Subido por Josemari amenabi

Diccionario de Espiritualidad Católico

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Diccionario de Espiritualidad Católica
José María Lorenzo Amelibia
Prólogo
El tema de la espiritualidad me ha apasionado; es una aventura hacia Dios; su
gracia nos va guiando, pero también es conveniente tener ideas claras,
fundamentadas en la Palabra de Dios, y en comunión con el Magisterio de la Iglesia.
Este diccionario es útil tanto para quienes ayudan a otras personas a avanzar en la
vida espiritual como para adultos en la fe que quieran conocer cualquier tema
relacionado con la espiritualidad. Lo he ido elaborando a lo largo de los años, desde mi
juventud, aunque ha sido en estos últimos seis años cuando le he dado forma de
diccionario.
Son muchas, más de 200, las fuentes bibliográficas que he utilizado para este
diccionario, y aparecen al final de esta misma obra. Además de ellas, centenares de
fichas y apuntes de los libros de espiritualidad que he leído a lo largo de mi larga vida.
Muy seguro de que ni siquiera ahora es un diccionario acabado, pero sí
abundante y suficiente para orientación de sacerdotes, religiosas, todo el clero y
personas educadoras en la fe o con deseo de formación espiritual.
Un diccionario es libro de consulta, sin embargo el de espiritualidad puede ser
muy provechoso para una lectura espiritual muy sosegada. Para ello aconsejo que se
realice siguiendo el orden de índice de materias, indicado al final esta obra. También,
si se desea, puede practicarse leyendo desde el comienzo hasta el fin todas las
entradas.
Ojalá pueda aprovechar a muchos. Mi deseo es que se difunda. Sea para la
mayor gloria de Dios.
El número de entradas de este diccionario supera el millar.
Índice de entradas.
(Al final de esta obra se halla el índice por bloques temáticos)
Para encontrar la entrada digitalmente basta con copiarla de la forma
acostumbrada (con su punto y guión incluidos) y pegarla en “navegación”
A.- Abandonados.- Abandono.- Abba.- Abecedario espiritual.Abismarse.Abnegación.- Abrirnos.- Absoluto.- Absorción.- Abstinencia.- Acepción de
personas.Acercamiento.- Acompañamiento espiritual.- Acontecimiento.Acordarse.- Acto.- Actos detenidos.- Adopción.- Adopción divina.- Adoración.Adoración nocturna.- Adulto.- Adviento.- Afabilidad.- Afectividad.- Aficiones.Agilidad.- Agnóstico.- Agradar.- Agradecimiento.- Agua.- Agua bendita.- Agua
lustral.- Ahora.- Alabanza.- Alegría.- Aleluya.- Alerta percepción.- Alfa.- Alfarero.Alianza.- Alma.- Almas del purgatorio.- Altar.- Altibajos.- Alumbrados.Amabilidad.- Ambición.- Ambiente.- Amistad.- Amistades santas.- Amor.- - Amor a
Dios.Amor de Dios.Amor fruitivo.- Amor propio. Anacoretas.- Anawin.Anciano.- Anegarse.- Ángel de la Guarda.- Ángeles.- Ángelus.- Angustia.Angustia mística.- Animadores de liturgia.- Aniversario.- Ansiedad.- Antífonas.Año litúrgico.- Año litúrgico.- Año nuevo.- Añoranza.- Apantesis.- Apariciones.Apegos.Apertura.- Apostasía.- Apóstol.- Apostolado.- Apostolado de la
Oración.- Apóstoles.- Aquí.- Aridez.- Aroma.- Arrobamiento.- Artista.- Asamblea.Ascensión.- Ascesis.- Ascética.- Aspirar.- Astucia.- Asunción.- Atención.- Ateo.Atisbos.- Atraer.- Atributos divinos.- Audacia.- Austeridad.- Autenticidad.Autodonación.- Autores de espiritualidad.- Autoridad.- Avanzar.- Avaricia.- Ave
María.- Ayuno.- B.- - Bautismo.- Bendición.- Beneficencia.- Benignidad.- Biblia.Bibliografía.- Bienaventuranzas.- Bien.- Bien común.- Bilocación.- Budismo.Buen espíritu.- Buen Pastor.- Buena Noticia.- (Buena Nueva.-) Buscar a Dios.- C.Caídas.- Cáliz.- Callar.- Cambio de corazón.- Camino.- Canciones.- Canonizar.Cantos.- Cantar de los Cantares.- Carácter.- Carácter sacramental.- Caridad.Carisma.- Carismáticos.- Carne.- Cartas.- Castidad.- Castigo.- Catecumenado.Catequizar.- Ceguera espiritual.- Celebración litúrgica.- Celebraciones.- Celibato.Celibato virginidad.- Celo.- Cenáculo.- Ceniza.- Certeza.- Cielo.- Ciencia don.Ciencia infusa.- Científico.- Cine.- Circuminsesión.- Circunspección.- Clemencia.Coherencia.- Colaborar.- Cólera.- Compartir.- Compasión.- Complacencia.Comprensión.- Compromiso.- Compunción.- Comunicación.- Comunidad.Comunidad religiosa.- Comunidades de base.- Comunidad familiar.- Comunidad
parroquial.- Comunión.- Comunión de los santos.- Comunión eclesial.Comunión espiritual.- Conciencia.- Conciencia escrupulosa.- Conciencia laxa.Concupiscencia.Con
Dios.Conferencias.Confesión.Confianza.Confirmación.- Confirmación en gracia.- Conflictos.- Conformidad con la
voluntad de Dios.- Congregaciones religiosas.- Conjuro.- Conocer.Conocimiento.- Consagración.- Consejo don.- Consejos evangélicos.Consolación.- Constancia.- Constelaciones.- Consuelos.- Contacto con Dios.Contemplación.- Contemplación formas.Contemplación adquirida.Contemplación infusa.- Contestación.- Continencia.- Contrastes.- Control de sí
mismo.Controversias.Conversación.Conversaciones.Contrición.Conversión.- Conversión cristiana.- Convicción.- Copa.- Coraje.- Corazón.Corazón de Jesús.- Corazón nuevo.- Cordero de Dios.- Corpus Christi.- Correr.Corrección fraterna.- Corresponder.- Creador.- Creación.- Creatividad.- Credo.Creyente.- Criatura.- Crisis.- Cristiano.- Cristo.- Cristocentrismo. Cristo Rey.Criterio.- Crítica.- Crucifijo.- Cruz.- Cruz camino.- Cuaresma.- Cuerpo.- Cuerpo
Místico de Cristo.- Culpa.- Culto.- Cumplir.- Curación.- Curiosidad.- D.- Dar y
recibir.- Deberes de estado.- Debilidad.- Decálogo.- Decepción.- Dedicaciones.Defectos.- Definirse.- Deificación.- Demonio.- Depósito.- Depresión.- Derramar.Derechos humanos.- Derramar.- Desacralización.- Desagraviar.- Desahogos.Desarrollo espiritual.- Desasimiento.- Descanso.- Descender a Betania.Desconfianza.- Desengaño.- Deseo de perfección.- Deseos.- Desesperación.Desgracias.- Desierto.- Designio.- Desolación.- Desorden.- Desesperación.Desprecios.- Desprendimiento.- Desvanecimiento natural.- Detalles.- Devoción.Devociones.- Diablo.- Diácono.- Diácrisis.- Diálogo.- Días.- Diezmos.- Dignidad.Diligencia.- Dinero.- Dios.- Dirección espiritual.- Discernimiento de espíritus.Discípulo.- Discreción.- Disgustos.- Disipación.- Disposición.- Distracción.Distracciones.- Dificultades.- Director espiritual.- Discernimiento.- Diversión.Divinización.- Docilidad.- Dogma.Dolor.- Dolor de corazón.- Domingo.Domingo de Resurrección.- Dominarse.- Dones.- Don de oración.- Dudas.- Dulía.Dulzura.- E.- Ecología.- Ecuanimidad.- Ecumenismo.- Edad.- Educación.Educador.- Efluvios.- Efusión.- Egoísmo.- Ejemplos.- Ejercicios de piedad.Ejercicios Espirituales.- Elección.- Elegidos.- Elemental.- Elevación.- Embriaguez
de amor.- Emoción.- Empatía.- Empaparse. Enamoramiento de Dios.Encarnación.- Encarnarse.Encontrar.- Encuentro.- Endurecimiento.Enemigos.- Enemigos del alma.- Enfermedad.Enfermedades.- Enfermo.Enfoque.- Entendimiento.- Entendimiento don.- Entereza.- Entrega.- Enviados.Envidia.- Epiclesis.- Epifanía.- Epiqueya.- Epístolas.- Equidad.- Eremitas.Ermitas.- Errores.- Escándalo.- Escapularios.- Escatología.- Esclavitud.Esclavitud mariana.- Esconderse.- Escondidos.- Escribir.- Escritos.- Escritura
Sagrada.- Escrúpulos de conciencia.- Escuchar a Dios.- Escuchar.- Escuelas de
espiritualidad Espera.- Esperanza.- Espejo.- Espíritu.- Espiritualidad moderna.Espiritualidad.- Espiritualidades.- Espíritu Santo.- Esposa.- Esposo.Esposos cristianos.- Esterilidad.- Estigmatización.- Estímulos.- Estudio.Estudiosidad.- Etapas.- Eternidad.- Eucaristía.- Eucaristizar.- Eucología.Eutrapelia.- Evangelio.- Evangelizar.- Evolución.- Examen.- Examen de
conciencia.- Examen de golpe de vista.- Examen de previsión.- Examen general.Examen particular.Examen práctico.- Exhortación.- Exhortar.- Exilio.Exorcismo.- Experiencia.- Experiencia de Dios.- Experiencia propia.- Expiación.Éxtasis. Extranjero. F.- Faltas.- Familia.- Familiaridad con Dios.- Fariseísmo.- Fe.Fecundidad.- Felicidad.-Feminidad.- Feminismo.- Fenómenos místicos.- Fervor.Fiat.- Fidelidad.- Fidelidad a la gracia.- Fiestas.- Filiación.- Fin.- Flaquezas.Formación.- Fortaleza.- Fortaleza don.- Fracción del pan.- Francotirador.- Frases.Fraternidad.- Fruto.- Frutos.- Frutos del Espíritu Santo.- Fuego.- Fuente.Funeral.- G.- Gastos.- Generosidad.- Genuflexión.- Gestos.- Gloria.- Gloria a
Dios.- Gloria de Dios.- Gloria del hombre.- Glosolalía.- Gobierno.- Golpes de
pecho.- Gozo.- Gracia.- Gracia actual.- Gracias actuales.- Gracia gratis dada.Gracias.- Gracia sacramental.- Gracia santificante.- Grados de perfección.-
Gratitud.- Gratuidad.- Gregoriano.- Grupos de oración.- Guardar.- Guía.-Gula.Gula espiritual.- Gustar.- Gustos.- Gustos divinos.- H.- Hambre y sed de Dios.Hagiografía.- Hábitos.- Heridas de amor.- Heroísmo.- Hierognosis.- Hijo de Dios.Hijo del hombre.- Hijos.- Hijos de Dios.- Himno.- Hinduismo.- Hipocresía.Historia de la espiritualidad.- Historia de la salvación.- Hombre.- Hombre nuevo.Hombre viejo.- Homilía.- Honestidad. Horas.- Horas canónicas.- Horizontalismo.Verticalismo.- Horno.- Hospitalidad.- Humanismo.- Humildad.- Humildad tercer
grado.- Humillaciones.- I.- - Ideal.- Ideales.- Iglesia.- Ignorancia.- Iluminismo.Imagen.- Imágenes.- Imaginación.- Impaciencia.- Impecabilidad.- Imperfección.Ímpetus.- Imposición de manos.- Impotencia.- Incendio de amor.- Inconstancia.Incorporación a Cristo.- Incredulidad.- Incrédulos.- Inculturación. Indiferencia.Indulgencias.- Inedia.- Infancia espiritual.- Infidelidad.- Infieles.- Infierno.Infundir.- Inhabitación.- Iniciación cristiana.- Iniciativa.- Inmaculada Concepción.Inmensidad de Dios.- Inmortalidad.- Inquietud.- Inspiraciones.- Instintos divinos.Institutos seculares.- Intención.- Internet.- Intimidad.- Invocar.- Ira.- Isaías.Islamismo.- Itinerario espiritual.- J.- Jaculatorias.- Jesucristo.- Jesús.- José.Juventud.- Jubilación.- Judaísmo.- Jueves Santo.- Juicio.- Juramento.- Justicia.Justicia de Dios.- Justificación por la fe.- Justificados.- Justificación.Justificados.- K.- Kempis.- Kerigma.- Koinonía.- L.- - Labios.- Lágrimas.- Laico.Lámpara.- Laxitud de conciencia.- Lazos de amor mariano.- Lectura espiritual.Lenguas.- Lenguas don.- Letanías.- Levantar.- Levitación.- Leyes.- Liberación.Liberalidad.- Libertad.- Limosna.- Limpieza.- Liturgia.- Llagas de amor.- Llamada.Llorar.- Locuciones.- Longanimidad.- Luces y esplendores.- Lucha.- Lujuria.Luteranismo.- Luminosidad.- Luz.- M.- Madurez.- Madurez afectiva.- Madurez
afectivosexual en el célibe.Madurez espiritual.- Madurez psicosexual.Magisterio de la Iglesia.- Magnanimidad.- Magnificencia.- Mal.- Mandamientos.Mandamientos de la Iglesia.- Manifestación.- Mansedumbre.- Marana tha.- María.- María, devoción a la Virgen.- Mártir.- Martirio.- Masa nueva.- Matrimonio.Matrimonio espiritual.Medallas.- Mediaciones.- Mediaciones sencillas.Mediocridad.- Medios de comunicación.- Mediadores.- Medios de perfección.Medios de perfección.- Meditación.- Memoria.- Memorial.- Mérito.- Meses.Mesías.- Mesura.- Metanoia.- Método.- Miedo.- Miércoles de ceniza.- Milagro.Ministerio.- Ministerios.- Miradas.- Mirra.- Misa.- Misericordia.Misión.Misiones.- Mistagogia.- Misterio.Misterio Pascual.Mística.- Mística
cristiana.- Mística evolución.- Mociones.- Modelos espirituales.- Moderación.Modestia.- Moniciones.Monjes.- Monjas.- Monte.- Morada.- Moradas.Mortificación.- Motete.- Motivación.- Movimientos de espiritualidad.- Muerte.Muerte y resurrección.- Mujer.- Mundo.- Murmuración.- Música.- N.- - Nacimiento
nuevo.- Natividad de la Virgen María.- Natural.- Naturaleza.- Navidad.- Negativo.Niños.- Niveles alfa.- Noche del espíritu.- Noche del sentido.- Noche oscura.Novenas.- Novísimos.Nubes.- Núcleo.- O.- - Obediencia.Obispos.Oblaciones.- Obligaciones.- Obras.- Obras de misericordia.- Observancia.Obsesión.- Obsesión diabólica.- Odio.- Oficio divino.- Oficio parvo.- Ofrecerse.Ofrecimiento.- Ofrecimiento de obras.- Ofertorio.- Ofrenda.- Oído. Óleo.- Olfato.Omnipotencia.- Opción fundamental.- Oración.- - Oración afectiva.- Oración
continua.- Oración de adoración.- Oración de aplicación de sentidos.- Oración
de compunción.- Oración de contemplación.- Oración de contrición.- Oración de
petición.- Oración de principiantes.Oración de quietud.- Oración de
reparación.- Oración de simplicidad.- Oración de unión.- Oración espontánea.Oración extática.- Oración impetratoria.- Oración mental.- Oración métodos.Oración personal.- Oración pasiva.- Oración satisfactoria.- Oración Unitiva.Oración Vocal.- Orden.- Orden sacerdotal.- Ordinario extraordinario.- Orgullo.Oriente cristiano.- P.- Paciencia.- Padre espiritual.- Padre.- Padre Nuestro.Palabra.- Palabra de Dios.- Pan.- Pan bendito.- Papa.- Parábola.- Parafilia.Paraíso.- Parenesia.- Parénesis.- Parroquia.- Parresía.- Parusía.- Pascua.- Pasión
de Cristo.- Pasiones.- Pastoral.- Patología espiritual.- Pasividad.- Patria.- Paz.Paz rito misa.- Portapaz.- Pecado.- Pecado clasificación.- Pecado original.Pecador.- Pecadores.- Pedro.- Pelagianismo.- Penetrar.- Penitencia.- Penitente.Pensamiento.- Pentecostales.- Pentecostés.Perdón.- Peregrinaciones.Pereza.- Perfección.- Perfume sobrenatural.- Persecución.- Perseverancia.Persona.- Pertenecer.- Perversiones.- Petición.- Piedad don.- Piedad pasiva.Piedad Prácticas.Plan de vida.- Pláticas.- Placer.- Plenitud.- Pléyade.Pluralismo.- Pobre.- Pobreza.- Político.- Portapaz.- Posesión.- Posesión
diabólica.- Positivo.- Potencias.Precaución.- Precepto.- Predestinación.Predestinar.- Predicación.- Predicar.- Premio.- Preocupaciones.- Presencia de
Dios.- Presente.- Presunción.- Principiantes.- Primeros viernes.- Primeros
sábados.- Principio y fundamento.- Procesiones.- Prodigalidad.- Profecía.Profesión.- Profetas.- Proficientes.- Progresar.- Progreso.- Prójimo.- Promesa.Promesas.- Promoción humana.Propiciación.- Propiciatorio.- Propósito.Protestantismo.- Providencia. Prudencia.Pruebas.- Psicología.- Pudor.
Pueblo.- Puerta.- Puntualidad.Pureza.- Pureza de corazón.- Pureza de
intención.- Purgatorio.- Purificación.- Purificación de sentidos.- Purificaciones
pasivas.- Pusilanimidad.- Pustinia.- Q.- Quejas.- Quietismo.- Quietud.- R.- Racismo.Ramos.- Rapto.- Razón.- Recogimiento.Recompensa.Reconciliación.- Recreación.- Recta intención.- Redención.- Redentor.Reducción expansión.- Reformarse.- Refugio.- Reglas religiosas.- Reino de
Dios.- Relaciones.- Relaciones.- Religión.- Religiosidad popular.- Religiosos.Reliquias.- Rencor.Renuncia.- Reparación.- Reparar.Repugnancia.Resignación.- Respeto.- Respetos humanos.- Responsabilidad.- Responsorios.Resumen.- Resurrección.- Retiros.- Reuniones.- Revelación.- Revelaciones.Revelaciones privadas.- Revestirse de Cristo.- Revisión de vida.- Revolución.Riquezas.- Ritos.- Roca.- Rogativas.- Rosario.- Rostro.- Rutina.- S.- El Sábado.Sábado Santo.Sabiduría.- Sabiduría don.Sacerdocio.- Sacerdotes.Sacramental.- Sacramentos.Sacrificio.- Sagradas Escrituras.Sagrado.Sagrario.- Sal.- Salmos.- Salud.- Salvación.- Salvación eterna. Santidad.Santificación del alma.- Santiguarse.- Signarse.- Santísima Trinidad.- Santo.- Santos.Santos Padres.Santuarios.- Satanás.- Satisfacción.- Sectas.Secularización.Seglar.- Seguimiento.- Seguridad.- Sello.- Semana Santa.Sembrar.- Sencillez.- Sensualidad.- Sensus fidei.- Sentada.- Sentido de Dios.Sentido de fe.- Sentimientos.- Sequedad.- Servicio.- Sexualidad.- Sheol.- Siervo
de Dios.- Signos de los tiempos.- Silencio.- Silencio de Dios.Símbolos
espirituales.- Simplicidad.- Sinceridad.- Síncope.- Soberbia.- Sobrenatural.Sobriedad.- Sociología.Soledad.- Solicitud.- Solidaridad.- Somatización.Sudor de sangre.- Sueños.- Sufrimiento.- Sumergirse.- Sumisión.- Superstición.Sutiliza.- T.- Tabernáculo.- Tacto.- Talentos.- Temor.- Temores.- Temor de Dios
don.- Templo.- Templos.- Temperamento.- Templanza.- Templo.- Templos.-
Teofanías.- Tensiones.- Tensión espiritual.- Tentación.- Tentaciones.- Teología de
la liberación.- Teología de la perfección.- Teología espiritual.- Ternura.- Tesoro.Tesoros.- Testigo.- Testimonio.- Tibieza.- Tiempo.- Tiempo libre.- Tiempos
fuertes.- Tinieblas divinas.- Todo.- Todos los Santos.- Tolerancia.- Toques
místicos.- Trabajador.Trabajo.Tradición apostólica.- Transformación.Transustanciación.- Trascendencia.- Trato con Dios.- Trato con Jesús.- Triduo.Triduo sacro.- Trinidad.- Trisagio.- Tristeza .- Triunfo.- U.Unidad.- Unión.Unión transformante.- Uso de las criaturas.- Utopía.- V.- Vanagloria.- Vanidad.Vasos sagrados.- Ven Señor Jesús.- Venia.- Venida.- Veracidad.- Verbo.- Verbo
Encarnado.- Verdad.- Vergüenza.- Viacrucis.- Vías.- Víctima.- Vid.- Vida.- Vida
consagrada.- Vida cristiana.- Vida eterna.- Vida interior.- Vida religiosa.- Vida
sobrenatural.- Vidente.- Viernes.- Viernes Santo.- Vigilancia.- Vigilia.- Vigilia
prolongada.- Vino.- Violencia.- Violentar.- Virgen María.- Virginidad.- Virtudes.Virtudes cardinales.- Virtudes infusas.- Virtudes teologales.- Visiones.- Visita al
Santísimo Sacramento.- Vista.- Viudez.- Vocación.- Vocación religiosa.- Vocación
sacerdotal.- Voluntad.- Voluntad de Dios.- Voluntad de Dios de beneplácito.Voluntad de Dios manifestada.- Voluntarismo.- Votos.- Voz.- Y.- Yo.- Yoga.- Z.- Zen.-
A.- Abandonados.-
- Es frecuente en almas avanzadas en la vida interior sentir el abandono como
-
-
-
lo sufrió Jesús por los suyos, cuando se quedaron dormidos en el Huerto de
Getsemaní; y en la cruz dijo: ―Padre, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mat.
27, 46 y Mc. 15, 34).
La presencia de Dios en nuestras vidas, nos dará fuerza para no sentirnos
abandonados, sino en las manos del Padre. Para ello es necesario seguir
deseando, con paz, la venida plena del Espíritu Santo.
Recordemos estas frases de la Sagrada Escritura ―Aunque mi padre y mi
madre me dejaran, con todo, Dios me recogerá‖ (Salmo. 27, 10). ―Pues por
nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que
trilla, con esperanza de recibir del fruto‖ (2 Co. 9-6-15). ―Que estamos
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; (2 Co.
4, 8-9)
Santa Ángela de Foligno sintiéndose desamparada oyó la voz de Jesús que
le decía: ―Cuando te parece estar más abandonada, entonces eres más
amada de Dios... ¿Por qué camino han venido los invitados? Y - me
respondió Jesús-: ―Por caminos de tribulación‖‖.
Para conocer a Jesús, sus amigos van a la cruz: la miran fijamente y en ella
conocen el verdadero amor. Por algo permite Dios que a sus verdaderos hijos
les sobrevengan grandes tribulaciones.
Advierte el alma en estos momentos duros que está segura y no duda de que
esto viene de Dios. Dios trae después al alma tal alegría que no cabe pedir
-
más. ―Todo lo poseo en Dios y he vuelto a encontrar en Él a cuantos he
abandonado‖.
Aunque el mundo me abandone, Tú me acompañas y ofreces tu misericordia.
(Agustín)
Abandono.-
- Queremos tender a la perfección de la vida espiritual, es decir, purificarnos de
-
-
veras, progresar en todas las virtudes, llegar a la unión de amor con Dios, y
por este medio transformarnos cada vez más en Él; para ello, abandonarnos
en los brazos de Dios es un medio eficaz: nos proporciona la libertad, la paz,
el gozo, la unción del Espíritu Santo, y exige a su vez sacrificios sin número,
una paciente labor de toda la vida. ―Sean vuestras costumbres sin avaricia,
contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te
dejaré‖. (Heb. 13,5)
Esta obra gigantesca no sería tan solo difícil, sino imposible si contásemos
con solas nuestras fuerzas, pues es de orden absolutamente sobrenatural.
―Todo lo puedo en Aquel que me conforta‖ (Fil. 14, 13); sin Dios solo queda la
absoluta incapacidad. Obrar muy unidos con Dios; y esto todos los días y a
cada momento. Y confiar en Él del todo: abandonados plenamente a su
voluntad de beneplácito. Aquí está el secreto de nuestra perfección cristiana.
―Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Yahvé,
pensamientos de paz, y no de aflicción, para daros el fin que
esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y
me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón
(Jer. 29-11-13).
El beato Susón: Tenía consolaciones humanas, y el ángel le dice: ―Cuando te
entregabas a tus ejercicios de mortificación eras grande, eras admirado,
ahora serás abatido, serás aniquilado.‖ Gozaba sobre todo de las
consolaciones divinas, y el ángel añadió: ―Hasta ahora solo has sido un niño
mimado, has nadado en la dulzura celestial, como nada el pez en el mar. En
adelante quiero retirarte todo esto, quiero que seas privado de ello y que
sufras con esta privación, que seas abandonado de Dios y de los hombres.‖
Abba.-
- Abba, Padre, es la palabra más densa de la Biblia. Dios queda unido a la
-
ternura de Padre. Dios ha enviado al Espíritu Santo que clama: ―Abba,
Padre‖. (Mc. 14, 36; Gal. 4, 6; Rom. 8,17). Entramos en un misterio de amor.
El recuerdo de Dios toca el corazón del hombre. Grito de fe y anhelo.
Voluntad de Dios, imitación de Cristo. Gloria a Dios y paz a los hombres.
Santificar el nombre de Dios, alabarle, adorarle.
Ver entrada ―Padre‖. ―Padre nuestro‖.
Abecedario espiritual.-
- El verdadero abecedario espiritual lo podíamos resumir en esta frase de San
Pablo: ―Los que habéis resucitado con Cristo buscad las cosas de arriba,
gustad de las cosas de arriba‖ (Col 3,1).
- Fray Alberto de Osuna publicó el Abecedario espiritual. La obra se divide en
-
-
seis partes: entre los años 1525 y 1554, tratan de la Pasión de Cristo; de la
preparación física y espiritual para conseguir la disciplina ascética; la unión
mística con Dios; sobre los misterios del amor en la Ley de amor santo; una
guía para el rico y una consolación para el pobre; y un tratado sobre las
heridas de Jesucristo. Libro enjundioso, verdadero clásico de espiritualidad.
Cito unos cuantos autores que son verdadero abecedario para quienes
desean profundizar en su vida interior: Santos Juan de la Cruz, Tomás de
Aquino, Agustín, Ignacio de Loyola, y las Teresas: de Ávila y del Niño Jesús.
Isabel de la Santísima Trinidad.
Ver entrada ―Itinerario espiritual‖.
Abismarse.-
- Abismarse significa cuando una persona está ensimismada, reconcentrada
-
-
en algo. Abismarse en Dios es una expresión que suelen expresar las almas
contemplativas: Abismarse es una especie de visión interior; contemplación
sin imágenes, mirando a Dios. Abismarse: dejándose llevar siempre por Él,
receptivos. Dios es el fin último de toda mística cristiana. Abismarse en Dios:
es visión interior, un estado en claridad extrema, vaciamiento. Abismarse en
Dios: en el silencio profundo, en la quietud clara e inexplicable. Abismarse en
Dios: como en algo que proviene de una esfera envolvente sin igual.
Nos abismamos en Dios, en Jesucristo, en su amor, en la contemplación de
su plenitud y grandeza: ―Él es el Principio, el Primogénito de entre los
muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer
residir en él toda la Plenitud‖ (Col1, 18-19). ―Porque en él reside toda la
Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él,
que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad‖ (Col. 2, 9-10).
―Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del
Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de
Cristo‖ (Ef. 4,13). ―Conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios‖ (Ef.
3,19). ―De su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia‖ (Jn1, 16).
Abismarse: en la desaparición del yo en el silencio divino, en santa
indiferencia. Abismarse: no lo veo, pero percibo como presente a Dios Padre.
Abismarse: Se da una quietud auténtica y profunda en Dios; y entonces
mantenerse en quietud. Abismarse: no existe algo más valioso que esta
vivencia de unión mística. Abismarse: a partir de esta experiencia, toda duda
se desvanece. (Hugo Enomiya Lasalle)
Abnegación.-
- Llamamos abnegación a la renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos
-
o intereses en beneficio de otras personas; aceptar las propias limitaciones y
sinsabores de la vida. Es la mortificación íntima, una fuente de sacrificio que
nos viene, y lo aceptamos como cruz de cada día.
Prácticas de abnegación para apartar el mal, el afecto fuera del fin, de
-
nuestro corazón. Uno de los fines de la abnegación consiste en desarrollar la
energía moral. Olvidar comodidades y victoria de caprichos para formar el
carácter cristiano. Conviene formar un reglamento personal sobrio, ajustado y
práctico, acomodado a nuestras situaciones. Abundan en la vida los
ejercicios de abnegación: soportar los defectos ajenos, sacrificarse por
otros... Aceptar las propias miserias, las contrariedades y adversidades.
Dice Jesús: ―Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz y sígame‖. (Mt. 16,24) Y ―Pues para esto fuisteis llamados; porque
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas‖ (1 Pe. 2,21). Podíamos multiplicar las citas tanto del Antiguo Testamento
como del Nuevo Testamento; así ―Escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de
Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado‖ (Heb. 11,25)
- El cristiano es hombre espiritual; crece en espíritu en la medida en que logra
-
-
orar y practicar la abnegación, la renuncia, el despojamiento. ―Despojaos del
hombre viejo‖, decía san Pablo. Una manera de lograr la abnegación es vivir
para los demás, pendientes siempre de ayudar a cuantos nos rodean,
servirles.
En realidad la abnegación cristiana no niega nada; porque el hombre pecador
es negativo y autodestructivo. Y vemos como realidad este juego de
palabras: ―Negar esta negación de hombre es una afirmación‖.
Practicamos la abnegación por la fuerza afirmativa del amor. El
desposeimiento ha de ser siempre afectivo, aunque en muchas ocasiones no
sea efectivo. Lo cierto es que si no avanzamos en la vida interior es porque
nos falta un poco más de mortificación.
Quienes saben abnegarse nada guardan como propio. Quienes saben
abnegarse si son ricos, tienen el corazón abierto a los más necesitados.
Quienes saben abnegarse jamás se precian o vanaglorian de ello.
Ver también entrada ―Mortificación‖.
Abrirnos.- Apertura.-
- Es indispensable estar abiertos siempre a Dios, a su gracia, al Espíritu Santo.
-
-
Vivir en ―alerta – percepción‖. Él nos inspira, nos conduce, nos alienta y
anima. Nos proporciona todos los medios para nuestra salvación y nuestra
santidad.
Estar abiertos a la Palabra de Dios, a la entrega a Él y a nuestros
semejantes. Abiertos para recibir de Dios y para darnos. Abiertos a la gracia,
que es el fundamento de la vida interior.
En (Mc. 7, 31-37) contemplamos el momento en que Jesús cura a un sordo mudo. Le pidieron que le impusiera las manos. Él, apartándolo de la gente, le
metió los dedos en los oídos, y le tocó la lengua con saliva, y mirando al Cielo
le dijo ―Effetá‖, es decir, ábrete. En ese momento quedó curado y oyó y
comenzó a hablar. Esta palabra de Jesús tiene un significado simbólico que
nos invita a todos a la apertura. Abrirnos a la acción de Dios.
Hemos de pedir al Señor estar abiertos a su palabra y a su acción en
nosotros también para anunciar su mensaje: ―En aquel tiempo haré retoñar el
poder de la casa de Israel. Y abriré tu boca en medio de ellos, y sabrán que yo soy
Yahvé‖. (Ez. 29,21)
Absoluto.Dios es el único absoluto, el Absoluto. Su búsqueda da orientación a nuestra
vida. Hemos de buscar las vías para llegar a Él. ―La santidad conviene a tu
casa, Oh Yahveh, por los siglos y para siempre‖ (Salmo 93,5). ―La palabra de
Dios… ―vive y permanece para siempre‖. (1 Pe. 1,23).
Fe en el Absoluto. La fe y mirada a Dios, al Absoluto, nos ayudan a
arriesgarnos. El hombre alejado siente en el alma la nostalgia de lo Absoluto;
puede considerarse como gracia actual de Dios inmensa: ―Mi alma tiene sed
de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas (Salmo
63, 1).
La tendencia, el ansia hacia el Absoluto es una especie de instinto de lo
divino. Científicamente no será una demostración de la existencia de Dios y
de la vida eterna; psicológicamente, sí lo es. Cuando estamos envueltos en
esta dulce nostalgia de Dios, vivimos momentos muy positivos de entrega.
En el creyente la permanencia en el Absoluto suele ser indicio de un avance
espiritual, de fervor, de nueva conversión o de primera conversión.
-
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-
-
Absorción.Dentro de la unión extática ocurre la suspensión de sentidos y la absorción
del alma en Dios; esta experiencia proviene de la admiración por hallarnos
con una verdad nueva al contemplar la hermosura y bondad divinas. (Cantar
de C. 1, 3-4). Por otra parte, el amor atrae al alma con suavidad, como un
imán, y tiene la impresión de ser absorbida por Dios.
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Abstinencia.-
Usar moderadamente de los alimentos. Un acto propio de esta virtud es el
ayuno. Y el vicio opuesto, la gula
Por antonomasia utilizamos el nombre de abstinencia para designar el
precepto de la Iglesia de abstenerse de comer carne y derivados en los días
fijados por el Derecho Canónico. Es un precepto eclesial que en muchos
lugares va decayendo por obsoleto. El hombre fiel cristiano debiera tenerlo en
cuenta y obedecer.
Acepción de personas.-
Quiere decir que en lugar de aplicar la justicia o la equidad cuando se trata de
favorecer, conceder algún cargo, beneficio unas personas, se elige a otras
por razones particulares, desatendiendo al mérito o a la razón, la equidad y la
justicia. Esta actitud no es propia de un cristiano. ―No harás acepción de
personas‖ (Deut. 16, 19). ―Dios no hace acepción de personas‖ (Ro. 2, 11;
Sant. 2,1).
Acercamiento.-
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El encuentro con Dios y el vivir una relación de intimidad con Él nos resulta
difícil. Buscamos el acercamiento a Dios, porque ―sabemos que el Hijo de Dios
ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y
estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna‖ (1 Jn. 5,20).
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De hecho, Dios es un regalo para todos, la mística ha de ser una realidad de
hoy, y presenta el modelo de Jesús de Nazaret. Algunos conceptos
esenciales: contemplación, oración, silencio, reino de Dios, experiencia
mística, santidad…
Quienes intentemos vivir a tope nuestra espiritualidad ofreceremos un
acercamiento a ella incluso a personas con una formación religiosa débil.
Pero se da algo al parecer poco verosímil: hoy podemos encontrar un
acercamiento a la mística por parte de personas muy capaces y que por
contraste viven una vida completamente alejada de la espiritualidad.
Acoger.- Acogida.-
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Todo el Pueblo de Dios no cesa de acoger el don de la Revelación divina, de
penetrarla más profundamente y de vivirla de modo más pleno. Los carismas
se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe.
Y acoger en la fe el don de la Eucaristía es acogerlo a Él mismo. Buscar al
Señor, encontrarlo, significa también acoger su Palabra, que es alegría para
el corazón. (Catecismo de la Doctrina Católica en distintos números).
Es necesario acoger al Señor como guía de nuestras almas, como el Maestro
interior que nos introduce en el misterio trinitario.
La voluntad de beneplácito de Dios consiste en acoger las circunstancias
como permitidas por Él para nuestra santidad. Ir a Dios, unirnos a él, para
cumplir su voluntad y hallar la bienaventuranza.
Aceptar, dejar hacer, acoger es la piedad pasiva. El centro de la vida cristiana
es el reconocimiento de la ternura y la bondad de Dios. Acoger a Dios y
manifestarlo en el servicio al hermano. La humillación nos hace reconocer el
vacío de nuestra nada; bien acogida nos hace más abnegados. En ella, el
don de Dios y aceptación del hermano se convocan y se unen: siempre
hemos de ser acogedores con cuantos nos relacionamos. ―Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero,
y me acogisteis…‖ (Mat. 25, 35 y sig.).
El amor debe llevarnos a poner todas nuestras aptitudes al servicio de los
demás e, incluso, a perdonar a los mismos enemigos. Sobre todo, debe
manifestarse hacia los débiles en la fe (Rom. 14. 1 - 15. 6), a imitación de
Cristo, que murió por todos. Para poder glorificar a Dios "con un solo corazón
y una sola voz", es necesario "tener los mismos sentimientos" y ser
"mutuamente acogedores" (Rom.15. 5-7). La acogida ha de ser para el
cristiano un virtud constante con relación a los hermanos: ―Nosotros, pues,
debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad‖. (3
Jn. 1,8)
Acompañamiento espiritual.-
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El acompañamiento espiritual es distinto de la dirección espiritual y de la
amistad espiritual. Hoy se estila mucho; es un intermedio entre las dos. Como
más sencillo, menos rimbombante y puede ser muy eficaz.
Es bueno el acompañamiento espiritual. Es preciso que nos animemos
mutuamente, porque no hay muchas personas que se decidan a aconsejar.
El acompañamiento sea mutuo, ambos se prestan consejos o
consideraciones, da igual.
Jesús enviaba así a sus discípulos: ―y los envió de dos en dos delante de sí,
a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir‖ (Lc. 10, 1).
Nunca hay dos personas iguales ni dos épocas iguales; por eso con
frecuencia es uno el ―que tira del carro‖, y aunque tal vez sea él quien más
fruto saque. Aunque al cabo del tiempo pueda ocurrir la inversa. Lo
importante es la constancia y la fidelidad.
Ver entradas: ―Dirección espiritual‖. ―Padre espiritual‖.
Acontecimiento.-
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Dios ha ido jalonando la historia de la humanidad con sus intervenciones
salvíficas. La Encarnación es el gran acontecimiento de la humanidad; Jesús
vino al mundo, murió y fue sepultado, pero la resurrección de Jesucristo es el
acontecimiento por antonomasia. (Mat. 28, 1-8; Mc. 16, 1-11; Lc. 24, 1-10; Jn.
20, 1. 11-28). El acontecimiento pascual domina toda nuestra vida cristiana;
nos llena de esperanza.
El acontecimiento final será el triunfo de Jesús en la plenitud de los tiempos,
(Mat. 25, 31-46), la escatología, ―esa cualidad que adquiere el tiempo cuando
se ve cargado de hechos decisivos que en adelante actúa ya en él y
determina su curso el siglo venidero‖. (Cambier J.)
Ver entradas referentes a los acontecimientos citados.
Acordarse.-
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Acto.-
El verbo acordarse es en la espiritualidad mucho más rico que en nuestro uso
diario. Dios va desplegando progresivamente su proyecto de amor. El
recuerdo del creyente de los acontecimientos en que Dios ha intervenido con
el hombre en sus Alianzas. La alianza se refuerza al rememorarla con
devoción. Importante también el recuerdo del sacramento, de la esperanza
de la venida de Dios...
―Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos‖. (2 Tim. 2,8). Se
trata de evocar los acontecimientos en los que Dios ha intervenido para
aliarse con el hombre. ―Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi
Palabra: guárdala y arrepiéntete‖ (Apo. 3, 3).
Ver entrada ―Alianza‖.
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Todo acto bueno es meritorio, satisfactorio e impetratorio. Hemos de vivir
con la idea de santificar todos nuestros actos, transformarlos en oración,
hacia la oración continua.
Acto de contrición.-
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Llamamos así al ―Señor mío Jesucristo‖. Es importante saberlo de memoria
con el fin de repetirlo sobre todo si se ha cometido un pecado mortal, porque
justifica aun antes de la confesión. En todo caso el acto de amor de Dios ―por
ser quien es, unido al propósito de no volver a pecar, justifica al alma‖. Lo de
verdad importante es el amor a Dios.
Repitamos con devoción actos de contrición de la Biblia: El publicano (Lc. 18,
13); el hijo pródigo (Lc. 15, 18-19). También (2 Co. 7,10) y (Salmos 34, 18;
51, 17).
Hemos rezado en los seminarios en los años anteriores al concilio un acto de
contrición en latín muy clásico: ―Me poenitet te offendisse quia summa et
infinita es bonitas. Tua adjutus gratia non amplius peccare propono. Te
offendendi ocasiones vitare et omnes deffectus emendare‖ = Me pesa de
haberte ofendido porque eres suma e infinita bondad. Ayudado de tu gracia,
propongo no pecar más, evitar todas las ocasiones de ofenderte y
enmendarme de todos los defectos‖.
Ver entrada ―Contrición‖.
Actos detenidos.De vez en cuando durante el día, para poder vivir en contacto con Dios e
incluso aclimatar el alma a la oración continua, viene bien dedicar uno o dos
minutos a realizar un acto detenido de presencia de Dios y ofrecimiento. He
aquí un modelo tradicional.
Expandiendo un poco el acto detenido. Dice Jesús: ―Si alguno me ama,
guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él‖. (Jn. 14, 23 - 24) La Santísima Trinidad habita en mi alma si
está en gracia. En el fondo de mi corazón se opera el divino misterio, como
en la Eucaristía. El Padre engendra al Hijo por vía de conocimiento. Del
Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo, por vía de amor. - Todo esto
sucede ahora dentro de mí, pues soy templo vivo de Dios. Y digo con gran
amor: - Me entrego a ti Dios Padre, me entrego a ti Dios Hijo, me entrego a ti
Dios Espíritu Santo. Creo espero, amo a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Digo ahora con plena conciencia: Gloria a la Santísima Trinidad. Virgen
María, llévame a este misterio. (Recomendado por el padre Latasa, S. J.)
- Otro acto detenido parecido consiste en recitar de vez en cuando la entrada
―Núcleo‖. Lo importante es de vez en cuando durante el día recogernos uno lo
dos minutos profundamente junto a Dios. Así: La Virgen María, madre de
Jesús me lleva a la Eucaristía. Jesús en la Eucaristía es Dios y hombre
verdadero, el Hijo de Dios. No está ―solo‖: por la circuminsesión se encuentra
unido al Padre y al Espíritu Santo. Me recojo profundamente en la Santísima
-
Trinidad... ahora contemplo a la Santísima Trinidad que se aloja en mí. (Jn.
14, 23).
Actos de fe, esperanza y caridad.-
Creer, esperar amar a Dios. Es bueno ejercitarse en ellos sobre todo en
algunas ocasiones, por ejemplo al acudir a la Eucaristía. (Cada una de estas
tres virtudes teologales tiene su entrada en este Diccionario)
Adherirse.-
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Una adhesión a Dios robusta, firme y sin vacilación alguna. No con una fe
vacilante como cuando San Pedro pidió auxilio desde el mar, cuando se
hundía. Más bien con aquella otra: ―Señor, ¿a quién iremos?, tú sólo tienes
palabras de vida eterna.‖ (Jn. 6,68).
Y desde esta adhesión nuestra fe aumentará, como en los santos. ―Los
creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de
hombres y mujeres‖ (He 5, 14). Y vendrá el celo, y el amor a nuestros
hermanos que nos impulsará a ayudarles a su salvación; también como lo
hacían los santos. ―Que (el obispo) esté adherido a la palabra fiel, conforme a
la enseñanza, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y refutar
a los que contradicen‖ (Tito 1,9).
Convencidos de nuestra miseria propia, adherirnos de verdad a Él, esperando
su amor.
Adopción.- Adopción divina.-
- Consideramos con las palabras ―filiación‖ o ―adopción‖ nuestra cualidad de
-
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gracia, de ser hijos de Dios. ―Habéis recibido el espíritu de adopción con el
que llamamos a Dios, Padre (Rom. 8, 14-17 y 9,4). No se trata de una
filiación natural, que es la del Verbo, sino una filiación adoptiva. Muchos
teólogos dicen que nuestra filiación es intermedia entre la natural y adoptiva
porque somos hijos en el Hijo (Gal. 4, 5 y Ef. 1, 5).
El sentimiento de filiación lleva al trato más íntimo con Dios, a la confianza, a
la delicadeza en corresponder a su amor; y nos guía con fuerza al servicio y
amor de nuestros semejantes al ser hermanos.
―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios. Pues no recibisteis el espíritu de esclavitud para reincidir en el temor,
sino espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!‖ (Rom. 8,1416).
Ver entradas ―Inhabitación.‖ ―Hijos de Dios‖.
Adoración.-
Es un acto externo de la virtud de la religión, por el que testimoniamos honor
y reverencia a Dios. El lugar más propio para ello es el templo, porque en él
reside Dios, y más si se reserva la Eucaristía.
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Contemplar con el entendimiento el ser Infinito de Dios, su Eternidad, su
Omnipotencia, su Sabiduría, su Hermosura.
A veces parece que cuando pensamos con intensidad en esto se nos va la
cabeza. Son momentos de gozarnos en la grandeza de este Ser, que
además sabemos que es nuestro Padre. No tiene necesidad de nadie ni de
nada. Es Bueno. Santo. Lleno de gloria. Le adoramos y nos gozamos en su
grandeza.
La adoración no es simplemente un instinto natural, es un mandamiento de
Dios. "Yo soy Jehová tu Dios... No tendrás dioses ajenos delante de Mí."
(Éxodo 20, 2-3). Jesús dice: "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás."
(Mat. 4,10) "Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Yahvé en la
hermosura de la santidad." (Salmo 29,2)
La alabanza y adoración satisfacen nuestras más profundas necesidades,
agradan a Dios. "Yahvé está en medio de ti, poderoso, Él salvará. Se gozará
sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos."
(Sofonías 3,17).
La adoración al Santísimo Sacramento tiene en nosotros un valor especial:
reconocemos en ello que Jesús está real y sustancialmente presente en la
Eucaristía con su cuerpo, alma y divinidad; y, por la circuminsesión, unido al
Padre y al Espíritu Santo, y nos entregamos a la Santísima Trinidad. Este
misterio es núcleo de nuestra espiritualidad.
Existe la tentación de la idolatría, de manera distinta a adorar a figuras de
piedra: adorar al dinero, al placer, vivir como si fuera un dios el mundo y las
riquezas. Es decir ver en estos medios, fines de nuestra vida.
Adoración nocturna.Es una asociación de creyentes que, reunidos en grupos, se turnan velando
en las horas de la noche, para adorar a Dios en representación de toda la
humanidad y en nombre de la Iglesia, a través de Cristo, y para agradecer al
mismo Jesucristo, Dios y Hombre, su presencia en el Sacramento que los
une. Fue fundada en 1848 en París por Herman Cohen e introducida en
España en 1877 por el siervo de Dios, Luis de Trelles. Muchos millones de
personas se han santificado en esta asociación.
En el posconcilio ha bajado esta devoción, si bien en muchos lugares sigue
en auge.
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Adulto.-
La edad adulta podemos decir que se da entre los 40 a 70 o 75 años.
Entonces se reduce la emotividad de la juventud. En esa edad nos gusta
rememorar nuestra vida: nos encontramos en la madurez personal; y el
cristiano aprecia más su fe en Cristo y posee la base para ser receptor
consciente de la gracia de Dios. Asimilamos mejor la palabra de Dios: ―el
manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las
facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal‖. (Heb. 5, 14) Y
así: ―Por la fe, Moisés, ya adulto, rehusó ser llamado hijo de una hija de
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Faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero
goce del pecado‖ (Heb. 11,24-25).
Reafirmamos la fe y compromisos iniciados en la niñez y juventud. Se van
descubriendo los propios límites y errores; somos más realistas y con menos
idealismos. Se miran las crisis con otra lucidez; también la fe ayuda a ello. Se
aprecia y vive la fidelidad en el amor y el fervor en la esperanza. ―El fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad‖ (Gal.
5,22). Y exhorta Pablo a los adultos en la fe: ―Muestren una fidelidad perfecta
para honrar en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador‖ (Tito 2, 10).
El adulto en la fe llega a entender que la vida es trabajo, servicio, cruz y
entrega.
Adviento.-
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Cuatro semanas escasas nos preparan para la venida de Jesús en Navidad;
se trata del tiempo de adviento. Fomentamos la esperanza, la penitencia, el
deseo de la venida de Jesús al mundo y a nuestras almas y juegan en esto
un papel muy importante los profetas del Antiguo Testamento y San Juan
Bautista.
Dios es poderoso, y cumpliendo sus promesas nos envió a su Hijo (Jn. 1, 14);
la Navidad es la celebración de su venida; el Adviento es recuerdo de la
esperanza de la venida del Salvador y la preparación intensiva de la llegada
de Jesús. ―El Señor está cerca‖ (Fil. 4, 4-6).
Nuestra vida tiene que ser un adviento continuo. Esperar la llegada del Señor
para nosotros mismos y también para todas las personas conocidas y
desconocidas.
El Adviento es tiempo de desear. Y nuestro deseo ha de ser de Dios, porque
hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios. Decirle a Dios:
―Suspiro por Ti, tengo hambre y sed de Ti. Que deseándote pueda amarte.
Que todas las cosas me lleven a este deseo y a este amor‖.
Suelen recomendarse para el tiempo de Adviento estas lecturas bíblicas: 1ª
semana: Domingo: Jeremías 17: 1-18, Lunes: Génesis 16; Martes: Salmo 25;
Miércoles: Romanos 5: 1-11; Jueves: Apocalipsis 21:1-27; Viernes: Isaías 26:
7-9; Sábado: Salmo 142. Segunda semana: Domingo: Isaías 9: 1-7;
Lunes: Juan 3:16-21; Martes: Juan 1:1-16; Miércoles: 1 Corintios 15;
Jueves: 1 Tesalonicenses 4: 13-18; Viernes: Isaías 11; Sábado: Apocalipsis
22. Tercera semana: Domingo: Lucas 1:39-56; Lunes: Lucas 2:8-20;
Martes: Nehemías 8; Miércoles: Isaías 41: 1-20; Jueves: Gálatas 4:1-7;
Viernes: 1 Pedro 1:3-9; Sábado: Salmo 103. Cuarta semana: Domingo: Lucas
1: 26-38; Lunes: Mateo 1: 18-25; Martes: Lucas 2: 1-9, Mateo 2;
Miércoles: Lucas 2:22-52; Jueves: Juan 14; Viernes: Juan 7: 37-44;
Sábado: 1 Juan 4: 7-21
Afabilidad.- Amabilidad.-
Consiste en la atención de una persona en el trato con otra; en poner en
nuestras palabras y acciones exteriores cuanto pueda contribuir a hacer
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agradable y placentero el trato con nuestros semejantes. Es una virtud social,
derivada de la justicia, e indica espíritu cristiano. Hace la vida común muy
grata; para un cristiano es una caridad exquisita.
La persona afable es bondadosa, lleva consigo la ternura, la sinceridad,
la dulzura, el cariño y el respeto. También quien posee esta virtud es una
persona buena sin sentirse superior a nadie. Es persona cálida, servicial,
agradable, respetuosa y presta atención al que trata o a él se dirige. Es la
mejor virtud para la convivencia. Su compañía hace feliz a cuantos le
rodean.
La palabra de Dios nos recuerda con frecuencia esta virtud en distintas
ocasiones y de maneras diversas: ―En cambio el fruto del Espíritu es amor,
alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad‖. (Gal. 5,22). ―Yo Pablo...
os ruego con mansedumbre y mesura...‖ (2 Co. 10, 13).
Es uno de los frutos del Espíritu Santo (Gal. 5,22; Col 3,12).
Afectividad.-
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Se trata del conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona.
Se experimenta en la manera de reaccionar ante los sucesos ordinarios o
extraordinarios. Incluimos también en el concepto de afectividad el desarrollo
de la propensión a querer.
Dios nos otorga para entrar en contacto con las experiencias de la vida, los
sentimientos, sensaciones y emociones y tienen una importancia esencial en
nuestra espiritualidad. Nuestra perspectiva psico-emocional-espiritual, nos
dice la necesidad que tenemos de Dios, de su consuelo, de su ayuda del
contacto ilusionado con Él. Los sentimientos y afectos dan aliento e ilusión
grande. Pero si se pierden, no desanimarse.
La realidad de nuestra emotividad la hemos aprendido de nuestra familia de
origen, de nuestros educadores en la fe, de nuestras experiencias
comunitarias vividas en el culto, liturgia y trato con Dios.
Nuestra afectividad hemos también de llevarla, por supuesto, al terreno del
amor a nuestros semejantes, amar de corazón y sobre todo de voluntad. San
Pablo siempre se mostró lleno de amor en su misión. Baste recordar: ―Les
hemos hablado, corintios, con toda franqueza y hemos abierto
completamente nuestro corazón. En él hay cabida para todos vosotros; en
cambio, en el de vosotros no la hay para nosotros. Yo deseo que me paguen
con la misma moneda. Les hablo como a mis propios hijos: también vosotros
abran su corazón‖ (2 Co. 6, 11-13).
La vida de Jesús en el Evangelio está llena de amor, de servicio y afecto. Nos
lo encontramos constantemente. Lloró por Jerusalén (Lc. 19, 41); por su
amigo Lázaro (Jn. 11,35); se compadeció de la viuda de Naín. (Lc. 7, 13).
En los acontecimientos y experiencias, conectando nuestra vida con nuestra
relación con Dios, hemos de aprender a saber qué hacer en cada
sentimiento, en cada emoción, en cada situación. Nuestra espiritualidad ha
de ir siempre conectada con afectos positivos de amor.
Ver también entradas de oración y en particular ―Oración afectiva‖.
Aficiones.-
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Existen en la vida individual y social muchas aficiones y muy sanas: desde
practicar algún deporte, ver reportajes del mundo y naturaleza, hasta
resolver sudokus o crucigramas. Pero nuestra gran afición ha de ser
Jesucristo y todos los hijos de Dios: ayudarles, compartir con ellos,
estimularnos a ser mejores. Otro tipo de aficiones pueden ser hasta
necesarias para el descanso, pero sin que en ningún momento nos dominen
y dificulten nuestra via interior.
Ver entradas ―Recreación‖, ―Descanso‖.
Agilidad.-
Es un fenómeno místico extraordinario: la traslación corporal instantánea de
un sitio a otro, a veces muy distante. En los Hechos de los Apóstoles el caso
del diácono Felipe. (He. 8, 39-40). Habacuc (Dan. 14, 33-39). Entre los
santos se cuenta por santa Teresa de Jesús de San Pedro de Alcántara. San
Felipe Neri, Antonio de Padua, Catalina de Siena...
Agnóstico.-
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Es la persona que, sin negar la existencia de Dios, considera inaccesible para
el entendimiento humano la noción de lo absoluto y, especialmente, de Dios.
Ser agnóstico depende de un razonamiento intelectual; no encuentra el
agnóstico un fundamento satisfactorio de la deidad.
Quien se declara agnóstico es conveniente que reflexione sobre la
experiencia de fe entre gente intelectual. La razón nos ayuda en la fe, pero la
razón no lo explica todo; de lo contrario la fe no sería fe.
La razón nos dice que es posible la revelación; que la doctrina de Jesucristo
es maravillosa. Incluso la razón nos aconseja en el sentido de que, de todas
las religiones existentes, la cristiano-católica es la que más merece la pena
en conjunto, a pesar de los fallos que vemos en muchos dirigentes.
Todo nos va inclinando hacia la fe. Pero vienen las dudas. Y tienen que venir
esas dudas. De lo contrario, la fe no sería fe. El agnóstico necesita dar un
paso y decirle a ese Dios que ―puede ser que exista‖, que le ilumine y ayude.
Con sencillez y humildad.
Ver entrada ―Experiencia de Dios‖.
Agradar.-
Nuestra correspondencia al llamamiento de Dios nos ha de impulsar a
agradar a Dios, porque ―Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena
Noticia, y nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino
a Dios, que examina nuestros corazones”. (Tes. 2, 4). Y siempre hemos de
darnos cuenta de que ―Sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a
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Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan‖ (Heb.
11,6).
Y hemos de entregarnos del todo a Él, tanto en el estado de matrimonio como
en virginidad: ―Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene
cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado
tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer‖ (1 Co.
7,32-33).
Muchos rehúsan vivir con Dios: ―Y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios‖ (Rom. 8.8). Pero el cristiano de verdad ha de procurar
siempre vivir con Dios en amistad: ―Así que, los que somos fuertes debemos
soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos
(Rom.15, 5). ―Os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús, que viváis
conforme a lo que habéis aprendido de nosotros sobre la manera de
comportarse para agradar a Dios‖ (Tes. 4,1)
¿Agradar a los hombres? Es arma de dos filos: en principio es una finura de
la caridad; pero en la realidad puede ser contemporizar con el mundo, con el
vicio, con el mal. Es preciso discernir para ver hasta dónde hemos de
procurar agradar.
No se hace de corazón lo que no se hace por amor. Serás del agrado de Dios
cuando Dios sea de tu agrado. (San Agustín).
Agradecimiento.-
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Ante todo debemos agradecimiento a Dios Creador, Redentor, Suma Bondad.
Darle gracias también por sus designios, por su Providencia, por la confianza
que nos ofrece y su misericordia.
El agradecimiento a Dios lo podemos manifestar también con la alabanza, con
el amor y vivencia de la Eucaristía, con nuestra oración continua.
Agradecimiento por la Eucaristía, por haberse quedado con nosotros hasta la
consumación de los siglos; por ser nuestra vida y alimento, nuestro amigo y
nuestro refugio, nuestra fuerza.
Si miramos las cartas de San Pablo nos convencemos de que él era
profundamente agradecido a Dios. Y esta virtud le sumía en la humildad. Viene
bien recordar aquello de ―¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has
recibido, por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?‖ (1 Co. 1, 4-7). De
la gratitud tiene que brotar el celo, además de la humildad. Difundir la gracia
que nos ha sido dada. (Fil. 4, 10-18).
Agradecimiento a la Virgen María por su fiat en la Encarnación, por ser nuestra
madre, por poder confiar en ella, por ser espejo donde mirarnos para imitarla.
Agradecimiento a los padres (1 Tim. 5,4) ―Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos,
estos deben aprender primero a cumplir con sus deberes familiares y a ser
agradecidos con sus padres, porque eso es lo que agrada a Dios‖.
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Agua.-
Ver entrada ―Gratitud‖
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Es muy frecuente en los místicos apoyarse en la idea de agua para expresar
el fondo de su sentimiento espiritual. Merece la pena profundizar en alguna
de sus expresiones: El Espíritu Santo es el ―agua viva‖ que, en el corazón
orante, ―brota para vida eterna‖ (Jn. 4, 14). El alma se funde en Jesucristo
como la gota de agua se pierde en el océano. Beber del pozo de agua viva.
Fuente de agua viva. ―Acurrucarme en el brocal del pozo y pedir a Jesús
como la samaritana: ―Dame de tu agua‖ (Jn. 4, 15).
Jesús dice: ―El que beba del agua que yo le daré no tendrá jamás sed, sino
que el agua que yo le dé se hará en él una fuente de agua que brota hasta la
vida eterna.‖ (Jn. 4,14) Y en otra ocasión decía Jesús: ―Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba.‖ (Jn. 3, 37).
Llena de significado místico expresión de Cristo: ―Jesús puesto en pie, gritó:
"Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí, como dice la
Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al
Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había
Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado‖. (Jn. 7, 37-39)
Gota de agua en el vino del cáliz: Fijarse en la oración: que seamos
partícipes de la unión de humanidad y Divinidad de Jesús. Él es agua viva:
por su impulso nos hace saltar hacia la vida eterna.
Si en él vivimos inmersos como en un río sagrado, en sus aguas gustaremos
sabores. Agua viva que sacia, refrigera, lava, purifica, (Ez. 16,4;) (Gen. 18,4 y
19,2); (Salmo 26,6); (Mat. 27, 23), vivifica, (1 Co. 10, 4), (Ex. 17, 1-7), (Ez. 47,
1-12); renueva, da vigor y lozanía. Conocido el don de Dios, nos toca pedirle
nos dé del agua viva. La oración es agua viva que apaga la sed del alma.
Estoy en Dios como la esponja en el agua, si crezco, más me lleno de tu
Divinidad. Y podíamos seguir citando cientos de frases de místicos alusivas
al agua.
Si agua de manantial simboliza la vida, el agua del mar es un símbolo de la
muerte.
Más profunda en la defensa de la vida; ya que no existe vida sin agua y todas
las formas de vida dependen de ella. De esta forma, el agua adquiere un
valor vital y sagrado: bien común, patrimonio de la humanidad y derecho de
todas y todos. El agua es un don de Dios para todos los seres vivos más allá
de su valor en sí‖. (Alfredo Ferro Medina).
Ver entrada ―Fuente‖
Agua bendita.-
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El agua bendita es un sacramental muy conocido entre los cristianos. Algunos
dicen que simboliza el sudor de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y el
agua que con la sangre salió de su costado al expirar en la cruz.
Siempre ha sido muy usada; signándonos con ella pedimos a Dios que nos
purifique y que huya de nosotros el enemigo.
Se colocan las pilas de agua bendita para que nos signemos con ella al entrar
al templo y seamos benditos por el Señor con la señal de la cruz. De esta
manera le entregamos todos nuestros sentidos en su casa. Por eso al entrar
debemos rogar para que el Espíritu Santo ilumine nuestros corazones,
infundiendo en ellos aquel temor, edificación, silencio y reverencia que se
merece tan santo lugar.
Agua lustral.-
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En el mundo antiguo el agua lustral es aquella con que se rociaban las
víctimas y otras cosas en los sacrificios gentílicos. Llamaban así los gentiles
al agua en que habían apagado un tizón ardiendo sacado de la hoguera de
un sacrificio. Se conoce en distintas culturas.
Entre los cristianos se llama agua lustral o pascual la bendecida en la Vigilia
de la noche de Pascua para bautizar a los nuevos catecúmenos o niños por
iniciativa de sus padres. Durante todo el tiempo pascual se asperja con ella al
inicio de la misa a los fieles. Tiene el significado del hombre nuevo (Ef. 4, 24),
recuerdo del bautismo, limpieza y alegría pascual. Se guarda también en las
casas en muchos lugares para signarse con ella. Ayuda a evocar la alegría y
esperanza de la resurrección, cuando con ella nos santiguamos.
Ahora.- Aquí.-
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A veces no nos damos cuenta de que el mejor estado para servir es el actual;
el momento presente, aquí y ahora; nuestra actual situación personal y de
relación con los demás. Porque Dios en su Providencia así lo quiere. Es la
voluntad de beneplácito de Dios. Es nuestro actual deber, nuestra actual
obligación; no nos engañemos. Y responder con el fiat, con amor: ―Amo a mi
Padre y cumplo su voluntad‖.
Y hemos de avanzar con sencillez; paso a paso. Y responder al Señor con un
―gracias‖. Pedirle fuerza para servirle con alegría. Dejarnos llevar de la
tristeza matará el fervor, la ilusión y nos pondrá a merced del tentador.
Hemos de cantar en nuestro interior un himno de amor, aun sin ganas e
intentar descansar tranquilos en los brazos de Dios. El santo abandono es un
amor puro e intenso.
Ver entrada ―Conformidad con la voluntad de Dios‖. ―Presente‖.
Alabanza.-
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La alabanza es un acto de la virtud de la religión. Con la alabanza adoramos
a Dios. Podemos alabar a Dios con nuestra palabra, uniéndonos a la
alabanza comunitaria, con cánticos e himnos. Cuando Jesús entraba en
Jerusalén algunos protestaban de aquellas muestras de alabanza; Él les
respondió: ―Si todos estos callaran, las piedras comenzarían a aclamar‖
(Lucas 19, 39-40).
Se dirige el alma hacia Dios, la mente, la misma imaginación, en un recuerdo
grato del amor que Dios nos da. Y nos atrevemos a decir: ¡Hagamos tres
tiendas...!, como Pedro en el Tabor. Y la pena es no poder estar así todo el
día, pero virtualmente cómo influye este fervor en el trato con los demás y en
el cumplimiento del deber...
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La alabanza es signo de agradecimiento sincero, como el ciego curado por
Jesús. ―Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando
vio aquello, dio alabanza a Dios‖ (Lc. 18, 43). Y viene del fondo del corazón:
―La circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del
cual, no viene de los hombres, sino de Dios‖. (Rom. 2,29)
La adopción como hijos de Dios nos impulsa a alabarlo: ―Él nos predestinó a
ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de
su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo
muy querido‖ (Fil. 1,5-6). ―En él hemos sido constituidos herederos, y
destinados de antemano –según el previo designio del que realiza todas las
cosas conforme a su voluntad–a ser aquellos que han puesto su esperanza
en Cristo, (Ef. 1, 11-12)
―Ofrezcamos sin cesar, por medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es
decir, el fruto de los labios que celebran su nombre‖ (Heb. 13, 5)
La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la
cruz, es también un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de
la creación. La alabanza es la forma de orar que reconoce... que Dios es
Dios. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en
la fe antes de verle en la Gloria. Admiración y la alabanza ante las maravillas
de Cristo. ―Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados;
Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor‖.
De esta ―maravilla‖ de la salvación brota la doxología, la alabanza a Dios. La
Eucaristía es ―el sacrificio de alabanza. La oración de alabanza, totalmente
desinteresada, se dirige a Dios; Canta para Él y le da gloria no solo por lo que
ha hecho sino porque él es orante‖. Del Catecismo de la Iglesia Católica.
Al entonar salmos de alabanza, nuestra mente concuerde con nuestra voz.
(Cipriano) La escucha de la Palabra se torna alabanza. El aleluya es alabanza,
alegría que inciensa espiritualmente el ambiente en el que va a resonar la voz
de Jesús.
La Misa es la mejor oración de intercesión, de petición, de alabanza, de
acción de gracias.
Dios quiere el sacrificio de alabanza completo, universal, el holocausto
perfecto (Is. 61, 8). Nuestra vida será un cántico ininterrumpido de alabanza,
de acción de gracias a Dios.
Una alabanza de gloria es el alma que contempla a Dios en fe y simplicidad.
Una alabanza de gloria es el que vive en estado permanente de acción de
gracias. Seamos en el Cielo de nuestra alma alabanzas de gloria.
Alegría.-
Alegrarnos porque Dios existe y nos quiere como Padre, alegría por su
Providencia, porque confiamos en Él, porque somos conscientes de su
presencia en nosotros. ―El Reino de Dios dentro de vosotros está‖. (Lc. 17,
21) Alegría por habernos encontrado con Jesucristo. ―Alegraos siempre en el
Señor, os lo vuelvo a decir, alegraos‖ (Fil. 4, 4). Toda la carta de Pablo a los
Filipenses nos invita a la alegría. Miremos el himno de la alegría: (Fil. 2, 6-11
y 1,4). Alegría por el Reino de Dios (Mat. 13, 44).
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Dios nos ha creado a su imagen por amor y para derramar sobre nosotros su
amor. Jesús Resucitado dijo: ―Alegraos‖ (Mt 28,8-9). (Lc. 24, 41). Es la
alegría de la salvación que se nos ofrece. Cristo es el viviente, es el que ha
vencido el mal con el bien, el pecado y la muerte. (Rom. 12, 21). El mal no
tiene la última palabra sobre nuestra vida, sino que la fe en Cristo Salvador,
es la que vence.
Alegría de la fe: ―El poder de Dios, por medio de la fe, protege para la
salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento. Por lo cual
rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis
afligidos con diversas pruebas‖ (1 Pe. 1,5-8 y 4,13). Alegría de la venid de
Jesús (Lc. 2,10). Alegría de la esperanza (Mat. 2, 10). Alegría de la Palabra
de Dios (Mat. 13, 20). Alegría de poder alabar a Dios (Lc. 19, 37).
Alegría en la conversión del pecador (Mat. 18, 13) y (Lc. 15,7-10). Alegría en
el trabajo porque colaboramos con Dios Creador. Él nos ha otorgado esta
prerrogativa de ir transformando la Tierra y descubriendo sus secretos.
Alegría también en el trabajo religioso porque colaboramos en la Redención
de Jesucristo. Alegría en el trabajo propio porque mediante él vivimos
nosotros y nuestra familia, y ayudamos a la Sociedad. Alegría en a
obediencia (Heb. 13, 17).
Alegría con el descanso, con los placeres lícitos que el Señor nos otorga en
la vida; y alegría en la convivencia y amistad (2 Tim 1,4 y Fil. 1,7). Alegría
en la justicia y bondad (Heb. 1,9). Alegría por el sufrimiento porque con él
completamos lo que falta a la pasión de Cristo (Col. 1, 11; Heb. 10,34). Y es
un fruto del Espíritu Santo, (Gal. 5, 22-23).
Nos alegramos con la Virgen María: ―Proclama mi alma la grandeza del
Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador‖. (Lc. 1, 46-47)
Si pensamos en la Eucaristía, en poder recibir a Jesús (Lc.9, 6), parece
imposible que, teniéndola, alguien haya podido estar triste. Jesús mismo,
después de instituir este sacramento, quería que su propia alegría fuera la
nuestra.). Así lo leemos en el (Jn. 15). El hombre justo vive alegre.
Cuántas veces se lo hemos oído a las monjas de clausura apartadas del
ruido del mundo. Cada día el Señor nos ofrece alegrías sencillas: la alegría
de vivir, de la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo y del servicio,
la alegría del amor sincero y puro.
Motivos para la alegría: los hermosos momentos de la vida familiar. Dios es
la fuente de la verdadera alegría, porque Dios es comunión de amor eterno,
que se difunde en aquellos que Él ama y que le aman. La alegría es signo de
su presencia y de su acción en nosotros. Un Salmo dice: ―Sea el Señor tu
delicia, y él te dará lo que pide tu corazón‖ (Salmo 37,4). Nos gloriamos en el
Señor, porque Él infunde su amor en los suyos por toda la tierra.
En el Nuevo Testamento pasan de cien las alusiones a la alegría y al gozo.
La alegría no debe ser destruida por las tribulaciones, oponer la paciencia
serena. (Agustín)
Alejados.-
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Los alejados, los que no conocen o se han apartado de Dios, han de ser para
el alma fiel motivo de su apostolado. ―Ay de mí si no evangelizare‖. (1ª Co. 9,
16)
No basta con estar bautizados, es preciso incorporarse a la Iglesia. Los ―no
practicantes‖, son hermanos cristianos alejados. Tienen su responsabilidad;
la nuestra es atraerlos, con el ejemplo, la oración y el consejo oportuno.
Nos tiene que salir del corazón, preocuparnos de tantas personas alejadas de
Dios, son almas redimidas por Jesús. Hacer algo por ellas. Muchos santos
han entregado su vida por las almas. El celo de las almas les devoraba.
Hemos de mover todos los resortes a nuestro alcance para lograr la
conversión de tantos y tantos alejados de Dios.
Ver entradas ―Celo‖. ―Apostolado‖.
Aleluya.-
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Es un canto ritual que se repite continuamente en tiempo pascual. Significa
―Alabad a Dios‖. ―Oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre
inmensa que decía: "¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de
nuestro Dios‖ (Apo. 19, 1).
Lleva consigo el signo de la alegría y esperanza por la resurrección de Cristo.
Se utiliza mucho en la Biblia desde los tiempos judíos. Es una expresión que
en los creyentes está llena de significado y de vivencias muy relacionadas
con la consolación y gozo; y de una manera muy significativa en la vigilia
pascual.
Alerta percepción.-
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Es un proceso mental mediante el cual obtenemos datos del exterior y los
organizamos en nuestro interior, para tomar conciencia de los hechos o
sucesos que nos llegan, y estamos alerta a lo que el Espíritu nos sugiere
para la unión con Dios en amor. Se puede decir que tiene un carácter
selectivo e interpretativo.
Es muy importante mantenernos a la escucha de cuanto nos sugiere el
Espíritu Santo en cada momento, con paz, sin obsesión, como una
costumbre grata y amorosa. ―Nosotros no sabemos cómo pedir para orar
como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables‖ (Rom. 8, 26)
El Espíritu Santo está siempre llamando a la puerta de nuestro corazón, esa
es la realidad. Muchos nunca le hacen caso, como cuando anda viento o
lluvia que uno apenas o nada se percata, cuando está refugiado. Pero si nos
quedamos alerta, escuchamos su voz. Es cuestión de atención espiritual, de
salir de la rutina.
Es necesario escuchar la voz de Dios. Nos habla por los acontecimientos de
cada día o por el consejo de una persona buena, o por una lectura ejemplar,
o por el buen ejemplo de alguien o la muerte de una persona más allegada o
conocida. Aumentar el silencio y la paz del alma, la unión constante con Dios,
todo nos lleva hacia Él. Estar con paz y alerta.
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Para un corazón alertado todo es motivo de encuentro con Dios. Estar
permanentemente alerta contra los ataques del demonio: intenta desviar al
hombre del camino que lo lleva a Dios. Vivir en vigilancia y con amor. Hemos
de estar atentos. El Espíritu Santo nos empuja hacia el bien; estar alerta.
La Biblia nos exhorta a permanecer alerta: ―Por lo tanto, manteneos con el
espíritu alerta, vivid sobriamente y poned toda vuestra esperanza en la
gracia que recibiréis cuando se manifieste Jesucristo (1 Pe 1,13). ―Sed
sobrios y estad siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como
un león rugiente, buscando a quién devorar‖ (1 Pe. 5,8). ―Vosotros estad
alerta para no perder el fruto de vuestros trabajos, de manera que podáis
recibir una perfecta retribución‖. (2 Jn. 1, 7-8) ―Permanece alerta y reanima lo
que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es
perfecta delante de mi Dios‖. (Apo. 3,2)
Alfa.-
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El ―Alfa y la Omega": es la designación simbólica de Dios, principio y fin de
todas las cosas, mediante la primera y la última letra del alfabeto griego. El
Apocalipsis nos lo recuerda en varios versículos: ―Yo soy el Alfa y la Omega,
dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso‖
(Apo.4, 8). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed,
yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida‖. (Apo.
21,5). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin‖.
(Apo. 22,13).
En otro sentido ver entrada ―Niveles Alfa‖
Alfarero.-
La imagen del alfarero es frecuente en la Biblia; expresa el dominio de Dios y
su obra santificadora sobre el hombre. Hemos de ser dúctiles y maleables en
manos de Dios. El alfarero tiene derecho sobre la arcilla para hacer con ella
una obra de valor. (Ex. 9, 20-21)
Alianza.-
Pacto o unión entre personas, grupos sociales o estados para lograr un fin
común. Nos habla la Biblia de la alianza de Dios con su pueblo peregrino
siendo Moisés el guía. (Ex 12,37-39; 14, 31; 19, 24…); (Deut. 28-32;
Jos. 24; Neh. 8-10).
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Es constante en el Nuevo Testamento la alusión a la Nueva Alianza. No
intentamos en este diccionario un estudio exhaustivo del tema. A modo de
ejemplo: La carta a los Hebreos presenta a Jesucristo como el Sumo
Sacerdote que con su muerte selló la Nueva Alianza entre Dios y los
hombres, y que ahora ejerce en el cielo una mediación eterna. A la vez,
describe el itinerario del nuevo Pueblo de Dios en marcha hacia la Tierra
prometida, bajo la guía del mismo Jesucristo. La comparación con los
personajes e instituciones del Antiguo Testamento destaca la suprema
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grandeza de Cristo y la superioridad de la Nueva Alianza con respecto a la
Antigua. ―Tú eres sacerdote para siempre, por eso, de una mejor Alianza
resultó fiador Jesús‖ (Heb. 7,21-22). En los capítulos 8 y 9 es continua la
alusión a la Nueva Alianza.
Hablamos de Alianza nueva fijándonos en (Heb. 8,6-13 y cap. 9) en que se
nos muestra a Cristo como el mediador de la nueva Alianza y se declara
antigua la anterior.
La Nueva Alianza hoy influye sobre nosotros. Es una elección gratuita de
Dios; el hombre la recibe. (2 Co. 3,6). En esta alianza se da la recapitulación
de todas las cosas en Cristo; su generosidad divina; la revelación plena con
la muerte y resurrección de Cristo; nuestra esperanza renace en la Nueva
Alianza, donde destaca sobre todo la Eucaristía. (1 Co. 11,25). Nosotros
aceptamos y nos comprometemos en esta nueva Alianza y de esta manera
es para nosotros real.
Alma.-
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Nuestra alma es un espíritu inmortal, creado por Dios de la nada a su imagen
y semejanza. Todo nuestro estudio radica principalmente sobre el alma,
donde habita la Santísima Trinidad cuando estamos en gracia santificante. Es
el alma sujeto de la vida sobrenatural, como forma sustancial del cuerpo.
Toda nuestra espiritualidad camina en torno a nuestra alma, sin olvidar, por
supuesto, el cuerpo.
El alma para obrar necesita de la razón y de la voluntad. La gracia
santificante perfecciona la esencia del alma y en el alma están las virtudes y
dones del Espíritu Santo. Hay en el hombre una dualidad entre alma y cuerpo
en unión sustancial. Dentro de esa unión sustancial, empleamos la palabra
alma para designar la parte espiritual de nuestro ser.
En la Biblia son frecuentes las alusiones al alma. Como ejemplo, citamos
(Heb. 4,12, 6,19; 10, 38,39; 13,17) (Sant. 2, 24) (1 Pe. 1,11)
Almas del purgatorio.-
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Son las personas que han muerto, pero su alma todavía no ha entrado en el
Cielo porque necesita purificación por sus pecados. (1 Co. 3, 15). Siempre el
pueblo fiel ha tenido necesidad y obligación de orar por ellas. La comunión de
los santos nos aconseja pedir al Señor por ellas y encomendarnos a su
intercesión. (2 Macabeos 12, 42-46).
Un día, de oración por nuestros difuntos y por las almas del Purgatorio, el 2
de noviembre. Fueron nuestros compañeros y amigos. Y un día que hace
pensar. La vida es breve: somos lo que ellos fueron y seremos lo que ellos
son, dentro de poco tiempo. Lo importante es ser buenos, generosos,
humildes y perdonadores, mostrando así el amor de Dios. Nuestras obras
nos seguirán a la otra vida, no nuestro dinero ni nuestros placeres ni nuestra
fama.
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De nuestros mayores hemos recibido la costumbre buena de rezar por las
almas del Purgatorio. Algunas personas hacen el ―voto de ánimas‖: ofrecen a
Dios todos los méritos propios a favor de las almas del Purgatorio.
Altar.-
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Para el cristiano ferviente tiene gran importancia el altar: El altar de la Nueva
Alianza es la Cruz del Señor (Heb. 13,10), de la que manan los sacramentos
del Misterio pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace
presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es
también la mesa del Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado. En
algunas liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo
murió y resucitó verdaderamente). Así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo,
presente sobre el altar, da a todas a las generaciones de cristianos la
posibilidad de unirse a su ofrenda. (Cat. 1369). (1182).
El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía,
representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la
mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo
de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez
como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial
que se nos da. "¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del
Cuerpo de Cristo?", dice S. Ambrosio, y en otro lugar: "El altar representa el
Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar". La liturgia
expresa esta unidad del sacrificio y de la comunión en numerosas oraciones.
Así, la Iglesia de Roma ora en su anáfora: Te pedimos humildemente, Dios
todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia hasta el altar del
cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia
y bendición. (Cat. 1383).
Altibajos.-
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Los altibajos y fluctuaciones de ánimo suelen ser causa de abandonar la gran
empresa de nuestra entrega a Dios. Esto ocurre sobre todo en los
principiantes: les resulta aburrida la perseverancia. También existe este
peligro entre los avanzados. Y si nuestra entrega al Señor es por
temporadas, podemos quedar raquíticos.
La confesión con el mismo sacerdote puede ser solución. También la
comunicación periódica con un amigo en la fe o con el director espiritual.
Nunca desanimarnos. El control siempre ayuda.
Alumbrados.-
Ver entradas ―Iluminismo‖ ―Quietismo‖ ―Voluntarismo‖.
Amargura.-
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Puede ser saludable cuando se produce al apreciar la bondad divina y ver las
propias faltas y pecados de los que se siente aversión y odio.
La amargura del alma a causa de recibir injurias o desprecios nos puede
ayudar a acercarnos a Jesús llevando nuestra cruz con abnegación.
Jesús nos enseña a superar la amargura: ―Os he dicho estas cosas para que
tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he
vencido al mundo." (Jn. 16. 33). San Pablo nos aconseja a apartar de
nosotros la amargura por nuestro mal carácter: ―Si os airáis, no pequéis; no
se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo‖. (Ef. 4, 26).
Y entendernos en nuestras relaciones: ―Revestíos, pues, como elegidos de
Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos
mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó,
perdonaos también vosotros‖. (Col. 3, 12.13).
Ver entrada ―Contrición‖ y ―Mirra‖.
Ambición.-
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La presunción, unida con la soberbia causa la ambición; es el deseo
desordenado de honra y dignidades. Puede este vicio causar ruinas en la
espiritualidad.
Algunos textos del Nuevo Testamento nos animan a desasirnos de
ambiciones humanas estériles: "Luchad por entrar por la puerta estrecha,
porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán‖. (Lc. 13, 24).
―Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
serán saciados‖. (Mat. 5,6) ―Una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me
lanzo a lo que está por delante.‖ (Fil. 3, 13). ―Que ambicionéis vivir en
tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras
manos, como os lo tenemos ordenado‖ (1 Tes. 4, 11)
Ambiente.-
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La vida la desarrollamos en nuestro ambiente. Esforzarnos por crear
ambiente de fe en nuestro derredor; la vida terrena es temporal (Heb.13, 14)
Contrarrestar en cuanto podamos el clamor de los sin fe, que además
disponen hoy de mejores medios que nosotros. Esforzarnos por transmitir lo
que hemos recibido (1 Co. 15, 3; Lc. 1, 1-2). Buscar cualquier resquicio para
introducir nuestra acción cristiana. Si estamos bien preparados con la
oración, lo conseguiremos.
Alejarse de ambientes frívolos, nocivos, escandalosos.
Amén.-
Expresión desiderativa que se pronuncia al finalizar las oraciones cristianas y
que significa ―así sea‖. Se expresa nuestro asentimiento y conformidad a
cuanto dirigimos a Dios en la liturgia.
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El ―amén‖ dicho después de la elevación menor en la Misa, tiene un especial
significado. Conviene profundizar en el tema.
Amistad.-
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La amistad es un afecto puro y desinteresado compartido con otra persona y
se fortalece con el trato.
El amigo ama por encima de toda búsqueda interesada; acoge y se siente
acogido y correspondido con benevolencia. Existe entre los amigos una
profunda sintonía. El amigo siempre está disponible. La amistad ayuda a
mantener el interés por la vida. Un amigo fiel es escudo poderoso y quien lo
encuentra halla un tesoro (Eclesiástico 6, 14-17).
En la Biblia se alude con frecuencia a la amistad y al amigo. Citamos algunos
textos: (Prov. 17, 9-17; 27,10)). (Salmo 133, 1). Jesús se ofrece en amistad a
nosotros: ―No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi
Padre os lo he dado a conocer‖ (Jn. 15, 15). Hay una exhortación a la
amistad: ―Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y
todo el que ama ha nacido de él y lo conoce‖. (1 Jn. 4, 7). Y ―Amémonos los
unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido
de él y lo conoce‖ (1Jn. 4,21).
La amistad requiere comunicación entre los amigos, sin la comunicación no
hubiera podido existir ni continuar, esta es la realidad. Cuando apreciamos de
verdad al amigo, asumimos su manera de ser, su manera de actuar; eso no
quiere decir que todo lo que hace nos parezca bien, pero no lo juzgamos; al
amigo lo queremos y lo apreciamos, lo admitimos tal cual es. Sí, deseamos
que mejore, como yo mismo deseo también mejorar. El amigo ayuda al amigo
a ir librándose de sus faltas; esto es fácil decirlo, pero muy difícil practicarlo,
dada la soberbia grande que existe en la persona. Si miramos nuestra
imperfección humana debiéramos ejercitarnos en la humildad para no mirar
con ira al amigo que intenta mejorarnos.
Al amigo puedes manifestar confiado lo que piensas, él entiende las
contradicciones de tu naturaleza que llevan a otros a juzgarte mal, pero él te
comprende. Con él te sientes seguro. El amigo es como un signo del amor de
Dios que nos ama con fidelidad; por todo esto la amistad nos ayuda a
elevarnos a Dios y nos invita a crecer en su amor. Nos inunda el corazón de
consuelo, pero también no exige.
Dios es padre y amigo de sus hijos y nos llena de amor, porque Dios es amor
(1 Jn. 4,8). El Espíritu Santo comunica la virtud infusa de la caridad que nos
lleva a estrechar la amistad con Cristo y con los hermanos.
La amistad cristiana está llena de amor sobrenatural; forma parte del Cuerpo
Místico de Cristo y no es una abstracción. (1 Co. 12, 12-27). Llega a ser
verdadera experiencia mística; se fomenta con el trato y la oración y nos une
con Jesús y con los compañeros.
El Espíritu Santo comunica esta virtud infusa de amor que nos lleva a la
amistad con Cristo por la gracia. Hablando con fe, esta amistad cristiana llega
a tener dimensión eclesial, además de ser una verdad de experiencia mística
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y se fomenta con la oración. Pero hemos de darnos cuenta de que estas
ideas son un ideal difícil de alcanzar, pero a ello hemos de aspirar en la
amistad.
La amistad con Cristo la practican los que tienen intimidad con Dios y nos
vamos vinculando con la Santísima Trinidad.
Tengamos en cuenta la triste realidad de que para algunos el ―amarse en
Dios‖ es sinónimo de no amarse de verdad, pero tolerarse por deber.
Conviene que los casados disfruten de amistades compartidas. Pero la
amistad conyugal es exclusiva de la pareja, y puede durar hasta después de
la muerte. Y el amor total a Cristo en el matrimonio puede llegar a ser más
íntimo y pleno que ningún otro afecto.
Quien sienta la soledad puede profundizar de lleno en la amistad con Jesús
Eucaristía. Jesucristo es el mejor amigo que nunca falla.
Ver entrada ―Amistad y apostolado‖.
Amistades santas.- Amistad espiritual.-
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Dentro de las amistades santas señalamos ante todo las que nos ofrece
nuestra fe: Jesucristo, Jesús en la Eucaristía, la Santísima Trinidad que
permanece siempre en nuestra alma en gracia, la Virgen María, los santos de
nuestra devoción.
Es buenísimo y casi imprescindible formar grupos de amistad espiritual. Son
varias personas que se comprometen a reunirse periódicamente para revisión
de vida, hablar de temas espirituales, orar algún rato, comentar el momento
propio del espíritu. ―Animaos,... los unos a los otros, cada día, mientras dure
este hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el
pecado‖. (Heb. 3, 13).
Recordemos esta frase del libro del Eclesiástico: ―Un amigo fiel es un refugio
seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene
precio, no hay manera de estimar su valor. Un amigo fiel es un bálsamo de
vida, que encuentran los que temen al Señor‖. (Ecco, 6,14-16)
Poder comunicarnos nuestras aspiraciones de santidad y nuestro común
deseo de amor a Dios. No estamos solos en el ideal. Nos sentimos
acompañados. Esto es muy importante y una gracia muy grande que el Señor
nos ha concedido.
Tener en cuenta que el amigo es un consejero íntimo, un corrector prudente y
cariñoso, un consolador. Incluso puede suplir al director espiritual y más hoy
que tan difícil resulta encontrarlo.
Cada hombre es lo que ama. La verdadera amistad no tiene precio, es
gratuita. Existen dos cosas necesarias: la salud y un buen amigo. La soberbia
para la división, la caridad para la comunión. A Dios no lo ves; ámalo y lo
tienes. (Agustín San)
Amistades particulares.-
Esta expresión es ambivalente, buena o mala, según los casos.
Particulares buenas: son amistades de predilección que conocemos como
santas, y podemos citar: Jesús con sus íntimos, los discípulos, en especial,
Pedro, Santiago y Juan; la familia de Betania, en especial María Magdalena.
Entre los santos: San Juan Crisóstomo con San Basilio; san Francisco de
Sales con santa Juana Fremiot de Chantal y otros muchos casos. Y en
nuestra convivencia diaria aparecen también amistades de este tipo.
Particulares nada recomendables: las que aparecen en internados tanto
masculinos como femeninos que vienen a ser como desviación del amor
hombre – mujer, al convivir solamente personas del mismo sexo. Si no se
saben encauzar o eliminar pueden terminar en amores homosexuales.
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Amistad y apostolado.El gran apostolado de Carlos de Foucauld consistía en ofrecer amistad a
todas las personas con las que trataba. Lo aprendió de su director espiritual
el Padre Huvelin. Este solía decir que cuando se quiere convertir un alma no
hay que predicarle, el mejor medio es demostrarle que se le quiere bien.
Después de esto serán válidos todos los sermones o consejos. Carlos supo
practicarlo y pidió a cuantos le seguían que supieran estar presentes entre
los hombres. En este ambiente habían de ser testigos silenciosos del amor
de Jesucristo.
Dios nos ama; por eso hemos de amar, por eso hemos de procurar amistad y
ofrecer amistad y a través de la amistad daremos a conocer a Jesús.
Hemos de saber querer a todos cuantos entran en contacto con nosotros. Y
esa amistad consiste no solo en querer desde lejos; sobre todo ayudar,
simpatizar. Ser buenos y amigos de todos, porque Jesús también lo es.
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Amor.- -
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Podemos definir el amor como sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia
una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno. Por él encontramos
la proclamación del amor de Dios que nos ha enviado a su Hijo (Jn. 3,16)
―El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso,
no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en
cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad‖. (1 Co.
13, 4-5).
El amor es un fruto de la esperanza (Gal. 5,22-23); y también del esfuerzo
ayudado por la gracia: ―Esforzaos por adquirir el amor y también los dones
espirituales‖. (1 Co. 14).
El amor es el más importante de los mandamientos, (Mat. 22, 34-40; Mc. 12,
28-31; Lc. 10, 25-28). Y es el mandamiento nuevo de Jesús, ―Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado,
amaos también unos a otros2”. (Jn. 13, 34). ―El que no ama no ha conocido
a Dios, porque Dios es amor‖ (I Jn. 4,8).
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El amor, la caridad está por encima de la mística. Sin amor, nada. El amor es
fuente de gracia y felicidad que Dios ha dado a nuestros corazones. Hemos
de aprender a amar. El amor de Dios es gratuito.
―Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos.‖ (Juan 15,13). ―Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su
hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto,
¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.‖ (1 Juan
4, 20-21). ―Haced todo con amor! (1 Co. 16, 14). ― Vivir la verdad con amor,
creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.
(Efesios 4,15).
El amor ha de ser sincero; por desgracia algunos aman solo de boquilla. ―Que
vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que
a sí mismo.‖ (Ro. 12, 9-10).
Debemos mantener el alma como una lira dócil en las manos del Espíritu
Santo, para que Él haga saltar de sus cuerdas la armonía de cada momento,
de cada circunstancia llena de amor. Y vamos a tener en cuenta que también
el sufrimiento puede emitir sonidos de belleza santa.
Decía Lacordaire: ―No preguntes ya a nadie por Él en la tierra, ni en el cielo,
porque Él es tu alma y tu alma es Él‖.
Ver también entrada ―Absoluto‖, ―Caridad‖ y las siguientes entradas de
―Amor‖.
Amor a Dios.-
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―El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no
son una carga‖ (I Jn. 5,3)
Amar a Dios es el primero y principal mandamiento. Si con fidelidad
practicamos la media hora de oración mental diaria, aumentará mucho el
amor a Dios.
El amor a Dios ha de ir unido al del prójimo: ―Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que
diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el
amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.‖ (Lc. 11,4). Nadie
nos separará de su amor: ―Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro‖
(Rom. 8,39). Y el saludo de Pablo lo solía hacer recordando el amor de Dios: ―La
gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
permanezcan con todos vosotros‖ (II Co. 13,13).
Hemos de desear un amor sensible a Dios, tener un deseo ardiente de Él; a Dios
lo conocemos de oídas, cuando nos limitamos a repetir lo que otros dicen de Él.
Hablar desde la experiencia de Dios, y hacerlo con humildad. (Ruysbroeck).
Hemos de procurar amar a Dios cada vez más con un amor puro y
desinteresado, sin buscarnos a nosotros mismos en el consuelo de ese amor.
Dios premia con una paz gozosa a los que le aman. Por eso nuestro peligro
sería buscarle por los consuelos.
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Si amáramos de verdad a Dios, a la fuerza buscaríamos la ocasión de hablar
de Él. Con amigos, vecinos, con toda persona. Venceríamos ese falso pudor
que nos sobrecoge con frecuencia.
Es el amor a Dios afectivo y efectivo. Como amor de hijo a Padre; como amor
nuevo de enamorados. Contemplar su naturaleza; agradecemos la
Providencia que nos da los bienes de que ahora disfrutamos; nos
arrepentimos con dolor de nuestras faltas; nos alegramos en Dios por nuestra
correspondencia y la bondad de muchas personas.
Una vez iniciado el amor a Dios, todo lo demás es ir siguiéndole al Él en su
llamada continua. El gran obstáculo es la comodidad, el ansia de disfrutar de
todo. Por eso mi caminar es lento.
Amor de Dios.-
- Dios nos ama primero, nos ha creado por amor; nos ha redimido por amor.
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Nos ha hecho a su imagen y semejanza porque nos amó.
El amor de Dios ha de ir unido nuestro amor al del prójimo: ―Mas ¡ay de
vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis
por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar
aquello.‖ (Lc. 11,4). Amor de Dios unido a la esperanza: ―Y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado‖ (Rom. 5,5). Nadie nos
separará de su amor: ―Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro‖
(Rom. 8,39). Y el saludo de Pablo lo solía hacer recordando el amor de Dios:
―La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu
Santo permanezcan con todos vosotros‖ (II Co. 13,13).
Introducidos en la intimidad de Dios, llegamos a barruntar algo el amor del
todo gratuito para nosotros. Para que el amor de Dios se apodere del alma,
es menester que ningún otro amor le dispute el terreno. Nos ama en Cristo y
así nos concede el don de filiación, siendo hijos en el Hijo.
Dios pactó en Israel con la Alianza del Sinaí y Dios siguió siendo fiel, a pesar
de la ingratitud del pueblo. Y nos ama porque somos obra suya, por aprecio
y por misericordia y nos entrega a su propio Hijo. Y se nos da en la Nueva
Alianza en la Eucaristía. En nosotros está el agradecimiento y la vivencia del
amor en correspondencia.
Que el amor de Cristo se enseñoree en nuestro corazón para volar a las más
altas alturas de la perfección evangélica.
Amor al prójimo.-
Este amor es semejante al primero, ―Amar a Dios‖. Cuesta mucho amar a
muchas personas. Tenemos para ello que echar mano de los recursos de la
fe. Si amo a Dios, he de amar a los hijos suyos. Por otra parte son como
―pedazos‖ de Cristo. Y aunque no merezca por él mismo ser querido, ni
aguantado, (¡cuántos hay así!) por amor de Dios sí que merece ser amado.
De algo tienen que servir los criterios de fe. A veces predicamos y
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enseñamos, pero luego ¡cuánto cuesta cumplir!
El amor al prójimo crece al unísono con el amor a Dios, y viceversa. No
pueden ir separados.
Fijarnos bien en (1 Jn. 2- 9.11) ―El que dice que está en la luz, y aborrece a
su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece
en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en
tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han
cegado los ojos‖ ―En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida
por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los
hermanos‖. (Jn 3,16).
La ley del amor es un misterio, porque Jesús es el prójimo. ―Si alguno dice:
"Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama
a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve‖ (1 Jn. 4, 20).
¡Amarás a Dios es amarás al prójimo! Esto es vivir la Nueva Alianza: amar al
prójimo ―en‖ Dios. El que ama ha nacido de Dios. El Hijo de Dios tiene la vida
del Padre (Jn. 5, 26) y nos la da para que nos demos. Nos ama para que
amemos y si amamos al prójimo, amamos a Dios, eso sí, Dios siempre el
primero, el Absoluto.
Y este amor al prójimo ha de ser tan grande que, como decía una santa,
dolerse tanto del pecado del prójimo como del propio. Y alegrarse del todo de
la bondad de nuestros semejantes, más que de la nuestra propia, porque en
este gozo no cabe la vanagloria.
Amor fruitivo.-
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Este amor hermoso, gozoso, ―fruitivo‖, como lo llaman los místicos, no tiene
su asiento en la sensualidad, ni siquiera en la sensibilidad, sino en la parte
más espiritual de nuestra mente. En materia de oración, jamás pongas
límites a la gracia. Déjate envolver, dominar por ella, como el pez en el mar.
Deja que el Espíritu Santo domine a fondo en tu alma; déjate sumergir en ese
abismo sin fondo y jamás digas ―basta‖. Ojalá llegues poco a poco a conocer
los grandes bienes que nos han sido dados.
Dios es Grande, Bueno, Omnipotente. Gozamos de su grandeza junto a los
campos, los valles, los seres creador: “Se visten de manadas los llanos, los
llanos, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aún cantan‖
(Salmo 15, 13) ―regocíjese el campo y todos los que en él están; entonces
todos los árboles del bosque rebosarán de contento‖ (Salmo 96, 12). Dios se
deleitó y complació en su obra, gozamos con Él. ―Y vio que todo era bueno‖:
(Gen. 1, 4, 10, 12, 17, 21, 25, 31). Gozamos con su Pueblo, (Nehemías,
8,12); gozamos en la complacencia de Dios con David, (2 Sam. 22,20); (1
Reyes 10,); nos gozamos en Jesús el Mesías prometido, (Is. 42, 1 y 11,13);
nos gozamos de la obra de salvación de Jesús, (Heb. 12, 1-3), nos gozamos
con el gozo que Jesús prometió a los suyos, (Jn. 15, 11 y 17, 13). Y nos
gozamos en la parábola de los talentos, (Mat. 25), en Dios que es
remunerador. Y en Dios misericordioso, (Lc. 15). Toda la Buena Nueva es
razón de nuestro amor fruitivo.
Guardini distingue varios tipos de amor a Dios; lo importante es disfrutar del
amor increado, a través del amor creado, venga a ser como fulgor irresistible
entre Dios y nosotros. a) Se llama amor práctico cuando opera en nosotros
una sensación de gracia, devoción y amor. El amor práctico nos induce a
practicar con diligencia obras virtuosas. b) Se llama amor pacífico cuando se
despoja de todos los intermedios y se transforma en amor esencial. El amor
pacífico permite ser actuado por el Espíritu de Dios. El amor pacífico vive
tranquilo en Dios y Dios en él. En el amor pacífico su alimento no es otro que
Dios mismo. El amor pacífico es un constante fluir como una fuente.
Amor propio.-
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El amor propio, en sentido estricto, es necesario, pero en exceso es un vicio
que trae malas consecuencias por falta de humildad; muy relacionado con la
soberbia. Para vencer esta tendencia es preciso arrimarse a la oración; pedir
con frecuencia el don de conversión.
El amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor
propio. Es necesario purificar la intención para librarnos del amor propio al
practicar el bien. El amor propio no debe encontrar ningún apoyo. El alma
sale del apego a todas las cosas, pero le cuesta muchísimo salir del amor
propio, el mayor obstáculo.
Dice la Sagrada Escritura; ―Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes
bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él
mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por
lo de los otros" (Fil. 2,3-4). ―Cuando hayáis hecho todo lo que os fue
mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos
hacer." (Lc. 17, 10)
El misterio de la Encarnación obra en nosotros la gracia de destruir todo
interés y amor propio. La sepultura de Jesús nos ayuda a hacer desaparecer
y olvidarnos de nuestro amor propio. Dichosa el alma que se ejercita en la
introversión, renuncia al amor propio... merece acercarse Dios más y más.
(Blosio) Vencer el amor propio es vencerlo todo.
Ver entrada ―Orgullo‖.
Anacoretas.-
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Así se llama a los individuos que residen en una zona aislada, dedicados a la
penitencia y al recogimiento, con escasas pertenencias materiales. En su
retiro se entregan al rezo y a la expiación, orientándose a la espiritualidad. En
la antigüedad, hubo individuos católicos que se convirtieron en anacoretas al
escapar del acoso que se ejercía sobre quienes profesaban su fe.
Viven con en abstinencia sexual; se dedican a trabajar en actividades
manuales y llevan una vida de silencio. Su ilusión, acercarse a Dios. Algunos
anacoretas comenzaron a tener seguidores que también se instalaban cerca
de ellos. Entre los más significativos están San Pablo (el primer ermitaño),
San Antonio Abad, Pacomio y Carlos de Foucauld en tiempos recientes (1858
– 1916). Este fue un místico contemplativo que pasó a ser un referente de lo
que, con el tiempo, se ha dado en llamar espiritualidad del desierto.
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Ver entrada. ―Eremitas‖, ―Desierto‖.
Anawin.-
―Anawin‖ son aquellos, cuya única abundancia es la indigencia y su sola
riqueza carecer de ella. Son aquellos que tienen el corazón libre, sin apegos
reales. La Palabra de Dios entra ahí sin dificultad. Merece la pena sentirnos
así, por eso esperamos y confiamos en la misericordia de Dios que nos
ayudará a pasar por los caminos de esta vida con seguridad y esperanza.
―
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es
puro‖. (1 Jn. 2,3). Jesús en Belén es el más pobre y necesitado.
Anciano.-
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Entendemos por anciano aquel que tiene una edad avanzada y está en el
último período de la vida, que sigue a la madurez. Antiguamente una persona
se consideraba anciana, a partir de los sesenta años, hoy alrededor de los
setenta y cinco. Para el cristiano la edad se mide por la maduración en Cristo.
Renacer y crecer hasta llegar al hombre perfecto (Ef. 4,13).
El anciano ha llegado a la madurez plena: no intenta dominar, sino aportar la
propia reflexión; y posee mayor sabiduría como don del Espíritu Santo.
Propio de la ancianidad es: ser sobrios, ponderados y prudentes.
También los ancianos pueden transmitir de manera sabia la experiencia de
una vida cristiana; comunicarse y expresar el testimonio de reflexión y su
calma interior. El anciano está próximo ya a la partida y va completando su
paso por la vida, su ciclo pascual. La confianza en Dios Padre ayuda al
anciano a no replegarse en sí mismo. Para el hombre de fe suele ser la etapa
más feliz de su vida.
Tenían los ancianos en la primitiva Iglesia mucha importancia y autoridad y
hoy en muchos sectores la conservan. Entre los ancianos solía elegirse a los
sacerdotes; de ahí el nombre de presbíteros. ―Cuando llegaron a Jerusalén,
fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos, e informaron de
todo lo que Dios había hecho con ellos‖ (He. 15,4). ―Como Pablo y Bernabé
tuvieran gran disensión y debate con ellos, los hermanos determinaron que
Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los
apóstoles y a los ancianos para tratar esta cuestión‖. (He.15,2) ―Y al día
siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos
estaban presentes‖. (He. 21,18). ―Después que les designaron ancianos en
cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en
quien habían creído‖. (He. 14,23). (Tito 1,5). ―Por esta causa te dejé en Creta,
para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada
ciudad como te mandé‖, (Tito 1,6-9)
Además dentro del Nuevo Testamento podemos mirar: (1 Tim. 5,17 y 3,2)
(He. 20:28-31) (Tito 1,9). Ancianos testigos (1 Pe. 5, 1-4) Visitadores de
enfermos y sacerdotes (Santiago 5,14). Dignos de honor como gobernantes:
(1 Tim. 5,17-20). De gran simbología y protagonismo en el Apocalipsis: (Apo.
4; 4; 21:12-14; 5,5-6; 11:16; 14:3; 4, 10-11; 5, 8-14; 7, 11-13; 19,4)
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En el anciano ha habido muchos problemas en la vida, pequeñas muertes y
resurrecciones, pascuas y calvarios. Y espera la venida definitiva del Señor
que le llame al Reino definitivo, aunque sienta el temor a lo desconocido.
El anciano está por encima del más joven, por ejemplo, en la clarividencia y
finura del pensamiento, en apreciar las cosas de la vida con mayor
objetividad, en no dejarse llevar por las pasiones ya dominadas o muy
atenuadas. A esto se une la experiencia que le ha dado la vida. Por eso, la
edad senil es ideal para algunas funciones, como dar consejo, servir de
moderador, incluso gobernar.
El anciano va adquiriendo más paz, vive su fe con una entrega más profunda.
Pero a la vez puede surgir en él la tentación de la duda. Por otra parte, por
nada del mundo dejaría su fe. A lo largo de los años la fe va calando como el
agua que pasa a los manantiales con calma. Y suele contemplar la vida con
serenidad, sin apasionamiento y con esperanza en lo que hay después de la
muerte. Por otra parte, aunque añore estar con Dios, teme la invalidez, las
circunstancias de la muerte; teme también lo desconocido, pero pone con
más facilidad que el joven su esperanza en Dios.
Hemos de considerar que la edad no se mide por el número de años, sino por
la maduración interior y sobre todo en la fe, en Cristo. Eso es lo grande de la
edad: como Jesús que crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y
de los hombres. Llegar a constituir el estado del hombre perfecto, a la medida
de la edad de la plenitud de Cristo, como nos dice San Pablo: ―Hasta que
lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de
Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo‖.
(Ef. 4,13).
¿Problemas? Los achaques de la edad, las oscilaciones en el ánimo y
tristezas por pérdidas: fuerza, movilidad, dolores… pérdidas humanas,
familia, amigos, viudez… o novedades absurdas, el desaliento... Hablamos
de los ancianos con fe y alguna vivencia interior. Ha de esforzarse el anciano
en la confianza en Dios, Padre de misericordia. Porque con frecuencia nos
vienen preguntas y dudas del pasado, sobre la pérdida de tiempo, pecados
de juventud. Y el pasado hay que dejarlo a la misericordia de Dios. El
presente al amor. El futuro a su Providencia. Al final ha de triunfar la
esperanza.
Anegarse.-
Ver entradas ―Sumergirse‖. ―Transformante unión‖.
Ángel de la Guarda.-
Ángel significa mensajero. Los Ángeles tienen misión de servicio, enviados a
favor de los que han de heredar la salud. (Heb. 1,14). Velan por los hombres
(Tob. 3, 17). Él los enviará para reunir a los elegidos. (Mat. 24, 21). Son
auxiliares de Cristo en la obra de la salvación. (Heb. 1,14).
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El ángel de la Guarda es quien nos acompaña durante toda nuestra vida para
protegernos y defendernos de las acechanzas del demonio. (He. 12, 15 y
Mat. 18, 10). La devoción al mismo es secular y conviene recordarla y
practicarla.
Una oración muy clásica a él es: ―Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería‖.
Ángeles.-
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Existen; y representan la grandeza de Dios, alaban y adoran a Dios. Aparecen
en el Evangelio sirviendo a Jesucristo y en distintas ocasiones. Podemos
considerarlos como hermanos nuestros en el orden de la gracia y participan
en la vida divina. Sirven a Dios y ayudan a los hombres.
En la Biblia aparecen los ángeles como personas ordinarias que trasmiten un
mensaje, (Job 1,14; Lc. 7,24; 9,52). En ocasiones, como profetas, (Isaías
42,19; Malaquías 3,1); otras veces como sacerdotes, (Malaquías 2,7);
también como una especie de líderes en la Iglesia, (Apo. 1,20). Por fin,
incluso en forma figurada como la columna de nube, (Ex. 14,19) o las plagas
(2 Samuel 24,16-17).
Ángelus.-
Entre almas piadosas es frecuente el rezo del ángelus: de madrugada,
mediodía y atardecer. Lo importante, practicarlo con piedad y sin rutina.
Merece en esta devoción fijarse en el ―Hágase en mí según tu palabra‖. (Lc.
1, 38). El fiat de la Virgen María, para ponerse a disposición de lo que el
Señor quiera de nosotros. Fiat. Y profundo agradecimiento por la
Encarnación.
Angustia.-
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La angustia revela una inquietud que brota de la profundidad de sí mismo;
incertidumbre frente a la muerte o el porvenir. Jesús la sufrió en Getsemaní.
(Mat. 26, 38; Mc. 14, 34). A partir de la resurrección de Jesús la angustia se
transforma en esperanza cierta. En la Biblia aparece con frecuencia la
angustia y Dios que consuela a los suyos en su Providencia: Así: ―Si el Dios
de mi padre, Dios de Abraham, y temor de Isaac, no hubiera estado conmigo,
ciertamente me hubieras enviado ahora con las manos vacías. Pero Dios ha
visto mi aflicción y la labor de mis manos, y anoche hizo justicia‖ (Gns. 31,42.
32,7; 32,24; 28,15).
Los salmos están llenos del consuelo del Señor en la aflicción: ―Entonces en
su angustia clamaron al Señor, y Él los libró de sus aflicciones. (Salmos
107,6; 46,1). ―Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me
honrarás... (Salmos 50,15; 66,13-14; 91,15) Y dan gracias a Dios por su
misericordia: (Salmo 107,8) Por todo se acoge a Dios el siervo fiel: (Salmos
116,1-2 y 16.18).
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Anima Isaías al Pueblo: ―Oh pueblo de Sion, morador de Jerusalén, no
llorarás más. Ciertamente se apiadará de ti a la voz de tu clamor; cuando la
oiga, te responderá‖ (Is 30,19; 43,2)
Ver entradas ―Tristeza‖, ―Depresión‖, ―Miedo‖.
Angustia mística.-
Jesús en la cruz con angustia dijo: ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?‖ (Mat 27,46). Fue tremendo aquel momento de angustia. El
alma que sigue a Jesús puede verse en angustias durísimas y vitales: bien
sea a la hora de la muerte, o con dolores acerbos, o con disgustos...
¿También antes de una gracia extraordinaria? ―Me rodearon gemidos de
muerte‖, (Salmo 18). En los momentos tan duros nos unimos a Cristo en la
cruz; y decirle como Él: ―En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu‖.
Animadores de liturgia.-
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Animadores de liturgia: son aquellas personas que intervienen de una
manera más directa en la acción litúrgica: practican lecturas, cantos,
oficios de acólitos, monitores... es indispensable que los animadores se
sitúen ante la asamblea, conscientes del servicio que prestan, en una
actitud justa y sencilla.
Tener en cuenta que todos los que forman la asamblea están llamados a
la santidad, a la plena confesión de la fe, al banquete del Reino. Los
animadores, además, deben ser conscientes de su papel mediador, y no
han de atraer la atención sobre su persona y sus técnicas expresivas;
dirigir la atención sobre Aquel que es el centro, Dios, Jesucristo. Con estas
condiciones, la acción litúrgica se convertirá en una verdadera profesión
de fe actuante, y en una rica experiencia de comunión con Dios y con los
hermanos
Aniversarios.-
Los aniversarios del bautismo, de primera comunión, matrimonio,
ordenación, cumpleaños es bueno celebrarlos espiritualmente.
Rememorar, ―descender a Betania‖. Son fechas para aumentar el fervor de
espíritu.
Ansiedad.-
Ver entradas ―Angustia‖, ―Depresión‖, ―Tristeza‖, ―Atención‖.
Antífonas.-
Tal como se entiende comúnmente en la actualidad, una antífona consta
de uno o más versos de uno o varios versículos de la Biblia que se cantan
o solo se recitan antes y después de cada salmo en las horas canónicas o
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en la misa. El verso que sirve como texto de la antífona contiene el
pensamiento principal del salmo, e indica el punto de vista desde el que se
ha de comprender.
En un sentido más amplio el nombre antífona también se aplicaba al
introito, ofertorio y algunas otras partes variables de la misa. Su
importancia melódica consiste en que preparan al alma para invitar en la
misa al recogimiento e interiorización e incluso son verdadera oración.
En este sentido pueden considerarse antífonas a la Virgen: la Salve, el
Ave Regina y otras.
Ayudan mucho a la oración y al recogimiento tanto en su melodía
gregoriana como en otras entonaciones.
Tienen singular importancia las antífonas ―O‖ que preceden a la fiesta de
Navidad. Merecen todas ser meditadas y oradas.
Año litúrgico.-
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Gran importancia del año litúrgico para la espiritualidad.
En el círculo de un año se desarrolla todo el misterio de Cristo. Comienza
con el ciclo de Adviento – Navidad, para celebrar la esperanza de la
venida del Redentor, su nacimiento, epifanía y su bautismo. Tiempo de
Cuaresma – Pascua. Para celebrar la preparación de la Pascua en la
Cuaresma y la gran fiesta cristiana, la Pascua de Resurrección, la
cincuentena pascual que desemboca en la gran fiesta del Espíritu Santo,
Pentecostés.
Tienen gran importancia todos los domingos del año porque en ellos
siempre recordamos la resurrección de Jesús. Destacamos: Ascensión,
Santísima Trinidad y Corpus Cristi. El tiempo restante a los grandes ciclos
es denominado como ―Tiempo durante el año o Tiempo ordinario‖.
A lo largo del año litúrgico existen también fiestas de la Virgen María,
dedicaciones, y fiestas de los santos.
Año nuevo.La noche vieja y el año nuevo son fechas para agradecer a Dios, hacer
examen, balance y propósitos firmes. Recordar a diario los propósitos, de lo
contrario queda todo en papel mojado. La felicitación de año parecería una
fórmula hueca sin estos principios de renovación en el fervor y confiar en su
Providencia y Misericordia.
Cada momento es una oportunidad irrepetible. ¿Cuándo nos entregaremos
de verdad a nuestro Dios y Señor? Pasarán junto a nosotros personas;
podremos derramar sobre ellas amor y entrega generosa. ¡Hora es ya de
abandonar la comodidad y el respeto humano, hijos del egoísmo! El regalo de
un año nuevo puede ser el último.
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Añoranza.-
Existe una añoranza estéril. Pero otra, por el contrario es el inicio de la
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conversión. ¿Qué era sino añoranza lo que pensaba el Hijo Prodigo?:
―Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí me
muero de hambre.‖ (Lc. 15, 17-18). En seguida brotó de esta añoranza el
propósito: ―Me levantaré e iré a mi padre.‖ Conviene seguirla y orar porque
puede ser comienzo de nueva conversión.
Añorar los días de la conversión. Y sobre todo reforzar los cimientos de
aquella circunstancia maravillosa. Con el paso de los años se van dañando
estos cimientos a causa de la incuria del tiempo.
Ver entrada ―Descender a Betania‖ y Gustos divinos‖.
Apantesis.-
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Significa ―encuentro‖, relacionado con la escatología. Los griegos designaban
con esta palabra el encuentro entre dos cortejos oficiales: pueblo y
autoridades. San Pablo ve en esta palabra el encuentro del final de los
tiempos de la Iglesia con Jesucristo bajando de los cielos para acoger a su
Iglesia.
Ver entradas ―Escatología‖, ―Parusía‖. Gustaba San Pablo de estas imágenes
para expresar la certeza de que al final de los tiempos Cristo vendrá a
acogernos como Señor y triunfador de todas las fuerzas del mal.
Apariciones.-
Ver entrada ―Visiones‖.
Apegos.-
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En la vida interior es preciso luchar contra los apegos: que nuestro corazón
esté libre para el servicio de Dios. Mientras estamos al servicio de nuestros
gustos y repugnancias, no somos libres. El que se muestra incapaz para
abandonar sus gustos ¿cómo puede amar a Dios con todo su corazón? Y si
vive esclavo de simpatías y antipatías ¿cómo puede amar al prójimo? Quien
desea servir a Dios de verdad, trabajará sin apegos desordenados ni
tensiones y ansiedades que de ellos se derivan. Trabajar sin enojarnos
cuando no se satisface nuestra voluntad.
Es preciso dejarlo todo para encontrar al Todo; a eso se reduce el esfuerzo
ascético de la perfección. Por eso siempre tenemos que andar cuesta arriba.
Dejarlo todo afectivamente no quiere decir que no queramos a nuestra familia
y amigos, sino que no nos agarremos a ellos como al bien supremo, y que
estemos dispuestos a la separación cuando el Señor quiera.
La parábola del sembrador nos recuerda el desastre que son los apegos para
el alma: ―Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las
codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa‖
(Mc. 4,19).
Nuestra mirada ha de estar en la bienaventuranza eterna. Recordamos:
―Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y
te hemos seguido. Y él les dijo: En verdad os digo, que no hay nadie que
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haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de
Dios que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna.‖ (Lc. 18, 28-30) Y vivimos con esperanza en el Reino: ―Así
podréis comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la
altura y la profundidad podréis conocer el amor de Cristo, que supera todo
conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios‖ (Ef. 3,18-19).
Que no busquemos la compensación en el dinero, en la buena mesa, en los
puestos destacados. Dejarlo todo para encontrar al Todo. Vacío el corazón.
Poco a poco debemos ir ―desposeyéndonos‖ de todo. La vida nos enseña
cómo van desapareciendo amigos, familiares, puestos de interés, salud,
juventud, belleza. Esto no quiere decir que no vamos a amar a nadie. Al
contrario. Los amaremos más. Pero sin ese apego. San Ignacio de Loyola
decía que en el tiempo de un cuarto de hora de oración se quedaría con gran
paz, si le suprimían la Compañía...
Apostasía.-
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Entendemos por apostasía la renuncia que hace una persona de sus
creencias religiosas. Hoy se da con mucha frecuencia este fenómeno. La
increencia se apodera de muchos sectores de la población.
San Pablo ya nos advierte de ello cuando lleguen los últimos tiempos: ―Que
nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y
manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición‖. (2 Tes. 2,3). ―El Espíritu
dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe
entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas‖ (1 Tim. 4,1).
Y que tengamos cuidado en cualquier circunstancia. ―Mirad, hermanos!, que
no haya en ninguno de vosotros un corazón maleado por la incredulidad que
le haga apostatar de Dios vivo‖ (Heb. 3,12).
La persona espiritual ha de ser muy sensible a este fenómeno y redoblar la
reparación, oración y apostolado para atraer a los alejados a la comunión con
Dios. Nos ha de hacer reflexionar a los creyentes sobre nuestra vida ejemplar
y nuestro acercamiento a quienes dejaron la fe. Es difícil que regrese a la
vida de fe quien ha apostatado formalmente. Pero siempre hemos de acudir a
la misericordia de Dios que se compadezca de quienes han abandonado la
casa Paterna.
Apóstol.-
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Apóstoles.-
Discípulos escogidos por Cristo para que estuvieran junto a Él y para
enviarlos a predicar. Fueron doce según nos indica el Evangelio. Marcos
pone énfasis en la elección de los Apóstoles: cuando llama a los cuatro
primeros a orillas del mar de Galilea; la vocación de Mateo (Mc. cap. 1 y 2); la
misión de los doce (Mc. 6); la profesión de fe de Pedro (Mc. 8); la misión
universal. (Mc. 16, 15-16). Después de su conversión también San Pablo es
considerado Apóstol. A Bernabé también se le considera Apóstol.
Los Apóstoles en las cartas de Pablo son un término privilegiado y él se
presenta como Apóstol de Jesucristo (1 Tes. 2,7). Para Lucas la misión del
Apóstol está ligada a la de testigo, son hombres elegidos por Jesús durante
su vida pública: ―Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a
doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles‖ (Lc. 6,13).
―Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesús Mesías, para que crean los
elegidos de Dios: para que conozcan la verdad propia de la piedad que se
apoya en la esperanza de vida eterna.‖ (Tito, 1,1)
Predicar el Evangelio y dar gloria a Dios. La vida entera del apóstol es
verdadero culto a Dios. Él nos toca el corazón para difundir su mensaje de
una u otra manera. Divulgar la Nueva Alianza, evangelizar. Proclamar el amor
de Cristo. Edificar en el amor. Que Cristo habite por la fe en vuestros
corazones. (Ver Ef. 3, 14-21).
El que propaga la fe cristiana, por derivación recibe el nombre de apóstol. El
celo, la ejemplaridad y el amor es el distintivo de apóstol
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Apostolado.-
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Es la acción evangelizadora por parte de quienes quieren seguir de cerca a
Jesús. Todos estamos llamados al apostolado. El apostolado es una
exigencia de la confirmación y de la madurez espiritual cristiana.
Hoy, incluso entre los cristianos, se va abandonado este honor de divulgar el
Evangelio por la predicación de apostolado y la caridad, y se habla más de
ONGs, que es la organización no gubernamental, institución sin ánimo de
lucro que no depende del gobierno de la nación y realiza actividades de
interés social.
Quien está enamorado de Dios a la fuerza tiene que manifestarlo; lo transmite
como el que está alegre propaga alegría. Y no habla de las cosas de Dios
como un profesional, sino como algo que ha de comunicar porque lo lleva en
el alma.
Transmitir el mensaje a todos: a los corazones helados y a los fervientes. Que
nuestros semejantes sientan la influencia bienhechora del amor. Debemos
conseguir derramar por el mundo la semilla fecunda del amor de Dios. A su
tiempo brotará, aunque nosotros no veamos, los frutos. Sentir dentro de
nosotros la comezón de san Pablo que nos impulse al apostolado ―Ay de mí
si no evangelizo‖. (1 Co. 9, 16)
Lo importante es la salvación de las personas; la presencia de la Iglesia en
nuestro mundo. La fe en Cristo es lo indispensable para la evangelización
junto a dar ejemplo de amor y unidad. ―Por tanto, la fe viene de la
predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo‖ (Rom. 10, 17).
Estar dispuestos a seguir el Evangelio para la salvación (Ef.1, 13). El objeto
del apostolado es la salvación integral, la eterna; y también en este mundo.
Es prioritario dar al mundo una esperanza (Ef. 1, 18) y ofrecer nuestro
mensaje porque los demás lo necesitan; una predicación a alejados del
cristianismo. Reconocer también los valores de la fe de otros y emplear un
lenguaje que puedan entendernos.
Y el apostolado lo hemos de practicar como exigencia de nuestra vida de
oración. El origen del apostolado es Cristo, enviado del Padre (Jn. 7, 3-25).
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De él todos recogemos el espíritu misionero. Y en todo apostolado es
necesario el amor, el ejemplo de vida; y parresia para anunciar el Evangelio.
No es algo meramente optativo. Jesús antes de subir al Cielo lo ordenó: ―Id
por todo el mundo, predicad...‖ (Mc. 16-15). Ser testigos de la resurrección. El
cristiano ha de ser levadura en la masa. (1 Co. 5, 6-8).
Que con tu vida vayas anunciando el amor de Jesús; va a ser exigencia de tu
oración. Emplear tus fuerzas en dar a conocer a Dios a las almas rescatadas
por la sangre de Cristo. Y hemos de tener en cuenta que para salvar hay que
sufrir; la cruz acompaña a nuestra entrega a Dios y a las almas. Pero detrás
también viene el gozo íntimo de estar con Jesús.
Apostolado de la oración.-
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Aridez.-
El Apostolado de la Oración nació en 1844 en una casa de formación de
jóvenes jesuitas en Vals, en el sur de Francia. El P. Francisco Javier
Gautrelet, S.J., director espiritual de estos jóvenes, les propuso un modo de
ser apóstoles y misioneros en sus vidas corrientes, uniéndose a Cristo: les
permitirá encontrar nuevo sentido a su vida de estudio ayudando a la obra
misional de compañeros que misionaban en la India. En pocos años esta
nueva propuesta de vida se había difundido en todo el país y más allá,
llegando a tener millones de adheridos. Canónicamente se le consideró al
poco de andar una pía asociación de fieles.
En el período entre el año 1890 y 1896 el Papa se interesó por hacer suya
esta inmensa red de católicos que ofrecían sus vidas y su dedicación para
apoyar espiritualmente la misión de la Iglesia. La asumió como una obra
propia del Papa. A partir de 1928 se añadió una segunda intención de
oración, de manera que el Apostolado de la Oración recibiría del Papa dos
intenciones de oración para cada mes y se encargaría de difundirlas en todo
el mundo católico. Se llamaron Intención General e Intención Misionera. Orar
por estas intenciones, por temas mundiales de la sociedad y de la Iglesia, de
modo especial por los llamados ―países de misión‖, ensanchaba el horizonte
de todos esos creyentes a dimensiones universales.
En medio de las tensiones del mundo actual, complejo y descorazonado las
silenciosas prácticas del AO tienen una gran fecundidad apostólica pues nos
unen a Jesús. Santa Teresa del Niño Jesús ha sido modelo de ofrecer sus
obras sencillas de oración, sacrificio y trabajo por las misiones.
Después del Concilio Vaticano II ha disminuido el número de los participantes
en el Apostolado de la Oración, pero quedan grupos que lo viven con
extraordinario fervor. Siempre será una asociación para ayudar en el Cuerpo
Místico de Cristo con verdadero apostolado sobre todo para personas que
por las circunstancias que sean no pueden hacerlo en un apostolado directo
con las almas. Dios se sirve de la oración y la ofrenda de las personas como
apostolado verdadero.
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Todo cristiano que busca la santidad en la vida experimenta, en ocasiones
más o menos largas, la aridez en su alma. Para la mayoría es una
experiencia desgarradora. Tarde o temprano llega la desgana, el
aburrimiento, la tentación de dejarlo todo, la sequedad del alma. A veces la
aridez nos viene como consecuencia lógica de nuestra disipación interior,
signo de nuestra tibieza. (2 Co. 5, 7).Entonces hemos de volver a las fuentes
de la auténtica piedad.
Cuando comenzamos la vida espiritual, todo es sabroso, agradable y dulce,
nuevo, fecundo, tierno, anticipo del Cielo. Pero después de varios meses,
todo cambia. Nos da la impresión de que Jesús ha cambiado. Y es algo
normal, pero empuja al alma una especie de melancolía existencial. ¿Por qué
ocurrirá esto? Tal vez será porque en nuestro corazón quieren habitar el
amor divino y el amor propio. Y se trata de una invitación del Señor a la
renuncia de nuestro amor propio en aras del amor de Dios; Él nos ha de
ayudar. (Ef. 1, 19-22). Esto lleva consigo dolor, generosidad, fe y esperanza.
Sequedad junto a Cristo en la Cruz. Luchar contra la distracción, volver a la
oración vocal lentamente recitada, continuar dedicando a la oración al menos
el mismo tiempo que en los días fervientes. Dios merece nuestra dedicación
exclusiva a Él durante varios tiempos cada día. Conviene ofrecer al Señor el
sacrificio de las horas de oración, como en los mejores tiempos; Dios nos
dará el bien a través de esta aridez. (Ro. 8, 28). Utilizar de nuevo aquellos
libros que en el pasado lograban envolver nuestro ser entero como en nube
de esperanza. Quien persevera hasta el fin, ese llegará a la meta; entrará en
el gozo de su Señor.
Y hemos de confiar porque, ―No temas, yo estoy contigo; no receles, que yo
soy tu Dios‖.(Is. 41, 10)
Los santos tuvieron sequedades y distracciones; se sintieron algunas
temporadas como incapaces de dominar del todo la rutina. Y es que el tiempo
presente está marcado la tristeza. (1 Co. 7, 26). Aunque, eso sí, siempre
trataron de superarse. La paz reside en lo más profundo del alma; incluso en
la aridez y en el disgusto. Si perseveramos, Dios nos inundará de su amor
como no podemos ni soñar.
San Alfonso María de Ligorio durante gran parte de su vida no encontraba a
Dios en la oración ni en la comunión. Le daba a él la impresión de ser un
alma sin amor, sin esperanza y sin fe. Se creía abandonado de Dios, pero era
consciente de que Él reside en lo más profundo del alma. (Jn. 14, 23).
Muchas veces nosotros somos la causa de esta esterilidad y sequedad. A
veces Dios quita al alma todo consuelo por estar apegados demasiado a
algún placer del cuerpo o a un orgullo o amor propio. Otras veces
abandonamos la oración, porque nos cansa. ¿Cómo encima el Señor nos va
aumentar su luz y consuelo? ―No se puede servir a dos Señores‖ (Mat. 6, 24).
Ver también entrada ―Sequedad.‖
Aroma.-
Es un perfume suave y delicado; es la fragancia. Lo usamos en la Teología
de la espiritualidad porque en la Biblia también se utiliza este vocablo. ―Y
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vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación
y víctima de suave aroma‖ (Ef. 5, 2). ―Me habéis enviado, suave aroma,
sacrificio que Dios acepta con agrado‖ (Fil. 4, 18). ―Pasado el sábado, María
Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a
embalsamarle‖ (Mc. 16, 1). (Lc. 24,1).
El sentido del olfato tiene importancia en nuestra relación con Dios.
Recordemos el incienso, el bálsamo, los perfumes orientales. Las santas
mujeres en la mañana pascual... Recordemos el perfume que Magdalena
derramó sobre la cabeza de Jesús, (Mat. 26, 7M Necesidad, 14, 3-9; Jn. 12,
1-8).
El cristiano, el apóstol lleva consigo el suave olor a Cristo y forma parte del
cortejo triunfal del Señor. (2 Co. 2, 14-17). Es aroma de vida. El apóstol al
anunciar a Cristo invita a las almas a entregarse a Él y dejar los demonios
interiores.
Ver entrada ―Olor‖.
Arrobamiento.-
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Es una especie de rapto que se apodera del alma con impetuosidad y cierta
violencia, tanto que no se puede resistir a él. Sigue el vuelo del espíritu. Se
lleva a cabo en el desposorio espiritual.
El alma en arrobamiento místico queda perdida totalmente por su Amado.
Para ―entrar en la espesura‖ hay que penetrar primero en el sufrimiento de la
cruz.
Artista.-
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Entendemos aquí por artista a la persona dotada de capacidad o habilidad
necesarias para alguna de las bellas artes.
Dentro de los santos podemos distinguir como artistas a San Juan de la Cruz
y a Santa Teresa de Jesús en su poesía; a San Francisco de Asís poeta y
orante que muestra los signos de los tiempos nuevos abriéndose al cántico
de las criaturas. Son muchísimos los santos relacionados con distintas artes:
pintura, escultura música. Basta adentrarse para reconocerlos en distintas
hagiografías.
Existe una comunión vital entre el creyente y la obra artística completa y
perfecta; la obra de Dios, verdadera poesía: ―Poesis‖, Dios es el artífice
absoluto.
El arte cristiano pretende comprender y expresar a Jesús, que es entender
más a Dios.
Asamblea.-
Asamblea, suele significar un grupo cualquiera de personas reunidas con un
fin determinado. Considerado ya en el campo eclesiástico, un grupo de fieles
congregados en nombre de Cristo y, consiguientemente, por intereses que
directa o indirectamente entran en la dinámica de la vida cristiana, sobre
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todo, asamblea litúrgica: una comunidad de fieles, jerárquicamente
constituida, legítimamente.
