gloria de Dios. Para la perfección cristiana, esta indiferencia ignaciana ayuda y mucho. Tengamos en cuenta que ―Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos que, según sus designios, han sido llamados‖ (Rom. 8, 28) y perseveran en su amor. Y ―no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios‖ (1 Co. 6, 19). La obra de Dom Vital de Lehodey ―El santo abandono‖ es el libro clásico de espiritualidad sobre este tema y la voluntad de Dios de beneplácito. En un sentido completamente distinto al anterior consideramos ahora la indiferencia religiosa: es una forma peculiar de increencia; el sujeto no acepta ni rechaza a Dios, prescinde de Él; total desinterés por todo lo relacionado con la trascendencia; es una postura emparentada con el agnosticismo. Su causa suele ser el abandono de la práctica religiosa, el mal ejemplo de muchos cristianos, el deseo de sentirse libres de toda exigencia. A los seguidores de Jesús y ministros del Altar esta postura debe interrogar y no abandonar a estas personas. Ver entrada ―Incredulidad‖ Indulgencias.- - Son para la remisión ante Dios de la pena temporal debida por los pecados, - - - ya perdonados en cuanto a la culpa. Un fiel dispuesto, y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia ese beneficio del perdón. La Iglesia, como administradora de la redención, puede otorgar. Pueden ser las indulgencias plenarias o parciales. La plenaria perdona toda la pena temporal. En cuanto a las parciales se entiende que se perdona los días o años que un penitente conseguiría en el tiempo señalado en la indulgencia. La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia "La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos (Catecismo nº 1471) En épocas pretéritas se ha dado gran importancia a las indulgencias. Hoy se da mayor importancia a la indulgencia plenaria de los años jubilares. Hemos de apreciar las indulgencias. Es bueno aplicar las indulgencias que ganamos a las almas del purgatorio. Inedia.- - Se llama inedia o ayuno absoluto cuando se trata de un fenómeno - extraordinario místico. Vivir sin comer. Ha habido casos en que durante años se ha alimentado la persona mística con solo la Eucaristía, santa Ángela de Foligno, Teresa Newman y otros. Ver entrada ―Ayuno‖. Infancia espiritual.- - Se trata de una escuela de espiritualidad siguiendo las enseñanzas de Santa - - Teresita del Niño Jesús. Dice ella misma: ―Ser pequeño, es también no atribuirse a sí mismo las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de alguna cosa, antes bien reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la virtud en la mano de su pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo necesite. En fin, es no desanimarse poco ni mucho por las faltas propias, porque los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño.‖ ―La santidad no consiste en tal o cual práctica; consiste en una disposición del corazón, que nos hace humildes y pequeños, en manos de Dios, consciente de nuestra debilidad y confiado, hasta la audacia, en su bondad de Padre‖ Es, pues, evidente, que la infancia espiritual, en el concepto de Santa Teresita, significa que hemos de tener en nuestro corazón un vivo sentimiento y un claro conocimiento de nuestra debilidad, lo cual ha de - - hacernos humildes y pequeños en manos de Dios. Pero, además, hemos de conocer y sentir igualmente, en nuestro corazón, la inmensa bondad paternal de Dios; confiar en Él hasta la audacia. Jesús nos recuerda su amor a los pequeños: ―Te doy gracias, Padre…, porque no has revelado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños‖. (Mat. 11, 25). ―Si no os hiciereis como niños no entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 18,3). Y San Pedro dice: ―Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación.‖ (1 Pe. 2,2) Aunque no se siga del todo el ideario de la ―Infancia espiritual‖, sí conviene tenerla muy en cuenta. Recordemos la frase de Jesús: ―Si no os hiciereis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos‖. (Mat. 18,3) Ver entrada ―Niño‖. Infidelidad.- Infieles.- - Suele llamarse infieles a aquellos que nunca han oído hablar de Dios o de - Jesucristo. En realidad infiel es la persona inestable y poco constante en sus afectos, ideas y obligaciones y falta a sus compromisos hacia alguien o algo. La infidelidad es la carencia de lealtad o quebrantamiento de la misma hacia cualquier compromiso moral como la religión, la amistad, el matrimonio. Los infieles son considerados por parte de quienes practicamos nuestra espiritualidad cristiana como necesitados de nuestro pleno amor para que puedan ser evangelizados. La infidelidad en cuestión de espiritualidad puede ser la consecuencia de la tibieza en nuestra relación con Dios. Recordamos algunos versículos bíblicos sobre la infidelidad a Dios. ―No te alegres, Israel, con gran júbilo como las naciones, porque te has prostituido, abandonando a tu Dios; has amado el salario de ramera sobre todas las eras de grano‖ (Oseas 9, 1). ―Mas vosotros me habéis dejado y habéis servido a otros dioses; por tanto, no os libraré más‖ (Jueces, 10,13). ―Asimismo todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo fueron infieles en gran manera, y siguieron todas las abominaciones de las naciones, y profanaron la casa del Señor que Él había consagrado en Jerusalén‖. (2 Crón. 36, 14). Pero también aparece la esperanza hacia las infidelidades: ―Por tanto, así dice el Señor Dios: Ahora restauraré el bienestar de Jacob, y tendré misericordia de toda la casa de Israel, y me mostraré celoso de mi santo nombre. Y ellos olvidarán su ignominia y todas las infidelidades que cometieron contra mí, cuando habiten seguros en su tierra sin que nadie los atemorice‖. (Ez. 39, 25-26) Infierno.- - Designa la residencia de los demonios y de las almas condenadas. En un sentido más amplio es el ―Sheol‖ hebreo o el ―Ades‖ griego (lugar de los muertos en general). Habla de él Isaías 66,24); es la ―Gehenna‖. (Jueces 16, 21). En el Nuevo Testamento podemos consultar: (Mat. 5, 22-29; 13, 42-50; 18, 9); (Mc. 9,44). (Apo. 19, 20; 20, 9 y 15; 21, 8); (2 Pe. 2,4) - Jesucristo revela a los hombres que pueden condenarse eternamente en el - - infierno. (Lc. 16, 19-31). Hoy el infierno es tema tabú. El creyente ha de tener en cuenta siempre esta verdad, para que, según decía San Ignacio de Loyola, ―Si del amor de Dios nos olvidamos, al menos el temor del infierno, nos ayude a vivir una vida recta y humilde...‖ Observamos cómo Jesús señaló prototipo de candidato al infierno a quien no socorre las graves necesidades del prójimo: ―... Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber...‖ Y candidatos para la salvación, lo contrario: ―Tuve hambre y me disteis de comer...‖ y ―El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna‖. (Mat. 25, 35-45) La misericordia de Dios, sí, es infinita, pero eso no quiere decir que no exista el infierno ni que todos hayan de salvarse. Ya dice el Apocalipsis: ―sus obras les acompañarán‖ (Apo. 14, 13) Infundir.- - Este verbo se utiliza con frecuencia en nuestra relación con Dios. La gracia - de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo. La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él lo mismo que la es y la caridad. Ls caridad es la virtud teologal que siempre permanecerá en nosotros (1 Co. 13, 13), El don de la salvación por Cristo nos infunde la gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal (Cat. 1811). Inhabitación.- - Morada de las tres divinas personas por la acción del Espíritu Santo en el - - alma del justo. Dice en (Jn. 14, 23) ―Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él‖. Son varias las citas del Evangelio y del Nuevo Testamento en que se habla de la inhabitación, de la intimidad con el Espíritu Santo, con Jesús, con la Santísima Trinidad. Ante todo cuando ―Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros‖ (Lc. 1,14). Y Jesús es la causa de la inhabitación de la Santísima Trinidad en nosotros, ―Porque en él habita la plenitud de la divinidad corporalmente, y por él, que es cabeza de todo Principado y Potestad, habéis obtenido vuestra plenitud‖. (Col. 2, 9-10). La comunión del cuerpo y sangre de Cristo es considerada como causa de la inhabitación: "El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él‖. (Jn. 6, 56). Y este bello texto de San Pablo: ―Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. (Ro. 8, 1012). ―Así lo dijo Él: ―Habitaré entre ellos y caminaré con ellos; seré su Dios y ellos serán mi pueblo‖. (1 Co. 6, 16). - La fe y la palabra son el inicio de la inhabitación. ―Que Cristo habite por la fe - en vuestros corazones‖. (Ef. 3, 17). ―La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza‖. (Col. 3,16). Y hemos de guardar este tesoro, ―Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros‖. (Col. 3, 16). Se trata de una unión muy íntima con Dios que nos hace templos vivos de Dios y participar en su vida íntima. Esta idea es una de las grandes fuentes de espiritualidad cristiana. Ver entradas ―Morada‖. ―Adopción‖. ―Hijos de Dios‖. Iniciación cristiana.- - Los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía son los llamados - - - - ―de iniciación cristiana‖. "Sientan las bases de la vida cristiana: los fieles han renacido por el Bautismo, son fortalecidos por la Confirmación y son alimentados por la Eucaristía". Nuestra existencia cristiana camina hacia la salvación. Los sacramentos son medios que Dios nos da para salvarnos. El bautismo es el primero, el más importante de los sacramentos en el sentido de que es la puerta para todos los demás, es el primero: es como el vestido de incorruptibilidad. Nos lleva a vivir la gracia, el amor, nos hace hijos de Dios; es la participación en la muerte y resurrección de Jesús. (Jn. 3,2); (Mat. 28. 19-20); (1 Pe. 3, 21); (He, 2, 3). ―Id por todo el mundo: el que crea y se bautice se salvará...‖ (Mc. 16, 15-18) Figuras del bautismo en el Antiguo Testamento: el diluvio, el paso del mar Rojo, las aguas de Mará en el desierto, la fuente de la roca, el paso del Jordán. La confirmación nos otorga y compromete para una colaboración más generosa y defender y proclamar Buena Nueva, y dar testimonio con nuestro ejemplo. En la confirmación se otorga el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos del obispo y la unción con el santo crisma. (Mc. 16,20); (He. 8,15-17 y 19, 5-6). Algunos teólogos prefieren la confirmación muy próxima al bautismo; antes que la comunión. Otros la prefieren en la adolescencia cuando el cristiano joven comienza a madurar en la fe. Hoy es costumbre de recibir este sacramento en la adolescencia, con una larga preparación catequética. La Eucaristía es el centro y la culminación de la iniciación cristiana. Y es el centro de nuestra espiritualidad. (Lc. 22-14; Mat. 26, 20-29; Mc. 14, 17...). Ver entradas ―Bautismo‖, ―Confirmación‖ y ―Eucaristía‖ Iniciativa.- Ver entrada creatividad. Inmaculada Concepción.- - La Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción, - - - es una denominación a la Virgen María y un dogma definido por el papa Pío IX en 1854; sostiene que la Virgen estuvo libre de pecado original desde el primer momento de su concepción, por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto. Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción contemplamos la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostenemos que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, Dios y hombre verdadero. La doctrina reafirma con la expresión ―llena de gracia‖ contenida en el saludo del Arcángel san Gabriel. (Lc.1, 28). Su fiesta, el 8 de diciembre, siempre ha sido de gran veneración y de importancia para la piedad popular. Las novenas de la Inmaculada en un pasado reciente han gozado de afluencia masiva de fieles. Blancos, sin mancha los corporales que sostienen la Hostia Santa durante la celebración de la Eucaristía. Blanca, pura, limpia había de ser la Virgen Inmaculada que mantuvo en su seno durante nueve meses a Jesús, nuestro Dios. Ella nos enseñará el camino de la verdadera limpieza interior, cuando nos acercamos a la Eucaristía. Romanos 3,23 dice: "por cuanto todos pecaron y necesitan la gloria de Dios". Ver entrada, ―María‖. Inmensidad de Dios.- - Atributo divino en cuanto que está presente en todo lugar, especialmente en - el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Es tema de contemplación: ―No hay nadie como tú, oh Señor; grande eres tú, y grande es tu nombre en poderío‖ (Jer. 10,6). ―Porque grande es el Señor, y muy digno de ser alabado; temible es Él también sobre todos los dioses‖ (1 Cro. 16, 25). ―Clama y grita de júbilo, habitante de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de Israel‖. (Is. 12,6). ―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos‖ (1 Pe. 1,3). Inmortalidad.- - Es la propiedad o atributo de un ser de no morir. Así ocurre en nosotros los - humanos. ―Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera‖. (Jn. 6,50). Nuestra alma es un espíritu inmortal, creado por Dios de la nada, a su imagen y semejanza. ―Porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección‖ (Lc. 20, 36). En cuanto a Dios, mejor que inmortal diremos que es eterno, en cuanto que ni tuvo principio ni tendrá fin, existe por su misma esencia. Tema también de contemplación. ―Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén‖. (1 Tim. 1, 17). Inquietud.- - Entendemos aquí por inquietud la inclinación, interés de una persona por una - - - actividad, disciplina, empresa, ideología… Existe una inquietud buena: por ejemplo interés por la justicia, el amor, una empresa generosa... Otra inquietud mala si el objeto al que se dirige la inquietud es malo. (1 Co. 7, 3235 y 12, 25-27) (2 Co. 11, 28). Existe otro tipo de inquietud mala, la preocupación excesiva. Es necesario no dejarse dominar de ella; si existiera esta inquietud, con paz es preciso dominarla por medio de ejercicios psicológicos: practicar ejercicios de relajación y respiración; en reposo interior del alma, en la presencia amorosa de Dios. Confiar en Dios. (Jer. 17, 7-8), (Mat. 6, 25-34). Mientras se van resolviendo los problemas procurar la calma. Mantener a toda costa la disciplina interior. Y lo mejor de todo: ir a la raíz; la ―indiferencia ignaciana‖. ¿Qué más da en el fondo una cosa que otra? Lo importante es llegar a Dios, cumplir su voluntad, que Él reine en nuestros corazones. Ver entrada ―Indiferencia‖. Inspiraciones.- - El Espíritu Santo nos envía constantemente su gracia, sus mociones. Es - - preciso permanecer atentos y saber discernir. La alerta percepción: Sus inspiraciones no llevan otra mira que la de moldear nuestra semejanza con Jesús. Completa fidelidad a ellas. ―Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos‖ (Ef. 6, 18). Quien las atienda será de Dios y Dios será de él. Seguir las inspiraciones de Dios con el corazón abierto a la lluvia del Cielo. Seguirlas en cualquier forma que se manifiesten. El alma recogida anda siempre atenta a las inspiraciones del Espíritu Santo. ―Que no perdáis la cabeza ni os alarméis...‖ (2 Tes.2, 1). Siempre es necesario discernir si la inspiración viene de Dios o no. Instintos divinos.- - Son luces, inspiraciones que obran en nosotros sin deliberación, aunque no sin nuestro consentimiento. Es como una gracia operante. Institutos seculares.- - Podemos definir el instituto de vida consagrada como una asociación católica, cuyos miembros, sin ser religiosos, profesan los tres consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, por un vínculo sagrado, la consagración, y en virtud del cual entregan la propia vida al seguimiento - - - de Cristo y al apostolado de la Iglesia, comprometiéndose en la santificación del mundo, trabajando desde dentro de él. En 1530 santa Ángela de Méricis funda la compañía de vírgenes seglares que vivían en su casa. Hubo también conatos en la revolución francesa y en Suiza. Fue sobre todo en el siglo XX, en 1939 cuando comenzó este movimiento, pero hubieron de desistir; más tarde, el 47, Gemelli lo inició otra vez. Pío XII publicó la ―Próvida Mater Ecclessia‖ que dio luz verde a los institutos seculares que deseen seguir los consejos evangélicos. 1970 hubo un congreso en Roma, donde quedaron resueltas todas las dificultades. Y el Concilio Vaticano II con la ―Perfectae Charitatis‖, respaldó del todo los institutos seculares. Son verdaderamente personas consagradas. También se dan en estos institutos los llamados ―no numerarios‖, que viven en el matrimonio el ideal religioso. Dejan asomar los frutos de santidad y fecundidad apostólica. Son verdaderas almas escondidas con Cristo en Dios. Intención.- - Nos referimos a la intención que se requiere para el mérito. Se necesita al - menos la intención virtual, porque la caridad siempre es activa; mientras no se cometa pecado mortal, dirige a Dios nuestras buenas obras, vivifica e informa nuestras virtudes. ―Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios‖ (Mat. 5,8). Sin embargo si quisiéramos que nuestras obras fueran lo más meritorias posibles, es menester actualizar la pureza de intención. Esforzarnos, intensificar con paz. Internet.- - Es un medio moderno para el acompañamiento en la fe y para la evangelización, muy utilizado por la Iglesia, recomendable sobre todo para informar y relacionarse; también como medio de evangelización sobre todo por parte de las personas de movilidad reducida o con problemas de relación directa. Mejor es la evangelización tradicional de persona a persona o por la voz. Pero ha sido un medio nuevo muy útil. Ha de ir unido a lo que de verdad ha de ser el alma de todo, la vida interior de oración. A los impedidos les hace sentirse más útiles que nunca. Es un medio providencial para todos. Intimidad.- - La intimidad con Jesús trae paz al alma. La verdadera paz nace en la - soledad, en la unión con Jesús. Pero cuando acudimos al sagrario no hemos de ir buscando el consuelo, sino añorar a Dios. Él nos sostiene y nos dará la paz interior. Muchos versículos de la Sagrada Escritura nos conducen a la intimidad Como ejemplo citamos solamente tres: ―Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos - - - adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Rom. 8, 15). ―Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar‖ (Mat. 11, 27). ―Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis‖. (Jn. 5, 20) Llama la atención la vida de Carlos Foucauld después de su conversión porque tomó una devoción íntima y entrañable a Jesucristo eucaristía. Y vive siempre con el deseo de llevar una vida oculta como Jesús en Nazaret. Compartir por su amor la dicha de la Santísima Virgen y de San José. Sumergirnos en nuestra propia intimidad, delante de Dios: Él se manifiesta al alma en esa intimidad; con nuestra atención recorremos el mundo en busca de Dios. Permanecer en actitud de escucha, de espera... El proceso de adentrarse en la intimidad más profunda de uno mismo consiste en un esfuerzo de recogimiento. Rezar, contemplar y vivenciar íntimamente la presencia de Dios en nuestra vida. En el fondo del alma siempre reina la paz. La intimidad con Dios hemos de buscarla para lanzarnos a la evangelización, no para el exclusivo provecho propio. Sería en este sentido caer en el ―intimismo‖, de una piedad meramente subjetiva. Invocar.- - Es demandar ayuda mediante una súplica vehemente. Es buena costumbre - para vivir en contacto con Dios, para la oración continua, para que nuestra vida interior esté siempre actualizada. Invocar a Dios, a la Virgen María, a los santos para que intercedan por nosotros, por las intenciones por las que pedimos. Se trata de una súplica con gran intensidad. ―Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan‖. (Rom. 10, 12). La invocación del santo nombre de Dios es una alabanza externa o interna a Dios. A veces se hace con canto. Es un acto de religión. Su contrario es tomar el nombre de Dios en vano. Ira.- - Es un apetito desordenado de venganza. Es un pecado capital. ―Si el volcán - de la ira va a explotar en tu boca, respira hondo dos veces, muerde la lengua y lo apagarás‖. Procurar mejorar el temperamento irascible o taciturno en el hogar y sitios de relación de manera que reine la mansedumbre y no la ira. Jesucristo rechaza la cólera contra el hermano. (Mat. 5, 22). La ira perjudica tanto a quienes la expresan como quienes la sufren. (Prov. 29, 22). ―Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones...‖ (Gál. 5, 19-21). Cuando uno se enoja siempre ha de ser de una manera controlada y con una razón justificada. (Ex. 34, 6; Is. 48, 9) Isaías.- - Al profeta Isaías lo consideramos como al más cercano al Nuevo - - - Testamento. Si leemos Isaías, (40, 55), advertimos que nos coloca próximos a la revelación que nos trae Jesucristo. De hecho es uno de los textos más recordados en el Nuevo Testamento. Pretende despertar al pueblo dormido en la desesperanza (40,9 y 52,7). Lo podemos considerar como un aviso serio a los tiempos actuales para que despertemos de la indiferencia y vulgaridad en la fe. El profeta Isaías es uno de los grandes maestros de vida espiritual. Se recomienda en gran manera meditar a este profeta. Predicó a un pueblo de ―dura cerviz‖ (Is. 48, 4 y 46, 12). Reprendía y amenazaba castigos (Is. 26, 21 y 66, 16). Aplacaba a Dios contra la soberbia del Pueblo de Israel, la impiedad y el apartamiento de Dios. (Is. 36, 47 y 46, 12). El profeta Isaías predicó valientemente contra la corrupción. (Isaías 1,4) y entregó grandes visiones del futuro de Israel (Isaías 25,8). Aprendemos de Isaías a vivir sometidos a la ley divina, a sujetar las pasiones. Predica de continuo la conversión a Dios (Is. 8, 15 y 20, 3-5). Prometía a Israel la misericordia de Dios (Is. 43, 25). No se convirtieron, y Dios castigó a su Pueblo. También usó la misericordia y lo liberó de la cautividad de Babilonia. Ver entradas ―Mesías‖ y ―Profetas‖. Islamismo.- - Hacemos aquí mención del islamismo porque existen entre sus miembros - - - místicos, personas de fe profunda y nos une con ellos el monoteísmo y muchas verdades comunes. La espiritualidad del musulmán está en vivir en sumisión a Dios. Se funda en el monoteísmo revelado por Dios a Abraham. Consideran los mahometanos al Corán como libro revelado. Es objeto de veneración y de meditación. Se guarda en el corazón y es preciso aceptarlo. Las verdades del cielo y del infierno han de ser admitidas y tenidas siempre en cuenta, pero aquí no las podemos definir; son verdadero misterio. En el islam están muy unidas las instituciones religiosas, sociales y políticas. El musulmán ha de ser testigo delante de Dios y de los hombres. No hay más que un Dios y Mahoma es su profeta. Y a Dios no podemos conocer. Nos damos cuenta de sus atributos, pronto advertimos que no pueden conocerlos más que aquellos a quienes se les ha dado este don. Guardan silencio ante el misterio de Dios. No podemos enumerar las alabanzas que le corresponden. Mantienen la adoración mediante el culto. Sostienen la limosna con bondad, espontáneamente y con sinceridad para con el Señor. Asimismo la fiel obediencia a las prescripciones de la ley y amarla. Y han de saber cuáles son los actos obligatorios, recomendados, permitidos, desaconsejados y prohibidos. - Dios se da a conocer a nosotros por sí mismo. Se necesita también el arrepentimiento. El alma es una escala que lleva al conocimiento del Creador. El Corán habla de rostros que serán resplandecientes mirando a Dios. Itinerario espiritual.- - El hombre ha de actuar en el mundo para transformarlo. Aun cuando la tierra - - - - duerme; nosotros viajamos. Teilhard de Chardin nos habla de la salvación de la especie humana; condición general a la que se someten las teorías, hipótesis y sistemas. (Rom. 8, 18-22) Hemos de aceptar nuestras limitaciones y colmarlas con la fidelidad de Dios. Vivir nuestra existencia como servicio y filiación. (Is. 40, 30 y 54, 4). Jesús establece condiciones para entrar en el Reino de Dios. Conversión y esperanza, tomar la cruz y seguirle. Para el itinerario espiritual hemos de advertir: ―Yo soy el camino, la verdad y la vida‖ (Jn. 14, 6): camino nuevo de acceso a Dios en nuestro peregrinar; verdad que es luz para no andar en tinieblas; vida que es nuestro alimento en la Eucaristía. Pedro deduce nuestra espiritualidad de pasajes del Éxodo. Pascua o paso por el mundo. (Mat. 25, 35-45) Tres fases: a) Nace Cristo en nosotros con el bautismo b) Crecimiento o maduración por el desarrollo de la gracia en nosotros. c) Triunfo final en el Cielo. Dejamos la edad infantil para crecer hacia la salvación. Iluminados por el Espíritu Santo. (1 Co. 13, 11-13). En el camino recorremos y avanzamos por la via purgativa, la iluminativa y la mística; de otra manera: purificación, práctica de las virtudes, visión y transformación de Dios. El despojo interior se va logrado principalmente en la vía purgativa; desprendimiento de todo aquello que no sea Dios, a fin de que podamos unirnos a él en comunión, amor, en la oración y también en la contemplación. Ha de ir unida la vía mística al apostolado que será más eficaz. Esta vía es el mejor instrumento de transmisión del mensaje evangélico. La proyección misional en este estado será plena. Ser conscientes de que quien no avanza porque no quiere, retrocede. Tener en cuenta que, aparte de la conversión inicial, se da otro tipo de conversión continua junto a la Eucaristía, como fruto de ella. Esta conversión nos ayuda a la salvación del mundo. La fe sólida y personal da fuerza de convicción: ―Sé de quién me he fiado‖. Apoyados en Él, valoramos los acontecimientos. En nuestro mismo itinerario está el amor eclesial: creer con y en la Iglesia; un solo corazón y una sola alma. En unión con Dios, una mirada de amor hacia los hermanos oprimidos y marginados. Unificación mística, conscientes de nuestra poca fuerza. Seguir por la aventura de Dios aunque nos tomen por locos y sin patente de santidad, ojalá lleguemos a la verdadera espiritualidad; hacia la transformación propia y de nuestro ambiente. - Sentido de autenticidad en la relación con Dios Padre y nuestra vida. Unidos - al Señor formar un solo espíritu con Él. (1ª Co. 6,17). No crear caminos extraños. Perdernos en el corazón de Dios. Ver entrada ―Abecedario espiritual‖. J -. Jaculatorias.- - La jaculatoria es una oración muy breve que se puede practicar en cualquier - - momento del día, incluso en el trabajo. Ayuda al cristiano a su unión con Dios y a la oración continua. Existen millares de estas oraciones breves. Algunas muy clásicas, como ―Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío‖. Y aquella que aprendimos al comenzar a hablar: ―Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía‖. El mismo Jesucristo recomendó la jaculatoria para orar: ―Cuando oréis no utilicéis muchas palabras como hacen los paganos pensando que por hacerlo serán mejor escuchadas sus oraciones. Vuestro Padre del Cielo ya conoce lo que necesitáis‖ (Mt 6, 7-8). Y fue Jesucristo con su ejemplo quien nos ayuda a practicar la oración jaculatoria, sobre todo en tiempos especiales: ―Padre, si es posible pase de mí este cáliz… (Lc. 22,42). ―Padre; en tus manos encomiendo mi espíritu‖ (Lc. 23, 46). ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mc, 15, 33-34); y otras palabras en la cruz (Lc. 23, 33-48); (Mat. 27, 35….) (Mc.15, 24…); (Jn. 19, 26 y sig.). Asimismo cada una de las peticiones del Padre Nuestro son verdaderas jaculatorias. (Mat. 6, 9-13; Lc. 11, 1-4). Jesucristo.- Jesús.- Cristo.- - La persona de Jesucristo es el centro del Evangelio; no citamos textos: basta - - con la lectura detenida de los mismos para que de inmediato lo advirtamos. Jesucristo no es persona humana, es persona divina, la segunda de la Santísima Trinidad. ―Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre que nació de la Virgen María‖. Es el Señor y Mesías. (He. 2, 36). Jesucristo es Dios, el Verbo de Dios hecho hombre; tiene naturaleza humana y divina. Y una sola persona, la segunda de la Santísima Trinidad. (Jn. 1). En Jesús florecen todas las virtudes, para gloria de su Padre y provecho nuestro. Contemplemos esta disposición radical y primordial de Cristo a vivir todo entero para su Padre. (Fil. 2, 6-11). Es el sol de las almas que de Él reciben toda gracia liberadora y todo influjo de salvación. Hemos de girar hacia Él. (1 Jn. 4,10). Jesús es el Señor resucitado. En Jesús hallamos apoyo especial. Es imagen de Dios, el Hijo de Dios. Los cristianos estamos invitados a tener sus mismos sentimientos. (Fil. 2,5). Miramos a Cristo resucitado, fuente de vida para cuantos se unen a Él por la fe y por los sacramentos. Es Dios cercano a nosotros. - Jesucristo es nuestro salvador. (Ef. 5, 23); (Fil. 3,20); (2 Tim. 1,10); (Tito 1,4; - - - - - - - - y 3, 6); (2 Pe. 1, 11; 2, 20; y 3,3); (1 Jn. 4, 14). A Jesucristo (40 veces en el N.T.) le llamamos también Jesús (877 veces en el N.T.), Cristo (201 veces), el Maestro (23 veces), el Mesías (63 veces), el Hijo de Dios (43 veces), el Hijo del hombre (83 veces). Después de la resurrección es el Señor. En el arte se le representa de distintas maneras, dependiendo lo que quiera destacar en Él el artista, por ejemplo: el Jesús hierático, distinto del Jesús acogedor, lleno de bondad, ejemplo la acogida a la adúltera y a la mujer de mala vida. (Jn. 8,1-11); (Lc. 7, 36-50). Jesús en la cruz es verdadero valor expiatorio por todos los pecados cometidos. (Heb. 2, 17 y 13, 11). Él nos penetra y vivifica; estamos inmersos en Él. Somos atraídos a su vida personal: todos con Él formamos el Cuerpo Místico de Cristo. (1 Co. 12, 27) Cristo, el dispensador de fuerza celestial. Nos invita a llevar una vida incorporados a Él. (Rom. 8, 13). Somos una cosa con Él (Rom. 6, 5). Cristo es la manifestación perfecta de Dios (Jn. 17, 3), y es la vida que no puede ser comprendida sino por el Espíritu. La fe es el primer paso para llegar a Jesús, como fin escatológico: ―Quien cree en el Hijo tiene la vida eterna‖. (Jn. 3,36) Celebramos a Jesucristo en la liturgia, con himnos y cánticos. Darle gloria por el credo, por el amor. La cumbre de la celebración es Jesucristo, la Eucaristía. ―Sigue con Jesucristo y Él crecerá en ti‖. Jesús es el Señor; esto se expresa en el título de Cristo en la Iglesia (Fil. 2, 5,11); Él está con nosotros. La Iglesia es como su cuerpo; derrama sobre ella la salvación por el Espíritu. Permanecer en la Iglesia sin aislarnos. Pese a los fracasos, la comunidad eclesial ha de seguir a Jesucristo. Jesús ha venido a anunciar a un Dios cercano y familiar y que es invocado por el hombre con total confianza. (Mat. 4,17). Los santos han tenido profunda experiencia de Cristo y total entrega y consagración a Él. Y se realiza esta experiencia por el amor. Los sacerdotes y la evangelización son para el encuentro personal con Cristo y el hombre se une del todo a Cristo en la Eucaristía. Cada uno acoge Cristo en su propia existencia y penetra progresivamente en el misterio. Encuentro personal, íntimo y perseverante. No amamos a Cristo porque ha sido bueno con nosotros, sino sobre todo porque es la revelación escatológica del Amor Absoluto. (Ef. I, 4-14). Por eso exige amor absoluto. Su mirada tenía algo, llegaba hasta el fondo del corazón (Mc. 10, 21); su palabra reflejaba autoridad; su libertad resultaba misteriosa y paradójicamente viene de su obediencia al Padre. No se manifestó de manera fulgurante hasta el Tabor (Mat. 17, 1-6; Mc. 9,1-8; Lc. 9, 28-36) y después de la resurrección. Jesucristo se manifiesta misericordioso. Tratar a Jesucristo como verdadero amigo, no como amigo imaginario. (Jn. 15, 13; 15,15). La Eucaristía es una realidad sensible que nos ayuda a fijar nuestro corazón humano en Él. ¡Cuándo llegaremos a ser los verdaderos enamorados de Jesucristo! Quien desea vivir la virginidad considera a Jesucristo esposo de su alma. - Ver entradas ―Hijo de Dios‖, Mesías‖, ―Hijo del hombre‖. José.- San - Esposo de la Virgen María, custodio de Jesús y padre putativo. (Lc. 1,27; 2, - 4, 41; 16) (Mat. 1,18; 19-24; 2, 19-21). Es patrono de la Iglesia universal; abogado de la buena muerte. Es su devoción muy privilegiada y apreciada a través de los siglos. Es el santo más importante del cristianismo, después de la Virgen María. ―Esposo de la Virgen, custodio del Señor, llévanos a María y por María a Dios; llévanos a María y por María a Dios‖. La fiesta de san José se celebra el 19 de marzo. Aunque sea tiempo de cuaresma hemos de procurar fervor, agradecimiento y entrega generosa como él. Juventud.- - La juventud es una edad intermedia entre la infancia y la madurez. Llega - - - hasta los 30 años. A partir de la década de los 60 del siglo XX, se advierte un movimiento en el sistema de valores y actitudes culturales. Podemos considerar hasta la década de los 60 la era la juventud más de tipo familiar y religioso - social. Seguía una moralidad religiosa apoyada por la familia; con gran lealtad a los valores religiosos. La familia institución clave. Hacia la mitad de la década de los 60 (coincide con el posconcilio), comienza un período crítico en la juventud. Recordamos la revolución del 68, sobre todo en Francia. Se notó una tendencia al personalismo, hacia la solidaridad; se da gran importancia a la espontaneidad de los instintos, sobre todo el sexual. Va perdiendo el influjo de la Iglesia cristiana y comienzan a decaer los valores tradicionales de la vida religiosa, familiar. Es mayor el individualismo, egocentrismo, aunque emprendedor en algunos aspectos. Es menor la creatividad y mayor el gregarismo y la pasividad. Comienza a florecer la idea de solidaridad. Aumenta protesta tipo revolucionario; los ideales nacionalistas y separatistas sustituyen a los religiosos; y una mayor fuerza del yo permisivo, solidario y respetuoso con la libertad. La fe en Dios: en 1974 el 6,5 por ciento se declaraba no creyente; en la actualidad ha crecido este porcentaje hasta el 25 por ciento, y pasa con creces en algunas regiones. Con frecuencia se expresa la denuncia contestataria. En algunos sectores eclesiales siguen conservándose entre la juventud los valores tradicionales y religiosos, con una finura mayor que hace cincuenta años. Jubilación.- - La jubilación es un tiempo privilegiado en que la persona dispone de amplia libertad y júbilo. La palabra jubilación proviene del latín "iubilare" (gritar de alegría). - Ya no estarás sujeto a 8 horas de trabajo. Es preciso aprovechar el tiempo. - Un día puede ser muy bueno si consigues centrar tu energía en realizar actividades para ayudar a otros y conservar tus facultades, que te permitan sentirte activo. Ocupa tus horas con provecho y haz lo que antes no podías por cuestiones laborales. Es preciso aprovechar el tiempo de jubilación; entregarse más a la oración y a las buenas obras, compartiendo nuestras cualidades carismas con cuantos podamos. ¡Cómo han querido los santos unos años de buena preparación para ir a Dios! Libres de cargos, de responsabilidades, dejando su puesto a otros más jóvenes para buscar con mayor intensidad a Dios; para llorar entre el vestíbulo y el altar por los pecados del mundo (Joel, 2,17). Gracia grande de Dios si nos permite estos años de preparación de la tercera edad. Judaísmo.- - Nos fijamos principalmente en su espiritualidad. La santidad aparece - - vinculada al pueblo judío con un espíritu de bondad y verdad. ―Sed santos, porque yo soy santo‖. (Lev. 19,2). Para Israel la santidad incluye un ideal de perfección moral y distingue a Dios del profetismo. El sábado es el día dedicado al Señor y al descanso religioso. Se dan distintas fiestas en el año. Y el camino del desierto está lleno de relación con Yahvé. Gran importancia a la Alianza; buscar a Dios y tenerlo presente. ―Convertíos a mí y yo volveré a vosotros‖. (Zac. 1,3). ―Paz al que está lejos, y paz al que está cerca‖. (Is. 57,19). En el matrimonio se refleja el pacto de Dios con Israel. La Torah, ley a cumplir, observancia, la diáspora. Jueves Santo.- - Celebramos en este día la Institución de la Eucaristía, del sacerdocio y del mandamiento nuevo. Ser grande es tener la disposición de servir a los demás y de hacerlo con desinterés y generosidad, como Jesús. Cristo mismo nos invita a servir a los demás, así como también él lo hizo: ―Pues si yo, el Maestro os lavé los pies…‖ (Jn. 13, 14). Agradecimiento a Jesús que se queda entre nosotros. Agradecimiento a Jesús por el mandamiento del amor. ―Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros‖. (Jn 13, 34).Planificar en nuestro corazón una vida de veras eucarística y de entrega a los hermanos. Cristo decidió quedarse para siempre con nosotros; y pudo hacerlo porque es Dios. Juicio.- - El juicio de Dios. La fe de la Iglesia es que después de que el hombre muere existe el juicio particular. Al fin del mundo, el juicio universal. Existe una sentencia cristiana que merece ser tenida en cuenta: ―Piensa en las - - - - - postrimerías, y no pecarás‖. Estar siempre preparados y esperar con confianza a escuchar la voz amiga de Jesús que nos diga: me acompañasteis en el calvario...entrad ahora conmigo en la gloria. ―Tened confianza, yo soy‖ (Mc. 6, 49-50). Y le diremos con el salmista: ―Ahora que me cercan las sombras de la muerte, no temo; porque Tú estás conmigo.‖ (Salmos 91, 34, 35, 37...) Y pensar lo que Jesús nos dice en el Evangelio sobre el día del juicio: ―Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino… porque tuve hambre y me disteis de comer… y a los malos, id malditos al fuego eterno porque tuve hambre y no me disteis de comer... (Mat. 25, 34 y sig.). Jesús apela al juicio final cuando no quieren los pueblos oír la palabra de Dios: ―En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquella ciudad‖ (Mat. 10, 15 y 11, 22-24). Y daremos cuenta a Dios de nuestras palabras desconsideradas. (Mat. 12, 36); (Lc. 11, 31-32). ―Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día‖. (Jn. 12, 47-48). También en las cartas de los Apóstoles aparecen textos relacionados con el juicio final, (Ro. 2, 2-5); (Heb. 9, 27); (Sant. 2, 12-23); (2 Pe. 2-9 y 3, 7); (1 Jn. 4, 17); (Jud. 1,6); (2 Tim. ,1); y (Apo. 14, 7 y 20, 4-13). Nuestro juicio personal. Hemos de vigilar nuestro pensamiento para no juzgar en nuestro interior con falta de equidad y de amor. ―No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros‖. (Mat. 7, 1-2); (Lc. 6, 37). ―No juzguéis según apariencia, sino juzgad según un juicio justo‖. (Jn. 7,24). ―Tú que te eriges en juez, sea quien seas, no tienes excusa, pues, al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque haces las mismas cosas, tú que juzgas‖. (Ro. 2, 1) ―Tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios‖. (Ro. 14, 10). Hemos de juzgar con buen espíritu. ―Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie‖. (1 Co. 2, 14-15). ―Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor‖. (1 Co. 4-5). ―Quién eres tú para juzgar al prójimo?‖ (Sant. 4, 12). Juramento.- - Es la invocación del nombre de Dios en testimonio de la verdad. En el - Antiguo Testamento era muy frecuente el juramento; aparecen alrededor de doscientas citas. Y recordemos que el Decálogo dice ―No tomarás el nombre de Dios en vano‖. El criterio de Jesús con relación al juramento es este: ―Pero yo os digo que no juréis por nada ni por nadie. No juréis por el cielo, porque es el trono de - - Dios...‖ (Mat. 5,34). Y recrimina a los fariseos tan proclives a jurar, (Mat. 23, 16-23). Y el Apóstol Santiago nos dice: ―Y sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni hagáis otro tipo de juramento; que vuestro sí sea sí, y vuestro no, no, para que no caigáis bajo condena‖. (Sant. 5,12). El Nuevo Testamento nos recuerda el juramento de Dios a Abraham ―El juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días‖. (Lc.1, 73-75); (Heb. 6, 13-22). Y en (He. 3,30): ―Sabía que Dios le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo‖. En (Heb. 3,10-11) ―Por eso me indigné contra aquella generación y dije: Siempre tienen el corazón extraviado; no reconocieron mis caminos, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso‖. En consecuencia, hemos de tener cuidado y mucha prudencia con el juramento. Dicen los exegetas que el juramento de suyo no es bueno, y que los cristianos deben guardarse tal fidelidad que no haga falta jamás el juramento. En ocasiones el juramento puede ser lícito, y lo sabemos por otros pasajes de la Sagrada Escritura y por la práctica de la Iglesia. El sentido de las palabras de Cristo es que no hay que jurar si no es que la necesidad lo exija. Justicia.- - Esta virtud invita a dar a cada uno lo que le pertenece. Importa en lo - - - individual y en lo social. De ella se derivan la piedad (deberes con los padres, con Dios...), la gratitud, la verdad, liberalidad y epiqueya. Y recordamos las bienaventuranzas: ―Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados‖ (Mat. 5,6). En este sentido se identifica con la bondad de que nos habla la Biblia. Y resulta más conforme con la generosidad, sin cicaterías, sin el rigor de lo estricto, como más virtud divina. Así era la idea del P. Arintero: ver la justicia como perfeccionada con el don de piedad, que nos inspire sentimientos de ternura para con Dios. Esa es la verdadera justicia. Entrañas de misericordia con el prójimo. Son muchas las alusiones en la Sagrada Escritura a la idea de la justicia. Solamente incluimos estas: ―El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra‖. (Prov. 21,21). Porque Dios ―pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras‖. (Rom. 2,6). ―Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad‖. (1 Tim. 6,11). ―Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas‖. (Mat. 6, 33). Somos movidos por el Espíritu Santo para la justicia: ―Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia‖. (Gal. 5, 5). Para potenciar la virtud de la justicia conviene no adquirir deudas y pagarlas - cuanto antes, una vez adquiridas. Tratar bien lo ajeno. No acepción de personas. Derivadas de ella son estas: piedad, obediencia, dulía, gratitud, veracidad, equidad, afabilidad, liberalidad, fidelidad y simplicidad. El Derecho será, sí, necesario para garantizar unos mínimos, pero no nos dejemos llevar de lo meramente ―justo‖, que nuestro corazón se desborde de misericordia como el de Dios. La Justicia que nace de la caridad, tiene en su ánimo alcanzar las buenas costumbres y todas las virtudes. La justicia también mantiene al hombre en presencia de la verdad eterna de Dios. El hombre justo vive con íntimo amor. El hombre justo camina a Dios con inclinación fruitiva y permanece en Dios. Y sale a todas las criaturas con amor. El hombre justo recibe a Dios con todos sus dones. El hombre justo con la fuerza de Dios puede comunicarse y darse a la justicia. El hombre justo permanecerá amando, deseando, dando gracias y alabanzas a Dios Padre. (Ruysbroeck) Ver entrada ―Virtudes cardinales. Justicia de Dios.- - Entendemos por justicia de Dios, de una manera especial, esa actividad por - - la que Dios nos pone en posesión de los bienes celestiales; alcanza al hombre en su ser más profundo. La Justicia de Dios está avalada por la ley y los profetas. (Gal. 3,21) La Justicia de Dios será la fidelidad de Dios a sus promesas. Jesucristo en la cruz es la suprema manifestación de esta Justicia de Dios. Y exhorta San Pablo: ―Revestíos del hombre nuevo creado según Dios en justicia y santidad verdaderas‖. (Ef. 4, 24). El Dios de la Biblia es ante todo el Dios de la misericordia, compasivo, clemente y paciente. (Ex. 34, 6); pero también es Dios de ―cólera‖. (Sof. 1, 15-18). Solamente Cristo puede salvarnos de la cólera. (Ro. 5,9). Al fin del mundo aparecerá la justicia de Dios. Ver Mat. 25. Justificación por la fe.