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Krause Dietoterapia 14 a EDICION

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Krause. Dietoterapia
14.ª EDICIÓN
L. Kathleen Mahan, MS, RDN, CD
Functional Nutrition Counselor
Nutrition by Design
Seattle, WA;
Clinical Associate
Department of Pediatrics
School of Medicine
University of Washington
Seattle, WA
Janice L. Raymond, MS, RDN, CD, CSG
Clinical Nutrition Director, Thomas Cuisine Management
Providence Mount St. Vincent
Seattle, WA;
Affiliate Faculty
Bastyr University
Kenmore, WA
ERRNVPHGLFRVRUJ
Página de créditos
Avda. Josep Tarradellas, 20-30, 1.° - 08029, Barcelona, España
Krause’s Food & the Nutrition Care Process
Copyright © 2017, Elsevier Inc. All Rights Reserved.
Previous editions copyrighted: 2012, 2008, 2004, 2000, 1996, 1992,
1984, 1979, 1972, 1966, 1961, 1957, 1952
ISBN: 978-0-323-34075-5
This translation of Krause’s Food & the Nutrition Care Process, 14th
edition, by L. Kathleen Mahan and Janice L. Raymond, was
undertaken by Elsevier España, S.L.U., and is published by
arrangement with Elsevier Inc.
Esta traducción de Krause’s Food & the Nutrition Care Process, 14.ª
edición, de L. Kathleen Mahan y Janice L. Raymond, ha sido llevada a
cabo por Elsevier España, S.L.U., y se publica con el permiso de
Elsevier Inc.
Krause. Dietoterapia, 14.ª ed., de L. Kathleen Mahan y Janice L.
Raymond
© 2017 Elsevier España, S.L.U., 2009, 2013
ISBN: 978-84-9113-084-0
eISBN: 978-84-9113-087-1
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Advertencia
La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben
seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que
aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y
clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los
fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen
los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco
para comprobar las dosis recomendadas, la vía y duración de la
administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad
ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más
indicados para cada paciente, en función de su experiencia y del
conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores
asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran
generarse a personas o propiedades como consecuencia del
contenido de esta obra.
El editor
Revisión científica:
Enrique Artozqui Morrás
Doctor en Medicina, Especialista en Endocrinología y Nutrición,
Hospital Donostia de San Sebastián
Servicios editoriales: GEA Consultoría Editorial, S.L.
Depósito legal: B 3206-2017
Impreso en España
Índice de capítulos
Cubierta
Portada
Página de créditos
Dedicatoria
Colaboradores
Revisores
Prólogo
Prefacio
Agradecimientos
Parte I: Valoración de la nutrición
ERRNVPHGLFRVRUJ
Introducción
1: Ingesta: digestión, absorción, transporte y excreción de nutrientes
Tubo digestivo
Breve revisión del proceso de digestión y absorción
Intestino delgado: lugar principal de absorción de nutrientes
Intestino grueso
Páginas útiles en Internet
2: Ingesta: energía
Necesidades energéticas
Componentes del gasto energético
Estimación de las necesidades energéticas
Cálculo de la energía de los alimentos
Páginas útiles en Internet
3: Inflamación y fisiopatología de las enfermedades crónicas
Epidemia de enfermedades crónicas
Conceptos de fisiopatología de las enfermedades crónicas
Inflamación: denominador común de las enfermedades crónicas
Nutrientes moduladores de la inflamación
Reducción de la inflamación en el organismo
Expresión de la inflamación prolongada en las principales enfermedades
crónicas
Resumen
Páginas útiles en internet
4: Ingesta: análisis de la dieta
Cribado nutricional
Valoración nutricional
Análisis de los datos de ingesta dietética
Páginas útiles en internet
5: Clínica: genómica nutricional
El proyecto genoma humano y las especialidades «-ómicas»
Valoración del genotipo y la nutrición
Principios básicos de la genética
Genética y tratamiento nutricional
Implicaciones éticas, legales y sociales
Resumen
Páginas útiles en internet
6: Clínica: agua, electrólitos y equilibrio acidobásico
Agua corporal
Electrólitos
Equilibrio acidobásico
Trastornos acidobásicos
Páginas útiles en internet, herramientas/calculadoras y aplicaciones
informáticas
7: Clínica: valoración bioquímica, física y funcional
Valoración bioquímica de la situación nutricional
Interpretación nutricional de las pruebas rutinarias de laboratorio
Valoración del estado de hidratación
Valoración de las anemias de origen nutricional
Vitaminas liposolubles
Vitaminas hidrosolubles y oligoelementos
Valoración del riesgo de enfermedad crónica
Valoración física
Exploración física orientada a la nutrición
Páginas útiles en internet
8: Clínica: interacciones alimento-fármaco
Aspectos farmacológicos de las interacciones alimento-fármaco
Factores de riesgo de interacciones alimento-fármaco
Efectos de los alimentos sobre los tratamientos farmacológicos
Interacciones entre medicamentos y nutrición enteral
Efectos de los fármacos sobre los alimentos y la nutrición
Modificación de los efectos de los fármacos debidA a alimentos y nutrientes
Efectos de los fármacos sobre el estado nutricional
Excipientes e interacciones alimento-fármaco
Tratamiento nutricional médico
Páginas útiles en internet
9: Conducta y ambiente: el individuo en la comunidad
Determinantes sociales de la salud
Práctica de la nutrición en la comunidad
Valoración de las necesidades en servicios de nutrición comunitaria
Encuestas nacionales de nutrición en EE. UU.
Directrices y objetivos nacionales de nutrición en EE. UU.
Programas de nutrición y ayuda alimentaria
Enfermedades transmitidas por alimentos
Seguridad del agua y los alimentos
Planificación en desastres
Sistemas de abastecimiento de alimentos y agua saludables y sostenibilidad
Resumen: un trabajo en progreso
Páginas útiles en Internet
Parte II: Diagnóstico nutricional e intervención
Introducción
10: Perspectiva general del diagnóstico y de la intervención en
nutrición
Proceso de asistencia nutricional
Documentación en el registro de asistencia nutricional
Cambios en la asistencia nutricional y sanitaria
Intervenciones en nutrición
Nutrición para enfermos terminales o ingresados en centros de cuidados
paliativos
Páginas útiles en Internet
11: Aporte de alimentos y nutrientes: directrices dietéticas, normas de
nutrientes y competencia cultural
Determinación de las necesidades de nutrientes
Directrices a nivel mundial
Estado nutricional de los estadounidenses
Directrices nacionales para la planificación de la dieta
Etiquetado de alimentos y nutrientes
Patrones dietéticos y pautas de asesoramiento
Aspectos culturales de la planificación dietética
Páginas útiles en Internet
12: Aporte de alimentos y nutrientes: medicina complementaria e
integral y suplementación dietética
Medicina complementaria e integral
Uso de tratamientos complementarios e integrales
Suplementos dietéticos
Regulación de los suplementos dietéticos
Evaluación de los suplementos dietéticos utilizados en pacientes
Páginas útiles en internet
13: Aporte de alimentos y nutrientes: soporte nutricional
Fundamentos y criterios para un soporte nutricional adecuado
Nutrición enteral
Vías de acceso para nutrición enteral
Nutrición parenteral
Complicaciones
Síndrome de realimentación
Alimentación de transición
Soporte nutricional en la asistencia de larga estancia y domiciliaria
Páginas útiles en internet
14: Educación y orientación: cambio conductual
Cambio conductual
Modelos para el cambio conductual
Modelos para las estrategias de orientación
Modelos para el desarrollo de un programa educativo
Habilidades y atributos del educador u orientador nutricional
Valoración de los resultados: elección de las áreas de enfoque
Métodos de orientación tras la valoración
Sesiones de orientación en inseguros acerca del cambio
Conductas de resistencia y estrategias para modificarlas
Sesiones de orientación en dispuestos a cambiar
Evaluación de la eficacia
Resumen
Páginas útiles en Internet
Parte III: Nutrición en el ciclo vital
Introducción
15: Nutrición para la salud reproductiva y la lactancia
Preconcepción y fertilidad
Concepción
Embarazo
Período posparto = período preconcepción
Lactancia
Páginas útiles en Internet
16: Nutrición en la lactancia
Desarrollo fisiológico
Necesidades de nutrientes
Leche
Alimentos
Tomas
Páginas útiles en Internet
17: Nutrición en la infancia
Crecimiento y desarrollo
Necesidades nutricionales
Dieta adecuada
Problemas nutricionales
Prevención de enfermedades crónicas
Páginas útiles en Internet
18: Nutrición en la adolescencia
Crecimiento y desarrollo
Necesidades de nutrientes
Hábitos y comportamientos alimentarios
Detección sistemática, valoración y asesoramiento nutricionales
Situaciones especiales
Páginas útiles en Internet
19: Nutrición en la vida adulta
Establecimiento de la base: nutrición en la vida adulta
Establecimiento de la base: Mensajes
Fuentes de información
Estilo de vida y factores de riesgo para la salud
Desigualdades sanitarias y en el acceso a la asistencia
Intervenciones, nutrición y prevención
Tendencias y modelos alimentarios
Suplementos nutricionales
Alimentos funcionales
Sistemas alimentarios e hidrológicos sanos y sostenibilidad
Próximos pasos en la salud del adulto
Páginas útiles en Internet
20: Nutrición en el adulto mayor
Población mayor
Gerontología + geriatría = espectro del envejecimiento
Nutrición en el fomento de la salud y en la prevención de la enfermedad
Teorías sobre el envejecimiento
Cambios fisiológicos
Calidad de vida
Detección sistemática y valoración nutricionales
Necesidades nutricionales
Beneficios de medicare
Servicios de financiación nutricional
Centros comunitarios y residenciales para adultos mayores
Páginas útiles en Internet
Parte IV: Nutrición para la salud y el buen estado
físico
Introducción
21: Nutrición en el control del peso
Componentes del peso corporal
Regulación del peso corporal
Desequilibrio del peso: sobrepeso y obesidad
Tratamiento de la obesidad en el adulto
Problemas frecuentes en el tratamiento de la obesidad
Control del peso en los niños y adolescentes
Desequilibrio del peso: Delgadez excesiva o pérdida involuntaria de peso
Páginas útiles en Internet
22: Nutrición en los trastornos de la conducta alimentaria
Características clínicas y complicaciones médicas
Abordaje terapéutico
Tratamiento psicológico
Tratamiento nutricional
Tratamiento nutricional médico y asesoramiento
Páginas útiles en internet
23: Nutrición para el rendimiento en el ejercicio y los deportes
Enfoque integral para el trabajo con deportistas
Bioenergética de la actividad física
Combustibles para la contracción muscular
Necesidades nutricionales del ejercicio
Control del peso
Control del peso y estética
Macronutrientes
Hidratos de carbono
Proteínas
Grasas
líquidos
Otras consideraciones
Vitaminas y minerales
Minerales
Ayudas ergógenas
Ayudas ergógenas para el ejercicio de alta intensidad
Hierbas
Sustancias y fármacos para la mejora del rendimiento: dopaje en el deporte
Páginas útiles en internet
24: Nutrición y salud ósea
Estructura y fisiología del hueso
Osteopenia y osteoporosis
Diagnóstico y vigilancia
Nutrición y huesos
Prevención de la osteoporosis y las fracturas
Tratamiento de la osteoporosis
Páginas útiles en internet
25: Nutrición y salud oral y dental
Factores nutricionales en el desarrollo del diente
Caries dental
Caries infantil precoz
Prevención de la caries
Caída de los dientes y prótesis dentales
Otras enfermedades de la cavidad bucal
Enfermedad periodontal
Manifestaciones orales de las enfermedades sistémicas
Páginas útiles en internet
Parte V: Tratamiento nutricional médico
Introducción
26: Tratamiento nutricional médico en las reacciones adversas a los
alimentos: alergias e intolerancias
Definiciones
Etiología
Fisiopatología
Intolerancia a los alimentos
Evaluación
Tratamiento nutricional médico
Tratamientos emergentes
Prevención de la alergia alimentaria
Páginas útiles en internet y aplicaciones para móviles
27: Tratamiento nutricional médico en los trastornos del esófago, el
estómago y el duodeno
Parámetros de valoración
Esófago
Estómago
Gastroparesia
Páginas útiles en internet
28: Tratamiento nutricional médico en los trastornos intestinales
Problemas intestinales frecuentes
Enfermedades del intestino delgado
Deficiencias enzimáticas del borde en cepillo del intestino
Enfermedades inflamatorias intestinales
Consecuencias nutricionales de la cirugía intestinal
Páginas útiles en internet
29: Tratamiento nutricional médico en los trastornos hepatobiliares y
pancreáticos
Fisiología y funciones del hígado
Hepatopatías
Complicaciones de la hepatopatía terminal: causa y tratamiento nutricional
problemas relacionados con la nutrición en hepatopatías terminales
Necesidades de nutrientes en la cirrosis
Suplementos de hierbas y hepatopatías
Resección y trasplante hepáticos
Fisiología y funciones de la vesícula biliar
Enfermedades de la vesícula biliar
Medicina complementaria e integradora
Fisiología y funciones del páncreas exocrino
Enfermedades del páncreas exocrino
Medicina complementaria e integradora
Cirugía pancreática
Páginas útiles en internet
30: Tratamiento nutricional médico en la diabetes mellitus y la
hipoglucemia de origen no diabético
Incidencia y prevalencia
Clasificación de la intolerancia a la glucosa
Detección sistemática y criterios diagnósticos
Tratamiento de la prediabetes
Tratamiento de la diabetes
Aplicación del proceso de asistencia nutricional
Complicaciones agudas
Complicaciones a largo plazo
Hipoglucemia de origen no diabético
Páginas útiles en internet
31: Tratamiento nutricional médico en los trastornos tiroideos y
suprarrenales, y en otros trastornos endocrinos
Fisiología de la glándula tiroidea
Valoración de los trastornos tiroideos
Hipotiroidismo
Síndrome del ovario poliquístico
Hipertiroidismo
Tratamiento de los desequilibrios del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides
Trastornos suprarrenales
Páginas útiles en Internet
32: Tratamiento nutricional médico en la anemia
Trastornos hematológicos relacionados con el hierro
Sobrecarga de hierro
Anemia megaloblástica
Otras anemias nutricionales
Anemias no nutricionales
Páginas útiles en Internet
33: Tratamiento nutricional médico en las enfermedades
cardiovasculares
Ateroesclerosis y enfermedad cardíaca coronaria
Hiperlipidemias genéticas
Hipertensión arterial
Insuficiencia cardíaca
Trasplante cardíaco
Páginas útiles en internet
34: Tratamiento nutricional médico en las enfermedades pulmonares
Sistema pulmonar
Enfermedad pulmonar crónica
Asma
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
Tuberculosis
Cáncer de pulmón
Síndrome de hipoventilación por obesidad
Quilotórax
Síndrome de dificultad respiratoria aguda
Neumonía
Displasia broncopulmonar
Páginas útiles en internet
35: Tratamiento nutricional médico en las enfermedades renales
Fisiología y función de los riñones
Enfermedades renales
Lesión renal aguda (insuficiencia renal aguda)
Enfermedades intersticiales y tubulares
Enfermedades glomerulares
Enfermedad renal crónica
Enfermedad renal terminal
Páginas útiles en internet
36: Tratamiento nutricional médico en la prevención, el tratamiento
y la supervivencia de neoplasias
Fisiopatología
Nutrición y carcinogenia
Quimioprevención
Diagnóstico médico y determinación del estadIo del cáncer
Tratamiento médico
Tratamiento nutricional médico
Impacto nutricional de los tratamientos oncológicos
Seguimiento y evaluación nutricionales
Cáncer pediátrico
Recomendaciones nutricionales para supervivientes de cáncer
Oncología integradora
Páginas útiles en Internet
37: Tratamiento nutricional médico en la infección por el VIH y el sida
Epidemiología y tendencias
Fisiopatología y clasificación
Tratamiento médico
Tratamiento nutricional médico
Consideraciones especiales
VIH en mujeres
VIH en niños
Tratamientos complementarios e integradores
Páginas útiles en Internet
38: Tratamiento nutricional médico en cuidados intensivos
Respuesta metabólica al estrés
Respuesta hormonal y mediada por células
Diferencias entre la inanición y el estrés
Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica y síndrome de fallo
multiorgánico
Malnutrición: definición basada en la etiología
Traumatismos y abdomen abierto
Quemaduras graves
Cirugía
Páginas útiles en Internet
39: Tratamiento nutricional médico en las enfermedades reumáticas
Etiología
Fisiopatología e inflamación
Diagnóstico y tratamiento médico
Farmacoterapia
Dieta antiinflamatoria
Tratamientos complementarios o integradores
Flora microbiana y artritis
Artrosis
Artritis reumatoide
Síndrome de sjögren
Trastornos de la articulación temporomandibular
Gota
Esclerodermia
Lupus eritematoso sistémico
Espondiloartritis
Páginas útiles en Internet
40: Tratamiento nutricional médico en los trastornos neurológicos
Sistema nervioso central
Problemas que complican el tratamiento nutricional
Disfagia
Enfermedades neurológicas de causa nutricional
Trastornos neurológicos por traumatismo
Traumatismos craneoencefálicos
Traumatismos de la médula espinal y lesiones medulares
Enfermedades neurológicas
Páginas útiles en Internet
41: Tratamiento nutricional médico en los trastornos psiquiátricos y
cognitivos
Sistema nervioso entérico
Regulación de la glucosa sanguínea
Alergia y sensibilidad a los alimentos
Nutrientes y función mental
Adicción y abuso de sustancias
Ansiedad
Trastorno bipolar
Demencia y enfermedad de Alzheimer
Depresión
Fatiga, síndrome de fatiga crónica y fibromialgia
Esquizofrenia
Parte VI: Especialidades pediátricas
Introducción
42: Tratamiento nutricional médico para lactantes de bajo peso al
nacer
Mortalidad de lactantes y estadística
Desarrollo fisiológico
Necesidades nutricionales: alimentación parenteral
Transición de la alimentación parenteral a la enteral
Necesidades nutricionales: alimentación enteral
Métodos de alimentación
Selección de alimentación enteral
Evaluación nutricional y crecimiento
Cuidados tras el alta
Resultado de neurodesarrollo
Páginas útiles en Internet
43: Tratamiento nutricional médico en los trastornos metabólicos
genéticos
Cribado neonatal
Trastornos del metabolismo de los aminoácidos
Fenilcetonuria
Trastornos del metabolismo de los ácidos orgánicos
Trastornos del metabolismo del ciclo de la urea
Trastornos del metabolismo de los hidratos de carbono
Trastornos de la oxidación de los ácidos grasos
Papel del nutricionista en los trastornos metabólicos genéticos
Páginas útiles en Internet
44: Tratamiento nutricional médico en las discapacidades intelectuales
y de desarrollo
Tratamiento nutricional médico
Aberraciones cromosómicas
Trastornos neurológicos
Síndrome alcohólico fetal
Tratamiento nutricional controvertido
Recursos de la comunidad
Páginas útiles en Internet
Apéndices
Apéndice 1: Abreviaturas de las unidades
Apéndice 2: Miliequivalentes y miligramos de electrólitos
Apéndice 3: Equivalencias, conversiones* y tamaños de las porciones
(cucharadas)
Apéndice 4: Desde el nacimiento hasta los 24 meses: percentiles de
talla-edad y de peso-edad para niños
Apéndice 5: Desde el nacimiento hasta los 24 meses: percentiles de
perímetro craneal-edad y de peso-talla para niños
Apéndice 6: De 2 a 20 años: percentiles de estatura-edad y de pesoedad para el sexo masculino
Apéndice 7: De 2 a 20 años: percentiles de índice de masa corporaledad para el sexo masculino
Apéndice 8: Desde el nacimiento hasta los 24 meses: percentiles de
talla-edad y de peso-edad para niñas
Apéndice 9: Desde el nacimiento hasta los 24 meses: percentiles de
perímetro craneal-edad y de peso-talla para niñas
Apéndice 10: De 2 a 20 años: percentiles de estatura-edad y de pesoedad para el sexo femenino
Apéndice 11: De 2 a 20 años: percentiles de índice de masa corporaledad para el sexo femenino
Apéndice 12: Etapas de Tanner para el desarrollo de las mujeres en la
adolescencia
Apéndice 13: Etapas de Tanner para el desarrollo de los hombres en la
adolescencia
Apéndice 14: Métodos directos para medir la estatura y el peso
Apéndice 15: Bibliografía
Apéndice 16: Determinación del tipo de constitución
Apéndice 17: Ajuste del peso corporal deseable para personas con
amputaciones
Apéndice 18: Tabla de índices de masa corporal
Apéndice 19: Porcentaje de grasa corporal basado en cuatro
mediciones del pliegue cutáneo
Apéndice 20: Actividad física y calorías gastadas por hora
Apéndice 21: Valoración física centrada en la nutrición
Apéndice 22: Valores de laboratorio para la evaluación y el
seguimiento nutricionales
Apéndice 23: Bibliografía
Apéndice 24: Fórmulas de alimentación enteral (por sonda) para
adultos comercializadas en EE. UU.
Apéndice 25: Ejemplo de método paso a paso para calcular una
fórmula para nutrición parenteral
Apéndice 26: Dieta DASH
Apéndice 27: Listas de intercambio para la planificación de las
comidas
Apéndice 28: Desarrollo de dietas estándar para la disfagia
Apéndice 29: Dieta renal para la diálisis
Apéndice 30: Sodio en los alimentos
Apéndice 31: Dieta antiinflamatoria
Apéndice 32: Datos nutricionales sobre bebidas alcohólicas
Apéndice 33: Datos nutricionales sobre productos que contienen
cafeína
Apéndice 34: Datos nutricionales sobre los ácidos grasos esenciales
(omega)
Apéndice 35: Datos nutricionales sobre dietas con contenido alto de
fibra
Apéndice 36: Datos nutricionales sobre líquidos e hidratación
Apéndice 37: Índice glucémico y carga glucémica de determinados
alimentos
Apéndice 38: Datos nutricionales sobre dietas hiperproteicas
Apéndice 39: Datos nutricionales sobre alimentación vegetariana
Apéndice 40: Datos nutricionales sobre el ácido fólico, la vitamina B6
y la vitamina B12
Apéndice 41: Datos nutricionales sobre la vitamina A y los
carotenoides
Apéndice 42: Datos nutricionales sobre la vitamina C
Apéndice 43: Datos nutricionales sobre la vitamina E
Apéndice 44: Datos nutricionales sobre la vitamina K
Apéndice 45: Datos nutricionales sobre la vitamina D
Apéndice 46: Datos nutricionales sobre el calcio
Apéndice 47: Datos nutricionales sobre el cromo
Apéndice 48: Datos nutricionales sobre el yodo
Apéndice 49: Datos nutricionales sobre el hierro
Apéndice 50: Datos nutricionales sobre el magnesio
Apéndice 51: Datos nutricionales sobre el potasio
Apéndice 52: Datos nutricionales sobre el selenio
Apéndice 53: Datos nutricionales sobre el cinc
Tablas de referencia
Índice alfabético
Dedicatoria
Esta decimocuarta edición está dedicada a los
estudiantes, profesores y dietistas que utilizan este
texto y lo consideran su «biblia de la nutrición».
Les estamos sumamente agradecidos por su
aprendizaje y sus aportaciones, sus conocimientos y
su dedicación al campo de la nutrición y la dietética.
Los autores, 14.ª edición
y
A Robert, que siempre está ahí con su amor y su
humor, a Carly y Justin por su cariño y energía, a Ana
que ha conocido «el libro» toda su vida, y a Ailey y
Kiera, mis nietos, que me traen tantas alegrías.
Kathleen
A mis padres, ambos fallecidos. Mi padre, George
Raymond, DDS, despertó mi interés por la nutrición a
través de su interés por ella. Y mi madre, Betty
Raymond, una mujer que podía improvisar comidas
deliciosas en minutos y que ya elaboraba su propio
yogur y sus judías germinadas cuando yo era una
adolescente. Gracias por vuestra inspiración.
Janice
Colaboradores
Diane M. Anderson PhD, RDN, FADA,
Pediatrics
Baylor College of Medicine
Houston, Texas
Associate Professor of
Cynthia Taft Bayerl MS, RDN, LDN, FAND,
Coordinator
Nutrition Consultant
Taft & Bayerl Associates
Cape Cod, Massachusetts
Geri Brewster MPH, RDN, CDN,
Nutritionist
Private Practice
Mount Kisco, New York
Nutrition
Registered Dietitian—Clinical
Virginia H. Carney MPH, RDN, LDN, IBCLC, RLC, FILCA,
FAND, Director, Clinical Nutrition Services
St. Jude Children’s Research Hospital
Memphis, Tennessee
Digna I. Cassens MHA, RDN, CLT,
Management Systems
Yucca Valley, California
Diversified Nutrition
Karen Chapman-Novakofski PhD, RDN, LDN, Professor,
Nutrition
Department of Food Science and Human Nutrition
Division of Nutritional Sciences
Department of Internal Medicine
University of Illinois Extension
University of Illinois
Champaign-Urbana, Illinois
Pamela Charney PhD, RD, CHTS-CP,
Healthcare Informatics
Bellevue College
Bellevue, Washington
Harriett Cloud MS, RDN, FAND,
Owner, Nutrition Matters
Birmingham, Alabama
Program Chair
Pediatric Nutrition Consultant
Mandy L. Corrigan MPH, RD, CNSC, FAND,
Dietitian and Consultant
Coram Specialty Pharmacy
St. Louis, Missouri
Nutrition Support
Sarah C. Couch PhD, RDN, Professor and Department Chair
Department of Nutritional Sciences
University of Cincinnati Medical Center
Cincinnati, Ohio
Jean T. Cox MS, RD, LN, Senior Clinical Nutritionist
Department of Obstetrics and Gynecology
University of New Mexico School of Medicine
Albuquerque, New Mexico
Gail Cresci PhD, RDN, LD, CNSC, Associate Professor
Cleveland Clinic Lerner College of Medicine
Case Western Reserve University School of Medicine
Cleveland, Ohio
Patricia Davidson DCN, RDN, CDE, LDN, FAND,
Professor
Nutrition Department, College of Health Sciences
West Chester University of Pennsylvania
West Chester, Pennsylvania
Lisa L. Deal PharmD, BCPS, BSN, RN,
Beebe Healthcare
Assistant
Pharmacotherapy Specialist
Lewes, Delaware
Sheila Dean DSc, RDN, LD, CCN, CDE, USF Health Morsani
College of Medicine
The University of Tampa
Tampa, Florida
Co-Founder, Integrative and Functional Nutrition Academy (IFNA)
Ruth DeBusk PhD, RDN, Consultant, Clinical Nutrition and
Genomics
Family Medicine Residency Program
Tallahassee Memorial Health Care
Tallahassee, Florida
Judith L. Dodd MS, RDN, LDN, FAND,
Consultant
Assistant Professor
Sports Medicine and Nutrition
Nutrition and Dietetics
University of Pittsburgh
Pittsburgh, Pennsylvania
Community Nutrition
Kimberly R. Dong MS, RDN, Project Manager/Research Dietitian
Nutrition and Infection Unit
Department of Public Health and Community Medicine
Tufts University School of Medicine
Boston, Massachusetts
Lisa Dorfman MS, RDN, CSSD, LMHC, FAND,
Nutritionist
CEO/Director Sports Nutrition & Performance
Food Fitness International, Inc
Author – Legally Lean
Chair, Miami Culinary Institute Advisory Board
Miami, Florida
Arlene Escuro MS, RDN, CNSC,
Center for Human Nutrition
Digestive Disease Institute
The Running
Advanced Practice Dietitian
Cleveland Clinic
Cleveland, Ohio
Alison B. Evert MS, RDN, CDE, Diabetes Nutrition Specialist
Coordinator Diabetes Education Programs
Endocrine and Diabetes Care Center
University of Washington Medical Center
Seattle, Washington
Sharon A. Feucht MA, RDN, CD, Nutritionist, LEND Program
Center on Human Development and Disability (CHDD)
Editor, Nutrition Focus Newsletter for Children with Special Health
Care Needs
University of Washington
Seattle, Washington
Marion J. Franz MS, RDN, CDE,
Nutrition Concepts by Franz, Inc
Minneapolis, Minnesota
Nutrition/Health Consultant
F. Enrique Gómez PhD, Head, Laboratory of Nutritional
Immunology
Department of Nutritional Physiology
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
Ciudad de México, DF México
Barbara L. Grant MS, RDN, CSO, LD, FAND,
Outpatient Dietitian Nutritionist
Saint Alphonsus Cancer Care Center
Boise, Idaho
Oncology
Michael Hahn BA, Scientific Program Analyst
Preferred Solutions Group
National Human Genome Research Institute
National Institutes of Health
Bethesda, Maryland
Kathryn K. Hamilton MA, RDN, CSO, CDN, FAND,
Oncology Dietitian Nutritionist
Outpatient
Carol G. Simon Cancer Center
Morristown Medical Center
Morristown, New Jersey
Kathleen A. Hammond MS, RN, BSN, BSHE, RDN,
LD, Consultant, Healthcare Education
Atlanta, Georgia
Jeanette M. Hasse PhD, RDN, LD, CNSC, FADA, Transplant
Nutrition Manager
Annette C. and Harold C. Simmons Transplant Institute
Baylor University Medical Center
Dallas, Texas
Cindy Mari Imai PhD, MS, RDN,
Unit for Nutrition Research
University of Iceland
Reykjavik, Iceland
Research Scientist
Carol S. Ireton-Jones PhD, RDN, LD, CNSC, FAND,
FASPEN, Nutrition Therapy Specialist
Private Practice/Consultant
Good Nutrition for Good Living
Dallas, Texas
Donna A. Israel PhD, RDN, LPC, FADA, FAND,
Professional Nutrition Therapists, LLC
Dallas, Texas
Retired, Interim Professor of Nutrition
Baylor University
Waco, Texas
President,
Janice M. Joneja PhD, RD, Food Allergy Consultant
President, Vickerstaff Health Services, Inc.
British Columbia, Canada
Veena Juneja MScRD, RDN,
St. Joseph’s Healthcare
Hamilton, Ontario, Canada
Senior Renal Dietitian
Barbara J. Kamp MS, RDN,
College of Culinary Arts
Johnson & Wales University
North Miami, Florida
Assistant Professor
Ashok M. Karnik MD, FACP, FCCP, FRCP
Retired Attending Physician
World Trade Center Health Program
Long Island, New York
Clinical Professor of Medicine
Retired Chief, Division of Pulmonary and Critical Care Medicine
Nassau University Medical Center
East Meadow, New York, and School of Medicine
Stony Brook University
Stony Brook, New York
Martha Kaufer-Horwitz DSc, NC, Medical Research Scientist
Obesity and Eating Disorders Clinic
Department of Endocrinology and Metabolism
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
(Mexican National Institute of Medical Sciences and Nutrition)
Ciudad de México, DF México
Sameera H. Khan RDN, PA-C, MBA
Bariatric Coordinator
North Shore University Hospital
North Well Health System
Manhasset, New York
Nutrition Adjunct Professor
Nassau Community College
Garden City, New York
Nicole Larson PhD, MPH, RDN, Senior Research Associate
Division of Epidemiology and Community Health
School of Public Health
University of Minnesota
Minneapolis, Minnesota
Tashara Leak PhD, RDN, Post Doctoral Scholar
School of Public Health
University of California, Berkeley
Berkeley, California
Ruth Leyse-Wallace PhD, Retired Adjunct Faculty Member, Mesa
Community College
Author – Nutrition and Mental Health
Mental Health Resource Professional of Behavioral Health DPG of
AND
San Diego, California
Mary Demarest Litchford PhD, RDN, LDN,
CASE Software & Books
Greensboro, North Carolina
President
Betty L. Lucas MPH, Former LEND Nutritionist
University of Washington
Seattle, Washington
Lucinda K. Lysen RDN, RN, BSN,
Specialist
Consulting and Private Practice
Chicago, Illinois
Medical Nutrition Therapy
Ainsley M. Malone MS, RD, CNSC, FAND, FASPEN, Nutrition
Support Team
Mt. Carmel West Hospital
Clinical Practice Specialist
The American Society for Parenteral and Enteral Nutrition
New Albany, Ohio
Gabriela E. Mancera-Chávez MSc, NC,
Nutricion-ISSSTE
Ciudad de México, DF México
Escuela de Dietetica y
Laura E. Matarese PhD, RDN, LDN, CNSC, FADA, FASPEN,
FAND, Professor
Division of Gastroenterology, Hepatology and Nutrition
Brody School of Medicine
East Carolina University
Greenville, North Carolina
Lisa Mays MPH, RDN,
The Idaho Foodbank
Boise, Idaho
Nutrition Services Manager
Mari O. Mazon MS, RDN, CD, Nutritionist
Center on Human Development and Disability (CHDD)
University of Washington
Seattle, Washington
Christine McCullum-Gomez PhD, RDN,
Consultant
Cypress, Texas
Kelly N. McKean MS, RDN, CSP, CD,
Seattle Children’s Hospital
Seattle, Washington
Food and Nutrition
Clinical Pediatric Dietitian
Kelly Morrow MS, RDN, Associate Professor, Nutrition Clinic
Coordinator
Department of Nutrition and Exercise Science
Bastyr University and the Bastyr Center for Natural Health
Seattle, Washington
Diana Noland MPH, RD, CCN, LD,
Dietetics and Nutrition
School of Health Professions
University of Kansas Medical Center
Kansas City, Kansas
Clinical Nutrition - Private Practice
Burbank, California
Adjunct Faculty
Therese O’Flaherty MS, RDN, Ketogenic Diet and Interdisciplinary
Feeding Team
Cincinnati Children’s Hospital Medical Center
Cincinnati, Ohio
Beth N. Ogata MS, RDN, CD, CSP, Lecturer
Department of Pediatrics
Center on Human Development and Disability (CHDD)
University of Washington
Seattle, Washington
Mary Purdy MS, RDN,
Arivale
Adjunct Professor
Bastyr University
Seattle, Washington
Arivale Coach and Team Lead
Sudha Raj PhD, RD, FAND, Director of Graduate Program
Department of Public Health, Food Studies and Nutrition
The David B. Falk College of Sport and Human Dynamics
Syracuse University
Syracuse, New York
Diane Rigassio Radler PhD, RDN, Associate Professor
Department of Nutritional Sciences
Director, Institute for Nutrition Interventions
School of Health Related Professions
Rutgers University
Newark, New Jersey
Justine Roth MS, RDN, Director, Nutrition Department
New York State Psychiatric Institute
New York, New York
Mary Krystofiak Russell MS, RDN, LDN, FAND,
Global Nutrition Medical Affairs
Baxter Healthcare Corporation
Deerfield, Illinois
Senior Manager,
Janet E. Schebendach PhD, RDN, Assistant Professor of
Neurobiology
Department of Psychiatry
Columbia University Medical Center
New York, New York
Elizabeth Shanaman RDN, Renal Dietitian
Nutrition and Fitness Services
Northwest Kidney Centers
Seattle, Washington
Jamie S. Stang PhD, MPH, RDN, Associate Professor
Division of Epidemiology and Community Health
University of Minnesota, School of Public Health
Minneapolis, Minnesota
Erik R. Stegman MA, JD, Executive Director
Center for Native American Youth
The Aspen Institute
Washington, District of Columbia
Alison Steiber PhD, RDN, Chief Science Officer
Academy of Nutrition and Dietetics
Cleveland, Ohio
Tracy Stopler MS, RDN, Registered Dietitian/Fitness Trainer;
President, NUTRITION E.T.C. Inc
Plainview, New York; and
Adjunct Professor
Adelphi University
Garden City, New York
Kathie Madonna Swift MS, RDN, LDN, FAND, Co-Founder,
Integrative and Functional Nutrition Academy (IFNA)
Owner, Swift Nutrition
Nutritionist, Canyon Ranch in the Berkshires, Kripalu Center for Yoga
and Health and the Ultrawellness Center
Boston, Massachusetts
Education Director, Center for Mind Body Medicine
Washington, District of Columbia
Kelly A. Tappenden PhD, RDN, FASPEN,
Nutrition Endowed Professor
University of Illinois at Urbana
Urbana, Illinois
Kraft Foods Human
Jacob Teitelbaum MD,
Kona, Hawaii
Director, Practitioners Alliance Network
Cristine M. Trahms MS, RDN, FADA, Retired Senior Lecturer
Department of Pediatrics
Center on Human Development and Disability (CHDD)
University of Washington
Seattle, Washington
DeeAnna Wales VanReken MS, RDN, CD,
Clinical Nutrition Specialist
Swedish Medical Center, First Hill
Seattle, Washington
Doris Wales BA, BS, RPh,
Certified Immunizer
K-Mart Pharmacies
Huntsville, Alabama
Certified Natural Chef
Registered Pharmacist
Susan Weiner MS, RDN, CDE, Registered Dietitian-Nutritionist
Certified Diabetes Educator
Owner and President, Susan Weiner Nutrition, PLLC
Merrick, New York
Alan Weiss MD, Director, Annapolis Integrative Medicine
Annapolis, Maryland
Nancy S. Wellman PhD, RDN, FAND, Adjunct Professor
Friedman School of Nutrition Science and Policy
Tufts University
Boston, Massachusetts
Katy G. Wilkens MS, RDN, Manager
Nutrition and Fitness Services
Northwest Kidney Centers
Seattle, Washington
Marion F. Winkler PhD, RD, LDN, CNSC, FASPEN,
of Surgery and Nutrition Support Service
Surgical Nutrition Specialist
Department
Rhode Island Hospital
Associate Professor of Surgery
Alpert Medical School of Brown University
Providence, Rhode Island
Martin M. Yadrick MBI, MS, RDN, FAND,
Informatics
Computrition, Inc.
Los Angeles, California
Director of Nutrition
Beth Zupec-Kania RDN, Consultant Nutritionist
Ketogenic Therapies, LLC
Milwaukee, Wisconsin
Revisores
Judith Ashley PhD, RD, Associate Professor
Department of Agriculture, Nutrition and Veterinary Sciences
University of Nevada
Reno, Nevada
Jo Ann S. Carson PhD, RDN, LD, Professor and Program Director
Department of Clinical Nutrition, University of Texas Southwestern
Medical Center
Dallas, Texas
Patricia Davidson DCN, RDN, CDE, LDN, FAND,
Professor
Nutrition Department, College of Health Sciences
West Chester University of Pennsylvania
West Chester, Pennsylvania
Assistant
Susan Fullmer PhD, RDN, CD, Teaching Professor
Nutrition, Dietetics and Food Science
Brigham Young University
Provo, Utah
Mary Hendrickson-Nelson MSc, RD, Clinical Coordinator/Faculty
Lecture
McGill University Dietetics and Human Nutrition Department
Montreal, Quebec, Canada
Janice M. Joneja PhD, RD, Food Allergy Consultant
President, Vickerstaff Healthy Services, Inc.
British Columbia, Canada
Lydia Kloiber MS, RDN, LD,
Director, Didactic Program in
Dietetics & Instructor
Texas Tech University
Lubbock, Texas
Sudha Raj PhD, RD, FAND, Director of Graduate Program
Department of Public Health, Food Studies and Nutrition
The David B. Falk College of Sport and Human Dynamics
Syracuse University
Syracuse, New York
Louise E. Schneider DrPH, RD, Associate Professor
Nutrition and Dietetics Department, Loma Linda University
Loma Linda, California
Jessica Setnick MS, RD, CEDRD, Meadows Senior Fellow
Remuda Ranch Center for the Treatment of Eating Disorders
Dallas, Texas
Amandio Vieira PhD, Associate Professor
Nutrition Research Laboratory, Biomedical Physiology BPK, Simon
Fraser University
Burnaby, British Columbia, Canada
Ruth Leyse-Wallace PhD, MS, BS, RD, Retired Adjunct Faculty
Member, Mesa Community College
Author – Nutrition and Mental Health
Mental Health Resource Professional of Behavioral Health DPG of
AND
San Diego, California
Mary Width MS, RD, Senior Lecturer, Coordinated Program in
Dietetics
Department of Nutrition and Food Science
Wayne State University
Detroit, Michigan
Prólogo
«No somos solo un libro de texto; somos su conexión con los líderes
en nutrición.» Esta afirmación ha sido cierta desde que se publicara la
primera edición de Krause. Dietoterapia en 1952. La razón de que este
texto sobre nutrición y dietoterapia se haya convertido en el libro de
referencia sobre alimentos y el proceso de asistencia nutricional es que
sus editoras han estado siempre en la vanguardia de la práctica de la
dietética. Además, han seleccionado autores que no solo son expertos
en el tema de cada capítulo, sino que también están muy
comprometidos en el área específica correspondiente.
Con cada edición uno piensa que ya no se puede mejorar, pero no
es así. Las reconocidas y respetadas editoras de esta decimocuarta
edición, Kathleen Mahan y Janice Raymond, y los demás autores,
constituyen el «quién es quién» de la dietética actual. Ambas editoras
son y han sido autoras de capítulos en esta edición y en ediciones
previas, Kathleen durante más de 35 años. Al principio un autor podía
cubrir uno o más temas. Ahora, con el incesante crecimiento de la
información, a menudo son necesarios dos o tres autores para
abordarlo. Las editoras han llevado a cabo una ingente tarea de
selección de autores expertos: escritores, investigadores y clínicos que
han cubierto en profundidad los temas, con muchas recomendaciones
prácticas y basadas en la evidencia. Los autores, a petición de las
editoras, han abordado la atención nutricional desde un enfoque
integral.
Se mantiene en esta edición un abordaje exhaustivo de la materia;
por ello se incluye un nuevo capítulo sobre inflamación y fisiología de
las enfermedades crónicas, tema que subyace en gran parte de los
tratamientos, incluido el nutricional, de las enfermedades crónicas.
Esta edición incluye también las Dietary Guidelines for Americans de
2015, más imágenes y secciones destacadas, como Foco de interés,
Perspectiva clínica y Caso clínico, que ayudan a trasladar los
conocimientos científicos a la atención práctica del paciente.
Las editoras y los autores son también líderes en la profesión de la
dietética. A menudo son solicitados para hacer presentaciones a nivel
nacional en EE. UU. Resulta emocionante para estudiantes y
profesionales jóvenes, que han obtenido la información más avanzada
en el texto de Krause, asistir a estas reuniones y oír en directo a
autores que aportan siempre nueva información interesante sobre el
tema en el que son expertos. Aún más emocionante es la posibilidad
de conocerlos y conversar con ellos.
Este extraordinario texto sobre alimentos y nutrición ha existido
durante mis casi 50 años como profesional de la dietética. ¡Espero
sinceramente que continúe siendo un texto puntero durante los
próximos 50!
Sonja L. Connor, MS, RD, LD, FAND
Research Associate Professor
Oregon Health & Science University
Portland, Oregon
President, Academy of Nutrition and Dietetics 2014-2015
Prefacio
A lo largo de sus 14 ediciones, este texto clásico ha ido renovándose
para acompañar al siempre dinámico campo de la nutrición. Y puesto
que continúa siendo el texto de nutrición más completo disponible, es
de referencia para los estudiantes en sus prácticas y carreras
profesionales.
Público
El conocimiento científico y la información clínica se presentan de un
modo que resulte útil a los estudiantes de Nutrición y Dietética,
Enfermería y otros profesionales sanitarios relacionados en equipos
interdisciplinares. Es también un valioso libro de referencia para otras
disciplinas como la medicina, la odontología, el desarrollo infantil, la
terapia física y ocupacional, la educación sanitaria y el asesoramiento
sobre el estilo de vida. Los apéndices sobre nutrientes y valoración, las
tablas, las ilustraciones y los recuadros con información clínica
proporcionan procedimientos prácticos y herramientas clínicas a
estudiantes y profesionales en ejercicio.
Este texto acompaña al estudiante después de graduarse como un
valioso libro de referencia para su práctica clínica. Se conservan las
secciones más populares: desde la información básica sobre nutrición
a lo largo de la vida y los protocolos de nutrición clínica hasta los
algoritmos de tratamiento asistencial, los cuadros Foco de interés que
ofrecen información detallada que conviene conocer, ejemplos de
diagnósticos nutricionales en contextos clínicos, páginas útiles en
Internet y apéndices extensos para la educación del paciente. Todo el
material refleja la práctica actual basada en la evidencia tal y como la
conciben sus autores, expertos en sus áreas. Este texto es la primera
elección en el campo de la dietética para estudiantes, residentes,
educadores y clínicos.
Organización
Esta edición sigue el Marco de Trabajo Conceptual de los Pasos del
Proceso de la Asistencia Nutricional (v. Tablas de referencia al final
del libro). Se abordan todos los componentes de la asistencia
nutricional para facilitar o mejorar el bienestar nutricional de los
individuos, sus familias o las poblaciones. Los capítulos se dividen en
valoración, diagnóstico nutricional, intervención, seguimiento y
evaluación, y los capítulos sobre tratamiento nutricional médico
(TNM) pediátrico se engloban en una sección para los interesados en
esta especialidad.
La parte I, «Valoración de la nutrición», organiza el contenido para
realizar una valoración eficaz. Los capítulos cubren una revisión del
aparato digestivo, así como los cálculos de necesidades y gastos
energéticos, la genómica nutricional, las necesidades de macro- y
micronutrientes, y la ingesta de alimentos. La revisión exhaustiva de
los análisis bioquímicos, el equilibrio acidobásico y los medicamentos
promueve los conocimientos necesarios para ofrecer una asistencia de
calidad. En esta edición hay un capítulo nuevo titulado «Inflamación y
fisiopatología de las enfermedades crónicas», que expone el
conocimiento actual sobre la inflamación como causa de
enfermedades crónicas y la necesidad de valorarla. El último capítulo
de esta parte se ocupa de los aspectos conductuales de la elección
personal de alimentos en una comunidad, las provisiones de
alimentos seguras y los recursos disponibles para lograr el acceso
suficiente a los alimentos.
La parte II, «Diagnóstico nutricional e intervención», describe el
proceso de pensamiento crítico desde la valoración hasta la selección
de diagnósticos nutricionales relevantes, oportunos y medibles. Estos
diagnósticos nutricionales pueden ser resueltos por el bromatólogo
certificado (BC) o el profesional de la salud formado en nutrición. El
proceso se aplica generalmente a individuos, pero puede extenderse a
familias y grupos docentes, y a la evaluación de las necesidades
nutricionales de una comunidad o población. Un diagnóstico
nutricional precisa una intervención, y las intervenciones están
relacionadas con el aporte de comida y nutrientes (apoyo nutricional,
entre otros), el uso de sustancias bioactivas y la nutrición médica
integrada, la educación, el asesoramiento, y la derivación cuando es
necesario.
La parte III, «Nutrición en el ciclo vital», presenta información
detallada sobre la nutrición en las distintas etapas de la vida, desde la
concepción y la nutrición en el vientre materno y durante la gestación,
y durante la lactancia y la infancia. Hay un capítulo sobre la nutrición
en la adolescencia y otro que se ocupa de los aspectos nutricionales de
las enfermedades crónicas que suelen comenzar en la vida adulta. Por
último, se aborda en detalle la nutrición en los ancianos, porque buena
parte de los profesionales futuros de la nutrición trabajarán en la
provisión de asistencia nutricional a este segmento de la población en
rápido crecimiento.
La parte IV, «Nutrición para la salud y el buen estado físico», ofrece
conceptos nutricionales para lograr y mantener la salud y el buen
estado físico, así como para prevenir muchas enfermedades. El control
del peso, los problemas de los trastornos de la alimentación, la salud
dental y ósea, y la nutrición en el deporte se centran en la importancia
de la nutrición para fomentar la salud a largo plazo.
La parte V, «Tratamiento nutricional médico», refleja el
conocimiento basado en la evidencia y las tendencias actuales en el
tratamiento nutricional. Todos los capítulos están escritos y revisados
por expertos en cada campo, que presentan los aspectos nutricionales
de múltiples enfermedades, como las enfermedades cardiovasculares,
la diabetes, las nefropatías, las enfermedades pulmonares, la infección
por el VIH, los trastornos endocrinos (especialmente los tiroideos), y
los trastornos reumatológicos, neurológicos y psiquiátricos.
La parte VI, «Especialidades pediátricas», describe la función de los
tratamientos nutricionales en la infancia. Los capítulos abordan el
recién nacido de bajo peso, las enfermedades neonatales en las
unidades de cuidados intensivos, los trastornos genéticos del
metabolismo y las alteraciones del desarrollo.
Novedades de esta edición
• Proporciona los contenidos más completos y actuales, incluidas las
Dietary Guidelines for Americans de 2015, finalizadas en 2016.
• Incluye un nuevo capítulo titulado «Inflamación y fisiopatología de
las enfermedades crónicas».
• En el capítulo 13, « Aporte de alimentos y nutrientes: soporte
nutricional», y en los apéndices 24 y 25, se incluyen hojas de
cálculo para calcular las necesidades de nutrición parenteral y
enteral.
• A lo largo del texto se han incorporado recomendaciones de
estándares de asistencia cuando se ha juzgado adecuado.
• Las últimas recomendaciones de los National Institutes of Health
se exponen en el capítulo 33: «Tratamiento nutricional médico en
las enfermedades cardiovasculares».
• Ahora se incluyen casos clínicos detallados y cuadros de
Aplicaciones clínicas diseñados para ayudar a trasladar los
conocimientos académicos a la asistencia del paciente.
• Nuevo apéndice sobre la dieta antiinflamatoria.
• Cuadros nuevos sobre la nutrición y la Affordable Care Act, los
bancos de leche humana y la ley sobre etiquetado en máquinas
expendedoras.
Pedagogía
• Los algoritmos de fisiopatología presentan la causa, la
fisiopatología y el tratamiento nutricional médico de muchos
trastornos y enfermedades. Con ellos, el lector puede entender
mejor la enfermedad y proporcionar así una asistencia nutricional
óptima.
• Los cuadros de Perspectiva clínica amplían la información clínica del
texto y destacan aspectos que podrían haber pasado
desapercibidos. Estos cuadros contienen información sobre
estudios y recursos clínicos útiles para el estudiante y el
profesional.
• Los cuadros Nuevas orientaciones indican áreas para futuras
investigaciones, destacando las áreas de interés emergente dentro
del campo.
• Los cuadros Foco de interés aportan información que hace pensar
sobre conceptos clave para completar el estudio y favorecer la
discusión en la clase.
• Las secciones Páginas útiles en Internet remiten al lector a recursos
online relacionados con el tema de cada capítulo.
• Los cuadros Caso clínico presentan un problema, su etiología y sus
signos y síntomas, antes de finalizar con un diagnóstico nutricional
modelo, proporcionando a estudiantes y profesionales escenarios
de la «vida real» con los que pueden encontrarse en la práctica.
• Los Términos clave se definen al comienzo de cada capítulo y se
señalan con negrita en el texto donde se explican con mayor
profundidad.
• Bibliografía del capítulo: las citas bibliográficas son actuales y
exhaustivas, con el fin de proporcionar a estudiantes y docentes
múltiples oportunidades para ampliar la lectura y los
conocimientos.
Nos hemos esforzado por crear un texto que sea actual, relevante e
interesante de leer.
L. Kathleen Mahan, MS, RDN, CD
Janice L. Raymond, MS, RDN, CD, CSG
Agradecimientos
Agradecemos de corazón a los revisores y a los colaboradores de
todas las especialidades de esta edición, que han empleado horas y
horas de su tiempo y dedicación en comprobar la exactitud, la
fiabilidad y el sentido práctico de este texto. Nos sentimos en deuda
con ellos y somos conscientes de que no podríamos seguir
produciendo este libro sin su ayuda. Muchas gracias.
Quisiéramos agradecer también la dura labor de Kristin Geen,
Directora de Traditional Education, por su visión general, y de Danielle
Frazier, Senior Developmental Editor, que encuentra en la prensa los
temas «candentes» que queremos incluir, y de Alex Kluesner, Project
Manager en Graphic World, por sus malabarismos entre nosotros y
nuestros
colaboradores
para
hacer
que
el
manuscrito,
sorprendentemente, salga adelante. ¡Muchas gracias!
PA R T E I
Valoración de la nutrición
Introducción
Capítulo 1: Ingesta: digestión, absorción, transporte y excreción
de nutrientes
Capítulo 2: Ingesta: energía
Capítulo 3: Inflamación y fisiopatología de las enfermedades
crónicas
Capítulo 4: Ingesta: análisis de la dieta
Capítulo 5: Clínica: genómica nutricional
Capítulo 6: Clínica: agua, electrólitos y equilibrio acidobásico
Capítulo 7: Clínica: valoración bioquímica, física y funcional
Capítulo 8: Clínica: interacciones alimento-fármaco
Capítulo 9: Conducta y ambiente: el individuo en la comunidad
Introducción
Los alimentos proporcionan la energía y los materiales básicos para
incontables sustancias que son esenciales para el crecimiento y la
supervivencia del ser humano. Esta sección comienza con una sucinta
visión de la digestión, la absorción, el transporte y la excreción de los
nutrientes. A través de estos notables procesos, multitud de alimentos
complejos se transforman en nutrientes individuales para ser
utilizados en el metabolismo. Los macronutrientes (proteínas, lípidos
e hidratos de carbono) contribuyen al depósito total de energía,
aunque, en última instancia, la energía que aportan está disponible
para el funcionamiento de los músculos y los órganos del cuerpo. El
modo en el que los nutrientes pasan a convertirse en elementos
integrales del cuerpo y colaboran en su funcionamiento correcto
depende, en gran medida, de los procesos fisiológicos y bioquímicos
que controlan sus acciones. Actualmente se sabe que estos procesos
metabólicos están alterados en presencia de inflamación aguda o
crónica. El conocimiento de los biomarcadores y de otros indicadores
de la inflamación es un componente crucial de la valoración
nutricional.
La valoración nutricional constituye el primer paso del proceso de
asistencia nutricional para el profesional sanitario. La valoración ha de
incluir ciertos elementos clave de los antecedentes clínicos o médicos
del paciente, situación actual, determinaciones antropométricas,
resultados bioquímicos y analíticos, información sobre el tratamiento
con fármacos y fitoderivados para posibles interacciones entre
alimentos y fármacos, junto con datos completos sobre la ingesta y los
antecedentes alimenticios y nutricionales, con el fin de poder
implementar un plan nutricional satisfactorio. La investigación
genética está clarificando rápidamente la forma en que se
interrelacionan los genes y la nutrición. La nutrigenómica es el estudio
de los efectos de los alimentos y nutrientes sobre la expresión génica
y, por ello, de las necesidades nutricionales. Por lo tanto, los capítulos
de la parte I exponen cómo adquirir de forma organizada las destrezas
necesarias para realizar una valoración del proceso de la asistencia
nutricional.