Desde tiempos apostólicos existen las asambleas. (He. 19, 38-40) (He. 23,7).
Entre los cristianos comenzaron también desde los inicios tanto para tomar
decisiones como para celebrar la Eucaristía. En ocasiones también había
divisiones (I Co. 11. 18-22), o se imitada la palabra a las mujeres (I Co. 12,
35)
Presencia de Cristo en la asamblea litúrgica. ―Donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mt 18, 20) La
asamblea fue desde el principio signo de pertenencia a la iglesia, y como tal
la vivieron intensamente los cristianos, llegando a constituir una nota
distintiva de la iglesia misma. Y siempre se ha dado un carácter obligatorio
impuesto por los pastores de almas a la asamblea de los días festivos.
La asamblea litúrgica cristiana constituye una cierta representación en el
nuevo y rico contexto del ejercicio del sacerdocio de Cristo en la iglesia.
Ascensión.-
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La Ascensión de Jesús a los cielos se celebra cuarenta días después de la
Pascua y fue en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les
enviaría al Espíritu Santo. Cristo ascendió en forma física al Cielo tras su
Resurrección en presencia de sus Apóstoles. (He. 1,9-12) (Mc. 16. 19) (Lc.
24, 50-55); (Mat. 28, 16-20)
Se entiende por "ascender al cielo" una unión física con Dios Padre y no una
transformación espiritual del individuo como es habitual en algunas
experiencias místicas. Cristo es glorificado en la Ascensión está a la derecha
del Padre. recordamos en esta fecha a las almas contemplativas.
Nos elevamos con Jesús en el día de la Ascensión. Aprenderemos con Él a
sufrir los azares de cada día, y no dejarnos atrapar en las redes del amor
propio y egoísmo, es preciso lanzarnos a las cumbres del Señor. Y pedir
paciencia a Jesús. Lo diario y trivial será para nosotros escalera de ascensión
al Altísimo. El trabajo difícil, el sudor y las lágrimas, engarces de rosario de
perlas son para quien ama. Porque placer y dolor, tristeza y gozo, ilusión y
hastío forman la urdimbre de nuestra existencia terrena.
Ascesis.- Ascética.-
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La ascética es la parte de la doctrina espiritual, que estudia la búsqueda de la
perfección mediante el esfuerzo personal, ayudado por la gracia de Dios, y el
uso de prácticas de penitencia para luchar contra los defectos y adquirir las
virtudes cristianas. Se han de utilizar los ejercicios de piedad y la
mortificación; son ambos necesarios para la disciplina ascética.
La ascesis es un método, una lucha y un combate (1 Cor 9,24-25.27), pero
siempre con vistas a seguir a Cristo. Se trata de un ejercicio práctico y
penoso (He. 24,16), un combate del corazón y de la mente; incluso con
vigilias nocturnas, en una espera ―mística‖ a la llegada del Esposo, como las
vírgenes prudentes (Mt 25,1 13). ). Y miramos el ejemplo de Juan Bautista
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(Mc. 1,6-8) que vestía con un tejido de pelos de camello y se alimentaba de
langostas silvestres, de saltamontes.
―Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y
por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas‖ (GS 13)
Quien aspire a ser persona espiritual ha de tratar a su cuerpo con austeridad
y utilizar los bienes materiales con desapego. La ascesis nos invita a aceptar
la pobreza, estar convencidos de la preeminencia del anuncio del evangelio y
renunciar incluso a la vida de familia (Lc 9,57-62). Con la ilusión de
―despojado del hombre viejo con todas sus malas acciones, y revestido del
nuevo, que se renueva conforme a la imagen del que lo ha creado‖ (Col 3,10;
2 Cor 5,17) ―Disciplino mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, predicando a los
demás, quede yo descalificado‖ (1 Cor 9,27)
Aunque suele aparecer en la espiritualidad un período ascético y otro místico,
en realidad tanto entre los principiantes como entre los proficientes y
perfectos se combinan la ascética y la mística, pero en la primera etapa de la
vida interior predomina la ascesis, y en la segunda, la mística.
La vida cristiana es lucha, combate. San Pablo la comparaba como quien
corre en un estadio (1 Co. 9, 24-27) Y recuerda a Timoteo: ―Teniendo con
qué alimentarnos y vestirnos, sintámonos con ello contentos. Pues los que
quieren enriquecerse caen en tentación, en lazos y en muchas codicias
insensatas y funestas‖ (1 Tm 8.8-9). Jesús nos habla de llevar la cruz,
negarse a sí mismo, de senda estrecha para el Reino (Mat. 16,24).
Es preciso superar el problema del dolor, recordando ―Ahora me alegro por
los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que
falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia‖
(Col 1, 24). Por supuesto que la ascesis no tiene su finalidad en sí misma, es
un medio necesario para nuestro caminar. La vida cristiana se nos presenta
como lucha para librarnos del demonio, mundo y carne. También es
necesaria para perseverar en la oración, para introducirnos en la vía mística,
para disponernos a la acción divina, para salvarnos.
Hemos de ejercitarnos en la mortificación, desprendernos, desapegarnos.
Todo para purificarnos por el dolor, de nuestro apego al placer. El
recogimiento exigido para la vida de oración, es también parte de esta
purificación ascética. Para ser perfume de Cristo (2 Co. 2,15), para el
apostolado, para salvaguardar el ambiente de silencio, superar el
aburrimiento en circunstancias de la oración, corresponder a las mociones del
Espíritu Santo, guardar la castidad, sufrir al prójimo y las propias
enfermedades. Para todo ello, es preciso adherirnos a la ascesis, a la
mortificación.
La ascética se compenetra con la mística. Nunca van separadas. A medida
que crece en el alma la vida sobrenatural va aumentando la vida mística,
pero nunca quedará eliminada la ascética. Incluso en los comienzos de la
vida espiritual se dan toques místicos; frecuentemente, en la época de la
primera conversión, los toques místicos suelen ser considerables.
La ascesis recobra todo su sentido liberador. La gracia nos lleva a la plenitud
del amor de Dios y del prójimo.
Ver entradas ―Mortificación‖, ―Abnegación‖.
Aspirar.-
- Aspirar a Dios, como se aspira a la posesión suprema. Estamos obligados a
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aspirar a Él porque formalmente nos manda que lo busquemos, según nos
exhorta la carta a los Hebreos: ――Más bien aspiran a una patria mejor, a la
celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo,
pues les tiene preparada una ciudad‖ (Heb. 11,16).
No podemos dejar de respirar, así tampoco dejar de pensar en Él, respirar
por Él, aspirar a Él. La gracia pone en nuestra alma esperanza sobrenatural
de aspirar hacia la vida eterna. Los que aman a Dios no pueden dejar de
pensar en Él, suspirar por Él, aspirar a Él, hablar de Él. Aspirar desde el alma
en recibir en ella la gracia.
―El aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire, en la
noche serena con llama que consume y no da pena‖ (Juan de la Cruz). ―El aspirar
del aire‖, comunicación del Espíritu Santo.
Astucia.-
- Habilidad para comprender las cosas y obtener provecho o beneficio
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mediante engaño. Acción hábil con que se pretende engañar a alguien o
conseguir algo. Vicio opuesto a la prudencia.
En la Biblia leemos casos de astucia; unas veces para describirlos, otras para
criticarlos. (Josué 9,4; 2 Reyes, 2, 19; Crónicas 11,23, etc.). Otras veces nos
previene contra la astucia: (Prov. 8,5; Daniel 8,25); (1 Co. 3,19); (Ef. 4, 14).
Jesús veía la astucia de sus adversarios (Lc. 20, 23). Nos aconseja Pablo
que no obremos con astucia (2 Co. 4, 2).
Asunción.-
- La Asunción de la Virgen es un dogma de fe de nuestra religión católica de
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acuerdo con la tradición que data desde los comienzos de la Iglesia; existen
escritos del siglo IV. Fue el papa Pío XII quien definió como dogma de fe esta
verdad en el año 1950. Sostiene este dogma que el cuerpo y alma de la
Virgen María, la madre de Jesucristo, fueron elevados al Cielo después de
terminar sus días en la Tierra.
La fiesta de la Asunción nos recuerda el Cielo; nos inspira emulación de la
virtud de la Virgen María; y le pedimos que nos ayude a vivir con los pies en
el suelo y el corazón en el Cielo. Nos arrastra de lo vulgar; nos ayuda a
gustar de las cosas de Arriba.
Atención.-
- Es la aplicación de la mente o de los sentidos a un determinado estímulo u
objeto mental o sensible. Puede ser espontánea o voluntaria. La atención es
del todo necesaria en la oración. Para conseguir esta atención es preciso
ante todo recogerse interiormente, ponerse en la presencia de Dios. Si nos
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encontramos alterados psicológicamente es bueno practicar unos ejercicios
de respiración y relajación para lograr atender.
Tengamos en cuenta que sin atención no existe la oración ni mental ni vocal.
La buena voluntad de la persona, sí, agrada a Dios, y Él nos puede ayudar
porque con aquel acto le mostramos amor y un deseo, aunque sea implícito
de acercarnos. Pero la ―refección‖ espiritual no se da de ninguna manera en
la oración distraída.
Es muy importante, cuando nos disponemos a orar, actualizar nuestra
atención para no caer en la rutina. La manera más sencilla de actualizar la
atención es ponerse en la presencia de Dios con un acto detenido.
A los principiantes en la espiritualidad cuesta tiempo darme cuenta de que la
oración supone siempre atención. No se trata de mascullar padre nuestros y
avemarías distraídos. El que ora intenta mantener una atención amorosa con
Dios. En ocasiones son pocas las palabras que le decimos: Él mira nuestro
corazón atento y se complace en nuestro contacto.
Para escuchar la palabra de Dios hemos de prestar atención: ―Y así se nos
hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar
atención,‖ (2 Pe. 1, 19). ―Que os quede esto bien claro y prestad atención a
mis palabras‖ (He. 2, 14). ―Por tanto, es preciso que prestemos mayor
atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos‖. (Heb. 2, 1).
Asimismo procuremos prestar atención a las circunstancias nocivas a nuestra
salud espiritual para no errar: ―Atención a los perros; atención a los obreros
malos; atención a los falsos circuncisos‖. (Fil. 3, 2). ―Ni dedicasen su atención
a fábulas y genealogías interminables‖ (1 Tim. 1, 4).
Es muy importante educar nuestra atención. Existen ejercicios para ello que
consisten en aplicar las técnicas de respiración, relajación y concentración.
Los problemas personales de ansiedad, tristeza, obsesiones, depresiones...
suelen invadirnos por ser incapaces de educar nuestra atención. Se suelen
identificar con la ―imaginación‖ o ―la loca de la casa‖ que decía santa Teresa
de Jesús.
Ateo.-
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El ateísmo consiste en negar la existencia de Dios; por consiguiente están del
todo desvinculados de Él. Al ateo arrogante se le puede decir: ―¿Estás seguro
de que Dios no existe?‖ En muchos ateos hay interés en que Dios sea un
imposible; la existencia de Dios la detestan; aborrecen que se pueda creer en
Él. El ateo niega la fe en Dios, porque el hombre – dice – es un fin en sí
mismo. La esencia del hombre es la libertad, y la religión es un obstáculo a la
libertad.
Recordemos el salmo: ―Es necio quien dice: no hay Dios‖. (Salmo 14, 1)
Existe diferencia entre el ateo y el agnóstico. Nada – dice el agnóstico –
puede afirmarse de Dios; y si se admitiera, no sería el centro, no ve el porqué
de la adoración ni del sometimiento. Exigen el antropocentrismo. Muestran un
desinterés completo e indiferencia.
Hay ateos comprometidos y solidarios con lo humano que añoran un mundo
libre; hay ateos militantes que enseñan su doctrina e incluso atacan a
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quienes creen; ateos arrogantes, similares a los creyentes fanáticos pero al
revés; ateos que buscan la imagen del hombre comprometido; ateos
humanistas que buscan el bien social y ateos dialogantes, porque no ven
claro la inexistencia de Dios. El creyente suele calificar a los ateos como algo
parecido al ciego el Evangelio.
Lo cierto es que para superar el ateísmo es necesaria la gracia de Dios. El
primer paso lo da siempre Dios, pero el hombre ha de disponerse y ser
receptivo; no cerrarse. La única manera de que se conviertan muchos ateos
es el testimonio fiel y lleno de caridad y humanismo de los cristianos. Por ahí
podría llegarles la gracia de Dios.
Los cristianos ante la realidad de los ateos hemos de tener celo para
ayudarles con amor a encontrar la fe. Jesús dijo antes de subir a los Cielos:
―Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado‖ (Mc. 16,
16-16). Y hemos de llevar en el corazón aquella frase de la carta de los
Hebreos: ―Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a
Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan‖ (Heb.
11,6). Estas dos verdades aquí señaladas son el mínimo de fe para poder
salvarse. La caridad del cristiano se ha de mostrar en dar ejemplo, orar y
ayudar a razonar en el misterio de la fe. No olvidemos nuestra
responsabilidad. Calculan que en España hay un 25% de ateos.
Atisbos.-
- Cuando un fiel cumplidor de su vida espiritual tiene alguna iluminación,
-
amagos de contemplación, algo que le parece extraordinario y poco frecuente
en su relación con Dios, se suele denominar este movimiento con el apelativo
de ―Atisbo‖.
Son de relativa frecuencia en personas que llevan mucho tiempo en la vía
iluminativa, pero no han entrado todavía en la vía contemplativa o perfecta. A
veces se pasan años y años en este estado intermedio y viene la pregunta,
¿Por qué será que están tanto tiempo en este estado intermedio?
Atraer.-
- Dios nos atrae; nos llama con voces inefables, nos envía sus gracias actuales
-
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para nuestra conversión, nuestro crecimiento en el amor; sin su atracción, sin
su llamada, sin su gracia nada podemos. Es necesario corresponder.
"Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le
resucitaré el último día‖. (Jn. 6, 44). ―Y yo cuando sea elevado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí." (Jn. 12,32). "Todo el que venga a mí y oiga mis
palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es
semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso
los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente
contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada‖. (Lc. 6,
47-48).
Ver entrada ―Llamada‖.
Atributos divinos.-
- Los atributos divinos, hondamente meditados o contemplados sirven para
-
-
-
encender nuestro amor e inclinarnos a la adoración. Enumeramos los
siguientes: Simplicidad, Inmensidad, Eternidad, Actividad infinita (Motor
inmóvil), Omnipotencia, Sabiduría infinita, Bondad infinita, Misericordia
infinita, Santidad infinita, Justicia infinita, Verdad infalible.
Nuestra comprensión de Dios puede ser incorrecta. (Job 42, 47). Él mismo
nos revela la información sobre sí mismo. (Is. 60, 19; Santiago 1, 17). Esta
información no debiéramos ignorarla. (Heb. 4, 1). Somos una parte de su
creación. (Gen. 1, 1; Salmo 24, 1). A pesar de la caída, brilla un destello de
Dios en lo humano. (Gen. 3, 17, 18; Ro. 1, 19-20).
Los atributos divinos encienden y mueven a nuestra alma a la sencillez y
pureza interior; a vivir en la presencia de Dios; a apreciar lo eterno muy por
encima de la temporal; no caer en el desaliento; y confianza en Dios y en su
Providencia.
Y nos mueven al agradecimiento por su omnipresencia, sublime señorío, su
potencia superior a toda realidad. Su justicia, misericordiosa y salvífica. Su
incomprensibilidad, como ser completamente distinto, el Otro...
Atrición.-
- Es un pesar o sentimiento sobrenatural de haber ofendido a Dios porque nos
-
puede castigar con las penas del infierno y privarnos de la gracia y de la
gloria; por la maldad del pecado. Hemos de darnos cuenta de que es
sobrenatural: también para practicarlo hace falta la ayuda de Dios.
Es más que el mero remordimiento, o ―las lágrimas de cocodrilo‖, como las de
Esaú (Gen. 27, 30-46).
San Ignacio de Loyola decía: ―Que si del amor de Dios me olvidare por mis
faltas, al menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado‖.
Ver entradas ―Compunción‖ y ―Contrición‖.
Audacia.-
- Entendemos aquí por audacia el valor, la resolución, la intrepidez
-
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o
atrevimiento para difundir la causa noble del Evangelio. La persona de verdad
espiritual necesita audacia evangélica, hija de la fortaleza y de la paciencia.
Para ello, confianza en la Providencia. Lo que parece imposible para el
hombre, es posible para Dios.
Esta audacia la vemos en muchos santos que no solo han vencido el respeto
humano, sino que se han lanzado por caminos desconocidos hacia la
santidad y el amor al prójimo. Aunque nos veamos pobres y tímidos, si Dios
está con nosotros ¿quién contra nosotros?
Audacia para el apostolado incluso en circunstancias de persecución: San
Pablo da testimonio de audacia: ―Después de ser maltratados e insultados en
Filipos, como ya sabéis, Dios nos dio la audacia necesaria para anunciaros
su Buena Noticia en medio de un penoso combate‖ (Tes. 2,2). ―Os ruego por
la mansedumbre y mesura de Cristo: os pido que me ahorréis tener que
mostrarme valiente cuando esté entre vosotros, con la intrepidez con que
pienso enfrentarme a esos que opinan que nos comportamos según la
carne.‖ (2 Co. 10,2). Y el autor de la carta a los Hebreos dice: ―Así tendremos
valor para decir: El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el
hombre?‖ (Heb. 13,6).
Austeridad.-
- Entendemos aquí por austeridad la mortificación de los sentidos y pasiones.
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Es preciso que nuestra vida sea austera si deseamos crecer en el amor. Pero
siempre se exige una moderación: ha de ser discreta, sin llegar a privarse del
sueño ni del alimento conveniente. Ver el ejemplo de Jesús.
La austeridad nos enseña a no ser derrochadores y a compartir el dinero. En
la Biblia, sobre todo en el libro de los Proverbios se nos exhorta a la
austeridad económica, al ahorro. (Prov. 21, 20; 6, 6-8; 21, 20; 10, 4).
En el Nuevo Testamento vemos la parábola del Hijo Pródigo que nos avisa
de lo malo de la prodigalidad y el derroche. (Lc. 15, 11 y sig.); y la parábola
del Mayordomo infiel, (Lc. 16, 12...). Jesús en la multiplicación de los panes
nos enseñó a ser austeros, mandando recoger lo que sobraba, (Jn. 6, 12).
―Y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen‖ (I Co. 7,31).
Revestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne
(Rom. 13,14). San Pablo vivía humilde y pobremente, (Fil. 4,11-12) Y ―Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque
Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré‖ (Heb. 13,5)
Y para ser austeros: ―Es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está
más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos‖ (Rom. 13, 11)
Ver entrada ―Mortificación‖, ―Abnegación‖, ―Mirra‖.
Autenticidad.-
- El hombre de Dios ha de ser honrado, fiel a sus convicciones. Ha de tener
-
-
sentido de autenticidad en la relación con Dios Padre y nuestra vida. Unidos
al Señor formar un solo espíritu con Él. (1 Co. 6,17). Y ha de ser así de
manera que se nos vea. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está
en los cielos‖. (Mat. 5, 16) Siempre caminar en fe y autenticidad cristianas.
Los capítulos 1 y 2 de la carta de Santiago exhortan continuamente a la
autenticidad y coherencia con la fe. Una de las causas de las grandes crisis
de indiferencia e incredulidad tiene su origen en la falta de coherencia de los
cristianos, sobre todo de aquellos que destacan más en la vida social y
eclesial. La autenticidad es un gran testimonio de los cristianos.
Ver entrada ―Coherencia‖.
Autodonación.-
- Jesús hizo auténtica autodonación en el Calvario. En la misa y comunión nos
unimos a Él, nos entregamos a Él para cumplir su voluntad, sin votos, con
amor, con decisión. ―Aquí estoy para hacer tu voluntad‖.
Autores de espiritualidad.-
- Son muchos los libros de lectura espiritual que existen y muy buenos. Entre
-
los que he leído recomiendo los siguientes que yo he leído:
Ascética y Mística de Tanquerey.
Autobiografía de santa Micaela del Santísimo Sacramento. BAC.
Biblia
Biografía de Ignacio de Loyola por el padre Casanova.
Carlos de Foucauld. Jean Francois Six.
Catecismo de la Iglesia Católica.
Concilio Vaticano II.
Confesiones y obras de San Agustín.
Cuestiones Místicas y otras obras. Padre Arintero. Biblioteca de autores
cristianos. BAC.
Diccionario de espiritualidad. Ediciones Paulinas. Ediciones Paulinas.
Diccionario de Teología. L. Bouyer. Herder
Diccionario de Teología Fundamental.
Ejercicio de perfección y Virtudes cristianas. Alonso Rodríguez.
El Abogado del diablo. (Novela) de Morris West.
El alma de todo Apostolado de Jean Baptiste Chautard. Edit. Patmos.
El camino de la libertad. Nicolás Caballero. (Varios tomos) Editorial Edicep.
El cura de Ars de Trochu. Ediciones Palabra. Castellana 210 28046 Madrid.
También Sermonario del Cura de Ars.
El libro del Concilio Vaticano II. BAC.
El Obispo del Sagrario abandonado. José Campos. Egda.- El granito de
arena. C. Cinca nº 6 Madrid. Todas las obras de este santo obispo
El Padre Nieto, una vida para Cristo. Benigno Hernández. Editorial Sal
Terrae. Guevara 20. Apartado 77. 39001 Santander.
El Peregrino Ruso. Anónimo.
El sacerdote de hoy y de siempre de Félix Beltrán. Edita Francisco López
Hernández.
El santo abandono. Dom Vital de Lehodey. Ediciones Rialp. Preciados 34.
Madrid.
Encíclicas varias: Menti nostrae. Divinum illud munus. Varias encíclicas,
Deus caritas est y todo lo de Pío XII, Juan XXIIII, Paulo VI, Juan Pablo II
Benedicto XVI y Francisco...
Historia de un alma. Santa Teresa del Niño Jesús. Editorial el Monte
Carmelo.
Imitación e Cristo. Tomás de Kempis. (En cualquier librería religiosa)
- Jesucristo y la vida cristiana. Royo Marín. Biblioteca de autores cristianos.
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BAC.
La Vida interior de José Tissot.
Los Miserables. De Víctor Hugo (Novela)
Nuevo año cristiano, Edibesa Madrid. Año cristiano. BAC
Nuevo Testamento. Biblia. Y en la Biblia, sobre todo los profetas y libros
sapienciales.
Obras completas de Alfonso Torres. BAC
Obras completas de San Ignacio de Loyola. BAC.
Obras completas de San Juan de la Cruz. BAC.
Obras completas de San Pedro Julián Eymard.
Obras completas de San Agustín.
Obras completas de Santa Teresa de Jesús.
Obras completas de Sor Isabel de la Trinidad.
Obras completas mías (José María Lorenzo Amelibia). Muy pocas
publicadas en papel. Algunas en Internet. Mientras viva, las voy enviando a
quienes me las piden.
Obras completas de Dom Columba Marmión.
Obras de Antonio Royo Marín, sobre todo Teología de la Perfección
Cristiana.
Obras de San Alfonso María de Ligorio.
Obras de san Bernardo.
Obras de San Francisco de Sales.
Obras de san Rafael Arnaiz.
Obras de Ignacio Larrañaga.
Obras de Jacques Philippe.
Obras de Javier Garrido.
Obras de José Manuel Alonso Ampuero.
Obras de José María Iraburu.
Obras de Lefrance Jean.
Patrología, distintos padres de la Iglesia.
Síntesis de espiritualidad católica. De José Rivera y José Mª Iraburu.
Editorial Gratis date. Monasterio de Urdax, 2, 4º d. 31011. Pamplona (Es
muy barato e incluso si se pide gratis, te lo enviarían. Están estas obras en
Internet)
Solo Dios basta. M. Herraz. Editorial Espiritualidad.
Sube conmigo. Ignacio Larrañaga. Ediciones paulinas. Muéstrame tu rostro.
Ignacio Larrañaga. Ediciones paulinas. Y todas las Tratado del amor de Dios
de San Francisco de Sales.. Edit. Primer monasterio de la Visitación. Santa
Engracia, 20. Madrid. Otras obras del mismo autor.
Una fuente de energía de Heredia. Herder.
Yo en Dios o el Cielo y todas las obras de Un Carmelita Descalzo. Compañía
Bibliográfica española Hernández.
Mira entrada ―Lectura espiritual”.
Autoridad.-
- Dios es la verdadera autoridad porque es el Creador. (2 Crónicas 20, 6;
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Salmo 115, 3 y 135, 6). Y Él hace participar de la autoridad a sus criaturas
para poder llevar a cabo una misión: padres, gobernantes, jefes legítimos...
Jesús es depositario de la autoridad, ―La gente se admiraba de su doctrina;
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas‖.
(Mat. 7,28...) Y se comporta con los suyos como servidor Lc. 22, 25...).
Reconoce la autoridad del César. Y enseñó que el ejercicio del poder ha de
ser servicio (Lc. 22,26). Obró con autoridad, incluso sin dar explicaciones
cuando vio mala voluntad. (Mat. 21, 23-7)
Existe la tentación del poder. Hemos recordar siempre que la autoridad no es
un honor, sino un servicio a aquellos sobre quienes se ejerce. Es preciso
participar en la muerte de Cristo y asimilar la idea de autoridad – servicio –
amor. Pedro, a partir de su conversión fue fundamento de la Iglesia. El
Mesías se definía como el Siervo de Yahvé: Siervo en soledad y servicio al
Padre. Y llegó a ocultar su autoridad. (Lc. 20, 8).
Es conveniente leer en el Evangelio cómo ejercía Jesucristo la autoridad en
la enseñanza: ―¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a
los espíritus inmundos y le obedecen." (Mc. 1,27). ―Quedaban asombrados de
su doctrina, porque hablaba con autoridad‖ (Lc. 4,32)
Debemos obediencia a quienes ejercen la autoridad: ―Amonéstales que vivan
sumisos a los magistrados y a las autoridades, que les obedezcan y estén
prontos para toda obra buena‖ (Tito 3,1). ―Sométanse todos a las autoridades
constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que
existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la
autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí
mismos la condenación… ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y
obtendrás de ella elogios… (Ro. 13, 1-4).
Es propio de la acción del demonio rebelarse contra la autoridad de Dios. Y
es contra la moral el desprecio u odio contra la autoridad humana legítima.
Ver entrada ―Obediencia‖.
Avanzar.-
- Un alma que mira a Dios, no retrocede jamás. La gente santa opta por Dios
-
de una manera audaz. Y se lanza por el camino verdadero. El tiempo
aumenta la dureza del camino y las dificultades. Los últimos años de la vida
de Cristo fueron los más duros. Y hay que seguir adelante. Él va a estar
mucho más cerca de nosotros para alentarnos. (Jn. 14, 26). Aunque en
ocasiones, cuando nos encontremos en lo más duro de la cruz, no vamos a
notar su presencia. Tampoco Jesús notó en la cruz la presencia del Padre,
sino el abandono. Pero la santidad, la unión íntima con Dios va a ser nuestra
gran y total recompensa.
Avanzar por los caminos de la vida interior. Jesús nos perdona sin cesar. (Lc.
7, 47, 48). Él nos purifica, nos estimula a hacer nuevos esfuerzos y a realizar
-
nuevos progresos en el amor; luego brillará con gran viveza la luz de Cristo
en el alma para que conozca las divinas perfecciones.
Lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la
oración: Cristo Jesús. (Cat.) Para avanzar hace falta paciencia. Para ser feliz y
avanzar en la virtud, solucionar el problema del dolor: llevar la cruz con
Jesús; luchar con paz para aliviarla. No me envía Dios el consuelo para
entretenerme puerilmente sino para avanzar. Es necesario el espíritu de
mortificación para avanzar en el camino de Dios.
Avaricia.-
- Es el amor desordenado a los bienes terrenos. El desorden está en querer
-
las riquezas por ellas mismas, para aumentar el poder y el placer; también
desorden es el buscarlas con ansiedad con daño de los derechos del prójimo.
(Ex. 20, 17; 1 Co. 6, 9-10).
El avaro parece ignorar que sus bienes no son de él solo, que es necesario
compartir con los necesitados. San Pablo nos previene contra la avaricia:
―Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la
impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría‖. (Col. 3,5).
Ave María.-
- Consideramos el avemaría una oración excelente; la mejor después del
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Padre Nuestro. La primera mitad son palabras del Evangelio (Lc. 1,28); el
resto de la oración lleva el marchamo de los siglos.
Muchos acostumbran saludar a la Virgen María con el rezo del avemaría
cuando suenan las horas del reloj. Lo mejor, no caer en la rutina en esta y
otras prácticas de piedad. Y recordar la entrega total a Dios de nuestra
Madre.
Ver entrada ―María‖.
Ayuno.-
- El mismo Jesucristo ayunó: ―Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para
-
ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus
cuarenta noches‖. (Mat. 4, 1). Es una práctica ascética recomendada por el
mismo Jesucristo. ―Este género de demonios no es arrojado sino por la
oración y el ayuno‖. (Mat. 17,21). Jesús nos recomienda en el ayuno:
"Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran
su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya
reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu
rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre
que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará‖. (Mat. 6, 16-18).
Jesucristo también pone discreción en el ayuno: ―Los discípulos de Juan se le
acercan a Jesús, preguntándole: ―¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos
a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?‖. Jesús les dijo: ―¿Es que
pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con
ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán‖.
(Mat. 9, 14-15).
Ver entrada ―Inedia‖.
B.- Bautismo.-
- El bautismo es voluntad del mismo Jesucristo cuando, antes de subir a los
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cielos les ordenó a sus discípulos: ―Id y haced... bautizándolos...‖ (Mat. 28,
16-20).
Por el bautismo el creyente queda unido al misterio de la muerte y
resurrección del Señor. (Rom. 6,3 y sig.) Somos hijos Dios por el bautismo
(Gal. 3, 23-27). Es necesario arrepentirse y bautizarse, (He. 2,28). ―El que
crea y se bautice se salvará, el que no crea se condenará‖, (Mc. 16, 16). ―Yo
te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios‖, (Jn. 3,5). Este sacramento nos une a la Iglesia: ―fueron
bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas‖ (He.2,
41). Es sacramento de salvación ―Nos salvó mediante el lavamiento de la
regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo‖ (Tito, 3,5).
Es el primero de los sacramentos, necesario, nos justifica delante de Dios
perdonándonos el pecado original y los pecados personales. Nos da la gracia
santificante, nos hace hijos de Dios y miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
Es el germen de toda la vida interior de espiritualidad y relación con Dios. Su
amor misericordioso es el vestido de luz divina que el Señor nos ha dado en
el bautismo. Él nos ha ungido con el óleo de la alegría en nuestro bautismo.
Cristo por el bautismo nos dio una vida nueva, como imagen de su muerte y
resurrección.
En el bautismo se marca la frente con la cruz, señal de posesión de Jesús, la
vestidura blanca: revestirse de Cristo; el beso de paz como acogida. Todo
hacia un compromiso de vida.
En el centro de la celebración bautismal, la profesión de fe. La fe es un don
de Dios, y un compromiso de conversión permanente. Iluminación, el aspecto
positivo de la fe; símbolo del cirio y la vela.
Nuevo nacimiento por las aguas bautismales. Misterio de la muerte y
resurrección de Cristo. Adhesión vital a la pascua de Cristo. Los niños
bautizados asumirán en el momento oportuno toda la responsabilidad de la
fe.
El bautismo es manantial y arroyo de nuestra inserción a Cristo. Revierte en
una expansión del trabajo y testimonio, en una pascua universal, en nuevo
pentecostés sobre el cosmos. Y todo está contenido en la gracia
sacramental.
El signo de la unción con el santo crisma incorpora al Cuerpo Místico de
Cristo. Con el triple oficio: real, profético y sacerdotal.
Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él;
descendamos con él para ser ascendidos con él. (Col. 2, 12; Ro. 6, 4… 23).
- ―El Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna‖ (S. Ireneo, Dem., 3).
-
(Cat.)
La gracia sacramental del Bautismo consiste en la regeneración, morir al
pecado para resucitar con Cristo. (Rom. 6,3)
Ver entrada ―Iniciación cristiana‖.
Bendición.-
- Es la invocación de la protección de Dios y su espíritu santificador sobre una
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persona, un lugar o una cosa; se practica generalmente recitando un
sacerdote unas palabras rituales o haciendo la señal de la cruz. Es la
expresión con la que se invoca la protección de Dios y su espíritu santificador
sobre una persona, un lugar o una cosa.
En la Sagrada Escritura son muchas citas sobre la bendición. Solo citamos;
―Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será
como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la
corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.‖ (Jer. 17, 7-8)
No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendecid, porque
para esto fueron llamados, para heredar una bendición. (1 Pe. 3,9). ―Dichosos
los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios‖. (Mateo 5,9)
(Num. 6, 24; Salmos 20, 4 y 34, 8). (Lc. 6, 27-28; Fil. 4,23….)
Supone la contemplación del amor de Dios en el Hijo. Generosidad divina
comunicada a los hombres; Dios que se derrama en nosotros como la lluvia
al mundo.
Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. La
bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es
encuentro de Dios con el hombre; En ella, el don de Dios y la acogida del
hombre se convocan y se unen. La obediencia de Jesús transformó la
maldición de la muerte en bendición. ―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos ha bendecido, con toda clase de bendiciones
espirituales‖ (Ef. 1, 3).
Su bendición es a la vez palabra y don. (Catecismo D.C.)
Beneficencia.-
- ―Jesús pasó haciendo el bien‖. (He. 10, 38) y Él nos enseñó: ―Haced el bien y
-
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prestad sin esperanza de remuneración‖ (Lc. 6, 35). La caridad a la hora de
hacer el bien es sutil y muestra gran inventiva.
El cristiano honra a Dios no solo en sí mismo, sino también en los hijos de
Dios que son los hombres. La beneficencia ha de ser ejercida no solo
privadamente sino también socialmente y colaborando con la beneficencia
organizada.
Ver entradas ―Limosna‖, ―Diezmo‖.
Benignidad.-
- Es una virtud suave, amable, tranquila, de dulce hablar y afable porte. Muy
-
cercana a ella es la bondad. Siempre dispuesta a hacer un favor. (Ro. 2, 4; 2
Co. 10, 1; Ga. 5, 22; Col. 3, 12).
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Biblia.-
- La Biblia es el libro por antonomasia de los cristianos, de continua lectura en
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la liturgia y en la lectura espiritual individual y colectiva. Dos grandes partes:
el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Recordamos que la Biblia es el libro inspirado y no debe interpretarse por
cuenta propia. (2 Pe. 1,20)
El Antiguo Testamento: contiene toda la fe del Pueblo Elegido, con la
historia de salvación y profecías.
Israel traicionó reiteradamente las expectativas de Dios después de la
alianza.
En el hombre existe la posibilidad de abrazar el plan de Dios o de rechazarlo
por el pecado. El rechazo crea el desorden. La Providencia puede sacar
provecho, incluso de una mala acción.
Los profetas son sobre todo conservadores. Creen en su misión, a pesar del
fracaso. Saben leer los acontecimientos dentro del plan de Dios. Ven toda la
alegría y espiritualidad. Están atentos a los acontecimientos para recuperar el
mensaje religioso en su forma original.
La denuncia de los profetas parte siempre de la fe; no de la sociedad ni de la
mera crítica. Solo Dios es absoluto. La conversión es una transformación
profunda de todo un ser humano a Dios. Y Dios no envía un castigo absoluto,
siempre salva a un resto.
El Éxodo y el Deuteronomio narran y actualizan la Alianza, el núcleo central
de la ley. Israel pertenece totalmente a su Señor; educó a su pueblo en el
desierto.
Israel tomó conciencia del verdadero rostro de Dios. En tiempos de Ezequiel
en Babilonia, el pueblo mantenía confianza en su destino glorioso. Ezequiel lo
mantuvo para que no se volviera atrás. Señorío de Dios y fidelidad a su
palabra. La salvación consiste en la ejecución de las órdenes divinas.
En el Eclesiastés se habla del éxito de la vida del rico. Pero se pregunta: ¿De
qué sirve? El hombre se encuentra encerrado en sí mismo. Siempre tropieza
con la muerte que cuestiona la vida. ―Comamos y bebamos...‖ Tener a Dios
significa ser conscientes de los propios límites. La Biblia resuelve el problema
de los hombres que superan el escollo de la muerte física con la esperanza
de la eternidad feliz.
El libro de la Sabiduría afirma: Dios creó al hombre para inmortalidad, y no
abandona al justo a la muerte ni lo iguala con el necio. Se puede hablar de la
muerte física y de la muerte eterna. Dios es fiel y la muerte será vencida.
Israel: de la desconfianza en Dios, de independizarse de Dios, llega a atribuir
a la naturaleza poderes divinos; sustituye a Dios por algo por debajo de Dios;
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y la historia se repite. Los profetas ayudan al hombre a levantarse del
pecado.
Enlace con el pasado en el cual Dios mostró su potencia salvadora,
convencidos de que la salvación llega a su plenitud. La providencia de Dios
permanece y purifica el futuro. La historia está abierta y nos ha revelado su
sentido.
Israel experimentó la presencia y la ausencia de Dios. Dios se oculta tanto
como se manifiesta. ―Dios nos sacó de Egipto‖. Pero otras veces suspiran:
―¿Dónde está Dios?‖ Y no siempre la consecuencia es fruto del pecado o el
castigo. Puede ser una prueba. Abunda la antinomia; el misterio de Dios; la
búsqueda de Dios. Vivir en confianza, serenos, rescatados de la vacuidad de
la muerte.
El Nuevo Testamento. Los discípulos siguieron a Jesús en sus caminos,
recibieron su enseñanza particular. Y fue total su conversión, camino de la
cruz.
Marcos revela más el gesto realizado por Jesús en su pasión, como
verdadera epifanía divina. Pasión hacia la resurrección. Invitación a la
confianza y espiritualidad. La cruz, el centro del plan de salvación.
Mateo. Comunidad judeo – cristiana. Debate con los fariseos; primado de la
caridad. ―Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto‖. (Mat. 5,
48). ―Amad a vuestros enemigos‖. (Lc. 6, 27). Compenetrarse hasta la vuelta
del Señor.
Lucas. Se observa en él un espíritu crítico para resolver todo. Busca
elementos seguros para la catequesis. La historia de Jesús es real y salvífica.
El tiempo de la Iglesia es de testimonio. ―Varones de Galilea: qué hacéis
mirando al Cielo...‖ (He. 1, 11). Muy atentos a la presencia del Espíritu Santo.
Pablo. Él supone la vida e influencia de Jesucristo: ―Vivo yo, ya no yo, vive en
mí Cristo‖. (Gal. 2,20). Encuentro con Jesús crucificado y resucitado. Amor
gratuito de salvación por la fe. Riqueza de la misericordia, porque es total la
impotencia del hombre para obtener por sí mismo la salvación. Estar siempre
con el Señor. Vivir con Él crucificado y resucitado. Saborear la redención.
Existencia abierta a Dios. Sabiduría de la cruz. Aceptar la debilidad, la
filiación. El Espíritu Santo habita en nosotros.
Jesús es la manifestación verdadera: ―Yo soy el pan vivo bajado del Cielo‖
(Jn. 6, 51). ―Y el Verbo era Dios‖. (Jn. 1, 1). ―Y el Verbo se hizo carne‖. (Jn. 1,
14). Debilidad. La gloria de Dios está como escondida. Dios es amor. Dios se
revela en Jesús. El camino de la cruz es el de la gloria.
Juan. Afirma la impotencia del hombre abandonado a sí mismo. No puede
―nacer de nuevo‖. (Jn. 3,7). Jesús permite que muera su amigo Lázaro. Da a
entender que ni el dolor ni la muerte son signos de abandono de Dios; y es
preciso ser conscientes de la muerte del mismo Jesucristo. Es preciso salir
de la tristeza y de la añoranza del pasado. Alegría y paz por el perdón.
Bien.-
- Para la Teodicea Dios es el bien. ―La divinidad es buena y causa de todo
cuanto se hace bien‖
(Platón).
Dios es bueno y para nosotros manifiesta su
-
bondad en la misericordia. ―Alabad al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia‖. (Salmo 136). ―Solo Dios es bueno‖ (Mc. 10, 18; Lc.
18, 19). Amar a Dios es amar el Bien.
Las criaturas participamos de la bondad de Dios. Por eso nos dice san Pablo:
―Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de
los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. (Ro.
8, 28).
Bienaventuranzas.-
- En el sermón de la montaña Jesús las reduce a ocho. Parece ser que se trata
-
de un número simbólico. Conviene meditarlas con frecuencia y tienen mucha
relación con los dones del Espíritu Santo, sobre todo con los dones de
Ciencia, de Consejo, de Sabiduría, Piedad y Fortaleza. (Mat. 5, 2-10)
Bienaventurada la persona cuyo consuelo y alegría es tratar con Dios, bien
sea con un fervor sensible, de esos que electrizan y permiten volar, bien sea
con un fervor seco, de esos que cuestan por su aridez pero demuestran
mayor amor. ¡Amarle, adorarle, humillarnos delante de Él, y que venga en su
misericordia con su luz a iluminar nuestras tinieblas; a darnos conocimiento
de Él, amor y el don de saber comunicarlo. ¡Oh el Reino de Dios, qué lejos
todavía está de muchos!
Bien común.-
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-
Llamamos bien común aquello de lo que se pueden beneficiar todos,
personas o instituciones; y los medios socio económicos que a todos han de
servir.
Colaborar al bien común es deber de todos. Muchos textos de la Biblia tratan
de ello. He aquí algunos: ―Ahora bien, hay diversidad de dones... Pero a cada
uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho. Porque a la verdad,
a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de
conocimiento por el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro,
dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, el hacer milagros, y a otro,
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de
lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace
uno y el mismo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno como Él quiere.
(I Co. 12, 4-11)
―Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey,
como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de
los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la
voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los
hombres insensatos‖. (1 Pe. 2, 13-17) ―Entonces Él les dijo: Pues dad al
César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios‖ (Lc. 20, 25).
Bilocación.-
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Es un fenómeno místico extraordinario que consiste en la presencia física
simultánea en dos lugares distantes. Se dan casos vividos por santos como
José de Cupertino, Francisco de Asís, Alfonso María de Ligorio, Catalina de
Siena.
En estos y otros fenómenos extraordinarios habría que averiguar siempre lo
que puede ser realidad o leyenda.
Bondad.-
- Recordar lo que nos dijo Jesús y el Apóstol Pablo: ―Sed compasivos, así
-
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como vuestro Padre es compasivo‖. (Lc. 6, 36). ―Sed bondadosos y
compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los
perdonó a ustedes en Cristo‖. (Ef. 4, 32). ―Por lo tanto, siempre que tengamos
la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la
fe· (Gal. 6,10). ―No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con
el bien‖. (Rom. 12, 21). ―El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio‖. (Gal. 5, 22-23)
El secreto de la bondad está en el trato íntimo y continuo con Dios y está
movida por el deseo de agradarle. Así podemos hacer el oficio de Marta y el
de María. Procurar llegar a la hondura del hombre, para aliviar allí su
desconsuelo. Estos debieran ser nuestros propósitos sinceros en la oración.
Quien prueba la dulzura de Dios, a la fuerza ha de propagarla a su alrededor.
Hacer todas nuestras obras con gran amor.
Cuando una persona se ve motivada por algo distinto que Dios, ya no es
buena del todo su obra. Podrá ser altruista. Hemos de procurar en los
sentimientos humanitarios poner siempre a Dios en el fondo de todo.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Budismo.-
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Buda fue un predicador religioso y anunció una ley salvífica. Fundó una
comunidad de monjes y de seglares. Practicó un camino intermedio entre la
vida del placer y el ascetismo y misticismo extremos y renuncia al egoísmo.
Se honra no a su persona, sino su doctrina. El monje budista no puede
poseer ningún bien y lucha contra el orgullo y el odio.
Para purificarse se practica el nirvana: es mirar a lo eterno; más allá de la
otra orilla, un absoluto trascendente. Otros quicios muy importantes son: la
meditación, la recta conducta y esfuerzo; la ética. Llegar a la iluminación o
estado de nirvana. El zen por medio del control de la respiración. Importante
la terapia de choque.
Tiene importancia para el hombre la magia ritual, la devoción religiosa y el
yoga. Dentro de todo esto, los mantra. En nuestro tiempo se aprecia mucho
la espiritualidad budista e hinduista.
Ver entrada ―Yoga‖, ―Zen‖.
Buen espíritu.-
- Buen Espíritu. Esa brisa que va trayendo a nuestras vidas una nueva
-
primavera, un nuevo fruto de obras santas. Que se cumpla en nosotros
aquello que leíamos en San Pablo: ―Si con el espíritu hacéis morir las obras
de la carne, viviréis‖ (Rom. 8,13). ¡Abrir nuestra alma con sencillez a la acción
de Dios! Trae al alma un resurgimiento espiritual, el amor al prójimo, el fervor.
El buen espíritu sopla siempre del lado del calvario. El mal espíritu, todo lo
contrario: busca el placer, el orgullo, el amor propio, la esterilidad
Buen Pastor.-
- Jesús es el Buen Pastor, (Jn. 10, 11-18). Cristo existe. Lo recibimos en la
-
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Comunión; asistimos todos los domingos a la Misa donde se hace presente
en cuerpo y alma. Jesucristo nos quiere. Él es el Buen Pastor de cada uno de
nosotros. Por eso hemos de tener confianza en Él. Poner todos nuestros
problemas bajo su cayado de Pastor. Confiar cuando nos vienen
preocupaciones. Y darnos cuenta de que Él nos guía hacia nuestra patria
definitiva que es el Cielo; lo tenemos en el Sagrario con presencia real.
Y vamos a ver la preocupación de nuestro Buen Pastor: ―Tengo otras ovejas
que no son de este redil; también a esas las tengo que atraer, y escucharán
mi voz; y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.‖ (Jn. 10, 16) A nosotros nos
toca, como creyentes y amigos de este Buen Pastor, ayudarle de todas las
formas posibles. Y nos cuida y tiene compasión del pecador. Para ello
expone la parábola de la Oveja perdida. (Mat.18, 10-14 y Lc.15, 3-7).
Como resumen podíamos decirle a Jesús: ―Señor, cuida Tú de mí y de mis
cosas, que yo he de cuidar de las tuyas. Ayúdame a ser buena oveja y a la
vez un buen zagal tuyo‖.
Buena Noticia.- Buena Nueva.-
- Jesucristo proclamó la Buena Nueva (Mat. 4, 23; 9, 35; 11,5). Jesús mandó
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que se proclamara por todo el mundo. (Mc. 16, 15). Y se proclamará por el
mundo entero (Mat. 26, 13). (Mc. 13, 10). Los Apóstoles desde el comienzo
proclamaban la Buena Nueva (He. 5, 42; 8,12; 15,7; 15, 35). La gente
obedecía a la Buena Nueva (Ro. 10,16). Pero algunos no la admitían. (Heb.
4, 6). Pero hasta a los muertos se les anunciaba (1 Pe. 4,6).
Nuestra Buena Noticia es que Cristo, el Hijo de Dios vino al mundo (Lc. 1, 19)
y después de su pasión y muerte resucitó, que Él es Señor, exaltado por el
Padre a su derecha: ―Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha hasta
que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies‖. (Sal. 110). En cuanto
recibieron los Apóstoles al Espíritu Santo marcharon a predicar la Buena
Nueva; dieron su testimonio por todos los pueblos. (Mc. 16, 20).
El paso a la fe viene después de la Buena Noticia. La aparición del Ángel
supone un comienzo nuevo. ―Nuevas sean todas las cosas‖; ―Aléjense de lo
viejo‖. La Buena Nueva, Jesús ha nacido, ha muerto en la cruz y ha
resucitado‖.
Buscar a Dios.-
- ―Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón‖. (Jer.
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29, 13). Buscad al Señor y su fortaleza; buscad su rostro continuamente. (1
Crónicas, 16, 11) Jesucristo nos lo pedía: ―Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá‖. (Mat. 7, 7-8).
Cuando el hombre busca a Dios, Él se le acerca. Buscarlo con sinceridad.
Para ello, salir de sí, del egoísmo. Ya dijo Jesús que el que busca encontrará.
Por eso una de las tareas de nuestra vida es buscar a Dios.
La Biblia nos exhorta de continuo a buscar a Dios, en los Salmos, Profetas y
Evangelio sobre todo. San Pablo nos dice: ―Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de
Dios; 2aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra‖. (Col. 3,1).
Si buscamos a Dios, nada es del todo temporal. Todo tiene trascendencia.
Cada cosa exterior refleja lo eterno, lo sobrenatural. Con este ideal
aprendemos a vivir de nuevo. El fervor espiritual nos producirá el calor del
amor de Dios. Y este calor hace hervir al alma; la levanta a las alturas.
No buscar en la oración ni la paz de Dios; ni la alegría; ni el éxito apostólico.
Buscar en ella a Dios. Solo a Dios. Todo lo demás llega por añadidura.
―Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por
añadidura. (Mat. 6, 33). ―Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual
nadie verá al Señor‖. (Heb. 12, 14).
Hemos de buscar al Señor con vivas ansias, con ardientes deseos. Como se
busca al tesoro más rico o el negocio más beneficioso; como el amante a la
amada; como el que tiene frío, el calor del hogar. ¡Aquella frase del libro de la
Sabiduría: ―Lo invoqué, y vino sobre mí el Espíritu de la Sabiduría‖.
La vida cristiana no tiene otro fin que buscar a Dios por el camino que Él
quiera. Buscar a Dios en todas las cosas, Buscarlo con amor mientras
amamos a los hermanos. Buscar a Dios con amor impetuoso, abrasarme en
Él con la fuerza de mi fe. ―Buscad la caridad; pero aspirad también a los
dones espirituales, especialmente a la profecía‖. (1 Co. 14, 19). Hemos de
buscar a Dios en el mismo desaliento; dárselo también a Él.
C.Caídas.-
- Desde la primera caída de nuestros primeros padres (Gen. 3, 1-4), la
-
naturaleza humana quedó debilitada. A pesar de nuestros buenos propósitos
se dan nuevas caídas en el pecado venial o grave. Lo importante es
arrepentirse y levantarse. San Pablo parece admitir que el hombre se
encuentra en una especie de esclavitud, de la que será liberado al final. (Ro.
8, 22).
―Hasta el justo cae siete veces al día‖ (Prov. 24, 16); quien camina, puede
caer. Es fácil caer en faltas y pecados veniales. Hemos de guardarnos
inmunes ante las caídas. (Judas 1, 24). El anciano Simeón dice que Jesús
está puesto para las caídas y elevación de muchos. (Lc. 2, 34). Y no
-
-
tropezamos para quedar caídos, hemos de levantarnos. (Ro. 11,11).
Lo importante es no desanimarse ante las caídas, sino levantarse pronto del
estado de postración. Dicen es de hombres el caer, pero de santos el
levantarse. Por eso la determinación nuestra va a ser: ―no moriré sin ser
santo‖. Y aunque nos humillen los fracasos, comenzaremos con mayor tesón.
La compunción de corazón nos ha de acompañar para levantarnos y afianzar
el amor a Dios.
Ver entrada ―Conversión‖.
Cáliz.-
- Cáliz de salvación. Ya no es ―la copa de la ira‖. Está ofrecido a los hombres
para que comulguen con la sangre de Cristo hasta que Él vuelva y bendiga
por siempre al Padre que les concederá beber a la mesa del Hijo en el
Reino. (1ªCo. 10, 16 y Lc. 22,30).
La palabra cáliz es por antonomasia la copa con que Jesús celebró la última
Cena. Por extensión se llama también así al vaso sagrado con que el
sacerdote celebra la Eucaristía.
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Callar.-
- Saber callar a tiempo es virtud: ―Callar de sí mismo es humildad, callar los
defectos ajenos es caridad, callar las palabras inútiles es penitencia, callar a
tiempo es prudencia, callar en el dolor es heroísmo‖.
―En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena
sus labios es prudente‖ (Prov. 10,19). ―Aun el necio, cuando calla, es tenido
por sabio, cuando cierra los labios, por prudente‖ (Prov. 17,28). ―El que
guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias‖ (Prov. 21,23).
―Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo‖ (Amós
5,13). ―Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que
engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana‖ (Sant.1,26)
Ver entrada ―Silencio‖.
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Cambio de corazón.-
- Es un fenómeno místico extraordinario registrado en la historia de la mística y
-
muy sorprendente. Consiste en la extracción del corazón de carne y en la
sustitución con otro que es el de Cristo mismo. Son famosos los casos de las
santas Catalina de Siena, Ludgarda, Gertrudis, María Magdalena de Pazzi,
Caterina de Ricci, Juana de Valois o Margarita María de Alacoque.
Tanquerey y Royo Marín explican estos fenómenos místicos. Con cualquier
interpretación, se entiende siempre de una manera mística, no fisiológica.
Camino.-
- ―Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie puede ir al Padre, sino por mí‖.
-
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(Jn. 14,5, 6). ―Sin mí no podéis hacer nada‖. (Jn. 15,5). Hemos de seguir la
palabra de Jesucristo, sus enseñanzas y consejos, adecuarnos a su doctrina.
Mc. 1:3 ‖Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del
Señor; Enderezad sus sendas‖.
Jesús es el camino, pero muchos son los caminos del Señor, las vías de
espiritualidad. ¿Por qué pensar que el seguido por nosotros es el único o es
el mejor?
La voluntad de Dios es el camino hacia la entrada en el Reino de Dios. Dos
entradas: o bien entro en el Reino de Dios, o bien viene a mí. Entraré en él
para, alabar a Dios. Y dice Jesús: ―El Reino de Dios, en medio de vosotros
está.‖
El camino para ir a Dios está en los Evangelios, sermón de la Montaña,
bienaventuranzas, mandamientos, amor a los enemigos, la misericordia, dar
de comer al hambriento… Meditar de una manera especial (Mat.6 y 7)
Del salmo 25: ―Muéstrame, oh Dios, tus caminos; enséñame tus sendas.
Todas las sendas de Dios son misericordia y verdad. Mis ojos están siempre
hacia Dios, Porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia
de mí, Porque estoy solo y afligido‖.
Él, que es camino, verdad, vida, ha reconciliado al hombre con Dios. ―Por
Dios‖, por relación al Hijo; finalmente, el Espíritu Santo es la causa última de
todas las cosas. Puesto que, así como la voluntad y aun toda cosa descansa
en su fin. (León XIII).
Mi Dios, el que mi camino caminas. (Agustín)
Canciones.- Cantos.-
- El que canta reza dos veces; cantar es una forma de amar. (San Agustín).
- Y en la Sagrada Escritura son muchísimas las veces que aluden al cántico
-
como oración. Citamos algunas: ―Con cántico alabaré el nombre de Dios, y
con acción de gracias le exaltaré‖ (Salmo 69,30). ―El Señor es mi fuerza y mi
escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se
regocija, y le daré gracias con mi cántico‖ (Salmo 28,7). ―Vengamos ante su
presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos‖ (Salmo 95,2).
―¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre? Que
cante alabanzas‖. (Santi. 5,13). Ver también (Ef. 5,19; Col. 4,16; Heb. 2,12).
Ver entrada ―Música‖
Canonizar.-
- Canonizar a algún fiel católico, es proclamar solemnemente que aquel fiel ha
-
practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de
Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y
sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e
intercesores. (Cat.).
Hemos de acatar la definición de la Iglesia sobre una persona santa. A lo
largo de la historia muchos miles de cristianos han brillado por su santidad.
-
Son dignos de ser imitados en sus virtudes. Hemos de tener en cuenta que
los santos no han sido heroicos en todas las virtudes, sino en algunas; ni
imitables en toda su vida sino en alguna parte.
Es de fe que los santos canonizados están en el Cielo. Unos santos son más
admirados y seguidos que otros. Es bueno que cada persona tenga algunos
santos de su devoción.
Cantar de los Cantares.-
- Es el libro del A. T. que tiene pleno significado místico. Epitalamio entre Dios,
-
el esposo y el alma, la esposa.
El Cantar de los Cantares es la historia de los amores de Dios con cada
persona y pueblo.
Los Cantares describen el proceso de la esposa hasta entregarse
definitivamente al amor, a Dios. La esposa no ceja en su hambre y sed de
Dios suscitada por el mismo Dios.
La Eucaristía, copa de bodas: sostiene la marcha de fe, esperanza y caridad
hacia las bodas definitivas. El mismo cuerpo es expresión del amor de
donación, urgencia de unidad e indisolubilidad. (Esquerda)
―Entrado se ha la Esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa,
el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado‖ (Juan de la Cruz).
Carácter.-
- Es la fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía. Lo
-
constituye el conjunto de cualidades de la persona y la distingue por su modo
de ser de las demás. Se forma, partiendo del propio temperamento, mediante
una buena formación y educación. Es muy importante para el desarrollo de la
personalidad y de la verdadera espiritualidad cristiana.
Es preciso trabajar por formarlo desde la niñez y juventud y siempre podemos
mejorarlo mediante nuestra fuerza de voluntad y la vida ascética. De gran
importancia para la convivencia humana, de comunidad y familiar.
Carácter sacramental.-
- Es un sello indeleble que confieren los sacramentos del bautismo,
-
confirmación y orden sacerdotal, por el que el cristiano participa del
sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones
diversos.
Es una disposición positiva para la gracia que permanece para siempre en el
cristiano como promesa y garantía de protección divina y como vocación al
culto divino y al servicio de la Iglesia. Por eso, estos tres sacramentos no
pueden ser reiterados. La existencia del carácter sacramental es un dogma
de fe definido por el Concilio de Trento.
Caridad.-
- Es una virtud teologal; nos vincula con Dios en su fuente, con Dios
-
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Omnipotente, Eterno, con Dios que es amor. Y nos lleva al amor al prójimo
con el mismo amor con que Cristo nos amó y nos sigue amando; de tal
manera que es el distintivo del cristiano; y hemos de amar con el amor que Él
mismo recibió del Padre, como Jesús nos quiso. Es la caridad el amor, la
amistad entre Dios y los hombres. Para quien cree, nadie puede ser enemigo:
ha de ser amigo de verdad.
De alguna manera, todas las religiones fomentan la misericordia y la bondad,
desde los tiempos más antiguos. Pero sobre todo fomenta el amor nuestra
religión. La enemistad ha de ser vencida por el amor.
En el Antiguo Testamento se conoce el amor de Dios al hombre y del hombre
a Dios. Aparece Dios clemente y lleno de misericordia; el amor y respeto a
los ancianos; mirar y ayudar a los disminuidos. Más de doscientas veces
aparece el concepto de amor y misericordia. Así: ―La caridad es como un
paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre‖. (Eclesiástico
40, 17)
En el Nuevo Testamento la caridad es el mandamiento nuevo, amor
desinteresado como Jesús sus discípulos, a los pobres, a los enfermos; al
pecador. ―Un mandamiento nuevo os doy que os améis unos a otros como yo
os he amado‖. (Jn. 13, 34-35). Participación de la caridad de Cristo con
todos, y más con los necesitados de auxilio. Y el mismo Jesús nos lleva al
amor de los hermanos; al prójimo, incluso a los enemigos. Recordemos las
obras de misericordia.
Pero vigilemos, porque ―Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de
la mayoría se enfriará‖. (Mat. 24,12). ―Vuestra caridad sea sin fingimiento;
detestando el mal, adhiriéndoos al bien‖ (Ro.12, 9) ―La caridad no hace mal al
prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud‖. (Ro. 10) ―Ahora bien,
si por un alimento tu hermano se entristece, tú no procedes ya según la
caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por quien murió Cristo!‖
(Romanos 14, 15)
La carta 1ª a los Corintios cap. 13 se considera como el himno o carta magna
de la caridad: ―Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe‖. (I Co.
13, 1) ―Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y
toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas,
si no tengo caridad, nada soy‖. (I Co. 13, 2) ―Aunque repartiera todos mis
bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me
aprovecha‖. (I Co. 13, 3) ―La caridad es paciente, es servicial; la caridad no
es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;‖ (I Co. 13, 4) ―La caridad no
acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas.
Desaparecerá la ciencia‖. (I Co. 13, 8) ―Ahora subsisten la fe, la esperanza y
la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad‖. (I Corintios
13, 13) ―Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales,
especialmente a la profecía‖. (I Co. 14, 1)"
Cristo es la fuente del amor, unido al Espíritu Santo y al Padre. La virtud de la
caridad es la más importante y siempre permanece. En el Cielo la caridad
-
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persiste para siempre, mientras que la fe y esperanza desaparecen; son
virtudes de la Tierra que nos han llevado al amor.
La caridad se dirige a todos los hombres, es para todos como la luz; no
admite parcialidad; es el reflejo de Dios, pero con criterio de proximidad: más
amor a la familia, a los hermanos en la fe, a los más próximos. La doctrina sin
caridad sería una entelequia. El amor da a quien pide y vence el egoísmo; es
humilde, no espera alabanza. ―El amor de Dios se ha derramado en nuestros
corazones‖ (Ro. 5,5).
Hemos de educarnos y educar en la caridad. La caridad es Dios no nosotros,
es la vida; es el impulso que nos eleva a Él; nos hace perdonar y
aprendemos a ser discípulos antes que maestros.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Ver las tres entradas de ―Amor‖.
Carisma.-
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Entendemos por carisma gracia o don concedido por Dios a algunos hombres
en beneficio de la comunidad.
En (1 Co. 12, 4-11) San Pablo nos enumera la diversidad de carismas. Son
muchos los carismas. Nos limitamos a enumerar algunos: don de curación,
discurso, profecía, lenguas, comunidad, beneficencia... todos necesarios o
muy convenientes para el servicio del Reino de Dios.
Es preciso tener en cuenta que un carisma es también el elemento oficial de
la Iglesia, verdadero don del Espíritu Santo. Vivir con esperanza porque ―la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado‖. (Ro. 5,5). ―Muertos a
aquello que nos tenía aprisionados, de modo que sirvamos con un espíritu
nuevo y no con la letra vieja‖. (Ro. 7,6).
El sacerdocio es considerado por Pablo como carisma: ―No descuides el
carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética
mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros‖ (1 Tim. 4,
14). ―Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti
por la imposición de mis manos‖. (2 Tim. 1,6).
Hay carismas de la inteligencia: son dones para la exposición clara y
profunda de los misterios; para el discernimiento de espíritus; hay carismas
de profecía; de hacer milagros, de expulsar a los demonios.
Hay carismas de servicios: de enseñanza, de evangelizar, de organizar la
caridad. Y carismas muy sencillos que Dios derrama por doquier. Cada
persona ha de utilizar alguna buena cualidad o carisma que Dios le ha dado
para ayudar a otros.
Que cada uno de vosotros pueda reavivar el carisma de Dios que lleva en sí
por la imposición de las manos (2 Tim 1, 6), Todos los carismas que adornan
a la sociedad cristiana resplandecen en su Cabeza, Cristo. Comprendan que,
conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumentan los carismas.
Los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los
hombres y a las necesidades del mundo. Los carismas se han de acoger con
reconocimiento por el que los recibe. (Cat.)
Ver entrada ―Gracia gratis dada‖ y también la siguiente: ―Carismáticos‖.
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Carismáticos.-
Pentecostales.-
- En la Iglesia en todos los tiempos se repiten los carismáticos o pentecostales.
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En los inicios se distinguían por su gran ilusión por la virginidad, el ascetismo
e incluso el martirio. Siempre también los ha habido dentro de la ortodoxia y
dentro de la heterodoxia. El peligro evidente en estos movimientos es
exagerar, marginarse del magisterio de la Iglesia, no darse cuenta de que
seguir la inspiración del Espíritu Santo, jamás puede llegar a separarnos de la
comunión eclesial.
Hoy tiene mucha fuerza el pentecostalismo. En el 1900, un pastor metodista,
Charles Parham, suscita un movimiento mundial, al reflexionar sobre las
primeras comunidades cristianas ofrece sus conclusiones e iniciativas. Hubo
entonces un despertar pentecostalista con gran número de seguidores.
También existió el rechazo visceral por parte de otros.
Dentro de los hermanos separados destacamos, además de los metodistas,
la Iglesia evangelista, y otros muchos (grupos pequeños, medianos y
grandes) que son verdadero ejemplo de fe y fervor, dignos de ser imitados en
este amor a Jesucristo, al prójimo y a la oración.
Los católicos pentecostales han florecido mucho a partir del año 1967 en
España. Con gran fidelidad al dogma anhelan la renovación de toda la Iglesia
bajo el impulso del Espíritu Santo. Ayudan a vivir en la certidumbre de que
Dios está entre nosotros.
Los grupos de oración son el componente fundamental de la renovación
carismática católica con estas características: a) cada uno interviene con una
oración, lee algo de la Biblia, expresa su experiencia de fe... b) Todos rezan,
cantan, aplauden... d) Es preciso dejarse llevar por el Espíritu. ―Los que viven
según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo
espiritual‖. (Ro. 8, 5). ―En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para
recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que
nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu
para dar testimonio de que somos hijos de Dios‖. (Ro. 8, 14-16). d) se
requiere la espontaneidad; la elevación a Dios.
Se va hacia una visión crítica de la vida; responde la persona entera a la
invitación de Dios. Se procura evitar la emocionalidad.
El Bautismo en el Espíritu. Cuando alguien cree que ha llegado a madurar,
pide que oren por él para recibir una presencia nueva en el Espíritu. Se
prefiere usar más la palabra efusión del Espíritu que Bautismo. Se profundiza
en la Eucaristía y en el sacerdocio de los fieles.
Gracia especial es el agua viva; aquella agua que salta hasta la vida eterna.
Se experimenta una alegría y paz serenas, una mayor bondad, amabilidad,
longanimidad y liberación interior. ―El amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones‖ (Rom. 5,5).
- Es preciso estar en guardia de posibles desviaciones, experimentar el gusto
por la oración, no fomentar el prurito de ser los mejores, ir descubriendo lo
que el Espíritu Santo nos sugiere.
Carne.-
- En cuestiones de espiritualidad el vocablo ―carne‖ se contrapone a ―espíritu‖.
- Son Muchas las frases que en la Biblia se dicen de la carne; nos fijamos en
-
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-
estas pocas de las cartas de los Apóstoles: ―Porque todo lo que hay en el
mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida,
no proviene del Padre, sino del mundo‖. (1 Jn. 2,16). ―Porque yo sé que en
mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está
presente en mí, pero el hacer el bien, no‖ (Ro. 7,18). ―Por consiguiente, no
hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne sino conforme al Espíritu…Porque los que viven
conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que
viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu‖. (Ro. 8,1 y 5). ―Pues los
que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.‖
(Gal. 5,24)
Es el enemigo más duro del alma, porque lo llevamos con nosotros. Y es
preciso luchar contra el apetito al placer, contra el temor al dolor, contra la
concupiscencia en general y la sensualidad. Si a esto añadimos todas las
formas del egoísmo, se multiplica la lucha.
Los remedios que se utilizan son: la mortificación voluntaria en lo lícito,
aficionarse al sufrimiento por amor a la pasión de Jesús, ejercicio de la
templanza, meditar en los novísimos, devoción a la Virgen María. Tener en
cuenta esto, sobre todo contra los pecados de lujuria.
Ver también entradas ―Concupiscencia‖ y ―Abnegación‖.
Cartas.-
- Necesitamos comunicarnos con otras personas en referencia a la vida
-
-
religiosa. Si no entramos en contacto con otros de nuestros mismos ideales,
corremos el riesgo de disminuir o ahogar el ideal. La correspondencia oral o
escrita con amigos en la fe consigue muchos beneficios. Sin escribirnos,
aunque nos hayamos tratado mucho, no llegamos a comprendernos del todo.
Los Apóstoles escribieron sus cartas para animar en la fe a los cristianos
(Gal. 1, 20; Fil. 3, 1)); para amonestar y aconsejar (1Co. 4, 14 y 5, 9-10); para
decir la voluntad de Dios (1 Co. 14, 37); para enseñar (2 Co. 1, 13); para
probar en la obediencia (2 Co. 2,9); dar a alegría en la fe (1 Jn. 2,1); alentar
en el amor entre los cristianos (1 Jn. 2, 6-10 y 2 Jn. 5).
Los santos han utilizado mucho las cartas no solo para desahogo propio,
tanto o más aún para ayudar a otras personas con problemas de tipo moral,
humano, espiritual... Y tengamos en cuenta sobre todo las cartas que
enviaban los Apóstoles a los fieles que habían evangelizado.
Castidad.-
- Es la virtud que modera el apetito genésico. Para conservar la castidad es
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preciso la vigilancia y la austeridad. A la castidad perfecta se la llama pureza
o virginidad. La propia de los casados, castidad matrimonial o conyugal.
Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento exhortan a la
castidad y condenan la impureza. Veamos unos pocos textos: ―Andemos
decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad
sexual y lujurias, no en pleitos y envidias‖ (Rom. 13,13). ―Por tanto,
considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la
fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es
idolatría‖. (Col. 3,5). ―Porque esta es la voluntad de Dios, vuestra
santificación; que os abstengáis de inmoralidad sexual; (1 Tes. 4,3). ―Pero
que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre
vosotros, como corresponde a los santos‖ (Ef. 5,3). ―Sea el matrimonio
honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales
y a los adúlteros los juzgará Dios‖. (Heb. 13,4). ―¿O no sabéis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de
Dios, y que no sois vuestros?‖ (1 Co. 6,19). ―Porque Dios no nos ha llamado
a impureza, sino a santificación‖. (1 Tes. 4,7)
Es obligatoria la castidad perfecta antes del matrimonio. La lujuria es el vicio
contrario a la castidad. Ver entrada
Los medios para conserva la castidad son: el amor a la Eucaristía y a la
Virgen, la mortificación en cosas lícitas, amar el sufrimiento y la cruz,
combatir la ociosidad con el trabajo y aficiones sanas, huir de las ocasiones,
meditar en la dignidad del cristiano, pensar en el castigo natural de la
fornicación, recuerdo de la pasión de Cristo, orar, frecuencia de la confesión.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
La castidad purifica los sentidos, elimina todo amor desordenado, y llena el
alma de virtudes.
Ver entradas: ―Pureza‖ ―Virginidad‖, ―Celibato, ―Esposos cristianos‖ y
―Matrimonio‖
Castigo.-
- Hoy hiere a nuestra sensibilidad la idea de castigo. Hemos de meditar en la
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Biblia, tener la idea clara de que el castigo de Dios va muy unido a la
misericordia y al perdón.
No podemos descartar que Dios envíe también hoy castigos a la humanidad,
como lo hizo en tiempos bíblicos. Recordemos Sodoma y Gomorra (Gen. 19,
1-29); el diluvio universal (Gen. 6, 5-22 y 7). Y la cautividad de los israelitas a
Babilonia (2 Reyes 24). Y mencionamos también algunas citas de la Biblia
relativas al castigo de Dios: ―No menosprecies, hijo mío, el castigo de Yahvé,
ni te fatigues de su corrección; porque Yahvé al que ama castiga, como el
padre al hijo a quien quiere‖. (Prov. 3,11-12). ―Yo reprendo y castigo a todos
los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete‖. (Apo. 3,19). ―Reconoce
asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yahvé tu
Dios te castiga‖. (Deut. 8,5). ―El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
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mas el que no creyere, será condenado‖. (Mc. 16,16). ―Si no os arrepentís,
todos pereceréis igualmente‖. (Lc. 13,3).
Sin embargo, el castigo de Dios va unido a su amor y misericordia: ―En el
amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en
el amor‖. (1 Jn. 4,18). Y va también unido a la conversión: ―Convertíos, y
apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de
ruina‖. (Ezq. 18,30b).
Dios impone a las almas castigo o pruebas por tanto retrasar y titubear en el
camino del bien, para darnos a entender que no vale vivir así. Una vez
entregados de verdad, Él no se deja vencer en generosidad, pero también
sobrevienen pruebas profundas.
Dice el profeta Isaías que Israel se apartó de Dios a los ídolos. (Is. 19 y 20) A
la vez Isaías nos enseña la delicadeza de Dios que nos va llevando a través
del dolor al trato con Él. El castigo es fruto del pecado. Pero el castigo es
medicinal por parte de Dios: para curarnos de nuestras infidelidades, para
purificar nuestras almas.
¿Qué pensar de tantas apariciones de la Virgen María en las que se
presagian castigos y catástrofes? Al magisterio de la Iglesia siempre le han
preocupado; con frecuencia disuade de su credibilidad. No parece
aconsejable ser muy crédulo a este catastrofismo. En todo caso, dejase
orientar por la jerarquía de la Iglesia.
Ver entradas ―Sufrimiento‖, ―Dolor‖, Enfermedad‖…
Catecumenado.-
- Cuando hablamos de catecumenado nos referimos al servicio eclesial de la
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iniciación cristiana de los adultos que se preparan para el bautismo y también
personas ya cristianas que desean profundizar en su fe. Ya empezó en el
siglo III y lo vemos reflejado en Jesús (Jn. 20,21) en función de la
evangelización. Se profundiza allí en la evangelización, en el camino hacia
Dios y en Jesús, muerto y resucitado, constituido Señor. La predicación y
preparación catecumenal exigen la conversión previa.
En el catecumenado, cuando se trata de la preparación del bautismo, hay un
rito de entrada para aquellos que tienen ya fe y han solicitado ser bautizados.
En la Vigilia Pascual, se administra el bautismo.
Una consideración para los catequistas: la mejor forma de transmitir el
Evangelio es a partir de la propia experiencia de fe, como los Apóstoles. Los
primeros cristianos eran un solo corazón, gracias a una transmisión
apostólica llena de Espíritu.
Viendo el historial de las apostasías... ¿sería mejor no bautizar a niños, sino
a adultos, después de un proceso de conversión? Pensamos que la solución
verdadera está en el compromiso de los padres en educar a sus hijos en la
fe, y recibir el bautismo como hasta ahora, en los primeros meses de la vida.
No olvidemos que el cristianismo ha de ser levadura en la masa.
Hoy la Iglesia necesita una reacción profunda. Recordamos el catecumenado
de España prebautismal, y el otro catecumenado para mejor formación de
-
personas ya bautizadas. Conviene hacer hincapié en este último
catecumenado que puede ser verdadero estímulo hacia una vida cristiana y
apostólica.
Por otra parte existen los grupos neocatecumenales (Kikos) que aspiran a
una gran perfección cristiana.
Catequizar.-
- Es un modo de evangelización sobre todo a niños y también a mayores
-
cuando su formación cristiana es poco profunda. (1 Co. 9, 16). Niños y
mayores tienen hambre de Dios. Y es preciso que acudan sin ningún tipo de
coacción. Escuchan así con gran interés. Y poco a poco asimilan las
verdades cristianas. La catequesis ha de impartirse desde la propia
experiencia de fe; así va calando la Palabra. Aquí va comenzando la oración
personal.
Como lema del catequista y catequizar podríamos decir: ―La vida eterna
consiste en conocerte a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú
has enviado.‖ (Jn. 17. 3)
Ceguera espiritual.-
- Consiste en no percibir la luz sobrenatural con su fuerza. El gran médico es
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Jesucristo, acercarse con fe a él. Un creyente bueno ayuda a acercarse.
Remover obstáculos que impiden esa visión. Y decirle como el ciego de
Jericó: ―Señor, que yo vea‖ (Lc. 18, 41).
La oración humilde es el único remedio contra esta ceguera. Para ello es
necesario ser conscientes de esa ceguera y desear esa luz de la fe.
Celebración litúrgica.-
- La liturgia es un vínculo del creyente con Dios; tiene como raíz la religiosidad
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desde los tiempos más remotos. La relación de las personas cristianas con
Dios viene a ser fuente y alma de la espiritualidad litúrgica. Para que la
palabra de Dios sea fecunda en nosotros, se necesita la acción del Espíritu
Santo; y con su ayuda la palabra se transforma en alma de la acción litúrgica.
(Ver Jn 14,15-17; 25-26; 15,26; 16,15).
La liturgia en el Nuevo Testamento se emplea no solo para la celebración del
culto divino (He. 13, 2; Lc. 1,23), también para el anuncio del Evangelio y la
caridad. (Ro. 15, 27; 2 Co. 9, 12; Fil. 2, 25).
En el cristianismo comienza con el bautismo seguido de la confirmación y
penitencia. Después la preparación para la Eucaristía y los demás
sacramentos: símbolos sensibles de la gracia, acción misteriosa y
comunitaria.
El centro de toda acción litúrgica es la celebración de la Eucaristía. Todo
nos lleva a la santidad y a la conversión.
La liturgia tiene gran importancia para la comunidad eclesial y para la misión,
para los sacramentos y el misterio pascual, para la Eucaristía y el reflejo del
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servicio de Jesús que se hace alimento. En la confirmación para difundir la fe
y defenderla.
Ayuda a la contemplación y a la acción. Fomenta la esperanza hacia la visión
de Dios. Crea un clima de celebración festiva.
Ver entrada ―Liturgia‖.
Celebraciones.- Ver entrada ―Días‖.
Celibato.-
- Se define el celibato como el estado de la persona que no se ha casado,
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especialmente por motivos religiosos. Va normalmente unido al voto de
castidad y con frecuencia también al de pobreza y obediencia.
Dios para la procreación nos hizo hombre y mujer, para vivir unidos la pareja
en una sola carne, y vivir en amor y en familia. Dicen que Moisés, después
del suceso de la zarza ardiendo, (Ex. 3), no tuvo relación sexual con su
mujer. En el Antiguo Testamento cesa este contacto con la realidad ante lo
sagrado. Jeremías el profeta llevaba una vida solitaria.
En el Nuevo Testamento, la encarnación del Hijo de Dios, se realizó en una
madre virgen. (Lc. 1, 26- 38). El hombre, después de la caída quedó
dominado por el sexo, una vez vencida la muerte por la resurrección, el
celibato es un don de Dios para quienes pueden realizarlo como entrega
plena a Dios y al prójimo. (Mat. 19, 12).
Pablo deseaba que todos fueran como él, pero reconocía que más vale
casarse que abrasarse. El celibato es una vida de amor a Cristo, a la entrega
a su Reino, a la vida contemplativa dentro de la vida activa. Confiado del todo
en Él y abandonado del todo en Él: la vida celibataria hoy se suele entender
como algo permanente.
Vivir el celibato como Pablo que hubiera querido ser anatema con tal de
ganarlos para Cristo. (Ro. 1,3) y fidelísimo en la verdad (Gal. 1,8). Ver el
celibato no como separación de los hombres, sino en un vínculo profundo con
ellos; también como un ideal monástico dedicado a la vida contemplativa por
el Reino de Dios. Celibato con alegría; para hacer el bien; para estar con
Jesús que nos envía a predicar, y a la entrega a la misión. El célibe ha de
estar libre interior y exteriormente. Hoy se ve como contrasentido vivir con la
madre como custodia de las tentaciones.
El celibato se vive con desprendimiento de riquezas, de buena mesa, de
honores y ansia de poder. Es un medio, no un fin. Y permite vivir a tope la
pobreza y la obediencia a la misión de Cristo. Fue el mismo Jesucristo quien
lo fundó para aquellos que fueran capaces; así de claro. Es ante todo
enamoramiento de Cristo. Ha existido desde la Iglesia primitiva y seguirá.
Aunque no forzosamente de la misma manera que hoy.
Los Apóstoles llevaban a sus esposas y vivían como hermanos; así algunos
lo quieren interpretar. (1 Cor 7). En el año 150 decía algún Santo Padre que
quienes elegían la virginidad permanecían incorruptos hasta los 60 o 70
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años. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una
manera y otro de otra‖... ―Creo, pues, que esto es bueno en vista de la
presente aflicción; que es bueno que el hombre se quede como está‖. (1 Co.
7,26).). ―Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer,
sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar‖ (1
Timoteo 3,2 Y Pablo desecha la teoría de los que prohíben casarse: (1
Timoteo 4,1-3)
El celibato es un consejo y una gracia. Es superior al matrimonio. Participa de
la admirable fecundidad de la Iglesia y de María. Va muy unido con el
apostolado, vida de oración y servicio total al prójimo. Necesita siempre ir
acompañado de una ascesis y mortificación de los sentidos.
Necesidad de vigilancia y oración máxime para quien ha optado por la
virginidad; y se nutre con la proximidad del Señor. Abandono de la familia,
despojarse y hacerse pobre, abandonar todo para servir al Señor. Por amor a
Cristo, testigos del poder de Dios que actúa en la vida propia. Viven la
escatología por el Reino de los Cielos y son signo de ese Reino.
Clemente de Alejandría defiende la santidad del matrimonio. Celibato y
matrimonio son dones de Dios. Atanasio habla del matrimonio como vía
mundana; la virginidad, gran legado de ángeles. Para Crisóstomo, la
virginidad es legado de la caridad. Célibes entonces eran solo los monjes. Y
solo significaba diaconía, servicio. Para Agustín el celibato es mejor que
matrimonio.
El celibato clerical ha sido a lo largo de los siglos y lo es hoy, muy discutido
por los escándalos a que ha dado origen a través de la historia de la Iglesia,
máxime en el siglo XXI, con ocasión de los casos de pederastia. Se
considera el celibato como alianza entre Dios y el creyente. Se habla más de
compromiso. La fidelidad se nutre con la fe, la oración, y la gratitud a Dios.
Ver entradas: ―Pureza‖, ―Castidad‖, ―Virginidad‖.
Celo.-
- La palabra celo significa: estar caliente, entrar en ebullición. Esta pasión es
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como el fuego. Puede provenir de diversos sentimientos, desde el amor
desinteresado hasta la sórdida envidia. Amores, odios, celos... celo por la
honra de Dios: todos estos sentimientos pueden invadir el corazón del
hombre y conducir a la caridad, a la entrega a nuestros semejantes, a la ira
o a una muerte... Existe en el celo incluso una llama de amor muy pura que
hay que reconocer sobre todo a través del celo de Dios. (Ex. 20, 5 y 34, 14).
Este celo de amor puro por la gloria de Dios es el que fomentamos en la
espiritualidad cristiana.
La idea de celo abunda en la Sagrada Escritura. Examinamos en estos
versículos: ―Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de
los que te injurian han caído sobre mí‖. (Salmo 69,7-9). ―Mi celo me ha
consumido, porque mis adversarios han olvidado tus palabras‖ (Salmo
119,137). (Jesús) ―Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del
templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los
cambistas y volcó las mesas‖ (Juan 2,13-17).―Y ellos, cuando lo oyeron,
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glorificaban a Dios y le dijeron, Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los
judíos que han creído, y todos son celosos de la ley‖ (He. 21,20). ―Así
también vosotros, puesto que anheláis dones espirituales, procurad abundar
en ellos para la edificación de la iglesia‖ (1 Corintios 14,12). ―Es bueno
mostrar celo con buena intención siempre, y no sólo cuando yo estoy
presente con vosotros‖. (Gal. 4,18). El celo Jesucristo superaba los lazos
familiares: ―Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de
mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi
madre‖. (Mat. 12,50).
Aprovechar toda ocasión para evangelizar, incluso también la conversación.
Cada vez la gente lleva más ganas de hablar de lo que yace en el fondo de
su alma: el tema religioso. La gente se aburre con el placer y bienestar.
Busca lo trascendente. ―Ay de mí, si no evangelizare‖. (1ª Co. 9,16)
Lo mostramos con la oración ferviente, con el buen ejemplo, con la palabra,
sin respeto humano predicando a nuestra manera el Evangelio. Y obras,
obras de amor a Dios y amor al prójimo.
Que la gloria de Dios crezca en nosotros y en los demás. Llenos de amor
para con Dios, deseamos que sea bendito su nombre, que reine en nuestras
almas, que el mundo infiel sea para Cristo. Celo ardiente que acucie al alma
para agradar a Dios.
Santificar y salvar almas, evangelización. Hablar no para agradar a los
hombres, sino para la gloria de Dios, para la conversión de los pecadores.
Apostolado, dar ejemplo de vida. Obras de amor, caridad.
La gracia inmensa que hemos recibido ha sido la fe y con ella la vida divina,
la vida del amor, pero no la poseemos para nosotros solos, sino que a
ejemplo de Dios hemos de irradiar ese amor por todas las partes. No
tenemos derecho a guardarla en nosotros mismos. Hemos de comunicarla y
hacer discípulos de Jesús.
Cenáculo.-
- Allí Jesús dio a conocer a los suyos la verdadera vida espiritual, la Eucaristía.
-
(Mc. 14,12; Mat. 26, 17...; Lc. 22,7...) Y a nosotros también, en el retiro de
cenáculo nos da a raudales su gracia. Hemos de vivir en esa piedad de
cenáculo. Oratorio verdadero junto a amigos en la fe.
Los Apóstoles en la Ultima Cena, con todas sus ignorancias, con la ansiedad
propia de aquellos momentos, con la fe enorme en el misterio que Jesús
celebraba entonces. Se daban cuenta de todo, pero no en toda su
profundidad. Amaban a Jesús y se entregaban. Y durante la espera y la
llegada del Espíritu Santo...
Ceniza.-
- Los judíos acostumbraban a echarse ceniza sobre la cabeza para indicar que
estaban en penitencia y los cristianos empezaron a tomar esa costumbre al
empezar la cuaresma.
- ―Ay de ti, ¡Corazaín! Ay de ti, ¡Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se
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hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo
que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. (Mat. 11,21 y Lc. 10, 13)
La ceniza también se utilizó como un término simbólico, que representa la
vanidad del hombre según (Is.44, 20): ―Se alimentan de cenizas, se dejan
engañar por su iluso corazón, no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:¡Lo
que tengo en mi diestra es una mentira!‖
La ceniza tomada en el miércoles de ceniza significa que el cuerpo del
hombre será polvo, lo que queda de un desperdicio cuando se quema. Por
ser polvo podemos llegar a convertirnos en Cristo que es vida eterna y
alegría completa. La ceniza es tizne que mancha, polvo que se pisa, con
nuestro pecado hemos manchado a las personas que nos quieren.
Ver entrada ―Miércoles de ceniza‖.
Certeza.-
- Es una convicción moral de la verdad. Es el convencimiento de la ausencia
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de todo error en nuestra apreciación de la realidad. La certeza se opone a la
simple opinión. Es la firme adhesión de la mente a algo sin temor a errar.
Decía un gran profesor que nuestra certeza de que la religión católica es la
verdadera, es moral pero rayana en la metafísica; o sea, la mayor certeza
que cabe en este mundo. Por eso, nuestra fe la sostenemos incluso dando la
vida con el martirio. Newman, converso del anglicanismo, cardenal de la
Iglesia y hoy santo, decía que su convicción de fe, en el aspecto psicológico,
era de la máxima probabilidad. En certeza de nuestra fe, don de Dios,
fundamos toda nuestra espiritualidad.
Cielo.-
- El Cielo es el lugar donde está Dios, ―Padre nuestro que estás en el cielo‖
(Mat. 6, 9). ―El Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de
Dios‖. (Mc. 16, 19). ―Mi trono es el cielo; la tierra, el estrado de mis pies‖. (He.
7,49). ―Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha
en el cielo‖. (Ef. 1,20). ―Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la
derecha del trono de la Majestad en los cielos, y es ministro del Santuario y
de la Tienda verdadera, construida por el Señor‖. (Heb. 8,1). - El Cielo es el
lugar de la Virgen María, ―Un gran signo apareció en el cielo: una mujer
vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre
su cabeza; está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar
a luz‖. (Apo. 12, 1).
- ¿Y quiénes van al cielo? ―Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque
de ellos es el reino de los cielos‖ (Mat. 5, 3). ―Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos‖. (Mat. 5, 10). ―Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre
y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber... (Mat. 25, 34-35).
―Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os
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insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del
hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo‖. (Lc. 6, 22-23). ―El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día‖. (Jn. 6, 54).
¿Quiénes no entrarán en el Cielo? ―Si vuestra justicia no es mayor que la de
los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 5, 20).
―Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me
disteis de beber...‖ (Mat. 25, 41-42).
Para ir al Cielo: ―Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma
que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban‖. (Mat. 6, 20). ―No todo
el que me dice ―Señor, Señor‖ entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos‖. (Mat. 7, 21). ―El reino
de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan‖. (Mat. 11, 12). ―El
que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano
y mi hermana y mi madre‖. (Mat. 12, 50). ―Si no os convertís y os hacéis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 18,2). ―Si quieres
ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás
un tesoro en el cielo‖. (Mat. 19,21).
Nuestra esperanza es el Cielo Caminamos hacia la Patria celestial; nuestro
destino definitivo que siempre hemos de tener presente. Vivimos con esta
gran esperanza: ―Sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena,
tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido
construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos‖. (2 Co. 5, 1).
Pensamos poco en el Cielo; y hemos de darnos cuenta de que Dios cambia
los corazones de cuantos piensan con frecuencia en el Cielo; incluso llega a
convertir a los extraviados que mantienen la fe, y anima a los santos cuando
viven con penalidades. Los gustos de la tierra nos hacen olvidarnos del
Cielo; son como una niebla que no nos deja ver nuestro destino. Teníamos
que hacer como el padre Nieto: cuando recibía consuelos, siempre pensaba
en el consuelo eterno del Cielo.
―Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos
un Salvador: el Señor Jesucristo‖. (Fil. 3,20). ―Nos ha regenerado para una
esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible,
|reservada en el cielo a vosotros‖. (1 Pe. 1, 4).
Por mucho que imaginemos, nunca podremos comprender qué es el Cielo.
―Seremos semejantes a Dios porque veremos cómo es Él‖ (1 Jn 3,2) (Apo.
19, 7-22) como un océano de gozo. Y el alma en él, perdida como la esponja
en el mar. Empapada por todas las partes de la dicha de Dios. Jamás
podremos agotar este océano de felicidad porque es infinito, por ser Dios
mismo quien nos da tal placer y alegría.
Entonces desaparecen la fe y la esperanza, al quedar sustituidas por la visión
y posesión eterna de Dios. Y permanecerá en el grado más perfecto la
caridad; permanecerán también las virtudes infusas y los dones del Espíritu
Santo en el estado más puro. Desaparecerán todos los aspectos de lucha y
temor. Las virtudes no serán ya esfuerzo, sino paz y fruición. Seremos como
ángeles de Dios, sin matrimonio, (Mat. 22,30)
- Allí toda nuestra actividad consistirá en alabar, adorar, admirar, gozar de
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Dios, como en un amén y aleluya dichosos... Será un gozo siempre nuevo,
intenso, mas lleno de paz; como un eterno reposo, contemplando lo más
cautivador que podemos imaginar. Reposo en Dios eternamente poseído. El
primer instante de la visión divina dura para siempre, como una eterna
juventud.
Le aman con amor de complacencia, alegrándose y gozándose de que Dios
sea Dios, infinitamente feliz en sí mismo, y cuyas perfecciones son tan
absolutas y excelsas que nada absolutamente le falta y nada pueden añadirle
las criaturas todas. Los bienaventurados se sienten dichosos al ver a Dios
infinitamente feliz, y gozan de esto mil veces más que de su propia felicidad.
Los bienaventurados aman también a Dios con un amor perfecto de
benevolencia y quisieran aumentar su felicidad infinita, si les fuera posible.
Arden en deseo de que todas las criaturas amen y glorifiquen a Dios, y es de
creer que, por modos desconocidos ahora, se pasarán la eternidad
trabajando en extender la gloria de Dios por todos los ámbitos de la Creación.
Le aman con amor de amistad al sentirse correspondidos por Dios con infinita
ternura de Padre de Amigo: ―ya no os llamaré siervos, sino amigos‖. (Jn.
15,15)
Le aman con amor de concupiscencia, en cuanto es el bien infinito, que
constituye su propia felicidad, pero depuradísima de todo egoísmo e
imperfección. Porque ven claramente que Dios quiere que se gocen en Él,
poniendo en este goce su propia felicidad y perfección.
Esta caridad debe durar eternamente. Será un amor por el que el alma se
superará a sí misma, amará incesantemente a Dios por sí mismo, saldrá de
sí, por decirlo de alguna manera. Será el éxtasis ininterrumpido del amor.
Será un amor hecho de admiración, de respeto, de gratitud; el amor del niño
que se sumerge en la mirada amorosa y en la ternura del Padre y que quiere
para su Padre todo lo que le conviene, mientras que el padre le hace
partícipe de su propia felicidad. Dios nos dirá: ―Entra en el gozo de tu Señor‖.
(Mat. 25, 23). Y otro gozo del Cielo: ―Os digo que así también habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no necesitan convertirse‖. (Lc. 15,7).
El pensamiento del cielo dulcifica las amarguras de esta vida. San Pablo ya
nos lo decía que los sufrimientos de esta vida no tienen comparación con la
gloria que ha de manifestarse en nosotros. (2 Co. 4,17) (Mt. 25,21).
Ver entrada ―Triunfo‖.
Ciencia don.-
- El don de Ciencia nos hace ver y juzgar las cosas creadas en su aspecto
-
sobrenatural como solo las puede ver un hijo de Dios: el hijo de Dios ve la
creación con la luz del Espíritu Santo y se le aparece como una obra de Dios
donde se reflejan sus eternas perfecciones. Capta lo sobrenatural. El don de
Ciencia, nos hace conocer los seres de la creación y nuestro mismo ser
desde un punto de vista divino. (I Co. 12, 1-8)
Aprender a juzgar rectamente sobre todo cuanto nos acontece (Jn.8,26), es
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un verdadero don del Espíritu; es la ciencia de los santos. Impresiona el
instinto divino que tienen los santos por ejemplo cuando contemplan la
Eucaristía.
El don de Ciencia, nos descubre nuestro fin sobrenatural y los medios más
adecuados para alcanzarlo (1 Tes. 3,3); nos da intuiciones que previenen
contra las falsedades del mundo y las sugestiones del espíritu de las
tinieblas; nos guía en relación con lo que hemos de creer y no creer.
El don de Ciencia nos inspira el modo más acertado de conducirnos con los
hermanos en orden a la vida eterna (1 Tim. 1,13 y 6,12); nos ayuda a
desprendernos de las cosas de la tierra; nos llena de compunción de
nuestros pasados errores; nos ayuda a oponernos al espíritu del mundo; nos
ayuda a preocuparnos de la pureza de corazón.
El don de Ciencia nos ayuda a ver la mano de Dios y su Providencia aun en
los acontecimientos más ordinarios; a descubrir el sentido de lo divino; a
descubrir los caminos del Señor y a apreciarlos (Mat. 3, 3); a apreciar lo que
nos lleva a la voluntad de Dios.
El don de Ciencia nos ayuda a buscar no nuestros intereses sino los de Dios;
nos hace ver pronta y ciertamente lo que se refiere a nuestra conducta y la de
otros; nos ayuda a elevarnos de las criaturas al creador (Mat 6, 33).
El don de ciencia nos ayuda a comprender las verdades sobrenaturales por
medio de símbolos y analogías, adaptándose a nuestras facultades; a
descubrir grados de perfección ignorados por otros; ver si las acciones son
conformes a los designios de Dios: a penetrar con intuición santa las cosas
reveladas; eso es don de entendimiento. (Jn. 14, 6)
Podemos fomentar el don de Ciencia por el recogimiento, por la fidelidad a la
gracia, por la invocación al Espíritu Santo.
Ciencia infusa.-
- Es un fenómeno místico extraordinario. Consiste en saber ciertos temas
-
bíblicos, religiosos, teológicos sin haber estudiado. (Veamos Is. 11, 1-3). Se
dan casos en la Historia de la Iglesia p. e. en santa Gertrudis, santa Teresa
de Jesús, san Alberto Magno. Es curioso el caso de Gregorio López, siglo
XVI, que sin haber realizado estudios conocía Sagrada Escritura, Historia de
la Iglesia y dirección de almas.
―La ciencia de Cristo fue al estilo de la de los bienaventurados, que se
asemejan a los ángeles, como se escribe en (Mt 22, 30). Pero en los ángeles
no se da ciencia discursiva o comparativa, como lo prueba Dionisio en el
capítulo‖. (Tomás de Aquino).
Científico.-
- Es la persona dedicada a una o más ciencias. Nos referimos aquí al científico
dentro del aspecto religioso: es una vocación. Ser investigador se considera
una causa noble para descubrir la verdad. Es una misión en la trascendencia
de la obra de Dios. Dios creó, y el investigador y científico van descubriendo
la obra de Dios.
Cine.-
- Existe una escasa filmografía que ha causado impacto en la espiritualidad de
las personas. Sin entrar a valorar su contenido artístico son varias dignas de
mención sobre la vida y pasión de Jesucristo, como ―Jesús de Nazaret‖ de
Ceffirelli y el ―Evangelio según San Mateo‖ de Pasolini. Recordamos
asimismo ―El Judas‖ de Iquino. Podríamos citar otras muchas de vidas de
santos. Pero pocos autores de ascética mencionan el cine religioso como
gracia de conversión. Eso, sí: muchas películas de valores cristianos y
humanos hacen reflexionar.
Circuminsesión.-
- ¿Qué es la circuminsesión? ―En la suprema Trinidad una sola cosa es tan
-
-
-
grande como las tres juntas, y dos cosas no son mayores que una sola.
Además, son en sí mismas infinitas. Así, cada una de ellas está en todas,
todas en todas, y todas son una sola cosa‖ (Coda).
Consideremos la expresión de Jesucristo: ―Que comprendáis y sepáis
que el Padre está en mí, y yo en el Padre‖ (Jn. 10, 38), algo nos dice de
esa relación intrínseca dentro de la Santísima Trinidad.
San Buenaventura usa expresamente el término circuminsesión,
afirmando que "las autoridades y los argumentos de razón demuestran
que entre las Personas divinas reina una suma y perfecta circuminsesión,
en cuanto que " uno está en el otro y viceversa".
Santo Tomás, aunque no utiliza este término, trata ampliamente la
cuestión de si "el Hijo está en el Padre, y viceversa». Los Tres debe
comprenderse y profundizarse en clave personalista, como fruto de la
reciprocidad trinitaria, en un éxtasis radical de Sí mismo, y es restituido
por los Otros a Sí mismo en su darse como respuesta a su don.
Cuando miramos a Jesús en la Eucaristía, en virtud de la circuminsesión
lo encontramos con el Padre y el Espíritu Santo.
Circunspección.-
- Es una virtud que nos invita a vivir ―con los ojos abiertos‖, a considerar a las
-
personas de un lado y de otro, a mirar todas las circunstancias para saber
adaptarnos. Nos invita a mantener ciertas reservas, cierta trastienda,
precaución antes de obrar. Es afín a la prudencia.
Se define como la prudencia ante las circunstancias para comportarse
comedidamente. Seriedad, decoro y gravedad en acciones y palabras.
―Deseo que seáis sensatos para el bien e inmunes al mal‖ (Ro. 16, 19).
Clemencia.-
- Es la virtud que inclina a mitigar, según el recto orden de la razón, la pena o
-
castigo al culpable. El perdón total de la pena se llama venia. La clemencia
supone un perdón parcial.
La misericordia y la verdad guardan al rey y la clemencia salen de la boca de
la sabiduría; lo leemos en (Prov. 20, 28 y 31 26). Y Jesús mostrará toda su
clemencia para ejemplo de los que habrían de creer en Él (I Tim. 1,16)
Coherencia.-
- Indica una actitud lógica entre las ideas y convicciones propias y sus
-
acciones; la persona ha de ser consecuente con los principios que profesa.
Se trata de ser responsable de sus acciones. Nuestra voluntad ha de estar
de acuerdo con nuestro entendimiento y nuestros principios; y nuestras
palabras van de acuerdo con la verdad que vive en nuestro interior. Así pues,
será coherente con sus principios el que está decidido a sacar un título
universitario y se dedica a fondo al estudio. También será coherente el que
quiere ser buen cristiano y pone los medios de oración y se acerca a los
sacramentos.
Ver entrada ―Autenticidad‖.
Colaborar.-
- Trabajar con otra u otras personas en la realización de una obra.
-
Por
el
hecho de ser personas hemos de colaborar con otros. Hemos de colaborar
con los amigos y con trabajos para los necesitados y para la comunidad. Y
hemos de colaborar a la acción de Dios sobre nosotros: su gracia, su ayuda,
su voluntad. En la obra de evangelización también es necesario. Vemos,
como ejemplo, en el milagro de la multiplicación de los panes la
colaboración de distintas personas para este signo de Jesús (Lc. 9,10-17;
Mat. 14, 13-21; Mc. 6, 30-44; Jn. 6, 1-13).
La verdad del Cuerpo Místico de Cristo (1 Co. 12, 12-31) nos exige esta
colaboración como cristianos.
Cólera.-
- Ver entrada ―Ira‖.
Compartir.-
- Se define compartir: repartir, dividir, distribuir algo en partes. Participar en
-
algo.
Dios comparte con nosotros su naturaleza divina, nos hace partícipes de ella.
(2 Pe. 1,4); de ahí nuestro agradecimiento y nuestro deseo de compartir con
otros los bienes propios.
Jesús nos aconseja que, cuando compartamos algo, no se entere la derecha
lo que hace la izquierda (Mat. 6,2) Y ―Dale a todo el que te pida, y si alguien
se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames‖ (Lc. 6,30).
- Dar parte de lo que tiene la persona para que otra lo pueda disfrutar
-
conjuntamente con ella. En lo material es bueno. Pero hay que hacerlo
también en lo espiritual: compartir siempre nuestra vida de fe con los que
tienen alguna relación con nosotros: familia y amigos. Allí donde se
desarrolla una verdadera amistad, puede empezar una comunicación de
experiencia religiosa. Llegar a una verdadera intercomunicación en terreno
de la vivencia de Dios.
Mayor relieve tiene aún la fe comunicada y participada en los momentos
duros de la vida: enfermedad, sufrimiento, crisis... Y es un signo de
verdadero amor cristiano compartir el dinero con los necesitados, las
cualidades y carismas de cada uno con aquellos a quienes les puede
beneficiar. Hemos de dar siempre de lo mejor de nosotros mismos.
Compasión.-
- La compasión es una virtud afín a la misericordia. Es un sentimiento humano
-
-
-
que se manifiesta en la comprensión del sufrimiento de otro ser. Más intensa
que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el
sufrimiento doloroso de otro, y el deseo y la acción de ayudarle para que
desaparezca on amaine su dolor. Lo importante cuando sentimos compasión
es que hagamos caso al impulso de ayuda a esa persona. Tiene relación
también con la empatía y la simpatía.
Fruto del amor es la compasión: sufrir o padecer con otro. Es la misericordia
y sentimiento ante el que sufre; estar junto a él, mostrar nuestra cercanía.
Incluso con el ofensor a nosotros mismos, lo vemos débil y nos volcamos en
misericordia.
Jesucristo exhorta: ―¿No debías tú también tener compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?‖ (Mat. 18,33). Jesús supo
compadecerse cuando tenían hambre sus seguidores: ―Siento compasión de
la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer‖. (Mc.
8,2).
Sigamos lo que nos dice San Pablo: ―Más bien, sed bondadosos y
compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente, así como Dios os
perdonó en Cristo‖ (Ef. 4,32). Y ―Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos
y amados, revestíos de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad
y paciencia‖ (Col 3, 12). Sentirnos alegres, con quienes están alegres y llorar
con los que lloran (Rom. 12,15)
Complacencia.-
- Se trata del amor que nace de la fe y de la consideración de Dios como el
-
Absoluto, el Omnipotente, el Misericordioso... nos complacemos en su infinita
perfección. Gozamos al ver lo rico que es Dios, nuestro Padre, y lo
admiramos.
Complacernos asimismo en las obras de Dios, en la naturaleza, en la bondad
de las personas, en la belleza, en el placer que Dios nos otorga con las obras
buenas: oración, caridad... y atribuirlo a su bondad.
- Miramos la complacencia del Padre en su Hijo, paradigma de nuestra
complacencia en Jesús: ―Tú eres mi Hijo, el amado, en Ti me complazco‖ (Lc.
3, 22). Y en la transfiguración: ―Todavía estaba hablando cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: ―Este es
mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». Al oírlo, los
discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto‖. (Mat. 17, 5-6).
Comprensión.-
- Es una virtud humana y también cristiana. Por ella tenemos en cuenta los
distintos factores que afectan a una persona o a distintas situaciones vividas
para poder emitir un juicio lo más comprensivo, favorable y verdadero sobre
aquella persona. Esta virtud está muy unida a la caridad, a la bondad, a la
bonhomía. Las personas de buen corazón la procuran fomentar. Y es muy
apreciada por todos. Podemos decir que es una virtud intermedia entre lo
intelectual y lo emocional. La caridad cristiana invita a la comprensión de
nuestros semejantes y a ser indulgentes con ellos.
Compromiso.-
- Quien vive a fondo su espiritualidad ha de manifestarlo en su compromiso
-
-
-
-
cristiano. Ante todo hacer buenas obras, hasta que, bien unidos con los
hermanos en la fe, lleguemos a la transformación del mundo. El cumplimiento
de los deberes de culto debe ir acompañado de la prestación de obras
buenas, resumidas en el clásico precepto de las obras de misericordia,
inculcado por el Magisterio y encarnado por millares de santos y de almas
piadosas.
El compromiso tiene mucha relación con la fidelidad y la obediencia. Son
muchas las llamadas al compromiso con Dios en la Sagrada Escritura (Deut.
27, 10); (Josué 14, 24); (1 Sam. 12, 24); (Salmo 40, 6-8); (Ro. 2,13; 6, 17; 12,
1-2); (Jn. 15, 10); (He. 11,8); (1 Tes. 4, 1); (2 Tim. 2, 22).
Inquietud en la conciencia cristiana, invitándola a interrogarse sobre el
sentido de la propia fe, de la propia oración, y sobre la propia presencia en el
mundo, respecto a los problemas planteados en nuestros días; todos estos
supuestos apremian la conciencia hacia el compromiso.
El compromiso adecua el comportamiento personal, con las estructuras; el
cristiano de hoy intenta introducir en el mundo el estímulo hacia la
trascendencia. La salvación es comienzo de una nueva creación efectuada
por medio de Cristo (Col l, 15 y ss; 2,10.20).
Comprometerse a obrar evangélicamente con ese tipo de franqueza, de
libertad, de audacia que proviene de lo alto. Cristo resucitado es la salvación
que ofrece Dios al mundo, como regeneración de la humanidad.
Compunción.-
- Arrepentimiento por haber obrado en desacuerdo con la voluntad de Dios y
propósito de no volver a actuar mal en adelante. (Mat. 5, 4); (Salmos 30, 5 8
-
34, 17-18). En la vida espiritual el dolor de los pecados constituye verdadero
estímulo para el amor a Dios; y se rinde el corazón a Jesús crucificado. Para
muchos santos ha sido un motivo lleno de paz para vivir en unión e intimidad
con Dios a lo largo de su vida. Se trata de una conversión continua desde el
mismo centro de la persona. Compromete nuestra vida a asumir la salvación.
Las parábolas del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-32) y de la Oveja perdida (Lc. 15,
3-7) nos invitan al dolor de los pecados y compunción de corazón.
Ver también entrada ―Contrición‖.
Comunicación.-
- La comunicación del Espíritu Santo a nuestras almas es constante porque se
-
-
trata del ser mismo de Dios que es Amor. Es el amor del Padre, Hijo y
Espíritu Santo, Y nos ha destinado a participar en Él. ―La vida de Cristo se
comunica a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado. (Catecismo)
La Eucaristía comunica a los santos el verdadero entusiasmo hasta el
martirio... ―Nadie ni nada os podrá comunicar felicidad, fuera de Nuestro
Señor en la Eucaristía‖. Como respuesta, la comunicación con el Espíritu
Santo puede y debe ir siempre en aumento porque ―El Espíritu Santo mismo
intercede por nosotros con gemidos inefables‖. (Ro. 8,26).
―Un fruto de la comunicación de mi esencia es una suerte de ―desaparición‖
de la fe‖. (M. de Pazzis). En Cristo tenemos la redención... según las riquezas de
su gracia, que nos ha comunicado (Ef. 1,8). Y podemos exclamar con San
Agustín: ―Ven con la perfección de tus caminos, con la comunicación de tus
misterios‖.
Comunidad.-
- Definimos la comunidad como la reunión estable de personas con algún fin
-
-
-
común. Son distintas las comunidades a las que pertenecemos: La
comunidad familiar en que nacimos o la creada por nosotros; la religiosa es el
lugar de crecimiento en Cristo. Aparte de estas existen comunidades
políticas, profesionales, de amigos…
Nuestro prototipo de comunidad debe ser la vida Trinitaria. Vivir juntos y
amarnos como se aman las tres personas de la Santísima Trinidad, con
cuidado de conservar el amor. Cada miembro tiene su don; pero el ideal
nunca se consigue del todo; no es posible hacerse íntimo de todos. Es
preciso atizar el fuego para una sana convivencia y sobre todo para que no
desaparezca la cohesión comunitaria.
La comunidad cristiana se reúne en nombre de Jesús: ―Porque donde dos o
tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mat. 18,20). En
la comunidad cristiana se alaba a Dios (He. 2,47); allí pueden corregirse los
yerros (Mat. 18, 17 y 2 Co. 2,6); nunca hacer daño a la comunidad (He. 12,
15).
Se construye la comunidad, unidos. Eso sí es necesario; pero es preciso
respetar la intimidad de cada uno, para ello es preciso discreción y pudor. En
la soledad se madura y en la comunidad se enriquece, pero es preciso tener
-
en cuenta el bien de la persona concreta y el bien de los demás. Aunque no
siempre nos entendamos, sí nos hemos de respetar y aceptar. Y saber
compartir; pero llegar al extremo de que vivan juntas personas opuestas es
muy difícil y podría ser contraproducente.
Las diversiones tienen su encanto en la comunidad, pero no todos gozan de
las mismas aficiones. Es preciso utilizar las atenciones con los otros. Tienen
un líder o superior marcado por la experiencia de fe y oración.
Comunidades de base.-
- Siempre ha habido en la Iglesia una tendencia a constituir pequeñas
-
-
comunidades, grupos de misión de fe, de fraternidad. Después del Vaticano
II, también grupos de contestación con cierto esnobismo y suficiencia. La
figura del líder es necesaria y difícil de enfocar. Sin ser partido político,
pretenden llevar su iluminación al contorno y al mundo. Se sienten
comunidad fraternal, con participación interpersonal.
Hay comunidades que viven de acuerdo del todo con la parroquia y con la
jerarquía. Otras, lanzan acusaciones contra la jerarquía: la acusan de
connivencia con el poder político; deficiencia en la misión evangelizadora;
mantenimiento de las estructuras poco concordes con el Evangelio; presencia
inquisitorial de obispos; marginación de la mujer; leguleyos... Y, eso sí,
quieren vivir abiertos al Evangelio. Para muchos estas últimas son
contraproducentes.
Las comunidades de base en las que se niegan verdades de fe divina y
católica no pueden ser consideradas en comunión eclesial.
Las comunidades de base se distinguen por la importancia que dan a la
Palabra de Dios y suelen existir donde la comunidad parroquial languidece.
Procuran vivir a tope la esperanza, caridad y amor fraterno.
La fe – dicen – es aceptar el mensaje de Jesucristo, y el centro de todo, la
Eucaristía. La oración es necesaria en todos los encuentros, así como el
sacerdote.
Comunidad familiar.-
- La familia es una comunidad de personas y una institución. Desde los
-
-
principios de la humanidad la familia existe como respuesta a las
necesidades y a la naturaleza del ser humano. Esta comunidad de personas
que comparten toda una vida tiene que atender a una serie de necesidades
muy diversas, así como responder a lo que sociedad y Dios esperan de ella.
La comunidad familiar satisface la necesidad de amor y complementación de
hombre y mujer. Después, cuando ambos se convierten en padres, tienen la
misión de atender el desarrollo total de la persona de cada hijo, lo que quiere
decir, darles amor, aceptación, respeto, orientaciones, valores y normas,
además de satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo e instrucción.
Mirar el modelo a la Sagrada Familia de Nazaret. (Lc. 2; y sobre todo, v. 4151)
Ver entradas ―Matrimonio‖ y ―Familia!‖
Comunidad parroquial.-
- En nuestro cometido nos fijamos casi exclusivamente en la comunidad con
-
-
-
fines cristianos; aparte de las comunidades de órdenes religiosas podemos
considerar ahora la comunidad parroquial, como prolongación de las
primitivas reuniones eclesiales. Nos aglutinamos en comunidad en nombre de
Cristo. (He. 1, 14; 2; 4-32...; 5, 12...)
Vivimos en comunión litúrgica, celebramos la Palabra y la Eucaristía, el
ágape de Dios; aprendemos allí a hablar con Jesús; es una gracia y un don
que siempre podemos vivirlo más a tope. La Eucaristía es el centro de la
comunidad cristiana; el centro de Dios con los hermanos. Nos une en un
amor y estima recíprocos, nos lleva al diálogo para entendernos.
Función sacerdotal y de persona de exquisita sensibilidad cristiana es ayudar
y fomentar verdaderas comunidades parroquiales.
Es conveniente poner en común las ideas. Es una manera de afianzarse en
nuestra vocación y misión cristiana. Es una gracia actual de Dios. Por otra
parte nos encontramos siempre junto a Él con ese sentido de humildad y
confianza del hijo pequeño junto al padre.
En todo tipo de comunidad se impone el compartir para animarse a dedicarse
a Dios, a la alabanza
Comunidad religiosa.-
- ―Un lugar humilde y frágil, pero un lugar donde se cuida, antes que nada, la
acogida del evangelio: la Buena Nueva ¡por eso hay alegría! En la vida del
día a día se goza de la vida común, del silencio, del estudio y de la oración.
Encendió el Señor, en nuestro corazón la llama del seguimiento. No sabemos
el porqué concreto de su elección en cada una de nosotras; pero arde dentro
el fuego de la predicación: intercesión en la oración, caridad en la vida
comunitaria, canto en la alabanza, paz en la hospitalidad…‖ Así definen las dominicas
de Segovia una comunidad religiosa.
- Ver entrada ―Religiosos‖.
Comunión.-
- En el aspecto religioso y social se define la comunión como unión de dos o
-
más cosas en lo que tienen en común. Comunidad de personas que profesan
una misma religión o que comparten una misma ideología política. El Concilio
Vaticano II opta por la eclesiología de comunión, Afirma LG 1, ―La Iglesia es
en Cristo como un sacramento, es decir, como signo e instrumento de la
comunión íntima con Dios y de la unidad del género humano‖.
―Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con
el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Y que todos nosotros unidos vivamos en
comunión con Dios Padre y con Jesucristo‖. (1 Jn 1,3). Y crecer en este amor
- comunión, generoso y puro.
- Comunión con el Padre; más que un conocimiento teórico del Padre. Poder
-
-
-
-
-
para dar la vida. Que los hombres conozcan con el Padre, también al Hijo.
―Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que
tú has enviado, Jesucristo‖ (Jn. 17, 3).
El Vaticano II subraya que la comunión entre los cristianos se da en la
participación de la Eucaristía, que es también el vértice de la comunión
eclesial, así como de la comunicación de la Palabra divina.
La comunión por antonomasia es la recepción, manducación, de Jesús en
la Eucaristía bien sea dentro de la celebración de la Misa, o en otros
momentos cuando no se acude a Misa. Dijo Jesús: ―Quien come mi carne y
bebe mi sangre tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día‖ (Jn.
6,54). Es el sacramento del amor. El gran don que Jesús nos dejó en la
Última Cena. Comunión significa común unión. La recepción de la Eucaristía
es el alimento de nuestras almas; el verdadero pan del Cielo. Indispensable
para nuestra vida en gracia. ―Comulgad como un pobre leproso, con mucha
humildad. Comulgad para amar, comulgad por amor, comulgad para amar
más. Eymard.
Cuando recibimos a Jesús viene a nosotros aquel mismo corazón, hoguera
ardiente de caridad. Es necesario hacer actos de fe. Fomentar el amor de
gran amistad hacia Él; la ternura; el embeleso. Adorarle y darle gracias. En
las peticiones de después de comulgar, una súplica del todo imprescindible
es ésta: que nos haga comprender este amor de Él; que venga a nosotros un
rayo de luz de lo alto para que nuestro entendimiento vaya penetrando en
este gran misterio.
Para obtener el fruto de la Comunión es preciso buena preparación de la
misma, acción de gracias y hacerlo con verdadero deseo de recibir a Jesús.
Preparación remota: vida digna, abnegada, evitar el pecado venial y la
tibieza. Próxima: desde casa pensar y desear, actos de fe… consciencia y
atención total, confianza, compunción. Con fe renovada, con consciencia
plena, con mucho amor y agradecimiento, con el alma en gracia santificante.
Si se ha caído en algún pecado grave es preciso confesarse previamente, y
si urge la comunión hacer antes un acto de perfecta contrición con el
propósito de confesarse cuanto antes.
Acción de gracias: adoración, gozo, agradecer, pedir, con plena consciencia.
Escuchar a Jesús, algo nos dice. Dedicar un tiempo incluso después de la
Misa. ―Tomaré el cáliz de la salvación e invocaré su nombre‖ La mejor acción
de gracias después de comulgar: Salir encendido de allí de amor al prójimo,
con un amor total.
La comunión ha de ir seguida del amor a Jesucristo durante el día; nuestro
pensamiento dirigirlo a Él. La comunión ferviente nos lleva a la unión con
Jesús durante el día. Su presencia física desaparece pero continúa la
presencia de la Santísima Trinidad al vivir en gracia.
Comunión de los santos.-
- Misterio muy relacionado con el Cuerpo Místico de Cristo (I Co. 12, 12-31).
Es la unión entre las personas santas, los cristianos de la Iglesia militante,
-
los de la Iglesia purgante y los de la Iglesia triunfante. Lo demostramos con
la caridad, con el compartir nuestros bienes espirituales. Se realiza en la
unidad del Cuerpo Místico de Cristo y es algo así como la plenitud de Cristo.
Ver entrada ―Cuerpo místico de Cristo‖.
Comunión eclesial.-
- La comunión eclesial se entiende tanto en la comunión de la Iglesia peregrina
-
-
-
con la Iglesia celestial, como en la relación a con los miembros de la Iglesia
de este mundo, para quienes la Iglesia constituye ―un germen segurísimo de
unidad, de esperanza y de salvación‖ (LG 9).
La Iglesia es una comunión. Podemos afirmar que el cuerpo místico de Cristo
es una comunión al mismo tiempo invisible y externa, y una comunión
profunda de vida espiritual. Se trata de una comunión en la profesión de fe,
disciplina y vida sacramental. Esta comunión de la Iglesia tiene su origen en
la Trinidad y en Espíritu Santo su artífice más genuino. Es la recíproca
situación de los cristianos entre sí, en su común dependencia respecto a
Cristo y al Espíritu. Vivir en unión de hermanos: ―Guardar la unidad del
Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef. 4, 3).
La unidad es obrada por el Espíritu. La Iglesia se manifiesta en su plenitud y
en su unidad en la asamblea eucarística de cada Iglesia. El concepto de
comunión aparece en el Vaticano II (LG 4, 8,13-15, 18, 21,24-25) y tiene virtualidades
para el campo de la Iglesia. El Concilio Vaticano II subraya la concepción
trinitaria de la comunión eclesial (LG 2-4). Consiste en la inserción en el cuerpo
místico de Cristo y la participación en el misterio de la Iglesia mediante el
Bautismo y la Eucaristía; se refiere a la relación de los individuos y de la
Iglesia con Cristo y con los hombres (LG 7, 50): el actor de esta incorporación es
el Espíritu Santo (LG 4, 13); y se trata de algo fundamental para la acción
ecuménica. Vivir con cordialidad ―Sed sumisos los unos a los otros en el
temor de Cristo‖. (Ef. 5,21).
La comunión es igualmente la palabra más adecuada para expresar la
catolicidad, se emplea en la configuración de las relaciones entre la Iglesia
local y universal.
Hemos de tener mucho cuidado de no acusar abusivamente a una persona
de no vivir en comunión eclesial.
Comunión espiritual.-
- Muchos, sobre todo quienes no pueden comulgar todos los días, la repiten
con frecuencia. Algunos siempre que oyen el reloj. Es también fuente de
gracia, de vida interior, de fervor. Una fórmula muy sencilla: ―Señor, creo
firmemente que en la Hostia estáis presente; venid, dulce Salvador; os deseo
con ardor; morad en mí eternamente‖.
Conciencia.-
- La conciencia: aquí nos referimos a la conciencia moral. Existe debate sobre
-
en qué consiste exactamente la conciencia. Siempre se ha entendido como el
juicio de la persona sobre la moralidad de un acto: es decir si es bueno, malo,
indiferente, perfecto o imperfecto. Para gozar de una conciencia bien formada
es preciso una sana educación religiosa y moral.
Nos dice el Catecismo (1794) que la conciencia buena es iluminada por la fe
verdadera, porque la caridad proviene de un corazón, de una conciencia
recta y de una fe sincera. (1 Tim. 1-5 y 3; 2 Tim 1, 3; 1 Pe. 3, 21; He. 24, 26).
La conciencia moral (Ro. 2, 14-16) nos ordena practicar el bien y evitar el
mal. Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y
denunciando las que son malas (Ro 1, 32).
Dentro de los Derechos humanos, en el Vaticano II y en el Catecismo de la
Iglesia Católica se prescribe respetar la conciencia de las personas. (Cat. 1782 y
2106). Es grave abuso de poder intentar violar la conciencia.
Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Patología espiritual‖, ―Conciencia
laxa‖, ―Conciencia escrupulosa‖.
Conciencia escrupulosa.-
- Se define la conciencia escrupulosa como aquella que, ante cualquier acto
-
realizado, no sabe determinar la moralidad del mismo, sino que se encuentra
en un mar continuo de dudas del que no sabe salir y vive de continuo la
angustia de pecar. Hemos de distinguir la conciencia escrupulosa de la
conciencia delicada. Conciencia delicada es aquella que juzga correctamente
incluso ante pequeñas faltas. Cuida, por el amor que tiene a Dios y por
rechazo al pecado de hacer cualquier acto, incluso leve, que pudiera
ofenderle.
Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Patología espiritual‖.
Conciencia laxa.-
- Conciencia laxa o relajada. Ocurre cuando la conciencia se inclina a la
-
inobservancia por fútiles motivos: disminuye la malicia del acto,
considerando como permitido lo que no lo es, o como levemente malo
aquello que, de suyo, es grave o muy grave.
Es lo opuesto a la conciencia escrupulosa.
Ver entrada ―Patología espiritual‖.
Concupiscencia.-
- En la moral católica se da el nombre de concupiscencia al deseo de los
-
bienes terrenos y en especial al apetito desordenado de placeres
deshonestos.
Así nos describe Santiago ―La progresión de la concupiscencia desenfrenada:
"Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". (Snt. 1, 14-15)
- Y esto dice San Juan: ―Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia
-
de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso
no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su
concupiscencia‖. (1 Jn. 2, 16-7)
Ver entradas ―Carne.‖ ―Continencia‖.
Con Dios.-
- Mantener el contacto y la presencia de Dios durante todo el día, en todo
-
-
-
momento. Hacer oración de todos los actos del día, esta es la aspiración de
cuantos practicamos la vida interior. La lectura espiritual nos puede ayudar.
Durante el trabajo manual es muy bueno escuchar cintas con los libros de
espiritualidad que más nos han impactado. Crear en el alma un ambiente en
el que Dios quepa y esté con nosotros en un templo viviente con toda
consciencia.
Estamos destinados por Dios a convivir su vida divina. Ver a Dios en todo.
Confiarse a Dios en todo. Amar a Dios en todo. Vivir para Dios: esta es
nuestra verdadera dignidad. ―Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra
justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo‖ (Ro. 5,
1) ―Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,‖ (Ro. 5, 10).
El amor es el modo más perfecto de glorificar a Dios. Somos perfectos en la
manera en que amamos a Dios. Se manifiesta el Señor en nosotros como
Dios celoso que no tolera otros dioses. Estamos en comunión vital, íntima
con Dios. ―En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza
de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado‖. (Ef. 1,5–6)
Compartimos su feliz vida trinitaria. El amor nos une con Dios. El amor
transforma nuestras facultades espirituales.
Ver entrada ―Presencia de Dios‖.
Conferencias.-
- Son charlas de espiritualidad que se dirigen a los oyentes con intención de ir
-
moviéndolos hacia Dios, hacia la santidad. Se diferencian de las pláticas en
que las conferencias suelen ser impartidas por personas muy preparadas en
el tema, con profundos conocimientos teológicos.
Ver también ―Pláticas‖.
Confesión.-
- La confesión, reconciliación y el sacramento de la penitencia suelen
emplearse en el mismo sentido. Consta de cinco puntos de preparación: el
examen de conciencia, el arrepentimiento o la contrición, propósito de
enmienda, la confesión de boca; y después de la confesión, cumplir la
penitencia. Examen de conciencia: Es la recapitulación interna de los
pecados. Se realiza sobre la base de los Mandamientos, obligaciones de
estado, pecados capitales...
- Es preciso acudir a este sacramento con deseo de conversión (Lc. 15,18),
-
-
preparándose bien previamente los cinco puntos, haciendo hincapié en el
dolor y propósito.
Es obligatoria cuando se ha cometido pecado mortal y se quiere comulgar, y
en peligro de muerte. (Ver manuales de moral) Es conveniente la confesión frecuente,
sobre todo cuando existe peligro de caer en pecado (Sant. 5,16) En cuanto al
tiempo se aconseja que sea varias veces al año; algunos aconsejan la
confesión semanal, otros quincenal, mensual... lo importante es hacerla con
provecho y sin rutina.
Hoy va decayendo el uso de este sacramento. Existe costumbre de retrasar
la confesión. Dios quiere santificarnos. Y el sacramento de la penitencia es
un gran medio de santificación.
En otro sentido la palabra ―confesión‖ significa la declaración voluntaria que
hace una persona de una idea, de un sentimiento o de algo que sabe y que
antes no había hecho explícito. Y también una comunidad de creyentes
organizada en institución independiente de otras.
Confianza.-
- Es consecuencia de que Dios es Padre y nos ama. Confianza en Él, pase lo
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que pase. ―En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido‖. Él que ha
querido ser nuestro Padre conoce nuestras necesidades. (Mt. 6, 32).
Confianza también en la solicitud maternal de la Virgen María.
Confianza en la gracia de Cristo. ―Todo lo puedo en Aquel que me conforta‖
(Fil. 4,13). Confianza dentro de una profunda humildad. Él acabará en
nosotros la obra que ha comenzado. Y nos llevará a su casa, cuando llegue
la hora, si estamos aquí junto a Él.
―Dios es amor y el que permanece en el amor, en Dios permanece, y Dios en
él.‖ (Jn. ―Acerquémonos, pues, confiadamente al trono De gracia, a fin de
recibir misericordia; Y hallar gracia para el oportuno auxilio. Heb. 4,16.
―Tened confianza; yo he vencido al mundo‖. (Jn. 16,33) ―Madre, Madre
querida, coloca en nuestras almas la amorosa confianza que nos conduzca al
Cielo. Sé tú nuestra esperanza‖.
Si te encuentras entre el oleaje movedizo, conservar el amor confiando en
Dios. Prestar pura y simplemente al Dios incomprensible una confianza
absoluta y sin reservas. (Küng)
Confirmación.-
- La Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: –
-
nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir
"Abbá, Padre" (Ro. 8,15); – nos une más firmemente a Cristo; – aumenta en
nosotros los dones del Espíritu Santo. (Cat.).
La Biblia no dice nada sobre este ritual de la confirmación, pero se deduce de
varios textos. Cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, el Espíritu
Santo llena nuestros corazones, le pertenecemos, y nos enseña y (1 Co. 1314), por ello confirma que somos nuevas criaturas en Cristo (2 Co. 5,17).
-
Pedro nos dice: "procurad hacer firme vuestra vocación y elección" para que
nos "sea otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pe. 1,10-11). Fuimos sellados por el Espíritu
Santo de la promesa, "habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención
de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria" (Efesios 1,13-14).
El sacramento de la confirmación además de darnos aumento de gracia nos
hace soldados y apóstoles de Cristo. Es preciso recordarlo y meditarlo con
frecuencia y pedir fuerza a Dios para vivir como verdadero apóstol.
La gracia sacramental de la Confirmación, está en la fortaleza para confesar
nuestra fe.
Ver entradas ―Madurez‖ y ―Madurez espiritual‖, ―Iniciación cristiana‖.
Confirmación en gracia.-
- Es la seguridad plena de la propia salvación. Decimos en teología que nadie
la puede tener esa seguridad. San Juan de la Cruz afirma, aunque sin
seguridad, que se da en el matrimonio místico. Pero santa Teresa lo niega.
En este trascendental problema hemos de poner nuestra confianza en Dios y
pedirle con frecuencia la perseverancia final.
Conflictos.-
- En nuestras relaciones humanas surgen con frecuencia conflictos. Para
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resolver los conflictos en forma justa hemos de darnos cuenta de estos tres
pasos: detectar el problema, hablar sobre éste y luego encontrar una
solución. Todo esto es necesario hacerlo sin pasión, sin creer que el otro es
culpable y que nosotros tenemos toda la razón. Es un asunto difícil y es
necesario escuchar a la otra parte toda su exposición. En ocasiones, cuando
no se llega a un acuerdo en asuntos importantes viene bien una tercera
persona como mediador.
En (Mat. 18, 15-17) se nos dan normas para solucionar conflictos. Ante todo
el diálogo. El capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles trata del concilio de
Jerusalén, donde se solucionaron algunos conflictos que se
habían
planteado.
Conformidad con la voluntad de Dios.-
- Es una sumisión amorosa de nuestra voluntad a la de Dios, no solo para
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cumplir sus preceptos (voluntad manifestada); también aceptar lo que Dios en
su Providencia tiene dispuesto o permitido para nosotros (voluntad de
beneplácito).
Recordamos algún texto de la Sagrada Escritura: Porque cualquiera que
hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
(Mc. 3,35) ―El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es
de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta‖ (Juan 7,17). ―Por tanto, hoy les
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declaro que soy inocente de la sangre de todos, porque sin vacilar les he
proclamado todo el propósito de Dios‖ He. 20.26-27)
Aquí está el camino para nuestra santificación; es el ejemplo que nos dio
Jesucristo. Hemos de asumir del todo la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios manifestada es el decálogo y el cumplimiento del deber.