- - Por la gracia somos salvados y mediante la fe, don de Dios. Para que nadie - se gloríe, no viene la justificación por las obras. (Gal. 3 y Ro. 3,28). Pero la respuesta del hombre es necesaria para llegar a la justificación, creer en Dios, observar sus mandatos; el hombre ha de colaborar a su salvación que es por pura gracia; con fe recibirán la salvación. La salvación en realidad no es obra del hombre sino de la gracia. Los contenidos de la justificación por la fe sin obras de la ley deben determinarse en el contexto polémico en que se compuso el escrito de (Gal. 3, 6-29); no trata el Apóstol de negar el valor de las obras; este texto de Pablo pretende ante todo presentar a Jesucristo como único fundamento para apoyarnos en la fe en Él que es nuestro salvador. Justificados.- Justificación.- - Entendemos por justificación la operación por la cual Dios nos hace justos - - - evangélicamente; también el efecto de esta operación en nosotros. Las epístolas de san Pablo a los Romanos y a los Gálatas aclaran este tema. Esta justificación es gratuita. (Ro. 3, 22-26). Nos viene de la fe en Dios, justo y justificante (Ro. 3,26 y Gal. 2, 16). Somos justificados en la sangre de Cristo. (Ro. 5, 9). Fuimos justificados por la muerte de Jesús; fue para nosotros la vida, la reconciliación. Gratuidad del amor de Dios, rico en misericordia que abre el camino de la salvación; aceptarla. Estando muertos nos resucitó; hemos sido amados antes de toda respuesta y por pura gracia; no por nuestras obras, sí con nuestra colaboración. Permanecer siempre abiertos al don de Dios. (Ver Ef. 2, 1-10). La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de justificación que: ―Le hace capaz de creer en Dios, de esperar en él y de amarlo mediante las virtudes teologales; le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones; le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales‖. ―Justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios‖. (1 Co. 6, 119. ―Santificados y llamados a ser santos‖ Los cristianos se convierten en ―el templo del Espíritu Santo‖. (Cat.) Reconocemos el amor de Dios en su creación, justificación, encarnación, redención, eucaristía. El amor de Dios justifica. ―Murió por nuestros pecados y resucitó por nuestra justificación‖. (Ro. 5). Resurrección para nuestra justificación. K.Kempis.- - Después de la Biblia, ―La Imitación de Cristo‖ del padre Tomás de Kempis es - el libro de espiritualidad que más ediciones ha tenido a lo largo de la historia. Kempis fue un hombre santo con un carisma especial. Sufrió mucho. Por eso nos habla de contradicciones, humillaciones y desengaños. Sufrió también en el orden afectivo, de tal manera que llegó a decir. ―El amor de la criatura es engañoso y mudable.‖ Por eso descubre mejor la amistad de Jesucristo. Libro digno de lectura continua. Tomás de Kempis llegó a decir: ―Señor, sé tú mi particular amigo, porque todos mis amigos me han abandonado‖. Kerigma.- - Designa la predicación global de la buena nueva de la salvación, el primer - - - choque del Evangelio, la trompeta para el anuncio más importante. Es el anuncio del mensaje por medio del heraldo. Trata de transmitir el anuncio de la fe, haciendo fundamento de ella la resurrección de Jesucristo, según lo hizo San Pedro. (He. 2, 14-41). La raíz de esta palabra aparece 61 veces en el Nuevo Testamento. Así podemos comprobarlo entre otros textos en: (1 Tim 2,7; 2 Tim 1,11 y 2 Pe 2,5), Cristo es el verdadero heraldo de Dios; el mensaje y su principal proclamador. San Juan lo presenta como el exegeta del Padre (Jn 1,18) y también Lucas (Lc 24,27). También podemos comprobar en (Mt 12,41; Lc 11,32; Rm 16,25; 1 Cor 1,21; 2,4; 15,14; 2 Tim 4,17; Tit 1,3). Dios, fiel a su promesa, es capaz de dominar la muerte y darnos la resurrección. En Pentecostés se cumple la fuerza dada a David. Se anuncia al Señor resucitado; la Buena Noticia: Jesús es el Mesías y Salvador. Llamada a la conversión. No es un simple moralismo, sino el realismo de la vida de Cristo que no carece de normas, aunque está más allá de las normas en su impulso y en su objetivo. Koinonía.- - Significa comunión. En teología sugiere la comunión eclesial y los vínculos - - entre los miembros de la Iglesia; consideramos al Espíritu Santo como aglutinante de la koinonía. Es lo divino que inunda a la humanidad cristiana, es una verdadera unión entre los miembros de la Iglesia por medio del Espíritu Santo. El Espíritu actúa en la inteligencia y en la voluntad de los hermanos, los afianza en la unidad más pura. La Iglesia es koinonía con la Trinidad y en la Trinidad. Es unidad entre el Cristo y los muchos. Los primeros cristianos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los Apóstoles, (He. 2.42; 4.32). En los Hechos de los Apóstoles se nos habla también de la comunidad de bienes, consecuencia de un amor carismático, pero nunca se negó la propiedad privada; había una voluntariedad de la ofrenda y de la ayuda al necesitado. Se procuraba practicar el desprecio de las riquezas (Mt 6, 25-34); era algo de imitación de la vida en común que Jesús vivía con sus discípulos (Lc 8.1-3; Jn 12, 4 sig.; 13, 29). Ayuda la koinonía a la comunidad a santificarse y a caminar en paz y amor. Es preciso fomentarla como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia. L.- Labios.- - ―Abre, Señor, mis labios y mi boca publicará tus alabanzas‖ (salmo 63, 4). Los labios son la palabra en estado naciente; al abrirse expresan el fondo del corazón; revelan el fondo del mismo, bueno o malo. ―Libra mi alma, oh - - Yahvé, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta‖. (Salmo 120, 2). Han de pronunciar sin mentira ni doblez. Para exponer la palabra de Dios han de purificarse, como en Isaías. “Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado (Is. 6, 6-7). ―Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo. (Cant. 4,3) Lágrimas.- - La Teología mística entiende y explica el don de lágrimas. Se cree que - - procede de una experiencia intensa de Dios que se desborda en lágrimas, como escape de la carga emotiva que se mantiene en el alma. Son de gozo, agradecimiento, emoción. Santa Teresa de Jesús lo comparó al estado de contemplación. Algunos casos que nos recuerdan el don de lágrimas en la Biblia: José al darse cuenta de en Egipto de que eran sus hermanos (Gen. 42, 24 y sig.). También cuando llegó en otro viaje Benjamín (Gen. 43, 30). ―Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados‖ (Mat. 5,5). Lágrimas de Pedro, cuando Jesús le pregunto tres veces si le amaba. (Jn. 21, 17). Lágrimas de Pablo, no para entristecer, sino para que conocieran su amor (2 Co. 2,4). San Ignacio de Loyola experimentó el don de lágrimas. Su corazón fue capturado por el Señor. Podía considerarse en él como un medio de comunicación con Dios sin palabras. Es como un presagio añorante de la felicidad eterna. Lámpara.- - La idea de lámpara siempre ha tenido para los católicos un sentido místico. - ―Encender - como reza el epigrama - una lámpara en vez de maldecir la oscuridad‖. Ya dijo Jesús. ―Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa‖. (Mat. 5, 15) "La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso‖ (Mat. 6,22) Recordamos la parábola de las vírgenes necias y prudentes con un simbolismo muy parecido. (Lc. 11, 34-36) Y decimos con frecuencia en el salmo 18: "Enciende tu lámpara señor, tú señor iluminas mis tinieblas" Laxitud de conciencia.- - Conciencia laxa es aquella que juzga asuntos pecaminosos como - - indiferentes o buenos. Es preciso a quienes sufren esta anomalía espiritual formar bien su conciencia con la ayuda de un director espiritual. Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. (Tito 1, 15-16). Los que miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio. (Lc. 6, 41-42). Los que están por dentro llenos de robo y desenfreno. (Mat. 23, 24-26) Preguntarse a ver si se tiene este tipo de conciencia para poder corregirla con ayuda de un director espiritual. Formarse con humildad. Pedir a Dios luz para ello. Próxima a esta conciencia es la llamada farisaica. Lazos de amor mariano.- - El movimiento Lazos de Amor Mariano (LAM) fue fundado el 16 de julio del - - año 1999, por José Rodrigo Jaramillo Fernández en Medellín. Fue en los comienzos un grupo de oración, que comenzó a reunirse todos los viernes. Fue derivando en una experiencia profunda de Jesús y la Virgen María, vivencia radical de los compromisos bautismales, por la consagración total a Jesús por María; ferviente ardor apostólico por la salvación de las almas. La comunidad se ejercita en retiros espirituales de conversión con: niños, jóvenes, noviazgos y matrimonios. Realizan jornadas de oración ante Jesús Eucaristía, en diferentes parroquias, siempre con estrecha relación con la Virgen María, y enseñanza de la Palabra de Dios a la luz del Magisterio de la Iglesia. Además de esto se cuenta con obras de beneficencia con ancianos y enfermos, prestándoles acompañamiento y amor. Existe, además, un proceso denominado ―Escuela de María‖ donde se capacita al entregado a la causa en el estudio de las Sagradas Escrituras, Virgen María, Apologética, Moral, etc. Es fundamental la devoción a la Santa Eucaristía, amor filial a la Santísima Virgen María y obediencia al Papa. En América del Sur va tomando mucho arraiga. Lectura espiritual.- - Pocas prácticas estimulan tanto la vida interior como la lectura espiritual. - Basta mirar la historia de las conversiones para darnos cuenta de que leer libros santos ha sido una de las causas que más conversiones ha producido. Ella nutre nuestra oración y nos hace vivir en un clima de Dios durante el día. Nuestra vida estará, según San Pablo, ―oculta con Cristo en Dios‖ (Col. 3,3). Quedará poco sitio para la tristeza, para la vanidad y para el cotilleo estéril. La lectura no ha de ser rápida, sino con paz y sosiego. El agua de la tormenta, no cala; en cambio la lluvia mansa penetra hasta las profundidades de la tierra, mueve los manantiales. Algo parecido ocurre con la lectura tranquila y sosegada. Poco a poco cala tan hondo que hasta los criterios mueve. Además, influye en la oración que resulta mucho más fácil e incluso con menos distracciones. ¡Qué bueno hacer pequeñas interrupciones en la - - - lectura para elevar el corazón a Dios! Más o menos este es el método de oración benedictino. Para muchos la lectura espiritual es el ―plato fuerte‖ de su vida interior; es lo que más influye. De ahí sacan estímulo de oración, de unión con Dios. Muchos hombres santos aconsejan dedicar al menos, media hora diaria a esta labor. Tanquerey llega a asegurar que la lectura de un tratado de vida espiritual podrá suplir, hasta cierto punto, la falta de maestros del espíritu. Cuando, por la razón que sea, no se puede dar con un buen director, Dios lo remedia; y uno de los medios de que se sirve es algún libro de espiritualidad. Importa mucho disponer de una buena biblioteca de estas obras santas. Y no cansarse tampoco de repetir las que más bien nos hayan hecho. ―Las palabras que yo os he hablado, son espíritu y vida.‖ (Jn. 6, 64). No abandonar, una vez leído, el libro bueno, volver a él; leer sobre todo lo subrayado. Por otra parte, la lectura no ha de ser rápida, sino con paz y sosiego. Mira entrada ―Autores de espiritualidad‖. Lengua.- - El uso de la lengua puede ser fuente de virtud y fuente de pecado o - - imperfección. Es necesario dominarla contra la mentira, la maledicencia y palabras inútiles. Evitar las conversaciones malas y frívolas, fomentar las conversaciones santas. Leemos en la Biblia: ―Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana‖. (Sant. 1,26). ―Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos‖. (Sant. 3,6). ―Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio‖. (Mat. 12, 36). Utilizarla para comunicarnos y para alabar a Dios y cumplir su voluntad. Lenguas don.- Lenguas.- - El don de lenguas es una gracia gratis dada, es un carisma del Espíritu - - Santo por el que Dios da el don de hablar en lenguas que no comprendemos, para alabarle inefablemente o para interceder adecuadamente por una persona. Es un don que uno no ejerce si no quiere. Puede ir acompañado del carisma de interpretación de lenguas. El don de lenguas, o más técnicamente la glosolalia, es uno de los carismas que se enumeran en el Nuevo Testamento. Algunos carismáticos afirman haber oído alabar al Señor en lenguas extrañas; aseguran que el Espíritu Santo induce esta facultad en algunas ocasiones basándose en (1 Cor 14, 2-4). En tiempos apostólicos fue un carisma muy especial para la primera evangelización. ―Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de - estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: "¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?‖ (He. 2, 6-8). Hoy los carismáticos nos hablan de otra finalidad de la oración en lenguas puede ser la intercesión y alabanza a Dios. Lo tuvieron, sí, los Apóstoles; también han disfrutado de este don algunos santos. Letanías.- - Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se - - rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas solo a Dios se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (como intercesores) usadas a partir del siglo VII. Muchas de las invocaciones de las letanías están tomadas de la Biblia. Hoy también pertenecen al acervo de las devociones cristianas; existen muchísimas; son de destacar las letanías lauretanas (a la Virgen María) y las del Corazón de Jesús. Pero las letanías más arraigadas a través de los siglos son ―Las letanías de los santos‖. Se rezan y cantan de forma dialogada en las rogativas, ordenaciones sagradas, el día de San Marcos (letanías mayores) y los días que preceden a la Ascensión (letanías menores), y en otras circunstancias. Ver entrada ―Rogativas‖. Levantar.- - Levantar los ojos y el corazón a Dios. Elevarnos y buscar las cosas de arriba, - - no las de la tierra. El alma se levanta y apetece descansar en Dios, con paciencia, humildad y esperanza. Levantados los ojos a lo alto contempla el palacio celestial, abundante de gloria. (Ruysbroeck) La Biblia utiliza este verbo con significado místico con frecuencia. Por citar algo: "Me levanto a media noche para darte gracias por tus justos juicios" (Sal 118,62). A ti, oh Dios, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío. (Sal. 25) ―Daos cuenta: la noche está avanzada, y el día está cerca. Es hora de levantarnos del sueño‖. (Ro. 13,11). Levantarse, levantarnos sobre todo después de la caída en el pecado, como lo hizo el Hijo pródigo: ―Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti‖. (Lc. 15, 18) Levitación.- - Fenómeno místico extraordinario. Es una elevación espontánea sobre el - suelo de una persona orante. Se habla de casos históricos, como Francisco de Asís, Javier, Teresa de Jesús y otros. ¿Verdad o leyenda? Dificultad para comprobar. Leyes.- Ley.- - San Pablo entiende por ley toda obligación impuesta desde fuera, la ley - - - entregada a Moisés... en sus escritos hace muchas alusiones a la ley. El significado de este término lo explican más al detalle los escrituristas en la exégesis de la carta a los Romanos y a los Gálatas. (Ro. 2,12; 3,20; 4,13-16; 5,13-20; 6,14; y sobre todo, 7,7-25). Y hemos de tener en cuenta que Jesucristo no vino a abolir la ley y los profetas, sino a darles su plenitud. (Mat. 5, 17). La ley natural, las leyes de la Iglesia, normas litúrgicas, obediencia eclesial y civil, siempre que no estén en contra de la propia conciencia, deben ser cumplidas por quienes buscan la perfección. Hemos de observar el decálogo o ley de Dios o mandamientos, los mandamientos de la Iglesia y las leyes civiles, siempre y cuando estas no vayan contra los mandamientos de Dios o de la Iglesia. El hombre fue creado a imagen de Dios. Ha de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Él, cumpliendo los diez Mandamientos de Dios. Así ha de ser nuestra respuesta de fe. La Ley evangélica entraña la elección decisiva entre ―los dos caminos‖ (Mat. 7, 13- 14) y la práctica de las palabras del Señor (Mat. 7, 21-27); está resumida en la regla de oro: ―Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros; porque ésta es la Ley y los profetas‖ (Mat. 7, 12; y Lc. 6, 31). Y recordemos que en la Última Cena Jesucristo nos dio el mandamiento del amor (Jn. 13,1-17). Se extiende este mandamiento al amor también a todos los enemigos (Mat 5, 43-44). Recordamos lo dicho en la entrada ―Epiqueya‖. Liberación.- - Dios nos ha hecho libres: la fe y la esperanza tienen una fuerza liberadora - - ante todo de nuestro egoísmo y ataduras. Nuestra fe nos ofrece un sentimiento de libertad y de salvación. Buscamos la conversión personal y los pobres han de ser resultado de nuestra liberación en la sociedad. La espiritualidad de liberación hunde sus raíces en la Biblia. Descubrir el rostro de Dios en los pobres. El plan de Dios nos invita a interesarnos por el problema del hombre necesitado. La Biblia nos lleva a la espiritualidad de la liberación: ―Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia.‖ (2 Tim. 3,16). ―Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra... los seres espirituales de la maldad que están en las alturas‖. (Ef. 6, 12). Asimismo: (Lc. 1,71). (Fil. 1,19). (Abdías ,17). (Is. 61,1). (Salmo 32, 7). (Ester 4, 14). (Esdras 9,13). (2 Reyes 19, 31). (1, Sam. 11,13; 14, 45; 19, 5). (Jueces 15, 18). (Gen. 45,7). La espiritualidad de liberación intenta ser fiel al Espíritu Santo que guía la historia, sostiene y purifica la acción de los hombres; nos impulsa a descubrir el problema de los seres humanos. - El amor de Jesucristo lo vemos sobre manera con los pobres, enfermos y necesitados; también con los culpables o pecadores. En el trabajo de evangelización liberadora hemos de poner como base la oración. La Eucaristía une y empuja al amor y brinda la ocasión para nuestra entrega comunitaria. Fomentar la ocasión de solidaridad con el pobre. Liberalidad.- - Es la virtud que consiste en ayudar o dar sin esperar nada a cambio. Está - - muy relacionada con la generosidad, con la magnanimidad, con la caridad y con la justicia. Consiste en dar sin negocio, sin esperar recompensa. Es una virtud hermosa, siempre y cuando se haga por prudencia: o sea, no dar por encima de las posibilidades o quedándose sin nada, porque se caería en el defecto de la prodigalidad. La liberalidad han de ejercerla sobre todo los ricos, los poderosos y los que tienen fuerza física con los más débiles... La liberalidad modera el amor a las riquezas e inclina al hombre a desprenderse fácilmente de ellas en bien de los demás, dentro de un recto orden. En la parábola del Buen Samaritano se nos describe un ejemplo de liberalidad. (Lc. 10, 30-5). ―Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe‖. (Gal 6, 10). Pablo exhorta a participar en el servicio en bien de los hermanos (2 Co. 8, 1-9). Y muchos textos en el Antiguo Testamento. El exceso sería un vicio: la prodigalidad. Libertad.- - Se define la libertad como la facultad que el hombre tiene de obrar de una - - - manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. La libertad es un don que Dios ha dado a los hombres; usándola bien nos dignifica, utilizándola mal, nos envilece. El buen uso de la libertad nos lleva, con la gracia de Dios, a la felicidad eterna. Hoy se abusa mucho de la libertad y se deriva en el libertinaje. Incluso el abuso de la libertad nos puede llevar a la esclavitud propia. La persona ha de saber ser libre. La libertad cristiana comienza ante todo por liberarnos del pecado mediante la justificación en Cristo (He. 3,19); (1 Jn 1, 9); libertad de la ley, abiertos al Espíritu. El gregarismo impide mucho la verdadera libertad. Para ser libre es necesario tomar iniciativas y decisiones propias. Y una de las condiciones para poder ser libre es mantener un estatus económico suficiente para poder subsistir con dignidad. Con frecuencia la pobreza del indigente suele ir aneja a una cierta esclavitud. El espíritu paulino aprecia la liberación del legalismo, para decidir en el amor, porque el amor quiere ser una invitación a la libertad. (Ro. 2, 12-29; 4, 13-16; 7; 8, 2-7...) (Gal. 2, 16-21; 3, 2-24...). Y hacemos hincapié: ―La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la - - - sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios‖. (Ro. 8, 20-21). Cristo nos liberó haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Y la cruz está definida en el amor (Fil. 2, 8). El cristiano es liberado por la gracia de Dios. Y es necesario corresponder a la gracia hasta ―anunciar la Buena Nueva a los pobres y la liberación a los cautivos‖: romper las cadenas; una espiritualidad de entrega (Lc. 4, 18). Dios ha dejado al hombre a su propia decisión; y nos abre nuevos espacios; y ayuda a crecer en la fe a cada uno y a la comunidad. Dice Jesús: ―Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres." (Jn. 8, 31-32) El modelo del cristiano sigue siendo Cristo, basta leer el Evangelio (Jn. 8, 111; Lc. 8, 43-48). Cristo es el supremo modelo; y hemos de ser obedientes a su voluntad. Todo esto con vistas a nuestra verdadera libertad humana y cristiana. Limosna.- - Es el dinero o bien que se da como ayuda a un necesitado. Siempre hemos - - - de ayudar de manera que no suponga humillación para quien recibe. Hoy más que limosna gusta llamar a este hecho, dar un donativo o una ayuda. Los vínculos del Cuerpo Místico son en sí más fuertes que los de la sangre. Si obramos dentro de estos vínculos, poco a poco la palabra y el concepto de limosna va desapareciendo y es una comunión de bienes. (Lc. 11, 41; 12, 33; He. 3, 2-12...). Recordemos que se trata de una obligación el hecho de compartir en proporción con los ingresos de cada uno. Esto nos recuerda el Nuevo Testamento sobre la limosna ―Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público‖. (Mat. 6,3-4). Pero ―dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio‖. (Lc. 11,41). ―Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan‖, (Lc. 12, 33) ―Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna‖ (He. 3,3) ―El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios‖. (He. 10,4). Ver entradas ―Diezmos‖, ―Beneficencia‖. Limpieza.- - La limpieza es imprescindible en la persona humana: en el cuerpo y en el alma. Higiene corporal y espiritual. La corporal la hemos ido aprendiendo desde pequeños. Me fijo, por eso, más en la espiritual y mental: mandar siempre al cerebro pensamientos positivos y realistas; tratar de perdonar e incluso olvidar las injurias; pensamientos de paz, justicia, de amor y de acogida. Esto incluso cuando nos salen las cosas mal. Dentro de los pensamientos positivos está nuestra relación con Dios y la oración. Liturgia.- - La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Cristo que es realizado por los - - bautizados. El Concilio Vaticano II define la liturgia como ―la cumbre a la que tiende toda la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza‖. La liturgia no es una devoción personal sino una teofanía. Somos arrebatados hasta la ―nube‖ de la gloria divina. Hacemos en la liturgia que nuestra fe sea introducida en la fe de la Iglesia. Se trata de un acto de Dios. De la Historia de nuestra salvación, presente en la muerte y resurrección de Cristo. Quien vive su espiritualidad católica lo hace dentro de la comunidad y por consiguiente vive inmerso en el espíritu litúrgico tanto en la participación de los sacramentos como en los tiempos litúrgicos del año. Ver entrada ―Celebración litúrgica‖. Llagas de amor.- - Dice San Juan de la Cruz que hacen más asiento en el alma que las heridas. Que hieren y traspasan el alma y la cauterizan con fuego de amor Llamada.- - La palabra o idea ―llamada‖ en la vida espiritual tiene acepciones diversas. - - - Una de ellas puede considerarse como vocación (Ver entrada ―Vocación‖). Aquí nos fijamos en la llamada que siempre viene de Dios, en el sentido de que sin ayuda de la gracia no podemos principiar ni continuar ni concluir cosa conducente a la vida eterna. ―Entre los cuales os contáis también vosotros, llamados de Jesucristo‖ (Ro. 1,6). El Espíritu Santo nos llama con ―gemidos inenarrables‖; gracias a su llamada podemos ser buenos y corresponderle. ―Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inenarrables‖. (Rom. 8,26) Dios nos busca por puro amor, porque Él para ser feliz no necesita de nada. lo tiene todo. ―Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; pero os digo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer‖ (Jn. 15, 15). En nosotros está el corresponder, somos libres, Él nos ha creado libres. Abrir las puertas del corazón a la llamada del Señor. La llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. ―Se han cumplido los tiempos y se acerca el Reino de Dios; convertíos y creed en la Buena Nueva‖ (Mc. 1, 15) La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada. La primera llamada y la justa exigencia de Dios consisten en que el hombre lo acoja y lo adore. - Una llamada ardiente para que entremos en su corazón y nos adhiramos a - - - Él. ―Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo Unigénito‖ (Jn. 3, 16). Una llamada de Dios a la conversión. ―Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón. (Heb. 3, 7-11 y Salmo 95, 7-11). Es preciso corresponder, hacer caso a las llamadas del Señor, como sus discípulos, cuando Jesús les dijo; ―Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres‖ (Mat. 4,19). Es su llamada ―causa de nuestra alegría‖ porque nos ha dado a Jesús. Estar siempre velando para cuando llegue el Señor con su llamada… "Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio‖. (Mat. 25, 1) Testigos de una llamada de Dios siempre nueva: testigos que intentan responder a esta llamada y encarnarla del mejor modo posible. ―Vosotros sois testigos de estas cosas‖. (Lc. 24, 48). La llamada de Cristo da un nuevo sentido a nuestra vida. Él es quien tiene siempre la iniciativa de la llamada. Su amor es siempre el primero. Orientar las miradas hacia Aquel, cuya llamada revela al hombre su verdadera identidad. Ver entrada ―Seguimiento‖. Llorar.- - Llorar nuestros pecados y los pecados del mundo. Ya el profeta Joel (2,17) lo - pedía: ―Entre el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes ministros del Señor y dirán: perdona, Señor, a tu pueblo y no le des tu herencia en oprobio para que dominen en él las naciones‖. Ver entrada ―Lágrimas‖. Locuciones.- - Son fenómenos místicos extraordinarios: son fórmulas que enuncian - afirmaciones o deseos. Pueden ser auriculares, imaginarias e intelectuales. Las consideramos de mística muy subida. San Juan de la Cruz profundiza en el tema. Es preciso siempre el discernimiento de espíritus para apreciarlas. Longanimidad.- - Es una virtud que nos da ánimo para tender a algo bueno que está muy - distante de nosotros; o sea, cuya consecución se hará esperar mucho. Saber aguardar. Saber sufrir la tardanza con esperanza. Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Seguir esta virtud de Dios ―O ¿desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión? (Rom. 2, 4). Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Luces y esplendores.- - Fenómeno extraordinario místico: consiste en cierta claridad resplandeciente que irradian algunos santos, sobre todo en momentos de éxtasis. Caso de Moisés al descender del Sinaí. (Éxodo 34). Se habla también de este fenómeno en San Luis Beltrán, Ignacio de Loyola, Francisco de Paula, Felipe de Neri... Lucha.- - La lucha para llegar a la perfección es continua y constante. Contra la - - concupiscencia de la carne. Remedio: mirar a Jesucristo en su pasión; mortificación. (Job 7,1; 4,6-7). Lucha contra el egoísmo. Remedio: generosidad, amor, entrega. Lucha contra la concupiscencia de los ojos: el deseo inmoderado de saber todo lo que pasa, las intrigas, la curiosidad. Remedio: recogimiento, mortificación, silencio interior. Miremos la advertencia de san Pablo: ―Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas‖. (Ef. 6, 13). Lucha contra la soberbia de la vida. Es el amor propio excesivo, creerse un dios. Remedio, referir a Dios siempre las propias cualidades, puesto que todo lo hemos recibido de Él; por nosotros mismos no somos nada, sino pecado. El remedio común a todo, siempre es la oración. Y meditar la palabra de Dios ―En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.‖ (Salmo 119, 11). ―Velad y orad, para que no entréis en tentación.‖ (Mat. 26, 41). ―Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno‖ ―Unánimes luchando por el Evangelio‖ Sin dejarse amedrentar por los adversarios; luchar con amor y con convicción. (1 Juan 2:14) Lujuria.- - Es el apetito desordenado de la sexualidad. Es necesaria la lucha constante, - el dominio propio en este sentido. "Pepegi foedus cum oculis meis ut ne cogitarem quidem de virgine" (Job 31,1) = (―Yo hice un pacto con mis ojos de no fijarme en doncella‖). Ver los remedios para combatir la tendencia a la lujuria en las entradas ―Lucha‖ ―Mortificación‖ Y podemos añadir estos otros medios para combatir la lujaría: vivir un ideal cristiano a tope, vigilar y orar, devoción y amor a la Eucaristía, a la Virgen María, confesión frecuente y tomar la mortificación como verdadero deporte superándose. Luminosidad.- - Mateo 13,43 dice: ―Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre‖. Consiste en un fenómeno místico en que la persona - irradia a luz de alguna parte de su cuerpo: manos, cabeza… Se dan muchos santos que han gozado de este fenómeno, así: San Felipe Neri, cuando conversaba con San Carlos Borromeo de cosas divinas, veía el rostro del cardenal brillar como el de un ángel. Igualmente, un día que San Ignacio de Loyola escuchaba con gran atención a un predicador en Barcelona, su cabeza se iluminó de pronto y San Felipe Neri asegura haberlo visto más de una vez en ese estado. Luteranismo.- - Consideramos aquí el luteranismo como el error doctrinal, la corriente - religiosa por creer que la fe justifica al hombre, rechaza el magisterio de la Iglesia Católica y tuvo su origen en las ideas de Lutero (1483-1546); se caracteriza por no admitir al papa ni a los concilios ecuménicos, y tiene como fuente la Biblia interpretada libremente por la razón individual, ―el libre examen‖. Hoy existe una corriente de rehabilitar a Lutero y apreciar muchas cosas buenas en él. Pero también existe el peligro dentro del pueblo cristiano de hacer una fe a la carta, interpretar cada uno a su antojo la Biblia, prescindiendo del magisterio de la Iglesia. El fiel seguidor de Jesús ha de ser siempre fiel a la fe, siguiendo el magisterio de la Iglesia, no seguir la regla protestante del ―libre examen‖. Luz.- - Jesús es luz verdadera que alumbra a todo hombre (Jn 1, 5- y 9). Pero ocurre - - - como con el sol: sus resplandores nos impiden verlo en su deslumbrante claridad. Imposible mirar al sol. Pero con filtro, sí. Tratándose de Dios, el filtro es la humildad. Jesús es la luz del mundo. (Jn. 8, 12-30). Y nos da su luz para que nosotros alumbremos: ―Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un celemín, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos!‖ (Mat. 5,14 -16). ―Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado‖. (1 Jn. 1,5-7) Dios nos ilumina con su palabra, con su revelación. La luz sugiere la idea de sinceridad diáfana, de pureza y limpieza plena. La luz es también imagen de santidad y unión con Dios. Dios es luz (1 Jn. 1, 5), es un resplandor que ilumina el Cielo, la Tierra y a todos de buena voluntad. Dios, luz común; y nace del Paraíso una espiga fructificante que es la gracia de Dios. (Apo. 21,23 y 22, 5). Primero infunde - - Dios su luz al alma, y por esta misma luz el hombre dedica y ofrece a Dios la voluntad con una libre conversión. ―Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza‖. (2 Jn. 2, 10). ―Verte a ti, la luz, en tu misma luz. Con la luz de la inteligencia gusté y vi en tu luz tu abismo, eterna Trinidad, y la hermosura de tu criatura. Sabiduría que es propia de tu Hijo. Y el Espíritu Santo, me ha dado la voluntad que me hace capaz para el amor. Tú eres el fuego que consumes con tu calor los amores egoístas del alma. Tú eres también el fuego que disipa toda frialdad; Tú iluminas las mentes con tu luz, en la que me has hecho conocer tu verdad. Tú mismo eres la sabiduría, tú, el pan de los ángeles, te has entregado a los hombres‖. ―Me sacaste a la luz adoptándome como hijo tuyo, y me contaste entre los hijos de tu Iglesia‖. (Jn. Damasceno). Nos envía el Señor luces para conquistar nuestra inteligencia. Se apagan las luces y llegan las tinieblas para despojarnos. Confianza. Nos envía el Señor celo para su gloria, para la salvación de las almas. Facilidad para obrar la virtud. Pero con frecuencia nos deja solos. M.Madurez.- - Se va adquiriendo la madurez asimilando y resolviendo con paz los conflictos - - - y experiencias y de forma racional. Esta madurez abarca la afectividad y sexualidad, la razón, la relación con las personas y toda la vida interior. El amor se va convirtiendo en entrega y no en búsqueda de sí mismo. La madurez humana se caracteriza por la armonía en todos los elementos de la persona: asimila la autoridad y la ley sin caer en lo leguleyo, la disciplina, la fraternidad; sabe enfrentarse con situaciones nuevas; tiene capacidad para reaccionar ante lo imprevisto; sabe relacionarse con las personas; sabe perdonar, tolerar, admitir a los diferentes; guarda equilibrio en sus reacciones. La madurez ha conseguido someter sus pasiones e instintos a la razón; no coloca su meta en lo parcial sino en lo total; prima en él lo objetivo sobre lo subjetivo; respeta la evolución de los acontecimientos y de la vida, aprende de una nueva experiencia. En la madurez se está abierto por completo a los demás. El infantilismo es mala cosa, porque supone porque incapacita para asumir el Evangelio en su plenitud; pensar que nada se tiene que aprender; autosuficiencia, presunción... y llega incluso a vivir en lugar de la libertad, el libertinaje; suele ser persona con inestabilidad y volubilidad anímica. Pero no lo confundamos con la infancia espiritual ―Si no os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los cielos‖. (Mc. 10, 13-16). Madurez afectiva.- - Consiste la afectividad en el conjunto de sentimientos y emociones de una persona. Las vivencias afectivas, tienen tendencia primaria a determinar la - conducta y el gobierno y estilo de vida. Y esto es un peligro para la maduración de la persona. Por eso es preciso aprender a integrar estos afectos en el propio proyecto de realización. Cuando tratamos aquí el tema de la afectividad, lo contemplamos de una manera más restringida: las vivencias de tipo amoroso o de rechazo en cuestiones interpersonales. La persona, célibe o casada, debe mantener su afectividad amorosamente entregada de acuerdo con sus personales circunstancias, sin desviarla. Hemos de controlar nuestra afectividad para acoplarla al cumplimiento de nuestro deber, de nuestra misión. Es necesario que nuestra fuerza interior guiada por la razón nos ayude a procurar un buen temple psicosomático; poseer un buen estado de ánimo, sereno y alegre, buen humor. Esta afectividad bien encauzada fundamenta la autoestima. Y así se llega a constituir la madurez de la propia afectividad. Madurez afectivosexual en el célibe.- - El celibato apostólico implica una independencia afectiva de la familia de - - - - - procedencia y también una ausencia de los lazos afectivos ―naturales‖ que conlleva la familia de procreación, la familia que uno mismo puede crear. Esto exige, en la persona célibe, la existencia (previa a la entrega apostólica), de un grado de madurez compatible con lo trascendente. Las consideraciones que a continuación expresamos, unas son obra de psicólogos importantes. Otras de directores espirituales de calidad. No son normas infalibles; y, sobre todo, el aplicarlas de una manera concreta a una persona candidata al sacerdocio, resulta una tarea difícil. La necesidad de querer y de sentirse querido de la persona madura está siempre configurada dentro de estas características psicológicas a) autosuficiencia solidaria, b) independencia interdependiente y c) autonomía responsable. Y la independencia implica que se poseen las suficientes dosis de autoestima emocional. Ahora bien, la autonomía proporciona la capacidad necesaria de autocontrol emocional. La vivencia de soledad radical no puede ser satisfecha por el adolescente. Y aquí viene el problema de los seminarios: ¿Cuándo se ha llegado a esta madurez afectivosexual? ¿Cómo advertir esta madurez antes de la ordenación? Este discernimiento es muy importante y se puede requerir la ayuda de un psicólogo experimentado. Pautas de comportamiento afectivo en el celibato. Progresivamente, la persona independiente, autosuficiente y autónoma debe ir moldeando y modelando sus afectos. Para ello, es necesario configurar los modelos básicos: a) el "paterno-filial" y b) el de "ayuda profesional". a) Configuración de la afectividad según el modelo de relación paternofilial: el tipo de intimidad psicoafectiva saludable para la persona comprometida por un celibato apostólico sería análogo al que se adquiere por el vínculo matrimonial. Como ocurre con el matrimonio, la persona llamada a vivir el celibato apostólico asume, con su compromiso, la responsabilidad de - - - - una ―familia‖ –en este caso la de todos sus semejantes- y por ello la necesidad de desarrollar actitudes de ―paternidad o maternidad‖ psicosocial. Le permite tener, de forma natural y sin riesgo de excesos o intromisiones indebidas, la medida de la expresión afectiva con personas de ambos sexos, en las diferentes situaciones y relaciones reales. En este sentido, la persona que vive el celibato apostólico debe evitar toda relación interpersonal o vivencia afectiva que impliquen o puedan implicar eróticamente su psicosexualidad. Cualquier apegamiento, indiscreción o trato emocional incompatibles con el modelo de relación paterno-filial, supondría, por analogía, un abuso ―incestuoso‖ y un riesgo –o ya un trastorno- de distorsión de la psicoafectividad propia y ajena. b) "ayuda profesional". Desde el punto de vista del modelo de ayuda profesional, el celibato apostólico, en cuanto compromiso de dedicación a los demás, constituye una de las formas, sin duda la más elevada, de dicha relación de ayuda o asistencia. Las relaciones psicoafectivas del célibe comprometido apostólicamente deben transcurrir, por lo tanto, dentro de los límites exigidos por la relación de asistencia y estar matizada por un sentido trascendente de ―ayuda profesional‖, que da autenticidad a dichas relaciones y les sirve de garantía. La independencia, autosuficiencia, autonomía de ―egoísmo sano‖, capacitan al individuo para la auténtica entrega. También la necesidad de experimentar el sentido trascendente de la propia existencia, como única vivencia que libera y protege psicológicamente de la soledad emocional; y capacita para la ―soledad confortable‖ que requiere la entrega a los demás. Por fin, el desarrollo de las tendencias de paternidad – maternidad psicológica del ser humano, como experiencia y actitud imprescindibles en el adulto para una auténtica realización psicoafectiva. Ver para completar esta entrada las otras de ―Madurez‖. Madurez espiritual.- - Para discernir si alguien ha llegado a la madurez espiritual, - - - conviene reflexionar sobre esta serie de criterios: Seguir los móviles espirituales: a) la voluntad de Dios; b) tender a vivir como el ―hombre nuevo‖ evangélico; c) perfecto discernimiento del bien y del mal; d) procurar una docilidad al Espíritu Santo; e) compromiso por Dios y la salvación propia y del mundo; f) salida de la visión egocéntrica; g) estabilidad de conversión continua; h) integración de la propia persona en Cristo, manteniendo esta posición constante; i) compromiso con la evangelización y necesidades del prójimo, superando los límites del propio yo; amor a la Iglesia, de la cual se siente miembro. La madurez del cristiano nos la refleja San Pablo (Ef. 4, 17-32) Exhorta a despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo... y va enumerando en esos versículos las cualidades que ha de tener el verdadero cristiano. El cristiano adulto tiene distintos signos de madurez. Uno de ellos ha de ser - - - el deseo de divulgar la Palabra escuchada. Esto resulta fundamental. El apostolado es exigencia de la propia madurez. Un pacto serio con Dios: ―Tú preocúpate de mis cosas, yo me ocuparé de las tuyas.‖ Es la aplicación de ―Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.‖ (Mat. 6, 33). Dentro de este contexto de madurez se puede cooperar con los semejantes y con los diferentes. La madurez cristiana nos va llevando a elevarnos a la trascendencia con voluntad constante y eficaz, lleva consigo también acoger el dolor, sufrir la tentación, seguir el itinerario ascético hasta llegar a la madurez espiritual, a la plenitud de Cristo. (Ef. 4, 7-15). El plano psicológico y espiritual deben unirse armoniosamente. Pero la persona neurótica puede tener una espiritualidad válida y auténtica, aunque no se la puede considerar como madura. Los conflictos con el mal no se resuelven en neurosis o inadaptación. Siempre queda la armonía y un final de crisis con superávit espiritual. Existen místicos con graves deformaciones psicopatológicas. Auténticos místicos con anomalías. Son dignos de respeto, pero según nuestro criterio les falta algo para la madurez. Por otra parte, cabe una íntima relación con Dios dentro de un psiquismo inmaduro, como seguridad frente a la angustia. Vivencia de Dios como queriendo dar bienes a quien hay que tener propicio. El remedio del temor es abandono en la voluntad de Dios. Madurez psicosexual.- - El ser humano es sexuado. Cada persona nace con un determinado sexo - - - - genético y durante su desarrollo va madurando, aprendiendo y configurando los diferentes aspectos de su psicosexualidad de acuerdo con todos los elementos de su personalidad. La actividad sexual no es necesaria ni para la salud ni para la realización del individuo como hombre o mujer. La persona, célibe o casada (fuera de las relaciones conyugales), debe mantener su funcionamiento sexual bajo control. Tanto el soltero como el casado que vive en la lujuria, aparte del pecado, nunca llegará a la madurez psicosexual. El ―Don Juan‖ es un inmaduro. El doctor Marañón decía que el hombre maduro tiende a la monogamia, y es donde realiza como persona. Lo mismo decimos de la mujer; la ninfomanía no da la madurez sexual. En la soltería se exige el autodominio, dedicación intensa al estudio o al trabajo, preocupación por los demás, sentido de responsabilidad, práctica religiosa que le permitan gobernar su psicosexualidad y mantenerla entregada al amor, al prójimo, al estudio o de celibato apostólico. La entrega al celibato apostólico implica un amor indiviso a Dios, un amor y entrega plena al prójimo, a la salvación de las almas, al culto de Dios, al estudio de la ciencia de Dios, a la oración como vida mística. Normalmente, en un ambiente cuidado, el desarrollo psicosexual transcurre sin grandes problemas. En la pubertad, el individuo que se descubre con las - - atracciones, que definen su mundo sexual, tiene la tarea de reconocerlos y conducirlos. Con una buena formación el adolescente puede encaminarse bien hacia la madurez psicosexual. El abuso de la sexualidad, lleva consigo el riesgo de fijación y dependencia a estímulos, objetos o situaciones que le satisfagan. Quien no logra en la edad adulta controlar la masturbación (tanto el soltero como el casado, tanto el hombre como la mujer) no se puede considerar con madurez sexual. Ver entradas ―Sexualidad‖, ―Parafilia‖. Magisterio de la Iglesia.