1
Ingesta: digestión, absorción,
transporte y excreción de
nutrientes
Kelly A. Tappenden, PhD, RDN, FASPEN
TÉRMINOS CLAVE
amilasa pancreática
amilasa salival
capa de agua estacionaria (CAE)
células parietales
circulación enterohepática
colecistocinina (CCK)
difusión facilitada
difusión pasiva
disbiosis
eje intestino-cerebro
enterocinasa
enzimas proteolíticas
gastrina
grelina
isomaltasa
lactasa
lipasa gástrica
lipasa pancreática
lipasa salival
maltasa
membrana del borde en cepillo
micelas
microbioma
microflora
microvellosidades
motilina
pepsina
péptido 2 similar al glucagón (GLP-2)
peristaltismo
prebióticos
probióticos
quelación
quimo
rescate colónico
sacarasa
secretina
simbióticos
somatostatina
transporte activo
transporte pasivo
tripsina
tripsinógeno
vellosidades
El modelo de tres pasos de «ingesta, digestión y utilización»
constituye uno los aspectos primarios de una valoración nutricional
completa. Este modelo tiene en cuenta cada una de estas etapas con el
objeto de identificar todas las áreas de inadecuación o exceso. De
existir cualquier motivo por el que una etapa se haya alterado debido
a causas físicas, bioquímicas o conductuales-ambientales, el
nutricionista astuto habrá de seleccionar un diagnóstico nutricional
correcto susceptible de intervención. La ingesta y la asimilación de los
nutrientes deben traducirse en un nivel deseable de salud nutricional.
Tubo digestivo
La valoración de la función del tubo digestivo (TD) es esencial para el
proceso de atención nutricional. Para este proceso, pueden
identificarse varios diagnósticos nutricionales cuando se valora la
función del TD. Entre los diagnósticos nutricionales frecuentes o
posibles relacionados con la digestión o el metabolismo están:
Alteración de la función digestiva.
Alteración del balance de la ingesta de nutrientes.
Alteración de la utilización de nutrientes.
Alteración de biomarcadores nutricionales.
Ingesta inadecuada o excesiva de líquidos.
Interacción alimento-medicamento.
Por su diseño, el TD está preparado para: 1) digerir los
macronutrientes proteínas, hidratos de carbono y lípidos de los
alimentos y las bebidas ingeridas; 2) absorber líquidos,
micronutrientes y oligoelementos; 3) establecer una barrera física e
inmunitaria frente a los patógenos, la materia exógena y posibles
antígenos ingeridos con los alimentos o bien producidos a lo largo del
paso del alimento a través del TD, y 4) proporcionar la señalización
bioquímica y reguladora al sistema nervioso, en la que con frecuencia
interviene la microflora intestinal, a través de una vía conocida como
eje intestino-cerebro.
El TD humano está adaptado para la digestión y la absorción de los
nutrientes procedentes de una gran variedad de alimentos, que
incluyen carnes, productos lácteos, frutas, verduras, granos,
almidones complejos, azúcares, grasas y aceites. Dependiendo de la
naturaleza de la dieta consumida, se digiere y absorbe entre el 90 y el
97% del alimento; la mayor parte del material no absorbido es de
origen vegetal. En comparación con los rumiantes y los animales con
un ciego muy grande, los seres humanos son mucho menos eficientes
en la extracción de la energía de las hierbas, los tallos, las semillas y
otros materiales fibrosos porque carecen de las enzimas que
hidrolizan los enlaces químicos que unen entre sí las moléculas de
azúcares que forman las fibras vegetales. Sin embargo, los alimentos
fibrosos y todos los hidratos de carbono no digeridos son fermentados
en grado variable por las bacterias del colon humano; este proceso
puede contribuir al 5-10% de la energía que precisan los seres
humanos.
El TD constituye uno de los órganos de mayor tamaño del cuerpo,
presenta la mayor área superficial, posee la mayor población de
células inmunitarias y es uno de los tejidos más activos desde el punto
de vista metabólico en el organismo (fig. 1-1). La estructura especial
del TD permite una amplia capacidad de procesamiento en los seres
humanos sanos. El TD humano mide unos 9 m de largo, se extiende
desde la boca hasta el ano, e incluye estructuras de la bucofaringe, el
esófago, el estómago, el hígado y la vesícula biliar, el páncreas y los
intestinos delgado y grueso. El revestimiento de este tubo hueco,
llamado mucosa, está configurado como un patrón de pliegues,
cavidades y proyecciones en forma de dedo llamadas vellosidades.
Las vellosidades están tapizadas por células epiteliales y por
extensiones
cilíndricas
aún
más
pequeñas
denominadas
microvellosidades. El resultado es un gran aumento del área
superficial en comparación con la que cabría esperar en un cilindro
hueco y liso. Las células que recubren el TD tienen una vida de
aproximadamente 3-5 días, y después se desprenden hacia la luz y son
«recicladas», sumándose al reservorio de nutrientes disponibles. Estas
células son completamente funcionales solamente los últimos 2-3 días,
a medida que migran desde las criptas hasta el tercio distal de las
vellosidades.
FIGURA 1-1 El aparato digestivo.
La salud del cuerpo depende de un TD sano y funcional. Debido a
la inusualmente elevada velocidad de recambio y a las necesidades
metabólicas del TD, las células que lo recubren son más sensibles que
la mayoría de los tejidos a las deficiencias de micronutrientes, la
malnutrición de proteínas y calorías y la lesión debida a toxinas,
fármacos, irradiación, reacciones alérgicas a alimentos o interrupción
de su vascularización. Aproximadamente el 45% de las necesidades
energéticas del intestino delgado y el 70% de las necesidades
energéticas de las células que recubren el colon proceden de los
nutrientes que atraviesan su luz. Después de solo unos pocos días de
inanición o alimentación intravenosa (nutrición parenteral) el TD se
atrofia (es decir, disminuye el área superficial y se reducen las
secreciones, las funciones sintéticas, el flujo sanguíneo y la capacidad
absortiva). El reinicio de la ingesta de alimentos, incluso con una
ingesta calórica menor de la adecuada, da lugar a la proliferación
celular y a la reaparición de la función digestiva normal en unos pocos
días. La función óptima del TD humano parece depender más de un
aporte constante de alimentos que del consumo de grandes cantidades
de alimentos intercalado con ayunos prolongados. Este conocimiento
justifica la práctica clínica de alimentar a una persona de forma oral
y/o enteral (a través de sonda), en contraposición a la forma
intravenosa (o parenteral) cuando la función del TD está preservada
(v. capítulo 13).
Breve revisión del proceso de
digestión y absorción
La vista, el olfato, el gusto e, incluso, los pensamientos acerca de los
alimentos ponen en marcha las secreciones y los movimientos del TD.
En la boca, la masticación reduce el tamaño de las partículas de
alimento, que se mezclan con las secreciones salivales que las
preparan para la deglución. Una pequeña cantidad de almidón
es degradada por la amilasa salival, pero la digestión en la boca es
mínima. El esófago transporta alimentos y líquidos desde la cavidad
oral y la faringe hasta el estómago. En el estómago el alimento se
mezcla con el líquido ácido y las enzimas proteolíticas y lipolíticas. Se
producen pequeñas cantidades de digestión de lípidos, y algunas
proteínas cambian de estructura o son digeridas parcialmente para
dar péptidos grandes. Cuando el alimento alcanza la consistencia y la
concentración adecuadas se denomina quimo y pasa del estómago
hacia el intestino delgado, donde se produce la mayor parte de la
digestión.
En los primeros 100 cm de intestino delgado se produce un frenesí
de actividad, que da lugar a la digestión y absorción de la mayor parte
del alimento ingerido (fig. 1-2). La presencia de alimento estimula la
liberación de hormonas, que a su vez estimulan la síntesis y la
liberación de potentes enzimas desde el páncreas, así como de bilis
desde la vesícula biliar. La consecuencia es la reducción de los
almidones y las proteínas hasta hidratos de carbono de menor peso
molecular y péptidos de tamaño pequeño a medio. Las grasas de la
dieta se reducen desde glóbulos de grasa visibles primero hasta
gotitas microscópicas de triglicéridos, y después hasta ácidos grasos
libres y monoglicéridos. Las enzimas del borde en cepillo del intestino
delgado reducen aún más los hidratos de carbono restantes a
monosacáridos y los péptidos restantes a aminoácidos únicos,
dipéptidos y tripéptidos. Se utilizan grandes cantidades de líquidos
para digerir y absorber los nutrientes. Junto con las secreciones
salivales y gástricas, el páncreas, el intestino delgado y la vesícula
biliar segregan 7 l diarios de líquido en la luz del TD –mucho más que
los 2 l diarios ingeridos en la dieta–. Se reabsorbe todo el líquido de la
luz del TD excepto 100 ml: alrededor de 7 l en el intestino delgado y
2 l en el intestino grueso.
FIGURA 1-2 Localizaciones de la secreción, la digestión y la
absorción.
A lo largo de la longitud restante del intestino delgado se absorben
casi todos los macronutrientes, minerales, vitaminas, oligoelementos y
líquido antes de llegar al colon. El colon y el recto absorben la mayor
parte del líquido restante procedente del intestino delgado. El colon
absorbe electrólitos y una reducida fracción de los nutrientes
restantes. El movimiento del material ingerido y secretado en el TD
está regulado principalmente por hormonas, nervios y músculos
entéricos.
La mayoría de los nutrientes absorbidos por el TD pasa a la vena
porta para dirigirse hacia el hígado, donde pueden almacenarse,
transformarse en otras moléculas o bien ser liberados al torrente
circulatorio. Los productos terminales de la mayoría de las grasas
alimentarias se transportan hacia el torrente circulatorio a través de la
circulación linfática.
Los nutrientes que alcanzan la porción distal del intestino delgado y
el intestino grueso, principalmente fibra dietética y almidones
resistentes, son fermentados por la microflora localizada dentro de la
luz del íleon y del intestino grueso. La fermentación produce ácidos
grasos de cadena corta (AGCC) y gas. Los AGCC constituyen una
fuente de energía preferente para las células intestinales, estimulan su
función y renovación, potencian la función inmunitaria y regulan la
expresión génica. Además, algunos hidratos de carbono poseen
funciones «prebióticas» que inducen el crecimiento y la actividad de
microorganismos beneficiosos dentro de la microflora intestinal. El
intestino grueso también se encarga del almacenamiento temporal de
los productos de desecho. El colon distal, el recto y el ano controlan la
defecación.
Enzimas en la digestión
La digestión del alimento se consigue por la hidrólisis dirigida por las
enzimas. Cofactores como el ácido clorhídrico, la bilis y el bicarbonato
sódico favorecen los procesos de digestión y absorción. Las enzimas
digestivas sintetizadas por células especializadas de la boca, el
estómago y el páncreas se liberan en la luz del TD, mientras que las
enzimas digestivas sintetizadas por los enterocitos del intestino
delgado permanecen dentro de la membrana del borde en cepillo.
Excepto para la fibra y los hidratos de carbono resistentes, la digestión
y absorción de la ingesta se completa principalmente en el intestino
delgado. La tabla 1-1 resume las enzimas digestivas y sus funciones en
el TD.
Tabla 1-1
Resumen de la digestión enzimática y la absorción
Secreción y
origen
Saliva de las
glándulas
salivales de
la boca
Enzimas
Sustrato
Acción y productos
resultantes
Productos finales
absorbidos
α-amilasa
Almidón (polisacáridos Hidrólisis para
unidos por enlace α)
formar dextrinas
y maltosa
–
Lipasa lingual
Triglicéridos
Hidrólisis para
formar
diglicéridos y
ácidos grasos
libres
–
Jugo gástrico de Pepsina (activada a
las glándulas
partir de
gástricas de
pepsinógeno en
la mucosa
presencia de ácido
del
clorhídrico)
estómago
Lipasa gástrica
Proteínas
Hidrólisis de los
enlaces
peptídicos para
formar péptidos
y aminoácidos
–
Triglicéridos
Hidrólisis para
formar
diglicéridos y
ácidos grasos
libres
–
Secreciones
Lipasa
exocrinas de
células
acinares
pancreáticas,
que actúan
en el
duodeno
Colesterol esterasa
Grasa (en presencia de
sales biliares)
Hidrólisis para
Ácidos grasos
formar
hacia las
monoglicéridos y
células de la
ácidos grasos; se
mucosa; se
incorporan a las
reesterifican
micelas
como
triglicéridos
Esteroles (como el
Hidrólisis para
Colesterol hacia
colesterol)
las células de
la mucosa; se
transfiere a los
quilomicrones
α-amilasa
Almidón y dextrinas
Hidrólisis para
formar dextrinas
y maltosa
–
Tripsina (tripsinógeno
activado)
Proteínas y
polipéptidos
Hidrólisis de los
enlaces
peptídicos
internos para
formar
polipéptidos
–
Quimotripsina
(quimotripsinógeno
activado)
Proteínas y péptidos
Hidrólisis de los
enlaces
peptídicos
internos para
formar
polipéptidos
–
Hidrólisis de los
enlaces
peptídicos
terminales
(extremo
carboxílico) para
formar
aminoácidos
Aminoácidos
Carboxipeptidasa
Polipéptidos
(procarboxipeptidasa
activada)
Enzimas del
intestino
delgado
(localizadas
en la
membrana
del borde en
cepillo)
formar ésteres de
colesterol y
ácidos grasos; se
incorporan a las
micelas
Ribonucleasa y
desoxirribonucleasa
Ácidos ribonucleicos
Hidrólisis para
Mononucleótidos
(ARN) y ácidos
formar
desoxirribonucleicos
mononucleótidos
(ADN)
Elastasa
Proteína fibrosa
(elastina)
Hidrólisis para
formar péptidos
y aminoácidos
–
Enterocinasa
Tripsinógeno
Activa la tripsina
Dipéptidos y
tripéptidos
Escisión de
aminoácidos del
extremo amino
de proteínas
(extremo N) o
sustratos
peptídicos
Aminoácidos
Aminopeptidasa y
Polipéptidos
dipeptidasa (también
localizadas dentro
del citosol del
enterocito)
Sacarasa
Sacarosa
Hidrólisis para
formar glucosa y
fructosa
Glucosa y
fructosa
α-dextrinasa
(isomaltasa)
Dextrina (isomaltosa)
Hidrólisis para
formar glucosa
Glucosa
Maltasa
Maltosa
Hidrólisis para
formar glucosa
Glucosa
Lactasa
Lactosa
Hidrólisis para
formar glucosa y
galactosa
Glucosa y
galactosa
Nucleotidasas
Ácidos nucleicos
Hidrólisis para
formar
nucleótidos y
fosfatos
Nucleótidos
Nucleosidasa y
fosforilasa
Nucleósidos
Hidrólisis para
formar purinas,
pirimidinas y
pentosa fosfato
Bases purínicas y
pirimidínicas
Reguladores de la actividad digestiva:
mecanismos neurales y hormonales
El movimiento del TD, que incluye la contracción, el mezclado y la
propulsión del contenido de la luz, es el resultado de la actividad
coordinada del músculo liso y de la actividad del sistema nervioso
entérico, las hormonas enteroendocrinas y el músculo liso. El sistema
nervioso entérico está integrado a lo largo de toda la pared del TD.
Los receptores de la mucosa son sensibles a la composición del quimo
y a la distensión de la luz (es decir, a su repleción) y envían impulsos
que coordinan los procesos de digestión, secreción, absorción e
inmunidad.
Los neurotransmisores y los neuropéptidos con pesos moleculares
pequeños envían señales a los nervios para que contraigan o relajen
los músculos, aumenten o reduzcan las secreciones de líquidos o
modifiquen el flujo sanguíneo. De esta forma el TD regula en gran
medida su propia motilidad y actividad secretora. Sin embargo, las
señales procedentes del sistema nervioso central pueden superar al
sistema entérico y afectar a la función digestiva. Numerosas
hormonas, neuropéptidos y neurotransmisores del TD no solo afectan
a la función intestinal, sino que también tienen efecto sobre otros
nervios y tejidos de muchas partes del cuerpo. Algunos ejemplos de
los neurotransmisores liberados por las terminaciones nerviosas
entéricas y sus acciones se enumeran en la tabla 1-2. En pacientes con
enfermedades digestivas (p. ej., infecciones, enfermedad inflamatoria
intestinal, síndrome del intestino irritable) puede haber una
sobreestimulación del sistema nervioso entérico, que da lugar a
secreción anormal, alteración del flujo sanguíneo, aumento de la
permeabilidad y alteración de la función inmunitaria.
Tabla 1-2
Ejemplos de neurotransmisores y sus acciones
Neurotransmisor Lugar de liberación
Acciones principales
GABA
Sistema nervioso central
Relaja el esfínter esofágico inferior
Noradrenalina
Sistema nervioso central, médula
espinal, nervios simpáticos
Reduce la motilidad, aumenta la contracción de
los esfínteres, inhibe las secreciones
Acetilcolina
Sistema nervioso central, sistema
nervioso autónomo, otros
tejidos
Aumenta la motilidad, relaja los esfínteres,
estimula la secreción
Neurotensina
Tubo digestivo, sistema nervioso
central
Inhibe la liberación del vaciado gástrico y la
secreción de ácido
Serotonina (5HT)
Tubo digestivo, médula espinal
Facilita la secreción y el peristaltismo
Óxido nítrico
Sistema nervioso central, tubo
digestivo
Regula el flujo sanguíneo, mantiene el tono
muscular, mantiene la actividad motora
gástrica
Sustancia P
Intestino, sistema nervioso central,
piel
Aumenta la conciencia sensitiva (principalmente
dolor) y el peristaltismo
GABA, ácido γ-aminobutírico; 5-HT, 5-hidroxitriptamina.
La inervación autónoma procede de las fibras simpáticas que
acompañan a los vasos sanguíneos y de las fibras parasimpáticas de
los nervios vagos y pélvicos. En general, las neuronas simpáticas, que
son activadas por el miedo, la ira y el estrés, tienden a retrasar el
tránsito del contenido digestivo mediante la inhibición de neuronas
que afectan a la contracción muscular y la inhibición de las
secreciones. Los nervios parasimpáticos inervan áreas específicas del
TD y contribuyen a ciertas funciones. Por ejemplo, la vista o el olfato
del alimento estimulan la actividad vagal y la posterior secreción de
ácido por las células parietales en el estómago. El sistema nervioso
entérico también envía señales al sistema nervioso central que son
percibidas como dolor, náuseas, urgencia o repleción gástrica o vacío
gástrico, a través de los nervios vagos y raquídeos. La inflamación, las
alteraciones de la motilidad y diversos tipos de lesión intestinal
pueden intensificar estas percepciones.
Hormonas digestivas
En la regulación del TD participan numerosas hormonas secretadas
por células enteroendocrinas localizadas en el epitelio del TD. Estas
moléculas reguladoras pueden regular la función de la célula que las
segregó (autocrinas), de células vecinas (paracrinas) o de células
alejadas mediante su transporte sanguíneo a sus órganos diana
(endocrinas). Se han identificado más de 100 hormonas peptídicas y
factores de crecimiento similares a hormonas. A menudo, sus acciones
son complejas y se extienden más allá del TD. Algunas de las
hormonas (p. ej., las pertenecientes a las familias de la colecistocinina
[CCK] y la somatostatina) actúan igualmente como neurotransmisores
entre neuronas.
El TD secreta más de 30 familias de hormonas, lo que lo convierte
en el órgano productor de hormonas de mayor tamaño en el cuerpo
(Rehfeld, 2014). Las hormonas digestivas intervienen en el inicio y la
finalización de la alimentación, la aparición de sensaciones de apetito
y saciedad, la regulación del ritmo de los movimientos del TD, el
gobierno del vaciado gástrico, la regulación del flujo sanguíneo y la
permeabilidad, la facilitación de funciones inmunitarias y la
estimulación de la proliferación celular (tanto en el seno del TD como
en otras localizaciones). La grelina, un neuropéptido secretado por el
estómago, y la motilina, una hormona relacionada sintetizada por el
duodeno, remiten un mensaje de «apetito» al cerebro. Tras la ingesta
de alimentos, las hormonas PYY 3-36, CCK, péptido 1 similar al
glucagón (GLP-1), oxintomodulina, polipéptido pancreático y
polipéptido liberador de gastrina (bombesina) envían señales que
reducen la sensación de apetito y potencian la sensación de saciedad
(Rui, 2013). Algunas de las hormonas digestivas, como las que inciden
en la sensación de saciedad, también tienden a ralentizar el vaciado
gástrico y reducir las secreciones (p. ej., somatostatina). Otras
hormonas digestivas (p. ej., motilina) potencian la motilidad.
Las moléculas señalizadoras del TD participan, asimismo, en
diversas funciones metabólicas. El polipéptido insulinotrópico
dependiente de glucosa (GIP) y GLP-1 se denominan hormonas
incretinas, debido a que ayudan a reducir la glucemia al propiciar la
secreción de insulina, reducir el vaciado gástrico y potenciar la
sensación de saciedad. Algunas de estas hormonas y sus análogas se
utilizan en el tratamiento de la obesidad, la enfermedad intestinal
inflamatoria, la diarrea, la diabetes, los tumores digestivos y otros
trastornos. Esta área de investigación reviste una enorme importancia.
No se conocen, aún, algunas funciones de las hormonas que afectan
a la proliferación de las células del TD, la síntesis de ácido
desoxirribonucleico (ADN), la inflamación, la proliferación, la
secreción, el movimiento o el metabolismo. La identificación de las
funciones de las principales hormonas adquiere una especial
relevancia cuando los lugares en los que se secretan o actúan están
afectados o son resecados en el transcurso de una intervención
quirúrgica, o bien cuando se emplean hormonas o moléculas análogas
para suprimir o potenciar ciertas facetas del funcionamiento del TD.
El péptido 2 similar al glucagón (GLP-2) constituye un ejemplo de
hormona secretada desde el TD distal que aumenta el área de la
superficie intestinal y potencia la capacidad de procesamiento de
nutrientes. Un análogo del GLP-2, llamado teduglutida, está
disponible recientemente para el tratamiento de pacientes con
síndrome de intestino corto que dependen de la nutrición parenteral
para cubrir sus necesidades nutricionales y de líquidos (Seidner
et al., 2016; v. cuadro Perspectiva clínica en el capítulo 28). En la tabla 13 se sintetizan las principales hormonas del TD.
Tabla 1-3
Funciones de las principales hormonas digestivas
Hormona Lugar de liberación
Gastrina
Secretina
Células G de la mucosa
gástrica y del
duodeno
Células S del duodeno
Estimulantes de Órgano
la liberación
afectado
Efecto sobre el órgano diana
Péptidos,
Estómago,
aminoácidos,
esófago,
cafeína
TD en
general
Estimula la secreción de HCl y
pepsinógeno
Distensión del
antro
Aumenta la motilidad antral
gástrica
Algunas bebidas
alcohólicas,
nervio vago
Aumenta el tono del esfínter
esofágico inferior
Ácido en el
intestino
delgado
Vesícula
biliar
Estimula débilmente la
contracción de la vesícula biliar
Páncreas
Estimula débilmente la secreción
pancreática de bicarbonato
Páncreas
Aumenta la liberación de H2O y
bicarbonato; aumenta la
secreción de algunas enzimas
por el páncreas y la liberación
de insulina
Duodeno
Reduce la motilidad
Aumenta la producción de moco
CCK
Células I del duodeno
Péptidos,
Páncreas
aminoácidos,
grasas, HCl
Vesícula
biliar
Estimula la secreción de enzimas
pancreáticas
Produce contracción de la vesícula
biliar
Estómago
Retrasa el vaciado gástrico
Colon
Aumenta la motilidad
Puede mediar la conducta
alimentaria
GIP
Células K del duodeno
y el yeyuno
Glucosa, lípidos
Estómago
Motilidad intestinal reducida
Motilina
Células M del duodeno
y el yeyuno
Períodos de
Estómago,
ayuno, pH
intestino
alcalino en el
delgado,
duodeno
colon
Potencia el vaciado gástrico y la
motilidad del TD
GLP-1
Células L del intestino
Glucosa, lípidos, Estómago
Prolonga el vaciado gástrico
delgado y el colon
(densidad aumenta
en el TD distal)
GLP-2
Células L del intestino
delgado y el colon
(densidad aumenta
en el TD distal)
ácidos grasos
Páncreas
de cadena
corta
Glucosa, lípidos, Intestino
ácidos grasos
delgado,
de cadena
colon
corta
Inhibe la liberación de glucagón;
estimula la liberación de
insulina
Estimula el crecimiento intestinal,
y la digestión y absorción de
nutrientes
CCK, colecistocinina; GIP, polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa;
GLP-1, péptido 1 similar al glucagón; GLP-2, péptido 2 similar al glucagón; HCl,
ácido clorhídrico; H2O, agua; TD, tubo digestivo.
La gastrina, una hormona que estimula las secreciones y la
motilidad del estómago, es secretada principalmente por las células
«G» endocrinas de la mucosa antral del estómago. La secreción se
inicia por: 1) impulsos procedentes del nervio vago, como los que se
desencadenan por el olor o la vista de alimentos; 2) distensión del
antro después de una comida, y 3) la presencia en el antro de
secretagogos como proteínas digeridas parcialmente, bebidas
alcohólicas fermentadas, cafeína o extractos de alimentos (p. ej.,
caldo). Cuando la luz se hace más ácida, la retroalimentación en la que
participan otras hormonas inhibe la liberación de gastrina (Chu y
Schubert, 2013). La gastrina se une a receptores de las células
parietales y las células liberadores de histamina para estimular el
ácido gástrico, a receptores de las células principales para liberar
pepsinógeno y a receptores del músculo liso para aumentar la
motilidad gástrica.
La secretina, que es la primera hormona que se nombró, es liberada
por las células «S» de la pared del intestino delgado proximal hacia el
torrente sanguíneo. Es secretada en respuesta al ácido gástrico y a los
productos finales de la digestión en el duodeno, y estimula la
secreción de jugo pancreático e inhibe la secreción gástrica de ácido y
el vaciado gástrico (se opone a la gastrina). La neutralización de la
acidez protege a la mucosa duodenal de la exposición prolongada al
ácido y proporciona el entorno adecuado para la actividad de las
enzimas intestinales y pancreáticas. El receptor humano se encuentra
en el estómago y en las células ductales y acinares del páncreas. En
diferentes especies otros órganos pueden expresar secretina, como el
hígado, el colon, el corazón, el riñón y el encéfalo (Chey y
Chang, 2014).
Las células «I» de la mucosa del intestino delgado secretan CCK,
una importante hormona multifuncional liberada en respuesta a la
presencia de proteínas y grasas. Hay receptores de CCK en las células
acinares pancreáticas, en las células de los islotes pancreáticos, en las
células D gástricas liberadoras de somatostatina, en las células
musculares lisas del TD y en el sistema nervioso central. Las
principales funciones digestivas de la CCK son: 1) estimular al
páncreas para que secrete enzimas, bicarbonato y agua; 2) estimular la
contracción de la vesícula biliar; 3) estimular la motilidad colónica y
rectal; 4) retrasar el vaciado gástrico, y 5) aumentar la saciedad. La
CCK también abunda en el cerebro e interviene en el funcionamiento
de las neuronas (Dockray, 2012).
Las células endocrinas de la mucosa duodenal secretan motilina
durante el ayuno para estimular el vaciado gástrico y las
contracciones peristálticas intestinales. La eritromicina, un antibiótico,
se une a los receptores de la motilina; por ello, se han empleado
análogos de la eritromicina y la motilina en el tratamiento del vaciado
gástrico retardado (De Smet et al., 2009).
La somatostatina, liberada por las células «D» del antro y del píloro,
es una hormona con acciones de gran alcance. Sus funciones generales
parecen ser inhibidoras y antisecretoras. Reduce la motilidad del
estómago y del intestino e inhibe o regula la liberación de varias
hormonas digestivas. Se utiliza somatostatina y su análogo octreótido
para tratar algunas enfermedades malignas, así como numerosos
trastornos digestivos como diarrea, síndrome del intestino corto,
pancreatitis, síndrome de evacuación gástrica rápida e hipersecreción
gástrica (Van Op den Bosch et al., 2009; v. capítulos 27 y 28).
Digestión en la boca
En la boca los dientes muelen y trituran el alimento para convertirlo
en partículas pequeñas. Simultáneamente la masa de alimentos es
humedecida y lubricada por la saliva. Tres pares de glándulas
salivales (las glándulas parótidas, submandibulares y sublinguales)
producen aproximadamente 1,5 l de saliva al día. La digestión
enzimática del almidón y los lípidos se inicia en la boca debido a la
presencia de amilasa salival y lipasa salival, respectivamente. La
digestión del almidón es mínima, y la amilasa salival se inactiva
cuando llega al contenido ácido del estómago. La saliva también
contiene moco, una proteína que hace que las partículas de alimento
se adhieran entre sí y lubrica la masa para su deglución.
La masa de alimento masticada, o bolo, pasa hacia la zona posterior
de la faringe bajo control voluntario, pero en todo el esófago el
proceso de deglución es involuntario. Después el peristaltismo mueve
el alimento rápidamente hacia el estómago (véase un análisis más
detallado de la deglución en el capítulo 40).
Digestión en el estómago
Las partículas de alimentos son propulsadas en dirección anterógrada
y se mezclan con las secreciones gástricas por contracciones
ondulatorias que progresan hacia adelante desde la porción superior
del estómago (fondo) hasta la porción media (cuerpo) y
posteriormente hasta el antro y el píloro. En el estómago las
secreciones gástricas se mezclan con los alimentos y las bebidas. Cada
día se secreta un promedio de 2.000 a 2.500 ml de líquido en el
estómago. Estas secreciones gástricas contienen ácido clorhídrico
(secretado por las células parietales), pepsinógeno, lipasa gástrica,
moco, factor intrínseco (una glucoproteína que facilita la absorción de
la vitamina B12 en el íleon) y gastrina. La proteasa, pepsina, es
secretada en forma inactiva, pepsinógeno, que por el ácido clorhídrico
se convierte en su forma activa. La pepsina es activa solo en el entorno
ácido del estómago y principalmente modifica la forma y el tamaño de
algunas de las proteínas presentes en una comida normal.
Una lipasa estable en medio ácido es secretada hacia el estómago
por las células principales. Aunque esta lipasa es mucho menos activa
que la lipasa pancreática, contribuye al procesado global de los
triglicéridos de la dieta. La lipasa gástrica es más específica de los
triglicéridos formados por ácidos grasos de cadena media y corta,
aunque la dieta normal contiene pocas de estas grasas. Las lipasas
secretadas en las porciones superiores del TD pueden tener una
función relativamente importante en la dieta líquida de los lactantes;
sin embargo, cuando se produce insuficiencia pancreática se hace
evidente que las lipasas lingual y gástrica no son suficientes para
prevenir la hipoabsorción de lípidos. En el proceso de la digestión
gástrica la mayor parte del alimento se convierte en quimo
semilíquido, que contiene aproximadamente el 50% de agua. Cuando
se consume alimento, también se consumen cantidades importantes
de microorganismos. El pH gástrico es bajo y se sitúa entre 1 y 4. Las
acciones combinadas del ácido clorhídrico y de las enzimas
proteolíticas del estómago dan lugar a una reducción significativa de
la concentración de microorganismos viables. Algunos pueden
escapar y entrar en el intestino si se consumen en concentración
suficiente o en caso de aclorhidria, gastrectomía, disfunción o
enfermedad digestiva, nutrición inadecuada o fármacos que suprimen
la secreción de ácido. Esto puede aumentar el riesgo de infecciones
intestinales por gérmenes patógenos.
El esfínter esofágico inferior, que está encima de la entrada al
estómago, impide el reflujo del contenido gástrico hacia el esófago, y
el esfínter pilórico de la porción distal del estómago ayuda a regular la
salida del contenido gástrico e impide el flujo retrógrado del quimo
desde el duodeno hacia el estómago. La obesidad, determinados
alimentos, los reguladores digestivos y la irritación por úlceras
próximas pueden afectar a la actividad de estos esfínteres. Algunos
alimentos y bebidas pueden alterar la presión del esfínter esofágico
inferior, permitiendo el reflujo del contenido digestivo hacia el
esófago (v. capítulo 27).
El estómago mezcla y agita continuamente el alimento y
normalmente libera la mezcla en cantidades pequeñas hacia el
intestino delgado a través del esfínter pilórico. La cantidad que se
vacía con cada contracción del antro y el píloro varía con el volumen y
el alimento consumido, aunque cada vez se liberan solo algunos
mililitros. La presencia de ácido y nutrientes en el duodeno estimula
la hormona reguladora, GIP, que retrasa el vaciado gástrico.
La mayor parte de una comida líquida se vacía en 1-2 h y la mayor
parte de una comida sólida se vacía en 2-3 h. Cuando se comen solos,
los hidratos de carbono son los primeros que salen del estómago,
seguidos por las proteínas, las grasas y los alimentos con fibra. En una
comida con tipos mixtos de alimentos el vaciado del estómago
depende del volumen global y de las características de los alimentos.
Los líquidos se vacían más rápidamente que los sólidos, las partículas
grandes se vacían más lentamente que las partículas pequeñas y el
alimento muy energético tiende a vaciarse más lentamente que las
comidas con bajo contenido calórico. Estos factores son
consideraciones importantes para los médicos que asesoran a
pacientes con náuseas, vómitos, gastroparesia diabética o alteraciones
del peso corporal (v. capítulos 27, 30 y 21).
Digestión en el intestino delgado
El intestino delgado es el principal punto de digestión de los
alimentos y los nutrientes. El intestino delgado se divide en duodeno,
yeyuno e íleon (v. fig. 1-2). El duodeno mide aproximadamente 0,5 m
de longitud, el yeyuno de 2 a 3 m y el íleon de 3 a 4 m. La mayor parte
del proceso de digestión se completa en el duodeno y la parte superior
del yeyuno, y la absorción de la mayor parte de los nutrientes es
prácticamente completa en el momento en el que el material llega a la
porción media del yeyuno. El quimo ácido procedente del estómago
entra en el duodeno, donde se mezcla con secreciones del páncreas, el
sistema biliar y el epitelio duodenal. El bicarbonato sódico contenido
en estas secreciones neutraliza al quimo ácido y permite que las
enzimas digestivas actúen con más eficacia en esta zona.
La entrada de alimentos digeridos parcialmente, principalmente
grasas y proteínas, estimula la liberación de CCK, secretina y GIP, que
a su vez estimulan la secreción de enzimas y líquidos y afectan a la
motilidad digestiva y a la saciedad. La bilis, que es
predominantemente una mezcla de agua, sales biliares y cantidades
pequeñas de pigmentos y colesterol, es secretada desde el hígado y la
vesícula biliar. Gracias a sus propiedades tensioactivas, las sales
biliares facilitan la digestión y la absorción de los lípidos, colesterol y
vitaminas liposolubles. De igual modo, los ácidos biliares actúan como
moléculas reguladoras; activan el receptor de la vitamina D y las vías
de señalización celular en el hígado y el TD que alteran la expresión
génica de enzimas implicadas en la regulación del metabolismo
energético (Hylemon et al., 2009). Además, los ácidos biliares
desempeñan una función destacada en las sensaciones de apetito y
saciedad.
El páncreas secreta potentes enzimas capaces de digerir todos los
nutrientes principales, y las enzimas del intestino delgado
contribuyen a finalizar el proceso. Las principales enzimas secretadas
por el páncreas que digieren lípidos son la lipasa pancreática y la
colipasa. Las enzimas proteolíticas incluyen tripsina y quimotripsina,
carboxipeptidasa,
aminopeptidasa,
ribonucleasa
y
desoxirribonucleasa. La tripsina y la quimotripsina son secretadas en
sus formas inactivas y se activan por la enterocinasa (también
conocida como enteropeptidasa), que está unida a la membrana del
borde en cepillo de los enterocitos dentro del intestino delgado. La
amilasa pancreática hidroliza finalmente las moléculas de almidón
grandes hasta unidades de aproximadamente dos a seis azúcares. Las
enzimas disacaridasas que recubren la membrana del borde en cepillo
de los enterocitos descomponen aún más las moléculas de hidratos de
carbono hasta monosacáridos antes de su absorción. Una cantidad
variable de almidones resistentes y la mayor parte de la fibra de la
dieta ingerida escapan a la digestión en el intestino delgado y pueden
contribuir al material fibroso disponible para la fermentación por los
microorganismos colónicos.
El contenido intestinal avanza por el intestino delgado a una
velocidad de aproximadamente 1 cm/min, y tarda de 3 a 8 h en
recorrer todo el intestino delgado hasta la válvula ileocecal, mientras
que a lo largo del trayecto los sustratos restantes siguen siendo
digeridos y absorbidos. La válvula ileocecal, como el esfínter pilórico,
regula el paso de quimo hacia el colon y limita la cantidad de material
que avanza y refluye entre el intestino delgado y el colon. Una válvula
ileocecal lesionada o no funcional permite la entrada de cantidades
significativas de líquido y sustratos hacia el colon y aumenta la
probabilidad de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado
(v. capítulo 28).
Intestino delgado: lugar principal de
absorción de nutrientes
El principal órgano de la absorción de nutrientes y de agua es el
intestino delgado, que se caracteriza por su gran área de absorción. El
área superficial se puede atribuir a su gran longitud, así como a la
organización del revestimiento mucoso. El intestino delgado tiene
pliegues característicos en su superficie denominados válvulas
conniventes. Estas circunvoluciones están recubiertas por proyecciones
digitiformes denominadas vellosidades (fig. 1-3), que a su vez están
recubiertas por enterocitos que contienen microvellosidades, o la
membrana del borde en cepillo. La combinación de pliegues,
proyecciones vellosas y borde microvelloso da lugar a una enorme
superficie de absorción de aproximadamente 200 a 300 m2,
una superficie equivalente a un campo de tenis. Las vellosidades
descansan sobre una estructura de soporte denominada lámina propia.
Dentro de la lámina propia, que está formada por tejido conjuntivo, la
sangre y los vasos linfáticos reciben los productos de la digestión.
FIGURA 1-3 Estructura del intestino humano que muestra la
arquitectura en cripta-vellosidad y los vasos sanguíneos y
linfáticos.
En promedio cada día el intestino delgado absorbe de 150 a 300 g de
monosacáridos, de 60 a 100 g de ácidos grasos, de 60 a 120 g de
aminoácidos y péptidos, y de 50 a 100 g de iones. La capacidad de
absorción de la persona sana supera con mucho las necesidades
normales de macronutrientes y energía. Aproximadamente el 95% de
las sales biliares secretadas por el hígado y por la vesícula biliar se
reabsorben en forma de ácidos biliares en el íleon distal. Sin este
reciclado de ácidos biliares por el TD (circulación enterohepática), la
síntesis de novo de ácidos biliares por parte del hígado no seguiría el
ritmo de las necesidades para una digestión adecuada de los lípidos.
La insuficiencia de sales biliares se hace clínicamente importante en
pacientes sometidos a resección del intestino delgado distal o que
tienen enfermedades que afectan al intestino delgado, como la
enfermedad de Crohn, la enteritis por radiación y la fibrosis quística.
El íleon distal también es el punto de absorción de la vitamina B12 (con
el factor intrínseco).
Mecanismos de absorción y transporte
La absorción constituye un proceso complejo que involucra
numerosas vías diferentes para nutrientes específicos y/o iones. Sin
embargo, los dos mecanismos básicos de transporte utilizados son el
transporte activo y el transporte pasivo. Las diferencias principales
entre ambos son 1) si es necesaria la energía en forma de ATP, y 2) si
el nutriente transportado se mueve a favor o en contra de un
gradiente de concentración.
El transporte pasivo no necesita energía, y los nutrientes se mueven
desde una zona con elevada concentración a otra con menor
concentración. En el transporte pasivo, puede o no estar involucrada
una proteína transportadora. Si el nutriente se mueve a través de la
membrana del borde en cepillo sin una proteína transportadora, se
denomina difusión pasiva o transporte pasivo simple. Sin embargo,
en los casos en los que una proteína transportadora ayuda al paso del
nutriente a través de la membrana del borde en cepillo, el proceso se
denomina difusión facilitada (fig. 1-4).
FIGURA 1-4 Vías de transporte a través de la membrana
celular, así como mecanismos básicos de transporte. ATP,
trifosfato de adenosina.
El transporte activo supone el movimiento de moléculas a través de
las membranas celulares en dirección contraria a su gradiente de
concentración y, por lo tanto, precisa una proteína transportadora y
aporte de energía en forma de ATP. Algunos nutrientes pueden
compartir el mismo transportador y, por tanto, compiten por la
absorción. Los sistemas de transporte también se pueden saturar,
retrasando la absorción del nutriente. Un ejemplo notable de un
transportador de este tipo es el factor intrínseco, que es responsable de
la absorción de la vitamina B12 (v. capítulo 27).
Intestino grueso
El intestino grueso mide aproximadamente 1,5 m de longitud y está
formado por el ciego, el colon, el recto y el conducto anal. El moco
secretado por la mucosa del intestino grueso protege a la pared
intestinal de la escoriación y la actividad bacteriana y proporciona el
medio para la aglutinación de las heces. Los iones de bicarbonato que
se secretan intercambiándolos por los iones de cloruro absorbidos
contribuyen a neutralizar los productos finales ácidos que produce la
acción bacteriana. Diariamente se ingieren alrededor de 2 l de líquido
en los alimentos y las bebidas, y se secretan 7 l de líquido en el TD. En
circunstancias normales, el intestino delgado absorbe la mayoría de
este líquido y aproximadamente 2 l pasan al intestino grueso. Se
absorbe todo este líquido salvo alrededor de 100 o 150 ml; el resto se
excreta por las heces.
Asimismo, en el intestino grueso tienen lugar la fermentación
bacteriana de los restantes hidratos de carbono y aminoácidos, la
síntesis de una fracción de las vitaminas (especialmente vitamina K) y
el almacenamiento y la excreción de los residuos fecales. Los
contenidos colónicos avanzan con lentitud a una velocidad de 5 cm/h,
y algunos nutrientes residuales pueden ser absorbidos.
La defecación, o expulsión de las heces a través del recto y del ano,
se produce con una frecuencia variable que varía desde tres veces al
día hasta una vez cada 3 días o más. El peso medio de las heces está en
el intervalo de 100 a 200 g, y el tiempo de tránsito desde la boca hasta
el ano puede variar desde 18 hasta 72 h. Las heces generalmente están
formadas por un 75% de agua y un 25% de sólidos, aunque las
proporciones son muy variables. Aproximadamente dos tercios del
contenido del peso húmedo de las heces son bacterias, y el resto
procede de las secreciones digestivas, el moco, las células
desprendidas, la microflora y alimentos no digeridos. Una dieta rica
en frutas, verduras, legumbres y granos enteros típicamente hace que
el tiempo de tránsito digestivo total sea menor, que la defecación sea
más frecuente y que las heces tengan mayor volumen y sean más
blandas.
Microflora intestinal: el microbioma
La microflora intestinal, también denominada microbioma, está
constituida por una mezcla dinámica de microorganismos esenciales
que se desarrollan bajo la influencia clave de la genética, el entorno, la
dieta y la enfermedad. Los perfiles de población bacteriana varían a lo
largo del TD, entre la luz y la mucosa y entre los individuos. La
población total de microorganismos supera el número de células del
cuerpo humano en un factor de 10 y supone del 35 al 50% del
volumen del contenido del colon. Entre las funciones fisiológicas clave
de los microorganismos comensales están: 1) efectos protectores
ejercidos directamente por especies bacterianas específicas; 2) control
de la proliferación y diferenciación de las células epiteliales; 3)
producción de nutrientes esenciales de la mucosa, como ácidos grasos
de cadena corta y aminoácidos; 4) prevención del sobrecrecimiento de
organismos patógenos; 5) estímulo de la inmunidad intestinal, y 6)
desarrollo del eje intestino-cerebro (Kostic et al., 2014; v. capítulo 41).
La reducción de su cantidad o los cambios de las proporciones
relativas de estas bacterias beneficiosas, estado denominado disbiosis,
se relaciona con varias enfermedades tanto en niños como en adultos
(Buccigrossi et al., 2013; fig. 1-5).
FIGURA 1-5 Factores que afectan a la estabilidad y
complejidad de la microflora intestinal en la salud y la
enfermedad. (Redibujado a partir de Kostic AD et al: The microbiome in
inflammatory bowel disease: current status and the future ahead,
Gastroenterology 146:1489, 2014.)
Normalmente queda en el estómago o en el intestino delgado una
cantidad relativamente escasa de bacterias después de las comidas
porque las acciones del ácido clorhídrico, la pepsina y la bilis actúan
como agente germicida. Sin embargo, la disminución de las
secreciones gástricas puede aumentar el riesgo de inflamación de la
mucosa gástrica (gastritis), aumentar el riesgo de sobrecrecimiento
bacteriano en el intestino delgado o aumentar el número de
microorganismos que llegan al colon. Se sabe que una bacteria
tolerante al ácido infecta el estómago (Helicobacter pylori) y puede
producir gastritis y ulceración en el huésped (v. capítulo 27).
La acción bacteriana tiene su máxima intensidad en la porción distal
del intestino delgado y en el intestino grueso. Después de una comida,
la fibra de la dieta, los almidones resistentes, los fragmentos
residuales de aminoácidos y el moco desprendido del intestino son
fermentados por los microorganismos presentes. Este proceso de
fermentación produce gases (p. ej., hidrógeno, dióxido de carbono,
nitrógeno y, en algunas personas, metano) y AGCC (p. ej., ácidos
acético, propiónico, butírico y, algunas veces, láctico). Durante este
proceso se forman varios nutrientes mediante síntesis bacteriana,
como vitamina K, vitamina B12, tiamina y riboflavina.
Entre las estrategias para estabilizar y fortalecer los
microorganismos beneficiosos de la microflora como intento para el
mantenimiento o mejora de la salud está el consumo de prebióticos,
probióticos y simbióticos.
Los probióticos son microorganismos vivos que cuando se
consumen en cantidad adecuada proporcionan un efecto saludable
para el huésped. Los probióticos pueden encontrarse en productos
alimenticios fermentados (como el miso y la col fermentada) o como
suplemento dietético (Hill et al., 2014). El conocimiento de su función
en la prevención y tratamiento del huésped con alteraciones
intestinales o sistémicas se ha ampliado mucho (Tappenden y
Deutsch, 2007; Floch, 2014) en los últimos años. Sin embargo, cuando
se recomienda un probiótico, los profesionales deben asegurarse de
que se haya demostrado que la especie bacteriana específica en
estudios controlados adecuados proporciona beneficios para la salud
(v. capítulo 12).
Los prebióticos son ingredientes alimenticios no digeribles que
poseen un efecto estimulador específico sobre poblaciones
seleccionadas de bacterias del TD. Los prebióticos normalmente
necesitan las tres propiedades siguientes para favorecer a
microorganismos «beneficiosos» como Lactobacilli y Bifidobacteria spp.:
l) capacidad para escapar a la digestión en el TD superior; 2)
capacidad para ser fermentados por la microflora a AGCC, y 3)
capacidad para incrementar la cantidad absoluta o relativa de las
bacterias que se conoce que favorecen la salud humana. Son buenas
fuentes dietéticas de hidratos de carbono prebióticos las verduras, los
cereales, las legumbres, la achicoria, las alcachofas de Jerusalén, la soja
y el salvado de trigo. Hay pruebas suficientes sobre el uso de
prebióticos específicos para reducir la intensidad de la diarrea y para
la estimulación inmunitaria, y para mejorar la biodisponibilidad de
minerales (Rastall y Gibson, 2014). Los simbióticos son una
combinación sinérgica de probióticos y prebióticos en el mismo
alimento o suplemento alimenticio.
Rescate colónico de las fuentes de energía no
absorbidas y de los ácidos grasos de cadena
corta
Normalmente, después de salir del intestino delgado quedan en el
quimo cantidades variables de algunos hidratos de carbono de bajo
peso molecular y aminoácidos. La acumulación de estas moléculas
pequeñas se podría hacer importante desde el punto de vista osmótico
si no fuera por la acción de las bacterias del colon. La eliminación de
los sustratos residuales mediante la síntesis de AGCC se denomina
rescate colónico. Los AGCC que se producen por la fermentación se
absorben rápidamente y arrastran agua con ellos. También actúan
como combustible para los colonocitos y la microflora, estimulan la
proliferación y la diferenciación de los colonocitos, estimulan la
absorción de electrólitos y agua y reducen la carga osmótica de los
azúcares no absorbidos. Los AGCC también pueden ayudar a retrasar
el movimiento del contenido digestivo y participan en otras diversas
funciones reguladoras.
La capacidad de rescatar hidratos de carbono es escasa en los seres
humanos, y la fermentación colónica normalmente elimina
aproximadamente de 20 a 25 g de hidratos de carbono en 24 h. Las
cantidades excesivas de hidratos de carbono y fibra fermentable en el
colon pueden provocar un aumento de la producción de gas,
distensión abdominal, dolor, flatulencia, disminución del pH colónico
y diarrea. Con el paso del tiempo, se da un proceso de adaptación en
los sujetos que consumen una dieta rica en fibra. En la actualidad se
recomienda el consumo de aproximadamente 14 g de fibra dietética
por cada 1.000 kcal consumidas al día. Esta recomendación puede
alcanzarse mediante el consumo abundante de frutas, verduras,
legumbres, semillas y cereales integrales y está dirigida a: 1) el
mantenimiento de la salud del epitelio del colon; 2) la prevención del
estreñimiento, y 3) la promoción de una microflora estable y
saludable.
Digestión y absorción de tipos específicos de
nutrientes
Hidratos de carbono y fibra
La mayor parte de los hidratos de carbono de la dieta se consume en
forma de almidones, disacáridos y monosacáridos. Los almidones, o
polisacáridos, habitualmente suponen la mayor proporción de los
hidratos de carbono. Los almidones son moléculas grandes formadas
por cadenas rectas o ramificadas de moléculas de azúcar que están
unidas entre sí, principalmente por enlaces α 1-4 y 1-6. La mayor parte
de los almidones de la dieta son amilopectinas, o polisacáridos
ramificados, y amilosa, o polímeros de cadena recta.
La fibra de la dieta también está formada principalmente por
cadenas y ramas de moléculas de azúcar, pero en este caso los átomos
de hidrógeno están situados en el lado beta (opuesto) al oxígeno en el
enlace en lugar de en el lado alfa. Los seres humanos tienen una
capacidad significativa de digerir el almidón, pero no la mayor parte
de las formas de fibra, lo que es un ejemplo de la
«estereoespecificidad» de las enzimas.
En la boca, la enzima amilasa salival, que actúa a pH neutro o
ligeramente alcalino, comienza la acción digestiva hidrolizando una
pequeña cantidad de las moléculas de almidón para obtener
fragmentos más pequeños (fig. 1-6). La amilasa se inactiva después del
contacto con el ácido clorhídrico. Si los hidratos de carbono digeribles
permanecieran en el estómago suficiente tiempo, la hidrólisis ácida
podría reducir finalmente la mayor parte de ellos a monosacáridos.
Sin embargo, el estómago habitualmente se vacía antes de que tenga
lugar una di-gestión significativa. Con diferencia, la mayor parte de la
digestión de los hidratos de carbono se produce en el intestino
delgado proximal.
FIGURA 1-6 Hidrólisis gradual de las grandes moléculas de
almidón en glucosa por las enzimas digestivas.
La amilasa pancreática hidroliza las grandes moléculas de almidón
en los enlaces 1-4 para dar lugar a maltosa, maltotriosa y dextrinas del
«límite α» procedentes de las ramas de la amilopectina. Las enzimas
del borde en cepillo de los enterocitos hidrolizan aún más los
disacáridos y los oligosacáridos para obtener monosacáridos. Por
ejemplo, la maltasa localizada en la membrana del borde en cepillo
del enterocito escinde el disacárido maltosa en dos moléculas de
glucosa. La membrana del borde en cepillo también contiene las
enzimas sacarasa, lactasa e isomaltasa, que actúan sobre la sacarosa,
la lactosa y la isomaltosa, respectivamente (fig. 1-7).
FIGURA 1-7 El almidón, la sacarosa, la maltotriosa y la
galactosa son digeridos hasta obtener los azúcares que los
componen. La glucosa y la galactosa son transportadas a
través de la membrana del borde en cepillo apical del
enterocito por un transportador dependiente de sodio, el
cotransportador de glucosa (galactosa), y la fructosa es
transportada por GLUT5. La glucosa, la fructosa y la
galactosa son transportadas a través de la membrana serosa
por el transportador independiente de sodio GLUT2.
Los monosacáridos resultantes (es decir, glucosa, galactosa y
fructosa) atraviesan los enterocitos y pasan hacia el torrente sanguíneo
a través de los capilares de las vellosidades, desde donde son
transportados por la vena porta hasta el hígado. A concentraciones
bajas, la glucosa y la galactosa se absorben mediante transporte activo,
principalmente por un transportador activo dependiente de sodio, el
cotransportador de sodio-glucosa (SGLT1). A concentraciones
luminares de glucosa más elevadas, el transportador facilitador
GLUT2 se convierte en la principal ruta de transporte de glucosa
desde la luz al enterocito. La fructosa se absorbe desde la luz intestinal
a través de la membrana del borde en cepillo mediante el
transportador facilitador GLUT5. Estos tres monosacáridos –glucosa,
galactosa y fructosa– salen por la membrana basolateral del enterocito
hacia la circulación portal mediante el transportador facilitador
GLUT2.
El transportador activo SGLT1 es la clave para la capacidad del
intestino delgado de absorber 7 l diarios de líquidos y explica por qué
las soluciones de rehidratación oral, más que el agua o las bebidas
azucaradas, deben utilizarse para tratar la hidratación. Además del
transporte de sodio y glucosa, el SGLT1 sirve de bomba de agua
molecular. Por cada molécula de glucosa absorbida por el SGLT1, se
absorben también dos moléculas de sodio y 210 moléculas de agua.
Dado que esta es una vía importante de absorción de agua en el
intestino delgado, para facilitar la absorción de agua deben estar
presentes también el sodio y la glucosa en cantidades adecuadas. Esto
proporciona una explicación de por qué las soluciones de
rehidratación oral más eficaces suelen contener tanto azúcares como
sal, además de agua (v. capítulos 6 y 23).
Algunas formas de hidratos de carbono (p. ej., celulosa,
hemicelulosa, pectina, goma y otras formas de fibra) no pueden ser
digeridas por los seres humanos porque ni la amilasa salival ni la
pancreática tienen la capacidad de hidrolizar los enlaces que conectan
los azúcares que los constituyen. Estos hidratos de carbono pasan al
colon relativamente sin modificar, y son fermentados parcialmente
por las bacterias del colon. Sin embargo, al contrario que los seres
humanos, las vacas y otros rumiantes pueden sobrevivir con
alimentos con elevado contenido en fibra debido a la digestión
bacteriana de estos hidratos de carbono que tiene lugar en el rumen.
Los seres humanos también digieren o absorben peor otros almidones
o azúcares; por tanto, su consumo puede dar lugar a la presencia de
cantidades significativas de almidón y azúcar en el colon. Estos
almidones resistentes y algunos tipos de fibra de la dieta fermentan
para dar AGCC y gases. Los almidones resistentes a la digestión
tienden a encontrarse en alimentos vegetales con un elevado
contenido en proteínas y en fibra, como legumbres y granos enteros.
Una forma de fibra de la dieta, la lignina, está formada por unidades
de ciclopentano y no es soluble ni fermenta con facilidad.