La voluntad de beneplácito: todo movimiento o acción íntima de Dios en su
Providencia. Dios nos comunica su voluntad por su Palabra en las Sagradas
Escrituras y por la voz de la Iglesia. Dios nos manifiesta su voluntad por el
decálogo y el cumplimiento de nuestro deber. Dios nos manifiesta su voluntad
por los consejos evangélicos. Dios nos manifiesta su voluntad por la voz de la
conciencia y de la Iglesia.
Hemos de poner nuestra acción en la ejecución del deseo de Dios. Conocer
nuestro fin y nuestro camino para abrazarlo. ¡Gloria de Dios! Alejarnos de las
vanas ilusiones de nuestro interés personal. Seguir el espíritu de los
mandamientos: huir del fariseísmo. Amar el deber: el yugo del amor divino.
Saber hallar la sustancia divina bajo los accidentes humanos. Cumplir la
voluntad de Dios tanto en lo grande como en lo pequeño.
Ver las entradas ―Voluntad‖.
Congregaciones religiosas.-
- Ver entradas ―Consejos evangélicos‖, ―Religiosos‖.
Conjuro.-
- Consiste en la invocación del nombre de Dios o de alguna cosa sagrada para
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obligar a otro a ejecutar o desistir de algún propósito. También, la invocación
a un espíritu o ser sobrenatural para que se manifieste. Por fin los conjuros
se forman mediante una serie de frases o palabras mágicas, siendo
supuestamente más poderosos si se realizan en latín o en griego.
A Jesús le conjuró el Sumo sacerdote: ―Respondiendo el sumo sacerdote, le
dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de
Dios‖ (Mat. 26,63). San Pablo conjuró a los tesalonicenses: ―Os conjuro por el
Señor, que esta carta sea leída a todos los santos hermanos‖ (Tes. 5,27)
La religiosidad popular los ha utilizado con frecuencia por medio del
sacerdote para alejar las tormentas, librarse de algún mal...
Resulta peligroso aficionarse a esta práctica porque puede derivarse en la
creencia de algo mágico.
Conocer.- Conocimiento.-
- En el significado hebreo el conocer a una persona significa una relación
profunda con esa persona y actuar en consecuencia atendiendo a esa
persona; incluso puede tener la acepción de una relación de intimidad,
también de una relación sexual. (Gal. 4,9). La palabra conocimiento tiene en
la Biblia un sentido pleno, basado en el conocimiento matrimonial pleno. Por
analogía lo empleamos en este sentido profundo al conocimiento divino.
- El conocimiento de Dios resulta de una relación correcta e íntima con Él. Es
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una experiencia de trato íntimo con Dios. San Agustín decía: ―Señor, que te
conozca y que me conozca‖. El conocimiento de fe no es un mero
asentimiento especulativo, sí vivo y que transforma el alma. Ahondar en el
conocimiento de Dios y de sus misterios; porque esto arrastrará más hacia el
amor. ―Si uno ama a Dios, ése es conocido por él‖. (1 Co. 8,3). Vivir a fondo
la espiritualidad, gozar cuando estudiamos los misterios de nuestra fe:
Encarnación, Santísima Trinidad, Eucaristía... El estudio o comentario de
estos temas hace disfrutar como nada del mundo. Vivir ―a lo divino‖, como
perfectos cristianos.
Jesús nos dice algo sobre el conocimiento. Al Padre: ―Yo le conozco, porque
de él procedo, y él me envió‖ (Jn. 7,29). ―Pero vosotros no le conocéis; mas
yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros;
pero le conozco, y guardo su palabra‖ (Jn. 8,55). ―A así como el Padre me
conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas‖ (Jn.10, 15). Él
nos conoce, conoce a sus ovejas: ―Yo soy el buen pastor; y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen‖ (Jn. 10,14). Y nos muestra cómo es la vida
eterna: ―Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado‖ (17,3).
Ver entrada ―Encuentro‖
Consagración.-
- Es el ofrecimiento o dedicación de una persona, un lugar o una cosa a una
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entidad sagrada, mediante el rito adecuado. También denominamos así a la
parte de la misa en que el sacerdote pronuncia las palabras de la institución
de la eucaristía por las que el pan y el vino se transustancian en el cuerpo y
la sangre de Cristo.
En el Nuevo Testamento se nos recuerda la costumbre del Antiguo
Testamento de consagrar a Dios personas y naciones. ―Y todas las naciones
que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace que estas
cosas sean conocidas desde la eternidad‖ (He. 15, 17-18). ―Como está
escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al
Señor―. (Lc. 2, 23).
Con frecuencia utilizamos esta palabra en la espiritualidad y hablamos de
consagración al Corazón de Jesús, a la Virgen María…: un ofrecimiento
pleno de nuestras persona y acciones,
Consejo don.-
- El don de Consejo ayuda a juzgar rectamente en las cosas particulares, con
relación a lo que conviene al fin sobrenatural. Ejemplo de él vemos en el
silencio de Jesús ante Herodes. Perfecciona la prudencia; aúna suavidad con
firmeza; libra de la falsa conciencia; sugiere medios para gobernar; inspira
docilidad, reflexión y humildad.
- Ese don de Consejo, nos previene contra toda precipitación o ligereza, y,
sobre todo, contra toda presunción. ―Todo don perfecto de arriba viene, del
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Padre de la luz‖ (Sant 1,17). ―Nada puede hacer el Hijo por sí, fuera de lo que
viere hacer al Padre‖ (Jn 5,10). El alma de Jesús contemplaba al Padre, y el
Espíritu de Consejo le descubría los deseos del Padre. ―Siempre hago lo que
agrada a mi Padre‖ (Jn. 8,29).
El don de Consejo es una disposición mediante la cual los hijos son capaces
de juzgar las cosas a la luz de unos principios superiores a toda sabiduría
humana. Por el don de Consejo nos descubre el Espíritu Santo más elevadas
normas de conducta por las que debe regirse el verdadero hijo de Dios. Por
el don de Consejo, el Espíritu Santo responde a aquel suspiro del alma:
―Señor, ¿qué quieres que haga?‖ (Hch 9,6)
El don de Consejo nos hace triunfar de las astucias de nuestros enemigos, y
por los medios menos pensados nos conduce al puerto de salvación. Este
don nos mueve a tratar a nuestros hermanos en todo, y particularmente en
sus desgracias como desearíamos ser tratados. El don de Consejo ofrece e
inspira los medios para realizar divinamente grandes empresas.
Por el don de consejo el mismo Espíritu Santo mueve y dirige sin dar lugar a
miras humanas y nos preserva del peligro de una falsa conciencia. En fin,
nos ayuda a resolver tantas situaciones difíciles y a una docilidad hacia los
mandatos de Dios.
Cuando uno se dedica al estudio de Dios, a escribir libros o revistas de temas
relacionados con la fe, necesita en gran manera el don de consejo y profunda
humildad. Este don del Espíritu Santo dicta lo que hay que hacer o expresar
con gran seguridad y fuerza, si te dedicas a investigar las Sagradas
Escrituras. Dios es la verdad infinita y no puede nunca inspirar sino ideas
verdaderas. Por eso si un teólogo defiende ideas contrarias al dogma
revelado, no puede estar en él el espíritu de Dios.
Consejos evangélicos.-
- La santidad cristiana lleva consigo los dones y llamadas del Espíritu Santo.
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Es preciso, ante todo, vivir el sermón de la montaña. (Mat. 5). El Evangelio
exige una respuesta radical: vivir el amor siguiendo el ejemplo de Cristo.
Pablo dice ―sobre las vírgenes no tengo precepto‖ (1 Co. 7,25). Su
pensamiento aparece como unido a la parusía próxima; incluso hablando
sobre la continencia en los casados.
A lo largo de la historia de la Iglesia, el seguimiento de los consejos
evangélicos se ha ido concretando en fundaciones de vida religiosa con el
gran ideal vivido por los fundadores. Después la jerarquía de la Iglesia ha
llevado el control de todo; lo ha regulado por el Derecho Canónico; ha
reconocido o regulado el compromiso con votos simples, perpetuos,
públicos... En estas instituciones eclesiales son muchos los que se han
santificado.
El ideal, seguir a Jesús, pero algunos no se sienten satisfechos hasta
renunciar al mundo. Realzar la fe, compromiso con la inmanencia del mundo
en el Reino de Dios. Resaltar la realidad del Absoluto en la creación.
Todos podemos alcanzar la perfección en nuestra forma de vida. Tomar en
serio el sermón de la montaña (Mat. 5); algunos lo intentan de forma radical;
otros más bien de forma existencial: quieren seguir lo que Jesús nos indica.
Algunos lo asumen como algo que supere la ley general; se entregan al
servicio de Dios y del prójimo como verdadero mandato de caridad. La ley del
amor es Cristo vivo. La vida monástica ha de ser ayuda abierta contra la
secularización de muchos cristianos.
- Suponen los consejos una intimidad entre quien los da y quienes los reciben.
Entre Jesucristo y su discípulo. Promete Jesús la bienaventuranza y la vida
eterna a quienes le siguen de cerca. (Mat. 10, 37; Mc. 1,20; Lc. 14, 25).
Constancia.-
- Virtud íntimamente unida a la perseverancia. Robustece contra las
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dificultades que provienen de cualquier impedimento. (La perseverancia da
firmeza contra la dificultad de la vida virtuosa).
Un buen amigo o un educador nos puede ayudar; pero hemos de necesitar
cada vez menos de esta ayuda y llegar por uno mismo a ser constante.
En el Nuevo Testamento se nos recuerda la constancia y firmeza. Así: ―Por
tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre
en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en
vano‖ (I Co. 15,58). ―Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto,
permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud‖ (Gal.
5,19). Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía,
estad así firmes en el Señor, amados (Fil. 4,1). ―Por tanto, amados, sabiendo
esto de antemano, estad en guardia, no sea que arrastrados por el error de
hombres libertinos, caigáis de vuestra firmeza‖ (2 Pe. 3,17)
La tenacidad consiste en la constancia a pesar de los fracasos parciales, con
tenacidad, todo se consigue. Pero con una condición: sacar fuerza todos los
días de la Eucaristía: comunión y sagrario, oración... Sin esta condición, sería
imposible la perseverancia en el bien. Los santos han superado todo.
Nosotros también podremos superarlo, si el Señor nos acompaña. Las
dificultades son el sello que acompaña a las obras de Dios. Y estas
contrariedades nos van a hacer, cada vez más, refugiarnos en el corazón
amoroso de Dios.
Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza.
Constelaciones.-
- Cuando observamos la Historia de la Iglesia, apreciamos que los santos
-
forman verdaderas constelaciones. Una persona santa suele ser la que guía
o centraliza los grupos.
Cuando los dirigentes son santos, llenos del amor de Dios hacen amable la
virtud, Dios suele formar entonces verdaderas constelaciones de santos. Así
ha florecido siempre la vida contemplativa y de caridad en la Iglesia. A través
de grupos.
Consuelos.- Consolación.-
- El alma está en consolación cuando se produce alguna moción interior se
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inflama en el amor de Dios, y a ninguna cosa criada puede amar en sí misma,
sino en Dios. En este estado se llega a derramar lágrimas que mueven a
amar más al Señor. Suele haber en tiempo de consolación un aumento de
esperanza, fe y caridad y alegría interna que llama y atrae a las cosas divinas
y se pacifica el alma. Así la explicaba San Ignacio de Loyola.
En nuestra relación con Dios, con frecuencia se experimenta en el alma algo
difícil de definir: el consuelo. Todas las personas con dedicación a la vida
espiritual saben en qué consisten. Es una experiencia grata e inconfundible;
en ocasiones se prolonga no solo durante el momento de la oración o
celebración eucarística, también permanece durante el día. En algunas
épocas suele durar semanas o meses. Algunos santos la han disfrutado gran
parte de su vida, precisamente envuelta en grandes penalidades y pruebas.
Por describirlo de alguna manera, consiste en una sensación de paz, gozo
íntimo, una luz brillante pero que no deslumbra, emoción serena a veces con
un ligero deje de nostalgia del tiempo de la conversión o del cielo, alegría y
optimismo también suave y delicado. Llega a comprenderse aquello del
Tabor: ―¡Qué bien se está aquí!‖
Se trata de una experiencia grata e inconfundible. Ayuda a avanzar con total
seguridad en los caminos del Señor. En estas circunstancias cuesta menos la
virtud, el sacrificio, llevar los propios trabajos y la propia cruz. Dicen Arintero y
otros autores que es bueno pedir a Dios el consuelo espiritual para que nos
ayude a perseverar.
Entendemos que es el Espíritu Santo el dador de todo consuelo. Lo decimos
en la secuencia de Pentecostés: ―Óptimo Consolador, dulce Huésped del
alma, dulce Refrigerio‖.
El consuelo del alma es como bálsamo para las heridas, como el aceite en
las bisagras de las puertas. ¡Qué bien funciona todo! Hace falta mucha
paciencia para perseverar, a pesar de las sequedades y desganas. La
verdadera fuerza nuestra está en el deseo de continuar cueste lo que cueste.
Dios ha de mirar esa sinceridad de nuestro corazón. algunos autores
aconsejan pedir a Dios el consuelo con paz, porque nos da fuerza e ilusión
para seguir caminando.
Servir al Señor en gusto y en disgusto; en descanso y en cansancio; en todas
circunstancias es necesaria esa decisión absoluta e inquebrantable.
Contacto con Dios.-
- Es necesario el continuo contacto con Dios durante el día. Sirve de
-
contrapeso a los constantes movimientos que hay en nuestro quehacer
diario; fomenta la pureza de intención y la actualización del amor a Dios y al
prójimo. Se va adquiriendo con la gracia de Dios y el esfuerzo persona.
Estar en la presencia de Dios: entonces Dios absorbe nuestro pensamiento y
no nos atrae pensar en otras cosas.
Contemplación.-
- La contemplación consiste, en general, en mirar un objeto con admiración.
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Jesucristo es el ideal del contemplativo. Participaba en la oración en la
sinagoga; oraba de madrugada; antes de curar al sordomudo suspiró
conmovido; nos dio enseñanzas sobre la oración; en la Última cena; en
Getsemaní; en la cruz. (Mc. 1,21 y 39; 1,35; 7, 34; 11, 24-25; 14, 22-3 2; 15,
34). Nos enseña el Padre Nuestro; la alabanza al Padre; Sube a un cerro
para orar solo; (Mat. 6, 9-13; 11, 25; 14, 23); subió al templo a orar. En el
bautismo; en el desierto; al ser tentado; antes de elegir a sus discípulos; les
enseña para no caer en tentación; (Lc. 2, 46; 3,21; 4, 1-2; 4, 3,12; 6, 12-13;
22, 40). Antes de resucitar a Lázaro (Jn. 11, 41-42).
Muchas ideas de los salmos nos llevan a la contemplación: ―En la ley del
Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!‖ (Salmo 1,2).
―¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas, y considere las
bondades del Señor‖. (Salmo 107,43). Y unas palabras de san Pablo a los
Efesios parece que están escritas con la única intención contemplativa: ―Que
los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la
esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para
con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su
poder... muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de
todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el
venidero.‖(Ef. 1, 18-23)
Nos fijamos en las comunidades de vida contemplativa, que han elegido la
mejor parte. Llevan una participación de la sabiduría divina, van hacia un
mejor conocimiento del amor de Dios. Se centran en la ascesis, en la
afectividad, y en la contemplación. Todo ello es un medio para el mejor
conocimiento y amor de Dios. Para la mejor unión con Dios y con el prójimo.
Se profundiza a fondo en la Biblia, en la búsqueda de Dios y en la oración
mística.
Toda actividad espiritual nos adhiere al Él más profundamente por la fe. Nos
lleva a contemplar a Dios en la naturaleza, en los demás, y sobre todo en la
Sagrada Escritura.
Dios obra directamente en el alma por su inhabitación, por su presencia viva.
―El amor de Dios ha sido derramado en vuestros corazones por el Espíritu
Santo que os ha sido dado‖ (Ro. 5,5).
El alma toma conciencia de que el Espíritu Santo está presente en ella y de
que obra sobrenaturalmente en ella con presencia vital de amistad. El gozo
de la contemplación de Dios es profundo. La operación contemplativa
aparece como un reposo. ¿Pasividad? En cuanto es conciencia de la
actividad divina. Fruto: el sentido de la realidad de Dios. Y vemos el mundo
espiritual como algo objetivo.
Es preciso buscar una convergencia entre acción y contemplación, porque el
apóstol ha de llevar la fragancia de Cristo. En la vida de apostolado la fe se
presenta como una luz nueva.
- En concreto, buscar a Dios personal; abandonarse en su Providencia. Y
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siempre apreciar la caridad en la actividad contemplativa. La Santísima
Trinidad aparece al alma en gran paz y reposo y entramos en el profundo
silencio. Apoyados en la confianza aclamamos a Dios a través de la
humanidad de Cristo.
La contemplación ejerce una función transformante, porque su autor es el
Espíritu Santo. La caridad infundida por el Espíritu Santo produce una unión
afectiva que nos hace familiares de Dios y confidentes de su pensamiento.
Unión cada vez más estrecha según avanza el estado de contemplación. El
amor hace al alma salir de sí misma y va imprimiendo en el alma la figura de
aquel a quien ama.
El contemplativo advierte su pequeñez ante Dios. Simpatiza más y más con
la realidad divina. Percibe que el misterio de la fe posee una coherencia
profunda y se produce en todas las circunstancias, en una simple mirada. Un
aglutinante para toda la vida cristiana de fe y amor. Normalmente va
acompañada del dominio de las pasiones; y es piedra de toque del amor al
prójimo y de la vida religiosa.
Las noches oscuras del estado de contemplación son la toma de conciencia
del desorden instalado en el alma y el primado de la caridad al relacionarnos.
Ver entradas siguientes y ―Oración de contemplación‖.
Contemplación formas.-
- Formas en la contemplación: a) Oración litúrgica, eucarística, palabra. b)
personal; luz para la vida. c) Permanente; adquirida, infusa, mística.
Contemplación adquirida.-
- La contemplación adquirida pone de relieve sobre todo la actividad y el
-
esfuerzo del orante, dando siempre por supuesto que se trata de una
actividad informada por la gracia. Para esta contemplación la persona puede
prepararse y debe disponerse, pero no puede ejercitarla por propia iniciativa,
porque la iniciativa le corresponde siempre al Espíritu Santo.
Para Arintero la contemplación propiamente dicha no es la adquirida por el
esfuerzo humano, sino la infusa, la que el Espíritu Santo infunde mediante la
acción de sus dones.
Con todo respeto a este hombre gigante en la Teología de la Perfección,
creemos que existe la contemplación adquirida, siempre y cuando admitamos
del todo la gracia de Dios que nos ayuda. Quien haya asimilado la gran obra
de espiritualidad de Nicolás Caballero, podrá advertir cómo se puede llegar a
una contemplación adquirida mediante métodos humanos, contando siempre
con la ayuda y la gracia de Dios.
Contemplación infusa.-
- Es aquel grado de contemplación en el que todas las potencias interiores
están cautivas u ocupadas en Dios. Solo quedan libres los sentidos exteriores
-
-
que también quedarán cautivos cuando llegue el siguiente grado de oración:
la extática.
La contemplación infusa es la suspensión admirativa del entendimiento ante
el esplendor de la verdad sobrenatural. Es una atención amorosa permanente
en Dios. Manifestación simple del alma enamorada de Dios.
La contemplación infusa requiere necesariamente la gracia santificante y el
impulso de la gracia. Nos lleva a conocer a Dios de una manera afectiva y
experimental.
La contemplación infusa es siempre un don extraordinario de Dios y no se
llega a ella por técnicas psicológicas. El hombre la admite y consiente.
En la contemplación infusa produce Dios en el centro del alma conocimiento
y amor; es la luz divina que da a entender el pensamiento tanto que nos
penetra y arrebata enteramente.
La contemplación infusa está producida por los dones intelectivos (no
afectivos) del Espíritu Santo. Jesús, Dios y hombre verdadero, nos penetra y
vivifica; estamos injertados en Él; nos encontramos en Él más inmersos que
el pez en el agua. Jesús nos va atrayendo poco a poco a su vida personal: Él
vive y obra en nosotros. Somos el mismo cuerpo de Cristo.
Ver entrada ―Oración de contemplación‖.
Contestación.-
- La contestación no siempre es negativa: podemos considerarla como vía
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carismática e incluso profética, según como se lleve. Siempre es preciso
discernir la contestación: puede estar muy en línea del Evangelio. La
profética puede considerarse como una base de la libertad de Dios.
En una contestación honesta y profética es necesario prestar atención seria a
suavizar la tensión con la jerarquía. Siempre el respeto y el amor han de
guiar la honesta contestación. Pero quien advierte a la jerarquía con amor y
equidad está expuesto a la marginación. Es muy dolorosa la contestación
sana y profética.
El profeta expresa con su vida el contenido de su mensaje profético; anuncia
la vivencia de la paz; rechaza siempre la violencia.
Si es de verdad carismática la contestación, lleva consigo el signo de profeta:
obediente a Dios, al amor y a su verdad. Puede tener facultades prodigiosas
y también puede sentir repulsa ante su misión. Transmite el juicio de Dios en
determinadas situaciones. Revela la grandeza del corazón de Dios.
Por desgracia, con frecuencia la contestación es rebelde, despiadada,
criticona, busca el bienestar mundano y la relajación y no la gloria de Dios. A
veces incluso aparece con cierta figura herética. Es una triste realidad.
Entonces no se considera carismática, sino todo lo contrario, diabólica.
Pero Dios sigue guiando a su Iglesia entre la fuerza profética y la
conservadora. El profeta ayuda y recupera la libertad de Dios sobre la
humanidad y nunca añade algo nuevo al Evangelio. Invita a la coherencia
dogmática.
Ver entrada ―Profetas‖.
Continencia.-
- Virtud que robustece la voluntad para resistir las concupiscencias
-
desordenadas vehementes. Impide el pecado, fortalece la castidad.
San Pablo exhorta a huir de la fornicación, (I Co. 6,18), y un poco más
adelante añade: “Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es
casarse que quemarse‖ (I Co. 7,9).
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Ver entradas ―Castidad‖ y ―Concupiscencia‖.
Contrastes.-
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Llamamos contrastes a la oposición, dificultades y desequilibrios que
percibimos en nosotros mismos. Hemos de luchar contra estas
contrariedades para lograr una existencia más justa y más espiritual. Es una
realidad en nuestra vida; dentro de dificultades y contrariedades vamos
llegando a la madurez.
Convencernos de que Dios puede ayudarnos a mantenernos en equilibrio; la
esperanza y la experiencia positivas nos sostienen por la providencia de
Dios. Él nos ayuda a que todas todos los problemas lleguen a ser camino que
redime y llegan a serenarnos. Es como un reflejo pascual de la muerte y
resurrección de Cristo.
En nuestra vida apreciamos un dualismo, y es preciso una vida ascética para
avanzar contra corriente y cooperar a la acción divina.
Hay personas de vida intensa espiritual con cierto desequilibrio psíquico;
aparecen como hoscas, con un natural raro y especial. El examen particular,
guiado por el director espiritual, puede ayudar a ir eliminando estos
desequilibrios. Pero si el sujeto es orgulloso resulta muy difícil ayudarle. Para
el humilde resulta más fácil llegar a un equilibrio con la ayuda del educador
en la fe.
El cristiano vive con alegría. Percibe a Dios presente en las circunstancias; en
la bondad, la misericordia e incluso en la ingratitud. Sabe desprenderse de
una parte de sus bienes, dar su tiempo. Compagina la obediencia con la
crítica constructiva. Vive en la realidad de lo único necesario.
Contrición.
- Consiste en el arrepentimiento por haber obrado en desacuerdo con la
-
voluntad de Dios y propósito de no volver a actuar mal en adelante; y este
arrepentimiento ha de ser motivado porque Dios es la suma bondad, porque
nos ama y quiere nuestra salvación.
Para nuestra relación con Dios es muy conveniente, y si se ha caído en
pecado grave, es necesaria la contrición, el dolor de nuestras faltas mirando
a Dios con amor. Dios es Omnipotente, Misericordia, Amor. Recordar a Pedro
que, después de negar a Jesús, lloró amargamente. (Lc. 22, 61-62). Pensar
en los profetas cuando llaman a la conversión.
- Nos dice la Sagrada Escritura: ―Porque la tristeza que es conforme a la
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voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin
dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte‖ (II Co. 7,10). ―Los
sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh
Dios, no despreciarás‖ (Salmo 51, 17). ―Pero el recaudador de impuestos, de
pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que
se golpeaba el pecho, diciendo: ―Dios, ten piedad de mí, pecador‖ (Lc. 18,13).
La contrición ocupa el primer lugar entre los actos de penitencia. Pero no
olvidar que, aun cuando justifica al alma aun antes de la confesión, si se ha
caído en pecado mortal queda la obligación de acceder al sacramento de la
penitencia. De una manera más o menos explícita o implícita junto a nuestra
contrición va unido el propósito.
Me amas, Señor, e inspiras dolor de mis pecados. (Agustín).
Ver entradas ―Compunción‖ y ―Atrición‖.
Control de sí mismo.-
- Se denomina también autocontrol. Es la habilidad que permite regular las
-
-
emociones, pensamientos, comportamientos y deseos de uno mismo ante las
tentaciones e impulsos; y con relación a otros, dominar la ira, el mal genio;
guardar mansedumbre en momentos de acoso. Saber, si es preciso,
defenderse de la agresión verbal con mansedumbre; y de la agresión física
sin excederse. Cuando uno se enoja, siempre ha de ser de una manera
controlada y con una razón justificada.
Aprender a controlar el ansia inmoderada de comer, sobre todo fuera de
horas y moderación en la bebida alcohólica.
Este proceso cognitivo es necesario también a la hora de cumplir metas y
alcanzar ciertos objetivos tanto deportivos como humanos. Para educarse en
este sentido son muy buenos también, ejercicios de respiración controlada y
relajación, ejercicios de yoga o yudo. Debe mantenerse el funcionamiento
sexual bajo control. Hemos de controlar nuestra memoria e imaginación.
Ver entrada ―Mortificación‖.
Controversias.-
- Podemos definir la controversia como la discusión de opiniones
-
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contrapuestas entre dos o más personas. Queramos o no, en nuestra vida se
ofrecerán ocasiones de controversia como le ocurrió a Jesús en reiteradas
ocasiones. Recordamos alguna de ellas para poder asimilar la manera de
reaccionar de Jesucristo:
Con los escribas y fariseos ante la curación del paralítico, cuando Jesús le
dice: ―Hijo, tus pecados te son perdonados‖. Le acusan de blasfemo. Él
contesta: ―Por qué pensáis eso...Para que veáis que el Hijo del hombre tiene
autoridad... levántate; coge tu camilla y vete a tu casa‖ (Mc. 2,6-12).
En (Mc. 3, 1-6), le acusaron de curar en sábado; Cristo dialoga y aclara el
argumento de ellos, y cura al hombre de la mano seca. Recordemos también
el episodio de la comida en casa de Levi, cuando le acusan de comer con los
-
pecadores y el Mesías responde ―... no he venido a llamar a los justos sino a
los pecadores‖ (Mc. 2, 13-17)
Conviene también repasar (Mc. 2, 18-22) en la discusión sobre el ayuno; y (2,
23-27) cuando afirma Jesús ―El sábado se hizo para el hombre y no el
hombre para el sábado‖.
Conversación.- Conversaciones.-
- Nos referimos a las conversaciones espirituales. Son desahogo y estímulo
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para las almas llenas de Dios. Ignacio de Loyola cuando estaba en Manresa
necesitaba salir de vez en cuando para hablar de Dios, de cosas del espíritu.
Buscó por todas las partes: teólogos, hombres de ―espiritualidad‖, de iglesia,
y no encontró. Solamente una mujer anciana fue su interlocutora, con la que
desahogaba sus ganas de conversar de Dios. Dios se derrama muchas
veces sobre las personas más sencillas.
Recordemos la conversación de los de Emaús (Lc. 24, 14-15). Las
conversaciones de los primeros cristianos les ayudaban a perseverar. (He.
13, 43). Con la conversación se llegaba a extender la fe. (He. 17, 18-34). Las
charlas sobre temas espirituales en ocasiones se prolongaban durante horas
en los tiempos apostólicos. (He. 20,7). Y san Pablo nos dice cómo ha de ser
nuestra conversación (Col. 4, 6)
Arintero hablaba de una revelación a una religiosa. Se quejaba ella de que
Jesús no se derramara más fuertemente a los sacerdotes y personas de
iglesia, y lo hiciera con ella, pobre mujer. Y el Señor le confesó: ―No me
dejan. Están demasiado ocupados en las cosas de este mundo.‖
En sentido opuesto hemos de tener en cuenta: ―En verdad os digo que el
hombre dará cuenta en el día del juicio de cualquier palabra inconsiderada
que haya dicho. Porque por tus palabras serás declarado justo o por tus
palabras serás condenado‖. (Mat. 12, 36).
Conversión.- Conversión cristiana.-
- Indica un cambio de vida a mejor; hacia la vida divina, hacia un ideal superior.
-
Puede ser algo repentino, como San Pablo (He. 9, 1-21), o puede también
ser paulatino, un verdadero proceso interior. En todo caso perciben el cambio
las personas con quienes trata el sujeto. Su actuación es distinta y ese don
de sí mismo se refleja en la familia o comunidad a la que pertenece.
La conversión nos da un espíritu nuevo, un cambio de valores. Es siempre
una la respuesta. Y nuestra transformación interior es total. Después vendrá
el problema de la perseverancia. Es inefable el gozo del encuentro personal
con Cristo mediante la fe y la confianza. La inteligencia abraza la fe; el
corazón se llena de amor y la voluntad se fortifica. Cristo toma posesión del
alma. Nuestra vida cambia, es como un nuevo nacimiento. Apreciamos la fe
entonces como una realidad necesaria. Nuestros deseos más profundos
quedan saciados. De aquí proviene una gran paz e ilusión, duradera durante
semanas y meses. Es la conversión. Vive el alma en un estado místico para
captar lo divino a través del amor y del nuevo nacimiento. La oración va
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acompañada de un sentimiento de certeza de la presencia de Dios. No se
aspira a transportes místicos, sino a la unión con Dios. La psicología del
converso es un don de Dios que siempre recordará.
Posteriormente viene el proceso de maduración en la fe e incluso en la
capacidad afectiva. El que madura hacia el amor y la entrega demuestra que
ha sido objeto de un don de Dios. ―El amor de Dios ha sido derramado en
vuestros corazones por el Espíritu Santo que os ha sido dado‖. (Ro. 5, 5)
Convertíos: está cerca el Reino de Dios. (Mat. 3, 2). Los discípulos se
vincularon al Reino de Dios. Se vincularon a la Persona de Cristo. La
conversión es consecuencia del anuncio de la Buena Nueva recibida por el
hombre. (Mat. 4, 17). Creer en Jesús es dejar al hombre viejo y nacer al
hombre nuevo. (Ef. 4, 22-24). Cambiar el camino equivocado y creer en el
restablecimiento de la Alianza; tener buena voluntad, dejarse amar. Poner en
orden nuestra vida; alejarse de la tibieza, ser fiel, dedicarse a la perfección y
alabanza a Dios. Entrar de verdad en el Reino de Dios. (Mc. 1, 15). Este
proceso vuelve al buen camino nuestras vidas; Dios se complace en nosotros
y nos ama. Su amor es más fuerte que nuestro pecado. Nos dejamos
gobernar por la Palabra de Dios en un nuevo nacimiento. Nos abandonamos
en Dios y aprendemos a esperar en Él.
Corrijamos con mansedumbre a nuestros hijos o encomendados para lograr
en ellos la conversión. (2 Tim. 3, 25). Dios quiere la conversión para todos (2
Pe. 3, 9). La conversión de los paganos. Por supuesto que han de recibir el
don de Dios para ello, el don de la fe y han de corresponder. Dios siempre
sale al encuentro. La vacuidad humana pone muros. San Juan Bautista
buscaba frutos de conversión y para ello bautizaba. (Mat. 3, 8 y 11); (Mc. 1,
4); (Lc. 3, 3 y 8).
La conversión implica alejamiento de la mala vida y se adapta a una alianza
de intimidad con Dios, se deja transformar por Él. Ser en Cristo nueva
criatura. Morir y resucitar como hombre nuevo. Jesús predicó la conversión;
llamó a los pecadores a la conversión. (Lc. 5, 32) Y nos dice que hay gran
alegría en el Cielo por la conversión de un pecador. (Lc. 15, 7). Ver también
(Lc. 24, 47)
El converso siente a Jesús resucitado y mira a Jesús resucitado. Jesucristo
fue exaltado por Dios en la resurrección para conceder la conversión a Israel.
(He. 5, 30-31).
Si uno recibe el don de conversión y luego pierde la fe, ¿puede esperar de
nuevo la conversión? Siempre será posible la misericordia, porque Dios no
quiere que nadie perezca, sino que se convierta y viva. (2 Pe. 3, 9). A los
creyentes nos toca tratar con bondad al alejado e invocar al Señor por quien
se alejó.
Hemos de procurar después de la gracia de la conversación, la conversión
continua; buscar una segunda conversión hacia la vía iluminativa. Y el
cristiano maduro en la fe, busca siempre el modo de ayudar a otros en su
conversión a Dios y a la Buena Nueva del Evangelio.
Dejarnos llevar por Él; juzgar en la vida la vivencia de Cristo como nuestra
gran vocación; seguir a Jesús; estar con Él y jamás dejarlo: podemos dejar
-
otras cosas, a Él nunca. Sin la conversión, pereceríamos. (Lc. 13, 3-5). El
convertido a Cristo vive la santidad de Dios en Cristo, sigue a Jesús.
Dice Kempis que es preciso buscar con diligencia la gracia de la conversión,
pedirla con insistencia y esperarla con paciencia.
Convicción.-
- Es la propiedad de la actuación de una persona de fe firme, del todo
-
convencida de su fe, con deseo de transmitirla con amor porque le sale del
alma. Se guía por la prudencia divina.
Esta convicción nos hace fuertes en momentos difíciles. La fe misma es
escudo que nos defiende y refugio que nos ampara.
Quien educa a otros en la fe ha de hacerlo con plena convicción: ―La fe que
tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el
que no se condena a sí mismo en lo que aprueba‖ (Rom. 14,22). ―Ahora bien,
la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve‖
(Heb. 11,1).
Copa.-
- Ver entrada ―Cáliz‖.
Coraje.-
- El coraje es una fuerza que nos impulsa a lograr nuestras metas, a pesar de
-
los obstáculos. Nuestra vida diaria está llena de obstáculos desde que nos
levantamos: en el trabajo, estudio, familia, enfermedades, paro, convivencia...
Para afrontarlos es necesaria una fuerza interior, el coraje. No podemos
dejarnos llevar de la ley del mínimo esfuerzo. Quien quiere triunfar en la vida
ha de afrontarla con valentía y con ánimo alegre; con autenticidad; con
persistencia y fuerza de voluntad. Y esto en lo humano y en la vida cristiana.
Y quien se decide a seguir a Jesucristo en serio ha de saber, con la ayuda de
la gracia, mantener esta fuerza que la conseguirá por la oración.
Ver entrada ―Fortaleza‖.
Corazón.-
- En la literatura de espiritualidad aparece mucho la palabra ―corazón‖.
-
Cuando Dios habla en la Santa Biblia del corazón, no se refiere al músculo.
El corazón para Dios es el asiento de las actitudes, emociones y de la
inteligencia. Donde está tu tesoro, allí tu corazón. (Mat. 6, 21-24).
Del corazón brota el adulterio (Mat. 5, 27-28). Y del corazón salen los
asesinatos y obras malas. (Mat. 15, 19); y los vicios e impurezas. (Mat. 15,
19-20). Por la dureza del corazón Moisés permitió el libelo de repudio. (Mat.
19, 8).
- Pero también de él nacen las obras buenas, como el perdón a quienes nos
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ofenden. (Mat. 5, 23-24). Y nuestro corazón ha de estar abierto para acoger
la luz de la fe. (Jn. 8, 31-32).
La conversión comienza del fondo del corazón. (Lc. 5,21) (Ro. 5, 20) (Mat. 6,
1-6 y 16, 18). Cuando miramos ―al que traspasaron‖, brota de nuestro
corazón el agradecimiento y el deseo de conversión. (Jn. 19, 37).
La ley divina está grabada en el fondo de nuestro corazón. (Heb. 8, 8-10 y
Jer. 31, 31-40).
Jesús aceptó el corazón humano y nos amó hasta el extremo (Jn. 13, 1). Y
nos dio a su madre clavado en la cruz. (Jn. 19, 26-27). La Iglesia nació del
corazón traspasado de Jesús. (Jn. 19, 37). Las Sagradas Escrituras nos
daban a conocer lo que sería el corazón de Cristo. (Salmo 22, 15). También
la Sagrada Escritura es el centro y el corazón abierto desde la Pascua del
Señor. (Lc. 24, 25. 27 y 44-46).
Dios conoce el secreto de nuestros corazones. (Lc. 12, 1-3; Jn. 3, 20-21; Ro.
2, 16). Y gobierna los corazones y los acontecimientos según su voluntad.
(Prov. 21, 1 y Tob. 13, 2). La gracia de la fe abre los ojos del corazón. (Ef. 1,
18). ―Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo‖. (Heb. 3,
12).
He recogido en mi fichero varios centenares de alusiones al corazón de
distintos autores. Solamente anotamos aquí unas pocas:
Acostumbrarse a levantar el corazón a Dios frecuentemente con amor y
breves oraciones. Tan pronto como uno se eleva hacia Él desciende la llama
del amor divino hacia Dios. La palabra de Dios es comprendida cuando el
corazón y la inteligencia han sido tocados.
No solo no tener otro Dios fuera de Él, sino amarlo con todo corazón. ―Quiero
tu amor grande, aunque después mi corazón llore con sangre‖.
Cristo es el centro de nuestro corazón; en realidad, se crece en la madurez
afectiva cuando el corazón se adhiere a Dios. Cristo, Sol de la Gloria, ilumina
al corazón libre y absuelto de todas las cosas.
De esta vida interior nace el amor sensible que penetra el corazón del
hombre. Con toda nuestra alma le alabamos, con el corazón y con obras.
Casto deleite del corazón, rodeado y abrasado por Cristo, cálido con su
consuelo.
Y esta atracción de Dios es un interior convite y petición de que se junte
nuestro corazón a la unidad sublime. Este convite es para el corazón lo más
gustoso que jamás sintió. Este convite es una irradiación del Sol eterno, y
excita el corazón con gozo y lo dilata. Y descansar en Él en el fondo de
nuestro corazón.
El corazón lleva la mejor parte en el trato con Dios. Me convenzo de esto.
Solo en amaros se encuentra la hartura de mi corazón. No temo la muerte: mi
corazón tiene sed de las aguas de la Vida.
Debes tú entrar en el secreto de tu corazón, pidiendo con eficacia el socorro
divino. Deléitate en el Señor, y te dará lo que le pidiere tu corazón. Continua
paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay emulación y saña
frecuente. (Kempis)
Corazón de Jesús.-
- Esta devoción tan entrañable desde hace varios siglos tiene fundamento
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teológico. Es un símbolo del amor que Jesucristo tiene a los hombres; nos
muestra el corazón abierto por una lanza. Es Dios mismo que nos ama.
―Padre, cuida a los que me has dado‖ (Jn. 17, 11). ―Que ellos sean uno, como
Tú y yo somos uno‖. (Jn. 17, 11).
Nos amó Jesús hasta el final: Jesús, luego de haber clamado de nuevo con
gran voz, dijo: "Todo está consumado". E inclinado la cabeza, entregó su
espíritu‖. Sólo entonces su Corazón se paró y dejó de latir, y su amor
sensible permaneció como en suspenso, hasta que, triunfando de la muerte,
se levantó del sepulcro. (Mt 27, 50; Jn 19, 30).
Hemos de responder al amor del Corazón de Jesús; así lo hacían nuestros
santos: ―Ex toto‖. ―Si queréis ser amado de Jesús habéis de ser manso como
Él, y humilde como Él.‖ ―Amadle a Él con todo el amor de que sois capaces y
tributadle toda bendición y gloria.‖ ―Vuestro Corazón ha de ser el trono de
vuestro Amado, retornándole amor por amor‖ ―Amad y haced lo que queréis,
porque quien posee el amor todo lo posee.‖
―El amor no quiere corazones divididos; lo quiere todo o nada. El amor os lo
hará todo fácil.‖ ―Vayamos con filial confianza, y arrojémonos en sus brazos,
extendidos por el amor en la cruz para recibirnos‖. ―Digámosle: Dios mío, Vos
sois mi Padre; tened compasión de mí, según vuestra misericordia.‖ ―Haced
las cosas todas en el amor y para el amor, porque el amor da mérito y realce
a todas las cosas.‖
Corazón nuevo.-
- Para tener un corazón nuevo hay que gemir, esforzarse, colaborar con la
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-
iniciativa de Dios. Permitir que Dios te convierta el corazón y te dé un corazón
nuevo, capaz de amar, de acoger, de admirar y contemplar y abandonarse en
las manos del Padre. Pedir en la oración: ―danos, Señor, un corazón nuevo y
que transmitamos la alegría de vivir‖.
―Arrojad lejos de vosotros todas las rebeldías que habéis cometido contra mí
y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa
de Israel?‖ (Ezeq. 18, 31). ―Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros
un espíritu nuevo: os arrancaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra y os
daré un corazón de carne‖. (Ezeq. 36, 26)
Permitir que Dios te convierta el corazón y te dé un corazón nuevo, capaz de
amar, de acoger, de admirar y contemplar y abandonarse en sus manos de
Padre. El hombre ha recibido un corazón nuevo, un nuevo espíritu.
Cordero de Dios.-
- San Juan Bautista, ―Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él,
exclamó: ―Este es el Cordero de Dios‖‖ (Jn. 1, 29), implica una referencia a
(Is. 53, 7). Ya los primeros cristianos le daban a estas palabras el sentido de
propiciación. Se aprecia en (He. 8,32) y (1 Pe. 1,19). También lo leemos en el
Apocalipsis a partir del capítulo 5. Para nosotros tiene sobre todo sentido
eucarístico que repetimos todos los días al comulgar. Es preciso recitar
siempre esta invocación con atención actualizada que fraguara en profunda
devoción.
Corpus Christi.-
- La fiesta surgió en 1208: fue idea de una religiosa, Juliana de Cornillón, y fue
-
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-
instituida con carácter universal por el papa Urbano IV en 1263; su principal
finalidad es de agradecimiento a la presencia permanente de Jesús en la
Eucaristía y proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real
de Jesús en el Santísimo Sacramento.
La Eucaristía está finalizada en la inhabitación de la Santísima Trinidad en el
alma. Jesús está presente en el pan para hacerse presente en los fieles.
Vivamos en unidad estos dos grandes misterios. La Eucaristía desaparece
cuando se destruyen las especies sacramentales pero no olvidemos que en
la Eucaristía tenemos en este mundo la presencia real de Dios y hombre
verdadero por antonomasia.
La Eucaristía no existe en el Cielo. La presencia total de la Santísima
Trinidad seguirá existiendo en el Cielo; no cesa nunca a no ser por el pecado
mortal. Y gozaremos en la eternidad inmensamente, al ver cómo en la Tierra
hemos vivido centrados en el Sacramento del Amor.
Merece la pena celebrar esta fiesta con estos sentimientos y acudir a la
procesión con fervor para proclamar nuestra fe. Algunos ―teólogos‖ dicen que
no es procesión litúrgica. Pero de bien nacidos es el agradecimiento y
proclamar nuestra fe de una manera pública para testimoniarla ante el
pueblo.
Como consecuencia del amor de Jesús que celebramos en este día, en
España se hace una colecta para ayuda de los necesitados por medio de
Cáritas.
Correr.-
- En la Biblia esta palabra tiene desde el Antiguo Testamento mucho sentido
-
místico: ―Apresurarse, proseguir la carrera...‖ La vida es una carrera. La
existencia humana se compara con la marcha. Otra vez Jesús les habló,
diciendo: ―Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida.‖ (Jn, 8, 12) ―Por el camino de tus
mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón‖. (Sal. 119, 32). Y
suplicamos a Dios que nos lleve tras de sí: ―Atráeme; en pos de ti
correremos. El rey me ha metido en sus cámaras.‖ (Cant. 1, 4)
No hemos de dejarnos detener por los obstáculos: ―Vosotros corríais bien;
¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?‖ (Gal. 5,7). ―He peleado la
buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me
está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará
en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida‖
(Tim. 4, 7-8). ―Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y
-
lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el
premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús‖. (Fil. 3, 13-14).
Y hemos de correr como para recibir el premio: ―¿No sabéis que los que
corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de
todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire…‖ (1 Co. 9, 2426)
Corrección fraterna.-
- Es del todo evangélica. Y puede ser muy útil para superar los conflictos.
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Basta mirar (Mat. 18, 15-17 y Lc. 17, 3) nos dice los modos como debemos
corregir al hermano: a solas, con testigos o en comunidad; son fases
distintas. La corrección fraterna puede hacer mucho bien. Pero no es nada
fácil la corrección a mayores. A niños en formación por parte de sus padres y
formadores es más sencilla
Dificultades: a) por parte de quien corrige puede haber insolencia, soberbia
oculta, ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio. El corrector casi
siempre resulta enojoso y a veces inoportuno. b) Por parte de la persona
corregida, todavía es más difícil. Es fácil herir su amor propio, su oculto
orgullo; en esos casos resulta contraproducente, y puede haber peligro de
revancha.
Recomendamos: corregir solamente cuando sea preciso; antes de corregir,
pedir fuerza y discreción a Dios; hacer ver antes a la persona el alto concepto
que tenemos de ella; hacerle ver que lo hacemos conscientes de que no
somos perfectos y esperamos a la vez que ella nos advierta de nuestros
defectos. Con estas precauciones podemos lanzarnos a corregir a personas
con quien mantengamos cierto grado de amistad.
Ninguna corrección resulta agradable, pero produce grandes frutos en el
alma. (Heb. 11, 10-11). Agradecimiento a quien nos corrige.
Corresponder.-
- Corresponder a la gracia. Sentirnos buscados por Dios… Dios llama, busca
-
siempre. Él es la Plenitud y espera la continua respuesta. No hemos de
buscar evasiones para justificar la atonía espiritual o la indolencia. Cuando
Él nos busca, ha de hallar respuesta. Y tengamos en cuenta que, a fuerza
de no hacer caso a esos silbidos amorosos de Dios, se embota la propia
sensibilidad espiritual y por nuestra parte se puede cerrar esta
comunicación. (Ver Cat. Doc. Cat. Nº 2006 y sig.)
"Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4,16).
Creador.- Creación.-
- Dios es el principio absoluto de la creación (Apo. 4,11) y mantiene viva la
-
-
creación. (Apo.15,3 y 19,6)
A Dios Creador le debemos el Cielo, la Tierra, el Universo. Todo está
pendiente de sus manos, todo es obra del Señor; también nuestra elevación
al plano sobrenatural. Es muy a tener en cuenta la devoción a Dios Creador.
El nombre de Yahvé tenía el sentido factitivo ―el que hace ser, el creador‖. En
el libro del Génesis, vemos a Dios como artesano, que al séptimo día
descansó. Los profetas invocan a Dios creador contra los ídolos que son
objetos sin vida. El Eclesiástico insiste en la creación de la sabiduría, anterior
a todas las cosas. El salmo 104 nos dice que la creación fue para Dios su
primera victoria.
Jeremías (31, 22) insinúa que la salvación final será una verdadera creación.
El hombre ante la creación siente y vive un sentimiento profundo de
admiración.
Con Cristo se ha inaugurado una nueva creación: el hombre renovado del
todo por el bautismo.
La razón humana, ayudada por la gracia, puede llegar al conocimiento de
Dios Creador.
Los discursos de San Pedro y de San Pablo en Los Hechos de los Apóstoles
siempre suponen como fundamento la realidad de Dios único y creador del
universo y del linaje humano. (He. 17) También creador de la Nueva Alianza
que se ha cumplido en Jesucristo. (He. 2,2-36)
Creatividad.-
- Quien vive a fondo su vida interior ha de ser creativo: su misma relación con
-
-
-
Dios le lleva a ello, siempre dentro de los límites de la prudencia. En el Nuevo
Testamento la iniciativa y la creatividad aparecen por todas las partes.
Señalamos solamente estas citas: (He. 18, 19; 19, 1 y 21); (Apo. 1, 11); (Ro.
15, 26); (2 Co. 1, 1); (1 Tes. 1,8); (2 Tim. 4,12).
Nuestros santos han sido personas de gran iniciativa en todos los campos del
bien: se han volcado en pobres y enfermos; han llevado el Evangelio a los
lugares más lejanos; se han desvivido por hacer el bien, desde los tiempos
más remotos hasta la era del Internet.
La vida moderna está invadida por la codicia, la explotación, el hedonismo
egoísta y está esclavizada y esclavizando. Necesitamos nueva forma de
presencia religiosa. De nuestra oración hemos de sacar fuerza para
lanzarnos a hacer el bien; no solo a rezar y después a vivir en la poltrona.
Hemos de unirnos a los hermanos y desempeñar trabajos básicos y
demostrar el valor de lo espiritual. Llevar a Jesús con el servicio y el amor.
Dios, salvíficamente poderoso, solo Él se sienta en el trono. (Apo. 4,2…5,1;
7; 19; 21)
Crecimiento espiritual.-
- Solo Dios es la causa eficiente del crecimiento espiritual. Se realiza por los
sacramentos, la oración, y el mérito sobrenatural.
- Quien comienza a vivir en serio su vida interior, desea siempre crecer, no
quedarse estancado. ―Que ya no seamos niños fluctuantes... sino que
siguiendo la verdad en la caridad, crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo‖ (Ef. 4, 14-15)
Credo.-
- Nos referimos al credo de los Apóstoles. Conviene recitarlo con frecuencia.
-
-
De manera especial en la misa del domingo; brota al rezarlo el
agradecimiento y amor. Merece la admiración dichosa de nuestras verdades
de fe en que fundamentamos nuestra espiritualidad.
El credo es un resumen de lo que hemos de creer para nuestra salvación
(Mc. 16, 16), porque sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11,6). Y
seremos bienaventurados porque sin haber visto, hemos creído (Jn. 20, 29).
El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona
Divina de la Santísima Trinidad; Jesús mismo confirma que Dios es ―el único
Señor‖ Y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con
todo el espíritu y todas las fuerzas. Dios como lo que él es, infinitamente por
encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el ―Dios escondido‖
(Is. 45,15) Y es el Dios que se acerca a los hombres. Al revelar su nombre,
Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre.
Dios, ―El que es‖, se reveló a Israel como el que es ―rico en amor y fidelidad‖
(Ex 34,6). (Catecismo de la Iglesia Católica)
Ver entrada ―Fe‖.
Creyente.-
- Creyente es el que tiene por cierta una religión; en nuestro caso, la cristiana:
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acepta la revelación manifestada en la Biblia y en la Tradición apostólica. El
creyente procura vivir en gracia, detestar el pecado que es condenación; vivir
con la esperanza en Dios, en Cristo; aceptar la verdad de su persona que
ilumina nuestra vida. ―Yo soy el Dios de Abraham... no es Dios de muertos
sino Dios de vivos‖ (Mat. 22,32). Se introduce el creyente en la vida de los
patriarcas y de su descendencia y trasforma, en unión con las personas de
fe, la historia humana.
Apreciamos a Abraham como padre de los creyentes; a Moisés en el episodio
de la zarza ardiendo... el Dios de Isaac y de Jacob... de Salomón (Mc. 12, 1827). Y seguimos al pueblo que responde con una aceptación de fe.
Esta revelación queda como una marca divina, impresa en quien la recibe. El
creyente entra en la Historia de la Salvación. Participamos como creyentes
cristianos de la filiación adoptiva; buscamos la gloria de Dios y en Cristo.
Quien ve a Cristo ve al Padre y cree en Él.
El creyente establece el contacto personal con Dios. Crucificar el hombre
viejo y vivir con Cristo el hombre nuevo (Ro. 6,6; Col. 3,5). El creyente
cristiano intenta vivir las grandes intenciones de Padre Nuestro: santificado...
venga a nosotros... Perseverancia. ―Que te conozcan, Padre, y al que
enviaste, Jesucristo‖ (Jn. 17,3).
- El creyente aprecia la conexión entre fe, esperanza y amor. Tiene fuerza y
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energía para superar las dificultades. Se ve sostenida la esperanza por la fe y
estimulada por la caridad; son las virtudes teologales que informan la vida del
creyente. Jamás habrá causa justificada para abandonar la fe.
Fruto de la fe y del amor es el apostolado para extender el Reino de Dios.
También la oración, la colaboración del hombre a la acción de Dios.
El creyente católico se siente dichoso porque forma parte de la Iglesia con su
estructura y sacramentos. Y es consciente de que la Iglesia es una, santa,
católica y apostólica. Se esfuerza para ir purificando la Iglesia y agrandarla
por todo el mundo.
Criatura.-
- Entendemos por criatura todo ser creado por Dios. (Gen. 1). Toda criatura
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nos ha de llevar a Dios, ha de ser considera por nosotros como obra divina y
ha de dar gloria a Dios: ―Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo,
en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo cuanto hay en ellos—, que decían:
―Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y
el poder por los siglos de los siglos‖‖. (Apo. 4,13)
Ninguna criatura nos ha de separar de Dios: ―Pues estoy convencido de que
ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos
del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor‖. (Ro. 8,38-39).
―Toda criatura de Dios es buena, y no se debe rechazar nada, sino que hay
que tomarlo todo con acción de gracias‖. (1 Tim. 4,4).
La contemplación del mundo creado es el fundamento de la religiosidad del
hombre; inmensa variedad de seres creados. Dentro de la creación existen
enigmas insondables. Dios es el Creador, Santísima Trinidad.
El cristiano conoce la bondad del mundo creado. Un vínculo profundo y
necesario une Creador y criatura. Dios tiene plena autoridad sobre la
creación. En la tradición cristiana, mirando la Biblia y los santos Padres,
siempre hemos mantenido verdadera devoción a Dios creador, y hemos
respetado a la creación y a sus criaturas.
―De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas‖ (2 Co. 5,17). ―Si empero
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del
Evangelio que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está
debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro‖ (Col. 1,23).
Ver entrada ―Uso de las criaturas‖.
Crisis.-
- Podemos definir la crisis como una situación grave y decisiva que pone en
peligro el desarrollo de un asunto o un proceso. Situación difícil de una
persona. De hecho, las crisis a las que nos referimos se producen en la vida
interior de las personas, y puede ser el inicio de un cambio. La crisis no dura
siempre y desemboca en un estado mejor o peor, depende del enfoque, del
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aguante, del modo como se solucione. Es algo muy personal. Siempre
conviene abrirse al padre espiritual o a un amigo en la fe, y no encerrarse en
sí mismo en tiempo de crisis.
En el Antiguo Testamento son numerosas las situaciones de crisis. La de la
de Adán (Gen. 3); las de Abraham (Gen. 12; 16; 17, 15 y sig.) y cuando el
Señor le ordenó sacrificar a su hijo (Gen. 22, 1-12); la Noé (Gen. 6); la de
Moisés registrada en el libro del Éxodo (Ex 2, 11); las de Salomón, Job...
La crisis de la Virgen María en la Anunciación (Lc. 1, 34...); la de Jesús en las
tentaciones (Lc. 4, 1-13). Son muchas, tanto en el Antiguo Testamento como
en el Nuevo Testamento.
Conviene acercarnos a la Biblia para ver la manera de reaccionar en las
crisis. Así podemos ver la reacción de Pablo cuando el barco que lo
transportaba a Roma naufragó, (He. 27,15 y sig.). Hemos de mantenernos
firmes en la esperanza, sin perder la confianza, (Heb.10, 23 y sig.). Cobrar
ánimo y armarnos de valor, según nos invita el (Salmo 31, 24). Confianza en
Dios que ―hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre
justos e injustos‖ (Mt. 5,45).
Podíamos hacer un largo estudio sobre las crisis de personajes en la
Sagrada Escritura. Y las que sufrió Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo en
la pasión, hasta sentirse abandonado del Padre.
Una de las crisis suele ser de fe o de esperanza y de caridad. Muchas crisis,
incluso la de fe, terminan positivamente: con más fuerza de fe, convicción,
entusiasmo y firmeza. Recordamos a San Agustín, Ignacio de Loyola...
desembocan en una mayor fidelidad, incuso en verdadera santidad.
Puede venir muy bien para madurar, una crisis de fe, de celibato... pero es
preciso enfocarlas bien. Conviene también el consejo y apoyo de personas
con experiencia. Al final se termina más purificado y con una nueva
conversión. Pero puede degenerarse, sobre todo si no se acude a la oración,
a la mortificación, a la esperanza o se cierra uno en sí mismo...
Existen crisis en la vida familiar, en la sacerdotal, sobre el magisterio de la
Iglesia, sobre la oración... Siempre hemos de enfocarlas con realismo, con
espiritualidad, teniendo en cuenta que Dios es fiel y a nadie tienta por encima
de sus fuerzas.
Para después de la crisis: Permanecer a la escucha de la voz del Espíritu
Santo; así la oración se convierte en la respiración diaria. (Benedicto XVI)
Descienda, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo para que
podamos cumplir fielmente tu voluntad.
Tú, Señor, lees en lo escondido. (Mt. 6,6). Cierro la puerta de mis sentidos,
entra en mi morada. Escúchame. La cruz establece en mí una semejanza
mayor con Cristo. ―El corazón de las almas interiores está en medio del
sufrimiento y humillaciones como una roca en medio del mar‖. Abrir las
compuertas de mi corazón a Jesucristo para que el Señor entre en mí. Al ver
nuestra propia miseria nos arrojamos a los brazos de Dios y nos vemos
abismados en gratitud y amor. A lo largo de la vida experimentamos la
Providencia de Dios que nos ha ido guiando.
Cristiano.-
- Somos cristianos por la gracia de Dios. ―Cristiano quiere decir hombre de
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Cristo, hombre que tiene la fe de Jesucristo que profesó en el bautismo y
está ofrecido a su santo servicio‖.
Jesús dice a sus seguidores: ―Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos‖ (Mat. 5, 13-149. Pablo exhorta a los
cristianos con su ejemplo. ―Para mí, el vivir es Cristo y el morir es
ganancia‖ (Fil. 1:21).
Este diccionario va dirigido a todos los cristianos, bien sean católicos o de
otra confesión. No pretende dogmatizar sino más bien exponer el
pensamiento de una Teología tradicional de la perfección cristiana, para
ayudar en el camino hacia Dios.
El cristiano ha de seguir el Evangelio. La carta a los Romanos ha sido
considerada como una síntesis de la doctrina cristiana llena de fuerza.
Cristocentrismo.-
- Nuestra espiritualidad ha de ser cristocéntrica, según nos indica la carta a los
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Hebreos (1,2-3); y ―Nadie podrá separarnos del amor de Cristo‖ (Rom. 8,39);
Él es Verbo hecho carne (Jn. 1, 14); y fue Cristo el que nos enseñó a orar
(Lc. 11,2-4 y Mat. 6, 1-13); Él es nuestra vid y nosotros los sarmientos (Jn.
15, 1-7) y es la resurrección y la vida (Jn. 11,25).
En el monje y persona consagrada es evidente: imitación de la vida de Cristo;
asimilar los misterios. Repetirse: ¿qué haría ahora Jesús? Pensamos en los
grandes santos, en su vivencia íntima de Cristo: Pablo, Asís, Loyola...
Berulle sintió la exigencia de explicitar el misterio de Cristo. Él se imprime en
nosotros, a la manera de un pintor en el lienzo.
Cristocentrismo de la cruz. El discípulo la acepta.
Ver también los místicos cómo se unen a la cruz. El Cuerpo Místico de Cristo.
Fraternidad de la Iglesia.
Ver entradas ―Jesucristo‖. ―Cristo‖. ―Jesús‖.
Cristo Rey.-
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Al ser creador junto con el Padre y el Espíritu Santo es rey del universo. ―Si
mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no...‖
(Jn. 18, 36-37). Aparece como Rey en el juicio final. En Apocalipsis 14. ... ―Id
a poseer el Reino que os está preparado...‖ La Encíclica ―Quas primas‖ de
Pío XI, año 1925, recoge toda la doctrina de Cristo Rey.
Su ―reino es de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor
y de paz‖ (Del prefacio de la fiesta de Cristo Rey).
Su fiesta se celebra el último domingo del año litúrgico. En el día de Cristo
Rey deseamos que reine el amor de Jesucristo entre todos los cristianos y
que proyectemos la justicia y la caridad por todas la partes. No confundamos
la realeza de Cristo con los reyes de este mundo. Su Reino es vida, su Reino
es paz; su Reino es justicia; su Reino es verdad. Pero su Reino no es de este
mundo: no tiene ejércitos, ni poderes. Su Reino está Arriba. Le pedimos
tomar parte en su Reino con fe total y esperanza plena.
Criterio.-
- Definimos el criterio como la norma para conocer la verdad y también como
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juicio o discernimiento. Es importante en la espiritualidad formar un criterio,
es decir educarnos de tal manera que todo lo creado e increado lo
relacionemos y vivamos con espíritu trascendente con el pensamiento puesto
en lo esencial de nuestra fe. En este sentido nos dice san Pedro: ―Quiero
suscitar en vosotros, a base de recuerdos, un sano criterio para recordar los
mensajes emitidos por los santos profetas y el mandamiento del Señor y
Salvador transmitido por los apóstoles‖. (2 Pe. 3, 1-3). San Pablo insiste: ―El
hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una
necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el
criterio del Espíritu‖. (1 Co. 2,14). Y Santiago nos previene: ―Tú quédate ahí
de pie‖ o ―siéntate en el suelo, a mis pies‖, ¿no estáis haciendo
discriminaciones entre vosotros y convirtiéndoos en jueces de criterios
inicuos?‖ (Sant. 2,3- 4)
El Catecismo de la Doctrina Católica nos recuerda con frecuencia los criterios
sobrenaturales: Así, que la comunión de la Santísima Trinidad es la fuente y
el criterio de verdad en toda relación; (Cat. 2845) que la bienaventuranza del
cielo determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes
terrenos en conformidad a la Ley de Dios. (Cat. 1729). Asimismo, en la Iglesia, la
lex orandi es uno de los criterios esenciales del diálogo para restaurar la
unidad de los cristianos (Cat. 1126); la ciencia y la técnica deben estar al servicio
de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e
integral, conforme al designio y la voluntad de Dios (2294); la regulación de la
natalidad debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la
naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven íntegro el
sentido de la donación mutua y de la procreación humana en el contexto del
amor verdadero. (2368).
Crítica.-
- Es una palabra ambivalente. En sentido positivo: es el juicio expresado
-
generalmente de manera pública sobre hechos o actitudes también públicos,
principalmente hacia estamentos o personas que gobiernan. Estos juicios si
se practican con amor y equidad son necesarios para el progreso y
perfección de la cosa política o eclesial. Mejor si se sugieren soluciones o
alternativas; si se razona con buen discernimiento y siempre con deseo de
mejorar la situación. Una de las peculiaridades del profetismo cristiano es la
crítica constructiva.
Es necesario tener en cuenta lo que nos dice la Palabra de Dios antes de
lanzarse a una crítica positiva: ―No juzguéis, para que no seáis
juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que
uséis, la usarán con vosotros‖. (Mat. 7, 1-2). ―No juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis
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perdonados... pues con la medida con que midiereis se os medirá a
vosotros»‖. (Lc. 6, 37-89). ―No juzguéis según apariencia, sino juzgad según
un juicio justo‖. (Jn. 7,24). ―Tú que te eriges en juez, sea quien seas, no
tienes excusa, pues, al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque haces
las mismas cosas, tú que juzgas. Sabemos que el juicio de Dios contra los
que hacen estas cosas es según verdad‖. (Ro. 2, 1-2). ―Así, pues, no juzguéis
antes de tiempo, dejad que venga el Señor‖. (1 Co. 4, 5).
En sentido negativo es el hecho o actitud de enjuiciar conductas de forma
desfavorable, de una manera equivalente a la murmuración. También es
negativo el ataque verbal contra alguien. Es un vicio muy extendido dentro de
personas que se definen como creyentes y practicantes. Más aún, entre
personas amargadas o envidiosas. Contra él es necesario luchar si se desea
continuar por el camino de la perfección cristiana y favorecer la convivencia.
Ver entradas ―Profetismo‖, ―Murmuración‖.
Crucifijo.-
- El crucifijo personal es importante en relación con nuestra vida interior.
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Muchos santos han practicado su oración en su habitación con el crucifijo en
las manos o arrodillados ante él. Es una evocación constante de nuestra
redención, amor de Jesucristo, agradecimiento a su salvación.
Junto a él aprendemos ―la locura de la cruz‖, más sabia que toda la sabiduría
humana.
Cruz.-
- Nos dice San Pablo: ―Nosotros predicamos un Mesías crucificado. Para los
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judíos un escándalo, para los paganos una locura‖ (Ef. 1, 22-25)
Siempre hemos afirmado y sostenido por la fe que Jesús nos salvó por la
Cruz. ―No me glorío sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el
mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.‖ (Gal. 6, 14).
Después de la resurrección consiguieron los apóstoles comprender del todo
la cruz, el sacrificio perfecto. Cristo, el Sumo Sacerdote purifica a los
hombres del pecado.
La cruz en el cristiano siempre ha de ser mirada con perspectiva de
resurrección.
Hemos de ayudar y socorrer a quien sufre alguna cruz fuerte: ayudamos al
mismo Jesús que es la cabeza del Cuerpo Místico de Cristo.
Al monje, que vive crucificado al mundo, se le promete la paz y alegría del
Resucitado.
A través del viacrucis se ha intensificado mucho el amor a la cruz, a la pasión
del Señor. Fueron los grandes santos de España del siglo XVI quienes
favorecieron mucho esta devoción.
Desde la segunda mitad del siglo XX se dio gran importancia a la liturgia.
Poco a poco, sobre todo en algunas zonas, se ha ido perdiendo el amor a la
cruz. En cambio, en otras, ha aumentado, a través de las hermandades, el
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amor a la pasión del Señor, manifestado por las procesiones de Semana
Santa.
A veces se ha mostrado una fe supersticiosa en el poder de la cruz sobre
todo entre personas con poca formación religiosa.
Ver entradas ―Pasión de Cristo‖, ―Viacrucis‖
Cruz camino.-
- Después de la pasión y resurrección de Cristo, el camino del dolor se
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presenta como sendero de amor, de entrega. Nosotros, los resucitados en
Cristo, hemos de vivir en perfecta entrega a él y a todos con quienes nos
relacionamos. Sin cruz no hay vida cristiana. Y... ayudar a otros a llevar la
suya, mientras nos pesa tanto la nuestra. (Gal. 6, 2). Ese es el mérito. ―El
que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga‖. (Mat. 16,24)
Todo este camino de purificación interior se ha de hacer con fatiga. Y no hay
más remedio que pedirle a Dios fuerza en la oración para ir aceptando día a
día el sufrimiento, y para desprendernos de nuestra afición al placer.
El alma enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor
doliente. Escondeos, pues, en Jesús crucificado, sin desear otra cosa, sino
que todos se conviertan. (Pablo de la Cruz)
Cuaresma.-
- Recordamos los cuarenta días de penitencia de Jesús en el desierto (Mat. 4,
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1-11; Mc. 1, 12 y sig. Lc. 4, 1-13). Es la preparación inmediata de la Pascua
del Señor. Fomentamos el espíritu de penitencia y mortificación de nuestro
cuerpo y alma, la purificación, el amor a la pasión de Jesús. Agradecimiento
de la redención. Tiempo muy importante para nuestra vida interior.
La cuaresma sobre todo es un ―tiempo de gracia‖ (2 Co 6,2).Debemos
escuchar la llamada de Cristo: ―Tú sígueme.‖ (Jn. 21,22) ¿A qué esperas?
Deja ya a un lado tus ideales pequeños, y lánzate en vuelo de águila a las
alturas. Durante la cuaresma nos debemos acordar de que la vida es caminar
hacia Dios. Como los israelitas iban hacia la Tierra Prometida por el desierto.
Los deportistas tienen una temporada de mayor entrenamiento; los cristianos,
la cuaresma. (1 Co. 9, 24). ―La cuaresma es entrenamiento en el amor y
donación: lo mejor de la vida para los otros. La cuaresma es entrenamiento
en el amor que es perdón, olvido de ofensas. La cuaresma es entrenamiento
en el amor que es servicio, generosidad. La cuaresma es entrenamiento en el
amor, es tener un corazón grande y sin fronteras‖. (Conget)
―Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónale, Señor‖. ―Entre
el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes del Señor y dirán: perdona a tu
pueblo, perdona a tu pueblo, Señor‖ (Joel 2,17). Nuestros actos de penitencia
en estos días pueden consistir en: ser más amables con las personas;
Dominar más nuestro egoísmo en casa y en los juegos… Señor; perdona a tu
pueblo, perdónale Señor.
Que la cuaresma sea para profundizar en el amor a Jesús que se entrega a
mí. Pedimos al Señor la gracia de la conversión, el don de penitencia. En
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cuaresma hemos de preparar una buena confesión. La cuaresma es tiempo
de soledad para que se haga fuerte la compañía del Señor.
Y hemos de buscar más los gozos espirituales: la oración con atención nos
da paz, alegría y fuerza para vivir en austeridad, en atención, en espíritu de
conversión. Pedir el don de la conversión, y Dios nos lo concederá.
―A Ti, Señor, levanto mis ojos, a Ti que habitas en el Cielo, porque espero tu
misericordia‖. ―Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le suplica‖
(San Pedro Crisólogo).
- La Cuaresma nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios.
- Que también nosotros seamos misericordiosos con nuestros hermanos. La
limosna, una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo
tiempo, un ejercicio. El Todopoderoso espera el ―sí‖ de sus criaturas como un
joven esposo el de su esposa. A María, ―fuente viva de esperanza‖, le
encomendamos nuestro camino cuaresmal.
Cuerpo.-
- En la Biblia apreciamos la dualidad humana entre cuerpo y espíritu: ―Y no
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temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien
temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el
infierno‖. (Mat. 10,28). ―Porque así como el cuerpo sin el espíritu está
muerto, así también la fe sin las obras está muerta‖ (Sant. 2, 26).
Y se considera asimismo el cuerpo como sometido al espíritu, así como
ocasión de pecado: ―Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
con Él para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no
seamos esclavos del pecado‖ (Rom. 6, 6).
Cristo es la esperanza del ser humano, vencedor de la muerte y del pecado:
―Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del
pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia‖ (Rom. 8, 1011). ―El cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en
conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun
para sujetar todas las cosas a sí mismo‖ (Fil. 3, 21).
Y llenos de esperanza, ―Acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y
nuestro cuerpo lavado con agua pura‖ (Heb. 10,12).
Hoy la civilización, incluso cristiana, reivindica la categoría y necesidad del
cuerpo en relación con la espiritualidad. Y la mujer aborrece el hecho de que
se explote su cuerpo incluso para propaganda comercial por las reglas de
juego del hombre.
El estrés permanente causa en el cuerpo efectos destructivos y angustia. Las
técnicas de relajación y respiración ayudan a la serenidad. Un paseo de
veinte minutos, con ritmo en la respiración suele ser suficiente para eliminar
una tristeza leve.
La medicina abusiva expropia a la persona la posibilidad de autorregular con
su fuerza el propio organismo.
La experiencia individual también está concentrada en el cuerpo. Acción y
contemplación van muy unidas en la persona. El hombre entero es cuerpo y
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espíritu. Y así, en los neocatecumenales el cuerpo ocupa un lugar central. El
poder de sanar al cuerpo es también un carisma; y la salvación incluye
también al cuerpo. La oración no es tan solo la mente; entra el cuerpo.
Recordar el yen y todo lo relativo al yoga.
La experiencia de la presencia divina; no se trata de un puro mentalismo. El
cuerpo tiene su parte. Hemos de servirnos de la vista, del movimiento,
elevación de manos, respiración, relajación... a la oración acompañan o
pueden acompañar estos elementos corporales. Las mediaciones muchas
veces entran por los sentidos.
Encontrar el centro que haga transparente la realidad. Respirar rítmicamente.
Vivir el espíritu con el cuerpo.
Cuerpo Místico de Cristo.-
- ―Yo soy la vid - dice Jesús - y vosotros los sarmientos‖ (Jn. 15,5) La savia de
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la vid y del sarmiento es la misma. La idea es la misma que la del Cuerpo.
¡Qué triste la vida del sarmiento que no da fruto! La cabeza y los miembros
constituyen un solo Jesús en una sola carne, en unos solos miembros, en
una sola pasión.
Cristo Redentor de la humanidad. Pero ahora lo es por medio de sus
miembros. Lo que hacemos con cualquiera persona, con Cristo lo hacemos.
Tomar conciencia de esta realidad... Sentido de dignidad cristiana; sentido de
responsabilidad. Rendidos a los pies de Jesús. Postura de fe. ―Yo soy Jesús
a quien tú persigues‖ (He. 9,5). Cuanto hacemos a nuestro prójimo a Jesús le
hacemos. La caridad ha de ser la reacción primera de todo cristiano cuando
se trata de un prójimo.
Un gran misterio. Hemos de vivirlo. Ver en todos a Cristo. Esto es así porque
Cristo lo ha querido, como ha querido estar en la Eucaristía. Nos lo dice San
Pablo: ―Así como el cuerpo humano tiene muchos miembros y todos forman
un solo cuerpo, así también es Cristo. Dios constituyó a Jesús cabeza de su
Iglesia que es su Cuerpo.‖ (1Co. 12, 12-30: ¡Y esto es tan real como que
Cristo está en la Eucaristía! La Iglesia es el conjunto de los bautizados.
Todos somos miembros de Cristo desde que fuimos engendrados por el
bautismo.
Por la mañana, cuando comenzamos con el ofrecimiento de obras, sentirnos
hermanados junto al Señor en el Cuerpo Místico de Cristo. Somos Cristo que
ora.
Culpa.-
- La culpa es la falta o delito que comete una persona de forma voluntaria.
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Responsabilidad o causa de un suceso o de una acción negativa o
perjudicial, que se atribuye a una persona. Consecuencia del pecado mortal y
venial.
En la Sagrada Escritura es frecuente el recuerdo de la culpa, y con intención
de buscar el perdón: ―Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre
de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo
lavado con agua pura‖ (Heb. 10,22). Jesús nos dice: ―Si hubieseis comprendido
-
-
lo que significa aquello de: misericordia quiero, que no sacrificio, no
condenaríais a los que no tienen culpa‖. (Mat. 12,7). Es dichoso aquel a quien
el Señor no le imputa culpa alguna (Ro. 4, 8). Y hemos de mantenernos sin
culpa hasta que llegue el Señor. (1 Tim. 6, 14).
Con frecuencia vemos personas religiosas que, después de haber
permanecido en estado de gracia muchos años, a causa de los pecados
veniales que cometen no llegan a la perfección evangélica. Es preciso
purificar el corazón de la culpa por medio de la compunción y penitencia.
Ver entradas ―Pecado‖. ―Contrición‖. ―Compunción‖
Culto.-
- Es el objeto de la virtud de la religión. Puede ser público y privado. Cuando
-
hablamos de culto, nos referimos por defecto al público; al culto litúrgico..
Practicarlo con atención, devoción y consciencia de nuestra participación
eclesial.
Es preciso participar en el culto ―en espíritu y en verdad‖; ―con manos
inocentes, sin iras ni rencores‖. (1 Tim. 2, 8), con buena conciencia.
Cumplir.-
- Cumplir es más que hacer: lleva en sí mismo cierto sentido de plenitud; hacer
-
algo con perfección. Las promesas de los profetas se cumplieron y Jesús
vino a nosotros. Es el Mesías prometido. Cumplir así el cristiano sus
compromisos. ―El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la
ley es el amor‖. (Rom. 13,10)
La realización de obras es requisito para cumplir ―Para que andéis como es
digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme
a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo
dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de
los santos en luz‖ (Col. 1,10 y sig.)
Curación.-
- Las curaciones de Jesús en el Evangelio son signos del amor de Dios a los
-
hombres, tanto cuando sana a los enfermos, como a los endemoniados y
pecadores. Es el bien divino sobre el mal del demonio. Libra a los pacientes
del poder del demonio, para devolverlos al Padre. (Lc. 13, 16). Da la curación
para cumplir la voluntad del Padre, por amor. (Mat. 10, 8; Mc. 6, 56; Lc. 5,
15). Hay menciones a la unción de los enfermos (Mc. 6, 13; Sant. 5, 14). Y el
don curación en Jesucristo es un signo del favor divino y carismático; también
en los santos.(He. 5,15 y 19, 22); (He. 4, 22 y 30; 1 Co. 12, 9- 30).
Jesucristo alaba la fe en aquellos a quienes da la curación (Mat. 9,21). Todo
esto nos indica la confianza con que las personas espirituales nos hemos de
acercar al Señor para curar de nuestros pecados e imperfecciones.
Curiosidad.-
- Existe una curiosidad sana, la intelectual, gracias a ella podemos investigar
-
científicamente. Otra, morbosa: para intrigar vidas ajenas, objetos que no nos
incumben ni enriquecen intelectualmente, mirar todo lo que pasa… este tipo
de curiosidad distrae de nuestra vida interior.
Recordemos la narración bíblica en la que Sara, después de ser liberada la
destrucción de Sodoma y Gomorra, quedó convertida en estatua de sal por
su curiosidad desobediente. (Deut. 29).
D.- Dar y recibir.-
- La Biblia dice: ―Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no
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de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre‖ (2 Co.
9,7). Dios espera que quienes le amamos y recibimos tanto de Él demos de
corazón (Santiago 1:27). Mucho hemos recibido de Dios: darnos cuenta de
que hemos dar a los necesitados, estamos colaborando con Dios, y Él se
considera en deuda con nosotros por nuestros actos de generosidad
(Proverbios 19,17). La Biblia dice que Dios nos recompensará (Lucas 14,1214) Y en (Lc. 6, 38) ―Dad y se os dará‖.
Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y
dinámico intercambio. El dar crea el recibir y el recibir crea el dar, dar y recibir
son dos aspectos del fluir de la vida cristiana, lo que desees para ti, es lo que
debes aprender a dar, si deseas amor, aprende a dar amor, si lo que deseas
colaboración, colabora con otros. El secreto para obtener lo que deseas es
ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.
La intención debe ser siempre hacer el bien, y genera abundancia en quien
recibe. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el
acto es incondicional y sale del corazón. De hecho, la bondad del corazón
crea felicidad.
Hemos de procurar adquirir el hábito de dar cuando entramos en contacto
con una persona. Prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos
de los bienes más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Mientras
estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos, más confianza
tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos
más, también aumentará nuestra capacidad para dar.
Deberes de estado.-
- Es preciso no omitirlos a causa del dolor, cumplirlos como algo primordial de
nuestra vida interior, a pesar de nuestras repugnancias. Es propio de
personas ilusas el omitirlos para dedicarse, por ejemplo, a la oración.
Aceptarlos en la dificultad, unidos a la pasión de Cristo.
- Los deberes familiares nos los recuerda San Pablo (Ef. 5, 21 y sig.; 6, 9 y
sig.). También (Col. 3,18 y sig. 4, 1 y sig.).
- ―Digno es el obrero de su salario‖ (Lc. 10,7), ―Seis días trabajarás, pero el
séptimo día dejarás de trabajar, para que descansen tu buey y tu asno, y
para que el hijo de tu sierva, así como el extranjero renueven sus fuerzas‖
(Ex. 23,12).
- Hemos de trabajar con ilusión (Col. 3,23); sin dejarnos llevar de la pereza,
(Prov. 13,4). ―Y el que no trabaja que no coma‖ (Tes. 3,10).
- Es de suma importancia en la tarea de nuestra santificación cumplir los
deberes de estado y profesionales. El examen de conciencia sobre ello, se
impone.
Debilidad.-
- La debilidad es propia de la naturaleza humana. El Señor la conoce y hemos
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de presentarnos a Él con humildad, como débiles invocando fortaleza.
Recordar el Evangelio: ―Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que
el espíritu está pronto, pero la carne es débil." (Mat. 26, 41).
No nos acomplejaremos por sentirnos débiles, porque Dios escoge a gente
débil para grandes empresas. (1 Co. 1, 27). El mismo san Pablo no se
acomplejaba por sentirse débil, (1 Co. 4, 10).
Asimismo hemos de procurar evitar el pecado venial y la pereza que
aumentan la debilidad. Ejercicio de mortificación también para adquirir fuerza.
Conocer la propia debilidad: que sepamos hasta qué punto contamos con
nosotros mismos. ―Así también nosotros: somos débiles en él, pero viviremos
con él por la fuerza de Dios sobre vosotros‖. (2 Co. 13, 4). Ver nuestra
pobreza en las decisiones, en la actividad, en la voluntad. Nuestra fuerza
consiste en conocer la propia debilidad. Pero ―todo lo puedo en Aquel que me
conforta‖ (Fil. 4,12)
No asombrarse de los propios fracasos y confiar en Dios. La oración es la
fuerza en la debilidad: salir de mí e ir a Él. Sentir la propia miseria y sentir la
bondad de Dios. Es necesario orar siempre y no desfallecer. Fe en Dios, fe
en la gracia, fe en la fuerza de los santos.
Y hemos de socorrer a los débiles; es mayor la felicidad en dar que en recibir.
(He. 20, 35). Acoger a los débiles en la fe, (Ro. 14, 1). Sobrellevar las
flaquezas de los débiles. (Ro. 15, 1). Y tengamos cuidado para no
escandalizar a los débiles. (1 Co. 8, 9). San Pablo supo hacerse débil con los
débiles para ganarlos para el Reino de Dios. (1 Co. 9, 22).
Decálogo.-
- Es el conjunto de diez mandamientos que dio Dios a Moisés en el monte
-
Sinaí. (Éxodo 34, 28 y Deut.10, 4).
En la vida espiritual nuestra exigencia en cumplir la ley del Señor ha de ser
plena; no solo en materia grave, también hasta el detalle. Jesús dijo que
había venido a cumplir ―la ley y los profetas‖ hasta la última tilde, (Mat. 5, 17)
y que sus palabras no pasarían.
- El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para
-
manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el
mal. Según la tradición cristiana, la Ley es santa (Ro 7, 12), espiritual (Ro. 7,
14) y buena (Ro. 7, 16), pero es todavía imperfecta.
A la hora de fijarnos en nuestras obligaciones, hemos de mirar también al
Evangelio: ―No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio
falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre‖. (Mc 10, 19).
Ver entrada ―Leyes‖.
Decepción.-
- En la Biblia encontramos en distintas ocasiones el concepto de decepción.
-
-
Pero Dios no decepciona, aunque a veces parece decepcionante, porque sus
fieles servidores experimentan la tentación. Hasta el mismo Dios aparece
decepcionado en la Biblia con el Pueblo elegido a quien liberó de la
esclavitud en Egipto ellos ―vez tras vez ponían a Dios a prueba, y causaban
dolor... al Santo de Israel‖ (Salmo 78,41). Aun así, Yahvé nunca dejó de ser
el ―Dios feliz‖ (1 Tim. 1,11). Y proporcionó el sacrificio de Cristo y estableció
su Reino (Ro. 5,18-19).
Jesús experimentó en distintas ocasiones la decepción; tres muy
significativas: con Judas, (Mat. 26, 21); con sus discípulos en el Huerto de los
Olivos, (Mat. 26, 45); en la cruz, el abandono del Padre (Mat. 27, 46).
A nosotros, apoyados en la fe, nada debiera decepcionarnos. ―En Ti, Señor,
he esperado: jamás quedaré confundido‖. Somos guardados hasta el final
quienes confiamos en Él. Esperanza.
Que las decepciones no nos roben la felicidad. La Palabra de Dios nos anima
a concentrarnos en las cosas positivas, y no torturarnos pensando en lo que
podría haber ocurrido o deberíamos haber hecho. Así, leemos: ―Cuantas
cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean
justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena
reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de
alabanza, continúen considerando estas cosas‖ (Fil. 4,8).
Puede que un amigo nos haya decepcionado alguna vez, pero no por eso
deja de tener buenas cualidades. ―Sobrellevaos mutuamente y perdonaos‖
(Col. 3,13). ―Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles,
ni gobiernos, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios
que está en Cristo Jesús‖ (Rom. 8,38- 39).
Dedicaciones.-
- Entendemos por dedicación la celebración del día de nuestra consagración a
-
Dios por el bautismo, votos, entrega o gracias especiales recibidas:
También las efemérides dedicadas a algún santo, misterio religioso,
aniversario o celebración. Asimismo los memoriales de algún acontecimiento
personal de tipo espiritual. Por ejemplo: día del Corpus, de la Inmaculada, del
santo en que nacimos o cumpleaños, de Ánimas... aniversario del bautismo,
de la ordenación, de la boda, del familiar o amigo difuntos...
- Cada persona en particular celebra estos días con arreglo al recuerdo
-
religioso: los prepara, goza y ora. El Señor derrama abundantes gracias
actuales en estas celebraciones.
Son distintas las dedicaciones en la Biblia. Así en (Jn. 10, 22) se nos habla
de la dedicación del templo.
Defectos.-
- ―Hasta siete veces cae el justo, pero se levanta‖ (Prov. 24, 16). Hemos de
-
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contar con nuestros defectos y procurar corregirlos.
Aunque viven en estado de gracia casi siempre los principiantes, pueden caer
con frecuencia en el pecado venial; a esto se puede juntar la inconstancia, la
sequedad después de los consuelos, la voluntad flaca, los escrúpulos, la
indecisión, el desequilibrio...
Los proficientes suelen adolecer de cierta inclinación a la soberbia, envidia,
agradar al director, gula espiritual, amistades sensibles, pereza, peligro de
volver a la tibieza, cierta anemia espiritual, algunos pecados veniales, peligro
de ceguera de conciencia. Se recomienda la confesión.
Los contemplativos con frecuencia tienen hábitos imperfectos, aficiones en
exceso, cerrazón de mente, distracciones, peligro de soberbia, complacencia
de sí, cierto atrevimiento con Dios. Han de esforzarse en corregirse.
Definirse.-
- Un problema en nuestras relaciones con cristianos es la falta de definición
-
individual. Muchos se autodenominan católicos, pero en su vida práctica
viven adorando al dios dinero y al dios placer. A una parte de los sacerdotes
y religiosos parece bueno esconder su sacerdocio. Y solamente actúan como
tales profesionalmente, si se lo demandan. Entre ellos, causa rubor hablar de
temas espirituales o de vida interior. Tenemos que quitarnos la careta del
mero humanismo y parecer lo que somos en realidad: creyentes, llenos de
esperanza de hacer el bien, propagar nuestra fe y ayudar.
Pensemos en lo que dice Jesús: ―Quien se avergüence de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre
se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos
ángeles." (Mc. 8, 38)
Deificación.- Divinización.-
- Esta idea comenzó a expresarse por los padres grieto; significa la certeza de
-
fe de nuestra adopción como hijos de Dios. Lleva consigo nuestra
participación de la naturaleza divina. (1 Pe. 1,4).
Jesucristo santifica al hombre por la comunicación del Espíritu Santo; en este
sentido decimos que lo deifica. Solo Dios puede deificar al hombre. Los
místicos nos hablan y experimentan en sus almas la fuerza y deificación del
hombre.
- ―Grande es la bondad de Dios que ha querido que nos llamemos hijos suyos
y lo somos…‖ (1 Jn. 3, 1-3)
Demonio.- Diablo.- Satanás.-
- El Diablo también conocido como Lucifer o Luzbel, es un ser espiritual
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maligno y tentador de los hombres. En el Nuevo Testamento se le identifica
con el demonio y Satán (Job 1,6-8), con el Diablo del Evangelio de
Mateo (4,8-10), con la serpiente del Génesis (3,1-5) y con el gran dragón
del Apocalipsis (12,9), todos como un solo personaje. También es el "Padre
de la mentira" (Juan 8,44). El diablo es la personificación del mal. ―Como león
rugiente anda detrás de nosotros a ver a quién puede devorar‖. (1 Pe. 5,8).
―Como un ladrón‖. Jesús lo arrojó de sí cuando fue tentado en el desierto: ―Le
dijo Jesús: ―Vete, Satanás, porque está escrito: ―Al Señor, tu Dios, adorarás y
a él solo darás culto‖ (Mat. 4, 10); (Lc. 4, 1-15).
Es real el demonio. Hemos de creer en su existencia personal, no meramente
simbólica. Pero nunca aceptar una constante intromisión del demonio en
cualquier sitio. Sería un exceso obsesivo. Aquí lo consideramos como
enemigo del alma. El Concilio IV de Letrán nos dice que los demonios fueron
ángeles pero por su maldad quedaron convertidos en demonios. Interviene el
demonio cuanto puede en las personas para que en ellas no cale la palabra
de Dios. (Lc. 8,12).
Nos tienta al pecado. Se percibe que la tentación viene del demonio cuando
la advertimos sin causa aparente, como repentina, violenta y persistente.
Dios permite las tentaciones del maligno: también Jesús fue tentado. (Lc. 4,
1-13) ―Vigilad y orad para no caer en la tentación‖, dice Jesús (Mat. 26,41).
Cuando se siente su influencia tentadora, lo mejor es no entrar en diálogo
con él.
A pesar de la determinación propia de servir a Dios, a pesar de llevar años
intentándolo, sigue con tentaciones sobre todo contra la fe, esperanza y
amor. Nos tienta por nuestra parte más débil: pensamientos de vanidad nos
está sugiriendo en todos los momentos. San Juan de Ávila nos avisa para
que tengamos esto muy en cuenta y no nos dejemos vencer por sus falsos
consejos, buenos en apariencia.
Tiene poder incluso en la mente humana. Simboliza los efectos del mal.
Simboliza la negativa de reconocer y aceptar la verdad. Tiene mucho poder
en el mundo.
Consideramos digno de mención un texto (Mat. 16, 13-23). Jesús promete a
Pedro el primado de la Iglesia, lo bendice. Pedro, dado su talante
espontáneo, poco después, cuando Jesús anuncia su pasión, se opone a
ello, y Jesucristo le replica: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres
para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres!‖ Es dura la réplica del Señor. Nos da entender que oponerse al
plan de Dios es propio Satanás.
En el bautismo se imparte un exorcismo para liberar al neófito de la influencia
del demonio.
Ver entradas: ―Obsesión diabólica‖ y ―Posesión diabólica‖.
Depósito.-
- En la carta de San Pablo a Timoteo encontramos una serie de consejos en
-
torno a ―Conservar el depósito‖ (1 Tim. 6, 30); (2 Tim. 1, 12-14); parece que la
idea está sacada del Derecho Romano; además en la Biblia se habla de
depósito para apelar a los sentimientos más vivos de justicia, honradez,
fidelidad, confianza y piedad.
El depósito confiado por Jesús a los Apóstoles es el Reino cuyas llaves
entregó a Pedro; es la Buena, la totalidad de la Revelación a los hombres. En
nuestra vida interior católica siempre lo hemos de tener en cuenta para jamás
desviarnos del depósito de la revelación.
Depresión.-
- Cuando una tristeza es profunda y duradera se considera como depresión.
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Durante días semanas o meses, parece a quien la sufre que no existe
solución. Se trata de una enfermedad mental. Puede necesitarse ayuda
médica, si no la solucionan los propios principios ayudados por el director o
acompañante espiritual. Estos pueden socorrer al enfermo teniendo en
cuenta algunas normas y exigirle el cumplimiento. He aquí varias:
Ejercicio de respiración. Duración de cada ejercicio unos tres minutos:
Respirar profundamente, pero sin forzar, sin impulsos; todo seguido. Ha de
estar sentado cómodamente en una silla; cuerpo erguido, pero sin forzar;
espalda suavemente apoyada en el respaldo. Al inspirar, ir contando
lentamente hasta cuatro o cinco; fijar el pensamiento en el aire que entra.
Retener el aire contando lentamente hasta cuatro. Espirar mientras se cuenta
lentamente cuatro o cinco. Mantener siempre el mismo ritmo. Sin forzar.
Duración tres minutos. Hacerlo tres veces al día.
Una variante, mientras se pasea. Duración del paseo con ritmo, de diez a
veinte minutos. Conviene andar con la mayor firmeza que permita la edad o
salud corporal. El cuerpo erguido. Mantener el ritmo de respiración citado
anteriormente. Practicar el paseo dos veces al día. Nunca forzar la
respiración. Profunda, pero sin violencias.
La relajación Es importante practicarla tres o más veces al día. Se debe
practicar seguidamente al ejercicio de respiración, como breve prolongación
del mismo. La buena respiración profunda ya es ejercicio de relajación.
Para ello, sentado en un silla normal y con las manos sobre las rodillas, dirigir
el pensamiento a la nuca; ver cómo se va aflojando; pensar ahora en la
cabeza, notar cómo descansa; ir recorriendo lentamente con estas dos
cuestiones (cómo se va aflojando, cómo descansa): la garganta, los hombros,
el brazo derecho, la mano derecha y los dedos; la parte izquierda; el pecho;
el plexo solar (parte de la boca del estómago); la espalda; el vientre; la pierna
derecha y el pie; la parte izquierda Mientras se practica ese ejercicio mental
se sigue con el ritmo de respiración.--- No pasar en total de cinco minutos por
sesión, una vez que se domina la técnica.
Ejercicio físico moderado. Puede ser el simple paseo. Ese paseo se puede
-
-
hacer con ejercicio de respiración o sin él o combinando. Dedicar en los
paseos un rato a contemplar el propio pensamiento. Ser testigo del propio
pensamiento. No rechazar el pensamiento pesimista. Simplemente
observarlo. No autocriticar el pensamiento negativo; simplemente observarlo.
Vaya por donde vaya, observarlo. Sin rechazarlo ni prolongarlo. Poco a poco
se va viendo la agitación mental a que estamos sometidos. Este ejercicio
purifica y serena espiritualmente. Ya Montaigne llegó a aconsejarlo.
Autosugestión. Cuando me viene la tristeza o el pensamiento de que estoy
mal, decir mentalmente: Estoy cada vez mejor.
Oración y lectura espiritual diaria. Es muy conveniente dar cuenta de los
trabajos propios al director espiritual, a un amigo o al médico. Es un estímulo
para cuando asalta la pereza. Al menos veinte minutos de oración mental y
otros veinte de lectura espiritual.
Fomentar alguna afición. La depresión quita el interés por todo. Hay que
buscar intereses intelectuales, manuales, etc.
Aconsejo para cuando se va superando algo de la depresión los niveles alfa.
Ver entrada ―Niveles alfa‖.
Ver entradas ―Angustia‖, ―Tristeza‖.
Derechos humanos.-
- La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que
-
marca un hito en la historia. Elaborada por representantes de todas las
regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la
Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A (III), como un
ideal común para todos los pueblos y naciones. La Declaración establece, por
primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en
el mundo entero y ha sido traducida a más de 500 idiomas.
El cristiano ha de respetar, sea cual fuere su función, seglar o clerical, todos
los derechos humanos. Es preciso leerlos y examinarse sobre su
cumplimiento. Existe el peligro de vulnerar sobre todo el artículo 12, sobre
injerencias; el 16 sobre el derecho a contraer matrimonio, el 17 sobre la
propiedad, 18 sobre la conciencia y 30 sobre la supresión de derechos.
Derramar.-
- El vocablo ―derramar‖ en la Biblia aparece alrededor de doscientas veces.
-
Para entenderlo en las ocasiones que aparece con un significado místico,
es preciso tener alma de poeta, disfrutar de una sensibilidad atenta al
lenguaje de los símbolos, a los mensajes del amor. Quien está algo
familiarizado con la idea religiosa, litúrgica o de espiritualidad, lo
entenderá bien. Nos fijamos en algunos textos del Nuevo Testamento y
procuramos profundizar en ellos:
San Pedro quería que de la reflexión de la naturaleza se elevaran al
terreno espiritual, y exhortaba así al pueblo: ―Y os volváis al Dios vivo que
hizo el cielo, la tierra… y no dejó de dar testimonio de sí mismo,
-
-
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derramando bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones
fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y alegría..." (He. 14,
15-17). Y abundaba en otras ocasiones en el sentido místico: ―Sucederá
en los últimos días, dice Dios: derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán
visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y
sobre mis siervas derramaré mi Espíritu‖. (He. 2, 17-18).
Con mayor frecuencia el término ―derramar‖ se refiere a la efusión del
Espíritu Santo: ―A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros
somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el
Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís‖. (He.
2, 32-33). ―Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron
atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado
también sobre los gentiles‖. (He. 10, 45). ―Y la esperanza no defrauda,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado‖. (Ro. 5,5). ―Y con su oración por
vosotros, manifiestan su gran afecto hacia vosotros a causa de la gracia
sobreabundante que en vosotros ha derramado Dios‖. (2 Co. 9,14).
El derramarse sobre nosotros el Espíritu Santo nos lleva a la salvación:
―Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros,
sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de
renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza
por medio de Jesucristo nuestro Salvador, (Tito 3, 5,6).
Fijémonos y profundicemos de una manera especial en Jesús en la Última
Cena que pronuncia a esta palabra en toda su profundidad bíblica: ―De
igual modo, después de cenar, tomó el cáliz diciendo: "Ese cáliz es la
Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros‖. (Lc. 22,
20).
Desacralización.-
- Comenzó por el rechazo a ciertas formas históricas concretas de lo sagrado;
-
ocultación de los signos sagrados; pérdida o debilitación de la sensibilidad
para lo sagrado. En el fondo era falta o disminución de una fe viva. Juzgó un
sector eclesial que la sacralidad es puramente interior.
Se trata de una enfermedad del alma que tiene tristes consecuencias en la
vida espiritual cristiana.
Ver entrada ―Secularización‖.
Desagraviar.-
- Reparar de alguna manera la ofensa hecha a Dios. Compensar el agravio
-
con el dolor, la compunción y obras de amor. ―Completo en mi carne lo que
falta a la pasión de Cristo‖ (Col. 1,24). Ver asimismo, (Fil. 3,10; 1 Pe. 2,5).
El desagravio puede ser público cuando las circunstancias lo aconsejen.
Ver entrada ―Reparación‖.
Desahogos.-
- Es bueno el desahogo. Dicen que cuando murió San Francisco de Sales
-
tenía la vesícula biliar llena de piedras de tanto como tuvo que aguantar en
su vida. Y es que una persona si tiene que guardarse para ella sola sus
penas o sus alegrías, sin nadie con quien compartirlas, ―revienta‖. De ahí, lo
bueno que es tener un padre espiritual, un amigo espiritual, una persona que
sepa que jamás te hará traición.
Pero la vida enseña que hay cosas inconfesables; que no se pueden decir a
nadie. Y por otra parte, la vida no puede ser un continuo desahogo, porque
nos envenenamos y hacemos daño a quien nos atiende.
Desarrollo espiritual.-
- ¿Qué entendemos por desarrollo espiritual? a) el desarrollo del entendimiento,
-
de la voluntad y del carácter. b) Y sobre todo el desarrollo de nuestra vida en
relación con Dios. El entendimiento ayuda a dirigir nuestro desarrollo. La
voluntad y el carácter, también. Hemos de hacer un esfuerzo mayor en formar
la voluntad, porque te cuesta más.
Para desarrollar nuestra relación con Dios: dedicar al menos un cuarto de
hora diario a la oración personal sin caer en la rutina. Unos minutos también
de lectura espiritual: comenzar por el Evangelio. Prestar mucha atención a las
charlas o pláticas que te ofrecen los sacerdotes y formadores. Y sobre todo en
los comienzos, es necesaria la ayuda de un director espiritual o de un padre
en la fe.
Desasimiento.-
- Hemos de ser conscientes de que las cosas de este mundo son medios, no
-
son el fin. Por eso hemos de estar desasidos de las riquezas (Lc. 16, 13), del
prestigio, del bienestar y colocar nuestro corazón en Dios y en el Cielo (Mat.
6, 19-23).
Pero a la vez hemos de cuidar de cuanto nos rodea, amar a todas las
criaturas, de una manera especial a nuestra familia. ―Buscad primero el Reino
de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura‖. (Mat. 6,33)
―Buscad las cosas de arriba; gustad de las cosas de arriba‖. (Col. 3, 1-2)
Descanso.-
- El descanso en el nombre del Señor tiene un motivo preciso: ―Pues en seis
-
días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el
séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo
sagrado‖ (Éxodo 20, 11).
Pero conviene huir del fariseísmo. Criticaban a Jesús que curaba en sábado,
pero Jesús les replicó curando a un enfermo en sábado (Lc. 14, 1-6)
¿Qué es por tanto el descanso según este mandamiento? Es el momento de
oración más profunda, de la alabanza, no de la evasión. Es el tiempo para
-
mirar la realidad y decir: ¡qué bonita es la vida! No se trata de huir de la
realidad, más bien lo contrario, cargar pilas.
Jesús reconoce como necesario el descanso y nos lo ofrece: ―Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré‖. (Mat. 11,28).
Para nosotros cristianos, el centro del día del Señor, el domingo, es la
eucaristía, que significa ―acción de gracias‖. Y el día para decir a Dios:
gracias Señor por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones. Papa Francisco.
Ver entrada ―Domingo‖, ―Recreación‖. ―Aficiones‖
Descender a Betania.-
- Es muy conveniente ―Descender a Betania‖ para recordar los gozos divinos y
-
animarse a perseverar. Como si fuese el primer día de nuestra conversión.
Revivir fechas importantes, momentos de gracias especiales. Ser siempre
como principiante en el fervor. Incluso ir avanzando, sin miedo ninguno.
Jesús descansaba con frecuencia en Betania en casa de sus amigos Marta,
María y Lázaro, de ahí viene la expresión ―descender a Betania‖. (Mt. 21: 17;
Mc. 11:1, 11, 12; Lc. 10:38; Jn. 11:1)
Ver también entrada ―Gustos divinos‖ y ―Añoranza‖
Desconfianza.-
- Ante todo, desconfianza de sí mismo, dados nuestros defectos y malas
-
inclinaciones. Y mantenernos siempre con humildad; practicar la docilidad
intelectual; es mucho más lo que ignoramos que lo que sabemos.
También prudencia con ciertas personas y actitudes, ―Pero Jesús, por su
parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos‖, (Jn. 2, 24).
Desconfianza de las riquezas y de quienes pueden llevarnos al pecado. Pero
no ser desconfiados por sistema, puesto que en la convivencia hemos de
saber también, en principio, confiar.
El demonio siembra la desconfianza en el pecador que tiene fe, para que no
se acerque al tribunal del perdón. Dios perdona al corazón contrito y
humillado. (Salmo 51,20).
Ver entrada ―Confianza‖.
Desengaño.-
- A veces nuestra vida podemos verla tejida de desilusiones y desengaños. Es
necesario no desalentarnos. Unirnos muy humildes a la pasión de Cristo. Y el
alma tiene que ser calentada en la comunión y en el sagrario. Sin la visita del
Maestro, solo puedes esperar desilusiones y malestar perpetuos; con Él, paz
y esperanza. Decir con esperanza: Señor, no te encuentras en la lejanía del
hombre, sino en lo más profundo de su ser. Fomentar la esperanza con
actos explícitos de esta virtud. Repetir con fe y confianza al Espíritu Santo
algo de la secuencia de Pentecostés: ―Oh luz beatísima, llena lo íntimo del
corazón de tus fieles‖. ―Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro
esfuerzo, tregua en el duro trabajo‖. ―Riega la tierra en sequía, sana el
corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo‖.
Deseo de perfección.- Deseos.-
- Hemos de aspirar y tener deseos de perfección: ―Sed, pues, vosotros
-
-
-
-
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto‖. (Mat. 5,
48). Es un acto de voluntad que, bajo el influjo de la gracia, aspira al
adelantamiento espiritual, con el fin de cumplir la voluntad de Dios.
El modo de seguir el camino de la perfección, seguir a Jesús: ―Y aunque era
Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le
obedecen‘ (Heb. 5,8–9).
Este deseo de perfección ha de ser sobrenatural; no precisamente humano –
deportivo. Nuestro deseo de perfección ha de poner la confianza en la
Providencia. Ha de procurar ser más intenso que cualquier otro, constante y
progresivo, práctico y eficaz.
Para conseguirlo hemos de procurar los medios: pedirlos a Dios, renovar el
deseo con frecuencia, meditar en las motivaciones por las cuales hemos de
aspirar a la perfección. Si queremos continuar con el deseo de santidad, si
queremos llegar a la meta, nos lo debemos proponer cada mañana; varias
veces al día. Pero siempre con paz y sin agobios.
―Desear la humillación, el dolor, el amor, el celo por la salvación de las almas
como los santos pero no nos atrevemos a pedírtelo, porque nos parece
temerario. Pero, de verdad, desear desearlo‖.
Hemos de alegrarnos cuando otros hacen el bien tanto como cuando lo
hacemos nosotros. Eso es de verdad querer la gloria de Dios.
Fomentar los deseos de Dios. Quien le busca ya tiene recibidas las primicias
del Espíritu Santo que actúan en el alma.
Los santos deseos aumentan con la dilación. El deseo de Dios está inscrito
en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para
Dios. (Cat. 27)
Ver entradas ―Hambre y sed de Dios‖ ―Vida interior‖.
Desesperación.-
- Es el pecado contrario a la esperanza. Cuando llega esta tentación decir: ―En
Ti, Señor, he esperado; jamás quedaré confundido‖ (Salmos 30, 2 y 70, 1).
Desgracias.-
- Ante una desgracia nos preguntamos: ¿Por qué a mí? Después viene un
-
periodo más o menos largo de angustia, no llegamos a aceptarlo. Pero Dios
nos responde en algún momento, con alguna circunstancia, de una manera
indirecta. Y entonces comprendemos que lo que es desgracia a los ojos del
mundo no lo es mirando con perspectiva de eternidad.
Tenemos que hacer silencio en nuestro interior. Cuando llega el diálogo con el
Señor, todavía tenemos cosas que preguntar, pero poco a poco el hombre se
va identificando con Dios y sus sentimientos, y exclama con San Pablo: ―Ya
no vivo yo; es Cristo quien vive en mí.‖ (Gal. 2, 20-21) Y bendice incluso
aquella hora de la ―desgracia‖, que para él fue hora de salvación.
Desierto.-
- Desierto es lugar inhóspito, sin plantas ni agua: Dios se muestra allí al que
-
-
-
ama, con una manifestación pacificadora. Los páramos se transforman en
oasis celestes. ―Allí me responderá de nuevo‖ (Oseas, 2, 23). El desierto
enseña la jerarquía de valores. ―Acuérdate de Yahvé tu Dios: Él es quien te
ha dado la fuerza‖. (Deut. 8,18).
Jesús fue al desierto: Él, la luz del mundo; pan bajado del Cielo... (Mat. 4,111)
El desierto, a lo largo de la historia de la espiritualidad ha ayudado a
profundizar en la fe y en el amor a Dios. Hemos de recordar a los padres del
desierto. Por ejemplo a San Antonio. Se retiró a un edificio derruido; atravesó
la prueba de la oscuridad. Dios le consoló con su visión luminosa.
Pero el desierto tiene gran peligro; la soledad profunda puede dañar a un
alma no preparada.
El anacoreta se aleja de familia y de amigos íntimos. En el año 1734 en la
diócesis de Pamplona había 1286 anacoretas. Hoy en el mundo cristiano
existe un ligero despertar hacia la soledad del desierto, tipo Foucauld.
También comunidades de vida contemplativa austera.
La salvación no se consigue de forma pasiva: es preciso entrar en el
dinamismo.
Y les fue dada a los israelitas el agua de una roca escarpada... (Ex. 17).
Podemos considerar el desierto como lugar de paso, de purificación; itinerario
espiritual de maduración. Cristo, verdadero maná en la Eucaristía que nos
nutre en el desierto.
Enfrascarnos en la presencia de Dios despojándonos del hombre viejo.
Soledad y entrega a la oración: durante uno o varios días nos retiramos para
dedicarnos a la oración. Solemos llamarlo día de ―desierto‖.
Ver entradas ―Pustinia‖, ―Retiros‖.
Desolación.-
- Dios permite la desolación para que nos purifiquemos de verdad. Y cuando
-
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llega la desolación, con frecuencia no se siente a Dios, pero al menos nace
en nosotros una gran confianza en Él y una gran paz. Cuanto más uno se
asoma a su alma, ve con más urgencia la necesidad de purificación interior.
Recordemos a Jesús en sus cuarenta días de oración y ayuno en el desierto
(Mat. 4, 1-11); en el Huerto de los Olivos (Lc. 22, 39; Mat. 26, 30; Mc. 14,
26...). También la desolación del fin de los tiempos... (Mateo 24, 22) En la
vida hemos de contar con la desolación dentro de nuestro camino hacia Dios.
Nos da miedo comenzar con la poda de nuestras malas costumbres. Y Dios
en su misericordia viene a nosotros con la desolación, verdadera purificación
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pasiva. Pero no hemos de mirarnos demasiado con autocompasión, no.
Seguir adelante con paz. Dios está con nosotros, aunque no lo notemos.
Sufrir el tirón y esperar con paciencia la misericordia de Dios.
En la desolación se encuentra el alma como en oscuridad, triste, turbada, con
malas inclinaciones, con inquietud, agitada y con tentaciones; asimismo son
frecuentes los movimientos de desconfianza y falta de amor; pereza y como
una separación del Señor.
Hay que tener mucha prudencia con la desolación sobre todo si es continua.
Puede transformarse en una crisis profunda. Conviene en ese caso estar en
contacto con el director espiritual o con un amigo en la fe. Y recordar el
consejo de san Ignacio de Loyola: ―En tiempo de desolación, no hacer
mudanza‖.
Ver entradas ―Purificación‖, ―Noche oscura‖, ―Tristeza‖, ―Depresión‖.
Desorden.-
- El desorden siempre nos aleja del servicio y de dar gloria a Dios; con
-
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frecuencia se puede llegar hasta el pecado venial e incluso mortal. San Pablo
quitó hasta la última afición hasta dejar desnudo su corazón y puso sus ojos
siempre en Jesucristo.
En distintas ocasiones del Nuevo Testamento se nos recuerda la lucha contra
el desorden: ―Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los
indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis
pacientes con todos‖. (1 Tes. 5, 14) ―Porque donde hay celos y ambición
personal, allí hay confusión y toda cosa mala‖ (Sant. 3, 16). ―Cuando yo vaya
a vosotros... quizá haya pleitos, celos, enojos, rivalidades, difamaciones,
chismes, arrogancia, desórdenes‖ (2 Co. 12, 20).
Si me apodero para mí de las criaturas, desorden. Si me detengo en las
criaturas, sin elevarme, desorden. Si busco solo el placer por el placer,
desorden. Si descanso en las criaturas solo por placer, desorden.
Al apegarme a las cosas fuera de Dios, robo a Dios una parte de su vida.
Nace de aquí el interés propio, el amor propio. Lo que en mí va contra la
gloria de Dios es perversión. Toda criatura a la que amo exclusivamente para
mí es vanidad. Lo que es para mí una necesidad, al final es esclavitud.
Es muy recomendable el libro ―La vida interior‖ de José Tissot que nos forma
bien la mente en estas cuestiones.
Desposorio espiritual.-
- Dios lleva al alma hasta la unión transformativa o matrimonio espiritual. Es un
-
estado de paz, suavidad y amor.
El libro de la Sagrada Escritura ―Cantar de los Cantares‖ es un epitalamio
místico del amor del alma con Dios hasta el desposorio espiritual.
Nos dice el sabio místico Ruysbroeck: ―Quien trabaja por las virtudes,
adornará y dispondrá su alma, a manera de Reino. Para salir al encuentro
del Esposo, acudir a Su Majestad en esta vida. Para salir al encuentro del
Esposo, tenga a Dios en todas las cosas como fin. Para salir al encuentro del
-
Esposo: ninguna cosa junte a sí por encima de Dios. Para salir al encuentro
del Esposo: descanse solo en Dios con todo cuidado‖.
Mira entrada ―Matrimonio espiritual‖.
Desprecios.-
- Jesucristo fue despreciado. Y nosotros hemos de mirarnos en Él, pues le
-
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seguimos. Después de haber expulsado al demonio de los de Gadara: ―Toda
la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se
fuera de su comarca‖ (Mat. 8,34).‖ En el comienzo de la vida pública decía
mucha gente: ―¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de
Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?
Y se escandalizaban a causa de Él‖. (Mc. 6,3). En su mismo pueblo: ―Y todos
en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose,
le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre
el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle‖ (Lc. 4, 28- 29). Ante
Pilatos: ―Pero todos ellos gritaron a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y
suéltanos a Barrabás!‖ (Lc. 23, 18). Y San Juan, después de la confesión de
que Jesucristo es el Verbo de Dios, dice: ―A los suyos vino, y los suyos no le
recibieron‖. (Jn. 1,11)
Cuando llegue un desprecio, lo hemos de aprovechar, como medicina
providencial que Dios nos envía para sanar nuestro orgullo. Si tenemos
nuestra atención puesta en Dios continuamente, ¿qué más nos da el
desprecio de un mortal? Verse sin aprecio, incluso sin fama ¿qué más nos
tiene que importar? Esa es la pobreza de espíritu de la que Jesús nos habla.
Esto no quiere decir que no hagamos por salir de situaciones de ―bullying‖,
que llegan a anular a la persona. Jesús también se quejó cuando le dio el
sicario la bofetada. (Jn. 18, 23).
Desprendimiento.-
- Es una de las condiciones más importantes para llegar a la santidad. Ya nos
-
decía Jesús: ―No podéis servir a Dios y a las riquezas‖ (Mat. 6,2.4). ―Así,
pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede
ser mi discípulo‖ (Lc. 14, 33). ―Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste,
porque tenía muchas posesiones‖. (Mc. 10, 22).
San Juan de la Cruz considera el desprendimiento indispensable en sus
escritos. El alma se va llenando de Dios a medida que se va vaciando de las
criaturas. El apego impide la perfecta unión con Dios.
Desvanecimiento natural.-
- También lo llaman síncope. Se distingue del éxtasis en que es muy breve; y
puede retornarse al ―enfermo‖ a la realidad con aire fresco, percusión en las
manos, aspersiones frías en la cara. No olvidemos que algunos de los
fenómenos extraordinarios místicos pueden ir acompañados con debilidad del
sujeto o con otros síntomas patológicos.
Detalles.-
- En la Biblia vemos los detalles como algo importante. En Levítico (14, 8-9) se
-
-
dan detalles sobre el rito de la purificación; en (13, 31-43), para la purificación
de la cabeza. Y así en distintos capítulos de este mismo libro. Lo mismo
apreciamos en Job (26,7). En el Antiguo Testamento con cierta frecuencia
Dios planea hasta los últimos detalles.
También vemos a Jesucristo que ama los detalles: ―¿No se venden dos
pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro
Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis;
más valéis vosotros que muchos pajarillos.” (Mat. 10, 29-31). Y para elegirnos
a cada uno de nosotros, en medio de todos los seres posibles, así nos
explica San Pablo: ―Según nos escogió en Él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…‖ (Ef. 1,4-5).
La santidad está llena de detalles. Si se abandonan, poco a poco va
languideciendo la vida interior. Tan solo se practica la oración obligatoria, y la
voluntaria a ratillos perdidos. Como si uno por no tener tiempo para comer,
tomara sólo chucherías
Devoción.-
- Es la prontitud de ánimo para entregarse a las cosas que pertenecen a Dios.
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Es el primer acto interior de la virtud de la religión, que recae siempre en
Dios. Un estado de ánimo constante de respeto y amor a Dios y a sus cosas.
En este sentido se parece mucho al fervor. No es necesario para ser devoto
sentir un gozo sensible en la oración o en las cosas de Dios, pero este gozo
ayuda mucho a aumentar la devoción.
Ya en el Antiguo Testamento se nos recuerda ―Solamente temed al Señor y
servidle en verdad con todo vuestro corazón; pues habéis visto cuán grandes
cosas ha hecho por vosotros‖ (1 Samuel 12,24). Jesucristo nos dio ejemplo
de verdadera devoción: ―Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y
llevar a cabo su obra‖. (Jn. 4,34). Y ―Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo
terminado la obra que me diste que hiciera‖. (Jn. 17,4).
En sus cartas, san Pablo aconseja el fervor: ―Pues si vivimos, para el Señor
vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos
o que muramos, del Señor somos‖. (Rom. 14,8). ―No seáis perezosos en lo
que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor‖, (Rom.
12,11).
La devoción – oración del cristiano está centrada en estos objetivos: la
Eucaristía (en su triple aspecto: sacrificio, banquete, presencia real con visita
al Santísimo Sacramento); la Santísima Trinidad; la Virgen María. La
presencia de Jesús en el Tabernáculo es continua, y de ahí la visita al
Santísimo Sacramento. Imprescindible la participación en la liturgia, implícita
ya en la Eucaristía.
- Hemos de estar siempre dispuestos a servir al Señor con interés e incluso
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con gozo. Todo ello nos viene del amor que vamos teniendo cada vez mayor
hacia Dios. Para vivir con este espíritu de devoción tiene importancia ir
privándose poco a poco de aficiones grandes que disipan: cine, novelas,
deportes largos, juegos de pasatiempo, conversaciones frívolas y cotilleos.
Nuestro corazón gusta de reposar en Dios; correr tras el olor de su perfume;
el gusto de la devoción es sagrado, pero no debemos apegarnos al gusto,
sino a Dios que lo proporciona.
Para conservar y aumentar la verdadera devoción conviene practicar
Ejercicios Espirituales de mes (varias veces en la vida), los Ejercicios leves,
los retiros... los actos más o menos intensos de recogimiento interior, oración
reiterativa a modo de mantra, oración con ejercicio de respiración y
relajación...
Lo más importante en la verdadera devoción no es el fervor sensible, sino la
caridad que habita en nuestros corazones. Podemos decir que la caridad es
el fuego y la devoción y el fervor la llama. Dios premia nuestra generosidad
con el fervor verdadero. Dios purifica nuestros desvíos sensuales con la
aridez en la oración. Los verdaderamente santos, casi siempre se han
encontrado con fervor, paradójicamente incluso en las noches oscuras. Para
ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, actos de esta virtud.
―El azúcar endulza los frutos verdes… la devoción es el verdadero azúcar
espiritual‖. (Sales)
Ver entradas ―Oración.‖ ―Fervor‖.
Devociones.-
- En plural, devociones, tiene otro significado: el conjunto de prácticas de
-
-
piedad que ejercita una persona fiel a sus costumbres. Es frecuente el caso
de un cristiano que tenga muchas devociones y poca devoción. O sea que
practique muchos actos de piedad de forma rutinaria con poco provecho para
su alma.
No se trata de practicar muchas devociones; conviene hacer un ramillete de
ellas, las que mejor vayan con nuestra espiritualidad. Algunas son muy
importantes, otras, no tanto. A modo de ejemplo enumeramos varias: la
devoción a la Virgen María junto con el rosario; la visita al Santísimo
Sacramento, oración al Ángel de la Guarda, siete domingos de San José,
viacrucis, trisagio a la Santísima Trinidad, sabatina, trece martes a San
Antonio, comunión espiritual, primeros viernes y sábados, coronas distintas,
ángelus... También existen otros tipos de devociones que son del todo
esenciales (aunque en distinto grado y modo), por ejemplo: la misa y la
comunión, la oración la meditación, la lectura espiritual, los sacramentos, los
Ejercicios Espirituales, los retiros...
Ver también entrada ―Oración‖.
Diácono.-
- El origen de los diáconos es apostólico. Aparecen en los Hechos de los
-
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Apóstoles (6, 1-6; 21, 8...). Nos habla san Pablo de ellos, (Fil. 1,1) y (1 Tim. 3,
8-13).
El tercer ministerio del sacramento del Orden es el diaconado. Es el que
sirve. Jesús vino ―no a ser servido sino a servir‖. En la Iglesia primitiva se
consideraba fundamental esta vocación para el servicio de la comunidad.
Cristo se hizo siervo para salvarnos desde la esclavitud. El servicio cristiano
es participación del servicio de Cristo. La gracia sacramental del diácono
ofrece a la comunidad el servicio que es signo del amor.
Hoy todos los sacerdotes son también diáconos. Es necesaria la ordenación
de diácono antes de la de presbítero. También existe el diácono permanente,
desde el Concilio Vaticano II, sin ninguna exigencia de ser ordenado
posteriormente presbítero y sin estar sujeto a la ley del celibato de los
sacerdotes y religiosos. Se considera este ministerio como vocación propia
distinta del sacerdocio.
En los primeros siglos de la Iglesia existían las diaconisas. El papa Francisco
prometió estudiar si era preciso recuperar este ministerio.
El diácono anima a las comunidades eclesiales a transformar la parroquia;
también auxilia a las comunidades de base.
Diácrisis.-
- Se llama diácrisis a un recurso empleado para destacar o distinguir unos
-
elementos de otros.
Es una propiedad del don de consejo. Guiados por ella, los ascetas pueden
guiarse a sí mismos y aconsejar bien a otros. Los espirituales antiguos la
apreciaban mucho.
Diálogo.-
- Es necesario para entenderse entre personas. El diálogo siempre parte de
-
-
una persona: con más frecuencia del más educado, del más altruista o
caritativo, o del más decidido. En las comunidades ocurre como en las
familias: el pecado humano más frecuente es la incomunicación. Y siempre
tiene que haber uno que rompa el fuego.
Amparo Alvarado Palacios tiene una tesis doctoral sobre el diálogo en la
Biblia. Se trata de un estudio muy profundo. Se apoya en muchas citas que
tratan sobre el diálogo de Dios con el hombre y viceversa. Ya (Jn. 114-28)
nos define al Hijo de Dios, como el Verbo. (Dt.6,4) (Salmo 33, 4-9) (Mat. 7,
24-27) nos sugieren unas veces la palabra de Dios al hombre, otras, la
escucha del hombre a Dios, o lo que el humano dice a Dios. dentro del
diálogo del hombre con Dios está la respuesta con nuestra acción y adhesión
a Él.
La persona espiritual ha de mantener siempre una convicción de dialogar
tanto para el entendimiento y ayuda mutua como para buscar solución a
posibles conflictos.
- Mostrarnos, ante todo agradecidos, sumamente agradecidos. También
serviciales. Hablar con alguien, interesarnos por el otro. Ofrecernos para lo
que nos necesiten.
Días.-
- Ver entrada ―Dedicaciones‖.
Dignidad.-
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a) En el aspecto social: La dignidad humana es un valor intrínseco de las
personas; es el núcleo de los derechos humanos; un valor distintivo de la
persona frente a otros seres vivos. Y esto porque la persona cuenta con
capacidad para razonar y decidir, que los otros entes no poseen. Toda
persona merece respeto y estima por ser persona, y es sujeto de derechos y
obligaciones.
b) Sentido de la propia dignidad: existen muchas personas que desconocen
su valor y atentan contra su propia dignidad: Permitiendo que otros las
humillen, restando importancia a su esfuerzo, convenciéndose a sí mismas
de que son nada y que merecen el maltrato al que son sometidas. Por
ejemplo: quienes permiten ofensas en su trabajo, escuela, hogar o en la
calle. Es preciso respetar la propia dignidad: simplemente por ser persona, y
más aún, por ser hijo de Dios.
c) Nuestra dignidad cristiana nos viene por el bautismo, por el hecho de ser
hijos de Dios, imagen viva de Dios, miembros vivos del Cuerpo Místico de
Cristo. Pero siempre tiene como fundamento la dignidad humana, sobre la
que se apoya la dignidad cristiana. En todo caso somos criatura de Dios, obra
de Dios.
c) Consecuencia de la propia dignidad: Responde a tu propia dignidad; para
ello: trabaja, esfuérzate, pero también comparte con los demás lo que eres y
lo que tienes porque fuimos hechos para trascender, por eso cuídate, no te
dejes llevar por los vicios, quiérete mucho, date a respetar y respétate a ti
mismo. El Evangelio dice ―ama a tu prójimo como a ti mismo‖, por eso, sé
consciente de tu valor, nadie tiene derecho a hacerte daño, no lo permitas y
tampoco permitas que se lo hagan a los demás.
Diezmos.-
- La ley de diezmos y primicias ha existido desde el Antiguo Testamento hasta
-
hace alrededor de un siglo. No era precisamente ni siempre el 10 por ciento.
(Deut. 26,12-13), (Mat. 23,23), (Heb. 7,14).
La supresión ha sido a causa de la sensibilización de colaborar a favor de los
pobres y de la Iglesia de una manera generosa, que, por otra parte en
numerosos casos no se cumple.
La persona espiritual ha de ser sensible a compartir sus bienes con
generosidad, sobre todo con los más pobres
Ver entrada ―Limosna‖
Dificultades.-
- La dificultad en cualquier empresa humana es ley común. Nos hemos de
-
disponernos para todas dificultades y miserias en este mundo; nos demos
cuenta de que esta vida no es para siempre. ¡Cuántas veces nos hemos
olvidado de Dios cuando las cosas nos iban viento en popa!
Mirar a Jesucristo. Su estancia en Nazaret tuvo que ser dura con el trabajo
diario. Más aún, las dificultades de su vida pública: El desierto (Lc. 4,1-13);
las reacciones negativas de la gente cuando curó al paralítico (Mc. 2, 1-12);
cuando le censuraban porque sus discípulos cogían espigas en sábado para
comer y curó a un hombre con la mano seca (Lc. 6, 1-11); no lo recibieron en
Samaría, ―porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén‖
(Lc. 9, 53); cuando le invitan a que marche de Jerusalén, porque Herodes
quería matarle (Lc. 13, 31). En (Lc. 20, 1,8), le interpelan sobre su autoridad
para cazarle. Conspiran contra Jesucristo (Lc. 22, 1-6).
Diligencia.-
- La diligencia es la virtud cardinal con la que se combate la pereza. Forma
-
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parte de la virtud de la caridad ya que está motivada por el amor. La
diligencia, en sentido más alto, es el esmero y el cuidado en ejecutar algo.
Una prontitud de hacer algo con gran agilidad tanto interior como exterior.
Como toda virtud, se trabaja en ella poniéndola en práctica.
Son numerosos los textos de la Biblia referentes a la diligencia. Citamos
algunos: ―Pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por
obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del
dinero, sino con sincero deseo‖. (1 Pe. 5,2). ―El alma del perezoso desea,
pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha‖. (Prov.
13,4). ―Porque aun cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: si
alguno no quiere trabajar, que tampoco coma‖ (2 Tes.10). ―Así que,
hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y
elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca
tropezaréis‖ (2 Pe. 1,10). ―Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su
tiempo, si no nos cansamos, segaremos‖. (Gál. 6,9). ―Con toda diligencia
guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida‖. (Prov.
4,23)
Diligencia con Dios significa cumplir con los compromisos con él. Diligencia
con uno mismo significa ser activo, no caer en la pereza, con metas fijas y
cumpliéndolas a tiempo. Diligencia con los demás significa poner entusiasmo
en las acciones que se realizan con y para ellos. La diligencia es el regalo
más noble de Dios, para con el hombre, de allí provienen las obras de la
tierra.
Es la virtud contraria a la pereza. Es necesario educarse en la diligencia y en
el bien obrar. Ser conscientes de que el tiempo perdido no volverá jamás.
Luchar contra la ociosidad que es madre de todos los vicios.
Ver entrada vicio contrario, ―Pereza‖.
Dinero.-
- El dinero es necesario para todos. Y todos hemos de ganar el dinero con el
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-
sudor de nuestra frente. (Génesis 3,19). Y ―si alguno no quiere trabajar, que
no coma‖ (2 Tesalonicenses 3,10). Por eso, todos tienen derecho al trabajo.
El paro es una lacra social.
El dinero sirve ante todo para nuestro sustento y el de la familia. También
tiene una función social. Por eso es obligatorio contribuir con nuestro dinero
al desarrollo de la propia nación, autonomía, provincia y municipio.
También el dinero es para compartir las necesidades de otros que están en
paro, necesidad grave etc.
En este sentido el orden del empleo del dinero es a) Cubrir las necesidades
propias y de la familia y pagar las contribuciones pertinentes. b) Cubrir las
cosas convenientes propias y de la familia. d) ¿Los propios caprichos?
¡Cuidado! e) Antes es la necesidad extrema del prójimo que nuestras
conveniencias. f) Antes es la necesidad común del prójimo que nuestros
caprichos.
Ver entrada ―Riquezas‖.
Dios.- -
- Dios es un ser personal al que buscamos y con el que tenemos que
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encontrarnos. Dios nos da la respuesta a los interrogantes de trascendencia
que nos formulamos. Él es el porqué de todas las cosas.
Dios es Amor (1 Jn. 4,8), Creador y Padre nuestro. Vive en nosotros por la
gracia. Nos ayuda con la gracia actual. Nos da a la Virgen María como
madre, a los ángeles y a los santos.
Dios existe por su esencia. Es el primer principio y el fin último. Uno en
esencia y Trino en personas; Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Verbo, la
segunda Persona, el Hijo, se hizo hombre, enviado por el Padre, se encarnó
por obra del Espíritu Santo.
El Dios de los padres es para San Pablo el Dios que habló por los profetas.
(Ro. 1,2) y se ha manifestado en la plenitud de los tiempos (2 Co. 1,3). La
humanidad pecadora ha sido reconciliada con Dios en virtud de la redención.
(Rom. 3,24)
Las tres Divinas Personas moran dentro de nuestra alma en gracia. Dios
llama al hombre a contemplar su divina esencia en el Cielo. ―Si alguno me
ama guardará mi palabra... y haremos morada en él.‖ (Jn. 14,23).
A Dios se le nombra también con los vocablos: ―Yahvé‖, ―Jehová‖, ―Adonai‖,
―El Señor (Jesús)‖, ―El Padre‖...
Dirección espiritual.- Director espiritual.-
- La dirección espiritual es el arte de conducir a las almas desde los comienzos
de la espiritualidad hasta las cumbres. Según la tradición de la Iglesia se
entiende que es moralmente necesaria para alcanzar la perfección cristiana.
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―Nunca Jesucristo otorgará su gracia a quien teniendo a sus disposición un
varón capaz de instruirle y dirigirle, desprecia esta ayuda...‖ dice San Vicente de
Ferrer. La misma Sagrada Escritura nos lo insinúa en diversas ocasiones. Pero
no se trata de ningún dogma. Lo cierto es que hoy es difícil encontrar un
verdadero director espiritual.