- - Jesús dio la autoridad a los Apóstoles y a sus sucesores; por eso es - - necesario para quien aspira a la perfección cristiana la acogida y el respeto pleno a la doctrina y enseñanzas de Él. (Mat. 16,18 y 28; 18, 18-20). El cristiano debe fidelidad total al magisterio de la Iglesia. El criterio es claro a este respecto: La jerarquía de la Iglesia es la transmisora de la fe; no son los teólogos y menos las ocurrencias propias de cada uno. Por eso en materia de fe hemos de adherirnos del todo al magisterio de la Iglesia. Dice Jesús: ―La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo‖. (Mat. 15, 13-14). En cuanto a las normas que no están definidas en el Credo, Concilios o definiciones del Papa ex cathedra, o sea, lo meramente disciplinar, respetarlo y acatarlo. Pero no obliga a asentirlo interiormente. Se puede con respeto y amor decir el propio criterio a la jerarquía en una crítica sana y constructiva. Magnanimidad.- - Es una virtud que incita a acometer obras grandes, espléndidas y dignas de - honor en todo género de virtudes. Supone un alma noble dispuesta a acometer grandes obras por Dios. Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. No se ha de caer en la presunción, la ambición o la vanagloria. Magnificencia.- - Se llama también munificencia. Nos inclina a emprender obras grandes, Mal.- incluso con grandes gastos. Cuando se atiende con ella la gloria de Dios es una gran virtud. Conviene fomentarla entre gente rica para que practiquen obras de caridad y sociales. (Ef. 4,28). En (Lc. 19, 8) se ve llena de magnificencia la generosidad de Zaqueo. Tiene el peligro de la soberbia. Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Vicios opuestos, la prodigalidad y la tacañería. - Existe el mal en el mundo, fruto del pecado original. Por desgracia, todos los días lo vemos. Jesús fue modelo de hacer el bien. (1 Jn. 5. 19.). Luchó contra el mal y contra el pecado, pero amó al pecador. Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Nos hizo con la tendencia a reflejar su amor (Gn. 1,27; Job 34,10). Pero también nos creó con libertad. Nuestros primeros padres no quisieron imitar a Dios y decidieron obrar mal. En ese momento, perdieron la gracia y a sus hijos, les pasaron la tendencia a hacer el mal. (Deut. 32, 4) Mandamientos.- - Nos referimos aquí principalmente a los Mandamientos de la ley de Dios; - hemos de cumplirlos con fidelidad. (Salmo 119, 98-100). Ver entradas ―Leyes‖, ―Decálogo‖. Mandamientos de la Iglesia.- - En un sentido amplio, se puede entender por tales a todas las leyes - eclesiásticas; pero en un sentido más estricto y teológico se consideran mandamientos de la Iglesia ―aquellos preceptos eclesiásticos que obligan a todos los fieles cristianos y que fueron dictados para mejor guardar los divinos‖. El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo. (Catecismo) Manifestación.- - ―Dios se manifestó, a nuestros primeros padres ya desde el principio‖ (DV 3). Ver entrada ―Epifanía‖ y ocho veces aparece en distintas entradas en este diccionario. Mansedumbre.- - Es la virtud que da suavidad a la caridad y a la paciencia. Acompaña a la paz - - - del corazón y al silencio interior y contemplativo. En Cristo se da la plenitud de la mansedumbre. (Mat. 19, 29). Desde los tiempos apostólicos se ha insistido en ella porque nos configura a Jesús, manso y humilde de corazón. La mansedumbre es la inalterable paciencia dentro de sí mismo y en nuestra relación exterior. Es la sonrisa sincera que brota de un corazón tal vez roto, pero sumiso. (Mat. 5, 5; Gal. 5,22- 23; Ef. 4,2; Fil. 4, 5; 2 Co. 10, 1; Col. 3, 12; Ef. 4, 1-2; 1 Pe. 3, 15-16). Por la mansedumbre la conciencia persevera tranquila y quieta. Por la mansedumbre la parte concupiscible se levanta y erige en las virtudes. Por la mansedumbre la parte racional se baña en gozo. No puede ser piadoso aquel que no es manso. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Marana tha.- - Es la invocación aramea que traduce, insertada en los ambientes griegos, la - - esperanza de la Iglesia. Su significado, ―Ven, Señor‖. Aparece solamente una vez en la Biblia. Fue empleada por San Pablo: ―El que no ame al Señor Jesucristo, sea anatema. ¡Maranatha! (el Señor viene)‖ (1 Corintios, 16: 22). Se recuerda también la idea en Filipenses: ―Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca‖ (Fil. 4, 5). En Santiago: ―Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca‖ (Sant. 5, 8). Incluso Jesucristo lo afirma prometiendo su regreso en un pasaje del libro del Apocalipsis: ―Ciertamente, vengo en breve‖ (Apo. 22; 20). El hombre espiritual suele repetir esta exclamación con fervor sobre todo en tiempo de Adviento. María.- - - María en la vida espiritual de la Iglesia está unida al misterio de la salvación y - - - a la vida de los cristianos. Es madre de Dios y madre nuestra: ―Mujer, ahí tienes a tu hijo‖ (Jn. 19, 26-27). ―Todas las generaciones me llamarán bienaventurada‖. (Lc. 1, 48). Recordar la Anunciación; la complacencia divina en Ella; su elección como Madre del Mesías. (Lc. 1, 26-38). María fue siempre virgen; liberada del pecado original porque iba a ser la madre de Dios. Mujer sencilla y servicial; fuerte y que se fía de Dios en las dificultades; madre en la vida cristiana. La presencia de María se manifiesta de una manera especial en el Evangelio de San Lucas: anunciación, infancia de Jesús (Lc. 2). En (Lc. 11, 28) se la considera bienaventurada porque escucha y cumple la palabra de Dios. Asimismo destaca su presencia al pie de la cruz y en el sepulcro. Recordar al Niño Jesús perdido en el templo; las bodas de Caná: María colaboradora en el primer milagro de Jesús. (Jn. 2,1-11). En el primer núcleo de la Iglesia. (He. 1, 12-14). En la Cruz, madre de todos (Jn. 19, 26-27). Las bienaventuranzas convergen en María. ―Desde ahora me llamarán dichosa todas la generaciones‖, canta en el Magníficat. (Lc. 1, 48-49). Es la Virgen María pobre y eficaz. La figura de María se recupera como modelo de inspiración: María es la Virgen del corazón nuevo; la criatura abierta al Espíritu para que pueda nacer la nueva humanidad. Es refugio de pecadores; nos lleva a la salvación. Es María modelo de vida cristiana; hemos de imitar sus virtudes; esa es la verdadera devoción a la Virgen María. En el pueblo cristiano está arraigada la devoción a la Virgen María. Ella está unida plenamente al misterio trinitario al ser madre de Jesús, el Hijo de Dios. Y a Jesús se va por medio de María. En algunos sectores eclesiales ha disminuido la devoción a la Virgen María. Lo consideramos como un peligro. La devoción popular mantiene este cariño a la Virgen. Todos los santos se han distinguido por su devoción a María. Se - - mantiene en la mentalidad católica que la devoción a María es signo de predestinación que un devoto de la Virgen tendrá el don de la conversión. Nunca nadie, ni el pecador ha de perder la devoción a María. ―Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de Vos…‖ Hemos de invocar con frecuencia a la Virgen María; sostener alguna devoción constante a ella, como el rosario y el rezo frecuente del avemaría. Los sábados están dedicados a ella así como el mes de mayo en el hemisferio norte. Ver entrada siguiente. María, devoción a la Virgen.- - Para entrar en los planes de Dios conviene tener una devoción entrañable a - - - la Virgen. A veces comienza esta devoción por ser un poco racional, de convicción. El tiempo la va transformando en más profunda e íntima. Ella nos llevará a Jesús e irá trazando en nuestras almas los rasgos de su hijo. Dicen algunos santos que Ella es el camino más breve y fácil para acercarse a Cristo. Ella nos va abriendo el horizonte de la vida interior con perspectivas de alegría. Conocemos personas que, mientras han sido amantes de María, su espiritualidad hervía en fervor. Pero cuando se han ido olvidando, ha aparecido de nuevo la tibieza. La devoción a la Virgen María desemboca en la Santísima Trinidad y en la Eucaristía: los tres dogmas relacionados íntimamente. Muchas personas enfocan su vida interior en este ―Trinomio‖. La devoción a la Virgen María domina toda la historia de la Iglesia, y se ha compaginado el culto mariano con otros aspectos esenciales del cristianismo. Ha habido una disminución en algunas prácticas tradicionales marianas; pero la religiosidad popular sigue en auge con relación a la Virgen María. Recordamos en otro sentido la corona angelical de Dios y María, Rosa mística, una devoción muy apreciada en algunos países en la que se repite con frecuencia esta oración: ―Oh María, Reina de los Ángeles, intercede por nosotros ante el Señor, para preparar a su Majestuosa Venida con sus hijos fieles marcados por el sello real del Espíritu Santo, tu divino Esposo. Amén‖. Hay formas tradicionales de devoción a la Virgen María: El rosario, oración y contemplación de los misterios de nuestra fe en honor a la Virgen. Tiene la dificultad de lograr practicarlo con atención. Es preciso esforzarse. El avemaría; la salve; visitación y peregrinación a santuarios; oficio parvo; distintas oraciones y letanías; sabatinas y novenas; múltiples advocaciones a nuestra Madre. Contemplar el lema ―A Jesús por María‖. Ella nos lleva a Jesucristo. María, persona viva, pide a los cristianos responsabilidad viva y descubrir cuanto Dios ha puesto en el camino del cristiano para formarlo a la imagen de su Hijo. Recordamos a Griñón de Monfort, viviendo la consagración a María, también así se camina hacia la madurez espiritual. Espiritualidad comprometida por la - - - esclavitud mariana. Todos nuestros pensamientos dignos de tan augusto modelo. Los católicos tenemos gran devoción a la Virgen María. Es lógico, ella es nuestra madre. Ella es la madre de Jesús, el Hijo de Dios; Él es la cabeza del Cuerpo Místico, luego María es madre también de nosotros que somos miembros de este Cuerpo Místico. (1ª Co. 12,12-26). Además el mismo Jesús nos la entregó por madre al pie de la cruz. (Jn. 19,26-27) Una devoción a la Virgen tiene cada vez más auge: las peregrinaciones en grupo, familiares o individuales a santuarios marianos. Siempre hemos creído los católicos que esa función de madre la ejerce de manera especial sobre los pecadores, siendo su abogada y refugio, enviándoles abundantes gracias para que se conviertan y salven. Por otra parte, ¿cómo va a dejar de escuchar tanta oración que le hemos dedicado a lo largo de nuestra vida? ―Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte‖. Son innumerables las conversiones que se han dado a lo largo de la historia por intercesión de la Virgen María. Aumentemos la devoción y el amor. María, refugio de los pecadores. Hemos de esforzarnos por propagar la devoción a la Virgen María. Su amor y culto nos lleva a la amistad con Dios; nos infunde un mensaje de paz, esperanza y vida. Nueva dimensión de la devoción mariana: viviendo la fe en las circunstancias dolorosas de enfermedad, exilio o pobreza. María estuvo también de parte de los pobres. Ver por ejemplo las bodas de Caná. (Jn. 2,1-11). Mártir.- Martirio.- - Mártir significa testigo: los Apóstoles, su vida... testigos de Cristo no solo por - - - la confesión, también por la vida y la muerte imitando la obra salvífica de Cristo. Ya había profetizado Jesús a sus seguidores el martirio: ―Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre‖. (Mat.24, 9). “Os expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios”. (Jn. 16,2). Recordamos el mario de Esteban (He.7, 58). El mayor testimonio de fe es el martirio. Es la fortaleza en grado heroico. Existe un martirio actual que destruye al hombre aun sin heridas físicas, sin quitarle la vida. El cristiano ha de estar dispuesto a dar la vida antes que negar a Jesucristo y su fe. (Cat.) El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí (Mat 10, 38). Recordar lo del grano de trigo: ―En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12, 24). Cuando os entreguen no os preocupéis sobre lo que habéis de hablar... (Mat. 10, 19) El mártir acepta la muerte como un signo de asimilarse a la muerte de Cristo. El mártir tiene una profunda fe y gran amor a Dios, a la Iglesia, a la humanidad. Acepta su impotencia y revive en Cristo su pasión salvadora; - verdadero signo de vida eterna y de salvación; fuerza victoriosa de Cristo. ―Sé que mi Redentor vive‖, dice como Job. La gloria eterna espera al mártir por Cristo: ―Y se le dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido‖. (Apo. 6, 12). ―Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido‖. (Apo. 6,9) Masa nueva.- - El cristiano es una masa nueva. Para San Pablo la palabra ―nuevo‖ supone, - más que una novedad, una ―nueva criatura‖. Se trata de una renovación del ser humano en ser cristiano. (Gal. 6,15). ―Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo‖. (1 Co. 5,7). Ha llegado la plenitud de los tiempos. La primera creación ha tomado un nuevo impulso en la mañana de la pascua. Nuestra vida ha cambiado, llena de la esperanza pascual. Nos vamos transformando en resplandor creciente; tal es el influjo del Espíritu del Señor. (2 Co. 3,18) Matrimonio.- - Es una institución de derecho natural que crea la unión estable entre hombre y mujer, fundamento de la familia. (Gen. 2,18). - Dentro del cristianismo es el sacramento de la unión de hombre y mujer con el fin de amarse mutuamente, criar y educar hijos para Dios y ser signo del amor que Dios tiene a la humanidad. - Requiere dedicación y perseverancia. El matrimonio cristiano ha de reflejar el amor en todas nuestras relaciones y así ser signo del amor que Dios tiene a la humanidad. Jesús dijo‖: "¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?‖ (Mat. 19, 4-6). ―Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella‖ (Ef. 5, 25-26). Exhortación a fomentar el amor conyugal en (Prov. 5, 18-19). Y toda relación ha de ser con respeto y amor. (1 Pe. 3, 7). - Nace la espiritualidad conyugal de la fe y de la esperanza, y se manifiesta en la caridad. Es testimonio, justicia y construcción del Reino. Puerta de la confianza en el amor del Padre, de constante conversión. - La pareja no se aísla, vive conciencia eclesial proyectándose a la sociedad, en el misterio de la vida; y en el servicio al mundo para que crezca la caridad: ser para los otros. - La gracia sacramental del Matrimonio da fuerza para la fidelidad, para vivir en armonía, para educar a los hijos. - Ver entradas ―Esposos cristianos‖, ―Familia‖. Matrimonio espiritual.- - Dios lleva al alma hasta la unión transformativa o desposorio espiritual. Es un - - - estado de paz, suavidad y amor. Es una transformación total en el Amado en que se entregan ambas partes en unión de amor. El alma adquiere propiedades divinas. Se transforman nuestras facultades superiores en cuanto al modo de obrar. El alma tiene conciencia de que participa en la vida divina. Queda eliminado el egoísmo. Incluso llega a gozarse en la propia persecución. La gloria de Dios es la única preocupación, y junto a esto, la salvación de las almas. En principio, todos podríamos llegar a estas alturas. Entre casi el centenar de citas en la Biblia que hemos encontrado con relación al matrimonio espiritual, hemos elegido estas pocas para saborearlas despacio: ―Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra‖. (Is. 54,5). ―Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo, ―Así dice el Señor, `De ti recuerdo el cariño de tu juventud, el amor de tu desposorio, de cuando me seguías en el desierto, por tierra no sembrada‖. (Jer. 2,2) ―Y Jesús les dijo, ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día‖. (Mc. 2,19-20). ―El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo‖. (Mat. 22,2). ―Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo‖. (2 Co. 11,2). ―Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo‖. (Apo. 21, 2) “Y el Espíritu y la esposa dicen, Ven. Y el que oye, diga, Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida‖. (Apo. 22,17). El perfecto matrimonio humano es leve sombra de este. En realidad el alma es simple posesión del estado de gracia. Aquí es una unión permanente de amor. San Juan de la Cruz afirma, aunque con cierta timidez, que el alma está confirmada en gracia; no piensa igual Santa Teresa de Jesús. No podemos afirmar el hecho de que esté el alma confirmada en gracia. Es preciso aquí sobremanera vivir en profunda humildad. Medallas.- - Las medallas de culto religioso llevan casi siempre un aro que permite - colgarlas. La materia de que se componen es el oro, la plata, el estaño, el platino, el níquel... Son signo de fe devoción a la Virgen María, a Jesús, a algunos santos. Es esencialmente distinta del amuleto, por la finalidad. Quien lleva el amuleto es porque cree que le brinda protección o buena suerte. Quien cuelga la medalla en su cuello es como signo de fe, devoción, amor. Se recomienda todas las noches besar la medalla y pronunciar una jaculatoria o breve oración. Mediaciones.- - La mediación es la capacidad espiritual que poseen ciertos objetos, actos o - - - - - personas de comunicar al hombre la acción de Dios y despertar la acogida o respuesta o comunión. Las mediaciones llevan a: ―Dios y el hombre en comunión‖. Mediación quiere decir, por medio de... Dios nos habla por medio de su Hijo. (He. 1, 2). La alianza es la mediación por excelencia; recordemos a Abraham, a Moisés y a Jesucristo. Jesús es el mediador de la Nueva Alianza. (He. 9, 15). Son ofertas y puentes que Dios nos ofrece para relacionarnos con Él, para amarle más, para vivir en continua comunión con Él y para de ahí sacar fuerza de entrega a la misión y a la ayuda de nuestros semejantes. La función mediadora es un don de Dios. Jesucristo es nuestro mediador ―Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno‖. (1 Tim. 2, 5-6). “Y el Verbo se hizo carne‖ (Jn 1,14). Da gracias actuales a los hombres. Nos encontramos de continuo con estas ayudas de Dios. Así: Iglesia, Biblia, sacramentos, lugares, ritos, celebraciones. El papel mediador de María aparece en Evangelio, sobre todo en las bodas de Caná, (Jn. 2,1-11). Allí, María intercede para que su Hijo Jesucristo ayude a los novios que están en aquella situación muy en su fiesta de bodas. La Iglesia, la Eucaristía, la gran mediación de Dios con los hombres. Dios se acerca a nosotros en comunión benévola: se revela en Cristo y nos da mediaciones para relacionarnos con Él. Y es preciso discernirlas; nos abren horizontes infinitos, iluminados por la presencia contante y el amor a Dios. Existe mucha variedad en las mediaciones: a) Mediaciones del Cielo: la Virgen María y los santos; los difuntos. b) Terrestres: el culto, la contemplación y la piedad; ciertas personas como padres y hermanos en la fe; la historia… Cuando caen algunas mediaciones resulta doloroso, y Dios aparece como más lejano. (Recuerda ciertas mediaciones que ya no nos dicen nada, y han sido mediaciones durante siglos, ciertas imágenes y costumbres.) Hemos de quitar tal vez algunos elementos fantasiosos. Y utilizar toda clase de mediaciones que nos ayuden en nuestro camino hacia Dios. Mediaciones sencillas.- - Son los caminos concretos para encontrar a Dios y la trascendencia de la vida. Nos elevan a Dios y ayudan a mantener contacto con Dios durante el día. Citamos algunos, además de la oración: tener en la mano una cruz o el rosario; cada día colocar a la vista una frase que en algún momento me produjo impacto espiritual; acordarse de Dios al pasar junto a una iglesia, - - junto a una hornacina o imagen; ídem al oír las horas del reloj; vivir la grandeza de Dios en la naturaleza, como las flores, montes, mares...; en casa rodearnos de algunas imágenes sagradas: desde el principio dirigirles jaculatorias; estampas en los libros con este fin. Antes de la Misa. Salir al Altar con dignidad, recogido en el misterio. Todos los sentidos participan en la liturgia, incluso el olfato (recordar el olor del incienso). Todo limpio: corporales; purificador diario. Preparar los libros antes, no revolverlos en el altar. Recitar la fórmula con atención, con dignidad, sin exageraciones teatrales. Cruces bien trazadas. La palabra de Dios, despacio. Los seglares preparar la misa del domingo; salir de casa y recorrer el camino con recogimiento interior, entrar en la iglesia con atención al misterio y presentar al Señor nuestras intenciones del ofrecimiento de la misa... Mediadores.- - Jesucristo es el gran mediador. Mediadores gloriosos: la Virgen María y los - santos, subordinados a la mediación de Cristo. Mediadores terrestres: el hermano en general, como sujeto de intercomunión. Van cayendo algunas mediaciones, otras se mantienen y otras nacen: tiempos y lugares de devoción; un santo, una capilla, un rito, una procesión, una novena, una bendición... Pero se va potenciando más la mediación del hermano, del amigo, de la amistad en la fe. No despreciar aquellas mediaciones antiguas. Aprovecharlas en cuanto sea posible. Y potenciar esta mediación de la amistad. Mediocridad.- - El comienzo de la mediocridad es el olvido de la filiación divina; el no tener en - - - - cuenta esta verdad de fe. El mediocre no es un impío; incluso puede ser tenido por piadoso, concibe a Dios como alguien que puede ayudarle, como un legislador que impone. Incluso admite la oración como una práctica. (Is. 1, 1-31). Para él la misa, los sacramentos, incluso Dios son objetivos a alcanzar. Es tibio, rutinario, mero costumbrista. No puede crecer como le corresponde a un cristiano. En su continuo despiste la vida divina no actúa en él. No niega la fe, tampoco la vive, le resbala. Es raquítico en la fe, como subnormal. (Judas 1, 1-4). ―No eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca (Apo. 3, 15-16). La prudencia del mediocre es carnal, turbia su visión espiritual. Considera justo lo que puede ser pensado y medido por su propio pensamiento. Es frágil y quebradizo; huye de las situaciones dolorosas y evita el contacto con las penas de los demás. No vive sino bajo los impulsos de su manera humana. Huyamos de la mediocridad: ―Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre‖. (Col. 3, 7). ―Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis - distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto‖ (Rom. 12, 2) Ver entrada ―Tibieza‖. Medios de comunicación.- - - Los medios de comunicación social o simplistamente ―los medios‖ incluyen toda la información, propaganda o publicidad, que llegan a constituir la opinión pública: influyen muchísimo en el ambiente, incluso en los valores religiosos y morales del hombre y también en el clero y vida consagrada. Los vehículos de comunicación son los libros y revistas, la prensa, la radio, la televisión, la carta, el mensaje electrónico, el whatsapp, el Google, Wikipedia, el cine y llegan a todos los rincones; influyen en evangelización. Pero hemos de tener en cuenta que nuestro influjo es más obra de la vida interior que de la predicación. Es preciso buscar la luz junto a Jesús para discernir bien los medios; estar formados, meditar y orar; e influir en el mundo por la caridad más que por la palabra. La solidaridad es una idea buena para ayudar a la gente en el sufrimiento y en sus necesidades. Existe la solidaridad en los promotores de muchas ideologías; también la católica. Y tener en cuenta que la masa más descristianizada hoy es la culta. Hemos de utilizar todos los medios de comunicación para la evangelización; pero tener en cuenta que han de ir informados por la oración y nuestra intiemidad con Jesucristo. Medios de perfección.- - Enumeramos varios: oración, sacramentos, conocimiento de Dios y de sí - - mismo, conformidad con la voluntad de Dios, dirección o compañía espiritual, lectura espiritual o pláticas y conferencias, relaciones sociales buenas, deseo de perfección... ―Sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús‖. (Fil. 3, 12). ―Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo‖. (Ef. 4, 13). A lo largo de este diccionario se explican, uno a uno, los medios para adquirir la perfección mediante la gracia de Dios. Meditación.- - Es la aplicación de le mente a una verdad para movernos a admitirla, amarla o practicarla. Son propios de la meditación actos de inteligencia y de voluntad. La contemplación es un acto mucho más simple. Es un medio de perfección que lleva a la oración. - La Sagrada Escritura nos recuerda con frecuencia la meditación: El que - - - - medita ―Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su fronda no se agosta‖. (Salmo 1, 3). ―Medito en toda tu obra, pienso en tus maravillas‖. (Salmo 77, 13). El Apóstol Pablo encarga a Timoteo ocuparse en la meditación, (1 Tim. 4,15). ―Me saciaré como de grasa y médula, mis labios te alabarán jubilosos‖. (Salmo 63, 6). ―Recuerdo los días de antaño, medito todas tus acciones, pondero las obras de tus manos‖. (Salmo 143, 5). ―El corazón del justo medita para responder‖. (Prov. 15, 28) Consideramos sobre todo la meditación como el proceso discursivo de la oración. La meditación es una forma de oración o un preámbulo para ella. Es necesaria en la vida cristiana. Da a la fe un carácter personal y busca el crecimiento del espíritu. San Ignacio de Loyola daba mucha importancia a la meditación, como base y preámbulo de la oración. A los principiantes iniciaba en la meditación con estos tres principios que nunca omitía: a) Considera: recordar la verdad que se medita y sus distintos aspectos. b) Pondera: reflexionar sobre la relación de la verdad meditada con nuestra vida práctica. c) Saca: ejercicio de la voluntad para determinarse a modificar la conducta hacia el bien, decidirse por el ejercicio de la virtud... Después de esto venía la oración, la petición a Dios, el coloquio. La meditación produce celo, imitación de la vida de Nuestro Señor, compasión. La meditación produce admiración, gozo, temor de no ser grato a Dios. La meditación produce confianza en la bondad y misericordia de Dios, también produce confusión por nuestra mala vida pasada. Pon, cuantas veces puedas, durante el día, tu espíritu en la presencia de Dios: Considera lo que hace Dios y lo que haces tú. (Sales). Acostumbrarnos a que nuestra meditación sea consciente siempre. Para ello, antes de comenzar: recogernos, observar dónde está nuestro corazón y ser conscientes de la presencia de Dios. Hemos de recordar que la meditación es un preámbulo para la oración. Al finalizar la meditación discursiva (también dentro de ella) hemos de elevar el corazón a Dios para adorarle, pedirle, darle gracias, reparar… Mira también las entradas ―Oración mental‖, ―Oración‖, ―Fervor‖, ―Devoción‖. Memoria.- - La memoria (se suele identificar en ascética con la imaginación), suele estar - en constante desorden y alboroto. Este desorden dificulta la atención en la oración y en la vida. Hemos de controlar nuestra memoria e imaginación. ―De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas‖ (Mat. 12, 2435). ―Acabe la maldad de los impíos, mas establece tú al justo, pues el Dios justo prueba los corazones y las mentes‖. (Salmo 7, 9). ―Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti‖. (Salmo 19, 14). - Es preciso limitar la avidez de noticias, dominar preocupaciones y fomentar la - esperanza. Ver entrada ―Imaginación‖. Memorial.- - En la Eucaristía, en la celebración de la Misa, poseemos y practicamos el memorial de la pasión del Señor. Esta convicción es ya de los tiempos apostólicos, y está dentro del depósito de nuestra fe. Aunque, en un pasado próximo haya estado como en segundo plano, hemos de considerarlo y apreciarlo en nuestras celebraciones como elemento sustancial, y asumirlo del todo en la celebración eucarística. - El memorial de la Nueva Alianza, no se opone a la presencia real de Jesús en la Eucaristía, sino que la recuerda y la supone y constituye el sacrificio por excelencia. - Ver entradas: ―Eucaristía‖, ―Misa‖. Mérito.- - Nuestras obras buenas, hechas en gracia de Dios, son meritorias. El mérito - - nos viene del mismo Cristo Redentor. Dicen los teólogos que se trata de un mérito ―de congruo‖, en el sentido de que no es de estricta justicia ni de única gratuidad, sino algo intermedio. Ya lo dijo Jesús en (Jn. 15, 18), en la comparación ―Yo soy la vid verdadera‖. También en (Ro. 4, 1-8) cuando nos habla de Abraham que fue justificado por la fe, no por méritos propios. Y ―Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación‖. (2 Co. 5, 17-19). Actos meritorios, saludables o salvíficos, son aquellos que el hombre realiza bajo el influjo de la gracia de Dios, y que por eso mismo son gratos a Dios. Meses.- - Desde tiempos inmemoriales se han dedicado varios meses del año a - algunas devociones entrañables para los cristianos. Así, el mes de mayo está dedicado a la Virgen María; junio al Corazón de Jesús; octubre al Rosario; noviembre a las almas del purgatorio. En latitudes del hemisferio sur suele cambiar la dedicación de los meses. Allí mayo equivales a noviembre. Mesías.- - El Profeta Isaías en el capítulo 50 anuncia al Mesías. Contrasta la desobediencia del pueblo judío y la obediencia de Cristo. Los pecados fueron la causa de la cautividad; y el profeta anuncia la esperanza en el que ha de venir, y la liberación del pueblo. Fue este profeta el consolador del pueblo: le - - Mesura.- reprende de sus pecados y le ofrece la misericordia. Habla claramente del Mesías, del Emmanuel, del Siervo de Dios, del que ha de venir. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, concebido por el Espíritu Santo en el seno de María Virgen. (Lc. 1,28-38). Pedro lo confiesa como ―el Mesías de Dios‖ en (Lc. 9,20). Y mismo Jesucristo lo asegura: ―Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: "Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado."‖ (Jn. 7, 28-29) El pueblo lo esperó desde entonces. Todos los años por Adviento celebramos esta esperanza del Mesías; admiramos la fe del Pueblo Elegido y anhelamos la venida de Jesús, que en realidad ha llegado ya, pero lo confirmamos con amor y devoción en nuestras vidas. ―Dice el que da testimonio de todo esto: "Sí, vengo pronto." ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!‖ (Apo. 22,20). Ver entrada ―Jesucristo‖. Moderación.- - Significa moderación, comedimiento. Gravedad y compostura en la actitud y - el semblante. Reverencia, cortesía, demostración exterior de sumisión y respeto. La persona que aspira a avanzar en la espiritualidad ha de ser mesurada en todo; su vida ascética ha de encaminarse por esta vía. ―En nada demasiado‖: excesos ni siquiera en la virtud. La prudencia y mesura han de guiar nuestro camino. San Pablo nos habla de ellos: ―No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual‖. (Ro. 12,3); ―Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres‖ (Fil. 4, 5). Metanoia.- - Es un retractarse de alguna deslealtad, pecado junto con el deseo de - - corregirlos. Lleva consigo el arrepentimiento, y conduce a la conversión entendida como algo interior que surge en toda persona que se encuentra insatisfecha consigo misma. En la Biblia es frecuente hablar de la metanoia o conversión. Tan solo citamos estos pocos textos: ―Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados‖ (Lc. 3, 3) ―Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados‖. (Mc. 1, 4). ―El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un madero. A éste le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados‖. (He. 5. 30-31). Es una transformación profunda de corazón y mente de manera positiva. Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas. (Guardini) Método.- - En los estudios de Teología mística debe prevalecer el método teológico - sobre el descriptivo y experimental. Hablamos de métodos sobre todo en la oración, como lo expresaremos más adelante: de tres potencias, afectiva, de quietud... Ver entradas de ―Oración métodos‖ y ―Meditación‖. Miedo.- - Se define como ―la angustia por un riesgo o daño real o imaginario‖. El temor - - con frecuencia va unido con el miedo. El temor es la pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso. Y el miedo, la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Cuando el miedo pretenda desalentarnos, nos abrazaremos del todo a Cristo en quien hemos puesto nuestra confianza. ―El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?‖ (Salmo 37,1). Miedo todos los seres humanos sienten. Es bueno saber vencer el miedo morboso con la fuerza de voluntad, el arrojo y la valentía. Es necesario conjugar la prudencia con la valentía para vencer el miedo. En la Biblia conocemos muchos episodios protagonizados por el miedo. Destacamos entre todos, por su enseñanza espiritual, el de la tempestad calmada, (Mat. 8, 18-27; Mc. 4, 35-41; Lc. 8, 22-25). En el camino de la santidad lo que más suele asustar es pensar que hemos de ir siempre contra corriente; que hemos de desprendernos de nuestro bienestar y placer con gran frecuencia, porque de lo contrario nos domina lo sensible y nos olvidamos de lo de ―arriba‖. Los santos de verdad han pasado por parecidas dificultades y las han vencido por la gran fuerza del amor de Dios que llevaban dentro. ―¿Por qué dejarnos llevar del miedo, de la preocupación, de la amargura, cuando estamos tan cerca de Dios?‖ Nos dice Clara de Asís. Ver entradas ―Angustia‖, ―Temor‖. Miércoles de Ceniza.- - La ceniza indica el inicio de la cuaresma que es tiempo de oración, ayuno, - - penitencia, encuentro con Dios, encuentro con los demás y compromiso de superación para ser como Cristo. Se impone la ceniza al principio de la cuaresma (el miércoles antes del primer domingo de cuaresma), como el inicio de los 40 días de preparación para la Pascua. Es el recuerdo del ayuno de Jesús en el desierto. (Mat. 4, 1-11; Mc. 1, 12 y sig. Lc. 4, 1-13). Es un tiempo de conversión, es decir de volver a Dios, de quien nos hemos alejado. Recordamos la llamada a la conversión: ―Ay de ti, ¡Corazaín! Ay de - - - - ti, ¡Betsaida!...‖ (Mat. 11,21 y Lc. 10, 13). La ceniza significa la vanidad del hombre según (Is.44, 20) En los primeros siglos del cristianismo la preparación a la fiesta de Pascua comenzaba con el primer domingo de Cuaresma. Poco después, para completar la cuarentena, el miércoles de ceniza comenzó a ser la puerta de entrada a la cuaresma. Cuando participamos en la imposición de la ceniza es importante tener en cuenta que es un símbolo de penitencia y que deseamos ser cada vez mejores cristianos comprometidos por lograr vivir mejor y en paz, alegres de que Jesús venga a nuestras vidas. En el momento de recibir la ceniza es bueno ir pensando una serie de propósitos personales que podamos cumplir durante la cuaresma, como podría ser algunos sacrificios de cosas que más nos agraden y que ofreceremos con gusto para que podamos alejar de nuestras mentes todo deseo malo de apartarnos de Dios. Ver entrada ―Ceniza‖. Milagro.- - Definimos el milagro como un hecho inexplicable por las leyes naturales, y - - causado por origen divino. Consta que el Espíritu Santo otorgaba milagros a la oración confiada. (Mat. 21, 21...) La caridad era la maravilla suprema de la vida cristiana. En los Evangelios se describen muchos milagros (hoy muchos los llaman signos) obrados por Jesucristo con el fin de socorrer muchas necesidades. En los milagros de Jesucristo nos apoyamos para fundamentar a nuestra fe; sobre todo en el milagro de su resurrección. Hoy también existen los milagros; cierto que en menor cuantía que en tiempos apostólicos. Y persiste el milagro moral de la Iglesia, visto sobre todo en el esplendor de sus santos, cuya caridad unificante es el signo más seguro de la presencia divina. (Jn. 13,35; 17,21) Ministerio.- - Existen unas exigencias espirituales en el ministerio pastoral de la Iglesia. Y - - ya desde el Antiguo Testamento resplandecía ese ministerio. Nos fijamos de una manera especial en el Nuevo Testamento: los Apóstoles comenzaron a imponer normas para transmitir la participación en el sacerdocio de Cristo, en la Eucaristía y en la Penitencia. En la biblia se enumeran normas para el ministerio pastoral: Necesitamos examinarnos a nosotros mismos para el buen desempeño de este trabajo. (1 Tim. 3,2-7). El obispo ha de ser irreprensible y hospitalario. (1 Tim. 3,2); digno de crédito, sobrio, ordenado, tranquilo. (3, 1-4). Ha de ser intachable, no presuntuoso, ni colérico; amigo del bien, sensato, justo y piadoso; nada de codicioso y dueño de sí mismo. (Tito 1, 7-8). Ha habido una espiritualidad monástica y ha hecho mucho bien; el sacerdocio orientado hacia el sacrificio y el culto, muy bien. Además de esto, el ministerio - pastoral de hoy quiere poner el acento en la opción fundamental por Cristo, por los más necesitados, por el pueblo de Dios en la caridad. Un carisma de entrega plena en el ministerio pastoral. ¿Trabajo civil del sacerdote? Lo importante es vivir sin ser extorsión para nadie. Ver el caso de San Pablo (1 Co. 4,12). Pero lo indispensable es la entrega plena. La figura del sacerdote mero funcionario debiera desaparecer. Concentración en la figura de Cristo como vínculo, pero no a modo de una secta. Ante dodo ejemplo de bondad, trabajo, entrega y vida de oración. Ver, por ejemplo, el caso de San Ignacio de Antioquía en la antigüedad, del Cura de Ars en los tiempos modernos. Asumir la responsabilidad. Construir con el don recibido; el presbiterio no es un refugio; es la comunidad para darse a la misión eclesial. Ministerios.- - En plural, ministerios, nos habla san Pablo: ―Él dio a algunos el ser apóstoles, - - - a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros‖. (Efesios 4:11). Obispo, presbítero y diácono son los ministerios de la Iglesia. Cristo-Mediador forma parte como cabeza de todo ministerio, porque ha encarnado su divinidad en nuestra humanidad. Este principio lo sostienen todos los católicos. Existe hoy una gran controversia sobre los ministerios de manera que es gran problema para muchos teólogos. Para quien desea vivir con paz y entrega su espiritualidad basta con que asuma, si es sacerdote muy en serio su ministerio pastoral; si es seglar, que asuma los ministerios menores que le pueden corresponder por delegación episcopal y los asuma con amor y deseo de servicio a la comunidad. Por citar algunos: lector, acólito, ministro extraordinario de la comunión, visitador de enfermos... A raíz del Concilio Vaticano II ha tomado en Teología gran importancia el tema de los ministerios. Existen importantes estudios sobre el particular. Miradas.- - El místico aprecia en gran medida la mirada de Jesús y la propia mirada. En - el Evangelio (Lc. 22, 61): ―Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces...‖ (Lc. 24,39): ―Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo‖. (Jn. 20, 27): ―Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel‖. (Mc. 10,23): ―Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!‖ (Mc. 10, 24-27). ¡Distintas miradas de Jesús! ―Por Él, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por Él, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios; por Él, se abrieron los ojos de nuestro corazón; por Él, nuestra mente, insensata y - entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por Él, quiso el Señor que gustásemos el conocimiento inmortal, ya que Él es el reflejo de la gloria de Dios‖. (San Clemente) Y nuestras miradas no se detienen en exclusiva en la contemplación de Dios, viven, sí, en el Cielo con el corazón, pero con los pies en el suelo; y miran las necesidades de cuantos conviven cerca de él, las de los alejados, las del mundo entero para darse y ayudarles Mirra.- - El Cantar de los Cantares dice: ―¿Quién es ésta que sube del desierto como - columna de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo aromático?‖ (Cantar de los C, 3,6) Es decir, que las almas, en todas las etapas de la vida espiritual han de encontrarse con la mirra de la amargura. La compunción, la mortificación son necesarias para el alma. Para apartarnos del desorden nos pone con frecuencia el Señor la amargura de la mirra. Santa Teresa de Jesús ya nos advierte que el sendero está todo sembrado de mirra. En la vida de Jesús, abundó. Misa.- - La Misa o celebración de la Eucaristía es el centro de la liturgia católica. En - - - torno a ella gira nuestra vida cristiana, aunque en la manera de enfocar la espiritualidad se pueden dar distintas tendencias. Se suele definir como ceremonia religiosa de la iglesia católica en la que se celebra el sacramento de la Eucaristía y se hace el memorial de la muerte y la resurrección de Jesús; consta de una primera parte en la que se leen las lecturas bíblicas del día y el sacerdote pronuncia la homilía y una segunda parte en la que tiene lugar la consagración del pan y del vino y se reparte la comunión. (Mat. 26, 20-29; Lc. 22, 14-20; Mc. 14, 17-22). La participación en la Misa de los domingos y días festivos es una obligación grave para los católicos, para el cumplimiento del tercer mandamiento de la ley de Dios. La participación completa en la Misa se realiza en la comunión, con atención y buena preparación. Para comulgar el alma ha de estar en gracia santificante, como hemos indicado en la entrada ―Comunión‖. Es válida la misa y obligatoria en las festividades aun cuando no se comulgue. Es centro de la espiritualidad personal y comunitaria. Tiene valor infinito ante Dios. Es memorial de la pasión: en ella celebramos la muerte y resurrección de Cristo; sacrificio de la Nueva Alianza. Su fin es la adoración y alabanza a Dios, acción de gracias; impetrar, reparar y propiciar. En la Misa nos ofrecemos al Padre con Jesucristo sacerdote y víctima. Es el mejor sufragio por los difuntos. Ayuda a la propia conversión y de los pecadores. Es necesario acudir a ella con disposición ferviente; prepararnos para ello; prestar atención tanto en la celebración de la palabra como de la Eucaristía, evitar toda rutina. Vivir la misa dominical como el centro espiritual de toda la semana. - Mucha gente ve en la misa un rito a través del cual entra en un diálogo - - personal-individual con Dios, y no un encuentro comunitario de los creyentes. En este caso, la presencia de los otros es solamente ocasional, secundaria, y no hay ninguna razón especial que empuje al conocimiento-diálogo con ellos. Y habría que pensar muy en serio el modo de cambiar de actitud en nuestras misas. Somos extraños que se juntan y no se hablan. Este es el problema que todavía no se ha resuelto pastoralmente; sí en distintas comunidades. ¿Son muchos o pocos los que buscan en la misa una respuesta a sus problemas concretos? ¿Les ayuda a misa para la vida cotidiana? Más bien la impresión común es que la misa no afronta esos problemas y es para muchos aburridamente repetitiva. Para estos fieles la presencia en la celebración termina por convertirse en un soliloquio con la propia fantasía y con los propios problemas. Cuando se celebra en pequeños grupos y bien motivados, se vive el misterio en fervor y en amor mutuo. ¡Ved cómo se aman! Ver entradas ―Eucaristía‖ ―Sacrificio‖. Misericordia.