Proteínas
La ingesta de proteínas en el mundo occidental varía desde
aproximadamente 50 a 100 g al día, y una buena cantidad de las
proteínas consumidas es de origen animal. Se añaden proteínas
adicionales a lo largo de todo el TD por las secreciones digestivas y las
células epiteliales desprendidas. El TD es uno de los tejidos sintéticos
más activos del cuerpo, y la vida de los enterocitos que migran desde
las criptas de las vellosidades hasta que se desprenden es de solo 3 o 4
días. El número de células que se desprenden cada día está en el
intervalo de 10.000 a 20.000 millones. Este último fenómeno es
responsable de una cantidad adicional de 50 a 60 g de proteínas que
son digeridas y «recicladas» y contribuyen al aporte diario. En general
las proteínas animales se digieren con mayor eficiencia que las
proteínas vegetales, aunque la fisiología humana permite una
digestión y absorción muy eficaces de grandes cantidades de fuentes
proteicas ingeridas.
La digestión de las proteínas comienza en el estómago, donde
algunas de las proteínas son hidrolizadas para dar proteosas,
peptonas y polipéptidos grandes. El pepsinógeno inactivo se convierte
en la enzima pepsina cuando entra en contacto con el ácido
clorhídrico y con otras moléculas de pepsina. Al contrario que
cualquiera de las demás enzimas proteolíticas, la pepsina digiere el
colágeno, que es la principal proteína del tejido conjuntivo. La mayor
parte de la digestión de las proteínas tiene lugar en la porción
superior del intestino delgado, aunque continúa durante todo el TD.
Todas las fracciones proteicas residuales son fermentadas por los
microorganismos colónicos.
El contacto entre el quimo y la mucosa intestinal permite que actúe
la enzima ligada al borde en cepillo enterocinasa, una enzima que
convierte el tripsinógeno inactivo del páncreas en tripsina activa, la
principal de las enzimas pancreáticas que intervienen en la digestión
de las proteínas. La tripsina, a su vez, activa a las demás enzimas
proteolíticas pancreáticas. La tripsina, la quimotripsina y la
carboxipeptidasa pancreáticas escinden proteínas intactas y continúan
la escisión que comenzó en el estómago hasta que se forman
polipéptidos pequeños y aminoácidos.
Las peptidasas proteolíticas localizadas en el borde en cepillo
también actúan sobre los polipéptidos, escindiéndolos para dar
aminoácidos, dipéptidos y tripéptidos. La fase final de la digestión de
las proteínas tiene lugar en el borde en cepillo, donde algunos de los
dipéptidos y tripéptidos son hidrolizados hasta los aminoácidos que
los forman por las hidrolasas peptídicas.
Los productos finales de la digestión de las proteínas se absorben en
forma de aminoácidos y de péptidos pequeños. Son necesarias varias
moléculas transportadoras para los diferentes aminoácidos,
probablemente debido a las amplias diferencias de tamaño, polaridad
y configuración de los diferentes aminoácidos. Algunos de los
transportadores dependen de sodio y/o cloruro, y algunos no.
También se absorben grandes cantidades de dipéptidos y tripéptidos
hacia las células intestinales utilizando un transportador peptídico
(PEPT1), lo que es una forma de transporte activo (Wuensch
et al., 2013). Los péptidos y aminoácidos absorbidos son transportados
después hasta el hígado a través de la vena porta para su metabolismo
por el hígado y son liberados hacia la circulación general.
La presencia de anticuerpos frente a muchas proteínas alimentarias
en la circulación de las personas sanas indica que cantidades
inmunitariamente significativas de péptidos intactos grandes escapan
a la hidrólisis y pueden entrar en la circulación portal. No están
totalmente claros los mecanismos exactos que hacen que un alimento
se convierta en alérgeno, aunque estos alimentos tienden a ser ricos en
proteínas, relativamente resistentes a la digestión completa, y
producen una respuesta mediada por inmunoglobulina (v.
capítulo 26). Los adelantos tecnológicos hacen posible el cartografiado
y la caracterización de los péptidos alérgenos; estos datos conducirán,
con el paso del tiempo, a mejores diagnósticos y al desarrollo de una
inmunoterapia segura (Melioli et al., 2014).
Ya se han absorbido casi todas las proteínas en el momento en que
se llega al final del yeyuno, y en las heces solo se encuentra el 1% de
las proteínas ingeridas. Pueden quedar pequeñas cantidades de
aminoácidos en las células epiteliales, que los utilizan para la síntesis
de nuevas proteínas, incluidas enzimas intestinales y nuevas células.
Lípidos
Aproximadamente el 97% de los lípidos de la dieta está en forma de
triglicéridos, y el resto está en forma de fosfolípidos y colesterol. Solo
pequeñas cantidades de grasa son digeridas en la boca por la lipasa
lingual y en el estómago por la acción de la lipasa gástrica. La lipasa
gástrica hidroliza algunos triglicéridos, especialmente los triglicéridos
de cadena corta (como los que se encuentran en la mantequilla), para
dar ácidos grasos y glicerol. No obstante, la mayoría de la digestión de
las grasas tiene lugar en el intestino delgado, como consecuencia de la
acción emulsificante de las sales biliares y la hidrólisis por la lipasa
pancreática. Como ocurre con los hidratos de carbono y las proteínas,
la capacidad de digestión y absorción de las grasas de la dieta supera
a las necesidades normales.
La entrada de grasas y proteínas en el intestino delgado estimula la
liberación de CCK, secretina y GIP, que inhiben las secreciones y la
motilidad del estómago, retrasando de esta forma la liberación de los
lípidos. En consecuencia, una porción de una comida copiosa y rica en
grasas puede permanecer en el estómago durante 4 h o más. Además
de sus otras muchas funciones, la CCK estimula la secreción biliar y
pancreática. La combinación de la acción peristáltica del intestino
delgado y de la acción tensioactiva y emulsionante de la bilis reduce
los glóbulos de grasa hasta gotitas pequeñas, lo que hace que sean
más accesibles a la digestión por la enzima más potente que digiere
los lípidos, la lipasa pancreática.
La bilis es una secreción hepática formada por ácidos biliares
(principalmente conjugados de los ácidos cólico y quenodesoxicólico
con glicina o taurina), pigmentos biliares (que dan color a las heces),
sales inorgánicas, algunas proteínas, colesterol, lecitina y compuestos
como fármacos desintoxicados que son metabolizados y secretados
por el hígado. Desde su órgano de almacenamiento, la vesícula biliar,
cada día se secreta aproximadamente 1 l de bilis en respuesta al
estímulo del alimento en el duodeno y el estómago.
La emulsificación de los lípidos en el intestino delgado es seguida
por su digestión, principalmente por la lipasa pancreática, en ácidos
grasos libres y monoglicéridos. La lipasa pancreática normalmente
escinde el primer y tercer ácidos grasos, dejando un ácido graso único
esterificado con el carbono del glicerol en medio. Cuando la
concentración de sales biliares alcanza un cierto nivel, forman micelas
(pequeños agregados de ácidos grasos, monoglicéridos, colesterol,
sales biliares y otros lípidos), que se organizan con el extremo polar de
las moléculas orientado hacia el entorno acuoso de la luz intestinal.
Los productos de la digestión de los lípidos se disuelven rápidamente
en la porción central de las micelas y son transportados hacia el borde
en cepillo intestinal (fig. 1-8).
FIGURA 1-8 Resumen de la absorción de las grasas.
En la superficie de la capa de agua estacionaria (CAE), lámina
ligeramente ácida y acuosa que forma el límite entre la luz intestinal y
las membranas del borde en cepillo, los lípidos se separan de las
micelas. Los restos de las micelas vuelven a la luz para su posterior
transporte. Los monoglicéridos y los ácidos grasos son liberados en la
CAE lipófoba y difunden hacia las membrana de las células del borde
en cepillo más lipófilas. Tras la liberación de los componentes
lipídicos, las sales biliares de la luz se reabsorben activamente en el
íleon terminal y vuelven al hígado para de nuevo entrar en el intestino
en forma de secreciones biliares. Este eficaz proceso de reciclado se
conoce como circulación enterohepática. Los ácidos biliares pueden
circular de 3 a 15 veces al día, dependiendo de la cantidad de
alimentos ingeridos.
Entre los mecanismos celulares por los cuales los ácidos grasos
atraviesan la membrana del borde en cepillo hay procesos de difusión
pasiva (una forma de transporte que no requiere energía) y de
transporte activo. Tradicionalmente, se pensaba que la absorción de
lípidos se realizaba de forma pasiva, que las moléculas de lípidos se
disolvían en la membrana del borde en cepillo impulsadas por
difusión a favor de un gradiente de concentración hasta el interior del
enterocito. El gradiente de concentración hacia el interior se pensaba
que era mantenido durante la digestión por la alta concentración de
ácidos grasos en la luz intestinal y por la rápida desaparición de los
ácidos grasos libres que se metabolizan a triglicéridos dentro del
enterocito. Las teorías actuales indican que contribuyen a la absorción
de lípidos mecanismos de difusión pasiva y mediada por
transportadores. Con concentraciones bajas de ácidos grasos, los
mecanismos principales son los mediados por transportadores, y la
difusión pasiva es escasa. Sin embargo, cuando la concentración de
ácidos grasos libres en la luz intestinal es elevada, la absorción de los
ácidos grasos a través de difusión pasiva llega a ser cuantitativamente
importante.
En los enterocitos, los ácidos grasos y los monoglicéridos se vuelven
a ensamblar para dar nuevos triglicéridos. Algunos monoglicéridos
son sometidos a una digestión adicional para dar ácidos grasos y
glicerol y después se vuelven a ensamblar para formar triglicéridos.
Estos triglicéridos, junto con el colesterol, las vitaminas liposolubles y
los fosfolípidos, son rodeados por una cubierta de lipoproteína,
formando quilomicrones (v. fig. 1-8). Los glóbulos de lipoproteínas
pasan hacia el sistema linfático en lugar de entrar en la sangre portal y
son transportados hacia el conducto torácico y drenados hasta la
circulación sistémica en la unión de las venas yugular interna
izquierda y subclavia izquierda. A continuación, los quilomicrones
son transportados por el torrente sanguíneo a diversos tejidos, como el
hígado, el tejido adiposo y el músculo. En el hígado los triglicéridos
procedentes de los quilomicrones son reempaquetados en
lipoproteínas de muy baja densidad y transportados principalmente
hasta el tejido adiposo para su metabolismo y almacenamiento.
En condiciones normales aproximadamente del 95 al 97% de la
grasa ingerida se absorbe hacia los vasos linfáticos. Debido a su menor
longitud y, por tanto, mayor solubilidad, los ácidos grasos de 8 a 12
átomos de carbono (es decir, ácidos grasos de cadena media) se
pueden absorber directamente hacia las células de la mucosa colónica
sin la presencia de bilis ni la formación de micelas. Después de entrar
en las células de la mucosa, pueden pasar directamente, sin
esterificación, hasta la vena porta, que los transporta hasta el hígado.
El aumento de la motilidad, las alteraciones de la mucosa intestinal,
la insuficiencia pancreática o la ausencia de bilis reducen la absorción
de grasas. La aparición de grasa no digerida en las heces recibe el
nombre de esteatorrea (v. capítulo 28). Los triglicéridos de cadena
media (TCM) poseen ácidos grasos de 8 a 12 átomos de carbono; los
TCM resultan de utilidad en la clínica en los pacientes carentes de las
sales biliares necesarias para el metabolismo y el transporte de los
ácidos grasos de cadena larga. Generalmente, en la clínica se utilizan
complementos en forma de aceite o bebidas dietéticas que contienen
otros macronutrientes o micronutrientes.
Vitaminas y minerales
Las vitaminas y los minerales de los alimentos están disponibles en
forma de macronutrientes y se digieren y se absorben a través de la
mucosa, principalmente en el intestino delgado (fig. 1-9). Además de
los correspondientes mecanismos pasivos y de transporte, diversos
factores afectan a la biodisponibilidad de las vitaminas y los
minerales, como la presencia o ausencia de otros nutrientes
específicos, ácidos o álcalis, fitatos y oxalatos. Los litros de líquido que
se secretan cada día desde el TD actúan como disolvente, vehículo
para las reacciones químicas y medio para la transferencia de diversos
nutrientes.
FIGURA 1-9 Lugares de secreción y absorción en el tubo
digestivo.
Al menos parte de la mayoría de las vitaminas y del agua pasa sin
modificaciones desde el intestino delgado hasta la sangre mediante
difusión pasiva, aunque se pueden utilizar varios mecanismos
diferentes para transportar vitaminas individuales a través de la
mucosa. La absorción de los fármacos tiene lugar merced a diversos
mecanismos, aunque suele darse por difusión pasiva. Por
consiguiente, es posible que los fármacos compartan o compitan por
los mecanismos de absorción de nutrientes hacia las células
intestinales (v. capítulo 8).
La absorción de los minerales es más compleja, especialmente la
absorción de los minerales catiónicos. Estos cationes, como el selenio,
están disponibles para su absorción por el proceso de quelación, en el
que un mineral está unido a un ligando (habitualmente un ácido, un
ácido orgánico o un aminoácido), de modo que está en una forma
capaz de ser absorbido hacia las células intestinales.
La absorción de hierro y de cinc comparte varias características, ya
que la eficiencia de la absorción depende en parte de las necesidades
del huésped. Utilizan al menos una proteína transportadora, y cada
uno de ellos tiene mecanismos para aumentar la absorción cuando los
depósitos son inadecuados. Los fitatos y los oxalatos de origen vegetal
trastocan la absorción del hierro y el cinc, por lo que su absorción se
optimiza al consumir fuentes de origen animal. La absorción de calcio
hacia el interior del enterocito se produce a través de canales en la
membrana del borde en cepillo, donde se une a una proteína
transportadora específica para su transporte a través de la membrana
basolateral. El proceso está regulado por la presencia de vitamina D.
El fósforo se absorbe por un cotransportador de sodio y fósforo, que
también está regulado por la vitamina D o por una baja ingesta de
fósforo.
El TD es la localización de importantes interacciones entre los
minerales. El aporte de grandes cantidades de hierro o de cinc puede
reducir la absorción de cobre. A su vez, la presencia de cobre puede
reducir la absorción de hierro y de molibdeno. La absorción de cobalto
está aumentada en pacientes con deficiencia de hierro, pero el cobalto
y el hierro compiten entre sí e inhiben su absorción mutuamente. Es
probable que estas interacciones sean la consecuencia de la
superposición de los mecanismos de absorción de minerales.
Los minerales se transportan a través de la sangre unidos a
transportadores proteicos. La unión a proteínas puede ser específica
(p. ej., transferrina, la cual se une al hierro, o ceruloplasmina, que se
asocia al cobre) o general (p. ej., albúmina, que se une a diversos
minerales). Una fracción de cada uno de los minerales también es
transportada en el suero en forma de complejos con aminoácidos o
con péptidos. Las proteínas transportadoras específicas habitualmente
no están saturadas por completo; la capacidad de reserva puede
actuar como amortiguador frente a una exposición excesiva. La
toxicidad por los minerales habitualmente se produce solo después de
superar esta capacidad amortiguadora.
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http://www.gastro.org/
AGA Center for Gut Microbiome Research and Education
http://www.gastro.org/research/aga-center-for-gut-microbiomeresearch-and-education
NIH Digestive Diseases
http://digestive.niddk.nih.gov/
NIH Human Microbiome Project
http://commonfund.nih.gov/hmp/index
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Algunas secciones de este capítulo fueron escritas por Peter L. Beyer, MS, RD en
ediciones previas de este texto.
2
Ingesta: energía
Carol S. Ireton-Jones, PhD, RDN, LD, CNSC, FAND, FASPEN
TÉRMINOS CLAVE
caloría
calorimetría directa
calorimetría indirecta (CI)
cociente respiratorio (CR)
efecto térmico de los alimentos (ETA)
equivalentes metabólicos (MET)
exceso de consumo de oxígeno postejercicio (ECOP)
gasto energético basal (GEB)
gasto energético en reposo (GER)
gasto energético total (GET)
kilocaloría
masa corporal magra (MCM)
masa exenta de grasa (MEG)
necesidades energéticas estimadas (NEE)
nivel de actividad física (NAF)
órganos con tasa metabólica alta (OTMA)
tasa metabólica basal (TMB)
tasa metabólica en reposo (TMR)
termogenia por actividad (TA)
termogenia por actividad no relacionada con el ejercicio
(TANE)
termogenia facultativa
termogenia obligatoria
La energía se define como «la capacidad de realizar un trabajo». La
fuente última de toda la energía en los organismos vivos es el sol. A
través del proceso de la fotosíntesis, las plantas verdes interceptan una
fracción de la luz solar que llega a sus hojas y la capturan en los
enlaces químicos de la glucosa. Las proteínas, las grasas y los hidratos
de carbono se sintetizan a partir de este hidrato de carbono básico
para satisfacer las necesidades de la planta. Los animales y los seres
humanos obtienen estos nutrientes y la energía contenida en ellos
mediante el consumo de plantas y carne de otros animales.
El cuerpo utiliza la energía procedente de los hidratos de carbono,
las proteínas, las grasas y el alcohol de la dieta; esta energía queda
atrapada en los enlaces químicos de los alimentos y se libera al
metabolizarlos. Se debe suministrar energía de manera regular con el
fin de satisfacer las necesidades energéticas de supervivencia del
cuerpo. Aunque, en última instancia, toda la energía se transforma en
calor que se disipa a la atmósfera, anteriormente los procesos celulares
específicos posibilitan su utilización en todas las tareas necesarias para
el mantenimiento de la vida. Estos procesos engloban reacciones
químicas que mantienen los tejidos corporales, la conducción eléctrica
de los nervios, el trabajo mecánico de los músculos y la producción de
calor para mantener la temperatura corporal.
Necesidades energéticas
Las necesidades energéticas se definen como la ingesta de energía en
la dieta necesaria para el crecimiento o el mantenimiento de una
persona de una edad, sexo, peso, altura y nivel de actividad física
definidos. En los niños y las mujeres embarazadas o en período de
lactancia, las necesidades energéticas incluyen las impuestas por la
formación de tejidos o la secreción de leche a una velocidad
compatible con un buen estado de salud. En personas enfermas o
lesionadas, los factores generadores de estrés incrementan o reducen
el gasto energético.
El peso corporal es un indicador de idoneidad o falta de idoneidad
de la ingesta energética. El cuerpo posee la capacidad exclusiva de
modificar la mezcla de combustible formado por hidratos de carbono,
proteínas y grasas para adaptarse a las necesidades energéticas. Sin
embargo, el consumo de una cantidad muy grande o muy pequeña de
energía produce cambios del peso corporal con el paso del tiempo. Por
consiguiente, el peso corporal refleja la suficiencia de la ingesta
energética, pero no constituye un indicador fiable de la idoneidad de
los macronutrientes o los micronutrientes. Por otra parte, el peso
corporal depende de la composición del cuerpo, de modo que una
persona con una masa magra más abundante que la grasa corporal o
una grasa corporal mayor que la masa magra podría precisar una
ingesta energética diferente de la de un sujeto normal o «promedio».
Las personas obesas presentan mayores necesidades energéticas
debido al aumento de la masa de la grasa corporal y de la masa
corporal magra (Kee et al., 2012).
Componentes del gasto energético
La energía se consume en el cuerpo humano en forma de gasto
energético basal (GEB), efecto térmico de los alimentos (ETA) y
termogenia por actividad (TA). Estos tres componentes conforman el
gasto energético total (GET) de un individuo.
Gasto energético basal y en reposo
El GEB, o tasa metabólica basal (TMB), se define como la cantidad
mínima de energía consumida que es compatible con la vida. El GEB
de un sujeto refleja la cantidad de energía que emplea durante 24 h
mientras se encuentra en reposo físico y mental en un entorno
térmicamente neutro que impide la activación de procesos
termógenos, como el temblor. Las mediciones del GEB deben
realizarse antes de que la persona haya realizado ninguna actividad
física (preferiblemente, al despertarse) y entre 10 y 12 h después de la
ingesta de cualquier alimento, bebida o nicotina. Los valores diarios
del GEB se mantienen notablemente constantes.
El gasto energético en reposo (GER) o tasa metabólica en reposo
(TMR) es la energía consumida en actividades necesarias para el
mantenimiento de las funciones corporales normales y la homeostasis.
Entre ellas figuran la respiración y la circulación, la síntesis de
compuestos orgánicos y el bombeo de iones a través de membranas.
El GER, o TMR, incluye la energía necesaria para el sistema nervioso
central y el mantenimiento de la temperatura corporal. No incorpora
la termogenia, la actividad ni otro gasto energético y es alrededor de
un 10-20% mayor que el GEB (Ireton-Jones, 2010). Los términos GER y
TMR, y GEB y TMB, se aplican indistintamente, si bien en este
capítulo se emplearán GER y GEB.
Factores que inciden en el gasto energético en
reposo
Un gran número de factores hacen que el GER difiera de una persona
a otra, si bien son el tamaño y la composición del cuerpo los que
ejercen un efecto más destacado. En el capítulo 7 se describen los
métodos utilizados para determinar la composición corporal.
Edad
Al depender, en gran medida, de la proporción de masa corporal
magra (MCM), el GER alcanza sus valores máximos durante los
períodos de crecimiento rápido, en especial a lo largo del primer y
segundo años de vida. Los lactantes en crecimiento pueden almacenar
hasta el 12-15% de la energía contenida en los alimentos en forma de
nuevos tejidos. A medida que el niño se hace mayor, la necesidad
energética para el crecimiento disminuye hasta acercarse al 1% del
GET. Con posterioridad a la etapa inicial de la vida adulta, se produce
una disminución del GER del 1 al 2% por kilogramo de masa exenta
de grasa (MEG) y década (Keys et al., 1973). Por fortuna, el ejercicio
ayuda a mantener una MCM mayor y un GER más alto. La
disminución del GER con la edad podría deberse, en parte, a la
modificación de la proporción relativa de la MCM (Cooper
et al., 2013).
Composición corporal
La MEG o MCC representa la mayor parte del tejido metabólicamente
activo del cuerpo y constituye el principal factor pronóstico del GER.
La MEG da cuenta de alrededor del 80% de las variaciones del GER
(Bosy-Westphal et al., 2004). Debido a su MEG más alta, los
deportistas con mayor desarrollo muscular presentan un metabolismo
en reposo aproximadamente un 5% por encima de los valores de las
personas no deportistas. Los órganos del cuerpo participan en la
producción de calor (fig. 2-1). Cerca del 60% del GER proviene del
calor generado por los órganos con tasa metabólica alta (OTMA): el
hígado, el cerebro, el corazón, el bazo, los intestinos y los riñones
(McClave y Snider, 2001). En efecto, las diferencias en la MEG entre
grupos étnicos podrían derivar de la masa total de estos así como de la
musculatura (Gallagher et al., 2016). Las variaciones individuales
relativamente pequeñas de la masa del hígado, el cerebro, el corazón,
el bazo y los riñones, de forma colectiva o individual, pueden
repercutir de forma significativa en el GEB (Javed et al., 2010). Debido
a esto, resulta difícil la estimación del porcentaje de gasto energético
total diario que corresponde a las extremidades (brazos y piernas),
aunque presumiblemente corresponde a una cantidad pequeña.
FIGURA 2-1 Contribución proporcional de los órganos y los
tejidos al gasto energético en reposo calculado. (Modificado y
utilizado con permiso de Gallagher D et al: Organ-tissue mass measurement
allows modeling of REE and metabolically active tissue mass, Am J Physiol
Endocrinol Metab 275:E249, 1998. Copyright American Physiological Society.)
Tamaño corporal
Las personas de mayor tamaño suelen presentar unas tasas
metabólicas más altas que los sujetos más pequeños, si bien los
individuos altos y delgados tienen unas tasas mayores que las
personas bajas y robustas. Por ejemplo, si dos personas pesan lo
mismo, pero una de ellas es más alta, el sujeto más alto presenta un
área superficial corporal mayor y una tasa metabólica más elevada. La
cantidad de MCM muestra una firme correlación con el tamaño
corporal total. En este sentido, los niños obesos tienen un GER más
alto que los no obesos, pero las diferencias en este índice desaparecen
cuando el GER se ajusta a la composición corporal, la MEG y la grasa
corporal (Byrne, 2003). Esto supone una dificultad para el profesional
cuando utiliza el índice de masa corporal (IMC) para valorar la salud
(v. capítulo 7).
Clima
El GER se ve afectado por los valores extremos de la temperatura
ambiente. Las personas que viven en climas tropicales suelen tener
unos valores de GER entre un 5 y un 20% mayores que los habitantes
de regiones templadas. El ejercicio a temperaturas mayores de 30 °C
impone una pequeña carga metabólica cercana a un 5%, debido al
aumento de la actividad de las glándulas sudoríparas. La magnitud
del aumento del metabolismo energético en entornos muy fríos
depende del aislamiento provisto por la grasa corporal y por la ropa
(Dobratz et al., 2007).
Sexo
Las diferencias sexuales en las tasas metabólicas pueden atribuirse,
fundamentalmente, a las diferencias del tamaño y la composición del
cuerpo. Las mujeres suelen presentar una proporción mayor de grasa
respecto al músculo que los hombres, y, por tanto, sus tasas
metabólicas son aproximadamente un 5-10% menores que las de los
hombres del mismo peso y altura. Sin embargo, esta diferencia se
atenúa conforme avanza el proceso de envejecimiento (Cooper
et al., 2013).
Estado hormonal
El estado hormonal puede repercutir en la tasa metabólica. Las
endocrinopatías, como el hipertiroidismo y el hipotiroidismo,
aumentan o reducen el gasto energético, respectivamente (v.
capítulo 31). La estimulación del sistema nervioso simpático durante
los períodos de excitación emocional o estrés induce la liberación de
adrenalina, la cual favorece la glucogenólisis y potencia la actividad
celular. La grelina y el péptido YY son dos hormonas intestinales que
intervienen en la regulación del apetito y la homeostasis energética
(Larson-Meyer et al., 2010). La tasa metabólica de la mujer varía a lo
largo del ciclo menstrual. Durante la fase lútea (es decir, el período
comprendido entre la ovulación y el inicio de la menstruación), la tasa
metabólica registra un ligero incremento (Ferraro et al., 1992). En el
transcurso del embarazo, el crecimiento de los tejidos uterinos,
placentarios y fetales, junto con el aumento del gasto cardíaco en la
madre, producen aumentos graduales del GEB (Butte et al., 2004).
Temperatura
La fiebre incrementa el GER alrededor de un 7% por cada aumento de
un grado de la temperatura corporal por encima de 98,6 °F o un 13%
por cada grado por encima de 37 °C, según los estudios clásicos
(Hardy y DuBois, 1937).
Otros factores
El consumo de cafeína, nicotina y alcohol estimula la tasa metabólica.
Las ingestas de cafeína de 200 a 350 mg en el hombre o de 240 mg en
la mujer pueden incrementar el GER medio en un 7-11% y un 8-15%,
respectivamente (Compher et al., 2006). El consumo de nicotina
produce un aumento del GER del 3 al 4% en el hombre y del 6% en la
mujer; la ingesta de alcohol incrementa el GER en un 9% en la mujer
(Compher et al., 2006). El gasto energético puede aumentar o
disminuir en condiciones de estrés y enfermedad con arreglo a la
situación clínica. El gasto energético puede ser más elevado en sujetos
obesos (Dobratz et al., 2007) y disminuir durante períodos de ayuno o
restricción calórica crónica en personas aquejadas de bulimia (Sedlet e
Ireton-Jones, 1989).
Efecto térmico de los alimentos
El término efecto térmico de los alimentos (ETA) se aplica al
aumento del gasto energético asociado al consumo, la digestión y la
absorción de los alimentos. El ETA representa, aproximadamente, el
10% del GET (Ireton-Jones, 2010). El ETA recibe también el nombre de
termogenia inducida por la dieta, acción dinámica específica y efecto
específico de los alimentos. Este índice puede dividirse en dos
subcomponentes, uno obligatorio y uno facultativo (o adaptativo). La
termogenia obligatoria corresponde a la energía necesaria para la
digestión, la absorción y el metabolismo de los nutrientes, lo que
engloba la síntesis y el almacenamiento de proteínas, grasas e hidratos
de carbono. La termogenia facultativa o adaptativa se refiere al
«exceso» de energía consumido, además de la termogenia obligatoria,
y podría atribuirse a la ineficiencia metabólica del sistema estimulado
por la actividad nerviosa simpática.
El ETA depende de la composición de la dieta, de modo que el
gasto energético aumenta directamente tras la ingesta de alimentos,
especialmente después del consumo de una comida rica en proteínas
en comparación con otra formada por abundantes grasas (Tentolouris
et al., 2008). El metabolismo de los lípidos es eficiente, ya que
solamente se desperdicia un 4% de los mismos, mientras que la
conversión de los hidratos de carbono en lípidos para su
almacenamiento supone una pérdida del 25%. La tasa de oxidación de
los macronutrientes no difiere entre las personas delgadas y obesas
(Tentolouris et al., 2008). Aunque la magnitud del ETA depende de la
cantidad y del contenido en macronutrientes de la comida, su valor
disminuye a lo largo de los 30-90 min posteriores a la ingesta, por lo
que los efectos sobre el ETA son escasos. En la práctica, el ETA se
calcula como no más de un 10% por encima del GEB. Los alimentos
picantes potencian y prolongan el GEB. La cafeína, la capsaicina y
varios tés, como el verde, el blanco o el oolong, pueden también
incrementar el gasto energético y la oxidación de las grasas y suprimir
el hambre (Hursel y Westerterp-Plantenga, 2010; Reinbach
et al., 2009). El capítulo 21 aborda la función del ETA en el control del
peso.
La nutrición enteral (alimentación por sonda), así como la
parenteral ejercen un efecto térmico sobre el gasto energético, lo que
debe tomarse en consideración en pacientes que reciben apoyo
nutricional. Leuck et al. encontraron que el gasto energético de los
pacientes que reciben nutrición enteral intermitente, a diferencia de
los que la reciben de forma continua, aumentaba por la noche y se
incrementaba de forma directa con cada alimentación intermitente
(Leuck et al., 2013). El estudio del caso de un paciente con nutrición
parenteral domiciliaria a largo plazo mostró un aumento del gasto
energético mientras se infundía la nutrición intravenosa (IretonJones, 2010). Estas consideraciones son importantes cuando se
calculan las necesidades energéticas totales de los pacientes que
reciben nutrición enteral o parenteral (v. capítulo 13).
Termogenia por actividad
Además del GER y el ETA, se consume energía en las actividades
físicas, ya sean relacionadas con el ejercicio o bien dentro del trabajo y
los movimientos que se realizan a diario. Esto se denomina
termogenia por actividad. La termogenia por actividad (TA)
abarca la termogenia por actividad no relacionada con el ejercicio
(TANE), la energía gastada durante actividades de la vida diaria y la
energía gastada durante el ejercicio de actividades deportivas o fitness
(Levine y Kotz, 2005).
La contribución de la actividad física constituye el componente más
variable del GET, el cual puede ser solamente de 100 kcal/día en los
sujetos sedentarios o llegar a 3.000 kcal/día en los atletas. La TANE
representa la energía consumida durante la jornada laboral y las
actividades de ocio (como ir de compras, realizar movimientos
habituales en la vida diaria e, incluso, mascar chicle), que podrían dar
cuenta de las grandes diferencias de gasto energético en distintas
personas (Levine y Kotz, 2005; v. el apéndice 20). El GET refleja el
GER, el ETA y la energía consumida para el ejercicio, como se muestra
en la figura 2-2.
FIGURA 2-2 Componentes del gasto energético total:
actividad, efecto térmico de los alimentos (ETA) y tasa
metabólica basal o en reposo.
La TA muestra una notable variabilidad en distintos individuos en
función del tamaño corporal y la eficacia de los hábitos de
movimiento del sujeto. Igualmente, el nivel de forma física influye en
el gasto energético de la actividad voluntaria, debido a las variaciones
existentes en la masa muscular. La TA tiende a reducirse al aumentar
la edad, y esta tendencia se ha vinculado con la disminución de la
MEG y el aumento de la grasa corporal. Por lo general, los hombres
poseen una mayor masa de músculo esquelético que las mujeres, a lo
que podría atribuirse su mayor TA. La medición de la actividad física
es muy difícil tanto en niños y adolescentes como en adultos (Mindell
et al., 2014). Sin embargo, continúa siendo un componente importante
de la recomendación de ingesta energética total, lo que sugiere que
son necesarios métodos de valoración cuantitativa baratos (p. ej.,
vigilancia de la frecuencia cardíaca) junto con los cuestionarios y
estimaciones habituales.
Consideraciones adicionales sobre el gasto
energético
El exceso de consumo de oxígeno postejercicio (ECOP) depende de
la duración y la magnitud de la actividad física. En un estudio con
ejercicio intermitente de alta intensidad se produjo un incremento del
gasto energético durante la actividad, aunque el efecto sobre la tasa
metabólica después de la actividad fue ligero (Kelly et al., 2013). El
ejercicio habitual no produce un aumento significativamente
prolongado de la tasa metabólica a menos que se reduzca la MG y
aumente la MEG; por lo tanto, este aumento del gasto energético se
produce fundamentalmente durante la actividad.
Las amputaciones debidas a traumatismos, heridas o enfermedades
afectan al tamaño del cuerpo; presumiblemente, afectarían al gasto
energético por actividad. Sin embargo, en un estudio del gasto
energético relacionado con el nivel de la amputación (desde parcial
del pie hasta transfemoral) a distintas velocidades de la marcha
realizado en pacientes con amputación unilateral, no se observaron
diferencias en el gasto energético entre los pacientes durante la
marcha relacionadas con los niveles de amputación o la velocidad
durante la marcha (Göktepe et al., 2010).
Medición del consumo de energía
La unidad estándar de medición de energía es la caloría, la cantidad
de energía calórica necesaria para elevar 1 °C la temperatura de 1 ml
de agua a 15 °C. La cantidad de energía que participa en el
metabolismo de los alimentos es bastante grande, de modo que para
cuantificarla se utiliza la kilocaloría (kcal), 1.000 calorías. Por
convención popular, la kilocaloría se designa como Caloría (con «C»
mayúscula). Sin embargo, en este texto la kilocaloría se abreviará
como kcal. El julio (J) mide la energía en términos del trabajo mecánico
y corresponde a la cantidad de energía necesaria para acelerar con una
fuerza de 1 Newton (N) durante una distancia de 1 m; esta unidad se
emplea, a menudo, en países distintos a EE. UU. Una kcal equivale a
4,184 kilojulios (kJ).
Se dispone de varios métodos para cuantificar el gasto energético en
el ser humano, por lo que es importante comprender las diferencias
existentes entre ellos y cómo se pueden aplicar tanto en la práctica
como en el ámbito de la investigación.
Calorimetría directa
La calorimetría directa únicamente puede llevarse a cabo por medio
de instrumentos especializados y costosos. Se controla al individuo en
una estructura similar a una habitación (habitaciones calorimétricas)
que permite realizar cantidades moderadas de actividad. La
habitación contiene instrumentos que determinan la cantidad de calor
generado por el sujeto en el interior de esta cámara. La calorimetría
directa permite medir la energía consumida en forma de calor, aunque
no aporta información acerca del tipo de combustible oxidado.
Asimismo, el método se ve limitado por la naturaleza cerrada de las
condiciones de estudio. Por ello, la determinación del GET a través de
este método no se considera representativa de un sujeto de vida libre
(es decir, que realiza las actividades diarias normales) en un entorno
normal, dado que la actividad física en el seno de la cámara es escasa.
Su elevado coste, su complicado diseño de ingeniería y la escasez de
centros adecuados a nivel mundial limitan, en mayor medida, el uso
de este método.
Calorimetría indirecta
La calorimetría indirecta (CI) es un método más utilizado de
determinación del gasto energético. Se determinan el consumo de
oxígeno y la producción de dióxido de carbono de un sujeto a lo largo
de un período dado. Se aplican la ecuación de Weir (1949) y un
cociente respiratorio constante de 0,85 para transformar el consumo
de oxígeno en GER. Aunque los equipos pueden variar, por lo general
la persona respira en una boquilla (con pinzas nasales), una mascarilla
que cubre la nariz y la boca, o bien una tienda ventilada que captura el
dióxido de carbono espirado (fig. 2-3). Las tiendas ventiladas resultan
de utilidad para las mediciones a corto y largo plazo.
FIGURA 2-3 A. Medición del gasto energético en reposo
mediante un sistema de tienda ventilada. (Por cortesía de
MRC Mitochondrial Biology Unit, Cambridge, England.) B.
Medición del gasto energético en reposo mediante un
sistema portátil. (Por cortesía de Korr.)
Las determinaciones de CI se realizan mediante un instrumento
llamado carro de medición metabólica o un calorímetro indirecto.
Existen varios tipos de carros de medición metabólica, desde equipos
de grandes dimensiones que cuantifican el consumo de oxígeno y la
producción de dióxido de carbono, hasta dispositivos capaces de
valorar la función pulmonar y los parámetros relacionados con el
ejercicio. Estos carros de mayor tamaño son más costosos, debido a su
capacidad expandida, como una interfaz de medición de CI de
pacientes ingresados conectados a un respirador. Los carros
metabólicos se utilizan, a menudo, en los hospitales para determinar
las necesidades energéticas y son más frecuentes en las unidades de
cuidados intensivos (Ireton-Jones, 2010). El gasto energético se puede
medir por medio de calorímetros indirectos portátiles diseñados
específicamente para determinar el consumo de oxígeno con un valor
estático de producción de dióxido de carbono en los sujetos y los
pacientes que respiran de manera natural. Estos dispositivos se
pueden trasladar con facilidad y su coste es relativamente bajo
(Hipskind et al., 2011).
Es preciso aplicar un protocolo estricto antes de proceder a realizar
una CI. En las personas sanas, se recomienda un ayuno de 5 h tras la
ingesta de comidas y tentempiés. Se evitará la cafeína durante, al
menos, 4 h, y el consumo de alcohol y tabaco durante, al menos, 2 h.
No se realizará ninguna medida antes de que hayan transcurrido 2 h
desde la práctica de ejercicio moderado; se aconseja esperar 14 h
después del ejercicio intenso de resistencia (Compher et al., 2006).
Para obtener una medida en estado de equilibrio, se deberá observar
un período de reposo de 10 a 20 min antes de realizar la medición.
Una duración de la medición de la CI de 10 min, en la que se ignoren
los primeros 5 min y se observe un coeficiente de variación inferior al
10% en los siguientes 5 min, indica que la medida corresponde al
estado de equilibrio (Compher et al., 2006). Cuando se satisfacen las
condiciones de medición enumeradas anteriormente y se alcanza el
estado de equilibrio, la medición puede llevarse a cabo en cualquier
momento del día.
El gasto energético puede cuantificarse, igualmente, en sujetos
enfermos o lesionados (Cooney y Frankenfield, 2012). Los dispositivos
utilizados en pacientes que dependen de un respirador podrían diferir
respecto a los empleados en personas no encamadas; no obstante, en
estos pacientes se aplicará también un protocolo que detalle las
condiciones de la medición (Ireton-Jones, 2010). Cuando se cumplen
estas condiciones, puede realizarse la CI para determinar el gasto
energético de pacientes ingresados agudos o muy enfermos, pacientes
no encamados y personas sanas.
Cociente respiratorio
La determinación del consumo de oxígeno y la producción de dióxido
de carbono permite calcular el cociente respiratorio (CR) merced a la
siguiente ecuación. El CR indica la mezcla de combustible
metabolizada. El CR de los hidratos de carbono presenta un valor de 1
debido a que el número de moléculas de dióxido de carbono
generadas coincide con el número de moléculas de oxígeno
consumidas.
Valores del CR:
1 = hidrato de carbono
0,85 = dieta mixta
0,82 = proteína
0,7 = lípido
≤ 0,65 = producción de cetona
Los CR mayores de 1 se asocian a producción neta de lípidos, la
ingesta de hidratos de carbono (glucosa) o la ingesta energética total
de carácter excesivo, mientras que un CR muy bajo puede
corresponder a una ingesta nutricional inadecuada (McClave
et al., 2003). A pesar de que el CR se ha empleado para determinar la
eficacia de los regímenes de soporte nutricional en pacientes
ingresados, McClave observó que la variación del CR no presentaba
correlación alguna con las calorías porcentuales suministradas o
necesarias, lo que refleja unas bajas sensibilidad y especificidad, que
limitarían la eficacia del CR como indicador de la ingesta excesiva o
insuficiente de alimentos. Sin embargo, el CR puede aplicarse como
marcador de la validez de la prueba (para confirmar que los valores
del CR se encuentren dentro del intervalo fisiológico) y como
marcador de la tolerancia respiratoria del régimen de soporte
nutricional.
Otros métodos de determinación del gasto
energético
Los métodos alternativos para medir el gasto energético permanecen
en el marco de la investigación debido a la necesidad de equipo
especializado y experiencia.
Agua marcada doblemente
La técnica del agua marcada doblemente (AMD) de determinación del
GET es el método de referencia para la cuantificación de las
necesidades energéticas y el equilibrio energético en el ser humano. La
técnica del AMD se basa en la estimación de la producción de dióxido
de carbono a partir de la diferencia en las tasas de eliminación del
hidrógeno y el oxígeno de organismo. Tras la administración de una
dosis oral de carga de agua marcada con óxido de deuterio (2H2O) y
oxígeno-18 (H218O) –de donde proviene el término agua marcada
doblemente–, el 2H2O se elimina del organismo en forma de agua y el
H218O lo hace en forma de agua y dióxido de carbono. Se determinan
las tasas de eliminación de ambos isótopos durante 10-14 días en
muestras periódicas del agua corporal en la orina, la saliva o el
plasma. La diferencia existente entre ambas tasas de eliminación es
una medida de la producción de dióxido de carbono. La síntesis de
dióxido de carbono se puede equiparar al GET mediante técnicas
convencionales de CI para calcular el gasto energético.
El valor calórico de la TA se puede estimar utilizando la técnica del
AMD junto con la CI y también se puede utilizar para determinar la
adhesión a la ingesta recomendada y la composición corporal
longitudinalmente (Wong et al., 2014). La técnica del AMD es más
aplicable en trabajos de investigación; los isótopos estables son
costosos y el espectrómetro de masas, un instrumento costoso y muy
sofisticado, necesario para analizar el enriquecimiento en isótopos, ha
de ser utilizado por profesionales con experiencia. Estos
inconvenientes hacen que este método sea poco práctico para su
aplicación diaria en la clínica.
Determinación del gasto energético relacionado
con la actividad
Monitores triaxiales
Se ha utilizado un monitor triaxial para determinar la energía
relacionada con la actividad. Este instrumento lleva a cabo una
medición más eficaz del movimiento multidireccional merced a la
inclusión de tres monitores uniaxiales. En una revisión de numerosos
artículos, Plasqui y Westerterp (2007) observaron que el monitor
triaxial presentaba una correlación con el gasto energético medido
mediante la técnica del AMD. La aplicación de un monitor sencillo y
utilizable hace posible la determinación de los niveles reales de
actividad, de modo que se reducen los errores derivados de la
notificación excesiva o insuficiente del gasto energético real en el
control del peso.
Cuestionario de actividad física
Los cuestionarios de actividad física (CAF) son las herramientas más
sencillas y económicas para obtener información acerca del nivel de
actividad de un sujeto (Winters-Hart et al., 2004). Los errores de
notificación son frecuentes en los CAF, lo que puede ocasionar
discrepancias entre el gasto energético calculado y el determinado
mediante el método del AMD (Neilson et al., 2008). En los sujetos
sanos, estos errores podrían dar cuenta de la ralentización de la
pérdida o el aumento del peso y, por tanto, de la necesidad de
modificar la ingesta energética.
Estimación de las necesidades
energéticas
Ecuaciones de estimación del gasto
energético en reposo
Con el paso de los años se han formulado varias ecuaciones para
estimar el GER. Existen ecuaciones para estimar el GER a partir de
mediciones de CI en adultos. Hasta hace poco tiempo, las ecuaciones
de Harris-Benedict eran unas de las más utilizadas para estimar el
GER en sujetos normales, enfermos o lesionados (Harris y
Benedict, 1919). Se ha observado que las fórmulas de Harris-Benedict
sobrestiman el GER en individuos normales y obesos en un 7-27%
(Frankenfield et al., 2003). En un estudio de comparación del GER
medido y el GER estimado mediante las ecuaciones de Mifflin-St. Jeor,
las ecuaciones de Owen y las ecuaciones de Harris-Benedict en
hombres y mujeres, se comprobó que las ecuaciones de Mifflin-St. Jeor
eran las de mayor exactitud en la estimación del GER tanto en
personas normales como obesas (Frankenfield et al., 2003). Las
ecuaciones de Mifflin-St. Jeor se formularon a partir del GER medido
mediante CI en 251 hombres y 247 mujeres; el 47% de los sujetos
presentaba un IMC de 30 a 42 kg/m2 (Mifflin et al., 1990). Las
ecuaciones de Mifflin-St. Jeor se utilizan hoy en día para estimar el
consumo energético de individuos sanos y de algunos enfermos, y son
las siguientes:
A pesar de que las ecuaciones de Harris-Benedict se han aplicado a
sujetos enfermos y lesionados, estas fórmulas se diseñaron
inicialmente para ser utilizadas en sujetos sanos, por lo que puede
cuestionarse su aplicación a otras poblaciones. Además, la base de
datos con la que se desarrollaron las ecuaciones de Harris-Benedict ya
no refleja la población, y por lo tanto no se recomienda el uso de estas
ecuaciones.
El gasto energético de los pacientes enfermos o heridos también
puede ser estimado o medido utilizando la CI. Para conocer las
necesidades energéticas de pacientes críticamente enfermos, véase el
capítulo 38.
Determinación del GET
Las ecuaciones para la estimación o medición del gasto energético
comienzan con el gasto energético en reposo (GER). Deben añadirse
factores adicionales que reflejen el ETA y la actividad. Como se dijo
anteriormente, el ETA puede ser considerado como un factor global
añadido dentro de la termogenia por actividad para el cálculo del
GET. Una manera simplificada para la predicción de la actividad física
añadida al GER es mediante el uso de las estimaciones del nivel de
actividad física, que luego se multiplica por el GER medido o
predicho. Para estimar el GET con una actividad mínima, se
incrementa el GER de un 10 a un 20%; con una actividad moderada, se
incrementa el GER de un 25 a un 40%, y, con una actividad vigorosa,
se aumenta el GER de un 45 a un 60%. Estos datos constituyen rangos
utilizados en la práctica y se pueden considerar «opinión de expertos»
en lugar de pruebas basadas en la evidencia en este momento.
Estimación de las necesidades energéticas a
partir de la ingesta energética
Tradicionalmente, las recomendaciones relativas a las necesidades
energéticas se sustentaban en registros efectuados por el propio sujeto
(p. ej., registros de la dieta) o bien estimaciones realizadas por el
propio sujeto (p. ej., memorias de 24 h) de la ingesta de alimentos. Sin
embargo, estos métodos no proporcionan unas estimaciones exactas o
exentas de sesgo de la ingesta energética de un sujeto. El porcentaje de
personas que infravalora o infranotifica su ingesta de alimentos oscila
del 10 al 45% en función de su edad, sexo y composición corporal.
Esto ocurre también en la población de pacientes comprometidos
(Ribeiro et al., 2014). Véase el capítulo 4.
Existen muchos programas online que permiten calcular el
contenido en macronutrientes y micronutrientes al introducir los
alimentos y las cantidades consumidas. El usuario de estos programas
puede introducir sus datos para recibir un informe, que, a menudo, se
acompaña de otro informe más detallado para el profesional sanitario.
Algunos programas de uso frecuente son el Food Prodigy y el
MyPlate Tracker del Department of Agriculture de EE. UU. (v.
capítulo 4).
Otras ecuaciones de predicción
La National Academy of Sciences, el Institute of Medicine (IOM), y el
Food and Nutrition Board, en colaboración con Health Canada, han
efectuado estimaciones de las necesidades energéticas de hombres,
mujeres, niños y lactantes, así como de mujeres embarazadas y
madres lactantes (IOM, 2005). Las necesidades energéticas estimadas
(NEE) son el promedio de la ingesta energética en la dieta que debería
mantener el equilibrio energético en un adulto sano de una edad,
sexo, peso, altura y nivel de actividad física definidos compatibles con
una buena salud. En niños, gestantes y mujeres lactantes, las NEE
incluyen las necesidades energéticas asociadas a la formación de los
tejidos o la secreción de leche a un ritmo concordante con un estado
de salud bueno. En la tabla 2-1 se muestran los valores promedio de la
ingesta dietética de referencia (IDR) en personas sanas y activas de la
altura, peso y edad de referencia para cada una de las etapas de la
vida (IOM, 2002; 2005).
Tabla 2-1
Valores energéticos de la ingesta dietética de referencia en
individuos activos*
Grupo de
edad
NEE NAF PERSONA
ACTIVA (kcal/día)
Criterio
Hombres
Mujeres
Lactantes
0-6 meses
Gasto energético + depósito energético
570
520 (3 meses)
7-12 meses
Gasto energético + depósito energético
743
676 (9 meses)
1-2 años
Gasto energético + depósito energético
1.046
992 (24 meses)
3-8 años
Gasto energético + depósito energético
1.742
1.642 (6 años)
9-13 años
Gasto energético + depósito energético
2.279
2.071 (11 años)
14-18 años
Gasto energético + depósito energético
3.152
2.368 (16 años)
Niños
Adultos
> 18 años
Gasto energético
3.067†
2.403† (19 años)
Mujeres embarazadas
14-18 años
GER de mujer adolescente + cambio del GET + depósito
energético del embarazo
Primer
trimestre
2.368 (16 años)
Segundo
trimestre
2.708 (16 años)
Tercer
trimestre
2.820 (16 años)
19-50 años
GER de mujer adulta + cambio del GET + depósito
energético del embarazo
Primer
trimestre
2.403† (19 años)
Segundo
trimestre
2.743† (19 años)
Tercer
trimestre
2.855† (19 años)
Mujer en lactancia
14-18 años
GER de mujer adolescente + energía de la producción de
leche – pérdida de peso
Primeros 6
meses
2.698 (16 años)
Segundos 6
meses
2.768 (16 años)
19-50 años
GER de mujer adulta + energía de la producción de leche –
pérdida de peso
Primeros 6 m
2.733† (19 años)
Segundos 6
m
2.803† (19 años)
Tomado de Institute of Medicine of The National Academies: Dietary reference
intakes for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein, and
amino acids. Washington, DC, 2002/2005, The National Academies Press.
GET, gasto energético total; NAF, nivel de actividad física; NEE, necesidades
energéticas estimadas.
*
En pacientes sanos activos estadounidenses y canadienses con talla y peso de
referencia.
†
Reste 10 kcal/día en hombres y 7 kcal/día en mujeres por cada año de edad
por encima de los 19 años.
Se han formulado ecuaciones de predicción para estimar las
necesidades energéticas, con el apoyo de estudios de AMD, para los
sujetos con arreglo a su fase de la vida. En el cuadro 2-1 se incluyen
las ecuaciones de predicción de las NEE en sujetos de peso normal.
Asimismo, se muestran las ecuaciones correspondientes a distintos
grupos con sobrepeso y obesidad, así como al mantenimiento del peso
en niñas y niños obesos. Todas las ecuaciones se han desarrollado
para mantener el peso corporal actual (y favorecer el crecimiento
cuando sea apropiado) y los niveles actuales de actividad física en
todos los subgrupos de la población; no pretenden favorecer la
disminución del peso corporal (IOM, 2002; 2005).
Cuadr o 2-1
Ecuaciones de predicción del
gasto energético estimado* en cuatro
niveles de actividad física†
NEE para lactantes y niños pequeños de 0-2 años
(dentro del percentil 3-97 para peso respecto a
altura)
NEE = GET‡ + depósito de energía
0-3 meses (89 × peso del lactante [kg] – 100) + 175 (kcal para
depósito de energía)
4-6 meses (89 × peso del lactante [kg] – 100) + 56 (kcal para depósito
de energía)
7-12 meses (89 × peso del lactante [kg] – 100) + 22 (kcal para
depósito de energía)
13-35 meses (89 × peso del niño [kg] – 100) + 20 (kcal para depósito
de energía)
NEE para niños de 3-8 años (dentro del percentil 585 para IMC§)
NEE = GET + depósito de energía
NEE = 88,5 – 61,9 × edad (años) + AF × (26,7 × peso
[kg] + 903 × altura [m]) + 20 (kcal para depósito de energía)
NEE para niños de 9-18 años (dentro del percentil
5-85 para IMC)
NEE = GET + depósito de energía
NEE = 88,5 – 61,9 × edad (años) + AF × (26,7 × peso
[kg] + 903 × altura [m]) + 25 (kcal para depósito de energía)
donde
AF = coeficiente de actividad física para niños de 3-18 años:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,13 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,26 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,42 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
NEE para niñas de 3-8 años (dentro del percentil 585 para IMC)
NEE = GET + depósito de energía
NEE = 135,3 – 30,8 × edad (años) + AF × (10 × peso [kg] + 934 × altura
[m]) + 20 (kcal para depósito de energía)
NEE para niñas de 9-18 años (dentro del percentil
5-85 para IMC)
NEE = GET + depósito de energía
NEE = 135,3 – 30,8 × edad (años) + AF × (10 × peso [kg] + 934 × altura
[m]) + 25 (kcal para depósito de energía)
donde
AF = coeficiente de actividad física para niñas de 3-18 años:
AF = 1 (sedentario)
AF = 1,16 (poco activo)
AF = 1,31 (activo)
AF = 1,56 (muy activo)
NEE para hombres de 19 años y mayores (IMC
18,5-25 kg/m2)
NEE = GET
NEE = 662 – 9,53 × edad (años) + AF × (15,91 × peso
[kg] + 539,6 × altura [m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 (sedentario)
AF = 1,11 (poco activo)
AF = 1,25 (activo)
AF = 1,48 (muy activo)
NEE para mujeres de 19 años y mayores (IMC 18,525 kg/m2)
NEE = GET
NEE = 354 – 6,91 × edad (años) + AF × (9,36 × peso [kg] + 726 × altura
[m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 (sedentario)
AF = 1,12 (poco activo)
AF = 1,27 (activo)
AF = 1,45 (muy activo)
NEE para mujeres embarazadas
14-18 años: NEE = NEE de adolescentes + depósito de energía del
embarazo
Primer trimestre = NEE de adolescentes + 0 (depósito de energía
del embarazo)
Segundo trimestre = NEE de adolescentes + 160 kcal
(8 kcal/semana 1 × 20 semana) + 180 kcal
Tercer trimestre = NEE de adolescentes + 272 kcal
(8 kcal/semana × 34 semana) + 180 kcal
19-50 años: = NEE del adulto + depósito de energía del embarazo
Primer trimestre = NEE del adulto + 0 (depósito de energía del
embarazo)
Segundo trimestre = NEE del adulto + 160 kcal (8 kcal/semana × 20
semana) + 180 kcal
Tercer trimestre = NEE del adulto + 272 kcal (8 kcal/semana × 34
semana) + 180 kcal
NEE para mujeres lactantes
14-18 años: NEE = NEE de adolescentes + gasto energético por
secreción de leche – pérdida de peso
Primeros 6 meses = NEE de adolescentes + 500 – 170 (gasto
energético por secreción de leche – pérdida de peso)
Segundos 6 meses = NEE de adolescentes + 400 – 0 (gasto
energético por secreción de leche – pérdida de peso)
19-50 años: NEE = NEE del adulto + gasto energético por secreción
de leche – pérdida de peso
Primeros 6 meses = NEE del adulto + 500 – 70 (gasto energético
por secreción de leche – pérdida de peso)
Segundos 6 meses = NEE del adulto + 400 – 0 (gasto energético por
secreción de leche – pérdida de peso)
GET para mantenimiento del peso para niños de 318 años con sobrepeso y riesgo de sobrepeso
(IMC > percentil 85 para sobrepeso)
GET = 114 – 50,9 × edad (años) + AF × (19,5 × peso
[kg] + 1.161,4 × altura [m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,12 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,24 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,45 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
GET para mantenimiento del peso para niñas de 318 años con sobrepeso y riesgo de sobrepeso
(IMC > percentil 85 para sobrepeso)
GET = 389 – 41,2 × edad (años) + AF × (15 × peso [kg] + 701,6 × altura
[m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,18 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,35 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,6 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
Hombres con sobrepeso y obesos de 19 años y
mayores (IMC ≥ 25 kg/m2)
GET = 1.086 – 10,1 × edad (años) + AF × (13,7 × peso
[kg] + 416 × altura [m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,12 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,29 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,59 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
Mujeres con sobrepeso y obesas de 19 años y
mayores (IMC ≥ 25 kg/m2)
GET = 448 – 7,95 × edad (años) + AF × (11,4 × peso [kg] + 619 × altura
[m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,16 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,27 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,44 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
Hombres normales y con sobrepeso u obesos de 19
años y mayores (IMC ≥ 18,5 kg/m2)
GET = 864 – 9,72 × edad (años) + AF × (14,2 × peso [kg] + 503 × altura
[m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,12 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,27 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,54 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
Mujeres normales y con sobrepeso u obesas de 19
años y mayores (IMC ≥ 18,5 kg/m2)
GET = 387 – 7,31 × edad (años) + AF × (10,9 × peso
[kg] + 660,7 × altura [m])
donde
AF = coeficiente de actividad física:
AF = 1 si el NAF se estima ≥ 1 < 1,4 (sedentario)
AF = 1,14 si el NAF se estima ≥ 1,4 < 1,6 (poco activo)
AF = 1,27 si el NAF se estima ≥ 1,6 < 1,9 (activo)
AF = 1,45 si el NAF se estima ≥ 1,9 < 2,5 (muy activo)
Tomado de Institute of Medicine, Food and Nutrition Board: Dietary reference intakes for
energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein, and amino acids, Washington, DC,
2002, The National Academies Press, www.nap.edu.