Apreciamos en la Sagrada Escritura distintas alusiones, más o menos
veladas a la dirección espiritual: ―Esta es mi oración: que vuestro amor siga
creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los
valores‖ (Fil. 1,9-10). Algunos ponen como ejemplo, el diálogo de Jesús con
Nicodemo (Jn 3,1-17), con la Samaritana (Jn. 4, 6-21) o con los discípulos de
Emaús (Lc. 24,13-33), donde Jesús, orienta a la luz de la Biblia. Hacemos
mención también a San Pablo en (1 y 2 Tim. y Tito).
Se recomienda obediencia al director espiritual. Pero hemos de tener en
cuenta que quien de verdad dirige es el Espíritu Santo.
Con frecuencia van unidas la confesión y la dirección espiritual, pero no es
necesario. Tanto Royo Marín como Tanquerey dan numerosas normas para
el buen director y el buen dirigido.
Mi criterio sobre la dirección espiritual: Necesaria en los niños y
adolescentes, en los comienzos de la conversión, en tiempos de crisis y en
circunstancias complejas. Conveniente de vez en cuando hablar con un
padre en la fe. Nunca ha de ser la dirección impositiva. Es muy importante el
acompañamiento espiritual mutuo dentro de la amistad: amigos en la fe.
Tener en cuenta que el verdadero director de nuestras almas es el Espíritu
Santo. Y… nunca hemos de caminar solos por las vías del espíritu.
Sea el director espiritual ―un varón que dirija con toda seguridad tu vida y que
sea a su vez perfectamente instruido en la dirección de los que se dirigen al
Cielo, lleno de virtudes; versado en las Sagrada Escritura; pacífico; que no
ame las riquezas; que ame a los pobres; que no sea iracundo; que no sea
vanidoso ni soberbio; que prefiera a Dios a todas las cosas de este mundo‖
(San Basilio).
Propio del padre o director espiritual es animar, descubrir con el interesado
los caminos del Señor para él, puntualizar lo esencial de los problemas,
estimular a realizar los planes de Dios, conocer el proyecto individual del
interesado para ir al Padre.
Encontrando un hombre lleno de santidad y que nos oriente en este sentido,
creo que sería bueno caminar junto a él (verdadero padre espiritual) que nos
conozca bien y nos pueda alentar. Y que sea persona que nos dé buen
ejemplo. El director ha de tener algo de padre, de amigo, de psicólogo,
dialogante y acompañante. Ha de estimular a realizar los planes de Dios.
Puede ayudarse en ocasiones del psiquiatra y del psicólogo, pero con gran fe
en los medios sobrenaturales.
Ver entrada ―Padre espiritual‖, complemento de este artículo.
Discernimiento.-
- Consiste el discernimiento en la capacidad para reconocer si una inspiración
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viene de Dios o del maligno; en advertir la voluntad de Dios y distinguirla de
un mero deseo o moción humanos.
Cuando las situaciones son complejas, se necesita una consideración para
discernir, teniendo en cuenta que hay circunstancias en que lo que es bueno
para uno puede no serlo tanto para otros. El criterio es caminar, buscando la
voluntad de Dios, el Evangelio. En casos de importancia se recomienda
consultarlo con un director espiritual.
Existe el discernimiento personal y también el comunitario. Siempre ha de
estar conforme con la palabra de Dios y con el Magisterio de la Iglesia. Mirar
el asunto a discernir con mirada de fe y con espíritu de amor. Demandar la
gracia que quiero. Hacernos indiferentes para tomar la decisión conveniente y
dejarnos llevar del Espíritu Santo, fuente de todo bien.
No vamos a estudiar a fondo el discernimiento en la Sagrada Escritura,
solamente señalamos algunos textos como pistas de profundización: en los
profetas (1 Sam. 2, 34; 10, 7-8; 2Rs 19,29; 20, 9; Jer. 28, 16-17); en los libros
sapienciales: (Sab. 2,18), (Sab 3,9). En los Evangelios: La sal buena y la sal
sin gusto (Mat. 5, 13); La puerta estrecha y la puerta espaciosa (Mat. 7, 1314; Los capaces de discernir a Jesucristo en los enfermos o prisioneros (Mat.
25, 40 y sig.). Los primeros discípulos (Jn. 1,39); Los samaritanos (Jn. 4,42),
ante Pilatos (Jn. 19,16). Por sus frutos se discierne: (Gál.5, 19-22). Sólo es
fecundo el espíritu de Dios. Mirando aquellos que edifican la Iglesia (1 Co. 14,
4 y 12,26) y que aportan beneficio (1 Co. 12,7), ayudando a la credibilidad.
Para discernir, San Ignacio de Loyola reflexionaba sobre la experiencia de
consolaciones y desolaciones. La consolación impulsa al alma hacia el amor
y aumento de esperanza y caridad. Inflama al alma de amor con sensación
gozosa; siente atracción por las cosas del espíritu y celestiales: da mucha
paz al alma. La desolación, todo lo contrario: está llena de inquietudes, falta
de paz, apetencia de lo bajo, distracción constante, nerviosismo, tristeza,
desconfianza. Y decía e santo: ―En tiempo de desolación, no hacer
mudanza‖.
Para discernir y poder decidirnos con prudencia, es conveniente anotar pros y
contras y razonar a la luz de la fe. Librarnos de motivos y ambiciones
oscuras. Siempre caminar en la fe y en la autenticidad cristianas.
Discernimiento de espíritus.-
- Al discernimiento de espíritus le da gran importancia san Ignacio de Loyola
-
en los ejercicios espirituales. El cristiano tiene también que aprender a
discernir.
San Pablo en ocasiones se refiere a la necesidad del discernimiento de
espíritus. En (1 Co. 12), afirma que hay ―diversidad de carismas‖. Y hace
hincapié en ―el don de determinar el origen de los fenómenos carismáticos‖
porque es necesario ―distinguir los buenos y malos espíritus‖ (v. 10). Se trata
de un discernimiento necesario para el cristiano y hemos de practicarlo
constantemente: ―Examinadlo todo; quedaos con lo bueno‖ (Gal. 5,21).
―Pues, debiendo vosotros ser ya maestros, por razón del tiempo, seguís
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necesitando que alguien os vuelva a enseñar los primeros rudimentos de los
oráculos divinos; y estáis necesitados de leche y no de alimento sólido. Quien
vive de leche, desconoce la doctrina de la justicia, pues es todavía un niño. El
alimento sólido es para perfectos, que con la práctica y el entrenamiento de
los sentidos saben distinguir el bien del mal‖. (Heb. 5,11-14).
El buen espíritu impulsa a obrar bien, a la caridad. Aspira a revestirnos del
hombre nuevo, de la armadura de la fe. Alienta a luchar contra la tentación,
contra la carne y contra las potestades dominantes. El mal espíritu, en
cambio, impulsa a los placeres, al egoísmo, a la mundanidad; también si a lo
que tiende es bueno, pero su intención es mala.
Tener en cuenta que Dios siempre impulsa al bien. El demonio y la carne, al
mal. A veces se interfieren los dos espíritus. Por ello es preciso el
discernimiento. En cuestiones importantes se recomienda no solo discernir el
propio operante, también ayudarse de una persona prudente y espiritual que
ayude.
Señales del espíritu de Dios: verdad, luz, paz, docilidad para aceptar consejo
bueno, discreción, pensamientos humildes, confianza en Dios, gloria de Dios,
rectitud de intención, sinceridad, libertad de espíritu, deseo de imitar a Cristo.
Señales del espíritu del mal, del demonio: espíritu de falsedad, cosas inútiles,
angustias, tinieblas, obstinación, indiscreción, falsa humildad, presunción,
desconfianza en Dios, no querer abrirse a persona prudente y espiritual en
cuestiones importantes, apego a lo terreno, desobediencia, fines torcidos,
resentimiento, falsa caridad...
Señales de espíritu meramente humano: horror al sufrimiento, buscar el gusto
o capricho, buscar la alegría del éxito, el protagonismo, la satisfacción del
éxito, cierto egoísmo...
Espíritu dudoso cuando una persona se inclina a cosas raras, extremas como
duras penitencias, buscar en primer término los consuelos, lágrimas
sospechosas...
Interrogarse ante Dios para ver si la decisión es conforme a las enseñanzas
del Evangelio y orar para discernir bien. Vigilar la tendencia de las de las
pasiones: envidia, ira, odios. Y por fin, la fase deliberativa.
Resumiendo: para saber discernir es conveniente tener en cuenta estos
detalles importantes: orar antes de decidir, reflexionar con prudencia, purificar
el alma y examinar a fondo el interior. Ver si la obra se va a realizar con
humildad o con amor propio, consultar con el director espiritual o una persona
prudente y de gran fe.
Existen personas que por un don especial místico leen las conciencias de
otros en algunas circunstancias, se trata de un fenómeno místico
extraordinario. El cura de Ars lo tuvo en alguna ocasión; también otros
santos.
Ver anterior entrada
Discípulo.-
- El que se pone voluntariamente bajo la dirección de un maestro. Aquí nuestro
maestro es Jesucristo. Jesucristo eligió a sus discípulos; fue la auténtica
-
vocación, la llamada por excelencia. Primero, a Andrés y a Simón Pedro
(Mat. 4, 18-22); después a los otros y les dio consejo para su misión (Mat. 10,
1-15; Mc. 3, 16-19 y 6, 8,11; Lc. 6, 14-16, 9,2-5 y 10, 3-11). Aparte aparece la
elección de San Mateo (Mat. 9, 9-11)
Como cristianos conscientes hemos de ponernos bajo su dirección, con una
adhesión personal. Se requiere para ello buena voluntad, no precisamente
cualidades extraordinarias. Para ello nuestra conversión. Está llamado el
discípulo a compartir su destino, llevar su cruz. (Mat. 10, 38 y sig.). El
discípulo sigue a su maestro.
Discreción.-
- Es una virtud o cualidad humana relacionada con la prudencia. Supone en el
-
-
sujeto sensatez para formar juicio propio relativo a personas, y tacto para
hablar y obrar. Implica reserva y cautela para guardar un secreto. Exige no
ser gárrulo contando todo lo que se sabe si no hay una necesidad o gran
utilidad de que lo conozcan otros.
La discreción ayuda a conducirse de manera sabia y sin buscar llamar la
atención y no se deja llevar por rumores, cotilleos y murmuraciones.
La persona discreta es percibida por los demás como digna de confianza, lo
que lleva a que otros le confíen secretos, ya que los guardará de forma
efectiva, protegiéndoles tanto a ellos, como también al resto en caso de tener
que entregar una información, guardando el anonimato de quien la entregó.
La persona que aspira a la perfección ha de tener en alta estima esta virtud
humana; es un medio excelente para empatizar y ayudar a nuestros
hermanos.
Otro uso de la palabra discreción es para referirse a una toma de decisión
subjetiva; por tanto cada individuo sopesa de forma diferente los factores
antes de llegar a una decisión.
Disgustos.-
- Aguantar los disgustos con amor de Dios, fortalece la humildad, la paciencia,
-
la mansedumbre y nos da sabiduría, generosidad y nobleza. Nos ayuda a
comprender mejor al que sufre.
Ver entrada ―Dificultades‖.
Disipación.-
- La disipación crónica de quien ha de aspirar a la perfección es lamentable.
-
Se quedan ciegos para la luz divina. Para volver a una auténtica vida interior
es preciso retomar la oración personal, pedir la gracia de la conversión. Dada
la avalancha de noticias, novedades y objetos de distracción es fácil alejarse
de la vida interior y pertenecer casi de continuo distraído.
Remedio para vivir centrado: oración diaria, lectura espiritual, proponerse el
recogimiento interior.
Disposición.-
- Para recibir la gracia es preciso no poner obstáculos; estar preparado,
-
-
receptivo. A esto se le llama disposición. Y también para ello necesitamos la
gracia de Dios.
El Nuevo Testamento nos recuerda la necesidad nuestra buena disposición:
―Por mi parte estoy persuadido, hermanos míos, en lo que a vosotros toca, de
que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de
todo conocimiento‖. (Ro. 15,14). ―Vela por ti mismo y por la enseñanza;
persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y
a los que te escuchen‖. (1Tim.4, 16). ―Y el Dios de la paz... os disponga con
toda clase de bienes para cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo
que es agradable a sus ojos‖. (Heb. 13, 20-21).
Asimismo es precisa la disposición o preparación para recibir los
sacramentos. Dios nos envía las gracias actuales para la fe y nos llama a la
conversión. Y hemos de prepararnos siempre con la humildad y sencilla
oración.
Distracción.- Distracciones.-
- El vocablo distracción significa algo que atrae la atención, apartándola de
-
aquello a lo que está aplicada, en especial un espectáculo o un juego.
También suele usarse con la acepción de disipación. En singular es más bien
sinónimo de recreación.
En la espiritualidad la distracción suele emplearse en plural: las distracciones
en la oración son un hecho real, porque casi siempre estamos en otras cosas
distintas a Dios. Ocurre que cuando nos disponemos a orar, percibimos del todo por
dónde va nuestro pensamiento. Y esos pensamientos impiden o dificultan nuestra
atención. Que no se pueda decir de nosotros: "Este pueblo se acerca a mí con
-
-
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su boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí." (Is.
29,13).
Alguna recomendación para evitar o eliminar las distracciones: fijar la
atención sobre el objeto de la distracción y tomar conciencia de ella; después,
consciente seguir orando. Rechazarla con suavidad, volver una y otra vez a
nuestro tema de oración. Muy bueno también, cuando sea necesario,
ejercicios de respiración controlada y relajación.
Pero si son pertinaces y no se puede con ellas, rendirse; ofrecer a Dios esta
humillación pobre, muy pobre, y seguir hasta el final un día y otro acudiendo
a un libro de meditación. Alguna vez llegará la oración serena.
Suelen recomendar también para evitar las distracciones no luchar
directamente contra ellas: a) advertirlas, seguirlas conscientemente y poco a
poco se disipan; b) utilizar un libro de oración o de meditaciones; c) fijar la
vista en el Sagrario; d) practicar una oración más afectiva. d) Sobre todo,
antes de orar ponernos muy conscientemente en la presencia de Dios.
El pensar solo en nosotros y en nuestras cosas mantiene las distracciones.
Conviene buscar la causa de ellas. No dejar la oración por padecer
-
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distracciones. Muchos dejan la oración porque son incapaces de hacerla sin
distraerse. Es necesario perseverar.
Una manera indirecta de evitar las distracciones es educarse en la atención.
Acostumbrarse a hacer conscientemente lo que estás haciendo. Vivir en
recogimiento interior; evitar el pensamiento innecesario; tener en casa
algunos cuadros o iconos religiosos y mirarlos con devoción; apuntar algunas
frases meditables.
El cura de Ars decía que las moscas no caen en agua hirviendo, sino en agua
tibia... Si todo el día estamos en la presencia de Dios, el momento específico
de diálogo con Él será atento y jugoso. De lo contrario, todo será pura
distracción, hastío, aburrimiento. ¿Por dónde empezar a romper el círculo
vicioso? Pedirle el don de oración. Quitar distracciones inútiles. Dedicar
mucho tiempo libre a la lectura espiritual.
Este santo cura no se quejaba de distracción en la oración, porque siempre
estaba hirviendo de amor a Dios, pero también sentía con frecuencia un tedio
vital. Solía decir entonces: ―Ánimo, alma mía, el tiempo pasa; la eternidad se
acerca; vivamos tal como hemos de morir. Bendita sea la Inmaculada
Concepción de María, la Madre de Dios‖. ¡Buena manera para luchar contra
la distracción y el tedio vital que a veces se nos apodera!
Diversión.-
- Se define la diversión como actividad o afición que hace pasar el tiempo de
-
manera agradable y sirve de relax. De una manera lata podría definirse como
cambio de actividad.
Resulta imposible permanecer todo el tiempo en oración, contemplación, etc.
Es necesario una diversión o cambio de activad relajante. El hombre de Dios
sabe muy bien elegir este cambio de actividad, incluso tener aficiones. Son
muchas las posibilidades.
Docilidad.-
- Tenemos que estar dispuestos en cada momento a adoptar todas las formas
-
que quiera grabar en nosotros el Divino Artista. En esto consiste la docilidad
a la acción de Dios en nuestras almas. Procurar aceptar y seguir en cada
instante lo que sugiere la voluntad manifestada de Dios o la de beneplácito.
La voz de Dios siempre es suave, aunque a veces nos resulte dolorosa.
Cuando nos ponemos en sus manos, aun lo más duro nos resulta aceptable y
siempre lleno de paz.
Fijarnos en la docilidad de san José: (Mat. 2, 13-15; 19-23), cuando el ángel
le aconsejó marchar de Belén a Egipto. Ser dóciles al espíritu como niños
(Mat. 25) y el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad (Ro. 8, 16);
dejarnos llevar por senderos que ignoramos (Is. 42, 16). Ponernos en camino
como Abraham que obedeció por la fe (Heb. 11, 8); conscientes de que
nuestros planes no coinciden con los de Dios (Is. 55, 8-9) El diácono Felipe
se dejó impulsar por el Ángel del Señor y marcó a Gaza y allí bautizó al
eunuco (He. 8, 26-38).
- Ser dóciles del todo a la acción de Dios. Saber escuchar su voz, callar para
-
-
lograr ese vacío interior. En el silencio hay una intimidad que no existe en las
palabras. Dios no nos quiere ―a nuestra manera‖, sino a la suya. ¡Es el
verdadero Amor! Hemos de ser dóciles a la acción de Dios sobre nosotros,
aunque no entendamos nada y nos parezca que nosotros actuaríamos de
otra manera. ¿Qué sabemos de los designios de Dios?
Ser dóciles a la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. La docilidad
equivale a la sencillez. Cuando nos ponemos a la escucha, Dios habla
continuamente a nuestra alma. Y nos pide mil detalles. Si somos cuidadosos,
distinguiremos bien la voz del Espíritu y al cabo de algún tiempo se entablará
entre los dos un coloquio íntimo que puede llegar a ser ininterrumpido.
―Sed dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo‖ (Ef. 5,21). En la
medida que el cristiano permanece unido a Cristo y es dócil a la acción
santificadora de su Palabra, ―no puede pecar‖ (Ver 1 Jn. 3,9).
Es una virtud derivada de la prudencia.
Dogma.-
- Se entiende por dogma el conjunto de artículos de carácter indiscutible y
-
obligatorio para los creyentes: una doctrina o un sistema de pensamiento que
sostenemos por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de nuestra fe.
Está constituido por proposiciones que expresan el contenido de la revelación
divina.
Dentro de nuestra fe es del todo necesario creer en lo que nuestra Iglesia ha
declarado como revelado ―de fe divina y católica definida‖.
Ver entrada ―Tradición apostólica‖.
Dolor.-
- El dolor del cuerpo o del espíritu para muchos supone un misterio. Decimos
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de entrada que es consecuencia del pecado original, sea cual fuere la
manera de explicarlo.
La Biblia nos recuerda con frecuencia el dolor: ―Desnudo salí del vientre de
mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado.
¡Bendito sea el nombre del Señor!‖ (Job 1, 20-21). ―El Señor da vista a los
ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos‖ (Salmo
146, 8).
Además con el dolor nos asemejamos a Jesucristo que sufrió y colaboramos
en la redención, pues formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo.
―Completo en mi cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo‖ (Col. 1, 24). La
grandeza del ser humano está en sufrir con amor.
Jesús en el calvario paralizó su acción pastoral; abismado en el sacrificio
volvió los ojos al Padre e hizo su voluntad.
La vida contiene una serie de pruebas. Y muchas de ellas muy dolorosas.
Hemos de ir entregando poco a poco a Dios todo lo que tenemos por más
querido: padres, incluso esposo e hijos... Y nos puede pedir mucho más. Por
último le daremos nuestra salud total y nuestra vida terrena en medio del
dolor. Esta será nuestra última etapa. Entrenarnos llevando con paciencia y
alegría las pequeñas molestias que nos llegan.
El miedo al dolor es una dificultad para vivir la espiritualidad cristiana y es
preciso superarlo y asumirlo si deseamos avanzar. El sufrimiento pasa; lo
sufrido permanece como experiencia e incluso como don y mérito. Ayuda a
someter la carne al espíritu y purifica. Aceptarlo con resignación y con
generosidad, diciendo a Dios, ―gracias‖.
Quien desee seguir de verdad a Jesús ha de tener superado el problema del
dolor, asumirlo, aceptarlo, seguir con él con esperanza grande, mientras
tanto, eso sí, con paz puede buscar remedios para verse libre del azote.
Conviene recordar el refrán: ―Dios aprieta pero no ahoga‖.
Ver entradas ―Sufrimiento‖, ―Pruebas‖, Enfermedad‖…
-
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Dolor de corazón.-
- Ver entradas: ―Acto de contrición‖, ―Contrición‖, ―Atrición‖ ―Conversión‖.
Domingo.-
- Es el día del Señor. Porque Cristo resucitó en domingo. Y la resurrección de
-
Jesús es el dato fundamental y central sobre el que se apoya nuestra fe
cristiana: ―Si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación es vana
y vana también nuestra fe... pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y
es primicia de los que han muerto‖ (1 Cor 15, 14 y 20). Es el día de la
celebración de la Pascua (Pasión-Muerte-Resurrección) del Señor para la
salvación del mundo. La Eucaristía, que se celebra el domingo, es el
memorial semanal de nuestra Pascua.
Conviene preparar ya de víspera esta celebración, el centro espiritual de la
semana, vivir con gozo espiritual este día.
Ver entrada ―Descanso‖.
Domingo de Resurrección.-
- La virtud del Resucitado ha llenado nuestras almas y nos llena de santidad y
-
de gracia. Con Cristo hemos muerto. Con Él volvemos a la vida. ―No vengáis
a buscarlo entre los muertos. Ha resucitado; no está aquí‖ (Mc. 16, 6).
Anunciaron los ángeles la victoria de la vida sobre la muerte; la esperanza, la
certeza de nuestra resurrección. Cristo resucitó, aleluya.
Ver entradas: ―Misterio pascual‖ y ―Pascua‖.
Dominarse.-
- Dominar nuestro espíritu de manera que no se apodere de nosotros ni
siquiera el pecado venial. Dominar el placer de manera que ni siquiera
caigamos en la imperfección. Ir dominando nuestra naturaleza corrompida
hasta enderezarla. Dominio de nuestras malas inclinaciones contrarias al
puro amor.
-
Hay distintas alusiones en la Biblia al dominio propio: ―Más vale ser paciente
que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades‖ (Prov.
16, 32). ―Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del
juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga
oportunidad te llamaré.‖ (He. 24, 24-25). Se trata del ―fruto del Espíritu: amor,
alegría, paz paciencia, afabilidad, bondad, modestia, dominio de sí‖. (Gal. 5,
22-23)
Dones.-
- Cuando hablamos de espiritualidad, los dones por antonomasia son los del
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Espíritu Santo. Son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil
para seguir los impulsos del Espíritu Santo. Nos mueven o ayudan a obrar de
un modo sobrenatural.
―A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común,
Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de
ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro,
carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a
otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de
lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un
mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su
voluntad‖. (1 Co. 12, 7)
Son siete: ―Un brote saldrá del tronco de Jesé, un vástago surgirá de sus
raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor
del Señor‖ (Isaías 11, 2). A esta lista bíblica de dones del Espíritu se añade la
piedad, sin duda para llegar al número siete, que simboliza la perfección y
significa, en este caso, la nueva creación. Así pues:
Son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, fortaleza, piedad y
temor de Dios. Cada vez que actúa un don se produce un acto más o menos
místico. Los dones no fallan ni en las noches oscuras del alma. Pero no
actúan en pura pasividad del alma, porque ella reacciona.
El don de la Sabiduría nos hace entrar en las profundidades de Dios; gustar
de las cosas de Dios.
Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades
reveladas por Dios. Una particular participación en el conocimiento divino, en
los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.
Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber
orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto
e incorrecto, lo verdadero y falso.
Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este
don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre
nosotros, pues ―nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios‖.
Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para afrontar las
dificultades del día a día de la vida cristiana. Transforma en fuerte y heroica
la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en
las decisiones. Los que tienen este don no se amedrentan frente a las
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amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre. (1
Co. 2, 11).
Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a
la voluntad de Dios y gustar de su bondad en la oración; nos ayuda a buscar
siempre el modo de actuar como Jesús actuaría.
Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y
en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda
desagradar.
Hemos de procurar meditar en estos dones y ser conscientes de ellos para
que la virtud del Espíritu Santo se derrame sobre nosotros.
El gran don de Dios es el Espíritu Santo.
Los dones que emiten juicio son: a) El de Sabiduría sobre las cosas divinas.
b) El de Ciencia, sobre las cosas creadas. c) El de Consejo, sobre la
aplicación del don a nuestras acciones.
Los dones, según Arintero, se manifiestan muy pronto, en forma de ocultos
instintos que nos llevan a donde no llega la razón. Si tu corazón está
desconsolado y llamas al Espíritu y no viene, es porque no perseveras en el
deseo. (Ávila). Con el recogimiento, la guarda de los sentidos y el despego,
llegamos a oír lo que nos habla el Señor. Empieza el Espíritu Santo a tomar
en nosotros la rienda de nuestro gobierno. El Espíritu Santo es fuente
vivificante de agua que mana en nuestros corazones y nos llena de vigor.
Ver especificados en este diccionario estos dones: Sabiduría don. Consejo
don. etc.
Don de oración.-
- Somos conscientes de que la oración es un don de Dios, viene de Dios; es
-
una iniciativa de su amor. Hemos de pedirle ese don maravilloso de orar. Lo
importante es amar a Dios y dejarse amar de Él. Siempre nos han dicho que
el ideal de oración está más que en los múltiples actos, en amar y dejarse
amar de Dios. Por algo los de Emaús decían después de estar con Jesús:
―¿No notabas cómo ardía nuestro corazón?‖
Dios concede el don de la oración a las personas que llevan una vida virtuosa
y sobre todo a quienes se esfuerzan por vivir el amor a Dios y al prójimo. Y
hemos de pedirlo a Dios, (Mat. 7, 712). Tenemos que gustar a Dios en el
corazón sin ningún movimiento de amor propio. Tender a esa intimidad de
una manera constante sin dejarse dominar por ninguna otra preocupación.
Ver también (Os. 2, 16,22).
Dudas.-
- La fe recia y mística parece que ha desaparecido en muchas personas; la
-
han sustituido por una duda esperanzadora y una acción humanista. Y esa
tentación nos puede llegar incluso a almas mimadas por nuestro Dios. Vigilar
y orar.
Jesucristo quería una fe plena en Él, sin dudas. Así cuando caminaba sobre
las aguas, a Pedro ―le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: ―Señor,
-
sálvame‖. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ―¡Hombre de
poca fe! ¿Por qué has dudado?‖ (Mat. 14, 30-31). Cuando Jesús se apareció
a sus discípulos: ―Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un
espíritu. Y él les dijo: ―¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en
vuestro corazón?‖ (Lc. 24, 37-38). En libro de Los Hechos de los Apóstoles,
en el caso de Cornelio: ―Entonces dijo el Espíritu a Pedro, que seguía
perplejo con la visión: ―Mira, tres hombres te están buscando; levántate, baja
y ponte en camino con ellos sin dudar‖. (He. 10, 19-20). En el éxtasis de
Pedro en Jafa: Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar‖
(He. 11, 12).
Sería grave una duda positiva, o después de nuestra entrega al Señor exigir
nuevas pruebas.
Dulía.-
- Se llama dulía al culto que se tributa a los ángeles y a los santos. Es una
virtud que se deriva de la justicia. Dicen los teólogos que el culto a la Virgen
María es hiperdulía.
Dulzura.-
- Es la suavidad, placidez y ternura que muestra o expresa una persona y que
-
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la hace agradable. La dulzura de la vida es para los amantes. Al dejarnos
guiar por ese espíritu de amor es grande la dulzura y suavidad. Vivir con
dulzura y emoción el ser hijo de Dios. La paciencia y dulzura han de ser parte
de nuestro celo. La devoción es la dulzura de las dulzuras, reina de las
virtudes: es la perfección de la caridad. Y así, los cuatro grados con que el
alma gusta las dulzuras divinas: suavidad, avidez, saciedad, mística
embriaguez.
Jesús es maestro de delicadeza y dulzura: con los niños, ―Dejad que los
niños se acerquen a mí‖, (Mc. 10,14); con la viuda de Naín en la resurrección
de su hijo, (Lc. 7, 11-17); en la multiplicación de los panes, (Mat. 14, 13-22).
Y en otras muchas ocasiones.
Esta dulzura que llena nuestros corazones es concedida por Dios mismo: paz
divina. Y además el alma sabe humillarse si ha gustado la dulzura del amor
de Dios. Los frutos del Espíritu Santo… llenos de toda dulzura y gozo. La
humildad de corazón es el árbol que produce el fruto de dulzura y
mansedumbre.
La Eucaristía: ¡Qué delicioso es este pan! Contiene en sí toda dulzura,
verdadero maná celestial y con suavidad satisface todos nuestros deseos; es
el abrazo más efusivo y tierno. ¿Para qué desear las dulzuras y consuelos?
No son Él, y a Él solo hemos de buscar. Y sin embargo son buenas las
dulzuras porque nos dan aliento para continuar en el servicio de Dios.
Pero si Él se oculta de nuestra alma es porque sabe que le amamos
demasiado para abandonarle; así piensan varios santos. El sufrimiento nos
despoja de todo: hasta de las dulzuras que encontramos en Él. Es hermoso
sufrir por aquel a quien se ama. Para el que ama a Jesús, la oración, aun la
-
oración con sequedad, es dulzura en las penas: Se va a la oración con el
ansia con que el niño va al azúcar.
Con relación a los demás, nuestro discurso y acogida ha de ser dulce; no
solo con los de nuestra fe, también con los alejados, según nos aconseja San
Pablo: ―Y uno que sirve al Señor no debe pelearse, sino ser amable con
todos, hábil para enseñar, sufrido, capaz de corregir con dulzura a quienes
sostienen doctrinas contrarias, por si Dios les concede la conversión‖. (2 Tim.
2, 24-35).
E.- Ecología.-
- Es la relación entre el hombre y el medio ambiente. La naturaleza toma aquí
-
-
un papel muy importante. Es preciso comprenderla con sabiduría. Humanizar
el medio ambiente de trabajo. ―Y les dijo Dios: ―Sed fecundos y multiplicaos,
llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y
todos los animales que se mueven sobre la tierra‖, (Gen.1, 28), pero llenar la
tierra con el cultivo y sabiéndola guardar, sin abusos. Existe hoy una crisis
ecológica por culpa de abusos continuos.
La encíclica, publicada bajo el título Laudato Si (Alabado Seas), del papa
Francisco, está dirigida no solo a los católicos, sino a todos aquellos que
puedan contribuir a detener la degradación de "la casa común‖. Podemos
considerarla como la carta magna cristiana sobre la ecología.
Se necesita una ascesis voluntaria para no contaminar. Esfuerzo y reflexión.
Es necesario instaurar una ética ecológica.
Ecuanimidad.-
- Es un estado de estabilidad y compostura psicológica que no se ve
-
perturbado por la exposición a emociones, dolor u otros fenómenos que
pueden causar la pérdida del equilibrio de la mente. La ecuanimidad permite
que la mente esté atenta y en calma en momentos críticos; y ayuda a
discernir lo que realmente está sucediendo. Implica una uniformidad mental:
ni eufórica ni deprimida.
Una persona es ecuánime cuando refleja estabilidad y equilibrio emocional;
cuando es imparcial en su juicio. La persona ecuánime es igual y constante
en su ánimo, en su talante o manera de reaccionar.
En nuestra religión, la ecuanimidad se considera esencial para llevar a cabo
las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Es una
virtud difícil.
Contrario al modo de ser ecuánime es el temperamental, exaltado, fanático,
desequilibrado, impaciente y tendencioso.
Ecumenismo.-
- Ecumenismo es el intento de llegar a la unidad entre todas las iglesias
-
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cristianas. Llevamos muchos años de acercamiento, pero falta mucho para
llegar a esa unidad exigida por Jesucristo en el Sermón de la Cena. (Jn. 17,
21-23).
Todavía en la primera mitad del siglo XX estábamos con cierta hostilidad
entre las distintas confesiones religiosas. Y en el presente es muy lento el
progreso. La reunificación, tardará. Necesitamos un cambio de mentalidad,
esforzarnos por cumplir la voluntad de Dios. Olvidarnos de la mentalidad de
la película ―La mies es mucha‖; apertura a todos los cristianos; mutua
simpatía y acogida.
Pío XI y Pío XII pedían atraer al redil de la Iglesia verdadera a los herejes.
Juan XXIII fue también tradicional en este tema. Recordemos asimismo que
en 1949 el Santo Oficio ponía en alerta a los fieles ante el peligro de un
ecumenismo inconcebible para aquella mentalidad.
Entre los las distintas confesiones y entre los católicos existe un deseo
ecuménico, aunque no es general, porque a muchos católicos les tiene sin
cuidado este tema. Hemos de aspirar y orar para que Cristo sea centro de
todos los corazones. Celebramos todos los años el octavario por la unión de
las Iglesias del 18 al 25 de enero, desde el año 1933, con gran confianza en
Jesucristo que nos pidió unidad. ¿En qué consistirá esta unión? Todavía esta
cuestión sigue sin resolverse.
La espiritualidad de las personas que buscan la perfección ha de contener la
dimensión ecuménica; y para ello, amarse. Y para amarse, conocerse y
apreciar todo cuanto nos une que es mucho.
Los protestantes tienen mucho positivo: la fe en Jesús, el bautismo, la ilusión
por palabra de Dios, el gran aprecio a la vida familiar con Jesús, costumbres
cristianas ancestrales, la experiencia de la caridad y justicia, el movimiento
social cristiano...
Busquemos el diálogo con todas las personas de buena voluntad, incluso no
cristianos, la mutua ayuda.
Edad.-
- ¿A qué edad conviene comenzar por el camino de la espiritualidad? Diríamos
-
que cuanto antes. Desde la niñez, muchos han iniciado su andadura
espiritual. Cuando una persona experimenta la llamada de Dios por la
conversión, no deje de escuchar su voz. Conviene en este caso ponerse en
contacto con un sacerdote o una persona de Dios para que le ayude a dar los
primeros pasos.
―Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón‖. (Salmo 94,3;
(Heb. 4,7).
La infancia y la vejez son los períodos de mayor debilidad; también la
adolescencia. Por eso es imprescindible, si en estas épocas se dan
fenómenos místicos extraordinarios, saber discernir bien.
Educación.-
- Es necesaria la educación en la espiritualidad. Unos padres religiosos y
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cultivados son lo mejor para ello.
La educación va siempre unida a la verdad que nos hace libres. Jesucristo
dijo que cuando conocemos la verdad, la verdad nos hará libres (Jn. 8,32).
Sometiéndonos a Él y utilizando su conocimiento ―para servir al Señor en
espíritu y en verdad‖, (Rom. 6,11-13).
La educación bíblica prepara a los creyentes, renacidos para que Dios sea
capaz de realizar cuanto Él ha ordenado (Ef. 2,10). La educación bíblica nos
transforma por la renovación de nuestras mentes (Rom. 12,2). El apóstol
Pablo amonestó a Timoteo que deberíamos "procurar con diligencia
presentarnos a Dios aprobados". (2 Tim. 2,15). "Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3,16-17).
También los sacerdotes y catequistas juegan un papel muy importante para
continuar la formación en la vida interior del educando. Asimismo los grupos
de amigos en la fe; las conferencias de tema religioso, la lectura espiritual, los
Ejercicios Espirituales y retiros, la confesión; y en algunas épocas es
necesaria la dirección espiritual. La persona que desea avanzar en el
crecimiento de su vida interior necesita su autoeducación en todo momento.
Y es muy buena la ayuda de un director o acompañante en la fe, en
determinadas ocasiones.
Educador.-
- Nos referimos al educador católico, cristiano, creyente. El maestro o formador
-
se centra en una educación integral: cuerpo y espíritu. Ha de procurar llevar a
sus educandos hacia un mundo nuevo, llamado a integrarse en la sociedad,
dentro del proyecto educativo según el Evangelio; ha de promover los valores
esenciales humanos y cristianos. Son ideales de hoy y de siempre.
Actualizados porque el mundo avanza.
Se exige al educador en la fe una preparación diligente. La religiosidad es
una dimensión humana que llega a satisfacer incluso la propia afectividad.
El educador es preciso que goce de personalidad, puesto que el alumno se
fija en él como en un modelo. Ser alegre para educar en la alegría. Optimista,
discreto, con fortaleza, maduro. Empapado en libertad y caridad.
Ha de crear en los grupos de formación un clima para la expresión sincera.
Responsabilidad misionera.
Efluvios.-
- En ciertas ocasiones permite Dios que el cuerpo de los santos (en vida o
-
después de muertos) exhale el buen olor de sus virtudes. Así nos dice la
historia que ocurrió con las llagas de san Francisco de Asís.
Benedicto XIV dice que para averiguar si se trata de milagro es preciso
investigar si el olor es suave y persistente; si ni en cuerpo ni en la tierra hay
-
algo que pueda explicarlo; si se han obrado milagros con el agua o el óleo
que se tomó del santo cuerpo. Así lo afirmaba.
Y en sentido del todo escriturístico es Dios quien manda efluvios de amor
sobre su pueblo, sobre cada uno sus hijos. ―La sabiduría es… efluvio del
poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente‖. (Sab. 7,24-25)
Efusión.-
- Una efusión consiste en derramar o expandir los afectos llenos de
-
generosidad sobre una persona o un colectivo de personas. La efusión del
espíritu del Señor será el momento decisivo de la intervención soberana de
Dios en nuestras vidas, cuando él se acerque a arreglar el final de la maldad.
En su discurso de Pentecostés, el Apóstol Pedro cita el pasaje (He. 3,1-5),
para afirmar que la nueva creación ya ha comenzado, con la efusión del
Espíritu de Jesús resucitado sobre la comunidad cristiana (He. 2. 15-21).
Después de esto, ―yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres‖
―Derramaré mi espíritu‖ (Is. 44,3). Dios anuncia la efusión de su espíritu y
fruto de esta efusión será la donación plena de su amor, el don real de su
espíritu. A nosotros toca acogerlo.
La confianza en el Señor que se expande sobre nosotros nos lleva a cimentar
nuestra vida sobre Dios, como la casa cimentada sobre roca firme, siempre
sólida por muchos terremotos que sobrevengan, (Mat. 7, 24-25). ―Consolad a
mi pueblo‖ (Is. 42,13 y 52,9); no solo consuela el profeta, es Dios mismo el
consolador (Is. 51,12),
Egoísmo.-
- El egoísmo en el fondo es el vicio que más dificulta el avance en nuestra vida
-
interior. Egoísta es aquel que quita su amor a Dios y al prójimo y lo centra tan
solo en sí mismo. Si nuestra ilusión está en liberarnos de la propia angustia y
en buscar el placer, no lo conseguiremos. Nos iremos centrando en el
egoísmo. Es preciso centrar nuestra atención en Dios y en tantas personas
que sufren y a ellas ayudar.
La palabra de Dios está llena de alusiones al egoísmo como contrario al
amor: ―Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud
humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a
sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los
intereses de los demás‖ (Fil. 2,3-4). ―Los que son ambiciosos y no obedecen
a la verdad, sino que obedecen a la injusticia, ira e indignación‖ (Ro. 2,8) ―En
los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán
amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes‖, (2 Tim. 3,1-2). ―¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y
del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno‖ (Mat. 23,25).
―Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo‖ (1 Co.10, 24). Y sobre
todo es preciso para luchar contra el egoísmo hacer criterio propio el
mandamiento nuevo: ―Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos
-
a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los
otros‖ (Jn. 13,34).
Muchas personas son esclavas de su egoísmo. ¡Si pudieran abrir la puerta de
su jaula dorada! Debieran buscar la salida de la jaula donde se encuentran. Y
la mejor ayuda es la de Dios en la oración.
Si amamos a las criaturas (no me refiero al amor de caridad), porque nos
amamos a nosotros mismos y en ellas encontramos satisfacción, en el fondo
nos mantenemos en el egoísmo. Hacernos indiferentes en el sentido
ignaciano.
Ejemplo.-
- El ejemplo arrastra. Quien aspira a la santidad ha de dar buen ejemplo.
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Jesucristo es ejemplo de todas las virtudes. El ejemplo es un medio eficaz,
una gracia actual para acercarnos a Dios. Veamos algunos textos de la
Sagrada Escritura:
―No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza‖ (1 Tim. 4,12). ―Hermanos,
sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis
en nosotros‖ (Fil.3, 17). ―No porque no tengamos derecho a ello, sino para
ofrecernos como modelo a vosotros a fin de que sigáis nuestro ejemplo‖ (II
Tes.3, 9). ―De manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos los
creyentes en Macedonia y en Acaya‖ (I Tes. 1,7). ―Hermanos, tomad como
ejemplo de paciencia y aflicción a los profetas que hablaron en el nombre del
Señor‖ (Sant. 5,10). ―Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a
fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron‖. (I Co. 10,6).
San Vicente de Ferrer pasaba muchas horas en oración. Luego movía los
corazones de tal manera que todavía perdura su recuerdo. Después de sus
sermones salía envuelto en el fervor divino y hacía milagros. De San
Bernardo se cuenta que pasaba la noche delante del crucifijo; oraba; besaba
los pies de Cristo. Todo esto cuando tenía que predicar en algún lugar. Diego
de Cádiz fue gran predicador de misiones populares en España; cuando le
correspondía dirigir una misión, hacía unos días especiales de oración y
penitencia. San Felipe de Neri. Decía: ―Dadme tiempo para tener oración y lo
alcanzaré todo de Dios.‖
Ver entrada ―Imitación‖.
Ejercicios de piedad.-
- Los primeros cristianos se reunían desde el principio para el mejor ejercicio
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de piedad ―Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y a las oraciones‖ (He. 2,42). "Ejercítate en la
piedad, pues el ejercicio corporal es de poca utilidad; pero la piedad es útil
para todo" (1 Tim 4,7-8).
Hemos de mostrar esta piedad con la oración, adoración, alabanza,
expresada por los ejercicios espirituales de piedad.
- Vemos como experiencias de vida de piedad el monacato, anacoretismo... la
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liturgia, la oración tanto pública como privada. Siempre ha de ser trinitaria,
cristocéntrica y mariana. Los ejercicios privados de piedad no deben sofocar
la liturgia. Sentimiento de conformar nuestra voluntad a la obediencia del
Evangelio.
Los ejercicios de piedad no han de practicarse como algo aislado; han de
tener relación con la vida.
Concretando algunos ejercicios de piedad, sobre todo los más clásicos: el
ofrecimiento de obras, la meditación, rosario: contemplación de los misterios.
El viacrucis; siempre dándonos cuenta también de la resurrección y del
misterio pascual. El centro de todo, la Eucaristía en su dimensión de
sacrificio, banquete, presencia real. Va todo unido. La devoción a Jesús
sacramentado es consecuencia de nuestra fe en la Eucaristía como
sacramento permanente. Siempre en la Eucaristía celebramos la pascua:
muerte y resurrección de Cristo. Sin olvidar la lectura espiritual que es
alimento de nuestra vida interior.
Ver entradas ―Devociones‖, ―Piedad prácticas‖.
Ejercicios Espirituales.-
- Los Ejercicios Espirituales por antonomasia son los de San Ignacio de
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Loyola. Salió de ellos ―como otro hombre y con otro entendimiento‖.
Entendía el santo con este nombre ―todo modo de examinar la conciencia, de
meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el
alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos...)
con el fin de buscar y hallar la voluntad divina‖.
La duración de los Ejercicios Espirituales ignacianos es de cuatro semanas:
a) En la primera semana se medita y ora: Situarnos ante la salvación: la
gloria de Dios. El fin del hombre. El pecado y las verdades eternas. La
misericordia. b) En la segunda semana: el seguimiento a Jesús: las dos
banderas, los tres binarios, la vida de Jesucristo. c) En la tercera semana: las
tres maneras de humildad, la pasión de Jesús: seguir a Cristo con nuestra
cruz. Dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado...
Compartir la vida con los que sufren, ayudarles. d) La cuarta semana:
esperanza plena en Jesús resucitado y compartir su gozo. Agradecimiento
por su amor y amplia contemplación para alcanzar amor.
El método de los Ejercicios Espirituales es muy lógico para quienes tienen fe.
Hemos de ser conscientes de que todo es obra de Dios. Pedir todo lo que
necesitamos para seguirle, lo que sea para su mayor gloria.
Los actores en los Ejercicios Espirituales: Dios, que nos da su gracia: el
ejercitante que la recibe en la oración. En los ejercicios se adquiere madurez
espiritual, criterio y humanidad. Discreción y discernimiento de espíritus para
hacer propósitos buenos y eficaces. Por supuesto que un buen director es
muy importante. También se dan reglas para sentir con la Iglesia.
Para practicar los Ejercicios Espirituales completos hace falta tener
―complisión‖, o sea, una madurez psicológica para poder entregarse en el
silencio a la reflexión. Lo más importante es la oración, acudir a la Virgen
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María y practicar sacrificios voluntarios en ese período. Silencio interior y
exterior, como medio que ayuda.
San Ignacio de Loyola también creó los llamados ―Ejercicios leves‖, de tipo
más popular y de duración más corta, sobre todo para para personas de
menor ―complisión‖ o que no disponen de tiempo o circunstancias para
entregarse durante cuatro semanas a los Ejercicios Espirituales.
A las personas que deseen avanzar en su vida interior se les recomienda, al
menos una vez en la vida, practicar los Ejercicios Espirituales de mes.
Además todos los años, o cada dos o tres, dedicar cuatro o cinco días a
algún tipo de ejercicios espirituales.
Son los Ejercicios Espirituales, tanto los ignacianos como otros, una especie
de llamada al desierto, a la soledad, como Jesús. Perseverantes en la
oración y en la enseñanza de los Apóstoles. Recordar a los monjes del
desierto, a los ermitaños.
Ver entrada ―Desierto‖.
Elección.- Elegidos.-
- Ante todo consignamos aquí la elección evangélica de los Apóstoles que es
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la más significativa: ―Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio
autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para
sanar toda enfermedad y toda dolencia.‖ (Mt. 10); también (Mc. 3 y Lc. 6,13),
(He. 1 y 2; 8,15), tienen la idea de elección con la de vocación. ―Vosotros no
me elegisteis, yo os he elegido a vosotros‖ (Jn. 15, 16).
Hemos sido elegidos, escogidos por Dios, ante todo para la vida y para ser
cristianos. Cada fiel piensa en su elección: estamos presentes en la
humanidad de Jesús; nos ha elegido por nuestro propio nombre. Ha sido una
elección por parte de Dios. Jesucristo enviado del Padre, nos elige para
darnos su Espíritu que se derrama en nuestro corazón. Y hemos de saber
corresponder a la elección: ―Así pues, como elegidos de Dios, santos y
amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia‖. (Col. 3, 12). ―Os urgíamos a llevar una vida digna
de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria‖. (1 Tes. 2, 12).
Somos miembros de la Iglesia, pueblo elegido (Ro. 8, 33; 11, 7; 1Pe. 1 y 2,9;
Apo. 17, 14). (Lc. 23, 16). Miremos el Evangelio con relación al juicio final.
(Mat. 24, 22 y sig. Mc. 13, 20 y sig.).
A pesar de nuestros fallos, de nuestras infidelidades, nos sigue llamando. No
cesa el Señor de hacerlo cada día. Esto nos ha de llenar de decisión y
humildad.
¿Por qué me elegiste a mí, Jesús mío, en medio de tantos que os hubieran
servido mejor? (Genoveva Torres).
Elemental.-
- La postura elemental para nuestra perfección es: Amar a Dios de todo
corazón y al prójimo por Dios y la vida de oración. Desconfianza en sí mismo
total y total confianza en Jesucristo. Vivir de cara al prójimo; para ayudarle; y
no juzgarlo nunca.
Elevación.-
- Ver entrada ―Levitación‖.
Elevar.-
- Ver entrada ―Levantar‖.
Embriaguez de amor.-
- Fenómeno místico: el cuerpo y el alma quisieran mostrar el gozo o pena que
-
se siente. Son fenómenos algo alarmantes del alma, pero no son gracias
gratis dadas. Se necesita discreción cuando se experimentan. Suelen ir
unidos a determinados temperamentos.
A veces va unido este fenómeno al éxtasis sobrenatural
Emoción.-
- La emoción y la consolación sensibles tienen su finalidad en nuestra vida
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interior, en la propia conversión y en el inicio de la fe. Y después de pasadas
estas gracias, también hay temporadas de consolación y emoción, difícil de
describir y explicar, pero inconfundibles para quien las experimenta; también
ayudan en nuestra vida interior.
Tengamos en cuenta que es fácil sentir emoción en algunas ocasiones y
luego enfriarse como un témpano. Se da el caso de que personas de grandes
consuelos sensibles, que parecían apóstoles del mundo, luego lo abandonan
todo, incluso su fe. Conocemos casos muy tristes.
Agradecer a Dios por sentir emoción y consuelo; y hemos de saber
administrar nuestras emociones como un don de Él. Somos transformados
por la renovación de nuestras mentes (Rom. 12,1-2) y el poder del Espíritu
Santo produce en nosotros el dominio propio (Gál. 5,22-23).
La teología de la espiritualidad reconoce hoy que la emotividad es una
condición favorable para la experiencia y expresión religiosa y para la vida en
la fe, incluso cuando asume el carácter de hiperemotividad. Es claro que
entre dos sujetos, uno frío y otro emotivo, sería preferible el emotivo para la
elevación en la virtud y sobre todo para el apostolado cara a los demás.
Empatía.-
- La empatía es la cualidad de comprender los sentimientos y emociones,
intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro
individuo. La empatía es un valor positivo que permite a un individuo
relacionarse con las demás personas con facilidad y agrado. Comprendemos
y nos ponemos en el lugar del otro y estamos dispuestos a ayudar, apoyar y
-
-
motivar a nuestros semejantes. Y con esta virtud somos consciente de que
casi todo en la vida de las personas que nos rodean puede no estar bien y
que nosotros podemos ayudarles.
En la Biblia no aparece la palabra empatía pero sí su concepto. Así, San
Pedro aconseja seguir
―compartiendo sentimientos como compañeros,
teniendo cariño fraternal, compasivos...‖ (1 Pe. 3,8). San Pablo decía ―Estad
dispuestos para con otros del mismo modo como lo estáis para con vosotros
mismos‖ (Ro. 12,15-16). Jesucristo siente en su alma los problemas de los
demás: sanación de enfermos, minusválidos, endemoniados... El sordomudo,
(Mc. 7,32-35). El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7,11-16). Podríamos citar
decenas de casos. Y son muy numerosas las citas en el Antiguo Testamento
en que aparece Dios compasivo con los humanos.
La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente
relacionada con la capacidad de ser útil, poniéndose en el lugar del otro, y
despierta el deseo de actuar siguiendo los principios morales.
Empatiza quien sabe escuchar a los demás, entiende sus problemas y
emociones con intención de apoyar. La empatía es lo opuesto a la antipatía.
La espiritualidad cristiana no se concibe sin el amor al prójimo; por eso la
empatía es como el comienzo del amor, la disposición para amar.
Empaparse.-
- Ver entrada ―Sumergirse‖ ―Transformante unión‖.
Enamoramiento de Dios.-
- El alma fiel a las mociones del Espíritu Santo vive solo para Dios, con Él y en
Él. Descubrimos que somos débiles, pero seguros dentro de la gracia que
recibimos de Dios, y nos apoyamos en su Omnipotencia. ―¿A quién temeré?‖
El alma enamorada de Dios es apóstol y eficaz en el Reino de Dios.
Encarnación.-
- Entre todas las obras de Dios ad extra, la más grande es el misterio de la
-
-
Encarnación del Verbo; es el gran misterio de nuestra salvación. La gran
comunicación de Dios con el hombre es la Encarnación. El resultado final, la
Iglesia eterna.
La carta 1 de Juan pone la Encarnación como elemento esencial (1 Jn. 1, 1 y
sig.). El Padre envía al Hijo para salvar al mundo.
La Encarnación fue una obra de la Santísima Trinidad. Creemos que por eso
en el Nuevo Testamento a veces se atribuye a Dios Padre (Heb. 10, 5; Gal. 4,
4), o al Hijo mismo (Fil. 2, 7), o al Espíritu Santo (Lc. 1, 35; Mat. 1, 20). Se
explica así que la obra de la Encarnación fue un único acto, del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
El fiat de la Virgen María nos alumbró hasta el final, al pie de la cruz (Lc. 1,
26-38). ―El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con
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todo hombre‖. Reparó el Señor la naturaleza humana por la Encarnación y
restauró la gloria del Creador. El misterio de la Encarnación obra en nosotros
la gracia de destruir todo interés y amor propio.
La fiesta de la Encarnación del Señor o la Anunciación se celebra el 25 de
marzo. Aunque sea tiempo de cuaresma hemos de procurar fervor,
agradecimiento y entrega generosa.
Encarnarse.-
- El cristiano, fiel al ejemplo de Jesucristo, tiende a imitarle en su encarnación:
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el Hijo de Dios se hizo hombre, fue en todo igual a nosotros, excepto en el
pecado. Quien desee ser como Él, procura encarnarse en su ambiente para
evangelizar y ser testigo de la fe por la caridad.
Si el Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios, "Dios nos
amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn. 4,
10), por imitación y agradecimiento a Jesús hemos de encarnarnos en
nuestro ambiente para ayudar y para amar como nuestro Maestro.
De una manera especial, el misionero procura encarnarse en el pueblo como
Jesús para mejor evangelizar.
Encontrar.-
- Lo que interesa en la oración es encontrar al Señor. Hay dos maneras de
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encontrar al Señor: dolorosa, una; otra, consoladora. Al Señor se le puede
encontrar teniendo el entendimiento vacío enteramente. Dios es uno: nada
mejor que la simplicidad de corazón para encontrarle.
―Isaías se atreve a decir: ―Fui hallado por los que no me buscaban; me
manifesté a los que no preguntaban por mí‖ (Rom. 10,20). ―Para que
buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está
lejos de ninguno de nosotros‖ (He.17, 27). ―Entonces entenderás el temor del
Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios‖. (Prov. 8,17). ―Amo a los que
me aman, y los que me buscan con diligencia me hallarán‖ (Prov. 2,5).
Encontraremos a Dios en Él mismo que es todo Bien y el sumo Bien. Dios es
infinito y en todas partes se le puede hallar, y gozar de su amor en el fondo
del alma.
Decimos, sí, que hay maneras de encontrar a Dios muy dolorosas; otras muy
sabrosas. En la aridez y en la sequedad, muchos han encontrado al Señor.
Otros, en la dulzura de un acto litúrgico, unos Ejercicios Espirituales, una
lectura espiritual... Para hallarlo, lo mejor tener el entendimiento vacío de
pensamientos. Cuando lo descubrimos sentimos paz, decisión, fuerza, amor
a Dios y al prójimo...
Exponer a Dios con sencillez lo que ocurre a mí o a otros, pedir su ayuda,
confiados. Aquietarse junto a Él; contentos, con paz. El fruto será
perseverante cuando Dios lo escriba dentro del corazón.
Las almas en todos los momentos de la vida encuentran también la amargura
de la mirra que bien asimilada, nos santifica y une a la pasión de Jesús.
- Necesitamos un verdadero espíritu de mortificación para quitar apegos.
-
Puede el hombre encontrarse con Dios en pleno dolor, en la llaga que
supura, en la incomprensión y el fracaso.
Todos los hombres de la tierra deberían ayudarse mutuamente a encontrar a
Dios. Volver al regazo de Dios, hallarlo en lo más profundo de nuestro ser, en
nuestra oración y en nuestra relación. Para lograrlo, hay que correr el riesgo
de ponerse en camino; es necesario salir de sí mismo; y paradójicamente, su
Reino está dentro de nosotros.
Encuentro.-
- Recordemos el encuentro de Jesús con los de Emaús. Él los busca. Él toma
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la iniciativa. Somos encontrados por Él. (Lc. 24, 13-35)
Nos encontramos con Dios en la naturaleza; ―Los cielos cuentan la gloria de
Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a
otro día y una noche a otra noche declara sabiduría‖. (Salmo 19,1-2). Y el
Apóstol San Pablo dice: ―Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,
pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se
hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por
medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa‖. (Ro. 1, 19-20)
¿Cómo nos encontramos con Dios? Primero, y fundamentalmente, por medio
de Jesucristo, nuestro mediador, por fe. A través de la Escritura. Y esto
involucra la meditación y el auto-examen.
Nos encontramos con Dios a través de la oración. La oración es crucial. Nos
encontramos con Dios al reunirnos con el pueblo de Dios. Ya nos dijo Jesús
que si dos o más estamos reunidos en su nombre, allí está, en medio de
ellos.
Y ante todo por la fe, en las Escrituras, en la oración y a través de su pueblo.
Encuentro con Dios: en la comprensión bíblica acerca del porqué deberíamos
reunirnos con Dios en nuestra vida diaria. En el encuentro con el Resucitado
hallamos el tesoro escondido; nos quedemos con Él. Es un encuentro
pascual como los dos de Emaús: en la Eucaristía. Se nos abren los ojos. Y
nos lanzamos a proclamar la buena noticia.
Conocer a alguien a quien ayudar es un hallazgo. Es el inicio de un trayecto
hacia Dios. Y es un verdadero encuentro con Dios porque Él desea ser
conocido en el mundo.
Él se ha revelado a nosotros. En el Nuevo Testamento, Dios nos habló a
través de su hijo, Jesucristo. Basados en la Sagrada Escritura, nuestra idea
de que podemos encontrarnos con Dios no es infundada. Se trata de tomarle
la palabra a Dios.
Deberíamos encontrarnos con Dios: porque Él ha creado el mundo. Nos ha
creado a nosotros. Él es bueno con nosotros más allá de lo que merecemos.
Él nos da su perdón, misericordia, gracia y finalmente a él mismo. Él es digno
de nuestra alabanza y adoración y de nuestro constante encuentro con él.
Somos suyos. Nos lleva a una relación más profunda con Él.
Cuando empezamos a conocer a Dios en estas maneras íntimas y nuestra
relación con él crece, esto nos lleva a adorarle. Encontrarnos con Dios
-
también nos ayuda a crecer; también nos recuerda que no estamos hechos
para este mundo. En un mundo muy seductor, necesitamos este recordatorio
diariamente y eso es lo que el encuentro con Dios hace por nosotros. Por fin,
el encuentro con Dios nos ayuda a luchar.
Conviene mirar la entrada ―Conocimiento‖.
Endurecimiento.-
- Resistir a las llamadas de Dios produce el endurecimiento del corazón. ―Si
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hoy escucháis la voz de Dios, no endurezcáis vuestro corazón‖. (Salmo 95,
7).
También son causas del endurecimiento del corazón la crueldad incluso con
animales, el dejarse llevar constantemente del egoísmo, cometer pecados sin
ningún arrepentimiento, llevar una doble vida, evadirse de socorrer al prójimo
en sus necesidades, abusar del obrero sin preocuparse más que de las
propias ganancias...
Enemigos.-
- Nos exhorta Jesús: ―Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
-
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los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que
os ultrajan y os persiguen‖ (Mat. 5,44). (Lc. 6, 27 y 35).
¿Cómo tratar al enemigo? ―Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si
tiene sed, dale de beber: actuando así amontonarás ascuas sobre su
cabeza. No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien‖ .
(Ro. 12, 20-21). A ejemplo de Cristo que cuando éramos enemigos fuimos
reconciliados con Dios. (Ro. 5, 10).
El amor incluso a los enemigos es indispensable para la santidad. Amar al
que sufre, al que me hiere, al que me ignora. (Agustín)
―Vencer al enemigo, haciéndonos amigos de él‖. Los santos saben tratar al
adversario y enemigo con exquisitez.
Ver enlace ―Perdón‖.
Enemigos del alma.-
- Enemigos de nuestra alma son el egoísmo, demonio, mundo y carne. Y dicho
de otra manera, el amor propio, el ansia de placer, y de poder, Por mucha
fuerza que nuestros enemigos ejerzan sobre nosotros, no podrán contra
nuestra alma si acudimos a Dios para vencerlos y ponemos los medios a
nuestro alcance.
- Jesucristo mismo fue tentado por el demonio (Mat. 4, 1-11). Él mismo nos
exhorta en el sermón de la montaña a tomar postura en favor de los que
sufren a causa de distintos enemigos: ―Bienaventurados los pobres, los
perseguidos, los que sufren, los que lloran‖. (Mat. 5,3-11).
Enfermedad.-
- Cristo tuvo predilección por los enfermos y los que sufren. Y sanó a muchos
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enfermos. Mostró así su compasión y amor; y aquellos milagros fueron signo
de su divinidad. ―Jesús recorría toda Galilea… curando toda enfermedad y
dolencia en el pueblo‖. (Mat. 4, 23).
Jesús se identificó con el débil y enfermo: ―Estuve enfermo y mi visitaste‖
(Mat. 25,36); ―Él ha tomado nuestras enfermedades y se ha cargado nuestras
males‖ (Mat. 8,17). También confió a sus discípulos la misión de curar a los
enfermos‖ (Mt 10,8).
Cuando sentimos el dolor o la enfermedad, no lo aceptamos. Las penas en sí
mismas no las podemos aceptar. Pero si miramos la Providencia de Dios,
entonces sí podemos amar el dolor: porque nos purifica, porque nos une a la
pasión de Cristo, porque nuestros sufrimientos son redentores.
―Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados‖ (Mat. 5, 4)
Por algo decía San Pablo: sufro en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo
(Col. 1, 24). Si amamos a Jesucristo y contemplamos su pasión, ¿cómo
vamos a protestar cuando nos visita la enfermedad o el dolor? Esta idea ha
hecho cambiar a muchos su actitud ante el sufrimiento.
La prueba de toque de la virtud es la enfermedad. ¿Quién tendrá fuerza para
orar estando enfermo? Pero entonces se descubre lo que vale una persona.
¿Qué hacía Jesús en la Cruz, sino sufrir? Jesús, que nos ayudará a llevar la
cruz con total sentido de entrega. A estos fenómenos de decaimiento en la
enfermedad se une la sequedad más dura. Sin sentir el más mínimo fervor.
Sí; vendrá más tarde la resurrección, pero antes hay que sufrir la pasión. Es
preciso beber el cáliz que el Señor nos había reservado (Mat. 20, 22-23).
Ver también entradas ―Pruebas‖, ―Dolor‖, ―Sufrimiento‖…
Enfermedades.-
- Nos referimos aquí a las enfermedades de tipo místico o pseudo - místico.
-
Ciertas enfermedades pueden presentar analogías con fenómenos místicos
extraordinarios. Para discernir es preciso guardar equilibrio entre la excesiva
credulidad y la hipercrítica racionalista. Muchos niegan como verdadero lo
que pueda trascender de los límites de una explicación natural. Y así, el
éxtasis lo identifican con fenómenos catalépticos, histéricos o letárgicos. La
estigmatización, con neuropatías. La obsesión o posesión diabólica,
hipocondría o locura.
Es preciso hilar muy fino, teniendo en cuenta las explicaciones naturales,
para distinguir entre lo natural y lo sobrenatural. Incluso en ocasiones puede
haber alguna mezcla entre uno y otro.
Ver siguiente entrada, ―Enfermo‖.
Enfermo.-
- Queramos o no, el sufrimiento ha de acompañar a nuestra vida; y también la
muerte. El enfermo tiene derecho al respeto; no ha de fatigarse pensando en
el porqué de la enfermedad. Existe el peligro de refugiarse en la droga por el
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uso en exceso de las medicinas. El enfermo se pregunta por el sentido de la
existencia y puede verse frustrado.
Por otra parte, ni el sufrimiento ni el sacrificio pueden ser queridos por sí
mismos.
Evitamos al pronunciarnos en este particular, el atribuir todo esto al pecado.
El sufrimiento es más oneroso por la imprudencia y el egoísmo humanos. La
terapia salvífica de la Biblia parte de la fe y de la conversión; y hemos de
derivarla a la solidaridad.
Jesús compartió el sufrimiento humano desde su nacimiento hasta su muerte
en la cruz; para redimirnos vivió todo el camino nuestro. Así dio un valor
salvífico al sacrificio y tiene predilección por los enfermos.
Recordamos nuestro deber de ayudar al enfermo: ―Estaba desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí." (Mat.
25,36). ―La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es
ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin
mancha del mundo‖ (Sant.1, 27). ―¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que
llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con
aceite en el nombre del Señor‖ (Sant. 5,14).
Peligro de encerrarnos en el miedo cuando se acerca el dolor. Es una
prueba, y se requiere revisar nuestra vida e incluso reformarla. No caer en el
fatalismo ni en el interrogante sobre la bondad y sabiduría de Dios.
Job: ―De oídas ya te conocía, pero ahora te han visto mis ojos‖ (Job 42,5).
No buscamos el dolor: sí la forma de afrontarlo con serenidad. El cristiano
fomenta la vida y busca soluciones al dolor. ―Si es posible, aparta de mí este
cáliz‖ (Lc. 22, 42). Siempre con la esperanza de la liberación.
Es imposible un bienestar continuo. Nuestra vida es éxodo, misterio pascual
hacia la resurrección. Y para ello es necesario pasar por la muerte. Aceptar a
Cristo crucificado; tomar su cruz: ―Quien quiera venir en pos de mí que tome
su cruz y que me siga‖ (Mat. 16, 24; Lc. 9,23; Mc. 8, 34).
La Unción es el sacramento de los enfermos. Salir del propio aislamiento;
purificarnos de nuestras maldades.
Ver entrada ―Unción de enfermos‖.
Enfoque.-
- El enfoque de nuestra espiritualidad puede ser muy diverso, tan variado como
-
las distintas escuelas de espiritualidad que existen; incluso individualmente
puede haber distintas maneras de concebirlo. Siempre está fundamentado
este enfoque en el Evangelio y la Teología. En cualquier tipo de enfoque
hemos de tener en cuenta tres grandes verdades católicas en las que
conviene centrar nuestra vida interior: la Santísima Trinidad, Eucaristía y
Virgen María.
Jesucristo en la Eucaristía causa en los fieles la inhabitación de la Trinidad.
"Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él. Así como vivo yo por mi Padre, así también el que me
come vivirá por mí‖ (Jn 6,51 - 57). La Eucaristía, pues, es para la
inhabitación. La presencia real de Cristo en la Eucaristía tiene como fin
asegurar la presencia real de Cristo en los justos por la inhabitación.
Por otra parte, la inhabitación hace al cristiano idóneo para la comunión
eucarística. Sin aquella, no es lícito acercarse a esta. Esta idea nos ayuda a
vivir más a fondo estas realidades maravillosas, correlacionándolas entre sí.
Y... a la Virgen María la vemos unida a la Santísima Trinidad desde el
momento de la Encarnación. Son los tres misterios inseparables,
coordinados, muy relacionados para el enfoque de nuestra espiritualidad.
Otros enfoques de la espiritualidad suelen ser derivados de los que
acabamos de exponer. En todo caso hemos de derivar nuestro amor hacia el
Reino de Dios, y el amor a los hermanos.
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Entendimiento.-
- Por el entendimiento aprehendemos las cosas en cuanto inmateriales.
Hemos de regir el entendimiento con la atención, dada la casi imposibilidad
de mantener dos pensamientos a la vez.
En nuestra espiritualidad hemos de procurar siempre evitar la dispersión,
mantener la atención en lo que estamos realizando, purificar el entendimiento
de pensamientos inútiles y nocivos, evitar la ignorancia y la mera curiosidad.
Por otra parte ser ponderados, sin precipitación en el juzgar.
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Entendimiento don.-
- El don de Entendimiento nos hace penetrar, ahondar en las verdades de la
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fe. San Pablo dice que el ―Espíritu que sondea las profundidades de Dios,
las revela a quien le place‖ (1Cor 2,10). Ahonda más en el misterio que el
simple asentimiento de que le hace objeto la fe; su campo abarca las
conveniencias y grandezas de los misterios, sus relaciones mutuas y las
que tienen con nuestra vida sobrenatural. Nos ayuda a ver lo oculto bajo los
accidentes.
Cuando Jesús explica las Escrituras en referencia a él, ―todos le aprobaban
y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca‖
(Lc. 4,22 - 24,32). San Pablo dice: ―Habéis sido enriquecidos en todo, en
toda palabra y en todo conocimiento‖ (1Co. 1,5). Y los fieles han de estar
―henchidos de todo conocimiento y capacitados para aconsejarse
mutuamente‖ (Rom. 15,14). ―Él ha hecho brillar la luz en nuestros
corazones, para irradiar la ciencia de la gloria de Dios que resplandece en el
rostro de Cristo‖ (2 Co. 4,6).
El don de Entendimiento se extiende asimismo a las verdades contenidas
en los Libros Sagrados, y es el que parece haber sido concedido en mayor
medida a los que en la Iglesia han brillado por la profundidad de su doctrina,
a los cuales llamamos ―Doctores de la Iglesia‖. Un texto de las divinas
Escrituras, lo habremos leído y releído un sinnúmero de veces sin que haya
impresionado a nuestro espíritu, pero un día brilla de repente una luz que
alumbra, hasta las más íntimas reconditeces de la verdad enunciada en este
texto.
- Por el don de Entendimiento, conseguimos ahondar más profundamente, en
el sentido oculto e íntimo de las verdades reveladas para que las tengamos
en mayor aprecio. Los hombres santos hallan un conocimiento tan alto, tan
celestial y divino, que ningún doctor lo pudiera hallar por sí mismo.
El don de entendimiento purifica los ojos del corazón, quitando los
obstáculos que impiden ver la irradiación del sol de justicia.
Que el don de entendimiento nos lleve hacia la verdadera contemplación.
Que el don de entendimiento nos lleve a traspasar las cosas sensibles; a
vivir la fe; a invocar al Espíritu Santo y ser fieles a la gracia.
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Entereza.-
- Es una Cualidad humana y virtud cristiana que afronta los problemas y
dificultades con serenidad y fortaleza. La entereza es propia de personas
prudentes y sabias. Mantiene firmes los principios y criterios sanos aun en
la persecución. Supone dominio para enfrentarse sereno con situaciones
difíciles sin perder la esperanza. Domina las emociones bajo control. Sabe
desenvolverse en situaciones complejas y tomar decisiones y se mantiene
sereno para poder observar con claridad cuál es la dificultad y qué opciones
se pueden adoptar al respecto.
Una persona con entereza también llora y se hunde en ciertos momentos,
sin embargo, se sobrepone a su propio dolor con un propósito y un objetivo:
sentirse fuerte para hacer frente a aquello que tenga que venir. Esta virtud
es propia de valientes y humildes; lejos de los fanfarrones que se hunden
con facilidad.
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Entrega.-
- Es la atención, interés, el amor, dedicación y esfuerzo con relación a Dios y
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en apoyo y ayuda de las personas, en el ideal cristiano. Es una actividad
espiritual que aspira a conseguir la unión o el contacto del alma con la
divinidad por diversos medios ascéticos y de devoción, amor,
contemplación... Siempre la entrega a Dios va precedida por la llamada de
Dios. El hombre sin esta llamada no podría entregarse.
La entrega del cristiano ha de ser total (Lc.9, 23-24): llevar la cruz; amarle
más que a la propia vida. Hasta llegar a posponer al padre, a la madre, a la
mujer y a los hijos (Lc. 14, 25-27). Recordar la entrega de Abraham,
dispuesto a inmolar a su hijo (Gen. 22, 16-18)
La entrega consiste en ofrecerse al servicio y amor de Dios. La aspiración a
ello – repetimos – siempre viene de Dios. El hombre corresponde con una
decisión firme, casi siempre acompañada de consuelo, deseo amoroso,
emoción religiosa, aunque también puede ocurrirnos en circunstancias
aparentemente adversas, como a San Pablo. Esta entrega suele llevar el
enamoramiento que no siempre es a modo de flechazo, puede mostrarse
también de forma paulatina.
En el Evangelio vemos algo que impresiona: Un joven rico le preguntó a
Jesús ―Maestro, bueno, ¿qué puedo hacer para heredar la vida eterna?‖
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Jesús le contestó: ―Vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres, así
tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.‖ (Lc. 18,1827), Aquí Jesús pedía una entrega plena, aunque el rico no estuvo dispuesto
Conviene pedir al Señor este don de poder entregarnos a Él, si no lo hemos
experimentado. Su auxilio para nuestra entrega es con frecuencia tan fuerte
que puede interpretarse como una conversión repentina.
Se realiza sobre todo en el momento de la primera conversión, y conviene
recordar nuestro ideal con gran frecuencia. Suele ir acompañado su recuerdo
de un gusto sensible indefinido con que la gracia premia a las almas
entregadas al amor de Dios y de sus semejantes. Una vez recibido este don,
es muy bueno recordarlo con agradecimiento. Cuando este recuerdo lo
practicamos de una manera muy consciente, lo solemos llamar ―descender a
Betania‖. Siempre enciende nuestro fervor. Es como un cargar las pilas.
Lo principal es darse al Señor. Luego Él va haciendo todo. Solo habrá que
seguir su acción. Dios hará vibrar en el alma su luz. Jesús nos promete (Jn.
10,10), ―para que tengamos vida abundante.‖ Iremos así conociendo las
divinas perfecciones y la propia nada. Y lo más importante es que poco a
poco va el Espíritu Santo avivando en el alma el fuego de la caridad. El que
comienza y luego continúa, cada vez recibe más fuerza de amar; una especie
de fiebre tranquila de amor.
Santa Teresa: ―Ya que toda me entregué y di,- y vuestra soy, para vos nací.¿Qué queréis, Señor de mí?‖
Nuestra respuesta a la llamada de Dios, hacerla con prontitud: ―Mañana,
mañana me entregaré a Dios‖, pensaba San Agustín. ―Mas... ¿por qué no
ahora? ¿Por qué no doy fin ya a mis torpezas?‖ Y oyó una voz que le decía:
―Toma y lee; toma y lee...‖ Cogió el libro sagrado y leyó: ―Ve y vende todo lo
que tienes, dáselo a los pobres…‖
Y recordamos la impaciencia de San Juan de la Cruz: ―¡Ay quién podrá
sanarme! Acaba de entregarte ya de vero; no quieras enviarme de hoy más
mensajero, Que nos saben decirme lo que quiero‖.
Ver también entrada ―Seguimiento‖.
Enviados.-
- Jesús es el enviado del Padre: ―El Verbo se hizo carne y habitó entre
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nosotros‖, (Jn 1, 14) ―Yo he salido y vengo de Dios, pues yo no he venido de
mí mismo, antes es Él quien me ha mandado‖ (Jn. 8, 42). ―No estoy solo, sino
yo y el Padre que me ha mandado‖ (Jn. 8, 16). ―Yo soy el que da testimonio
de mí mismo, y el Padre, que me ha enviado, da testimonio de mí‖ (Jn. 8, 18).
―Pero el que me ha enviado es veraz, aunque vosotros no le conocéis. Yo le
conozco porque procedo de Él y Él me ha enviado‖ (Jn. 7, 28-29). ―Estas
obras que yo hago, dan en favor mío testimonio de que el Padre me ha
enviado‖ (Jn. 5, 36). ―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y
acabar su obra‖ (Jn 4, 34).
La Iglesia es la enviada de Jesús y del Padre; la Santísima Trinidad, fuente
de toda misión ―Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones,
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bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo‖ (Mat.
28,19).
Jesús, después de la resurrección recibe el señorío y Él es el enviado en toda
misión junto a quienes le siguen, que han de ser instrumentos dóciles y han
de testificar. Las almas valen la sangre de Cristo, y una sola compensa el
esfuerzo del misionero.
Fue Jesús el que envió a sus discípulos: ―Como tú me enviaste al mundo, yo
también los he enviado al mundo‖ (Jn. 17,18). ―Jesús entonces les dijo otra
vez, Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío‖
(Jn. 20,21).
El Nuevo Testamento nos ilustra sobre y el envío de los cristianos que Él
quiere a la misión. Y así dice san Pablo: ―Por tanto, somos embajadores de
Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os
rogamos, ¡Reconciliaos con Dios!‖ (2 Co. 5,20) ―¿Y cómo predicarán si no
son enviados? Tal como está escrito, ¡Cuan hermosos son los pies de los
que anuncian el evangelio del bien!‖ (Rom. 10,15)
Ver también entrada ―Misión‖.
Envidia.-
- Es el vicio contrario a la caridad; es un pesar o tristeza por el bien ajeno. Las
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rivalidades, fruto de la envidia, en las comunidades y profesiones son signo
de decadencia espiritual. Proviene muchas veces la envidia de la vanagloria
Recordemos que el primer pecado, después del original, que nos menciona la
Biblia, fue provocado por la envidia de Caín hacia su hermano (Gen. 4). Y por
envidia José fue vendido por sus hermanos (Gen. 37).
Por envidia los judíos perseguían a los primeros cristianos: ―Pero los judíos,
llenos de envidia, llevaron algunos hombres malvados de la plaza pública,
organizaron una turba y alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón,
procuraban sacarlos al pueblo‖. (Hechos 17,5).
Hemos de superar al envidia: ―Porque nosotros también en otro tiempo
éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres
diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a
otros‖ (Tito 3,3). Y hemos de superarla con el amor: ―El amor es paciente, es
bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es
arrogante‖ (1 Co. 13,4). ―Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e
hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos,
la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación‖ (1
Pedro 2,1-2)
Puede brotar la envidia hasta en la predicación: ―Algunos, a la verdad,
predican a Cristo aun por envidia y rivalidad, pero también otros lo hacen de
buena voluntad‖ (Filipenses 1,15).
La envidia es un vicio inconfesable; nadie quiere aparecer como envidioso;
hace mucho daño entre cuantos aspiran a la perfección; no produce beneficio
ni siquiera a quien la lleva consigo. Para vencerla, pedir a Dios con humildad
por la persona envidiada para que triunfe más.
Ver entrada ―Vanagloria‖.
Epiclesis.-
- Epíclesis es la invocación o plegaria en la acción eucarística por la que se
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reclama la presencia del Espíritu Santo en medio de la liturgia del sacrificio.
Es una dimensión fundamental de toda celebración litúrgica. Y puesto que el
Espíritu Santo está presente y actúa en la vida de la Iglesia, su presencia y
acción se requieren para la vida de los miembros del Cuerpo Místico de
Cristo, especialmente, en la acción litúrgico-sacramental.
El Espíritu Santo nos es dado mediante la imposición de las manos de los
Apóstoles. (He. 8,17-19; 13, 3; 19,6)―En espíritu y en verdad", siempre está presente el Espíritu Santo actuando
en plenitud: siempre tiene lugar la introducción del Espíritu Santo por medio
de su presencia invocada, la epíclesis.
En la eucaristía se invoca al Espíritu para que queden consagrados los dones
ofrecidos, el pan y el vino, para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de
Cristo. Y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de
ella y actúe sobre la comunidad eclesial celebrante, se invoca por segunda
vez al Espíritu.
San Juan Crisóstomo decía: ―El sacerdote hace descender el Espíritu. Él
desciende sobre la víctima e inflama por su medio todas las almas‖.
Nuestra atención a esta parte de la Misa ha de ser profunda. Recordar los
dos momentos: antes de la consagración: ―Santo eres en verdad, Padre, y
con razón te alaban todas las criaturas... Te suplicamos que santifiques por el
mismo Espíritu estos dones que hemos preparado para ti, de manera que
sean cuerpo y sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro‖. Hay una
segunda epíclesis, llamada ―epíclesis de comunión‖. Esta invocación pide al
Espíritu divino que realice el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia: ―Para
que, fortalecidos con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu
Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu‖.
Epifanía.-
- Epifanía significa manifestación o fenómeno. Es una manifestación o
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revelación divina, por ejemplo, cuando se produjo la presentación de
Jesucristo al mundo en presencia humana. Se da a conocer a través de la
llegada de los Reyes Magos (Mat. 2, 1-12).
Toda manifestación del Señor consideramos como verdadera epifanía: Su
manifestación en bautismo por San Juan Bautista en el Jordán ―Este es mi
Hijo amado, en quien me complazco." (Mat. 3,16-17); su Epifanía a sus
discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná. "Esto que
hizo Jesús en Caná de Galilea fue la primera señal milagrosa con la cual
mostró su gloria; y sus discípulos creyeron en él." (Jn 2:11) La Navidad es la
primera manifestación.
Ser consecuentes con este amor con que Dios se manifiesta y nos atrae.
Tenemos que procurar ser como una epifanía de Dios. Temeos que seguirle
con más coraje y entrega. ¡Si de veras conociésemos a Dios, nos acuciaría
ser apóstoles suyos a tope!
Epiqueya.-
- Es un acto o hábito moral que permite al hombre eximirse de la observancia
-
literal (externa) de una ley de derecho positivo, con el fin de ser fiel a su
sentido o espíritu auténtico. Se deriva de la justicia. También se denomina
equidad. Para utilizar la epiqueya es preciso también considerar todo con
prudencia y evitar escándalo. Esta virtud merece ser considerada a favor de
la justicia para no ser leguleyos.
Vale sobre todo para la propia conciencia; también en ocasiones la utiliza el
juez para aplicar la ley.
El mismo Jesucristo utilizó esta virtud de la epiqueya cuando curó en sábado
al hombre de la mano paralizada, (Mat. 12, 9-13; Mc. 3, 1-12 y Lc. 6, 6-11).
Epístolas.-
- Las epístolas o cartas del Nuevo Testamento tienen importancia
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extraordinaria para la santidad de los cristianos; son más numerosas las de
San Pablo, con un hechizo ancestral.
Pablo se siente del todo unido, plenamente identificado con Aquél que le
derribó del caballo camino de Damasco (He 9, 1-22). Cristo ha tomado
posesión de Él; se ha adueñado de su corazón (Gal. 2,20). Ese amor que
tiene por Jesús le impele de tal manera que ya no vive para sí, sino para
Aquél que murió y resucitó por nosotros (2 Co. 5, 15). Y la caridad de Pablo
encuentra su raíz en Cristo crucificado. (2 Co. 5,14). Este gran Apóstol ya
solo quería que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. (1
Tim. 2, 4). Predicaba la Buena Nueva, recorriendo el mundo entonces
conocido. Con recuerdo lleno de amor escribía cartas a los lugares donde
había anunciado el Reino de Dios.
Para el cristiano es muy importante familiarizarse con las epístolas y con todo
en Nuevo Testamento. Muchos han acogido la costumbre de leer cada dia un
capítulo del Nuevo Testamento.
Equidad.-
- Es una virtud humana muy relacionada con la justicia. Consiste en dar a
-
cada uno lo que se merece según sus méritos o condiciones. También en no
favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra. Y tener en cuenta las
circunstancias personales de las partes en un proceso judicial a la hora de
interpretar la ley (En es te sentido tiene relación con la epiqueya).
En el período de formación también el profesor puede aplicar esta virtud al
tener en cuenta el esfuerzo del alumno para mejorar su nota. Pero es preciso
al aplicar la equidad el no perjudicar a terceros con esta aplicación.
Eremitas.-
- Existen hoy en día los eremitas de por vida. También se dan casos
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temporales. De estos eremitas dice Orione que ―serán con la oración como
una gran voz de amor a Jesús, que implore la victoria de los campeones de la
acción católica en medio de la sociedad, y aceleren la conversión de los
pecadores, la unión de los hermanos separados y el triunfo de la Iglesia de
Jesús‖.
Si en cada diócesis se constituyeran varios hombres con una vocación
eremítica se notaría muy pronto en ella un rejuvenecimiento espiritual.
Comenzaría a arder en fervor espiritual. Hace falta remover aquella gracia
que queda como brasa entre las cenizas en el corazón de los sacerdotes.
También, aunque en número escaso, ha habido y existen hoy en día, mujeres
eremitas.
Ver entrada Anacoretas‖.
Ermitas.-
- Las ermitas son pequeños edificios religiosos situados fuera de la población.
-
Originalmente era un lugar de oración y recogimiento que permitía a
un fraile o ermitaño poder cultivar en paz su propia vocación. Está
relacionado con el concepto de eremitorio, que es un lugar donde existen uno
o más frailes o monjes eremitas, al estilo de los Padres del desierto o del
yermo o Padres de la Tebaida del cristianismo primitivo. Posteriormente, el
significado se extendió para incluir capillas, iglesias u otros santuarios,
generalmente pequeños, situados por lo común en el campo, y que no tienen
culto permanente.
En la actualidad son poco numerosas las ermitas habitadas por religiosos. Se
conservan como religiosidad popular y acuden una o más veces al año un
grupo de fieles en romería para celebrar algún culto.
Errores.-
- San Pedro y San Juan nos previenen contra el error: ―Vosotros, pues,
-
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queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el
error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura‖. (2 Pe.
3, 17). ―Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no
es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el
espíritu del error.‖ (1 Jn. 4, 6).
Nos referimos aquí a errores en la espiritualidad. Así: algunos confunden la
providencia de Dios con lo agradable. Otros niegan la providencia de Dios
con ocasión del mal o desastre. Existen quienes acusan a Dios de acciones
practicadas por los hombres; otros intentan forzar los planes de la
providencia de Dios.
Otros errores: el iluminismo, el quietismo, el voluntarismo, luteranismo. Estos
y otros errores van apareciendo en distintas entradas de este diccionario. Y
podíamos enumerar los muchos errores doctrinales que después redundan
en la vida espiritual. Hacemos asimismo mención de los errores heréticos.
- También consideramos como errores prácticos: la ignorancia o descuido
continuo de la presencia de Dios en el justo y la inconsciencia de la dignidad
cristiana.
Escándalo.-
- Es la acción o palabra que es causa de que alguien obre mal o piense mal de
-
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otra persona.
Dura la alusión que Jesús hace a quien escandaliza a uno de los pequeños:
(Mat. 18, 6-7). San Pablo nos recuerda que no pongamos tropiezo o
escándalo al hermano (Rom. 14, 13). Y malo el hombre que come con
escándalo (Rom. 14,20). ―Piedra de escándalo a aquellos que tropiezan en la
Palabra, y no obedecen aquello para lo cual fueron ordenados‖ (1 Pe. 2, 8).
Se puede escandalizar con obras malas, con criterios contrarios al Evangelio,
ridiculizando a persona ausente, aprobando conducta reprobable, viendo
programas obscenos, abusando de la autoridad y de la fuerza. No teniendo
oración ni lecturas buenas ni frecuencia de sacramentos, ni limosnas, ni
apostolado alguno. Con imprudencias, con amor propio o siendo tropiezo
para los débiles. Cuando personas de prestigio espiritual caen en miserias de
este tipo, el escándalo puede ser mayor. Hemos de evitar siempre el
escándalo (Lc. 17, 1-3).
Pero existe un escándalo farisaico que quiere ahogar hasta los últimos
gérmenes de virtud, buscando escándalo en las obras buenas.
Escapularios.-
- El escapulario es una prenda que forma parte del hábito de algunos religiosos
-
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que consiste en una pieza de tela que cuelga sobre el pecho y por la espalda,
con la pertinente abertura para pasar la cabeza. Este es el escapulario por
antonomasia.
Partiendo de esta base, y para asemejarse de alguna manera a los religiosos
que lo utilizan como hábito, se han elaborado para ―terceras órdenes‖ objetos
formados por dos trozos de tela que llevan pintados, bordados o guardados
una insignia, una imagen religiosa o un objeto de devoción y están unidos por
dos cintas para poderlo llevar colgado al cuello (un trozo sobre el pecho y
otro sobre la espalda) en señal de devoción.
De esta forma es por ejemplo ―el escapulario más extendido en la devoción
católica, el de la Virgen del Carmen‖. San Simón Stock lo difundió: según la
tradición, le fue dado el escapulario por la Virgen del Carmen. Todo lo que se
sabe de este santo es que en 1247 fue elegido sexto general de los
carmelitas, como sucesor de Alan, en el capítulo llevado a cabo en Aylesford,
Kent, Inglaterra. Esta clase de escapularios sigue muy extendida en la
devoción popular. Y el escapulario del Carmen se utiliza también en forma de
medalla con su cadena.
Escatología.-
- Podíamos definir la escatología como el conjunto de creencias religiosas
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sobre las ―realidades últimas‖, es decir, sobre el más allá o las postrimerías
de la muerte. Se ocupa del destino final de la humanidad y del destino final
del universo.
Los textos escatológicos del Evangelio están en Mateo, 24; Mc. 13; Lc. 21.
En la escatología hay que tener en cuenta dos aspectos:
a) La revelación plena de Dios que ha tenido lugar en Jesús. La Encarnación
y el Nacimiento de Jesús imprimen en la historia su orientación definitiva. Y
también es preciso mencionar su contenido de esperanza que se consuma
en el final de la historia, la gloria de Dios, el Señorío de Cristo. Al final todo
queda sometido a Cristo. Su dominio sobre el mundo se hace realidad.
b) La salvación del hombre: Dios mismo ya desde el momento de la creación
nos hizo para Él. Y después del pecado de origen, Jesús, como esperanza
definitiva de la salvación nos abre la puerta de la felicidad eterna.
En el Antiguo Testamento nos fijamos en Abraham, padre de los creyentes.
Su vocación le exige desplazarse, con mucha fe y esperanza, confianza en el
futuro. Continúa el programa de salvación con Moisés en el Éxodo. Los
profetas fueron también los grandes místicos y pendientes del problema
escatológico.
La dimensión escatológica aparece de continuo en la Biblia. Simplemente en
San Mateo lo hemos hallado en más de quince ocasiones, p.ej. En la
predicación del Bautista, en las Bienaventuranzas, en el Sermón de la
Montaña, en el Discurso Escatológico (Mat. 24) en que coincide con los
demás sinópticos. Y así en (Mc. 9, 41-50 y 12, 26 y s.) se comparte la
esperanza cristiana de la segunda venida de Cristo y habla de entrar en la
vida o ser arrojado a la gehena, y enseña con claridad la resurrección de los
muertos.
Nuestra existencia ha de ir orientada al encuentro definitivo con Dios, y
supone la participación plena en el misterio de la muerte y resurrección de
Cristo. Ahí está nuestra fe y nuestra esperanza. (Ro. 8, 18-25).
―¿Para qué buscáis entre los muertos al que vive?‖ (Lc. 24,59) dijeron los
Ángeles cuando Jesús resucitó.
En el Nuevo Testamento, Pablo y Juan nos orientan hacia la aspiración a la
vida eterna, hacia la trascendencia y la unión con Cristo. La vida eterna
aparece con claridad al alcance del creyente, con gran esperanza hacia la
consumación final.
El libro de ―Los hechos de los Apóstoles‖ nos habla con frecuencia de la
escatología unida a la esperanza cristiana, así: en el discurso de Pablo en el
Areópago (17,19); en Antioquía se dan cuenta de que ―creyeron los que
estaban destinados para la vida eterna‖ (13,46); a Félix le habla del ―juicio
futuro‖ (24,25)…
En la Ascensión. Los Apóstoles después de ver subir a Jesús al Cielo se
quedaron mirando. Los ángeles les dijeron: ―Volverá‖. Y con esta ilusión se
lanzan a predicar el Evangelio. Y ellos mismos y los religiosos de vida
contemplativa viven en actitud de escucha, de espera.
El mártir, el gran testigo, la total esperanza: acepta el sacrificio de su vida por
unirse para siempre con Cristo. Se pone en otra parte el fin de la propia vida.
- La misión del contemplativo la consideramos escatológica: nunca mira el
-
-
honor ni el poder, sino obrar en esperanza que ayuda a la salvación.
El carisma escatológico es crítico con los falsos seguidores del poder
temporal. Testimonia la esperanza del futuro: el fin del mundo; el juicio. La
escatología.
Lo escatológico viene a ser el centro de la fe; el comienzo de la teología.
Influye mucho en la naturaleza humana el deseo de vivir para siempre.
Interpreta el sentido íntimo de la existencia. Emerge como necesidad en el
hombre. Expresa un anhelo o nostalgia que trasciende todas nuestras
necesidades. La resurrección es el cumplimiento de la promesa.
El misterio pascual nos revela el significado escatológico de la existencia. La
resurrección, el comienzo de una nueva vida; el cumplimiento de la promesa;
una esperanza que se abre a la resurrección.
Ver entradas ―Apantesis‖, ―Parusía‖, ―Novísimos‖.
Esclavitud.-
- No nos referimos a la esclavitud en el sentido estricto, sino en el aspecto
-
místico. En espiritualidad ha habido épocas en las que ha tenido este
concepto mucha importancia. Recordemos por ejemplo la espiritualidad de
esclavitud mariana de San Luis María Griñón de Monfort. Hacemos mención
de congregaciones religiosas relativamente modernas con el título ―Esclavos
o Esclavas de...‖.
Siempre hemos de tener en cuenta que la Virgen María dijo al Ángel Gabriel:
―He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra‖ (Lc. 1, 38).
En la época posconciliar va decayendo incluso el concepto y se sustituye por
―entrega‖, ―hijos‖, ―filiación‖. Solamente se puede hablar de esclavitud,
prisionero o servidumbre de amor. ―Libertados del pecado fuisteis hechos
siervos de la justicia‖. (Rom. 6, 17-18).
Esclavitud mariana.-
- Se trata de una esclavitud de amor, de seguridad y de confianza. San Luis
-
María de Griñón de Monfort (1673- 1718) fue un alma llena de amor a la
Virgen María; el creador de la ―Esclavitud Mariana‖. Fomentó su devoción con
verdadero celo, fe y entrega. Decía un papa ―Puede significar que nosotros
no sabríamos explotar más a fondo nuestra libertad, el más grande de los
dones que Dios nos ha dado‖ y de ahí ese deseo del santo de esclavitud de
amor mariano y del entusiasmo por amar a la Virgen por entero.
El mismo santo afirmaba: ―La esclavitud es el camino más fácil, corto,
perfecto y seguro para llegar a la unión con Jesucristo‖.
En su libro ―El Secreto de María‖, nos orienta sobre la ―Manera de hacer que
María viva y reine en nuestras almas. El Instituto del Verbo Encarnado
resume así el ideal del esclavo de María por amor: ―Todo fiel esclavo de
Jesús en María debe invocarla, saludarla, pensar en Ella, hablar de Ella,
honrarla, glorificarla, recomendarse a Ella, gozar y sufrir con Ella, trabajar,
orar y descansar con Ella y, en fin, desear vivir siempre por Jesús y por
-
María, con Jesús y con María, en Jesús y en María, para Jesús y para
María‖.
Han sido muchos millares de personas a lo largo de estos siglos quienes han
orientado su vida interior con este signo de esclavitud de amor a la Virgen
María
Esconderse.- Escondidos.-
- ―Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios‖.
-
-
(Col. 3,3) Vivir como perdidos en Dios, con gran afición al Sagrario y con
deseo constante de hacer algo por los demás. Dios mismo nos va poniendo
en la vida en las circunstancias en que mejor podemos darle gloria. Dios es
fiel y nunca nos abandona. ―Dirige, Señor y Dios mío, en tu presencia mis
pasos.‖ (Salmo 27, 11). Sin buscar ni siquiera consuelo y dicha en la oración,
sino la fidelidad en cumplir su voluntad.
Pero también, según el deseo de Jesús es preciso salir, ofrecer al servicio del
Reino nuestros carismas. Recordar: ―Ni tampoco se enciende una lámpara y
la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a
todos los que están en la casa‖. (Mat. 5, 15). ―…Por eso me dio miedo, y fui y
escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le
respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré
y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los
banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses‖. (Mat.
25, 25-27). Resumiendo: escondernos por humildad y recogimiento pero no
aislarnos: es necesario hacer también el bien al Reino de Dios en el prójimo.
Otro aspecto. A veces Dios parece esconderse de la presencia del amado, y
así dice san Juan de la Cruz: ―¿Adónde te escondiste amado y me dejaste
con gemido? Como ciervo huiste habiéndome herido, salí tras Ti clamando y
eras ido‖. Si Él se esconde, es para que se le llame con más insistencia y
ardor. Si Él se esconde, es para que se le retenga con más firmeza, dice San
Bernardo. Pero el que ama no esconde las obras que hace por Dios.
Escribir.- Escritos.-
- Con el escrito se puede hacer mucho bien: cartas, artículos, libros, redes de
-
-
comunicación social, Internet... Pero, por bien que uno escriba, si le falta esa
bendición del Señor, nada va a conseguir. Es necesario llenar todo del fervor
que viene de Dios, Él dará el incremento.
La Biblia es toda ella un escrito, pero en numerosas ocasiones se especifica
el escrito. Nos fijamos en algunas citas del Nuevo Testamento: ―Yo, Pablo,
escribo este saludo con mi propia mano. Acordaos de mis cadenas. La gracia
sea con vosotros‖. (Col. 4,18). ―Mirad con qué letras tan grandes os escribo
de mi propia mano‖ (Gál. 6,11). ―Amados, esta es ya la segunda carta que os
escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en vosotros vuestro
sincero entendimiento‖ (2 Pe. 3,1)...
Escribir con fe y bien documentados. Que se vislumbre en los escritos la
esperanza, la paz, la alegría. Todo ello viene de la mano de Dios que se
manifiesta a través de las personas llenas de caridad: que los escritos hagan
propaganda del Cielo, de un más allá feliz que nos espera. Son los santos los
que hacen buenos libros, los que escriben con convicción después de mucho
orar.
- Recordamos que también por escrito se puede hacer la oración; así la
practicaba, entre otros santos, Foucauld.
Escritura Sagrada.-
- Ver entrada ―Biblia‖
Escrúpulos de conciencia.-
- Se define como conciencia escrupulosa aquella que ante cualquier acto
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realizado no sabe determinar la moralidad del mismo, sino que se encuentra
en un mar continuo de dudas del que no sabe salir.
Hemos de distinguir la conciencia escrupulosa de la conciencia delicada.
Conciencia delicada es aquella que juzga correctamente incluso ante
pequeñas faltas. Cuida, por amor que tiene a Dios y por rechazo al pecado,
de hacer cualquier acto, incluso leve, que pudiera ofenderle. A la hora de
hacer un examen de conciencia, no solo se examina de modo genérico, sino
que desciende hasta los detalles y luego es capaz con serenidad de
manifestarlos en la confesión.
La causa remota más importante de la conciencia escrupulosa es el enfocar
la vida espiritual no tanto en amar a Dios cuanto en no cometer pecados; el
temor morboso de cometer pecado por miedo a condenarse. Algunos
también añaden a esta causa la soberbia y el no aceptarse a sí mismos. En
cualquier caso supone un mal enfoque de la vida espiritual. Cuando perduran
los escrúpulos de conciencia suelen considerarse como enfermedad de tipo
obsesivo, algo neurótico. En estos casos para la sanación sería conveniente
la colaboración de un médico o psiquiatra.
Tratamiento del escrupuloso: Es conveniente que exprese sus sentimientos y
temores, sus preocupaciones morales, pero pocas veces; basta algún
desahogo. Tampoco decirle su incapacidad de pecar. Explicarle la escala de
valores teologales: Dios amor, misericordia, paz.
La verdadera solución es la obediencia. El principio al que ha de obedecer es
este: ―Para mí, ya se trate de pecado, mortal, venial o de una simple
imperfección, solamente puedo afirmar que he pecado cuando tenga de ello
perfecta evidencia‖. Explicarle la evidencia: cuando salta a la vista algo, sin
discurrir, pensar, razonar. Por ejemplo: estamos en verano, es de día... lo
cual aparece evidente sin necesidad de razonarlo. Obediencia firme y
constante. Es necesario para ello durante todo el tiempo del tratamiento
mantener al mismo director espiritual. En ocasiones puede ser muy
conveniente la ayuda de un médico o psiquiatra.
Es preciso que el paciente obedezca a su director espiritual. Las medicinas
pueden ayudarle. El libro de Eymieu, ―La obsesión y el escrúpulo‖ desarrolla
al completo estos principios de curación de los escrúpulos.
Ver entradas ―Patología espiritual‖, ―Conciencia escrupulosa‖, ―Conciencia‖.
Escuchar.-
- Hemos de estar atentos a la escucha de la palabra de Dios y a las mociones
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que el Espíritu Santo nos sugiere, Unos textos para nuestra reflexión y
examen preventivo sobre cómo hemos de escuchar la palabra de Dios los
tenemos en la parábola del Sembrador (Mat. 13, 3- 23; Mc. 4, 1 y sig. Lc. 8, 4
y sig.). También, ―Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen‖. (Lc. 11, 28). ―Quien escucha mi palabra y cree al que me envió
posee la vida eterna y no incurre en juicio‖. (Jn. 5, 24). ―Todo el que escucha
al Padre y aprende, viene a mí‖. (Jn. 6, 45). ―El que es de Dios escucha las
palabras de Dios‖. (Jn. 8, 47). ―Todo el que es de la verdad escucha mi voz‖.
(Jn 18, 37). Y el Buen Pastor nos dice: ―Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna‖. (Jn. 10, 27).
Jesús dice en otros momentos: ―Mi madre y mis hermanos son estos que
oyen la palabra de Dios y la cumplen‖ (Lc. 8, 21). ―El que escucha estas
palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que
edificó su casa sobre roca‖. (Mat. 7, 24).
Y el Padre celestial nos exhorta: ―Este es mi Hijo, el amado, en quien me
complazco. Escuchadlo‖. (Mat. 17,5); (Mc. 9, 7). Y ―Si escucháis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones‖. (Heb. 3, 7).
A Jesús le escuchaban las muchedumbres, (Mc. 12, 9); y les decía: ―A
vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el
bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os
calumnian‖. (Lc. 6, 27.28).
Jesucristo les decía a los Apóstoles a quienes envió a predicar: ―Quien a
vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me
rechaza‖. Advertimos cómo escuchaban el testimonio de los Apóstoles en los
textos siguientes. (He. 8, 6-11; 10, 22, 33 y 44; 14, 9; 15, 13; 18, 9 y 14).
Es necesario escuchar para llegar a la fe, ―Así, pues, la fe nace del mensaje
que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo‖. (Ro. 10,
17). (Gal. 3, 1-5); (Ef. 1, 13). Y para la esperanza, (Col. 1, 23). Y para la
conversión ―Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y
guárdala y conviértete‖. (Apo. 3, 3). ―Si alguien escucha mi voz y abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo‖. (Apo. 3, 20).
Dios no escucha, ―En esto consiste la confianza que tenemos en él: en que si
le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos
escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le
hayamos pedido‖. (1 Jn. 5, 14).
Escuchar la Palabra de Dios, escuchar a Jesús que nos habla a través del
Evangelio. También nos comunica su palabra por inspiraciones interiores del
Espíritu Santo, ―El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues
nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos inefables‖ (Ro. 8, 26). Está de continuo
hablándonos cuando guardamos silencio interior. Hemos de hacer caso a su
palabra. Sobre todo voy a aprovechar más los momentos de oración.
Permanecer a la escucha en la oración; así se convierte en la respiración
diaria. Mi alma no tendrá reposo hasta que se vea anegada en el mar de la
Divinidad.
Escuchar a Dios.-
- Dios habla. Dios nos habla, pero los ruidos internos nos impiden escucharle.
-
Recordamos a los de Emaús (Lc. 24, 23-25). Dios nos habla con las gracias
actuales, la Biblia, la lectura espiritual, los buenos deseos... el Espíritu Santo
nos habla con ―gemidos inenarrables‖. Muchos preguntan a Dios, sin
escuchar su respuesta.
De hecho, Dios responde; nos guía y responde a través de su Providencia y
de su voluntad de beneplácito. Nos habla con los sucesos providenciales de
nuestra vida. Muchas veces no oímos la voz del Señor por estar disipados y
sin ponernos unos minutos en silencio a reflexionar sobre lo que nos sucede
o pasa a nuestro alrededor. Dios normalmente no se comunica en medio del
ruido.
Escuelas de espiritualidad.-
- Son muchas las escuelas de espiritualidad católica. Por recordar algunas: La
espiritualidad del martirio, la contemplativa, la litúrgica, la devoción moderna,
carmelitana, franciscana, terciarios de distintas congregaciones, renano –
flamenca, la imitación de Jesucristo, ignaciana, alfonsiana, da san Francisco
de Sales, sacerdotales varias (del cardenal Barulle, Mr. Olier, Vianney,
Mercier, Fenelon, del santo Cardenal Newman, distintas de Foucault...), las
Hermandades, del Opus Dei, los Neocatecumenales o Kikos, Ecumenistas,
de la Madre Teresa, de los Pobres, del Padre Pío, de los Hermanitos de
Jesús... y otras muchas.
Espejo.-
- Ver entradas ―Rostro‖, ―Miradas‖, ―Imitación‖, ―Agradecimiento‖. ―Gloria del
hombre‖.
Espera.-
- Dios nos espera; Jesús nos espera... expresión muy utilizada para la llamada
-
a la gracia, a la conversión, al seguimiento a Cristo. Es el mismo Señor quien
nos espera para el día de su gloriosa venida. Dios nos espera en el rincón
recóndito de nuestra propia alma.
“Por tanto, el Señor espera para tener piedad de vosotros, y por eso se
levantará para tener compasión de vosotros. Porque el Señor es un Dios de
justicia; ―¡cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!” (Is. 30,18)
“Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados
de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para
salvación de los que ansiosamente le esperan” (Heb. 9,28). “Cerca está mi
justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mí
esperan las costas, y en mi brazo ponen su esperanza” (Is. 51,5)
- El Espíritu Santo es el ―agua viva‖ que, en el corazón orante ―brota para la
-
vida eterna‖ (Jn. 4, 10-15). Él es quien nos enseña a recogerla en la misma
fuente: Cristo.
En la vida cristiana hay manantiales donde Cristo nos espera, para darnos a
beber del agua que salta hasta la vida eterna, el Espíritu Santo. (Cat. 2652) Él
nos aguarda siempre, y está siempre cerca de nosotros. (Benedicto)
Esperanza.- La Esperanza es una virtud teologal. Unidad entre las tres virtudes: fe,
esperanza, caridad. Fe, como sendero necesario para alcanzar nuestra meta;
esperanza, que nos mantiene en la certeza. Abandono valiente en la fidelidad
de Dios. Y amor al mundo para transformarlo. ―Sabed que nadie esperó en el
Señor que fuera confundido‖ (Eclesiástico 2,11).
- La idea de esperanza aparece en las cartas de San Pablo 55 veces. Por
recordar algunas citamos (1 Tes. 4, 14 y 17) ―Porque si creemos que Jesús
murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes
murieron en Jesús‖. ―Estaremos siempre con el Señor‖. A la fórmula
heredada de la comunidad primitiva ―Jesucristo murió por nosotros‖, Y Juan
añade: ―Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de
él.
- ―Vendrá Él aquel día para que en sus consagrados se manifieste su gloria, y
en todos los que creyeron, sus maravillas‖. (2 Tes. 1,10) La muerte no podrá
nada contra el bautizado.
- La esperanza, común relación con Cristo y no meramente individual.
Aceptamos la muerte en el abandono en las manos de Dios, Padre. Y lo
hacemos con libertad, nos entregamos a nosotros mismos. Sabemos que es
un don gratuito. Y ―esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y
nueva tierra, en lo que habite la justicia‖. (2 Pe. 3, 13.)
- Radica la esperanza en nuestra voluntad. Nos invita a elevar nuestra mirada
al Cielo, a rechazar los ataques del mundo, a desear, como san Pablo la
muerte para ver a Dios. Nada ni nadie puede llenar nuestro corazón: solo
Dios. ―La tierra es un lugar de paso; como una mala noche pasada en mal
hotel‖ (Teresa de Jesús).
- Pensamos poco en la esperanza. Hemos de pensar más. La esperanza viene
a faltar cuando no se alimenta en la fe. La fe pierde su audacia cuando el
hombre no desea otra cosa que la satisfacción de sus necesidades
inmediatas. Muchas veces nos olvidamos de la esperanza por no mirar el
gozo en Dios como de interés propio. Necesitamos pensar en el cielo, en la
unión total y definitiva con Dios, por exigencia de este mismo amor.
- La esperanza, aun en la prueba, consuela, anima y fortalece. Confianza en
Dios.
- La esperanza es el primer paso hacia el amor y manifestación del amor de
Cristo. La esperanza es constante compañera del amor y su fruto más noble.
La esperanza es camino hacia el amor que nunca termina; y el amor a su vez
fomenta la fuerza de la esperanza. Cristo, nuestra esperanza: podemos
contar con su amor. Tenemos la seguridad de que Cristo cumplirá sus
promesas. Con la esperanza son incompatibles los sentimientos que nos
alejan de Dios. (Häring)
Espíritu.-
- En cuestiones de espiritualidad la palabra o idea ―espíritu‖ suele
-
contraponerse a ―carne‖. Pablo nos habla de andar en el espíritu en
contraposición de hacer las obras de la carne. (Ga. 5, 16-26). En la Biblia
cuando se nos habla de andar en los caminos de Dios (Deut. 13,4-5); (Ro.13,
13); (Col. 1,10) significa las obras del espíritu y son: el temor de Dios, guardar
sus mandamientos, seguir su voluntad, amar al prójimo, escuchar la palabra
de Dios, agradarle, dar frutos de buenas obras, crecer en la virtud y en el
conocimiento de Dios...
Y así nos dice san Pablo: ―Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis
como es digno de la vocación con que fuisteis llamados‖. (Ef. 4,1). Y ―Los que
viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo
espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu,
vida y paz‖. (Ro. 8, 5-6).
Espiritualidad.-
- Es el tema que nos ocupa, el conjunto de los principios o actitudes que
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configuran la vida espiritual de una persona o de un colectivo que aspiran a la
perfección; en nuestro caso, la perfección cristiana - católica.
Siempre nuestra espiritualidad está basada en la Biblia y en nuestra relación
con Dios; ya nos dijo el profeta: ―Él te ha declarado, oh hombre, lo que es
bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la
justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?‖ (Miqueas
6,8 )
Hemos de cultivar nuestra espiritualidad, es vital para nosotros. ―El deseo de
la carne es muerte, mas el deseo del Espíritu es vida y paz‖ (Rom.8, 6). Y es
que el hombre espiritual recibe ―vida y paz‖. En este mundo disfruta de paz
plena y, si es consecuente, después, la vida eterna (Rom. 6, 23; Fil. 4,7). Ya
dijo Jesús: ―Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande
en el cielo‖ (Mat. 5, 12).
Vivir la espiritualidad, no al margen de la vida; anunciar siempre al Dios de la
vida en oración y acción. Siempre la perfección ha de tener dimensión
eclesial, de Cuerpo Místico de Cristo. (1 Co. 12.12 y sig.).
María, madre esposa, inmaculada se convierte en principio de toda
espiritualidad por su maternidad divina. Nuestra espiritualidad católica
siempre tiene como centro Santísima Trinidad – Eucaristía - Virgen María.
Espiritualidad moderna.-
- Existe en nuestro siglo un despertar de la espiritualidad distinto del de otras
épocas. En algunos sectores, una exquisita sensibilidad mística. El yoga y el
zen están recibiendo gran impulso y se utilizan como medios importantes de
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espiritualidad. Se pretende ser cristianos más responsables, más
comprometidos con el espíritu, con la oración, con las relaciones de ayuda al
prójimo. Ser fieles a las enseñanzas de la Biblia y a la trascendencia.
Algunas características de la espiritualidad moderna son: Gran aprecio a lla
vida contemplativa; mayor solicitud por los menos privilegiados. No
distanciarse del mundo; obediencia razonada; llenarse de Dios para
entregarse a los demás; diálogo intercultural; asumir las modalidades del
siglo presente; encarnarse en el mundo...
El cristianismo es una fuerza de liberación capaz de restaurar. Tener siempre
en cuenta que ―Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad.‖ (1 Tim. 2,4). Puede haber experiencia religiosa en otras
confesiones, no solo en la nuestra. Se hace hincapié en el testimonio. (2 Co.
2, 17 y 42; 3, 12 y 18; 4, 6 y sig.; 11, 23 y sig.). Se intenta vivir la alegría
desde la perspectiva del hombre que ama, cree y espera. Nos sentimos
amados por Dios con una gratuidad absoluta que acepta nuestra limitación, y
existe así el amor lleno de gratitud.
Encontramos a Dios en la oración, sí y en el conjunto de la vida. Nada de
espiritualidad a intervalos. Desaparecerán las espiritualidades individualistas:
los cultos alejados del momento de la historia; la interioridad ha de vivirse con
compromiso. Hacer triunfar al hombre en la vida, pero sin olvidar su
conciencia; vivimos el momento presente en el mundo.
La espiritualidad de hoy resalta: orar, hacer penitencia y algo por los demás;
fidelidad; no abominar al mundo en que vivimos ni a los hombres. Se ha de
pasar de la religión, al mundo presente.
Espiritualidades.-
- En realidad es una la santidad, pero el modo de practicar la vida espiritual
-
puede ser distinto, según el estado y circunstancias de cada persona.
En cuanto al tiempo distinguimos la espiritualidad primitiva, medieval,
patrística, etc.
En cuanto a estado de vida: la religiosa, sacerdotal, seglar...
Dentro de las distintas congregaciones: la franciscana, agustina, benedictina,
ignaciana...
Solo es universal la espiritualidad de la Iglesia que tiene en la liturgia su
principal escuela.
Espíritu Santo.-
- La alusión al Espíritu Santo a lo largo de los Evangelios es constante. Así
-
Mateo lo menciona en la concepción virginal de Jesús (Mat. 1, 18-20); en su
bautismo (Mat. 3,16); en las tentaciones (Mat. 4, 19) hablará en la boca de
los discípulos cuando llegue la persecución (Mat.10, 20)... Lo mismo
apreciamos en los otros sinópticos también en el bautismo; y tras la
resurrección promete enviar el Espíritu Santo.
Los Hechos de los Apóstoles nos muestran al Espíritu Santo como la
promesa del Padre (He. 1,4) la fuerza para dar testimonio (He. 1,8). Exponen
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a San Esteban y a Bernabé como llenos del Espíritu Santo (He. 6, 5 y 11,24).
Y afirma Pablo que el Espíritu Santo le ha encargado su ministerio (He. 20,
28).
También el Apocalipsis con la palabra ―los siete espíritus‖ – número simbólico
– designa el poder completo de comunicación y vivificación de Dios a los
hombres. (Apo. 1,4; 4,5; 5,6) También con la palabra Espíritu se le designa
en las cartas a las Iglesias.
Al Espíritu Santo en la Biblia se le designa con nombres distintos o con
distintas atribuciones. Estos son los que hemos descubierto: Autor de la
Escritura, (2 Pe. 1,21; 2 Tim. 3,16) Consolador, Consejero, Abogado, (Is.
11,2; Jn. 14,16; 15,26; 16,7) Paráclito, (Juan 16,7-11) Garantía / Sello /
Arras, (2 Co.1, 22; 5,5; Ef. 1,13-14) Guía, (Jn. 16,13) Morador de los
Creyentes, (Rom. 8,9-11; Ef. 2,21-22; 1 Co. (6,19) Intercesor, (Rom. 8,26)
Revelador, Espíritu de Verdad, (Jn. 14,17; 16,13; 1 Corintios 2,12-16) El
Espíritu de Dios, El Señor, Cristo, (Mat. 3,16; 2 Co. 3,17; 1 Pe. 1,11). Espíritu
de Vida, (Rom. 8,2) Maestro, (Jn. 14,26; 1 Co. 2,13) Testigo, (Rom. 8,16;
Heb. 2,4; 10,15).
En los tratados de espiritualidad está siempre presente por atribuirse a esta
Tercera Persona la obra de santificación. Es el alma de la Iglesia de la
salvación.
Hablamos de sus dones, de sus los frutos, de las virtudes infusas, de su
inhabitación en nuestras almas junto con el Padre y el Hijo. Nos mueve a la
perfección. Es el alma del Cuerpo Místico de Cristo. La devoción al Espíritu
Santo es esencial para el cristiano.
El Espíritu Santo actúa en nosotros aun desde las primeras etapas de
nuestra infancia. Nos eleva en cuanto aceptamos su acción. Y su acción nos
llega, sí, por los sacramentos, buenas lecturas, oración... pero también a
través de las acciones ordinarias de cada día.
El Espíritu Santo nos compenetra hasta lo más íntimo y nos transforma.
El Espíritu Santo es Luz que vuelve luminosas nuestras almas.
El Espíritu Santo nos ayuda a que nuestra conversación esté en los cielos.
El Consolador remedia nuestra flaqueza, suple nuestras deficiencias, corrige
nuestras ignorancias.
El Espíritu nos aconseja, alienta, obra en nosotros y con nosotros: nos
enseña a orar. (Arintero).
Ver entrada ―Actos detenidos‖.
Esposa.- Esposo.-
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Un aspecto muy propio de la mística cristiana es la unión con Dios propuesta como
un matrimonio espiritual. El libro ―El cantar de los Cantares‖ es una alegoría de amor
entre el alma y Dios, como un epitalamio místico. A Dios le decimos el divino
Esposo; al alma la esposa de Dios. No solo este libro, también tanto en el Nuevo
Testamento como en el Antiguo Testamento se utilizan estas alegorías, dignas de
ser meditadas.
Citamos algunos textos: (Is. 5, 4-5; 62, 4-5); (Oseas 2, 21-22); (Jer. 3, 1-15); (Jn.
3,29); (Ef. 5, 25-39); (2 Co. 11,2); (Apo. 19, 7; 21, 1 - 10).
Esposos cristianos.-
- Miramos a Jesús en las bodas de Caná (Jn. 2, 1-11) santificando a aquellos
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esposos. Los esposos cristianos han de mirar su santificación tanto individual
como de pareja y de familia.
Cada miembro de la familia tiene una función distinta (Rom. 7,2), El marido
es la cabeza de su esposa (1 Co. 11,3); el esposo ha de amar a la esposa
(Ef. 5, 25). Vivir los esposos apoyados en Jesús ―Venid a mí todos los que
estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré... (Mat. 11, 28-29).
La fe y de la esperanza se completa en los esposos en la caridad. Así son
testimonio, del amor de Dios a la humanidad. La pareja vive con conciencia
eclesial proyectándose a la sociedad; y ofrece su servicio a otras personas y
así crece la caridad. Ser para los otros.
La unión de los esposos es imagen de la Iglesia, cuya cabeza es Cristo. El
amor conyugal los ha de llevar al amor a Jesús y al amor a los hermanos.
Estado de perfección.-
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Esta cuestión ha sido excesivamente comentada y debatida en tiempos
pasados. Tratamos de resumirla en pocas líneas.
La perfección de la vida cristiana se adquiere con la caridad, que incluye el
amor a Dios y al prójimo. Pero en cuanto al amor a Dios nadie tiene un amor
más grande que el que da su vida por sus amigos. El martirio consiste en un
acto perfectísimo de caridad. En cuanto al efecto del amor consiste en que el
hombre dé al prójimo no solo los bienes temporales, sino los espirituales y
aun a sí mismo, según san Pablo: ―Yo de buena gana me gastaré y
desgastaré por vuestras almas‖ (2 Co 12, 15).
De manera secundaria e instrumental, la perfección consiste en asumir los
consejos evangélicos que ayudan a aumentar la caridad.
Por tanto, se dice de alguien que está propiamente en el estado de
perfección no porque posea el acto de amor perfecto, sino porque se obliga
para siempre, con cierta solemnidad, a practicar las cosas relacionadas con
la perfección. O sea, se encuentra en una situación en la que de suyo puede
llegar a la perfección mejor que en otras circunstancias.
Se hallan en estado de perfección los religiosos y los prelados. Los religiosos
porque se obligan a privarse de cosas terrenas de las que podrían hacer uso
legítimamente, para dedicarse más libremente a Dios, lo cual ayuda a la
perfección de la vida presente.
Los obispos porque se obligan a las realidades relacionadas con la
perfección al asumir el oficio que lleva consigo: que el pastor dé su vida por
las ovejas, como se dice en Jn 10, 11.
Se afirma que los religiosos están en estado de compromiso de adquirir la
perfección y que las reglas de su congregación bien observadas conducen a
lograrla. Los hombres abrazan el estado de perfección no como si admitieran
que son perfectos, sino confesando que tienden a la perfección.
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―Si quieres ser perfecto, vete, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres‖
(Mt 19, 21), que es lo que hacen los religiosos. La renuncia a los propios
bienes ayuda mucho a la perfección.
El obispo se encuentra en estado de perfección ―adquirida‖, en cuanto que su
misión es perfeccionar; él es el perfeccionador. Así entendida, la perfección
no consiste esencialmente ―en ella‖, sino en ser un instrumento de la
perfección. Por eso puede admitirse que haya un estado de perfección sin
renunciar a lo que es de su propiedad. El que los obispos se dediquen a lo
referente al amor al prójimo ha de ser fruto de la abundancia del amor divino.
Por eso el Señor preguntó a Pedro primeramente si le quería, y después le
encomendó el cuidado del rebaño.
Como se puede apreciar este asunto puede considerarse como ―cuestión
bizantina‖ o ―caldo de cabeza‖; lo importante es vivir en tensión espiritual
llena de paz tras el Amor y ser constante en ello, sea cual fuere nuestro
estado.
Esterilidad.-
- Nos referimos a una esterilidad distinta de la terrena. Jerusalén,
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reconociendo su pecado, se dio cuenta de que su esterilidad significaba el
divorcio de Dios (Nehemías 1 y sig.). Pero advirtió también que podía contar
con las naciones entre sus hijos.
―Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en
júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de
la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como
Isaac, somos hijos de la promesa‖. (Gal. 4, 27-28))
Y es que la mirada del creyente no está obsesionada por la fecundidad
terrena, sino en el fruto de las obras que produce la virtud. Para ello es
necesario que desaparezca el mal de la esterilidad espiritual.
Estigmatización.-
- Es un fenómeno místico extraordinario, consiste en que se reproducen en
-
manos y costado las llagas de Cristo. Va precedido y acompañado de fuertes
dolores físicos y morales; son el símbolo de unión con el Divino Crucificado,
participación en sus sufrimientos.
Discernir si son verdaderas o falsas no es fácil. Las tuvo Francisco de Asís y
en nuestros tiempos el Padre Pío de Pietrelcina y otras personas. Existen en
Tanquerey y en Royo Marín sendos estudios sobre el tema.
Estímulos.-
- Es necesario estimularnos constantemente para el servicio de Dios en todo
-
tiempo y circunstancias: en el adviento, en el día del cumpleaños, a comienzo
de curso y al finalizarlo... Una especie de examen de previsión diario.
Caminar siempre por encima de todo hacia nuestro fin, Dios y su gloria.
También hemos de estimularnos unos a otros en el servicio de Dios:
-
―Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas
obras‖ (Heb. 10, 24). Un intercambio con otras personas que nos sirva de
mutuo estímulo para llevar la antorcha de nuestro ideal cristiano. Nuestro
avance será mayor, si logramos formar una hermandad de fe, con solo
escribirnos con periodicidad y reunirnos algunas veces durante el año para
reavivar entre nosotros la gracia de Dios.
Sirven de estímulo asimismo: las prácticas de piedad habituales, los
ejercicios espirituales y retiros, la presencia de Dios, las jaculatorias, las
visitas al Santísimo Sacramento, el control espiritual...
Estudio.-
- Quien se entrega a la vida espiritual necesita formación por medio del director
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espiritual o de libros adecuados. Pero hemos de tener en cuenta que no es
preciso un conocimiento perfecto de todas las cuestiones. Muchas personas
con formación básica pueden superar en virtud a los más intelectuales.
El estudio en profundidad es del todo necesario a sacerdotes, directores de
almas y educadores en la fe. Hemos de estudiar ante todo lo que es más
necesario para nuestra salvación y la del prójimo; también lo que puede
resultar más provechoso y necesario. ―Os digo: observad y estudiad los
mandamientos del Señor vuestro Dios‖ (1 Crónicas 28,8).
Evitar siempre el apresuramiento. Y mientras estudiamos las cosas de Dios,
hacerlo con el corazón puesto en Él.
El cristiano de hoy adolece, más que épocas pretéritas, de falta de formación
religiosa. El reto del apostolado moderno es precisamente remediar la
ignorancia religiosa, causa de mucha indiferencia y formas caprichosas de
interpretar el depósito de la revelación.
Estudiosidad.-
- Es una virtud que tiene por objeto moderar el deseo de saber según la recta
-
razón. Porque puede haber en el deseo de saber un apetito desordenado, por
ejemplo, conocer cosas inútiles con daño de las fundamentales. Contrario a
la estudiosidad es la pereza, el chismorreo y murmuración.
“El corazón inteligente busca conocimiento, mas la boca de los necios se
alimenta de necedades” (Prov, 15,14). “Cuando se presentaban tus palabras,
yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón,
porque se me llamaba por tu nombre, oh Señor, Dios de los ejércitos” (Jer.15,
16)
Etapas.-
- Podemos considerar nuestra vida espiritual como una carrera hacia Dios con
muchas etapas: ―¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren,
mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!‖ (1 Co.
9,24).
- En nuestra existencia se dan muchas etapas, vicisitudes, que se van
-
sucediendo: el llano, la cuesta arriba, el viento a favor y el aire en contra.
Pero siempre es preciso caminar hacia Dios. Siempre hay que hacer algún
esfuerzo. ¿Qué más da? La meta es la fusión con Dios Padre. Merece la
pena esforzarse en esta vida y enseñar a otros lo maravilloso que es este
esfuerzo.
Tener en cuenta las etapas naturales: niñez, adolescencia, juventud,
madurez, ancianidad. Cada una lleva consigo un trato especial.
En otro sentido podemos considerar como etapas los grados de la perfección:
ver entradas de ―Principiantes‖, ―Proficientes‖ y ―Perfectos‖ o contemplativos.
Eternidad.-
- Puede definirse la eternidad como la duración que no tiene principio ni fin. La
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definición clásica es la de Boecio: ―La posesión perfecta y toda a la vez de
una vida interminable‖. Normalmente entendemos como eternidad la vida sin
fin de los bienaventurados en el Cielo.
―Yo soy Yavé... Yo soy Dios desde la eternidad y lo soy por siempre jamás‖
(Is. 43,11-12). Dios es glorificado en la eternidad de sus Personas. Él está
por toda la eternidad en el Cielo, ¡Es Dios! por encima de todos los coros de
ángeles.
El Nuevo Testamento está lleno de alusiones a la eternidad. Mencionamos
unos pocos textos: Jesús le recuerda al joven rico la vida eterna. (Mat. 19,
16). La felicidad eterna y el ciento por uno para el que deja todo para
seguirle. (Mat. 19, 29). La blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado de
castigo eterno. (Mc. 3, 29). El que cree... (Jn. 3,26). El agua que salta hasta
la vida eterna. (Jn. 4,14).
Como pregusto de la eternidad, hemos de vivir como si el alma estuviera en
la eternidad, donde todo es estable y pacífico. Habita la Santísima Trinidad
en nuestras almas para darnos experiencia de este gran misterio y de la
eternidad. (Jn. 14,23) Empieza aquí en gracia y en adelante durará en gloria
por toda la eternidad.
En la eternidad de salvación, las facultades del alma, en la luz divina,
disfrutarán del gozo eterno. En la eternidad desgraciada no hay redención.
A la luz de la eternidad el alma contempla las cosas del mundo tal como son.
Alégrate ante la idea de que el Padre nos conoció desde la eternidad.
Caminamos hacia la eternidad, como el río y el arroyo serpentean y
desembocan en el océano. Que nuestras delicias sean ahora meditar y
contemplar lo que va a ocurrir en la eternidad dichosa. Todo sufrimiento hace
madurar nuestras almas en el camino hacia la eternidad, como a María los de
la pasión. La eternidad no puede ser aburrida.
Eucaristía.-
- ―El sacramento de la eucaristía fue instituido por Jesucristo en la Última Cena
con los apóstoles"; consiste en consagrar el pan y el vino (memorial de la
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-
muerte y resurrección de Jesús) y en su distribución entre los fieles. (Mat. 26,
17-29; Mc. 14, 12-31; Lc. 22, 14-20; 1 Co. 11, 23-26).
Se celebró este gran misterio en un clima amor (Jn. 13, 34); de servicio,
despedida y paz (Jn 13, 1-20) (Jn. 1, 1-31).
Dios envía a su Hijo para salvación de los hombres. Hasta hacerse alimento
(Jn. 6, 35).
La Eucaristía es misterio, pero no para indagar sobre él, sino para admirar y
contemplar el don de un Dios tan grande que supera los esquemas de
bondad que puede imaginar el hombre.
La Eucaristía es memorial (Lc. 22,19), no solo de añoranza, sino
representación efectiva del acontecimiento salvífico, existencia real del
encuentro de Dios con el hombre. Algo presente.
La Eucaristía es recuerdo de la pasión de Cristo; y el alma se llena de gracia.
Se inserta en la obra de salvación.
La Eucaristía es un banquete que se nos da para alimento y gozo de
nuestras almas (Mat. 26,26). Para que nos sintamos queridos. Para que
aprendamos también a darnos.
Hemos de comulgar con buena disposición: ―quien come el Cuerpo de Cristo
indignamente, come su propia condenación‖, nos dice San Pablo‖ (1 Cor 11,
27).
La Eucaristía es sacrificio expiatorio en la cruz para el perdón de los pecados.
(Mat. 26, 28) El mayor signo del amor del Padre por el Hijo. Suprema
donación de la caridad para la conversión. Todo por el amor de Dios que
acepta el sacrificio de su Hijo.
La comunidad cristiana se construye en torno a Cristo y se regula por amor
de donación. Y la comunión del cuerpo de Cristo fomenta la unidad de los
cristianos. (1 Co. 10, 17).
El sacrificio de la cruz es un gesto oblativo a Dios: se resuelve en un hecho
de amor y salvación gozosa por amor del Padre a toda la humanidad.
La Eucaristía es adoración expresa con mayor evidencia la dependencia del
hombre de Dios. La Eucaristía es acción de gracias al Padre.
La praxis de conservar en Eucaristía en los Sagrarios es prueba y
consecuencia de la presencia permanente de Jesús en la Eucaristía, todo en
relación con la Misa.
Sembrar, por todos los medios, el amor y la devoción a Jesucristo Eucaristía.
Es el misterio por excelencia de nuestra fe cristiana junto con la Trinidad y la
Encarnación.
Los santos cuando se acercaban a la comunión lo hacían con espíritu de
compunción, con verdadero dolor de sus pecados. Todos se sentían
pecadores delante de Dios.
La gracia sacramental de la Eucaristía está en ser manjar divino para amar
más a Dios y a los hombres.
Ver entradas ―Iniciación cristiana‖, ―Misa‖, ―Comunión‖, ―Sacrificio‖.