- - Consideramos la misericordia de Dios hacia nosotros y la misericordia de - - - nosotros hacia los hermanos. La misericordia de Dios es remedio de nuestras miserias. Recordemos la bienaventuranza: ―Sed misericordiosos y alcanzaréis misericordia‖. ―Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso‖ (Lc. 6, 36) La misericordia de Jesús es un tema central en Lucas: perdón a los pecadores (7, 36-50); parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15); el Buen Ladrón, (Lc. 23, 39-43) La misericordia conviene a los hijos de Dios, pues ella es rasgo predominante de Dios hacia los hombres que creen (1 Tim. 1, 16). Y hemos de ser misericordiosos si queremos alcanzar misericordia (Mat. 5, 15); (Ro. 9,15). No se puede tener una vida espiritual muy profunda mientras el amor y la misericordia hacia el prójimo sean calculados y con medida un tanto pobre. El amor de Dios no arderá en nuestros corazones como un volcán mientras no lleve consigo un incendio de caridad hacia nuestros semejantes. Comienza la misericordia cuando se transfiere a nosotros el problema del hermano, incluso su tristeza. Es necesario entregar nuestro corazón a nuestros semejantes y vivir con ellos. Pero esto es muy difícil. Porque al prójimo por él mismo resulta a veces muy difícil de amar; sobre todo cuando se ha comportado mal con nosotros. Por eso hay que llenarse del amor de Dios y por Dios, por agradarle, porque es Padre común: saber amar a nuestros semejantes. Misión.- Misiones.- - Buscamos comprender mejor cuál es la misión de la Iglesia y cuál nuestra propia misión en la Iglesia. Comprender cómo realizarla en y desde la Iglesia. Como referencias, tomaremos lo que Jesús mismo nos ha dicho sobre la - - - - - Iglesia y sobre nuestra misión; lo que la Iglesia misma ha dicho sobre su misión en el mundo; y lo que nosotros mismos sentimos respecto de nuestra propia misión. (Mt 28, 18-20). ―Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén‖. Obligación de los Apóstoles y sus sucesores de ser misioneros. Jesús envió a sus discípulos, ya en su predicación de la Buena Nueva, a proclamar el Reino de Dios (Lc. 9,1-6; Mat. 10, 5-15; Mc. 6, 7-13). Y todo creyente ha de difundir y luchar por la fe, ha de ser misionero. (Jds. 1,3) La misión de la Iglesia: comunión y participación. Comunión: llevar hacia el Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo; unir a los hombres con Dios, para vivir su vida, su amor y su verdad; transformarse y transformar en Él (ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí…) Participación: recibir la vida nueva y los demás dones de Dios; unirse a su acción salvadora: dar lo recibido y ser signo e instrumento suyo. Iglesia - misión: Iglesia ―misionera‖: ella ha recibido la misión de ir a evangelizar y, así, está puesta para colaborar con Jesucristo en este servicio salvador al mundo entero; en el envío a los Apóstoles, fuimos enviados todos a evangelizar; la misión de la Iglesia es universal: hacia todas las gentes, en todos los tiempos, hasta las raíces, para todos y con todo el poder de Dios. Nuestra misión en la iglesia. Para la Iglesia y para cada uno es un derechodeber de la Iglesia evangelizar (RM 86) Todos y cada uno estamos enviados a evangelizar, a todas las gentes y siempre. Estamos llamados a vivir la comunión y participación en diversos niveles eclesiales (RM 48 y ss): La misión de la Iglesia y nuestra propia misión se fundamentan en la comunión y participación de la Verdad, el Amor y la Vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Recibimos nuestra misión en la Iglesia, la cumplimos en comunión y participación de Iglesia y desde ella vamos como enviados a evangelizar a todas las gentes en el mundo entero. La misión es la que renueva nuestra identidad cristiana, nos devuelve nuestro entusiasmo, nos ayuda a superar las dificultades en nuestra comunidad y nos hace participar en la salvación de Jesucristo (RM 2). (De una orientación pontificia sobre la misión de la Iglesia, que es nuestra misión. O ―Las misiones‖). - ―Tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado‖ (Jn. 17,17). Jesús - fue el enviado por el Padre, para redimir y salvar a los hombres; para santificarlos. Y ofrecemos la palabra de Jesús para que el mundo conozca al Padre. La Iglesia en pleno es misionera, pueblo sacerdotal. ¿Para qué es la vida sino para darla?‖ La santidad propia no es un adorno personal. Es un capacitarse para la misión. Lo que el Papa dice en su Encíclica misionera es la gran realidad: ser un contemplativo en la acción. En el sentido teológico – místico se llama misión la procesión ―temporal‖ de una persona divina. O sea: solo pueden ser enviadas (―misase‖) las personas procedentes: el Hijo y el Espíritu Santo, pero no el Padre. Pero su misión no constituye ningún cambio en su ser eterno. Concebimos la misión del Hijo y del Espíritu Santo con relación a nuestras almas en que se hacen presentes en nosotros: encarnación del Verbo, obra santificadora en nosotros del Espíritu Santo. (Bouyer). Mistagogia.- - Mistagogia es un tiempo en el que los nuevos nacidos en Cristo son iniciados en varios misterios de la Iglesia católica. Este periodo .de conversión, lleno de deseo de Dios, entrega emotiva, encuentro comunitario con los grandes misterios de la fe, se graba en catecúmenos y neófitos en el alma de forma indeleble. Misterio.- - Es el designio de Dios realizado en la Historia. Es la plenitud de la revelación, - comenzada por los profetas y consumada en la Encarnación: venida al mundo del Hijo de Dios al seno de la Virgen María en Jesucristo. Pablo se siente vinculado al misterio de Cristo. (II Co. 4, 7,18 y 6, 1-10); y percibe toda su existencia y todas sus circunstancias a la luz de ese misterio. (II Co. 1, 15-22 y 12,9 y sig.) Misterio Pascual.- - Pascua significa paso, caminar, la nueva pascua cristiana tiene su recuerdo - - en la pascua judía, en el paso del mar Rojo, con Moisés y el Pueblo de Dios. El misterio pascua, el de nuestra pascua cristiana, comprende la vida, muerte y la resurrección de Cristo. Nos fijamos más en la resurrección. En los primeros siglos se celebraban cincuenta días de vigilia pascual: jueves, viernes, sábado santo, ascensión y pentecostés. La conmemoración de la bajada del Verbo. (Jn. 1, 14) Son estas fiestas la epifanía plena del misterio de Dios. Jesús permanece fiel a su misión; predijo su pasión y resurrección, asumió con amor nuestros pecados, sintió el peso de la justicia de Dios. (Mc. 8, 3138; Mat. 16, 21-28; Lc. 9, 22-27). Confía Jesús a sus discípulos continuar con la misma obra, la nueva alanza, la pascua cristiana. Sufrimos aquí la falta de plenitud de la resurrección, incomprensiones, persecuciones, tentaciones... Y hemos de ser conscientes de que nuestra vida es un caminar con Jesucristo hacia el Padre, una pascua de amor y esperanza. Muerte y resurrección nos dan la salvación. Nos libran de esclavitud del pecado. Recorremos con Jesús el camino hacia el Padre, una pascua llena de esperanza. Se nos ofrece Jesucristo como hostia viva en la Eucaristía, que es prolongación de la pascua de Cristo; banquete sacrificial y comunión. Resucitamos con Cristo, vivimos la pascua y deseamos en este caminar elevar al mundo. Aunque nos choque de inicio, Jesús alcanzó la plenitud de - su humanidad en su entrega por la cruz. Consideramos la cruz como la epifanía del amor. Desde que Jesús nos redimió en la cruz, el camino del dolor está unido al camino del amor. La cruz es el resultado de la lucha de Jesús contra la maldad del mundo. Y todo esto no es algo individual, es una realidad en el misterio de la Iglesia. En ella damos y recibimos el testimonio pascual. Ver también entrada ―Pascua‖, ―Resurrección‖. Mística.- Mística cristiana.- - Podemos definir la mística como ―la actividad espiritual que aspira a - - - - conseguir la unión o el contacto del alma con la divinidad por diversos medios‖ (ascetismo, devoción, amor, contemplación, etc.). La contemplación es uno de los modos de vivir la mística, sobre todo la contemplación infusa; vernos inmersos en Dios, como gota de agua en el océano, conscientes del Absoluto; inmersos en la corriente de vida divina. La mística es una percepción experimental de la presencia de Dios en el alma. (1 Co. 13,1112). Conocimiento amoroso de la Sabiduría divina. (Prov. 2,6). La comunión del hombre con Dios se contempla como unión de esposa con esposo. (Cantar de Cantares. 2,16; 6,3; 7,11).Vienen pronto las purificaciones y la aridez. ―¿Por qué me has abandonado?‖ Participamos de la angustia del Crucificado y la alegría del Resucitado. (Lc. 22-62; Mc. 17, 55) y (Lc. 24, 41). Distintos autores de Teología espiritual y santos del todo entregados a Dios, dan varias definiciones de la mística. He aquí algunas: 1 Moción del Espíritu Santo consentida. 2 Vida consciente en gracia. Perfecta incorporación a Cristo. Intuición amorosa y prolongada de Dios. 3 Entrar en comunicación íntima con Él. Presencia de Dios en profundo recogimiento que absorbe las potencias del alma. 4 Atracción pasiva del alma hacia Dios. Obra divinizadora de Dios. Procede la vida mística de una divinización, como de un incendio amoroso. La vida mística suele comenzar con un período más o menos largo de vida ascética. Pero no siempre es así, porque van mezcladas la ascética y la mística; pero en ciertas épocas predomina una sobre la otra. Todos estamos llamados a la vida mística. Algunas personas reciben atisbos de vida mística en su época de conversión, luego desaparece... La mística de verdad produce una entrega del todo a los hermanos o a los más necesitados. Solo una experiencia mística que ha madurado será capaz de arrojar luz al problema del sufrimiento humano. Más experiencias de místicos: Nos sentimos invadidos por la presencia de Dios en nuestra alma. Más que sumergirnos en Dios, somos sumergidos. Es algo que no se logra expresar, pero que se percibe de alguna manera. Tal vez al principio lo experimentemos de tarde en tarde, pero si somos fieles a Dios, Él nos llevará a esta vivencia continua, que nos ayudará a ser testimonio de Dios y de su amor ante los hombres. Pero esto nadie lo consigue por su propio esfuerzo. Nosotros solo podemos disponernos quitando impedimentos, deseando la perfección, practicando la oración. - Decimos que un alma vive en estado místico cuando en ella predominan los - - - - - dones del Espíritu Santo. Hoy afirman las personas que se entregan a la vida de perfección que el estado místico es una vía ordinaria de caminar por el mundo. El cuerpo no perece, es transformado, dominado, aceptado. El místico ha llegado al olvido de sí mismo; morir poco a poco al apego y a las propias satisfacciones... El sol de Dios brilla para iluminar los objetos grandes y pequeños. Recordamos el tercer grado de humildad: elegir en caso de igualdad lo más costoso. Anonadarnos a nosotros mismos para vivir del todo en Dios. Rasgos: permanece el místico vinculado a la nueva alianza salvadora. Es penetrado por el misterio de Dios, de la Eucaristía. Tiene el sentido de la unión con Dios del que recibe su amor y misericordia. Busca no precisamente la experiencia mística, sino la caridad y la entrega a Cristo. Percibe de alguna manera el misterio de unidad en la Santísima Trinidad de donde radica como de fuente el ser divino y la participación ontológica con lo divino. En la Eucaristía mira a Jesús, unido al Padre y al Espíritu Santo en la misma naturaleza divina. El místico se siente en Dios como la gota de agua en el Océano. Conoce el místico al Dios de la Alianza con una fe del todo atenta. Sabe ―como no sabiendo‖, con pleno asentimiento a las verdades reveladas, con una visión clara de las cosas; con un saber – gustar – místico. Y dentro de un dinamismo humano Esta palabra, ―mística‖, aparece constantemente en este diccionario, porque de ello trata. Incluso a la Teología de la perfección o de la espiritualidad se la ha denominado con el título de ―Ascética y Mística‖. Mística evolución.- - El padre Arintero es uno de los tratadistas de Teología Mística mejores del - - - siglo XX; tomamos de él estas ideas sobre evolución mística: La relación mística con Cristo nos lleva a conformarnos con Él y estar en armonía con los demás. Viviendo en Dios, podemos ya tener toda nuestra conversación en los cielos. Él está en nosotros como prenda viva de vida eterna. Dios está tan íntimo en nosotros como nuestra propia alma. Habita en el centro de nuestra alma. Es familiar nuestro, pero lo tratamos como extraño. (Eckhart) La comunicación con el Espíritu Santo puede y debe ir siempre en aumento. Si correspondemos, ni con la muerte se romperá este vínculo; antes se consolidará eternamente. Unión íntima y pura que excede ampliamente la matrimonial. Agua viva que sacia, refrigera, lava, purifica, renueva, da vigor y lozanía. El Verbo, uniéndose a nuestras almas, nos hace obrar como hijos de Dios. Nos hace conocer que permanecemos en Dios y que Dios mora en nosotros. (Jn. 15, 4 y 9). Santidad, piedad y mansedumbre son frutos de su presencia en lo íntimo del alma. Él nos unge y convierte en ungidos de Dios, verdaderos Cristos: nos sella. El divino Espíritu penetra en nuestras potencias como luz que alumbra, como - - - - - - - - óleo que suaviza nuestras articulaciones. No hay época en la vida, ni estado, ni condición humana que pueda pasar sin sus dones e influencia. Nada mejor puede hacer nuestra voluntad que dejarse hacer de aquel que no puede hacer nada mal. (Agustín). Las inspiraciones del Espíritu Santo están en nosotros en estado habitual, como nuestra razón. El alma sigue con sumo placer la moción de Dios, porque todo su gusto es seguirla. La humillación nos hace reconocer el vacío de nuestra nada; bien acogida nos hace más abnegados. El trato con personas fervorosas y llenas de Dios es como luz del mundo y sal de la tierra. Todo el proceso de la vida sobrenatural consiste en despojarnos del hombre viejo y revestirnos del nuevo. (Col. 3, 9-10). (2 Co. 5, 17). La iluminación a veces es tan repentina que el alma solo se da cuenta de sus saludables efectos. Toques de vida eterna que hacen morir los gustos del mundo para vivir en Cristo. El justo vive alegre y consolado en medio de las amarguras. Perseverar en solicitar vivir en unión con Dios. (Fil. 2, 2; 3,1; 4,4). Aceptar con fervor las mil distintas pruebas que nos sobrevienen para purificarnos. Desprenderse más de sí mismo y penetrar más íntimamente en Dios. (Ef. 4, 22). Renunciar a nuestros intereses, caprichos y comodidades sin tener otro querer que el divino. Huir del mundanal ruido, del tumulto de pasiones y hasta de sí mismo para alcanzar a Dios. Y si algo tenemos de bueno es por la divina misericordia. Hallar nuestras delicias en buscar al único Amado y fiel Amador de las almas. Acostumbrarse a amar a Dios con el amor más puro y sin buscar nada sensible. Hay que padecer con Él para ser con Él glorificado. (Fil. 3, 20-21). Acompañarle en todos los caminos para gozar de su intimidad. Esperar silencioso y resignado con el corazón puesto en el Señor, que puede sanar. Con indiferencia para los consuelos y penas, sin buscar otra cosa que agradar a Dios. (1 Tes. 4,1; Heb. 11, 5-6 y 13, 26; Jn. 8, 29; 1 Jn. 3, 22). Si se os quita el fervor sensible sed tan asiduos a la oración y la acción, como en los días de fervor. Ve al Señor no ya junto a ella (de la oración), sino dentro de ella y como Señor absoluto de ella. Serás iluminada y abrasada ahora y siempre ardiendo de amor. (A Foligno) Amar con un amor intenso, puro y desinteresado, solo porque Dios merece todo su amor. La oración no tenga tiempo limitado: ella es mi vida. Dios ocupe todo mi pensamiento y corazón: y me duermo sin haberme separado de su compañía. Que me traten bien o mal; que Dios me tenga en consuelo o desolación: mi voluntad sea la de Dios. (Tobías 12, 18). Si le preocupa la salvación, no es por interés sino por puro amor divino. Dios embiste con luz vivísima y penetrante que alumbra hasta los últimos pliegues del corazón. (Salmo 18, 13). Se configura con Jesucristo, recibiendo el divino sello con gran dolor y consuelo. (Gal. 2, 20). Cuando la voluntad es cautivada, empieza la oración de quietud e incluso la embriaguez de amor. Se siente gozo por la dulzura de Dios, se prorrumpe en cánticos de alabanza. (Ef. 5, 18-19): Eres fuego que siempre ardes: lleno de alegría, gozo y suavidad. El alma queda como sepultada en la misma inmensidad divina. Se acercó a mí y me arrancó todas las malezas de mi corazón, dejándolo limpio. - El alma que ha gustado la verdad divina reconoce su olor y sabe de quién - - proviene. Podrá oír la voz del Amado y se ordena la caridad con embriaguez de amor. Nos acercamos a Dios para escuchar su voz pacífica que se dirige a las almas interiores. Y el alma desfallece al escuchar su voz. Vacar por largo tiempo a la contemplación, purificarnos bien y morir completo al mundo. Las almas fervorosas buscan a Dios, deseando sentir su amorosa presencia. La gracia cautiva y embriaga los sentidos y los sana para que se aficionen a Dios. Se siente el contacto de otras almas por la comunión de los santos e incluso el del mismo Dios. Se deshacen y anonadan entre afectos de amor, confusión y agradecimiento. Gustar ya en silencio de la vida eterna. El misterio de la Trinidad repercute y se reproduce en el alma. Verdaderamente sienten, gustan, ven y oyen al mismo Dios inefable. Un fruto de la comunicación de mi esencia es una suerte de desaparición de la fe. (M. de Pazzis). Dichosa el alma que se ejercita en la introversión, renuncia al amor propio... merece acercarse Dios más y más. (Blosio) Busquemos a Dios dentro de nosotros mismos, seguros de hallarle. (s. Agustín) - Santa introversión suspirando por Dios con jaculatorias y piadosos deseos. - La sana oración debe ser humilde, reverente, cariñosa, confiada y perseverante. Nunca impaciente. (Grou) Sentir el vacío penoso de la ausencia y la ardiente sed de amor. Sentir la fealdad de las propias flaquezas ante la oculta luz divina que las descubre. Existen místicos que aman sin entender; y es que el amor va más allá del propio entendimiento. Esta sensación de lo divino les hace sentirse solidarios de todos los fieles. A medida que crece la perfección de un cristiano, aumenta su caridad y solidaridad con todos. Contemplamos los secretos del reino de Dios si de Verdad renunciamos a nosotros mismos. Adherirnos a Aquel que es la verdad misma y todo lo santifica. Mociones.- - Podemos considerar aquí la moción como la alteración del ánimo que se - mueve o inclina a alguna especie a que le han persuadido. Dícese frecuentemente de las cosas devotas. El término no es muy común entre los escritores espirituales en lengua castellana. Sta. Teresa no lo emplea y S. Juan de la Cruz en seis ocasiones para indicar una manera de intervenir Dios en el alma. Algunos afirman que las dos mociones fundamentales en la espiritualidad son la consolación y la desolación. Han de tenerse siempre muy en cuenta. Ver las entradas ―Consolación‖ y ―Desolación‖. Pero son muchas más las mociones: toda nuestra vida está llena de iluminaciones y mociones de Dios. Algunas llegan a través de la oración. El Señor quiere que pidamos; nos manda pedir. ―Pedid y se os dará‖ (Lc 11,9). ―Heme aquí‖, pues todos tus caminos están dispuestos, y previstos todos tus juicios‖. Sobre esa fe en la providencia se apoya la súplica: ―Dame a mí, pobre viuda, fuerza para ejecutar lo que he premeditado‖ (Jdt 9,12-14; +Est 4,17s; 5,1s). - A Ignacio de Loyola durante su convalecencia ―se le abren un poco los ojos‖ - - sobre las variedades de su mundo interno y comienza a familiarizarse con el lenguaje de los movimientos internos o mociones, que se sucedían causadas por los pensamientos y fantasías de orientación contraria que le venían a la cabeza como resultado de las lecturas piadosas de los libros de las vidas de los santos y del Vita Christi, o como resultado de sus pensamientos del mundo. Decimos estas ideas para aclararnos un poco qué son las mociones en la espiritualidad. Ignacio va conociendo la verdad de la moción y por tanto su posible referencia causal (Dios o demonio) por la cualidad del fenómeno (alegría frente a tristeza o deleite). Es preciso discernir si las mociones son del Espíritu o del mal. Respondamos a Dios en su moción así: ―Señor ¿qué quieres que haga?‖ Para poder seguir estas mociones es preciso también, una vez advertidas, no hacernos sordos a esa voz de Dios; de lo contrario, con nuestra dureza de corazón nos exponemos a ir apartándonos de su solicitud. Todos cuantos nos esforzamos para vivir en gracia santificante tenemos ―título‖ para pedir este don al Señor; vamos a hacerlo. Modelos espirituales.- - Tengamos en cuenta que, ante un modelo, existe siempre una tendencia de - - - imitación. Los jefes mueven la voluntad; los modelos consiguen incluso estructurar nuestro nuevo ser; y a veces se llega por la imitación y seguimiento de los modelos incluso al heroísmo. Atrae el modelo de tal manera que su relación con los otros se convierte en amor. La Biblia nos dice: ―Sigue, pues, el buen camino, imita la conducta del honrado, pues los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella‖. (Prov. 2, 20-21). Y en libro de la Sabiduría se nos exhorta hacia la virtud como modelo: ―El recuerdo de la virtud es inmortal: la reconocen Dios y los hombres. Cuando está presente, la imitan, cuando está ausente, la añoran‖. (Sabiduría. 4, 1-2). En el Nuevo Testamento se nos recuerda nuestro principal modelo, ―Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios‖ (Ef. 5, 1). ―Y no seáis indolentes, sino imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido‖. (Heb. 6,12). San Pablo se ofrece como modelo. ―Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.‖ (1 Co. 11, 1). ―Por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús. Así pues, os ruego que seáis imitadores míos‖. (1 Co. 4, 15-16). ―Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros‖. (Fil. 3, 17). Los santos tienen imitadores y han arrastrado a las turba a lo largo de los siglos. La gente, cuando es arrastrada por un santo, llega incluso morir por el ideal. Nuestra cultura hoy parece que se aleja de lo heroico, pero en los santos vemos también hoy nuevos modelos que abren distintos senderos para seguir. Y así tenemos a Maximiliano Kolbe, el padre Damián, Teresa de Calcuta… - - - - - A los grandes modelos de santidad los consideramos como una prolongación de Cristo. Ellos están en Cristo y Cristo en ellos. Su vida nos atrae: Francisco de Asís que lo dejó todo en su juventud y vivió el Evangelio sin fisuras, buscando la paz y el amor y universal a todas las criaturas. Charles Foucauld imitó que buscó ser el último como Jesús; y abandonó la seguridad del estado monástico e incluso el ser servidor de un convento de monjas. Existen también santos que no serán canonizados hoy por hoy: Martin Luther King, negro que vivió para lograr la igualdad de sus semejantes en lucha no violenta. Lo asesinaron, pero la causa fue conquistada; un poco a imitación de Gandhi. Pedro Casaldáliga obispo en la pobreza de la Amazonia; Vicente Ferrer que ayudó a millones de personas a salir de la miseria y vivir con dignidad. Hizo como Teresa de Calcuta pero, en lugar de ayudar a morir con dignidad a quienes vivían en la miseria, él les ayudó a no morir en la miseria; los redimió de la pobreza. Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Antonio María Zaccaría, Manuel González, Micaela del Santísimo Sacramento, El Cura de Ars... en tiempos anteriores. Teilhard de Chardin tan combatido por algunos, de talla y santidad universal para la mayoría. (Jesuita prohibido bajo el signo de desobediencia). Había realizado en su vida la consagración de un amor apasionado a la Tierra y a la Ciencia. El padre Manuel García Nieto. Algunos lo definen como la persona más santa del siglo XX. Unía en si la mística de Santa Teresa y la mortificación de San Pedro de Alcántara. Fue director espiritual de la Universidad de Comillas; su amor a la Eucaristía, inmenso; y este amor lo infundió a los seminaristas y a los sacerdotes. Su amor a los pobres en Comillas siempre será recordado. Sus tandas de Ejercicios Espirituales de mes fueron célebres. Oscar Romero, canonizado en el siglo XXI. Vivió para liberar al pobre de la opresión. Murió mártir mientras celebraba misa. Modestia.- - Virtud derivada de la templanza. Inclina a comportarse en los movimientos - - internos y externos dentro de los justos límites. ―Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. (Fil. 4, 4-5). ―Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos.‖ (1 Tim. 2-9). La modestia es uno de los frutos del Espíritu Santo, (Gal. 5, 22-23). La modestia corporal nos inclina a guardar el debido decoro en movimientos y gestos corporales. Existe también la modestia en el ornato, ayuda a guardar el debido orden en el cuerpo, en el vestido y aparato externo. Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Monjas.- Monjes.- - Cuando el Señor desapareció en la nube de su gloria, los apóstoles - permanecieron con los ojos dirigidos al cielo. (He.1, 11). Después continuaron en oración en el cenáculo. En la Biblia (1 Reyes 17) aparece el profeta Elías, a quien podemos considerar como primer monje (anacoreta). Los carmelitas lo aprecian como su ejemplo y padre. Nuestra mente corre a los conventos y monasterios. Ellos saben que no verán al Señor: aquí vivirán de la fe. Seguirán mirando al cielo, como los apóstoles, con deseo y con añoranza, pero con los pies puestos en la tierra. Dios nos dé grandes orantes que no se cansen de mirar al cielo para pedir con fuerza por la conversión del mundo. Por otra parte su testimonio es grande: mostrar la dirección en que es preciso mirar con esperanza. El carisma de los grandes orantes consiste en enseñarnos que aquí estamos de paso y esperamos la venida de nuestro Señor que nos llevará a las regiones del Cielo, nuestra Patria. Son signo del Reino de los Cielos. Ver entradas ―Religiosos‖, ―Consejos evangélicos‖. Monte.- - Es para muchos el encuentro con Dios más inmediato después de la - - - Eucaristía. Allí nos unimos al Señor con una experiencia religiosa inigualable. ―¿Quién como el Señor que se asienta en lo alto y desde allí mira el Cielo y la Tierra?‖ (Salmo 112). Contemplar al Señor sentado en aquel castillo con paz. Sin prisa. Cerca de Él. ―Del polvo eleva al necesitado y del estiércol rescata al pobre‖. (Salmo 107, 13). ¿Qué le cuesta al Señor resucitarnos para llevarnos a su gloria; a Él que crea todas las cosas por millones y millones y millones...? En el monte todo nos habla de Dios o de su amor, poder y fuerza. Desde la soledad de la montaña parece tener más sentido lo de San Juan de la Cruz. ―Pastores, los que fuéredes allá por la majadas al otero, si por ventura viéredes Aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero.‖ Inquirir por toda la naturaleza, por toda la hermosura de la creación ―decid si por vosotros ha pasado‖. Y en seguida viene la respuesta: ―Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura‖. Y el alma responde entonces con fervor: ―Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas‖. Subir al monte a buscar a Dios. Y no se trata de un sentimiento romántico. Y exclamar de nuevo: ―Salí tras ti corriendo y eras ido‖. ―¡Acaba de entregarte ya de vero!‖, ―Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos...‖ Subir al monte santo: liberación de la vida cotidiana. Subir al monte santo: contemplar la inmensidad de la creación y su belleza. Subir al monte santo: da altura interior y hace intuir al Creador. Ver entradas ―Inhabitación‖, ―Adopción‖, ―Hijos de Dios‖. Morada.- - Hay una morada terrena, frágil, temporal; y otra la eterna: ―Porque sabemos - - - que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos‖. (2 Co. 5,1). Pero ahora nos fijamos de un modo especial en el alma que es morada de la Santísima Trinidad. ―Si alguno me ama, guardará mi palabra... y haremos morada en él‖. (Jn. 14, 23). Dios mora como Padre, Hijo, Espíritu Santo, como amigo, como santificador. Por ello, gran respeto a nuestras almas, adoración Dios que habita en nosotros. Complacencia en esta morada divina; como el Padre que se complace en el Hijo. (Lc. 2, 14; Mat. 17, 5). Ser muy conscientes para recrearnos en ella. Hemos de ofrecer al Señor una morada más digna en nuestro corazón; que no sea tercermundista. Ver entrada ―Inhabitación‖ Moradas.- - Según santa Teresa, el castillo interior - el alma - está dividido en siete - - - mansiones o moradas, cada una de las cuales describe un escalón en el acercamiento a Dios. Las primeras tres mansiones se consideran accesibles por la oración activa. Las cuatro últimas, propias para la oración contemplativa. Son ejemplo para distinguir ambos tipos de oración. En las primeras moradas están hospedadas las almas de los creyentes que caen el pecado mortal; no lo combaten con interés; a veces oran algo. Quienes están en las segundas moradas toman en serio de vida espiritual, oran con más frecuencia, tienen alguna caída en pecado mortal y con frecuencia en el venial. Luchan algo. Terceras moradas: son almas piadosas, luchan en serio por crecer en la virtud, caen en faltas graves rara vez, pero con más frecuencia en el pecado venial. Son fieles a la oración, a la comunión, aunque con omisiones. Cuartas moradas: almas fervientes; entran ya en la vía iluminativa. Luchan muy en serio contra el pecado venial e incluso contra la imperfección. Muy fieles a la oración. Viven en recogimiento interior. Operan en ellas las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo. En las quintas moradas están las almas relativamente perfectas; rara vez caen en faltas veniales; tienen amor a la soledad, desasimiento interior. Vida contemplativa. Sextas moradas: viven estas almas la oración continua; necesitan la oración como la respiración, aspiran a llegar a las cumbres. La abnegación es algo normal en ellas. Séptimas moradas. Son almas heroicas en santidad y entrega. Viven enteramente para Dios y su Reino, sienten desprecio de sí mismas en el sentido de verse pecadoras ante Dios. Se sacrifican por los demás hasta el olvido de sí. Su vida es un matrimonio místico con Dios. Mortificación.- - En nuestra vida interior siempre es necesaria la mortificación: ―Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame‖, dice - - - - - - - Jesús. (Lc. 9,23; Mc. 8, 34; Mat. 16, 24). Es un problema grande porque la naturaleza rehúye la mortificación voluntaria. En ocasiones es tan necesaria que sin ella es imposible avanzar. La tradición de la Iglesia siempre la ha tomado en consideración para luchar contra la tendencia al placer y a la comodidad. Conviene incluso en ciertas épocas aumentar el sacrificio voluntario. Coinciden todos los escritores de espiritualidad en que la mortificación es el verdadero camino para la santidad; porque Dios nos pide que nos vaciemos de nosotros mismos para recibir esta gracia (Salmo 81,11). El amor propio es estar llenos de nosotros mismos. Es necesario vaciarse. Hoy se va perdiendo la costumbre de las penitencias corporales: disciplinas y cilicios. Se aconseja practicar la mortificación sencilla: dominar la curiosidad, practicar el orden en las cosas, aguantar sonriente las contrariedades, el frio, el calor, pequeños sacrificios en la comida, limpieza, trato cariñoso, dominar el genio, la gula, las ganas de hablar, ceder a otros lo mejor... En general siempre se recomienda vencerse a sí mismo por la mortificación voluntaria; aceptar con paz las contrariedades y sufrimientos que vienen; de una manera especial en situaciones de dificultad para dominar la lujuria. Y tengamos en cuenta lo que nos dice Jesús: ―En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12,24). Los períodos de mortificación generosa suelen ser los de mayor fervor y entrega al Señor y a nuestro prójimo. Dios es amigo de paz, sosiego, entrega serena. Por eso vamos a procurar no extralimitarnos en nada y a practicar con generosidad la mortificación. La batalla de la mortificación es interminable. Se consigue extirpar un capricho o algo de mucho apego. Parece que superado esto, nada será óbice para la entrega a Dios. Pero nace el hambre de otros placeres. Toda la vida trabajando. La solución: la oración, la meditación, la paciencia y el no desalentarse echando todo a rodar. Por otra parte la misma oración es fuente de mortificación porque la oración pasiva, la que envuelve de gozo el alma, suele durar poco y hay que seguir adelante aun sin ganas. Aceptar de buena la gana cuanto la Providencia de Dios nos va enviando en la profesión, en la familia, en la salud. Buena fuente tenemos de sentirnos generosos con Dios. (He. 12, 4-13). Suelen decir que la medida del adelantamiento en la virtud es ver cómo va uno en el terreno de la mortificación. Es lógico. La adquisición de hábitos buenos lleva consigo sacrificio y constancia. Humildad, dominar las pasiones, paciencia, retirarse de las aficiones del mundo, caridad, condescendencia... todo esto resulta costoso y exige mucho sacrificio. San Bernardo solía decir: ―Donde hay amor, no hay trabajo, sino sabor.‖ Los santos suelen comparar nuestra naturaleza humana a la de un caballo sin domar. Y no hay más remedio que hacernos violencia, como nos dice el Evangelio. (Lc. 16,16). Se dice en el libro de Job: El cuerpo del hombre es semejante a un jumento; no oye las voces del arriero. Pide más de lo necesario en todo momento y es preciso someterlo. Para remediar el bienestar y vigor perdidos, es necesaria la mortificación. - - - - Porque toda nuestra fuerza de acción ha de ser conservada para Dios. Cuando nos dejamos dominar del halago del placer, perdemos nuestra libertad. Un instinto profundo nos dice que la pena es instrumento de reparación y de expiación. ―Mortificad vuestros miembros que son terrestres‖. (Col. 3,5) La mortificación falsa hiere sin discernir, bajo el impulso del genio del mal. La idea del sacrificio por sí mismo es diabólica Pero nada de lo divino degrada. ―Heriré y sanaré‖. (Deut. 32, 39) cuando el sacrificio es útil para la vida. Muchas penitencias son fáciles: sobriedad en alimentos y vida, paciencia, ordenar... Mantenerse a gran distancia del sensualismo, de la crueldad y del justicialismo. Ordenar las pasiones, sencillez, aceptar contrariedades, humillaciones, enfermedad. Querer la curación y poner remedios, con paz y mansedumbre. Mortificación del deber cumplido. Sacrificios para luchar contra el mal temperamento. Aceptar con paz la muerte: aunque sepas que es camino del Cielo, repele a la naturaleza. Agilizarse con pequeñas penitencias voluntarias y dar las ―gracias‖ por las que vienen sin buscarlas. Santa locura de la cruz, manantial de reparación. Ser pararrayos de la justicia divina. Llamamos abnegación a la renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas; aceptar las propias limitaciones y sinsabores de la vida. Es la mortificación íntima, una fuente de sacrificio que nos viene y lo aceptamos como cruz de cada día. (1 Pe. 2,21). (Heb. 11,25). Ver también entradas ―Abnegación y ―Expiación‖. Motete.- - El motete es una composición polifónica nacida en el siglo XIII para ser - cantada en las iglesias, y sus temas son comúnmente bíblicos. Hasta el siglo XVII, seguía siendo una de las formas musicales más importantes de la música polifónica. Por extensión se fue llamando a los cantos piadosos que se entonan en las iglesias, principalmente en el momento de la comunión. Cantados con fe y amor llenan el alma de fervor espiritual. Son auténtica oración con melodía. Ver entrada ―Música‖. Motivación.- - Para un corazón alertado todo es motivo de encuentro con Dios. La presencia - del Señor en nosotros ha de ser el principal motivo de nuestra alegría. (Jn. 14, 23), Que este motivo de amor se reanime con suficiente frecuencia. Que llegue a animar todas nuestras obras. Quien recibe el maná Eucarístico debe arder en el mismo deseo que movió a Cristo en el sacrificio. (Lc. 22, 15). El Señor ha de ser el gran motivo de nuestra alegría. (Eymard). ¿Motivos para la penitencia? (He. 26, 20). Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: Por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y que nuestras necesidades se conviertan en un motivo para volvernos a Él. (Juan Pablo II) Movimientos de espiritualidad.- - - Existen hoy muchos movimientos de espiritualidad: llevan casi todos, el marchamo evangélico. Se vive con mayor intimidad la religiosidad dentro de los grupos menores. Dentro del pluralismo legítimo en la Iglesia, es preciso dar en cada grupo testimonio verdadero, sean tradicionales o no. Cualquier grupo católico ha de respetar siempre la doctrina de la Iglesia. Y no han de caminar dispersos, sea cual fuere el aspecto en que fije el acento cada grupo. Es preciso no llegar a parar en la secularización, el antropocentrismo o las tendencias políticas. La audacia siempre es posible e incluso en la verdadera mediación entre lo social y político. Pero la espiritualidad de suyo nada tiene que ver con la política. Muerte.- - La muerte es el desmitificador del Universo y nos ayuda a dar sentido a nuestra vida por la fe. La vida es un contrasentido si se mira la muerte sin fe. - Jesucristo asumió con su muerte la maldición de la vida pecadora para - - - - abrirnos a la vida divina y acoger la bendición de Abraham a todos los hombres; (Gal. 3,10-14) y hacernos hijos adoptivos de Dios. (Gal. 4, 5-7). ―Preciosa es a los ojos de Dios la muerte de los santos‖. (Salmo 116,15). La muerte es el comienzo de la eternidad. Esperarla con fe e ilusión. Confiar en la Providencia de Dios y pedir la perseverancia final. Superar el miedo a lo desconocido. Mantener con sobriedad y sin obsesión la esperanza. No ver la muerte como un tema tabú. Jesús ha suprimido el horror a la muerte y lo ha transformado en esperanza, porque con su resurrección venció la muerte y nos abrió las puertas del Cielo. No morimos solos, siempre Jesús nos acompaña, y nos espera a la otra orilla. Cristo salvó al mundo con su mensaje, la Buena Nueva, pero, la muerte fue lo salvífico hasta el fondo: ―Si el grano de trigo cayendo en tierra no muere, él solo se queda, pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12,24). Sufrimos y morimos con Jesucristo, con Él resucitaremos. ―Lo mortal sea absorbido por la vida‖. (2 Co. 5, 1-4). Y vemos imágenes de la muerte y la vida en la naturaleza, según nos dices Jesús: ―En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12, 24). De todas las pruebas queridas por Dios para el género humano, la más dura es la muerte. En los días de retiro es bueno conservar la costumbre de ―la aceptación de la muerte‖: enfocarla como sacrificio propio, unido al de la Eucaristía, y aceptar el lugar y hora que quisiere el Señor para nosotros. Y unirnos muchas veces al sacrificio de Cristo cuando aceptamos la muerte. - Los santos han deseado morir para ir a Dios: ―Estoy cierta de que, ya sea una - muerte súbita o prevista, no me faltará la misericordia del Señor. La adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios. Esta es la más dulce alegría, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo‖. (Gertrudis). La muerte nos entrega totalmente a Dios por el abandono absoluto en Él. La muerte es un arrancarnos del egoísmo, el paso a la divinización del alma. (Retana) Cuanto mayor es mi fervor, menos temo a la muerte: al contrario. (Torres). Y enjugará todas las lágrimas: no habrá muerte ni llanto, ni grito ni pena‖. ―Mas, ¿cómo perseveras, ¡oh alma!, no viviendo donde vives, y haciendo porque mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes?‖ (Juan de la Cruz). ―Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero‖. (Teresa de Jesús). Vive bien si no quieres morir mal. (Agustín). Muerte y resurrección.- - La muerte nos provoca repulsa instintiva; no acabamos de tomar conciencia - - - - de la muerte, aunque sabemos con certeza nuestra mortalidad, pero el cristiano no puede separar la muerte de la resurrección, porque Cristo resucitó. Es cierto que cada vez es menor la muerte de gente joven, la hospitalización es muy positiva, pero allí también se muere. Pocos mueren en su casa. Nuestro equilibrio puede perturbarse con el paso de la edad. Pero Dios creó al hombre para la eternidad. (Eclesiastés,3,11) Él nos espera. Nos preguntamos: ¿Y después? La existencia de un más allá se afirma en el libro de la Sabiduría. Juan nos habla de renacer de lo alto (Jn. 3,3); Pablo de caminar hacia la vida nueva (Ro. 6, 4). En el Nuevo Testamento constantemente se hacen alusiones. Nuestra resurrección es segura: Cristo la ha predicho ―Se siembra en corrupción y se resucita en incorrupción‖ (1 Co. 15,35-42). Él es la resurrección y la vida, (Jn.15, 25). Después de nuestra resurrección en el cielo seremos como ángeles de Dios, sin matrimonios... (Mat. 22,30) Hemos de aceptar la muerte como tránsito pascual. Pero la muerte es dura, hemos de asumirla y ofrecérsela a Dios como nuestro sacrificio vespertino. De Él venimos y a Él regresamos. Mirar el sentido de la vida; nos ofrecemos a nosotros mismos purificados y resucitados con Cristo. ¿Cómo asistir a un moribundo? Antes de todo pensar con equilibrio en la propia muerte. Muchos enfermos graves, a pesar de estar rodeados de familiares queridos, no pueden desahogarse. Siempre hemos de evitar hablarles de la muerte de una manera directa o brutal, porque la incertidumbre del momento siempre da lugar a la esperanza de vivir. Tampoco conviene dar discursos al enfermo. Siempre discreción. Coger la mano del enfermo: suele ayudar y dar confianza. Humedecer sus labios, si vemos que lo necesitan. Saber estar en silencio con él. Llevar su mente a Dios de quien nos viene la vida y a quien volveremos algún día. Si nos habla de su gravedad, que exponga sus temores. Esperanza en Dios. Pedir luz a Dios para aconsejarle. Ayudarle a aceptar la voluntad de Dios. Aunque haya rechazado los sacramentos hablarle de la confianza en Dios. - En concreto conviene repetir al moribundo, aun cuando esté en apariencia - inconsciente, breves jaculatorias: ―Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí‖. ―Santa María madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte‖. ―Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío‖. ―Ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados‖. ―Jesús, José y María os doy el corazón y el alma mía‖. De vez en cuando una jaculatoria, sin cansar. Sugerirle también actos de amor a Dios; el amor de caridad perfecta perdona los pecados. Ver entrada ―Resurrección‖. Mujer.- - La mujer es igual al hombre (Gns. 1 y 3). Su función en la pareja humana es - - la maternidad. En la Iglesia primitiva desempeñó el ministerio de diaconisa. Su modelo es la Virgen María. La mujer siempre ha destacado por su fervor espiritual cristiano. Basta con asomarnos a nuestra hagiografía. La condición de la mujer y la lucha para la afirmación de los propios derechos encuentra todo el apoyo de la espiritualidad cristiana. La irradiación de la mujer trasciende el marco familiar y enriquece e ilumina la comunidad. Jesús con respecto a la mujer se mostró tierno, sin disimulos con las mujeres, ni siquiera con las de mala vida. (Jn. 8, 10-11). Él las defiende, aun cuando por ello se le ataque. Esta actividad de Jesús no dejó de tener repercusión. A la Samaritana la convierte en evangelizadora (Jn. 4,1-30); a María Magdalena en testigo y apóstol, al mismo tiempo que lleva el mensaje trascendente a los Apóstoles. (Oláriz María Nieves). Mundo.