AF, actividad física; GET, gasto energético total; IMC, índice de masa corporal;
NAF, nivel de actividad física; NEE, necesidades energéticas estimadas.
* El GER es la ingesta dietética de energía promediada que se estima para
mantener el balance energético en un adulto sano de una edad, sexo, peso,
talla y nivel de actividad física determinados de forma coherente con su
buen estado de salud. En niños y mujeres embarazadas o durante
la lactancia, el GER abarca las necesidades asociadas con el depósito en los
tejidos o con la secreción de leche a tasas coherentes con un buen estado de
salud.
†
El NAF es el nivel de actividad física correspondiente al cociente del gasto
energético total y el gasto energético basal.
‡ El GET es la suma del gasto energético en reposo, la energía gastada en la
actividad física y el efecto termógeno de los alimentos.
§ El IMC se calcula mediante la división del peso (en kilogramos) por la altura al
cuadrado (en metros).
Las NEE incorporan la edad, el peso, la altura, el sexo y el nivel de
actividad física de personas de edad igual o mayor de 3 años. Aunque
algunas variables, como la edad, el sexo y el tipo de alimentación
(leche materna o artificial) pueden incidir en el GET en los lactantes y
los niños pequeños, se ha determinado que el peso constituye el único
factor pronóstico de las necesidades de GET (IOM, 2002; 2005).
Además de estas necesidades, los lactantes, los niños pequeños y los
individuos de 3 a 18 años de edad precisan calorías adicionales para
propiciar el depósito de los tejidos necesarios para el crecimiento, al
igual que las mujeres gestantes y lactantes. En consecuencia, las NEE
en estos subgrupos equivalen a la suma del GET y las necesidades
calóricas derivadas del depósito tisular.
Las ecuaciones de predicción incluyen un coeficiente de actividad
física (AF) para todos los grupos, salvo los lactantes y los niños
pequeños (v. cuadro 2-1). Los coeficientes de AF se corresponden con
cuatro categorías de estilo de vida relacionado con el nivel de
actividad física (NAF): sedentario, poco activo, activo y muy activo.
Dado que el NAF es el cociente entre el GET y el GEB, o energía que
se consume en las actividades de la vida diaria, la categoría sedentario
tiene un intervalo de NAF de 1 a 1,39. Las categorías por encima de
sedentario se definen con arreglo a la energía que consume un adulto
que camina a una velocidad establecida (tabla 2-2). Los equivalentes
de la marcha que corresponden a cada categoría de NAF para un
adulto de peso medio que camina a 5-6,5 km/h son 3,2, 11,3 y 27,4 km
diarios, para las categorías poco activo, activo o muy activo (IOM,
2002; 2005). Todas las ecuaciones constituyen solamente estimaciones
y las variaciones individuales puede ser amplias e inesperadas
(O’Riordan et al., 2010).
Tabla 2-2
Categorías de nivel de actividad física y equivalencia de paseo*
Categoría de NAF Valores de NAF Equivalencia de paseo (km/día a 5-6,5 km/h)
Sedentario
1-1,39
Poco activo
1,4-1,59
2,4, 3,5, 4,6 para NAF = 1,5
Activo
1,6-1,89
4,8, 7, 9,2 para NAF = 1,6
8,5, 11,7, 15,8 para NAF = 1,75
Muy activo
1,9-2,5
12, 16,5, 22,4 para NAF = 1,9
19,7, 26,7, 36 para NAF = 2,2
27,2, 36,8, 49,6 para NAF = 2,5
Tomado de Institute of Medicine, The National Academies: Dietary reference
intakes for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein, and
amino acids, Washington, DC, 2002/2005, The National Academies Press.
NAF, nivel de actividad física.
*
Además de la energía consumida en todas las actividades generalmente no
programadas que forman parte de la vida diaria normal. Los valores inferior, medio
y superior del número de km/día se aplican a sujetos de peso relativamente alto
(120 kg), medio (70 kg) y ligero (44 kg), respectivamente.
Estimación de la energía consumida en la
actividad física
Se puede estimar el gasto energético durante la actividad física
mediante el método detallado en el apéndice 20, que representa la
energía consumida durante las actividades diarias y utiliza como
variables el peso corporal y la duración de cada actividad, o bien la
información recogida en la figura 2-3, que representa la energía
consumida por adultos durante distintas intensidades de actividad
física, energía que se expresa en forma de equivalentes metabólicos
(MET) (IOM, 2002; 2005).
Estimación del consumo de energía de
actividades seleccionadas utilizando equivalentes
metabólicos
Los MET son unidades de medida que corresponden a la tasa
metabólica de un sujeto durante actividades físicas seleccionadas de
intensidad variable y se expresan en forma de múltiplos del GER. Un
valor MET de 1 es el oxígeno metabolizado en reposo (3,5 ml de
oxígeno por kg de peso corporal por min en el adulto) y se puede
mostrar como 1 kcal por kilogramo de peso corporal por hora. Por lo
tanto, el gasto energético en el adulto se puede estimar a partir de los
valores MET (1 MET = 1 kcal/kg/h). Por ejemplo, un adulto que pese
65 kg y camine de manera moderada a una velocidad de 6,5 km/h
(correspondiente a un valor MET de 4,5) gastaría 293 calorías en 1 h
(4,5 kcal × 65 kg × 1 = 293) (tabla 2-3).
Tabla 2-3
Intensidad y efecto de diversas actividades en el nivel de
actividad física en adultos*
Actividad física
MET† ∆ NAF/10 min‡ ∆ NAF/h‡
Actividades diarias
Estar tumbado tranquilo
1
0
0
Conducir un coche
1
0
0
Actividad ligera sentado
1,5
0,005
0,03
Regar plantas
2,5
0,014
0,09
Pasear al perro
3
0,019
0,11
Pasar la aspiradora
3,5
0,024
0,14
Realizar tareas domésticas (esfuerzo moderado) 3,5
0,024
0,14
Jardinería (sin levantar peso)
4,4
0,032
0,19
Segar el césped (cortadora motorizada)
4,5
0,033
0,2
Pasear (3 km/h)
2,5
0,014
0,09
Practicar piragüismo (por placer)
2,5
0,014
0,09
Actividades de ocio: ligeras
Jugar al golf (con carro)
2,5
0,014
0,09
Bailar (bailes de salón)
2,9
0,018
0,11
Pasear (5 km/h)
3,3
0,022
0,13
Practicar ciclismo (por placer)
3,5
0,024
0,14
Practicar ejercicios gimnásticos (sin pesas)
4
0,029
0,17
Pasear (6,5 km/h)
4,5
0,033
0,2
Cortar madera
4,9
0,037
0,22
Jugar al tenis (dobles)
5
0,038
0,23
Patinar sobre hielo
5,5
0,043
0,26
Hacer ciclismo (moderado)
5,7
0,045
0,27
Esquiar (montaña abajo o en el agua)
6,8
0,055
0,33
Nadar
7
0,057
0,34
Subir montañas (con carga de 5 kg)
7,4
0,061
0,37
Pasear (8 km/h)
8
0,067
0,4
Correr (6,25 min/km)
10,2
0,088
0,53
Saltar a la comba
12
0,105
0,63
Actividades de ocio: moderadas
Actividades de ocio: vigorosas
Modificado de Institute of Medicine of The National Academies: Dietary reference
intakes for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, protein, and amino acids,
Washington, DC, 2002, The National Academies Press.
MET, equivalentes metabólicos; NAF, nivel de actividad física.
*
El NAF es el nivel de actividad física, que es el cociente del gasto energético
total respecto al gasto energético basal.
†
Los MET son múltiplos de la captación de oxígeno en reposo de un sujeto,
definidos como una velocidad de consumo de oxígeno (O2) de 3,5 ml de
O2/min/kg de peso corporal en adultos.
‡
El ∆ NAF es el cálculo efectuado para incorporar el efecto diferido de la actividad
física en el exceso del consumo de oxígeno postejercicio y la disipación de una
fracción de la energía de los alimentos consumidos mediante el efecto térmico de
los alimentos.
Para estimar las necesidades energéticas de una persona por medio
de las ecuaciones de NEE del Institute of Medicine, es preciso
identificar un valor del NAF de ese sujeto. El valor del NAF de un
individuo puede verse influido por las distintas actividades que
realiza a lo largo del día, lo que recibe el nombre de cambio del nivel
de actividad física (∆ NAF). El ∆ NAF se determina mediante la
suma de los ∆ NAF de cada una de las actividades realizadas durante
1 día a partir de las tablas de la IDR (IOM, 2002; 2005). Para calcular
el valor del NAF de 1 día, se toma la suma de las actividades y se
añade el GEB (1) más el 10% para tener presente el ETA (1 + 0,1 = 1,1).
Por ejemplo, para calcular el valor del NAF de una mujer adulta, se
tomará la suma de los valores ∆ NAF para actividades de la vida
diaria, como pasear al perro (0,11) y pasar la aspiradora (0,14) durante
1 h cada una, estar sentado durante 4 h realizando una actividad
ligera (0,12) y, a continuación, practicar actividades moderadas o
vigorosas, como caminar durante 1 h a 6,5 km/h (0,2) y patinar sobre
hielo durante 30 min (0,13) para un total de 0,7. A ese valor se añadirá
el GEB ajustado con el 10% correspondiente al ETA (1,1) para obtener
la cifra final:
El valor del NAF de esta mujer (1,8) se encuentra dentro de un estilo
de vida activo. El coeficiente de AF correspondiente a un estilo de
vida activo en esta mujer es de 1,27.
Para calcular las NEE de esta mujer adulta de 30 años, se utilizará la
ecuación de las NEE para mujeres de edad igual o mayor de 19 años
(IMC 18,5-25 kg/m2); véase el cuadro 2-1. La siguiente ecuación estima
las NEE para una mujer activa de 30 años con 65 kg de peso, 1,77 m de
altura y un coeficiente de AF de 1,27:
Actividad física en niños
Se puede determinar la energía consumida en el transcurso de
diversas actividades, así como su intensidad e influencia, tanto en
niños como en adolescentes (v. cuadro 2-1).
Cálculo de la energía de los alimentos
La energía total disponible en un alimento se mide con un calorímetro
de bomba. Este dispositivo se compone de un contenedor cerrado en
el que se quema una muestra de alimento pesada, prendida con una
chispa eléctrica, en una atmósfera oxigenada. El contenedor está
sumergido en un volumen conocido de agua y la energía calórica
generada se calcula en función del aumento de la temperatura del
agua después de quemar el alimento.
No toda la energía de los alimentos y el alcohol está disponible para
las células del cuerpo, ya que los procesos de digestión y absorción no
son completamente eficientes. Por otra parte, la porción nitrogenada
de los aminoácidos no se oxida, sino que se excreta en forma de urea.
En consecuencia, la energía biológica disponible en los alimentos y el
alcohol se expresa en valores redondeados ligeramente por debajo de
los obtenidos con el calorímetro. Los valores correspondientes a
proteínas, lípidos, hidratos de carbono y alcohol (fig. 2-4) son 4, 9, 4 y
7 kcal/g, respectivamente. La fibra se considera un «hidrato de
carbono no disponible» resistente a la digestión y la absorción; su
aporte energético es mínimo.
FIGURA 2-4 Valor calórico de los alimentos.
Aunque se conoce con precisión el valor calórico de cada nutriente,
solamente algunos alimentos, como los aceites y los azúcares, se
componen de un único nutriente. Más a menudo, los alimentos
contienen una mezcla de proteínas, lípidos e hidratos de carbono. Por
ejemplo, el valor calórico de un huevo mediano (50 g), calculado en
términos de peso, proviene de las proteínas (13%), los lípidos (12%) y
los hidratos de carbono (1%), del siguiente modo:
El valor calórico de las bebidas alcohólicas se determina por medio
de la siguiente ecuación:
La graduación es la proporción de alcohol respecto al agua u otros
líquidos en una bebida alcohólica. La convención en EE. UU. define
que 100 graduaciones son equivalentes al 50% de alcohol etílico en
volumen. Para determinar el porcentaje de alcohol etílico en una
bebida, se divide por 2 el valor de graduación. Por ejemplo, el whisky
de graduación 86 contiene 43% de alcohol etílico. La última parte de la
ecuación –0,8 kcal/graduación/30 ml– es el factor que representa la
densidad calórica del alcohol (7 kcal/g) y el hecho de que no todo el
alcohol del licor está disponible como energía. Por ejemplo, el número
de kilocalorías en 44,25 ml de whisky de graduación 86 se
determinaría del siguiente modo:
Véase el apéndice 32 para el contenido calórico de las bebidas
alcohólicas.
Los valores energéticos de los alimentos basados en análisis
químicos pueden obtenerse en la página Web del U.S. Department of
Agriculture (USDA) Nutrient Data Laboratory o bien de Bowes and
Church’s Food Values of Portions Commonly Used (Pennington y
Spungen, 2009).
Asimismo, se han desarrollado numerosos programas informáticos
que han adoptado la base de datos de nutrientes del USDA como
referencia estándar, así como diversas páginas web que pueden
utilizarse. Véase el capítulo 4.
Las recomendaciones sobre porcentajes de macronutrientes varían
dependiendo del objetivo del paciente y de cualquier proceso
patológico subyacente o sobrevenido. Esto se estudia en otros
capítulos.
Páginas útiles en Internet
The Academy of Nutrition and Dietetics: Evidence Analysis
Library
www.andevidencelibrary.com
American Society for Parenteral and Enteral Nutrition
www.nutritioncare.org/
Food Prodigy
www.esha.com/foodprodigy
National Academy Press—Publisher of Institute of Medicine DRIs
for Energy
www.fnic.nal.usda.gov/dietary-guidance/dietary-referenceintakes/dri-reports
My Fitness Pal
www.myfitnesspal.com/
MyPlate Tracker
www.chooseMyPlate.gov/tracker
U.S. Department of Agriculture Food Composition Tables
www.ars.usda.gov/main/site_main.htm?modecode512-35-45-00
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3
Inflamación y fisiopatología de
las enfermedades crónicas
Diana Noland, MPH, RD, CCN, LD
TÉRMINOS CLAVE
ácido lipoico
adipocinas
alostasis
antecedentes
autofagia
biología de sistemas
carencias de nutrientes de latencia larga
carga inflamatoria total
cascada de los eicosanoides
ciclooxigenasa (COX)
citocinas
citocromo P450 (CYP450)
coenzima Q10
condicionalmente esenciales
continuum de salud
curcumina
δ-6 desaturasa
desencadenantes
enfermedad latente
enfermedades autoinmunitarias
enteroinmunología
especies reactivas del oxígeno (ROS)
glutatión
hiperinsulinemia
historia del paciente
individualidad bioquímica
inflamación
inflamación prolongada
interleucina 6 (IL-6)
leucotrienos
lipooxigenasas (LOX)
mediadores
mediadores prorresolución especializados (SPM)
moléculas «desconocidas en la naturaleza»
patogenia de las enfermedades
principio de asociación de nutrientes
prostaglandinas
proteína C reactiva de alta sensibilidad (CRP-hs)
quercetina
resolvinas
sarcopenia
síndrome metabólico
tejido adiposo visceral (TAV)
teoría de la priorización
TNF-α
transición nutricional
velocidad de sedimentación
viscosidad de los líquidos corporales
xenobióticos
Epidemia de enfermedades crónicas
Ahora que conocemos mejor los componentes bioquímicos y
secundarios al estilo de vida de las enfermedades crónicas nos
enfrentamos al reto de cómo cambiar nuestras dietas y hábitos, la
industria alimentaria, la industria agrícola, el clima político y un tipo de
cultura.
Sydney Baker, MD, 2009
Las enfermedades crónicas del siglo xxi constituyen un fenómeno
reciente en la historia de la humanidad (Murray et al., 2012; UN, 2011;
Organización Mundial de la Salud [OMS], 2011; Yach, 2004).
Comenzaron a reconocerse a partir de la Segunda Guerra Mundial, al
mismo tiempo que se produjo la significativa transición nutricional,
primero en los países industrializados y después en el resto del
mundo. La transición nutricional engloba las tecnologías que permiten
la síntesis de moléculas «desconocidas en la naturaleza» (Bland,
1998, 2007), un rápido aumento de la exposición a toxinas
ambientales y una disminución de la actividad física. Nuevos patrones
de comportamiento han dado lugar a que se cocine menos en las casas
y aumente el consumo de platos precocinados y las comidas fuera de
casa. Todos estos cambios han venido acompañados por un mayor
uso de alimentos procesados, menos densos en nutrientes, una menor
ingesta de frutas y verduras completas, y un aumento del consumo de
azúcar y alimentos ricos en azúcar. Estos componentes de la transición
nutricional no parecen haber sido beneficiosos para los seres
humanos, ya que sus efectos están incrementando con rapidez en todo
el mundo el riesgo de sobrepeso y obesidad, además de dar lugar a
niveles epidémicos de enfermedades crónicas a edades más precoces
(Hruby y Hu, 2014; Olshansky, 2005) (v. cuadro Nuevas orientaciones:
¿Son las enfermedades crónicas una epidemia?»).
Nuevas orientaciones
¿Son las enfermedades crónicas una epidemia?
• Si la tendencia actual se mantiene, uno de cada tres adultos
estadounidenses sufrirá diabetes en 2050 (CDC, 2011).
• El 70% de las muertes se deben en EE. UU. a enfermedades
crónicas (CDC, 2015).
• Las tasas mundiales de cáncer podrían aumentar en un 70% entre
2015 y 2035 (OMS, 2015).
• Dos de cada tres adultos de EE. UU. tienen sobrepeso u obesidad.
• Un tercio de las muertes por cáncer se deben a los cinco
principales riesgos conductuales y dietéticos (OMS, 2015).
• Es probable que los estadounidenses más jóvenes vayan a
presentar una mortalidad más elevada a lo largo de su vida que
las generaciones previas (debido a la obesidad) (Olshansky, 2005).
• Los tres factores de riesgo más evitables son la dieta poco
saludable, el tabaco y la inactividad física (CDC, 2014).
A pesar de que EE. UU. gasta más en atención sanitaria que
cualquier otro país, según un informe de los Centers for Disease
Control and Prevention (CDC), el 86% del dinero dedicado a la salud
en EE. UU. se gasta en el tratamiento de enfermedades crónicas
(CDC, 2015). Con el aumento de la esperanza de vida, el número de
años que se viven con discapacidades ha aumentado. La creciente
incidencia de las enfermedades crónicas ha impulsado a la población
civil y a los sistemas sanitarios gubernamentales a buscar nuevas
estrategias frente a este reto casi universal.
El esfuerzo global para mejorar nuestro conocimiento del fenómeno
de las enfermedades crónicas ha puesto de manifiesto que estas
enfermedades presentan períodos de incubación prolongados (años o
décadas) y que, por tanto, puede que no sean observables durante sus
fases iniciales y pueden estar presentes en personas aparentemente
sanas. Es necesario, por todo ello, centrarse en la prevención a través
de la detección precoz de signos, síntomas y biomarcadores que
previamente se consideraban irrelevantes, con el fin de intentar
revertir la enfermedad antes de que se convierta en una afección
grave. El nuevo fenotipo «gordo, cansado y dolorido» combinado con
distintos padecimientos describe muy bien muchas enfermedades
crónicas favorecidas por «malos hábitos» evitables. El genotipo, o
naturaleza genética, de una persona puede aumentar su propensión a
ciertas enfermedades crónicas, pero su modo de vida –lo que cada uno
come y piensa, y dónde vive– puede ser la principal causa de estas
enfermedades crónicas por «malos hábitos» (CDC, 2015; Elwood et
al., 2013).
Conceptos de fisiopatología de las
enfermedades crónicas
Conocer los siguientes conceptos básicos es fundamental para
entender las características recién identificadas de la fisiopatología de
las enfermedades crónicas: biología de sistemas, alostasis, autofagia,
continuum de salud, patogenia de las enfermedades, carencias de
nutrientes de larga latencia y principio de asociación de nutrientes.
Biología de sistemas
El paradigma emergente de la biología de sistemas (Aderem et al.,
2011; Potthast, 2009) sienta las bases para conocer mejor las
enfermedades crónicas. La biología de sistemas trata de ver a la
persona completa, su organismo completo y todos sus sistemas
trabajando juntos de forma interdependiente. Proporciona un modelo
de trabajo para evaluar y hacer un seguimiento de la persona
completa. Las enfermedades crónicas son complejas y nunca afectan
solo a un órgano o sistema. Involucran a sistemas fisiológicos que
afectan a todo el organismo. Los miembros del equipo sanitario
pueden identificar mejor las prioridades metabólicas de un individuo
a través de un examen sistemático de sus trastornos fisiológicos, que
incluya cuerpo, mente y espíritu.
La asistencia sanitaria mundial tiende cada vez más hacia la
biología de sistemas y la medicina personalizada. El bromatólogo
certificado (BC), como miembro del equipo sanitario, juega un papel
creciente para mejorar el estado nutricional de cada individuo
mediante modificaciones dietéticas y de hábitos dentro del abordaje
fundamental de las enfermedades crónicas.
Alostasis
Se trata de una situación de estabilidad metabólica con ajustes ante
influencias y presiones externas mediante cambios fisiológicos. La
alostasis se establece incluso bajo procesos inflamatorios, pero no
siempre logra una función óptima. El mantenimiento de cambios
alostáticos a lo largo de períodos prolongados puede provocar
desgaste del sistema y del organismo. La inflamación puede ponerse
en marcha para lograr la adaptación tisular, pero puede entrañar
daños colaterales. La inflamación reviste especial importancia en la
obesidad y sus efectos adversos sobre la salud, como la diabetes de
tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. La inflamación
sistémica leve consiguiente desencadena multitud de procesos
patológicos que se autoperpetúan, como resistencia a la insulina,
disfunción endotelial y activación de vías oncógenas (Baffy y
Loscalzo, 2014).
En la práctica clínica el reto para el nutricionista es evaluar el
metabolismo y los niveles de inflamación a nivel celular-molecular de
forma indirecta a través del uso de tecnologías de laboratorio y del
descubrimiento de marcadores bioquímicos. Por ejemplo, el
biomarcador proteína C reactiva de alta sensibilidad (CRP-hs) ha
demostrado ser el mejor predictor univariante del riesgo de episodios
cardiovasculares agudos (Ridker, 2000). Se trata de un marcador
sistémico de inflamación que se relaciona habitualmente con infección
bacteriana, traumatismos y actividad neoplásica, con expresión aguda
y crónica. Hay muchas pruebas de que la grasa omega 3 EPA del
aceite de pescado tiene un potente efecto antiinflamatorio y suprime la
CRP-hs. Su determinación muestra si los nutrientes están equilibrados
y favorecen un microambiente alostático adecuado, o si existen
desequilibrios que deben ser identificados y corregidos (Baffy y
Loscalzo, 2014).
Autofagia
La autofagia da lugar a la degradación lisosómica de orgánulos,
proteínas desplegadas o material extraño extracelular. Se trata de un
mecanismo de supervivencia necesario para el mantenimiento de la
homeostasis celular en caso de infección, lesión mitocondrial o
agresión al retículo endotelial. Se ha demostrado que las anomalías de
la autofagia provocan inflamación patológica (Abraham y
Medzhitov, 2011; Prado et al., 2014).
Continuum de salud
La salud es un continuum desde el nacimiento hasta la muerte. «La
salud es el ajuste continuado y perfecto del organismo a su entorno»
(Wyle, 1970). El tratamiento de las enfermedades crónicas de un
individuo debe tener en cuenta la historia de este continuum de salud
para determinar qué factores están relacionados con el estado de salud
actual. Al realizar la historia clínica del paciente durante su
evaluación, los profesionales clínicos deben tener en cuenta los hechos
relevantes a lo largo de toda la vida para tener una perspectiva
general de continuum de salud (v. fig. 7-9).
Patogenia de las enfermedades
Los desencadenantes, antecedentes y mediadores son factores clave de
la patogenia de las enfermedades que subyace bajo los signos y
síntomas del paciente, las conductas patológicas y la patología
demostrable. Los desencadenantes son entidades o episodios
concretos que provocan la enfermedad o sus síntomas. Generalmente
son insuficientes para el desarrollo de la enfermedad; la respuesta del
huésped es un componente fundamental (Jones, 2005). Los
antecedentes son aspectos congénitos o del desarrollo del individuo
entre los cuales se encuentran el género, la historia médica familiar y
la genómica. Actúan sentando la base para la respuesta del organismo
al desencadenante. Los mediadores son intermediarios que
constituyen los impulsores fundamentales de las enfermedades; son
bioquímicos (Di Gennaro, 2012) pero pueden verse influenciados por
factores psicosociales como el tabaquismo o el estrés (Avitsur
et al., 2015; v. fig. 7-9).
Carencias de nutrientes de latencia larga
Las carencias de nutrientes de latencia larga (es decir, niveles
subclínicos [por debajo del nivel óptimo] o carencias de nutrientes
debidas a ingesta deficiente crónica y al genotipo) contribuyen con el
tiempo al desarrollo de enfermedades crónicas. Es necesario incluir
nuevas herramientas en la práctica de la nutriología para ir más allá
de la simple detección de carencias clínicamente evidentes
(Heaney, 2012). Deben identificarse nuevos biomarcadores,
generalmente bioquímicos y fenotípicos, que permitan detectar
precozmente enfermedades crónicas y que tengan base científica.
Las carencias de nutrientes definidas a comienzos del siglo xx son el
resultado final de determinadas enfermedades de referencia. Un
ejemplo de ello es el descubrimiento de que la carencia de vitamina C
causaba el escorbuto en los marineros británicos. El escorbuto provoca
síntomas clínicos visibles y la muerte tras unos meses de falta de
ingesta de vitamina C. Por el contrario, un descubrimiento más
reciente es que años de carencia subclínica de vitamina C (sin los
síntomas clásicos del escorbuto) pueden provocar una forma menos
reconocible de progresión del escorbuto con afectación de las encías
(periodontitis) (Alagl y Bhat, 2015; Japatti et al., 2013; Popovich et al.,
2009). Muchas otras funciones de la vitamina C resultan
comprometidas a causa de esta carencia «subclínica» (v. fig. 7-2).
Principio de asociación de nutrientes
El equilibrio de nutrientes es la base de la ciencia de la nutrición, y
este concepto se está ampliando con el principio de que, además del
necesario equilibrio entre todos los macronutrientes, existen
asociaciones de nutrientes conocidas que están implicadas en el estado
de nutrición y de inflamación de un individuo. Un ejemplo de la
aplicación del principio de asociación de nutrientes es la
recomendación habitual de que los adultos tomen los suplementos de
calcio junto con vitamina D. Otro ejemplo lo constituyen el calcio y el
magnesio. Durante muchos años no se hizo ningún intento de evaluar
rutinariamente la ingesta de magnesio de los individuos, a pesar de
que los estudios NHANES demostraron que entre el 70 y el 80% de la
población estadounidense mantiene una ingesta de magnesio por
debajo de la CDR de magnesio. Tras el reciente reconocimiento de esta
asociación calcio-magnesio, muchos suplementos de calcio han
empezado a contener magnesio en una proporción de Ca:Mg de 2:1 o
1:1, y las recomendaciones nutricionales incluyen el consumo de más
verduras y hortalizas que contengan magnesio y calcio. El principio
de que los nutrientes y los sistemas metabólicos tienen relaciones
sinérgicas se ilustra en el cuadro 3-1.
Cuadr o 3-1
Principios de nutrientes
y sistemas asociados
Nutrientes asociados
• Calcio-cinc-cobre
• GLA/DGLA omega 6-ácido araquidónico-EPA/DHA omega 3
• Cloruro sódico-potasio-calcio
• Complejo B (B1-B2-B3-B5-B6-B9 [folato]-B12-biotina-colina)
• Antioxidantes-especies reactivas del oxígeno (ROS)
• Albúmina-globulina
Sistemas asociados y ritmos
• Sistema nervioso autónomo: simpático-parasimpático
• Ritmo circadiano: ritmo equilibrado en 24 h
• Equilibrio acidobásico
• Microbioma: oral, nasal, cutáneo, pulmonar, vaginal, digestivo
• Hormonas-bioquímica
• Cortisol-insulina-glucosa
• Estrógenos-progesterona-testosterona
• T4-T3 (formas total y libre)
• Eje HHTS (hipocampo-hipófisis-tiroides-suprarrenal)
Teoría de la priorización
La teoría de la priorización afirma que «durante épocas de escasez
dietética los nutrientes se emplean preferentemente en funciones
importantes para la supervivencia». De ella se deduce que algunos
tejidos pueden faltar durante épocas de carencia. Esto puede
convertirse en algo crónico en personas con una dieta inadecuada
semana tras semana, mes tras mes, año tras año (Ames 2010; McCann
y Ames, 2011). En resumen (Heaney, 2014; Maggio, 2014):
• La mayoría de los tejidos necesitan la mayoría de los nutrientes.
• La ingesta inadecuada de la mayoría de los nutrientes altera la
función de la mayoría de los sistemas del organismo.
• Las enfermedades carenciales clásicas se producen solo con
carencias extremas (v. fig. 7-2).
• El papel del estado nutricional como factor clave para un
envejecimiento satisfactorio es bien conocido (McCann y
Ames, 2011).
• La nutrición «adecuada» de los adultos puede conceptualizarse
mejor como mantenimiento preventivo.
Inflamación: denominador común de
las enfermedades crónicas
La inflamación es la reacción sana y natural del sistema inmunitario
en respuesta a una lesión o infección, o a escenarios de huida o lucha.
El cuadro 3-2 presenta una descripción clásica de la inflamación.
Cuadr o 3-2
Los cinco signos clásicos de
inflamación, descritos y documentados por
primera vez por Aulo Cornelio Celso (ca.
25-50 a. de C.), médico y enciclopedista
romano
• Dolor
• Calor
• Rubor («enrojecimiento»)
• Tumor («tumefacción»)
• Functio laesa («funcionamiento alterado o perdido»)
La respuesta del sistema inmunitario frente al estrés fisiológico y
metabólico es producir moléculas proinflamatorias como adipocinas y
citocinas, moléculas de señalización celular que facilitan la
comunicación intercelular y estimulan el movimiento de las células
hacia áreas de inflamación en situaciones de infección o herida. Estas
respuestas del sistema inmunitario y la inflamación resultante están
íntimamente relacionadas.
La inflamación es la respuesta biológica compleja del tejido vascular
ante estímulos nocivos como patógenos, células dañadas o irritantes,
y consta de una respuesta vascular y otra celular. La inflamación es el
intento protector de eliminar los estímulos nocivos e iniciar el proceso
de curación y restablecer la estructura y el funcionamiento normales.
La inflamación puede ser local o sistémica. También puede ser aguda
o crónica.
Undurti N. Das, MD
Molecular Basis of Health and Disease (2011)
En condiciones óptimas, la función del sistema inmunitario es
mantener el organismo sano, poniendo en marcha la respuesta
inflamatoria adecuada frente a influencias ambientales, como una
infección pasajera o una herida leve, y volviendo después al
organismo al estado de alerta defensiva. Esta función exige que el
organismo sea capaz de reconocer lo «propio» y lo «extraño». Cuando
la respuesta inmunitaria tiene éxito, el tejido vuelve a un estado de
bienestar o estabilidad metabólica descrito como alostasis. El
compromiso de muchas áreas del sistema de defensa del organismo,
como la barrera digestiva, la acidez gástrica, la piel o diversos orificios
(p. ej., ojos, oídos, nariz, pulmón, vagina, útero), hace que el
reconocimiento de lo «propio» y lo «extraño» disminuya hasta que el
organismo se haya reparado. Cuanto más tiempo dure la agresión
fisiológica, mayor deterioro de la capacidad de distinguir entre
«propio» y «extraño» (Fasano, 2012; Wu et al., 2014).
Si no se resuelve la causa subyacente, la respuesta inmunitaria
puede quedarse «atascada» en un estado de inflamación prolongada.
Cuando se mantiene en este estado durante un tiempo, el sistema
inmunitario pierde su capacidad de reconocer lo «propio» y lo
«extraño», que es una capacidad fundamental para la supervivencia y
constituye el núcleo central de la inmunología (Paul, 2010; Queen,
1998).
Inflamación prolongada
La inflamación prolongada, conocida como inflamación crónica,
inflamación mantenida o inflamación no resuelta, da lugar a una
transformación progresiva del tipo de células presentes en el lugar de
la inflamación que se caracteriza por la destrucción y la reparación
progresiva del tejido afectado por el proceso inflamatorio. Diversos
estudios indican que la inflamación prolongada tiene un papel
importante en la patogenia de las enfermedades crónicas (p. ej.,
artritis), en el cual la respuesta inmunitaria incrementa la proporción
de citocinas proinflamatorias respecto a las antiinflamatorias (Bauer
et al., 2014; Franceschi y Campisi, 2014).
Una de las características más importantes de todas las
enfermedades crónicas es el inicio y el mantenimiento de una
inflamación prolongada a lo largo de toda la vida o parte de ella,
dando lugar a una enfermedad crónica (Bauer et al., 2014). En la
cronología de la progresión de las enfermedades crónicas, la
inflamación primero es subclínica, lo que a menudo se conoce como
«inflamación asintomática». Esta inflamación gradual sigue por
debajo del umbral para el diagnóstico clínico. Se produce en el
organismo daño celular y tisular durante años antes de ser percibido.
Es como un fuego «latente» con olorcillo a humo y calor antes de dar
finalmente llama. Algunos se refieren a la enfermedad crónica inicial
como «enfermedad latente» (Noland, 2013). La inflamación de las
enfermedades crónicas se describe así:
La inflamación leve, crónica, sistémica puede definirse como la
elevación de dos a tres veces de mediadores inflamatorios
circulantes, generalmente asociada a la subdivisión innata del sistema
inmunitario. Se trata de un estado que se desarrolla con lentitud (a
diferencia de las respuestas inflamatorias agudas patológicas, frente
a la sepsis por ejemplo), y su origen suele ser difícil de identificar (a
diferencia de en las enfermedades inflamatorias crónicas como la
artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal, donde otros
síntomas permiten identificar una inflamación local mal regulada).
Esto hace difícil desarrollar estrategias terapéuticas adecuadas que
aborden al mismo tiempo la causa y el síntoma (inflamación) de forma
coordinada (Calcada et al., 2014).
Es especialmente preocupante el comienzo intrauterino de una
inflamación prolongada debido al ambiente materno inflamatorio, que
programa al feto para toda una vida de enfermedades crónicas
(Barker, 1998; Delisle, 2002; European Foundation for the Care of
Newborn Infants [EFCNI], 2015; Fisher et al., 2012; Fleisch et al.,
2012; v. capítulo 15).
Las elevaciones clínicas de biomarcadores inflamatorios, como
proteína C reactiva de alta sensibilidad (CRP-hs) (plasma), velocidad
de sedimentación, interleucina 6 (IL-6) y TNF-α, representan
marcadores sistémicos de inflamación que son exacerbados por la
resistencia a la insulina (RI) y la hiperinsulinemia (Das, 2012, 2014;
tabla 3-1). Entre las enfermedades bien caracterizadas por estos
marcadores están las cardiopatías, la diabetes, las enfermedades
autoinmunitarias y, probablemente, el cáncer y la enfermedad de
Alzheimer (Birch et al., 2014; Wu, 2013).
Tabla 3-1
Biomarcadores de inflamación prolongada
Prueba
Referencia
Asociación
Muestra sanguínea
8-hidroxi-2desoxiguanosina
< 7,6 ng/ml
Aumento de ROS ADN y proliferación celular*
Dimetilarginina
< 18 años: no
asimétrica (ADMA)
establecido
≥ 18 años: 63-137
ng/ml
Inhibidor de óxido nítrico (NO) derivado de l-arginina
(Arg)
Proteína C reactiva de
alta sensibilidad
≤ 3 mg/l
Inflamación sistémica relacionada con infección
bacteriana, traumatismo, TAV, actividad neoplásica
CA 125
0-35 U/ml
Inflamación abdominal
Cáncer ovárico
Miomas uterinos
CA 15-3/CA 27-29
< 32 U/ml
Cáncer de mama, avanzado
CA 19-9
< 55 U/ml
Cáncer pancreático
Hidrato de carbono Ag Hasta el 20% de los
Infecciones en el hígado, la vesícula biliar y el páncreas
19-9 (prueba de
cribado)
CEA
(otras muestras
también)
individuos no
expresan CA 19-9
12-100 años: 0-5 ng/ml Cáncer
Linfocito CD4
Porcentaje de CD4
Infecciones por el VIH, autoinmunidad
Recuento de CD8
Infecciones
Linfoma
Ceruloplasmina (cobre 18-46 mg/dl
fijado/reactante de
fase aguda)
Reactante de fase aguda
Cáncer (elevado)
Enfermedad de Wilson (bajo)
Síndrome de Menkes (bajo)
Eosinófilos
1-4%
Marcador inflamatorio elevado en
alergias/hipersensibilidad, helmintos, parásitos,
autoinmunidad, neoplasias
Ferritina (depósitos de
hierro)
Hombres ≥ 5 años:
24-150 ng/ml
Mujeres ≥ 5 años: 12150 ng/ml
Reactante de fase aguda
Hemocromatosis (genética)
Toxicidad por hierro
Fibrinógeno/plaquetas
150-450 mg/dl /
150.000-450.000
millones/l
Coagulación intravascular diseminada (CID)
Hepatopatías
Homocisteína (Hcy)
0-15 µmol/l
El bloqueo del metabolismo de la homocisteína
cistationina se relaciona con los cofactores B6, B12,
folato, betaína
IgA total o IgA
específica
50-350 mg/dl
Elevada en trastornos linfoproliferativos; infecciones
crónicas; autoinmunidad; enfermedad celíaca
IgE total o IgE
específica
800-1.500 mg/dl
Elevada en trastornos alérgicos inflamatorios de
respuesta inmediata; infecciones por parásitos
IgG total o IgG
específica
800-1.500 mg/dl
Marcador inflamatorio elevado en hipersensibilidad
retardada; infecciones crónicas
Interleucina 1 (IL-1)
< 3,9 pg/ml
Formación de hueso, secreción de insulina, regulación
del apetito, reducción de la fiebre, desarrollo
neuronal
Interleucina 8 (IL-8)
< 17,4 pg/ml
≤ 5 pg/ml (2014)
Neoplasia/favorece la angiogenia
Obesidad
Estrés oxidativo
Insulina (Korkmaz,
2014)
2-12 µUI/ml
Elevada en resistencia a la insulina inflamatoria
Peróxidos lípidos
< 2,6 nmol/ml
Elevación inflamatoria ante riesgo de estrés
oxidativo/triglicéridos elevados
Enzima hepática: ALT
0-35 U/l
Elevación inflamatoria en hepatopatías
Enzima hepática: AST
0-35 U/l
Elevación inflamatoria en infecciones o lesiones
hepáticas, renales, musculares
Enzimas hepáticas: Fos 30-120 U/l
Alc
Elevación inflamatoria relacionada con hígado, hueso,
placenta
Enzima hepática: GGT
0-30 U/l
Marcador inflamatorio elevado en hepatopatías,
neoplasias, toxicidad
Enzima hepática: LDH
50-150 U/l
Antígeno prostático
específico (PSA)
PSA total ≤ 4 ng/ml
% PSA libre > 25%
(calculado)
Inflamación prostática
Cáncer de próstata
Factor reumatoide (RF) Menos de 40-60 U/ml
Título menor de 1:80
(de 1 a 80)
Artritis reumatoide
Sjögren
Enfermedades autoinmunitarias
Velocidad de
sedimentación
(VSG)
Westergren
Hombre < 50 años: <
15 mm/h
Hombre > 50 años: <
20 mm/h
Mujer < 50 años: < 20
mm/h
Mujer > 50 años: < 30
mm/h
Marcador de inflamación sistémica relacionado con
autoinmunidad; infecciones virales; eritrocitos en pila
de monedas; carcinoide
Proteínas totales
60-80 g/l (6-8 g/dl)
Proteínas totales en suero
Albúmina
35-50 g/l (3,5-5 g/dl)
(semivida ∼20 días)
Reactante de fase aguda
Globulina
2,6-4,6 g/dl
Inflamación crónica, concentraciones bajas de albúmina
y otros trastornos
TH17
Interleucina 17 (IL-17)
0-1,9 pg/ml
Infecciones por hongos, bacterias y virus, trastornos
autoinmunitarios
TNF-α
1,2-15,3 pg/ml
Inflamación sistémica
Reactante de fase aguda
Alzheimer, infección, depresión, EII, cáncer
Ácido úrico
2-7 mg/dl
Antioxidante, elevado en trastornos del ciclo del urato
exacerbados por proteínas de la dieta, gota, otros
VEGF
31-86 pg/ml
Cáncer, angiogenia
Recuento de leucocitos 4,5-11 × 103/µl
(Elevado) Leucocitosis, infecciones bacterianas, anemia,
tabaquismo
(Bajo) Cáncer, radiación, infección grave
Muestra de heces
Calprotectina
2-9 años: 166 µg/g de
Enfermedad inflamatoria intestinal
heces
10-59 años: 51 µg/g de Inflamación intestinal
heces
≥ 60 años: 112 µg/g de Neoplasias
heces
Lactoferrina
Negativa
Inflamación intestinal
Elastasa pancreática I
> 200 µg/g
Función pancreática exocrina
5-hidroxiindolacetato
(5-HIAA)
1,6-10,9 µg/ml de
creatinina
Elevado por degradación inflamatoria de serotonina
p-hidroxifenil-lactato
(HPLA)
<1,45 µg/ml de
creatinina
Relación inversa con la depleción de ácido ascórbico
Orina
*
Los intervalos de normalidad pueden variar ligeramente entre distintos
laboratorios.
Estos procesos inflamatorios comparten otros mecanismos
fisiológicos, como cambios de las reservas tisulares de nutrientes, del
plasma y de la composición de ácidos grasos poliinsaturados y
antioxidantes en la membrana de los glóbulos rojos. Este síndrome
multifactorial (a menudo denominado síndrome metabólico) está
relacionado con la obesidad y, lo que es más importante, con la
resistencia a la insulina y la adiposidad central, puesta de manifiesto
por la presencia de tejido adiposo visceral (TAV). (Véanse los
capítulos 7 y 30 para más información sobre el síndrome metabólico.)
Sin embargo, la expresión de la inflamación prolongada es individual,
y no todos los individuos presentan necesariamente todas las
características antes descritas.
Para que el nutricionista incorpore los factores relacionados con la
inflamación prolongada en su valoración nutricional, es útil emplear
el concepto de carga inflamatoria total (fig. 3-1). Este concepto
engloba todos los factores de la historia clínica del paciente que
contribuyan a la inflamación que soporta esa persona.
FIGURA 3-1 Carga inflamatoria total.
Tras identificar diversos factores en la dieta, los hábitos, el medio
ambiente y la dotación genética, se observa claramente el patrón
causante del mayor riesgo inflamatorio y a partir de ahí se puede
plantear cómo intervenir con un plan de tratamiento nutricional
médico (TNM).
Antígenos
Los antígenos son una fuente de inflamación que se convierte en
crónica con la exposición crónica (v. capítulo 26). Durante la
valoración de la carga inflamatoria total de un individuo es
importante determinar la «carga antigénica». En general, se cree que
los antígenos proceden de alimentos a los que uno es alérgico o
sensible, pero también pueden provenir de cosméticos, ropas,
inhalantes, muebles, materiales de construcción de edificios y otras
sustancias del medio ambiente. Los antígenos de los alimentos causan
muchos más problemas cuando una persona ha perdido la integridad
de la barrera intestinal y sufre una situación de permeabilidad
intestinal, a veces conocida como «intestino con fugas» (Fasano, 2012).
En esta situación pueden acceder al microambiente interno moléculas
de mayor tamaño, poniendo en marcha una cascada de respuestas
inmunitarias (v. capítulos 26 y 28).
Genómica
Durante una valoración el profesional que estudia al paciente recoge
pruebas genómicas predictivas, antecedentes familiares y
antecedentes personales. Esta información ayuda a tener una foto fija
de la individualidad bioquímica (Williams, 1956), que influye sobre
la respuesta a la inflamación. Desde que se completó el Proyecto
Genoma Humano (2003), el rápido desarrollo de pruebas genómicas
con aplicación clínica ha aumentado mucho las herramientas del
nutricionista. La nutrigenómica, la nutrigenética y la epigenética son
nuevos campos de estudio sobre las formas en las cuales el individuo
interacciona metabólicamente con el medio ambiente (Dick, 2015; v.
capítulo 5).
Composición corporal
Las enfermedades crónicas se relacionan directamente con el aumento
de la grasa corporal favorecido por la inactividad física, una dieta
incorrecta, falta de sueño reparador y estrés inmunitario, todo lo cual
provoca un aumento de la inflamación. La distribución de la grasa es
tan importante como el porcentaje total. La adiposidad central es, a
cualquier edad, la más negativa para la salud. Se ha descubierto que el
tejido adiposo visceral (TAV) tiene funciones endocrinas, al secretar
varias adipocinas inflamatorias conocidas, como resistina, leptina y
adiponectina, y factor de necrosis tumoral α (TNF-α), que
contribuyen, todos ellos, a la carga inflamatoria sistémica total
(Hughes-Austin et al., 2014). Se produce sarcopenia por pérdida de
masa corporal magra a consecuencia de la carga inflamatoria crónica,
y se agrava por la disminución de la actividad física. Generalmente, la
sarcopenia se acompaña de un aumento del porcentaje de grasa
corporal, especialmente de la depositada en el TAV, con aumento
progresivo de la circunferencia de la cintura.
La composición corporal se puede determinar (v. capítulo 7) y, si se
observa que las cantidades de masa magra (MM) y masa grasa (MG)
son anormales, se puede considerar como un marcador fundamental
para vigilar la evolución de la inflamación prolongada (Biolo et al.,
2015; Juby, 2014; Stenholm et al., 2008).
La obesidad se sitúa hoy día en la intersección entre los trastornos
inflamatorios y metabólicos que provocan una aberración de la
actividad inmunitaria y que aumentan el riesgo de diabetes,
ateroesclerosis, hígado graso e inflamación pulmonar, para nombrar
solo unos pocos.
Khan et al., 2014a
Además de valorar a quienes tienen sobrepeso, obesidad y TAV, es
importante valorar a los individuos con IMC normal o bajo. Sin
embargo, los fenotipos de la composición corporal no pueden
determinarse basándose solo en el IMC (Roubenoff, 2004). Véase el
capítulo 7 para más información sobre la valoración de la composición
corporal (v. cuadro Perspectiva clínica: Obesidad sarcopénica).
Trastorno de la regulación de la energía
Otro sistema fisiológico implicado en la inflamación es el compromiso
de la producción mitocondrial de trifosfato de adenosina (ATP)
(Cherry y Piantadosi, 2015). La valoración de la función mitocondrial
se centra en su estructura y su función, al considerar nutrientes como
la coenzima Q10 y el ácido α-lipoico (producido también por el
organismo) y sus efectos protectores frente al estrés oxidativo. La
neutralización de la inflamación prolongada sistémica genera un
microambiente más saludable para la función mitocondrial y la
producción de energía.
Las enfermedades o trastornos mitocondriales constituyen un
problema de producción de energía. Casi todas las células del
organismo poseen mitocondrias, que son minúsculas «centrales
energéticas» que producen la energía necesaria para el organismo. La
presencia de una enfermedad mitocondrial significa que las centrales
energéticas de las células no funcionan adecuadamente. Cuando esto
sucede, algunas funciones del organismo no se producen con
normalidad. Es como si el organismo sufriera un corte de energía: los
efectos pueden variar, desde una «bajada de tensión» hasta un
«apagón total».
Las proporciones de hidratos de carbono, grasas y proteínas afectan
a la función mitocondrial, sobre todo a través de la regulación de
glucosa e insulina. Durante cada valoración, la determinación de las
proporciones más favorables de macronutrientes y de las necesidades
de nutrientes de cada individuo permite diseñar las intervenciones
más eficaces para restablecer la salud mitocondrial y el bienestar
general. El síntoma «astenia» constituye la expresión fenotípica más
frecuente
de
los
trastornos
mitocondriales
(http://mitochondrialdiseases.org/mitochondrial-disease/,
2013.
Acceso 02-07-15) (v. cuadro Nuevas orientaciones: Envejecimiento de
origen inflamatorio).
Perspectiva clínica
Obesidad sarcopénica
En esta figura, la composición corporal se representa por un
espectro de IMEA e IMG (bajo o alto). A partir del modelo de
Baumgartner (Waters y Baumgartner, 2011), estos fenotipos pueden
representarse como sigue:
AB-MA = adiposidad baja con masa muscular elevada (individuos
con IMG bajo e IMEA elevado)
AA-MA = adiposidad alta con masa muscular alta (individuos con
IMG alto e IMEA alto)
AB-MB = adiposidad baja con masa muscular baja (individuos con
IMEA e IMG bajos)
AA-MB = adiposidad alta con masa muscular baja (individuos con
IMG alto e IMEA bajo)
Los individuos AA-MB serían los menos sanos
Los límites se definieron según los siguientes deciles:
AB-MA (IMEA: 50-100; IMG: 0-49,99)
AA-MA (IMEA: 50-100; IMG: 50-100)
AB-MB (IMEA: 0-49,99; IMG: 0-49,99)
AA-MB (IMEA: 0-49,99; IMG: 50-100)
IMEA, índice de masa magra esquelética apendicular; IMG,
índice de masa grasa
A population-based approach to define body-composition phenotypes Carla MM Prado et.
al: Am J Clin Nutr, 99:1369, 2014.
Nuevas orientaciones
Envejecimiento de origen inflamatorio
El envejecimiento es un fenómeno complejo y ubicuo que se debe a
procesos ambientales, estocásticos, genéticos y epigenéticos que
actúan sobre tipos distintos de células y tejidos, y a sus
interacciones a lo largo de la vida. Un rasgo constante de los tejidos
que envejecen y de la mayor parte de las enfermedades
relacionadas con la edad, si no de todas, es la inflamación crónica.
El término «envejecimiento de origen inflamatorio» describe la
inflamación leve crónica y sistémica que aparece con el
envejecimiento, en ausencia de infección clínica (inflamación
«estéril») y constituye un factor de riesgo muy significativo de
morbilidad y mortalidad en los ancianos (Franceschi y
Campisi, 2014).
Microbioma
Después del Proyecto Genoma Humano, los National Institutes of
Health (NIH) pusieron en marcha estudios para la identificación y
caracterización genómica de los microorganismos asociados con los
seres humanos sanos y enfermos. Los hallazgos más interesantes
proceden de cinco áreas del organismo (boca, piel, vagina, tubo
digestivo y nariz/pulmón) y revelan información que supera las
expectativas. El número total de genes del microbioma humano
supera en diez veces al genoma humano. Cuando la delicada
comunidad del microbioma del interior y la superficie del organismo
se altera y se aparta de su estado basal sano, se convierte en un factor
que favorece la inflamación prolongada y que afecta al modo como se
utilizan los alimentos. La pérdida de diversidad del microbioma y la
presencia de determinadas bacterias indeseables o virulentas parece
ser un hallazgo común en varias enfermedades (Fasano, 2012;
Viladomiu, 2013).
La causa de estos cambios en los patrones de la microflora de
«sano» a disfuncional parece depender de la genética, la dieta, la
exposición a toxinas ambientales y el uso de antibióticos (NIH, 2014).
Una vez determinado que existe una patología, el profesional basado
en la biología de sistemas utiliza a menudo las pruebas
Comprehensive Digestive Stool Analysis (CDSA) para obtener más
información específica y cuantitativa sobre el estado del medio
ambiente intestinal y su microbiología. Las pruebas CDSA para
marcadores inflamatorios como calprotectina, lactoferrina y elastasa
pancreática 1 son similares, en el intestino, a la velocidad de
sedimentación o la proteína C reactiva ultrasensible (CRP-us) y la IgA
en la sangre (Gommerman, 2014). Dado que el tubo digestivo contiene
alrededor del 70% del sistema inmunitario, es importante valorar su
estado, desde la boca hasta el ano, para valorar la carga inflamatoria
total de un individuo (Underwood, 2014). La enteroinmunología es
una nueva disciplina que estudia las enfermedades relacionadas con
alteraciones del medio ambiente intestinal y su sistema inmunitario
(Lewis, 2014; fig. 3-2).