Eucaristizar.-
- Término utilizado por san Manuel González, el Obispo del Sagrario
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abandonado, el gran Apóstol de la Eucaristía del siglo XX. En el sentido de
hacer de la Eucaristía ―la fuente y la cumbre‖ (SC) de nuestra vida espiritual.
Vivir a tope la Misa.
Eucaristizar el mundo es todo un proyecto que san Manuel González vive con
hondura y convicción. Para lograrlo, propone vivir desde las generosidades
que Dios hizo con los hombres en la Eucaristía, que para él es una historia
con tres libros: el de la Eucaristía-Misa, el de la Eucaristía-Comunión y el de
la Eucaristía-Presencia real. A cada uno de estos libros le da unos
contenidos.
Pero lo más importante es ver cómo él incide en que, para eucaristizar el
mundo, hay que conocer y dar a conocer a Jesucristo: ―¡Conocer y dar a
conocer a Jesús! ¡Conocerlo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! He
aquí la suprema aspiración de mi fe de cristiano y de mi celo de sacerdote, y
la que quisiera que fuera la única aspiración de mi vida. Y no digo conocer y
amar, y darlo a conocer y amar, porque, con que se conozca, basta‖.
Hoy es necesaria una pastoral más eucarística. Decía san Pedro Julián
Eymard: ―Si el amor a la Eucaristía se extingue en el corazón, piérdese la fe;
reina la indiferencia, y en esta noche del alma, salen los vicios, como bestias
feroces, a hacer presa en ella‖.
Vivir en todo la Eucaristía. Es nuestro gran amor, nuestro bien esencial. Leer
todos los días algo sobre la Eucaristía; es un manantial del que siempre brota
el agua viva que salta hasta la vida eterna. La lectura eucarística fomenta
nuestro amor a ella, nos hace vivir de Jesucristo, con Él y por Él. Nos ayuda a
superar nuestro retraimiento a tratar con ciertas personas.
Eucología.-
- Llamamos Eucología a la ciencia que estudia las oraciones y las leyes que
-
rigen su formulación; también comprende el conjunto de oraciones
contenidas en el formulario litúrgico o en libros de oración. No entramos aquí
en todo este mundo de la liturgia. Interesa elegir entre la abundante oración
que existe en nuestros antiguos devocionarios.
Solamente indicar: a) Nunca desdeñar las oraciones que nuestros
antepasados han pronunciado con sus devocionarios o nos han enseñado.
Gracias a ellos, muchos han aprendido a orar. b) Es bueno de vez en cuando
practicar algunas oraciones vocales y redescubrir valores que teníamos
olvidados. c) Darnos cuenta de que en ciertos tiempos de inapetencia
espiritual, la oración vocal y la jaculatoria son resortes muy buenos para
mantener el contacto con Dios.
Eutrapelia.-
- Regula según el recto orden de la razón los juegos y diversiones. Ayuda esta
virtud al verdadero descanso, a hacer agradable la vida de cuantos nos
rodean. Ayuda a mantenerse alegre. Recordar aquello de ―Un santo triste es
un triste santo‖. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el
mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo‖. (Jn.14, 27)
Evangelio.- Evangelios.-
- Nos referimos con la palabra Evangelio al anuncio de la intervención
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salvadora de Dios. Es el Evangelio el establecimiento del reinado de Dios. El
profeta Isaías (Is. 52,7) utilizó la raíz de este vocablo para referirse a la
intervención de Dios para librar a su pueblo de la esclavitud.
Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento son los Evangelios, la
Buena Noticia de Jesús. Él es el protagonista, y recogen su vida,
enseñanzas, milagros, pasión, muerte y resurrección. Podemos decir que
mantienen la forma de proclamación y nos comunican la verdad acerca de
Jesús.
Los cuatro presentan a Jesucristo como Mesías, como Hijo de Dios. Son
auténtica expresión de fe en Jesucristo. Ocupan el lugar preeminente del
Nuevo Testamento, puesto que son el testimonio principal de la vida y
doctrina de Jesús. Los autores sagrados escogieron algunos hechos de los
muchos que se transmitían de palabra.
Los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) son llamados
―sinópticos‖; cada uno está dirigido a una comunidad cristiana y pueden
considerarse como una catequesis. En ellos Jesús nos habla con frecuencia
del Reino de Dios. El Evangelio de Juan expone la enseñanza teológica de
Cristo y su moral del amor.
La vida de Jesucristo es para los evangelistas cumplimiento de las profecías
mesiánicas del designio salvador de Dios.
Consideramos aquí también el Evangelio en el sentido de libro de
espiritualidad; por supuesto que es el principal. Hemos de familiarizarnos con
su lectura y meditación junto con todo el Nuevo Testamento. Se recomienda
leer un capítulo diario del Nuevo Testamento.
Evangelizar.-
- Es dar a conocer por la predicación, por el ejemplo o testimonio la Buena
-
Nueva de Jesucristo. Todo cristiano ha de llevar en su alma este deseo y
necesidad. De una manera especialísima los obispos como sucesores de los
apóstoles y sus ayudantes los sacerdotes “Pues así nos lo ordenó el Señor:
Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el
fin de la tierra." (He. 13, 46). ―Id por todo el mundo...‖ (Mat. 28, 19-20).
Ay de mí si no evangelizare‖ (1 Co. 9, 16). ―Pronto estoy a evangelizaros
también a vosotros que estáis en Roma, porque no me avergüenzo del
Evangelio‖ (Rom. 1, 11-12).
Que Cristo sea anunciado era el deseo de Pablo y de los Apóstoles. Un
bautizado ha de sentir la necesidad de evangelizar y por supuesto un
confirmado. ―Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengamos
parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 2,14).
- Ver entrada ―Catequizar‖.
Evolución.-
- Nuestra espiritualidad suele evolucionar hacia la madurez; tiempo en que
-
aparece como más desnuda. Nuestros padres en la fe tal vez han dejado ya
este mundo y vamos tomando la antorcha de la fe recibida; procuramos que
los más jóvenes tengan nuestro testimonio y firme convicción.
Por otra parte, no es posible sentirse ajeno a la evolución común del
cristianismo. Pero, eso sí, asirnos con gran fuerza a lo revelado; a aquello
inamovible. ―Si para otros no soy yo apóstol, para vosotros sí que lo soy;
pues ¡vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor!‖ (1 Co. 9,2)
Examen.-
- El examen en la cuestión de espiritualidad consiste en la revisión de la
-
-
conducta propia para poder corregirla o mejorarla; sobre todo para huir del
pecado tanto mortal como venial. ―Examine cada cual su propia conducta y
entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse.‖ (Gal. 6, 4).
Existen varias clases de examen en nuestra vida interior: el de conciencia, el
examen general, el particular, el de prevención, el examen práctico, el de
golpe de vista.
En el Nuevo Testamento se nos sugieren diversos puntos para examinarnos:
―¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?‖ (1 Corintios 6,19)
―¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los
cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú‖
(Salmo 139 7-8). ―Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad‖ (1 Juan 1, 9).
―Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e
incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están
corrompidas‖ (Tito 1, 15-16)
San Ignacio de Loyola da mucha importancia al examen de conciencia en
todas sus modalidades; en realidad todas se unen.
Es necesario el examen de conciencia como preparación para la confesión.
“Revisión de vida” ver entrada.
Examen de conciencia.-
- Suele llamarse así al examen general cuando sirve de preparación para la
-
-
confesión. Consiste en recordar los pecados y faltas que hemos cometido
para arrepentirnos de ellos y proponer corregirnos. Mirar a nuestra
conciencia.
Omitir con frecuencia el examen o serle fiel tan solo en su parte material, por
mera rutina, es algo totalmente estéril. Si queremos santificarnos de veras
hemos de persuadirnos de que serán poco provechosos otros medios de
santificación, si no los sometemos a control y vigilancia.
En lugar de practicar el dolor y el propósito, nos descuidamos y refugiamos
-
en la rutina. Es de capital importancia el dolor y propósito en el examen
diario. Kempis: ―Si cada año quitáramos un defecto, presto seríamos
perfectos‖.
―Revisión de vida‖ ver entrada.
Examen de golpe de vista.-
- Todas las entradas de examen tienen relación en este estudio. En realidad,
-
según el P. José Tissot nuestro examen debiera ser una costumbre
consciente y frecuente. A este tipo de examen se la llama de “golpe de
vista‖, basta preguntarse con frecuencia: ¿dónde está mi corazón? Y
respondernos a nosotros mismos; hacer un acto de amor y corregir y
conservar la tendencia espiritual que exige el momento.
Si se practica este acto a menudo, el examen general se hará con más
provecho y se descubrirán mejor las raíces del pecado o imperfección.
El examen de golpe de vista tal vez sea el más importante de todos y puede
unirse con los demás. Por otra parte, si lo practicamos de continuo, los otros
exámenes están subordinados a él.
En el libro de ―La vida interior‖ de José Tissot se explica con detalle este
examen y sus beneficios. Insistiendo un poco en lo mismo: la única pregunta
que nos hacemos es esta: ―¿Dónde está mi corazón?‖. Enderezamos nuestro
sentir, pensar u obrar con un acto de pureza de intención y de amor. Este
examen se puede efectuar muchas veces al día. Está también ligado con la
alerta – percepción y con la presencia de Dios y la oración continua.
Examen de previsión.-
- Examen de previsión o prevención; por la mañana y va unido al examen
particular y también al general para prevenir las faltas y pecados. También el
examen de previsión está aconsejado por san Pablo: ―Examinadlo todo;
quedaos con lo bueno‖. (1 Tes. 5,31).
Examen general.-
- El examen general. Se efectúa por la noche, normalmente antes del
-
descanso. San Ignacio de Loyola le dio tal importancia a este examen que de
él no dispensaba ni siquiera en tiempo de enfermedad. Se comienza con el
acto de presencia de Dios y petición de luz para conocernos; fijarnos después
en las faltas cometidas, en los actos de virtud, en las raíces de las faltas,
inclinaciones desviadas... dolerse después de los pecados y proponer no
volver a pecar. También es preciso esto en el examen previo a la confesión.
Unas preguntas muy convenientes en nuestro examen general pueden ser
estas: ¿Cómo he vivido los valores espirituales? ¿Cómo he orado? ¿Dónde
ha estado hoy principalmente mi corazón?
Ver anteriores entradas de ―Examen‖ y ―Revisión de vida‖-
Examen particular.-
- Examen particular. Su finalidad consiste en adquirir alguna virtud o
-
-
desarraigar algún defecto. Tiene tres momentos: por la mañana al
levantarnos, a mediodía y por la noche que va unido al examen general. Por
la mañana hacemos el propósito de esforzarnos en adquirir la virtud o
desterrar el vicio; pedimos fuerza a Dios; prevenimos las dificultades. A
mediodía, control; y lo mismo por la noche.
Algunas personas utilizan un rosarillo para contar los actos positivos de
realización de una virtud o los negativos de caída en algún defecto. Puede
dar óptimo resultado, si se realiza con paz de espíritu y constancia. Muy
recomendado para avanzar en la virtud.
Ver entrada ―Revisión de vida‖.
Examen práctico.-
- En los retiros y ejercicios espirituales conviene hacer un rato de examen
-
-
sobre la meditación practicada y sobre los puntos que nos inspira esa
meditación. A esto llamamos ―Examen práctico‖.
Consiste en formularse una serie de cuestiones relacionadas con el tema del
retiro para examinarse sobre ellas.
Miraré si he de rectificar las ideas sobre mí mismo, las criaturas y el uso que
de ellas hago. Formar criterio de las ideas de gloria de Dios, uso de las
criaturas, mi fin... Reiterar todas las mañanas mis determinaciones sobre
esto. Formar hábito de servir, amar, dar gloria a Dios, por encima de todo.
―Revisión de vida” ver entrada.
Exhortación.- Exhortar.-
- La exhortación figura una sola vez como carisma en (Ro. 12, 8). Era una de
las funciones esenciales en los apóstoles, profetas y presbíteros. Se dirige al
corazón no menos que al espíritu, se consideran como un estímulo por parte
de Dios para la conversión. Incitan de forma apremiante a arrepentirse y
creer en el Evangelio. ―Como si Dios exhortara por medio de nosotros‖ (2 Co.
5,20).
Exilio.-
- El exilio de Israel fue castigo del pecado y revelación del pecado. (Jer. 29;
-
-
13,23; 16, 12...) Los profetas les ayudaron a salir de aquello. Israel así se
convirtió en heraldo del verdadero Dios.
Mirando la Biblia podemos apreciar las soluciones para salir de nuestro exilio
espiritual tanto a nivel personal como eclesial. Es necesario escuchar a Dios
individual y colectivamente. Así se formará una comunidad completamente
orientada hacia Dios.
A nosotros también, como a Israel, nos purificará y nos dará un corazón
nuevo. (Ez. 36, 24-28). Seremos cristianos que están en este mundo sin ser
de este mundo. Tener siempre la santidad de Dios que no puede pactar con
el mal. (1 Pedro 1, 15 y 2, 11...)
Exorcismo.- Exorcista.-
- Consiste el exorcismo en el conjunto de fórmulas y de ritos que se practican
para expulsar al demonio del cuerpo de una persona. Hasta el Concilio
Vaticano II se confería a los clérigos como la tercera orden menor la de
exorcista. Da poder para arrojar a los demonios. Pero de hecho nunca ejercía
esta orden un clérigo con las órdenes menores, sino un sacerdote y con el
mandato del obispo. Hoy en día también se exorciza a quienes, tras prudente
investigación, se deduce que están poseídos del demonio. Es preciso mucha
prudencia y siempre consultar al obispo para ejercer este ministerio.
- Ver entrada ―Diablo‖.
Experiencia.- .
- Entendemos aquí por experiencia una consciencia de la persona que la pone
-
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en funcionamiento de deseo, logro, posesión o huida con relación a los
bienes espirituales. No entramos en la experiencia en otros aspectos.
Nuestra experiencia espiritual se va formando a través lugares, cultos,
plegarias, lecturas, vivencias, soledad, oración, contemplación. Se trata de
verdaderas mediaciones.
Advertimos la experiencia desde el campo de la fe, desde la el trato íntimo
con Jesucristo; de la manera de vivir o contemplar su imagen. Y esto no
quiere decir ni mucho menos que se trate de algo puramente intimista.
Es preciso el discernimiento para apreciar el valor de la propia experiencia en
distintas circunstancias. Mejora en comunidades pequeñas, con preferencia a
las masificadas. Se adquiere más en la realidad del día a día que en las
efemérides grandiosas o trágicas.
La vida católica espiritual se establece sobre todo en torno a la Biblia tanto en
la liturgia como en el culto y en el trato con Jesús Eucaristía (Misa, comunión,
relación con Jesucristo en el Sagrario). Experiencia de Jesús. Todo nuestro
creer está contenido en la Eucaristía, las Sagradas Escrituras y en la
Tradición Apostólica.
La experiencia cristiana la adquirimos del mismo Jesucristo – Dios y hombre
verdadero - en la oración (Fil. 2, 22); con ella glorificamos a Dios (2 Co. 9,13).
La paciencia nos da experiencia, y la experiencia, esperanza (Rom. 5, 4).
Las palabras de la Biblia se nos manifiestan con mayor claridad después de
su estudio. En plena madurez se manifiestan, cuando nuestra experiencia de
oración va comprendiendo el sentido propio a base de meditar y contemplar.
Se palpan como algo presente, como dichas para uno mismo, a nuestra
propia medida.
La verdadera experiencia cristiana muestra sabiduría. ―¿Hay entre vosotros
quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las
obras hechas con la dulzura de la sabiduría‖. (Sant. 3,13). Ayuda al
discernimiento prudente: ―En cambio, el manjar sólido es de adultos; de
-
-
aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el
discernimiento del bien y del mal‖. (Heb. 5,14)
Permaneciendo día a día en el amor de Dios y en el de su Hijo Jesucristo
aumenta nuestra experiencia espiritual; también con el amor mutuo. Cristo ha
hecho visible al hombre la cercanía de Dios. Y Cristo es en todo semejante a
nosotros, excepto en el pecado. Su centro es cruz y la resurrección.
Puede también nuestra experiencia religiosa ser una impresión de presencia
o ausencia de Dios. A veces como purificación hacia una vida mística; otras
veces, como gozo o paciencia... pedagogía de Dios.
El sufrimiento también nos da experiencia y nos purifica. Ver a Job; su dolor
proviene de la fe. Tropieza con el misterio de Dios.
La acción de Dios es misteriosa: fiel a sus orígenes y abierta a lo nuevo.
Aumenta nuestra experiencia superando los peligros; comprendemos que
Dios es bueno; que de buscando la voluntad de Dios somos felices; todo esto
aumenta nuestra experiencia de fe.
Experiencia de Dios.-
- Se utiliza esta expresión para indicar la influencia de Dios en nuestra vida. La
experiencia de Dios, para quien no la ha ―experimentado‖ no tiene ningún
sentido; mas para el hombre de fe, que la ha vivido, es algo inigualable, el
mundo de lo sobrenatural, de la trascendencia, de Dios.
- Dios no nos puede engañar, ni permitir que nos engañemos en lo principal de
nuestra existencia: la necesidad de sobrevivir. Dejaría de ser bueno. Este
sencillo argumento de razón corrobora nuestra fe.
- Las personas de verdad entregadas a Dios gozan de una experiencia divina,
son sabias y buenas educadoras en la fe. La palabra de Dios se encuentra
también inserta en la creación y en la experiencia del hombre. No solo en la
revelación.
- El agnóstico interpreta el fenómeno de la santidad como algo psicológico por
la simple insistencia en la oración. Se va uno obsesionando y entra en un
estado ―anormal‖, una especie de locura lúcida, altruista. - Le respondemos
que, a poco que se profundice, no es posible explicarlo así. Basta haberse
metido en este mundo de la espiritualidad para darnos cuenta de nuestra
cordura y certeza de cuanto afirmamos. Y les formulamos esta pregunta, ¿un
ciego de nacimiento, cómo puede imaginar la luz? El agnóstico juzga al
creyente desde una onda distinta, puesto que desconoce la onda de la
gracia, la de la vida espiritual.
Experiencia propia.-
- Por propia experiencia nos vamos dando cuenta de que en el fondo casi
-
todas las cosas nacen del propio interés, del amor propio y muy pocas
brotan de una total pureza de intención. Demasiada fe en sí mismo y no
demasiada en la ayuda del Señor. Es bueno advertirlo para ir colocando todo
en su debida escala de valores.
―¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por
su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría‖. (Sant. 3,
13). Lo que Dios nos va enviando está perfectamente estructurado a la
medida de nuestras capacidades. Lo que vamos buscando
espontáneamente puede tener el peligro del amor propio, del propio interés.
Conviene por eso que vaya acogiendo la voluntad de Dios. Esto no quiere
decir que carecemos de iniciativa; esta experiencia nos ayuda también a
regular la propia iniciativa que puede ser excelente.
Expiación.-
- Para los cristianos el concepto más adecuado viene del griego hilasterion,
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que significa aquello que propicia o expía. Se refiere la expiación a la
reparación de los pecados. Jesucristo expió nuestros pecados. La Teología
de la expiación la encontramos sobre todo en la Epístola a los Hebreos. ―Por
eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y
Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del
pueblo‖. (Heb. 2,17). También aparece Cristo expiando los pecados del
mundo (Heb. 7, 25 y 9, 24). La necesidad de expiar por el pecado, siempre
ha estado en la conciencia religiosa de la humanidad, en cualquier religión.
En el Evangelio aparece en los episodios del Hijo Pródigo y Zaqueo y otros.
(Lc. 15, 18-19 y Lc. 19,8).
En el Antiguo Testamento distinguimos la intercesión de Moisés (Ex. 32,30)
o de Aarón (Sab. 18, 21-25).
Se considera un honor poder expiar y satisfacer de alguna manera por el
pecado. Y expiar unidos a Cristo. También, sufrir algo en reparación. La
penitencia impuesta por el confesor, va en este sentido, aunque en realidad
son penas simbólicas.
La mortificación voluntaria es también una manera de expiar.
Éxtasis.-
- Significa una especie de permanencia fuera de sí mismo; una enajenación de
-
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la mente y de los sentidos para que el espíritu, arrebatado por Dios, pueda
captar o intuir lo que Dios le comunica. Nos hablan los teólogos de éxtasis
místico y profético. El primero es una contemplación sobrenatural de Dios con
enajenación de los sentidos. El profético pertenece a las gracias gratis dadas,
no tiene poder santificador...
En el Nuevo Testamento aparecen muchos casos de éxtasis; como ejemplo
citamos: cuando Pablo fue arrebatado al Cielo (2 Co. 12, 3-4). Juan fue
arrebatado en espíritu y escuchó como una voz de trompeta, (Apo. 1,10).
Ananías después de la conversión de San Pablo, (He. 9, 10). Pedro en la
visión de Jope, (He. 11, 5). Colectivamente los Apóstoles en Pentecostés,
(He. 2,4).
Royo Marín en la Teología de la perfección cristiana y Tanquerey en su
Ascética y Mística estudian ampliamente este fenómeno que, en ocasiones,
puede ir unido a una debilidad psicofísica.
Extranjero.-
- Israel fue rompiendo el criterio racial sobre el extranjero; a ello contribuyó la
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convivencia con ellos. (Dt. 10, 18). Dios vela por el extranjero como por los
indígenas y por los pobres. Y en tiempo del Nuevo Testamento la apertura al
extranjero fue total. (He. 2,11; 10, 2; 13,43; 18,7; 21, 28; Ef. 2,14).
Y después de Pentecostés brotó el espíritu misionero. Seguir a Cristo que
plantó la tienda entre nosotros sin distinción de razas. Amor al extranjero y al
distinto.
F.Faltas.-
- Falta es la ausencia o privación de algo, la transgresión de una norma o regla
-
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leve, la imperfección en el obrar. El alma fiel suele darse cuenta de sus
limitaciones, descuidos o pequeñas debilidades.
Para descubrir mejor nuestras faltas, en vez de examinar cada acto de la
propia vida en particular, conviene mirar el conjunto, el tono, la marcha de la
vida. Así se ve más fácil si vamos o no por los caminos de Dios. Buscar la
raíz de nuestra
Ver entrada ―Imperfección‖.
Familia.-
- Entendemos aquí por familia un grupo de personas emparentadas que viven
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juntas. Normalmente el matrimonio y los hijos, si los hay. O sea, la familia
nuclear, de la que a veces también forman parte abuelos u otros
ascendientes.
La familia es el camino por el que hombre y mujer crecen juntos en la fe,
esperanza y caridad y testimonian como hijos de Dios, al modo del amor de
Cristo que salva. Comienza con la espiritualidad del noviazgo y llega hasta la
espiritualidad de la viudez. Una familia cristiana es lugar y tiempo de
espiritualidad, de gracia y salvación.
Son muchas las alusiones y consejos que en la Sagrada Escritura se dan
para la familia: Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras:
―Sed fructíferos y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla...‖; (Gn. 1,27-28).
―El hombre dejará a su padre y su madre y se unirá a su mujer...‖ (Gn. 2, 24).
―Familias y pueblos tributen al Señor gloria‖ (1 Co. 16,28-29). Instruye a los
niños en el camino correcto (Prov, 22,6). Obediencia a los padres. (Prv. 6,20).
Y, si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede
mantenerse en pie. (Mc. 3,25). El que no provee para los suyos, y sobre todo
para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo (1
Timoteo 5,8). Alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.
Tales son las bendiciones de los que temen al Señor. (Salmo 128,1-4)
La familia cristiana significa el amor fecundo entre Cristo y la Iglesia; llamada
a la santidad.
- Comprender el valor de la fidelidad y de la unidad: don de Dios, gracia.
- Los esposos caminan juntos hacia la unidad más profunda tras un pacto que
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les convierte en entidad nueva: dos en uno, juntos hacia el Amor; es el
camino de la espiritualidad familiar. Experimentamos aquí nuestra existencia
como dimensión de fe, de amor y de servicio a Dios.
La vida en familia es ofertorio cotidiano, gozo pascual y adhesión al misterio
de Cristo. Existe una interacción entre la espiritualidad conyugal y familiar.
Verdadera experiencia de Iglesia. Símbolo del amor que Dios tiene a la
humanidad.
Nace la espiritualidad familiar de la fe y de la esperanza, y se manifiesta en la
caridad. Es testimonio, justicia y construcción del Reino. La palabra de Dios y
la palabra humana del buen entendimiento son el factor constructivo de la
pequeña Iglesia doméstica. Puerta de la confianza en el amor del Padre, de
constante conversión.
La Eucaristía es en la familia espiritualidad, y a través de ella se recapitulan
en Cristo todos los valores sagrados y seculares.
La paz es fruto de la unión de ideales en la vida conyugal; conciliación de las
diversidades.
Reconocerse cada uno con humildad limitado y pecador. Reconocer el
esposo la personalidad de la mujer y viceversa.
Ver entradas ―Hijos‖, ―Matrimonio‖, Esposos cristianos‖.
Familiaridad con Dios.-
- Jesucristo nos enseña la cercanía, la familiaridad con Dios. ―No os llamo ya
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siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he
llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a
conocer‖. (Jn. 15, 15)
Poco a poco vive el alma casi de continuo en la presencia de Dios; dentro del
corazón se va construyendo como una celda íntima, como santa Catalina de
Siena, en íntima soledad.
Fundamentamos nuestra familiaridad con Dios en la revelación: ―Si alguno
me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y
haremos en él morada‖ (Jn. 14, 23), Y cuando oramos: "Vosotros, pues, orad
así: Padre nuestro que estás en los cielos...‖ (Mat. 6, 9)
Esta familiaridad está templada por el don de temor de Dios, con una suave
compunción por nuestras faltas y desasimiento de las criaturas.
El trato familiar con Dios; ese es el deseo de todos cuantos trabajan por
enriquecer su vida interior. Una especie de coloquio continuo entre Dios y el
alma.
La dicha de nuestra alma es que el Señor nos hable al corazón para
enfervorizarnos.
Fariseísmo.-
- Ver entrada ―Hipocresía‖.
Fe.- -
- La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos
ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la
verdad misma que ni quiere ni puede engañarnos. Por la fe "el hombre se
entrega entera y libremente a Dios" (DV 5). Por la fe asentimos firmemente y
con certeza a la verdad revelada por Dios; tiene su origen en el Cielo; es el
comienzo de la justificación; fomenta la esperanza y la caridad. La fe que
Dios infunde está apoyada en la verdad divina, y hace creer con mayor fuerza
que si se viese con los propios ojos.
- La fe es la primera de las virtudes teologales. ―Sin la fe es imposible agradar
a Dios‖ ―Y el que se acerca a Dios debe creer que existe y es remunerador‖.
(Heb. 11, 6). Esta verdad de fe – dicen los teólogos – que es de necesidad de
medio: del todo esencial para salvarse.
- Comienza en los Apóstoles cuando Jesús se aparece después de la
resurrección, y se hace presente. ―Contestó Tomás: ―¡Señor mío y Dios
mío!‖. Jesús le dijo: ―¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los
que crean sin haber visto‖. (Jn 20, 28-29). Entonces se explican las
Escrituras; el asombro posibilita la comprensión interna del misterio. Pedro
corrió al sepulcro movido por la duda. Solo el amor es digno de fe, porque el
amor es más fuerte que la muerte.
- ―La fe es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve…
―Y hemos de ejercerla fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe en
Jesús‖ No podemos dejar de estudiar dentro de la fe (Heb. Cap. 11 y 12)
- La fe ha de ser coherente con nuestra vida práctica. (Sant. Cap. 1 y 2). La fe
es el fundamento y anclaje de la historia de la salvación: leer con
detenimiento (Heb. 11, 1- 29).
- Aparece en la Biblia como varón prototipo de la fe el patriarca Abraham. Dios
le puso la prueba de esperar un hijo en su senectud y en la de su esposa;
marchar a un país remoto; el sacrificio de su hijo... Él creyó, confió. Con esa
misma fe el cristiano ha de esperar su salvación.
- La fe y el amor son la esencia del cristiano. Por la fe recibimos el poder llegar
a ser hijos de Dios. (Jn. 1,13) y contemplamos la gloria de Jesús. (Jn. 2,11)
- El don de Dios solo puede ser recibido creyendo. Renunciamos a apoyarnos
en nosotros mismos para hacerlo en el don de Dios. Nos lanzamos por fe al
abismo de lo desconocido que nos introduce en la sabiduría eterna del Padre
en un nuevo nacimiento. Habita la fe en lo más profundo del corazón.
- Muchos se quejan de tentaciones de fe. No inquietarse ante ellas.
Aconsejaba un director espiritual: ―Cuando te venga una tentación de fe por
su oscuridad, pídele al Señor que sea mayor la oscuridad, pero que te dé
fuerza para creer‖. Dios es grande. ¿Cómo van a caber en mi mente pequeña
todos los secretos de Dios? ¿Cómo voy a ver el sol si su claridad me ciega?
¿Cómo quiero ver las cosas del más allá con la claridad de las cosas de
aquí? ¿Y quién soy yo para exigir a Dios más claridad?
- En las tentaciones contra la fe recordar aquello del Evangelio: ―Señor, ¿a
quién iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna‖ (Jn. 6, 57).
- La fe se aumenta con la oración; viviendo en coherencia con los principios;
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suplicándole al Señor con humildad que nos la conserve y aumente.
Es vida en el Señor Jesús, lo íntimo del hombre se pone en contacto con el
Altísimo y tiene como seguridad la fidelidad misma de Dios. Cuando dos
personas se quieren, se fían la una de la otra: gracias porque existes. Y brota
la esperanza en plenitud.
Crece la fe por la oración, por la lectura de la Biblia, por la lectura espiritual y
por el cultivo de las virtudes.
A veces la fe parece un sol refulgente. Otras, parece que nada vemos. Pero...
en unas ocasiones y en otras creemos, confiamos, procuramos acomodar
nuestra vida a los postulados de esta virtud.
La fe es como un reflejo de la naturaleza de Dios en cada uno de nosotros.
Detrás de la oscuridad de la fe, se encuentra el misterio de Dios, real, del
todo real y profundo. Pero la fe tiene un lado humano del todo: nace y se
desarrolla en nosotros como la vida del cuerpo.
Tiene también la fe su parte fuerte de sentimiento o emoción. Por encima de
todo, la vida de fe es un don divino, una especie de venida de Dios. Tenemos
que escuchar su llamada, someternos a Él.
Las enseñanzas puramente doctrinales creo que apenas despiertan la fe,
como las películas de cine de motivo religioso. Entendemos que la fe es
suscitada por la verdad amada, hecha sustancia propia, vivida o al menos
con el deseo de vivirla. Ha surgido la fe con aquellos con quienes la hemos
vivido. Y se aumenta viviéndola con otros. Por eso le damos una gran
importancia a nuestra mutua comunicación en la amistad fundada sobre todo
en la fe.
Para la mayoría, la fe, en el aspecto psicológico, es una opción. Para esta
opción racional del todo, necesitamos la gracia de Dios. Nuestra respuesta es
aceptarla. Quien no tiene fe ha de pedirla a Dios con humildad; Dios a nadie
deja en la estacada.
Es necesario vivir en consecuencia con la fe; que suscite las buenas obras, la
relación con Dios, el compromiso con el prójimo. La fe poco a poco se ha de
ir convirtiendo en trasfondo de nuestra vida entera.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Fecundidad.-
- Dios llama a la fecundidad, a defender las fuentes de la vida, no a
-
despreciarlas como el Faraón, Onán y otros. Los hijos son don de Dios, y
hemos de seguir las leyes de la naturaleza.
El cristiano ha de ser fecundo en buenas obrar: ―Por tanto, dad frutos dignos
de arrepentimiento‖ (Mat. 3,8). ―Que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó
de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios‖. (Ro. 7,4-5).
―¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene
obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? Si un hermano o una hermana no
tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice, Id en
paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo, ¿de
qué sirve?‖ (Sant. 2,14-26).
- ―Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye
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la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a
sesenta y otro a treinta (Mat. 13,23). ―En verdad, en verdad os digo que si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere,
produce mucho fruto· (Jn. 12,24). ―Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la
vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros
los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto,
porque separados de mí nada podéis hacer‖ (Jn. 15,4-5).
Jesucristo da a la fecundidad el sentido pleno en su vida de fe y virginal. Así
la vivió la Virgen María. Fecundidad asimismo de la Iglesia y del cristiano por
sus buenas obras.
Felicidad.-
- Quien desee saborear la felicidad en la Tierra, acuda a la piedad: da paz al
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alma, alegría serena por la buena conciencia, dicha por estar unido con Dios
e ir creciendo en su amor... llegar a una intimidad más honda con Él. Si
alcanzamos una verdadera comunión divina conseguimos la felicidad.
La generosidad es fuente de dicha: ―En todo os he enseñado que es así,
trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener
presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar
que en recibir." (He. 20,35). Los placeres de este mundo dan una felicidad
pasajera. (2 Pe. 2, 13).
Dios nos creó para darle gloria y para que dándole gloria seamos felices;
para que conozcamos sus obras, para que le conozcamos y amemos a él y
así seamos felices.
Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Y tendrá dolores y pruebas la
persona fiel al Señor en la vida, pero la paz reinará en su corazón.
El secreto de nuestra felicidad está en aceptar la vida tal y como es: natural,
con mil limitaciones, sobrenatural, con una fe oscura... La esperanza en la
otra vida ayuda mucho a superar las angustias de la presente. El dominio de
los deseos es otro medio para alcanzar felicidad y paz.
Gran parte de la felicidad está en la familia, en el tiempo libre, en hacer algo
por los demás y en dedicar un tiempo a Dios y a nuestra alma. Las
dificultades no deben sorprendernos ni irritarnos, porque hemos de saber
controlar las situaciones.
La verdadera felicidad la conseguimos por la posesión de Dios. Esta es la
realidad: por eso el hombre más feliz es el hombre santo. La felicidad
perfecta es un estado reservado al otro mundo. Y la felicidad conseguida en
este mundo es relativa. Infeliz el que goza del mundo e ignora a Dios. Feliz
quien aunque ignore cosas del mundo, conoce a Dios.
En este mundo no es posible ser del todo felices, pero sí nos ayuda a ser
felices vivir a tope nuestra fe. Algunos mártires eran felices incluso cuando
sufrían, viendo los cielos abiertos. El deseo de felicidad anima a muchos a
servir a Dios. Llegamos entender que en Dios hemos de encontrar algún día
la felicidad completa.
-
Como consecuencia de esto es necesario saber renunciar a ―felicidades
parciales‖ en vías a obtener la felicidad total futura. Saber renunciar a la
propia felicidad por ayudar a otros a ser felices. Y si renunciamos a nuestro
propio bienestar para ayudar a otros, nos sentimos incluso ahora dichosos y
felices.
Feminismo.-
- Hoy en la sociedad tiene gran importancia el movimiento feminista. Consiste
-
en la igualdad entre hombres y mujeres en los derechos civiles, sociales y
políticos. La mujer reclama sus derechos. Existe un compromiso cristiano de
―Biblia y movimiento feminista‖. Ya en el siglo XIX, el feminismo tomó un
signo socialista. Las manifestaciones y asociaciones feministas han hecho
mucha labor hasta llegar al estado en que se encuentra hoy este movimiento.
El primer éxito consistió en el sufragio universal.
Las constituciones políticas – estatales contienen hoy en el mundo Occidental
la igualdad hombre – mujer en los derechos civiles y humanos. Sigue
avanzando en todo el mundo el movimiento feminista. También en el ámbito
eclesial. Incluso en algunos sectores católicos se pide para la mujer el
diaconado y el sacerdocio. Varios papas se han pronunciado en contra del
sacerdocio de la mujer. En cuanto al diaconado femenino, el papa Francisco
lo ha ofrecido al estudio de los teólogos.
Fenómenos místicos.-
- Son visiones, revelaciones, carismas especiales... ciertas manifestaciones
-
Fervor.-
internas e incluso externas que pueden denotar la acción de Dios en algunas
almas. Por ejemplo, la elevación, los estigmas, etc. Dios puede producirlos,
pero es preciso discernir si proceden de Dios, de la naturaleza o tal vez
incluso del demonio.
Entre ellos pueden considerarse las gracias gratis dadas que son para bien
del Pueblo de Dios, y no incluyen ni siquiera que quien las posea esté en
gracia santificante.
Dentro de los fenómenos místicos podemos enumerar las visiones,
locuciones, revelaciones, discernimiento de espíritus, hierognosis
(conocimiento de los sagrado, p.e. distinción de una hostia si está
consagrada o no), ciencia infusa parcial o universal, habilidad para el ejercicio
de las artes, incendios de amor, quemaduras y estigmas, lágrimas, sudor de
sangre, cambio de corazones, ayuno prolongado, privación del sueño,
agilidad, bilocación, levitación, sutileza, luminosidad, perfume sobrenatural,
Vigilia prolongada.
A la hora de discernirlos hace falta mucha prudencia. Ni pretenderlos, ni
confiarnos demasiado. Es un aspecto de la espiritualidad muy delicado.
Mucho cuidado.
Ver entrada ―Gracia gratis dada‖.
- Se suele definir el fervor como sentimiento y actitud de profunda veneración
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religiosa. Sentimiento intenso de entusiasmo y admiración hacia alguien o
hacia alguna cosa. Fervor como Teresa de Jesús: ―Ya toda me entregué y di,y de tal suerte he trocado- que mi amado es para mí- y yo soy para mi
amado.‖ Fervor como San Bernardo cuando no le dejaban ir a compartir el
duro trabajo de la siega con sus hermanos, y decía que había aprendido más
de los árboles en el trabajo que en los libros, porque cuando trabajaba,
―Contigo estaba y Contigo conversaba‖. ¿Qué más da estar en un sitio o en
otro?
En Biblia se dan muchas alusiones al fervor religioso: ―No seáis perezosos en
lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor‖ (Rom.
12,11). ―Así también vosotros, puesto que anheláis dones espirituales,
procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia‖. (Gál. 4,18). ―Es
bueno mostrar celo con buena intención siempre, y no sólo cuando yo estoy
presente con vosotros‖. (2 Timoteo 1,6). ―Por lo cual te recuerdo que avives el
fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos‖ (1 Co.
14,12). ―Y considero justo, mientras esté en este cuerpo, estimularos
recordándoos estas cosas‖ (Apo. 3,19). ―Hacíamos el trabajo con la mitad
empuñando lanzas desde el despuntar del alba hasta que salían las estrellas‖
(Neh. 4,21). ―Mi celo me ha consumido, porque mis adversarios han olvidado
tus palabras‖ (Salmos 119,139). ―Por amor de Sion no callaré, y por amor de
Jerusalén no me estaré quieto, hasta que salga su justicia como resplandor, y
su salvación se encienda como antorcha‖ (Isaías 62,1). ―Este había sido
instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y
enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque sólo conocía el
bautismo de Juan‖. (Hechos 18,25). Entonces Él les dijo, ¿Por qué me
buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi
Padre?‖ (Lucas 2,49). ―Jesús les dijo, mi comida es hacer la voluntad del que
me envió y llevar a cabo su obra‖. (Juan 4,34)
Fervor, como el de Ignacio de Loyola, que nos parezcan las cosas del espíritu
nuevas; como si ―yo fuese otro hombre y con otro entendimiento‖. Fomentar
el deseo de ayudar al prójimo: más amor, más preocupación, más entrar en
el corazón de otro.
El fervor recuerda las traiciones de ayer. Pide fuerza para no caer en
traiciones tan ridículas. Procura suplicar a Dios el don de oración; el don de
abnegación; la perseverancia final; celo por la salvación de las almas.
El fervor suele aumentar mucho en tiempos de consolación espiritual, pero
muchas veces se tiene gran fervor y más meritorio en temporadas de
sequedad y aridez de espíritu. Pedir al Señor el fervor; pero no precisamente
el sensible. Desear con mayor empeño el progreso en la virtud puesto que
ahí está de lleno la voluntad de Dios. Hermosear nuestra morada interior y
vivir allí con Dios largos ratos en el silencio y vida de oración. Y que nuestra
oración nos produzca abundantes frutos de amor, humildad y generosidad y
celo por la salvación de las almas.
El verdadero fervor cristiano nos lleva siempre a la entrega, a la ayuda a los
demás: ―Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente
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por vuestras almas. Amándoos más ¿seré yo menos amado?‖ (2 Co.12, 15).
Para aumentar el fervor, mirar al cielo con frecuencia, pensar que somos
templos vivos de Dios, tener la cruz en nuestras manos, visitar un sagrario,
hacer algo para mantenernos en fervor. Ver a Dios que nos espera en una
visita, en un encuentro con un compañero, a la vuelta de la esquina, en la
soledad de mi habitación. Ver que el dolor también nos recuerda el amor de
Dios que nos llama y nos purifica.
La vida eucarística de Sagrario, las imágenes de la Virgen también, ayudan a
mantener el fervor: nos alegran el espíritu y cada vez más. Mantenernos
siempre en una tensión suave para sostener el fervor y el recogimiento
interior. El mundo necesita de personas santas.
El fervor nos lo producirá el calor del amor. Porque el calor hace hervir al
agua, la levanta hacia las alturas; también el calor de este amor de Dios nos
va a hacer hervir. El hecho mismo de mirar al cielo con frecuencia o las
iglesias de la ciudad y de la campiña, nos ilusiona por Dios. Mirar las
imágenes de la Virgen también nos alegra el espíritu y cada vez más.
Fomentar el recogimiento interior.
Poco a poco debiéramos apartarnos de todo lo inútil, de todo lo que nos
distraiga de Él. Incluso los ratos de solaz mejores debiéramos pasarlos en
compañía del Señor, con la lectura reposada de un libro espiritual. Y si
advertimos nuestro espíritu ocupado en cosas inútiles, lo volvemos en
seguida a Dios. Hacer un acto ferviente de amor y seguir adelante. Esto no
quiere decir que vamos a ser huraños con la gente. Todo lo contrario. Pero
tampoco perdedores de tiempo.
Un fervor más fuerte que el de nuestra primera conversión, el fervor de la
madurez. Tarde o temprano debe de aparecer en nosotros la llamada a la vía
mística. Ese apetito, esa hambre de Dios deben tener en nosotros el objetivo
de ayuda para cumplir su voluntad. Cumplir el fin para el que el Señor nos ha
destinado en este mundo y siempre con proyección al Cuerpo Místico de
Cristo.
Ver entradas ―Oración‖ y ―Devoción‖.
Fiat.-
- Es la palabra de la Virgen María al arcángel Gabriel con la que aceptó ser la
Madre de Dios: ―Hágase en mí según tu palabra‖ (Lc. 1, 38). En la vida
espiritual tiene importancia como jaculatoria para aceptar la voluntad de Dios,
como ofrecimiento a Dios para cuanto Él quiera. A muchos ha ayudado a
santificarse. En la predicación de Ejercicios Espirituales causa mucho
impacto en las almas aplicarla a las circunstancias con fervor.
Fidelidad.-
- Dios es fiel, porque Dios es amor, fuente de amor eterno. Dios es fiel a su
alianza con el Pueblo de Israel, y a pesar de las infidelidades del mismo, Él
sigue siendo fiel. ―Dios no se arrepiente de los dones y del llamamiento que
ha hecho‖, nos recuerda el Vaticano II.
- Conocemos la fidelidad de Dios porque Jesucristo viene de Dios. La alegría
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de Jesús es dar a conocer a su Padre. Y esta es la alegría de los santos; y el
Espíritu hace penetrar la presencia de Jesús ante nosotros: comunión eterna
de Dios con nosotros, en la plenitud del Espíritu Santo.
Y respondemos a su fidelidad siendo fieles siempre a Dios: cuando el camino
sea florido y cuando esté salpicado de espinas. Nuestro amor ha de ser de
siempre de correspondencia fiel. Esta virtud está relacionada con la justicia.
Las alusiones en la Biblia a la fidelidad son constantes: fiel es Dios, seamos
también nosotros. ―Fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados
más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá
también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla‖. (1 Co.10, 12-13).
―Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me
tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio‖ (1 Timoteo 1,12). ―Ahora bien,
además se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel (1
Co. 4,1-2). ―Su señor le dijo, ``Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel,
sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." (Mat. 25,21)
Con frecuencia hay alusiones a la fidelidad en las cartas de los Apóstoles y
exhortan a apartarse de los falsos maestros. Ejemplo (2 Pe. 2,1-22).
Recomendamos con relación a la fidelidad estas citas bíblicas: Deut. 13,4;
Núm. 32,11-12; Salmos. 12,2; 31,24; 78,8; 101,6-7; Neh. 13,13; 1ª Co. 4,1-2;
Luc. 16,11-12.
Fidelidad a la gracia.-
- Es la adhesión, la observancia de las inspiraciones del Espíritu Santo en
-
cualquier forma que se nos manifiesten. Por ejemplo, luces interiores,
remordimientos, conocimientos. ―Mantengamos firme la profesión de nuestra
esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió‖ (Heb. 10,23).
A veces estas mociones nos vienen por el Ángel de la Guarda, o de un
predicador, un libro o un consejo de amigo.
Somos gobernados por el Espíritu Santo, por eso hemos de fomentar la
alerta percepción para captar las mociones. Hemos de vencer repugnancias,
dudas. Seguir las mociones divinas, nos llena de paz. Muchas veces estas
mociones irán dirigidas a ayudarnos a vencer nuestras aficiones
desordenadas, nuestro egoísmo. Nos llevarán al amor a los demás, a
ayudarles, a hacer algo por el pobre, el débil, el triste...
Fiestas.-
- Las fiestas a las que nos referimos aquí son las que el calendario nos ofrece
-
en honor de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de los santos. Se
denominan también celebraciones o conmemoraciones. Las celebramos
principalmente en comunidad y también en la intimidad de nuestra persona.
Las más importantes se solemnizan ya de víspera. Algunas, como la Pascua
de Resurrección, Navidad y Pentecostés las preparamos con varios días o
semanas. El modo de celebrar las fiestas de precepto y los domingos es
participando en la Misa. Hemos de fomentar en ellas la verdadera devoción,
-
fe y alegría. También en los días de fiesta conviene dedicar más rato a la
oración, a la meditación y lectura espiritual.
Algunos escritores de mística han llegado a afirmar que nuestra vida interior
ha de organizarse siempre en el misterio de Dios, en nuestro dogma íntegro,
dentro de la liturgia cristiana. Dicen: ―Vivir a tope en la contemplación de
nuestros misterios‖. Las fiestas para la persona espiritual tienen gran
importancia de celebración, vivencias litúrgicas, encuentro con Dios, una
especie de teofanía o mediación.
Filiación.-
- Ver entrada ―Adopción.Fin.-
- Nuestro fin como criaturas racionales es dar gloria a Dios, servirle, cumplir su
-
voluntad. Mediante esto, salvar nuestras almas. Fin adjunto al anterior es
nuestra propia santificación. Dios quiere comunicar sus perfecciones y hemos
de hacer todo para su gloria.
―Dios ha creado al hombre para que le sirva en esta vida y después le goce
en la eterna‖. "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó,
hombre y mujer los creó" (Gen. 1,27). Porque Dios "creó... de un solo
principio, todo el linaje humano" (He. 17,26; cf. Tb 8,6).
Flaquezas.-
- Son frecuentes sobre todo en los principiantes. La caridad y el acercarse con
-
-
esperanza cada día al Señor, ayudan a superar las propias flaquezas. Hemos
de exponerlas sencillamente a Dios, para que se digne bajar a nosotros. Unir
a esto la mortificación voluntaria.
Nuestra flaqueza humana es causa de muchas imperfecciones. El Espíritu
Santo remedia nuestra flaqueza, suple nuestras deficiencias, corrige nuestras
ignorancias y compensa de alguna manera todas nuestras miserias: nos da
fuerza. ―El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no
sabemos pedir como conviene; El Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos inefables‖. (Ro. 8,26)
Dios tiene misericordia de nuestra debilidad y nos va llevando a su amor. En
sequedad o en fervor sensible, pero enraizadas en Dios. La virtud en la
flaqueza se perfecciona.
Ver entrada ―Debilidad‖.
Formación.-
- Ver entrada ―Estudio‖.
Fortaleza.-
- Como virtud cardinal infundida por la gracia, la fortaleza enardece el apetito
-
-
-
irascible y la voluntad para no desistir de conseguir el bien arduo o difícil ni
siquiera por el máximo peligro de vida corporal. En sentido más amplio
denota cierta firmeza de ánimo o energía de carácter.
Nuestra fortaleza está en el Señor: ―¡Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece!‖(Flp 4,13). ―Confiad en el Señor para siempre, porque el Señor es la
Roca de la eternidad‖ (Is. 26:4). ―¡He aquí, Dios es mi salvación! Confiaré y
no temeré, porque el Señor es mi fortaleza y mi canción; él es mi salvación‖
(Is 12,2). “Tú pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús”
(2 Tim. 2:1). (Samuel, 22, 2-3).
Tiene dos aspectos la fortaleza: atacar y resistir. Al utilizar en ocasiones la ira
como instrumento, ha de estar controlada y rectificada por la recta razón.
Tiene como partes integrales o potenciales, la magnanimidad, la
magnificencia y la longanimidad. El amor es fuente de fortaleza; la idea de
fortaleza jamás debe espantarnos; mirando a Jesús paciente nos hemos de
estimular. La paciencia, la constancia y la perseverancia se derivan de ella.
Dificultad grande en seguir con la oración a pesar de la sequedad, a pesar
del trabajo diario. Para esto también es necesaria la fortaleza.
Se derivan de la fortaleza: la magnanimidad, magnificencia, longanimidad,
paciencia, constancia y perseverancia.
Ver entrada ―Virtudes cardinales‖.
Fortaleza don.-
- Es un hábito sobrenatural que robustece al alma para practicar, por instinto
-
-
del Espíritu Santo toda clase de virtudes aun las más heroicas, con confianza
de poder superar las dificultades. Proporciona al alma una energía
inquebrantable; destruye por completo la tristeza en el servicio de Dios; y
soportamos todo con alegría e incluso con gozo.
Ayuda a practicar este don pedir a Dios fuerza para llevar la cruz; la
mortificación voluntaria; el amor a la Eucaristía.
Con su don de Fortaleza, el Espíritu Santo, nos sostiene en esos trances
particularmente críticos. Las pruebas; puede decirse que serán tanto más
duras cuanto a más altas cumbres estemos llamados. Pero no hay por qué
temer; nos asiste el Espíritu de Fortaleza: ―Permanecerá y habitará en
vosotros‖ (Jn 14,17). Como los Apóstoles en Pentecostés, seremos también
nosotros revestidos de la ―fuerza de lo alto‖ (Lc 24,49), para cumplir
generosos la voluntad divina, para obedecer, si es preciso, ―a Dios antes que
a los hombres‖ (Hch 4,19)
Fortaleza, para sobrellevar con denuedo las contrariedades que nos salgan al
paso a medida que nos vamos allegando a Dios.
Fortaleza, a fin de que ―el Espíritu les diera la fuerza y la firmeza interior que
necesitaban para adelantar en la perfección‖ (Ef. 3,16). Moisés cuando se
espantaba de la misión que Dios le confiaba y que consistía en librar al
pueblo hebreo del yugo faraónico: No temas, que ―yo estaré contigo‖ (Ex
3,12).
- Fortaleza, tendremos a nuestra disposición la misma fortaleza de Dios. Esa,
-
-
esa es la fortaleza en que se forja el mártir, la que sostiene a las vírgenes; el
mundo se pasma al verlos tan animosos. Con este don afrontamos las
dificultades en la medida que lo permiten nuestras fuerzas. Pero a veces,
llevados por un instinto superior, obramos de un modo sobrehumano.
El don de la fortaleza mueve a ejecutar lo que dicta el don de consejo, y a no
perdonar trabajos ni sufrimientos por la gloria de Dios; no repara en
dificultades cuando urge la verdadera caridad de Cristo (2 Co. 5,14); ayuda a
perseverar en el camino de la vocación a pesar de las arideces; por fin, nos
hace superar intrépidamente todos los obstáculos que podrían apartarnos del
bien, y nos inspira valor para emprender los más rudos trabajos.
El don de fortaleza es una participación de la fuerza del Espíritu Santo. En el
Nuevo Testamento aparece con frecuencia la fuerza del Espíritu. Citamos
algunos textos: ―Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió
enseguida, en medio de la gente y preguntaba: ―¿Quién me ha tocado el
manto?‖. (Mc. 5,30). ―Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu‖ (Lc. 4,
14). ―Toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los
curaba a todos‖. (Lc. 6,19). En la Encarnación del Señor aparece la fuerza
sobrenatural del Espíritu: ―El ángel le contestó: ―El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra‖ (Lc. 1,35).
Fracción del pan.-
- Este nombre significa Eucaristía o Misa. Para muchas personas tiene un
simbolismo muy entrañable en el espíritu. Se menciona en (He. 2, 42) y lleva
consigo la participación de todos en el pan único (1 Co. 10,17). Jesucristo
está presente en las sagradas especies con presencia permanente. Y no
sufre detrimento por la fracción, sino que permanece entero en cada una de
las partes. (Lauda Sion).
Francotirador.-
- Existen circunstancias en las que el cristiano se encuentra aislado, entre
enemigos o entre la incomprensión de los suyos. Muchos santos se han
hallado en estas circunstancias. También entonces, a modo de francotirador,
nuestro amor a Cristo nos ayuda a actuar por el Reino de Dios.
Frases.-
- Un método de oración muy bueno y sencillo; consiste en repetir
reiteradamente una misma frase con atención y amor.
- ¿Cómo oraba Jesús? Pasaba las noches en oración; nos enseñó a orar con
el Padre Nuestro. Y... el Evangelio nos muestra su estilo de orar. Su más
significativa plegaria es la de Getsemaní, en el Huerto de los Olivos; repetía y
volvía a repetir: ―Padre, si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga
mi voluntad, sino la tuya‖ (Lc. 22,42).
- Las siete palabras de Jesús en la cruz, también verdadero modelo de oración
(Lc. 23, 34-46; Jn. 19, 26-30). Y con frecuencia en el Evangelio aparecen
frases cortas de Jesucristo cuando se dirige al Padre, verdaderas oraciones.
Fraternidad.-
- De una manera menos estricta consideramos hermano no solo al hijo de
unos mismos padres, también al pariente, al del propio gremio, al amigo y
compañero... Hermanos son también los discípulos del Señor, los hijos de
Dios. Tenemos todos a Dios como Padre, por eso nos consideramos
hermanos. Nos basamos en la presencia de Cristo y en la acción del Espíritu
Santo. La Iglesia es una comunidad de hermanos, los bautizados.
- La fraternidad indica además un estilo de vida: invocamos todos a Dios como
Padre, con mayor caridad sobre todo con los más próximos y con los más
necesitados pobres.
- Entre los monjes se procura hacer hincapié en la fraternidad, porque viven
con un mismo ideal de santidad. Se ha de estimular entre todos, la
benevolencia, la mansedumbre y la sencillez porque ayudan al acercamiento
de los hermanos.
- La oración es la cita comunitaria más viva para la hermandad y sobre todo la
Eucaristía que, bien vivida; nos ayuda en la donación y nos estimula al fervor
de espíritu.
- La palabra de Dios nos recuerda con frecuencia nuestra hermandad: ―¿No
tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por
qué nos portamos deslealmente unos contra otros, profanando el pacto de
nuestros padres?‖ (Malaquías 2,10). ―Pero vosotros no dejéis que os llamen
Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos‖. (Mat.
23,8). Jesús le dijo, ―Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve
a mis hermanos, y diles, ―Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios."(Jn. 20,17).
- Las fraternidades gozan hoy de una mayor estima en el pueblo de Dios. René
Voillaume, discípulo de Foucauld, ha creado la fraternidad de los hermanitos
de Jesús y son muchos los seguidores.
Fruto.- Frutos.-
- Dar frutos buenos, esta es nuestra obra cristiana; para ello hemos de estar
-
junto a Jesús, como sus discípulos: ―E instituyó doce para que estuvieran con
él y para enviarlos a predicar‖ (Mc. 3, 14). Jesús nos dice: ―Quien permanece
en mí y yo en él, este da muchos frutos‖. (Jn. 15,5). ―En esto es glorificado el
Padre, en que dais mucho fruto‖ (Jn. 15, 8). ―Dad el fruto que pide la
conversión‖ (Mat. 3,8; Lc. 3,8)). El árbol de la vida da frutos de vida (Apo.
22,2). Los árboles buenos dan buenos frutos, al contrario que los malos
árboles. (Lc. 6, 43-44). ―Y todo árbol que no dé buen fruto será talado y
echado al fuego‖. (Mat. 3,10).
Jesús da mucha importancia a los frutos; en (Mat. 13, 3-40), hace hincapié
con la parábola del sembrador en los frutos buenos y en los malos (la
-
-
cizaña). Seremos reconocidos por los frutos que demos. (Mat. 7, 16-20; Lc.
8, 5-15). Gusta Jesús comparar los frutos del campo con los que hemos de
lograr sus seguidores. (Jn. 4, 37-38). Permaneciendo junto a Él daremos
buenos frutos de santidad. (Jn. 15, 1-16) (Ro. 6,22).
Jesús es proclamado antes de nacer como el fruto bendito: ―Bendita tú entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!‖ (Lc. 1,42).
―El fruto del Espíritu es: ―Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
lealtad, modestia, dominio de sí. (Gal. 5, 22-23). ―Vivid como hijos de la luz,
pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz‖. (Ef. 5, 9).
―Ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el
fruto de unos labios que confiesan su nombre. (He. 13, 15). ―Llegaréis al Día
de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia·. (Fil.1, 1011). Y cuando destaquemos en obras buenas daremos frutos buenos. (Tito 3,
14). (Sant. 3, 13-18).
Siempre nos suele animar ver los frutos cuando trabajamos en algo.
Desalienta sembrar y nunca recoger. Se tarda mucho en ver los frutos
propios. Y los de nuestra siembra en los demás, rara vez los contemplamos.
Como Moisés, que tuvo que ofrecer a Dios el sacrificio de ver la tierra
prometida, sin entrar en ella. Como tantos santos fundadores, preteridos y
marginados en su propia obra o en el ambiente eclesial. Pero a veces, dentro
del fracaso, se sumerge el alma en gran felicidad y siempre en inalterable
paz, mansedumbre, tendencia a la bondad de corazón...
Frutos del Espíritu Santo.-
- Cuando el alma corresponde a las mociones interiores, se producen en ella
-
actos y frutos de exquisita virtud, contrarios a los frutos de la carne.
Los frutos del Espíritu Santo son: caridad, paz, longanimidad, benignidad, fe,
continencia, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, modestia y castidad
(Gal. 5, 23-25).
Fuego.-
- El fuego tiene una virtualidad grande en la religión. Existe un fuego espiritual.
-
-
que arde en el alma, consume los errores, purifica el corazón, guía al hombre
y calienta para amar. Surge como un incentivo que vive en lo profundo del
alma.
En el Antiguo Testamento recordamos a Moisés en la zarza ardiendo, como
presencia de Dios. (Ex. 3); la alianza con el Pueblo (Ex. 19). Los profetas
tienen visione relacionadas con el fuego. (Is. 6; Ez. 1; Daniel, 7).
Juan Bautista habla de Jesús como el que ―bautizará con Espíritu Santo y
fuego‖ (Mat. 3,11 y 19). Y esta promesa se cumple en Pentecostés:
―Aparecieron lenguas como de fuego… Todos quedaron llenos de Espíritu
Santo‖ (He. 2, 3-4). La prueba del fuego parece destinada a refinar la obra
apostólica. (1 Co. 3, 15).
El Espíritu Santo toma el fuego como símbolo: nos llena el alma con el fuego
de su amor. El apóstol es antes contemplativo y habla desde el fuego que
-
-
-
arde en su corazón.
En la Vigilia Pascual la bendición del fuego tiene un simbolismo muy especial,
se relaciona con la luz, con el cirio pascual, con la resurrección.
Jesús dice ―Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, arda? Lc. 12,49
Existe el incendio de amor en muchos hombres de Dios. La fuerza de este
amor a Dios se manifiesta a veces en el exterior en forma de fuego abrasador
que caldea e incluso hasta quema.
El corazón de San Pablo de la Cruz ardía en el fuego divino de tal manera
que la parte de su túnica próxima al corazón aparecía chamuscada. Cuando
murió observaron en la autopsia un fenómeno parecido en las costillas.
El beato Nicolás Factor se arrojaba a un estanque de agua helada en pleno
invierno, y el agua se calentaba.
Lucía de Narmi tenía la piel próxima al corazón como tostada y ennegrecida.
Cuando San Felipe Neri hablaba de las cosas de Dios, parecía que su pecho
iba a estallar. El temblor de su cuerpo se transmitía a su alrededor. Se veía
obligado a beber de vez en cuando un vaso de agua helada para calmar su
ardor. Son hechos comprobados. Dios es un fuego devorador que provoca el
incendio en las almas.
Nuestros santos místicos nos dicen estas y otras muchas ideas sobre el
fuego: Quisiera propagar al mundo ese fuego de amor con que Jesús vino a
prender- la tierra.
No existe un leño como el de la cruz para encender en el alma el fuego del
amor.
Dejarnos inflamar por el fuego del Espíritu, para que se realice entre nosotros
un nuevo Pentecostés.
Jesús es como fuego arrollador que conquista al mundo, sin que nada le
detenga.
Fiel a Cristo, a veces viene al alma y deja en ella fuego, amor y suavidad.
Espíritu Santo, Fuego, Unción Espiritual, Luz Beatísima, Padre de los pobres.
Has de ser levadura que transforme la masa, fuego para abrasar los
corazones fríos. Dios, fuego consumidor y refeccionador...
Fuente.-
- Jesucristo es fuente de agua viva, (Jn. 7,10-14 y 7, 17-39).
- En la espiritualidad la palabra ―fuente‖ mantiene importancia con significado
-
alegórico. Pensando en este concepto, muchas personas permanecen en
contemplación. (Jn. 7, 37-39).
En este sentido decimos que Jesús es fuente de gracia, de luz, de agua viva,
de esperanza, de consuelo, de alegría y gozo. La fuente bautismal nos otorga
una nueva vida. Calan en el alma los versos:
La caridad es fuente de paz y de gozo.
Espíritu Santo, Fuente de vida, Fuego, Caridad.
¡Oh silenciosa y beatificante Trinidad, fuente suprema de luz, de amor y de
inmutable paz!
Corazón de Jesús, fuente de vida, de santidad y de toda consolación. De Él
-
-
-
brotan nuevas fuentes: surtidores de gracia que saltan hasta la vida eterna.
(Jn. 7, 37-39).
El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo de donde brota la fuente de agua
viva. El Espíritu Santo es fuente vivificante de agua que mana en nuestros
corazones y nos llena de vigor.
El mandato misionero del Señor tiene su fuente en el amor eterno de la
Santísima Trinidad.
Dice la segunda plegaria eucarística de la Misa. ―Santo eres en verdad,
fuente de toda santidad‖. Dios es Fuente, manantial continuo de toda
santidad
La Iglesia reconoce así al Padre como la fuente y el origen de toda la
divinidad. (Cat. Párrafo 2). La Iglesia ha de ser fuente de donde broten impulsos
siempre nuevos para realizar el derecho, la libertad y la humanidad en este
mundo.
¡‖No me seas ya más agua furtiva, sino la fuente, ¡oh Dios! la fuente viva, ¡la
clara, pura y cristalina fuente!‖
Beber de las fuentes de agua pura en los manantiales mismos. A veces
buscamos novedades raras y queremos saciarnos de alimento en lugares
nada sanos. De ahí nace nuestra insatisfacción. Ante Dios está nuestro
corazón. Él nos dará de beber de aquella agua que salta hasta la vida eterna.
Citamos varias frases de nuestros místicos y del Catecismo de la Doctrina
Católica: Tenemos en Cristo la fuente de todo nuestro bien y el modelo para
alcanzar la perfección.
No contentarnos con nuestros actos de amor, acudir a la fuente de la caridad,
la Eucaristía.
¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de
repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! (De San Juan de
la Cruz).
- Vengo con mi cuenco, delante de tu fuente lo dejo: lo traigo vacío, lo llevo
siempre lleno.
- Ver entrada ―Agua‖.
Funeral.-
- El funeral siempre es en sufragio del finado, no en honor de él, como muchos
G.Gastos.-
piensan. Nos unimos en oración para pedir al Señor por el alma de quien ha
fallecido. Y siempre con esperanza del Cielo.
En el funeral aprovechar la ocasión para hablar de la esperanza en la vida.
No es un homenaje el funeral, sino un momento de oración por el finado.
Pedir la misericordia de Dios por los difuntos.
Acoger a la familia. Después de un tiempo de dolor ayudarles a reaccionar.
Tenerlos presentes en nuestra oración. Hacer hincapié en los principios
cristianos.
- Preguntarse ¿cómo son mis gastos, cuánto doy a los pobres, a obras
-
-
benéficas, a necesitados? Y formular un propósito: ir eliminando los gastos
innecesarios; procurar no hacer ni uno. Gastar, sí, para cubrir las propias
necesidades y familiares y para dar a los necesitados.
La idea bíblica sobre los gastos podríamos resumirla en estos versículos:
―Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber...‖ (Mat. 25, 34). Nadie puede servir a
dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a
uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. (Mat. 6, 24).
―Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien
tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor. Con
nadie
tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha
cumplido la ley‖. (Ro. 13, 7-8).
―Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, rebosante...‖
(Lc. 6, 38; Mat. 5, 38-48).
Generosidad.-
- La generosidad es un valor o rasgo de la personalidad caracterizado por
-
ayudar a los demás de un modo honesto sin esperar obtener nada a
cambio. Hemos de corresponder a la generosidad de Dios con la nuestra.
La Palabra de Dios nos recuerda que hemos de dar gratis lo gratis hemos
recibido. ―Todos pecaron y todos recibieron gratuitamente de Dios la
justificación.‖ (Ro. 3.24) ―Dad gratuitamente lo que gratis habéis recibido.‖
(Mat. 10.8). ―Que cada uno ponga como gracia a disposición de los demás el
don que ha recibido, como administradores que sois de ello.‖ (1 Pe. 4.10).
Genuflexión.-
- Es la acción de doblar una rodilla, o ambas, hacia el suelo, generalmente en
señal de reverencia, sumisión o adoración. Es el signo externo más
significativo de adoración. Debemos practicarla cuando pasamos delante del
Santísimo Sacramento y el Viernes Santo delante de la imagen de Jesús en
la cruz. Es preciso acostumbrarse a que, junto con el acto, acompañemos
nuestra actitud reverencial y devota.
Gestos.-
- La liturgia está llena de gestos devotos: inclinaciones, reverencias, venias,
-
genuflexiones, incensaciones, signos de cruz… Es importante que al gesto
acompañe siempre la reverencia interior, la atención y acto de amor a Dios.
Cuando estamos en asamblea hemos de procurar practicar los gestos
adecuados de igual manera que el resto de los asistentes.
En nuestra devoción privada somos más libres, siempre dentro de la
reverencia a Dios. Recordemos a San Pascual Bailón que en sus visitas a
Jesús sacramentado solía bailar lleno de gozo y alegría.
- ―Así te bendeciré mientras viva, en tu nombre alzaré mis manos‖ (Salmo 63,
4).
Gloria.-
- Tiene distintos significados: fama, honra, honor a alguien, manifestación del
poder divino. En este sentido Moisés pedirá al Señor: ―Hazme ver tu gloria‖
(Ex. 33,18). En el Nuevo Testamento vemos que la gloria es irradiación del
poder de Dios (Lc. 2,9). En el nacimiento de Jesús. En las bodas de Caná se
manifiesta la gloria de Dios. (Jn. 2, 11). Esta gloria le había sido dada al Hijo
antes de la creación del mundo. (Jn. 17, 24). Y Jesús va a entrar en la gloria
por su resurrección. (Lc. 24, 26). Ver entradas ―Cielo‖, ―Alabanza‖. Y las
siguientes acepciones de ―Gloria‖.
Gloria a Dios.-
- ―Gloria a Dios en las Alturas y en la Tierra paz a los hombres de buena
-
-
-
voluntad‖. ―Padre, glorifica a tu Hijo‖ (Jn. 17).
Dar gloria a Dios es el deber de nuestra vida. Santificado sea tu nombre,
decimos en el Padre Nuestro. El Padre glorifica al Hijo, nos dice (Jn. 17).
Jesús pide al Padre que le glorifique, y su gloria máxima ha sido derramar su
sangre y resucitar. Y así el Hijo fue glorificado para nuestra salvación.
―Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad.
Amén‖. (2 Pe. 3, 18) ―Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al
Dios del cielo‖. (Apo. 11,13). Glorificar y ayudar a glorificar a Dios es la
aspiración suprema de Pablo.
Dios es glorificado en la eternidad de sus Personas. Nos unimos a esta gloria
intrínseca.
Gloria de Dios.-
- La gloria de Dios es el fin de toda la creación, el fin primero y principal. Este
-
-
principio hemos de tenerlo muy en cuenta en nuestra vida interior; todos los
demás fines son secundarios y han de mantener este fin como principal,
incluso nuestra felicidad y salvación eternas.
La gloria de Dios es la única razón del ser de las cosas. Dios nos ha creado
para su gloria; para Él: es nuestro fin. Dios es amor (1 Jn. 4,8) y todo lo ha
creado necesariamente por amor a Sí mismo.
Nos complacemos en el resplandor de la gloria de Dios. (Heb. 1,3). Nos
alegramos porque Cristo ha resucitado para la gloria de Dios Padre. (Ro. 6, 4,
Col. 2,22; Ef. 5, 26) y fue elevado a la gloria del Padre celestial (Mc. 16, 19).
Y de su plenitud todos nosotros hemos recibido. (Jn. 14, 16).
Dios ha querido unir nuestra felicidad a su honor y gloria. La gloria divina es
la esencia real de los seres. No puedo concebir, incluso en este mundo, mi
satisfacción, sin la gloria de Dios. Gloria de Dios, felicidad del hombre: dos
páginas de la misma hoja. La felicidad nace completa de la gloria de Dios.
- Nos unimos a la Sagrada Escritura para la gloria de Dios: ―¿No te dije que si
crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los
ojos a lo alto, y dijo, Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que
siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para
que crean que tú me has enviado‖ (Jn. 11,40-44). ―Yo te glorifiqué en la
tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera‖ (Jn. 17,4). ―Y no
nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el
poder y la gloria para siempre jamás. Amén." (Mat.6,13)
Gloria del hombre.-
- Nuestra gloria está en el Cielo, pues veremos a Dios cara a cara. La gracia
-
que inunda en este mundo nuestras almas es el germen y el comienzo de la
gloria.
Ningún hombre puede contemplar la esencia divina, pero Dios, por privilegio
enteramente gratuito nos llama a contemplar su esencia: ahí estará nuestra
felicidad completa y para siempre. ―Ahora vemos como en un espejo,
confusamente, entonces veremos cara a cara‖ (I Co. 13, 12)
Glosolalía.-
- Ver entrada ―Lenguas don de‖.
Gobierno.-
- Los criterios de gobierno los asumimos del Evangelio y de las cartas de los
Apóstoles: ―Solamente gobernaos de una manera digna del evangelio de
Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente,
pueda oír que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando
unánimes por la fe del evangelio‖. (Fil. 1,27). Huir de los malos frutos de las
disensiones entre los cristianos. ―Buscar el Reino de Dios y su Justicia‖. (Mat.
6, 33).
Golpes de pecho.-
- Los golpes de pecho significan arrepentimiento: Basta recordar la parábola
-
del fariseo y del publicano (Lc. 18, 9-14) ―En cambio el publicano no se
atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh
Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador‖.
En la oración, ―Yo confieso‖, utilizamos también nosotros el mismo gesto
cuando, al pronunciar las palabras ―Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa‖ nos golpeamos el pecho con la mano.
Y es también la actitud de la muchedumbre ante el gran acontecimiento de la
muerte de Cristo: ―Y todos los que habían acudido a aquel espectáculo, al ver
lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho…‖ (Lc 23,48).
Procurar utilizar este gesto con fervor y compunción de corazón.
Gozo.-
- Es un fruto del Espíritu Santo. El verdadero gozo, la paz verdadera, la alegría
-
-
-
serena nace en nosotros del amor de Dios, de la gracia. (Gal. 5, 22-23).
―Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande
en el cielo‖. (Lc. 6, 23).
La fuente de gozo y felicidad en este mundo está en buscar la gloria de Dios.
De aquí viene la frase de San Pablo: ―Alegraos siempre en el Señor; os lo
vuelvo a decir, alegraos‖ (Fil. 4, 4). La paz y el gozo del Señor se irán así
derramando en nuestros corazones. Y Santiago: ―Considerad, hermanos
míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas,
sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia‖. (Sant. 1, 2). Y
san Pedro: ―Os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la
meta de vuestra fe‖. (1 Pe, 1, 8-9). Y San Juan: ―Os escribimos esto, para
que nuestro gozo sea completo‖. (1 Jn. 1,8).
Podíamos citar muchísimas frases de nuestros místicos que nos ofrecen su
testimonio de gozo; basten estas pocas:
―Nos ha enseñado Jesús su doctrina para que de alguna manera
participemos en su gozo‖.
―Ese gozo y esa paz que nos vienen han de ser estímulo para seguir
adelante‖.
―La caridad para nosotros es fuente de paz y de gozo‖.
―La meditación produce admiración, gozo, temor de no ser grato a Dios‖.
Y nos vemos con frecuencia forzados a exclamar: ―¡Dios de mi corazón! ¡Mi
gozo, mi esperanza, mi amado esposo, bienamado de mi alma! disfruta el
alma enamorada con gozo de la Trinidad como dentro de una cajita donde se
reserva el Cuerpo de Cristo‖.
Y exclamamos: ―Quedaos conmigo, señor, y sed mi gozo verdadero. Y es tan
maravillosa, que incluso en medio de las mayores pruebas, vive envuelto en
el gozo‖.
Gracia.- -
- La gracia es una cualidad sobrenatural inherente a nuestra alma que, en
-
-
-
Cristo y por la comunicación del Espíritu Santo, nos da una participación
física y formal, aunque análoga y accidental, de la misma naturaleza de Dios.
La gracia es vida en Cristo. Tenemos acceso a la vida de la gracia si nos
unimos a Cristo y permanecemos en Él (Jn 15,1-8; 1 Cor 12,12 s; Trento
1547: Dz 1524). Cristo, en cuanto hombre, está ―lleno de gracia y de verdad;
y de su plenitud recibimos todos‖ (Jn 1,14.16).
La gracia es un don creado, por el que Dios sana y eleva al hombre a una
vida sobrenatural; distinta de las Personas divinas que habitan en el justo. Es
gracia sanante, que cura al hombre del pecado, y elevante, que implica un
cambio cualitativo y ascendente.
Santo Tomás enseña que el alma de Cristo poseyó la gracia en toda su
plenitud. En ello consiste precisamente la gracia capital. Esta es, pues, la
grandeza infinita de la sagrada humanidad de Jesucristo.
- La gracia es un estado de vida, de vida nueva y sobrenatural, recibida de
-
Dios como don: el Padre nos ha hecho ―gratos en su Amado‖ (Ef. 1,6; +2 Cor
8,9). Ella nos libra del pecado y nos da la filiación divina (Ro. 4,16; 5,1-2. 1521; Gál 2,20-21; 2 Tim 1,9-10). Pero es también una energía divina que
ilumina y mueve poderosamente al hombre.
Por la gracia podemos negar el pecado del mundo y vivir santamente (Tit
2,11-13). Por ella Cristo nos asiste, comunicándonos su Espíritu (Jn 10,10;
15,5; 20,22; Rm 5,20; Ef. 1,8; Flp 4,19). En la gracia, nuestra debilidad se
hace fuerza (2 Co. 12,9-10; Flp. 4,13). Ella es también una energía estable
que potencia para ciertas misiones y ministerios (Rm. 1,5; 1 Co. 12,1-11; Ef.
4,7-12).
Gracia actual.- Gracias actuales.-
- Son ciertos auxilios que Dios nos da para evitar el mal y obrar el bien. Sin
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ellos no podemos principiar ni continuar ni concluir cosa conducente para
nuestra santidad y salvación. Sin ellas no podríamos ejercer los dones ni las
virtudes infusas.
La iniciativa para nuestra santidad y salvación siempre viene de Dios; incluso
el primer deseo de disponernos a escuchar su llamada, viene de Él. Lo
nuestro es colaborar a la acción de Dios; hacer caso a su llamada. Pero al
ser visitado el hombre por la gracia no deja de ser libre; su mérito está en
aceptar libremente la gracia de Dios. Vivir alerta y nunca nos opongamos o
resistamos la acción de Dios en nosotros.
Como ejemplo de gracias actuales podemos citar: los buenos sermones,
consejos, ejemplos, lecturas, amistades santas, sucesos que hacen pensar,
músicas que elevan, admiración de la naturaleza, gusto en la oración. Incluso
circunstancias dolorosas como pérdidas de salud, de seres queridos, dinero.
Cosas que a primera visa parecen desgracias. La Providencia se vale de
ellas para nuestra conversión.
Dios no nos negará ninguna gracia que sea para nuestra santificación, su
gloria. Para ello nos redimió. Dios se nos adelanta siempre. Previene y
provoca nuestra respuesta a su amor. Tenemos que disponernos para
acelerar nuestra conversión definitiva.
Gracia gratis dada.-
- Se llaman estas gracias también carismas. Se reciben de Dios sin ningún
-
merecimiento por parte de quien las posee. El carisma es la capacidad de
ciertas personas de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores. Una
cierta cualidad de una personalidad individual, por la que ―es considerada
aparte‖ de las personas ordinarias y tratada como dotada de poderes o
cualidades sobrenaturales, sobrehumanas o al menos excepcionales para
sus seguidores. (1 Co. 12, 4-11).
Estas no son accesibles a las personas ordinarias, y pueden verse como de
origen divino o al menos ejemplares, y sobre la base de ellas el individuo en
cuestión es tratado como un caudillo por sus adeptos. En la Biblia se
-
-
-
exponen distinta clase de carismas como el don de lenguas, el don de
curaciones... La gracia gratis dada o carisma no supone necesariamente la
gracia santificante; es concedida por Dios para el bien de la comunidad. (1
Co.14, 2)
Entre las gracias gratis dadas se encuentran: el don de lenguas o glosolalía,
don de sanación (Mc. 16, 17) (He. 1, 1-12); la intrepidez para defender la fe,
facilidad de comunicar la verdad cristiana, don de profecía, don de discreción
de espíritus...
Todos los carismas que adornan a la sociedad cristiana resplandecen en su
Cabeza, Cristo. “Que cada uno de vosotros pueda reavivar el carisma de
Dios que lleva en sí por la imposición de las manos.‖ (cfr. 2 Tim 1, 6),
Hemos de considerar que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se
aumentan los carismas. Los carismas están ordenados a la edificación de la
Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. Los carismas
se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe,
Ver también entrada ―Carismáticos‖ ―Carisma‖.
Gracias.-
- ¡Gracias!: Aceptar el sacrificio con agradecimiento, con un ―¡gracias Dios
-
mío!‖, cuando se presente la prueba. De la brecha profunda salta una fuente
de gozo, paz y serenidad. Otro resultado del ―gracias‖ es hacer al alma
invulnerable al dolor. Contemplar las cosas desde el aspecto que más nos
disgusta y aceptarlo. (Tissot).
Descansar en la voluntad de Dios que me prueba y me sorprende tranquilo.
(Mat. 6, 10). Jesús mismo decía. ―Mi alimento es hacer la voluntad del que
me ha enviado y llevar a cabo su obra‖. (Jn. 4,34).
Si me mantengo firme ante la prueba y con paz, nada puede alterarme.
Paladear el acíbar; mirarlo de frente hasta que no me cause impresión. Evitar
la alarma de la imaginación con sufrimientos raros. Tissot y otros autores de
espiritualidad abundan en estas ideas.
Gracia sacramental.-
- Cada uno de los sacramentos que recibimos nos otorga aumento de gracia
-
santificante y una especial: la gracia sacramental. Así:
El Bautismo, la regeneración, morir al pecado para resucitar con Cristo.
La Confirmación, la fortaleza para confesar nuestra fe.
La Eucaristía, manjar divino para amar más a Dios y a los hombres.
La Penitencia, lava nuestras culpas, alegra nuestro corazón, fortalece
nuestras almas.
La Unción de enfermos: consuelo, confortamiento espiritual, ánimo para dar
el paso de esta vida a la otra, incluso si nos conviene, la sanación corporal.
El Orden sacerdotal, gracia para ejercer el ministerio, ferviente amor a la
Eucaristía.
- El Matrimonio, fuerza para la fidelidad, para vivir en armonía, para educar a
los hijos.
Gracia santificante.-
- La gracia santificante es el don gratuito que Dios que nos
-
-
da vida
sobrenatural; crece y se desarrolla en el alma por el amor y la acción de Dios.
Nos confiere la justicia de Dios. Aumenta progresivamente la capacidad de
nuestra alma para aumentarla. Y crece con un acto de amor más intenso que
el más grande anterior.
La gracia nos hace hijos de Dios. ―Ved qué amor nos ha mostrado el Padre,
que seamos llamados hijos de Dios, y lo somos en realidad.‖ (1 Jn 3,1). ―El
Padre, por Cristo, nos comunica el Espíritu Santo, que nos hace hijos en el
Hijo‖ (Rm 8,14-17). De este modo nos es dado realmente volver a nacer (Jn
3,3-6), nacer de Dios (1,12), participar de la naturaleza divina (2 Pe 1,4).
Forma en nosotros como una segunda naturaleza trascendente: gracia,
virtudes infusas y dones. Enseña Santo Tomás: ―La gracia, en sí
considerada, perfecciona la esencia del alma, participándole cierta
semejanza con el ser de Dios‖.
Es la caridad sobrenatural en nuestra alma, participación de la naturaleza
divina. Dios con su amor crea en nosotros la bondad: el alma queda como el
fuego en el hierro rusiente. Nos hace hijos de Dios, herederos del Cielo. El
Padre nos mira como una misma cosa con el Hijo. Nos da capacidad de
mérito. Agradecer.
Grados de perfección.-
- Son clásicos los tres grados de perfección cristiana: a) Principiantes. b)
-
-
Proficientes o adelantados. c) Contemplativos o perfectos.
San Buenaventura señala los grados de la perfección en el amor de Dios.
Son divisiones un poco artificiosas, pero merece la pena leerlas, recordarlas,
meditarlas. Dice que el primer grado es la suavidad que experimenta el alma
al gustar de las dulzuras divinas; el segundo la avidez; el tercero la saciedad.
Arintero enumera otros grados afines: cuarto grado del amor a Dios es la
embriaguez; el quinto la seguridad que nace de la embriaguez; y el sexto
grado la verdadera y plena tranquilidad. Vale la pena pensar y soñar en esto.
Ver entradas: ―Perfección‖, ―Principiantes‖, ―Proficientes‖.
Gratitud.-
- La gratitud consiste en recompensar de algún modo al bienhechor por el
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beneficio recibido. Es una virtud derivada de la justicia.
Devolver mal por bien es de ―mal nacidos‖. Mostrar indiferencia o rechazo al
benefactor indica soberbia. Son vicios repugnantes.
El gran místico Ruysbroeck nos sugiere: Gracias a Dios porque acomodó la
Tierra para nosotros, y a los ángeles; porque se hizo hombre para librarnos
del pecado. Gracias porque vivió con nosotros, nos enseñó, padeció y murió
-
por nuestra causa. Gracias porque nos perdonó el pecado, porque nos abrió
el Cielo. Gracias porque nos comunicó su gracia, mora por siempre con
nosotros. Gracias porque nos dio los sacramentos, nos dejó su Cuerpo y
Sangre como alimento. Gracias porque nos dio la Sagrada Escritura, las
cosas necesarias para la vida...
Ver ejemplos de gratitud en la Biblia: Col. 3,17; Col. 3,15; Col. 4,2; 2 Co.
9,11; Apo. 5,13; Col. 3,16; Jonás 2,9, Lc. 22,19.
Ver también entrada ―Agradecimiento‖.
Gratuidad.-
- Dios nos otorga la salvación por generosidad, con total gratuidad. Todo
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viene de Dios, todo es gratis, hemos de hacer ese camino de retorno hacia la
bondad con que Dios nos eligió. Y vivir el regalo del amor. El perdón también
muestra la generosidad del amor.
Todo cristiano está marcado por estos dos polos: la gratuidad y la
trascendencia del Reino. Uno de los textos en que aparece el planteamiento
de la justificación o la salvación gratuita, es la parábola del fariseo y el
publicano (Lc. 18, 9-14).
Recordamos unos textos de la Sagrada Escritura en que Dios nos da por
pura bondad su gracia y la salvación: La parábola de los enviados a la viña,
cuando el dueño entregó el jornal a los trabajadores: ―Quiero darle a este
último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en
mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?‖. Así, los
últimos serán primeros y los primeros, últimos‖ (Mat. 20,14-16). Y nos ponía
Jesús el ejemplo de los niños: ―Si no os hicierais como niños, no entraréis en
el Reino de los Cielos‖ (Mat. 18, 3). "El que no reciba el Reino de los Cielos
como un niño, no entrará en él" (Lc. 18, 17). San Pablo nos recuerda cómo
Dios nos da generoso la salvación, ―Justificación por la fe sin las obras de la
ley" (Ro. 3,28). ―La Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la
Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo" (Gal.
3,22). ―Perdí todo, y todo lo estimo como basura, con tal de ganar a Cristo y
existir en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la
fe en Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe." (Fil. 3,9).
Hemos de buscar en nuestras vidas espacios de silencio y de agradecimiento
para corresponder a la generosidad de Dios. El tiempo, la vida, la hora han
de estar al servicio del amor y de la bondad del Señor y dejarnos amar; tocar
por la gracia, aceptar humildes el regalo.
Hemos de corresponder a la generosidad de Dios siendo también generosos
con el prójimo. Ver entrada ―Generosidad‖.
Ver entradas: ―Justificados.‖ ―Mérito‖. ―Movimientos actuales de
espiritualidad‖. ―Profetas‖. ―Símbolos espirituales‖. ―Generosidad‖.
Gregoriano.-
- El canto gregoriano se formó por la selección de textos bíblicos, de oraciones
antiguas y escritos de los santos padres y los cantos de la misa a partir de los
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siglos XI y XII. En el momento en que se forma el repertorio gregoriano, la
misa tiene una configuración bien distinta de la que podemos vislumbrar en
épocas más primitivas. El canto del oficio divino se basaba al principio en la
mera recitación de los salmos y se llegó a sublimar con las melodías
gregorianas.
Se pusieron sobre todo de relieve los aspectos simbólicos y celebrativos de la
coralidad en sus múltiples formas: la palabra de Dios celebrada en
comunidad se ejecutaba con mayor inspiración y devoción, buscando el
misterio participado, valorando la acogida de un Dios que dialoga con el
hombre.
La liturgia tiende a manifestar el valor oculto, desplegando así la riqueza del
misterio cristiano, haciendo del año una consecuencia ritual, y a la vez
memoria, presencia y profecía. En la celebración hay elementos que son más
implicativos que la simple palabra, y son precisamente los elementos
musicales conseguidos con la unción de la melodía gregoriana. El antiguo
adagio ―el que canta ora‖ toma algo de este empleo de energías más
corpóreo.
En la actualidad el canto gregoriano no solo mantiene su valor mistérico –
religioso – emotivo, incluso aumenta de día en día. Llega a lo más profundo
del alma, de manera que en la comunicación con Dios, incluso fuera de la
liturgia, resulta para muchos imprescindible. Apreciamos en gran manera la
melodías gregorianas, máxime si se las sigue a través del texto latino. Para
muchos es fuente de oración – místico – contemplativa.
Grupos de oración.-
- Es necesario penetrar en la espiritualidad profunda. ¡Qué bueno para ello ir
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creando grupos de oración y vida interior! Si los orientamos con esa
profundidad espiritual, no cabe duda: el apostolado brotará como exigencia
inmediata. No hemos de temer la ―pasividad‖.
Los grupos de oración existen ya en la Biblia. Basta analizar algunos textos.
Jesús mismo dijo ―Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy
en medio de ellos‖ (Mat. 18, 20). En Crónicas 7, 14 se nos dice de grupos de
personas que se reunían para orar y así volver de los malos caminos. Para
que Pedro pudiera salir de la cárcel, grupos de personas oraban (He. 12, 5).
Aguardaban los Apóstoles en oración la venida del Espíritu Santo (He. 1, 14).
En grupos acudían para orar y después participaban en la fracción del pan
(He. 2, 42).
Existen en todos los núcleos urbanos cultivados espiritualmente distintas
clases de grupos de oración. recordamos entre otros los del Padre Pío y los
de Carmelitas, de cursillos de cristiandad. Pero hay muchos más y muy
buenos.
Ver entrada ―Reuniones‖.
Guardar.-
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Guardar el corazón puro para Dios amando a todos en Dios. Guardar los
tesoros de la fe y de la gracia. Conservar como la Virgen María en nuestro
corazón los misterios de la fe.
Y hemos de corresponder a la acción de Dios en el alma conforme nos dice
el libro de Josué: ―Guardad con diligencia vuestras almas para que améis a
Yahvé, vuestro Dios‖ (Josué 23, 11-12). El esfuerzo como fieles a Dios ha de
empezar por la custodia de nuestra mente: ―Si no guardamos o cuidamos con
diligencia nuestra mente y corazón, no vamos a amar a Dios, no vamos a
guardar sus mandamientos...‖ (2 Co. 10, 4 y sig.)
Saber custodiar la imaginación, la vista, el oído. Es importante. La ventana de
la disipación está en los sentidos y en la memoria. Ya decía San Juan de
Ávila: ―No es cordura mirar lo que no es lícito desear‖. Una de las señales de
corazón recogido es la mortificación de la vista.
Ver también entradas ―Recogimiento‖. ―Mortificación‖.
Guía.-
- El Espíritu Santo es quien nos guía en nuestro camino hacia Dios. ―Jesús,
-
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lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el
desierto‖ (Lc. 4,1). ―Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu
Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he
llamado‖. (He. 13, 2). ―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios, los tales son hijos de Dios.‖ (Ro. 8,14). ―Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley.‖(Gal. 4, 18).
El Padre espiritual, el acompañante y amigo en la fe, la lectura espiritual, los
consejos... nos ayudan como medios de que se sirve el Espíritu Santo para
dirigir nuestras almas.
Al dejarnos guiar por ese Espíritu de amor se da una recompensa anticipada
por nuestra fidelidad. Solo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos
conducir por el Espíritu Santo y tanto mayor será nuestra configuración con
Cristo.
Jesús aseguraba en el sermón de la Cena que le quedaban muchas cosas
por decirnos, que cuando venga el Espíritu de Verdad nos guiará (Jn. 16, 1215). Y así es; hemos de estar alerta a esta dirección del Espíritu Santo.
Gula.-
- La gula, pecado capital, es el apetito desordenado en comer o beber. La
-
moral cristiana y los manuales de espiritualidad tratan en abundancia sobre el
tema. Es un peligro en ciertas ocasiones caer en el pecado de gula, como
compensación a fracasos personales o estados de estrés. Huir de la
tentación de ―Comamos y bebamos que mañana moriremos‖ (Is. 22, 12-14).
Es necesario luchar contra este vicio. (Fil.3, 19). La mejor manera es la
mortificación, pedir auxilio a Dios, y no tener cerca manjares exquisitos ni
bebidas alcohólicas. Para ayudar a vencer el vicio del alcoholismo –
verdadera droga – aparte de la dirección espiritual existen ONGs que suelen
ser muy eficaces.
Gula espiritual.-
- Es un defecto o vicio, sobre todo de principiantes, en la espiritualidad.
Consiste en dedicar tiempo excesivo a las prácticas de piedad, a causa del
gozo que producen en el alma. Cuando no se quebrantan deberes de estado,
la atención a los hermanos o la salud propia, no sería gula espiritual.
Gustar.-
- Es apreciar los sabores en todos los planos de nuestra experiencia. La Biblia
-
-
lo aplica al discernimiento de las virtudes morales y al conocimiento sabroso
de Dios. (Lo encontramos, entre otros textos, en Prov. 2,6, 13, 10 y 16, 16;
Ef. 5,15; Sant. 1, 5 -17; Mat. 7, 14; Is. 28, 29). En este sentido es un don de
Dios que puede volver a retirarlo.
Este gusto engloba diversas formas de la sabiduría: destreza, tacto, madurez
de juicio. Dentro de este concepto se halla la experiencia vivida del amor de
Dios. Son prendas sobreeminentes del amor de Dios que alientan a seguir
por el camino de la fe y esperanza hacia el amor.
Ver entrada ―Conocer‖.
Gusto.-
- Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el gusto; sin
-
dejarse caer en el pecado de la gula. Controlar el ansia inmoderada de
comer, sobre todo fuera de horas. Mortificarse en la ansiedad. Procurar evitar
conversaciones sobre comidas. (Is. 22, 12-14). No andar buscando alimentos
exquisitos. Conviene no saciarse y levantarse de la mesa habiendo hecho
algún pequeño sacrificio.
Ver entrada ―Gula‖.
Gustos divinos.-
- Provienen directamente de la acción de Dios en el alma, mientras que los
-
-
contentamientos provienen de nuestra actividad ayudada de la gracia.
¿Se pueden distinguir unos de otros? Pensamos que sí. En la oración
sencilla se experimenta paz, gozo, alegría. El gozo que viene directamente
de Dios es inconfundible; difícil de explicar. Quien ha recibido el don de la
primera conversión lo sabe muy bien.
De alguna manera nos sugiere el Nuevo Testamento el gusto por las cosas
de Jesús, por las cosas de Dios. (Mc. 12,37); (Jn. 6,20); (Heb. 11,13); (2 Co.
12, 9 y 15).
Dice Arintero que es bueno pedir a Dios el fervor sensible, el gusto en la
oración, porque con ello avanzamos más firme en la vida espiritual. Pero
hemos de obrar no por el gusto sensible, sino por amor a Dios.
Es muy conveniente ―Descender a Betania‖ para recordar los gozos divinos; y
animarse a perseverar. Cuando el corazón está del todo vuelto a Dios, no nos
-
interesa el placer y suavidad de los entretenimientos del mundo. Nuestro
gozo descansa en el Señor.
Ver también entradas ―Añoranza‖ y ―Descender a Betania‖.
H.Hábitos.-
- Es el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de
actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas.
- La virtud natural es un hábito bueno. Pero también existen las virtudes
-
-
sobrenaturales. Las virtudes naturales los cristianos intentamos practicarlas
de modo sobrenatural
Hemos de cuidar de que no se introduzcan en nosotros hábitos perjudiciales
a la religión, a la vida de familia y a la salud. En cambio, afianzar la práctica
de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. Tengamos en cuenta que
Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los
frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las
potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino. Las virtudes
morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con el
esfuerzo perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva. (Cat. 1839)
―Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas por su
objeto formal‖. Nos son comunicadas por el Espíritu Santo.
En otro sentido, se trata del vestido o traje que cada persona usa según su
estado, ministerio o nación, y especialmente el que usan los religiosos y
religiosas como distintivo o uniforme. En pasadas décadas se le daba
importancia como protección. Incluso lo utilizaban personas seglares en la
religiosidad popular como promesa.
Hagiografía.-
- Trata de las biografías de personas santas. Algunas de ellas son verdaderas
-
joyas para fomentar la vida interior. Han sido causa de conversiones
célebres. Sirven como lectura espiritual.
Ver entradas ―Ejemplo‖, ―Imitación‖.
Hambre y sed de Dios.-
- Hambre de Dios. Esto va muy unido con el deseo de Dios, esa ansia de
perfección, ese aspirar al adelantamiento en la santidad hasta llegar al final.
La santidad es el supremo bien, el gran tesoro que podemos forjar en este
mundo, el que nos llevaremos después de la muerte. Los santos han estado
firmes en este deseo. Nos consta que Santa Teresa llevaba siempre en su
ánimo esta decisión. San Valentín de Berri Ochoa llegó a decir que él sería el
primer santo vizcaíno.
-
En la Sagrada Escritura aparece con frecuencia la idea espiritual de hambre y sed
de Dios, En el Sermón de la Montaña en "Dichosos los que tienen hambre y
-
-
-
sed de justicia, porque serán saciados" (Mat. 5,6). ―Venid a mí todos los que
trabajáis y estáis oprimidos, que yo os aliviaré‖ y lo de Gal. 5, ―Si pues
vivimos en el Espíritu, debemos proceder en todo según el Espíritu‖.
"…Pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás,
sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará
vida eterna" (Jn. 4,14). "Yo soy el pan de vida – declaró Jesús. El que a mí
viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener
sed" (Jn. 6,35). "En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso
de pie y exclamó, ¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que
cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva" (Jn. 7,37-38).
"A todos los sedientos, Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, Venid,
comprad y comed. Sí, venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no
sacia? Oídme atentamente, y comed de lo bueno, y se deleitará vuestra alma
con lo más sustancioso" (Is. 55,1-2). "Oh Dios, mi Dios eres tú; De
madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, Cual tierra
seca y árida donde no hay aguas" (Salmo 63,1). "El Espíritu y la novia dicen,
‗¡Ven!‘; y el que escuche diga, ‗¡Ven!‘ El que tenga sed, venga; y el que
quiera, tome gratuitamente del agua de la vida" (Apo. 22,17).
San Bernardo decía: no hay mayor señal de la presencia de Dios en un alma
que el hambre y la sed de Él, deseo de ser mejor. Necesitamos un deseo con
verdadera hambre, con verdadera sed, constante, decidido, total. Pedírselo al
Señor con humildad. Esto nos va a ayudar a vivir en una tensión de espíritu
continua y pacífica. Si este deseo es constante, todo se hace fácil.
El padre Nieto solía orar: ―Dios me ha creado para que sea santo... no moriré
sin ser santo‖.
Ver entrada ―Deseos‖.
Heridas de amor.-
- Son unos escondidos toques de amor que, a manera de saeta de fuego,
hieren y traspasan el alma y la dejan cauterizada con fuego de amor. Son
como deseos de Dios, tan vivos y tan delgados, que no se puede ni explicar.
Pueden a veces notarse en el exterior. El alma arde en deseos de que se
rompan las ataduras del cuerpo para unirse a Dios.
Heroísmo.-
- Es un valor o coraje excepcional, lo mayor del heroísmo, el martirio; la
-
santidad. Somos llamados a una vida íntima de amor con la Santísima
Trinidad. A una transformación radical, en un proceso lento y difícil. Una
lucha constante, día a día, que implica el heroísmo. El día a día de la
persona, del todo comprometida con la fe, es heroico.
Cree el héroe en la realidad de Dios; lucha constante; fe acendrada;
aceptando el camino de Dios, que transforma al hombre de pecador en santo.
Implica silencio y oración. se van fraguando virtudes heroicas y una caridad
acendrada con el prójimo.
- ―El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe‖ (Catecismo 2473). El
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acto heroico por excelencia. En efecto, seguir a Jesús, significa seguirlo
también en el dolor y aceptar las persecuciones por amor del Evangelio (cf.
Mt 24,9-14; Mc.13, 9-13; Lc 21,12-19): ―Y seréis odiados de todos por causa
de mi nombre‖ (Mc 13,13; cf. Jn 15,21). Cristo nos había anticipado que
nuestras vidas estarían vinculadas a su destino
La vida cotidiana vivida a tope, con el compromiso exigido por la fe y el amor,
requiere heroísmo, esfuerzo constante: la aceptación plena de los dones
sobrenaturales; la fiel observancia de los mandamientos; la agilidad a la
llamada de Dios. Además: la huida total del pecado mortal; la conversión
continua; la entrega al prójimo con amor…
No se puede proponer a todos una vida heroica. Y de hecho la heroicidad por
la fe es una prueba de que Dios está con nosotros; Dios fuente de fortaleza.
El héroe es consciente de su propia debilidad. Anima al héroe su fe teologal.
Él intenta también cambiar estructuras injustas; y sabe permanecer inmune a
la atmósfera mundana, egoísta y placentera.
La castidad perfecta y perpetua es considerada como vida heroica y se
impone a quienes abrazan el sacerdocio.
Hierognosis.-
- Es un fenómeno místico extraordinario del que han gozado algunas
personas. Consiste en el conocimiento de lo sagrado, reconocer las cosas
santas. Se cuenta de santa Catalina de Siena que reprendió a un sacerdote
que quiso hacer la prueba ofreciéndole una hostia sin consagrar.
Hijo de Dios.-
- Jesucristo es el Hijo de Dios. esta revelación aparece en Getsemaní en la
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-
respuesta de Jesús. (Mc. 14,36). Ante el Sanedrín, la respuesta de Jesús.
(14,61). En el bautismo de Jesús: ―Y una voz que salía de los cielos decía:
"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco." (Mat. 3, 17); (Mc. 1, 11);
(Lc. 3, 22). En la transfiguración, ―Todavía estaba hablando, cuando una
nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que
decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle." (Mat.
17,5); (Mc. 9,7); (Lc. 9,35). También ―Porque recibió de Dios Padre honor y
gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: "Este es mi Hijo muy
amado en quien me complazco." (2 Pe. 1, 17).
Los Evangelios presentan a Jesús como el Hijo de Dios o Mesías; son
numerosas las alusiones de uno u otro. Recordamos: (Mat. 1,17; 17,5; 16,16;
26,63 y sig.; 27,54; 28,18); (Jn. 20,31). El Apocalipsis también recuerda que
Dios es Padre de nuestro Señor Jesucristo. (Apo. 1,6; 3,5; 3,12-21). Y Jesús,
el Hijo de Dios es uno con el Padre: ― Yo y el Padre somos uno." (Jn. 10, 30).
Ver entradas ―Jesucristo‖, ―Mesías‖.
Hijo del hombre.-
- En los Evangelios con frecuencia Jesucristo se designa a sí mismo también
-
como Hijo del hombre. En Job y en Isaías y en algunos salmos, esta
expresión denota precariedad. Y es que Jesús asumió del todo nuestra
condición humana. Y en (Heb. 2, 5-9), se ve al Hijo del hombre rebajado
antes de ser elevado a la gloria. San Pablo llama a Jesús ―El hombre
celestial‖. (1 Co. 15).
Algunos miran este apelativo como de uso apocalíptico; así en (Dan. 7), Hijo
del hombre y bestia se oponen como lo divino y lo satánico. Así interpreta el
vidente del Apocalipsis la parusía. (Ap. 14, 14).
Para el espiritual esta denominación de Jesús le llena de amor, esperanza,
confianza y deseo de imitarle en la humildad.
Hijos.-
- La familia natural, esposos, padres, hijos, abuelos, hermanos... tiene
-
preferencia en nuestro amor espiritual sobre otras personas. Esto nada quita
al resto de los hombres; al contrario. Por supuesto y siempre respetando y
del todo conformes con lo que dice Jesús sobre el particular en el Evangelio.
Jesús, modelo de hijos de familia. Recordamos cómo vivió después de la
visita al templo de Jerusalén, obediente a sus padres (Lc. 2, 51-52).
Ver entrada ―Familia‖.
Hijos de Dios.-
- El ser hijos de Dios es realidad de nuestra historia de salvación; participamos
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de la naturaleza divina que llamamos justificación – filiación. Somos hijos de
Dios en el Hijo. Verdadero regalo a nuestra debilidad humana. En Jesucristo
descubrimos el verdadero rostro de Dios Padre. Nos rescató de las tinieblas y
nos llamó a ser hijos de la luz, de su amor. Somos el hombre nuevo. Cristo
resucitado es una sola cosa con la humanidad en cuanto que por Él somos
divinizados.
Y citamos los principales textos del Nuevo Testamento que nos hablan de
nuestra filiación divina: ―Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios. (Mat.5, 9). ―Vino a los suyos, y los suyos
no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse
hijos de Dios, a los que creen en su nombre‖ (Jn. 1, 11-12).
―En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor;
antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar:
¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio
de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de
Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados‖. (Ro 8, 14-17).
―Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús‖. (Gal. 3,26). ―Mirad
qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo
somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora
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somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos
que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal
cual es‖. (1Jn. 3, 1-2).
Ver entrada ―Adopción‖.
Himnos.-
- El himno es una composición poética de tono solemne que generalmente se
redacta para ser cantada. "Himno eucarístico‖; el "Himno a la Alegría" de
Beethoven; el nombre de las notas musicales deriva de las primeras sílabas
de los versos que forman la primera estrofa del "Himno de San Juan
Bautista", compuesto por Pablo Diácono en el siglo VIII". Son frecuentes en la
liturgia cristiana desde el siglo IV y recitados en latín durante siglos en el
Breviario Romano. Llevan gran carga espiritual y emotiva. Famosos los
himnos de Prudencio de Calahorra.
Hinduismo.-
- Nada quita a nuestra reflexión católica el acercarnos a lo bueno de la
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espiritualidad de otras religiones. Y así, la oración en el hinduismo se hace no
solo por reflexión y palabra, también con el cuerpo. La búsqueda de Dios es
algo inherente en la espiritualidad hindú. Dios mismo es maestro del hombre
y con una mística nupcial.
La oración vocal y el mantra se utilizan muchísimo en esta forma de vida. El
asceta busca el signo de la presencia divina. Fue ejemplo Gandhi.
La relación con Dios es fruto del conocimiento. Es necesario entregarse a Él
para obtener la salvación. Los santos hindúes han dejado un eco vivo y
actual. Ejemplo, Kavik que predicó sobre una religión interior y fue tolerante.
Tukaram se refugió en un lugar solitario para orar y contemplar allí.
Transmitió cantos sencillos con esta finalidad.
El ―yo‖ hindú es una vivencia con normas éticas e incluso físicas para
acercarse a la mística.
Tagore y Gandhi influyeron mucho: tienden a escrutar los orígenes divinos en
su propio ser. Maharshi con su contemplación hasta el éxtasis nos ofrece una
experiencia liberadora: ―¿quién soy yo?‖ Es preciso sumergirse en el propio
yo, como el pescador de perlas en el mar. Cuentan con el gurú, como
conductor por el camino recto.
Hipocresía.-
- Definimos la hipocresía: fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a
los que verdaderamente se tienen o experimentan. El profeta Isaías denunció
la hipocresía en su tiempo, "Dice, pues, el Señor, Porque este pueblo se
acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está
lejos de mí..." (Is. 29,13). Jesús denuncia la hipocresía: (Mat. 15,8-9). Juan el
Bautista llamó "generación de víboras" a los hipócritas que venían a él para
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ser bautizadas, y les advirtió que "produjeran frutos dignos de
arrepentimiento" (Luc. 3,7-9).
Jesús tomó una postura firme contra los hipócritas y les llamó "lobos vestidos
de ovejas" (Mat. 7,15), "sepulcros blanqueados" (Mat. 23,27), "serpientes" y
"generación de víboras" (Mat. 23,33). No podemos decir que amamos a Dios
si no amamos a nuestros hermanos (1 Jn. 2,9). El amor debe ser "sin
fingimiento" (Ro. 12,9). La verdadera justicia proviene de la transformación
interna por el Espíritu Santo y no de un conjunto de reglas (Mat. 23,5; 2 Co.
3,8). El discurso entero en, (Mat. 23, 13-36).
El Papa Francisco denunció ―la hipocresía religiosa‖ y ―el comportamiento de
los que quieren aparecer, las actitudes que buscan el aplauso y la
aprobación‖. ―El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al público, sino
al Señor‖.
El peligro de la hipocresía es mayor, cuanto más alto aparece el sujeto en lo
espiritual.
Historia de la espiritualidad.-
- Dentro de la Historia de la Iglesia va incluida la historia de la espiritualidad.
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En los Hechos de los Apóstoles se nos muestra la evangelización de los
apóstoles y sus colaboradores y el modo cómo vivían la fe los primeros
cristianos.
En el siglo III, Clemente de Alejandría nos lleva a una apertura al mundo,
como programa de Cristo como pedagogo. Orígenes nos da esta idea: el
hombre está al servicio de los hermanos para dirigirse hacia Dios. En las
homilías de San Gregorio Nacianceno descubrimos la enseñanza de la
oración y contemplación y el ofrecimiento de la salvación a los hombres.
En el siglo IV, al juntarse muchas personas para vivir un mismo ideal brotó el
monaquismo y los primeros cenobitas. Crearon unas reglas para facilitar la
convivencia y poder hallar mejor la voluntad de Dios. El abad Macario insiste
ya en la oración continua. Nos ofertan la unidad del Evangelio y el abandono
en la voluntad de Dios. Viviendo la caridad es más fácil superar las
tentaciones.
En tiempo de la invasión bárbara encontramos grandes obispos. Brilló
entonces san Benito, en el siglo VI, y el monacato oriental. Comenzó como
anacoreta y siguió creando o reagrupando monasterios, en los siglos cuarto y
quinto. Citamos también a Gregorio Magno, monje que llegó a ser papa.
Agustín que nos guió de las criaturas al Creador. Crisóstomo (siglo V) nos
enseñó de un modo especial el valor de la oración y de la gracia y Eucaristía.
Destaca asimismo el abad Casiano en el monacato oriental.
En el siglo VII, San Columbano predica la caducidad del mundo y la
mortificación. Juan Clímaco: la vida mística hacia la contemplación.
En los siglos X y XI: se ilumina a los cristianos hacia la soledad; escriben
libros de oración para seglares; las cruzadas a Jerusalén siempre
comenzaban con fervor religioso. Aumentan en estos siglos las monjas.
- Siglos XIII y XIV: la Devoción Moderna. Destacan el maestro Eckhart,
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Ruysbroeck y Kempis. El alma con sus facultades es conducida hacia la
Santísima Trinidad.
Siglos XV a XVII. Grandes figuras: Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan
de la Cruz, Pedro de Alcántara. En Francia destacan los hermanos de San
Sulpicio. Nombramos también a Francisco de Sales; Antonio María Zaccaria,
fundador de las cuarenta horas y que tanto ayudó a la santidad de los
sacerdotes; el movimiento de Port Royal... retorno a la Iglesia con rigor moral
y vida austera.
Siglo XVIII. Sigue el movimiento místico de abandono en la voluntad de Dios.
Contemplación adquirida y ascesis. Nace el movimiento molinista. Insiste
mucho Bossuet en el amor puro; también Fenelón. Se aprueba la celebración
litúrgica del Corazón de Jesús. San Pablo de la Cruz y la fundación de los
pasionistas. También son de esta época Alfonso María de Ligorio y Ozanam;
nos hablan del ideal del sacerdocio santo, de la espiritualidad sacerdotal. Se
fomenta la piedad individualista, aunque siempre con proyección al prójimo.
El Cura de Ars tuvo un gran prestigio en ese siglo.
Siglos XIX a XXI. La devoción a la Eucaristía en el Sagrario es fomentada por
Pedro Julián Eymard y por don Manuel González. Dom Guerenguer fomenta
la santidad sacerdotal. Son grandes figuras eucarísticas Santa Micaela de
Santísimo Sacramento, Herman Coen con la Adoración Nocturna y en
España el padre Manuel García Nieto a los seminaristas y a los sacerdotes.
Surge el problema del americanismo junto con el modernismo. Se promueven
las virtudes activas en detrimento de las pasivas. Pío X y Pío XII ponen las
cosas en su punto. Brota el intimismo trascendental. En el siglo XX toma
auge del espíritu litúrgico que es confirmado por el Concilio Vaticano II.
Se da gran importancia al hombre y al humanismo. Se especifica mucho la
espiritualidad: acción católica, obrera, misionera… Grandes movimientos de
espiritualidad: Ejercicios Espirituales; Ejercitaciones por un mundo mejor;
Cursillos de Cristiandad y otros muchos movimientos que siguen subsistiendo
con mayor o menor intensidad.
En la posguerra comienza a superarse el espíritu secularizador. Varios tipos
de espiritualidad: sacerdotal, obrera, matrimonial... Con Juan XXIII y en el
Concilio se respira aire de renovación y acomodación a los tiempos. En el
posconcilio se experimenta una crisis profunda. Toma auge la Gaudium et
spes. Resulta difícil acertar con el verdadero espíritu conciliar. Aparecen
movimientos teológicos sospechosos de herejía. Y empieza la gran crisis
vocacional que se consuma en el siglo XXI con el problema de la pederastia
clerical, el gran escándalo. Disminución progresiva de la práctica religiosa en
el pueblo y la pérdida de fe y valores cristianos en muchos sectores.
Por otra parte, mencionamos un selecto número de seglares que viven a tope
su espiritualidad con espíritu contemplativo.
Historia de la salvación.-
- Dios ha usado de gran misericordia con los hombres. Y en este sentido
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hablamos de la Historia de la Salvación. Podemos distinguir en ella varias
etapas:
1ª Cayeron nuestros primeros padres, pero Dios no los abandonó a su suerte.
Les prometió un redentor. El demonio, en forma de serpiente, sería vencido
por la Mujer, María, que aparece quebrantando su cabeza. (Gn. 1, 1-26; 2831; 3, 14-20) (Is. 7,14-18)
2ª Pasan los años y aparecen los Patriarcas y Profetas. Van predicando la
conversión y hablando de la esperanza de quien había de salvarnos, el
Mesías y guían al pueblo. Abraham (Gn. 12; 15; 17; 22…), (Gn. 18, 2-15)
Moisés (Ex. 2,3, 12; 13, 17-21; 14, 15-31; 20, 1-20), Isaías y Jeremías,
Ezequiel... Oseas (1; 2, 23) Esperan al Mesías. (Josué 24, 1-19)
3ª La Virgen María: el Ángel que viene a darle la gran noticia: "Concebirás y
darás a luz un Hijo... que será el Hijo del Altísimo". (Lc. 1, 11-36). Punto clave
en la Historia de la salvación. En sus manos estuvo los planes de Dios para
la salvación.
4ª Llega Jesús. Lo contemplamos nacido en Belén (Lc. 2, 1-15), en Nazaret
(Lc. 2,41-52) y en su vida de predicación de la Buena Nueva. (Evangelios)
5ª Lo veneramos en su pasión y muerte. Así nos salvó.
6ª Llega el éxito total de la espera única y maravillosa de la humanidad. El
Maestro resucitó. El Mesías era Dios (Mat. 16, 13-23). Ahí se fundamenta
nuestra fe. Todo cambió en la resurrección. Durante cuarenta días
permaneció con los testigos de su resurrección y les enseñó el camino del
Reino. Está hecha la salvación (Evangelios).
7ª Envió Jesús al Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico. (He. 2, 1-36).
Ellos habían de aplicar la salvación al mundo entero. Salieron del Cenáculo y
fueron extendiendo la doctrina del Reino por todo el mundo conocido.
Comenzó a funcionar el Reino de Dios con el nombre de Iglesia, hasta
nuestros días (Hechos de los Apóstoles).
La fe es el fundamento y anclaje de la historia de la salvación: leer con
detenimiento (Heb. 11, 1- 29).
8ª La escatología y parusía con la segunda venida de Jesucristo y aplicación
de la salvación a ―los muchos‖, con la resurrección de la carne.
Ver entrada ―Salvación‖.
Hombre.-
- Nos referimos aquí sobre todo al ser humano cristiano, que aspira a la
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perfección e intenta seguir a Jesucristo, la espiritualidad y el Evangelio.
Adán, el primer hombre comparte la vida divina con la Santísima Trinidad.
Pero cae en la tentación con Eva: ―Seréis como Dios‖, por sí mismos, sin
Cristo (Gn. 1, 27 y 3, 1-24).
Sin el ser humano es imposible hablar de espiritualidad humana. Por eso,
ante todo es necesario, ser hombre, persona. Sobre esta realidad descansa
el cristiano y toda la vida interior o espiritual. De donde se deduce que la
formación humana, las virtudes humanas son del todo necesarias para
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fundamentar nuestra espiritualidad. Ser hombre, ser persona, es el
fundamento en que descansa la espiritualidad.
El hombre espiritual es el hombre cristiano que ha de convivir con la
Santísima Trinidad, en los sacramentos, en la liturgia, en la oración cotidiana.
Inundarnos del Espíritu Santo y dejarnos guiar por Él. Mirar a Jesús en su
vida y vivir la experiencia de comunidad con Cristo resucitado.
El Espíritu Santo va creando comunidad por encima de toda ley; y siempre en
el hombre cristiano existirá el amor y la entrega. (Jn 16,14-15). (He.19, 2).
Cualidades del hombre cristiano ferviente: se siente imagen del Padre, el
Espíritu Santo produce los frutos de santidad; vive el misterio pascual muy
unido a Cristo; incluso sabe colaborar con el no creyente para obrar el bien;
ama a todos, y en especial toma partido por el débil.
En los tiempos modernos, al santo padre Foucauld se le considera como
hombre evangélico, espiritual al cien por cien; los hermanitos de Jesús llevan
la impronta de este santo varón y han sido fundados por su discípulo, René
Voillaume.
El hombre cristiano asume los dones carismáticos otorgados por la
Providencia e intenta pensar y obrar como miembro del Cuerpo Místico de
Cristo. De Jesús brotan ríos de agua viva, que saltan hasta la vida eterna.
El mártir y el misionero entregan su vida para colaborar, como verdaderos
hombres evangélicos y espirituales, en la obra de salvación; testigos de la fe
en Jesucristo.
Hombre nuevo.- Hombre viejo.-
- Contraste: viejo y nuevo. El hombre viejo lleva consigo el vicio, el pecado,
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laxitud, paganismo. ―Sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con
él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser
esclavos del pecado‖. (Ro. 6,6). San Pablo exhorta a deshacerse del hombre
viejo y llegar a ser el hombre nuevo.
El hombre nuevo: renovado por el Espíritu Santo es fuerza de amor, de Cristo
resucitado, creado según Dios en justicia y santidad verdaderas, lleno de fe y
esperanza, recobra la conciencia moral, hace el bien, devuelve lo que Dios
nos ha dado. ―Revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la
justicia y santidad verdaderas‖. (Ef. 4,24)
Homilía.-
- La homilía es la predicación después de las lecturas de la Misa. A partir del
-
Concilio Vaticano II ha tenido mayor importancia. El pueblo de Dios se
congrega por la palabra de Dios vivo, y con razón es buscada la verdadera y
enjundiosa interpretación del sacerdote celebrante.
Por ello es importante acudir a esta celebración siempre con deseo de
asimilar la Palabra, de manera que produzca en el alma el efecto de
renovación espiritual.
- La responsabilidad del sacerdote es grande y ha de preparar su discurso con
empeño y oración, y procurar hablar desde su experiencia de fe. Y poco a
poco ir tocando toda la parte doctrinal de nuestra fe.
Honestidad.-
- Es el amor al decoro que proviene de la práctica de la virtud. En algún
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aspecto se considera como parte integral de la virtud de la templanza.
No amemos de palabra para afuera, sino con hechos y de verdad, (1 Jn. 3,
18).
También tiene la acepción de decencia o decoro; Recato o pudor. Asimismo
lo razonable y justo, probo, recto, honrado.
Horas.-
- Muchas almas de Dios procuran recogerse interiormente al menos una vez
cada hora, cuando se oye el sonido del reloj u otra señal. Es buena
costumbre pero ha de practicarse de una manera consciente y nunca con
obsesión nerviosa. Da paz interior. Ayuda a tomar la espiritualidad con más
amor a Dios y a ver en todo la Providencia del Señor. Algunos suelen rezar el
avemaría.
Horas canónicas.-
- Se llama también Oficio Divino o Breviario. Es la oración oficial de la Iglesia.
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Las horas canónicas son una división del tiempo empleada durante la Edad
Media en la mayoría de las regiones cristianas de Europa, y que seguía el
ritmo de los rezos religiosos de los monasterios.
Cada una de las horas indica una parte del Oficio divino (hoy
denominado liturgia de las horas), es decir, el conjunto de oraciones
pertinente a esa parte del día.
San Benito denominó a estas horas de rezo ―horas canónicas‖, y así se haría
desde el siglo VI; su nombre proviene de las órdenes y normas o cánones de
la Iglesia del medievo. La división del día en siete partes tiene su origen en el
Libro de los salmos de la Biblia, en el que se lee: ―Siete veces al día te
alabaré‖, (Salmo 119, 164). y también se lee ―a medianoche me levantaba
para darte gracias‖. De ahí se puede ver que existe una agrupación de las
siete horas canónicas de los Oficios diurnos y asimismo los Oficios
nocturnos, que a su vez se reparten en tres guardias o vigilias, denominadas
Maitines. Cada semana los monjes debían rezar el salterio íntegro (es decir,
los 150 salmos)
Las horas canónicas son: Maitines y Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona,
Vísperas y Completas. Últimamente se ha suprimido el rezo de Prima.
Horizontalismo.- Verticalismo.-
- El problema del carácter horizontal - vertical de la vida cristiana quiso arraigar
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alrededor del Concilio Vaticano II, sobre todo en el ámbito del cristianismo
occidental y de forma polémica. Hoy puede resultar incluso anacrónico y
teológicamente superado.
La misión actual de los cristianos y de las iglesias consiste en sumergirse en
la realidad de la vida personal, social y política y, a la luz del Evangelio,
según nos dice Juan ―Lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a
vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en
verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo‖ (1 Jn.
1,3).
Vivir atentos a los movimientos de la realidad, en la búsqueda de cuanto une
a los hombres, ―Compañero soy de todos los que te temen, y de los que
guardan tus preceptos‖ (Salmo 119, 63). Y acoger animados con esperanza
la llegada gratuita del reino de Dios. Incluir las dos realidades (vertical hacia
Dios, horizontal hacia los hermanos) en verdad y caridad de amor a Dios y al
hombre.
La caridad es la ocupación normal de los cristianos que esperan la parusía.
Buscar a Dios en el amor a Él y, en ese amor, buscar a los hombres. Así, la
búsqueda de Dios no puede ser más activa.
Horno.-
- Los místicos utilizan mucho esta palabra para significar el amor que
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Jesucristo nos tiene. Citamos varias expresiones: Arrojaos a este horno
incandescente como una paja, como un hierro enmohecido. Mi alma debiera
estar metida en el horno dichoso de Dios. Salve, Corazón todo amor, horno
ardiente, hazme arder en tu amor. Corazón de Jesús, Horno ardiente de
caridad. Mi Salvador, Horno encendido, Bienaventuranza eterna.
―Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar
misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna.‖ (Heb. 4, 16).
El Corazón de Jesús es horno de amor hacia el Padre, hacia nosotros. Un
Amor esencial que ama a un Amor Eterno. Un amor inmenso, infinito, que
ama a amor inmenso, infinito. El Corazón de Jesús es un horno de amor,
amor sin medida. El Corazón de Jesús es un horno de amor hacia cada uno
de nosotros. Nos da a su Padre, como nuestro verdadero Padre. (Juan Eudes)
Hospitalidad.-
- Es obra de misericordia (Ecc. 29,21 y Prov. 27,8). El huésped tiene
-
necesidad de ser acogido y tratado con amor, en nombre de Dios que le ama.
La hospitalidad es testimonio de fe. A través del huésped se acoge o se
rechaza a Cristo. (Mat. 25, 35-43). Tener en cuenta: ―En verdad, en verdad os
digo: el que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí,
recibe al que me envió‖. (Jn. 13,20) Hemos de ver en quien llama a la puerta,
al Hijo de Dios que viene del Padre.
Todo esto, hoy en día que tanto peligra la seguridad, parece necesario
interpretarlo, más que literalmente, acogiendo con bondad a quien se
acerque a nosotros, no precisamente a quien, sin previo aviso, llama a la
puerta de nuestra casa.
Humanismo.-
- El humanismo tiende a formar al hombre bueno aunque no sea religioso y a
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potenciar lo de verdad humano en la persona. En el mundo se aprecia mucho
el humanismo y también dentro de nuestra fe cristiana. Gracias a este
aprecio se han promulgado los derechos humanos.
El humanismo cristiano se potenció desde los tiempos de Erasmo de
Rotterdam, humanista, filósofo, filólogo y teólogo neerlandés, pero hasta
1808 no se acuñó este término. Rahner en nuestro tiempo lo ha fomentado
como movimiento cultural, educativo y civilizador; y se va transmitiendo en
una tradición de sencillez evangélica.
Ver entrada ―Derechos humanos‖.
Humildad.-
- Nos ayuda esta virtud a controlar el apetito desordenado de la propia
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excelencia dándonos a conocer nuestras limitaciones y que todo lo hemos
recibido de Dios.
La Biblia nos recuerda a menudo esta virtud tan fundamental. Citamos
algunos versículos: La Virgen María en el Magníficat exclamó (Lc. 1,48):
―Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde
ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada‖. Jesucristo hace
hincapié en no buscar los primeros puestos, (Mat. 23, 5-8). Y San Pablo en
(Ef. 4,1-2): ―Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una
manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda
humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor‖.
En (Fil. 1,3): ―Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad,
considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo‖. A los
fieles de Colosas (Col. 3,12): ―Revestíos, pues, como elegidos de Dios,
santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia‖. Y en (1 Pedro, 5, 5): ―De igual manera, jóvenes,
sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas
relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes‖.
Va unida la humildad a la maduración de la personalidad moral y religiosa. Es
un estilo de vida que se expresa en el reconocimiento de la dignidad humana
propia y de la de los demás y hemos de aprender el estilo de Jesús: que
es ―manso y humilde de corazón y encontraréis descanso para vuestras
almas‖ (Mat. 11,29). La humildad mansa señala un carácter sereno. Para ser
de verdad humilde y manso es necesario ser transformado por la humildad de
Jesús.
La humildad es afirmación de los talentos con los que hay que negociar; es
una realidad, es la verdad, pero dándonos cuenta de que todo nos viene de
Dios.
Nos lleva a la intimidad de Dios, porque Dios rechaza a los soberbios y a los
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humildes llena de gracia. En la humildad germina la adoración y la
misericordia para anunciar el Evangelio.
El sufrimiento es lo común de los hombres. Jesús lo compadeció, lo asumió e
indicó el camino de la humildad. Él es fuente de humildad. Quien lo acepta
encuentra en Él la redención y la libertad. Quien lo rechaza vive en una
soberbia angustiosa. Su camino crece en la humillación, en la necesidad de
la cruz.
La humildad crece en la prueba, en la humillación que impide las
aspiraciones del hombre. La experiencia lo confirma.
La humildad madura y se robustece en el amor y comunión con el Amado.
Modera la preocupación por sí mismo y vive en solicitud por otros.
Estar, sí, contentos con Dios; trabajar por hacer crecer en calidad la vida de
otros; pero huir del servilismo y del fatalismo; que eso no es humildad.
Caracteriza al hombre en el modo de valorarse y aceptarse a sí mismo con
relación al mundo y a Dios.
La humildad es sobria en la autocomprensión en las situaciones de
abnegación e incluso de orgullo. Erradica las tendencias de dominio de las
personas y el autoritarismo.
Es dócil al Espíritu Santo y procura vivir en alabanza a Dios y en el temor
filial. Sabe cargar con el yugo del Señor. (Mat. 11,30).
La humildad es el camino que Dios quiere y en el que introduce a los pobres
y pequeños; es el camino que Jesús recorrió en su vida, pasión y muerte.
El humilde no se aferra a sus ideas, salvo que sean de fe, sino que cede
fácilmente al parecer ajeno. Es condescendiente e indulgente y, por
supuesto, no mantiene el tono seco y con aires de mando. El humilde tiene el
semblante tranquilo y es accesible a todos, pero de una manera mayor a los
más pequeños. La gente humilde ambiciona ocupar el último lugar; y esto es
muy difícil.
Es fundamental en la humildad, rebajarse como pobre de espíritu; mirar a
Cristo humilde, humillado y ultrajado. (Mat. 27, 20-26). Y pensar también que
todas las personas tienen algo de lo que yo carezco.
Es difícil para el alma aceptar las alabanzas. Y debemos trasvasar toda
alabanza a Dios, autor de todo bien y de toda bondad que puede haber en
nuestro corazón.
Hacernos como niños, si queremos de verdad agradar a Dios. Ya lo dijo
Jesús en el Evangelio (Mat. 18, 3-4). Para avanzar en la vida espiritual, la
humildad nos hace correr con pasos de gigante. La humildad fortalece la
caridad. Y sabemos por San Pedro que la caridad cubre multitud de pecados
(1 Pe. 4,8).
Nuestra ―nada‖ delante de Dios. Aquello del catecismo: ―No podemos
principiar, ni continuar, ni concluir cosa conducente para la vida eterna‖. ¡Qué
bueno es ponerse delante de Dios y sentir la propia nada! Todo de Él.
La humildad corrige el defecto de mirase siempre a sí mismo. La humildad
me hace reconocer la nada que soy. La humildad es sincera: tiene horror a
las excusas, hipocresías y mentiras. Conoce los talentos recibidos y sabe
atribuir sus frutos al autor de ellos. Quien niega los dones y cualidades
recibidos no es humilde.
- Todo para Dios, nada para mí; todo para su gloria. ―Nada para mí, nada
según mi yo‖. Todo para Dios, todo según Dios. La humildad es nuestra única
grandeza. María, la más grande de las criaturas, la más humilde. (Lc. 1,38).
Recibir todo de Dios, nada de sí mismo; y referirlo todo a él, sin quedarse con
nada.
Humildad, tercer grado.-
- Es difícil entender el tercer grado de humildad expuesto por san Ignacio de
-
Loyola en los Ejercicios Espirituales; consiste en que, siendo de igual gloria
de Dios riqueza que pobreza, oprobios que honores, ser estimado por vano y
loco que por prudente y sabio, porque Cristo Jesús sufrió antes toda clase de
vituperios, elegir todo lo peyorativo por amor a Él.
Y así, sor Isabel de la Trinidad decía: ―Si Nuestro Señor me diere a escoger
entre morir en un éxtasis o en el abandono del Calvario, yo preferiría esto
último; no porque lo merezca, sino por glorificarle y asemejarme más a Él.‖
Para quienes no consiguen llegar a entender la apreciación de San Ignacio
de Loyola, se les recomienda en los ejercicios espirituales de mes que
piensen en personas que se han entregado hasta la muerte: Jesucristo,
Maximiliano Kolbe, Teresa de Calcuta, Pablo de Tarso, el padre Damián...
Humillaciones.-
- Enamorarnos de la humillación… Aceptar las humillaciones: juicios
-
desfavorables, fracasos, malquerencias… ―¿Cómo puedo tener ese deseo de
imitar a Jesús si no imito su humildad, aceptando la humillación?‖
La humillación puede llegar a una persona ferviente por ejercer el profetismo
sano. Muchos observan al profeta carismático y en su mente lo juzgan como
un malvado, ya que ha osado llamar al orden nada menos que a ―ellos‖. Se
fijan en unos cuantos fallos humanos que ha podido tener, y tratan de
ensañarse en el profeta.