- - Lo creó Dios. Estamos en él como íncolas. En el mundo recibimos a - - - Jesucristo en la encarnación. El hombre tiene dominio para regular el mundo. El mundo, considerado como enemigo del alma, es lo que llamamos ―lo mundano‖: criterios y hechos egoístas, buscar honores, placeres, dominio, riquezas, poder, lascivia... Vivir en el mundo, pero sin dejarnos dominar por el espíritu mundano. Y los que gozan del mundo vivan como si no gozasen. (1 Co. 7, 29-31). Es el lugar de las cosas materiales. Todos los humanos formamos parte del mundo. También la espiritualidad, los monjes, todo lo que existe en nuestro planeta forma parte del mundo. Y es preciso no confundir el mundo con lo mundano. En este mundo también comienza el Reino de Dios. Y Dios ama al mundo: ―Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna‖. (Jn. 3, 16). El Nuevo Testamento no fomenta juicios negativos contra la vida presente. Nos mira como criaturas de Dios. El Reino de Dios dentro de vosotros está. (Lc. 17, 20-25). Lo que es el alma en el hombre, así los cristianos en el - - mundo. Dominando el espíritu mundano, eliminar la maldad y las guerras. Vivir en este mundo la intimidad con Dios. Con el tiempo se experimentó que había maldad en el mundo, por eso surgió la vida monástica y la huida del mundo. También la ascesis del desierto. Lo miraban como soledad y ambiente de oración. Hemos de encontrar a Dios en el mundo. Purificar nuestra mirada con la devoción con que miramos a Jesucristo. Como Francisco de Asís, percibir en la naturaleza la huella de Dios. Transformar el mundo con la gracia y el espíritu de Dios. Es misión de los cristianos crear en el mundo un ambiente religioso, clima ascético y costumbres éticas. Sumergirnos en lo espiritual, teniendo los pies el suelo, y testimoniar que el mundo creado por la Santísima Trinidad fue redimido por Cristo. También misión nuestra es librar al mundo de las esclavitudes, fomentar el bien, el amor, la paz y la solidaridad. Murmuración.- - Recordemos lo que nos dice la Sagrada Escritura: ―El viento del norte trae la - lluvia, y la lengua murmuradora, el semblante airado‖. (Prov. 25, 33). ―Destruiré al que en secreto calumnia a su prójimo; no toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante‖. (Salmo 101, 5). ―Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley‖. (Sant. 4, 11). ―Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia‖. (Ef. 4, 11). Es necesario vigilarnos en este sentido porque de hecho es un vicio frecuente entre personas piadosas. Las murmuraciones, piques, envidias descubren que el amor debido al prójimo dista mucho de las personas con este defecto; están lejos de la perfección. Teniendo en cuenta que la medida de amor al prójimo es el amor de Dios, hemos de cuidar mucho el amor al prójimo para amar mejor a Dios. Música.- - La palabra de Dios nos invita a la canción y a la música como medios de - - alabanza al Señor: ―Aclamad con júbilo al Señor, toda la tierra; prorrumpid y cantad con gozo, cantad alabanzas‖. (Salmo 98, 4). ―Dad gracias al Señor con la lira; cantadle alabanzas con el arpa de diez cuerdas‖. (Salmo 33,4). ―¡Oíd, reyes; prestad oído, príncipes! Yo al Señor, yo cantaré, cantaré alabanzas al Señor, Dios de Israel‖ (Jueces 5, 3). ―Entraron en Jerusalén, en la casa del Señor, con arpas, liras y trompetas‖. (2 Crónicas 20, 28). Sobre todo, en los salmos son constantes la alabanzas a Dios con cánticos e instrumentos músicos. Parece conveniente utilizar estas posibilidades para nuestra vida interior. Hoy disponemos de mucha mayor facilidad que en tiempos de San Ignacio para aprovechar la música para la unión con Dios. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios inefable. - Muchos santos se han unido a Dios con la canción; he aquí algunas expresiones: ―Y, si no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es lícito callar, lo único que puedes hacer es cantar con júbilo‖. ―Cantar desde lo íntimo de nuestro corazón en acción de gracias‖. ―Quiero cantar eternamente el himno de tus alabanzas‖. ―Para cantar hace falta que el corazón esté continuamente salmodiando al Señor‖. ―Señor, Tú me has alumbrado desde mi juventud, cantaré tu misericordia‖. En el libro sagrado, Cantar de los Cantares, describen el proceso de la esposa hasta entregarse definitivamente al amor. A San Ignacio de Loyola le ayudaba mucho para la oración, la música. Si acertaba a entrar en alguna Iglesia cuando se celebraban los sagrados oficios cantados, luego permanecía como en éxtasis, absorbido en el misterio. Y esto era de provecho tanto para su alma como para su salud corporal: al relajarse, mejoraban sus males. Cuando estaba triste, cansado, sin humor, nada le era tan útil como escuchar alguna canción espiritual. N.- Nacimiento Nuevo.- - Jesús nos habla de nuevo nacimiento. Nos habla de volver al estado de - niños. (Mat. 18,3). Dios nos engendró con su palabra de verdad, que hay que recibir para ser salvos. ―Como niños recién nacidos, deseamos la leche de la palabra que debe hacernos crecer hacia la salvación‖ (1 Pe. 2,2) Recordemos el diálogo de Jesús con Nicodemo: ―Lo que ha nacido de la carne, es carne; lo que ha nacido del espíritu es espíritu‖... (Jn. 3,6). ―Hay que nacer de nuevo para entrar en el Reino de los Cielos‖. (Jn. 3, 1-9) La constitución del pueblo de Israel se presenta como un nuevo parto. Los nacimientos son fuente de gozo; el nuevo nacimiento es fuente de gozo inaudito. (Is. 66) Natividad de la Virgen María.- - Esta fiesta se celebra el 8 de septiembre y tiene su origen en los comienzos - - de la Iglesia. En el siglo V como la fiesta de la basílica ―Sanctae Mariae ubi nata est‖, emplazada en el supuesto lugar donde nació María. En el 722 el papa Gregorio II instituyó la vigilia de la Natividad de nuestra Señora. La religiosidad popular en muchos pueblos ha elegido esta efeméride como inicio de sus festividades anuales. Si Ella no hubiera venido al mundo tal vez todavía no hubiéramos sido redimidos. Le damos gracias a María. Y le pedimos que nos lleve a la profundidad de su vida interior. ¡Qué bueno establecer nuestra morada en el seno de Dios Uno y Trino, junto a María y la Eucaristía! Es el núcleo de nuestra espiritualidad. Y desde allí contemplar todo, y actuar en el quehacer de cada día en una entrega total y generosa. Esta fiesta está muy arraigada en el pueblo. Natural.- Naturaleza.- - Lo natural es lo que conviene según la naturaleza. Lo miramos en nuestro - - - tratado como contrario o antagonista a lo sobrenatural, pero no en el aspecto peyorativo. En la espiritualidad se le da mucha importancia a la naturaleza. Entendemos por naturaleza el principio generador del desarrollo armónico y la plenitud de cada ser, siguiendo su evolución propia e independiente. En este sentido el hombre es ante todo hombre, sobre él viene el cristiano, la gracia, toda la vida sobrenatural. Es necesario respetar las leyes de la naturaleza. Y así decía san Pablo: ―Por esto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza; de igual modo los hombres, abandonando las relaciones naturales con la mujer, se abrasaron en sus deseos, unos de otros, cometiendo la infamia de las relaciones de hombres con hombres y recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío‖. (Ro. 8, 25-27). Y ―Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros miembros a la justicia.‖ (Ro. 6, 19). San Pablo nos alienta a superar lo meramente natural: ―Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu‖ (1 Co. 2,14) Y ―por naturaleza, estábamos destinados a la ira, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo.‖ (Ef. 2, 3-5). Y san Pedro nos dice: ―Se nos han concedido las preciosas y sublimes promesas, para que, por medio de ellas, seáis partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción.” (2 Pe. 1,4). La vida sobrenatural del hombre se asienta sobre la vida natural. También tiene importancia en la espiritualidad la naturaleza en este otro sentido: ―Conjunto de todo lo que existe y está determinado y armonizado en sus propias leyes‖. Los santos y todos cristianos conscientes, aprecian, respetan y aman la naturaleza, y desde ella se elevan a Dios autor de todo bien y aprecian y gozan del deleite estético de la naturaleza. Navidad.- - La navidad es tiempo de agradecimiento, caridad, alegría. Hemos de procurar - vivirlo superando las connotaciones de consumismo e influir en nuestra familia sobre el verdadero sentido cristiano de este tiempo de gracia. Las primeras menciones al nacimiento de Jesús, un 25 de diciembre, leemos en el Comentario al Libro del profeta Daniel de San Hipólito, en el año 204. La fecha 25 de diciembre era famosa ya en el año 45 antes de Jesucristo, como fiesta de nacimiento del sol. Lo aplicamos a Jesús, el gran Sol de amor, calor y salvación del mundo. - Darnos cuenta de que tras esa figura del Niño se oculta el Hijo de Dios, - hemos de llenarnos de admiración, de regocijo interior, de paz y deseo de entrega generosa a nuestros hermanos. Nuestra oración de Navidad podía ser: ―Muéstranos tu rostro, Señor...‖ (Salmo 4, 7). Y quedar en silencio interior total esperando esa entrega de Él a nuestra alma. Mirar el Belén sin decir nada, repetir con mucha paz la frase: ―Muéstrame tu rostro, Señor.‖ En tiempo de Navidad conviene repasar lo referente a la Infancia de Jesús en el Evangelio. (Lc. 2; Mat., 18 y sig. y 2; Jn. 1, 1-18). El Padre nos ha dado a su Hijo como fuente de toda santidad. Vivir todos los días esta realidad, esta esperanza maravillosa. ―Mientras conocemos al Dios visible, por Él seamos llevados al amor de lo invisible‖. (Del prefacio de Navidad.) La costumbre de construir belenes en los hogares y visitar los más famosos de cada ciudad, puede ayudar a mantener es espíritu litúrgico de este tiempo. Negativo.- - Mirando la palabra de Dios hemos de transformar lo negativo en positivo. Dices: ―es imposible‖. Dios dice: ―todo es posible‖ (Lc. 18,27). Dices: ―estoy demasiado cansado‖. Dios dice: “yo te daré descanso‖ (Mt. 11, 28-30). Dices: ―en realidad de verdad, nadie me quiere‖. Dios dice: ―yo te amo‖ (Jn. 13,34). Dices: ―no puedo seguir adelante‖. Dios dice: ―te basta mi gracia‖ (2Cor. 12,9). Dices: ―no sé lo que va a pasar‖. Dios dice: ―yo dirigiré tus pasos‖ (Prov. 3,56). Dices: ―no puedo hacer eso‖. Dios dice, ―lo puedes todo con mi ayuda‖ (Fil. 4,3). Dices: ―tengo miedo‖. Dios dice, ―No te he dado espíritu de temor‖. (3 Tim. 1,7). Dices: ―estoy siempre preocupado y frustrado‖. Dios dice, ―Deja todas tus preocupaciones a mi cuidado‖. (1 Pe. 5,7). Dices: ―no tengo suficiente fe‖. Dios dice, ―He dado una medida de fe a cada uno‖. (Ro. 12,3). Dices: ―no soy lo suficientemente listo‖. Dios dice, ―Yo te doy sabiduría‖. (1 Co. 1,30). Dices: ―me siento solo‖. Dios dice: ―nunca te dejaré, no me olvidaré de ti jamás‖. (Heb.13 ,5). Ver entrada ―Positivo‖. - Niños.- - Los niños son signo de la bendición divina, corona del anciano. Por razón de su debilidad son como un privilegiado de Dios. El Señor es el protector del huérfano. Dios no vaciló en escoger a ciertos niños como mensajeros de su - - - liberación y salvación: Samuel, David, Daniel... y el nacimiento del Emmanuel signo de liberación, el deseado de las naciones. Jesús, una vez adulto, adopta un comportamiento y cariño especial para los pequeños: ―De ellos es el Reino de los Cielos‖ Y dijo ―De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él‖ (Mat. 19, 14). Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía. (Mc. 10,14-15). ―Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos‖. ―(Mat. 19,14; Mc. 10, 13-16; Lc. 18, 15-17) ―De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Y cualquiera que escandalice a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino, y que se le hundiese en lo profundo del mar‖. (Mat. 18, 3-6). Recuerda el Maestro el respeto que hemos de tener a los niños y condena severamente escandalizarlos: ―Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar‖. (Mat. 18,6). Jesús se acerca y revela de una manera especial a los pequeños: ―Te doy gracias, Padre…, porque no has revelado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños‖. (Mat. 11, 25) Ver entrada ―Infancia espiritual‖. Niveles alfa.- - Se trata de un método psicológico para remediar estados de angustia diversa - - de fácil aplicación. Es muy bueno para cuando toca vencer dificultades que cuesta mucho superar a las personas. He aquí expuesto brevemente. Cada ejercicio completo viene a durar entre cinco y siete minutos. Ha de efectuarse en un lugar sereno, sin ruidos, en penumbra, en soledad o mejor, si es posible, guiado por un experto. Conviene, antes de comenzar a practicarlos, leer este contenido varias veces hasta asimilarlo bien. Partes: 1.- Sentado en una silla; espalda suavemente apoyada en el respaldo; piernas en ángulo recto; busto erguido suavemente; ojos suavemente cerrados o entornados. Respiración ―ventral‖: inspirar por la nariz profundamente, pero sin forzar (mientras la inspiración observas cómo el vientre se mete un poco hacia dentro). Retener unos segundos el aire. Espirar: o sea echar el aire, por la boca despacito, como soplando. Repetir este ejercicio de respiración como dos minutos. (Recuerda: inspirar por la nariz; echar el aire por la boca, como soplando). Sin prisa; con el pensamiento solo en lo que estás haciendo, en la respiración. Con calma y gran paz. No importa que estés así más de dos minutos. Calma. 2.- (Siempre las manos han de estar apoyadas sobre las rodillas y los ojos entornados o suavemente cerrados). Mantener el ritmo de respiración que estabas practicando. Y ahora se trata de imaginar que tu mano derecha se eleva poco a poco hacia el centro de tu frente. Repetir interiormente con - - pausa, imaginando que la mano derecha se eleva hasta tocar el centro de tu frente): ―Mi mano derecha va subiendo poco a poco, poco a poco… hacia el centro de mi frente; poco a poco... se acerca... se va acercando...‖ Y mientras se repite con mucha calma esto, mantener el ritmo indicado de la respiración. Repetir con atención diez, veinte o más veces la frase... Pero no forzar; que sin quererlo suba la mano al centro de la frente; ha de subir como instintivamente, y si no sube, no importa nada, con paz siempre. 3.- Haya subido o no haya subido la mano hasta el centro de la frente, imaginas con los ojos suavemente cerrados una pantalla de cine grande. Ahí te ves tú actuar con calma y serenidad en el ambiente en que estás estresado, pero ahora sin ningún estrés, con calma, con mucha paz, como te gustaría actuar, haciendo lo que estás haciendo habitualmente y con gran paz. Permanece varios minutos en esta imaginación. 4.- Cuando te parezca conveniente (nunca más de diez minutos en total) vuelve a la realidad. Para ello mueve los pies suavemente; cierra varias veces los puños con suavidad. Conviene practicar este ejercicio tres veces al día. O al menos dos, a la mañana y a la noche. Los resultados son óptimos. (Nota: Si lo practicas solo, es preciso aprender previamente bien esta técnica y aplicarla. Es posible y no es difícil. Si otro te ayuda, basta con seguir su palabra en cada momento). Noche del espíritu.- - Se constituye por las purificaciones pasivas; son muy dolorosas y con duras - - pruebas. Son necesarias antes de la contemplación infusa, sin esas noches sería imposible la unión con la intensa Luz divina. Se viven temporadas de angustia, abandono, desolación. Dicen que puede tener cierta semejanza con la pena de daño. La noche del espíritu es la prueba más dura que puede pasar en este mundo el alma enamorada de Dios. La noche del espíritu completa la purificación total de la persona que vive la vida de perfección. Esta purificación es más dura que la del sentido. La comparan los místicos a la pena de daño, que necesariamente la hemos de soportar aquí o en el purgatorio. Recordar a Santa Teresa del Niño Jesús y al mismo Jesús en la cruz que se creyó abandonado del Padre. Sobre todo, la noche del espíritu puede durar mucho tiempo, si bien Dios, hace interrupciones a estos santos que la sufren, con grandes consolaciones. Ocurre la noche del espíritu entre la sexta y séptima morada. Ver entradas ―Noche del sentido‖, ―Purificaciones pasivas‖ y ―Noche oscura‖. Noche del sentido.- - Se hace en ella imposible el discurso en la oración. Suele ir acompañada con - alguna enfermedad o con fracasos humanos. Imposibilita el discurso en la oración. En el alma se percibe solamente un cúmulo de miserias al verse sumida en tinieblas. Purifica el alma; quita el apego al placer; se anima el alma a confiar solo en Dios. Es muy dura, pero mucho menos que la noche del espíritu. - La noche del sentido incluye todos los sinsabores, enfermedades, - humillaciones, maltratos... vienen por la voluntad de beneplácito de Dios. Las arideces, oscuridades, dificultad de meditar. A continuación el Señor suele enviar la contemplación infusa; nos eleva en nuestra vida espiritual. También la tibieza puede tener alguno de estos síntomas; saber discernir. (Conviene no confundirlo con la neurastenia, aunque también el enfermo mental puede gozar de la contemplación y ser santo, por supuesto). Mira también entradas ―Purificaciones pasivas‖, ―Noche oscura‖, ―Noche del espíritu‖. Noche oscura.- - La noche oscura se define como una situación del alma en su marcha - espiritual que está marcada por la soledad y desolación. Purifica el alma. La metáfora la creó, al parecer, el mismo San Juan de la Cruz en su ―Cántico espiritual‖. La noche oscura es un viaje sagrado, iniciático, solitario. Únicamente cuando nos vemos obligados a abandonar la zona de confort de ―lo conocido‖ y atravesamos las profundidades de lo desconocido descubrimos nuevos recursos personales. Destruye la pequeña voluntad, el orgullo, el egoísmo y todo sentido de ser ―importante‖ y ―especial‖ para crear un nuevo estado de conciencia. Porque la emergencia de lo nuevo conlleva la muerte de lo viejo. Para hacernos cargo de las noches en la esperanza recordemos algo de la Biblia: Abraham, que creyó, "esperando contra toda esperanza" (Rom. 4,18); la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe" (LG 58), llegó hasta la "noche de la fe" (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: "También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe" (Heb 12,1-2). (Cat. 165). - Y caminamos en la noche oscura ―sin otra luz ni guía, sino la que en el - - corazón ardía‖. Y esa luz es la que nos irá guiando. Por cierto que es muy distinto vivirlo que cuando leemos con emoción estos versos. Al leer, todo es poesía y emoción. Es casi, casi, desear estar en esa noche oscura. Luego, en la realidad es todo más árido, más oscuro, más duro, aunque, eso sí, siempre se vislumbra esa luz, y gracias a ella no caemos en la desesperación ni lo echamos todo a rodar. De todos los modos es preciso estar muy alerta cuando llegan las tinieblas. En estas duras pruebas es preciso armarse de valor, de humildad, mucha humildad, de esperanza; y por nada del mundo dejar la oración, ni echarse a buscar los placeres mundanos. Sí; así uno poco a poco se va desligando del placer en el sentido amplio que damos a la palabra. Es la mano de Dios que en su providencia nos va conduciendo. Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los Doce Apóstoles (Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado" (1 Co. 11, 23). La noche oscura de Jesús fue en Getsemaní, con tristeza hasta la muerte, con tentación, sudor de sangre y tribulación. - Nuestras noches oscuras son compartir con Jesús la oración del huerto. ―Pase de mí este cáliz‖ (Lc. 22,42), decir con Él. Y Jesús insistía en orar. Mira también entrada ―Purificaciones pasivas.-‖ ―Desolación‖. Novenas.- - Las novenas pertenecen más bien a la religiosidad popular. Han hecho - - mucho bien a lo largo de los siglos y lo siguen haciendo. Dentro de la espiritualidad tradicional existe una novena muy de alabar que es la que precede a Pentecostés: la novena al Espíritu Santo. Nos unimos, en estos nueve días que preceden a esta solemnidad, al colegio apostólico junto con María que se preparaban a recibir al Espíritu Santo. Deseamos la renovación de su venida a nuestras almas. Podemos encontrar un fundamente bíblico de las novenas, triduos o quinarios: Reuniones periódicas de los primeros cristianos. (1 Tes. 5,17. He. 2, 42-47). Alabar a Dios siete veces al dia (Salmo 119, 164). El profeta oraba a Dios tres veces al dia (Daniel 6, 10-13). Los Apóstoles oran todos en una casa esperando la promesa de Cristo (Hechos 1,13-14), hasta Pentecostés cuando reciben el Espirita Santo (He. 2,1-3). Es tradicional la interpretación de que después de la Ascensión, estuvieron nueve días esperando al Espíritu Santo. Muchas personas celebran esta novena con gran provecho espiritual. ¡Ven, Espíritu Santo! Novísimos.- - Los novísimos o postrimerías del hombre son: muerte, juicio, infierno y gloria - - Nubes.- o Cielo. ―Piensa en tus postrimerías y no pecarás‖ (Ecco. 7, 40). Vivir con una inquietud continua, pero a la vez con gran paz. Bendito sea el Señor que nos ha creado, aunque a veces la vida parezca tan dura. Recordamos algunos textos bíblicos sobre los novísimos: Jesucristo muere por todos los hombres (Mat. 20,28; Mc. 10,45; Lc. 22,27); del juicio particular (Mat. 16,27; 20,1; 25,14; Lc. 12,12; 16,19-31; 23,43); del juicio universal (Mat. 13,30; 24,31; 25,31; Jn. 5,28; 12, 47-50); del infierno (Mc. 5,22; 8,12; 13,42; 10,28; 18,9; 23,15; Mc. 9,43; Lc. 3,17; 12,5; 16,19); de la gloria (Mat. 5,12; 6,20; 19,21; 18,8; Lc. 6,23; 12,33; 23,43). Hoy muchos no miran con gusto ni en la predicación, ni en sus meditaciones, los novísimos. Pero estas verdades nunca han de pasar de moda. Sería traicionar el Evangelio detenernos en promesas de paz tan solo aquí en la tierra. Ver entradas ―Escatología‖, ―Parusía‖ y correspondientes a cada uno de los novísimos. - Las nubes tienen un significado místico y misterioso en religión. Entre otros textos de la Biblia aparecen en el capítulo 14 del Apocalipsis. Se nos muestra un personaje, que puede ser Jesucristo, sentado en una nube. - Las nubes son compañeras inseparables de Dios, envuelven su majestad. De ellas se oye la voz de Dios. ―Nubes y densas tinieblas le rodean, justicia y derecho son el fundamento de su trono‖ (Salmo 97,2). ―Las nubes le ocultan, y no puede ver, y se pasea por la bóveda del cielo." (Job 22,14). También (Job 26,9; 36,29 y 37, 15,16). Núcleo.- - El resumen o núcleo de la espiritualidad católica podríamos decir que está en - - centrarnos en el amor afectivo y efectivo a la Santísima Trinidad, a Jesucristo Eucaristía y a la Virgen María. Y de este amor sacar fuerza para amar al Reino de Dios que es la Iglesia y a todos los hombres para que obtengan la salvación eterna. Esta sería una forma concreta: La Virgen María, madre de Jesús me lleva a la Eucaristía. Jesús en la Eucaristía es Dios y hombre verdadero, el Hijo de Dios. No está ―solo‖: por la circuminsesión se encuentra unido al Padre y al Espíritu Santo. Me recojo profundamente en la Santísima Trinidad... ahora contemplo a la Santísima Trinidad que se aloja en mí. (Jn. 14, 23). Ver entrada ―Actos detenidos‖. O.- Obediencia.- - Santo Tomás define la obediencia como la pronta voluntad para ejecutar los - - - preceptos del superior. San Ignacio de Loyola habla de tres grados de obediencia: de simple ejecución, de voluntad y de juicio. La obediencia ejecución, es simplemente cumplir lo mandado; la de voluntad implica una sumisión interna, por parte del sujeto, en relación a la voluntad del superior. (Mat. 21, 31). La obediencia de juicio, "Consiste en obedecer la orden recibida, no solamente con prontitud de voluntad, sino rindiendo inclusive nuestro juicio interior para conformarlo con el del superior". Esta última es discutible. Procurar que la obediencia sea sobrenatural, por amor a Dios, con espíritu de fe, con humildad y sencillez, con alegría. La obediencia completa implica la fe en un Dios personal, en su presencia en la Eucaristía; en el diálogo entre Dios y el hombre. Una fe viva con sentimiento de oración, y donde case la oración con la fe viva. Implica en nosotros descubrir el plan divino. Una obediencia que da fruto. (Jn. 15, 16). Una obediencia como la Virgen María: (Lc. 1, 38-48). Y la obediencia a Dios es gracias al don divino de su voluntad salvífica. (Rom. 5, 19). Nos eleva a mantener con él un coloquio, a conocer su vida íntima. ―Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres‖. (He. 5,29). - La obediencia está incluida en el cuarto mandamiento: de los hijos a los - - - padres; obediencia a las leyes civiles y eclesiásticas. ―De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes‖. (1 Pe. 5, 5). (Ef. 6, 1-5). Únicamente en la eternidad será posible captar la voluntad divina por completo. La Biblia nos exhorta a la obediencia mediática: ―Háblanos tú – Moisés – que no nos hable el Señor porque quizás moriremos‖. (Ex. 20, 19) Jesús obedeció al Padre. Consideramos en nuestra voluntad la obediencia pascual, en unión a Jesús resucitado, como Jesús se unía al Padre. Obediencia y amor al Señor; como Jesús vivió su adolescencia sujeto a sus padres. (Jn. 14, 23). En la vida religiosa se practica la obediencia con voto; ―someterse a los pastores es someterse a Cristo‖. Hoy la obediencia no se vive como antaño: normalmente, antes del mandato por parte del superior suele haber un diálogo. Pero conscientes de que la obediencia no consiste en un equilibrio de opiniones. Una vez expuestas las razones del sujeto al superior, solo queda aceptar lo mandado. La obediencia es una virtud derivada de la justicia. Ver entrada ―Autoridad‖. Obispos.- - Los obispos son los sucesores de los Apóstoles, pastores y guardianes del - - - todo necesarios en nuestra Iglesia. (Mat. 18, 19-20). Los amamos y apreciamos, seguimos sus enseñanzas siempre que estén en comunión con el Sumo Pontífice, pedimos a Dios por ellos y hemos de estar dispuestos a colaborar en bien de la diócesis. Son transmisores de la doctrina de la Iglesia por su magisterio, unidos al Papa; y en Concilio ecuménico, en temas de fe y costumbres, siempre en comunión con el Romano Pontífice, son infalibles cuando así lo determinan. (Lc. 10, 16). Hemos de ser conscientes de que, además de la gracia de estado, tienen un dominio y visión privilegiados de las situaciones, pero eso no quiere decir que acierten siempre; y deben considerar la crítica de los cristianos, cuando se hace con amor y respeto, porque también son Iglesia. Tengan en cuenta los obispos lo que decía San Pedro Julián Eymard: ―Cuanto más se sube en dignidad, tanto más se pierde en vida interior y en fuerzas divinas, porque todos vienen a quitarnos algo; por eso, es necesario entonces orar más‖. Vivir en recogimiento: ―recogerse no es otra cosa sino reconcentrarse de fuera a dentro, en Dios y ponerse por entero a su disposición‖. Y recordar (He. 7, 2-4) ―No nos conviene que lo hagamos todo, pues nono queda tiempo para orar, escojamos diáconos que sirvan a los pobres... nosotros seamos constantes en la oración y en el ministerio de la palabra‖. Oblaciones.- - Se trata de la entrega o donación de algo para el culto divino; una ofrenda. - Son muy numerosas las veces que se nos habla de oblación en el Antiguo Testamento. Así, ―Es un holocausto para el Señor, oblación de aroma que aplaca al Señor.‖ (Ex. 29, 18). En el Nuevo Testamento: en la presentación de Jesús en el templo: ―Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: ―un par de tórtolas o dos pichones‖‖. (Lc. 2, 24). San Pablo nos dice: ―Vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.‖ (Ef. 5, 2). Y en (Heb. 10, 10) ―Conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo‖. En sentido en que Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima, nos entregamos a Dios nosotros. Obligaciones.- - Las obligaciones del cristiano, son por supuesto, los mandamientos, los - - - deberes de estado y profesionales. Mirando al fondo la cuestión, la obligatoriedad, está en: ver a Dios en todo, y todo según Dios. Permanecer en la verdad. Cuando miramos las criaturas en Dios, vemos la verdad. Nuestro corazón ante todo se ha de encaminar hacia el amor a Dios y a nuestros semejantes. Nuestra voluntad: estimar, apreciar la gloria de Dios y derivarla hacia el bien, expresado todo en verdadera caridad total. Dios amado en sí mismo y en las criaturas. Y por Dios, amar a nuestros semejantes y toda la obra de Dios. ―Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios‖. (1Co. 3, 23). Y llegamos así a la mayor libertad. ¡Nuestra piedad auténtica: ver, buscar, amar a Dios! Conocer, servir y amar a Dios, y al prójimo por Dios. ―Haciendo la verdad en la caridad y así crezcamos en todas las cosas en Cristo Jesús‖. (Ef. 4,15) ―La caridad, centro de la piedad y vínculo de la perfección‖. La fe que obra por la caridad. (Gal. 5,6) ―No amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad‖. (I Jn. 3,8) Amar es el centro punto central de mi vida. Recordar, pues, sobre todo el decálogo. Ver entradas: ―Deberes de estado‖, ―Obediencia‖ y ―Leyes‖. Obras.- - Por las buenas obras se merece aumento de gracia; y tener en cuenta que - solo es meritoria la obra impulsada por la caridad; cuanto con más amor, más meritorias. Conviene actualizar con frecuencia la recta intención. Las buenas obras son necesarias para la salvación. Existe el peligro de tener muchas palabras y pocas obras. Hemos de advertir que muchas de las buenas obras que practicamos están impuestas por la misma ley de Dios. ―La fe sin obras está muerta en sí misma‖. (Sant. 2, 14-17) Obras de misericordia.- - Ver entrada ―Misericordia‖. Y recordar Mat. 5, el Sermón de la Montaña. Obsesión diabólica.- - Una acción del demonio a los hombres consiste en la obsesión: es una forma - extraordinaria de actuar de Satanás, generalmente empleada contra personas santas. Supone una influencia constrictiva psíquica o física, extrínseca a la persona que la padece, y por medio de ella intenta escandalizarla, neutralizarla o desesperarla. A veces se trata de verdadero asedio, pero lo más íntimo del alma permanece fiel a Dios y logra finalmente la victoria. La obsesión interna se distingue de las tentaciones ordinarias solo por su violencia y duración. Turba el alma, en ocasiones en forma de idea fija y absorbente. Ver entrada ―Demonio‖. Observancia.- - La observancia es una virtud derivada de la justicia consiste en el - cumplimiento exacto y fiel de lo que se manda. También es la reverencia, honor y acatamiento que debemos a los mayores y superiores. Conviene ser fiel a esto, nos vea o no nos vea el que manda. Tiene cierta similitud con la obediencia, pero va más allá. Solemos hablar de observancia de los mandamientos, de las reglas de los religiosos, de los derechos humanos... Pero no conviene caer en el fanatismo al pasarse de estrictos y leguleyos. Es la virtud que regula las relaciones con jefes. Se les debe obediencia y respeto. Es similar a la dulía. ―Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna‖. (Heb. 13, 17). Obsesión.- - La obsesión dificulta la atención, la oración y la dedicación plena a una tarea - sobre todo de tipo intelectual. Puede llegar a enfermedad mental del tipo de escrúpulos de conciencia o anorexia mental; a veces puede desembocar en trastorno delirante e incluso en paranoia. Si no se puede dominar con los remedios psicológicos habituales de respiración, relajación e incluso niveles alfa, conviene acudir al psiquíatra. Para evitar este tipo de dolencia es buen preventivo la educación en la atención. Obsesión diabólica. Mira entrada ―Demonio.‖ Odio.- - Odio es la aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. Es negativo y nefasto el odio que se dirige contra los demás. El Señor menciona - - - - - el odio en el sermón del monte: "Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio". (Mat. 5, 22) El odio es el vicio contrario al amor. ―El que no ama, permanece en la muerte; el que odia a su hermano es un asesino‖. (1 Jn. 3, 14-15). Hemos de guardar el corazón, del odio e incluso de la antipatía por amor a Jesús. ―Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve‖. (1 Jn. 4, 20) Guardarnos de ofender, de juicios temerarios, de discordias, maledicencias, acepción de personas y de causar escándalo. El rencor es distinto del odio: resentimiento arraigado y tenaz a causa de daños recibidos por un tercero. Es necesario luchar contra el rencor porque puede desencadenar el odio. Por otra parte, el rencoroso, aunque no odie, sufre y se envenena a sí mismo. La antipatía hacia alguien es un sentimiento, generalmente instintivo, de repulsa o rechazo hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar desagradable su presencia e incluso a veces con deseo de que las cosas no le salgan bien. Es peligroso dejarse llevar de la antipatía, porque puede degenerar también en odio. Hay un odio positivo, el odio al pecado. Cuanto más seamos conscientes del pecado, tanto dentro como fuera, más lloraremos y encenderemos con enojo cuando el nombre de Dios sea ofendido. Odio, sí, al pecado, pero amor y misericordia al pecador. Ver entrada ―Rencor‖. Ofertorio.- - Es el rito de la misa en que el pan y el vino son ofrecidos al Señor para la - consagración en el sacrificio eucarístico. Lleva consigo este rito el significado de las ofrendas de los fieles, y en su profundidad, que nuestras vidas proceden de Dios, y se las ofrecemos de un modo libre y voluntario. Reconocemos que los alimentos de nuestra vida también proceden de la bondad de Dios. Es el momento de entregar al Padre nuestros dones y ofrendas junto con nuestras buenas obras. Oficio divino.- - Ver entrada ―Horas canónicas‖. Oficio Parvo.- - Es una devoción a la Virgen María, con similitud al oficio divino o breviario de los sacerdotes. La practican sobre todo los seglares que enfocan su vida interior a través de la Virgen María. También se reza en algunas congregaciones religiosas. Se ha practicado mucho. Hoy va decayendo esta costumbre. Ofrecerse.- Ofrecimiento.- - Siempre es generoso quien se ofrece para ayudar al prójimo. Nuestro - - ofrecimiento a Dios para cumplir su voluntad ha de ser actitud constante y renovada: nuestra voluntad para hacer lo que Dios quiere. Ofrecer nuestros trabajos, alegrías y penas a Dios y renovar nuestro ofrecimiento. Y dentro de este amor a Dios, sea nuestro ofrecimiento de ayuda a los demás. Ponderamos estas citas de la Sagrada Escritura: ―Ofrezcamos sin cesar, por medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que celebran su nombre‖. (Heb. 13, 15). ―Si eres justo, ¿qué le das, o qué recibe El de tu mano?‖ (Job 35,7) ―¿Qué daré al Señor por todos sus beneficios para conmigo? (Salmos 116,12). ―Entonces Él les dijo, Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios‖ (Mat. 22,21). ―Al levantar el Misterio Eucarístico, manifestamos con gestos y palabras, ese ofrecimiento. Ya nada más se puede hacer para reforzar el carácter de ofrecimiento de ese momento. Hay que ofrecerse a Cristo en nuestra mística interior. No piense más que en esto: en ofrecerse, en darse en donación entera y absoluta‖. Foucauld Ofrecimiento de obras.- - Solemos referirnos con esta frase al ofrecimiento de nuestras obras que - - - hacemos a Dios cuando comenzamos el día. Es un acto sencillo y hemos de practicarlo con atención consciente sin caer en una rutina somnolienta. Lo mejor, elegir una fórmula que sea breve y nos inspire devoción. Durante muchos años hemos repetido este ofrecimiento, que desde los años 40 aprendimos, del Apostolado de la Oración: ―Oh Corazón divino de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María Sanísima, os ofrezco las oraciones, obras y trabajos de este día, en reparación de nuestros pecados y por todas las intenciones por las cuales Vos os inmoláis continuamente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os las ofrezco en especial por las intenciones del Apostolado de la Oración y por las señaladas por el Papa para este mes‖. Y este clásico a la Virgen María: ―Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco todo a Vos, y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón; en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén.‖ Ante Dios todo tiene el mismo valor. Lo mismo en el destierro de Egipto con Él, que en la casa de Nazaret. Lo mismo en el Tabor, que en la pasión. Lo mismo en Belén, que en el templo. Importa ofrecerlo con amor y pureza de intención. Ofrenda.- - Es la entrega o donación de una cosa para el culto divino. La ofrenda lleva en - - el fondo un deseo de agradar o adorar a Dios. Desde siglos remotos se depositaban en el altar las ofrendas como sacrificio a Dios. Hoy también con el fin de agradar a Dios se llevan en la misa las ofrendas; no tienen el signo de sacrificio. Más bien se donan en obsequio de Dios durante la Misa para fines caritativos o sociales. Dice la carta a los Hebreos: ―Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad‖ El amor a Dios y al prójimo es el único signo de la donación. (Heb. 10, 5, 9). Ver entrada ―Oblación‖. Oído.- - El oído es el sentido más relacionado con la fe, porque por su medio se - accede a la palabra de Dios. (Rom. 10,17) ―La fe por el oído…‖ Al parecer, es el último sentido que se pierde, por eso conviene sugerir actos de amor a Dios y contrición a moribundos sobre todo si no han tenido tiempo de recibir los sacramentos. Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el oído. Para ello huir de las conversaciones inútiles, frívolas y malas. Buscar las conversaciones útiles y espirituales. Evitar críticas estériles y murmuraciones. Mortificar la curiosidad y el enterarse de chismes. Óleo.- - El óleo (aceite de oliva) es uno de los símbolos del cristianismo. Asumimos el - - - simbolismo que ha tenido desde tiempos remotos: luz y salvación por el brillo que deja al cuerpo que toca. El atleta se ungía con el óleo y sentíase con mayor fuerza. El aceite en la Biblia representa al Espíritu Santo y su acción. Por ejemplo: ―Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Yahvé vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá‖. (1 Samuel 16,13). ―El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido (con el aceite) para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos‖. (Lucas 4,18). En Israel, lo utilizaban para designar cargos y funciones a personas. En el Antiguo Testamento, los profetas establecerán con el óleo un vínculo con Dios. Además la unción con el óleo significaba poder para crear nuevos sacerdotes; más tarde, también se reservó a los reyes (1Samuel 10, 1) A partir de las diferentes citas bíblicas, la unción del aceite va acogiendo diversas significaciones como abundancia, alegría, purificación, curación, salud, fuerza, etc. Hoy en día el cristianismo recoge esta simbología bíblica en la vida sacramental, con los llamados Oleos Santos. En la Misa Crismal tiene lugar la bendición y consagración de los Santos Óleos que se utilizarán para impartir determinados sacramentos durante el año. En total, son tres los aceites que se bendicen y se consagran a la Misa Crismal: óleo de enfermos, óleo de catecúmenos y santo crisma. Cada uno de los aceites está destinado a un momento de la vida y tiene un significado concreto, pero a la vez relacionado con el de las Sagradas Escrituras. Se utilizan en el bautismo, confirmación, orden sacerdotal y episcopal y en algunos sacramentales. Olfato.- Olor.- - Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el olfato. Como - - muestra de mortificación, tolerar los malos olores; no buscar perfumes inútiles. El olor puede tener sentido místico. La Biblia nos dice en ocasiones que el Señor percibió el aroma agradable (Génesis 8,21. Levítico 1,9. Levítico 2,2). Nos hablar también del aroma del incienso que agra al Señor. (Números 4,16 2, Crónicas 2,4). Y así también el mismo Cristo se entrega a nosotros ―Y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma‖. (Ef. 5,2) Ver entrada ―Aroma‖. Omnipotencia.- - ―Observaréis que este atributo de Dios es el único mencionado en el Credo: - ―Creo en Dios Padre Todopoderoso‖. No dice creo en Dios Padre Misericordioso, o Santísimo, o Sabio, aunque todos estos atributos son suyos también, sino Creo en Dios Padre Todopoderoso. ¿Por qué? Está claro: porque este atributo divino es la razón por la cual yo creo. La fe es el principio de la religión, y por eso la Omnipotencia de Dios se presenta como el primero y fundamental de sus atributos, y precisamente el que debe mencionarse en el Credo. No podríamos creer en Él, si no supiéramos que es Todopoderoso. Nada es demasiado difícil creer acerca de Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer‖. (Del Cardenal Newman) La idea de Dios Omnipotente, Todopoderoso la descubrimos con frecuencia en la Biblia: San Pablo la expresa con belleza: ―De Él, por Él y para Él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén‖. (Ro. 11,36); también entre otros muchos textos la apreciamos en : (He. 26,8; Jer. 32, 27; Deut. 33, 27; Apo. 19, 6; Ef. 1, 19; Dan. 4, 35; Is. 4, 33 y 26, 4-5; Lc. 1, 37; Mat. 19, 26; Gen. 18, 14; Job 42, 1-2) Opción fundamental.- - La opción fundamental cristiana podría definirse como aceptar y amar a Dios en el fondo de nuestra existencia; decir sí a Dios en Cristo; asumirlo como el Absoluto, nuestro fin, nuestro Creador y Redentor. Y como consecuencia el amor al prójimo como hijo de Dios y hermano nuestro. - Dios nos invita de diversas maneras hacia el camino de la salvación para que - - nosotros nos decidamos a seguirle: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser" (Dt 6,4-5; Mt 22,37) y "Buscad ante todo el Reino de Dios y su Justicia y Dios os dará lo demás" (Mt 6,33). La respuesta positiva, ha de ser nuestra opción fundamental y supone en nosotros una vida de fe y amor dirigida totalmente hacia Dios y nuestros semejantes. Todo cristiano de edad madura ha decidido ya qué tipo de persona desea ser. La mayoría de las veces se trata de una decisión no formulada, aunque sí elegida y propuesta. Otros lo hacen de una forma más consciente apoyándose en estas u otras preguntas parecidas: ¿Qué es lo más importante en mi vida? ¿Qué me pide Dios? ¿En qué creo que consiste la felicidad total? Siempre es una decisión libre que dirige las acciones de nuestra vida, la existencia de cada ser humano. Se revisa en determinadas ocasiones para aquilatarla y examinar su arraigo e influencia, pero no para destruirla. El cambiar de opción fundamental sería una perversión si es para el mal; una conversión para quien por error, engaño o violencia no acertó. Oración.- - - Es el segundo acto interior de la virtud de la religión (La devoción es el - - primero). Existen muchas definiciones de oración: ―Hablar con Dios nuestro Padre que sabemos que nos ama‖; ―levantar el corazón a Dios para pedirle mercedes con humildad y confianza‖; ―tratar de amor con Aquel que sabemos que nos ama‖... Jesús es el mejor maestro de oración. Él nos enseñó a orar y nos dio ejemplo. (Mat. 6, 5-14). (Lc. 11, 1-13). ―Él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba‖. (Lc. 5, 16). Jesús acudía con frecuencia al templo. (Mc 14,49; Lc 2,46; 19,47; 21,37-38; Jn 2,14; 10,23). Oraba también en solitario. (Mc 1,35; 6,46; Mt 14,23). También oraba acompañado de sus discípulos. (Lc 11,1). Lucas a veces nos ofrece breves anotaciones con alusiones a la oración de Jesús (Lc. 3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28-29; 11,1; 22,41.44-45). Jesús escuchaba la petición, humilde y confiada, y procedía después a la curación inmediata. (Lc 5,14; cf. Lv 13,49). Ver la instrucción sobre la oración de sus discípulos (Lc 18,1): según él la oración del discípulo debe seguir el modelo de Jesús orante (Lc 6,28; 11,1b-2; 22,40.46). La oración puede ser de adoración, de acción de gracias, de petición, de reparación... litúrgica, mental, vocal, afectiva, discursiva, meditación, contemplación, de simplicidad... Sin oración el hombre no llega a la verdad; hemos de ser atentos y agradecidos, la oración nos lleva a ello. Y oración no es la repetición de fórmulas, es elevar el alma y corazón a Dios para adorarle, pedirle, amarle. Delante de Dios somos alguien irrepetible; le importamos y, por amarle, ya nos encontramos en la gracia. Podemos dirigirnos directamente a Él. Desde nuestra identidad, hemos de aprender a orar como Cristo nos ha enseñado. - Desde la presencia de Dios oramos, porque para orar, antes es preciso ser - - - - - conscientes de que estamos con Dios. Y hemos de orar ante todo con atención con verdad, humildad, respeto, perseverancia. Del todo confiados en Dios nuestro Padre. Dios también nos habla mediante su palabra en la Sagrada Escritura y también a través de las realidades creadas. Cuanto más progresamos en la oración, mayor la admiración por lo creado. La acogida al Padre es un progreso en el conocimiento de Dios. Tengamos en cuenta la realidad de la vida; quien ora, ha de acoger a necesitado, al angustiado, al pobre: así acogemos a Dios: indispensable para una buena oración cristiana. La Eucaristía es el centro del culto y de la Iglesia. Entrar en la gratitud por parte de Cristo Eucaristía. En ella basamos nuestra acción de gracias, nuestra fuerza y nuestra dicha: Jesucristo se nos da y seremos agradecidos. Del amor a Dios en la oración y de la Eucaristía, sacamos fuerza para ser mensajeros de la paz y de la reconciliación; buena preparación para la comunión y buena decisión como acción de gracias. Es tan importante este tema que a lo largo del diccionario continuamente se alude a él de una u otra manera. La oración es como la respiración del alma. Pero a veces, según se va adelantando, llegan épocas de profunda sequedad, falta de gusto en las cosas de Dios y a la vez también falta de gusto en las cosas creadas. Suele ser esto un posible acercamiento a la contemplación. Poco a poco llega a sobrevenir el deseo de estar a solas con Dios amorosamente, sin consideraciones especiales. También pueden existir retrocesos y necesidad de volver a la meditación y terminar con peticiones a Dios. Siempre en la vida de oración es preciso fundamentarse en la fe. Con la oración nos disponemos a la acción de Dios. Él concede a menudo la gracia de la contemplación a quien se dispone con la meditación y la oración afectiva. Ver entradas ―Fervor‖, ―Devoción‖, ―Meditación‖ y siguientes entradas de Oración. Oración afectiva.