FIGURA 3-2 Enteroinmunología.
Hipercoagulación
La inflamación se acompaña de un deterioro progresivo de la
coagulación en los líquidos corporales. A partir de cierto momento, el
microambiente se hace demasiado lento y congestionado, facilitando
el desarrollo de enfermedades crónicas como cáncer, enfermedad
cardiovascular y enfermedades infecciosas (Karabudak et al., 2008).
Este aumento de la viscosidad de los líquidos corporales estimula la
secreción de más citocinas y quimiocinas proinflamatorias que pueden
preparar el camino para cualquier enfermedad crónica. La autofagia
es la respuesta normal para aumentar las concentraciones de enzimas
proteolíticas para «limpiar» los restos celulares y prepararlos para su
reciclaje o eliminación (Gottleib y Mentzer, 2010; Gurkar et al., 2013;
Wallace et al., 2014).
Los factores dietéticos que ayudan a mantener una viscosidad
fluida sana son la hidratación, la vitamina E con una proporción
significativa de tocoferol γ, los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) y
monoinsaturados (AGMI), y evitar cualquier infección subclínica
crónica y alimentos o sustancias que puedan actuar como antígenos
(v. capítulo 26). Los biomarcadores más habituales de aumento de la
viscosidad de los líquidos del organismo son el fibrinógeno sanguíneo
con plaquetas y determinaciones en el análisis de orina como la
densidad de la orina y la presencia de «turbidez» o mucosidad.
Infección
Las infecciones agudas son fáciles de reconocer y diagnosticar debido
a signos y síntomas obvios como fiebre, leucocitosis, pus y
taquicardia. Los procesos infecciosos subclínicos, por el contrario,
pueden pasar desapercibidos durante años o décadas mientras
favorecen un estado inflamatorio «latente» e indetectable que erosiona
la integridad de células y tejidos del organismo. Buenos ejemplos son
el virus de la hepatitis C (VHC), que comienza como una infección
aguda pero persiste en forma de infección crónica hepática (Vescovo
et al., 2014), y el virus del papiloma humano (VPH), que se cronifica
en el tejido del cuello del útero y puede provocar cáncer del mismo.
Todas las infecciones crónicas elevan el nivel de la respuesta
inmunitaria con producción de mediadores inflamatorios y son
exacerbadas por carencias y deficiencias de nutrientes y por
desequilibrios entre procesos prooxidantes y antioxidantes (Cokluk
et al., 2015). Otros nutrientes, que permiten que infecciones crónicas
persistan durante décadas cuando su disponibilidad es insuficiente
para un funcionamiento óptimo, son la vitamina D, la vitamina C y
nutrientes de metilación como folato, B12, B6 y B2, que actúan como
conutrientes en mecanismos inmunitarios y de control de la
inflamación (Ames, 2010). Además, la salud del microbioma del tubo
digestivo, la piel y otros orificios del organismo tiene un papel
fundamental en la inflamación y la fortaleza o debilidad del sistema
inmunitario.
Estrés
El estrés es inflamatorio. Algunas de las fuentes de estrés metabólico
son
heridas,
infección,
alteraciones
del
alineamiento
musculoesquelético, falta de sueño, emociones, dieta poco saludable o
exceso de actividad física. Sea cual sea su origen, el estrés puede
aumentar las necesidades de nutrientes contribuyendo a generar
carencias y a aumentar el riesgo de daños por estrés oxidativo de
células y tejidos.
Nutrientes moduladores de la
inflamación
Dentro de la cascada de eicosanoides que da lugar a la formación de
las prostaglandinas, existen vitaminas, minerales y nutrientes
antioxidantes que actúan como cofactores limitantes de la velocidad
de las enzimas δ-5 y δ-6 desaturasa y elongasa, necesarias para la
conversión de ácidos grasos esenciales (AGE) y ácidos grasos
poliinsaturados (AGPI) en prostaglandinas. Estos conutrientes,
enumerados en la figura 3-3, poseen la importante capacidad de
modular los ácidos grasos y sus productos antiinflamatorios, que
ejercen funciones clave en la fisiopatología de las enfermedades
crónicas y la inflamación sistémica que contribuye a su progresión.
FIGURA 3-3 Mecanismos de los ácidos grasos esenciales y
los metabolitos eicosanoides en la modulación de la
inflamación. Las respuestas inflamatorias son impulsadas por
un equilibrio entre asas de autorregulación, similares a
interruptores, sobre las que influyen mensajes hormonales,
hábitos y nutrientes cofactores (véanse los nutrientes
cofactores enzimáticos primarios recogidos en el esquema).
La cascada biológica de los eicosanoides recibe mensajes
ambientales sobre dieta, hábitos, infecciones y traumatismos.
A partir de los ácidos grasos esenciales (LA, ALA) se
generan metabolitos en función de mensajes hormonales,
genotipo y disponibilidad de nutrientes que actúan como
cofactores en conversiones enzimáticas. Los
desencadenantes inflamatorios agudos que inician una
respuesta reparadora ante una infección o un traumatismo
son devueltos a situación de homeostasis por mediadores
prorresolución especializados (SPM) en sujetos sanos. Un
estado nutricional adecuado, gracias a la ingesta regular
durante toda la vida de ácidos grasos esenciales y alimentos
integrales densos en nutrientes, constituye la base para que
el organismo sano haga frente a la inflamación aguda y
prolongada mediante los eicosanoides.
Las carencias y los desequilibrios de nutrientes que acompañan a la
inflamación prolongada pasan inicialmente desapercibidos. Junto con
la posible carencia de nutrientes en la dieta, puede haber también
desequilibrios en las reservas de nutrientes del organismo. Diversos
factores estresantes o polimorfismos de nucleótido único (SNP)
genómicos (v. capítulo 5) pueden aumentar la cantidad de nutrientes
necesarios para cubrir las necesidades metabólicas; estos nutrientes
agotados se convierten en «condicionalmente esenciales» para un
individuo. El Dr. Robert P. Heaney ha creado un diagrama conceptual
simplificado denominado curva sigmoidea para ilustrar los conceptos
de necesidades dinámicas variables de nutrientes dentro del «espectro
de necesidades de nutrientes» (fig. 3-4).
FIGURA 3-4 Curva sigmoidea (Heaney, 2010) CON PERMISO
DE ROBERT HEANEY Heaney RP: The Nutrient Problem, Nutr Rev 70:165,
2012.
La nutritura es el estado de nutrición. La habilidad para valorar el
grado de nutritura de los tejidos del organismo se basa en
investigaciones basadas en la evidencia, habilidades de terapia
nutricional individual basadas en la ciencia de la fisiología y la
concienciación de que ningún nutriente actúa aislado, sino que
interacciona ampliamente con otros compuestos moleculares (p. ej.,
hormonas, nutrientes, radicales libres de oxígeno). Al manipular
funciones biológicas con la nutrición hay que tener siempre en cuenta
las restricciones «limitantes de la velocidad» de los sistemas
bioquímicos. Como en una receta de cocina, si cualquier «ingrediente»
de la «receta de la biología de la vida» falta o se encuentra en cantidad
insuficiente,
el
producto
final
será
defectuoso
(v.
http://blogs.creighton.edu/heaney/2013/06/25/some-rules-for-studiesevaluating-nutrient-effects/).
Ejemplos de asociaciones de nutrientes críticas son los ácidos grasos
omega 6 y omega 3, vitamina D y vitamina A, magnesio y calcio, y
folato, B6, B2 y B12. En alimentos enteros o no procesados estos
nutrientes están equilibrados de forma natural, como sucede con las
vitaminas A y D en el aceite de hígado de bacalao, el hígado y los
huevos (v. cuadro 3-1).
Las asociaciones de nutrientes que más influyen sobre la
inflamación prolongada se exponen a continuación.
Ácido linoleico omega 6 y ácido α-linolénico
omega 3 (ácidos grasos esenciales)
La ingesta de pescado varias veces por semana se ha relacionado con
un menor riesgo de enfermedades crónicas, sobre todo cardiopatías.
Es típica de la dieta mediterránea (Pallauf et al., 2013), la dieta asiática
(Kruk, 2014) y la dieta nórdica o vikinga, estudiada más recientemente
y descrita en los Systems Biology in Controlled Dietary Interventions
and Cohort Studies (SYSDIET) (Kolehmainem, 2015; Uusitupa
et al., 2013). El metabolismo humano de los aceites del pescado y sus
mediadores bioactivos aportan factores importantes de los procesos
inflamatorios. La relación entre la dieta y la bioquímica de la
inflamación sitúa al nutricionista en una posición muy favorable para
desarrollar intervenciones individualizadas para asegurar un
equilibrio adecuado de los alimentos productores de eicosanoides que
reducen la inflamación.
En la cascada de los eicosanoides (ácido linoleico [LA] y ácido αlinolénico [ALA]) se forman tres grupos principales de metabolitos de
tipo prostaglandina: prostaglandina E1 (PGE1) (antiinflamatorio
derivado del ácido di-homo-γ-linolénico [DGLA] omega 6),
prostaglandina E2 (PGE2) (proinflamatorio derivado del ácido
araquidónico omega 6) y prostaglandina E3 (PGE3) (antiinflamatorio
derivado de omega 3). Estos metabolitos son precursores de una
amplia variedad de mediadores lípidos bioactivos que influyen sobre
la inflamación en el organismo. De nuevo, como sucede en una receta
de cocina, el nutricionista puede hacer una valoración y desarrollar
una «receta» de intervención individualizada para normalizar el
equilibrio metabólico del individuo respecto a estos tres grupos de
metabolitos de la serie de eicosanoides con el fin de mejorar la salud.
El modo más preciso de valorar las necesidades de ácidos grasos es
evaluar la ingesta de grasas con la dieta (tabla 3-2), la capacidad de
absorción (eficacia de la bilis, función pancreática) y los ácidos grasos
de los glóbulos rojos (Kelley, 2009). La recogida de estos datos
nutricionales durante la valoración de un individuo puede poner de
manifiesto importantes desequilibrios fisiológicos subyacentes (v.
capítulos 4 y 7).
Tabla 3-2
Encuesta sobre ingesta dietética de aceites
Grasas y aceites
Por favor indique cuántas veces A LA SEMANA consume las siguientes grasas/aceites.
OMEGA 9 (estabilizante)
∼50% de las calorías grasas diarias
Ácido graso oleico
__ Aceite de almendras
__ Almendras/anacardos
__ Mantequilla de almendra
__ Aguacates
__ Cacahuetes
__ Mantequilla de cacahuete
(natural/clarificada)
__ Olivas
__ Aceite de oliva
__ Semillas de
sésamo/tahini
__ Hummus (aceite de
tahini)
__ Nueces de
macadamia
__ Piñones
OMEGA 6 (controladores)
Familia de los ácidos grasos esenciales
∼30% de las calorías grasas diarias
__ Huevos (completos),
orgánicos (AA)
__ Carnes (comerciales) (AA)
__ Carnes (de pasto, orgánicas)
__ Onagra (GLA)
__ Aceite de grosella
negra (GLA)
__ Aceite de borraja
LA→GLA→DGLA→AA
(AA)
__ Nueces de Brasil (crudas)
__ Pecanas (crudas)
__ Avellanas (crudas)
__ Semillas de cáñamo
(GLA)
__ Aceite de cáñamo
__ Aceite de semilla de
uva
__ Semillas de girasol
(crudas)
__ Semillas de calabaza
(crudas)
OMEGA 3 (fluidez/comunicadores)
Familia de los ácidos grasos esenciales
∼10% de las calorías grasas diarias
__ Cápsulas de aceite de
pescado: ↑ DHA
__ Cápsulas de aceite de
pescado: ↑ TEPA
__ Pescado (salmón/peces de
aleta)
__ Pescado (marisco)
__ Linaza
__ Aceite de linaza
__ Aceite de Udo con
DHA
__ Algas
__ Extractos de hierbas
con algas
__ Semillas de chía
SATURADOS BENEFICIOSOS (estructura)
∼10% de las calorías grasas diarias
Triglicéridos de cadena corta/cadena media
__ Aceite de coco
__ Mantequilla orgánica
__ Mantequilla clarificada
__ Lácteos, crudos y orgánicos
__ Carnes de pasto
__ Carne de caza
__ Carne de ave
orgánica
__ Huevos enteros
orgánicos
GRASAS/ACEITES DAÑINOS
(favorecedores del estrés celular y tisular)
Deberían ser < 5% (intentar evitar)
Grasas trans
Acrilamidas
Ácidos grasos de cadena impar
AGCML
__ Margarina
__ Aceites vegetales comunes
(maíz, girasol, colza)
__ Mayonesa (comercial)
__ Aceites hidrogenados (como
ingrediente)
__ Quesos «de imitación»
__ Tempura
__ Rosquillas (fritas)
__ Alimentos fritos
__ Patatas fritas en
aceite
__ Aderezos de
ensalada comunes
__ Mantequilla de
cacahuete
__ Frutos secos/semillas
tostados
__ Productos con grasas
hidrogenadas
ALA→EPA→DHA
©2004, Diana Noland MPHRDCCN.
El equilibrio entre las dos vías de eicosanoides, omega 3 y omega 6,
ejerce un control inflamatorio en respuesta al ambiente metabólico
(Gil et al., 2015). Las prostaglandinas contribuyen a la regulación del
tono vascular, la función plaquetaria y la fertilidad (Ricciotti y
FitzGerald, 2011; Stipanuk y Caudill, 2013). También tienen funciones
clave como mediadores inflamatorios y moduladores de la biología
tumoral, y son reguladores importantes del crecimiento y del
transporte en las células epiteliales (Varga et al., 2014). Aunque
técnicamente su función es hormonal (autocrina/paracrina), dado que
no son secretadas en un órgano específico, no se suele hacer referencia
a ellas como hormonas.
Las prostaglandinas formadas como metabolitos constituyen el
principal control metabólico de la inflamación aguda y crónica. La
observación fundamental de que el ácido graso omega 3 EPA podía
modular la biosíntesis de eicosanoides suprimiendo la biosíntesis de
ácido araquidónico, un ácido graso omega 6, se realizó por primera
vez en 1962 (Machlin) y en 1963 (Mohrhauer y Holman), y a partir de
entonces se investigó ampliamente el uso de suplementos de aceite de
pescado para aliviar la inflamación.
En la cascada de eicosanoides se forma una molécula interesante, el
omega 3 DHA, un ácido graso C22 con efectos antiinflamatorios
(Shichiri et al., 2014), que colabora con el omega 3 EPA. El EPA y el
DHA se encuentran en el aceite de pesado y son bioquímicamente
reversibles, es decir, pueden metabolizarse de uno al otro. El DHA es
un componente fundamental de muchos tejidos del organismo, como
el ojo y el cerebro, y contribuye a la modulación de la inflamación
metabólica. Es un ejemplo de la enorme capacidad del organismo de
poseer múltiples sistemas redundantes para obtener las moléculas
esenciales para el metabolismo.
Las intersecciones metabólicas clave de la cascada de los
eicosanoides son los omega 6 ácido γ-linolénico (GLA), el ácido dihomo-γ-linolénico (DGLA) y el ácido araquidónico (AA), junto con los
omega 3 ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico
(DHA). Nuestros conocimientos sobre las funciones de estos
metabolitos eicosanoides han madurado a lo largo de los últimos 50
años, lo que nos permite apreciar sus relaciones sinérgicas y la
necesidad de mantenerlos en equilibrio homeostático (Das, 2011). Los
eicosanoides omega 6 y omega 3 comparten las mismas enzimas
desaturasa y elongasa, por lo que existe una competencia entre ambos,
lista para desplazarse en respuesta al medio ambiente y a la
disponibilidad de nutrientes cofactores (Reed, 2014).
Hoy día, sabiendo que la ingesta de ácidos grasos puede cambiar las
respuestas fisiológicas mediante la modificación del metabolismo de
los eicosanoides para favorecer la síntesis de prostaglandinas y
leucotrienos antiinflamatorios (producidos por la oxidación del ácido
araquidónico), podemos intentar controlar la inflamación crónica
(Arm et al., 2013). Es de esperar que los resultados de nuevos estudios
controlados y aleatorizados permitan disponer de un modelo
mejorado para el estudio del efecto de las sinergias de nutrientes sobre
el metabolismo. Wergeland et al. diseñaron un estudio multivariable
sobre una combinación de tratamientos con ácidos grasos que lograba
una supresión de la inflamación en la esclerosis múltiple descrita
como «efecto beneficioso, modificador de la enfermedad, del aumento
de la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados (AGPI)» (Wergeland
et al., 2012). Ya en 1993, Berth-Jones planteó la hipótesis de que
«puesto que los ácidos grasos esenciales omega 6 y omega 3 poseen
esta propiedad [antiinflamatoria], es posible que la administración de
ambos a la vez tenga un efecto sinérgico» (1993).
Metabólicamente, los cinco principales eicosanoides (GLA, DGLA,
AA, EPA, DHA) colaboran y compiten por sus enzimas compartidas
para formar los grupos de prostaglandinas: series de prostaglandina
E1 (PGE1), prostaglandina E2 (PGE2) y prostaglandina E3 (PGE3) (v.
fig. 3-3). Cada una de ellas juega un papel crítico en el control de los
procesos inflamatorios. Hasta que en la década de los noventa se
investigó la influencia dinámica del omega 3 EPA sobre el aumento
del omega 6 AA, la ingesta de los ácidos grasos esenciales con la dieta
era el factor determinante principal de los niveles de estos ácidos
grasos en la composición de los tejidos.
Sin embargo, con la mayor sensibilización sobre los omega 3 y su
función, gran parte de la población de EE. UU. ha comenzado a añadir
ácidos grasos omega 3 a su consumo de productos nutricéuticos
habitual. Esto ha dado lugar a que algunos individuos tomen más de
500 mg de EPA y/o DHA al día, con lo que se suprime la biosíntesis de
ácido araquidónico y ácido γ-linolénico (GLA), lo que puede
desequilibrar las concentraciones de estas dos moléculas (Horribin,
2000). Los nutrientes asociados deben estar equilibrados para un
óptimo funcionamiento metabólico. La valoración nutricional debe
tener en cuenta los suplementos de ácidos grasos que ha tomado el
cliente y durante cuánto tiempo, además de las cantidades en la dieta,
para poder detectar posibles desequilibrios. Si se dispone de pruebas
analíticas de parámetros de ácidos grasos, se puede añadir
información cuantitativa a la valoración (Djousse et al., 2012; Guo
et al., 2010; Mouglos et al., 1995) (v. capítulo 7).
Prostaglandinas de serie 1 (PGE1):
antiinflamatorias
Los metabolitos de PGE1 forman parte del equilibrio entre los grupos
de prostaglandinas para el control de la inflamación, con un efecto
principalmente antiinflamatorio en el microambiente tisular. La PGE1
es especialmente importante para los efectos del GLA y su conversión
en DGLA en el control de la inflamación. El GLA no solo aminora la
inflamación intracelular al convertirse en DGLA (Arm et al., 2013),
sino que también reduce la inflamación en la matriz extracelular
presente en la nefropatía diabética (Kim et al., 2012). Los datos indican
que la integridad cutánea y otros procesos inflamatorios requieren
GLA (Harbige, 2003; Muggli, 2005) de forma «condicionalmente
esencial» (Kendler, 2006).
Otra función fisiológica de los ácidos grasos es que el GLA, el
DGLA, el EPA y el DHA, si se mantienen en equilibrio, pueden actuar
como inhibidores de la proliferación de células tumorales y de su
migración, tanto in vitro como in vivo (Rahman et al., 2013; Wang et
al., 2012; Yao et al., 2014).
Prostaglandinas de serie 2 (PGE2):
proinflamatorias cuando están en exceso
La capacidad de las PGE2 de aumentar la inflamación tisular es una
de las causas de la inflamación con dolor, tumefacción, fiebre,
enrojecimiento y constricción de los vasos sanguíneos que conduce a
la pérdida de la función. El ácido araquidónico (AA) aumenta cuando
se produce una lesión aguda para provocar inflamación y un aumento
del flujo sanguíneo reparador, pero en el caso de las enfermedades
crónicas de mayor duración, el AA puede «atascarse» en niveles
elevados y continuar dañando los tejidos y favoreciendo su
degeneración. Se ha observado que la hiperproducción neoplásica de
PGE2 en el medio ambiente tumoral estimula el crecimiento y la
formación de un número significativo de carcinomas (Goodwin, 2010).
El AA puede elevarse peligrosamente, sobre todo cuando la dieta
contiene cantidades demasiado bajas de los omega 3 ALA, EPA y
DHA como para contrarrestar el exceso de AA. La población de EE.
UU. y de la mayoría de los países industrializados vive con altos
niveles de AA debido a su escasa ingesta de aceites omega 3 y elevada
ingesta de AGPI y grasas trans muy procesadas.
A pesar de la cantidad de publicaciones de los últimos 20 años que
indican que los niveles elevados de AA generan enfermedades
crónicas, es necesario reconocer el papel del AA en un ser humano
sano por su contribución positiva a la estabilidad de las membranas
celulares y el control de la inflamación. El AA ejerce funciones
esenciales sobre la agregación plaquetaria y la vasoconstricción, por
ejemplo. El tratamiento nutricional selectivo debe tener como objetivo
una homeostasis sana y requiere vigilancia para asegurarse de que la
suplementación con omega 3 no haga que los niveles de AA
desciendan demasiado (Khan et al., 2014).
Prostaglandinas de serie 3 (PGE3):
antiinflamatorias
Otro aspecto de la acción antiinflamatoria descansa en el grupo de
PGE3 y sus metabolitos, los leucotrienos de serie 5 y otros, que
favorecen la supresión de AA, GLA y DGLA. Se han estudiado sobre
todo en relación con patologías cardiovasculares y con la coagulación,
pero a menudo la supresión de GLA pasa desapercibida y poco
valorada.
Lipooxigenasas (LOX)
Las lipooxigenasas (LOX) son intermediarios que producen
leucotrienos 4 inflamatorios (PGE2) o leucotrienos 5 antiinflamatorios
(PGE3). Las moléculas de LOX-4 y LOX-5 pueden modular la
inflamación, sobre todo como mediadores de la señalización celular y
modificadores de las estructuras de la membrana celular. Ejemplos
prácticos de cambios estructurales son la maduración de los glóbulos
rojos, la modificación de la barrena pulmonar para mejorar la función
bronquial en los procesos asmáticos y otros. Las moléculas de LOX
actúan también como sustrato en la movilización de los ácidos grasos
de las membranas a través de la β-oxidación de los ácidos grasos. Las
LOX se expresan con mayor intensidad en situaciones de estrés
fisiológico (Brash, 1999; Allaj, 2013).
Ciclooxigenasas (COX)
Otro grupo de metabolitos eicosanoides, los derivados de la
ciclooxigenasa (COX), tienen una función importante en la
reproducción y en la respuesta inflamatoria mediante moléculas de
COX (PGE2) inflamatorias y moléculas de COX (PGE1 y PGE3)
antiinflamatorias.
Mediadores prorresolución especializados (SPM)
Más recientemente se han reconocido unos metabolitos de otra clase
diferente denominados SPM, derivados de AGPI tanto omega 3 como
omega 6. Estos mediadores prorresolución especializados (SPM) son
moléculas lipídicas capaces de iniciar la fase de resolución de la
inflamación para recuperar la homeostasis metabólica. Estos SPM son
lipoxinas, resolvinas, protectinas y maresinas (v. fig. 3-3). Estos
mediadores parecen explicar algunos de los efectos antiinflamatorios
de los metabolitos de PGE1, PGE2 y PGE3 (Calder, 2009).
Reducción de la inflamación en el
organismo
Las últimas investigaciones sobre los ácidos grasos esenciales (AGE) y
sus metabolitos se han ocupado sobre todo de su impacto terapéutico
sobre el proceso inflamatorio. Sin embargo, como sucede con todos los
sistemas del organismo, existen mediadores opuestos que regulan
estos sistemas para lograr la homeostasis o alostasis y facilitar la
supervivencia. Entre los principales mediadores de la inflamación
están las aminas biógenas, como la histamina y la serotonina, las
citocinas, las prostaglandinas, los tromboxanos y los leucotrienos. La
acción antiinflamatoria de PGE1 y PGE3 se opone a las acciones
inflamatorias de PGE2 y las equilibra. Ambas acciones son necesarias
para un metabolismo saludable. Por ejemplo, los derivados de los
ácidos omega 6 GLA y DGLA regulan el proceso inflamatorio a través
de su actividad opuesta y su sinergismo con EPA, dirigiendo la
formación de prostaglandinas hacia moléculas PGE1 antiinflamatorias
o PGE2 inflamatorias. En un metabolismo paralelo los derivados de
omega 3 ALA, EPA, DHA y otros forman metabolitos PGE3
antiinflamatorios, al mismo tiempo que inhiben la transformación de
AA en leucotrienos y la conversión de DGLA en moléculas de PGE1.
Esta acción antiinflamatoria de los eicosanoides omega 3 es la más
investigada debido a que suprime intensamente el AA relacionado
con enfermedades cardiovasculares (Tousoulis et al., 2014).
Es importante entender las enzimas responsables de las
conversiones metabólicas saludables de los ácidos grasos esenciales,
LA y ALA, y cómo modificarlas con alimentos y nutrientes. Estas
enzimas se muestran en la cascada de los eicosanoides (v. fig. 3-3). Las
enzimas desaturasa (δ-5 y δ-6) y elongasa son compartidas por las vías
omega 6 y omega 3, y entran en competición. δ-6 desaturasa
transforma el LA en GLA y el ALA en EPA al formar nuevos enlaces
dobles. De todas las conversiones endógenas de la cascada de los
eicosanoides, la impulsada por la δ-6 desaturasa es la menos eficiente
y no está equipada bioquímicamente para atender la conversión de la
elevada ingesta dietética de LA presente en la dieta habitual
estadounidense (Kurotani et al., 2012). Se ha observado que en la
competición por esta enzima entre los metabolitos omega 6 y omega 3
existe una preferencia hacia los omega 3. Sin embargo, estos sistemas
enzimáticos se ven afectados por la disponibilidad de nutrientes que
actúan de cofactores como el cinc, la vitamina B6 y el magnesio, y por
otros factores fisiológicos y patológicos como la hiperglucemia, que
pueden provocar una carencia de GLA.
Esto se observa a menudo en la diabetes de tipo 2 debido a la
hiperglucemia en las fases iniciales de la enfermedad. Se ha
demostrado que el aporte complementario de GLA compensa las
limitaciones del sistema de la δ-6 desaturasa en la formación de GLA
y luego DGLA a partir de LA, y el camino que seguirá, hacia PG1
antiinflamatorias o hacia AA-PG2 inflamatorios y sus derivados. En la
vía omega 2 se ha demostrado que EPA soslaya la conversión de ALA
en EPA por la δ-6 desaturasa (Innis, 2014; v. fig. 3-3). La biología de
los ácidos grasos esenciales y, especialmente, el papel del GLA forman
parte importante de la inhibición de la inflamación excesiva
prolongada (Dobryniewski, 2007; Miyake, 2009).
Un abordaje específico mediante lípidos en la dieta, en productos
nutricéuticos, enterales y parenterales hace que los AGPI desplacen el
metabolismo de los eicosanoides hacia la homeostasis, consiguiendo
así potentes efectos antiinflamatorios (Triana et al., 2014; Waitzberg,
2014; v. capítulo 13). Se han obtenido resultados prometedores en
Europa, donde hace una década que se utilizan lípidos intravenosos a
base de aceite de oliva, que indican que se puede reducir la
inflamación mediante el uso de grasas intravenosas de diferentes
orígenes.
Los estímulos inflamatorios a corto o a largo plazo influyen sobre
las vías de la COX desplazándolas hacia la COX «menos inflamatoria»
(PGE3 y tromboxano 3 [TX-3]), y las resolvinas derivadas de los
ácidos grasos poliinsaturados (AGPI CL) EPA y DHA, a través de la
epoxidación enzimática por Cox-2 (5-lipooxigenasa), ofreciendo así
protección frente a la inflamación (Kahn SA, 2014; Uddin, 2011).
Las terapias dietéticas para mejorar el equilibrio y favorecer una
conversión adecuada de GLA en DGLA que dirija al DGLA hacia
su conversión en prostanoides PGE1 consisten en mantener un peso
adecuado, mejorar la sensibilidad a la insulina y asegurar reservas
suficientes de nutrientes como vitamina D, EFA, cinc, magnesio, B6 y
otros. Entre los productos nutricéuticos estudiados se encuentran
aceites vegetales ricos en GLA como los de onagra, semilla de grosella
negra y borraja (Pickens et al., 2014).
El nutricionista con capacidad para valorar el equilibro de ácidos
grasos de un individuo, realizando en primer lugar una encuesta
dietética (v. tabla 3-2) y, más específicamente, obteniendo un análisis
de ácidos grasos en eritrocitos, puede determinar con mayor precisión
las intervenciones necesarias para combatir mejor la inflamación. Con
la información de una prueba de ácidos grasos en eritrocitos se puede
calcular el Omega-3 Index®, un indicador pronóstico de
enfermedades cardiovasculares (Harris et al., 2004; von Schacky, 2014;
fig. 3-5).
FIGURA 3-5 Zonas diana del HS-Omega-3 Index®.
Estos parámetros proporcionan una hoja de ruta para guiar
intervenciones individualizadas sobre los lípidos. Esta información
permite manipular los niveles de lípidos en el organismo para lograr
una composición saludable y recuperar un grado óptimo de
inflamación-respuesta inmunitaria en todos los sistemas del
organismo. El tratamiento nutricional selectivo con complementos
dietéticos, alimentos funcionales o plantas medicinales puede actuar
sobre estos sistemas enzimáticos metabólicos y aprovechar que
cambios en la dieta y el estilo de vida pueden influir sobre la
maleabilidad de membranas y tejidos. Estos tratamientos suelen
requerir entre 2 y 12 meses de tratamiento nutricional para lograr los
resultados deseados.
Enzimas del citocromo P450
Las enzimas del citocromo P450 (CYP450) son fundamentales para la
producción de colesterol, esteroides, prostaciclinas y tromboxano A2.
También participan en la hidroxilación de primer paso de toxinas
endógenas y exógenas, y su desintoxicación para su eliminación por
heces, bilis, orina y sudor. Si la función de la enzima se pierde por
alteración de la integridad estructural de la enzima, por un
microambiente de pH anormal, por inflamación hepática, por
alteración de la disponibilidad de nutrientes que actúan como
cofactores o por el genotipo del CYP450, se producirá una
acumulación de toxinas y un aumento de la carga tóxica del
individuo. Las enzimas del CYP450 se expresan sobre todo en el
hígado, pero también en el intestino delgado, los riñones, los
pulmones y la placenta.
Cada vez disponemos de más herramientas para valorar todos los
sistemas metabólicos. El análisis de polimorfismos de nucleótido
único (SNP) del CYP450, por ejemplo, permite conocer las fortalezas y
debilidades metabólicas de una persona y diseñar mejor las
intervenciones nutricionales (v. capítulo 5). La creciente
disponibilidad de pruebas nutrigenómicas permite usar clínicamente
el genoma para obtener más información detallada sobre los pacientes
y sobre los alimentos y nutrientes que hacen que los sistemas
bioquímicos y genómicos funcionen adecuadamente.
Vitamina D
La vitamina D (colecalciferol) actúa en realidad como una
prohormona con múltiples funciones: efectos hormonales y de
modulación inmunitaria, antiinflamatorios y antitumorales, y de
apoyo a la apoptosis (Alele y Kamen, 2010; Maruotti y
Cantatore, 2010). Esto sugiere que la vitamina D puede contribuir
fisiológicamente a la regulación de todas las respuestas inmunitarias,
a través del receptor de vitamina D (VDR) expresado en el núcleo de
las células implicadas. Estudios epidemiológicos, genéticos y básicos
indican que la vitamina D podría participar en la patogenia de ciertas
enfermedades autoinmunitarias sistémicas o específicas de algunos
órganos (Agmon-Levin et al., 2013).
La vitamina D se sintetiza en la piel cuando se expone a luz solar o
rayos UV artificiales (empleados terapéuticamente en latitudes
norteñas y sureñas extremas) y se obtiene a partir de fuentes dietéticas
(pescados azules, huevas de pescado o caviar, vísceras, yema de
huevo y champiñones; v. apéndice 51). En la última década se ha
puesto de relieve una aparente epidemia mundial de hipovitaminosis
D de causa desconocida. Muchas enfermedades crónicas se
acompañan de una mayor prevalencia de niveles bajos de vitamina D
con un descenso de la concentración de 25-hidroxivitamina D
(25[OH]D) por debajo de 30 ng/ml (75 nmol/l) (v. capítulo 7). Cada vez
son más habituales las recomendaciones de determinar la
concentración de 25(OH)D y prescribir complementos de vitamina D
para aumentar las concentraciones sanguíneas hasta 40-50 ng/ml (90100 nmol/l). Se ha demostrado que una concentración sérica de
25(OH)D de alrededor de 52 ng/ml se asocia a una reducción del 50%
en la incidencia de cáncer de mama (Krishnan et al., 2012). Se calcula
que por cada 1.000 UI/día adicionales de ingesta de vitamina D, la
25(OH)D sérica puede aumentar en 4-5 ng/ml (10-20 nmol/l) (Stipanuk
y Caudill, 2013).
Hay pruebas claras de que la vitamina D posee efectos
antiinflamatorios (Khan, 2014; Krishnan et al., 2012; Krishnan et al.,
2013). Además, como nutriente asociado, la relación entre vitamina A
(palmitato de retinol/retinil) y vitamina D se basa en que el receptor
nuclear RXR se comparte con el receptor de vitamina D (VDR),
estableciéndose un efecto sinérgico entre ambos. En la naturaleza las
vitaminas A y D se encuentran siempre juntas (p. ej., hígado, yema de
huevo; v. apéndice 41). Dada la estrecha proximidad a este receptor
nuclear RXR en todas las células, se establece una relación sinérgica. Si
una de ellas se encuentra en concentraciones muy altas o muy bajas,
puede afectar al funcionamiento de la otra. Se ha demostrado que la
vitamina A (retinol) está relacionada con la acción de la vitamina D,
por lo que se recomienda analizar los niveles de vitamina A retinol y
25(OH)D cuando se investiga el estado de una persona respecto a la
vitamina D antes de recomendarle complementos vitamínicos
(Schmutz et al., 2015).
Minerales
Magnesio
El magnesio está implicado en más de 300 sistemas enzimáticos
identificados en el metabolismo. Está estrechamente relacionado con
el calcio: el magnesio favorece la «relajación» y activa el sistema
parasimpático y el calcio favorece la «contracción» y activa el sistema
simpático. Actúan de forma equilibrada en un metabolismo sano. Las
concentraciones de magnesio están inversamente relacionadas con las
de proteína C reactiva inflamatoria en la sangre (Dibaba et al., 2015).
Los efectos beneficiosos potenciales de la ingesta de magnesio sobre
las enfermedades crónicas podrían explicarse, al menos en parte, por
su inhibición de la inflamación (Dibaba et al., 2015).
El estudio NHANES de 1999-2000 reveló que el 60% de la población
de EE. UU. no consumía suficiente magnesio en su dieta por escasez
de verduras y cereales integrales. Una baja ingesta dietética de
magnesio se ha relacionado con diversos problemas de salud, entre
ellos algunos relacionados con procesos metabólicos e inflamatorios
como la hipertensión, el síndrome metabólico (He et al., 2006;
Rayssiguier et al., 2006; Song et al., 2005), la diabetes de tipo 2 (Song
et al., 2004), las enfermedades cardiovasculares (Liu y Chacko, 2013;
Stevanovic et al., 2011), la osteoporosis y algunos cánceres (p. ej.,
colon, mama) (Nielsen, 2010).
El magnesio requiere en su microambiente de otros nutrientes
esenciales, especialmente de nutrientes asociados como el calcio y el
cinc. La ingesta dietética de vegetales ricos en clorofila, frutos secos y
semillas y cereales integrales aporta magnesio suficiente si la digestión
y la absorción funcionan adecuadamente (v. apéndice 50).
Recientemente, López-Alarcón y su equipo, en su estudio
relacionando la inflamación leve con la obesidad en niños,
investigaron varios biomarcadores de inflamación y llegaron a la
conclusión de que los principales factores determinantes de la
inflamación eran una dieta pobre en magnesio y la obesidad central
(López-Alarcón et al., 2014).
Cinc
El cinc es un cofactor fundamental para más de 300 enzimas, muchas
de ellas implicadas en procesos inflamatorios. El apéndice 53 enumera
las fuentes alimentarias de cinc. Es necesaria la presencia de cinc
intracelular para que se produzca la señalización inducida por la
citocina inflamatoria TNF-α en el tejido intestinal (Ranaldi et al., 2013).
La carencia de cinc provoca atrofia del timo y disminución de su
funcionamiento. El timo es el responsable de la producción de
linfocitos T, que son parte fundamental de la inmunidad.
El cinc es un nutriente asociado al cobre, por lo que al valorar el
estado del cinc hay que tener en cuenta también al cobre. Gibson
(2008) ha descrito pérdida de sentido del gusto (sobre todo en
ancianos) en la carencia de cinc, algo que debe registrarse al realizar la
historia clínica de un individuo. Además, como «pista» metabólica,
dado que la fosfatasa alcalina es una enzima dependiente del
cinc/sensible al cinc, su determinación puede indicar la necesidad de
realizar otras investigaciones para descartar carencia de cinc.
Actualmente, la valoración del estado del cinc se basa solo en datos de
ingesta dietética, ya que no existen pruebas funcionales fiables para
valorarlo. Sin embargo, hay otros indicadores útiles, como el estado
del cobre, el cociente cinc:cobre en los eritrocitos y el análisis de
minerales en el cabello (Stipanuk y Caudill, 2013). En la exploración
física nutricional la presencia de puntos blancos bajo las uñas (si se
descartan traumatismos), la pérdida de apetito, la anorexia nerviosa,
la pérdida del sentido del gusto normal, la alopecia, la
hiperqueratinización de la piel, la dermatitis y las alteraciones
reproductivas pueden indicar posibles carencias de cinc (Stipanuk y
Caudill, 2013; v. apéndices 21 y 22).
Metilación
La metilación es algo universal en todo el metabolismo y los
nutrientes metiladores están entre los principales promotores de la
metilación sana. Las vitaminas del complejo B actúan sinérgicamente
y son fundamentales para el proceso de metilación. Se ha comprobado
que folato, B6, B2 y B12 son los más limitantes cuando su cantidad es
insuficiente. Investigaciones más recientes han identificado diversas
ventajas al emplear ciertas formas de vitaminas como complemento
dietético para combatir la inflamación de las enfermedades crónicas.
Es el caso, por ejemplo, de los SNP MTHFR 677C o MTHFR 1298C
cuando se emplea la forma 5-MTHF de folato en vez de ácido fólico
sintético (Bailey, 2010; Manshadi, 2014; Miller, 2010; Vollset, 2014) (v.
cuadro Perspectiva clínica: Vitaminas del complejo B sintéticas y
bioactivas).
Perspectiva clínica
Vitaminas del complejo B sintéticas y bioactivas
Vitaminas del complejo
B
Forma sintética/nombre
común
Forma natural bioactiva en los alimentos
B1
Mononitrato de tiamina
Dihidroclorato de tiamina
Tiamina (benfotiamina)
B2
Riboflavina
Riboflavina-5-fosfato
B3
Ácido nicotínico
Nicotinamida adenina dinucleótido
(NAD)
Niacina (término genérico)
NAD fosfato (NADP)
Niacinamida
B5
Ácido pantoténico
d-pantotenato
Pantenol
Pantotenato
B6
Piridoxina-HCl
Piridoxina-5-fosfato (P5P)
B12
Cianocobalamina
Metilcobalamina
Hidroxicobalamina
Adenosilcobalamina
B9
Ácido fólico
Ácido folínico
5-metiltetrahidrofolato
5-formiltetrahidrofolato
B7
Biotina
Biotina
(Biocitina)
Hasta ahora, el sistema de metilación más relacionado con la
inflamación de las enfermedades crónicas es la metilación del ADN,
que es especialmente sensible. Las enfermedades crónicas
relacionadas con la metilación por influencias epigenéticas
ambientales tienen que ver con el posible desarrollo y promoción de
cáncer (Ehrlich, 2002), enfermedades inflamatorias intestinales como
la enfermedad de Crohn (Karatzas et al., 2014), la función cognitiva,
los trastornos afectivos (Hing et al., 2014) y las enfermedades
cardiovasculares (Delbridge, 2015).
Los mecanismos que participan en esta metilación tienen
implicaciones importantes en la inflamación y las respuestas
inmunitarias (Kominsky et al., 2010). Estos mecanismos dependen de
cofactores de tipo vitamina B y de la función que ejercen en el
metabolismo de la metilación que implica al folato y la homocisteína
(Nazki et al., 2014), así como de la producción de prostaglandinas
controladoras de la inflamación por la cascada de los eicosanoides.
Estos factores metiladores estimulan la expresión de genes
relacionados con el metabolismo de los neurotransmisores, el óxido
nítrico (NO) y la metionina, con precursores de compuestos
antiinflamatorios que protegen del daño por estrés oxidativo y con
otros mecanismos (Das, 2007).
Perspectiva clínica
La cascada de los eicosanoides
Un grupo de nutrientes primarios implicados en el control de la
inflamación son los ácidos grasos esenciales, ácido α-linolénico
(ALA) omega 3 y ácido linoleico (LA) omega 6, y sus metabolitos
descritos como cascada de los eicosanoides (v. fig. 3-3). Para poder
combatir la inflamación prolongada de las enfermedades crónicas a
partir de una valoración nutricional es importante conocer en
profundidad la cascada de los eicosanoides y las enzimas y
nutrientes cofactores implicados en ella. Los metabolitos
poliinsaturados (AGPI) de los ácidos grasos esenciales y sus
prostaglandinas de acción seudohormonal responden como
interruptores que reaccionan ante el medio ambiente externo
estimulando señales anti- o proinflamatorias. En las enfermedades
crónicas estos interruptores están dominados por señales
proinflamatorias. Los desequilibrios en el metabolismo de los
metabolitos de prostaglandinas eicosanoides producidos por los
ácidos grasos linoleico y α-linolénico son especialmente
importantes para determinar el comienzo de la inflamación
prolongada y se ven influidos por la ingesta con la dieta.
Los genes de metilación son actualmente los polimorfismos de
nucleótido único (SNP) más estudiados y capaces de aportar
información con aplicación clínica. La mayoría de los laboratorios
nacionales disponen de pruebas para los genes MTHFR C667T,
MTHFR 1298C y COMT. Otros están disponibles en laboratorios
especializados (fig. 3-6; v. capítulo 5).
FIGURA 3-6 Mecanismo de la metilación.
Flavonoides y nutrientes antioxidantes
Los flavonoides o bioflavonoides son fitonutrientes asociados a los
diversos colores presentes en las frutas y verduras. Estos
fitonutrientes ejercen acciones antioxidantes y antiinflamatorias
actuando como mensajeros beneficiosos para el sistema inmunitario
(Grimble, 1994; Jeena et al., 2013). Confieren protección frente a la
actividad de los radicales libres y las especies reactivas del oxígeno
(ROS) que causan inflamación, y modulan los efectos epigenéticos al
mejorar los niveles de ácidos grasos y prostaglandinas del individuo.
Cuando el nivel de antioxidantes y flavonoides es insuficiente para
proteger a células y tejidos se produce un deterioro acelerado que
favorece la degeneración y altera la salud del individuo. El compuesto
flavonoide más estudiado hasta ahora es la curcumina, un
componente de la especia cúrcuma (Agrawal, 2015; Tuorkey, 2014).
Otro ejemplo es la quercetina, un componente de la pulpa de los
cítricos, las manzanas y las cebollas, que es un flavonoide con acción
antiinflamatoria en los mastocitos. Los alimentos ricos en quercetina
son útiles para combatir reacciones alérgicas o de hipersensibilidad
(Kim et al., 2014; Lee, 2013). Estos dos flavonoides, junto con otros,
pueden prescribirse en forma de terapia nutricional selectiva cuando
estén indicados (cuadro 3-3).
Cuadr o 3-3
Antioxidantes flavonoides
seleccionados
Ácido α-lipoico
Astaxantina
Bioflavonoides cítricos
CoQ10
Curcumina
Galato de epigalocatequina 3 (EGCG)
Glutatión
Luteína
Licopeno
Quercetina
Resveratrol
Zeaxantina
Varios sistemas de antioxidantes participan en la protección frente a
las ROS, especialmente dentro del sistema de transporte de electrones
de las mitocondrias. De los 80 o más antioxidantes conocidos, el
ascorbato (vitamina C) es el que se ha demostrado que reacciona con
otros antioxidantes biológicos conocidos como «red antioxidante». El
ascorbato actúa como un agente reductor central que regenera a otros
antioxidantes biológicos (Stipanuk y Caudill, 2013). El ascorbato
interacciona con el complejo de la vitamina E para proteger las
superficies hidro- y liposolubles de las membranas. Otros miembros
clave de la red antioxidante son el glutatión, otro antioxidante
hidrosoluble que se sintetiza en todas las células y que apoya la
función central del ascorbato y la vitamina E; el ácido lipoico, con sus
componentes moleculares lípido y acuoso, considerado el
«antioxidante universal», y la coenzima Q10, que actúa protegiendo las
estructuras lipídicas, especialmente en el músculo cardíaco y las
membranas mitocondriales. Los antioxidantes actúan sinérgicamente
reduciendo la actividad de las ROS. Estos nutrientes son metabolitos
naturales en los individuos sanos y pueden emplearse como
complementos en individuos enfermos cuando esté indicado.
Ecología intestinal y microbioma
El tubo digestivo tiene muchas funciones en la salud del individuo y
una de ellas es la integridad inmunitaria. Esto se debe a que el mayor
órgano inmunitario se localiza en el tubo digestivo y está constituido
por el tejido linfoide asociado al tubo digestivo (GALT) y el tejido
linfoide asociado a las mucosas (MALT), que contienen parte de los
sistemas inmunitarios innato y adquirido, además de casi 1,5 kg de
microorganismos microbianos. El estado del tejido linfoide digestivo y
de la ecología microbiana intestinal influyen mucho sobre el nivel de
inflamación del organismo (Lewis, 2014). Se ha demostrado
claramente una relación inversa entre la integridad de la barrera
intestinal y de su ecología, y la inflamación sistémica o de órganos
específicos (Goldman y Schafer, 2012; Hold et al., 2014; Kinnebrew y
Pamer, 2012; Pastorelli, 2013; Ruth, 2013).
El tratamiento nutricional médico recomienda, para mejorar la
ecología microbiana, aumentar la ingesta de alimentos fermentados,
reducir la de alimentos procesados, evitar alimentos irritantes para el
tubo digestivo y cualquier antígeno conocido para el individuo.
Pueden indicarse a veces alimentos funcionales (Abuajah, 2015), pre- y
probióticos (Isolauri y Salminen, 2015), y complementos con el fin de
restablecer el funcionamiento digestivo óptimo y reducir la
inflamación (Luoto et al., 2013; v. capítulos 26 y 28).
Estilo de vida
Las enfermedades crónicas se conocen como «enfermedades por el
estilo de vida». El tratamiento global de la inflamación requiere
cambios de hábitos para obtener resultados satisfactorios. Las
agencias de salud pública promueven la modificación de factores de
estilo de vida como el sueño, la actividad física y el abandono del
tabaco. Más recientemente se han identificado otros factores que
influyen significativamente sobre las enfermedades crónicas y la
inflamación, como la protección frente a la exposición a toxinas, la
gestión del estrés y las relaciones con la comunidad (Tay, 2013;
Umberson, 2010).
Sueño: ritmo circadiano
Los CDC consideran la escasez de sueño como un importante
problema sanitario, con entre 50 y 70 millones de adultos
estadounidenses diagnosticados de trastornos del sueño (CDC, 2014a).
La calidad y duración del sueño, «sentirse fresco» y vital al
despertarse y mantener un buen nivel de energía durante todo el día
hasta la hora de acostarse son signos de un sueño adecuado. Los
especialistas en sueño afirman que es una de las actividades «más
antiinflamatorias» (Lombardo, 2005). Se trata de una afirmación
profunda. Hábitos comunes como ver la TV justo antes de acostarse o
incluso en la cama suponen un estímulo luminoso que reduce la
producción de melatonina (la hormona natural del sueño que
responde a la oscuridad). La apnea del sueño, los ronquidos que
perturban el sueño del cónyuge y las bebidas estimulantes tomadas
durante el día contribuyen a empeorar la calidad del sueño. Sin un
sueño de calidad el organismo no obtiene el tiempo necesario de
reparación parasimpática de calidad (filosofías ayurvédica y de la
medicina china) que calma la inflamación del día.
Los efectos acumulativos de la falta de sueño influyen sobre
actividades metabólicas que conducen a aumento de peso, trastornos
afectivos, emociones estresantes y aumento de las necesidades de
nutrientes (Heaney, 2012). Los problemas del sueño pueden contribuir
a enfermedades como hipertensión, cardiopatías, depresión y
diabetes, y pueden añadir estrés e inflamación a unas vidas ya de por
sí frenéticas. El sueño influye sobre el equilibrio del ritmo circadiano
de 24 h que afecta al equilibrio hormonal, anímico, inmunitario,
orgánico y digestivo. La falta de sueño puede afectar a todos estos
sistemas y puede afectar al grado de inflamación prolongada y al
estado de los nutrientes (Lopresti et al., 2013).
Actividad física
La investigación de la fisiología del ejercicio está haciendo nuevos
descubrimientos sobre el efecto de la actividad física sobre la
inflamación en el organismo. Demasiado ejercicio durante demasiado
tiempo puede dar lugar a niveles elevados de especies reactivas del
oxígeno (ROS), un subproducto normal del metabolismo del oxígeno.
Cuando las ROS aumentan demasiado provocan daños por estrés
oxidativo en las estructuras celulares. Actualmente se recomienda
realizar actividad intermitente a lo largo del día de intensidad ligera a
moderada. El ejercicio extenuante solo es adecuado en sujetos
entrenados para evitar los efectos dañinos de los radicales libres
generados (Lopresti et al., 2013). La valoración nutricional del estado
antioxidante puede identificar un exceso de actividad metabólica de
ROS que aconsejaría una protección antioxidante dietética dentro de
la investigación de la carga inflamatoria total de una persona (Akil et
al., 2015; Mankowski et al., 2015; v. capítulo 7).
Estrés vital
Algunos profesionales sanitarios e investigadores del efecto del estrés
sobre el cuerpo humano afirman que el estrés prolongado no resuelto
es uno de los peores promotores del envejecimiento precoz y las
enfermedades crónicas. El estado de estrés no resuelto, sea emocional,
físico o percibido, o causado por una infección o herida, desencadena
la producción por el sistema inmunitario de más citocinas
inflamatorias. La analogía empleada para describir el estrés constante
es la de prepararse para la respuesta de «huida o lucha» sin ningún
sitio hacia donde correr. Cuando los animales o los seres humanos
están asustados huyen y generan sustancias metabólicas inflamatorias.
Una vez seguros descansan y se recupera el equilibrio (Sapolisky,
1998). Esto no puede suceder cuando el estrés es crónico y constante.
Carga de toxinas
Las toxinas son xenobióticos endógenos y exógenos, es decir,
sustancias tóxicas dentro de un organismo biológico, que dañan al
metabolismo.
En el mundo moderno, desde la Segunda Guerra Mundial, se han
liberado al medio ambiente más de 80.000 sustancias químicas y
muchos metales tóxicos, aumentando la exposición de las plantas y los
animales hasta niveles sin precedentes (NRDC, 2010, 2015). Aunque
muchos compuestos históricos, como el tabaco, son tóxicos
(Adams, 2015; Jin, 2008), hay muchas moléculas tóxicas «desconocidas
en la naturaleza» que previamente no estaban presentes en el medio
ambiente (Aris y Leblanc, 2011; Bland, 1998). Un ejemplo son los
ácidos grasos trans (Ganguly y Pierce, 2015).
El metabolismo de las plantas y los animales a menudo tiene
dificultades para procesar y eliminar estas toxinas cuando se
incorporan al organismo. Las presiones de la industria alimentaria y
otras han cuestionado los intentos de regulación de estos compuestos
tóxicos por parte de los gobiernos. El resultado es un aumento de las
concentraciones tisulares de algunas de estas toxinas cuando se
analizan. Pueden verse ejemplos en los estudios del Environmental
Working Group (EWG) (http://www.ewg.org) en sangre del cordón
umbilical de recién nacidos, que ha encontrado más de 260 sustancias
de toxicidad conocida en el 100% de los recién nacidos en EE. UU.
(EWG, 2005).
Otro ejemplo son los estudios sobre los metales tóxicos plomo y
cadmio en la población coreana residente cerca de minas abandonadas
de estos metales. Un estudio sobre más de 5.000 coreanos encontró
concentraciones notablemente más altas de metales tóxicos en quienes
residían dentro de un radio de 2 km de las minas respecto a la
población general de Corea y otros países (Park et al., 2014). El cadmio
y el plomo son carcinógenos conocidos y están relacionados con
trastornos del SNC y enfermedades cardiovasculares y renales que se
acompañan de inflamación prolongada.
Un estudio sobre la relación entre exposición a bajos niveles de
cadmio y arsénico y síntomas clínicos halló que una ingesta dietética
baja de proteínas afectaba a la actividad enzimática de modo que
deprimía los sistemas biológicos y dificultaba las adaptaciones a largo
plazo (Dudka et al., 2014). Se ha demostrado repetidamente que la
carencia de micronutrientes vegetales y fitonutrientes es un marcador
potencialmente significativo de efectos inflamatorios de toxinas como
metales tóxicos, sustancias químicas y pesticidas (Bakırcı et al., 2014;
Jeena et al., 2013). En resumen, se consigue una mayor protección
frente a la toxicidad cuando la ingesta de macro- y micronutrientes y
la biodisponibilidad de los nutrientes son adecuadas para el
organismo humano, gracias a una dieta rica en vegetales y con una
cantidad adecuada de proteínas.
Valoración y reducción de la inflamación
prolongada en las enfermedades crónicas
Historia del paciente
La valoración nutricional recoge información sobre la persona al
completo y comienza escuchando la historia del paciente y
estableciendo una relación terapéutica que es fundamental para
obtener buenos resultados. Se trata de una especie de trabajo
detectivesco a medias con el paciente cuya meta es descubrir las
causas básicas de los desequilibrios fisiológicos que se pretenden
corregir.