I.- Ideal.- Ideales.-
- Es muy importante en la vida espiritual sostener los grandes ideales. Dicen
-
muchos autores de la Teología espiritual que da aún más gloria a Dios la
santificación plena de una sola persona que la conversión de muchos
pecadores. Yo no sé hasta qué punto, pero lo cierto es que nuestra misión
cristiana nos exige la santidad.
No aparece en la Biblia la palabra ―ideal‖, pero de una manera implícita se
encuentra por doquier. Recordemos a modo de ejemplo: ―Por la fe Abraham,
siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber adónde iba‖. (Heb. 11,8). El gran Moisés: ―Por la fe
dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al
Invisible‖ (Heb. 11,27). David, el niño que vence al poderoso y reina después
en Israel, ―No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y
peleará contra ese filisteo‖ (1 Sam. 17,32). Y sobre todo Jesucristo que dio su
vida para darnos la salvación. ―Es necesario que hoy y mañana y pasado
mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de
Jerusalén‖. (Luc. 13, 33)
El ideal de santidad no sería completo sin el deseo y entrega al Reino de
Dios, para la salvación de las almas.
Iglesia.-
- Juan concibe la Iglesia como reunión de creyentes en Cristo que forman una
comunión con el Padre y con el Hijo. (1Jn. 1, 3) y reciben el don del Espíritu
Santo (1 Jn. 3,24 y 4,13).
- La Iglesia está fundada no solo para los judíos que se convierten, también
para los samaritanos y los gentiles que creen en Jesús. (Jn. 3,3-5; 4, 1-42; 4,
46-54). Se alimenta del pan de vida y forma un solo rebaño con un solo
pastor. (6 y 10, 11...)
- Los comienzos y expansión de la Iglesia se nos narran en el libro de ―Los
hechos de los Apóstoles‖. Podemos considerar este libro como el primer
tratado de la Historia de la Iglesia y pastoral.
- El Evangelio según san Mateo es profundamente eclesial. Por citar algún
texto (4,18-22) en la vocación de los primeros discípulos; (10, 1-5) la misión
de los Doce; (16, 13-20) las palabras a Pedro para la fundación de la Iglesia...
- En el Apocalipsis la Iglesia aparece como el misterio del amor de Cristo y de
la salvación, mediante la redención y busca su conversión y le promete la
victoria. (Apo. 1,6; 5,10; 7,11…)
- La Iglesia en cuanto asamblea de fieles se constituye por la predicación del
Evangelio y recibe la fe ―con espíritu y poder‖ (1 Co. 2, 4 y sig.). El bautismo
es el inicio y nos lleva a la celebración de la Eucaristía. (Ro. 6, 1-11; 1 Co. 12,
13; 1 Pe. 11, 9-10.
- La Iglesia hace tangible el amor entre el Padre y Cristo, jerarquía, pueblo de
Dios y Eucaristía. San Pablo ve en la Iglesia ―el lugar donde se lleva a cabo el
designio de la Trinidad‖. (Montcheuil) ―La Trinidad y la Iglesia es verdaderamente
Dios que viene de Dios y que vuelve a Dios trayendo consigo en sí misma a
su criatura humana. (Congar)
- Es necesario mentalizar a los fieles de que la Iglesia no son las jerarquías,
sino todos los cristianos; pueblo y pastores estamos arraigados en la
humanidad de Cristo crucificado y glorioso. Y a todos nos llama a trabajar por
el Reino de Dios.
- Fomentar el sentido de Iglesia en nosotros; es algo propio, de todos y de
cada uno de nosotros. Los periodistas pueden engañarnos con su
concepción de Iglesia = jerarquía. La jerarquía es esencial en la Iglesia por
voluntad de Cristo, pero ni son ―la‖ Iglesia, ni la parte más importante de ella.
- Misteriosa comunicación entre los miembros y el cuerpo entero; la cabeza,
Cristo. La Iglesia es la congregación de todos los fieles cristianos, cuya
cabeza es el papa.
- Caminar junto a Dios, revelado como Padre, entregarse a la extensión de su
Reino, al amor, la confianza y el perdón. Dios quiere salvar a muchos a
través de pocos, y por la mediación de Jesucristo.
- Vivir en espíritu, experimentar la filiación. La Eucaristía hace Iglesia. Y de ella
mana la vida cristiana. Buscar lo que nos une, más que cuanto nos divide
admitiendo un pluralismo dentro de la fe. El espíritu eclesial ha de ser de
necesidad para agradar a Dios. Dirigir nuestra acción y oración a la gloria de
Dios en la Iglesia plena: militante, purgante y triunfante.
- La Iglesia es comunidad de esperanza (2 Tim. 4,8). Se tiene dentro de la
Iglesia una fe absoluta en la resurrección de Jesús y se vive en una continua
vigilia de su venida gloriosa. Compromete a todos los hombres a la gran
esperanza teologal, pero siempre con los pies en el suelo y la mirada puesta
en Él. Nuestra esperanza recae en la Persona de Cristo.
- La Iglesia es esencialmente misionera con tendencia escatológica, esperanza
en Dios, recapitulando todo en Cristo (Ef. 1, 3-10). María en el misterio de la
Iglesia, madre de la Iglesia, modelo de fe, primera criatura.
- La Iglesia es institución de salvación, no en el sentido en que actúa en vez de
Jesús, sino como instrumento suyo. Él es el Señor, da la gracia, actúa por su
misionero, ama y salva.
- Cada uno nos sentimos Iglesia, como los miembros del cuerpo. Actuamos
como Iglesia.
- Existe tensión entre el Evangelio y la Iglesia – institución. Entre los santos y
la Institución. Es necesario romper con el sistema entre sacerdocio y poder
humano.
- Sufrir serenamente por todo lo malo que acaece en la Iglesia y lo que uno
sufre a causa de la Iglesia jerárquica; pero de una manera positiva, con
actividad de diálogo crítico y con amor.
- Buscar la plenitud de la verdad cristiana; la experiencia de Dios solo puede
tenerse en Cristo. En la Santísima Trinidad encontramos el equilibrio entre la
Iglesia de los justos, atraída por el Padre, la comunidad visible proveniente de
Cristo y la realidad espiritual animada por el Espíritu Santo. Realidad
asimismo en la presencia de la Santísima Trinidad en el alma del justo
- La Iglesia ha de saber renovarse; hacerse responsable del mundo ante Dios.
Ha de dar testimonio de que no está en el terreno de los ricos ni de los
políticos; está en el amor, en el servicio a Dios, en la entrega por nuestros
semejantes, en el Reino de Dios.
Ignorancia.-
- Ya vemos entre los primeros cristianos la ignorancia: ―Les preguntó el
-
Apóstol: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?" Ellos
contestaron: "Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el
Espíritu Santo." (He. 19, 2)
Existe hoy gran ignorancia religiosa que solamente puede combatirse con el
estudio metódico y con una exposición de la verdad clara y motivada. La
nueva evangelización se ha de presentar con una urgencia particular. Ella
pide a todos los cristianos que den razón de su esperanza (1 Pe. 3,15).
- Los medios modernos son grandes y la Iglesia puede disponer de ellos. El
-
problema principal reside en la falta de interés a causa de la debilidad de la fe
en muchas familias.
Para amar a Dios es preciso conocerlo. En resumen, este es el problema y la
dificultad de la Nueva Evangelización.
Iluminismo.-
- El iluminismo fue una herejía basada en la creencia de una iluminación
-
-
-
interior inspirada directamente por Dios, que se acompaña a la vez de
groseros errores morales. En España se les llamó a sus adeptos alumbrados
y constituyeron un movimiento religioso del siglo XVI en forma de secta
mística, que fue perseguida por considerarse herética y relacionada con el
protestantismo.
Con este movimiento tuvo relación el quietismo, después defendido por
Molinos. En España se originó en pequeñas ciudades del centro de Castilla
alrededor del año 1511, si bien adquiere carta de naturaleza a partir del
Edicto de Toledo de 1525. Los alumbrados pueden englobarse dentro de una
corriente mística similar desarrollada en Europa en los siglos XVI y XVII,
denominada iluminismo. Es muy habitual utilizar el nombre de iluminista
como sinónimo de alumbrado. También se utilizó en la época posterior el
nombre de quietismo o molinismo.
Es preciso tener este conocimiento a quienes dirigen o practican la
espiritualidad cristiana. Hemos de procurar evitar tanto el quietismo como el
voluntarismo. Saber conjugar en la vida interior la pasividad y receptividad
con la voluntad y correspondencia a la acción de Dios.
Ver entradas ―Quietismo‖ ―Voluntarismo‖.
Imagen.-
- ―Cristo es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura‖ (Col.
-
-
1,15) Cristo imagen de Dios; Hijo, imagen del Padre. Acogerlo así. Solo la fe
puede captarlo. La divinidad oculta en la carne de Jesucristo.
El hombre, imagen de Dios (Gen. 1, 26-27), participa de la realidad divina.
Expresa el poder y la gloria de Dios. Estas ideas ayudan mucho a la
contemplación de Dios y de Jesucristo.
La imagen o faz de Dios la utiliza la Biblia para expresar la acción de Dios en
el mundo. Dios dijo a Moisés: ―Mi rostro irá contigo...‖ (Ex. 33, 14). Dios
muestra su rostro, se comunica con su Pueblo. (Deut. 4, 37; Sam. 17, 11).
Pero el hombre no puede ver el rostro de Dios. (Ex. 33,20; Jueces, 13, 22). Y
no puede ver el rostro de Dios no solo porque es un pecador (Is. 6, 5), sino
porque ninguna criatura puede hacerlo.
En el Nuevo Testamento dice Juan: ―Nadie ha visto jamás a Dios, sino el Hijo
único que vive en el seno del Padre; aquel nos lo ha hecho conocer‖ (1 Jn. 1,
18). La transfiguración de Jesucristo nos muestra a todos su humanidad (Mat.
17, 1-13). En (Heb. 1, 3), se nos dice que Cristo es el sello de la sustancia
-
divina. Y en (2 Co. 3, 18), se nos ser transformados en la imagen del Señor
que es Espíritu.
La imagen de Cristo puede ser adorada porque el movimiento termina en
Cristo.
Imágenes.-
- Las imágenes han servido a lo largo de la historia para ilustrar a quienes no
sabían leer, siempre como estímulo para la devoción.
- Las imágenes tanto literarias como pictóricas tienen importancia en nuestra
-
-
vida espiritual, y sobre todo entre los principiantes. Se suele decir que ―una
imagen tiene más fuerza que mil palabras.‖
En la piedad más sensible y sobre todo en la piedad popular, las imágenes
gozan de un papel muy importante.
Una imagen que usa san Juan de la Cruz es la del fuego y el madero. La
aplica a nuestra alma. Dios es el fuego. El madero primero se calienta
(calorcillo de los primeros consuelos); luego desprende la humedad (lágrimas
duras de las purificaciones pasivas); desprende humos (mayores pruebas);
se convierte en fuego (unión íntima del alma con Dios; matrimonio espiritual).
El iconoclasta no sabe reconocer la epifanía de lo invisible en lo visible. La
visión adquiere cierta primacía sobre la palabra. El pintor ha de captar las
estructuras espirituales escondidas; la unión entre lo humano y lo divino. El
arte se conjuga con la piedad. Y no olvidemos que el hombre es imagen de
Dios.
Imaginación.-
- Es uno de nuestros sentidos internos. Tiene mucha importancia en la vida
-
-
-
para idear situaciones, para investigar, para ayudar y empatizar con las
personas.
Pero también puede causarnos traumas, peligros, desazón, pesimismo y
tristeza cuando nos dejamos llevar de ella por el pesimismo. Igualmente, en
otro sentido, puede considerase nociva por lo contrario: cuando por
optimismo impulsa a enredarse en negocios nada claros ni lícitos, en ansias
de poder...
San Pablo nos previene con relación a este sentido interno: ―Como ellos,
también nosotros vivíamos en el pasado siguiendo las tendencias de la
carne, obedeciendo los impulsos del instinto y de la imaginación‖. (Ef. 2,3)
Santa Teresa de Jesús llegó a llamar a la imaginación ―La loca de la casa‖.
La imaginación falsifica el aprecio de sí mismo y los propios méritos, fomenta
los temores, las preocupaciones, las inquietudes y las sospechas. Es preciso
controlar la propia imaginación y confiar del todo en quien sabemos nos ama
siempre: Dios.
Ver entrada ―Memoria‖.
Imitación.-
- Imitar a la Santísima Trinidad, según cabe a nuestra flaqueza humana; ―Sed
-
-
-
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto‖ (Mat. 5, 48). ―Sed
imitadores de Dios, como hijos queridos‖. (Ef. 5, 1).
Imitar a Jesucristo: ―Ejemplo os he dado, para que como yo he obrado, así
también lo hagáis vosotros‖. (Jn. 13,15). Mirarnos en el espejo del Evangelio.
Imitar a la Virgen María: en su humildad, en su decisión con el ―fiat‖, en su
amor a Dios y al prójimo, en su generosidad, en su fe y confianza (Lc. 1,38).
San Pablo se pone como espejo: ―Por medio del Evangelio soy yo quien os
ha engendrado para Cristo Jesús. Así pues, os ruego que seáis imitadores
míos‖. (1 Co. 4, 15-16). ―Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo‖. (1
Co. 11,1). Y en la carta a los Hebreos: ―Imitad a los que, con fe y
perseverancia, consiguen lo prometido‖. (Heb. 6,12).
Imitar a los santos: la hagiografía es un buen ejemplar de sus virtudes;
imitarlos en ese gran amor a Dios y al prójimo. Pasan mil peripecias y
calamidades y aman cada vez más. Hacen todo lo que su corazón les dicta
como agradable a Dios. Y todo lo realizan dentro de una gran paz interior. Sin
angustias ni obsesiones. Su amor al prójimo, su celo por la salvación de las
almas, su entrega plena a la evangelización.
¡Calar muy hondo en el misterio de Jesús para ser cada día un poco más en
todo como Él! Sumiso al Padre, oblación amorosa a Dios, amor grande, amor
salvífico.
Ver entrada ―Ejemplo‖.
Impaciencia.-
- Es una derivación de la ira, que suele llevar consigo mal humor en cuanto
-
llega una contrariedad. Es preciso dominarla.
Recordamos las impaciencia de Marta: ―Pero Marta se preocupaba con todos
los preparativos; y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi
hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude‖ (Lc. 10,40). Jesús la
calmó diciéndole que andaba inquieta en muchas cosas y que María había
escogido la mejor parte que no se será arrebatada. Y conviene considerar el
consejo de San Pablo sobre los Filipenses: ―Que vuestra paciencia la
conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que,
en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras
peticiones sean presentadas a Dios. (Fil. 4, 5-6).
Impecabilidad.-
- La impecabilidad tan solo pertenece a los santos del Cielo. Y por supuesto a
-
Jesucristo ―¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la
verdad, ¿por qué no me creéis?‖ (Jn. 8, 46) y a la Virgen María que fue
preservada del pecado.
Toda persona aunque esté en lo más alto de la perfección es pecadora. ―Si
decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en
nosotros‖ (1 Jn. 1, 8).
Imperfección.-
- Es el pequeño error o defecto que impide que una cosa o una persona sea
-
-
perfecta.
La imperfección en el contexto que nos ocupa es cierta dominación de lo
humano sobre lo divino. La imperfección es la transgresión de un consejo que
no obliga bajo pecado.
―El justo cae siete veces y vuelve a levantarse‖ (Prov. 24, 16). Quien trabaja
por la perfección ha de asumir esta realidad.
También es imperfección la transgresión no culpable de preceptos por olvido
u otras causas. Nuestra flaqueza humana es origen de muchas
imperfecciones. A veces se vive en un desorden continuo. Peligro. Usar con
preferencia las criaturas para el bien propio y detenerse en sí mismo
olvidando a Dios, también es imperfecto.
Ver entrada ―Faltas‖
Ímpetus.-
- Impulsos fuertes e inesperados de amor de Dios que dejan al alma con
hambre y sed de su amor. A veces se producen simplemente por escuchar el
nombre de Dios. Son impulsos para aumentar la caridad hacia Dios y hacia el
prójimo.
Imposición de manos.-
- La mano simboliza ordinariamente poder; la imposición, signo de
-
consagración que el Espíritu Santo confiere a un ser que Él ha escogido.
Jesús impuso las manos a los niños pequeños. La imposición de las manos
es también signo de liberación. Este signo aparece como portador de una
potente realidad divina.
En la Biblia es muy frecuente la imposición de las manos. Así, Aarón, por
ordenanza de Dios, puso sus manos sobre el macho cabrío (Lev. 1, 4; 3, 2; 4,
4; 16,21); también los levitas, (Num. 27, 15-23).
Jesús decía: "Impondrán las manos sobre los enfermos y sanarán" (Mc.
16,15-18). Y a los niños, tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo
las manos sobre ellos (Mc. 10,16).
La práctica de la Imposición de manos en los inicios de la iglesia cristiana, es
asociada al Bautismo en el Espíritu Santo, el libro de los Hechos de los
Apóstoles lo narra (He. 8,14-20. También los apóstoles imponían sus manos
sobre algunos creyentes, que cumplían con unos requisitos para llamarlos al
servicio de la obra de Dios; estos creyentes permanecían primero en oración,
para que Dios diera el visto bueno (He. 6,3-6). San Pablo le decía a su
discípulo Timoteo: ―No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue
conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del
presbiterio‖ (1Tim. 4,14 y 2 Tim. 1,6).
Impotencia.-
- Sin la ayuda de Dios y de la gracia, no podemos hacer nada ni para nuestra
-
-
salvación, ni para nuestra vida de perfección. No podemos principiar, ni
continuar ni concluir cosa conducente para la vida eterna.
Dice Jesús (Jn. 15,5) ―Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada
podéis hacer‖. Y en (Ef. 2,8 y 9) ―Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que
nadie se gloríe‖.
Ver entrada ―Debilidad‖.
Incendio de amor.-
- Es un fenómeno místico extraordinario que ha existido en algunos santos.
Consiste en un calor fuerte que les quemaba el pecho e incluso la ropa
cercana. Así dicen de San Wenceslao, duque de Bohemia, Francisco Javier,
Nicolás Factor, Pablo de la Cruz y otros.
Inconstancia.-
- Suele ser el peligro de los principiantes. Comienzan con fervor y gusto
-
-
espiritual, pero cuando desaparece, algunos lo echan todo a rodar.
Es preciso darse cuenta de que la obra de santificación es lenta, con muchas
dificultades. En los comienzos de la vida espiritual es necesario más que
nunca un acompañante o director espiritual con experiencia.
La Biblia nos exhorta a no dejarnos llevar por la inconstancia: ―El que duda es
semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a
otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor,
siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos‖. (Sant. 1, 68). ―Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será
semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y
cayó, y grande fue su destrucción‖ (Mat 7,26-27). ―Me maravillo de que tan
pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir
un evangelio diferente‖ (Gal. 1,6). ―Pronto se olvidaron de sus obras; no
esperaron su consejo‖. (Salmo 106,13)
Todas las mañanas al levantarse proponerse seguir al Señor aun en medio
de la sequedad; así se va forjando la constancia. Y para control propio dar
periódicamente y con frecuencia cuenta de cómo se lleva el problema de la
constancia al confesor, director espiritual o acompañante.
Incorporación a Cristo.-
- ―Yo soy la vid y vosotros lo sarmientos‖. (Jn. 15,5) Permanecer unidos a la
vid. Incorporarnos a Cristo dentro de la Iglesia, dentro del Cuerpo Místico de
Cristo; Jesús es la cabeza y de Él, cabeza y vid, recibimos el influjo vital. (1
Co. 12, 12-27).
- Importancia de ser conscientes de nuestra incorporación a Cristo en su
-
Cuerpo Místico.
Ver entradas ―Cuerpo Místico de Cristo‖, y ―Comunión de los santos‖.
Incredulidad.-
- Es la imposibilidad o reserva que tiene una persona para creer algo que no
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ve o que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la
mayoría. La fe es un don de Dios y quien nunca ha creído, sepa que puede
disponerse pidiendo a Dios la gracia de creer. Necesita un poco humildad y
lanzarse; Dios le va a dar su gracia y este don.
Quien ha tenido fe, cuando se engolfa torpemente en negocios nada sanos,
se aleja de la oración y busca el placer por donde sea… puede llegar a la
incredulidad o indiferencia. Pero ¡no empecinarse ahí, deje la puerta abierta a
la esperanza!
La Biblia nos habla sobre la incredulidad: ―Es necio quien dice: no hay Dios‖.
(Salmo 14, 1) ―¡Mirad, hermanos!, que no haya en ninguno de vosotros un
corazón maleado por la incredulidad que le haga apostatar de Dios vivo‖
(Heb. 3,12). ―Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e
incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia
están
contaminadas‖. (Tito 1, 15). Hemos de tener esperanza para la conversión de
los incrédulos: ―Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para
usar con todos ellos de misericordia‖ (Rom. 11, 32).
Referente a la incredulidad de quien ha creído y perdido la fe, citamos un
párrafo de San Pedro Julián Eymard, apóstol de la Eucaristía que puede
hacer pensar: ―La fe se adormece y Dios es olvidado. Pero que la gracia se
despierte, que le despierte una simple gracia de arrepentimiento, y sus
primeros pasos se dirigirán instintivamente a la Eucaristía.‖
―Ante todo, - sigue el santo - ¿es posible perder completamente la fe en la
Sagrada Eucaristía después de haber creído en ella y haber comulgado
alguna vez? Yo creo que no. Un hijo puede llegar a despreciar a su padre e
insultar a su madre; pero desconocerlos... imposible‖.
Y termina Eymard con esta idea: ―De la misma manera, un cristiano no puede
negar que ha comulgado ni olvidar que ha sido feliz alguna vez cuando ha
comulgado. La incredulidad, respecto de la Eucaristía, no proviene nunca de
la evidencia de las razones que se pueden aducir contra este misterio‖.
Muchas veces el problema de la incredulidad proviene del mal ejemplo de los
malos cristianos. Tenemos gran responsabilidad.
Incrédulos.-
- Para muchos ateos e incrédulos la perfección cristiana es algo meramente
-
subjetivo, sin realidad. Algunos incluso lo llaman fenómeno morboso, ―opio
del pueblo‖. Otros admiran a nuestros místicos y a quienes creen y viven en
consonancia con su fe.
A quienes profesamos nuestra fe, convencidos, no nos aturden voces
nihilistas. ―En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido‖. (Salmos
31,1 y 71,1).La fe es un don de Dios. Hemos conocido a personas muy
creyentes y con sólida formación teológica, con la fe del ―carbonero‖. "Nadie
esperó en el Señor y quedó confundido" (Ecles. 2,11).
Inculturación.-
- La evangelización debe tomar en cuenta la realidad sociocultural tan
-
-
diversificada según los destinatarios. Es un proceso activo a partir del interior
mismo que recibe la revelación a través de la evangelización. No se trata de
un acto sino de un proceso y se hace a nivel de la persona.
Dios hace de sí mismo un don gratuito, pero teniendo en cuenta unos
contextos socio culturales. Esta manifestación de Dios se hace a partir de la
realidad misma del pueblo. Siempre tomando conciencia de las minorías
culturales, estén reprimidas o no, y de la diversidad cultural en cualquier
comunidad humana. Es necesario el proceso dialogal entre dos culturas: la
del evangelizador y la del evangelizando. Estos principios han de ser tenidos
en cuenta para divulgar nuestra fe. (Mirar Concilio GS. 22-24; 44)
―Hacerse a todos (judíos, griegos, circuncisos, incircuncisos), para ganarlos a
todos para Cristo Jesús‖. (1 Co. 9, 19-22). A ejemplo de Cristo y por el don de
su Espíritu, debe encarnarse en cada lugar, en cada tiempo y en cada pueblo
(He. 2,5-11). un proceso de toma de conciencia respecto al camino histórico
de cada pueblo hacia la ―libertad‖ en Cristo (Gal. 4,31), que es libertad en el
amor (2 Cor 3,17).
Indiferencia.-
- Nos referimos a la indiferencia relacionada con la voluntad de beneplácito de
-
-
Dios. San Ignacio de Loyola la utilizó mucho en sus Ejercicios Espirituales,
dando a entender que lo mismo tiene que importarnos salud que enfermedad,
riqueza y pobreza, vida larga o corta, con tal de que todo ello sea para la
mayor gloria de Dios. Para la perfección cristiana, esta indiferencia ignaciana
ayuda y mucho. Tengamos en cuenta que ―Sabemos que todas las cosas
contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos que, según sus
designios, han sido llamados‖ (Rom. 8, 28) y perseveran en su amor. Y ―no
nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios‖ (1 Co. 6, 19).
La obra de Dom Vital de Lehodey ―El santo abandono‖ es el libro clásico de
espiritualidad sobre este tema y la voluntad de Dios de beneplácito.
En un sentido completamente distinto al anterior consideramos ahora la
indiferencia religiosa: es una forma peculiar de increencia; el sujeto no acepta
ni rechaza a Dios, prescinde de Él; total desinterés por todo lo relacionado
con la trascendencia; es una postura emparentada con el agnosticismo. Su
causa suele ser el abandono de la práctica religiosa, el mal ejemplo de
muchos cristianos, el deseo de sentirse libres de toda exigencia. A los
seguidores de Jesús y ministros del Altar esta postura debe interrogar y no
abandonar a estas personas.
Ver entrada ―Incredulidad‖
Indulgencias.-
- Son para la remisión ante Dios de la pena temporal debida por los pecados,
-
-
-
ya perdonados en cuanto a la culpa. Un fiel dispuesto, y cumpliendo
determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia ese beneficio
del perdón. La Iglesia, como administradora de la redención, puede otorgar.
Pueden ser las indulgencias plenarias o parciales. La plenaria perdona toda
la pena temporal. En cuanto a las parciales se entiende que se perdona los
días o años que un penitente conseguiría en el tiempo señalado en la
indulgencia.
La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente
ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia "La indulgencia es la
remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en
cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas
condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como
administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de
las satisfacciones de Cristo y de los santos (Catecismo nº 1471)
En épocas pretéritas se ha dado gran importancia a las indulgencias. Hoy se
da mayor importancia a la indulgencia plenaria de los años jubilares. Hemos
de apreciar las indulgencias. Es bueno aplicar las indulgencias que ganamos
a las almas del purgatorio.
Inedia.-
- Se llama inedia o ayuno absoluto cuando se trata de un fenómeno
-
extraordinario místico. Vivir sin comer. Ha habido casos en que durante años
se ha alimentado la persona mística con solo la Eucaristía, santa Ángela de
Foligno, Teresa Newman y otros.
Ver entrada ―Ayuno‖.
Infancia espiritual.-
- Se trata de una escuela de espiritualidad siguiendo las enseñanzas de Santa
-
-
Teresita del Niño Jesús. Dice ella misma: ―Ser pequeño, es también no
atribuirse a sí mismo las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de
alguna cosa, antes bien reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la
virtud en la mano de su pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo
necesite. En fin, es no desanimarse poco ni mucho por las faltas propias,
porque los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para
hacerse mucho daño.‖
―La santidad no consiste en tal o cual práctica; consiste en una disposición
del corazón, que nos hace humildes y pequeños, en manos de Dios,
consciente de nuestra debilidad y confiado, hasta la audacia, en su bondad
de Padre‖
Es, pues, evidente, que la infancia espiritual, en el concepto de Santa
Teresita, significa que hemos de tener en nuestro corazón un vivo
sentimiento y un claro conocimiento de nuestra debilidad, lo cual ha de
-
-
hacernos humildes y pequeños en manos de Dios. Pero, además, hemos de
conocer y sentir igualmente, en nuestro corazón, la inmensa bondad paternal
de Dios; confiar en Él hasta la audacia.
Jesús nos recuerda su amor a los pequeños: ―Te doy gracias, Padre…,
porque no has revelado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has
revelado a los pequeños‖. (Mat. 11, 25). ―Si no os hiciereis como niños no
entraréis en el reino de los cielos‖. (Mat. 18,3). Y San Pedro dice: ―Como
niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella,
crezcáis para la salvación.‖ (1 Pe. 2,2)
Aunque no se siga del todo el ideario de la ―Infancia espiritual‖, sí conviene
tenerla muy en cuenta. Recordemos la frase de Jesús: ―Si no os hiciereis
como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos‖. (Mat. 18,3)
Ver entrada ―Niño‖.
Infidelidad.- Infieles.-
- Suele llamarse infieles a aquellos que nunca han oído hablar de Dios o de
-
Jesucristo. En realidad infiel es la persona inestable y poco constante en sus
afectos, ideas y obligaciones y falta a sus compromisos hacia alguien o algo.
La infidelidad es la carencia de lealtad o quebrantamiento de la misma hacia
cualquier compromiso moral como la religión, la amistad, el matrimonio.
Los infieles son considerados por parte de quienes practicamos nuestra
espiritualidad cristiana como necesitados de nuestro pleno amor para que
puedan ser evangelizados.
La infidelidad en cuestión de espiritualidad puede ser la consecuencia de la
tibieza en nuestra relación con Dios.
Recordamos algunos versículos bíblicos sobre la infidelidad a Dios. ―No te
alegres, Israel, con gran júbilo como las naciones, porque te has prostituido,
abandonando a tu Dios; has amado el salario de ramera sobre todas las eras
de grano‖ (Oseas 9, 1). ―Mas vosotros me habéis dejado y habéis servido a
otros dioses; por tanto, no os libraré más‖ (Jueces, 10,13). ―Asimismo todos
los jefes de los sacerdotes y el pueblo fueron infieles en gran manera, y
siguieron todas las abominaciones de las naciones, y profanaron la casa del
Señor que Él había consagrado en Jerusalén‖. (2 Crón. 36, 14). Pero también
aparece la esperanza hacia las infidelidades: ―Por tanto, así dice el Señor
Dios: Ahora restauraré el bienestar de Jacob, y tendré misericordia de toda la
casa de Israel, y me mostraré celoso de mi santo nombre. Y ellos olvidarán
su ignominia y todas las infidelidades que cometieron contra mí, cuando
habiten seguros en su tierra sin que nadie los atemorice‖. (Ez. 39, 25-26)
Infierno.-
- Designa la residencia de los demonios y de las almas condenadas. En un
sentido más amplio es el ―Sheol‖ hebreo o el ―Ades‖ griego (lugar de los
muertos en general). Habla de él Isaías 66,24); es la ―Gehenna‖. (Jueces 16,
21). En el Nuevo Testamento podemos consultar: (Mat. 5, 22-29; 13, 42-50;
18, 9); (Mc. 9,44). (Apo. 19, 20; 20, 9 y 15; 21, 8); (2 Pe. 2,4)
- Jesucristo revela a los hombres que pueden condenarse eternamente en el
-
-
infierno. (Lc. 16, 19-31). Hoy el infierno es tema tabú. El creyente ha de tener
en cuenta siempre esta verdad, para que, según decía San Ignacio de
Loyola, ―Si del amor de Dios nos olvidamos, al menos el temor del infierno,
nos ayude a vivir una vida recta y humilde...‖
Observamos cómo Jesús señaló prototipo de candidato al infierno a quien no
socorre las graves necesidades del prójimo: ―... Porque tuve hambre y no me
disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber...‖ Y candidatos para la
salvación, lo contrario: ―Tuve hambre y me disteis de comer...‖ y ―El que come
mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna‖. (Mat. 25, 35-45)
La misericordia de Dios, sí, es infinita, pero eso no quiere decir que no exista
el infierno ni que todos hayan de salvarse. Ya dice el Apocalipsis: ―sus obras
les acompañarán‖ (Apo. 14, 13)
Infundir.-
- Este verbo se utiliza con frecuencia en nuestra relación con Dios. La gracia
-
de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el
Espíritu Santo. La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por
Él lo mismo que la es y la caridad. Ls caridad es la virtud teologal que
siempre permanecerá en nosotros (1 Co. 13, 13),
El don de la salvación por Cristo nos infunde la gracia necesaria para
perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre
esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el
Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal (Cat.
1811).
Inhabitación.-
- Morada de las tres divinas personas por la acción del Espíritu Santo en el
-
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alma del justo. Dice en (Jn. 14, 23) ―Si alguno me ama, guardará mi
palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él‖.
Son varias las citas del Evangelio y del Nuevo Testamento en que se
habla de la inhabitación, de la intimidad con el Espíritu Santo, con Jesús,
con la Santísima Trinidad. Ante todo cuando ―Y el Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros‖ (Lc. 1,14). Y Jesús es la causa de la inhabitación de la
Santísima Trinidad en nosotros, ―Porque en él habita la plenitud de la
divinidad corporalmente, y por él, que es cabeza de todo Principado y
Potestad, habéis obtenido vuestra plenitud‖. (Col. 2, 9-10).
La comunión del cuerpo y sangre de Cristo es considerada como causa de la
inhabitación: "El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él‖. (Jn. 6, 56). Y este bello texto de San Pablo: ―Si Cristo está en vosotros, el
cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el
Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el
que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. (Ro. 8, 1012). ―Así lo dijo Él: ―Habitaré entre ellos y caminaré con ellos; seré su Dios y
ellos serán mi pueblo‖. (1 Co. 6, 16).
- La fe y la palabra son el inicio de la inhabitación. ―Que Cristo habite por la fe
-
en vuestros corazones‖. (Ef. 3, 17). ―La Palabra de Cristo habite entre
vosotros en toda su riqueza‖. (Col. 3,16). Y hemos de guardar este tesoro,
―Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en
nosotros‖. (Col. 3, 16).
Se trata de una unión muy íntima con Dios que nos hace templos vivos de
Dios y participar en su vida íntima. Esta idea es una de las grandes
fuentes de espiritualidad cristiana.
Ver entradas ―Morada‖. ―Adopción‖. ―Hijos de Dios‖.
Iniciación cristiana.-
- Los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía son los llamados
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―de iniciación cristiana‖. "Sientan las bases de la vida cristiana: los fieles han
renacido por el Bautismo, son fortalecidos por la Confirmación y son
alimentados por la Eucaristía".
Nuestra existencia cristiana camina hacia la salvación. Los sacramentos son
medios que Dios nos da para salvarnos. El bautismo es el primero, el más
importante de los sacramentos en el sentido de que es la puerta para todos
los demás, es el primero: es como el vestido de incorruptibilidad. Nos lleva a
vivir la gracia, el amor, nos hace hijos de Dios; es la participación en la
muerte y resurrección de Jesús. (Jn. 3,2); (Mat. 28. 19-20); (1 Pe. 3, 21); (He,
2, 3).
―Id por todo el mundo: el que crea y se bautice se salvará...‖ (Mc. 16, 15-18)
Figuras del bautismo en el Antiguo Testamento: el diluvio, el paso del mar
Rojo, las aguas de Mará en el desierto, la fuente de la roca, el paso del
Jordán.
La confirmación nos otorga y compromete para una colaboración más
generosa y defender y proclamar Buena Nueva, y dar testimonio con nuestro
ejemplo. En la confirmación se otorga el don del Espíritu Santo por la
imposición de las manos del obispo y la unción con el santo crisma. (Mc.
16,20); (He. 8,15-17 y 19, 5-6). Algunos teólogos prefieren la confirmación
muy próxima al bautismo; antes que la comunión. Otros la prefieren en la
adolescencia cuando el cristiano joven comienza a madurar en la fe. Hoy es
costumbre de recibir este sacramento en la adolescencia, con una larga
preparación catequética.
La Eucaristía es el centro y la culminación de la iniciación cristiana. Y es el
centro de nuestra espiritualidad. (Lc. 22-14; Mat. 26, 20-29; Mc. 14, 17...).
Ver entradas ―Bautismo‖, ―Confirmación‖ y ―Eucaristía‖
Iniciativa.- Ver entrada creatividad.
Inmaculada Concepción.-
- La Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción,
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es una denominación a la Virgen María y un dogma definido por el papa Pío
IX en 1854; sostiene que la Virgen estuvo libre de pecado original desde el
primer momento de su concepción, por los méritos de su hijo Jesucristo,
recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al
respecto.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción contemplamos la
posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostenemos que Dios
preservó a María desde el momento de su concepción de toda mancha o
efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por
ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de
Jesús, Dios y hombre verdadero. La doctrina reafirma con la expresión ―llena
de gracia‖ contenida en el saludo del Arcángel san Gabriel. (Lc.1, 28).
Su fiesta, el 8 de diciembre, siempre ha sido de gran veneración y de
importancia para la piedad popular. Las novenas de la Inmaculada en un
pasado reciente han gozado de afluencia masiva de fieles.
Blancos, sin mancha los corporales que sostienen la Hostia Santa durante la
celebración de la Eucaristía. Blanca, pura, limpia había de ser la Virgen
Inmaculada que mantuvo en su seno durante nueve meses a Jesús, nuestro
Dios. Ella nos enseñará el camino de la verdadera limpieza interior, cuando
nos acercamos a la Eucaristía. Romanos 3,23 dice: "por cuanto todos
pecaron y necesitan la gloria de Dios".
Ver entrada, ―María‖.
Inmensidad de Dios.-
- Atributo divino en cuanto que está presente en todo lugar, especialmente en
-
el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Es tema de contemplación:
―No hay nadie como tú, oh Señor; grande eres tú, y grande es tu nombre en
poderío‖ (Jer. 10,6). ―Porque grande es el Señor, y muy digno de ser alabado;
temible es Él también sobre todos los dioses‖ (1 Cro. 16, 25). ―Clama y grita
de júbilo, habitante de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de
Israel‖. (Is. 12,6). ―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una
esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos‖
(1 Pe. 1,3).
Inmortalidad.-
- Es la propiedad o atributo de un ser de no morir. Así ocurre en nosotros los
-
humanos. ―Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de
él, no muera‖. (Jn. 6,50). Nuestra alma es un espíritu inmortal, creado por
Dios de la nada, a su imagen y semejanza. ―Porque tampoco pueden ya
morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la
resurrección‖ (Lc. 20, 36).
En cuanto a Dios, mejor que inmortal diremos que es eterno, en cuanto que
ni tuvo principio ni tendrá fin, existe por su misma esencia. Tema también de
contemplación. ―Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él
sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén‖. (1 Tim. 1, 17).
Inquietud.-
- Entendemos aquí por inquietud la inclinación, interés de una persona por una
-
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actividad, disciplina, empresa, ideología… Existe una inquietud buena: por
ejemplo interés por la justicia, el amor, una empresa generosa... Otra
inquietud mala si el objeto al que se dirige la inquietud es malo. (1 Co. 7, 3235 y 12, 25-27) (2 Co. 11, 28).
Existe otro tipo de inquietud mala, la preocupación excesiva. Es necesario no
dejarse dominar de ella; si existiera esta inquietud, con paz es preciso
dominarla por medio de ejercicios psicológicos: practicar ejercicios de
relajación y respiración; en reposo interior del alma, en la presencia amorosa
de Dios. Confiar en Dios. (Jer. 17, 7-8), (Mat. 6, 25-34).
Mientras se van resolviendo los problemas procurar la calma. Mantener a
toda costa la disciplina interior. Y lo mejor de todo: ir a la raíz; la ―indiferencia
ignaciana‖. ¿Qué más da en el fondo una cosa que otra? Lo importante es
llegar a Dios, cumplir su voluntad, que Él reine en nuestros corazones.
Ver entrada ―Indiferencia‖.
Inspiraciones.-
- El Espíritu Santo nos envía constantemente su gracia, sus mociones. Es
-
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preciso permanecer atentos y saber discernir. La alerta percepción: Sus
inspiraciones no llevan otra mira que la de moldear nuestra semejanza con
Jesús. Completa fidelidad a ellas. ―Con toda oración y súplica orad en todo
tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos
los santos‖ (Ef. 6, 18).
Quien las atienda será de Dios y Dios será de él. Seguir las inspiraciones de
Dios con el corazón abierto a la lluvia del Cielo. Seguirlas en cualquier forma
que se manifiesten. El alma recogida anda siempre atenta a las inspiraciones
del Espíritu Santo. ―Que no perdáis la cabeza ni os alarméis...‖ (2 Tes.2, 1).
Siempre es necesario discernir si la inspiración viene de Dios o no.
Instintos divinos.-
- Son luces, inspiraciones que obran en nosotros sin deliberación, aunque no
sin nuestro consentimiento. Es como una gracia operante.
Institutos seculares.-
- Podemos definir el instituto de
vida consagrada como una asociación
católica, cuyos miembros, sin ser religiosos, profesan los tres consejos
evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, por un vínculo sagrado, la
consagración, y en virtud del cual entregan la propia vida al seguimiento
-
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-
de Cristo y al apostolado de la Iglesia, comprometiéndose en la santificación
del mundo, trabajando desde dentro de él.
En 1530 santa Ángela de Méricis funda la compañía de vírgenes seglares
que vivían en su casa. Hubo también conatos en la revolución francesa y en
Suiza. Fue sobre todo en el siglo XX, en 1939 cuando comenzó este
movimiento, pero hubieron de desistir; más tarde, el 47, Gemelli lo inició otra
vez. Pío XII publicó la ―Próvida Mater Ecclessia‖ que dio luz verde a los
institutos seculares que deseen seguir los consejos evangélicos.
1970 hubo un congreso en Roma, donde quedaron resueltas todas las
dificultades. Y el Concilio Vaticano II con la ―Perfectae Charitatis‖, respaldó
del todo los institutos seculares. Son verdaderamente personas consagradas.
También se dan en estos institutos los llamados ―no numerarios‖, que viven
en el matrimonio el ideal religioso.
Dejan asomar los frutos de santidad y fecundidad apostólica. Son verdaderas
almas escondidas con Cristo en Dios.
Intención.-
- Nos referimos a la intención que se requiere para el mérito. Se necesita al
-
menos la intención virtual, porque la caridad siempre es activa; mientras no
se cometa pecado mortal, dirige a Dios nuestras buenas obras, vivifica e
informa nuestras virtudes. ―Bienaventurados los limpios de corazón porque
ellos verán a Dios‖ (Mat. 5,8).
Sin embargo si quisiéramos que nuestras obras fueran lo más meritorias
posibles, es menester actualizar la pureza de intención. Esforzarnos,
intensificar con paz.
Internet.-
- Es un medio moderno para el acompañamiento en la fe y para la
evangelización, muy utilizado por la Iglesia, recomendable sobre todo para
informar y relacionarse; también como medio de evangelización sobre todo
por parte de las personas de movilidad reducida o con problemas de
relación directa. Mejor es la evangelización tradicional de persona a persona
o por la voz. Pero ha sido un medio nuevo muy útil. Ha de ir unido a lo que de
verdad ha de ser el alma de todo, la vida interior de oración. A los impedidos
les hace sentirse más útiles que nunca. Es un medio providencial para todos.
Intimidad.-
- La intimidad con Jesús trae paz al alma. La verdadera paz nace en la
-
soledad, en la unión con Jesús. Pero cuando acudimos al sagrario no hemos
de ir buscando el consuelo, sino añorar a Dios. Él nos sostiene y nos dará la
paz interior.
Muchos versículos de la Sagrada Escritura nos conducen a la intimidad
Como ejemplo citamos solamente tres: ―Pues no recibisteis un espíritu de
esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos
-
-
-
adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Rom. 8, 15). ―Todo me ha
sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al
Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar‖ (Mat. 11, 27). ―Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que
él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis‖.
(Jn. 5, 20)
Llama la atención la vida de Carlos Foucauld después de su conversión
porque tomó una devoción íntima y entrañable a Jesucristo eucaristía. Y vive
siempre con el deseo de llevar una vida oculta como Jesús en Nazaret.
Compartir por su amor la dicha de la Santísima Virgen y de San José.
Sumergirnos en nuestra propia intimidad, delante de Dios: Él se manifiesta al
alma en esa intimidad; con nuestra atención recorremos el mundo en busca
de Dios. Permanecer en actitud de escucha, de espera... El proceso de
adentrarse en la intimidad más profunda de uno mismo consiste en un
esfuerzo de recogimiento. Rezar, contemplar y vivenciar íntimamente la
presencia de Dios en nuestra vida. En el fondo del alma siempre reina la paz.
La intimidad con Dios hemos de buscarla para lanzarnos a la evangelización,
no para el exclusivo provecho propio. Sería en este sentido caer en el
―intimismo‖, de una piedad meramente subjetiva.
Invocar.-
- Es demandar ayuda mediante una súplica vehemente. Es buena costumbre
-
para vivir en contacto con Dios, para la oración continua, para que nuestra
vida interior esté siempre actualizada.
Invocar a Dios, a la Virgen María, a los santos para que intercedan por
nosotros, por las intenciones por las que pedimos. Se trata de una súplica
con gran intensidad.
―Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de
todos, rico para todos los que le invocan‖. (Rom. 10, 12). La invocación del
santo nombre de Dios es una alabanza externa o interna a Dios. A veces se
hace con canto. Es un acto de religión. Su contrario es tomar el nombre de
Dios en vano.
Ira.-
- Es un apetito desordenado de venganza. Es un pecado capital. ―Si el volcán
-
de la ira va a explotar en tu boca, respira hondo dos veces, muerde la lengua
y lo apagarás‖. Procurar mejorar el temperamento irascible o taciturno en el
hogar y sitios de relación de manera que reine la mansedumbre y no la ira.
Jesucristo rechaza la cólera contra el hermano. (Mat. 5, 22). La ira perjudica
tanto a quienes la expresan como quienes la sufren. (Prov. 29, 22). ―Ahora
bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones,
disensiones...‖ (Gál. 5, 19-21). Cuando uno se enoja siempre ha de ser de
una manera controlada y con una razón justificada. (Ex. 34, 6; Is. 48, 9)
Isaías.-
- Al profeta Isaías lo consideramos como al más cercano al Nuevo
-
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-
Testamento. Si leemos Isaías, (40, 55), advertimos que nos coloca próximos
a la revelación que nos trae Jesucristo. De hecho es uno de los textos más
recordados en el Nuevo Testamento. Pretende despertar al pueblo dormido
en la desesperanza (40,9 y 52,7). Lo podemos considerar como un aviso
serio a los tiempos actuales para que despertemos de la indiferencia y
vulgaridad en la fe.
El profeta Isaías es uno de los grandes maestros de vida espiritual. Se
recomienda en gran manera meditar a este profeta. Predicó a un pueblo de
―dura cerviz‖ (Is. 48, 4 y 46, 12). Reprendía y amenazaba castigos (Is. 26, 21
y 66, 16). Aplacaba a Dios contra la soberbia del Pueblo de Israel, la
impiedad y el apartamiento de Dios. (Is. 36, 47 y 46, 12).
El profeta Isaías predicó valientemente contra la corrupción. (Isaías 1,4) y
entregó grandes visiones del futuro de Israel (Isaías 25,8).
Aprendemos de Isaías a vivir sometidos a la ley divina, a sujetar las pasiones.
Predica de continuo la conversión a Dios (Is. 8, 15 y 20, 3-5). Prometía a
Israel la misericordia de Dios (Is. 43, 25). No se convirtieron, y Dios castigó a
su Pueblo. También usó la misericordia y lo liberó de la cautividad de
Babilonia.
Ver entradas ―Mesías‖ y ―Profetas‖.
Islamismo.-
- Hacemos aquí mención del islamismo porque existen entre sus miembros
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místicos, personas de fe profunda y nos une con ellos el monoteísmo y
muchas verdades comunes.
La espiritualidad del musulmán está en vivir en sumisión a Dios. Se funda en
el monoteísmo revelado por Dios a Abraham. Consideran los mahometanos
al Corán como libro revelado. Es objeto de veneración y de meditación. Se
guarda en el corazón y es preciso aceptarlo. Las verdades del cielo y del
infierno han de ser admitidas y tenidas siempre en cuenta, pero aquí no las
podemos definir; son verdadero misterio.
En el islam están muy unidas las instituciones religiosas, sociales y políticas.
El musulmán ha de ser testigo delante de Dios y de los hombres. No hay más
que un Dios y Mahoma es su profeta. Y a Dios no podemos conocer. Nos
damos cuenta de sus atributos, pronto advertimos que no pueden conocerlos
más que aquellos a quienes se les ha dado este don.
Guardan silencio ante el misterio de Dios. No podemos enumerar las
alabanzas que le corresponden. Mantienen la adoración mediante el culto.
Sostienen la limosna con bondad, espontáneamente y con sinceridad para
con el Señor. Asimismo la fiel obediencia a las prescripciones de la ley y
amarla. Y han de saber cuáles son los actos obligatorios, recomendados,
permitidos, desaconsejados y prohibidos.
- Dios se da a conocer a nosotros por sí mismo. Se necesita también el
arrepentimiento. El alma es una escala que lleva al conocimiento del Creador.
El Corán habla de rostros que serán resplandecientes mirando a Dios.
Itinerario espiritual.-
- El hombre ha de actuar en el mundo para transformarlo. Aun cuando la tierra
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duerme; nosotros viajamos. Teilhard de Chardin nos habla de la salvación de
la especie humana; condición general a la que se someten las teorías,
hipótesis y sistemas. (Rom. 8, 18-22)
Hemos de aceptar nuestras limitaciones y colmarlas con la fidelidad de Dios.
Vivir nuestra existencia como servicio y filiación. (Is. 40, 30 y 54, 4).
Jesús establece condiciones para entrar en el Reino de Dios. Conversión y
esperanza, tomar la cruz y seguirle. Para el itinerario espiritual hemos de
advertir: ―Yo soy el camino, la verdad y la vida‖ (Jn. 14, 6): camino nuevo de
acceso a Dios en nuestro peregrinar; verdad que es luz para no andar en
tinieblas; vida que es nuestro alimento en la Eucaristía.
Pedro deduce nuestra espiritualidad de pasajes del Éxodo. Pascua o paso
por el mundo. (Mat. 25, 35-45)
Tres fases: a) Nace Cristo en nosotros con el bautismo b) Crecimiento o
maduración por el desarrollo de la gracia en nosotros. c) Triunfo final en el
Cielo.
Dejamos la edad infantil para crecer hacia la salvación. Iluminados por el
Espíritu Santo. (1 Co. 13, 11-13). En el camino recorremos y avanzamos por
la via purgativa, la iluminativa y la mística; de otra manera: purificación,
práctica de las virtudes, visión y transformación de Dios.
El despojo interior se va logrado principalmente en la vía purgativa;
desprendimiento de todo aquello que no sea Dios, a fin de que podamos
unirnos a él en comunión, amor, en la oración y también en la contemplación.
Ha de ir unida la vía mística al apostolado que será más eficaz. Esta vía es el
mejor instrumento de transmisión del mensaje evangélico. La proyección
misional en este estado será plena. Ser conscientes de que quien no avanza
porque no quiere, retrocede.
Tener en cuenta que, aparte de la conversión inicial, se da otro tipo de
conversión continua junto a la Eucaristía, como fruto de ella. Esta conversión
nos ayuda a la salvación del mundo.
La fe sólida y personal da fuerza de convicción: ―Sé de quién me he fiado‖.
Apoyados en Él, valoramos los acontecimientos.
En nuestro mismo itinerario está el amor eclesial: creer con y en la Iglesia; un
solo corazón y una sola alma. En unión con Dios, una mirada de amor hacia
los hermanos oprimidos y marginados.
Unificación mística, conscientes de nuestra poca fuerza. Seguir por la
aventura de Dios aunque nos tomen por locos y sin patente de santidad, ojalá
lleguemos a la verdadera espiritualidad; hacia la transformación propia y de
nuestro ambiente.
- Sentido de autenticidad en la relación con Dios Padre y nuestra vida. Unidos
-
al Señor formar un solo espíritu con Él. (1ª Co. 6,17). No crear caminos
extraños. Perdernos en el corazón de Dios.
Ver entrada ―Abecedario espiritual‖.
J -. Jaculatorias.-
- La jaculatoria es una oración muy breve que se puede practicar en cualquier
-
-
momento del día, incluso en el trabajo. Ayuda al cristiano a su unión con Dios
y a la oración continua. Existen millares de estas oraciones breves. Algunas
muy clásicas, como ―Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío‖. Y aquella
que aprendimos al comenzar a hablar: ―Jesús, José y María, os doy el
corazón y el alma mía‖.
El mismo Jesucristo recomendó la jaculatoria para orar: ―Cuando oréis no
utilicéis muchas palabras como hacen los paganos pensando que por hacerlo
serán mejor escuchadas sus oraciones. Vuestro Padre del Cielo ya conoce lo
que necesitáis‖ (Mt 6, 7-8).
Y fue Jesucristo con su ejemplo quien nos ayuda a practicar la oración
jaculatoria, sobre todo en tiempos especiales: ―Padre, si es posible pase de
mí este cáliz… (Lc. 22,42). ―Padre; en tus manos encomiendo mi espíritu‖
(Lc. 23, 46). ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mc, 15,
33-34); y otras palabras en la cruz (Lc. 23, 33-48); (Mat. 27, 35….) (Mc.15,
24…); (Jn. 19, 26 y sig.). Asimismo cada una de las peticiones del Padre
Nuestro son verdaderas jaculatorias. (Mat. 6, 9-13; Lc. 11, 1-4).
Jesucristo.- Jesús.- Cristo.-
- La persona de Jesucristo es el centro del Evangelio; no citamos textos: basta
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con la lectura detenida de los mismos para que de inmediato lo advirtamos.
Jesucristo no es persona humana, es persona divina, la segunda de la
Santísima Trinidad.
―Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre que nació de la Virgen María‖.
Es el Señor y Mesías. (He. 2, 36). Jesucristo es Dios, el Verbo de Dios hecho
hombre; tiene naturaleza humana y divina. Y una sola persona, la segunda
de la Santísima Trinidad. (Jn. 1).
En Jesús florecen todas las virtudes, para gloria de su Padre y provecho
nuestro. Contemplemos esta disposición radical y primordial de Cristo a vivir
todo entero para su Padre. (Fil. 2, 6-11).
Es el sol de las almas que de Él reciben toda gracia liberadora y todo influjo
de salvación. Hemos de girar hacia Él. (1 Jn. 4,10).
Jesús es el Señor resucitado. En Jesús hallamos apoyo especial. Es imagen
de Dios, el Hijo de Dios. Los cristianos estamos invitados a tener sus mismos
sentimientos. (Fil. 2,5). Miramos a Cristo resucitado, fuente de vida para
cuantos se unen a Él por la fe y por los sacramentos. Es Dios cercano a
nosotros.
- Jesucristo es nuestro salvador. (Ef. 5, 23); (Fil. 3,20); (2 Tim. 1,10); (Tito 1,4;
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y 3, 6); (2 Pe. 1, 11; 2, 20; y 3,3); (1 Jn. 4, 14).
A Jesucristo (40 veces en el N.T.) le llamamos también Jesús (877 veces en el N.T.), Cristo
(201 veces), el Maestro (23 veces), el Mesías (63 veces), el Hijo de Dios (43 veces), el
Hijo del hombre (83 veces). Después de la resurrección es el Señor.
En el arte se le representa de distintas maneras, dependiendo lo que quiera
destacar en Él el artista, por ejemplo: el Jesús hierático, distinto del Jesús
acogedor, lleno de bondad, ejemplo la acogida a la adúltera y a la mujer de
mala vida. (Jn. 8,1-11); (Lc. 7, 36-50).
Jesús en la cruz es verdadero valor expiatorio por todos los pecados
cometidos. (Heb. 2, 17 y 13, 11). Él nos penetra y vivifica; estamos inmersos
en Él. Somos atraídos a su vida personal: todos con Él formamos el Cuerpo
Místico de Cristo. (1 Co. 12, 27)
Cristo, el dispensador de fuerza celestial. Nos invita a llevar una vida
incorporados a Él. (Rom. 8, 13). Somos una cosa con Él (Rom. 6, 5). Cristo
es la manifestación perfecta de Dios (Jn. 17, 3), y es la vida que no puede ser
comprendida sino por el Espíritu.
La fe es el primer paso para llegar a Jesús, como fin escatológico: ―Quien
cree en el Hijo tiene la vida eterna‖. (Jn. 3,36)
Celebramos a Jesucristo en la liturgia, con himnos y cánticos. Darle gloria por
el credo, por el amor. La cumbre de la celebración es Jesucristo, la
Eucaristía. ―Sigue con Jesucristo y Él crecerá en ti‖.
Jesús es el Señor; esto se expresa en el título de Cristo en la Iglesia (Fil. 2,
5,11); Él está con nosotros. La Iglesia es como su cuerpo; derrama sobre ella
la salvación por el Espíritu. Permanecer en la Iglesia sin aislarnos. Pese a los
fracasos, la comunidad eclesial ha de seguir a Jesucristo.
Jesús ha venido a anunciar a un Dios cercano y familiar y que es invocado
por el hombre con total confianza. (Mat. 4,17). Los santos han tenido
profunda experiencia de Cristo y total entrega y consagración a Él. Y se
realiza esta experiencia por el amor.
Los sacerdotes y la evangelización son para el encuentro personal con Cristo
y el hombre se une del todo a Cristo en la Eucaristía. Cada uno acoge Cristo
en su propia existencia y penetra progresivamente en el misterio. Encuentro
personal, íntimo y perseverante. No amamos a Cristo porque ha sido bueno
con nosotros, sino sobre todo porque es la revelación escatológica del Amor
Absoluto. (Ef. I, 4-14). Por eso exige amor absoluto.
Su mirada tenía algo, llegaba hasta el fondo del corazón (Mc. 10, 21); su
palabra reflejaba autoridad; su libertad resultaba misteriosa y
paradójicamente viene de su obediencia al Padre. No se manifestó de
manera fulgurante hasta el Tabor (Mat. 17, 1-6; Mc. 9,1-8; Lc. 9, 28-36) y
después de la resurrección.
Jesucristo se manifiesta misericordioso. Tratar a Jesucristo como verdadero
amigo, no como amigo imaginario. (Jn. 15, 13; 15,15). La Eucaristía es una
realidad sensible que nos ayuda a fijar nuestro corazón humano en Él.
¡Cuándo llegaremos a ser los verdaderos enamorados de Jesucristo! Quien
desea vivir la virginidad considera a Jesucristo esposo de su alma.
- Ver entradas ―Hijo de Dios‖, Mesías‖, ―Hijo del hombre‖.
José.- San
- Esposo de la Virgen María, custodio de Jesús y padre putativo. (Lc. 1,27; 2,
-
4, 41; 16) (Mat. 1,18; 19-24; 2, 19-21). Es patrono de la Iglesia universal;
abogado de la buena muerte. Es su devoción muy privilegiada y apreciada a
través de los siglos. Es el santo más importante del cristianismo, después de
la Virgen María.
―Esposo de la Virgen, custodio del Señor, llévanos a María y por María a
Dios; llévanos a María y por María a Dios‖.
La fiesta de san José se celebra el 19 de marzo. Aunque sea tiempo de
cuaresma hemos de procurar fervor, agradecimiento y entrega generosa
como él.
Juventud.-
- La juventud es una edad intermedia entre la infancia y la madurez. Llega
-
-
-
hasta los 30 años. A partir de la década de los 60 del siglo XX, se advierte un
movimiento en el sistema de valores y actitudes culturales.
Podemos considerar hasta la década de los 60 la era la juventud más de tipo
familiar y religioso - social. Seguía una moralidad religiosa apoyada por la
familia; con gran lealtad a los valores religiosos. La familia institución clave.
Hacia la mitad de la década de los 60 (coincide con el posconcilio), comienza
un período crítico en la juventud. Recordamos la revolución del 68, sobre
todo en Francia. Se notó una tendencia al personalismo, hacia la solidaridad;
se da gran importancia a la espontaneidad de los instintos, sobre todo el
sexual. Va perdiendo el influjo de la Iglesia cristiana y comienzan a decaer los
valores tradicionales de la vida religiosa, familiar. Es mayor el individualismo,
egocentrismo, aunque emprendedor en algunos aspectos. Es menor la
creatividad y mayor el gregarismo y la pasividad. Comienza a florecer la idea
de solidaridad. Aumenta protesta tipo revolucionario; los ideales nacionalistas
y separatistas sustituyen a los religiosos; y una mayor fuerza del yo
permisivo, solidario y respetuoso con la libertad.
La fe en Dios: en 1974 el 6,5 por ciento se declaraba no creyente; en la
actualidad ha crecido este porcentaje hasta el 25 por ciento, y pasa con
creces en algunas regiones. Con frecuencia se expresa la denuncia
contestataria.
En algunos sectores eclesiales siguen conservándose entre la juventud los
valores tradicionales y religiosos, con una finura mayor que hace cincuenta
años.
Jubilación.-
- La jubilación es un tiempo privilegiado en que la persona dispone de amplia
libertad y júbilo. La palabra jubilación proviene del latín "iubilare" (gritar de
alegría).
- Ya no estarás sujeto a 8 horas de trabajo. Es preciso aprovechar el tiempo.
-
Un día puede ser muy bueno si consigues centrar tu energía en realizar
actividades para ayudar a otros y conservar tus facultades, que te permitan
sentirte activo. Ocupa tus horas con provecho y haz lo que antes no podías
por cuestiones laborales.
Es preciso aprovechar el tiempo de jubilación; entregarse más a la oración y
a las buenas obras, compartiendo nuestras cualidades carismas con cuantos
podamos.
¡Cómo han querido los santos unos años de buena preparación para ir a
Dios! Libres de cargos, de responsabilidades, dejando su puesto a otros más
jóvenes para buscar con mayor intensidad a Dios; para llorar entre el
vestíbulo y el altar por los pecados del mundo (Joel, 2,17). Gracia grande de
Dios si nos permite estos años de preparación de la tercera edad.
Judaísmo.-
- Nos fijamos principalmente en su espiritualidad. La santidad aparece
-
-
vinculada al pueblo judío con un espíritu de bondad y verdad. ―Sed santos,
porque yo soy santo‖. (Lev. 19,2). Para Israel la santidad incluye un ideal de
perfección moral y distingue a Dios del profetismo.
El sábado es el día dedicado al Señor y al descanso religioso. Se dan
distintas fiestas en el año. Y el camino del desierto está lleno de relación con
Yahvé.
Gran importancia a la Alianza; buscar a Dios y tenerlo presente. ―Convertíos
a mí y yo volveré a vosotros‖. (Zac. 1,3). ―Paz al que está lejos, y paz al que
está cerca‖. (Is. 57,19). En el matrimonio se refleja el pacto de Dios con
Israel.
La Torah, ley a cumplir, observancia, la diáspora.
Jueves Santo.-
- Celebramos en este día la Institución de la Eucaristía, del sacerdocio y del
mandamiento nuevo. Ser grande es tener la disposición de servir a los demás
y de hacerlo con desinterés y generosidad, como Jesús. Cristo mismo nos
invita a servir a los demás, así como también él lo hizo: ―Pues si yo, el
Maestro os lavé los pies…‖ (Jn. 13, 14). Agradecimiento a Jesús que se
queda entre nosotros. Agradecimiento a Jesús por el mandamiento del amor.
―Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he
amado, amaos también unos a otros‖. (Jn 13, 34).Planificar en nuestro
corazón una vida de veras eucarística y de entrega a los hermanos. Cristo
decidió quedarse para siempre con nosotros; y pudo hacerlo porque es Dios.
Juicio.-
- El juicio de Dios. La fe de la Iglesia es que después de que el hombre
muere existe el juicio particular. Al fin del mundo, el juicio universal. Existe
una sentencia cristiana que merece ser tenida en cuenta: ―Piensa en las
-
-
-
-
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postrimerías, y no pecarás‖.
Estar siempre preparados y esperar con confianza a escuchar la voz amiga
de Jesús que nos diga: me acompañasteis en el calvario...entrad ahora
conmigo en la gloria. ―Tened confianza, yo soy‖ (Mc. 6, 49-50). Y le diremos
con el salmista: ―Ahora que me cercan las sombras de la muerte, no temo;
porque Tú estás conmigo.‖ (Salmos 91, 34, 35, 37...)
Y pensar lo que Jesús nos dice en el Evangelio sobre el día del juicio: ―Venid
benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino… porque tuve hambre y
me disteis de comer… y a los malos, id malditos al fuego eterno porque tuve
hambre y no me disteis de comer... (Mat. 25, 34 y sig.).
Jesús apela al juicio final cuando no quieren los pueblos oír la palabra de
Dios: ―En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a
Sodoma y Gomorra, que a aquella ciudad‖ (Mat. 10, 15 y 11, 22-24). Y
daremos cuenta a Dios de nuestras palabras desconsideradas. (Mat. 12, 36);
(Lc. 11, 31-32). ―Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo,
porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que
me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo
he pronunciado, esa lo juzgará en el último día‖. (Jn. 12, 47-48).
También en las cartas de los Apóstoles aparecen textos relacionados con el
juicio final, (Ro. 2, 2-5); (Heb. 9, 27); (Sant. 2, 12-23); (2 Pe. 2-9 y 3, 7); (1
Jn. 4, 17); (Jud. 1,6); (2 Tim. ,1); y (Apo. 14, 7 y 20, 4-13).
Nuestro juicio personal. Hemos de vigilar nuestro pensamiento para no
juzgar en nuestro interior con falta de equidad y de amor. ―No juzguéis, para
que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la
medida que uséis, la usarán con vosotros‖. (Mat. 7, 1-2); (Lc. 6, 37). ―No
juzguéis según apariencia, sino juzgad según un juicio justo‖. (Jn. 7,24). ―Tú
que te eriges en juez, sea quien seas, no tienes excusa, pues, al juzgar a
otro, a ti mismo te condenas, porque haces las mismas cosas, tú que juzgas‖.
(Ro. 2, 1) ―Tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu
hermano? De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios‖. (Ro.
14, 10).
Hemos de juzgar con buen espíritu. ―Pues el hombre natural no capta lo que
es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de
percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio,
el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de
nadie‖. (1 Co. 2, 14-15). ―Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que
venga el Señor‖. (1 Co. 4-5). ―Quién eres tú para juzgar al prójimo?‖ (Sant.
4, 12).
Juramento.-
- Es la invocación del nombre de Dios en testimonio de la verdad. En el
-
Antiguo Testamento era muy frecuente el juramento; aparecen alrededor de
doscientas citas. Y recordemos que el Decálogo dice ―No tomarás el nombre
de Dios en vano‖.
El criterio de Jesús con relación al juramento es este: ―Pero yo os digo que no
juréis por nada ni por nadie. No juréis por el cielo, porque es el trono de
-
-
Dios...‖ (Mat. 5,34). Y recrimina a los fariseos tan proclives a jurar, (Mat. 23,
16-23). Y el Apóstol Santiago nos dice: ―Y sobre todo, hermanos míos, no
juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni hagáis otro tipo de juramento; que
vuestro sí sea sí, y vuestro no, no, para que no caigáis bajo condena‖. (Sant.
5,12).
El Nuevo Testamento nos recuerda el juramento de Dios a Abraham ―El
juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de
temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y
justicia, en su presencia, todos nuestros días‖. (Lc.1, 73-75); (Heb. 6, 13-22).
Y en (He. 3,30): ―Sabía que Dios le había jurado con juramento sentar en su
trono a un descendiente suyo‖. En (Heb. 3,10-11) ―Por eso me indigné contra
aquella generación y dije: Siempre tienen el corazón extraviado; no
reconocieron mis caminos, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán
en mi descanso‖.
En consecuencia, hemos de tener cuidado y mucha prudencia con el
juramento. Dicen los exegetas que el juramento de suyo no es bueno, y que
los cristianos deben guardarse tal fidelidad que no haga falta jamás el
juramento. En ocasiones el juramento puede ser lícito, y lo sabemos por otros
pasajes de la Sagrada Escritura y por la práctica de la Iglesia. El sentido de
las palabras de Cristo es que no hay que jurar si no es que la necesidad lo
exija.
Justicia.-
- Esta virtud invita a dar a cada uno lo que le pertenece. Importa en lo
-
-
-
individual y en lo social. De ella se derivan la piedad (deberes con los padres,
con Dios...), la gratitud, la verdad, liberalidad y epiqueya.
Y recordamos las bienaventuranzas: ―Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de justicia, porque ellos serán saciados‖ (Mat. 5,6).
En este sentido se identifica con la bondad de que nos habla la Biblia. Y
resulta más conforme con la generosidad, sin cicaterías, sin el rigor de lo
estricto, como más virtud divina. Así era la idea del P. Arintero: ver la justicia
como perfeccionada con el don de piedad, que nos inspire sentimientos de
ternura para con Dios. Esa es la verdadera justicia. Entrañas de misericordia
con el prójimo.
Son muchas las alusiones en la Sagrada Escritura a la idea de la justicia.
Solamente incluimos estas: ―El que va tras la justicia y el amor halla vida,
prosperidad y honra‖. (Prov. 21,21). Porque Dios ―pagará a cada uno según
lo que merezcan sus obras‖. (Rom. 2,6). ―Tú, en cambio, hombre de Dios,
huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
constancia y la humildad‖. (1 Tim. 6,11). ―Más bien, buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas‖. (Mat. 6,
33).
Somos movidos por el Espíritu Santo para la justicia: ―Pues a nosotros nos
mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia‖.
(Gal. 5, 5).
Para potenciar la virtud de la justicia conviene no adquirir deudas y pagarlas
-
cuanto antes, una vez adquiridas. Tratar bien lo ajeno. No acepción de
personas.
Derivadas de ella son estas: piedad, obediencia, dulía, gratitud, veracidad,
equidad, afabilidad, liberalidad, fidelidad y simplicidad.
El Derecho será, sí, necesario para garantizar unos mínimos, pero no nos
dejemos llevar de lo meramente ―justo‖, que nuestro corazón se desborde de
misericordia como el de Dios.
La Justicia que nace de la caridad, tiene en su ánimo alcanzar las buenas
costumbres y todas las virtudes. La justicia también mantiene al hombre en
presencia de la verdad eterna de Dios.
El hombre justo vive con íntimo amor.
El hombre justo camina a Dios con inclinación fruitiva y permanece en Dios. Y
sale a todas las criaturas con amor.
El hombre justo recibe a Dios con todos sus dones.
El hombre justo con la fuerza de Dios puede comunicarse y darse a la
justicia.
El hombre justo permanecerá amando, deseando, dando gracias y alabanzas
a Dios Padre. (Ruysbroeck)
Ver entrada ―Virtudes cardinales.
Justicia de Dios.-
- Entendemos por justicia de Dios, de una manera especial, esa actividad por
-
-
la que Dios nos pone en posesión de los bienes celestiales; alcanza al
hombre en su ser más profundo.
La Justicia de Dios está avalada por la ley y los profetas. (Gal. 3,21) La
Justicia de Dios será la fidelidad de Dios a sus promesas. Jesucristo en la
cruz es la suprema manifestación de esta Justicia de Dios. Y exhorta San
Pablo: ―Revestíos del hombre nuevo creado según Dios en justicia y santidad
verdaderas‖. (Ef. 4, 24).
El Dios de la Biblia es ante todo el Dios de la misericordia, compasivo,
clemente y paciente. (Ex. 34, 6); pero también es Dios de ―cólera‖. (Sof. 1,
15-18). Solamente Cristo puede salvarnos de la cólera. (Ro. 5,9). Al fin del
mundo aparecerá la justicia de Dios. Ver Mat. 25.
Justificación por la fe.-
- Por la gracia somos salvados y mediante la fe, don de Dios. Para que nadie
-
se gloríe, no viene la justificación por las obras. (Gal. 3 y Ro. 3,28). Pero la
respuesta del hombre es necesaria para llegar a la justificación, creer en
Dios, observar sus mandatos; el hombre ha de colaborar a su salvación que
es por pura gracia; con fe recibirán la salvación. La salvación en realidad no
es obra del hombre sino de la gracia.
Los contenidos de la justificación por la fe sin obras de la ley deben
determinarse en el contexto polémico en que se compuso el escrito de (Gal.
3, 6-29); no trata el Apóstol de negar el valor de las obras; este texto de
Pablo pretende ante todo presentar a Jesucristo como único fundamento para
apoyarnos en la fe en Él que es nuestro salvador.
Justificados.- Justificación.-
- Entendemos por justificación la operación por la cual Dios nos hace justos
-
-
-
evangélicamente; también el efecto de esta operación en nosotros. Las
epístolas de san Pablo a los Romanos y a los Gálatas aclaran este tema.
Esta justificación es gratuita. (Ro. 3, 22-26). Nos viene de la fe en Dios, justo
y justificante (Ro. 3,26 y Gal. 2, 16). Somos justificados en la sangre de
Cristo. (Ro. 5, 9).
Fuimos justificados por la muerte de Jesús; fue para nosotros la vida, la
reconciliación. Gratuidad del amor de Dios, rico en misericordia que abre el
camino de la salvación; aceptarla. Estando muertos nos resucitó; hemos sido
amados antes de toda respuesta y por pura gracia; no por nuestras obras, sí
con nuestra colaboración. Permanecer siempre abiertos al don de Dios. (Ver
Ef. 2, 1-10).
La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de
justificación que: ―Le hace capaz de creer en Dios, de esperar en él y de
amarlo mediante las virtudes teologales; le concede poder vivir y obrar bajo la
moción del Espíritu Santo mediante los dones; le permite crecer en el bien
mediante las virtudes morales‖. ―Justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios‖. (1 Co. 6, 119. ―Santificados y
llamados a ser santos‖ Los cristianos se convierten en ―el templo del Espíritu
Santo‖. (Cat.)
Reconocemos el amor de Dios en su creación, justificación, encarnación,
redención, eucaristía. El amor de Dios justifica. ―Murió por nuestros pecados
y resucitó por nuestra justificación‖. (Ro. 5). Resurrección para nuestra
justificación.
K.Kempis.-
- Después de la Biblia, ―La Imitación de Cristo‖ del padre Tomás de Kempis es
-
el libro de espiritualidad que más ediciones ha tenido a lo largo de la historia.
Kempis fue un hombre santo con un carisma especial. Sufrió mucho. Por eso
nos habla de contradicciones, humillaciones y desengaños.
Sufrió también en el orden afectivo, de tal manera que llegó a decir. ―El amor
de la criatura es engañoso y mudable.‖ Por eso descubre mejor la amistad de
Jesucristo. Libro digno de lectura continua. Tomás de Kempis llegó a decir:
―Señor, sé tú mi particular amigo, porque todos mis amigos me han
abandonado‖.
Kerigma.-
- Designa la predicación global de la buena nueva de la salvación, el primer
-
-
-
choque del Evangelio, la trompeta para el anuncio más importante. Es el
anuncio del mensaje por medio del heraldo. Trata de transmitir el anuncio de
la fe, haciendo fundamento de ella la resurrección de Jesucristo, según lo
hizo San Pedro. (He. 2, 14-41).
La raíz de esta palabra aparece 61 veces en el Nuevo Testamento. Así
podemos comprobarlo entre otros textos en: (1 Tim 2,7; 2 Tim 1,11 y 2 Pe
2,5), Cristo es el verdadero heraldo de Dios; el mensaje y su principal
proclamador. San Juan lo presenta como el exegeta del Padre (Jn 1,18) y
también Lucas (Lc 24,27). También podemos comprobar en (Mt 12,41; Lc
11,32; Rm 16,25; 1 Cor 1,21; 2,4; 15,14; 2 Tim 4,17; Tit 1,3).
Dios, fiel a su promesa, es capaz de dominar la muerte y darnos la
resurrección. En Pentecostés se cumple la fuerza dada a David. Se anuncia
al Señor resucitado; la Buena Noticia: Jesús es el Mesías y Salvador.
Llamada a la conversión.
No es un simple moralismo, sino el realismo de la vida de Cristo que no
carece de normas, aunque está más allá de las normas en su impulso y en su
objetivo.
Koinonía.-
- Significa comunión. En teología sugiere la comunión eclesial y los vínculos
-
-
entre los miembros de la Iglesia; consideramos al Espíritu Santo como
aglutinante de la koinonía. Es lo divino que inunda a la humanidad cristiana,
es una verdadera unión entre los miembros de la Iglesia por medio del
Espíritu Santo. El Espíritu actúa en la inteligencia y en la voluntad de los
hermanos, los afianza en la unidad más pura. La Iglesia es koinonía con la
Trinidad y en la Trinidad.
Es unidad entre el Cristo y los muchos. Los primeros cristianos se mantenían
constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los Apóstoles, (He. 2.42;
4.32). En los Hechos de los Apóstoles se nos habla también de la comunidad
de bienes, consecuencia de un amor carismático, pero nunca se negó la
propiedad privada; había una voluntariedad de la ofrenda y de la ayuda al
necesitado. Se procuraba practicar el desprecio de las riquezas (Mt 6, 25-34);
era algo de imitación de la vida en común que Jesús vivía con sus discípulos
(Lc 8.1-3; Jn 12, 4 sig.; 13, 29).
Ayuda la koinonía a la comunidad a santificarse y a caminar en paz y amor.
Es preciso fomentarla como lo han hecho muchos santos a lo largo de la
historia de la Iglesia.
L.- Labios.-
- ―Abre, Señor, mis labios y mi boca publicará tus alabanzas‖ (salmo 63, 4).
Los labios son la palabra en estado naciente; al abrirse expresan el fondo del
corazón; revelan el fondo del mismo, bueno o malo. ―Libra mi alma, oh
-
-
Yahvé, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta‖. (Salmo 120, 2). Han
de pronunciar sin mentira ni doblez.
Para exponer la palabra de Dios han de purificarse, como en Isaías. “Y voló
hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido,
tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He
aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado (Is. 6,
6-7).
―Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como
cachos de granada detrás de tu velo. (Cant. 4,3)
Lágrimas.-
- La Teología mística entiende y explica el don de lágrimas. Se cree que
-
-
procede de una experiencia intensa de Dios que se desborda en lágrimas,
como escape de la carga emotiva que se mantiene en el alma. Son de gozo,
agradecimiento, emoción. Santa Teresa de Jesús lo comparó al estado de
contemplación.
Algunos casos que nos recuerdan el don de lágrimas en la Biblia: José al
darse cuenta de en Egipto de que eran sus hermanos (Gen. 42, 24 y sig.).
También cuando llegó en otro viaje Benjamín (Gen. 43, 30).
―Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados‖ (Mat. 5,5).
Lágrimas de Pedro, cuando Jesús le pregunto tres veces si le amaba. (Jn. 21,
17). Lágrimas de Pablo, no para entristecer, sino para que conocieran su
amor (2 Co. 2,4).
San Ignacio de Loyola experimentó el don de lágrimas. Su corazón fue
capturado por el Señor. Podía considerarse en él como un medio de
comunicación con Dios sin palabras. Es como un presagio añorante de la
felicidad eterna.
Lámpara.-
- La idea de lámpara siempre ha tenido para los católicos un sentido místico.
-
―Encender - como reza el epigrama - una lámpara en vez de maldecir la
oscuridad‖.
Ya dijo Jesús. ―Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del
celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en
la casa‖. (Mat. 5, 15)
"La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará
luminoso‖ (Mat. 6,22)
Recordamos la parábola de las vírgenes necias y prudentes con un
simbolismo muy parecido. (Lc. 11, 34-36)
Y decimos con frecuencia en el salmo 18: "Enciende tu lámpara señor, tú
señor iluminas mis tinieblas"
Laxitud de conciencia.-
- Conciencia laxa es aquella que juzga asuntos pecaminosos como
-
-
indiferentes o buenos. Es preciso a quienes sufren esta anomalía espiritual
formar bien su conciencia con la ayuda de un director espiritual.
Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e
incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están
corrompidas. (Tito 1, 15-16). Los que miran la paja en el ojo ajeno y no ven la
viga en el propio. (Lc. 6, 41-42). Los que están por dentro llenos de robo y
desenfreno. (Mat. 23, 24-26)
Preguntarse a ver si se tiene este tipo de conciencia para poder corregirla
con ayuda de un director espiritual. Formarse con humildad. Pedir a Dios luz
para ello. Próxima a esta conciencia es la llamada farisaica.
Lazos de amor mariano.-
- El movimiento Lazos de Amor Mariano (LAM) fue fundado el 16 de julio del
-
-
año 1999, por José Rodrigo Jaramillo Fernández en Medellín. Fue en los
comienzos un grupo de oración, que comenzó a reunirse todos los viernes.
Fue derivando en una experiencia profunda de Jesús y la Virgen María,
vivencia radical de los compromisos bautismales, por la consagración total a
Jesús por María; ferviente ardor apostólico por la salvación de las almas. La
comunidad se ejercita en retiros espirituales de conversión con: niños,
jóvenes, noviazgos y matrimonios.
Realizan jornadas de oración ante Jesús Eucaristía, en diferentes parroquias,
siempre con estrecha relación con la Virgen María, y enseñanza de la
Palabra de Dios a la luz del Magisterio de la Iglesia. Además de esto se
cuenta con obras de beneficencia con ancianos y enfermos, prestándoles
acompañamiento y amor.
Existe, además, un proceso denominado ―Escuela de María‖ donde se
capacita al entregado a la causa en el estudio de las Sagradas Escrituras,
Virgen María, Apologética, Moral, etc. Es fundamental la devoción a la Santa
Eucaristía, amor filial a la Santísima Virgen María y obediencia al Papa. En
América del Sur va tomando mucho arraiga.
Lectura espiritual.-
- Pocas prácticas estimulan tanto la vida interior como la lectura espiritual.
-
Basta mirar la historia de las conversiones para darnos cuenta de que leer
libros santos ha sido una de las causas que más conversiones ha producido.
Ella nutre nuestra oración y nos hace vivir en un clima de Dios durante el día.
Nuestra vida estará, según San Pablo, ―oculta con Cristo en Dios‖ (Col. 3,3).
Quedará poco sitio para la tristeza, para la vanidad y para el cotilleo estéril.
La lectura no ha de ser rápida, sino con paz y sosiego. El agua de la
tormenta, no cala; en cambio la lluvia mansa penetra hasta las profundidades
de la tierra, mueve los manantiales. Algo parecido ocurre con la lectura
tranquila y sosegada. Poco a poco cala tan hondo que hasta los criterios
mueve. Además, influye en la oración que resulta mucho más fácil e incluso
con menos distracciones. ¡Qué bueno hacer pequeñas interrupciones en la
-
-
-
lectura para elevar el corazón a Dios! Más o menos este es el método de
oración benedictino.
Para muchos la lectura espiritual es el ―plato fuerte‖ de su vida interior; es lo
que más influye. De ahí sacan estímulo de oración, de unión con Dios.
Muchos hombres santos aconsejan dedicar al menos, media hora diaria a
esta labor. Tanquerey llega a asegurar que la lectura de un tratado de vida
espiritual podrá suplir, hasta cierto punto, la falta de maestros del espíritu.
Cuando, por la razón que sea, no se puede dar con un buen director, Dios lo
remedia; y uno de los medios de que se sirve es algún libro de espiritualidad.
Importa mucho disponer de una buena biblioteca de estas obras santas. Y no
cansarse tampoco de repetir las que más bien nos hayan hecho.
―Las palabras que yo os he hablado, son espíritu y vida.‖ (Jn. 6, 64). No
abandonar, una vez leído, el libro bueno, volver a él; leer sobre todo lo
subrayado. Por otra parte, la lectura no ha de ser rápida, sino con paz y
sosiego.
Mira entrada ―Autores de espiritualidad‖.
Lengua.-
- El uso de la lengua puede ser fuente de virtud y fuente de pecado o
-
-
imperfección. Es necesario dominarla contra la mentira, la maledicencia y
palabras inútiles. Evitar las conversaciones malas y frívolas, fomentar las
conversaciones santas.
Leemos en la Biblia: ―Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su
lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana‖. (Sant.
1,26). ―Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno
de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la
gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos‖. (Sant.
3,6). ―Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán
cuenta en el día del Juicio‖. (Mat. 12, 36).
Utilizarla para comunicarnos y para alabar a Dios y cumplir su voluntad.
Lenguas don.- Lenguas.-
- El don de lenguas es una gracia gratis dada, es un carisma del Espíritu
-
-
Santo por el que Dios da el don de hablar en lenguas que no
comprendemos, para alabarle inefablemente o para interceder
adecuadamente por una persona.
Es un don que uno no ejerce si no quiere. Puede ir acompañado del carisma
de interpretación de lenguas. El don de lenguas, o más técnicamente la
glosolalia, es uno de los carismas que se enumeran en el Nuevo
Testamento.
Algunos carismáticos afirman haber oído alabar al Señor en lenguas
extrañas; aseguran que el Espíritu Santo induce esta facultad en algunas
ocasiones basándose en (1 Cor 14, 2-4).
En tiempos apostólicos fue un carisma muy especial para la primera
evangelización. ―Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de
-
estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos
y
admirados decían: "¿Es que no son galileos todos estos que están
hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia
lengua nativa?‖ (He. 2, 6-8).
Hoy los carismáticos nos hablan de otra finalidad de la oración en lenguas
puede ser la intercesión y alabanza a Dios. Lo tuvieron, sí, los Apóstoles;
también han disfrutado de este don algunos santos.
Letanías.-
- Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se
-
-
rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas
solo a Dios se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a
la Virgen María (como intercesores) usadas a partir del siglo VII.
Muchas de las invocaciones de las letanías están tomadas de la Biblia.
Hoy también pertenecen al acervo de las devociones cristianas; existen
muchísimas; son de destacar las letanías lauretanas (a la Virgen María) y las
del Corazón de Jesús.
Pero las letanías más arraigadas a través de los siglos son ―Las letanías de
los santos‖. Se rezan y cantan de forma dialogada en las rogativas,
ordenaciones sagradas, el día de San Marcos (letanías mayores) y los días
que preceden a la Ascensión (letanías menores), y en otras circunstancias.
Ver entrada ―Rogativas‖.
Levantar.-
- Levantar los ojos y el corazón a Dios. Elevarnos y buscar las cosas de arriba,
-
-
no las de la tierra. El alma se levanta y apetece descansar en Dios, con
paciencia, humildad y esperanza. Levantados los ojos a lo alto contempla el
palacio celestial, abundante de gloria. (Ruysbroeck)
La Biblia utiliza este verbo con significado místico con frecuencia. Por citar
algo: "Me levanto a media noche para darte gracias por tus justos juicios" (Sal
118,62). A ti, oh Dios, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío. (Sal. 25)
―Daos cuenta: la noche está avanzada, y el día está cerca. Es hora de
levantarnos del sueño‖. (Ro. 13,11).
Levantarse, levantarnos sobre todo después de la caída en el pecado, como
lo hizo el Hijo pródigo: ―Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé
contra el cielo y ante ti‖. (Lc. 15, 18)
Levitación.-
- Fenómeno místico extraordinario. Es una elevación espontánea sobre el
-
suelo de una persona orante. Se habla de casos históricos, como Francisco
de Asís, Javier, Teresa de Jesús y otros.
¿Verdad o leyenda? Dificultad para comprobar.
Leyes.- Ley.-
- San Pablo entiende por ley toda obligación impuesta desde fuera, la ley
-
-
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entregada a Moisés... en sus escritos hace muchas alusiones a la ley. El
significado de este término lo explican más al detalle los escrituristas en la
exégesis de la carta a los Romanos y a los Gálatas. (Ro. 2,12; 3,20; 4,13-16;
5,13-20; 6,14; y sobre todo, 7,7-25). Y hemos de tener en cuenta que
Jesucristo no vino a abolir la ley y los profetas, sino a darles su plenitud. (Mat.
5, 17).
La ley natural, las leyes de la Iglesia, normas litúrgicas, obediencia eclesial y
civil, siempre que no estén en contra de la propia conciencia, deben ser
cumplidas por quienes buscan la perfección. Hemos de observar el decálogo
o ley de Dios o mandamientos, los mandamientos de la Iglesia y las leyes
civiles, siempre y cuando estas no vayan contra los mandamientos de Dios o
de la Iglesia.
El hombre fue creado a imagen de Dios. Ha de amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo por Él, cumpliendo los diez Mandamientos de Dios. Así ha
de ser nuestra respuesta de fe.
La Ley evangélica entraña la elección decisiva entre ―los dos caminos‖ (Mat.
7, 13- 14) y la práctica de las palabras del Señor (Mat. 7, 21-27); está
resumida en la regla de oro: ―Todo cuanto queráis que os hagan los hombres,
hacédselo también vosotros; porque ésta es la Ley y los profetas‖ (Mat. 7, 12;
y Lc. 6, 31).
Y recordemos que en la Última Cena Jesucristo nos dio el mandamiento del
amor (Jn. 13,1-17). Se extiende este mandamiento al amor también a todos
los enemigos (Mat 5, 43-44).
Recordamos lo dicho en la entrada ―Epiqueya‖.
Liberación.-
- Dios nos ha hecho libres: la fe y la esperanza tienen una fuerza liberadora
-
-
ante todo de nuestro egoísmo y ataduras. Nuestra fe nos ofrece un
sentimiento de libertad y de salvación. Buscamos la conversión personal y los
pobres han de ser resultado de nuestra liberación en la sociedad.
La espiritualidad de liberación hunde sus raíces en la Biblia. Descubrir el
rostro de Dios en los pobres. El plan de Dios nos invita a interesarnos por el
problema del hombre necesitado.
La Biblia nos lleva a la espiritualidad de la liberación: ―Toda Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar
en la justicia.‖ (2 Tim. 3,16). ―Porque nuestra lucha no es contra carne y
sangre, sino contra... los seres espirituales de la maldad que están en las
alturas‖. (Ef. 6, 12). Asimismo: (Lc. 1,71). (Fil. 1,19). (Abdías ,17). (Is. 61,1).
(Salmo 32, 7). (Ester 4, 14). (Esdras 9,13). (2 Reyes 19, 31). (1, Sam. 11,13;
14, 45; 19, 5). (Jueces 15, 18). (Gen. 45,7).
La espiritualidad de liberación intenta ser fiel al Espíritu Santo que guía la
historia, sostiene y purifica la acción de los hombres; nos impulsa a descubrir
el problema de los seres humanos.
- El amor de Jesucristo lo vemos sobre manera con los pobres, enfermos y
necesitados; también con los culpables o pecadores.
En el trabajo de evangelización liberadora hemos de poner como base la
oración. La Eucaristía une y empuja al amor y brinda la ocasión para nuestra
entrega comunitaria. Fomentar la ocasión de solidaridad con el pobre.
Liberalidad.-
- Es la virtud que consiste en ayudar o dar sin esperar nada a cambio. Está
-
-
muy relacionada con la generosidad, con la magnanimidad, con la caridad y
con la justicia. Consiste en dar sin negocio, sin esperar recompensa. Es una
virtud hermosa, siempre y cuando se haga por prudencia: o sea, no dar por
encima de las posibilidades o quedándose sin nada, porque se caería en el
defecto de la prodigalidad. La liberalidad han de ejercerla sobre todo los
ricos, los poderosos y los que tienen fuerza física con los más débiles...
La liberalidad modera el amor a las riquezas e inclina al hombre a
desprenderse fácilmente de ellas en bien de los demás, dentro de un recto
orden.
En la parábola del Buen Samaritano se nos describe un ejemplo de
liberalidad. (Lc. 10, 30-5). ―Así que, mientras tengamos oportunidad,
hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe‖.
(Gal 6, 10). Pablo exhorta a participar en el servicio en bien de los hermanos
(2 Co. 8, 1-9). Y muchos textos en el Antiguo Testamento.
El exceso sería un vicio: la prodigalidad.
Libertad.-
- Se define la libertad como la facultad que el hombre tiene de obrar de una
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manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. La
libertad es un don que Dios ha dado a los hombres; usándola bien nos
dignifica, utilizándola mal, nos envilece. El buen uso de la libertad nos lleva,
con la gracia de Dios, a la felicidad eterna.
Hoy se abusa mucho de la libertad y se deriva en el libertinaje. Incluso el
abuso de la libertad nos puede llevar a la esclavitud propia. La persona ha de
saber ser libre. La libertad cristiana comienza ante todo por liberarnos del
pecado mediante la justificación en Cristo (He. 3,19); (1 Jn 1, 9); libertad de la
ley, abiertos al Espíritu.
El gregarismo impide mucho la verdadera libertad. Para ser libre es necesario
tomar iniciativas y decisiones propias. Y una de las condiciones para poder
ser libre es mantener un estatus económico suficiente para poder subsistir
con dignidad. Con frecuencia la pobreza del indigente suele ir aneja a una
cierta esclavitud.
El espíritu paulino aprecia la liberación del legalismo, para decidir en el amor,
porque el amor quiere ser una invitación a la libertad. (Ro. 2, 12-29; 4, 13-16;
7; 8, 2-7...) (Gal. 2, 16-21; 3, 2-24...). Y hacemos hincapié: ―La creación, en
efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la
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sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción
para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios‖. (Ro. 8, 20-21).
Cristo nos liberó haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Y la
cruz está definida en el amor (Fil. 2, 8). El cristiano es liberado por la gracia
de Dios. Y es necesario corresponder a la gracia hasta ―anunciar la Buena
Nueva a los pobres y la liberación a los cautivos‖: romper las cadenas; una
espiritualidad de entrega (Lc. 4, 18).
Dios ha dejado al hombre a su propia decisión; y nos abre nuevos espacios; y
ayuda a crecer en la fe a cada uno y a la comunidad. Dice Jesús: ―Si os
mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres." (Jn. 8, 31-32)
El modelo del cristiano sigue siendo Cristo, basta leer el Evangelio (Jn. 8, 111; Lc. 8, 43-48). Cristo es el supremo modelo; y hemos de ser obedientes a
su voluntad. Todo esto con vistas a nuestra verdadera libertad humana y
cristiana.
Limosna.-
- Es el dinero o bien que se da como ayuda a un necesitado. Siempre hemos
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de ayudar de manera que no suponga humillación para quien recibe. Hoy
más que limosna gusta llamar a este hecho, dar un donativo o una ayuda.
Los vínculos del Cuerpo Místico son en sí más fuertes que los de la sangre.
Si obramos dentro de estos vínculos, poco a poco la palabra y el concepto de
limosna va desapareciendo y es una comunión de bienes. (Lc. 11, 41; 12, 33;
He. 3, 2-12...).
Recordemos que se trata de una obligación el hecho de compartir en
proporción con los ingresos de cada uno.
Esto nos recuerda el Nuevo Testamento sobre la limosna ―Mas cuando tú des
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público‖. (Mat. 6,3-4). Pero ―dad limosna de lo que tenéis, y
entonces todo os será limpio‖. (Lc. 11,41). ―Vended lo que poseéis, y dad
limosna; haceos bolsas que no se envejezcan‖, (Lc. 12, 33) ―Este, cuando vio
a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen
limosna‖ (He. 3,3) ―El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es,
Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria
delante de Dios‖. (He. 10,4).
Ver entradas ―Diezmos‖, ―Beneficencia‖.
Limpieza.-
- La limpieza es imprescindible en la persona humana: en el cuerpo y en el
alma. Higiene corporal y espiritual. La corporal la hemos ido aprendiendo
desde pequeños. Me fijo, por eso, más en la espiritual y mental: mandar
siempre al cerebro pensamientos positivos y realistas; tratar de perdonar e
incluso olvidar las injurias; pensamientos de paz, justicia, de amor y de
acogida. Esto incluso cuando nos salen las cosas mal. Dentro de los
pensamientos positivos está nuestra relación con Dios y la oración.
Liturgia.-
- La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Cristo que es realizado por los
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-
bautizados. El Concilio Vaticano II define la liturgia como ―la cumbre a la que
tiende toda la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde
mana toda su fuerza‖.
La liturgia no es una devoción personal sino una teofanía. Somos
arrebatados hasta la ―nube‖ de la gloria divina. Hacemos en la liturgia que
nuestra fe sea introducida en la fe de la Iglesia. Se trata de un acto de Dios.
De la Historia de nuestra salvación, presente en la muerte y resurrección de
Cristo.
Quien vive su espiritualidad católica lo hace dentro de la comunidad y por
consiguiente vive inmerso en el espíritu litúrgico tanto en la participación de
los sacramentos como en los tiempos litúrgicos del año.
Ver entrada ―Celebración litúrgica‖.
Llagas de amor.-
- Dice San Juan de la Cruz que hacen más asiento en el alma que las heridas.
Que hieren y traspasan el alma y la cauterizan con fuego de amor
Llamada.-
- La palabra o idea ―llamada‖ en la vida espiritual tiene acepciones diversas.
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Una de ellas puede considerarse como vocación (Ver entrada ―Vocación‖).
Aquí nos fijamos en la llamada que siempre viene de Dios, en el sentido de
que sin ayuda de la gracia no podemos principiar ni continuar ni concluir cosa
conducente a la vida eterna. ―Entre los cuales os contáis también vosotros,
llamados de Jesucristo‖ (Ro. 1,6). El Espíritu Santo nos llama con ―gemidos
inenarrables‖; gracias a su llamada podemos ser buenos y corresponderle.
―Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inenarrables‖. (Rom.
8,26)
Dios nos busca por puro amor, porque Él para ser feliz no necesita de nada.
lo tiene todo. ―Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace
su Señor; pero os digo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he
dado a conocer‖ (Jn. 15, 15). En nosotros está el corresponder, somos libres,
Él nos ha creado libres.
Abrir las puertas del corazón a la llamada del Señor. La llamada de Cristo a la
conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. ―Se han cumplido los
tiempos y se acerca el Reino de Dios; convertíos y creed en la Buena Nueva‖
(Mc. 1, 15) La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para
responder a su llamada. La primera llamada y la justa exigencia de Dios
consisten en que el hombre lo acoja y lo adore.
- Una llamada ardiente para que entremos en su corazón y nos adhiramos a
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Él. ―Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo Unigénito‖ (Jn. 3, 16). Una
llamada de Dios a la conversión. ―Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis
vuestro corazón. (Heb. 3, 7-11 y Salmo 95, 7-11).
Es preciso corresponder, hacer caso a las llamadas del Señor, como sus
discípulos, cuando Jesús les dijo; ―Venid en pos de mí, y os haré pescadores
de hombres‖ (Mat. 4,19). Es su llamada ―causa de nuestra alegría‖ porque
nos ha dado a Jesús. Estar siempre velando para cuando llegue el Señor con
su llamada… "Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez
vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio‖.
(Mat. 25, 1)
Testigos de una llamada de Dios siempre nueva: testigos que intentan
responder a esta llamada y encarnarla del mejor modo posible. ―Vosotros sois
testigos de estas cosas‖. (Lc. 24, 48). La llamada de Cristo da un nuevo
sentido a nuestra vida. Él es quien tiene siempre la iniciativa de la llamada.
Su amor es siempre el primero. Orientar las miradas hacia Aquel, cuya
llamada revela al hombre su verdadera identidad.
Ver entrada ―Seguimiento‖.
Llorar.-
- Llorar nuestros pecados y los pecados del mundo. Ya el profeta Joel (2,17) lo
-
pedía: ―Entre el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes ministros del Señor
y dirán: perdona, Señor, a tu pueblo y no le des tu herencia en oprobio para
que dominen en él las naciones‖.
Ver entrada ―Lágrimas‖.
Locuciones.-
- Son fenómenos místicos extraordinarios: son fórmulas que enuncian
-
afirmaciones o deseos. Pueden ser auriculares, imaginarias e intelectuales.
Las consideramos de mística muy subida. San Juan de la Cruz profundiza en
el tema.
Es preciso siempre el discernimiento de espíritus para apreciarlas.
Longanimidad.-
- Es una virtud que nos da ánimo para tender a algo bueno que está muy
-
distante de nosotros; o sea, cuya consecución se hará esperar mucho. Saber
aguardar. Saber sufrir la tardanza con esperanza. Como virtud humana y
cristiana está relacionada con la fortaleza.
Seguir esta virtud de Dios ―O ¿desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad,
de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios te
impulsa a la conversión? (Rom. 2, 4).
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Luces y esplendores.-
- Fenómeno extraordinario místico: consiste en cierta claridad resplandeciente
que irradian algunos santos, sobre todo en momentos de éxtasis. Caso de
Moisés al descender del Sinaí. (Éxodo 34). Se habla también de este
fenómeno en San Luis Beltrán, Ignacio de Loyola, Francisco de Paula, Felipe
de Neri...
Lucha.-
- La lucha para llegar a la perfección es continua y constante. Contra la
-
-
concupiscencia de la carne. Remedio: mirar a Jesucristo en su pasión;
mortificación. (Job 7,1; 4,6-7).
Lucha contra el egoísmo. Remedio: generosidad, amor, entrega.
Lucha contra la concupiscencia de los ojos: el deseo inmoderado de saber
todo lo que pasa, las intrigas, la curiosidad. Remedio: recogimiento,
mortificación, silencio interior. Miremos la advertencia de san Pablo: ―Por eso,
tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros
firmes después de haber superado todas las pruebas‖. (Ef. 6, 13).
Lucha contra la soberbia de la vida. Es el amor propio excesivo, creerse un
dios. Remedio, referir a Dios siempre las propias cualidades, puesto que todo
lo hemos recibido de Él; por nosotros mismos no somos nada, sino pecado.
El remedio común a todo, siempre es la oración. Y meditar la palabra de Dios
―En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.‖ (Salmo 119,
11). ―Velad y orad, para que no entréis en tentación.‖ (Mat. 26, 41). ―Os he
escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora
en vosotros, y habéis vencido al maligno‖ ―Unánimes luchando por el
Evangelio‖ Sin dejarse amedrentar por los adversarios; luchar con amor y con
convicción. (1 Juan 2:14)
Lujuria.-
- Es el apetito desordenado de la sexualidad. Es necesaria la lucha constante,
-
el dominio propio en este sentido. "Pepegi foedus cum oculis meis ut ne
cogitarem quidem de virgine" (Job 31,1) = (―Yo hice un pacto con mis ojos de
no fijarme en doncella‖).
Ver los remedios para combatir la tendencia a la lujuria en las entradas
―Lucha‖ ―Mortificación‖
Y podemos añadir estos otros medios para combatir la lujaría: vivir un ideal
cristiano a tope, vigilar y orar, devoción y amor a la Eucaristía, a la Virgen
María, confesión frecuente y tomar la mortificación como verdadero deporte
superándose.
Luminosidad.-
- Mateo 13,43 dice: ―Entonces los justos resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre‖. Consiste en un fenómeno místico en que la persona
-
irradia a luz de alguna parte de su cuerpo: manos, cabeza… Se dan muchos
santos que han gozado de este fenómeno, así:
San Felipe Neri, cuando conversaba con San Carlos Borromeo de cosas
divinas, veía el rostro del cardenal brillar como el de un ángel. Igualmente, un
día que San Ignacio de Loyola escuchaba con gran atención a un predicador
en Barcelona, su cabeza se iluminó de pronto y San Felipe Neri asegura
haberlo visto más de una vez en ese estado.
Luteranismo.-
- Consideramos aquí el luteranismo como el error doctrinal, la corriente
-
religiosa por creer que la fe justifica al hombre, rechaza el magisterio de la
Iglesia Católica y tuvo su origen en las ideas de Lutero (1483-1546); se
caracteriza por no admitir al papa ni a los concilios ecuménicos, y tiene como
fuente la Biblia interpretada libremente por la razón individual, ―el libre
examen‖.
Hoy existe una corriente de rehabilitar a Lutero y apreciar muchas cosas
buenas en él. Pero también existe el peligro dentro del pueblo cristiano de
hacer una fe a la carta, interpretar cada uno a su antojo la Biblia,
prescindiendo del magisterio de la Iglesia. El fiel seguidor de Jesús ha de ser
siempre fiel a la fe, siguiendo el magisterio de la Iglesia, no seguir la regla
protestante del ―libre examen‖.
Luz.-
- Jesús es luz verdadera que alumbra a todo hombre (Jn 1, 5- y 9). Pero ocurre
-
-
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como con el sol: sus resplandores nos impiden verlo en su deslumbrante
claridad. Imposible mirar al sol. Pero con filtro, sí. Tratándose de Dios, el filtro
es la humildad.
Jesús es la luz del mundo. (Jn. 8, 12-30). Y nos da su luz para que nosotros
alumbremos: ―Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un
monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un
celemín, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos!‖ (Mat.
5,14 -16).
―Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y
no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si
andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado‖. (1 Jn. 1,5-7)
Dios nos ilumina con su palabra, con su revelación. La luz sugiere la idea de
sinceridad diáfana, de pureza y limpieza plena. La luz es también imagen de
santidad y unión con Dios.
Dios es luz (1 Jn. 1, 5), es un resplandor que ilumina el Cielo, la Tierra y a
todos de buena voluntad. Dios, luz común; y nace del Paraíso una espiga
fructificante que es la gracia de Dios. (Apo. 21,23 y 22, 5). Primero infunde
-
-
Dios su luz al alma, y por esta misma luz el hombre dedica y ofrece a Dios la
voluntad con una libre conversión.
―Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza‖. (2 Jn. 2, 10).
―Verte a ti, la luz, en tu misma luz. Con la luz de la inteligencia gusté y vi en tu
luz tu abismo, eterna Trinidad, y la hermosura de tu criatura. Sabiduría que es
propia de tu Hijo. Y el Espíritu Santo, me ha dado la voluntad que me hace
capaz para el amor. Tú eres el fuego que consumes con tu calor los amores
egoístas del alma. Tú eres también el fuego que disipa toda frialdad; Tú
iluminas las mentes con tu luz, en la que me has hecho conocer tu verdad. Tú
mismo eres la sabiduría, tú, el pan de los ángeles, te has entregado a los
hombres‖. ―Me sacaste a la luz adoptándome como hijo tuyo, y me contaste
entre los hijos de tu Iglesia‖. (Jn. Damasceno).
Nos envía el Señor luces para conquistar nuestra inteligencia. Se apagan las
luces y llegan las tinieblas para despojarnos. Confianza. Nos envía el Señor
celo para su gloria, para la salvación de las almas. Facilidad para obrar la
virtud. Pero con frecuencia nos deja solos.
M.Madurez.-
- Se va adquiriendo la madurez asimilando y resolviendo con paz los conflictos
-
-
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y experiencias y de forma racional. Esta madurez abarca la afectividad y
sexualidad, la razón, la relación con las personas y toda la vida interior. El
amor se va convirtiendo en entrega y no en búsqueda de sí mismo.
La madurez humana se caracteriza por la armonía en todos los elementos de
la persona: asimila la autoridad y la ley sin caer en lo leguleyo, la disciplina, la
fraternidad; sabe enfrentarse con situaciones nuevas; tiene capacidad para
reaccionar ante lo imprevisto; sabe relacionarse con las personas; sabe
perdonar, tolerar, admitir a los diferentes; guarda equilibrio en sus reacciones.
La madurez ha conseguido someter sus pasiones e instintos a la razón; no
coloca su meta en lo parcial sino en lo total; prima en él lo objetivo sobre lo
subjetivo; respeta la evolución de los acontecimientos y de la vida, aprende
de una nueva experiencia.
En la madurez se está abierto por completo a los demás. El infantilismo es
mala cosa, porque supone porque incapacita para asumir el Evangelio en su
plenitud; pensar que nada se tiene que aprender; autosuficiencia,
presunción... y llega incluso a vivir en lugar de la libertad, el libertinaje; suele
ser persona con inestabilidad y volubilidad anímica. Pero no lo confundamos
con la infancia espiritual ―Si no os hiciereis como niños no entraréis en el
Reino de los cielos‖. (Mc. 10, 13-16).
Madurez afectiva.-
- Consiste la afectividad en el conjunto de sentimientos y emociones de una
persona. Las vivencias afectivas, tienen tendencia primaria a determinar la
-
conducta y el gobierno y estilo de vida. Y esto es un peligro para la
maduración de la persona. Por eso es preciso aprender a integrar estos
afectos en el propio proyecto de realización.
Cuando tratamos aquí el tema de la afectividad, lo contemplamos de una
manera más restringida: las vivencias de tipo amoroso o de rechazo en
cuestiones interpersonales.
La persona, célibe o casada, debe mantener su afectividad amorosamente
entregada de acuerdo con sus personales circunstancias, sin desviarla.
Hemos de controlar nuestra afectividad para acoplarla al cumplimiento de
nuestro deber, de nuestra misión. Es necesario que nuestra fuerza interior
guiada por la razón nos ayude a procurar un buen temple psicosomático;
poseer un buen estado de ánimo, sereno y alegre, buen humor. Esta
afectividad bien encauzada fundamenta la autoestima. Y así se llega a
constituir la madurez de la propia afectividad.
Madurez afectivosexual en el célibe.-
- El celibato apostólico implica una independencia afectiva de la familia de
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procedencia y también una ausencia de los lazos afectivos ―naturales‖ que
conlleva la familia de procreación, la familia que uno mismo puede crear. Esto
exige, en la persona célibe, la existencia (previa a la entrega apostólica), de
un grado de madurez compatible con lo trascendente.
Las consideraciones que a continuación expresamos, unas son obra de
psicólogos importantes. Otras de directores espirituales de calidad. No son
normas infalibles; y, sobre todo, el aplicarlas de una manera concreta a una
persona candidata al sacerdocio, resulta una tarea difícil.
La necesidad de querer y de sentirse querido de la persona madura está
siempre configurada dentro de estas características psicológicas a)
autosuficiencia solidaria, b) independencia interdependiente y c) autonomía
responsable. Y la independencia implica que se poseen las suficientes dosis
de autoestima emocional. Ahora bien, la autonomía proporciona la capacidad
necesaria de autocontrol emocional. La vivencia de soledad radical no puede
ser satisfecha por el adolescente.
Y aquí viene el problema de los seminarios: ¿Cuándo se ha llegado a esta
madurez afectivosexual? ¿Cómo advertir esta madurez antes de la
ordenación? Este discernimiento es muy importante y se puede requerir la
ayuda de un psicólogo experimentado.
Pautas de comportamiento afectivo en el celibato. Progresivamente, la
persona independiente, autosuficiente y autónoma debe ir moldeando y
modelando sus afectos. Para ello, es necesario configurar los modelos
básicos: a) el "paterno-filial" y b) el de "ayuda profesional".
a) Configuración de la afectividad según el modelo de relación paternofilial: el tipo de intimidad psicoafectiva saludable para la persona
comprometida por un celibato apostólico sería análogo al que se adquiere por
el vínculo matrimonial. Como ocurre con el matrimonio, la persona llamada a
vivir el celibato apostólico asume, con su compromiso, la responsabilidad de
-
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una ―familia‖ –en este caso la de todos sus semejantes- y por ello la
necesidad de desarrollar actitudes de ―paternidad o maternidad‖ psicosocial.
Le permite tener, de forma natural y sin riesgo de excesos o intromisiones
indebidas, la medida de la expresión afectiva con personas de ambos sexos,
en las diferentes situaciones y relaciones reales. En este sentido, la persona
que vive el celibato apostólico debe evitar toda relación interpersonal o
vivencia afectiva que impliquen o puedan implicar eróticamente su
psicosexualidad. Cualquier apegamiento, indiscreción o trato emocional
incompatibles con el modelo de relación paterno-filial, supondría, por
analogía, un abuso ―incestuoso‖ y un riesgo –o ya un trastorno- de distorsión
de la psicoafectividad propia y ajena.
b) "ayuda profesional". Desde el punto de vista del modelo de ayuda
profesional, el celibato apostólico, en cuanto compromiso de dedicación a los
demás, constituye una de las formas, sin duda la más elevada, de dicha
relación de ayuda o asistencia. Las relaciones psicoafectivas del célibe
comprometido apostólicamente deben transcurrir, por lo tanto, dentro de los
límites exigidos por la relación de asistencia y estar matizada por un sentido
trascendente de ―ayuda profesional‖, que da autenticidad a dichas relaciones
y les sirve de garantía.
La independencia, autosuficiencia, autonomía de ―egoísmo sano‖, capacitan
al individuo para la auténtica entrega.
También la necesidad de experimentar el sentido trascendente de la propia
existencia, como única vivencia que libera y protege psicológicamente de la
soledad emocional; y capacita para la ―soledad confortable‖ que requiere la
entrega a los demás.
Por fin, el desarrollo de las tendencias de paternidad – maternidad
psicológica del ser humano, como experiencia y actitud imprescindibles en el
adulto para una auténtica realización psicoafectiva.
Ver para completar esta entrada las otras de ―Madurez‖.
Madurez espiritual.-
- Para discernir si alguien ha llegado a la madurez espiritual,
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conviene
reflexionar sobre esta serie de criterios:
Seguir los móviles espirituales: a) la voluntad de Dios; b) tender a vivir como
el ―hombre nuevo‖ evangélico; c) perfecto discernimiento del bien y del mal;
d) procurar una docilidad al Espíritu Santo; e) compromiso por Dios y la
salvación propia y del mundo; f) salida de la visión egocéntrica; g) estabilidad
de conversión continua; h) integración de la propia persona en Cristo,
manteniendo esta posición constante; i) compromiso con la evangelización y
necesidades del prójimo, superando los límites del propio yo; amor a la
Iglesia, de la cual se siente miembro.
La madurez del cristiano nos la refleja San Pablo (Ef. 4, 17-32) Exhorta a
despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo... y va
enumerando en esos versículos las cualidades que ha de tener el verdadero
cristiano.
El cristiano adulto tiene distintos signos de madurez. Uno de ellos ha de ser
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el deseo de divulgar la Palabra escuchada. Esto resulta fundamental. El
apostolado es exigencia de la propia madurez. Un pacto serio con Dios: ―Tú
preocúpate de mis cosas, yo me ocuparé de las tuyas.‖ Es la aplicación de
―Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará
por añadidura.‖ (Mat. 6, 33). Dentro de este contexto de madurez se puede
cooperar con los semejantes y con los diferentes.
La madurez cristiana nos va llevando a elevarnos a la trascendencia con
voluntad constante y eficaz, lleva consigo también acoger el dolor, sufrir la
tentación, seguir el itinerario ascético hasta llegar a la madurez espiritual, a la
plenitud de Cristo. (Ef. 4, 7-15).
El plano psicológico y espiritual deben unirse armoniosamente. Pero la
persona neurótica puede tener una espiritualidad válida y auténtica, aunque
no se la puede considerar como madura. Los conflictos con el mal no se
resuelven en neurosis o inadaptación. Siempre queda la armonía y un final de
crisis con superávit espiritual.
Existen místicos con graves deformaciones psicopatológicas. Auténticos
místicos con anomalías. Son dignos de respeto, pero según nuestro criterio
les falta algo para la madurez.
Por otra parte, cabe una íntima relación con Dios dentro de un psiquismo
inmaduro, como seguridad frente a la angustia. Vivencia de Dios como
queriendo dar bienes a quien hay que tener propicio. El remedio del temor es
abandono en la voluntad de Dios.
Madurez psicosexual.-
- El ser humano es sexuado. Cada persona nace con un determinado sexo
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genético y durante su desarrollo va madurando, aprendiendo y configurando
los diferentes aspectos de su psicosexualidad de acuerdo con todos los
elementos de su personalidad.
La actividad sexual no es necesaria ni para la salud ni para la realización del
individuo como hombre o mujer. La persona, célibe o casada (fuera de las
relaciones conyugales), debe mantener su funcionamiento sexual bajo
control.
Tanto el soltero como el casado que vive en la lujuria, aparte del pecado,
nunca llegará a la madurez psicosexual. El ―Don Juan‖ es un inmaduro. El
doctor Marañón decía que el hombre maduro tiende a la monogamia, y es
donde realiza como persona. Lo mismo decimos de la mujer; la ninfomanía
no da la madurez sexual.
En la soltería se exige el autodominio, dedicación intensa al estudio o al
trabajo, preocupación por los demás, sentido de responsabilidad, práctica
religiosa que le permitan gobernar su psicosexualidad y mantenerla
entregada al amor, al prójimo, al estudio o de celibato apostólico. La entrega
al celibato apostólico implica un amor indiviso a Dios, un amor y entrega
plena al prójimo, a la salvación de las almas, al culto de Dios, al estudio de la
ciencia de Dios, a la oración como vida mística.
Normalmente, en un ambiente cuidado, el desarrollo psicosexual transcurre
sin grandes problemas. En la pubertad, el individuo que se descubre con las
-
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atracciones, que definen su mundo sexual, tiene la tarea de reconocerlos y
conducirlos. Con una buena formación el adolescente puede encaminarse
bien hacia la madurez psicosexual.
El abuso de la sexualidad, lleva consigo el riesgo de fijación y dependencia a
estímulos, objetos o situaciones que le satisfagan. Quien no logra en la edad
adulta controlar la masturbación (tanto el soltero como el casado, tanto el
hombre como la mujer) no se puede considerar con madurez sexual.
Ver entradas ―Sexualidad‖, ―Parafilia‖.
Magisterio de la Iglesia.-
- Jesús dio la autoridad a los Apóstoles y a sus sucesores; por eso es
-
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necesario para quien aspira a la perfección cristiana la acogida y el respeto
pleno a la doctrina y enseñanzas de Él. (Mat. 16,18 y 28; 18, 18-20).
El cristiano debe fidelidad total al magisterio de la Iglesia. El criterio es claro a
este respecto: La jerarquía de la Iglesia es la transmisora de la fe; no son los
teólogos y menos las ocurrencias propias de cada uno. Por eso en materia de
fe hemos de adherirnos del todo al magisterio de la Iglesia. Dice Jesús: ―La
planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de
raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego,
los dos caerán en el hoyo‖. (Mat. 15, 13-14).
En cuanto a las normas que no están definidas en el Credo, Concilios o
definiciones del Papa ex cathedra, o sea, lo meramente disciplinar, respetarlo
y acatarlo. Pero no obliga a asentirlo interiormente. Se puede con respeto y
amor decir el propio criterio a la jerarquía en una crítica sana y constructiva.
Magnanimidad.-
- Es una virtud que incita a acometer obras grandes, espléndidas y dignas de
-
honor en todo género de virtudes. Supone un alma noble dispuesta a
acometer grandes obras por Dios. Como virtud humana y cristiana está
relacionada con la fortaleza.
No se ha de caer en la presunción, la ambición o la vanagloria.
Magnificencia.-
- Se llama también munificencia. Nos inclina a emprender obras grandes,
Mal.-
incluso con grandes gastos. Cuando se atiende con ella la gloria de Dios es
una gran virtud. Conviene fomentarla entre gente rica para que practiquen
obras de caridad y sociales. (Ef. 4,28). En (Lc. 19, 8) se ve llena de
magnificencia la generosidad de Zaqueo.
Tiene el peligro de la soberbia. Como virtud humana y cristiana está
relacionada con la fortaleza.
Vicios opuestos, la prodigalidad y la tacañería.
- Existe el mal en el mundo, fruto del pecado original. Por desgracia, todos los
días lo vemos. Jesús fue modelo de hacer el bien. (1 Jn. 5. 19.). Luchó contra
el mal y contra el pecado, pero amó al pecador. Dios nos hizo a su imagen y
semejanza. Nos hizo con la tendencia a reflejar su amor (Gn. 1,27; Job
34,10). Pero también nos creó con libertad. Nuestros primeros padres
no quisieron imitar a Dios y decidieron obrar mal. En ese momento, perdieron
la gracia y a sus hijos, les pasaron la tendencia a hacer el mal. (Deut. 32, 4)
Mandamientos.-
- Nos referimos aquí principalmente a los Mandamientos de la ley de Dios;
-
hemos de cumplirlos con fidelidad. (Salmo 119, 98-100).
Ver entradas ―Leyes‖, ―Decálogo‖.
Mandamientos de la Iglesia.-
- En un sentido amplio, se puede entender por tales a todas las leyes
-
eclesiásticas; pero en un sentido más estricto y teológico se
consideran mandamientos de la Iglesia ―aquellos preceptos eclesiásticos que
obligan a todos los fieles cristianos y que fueron dictados para mejor guardar
los divinos‖.
El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad
eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el
espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios
y del prójimo. (Catecismo)
Manifestación.-
- ―Dios se manifestó, a nuestros primeros padres ya desde el principio‖ (DV 3).
Ver entrada ―Epifanía‖ y ocho veces aparece en distintas entradas en este
diccionario.
Mansedumbre.-
- Es la virtud que da suavidad a la caridad y a la paciencia. Acompaña a la paz
-
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del corazón y al silencio interior y contemplativo. En Cristo se da la plenitud
de la mansedumbre. (Mat. 19, 29). Desde los tiempos apostólicos se ha
insistido en ella porque nos configura a Jesús, manso y humilde de corazón.
La mansedumbre es la inalterable paciencia dentro de sí mismo y en nuestra
relación exterior. Es la sonrisa sincera que brota de un corazón tal vez roto,
pero sumiso. (Mat. 5, 5; Gal. 5,22- 23; Ef. 4,2; Fil. 4, 5; 2 Co. 10, 1; Col. 3, 12;
Ef. 4, 1-2; 1 Pe. 3, 15-16).
Por la mansedumbre la conciencia persevera tranquila y quieta. Por la
mansedumbre la parte concupiscible se levanta y erige en las virtudes. Por la
mansedumbre la parte racional se baña en gozo. No puede ser piadoso aquel
que no es manso.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Marana tha.-
- Es la invocación aramea que traduce, insertada en los ambientes griegos, la
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esperanza de la Iglesia. Su significado, ―Ven, Señor‖. Aparece solamente una
vez en la Biblia. Fue empleada por San Pablo: ―El que no ame al Señor
Jesucristo, sea anatema. ¡Maranatha! (el Señor viene)‖ (1 Corintios, 16: 22).
Se recuerda también la idea en Filipenses: ―Vuestra gentileza sea conocida
de todos los hombres. El Señor está cerca‖ (Fil. 4, 5). En Santiago: ―Tened
también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida
del Señor se acerca‖ (Sant. 5, 8). Incluso Jesucristo lo afirma prometiendo su
regreso en un pasaje del libro del Apocalipsis: ―Ciertamente, vengo en breve‖
(Apo. 22; 20).
El hombre espiritual suele repetir esta exclamación con fervor sobre todo en
tiempo de Adviento.
María.- -
- María en la vida espiritual de la Iglesia está unida al misterio de la salvación y
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a la vida de los cristianos. Es madre de Dios y madre nuestra: ―Mujer, ahí
tienes a tu hijo‖ (Jn. 19, 26-27). ―Todas las generaciones me llamarán
bienaventurada‖. (Lc. 1, 48).
Recordar la Anunciación; la complacencia divina en Ella; su elección como
Madre del Mesías. (Lc. 1, 26-38).
María fue siempre virgen; liberada del pecado original porque iba a ser la
madre de Dios.
Mujer sencilla y servicial; fuerte y que se fía de Dios en las dificultades;
madre en la vida cristiana.
La presencia de María se manifiesta de una manera especial en el Evangelio
de San Lucas: anunciación, infancia de Jesús (Lc. 2). En (Lc. 11, 28) se la
considera bienaventurada porque escucha y cumple la palabra de Dios.
Asimismo destaca su presencia al pie de la cruz y en el sepulcro.
Recordar al Niño Jesús perdido en el templo; las bodas de Caná: María
colaboradora en el primer milagro de Jesús. (Jn. 2,1-11). En el primer núcleo
de la Iglesia. (He. 1, 12-14). En la Cruz, madre de todos (Jn. 19, 26-27).
Las bienaventuranzas convergen en María. ―Desde ahora me llamarán
dichosa todas la generaciones‖, canta en el Magníficat. (Lc. 1, 48-49). Es la
Virgen María pobre y eficaz.
La figura de María se recupera como modelo de inspiración: María es la
Virgen del corazón nuevo; la criatura abierta al Espíritu para que pueda nacer
la nueva humanidad. Es refugio de pecadores; nos lleva a la salvación.
Es María modelo de vida cristiana; hemos de imitar sus virtudes; esa es la
verdadera devoción a la Virgen María. En el pueblo cristiano está arraigada la
devoción a la Virgen María. Ella está unida plenamente al misterio trinitario al
ser madre de Jesús, el Hijo de Dios. Y a Jesús se va por medio de María.
En algunos sectores eclesiales ha disminuido la devoción a la Virgen María.
Lo consideramos como un peligro. La devoción popular mantiene este cariño
a la Virgen. Todos los santos se han distinguido por su devoción a María. Se
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mantiene en la mentalidad católica que la devoción a María es signo de
predestinación que un devoto de la Virgen tendrá el don de la conversión.
Nunca nadie, ni el pecador ha de perder la devoción a María. ―Acordaos, oh
piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que
han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de Vos…‖
Hemos de invocar con frecuencia a la Virgen María; sostener alguna
devoción constante a ella, como el rosario y el rezo frecuente del avemaría.
Los sábados están dedicados a ella así como el mes de mayo en el
hemisferio norte.
Ver entrada siguiente.
María, devoción a la Virgen.-
- Para entrar en los planes de Dios conviene tener una devoción entrañable a
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la Virgen. A veces comienza esta devoción por ser un poco racional, de
convicción. El tiempo la va transformando en más profunda e íntima. Ella nos
llevará a Jesús e irá trazando en nuestras almas los rasgos de su hijo. Dicen
algunos santos que Ella es el camino más breve y fácil para acercarse a
Cristo. Ella nos va abriendo el horizonte de la vida interior con perspectivas
de alegría. Conocemos personas que, mientras han sido amantes de María,
su espiritualidad hervía en fervor. Pero cuando se han ido olvidando, ha
aparecido de nuevo la tibieza.
La devoción a la Virgen María desemboca en la Santísima Trinidad y en la
Eucaristía: los tres dogmas relacionados íntimamente. Muchas personas
enfocan su vida interior en este ―Trinomio‖.
La devoción a la Virgen María domina toda la historia de la Iglesia, y se ha
compaginado el culto mariano con otros aspectos esenciales del cristianismo.
Ha habido una disminución en algunas prácticas tradicionales marianas; pero
la religiosidad popular sigue en auge con relación a la Virgen María.
Recordamos en otro sentido la corona angelical de Dios y María, Rosa
mística, una devoción muy apreciada en algunos países en la que se repite
con frecuencia esta oración: ―Oh María, Reina de los Ángeles, intercede por
nosotros ante el Señor, para preparar a su Majestuosa Venida con sus hijos
fieles marcados por el sello real del Espíritu Santo, tu divino Esposo. Amén‖.
Hay formas tradicionales de devoción a la Virgen María: El rosario, oración y
contemplación de los misterios de nuestra fe en honor a la Virgen. Tiene la
dificultad de lograr practicarlo con atención. Es preciso esforzarse.
El avemaría; la salve; visitación y peregrinación a santuarios; oficio parvo;
distintas oraciones y letanías; sabatinas y novenas; múltiples advocaciones a
nuestra Madre.
Contemplar el lema ―A Jesús por María‖. Ella nos lleva a Jesucristo. María,
persona viva, pide a los cristianos responsabilidad viva y descubrir cuanto
Dios ha puesto en el camino del cristiano para formarlo a la imagen de su
Hijo.
Recordamos a Griñón de Monfort, viviendo la consagración a María, también
así se camina hacia la madurez espiritual. Espiritualidad comprometida por la
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esclavitud mariana. Todos nuestros pensamientos dignos de tan augusto
modelo.
Los católicos tenemos gran devoción a la Virgen María. Es lógico, ella es
nuestra madre. Ella es la madre de Jesús, el Hijo de Dios; Él es la cabeza del
Cuerpo Místico, luego María es madre también de nosotros que somos
miembros de este Cuerpo Místico. (1ª Co. 12,12-26). Además el mismo Jesús
nos la entregó por madre al pie de la cruz. (Jn. 19,26-27)
Una devoción a la Virgen tiene cada vez más auge: las peregrinaciones en
grupo, familiares o individuales a santuarios marianos.
Siempre hemos creído los católicos que esa función de madre la ejerce de
manera especial sobre los pecadores, siendo su abogada y refugio,
enviándoles abundantes gracias para que se conviertan y salven. Por otra
parte, ¿cómo va a dejar de escuchar tanta oración que le hemos dedicado a
lo largo de nuestra vida? ―Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte‖.
Son innumerables las conversiones que se han dado a lo largo de la historia
por intercesión de la Virgen María. Aumentemos la devoción y el amor. María,
refugio de los pecadores.
Hemos de esforzarnos por propagar la devoción a la Virgen María. Su amor y
culto nos lleva a la amistad con Dios; nos infunde un mensaje de paz,
esperanza y vida.
Nueva dimensión de la devoción mariana: viviendo la fe en las circunstancias
dolorosas de enfermedad, exilio o pobreza. María estuvo también de parte de
los pobres. Ver por ejemplo las bodas de Caná. (Jn. 2,1-11).
Mártir.- Martirio.-
- Mártir significa testigo: los Apóstoles, su vida... testigos de Cristo no solo por
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la confesión, también por la vida y la muerte imitando la obra salvífica de
Cristo. Ya había profetizado Jesús a sus seguidores el martirio: ―Entonces os
entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones
por causa de mi nombre‖. (Mat.24, 9). “Os expulsarán de las sinagogas; pero
viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un
servicio a Dios”. (Jn. 16,2). Recordamos el mario de Esteban (He.7, 58).
El mayor testimonio de fe es el martirio. Es la fortaleza en grado heroico.
Existe un martirio actual que destruye al hombre aun sin heridas físicas, sin
quitarle la vida. El cristiano ha de estar dispuesto a dar la vida antes que
negar a Jesucristo y su fe. (Cat.)
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí (Mat 10, 38). Recordar
lo del grano de trigo: ―En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no
cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12,
24).
Cuando os entreguen no os preocupéis sobre lo que habéis de hablar... (Mat.
10, 19)
El mártir acepta la muerte como un signo de asimilarse a la muerte de Cristo.
El mártir tiene una profunda fe y gran amor a Dios, a la Iglesia, a la
humanidad. Acepta su impotencia y revive en Cristo su pasión salvadora;
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verdadero signo de vida eterna y de salvación; fuerza victoriosa de Cristo.
―Sé que mi Redentor vive‖, dice como Job.
La gloria eterna espera al mártir por Cristo: ―Y se le dio a cada uno una
vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo,
hasta que se completara también el número de sus consiervos y sus
hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido‖. (Apo. 6,
12). ―Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de
los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio
que habían mantenido‖. (Apo. 6,9)
Masa nueva.-
- El cristiano es una masa nueva. Para San Pablo la palabra ―nuevo‖ supone,
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más que una novedad, una ―nueva criatura‖. Se trata de una renovación del
ser humano en ser cristiano. (Gal. 6,15).
―Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes
ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo‖. (1 Co.