- - La oración discursiva o meditación suele ser el primer grado o nivel de - - oración mental. El segundo es la oración afectiva. En ella predominan los afectos de voluntad sobre el discurso del entendimiento; es como una meditación simplificada en la que cada vez toma mayor preponderancia el corazón por encima del discurso. Se pasa de la oración discursiva a la afectiva de una manera gradual y casi sin darse cuenta. Muchas personas, por su natural afectivo llegan pronto a esta oración; a otras de temperamento más frío les cuesta más tiempo. Dóciles a la moción del Espíritu Santo, muchos han elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con corazón indiviso. (1 Co 7, 34). La oración del Padre Nuestro (Mat. 6, 9-13) podemos considerarla en sus siete peticiones como modelo también de oración afectiva. Y el mismo - Jesucristo en su oración siguió, por decirlo de alguna manera, el tipo de oración afectiva: ―Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." (Mat. 26, 39). ―Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (Lc. 23, 46). No puede darse una oración puramente afectiva; siempre es necesario algún pensamiento o discurso en que apoyarse. Conviene no suspender ni forzar los afectos; tampoco tener prisa por pasar de un afecto a otro. Eso sí, procurar reducir y simplificar progresivamente los afectos para ir llegando a la unidad. Es esta una oración más íntima. Oración continua.- - Procurar la oración continua, no solo el momento estricto de meditación, también en el tiempo que nuestra mente está libre. Así iremos adquiriendo el don de oración. Prolongar en nosotros la comunión eucarística hacia la oración continua. Nos ayudan a esta oración continua las jaculatorias, las invocaciones a Jesús y a la Virgen María, el ejercicio de la presencia de Dios, los actos detenidos, el examen de golpe de vista (¿dónde está mi corazón?) y sobre todo la oración personal que bien hecha potencia toda nuestra vida interior y litúrgica. Oración de adoración.- - Debemos amar, y alabar a Dios. Debemos adorar en espíritu y en verdad. - - - Fuimos creados específicamente para dar gloria a Dios. La alabanza y la adoración parecen ser exigencia de nuestra condición de criaturas racionales. Incluso podríamos afirmar que a la adoración es una especie de instinto, una necesidad básica para la persona humana. Se trata de honrar con devoción al Ser Divino. Fuimos creados por un ser supremo por eso mismo hemos de adorar. El tiempo empleado en la adoración es el más provechoso. Los salmos están llenos de oración de adoración y alabanza; citamos algunos: (Salmos, 5, 7; 8, 1; 19, 1-6; 29, 1,2; 95, 6-7; 96, 9; 99, 4-5; 138, 2). También, (Amós, 5, 21, 24) y (Éxodo 15, 11). En el Nuevo Testamento nos fijamos en (Jn. 4, 24), (Ro. 16, 27) y (Fil. 4,20), todo esto citamos como ejemplo puesto que existen muchos más textos. La mejor manera en que podemos alabar y adorar a Dios es participando o celebrando la Misa con atención y fervor. La misa es oración, acción de gracias, sacrificio, banque del alma, adoración También adoramos a Dios con cada una de nuestras acciones y pensamientos. "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto natural. Y no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Ro. 12,1-2) Ver entradas ―Adoración‖ ―Misa‖. Oración de aplicación de sentidos.- - El mismo Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales nos habla del método de aplicación de sentidos dentro de una sencilla contemplación de algún misterio de Cristo. Ejemplo: Imaginar el milagro de la multiplicación de los panes. Ver la campiña… la gente asentada… los apóstoles indagando a ver si encuentran a alguien que pueda ayudar. Oír las conversaciones de los grupos… oír a Jesús cuando habla… Oler el perfume suave del campo en primavera. Sentir el hambre… Tocar la hierba, los árboles. Hablar con Jesús, con el Padre. Imaginarlo, como si estuvieras presente, hablar, pedir, agradecer, adorar... Oración de compunción.- Oración de contrición.- Oración satisfactoria.- - Muchos santos han mantenido este tipo de oración de una manera continua. - Consiste en el arrepentimiento de nuestras faltas y pecados, de nuestras infidelidades, enfrascados en el amor a Dios. Siempre ha de realizarse con paz, sin ningún tipo de escrúpulos de conciencia. Esta oración mantiene nuestra humildad en la relación con Dios. Ayuda a cualquier otro modo de oración. Por supuesto es imprescindible antes de la confesión. Recordamos al Publicano en la parábola: ―Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador‖. (Lc. 18, 13). Oración de contemplación.- - Consideramos esta oración como la presencia de Dios sentida. Se nos da por - - - ella un conocimiento experimental de Dios y de su presencia; nos hace como testigos de su presencia amorosa. Como la invasión de lo sobrenatural en el alma. Nadie puede ponerse a contemplar cuando le place; Dios le va guiando. El alma en este estado es más pasiva que activa. El alma tiene plena seguridad de que se encuentra bajo la acción de Dios. La experiencia es inefable. Pueden incluso quedar en suspenso en esos momentos las potencias del alma. El impulso hacia las virtudes es grande. Vemos en los Evangelios ejemplos de verdadera oración contemplativa: en el pecador perdonado que acoge el amor con el que es amado. (Lc. 13, 36-50 y 19, 1-10). Es necesario velar con Jesús. (Mat. 26, 40). Asumimos en la oración contemplativa la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones, cimentados en el amor. (Ef. 3, 16-17). ―Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús‖. (Catecismo de la Iglesia Católica 2717). La contemplación infusa es una simple intuición de la verdad divina, procedente de la fe, ilustrada por los dones de entendimiento, sabiduría y ciencia en estado perfecto. La vida activa no debe considerarse como algo contrapuesto a la contemplación, sino como algo añadido; debe ser una redundancia de la - - - - - - contemplación. Cuantos se dedican a la oración deben aspirar a la contemplación. Hoy tenemos muchos ―canales‖, pero pocas ―conchas‖; necesitamos desbordarnos de lo que poseemos en lugar de mirar cómo pasa la gracia sin retener nada de ella. En esta oración contemplativa no se pierde lo personal como la gota de agua en el océano. Oramos así porque a Dios se le ha ocurrido glorificarse en nuestro fiat. Superamos lo humano con lo espiritual. Cristo es el contenido que llena nuestra profundidad. Lo adoramos en el increíble amor del Padre. ―¿Quién me separará del amor de Cristo‖? Permanecemos en la paz, en humilde mansedumbre. (Ver Catecismo del 2709 a 2719). Unas ideas del padre Arintero: Para la contemplación valen más los ejercicios interiores que los exteriores: ―Los fervientes deseos con que el alma se dirige a Él; no por imágenes sino de un modo sobrenatural para unirse con Dios íntimamente‖. (Blosio) ―Con la contemplación se hará más provecho a sí mismo y a otros en un mes que sin ella en diez años‖. (Padre Lallemant). Cuando el alma se hallare en esta unión, alégrese mucho y dele gracias. Manténgase continuamente en un dulce y afectuoso recuerdo de Dios. En la tolerancia y el abrazo de las cruces que en cada hora se digna enviarnos el Señor, entran las purgaciones pasivas. ―Vaciaos de todo y Él os llenará. Dádselo todo, y Él os hará hallarlo todo en su divino Corazón‖. ―Yo deseo poseer tu alma entera; para eso y para esto la rodeo de cruces‖. (Santa Margarita María de Alacoque). Tomamos ahora varias ideas del padre Arintero que ayudan a desarrollar el ideal cristiano hacia la oración contemplativa: La continua mortificación es del todo indispensable para reformarnos. Aceptar con amor trabajos y cruces. Aprovechar el tiempo evitando pensamientos vanos. Indiferencia total y abandono en las manos de Dios. Completa fidelidad a las inspiraciones de Dios. Siempre, dentro del amor a Dios, vivir el deseo y la realidad de ayudar al prójimo en el terreno espiritual y humano. Si recordamos al Espíritu Santo nos veremos pronto recompensados con el progreso espiritual. Va Él tomando plena posesión del alma y reservándose su magisterio y dirección. Las meditaciones son como leña para conservar o encender el fuego del amor divino. La mística es deseable: con su nobleza ayuda a la misión evangelizadora, hace felices a quienes la poseen, implica un alto grado de unión con Dios. Nadie merece subir aquí; lo hace quien está dado a Dios. Abrasándonos en su amor nos atrae en pos de Sí y nos introduce en su cámara, en su santuario. Debéis amar con tanto ardor que vengáis a sentir los apretados abrazos de la eterna caridad de Dios. Levantaos a lo más alto de vuestro corazón y será ensalzado Dios en vosotros. Recibiremos a su tiempo la visita de Dios, si de ella no nos hacemos indignos por nuestra infidelidad. Andaremos recogidos en la presencia de Dios, procurando traerle de continuo en el corazón. Importan los divinos consuelos para atraernos a su servicio. Oh divino Corazón, que sea arrebatado en el fuego de tu amor. Andar en el Espíritu es andar más en Dios que en sí mismo. - Ver las entradas ―Contemplación‖. Oración de petición.- Oración impetratoria.- - Impetrar es solicitar una gracia con ruegos o súplicas, con la oración. Es - grande la eficacia de la oración impetratoria. Jesús la ha prometido; sabemos por fe que siempre se consigue lo que se pide, con estas condiciones: cosas para sí mismo, necesarias para la salvación, con fe y perseverancia. (Santo Tomás, II – II 83,15 a 2m) ―Pedid y recibiréis‖ dice Jesús. (Jn. 16, 24). Orar por otros es obra muy buena. Pedir en nombre de Jesús. (Jn. 14, 13; 15,16; 16, 23-26). No es fácil hacer bien la oración de petición. Para nosotros mismos sobre todo hemos de pedir a Dios quererle cada día más, encendernos en su amor. Todos los hombres santos la han practicado y el mismo Jesucristo nos lo enseña. Vamos a pedir unos por otros haciendo oficio de intercesores, pues eso es propio de nuestra condición sacerdotal cristiana. Jesús oró muchas veces por nosotros. Oración de principiantes.- - Son muchos los métodos de oración para principiantes. Uno muy sencillo: - - Después de leer un rato el Nuevo Testamento, los Evangelios o algún otro libro bueno, ciérralo y haz un poco de oración con lo que has leído. Si no te sale nada, repite veinte o treinta veces muy despacio alguna oración breve que ya sabes. Ejemplos: ―Sagrado Corazón de Jesús en vos confío‖. ―Señor, yo creo, pero aumenta mi fe‖. ―Ayúdame, Señor, a ser bueno‖. ―Señor, perdóname mis pecados. Dios mío, te amo‖. Cualquiera de estas frases repetida puede llenar unos minutos de oración. El Padre Nuestro rezado muy, muy despacio, puede llenar más de cinco minutos. También otras oraciones que sabemos desde niños. Lo principal es orar. Y no repetir una oración deprisa y sin atención, porque esto poco valor puede tener; solo la buena intención de ponernos a orar. También ayuda a principiantes y a todos, cantar en voz alta o en voz baja canciones de misa o espirituales. Ver entrada ―Oración métodos‖. Oración de quietud.- - Consiste en un sentimiento de la presencia Dios que cautiva la voluntad y - - llena el alma y el cuerpo de una suavidad inefable. Es como una invitación de Dios a reconcentrase en el interior del alma donde quiere Él comunicarse. Los efectos de esta oración son: una gran libertad de espíritu, temor filial de ofender a Dios, conciencia en él, profunda humildad, crecimiento en las virtudes y desprecio de los deleites terrenos. Junto a todo esto, una especie de embriaguez de amor. No conviene realizar esfuerzos para ponerse en oración de quietud. No abandonar otro tipo de oración cuando se carece de este. Secundar la acción de Dios. No turbar la quietud de la voluntad ni inquietarse por el alboroto de otras potencias. Oración de reparación.- - Reparar es equivalente a preparar de nuevo, restaurar. En nuestra vida - - - espiritual implica el deseo de restaurar con nuestra oración las cosas a su condición de normalidad y pureza, y dejarlas en el lugar donde estaban antes de que algo malo fuese hecho. Nuestro deseo sería recompensar con la oración las pérdidas sufridas o los daños causados por una mala acción moral. Cristo vino para restaurar los daños del pecado y Él se ofreció en reparación por todos nuestros pecados en la Cruz. La reparación es el amor hasta el extremo de Jesucristo (Jn. 13, 1). Reparó ante el Padre y nos amó hasta la ofrenda de su vida. (Gal. 2, 20 y Ef. 5, 2-25). Esta reparación de Jesucristo es causa de nuestra salvación eterna. (Heb. 5, 9), Por nuestra parte y de una manera más concreta, con relación a Dios, querríamos con nuestra oración recompensar con amor el fracaso del pecado; restaurar lo que fue injustamente tomado; compensar con generosidad el egoísmo que causó la injuria. En el Antiguo Testamento se habla de reparar la Casa de Dios, el Templo. Ver entrada ―Reparación‖. Oración de simplicidad.- - Es una manera de orar. En la práctica de la oración mental llega un momento en que el alma no necesita discurrir, incluso los afectos quedan cada vez más reducidos. Se llega a una oración muy sencilla y unitiva con Dios, como la contaba el labrador de Ars: ―Yo le miro y Él me mira‖. Santa Teresa de Jesús la llamaba oración de simplicidad. - Es una simple visión, mirada o atención amorosa hacia algún objeto o ser divino. Hemos dejado el discurso y nos vamos dirigiendo a la contemplación. Es algo así como el tránsito de la ascética a la mística. Hay en ella elementos adquiridos e infusos. Todo se reduce a mirar y amar. - ―Es menester acostumbrarnos a apacentar nuestra alma con una simple y amorosa mirada a Dios y a Jesucristo Nuestro Señor; y para eso se la ha de apartar suavemente de los razonamientos, de los discursos y de la muchedumbre de afectos, para mantenerla en simplicidad, respeto y atención, y se vaya así acercando más y más a Dios, que es su primer principio y último fin... mas no hemos de quedarnos en ella para siempre, porque el alma... trabaja poco y recibe mucho; su trabajo es grato y no por eso deja de ser fructuoso.‖ - Conviene antes de iniciar el acto de oración no adelantarse a la acción de Dios. No aferrarse a la oración discursiva o meditación ni siquiera a la oración afectiva. Sí es conveniente preparar una materia, sin perjuicio de abandonarla cuando lo pida la acción de la gracia. Mantener la atención amorosa puesta en Dios. Y si se distrae, volver a la materia preparada - previamente. Se vive esta oración de simplicidad normalmente en estado de contemplación. Esta oración en sus comienzos es de ligeros atisbos. Ver entrada ―Simplicidad‖. Oración de unión.- Oración Unitiva.- - Es aquel grado de contemplación infusa en el que todas las potencias - - interiores están cautivas u ocupadas en Dios. Solo quedan libres los sentidos exteriores que también quedarán cautivos cuando llegue el siguiente grado de oración: la extática. La experiencia mística de esta oración es muy superior a la de todas las anteriores. En ella no existen las distracciones; se tiene una certeza absoluta de haber estado el alma unida con Dios; ausencia de cansancio; deseo de alabar al Señor y morir por Dios. Siguen también las heridas de amor, a modo de saetas de fuego y el alma cauterizada con el fuego del amor. Ver entrada ―Unión‖. Oración espontánea.- - No requiere demasiado aprendizaje: basta hablar con el Señor como con un amigo íntimo, contarle nuestras cosas. Es una oración excelente. No está asistida por método alguno ni por fórmulas de oración. Brota de las mismas circunstancias vitales de la persona. Es muy buena, pero: - Pasado algún tiempo después de la conversión, llega la sequedad, la monotonía, el momento del mutismo, ¿entonces? Es un momento en que conviene orar con oraciones, vocales o con alguno de los métodos de meditación y oración. - Pero el problema es: ¿De hecho, cuando nosotros hablamos a Dios, Él nos habla? ¿Nos contesta de alguna manera? ¿Podemos definir la oración como un diálogo con Dios? Creo que la definición de oración como ―diálogo con Dios‖ no es exacta. Normalmente el silencio de Dios es impenetrable. Él no nos habla en nuestro interior en todo momento ni mucho menos. Dios nos ha hablado por la Sagrada Escritura. Y podemos también considerar que Dios nos habla en el aliento, consuelo, paz, alegría interior inefables... Pero Dios no nos habla con palabras exteriores. - La palabra de Dios está en la Sagrada Escritura. Nosotros podemos, partiendo de su palabra revelada o de nuestras ocurrencias, hablarle, pedirle, adorarle, alabarle, darle gracias… Su Providencia nos ―habla‖ con hechos que nos ocurren, con fuerzas que nos da para seguir creyendo y perseverar. Y a veces como que notamos en el fondo de nuestro ser que Dios nos dice algo. Y… en ese caso es preciso discernir bien y no caer en el error de creer que nuestro pensamiento es una revelación. Pero sea como fuere, por nada dejar la oración. Resulta tan vital como respirar. Oración extática.- - El último grado de oración es la extática. Ver entrada ―Éxtasis‖. Oración mental.- - Es la que se realiza sin pronunciar palabras, con la mente, los afectos, el - corazón. Dentro de la oración se considera la meditación. Es también llamada oración discursiva y se la suele considerar como el primer grado o nivel de oración mental. En el aprendizaje de la meditación es importante el método de San Ignacio de Loyola con sus tres partes: a) Considera (recordar los puntos de lectura de la meditación), b) Pondera (discurrir sobre la breve lectura); c) Saca (decidir como propósito alguna conclusión de lo que hemos ponderado). Por fin, orar, pedir fuerza a Dios para cumplir lo meditado. Y termina con los coloquios: con Dios, con la Virgen María... Oración métodos.- - Destacamos como métodos de meditación, el clásico de san Ignacio de - - - - Loyola llamado de tres potencias (resaltando la anterior entrada): memoria, entendimiento y voluntad. Ejemplo a) Considera, recuerda el Bautismo de Jesús; las personas, el lugar, el hecho. b) Pondera y discurre en este hecho la enseñanza de Jesús y su ejemplo: humildad, significado del bautismo cristiano... c) Saca las consecuencias: humildad en tu vida, ejemplaridad, aprecio del bautismo... Y terminar la meditación con un propósito y con afectos. Porque la finalidad de la meditación es la oración. Explica asimismo otras tres formas de orar: a) examen en torno a los mandamientos de Dios y los pecados capitales. b) tomar una oración sabida e ir considerando una a una cada palabra de la misma. c) oración por compás o por anhélito: pronunciar de una manera rítmica y acompasada y con mucha atención cada una de las palabras de una oración. d) contemplación para alcanzar amor; lo expone como meditaciones finales de los Ejercicios de mes; son ocho meditaciones en las que se consideran gran número de beneficios que Dios nos ha otorgado para más amarle y mayor agradecimiento. En todos los métodos se comienza por la preparación de los puntos la noche anterior. Y al comienzo de la oración, acto de presencia de Dios (este punto es muy importante para mantener mejor la atención), composición de lugar y al final, coloquio con el Señor o la Virgen María, propósito y examen de la meditación. Hay otros muchos métodos de meditación que se exponen en libros de espiritualidad, unidos a distintas escuelas, como la Escuela de San Sulpicio, la devoción moderna... El abad Casiano ofrecía: Repetir muchas veces con atención y afecto ―Dios mío ven en mi ayuda; Señor apresúrate a socorrernos‖. Basado este método en la oración de Jesús que nos aparece en el Evangelio. La oración del Huerto, en la Cruz... Hugo de San Víctor expone un método con cinco momentos: lección, meditación, oración, operación y contemplación. - Guido Cartujano espiritual expone un método de oración con estas partes: - - - lección, meditación, oración y contemplación. Los precedentes sin los siguientes, aprovechan poco o nada. Fray Luis de Granada, cinco momentos: preparación, lección, meditación, acción de gracias, ofrecimiento y petición. Y existen otros varios santos y autores con métodos más o menos parecidos. Método de San Sulpicio (ha tenido muchos seguidores durante décadas y proviene del seminario de San Sulpicio de París): su idea fundamental es la unión con el Verbo Encarnado. La noche anterior, preparar los puntos, dormir pensando en ellos. Comenzar por la presencia de Dios, humillarnos, invocar al Espíritu Santo. Primer punto, adoración. Segundo punto, comunión con Jesucristo en nuestro corazón, contrición, pedir a Dios la virtud propia del tema. Tercer punto, cooperación o sea, Jesús en nuestras manos; formular propósito. Final: dar gracias, pedir perdón y fuerza para cumplir propósito y ponerlo todo en manos de la Virgen María. Tener en cuenta siempre el mejor tiempo para orar; y que sea fijo todos los días; la postura, antes se solía preferir la de rodillas; hoy se habla más de postura cómoda pero que no invite al sueño, y los ejercicios de relajación y respiración para concentrarse bien. El libro ―El peregrino ruso‖ (de autor anónimo) explica bellamente su método propio centrado en un continuo acto de compunción interior: ―Jesús, Hijo de David ten misericordia de mí‖. Mira también la entradas ―Meditación‖ y todas la entradas de ―Oración‖ en las que aparecen más métodos de oración. Oración pasiva.- - A muchos cuesta llegar a la contemplación. Y es que para ir dando entrada a - - la contemplación es conveniente estar pasivos, pero entonces, al quedar en silencio vienen todas las distracciones. ¿Qué hacer? Conviene comenzar por relajarse, llevar la respiración con ritmo, fijar la vista suavemente en el sagrario o en otro lugar (crucifijo, estampa, etc.). Una mirada tranquila, serena. Si vienen las distracciones, volver suavemente la mirada amorosa a esa imagen o al sagrario... Puede ser que nos parezca que no hacemos nada, cuando en realidad nos está invadiendo Aquél que lo hace todo en nosotros. Y de eso se trata. Ver entrada ―Contemplación‖. ―Oración personal‖. Oración personal.- - En el artículo ―Meditación‖ hemos dicho algo de la oración personal. Con este - título hacemos hincapié en el espacio que todos los días hemos de dedicar al trato con Dios. Muchos lo identifican con la meditación pero existe alguna diferencia, porque con frecuencia puede iniciarse con aquella, pero puede derivarse a la oración afectiva, de simplicidad, contemplación... Tiene también la oración personal un valor meritorio, satisfactorio e impetratorio. Requiere atención, humildad, confianza y perseverancia. - Es recomendable también a los sacerdotes y religiosos dedicar al menos - - - - - - - veinte minutos diarios a este quehacer, aparte de los rezos obligatorios; que sea algo consustancial a nosotros mismos. De ello depende la liturgia bien realizada; la unión con Dios durante el día; incluso la oración continua, adonde se va derivando la oración personal. Lo más importante es la atención. Para ello se aconseja comenzar con este u otro acto parecido: 1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor, porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí, y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy importante para mí. 4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria. También conviene comenzar, sobre todo si nuestro espíritu se encuentra alterado, con un acto previo de relajación y respiración al estilo del yoga o el zen. Silenciar el alma. A veces el silencio asusta, pero es preciso practicarlo antes de la oración personal. Existen muchos métodos para orar. (Ver entrada ―Oración métodos‖). Santa teresa de Jesús los describe y también San Ignacio de Loyola. Es importante aquí señalar el estilo de orar de Jesús que nos consta en Evangelio: con frases cortas como en el Huerto de Getsemaní: ―Padre si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya‖. ―Padre, ¿por qué me has abandonado?‖ ―En tus manos encomiendo mi espíritu‖. Asimismo cada una de las peticiones del Padre Nuestro. La eficacia de la oración personal siempre se consigue e incluso se puede comprobar a lo largo de la historia personal, si se ha hecho con las debidas condiciones. Se comprueba cómo la Providencia de Dios ha actuado en nosotros a través de la oración. Dios escribe derecho con líneas torcidas. Consideramos la oración personal como un don de Dios, como una luz de Dios; respondemos a su Palabra con nuestra oración. Es un gozo del amor de Dios; permanecemos en la paz con Él. El Señor nos acepta como somos. La parte más importante de nuestra vida es la oración. Pero es difícil porque la hacemos en oscuridad. En pura fe. Sin sentir nada la mayor parte de las veces. Dios nos habla con palabras que no son como las nuestras; o a veces no nos dice nada. Y cuesta mucho ponerse todos los días a hacer oración. Pero es preciso vencerse: Se mira todo de otra manera. Y se siente paz en el desarrollo de la jornada. Es bueno dar cuenta de la conciencia y de la oración a alguna persona espiritual y fomentar siempre la atención. San Bernardo aconseja: a la entrada en la meditación poner la mano sobre la boca y decir: Quedaos aquí en la puerta, pensamientos inútiles. Practicar una oración de dolor de los pecados, de pena por mi anterior indiferencia, por los años casi perdidos... Si tratamos con hombres buenos, obramos como ellos. ¡Cómo será nuestro comportamiento, si tratamos conscientemente (no de rutina) con Dios! Poco a poco somos más generosos con los demás; les miramos con más indulgencia; nos convertimos en espirituales y santos. - Hace falta una gran fortaleza para practicar la oración diaria, en medio de aridez y sequedad, todo el tiempo barriendo distracciones. Y no digamos nada la fortaleza necesaria para vencer mil dificultades en lucha contra nuestro amor propio y nuestra tendencia irresistible al placer. Pero el Espíritu Santo, por medio de la virtud infusa de la fortaleza nos va a ayudar a resistir en todos los momentos y a avanzar con ilusión. Oración vocal.- - Es la que se realiza pronunciando palabras. La oración pública forzosamente - - ha de ser vocal. También podemos hacerla privadamente, por ejemplo cuando rezamos el Padre Nuestro. El peligro que existe en la oración vocal es recitarla sin atención; podríamos considerarla oración en el sentido de la buena intención con que rezamos. Su valor es escaso. Muchas personas se han santificado practicando solamente la oración vocal. Las oraciones más importantes son el Padre Nuestro y el Avemaría. Pero existen muchísimas oraciones vocales muy apreciadas. Las oraciones vocales nunca se pueden omitir del todo; y públicamente siempre lo son; la más importante, la oración litúrgica. Es la oración oficial de la Iglesia. El Padre Nuestro es un programa de oración: aprender a orar como Cristo nos ha enseñado. Nos unimos a la comunidad en la escucha de la palabra de Dios y en la oración litúrgica. Unidos al Padre y a los santos aumenta nuestra confianza. Consideremos también la importancia del viacrucis y del rosario a la Virgen María. Orden.- - Para una vida interior seria es importante educarse en el orden y practicarlo: - en la propia persona (limpieza, uñas, pelo, presentación, decoro y limpieza en el vestido). En la inteligencia (un hombre sabio decía que su mente era como un fichero de conceptos bien ordenados, cada uno en su ―sitio‖). En la habitación: libros, cama, ropa, todo en orden, no revuelto. ―Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio‖. El orden agiliza la mente y forma la voluntad. Ayuda a mantener el orden y a aprovechar el tiempo hacerse un plan u horario: lectura, deporte, oración, aficiones. Ser ordenado indica dominio propio y se ejercita para lograrlo la mortificación. Orden sacerdotal.- - Es el sacramento que confiere al varón que lo recibe una participación directa en el sacerdocio eterno de Cristo y le da, entre otros, el poder de consagrar el Cuerpo y Sangre de Cristo en la Misa y de perdonar los pecados. - El sacramento del orden confiere a los sacerdotes poder de santificar (Jn. 20, - 21-23). Participan del mismo sacerdocio de Cristo. (Heb. 4, 10 y, 20). Están los ordenados al servicio de todos como Cristo: (Mc. 10, 43-45; 1 Pe. 5, 3). Todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo no tienen la misma función. (Ro. 12, 4). Y Cristo ha hecho un Reino de sacerdotes (Apo. 5,9-10). La gracia sacramental del Orden sacerdotal está en el conjunto de gracias actuales para ejercer el ministerio y el ferviente amor a la Eucaristía. Ver entrada ―Sacerdote‖ Ordinario y extraordinario.- - La vida espiritual se desarrolla en el día a día, en el tiempo ordinario y en el - extraordinario. El desarrollo normal de la gracia, de las virtudes y dones ocurre a diario siempre contando con nuestra correspondencia. El Espíritu Santo siempre actúa, con tal de que nosotros seamos conscientes de su presencia con la alerta percepción, con la consciencia de su presencia. La oración diaria nos va ayudando a seguir esta dirección divina. Podemos llamar extraordinarios en la espiritualidad momentos especiales como recepción de sacramentos, Ejercicios Espirituales, ciertas luces y toques extraordinarios que el Espíritu nos ofrece. Extraordinario es todo aquello que no es exigido de suyo por las intrínsecas virtualidades de la gracia. Orgullo.- - Se define como la arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a - - - - veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. Quien lo padece, con frecuencia no advierte que esta pasión la tiene muy arraigada en su alma y es causa de la gran parte de sus males morales. El orgulloso se enfada si un amigo intenta hablarle de este mal que le aqueja. Lo reviste de múltiples razones: dignidad, honor, autoestima, respeto... ―Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso‖. (Prov. 11, 2). ―No seáis arrogantes, sino solidarios con los humildes‖. (Ro. 12, 16). Es uno de los vicios que nace del corazón del hombre y lo hace impuro. (Mc. 7,22). ―¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado?‖ (1 Co. 4,7). Cuando existen disensiones en la convivencia, el orgulloso las aumenta, pero siempre hace culpables a los demás a quienes acusa de egoístas, groseros y de otras lindezas. El orgullo para la convivencia uno de los peores males, porque es muy difícil remediarlo. El culpable es siempre el otro; jamás el poseedor de este vicio tan poco cívico y cristiano. Se cierra el alma, al alma del compañero o del amigo al que se mira como un competidor o rival. Lo que pudiera ser amistad verdadera puede convertirse en lucha de dos egoísmos. Es muy distinta la expresión ―Me siento orgulloso de...‖ que tiene el significado de complacencia y alegría. - Ver también entradas ―Amor propio‖, ―Soberbia‖. Oriente cristiano.- - Existe una diversidad de ritos dentro de la Iglesia Católica. Los autores - - - ascéticos del occidente católico hablan del esfuerzo constante con relación a la naturaleza. Los orientales dicen que la naturaleza es la que Dios me ha dado. Los orientales nos hablan mucho de la relación con el Espíritu Santo; ir transformando el alma y su capacidad introduciéndola en la esfera del Espíritu Santo, divinizarla. Hay algunas diferencias de apreciación en la espiritualidad entre los cristianos orientales y los occidentales. En oriente se admite el matrimonio de los sacerdotes, en occidente, no. Los místicos occidentales siguen la línea más o menos de San Agustín que va tras las huellas de la Santísima Trinidad. En oriente, fijan la mente en el Padre y Cristo su imagen. El pecado destruye la imagen; el bautismo instaura; la penitencia, restaura. La fe es la misma. El acento se pone de una manera o de otra en oriente y occidente. Entre todos hemos de llegar a vivir en hermandad y en amor. Contemplación. El oriental es muy contemplativo; tiende hacia la contemplación. En occidente también hoy se avanza en este sentido. El corazón puro es una exigencia para la contemplación; el sentimiento del corazón puro; la persona pura. Es suficiente invocar a Jesús que está por encima de todo, y dominar a los demonios; evitar el pecado. Los pecados capitales y la apatía del egoísmo perezoso. En la Biblia vemos la solicitud paternal de Dios. En Pablo prevalece el sentimiento peyorativo del mundo: ―Rechazar los bienes terrenos para alcanzar los eternos‖. Los ascetas orientales oponen el mundo material al espiritual. P.Paciencia.- - Es la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de - - corazón los padecimientos físicos y morales. Se lleva bien esta virtud desde el abandono en la voluntad de Dios, confiando en su providencia. La paciencia es una de las virtudes características del cristiano. Basta para demostrarlo asomarnos al Nuevo Testamento. Santiago en el capítulo 5 de su carta hace una apología de la paciencia. San Pedro nos dice: ―Poned todo empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el cariño fraterno‖ (2 Pe. 1, 5-7). Es muy necesaria la paciencia a los ministros de Dios, según lo afirma San Pablo, (2 Co. 6, 4-5). ―Nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha - - - - sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado‖. (Ro. 5, 3-5). Y es un fruto del Espíritu Santo: ―El fruto del Espíritu es: ―amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí‖. (Gal. 5, 2223). San Pablo nos exhorta a ―soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre‖ (Col. 1, 11-12); y ―Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia‖. (Col. 3,12). Le alegraba a Pablo la paciencia de sus fieles: ―...Orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando‖. (2 Tes. 1,4). Los ancianos se han de distinguir en esta cualidad: ―Que los ancianos sean sobrios, respetables, sensatos, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia‖. (Tito 2,1). Y es muy necesaria esta virtud en nuestra vida interior: ―Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa‖. (Heb. 10, 36). Es necesaria sobre todo en las pruebas y se considera una virtud hija de la fortaleza. Así leemos: ―A cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que tuvieran paciencia todavía un poco‖. (Apo. 6,11).En la oración también hemos de practicar esta virtud, sobre todo en momentos de sequedad y cuando se necesita insistir con perseverancia. ―Es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer‖ (Lc. 18, 1...) Para afianzarnos en la paciencia, conviene meditar en la pasión de Jesucristo; mirar el sufrimiento como penitencia por los pecados propios; mirar a Jesús y colaborar en la redención. En los momentos duros de la vida, la paciencia es necesaria: ―El Dios de la paciencia y de la consolación os dé a sentir lo mismo entre vosotros, según Jesucristo, para que con un mismo corazón y una sola boca glorifiquéis a Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo‖. (Ro. 15, 5-6) Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Pacifico.- - Quien porta la paz, la mansedumbre y no usa la violencia o que no es - - propenso a fomentar conflictos es considerado como pacífico. Se trata de personas sensatas, honestas, trabajadoras, esforzadas, bondadosas y nunca exteriorizan la agresividad. Es consecuencia de madurez interior cristiana. El pacífico es digno de felicidad: ―Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios‖ (Mat. 5,9). El amor todo lo sufre. (Co. 13,7). Supera las cobardías y el miedo, supera la injusticia y el desorden. Amor compasivo, que se genera con y junto a quien sufre. El influjo del pacífico es un amor medicinal y militante; amor no provocativo y lleno de paz. Así es: en solidaridad con los más necesitados para ayudarles a librase de la pobreza y de quienes la provocan. - Amor a todos, pero no del mismo modo: a los pobres, ayudándoles. A los - - ambiciosos, combatiendo sus pretensiones con la razón con la paz y con la resistencia. La lucha la liberación no se opone al amor universal, pero ha de ser con moderación y sin violencia: denuncia, resistencia pasiva, crítica... Al estilo de Gandhi o Martin Luther King. Cada vez más, los cristianos somos defensores de la no violencia. Desde la juventud hemos de esforzarnos por ser pacíficos. O sea portadores de la paz; procurar ser conciliadores cuando haya peligro de pelea. También hemos de esforzarnos en ser pacientes; sin meter prisas. El impaciente puede molestar. Evitar el ser alarmista, aparatero, quejica. Pero sin llegar a ser un sufridor; antes ser un sufridor hemos de quejarnos y decir las cosas claras con educación Padre.- - El Padre, Dios, la Primera Persona de la Santísima Trinidad. Padre del - - - Verbo, del Hijo de Dios. Padre común de los hombres. ―Padre nuestro‖ como Jesús nos lo presentó. El Dios de la revelación es Padre con presencia inmanente; con una realidad salvífica. Padre es la realidad de Dios que acoge al hombre. Y nos dirigimos en la oración a Dios como Padre. (Mat. 6. 9-13; Lc. 11, 1-4). No somos esclavos, sino hijos. (Gal. 4, 6-7). Y esto se consigue por el bautismo. (Gal. 3, 27-28). Hijos y herederos de Cristo. (Ro. 8,14-17). Cristo es el primogénito; (Ro. 8,29). Y somos hijos en el Hijo; Jesucristo es el único Hijo de Dios (Jn 1, 4-18; 3, 16-18); (1 Jn. 4,9). En el Antiguo Testamento la realidad de Dios Padre aparece como en forma más discreta. ―Tú, Yahvé eres nuestro Padre‖, dice Isaías. (63,10). En el Nuevo Testamento la idea de Dios Padre se desarrolla al máximo. La Biblia presenta a Dios como Creador y como Padre, y a lo largo de la historia Dios demostró a su pueblo que era padre (Os. 11, 1, 4-8), padre y dueño de la vida. ―Tu providencia, padre, es quien nos guía‖ (Sabiduría 14,3). Jesús es el Hijo de Dios, ―Nadie conoce al Padre, sino el Hijo...‖ ―Mi Hijo muy amado...‖ (Mat. 3, 17; 11,27...). y tanto Jesús como nosotros quedamos envueltos en el mismo amor de Padre (Jn. 16,26). San Pablo con frecuencia también nos recuerda que Dios es nuestro Padre. Así en (1 Co. 1,3) nos dice que Dios es nuestro Padre y de Nuestro Señor Jesucristo. Y al Padre llegamos por Jesucristo: ―Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." (Jn. 14, 6-7). Padre espiritual.- - Consideramos este artículo como complemento del titulado ―Director espiritual‖ que normalmente se emplean como sinónimos. Ayuda, orienta, incluso dirige a quien lo desea por los caminos de la espiritualidad hacia Dios. La dirección espiritual existe desde hace siglos como experiencia humana. - - - - Entran en su ámbito los problemas espirituales, las situaciones críticas, la ayuda para discernir... Se sugiere en la Biblia la dirección espiritual. (Heb. 5, 11-14; 1 Co. 12; Fil. 1, 9-10; 1 Jn. 4, 1). El padre espiritual ha de estar dotado de amor, paciencia, experiencia, conocimiento de espíritus y formación en Teología de la Espiritualidad. Ha de ser paciente y fiel para dar consejo conveniente, para ayudar en el camino hacia Dios. Y sobre todo ha de amar a las personas que trata. Recordemos la prestigiosa figura del abad, de los maestros de prestigio como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Francisco de Sales, Juan Eudes, Columba Marmión y otros muchos santos, guías de espíritu. Existe hoy crisis en la dirección espiritual, tal vez por no conseguir descubrir a los verdaderos padres en la fe. Pero recordemos las frases de la Sagrada Escritura: ―Ay del solo‖ (Eclesiastés, 4, 10); ―Aconséjate de personas santas‖. Y esto es sobre manera importante en los momentos de iniciarse una persona en la vida interior, en la época de conversión, en crisis y dificultades especiales y cuando se ha de tomar una decisión muy importante. La dirección espiritual ha de practicarse dentro de un clima de respeto. En seminarios y noviciados existe el padre o director espiritual, que va guiando por el camino del Evangelio. Recoge esta figura el Concilio Vaticano II. El padre espiritual de una comunidad ha de considerar siempre al grupo para una educación conjunta, sobre todo cuando son niños o adolescentes. Ofrecer vías de solución sobrenaturales, valores cristianos, consejos evangélicos. Aplacar los ánimos irritados sin autoritarismo. No pretender ofrecer la propia espiritualidad como único camino de perfección. Cuidado con las prácticas de piedad excesivas. Sea moderador, con gran respeto a la personalidad de cada uno. Ver entradas “Dirección espiritual‖. ―Director espiritual‖, ―Acompañamiento espiritual‖. Padre nuestro.- - Es la oración que nos enseñó Jesucristo, el Señor, (―Dominus‖) (Mat. 6, 9- - - 13), y se la llama por eso ―oración dominical‖. Es la mejor de las oraciones: en ella se contienen las peticiones más importantes que hemos de rogar a Dios. Recordamos una a una las siete peticiones del Padre Nuestro. 1ª petición. Santificado sea tu nombre... es el fin de todo; la gloria de Dios. 2ª petición. Venga a nosotros tu Reino... nuestra santificación y fin personal; el Reino de Dios que se extienda por todo el mundo. 3ª petición. Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo... El camino es la voluntad de Dios; indispensable para nuestra santificación. 4ª petición. Danos hoy nuestro pan de cada día... Los medios para seguir: los del cuerpo y del alma. 5ª, 6ª y 7ª petición. Vencer los obstáculos: perdón del pecado. Peligros: la tentación. Y el mal en general. Danos nuestro pan de cada día; perdona nuestros pecados... alimento del cuerpo y del alma; perdón y con el compromiso de perdonar. Pedir perdón sin perdonar, sería un contrasentido. Y el perdón tiene que ser sin límite. Recordamos todas y cada una de las peticiones. Padres.