Subido por mercedes.cherrez1269

La Princesa de la Franja Costera

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LA PRINCESA YAKU KAWSAY DEL ARCHIPIÉLAGO DE JAMBELÍ
Hace mucho tiempo, se esparció los rumores entre los más grandes y chicos de Puerto
Jambelí, que un joven pescador de tés morena llamado Emilio cuyos cabellos eran largos
y oscuros, de rudo aspecto; había experimentado un hecho ‘‘sobrenatural’’ que cambió
su vida. La historia comienza así: Como todas las mañanas y tardes trabajaba en su
pequeño puesto de venta de pescados que el mismo en las noches atrapaba lanzando
esa sábana entretejida por manos habilosas de su abuela la cual le había obsequiado en
un cumpleaños, y que le traía tanta suerte para atrapar corvinas, atunes, sardinas, etc.,
y no tener que pagar a terceros. Era un joven bastante trabajador para su edad, quien
daba una buena primera impresión a quienes les vendía sus pescados, pero para los
habitantes de la zona era un simple borracho del montón, quien al caer la noche gastaba
todo lo ganado en su negocio para ir al bar de la zona y comprar su trago de siempre,
para después, salir a pescar junto a su botella, ya que el mismo Emilio decía:
-
‘‘En la soledad de la pesca, una botella es mi mejor compañía.’’
Y así mismo era, Emilio acostumbraba a hacer la misma rutina todos los días, y borracho
como de costumbre a la luz de la luna tiraba a su ‘leal amiga’ al fondo del agua cuando
no le servía más para aliviar su sed. Su amigo de la infancia, Pablo, siempre lo
reprochaba y quería que él tomase conciencia de sus acciones, prácticamente era como
una figura paterna para él pescador. Una mañana mientras Emilio estaba en su puesto,
Pablo se acercó furioso, lo miró a los ojos y le dijo:
-
¿¡Emilio, otra vez saliste borracho en tu embarcación!? Me dijiste que sería la
última vez que lo harías.
-
Dios santo, Pablo… - decía Emilio fastidiado. - ¿Realmente no tienes a alguien a
quien fastidiar? Te pareces a mi padre, por algo me fui de caleta hace tiempo.
-
Pues lamentablemente tu padre no está con nosotros para ver lo bajo que has
llegado. - contestaba Pablo. - Y, además, alguien debe aclarar tus ideas de vez en
cuando.
-
Vamos pelao’, tampoco estoy haciendo el infierno en la tierra.
-
Además de alcoholizarte, tiras tus botellas al mar y contaminas tu lugar de trabajo,
estás muy mal, Emilio, y créeme… todo mal se devuelve. - dice Pablo, luego, se
va para su casa.
Esa misma noche, el joven Emilio había bebido demasiado, llevando botellas de más, y
entre los suaves murmullos del mar y el bostezar de la brisa salitrada,
se quedó
repentinamente dormido en su embarcación. Al despertar del estado en que se
encontraba, se dio cuenta que estaba en una localización desconocida para él. En
seguida, el chuchaqui con el que se había levantado después de haber bebido como un
desequilibrado se le quitó en un abrir y cerrar de ojos, simplemente no lo podía creer,
estaba en una gigantesca isla, con cientos de árboles, flora y fauna por doquier, pero
nada de civilización y, para rematar, rodeado de miles y miles de kilómetros de agua.
En su desesperación, Emilio agarró su celular e intentó comunicarse con alguien para
que viniese a rescatarle, pero su intento fue inútil, ya que no había señal dentro de la isla.
Después trató de buscar la embarcación en la cual había salido a pescar, pero al caminar
unos minutos encontró a su última salvación destruida y con los pescados tirados por
doquier. Emilio no sabía que más hacer para volver, así que decidió dar varias vueltas
por el lugar para ver si encontraba algo que le pueda ser de utilidad. En el camino fueron
apareciendo varios animales como: cerdos caminando libremente en manada, piqueros
patas azules, pelícanos, fragatas, Fue adentrándose más y más al corazón de la isla,
cuando de pronto escuchó una especie de ruido proveniente de algún sitio cercano,
razón por la cual decidió acercarse para ver si veía rastro humano, Emilio no pudo ver
mayor cosa que vegetación y creyó que estaba cayendo en una especie de locura, pero,
al darse vuelta, pudo notar una figura extraña emergiendo desde los árboles. Era nada
más y nada menos que una joven, la cual Emilio ponía de unos 15 a 16 años. Su rostro
parecía haberse tallado por los mismos ángeles, su piel era blanca como la nieve, tenía
cabello corto y rubio, y sus ojos eran de color púrpura. Vestía con una túnica extraña,
hecha de elementos de la naturaleza como hojas, ramas, y estrellas de mar puestos de
adornos en su cabello.