5,7). Ha llegado la plenitud de los tiempos. La primera creación ha tomado un
nuevo impulso en la mañana de la pascua. Nuestra vida ha cambiado, llena
de la esperanza pascual. Nos vamos transformando en resplandor creciente;
tal es el influjo del Espíritu del Señor. (2 Co. 3,18)
Matrimonio.-
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Es una institución de derecho natural que crea la unión estable entre hombre y
mujer, fundamento de la familia. (Gen. 2,18).
- Dentro del cristianismo es el sacramento de la unión de hombre y mujer con
el fin de amarse mutuamente, criar y educar hijos para Dios y ser signo del
amor que Dios tiene a la humanidad.
- Requiere dedicación y perseverancia. El matrimonio cristiano ha de reflejar el
amor en todas nuestras relaciones y así ser signo del amor que Dios tiene a
la humanidad. Jesús dijo‖: "¿No habéis leído que el Creador, desde el
comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su
padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?‖
(Mat. 19, 4-6). ―Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la
Iglesia y se entregó a sí mismo por ella‖ (Ef. 5, 25-26). Exhortación a
fomentar el amor conyugal en (Prov. 5, 18-19). Y toda relación ha de ser con
respeto y amor. (1 Pe. 3, 7).
- Nace la espiritualidad conyugal de la fe y de la esperanza, y se manifiesta en
la caridad. Es testimonio, justicia y construcción del Reino. Puerta de la
confianza en el amor del Padre, de constante conversión.
- La pareja no se aísla, vive conciencia eclesial proyectándose a la sociedad,
en el misterio de la vida; y en el servicio al mundo para que crezca la caridad:
ser para los otros.
- La gracia sacramental del Matrimonio da fuerza para la fidelidad, para vivir en
armonía, para educar a los hijos.
- Ver entradas ―Esposos cristianos‖, ―Familia‖.
Matrimonio espiritual.-
- Dios lleva al alma hasta la unión transformativa o desposorio espiritual. Es un
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estado de paz, suavidad y amor.
Es una transformación total en el Amado en que se entregan ambas partes
en unión de amor. El alma adquiere propiedades divinas. Se transforman
nuestras facultades superiores en cuanto al modo de obrar. El alma tiene
conciencia de que participa en la vida divina.
Queda eliminado el egoísmo. Incluso llega a gozarse en la propia
persecución. La gloria de Dios es la única preocupación, y junto a esto, la
salvación de las almas. En principio, todos podríamos llegar a estas alturas.
Entre casi el centenar de citas en la Biblia que hemos encontrado con
relación al matrimonio espiritual, hemos elegido estas pocas para saborearlas
despacio: ―Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su
nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la
tierra‖. (Is. 54,5). ―Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo, ―Así dice el
Señor, `De ti recuerdo el cariño de tu juventud, el amor de tu desposorio, de
cuando me seguías en el desierto, por tierra no sembrada‖. (Jer. 2,2) ―Y
Jesús les dijo, ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras
el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en
aquel día‖. (Mc. 2,19-20). ―El reino de los cielos puede compararse a un rey
que hizo un banquete de bodas para su hijo‖. (Mat. 22,2). ―Porque celoso
estoy de vosotros con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para
presentaros como virgen pura a Cristo‖. (2 Co. 11,2). ―Y vi la ciudad santa, la
nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una
novia ataviada para su esposo‖. (Apo. 21, 2) “Y el Espíritu y la esposa dicen,
Ven. Y el que oye, diga, Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que
tome gratuitamente del agua de la vida‖. (Apo. 22,17).
El perfecto matrimonio humano es leve sombra de este. En realidad el alma
es simple posesión del estado de gracia. Aquí es una unión permanente de
amor. San Juan de la Cruz afirma, aunque con cierta timidez, que el alma
está confirmada en gracia; no piensa igual Santa Teresa de Jesús. No
podemos afirmar el hecho de que esté el alma confirmada en gracia. Es
preciso aquí sobremanera vivir en profunda humildad.
Medallas.-
- Las medallas de culto religioso llevan casi siempre un aro que permite
-
colgarlas. La materia de que se componen es el oro, la plata, el estaño, el
platino, el níquel... Son signo de fe devoción a la Virgen María, a Jesús, a
algunos santos. Es esencialmente distinta del amuleto, por la finalidad. Quien
lleva el amuleto es porque cree que le brinda protección o buena suerte.
Quien cuelga la medalla en su cuello es como signo de fe, devoción, amor.
Se recomienda todas las noches besar la medalla y pronunciar una
jaculatoria o breve oración.
Mediaciones.-
- La mediación es la capacidad espiritual que poseen ciertos objetos, actos o
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personas de comunicar al hombre la acción de Dios y despertar la acogida o
respuesta o comunión. Las mediaciones llevan a: ―Dios y el hombre en
comunión‖.
Mediación quiere decir, por medio de... Dios nos habla por medio de su Hijo.
(He. 1, 2). La alianza es la mediación por excelencia; recordemos a Abraham,
a Moisés y a Jesucristo. Jesús es el mediador de la Nueva Alianza. (He. 9,
15).
Son ofertas y puentes que Dios nos ofrece para relacionarnos con Él, para
amarle más, para vivir en continua comunión con Él y para de ahí sacar
fuerza de entrega a la misión y a la ayuda de nuestros semejantes.
La función mediadora es un don de Dios. Jesucristo es nuestro mediador
―Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como
rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno‖. (1 Tim.
2, 5-6). “Y el Verbo se hizo carne‖ (Jn 1,14).
Da gracias actuales a los hombres. Nos encontramos de continuo con estas
ayudas de Dios. Así: Iglesia, Biblia, sacramentos, lugares, ritos,
celebraciones.
El papel mediador de María aparece en Evangelio, sobre todo en las bodas
de Caná, (Jn. 2,1-11). Allí, María intercede para que su Hijo Jesucristo ayude
a los novios que están en aquella situación muy en su fiesta de bodas.
La Iglesia, la Eucaristía, la gran mediación de Dios con los hombres.
Dios se acerca a nosotros en comunión benévola: se revela en Cristo y nos
da mediaciones para relacionarnos con Él. Y es preciso discernirlas; nos
abren horizontes infinitos, iluminados por la presencia contante y el amor a
Dios.
Existe mucha variedad en las mediaciones: a) Mediaciones del Cielo: la
Virgen María y los santos; los difuntos. b) Terrestres: el culto, la
contemplación y la piedad; ciertas personas como padres y hermanos en la
fe; la historia…
Cuando caen algunas mediaciones resulta doloroso, y Dios aparece como
más lejano. (Recuerda ciertas mediaciones que ya no nos dicen nada, y han
sido mediaciones durante siglos, ciertas imágenes y costumbres.)
Hemos de quitar tal vez algunos elementos fantasiosos. Y utilizar toda clase
de mediaciones que nos ayuden en nuestro camino hacia Dios.
Mediaciones sencillas.-
- Son los caminos concretos para encontrar a Dios y la trascendencia de la
vida. Nos elevan a Dios y ayudan a mantener contacto con Dios durante el
día. Citamos algunos, además de la oración: tener en la mano una cruz o el
rosario; cada día colocar a la vista una frase que en algún momento me
produjo impacto espiritual; acordarse de Dios al pasar junto a una iglesia,
-
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junto a una hornacina o imagen; ídem al oír las horas del reloj; vivir la
grandeza de Dios en la naturaleza, como las flores, montes, mares...; en casa
rodearnos de algunas imágenes sagradas: desde el principio dirigirles
jaculatorias; estampas en los libros con este fin.
Antes de la Misa. Salir al Altar con dignidad, recogido en el misterio. Todos
los sentidos participan en la liturgia, incluso el olfato (recordar el olor del
incienso). Todo limpio: corporales; purificador diario. Preparar los libros antes,
no revolverlos en el altar. Recitar la fórmula con atención, con dignidad, sin
exageraciones teatrales. Cruces bien trazadas. La palabra de Dios, despacio.
Los seglares preparar la misa del domingo; salir de casa y recorrer el camino
con recogimiento interior, entrar en la iglesia con atención al misterio y
presentar al Señor nuestras intenciones del ofrecimiento de la misa...
Mediadores.-
- Jesucristo es el gran mediador. Mediadores gloriosos: la Virgen María y los
-
santos, subordinados a la mediación de Cristo. Mediadores terrestres: el
hermano en general, como sujeto de intercomunión. Van cayendo algunas
mediaciones, otras se mantienen y otras nacen: tiempos y lugares de
devoción; un santo, una capilla, un rito, una procesión, una novena, una
bendición...
Pero se va potenciando más la mediación del hermano, del amigo, de la
amistad en la fe. No despreciar aquellas mediaciones antiguas.
Aprovecharlas en cuanto sea posible. Y potenciar esta mediación de la
amistad.
Mediocridad.-
- El comienzo de la mediocridad es el olvido de la filiación divina; el no tener en
-
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cuenta esta verdad de fe.
El mediocre no es un impío; incluso puede ser tenido por piadoso, concibe a
Dios como alguien que puede ayudarle, como un legislador que impone.
Incluso admite la oración como una práctica. (Is. 1, 1-31). Para él la misa, los
sacramentos, incluso Dios son objetivos a alcanzar.
Es tibio, rutinario, mero costumbrista. No puede crecer como le corresponde
a un cristiano. En su continuo despiste la vida divina no actúa en él. No niega
la fe, tampoco la vive, le resbala. Es raquítico en la fe, como subnormal.
(Judas 1, 1-4). ―No eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso,
porque eres tibio, te vomitaré de mi boca (Apo. 3, 15-16).
La prudencia del mediocre es carnal, turbia su visión espiritual. Considera
justo lo que puede ser pensado y medido por su propio pensamiento. Es frágil
y quebradizo; huye de las situaciones dolorosas y evita el contacto con las
penas de los demás. No vive sino bajo los impulsos de su manera humana.
Huyamos de la mediocridad: ―Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a
Dios Padre‖. (Col. 3, 7). ―Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien
transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis
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distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto‖
(Rom. 12, 2)
Ver entrada ―Tibieza‖.
Medios de comunicación.-
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Los medios de comunicación social o simplistamente ―los medios‖ incluyen
toda la información, propaganda o publicidad, que llegan a constituir la
opinión pública: influyen muchísimo en el ambiente, incluso en los valores
religiosos y morales del hombre y también en el clero y vida consagrada.
Los vehículos de comunicación son los libros y revistas, la prensa, la radio, la
televisión, la carta, el mensaje electrónico, el whatsapp, el Google, Wikipedia,
el cine y llegan a todos los rincones; influyen en evangelización. Pero hemos
de tener en cuenta que nuestro influjo es más obra de la vida interior que de
la predicación.
Es preciso buscar la luz junto a Jesús para discernir bien los medios; estar
formados, meditar y orar; e influir en el mundo por la caridad más que por la
palabra.
La solidaridad es una idea buena para ayudar a la gente en el sufrimiento y
en sus necesidades. Existe la solidaridad en los promotores de muchas
ideologías; también la católica.
Y tener en cuenta que la masa más descristianizada hoy es la culta. Hemos
de utilizar todos los medios de comunicación para la evangelización; pero
tener en cuenta que han de ir informados por la oración y nuestra intiemidad
con Jesucristo.
Medios de perfección.-
- Enumeramos varios: oración, sacramentos, conocimiento de Dios y de sí
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mismo, conformidad con la voluntad de Dios, dirección o compañía espiritual,
lectura espiritual o pláticas y conferencias, relaciones sociales buenas, deseo
de perfección...
―Sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui
alcanzado por Cristo Jesús‖. (Fil. 3, 12). ―Hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un
hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo‖. (Ef. 4,
13).
A lo largo de este diccionario se explican, uno a uno, los medios para adquirir
la perfección mediante la gracia de Dios.
Meditación.-
- Es la aplicación de le mente a una verdad para movernos a admitirla, amarla
o practicarla. Son propios de la meditación actos de inteligencia y de
voluntad. La contemplación es un acto mucho más simple. Es un medio de
perfección que lleva a la oración.
- La Sagrada Escritura nos recuerda con frecuencia la meditación: El que
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medita ―Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su
fronda no se agosta‖. (Salmo 1, 3). ―Medito en toda tu obra, pienso en tus
maravillas‖. (Salmo 77, 13). El Apóstol Pablo encarga a Timoteo ocuparse en
la meditación, (1 Tim. 4,15). ―Me saciaré como de grasa y médula, mis labios
te alabarán jubilosos‖. (Salmo 63, 6). ―Recuerdo los días de antaño, medito
todas tus acciones, pondero las obras de tus manos‖. (Salmo 143, 5). ―El
corazón del justo medita para responder‖. (Prov. 15, 28)
Consideramos sobre todo la meditación como el proceso discursivo de la
oración. La meditación es una forma de oración o un preámbulo para ella. Es
necesaria en la vida cristiana. Da a la fe un carácter personal y busca el
crecimiento del espíritu.
San Ignacio de Loyola daba mucha importancia a la meditación, como base y
preámbulo de la oración. A los principiantes iniciaba en la meditación con
estos tres principios que nunca omitía: a) Considera: recordar la verdad que
se medita y sus distintos aspectos. b) Pondera: reflexionar sobre la relación
de la verdad meditada con nuestra vida práctica. c) Saca: ejercicio de la
voluntad para determinarse a modificar la conducta hacia el bien, decidirse
por el ejercicio de la virtud... Después de esto venía la oración, la petición a
Dios, el coloquio.
La meditación produce celo, imitación de la vida de Nuestro Señor,
compasión. La meditación produce admiración, gozo, temor de no ser grato a
Dios. La meditación produce confianza en la bondad y misericordia de Dios,
también produce confusión por nuestra mala vida pasada. Pon, cuantas
veces puedas, durante el día, tu espíritu en la presencia de Dios: Considera
lo que hace Dios y lo que haces tú. (Sales).
Acostumbrarnos a que nuestra meditación sea consciente siempre. Para ello,
antes de comenzar: recogernos, observar dónde está nuestro corazón y ser
conscientes de la presencia de Dios.
Hemos de recordar que la meditación es un preámbulo para la oración. Al
finalizar la meditación discursiva (también dentro de ella) hemos de elevar el
corazón a Dios para adorarle, pedirle, darle gracias, reparar…
Mira también las entradas ―Oración mental‖, ―Oración‖, ―Fervor‖, ―Devoción‖.
Memoria.-
- La memoria (se suele identificar en ascética con la imaginación), suele estar
-
en constante desorden y alboroto. Este desorden dificulta la atención en la
oración y en la vida.
Hemos de controlar nuestra memoria e imaginación. ―De la abundancia del
corazón habla la boca. El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas
buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas‖ (Mat. 12, 2435). ―Acabe la maldad de los impíos, mas establece tú al justo, pues el Dios
justo prueba los corazones y las mentes‖. (Salmo 7, 9). ―Sean gratas las
palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti‖. (Salmo 19,
14).
- Es preciso limitar la avidez de noticias, dominar preocupaciones y fomentar la
-
esperanza.
Ver entrada ―Imaginación‖.
Memorial.-
- En la Eucaristía, en la celebración de la Misa, poseemos y practicamos el
memorial de la pasión del Señor. Esta convicción es ya de los tiempos
apostólicos, y está dentro del depósito de nuestra fe. Aunque, en un pasado
próximo haya estado como en segundo plano, hemos de considerarlo y
apreciarlo en nuestras celebraciones como elemento sustancial, y asumirlo
del todo en la celebración eucarística.
-
El memorial de la Nueva Alianza, no se opone a la presencia real de Jesús en la
Eucaristía, sino que la recuerda y la supone y constituye el sacrificio por excelencia.
- Ver entradas: ―Eucaristía‖, ―Misa‖.
Mérito.-
- Nuestras obras buenas, hechas en gracia de Dios, son meritorias. El mérito
-
-
nos viene del mismo Cristo Redentor. Dicen los teólogos que se trata de un
mérito ―de congruo‖, en el sentido de que no es de estricta justicia ni de única
gratuidad, sino algo intermedio.
Ya lo dijo Jesús en (Jn. 15, 18), en la comparación ―Yo soy la vid verdadera‖.
También en (Ro. 4, 1-8) cuando nos habla de Abraham que fue justificado por
la fe, no por méritos propios. Y ―Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió
consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en
Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las
transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la
reconciliación‖. (2 Co. 5, 17-19).
Actos meritorios, saludables o salvíficos, son aquellos que el hombre realiza
bajo el influjo de la gracia de Dios, y que por eso mismo son gratos a Dios.
Meses.-
- Desde tiempos inmemoriales se han dedicado varios meses del año a
-
algunas devociones entrañables para los cristianos. Así, el mes de mayo está
dedicado a la Virgen María; junio al Corazón de Jesús; octubre al Rosario;
noviembre a las almas del purgatorio.
En latitudes del hemisferio sur suele cambiar la dedicación de los meses. Allí
mayo equivales a noviembre.
Mesías.-
- El Profeta Isaías en el capítulo 50 anuncia al Mesías. Contrasta la
desobediencia del pueblo judío y la obediencia de Cristo. Los pecados fueron
la causa de la cautividad; y el profeta anuncia la esperanza en el que ha de
venir, y la liberación del pueblo. Fue este profeta el consolador del pueblo: le
-
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Mesura.-
reprende de sus pecados y le ofrece la misericordia. Habla claramente del
Mesías, del Emmanuel, del Siervo de Dios, del que ha de venir.
Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, concebido por el Espíritu Santo en el
seno de María Virgen. (Lc. 1,28-38). Pedro lo confiesa como ―el Mesías de
Dios‖ en (Lc. 9,20). Y mismo Jesucristo lo asegura: ―Gritó, pues, Jesús,
enseñando en el Templo y diciendo: "Me conocéis a mí y sabéis de dónde
soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía
el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo
de él y él es el que me ha enviado."‖ (Jn. 7, 28-29)
El pueblo lo esperó desde entonces. Todos los años por Adviento celebramos
esta esperanza del Mesías; admiramos la fe del Pueblo Elegido y anhelamos
la venida de Jesús, que en realidad ha llegado ya, pero lo confirmamos con
amor y devoción en nuestras vidas. ―Dice el que da testimonio de todo esto:
"Sí, vengo pronto." ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!‖ (Apo. 22,20).
Ver entrada ―Jesucristo‖.
Moderación.-
- Significa moderación, comedimiento. Gravedad y compostura en la actitud y
-
el semblante. Reverencia, cortesía, demostración exterior de sumisión y
respeto. La persona que aspira a avanzar en la espiritualidad ha de ser
mesurada en todo; su vida ascética ha de encaminarse por esta vía. ―En
nada demasiado‖: excesos ni siquiera en la virtud. La prudencia y mesura
han de guiar nuestro camino.
San Pablo nos habla de ellos: ―No os estiméis en más de lo que conviene,
sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a
cada cual‖. (Ro. 12,3); ―Que vuestra mesura sea conocida de todos los
hombres‖ (Fil. 4, 5).
Metanoia.-
- Es un retractarse de alguna deslealtad, pecado junto con el deseo de
-
-
corregirlos. Lleva consigo el arrepentimiento, y conduce a la conversión
entendida como algo interior que surge en toda persona que se encuentra
insatisfecha consigo misma.
En la Biblia es frecuente hablar de la metanoia o conversión. Tan solo
citamos estos pocos textos: ―Y se fue por toda la región del Jordán
proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados‖ (Lc. 3,
3) ―Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de
conversión para perdón de los pecados‖. (Mc. 1, 4). ―El Dios de nuestros
padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un
madero. A éste le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para
conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados‖. (He. 5. 30-31).
Es una transformación profunda de corazón y mente de manera positiva. Hay
teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y
una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las
cosas. (Guardini)
Método.-
- En los estudios de Teología mística debe prevalecer el método teológico
-
sobre el descriptivo y experimental.
Hablamos de métodos sobre todo en la oración, como lo expresaremos más
adelante: de tres potencias, afectiva, de quietud...
Ver entradas de ―Oración métodos‖ y ―Meditación‖.
Miedo.-
- Se define como ―la angustia por un riesgo o daño real o imaginario‖. El temor
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-
con frecuencia va unido con el miedo. El temor es la pasión del ánimo, que
hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
Y el miedo, la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o
imaginario. Cuando el miedo pretenda desalentarnos, nos abrazaremos del
todo a Cristo en quien hemos puesto nuestra confianza. ―El Señor es mi luz y
mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me
hará temblar?‖ (Salmo 37,1).
Miedo todos los seres humanos sienten. Es bueno saber vencer el miedo
morboso con la fuerza de voluntad, el arrojo y la valentía. Es necesario
conjugar la prudencia con la valentía para vencer el miedo.
En la Biblia conocemos muchos episodios protagonizados por el miedo.
Destacamos entre todos, por su enseñanza espiritual, el de la tempestad
calmada, (Mat. 8, 18-27; Mc. 4, 35-41; Lc. 8, 22-25).
En el camino de la santidad lo que más suele asustar es pensar que hemos
de ir siempre contra corriente; que hemos de desprendernos de nuestro
bienestar y placer con gran frecuencia, porque de lo contrario nos domina lo
sensible y nos olvidamos de lo de ―arriba‖. Los santos de verdad han pasado
por parecidas dificultades y las han vencido por la gran fuerza del amor de
Dios que llevaban dentro.
―¿Por qué dejarnos llevar del miedo, de la preocupación, de la amargura,
cuando estamos tan cerca de Dios?‖ Nos dice Clara de Asís.
Ver entradas ―Angustia‖, ―Temor‖.
Miércoles de Ceniza.-
- La ceniza indica el inicio de la cuaresma que es tiempo de oración, ayuno,
-
-
penitencia, encuentro con Dios, encuentro con los demás y compromiso de
superación para ser como Cristo.
Se impone la ceniza al principio de la cuaresma (el miércoles antes del primer
domingo de cuaresma), como el inicio de los 40 días de preparación para la
Pascua. Es el recuerdo del ayuno de Jesús en el desierto. (Mat. 4, 1-11; Mc.
1, 12 y sig. Lc. 4, 1-13).
Es un tiempo de conversión, es decir de volver a Dios, de quien nos hemos
alejado. Recordamos la llamada a la conversión: ―Ay de ti, ¡Corazaín! Ay de
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ti, ¡Betsaida!...‖ (Mat. 11,21 y Lc. 10, 13). La ceniza significa la vanidad del
hombre según (Is.44, 20)
En los primeros siglos del cristianismo la preparación a la fiesta de Pascua
comenzaba con el primer domingo de Cuaresma. Poco después, para
completar la cuarentena, el miércoles de ceniza comenzó a ser la puerta de
entrada a la cuaresma.
Cuando participamos en la imposición de la ceniza es importante tener en
cuenta que es un símbolo de penitencia y que deseamos ser cada vez
mejores cristianos comprometidos por lograr vivir mejor y en paz, alegres de
que Jesús venga a nuestras vidas.
En el momento de recibir la ceniza es bueno ir pensando una serie de
propósitos personales que podamos cumplir durante la cuaresma, como
podría ser algunos sacrificios de cosas que más nos agraden y que
ofreceremos con gusto para que podamos alejar de nuestras mentes todo
deseo malo de apartarnos de Dios.
Ver entrada ―Ceniza‖.
Milagro.-
- Definimos el milagro como un hecho inexplicable por las leyes naturales, y
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causado por origen divino. Consta que el Espíritu Santo otorgaba milagros a
la oración confiada. (Mat. 21, 21...) La caridad era la maravilla suprema de la
vida cristiana.
En los Evangelios se describen muchos milagros (hoy muchos los llaman
signos) obrados por Jesucristo con el fin de socorrer muchas necesidades.
En los milagros de Jesucristo nos apoyamos para fundamentar a nuestra fe;
sobre todo en el milagro de su resurrección.
Hoy también existen los milagros; cierto que en menor cuantía que en
tiempos apostólicos. Y persiste el milagro moral de la Iglesia, visto sobre todo
en el esplendor de sus santos, cuya caridad unificante es el signo más
seguro de la presencia divina. (Jn. 13,35; 17,21)
Ministerio.-
- Existen unas exigencias espirituales en el ministerio pastoral de la Iglesia. Y
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ya desde el Antiguo Testamento resplandecía ese ministerio. Nos fijamos de
una manera especial en el Nuevo Testamento: los Apóstoles comenzaron a
imponer normas para transmitir la participación en el sacerdocio de Cristo, en
la Eucaristía y en la Penitencia.
En la biblia se enumeran normas para el ministerio pastoral: Necesitamos
examinarnos a nosotros mismos para el buen desempeño de este trabajo. (1
Tim. 3,2-7). El obispo ha de ser irreprensible y hospitalario. (1 Tim. 3,2); digno
de crédito, sobrio, ordenado, tranquilo. (3, 1-4). Ha de ser intachable, no
presuntuoso, ni colérico; amigo del bien, sensato, justo y piadoso; nada de
codicioso y dueño de sí mismo. (Tito 1, 7-8).
Ha habido una espiritualidad monástica y ha hecho mucho bien; el sacerdocio
orientado hacia el sacrificio y el culto, muy bien. Además de esto, el ministerio
-
pastoral de hoy quiere poner el acento en la opción fundamental por Cristo,
por los más necesitados, por el pueblo de Dios en la caridad. Un carisma de
entrega plena en el ministerio pastoral.
¿Trabajo civil del sacerdote? Lo importante es vivir sin ser extorsión para
nadie. Ver el caso de San Pablo (1 Co. 4,12). Pero lo indispensable es la
entrega plena. La figura del sacerdote mero funcionario debiera desaparecer.
Concentración en la figura de Cristo como vínculo, pero no a modo de una
secta. Ante dodo ejemplo de bondad, trabajo, entrega y vida de oración. Ver,
por ejemplo, el caso de San Ignacio de Antioquía en la antigüedad, del Cura
de Ars en los tiempos modernos. Asumir la responsabilidad. Construir con el
don recibido; el presbiterio no es un refugio; es la comunidad para darse a la
misión eclesial.
Ministerios.-
- En plural, ministerios, nos habla san Pablo: ―Él dio a algunos el ser apóstoles,
-
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a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros‖. (Efesios
4:11).
Obispo, presbítero y diácono son los ministerios de la Iglesia. Cristo-Mediador
forma parte como cabeza de todo ministerio, porque ha encarnado su
divinidad en nuestra humanidad. Este principio lo sostienen todos los
católicos. Existe hoy una gran controversia sobre los ministerios de manera
que es gran problema para muchos teólogos.
Para quien desea vivir con paz y entrega su espiritualidad basta con que
asuma, si es sacerdote muy en serio su ministerio pastoral; si es seglar, que
asuma los ministerios menores que le pueden corresponder por delegación
episcopal y los asuma con amor y deseo de servicio a la comunidad. Por citar
algunos: lector, acólito, ministro extraordinario de la comunión, visitador de
enfermos...
A raíz del Concilio Vaticano II ha tomado en Teología gran importancia el
tema de los ministerios. Existen importantes estudios sobre el particular.
Miradas.-
- El místico aprecia en gran medida la mirada de Jesús y la propia mirada. En
-
el Evangelio (Lc. 22, 61): ―Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro
se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo
cante, me negarás tres veces...‖ (Lc. 24,39): ―Mirad mis manos y mis pies,
que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo‖. (Jn. 20, 27): ―Luego dijo a Tomás: Pon aquí
tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no
seas incrédulo, sino fiel‖. (Mc. 10,23): ―Entonces Jesús, mirando alrededor,
dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que
tienen riquezas!‖ (Mc. 10, 24-27). ¡Distintas miradas de Jesús!
―Por Él, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por Él,
vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios; por Él, se
abrieron los ojos de nuestro corazón; por Él, nuestra mente, insensata y
-
entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por Él, quiso el Señor que
gustásemos el conocimiento inmortal, ya que Él es el reflejo de la gloria de
Dios‖. (San Clemente)
Y nuestras miradas no se detienen en exclusiva en la contemplación de Dios,
viven, sí, en el Cielo con el corazón, pero con los pies en el suelo; y miran las
necesidades de cuantos conviven cerca de él, las de los alejados, las del
mundo entero para darse y ayudarles
Mirra.-
- El Cantar de los Cantares dice: ―¿Quién es ésta que sube del desierto como
-
columna de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo
aromático?‖ (Cantar de los C, 3,6) Es decir, que las almas, en todas las
etapas de la vida espiritual han de encontrarse con la mirra de la amargura.
La compunción, la mortificación son necesarias para el alma. Para apartarnos
del desorden nos pone con frecuencia el Señor la amargura de la mirra.
Santa Teresa de Jesús ya nos advierte que el sendero está todo sembrado
de mirra. En la vida de Jesús, abundó.
Misa.-
- La Misa o celebración de la Eucaristía es el centro de la liturgia católica. En
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torno a ella gira nuestra vida cristiana, aunque en la manera de enfocar la
espiritualidad se pueden dar distintas tendencias. Se suele definir como
ceremonia religiosa de la iglesia católica en la que se celebra el sacramento
de la Eucaristía y se hace el memorial de la muerte y la resurrección de
Jesús; consta de una primera parte en la que se leen las lecturas bíblicas del
día y el sacerdote pronuncia la homilía y una segunda parte en la que tiene
lugar la consagración del pan y del vino y se reparte la comunión. (Mat. 26,
20-29; Lc. 22, 14-20; Mc. 14, 17-22).
La participación en la Misa de los domingos y días festivos es una obligación
grave para los católicos, para el cumplimiento del tercer mandamiento de la
ley de Dios. La participación completa en la Misa se realiza en la comunión,
con atención y buena preparación. Para comulgar el alma ha de estar en
gracia santificante, como hemos indicado en la entrada ―Comunión‖. Es válida
la misa y obligatoria en las festividades aun cuando no se comulgue.
Es centro de la espiritualidad personal y comunitaria. Tiene valor infinito ante
Dios. Es memorial de la pasión: en ella celebramos la muerte y resurrección
de Cristo; sacrificio de la Nueva Alianza. Su fin es la adoración y alabanza a
Dios, acción de gracias; impetrar, reparar y propiciar.
En la Misa nos ofrecemos al Padre con Jesucristo sacerdote y víctima. Es el
mejor sufragio por los difuntos. Ayuda a la propia conversión y de los
pecadores.
Es necesario acudir a ella con disposición ferviente; prepararnos para ello;
prestar atención tanto en la celebración de la palabra como de la Eucaristía,
evitar toda rutina. Vivir la misa dominical como el centro espiritual de toda la
semana.
- Mucha gente ve en la misa un rito a través del cual entra en un diálogo
-
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personal-individual con Dios, y no un encuentro comunitario de los creyentes.
En este caso, la presencia de los otros es solamente ocasional, secundaria, y
no hay ninguna razón especial que empuje al conocimiento-diálogo con ellos.
Y habría que pensar muy en serio el modo de cambiar de actitud en nuestras
misas. Somos extraños que se juntan y no se hablan. Este es el problema
que todavía no se ha resuelto pastoralmente; sí en distintas comunidades.
¿Son muchos o pocos los que buscan en la misa una respuesta a sus
problemas concretos? ¿Les ayuda a misa para la vida cotidiana? Más bien la
impresión común es que la misa no afronta esos problemas y es para
muchos aburridamente repetitiva. Para estos fieles la presencia en la
celebración termina por convertirse en un soliloquio con la propia fantasía y
con los propios problemas. Cuando se celebra en pequeños grupos y bien
motivados, se vive el misterio en fervor y en amor mutuo. ¡Ved cómo se
aman!
Ver entradas ―Eucaristía‖ ―Sacrificio‖.
Misericordia.-
- Consideramos la misericordia de Dios hacia nosotros y la misericordia de
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nosotros hacia los hermanos.
La misericordia de Dios es remedio de nuestras miserias. Recordemos la
bienaventuranza: ―Sed misericordiosos y alcanzaréis misericordia‖. ―Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso‖ (Lc. 6, 36) La
misericordia de Jesús es un tema central en Lucas: perdón a los pecadores
(7, 36-50); parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15); el Buen Ladrón, (Lc. 23, 39-43)
La misericordia conviene a los hijos de Dios, pues ella es rasgo predominante
de Dios hacia los hombres que creen (1 Tim. 1, 16).
Y hemos de ser misericordiosos si queremos alcanzar misericordia (Mat. 5,
15); (Ro. 9,15). No se puede tener una vida espiritual muy profunda mientras
el amor y la misericordia hacia el prójimo sean calculados y con medida un
tanto pobre. El amor de Dios no arderá en nuestros corazones como un
volcán mientras no lleve consigo un incendio de caridad hacia nuestros
semejantes.
Comienza la misericordia cuando se transfiere a nosotros el problema del
hermano, incluso su tristeza. Es necesario entregar nuestro corazón a
nuestros semejantes y vivir con ellos. Pero esto es muy difícil. Porque al
prójimo por él mismo resulta a veces muy difícil de amar; sobre todo cuando
se ha comportado mal con nosotros. Por eso hay que llenarse del amor de
Dios y por Dios, por agradarle, porque es Padre común: saber amar a
nuestros semejantes.
Misión.- Misiones.-
- Buscamos comprender mejor cuál es la misión de la Iglesia y cuál nuestra
propia misión en la Iglesia. Comprender cómo realizarla en y desde la Iglesia.
Como referencias, tomaremos lo que Jesús mismo nos ha dicho sobre la
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Iglesia y sobre nuestra misión; lo que la Iglesia misma ha dicho sobre su
misión en el mundo; y lo que nosotros mismos sentimos respecto de nuestra
propia misión.
(Mt 28, 18-20). ―Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén‖.
Obligación de los Apóstoles y sus sucesores de ser misioneros.
Jesús envió a sus discípulos, ya en su predicación de la Buena Nueva, a
proclamar el Reino de Dios (Lc. 9,1-6; Mat. 10, 5-15; Mc. 6, 7-13).
Y todo creyente ha de difundir y luchar por la fe, ha de ser misionero. (Jds.
1,3)
La misión de la Iglesia: comunión y participación. Comunión: llevar hacia el
Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo; unir a los hombres con Dios, para
vivir su vida, su amor y su verdad; transformarse y transformar en Él (ya no
vivo yo, es Cristo quien vive en mí…) Participación: recibir la vida nueva y los
demás dones de Dios; unirse a su acción salvadora: dar lo recibido y ser
signo e instrumento suyo.
Iglesia - misión: Iglesia ―misionera‖: ella ha recibido la misión de ir a
evangelizar y, así, está puesta para colaborar con Jesucristo en este servicio
salvador al mundo entero; en el envío a los Apóstoles, fuimos enviados todos
a evangelizar; la misión de la Iglesia es universal: hacia todas las gentes, en
todos los tiempos, hasta las raíces, para todos y con todo el poder de Dios.
Nuestra misión en la iglesia. Para la Iglesia y para cada uno es un derechodeber de la Iglesia evangelizar (RM 86) Todos y cada uno estamos enviados a
evangelizar, a todas las gentes y siempre. Estamos llamados a vivir la
comunión y participación en diversos niveles eclesiales (RM 48 y ss): La misión de
la Iglesia y nuestra propia misión se fundamentan en la comunión y
participación de la Verdad, el Amor y la Vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Recibimos nuestra misión en la Iglesia, la cumplimos en comunión y
participación de Iglesia y desde ella vamos como enviados a evangelizar a
todas las gentes en el mundo entero. La misión es la que renueva nuestra
identidad cristiana, nos devuelve nuestro entusiasmo, nos ayuda a superar
las dificultades en nuestra comunidad y nos hace participar en la salvación de
Jesucristo (RM 2). (De una orientación pontificia sobre la misión de la Iglesia, que es nuestra misión. O ―Las
misiones‖).
- ―Tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado‖ (Jn. 17,17). Jesús
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fue el enviado por el Padre, para redimir y salvar a los hombres; para
santificarlos. Y ofrecemos la palabra de Jesús para que el mundo conozca al
Padre. La Iglesia en pleno es misionera, pueblo sacerdotal.
¿Para qué es la vida sino para darla?‖ La santidad propia no es un adorno
personal. Es un capacitarse para la misión. Lo que el Papa dice en su
Encíclica misionera es la gran realidad: ser un contemplativo en la acción.
En el sentido teológico – místico se llama misión la procesión ―temporal‖
de una persona divina. O sea: solo pueden ser enviadas (―misase‖) las
personas procedentes: el Hijo y el Espíritu Santo, pero no el Padre. Pero su
misión no constituye ningún cambio en su ser eterno. Concebimos la misión
del Hijo y del Espíritu Santo con relación a nuestras almas en que se hacen
presentes en nosotros: encarnación del Verbo, obra santificadora en nosotros
del Espíritu Santo. (Bouyer).
Mistagogia.-
- Mistagogia es un tiempo en el que los nuevos nacidos en Cristo son iniciados
en varios misterios de la Iglesia católica. Este periodo .de conversión, lleno de
deseo de Dios, entrega emotiva, encuentro comunitario con los grandes
misterios de la fe, se graba en catecúmenos y neófitos en el alma de forma
indeleble.
Misterio.-
- Es el designio de Dios realizado en la Historia. Es la plenitud de la revelación,
-
comenzada por los profetas y consumada en la Encarnación: venida al
mundo del Hijo de Dios al seno de la Virgen María en Jesucristo.
Pablo se siente vinculado al misterio de Cristo. (II Co. 4, 7,18 y 6, 1-10); y
percibe toda su existencia y todas sus circunstancias a la luz de ese misterio.
(II Co. 1, 15-22 y 12,9 y sig.)
Misterio Pascual.-
- Pascua significa paso, caminar, la nueva pascua cristiana tiene su recuerdo
-
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en la pascua judía, en el paso del mar Rojo, con Moisés y el Pueblo de Dios.
El misterio pascua, el de nuestra pascua cristiana, comprende la vida, muerte
y la resurrección de Cristo. Nos fijamos más en la resurrección. En los
primeros siglos se celebraban cincuenta días de vigilia pascual: jueves,
viernes, sábado santo, ascensión y pentecostés. La conmemoración de la
bajada del Verbo. (Jn. 1, 14) Son estas fiestas la epifanía plena del misterio
de Dios.
Jesús permanece fiel a su misión; predijo su pasión y resurrección, asumió
con amor nuestros pecados, sintió el peso de la justicia de Dios. (Mc. 8, 3138; Mat. 16, 21-28; Lc. 9, 22-27).
Confía Jesús a sus discípulos continuar con la misma obra, la nueva alanza,
la pascua cristiana. Sufrimos aquí la falta de plenitud de la resurrección,
incomprensiones, persecuciones, tentaciones... Y hemos de ser conscientes
de que nuestra vida es un caminar con Jesucristo hacia el Padre, una pascua
de amor y esperanza.
Muerte y resurrección nos dan la salvación. Nos libran de esclavitud del
pecado. Recorremos con Jesús el camino hacia el Padre, una pascua llena
de esperanza. Se nos ofrece Jesucristo como hostia viva en la Eucaristía,
que es prolongación de la pascua de Cristo; banquete sacrificial y comunión.
Resucitamos con Cristo, vivimos la pascua y deseamos en este caminar
elevar al mundo. Aunque nos choque de inicio, Jesús alcanzó la plenitud de
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su humanidad en su entrega por la cruz. Consideramos la cruz como la
epifanía del amor. Desde que Jesús nos redimió en la cruz, el camino del
dolor está unido al camino del amor. La cruz es el resultado de la lucha de
Jesús contra la maldad del mundo.
Y todo esto no es algo individual, es una realidad en el misterio de la Iglesia.
En ella damos y recibimos el testimonio pascual.
Ver también entrada ―Pascua‖, ―Resurrección‖.
Mística.- Mística cristiana.-
- Podemos definir la mística como ―la actividad espiritual que aspira a
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conseguir la unión o el contacto del alma con la divinidad por diversos
medios‖ (ascetismo, devoción, amor, contemplación, etc.). La contemplación
es uno de los modos de vivir la mística, sobre todo la contemplación infusa;
vernos inmersos en Dios, como gota de agua en el océano, conscientes del
Absoluto; inmersos en la corriente de vida divina. La mística es una
percepción experimental de la presencia de Dios en el alma. (1 Co. 13,1112). Conocimiento amoroso de la Sabiduría divina. (Prov. 2,6).
La comunión del hombre con Dios se contempla como unión de esposa con
esposo. (Cantar de Cantares. 2,16; 6,3; 7,11).Vienen pronto las purificaciones
y la aridez. ―¿Por qué me has abandonado?‖ Participamos de la angustia del
Crucificado y la alegría del Resucitado. (Lc. 22-62; Mc. 17, 55) y (Lc. 24, 41).
Distintos autores de Teología espiritual y santos del todo entregados a Dios,
dan varias definiciones de la mística. He aquí algunas: 1 Moción del Espíritu
Santo consentida. 2 Vida consciente en gracia. Perfecta incorporación a
Cristo. Intuición amorosa y prolongada de Dios. 3 Entrar en comunicación
íntima con Él. Presencia de Dios en profundo recogimiento que absorbe las
potencias del alma. 4 Atracción pasiva del alma hacia Dios. Obra divinizadora
de Dios.
Procede la vida mística de una divinización, como de un incendio amoroso.
La vida mística suele comenzar con un período más o menos largo de vida
ascética. Pero no siempre es así, porque van mezcladas la ascética y la
mística; pero en ciertas épocas predomina una sobre la otra. Todos estamos
llamados a la vida mística. Algunas personas reciben atisbos de vida mística
en su época de conversión, luego desaparece...
La mística de verdad produce una entrega del todo a los hermanos o a los
más necesitados. Solo una experiencia mística que ha madurado será capaz
de arrojar luz al problema del sufrimiento humano.
Más experiencias de místicos: Nos sentimos invadidos por la presencia de
Dios en nuestra alma. Más que sumergirnos en Dios, somos sumergidos. Es
algo que no se logra expresar, pero que se percibe de alguna manera. Tal
vez al principio lo experimentemos de tarde en tarde, pero si somos fieles a
Dios, Él nos llevará a esta vivencia continua, que nos ayudará a ser
testimonio de Dios y de su amor ante los hombres. Pero esto nadie lo
consigue por su propio esfuerzo. Nosotros solo podemos disponernos
quitando impedimentos, deseando la perfección, practicando la oración.
- Decimos que un alma vive en estado místico cuando en ella predominan los
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dones del Espíritu Santo. Hoy afirman las personas que se entregan a la vida
de perfección que el estado místico es una vía ordinaria de caminar por el
mundo.
El cuerpo no perece, es transformado, dominado, aceptado. El místico ha
llegado al olvido de sí mismo; morir poco a poco al apego y a las propias
satisfacciones... El sol de Dios brilla para iluminar los objetos grandes y
pequeños. Recordamos el tercer grado de humildad: elegir en caso de
igualdad lo más costoso. Anonadarnos a nosotros mismos para vivir del todo
en Dios.
Rasgos: permanece el místico vinculado a la nueva alianza salvadora. Es
penetrado por el misterio de Dios, de la Eucaristía. Tiene el sentido de la
unión con Dios del que recibe su amor y misericordia. Busca no precisamente
la experiencia mística, sino la caridad y la entrega a Cristo.
Percibe de alguna manera el misterio de unidad en la Santísima Trinidad de
donde radica como de fuente el ser divino y la participación ontológica con lo
divino. En la Eucaristía mira a Jesús, unido al Padre y al Espíritu Santo en la
misma naturaleza divina. El místico se siente en Dios como la gota de agua
en el Océano.
Conoce el místico al Dios de la Alianza con una fe del todo atenta. Sabe
―como no sabiendo‖, con pleno asentimiento a las verdades reveladas, con
una visión clara de las cosas; con un saber – gustar – místico. Y dentro de un
dinamismo humano
Esta palabra, ―mística‖, aparece constantemente en este diccionario, porque
de ello trata. Incluso a la Teología de la perfección o de la espiritualidad se la
ha denominado con el título de ―Ascética y Mística‖.
Mística evolución.-
- El padre Arintero es uno de los tratadistas de Teología Mística mejores del
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siglo XX; tomamos de él estas ideas sobre evolución mística:
La relación mística con Cristo nos lleva a conformarnos con Él y estar en
armonía con los demás. Viviendo en Dios, podemos ya tener toda nuestra
conversación en los cielos. Él está en nosotros como prenda viva de vida
eterna. Dios está tan íntimo en nosotros como nuestra propia alma. Habita en
el centro de nuestra alma. Es familiar nuestro, pero lo tratamos como extraño.
(Eckhart)
La comunicación con el Espíritu Santo puede y debe ir siempre en aumento.
Si correspondemos, ni con la muerte se romperá este vínculo; antes se
consolidará eternamente. Unión íntima y pura que excede ampliamente la
matrimonial. Agua viva que sacia, refrigera, lava, purifica, renueva, da vigor y
lozanía. El Verbo, uniéndose a nuestras almas, nos hace obrar como hijos de
Dios. Nos hace conocer que permanecemos en Dios y que Dios mora en
nosotros. (Jn. 15, 4 y 9). Santidad, piedad y mansedumbre son frutos de su
presencia en lo íntimo del alma.
Él nos unge y convierte en ungidos de Dios, verdaderos Cristos: nos sella. El
divino Espíritu penetra en nuestras potencias como luz que alumbra, como
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óleo que suaviza nuestras articulaciones. No hay época en la vida, ni estado,
ni condición humana que pueda pasar sin sus dones e influencia.
Nada mejor puede hacer nuestra voluntad que dejarse hacer de aquel que no
puede hacer nada mal. (Agustín). Las inspiraciones del Espíritu Santo están en
nosotros en estado habitual, como nuestra razón. El alma sigue con sumo
placer la moción de Dios, porque todo su gusto es seguirla.
La humillación nos hace reconocer el vacío de nuestra nada; bien acogida
nos hace más abnegados. El trato con personas fervorosas y llenas de Dios
es como luz del mundo y sal de la tierra. Todo el proceso de la vida
sobrenatural consiste en despojarnos del hombre viejo y revestirnos del
nuevo. (Col. 3, 9-10). (2 Co. 5, 17). La iluminación a veces es tan repentina
que el alma solo se da cuenta de sus saludables efectos.
Toques de vida eterna que hacen morir los gustos del mundo para vivir en
Cristo. El justo vive alegre y consolado en medio de las amarguras.
Perseverar en solicitar vivir en unión con Dios. (Fil. 2, 2; 3,1; 4,4). Aceptar con
fervor las mil distintas pruebas que nos sobrevienen para purificarnos.
Desprenderse más de sí mismo y penetrar más íntimamente en Dios. (Ef. 4,
22).
Renunciar a nuestros intereses, caprichos y comodidades sin tener otro
querer que el divino. Huir del mundanal ruido, del tumulto de pasiones y hasta
de sí mismo para alcanzar a Dios. Y si algo tenemos de bueno es por la
divina misericordia.
Hallar nuestras delicias en buscar al único Amado y fiel Amador de las almas.
Acostumbrarse a amar a Dios con el amor más puro y sin buscar nada
sensible. Hay que padecer con Él para ser con Él glorificado. (Fil. 3, 20-21).
Acompañarle en todos los caminos para gozar de su intimidad. Esperar
silencioso y resignado con el corazón puesto en el Señor, que puede sanar.
Con indiferencia para los consuelos y penas, sin buscar otra cosa que
agradar a Dios. (1 Tes. 4,1; Heb. 11, 5-6 y 13, 26; Jn. 8, 29; 1 Jn. 3, 22).
Si se os quita el fervor sensible sed tan asiduos a la oración y la acción, como
en los días de fervor. Ve al Señor no ya junto a ella (de la oración), sino
dentro de ella y como Señor absoluto de ella. Serás iluminada y abrasada
ahora y siempre ardiendo de amor. (A Foligno) Amar con un amor intenso, puro y
desinteresado, solo porque Dios merece todo su amor.
La oración no tenga tiempo limitado: ella es mi vida. Dios ocupe todo mi
pensamiento y corazón: y me duermo sin haberme separado de su
compañía. Que me traten bien o mal; que Dios me tenga en consuelo o
desolación: mi voluntad sea la de Dios. (Tobías 12, 18). Si le preocupa la
salvación, no es por interés sino por puro amor divino.
Dios embiste con luz vivísima y penetrante que alumbra hasta los últimos
pliegues del corazón. (Salmo 18, 13). Se configura con Jesucristo, recibiendo
el divino sello con gran dolor y consuelo. (Gal. 2, 20). Cuando la voluntad es
cautivada, empieza la oración de quietud e incluso la embriaguez de amor.
Se siente gozo por la dulzura de Dios, se prorrumpe en cánticos de alabanza.
(Ef. 5, 18-19): Eres fuego que siempre ardes: lleno de alegría, gozo y
suavidad. El alma queda como sepultada en la misma inmensidad divina. Se
acercó a mí y me arrancó todas las malezas de mi corazón, dejándolo limpio.
- El alma que ha gustado la verdad divina reconoce su olor y sabe de quién
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proviene. Podrá oír la voz del Amado y se ordena la caridad con embriaguez
de amor. Nos acercamos a Dios para escuchar su voz pacífica que se dirige
a las almas interiores. Y el alma desfallece al escuchar su voz. Vacar por
largo tiempo a la contemplación, purificarnos bien y morir completo al mundo.
Las almas fervorosas buscan a Dios, deseando sentir su amorosa presencia.
La gracia cautiva y embriaga los sentidos y los sana para que se aficionen a
Dios. Se siente el contacto de otras almas por la comunión de los santos e
incluso el del mismo Dios. Se deshacen y anonadan entre afectos de amor,
confusión y agradecimiento.
Gustar ya en silencio de la vida eterna. El misterio de la Trinidad repercute y
se reproduce en el alma. Verdaderamente sienten, gustan, ven y oyen al
mismo Dios inefable. Un fruto de la comunicación de mi esencia es una
suerte de desaparición de la fe. (M. de Pazzis). Dichosa el alma que se ejercita en
la introversión, renuncia al amor propio... merece acercarse Dios más y más.
(Blosio) Busquemos a Dios dentro de nosotros mismos, seguros de hallarle. (s.
Agustín)
- Santa introversión suspirando por Dios con jaculatorias y piadosos deseos.
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La sana oración debe ser humilde, reverente, cariñosa, confiada y
perseverante. Nunca impaciente. (Grou) Sentir el vacío penoso de la ausencia y
la ardiente sed de amor. Sentir la fealdad de las propias flaquezas ante la
oculta luz divina que las descubre.
Existen místicos que aman sin entender; y es que el amor va más allá del
propio entendimiento. Esta sensación de lo divino les hace sentirse solidarios
de todos los fieles. A medida que crece la perfección de un cristiano,
aumenta su caridad y solidaridad con todos. Contemplamos los secretos del
reino de Dios si de Verdad renunciamos a nosotros mismos. Adherirnos a
Aquel que es la verdad misma y todo lo santifica.
Mociones.-
- Podemos considerar aquí la moción como la alteración del ánimo que se
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mueve o inclina a alguna especie a que le han persuadido. Dícese
frecuentemente de las cosas devotas. El término no es muy común entre los
escritores espirituales en lengua castellana. Sta. Teresa no lo emplea y S.
Juan de la Cruz en seis ocasiones para indicar una manera de intervenir Dios
en el alma.
Algunos afirman que las dos mociones fundamentales en la espiritualidad son
la consolación y la desolación. Han de tenerse siempre muy en cuenta. Ver
las entradas ―Consolación‖ y ―Desolación‖.
Pero son muchas más las mociones: toda nuestra vida está llena de
iluminaciones y mociones de Dios. Algunas llegan a través de la oración. El
Señor quiere que pidamos; nos manda pedir. ―Pedid y se os dará‖ (Lc 11,9).
―Heme aquí‖, pues todos tus caminos están dispuestos, y previstos todos tus
juicios‖. Sobre esa fe en la providencia se apoya la súplica: ―Dame a mí,
pobre viuda, fuerza para ejecutar lo que he premeditado‖ (Jdt 9,12-14; +Est
4,17s; 5,1s).
- A Ignacio de Loyola durante su convalecencia ―se le abren un poco los ojos‖
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sobre las variedades de su mundo interno y comienza a familiarizarse con el
lenguaje de los movimientos internos o mociones, que se sucedían causadas
por los pensamientos y fantasías de orientación contraria que le venían a la
cabeza como resultado de las lecturas piadosas de los libros de las vidas de
los santos y del Vita Christi, o como resultado de sus pensamientos del
mundo.
Decimos estas ideas para aclararnos un poco qué son las mociones en la
espiritualidad. Ignacio va conociendo la verdad de la moción y por tanto su
posible referencia causal (Dios o demonio) por la cualidad del fenómeno
(alegría frente a tristeza o deleite). Es preciso discernir si las mociones son
del Espíritu o del mal.
Respondamos a Dios en su moción así: ―Señor ¿qué quieres que haga?‖
Para poder seguir estas mociones es preciso también, una vez advertidas, no
hacernos sordos a esa voz de Dios; de lo contrario, con nuestra dureza de
corazón nos exponemos a ir apartándonos de su solicitud. Todos cuantos nos
esforzamos para vivir en gracia santificante tenemos ―título‖ para pedir este
don al Señor; vamos a hacerlo.
Modelos espirituales.-
- Tengamos en cuenta que, ante un modelo, existe siempre una tendencia de
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imitación. Los jefes mueven la voluntad; los modelos consiguen incluso
estructurar nuestro nuevo ser; y a veces se llega por la imitación y
seguimiento de los modelos incluso al heroísmo. Atrae el modelo de tal
manera que su relación con los otros se convierte en amor.
La Biblia nos dice: ―Sigue, pues, el buen camino, imita la conducta del
honrado, pues los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en
ella‖. (Prov. 2, 20-21). Y en libro de la Sabiduría se nos exhorta hacia la virtud
como modelo: ―El recuerdo de la virtud es inmortal: la reconocen Dios y los
hombres. Cuando está presente, la imitan, cuando está ausente, la añoran‖.
(Sabiduría. 4, 1-2).
En el Nuevo Testamento se nos recuerda nuestro principal modelo, ―Sed
imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os
amó y se entregó por nosotros a Dios‖ (Ef. 5, 1). ―Y no seáis indolentes, sino
imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido‖. (Heb.
6,12). San Pablo se ofrece como modelo. ―Sed imitadores míos como yo lo
soy de Cristo.‖ (1 Co. 11, 1). ―Por medio del Evangelio soy yo quien os ha
engendrado para Cristo Jesús. Así pues, os ruego que seáis imitadores
míos‖. (1 Co. 4, 15-16). ―Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que
andan según el modelo que tenéis en nosotros‖. (Fil. 3, 17).
Los santos tienen imitadores y han arrastrado a las turba a lo largo de los
siglos. La gente, cuando es arrastrada por un santo, llega incluso morir por el
ideal. Nuestra cultura hoy parece que se aleja de lo heroico, pero en los
santos vemos también hoy nuevos modelos que abren distintos senderos
para seguir. Y así tenemos a Maximiliano Kolbe, el padre Damián, Teresa de
Calcuta…
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A los grandes modelos de santidad los consideramos como una
prolongación de Cristo. Ellos están en Cristo y Cristo en ellos. Su vida nos
atrae: Francisco de Asís que lo dejó todo en su juventud y vivió el Evangelio
sin fisuras, buscando la paz y el amor y universal a todas las criaturas.
Charles Foucauld imitó que buscó ser el último como Jesús; y abandonó la
seguridad del estado monástico e incluso el ser servidor de un convento de
monjas.
Existen también santos que no serán canonizados hoy por hoy: Martin Luther
King, negro que vivió para lograr la igualdad de sus semejantes en lucha no
violenta. Lo asesinaron, pero la causa fue conquistada; un poco a imitación
de Gandhi. Pedro Casaldáliga obispo en la pobreza de la Amazonia; Vicente
Ferrer que ayudó a millones de personas a salir de la miseria y vivir con
dignidad. Hizo como Teresa de Calcuta pero, en lugar de ayudar a morir con
dignidad a quienes vivían en la miseria, él les ayudó a no morir en la miseria;
los redimió de la pobreza.
Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Antonio María Zaccaría, Manuel
González, Micaela del Santísimo Sacramento, El Cura de Ars... en tiempos
anteriores.
Teilhard de Chardin tan combatido por algunos, de talla y santidad universal
para la mayoría. (Jesuita prohibido bajo el signo de desobediencia). Había
realizado en su vida la consagración de un amor apasionado a la Tierra y a la
Ciencia.
El padre Manuel García Nieto. Algunos lo definen como la persona más santa
del siglo XX. Unía en si la mística de Santa Teresa y la mortificación de San
Pedro de Alcántara. Fue director espiritual de la Universidad de Comillas; su
amor a la Eucaristía, inmenso; y este amor lo infundió a los seminaristas y a
los sacerdotes. Su amor a los pobres en Comillas siempre será recordado.
Sus tandas de Ejercicios Espirituales de mes fueron célebres.
Oscar Romero, canonizado en el siglo XXI. Vivió para liberar al pobre de la
opresión. Murió mártir mientras celebraba misa.
Modestia.-
- Virtud derivada de la templanza. Inclina a comportarse en los movimientos
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internos y externos dentro de los justos límites.
―Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra
mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. (Fil. 4, 4-5).
―Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor
y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos.‖ (1 Tim.
2-9).
La modestia es uno de los frutos del Espíritu Santo, (Gal. 5, 22-23).
La modestia corporal nos inclina a guardar el debido decoro en movimientos
y gestos corporales.
Existe también la modestia en el ornato, ayuda a guardar el debido orden en
el cuerpo, en el vestido y aparato externo.
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Monjas.- Monjes.-
- Cuando el Señor desapareció en la nube de su gloria, los apóstoles
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permanecieron con los ojos dirigidos al cielo. (He.1, 11). Después
continuaron en oración en el cenáculo.
En la Biblia (1 Reyes 17) aparece el profeta Elías, a quien podemos
considerar como primer monje (anacoreta). Los carmelitas lo aprecian como
su ejemplo y padre.
Nuestra mente corre a los conventos y monasterios. Ellos saben que no
verán al Señor: aquí vivirán de la fe. Seguirán mirando al cielo, como los
apóstoles, con deseo y con añoranza, pero con los pies puestos en la tierra.
Dios nos dé grandes orantes que no se cansen de mirar al cielo para pedir
con fuerza por la conversión del mundo. Por otra parte su testimonio es
grande: mostrar la dirección en que es preciso mirar con esperanza.
El carisma de los grandes orantes consiste en enseñarnos que aquí estamos
de paso y esperamos la venida de nuestro Señor que nos llevará a las
regiones del Cielo, nuestra Patria. Son signo del Reino de los Cielos.
Ver entradas ―Religiosos‖, ―Consejos evangélicos‖.
Monte.-
- Es para muchos el encuentro con Dios más inmediato después de la
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Eucaristía. Allí nos unimos al Señor con una experiencia religiosa inigualable.
―¿Quién como el Señor que se asienta en lo alto y desde allí mira el Cielo y la
Tierra?‖ (Salmo 112).
Contemplar al Señor sentado en aquel castillo con paz. Sin prisa. Cerca de
Él. ―Del polvo eleva al necesitado y del estiércol rescata al pobre‖. (Salmo
107, 13). ¿Qué le cuesta al Señor resucitarnos para llevarnos a su gloria; a Él
que crea todas las cosas por millones y millones y millones...? En el monte
todo nos habla de Dios o de su amor, poder y fuerza.
Desde la soledad de la montaña parece tener más sentido lo de San Juan de
la Cruz. ―Pastores, los que fuéredes allá por la majadas al otero, si por
ventura viéredes Aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y
muero.‖ Inquirir por toda la naturaleza, por toda la hermosura de la creación
―decid si por vosotros ha pasado‖. Y en seguida viene la respuesta: ―Mil
gracias derramando, pasó por estos sotos con presura‖. Y el alma responde
entonces con fervor: ―Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas‖.
Subir al monte a buscar a Dios. Y no se trata de un sentimiento romántico. Y
exclamar de nuevo: ―Salí tras ti corriendo y eras ido‖. ―¡Acaba de entregarte
ya de vero!‖, ―Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos...‖
Subir al monte santo: liberación de la vida cotidiana. Subir al monte santo:
contemplar la inmensidad de la creación y su belleza. Subir al monte santo:
da altura interior y hace intuir al Creador.
Ver entradas ―Inhabitación‖, ―Adopción‖, ―Hijos de Dios‖.
Morada.-
- Hay una morada terrena, frágil, temporal; y otra la eterna: ―Porque sabemos
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que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos
un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana,
que está en los cielos‖. (2 Co. 5,1).
Pero ahora nos fijamos de un modo especial en el alma que es morada de la
Santísima Trinidad. ―Si alguno me ama, guardará mi palabra... y haremos
morada en él‖. (Jn. 14, 23). Dios mora como Padre, Hijo, Espíritu Santo,
como amigo, como santificador. Por ello, gran respeto a nuestras almas,
adoración Dios que habita en nosotros.
Complacencia en esta morada divina; como el Padre que se complace en el
Hijo. (Lc. 2, 14; Mat. 17, 5). Ser muy conscientes para recrearnos en ella.
Hemos de ofrecer al Señor una morada más digna en nuestro corazón; que
no sea tercermundista.
Ver entrada ―Inhabitación‖
Moradas.-
- Según santa Teresa, el castillo interior - el alma - está dividido en siete
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mansiones o moradas, cada una de las cuales describe un escalón en el
acercamiento a Dios. Las primeras tres mansiones se consideran accesibles
por la oración activa. Las cuatro últimas, propias para la oración
contemplativa. Son ejemplo para distinguir ambos tipos de oración.
En las primeras moradas están hospedadas las almas de los creyentes que
caen el pecado mortal; no lo combaten con interés; a veces oran algo.
Quienes están en las segundas moradas toman en serio de vida espiritual,
oran con más frecuencia, tienen alguna caída en pecado mortal y con
frecuencia en el venial. Luchan algo.
Terceras moradas: son almas piadosas, luchan en serio por crecer en la
virtud, caen en faltas graves rara vez, pero con más frecuencia en el pecado
venial. Son fieles a la oración, a la comunión, aunque con omisiones.
Cuartas moradas: almas fervientes; entran ya en la vía iluminativa. Luchan
muy en serio contra el pecado venial e incluso contra la imperfección. Muy
fieles a la oración. Viven en recogimiento interior. Operan en ellas las virtudes
infusas y los dones del Espíritu Santo. En las quintas moradas están las
almas relativamente perfectas; rara vez caen en faltas veniales; tienen amor
a la soledad, desasimiento interior. Vida contemplativa.
Sextas moradas: viven estas almas la oración continua; necesitan la oración
como la respiración, aspiran a llegar a las cumbres. La abnegación es algo
normal en ellas. Séptimas moradas. Son almas heroicas en santidad y
entrega. Viven enteramente para Dios y su Reino, sienten desprecio de sí
mismas en el sentido de verse pecadoras ante Dios. Se sacrifican por los
demás hasta el olvido de sí. Su vida es un matrimonio místico con Dios.
Mortificación.-
- En nuestra vida interior siempre es necesaria la mortificación: ―Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame‖, dice
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Jesús. (Lc. 9,23; Mc. 8, 34; Mat. 16, 24). Es un problema grande porque la
naturaleza rehúye la mortificación voluntaria. En ocasiones es tan necesaria
que sin ella es imposible avanzar.
La tradición de la Iglesia siempre la ha tomado en consideración para luchar
contra la tendencia al placer y a la comodidad. Conviene incluso en ciertas
épocas aumentar el sacrificio voluntario.
Coinciden todos los escritores de espiritualidad en que la mortificación es el
verdadero camino para la santidad; porque Dios nos pide que nos vaciemos
de nosotros mismos para recibir esta gracia (Salmo 81,11). El amor propio es
estar llenos de nosotros mismos. Es necesario vaciarse.
Hoy se va perdiendo la costumbre de las penitencias corporales: disciplinas y
cilicios. Se aconseja practicar la mortificación sencilla: dominar la curiosidad,
practicar el orden en las cosas, aguantar sonriente las contrariedades, el frio,
el calor, pequeños sacrificios en la comida, limpieza, trato cariñoso, dominar
el genio, la gula, las ganas de hablar, ceder a otros lo mejor...
En general siempre se recomienda vencerse a sí mismo por la mortificación
voluntaria; aceptar con paz las contrariedades y sufrimientos que vienen; de
una manera especial en situaciones de dificultad para dominar la lujuria. Y
tengamos en cuenta lo que nos dice Jesús: ―En verdad, en verdad os digo: si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da
mucho fruto‖. (Jn. 12,24).
Los períodos de mortificación generosa suelen ser los de mayor fervor y
entrega al Señor y a nuestro prójimo. Dios es amigo de paz, sosiego, entrega
serena. Por eso vamos a procurar no extralimitarnos en nada y a practicar
con generosidad la mortificación.
La batalla de la mortificación es interminable. Se consigue extirpar un
capricho o algo de mucho apego. Parece que superado esto, nada será óbice
para la entrega a Dios. Pero nace el hambre de otros placeres. Toda la vida
trabajando. La solución: la oración, la meditación, la paciencia y el no
desalentarse echando todo a rodar. Por otra parte la misma oración es fuente
de mortificación porque la oración pasiva, la que envuelve de gozo el alma,
suele durar poco y hay que seguir adelante aun sin ganas.
Aceptar de buena la gana cuanto la Providencia de Dios nos va enviando en
la profesión, en la familia, en la salud. Buena fuente tenemos de sentirnos
generosos con Dios. (He. 12, 4-13).
Suelen decir que la medida del adelantamiento en la virtud es ver cómo va
uno en el terreno de la mortificación. Es lógico. La adquisición de hábitos
buenos lleva consigo sacrificio y constancia. Humildad, dominar las pasiones,
paciencia, retirarse de las aficiones del mundo, caridad, condescendencia...
todo esto resulta costoso y exige mucho sacrificio. San Bernardo solía decir:
―Donde hay amor, no hay trabajo, sino sabor.‖ Los santos suelen comparar
nuestra naturaleza humana a la de un caballo sin domar. Y no hay más
remedio que hacernos violencia, como nos dice el Evangelio. (Lc. 16,16). Se
dice en el libro de Job: El cuerpo del hombre es semejante a un jumento; no
oye las voces del arriero. Pide más de lo necesario en todo momento y es
preciso someterlo.
Para remediar el bienestar y vigor perdidos, es necesaria la mortificación.
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Porque toda nuestra fuerza de acción ha de ser conservada para Dios.
Cuando nos dejamos dominar del halago del placer, perdemos nuestra
libertad. Un instinto profundo nos dice que la pena es instrumento de
reparación y de expiación. ―Mortificad vuestros miembros que son terrestres‖.
(Col. 3,5)
La mortificación falsa hiere sin discernir, bajo el impulso del genio del mal. La
idea del sacrificio por sí mismo es diabólica
Pero nada de lo divino degrada. ―Heriré y sanaré‖. (Deut. 32, 39) cuando el
sacrificio es útil para la vida. Muchas penitencias son fáciles: sobriedad en
alimentos y vida, paciencia, ordenar... Mantenerse a gran distancia del
sensualismo, de la crueldad y del justicialismo. Ordenar las pasiones,
sencillez, aceptar contrariedades, humillaciones, enfermedad. Querer la
curación y poner remedios, con paz y mansedumbre.
Mortificación del deber cumplido. Sacrificios para luchar contra el mal
temperamento. Aceptar con paz la muerte: aunque sepas que es camino del
Cielo, repele a la naturaleza. Agilizarse con pequeñas penitencias voluntarias
y dar las ―gracias‖ por las que vienen sin buscarlas. Santa locura de la cruz,
manantial de reparación. Ser pararrayos de la justicia divina.
Llamamos abnegación a la renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos
o intereses en beneficio de otras personas; aceptar las propias limitaciones y
sinsabores de la vida. Es la mortificación íntima, una fuente de sacrificio que
nos viene y lo aceptamos como cruz de cada día. (1 Pe. 2,21). (Heb. 11,25).
Ver también entradas ―Abnegación y ―Expiación‖.
Motete.-
- El motete es una composición polifónica nacida en el siglo XIII para ser
-
cantada en las iglesias, y sus temas son comúnmente bíblicos. Hasta el siglo
XVII, seguía siendo una de las formas musicales más importantes de la
música polifónica.
Por extensión se fue llamando a los cantos piadosos que se entonan en las
iglesias, principalmente en el momento de la comunión.
Cantados con fe y amor llenan el alma de fervor espiritual. Son auténtica
oración con melodía.
Ver entrada ―Música‖.
Motivación.-
- Para un corazón alertado todo es motivo de encuentro con Dios. La presencia
-
del Señor en nosotros ha de ser el principal motivo de nuestra alegría. (Jn.
14, 23), Que este motivo de amor se reanime con suficiente frecuencia. Que
llegue a animar todas nuestras obras.
Quien recibe el maná Eucarístico debe arder en el mismo deseo que movió a
Cristo en el sacrificio. (Lc. 22, 15). El Señor ha de ser el gran motivo de
nuestra alegría. (Eymard). ¿Motivos para la penitencia? (He. 26, 20). Desagravio,
reparación, petición, hacimiento de gracias: Por ti, por mí, por los demás, por
tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y que nuestras necesidades se
conviertan en un motivo para volvernos a Él. (Juan Pablo II)
Movimientos de espiritualidad.-
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Existen hoy muchos movimientos de espiritualidad: llevan casi todos, el
marchamo evangélico. Se vive con mayor intimidad la religiosidad dentro de
los grupos menores.
Dentro del pluralismo legítimo en la Iglesia, es preciso dar en cada grupo
testimonio verdadero, sean tradicionales o no. Cualquier grupo católico ha de
respetar siempre la doctrina de la Iglesia. Y no han de caminar dispersos, sea
cual fuere el aspecto en que fije el acento cada grupo.
Es preciso no llegar a parar en la secularización, el antropocentrismo o las
tendencias políticas. La audacia siempre es posible e incluso en la verdadera
mediación entre lo social y político. Pero la espiritualidad de suyo nada tiene
que ver con la política.
Muerte.-
- La muerte es el desmitificador del Universo y nos ayuda a dar sentido a
nuestra vida por la fe. La vida es un contrasentido si se mira la muerte sin fe.
- Jesucristo asumió con su muerte la maldición de la vida pecadora para
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abrirnos a la vida divina y acoger la bendición de Abraham a todos los
hombres; (Gal. 3,10-14) y hacernos hijos adoptivos de Dios. (Gal. 4, 5-7).
―Preciosa es a los ojos de Dios la muerte de los santos‖. (Salmo 116,15). La
muerte es el comienzo de la eternidad. Esperarla con fe e ilusión. Confiar en
la Providencia de Dios y pedir la perseverancia final. Superar el miedo a lo
desconocido. Mantener con sobriedad y sin obsesión la esperanza. No ver la
muerte como un tema tabú.
Jesús ha suprimido el horror a la muerte y lo ha transformado en esperanza,
porque con su resurrección venció la muerte y nos abrió las puertas del Cielo.
No morimos solos, siempre Jesús nos acompaña, y nos espera a la otra
orilla.
Cristo salvó al mundo con su mensaje, la Buena Nueva, pero, la muerte fue lo
salvífico hasta el fondo: ―Si el grano de trigo cayendo en tierra no muere, él
solo se queda, pero si muere, da mucho fruto‖. (Jn. 12,24).
Sufrimos y morimos con Jesucristo, con Él resucitaremos. ―Lo mortal sea
absorbido por la vida‖. (2 Co. 5, 1-4). Y vemos imágenes de la muerte y la
vida en la naturaleza, según nos dices Jesús: ―En verdad, en verdad os digo:
si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da
mucho fruto‖. (Jn. 12, 24).
De todas las pruebas queridas por Dios para el género humano, la más dura
es la muerte. En los días de retiro es bueno conservar la costumbre de ―la
aceptación de la muerte‖: enfocarla como sacrificio propio, unido al de la
Eucaristía, y aceptar el lugar y hora que quisiere el Señor para nosotros. Y
unirnos muchas veces al sacrificio de Cristo cuando aceptamos la muerte.
- Los santos han deseado morir para ir a Dios: ―Estoy cierta de que, ya sea una
-
muerte súbita o prevista, no me faltará la misericordia del Señor. La
adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios. Esta es la
más dulce alegría, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con
Cristo‖. (Gertrudis).
La muerte nos entrega totalmente a Dios por el abandono absoluto en Él. La
muerte es un arrancarnos del egoísmo, el paso a la divinización del alma.
(Retana) Cuanto mayor es mi fervor, menos temo a la muerte: al contrario. (Torres).
Y enjugará todas las lágrimas: no habrá muerte ni llanto, ni grito ni pena‖.
―Mas, ¿cómo perseveras, ¡oh alma!, no viviendo donde vives, y haciendo
porque mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes?‖
(Juan de la Cruz). ―Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no
muero‖. (Teresa de Jesús). Vive bien si no quieres morir mal. (Agustín).
Muerte y resurrección.-
- La muerte nos provoca repulsa instintiva; no acabamos de tomar conciencia
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de la muerte, aunque sabemos con certeza nuestra mortalidad, pero el
cristiano no puede separar la muerte de la resurrección, porque Cristo
resucitó. Es cierto que cada vez es menor la muerte de gente joven, la
hospitalización es muy positiva, pero allí también se muere. Pocos mueren en
su casa. Nuestro equilibrio puede perturbarse con el paso de la edad. Pero
Dios creó al hombre para la eternidad. (Eclesiastés,3,11) Él nos espera. Nos
preguntamos: ¿Y después? La existencia de un más allá se afirma en el libro
de la Sabiduría. Juan nos habla de renacer de lo alto (Jn. 3,3); Pablo de
caminar hacia la vida nueva (Ro. 6, 4). En el Nuevo Testamento
constantemente se hacen alusiones.
Nuestra resurrección es segura: Cristo la ha predicho ―Se siembra en
corrupción y se resucita en incorrupción‖ (1 Co. 15,35-42). Él es la
resurrección y la vida, (Jn.15, 25). Después de nuestra resurrección en el
cielo seremos como ángeles de Dios, sin matrimonios... (Mat. 22,30)
Hemos de aceptar la muerte como tránsito pascual. Pero la muerte es dura,
hemos de asumirla y ofrecérsela a Dios como nuestro sacrificio vespertino.
De Él venimos y a Él regresamos. Mirar el sentido de la vida; nos ofrecemos
a nosotros mismos purificados y resucitados con Cristo.
¿Cómo asistir a un moribundo? Antes de todo pensar con equilibrio en la
propia muerte. Muchos enfermos graves, a pesar de estar rodeados de
familiares queridos, no pueden desahogarse. Siempre hemos de evitar
hablarles de la muerte de una manera directa o brutal, porque la
incertidumbre del momento siempre da lugar a la esperanza de vivir.
Tampoco conviene dar discursos al enfermo. Siempre discreción. Coger la
mano del enfermo: suele ayudar y dar confianza. Humedecer sus labios, si
vemos que lo necesitan. Saber estar en silencio con él. Llevar su mente a
Dios de quien nos viene la vida y a quien volveremos algún día.
Si nos habla de su gravedad, que exponga sus temores. Esperanza en Dios.
Pedir luz a Dios para aconsejarle. Ayudarle a aceptar la voluntad de Dios.
Aunque haya rechazado los sacramentos hablarle de la confianza en Dios.
- En concreto conviene repetir al moribundo, aun cuando esté en apariencia
-
inconsciente, breves jaculatorias: ―Jesús, hijo de David, ten misericordia de
mí‖. ―Santa María madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la
hora de nuestra muerte‖. ―Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío‖.
―Ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados‖.
―Jesús, José y María os doy el corazón y el alma mía‖. De vez en cuando una
jaculatoria, sin cansar. Sugerirle también actos de amor a Dios; el amor de
caridad perfecta perdona los pecados.
Ver entrada ―Resurrección‖.
Mujer.-
- La mujer es igual al hombre (Gns. 1 y 3). Su función en la pareja humana es
-
-
la maternidad. En la Iglesia primitiva desempeñó el ministerio de diaconisa.
Su modelo es la Virgen María.
La mujer siempre ha destacado por su fervor espiritual cristiano. Basta con
asomarnos a nuestra hagiografía. La condición de la mujer y la lucha para la
afirmación de los propios derechos encuentra todo el apoyo de la
espiritualidad cristiana.
La irradiación de la mujer trasciende el marco familiar y enriquece e ilumina la
comunidad.
Jesús con respecto a la mujer se mostró tierno, sin disimulos con las mujeres,
ni siquiera con las de mala vida. (Jn. 8, 10-11). Él las defiende, aun cuando
por ello se le ataque. Esta actividad de Jesús no dejó de tener repercusión. A
la Samaritana la convierte en evangelizadora (Jn. 4,1-30); a María Magdalena
en testigo y apóstol, al mismo tiempo que lleva el mensaje trascendente a los
Apóstoles. (Oláriz María Nieves).
Mundo.-
- Lo creó Dios. Estamos en él como íncolas. En el mundo recibimos a
-
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-
Jesucristo en la encarnación. El hombre tiene dominio para regular el mundo.
El mundo, considerado como enemigo del alma, es lo que llamamos ―lo
mundano‖: criterios y hechos egoístas, buscar honores, placeres, dominio,
riquezas, poder, lascivia... Vivir en el mundo, pero sin dejarnos dominar por el
espíritu mundano. Y los que gozan del mundo vivan como si no gozasen. (1
Co. 7, 29-31).
Es el lugar de las cosas materiales. Todos los humanos formamos parte del
mundo. También la espiritualidad, los monjes, todo lo que existe en nuestro
planeta forma parte del mundo. Y es preciso no confundir el mundo con lo
mundano. En este mundo también comienza el Reino de Dios. Y Dios ama al
mundo: ―Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna‖. (Jn. 3, 16).
El Nuevo Testamento no fomenta juicios negativos contra la vida presente.
Nos mira como criaturas de Dios. El Reino de Dios dentro de vosotros está.
(Lc. 17, 20-25). Lo que es el alma en el hombre, así los cristianos en el
-
-
mundo. Dominando el espíritu mundano, eliminar la maldad y las guerras.
Vivir en este mundo la intimidad con Dios.
Con el tiempo se experimentó que había maldad en el mundo, por eso surgió
la vida monástica y la huida del mundo. También la ascesis del desierto. Lo
miraban como soledad y ambiente de oración.
Hemos de encontrar a Dios en el mundo. Purificar nuestra mirada con la
devoción con que miramos a Jesucristo. Como Francisco de Asís, percibir en
la naturaleza la huella de Dios. Transformar el mundo con la gracia y el
espíritu de Dios.
Es misión de los cristianos crear en el mundo un ambiente religioso, clima
ascético y costumbres éticas. Sumergirnos en lo espiritual, teniendo los pies
el suelo, y testimoniar que el mundo creado por la Santísima Trinidad fue
redimido por Cristo. También misión nuestra es librar al mundo de las
esclavitudes, fomentar el bien, el amor, la paz y la solidaridad.
Murmuración.-
- Recordemos lo que nos dice la Sagrada Escritura: ―El viento del norte trae la
-
lluvia, y la lengua murmuradora, el semblante airado‖. (Prov. 25, 33).
―Destruiré al que en secreto calumnia a su prójimo; no toleraré al de ojos
altaneros y de corazón arrogante‖. (Salmo 101, 5). ―Hermanos, no habléis
mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su
hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley‖. (Sant. 4, 11). ―Sea quitada de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda
malicia‖. (Ef. 4, 11).
Es necesario vigilarnos en este sentido porque de hecho es un vicio frecuente
entre personas piadosas.
Las murmuraciones, piques, envidias descubren que el amor debido al
prójimo dista mucho de las personas con este defecto; están lejos de la
perfección. Teniendo en cuenta que la medida de amor al prójimo es el amor
de Dios, hemos de cuidar mucho el amor al prójimo para amar mejor a Dios.
Música.-
- La palabra de Dios nos invita a la canción y a la música como medios de
-
-
alabanza al Señor: ―Aclamad con júbilo al Señor, toda la tierra; prorrumpid y
cantad con gozo, cantad alabanzas‖. (Salmo 98, 4). ―Dad gracias al Señor
con la lira; cantadle alabanzas con el arpa de diez cuerdas‖. (Salmo 33,4).
―¡Oíd, reyes; prestad oído, príncipes! Yo al Señor, yo cantaré, cantaré
alabanzas al Señor, Dios de Israel‖ (Jueces 5, 3). ―Entraron en Jerusalén, en
la casa del Señor, con arpas, liras y trompetas‖. (2 Crónicas 20, 28). Sobre
todo, en los salmos son constantes la alabanzas a Dios con cánticos e
instrumentos músicos.
Parece conveniente utilizar estas posibilidades para nuestra vida interior. Hoy
disponemos de mucha mayor facilidad que en tiempos de San Ignacio para
aprovechar la música para la unión con Dios.
Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios inefable.
-
Muchos santos se han unido a Dios con la canción; he aquí algunas
expresiones: ―Y, si no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es
lícito callar, lo único que puedes hacer es cantar con júbilo‖. ―Cantar desde lo
íntimo de nuestro corazón en acción de gracias‖. ―Quiero cantar eternamente
el himno de tus alabanzas‖. ―Para cantar hace falta que el corazón esté
continuamente salmodiando al Señor‖. ―Señor, Tú me has alumbrado desde
mi juventud, cantaré tu misericordia‖.
En el libro sagrado, Cantar de los Cantares, describen el proceso de la
esposa hasta entregarse definitivamente al amor.
A San Ignacio de Loyola le ayudaba mucho para la oración, la música. Si
acertaba a entrar en alguna Iglesia cuando se celebraban los sagrados
oficios cantados, luego permanecía como en éxtasis, absorbido en el
misterio. Y esto era de provecho tanto para su alma como para su salud
corporal: al relajarse, mejoraban sus males. Cuando estaba triste, cansado,
sin humor, nada le era tan útil como escuchar alguna canción espiritual.
N.- Nacimiento Nuevo.-
- Jesús nos habla de nuevo nacimiento. Nos habla de volver al estado de
-
niños. (Mat. 18,3). Dios nos engendró con su palabra de verdad, que hay que
recibir para ser salvos. ―Como niños recién nacidos, deseamos la leche de la
palabra que debe hacernos crecer hacia la salvación‖ (1 Pe. 2,2)
Recordemos el diálogo de Jesús con Nicodemo: ―Lo que ha nacido de la
carne, es carne; lo que ha nacido del espíritu es espíritu‖... (Jn. 3,6). ―Hay que
nacer de nuevo para entrar en el Reino de los Cielos‖. (Jn. 3, 1-9) La
constitución del pueblo de Israel se presenta como un nuevo parto. Los
nacimientos son fuente de gozo; el nuevo nacimiento es fuente de gozo
inaudito. (Is. 66)
Natividad de la Virgen María.-
- Esta fiesta se celebra el 8 de septiembre y tiene su origen en los comienzos
-
-
de la Iglesia. En el siglo V como la fiesta de la basílica ―Sanctae Mariae ubi
nata est‖, emplazada en el supuesto lugar donde nació María. En el 722 el
papa Gregorio II instituyó la vigilia de la Natividad de nuestra Señora. La
religiosidad popular en muchos pueblos ha elegido esta efeméride como
inicio de sus festividades anuales.
Si Ella no hubiera venido al mundo tal vez todavía no hubiéramos sido
redimidos. Le damos gracias a María. Y le pedimos que nos lleve a la
profundidad de su vida interior. ¡Qué bueno establecer nuestra morada en el
seno de Dios Uno y Trino, junto a María y la Eucaristía! Es el núcleo de
nuestra espiritualidad. Y desde allí contemplar todo, y actuar en el quehacer
de cada día en una entrega total y generosa.
Esta fiesta está muy arraigada en el pueblo.
Natural.- Naturaleza.-
- Lo natural es lo que conviene según la naturaleza. Lo miramos en nuestro
-
-
-
tratado como contrario o antagonista a lo sobrenatural, pero no en el aspecto
peyorativo.
En la espiritualidad se le da mucha importancia a la naturaleza. Entendemos
por naturaleza el principio generador del desarrollo armónico y la plenitud de
cada ser, siguiendo su evolución propia e independiente. En este sentido el
hombre es ante todo hombre, sobre él viene el cristiano, la gracia, toda la
vida sobrenatural. Es necesario respetar las leyes de la naturaleza. Y así
decía san Pablo: ―Por esto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues
sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la
naturaleza; de igual modo los hombres, abandonando las relaciones
naturales con la mujer, se abrasaron en sus deseos, unos de otros,
cometiendo la infamia de las relaciones de hombres con hombres y
recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío‖. (Ro. 8, 25-27). Y
―Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo
que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como
esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros
miembros a la justicia.‖ (Ro. 6, 19).
San Pablo nos alienta a superar lo meramente natural: ―Pues el hombre
natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad;
no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del
Espíritu‖ (1 Co. 2,14) Y ―por naturaleza, estábamos destinados a la ira, como
los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos
amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con
Cristo.‖ (Ef. 2, 3-5). Y san Pedro nos dice: ―Se nos han concedido las
preciosas y sublimes promesas, para que, por medio de ellas, seáis
partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción.” (2 Pe. 1,4).
La vida sobrenatural del hombre se asienta sobre la vida natural.
También tiene importancia en la espiritualidad la naturaleza en este otro
sentido: ―Conjunto de todo lo que existe y está determinado y armonizado en
sus propias leyes‖. Los santos y todos cristianos conscientes, aprecian,
respetan y aman la naturaleza, y desde ella se elevan a Dios autor de todo
bien y aprecian y gozan del deleite estético de la naturaleza.
Navidad.-
- La navidad es tiempo de agradecimiento, caridad, alegría. Hemos de procurar
-
vivirlo superando las connotaciones de consumismo e influir en nuestra
familia sobre el verdadero sentido cristiano de este tiempo de gracia.
Las primeras menciones al nacimiento de Jesús, un 25 de diciembre, leemos
en el Comentario al Libro del profeta Daniel de San Hipólito, en el año 204.
La fecha 25 de diciembre era famosa ya en el año 45 antes de Jesucristo,
como fiesta de nacimiento del sol. Lo aplicamos a Jesús, el gran Sol de amor,
calor y salvación del mundo.
- Darnos cuenta de que tras esa figura del Niño se oculta el Hijo de Dios,
-
hemos de llenarnos de admiración, de regocijo interior, de paz y deseo de
entrega generosa a nuestros hermanos. Nuestra oración de Navidad podía
ser: ―Muéstranos tu rostro, Señor...‖ (Salmo 4, 7). Y quedar en silencio interior
total esperando esa entrega de Él a nuestra alma. Mirar el Belén sin decir
nada, repetir con mucha paz la frase: ―Muéstrame tu rostro, Señor.‖
En tiempo de Navidad conviene repasar lo referente a la Infancia de Jesús en
el Evangelio. (Lc. 2; Mat., 18 y sig. y 2; Jn. 1, 1-18).
El Padre nos ha dado a su Hijo como fuente de toda santidad. Vivir todos los
días esta realidad, esta esperanza maravillosa. ―Mientras conocemos al Dios
visible, por Él seamos llevados al amor de lo invisible‖. (Del prefacio de Navidad.)
La costumbre de construir belenes en los hogares y visitar los más famosos
de cada ciudad, puede ayudar a mantener es espíritu litúrgico de este tiempo.
Negativo.-
- Mirando la palabra de Dios hemos de transformar lo negativo en positivo.
Dices: ―es imposible‖.
Dios dice: ―todo es posible‖ (Lc. 18,27).
Dices: ―estoy demasiado cansado‖. Dios dice: “yo te daré descanso‖ (Mt. 11,
28-30).
Dices: ―en realidad de verdad, nadie me quiere‖. Dios dice: ―yo te amo‖ (Jn.
13,34).
Dices: ―no puedo seguir adelante‖. Dios dice: ―te basta mi gracia‖ (2Cor.
12,9).
Dices: ―no sé lo que va a pasar‖. Dios dice: ―yo dirigiré tus pasos‖ (Prov. 3,56).
Dices: ―no puedo hacer eso‖. Dios dice, ―lo puedes todo con mi ayuda‖ (Fil.
4,3).
Dices: ―tengo miedo‖. Dios dice, ―No te he dado espíritu de temor‖. (3 Tim.
1,7).
Dices: ―estoy siempre preocupado y frustrado‖. Dios dice, ―Deja todas tus
preocupaciones a mi cuidado‖. (1 Pe. 5,7).
Dices: ―no tengo suficiente fe‖. Dios dice, ―He dado una medida de fe a cada
uno‖. (Ro. 12,3).
Dices: ―no soy lo suficientemente listo‖. Dios dice, ―Yo te doy sabiduría‖. (1
Co. 1,30).
Dices: ―me siento solo‖. Dios dice: ―nunca te dejaré, no me olvidaré de ti
jamás‖. (Heb.13 ,5).
Ver entrada ―Positivo‖.
-
Niños.-
- Los niños son signo de la bendición divina, corona del anciano. Por razón de
su debilidad son como un privilegiado de Dios. El Señor es el protector del
huérfano. Dios no vaciló en escoger a ciertos niños como mensajeros de su
-
-
-
liberación y salvación: Samuel, David, Daniel... y el nacimiento del Emmanuel
signo de liberación, el deseado de las naciones.
Jesús, una vez adulto, adopta un comportamiento y cariño especial para los
pequeños: ―De ellos es el Reino de los Cielos‖ Y dijo ―De cierto os digo, que
el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él‖ (Mat. 19,
14). Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los
bendecía. (Mc. 10,14-15). ―Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos‖. ―(Mat. 19,14; Mc. 10,
13-16; Lc. 18, 15-17) ―De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se
humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y
cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Y
cualquiera que escandalice a alguno de estos pequeños que creen en mí,
mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino, y que se le
hundiese en lo profundo del mar‖. (Mat. 18, 3-6).
Recuerda el Maestro el respeto que hemos de tener a los niños y condena
severamente escandalizarlos: ―Al que escandalice a uno de estos pequeños
que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al
cuello y lo arrojasen al fondo del mar‖. (Mat. 18,6).
Jesús se acerca y revela de una manera especial a los pequeños: ―Te doy
gracias, Padre…, porque no has revelado estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a los pequeños‖. (Mat. 11, 25)
Ver entrada ―Infancia espiritual‖.
Niveles alfa.-
- Se trata de un método psicológico para remediar estados de angustia diversa
-
-
de fácil aplicación. Es muy bueno para cuando toca vencer dificultades que
cuesta mucho superar a las personas. He aquí expuesto brevemente. Cada
ejercicio completo viene a durar entre cinco y siete minutos. Ha de efectuarse
en un lugar sereno, sin ruidos, en penumbra, en soledad o mejor, si es
posible, guiado por un experto. Conviene, antes de comenzar a practicarlos,
leer este contenido varias veces hasta asimilarlo bien.
Partes: 1.- Sentado en una silla; espalda suavemente apoyada en el
respaldo; piernas en ángulo recto; busto erguido suavemente; ojos
suavemente cerrados o entornados. Respiración ―ventral‖: inspirar por la nariz
profundamente, pero sin forzar (mientras la inspiración observas cómo el
vientre se mete un poco hacia dentro). Retener unos segundos el aire.
Espirar: o sea echar el aire, por la boca despacito, como soplando. Repetir
este ejercicio de respiración como dos minutos. (Recuerda: inspirar por la
nariz; echar el aire por la boca, como soplando). Sin prisa; con el
pensamiento solo en lo que estás haciendo, en la respiración. Con calma y
gran paz. No importa que estés así más de dos minutos. Calma.
2.- (Siempre las manos han de estar apoyadas sobre las rodillas y los ojos
entornados o suavemente cerrados). Mantener el ritmo de respiración que
estabas practicando. Y ahora se trata de imaginar que tu mano derecha se
eleva poco a poco hacia el centro de tu frente. Repetir interiormente con
-
-
pausa, imaginando que la mano derecha se eleva hasta tocar el centro de tu
frente): ―Mi mano derecha va subiendo poco a poco, poco a poco… hacia el
centro de mi frente; poco a poco... se acerca... se va acercando...‖ Y mientras
se repite con mucha calma esto, mantener el ritmo indicado de la respiración.
Repetir con atención diez, veinte o más veces la frase... Pero no forzar; que
sin quererlo suba la mano al centro de la frente; ha de subir como
instintivamente, y si no sube, no importa nada, con paz siempre.
3.- Haya subido o no haya subido la mano hasta el centro de la frente,
imaginas con los ojos suavemente cerrados una pantalla de cine grande. Ahí
te ves tú actuar con calma y serenidad en el ambiente en que estás
estresado, pero ahora sin ningún estrés, con calma, con mucha paz, como te
gustaría actuar, haciendo lo que estás haciendo habitualmente y con gran
paz. Permanece varios minutos en esta imaginación.
4.- Cuando te parezca conveniente (nunca más de diez minutos en total)
vuelve a la realidad. Para ello mueve los pies suavemente; cierra varias
veces los puños con suavidad. Conviene practicar este ejercicio tres veces al
día. O al menos dos, a la mañana y a la noche. Los resultados son óptimos.
(Nota: Si lo practicas solo, es preciso aprender previamente bien esta técnica
y aplicarla. Es posible y no es difícil. Si otro te ayuda, basta con seguir su
palabra en cada momento).
Noche del espíritu.-
- Se constituye por las purificaciones pasivas; son muy dolorosas y con duras
-
-
pruebas. Son necesarias antes de la contemplación infusa, sin esas noches
sería imposible la unión con la intensa Luz divina. Se viven temporadas de
angustia, abandono, desolación. Dicen que puede tener cierta semejanza con
la pena de daño. La noche del espíritu es la prueba más dura que puede
pasar en este mundo el alma enamorada de Dios.
La noche del espíritu completa la purificación total de la persona que vive la
vida de perfección. Esta purificación es más dura que la del sentido. La
comparan los místicos a la pena de daño, que necesariamente la hemos de
soportar aquí o en el purgatorio. Recordar a Santa Teresa del Niño Jesús y al
mismo Jesús en la cruz que se creyó abandonado del Padre.
Sobre todo, la noche del espíritu puede durar mucho tiempo, si bien Dios,
hace interrupciones a estos santos que la sufren, con grandes consolaciones.
Ocurre la noche del espíritu entre la sexta y séptima morada.
Ver entradas ―Noche del sentido‖, ―Purificaciones pasivas‖ y ―Noche oscura‖.
Noche del sentido.-
- Se hace en ella imposible el discurso en la oración. Suele ir acompañada con
-
alguna enfermedad o con fracasos humanos. Imposibilita el discurso en la
oración. En el alma se percibe solamente un cúmulo de miserias al verse
sumida en tinieblas.
Purifica el alma; quita el apego al placer; se anima el alma a confiar solo en
Dios. Es muy dura, pero mucho menos que la noche del espíritu.
- La noche del sentido incluye todos los sinsabores, enfermedades,
-
humillaciones, maltratos... vienen por la voluntad de beneplácito de Dios. Las
arideces, oscuridades, dificultad de meditar. A continuación el Señor suele
enviar la contemplación infusa; nos eleva en nuestra vida espiritual. También
la tibieza puede tener alguno de estos síntomas; saber discernir. (Conviene
no confundirlo con la neurastenia, aunque también el enfermo mental puede
gozar de la contemplación y ser santo, por supuesto).
Mira también entradas ―Purificaciones pasivas‖, ―Noche oscura‖, ―Noche del
espíritu‖.
Noche oscura.-
- La noche oscura se define como una situación del alma en su marcha
-
espiritual que está marcada por la soledad y desolación. Purifica el alma. La
metáfora la creó, al parecer, el mismo San Juan de la Cruz en su ―Cántico
espiritual‖. La noche oscura es un viaje sagrado, iniciático, solitario.
Únicamente cuando nos vemos obligados a abandonar la zona de confort de
―lo conocido‖ y atravesamos las profundidades de lo desconocido
descubrimos nuevos recursos personales. Destruye la pequeña voluntad, el
orgullo, el egoísmo y todo sentido de ser ―importante‖ y ―especial‖ para crear
un nuevo estado de conciencia. Porque la emergencia de lo nuevo conlleva la
muerte de lo viejo.
Para hacernos cargo de las noches en la esperanza recordemos algo de la
Biblia: Abraham, que creyó, "esperando contra toda esperanza" (Rom. 4,18);
la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe" (LG 58), llegó hasta la "noche
de la fe" (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la
noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: "También nosotros,
teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y
el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos
propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe" (Heb 12,1-2).
(Cat. 165).
- Y caminamos en la noche oscura ―sin otra luz ni guía, sino la que en el
-
-
corazón ardía‖. Y esa luz es la que nos irá guiando. Por cierto que es muy
distinto vivirlo que cuando leemos con emoción estos versos. Al leer, todo es
poesía y emoción. Es casi, casi, desear estar en esa noche oscura. Luego,
en la realidad es todo más árido, más oscuro, más duro, aunque, eso sí,
siempre se vislumbra esa luz, y gracias a ella no caemos en la desesperación
ni lo echamos todo a rodar. De todos los modos es preciso estar muy alerta
cuando llegan las tinieblas.
En estas duras pruebas es preciso armarse de valor, de humildad, mucha
humildad, de esperanza; y por nada del mundo dejar la oración, ni echarse a
buscar los placeres mundanos. Sí; así uno poco a poco se va desligando del
placer en el sentido amplio que damos a la palabra. Es la mano de Dios que
en su providencia nos va conduciendo.
Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena
tomada con los Doce Apóstoles (Mt 26, 20), en "la noche en que fue
entregado" (1 Co. 11, 23). La noche oscura de Jesús fue en Getsemaní, con
tristeza hasta la muerte, con tentación, sudor de sangre y tribulación.
-
Nuestras noches oscuras son compartir con Jesús la oración del huerto.
―Pase de mí este cáliz‖ (Lc. 22,42), decir con Él. Y Jesús insistía en orar.
Mira también entrada ―Purificaciones pasivas.-‖ ―Desolación‖.
Novenas.-
- Las novenas pertenecen más bien a la religiosidad popular. Han hecho
-
-
mucho bien a lo largo de los siglos y lo siguen haciendo. Dentro de la
espiritualidad tradicional existe una novena muy de alabar que es la que
precede a Pentecostés: la novena al Espíritu Santo. Nos unimos, en estos
nueve días que preceden a esta solemnidad, al colegio apostólico junto con
María que se preparaban a recibir al Espíritu Santo. Deseamos la renovación
de su venida a nuestras almas.
Podemos encontrar un fundamente bíblico de las novenas, triduos o
quinarios: Reuniones periódicas de los primeros cristianos. (1 Tes. 5,17. He.
2, 42-47). Alabar a Dios siete veces al dia (Salmo 119, 164). El profeta oraba
a Dios tres veces al dia (Daniel 6, 10-13). Los Apóstoles oran todos en una
casa esperando la promesa de Cristo (Hechos 1,13-14), hasta Pentecostés
cuando reciben el Espirita Santo (He. 2,1-3). Es tradicional la interpretación
de que después de la Ascensión, estuvieron nueve días esperando al Espíritu
Santo.
Muchas personas celebran esta novena con gran provecho espiritual. ¡Ven,
Espíritu Santo!
Novísimos.-
- Los novísimos o postrimerías del hombre son: muerte, juicio, infierno y gloria
-
-
Nubes.-
o Cielo. ―Piensa en tus postrimerías y no pecarás‖ (Ecco. 7, 40).
Vivir con una inquietud continua, pero a la vez con gran paz. Bendito sea el
Señor que nos ha creado, aunque a veces la vida parezca tan dura.
Recordamos algunos textos bíblicos sobre los novísimos: Jesucristo muere
por todos los hombres (Mat. 20,28; Mc. 10,45; Lc. 22,27); del juicio particular
(Mat. 16,27; 20,1; 25,14; Lc. 12,12; 16,19-31; 23,43); del juicio universal (Mat.
13,30; 24,31; 25,31; Jn. 5,28; 12, 47-50); del infierno (Mc. 5,22; 8,12; 13,42;
10,28; 18,9; 23,15; Mc. 9,43; Lc. 3,17; 12,5; 16,19); de la gloria (Mat. 5,12;
6,20; 19,21; 18,8; Lc. 6,23; 12,33; 23,43).
Hoy muchos no miran con gusto ni en la predicación, ni en sus meditaciones,
los novísimos. Pero estas verdades nunca han de pasar de moda. Sería
traicionar el Evangelio detenernos en promesas de paz tan solo aquí en la
tierra.
Ver entradas ―Escatología‖, ―Parusía‖ y correspondientes a cada uno de los
novísimos.
- Las nubes tienen un significado místico y misterioso en religión. Entre otros
textos de la Biblia aparecen en el capítulo 14 del Apocalipsis. Se nos muestra
un personaje, que puede ser Jesucristo, sentado en una nube.
- Las nubes son compañeras inseparables de Dios, envuelven su majestad. De
ellas se oye la voz de Dios. ―Nubes y densas tinieblas le rodean, justicia y derecho
son el fundamento de su trono‖ (Salmo 97,2). ―Las nubes le ocultan, y no puede
ver, y se pasea por la bóveda del cielo." (Job 22,14). También (Job 26,9;
36,29 y 37, 15,16).
Núcleo.-
- El resumen o núcleo de la espiritualidad católica podríamos decir que está en
-
-
centrarnos en el amor afectivo y efectivo a la Santísima Trinidad, a Jesucristo
Eucaristía y a la Virgen María. Y de este amor sacar fuerza para amar al
Reino de Dios que es la Iglesia y a todos los hombres para que obtengan la
salvación eterna. Esta sería una forma concreta:
La Virgen María, madre de Jesús me lleva a la Eucaristía. Jesús en la
Eucaristía es Dios y hombre verdadero, el Hijo de Dios. No está ―solo‖: por la
circuminsesión se encuentra unido al Padre y al Espíritu Santo. Me recojo
profundamente en la Santísima Trinidad... ahora contemplo a la Santísima
Trinidad que se aloja en mí. (Jn. 14, 23).
Ver entrada ―Actos detenidos‖.
O.- Obediencia.-
- Santo Tomás define la obediencia como la pronta voluntad para ejecutar los
-
-
-
preceptos del superior. San Ignacio de Loyola habla de tres grados de
obediencia: de simple ejecución, de voluntad y de juicio.
La obediencia ejecución, es simplemente cumplir lo mandado; la de voluntad
implica una sumisión interna, por parte del sujeto, en relación a la voluntad
del superior. (Mat. 21, 31). La obediencia de juicio, "Consiste en obedecer la
orden recibida, no solamente con prontitud de voluntad, sino rindiendo
inclusive nuestro juicio interior para conformarlo con el del superior". Esta
última es discutible. Procurar que la obediencia sea sobrenatural, por amor a
Dios, con espíritu de fe, con humildad y sencillez, con alegría.
La obediencia completa implica la fe en un Dios personal, en su presencia en
la Eucaristía; en el diálogo entre Dios y el hombre. Una fe viva con
sentimiento de oración, y donde case la oración con la fe viva. Implica en
nosotros descubrir el plan divino. Una obediencia que da fruto. (Jn. 15, 16).
Una obediencia como la Virgen María: (Lc. 1, 38-48).
Y la obediencia a Dios es gracias al don divino de su voluntad salvífica.
(Rom. 5, 19). Nos eleva a mantener con él un coloquio, a conocer su vida
íntima. ―Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres‖. (He. 5,29).
- La obediencia está incluida en el cuarto mandamiento: de los hijos a los
-
-
-
padres; obediencia a las leyes civiles y eclesiásticas. ―De igual manera,
jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en
vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia
a los humildes‖. (1 Pe. 5, 5). (Ef. 6, 1-5).
Únicamente en la eternidad será posible captar la voluntad divina por
completo. La Biblia nos exhorta a la obediencia mediática: ―Háblanos tú –
Moisés – que no nos hable el Señor porque quizás moriremos‖. (Ex. 20, 19)
Jesús obedeció al Padre.
Consideramos en nuestra voluntad la obediencia pascual, en unión a Jesús
resucitado, como Jesús se unía al Padre. Obediencia y amor al Señor; como
Jesús vivió su adolescencia sujeto a sus padres. (Jn. 14, 23).
En la vida religiosa se practica la obediencia con voto; ―someterse a los
pastores es someterse a Cristo‖. Hoy la obediencia no se vive como antaño:
normalmente, antes del mandato por parte del superior suele haber un
diálogo. Pero conscientes de que la obediencia no consiste en un equilibrio
de opiniones. Una vez expuestas las razones del sujeto al superior, solo
queda aceptar lo mandado.
La obediencia es una virtud derivada de la justicia.
Ver entrada ―Autoridad‖.
Obispos.-
- Los obispos son los sucesores de los Apóstoles, pastores y guardianes del
-
-
-
todo necesarios en nuestra Iglesia. (Mat. 18, 19-20). Los amamos y
apreciamos, seguimos sus enseñanzas siempre que estén en comunión con
el Sumo Pontífice, pedimos a Dios por ellos y hemos de estar dispuestos a
colaborar en bien de la diócesis.
Son transmisores de la doctrina de la Iglesia por su magisterio, unidos al
Papa; y en Concilio ecuménico, en temas de fe y costumbres, siempre en
comunión con el Romano Pontífice, son infalibles cuando así lo determinan.
(Lc. 10, 16).
Hemos de ser conscientes de que, además de la gracia de estado, tienen un
dominio y visión privilegiados de las situaciones, pero eso no quiere decir
que acierten siempre; y deben considerar la crítica de los cristianos, cuando
se hace con amor y respeto, porque también son Iglesia.
Tengan en cuenta los obispos lo que decía San Pedro Julián Eymard:
―Cuanto más se sube en dignidad, tanto más se pierde en vida interior y en
fuerzas divinas, porque todos vienen a quitarnos algo; por eso, es necesario
entonces orar más‖. Vivir en recogimiento: ―recogerse no es otra cosa sino
reconcentrarse de fuera a dentro, en Dios y ponerse por entero a su
disposición‖. Y recordar (He. 7, 2-4) ―No nos conviene que lo hagamos todo,
pues nono queda tiempo para orar, escojamos diáconos que sirvan a los
pobres... nosotros seamos constantes en la oración y en el ministerio de la
palabra‖.
Oblaciones.-
- Se trata de la entrega o donación de algo para el culto divino; una ofrenda.
-
Son muy numerosas las veces que se nos habla de oblación en el Antiguo
Testamento. Así, ―Es un holocausto para el Señor, oblación de aroma que
aplaca al Señor.‖ (Ex. 29, 18). En el Nuevo Testamento: en la presentación
de Jesús en el templo: ―Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y
para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: ―un par de tórtolas o
dos pichones‖‖. (Lc. 2, 24). San Pablo nos dice: ―Vivid en el amor como Cristo
os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave
olor.‖ (Ef. 5, 2). Y en (Heb. 10, 10) ―Conforme a esa voluntad todos quedamos
santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo‖.
En sentido en que Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios como
oblación y víctima, nos entregamos a Dios nosotros.
Obligaciones.-
- Las obligaciones del cristiano, son por supuesto, los mandamientos, los
-
-
-
deberes de estado y profesionales.
Mirando al fondo la cuestión, la obligatoriedad, está en: ver a Dios en todo, y
todo según Dios. Permanecer en la verdad. Cuando miramos las criaturas en
Dios, vemos la verdad. Nuestro corazón ante todo se ha de encaminar hacia
el amor a Dios y a nuestros semejantes. Nuestra voluntad: estimar, apreciar
la gloria de Dios y derivarla hacia el bien, expresado todo en verdadera
caridad total. Dios amado en sí mismo y en las criaturas. Y por Dios, amar a
nuestros semejantes y toda la obra de Dios. ―Todo es vuestro, vosotros de
Cristo y Cristo de Dios‖. (1Co. 3, 23).
Y llegamos así a la mayor libertad. ¡Nuestra piedad auténtica: ver, buscar,
amar a Dios! Conocer, servir y amar a Dios, y al prójimo por Dios. ―Haciendo
la verdad en la caridad y así crezcamos en todas las cosas en Cristo Jesús‖.
(Ef. 4,15) ―La caridad, centro de la piedad y vínculo de la perfección‖. La fe
que obra por la caridad. (Gal. 5,6) ―No amemos de palabra ni de lengua, sino
de obra y de verdad‖. (I Jn. 3,8) Amar es el centro punto central de mi vida.
Recordar, pues, sobre todo el decálogo.
Ver entradas: ―Deberes de estado‖, ―Obediencia‖ y ―Leyes‖.
Obras.-
- Por las buenas obras se merece aumento de gracia; y tener en cuenta que
-
solo es meritoria la obra impulsada por la caridad; cuanto con más amor, más
meritorias. Conviene actualizar con frecuencia la recta intención.
Las buenas obras son necesarias para la salvación. Existe el peligro de tener
muchas palabras y pocas obras. Hemos de advertir que muchas de las
buenas obras que practicamos están impuestas por la misma ley de Dios. ―La
fe sin obras está muerta en sí misma‖. (Sant. 2, 14-17)
Obras de misericordia.-
- Ver entrada ―Misericordia‖. Y recordar Mat. 5, el Sermón de la Montaña.
Obsesión diabólica.-
- Una acción del demonio a los hombres consiste en la obsesión: es una forma
-
extraordinaria de actuar de Satanás, generalmente empleada contra
personas santas. Supone una influencia constrictiva psíquica o física,
extrínseca a la persona que la padece, y por medio de ella intenta
escandalizarla, neutralizarla o desesperarla. A veces se trata de verdadero
asedio, pero lo más íntimo del alma permanece fiel a Dios y logra finalmente
la victoria. La obsesión interna se distingue de las tentaciones ordinarias solo
por su violencia y duración. Turba el alma, en ocasiones en forma de idea fija
y absorbente.
Ver entrada ―Demonio‖.
Observancia.-
- La observancia es una virtud derivada de la justicia consiste en el
-
cumplimiento exacto y fiel de lo que se manda. También es la reverencia,
honor y acatamiento que debemos a los mayores y superiores. Conviene
ser fiel a esto, nos vea o no nos vea el que manda. Tiene cierta similitud
con la obediencia, pero va más allá. Solemos hablar de observancia de los
mandamientos, de las reglas de los religiosos, de los derechos humanos...
Pero no conviene caer en el fanatismo al pasarse de estrictos y leguleyos.
Es la virtud que regula las relaciones con jefes. Se les debe obediencia y
respeto. Es similar a la dulía.
―Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre
vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan
con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna‖. (Heb.
13, 17).
Obsesión.-
- La obsesión dificulta la atención, la oración y la dedicación plena a una tarea
-
sobre todo de tipo intelectual. Puede llegar a enfermedad mental del tipo de
escrúpulos de conciencia o anorexia mental; a veces puede desembocar en
trastorno delirante e incluso en paranoia. Si no se puede dominar con los
remedios psicológicos habituales de respiración, relajación e incluso niveles
alfa, conviene acudir al psiquíatra.
Para evitar este tipo de dolencia es buen preventivo la educación en la
atención.
Obsesión diabólica. Mira entrada ―Demonio.‖
Odio.-
- Odio es la aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. Es
negativo y nefasto el odio que se dirige contra los demás. El Señor menciona
-
-
-
-
-
el odio en el sermón del monte: "Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio". (Mat. 5, 22)
El odio es el vicio contrario al amor. ―El que no ama, permanece en la muerte;
el que odia a su hermano es un asesino‖. (1 Jn. 3, 14-15). Hemos de guardar
el corazón, del odio e incluso de la antipatía por amor a Jesús. ―Si alguno
dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no
ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve‖. (1 Jn.
4, 20)
Guardarnos de ofender, de juicios temerarios, de discordias, maledicencias,
acepción de personas y de causar escándalo.
El rencor es distinto del odio: resentimiento arraigado y tenaz a causa de
daños recibidos por un tercero. Es necesario luchar contra el rencor porque
puede desencadenar el odio. Por otra parte, el rencoroso, aunque no odie,
sufre y se envenena a sí mismo.
La antipatía hacia alguien es un sentimiento, generalmente instintivo, de
repulsa o rechazo hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento,
que provoca encontrar desagradable su presencia e incluso a veces con
deseo de que las cosas no le salgan bien. Es peligroso dejarse llevar de la
antipatía, porque puede degenerar también en odio.
Hay un odio positivo, el odio al pecado. Cuanto más seamos conscientes del
pecado, tanto dentro como fuera, más lloraremos y encenderemos con enojo
cuando el nombre de Dios sea ofendido. Odio, sí, al pecado, pero amor y
misericordia al pecador.
Ver entrada ―Rencor‖.
Ofertorio.-
- Es el rito de la misa en que el pan y el vino son ofrecidos al Señor para la
-
consagración en el sacrificio eucarístico. Lleva consigo este rito el significado
de las ofrendas de los fieles, y en su profundidad, que nuestras vidas
proceden de Dios, y se las ofrecemos de un modo libre y voluntario.
Reconocemos que los alimentos de nuestra vida también proceden de la
bondad de Dios. Es el momento de entregar al Padre nuestros dones y
ofrendas junto con nuestras buenas obras.
Oficio divino.-
- Ver entrada ―Horas canónicas‖.
Oficio Parvo.-
- Es una devoción a la Virgen María, con similitud al oficio divino o breviario de
los sacerdotes. La practican sobre todo los seglares que enfocan su vida
interior a través de la Virgen María. También se reza en algunas
congregaciones religiosas. Se ha practicado mucho. Hoy va decayendo esta
costumbre.
Ofrecerse.- Ofrecimiento.-
- Siempre es generoso quien se ofrece para ayudar al prójimo. Nuestro
-
-
ofrecimiento a Dios para cumplir su voluntad ha de ser actitud constante y
renovada: nuestra voluntad para hacer lo que Dios quiere. Ofrecer nuestros
trabajos, alegrías y penas a Dios y renovar nuestro ofrecimiento. Y dentro de
este amor a Dios, sea nuestro ofrecimiento de ayuda a los demás.
Ponderamos estas citas de la Sagrada Escritura: ―Ofrezcamos sin cesar, por
medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios
que celebran su nombre‖. (Heb. 13, 15). ―Si eres justo, ¿qué le das, o qué
recibe El de tu mano?‖ (Job 35,7) ―¿Qué daré al Señor por todos sus
beneficios para conmigo? (Salmos 116,12). ―Entonces Él les dijo, Pues dad al
César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios‖ (Mat. 22,21).
―Al levantar el Misterio Eucarístico, manifestamos con gestos y palabras, ese
ofrecimiento. Ya nada más se puede hacer para reforzar el carácter de
ofrecimiento de ese momento. Hay que ofrecerse a Cristo en nuestra mística
interior. No piense más que en esto: en ofrecerse, en darse en donación
entera y absoluta‖. Foucauld
Ofrecimiento de obras.-
- Solemos referirnos con esta frase al ofrecimiento de nuestras obras que
-
-
-
hacemos a Dios cuando comenzamos el día. Es un acto sencillo y hemos de
practicarlo con atención consciente sin caer en una rutina somnolienta. Lo
mejor, elegir una fórmula que sea breve y nos inspire devoción.
Durante muchos años hemos repetido este ofrecimiento, que desde los años
40 aprendimos, del Apostolado de la Oración: ―Oh Corazón divino de Jesús,
por medio del Corazón Inmaculado de María Sanísima, os ofrezco las
oraciones, obras y trabajos de este día, en reparación de nuestros pecados y
por todas las intenciones por las cuales Vos os inmoláis continuamente en el
Santísimo Sacramento del Altar. Os las ofrezco en especial por las
intenciones del Apostolado de la Oración y por las señaladas por el Papa
para este mes‖.
Y este clásico a la Virgen María: ―Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me
ofrezco todo a Vos, y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón; en una palabra todo mi ser. Ya
que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como
cosa y posesión vuestra. Amén.‖
Ante Dios todo tiene el mismo valor. Lo mismo en el destierro de Egipto con
Él, que en la casa de Nazaret. Lo mismo en el Tabor, que en la pasión. Lo
mismo en Belén, que en el templo. Importa ofrecerlo con amor y pureza de
intención.
Ofrenda.-
- Es la entrega o donación de una cosa para el culto divino. La ofrenda lleva en
-
-
el fondo un deseo de agradar o adorar a Dios. Desde siglos remotos se
depositaban en el altar las ofrendas como sacrificio a Dios.
Hoy también con el fin de agradar a Dios se llevan en la misa las ofrendas; no
tienen el signo de sacrificio. Más bien se donan en obsequio de Dios durante
la Misa para fines caritativos o sociales. Dice la carta a los Hebreos: ―Tú no
quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste
holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo
para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad‖ El amor a Dios y al prójimo es el único
signo de la donación. (Heb. 10, 5, 9).
Ver entrada ―Oblación‖.
Oído.-
- El oído es el sentido más relacionado con la fe, porque por su medio se
-
accede a la palabra de Dios. (Rom. 10,17) ―La fe por el oído…‖
Al parecer, es el último sentido que se pierde, por eso conviene sugerir actos
de amor a Dios y contrición a moribundos sobre todo si no han tenido tiempo
de recibir los sacramentos.
Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el oído. Para
ello huir de las conversaciones inútiles, frívolas y malas. Buscar las
conversaciones útiles y espirituales. Evitar críticas estériles y murmuraciones.
Mortificar la curiosidad y el enterarse de chismes.
Óleo.-
- El óleo (aceite de oliva) es uno de los símbolos del cristianismo. Asumimos el
-
-
-
simbolismo que ha tenido desde tiempos remotos: luz y salvación por el brillo
que deja al cuerpo que toca. El atleta se ungía con el óleo y sentíase con
mayor fuerza.
El aceite en la Biblia representa al Espíritu Santo y su acción. Por ejemplo: ―Y
Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y
desde aquel día en adelante el Espíritu de Yahvé vino sobre David. Se
levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá‖. (1 Samuel 16,13). ―El Espíritu del
Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido (con el aceite) para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos‖. (Lucas 4,18).
En Israel, lo utilizaban para designar cargos y funciones a personas. En el
Antiguo Testamento, los profetas establecerán con el óleo un vínculo con
Dios. Además la unción con el óleo significaba poder para crear nuevos
sacerdotes; más tarde, también se reservó a los reyes (1Samuel 10, 1)
A partir de las diferentes citas bíblicas, la unción del aceite va acogiendo
diversas significaciones como abundancia, alegría, purificación, curación,
salud, fuerza, etc.
Hoy en día el cristianismo recoge esta simbología bíblica en la vida
sacramental, con los llamados Oleos Santos. En la Misa Crismal tiene lugar
la bendición y consagración de los Santos Óleos que se utilizarán para
impartir determinados sacramentos durante el año. En total, son tres los
aceites que se bendicen y se consagran a la Misa Crismal: óleo de enfermos,
óleo de catecúmenos y santo crisma. Cada uno de los aceites está destinado
a un momento de la vida y tiene un significado concreto, pero a la vez
relacionado con el de las Sagradas Escrituras. Se utilizan en el bautismo,
confirmación, orden sacerdotal y episcopal y en algunos sacramentales.
Olfato.- Olor.-
- Dentro de la purificación de los sentidos hemos de contar con el olfato. Como
-
-
muestra de mortificación, tolerar los malos olores; no buscar perfumes
inútiles.
El olor puede tener sentido místico. La Biblia nos dice en ocasiones que el
Señor percibió el aroma agradable (Génesis 8,21. Levítico 1,9. Levítico 2,2).
Nos hablar también del aroma del incienso que agra al Señor. (Números 4,16
2, Crónicas 2,4). Y así también el mismo Cristo se entrega a nosotros ―Y
andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma‖. (Ef. 5,2)
Ver entrada ―Aroma‖.
Omnipotencia.-
- ―Observaréis que este atributo de Dios es el único mencionado en el Credo:
-
―Creo en Dios Padre Todopoderoso‖. No dice creo en Dios Padre
Misericordioso, o Santísimo, o Sabio, aunque todos estos atributos son suyos
también, sino Creo en Dios Padre Todopoderoso. ¿Por qué? Está claro:
porque este atributo divino es la razón por la cual yo creo. La fe es el principio
de la religión, y por eso la Omnipotencia de Dios se presenta como el primero
y fundamental de sus atributos, y precisamente el que debe mencionarse en
el Credo. No podríamos creer en Él, si no supiéramos que es Todopoderoso.
Nada es demasiado difícil creer acerca de Aquel para quien nada es
demasiado difícil de hacer‖. (Del Cardenal Newman)
La idea de Dios Omnipotente, Todopoderoso la descubrimos con frecuencia
en la Biblia: San Pablo la expresa con belleza: ―De Él, por Él y para Él existe
todo. A él la gloria por los siglos. Amén‖. (Ro. 11,36); también entre otros
muchos textos la apreciamos en : (He. 26,8; Jer. 32, 27; Deut. 33, 27; Apo.
19, 6; Ef. 1, 19; Dan. 4, 35; Is. 4, 33 y 26, 4-5; Lc. 1, 37; Mat. 19, 26; Gen. 18,
14; Job 42, 1-2)
Opción fundamental.-
- La opción fundamental cristiana podría definirse como aceptar y amar a Dios
en el fondo de nuestra existencia; decir sí a Dios en Cristo; asumirlo como el
Absoluto, nuestro fin, nuestro Creador y Redentor. Y como consecuencia el
amor al prójimo como hijo de Dios y hermano nuestro.
- Dios nos invita de diversas maneras hacia el camino de la salvación para que
-
-
nosotros nos decidamos a seguirle: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todo tu ser" (Dt 6,4-5; Mt 22,37) y "Buscad
ante todo el Reino de Dios y su Justicia y Dios os dará lo demás" (Mt 6,33).
La respuesta positiva, ha de ser nuestra opción fundamental y supone en
nosotros una vida de fe y amor dirigida totalmente hacia Dios y nuestros
semejantes.
Todo cristiano de edad madura ha decidido ya qué tipo de persona desea
ser. La mayoría de las veces se trata de una decisión no formulada, aunque
sí elegida y propuesta. Otros lo hacen de una forma más consciente
apoyándose en estas u otras preguntas parecidas: ¿Qué es lo más
importante en mi vida? ¿Qué me pide Dios? ¿En qué creo que consiste la
felicidad total?
Siempre es una decisión libre que dirige las acciones de nuestra vida, la
existencia de cada ser humano. Se revisa en determinadas ocasiones para
aquilatarla y examinar su arraigo e influencia, pero no para destruirla.
El cambiar de opción fundamental sería una perversión si es para el mal; una
conversión para quien por error, engaño o violencia no acertó.
Oración.- -
- Es el segundo acto interior de la virtud de la religión (La devoción es el
-
-
primero). Existen muchas definiciones de oración: ―Hablar con Dios nuestro
Padre que sabemos que nos ama‖; ―levantar el corazón a Dios para pedirle
mercedes con humildad y confianza‖; ―tratar de amor con Aquel que sabemos
que nos ama‖...
Jesús es el mejor maestro de oración. Él nos enseñó a orar y nos dio
ejemplo. (Mat. 6, 5-14). (Lc. 11, 1-13). ―Él se retiraba a los lugares solitarios,
donde oraba‖. (Lc. 5, 16). Jesús acudía con frecuencia al templo. (Mc 14,49;
Lc 2,46; 19,47; 21,37-38; Jn 2,14; 10,23). Oraba también en solitario. (Mc
1,35; 6,46; Mt 14,23). También oraba acompañado de sus discípulos. (Lc
11,1). Lucas a veces nos ofrece breves anotaciones con alusiones a la
oración de Jesús (Lc. 3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28-29; 11,1; 22,41.44-45). Jesús
escuchaba la petición, humilde y confiada, y procedía después a la curación
inmediata. (Lc 5,14; cf. Lv 13,49). Ver la instrucción sobre la oración de sus
discípulos (Lc 18,1): según él la oración del discípulo debe seguir el modelo
de Jesús orante (Lc 6,28; 11,1b-2; 22,40.46).
La oración puede ser de adoración, de acción de gracias, de petición, de
reparación... litúrgica, mental, vocal, afectiva, discursiva, meditación,
contemplación, de simplicidad...
Sin oración el hombre no llega a la verdad; hemos de ser atentos y
agradecidos, la oración nos lleva a ello. Y oración no es la repetición de
fórmulas, es elevar el alma y corazón a Dios para adorarle, pedirle, amarle.
Delante de Dios somos alguien irrepetible; le importamos y, por amarle, ya
nos encontramos en la gracia. Podemos dirigirnos directamente a Él. Desde
nuestra identidad, hemos de aprender a orar como Cristo nos ha enseñado.
- Desde la presencia de Dios oramos, porque para orar, antes es preciso ser
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conscientes de que estamos con Dios. Y hemos de orar ante todo con
atención con verdad, humildad, respeto, perseverancia. Del todo confiados en
Dios nuestro Padre.
Dios también nos habla mediante su palabra en la Sagrada Escritura y
también a través de las realidades creadas. Cuanto más progresamos en la
oración, mayor la admiración por lo creado. La acogida al Padre es un
progreso en el conocimiento de Dios.
Tengamos en cuenta la realidad de la vida; quien ora, ha de acoger a
necesitado, al angustiado, al pobre: así acogemos a Dios: indispensable para
una buena oración cristiana.
La Eucaristía es el centro del culto y de la Iglesia. Entrar en la gratitud por
parte de Cristo Eucaristía. En ella basamos nuestra acción de gracias,
nuestra fuerza y nuestra dicha: Jesucristo se nos da y seremos agradecidos.
Del amor a Dios en la oración y de la Eucaristía, sacamos fuerza para ser
mensajeros de la paz y de la reconciliación; buena preparación para la
comunión y buena decisión como acción de gracias.
Es tan importante este tema que a lo largo del diccionario continuamente se
alude a él de una u otra manera. La oración es como la respiración del alma.
Pero a veces, según se va adelantando, llegan épocas de profunda
sequedad, falta de gusto en las cosas de Dios y a la vez también falta de
gusto en las cosas creadas. Suele ser esto un posible acercamiento a la
contemplación. Poco a poco llega a sobrevenir el deseo de estar a solas con
Dios amorosamente, sin consideraciones especiales. También pueden existir
retrocesos y necesidad de volver a la meditación y terminar con peticiones a
Dios.
Siempre en la vida de oración es preciso fundamentarse en la fe. Con la
oración nos disponemos a la acción de Dios. Él concede a menudo la gracia
de la contemplación a quien se dispone con la meditación y la oración
afectiva.
Ver entradas ―Fervor‖, ―Devoción‖, ―Meditación‖ y siguientes entradas de
Oración.
Oración afectiva.-
- La oración discursiva o meditación suele ser el primer grado o nivel de
-
-
oración mental. El segundo es la oración afectiva. En ella predominan los
afectos de voluntad sobre el discurso del entendimiento; es como una
meditación simplificada en la que cada vez toma mayor preponderancia el
corazón por encima del discurso. Se pasa de la oración discursiva a la
afectiva de una manera gradual y casi sin darse cuenta.
Muchas personas, por su natural afectivo llegan pronto a esta oración; a otras
de temperamento más frío les cuesta más tiempo. Dóciles a la moción del
Espíritu Santo, muchos han elegido este camino de especial seguimiento de
Cristo, para dedicarse a Él con corazón indiviso. (1 Co 7, 34).
La oración del Padre Nuestro (Mat. 6, 9-13) podemos considerarla en sus
siete peticiones como modelo también de oración afectiva. Y el mismo
-
Jesucristo en su oración siguió, por decirlo de alguna manera, el tipo de
oración afectiva: ―Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no
se haga mi voluntad, sino la tuya." (Mat. 26, 39). ―Jesús, dando un fuerte
grito, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (Lc. 23, 46).
No puede darse una oración puramente afectiva; siempre es necesario algún
pensamiento o discurso en que apoyarse. Conviene no suspender ni forzar
los afectos; tampoco tener prisa por pasar de un afecto a otro. Eso sí,
procurar reducir y simplificar progresivamente los afectos para ir llegando a la
unidad. Es esta una oración más íntima.
Oración continua.-
- Procurar la oración continua, no solo el momento estricto de meditación,
también en el tiempo que nuestra mente está libre. Así iremos adquiriendo el
don de oración. Prolongar en nosotros la comunión eucarística hacia la
oración continua. Nos ayudan a esta oración continua las jaculatorias, las
invocaciones a Jesús y a la Virgen María, el ejercicio de la presencia de Dios,
los actos detenidos, el examen de golpe de vista (¿dónde está mi corazón?) y
sobre todo la oración personal que bien hecha potencia toda nuestra vida
interior y litúrgica.
Oración de adoración.-
- Debemos amar, y alabar a Dios. Debemos adorar en espíritu y en verdad.
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Fuimos creados específicamente para dar gloria a Dios. La alabanza y la
adoración parecen ser exigencia de nuestra condición de criaturas racionales.
Incluso podríamos afirmar que a la adoración es una especie de instinto, una
necesidad básica para la persona humana. Se trata de honrar con devoción
al Ser Divino. Fuimos creados por un ser supremo por eso mismo hemos de
adorar. El tiempo empleado en la adoración es el más provechoso.
Los salmos están llenos de oración de adoración y alabanza; citamos
algunos: (Salmos, 5, 7; 8, 1; 19, 1-6; 29, 1,2; 95, 6-7; 96, 9; 99, 4-5; 138, 2).
También, (Amós, 5, 21, 24) y (Éxodo 15, 11). En el Nuevo Testamento nos
fijamos en (Jn. 4, 24), (Ro. 16, 27) y (Fil. 4,20), todo esto citamos como
ejemplo puesto que existen muchos más textos.
La mejor manera en que podemos alabar y adorar a Dios es participando o
celebrando la Misa con atención y fervor. La misa es oración, acción de
gracias, sacrificio, banque del alma, adoración
También adoramos a Dios con cada una de nuestras acciones y
pensamientos. "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto natural. Y no os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Ro.
12,1-2)
Ver entradas ―Adoración‖ ―Misa‖.
Oración de aplicación de sentidos.-
- El mismo Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales nos habla del
método de aplicación de sentidos dentro de una sencilla contemplación de
algún misterio de Cristo. Ejemplo: Imaginar el milagro de la multiplicación de
los panes. Ver la campiña… la gente asentada… los apóstoles indagando a
ver si encuentran a alguien que pueda ayudar. Oír las conversaciones de los
grupos… oír a Jesús cuando habla… Oler el perfume suave del campo en
primavera. Sentir el hambre… Tocar la hierba, los árboles. Hablar con Jesús,
con el Padre. Imaginarlo, como si estuvieras presente, hablar, pedir,
agradecer, adorar...
Oración de compunción.- Oración de contrición.- Oración satisfactoria.-
- Muchos santos han mantenido este tipo de oración de una manera continua.
-
Consiste en el arrepentimiento de nuestras faltas y pecados, de nuestras
infidelidades, enfrascados en el amor a Dios. Siempre ha de realizarse con
paz, sin ningún tipo de escrúpulos de conciencia. Esta oración mantiene
nuestra humildad en la relación con Dios. Ayuda a cualquier otro modo de
oración. Por supuesto es imprescindible antes de la confesión.