- - Los padres han de mirar al Padre celestial para cumplir su misión con amor. - - - - Los hijos, a Jesús de Nazaret para ser amantes de sus padres respetuosos y obedientes. Ya el Ángel anunció el nacimiento del Bautista con estas palabras acerca de la misión de los padres: ―Y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos. (Lc. 1, 1617). San Pablo también recuerda deberes de los padres: ―No corresponde a los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos‖. (2 Co. 12,14). Son mutuas relaciones de piedad entre padres e hijos: ―Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre es el primer mandamiento al que se añade una promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos según el Señor‖. (Ef. 6, 2-4). A los padres se debe amor, reverencia y obediencia, pero no una dependencia de por vida: ―En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa o mujer o hermanos o padres o hijos por el reino de Dios, que no reciba mucho más en el tiempo presente y en la edad venidera vida eterna‖. (Lc. 18, 29-30). Con delicadeza espiritual contemplamos la exigencia de veneración y recuerdo de nuestros padres y ancestros: ―Pues no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual‖. (1Co. 1, 2-4). Y si hemos sido obedientes a nuestros padres y educadores, ―¿Con cuánta más razón nos sujetaremos al Padre de nuestro espíritu, y así viviremos?‖ (Heb. 12, 9). Se nos previene de las dificultades ―En los últimos días se presentarán tiempos difíciles, pues los hombres serán egoístas, avariciosos, fanfarrones, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, irreligiosos, (2 Tim. 3, 1-2). Y reprueba san Pablo la conducta de los ―...rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, crueles, despiadados los cuales, aunque conocían el veredicto de Dios según el cual los que hacen estas cosas son dignos de muerte, no solo las practican sino que incluso aprueban a los que las hacen. (Ro. 1, 30-32). Palabra.- Palabra de Dios.- - Llamamos palabra el acto por el que una persona se comunica con otra; se trata de una comunicación exterior del pensamiento. La palabra de Dios a nosotros se ha expresado en las Sagradas Escrituras, la Biblia. - La palabra de Dios nos ofrece el acontecimiento de la salvación. (Tito 2, 11). - - - - - - Pan.- Y no hemos de esperar otra revelación pública. Recordemos el misterio pascual. La palabra de Dios es dinámica, (Jn. 1(Salmo 137,4) y así crece la comprensión de la palabra, estudiándola y reproduciéndola en nuestro corazón. Y caminamos hacia la plenitud de la verdad. (2 Pe. 1,12 y 19). Acoger la Palabra de Dios con la misma devoción que los sacramentos. Sobre todo, cuando miramos textos de San Pablo, de la promesa de la Eucaristía, de la resurrección y elección de los Apóstoles, siempre suenan a nuevo, siempre producen en el alma un estremecimiento de emoción, acogida y memoria de ratos de intimidad con Dios inolvidables. ―Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él‖ (Jn. 14, 23) (1ª Co. 3, 16-17) ―Quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.‖ (1 Jn. 2,5). El Evangelio es palabra de vida, libera a cuantos son esclavos de espíritus malvados. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Creer quiere decir seguir la senda señalada por la palabra de Dios. Casi sin saberlo, la Palabra leída y meditada en la Iglesia actúa sobre vosotros y os transforma. Imitemos a María haciendo resonar en nuestra vida su ―hágase en mí según tu palabra‖. (De los últimos papas). La fe de la Virgen María en la palabra de Dios es verdadero ejemplo para nosotros. (Lc. 1, 38). Dios habló en otros tiempos y sigue haciéndolo ahora, y habita entre nosotros su palabra. (Heb. 1, 1-9). Por la Sagrada Escritura el magisterio de la Iglesia transmite y custodia la palabra. Y sigue siendo el centro de la historia. La liturgia es verificación histórica de la palabra. El pueblo de Dios tomó conciencia de la revelación por Moisés. (Ex. 3, 2-7). La Antigua Alianza desembocó en la Nueva Alianza (Jer. 31, 31-34), en la que Cristo destruyó nuestra muerte. Comunicó a los Apóstoles la obligación de transmitir la palabra en el misterio pascual. (Mat. 28, 19-20). Hemos de comprender más y más el significado de la palabra de Dios. Discernir y saber interpretar la palabra de Dios. (Ef. 4, 11-12; He. 17, 12). El Espíritu Santo nos guía por el camino cristiano. (1 Co. 2, 14). Hoy y en este momento hemos de saber discernir. Recuperar la objetividad de la palabra. (1 Pe. 2, 1-3). Dios se ofrece en la palabra y aguarda nuestra respuesta. El Espíritu Santo toca y hace los profetas y enseña la comprensión de la palabra de Dios. (1 Co. 2, 11). Ella es norma de nuestra vida. (Mat. 28, 18; Ro. 7,12; Apo. 14, 1-12). Con la lectio divina actualizamos la palabra de Dios; supone ya una meditación. Dicen que la lectura espiritual lleva el alimento a la boca, la meditación lo mastica y la oración lo saborea. La Sagrada Escritura la hacemos presente hasta el punto de conseguir una verdadera oración. Se logra transformar la palabra en nosotros mismos. Una es la mesa del altar sagrado que tiene el pan de la vida. Y en la vida de la Iglesia mantiene la primacía la palabra de Dios. (Col. 1, 11-20); esta palabra transforma a aquel que la practica, porque la Sagrada Escritura nos convierte en el hombre nuevo. - El pan es don de Dios, fuente de fuerza para el hombre. ―Él hace producir el - - heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre‖. (Sal. 104,15-16). El pan de cada día lo pedimos en la oración dominical. (Mat. 6, 11). Ofrecer el pan denota reconocimiento y gratitud. Desde los tiempo más remotos acompañaba a los sacrificios. Melquisedec ofreció a Dios pan y vino (Gn. 14, 17-20); es don de Dios, pan de Eucaristía, cuerpo y sangre de Jesús. Debe desaparecer la vieja levadura. (1 Co. 5, 6-8). Crea el pan eucarístico la unidad: ―Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. (1 Co. 10, 17). Comer el pan con alguien es ser su amigo. Es el don supremo de la época escatológica. Jesucristo es pan de vida, (Jn. 6, 25-58). También para Jesús evoca la Palabra divina que se debe vivir cada día. ―Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios‖. (Mat. 4, 4). Pan bendito.- - Es un sacramental que va cayendo en desuso. - Hasta el postconcilio en muchos lugares fue costumbre que las familias por turno presentaran el pan los domingos y días de fiesta; era bendecido inmediatamente después del asperges, en la Misa mayor, y luego se distribuía, después de la celebración, a los que asistían. Hoy, fuera de la Misa, también en algunos lugares se bendice el pan y se da a quienes acuden. El simbolismo es la Eucaristía y la caridad para socorrer al necesitado. Papa.- - Jesús nombra a Pedro cabeza de la Iglesia en (Mat. 16, 18) y le confirma en - - su misión de dirigir la Iglesia en (Jn. 21, 15-19). El papa es el sucesor de San Pedro, necesario para la Iglesia. Es vicario de Cristo en la Iglesia y le debemos amor, respeto y obediencia. Hemos de orar por él y su ministerio. Es infalible cuando habla ex cathedra. Seguimos sus enseñanzas relacionadas con la fe y costumbres. Es transmisor principal de la doctrina de la Iglesia por su magisterio. Y ha de confirmar en la fe a sus hermanos. Hemos de ser conscientes de que, además de la gracia de estado, tiene un dominio y visión de las situaciones muy por encima de nosotros. Acatamos sus enseñanzas y decisiones eclesiales. Ha de considerar la crítica de los cristianos, cuando se hace con amor y respeto, porque también somos miembros de la Iglesia. Si ejercemos el derecho a una sana crítica en distintas actuaciones que puede tener, ha de ser lleno de amor y respeto, muy conscientes de que antes nos podemos equivocar nosotros. - San Bernardo escribía así al Papa Eugenio: ―Temo que la muchedumbre de ocupaciones os haga abandonar la oración, y que así se endurezca vuestro corazón‖. Oremos por la santidad del papa. Parábola.- - Jesucristo utilizaba las parábolas para ilustrarnos verdades trascendentes. - Con parábolas proclamó el Reino de Dios. (Mc. 4, 26-30; 9,47; 10,15). Que es un misterio la persona misma de Jesús (Mc. 4,11). La Eucaristía es el cumplimiento anticipado del Reino de Dios (Mc. 14, 25). Las parábolas del Evangelio son fuente de meditación para los cristianos; afianzan nuestra fe y nos ayudan a formar criterios evangélicos. Parafilia.- - Una parafilia es un comportamiento sexual en el que la fuente de placer se - - encuentra en objetos, situaciones, o individuos atípicos. La curación del comportamiento parafílico, requiere, colaboración farmacológica y sesiones de psicoterapia, evitar estímulos que puedan desencadenar la parafilia, a la que el paciente puede ser prácticamente incapaz de resistir. La madurez psicosexual no se sostiene dentro de un psiquismo parafílico; se trata de una anomalía que ha de ser curada con la colaboración del psiquiatra y psicólogo o director espiritual. La mejor forma de prevenir la aparición de un trastorno parafílico es una educación sexual infantil y juvenil que ayude a configurar racionalmente la sexualidad. En general, los criterios de actuación ante la parafilia son semejantes a los establecidos para otro tipo de adicciones. Es preciso facilitar al afectado la atención de un especialista en psiquiatría, incluso en algunos casos el psicoanalista. Ver entradas ―Sexualidad‖, ―Madurez afectivosexual‖. Paraíso.- - Es el huerto de Dios. El lugar que el Creador ofreció a nuestros primeros - padres y lo perdieron por el pecado: el jardín del Edén (Gen 2, 8-9). Es el lugar de la paz universal. ―Hoy estarás conmigo en el paraíso‖, prometió Jesús al Buen Ladrón (Lc. 23, 43). Es la morada de los justos. Se identifica con lo más alto de los cielos. Ver entrada ―Cielo‖. Parenesia.- Parénesis.- - Es una plática breve, advertencia, aviso, exhortación para persuadir. - Ver entradas ―Exhortación‖, ―Pláticas‖. Parresía.- - En el Nuevo Testamento significa ―discurso atrevido‖, y aparece en más de - - - - treinta ocasiones; por ejemplo Jesús hablas con parresía (Jn. 18, 20); también lo hacen sus discípulos, (He. 9, 27, 28). La parresia es una actividad verbal en la cual un hablante expresa su relación personal a la verdad, y corre peligro porque reconoce que decir la verdad es un deber para mejorar o ayudar a otras personas (tanto como a sí mismo). Según Michel Foucault, el que practica la parresía ―no es solo sincero... sino que dice también la verdad‖. La parresía consiste en la habilidad de los creyentes y ciudadanos de mantener su propio discurso delante de las autoridades políticas y religiosas. Con la parresia, el hablante usa su libertad y elige la franqueza en vez de la persuasión, la verdad en vez de la falsedad o el silencio, el riesgo, incluso de muerte, en vez de la vida y la seguridad, la crítica en vez de la adulación y el deber moral en vez del auto-interés y la apatía moral. Quien utiliza la parresía es un crítico de sí mismo, o de la opinión popular o de la cultura. Más aún, quien practica la parresía está en una posición social más débil que aquellos a quienes la dirige. Y en todo caso ha de realizarse con caridad, sin descaro, con prudencia y humildad. En la espiritualidad se reconoce la parresía como verdadero testimonio, siempre y cuando se utilice con amor y respeto. Quien está lleno de Dios es valiente para ejercer este testimonio. Parroquia.- - Es una parte del rebaño espiritual confiado a la responsabilidad de un obispo y en su nombre está regida por un sacerdote, el párroco, elegido por el prelado. La parroquia en los comienzos del cristianismo era lo mismo que la diócesis, al ir creciendo la población cristiana se fue dividiendo el territorio en parcelas, las parroquias de hoy. En ellas se celebra la Eucaristía y los otros sacramentos. En las parroquias nos educamos en la fe, en la oración, en el amor a Dios y al prójimo, en las virtudes y en el amor a la Eucaristía. La parroquia posee una iglesia y normalmente se organizan actos litúrgicos de culto. Cuando están bien dirigidas se crean en ella distintos grupos de fieles para la evangelización. Siempre se ha considerado la parroquia como el hogar de las almas. - - Parusía.- - El término parusía, para la mayoría de los cristianos, es el acontecimiento - esperado al final de la historia: la Segunda venida de Cristo a la Tierra. En la Biblia, este hecho se menciona en diversas ocasiones, incluidos los cuatro evangelios. Citamos alguno textos: (Mat. 24, 27-33) y en (Jn. 14,3; 16, 16; 16, 22). Es el momento de la justicia. Ver entradas ―Escatología‖. ―Apantesis‖. ―Novísimos‖. Pascua.- - Pascua significa paso. La pascua judía nos recuerda el paso del mar Rojo - - - - (Éxodo 14...), las aguas de Mará en el desierto, la fuente de la roca, el paso del Jordán... Pedro deduce nuestra espiritualidad de pasajes del Éxodo. Pascua o paso por el mundo. (Mat. 25, 35-45) La pascua cristiana siempre es considerada como ―paso‖. San Agustín nos dice: "Mediante su Pasión, Cristo pasó de la muerte a la vida. La Pascua es el paso del Señor". Jesús pasó por este mundo en su nacimiento, vida pública y pasión; y Cristo resucitó y su tumba quedó vacía. Hemos sentido que el Señor ha pasado por esta vida al Padre y ha dejado huella de su paso por nuestra vida Jesús pasa después al Padre. Nosotros seguimos el paso de Jesús. El Nuevo Testamento enseña que la resurrección de Jesús es la gran Pascua cristiana; es fundamento de nuestra fe. De acuerdo con las Escrituras, Jesús, mientras preparaba a sus discípulos y a él mismo para su muerte durante la última cena, dio a la cena (celebración de la pascua judía) un nuevo significado pascal: "Con ansia he deseado celebrar esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios." (Lc. 22, 15-15). Y después celebró la Eucaristía, la Nueva Pascua, donde no se sacrifica un cordero, sino el Cordero de Dios. Cristo es nuestra pascua. San Pablo nos presenta, bajo la imagen del pan con levadura y de la masa nueva, su pensamiento sobre la transformación radical que lleva a cabo este acontecimiento pascual en la humanidad, ―Haced buena limpieza de la levadura del pasado‖. ―Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado‖. (1 Co. 5,7). Y leemos en la carta a los Hebreos: ―Él, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies. En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados‖ (Heb. 10, 12-14). Con gozo cantamos en la liturgia de las Horas el himno: ―Nuestra Pascua inmolada, aleluya, es Cristo el Señor, aleluya, aleluya. Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!, el mundo renovado; canta un himno a su Señor‖. Y decimos con san Pablo: ―Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad‖. (1 Co. 7,8). - La duración de las solemnidades pascuales se extiende hasta Pentecostés: - ―La cincuentena pascual‖. Para la persona que vive su interioridad, son cincuenta días de gozo, esperanza, reafirmación de la fe, entrega al Señor, alegría. Ver entradas ―Resurrección‖ y ―Misterio Pascual‖. Pasión de Cristo.- - La pasión de Cristo y su relación con la vida cristiana son fundamentales en - - - la carta 1ª de Pedro; en esa misma epístola alude doce veces al sufrimiento. (1 Pe. 1, 11, 4, 13 y 5,1...) En estas citas no se queda solo en el sufrimiento, se da paso a la alegría y a la esperanza por la gloria que se ha de revelar en nosotros. El juicio de Jesucristo y su condena a muerte fueron injustos a todas luces. El pueblo instigado por sus líderes sacerdotales y fariseos pidió su muerte en cruz. Apostasía de Israel y cobardía de Pilatos: Jesucristo fue vejado y humillado y condenado como Rey de los judíos; pero su reino no es de este mundo. (Mat. 26 y 27; Mc. 14 y 15; Lc. 22 y 23; Jn. 18 y 19). Quien sigue a Jesús ha de vivir en comunión con la pasión de Cristo, según nos enseñó San Pablo. Santos, como Pablo de la Cruz, Juan de Ávila y muchísimos otros dan gran importancia a meditar en la pasión de Jesús. Recomiendan meditar despacio esta realidad de fe, imaginando que acompañamos a Jesucristo en cada uno de los pasos del Via Crucis. Ver también entrada ―Viacrucis‖, ―Cruz‖, ―Semana Santa‖. Pasiones.- - Son tendencias o sentimientos anímicos. Las pasiones se definen psicológicamente como afectos, emociones o impulsos de la sensibilidad, que inclinan a obrar o a no obrar, en vista de lo que se percibe como bueno o como malo. Las principales pasiones son: el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la cólera. La pasión fundamental es el amor, provocado por el atractivo del bien. No se ama sino el bien, real o aparente. (Catecismo de la Iglesia Católica) - Las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad, no son en sí mismas ni - buenas ni malas; son buenas, cuando contribuyen a una acción buena; son malas, en caso contrario. Pueden ser asumidas en las virtudes o pervertidas en los vicios. (Catecismo) Hemos de encauzar bien nuestras pasiones: ―Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo‖, (Salmo 84, 3). Pastoral.- - En Antiguo Testamento ya se utilizaba el vocablo de ―pastor‖, pero el profeta - - Jeremías era clarividente y decía: ―Los pastores carecían de juicio, ya no consultaban al Señor; por ello no acertaron y se ha dispersado el rebaño‖. (Jer. 10, 21); por eso preferían aplicar esta idea a Yahvé. En el Nuevo Testamento Jesucristo aparece como el Buen Pastor, enviado para las ovejas perdidas. (Mat. 15, 34). A los suyos llamaba Cristo ―pequeño rebaño‖ (Lc. 12, 32) y ofreció la entrañable parábola de la ―Oveja perdida‖. (Lc. 15, 4-7). Y se llama a Sí mismo el Buen Pastor. (Jn. 10, 1-16). Teniendo esto en cuenta, llamamos pastoral a la misión de Pedro (Jn. 21, 16; 1 Pe. 5, 1), de los Apóstoles y sus sucesores para cuidar del rebaño que sigue a Jesucristo. Nos sentimos ―ovejas de su rebaño‖; y esperamos y - rogamos a Dios que no guíen buenos pastores: papa, obispos, sacerdotes, con fidelidad, santidad y amor. Esta misión santa se llama pastoral. Oremos por la santidad de nuestros pastores. Ver entrada ―Ministerio pastoral‖. Patología espiritual.- - Dentro de las patologías espirituales podemos considerar: los escrúpulos de - - - - - conciencia, la perversión de conciencia, distintas perversiones, ciertos desvíos en la obediencia, algunas neurosis de tipo religioso, la distimia depresiva... Sabemos que nuestra conciencia se establece con la percepción del bien y del mal; y la moralidad se expresa en nosotros por el juicio propio sobre la moralidad del acto. La culpabilidad aparece en el remordimiento. Tras el remordimiento, con la gracia de Dios ha de venir el arrepentimiento. Se impone la educación de la conciencia a través del arrepentimiento; de la penitencia. Cuanto más elevado es el sentimiento de Dios y de la fe, tanto más se experimenta la culpabilidad: ―Contra ti, Señor, he pecado y he practicado el mal‖ (Salmo 51, 4); ―Porque mi pecado yo lo reconozco y mi falta, sin cesar, está ante mí‖ (Salmo 51, 6). Contrición, propósito, penitencia. Arrepentimiento nacido de la confianza en Dios. La gracia nos empuja. El escrúpulo es una de las patologías espirituales: consiste en la duda o temor persistente o una dificultad de juicio de si es algo pecado o de haber pecado en algo. Puede llegar a ser verdadera tortura psicológica, con temor de haber ofendido a Dios con una especial agresión contra sí mismo. Inquieta no el pecado, sino sentimiento de culpabilidad. La perversión de conciencia. Es una forma de inmoralidad: agresividad desenfrenada, crueldad, cinismo, insensibilidad respecto al pecado y al mal. Suele ser la persona perversa buscadora del mal, con una especie de incapacidad de acceder a la religión y a los principios morales. También puede ir unida esta perversión a una psicosis o enfermedad mental. Entonces queda disminuida la responsabilidad. Las neurosis pueden llegar a comprometer la libertad. Existen asimismo las perversiones sexuales, con impulsos más fuertes que lo normal. Esto no quiere decir que el perverso carezca de responsabilidad. Para dilucidar cada caso es preciso tener en cuenta los principios generales de moral. Algo muy distinto: desde el punto vista de la fe, Dios puede revelarse a un enfermo mental y servirse de él para su gloria. A veces existe la mezclas de lo sagrado y lo patológico; incluso de lo diabólico Existe también la fuerza del inconsciente; la obediencia que se identifica con la pasividad. Es relativamente frecuente buscar en el padre espiritual la seguridad y el proteccionismo; refugiarse en la piedad como remedio de carencias. La virtud de la pureza como producto de una represión sexual; las ansias de mortificación con el deseo subconsciente de hacerse notar. Es necesaria la ayuda de un director espiritual e incluso de un médico en ciertas circunstancias. - La fruición de los místicos de parte de Dios no tiene nada que ver con la - - neurosis. Pero entre los santos también se pueden dar rasgos neuróticos, lo mismo que entre la población en general. Hoy se habla mucho de la distimia, se trata de un estado casi depresivo, probablemente de naturaleza orgánica aunque reactivado por una situación de estrés. Acontece con frecuencia en personas sometidas a tensiones constantes, o en personas extremadamente autoexigentes, para las cuales cualquier situación se convierte en estresante. El tratamiento suele ser con antidepresivos, pero es necesaria también la ayuda de un director espiritual con experiencia o de un psicólogo con fe. Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Conciencia‖, ―Conciencia laxa‖, ―Conciencia escrupulosa‖. Pasividad.- - El Señor lleva a veces a las almas por caminos muy pasivos, es decir toma - más la iniciativa sobre ellas. Estas almas en la oración se han de comportar de una manera pasiva, pero receptiva. ―Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles‖. (Rom.8, 26). Dios obra dentro del alma porque el alma se encuentra incapaz de hacer nada. Pero esto no significa que la vida exterior de estas almas sea la de una persona inactiva; al contrario, de la oración pasiva sacan luz y fuerza para actuar. Mirar entrada ―Piedad pasiva‖. Patria.- - Es la tierra de los padres; un aspecto esencial de la experiencia de un - pueblo. Dios dio a conocer la existencia de otra patria a la que están destinados todos los hombres. En la experiencia de Jesús, la patria fue la tierra que Dios había dado en herencia a su pueblo, patria terrenal de los judíos. Es un deber el amor a la patria de cada uno. San Pablo habla de la patria en distintas ocasiones: (He. 22,3:34, 14: 28, 17). Pero nuestra verdadera patria definitiva es el Cielo: la patria de este mundo es transitoria. (Fil. 3, 20) y (Heb. 11,16). Paz.- - En nuestra vida espiritual necesitamos encontrarnos en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno. El Espíritu Santo que habita en nuestras almas nos causa la paz. Se trata de un equilibro interior, de una sensación de bienestar difícil de describir pero fácil de identificar. Con una vida que aspira a la santidad y un profundo arrepentimiento, las personas logran la paz interior, que les permitirá el acceso a la vida; esta paz es fruto de la gracia de Dios. - Buscar la paz, más que la alegría. Porque en la paz obra Dios. También es - - - - - - bueno procurar la alegría para ser más útiles a cuantos nos rodean. La paz es un fruto del Espíritu Santo, (Gal.5, 22-23). Cristo es nuestra paz; de los dos pueblos hizo uno. (Ef. 2, 11-22). No puede haber división entre ricos y pobres, hombres y mujeres, unión entre todos, reconciliación humana. Son bienaventurados los que trabajan por la paz (Mat. 5, 9). Jesucristo vino al mundo con la paz; (Lc. 2, 14). Despedía a quienes ayudaba con el deseo de paz. (Lc. 7,50). Siempre enseña y da la paz (Mat. 10, 13), (Mc. 5, 34). A sus discípulos les exhortaba y sostenía con la paz: ―Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde‖ (Jn. 14, 27). En el saludo de los Apóstoles en sus cartas, con frecuencia deseaban la paz. (1 Tim. 1,1-2; 2 Tim. 1,2; 2,22); (Tes. 3,16); (Tito 1,4); (Col. 1,2).... Para encontrar la paz y la verdadera libertad no es preciso que salgamos de nuestros cauces. Todo lo que debemos hacer es entregarnos por completo a la voluntad de Dios; hasta llegar a asimilar todo lo que nos sucede como venido de la mano de Dios. Y hace falta para ello confiar mucho en Dios. En Él vivimos, nos movemos y existimos. En mi alma hay una morada donde no entra ninguna alegría ni tristeza. Allí se encuentra todo el Bien y la paz. (A. Foligno) Cuando Dios llegue a ser en nosotros lo único necesario, será el único Señor y dará paz a nuestra alma. (Salmo 61). No importan las criaturas en el sentido de apego, el sacrificio ni la propia felicidad. Somos libres de todo esto y nuestro descanso en Dios es la paz. Igualdad de ánimo en las cosas agradables y desagradables. La paz es la última palabra de la felicidad. Realizad la unidad en vosotros; amad y buscad a Dios. En la paz está como el centro de la circunferencia; permaneced en el centro, y vuestra ocupación será santificante. Contra un alma centrada en Dios, nada puede el mundo entero. ―Mis ganancias son pérdidas al poner mis ojos en Cristo.‖ (Fil. 3,7-8). Para pacificar las almas con auténtica paz, resulta indispensable la santidad. Se va hacia Dios, como el hierro atraído por la fuerza del imán. Pero no olvidéis que estar con Jesús es, seguramente, toparse con su Cruz... Ya el entendimiento se aquieta. No se discurre, ¡se mira! (Oficio de Lect. Escrivá) Es uno de los frutos del Espíritu Santo. Paz rito en la misa.- Portapaz.- - Se trata de un signo de gran valor; recordemos el sermón de la Cena de Jesús: ―La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.‖ (Jn 14, 27). Nos referimos al rito de la paz anterior a la comunión en la Misa. Tiene hoy un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana. Se ha conocido siempre este rito. En algunos lugares se empleaba un medallón que entregaba el monaguillo y los fieles lo - besaban, el portapaz. También varios niños que saludaban a los asistentes. En la actualidad se ofrece la mano a los de al lado. Se prevé que en ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser omitido. Es oportuno pensar en cambiar el modo de darse la paz establecida en su momento. Por ejemplo, un abrazo al estilo de los sacerdotes concelebrantes o simplemente una inclinación de cabeza con la mano en el pecho. Lo de estrechar la mano no parece higiénico, hay abusos y puede no tener sentido. Pecado.- - Pecado es el pensamiento, palabra, acción u omisión que, que va contra la - - - - - ley de Dios. El pecado es la violación de la ley de Dios, que está fundada en la exigencia o estructura del mismo ser humano. El desprecio por el incumplimiento implica el rechazo a Dios. Y la ofensa a Dios perjudica también al prójimo. Nos aleja de Dios y nos convierte a las criaturas. La realidad del pecado está constantemente presente en la Biblia. Por citar algún texto: (Mat. 5, 27-28); (Rom. 3,23 y 5,12) (1 Jn. 3, 4 y 5,17); (Jueces, 20, 16) (Gen. 13 13 y 18, 20)... El pecado es el fracaso de la libertad humana. Lo finito viene a ser absolutizado y pierde de vista el fin absoluto. El pecado priva al acto de trascendencia en relación con Dios. En la actual inculturación se ha instaurado en la sociedad un sentimiento del pecado menos religioso, pero más concreto en sus exigencias humanas; menos relacionado con Dios, más con lo humano. Pero hay diferencia del pecado civil al pecado moral, según el Evangelio. Pero vivimos en estructuras racionales injustas y somos responsables de una sociedad corrompida. Se encuentra en pecado cuando no se sitúa en la dependencia del Señor y confía en sus propias normas. Rechaza la opción fundamental de la persona que asumió la fe, o ni siquiera se ha querido formular esta cuestión. Pero esto no quiere decir que se nieguen los preceptos del decálogo. Los asumimos al cien por cien y no están reñidos con estos principios generales. Todo lo contrario. El decálogo concreta la acción del hombre. La confesión es una nueva conversión y una participación del misterio pascual de Cristo y en el gozo festivo de la Iglesia. ―Más alegría hay en el Cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia‖ (Lc. 15,7). Hemos de luchar contra el pecado, no solo contra el mortal y grave; también contra el pecado venial. Son legión los que viven alejados de Dios por el pecado. Remedios contra el pecado la conversión, la oración y huir de las ocasiones. La devoción a la Virgen María. El mayor pecado es la pérdida de la conciencia de pecado. Hoy se percibe en muchas personas este fenómeno; cuesta comprender qué es pecado. Parece algo difuso; y muchos lo concretan en lo que llamamos violación de la ética civil. Es grande la responsabilidad de haber perdido la conciencia de pecado - La culpa del pecado proviene de la transgresión. En lo moral es la conciencia - - de haber faltado a los mandamientos de Dios; el juicio de una elección libre, del mal. La culpa moral lleva consigo un castigo. Y la contrición, al reconocer el pecado propio y arrepentirse con la mirada puesta en Dios. (Salmo 51, 3-6). El pecado es una infidelidad al amor de Dios, un rechazo. (Jer. 2,3); (Rom. 7, 22-23). En la Biblia el concepto de deuda. (Salmo 37, 21). Dios intenta arrancar al hombre del pecado, lo vemos ya en el Génesis. Vemos la ruptura con Dios por parte del hombre; negación de la obediencia a Dios, no reconocerlo como Señor, como Padre, desconfiar, apartarse. Los profetas hablan de abandono de Yahvé, abandono, perjurio, adulterio, rapiña, injuria, oponerse a su corazón, ofender a Dios, apartarse de su amor. (Oseas 1, 2) Junto al tema del pecado, aparece la conversión; Dios siempre es fiel, aunque el hombre no lo sea e invita a volver al Padre con misericordia. (Lc. 15, 11-32). El demonio invita a la desesperación o a la indiferencia. Y a los Apóstoles dio el poder de perdonar los pecados. (Jn. 20, 23). Pecado clasificación.- - Los moralistas clasifican el pecado en mortal, venial, de pensamiento, - - palabra, obra y omisión. En la actualidad añaden la noción de pecado grave para diferenciarlo del pecado mortal. Y la gravedad del acto depende del rechazo de la opción fundamental. Es muy importante no violar en nuestra conciencia la opción fundamental, muchos moralistas ahí colocan principalmente el pecado mortal. Pero también puede haber pecados mortales quebrantando en materia grave los mandamientos de la ley de Dios. La transgresión mortal de ley hace al hombre constituirse en árbitro de su propia vida. En cualquier caso es necesario afirmar que existen acciones tan graves que (prescindiendo de ruptura o non de la opción fundamental) son en sí mismas pecado mortal. Pecado original.- - Pecado es aquel con que todos nacemos y hemos heredado de nuestros - - primeros padres. Los teólogos hoy quieren adecuar el concepto tradicional con el poligenismo y hablan de pecado original, como pecado del mundo que se ha ido apartando de Dios, y se transmite al nacer a manera de contexto general como un desorden de la sociedad y del individuo y se ve reflejado en las en las instituciones. Todos alcanzamos la edad de la razón en medio de una humanidad pecadora. San Pablo ve el pecado original dentro de la perspectiva de la redención. Cristo rompió la fatalidad del pecado de origen. El bautismo nos limpia el pecado original, heredado de nuestros primeros padres. Pecador.- Pecadores.- - El pecador lleva consigo el sentimiento de culpa. ―Padre, he pecado contra el - - - - - Cielo y contra ti‖. (Lc. 15, 21). Ser pecador no es una realidad extraña al hombre; es el hombre que realiza opciones equivocadas. Pero siempre queda abierto a la esperanza. ―Me levantaré e iré al padre‖. (Lc. 15, 18) Tener en cuenta que para el pecado mortal se necesita advertencia plena y consentimiento, porque se pueden dar en el hombre la inmadurez y otras circunstancias psicológicas que disminuyen la responsabilidad por falta de libertad plena. Profundizar en Dios Padre, Creador, Misericordia (Is. 55), Redentor y Justo. Darse cuenta de la malicia y abuso de la libertad. Asumir la causa del mal, la falta moral, hacer penitencia y reparar los daños, proponer el cambio, metanoia (Lc. 3,3 y Mc. 1,4), y llegar a la confesión con verdadero espíritu de conversión. Comprobar la propia fragilidad y aspirar a la felicidad dentro del bien moral. La infidelidad (Jueces, 10,13) es un obstáculo para nuestra necesidad de plenitud. Es preciso redescubrir la dimensión interpersonal del pecado. El pecado nace de la privación del amor; es la consecuencia de una negación de la alianza con aquel que es fuente de amor. Y la conversión lleva siempre consigo el espíritu de fe y la gracia de Dios. Ha de superarse la vergüenza y llegar a Dios que nos invita a la contrición. (Salmo 51, 19). Dios nos lleva a un proceso de conversión, porque el hombre no es capaz de ello con sus propias fuerzas. Hemos de orar por el pecador, por su conversión. Dar a conocer al Dios del amor, a Aquel que se entregó por nosotros. El pecador ofende al amor de Dios y hemos de ayudarle. Se separa de la caridad salvífica. Después, el Espíritu Santo puede dar la gracia de la conversión y la Santísima Trinidad nos salva en nuestra existencia. El criterio en nuestra relación con los pecadores lo miramos en el Evangelio. Criticaban a Jesús los publicanos de que comía con los pecadores y Él contestó: ―No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa ―Misericordia quiero y no sacrificio‖: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores‖. (Mat. 9, 1013). Vuelven a criticar a Jesús cuando Magdalena, la pecadora, derramó perfume en su cabeza. El Maestro defendió a aquella mujer y le dijo ―Tu fe te ha salvado, vete en paz‖. (Lc. 7, 34-50). ―Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse‖. (Lc. 15,7). Y puso como ejemplo la parábola del Fariseo y el Publicano, pecador que salió purificado del templo con su oración humilde. (Lc. 18, 13-14). Entró en casa de Zaqueo, jefe de publicano y rico, y lo criticaban. Jesús respondió: ―Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido‖. (Lc. 19, 1-10). - Por otra parte, también hemos de tener en cuenta que las malas compañías - - hemos de evitarlas: ―No os engañéis: ―Las malas compañías corrompen las costumbres‖. (1 Co. 15, 33). Fomentar nuestra esperanza si hemos pecado. Pedir a Dios por la conversión de los pecadores. Santa Mónica lo pedía una y otra vez, con lágrimas, con gran confianza. El Señor lo concedió con creces; no fue una conversión pasajera, sino total de su hijo, San Agustín. Recordar la promesa del Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque: ―Daré a los sacerdotes verdaderamente devotos la cualidad de que conviertan aun a los pecadores más endurecidos‖. Hemos de superar una visión legalista en nuestra relación con Dios. Fijarnos siempre en la misericordia de Dios Padre. Fidelidad no a la letra, sino al espíritu de la ley. Y siempre ver la posibilidad de la curación del pecador. Pedro.- San - Destaca San Pedro en los Evangelios como el primero de la comunidad apostólica; confesó que Jesús es el Mesías y sobre él Cristo fundó la Iglesia. (Mat. 16, 13-20). Jesús le confirmó como el primero del colegio apostólico, después de la resurrección. (Jn. 21, 15-17). Y Pedro actuó como tal a lo largo de los Hechos de los Apóstoles. El papa es sucesor de San Pedro. Pelagianismo.- - Es un error que se puede ir implantando en la vida espiritual al exagerar la - libertad y fuerza del hombre de manera que pueda obrar en el terreno de perfección sin necesidad de la gracia. Su existencia data desde el siglo IV y Pelagio fue quien lo predicó. Y aparece después como herejía permanente en forma de semipelagianismo cuando se incita a la virtud sin contar con la oración... Penetrar.- Es una palabra que se emplea con frecuencia en el lenguaje místico. En este - sentido hemos de dejarnos penetrar por el Espíritu Santo y recogernos en nuestro interior para darle acogida; que cosas ajenas no ocupen nuestro interior. Acoger el don de la Revelación divina, para penetrarla más profundamente y vivirla de modo más pleno. Profundizar en el sufrimiento de la cruz. El don de Entendimiento nos hace penetrar y ahondar en las verdades de la fe, en la presencia de Jesús entre nosotros: comunión eterna de Dios con nosotros, en la plenitud del Espíritu Santo. Penetrar cada vez más en el Ser divino mediante el recogimiento; es la fuerza del alma concentrada en Dios, para luego embestir y expansionarse. - El salmo; 42 nos dice: ―Penetrar en el tabernáculo admirable hasta la casa del Señor‖. Penitencia.- - Contemplamos aquí la penitencia como sacramento (Jn. 20, 19-23). En la - - vida espiritual cristiana tiene eficacia extraordinaria. Desde el último tercio del siglo XX, período posconciliar, ha caído mucho la frecuencia de este sacramento. Mas su importancia es grande, como fuente de gracia por el perdón de los pecados; y da fortaleza y ánimo para perseverar. Ha de ser recibida con disposición esmerada, con dolor y propósito de enmienda, con espíritu de conversión. (Mat. 9,6-7) Recordemos que la penitencia o confesión ha de ser una nueva conversión; para ello, prepararla bien con el examen de conciencia, el dolor de los pecados junto con el propósito de enmienda. (Lc. 15, 11 y sig.) Es preciso profundizar en el examen de conciencia sobre todo en la raíz de los pecados propios. Habituarse al examen de ―golpe de vista‖, con la pregunta frecuente: ¿Dónde está mi corazón? Recibir el sacramento con confianza y alegría, evitar los escrúpulos. Fomentar la compunción de corazón. La confesión para muchos resulta difícil e incluso molesta. Pero es cuestión de delicadeza: cuando nos encontramos limpios, buscamos más la limpieza que cuando estamos en la tibieza. Lo esencial es buscar lo que Dios aprecia, y menospreciar lo que el Señor menosprecia. Es obligatoria recibirla si se cae en pecado mortal. Incluso si ese pecado se ha perdonado por el acto de amor a Dios, la perfecta contrición. La gracia sacramental de la Penitencia, lava nuestras culpas, alegra nuestro corazón, fortalece nuestras almas. Ver la siguiente entrada ―Penitente.‖ Penitente.- - Jesucristo no tenía necesidad de hacer penitencia, porque no tenía pecado; - pero comienza su vida pública con el ayuno del desierto para ejemplo de los pecadores. Y predicó la conversión, cambiar de camino, hacia una nueva vida, la metanoia. Cambio interior y definitivo, como el Hijo Pródigo (Lc. 15, 11-32). Nos enseña que Dios acoge al pecador que se arrepiente. Todo cristiano se constituye penitente porque se siente pecador y precisa de la confesión, dolor y propósito. La conversión al Señor es imprescindible en nuestras vidas. El verdadero penitente comienza, reanuda o intensifica la amistad y comunión con Dios; también con la Iglesia y con la humanidad entera. Dios se acerca a nosotros antes que nosotros a Él. (Jer. 19, 11; Mat. 10, 24,31; Rom. 8, 28-29). Entregamos nuestro corazón a su benevolencia y somos colmados de gracia. Acogemos su potencia de salvación, y todo lo recibimos a través de la Iglesia, que es su obra. - La vida cristiana como penitencia entra en la lógica del bautismo y de la - conversión continua, de la penitencia permanente, del espíritu de compunción. La Iglesia es un pueblo penitente. La misma participación en la Eucaristía es una invitación a la conversión. Oración, ayuno, limosna curan el alma, aunque puedan afligir el cuerpo. El sacrificio en la comida purifica el cuerpo. En el sacramento de la penitencia se reactualiza en nosotros el perdón y la conversión. Pensamiento.- - Nuestro cerebro siempre piensa en algo, siempre se encuentra en actividad. - En gran parte de las personas existe una especie de alboroto de ideas descontroladas, y viviendo así el poder de la mente es menor. En nuestra vida de relación con Dios hemos de pensar en Él; aspirar a una vida de oración. Muchos llegan a lo que hoy llamamos ―oración continua‖. Siempre con paz, sin forzar pero con algún pequeño esfuerzo de control. Deseamos con San Pablo: ―La paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús‖. (Fil, 4,7). Conviene aprovechar los medios psicológicos para ello: aprender a respirar, a concentrarse, a relajarse, niveles alfa... hasta que ―nuestra casa esté del todo sosegada‖. Ir adquiriendo un equilibrio mental, óptimo para la vida profesional y de relación social, para el estudio, para la oración y vida interior. Es lo que decía Teresa de Jesús: ―sujetar la imaginación que es la loca de la casa‖. Pentecostés.- - La intención de Lucas es relacionar la resurrección con la promesa del - - Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia. (He. 2,1-13). Fiesta muy importante, en que finaliza el tiempo pascual. Es la gracia de Dios que se nos entrega como miembros de la Iglesia. Celebramos con gozo íntimo la permanencia del Espíritu Santo en nuestras almas. Es el santificador, el consolador, el que nos guía y dirige en nuestro camino hacia la eternidad. Cristo, nos anuncia y promete al Espíritu Santo tanto a la Iglesia universal como a nosotros como miembros (Jn. 14, 26; 15,26; 16,7). Jesús en Pentecostés, envía el Espíritu Santo a los Apóstoles reunidos con María en una actitud de esperanza y fecundidad. Quiere que la Iglesia, su esposa, viva las mismas penas y alegrías que Él. Y cuando todos los años celebramos esta fiesta, aplicamos a nosotros mismos esta vivencia carismática y gozosa de los Apóstoles. Nuestra respuesta, anunciar a Cristo, vivir el gozo pascual y olvidarnos de nosotros mismos en una entrega generosa. Perdón.- - Tiene dos aspectos: a) Pedir perdón. Hacerlo siempre que nos sintamos - - responsables por enfados, malas palabras y alguna ofensa culpable. Lo practicamos cuando sin querer hacemos alguna cosa molesta a otros. Mucho más cuando nuestra acción ha sido voluntaria. b) Perdonar. A los que nos han ofendido, aun cuando no nos pidan perdón; perdonarles en nuestro corazón. Y si nos piden perdón otorgárselo siempre. Esto no quiere decir que no tengamos derecho a reclamar en justicia deudas o daños que nos han inferido. Hemos de vivir el don del perdón de Dios, y siempre hemos de perdonar, como dice el Evangelio con esta expresión: ―Hasta setenta veces siete.‖ (Mat. 18, 21-22). Aprender a aguantar a los que hacen sufrir, devolver bien por mal. Renunciar a la venganza. Ver entrada ―Enemigos‖. Peregrinaciones.- - La peregrinación consiste en el viaje de devoción a un santuario o lugar - sagrado con importantes connotaciones religiosas. Suele realizarse en grupo, aunque también puede ser individual. Hoy las peregrinaciones siguen ganando importancia, y cuando se realizan en grupos considerables a veces se consiguen conversiones en algunos peregrinos. Los santuarios marianos suelen constituir los principales centros de peregrinación. Con relativa frecuencia existen milagros verdaderos, tanto por recobrar la salud, como por conversiones de pecadores. Conviene preparar el alma con cuidado antes de acudir a una peregrinación para dejarse alcanzar por la gracia de Dios. Tienen máxima importancia dentro de la religiosidad popular. Pereza.- - Es uno de los pecados capitales: tendencia a la ociosidad, al descuido o a la - - - torpeza en la acción, una disposición de la voluntad que rehúye el esfuerzo. La pereza tienta más cuando nos queremos dedicar a la oración: entonces aparecen el sueño, el aburrimiento o el cansancio. Recomendamos remedios de la Sagrada Escritura para vencer la pereza: (Ga. 2,20; Heb. 3,14 y 6, 11-12); (1 Co. 6, 19-20; 2. 24-27; y 2 Co. 2,6); (Col 3, 23-24; Sant. 4, 14 y 9, 4); (Eclesiastés, 9,10; Prov. 6, 6-11); (Jer. 48,10); (Lc. 16. 10); (Rom. 12, 1-2; 13, 11-14); (Prov. 10, 4-5; 18, 19; y,15); (1 Tim. 5, 8); (Fil. 2, 12-13; Ef. 5, 15-16). Qué triste se encuentra uno cuando cree que no avanza nada, que el Señor se ha olvidado de él... y hay que huir de la pereza, que es mala consejera. Si vencemos este decaimiento de ánimo, Dios nos premia más tarde con el consuelo, la fortaleza del alma y el gozo de ser más de los suyos. Con la gracia de Dios y el esfuerzo para corresponder, pasará la desgana, y ―aunque esté nublado‖, pero es de día. Ver entrada de la virtud contraria, ―Diligencia‖. Perfección.