La historia del paciente incluye sus antecedentes completos y su
estado actual de salud; recoge todos los datos que pueden contribuir a
la salud metabólica del individuo. Los datos se recogen durante el
encuentro terapéutico a partir de la entrevista personal, el estudio de
historiales médicos, los antecedentes familiares, la observación clínica
y los resultados de laboratorio actuales. Para obtener los antecedentes
familiares lo mejor es solicitar que se rellene un formulario con las
historias médicas de las dos generaciones previas antes de la sesión de
valoración. Lo más habitual es que se reconozca un patrón sugestivo
de fenotipos metabólicos. Ejemplos como episodios cardiovasculares,
autoinmunitarios o neurológicos descritos en miembros de la familia,
sobre todo si se dan en edades jóvenes o en múltiples miembros,
deben motivar al nutricionista para investigar posibles mecanismos
metabólicos o polimorfismos de nucleótido único (SNP). Antes de
plantear una intervención puede ser conveniente cuantificar mediante
análisis o confirmar clínicamente una alteración metabólica.
La historia sanitaria personal, que comienza desde la historia
gestacional y el lugar de nacimiento y sigue toda su evolución
cronológica, puede aportar mucha información para reconocer
patrones que permitan comprender mejor la salud nutricional
metabólica actual del individuo. Por ejemplo, se ha observado que los
niños que no reciben leche materna presentan más dificultades para
mantener la microflora intestinal sana y sufren una mayor incidencia
de alergias y asma. Estos niños podrían beneficiarse de suplementos
probióticos (Prescott, 2011; Ip, 2007).
Historial y datos médicos
En todas las enfermedades crónicas puede identificarse como
denominador común una inflamación prolongada. La mayor parte de
los datos sugestivos de este fenotipo en el ser humano se centra en
varios aspectos del síndrome metabólico, descrito como la
acumulación de una serie de factores de riesgo como resistencia a la
insulina (RI)/hiperinsulinemia, aumento del TAV (aumento del
porcentaje de grasa corporal, circunferencia de la cintura), elevación
de triglicéridos (TG)/disminución de colesterol de alta densidad
(colesterol HDL), hipertensión y aumento de glucosa en ayunas
(disglucemia) (Watson, 2014). Otro marcador frecuente es una
elevación de la CRP-hs por encima de 1. El aumento del conocimiento
sobre la alteración del metabolismo de la glucosa y sus diversas
causas ayuda a definir una entidad tan compleja como la inflamación
prolongada (Alberti et al., 2009; Grundy et al., 2005).
Los marcadores bioquímicos pueden ser también factores
importantes para personalizar la «carga inflamatoria total» de un
individuo. En 2004 se comprobó que lentos aumentos de marcadores
inflamatorios como la velocidad de sedimentación (en sangre) eran
significativos en la progresión de los procesos degenerativos de las
enfermedades crónicas (v. tabla 3-1).
Las pruebas genómicas predictivas aportan una nueva herramienta
para personalizar la valoración del metabolismo de un individuo. El
empleo de pruebas de SNP se encuentra aún en fase preliminar
respecto a su aplicación clínica, pero está aumentando con rapidez. En
la actualidad los profesionales de la medicina integrativa y funcional
están usando pruebas de SNP dentro de su valoración de la historia
del paciente con el fin de escoger las intervenciones más eficaces. Es
importante considerar las pruebas de SNP como «predictivas» y no
como herramienta «diagnóstica». Un ejemplo del uso de SNP en el
cáncer de mama es el análisis del receptor de vitamina D (genes VDR
como CDX2 y BGL), con el que actualmente se cree que existe
asociación (Khan MI, 2014). El gen VDR puede influir sobre el riesgo
de algunos cánceres y sobre su pronóstico. Por ello es conveniente
controlar los niveles de vitamina D en los pacientes con cáncer (Mun,
2015). El consenso actual para la prevención del cáncer recomienda
mantener la 25(OH)D dentro del intervalo de 30 a 80 ng/ml (90 a
110 nmol/l) (Mohr, 2014).
La vitamina D colabora con el tratamiento de la inflamación crónica
debido a que es casi una «prohormona» con efectos inmunitarios y de
modulación hormonal. Este análisis global de genes candidatos
demuestra que el riesgo de múltiples polimorfismos de VDR provoca
concentraciones menores de ARNm de VDR. Se ha demostrado que
los polimorfismos del receptor de vitamina D (VDR) están asociados a
varias enfermedades complejas, entre ellas la osteoporosis. Esto
podría afectar a la eficiencia de la señalización por la vitamina D y
podría contribuir al aumento del riesgo de fracturas observado
cuando están presentes alelos de riesgo en el haplotipo (Fang
et al., 2005).
A partir de la historia del paciente y otros datos como la
antropometría, los antecedentes médicos y la exploración física
centrada en la nutrición (v. apéndice 21), se puede obtener un patrón
de prioridades nutricionales y metabólicas. Esto proporciona al
profesional sanitario información importante para desarrollar una
intervención nutricional que favorezca la salud y el bienestar.
Expresión de la inflamación
prolongada en las principales
enfermedades crónicas
Cardiopatía/síndrome cardiometabólico
La ateroesclerosis es una enfermedad inflamatoria crónica. El término
más empleado para describir los procesos fisiológicos multifactoriales
que incluyen todas las enfermedades crónicas de un modo u otro es el
de síndrome metabólico (SMet). Las enfermedades cardiovasculares
(ECV) y la diabetes son las más estrechamente asociadas, pero cada
vez se encuentran más conexiones con otras enfermedades crónicas
importantes (v. capítulos 30 y 33). En el SMet están implicados el
sistema cardiovascular y la respuesta inmunitaria que generan las
placas ateroescleróticas en las paredes vasculares. En la década de
1970 se descubrió que la placa ateroesclerótica era el resultado de un
proceso altamente inflamatorio en el que participaba a veces una
infección, pero siempre macrófagos y células espumosas cementados
con calcio libre y colesterol. Otros factores del SMet son la
hipertensión, los accidentes cerebrovasculares y el estrés. Los
biomarcadores más relacionados con la inflamación del síndrome
metabólico y las ECV son lípidos, homocisteína, CRP-hs,
mieloperoxidasa y ferritina: todos ellos reactantes de fase aguda
indicativos de inflamación (Smith, 2010; cuadro 3-4; v. tabla 7-6).
Cuadr o 3-4
Marcadores inflamatorios
específicos cardiometabólicos
• Aumento del porcentaje de grasa corporal, generalmente con
elevación del IMC y el TAV
• IMC
• Circunferencia de la cintura
• Índice cintura/altura
• Índice cintura/cadera
• Porcentaje de grasa corporal (impedancia bioeléctrica,
pletismografía por desplazamiento de aire o agua, DEXA,
plicómetros)
• Biomarcadores sanguíneos de inflamación prolongada en
ECV/síndrome cardiometabólico con diabetes
• Hiperlipidemia/hipertrigliceridemia
• Colesterol total/índice de HDL
• Glucosa en ayunas/insulina en ayunas
• HgbA1C
• Proteína C reactiva de alta sensibilidad (CRP-hs o CRP-cardio)
• Homocisteína
• Pruebas de imagen: escáner de calcio coronario
• Mieloperoxidasa (sangre)
• Otras asociaciones con ECV/síndrome cardiometabólico/diabetes:
• Metabolismo dominante simpático (estrés metabólico)
• Estrés (bioquímico, glandular, emocional, ambiental,
tabaquismo)
• Falta de sueño
• Apnea
Cáncer
El cáncer puede considerarse un primo del síndrome
cardiometabólico que comparte muchas de las características de la
inflamación prolongada. Las muertes por cáncer se producen a
consecuencia del crecimiento metastásico de un tumor y de la
desnutrición. Las metástasis de los tumores sólidos requieren aporte
sanguíneo y neovascularización (angiogenia) para crecer (Albini, 2011;
v. capítulo 36). La angiogenia es fundamental para la remodelación y
regeneración de los tejidos adultos, el crecimiento de los tumores
sólidos y la arteriopatía coronaria (Bingling et al., 2014). El
conocimiento de este hecho ha impulsado la investigación de
alimentos, hierbas y medicaciones que puedan inhibir la angiogenia
(Bodai, 2015; Kunnumakkara et al., 2008).
Al valorar el estado metabólico y nutricional de un paciente con
cáncer, el profesional sanitario debe utilizar los mismos
factores recogidos para el síndrome metabólico, añadiendo
marcadores específicos del cáncer (cuadro 3-5).
Cuadr o 3-5
Marcadores inflamatorios
específicos de cáncer
• Diversos marcadores metabólicos que miden rasgos inflamatorios
del cáncer
• Adhesión: fibrinógeno y plaquetas (sangre)
• Promotores de metástasis
• Cociente cobre:cinc ≤ 1 (limitante de velocidad de las enzimas
metastásicas)
• Ceruloplasmina (contribuye a la carga total de Cu)
• Promotores de la angiogenia (Bingling, 2014): VEGF, factores
de adhesión
• Inflamación promotora de tumores: tipo específico de marcadores
de cáncer (ejemplos: CA 125 en cáncer ovárico, CA 15-3 en
cáncer de mama, PSA en cáncer de próstata). Varias citocinas y
quimiocinas proinflamatorias: TNF-α, IL-8, IL-6, etc.
• Glucólisis (efecto Warburg: los azúcares son el combustible
principal de las células cancerosas)
• Factores de crecimiento
• Inestabilidad genómica/ADN mitocondrial
• Pérdida de apoptosis/inmortalidad celular
Enfermedades autoinmunitarias
Las enfermedades autoinmunitarias comparten los procesos
fundamentales de la enfermedad cardiometabólica, junto con un
mayor componente genético añadido. Enfermedades como la artritis
reumatoide, la enfermedad celíaca, la enfermedad inflamatoria
intestinal, el lupus, el síndrome de Sjögren y otras presentan
susceptibilidad genética conocida. Todas ellas poseen marcadores
inflamatorios específicos. Son exacerbadas por la obesidad, por
infecciones crónicas, por exposición a antígenos y por el estrés
(tabla 3-3).
Tabla 3-3
Marcadores inflamatorios específicos autoinmunitarios
Biomarcador
Intervalo de referencia
Muestra
Asociación
Velocidad de
Hombres: 0-15 mm/h
sedimentación (VSG) Mujeres: 0-20 mm/h
Suero
Colagenopatías
Enfermedades inflamatorias
Infecciones
Toxicidad, metales pesados
Proteína C reactiva de
alta sensibilidad
(CRP-hs)
< 1 mg/dl
Sangre
Inflamación sistémica
Síndrome metabólico
Factor reumatoide (RF)
0-39 UI/ml (no
reactivo)
40-79 UI/ml
(débilmente
reactivo)
> 80 UI/ml (reactivo)
Sangre
Artritis reumatoide
Síndrome de Sjögren
Dolor articular
Trastornos reumáticos
Anticuerpos
antigliadina
Anticuerpos
antigliadina
desaminada, IgA,
IgG
0-19 (negativo)
20-30 (positivo débil)
> 30 (de moderado a
positivo intenso)
Suero
Enfermedad celíaca
Dermatitis herpetiforme
Hipersensibilidad al gluten no celíaca
Anticuerpos
antiendomisio (IgAEMA)
Individuos normales
negativos
Dieta sin gluten
negativos
IgA/IgG
< 4 U/ml (negativo)
Dermatitis herpetiforme, enfermedad
celíaca
Suero
Enfermedad celíaca (indicada biopsia
antitransglutaminasa 4-10 U/ml (positivo
tisular (tTG-IgA)
débil)
> 10 U/ml (positivo)
Los valores de
referencia se
aplican a todas las
edades
radiológica, gen HLA_DQ2/DQ8)
Dermatitis herpetiforme
Atrofia vellositaria
SS-A Sjögren/Ro IgG
< 1 U (negativo)
≥ 1 U (positivo)
Los valores de
referencia se
aplican a todas las
edades
Sangre
Enfermedades del tejido conjuntivo
(lupus eritematoso sistémico,
Sjögren, artritis reumatoide)
SS-B Sjögren
< 1 U (negativo)
≥ 1 U (positivo)
Los valores de
referencia se
aplican a todas las
edades
Sangre
Enfermedades del tejido conjuntivo,
incluidos síndrome de Sjögren,
lupus eritematoso sistémico (LES)
Título de anticuerpos
ANA
< 1:40 (normal o < 1/0
IU, negativo)
Suero
Múltiples trastornos autoinmunitarios,
lupus eritematoso sistémico (LES)
IgG anti-ADNds
< 30 IU/ml (negativo)
30-75 IU/ml
(intermedio)
> 75 IU/ml (positivo)
Negativo se considera
normal
Los valores de
referencia se
aplican a todas las
edades
Sangre
Anticuerpos
antipéptido
citrulinado cíclico
(Anti-CCP)
< 20 U (negativo)
20-39,9 U (positivo
débil)
40-59,9 U (positivo)
≥ 60 U (positivo fuerte)
Los valores de
referencia se
aplican a todas las
edades
Sangre
Artritis reumatoide
Artritis
Anticuerpos
antidesmogleína 1/3
IgG
Biopsia de ampolla
Negativo
Sangre
Tejido
cutáneo
Pénfigo vulgar
Pénfigo foliáceo
Epidermólisis ampollosa adquirida
Enfermedades neurológicas
Las enfermedades neurológicas van desde enfermedades por
disfunción mitocondrial, como la enfermedad de Parkinson y la
enfermedad de Alzheimer (EA) (Hroudová et al., 2014), hasta
trastornos afectivos asociados con vías de metilación alteradas por
variaciones en los genes MTHFR y COMT y carencias nutricionales.
La inflamación y los parámetros cardiometabólicos están presentes
hasta el punto de que se ha denominado a la EA diabetes de tipo 3 (de
la Monte y Wands, 2008). El sistema neurológico parece ser más
vulnerable a la exposición a tóxicos debido a que el 90% de las toxinas
son lipófilas y las neuronas y el sistema nervioso central (SNC) son
células y tejidos con alto contenido en grasa (tabla 3-4).
Tabla 3-4
Marcadores inflamatorios específicos neurológicos
Biomarcador
Análisis de ácidos grasos en
eritrocitos
Referencia
Muestra
Media ± DE
Sangre
Triglicéridos
170-200 mg/dl
Sangre
Colesterol total
50-80 mg/dl
HDL
Hombres: 37-40 mg/dl
Asociación
Integridad de la membrana
Perfil de lípidos
Sangre
Riesgo de enfermedad coronaria
Mujeres: 40-85 mg/dl
LDL
Adultos < 130 mg/dl o < 3,4 Sangre
mmol/l
Adultos: riesgo de enfermedad
coronaria
Niños < 110 mg/dl o < 2,8
mmol/l
Niños: metabolismo anormal del
colesterol
Creatina cinasa
Creatinina
0,76-1,27 mg/dl
BUN
8-27 mg/dl
TFG
> 60 ml/min/superficie
corporal
Glucosa, ayunas
65-99 mg/dl
Sangre
Función renal
Sangre,
orina
Estado de glucosa
Insulina, ayunas
2,0-19,6 µUI/ml
Sangre
Estado de insulina
HgbA1C
4,8-6,4%
Sangre
Media en suero en 120 días
25(OH)D
30-150 ng/ml
Sangre,
saliva
Estado de vitamina D
Alteraciones endocrinas
Las alteraciones endocrinas (no malignas) parecen estar aumentando
en la población. Por ejemplo, la infertilidad ha aumentado en todo el
mundo hasta afectar al 10% de las mujeres (CDC, 2015; Inhorn y
Patrizio, 2015). Procesos inflamatorios como endometriosis, SOPQ e
infertilidad idiopática son las enfermedades relacionadas más
frecuentes en todo el mundo (Gupta, 2014). El estrés oxidativo y la
inflamación que le acompaña se postulan como los factores más
importantes en la infertilidad femenina. Todos los marcadores
cardiometabólicos ayudan a valorar los riesgos endocrinos de las
enfermedades crónicas, junto con los marcadores específicos de cada
proceso. Otros estados, como la «dominancia estrogénica», conllevan
problemas inflamatorios, como sucede en los miomas uterinos,
mamas fibroquísticas, tiroiditis hipotiroidea o autoinmunitaria,
diabetes de tipo 1 y de tipo 2, y estrés suprarrenal (tabla 3-5).
Tabla 3-5
Marcadores inflamatorios específicos endocrinos (no malignos)
Biomarcador (madre)
Referencia
Muestra
Asociación
Análisis de ácidos grasos en Media ± DE
eritrocitos
Sangre
Integridad de la membrana
Perfil de lípidos
Sangre
Enfermedad coronaria
Colesterol total
170-200 mg/dl
Colesterol/metabolismo lipídico
HDL
Hombres: 37-40 mg/dl
Estrés hepático
Mujeres: 40-85 mg/dl
Riesgo de enfermedad coronaria
Adultos: < 130 mg/dl o < 3,4
mmol/l
Riesgo de enfermedad coronaria
Niños: < 110 mg/dl o < 2,8
mmol/l
Colesterol anormal
LDL
Triglicéridos
< 150 mg/dl
Síndrome metabólico
Carencia de carnitina
Dieta rica en azúcares
simples/alcohol
Riesgo de enfermedad coronaria
tTG IgG/IgA
< 4 U/ml, ningún anticuerpo
detectado
Atrofia de las vellosidades del
intestino delgado
Anticuerpos antigliadina
< 20 U, anticuerpos no
detectados
Sensibilidad al gluten
Dieta sin gluten
Perfil celiaquía
IgG/IgA antitransglutaminasa tisular
Antígenos (IgG/IgE
antialimentos)
Según laboratorio
Insulina, ayunas
2-19,6 µIU/ml
Sangre
Estado de insulina
HgbA1C
4,8-6,4%
Sangre
Media en suero en 120 días
TSH
Adultos 0,2-5,4 mU/l sangre Sangre
Función tiroidea
25(OH)D
30-150 ng/ml
Estado de vitamina D
Sangre,
saliva
Alteraciones del desarrollo relacionadas con la
inflamación
En las alteraciones del desarrollo relacionadas con la inflamación
influye mucho el ambiente uterino, donde se ha demostrado la
importancia de la preprogramación del fenotipo del feto para toda su
vida. Los mensajes epigenéticos que influyen sobre el genotipo fetal
son moduladores poderosos de la expresión de la vida. En los
primeros años de vida son vulnerables el desarrollo cerebral y el
bienestar conductual, incluidas la autoestima y el establecimiento de
relaciones. Si el feto y el niño pequeño no crecen en un ambiente
saludable, los procesos inflamatorios de las enfermedades crónicas
echan raíces y afectarán al individuo durante toda su vida.
Resumen
Las enfermedades crónicas representan una epidemia que depende en
gran medida de la dieta y los hábitos, y cuya fisiopatología engloba
influencias genéticas y epigenéticas. La inflamación mantenida es el
denominador común de todas las enfermedades crónicas. La nutrición
y los hábitos son factores moduladores de la inflamación sostenida
(cuadro 3-6).
Cuadr o 3-6
Alimentos, productos
nutricéuticos y hábitos saludables como
medicina para combatir la inflamación
Alimentos
Dieta de alimentos integrales
Dieta mediterránea
Dieta med-asian
Dieta nórdica
Frutas y verduras
Grasas saludables
Agua pura
Nutrientes selectivos
Alimentos bajos en antígenos para el individuo
Alimentos pobres en toxinas
Alimentos y utensilios de cocina sin toxinas (aluminio, BPA, libres
de ácido perfluorooctanoico [PFOA])
Productos nutricéuticos
Quercetina
Rutina
Curcumina
Enzimas proteolíticas
Tratamientos enzimáticos
Tratamiento nutricional
Guía de complementos dietéticos
Estilo de vida
Sueño
Actividad física
Creencias
Comunidad
El nutricionista tiene un papel importante en el tratamiento
multidisciplinar de las enfermedades crónicas. La capacidad de
reconocer los signos y síntomas precoces de la inflamación latente
permite al nutricionista identificar las prioridades nutricionales y
trazar estrategias individualizadas para reducir la inflamación y
restablecer la salud y el bienestar.
Los alimentos integrales, los «alimentos funcionales», los
complementos dietéticos específicos, si fuera necesario, y los cambios
de hábitos pueden resultar fundamentales para lograr el bienestar. El
nutricionista, con sus conocimientos sobre la inflamación y el papel de
la respuesta inmunitaria en la fisiopatología de las enfermedades
crónicas, es el más capacitado para llevar a cabo valoraciones e
intervenciones nutricionales eficaces.
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4
Ingesta: análisis de la dieta
Kathleen A. Hammond, MS, RN, BSN, BSHE, RDN, LD
L. Kathleen Mahan, RDN, MS, CD
TÉRMINOS CLAVE
ageusia
análisis de la ingesta de nutrientes (AIN)
anosmia
antecedentes dietéticos
cribado del riesgo nutricional
cuestionario de frecuencia de alimentos
datos sobre la ingesta dietética
diario de alimentos
Dietary Supplements Database
disgeusia
estado nutricional
FDA Total Diet Study Database
Food and Nutrient Database for Dietary Studies (FNDDS)
Malnutrition Screening Tool (MST)
Malnutrition Universal Screening Tool (MUST)
minivaloración nutricional (MVN), formulario corto
minivaloración nutricional (MVN), formulario largo
recordatorio de 24 h
USDA National Nutrient Database for Standard Reference (SR)
valoración global subjetiva (VGS)
valoración nutricional
El estado nutricional refleja el grado en que están cubiertas las
necesidades nutricionales fisiológicas de un individuo. La valoración
del estado nutricional es la clave de la asistencia nutricional; es la base
importante para la personalización de la ayuda nutricional a los
individuos en el contexto de la causa, la prevención o el tratamiento
de la enfermedad o de la promoción de la salud. Las enfermedades
crónicas, incluyendo cardiopatías, accidentes cerebrovasculares,
diabetes y osteoporosis, así como muchas alteraciones digestivas y la
mayoría de cánceres, se ven afectados por el estado nutricional
subyacente. Además, el estado nutricional de una persona afecta a la
expresión genética y viceversa, con implicaciones de cara a muchas
enfermedades (v. capítulo 5). Para la promoción de la salud, una
evaluación periódica puede detectar una insuficiencia nutricional en
etapas precoces, lo que permite mejorar la ingesta dietética y el estilo
de vida a través del soporte y asesoramiento nutricional antes de que
se desarrollen deficiencias y cambios funcionales más graves.
La valoración nutricional comienza con frecuencia con una
recopilación de los datos sobre la ingesta dietética, la información
sobre el consumo de alimentos, líquidos y suplementos. Esta ingesta
dietética personal está condicionada por factores como la situación
económica, la disponibilidad de alimentos, los hábitos alimenticios, el
estado emocional, los efectos de la enfermedad y la capacidad de
adquisición y absorción de nutrientes. Una vez recogidos los datos
sobre ingesta dietética, se analiza el contenido de nutrientes y
fitonutrientes. Estos se comparan con las recomendaciones y
necesidades particulares de cada persona (fig. 4-1). Estas necesidades
dependen de la edad, el sexo, los períodos de crecimiento tales como
la gestación o la adolescencia, la presencia de enfermedad o
inflamación crónica, la coexistencia de agentes estresantes como
lesiones o traumas psicológicos y los tratamientos clínicos o
farmacológicos.
FIGURA 4-1 Estado nutricional óptimo: equilibrio entre la
ingesta de nutrientes y las necesidades nutricionales.
El bienestar nutricional y la continuidad de la salud nutricional son
conceptos esenciales que hay que conocer. La figura 4-2 ilustra la
secuencia general de etapas que conducen a una alteración nutricional
y al desarrollo de deficiencias nutricionales, así como las áreas en las
que la evaluación puede identificar problemas.
FIGURA 4-2 Desarrollo de carencia nutricional clínica con
las correspondientes evaluaciones dietéticas, bioquímicas y
clínicas.
El cribado y la valoración son partes integrales del proceso de
asistencia nutricional (PAN), que tiene cuatro etapas: 1) evaluación del
estado nutricional; 2) identificación de un diagnóstico nutricional; 3)
intervenciones como aporte de alimentos y nutrientes, educación,
asesoramiento, coordinación de la atención, y 4) monitorización y
evaluación de la efectividad de las actuaciones (Academy of Nutrition
and Dietetics [AND], 2013; v. capítulo 10).
Cribado nutricional
Se determinan los riesgos nutricionales a través de un proceso de
cribado nutricional. Los factores que hay que tener en cuenta a la hora
de determinar si una persona se encuentra en riesgo nutricional
aparecen enumerados en la tabla 4-1. Incluyen los patrones de ingesta
de alimentos, nutrientes y vegetales; factores psicosociales
y económicos; el estado físico; las pruebas de laboratorio anormales; y
los regímenes de medicación y tratamiento.
Tabla 4-1
Factores de riesgo nutricional
Categoría
Factores
Patrones de
ingesta de
alimentos y
nutrientes
• Ingesta calórica y proteica mayor o menor de la necesaria para la edad y el nivel de
actividad
• Ingesta de vitaminas y minerales mayor o menor de la necesaria para la edad
• Dificultad de deglución
• Alteraciones digestivas
• Hábitos dietéticos inusuales (p. ej., pica)
• Alteración de la función cognitiva o depresión
• Ausencia de ingesta oral durante más de 3 días
• Incapacidad o rechazo del consumo de alimentos
• Aumento o disminución de las actividades diarias
• Uso incorrecto de suplementos
• Falta de idoneidad de alimentación de transición, alimentación por sonda o nutrición
parenteral, o ambas
• Irregularidad intestinal (p. ej., estreñimiento, diarrea)
• Dieta restringida
• Limitaciones en la alimentación
Factores sociales
y psicológicos
• Bajo nivel cultural
• Barreras idiomáticas
• Factores culturales o religiosos
• Alteraciones emocionales secundarias a las dificultades para alimentarse (p. ej.,
depresión)
• Recursos limitados para la preparación de alimentos o la obtención de alimentos y
suministros
• Adicción al alcohol o a los estupefacientes
• Ingresos limitados o bajos
• Ausencia o incapacidad de comunicación de las necesidades
• Utilización o comprensión limitada de los recursos comunitarios
Características
físicas
• Edad extrema: adultos mayores de 80 años, lactantes prematuros, niños muy pequeños
• Embarazo: adolescente, poco separado, o tres o más gestaciones
• Alteraciones de las medidas antropométricas: sobrepeso acusado o peso insuficiente
para la altura, la edad o ambos; circunferencia de la cabeza menor del valor normal;
disminución de las reservas somáticas de grasa y músculo; amputación
• Pérdida de tejido adiposo o muscular
• Obesidad o sobrepeso
• Nefropatía o cardiopatía crónica y complicaciones asociadas
• Diabetes y complicaciones asociadas
• Úlceras por presión o alteración de la integridad cutánea
• Cáncer y tratamiento frente al mismo
• Síndrome de inmunodeficiencia adquirida
• Complicaciones digestivas (p. ej., malabsorción, diarrea, alteraciones digestivas o
intestinales)
• Estrés catabólico o hipermetabólico (p. ej., traumatismo, septicemia, quemaduras, estrés)
• Inmovilidad
• Osteoporosis, osteomalacia
• Alteraciones neurológicas, como afectación de la función sensorial
• Alteraciones visuales
Anomalías
analíticas
• Proteínas viscerales (p. ej., albúmina, transferrina, prealbúmina)
• Perfil lipídico (colesterol, lipoproteínas de alta densidad, lipoproteínas de baja densidad,
triglicéridos)
• Hemoglobina, hematocrito y otras pruebas hematológicas
• Nitrógeno ureico en sangre, creatinina y concentraciones de electrólitos
• Glucemia en ayunas
• Otros índices analíticos necesarios
Fármacos
• Consumo crónico
• Administración múltiple y simultánea (polifarmacia)
• Interacción de fármacos-nutrientes y efectos secundarios
Adaptado de Council on Practice, Quality Management Committee: Identifying
patients at risk: ADA’s definitions for nutrition screening and nutrition assessment,
J Am Diet Assoc 94:838, 1994.
De manera ideal, todo el mundo debería ser sometido a
valoraciones nutricionales periódicas a lo largo de su vida. De la
misma forma que el personal sanitario realiza chequeos anuales,
los nutricionistas con experiencia pueden llevar a cabo evaluaciones
nutricionales periódicas. Para lograr servicios nutricionales rentables
en el ambiente sanitario actual, resulta importante filtrar inicialmente
a los pacientes de cara a encontrar aquellos que se encuentran en
riesgo nutricional. El propósito de un cribado nutricional es identificar
rápidamente a las personas malnutridas o en riesgo nutricional y
establecer si requieren una valoración más detallada. El cribado
nutricional se define como «el proceso de identificación de los
pacientes, clientes o grupos que pueden requerir un diagnóstico
nutricional y beneficiarse de una evaluación e intervención nutricional
a cargo de un bromatólogo certificado (BC)». Las consideraciones
fundamentales de un cribado nutricional incluyen:
1. Las herramientas deben ser rápidas, fáciles de utilizar y tener la
capacidad de ser aplicadas en cualquier contexto práctico.
2. Las herramientas deben ser válidas y fiables para la población o
el contexto de los pacientes.
3. Los BC establecen las herramientas y los parámetros, pero el
proceso de cribado pueden llevarlo a cabo técnicos en dietética, u
otro personal registrado o con formación adecuada.
4. El cribado y sus revisiones se deben programar a intervalos
adecuados según el contexto (AND, 2013a; Skipper et al., 2012).
Los criterios de cribado más habituales incluyen antecedentes de
pérdida de peso, necesidad actual de soporte nutricional, presencia de
laceraciones cutáneas, escasa ingesta dietética y uso crónico de dietas
modificadas o atípicas. Los datos adicionales recabados en el
transcurso del cribado nutricional dependen de: 1) el marco en el que
se obtenga la información (p. ej., domicilio, clínica, hospital, residencia
de larga estancia); 2) la etapa vital o el tipo de enfermedad; 3) los
datos disponibles, y 4) la definición de las prioridades de riesgo. De
forma independiente de la información obtenida, a través del cribado
se pretende identificar a las personas con riesgo nutricional, los
sujetos con probabilidad de presentar tal riesgo y los individuos que
precisan una valoración más detallada. Por ejemplo, tener 85 años o
más, una ingesta nutricional baja, la pérdida de la capacidad de
alimentarse por uno mismo, la existencia de dificultades para masticar
y deglutir, estar encamado, la presencia de úlceras por presión o de
una fractura de la cadera o de demencia, y la afección por dos o más
enfermedades crónicas se consideran factores de riesgo en el cribado
nutricional.
Herramientas para el cribado nutricional
La AND evaluó las herramientas de cribado nutricional de uso
habitual. Se pueden consultar los resultados en la Evidence Analysis
Library (EAL). (AND, 2013b; AND, 2015). Un cribado que es fácil de
utilizar es la Malnutrition Screening Tool (MST) (herramienta de
cribado de la malnutrición) creada por Ferguson (1999). Sus
parámetros incluyen pérdida de peso reciente y pobre ingesta
dietética reciente. Esta herramienta resulta útil para la población
adulta hospitalizada de forma repentina y fue la única de las 11
evaluadas por la EAL que se mostró válida y fiable para la
identificación de problemas en los contextos de atención urgente y de
base hospitalaria ambulatoria (AND, 2013b; cuadro 4-1).
Cuadr o 4-1
Malnutrition Screening
Tool (MST)
Pregunta
Puntuación
¿Ha perdido peso recientemente sin pretenderlo?
No
0
No estoy seguro
2
En caso afirmativo, ¿cuánto peso (kilogramos) ha perdido?
1-5
1
6-10
2
11-15
3
> 15
4
No estoy seguro
2
¿Ha estado comiendo mal por disminución del apetito?
No
0
Sí
1
Puntuación total:
Puntuación de 2 o más = paciente en riesgo de malnutrición.
Tomado de Ferguson M et al: Development of a valid and reliable malnutrition screening
tool from adult acute hospital patients, Nutrition 15:458, 1999, p 461.
Otra herramienta de cribado es la Malnutrition Universal
Screening Tool (MUST) (herramienta de cribado universal de la
malnutrición), diseñada por Stratton et al. (2004) para la valoración
rápida y completa de la desnutrición (AND, 2015; fig. 4-3). Incorpora
tres criterios independientes: 1) peso y talla actuales con
determinación del índice de masa corporal (IMC); 2) adelgazamiento
no deseado mediante puntos de corte específicos, y 3) efecto de
enfermedades agudas en la ingesta nutricional durante más de 5 días.
El pronóstico mediante la combinación de estos tres componentes es
mejor que el efectuado a través de cualquiera de ellos por separado.
Una vez sumadas las puntuaciones, se puede determinar el riesgo
global de malnutrición mediante tres categorías: 0 = riesgo bajo;
1 = riesgo medio, y ≥ 2 = riesgo alto. A continuación, se pueden aplicar
las directrices terapéuticas nutricionales (Stratton et al., 2004).
FIGURA 4-3 Malnutrition Universal Screening Tool (MUST)
para adultos. Registro de la categoría de riesgo nutricional,
presencia de obesidad y/o necesidad de dietas especiales, y
observación de la política local en sujetos con riesgo
identificado. En caso de resultar imposible obtener los datos
de altura y peso, se aportarán otras mediciones alternativas y
criterios subjetivos (Elia, 2003). *En los pacientes obesos, las
enfermedades agudas de base suelen controlarse con
anterioridad al tratamiento de la obesidad. †A no ser que sea
nocivo o no quepa esperar un efecto beneficioso del soporte
nutricional (p. ej., muerte inminente). (Por cortesía del Professor
Marinos Elia, Editor: BAPEN, 2003 ISBN 1 899467 70X. Pueden obtenerse
copias del informe completo en BAPEN Office, Secure Hold Business Centre,
Studley Road, Redditch, Worcs BN98 7LG Tel: 01527 457850.)
El cribado del riesgo nutricional (NRS, 2002) es una herramienta de
cribado útil para pacientes médico-quirúrgicos hospitalizados
(AND, 2015). Esta herramienta contiene los componentes nutricionales
del MUST y una gradación de la gravedad de la enfermedad según
quede reflejado por el aumento de los requerimientos dietéticos. Los
parámetros de cribado de esta herramienta incluyen el porcentaje de
pérdida de peso reciente, el índice de masa corporal (IMC), la
gravedad de la enfermedad, consideración de edad > 70 años y
problemas con la ingesta/toma de alimentos y eliminación de comidas
(AND, 2013b; tabla 4-2).
Tabla 4-2
Cribado del riesgo nutricional 2002 (Directrices ESPEN)
Estado nutricional alterado
Gravedad de la enfermedad (=
necesidades/estrés-metabolismo)
Leve
Pérdida peso > 5% en 3 meses
Leve
Fractura de cadera
Puntuación 1
o
Puntuación 1
Pacientes crónicos, en
particular con
complicaciones agudas:
cirrosis, EPOC
Hemodiálisis crónica, diabetes,
neoplasias malignas
Moderado
Cirugía abdominal mayor
Ingesta alimentos < 50-75% de las
necesidades normales de la semana
previa
Moderado
Pérdida peso > 5% en 2 meses
o
Puntuación 2
IMC 18,5-20,5 + alteración del estado
general
Accidente cerebrovascular
Puntuación 2
Neumonía grave, alteraciones
hematológicas malignas
Grave
Lesión cerebral
o
Ingesta alimentos del 50-75% de las
necesidades normales de la semana
previa
Grave
Pérdida peso ≥ 5% en 1 mes (= 15% en 3
meses)
o
Puntuación 3
IMC < 18,5 + alteración del estado
general
Trasplante de médula ósea
Puntuación 3
Pacientes en cuidados intensivos
(APACHE > 10)
Puntuación:
= PUNTUACIÓN TOTAL
o
Ingesta alimentaria del 0-25% de las
necesidades normales de la semana
previa
Puntuación:
+
Modificado de Kondrup J et al: ESPEN guidelines for nutrition screening 2002, Clin
Nutr 22:415, 2003.
ESPEN, European Society for Parenteral and Enteral Nutrition.
La minivaloración nutricional (MVN), formulario corto,
representa un método rápido y fiable de cribado en poblaciones de
sujetos mayores con carácter subagudo y ambulatorio. Los parámetros
de cribado nutricional incluyen la ingesta dietética reciente, el
adelgazamiento reciente, la movilidad, la patología aguda reciente o el
estrés psicológico, los problemas neuropsicológicos y el IMC
(AND, 2013b; fig. 4-4).
FIGURA 4-4 Minivaloración nutricional, formulario corto.
(Reproducido con autorización de Nestlé Healthcare Nutrition.)
Valoración nutricional
La valoración nutricional es una evaluación completa realizada por
un BC a partir de los antecedentes médicos, sanitarios, sociales,
nutricionales y de consumo de fármacos o hierbas medicinales; la
exploración física; las medidas antropométricas, y los datos analíticos.
Durante la valoración nutricional se interpretan datos recabados en el
cribado nutricional y se incorpora información adicional. Es el primer
paso en el proceso de asistencia nutricional (v. capítulo 7).
La finalidad de este proceso es la obtención de información
adecuada que sustente un juicio profesional acerca del estado
nutricional. Se define la valoración nutricional como una
aproximación sistemática a la recolección, registro e interpretación de
datos relevantes de los pacientes, clientes, miembros familiares,
personal sanitario y otras personas y grupos. Es un proceso dinámico
continuo que incluye la recogida inicial de datos y la continua
reevaluación y análisis del estado nutricional en relación con criterios
específicos (tabla 4-3).
Tabla 4-3
Proceso de asistencia nutricional. Etapa 1: valoración de la
nutrición
Origen de los
Formulario de cribado o de referencia
datos/herramientas Entrevista con el paciente/cliente
de valoración
Registros médicos o sanitarios
Consulta con otros asistentes sanitarios, incluidos miembros familiares
Sondeos comunitarios y grupos de atención
Informes estadísticos, datos administrativos y estudios epidemiológicos
Tipos de datos
obtenidos
Antecedentes dietéticos y relacionados con la nutrición
Medidas antropométricas
Datos bioquímicos, pruebas y procedimientos clínicos
Hallazgos de la exploración física centrados en la nutrición
Historial del cliente
Componentes de la
valoración
nutricional
Revisión de los datos recogidos respecto a factores que influyan en el estado de
salud y en la nutrición
Agrupación de los datos elementales individuales para identificar un diagnóstico
nutricional como se describe en las hojas de referencia de diagnósticos
Identificación de referencias para la comparación de los datos
Pensamiento crítico
Determinación de los datos adecuados que se deben obtener
Determinación de la necesidad de información adicional
Selección de herramientas y procedimientos de valoración en concordancia con
la situación
Aplicación de herramientas de valoración de forma válida y fiable
Distinción de datos relevantes e irrelevantes
Distinción de datos importantes y no importantes
Validación de los datos
Determinación de la
continuación de la
asistencia
Cuando al término de una valoración inicial o una valoración de seguimiento se
determinara la imposibilidad de modificar el problema mediante asistencia
nutricional adicional, podría ser conveniente establecer el alta o la
interrupción de este episodio de asistencia nutricional
Tomado de Writing Group of the Nutrition Care Process/Standardized Language
Committee: Nutrition care process and model part 1: the 2008 update, J Am Diet
Assoc 108:1113, 2008.
La información obtenida depende del tipo de marco, el estado
actual de salud del sujeto o el grupo y la relación de los datos con
ciertos desenlaces, el tipo de valoración (inicial o de seguimiento) y las
prácticas recomendadas. El plan de asistencia puede formularse con
posterioridad a la finalización del proceso de valoración nutricional y
el establecimiento de un diagnóstico nutricional (v. capítulo 10).
Herramientas para la valoración del estado
nutricional
Se dispone de varias herramientas para valorar el estado nutricional.
La valoración global subjetiva (VGS) es una herramienta que utiliza
los antecedentes ponderales, los antecedentes dietéticos históricos, el
nivel de estrés y el diagnóstico primario conjuntamente con los
síntomas físicos para establecer el estado nutricional (Mueller
et al., 2011). La minivaloración nutricional (MVN), formulario largo,
permite evaluar la independencia, el tratamiento farmacológico, las
úlceras por presión, el número de comidas completas consumidas
cada día, la ingesta proteica, el consumo de fruta y verdura, la ingesta
líquida, la vía de alimentación, la autopercepción del estado
nutricional, la comparación con los iguales y las circunferencias de la
parte media del brazo y la pantorrilla (fig. 4-5) (Bauer et al., 2008;
Guigoz, 2006).
FIGURA 4-5 Minivaloración nutricional, formulario largo.
(Reproducido con autorización de Nestlé Healthcare Nutrition.)
Antecedentes
La información relativa a los sujetos o las poblaciones se incluye en la
valoración del estado nutricional. A menudo, estos datos aparecen en
los antecedentes médicos y sanitarios, sociales, farmacológicos y
dietéticos.
Antecedentes médicos o sanitarios
Los antecedentes médicos o sanitarios suelen incluir la siguiente
información: motivo principal de consulta, enfermedades actuales y
pasadas, estado actual de salud, alergias, intervenciones quirúrgicas
recientes o pasadas, antecedentes familiares de la enfermedad, datos
psicosociales y revisión de los problemas –por aparatos– desde el
punto de vista del paciente (Hammond, 2006). Estos antecedentes
suelen aportar gran cantidad de información acerca de los problemas
relacionados con la nutrición. El consumo de alcohol y
estupefacientes, el aumento de las necesidades metabólicas, el
aumento de las pérdidas nutricionales, los trastornos crónicos, las
intervenciones o enfermedades importantes recientes, los trastornos o
la cirugía en el tubo digestivo y el adelgazamiento acusado reciente
pueden favorecer la malnutrición. En los ancianos, se recomienda
efectuar una revisión más detallada para detectar deterioro de la
función cognitiva, estreñimiento o incontinencia, visión o audición
deficientes, reacciones ralentizadas, enfermedades orgánicas
destacadas, efectos secundarios de los fármacos –con y sin receta
médica– e incapacidad física.
Antecedentes farmacológicos
Los alimentos y los fármacos presentan numerosas interacciones que
influyen en el estado nutricional y la eficacia del tratamiento
farmacológico; en consecuencia, estos antecedentes son relevantes
dentro de la valoración nutricional. Las personas mayores, con una
enfermedad crónica, con antecedentes de una ingesta nutricional
marginal o inadecuada, o aquellas personas tratadas con varios
fármacos durante períodos prolongados podrían desarrollar carencias
nutricionales de origen farmacológico. Los efectos del tratamiento
farmacológico pueden alterarse debido al consumo de ciertos
alimentos, el momento de la ingesta de las comidas y el uso de
fitoderivados (v. capítulo 8 y apéndice 23).
Antecedentes sociales
Los aspectos sociales de los antecedentes médicos o sanitarios pueden
influir, igualmente, en la ingesta nutricional. El estado
socioeconómico, la capacidad de adquisición de alimentos de forma
independiente, el hecho de vivir solo, las dificultades físicas o
mentales, el tabaquismo, la adicción a estupefacientes o alcohol, la
confusión debida a cambios ambientales, la infravivienda, las toxinas
medioambientales, la falta de socialización en las comidas, los
problemas psicológicos o la pobreza pueden potenciar el riesgo de
falta de idoneidad de la ingesta nutricional. Es necesario conocer las
peculiaridades de distintas culturas para poder satisfacer las
necesidades de grupos dispares de pacientes. Algunos factores
culturales incluidos son las creencias religiosas, los rituales, los
símbolos, el lenguaje, los hábitos dietéticos, la educación, el estilo de
comunicación; las nociones de salud, bienestar y enfermedad, y la
identidad racial. En el capítulo 11 se aborda la nutrición y la
competencia cultural.
Antecedentes nutricionales o dietéticos
La ingesta nutricional inadecuada y la falta de idoneidad nutricional
pueden ser secundarias a la anorexia, la ageusia (pérdida del sentido
del gusto), la disgeusia (disminución o alteración del sentido del
gusto), la anosmia (pérdida del sentido del olfato), la ingesta excesiva
de alcohol, las dietas de moda, las dificultades en la masticación o la
deglución, las comidas frecuentes de alimentos muy procesados, las
interacciones adversas entre alimentos y fármacos, las restricciones
dietéticas de origen cultural o religioso, la incapacidad de comer
durante más de 7-10 días, el tratamiento líquido intravenoso durante
más de 5 días o la dependencia en la alimentación. En muchos adultos
de edad avanzada se presentan problemas dentales, cambios en el
gusto y el olfato, malos hábitos alimentarios implantados durante
mucho tiempo, pobreza e inseguridad alimentaria y conocimientos
inadecuados en relación con la nutrición (v. capítulo 20). Los
tratamientos nutricionales autoprescritos, como el uso de megadosis
de vitaminas y minerales, fitoproductos, dietas macrobióticas,
probióticos y suplementos de ácidos grasos y aminoácidos deben ser
objeto de control, ya que pueden repercutir en el estado nutricional y
la salud global del individuo.
Probablemente, los antecedentes dietéticos constituyan la vía más
adecuada de obtención de información acerca de la ingesta dietética
mediante la revisión del patrón habitual de ingesta de alimentos del
sujeto y las variables de selección de alimentos que la determinan. En
el cuadro 4-2 se muestra el tipo de información recabada a partir de
los antecedentes dietéticos. La valoración de los datos sobre la ingesta
dietética puede realizarse con datos retrospectivos de la ingesta, como
el recordatorio de 24 h o el cuestionario de frecuencia de alimentos, o
bien mediante la síntesis de datos prospectivos de la ingesta, como un
diario de alimentos rellenado durante varios días por el paciente o la
persona encargada de su asistencia. Cada uno de estos métodos
presenta unas finalidades, ventajas y dificultades diferentes.
Cualquier método de obtención de datos autorreferidos puede
entrañar dificultades, ya que resulta complicado recordar lo que se ha
comido, su contenido y las cantidades (Thompson et al., 2010). La
elección del método de recogida de datos depende del objetivo y del
marco en el que se llevará a cabo la valoración, pero la finalidad
consiste en la determinación de la ingesta alimentaria y nutricional de
un individuo dado.
Cuadr o 4-2
Información sobre antecedentes
dietéticos
Categoría
Alergias, intolerancias o
rechazo a ciertos alimentos
Alimentos rechazados y motivos para ello
Duración del rechazo
Descripción de problemas producidos por alimentos
Apetito
Bueno, malo, cualquier variación
Factores que repercuten en el apetito
Cambios en la percepción del gusto o el olfato
Actitud hacia los alimentos y la
alimentación
Ausencia de interés hacia los alimentos
Ideas irracionales sobre los alimentos, la alimentación o el peso
corporal
Interés de los padres hacia la alimentación del niño
Enfermedad crónica,
Tratamientos o medicaciones
tratamientos y medicaciones Duración del tratamiento
Duración del uso de medicamentos
Modificación dietética: autoimpuesta o recomendada por el médico,
fecha de modificación
Nutrición pasada y formación sobre la alimentación, observación de
la dieta
Cultura y trasfondo
Influencia de la cultura en los hábitos dietéticos
Prácticas religiosas, rituales de festividades
Trasfondo educativo
Creencias relativas a la salud
Salud dental y bucal
Problemas de masticación
Alimentos que no pueden comerse
Problemas de deglución, salivación, atragantamiento, adhesión de
alimentos a la cavidad bucofaríngea
Factores económicos
Ingresos: frecuencia y estabilidad de la ocupación laboral
Cantidad de dinero disponible para la adquisición de alimentos cada
semana o mes
Percepción del sujeto de la adecuación económica para cubrir las
necesidades de alimentos
Idoneidad para cartillas de alimentos y coste de las mismas
Estatus de beneficiario de ayuda pública
Factores digestivos
Problemas de pirosis, distensión abdominal, flatulencia
Problemas de diarrea, vómitos, estreñimiento, distensión
Frecuencia de los problemas
Uso de medicamentos de venta sin receta
Remedios caseros
Utilización de antiácidos, laxantes u otros fármacos
Vida domiciliaria y patrones de
comidas
Número de personas que conviven en el domicilio (¿comen juntas?)
Persona encargada de la compra
Persona encargada de cocinar
Instalaciones de conservación y cocinado de los alimentos (p. ej.,
cocina, nevera)
Tipo de vivienda (p. ej., casa, apartamento, habitación)
Capacidad de comprar y preparar alimentos, incapacidades
Complementos, fitoderivados
Complementos vitamínicos y minerales: frecuencia de
administración, tipo, cantidad
Otros complementos de parafarmacia: (p. ej., CoQ10, ácidos grasos
omega 3): frecuencia de uso, tipo y cantidad
Fármacos: tipo, cantidad, frecuencia de administración, duración del
tratamiento
Fitoderivados: tipo, cantidad, finalidad
Problemas nutricionales
Motivos de inquietud para el paciente y sus familiares
Remisiones del médico, profesional de enfermería, otros
profesionales sanitarios, agencia
Actividad física, estrés, tiempo
de ocio
Ocupación laboral: tipo, horas/semana, turnos, gasto de energía
Ejercicio: tipo, cantidad, frecuencia (¿estacional?)
Sueño: horas/día (¿ininterrumpido?)
Estrés: ¿intensidad, frecuencia, cronicidad?
Actividades de ocio y relajación: tipo, cantidad, frecuencia
Discapacidades
Patrón de peso y antecedentes
Aumento o disminución: ¿cuántos kilogramos y durante cuánto
tiempo?
Intencionado o casual
Porcentaje del peso habitual; peso sano; peso deseable
Medio ambiente y exposición a
tóxicos
Exposición a tóxicos conocidos: momento, cantidad, duración
Posible exposición a tóxicos: cuándo
Secuelas
Foco de interés
¿Sabe su aplicación lo que está comiendo?
Además, se pueden descargar diversas aplicaciones de nutrición
para teléfonos móviles como ayuda adicional para la evaluación de
la ingesta. Con estas aplicaciones, una persona puede
automonitorizar su estilo de vida nutricional y de ejercicio. Puede
registrar la ingesta calórica y de nutrientes así como el gasto
energético durante el ejercicio. Las agendas electrónicas pueden
resultar más exactas y útiles que las anotaciones manuales. Con
algunas aplicaciones también resulta posible que la persona
comparta esta información con su dietista u otro profesional
sanitario y que reciba consejos sobre los cambios o mejoras que
puede realizar. Muchas de estas aplicaciones incluyen acceso desde
un ordenador personal, un teléfono móvil u otro dispositivo
manual así como búsquedas en bases de datos de alimentos y crean
gráficos a partir de los datos de la ingesta (Rusin, 2013). Los
dispositivos electrónicos de registro pueden conectar una balanza
en la cocina utilizada para el peso de los alimentos ingeridos
directamente a un ordenador, lo que hace que el registro de las
raciones sea más preciso.
Se pueden utilizar los dispositivos móviles para fotografiar
comidas y documentar el tamaño de las raciones. Este proceso
puede ser activo (p. ej., el usuario toma una foto antes y después de
la comida) o pasivo (p. ej., una cámara portátil toma imágenes
durante las actividades diarias, incluidas las comidas). Estas
opciones pueden ayudar a una mejor comunicación de la ingesta,
que previamente dependía completamente de la memoria. Sin
embargo, si las imágenes no tienen la calidad suficiente, o si no
aportan un punto de referencia para estimar el tamaño de las
raciones, pueden subestimar la ingesta (Gemming et al., 2015).
Otras aplicaciones utilizan un lector de códigos de barras para
transmitir los datos de las etiquetas de los alimentos a un registro
alimentario (Six et al., 2011; Thompson et al., 2010); algunas de las
aplicaciones populares son:
Lose It!
MyFitnessPal
Meal Snap
Fooducate
LaGesse D: Lose weight with your phone.
<http://www.aarp.org/health/fitness/info-04-2011/lose-weightwith-your-phone.1.html>, 2011. Acceso 10 de febrero de 2015.
Un registro diario de los alimentos, o diario de alimentos, implica
la documentación de la ingesta dietética conforme tiene lugar y, a
menudo, se utiliza en el marco ambulatorio. Generalmente, el propio
paciente cumplimenta el diario de alimentos (fig. 4-6). El registro o
diario de alimentos suele contar con una mayor precisión cuando los
alimentos y las cantidades consumidas se anotan en el momento de la
ingesta, lo que reduce al mínimo los errores debidos a fallos de
memoria o atención. La ingesta nutricional del sujeto se puede
calcular a partir de estos datos y estimar su promedio al término del
período de interés, que suele comprender de 3 a 7 días, para
compararlo con las ingestas dietéticas de referencia (IDR) (v. Tablas de
referencia al final del libro), las normas dietéticas gubernamentales
como las de la guía MyPlate (capítulo 11), o recomendaciones
dietéticas personalizadas para el tratamiento o prevención de
enfermedades.
FIGURA 4-6 Formato del diario de alimentos.
Con el énfasis actual en el autotratamiento están adquiriendo
popularidad los diarios y registros alimentarios electrónicos,
incluyendo las aplicaciones en móviles que almacenan los datos de
ingesta alimentaria y permiten compartir los registros con amigos o
profesionales sanitarios (v. cuadro Foco de interés: ¿Sabe su aplicación
lo que está comiendo?).
El cuestionario de frecuencia de alimentos representa una revisión
retrospectiva de la frecuencia de la ingesta (es decir, alimentos
consumidos cada día, semana o mes). Con el fin de facilitar la
evaluación, los alimentos se agrupan en categorías con nutrientes
comunes. Como este cuestionario se centra en la frecuencia del
consumo de grupos de alimentos sin considerar la cantidad de las
raciones, la información obtenida es general, inespecífica y no puede
aplicarse a determinados nutrientes. Los patrones dietéticos pueden
modificarse durante períodos de enfermedad en función de su
estadio. En consecuencia, es conveniente cumplimentar el cuestionario
de frecuencia de los alimentos inmediatamente antes del ingreso
hospitalario o con anterioridad a la enfermedad, con el fin de obtener
unos antecedentes completos y precisos. En el cuadro 4-3 se presenta
un cuestionario de frecuencia de alimentos. En la dirección
http://sharedresources.fhcrc.org/content/ffq-sample-booklets
se
muestra otro tipo más específico de cuestionario cuantitativo.
Cuadr o 4-3
Cuestionario sobre frecuencia
general de alimentos
Para determinar la frecuencia del consumo de alimentos, esta serie
de preguntas puede resultar de utilidad. Sin embargo, podría ser
necesario modificarlas en función de la información obtenida en el
recordatorio de 24 h. Por ejemplo, si una mujer afirma que bebió un
vaso de leche el día anterior, no pregunte: «¿Bebe leche?», sino:
«¿Cuánta leche bebe?». Registre las respuestas junto con el marco
temporal correspondiente (p. ej., 1/día, 1/semana, 3/mes) o del
modo más preciso posible. La frecuencia podría anotarse como
«ocasionalmente» o «rara vez» cuando el paciente no aporte
información más específica.
1. ¿Bebe leche? En caso afirmativo, ¿cuánta? ¿De qué
tipo? Entera Desnatada Semidesnatada
2. ¿Consume grasas? En caso afirmativo, ¿de qué tipo?
¿Cuántas? Mantequilla Aceite Otras
3. ¿Con qué frecuencia consume
carne? ¿Huevos? ¿Queso? ¿Legumbres?
4. ¿Consume tentempiés? En caso afirmativo, ¿cuáles? ¿Con qué
frecuencia? ¿En qué cantidad?