La joven, apareció repentinamente, se acercó a Emilio y le dijo:
-
Así que, ¿tú eres quien mis leales súbditos han traído hacia mi presencia? Si te
soy sincera… creía que serías un poco más alto.
-
¿Tus… qué? - decía Emilio confundido. – Mire jovencita, no sé qué está pasando,
ni quién eres y que quieres conmigo, pero yo no debería estar en este lugar.
-
Bueno, déjame contestar a tus preguntas mi joven pescador. Mi nombre es Yaku
Kawsay, soy más conocida como la Princesa de la Franja Costera del Archipiélago
de Jambelí, mis otras hermanas se encargan de cuidar el Golfo de Guayaquil. Y
tú, querido Emilio, has sido sentenciado a juicio por tus crímenes contra la
naturaleza por contaminar y ensuciar el mar, puertos y hasta las playas.
En un abrir y cerrar de ojos luego de que Yaku Kawsay terminase de hablar, el lugar
comenzó a rodearse de animales mágicos, porque tenían la capacidad de hablar, razón
por la cual comenzaron a juzgar a Emilio sobre el mal que les hacía. En ese momento,
un piquero de patas azules voló y se colocó en uno de los hombros de Yaku Kawsay le
habló a Emilio:
-
Señor Emilio García, he sido yo quien ha dado la noticia a la señorita Kawsay
sobre lo que ud, hacia al mar y su entorno dando cabida a que otros pescadores
hicieran lo mismo y no respetaran la biodiversidad de esta maravillosa isla.
-
Tú…estas…hablando…- decía Emilio de manera nerviosa sin siquiera poder
pronunciar bien sus palabras.
-
Por ende, pedí a las aves y peces de la zona que lo trajesen ante la presencia de
la Princesa para que ella diera su veredicto hacia usted.
-
Gracias Oswaldo, mi leal amigo. – decía Kawsay. – Creo que por todo el mal que
has hecho ante nuestro hermoso territorio deberíamos ponerte la peor de las
sentencias… pero hoy me tienes de buen humor Emilio, por ende, haré algo un
poco menos drástico.
Recobrándose de a poco sobre lo que acaba de pasar, Emilio sigue a Kawsay al lugar
donde recibirá su sentencia. El lugar está formado por dos gigantescos árboles, en ellos
había puertas hechas de su misma madera.
-
Estos son arboles visión. - decía Kawsay. - Con ellos verás que futuro te espera
si sigues estos caminos. Entremos a ver, ¿te parece?
Kawsay y Emilio entran a la primera puerta y observan una realidad en donde Emilio
seguía con su mal hábito de arrojar desperdicios al mar, donde otros seguían su mal
ejemplo, hasta que el mar donde todos pescaban quedaba tan contaminado que los
peces morían porque se encontraban infectados por tanta basura arrojada, ya no tenían
peces que pescar. Al salir de la puerta uno, van a la dos en la cual se ve a un Emilio
tomando conciencia de sus acciones, dejando de botar desperdicios al mar y alentando
a otros a que dejen de contaminar porque todo lugar marino les brinda alimento y trabajo,
y con esto
su trabajo de pescador iba mejorando, por ende su situación económica.
Emilio después de ver aquellas dos realidades, decide que hará un cambio en su vida
para que esa opción de la puerta dos se haga posible, es así, que Yaku Kawsay perdona
a Emilio, hace reparar su embarcación por los cangrejos, a los albatros se les pide que
traigan agua dulce para la cocción de los alimentos, a los piqueros de patas azules que
vigilen si no habrá tempestades que impidan culminar con el trabajo, mientras que los
pájaros de pico rojo bailaban en la inmensa sábana azul picoteando pececillos. Todo se
volvió una fiesta náutica porque hasta las conchas, ostras, pelícanos, el cormorán, y
muchos paíños festejaron hasta el amanecer hasta que por fin su canoa volvió a zarpar
hasta Puerto Jelí. Decidió con sus ahorros crear una Fundación contra la contaminación
del perfil costero y le puso el nombre de ‘‘Sula nebouxii’’. Finalmente, Emilio aprendió la
valiosa lección. Y ahora la nueva frase de Emilio era: ‘‘CUANDO TIRES BASURA,
PIENSA EN QUIENES HABITAN EN ELLA.’’
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