- - La palabra perfección significa etimológicamente hacer hasta el fin. Hemos - - - - - de seguir la exhortación de San Pablo: ―Por encima de todo esto, revestíos de la caridad que es el vínculo de toda perfección‖ (Col. 3, 14). La verdadera perfección es la caridad. Unirnos a Dios como a último fin, incluyendo la caridad y las virtudes tanto teologales como cardinales. Jesús nos lo dijo: ―Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto‖. (Mat. 5,48). En la Biblia se nos invita con frecuencia a la perfección. Por citar algún texto: (Gen. 1, 26-27; 5,1) (Ez. 28, 12-15) (Sant. 3,9 y 3,23) (Job 15, 14-16) (Rom. 1,21) (Fil. 3,12) etc. La perfección crece al crecer la caridad, con un acto más intenso que el mayor hasta entonces, tanto a Dios como al prójimo. Y se trata aquí de la caridad afectiva en primer lugar, porque la caridad efectiva está informada por la afectiva, y podemos considerarla como consecuencia necesaria. Pero tengamos en cuenta que con ―relación a nosotros‖ es la caridad efectiva la que consideramos soberana. La perfección lleva consigo la práctica de las virtudes, de los preceptos y de los consejos en la medida de la vocación de cada uno. Los religiosos y sacerdotes están especialmente obligados a aspirar a la perfección. El ser es más perfecto cuanto más amor recibe de Dios. La voluntad de Dios de amar perfecciona el ser. Los grados de perfección suelen considerarse: a) Principiantes o incipientes. (Corresponden a la vía purgativa o infancia). b) Proficientes o adelantados. (Corresponden a la vía iluminativa o adolescencia). c) Perfectos o maduros. (Corresponden a la vía unitiva) Es verdad que Dios a algunos les ha predestinado a mayor perfección, pero esto no ha de ser obstáculo para nuestra falta de entrega generosa. Podíamos, sí, haber correspondido mejor a la gracia y no quedarnos retrasados. Hemos de desear que en nuestra intención sea lo primero aspirar continuamente a la santidad, no cerrarnos a las muchas gracias que el Señor continuamente nos ofrece. Ante todo corregir el desorden y establecer el orden. Que el conocimiento, servicio y amor a Dios sea lo primero, (Jn. 17, 3) porque muchos quieren fabricar una perfección a su gusto. La perfección se consigue cuando con facilidad se conoce, sirve y ama a Dios y al prójimo. Estar dispuestos al mayor sacrificio para cumplir la voluntad de Dios. La perfección no está en el sacrificio, pero el sacrificio es necesario para la perfección. (Mat. 16, 24). Error, buscar el sacrificio por sí mismo o aumentarlo creyendo que ahí está la perfección. Hacer los sacrificios necesarios para cumplir o ayudarnos a cumplir la voluntad de Dios. Perfume sobrenatural.- - Es un fenómeno místico extraordinario. Olor de exquisita suavidad y fragancia que se escapa a veces del cuerpo de los santos. Se habla de este perfume en Clara de Asís, Francisco de Ángelis y otros. - En la Sagrada Escritura se utiliza el perfume como algo que trasciende o lo que se percibe. Ver (Mc. 14, 3 y Jn. 12,3), cuando la Magdalena perfuma a Jesús. También (Ex. 30, 23-24) cuando se perfuma el santuario. Y en (2 Co. 2, 14-6) ―Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios...‖ Permanecer.- - Permanecer en Cristo ha de ser nuestro deseo, nuestra experiencia de fe, el - - gran ideal de nuestra vida interior. De Él sacamos fuerza para nuestra vida y para evangelizar. Dice Jesús: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer". (Jn. 15,5). Los capítulos 2, 3 y 4 de la primera carta de Juan están dedicados a la permanencia en Cristo, en su amor. También el único capítulo de la segunda carta de Juan. Lo mismo el capítulo 15 del Evangelio de Juan. Conviene meditarlos con frecuencia. Permanecer en el amor a Jesús para dar fruto; para obtener lo que pedimos en la oración; para amarnos los unos a los otros; para imitar a Jesús unido al Padre. Persecución.- La persecución de los amigos del Señor es un aspecto de la guerra secular que opone el demonio y los poderes del mal contra Dios. (Gen. 3; Ap. 12; 17; 19). Llega a su punto culminante en la pasión de Jesucristo (Lc. 22, 53). Los perseguidos fieles sobreabundan de gozo (Ap. 7,14) y hallan fuerza para soportarla. Jesús nos anima a orar por los perseguidores (Lc. 23,34). Ante la persecución no hemos de tener miedo; nuestro Maestro venció al mundo (Jn.16, 33). Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mat. 5,10) Perseverancia.- - - Es una virtud que inclina a persistir en el ejercicio del bien, a pesar de las molestias que nos ocasione el día a día. Todas las virtudes necesitan ayuda de la perseverancia. Tengamos en cuenta que si se pierde la gracia, también se pierde la perseverancia. Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Lleva siempre consigo un esfuerzo humano que es mantenido por la gracia de Dios. Va unida también a la esperanza. Nos fiamos de Dios que nos ha de ayudar a perseverar hasta el fin. El combate que mantuvo Esaú con el ser misterioso, y al fin fue bendecido, simboliza nuestra lucha espiritual y al fin la perseverancia por la gracia de Dios. (Gen. 32, 25-31; Lc 18, 1-8). Jesús pide al Padre por nosotros, no precisamente que nos retire del mundo, sino que nos ayude a vencer el mal. (Jn 17, 15). - Las cartas de Nuevo Testamento nos exhortan: ―Y ahora, hijitos, perseverad en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados‖. (1 Jn. 2,28) "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tim. 1,18). Hemos de pedir al Señor que aumente nuestra fe y nos dé la perseverancia (Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32). Y hemos de perseverar hasta la muerte. Es la gran gracia de Dios. Conviene pedir repetidas veces al Señor el don de la perseverancia final. Nuestro gran problema. Necesitamos para ello paciencia, fortaleza, constancia, piedad… pedirlo con frecuencia porque es mucha nuestra debilidad. - Persona.- La persona se define como una sustancia espiritual. Es el sujeto de las acciones. Ante todo aplicamos el nombre de persona a las tres de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se distingue entre ellas en la unidad de una sola esencia. Las tres personas divinas son iguales en perfección. Del conocimiento del Padre se engendra el Verbo (Hijo); (segunda persona). Del amor del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo (tercera persona). Entre las personas humanas existe la posibilidad de relación espiritual interpersonal. La persona humana tiene inteligencia, voluntad y es imagen viva de Dios. Es individuo, libre, responsable, sujeto de virtudes, de deberes y derechos. Tiene consciencia de sí mismo. - - Pertenecer.- En el curso de la vía iluminativa nos damos cuenta de que pertenecemos a Dios. Y nos da alegría. Y le pedimos que disponga de nosotros según su voluntad. Y a la vez confiamos del todo en Él, Creador, Padre, Redentor. Perversiones.- - Las perversiones designan un comportamiento o un conjunto de prácticas sexuales o de otro género que no se ajustan a lo ético o socialmente establecido. Manifestaciones muy diversas tanto en lo sexual, en lo individual o en lo relacional. La perversión en psicoanálisis es una entidad técnica que mantiene vigencia hasta la actualidad, pero desprovista de su connotación peyorativa. El director espiritual y el acompañante ha de tener en cuenta esta anomalía para saber ayudar en su curación a quienes las sufren. Ver entrada ―Patología espiritual‖. Petición.- Ver entrada ―Oración de Petición‖. Piedad.- - En general entendemos por piedad la relación de amor con el de arriba: con - - - - - - - - los padres, con Dios; también con los semejantes tener el sentido de compasión. Llamamos también piedad al amor que Dios nos tiene como hombres. Dios es la fuente de toda piedad y Cristo la manifestación de la piedad y misericordia del Padre hacia los hombres. Nos referimos aquí en particular al ―sentimiento de compasión o misericordia que produce alguien que sufre o padece‖. Al finalizar el artículo utilizamos la otra acepción: ―devoción religiosa‖ Son muy numerosas las veces que aparece en la Biblia la invitación a la piedad. En el Antiguo Testamento aparece numerosas veces en Jueces, Job y sobre todo en los Salmos y en Isaías y en los profetas. Por citar alguna del Nuevo Testamento: (Lc. 18,13): ―Señor, ten piedad de mí, pecador‖. (1 Tim. 3,16). Esta piedad mueve al hombre a llevar semblante y gestos amables. Esta piedad mueve al hombre a que responda suave y amigablemente. Esta piedad mueve al hombre a que haga buenas obras a aquellos que están con el ánimo ofendido. Se muestra la piedad con el cariño, respeto y veneración, aun cuando tengan sus defectos. Los padres son siempre padres y ninguna razón ha de haber para rebajar la estima y respeto que se les debe. Asimismo se debe cariño y respeto a los abuelos y demás familia, sobre todo a los que conviven bajo el mismo techo. La piedad produce compasión para condolernos con los hombres. La piedad produce compasión, al contemplar la pasión de Jesús. La virtud de la piedad es derivada de la justicia: es un hábito que nos inclina a tributar a los padres, a la patria y a cuantos se relacionan con ellos, el honor y el servicio debidos. La verdadera piedad se ha de fundar ante todo en el cumplimiento de la ley de Dios y en el amor al prójimo. Jamás descuidar nuestros deberes profesionales. Y fundarla sobre todo en el Evangelio. Mira también entrada ―Misericordia‖ El vocablo piedad solemos usarlo también como sinónimo de devoción, religiosidad, entrega a las cosas y culto de Dios. En este sentido principalmente lo utilizamos en este diccionario. (2 Pe. 1-3) ―Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos son dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud‖... Ver entrada ―Ejercicios de piedad‖. Piedad don.- El don de Piedad excita en la voluntad un afecto filial hacia Dios y un sentimiento de fraternidad universal. Es uno de los más preciosos, porque concurre directamente a regular la actitud que hemos de observar en nuestras relaciones con Dios: nuestra actitud, mezcla de adoración, de respeto, de reverencia hacia una majestad que es divina; mezcla de amor, de confianza, de ternura, de total abandono y de santa libertad en el trato con nuestro Padre, que está en los cielos. El don de Piedad, imprime en nosotros, como en Jesús, la inclinación a relacionarlo todo con nuestro Padre, y a enderezarlo todo a Él; (Rom. 8,15) nos mueve a tratar las cosas referentes a Dios con ese interés y aprecio con que se miran las de familia, con cariño tierno y llaneza, con amor filial. Pone en el alma una ternura filial hacia nuestro Padre. (1 Co.3,16 y 6,19) La plegaria predilecta para quien lo siente de verdad es el Padre Nuestro. Nos hace adorar el misterio de la Paternidad Divina. Pone en el alma un filial abandono. Nos hace ver en el prójimo verdaderos hermanos. Este don de piedad es el que sugiere a las almas enamoradas esos dulces desahogos y esos nobles atrevimientos que extrañan a los profanos. Sugiere el don de piedad los medios más eficaces, las devociones más tiernas y fructuosas para complacer al padre celestial. Para fomentar este don hemos de cultivar en nosotros el espíritu de adopción, vernos templos vivos de Dios (Ef. 2, 21-22). La fraternidad universal, lo creado como perteneciente a la casa del Padre. Y abandonarnos en sus brazos. Nos darás, Señor, un conocimiento sabroso y experiencial que nos llene el alma. Juzgar con instinto divino las cosas sobrenaturales. ―Gustad y ved cuán suave es el Señor‖ (Salmo 33,9). - - - - Piedad pasiva.- - - - Dejar el camino libre y abierto a Dios y acoger su voluntad de beneplácito. Aceptar, dejar hacer, acoger: piedad pasiva. Mi espíritu reconoce; mi corazón acoge; mis sentidos soportan. Aceptar el consuelo y las pruebas como operación divina. Mantenerse tranquilo sin agitación. (Esdras 8,22). Al alma que se entrega a Dios la invade, penetra y anima. Y descansamos con Dios en paz aceptando. Vivimos en estado de espera, de suave alerta al momento de Dios. Con indiferencia, atención, calma y energía apoyados del todo en Él. (Salmo 56,3). Aprender a escuchar a Dios, esperar con atención y calma, sin interrogarle. Sabemos que Dios nos mira con alegría. (Salmo 67,1). De tiempo en tiempo, acto de aceptación. Cuando es necesario, Dios nos muestra algunas particularidades. Sin curiosidad por fiscalizar la acción de Dios; confianza. Dificultad de aceptar el consuelo, por el apego que suele darse. Sí aceptarlo. El hábito del placer crea en el alma temperamento muelle. Nada pedir, nada rehusar. Mirar entrada ―Pasividad‖. Piedad Prácticas.- La piedad la fomentamos con las llamadas ―prácticas de piedad‖, necesarias para mantener nuestro fervor espiritual y la relación de amistad con Dios. Son muchísimas; algunas más importantes, otras de tipo optativo. Conviene hacer un ramillete de ellas para practicarlas. Algunas son necesarias del todo y a diario. La más importante, la oración personal; la comunión frecuente. La misa dominical es obligatoria para cumplir el tercer mandamiento de la ley de Dios; es una necesidad de amor y reverencia a Dios. La lectura espiritual es muy importante para mantener el fervor de la oración. El rosario a la Virgen María, viacrucis, vista al Santísimo Sacramento, ángelus, ofrecimiento de obras, examen de conciencia, retiro mensual, Ejercicios Espirituales anuales... Hay otras muchas prácticas de piedad, de las cuales conviene elegir algunas sin que nos ahoguemos excesivas prácticas. Ver entrada ―Ejercicios de piedad‖. - - - Plan de vida.- - - Consiste en trazarse un horario de los tiempos libres del día para los actos de piedad, formación o expansión y para lo relacionado con nuestro perfeccionamiento interior. Es muy útil a todos los niveles para aprovechar el tiempo. Para saber qué vamos a hacer en cada momento. Y sobre todo, para evitar indecisiones, pereza, ser fiel a la vida interior, lectura espiritual, oración. Nos ayuda a formar el carácter, mantener amistades, mirar hacia los demás... que nuestra vida sea plena. Ha de estar del todo acomodado a los deberes propios, de los que jamás debemos excusarnos y cuyo tiempo no se dedicará a actividades de otro tipo. Conviene que sea flexible para poder interrumpir o cambiar de actividad por obligaciones de trabajo, estado, sociales o imprevistas. Pláticas.- Son charlas de espiritualidad que se acomodan a las circunstancias de los oyentes con intención de ir moviéndolos hacia Dios, hacia la santidad. Ver también ―Conferencias‖ y ―Exhortación‖. Placer.- - Dios lo dispone para que nos pueda animar y estimular a seguir adelante en el camino de Dios. Lo que no tenemos que hacer es poner en el placer nuestro reposo final. El mal y el desorden están en descansar en las criaturas como si fueran nuestro último fin, prescindiendo de nuestra relación con Dios. No se trata de aniquilar los sentidos, sino de elevarlos a Dios a través de las criaturas. ―No a nosotros, Yahvé, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria‖ (Salmo 115, 1) Suelen decir que los santos han llegado a preferir el dolor que el placer; a concebir un horror instintivo a todo aquello que pudiera satisfacer sus gustos - - - - - y comodidades, mas también es necesario el placer en ocasiones, siempre y cuando no nos adhiramos a él como objetivo a conseguir. Las personas por tendencia buscamos sin cesar la propia satisfacción o placer en todo. Tal vez nos parezca que en el sacrificio, en nuestro esfuerzo por los demás, solo buscamos a Dios o al prójimo. Y... si nos analizamos por dentro... El sacerdocio, el apostolado, el matrimonio, la mortificación: cuánto tiene de propia satisfacción en muchas ocasiones! ¡Qué pocas veces buscamos a Dios sólo! Por eso aceptar el dolor en cualquier forma que nos venga, es un remedio eficaz para buscar a Dios, su gloria y prescindir de nuestro propio egoísmo. Los placeres de la vida han de servir para estímulo de cumplir la voluntad de Dios. Vivir para gozar del placer es trastornar el plan divino. Recordar las tentaciones de Jesús en el desierto y cómo las venció. (Mat. 4, 1-11). El placer es como la gota de aceite para la máquina; algo necesario. El placer es tanto más intenso cuanto el deber más importante.El placer es un instrumento, no un fin en sí. Ver entrada ―Satisfacción‖. Plenitud.- - Esta palabra evoca la perfección en abundancia. La Iglesia es la plenitud de Cristo, colmado de la Omnipotencia divina (Col. 1, 19 y 2,9) ―De la plenitud de Cristo todos hemos recibido‖. (Jn. 1,16). Quien considera la acción de Dios por Cristo en nuestras almas no puede menos de encenderse en amor al contemplar la plenitud de amor con que se desborda en nosotros: ―Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios‖. (Ef. 3:17-19) Pléyade.- La santidad rara vez se da aislada. Los santos son como las estrellas. Constituyen constelaciones. Lo estamos comprobando: cuando surge un hombre santo, alrededor aparecen otros varios con deseos vehementes de santidad. Muchos, luego perseveran. Otros se quedan en la estacada. Tenemos que unirnos a personas santas para superar este ambiente. Recordemos a los santos fundadores cómo en torno a ellos se agrupaban persona hambrientas de santidad. Pluralismo.- Dentro de la espiritualidad existen distintas tendencias. Lo importante es ser persona espiritual, ferviente, amigo de la perfección. Unos mirarán más la ascesis, otros la acción sin olvidar la oración, otros la contemplación. Lo - importante es el deseo, y vivir en consecuencia con nuestra fe. Muchas veces las distinciones se fundan en la variedad de los tipos psicológicos. Y no podemos negar la legitimidad. Recordemos (1 Co. 3, 5-9) sobre las rivalidades ―Yo de Pablo, yo de Apolo...‖ lo importante es ser de Cristo. Nadie puede pretender que la santidad sea en exclusiva de un modelo único. Una cosa parece fundamental: nunca perder la ocasión de propagar de alguna manera la fe; nunca perder la ocasión de ponerse en contacto con Dios en la oración y de ayudar al hermano. Pobre.- - - - - - - Se dice que es pobre el hombre en una situación de indigencia por falta de recursos, deficiencias o minusvalías. En el Antiguo Testamento se considera al pobre con compasión o disgusto. La riqueza se mira como un don de Dios: muchos hijos en el matrimonio ayudaban a conseguir ese bienestar. La pobreza, una situación desafortunada. El pobre, objeto de solidaridad generosa por parte de quienes está sobre él. Para los profetas son numerosas las alusiones al pobre: condenan la explotación del hombre y el abuso del poder. Dios toma partido por el pobre, le ama. En (Jer. 22,3), manda librar al oprimido del opresor. En los salmos: el pobre es humilde y lleva una existencia sana y reta a los poderosos y atrae la atención del Señor. ―Hartaré de pan a los pobres‖ (Salmo 132, 15). Sé que Yahvé defenderá al humilde, que llevará la causa de los pobres. (Salmo 140, 13). ―No quedará olvidado el pobre para siempre‖ (Salmo 10, 19). ―Los pobres comerán, hartos quedarán‖ (Salmo 22, 27). En el libro (1 Reyes 21) se busca la igualdad social de las familias. En (Deut. 15, 7-11) se exhorta a ser generosos con los pobres. En los libros sapienciales: El pobre causa malestar a sus vecinos (realidad). Su situación es mísera; la riqueza puede ser resultado de la laboriosidad. Ser pobre no es castigo de Dios, Él defiende sus derechos y su causa. La limosna es un gesto bueno de una actuación religiosa, pero hoy la palabra limosna suena mal; incluso los mendigos piden una ayuda o un donativo. En el Nuevo Testamento, la pobreza de Jesús es el resultado de una falta de bienes. Jesús nació pobre (Mat. 2, 11 y Lc. 2,7 y 2, 22-24). No tenía donde reclinar la cabeza. (Lc. 9, 58). Fue vejado, atormentado y muerto sin que nadie le defendiera. (Mc. 15, 16-17) y toda la pasión es la extrema pobreza. La limosna es evangélica y su motivación ha de ser con amor. Al pobre se le debe amor y ayuda. Hemos de despojar al alma de las pasiones que nos destrozan, también de la pretensión de lo ajeno. ―Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica‖ (Lc. 6,21) Las riquezas son un riesgo para la salvación: quien las posee corre el riesgo de convertirse en malvado. Recordamos el juicio final y la actuación con los pobres. (Mat. 25, 35-46). Pobreza.- - - - - - - Entendemos aquí por pobreza la evangélica; el estado de vida o la opción de vivir sin apego a la riqueza y sin disponer por sí mismo de bienes materiales. Normalmente el estado de pobreza se vive en una comunidad religiosa, junto con los votos de castidad y de obediencia. La finalidad, entrega total a Cristo y al servicio de los hermanos. Renunciar al mundo y abrazarse con la pobreza proporciona libertad interior. Pero cuando hablamos de pobreza no nos referimos a la indigencia o a vivir de la mendicidad. Decimos con la Biblia: ―Señor, líbrame de la riqueza y líbrame de la miseria‖. Además quienes se consagran a la pobreza han de preocuparse de los pobres. (Gal. 2, 7-10) y (Lc. 18, 22). La pobreza ha sido santificada por Jesús. La pobreza nos lleva de la mano a amar a Dios sobre todas las cosas, porque nuestro corazón no se adhiere a los bienes materiales. Entremos resueltamente en el camino de la pobreza, para imitar a Jesús. Cuando el hombre se halla aniquilado por su pobreza, queda en total dependencia de Dios. La vida y la muerte, la riqueza y la pobreza vienen de Dios. Seguir la pobreza y el celibato por el Reino de Dios es un testimonio de fe en la vida eterna, pero ha de ser con autenticidad. El movimiento mendicante ha tenido mucho arraigo en la Iglesia; también la comunión de bienes, la solidaridad. Uniformarnos de la pobreza de Cristo; bienaventurados los pobres de espíritu. Y también el pobre ha de ser generoso. La pobreza lleva consigo la mansedumbre, la humildad. Cristo rico se hizo pobre; asumió los pecados, las enfermedades e indigencias de los extranjeros. Constituye la garantía de la fidelidad de Dios. Ver entrada anterior, ―Pobre‖. Político.- - - Una función del ser humano es la política, por consiguiente también del cristiano. Se llegó a definir al hombre como animal político. El mundo recibe del hombre su destino. Y es claro que el cristiano, como hombre, debe preocuparse del destino del mundo por la acción política. Hoy el político casi siempre prescinde del cristianismo. Pero lo cierto es que los cristianos han de mostrar coherencia con su fe y asumir los cargos políticos con pureza de intención con generosidad y como una verdadera misión social. Hemos de recordar algunas ideas que nos da el Catecismo de la Iglesia Católica: ―Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres‖. (Cat. 408). ―Los cristianos seglares impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia‖. (899). ―Si toda comunidad humana posee un bien común que la configura en cuanto tal, la realización más completa de este bien común se verifica en la comunidad política‖. (1910) Posesión.- - - - - - Nos referimos ahora a nuestro deseo de ser poseídos por Dios, según la frase de San Pablo: ―Todo lo reputo como basura con tal de ganar a Cristo‖ (Fil. 3,8). Algunas ideas de nuestros místicos: Ganar a Cristo es poseerle y ser poseídos por Él. Esperar es tender hacia la posesión de Dios con la certidumbre de que no nos abandonará jamás. Las tres Personas, en posesión de una sola sustancia divina, un solo Dios. Habita en nosotros el Espíritu Santo para darnos posesión plena de Dios. La posesión del reino de los cielos, la recuperación de la adopción de hijos… Posesión de paz y solaz en el Amado. Dios se convierte para el alma en una dulce posesión sin egoísmos. Cuando este divino amor toma posesión del alma trae una paz divina, una confianza inquebrantable una fidelidad absoluta y un perfecto reposo. ―Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel‖ (1ª Co. 4:2). El amor entonces se define en esta alma afortunada y la hace centro de sus divinos favores. Habiendo muerto y resucitado con Cristo, solo sienten y desean lo que el mismo Jesucristo. Unidos y configurados con Él, inspirados en sus sentimientos, para perpetuar en la Tierra su divina misión. (Fil. 2, 4). Tener tan larga y profunda oración que baste para traer el corazón en recogimiento. Vivir en el espíritu en todas las cosas, cuando es en nosotros el Espíritu Santo el principio de todo. El Espíritu Santo discurre en los justos y consume como fuego sus vicios e imperfecciones. Abundan en estas ideas místicos como Gea Escolano, Philipon, Isabel de la Santísima Trinidad, Eymard, sor Benigna Consolata, Olier… Posesión diabólica.- - Existe también la posesión diabólica: la vemos en el Evangelio. (Mat. 7,22). - - Jesús liberó a muchos endemoniados. Para combatirla hoy, la Iglesia ha dispuesto de los exorcismos, que se otorgan, en casos de certeza, a través de un sacerdote nombrado por el obispo. Algunos casos parecen con cierta evidencia reales. Dos elementos constituyen la posesión, explica Tanquerey: la presencia del demonio en el cuerpo del poseso, y el imperio que ejerce sobre el cuerpo, y, por medio de éste, en el alma. Puede obrar directamente en los miembros del cuerpo, y hacerlo ejecutar toda clase de movimientos; indirectamente obra en las potencias, en cuanto éstas dependen del cuerpo para sus operaciones. Pueden distinguirse en los posesos dos estados diferentes; el de la crisis y el de la calma. Las señales de la posesión a) El hablar lenguas no sabidas. b) La revelación de cosas ocultas, sin medio natural que lo explique. c) El uso de fuerzas notablemente superiores a las naturales del sujeto, habida cuenta con su edad, su adiestramiento, su estado morboso; la furia, etc. - En los Evangelios son numerosos los poseídos por el demonio, curados por - Jesús. (Lc. 8, 26-39); (Mat. 4, 24; 8, 16; 9, 31- 34; 12, 22-28; 15, 22); (Mc. 1, 32; 5, 15-18). Hoy también existe la posesión diabólica. Al obispo pertenece discernir los casos. Ver entrada ―Demonio‖. Positivo.- - - Hemos de llevar en la vida una actitud positiva, aunque en ocasiones no es fácil. Si mantenemos pensamientos alegres y positivos, la jornada va a ser mucho más feliz. Es preciso mirar el lado bueno de las cosas y de las personas para estar contentos y para estar agradecidos y tranquilos con todos. "Transformaos por medio de la renovación de vuestros pensamientos..." (Ro.12, 2). "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros dice Yahvé, pensamientos de paz, y no de mal..." (Jer. 29.11) y "Cuán grande son tus obras oh Yahvé. Muy profundos son tus pensamientos." (Salmo 92,5). Ver entrada ―Negativo‖. Potencias.- - - - - - Existen las potencias en el alma (facultades). Entre las potencias del alma se encuentran las intelectivas y las sensitivas. Algunas llevan a cabo sus fines sin intervención de órganos corporales (el entendimiento y la voluntad, que son facultades incorpóreas); las que necesitan el cuerpo son las nutritivas y las sensitivas. En la razón está, como en su sede, la prudencia; en la voluntad reside la justicia; el apetito irascible es sujeto de la fortaleza; en el apetito concupiscible tiene su asiento la templanza. Otros autores dividen las potencias así: memoria, entendimiento y voluntad. Lo cierto es la necesidad purificarlas de alguna manera para que nos lleven bien por el camino de la virtud. El sentido común percibe como nuestros, todos los fenómenos experimentados. La fantasía o imaginación conserva y reproduce imágenes aprehendidas. Existen también la memoria sensitiva y la facultad estimativa. La purificación de los sentidos internos y externos es necesaria; no se trata de aniquilarlos. Algunos medios para purificarlos son: apartar la vista de miradas pecaminosas, curiosas, y peligrosas. Lo mismo decimos con relación al oído y a los otros sentidos. Mirando a San Pablo vemos la necesidad de purificar las potencias de nuestras almas: ―Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rom 5,19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rom 5,12). Y la universalidad del pecado y de la muerte, remedia la salvación en Cristo: "Como el delito de uno - - solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rom. 5,18)‖. San Juan de la Cruz en la ―Subida al Monte Carmelo‖, nos señala, cómo: ―Las tres potencias del alma, inteligencia, memoria y voluntad, han de ser promovidas a la noche espiritual -purificación- que es el medio de la divina unión. Como el alma se une a Dios por sus potencias, vamos a explicar cómo las tres virtudes teologales, fe esperanza y caridad, hacen el vacío y oscuridad cada una en su potencia. La fe hace el vacío en la inteligencia, la esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad. La fe opera en la inteligencia vacía y en oscuridad. La esperanza opera en la memoria vacía de toda posesión. La caridad opera en la voluntad desnuda de todo afecto y gozo, de todo lo que no es Dios‖. En otras entradas hemos dado algunas orientaciones para purificar los sentidos: oído, el gusto, la lengua y el olfato y el tacto. Precaución.- - Se trata de una virtud derivada de la prudencia, consiste en la reserva, cautela para evitar o prevenir los inconvenientes, dificultades o daños que pueden temerse; el cuidado que ha de tener una persona al hablar o actuar para prevenir un daño o el sigilo con el que procede para evitar que sea advertida su presencia. Conviene tener en cuenta lo que la Biblia nos dice al respecto: ―Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios‖ (Ef. 5,15). ―Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga‖. (1 Co. 10,12). ―Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra‖. (Éxodo 19,5). ―El justo es guía para su prójimo, pero el camino de los impíos los extravía‖. (Prov. 12,26). ―Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos‖. (Deut. 4,9). Precepto.- Mandato o mandamiento. Reflexionar sobre el principal mandamiento: Amor a Dios y al prójimo por Dios. Ver entrada ―Leyes‖. Predestinación.- Predestinar.- Somos predestinados por amor a ser hijos adoptivos (Rom. 1,8). Elegidos según el designio de Dios Padre. (1 Pedro, 1,1). Dios nos ha predestinado según el beneplácito de su voluntad (Ef. 1,5). Y todo es obra de Dios en nuestro favor. (Ef. 1,15). Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Ef. 2,10). ―Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre‖. (Jn. 10, 29). Por todo ello: ―Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero‖. (1 Jn. 4,19) En épocas pasadas, todavía no lejanas, se hacía mucho hincapié en el problema de la predestinación. Se trata de una doctrina basada en numerosos textos bíblicos, la cual afirma que Dios desde la eternidad determinó lo que quiere hacer con cada una de sus criaturas. Estas doctrinas en la actualidad apenas se debaten. Para muchos era verdadera angustia el dilucidar y discernir. Hoy introducirnos en estas profundidades lo vemos inútil e incluso fuente de un temor no necesario. Preferimos confiar en la bondad de Dios y en su voluntad salvífica demostrada en la redención por Jesucristo - Predicación.- Predicar.- Entendemos por predicación la transmisión oral de la palabra de Dios, de la fe; dicho de otra manera, la evangelización. En este sentido todo cristiano debe predicar, aunque no siempre en plan de sermón que corresponde más a los sacerdotes La predicación es voluntad de Cristo y ha de ir impregnada por la vida de oración. Hemos de tener plena conciencia de esta misión cristiana: ―Ay de mí si no evangelizare‖. (1 Co. 9, 16) Y ejercerla siempre con el testimonio y la oración. ―La fe llega por el oído, y al oído se le llega por la palabra de Cristo‖ (Rom. 10,17). El mandato de Jesús lo consideramos no solo a los Apóstoles, también a todos los cristianos. Seguir en esta misión la palabra de Dios de la Biblia y la doctrina de la Iglesia. Quien predica en las iglesias ha de hacerlo de tal manera que cuantos llegan distraídos, atiendan; quienes acudan sin ganas de santidad, salgan con ansia de cambiar de vida; y quienes participan por completo, salgan con hambre total de Dios y de santidad. Así debiera ser nuestra predicación. ―Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras, sino con mi ejemplo, con la fuerza que atrapa. Permíteme predicarte con la influencia compasiva de lo que hago. Permíteme predicarte con la evidente plenitud del amor que mi corazón siente por Ti, Amén‖. (Newman) - - - - Premio.- Ver entradas ―Mérito‖ y ―Recompensa‖. Preocupaciones.- Hay problemas que no necesitan solución: necesitan tiempo. Es preciso aprender que nuestros pensamientos no son siempre verdades. Es preciso no dejarse dominar por la preocupación, pero luchar contra las preocupaciones directamente no hará que desaparezcan. Es mejor solución ser conscientes de nuestras preocupaciones; mirarlas como si fueran ajenas a nosotros mismos; es un método bueno para eliminarlas. Y aprender a clasificarlas en útiles e inútiles. Si son útiles y de ejecución inmediata, ¡al toro! Si son útiles pero no inmediatas, aparcarlas. Y si son inútiles desaparecerán como el humo de un cigarro. Aprender a tomar distancia de los propios pensamientos; no darles un protagonismo no merecido. Desterrar las preocupaciones de una manera indirecta y si sobrevienen, repetir con paz actos de amor y de confianza en Dios. El alma se sentirá más libre, se trata de un testimonio de confianza y adoración a Dios. Por otra parte conviene pensar que el preocuparse es un poco como no fiarse de la Providencia de Dios. Meditar con frecuencia: ―No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús‖ (Fil. 4,6-7). Conviene asimismo orar con estos textos bíblicos: (Mat. 6,25; 6.34 y 13,22); (Is. 41, 10); (1 Pe. 5,7); (Salmo 94, 19); (Jn. 14, 1 y 27); (Lc. 12,22); (Mc. 13,11); (Job 1, 20-21). Dejar el pasado a la misericordia de Dios y el futuro a la providencia. En lugar de libar preocupaciones y rencores, hacer como la abeja que saca miel de las rosas y no se pincha con las espinas. Vivir el momento presente a tope y con paz. - - - Presencia de Dios.- - - - - - Quien camina por los senderos de la espiritualidad es preciso que tenga muy en cuenta la presencia de Dios. Él está en todas las partes y de un modo muy especial en el fondo del alma en gracia santificante. Dios se halla presente en todas las cosas por potencia, en cuanto se hallan sujetas a su potestad; por presencia, en cuanto todas están abiertas y patentes a sus ojos; por esencia, porque en todas se encuentra como causa de su ser. La Biblia nos invita continuamente a caminar en el presencia de Dios ―pues en él vivimos, nos movemos y existimos‖ (He. 17, 28). Conviene también meditar otros textos de la Sagrada Escritura: (Is. 57, 15); (Salmos 16, 11 y 139, 7 y 18); (Ex. 25, 8), (Mat. 28, 20). El ejercicio de la presencia de Dios guía al alma hacia la oración continua. Las oraciones muy breves, tipo jaculatorias, ayudan muchísimo a vivir habitualmente esta presencia divina. Es preciso realizar un acto muy consciente de presencia de Dios, antes de comenzar la oración personal o litúrgica. Mantener la presencia de Dios en todo lo que suceda en nuestra vida; que no exista en nosotros disparidad entre lo interno y lo externo. Somos esa morada de Dios de que nos habla Jesús en el Evangelio. Por eso, hemos de buscar momentos para tomar contacto con esta sublime realidad. Tu presencia para mí sea activa y viva: no solo pensada, sino sentida. Tu presencia para mí sea acogida, querida. ―Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor que no se cura sino con la presencia y la figura‖. (Juan de la Cruz). - - - Quedarse en la presencia de Dios, sin turbar la paz. Hemos de procurar fijar en el Señor los ojos, como un pobre pidiendo limosna o un enfermo pidiendo alivio. ―Deje el corazón solo, hable en silencio con un corazón mudo. Estarse a solas y en silencio, conscientes de que están con Dios, rendidos a su voluntad. Acabar siempre la oración con actos de abandono y sumisión, con una amorosa atención, con paz interior y quietud de potencias... Parecía que dentro del alma había un horno de fuego donde se purificaba todo‖ . (Ágreda) Una manera muy buena de practicar la presencia de Dios antes de la oración: 1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor, porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí, y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy importante para mí. 4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria. Ver entradas ―Con Dios‖ y ―Acto detenidos‖ Presente.- - - - - Nos basta con el presente y aun en él hemos de prestar a nuestros trabajos una tensión tranquila y moderada. Lo futuro dejarlo en las manos de Dios. Las preocupaciones invaden con frecuencia nuestro interior. Y es necesario abandonarse en la Providencia de Dios. Ya se nos dice en el Nuevo Testamento: ―Aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos‖. (Ef. 5,16). ―Porque yo estoy contigo, y nadie te atacará para hacerte daño, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad‖. (He. 18,10). ―Buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura‖. (Mat. 6, 33). Es importante vivir a tope nuestra circunstancia concreta: el presente, con atención, amor, presencia de Dios. En el ―ahora‖ bien vivido, el Señor desborda sobre nosotros las gracias actuales. Vivir al día y vivir el día. En cada instante Dios me enseña a cumplir su voluntad. Las distracciones son un índice de lo difícil que resulta concentrarse en el ―ahora‖. Es importante educar o reeducar la atención para vivir el tiempo presente. Ver entrada, ―Ahora‖. Presunción.- - Entendemos aquí por presunción un vicio hijo de la soberbia y opuesto a la esperanza. Es la vanidad que muestra una persona que alardea de sí misma y de sus propias cualidades. Además de la falta de modestia que consigo lleva este defecto puede incitar a acciones imprudentes con peligro propio o de otras personas. San Pablo aconseja a los obispos: ―que el obispo sea intachable, como administrador que es de la casa de Dios; que no sea presuntuoso, ni colérico...‖ (Tito 1,7). Santiago dice a los cristianos: ―No presumáis, mintiendo - contra la verdad‖...―Sin embargo, ahora presumís con vuestras fanfarronerías‖. (Sant. 3,14 y 4,17). Y San Palo refiriéndose a la caridad exhorta: ―El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia‖ (1 Co. 13, 4-6). Y menos hemos de presumir vanamente de nuestra salvación: ―Por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir‖. (Ef. 2,8-9). Ver entradas ―Soberbia‖, ―Orgullo‖, ―Amor propio‖. Principiantes.- - - Principiantes, proficientes y perfectos o contemplativos. Son los tres grados o etapas que suelen considerarse dentro de aquellas personas que aspiran a la perfección cristiana. A lo largo de este diccionario van explicados en distintas entradas. En concreto consideramos principiantes a quienes deciden comenzar su vida interior. Normalmente suele suceder después de la primera conversión o cuando se inicia una nueva etapa de la existencia, con ocasión de un retiro, ejercicios espirituales, etc. Ver entrada ―Oración de principiantes.‖ Primeros viernes.- - La práctica de la comunión en nueve primeros viernes de mes seguidos está muy extendida. Esta costumbre se fue propagando en el mundo católico, a raíz de las revelaciones privadas del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. Tienen un fundamento evangélico: ―Quien come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día‖. (Jn. 6, 54). Ha hecho mucho bien a las almas y ha sido estimulada con mucho celo por los sacerdotes del siglo XX, hasta los tiempos postconciliares en que comenzó a disminuir la práctica. Primeros sábados.- La costumbre de los cinco primeros sábados de mes (de las revelaciones de Fátima) tiene cierta semejanza con la de los primeros viernes; son cinco los primeros sábados con comunión en honor de la Virgen María. No ha sido tan extendida como la práctica anterior. Principio y fundamento.- Es la primera meditación de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Es de suma importancia: trata del fin del hombre en esta vida. Se enuncia así: ―El hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto, salvar su alma‖. Este pensamiento ha de ser - meditado por el hombre espiritual hasta hacerlo verdadero criterio en su existencia. Todo el pensamiento ignaciano se fundamenta en la Biblia: Dios creó de un solo principio el linaje humano. (He. 17,26). Todo lo creó para el hombre (Gen. 12,1; 24, 3; 39,1). Y solo el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador (Gen. 12,3). Por ello ―A tu Dios adorarás y a Él solo servirás‖ (Mat. 4, 10); (Lc. 4,8). ―Temerás solo al Señor tu Dios, y a Él adorarás‖ (Deut. 6,13). Procesiones.- - - Una procesión es un desfile religioso que involucra a personas que recorren de un lugar a otro, o bien partiendo de un sitio y volviendo a él, como muestra de su creencia y de su respectiva fe religiosa. Las procesiones se estilan en la mayoría de las grandes religiones: hinduismo, sintoísmo, islam, cristianismo. A veces van unidas con las peregrinaciones. Las procesiones son una manifestación de fe o devoción. Están registradas en la liturgia cristiana. Algunas llevan muchos siglos de historia, como la del Domingo de Ramos, Candelaria, Corpus Christi. Son actos de religiosidad popular sobre todo las de Semana Santa y otras muchas de tipo local a las que asiste multitud de personas. Hoy en día se hace hincapié en el fervor espiritual que tiene que acompañarlas. En el aspecto teológico llamamos procesiones las relaciones íntimas dentro de la Santísima Trinidad: El Hijo procede del Padre por el camino de la generación intelectual, por medio del conocer de Dios (vía intelectiva). El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por el camino del Amor, que es el camino volitivo, de la Voluntad Amorosa del Padre y del Hijo, y ese Amor se ―transforma‖ en la tercera Persona Divina. Estas relaciones se describen en el Catecismo de la Iglesia Católica, entre los números 238-248, en especial el 242 y el 246. Tienen mucha importancia en la contemplación por el alma mística. Prodigalidad.- - Se define la prodigalidad como la dispersión, desperdicio, consumo de la propia hacienda, gastando excesivamente. Vicio opuesto por exceso a la magnificencia; consiste la prodigalidad en gastar dinero o bienes en exceso, en proporción a la obra emprendida, y a veces más allá de lo que permiten las fuerzas económicas. En el Evangelio se nos habla del despilfarro del hijo pródigo (Lc. 15, 11). Pablo recuerda a Timoteo: ―A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas sino en Dios‖. (1 Tim. 6, 17). Profecía.- La historia de la Iglesia está marcada por el hecho profético. La profecía es uno de los signos que transmiten la revelación cristiana. Entendemos aquí la - - - - profecía más en el sentido de vaticinio. El profeta ve en la alianza el instrumento más adecuado para vivir con fidelidad el pacto establecido; revela una llamada de amor profundo que anima a llevar con paz incluso el sacrificio. La profecía nos va guiando hacia Jesús, hacia el Nuevo Testamento. El mismo Jesús realizó gestos proféticos: su pasión y resurrección, la higuera sin frutos, el fin del mundo... Los evangelistas aluden también a las profecías. Y en el Nuevo Testamento se utiliza la profecía y aparece la figura del profeta como carisma. (Rom. 12, 6). La profecía guía el presente de una comunidad; se entiende en la Iglesia como recuerdo de la fe, del deber, de relativizar todo a la luz de lo único necesario. Son muchas las alusiones del Nuevo Testamento al profetismo y a los profetas. Así en (1 Co. 14), (Ef. Cap. 2, 3,4); (Tito, cap. 1)… en total más de ciento cincuenta alusiones. La revelación se entrega al hombre para que comprenda y crea. Con la profecía el creyente puede ofrecer su testimonio, asumiendo la palabra del Señor, y así abrirse a los signos de los tiempos. Por fin, la profecía