5. ¿Qué verduras (de cada grupo) consume? ¿Con qué
frecuencia?
a. Brócoli Coliflor Coles de Bruselas Col rizada
b. Tomates o zumo de tomate Repollo crudo Pimientos
verdes
c. Espárragos Remolacha Pimientos
verdes Maíz Repollo cocido
Apio Guisantes Lechuga
d. Verduras de hoja verde cocinadas Batata Zanahorias
6. ¿Qué frutas consume? ¿Con qué frecuencia?
a. Manzanas o compota de
manzana Albaricoques Plátanos Frutos del
bosque Cerezas Uvas o zumo de
uva Melocotones Peras Piña Ciruelas Ciruelas
pasas Pasas
b. Naranjas, zumo de naranja Pomelo, zumo de
pomelo Limón, zumo de limón
7. Pan y cereales:
¿Consume pan? ¿De qué tipo? ¿Integral? ¿Rico en fibra?
¿Blanco? ¿Sin gluten? ¿En qué cantidad?
¿Consume cereales? (¿A diario? ¿Semanalmente?) ¿De qué
tipo? Cocinados Secos
¿Con qué frecuencia consume alimentos como macarrones,
espaguetis y fideos?
¿Consume galletas saladas o patatas fritas? ¿Con qué
frecuencia? ¿De qué tipo?
8. ¿Utiliza sal? ¿Sala la comida antes de probarla? ¿Cocina con
sal? ¿Tiene antojos de sal o alimentos salados?
9. ¿Cuántas cucharaditas de azúcar consume a diario? ¿Añade
azúcar a los cereales, la fruta, las tostadas o bebidas como el
café y el té?
10. ¿Consume postres elaborados? ¿Con qué frecuencia?
11. ¿Consume bebidas azucaradas, como refrescos o zumos
endulzados? ¿Con qué frecuencia? ¿En qué cantidades?
12. ¿Con qué frecuencia consume caramelos o galletas dulces?
13. ¿Bebe agua? ¿Con qué frecuencia durante el día? ¿Cuánta en
cada toma? ¿Cuánta agua bebe al día?
14. ¿Utiliza edulcorantes envasados o en las bebidas? ¿De qué
tipo? ¿Con qué frecuencia?
15. ¿Consume alcohol? ¿De qué tipo: cerveza, vino, licor? ¿Con
qué frecuencia? ¿En qué cantidad?
16. ¿Consume bebidas con cafeína? ¿Con qué frecuencia? ¿En qué
cantidad diaria?
En el método del recordatorio de 24 h, el paciente ha de recordar los
alimentos y las cantidades específicas consumidas durante las últimas
24 h. El profesional de la nutrición solicita a la persona que resuma su
ingesta a través de una serie de preguntas específicas con el fin de
lograr la información más detallada posible. Por ejemplo, si la persona
le indica que ha desayunado cereales, el nutricionista puede
preguntar: «¿Qué tipo de cereales?». La siguiente pregunta podría ser:
«¿Qué cantidad?», mientras le muestra a la persona un recipiente o
una taza de medida para avivar la memoria en cuanto a la cantidad.
Los inconvenientes habituales de este método de obtención de datos
son: 1) la incapacidad para recordar con precisión los tipos y las
cantidades de alimentos ingeridos; 2) la dificultad para determinar si
el día correspondiente al recordatorio representa la ingesta típica del
individuo o fue una excepción, y 3) la tendencia a la exageración de
las ingestas bajas y a la infranotificación de las ingestas elevadas. El
uso simultáneo de los cuestionarios de frecuencia de alimentos y del
recordatorio de 24 h o de los diarios de alimentos (p. ej., hacer
comprobaciones cruzadas) potencia la precisión de las estimaciones
de la ingesta.
La fiabilidad y la validez de los métodos de recordatorio de la dieta
son objeto de controversia. Al prestar atención a la dieta, las personas
pueden modificar su ingesta de manera consciente o inconsciente con
el fin de simplificar el registro o impresionar al entrevistador, lo que
reduce la validez de la información. A menudo, la validez de los datos
obtenidos mediante estos métodos en sujetos obesos es cuestionable,
dado que tienden a la infranotificación de su ingesta. Lo mismo
sucede en el caso de los pacientes con trastornos alimentarios, los
enfermos muy graves, los adictos a estupefacientes o alcohol, los
individuos con confusión y las personas cuya ingesta es impredecible.
En la tabla 4-4 se describen las ventajas y los inconvenientes de los
diversos métodos empleados para recabar información exacta sobre la
ingesta dietética.
Tabla 4-4
Métodos de obtención de datos de la ingesta dietética
Método
Ventajas
Desventajas
Análisis de la
ingesta
de nutrientes
(AIN)
Permite la observación real de los alimentos en el
marco clínico con buena fiabilidad
La medición del peso de los alimentos antes y
después de las comidas permite el análisis más
exacto de la ingesta
No refleja la ingesta de un
sujeto no ingresado
Registro o diario
de alimentos
Permite un registro diario del consumo de alimentos
Puede aportar información acerca de la cantidad de
alimentos, el modo de preparación y la hora de las
comidas y los tentempiés
La inclusión de los días laborales y de fin de semana
logra un análisis más preciso de la ingesta
Cuantos más días se registren más exacto será el
análisis de la ingesta
Depende de las diferentes
capacidades de
lectoescritura de los
pacientes
Requiere habilidad para
determinar o estimar el
tamaño de las raciones
La ingesta real podría verse
influida por el proceso de
registro
La fiabilidad de los registros
es cuestionable
Cuestionario
de frecuencia
de los
alimentos
De sencilla normalización
Puede ser beneficioso en combinación con la ingesta
habitual
Aporta una visión global de la ingesta
Requiere capacidad de
lectoescritura
No aporta información sobre
los patrones de comidas
Recordatorio de
24 h
Rápido y sencillo
Se basa en la memoria
Requiere conocimientos
acerca del tamaño de las
raciones
Es posible que no represente
la ingesta habitual
Precisa habilidades como
entrevistador
Análisis de la ingesta de nutrientes
Un análisis de la ingesta de nutrientes (AIN) también puede recibir
el nombre de registro de la ingesta de nutrientes o recuento calórico,
en función de la información obtenida y el análisis realizado. El AIN
es una herramienta empleada en varios marcos clínicos para
identificar casos de falta de idoneidad nutricional mediante el control
de la ingesta con anterioridad a la aparición de una carencia. La
información acerca de la ingesta real se obtiene merced a la
observación directa o a un inventario de los alimentos consumidos a
partir de los que quedan en la bandeja o el plato del paciente después
de una comida. En muchos casos resultan útiles las fotografías
adquiridas con teléfonos móviles a la hora de documentar la cantidad
de alimentos consumida (LaGesse, 2011). Se registra, asimismo, la
ingesta de la alimentación por sonda y productos intravenosos
(nutrición enteral y parenteral).
Se debería realizar un AIN durante, al menos, 72 h con el fin de
recoger las variaciones diarias de la ingesta. Los registros completos
de este período suelen reflejar con exactitud la ingesta promedio de la
mayoría de los individuos. Si el registro fuera incompleto, podría ser
necesario ampliar la duración del período de estudio. Es preciso
recordar que podrían existir diferencias entre los hábitos dietéticos o
las comidas consumidas durante el fin de semana y los días
laborables, de forma que lo ideal es incluir un día del fin de semana.
Análisis de los datos de ingesta
dietética
Una vez recogidos todos los datos, se puede realizar el análisis del
registro de ingesta total en relación con su contenido en nutrientes
utilizando uno de los diversos métodos informáticos disponibles. Las
diversas elecciones de bases de datos para la estimación de la ingesta
varían en función de los nutrientes analizados, en otros datos
incorporados y en la forma de presentación de los datos. Por ejemplo,
además de las cantidades de los distintos nutrientes, ¿se presentan los
datos para cada día además de un promedio para la semana? ¿Está
incorporada la información sobre el sexo, la altura, el peso y la edad
del individuo de forma que se puedan comparar los datos con la IDR
(v. Tablas de referencia al final del libro) del individuo? ¿O son los
datos sobre ingesta alimenticia generales (como los de un cuestionario
de frecuencia de alimentos completado) y solo son comparables con
las normas de MyPlate.com u otras generales?
Bases de datos de nutrientes
La USDA National Nutrient Database for Standard Reference (SR),
que es mantenida por el Agricultural Research Service (ARS) del
Department of Agriculture estadounidense, se actualiza anualmente.
La SR es la principal fuente sobre datos de composición de los
alimentos en EE. UU. y, en el momento de escribir este texto, se
encuentra en su versión SR27 (USDA ARS, 2014; Pennington, 2007).
La Food and Nutrient Database for Dietary Studies (FNDDS),
también mantenida por el ARS, es una base de datos sobre alimentos,
sus valores nutricionales y los pesos de las raciones alimentarias
habituales. Incluye 10 ficheros de datos, más documentación completa
y una guía para usuarios de cara a facilitar su utilización. La FNDDS
se utiliza para analizar datos de la encuesta «What We Eat in America»,
el componente sobre ingesta dietética de la National Health and
Nutrition Examination Survey (NHANES).
La FDA Total Diet Study Database incluye 280 alimentos
fundamentales. Proporciona datos analíticos sobre minerales, ácido
fólico, metales pesados, radionúclidos, residuos de pesticidas, agentes
químicos industriales y contaminantes químicos de la dieta.
La Dietary Supplements Database de la NIH Office of Dietary
Supplements ofrece información sobre suplementos dietéticos a través
de su página electrónica y la aplicación para móviles My Dietary
Supplements (MYDS). El Nutrient Data System for Research de la
University of Minnesota proporciona actualizaciones continuas sobre
productos genéricos y comerciales, así como un módulo para
valoración de suplementos dietéticos. La base de datos ProNutra está
diseñada para dietas de investigación controladas en muchos
nutrientes. Incluye algoritmos de cálculo adaptables, con resultados
sobre investigación culinaria (Viocare, 2009).
Hay diseñados sistemas informáticos sobre el control de alimentos y
la nutrición tales como Computrition o CBORD para uso institucional,
y típicamente incluyen extensas bases de datos de nutrientes. Estos
sistemas pueden importar regularmente datos de la SR. También hay
disponibles otros programas informáticos de bases de datos de
alimentos diseñados y pensados para un uso individual; sin embargo,
su coste y exhaustividad son variables. Solo algunos programas
informáticos están aprobados para su utilización en el programa
USDA School Meals (Stein, 2011).
Páginas útiles en internet
Automated Self-administered 24-hour Dietary Recall
http://riskfactor.cancer.gov/tools/instruments/asa24/
Food Frequency Questionnaires
http://sharedresources.fhcrc.org/content/ffq-sample-booklets
International Food Information Council
http://www.foodinsight.org/
Malnutrition Universal Screening Tool
http://www.bapen.org.uk/must_tool.html
National Cancer Institute (NCI) Diet History
http://riskfactor.cancer.gov/DHQ/
National Health and Nutrition Examination Survey Food
Frequency Questionnaire
http://riskfactor.cancer.gov/diet/usualintakes/ffq.html
National Heart, Lung, and Blood Institute
http://www.nhlbi.nih.gov/index.htm
Nutrition Analysis Tool
http://nat.illinois.edu/
Personal Mobile Dietary Assessment Apps
www.fooducate.com
www.loseit.com/
www.myfitnesspal.com/
http://mealsnap.com/
U.S. Department of Agriculture
http://fnic.nal.usda.gov/food-composition
U.S. Department of Agriculture Healthy Eating Index
http://www.cnpp.usda.gov/HealthyEatingIndex.htm
U.S. Department of Agriculture Nutrient Content of the Food
Supply
http://www.cnpp.usda.gov/USFoodSupply.htm
Caso clínico
Laverne, una mujer afroamericana de 66 años, se ha puesto en
contacto con usted para concertar una cita de cribado nutricional
ambulatorio. Trabaja a tiempo completo y vive sola. Sufre diabetes
de tipo 2, hipertensión, y tiene antecedentes de cáncer de colon.
Mide 175 cm y pesa 92 kg. Recibe tratamiento con gliburida y un
diurético (desconoce su nombre). Afirma que toma diversos
refrigerios entre horas a lo largo del día y, a veces, por la noche
después de irse a la cama. Considera la comida rápida conveniente
dado lo atareado de su agenda y tiende a acudir a este tipo de
establecimientos tres o cuatro veces a la semana. No tiene una
rutina de ejercicio y habitualmente está demasiado cansada como
para practicarlo tras el largo día de trabajo y de desplazamientos.
Datos de diagnóstico nutricional
Sobrepeso/obesidad relacionada con elección inadecuada de
alimentos, como pone de relieve un IMC de 31.
Preguntas sobre asistencia nutricional
1. ¿Qué incluiría en un cribado nutricional de Laverne?
2. ¿Qué incluiría en una valoración nutricional de Laverne?
3. ¿Cómo identificaría los fármacos que recibe?
4. ¿Qué información adicional sería necesaria para valorar su
ingesta dietética y nutricional?
5. Si necesitara más detalles, ¿qué le preguntaría a su médico de
cabecera?
IMC, índice de masa corporal.
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5
Clínica: genómica nutricional
Ruth DeBusk, PhD, RDN
TÉRMINOS CLAVE
ácido desoxirribonucleico (ADN)
ADN basura
ADN mitocondrial (ADNmt)
ADN recombinante
alelo
alteraciones autosómicas dominantes
ARN de interferencia corto (ARNsi)
ARN mensajero (ARNm)
autosomas
bioinformática
cariotipo
código de ADN
código epigenético
código genético
codón
componentes bioactivos de los alimentos
cromosomas
cromosomas sexuales
deleciones
dominante
dominante ligado al cromosoma X
elementos de respuesta
Enciclopedia de Elementos de ADN (ENCODE)
endonucleasas de restricción (enzimas de restricción)
epigenética
epigenética nutricional
epigenoma
epigenómica
errores congénitos del metabolismo (ECM)
estudios de asociación del genoma completo (GWAS)
exones
factores ambientales
factores de transcripción
farmacogenómica
fenotipo
gen
genealogía
Genetic Information Nondiscrimination Act (GINA)
genética
genoma
genómica
genómica nutricional
genotipo
haplotipo
herencia epigenética
herencia epigenética transgeneracional
herencia ligada al cromosoma Y
herencia mendeliana
herencia mitocondrial (materna)
heterocigoto
histonas
homocigoto
impronta genómica
inserciones
interacción gen × ambiente (G × A)
interferencia por ARN (ARNi)
International HapMap Project
intrones
inversiones
islas CpG
ligada al sexo
ligandos
marcas epigenéticas
meiosis
metabolómica
metilación del ADN
metiloma
microARN (miARN)
microbiómica
mitosis
mutaciones
mutaciones silenciosas
National Human Genome Research Institute
nucleosoma
nucleótidos
nutrigenética
nutrigenómica
penetrancia
penetrancia reducida
polimorfismo
polimorfismo de nucleótido único (SNP)
procesamiento postranscripcional
proteómica
Proyecto Genoma Humano
reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
receptor activado por proliferadores peroxisómicos (RAPP)
recesivas ligadas al cromosoma X
recesivos
región codificante
región promotora
región reguladora
secuenciación del ADN
secuencias intermedias
silenciamiento epigenético de genes
sistemas modelo
tecnología de micromatrices («chips» de ADN)
traducción
transcripción
transducción de señales
translocaciones
trastornos autosómicos recesivos
variación genética (o variante génica)
variantes del número de copias
xenobióticos
Imagine que es capaz de considerar en el tratamiento nutricional
médico las susceptibilidades genéticas y las influencias ambientales de
forma que el tratamiento podría estar dirigido a la optimización de la
salud y a la minimización de la enfermedad de un paciente. ¿Un
enfoque de este tipo suena un poco a ciencia ficción? En el futuro
inmediato, tal vez, pero no a largo plazo. La prevalencia de afecciones
crónicas, como enfermedades cardíacas, tumores, diabetes y obesidad,
se ha incrementado en todo el mundo, acompañada de una
disminución de la calidad de vida de las personas y una carga
económica inmensa para los países en los que viven. Las
enfermedades crónicas son enfermedades del estilo de vida, resultado
de opciones diarias inadecuadas durante toda la vida, especialmente
relacionadas con la nutrición, que interactúan con la composición
genética de cada individuo, su ácido desoxirribonucleico (ADN).
Estos hábitos que promueven la enfermedad por lo general comienzan
en la primera infancia y, para muchos, en la etapa prenatal. La
administración de una terapia del estilo de vida efectiva será una
faceta importante de la nutrición clínica en las próximas décadas, e
implicará el conocimiento, las habilidades y las herramientas dirigidas
a los mecanismos moleculares, bioquímicos, fisiológicos y aspectos
sociales de la salud y la enfermedad.
El éxito del Proyecto Genoma Humano en la identificación de
bloques de construcción de nucleótidos de ADN humano ha elevado
considerablemente nuestro conocimiento sobre la importancia de la
comprensión de la forma en que ocurre la enfermedad crónica en el
plano molecular. En este plano las variaciones frecuentes del ADN
interactúan con una multitud de factores ambientales, como los
alimentos consumidos, para influir en los resultados fisiológicos (es
decir, una tendencia hacia la salud o la enfermedad). La atención
sanitaria de las personas con afecciones crónicas se ha centrado en el
tratamiento de la enfermedad, principalmente a través del uso de
medicamentos. La comprensión de las causas fundamentales de estos
trastornos y la identificación de los mecanismos básicos responsables
del desarrollo y perpetuación de las alteraciones crónicas están
proporcionando nuevos enfoques que prometen la devolución de la
salud a las personas con enfermedades crónicas y, en última instancia,
la prevención de su desarrollo.
La investigación nutricional se centra cada vez más en los
mecanismos en los que se basan estas interacciones y en la proyección
del modo en que este conocimiento se puede traducir en
intervenciones clínicas más eficaces para la prevención y el
tratamiento de las enfermedades crónicas. La salud es un continuo
que se extiende desde el bienestar en un extremo hasta la enfermedad
en el otro. Los genes son un componente importante para determinar
la zona de este continuo en la que nos encontramos; especifican
nuestra firma única de la propensión a estar sanos o enfermos. Sin
embargo, la investigación sobre las enfermedades crónicas nos enseña
que factores ambientales como la dieta y otras elecciones de estilos de
vida realizadas a diario ejercen una fuerte influencia sobre quiénes
entre los susceptibles desarrollan realmente una disfunción y una
enfermedad. La elección de los alimentos, los hábitos de actividad
física, los patrones de sueño, los pensamientos y emociones, y las
creencias –relaciones con uno mismo y los demás y un sentido de
finalidad en la vida– afectan a la función celular en los planos
molecular, bioquímico y fisiológico. La influencia de estos factores
ambientales es modificable a través de elecciones diarias y, cuando sea
adecuada a la constitución genética, puede cambiar la trayectoria de la
salud desde una calidad de vida deficiente repleta de enfermedad y
discapacidad a otra próspera y floreciente.
Esta comprensión del cometido clave de las opciones relacionadas
con estos factores modificables del estilo de vida permite a los clínicos
profundizar en la raíz causal de la enfermedad crónica, para la
identificación de los mecanismos moleculares y bioquímicos que
sirven de base a los síntomas, y para la adaptación del tratamiento a la
singularidad del individuo. Como resultado, la promesa de la era
molecular es no solo el control más eficaz de la enfermedad crónica,
sino también la restauración de la salud y, en última instancia, la
prevención del desarrollo de la enfermedad crónica. Las interacciones
entre los genes, la dieta y otros factores del estilo de vida, y su
influencia sobre la salud y la enfermedad son el centro de la genómica
nutricional. Esta subespecialidad emergente de la nutrición clínica
proporciona las herramientas para la identificación de variaciones
genéticas que auguran una mayor propensión a desarrollar
enfermedades crónicas y el conocimiento para modificar los estilos de
vida que favorecen la salud en lugar de la enfermedad.
Es necesaria una amplia investigación para aprovechar todas las
posibilidades de la nutrición para prevenir la enfermedad y promover
la salud, desde la construcción de una profunda base
de conocimientos científicos para el desarrollo de nuevas tecnologías y
herramientas, hasta la aplicación de intervenciones específicas en la
clínica. La genómica nutricional es una herramienta de evaluación
importante que proporciona capacidad para: 1) la identificación de la
firma genética de cada individuo; 2) la evaluación de la propensión
hacia la salud y la enfermedad de esa persona, y 3) la proyección, para
cada factor modificable del estilo de vida que influye sobre la salud,
de las opciones más propensas para promover la salud y prevenir la
enfermedad a lo largo de toda la vida.
El proyecto genoma humano y las
especialidades «-ómicas»
La genómica nutricional ha sido un área de investigación activa
dentro de la comunidad de la genética durante décadas. Sin embargo,
esta especialidad ha llegado a la vanguardia solo recientemente como
resultado del éxito del Proyecto Genoma Humano y la comprensión
generalizada de que la constitución genética se relaciona directamente
con el estado de salud y enfermedad. Cincuenta años después del
descubrimiento de la estructura del ADN, del material genético y de
los indicios de cómo se codifica la información y se traduce en
proteínas, el Proyecto Genoma Humano identificó la secuencia de los
bloques de construcción de nucleótidos en el ADN y proyectó una
estimación de aproximadamente 19.000 genes, las secuencias de
nucleótidos que codifican la información estructural de cada proteína.
Las «-ómicas»
El Proyecto Genoma Humano se terminó en 2003, pero fue solo el
comienzo del paso para integrar los principios genéticos en la atención
sanitaria. A partir de este esfuerzo multinacional han llegado
numerosas especialidades (a menudo llamadas las «-ómicas»),
tecnologías y herramientas nuevas aplicables a la asistencia sanitaria.
La suma del material genético de un organismo es su genoma. Dentro
del genoma se encuentran los genes individuales, los fragmentos de
ADN que contienen información para la síntesis de una proteína y las
secuencias reguladoras que controlan la expresión de esta información
y, por lo tanto, la síntesis de estas proteínas.
La genómica es el estudio de los genomas, su composición,
organización y función. El interés en el genoma humano y en la forma
en que este conocimiento puede mejorar la atención sanitaria es lo
más importante en este momento, pero se están secuenciando también
genomas de numerosos animales y plantas. Este trabajo ha
proporcionado la oportunidad de comparar el tamaño, la secuencia de
nucleótidos y la complejidad de la organización del genoma humano
con otros organismos, desde bacterias hasta plantas o mamíferos.
Muchos aspectos del genoma se han conservado a través de las
especies, lo que proporciona información útil en cuanto a qué regiones
del genoma son cruciales para la vida. Debido a esta homogeneidad
genética, ha sido posible desarrollar varios sistemas modelo cuyos
genes pueden ser manipulados de forma experimental y se ha
determinado la influencia sobre su función. Estos sistemas modelo,
como ratones de laboratorio cuyo genoma es similar al de los seres
humanos, han servido de fuentes valiosas de información sobre la
salud y la enfermedad humanas en los planos molecular y bioquímico.
El Proyecto Genoma Humano ha terminado, pero ha dado lugar a
una serie de proyectos, especialidades y tecnologías nuevos, que se
comentan brevemente en este capítulo. La Enciclopedia de Elementos
de ADN (ENCODE) es la continuación del Proyecto Genoma
Humano. Mientras que el Proyecto Genoma Humano se centró en la
definición de los genes dentro del genoma total, el objetivo del
proyecto ENCODE es la investigación de secuencias no genéticas, que
constituyen aproximadamente el 99% del genoma humano. Aunque
originalmente se pensó que era «ADN basura» porque una parte
importante de este ADN no codifica proteínas, estas secuencias no
genéticas parecen ser cruciales para la regulación de la expresión de
los genes y sus proteínas codificadas. Para información adicional
véase http://ghr.nlm.nih.gov/handbook/genomicresearch/encode.
Entre las especialidades generadas por el Proyecto Genoma
Humano están la proteómica, la metabolómica, la microbiómica y la
bioinformática. Esta última es una herramienta importante para el
procesamiento de la ingente cantidad de datos generados por las
distintas especialidades «-ómicas». La proteómica se centra en la
identificación de la proteína codificada dentro de cada gen del
genoma de un organismo y en la determinación de su función. La
metabolómica se refiere a la identificación de los metabolitos que se
producen en todas las facetas del metabolismo, normalmente como
resultado de la acción de las proteínas. La microbiómica es una
especialidad relativamente nueva que admite la importancia de la
ecología microbiana (microbioma) del aparato digestivo y otras
cavidades corporales, tales como la boca y la vagina. Microorganismos
beneficiosos y patógenos colonizan estas cavidades. Se estudian
actualmente las contribuciones de estos microbios y sus metabolitos
sobre la salud y la enfermedad humana.
El análisis de la secuenciación del ADN se utiliza para identificar
organismos patógenos y está reemplazando rápidamente a los
ensayos de crecimiento que tardan mucho tiempo y que se utilizan en
el laboratorio clínico para la identificación de las cepas microbianas
presentes en el aparato digestivo de un paciente, por ejemplo, junto
con las concentraciones relativas de cada cepa. De esta manera, puede
iniciarse rápidamente el tratamiento antimicrobiano. Para los
microorganismos beneficiosos, se está investigando qué cepas ayudan
a promover la salud humana y cómo la dieta y el estilo de vida
pueden apoyar su vitalidad y la colonización exitosa dentro del
organismo.
La gran cantidad de datos generados por estas especialidades ha
dado lugar a un rápido crecimiento del campo de la bioinformática,
que se encuentra en el cruce de la informática, las ciencias de la
información, la biología y la medicina. El desarrollo de ordenadores
sofisticados que pueden organizar, almacenar y recuperar grandes
cantidades de datos ha sido parte integral de los rápidos avances de la
era de la genómica. Investigadores de todo el mundo pueden
compartir datos y comparar diferentes perfiles de «-ómicas» de
numerosos microorganismos, plantas y animales.
Para una explicación más completa de estos campos, sus tecnologías
asociadas y su nomenclatura, véanse los textos de genética actual y
biología molecular, así como los recursos online disponibles en la web
del
National
Human
Genome
Research
Institute
(www.genome.gov).
Aplicaciones clínicas
Estas especialidades «-ómicas» que han surgido del Proyecto Genoma
Humano están cada vez más integradas en aplicaciones clínicas. La
primera de estas ha sido la farmacogenómica, que utiliza la genómica
para analizar las variaciones de los genes que dirigen la síntesis de las
enzimas que metabolizan fármacos y usa esta información para
predecir la respuesta de un paciente a un medicamento. La
variabilidad genética puede provocar variaciones de la función de
estas enzimas, lo que explica que un fármaco pueda ejercer los efectos
deseados en un individuo, carecer de eficacia en otro y ser nocivo para
otro. Entre los ejemplos de fármacos para los que se están
incorporando pruebas genéticas antes del inicio del tratamiento están
la warfarina (genes CYP2C9 y VKORC1) (Johnson, 2014) y el
clopidogrel (gen CYP2C19) (Goswami, 2012; Mega, 2009).
Entre las aplicaciones clínicas adicionales utilizadas actualmente
están la ayuda al diagnóstico y la selección de las intervenciones
terapéuticas. El conocimiento del gen asociado con una enfermedad
específica y de la secuencia de ADN del gen, su producto proteico,
y la función de la proteína en la promoción de la salud o en la
enfermedad, proporciona la base para los ensayos de diagnóstico e
intervenciones eficaces. Los oncólogos utilizan de forma habitual
perfiles genéticos para la detección sistemática y el tratamiento.
Tumores que parecen anatomopatológicamente idénticos se pueden
distinguir por sus perfiles genéticos. Esta distinción es importante
para un tratamiento eficaz debido a que diferentes tipos de tumores
responden a diferentes abordajes terapéuticos. Los oncólogos también
han estado utilizando análisis genómicos para vigilar la respuesta
terapéutica y para predecir qué individuos tienen más probabilidades
de experimentar un fracaso precoz del tratamiento de modo que
puedan cambiar el tratamiento lo más rápidamente posible.
Más allá del diagnóstico, la intervención y el seguimiento, el análisis
genómico se puede utilizar para detectar alteraciones en pacientes
asintomáticos. Este aspecto es particularmente importante para la
promoción de la salud, ya que permite la evaluación de la
susceptibilidad genética y la intervención precoz antes de que los
síntomas de la enfermedad se hagan evidentes.
Se espera que la metabolómica, junto con la genómica, mejore
la eficacia del tratamiento. El análisis genómico puede proporcionar
información sobre las susceptibilidades genéticas de un individuo,
pero no proporciona una visión del lugar del espectro entre la salud y
la enfermedad en que la persona se encuentra actualmente ni sobre la
eficacia de la intervención terapéutica que está siguiendo. La
metabolómica es útil para llenar estos espacios vacíos mediante la
medición de los metabolitos presentes y de sus concentraciones. Esta
información refleja la funcionalidad del producto proteico de la
variante genética, lo que a su vez puede ser útil en la previsión de la
buena funcionalidad de una persona en un ambiente determinado. La
epigenómica mejora aún más la genómica a través de su enfoque
sobre la interacción entre el genoma y la información que entra desde
el entorno. Cada una de estas especialidades es parte del panorama
más amplio del creciente enfoque del tratamiento nutricional sobre los
planos molecular y bioquímico.
Para que estas tecnologías sean útiles en la clínica, los pacientes
deben sentirse cómodos con su utilización. Los pacientes se han
preocupado especialmente por si la información se utilizase para su
beneficio y no condujera a discriminación en el empleo y para la
obtención de un seguro. Estas inquietudes hasta el momento no se han
llevado a la práctica. Desde el comienzo del Proyecto Genoma
Humano se ha dedicado atención a señalar las implicaciones éticas,
legales y sociales de la investigación y la tecnología genética para la
protección frente a estas cuestiones. La aprobación de la Genetic
Information Nondiscrimination Act (GINA) en 2008 es considerada
como un hito importante para garantizar que los estadounidenses no
sean discriminados en materia de empleo y seguros de salud.
Genómica nutricional
Entre las disciplinas «-ómicas» de particular importancia para los
especialistas en nutrición están la genómica nutricional y la
epigenética. La genómica nutricional es el campo general que abarca
la nutrigenética, la nutrigenómica y la epigenética. La genómica
nutricional se centra en las alteraciones relacionadas con la dieta y el
estilo de vida que proceden de la interacción entre el genoma y los
factores ambientales, como los nutrientes y otros compuestos
bioactivos presentes en los alimentos, las toxinas y otros xenobióticos
(moléculas desconocidas en la naturaleza), la actividad física, el sueño
y el estrés.
La genómica nutricional es conceptualmente similar a la
farmacogenómica en que, como los medicamentos, los alimentos
necesitan ser procesados enzimáticamente a nutrientes básicos antes
de su absorción y circulación hacia los tejidos y las células del
organismo. Los cambios en los genes que codifican las proteínas
involucradas pueden conducir a cambios en la disponibilidad de
nutrientes en el plano celular. Este campo emergente incorpora las
distintas especialidades «-ómicas» de varias maneras, como la
identificación de las susceptibilidades genéticas de un individuo en
virtud de variantes génicas en su genoma (genómica), el análisis de la
influencia de estas variantes en la expresión de las proteínas
codificadas por las variantes génicas y el funcionamiento de las
proteínas expresadas (proteómica), y la detección de los metabolitos
producidos y su concentración (metabolómica).
La nutrigenética se ocupa de la influencia de un conjunto de
variaciones genéticas de un individuo sobre la función. Por ejemplo,
una ilustración muy citada en la nutrigenética involucra al gen de la
5,10-metilenotetrahidrofolato reductasa (MTHFR). Los seres humanos
tienen dos copias de este gen. Las mutaciones (cambios del ADN) de
este gen pueden dar lugar a una disminución importante de la
actividad enzimática, que es responsable de la conversión del folato o
del ácido fólico de la dieta en 5-metil folato, la forma activa. Los
individuos con esta mutación en ambas copias del gen MTHFR
necesitan la forma activa del folato para gozar de un estado de salud
óptimo. La nutrigenómica, por el contrario, es el estudio de la
interacción de los genes con los factores ambientales que dan lugar a
un cambio de la expresión génica. En el ejemplo de la MTHFR, incluso
la mutación de un único nucleótido dentro de la región del gen que
controla la expresión génica podría dar lugar a la producción
insuficiente de enzima reductasa, lo que se asemeja esencialmente al
resultado de tener dos copias de un gen MTHFR alterado. Esta
persona también necesitaría la forma activada de ácido fólico para
poseer una salud óptima. Además, la frecuencia de las variaciones
genéticas particulares difiere entre poblaciones. Por ejemplo, la
frecuencia de aparición de la variante más frecuente del gen MTHFR
es baja en los afroamericanos, moderada en los caucásicos y
relativamente alta en los hispanos. Los médicos que están atentos a
este tipo de información son especialmente diligentes en la evaluación
del nivel de folato de las mujeres hispanas antes de la concepción para
prevenir complicaciones como abortos no deseados y defectos del
tubo neural (v. capítulo 15).
La epigenética ejerce una influencia adicional sobre los resultados
funcionales más allá de los que están en el plano genómico mediante
el control de la expresión de los genes, lo que a su vez determina si
pueden producirse influencias nutrigenéticas o nutrigenómicas. El
prefijo epi- proviene del griego y significa «arriba»; en este caso
significa «por encima del genoma». Mediante la unión de grupos
químicos al ADN o a sus proteínas asociadas, los procesos
epigenéticos permiten o no la expresión de genes de una forma
hereditaria, pero sin cambiar la secuencia de nucleótidos del ADN.
Cada tipo diferente de células, ya sean hepáticas, cardíacas o
cerebrales, tiene el conjunto completo de la información genética; sin
embargo, solo se expresa una parte del genoma total una vez que la
célula se ha diferenciado. El control de la expresión génica es el
resultado de las marcas epigenéticas sobre el material genético de esa
célula, la «firma epigenética» de ese tipo de células. El genoma no ha
cambiado; el ADN es el mismo en cada tipo de células. Lo que es
diferente, y lo que da lugar a la expresión diferencial de genes, es el
conjunto único de «marcas» o «etiquetas» epigenéticas de cada tipo de
célula (la suma de todas las marcas epigenéticas en ese tipo de células
es el epigenoma). De esta manera las células se especializan y realizan
funciones únicas según las necesidades de un tipo específico de tejido.
Una célula ósea no necesita producir insulina, pero las células β del
páncreas sí. Las marcas epigenéticas controlan las regiones del
genoma de una célula que se traducen en las proteínas necesarias.
Además, el momento de la expresión génica es fundamental durante
el desarrollo fetal y es programado de forma exquisita.
La investigación epigenética posee una importancia creciente para
la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas, debido a
que la composición del epigenoma en varios tipos de células se ve
influenciada por nuestras opciones de dieta y estilo de vida a lo largo
de toda la vida (es decir, por «factores ambientales»). Por lo tanto,
existe la posibilidad de que estas opciones sean modificadas por el
individuo de manera que promuevan la salud y no la enfermedad. El
énfasis principal de la investigación hasta la fecha se ha centrado en la
epigenética y los tumores, y en el papel de la modificación de la dieta
y el estilo de vida (Supic et al., 2013). Las principales categorías de
factores ambientales en este sentido son la nutrición, la actividad
física, el sueño y la recuperación, los pensamientos y las emociones y
el estrés que inducen, y las relaciones y el sentido de finalidad en la
vida. Técnicamente, cada uno de los factores modificables del estilo de
vida tiene su propia subespecialidad de la epigenética, que describe
cómo un tipo específico de factor ambiental «habla» con el ADN a
través de la modificación química, como la epigenética nutricional, la
epigenética del comportamiento, y así sucesivamente. Sin embargo, en
la práctica la epigenética abarca todo este estudio de la forma en la
que el medio ambiente se comunica con el ADN de un organismo
para modular la expresión génica y lo que esta interacción presagia
para el estado de salud de la persona. En última instancia, se espera
que la dieta y otras opciones de estilos de vida se orienten hacia las
variantes particulares de cada individuo para proporcionar la ayuda
más adecuada en función del genoma único de ese individuo. (Véase
Waterland, 2014 para una visión general del campo emergente de la
epigenética.)
La epigenética supone una mejora importante en nuestra
comprensión de la función de los genes en los organismos vivos. La
teoría tradicional afirmaba que los genes contenían información que,
cuando se traducía en proteínas, determinaba la capacidad funcional
de un organismo, y que esta situación era permanente durante toda la
vida. En su lugar, los genes pueden ser considerados como el hardware
del organismo; los factores ambientales en los que están inmersos los
genes a lo largo de toda la vida suministran el software que
proporciona los resultados funcionales. Es decir, no se trata solo de
nuestros genes, es la interacción de nuestros genes con el estilo de
vida a lo largo de toda la vida la que determina la función. Los
gemelos idénticos, que tienen la misma secuencia de nucleótidos del
ADN, proporcionan un excelente ejemplo descriptivo de la influencia
de la epigenética. Estos hermanos parecen ser idénticos en apariencia
y función cuando son jóvenes, pero, a medida que envejecen, las
distinciones comienzan gradualmente a surgir en numerosas
características, desde la apariencia física hasta los estados de
enfermedad. No es inusual que un gemelo idéntico desarrolle una
enfermedad y el otro gemelo se mantenga sano. Los estudios de
gemelos idénticos han sido un pilar en la investigación genética y
continuarán ayudándonos a entender las consecuencias fisiológicas de
los cambios en el plano molecular, especialmente el modo en el que
los factores ambientales cambian la expresión génica y, por lo tanto,
los resultados sobre la salud.
Valoración del genotipo y la nutrición
La aplicación que podría tener una influencia más acusada para los
especialistas en nutrición clínica sería la capacidad de vincular un
genotipo único con la propensión de una persona a padecer unas
determinadas enfermedades. Este avance constituye una mejora
importante en las fases de evaluación de la nutrición, diagnóstico e
intervención en el proceso de la asistencia nutricional. La comprensión
de los mecanismos a través de los cuales el genotipo incide en la
capacidad de funcionamiento dentro de un entorno determinado y las
vías de influencia de los factores ambientales en la expresión génica
hará posible el diseño de protocolos nutricionales. El asesoramiento
específico y las recomendaciones nutricionales se cimentarán cada vez
más en el perfil genético del paciente.
Los especialistas en nutrición deben ser capaces de traducir los
genotipos de los pacientes para desarrollar las intervenciones
adecuadas. Con el fin de estar preparados para la era de la atención
sanitaria orientada por la genómica, habrán de contar con
conocimientos teóricos de genética, bioquímica, biología molecular,
metabolismo y otras ciencias básicas de la nutrición del siglo xxi.
Principios básicos de la genética
La genética es la ciencia de la herencia y constituye la base de
las especialidades de genómica, epigenómica, farmacogenómica y
genómica nutricional. Históricamente, la investigación genética se
centró en la identificación de los mecanismos de transmisión de los
rasgos de los progenitores a su descendencia, como los rasgos físicos o
ciertas enfermedades infrecuentes que aparecen dentro de amplias
familias. Las enfermedades genéticas se consideraban como un grupo
distinto de enfermedades limitadas a aquellos trastornos hereditarios
infrecuentes provocados por cambios en un solo gen que producían
un cambio detectable en la función, o como alteraciones en el plano
cromosómico que afectaban a múltiples genes y a menudo tenían un
efecto devastador sobre la capacidad funcional del individuo. Hoy en
día se reconoce que, directa o indirectamente, todas las enfermedades
están conectadas con la información de los genes y que esa
información se traduce en la capacidad funcional. Además,
dependiendo de la función de la proteína codificada por un gen, de
dónde se produce el cambio dentro del gen y del alcance de su
impacto en la capacidad de la proteína para cumplir su función, hay
un espectro continuo en términos de extensión de la disfunción que se
produce. Mientras cambios concretos en algunos genes tienen un
efecto devastador sobre la función y esa disfunción se identifica
fácilmente como una enfermedad, los cambios en otros genes pueden
ser silenciosos o tener un impacto funcional mucho menos drástico.
Incluso dentro del gen regulador de la conductancia transmembrana
de la fibrosis quística (CFTR) asociado con el desarrollo de la fibrosis
quística, se han detectado en ese único gen más de 1.000 cambios
diferentes (mutaciones) (http://ghr.nlm.nih.gov/gene/CFTR). Algunos
cambios están asociados con fibrosis quística grave y otros con la
enfermedad mucho menos grave (v. capítulo 34). Para una explicación
adicional, la página web de la National Coalition for Health
Professional Education in Genetics proporciona una buena visión
general de las características de este gen y de los efectos fisiológicos de
diferentes
mutaciones
de
este
gen
(http://www.nchpeg.org/nutrition/index.php).
Una vez más, lo que se observa (fenotipo) es un espectro continuo
de resultados fisiológicos que reflejan la mutación involucrada. Este
conocimiento ha contribuido al alejamiento del concepto de que la
«enfermedad genética» es distinta y especial y la comprensión de que
cada cambio diferente dentro de la estructura de nucleótidos de un
gen puede afectar a los resultados fisiológicos de manera diferente.
Algunos son tan devastadores que la disfunción (enfermedad) es
fácilmente detectable siempre que el cambio esté presente, mientras
que otros son leves o incluso silentes a menos que se desencadenen
por un factor ambiental. Esto último es especialmente importante en
enfermedades crónicas en las que una persona puede poseer la
susceptibilidad genética, pero no se manifiesta la enfermedad a menos
que se exponga a un entorno determinado. Un ejemplo bien conocido
es la enfermedad celíaca, en la que un cambio genético provoca la
incapacidad para digerir completamente un único aminoácido de una
proteína común del trigo, la cebada y el centeno. Cuando se expone a
estos alimentos, el individuo con enfermedad celíaca desarrolla una
reacción inmunitaria a la proteína no digerida, una respuesta
inflamatoria en el aparato digestivo, una erosión de la mucosa
intestinal y una alteración resultante de los procesos esenciales
digestivos y de absorción. Sin embargo, si se cambia el entorno –en
este caso eliminando la exposición a la proteína agresora–, la patología
característica de la enfermedad celíaca se puede evitar, a pesar de que
el individuo todavía tenga la posibilidad genética de reaccionar a este
tipo de proteínas y desencadenar síntomas celíacos.
Estos ejemplos ponen de relieve el valor del conocimiento de la
composición genética del paciente, los mecanismos subyacentes
implicados y el tratamiento nutricional adecuado que puede prevenir
que la enfermedad se produzca y puede que restaure la salud de
aquellos que ya han desarrollado la enfermedad. Para que los
especialistas en nutrición eleven al máximo las posibilidades de la
genómica nutricional, sin embargo, es útil contar con un sólido
dominio de la genética y la genómica, desde los fundamentos hasta la
investigación actual sobre la enfermedad crónica y su interacción gen
× ambiente (G × A) subyacente. En este capítulo se revisan
brevemente los principios básicos de la genética en el plano molecular
y cromosómico, los modos de herencia, los mecanismos de la
enfermedad, y posteriormente se señalan las nuevas especialidades de
la epigenética y epigenómica, que tienen particular importancia en las
enfermedades crónicas, y un resumen de cómo se está utilizando la
genómica nutricional en diversas enfermedades. Para una explicación
más pormenorizada de estos temas, existen numerosos recursos para
el aprendizaje de los fundamentos de la genética y la genómica, a
partir de libros de texto actuales hasta recursos online, como la página
de
Internet
Genetics
Home
Reference
(http://ghr.nlm.nih.gov/handbook) y National Human Genome
Research Institute (www.genome.gov), así como diversos recursos de
Online
Genetics
Education
Resources
(http://www.genome.gov/10000464). Véase Páginas útiles en Internet
al final de este capítulo para obtener recursos adicionales
recomendados.
Fundamentos genéticos
La genética es una disciplina históricamente desarrollada a partir de
la observación de que los rasgos físicos podían ser heredados entre
generaciones, por primera vez en plantas y más tarde en seres
humanos y otros mamíferos. Con el tiempo los patrones de la herencia
de los rasgos humanos fueron explicados por la distribución de los
cromosomas durante la formación del esperma y el óvulo y la
reconstitución del estado diploide en la fecundación. El posterior
descubrimiento de que el ADN era el componente cromosómico
esencial responsable de la herencia llevó a la era molecular en la que
llegaron a entenderse los genes, las mutaciones, las proteínas, la
función y la disfunción. Una amplia investigación durante las últimas
seis décadas ha revelado muchos de los detalles de estos procesos y su
relación entre sí, como la composición química del material genético
del ADN, el modo en que se almacena la información y cómo esa
información se recupera y se traduce en proteínas que hacen el trabajo
de las células, y cómo estas proteínas contribuyen a la capacidad
funcional del individuo.
El ácido desoxirribonucleico (ADN) constituye el material genético
de todos los organismos vivos. En los organismos superiores el ADN
está alojado dentro del núcleo de las células. La molécula es una doble
hélice que consta de dos cadenas de subunidades de nucleótidos
unidos mediante puentes de hidrógeno. El genoma humano contiene
aproximadamente 3.000 millones de nucleótidos. Cada nucleótido
contiene el azúcar desoxirribosa, el mineral fósforo y una de las cuatro
bases nitrogenadas: adenina (A), timina (T), guanina (G) o citosina (C).
Los nucleótidos adoptan una disposición lineal, que es la que
determina la información específica contenida en un fragmento del
ADN que da lugar a la síntesis de una proteína.
La gran cantidad de material genético dentro del núcleo se
distribuye en múltiples cromosomas, que son una combinación de
ADN y proteínas específicas llamadas histonas. Los seres humanos
poseen 23 pares de cromosomas, 22 autosomas y 2 cromosomas
sexuales. Una copia de cada miembro de un par proviene de la madre
y la otra copia del padre. Las mujeres tienen dos cromosomas X; los
hombres tienen un cromosoma X y un cromosoma Y. El núcleo de
cada célula humana contiene los 46 cromosomas, que están
habitualmente en un estado altamente condensado para empaquetar
todo el material genético dentro del núcleo. La condensación se
obtiene mediante el enrollamiento del ADN alrededor de estructuras
nucleares de ocho proteínas llamadas histonas. La combinación de
ADN enrollado alrededor de las estructuras de las histonas forma el
nucleosoma.
Para ser útil para las células, la información del ADN primero debe
ser decodificada y traducida en proteínas, que realizan el trabajo del
organismo en el plano celular. Una secuencia de nucleótidos de ADN
que codifica la información para la síntesis de una proteína se
denomina gen. Hay aproximadamente 19.000 genes. Cada gen tiene
una ubicación o «dirección» en un sitio específico de un cromosoma
concreto. A menudo se encuentran entre un gen y el siguiente a lo
largo del cromosoma largos fragmentos de nucleótidos. Tales
secuencias se denominan secuencias intermedias y componen la
mayoría del ADN en los seres humanos. Estas secuencias no codifican
proteínas, pero no son «ADN basura». En cambio, realizan funciones
estructurales y reguladoras, como el control de cuándo, dónde y en
qué cantidad se produce de una proteína.
Para iniciar el proceso de decodificación del ADN, los cromosomas
condensados que contienen los genes primero deben abrirse
(descondensarse) para permitir el acceso a la información de la
secuencia de nucleótidos de ADN. Un mecanismo empleado con
frecuencia es la unión covalente de grupos acetilo a las proteínas
histonas asociadas con los cromosomas. Esta acción relaja el ADN y
hace que sea accesible al proceso de transcripción (decodificación). La
decodificación de la información supone la transcripción mediante la
ARN polimerasa en ARN mensajero (ARNm) y la posterior
traducción del ARNm en la secuencia de aminoácidos de la proteína
de acuerdo con un código genético universal. La arquitectura de un
gen incluye normalmente una región promotora, donde se une la
ARN polimerasa, y una región codificante (también llamada «región
estructural») que contiene la información codificada de la estructura
de una proteína. Dentro de la región codificante están secuencias de
nucleótidos (exones) que se corresponden con el orden de los
aminoácidos en el producto proteico del gen. La región codificante
también contiene intrones (secuencias que se intercalan entre los
exones y no codifican los aminoácidos necesarios para la síntesis de
proteínas).
Proximal a la región promotora está la región reguladora que
controla la capacidad de la polimerasa para unirse al promotor, con
influencia de este modo en la producción de la transcripción. En esta
región se localizan los elementos de respuesta, secuencias de ADN
que actúan como sitios de unión para proteínas reguladoras como los
factores de transcripción y los ligandos asociados a ellos. La unión de
factores de transcripción desencadena el reclutamiento de proteínas
adicionales para formar un complejo de proteínas que a su vez
modula la expresión de ese gen mediante la modificación de la
conformación de la región promotora, con aumento o disminución de
la capacidad de unión y transcripción (expresión) de dicho gen por la
ARN polimerasa. La disposición de los elementos de respuesta dentro
de la región promotora puede ser compleja, lo que hace posible la
asociación de varios factores de transcripción que modulan el control
de la expresión génica. Los factores ambientales, como los
componentes bioactivos de los alimentos, «hablan» con los genes a
través de la unión de factores de transcripción a elementos de
respuesta, de tal modo que les transmiten información sobre la
cantidad necesaria de su producto proteico.
Una vez finalizada la transcripción, el ARNm debe ser procesado
(procesamiento postranscripcional) de manera que los intrones se
eliminan con anterioridad a la síntesis de la proteína correspondiente.
En este momento, cada conjunto de tres nucleótidos del exón
transcrito y procesado forma un codón, el cual codifica un aminoácido
específico y su posición dentro de la secuencia proteica. Algunas
proteínas necesitan un procesamiento adicional postraduccional antes
de ser activas, como sucede en el caso de glucoproteínas, proenzimas
y prohormonas, que deben ser procesadas para activarse.
La regulación de la transcripción (es decir, la expresión génica) es
compleja. La necesidad de la descondensación inicial de los
cromosomas que contienen los genes es un paso en el control de la
expresión génica. Un segundo nivel de control de la expresión génica
es el control epigenético, que se produce en el plano del ADN. Un
mecanismo de control frecuente implica la unión de grupos metilo al
ADN dentro de la región reguladora de un gen. Cuando están unidos
los grupos metilo, la transcripción se ve impedida y la expresión de
genes es silenciada. Alternativamente, la eliminación de los grupos
metilo permite que tenga lugar la expresión de los genes.
Además de la información de la secuencia de nucleótidos de ADN
(«código de ADN»), existen otras dos fuentes de información: el
código epigenético y los factores ambientales, a cuyos efectos están
expuestas las células. La epigenética representa «el instrumento de
escritura» de la naturaleza (Gosden y Feinberg, 2007). Los grupos
acetilo o metilo unidos por enlace covalente a las proteínas histonas
asociadas con el ADN o directamente al propio ADN,
respectivamente, afectan a la accesibilidad del ADN para la
decodificación. Estos grupos pueden ser añadidos o eliminados, según
sea necesario, y son afectados por la exposición a diversos factores
ambientales, como nutrientes tradicionales, fitoquímicos, citocinas,
toxinas, hormonas y drogas. Estos factores ambientales comunican
información sobre el estado del entorno y, en última instancia,
influyen en la expresión de determinados genes. La mayoría de estos
factores ambientales son los factores de estilo de vida y son
modificables según las elecciones del individuo. La ciencia de la
genómica nutricional se refiere especialmente a las interacciones entre
los factores de la dieta y el ADN, su influencia en los resultados de
salud, la nutrición y cómo puede utilizarse el tratamiento para
optimizar la salud y reducir al mínimo la enfermedad. Las figuras 5-1
a 5-6 examinan estos principios genéticos básicos.
FIGURA 5-1 Las células son las unidades de trabajo
fundamentales de todo sistema vivo. Todas las instrucciones
necesarias para dirigir sus actividades están contenidas
dentro del ácido desoxirribonucleico. (Tomado de U.S. Department of
Energy, Human Genome Program: www.ornl.gov/hgmis.)
FIGURA 5-2 Cada vez que una célula se divide en dos
células hijas, todo su genoma se duplica; en seres humanos
y otros organismos complejos, esta duplicación se produce
en el núcleo. Durante la división celular, la molécula de ácido
desoxirribonucleico (ADN) se desenrolla y se rompen los
enlaces débiles entre los pares de bases, lo que permite que
las cadenas se separen. Cada cadena dirige la síntesis de
una nueva cadena complementaria, al unirse nucleótidos
libres coincidentes con sus bases complementarias en cada
una de las cadenas separadas. Se cumplen de forma estricta
las reglas de apareamiento de bases (es decir, la adenina se
une solamente con la timina [par A-T] y la citosina con la
guanina [par C-G]). Cada célula hija recibe una cadena de
ADN antigua y una nueva. El cumplimiento estricto por la
célula de estas reglas de apareamiento de bases asegura
que la nueva cadena sea una copia exacta de la antigua.
Esto reduce al mínimo la incidencia de errores (mutaciones)
que pueden afectar en gran medida al organismo resultante o
a su descendencia. (Tomado de U.S. Department of Energy, Human
Genome Program: www.ornl.gov/hgmis.)
FIGURA 5-3 Todos los organismos vivos están compuestos
en gran parte de proteínas. Las proteínas son moléculas
grandes y complejas formadas por largas cadenas de
subunidades llamadas aminoácidos. En las proteínas se
encuentran habitualmente 20 tipos diferentes de
aminoácidos. Dentro del gen, cada secuencia específica de
tres bases de ácido desoxirribonucleico (codones) dirige la
maquinaria celular de síntesis de proteínas para añadir
aminoácidos específicos. Por ejemplo, la secuencia de bases
ATG codifica el aminoácido metionina. Debido a que tres
bases codifican un aminoácido, la proteína codificada por un
gen de tamaño medio (3.000 pb) contiene 1.000
aminoácidos. El código genético es por lo tanto una serie de
codones que especifican qué aminoácidos son necesarios
para constituir proteínas específicas. A, adenina; C, citosina;
G, guanina; pb, pares de bases; T, timina. (Tomado de U.S.
Department of Energy, Human Genome Program: www.ornl.gov/hgmis.)
FIGURA 5-4 Algunas variaciones en el código genético de
una persona no tendrán ningún efecto sobre la proteína que
se produce; otras pueden dar lugar a una enfermedad o a un
aumento de la propensión a una enfermedad. (Tomado de U.S.
Department of Energy, Human Genome Program: www.ornl.gov/hgmis.)
FIGURA 5-5 Se estima que los seres humanos difieren
entre sí solo en un 0,1% de la secuencia total de nucleótidos
que componen el ácido desoxirribonucleico. Se cree que
estas variaciones de la información genética son la base de
las diferencias físicas y funcionales entre los individuos.
(Tomado de U.S. Department of Energy, Human Genome Program:
www.ornl.gov/hgmis.)
FIGURA 5-6 Regulación epigenética de la expresión génica
a través de la modificación de histonas y la metilación del
ADN.
Las proteínas codificadas por los genes conforman la maquinaria
metabólica de la célula, como enzimas, receptores, transportadores,
anticuerpos, hormonas y mensajeros. Las variaciones de la secuencia
de un gen pueden alterar la secuencia de aminoácidos de la proteína.