Recordamos al Publicano en la parábola: ―Oh Dios, ten compasión de mí, que
soy un pecador‖. (Lc. 18, 13).
Oración de contemplación.-
- Consideramos esta oración como la presencia de Dios sentida. Se nos da por
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ella un conocimiento experimental de Dios y de su presencia; nos hace como
testigos de su presencia amorosa. Como la invasión de lo sobrenatural en el
alma. Nadie puede ponerse a contemplar cuando le place; Dios le va
guiando. El alma en este estado es más pasiva que activa. El alma tiene
plena seguridad de que se encuentra bajo la acción de Dios. La experiencia
es inefable. Pueden incluso quedar en suspenso en esos momentos las
potencias del alma. El impulso hacia las virtudes es grande.
Vemos en los Evangelios ejemplos de verdadera oración contemplativa: en el
pecador perdonado que acoge el amor con el que es amado. (Lc. 13, 36-50 y
19, 1-10). Es necesario velar con Jesús. (Mat. 26, 40). Asumimos en la
oración contemplativa la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros
corazones, cimentados en el amor. (Ef. 3, 16-17).
―Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que
alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre
"exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto
y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de
Jesús‖. (Catecismo de la Iglesia Católica 2717).
La contemplación infusa es una simple intuición de la verdad divina,
procedente de la fe, ilustrada por los dones de entendimiento, sabiduría y
ciencia en estado perfecto.
La vida activa no debe considerarse como algo contrapuesto a la
contemplación, sino como algo añadido; debe ser una redundancia de la
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contemplación. Cuantos se dedican a la oración deben aspirar a la
contemplación. Hoy tenemos muchos ―canales‖, pero pocas ―conchas‖;
necesitamos desbordarnos de lo que poseemos en lugar de mirar cómo pasa
la gracia sin retener nada de ella.
En esta oración contemplativa no se pierde lo personal como la gota de agua
en el océano. Oramos así porque a Dios se le ha ocurrido glorificarse en
nuestro fiat. Superamos lo humano con lo espiritual. Cristo es el contenido
que llena nuestra profundidad. Lo adoramos en el increíble amor del Padre.
―¿Quién me separará del amor de Cristo‖? Permanecemos en la paz, en
humilde mansedumbre. (Ver Catecismo del 2709 a 2719).
Unas ideas del padre Arintero: Para la contemplación valen más los
ejercicios interiores que los exteriores: ―Los fervientes deseos con que el
alma se dirige a Él; no por imágenes sino de un modo sobrenatural para
unirse con Dios íntimamente‖. (Blosio) ―Con la contemplación se hará más
provecho a sí mismo y a otros en un mes que sin ella en diez años‖. (Padre
Lallemant). Cuando el alma se hallare en esta unión, alégrese mucho y dele
gracias. Manténgase continuamente en un dulce y afectuoso recuerdo de
Dios. En la tolerancia y el abrazo de las cruces que en cada hora se digna
enviarnos el Señor, entran las purgaciones pasivas. ―Vaciaos de todo y Él os
llenará. Dádselo todo, y Él os hará hallarlo todo en su divino Corazón‖. ―Yo
deseo poseer tu alma entera; para eso y para esto la rodeo de cruces‖. (Santa
Margarita María de Alacoque).
Tomamos ahora varias ideas del padre Arintero que ayudan a desarrollar el
ideal cristiano hacia la oración contemplativa: La continua mortificación es del
todo indispensable para reformarnos. Aceptar con amor trabajos y cruces.
Aprovechar el tiempo evitando pensamientos vanos. Indiferencia total y
abandono en las manos de Dios. Completa fidelidad a las inspiraciones de
Dios.
Siempre, dentro del amor a Dios, vivir el deseo y la realidad de ayudar al
prójimo en el terreno espiritual y humano. Si recordamos al Espíritu Santo
nos veremos pronto recompensados con el progreso espiritual. Va Él
tomando plena posesión del alma y reservándose su magisterio y dirección.
Las meditaciones son como leña para conservar o encender el fuego del
amor divino.
La mística es deseable: con su nobleza ayuda a la misión evangelizadora,
hace felices a quienes la poseen, implica un alto grado de unión con Dios.
Nadie merece subir aquí; lo hace quien está dado a Dios.
Abrasándonos en su amor nos atrae en pos de Sí y nos introduce en su
cámara, en su santuario. Debéis amar con tanto ardor que vengáis a sentir
los apretados abrazos de la eterna caridad de Dios.
Levantaos a lo más alto de vuestro corazón y será ensalzado Dios en
vosotros. Recibiremos a su tiempo la visita de Dios, si de ella no nos
hacemos indignos por nuestra infidelidad. Andaremos recogidos en la
presencia de Dios, procurando traerle de continuo en el corazón. Importan los
divinos consuelos para atraernos a su servicio.
Oh divino Corazón, que sea arrebatado en el fuego de tu amor. Andar en el
Espíritu es andar más en Dios que en sí mismo.
- Ver las entradas ―Contemplación‖.
Oración de petición.- Oración impetratoria.-
- Impetrar es solicitar una gracia con ruegos o súplicas, con la oración. Es
-
grande la eficacia de la oración impetratoria. Jesús la ha prometido; sabemos
por fe que siempre se consigue lo que se pide, con estas condiciones: cosas
para sí mismo, necesarias para la salvación, con fe y perseverancia. (Santo
Tomás, II – II 83,15 a 2m) ―Pedid y recibiréis‖ dice Jesús. (Jn. 16, 24).
Orar por otros es obra muy buena. Pedir en nombre de Jesús. (Jn. 14, 13;
15,16; 16, 23-26). No es fácil hacer bien la oración de petición.
Para nosotros mismos sobre todo hemos de pedir a Dios quererle cada día
más, encendernos en su amor.
Todos los hombres santos la han practicado y el mismo Jesucristo nos lo
enseña. Vamos a pedir unos por otros haciendo oficio de intercesores, pues
eso es propio de nuestra condición sacerdotal cristiana. Jesús oró muchas
veces por nosotros.
Oración de principiantes.-
- Son muchos los métodos de oración para principiantes. Uno muy sencillo:
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Después de leer un rato el Nuevo Testamento, los Evangelios o algún otro
libro bueno, ciérralo y haz un poco de oración con lo que has leído. Si no te
sale nada, repite veinte o treinta veces muy despacio alguna oración breve
que ya sabes. Ejemplos: ―Sagrado Corazón de Jesús en vos confío‖. ―Señor,
yo creo, pero aumenta mi fe‖. ―Ayúdame, Señor, a ser bueno‖. ―Señor,
perdóname mis pecados. Dios mío, te amo‖. Cualquiera de estas frases
repetida puede llenar unos minutos de oración.
El Padre Nuestro rezado muy, muy despacio, puede llenar más de cinco
minutos. También otras oraciones que sabemos desde niños. Lo principal es
orar. Y no repetir una oración deprisa y sin atención, porque esto poco valor
puede tener; solo la buena intención de ponernos a orar.
También ayuda a principiantes y a todos, cantar en voz alta o en voz baja
canciones de misa o espirituales.
Ver entrada ―Oración métodos‖.
Oración de quietud.-
- Consiste en un sentimiento de la presencia Dios que cautiva la voluntad y
-
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llena el alma y el cuerpo de una suavidad inefable. Es como una invitación de
Dios a reconcentrase en el interior del alma donde quiere Él comunicarse.
Los efectos de esta oración son: una gran libertad de espíritu, temor filial de
ofender a Dios, conciencia en él, profunda humildad, crecimiento en las
virtudes y desprecio de los deleites terrenos. Junto a todo esto, una especie
de embriaguez de amor.
No conviene realizar esfuerzos para ponerse en oración de quietud. No
abandonar otro tipo de oración cuando se carece de este. Secundar la acción
de Dios. No turbar la quietud de la voluntad ni inquietarse por el alboroto de
otras potencias.
Oración de reparación.-
- Reparar es equivalente a preparar de nuevo, restaurar. En nuestra vida
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espiritual implica el deseo de restaurar con nuestra oración las cosas a su
condición de normalidad y pureza, y dejarlas en el lugar donde estaban antes
de que algo malo fuese hecho. Nuestro deseo sería recompensar con la
oración las pérdidas sufridas o los daños causados por una mala acción
moral.
Cristo vino para restaurar los daños del pecado y Él se ofreció en reparación
por todos nuestros pecados en la Cruz. La reparación es el amor hasta el
extremo de Jesucristo (Jn. 13, 1). Reparó ante el Padre y nos amó hasta la
ofrenda de su vida. (Gal. 2, 20 y Ef. 5, 2-25). Esta reparación de Jesucristo
es causa de nuestra salvación eterna. (Heb. 5, 9),
Por nuestra parte y de una manera más concreta, con relación a Dios,
querríamos con nuestra oración recompensar con amor el fracaso del
pecado; restaurar lo que fue injustamente tomado; compensar con
generosidad el egoísmo que causó la injuria.
En el Antiguo Testamento se habla de reparar la Casa de Dios, el Templo.
Ver entrada ―Reparación‖.
Oración de simplicidad.-
- Es una manera de orar. En la práctica de la oración mental llega un momento
en que el alma no necesita discurrir, incluso los afectos quedan cada vez más
reducidos. Se llega a una oración muy sencilla y unitiva con Dios, como la
contaba el labrador de Ars: ―Yo le miro y Él me mira‖. Santa Teresa de Jesús
la llamaba oración de simplicidad.
- Es una simple visión, mirada o atención amorosa hacia algún objeto o ser
divino. Hemos dejado el discurso y nos vamos dirigiendo a la contemplación.
Es algo así como el tránsito de la ascética a la mística. Hay en ella elementos
adquiridos e infusos. Todo se reduce a mirar y amar.
- ―Es menester acostumbrarnos a apacentar nuestra alma con una simple y
amorosa mirada a Dios y a Jesucristo Nuestro Señor; y para eso se la ha de
apartar suavemente de los razonamientos, de los discursos y de la
muchedumbre de afectos, para mantenerla en simplicidad, respeto y
atención, y se vaya así acercando más y más a Dios, que es su primer
principio y último fin... mas no hemos de quedarnos en ella para siempre,
porque el alma... trabaja poco y recibe mucho; su trabajo es grato y no por
eso deja de ser fructuoso.‖
- Conviene antes de iniciar el acto de oración no adelantarse a la acción de
Dios. No aferrarse a la oración discursiva o meditación ni siquiera a la oración
afectiva. Sí es conveniente preparar una materia, sin perjuicio de
abandonarla cuando lo pida la acción de la gracia. Mantener la atención
amorosa puesta en Dios. Y si se distrae, volver a la materia preparada
-
previamente. Se vive esta oración de simplicidad normalmente en estado de
contemplación. Esta oración en sus comienzos es de ligeros atisbos.
Ver entrada ―Simplicidad‖.
Oración de unión.- Oración Unitiva.-
- Es aquel grado de contemplación infusa en el que todas las potencias
-
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interiores están cautivas u ocupadas en Dios. Solo quedan libres los sentidos
exteriores que también quedarán cautivos cuando llegue el siguiente grado
de oración: la extática.
La experiencia mística de esta oración es muy superior a la de todas las
anteriores. En ella no existen las distracciones; se tiene una certeza absoluta
de haber estado el alma unida con Dios; ausencia de cansancio; deseo de
alabar al Señor y morir por Dios. Siguen también las heridas de amor, a modo
de saetas de fuego y el alma cauterizada con el fuego del amor.
Ver entrada ―Unión‖.
Oración espontánea.-
- No requiere demasiado aprendizaje: basta hablar con el Señor como con un
amigo íntimo, contarle nuestras cosas. Es una oración excelente. No está
asistida por método alguno ni por fórmulas de oración. Brota de las mismas
circunstancias vitales de la persona. Es muy buena, pero:
- Pasado algún tiempo después de la conversión, llega la sequedad, la
monotonía, el momento del mutismo, ¿entonces? Es un momento en que
conviene orar con oraciones, vocales o con alguno de los métodos de
meditación y oración.
- Pero el problema es: ¿De hecho, cuando nosotros hablamos a Dios, Él nos
habla? ¿Nos contesta de alguna manera? ¿Podemos definir la oración como
un diálogo con Dios? Creo que la definición de oración como ―diálogo con
Dios‖ no es exacta. Normalmente el silencio de Dios es impenetrable. Él no
nos habla en nuestro interior en todo momento ni mucho menos. Dios nos ha
hablado por la Sagrada Escritura. Y podemos también considerar que Dios
nos habla en el aliento, consuelo, paz, alegría interior inefables... Pero Dios
no nos habla con palabras exteriores.
- La palabra de Dios está en la Sagrada Escritura. Nosotros podemos,
partiendo de su palabra revelada o de nuestras ocurrencias, hablarle, pedirle,
adorarle, alabarle, darle gracias… Su Providencia nos ―habla‖ con hechos
que nos ocurren, con fuerzas que nos da para seguir creyendo y perseverar.
Y a veces como que notamos en el fondo de nuestro ser que Dios nos dice
algo. Y… en ese caso es preciso discernir bien y no caer en el error de creer
que nuestro pensamiento es una revelación. Pero sea como fuere, por nada
dejar la oración. Resulta tan vital como respirar.
Oración extática.-
- El último grado de oración es la extática. Ver entrada ―Éxtasis‖.
Oración mental.-
- Es la que se realiza sin pronunciar palabras, con la mente, los afectos, el
-
corazón. Dentro de la oración se considera la meditación. Es también llamada
oración discursiva y se la suele considerar como el primer grado o nivel de
oración mental.
En el aprendizaje de la meditación es importante el método de San Ignacio
de Loyola con sus tres partes: a) Considera (recordar los puntos de lectura de
la meditación), b) Pondera (discurrir sobre la breve lectura); c) Saca (decidir
como propósito alguna conclusión de lo que hemos ponderado). Por fin, orar,
pedir fuerza a Dios para cumplir lo meditado. Y termina con los coloquios: con
Dios, con la Virgen María...
Oración métodos.-
- Destacamos como métodos de meditación, el clásico de san Ignacio de
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-
Loyola llamado de tres potencias (resaltando la anterior entrada): memoria,
entendimiento y voluntad. Ejemplo a) Considera, recuerda el Bautismo de
Jesús; las personas, el lugar, el hecho. b) Pondera y discurre en este hecho
la enseñanza de Jesús y su ejemplo: humildad, significado del bautismo
cristiano... c) Saca las consecuencias: humildad en tu vida, ejemplaridad,
aprecio del bautismo... Y terminar la meditación con un propósito y con
afectos. Porque la finalidad de la meditación es la oración.
Explica asimismo otras tres formas de orar: a) examen en torno a los
mandamientos de Dios y los pecados capitales. b) tomar una oración sabida
e ir considerando una a una cada palabra de la misma. c) oración por compás
o por anhélito: pronunciar de una manera rítmica y acompasada y con mucha
atención cada una de las palabras de una oración. d) contemplación para
alcanzar amor; lo expone como meditaciones finales de los Ejercicios de
mes; son ocho meditaciones en las que se consideran gran número de
beneficios que Dios nos ha otorgado para más amarle y mayor
agradecimiento.
En todos los métodos se comienza por la preparación de los puntos la noche
anterior. Y al comienzo de la oración, acto de presencia de Dios (este punto es muy
importante para mantener mejor la atención), composición de lugar y al final, coloquio con el
Señor o la Virgen María, propósito y examen de la meditación.
Hay otros muchos métodos de meditación que se exponen en libros de
espiritualidad, unidos a distintas escuelas, como la Escuela de San Sulpicio,
la devoción moderna...
El abad Casiano ofrecía: Repetir muchas veces con atención y afecto ―Dios
mío ven en mi ayuda; Señor apresúrate a socorrernos‖. Basado este método
en la oración de Jesús que nos aparece en el Evangelio. La oración del
Huerto, en la Cruz...
Hugo de San Víctor expone un método con cinco momentos: lección,
meditación, oración, operación y contemplación.
- Guido Cartujano espiritual expone un método de oración con estas partes:
-
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lección, meditación, oración y contemplación. Los precedentes sin los
siguientes, aprovechan poco o nada.
Fray Luis de Granada, cinco momentos: preparación, lección, meditación,
acción de gracias, ofrecimiento y petición. Y existen otros varios santos y
autores con métodos más o menos parecidos.
Método de San Sulpicio (ha tenido muchos seguidores durante décadas y
proviene del seminario de San Sulpicio de París): su idea fundamental es la
unión con el Verbo Encarnado. La noche anterior, preparar los puntos, dormir
pensando en ellos. Comenzar por la presencia de Dios, humillarnos, invocar
al Espíritu Santo. Primer punto, adoración. Segundo punto, comunión con
Jesucristo en nuestro corazón, contrición, pedir a Dios la virtud propia del
tema. Tercer punto, cooperación o sea, Jesús en nuestras manos; formular
propósito. Final: dar gracias, pedir perdón y fuerza para cumplir propósito y
ponerlo todo en manos de la Virgen María.
Tener en cuenta siempre el mejor tiempo para orar; y que sea fijo todos los
días; la postura, antes se solía preferir la de rodillas; hoy se habla más de
postura cómoda pero que no invite al sueño, y los ejercicios de relajación y
respiración para concentrarse bien.
El libro ―El peregrino ruso‖ (de autor anónimo) explica bellamente su método
propio centrado en un continuo acto de compunción interior: ―Jesús, Hijo de
David ten misericordia de mí‖.
Mira también la entradas ―Meditación‖ y todas la entradas de ―Oración‖ en las
que aparecen más métodos de oración.
Oración pasiva.-
- A muchos cuesta llegar a la contemplación. Y es que para ir dando entrada a
-
-
la contemplación es conveniente estar pasivos, pero entonces, al quedar en
silencio vienen todas las distracciones. ¿Qué hacer? Conviene comenzar por
relajarse, llevar la respiración con ritmo, fijar la vista suavemente en el
sagrario o en otro lugar (crucifijo, estampa, etc.).
Una mirada tranquila, serena. Si vienen las distracciones, volver suavemente
la mirada amorosa a esa imagen o al sagrario... Puede ser que nos parezca
que no hacemos nada, cuando en realidad nos está invadiendo Aquél que lo
hace todo en nosotros. Y de eso se trata.
Ver entrada ―Contemplación‖. ―Oración personal‖.
Oración personal.-
- En el artículo ―Meditación‖ hemos dicho algo de la oración personal. Con este
-
título hacemos hincapié en el espacio que todos los días hemos de dedicar al
trato con Dios. Muchos lo identifican con la meditación pero existe alguna
diferencia, porque con frecuencia puede iniciarse con aquella, pero puede
derivarse a la oración afectiva, de simplicidad, contemplación...
Tiene también la oración personal un valor meritorio, satisfactorio e
impetratorio. Requiere atención, humildad, confianza y perseverancia.
- Es recomendable también a los sacerdotes y religiosos dedicar al menos
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veinte minutos diarios a este quehacer, aparte de los rezos obligatorios; que
sea algo consustancial a nosotros mismos. De ello depende la liturgia bien
realizada; la unión con Dios durante el día; incluso la oración continua,
adonde se va derivando la oración personal.
Lo más importante es la atención. Para ello se aconseja comenzar con este u
otro acto parecido: 1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú
me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas...
Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor,
porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí,
y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es
muy importante para mí. 4.- Voy a practicar un acto de oración, de
búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria.
También conviene comenzar, sobre todo si nuestro espíritu se encuentra
alterado, con un acto previo de relajación y respiración al estilo del yoga o el
zen. Silenciar el alma. A veces el silencio asusta, pero es preciso practicarlo
antes de la oración personal.
Existen muchos métodos para orar. (Ver entrada ―Oración métodos‖). Santa
teresa de Jesús los describe y también San Ignacio de Loyola. Es importante
aquí señalar el estilo de orar de Jesús que nos consta en Evangelio: con
frases cortas como en el Huerto de Getsemaní: ―Padre si es posible, pase de
mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya‖. ―Padre, ¿por qué me
has abandonado?‖ ―En tus manos encomiendo mi espíritu‖. Asimismo cada
una de las peticiones del Padre Nuestro.
La eficacia de la oración personal siempre se consigue e incluso se puede
comprobar a lo largo de la historia personal, si se ha hecho con las debidas
condiciones. Se comprueba cómo la Providencia de Dios ha actuado en
nosotros a través de la oración. Dios escribe derecho con líneas torcidas.
Consideramos la oración personal como un don de Dios, como una luz de
Dios; respondemos a su Palabra con nuestra oración. Es un gozo del amor
de Dios; permanecemos en la paz con Él. El Señor nos acepta como somos.
La parte más importante de nuestra vida es la oración. Pero es difícil porque
la hacemos en oscuridad. En pura fe. Sin sentir nada la mayor parte de las
veces. Dios nos habla con palabras que no son como las nuestras; o a veces
no nos dice nada. Y cuesta mucho ponerse todos los días a hacer oración.
Pero es preciso vencerse: Se mira todo de otra manera. Y se siente paz en el
desarrollo de la jornada.
Es bueno dar cuenta de la conciencia y de la oración a alguna persona
espiritual y fomentar siempre la atención. San Bernardo aconseja: a la
entrada en la meditación poner la mano sobre la boca y decir: Quedaos aquí
en la puerta, pensamientos inútiles.
Practicar una oración de dolor de los pecados, de pena por mi anterior
indiferencia, por los años casi perdidos... Si tratamos con hombres buenos,
obramos como ellos. ¡Cómo será nuestro comportamiento, si tratamos
conscientemente (no de rutina) con Dios! Poco a poco somos más generosos
con los demás; les miramos con más indulgencia; nos convertimos en
espirituales y santos.
- Hace falta una gran fortaleza para practicar la oración diaria, en medio de
aridez y sequedad, todo el tiempo barriendo distracciones. Y no digamos
nada la fortaleza necesaria para vencer mil dificultades en lucha contra
nuestro amor propio y nuestra tendencia irresistible al placer. Pero el Espíritu
Santo, por medio de la virtud infusa de la fortaleza nos va a ayudar a resistir
en todos los momentos y a avanzar con ilusión.
Oración vocal.-
- Es la que se realiza pronunciando palabras. La oración pública forzosamente
-
-
ha de ser vocal. También podemos hacerla privadamente, por ejemplo
cuando rezamos el Padre Nuestro. El peligro que existe en la oración vocal
es recitarla sin atención; podríamos considerarla oración en el sentido de la
buena intención con que rezamos. Su valor es escaso.
Muchas personas se han santificado practicando solamente la oración vocal.
Las oraciones más importantes son el Padre Nuestro y el Avemaría. Pero
existen muchísimas oraciones vocales muy apreciadas.
Las oraciones vocales nunca se pueden omitir del todo; y públicamente
siempre lo son; la más importante, la oración litúrgica. Es la oración oficial de
la Iglesia.
El Padre Nuestro es un programa de oración: aprender a orar como Cristo
nos ha enseñado. Nos unimos a la comunidad en la escucha de la palabra de
Dios y en la oración litúrgica. Unidos al Padre y a los santos aumenta nuestra
confianza.
Consideremos también la importancia del viacrucis y del rosario a la Virgen
María.
Orden.-
- Para una vida interior seria es importante educarse en el orden y practicarlo:
-
en la propia persona (limpieza, uñas, pelo, presentación, decoro y limpieza
en el vestido). En la inteligencia (un hombre sabio decía que su mente era
como un fichero de conceptos bien ordenados, cada uno en su ―sitio‖). En la
habitación: libros, cama, ropa, todo en orden, no revuelto. ―Un sitio para cada
cosa, y cada cosa en su sitio‖. El orden agiliza la mente y forma la voluntad.
Ayuda a mantener el orden y a aprovechar el tiempo hacerse un plan u
horario: lectura, deporte, oración, aficiones. Ser ordenado indica dominio
propio y se ejercita para lograrlo la mortificación.
Orden sacerdotal.-
- Es el sacramento que confiere al varón que lo recibe una participación directa
en el sacerdocio eterno de Cristo y le da, entre otros, el poder de consagrar el
Cuerpo y Sangre de Cristo en la Misa y de perdonar los pecados.
- El sacramento del orden confiere a los sacerdotes poder de santificar (Jn. 20,
-
21-23). Participan del mismo sacerdocio de Cristo. (Heb. 4, 10 y, 20). Están
los ordenados al servicio de todos como Cristo: (Mc. 10, 43-45; 1 Pe. 5, 3).
Todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo no tienen la misma función.
(Ro. 12, 4). Y Cristo ha hecho un Reino de sacerdotes (Apo. 5,9-10).
La gracia sacramental del Orden sacerdotal está en el conjunto de gracias
actuales para ejercer el ministerio y el ferviente amor a la Eucaristía.
Ver entrada ―Sacerdote‖
Ordinario y extraordinario.-
- La vida espiritual se desarrolla en el día a día, en el tiempo ordinario y en el
-
extraordinario. El desarrollo normal de la gracia, de las virtudes y dones
ocurre a diario siempre contando con nuestra correspondencia. El Espíritu
Santo siempre actúa, con tal de que nosotros seamos conscientes de su
presencia con la alerta percepción, con la consciencia de su presencia. La
oración diaria nos va ayudando a seguir esta dirección divina.
Podemos llamar extraordinarios en la espiritualidad momentos especiales
como recepción de sacramentos, Ejercicios Espirituales, ciertas luces y
toques extraordinarios que el Espíritu nos ofrece.
Extraordinario es todo aquello que no es exigido de suyo por las intrínsecas
virtualidades de la gracia.
Orgullo.-
- Se define como la arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a
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veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.
Quien lo padece, con frecuencia no advierte que esta pasión la tiene muy
arraigada en su alma y es causa de la gran parte de sus males morales. El
orgulloso se enfada si un amigo intenta hablarle de este mal que le aqueja.
Lo reviste de múltiples razones: dignidad, honor, autoestima, respeto...
―Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la
arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso‖. (Prov. 11, 2). ―No seáis
arrogantes, sino solidarios con los humildes‖. (Ro. 12, 16). Es uno de los
vicios que nace del corazón del hombre y lo hace impuro. (Mc. 7,22).
―¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto
orgullo, como si nadie te lo hubiera dado?‖ (1 Co. 4,7).
Cuando existen disensiones en la convivencia, el orgulloso las aumenta, pero
siempre hace culpables a los demás a quienes acusa de egoístas, groseros y
de otras lindezas. El orgullo para la convivencia uno de los peores males,
porque es muy difícil remediarlo. El culpable es siempre el otro; jamás el
poseedor de este vicio tan poco cívico y cristiano. Se cierra el alma, al alma
del compañero o del amigo al que se mira como un competidor o rival. Lo que
pudiera ser amistad verdadera puede convertirse en lucha de dos egoísmos.
Es muy distinta la expresión ―Me siento orgulloso de...‖ que tiene el
significado de complacencia y alegría.
- Ver también entradas ―Amor propio‖, ―Soberbia‖.
Oriente cristiano.-
- Existe una diversidad de ritos dentro de la Iglesia Católica. Los autores
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ascéticos del occidente católico hablan del esfuerzo constante con relación a
la naturaleza. Los orientales dicen que la naturaleza es la que Dios me ha
dado. Los orientales nos hablan mucho de la relación con el Espíritu Santo; ir
transformando el alma y su capacidad introduciéndola en la esfera del
Espíritu Santo, divinizarla. Hay algunas diferencias de apreciación en la
espiritualidad entre los cristianos orientales y los occidentales.
En oriente se admite el matrimonio de los sacerdotes, en occidente, no. Los
místicos occidentales siguen la línea más o menos de San Agustín que va
tras las huellas de la Santísima Trinidad. En oriente, fijan la mente en el
Padre y Cristo su imagen. El pecado destruye la imagen; el bautismo
instaura; la penitencia, restaura. La fe es la misma. El acento se pone de una
manera o de otra en oriente y occidente. Entre todos hemos de llegar a vivir
en hermandad y en amor.
Contemplación. El oriental es muy contemplativo; tiende hacia la
contemplación. En occidente también hoy se avanza en este sentido. El
corazón puro es una exigencia para la contemplación; el sentimiento del
corazón puro; la persona pura. Es suficiente invocar a Jesús que está por
encima de todo, y dominar a los demonios; evitar el pecado. Los pecados
capitales y la apatía del egoísmo perezoso.
En la Biblia vemos la solicitud paternal de Dios. En Pablo prevalece el
sentimiento peyorativo del mundo: ―Rechazar los bienes terrenos para
alcanzar los eternos‖. Los ascetas orientales oponen el mundo material al
espiritual.
P.Paciencia.-
- Es la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de
-
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corazón los padecimientos físicos y morales. Se lleva bien esta virtud desde
el abandono en la voluntad de Dios, confiando en su providencia.
La paciencia es una de las virtudes características del cristiano. Basta para
demostrarlo asomarnos al Nuevo Testamento. Santiago en el capítulo 5 de su
carta hace una apología de la paciencia. San Pedro nos dice: ―Poned todo
empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al
conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la
piedad, a la piedad el cariño fraterno‖ (2 Pe. 1, 5-7).
Es muy necesaria la paciencia a los ministros de Dios, según lo afirma San
Pablo, (2 Co. 6, 4-5). ―Nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo
que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud
probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha
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sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha
dado‖. (Ro. 5, 3-5).
Y es un fruto del Espíritu Santo: ―El fruto del Espíritu es: ―amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí‖. (Gal. 5, 2223).
San Pablo nos exhorta a ―soportar todo con paciencia y magnanimidad, con
alegría, dando gracias a Dios Padre‖ (Col. 1, 11-12); y ―Revestíos de
compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia‖. (Col.
3,12). Le alegraba a Pablo la paciencia de sus fieles: ―...Orgullosos de
vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio
de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando‖. (2 Tes.
1,4).
Los ancianos se han de distinguir en esta cualidad: ―Que los ancianos sean
sobrios, respetables, sensatos, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia‖.
(Tito 2,1).
Y es muy necesaria esta virtud en nuestra vida interior: ―Os hace falta
paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa‖. (Heb. 10,
36).
Es necesaria sobre todo en las pruebas y se considera una virtud hija de la
fortaleza. Así leemos: ―A cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se
les dijo que tuvieran paciencia todavía un poco‖. (Apo. 6,11).En la oración
también hemos de practicar esta virtud, sobre todo en momentos de
sequedad y cuando se necesita insistir con perseverancia. ―Es preciso orar
en todo tiempo y no desfallecer‖ (Lc. 18, 1...)
Para afianzarnos en la paciencia, conviene meditar en la pasión de
Jesucristo; mirar el sufrimiento como penitencia por los pecados propios;
mirar a Jesús y colaborar en la redención.
En los momentos duros de la vida, la paciencia es necesaria: ―El Dios de la
paciencia y de la consolación os dé a sentir lo mismo entre vosotros, según
Jesucristo, para que con un mismo corazón y una sola boca glorifiquéis a
Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo‖. (Ro. 15, 5-6)
Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza.
Pacifico.-
- Quien porta la paz, la mansedumbre y no usa la violencia o que no es
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propenso a fomentar conflictos es considerado como pacífico. Se trata de
personas sensatas, honestas, trabajadoras, esforzadas, bondadosas y nunca
exteriorizan la agresividad. Es consecuencia de madurez interior cristiana.
El pacífico es digno de felicidad: ―Bienaventurados los que trabajan por la
paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios‖ (Mat. 5,9). El amor todo lo
sufre. (Co. 13,7). Supera las cobardías y el miedo, supera la injusticia y el
desorden. Amor compasivo, que se genera con y junto a quien sufre.
El influjo del pacífico es un amor medicinal y militante; amor no provocativo y
lleno de paz. Así es: en solidaridad con los más necesitados para ayudarles a
librase de la pobreza y de quienes la provocan.
- Amor a todos, pero no del mismo modo: a los pobres, ayudándoles. A los
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ambiciosos, combatiendo sus pretensiones con la razón con la paz y con la
resistencia.
La lucha la liberación no se opone al amor universal, pero ha de ser con
moderación y sin violencia: denuncia, resistencia pasiva, crítica... Al estilo de
Gandhi o Martin Luther King. Cada vez más, los cristianos somos defensores
de la no violencia.
Desde la juventud hemos de esforzarnos por ser pacíficos. O sea portadores
de la paz; procurar ser conciliadores cuando haya peligro de pelea. También
hemos de esforzarnos en ser pacientes; sin meter prisas. El impaciente
puede molestar. Evitar el ser alarmista, aparatero, quejica. Pero sin llegar a
ser un sufridor; antes ser un sufridor hemos de quejarnos y decir las cosas
claras con educación
Padre.-
- El Padre, Dios, la Primera Persona de la Santísima Trinidad. Padre del
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Verbo, del Hijo de Dios. Padre común de los hombres. ―Padre nuestro‖ como
Jesús nos lo presentó.
El Dios de la revelación es Padre con presencia inmanente; con una realidad
salvífica. Padre es la realidad de Dios que acoge al hombre. Y nos dirigimos
en la oración a Dios como Padre. (Mat. 6. 9-13; Lc. 11, 1-4). No somos
esclavos, sino hijos. (Gal. 4, 6-7). Y esto se consigue por el bautismo. (Gal. 3,
27-28). Hijos y herederos de Cristo. (Ro. 8,14-17). Cristo es el primogénito;
(Ro. 8,29). Y somos hijos en el Hijo; Jesucristo es el único Hijo de Dios (Jn 1,
4-18; 3, 16-18); (1 Jn. 4,9).
En el Antiguo Testamento la realidad de Dios Padre aparece como en forma
más discreta. ―Tú, Yahvé eres nuestro Padre‖, dice Isaías. (63,10). En el
Nuevo Testamento la idea de Dios Padre se desarrolla al máximo.
La Biblia presenta a Dios como Creador y como Padre, y a lo largo de la
historia Dios demostró a su pueblo que era padre (Os. 11, 1, 4-8), padre y
dueño de la vida. ―Tu providencia, padre, es quien nos guía‖ (Sabiduría 14,3).
Jesús es el Hijo de Dios, ―Nadie conoce al Padre, sino el Hijo...‖ ―Mi Hijo muy
amado...‖ (Mat. 3, 17; 11,27...). y tanto Jesús como nosotros quedamos
envueltos en el mismo amor de Padre (Jn. 16,26). San Pablo con frecuencia
también nos recuerda que Dios es nuestro Padre. Así en (1 Co. 1,3) nos dice
que Dios es nuestro Padre y de Nuestro Señor Jesucristo.
Y al Padre llegamos por Jesucristo: ―Nadie va al Padre sino por mí. Si me
conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo
habéis visto." (Jn. 14, 6-7).
Padre espiritual.-
- Consideramos este artículo como complemento del titulado ―Director
espiritual‖ que normalmente se emplean como sinónimos. Ayuda, orienta,
incluso dirige a quien lo desea por los caminos de la espiritualidad hacia Dios.
La dirección espiritual existe desde hace siglos como experiencia humana.
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Entran en su ámbito los problemas espirituales, las situaciones críticas, la
ayuda para discernir...
Se sugiere en la Biblia la dirección espiritual. (Heb. 5, 11-14; 1 Co. 12; Fil. 1,
9-10; 1 Jn. 4, 1). El padre espiritual ha de estar dotado de amor, paciencia,
experiencia, conocimiento de espíritus y formación en Teología de la
Espiritualidad. Ha de ser paciente y fiel para dar consejo conveniente, para
ayudar en el camino hacia Dios. Y sobre todo ha de amar a las personas que
trata.
Recordemos la prestigiosa figura del abad, de los maestros de prestigio como
Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Francisco de Sales, Juan Eudes,
Columba Marmión y otros muchos santos, guías de espíritu.
Existe hoy crisis en la dirección espiritual, tal vez por no conseguir descubrir a
los verdaderos padres en la fe. Pero recordemos las frases de la Sagrada
Escritura: ―Ay del solo‖ (Eclesiastés, 4, 10); ―Aconséjate de personas santas‖.
Y esto es sobre manera importante en los momentos de iniciarse una
persona en la vida interior, en la época de conversión, en crisis y dificultades
especiales y cuando se ha de tomar una decisión muy importante.
La dirección espiritual ha de practicarse dentro de un clima de respeto. En
seminarios y noviciados existe el padre o director espiritual, que va guiando
por el camino del Evangelio. Recoge esta figura el Concilio Vaticano II.
El padre espiritual de una comunidad ha de considerar siempre al grupo para
una educación conjunta, sobre todo cuando son niños o adolescentes.
Ofrecer vías de solución sobrenaturales, valores cristianos, consejos
evangélicos. Aplacar los ánimos irritados sin autoritarismo. No pretender
ofrecer la propia espiritualidad como único camino de perfección. Cuidado
con las prácticas de piedad excesivas. Sea moderador, con gran respeto a la
personalidad de cada uno.
Ver entradas “Dirección espiritual‖. ―Director espiritual‖, ―Acompañamiento
espiritual‖.
Padre nuestro.-
- Es la oración que nos enseñó Jesucristo, el Señor, (―Dominus‖) (Mat. 6, 9-
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13), y se la llama por eso ―oración dominical‖. Es la mejor de las oraciones:
en ella se contienen las peticiones más importantes que hemos de rogar a
Dios.
Recordamos una a una las siete peticiones del Padre Nuestro. 1ª petición.
Santificado sea tu nombre... es el fin de todo; la gloria de Dios. 2ª petición.
Venga a nosotros tu Reino... nuestra santificación y fin personal; el Reino de
Dios que se extienda por todo el mundo. 3ª petición. Hágase tu voluntad en la
Tierra como en el Cielo... El camino es la voluntad de Dios; indispensable
para nuestra santificación. 4ª petición. Danos hoy nuestro pan de cada día...
Los medios para seguir: los del cuerpo y del alma. 5ª, 6ª y 7ª petición. Vencer
los obstáculos: perdón del pecado. Peligros: la tentación. Y el mal en general.
Danos nuestro pan de cada día; perdona nuestros pecados... alimento del
cuerpo y del alma; perdón y con el compromiso de perdonar. Pedir perdón sin
perdonar, sería un contrasentido. Y el perdón tiene que ser sin límite.
Recordamos todas y cada una de las peticiones.
Padres.-
- Los padres han de mirar al Padre celestial para cumplir su misión con amor.
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Los hijos, a Jesús de Nazaret para ser amantes de sus padres respetuosos y
obedientes. Ya el Ángel anunció el nacimiento del Bautista con estas
palabras acerca de la misión de los padres: ―Y convertirá muchos hijos de
Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de
Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos. (Lc. 1, 1617). San Pablo también recuerda deberes de los padres: ―No corresponde a
los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos‖. (2 Co.
12,14).
Son mutuas relaciones de piedad entre padres e hijos: ―Hijos, obedeced a
vuestros padres en el Señor, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu
madre es el primer mandamiento al que se añade una promesa: Te irá bien y
vivirás largo tiempo en la tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos;
criadlos educándolos y corrigiéndolos según el Señor‖. (Ef. 6, 2-4).
A los padres se debe amor, reverencia y obediencia, pero no una
dependencia de por vida: ―En verdad os digo que no hay nadie que haya
dejado casa o mujer o hermanos o padres o hijos por el reino de Dios, que
no reciba mucho más en el tiempo presente y en la edad venidera vida
eterna‖. (Lc. 18, 29-30). Con delicadeza espiritual contemplamos la exigencia
de veneración y recuerdo de nuestros padres y ancestros: ―Pues no quiero
que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y
todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y
por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la
misma bebida espiritual‖. (1Co. 1, 2-4).
Y si hemos sido obedientes a nuestros padres y educadores, ―¿Con cuánta
más razón nos sujetaremos al Padre de nuestro espíritu, y así
viviremos?‖ (Heb. 12, 9).
Se nos previene de las dificultades ―En los últimos días se presentarán
tiempos difíciles, pues los hombres serán egoístas, avariciosos, fanfarrones,
soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, irreligiosos, (2
Tim. 3, 1-2).
Y reprueba san Pablo la conducta de los ―...rebeldes a sus padres,
insensatos, desleales, crueles, despiadados los cuales, aunque conocían el
veredicto de Dios según el cual los que hacen estas cosas son dignos de
muerte, no solo las practican sino que incluso aprueban a los que las hacen.
(Ro. 1, 30-32).
Palabra.- Palabra de Dios.-
- Llamamos palabra el acto por el que una persona se comunica con otra; se
trata de una comunicación exterior del pensamiento. La palabra de Dios a
nosotros se ha expresado en las Sagradas Escrituras, la Biblia.
- La palabra de Dios nos ofrece el acontecimiento de la salvación. (Tito 2, 11).
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Pan.-
Y no hemos de esperar otra revelación pública. Recordemos el misterio
pascual. La palabra de Dios es dinámica, (Jn. 1(Salmo 137,4) y así crece la
comprensión de la palabra, estudiándola y reproduciéndola en nuestro
corazón. Y caminamos hacia la plenitud de la verdad. (2 Pe. 1,12 y 19).
Acoger la Palabra de Dios con la misma devoción que los sacramentos.
Sobre todo, cuando miramos textos de San Pablo, de la promesa de la
Eucaristía, de la resurrección y elección de los Apóstoles, siempre suenan a
nuevo, siempre producen en el alma un estremecimiento de emoción,
acogida y memoria de ratos de intimidad con Dios inolvidables. ―Si alguno me
ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él‖ (Jn. 14, 23) (1ª Co. 3, 16-17) ―Quien guarda su Palabra,
ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto
conocemos que estamos en él.‖ (1 Jn. 2,5).
El Evangelio es palabra de vida, libera a cuantos son esclavos de espíritus
malvados. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Creer
quiere decir seguir la senda señalada por la palabra de Dios. Casi sin
saberlo, la Palabra leída y meditada en la Iglesia actúa sobre vosotros y os
transforma. Imitemos a María haciendo resonar en nuestra vida su ―hágase
en mí según tu palabra‖. (De los últimos papas).
La fe de la Virgen María en la palabra de Dios es verdadero ejemplo para
nosotros. (Lc. 1, 38). Dios habló en otros tiempos y sigue haciéndolo ahora, y
habita entre nosotros su palabra. (Heb. 1, 1-9). Por la Sagrada Escritura el
magisterio de la Iglesia transmite y custodia la palabra. Y sigue siendo el
centro de la historia. La liturgia es verificación histórica de la palabra. El
pueblo de Dios tomó conciencia de la revelación por Moisés. (Ex. 3, 2-7). La
Antigua Alianza desembocó en la Nueva Alianza (Jer. 31, 31-34), en la que
Cristo destruyó nuestra muerte. Comunicó a los Apóstoles la obligación de
transmitir la palabra en el misterio pascual. (Mat. 28, 19-20). Hemos de
comprender más y más el significado de la palabra de Dios.
Discernir y saber interpretar la palabra de Dios. (Ef. 4, 11-12; He. 17, 12). El
Espíritu Santo nos guía por el camino cristiano. (1 Co. 2, 14). Hoy y en este
momento hemos de saber discernir. Recuperar la objetividad de la palabra. (1
Pe. 2, 1-3). Dios se ofrece en la palabra y aguarda nuestra respuesta.
El Espíritu Santo toca y hace los profetas y enseña la comprensión de la
palabra de Dios. (1 Co. 2, 11). Ella es norma de nuestra vida. (Mat. 28, 18;
Ro. 7,12; Apo. 14, 1-12). Con la lectio divina actualizamos la palabra de Dios;
supone ya una meditación. Dicen que la lectura espiritual lleva el alimento a
la boca, la meditación lo mastica y la oración lo saborea. La Sagrada
Escritura la hacemos presente hasta el punto de conseguir una verdadera
oración. Se logra transformar la palabra en nosotros mismos.
Una es la mesa del altar sagrado que tiene el pan de la vida. Y en la vida de
la Iglesia mantiene la primacía la palabra de Dios. (Col. 1, 11-20); esta
palabra transforma a aquel que la practica, porque la Sagrada Escritura nos
convierte en el hombre nuevo.
- El pan es don de Dios, fuente de fuerza para el hombre. ―Él hace producir el
-
-
heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan
de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace
brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre‖. (Sal. 104,15-16).
El pan de cada día lo pedimos en la oración dominical. (Mat. 6, 11). Ofrecer el
pan denota reconocimiento y gratitud. Desde los tiempo más remotos
acompañaba a los sacrificios. Melquisedec ofreció a Dios pan y vino (Gn. 14,
17-20); es don de Dios, pan de Eucaristía, cuerpo y sangre de Jesús. Debe
desaparecer la vieja levadura. (1 Co. 5, 6-8). Crea el pan eucarístico la
unidad: ―Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo
cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. (1 Co. 10, 17). Comer el pan
con alguien es ser su amigo. Es el don supremo de la época escatológica.
Jesucristo es pan de vida, (Jn. 6, 25-58).
También para Jesús evoca la Palabra divina que se debe vivir cada día. ―Él
respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios‖. (Mat. 4, 4).
Pan bendito.-
- Es un sacramental que va cayendo en desuso.
- Hasta el postconcilio en muchos lugares fue costumbre que las familias por
turno presentaran el pan los domingos y días de fiesta; era bendecido
inmediatamente después del asperges, en la Misa mayor, y luego se
distribuía, después de la celebración, a los que asistían. Hoy, fuera de la
Misa, también en algunos lugares se bendice el pan y se da a quienes
acuden. El simbolismo es la Eucaristía y la caridad para socorrer al
necesitado.
Papa.-
- Jesús nombra a Pedro cabeza de la Iglesia en (Mat. 16, 18) y le confirma en
-
-
su misión de dirigir la Iglesia en (Jn. 21, 15-19).
El papa es el sucesor de San Pedro, necesario para la Iglesia. Es vicario de
Cristo en la Iglesia y le debemos amor, respeto y obediencia. Hemos de orar
por él y su ministerio. Es infalible cuando habla ex cathedra. Seguimos sus
enseñanzas relacionadas con la fe y costumbres. Es transmisor principal de
la doctrina de la Iglesia por su magisterio. Y ha de confirmar en la fe a sus
hermanos.
Hemos de ser conscientes de que, además de la gracia de estado, tiene un
dominio y visión de las situaciones muy por encima de nosotros. Acatamos
sus enseñanzas y decisiones eclesiales.
Ha de considerar la crítica de los cristianos, cuando se hace con amor y
respeto, porque también somos miembros de la Iglesia. Si ejercemos el
derecho a una sana crítica en distintas actuaciones que puede tener, ha de
ser lleno de amor y respeto, muy conscientes de que antes nos podemos
equivocar nosotros.
- San Bernardo escribía así al Papa Eugenio: ―Temo que la muchedumbre de
ocupaciones os haga abandonar la oración, y que así se endurezca vuestro
corazón‖. Oremos por la santidad del papa.
Parábola.-
- Jesucristo utilizaba las parábolas para ilustrarnos verdades trascendentes.
-
Con parábolas proclamó el Reino de Dios. (Mc. 4, 26-30; 9,47; 10,15). Que
es un misterio la persona misma de Jesús (Mc. 4,11). La Eucaristía es el
cumplimiento anticipado del Reino de Dios (Mc. 14, 25).
Las parábolas del Evangelio son fuente de meditación para los cristianos;
afianzan nuestra fe y nos ayudan a formar criterios evangélicos.
Parafilia.-
- Una parafilia es un comportamiento sexual en el que la fuente de placer se
-
-
encuentra en objetos, situaciones, o individuos atípicos. La curación del
comportamiento parafílico, requiere, colaboración farmacológica y sesiones
de psicoterapia, evitar estímulos que puedan desencadenar la parafilia, a la
que el paciente puede ser prácticamente incapaz de resistir.
La madurez psicosexual no se sostiene dentro de un psiquismo parafílico; se
trata de una anomalía que ha de ser curada con la colaboración del psiquiatra
y psicólogo o director espiritual.
La mejor forma de prevenir la aparición de un trastorno parafílico es una
educación sexual infantil y juvenil que ayude a configurar racionalmente la
sexualidad. En general, los criterios de actuación ante la parafilia son
semejantes a los establecidos para otro tipo de adicciones. Es preciso facilitar
al afectado la atención de un especialista en psiquiatría, incluso en algunos
casos el psicoanalista.
Ver entradas ―Sexualidad‖, ―Madurez afectivosexual‖.
Paraíso.-
- Es el huerto de Dios. El lugar que el Creador ofreció a nuestros primeros
-
padres y lo perdieron por el pecado: el jardín del Edén (Gen 2, 8-9). Es el
lugar de la paz universal.
―Hoy estarás conmigo en el paraíso‖, prometió Jesús al Buen Ladrón (Lc. 23,
43). Es la morada de los justos. Se identifica con lo más alto de los cielos.
Ver entrada ―Cielo‖.
Parenesia.- Parénesis.-
- Es una plática breve, advertencia, aviso, exhortación para persuadir.
- Ver entradas ―Exhortación‖, ―Pláticas‖.
Parresía.-
- En el Nuevo Testamento significa ―discurso atrevido‖, y aparece en más de
-
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-
-
treinta ocasiones; por ejemplo Jesús hablas con parresía (Jn. 18, 20);
también lo hacen sus discípulos, (He. 9, 27, 28).
La parresia es una actividad verbal en la cual un hablante expresa su relación
personal a la verdad, y corre peligro porque reconoce que decir la verdad es
un deber para mejorar o ayudar a otras personas (tanto como a sí mismo).
Según Michel Foucault, el que practica la parresía ―no es solo sincero... sino
que dice también la verdad‖.
La parresía consiste en la habilidad de los creyentes y ciudadanos de
mantener su propio discurso delante de las autoridades políticas y religiosas.
Con la parresia, el hablante usa su libertad y elige la franqueza en vez de la
persuasión, la verdad en vez de la falsedad o el silencio, el riesgo, incluso de
muerte, en vez de la vida y la seguridad, la crítica en vez de la adulación y el
deber moral en vez del auto-interés y la apatía moral.
Quien utiliza la parresía es un crítico de sí mismo, o de la opinión popular o
de la cultura. Más aún, quien practica la parresía está en una posición social
más débil que aquellos a quienes la dirige. Y en todo caso ha de realizarse
con caridad, sin descaro, con prudencia y humildad.
En la espiritualidad se reconoce la parresía como verdadero testimonio,
siempre y cuando se utilice con amor y respeto. Quien está lleno de Dios es
valiente para ejercer este testimonio.
Parroquia.-
-
Es una parte del rebaño espiritual confiado a la responsabilidad de un obispo
y en su nombre está regida por un sacerdote, el párroco, elegido por el
prelado. La parroquia en los comienzos del cristianismo era lo mismo que la
diócesis, al ir creciendo la población cristiana se fue dividiendo el territorio en
parcelas, las parroquias de hoy.
En ellas se celebra la Eucaristía y los otros sacramentos. En las parroquias
nos educamos en la fe, en la oración, en el amor a Dios y al prójimo, en las
virtudes y en el amor a la Eucaristía. La parroquia posee una iglesia y
normalmente se organizan actos litúrgicos de culto.
Cuando están bien dirigidas se crean en ella distintos grupos de fieles para la
evangelización. Siempre se ha considerado la parroquia como el hogar de las
almas.
-
-
Parusía.-
- El término parusía, para la mayoría de los cristianos, es el acontecimiento
-
esperado al final de la historia: la Segunda venida de Cristo a la Tierra. En la
Biblia, este hecho se menciona en diversas ocasiones, incluidos los cuatro
evangelios. Citamos alguno textos: (Mat. 24, 27-33) y en (Jn. 14,3; 16, 16; 16,
22).
Es el momento de la justicia.
Ver entradas ―Escatología‖. ―Apantesis‖. ―Novísimos‖.
Pascua.-
- Pascua significa paso. La pascua judía nos recuerda el paso del mar Rojo
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(Éxodo 14...), las aguas de Mará en el desierto, la fuente de la roca, el paso
del Jordán... Pedro deduce nuestra espiritualidad de pasajes del Éxodo.
Pascua o paso por el mundo. (Mat. 25, 35-45)
La pascua cristiana siempre es considerada como ―paso‖. San Agustín nos
dice: "Mediante su Pasión, Cristo pasó de la muerte a la vida. La Pascua es
el paso del Señor". Jesús pasó por este mundo en su nacimiento, vida
pública y pasión; y Cristo resucitó y su tumba quedó vacía. Hemos sentido
que el Señor ha pasado por esta vida al Padre y ha dejado huella de su paso
por nuestra vida Jesús pasa después al Padre. Nosotros seguimos el paso de
Jesús.
El Nuevo Testamento enseña que la resurrección de Jesús es la gran Pascua
cristiana; es fundamento de nuestra fe. De acuerdo con las Escrituras, Jesús,
mientras preparaba a sus discípulos y a él mismo para su muerte durante la
última cena, dio a la cena (celebración de la pascua judía)
un nuevo significado pascal: "Con ansia he deseado celebrar esta Pascua
con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más
hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios." (Lc. 22, 15-15). Y
después celebró la Eucaristía, la Nueva Pascua, donde no se sacrifica un
cordero, sino el Cordero de Dios. Cristo es nuestra pascua.
San Pablo nos presenta, bajo la imagen del pan con levadura y de la masa
nueva, su pensamiento sobre la transformación radical que lleva a cabo este
acontecimiento pascual en la humanidad, ―Haced buena limpieza de la
levadura del pasado‖. ―Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva;
pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado‖.
(1 Co. 5,7). Y leemos en la carta a los Hebreos: ―Él, por el contrario, habiendo
ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para
siempre, esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos
por escabel de sus pies. En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a
la perfección para siempre a los santificados‖ (Heb. 10, 12-14).
Con gozo cantamos en la liturgia de las Horas el himno: ―Nuestra Pascua
inmolada, aleluya, es Cristo el Señor, aleluya, aleluya. Pascua sagrada, ¡oh
fiesta universal!, el mundo renovado; canta un himno a su Señor‖. Y decimos
con san Pablo: ―Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así
pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y
de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad‖. (1 Co.
7,8).
- La duración de las solemnidades pascuales se extiende hasta Pentecostés:
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―La cincuentena pascual‖. Para la persona que vive su interioridad, son
cincuenta días de gozo, esperanza, reafirmación de la fe, entrega al Señor,
alegría.
Ver entradas ―Resurrección‖ y ―Misterio Pascual‖.
Pasión de Cristo.-
- La pasión de Cristo y su relación con la vida cristiana son fundamentales en
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la carta 1ª de Pedro; en esa misma epístola alude doce veces al sufrimiento.
(1 Pe. 1, 11, 4, 13 y 5,1...) En estas citas no se queda solo en el sufrimiento,
se da paso a la alegría y a la esperanza por la gloria que se ha de revelar en
nosotros.
El juicio de Jesucristo y su condena a muerte fueron injustos a todas luces. El
pueblo instigado por sus líderes sacerdotales y fariseos pidió su muerte en
cruz. Apostasía de Israel y cobardía de Pilatos: Jesucristo fue vejado y
humillado y condenado como Rey de los judíos; pero su reino no es de este
mundo. (Mat. 26 y 27; Mc. 14 y 15; Lc. 22 y 23; Jn. 18 y 19).
Quien sigue a Jesús ha de vivir en comunión con la pasión de Cristo, según
nos enseñó San Pablo.
Santos, como Pablo de la Cruz, Juan de Ávila y muchísimos otros dan gran
importancia a meditar en la pasión de Jesús. Recomiendan meditar despacio
esta realidad de fe, imaginando que acompañamos a Jesucristo en cada uno
de los pasos del Via Crucis.
Ver también entrada ―Viacrucis‖, ―Cruz‖, ―Semana Santa‖.
Pasiones.-
- Son tendencias o sentimientos anímicos. Las pasiones se definen
psicológicamente como afectos, emociones o impulsos de la sensibilidad, que
inclinan a obrar o a no obrar, en vista de lo que se percibe como bueno o
como malo. Las principales pasiones son: el amor y el odio, el deseo y el
temor, la alegría, la tristeza y la cólera. La pasión fundamental es el amor,
provocado por el atractivo del bien. No se ama sino el bien, real o aparente.
(Catecismo de la Iglesia Católica)
- Las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad, no son en sí mismas ni
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buenas ni malas; son buenas, cuando contribuyen a una acción buena; son
malas, en caso contrario. Pueden ser asumidas en las virtudes o pervertidas
en los vicios. (Catecismo)
Hemos de encauzar bien nuestras pasiones: ―Mi corazón y mi carne gritan de
alegría hacia el Dios vivo‖, (Salmo 84, 3).
Pastoral.-
- En Antiguo Testamento ya se utilizaba el vocablo de ―pastor‖, pero el profeta
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Jeremías era clarividente y decía: ―Los pastores carecían de juicio, ya no
consultaban al Señor; por ello no acertaron y se ha dispersado el
rebaño‖. (Jer. 10, 21); por eso preferían aplicar esta idea a Yahvé.
En el Nuevo Testamento Jesucristo aparece como el Buen Pastor, enviado
para las ovejas perdidas. (Mat. 15, 34). A los suyos llamaba Cristo ―pequeño
rebaño‖ (Lc. 12, 32) y ofreció la entrañable parábola de la ―Oveja perdida‖.
(Lc. 15, 4-7). Y se llama a Sí mismo el Buen Pastor. (Jn. 10, 1-16).
Teniendo esto en cuenta, llamamos pastoral a la misión de Pedro (Jn. 21, 16;
1 Pe. 5, 1), de los Apóstoles y sus sucesores para cuidar del rebaño que
sigue a Jesucristo. Nos sentimos ―ovejas de su rebaño‖; y esperamos y
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rogamos a Dios que no guíen buenos pastores: papa, obispos, sacerdotes,
con fidelidad, santidad y amor. Esta misión santa se llama pastoral. Oremos
por la santidad de nuestros pastores.
Ver entrada ―Ministerio pastoral‖.
Patología espiritual.-
- Dentro de las patologías espirituales podemos considerar: los escrúpulos de
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conciencia, la perversión de conciencia, distintas perversiones, ciertos
desvíos en la obediencia, algunas neurosis de tipo religioso, la distimia
depresiva...
Sabemos que nuestra conciencia se establece con la percepción del bien y
del mal; y la moralidad se expresa en nosotros por el juicio propio sobre la
moralidad del acto. La culpabilidad aparece en el remordimiento. Tras el
remordimiento, con la gracia de Dios ha de venir el arrepentimiento. Se
impone la educación de la conciencia a través del arrepentimiento; de la
penitencia. Cuanto más elevado es el sentimiento de Dios y de la fe, tanto
más se experimenta la culpabilidad: ―Contra ti, Señor, he pecado y he
practicado el mal‖ (Salmo 51, 4); ―Porque mi pecado yo lo reconozco y mi
falta, sin cesar, está ante mí‖ (Salmo 51, 6). Contrición, propósito, penitencia.
Arrepentimiento nacido de la confianza en Dios. La gracia nos empuja.
El escrúpulo es una de las patologías espirituales: consiste en la duda o
temor persistente o una dificultad de juicio de si es algo pecado o de haber
pecado en algo. Puede llegar a ser verdadera tortura psicológica, con temor
de haber ofendido a Dios con una especial agresión contra sí mismo. Inquieta
no el pecado, sino sentimiento de culpabilidad.
La perversión de conciencia. Es una forma de inmoralidad: agresividad
desenfrenada, crueldad, cinismo, insensibilidad respecto al pecado y al mal.
Suele ser la persona perversa buscadora del mal, con una especie de
incapacidad de acceder a la religión y a los principios morales. También
puede ir unida esta perversión a una psicosis o enfermedad mental. Entonces
queda disminuida la responsabilidad. Las neurosis pueden llegar a
comprometer la libertad.
Existen asimismo las perversiones sexuales, con impulsos más fuertes que lo
normal. Esto no quiere decir que el perverso carezca de responsabilidad.
Para dilucidar cada caso es preciso tener en cuenta los principios generales
de moral.
Algo muy distinto: desde el punto vista de la fe, Dios puede revelarse a un
enfermo mental y servirse de él para su gloria. A veces existe la mezclas
de lo sagrado y lo patológico; incluso de lo diabólico Existe también la fuerza
del inconsciente; la obediencia que se identifica con la pasividad. Es
relativamente frecuente buscar en el padre espiritual la seguridad y el
proteccionismo; refugiarse en la piedad como remedio de carencias. La virtud
de la pureza como producto de una represión sexual; las ansias de
mortificación con el deseo subconsciente de hacerse notar. Es necesaria la
ayuda de un director espiritual e incluso de un médico en ciertas
circunstancias.
- La fruición de los místicos de parte de Dios no tiene nada que ver con la
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neurosis. Pero entre los santos también se pueden dar rasgos neuróticos, lo
mismo que entre la población en general.
Hoy se habla mucho de la distimia, se trata de un estado casi depresivo,
probablemente de naturaleza orgánica aunque reactivado por una situación
de estrés. Acontece con frecuencia en personas sometidas a tensiones
constantes, o en personas extremadamente autoexigentes, para las cuales
cualquier situación se convierte en estresante. El tratamiento suele ser con
antidepresivos, pero es necesaria también la ayuda de un director espiritual
con experiencia o de un psicólogo con fe.
Ver entradas ―Escrúpulos de conciencia‖, ―Conciencia‖, ―Conciencia laxa‖,
―Conciencia escrupulosa‖.
Pasividad.-
- El Señor lleva a veces a las almas por caminos muy pasivos, es decir toma
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más la iniciativa sobre ellas. Estas almas en la oración se han de comportar
de una manera pasiva, pero receptiva. ―Y de igual manera el Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles‖. (Rom.8, 26). Dios obra dentro del alma porque el alma se
encuentra incapaz de hacer nada. Pero esto no significa que la vida exterior
de estas almas sea la de una persona inactiva; al contrario, de la oración
pasiva sacan luz y fuerza para actuar.
Mirar entrada ―Piedad pasiva‖.
Patria.-
- Es la tierra de los padres; un aspecto esencial de la experiencia de un
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pueblo. Dios dio a conocer la existencia de otra patria a la que están
destinados todos los hombres. En la experiencia de Jesús, la patria fue la
tierra que Dios había dado en herencia a su pueblo, patria terrenal de los
judíos. Es un deber el amor a la patria de cada uno.
San Pablo habla de la patria en distintas ocasiones: (He. 22,3:34, 14: 28, 17).
Pero nuestra verdadera patria definitiva es el Cielo: la patria de este mundo
es transitoria. (Fil. 3, 20) y (Heb. 11,16).
Paz.-
- En nuestra vida espiritual necesitamos encontrarnos en armonía con nosotros
mismos y con nuestro entorno. El Espíritu Santo que habita en nuestras
almas nos causa la paz. Se trata de un equilibro interior, de una sensación de
bienestar difícil de describir pero fácil de identificar. Con una vida que aspira
a la santidad y un profundo arrepentimiento, las personas logran la paz
interior, que les permitirá el acceso a la vida; esta paz es fruto de la gracia de
Dios.
- Buscar la paz, más que la alegría. Porque en la paz obra Dios. También es
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bueno procurar la alegría para ser más útiles a cuantos nos rodean. La paz
es un fruto del Espíritu Santo, (Gal.5, 22-23).
Cristo es nuestra paz; de los dos pueblos hizo uno. (Ef. 2, 11-22). No puede
haber división entre ricos y pobres, hombres y mujeres, unión entre todos,
reconciliación humana.
Son bienaventurados los que trabajan por la paz (Mat. 5, 9). Jesucristo vino al
mundo con la paz; (Lc. 2, 14). Despedía a quienes ayudaba con el deseo de
paz. (Lc. 7,50). Siempre enseña y da la paz (Mat. 10, 13), (Mc. 5, 34). A sus
discípulos les exhortaba y sostenía con la paz: ―Os dejo la paz, mi paz os
doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se
acobarde‖ (Jn. 14, 27).
En el saludo de los Apóstoles en sus cartas, con frecuencia deseaban la paz.
(1 Tim. 1,1-2; 2 Tim. 1,2; 2,22); (Tes. 3,16); (Tito 1,4); (Col. 1,2)....
Para encontrar la paz y la verdadera libertad no es preciso que salgamos de
nuestros cauces. Todo lo que debemos hacer es entregarnos por completo a
la voluntad de Dios; hasta llegar a asimilar todo lo que nos sucede como
venido de la mano de Dios. Y hace falta para ello confiar mucho en Dios. En
Él vivimos, nos movemos y existimos.
En mi alma hay una morada donde no entra ninguna alegría ni tristeza. Allí
se encuentra todo el Bien y la paz. (A. Foligno)
Cuando Dios llegue a ser en nosotros lo único necesario, será el único Señor
y dará paz a nuestra alma. (Salmo 61). No importan las criaturas en el
sentido de apego, el sacrificio ni la propia felicidad. Somos libres de todo esto
y nuestro descanso en Dios es la paz. Igualdad de ánimo en las cosas
agradables y desagradables. La paz es la última palabra de la felicidad.
Realizad la unidad en vosotros; amad y buscad a Dios.
En la paz está como el centro de la circunferencia; permaneced en el centro,
y vuestra ocupación será santificante. Contra un alma centrada en Dios, nada
puede el mundo entero. ―Mis ganancias son pérdidas al poner mis ojos en
Cristo.‖ (Fil. 3,7-8).
Para pacificar las almas con auténtica paz, resulta indispensable la santidad.
Se va hacia Dios, como el hierro atraído por la fuerza del imán. Pero no
olvidéis que estar con Jesús es, seguramente, toparse con su Cruz... Ya el
entendimiento se aquieta. No se discurre, ¡se mira! (Oficio de Lect. Escrivá)
Es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Paz rito en la misa.- Portapaz.-
- Se trata de un signo de gran valor; recordemos el sermón de la Cena de
Jesús: ―La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la
da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.‖ (Jn 14, 27). Nos
referimos al rito de la paz anterior a la comunión en la Misa. Tiene hoy un
relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más como tarea propia
pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la
familia humana. Se ha conocido siempre este rito. En algunos lugares se
empleaba un medallón que entregaba el monaguillo y los fieles lo
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besaban, el portapaz. También varios niños que saludaban a los
asistentes.
En la actualidad se ofrece la mano a los de al lado. Se prevé que en
ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser omitido. Es oportuno
pensar en cambiar el modo de darse la paz establecida en su momento.
Por ejemplo, un abrazo al estilo de los sacerdotes concelebrantes o
simplemente una inclinación de cabeza con la mano en el pecho. Lo de
estrechar la mano no parece higiénico, hay abusos y puede no tener
sentido.
Pecado.-
- Pecado es el pensamiento, palabra, acción u omisión que, que va contra la
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ley de Dios. El pecado es la violación de la ley de Dios, que está fundada en
la exigencia o estructura del mismo ser humano. El desprecio por el
incumplimiento implica el rechazo a Dios. Y la ofensa a Dios perjudica
también al prójimo. Nos aleja de Dios y nos convierte a las criaturas.
La realidad del pecado está constantemente presente en la Biblia. Por citar
algún texto: (Mat. 5, 27-28); (Rom. 3,23 y 5,12) (1 Jn. 3, 4 y 5,17); (Jueces,
20, 16) (Gen. 13 13 y 18, 20)...
El pecado es el fracaso de la libertad humana. Lo finito viene a ser
absolutizado y pierde de vista el fin absoluto. El pecado priva al acto de
trascendencia en relación con Dios.
En la actual inculturación se ha instaurado en la sociedad un sentimiento del
pecado menos religioso, pero más concreto en sus exigencias humanas;
menos relacionado con Dios, más con lo humano. Pero hay diferencia del
pecado civil al pecado moral, según el Evangelio. Pero vivimos en estructuras
racionales injustas y somos responsables de una sociedad corrompida.
Se encuentra en pecado cuando no se sitúa en la dependencia del Señor y
confía en sus propias normas. Rechaza la opción fundamental de la persona
que asumió la fe, o ni siquiera se ha querido formular esta cuestión. Pero esto
no quiere decir que se nieguen los preceptos del decálogo. Los asumimos al
cien por cien y no están reñidos con estos principios generales. Todo lo
contrario. El decálogo concreta la acción del hombre.
La confesión es una nueva conversión y una participación del misterio
pascual de Cristo y en el gozo festivo de la Iglesia. ―Más alegría hay en el
Cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que
no tienen necesidad de penitencia‖ (Lc. 15,7).
Hemos de luchar contra el pecado, no solo contra el mortal y grave; también
contra el pecado venial. Son legión los que viven alejados de Dios por el
pecado. Remedios contra el pecado la conversión, la oración y huir de las
ocasiones. La devoción a la Virgen María.
El mayor pecado es la pérdida de la conciencia de pecado. Hoy se percibe en
muchas personas este fenómeno; cuesta comprender qué es pecado. Parece
algo difuso; y muchos lo concretan en lo que llamamos violación de la ética
civil. Es grande la responsabilidad de haber perdido la conciencia de pecado
- La culpa del pecado proviene de la transgresión. En lo moral es la conciencia
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de haber faltado a los mandamientos de Dios; el juicio de una elección libre,
del mal.
La culpa moral lleva consigo un castigo. Y la contrición, al reconocer el
pecado propio y arrepentirse con la mirada puesta en Dios. (Salmo 51, 3-6).
El pecado es una infidelidad al amor de Dios, un rechazo. (Jer. 2,3); (Rom. 7,
22-23). En la Biblia el concepto de deuda. (Salmo 37, 21). Dios intenta
arrancar al hombre del pecado, lo vemos ya en el Génesis. Vemos la ruptura
con Dios por parte del hombre; negación de la obediencia a Dios, no
reconocerlo como Señor, como Padre, desconfiar, apartarse.
Los profetas hablan de abandono de Yahvé, abandono, perjurio, adulterio,
rapiña, injuria, oponerse a su corazón, ofender a Dios, apartarse de su amor.
(Oseas 1, 2)
Junto al tema del pecado, aparece la conversión; Dios siempre es fiel,
aunque el hombre no lo sea e invita a volver al Padre con misericordia. (Lc.
15, 11-32). El demonio invita a la desesperación o a la indiferencia. Y a los
Apóstoles dio el poder de perdonar los pecados. (Jn. 20, 23).
Pecado clasificación.-
- Los moralistas clasifican el pecado en mortal, venial, de pensamiento,
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palabra, obra y omisión. En la actualidad añaden la noción de pecado grave
para diferenciarlo del pecado mortal.
Y la gravedad del acto depende del rechazo de la opción fundamental. Es
muy importante no violar en nuestra conciencia la opción fundamental,
muchos moralistas ahí colocan principalmente el pecado mortal. Pero
también puede haber pecados mortales quebrantando en materia grave los
mandamientos de la ley de Dios.
La transgresión mortal de ley hace al hombre constituirse en árbitro de su
propia vida. En cualquier caso es necesario afirmar que existen acciones tan
graves que (prescindiendo de ruptura o non de la opción fundamental) son en
sí mismas pecado mortal.
Pecado original.-
- Pecado es aquel con que todos nacemos y hemos heredado de nuestros
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primeros padres.
Los teólogos hoy quieren adecuar el concepto tradicional con el poligenismo
y hablan de pecado original, como pecado del mundo que se ha ido
apartando de Dios, y se transmite al nacer a manera de contexto general
como un desorden de la sociedad y del individuo y se ve reflejado en las en
las instituciones. Todos alcanzamos la edad de la razón en medio de una
humanidad pecadora. San Pablo ve el pecado original dentro de la
perspectiva de la redención.
Cristo rompió la fatalidad del pecado de origen. El bautismo nos limpia el
pecado original, heredado de nuestros primeros padres.
Pecador.- Pecadores.-
- El pecador lleva consigo el sentimiento de culpa. ―Padre, he pecado contra el
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Cielo y contra ti‖. (Lc. 15, 21).
Ser pecador no es una realidad extraña al hombre; es el hombre que realiza
opciones equivocadas. Pero siempre queda abierto a la esperanza. ―Me
levantaré e iré al padre‖. (Lc. 15, 18)
Tener en cuenta que para el pecado mortal se necesita advertencia plena y
consentimiento, porque se pueden dar en el hombre la inmadurez y otras
circunstancias psicológicas que disminuyen la responsabilidad por falta de
libertad plena.
Profundizar en Dios Padre, Creador, Misericordia (Is. 55), Redentor y Justo.
Darse cuenta de la malicia y abuso de la libertad. Asumir la causa del mal, la
falta moral, hacer penitencia y reparar los daños, proponer el cambio,
metanoia (Lc. 3,3 y Mc. 1,4), y llegar a la confesión con verdadero espíritu de
conversión. Comprobar la propia fragilidad y aspirar a la felicidad dentro del
bien moral. La infidelidad (Jueces, 10,13) es un obstáculo para nuestra
necesidad de plenitud.
Es preciso redescubrir la dimensión interpersonal del pecado. El pecado nace
de la privación del amor; es la consecuencia de una negación de la alianza
con aquel que es fuente de amor. Y la conversión lleva siempre consigo el
espíritu de fe y la gracia de Dios. Ha de superarse la vergüenza y llegar a
Dios que nos invita a la contrición. (Salmo 51, 19). Dios nos lleva a un
proceso de conversión, porque el hombre no es capaz de ello con sus
propias fuerzas.
Hemos de orar por el pecador, por su conversión. Dar a conocer al Dios del
amor, a Aquel que se entregó por nosotros. El pecador ofende al amor de
Dios y hemos de ayudarle. Se separa de la caridad salvífica. Después, el
Espíritu Santo puede dar la gracia de la conversión y la Santísima Trinidad
nos salva en nuestra existencia.
El criterio en nuestra relación con los pecadores lo miramos en el Evangelio.
Criticaban a Jesús los publicanos de que comía con los pecadores y Él
contestó: ―No tienen necesidad de médico los sanos, sino los
enfermos. Andad, aprended lo que significa ―Misericordia quiero y no
sacrificio‖: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores‖. (Mat. 9, 1013). Vuelven a criticar a Jesús cuando Magdalena, la pecadora, derramó
perfume en su cabeza. El Maestro defendió a aquella mujer y le dijo ―Tu fe te
ha salvado, vete en paz‖. (Lc. 7, 34-50). ―Os digo que así también habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no necesitan convertirse‖. (Lc. 15,7). Y puso como ejemplo
la parábola del Fariseo y el Publicano, pecador que salió purificado del
templo con su oración humilde. (Lc. 18, 13-14). Entró en casa de Zaqueo, jefe
de publicano y rico, y lo criticaban. Jesús respondió: ―Hoy ha sido la salvación
de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del
hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido‖. (Lc. 19, 1-10).
- Por otra parte, también hemos de tener en cuenta que las malas compañías
-
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hemos de evitarlas: ―No os engañéis: ―Las malas compañías corrompen las
costumbres‖. (1 Co. 15, 33).
Fomentar nuestra esperanza si hemos pecado. Pedir a Dios por la conversión
de los pecadores. Santa Mónica lo pedía una y otra vez, con lágrimas, con
gran confianza. El Señor lo concedió con creces; no fue una conversión
pasajera, sino total de su hijo, San Agustín. Recordar la promesa del Corazón
de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque: ―Daré a los sacerdotes
verdaderamente devotos la cualidad de que conviertan aun a los pecadores
más endurecidos‖.
Hemos de superar una visión legalista en nuestra relación con Dios. Fijarnos
siempre en la misericordia de Dios Padre. Fidelidad no a la letra, sino al
espíritu de la ley. Y siempre ver la posibilidad de la curación del pecador.
Pedro.- San
- Destaca San Pedro en los Evangelios como el primero de la comunidad
apostólica; confesó que Jesús es el Mesías y sobre él Cristo fundó la Iglesia.
(Mat. 16, 13-20). Jesús le confirmó como el primero del colegio apostólico,
después de la resurrección. (Jn. 21, 15-17). Y Pedro actuó como tal a lo largo
de los Hechos de los Apóstoles. El papa es sucesor de San Pedro.
Pelagianismo.-
- Es un error que se puede ir implantando en la vida espiritual al exagerar la
-
libertad y fuerza del hombre de manera que pueda obrar en el terreno de
perfección sin necesidad de la gracia.
Su existencia data desde el siglo IV y Pelagio fue quien lo predicó. Y aparece
después como herejía permanente en forma de semipelagianismo cuando se
incita a la virtud sin contar con la oración...
Penetrar.- Es una palabra que se emplea con frecuencia en el lenguaje místico. En este
-
sentido hemos de dejarnos penetrar por el Espíritu Santo y recogernos en
nuestro interior para darle acogida; que cosas ajenas no ocupen nuestro
interior.
Acoger el don de la Revelación divina, para penetrarla más profundamente y
vivirla de modo más pleno.
Profundizar en el sufrimiento de la cruz.
El don de Entendimiento nos hace penetrar y ahondar en las verdades de la
fe, en la presencia de Jesús entre nosotros: comunión eterna de Dios con
nosotros, en la plenitud del Espíritu Santo.
Penetrar cada vez más en el Ser divino mediante el recogimiento; es la
fuerza del alma concentrada en Dios, para luego embestir y expansionarse.
- El salmo; 42 nos dice: ―Penetrar en el tabernáculo admirable hasta la casa
del Señor‖.
Penitencia.-
- Contemplamos aquí la penitencia como sacramento (Jn. 20, 19-23). En la
-
-
vida espiritual cristiana tiene eficacia extraordinaria. Desde el último tercio del
siglo XX, período posconciliar, ha caído mucho la frecuencia de este
sacramento. Mas su importancia es grande, como fuente de gracia por el
perdón de los pecados; y da fortaleza y ánimo para perseverar. Ha de ser
recibida con disposición esmerada, con dolor y propósito de enmienda, con
espíritu de conversión. (Mat. 9,6-7)
Recordemos que la penitencia o confesión ha de ser una nueva conversión;
para ello, prepararla bien con el examen de conciencia, el dolor de los
pecados junto con el propósito de enmienda. (Lc. 15, 11 y sig.)
Es preciso profundizar en el examen de conciencia sobre todo en la raíz de
los pecados propios. Habituarse al examen de ―golpe de vista‖, con la
pregunta frecuente: ¿Dónde está mi corazón?
Recibir el sacramento
con confianza y alegría, evitar los escrúpulos.
Fomentar la compunción de corazón.
La confesión para muchos resulta difícil e incluso molesta. Pero es cuestión
de delicadeza: cuando nos encontramos limpios, buscamos más la limpieza
que cuando estamos en la tibieza. Lo esencial es buscar lo que Dios aprecia,
y menospreciar lo que el Señor menosprecia.
Es obligatoria recibirla si se cae en pecado mortal. Incluso si ese pecado se
ha perdonado por el acto de amor a Dios, la perfecta contrición.
La gracia sacramental de la Penitencia, lava nuestras culpas, alegra nuestro
corazón, fortalece nuestras almas.
Ver la siguiente entrada ―Penitente.‖
Penitente.-
- Jesucristo no tenía necesidad de hacer penitencia, porque no tenía pecado;
-
pero comienza su vida pública con el ayuno del desierto para ejemplo de los
pecadores. Y predicó la conversión, cambiar de camino, hacia una nueva
vida, la metanoia. Cambio interior y definitivo, como el Hijo Pródigo (Lc. 15,
11-32). Nos enseña que Dios acoge al pecador que se arrepiente. Todo
cristiano se constituye penitente porque se siente pecador y precisa de la
confesión, dolor y propósito. La conversión al Señor es imprescindible en
nuestras vidas.
El verdadero penitente comienza, reanuda o intensifica la amistad y
comunión con Dios; también con la Iglesia y con la humanidad entera.
Dios se acerca a nosotros antes que nosotros a Él. (Jer. 19, 11; Mat. 10,
24,31; Rom. 8, 28-29). Entregamos nuestro corazón a su benevolencia y
somos colmados de gracia. Acogemos su potencia de salvación, y todo lo
recibimos a través de la Iglesia, que es su obra.
- La vida cristiana como penitencia entra en la lógica del bautismo y de la
-
conversión continua, de la penitencia permanente, del espíritu de
compunción. La Iglesia es un pueblo penitente. La misma participación en la
Eucaristía es una invitación a la conversión. Oración, ayuno, limosna curan el
alma, aunque puedan afligir el cuerpo. El sacrificio en la comida purifica el
cuerpo.
En el sacramento de la penitencia se reactualiza en nosotros el perdón y la
conversión.
Pensamiento.-
- Nuestro cerebro siempre piensa en algo, siempre se encuentra en actividad.
-
En gran parte de las personas existe una especie de alboroto de ideas
descontroladas, y viviendo así el poder de la mente es menor.
En nuestra vida de relación con Dios hemos de pensar en Él; aspirar a una
vida de oración. Muchos llegan a lo que hoy llamamos ―oración continua‖.
Siempre con paz, sin forzar pero con algún pequeño esfuerzo de control.
Deseamos con San Pablo: ―La paz de Dios, que supera todo juicio,
custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús‖.
(Fil, 4,7).
Conviene aprovechar los medios psicológicos para ello: aprender a respirar, a
concentrarse, a relajarse, niveles alfa... hasta que ―nuestra casa esté del todo
sosegada‖. Ir adquiriendo un equilibrio mental, óptimo para la vida profesional
y de relación social, para el estudio, para la oración y vida interior. Es lo que
decía Teresa de Jesús: ―sujetar la imaginación que es la loca de la casa‖.
Pentecostés.-
- La intención de Lucas es relacionar la resurrección con la promesa del
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Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia. (He. 2,1-13). Fiesta muy
importante, en que finaliza el tiempo pascual. Es la gracia de Dios que se nos
entrega como miembros de la Iglesia. Celebramos con gozo íntimo la
permanencia del Espíritu Santo en nuestras almas. Es el santificador, el
consolador, el que nos guía y dirige en nuestro camino hacia la eternidad.
Cristo, nos anuncia y promete al Espíritu Santo tanto a la Iglesia universal
como a nosotros como miembros (Jn. 14, 26; 15,26; 16,7). Jesús en
Pentecostés, envía el Espíritu Santo a los Apóstoles reunidos con María en
una actitud de esperanza y fecundidad. Quiere que la Iglesia, su esposa, viva
las mismas penas y alegrías que Él.
Y cuando todos los años celebramos esta fiesta, aplicamos a nosotros
mismos esta vivencia carismática y gozosa de los Apóstoles. Nuestra
respuesta, anunciar a Cristo, vivir el gozo pascual y olvidarnos de nosotros
mismos en una entrega generosa.
Perdón.-
- Tiene dos aspectos: a) Pedir perdón. Hacerlo siempre que nos sintamos
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responsables por enfados, malas palabras y alguna ofensa culpable. Lo
practicamos cuando sin querer hacemos alguna cosa molesta a otros. Mucho
más cuando nuestra acción ha sido voluntaria. b) Perdonar. A los que nos
han ofendido, aun cuando no nos pidan perdón; perdonarles en nuestro
corazón. Y si nos piden perdón otorgárselo siempre. Esto no quiere decir que
no tengamos derecho a reclamar en justicia deudas o daños que nos han
inferido.
Hemos de vivir el don del perdón de Dios, y siempre hemos de perdonar,
como dice el Evangelio con esta expresión: ―Hasta setenta veces siete.‖ (Mat.
18, 21-22). Aprender a aguantar a los que hacen sufrir, devolver bien por mal.
Renunciar a la venganza.
Ver entrada ―Enemigos‖.
Peregrinaciones.-
- La peregrinación consiste en el viaje de devoción a un santuario o lugar
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sagrado con importantes connotaciones religiosas. Suele realizarse en grupo,
aunque también puede ser individual. Hoy las peregrinaciones siguen
ganando importancia, y cuando se realizan en grupos considerables a veces
se consiguen conversiones en algunos peregrinos.
Los santuarios marianos suelen constituir los principales centros de
peregrinación. Con relativa frecuencia existen milagros verdaderos, tanto por
recobrar la salud, como por conversiones de pecadores.
Conviene preparar el alma con cuidado antes de acudir a una peregrinación
para dejarse alcanzar por la gracia de Dios.
Tienen máxima importancia dentro de la religiosidad popular.
Pereza.-
- Es uno de los pecados capitales: tendencia a la ociosidad, al descuido o a la
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torpeza en la acción, una disposición de la voluntad que rehúye el esfuerzo.
La pereza tienta más cuando nos queremos dedicar a la oración: entonces
aparecen el sueño, el aburrimiento o el cansancio.
Recomendamos remedios de la Sagrada Escritura para vencer la pereza:
(Ga. 2,20; Heb. 3,14 y 6, 11-12); (1 Co. 6, 19-20; 2. 24-27; y 2 Co. 2,6); (Col
3, 23-24; Sant. 4, 14 y 9, 4); (Eclesiastés, 9,10; Prov. 6, 6-11); (Jer. 48,10);
(Lc. 16. 10); (Rom. 12, 1-2; 13, 11-14); (Prov. 10, 4-5; 18, 19; y,15); (1 Tim. 5,
8); (Fil. 2, 12-13; Ef. 5, 15-16).
Qué triste se encuentra uno cuando cree que no avanza nada, que el Señor
se ha olvidado de él... y hay que huir de la pereza, que es mala consejera. Si
vencemos este decaimiento de ánimo, Dios nos premia más tarde con el
consuelo, la fortaleza del alma y el gozo de ser más de los suyos.
Con la gracia de Dios y el esfuerzo para corresponder, pasará la desgana, y
―aunque esté nublado‖, pero es de día.
Ver entrada de la virtud contraria, ―Diligencia‖.
Perfección.-
- La palabra perfección significa etimológicamente hacer hasta el fin. Hemos
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de seguir la exhortación de San Pablo: ―Por encima de todo esto, revestíos
de la caridad que es el vínculo de toda perfección‖ (Col. 3, 14). La verdadera
perfección es la caridad. Unirnos a Dios como a último fin, incluyendo la
caridad y las virtudes tanto teologales como cardinales.
Jesús nos lo dijo: ―Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto‖.
(Mat. 5,48). En la Biblia se nos invita con frecuencia a la perfección. Por citar
algún texto: (Gen. 1, 26-27; 5,1) (Ez. 28, 12-15) (Sant. 3,9 y 3,23) (Job 15,
14-16) (Rom. 1,21) (Fil. 3,12) etc.
La perfección crece al crecer la caridad, con un acto más intenso que el
mayor hasta entonces, tanto a Dios como al prójimo. Y se trata aquí de la
caridad afectiva en primer lugar, porque la caridad efectiva está informada
por la afectiva, y podemos considerarla como consecuencia necesaria. Pero
tengamos en cuenta que con ―relación a nosotros‖ es la caridad efectiva la
que consideramos soberana.
La perfección lleva consigo la práctica de las virtudes, de los preceptos y de
los consejos en la medida de la vocación de cada uno.
Los religiosos y sacerdotes están especialmente obligados a aspirar a la
perfección.
El ser es más perfecto cuanto más amor recibe de Dios. La voluntad de Dios
de amar perfecciona el ser.
Los grados de perfección suelen considerarse: a) Principiantes o incipientes.
(Corresponden a la vía purgativa o infancia). b) Proficientes o adelantados.
(Corresponden a la vía iluminativa o adolescencia). c) Perfectos o maduros.
(Corresponden a la vía unitiva)
Es verdad que Dios a algunos les ha predestinado a mayor perfección, pero
esto no ha de ser obstáculo para nuestra falta de entrega generosa.
Podíamos, sí, haber correspondido mejor a la gracia y no quedarnos
retrasados. Hemos de desear que en nuestra intención sea lo primero aspirar
continuamente a la santidad, no cerrarnos a las muchas gracias que el Señor
continuamente nos ofrece.
Ante todo corregir el desorden y establecer el orden. Que el conocimiento,
servicio y amor a Dios sea lo primero, (Jn. 17, 3) porque muchos quieren
fabricar una perfección a su gusto. La perfección se consigue cuando con
facilidad se conoce, sirve y ama a Dios y al prójimo. Estar dispuestos al
mayor sacrificio para cumplir la voluntad de Dios. La perfección no está en el
sacrificio, pero el sacrificio es necesario para la perfección. (Mat. 16, 24).
Error, buscar el sacrificio por sí mismo o aumentarlo creyendo que ahí está la
perfección. Hacer los sacrificios necesarios para cumplir o ayudarnos a
cumplir la voluntad de Dios.
Perfume sobrenatural.-
- Es un fenómeno místico extraordinario. Olor de exquisita suavidad y
fragancia que se escapa a veces del cuerpo de los santos. Se habla de este
perfume en Clara de Asís, Francisco de Ángelis y otros.
- En la Sagrada Escritura se utiliza el perfume como algo que trasciende o lo
que se percibe. Ver (Mc. 14, 3 y Jn. 12,3), cuando la Magdalena perfuma a
Jesús. También (Ex. 30, 23-24) cuando se perfuma el santuario. Y en (2 Co.
2, 14-6) ―Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios...‖
Permanecer.-
- Permanecer en Cristo ha de ser nuestro deseo, nuestra experiencia de fe, el
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gran ideal de nuestra vida interior. De Él sacamos fuerza para nuestra vida y
para evangelizar. Dice Jesús: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer". (Jn. 15,5).
Los capítulos 2, 3 y 4 de la primera carta de Juan están dedicados a la
permanencia en Cristo, en su amor. También el único capítulo de la segunda
carta de Juan. Lo mismo el capítulo 15 del Evangelio de Juan. Conviene
meditarlos con frecuencia.
Permanecer en el amor a Jesús para dar fruto; para obtener lo que pedimos
en la oración; para amarnos los unos a los otros; para imitar a Jesús unido al
Padre.
Persecución.-
La persecución de los amigos del Señor es un aspecto de la guerra secular
que opone el demonio y los poderes del mal contra Dios. (Gen. 3; Ap. 12; 17;
19). Llega a su punto culminante en la pasión de Jesucristo (Lc. 22, 53). Los
perseguidos fieles sobreabundan de gozo (Ap. 7,14) y hallan fuerza para
soportarla. Jesús nos anima a orar por los perseguidores (Lc. 23,34). Ante la
persecución no hemos de tener miedo; nuestro Maestro venció al mundo
(Jn.16, 33). Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos (Mat. 5,10)
Perseverancia.-
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Es una virtud que inclina a persistir en el ejercicio del bien, a pesar de las
molestias que nos ocasione el día a día. Todas las virtudes necesitan ayuda
de la perseverancia. Tengamos en cuenta que si se pierde la gracia, también
se pierde la perseverancia.
Como virtud humana y cristiana está relacionada con la fortaleza. Lleva
siempre consigo un esfuerzo humano que es mantenido por la gracia de
Dios.
Va unida también a la esperanza. Nos fiamos de Dios que nos ha de ayudar a
perseverar hasta el fin. El combate que mantuvo Esaú con el ser misterioso, y
al fin fue bendecido, simboliza nuestra lucha espiritual y al fin la
perseverancia por la gracia de Dios. (Gen. 32, 25-31; Lc 18, 1-8). Jesús pide
al Padre por nosotros, no precisamente que nos retire del mundo, sino que
nos ayude a vencer el mal. (Jn 17, 15).
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Las cartas de Nuevo Testamento nos exhortan: ―Y ahora, hijitos, perseverad
en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su
venida no nos alejemos de él avergonzados‖. (1 Jn. 2,28) "Combate el buen
combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla
rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tim. 1,18).
Hemos de pedir al Señor que aumente nuestra fe y nos dé la perseverancia
(Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32). Y hemos de perseverar hasta la muerte. Es la gran
gracia de Dios. Conviene pedir repetidas veces al Señor el don de la
perseverancia final. Nuestro gran problema. Necesitamos para ello paciencia,
fortaleza, constancia, piedad… pedirlo con frecuencia porque es mucha
nuestra debilidad.
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Persona.-
La persona se define como una sustancia espiritual. Es el sujeto de las
acciones.
Ante todo aplicamos el nombre de persona a las tres de la Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se distingue entre ellas en la unidad de
una sola esencia. Las tres personas divinas son iguales en perfección. Del
conocimiento del Padre se engendra el Verbo (Hijo); (segunda persona). Del
amor del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo (tercera persona).
Entre las personas humanas existe la posibilidad de relación espiritual
interpersonal. La persona humana tiene inteligencia, voluntad y es imagen
viva de Dios. Es individuo, libre, responsable, sujeto de virtudes, de deberes y
derechos. Tiene consciencia de sí mismo.
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Pertenecer.-
En el curso de la vía iluminativa nos damos cuenta de que pertenecemos a
Dios. Y nos da alegría. Y le pedimos que disponga de nosotros según su
voluntad. Y a la vez confiamos del todo en Él, Creador, Padre, Redentor.
Perversiones.-
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Las perversiones designan un comportamiento o un conjunto de prácticas
sexuales o de otro género que no se ajustan a lo ético o socialmente
establecido. Manifestaciones muy diversas tanto en lo sexual, en lo individual
o en lo relacional.
La perversión en psicoanálisis es una entidad técnica que mantiene vigencia
hasta la actualidad, pero desprovista de su connotación peyorativa.
El director espiritual y el acompañante ha de tener en cuenta esta anomalía
para saber ayudar en su curación a quienes las sufren.
Ver entrada ―Patología espiritual‖.
Petición.-
Ver entrada ―Oración de Petición‖.
Piedad.-
- En general entendemos por piedad la relación de amor con el de arriba: con
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los padres, con Dios; también con los semejantes tener el sentido de
compasión. Llamamos también piedad al amor que Dios nos tiene como
hombres. Dios es la fuente de toda piedad y Cristo la manifestación de la
piedad y misericordia del Padre hacia los hombres.
Nos referimos aquí en particular al ―sentimiento de compasión o misericordia
que produce alguien que sufre o padece‖. Al finalizar el artículo utilizamos la
otra acepción: ―devoción religiosa‖
Son muy numerosas las veces que aparece en la Biblia la invitación a la
piedad. En el Antiguo Testamento aparece numerosas veces en Jueces, Job
y sobre todo en los Salmos y en Isaías y en los profetas. Por citar alguna del
Nuevo Testamento: (Lc. 18,13): ―Señor, ten piedad de mí, pecador‖. (1 Tim.
3,16).
Esta piedad mueve al hombre a llevar semblante y gestos amables. Esta
piedad mueve al hombre a que responda suave y amigablemente. Esta
piedad mueve al hombre a que haga buenas obras a aquellos que están con
el ánimo ofendido.
Se muestra la piedad con el cariño, respeto y veneración, aun cuando tengan
sus defectos. Los padres son siempre padres y ninguna razón ha de haber
para rebajar la estima y respeto que se les debe. Asimismo se debe cariño y
respeto a los abuelos y demás familia, sobre todo a los que conviven bajo el
mismo techo.
La piedad produce compasión para condolernos con los hombres. La piedad
produce compasión, al contemplar la pasión de Jesús.
La virtud de la piedad es derivada de la justicia: es un hábito que nos inclina a
tributar a los padres, a la patria y a cuantos se relacionan con ellos, el honor y
el servicio debidos.
La verdadera piedad se ha de fundar ante todo en el cumplimiento de la ley
de Dios y en el amor al prójimo. Jamás descuidar nuestros deberes
profesionales. Y fundarla sobre todo en el Evangelio.
Mira también entrada ―Misericordia‖
El vocablo piedad solemos usarlo también como sinónimo de devoción,
religiosidad, entrega a las cosas y culto de Dios. En este sentido
principalmente lo utilizamos en este diccionario. (2 Pe. 1-3) ―Como todas las
cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos son dadas de su divina
potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y
virtud‖...
Ver entrada ―Ejercicios de piedad‖.
Piedad don.-
El don de Piedad excita en la voluntad un afecto filial hacia Dios y un
sentimiento de fraternidad universal. Es uno de los más preciosos, porque
concurre directamente a regular la actitud que hemos de observar en
nuestras relaciones con Dios: nuestra actitud, mezcla de adoración, de
respeto, de reverencia hacia una majestad que es divina; mezcla de amor, de
confianza, de ternura, de total abandono y de santa libertad en el trato con
nuestro Padre, que está en los cielos.
El don de Piedad, imprime en nosotros, como en Jesús, la inclinación a
relacionarlo todo con nuestro Padre, y a enderezarlo todo a Él; (Rom. 8,15)
nos mueve a tratar las cosas referentes a Dios con ese interés y aprecio con
que se miran las de familia, con cariño tierno y llaneza, con amor filial. Pone
en el alma una ternura filial hacia nuestro Padre. (1 Co.3,16 y 6,19)
La plegaria predilecta para quien lo siente de verdad es el Padre Nuestro.
Nos hace adorar el misterio de la Paternidad Divina. Pone en el alma un filial
abandono. Nos hace ver en el prójimo verdaderos hermanos.
Este don de piedad es el que sugiere a las almas enamoradas esos dulces
desahogos y esos nobles atrevimientos que extrañan a los profanos. Sugiere
el don de piedad los medios más eficaces, las devociones más tiernas y
fructuosas para complacer al padre celestial.
Para fomentar este don hemos de cultivar en nosotros el espíritu de adopción,
vernos templos vivos de Dios (Ef. 2, 21-22).
La fraternidad universal, lo creado como perteneciente a la casa del Padre. Y
abandonarnos en sus brazos.
Nos darás, Señor, un conocimiento sabroso y experiencial que nos llene el
alma. Juzgar con instinto divino las cosas sobrenaturales. ―Gustad y ved cuán
suave es el Señor‖ (Salmo 33,9).
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Piedad pasiva.-
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Dejar el camino libre y abierto a Dios y acoger su voluntad de beneplácito.
Aceptar, dejar hacer, acoger: piedad pasiva. Mi espíritu reconoce; mi
corazón acoge; mis sentidos soportan. Aceptar el consuelo y las pruebas
como operación divina. Mantenerse tranquilo sin agitación. (Esdras 8,22). Al
alma que se entrega a Dios la invade, penetra y anima. Y descansamos con
Dios en paz aceptando.
Vivimos en estado de espera, de suave alerta al momento de Dios. Con
indiferencia, atención, calma y energía apoyados del todo en Él. (Salmo
56,3). Aprender a escuchar a Dios, esperar con atención y calma, sin
interrogarle. Sabemos que Dios nos mira con alegría. (Salmo 67,1).
De tiempo en tiempo, acto de aceptación.
Cuando es necesario, Dios nos muestra algunas particularidades. Sin
curiosidad por fiscalizar la acción de Dios; confianza. Dificultad de aceptar el
consuelo, por el apego que suele darse. Sí aceptarlo. El hábito del placer
crea en el alma temperamento muelle. Nada pedir, nada rehusar.
Mirar entrada ―Pasividad‖.
Piedad Prácticas.-
La piedad la fomentamos con las llamadas ―prácticas de piedad‖, necesarias
para mantener nuestro fervor espiritual y la relación de amistad con Dios.
Son muchísimas; algunas más importantes, otras de tipo optativo. Conviene
hacer un ramillete de ellas para practicarlas.
Algunas son necesarias del todo y a diario. La más importante, la oración
personal; la comunión frecuente. La misa dominical es obligatoria para
cumplir el tercer mandamiento de la ley de Dios; es una necesidad de amor y
reverencia a Dios.
La lectura espiritual es muy importante para mantener el fervor de la oración.
El rosario a la Virgen María, viacrucis, vista al Santísimo Sacramento,
ángelus, ofrecimiento de obras, examen de conciencia, retiro mensual,
Ejercicios Espirituales anuales... Hay otras muchas prácticas de piedad, de
las cuales conviene elegir algunas sin que nos ahoguemos excesivas
prácticas.
Ver entrada ―Ejercicios de piedad‖.
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Plan de vida.-
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Consiste en trazarse un horario de los tiempos libres del día para los actos de
piedad, formación o expansión y para lo relacionado con nuestro
perfeccionamiento interior.
Es muy útil a todos los niveles para aprovechar el tiempo. Para saber qué
vamos a hacer en cada momento. Y sobre todo, para evitar indecisiones,
pereza, ser fiel a la vida interior, lectura espiritual, oración. Nos ayuda a
formar el carácter, mantener amistades, mirar hacia los demás... que nuestra
vida sea plena.
Ha de estar del todo acomodado a los deberes propios, de los que jamás
debemos excusarnos y cuyo tiempo no se dedicará a actividades de otro tipo.
Conviene que sea flexible para poder interrumpir o cambiar de actividad por
obligaciones de trabajo, estado, sociales o imprevistas.
Pláticas.-
Son charlas de espiritualidad que se acomodan a las circunstancias de los
oyentes con intención de ir moviéndolos hacia Dios, hacia la santidad.
Ver también ―Conferencias‖ y ―Exhortación‖.
Placer.-
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Dios lo dispone para que nos pueda animar y estimular a seguir adelante en
el camino de Dios. Lo que no tenemos que hacer es poner en el placer
nuestro reposo final. El mal y el desorden están en descansar en las criaturas
como si fueran nuestro último fin, prescindiendo de nuestra relación con Dios.
No se trata de aniquilar los sentidos, sino de elevarlos a Dios a través de las
criaturas. ―No a nosotros, Yahvé, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria‖
(Salmo 115, 1)
Suelen decir que los santos han llegado a preferir el dolor que el placer; a
concebir un horror instintivo a todo aquello que pudiera satisfacer sus gustos
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y comodidades, mas también es necesario el placer en ocasiones, siempre y
cuando no nos adhiramos a él como objetivo a conseguir.
Las personas por tendencia buscamos sin cesar la propia satisfacción o
placer en todo. Tal vez nos parezca que en el sacrificio, en nuestro esfuerzo
por los demás, solo buscamos a Dios o al prójimo. Y... si nos analizamos por
dentro...
El sacerdocio, el apostolado, el matrimonio, la mortificación: cuánto tiene de
propia satisfacción en muchas ocasiones! ¡Qué pocas veces buscamos a
Dios sólo! Por eso aceptar el dolor en cualquier forma que nos venga, es un
remedio eficaz para buscar a Dios, su gloria y prescindir de nuestro propio
egoísmo.
Los placeres de la vida han de servir para estímulo de cumplir la voluntad de
Dios. Vivir para gozar del placer es trastornar el plan divino. Recordar las
tentaciones de Jesús en el desierto y cómo las venció. (Mat. 4, 1-11).
El placer es como la gota de aceite para la máquina; algo necesario. El placer
es tanto más intenso cuanto el deber más importante.El placer es un
instrumento, no un fin en sí.
Ver entrada ―Satisfacción‖.
Plenitud.-
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Esta palabra evoca la perfección en abundancia. La Iglesia es la plenitud de
Cristo, colmado de la Omnipotencia divina (Col. 1, 19 y 2,9) ―De la plenitud de
Cristo todos hemos recibido‖. (Jn. 1,16).
Quien considera la acción de Dios por Cristo en nuestras almas no puede
menos de encenderse en amor al contemplar la plenitud de amor con que se
desborda en nosotros: ―Para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente
capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud,
la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios‖. (Ef. 3:17-19)
Pléyade.-
La santidad rara vez se da aislada. Los santos son como las estrellas.
Constituyen constelaciones. Lo estamos comprobando: cuando surge un
hombre santo, alrededor aparecen otros varios con deseos vehementes de
santidad. Muchos, luego perseveran. Otros se quedan en la estacada.
Tenemos que unirnos a personas santas para superar este ambiente.
Recordemos a los santos fundadores cómo en torno a ellos se agrupaban
persona hambrientas de santidad.
Pluralismo.-
Dentro de la espiritualidad existen distintas tendencias. Lo importante es ser
persona espiritual, ferviente, amigo de la perfección. Unos mirarán más la
ascesis, otros la acción sin olvidar la oración, otros la contemplación. Lo
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importante es el deseo, y vivir en consecuencia con nuestra fe. Muchas veces
las distinciones se fundan en la variedad de los tipos psicológicos. Y no
podemos negar la legitimidad.
Recordemos (1 Co. 3, 5-9) sobre las rivalidades ―Yo de Pablo, yo de Apolo...‖
lo importante es ser de Cristo.
Nadie puede pretender que la santidad sea en exclusiva de un modelo único.
Una cosa parece fundamental: nunca perder la ocasión de propagar de
alguna manera la fe; nunca perder la ocasión de ponerse en contacto con
Dios en la oración y de ayudar al hermano.
Pobre.-
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Se dice que es pobre el hombre en una situación de indigencia por falta de
recursos, deficiencias o minusvalías. En el Antiguo Testamento se considera
al pobre con compasión o disgusto. La riqueza se mira como un don de Dios:
muchos hijos en el matrimonio ayudaban a conseguir ese bienestar. La
pobreza, una situación desafortunada. El pobre, objeto de solidaridad
generosa por parte de quienes está sobre él.
Para los profetas son numerosas las alusiones al pobre: condenan la
explotación del hombre y el abuso del poder. Dios toma partido por el pobre,
le ama. En (Jer. 22,3), manda librar al oprimido del opresor.
En los salmos: el pobre es humilde y lleva una existencia sana y reta a los
poderosos y atrae la atención del Señor. ―Hartaré de pan a los pobres‖
(Salmo 132, 15). Sé que Yahvé defenderá al humilde, que llevará la causa de
los pobres. (Salmo 140, 13). ―No quedará olvidado el pobre para siempre‖
(Salmo 10, 19). ―Los pobres comerán, hartos quedarán‖ (Salmo 22, 27).
En el libro (1 Reyes 21) se busca la igualdad social de las familias. En (Deut.
15, 7-11) se exhorta a ser generosos con los pobres. En los libros
sapienciales: El pobre causa malestar a sus vecinos (realidad). Su situación
es mísera; la riqueza puede ser resultado de la laboriosidad. Ser pobre no es
castigo de Dios, Él defiende sus derechos y su causa. La limosna es un gesto
bueno de una actuación religiosa, pero hoy la palabra limosna suena mal;
incluso los mendigos piden una ayuda o un donativo.
En el Nuevo Testamento, la pobreza de Jesús es el resultado de una falta de
bienes. Jesús nació pobre (Mat. 2, 11 y Lc. 2,7 y 2, 22-24). No tenía donde
reclinar la cabeza. (Lc. 9, 58). Fue vejado, atormentado y muerto sin que
nadie le defendiera. (Mc. 15, 16-17) y toda la pasión es la extrema pobreza.
La limosna es evangélica y su motivación ha de ser con amor. Al pobre se le
debe amor y ayuda.
Hemos de despojar al alma de las pasiones que nos destrozan, también de la
pretensión de lo ajeno. ―Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la
otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica‖ (Lc. 6,21)
Las riquezas son un riesgo para la salvación: quien las posee corre el riesgo
de convertirse en malvado. Recordamos el juicio final y la actuación con los
pobres. (Mat. 25, 35-46).
Pobreza.-
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Entendemos aquí por pobreza la evangélica; el estado de vida o la opción de
vivir sin apego a la riqueza y sin disponer por sí mismo de bienes materiales.
Normalmente el estado de pobreza se vive en una comunidad religiosa, junto
con los votos de castidad y de obediencia. La finalidad, entrega total a Cristo
y al servicio de los hermanos.
Renunciar al mundo y abrazarse con la pobreza proporciona libertad interior.
Pero cuando hablamos de pobreza no nos referimos a la indigencia o a vivir
de la mendicidad. Decimos con la Biblia: ―Señor, líbrame de la riqueza y
líbrame de la miseria‖.
Además quienes se consagran a la pobreza han de preocuparse de los
pobres. (Gal. 2, 7-10) y (Lc. 18, 22).
La pobreza ha sido santificada por Jesús. La pobreza nos lleva de la mano a
amar a Dios sobre todas las cosas, porque nuestro corazón no se adhiere a
los bienes materiales. Entremos resueltamente en el camino de la pobreza,
para imitar a Jesús. Cuando el hombre se halla aniquilado por su pobreza,
queda en total dependencia de Dios. La vida y la muerte, la riqueza y la
pobreza vienen de Dios.
Seguir la pobreza y el celibato por el Reino de Dios es un testimonio de fe en
la vida eterna, pero ha de ser con autenticidad. El movimiento mendicante ha
tenido mucho arraigo en la Iglesia; también la comunión de bienes, la
solidaridad. Uniformarnos de la pobreza de Cristo; bienaventurados los
pobres de espíritu. Y también el pobre ha de ser generoso.
La pobreza lleva consigo la mansedumbre, la humildad. Cristo rico se hizo
pobre; asumió los pecados, las enfermedades e indigencias de los
extranjeros. Constituye la garantía de la fidelidad de Dios.
Ver entrada anterior, ―Pobre‖.
Político.-
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Una función del ser humano es la política, por consiguiente también del
cristiano. Se llegó a definir al hombre como animal político. El mundo recibe
del hombre su destino. Y es claro que el cristiano, como hombre, debe
preocuparse del destino del mundo por la acción política.
Hoy el político casi siempre prescinde del cristianismo. Pero lo cierto es que
los cristianos han de mostrar coherencia con su fe y asumir los cargos
políticos con pureza de intención con generosidad y como una verdadera
misión social.
Hemos de recordar algunas ideas que nos da el Catecismo de la Iglesia
Católica: ―Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al
mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política,
de la acción social y de las costumbres‖. (Cat. 408). ―Los cristianos seglares
impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es
un elemento normal de la vida de la Iglesia‖. (899). ―Si toda comunidad humana
posee un bien común que la configura en cuanto tal, la realización más
completa de este bien común se verifica en la comunidad política‖. (1910)
Posesión.-
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Nos referimos ahora a nuestro deseo de ser poseídos por Dios, según la
frase de San Pablo: ―Todo lo reputo como basura con tal de ganar a Cristo‖
(Fil. 3,8).
Algunas ideas de nuestros místicos: Ganar a Cristo es poseerle y ser
poseídos por Él. Esperar es tender hacia la posesión de Dios con la
certidumbre de que no nos abandonará jamás.
Las tres Personas, en posesión de una sola sustancia divina, un solo Dios.
Habita en nosotros el Espíritu Santo para darnos posesión plena de Dios. La
posesión del reino de los cielos, la recuperación de la adopción de hijos…
Posesión de paz y solaz en el Amado. Dios se convierte para el alma en una
dulce posesión sin egoísmos.
Cuando este divino amor toma posesión del alma trae una paz divina, una
confianza inquebrantable una fidelidad absoluta y un perfecto reposo. ―Ahora
bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado
fiel‖ (1ª Co. 4:2). El amor entonces se define en esta alma afortunada y la
hace centro de sus divinos favores.
Habiendo muerto y resucitado con Cristo, solo sienten y desean lo que el
mismo Jesucristo. Unidos y configurados con Él, inspirados en sus
sentimientos, para perpetuar en la Tierra su divina misión. (Fil. 2, 4). Tener
tan larga y profunda oración que baste para traer el corazón en recogimiento.
Vivir en el espíritu en todas las cosas, cuando es en nosotros el Espíritu
Santo el principio de todo.
El Espíritu Santo discurre en los justos y consume como fuego sus vicios e
imperfecciones.
Abundan en estas ideas místicos como Gea Escolano, Philipon, Isabel de la
Santísima Trinidad, Eymard, sor Benigna Consolata, Olier…
Posesión diabólica.-
- Existe también la posesión diabólica: la vemos en el Evangelio. (Mat. 7,22).
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Jesús liberó a muchos endemoniados. Para combatirla hoy, la Iglesia ha
dispuesto de los exorcismos, que se otorgan, en casos de certeza, a través
de un sacerdote nombrado por el obispo. Algunos casos parecen con cierta
evidencia reales.
Dos elementos constituyen la posesión, explica Tanquerey: la presencia del
demonio en el cuerpo del poseso, y el imperio que ejerce sobre el cuerpo, y,
por medio de éste, en el alma. Puede obrar directamente en los miembros del
cuerpo, y hacerlo ejecutar toda clase de movimientos; indirectamente obra en
las potencias, en cuanto éstas dependen del cuerpo para sus operaciones.
Pueden distinguirse en los posesos dos estados diferentes; el de la crisis y el
de la calma.
Las señales de la posesión a) El hablar lenguas no sabidas. b) La revelación
de cosas ocultas, sin medio natural que lo explique. c) El uso de fuerzas
notablemente superiores a las naturales del sujeto, habida cuenta con su
edad, su adiestramiento, su estado morboso; la furia, etc.
- En los Evangelios son numerosos los poseídos por el demonio, curados por
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Jesús. (Lc. 8, 26-39); (Mat. 4, 24; 8, 16; 9, 31- 34; 12, 22-28; 15, 22); (Mc. 1,
32; 5, 15-18). Hoy también existe la posesión diabólica. Al obispo pertenece
discernir los casos.
Ver entrada ―Demonio‖.
Positivo.-
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Hemos de llevar en la vida una actitud positiva, aunque en ocasiones no es
fácil. Si mantenemos pensamientos alegres y positivos, la jornada va a ser
mucho más feliz. Es preciso mirar el lado bueno de las cosas y de las
personas para estar contentos y para estar agradecidos y tranquilos con
todos.
"Transformaos por medio de la renovación de vuestros pensamientos..."
(Ro.12, 2). "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros
dice Yahvé, pensamientos de paz, y no de mal..." (Jer. 29.11) y "Cuán grande
son tus obras oh Yahvé. Muy profundos son tus pensamientos." (Salmo 92,5).
Ver entrada ―Negativo‖.
Potencias.-
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Existen las potencias en el alma (facultades). Entre las potencias del alma se
encuentran las intelectivas y las sensitivas. Algunas llevan a cabo sus fines
sin intervención de órganos corporales (el entendimiento y la voluntad, que
son facultades incorpóreas); las que necesitan el cuerpo son las nutritivas y
las sensitivas.
En la razón está, como en su sede, la prudencia; en la voluntad reside la
justicia; el apetito irascible es sujeto de la fortaleza; en el apetito
concupiscible tiene su asiento la templanza.
Otros autores dividen las potencias así: memoria, entendimiento y voluntad.
Lo cierto es la necesidad purificarlas de alguna manera para que nos lleven
bien por el camino de la virtud.
El sentido común percibe como nuestros, todos los fenómenos
experimentados. La fantasía o imaginación conserva y reproduce imágenes
aprehendidas.
Existen también la memoria sensitiva y la facultad estimativa.
La purificación de los sentidos internos y externos es necesaria; no se trata
de aniquilarlos. Algunos medios para purificarlos son: apartar la vista de
miradas pecaminosas, curiosas, y peligrosas. Lo mismo decimos con relación
al oído y a los otros sentidos.
Mirando a San Pablo vemos la necesidad de purificar las potencias de
nuestras almas: ―Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán.
"Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos
pecadores" (Rom 5,19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el
mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rom 5,12). Y la universalidad del
pecado y de la muerte, remedia la salvación en Cristo: "Como el delito de uno
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solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de
justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la
vida" (Rom. 5,18)‖.
San Juan de la Cruz en la ―Subida al Monte Carmelo‖, nos señala, cómo: ―Las
tres potencias del alma, inteligencia, memoria y voluntad, han de ser
promovidas a la noche espiritual -purificación- que es el medio de la divina
unión. Como el alma se une a Dios por sus potencias, vamos a explicar cómo
las tres virtudes teologales, fe esperanza y caridad, hacen el vacío y
oscuridad cada una en su potencia. La fe hace el vacío en la inteligencia, la
esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad. La fe opera en la
inteligencia vacía y en oscuridad. La esperanza opera en la memoria vacía de
toda posesión. La caridad opera en la voluntad desnuda de todo afecto y
gozo, de todo lo que no es Dios‖.
En otras entradas hemos dado algunas orientaciones para purificar los
sentidos: oído, el gusto, la lengua y el olfato y el tacto.
Precaución.-
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Se trata de una virtud derivada de la prudencia, consiste en la reserva,
cautela para evitar o prevenir los inconvenientes, dificultades o daños que
pueden temerse; el cuidado que ha de tener una persona al hablar o actuar
para prevenir un daño o el sigilo con el que procede para evitar que sea
advertida su presencia.
Conviene tener en cuenta lo que la Biblia nos dice al respecto: ―Por tanto,
tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios‖ (Ef.
5,15). ―Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que
caiga‖. (1 Co. 10,12). ―Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis
mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es
toda la tierra‖. (Éxodo 19,5). ―El justo es guía para su prójimo, pero el camino
de los impíos los extravía‖. (Prov. 12,26). ―Por tanto, cuídate y guarda tu alma
con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y
no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas
saber a tus hijos y a tus nietos‖. (Deut. 4,9).
Precepto.-
Mandato o mandamiento. Reflexionar sobre el principal mandamiento: Amor
a Dios y al prójimo por Dios.
Ver entrada ―Leyes‖.
Predestinación.- Predestinar.-
Somos predestinados por amor a ser hijos adoptivos (Rom. 1,8). Elegidos
según el designio de Dios Padre. (1 Pedro, 1,1). Dios nos ha predestinado
según el beneplácito de su voluntad (Ef. 1,5). Y todo es obra de Dios en
nuestro favor. (Ef. 1,15). Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas. (Ef. 2,10). ―Mi Padre que me las dio, es mayor que
todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre‖. (Jn. 10, 29). Por
todo ello: ―Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero‖. (1 Jn. 4,19)
En épocas pasadas, todavía no lejanas, se hacía mucho hincapié en el
problema de la predestinación. Se trata de una doctrina basada en
numerosos textos bíblicos, la cual afirma que Dios desde la eternidad
determinó lo que quiere hacer con cada una de sus criaturas. Estas doctrinas
en la actualidad apenas se debaten. Para muchos era verdadera angustia el
dilucidar y discernir. Hoy introducirnos en estas profundidades lo vemos inútil
e incluso fuente de un temor no necesario. Preferimos confiar en la bondad
de Dios y en su voluntad salvífica demostrada en la redención por Jesucristo
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Predicación.- Predicar.-
Entendemos por predicación la transmisión oral de la palabra de Dios, de la
fe; dicho de otra manera, la evangelización. En este sentido todo cristiano
debe predicar, aunque no siempre en plan de sermón que corresponde más a
los sacerdotes
La predicación es voluntad de Cristo y ha de ir impregnada por la vida de
oración.
Hemos de tener plena conciencia de esta misión cristiana: ―Ay de mí si no
evangelizare‖. (1 Co. 9, 16) Y ejercerla siempre con el testimonio y la oración.
―La fe llega por el oído, y al oído se le llega por la palabra de Cristo‖ (Rom.
10,17).
El mandato de Jesús lo consideramos no solo a los Apóstoles, también a
todos los cristianos. Seguir en esta misión la palabra de Dios de la Biblia y la
doctrina de la Iglesia.
Quien predica en las iglesias ha de hacerlo de tal manera que cuantos llegan
distraídos, atiendan; quienes acudan sin ganas de santidad, salgan con ansia
de cambiar de vida; y quienes participan por completo, salgan con hambre
total de Dios y de santidad. Así debiera ser nuestra predicación.
―Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras, sino con mi ejemplo, con
la fuerza que atrapa. Permíteme predicarte con la influencia compasiva de lo
que hago. Permíteme predicarte con la evidente plenitud del amor que mi
corazón siente por Ti, Amén‖. (Newman)
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Premio.-
Ver entradas ―Mérito‖ y ―Recompensa‖.
Preocupaciones.-
Hay problemas que no necesitan solución: necesitan tiempo. Es preciso
aprender que nuestros pensamientos no son siempre verdades. Es preciso
no dejarse dominar por la preocupación, pero luchar contra las
preocupaciones directamente no hará que desaparezcan. Es mejor solución
ser conscientes de nuestras preocupaciones; mirarlas como si fueran ajenas
a nosotros mismos; es un método bueno para eliminarlas. Y aprender a
clasificarlas en útiles e inútiles. Si son útiles y de ejecución inmediata, ¡al toro!
Si son útiles pero no inmediatas, aparcarlas. Y si son inútiles desaparecerán
como el humo de un cigarro. Aprender a tomar distancia de los propios
pensamientos; no darles un protagonismo no merecido.
Desterrar las preocupaciones de una manera indirecta y si sobrevienen,
repetir con paz actos de amor y de confianza en Dios. El alma se sentirá más
libre, se trata de un testimonio de confianza y adoración a Dios.
Por otra parte conviene pensar que el preocuparse es un poco como no fiarse
de la Providencia de Dios. Meditar con frecuencia: ―No os inquietéis por cosa
alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones,
mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la
paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús‖ (Fil. 4,6-7). Conviene asimismo orar
con estos textos bíblicos: (Mat. 6,25; 6.34 y 13,22); (Is. 41, 10); (1 Pe. 5,7);
(Salmo 94, 19); (Jn. 14, 1 y 27); (Lc. 12,22); (Mc. 13,11); (Job 1, 20-21).
Dejar el pasado a la misericordia de Dios y el futuro a la providencia. En lugar
de libar preocupaciones y rencores, hacer como la abeja que saca miel de las
rosas y no se pincha con las espinas. Vivir el momento presente a tope y con
paz.
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Presencia de Dios.-
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Quien camina por los senderos de la espiritualidad es preciso que tenga muy
en cuenta la presencia de Dios. Él está en todas las partes y de un modo muy
especial en el fondo del alma en gracia santificante.
Dios se halla presente en todas las cosas por potencia, en cuanto se hallan
sujetas a su potestad; por presencia, en cuanto todas están abiertas y
patentes a sus ojos; por esencia, porque en todas se encuentra como causa
de su ser.
La Biblia nos invita continuamente a caminar en el presencia de Dios ―pues
en él vivimos, nos movemos y existimos‖ (He. 17, 28). Conviene también
meditar otros textos de la Sagrada Escritura: (Is. 57, 15); (Salmos 16, 11 y
139, 7 y 18); (Ex. 25, 8), (Mat. 28, 20).
El ejercicio de la presencia de Dios guía al alma hacia la oración continua.
Las oraciones muy breves, tipo jaculatorias, ayudan muchísimo a vivir
habitualmente esta presencia divina.
Es preciso realizar un acto muy consciente de presencia de Dios, antes de
comenzar la oración personal o litúrgica.
Mantener la presencia de Dios en todo lo que suceda en nuestra vida; que no
exista en nosotros disparidad entre lo interno y lo externo. Somos esa
morada de Dios de que nos habla Jesús en el Evangelio. Por eso, hemos de
buscar momentos para tomar contacto con esta sublime realidad.
Tu presencia para mí sea activa y viva: no solo pensada, sino sentida. Tu
presencia para mí sea acogida, querida.
―Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia
de amor que no se cura sino con la presencia y la figura‖. (Juan de la Cruz).
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Quedarse en la presencia de Dios, sin turbar la paz. Hemos de procurar fijar
en el Señor los ojos, como un pobre pidiendo limosna o un enfermo pidiendo
alivio. ―Deje el corazón solo, hable en silencio con un corazón mudo. Estarse
a solas y en silencio, conscientes de que están con Dios, rendidos a su
voluntad. Acabar siempre la oración con actos de abandono y sumisión, con
una amorosa atención, con paz interior y quietud de potencias... Parecía que
dentro del alma había un horno de fuego donde se purificaba todo‖ . (Ágreda)
Una manera muy buena de practicar la presencia de Dios antes de la
oración: 1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves...
Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me
amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor,
porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí,
y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy
importante para mí. 4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de
Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria.
Ver entradas ―Con Dios‖ y ―Acto detenidos‖
Presente.-
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Nos basta con el presente y aun en él hemos de prestar a nuestros trabajos
una tensión tranquila y moderada. Lo futuro dejarlo en las manos de Dios.
Las preocupaciones invaden con frecuencia nuestro interior. Y es necesario
abandonarse en la Providencia de Dios.
Ya se nos dice en el Nuevo Testamento: ―Aprovechando bien el tiempo
presente, porque los días son malos‖. (Ef. 5,16). ―Porque yo estoy contigo, y
nadie te atacará para hacerte daño, porque yo tengo mucho pueblo en esta
ciudad‖. (He. 18,10). ―Buscad primero su reino y su justicia, y todas estas
cosas se os darán por añadidura‖. (Mat. 6, 33).
Es importante vivir a tope nuestra circunstancia concreta: el presente, con
atención, amor, presencia de Dios. En el ―ahora‖ bien vivido, el Señor
desborda sobre nosotros las gracias actuales. Vivir al día y vivir el día. En
cada instante Dios me enseña a cumplir su voluntad.
Las distracciones son un índice de lo difícil que resulta concentrarse en el
―ahora‖. Es importante educar o reeducar la atención para vivir el tiempo
presente.
Ver entrada, ―Ahora‖.
Presunción.-
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Entendemos aquí por presunción un vicio hijo de la soberbia y opuesto a la
esperanza. Es la vanidad que muestra una persona que alardea de sí misma
y de sus propias cualidades. Además de la falta de modestia que consigo
lleva este defecto puede incitar a acciones imprudentes con peligro propio o
de otras personas.
San Pablo aconseja a los obispos: ―que el obispo sea intachable, como
administrador que es de la casa de Dios; que no sea presuntuoso, ni
colérico...‖ (Tito 1,7). Santiago dice a los cristianos: ―No presumáis, mintiendo
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contra la verdad‖...―Sin embargo, ahora presumís con vuestras
fanfarronerías‖. (Sant. 3,14 y 4,17). Y San Palo refiriéndose a la caridad
exhorta: ―El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no
presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva
cuentas del mal; no se alegra de la injusticia‖ (1 Co. 13, 4-6). Y menos hemos
de presumir vanamente de nuestra salvación: ―Por gracia estáis salvados,
mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene
de las obras, para que nadie pueda presumir‖. (Ef. 2,8-9).
Ver entradas ―Soberbia‖, ―Orgullo‖, ―Amor propio‖.
Principiantes.-
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Principiantes, proficientes y perfectos o contemplativos. Son los tres grados o
etapas que suelen considerarse dentro de aquellas personas que aspiran a la
perfección cristiana. A lo largo de este diccionario van explicados en distintas
entradas.
En concreto consideramos principiantes a quienes deciden comenzar su vida
interior. Normalmente suele suceder después de la primera conversión o
cuando se inicia una nueva etapa de la existencia, con ocasión de un retiro,
ejercicios espirituales, etc.
Ver entrada ―Oración de principiantes.‖
Primeros viernes.-
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La práctica de la comunión en nueve primeros viernes de mes seguidos está
muy extendida. Esta costumbre se fue propagando en el mundo católico, a
raíz de las revelaciones privadas del Sagrado Corazón de Jesús a Santa
Margarita María de Alacoque. Tienen un fundamento evangélico: ―Quien
come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el
último día‖. (Jn. 6, 54).
Ha hecho mucho bien a las almas y ha sido estimulada con mucho celo por
los sacerdotes del siglo XX, hasta los tiempos postconciliares en que
comenzó a disminuir la práctica.
Primeros sábados.-
La costumbre de los cinco primeros sábados de mes (de las revelaciones de
Fátima) tiene cierta semejanza con la de los primeros viernes; son cinco los
primeros sábados con comunión en honor de la Virgen María. No ha sido tan
extendida como la práctica anterior.
Principio y fundamento.-
Es la primera meditación de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Es de
suma importancia: trata del fin del hombre en esta vida. Se enuncia así: ―El
hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro
Señor, y mediante esto, salvar su alma‖. Este pensamiento ha de ser
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meditado por el hombre espiritual hasta hacerlo verdadero criterio en su
existencia.
Todo el pensamiento ignaciano se fundamenta en la Biblia: Dios creó de un
solo principio el linaje humano. (He. 17,26). Todo lo creó para el hombre
(Gen. 12,1; 24, 3; 39,1). Y solo el hombre es capaz de conocer y amar a su
Creador (Gen. 12,3). Por ello ―A tu Dios adorarás y a Él solo servirás‖ (Mat. 4,
10); (Lc. 4,8). ―Temerás solo al Señor tu Dios, y a Él adorarás‖ (Deut. 6,13).
Procesiones.-
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Una procesión es un desfile religioso que involucra a personas que recorren
de un lugar a otro, o bien partiendo de un sitio y volviendo a él, como muestra
de su creencia y de su respectiva fe religiosa. Las procesiones se estilan en
la mayoría de las grandes religiones: hinduismo, sintoísmo, islam,
cristianismo. A veces van unidas con las peregrinaciones.
Las procesiones son una manifestación de fe o devoción. Están registradas
en la liturgia cristiana. Algunas llevan muchos siglos de historia, como la del
Domingo de Ramos, Candelaria, Corpus Christi. Son actos de religiosidad
popular sobre todo las de Semana Santa y otras muchas de tipo local a las
que asiste multitud de personas. Hoy en día se hace hincapié en el fervor
espiritual que tiene que acompañarlas.
En el aspecto teológico llamamos procesiones las relaciones íntimas
dentro de la Santísima Trinidad: El Hijo procede del Padre por el camino de la
generación intelectual, por medio del conocer de Dios (vía intelectiva). El
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por el camino del Amor, que es el
camino volitivo, de la Voluntad Amorosa del Padre y del Hijo, y ese Amor se
―transforma‖ en la tercera Persona Divina. Estas relaciones se describen en
el Catecismo de la Iglesia Católica, entre los números 238-248, en especial el
242 y el 246. Tienen mucha importancia en la contemplación por el alma
mística.
Prodigalidad.-
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Se define la prodigalidad como la dispersión, desperdicio, consumo de la
propia hacienda, gastando excesivamente.
Vicio opuesto por exceso a la magnificencia; consiste la prodigalidad en
gastar dinero o bienes en exceso, en proporción a la obra emprendida, y a
veces más allá de lo que permiten las fuerzas económicas.
En el Evangelio se nos habla del despilfarro del hijo pródigo (Lc. 15, 11).
Pablo recuerda a Timoteo: ―A los ricos de este mundo recomiéndales que no
sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas sino
en Dios‖. (1 Tim. 6, 17).
Profecía.-
La historia de la Iglesia está marcada por el hecho profético. La profecía es
uno de los signos que transmiten la revelación cristiana. Entendemos aquí la
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profecía más en el sentido de vaticinio. El profeta ve en la alianza el
instrumento más adecuado para vivir con fidelidad el pacto establecido;
revela una llamada de amor profundo que anima a llevar con paz incluso el
sacrificio.
La profecía nos va guiando hacia Jesús, hacia el Nuevo Testamento. El
mismo Jesús realizó gestos proféticos: su pasión y resurrección, la higuera
sin frutos, el fin del mundo... Los evangelistas aluden también a las profecías.
Y en el Nuevo Testamento se utiliza la profecía y aparece la figura del profeta
como carisma. (Rom. 12, 6).
La profecía guía el presente de una comunidad; se entiende en la Iglesia
como recuerdo de la fe, del deber, de relativizar todo a la luz de lo único
necesario.
Son muchas las alusiones del Nuevo Testamento al profetismo y a los
profetas. Así en (1 Co. 14), (Ef. Cap. 2, 3,4); (Tito, cap. 1)… en total más de
ciento cincuenta alusiones.
La revelación se entrega al hombre para que comprenda y crea. Con la
profecía el creyente puede ofrecer su testimonio, asumiendo la palabra del
Señor, y así abrirse a los signos de los tiempos. Por fin, la profecía 
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