Estos cambios se denominan mutaciones, que tradicionalmente se han
vinculado con el concepto de alteración grave de la función de esa
proteína y creación de una disfunción dentro de las células y, en
última instancia, del organismo en su conjunto. Un cambio de un solo
nucleótido puede ser todo lo necesario para causar una enfermedad
debilitante. Por ejemplo, en personas con anemia drepanocítica, un
cambio de un único nucleótido provoca un cambio de un único
aminoácido en la molécula de la hemoglobina, lo que provoca anemia
grave (v. capítulo 32).
Los cambios del ADN conforman el sustrato de la evolución; por lo
tanto, es evidente que no todas las mutaciones son perjudiciales.
Algunos cambios en realidad mejoran la función, y muchas
mutaciones silenciosas carecen de efecto. El efecto de la mutación
sobre la función de la proteína codificada es lo que determina el
resultado, que abarca desde una enfermedad debilitante hasta la
ausencia de efecto. Cualquier variación de la secuencia de ADN se
define técnicamente como mutación. No obstante, en esta fase del
desarrollo de la genómica y su léxico, el término mutación tiende a
referirse a los cambios cuya influencia sobre la función son suficientes
para la aparición de un resultado detectable. Por el contrario, el
término variación genética (o variante génica) se reserva para
aquellas mutaciones cuyo efecto sobre la función no es suficiente para
dar lugar a una enfermedad o a otro resultado cuantificable por sí
solo. La genómica nutricional se ocupa principalmente de aquellas
variaciones que interactúan con factores ambientales dietéticos y de
otro tipo.
Así, pueden existir formas ligeramente diferentes de un gen como
consecuencia de variaciones aparentemente leves, como la sustitución
de un solo nucleótido por otro (p. ej., citosina por guanina). Las
diferentes formas de un gen reciben el nombre de alelo
o polimorfismo. Debido a ello, los genes codifican productos
proteicos con secuencias diferentes de aminoácidos (isoformas) y, a
menudo, funciones diferentes. El polimorfismo (alelismo) es un
concepto relevante, ya que explica por qué los seres humanos son tan
distintos a pesar de que presentan una similitud genética del 99,9%.
La diferencia del 0,1% es suficiente para explicar las variaciones físicas
obvias entre los humanos. Asimismo, sustenta otras diferencias más
sutiles que pueden no ser fácilmente observables, como la capacidad
funcional de una enzima metabólica clave para catalizar su reacción
característica. Se cree que estas variaciones son responsables de
muchas de las incoherencias observadas en los resultados terapéuticos
y en la investigación sobre intervención nutricional.
El polimorfismo de nucleótido único (SNP) constituye la variante
estructural mejor estudiada y con diferencia el cambio más frecuente
del ADN. Como el nombre de esta variación genética sugiere, el
cambio involucra a un solo nucleótido en el ADN. Dependiendo de la
zona del gen se produce el cambio y el efecto sobre la función de la
proteína codificada, la alteración de nucleótidos puede no dar lugar a
ningún cambio en la función, a la mejora de la función o a disfunción
y propensión a la enfermedad. Un importante esfuerzo de
investigación en curso es la identificación de los SNP que existen
dentro del genoma humano y la asociación de cada uno con su efecto
sobre la función, especialmente con respecto a la salud y la
enfermedad.
El ritmo de avance de la genómica nutricional en términos de
aplicaciones clínicas se relaciona de forma estrecha con el progreso de
la identificación de SNP asociados con la enfermedad de manera que
puedan desarrollarse pruebas de diagnóstico e intervenciones
adecuadas sobre la dieta y el estilo de vida y pueda probarse su
eficacia. El International HapMap Project es una colaboración
multinacional diseñada para catalogar en el ADN de los seres
humanos patrones comunes de variantes genéticas que están
asociadas con la salud y la enfermedad. El proyecto HapMap ocupa
un lugar destacado entre los esfuerzos para desarrollar una base
científica profunda sobre la cual basar el diagnóstico y tratamiento
relacionados con la genómica nutricional. En «HapMap», «Hap» es la
abreviatura de haplotipo. Un haplotipo se produce cuando varios
SNP se agrupan juntos en la misma región de un cromosoma, lo que
normalmente provoca que sean heredados como un grupo. Debido a
que el genoma humano contiene aproximadamente 10 millones de
SNP, el estudio de cada uno de ellos no es práctico en este momento,
pero el estudio de los haplotipos permite estudios a gran escala de los
SNP (llamados estudios de asociación del genoma completo
[GWAS]) y su asociación con las enfermedades humanas en múltiples
poblaciones. Recuerde que cada grupo de genes (p. ej., en una
población) tiene su propio conjunto de firmas de SNP, ligeramente
diferente a la de cualquier otra población. Es importante tener en
cuenta esta característica a la hora de aplicar el tratamiento nutricional
debido a que lo que es adecuado para una población humana no es
necesariamente adecuado para todas las demás poblaciones debido a
diferencias en los bancos de genes. Para obtener información adicional
sobre el HapMap Project, véase la página de Internet del proyecto en
http://hapmap.ncbi.nlm.nih.gov/abouthapmap.html.
El análisis continuo del genoma humano sugiere que, además de los
SNP, otras variaciones estructurales también pueden desempeñar una
función importante en la variación genotípica y fenotípica entre los
humanos. La pérdida o ganancia de uno o más nucleótidos
(deleciones e inserciones, respectivamente), la duplicación de
secuencias de nucleótidos, las variantes del número de copias y la
reestructuración de regiones dentro de un cromosoma (inversiones y
translocaciones) también tienen consecuencias importantes sobre la
función. Un cromosoma puede contener miles de genes y el orden de
los nucleótidos debe permanecer intacto para producir las proteínas
codificadas en la secuencia de nucleótidos original de cada gen.
Mientras que un solo nucleótido puede no dar lugar a ningún efecto o
incluso a un efecto mejorado sobre la función, los cambios en
múltiples genes tienden a ser letales.
La comprensión de la prevalencia e importancia de la variación
genética es un objetivo primordial de la nutrición del siglo xxi, lo que
representa una importante desviación de la investigación y del
tratamiento nutricional realizados hasta la fecha. Cada persona es
susceptible a un conjunto diferente de enfermedades, afronta las
toxinas ambientales de manera diferente, metaboliza moléculas de
manera algo diferente y tiene necesidades nutricionales ligeramente
únicas. Estos interesantes descubrimientos están revolucionando la
forma en que los médicos piensan acerca de los aspectos clínicos de la
medicina, la farmacología y la nutrición. El tratamiento personalizado
utilizando necesidades dietéticas individualizadas será cada vez más
frecuente en el tratamiento nutricional.
Control de la expresión génica
El control de la expresión génica se produce en dos planos: genómico
y epigenómico. El control genómico tiene lugar dentro de la región
reguladora de los genes, proximal a la promotora. Los factores de
transcripción, proteínas especializadas que tienen un sitio de unión al
ADN y otro para la unión a un ligando de pequeño peso molecular, se
unen al ADN y regulan la unión de la ARN polimerasa al promotor
para iniciar la transcripción. Los factores que influyen en la unión son
mutaciones dentro de los nucleótidos que forman el sitio de unión del
ADN y los ligandos. Las mutaciones y los ligandos pueden promover
o inhibir la transcripción, dependiendo del gen implicado. Entre los
numerosos ligandos identificados están los componentes bioactivos de
los alimentos, como los ácidos grasos omega 3 y omega 6, derivados
de la vitamina A, la vitamina D y numerosos nutrientes vegetales.
Estas moléculas se unen a factores de transcripción para formar un
complejo activo que dirige la conformación del ADN, lo que a su vez
influye en la facilidad con la que la ARN polimerasa puede unirse al
promotor e iniciar la transcripción.
Desde la perspectiva del tratamiento nutricional, un enfoque de
investigación fructífero ha sido el estudio de si el cambio de la
naturaleza del ligando puede influir en la transcripción y, por tanto,
en los resultados fisiológicos. Se han estudiado numerosos
componentes bioactivos en los alimentos (componentes bioactivos de
los alimentos), en concreto su capacidad de atenuar la inflamación
como importante mecanismo básico en el desarrollo tumoral (v.
capítulo 36). La mayor parte del trabajo hasta la fecha está basado en
el laboratorio o en animales. Numerosos alimentos bioactivos pueden
alterar la expresión génica e interferir en la expresión de genes
proinflamatorios, un mecanismo subyacente central en tumores y
otras enfermedades crónicas. Además de los ácidos grasos omega 6 y
omega 3, la vitamina D y el ácido linoleico conjugado de productos
lácteos, los fitonutrientes de curcumina de la especia cúrcuma, el
sulforafano de las verduras crucíferas, el resveratrol del hollejo de
uvas moradas, la genisteína de la soja, la quercetina a partir de la
cebolla y el ajo, la (-)-epigalocatequina-3-galato (EGCG) del té verde,
la luteolina del apio, el brócoli y numerosas plantas han demostrado
inhibir factores proinflamatorios de transcripción como el factor de
necrosis tumoral α, la interleucina 1β, la interleucina 6 y el factor
nuclear κB, que a su vez disminuye la expresión de genes
proinflamatorios (Gupta y Prakash, 2014; Ong et al., 2012; v.
capítulo 3).
El control epigenético puede ocurrir en la modificación de histonas
o del ADN y se estudia en la sección sobre herencia epigenética. Las
marcas epigenéticas controlan la disponibilidad de ADN para la
transcripción y la traducción. Debido a que los cambios de la
expresión génica son fundamentales en el desarrollo normal y la
progresión de la enfermedad, la epigenética es ampliamente aplicable
a muchos aspectos de la investigación biológica. Las influencias de
nutrientes y componentes bioactivos de los alimentos sobre los
fenómenos epigenéticos, como la metilación del ADN y varios tipos
de modificaciones de las histonas, se han investigado extensamente.
Los patrones epigenéticos de un individuo se establecen al inicio del
embarazo y se personalizan aún más a través de la interacción con
diversos factores ambientales durante toda su vida. La epigenética
tiene, comprensiblemente, una importancia crucial durante el
desarrollo. Se han observado alteraciones de la metilación del ADN
del genoma completo durante la edad adulta, lo que ha llevado a la
hipótesis de que la epigenética es también relevante en el proceso de
envejecimiento, así como en la aparición de enfermedades como los
tumores, la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares
(Brunet y Berger, 2014; Chaturvedi y Tyagi, 2014; Choi et al., 2013). Es
importante para los especialistas en nutrición la comprensión de que
la dieta y la exposición según el estilo de vida a lo largo del tiempo
son factores modificadores clave de los patrones epigenéticos que, a
su vez, influyen en la salud a largo plazo (Jiménez-Chillarón et al.,
2012; Jiménez-Chillarón JC et al., 2012; Lillycrop y Burdge, 2012;
Milagro et al., 2013).
Modos de herencia
Los rasgos se transmiten de una generación a otra de tres formas:
herencia mendeliana, herencia mitocondrial y herencia epigenética.
Herencia mendeliana
El núcleo de todas las células contiene un conjunto completo de
material genético (genoma), dividido en 22 pares de cromosomas
(llamados autosomas) y 2 cromosomas sexuales con una suma total
de 46 cromosomas. Durante la división celular (mitosis) los 46
cromosomas se duplican y se reparten en cada nueva célula. Durante
la meiosis, un miembro de cada par de los autosomas y cromosomas
sexuales se reparte en cada óvulo o espermatozoide; el conjunto
completo de 46 cromosomas entonces se restaura al estado diploide
mediante la fecundación.
Dado que los genes se transportan en los cromosomas, las normas
que rigen la distribución de los cromosomas durante la mitosis y la
meiosis rigen la distribución de los genes y cualquier cambio
(mutación, variación) que contengan. Estas reglas describen la
herencia mendeliana de un gen, cuyo nombre proviene de Gregor
Mendel, el primero que dedujo que la herencia de los rasgos se rige
por un conjunto de reglas predecibles. Es posible el seguimiento de
una mutación a través de múltiples generaciones mediante el
conocimiento de estas reglas de la herencia. Esta transmisión se
representa normalmente como genealogía y se puede utilizar para
predecir la probabilidad de un cambio genético que se hereda por un
miembro de una familia concreta. Cuando el cambio causa una
enfermedad, la genealogía puede ser útil para predecir la
probabilidad de que otro miembro de la familia herede la enfermedad.
La Family History Initiative, implementada por el U.S. Surgeon
General, ayuda a las personas a construir su árbol genealógico
(www.cdc.gov/genomics/famhistory).
La transmisión mendeliana puede ser autosómica o ligada al sexo,
dominante o recesiva. Hay cinco modos clásicos de herencia
mendeliana: autosómica dominante, autosómica recesiva, ligada al
cromosoma X dominante, ligada al cromosoma X recesiva y ligada al
cromosoma Y. El genotipo de un individuo obedece a las leyes de la
herencia, pero el fenotipo (la expresión observable/cuantificable del
genotipo) puede no hacerlo. Cada gen de un individuo está presente
en dos copias (alelos), una en cada cromosoma. Cuando los alelos son
iguales (ya sean ambos la versión común o habitual o ambos la forma
mutante o variante), se dice que el individuo es homocigoto. Si los
alelos son diferentes, el individuo es heterocigoto (también llamado
portador).
La dominancia y recesividad se refieren a si un rasgo se expresa (se
puede medir, observar) en un individuo heterocigoto que tiene un
alelo común y un alelo variante. Si un rasgo se expresa cuando está
presente una sola copia de un alelo variante, se dice que el alelo es
dominante (es decir, el fenotipo del alelo variante es el que
predomina). Los alelos que no dominan el genotipo cuando solo está
presente una única copia se denominan recesivos. El alelo variante
está presente en el genoma, pero el rasgo no se expresa a menos que
estén presentes dos copias del alelo variante.
Para confundir aún más la nomenclatura está el concepto de
penetrancia. Incluso cuando la genealogía sugiere que está presente
un gen que debería dar lugar a que la persona muestre un
determinado fenotipo, la enfermedad puede no ser evidente. Dicho
gen se dice que tiene penetrancia reducida, lo que significa que no
todo el que tiene el gen se expresa de una forma medible. La «forma
medible» depende mucho de lo que puede ser cuantificado. Muchos
alelos que se creía que eran recesivos hace 50 años se pueden detectar
hoy como resultado de tecnologías nuevas y más sensibles. La
penetrancia tiene interés para los especialistas en nutrición, ya que
refleja la incapacidad de una variación genética para alterar la función
y provocar la enfermedad a menos que el individuo esté expuesto a
factores desencadenantes ambientales específicos, como la dieta y el
estilo de vida. La modificación de estos factores posiblemente pueda
mejorar los resultados para las personas con este tipo de variantes. Se
espera que la terminología siga actualizándose a medida que se
comprendan los avances.
Herencia mitocondrial
Además del material genético nuclear, las mitocondrias de cada célula
también contienen ADN que codifica un número limitado de
proteínas. La mayoría de estos genes están involucrados en el
mantenimiento de la mitocondria y sus actividades de producción de
energía. Al igual que con el ADN nuclear, los cambios del ADN
mitocondrial (ADNmt) pueden provocar la enfermedad. Los rasgos
derivados de los genes mitocondriales tienen un patrón de herencia
característico; no es mendeliano porque las mitocondrias y su material
genético normalmente pasan de madre a hijo, y se denomina herencia
mitocondrial (materna). Este principio biológico se ha convertido en
la base para los estudios antropológicos que trazan patrones de linaje
y de migración de la población a través de los siglos. También ha
proporcionado una manera de rastrear enfermedades familiares
causadas por cambios del ADNmt. Sin embargo, como con otros
procesos biológicos, se producen errores ocasionales; existen informes
de algún ADNmt que pasa de padre a hijo.
Herencia epigenética, impronta genómica
La herencia epigenética explica otro mecanismo por el cual se
transmite la información genética entre generaciones. La epigenética
proporciona un conjunto adicional de instrucciones más allá de las
contenidas en la secuencia de nucleótidos del ADN. Afecta a la
expresión génica, pero no cambia la secuencia de nucleótidos (Villagra
et al., 2009). Al menos tres mecanismos están involucrados: la
modificación de histonas, la modificación del ADN y la interferencia
por ARN (ARNi). Al igual que en la herencia de nucleótidos de ADN,
las «marcas» («etiquetas») epigenéticas también se pueden transmitir
de generación en generación. Se desconoce la extensión de este hecho,
pero hay un patrón claro, al menos, de abuelos a hijos y nietos. La
importancia para los especialistas en nutrición es que lo que comieron
los abuelos puede influir en la función de sus nietos.
Las histonas son proteínas asociadas con el ADN que ayudan a que
el cromosoma se condense. Las unidades de proteínas histonas
forman un andamiaje alrededor del cual se envuelve el ADN, lo que
crea el nucleosoma, de forma similar a un hilo envuelto alrededor de
un carrete. De forma semejante en concepto a la condensación de
datos en un disco duro, este mecanismo ayuda a empaquetar una gran
cantidad de ADN en el pequeño espacio del núcleo. Cuando se
condensa el ADN, no está disponible para su transcripción en ARNm.
El acoplamiento y la remoción de los grupos acetilo es un mecanismo
importante para el control de si el ADN está relajado y disponible
para la transcripción para continuar o condensado y cerrado para la
transcripción, respectivamente.
Del mismo modo, el ADN en sí mismo puede ser modificado por la
unión covalente y la eliminación de grupos funcionales, como los
grupos metilo. En las células somáticas (del organismo), la metilación
del ADN se lleva a cabo en los residuos de citosina que se producen
dentro de las islas CpG que se encuentran cerca de la región
promotora de un gen. Las islas CpG (la p se refiere al enlace
fosfodiéster entre nucleótidos de citosina [C] y guanina [G]) son
secuencias de ADN enriquecidas en citosina y guanina que, cuando
son metiladas, interfieren en la transcripción y, por lo tanto, con la
expresión génica. En general, la metilación silencia la expresión génica
y la desmetilación la promueve.
La metilación del ADN y la modificación de histonas pueden
contribuir a la impronta genómica y afectar a la expresión génica. La
impronta genómica es un fenómeno inusual por el cual se expresa
solo uno de los dos alelos (versión) de un gen, ya sea el aportado por
la madre o por el padre. Si cada alelo contiene una mutación diferente
que da lugar a un fenotipo medible, el fenotipo del individuo diferirá
en función de si se expresa el alelo del padre o el de la madre. El
síndrome de Prader-Willi y el síndrome de Angelman involucran al
ADN del cromosoma 15 y proporcionan ejemplos de impronta
genómica. Cuando se expresa el alelo del padre, el niño desarrolla el
síndrome de Prader-Willi. Cuando se expresa el alelo de la madre, el
niño desarrolla el síndrome de Angelman. Ambos síndromes se
caracterizan por discapacidad intelectual, pero los individuos con
síndrome de Prader-Willi también experimentan una falta de
percepción de saciedad, lo que conduce a comer en exceso y a
obesidad mórbida. La base subyacente sospechada por las diferencias
fenotípicas es el patrón de marcas epigenéticas (ya sea acetilación de
histonas o metilación del ADN) diferente entre los dos padres más
que diferencias en la secuencia de ADN. La impronta genómica
representa el borrado y el restablecimiento de las marcas epigenéticas
en la línea germinal y tiene importantes implicaciones para la salud y
la enfermedad, con efectos demostrados metabólicos, neurológicos, y
efectos en el comportamiento (Adalsteinsson y Ferguson-Smith, 2014;
Giradot et al., 2012; Peters, 2014).
El tercer mecanismo, la interferencia por ARN (ARNi), es objeto de
una investigación considerable. Dos tipos de pequeñas moléculas de
ARN (21 a 23 nucleótidos), microARN (miARN) y ARN de
interferencia corto (ARNsi) se transcriben a partir de ADN no
codificante que antes se pensaba que era «ADN basura». Si el ARN es
complementario al ADN de región promotora de un gen, se puede
producir un aumento de la transcripción, pero con más frecuencia este
ARN se adjunta al ARN mensajero transcrito e interfiere en la
expresión génica a impedir la traducción del gen en su proteína
codificada. Alternativamente, la fijación al ADN conduce al
silenciamiento de regiones enteras de cromosomas, un fenómeno
llamado silenciamiento epigenético de genes, que es la base para la
inactivación del cromosoma X en hembras de mamíferos en las que se
silencia uno de los dos cromosomas X. De esta manera se iguala la
cantidad de información aportada por el cromosoma X entre hembras
y machos, aunque estos últimos tengan siempre un solo cromosoma
X. Los detalles de estos procesos están más allá del alcance de este
capítulo, pero los lectores deben ser conscientes de que la dieta y otros
factores ambientales se sospecha que tienen una gran influencia sobre
los mecanismos epigenéticos. Por lo tanto, se espera que, pasado un
tiempo, la comprensión de los mecanismos epigenéticos sea esencial
para el desarrollo de una terapia nutricional eficaz en la clínica.
En un estudio de referencia en ratones utilizados como sistema
modelo de mamíferos para investigar este complejo proceso,
Waterland y Jirtle (2003) seleccionaron una cepa de ratones con una
mutación del gen agouti. El alelo agouti de tipo salvaje (usual,
«normal») hace que el color del pelaje del ratón sea marrón. La
mutación Avy (alelo agouti amarillo viable) hace que el color del pelo sea
amarillo y, debido a que este alelo es dominante, todos los ratones con
al menos una copia de Avy pueden desarrollar el color del pelaje
amarillo. Los investigadores cruzaron ratones hembra genéticamente
idénticos con pelaje marrón (dos copias del alelo agouti normal) con
machos genéticamente idénticos que tenían dos copias de la mutación
Avy y pelaje amarillo. Con una dieta estándar de comida para ratones,
el color del pelaje de las madres sería marrón, el de los padres sería
amarillo y el color del pelaje de las crías, que tienen un alelo agouti y
otro Avy, sería de color amarillo debido a que el alelo Avy es
dominante. Waterland y Jirtle se preguntaron si la dieta podría
provocar diferencias del color del pelaje y alimentaron a la mitad de
las hembras con comida para ratones normal y a la otra mitad con una
dieta rica en metilos en la que se añadieron donantes de metilo como
ácido fólico, vitamina B12, colina y betaína al pienso. La mayoría de las
madres no suplementadas tuvieron descendencia con pelaje de color
amarillo. La mayoría de las crías de madres con dieta rica en metilos,
sin embargo, tuvieron un pelaje moteado mezcla de marrón y amarillo
(llamado pseudoagouti). Recuerde que TODAS las crías tenían una
copia del alelo normal y otra copia del alelo Avy. Claramente, la dieta
de la madre afectó al color del pelaje de las crías y este efecto persistió
en la edad adulta. La investigación sobre la posible causa de la
diferencia en el fenotipo entre hermanos genotípicamente idénticos
detectó una correlación entre el pelaje y el grado de metilación del gen
agouti, lo que sugiere que la dieta rica en metilos llevó a silenciamiento
epigenético del alelo Avy.
Por otra parte, este efecto de la dieta podría ser heredado. En
experimentos posteriores (Cropley et al., 2006) se demostró que
cuando se alimentaba a las hembras de la generación de las «abuelas»
con una dieta rica en metilos, pero no se enriquecía la dieta de las hijas
descendientes con donantes de metilos, seguían apareciendo algunos
descendientes de segunda generación («nietos») con pelaje pardo
moteado, lo que sugiere que el efecto que tuvo la dieta sobre el color
del pelaje podría transmitirse entre generaciones. La dieta y
posiblemente otros factores ambientales pueden tener un efecto
transgeneracional a través de su influencia sobre las marcas
epigenéticas que afectan a la expresión de genes sin alterar la
secuencia de ADN (Jiménez-Chillarón et al., 2012). En los seres
humanos, este tipo de mecanismo epigenético gen-dieta podría
explicar por qué los gemelos idénticos, a pesar de tener exactamente el
mismo genotipo, en general no tienen fenotipos idénticos y por qué la
magnitud de las diferencias parece aumentar a medida que aumentan
los años de los gemelos. Esta observación en gemelos humanos
idénticos ha desconcertado a los investigadores durante mucho
tiempo y ahora se cree que es debida a la epigenética y la influencia de
la dieta y otros factores ambientales. En varios estudios centrados en
fenotipos de sobrealimentación inducida, los ensayos con roedores
sugieren que la herencia epigenética puede mantenerse durante al
menos dos o tres generaciones. En ratas macho, la sobrealimentación
provocó alteración del metabolismo de la glucosa e insulina y la
expresión de los genes alterados en la descendencia femenina durante
las siguientes dos generaciones (Ng et al., 2014). En ratones, la
alimentación de los machos con una dieta elevada en grasas y después
su apareamiento con hembras alimentadas con la dieta normal se
asoció con una alteración hereditaria de la secreción de insulina y con
la disposición de la glucemia en las hijas como resultado de los
cambios de la expresión génica en las células β del páncreas (Pentinat
et al., 2010). En hembras de ratones alimentadas con una dieta elevada
en grasas, se detectó el efecto en la tercera generación y fue
transmitido por la línea masculina, lo que sugiere que está
involucrada la impronta genómica (Dunn y Bale, 2009; Dunn y
Bale, 2011).
Un estudio de cohortes retrospectivo en el ser humano también
apoya la posibilidad de la herencia epigenética transgeneracional. El
Dutch Hunger Winter Families Study investigó a los hijos de madres
que estaban embarazadas durante el invierno del hambre holandés
después de la Segunda Guerra Mundial (Bygren, 2013). La
descendencia femenina pero no la masculina de estas madres sufrió
dislipidemia en comparación con hembras del mismo sexo no
expuestas con madres no expuestas a la hambruna. Los niños nacidos
posteriormente de estas mujeres dislipidémicas tenían mayor
adiposidad neonatal y mayor prevalencia de enfermedad metabólica
en comparación con los controles nacidos de mujeres no afectadas.
Otros factores ambientales además de la nutrición también se ha
demostrado que están asociados con las marcas epigenéticas
heredables. Estos estudios, sin embargo, se han realizado en modelos
animales y aún no se han comprobado en seres humanos. Los
mecanismos moleculares que subyacen a la herencia epigenética
transgeneracional no se conocen todavía, pero entre ellos pueden estar
mecanismos distintos de la metilación del ADN y la modificación de
las histonas. Heard y Martienssen (2014) proporcionan una
comprensión actual de la herencia epigenética transgeneracional.
Herencia y enfermedad
Los cambios del material genético, sean del ADN cromosómico, del
ADN mitocondrial, o incluso de un solo nucleótido, pueden alterar
una o más proteínas que pueden ser cruciales para el funcionamiento
de las células, los tejidos y los órganos. Existen importantes
consecuencias de los cambios en el material genético en cada uno de
estos planos.
Enfermedad en el plano cromosómico
El cambio en el número de cromosomas, o de la disposición del ADN
dentro de un cromosoma, es casi siempre perjudicial y, a menudo,
fatal para el individuo. Los trastornos cromosómicos se detectan por
medio de un cariotipo, una visualización de todos los cromosomas en
forma de fotografía. Un ejemplo de una anomalía cromosómica no
fatal es la trisomía 21 (síndrome de Down), que da lugar a una adición
de material genético en el cromosoma 21.
Algunos síndromes son causados por pérdida de una parte de un
cromosoma (una deleción parcial). En el síndrome de BeckwithWiedemann (deleción del cromosoma 11), los cambios se caracterizan
por el crecimiento excesivo de órganos, incluida una lengua de gran
tamaño, lo que conduce a dificultades para la alimentación e
hipoglucemia. Los especialistas en nutrición desempeñan una función
importante en el tratamiento de los pacientes con trastornos
cromosómicos, debido a que estos individuos a menudo tienen
problemas de motricidad oral que afectan a su estado nutricional y
provocan problemas de crecimiento al inicio de su vida. Más adelante
en el desarrollo, la obesidad puede convertirse en un problema, y el
tratamiento nutricional es útil en el control del peso, la diabetes y las
complicaciones cardiovasculares. En las personas con este tipo de
anomalías cromosómicas, diferentes grados de retraso mental a
menudo complican el tratamiento. Un especialista en nutrición
formado puede mitigar los efectos perjudiciales de estos trastornos del
estado nutricional (v. capítulo 43).
Enfermedad en el plano mitocondrial
Las mitocondrias son orgánulos subcelulares que se cree que se
originaron a partir de bacterias y funcionan principalmente para
producir trifosfato de adenosina (ATP). El ADNmt humano codifica
13 proteínas, 2 ARN ribosómicos y 22 ARN de transferencia para
sintetizar estas proteínas; el resto de las proteínas están codificadas
por el ADN nuclear. A diferencia del ADN nuclear, el ADNmt es
pequeño (16.569 pares de bases), circular, y existen cientos de miles de
copias en cada mitocondria. Como se señaló anteriormente, el ADNmt
normalmente se transmite desde la madre a su descendencia.
Como era de esperar, las alteraciones del ADNmt son con
frecuencia degenerativas y afectan principalmente a los tejidos con
una alta demanda de fosforilación oxidativa. También poseen
manifestaciones clínicas variables a causa de las múltiples copias de
ADNmt, ya que no todas pueden contener el cambio genético. Las
mutaciones del ADNmt pueden manifestarse a cualquier edad, y entre
ellas se encuentran enfermedades neurológicas, miocardiopatías y
miopatías esqueléticas. Por ejemplo, el síndrome de Wolfram, una
forma de diabetes asociada con sordera, fue uno de los primeros
trastornos cuya causa fue encontrada en el ADNmt. Más de
60 enfermedades debidas a cambios del ADNmt se han identificado
hasta el momento. Véase MITOMAP, una base de datos del genoma
mitocondrial humano, para obtener información específica sobre las
variantes de ADN mitocondrial humano (www.mitomap.org).
Enfermedad en el plano molecular
La mayoría de los estados de enfermedad asociados con la genómica
nutricional involucran cambios en el plano molecular. Los cambios del
ADN normalmente suponen un cambio de un nucleótido único o de
varios nucleótidos dentro de un único gen mediante sustituciones,
adiciones o supresiones. Además, también pueden ocurrir cambios de
mayor escala que conllevan la deleción o adición de varios nucleótidos
en las regiones codificantes o reguladoras de proteína de un gen. Las
alteraciones de la región reguladora pueden aumentar o disminuir la
cantidad de proteína producida o alterar la capacidad del gen para
responder a señales ambientales. Las alteraciones de la región
codificante pueden afectar la secuencia de aminoácidos de la proteína,
que a su vez puede afectar a la conformación y a la función de la
proteína y por lo tanto al funcionamiento del organismo. Debido a que
la mayoría de los genes humanos residen en los cromosomas
nucleares, las variaciones de genes se transmiten de acuerdo con la
herencia mendeliana y están sujetas a modificaciones de las marcas
epigenéticas.
Entre las alteraciones autosómicas dominantes de un solo gen que
tienen implicaciones nutricionales están varias que pueden dar lugar a
problemas motrices orales, problemas de crecimiento, propensión al
aumento de peso y estreñimiento. Ejemplos son la osteodistrofia
hereditaria de Albright, que habitualmente provoca problemas
dentales, obesidad, hipocalcemia e hiperfosfatemia; condrodisplasias,
que a menudo dan lugar a problemas de motricidad oral y obesidad; y
el síndrome de Marfan, que incluye enfermedad cardíaca, crecimiento
excesivo y aumento de las necesidades nutricionales. La
hipercolesterolemia familiar da lugar a un receptor de lipoproteína de
baja densidad (LDL) defectuoso, niveles elevados de colesterol y
propensión a la ateroesclerosis.
Los trastornos autosómicos recesivos son mucho más frecuentes y
abarcan trastornos metabólicos de aminoácidos, hidratos de carbono y
lípidos. Tradicionalmente, se han detectado estos trastornos debido a
que una mutación tenía un efecto perjudicial sobre el niño recién
nacido que daba lugar a consecuencias graves del desarrollo o a la
muerte. Estos trastornos eran hereditarios, asociados con una
mutación específica y se denominaron errores congénitos del
metabolismo (ECM).
Los ECM son los primeros ejemplos conocidos de genómica
nutricional, y la modificación de la dieta es la modalidad de
tratamiento principal (v. capítulo 43). Se incluye una breve
descripción de los ECM desde una perspectiva genética para enfatizar
la importancia de la función del especialista en nutrición en el
restablecimiento de la salud de estas personas y para diferenciar los
ECM de los trastornos crónicos, que son provocados por el mismo
tipo de cambio genético, pero afectan a la función con menos
gravedad.
Actualmente, EE. UU. no posee directrices uniformes para la
evaluación del recién nacido; algunos estados tienen pruebas para un
conjunto de enfermedades y otros estados evalúan 30 o más
alteraciones. Con la creencia de que la detección precoz de los ECM
permite un inicio más precoz del tratamiento, lo que se traduce en
mejores perspectivas de salud del niño, y a petición de la Health
Services and Research Administration (HRSA), en 2011 el American
College of Medical Genetics propuso un conjunto de directrices
uniformes para su consideración.
Un ejemplo clásico de ECM de los aminoácidos es la fenilcetonuria
(PKU). La fenilcetonuria es provocada por una mutación en el gen que
codifica la enzima fenilalanina hidroxilasa, lo que lleva a la
incapacidad de convertir la fenilalanina en tirosina. La restricción de
fenilalanina en la dieta de por vida permite a las personas con
fenilcetonuria vivir hasta la edad adulta y disfrutar de una vida de
calidad (v. capítulo 43). En la enfermedad de orina con olor a jarabe de
arce (MSUD), el defecto metabólico afecta a la descarboxilasa de αcetoácidos de cadena ramificada, un complejo de enzima codificada
por seis genes. Una mutación en uno cualquiera de estos genes puede
dar lugar a la acumulación de los α-cetoácidos en la orina, lo que
produce un olor similar al del jarabe de arce. Si no se limita la ingesta
de aminoácidos de cadena ramificada, puede provocar retraso mental,
convulsiones y muerte en personas con MSUD (v. capítulo 43).
La intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF) constituye un ejemplo
de ECM del metabolismo de los hidratos de carbono con herencia
autosómica recesiva (v. tabla 43-1). Una mutación en el gen ALDOB
que codifica la aldolasa B (aldolasa fructosa-1,6-bifosfato) altera la
actividad catalítica de la enzima e impide la conversión de fructosa en
glucosa. Los lactantes suelen estar asintomáticos hasta que se añade
fruta a la dieta. El tratamiento nutricional requiere la eliminación de la
fructosa y del disacárido sacarosa, el cual contiene monómeros de
fructosa. Si no se conoce la presencia de esta lesión genética y la
necesidad de eliminar estos edulcorantes de la dieta, el individuo
normalmente desarrolla hipoglucemia, vómitos e insuficiencia renal
en última instancia, que conduce a la muerte.
Esta enfermedad es un buen ejemplo de lo importante que es
conocer bien la lesión genética subyacente para poder desarrollar
tratamientos nutricionales (v. capítulo 43). En primer lugar, los
antecedentes familiares pueden dar un indicio de que la IHF está
presente. En segundo lugar, aunque la lesión genética (genotipo) es
permanente, el fenotipo no lo es. A pesar de que un individuo tenga la
mutación ALDOB, la eliminación de la exposición a estos edulcorantes
mantiene esencialmente la propensión a la enfermedad silente y el
niño podrá tener un desarrollo normal. A menudo es el especialista en
nutrición quien detecta el problema y recomienda el tratamiento
apropiado con suficiente antelación para evitar que los síntomas de la
enfermedad se manifiesten.
Un ejemplo de un trastorno autosómico recesivo del metabolismo
de los lípidos es la deficiencia de la acetil coenzima A (acetil-CoA)
deshidrogenasa de cadena media, la cual impide la oxidación de los
ácidos grasos de cadena media para aportar energía durante los
períodos de ayuno. El tratamiento nutricional se centra en la
prevención de la acumulación de intermediarios tóxicos de los ácidos
grasos que, en ausencia de control, puede provocar la muerte (v.
capítulo 43).
El síndrome del cromosoma X frágil dominante ligado al
cromosoma X también afecta al estado nutricional. El síndrome del X
frágil se caracteriza por retraso del desarrollo, deterioro mental y
problemas de comportamiento. La lesión se localiza en el gen FMR1
del cromosoma X, en el que aparece un número de repeticiones del
segmento CGG mayor del normal en seres humanos. Las múltiples
repeticiones de este trinucleótido incrementan la propensión a la
rotura del cromosoma X. Otro trastorno dominante ligado al
cromosoma X es una forma de raquitismo hipofosfatémico. Este
trastorno se encuentra en hombres y mujeres, es resistente al
tratamiento con vitamina D y se caracteriza por anomalías óseas, que
abarcan malformaciones dentales y los desafíos para la alimentación
que conllevan.
Entre las enfermedades recesivas ligadas al cromosoma X están la
diabetes insípida nefrógena, la adrenoleucodistrofia y la distrofia
muscular de Duchenne (DMD). Las personas con diabetes insípida
nefrógena recesiva ligada al cromosoma X son incapaces de
concentrar la orina, y padecen poliuria y polidipsia. Este trastorno se
detecta generalmente en la infancia y puede manifestarse como
deshidratación, falta de apetito, vómitos y retraso del crecimiento. La
adrenoleucodistrofia recesiva ligada al cromosoma X se debe a un
defecto de la enzima que degrada los ácidos grasos de cadena larga.
Estas moléculas se acumulan y provocan alteraciones cerebrales
y suprarrenales, y en última instancia disfunción motora. La DMD
recesiva ligada al cromosoma X se caracteriza por infiltración grasa de
los músculos y una pérdida de masa muscular extrema. Los niños
suelen estar confinados a una silla de ruedas en el momento en el que
llegan a la adolescencia y necesitan ayuda para alimentarse.
Los trastornos de herencia ligada al cromosoma Y implican la
determinación sexual masculina y «funciones de mantenimiento»
fisiológicas. Hasta ahora no se ha establecido un vínculo firme entre
trastornos nutricionales y el cromosoma Y.
En resumen, cualquier gen puede sufrir una mutación que afecte a
la función de su proteína y a la salud de la persona. Su localización en
el ADN nuclear o ADNmt define el tipo de herencia.
Tecnologías genéticas
Para poder avanzar desde el conocimiento de la localización
cromosómica de un rasgo patológico a la asociación de la enfermedad
con una mutación determinada y la comprensión de sus
consecuencias funcionales, ha sido necesario el desarrollo de
sofisticadas tecnologías genéticas de biología molecular. Uno de los
avances tecnológicos más importantes se produjo en la década de los
setenta con la introducción de la tecnología del ADN recombinante,
la cual dio lugar a un notable progreso en el estudio de los genes, sus
funciones, y la regulación de su expresión. Con la utilización de
endonucleasas de restricción (enzimas de restricción), los
investigadores podían escindir el ADN en localizaciones precisas y
reproducibles a lo largo de la cadena de nucleótidos, aislar los
fragmentos y, utilizando la tecnología de reacción en cadena de la
polimerasa (PCR), reproducir copias ilimitadas de ADN para diversas
aplicaciones. Este enfoque básico ha sido la piedra angular de muchas
técnicas habituales, como la ingeniería genética y la producción de
proteínas terapéuticas como insulina y hormona del crecimiento, así
como de nuevas cepas genéticas de cultivos y alimentos para consumo
animal. Véase el cuadro Foco de interés: GMO o alimentos transgénicos
(GE) en el capítulo 26.
La tecnología de ADN recombinante constituye la base para la
detección de variaciones en las secuencias de ADN que se pueden
utilizar para identificar individuos con fines forenses y de paternidad
y para predecir la propensión a la enfermedad. Esta tecnología
también abrió el camino para la secuenciación del ADN, que se utiliza
para la identificación de la secuencia de nucleótidos dentro de un gen,
la determinación de la ubicación exacta de cualquier cambio y la
identificación de cada uno de los nucleótidos del genoma de un
individuo. La tecnología de secuenciación de ADN ha evolucionado
rápidamente, desde un proceso que consume mucho tiempo y mano
de obra a una técnica de secuenciación de alto rendimiento que ha
reducido de forma importante el coste de la secuenciación de todo el
genoma. El beneficio para la atención sanitaria es la expectativa de
que pronto sea barata la secuenciación del genoma humano para
detectar un gran número de susceptibilidades genéticas en un análisis,
que puede proporcionar a las personas su firma genética.
Una de las aplicaciones de estas tecnologías iniciales es la
tecnología de micromatrices de ADN. Las micromatrices, también
llamadas «chips» de ADN, se utilizan para definir qué genes se
expresan en un momento dado en condiciones determinadas, como
sucede por ejemplo durante las diferentes etapas del desarrollo fetal.
De igual modo, pueden utilizarse para determinar qué genes se
activan en respuesta a factores ambientales, como los nutrientes. Una
aplicación clínica útil es la comparación de la expresión génica entre
células normales y alteradas, lo que tiene implicaciones relevantes
para el tratamiento tumoral.
Otro tipo de tecnología genética es la interferencia con la expresión
de un gen para determinar la función de ese gen y su proteína
codificada. El concepto original fue explotado en sistemas modelo con
animales transgénicos, en concreto con ratones de laboratorio («ratón
knockout»). En el ratón knockout, un gen es alterado («desactivado»
[knocked out]) de modo que la proteína normal ya no se sintetiza.
Alternativamente, un gen puede alterarse de modo que exprese una
cantidad excesiva o insuficiente de su producto. Las secuencias
reguladoras pueden ser alteradas de modo que un gen ya no responda
adecuadamente a las señales ambientales. De esta manera puede
determinarse la función normal de un gen, pueden estudiarse los
efectos de la sobreexpresión de un gen y se pueden determinar los
detalles del proceso de comunicación entre las señales externas al
organismo y el material genético dentro del organismo. Los ratones
transgénicos son especialmente valiosos para el estudio de
interacciones entre genes y dieta. Una aplicación reciente de este
concepto involucra al ARNi. Secuencias cortas de ARN se unen al
ARNm e interfieren en la traducción del ARNm en una proteína
(«knock down»). Al medir el resultado de una disminución de una
determinada proteína, los investigadores pueden comprender mejor la
función de la proteína y su contribución a la función del organismo.
La combinación de los datos disponibles del Proyecto Genoma
Humano y el HapMap Project unidos con las nuevas tecnologías que
se han desarrollado como resultado de estos proyectos ha permitido
llevar a cabo el GWAS. Estos estudios permiten un análisis más rápido
de las secuencias del genoma completo para el estudio de la presencia
de variaciones genéticas y su asociación con diferentes rasgos y
estados de enfermedad. Se estudian dos grupos de sujetos, los que
tienen la enfermedad de interés y los que no la padecen. Se analiza un
conjunto de SNP en ambos grupos y, si se encuentran algunos con
mayor frecuencia en las personas enfermas, se propone que estos SNP
están asociados con la enfermedad, lo que ayuda a identificar la
región del genoma humano donde se encuentran los genes causantes.
Los SNP en sí mismos pueden ser un factor causal o simplemente
pueden estar situados cerca de las variantes causales. Habitualmente,
los investigadores secuencian las regiones donde se localizan los SNP
asociados para identificar los cambios genéticos específicos asociados
con la enfermedad. Hasta que una región genética detectada en un
estudio GWAS se haya mapeado en un locus definitivo (ubicación en
un cromosoma) y el gen se haya identificado, su ubicación se conoce
como locus de caracteres cuantitativos (QTL). Uno de los más notables
éxitos del GWAS relacionados con la nutrición ha sido la detección del
gen FTO (asociado a la masa de grasa y la obesidad), que es la
variante genética más frecuente que se asocia con la obesidad en
múltiples poblaciones (Frayling et al., 2007; Harbron et al., 2014).
La última tecnología clave que se ha convertido en esencial es el
perfil de metilación del ADN para detectar el estado epigenético del
individuo, a menudo denominado metiloma. Se utilizan actualmente
varias técnicas. El grupo metilo está unido de forma covalente a los
residuos de citosina de las islas CpG, lo que hace posible distinguir
entre las citosinas metiladas y las no metiladas. Puede determinarse la
carga total de metilación y comparar las muestras, o pueden
analizarse y compararse regiones específicas del genoma.
Genética y tratamiento nutricional
Las mutaciones cromosómicas o monogénicas repercuten en el estado
nutricional y ponen de relieve la importancia que reviste el
tratamiento nutricional. El rápido desarrollo de la nutrición molecular
y la genómica nutricional ha supuesto la ampliación de la función del
profesional más allá de los trastornos infrecuentes para abarcar
enfermedades crónicas más prevalentes como la enfermedad
cardiovascular (ECV), los tumores, la diabetes, las enfermedades
inflamatorias, la osteoporosis y la obesidad. Habitualmente, estos
trastornos no disponen de un tratamiento curativo, pero el
tratamiento nutricional y del estilo de vida puede restaurar la salud
del individuo.
La genómica nutricional se centra en el modo en que las
interacciones entre variaciones genéticas y factores ambientales
influyen en las posibilidades genéticas de individuos y poblaciones, la
premisa G×A. Los especialistas en nutrición desempeñan una función
crucial en esta transición a la promoción de la salud y a la prevención
de enfermedades.
Influencias nutrigenéticas en la salud y la
enfermedad
La interacción entre la nutrición y la genética puede ser sencilla o muy
compleja. La forma más sencilla corresponde a la correlación directa
entre un gen defectuoso, una proteína defectuosa, una cantidad
anómala de un metabolito y un estado patológico transmitido
mediante herencia mendeliana y sensible al tratamiento nutricional.
Los ECM ya estudiadas son buenos ejemplos de estas
interacciones. Los ECM se caracterizan por mutaciones infrecuentes
que provocan disfunción de proteínas, lo que conduce a trastornos
metabólicos. En la actualidad están en el otro extremo del continuo de
la salud personal, en el extremo disfunción/enfermedad de este
espectro. Mucho más comunes son las mutaciones que tienen
consecuencias menos graves sobre la función y, por lo tanto, se
encuentran en el extremo de la función/bienestar. El efecto de estas
mutaciones es mucho más sutil, lo que hace más difícil su detección
para el profesional sanitario; sin embargo, no es menos importante si
la persona debe tomar decisiones apropiadas a lo largo de su vida en
términos de factores ambientales que promueven la salud y previenen
la enfermedad.
Todos los seres humanos tienen mutaciones que dan lugar a
disfunción proteica que conduce a enfermedad metabólica. La especie
humana necesita determinados aminoácidos, ácidos grasos, vitaminas
y minerales, y las mutaciones limitan la capacidad de sintetizar estos
nutrientes tan importantes. La dieta debe suministrarlos para prevenir
la disfunción y la enfermedad. Por ejemplo, los seres humanos carecen
del gen de la enzima gulonolactona oxidasa y no pueden sintetizar la
vitamina C. Cuando la ingesta dietética de la vitamina C se encuentra
por debajo de los niveles necesarios, los individuos corren riesgo de
desarrollar escorbuto, que puede tener consecuencias mortales.
Es novedosa la comprensión de las bases genéticas de los requisitos
nutricionales, la constatación de que el tratamiento nutricional puede
superar las limitaciones genéticas merced al suministro de los
nutrientes que faltan y al hecho de que cada individuo puede
necesitar una cantidad diferente de nutrientes a causa de su conjunto
único de variaciones genéticas. En un artículo básico en 2002, Ames
et al. llamaron la atención sobre este hecho, detallando más de
50 reacciones metabólicas que involucran enzimas con disminución de
la afinidad por su cofactor y que requieren una concentración mayor
de un nutriente para el restablecimiento de su función (Ames
et al., 2002). Muchas de las cantidades suplementadas están muy por
encima de las cantidades recomendadas habitualmente, lo que resalta
la necesidad de recordar que cada individuo es genéticamente único y
presenta necesidades metabólicas distintas.
Aunque las directrices generales para las cantidades de nutrientes
recomendadas resultan útiles, los individuos pueden tener variaciones
genéticas que les obligan a consumir una cantidad significativamente
mayor o menor de ciertos nutrientes respecto a las recomendaciones
generales. La genómica nutricional ha transformado la noción de la
ingesta dietética de referencia, desde una orientación relacionada con
la edad y el sexo hasta la incorporación de la estructura nutrigenética
y su influencia sobre la función de las proteínas. La evaluación de la
nutrición constituye una herramienta clave para compensar los
cambios del ADN que pueden incrementar el riesgo de enfermedad
(v. capítulo 7).
La homocistinuria clásica es un error congénito del metabolismo de
los aminoácidos de especial interés debido a que permitió determinar
que una cantidad elevada de homocisteína sérica puede ser un factor
de riesgo independiente de ECV. La carencia de la enzima cistationina
β sintetasa, que necesita vitamina B6 como cofactor, impide la
conversión de homocisteína en cistationina. La homocisteína se
acumula, favorece la aterogenia y forma el dipéptido homocistina, el
cual favorece el entrecruzamiento anómalo del colágeno y la
osteoporosis. El tratamiento nutricional es múltiple, en función de la
anomalía genética presente. Algunos individuos portan un defecto
enzimático que requiere una alta concentración del cofactor vitamina
B6 para funcionar. Otros no son sensibles a la vitamina B6 y necesitan
una combinación de folato, vitamina B12, colina y betaína para
transformar la homocisteína en metionina. Algunas personas deben
limitar el consumo de metionina. Existen al menos tres formas de
homocistinuria y cada una precisa un enfoque nutricional diferente.
La capacidad de utilizar el análisis genético para distinguir estos
trastornos similares ha sido un avance tecnológico útil (v.
capítulos 7, 32 y 33).
Las consecuencias de la variación genética del gen MTHFR se
estudiaron anteriormente y proporcionan un excelente ejemplo de
nutrigenética, así como del modo en que la variación genética puede
influir en los requisitos dietéticos. Variantes específicas de este gen
pueden influir en la capacidad del organismo para suministrar la
forma activa de la vitamina B folato. El deterioro enzimático también
provoca insuficiencia de conversión de homocisteína en Sadenosilmetionina, un donante de metilo fundamental para
numerosas reacciones metabólicas, entre las que se encuentran las
involucradas en la síntesis y reparación de ácidos nucleicos (v.
capítulos 32 y 33). Una variación habitual en el gen de la MTHFR es el
gen variante 677C>T, que implica la sustitución de timina (T) por
citosina (C) en la posición nucleotídica 677 dentro de la región
codificante del gen MTHFR. La enzima resultante presenta una
actividad reducida, lo que conduce a la producción disminuida de
folato activo y a la acumulación de homocisteína. Los niveles elevados
de homocisteína a menudo pueden reducirse mediante la adición de
una o más vitaminas del complejo B, ácido fólico, B2, B6 y B12, y
cofactores minerales clave. Sin embargo, el genotipo del individuo es
un factor importante en la concentración y cantidad de nutrientes
necesarias para provocar esta respuesta, lo que apoya la necesidad de
la adaptación de las recomendaciones nutricionales.
Además del aumento del riesgo de las enfermedades
cardiovasculares, la homocisteína sérica elevada aumenta el riesgo de
defectos del tubo neural durante el desarrollo fetal. Como resultado
de estos riesgos, en EE. UU. los cereales ahora están suplementados
con folato para asegurar unos niveles adecuados en mujeres de edad
fértil (v. capítulo 15). Esta respuesta de política pública resalta la
importancia de contar con especialistas en nutrición con
conocimientos sobre genómica nutricional en puestos influyentes para
la formulación de políticas. Si el folato/ácido fólico es el principal
proveedor de grupos metilo para la regulación epigenética de la
expresión génica a través de la metilación del ADN, y el exceso de
metilación del ADN conduce al silenciamiento de la expresión génica,
¿cómo determinar un nivel seguro suficiente para garantizar que los
niveles de folato son lo suficientemente altos para prevenir los
defectos del tubo neural, pero lo suficientemente bajos como para no
silenciar genes que son cruciales para el desarrollo, cuyos efectos
podrían no aparecer hasta la edad adulta?
También pueden ocurrir cambios que causan enfermedades en
genes que codifican otros tipos de proteínas, como proteínas de
transporte, proteínas estructurales, receptores de membrana,
hormonas y factores de transcripción. Las mutaciones que potencian
el transporte de hierro (hemocromatosis hereditaria) o cobre
(enfermedad de Wilson) a concentraciones más elevadas de las
normales tienen implicaciones nutricionales (v. capítulo 32). Las
mutaciones en los receptores de vitamina D se asocian con efectos
nocivos sobre la salud ósea y de todo el organismo, porque la
vitamina D es una hormona involucrada en cientos de procesos
metabólicos y de regulación. Los cambios del gen que codifica la
insulina pueden ocasionar cambios estructurales en la hormona de la
insulina y conducir a disglucemia, como lo hacen las mutaciones del
receptor de la insulina. Muchas proteínas, como las cinasas, las
citocinas y los factores de transcripción que participan en cascadas de
señalización cruciales, están sometidas a variaciones por mutaciones y
alteraciones de la actividad, y tienen consecuencias para la salud de la
persona.
Influencia de la nutrigenómica en la salud y la
enfermedad
Además de la compensación de las limitaciones metabólicas, los
nutrientes y otros componentes bioactivos de los alimentos pueden
incidir en la expresión génica, como se observa en estudios con
organismos inferiores con los operones bacterianos lac y trp. En estas
situaciones, el organismo «detecta» la presencia de un nutriente en el
medio exterior y, como respuesta, altera su expresión génica. En el
caso de la lactosa, las proteínas necesarias para utilizar la lactosa como
fuente de energía son inducidas por regulación transcripcional de
genes que codifican el sistema de transporte de lactosa y por la enzima
que escinde la lactosa en sus monosacáridos. Lo contrario ocurre
cuando el triptófano está presente en el medio externo: el organismo
inhibe la biosíntesis endógena de triptófano mediante la inhibición de
la transcripción de los genes que codifican las proteínas que sintetizan
el triptófano. Las interacciones gen × ambiente, como el control y la
respuesta a señales ambientales mediante la modificación de la
expresión génica, son unos procesos fundamentales de los sistemas
vivos, ya que hacen posible la utilización eficaz de los recursos
ambientales.
Los organismos superiores, como los seres humanos, están dotados
de mecanismos similares a través de los cuales vigilan el medio en el
que están inmersas sus células y pueden modificar las actividades
celulares o moleculares del modo correspondiente. Un ejemplo es la
respuesta de las células a la presencia de glucosa. La insulina se
secreta y se une a su receptor en la superficie de las células del
músculo esquelético e inicia los pasos de una cascada de señalización
bioquímica (transducción de señales). La señalización estimula la
translocación del transportador de glucosa de tipo 4 (GLUT4), un
receptor que interviene en la captación de glucosa por las células. El
ejercicio también promueve la translocación del GLUT4, lo que ayuda
a controlar los niveles de glucemia. Una disminución de la glucemia
induce la liberación de adrenalina y glucagón que, a su vez, se unen a
receptores de la superficie celular en el hígado y el músculo
esquelético y, a través de la transducción de señales, estimulan la
degradación del glucógeno en glucosa para restaurar los niveles de
glucemia.
Los nutrientes y otros componentes bioactivos de los alimentos
también pueden actuar como ligandos, moléculas que se unen a
secuencias de nucleótidos específicas (elementos de respuesta) dentro
de la región reguladora de un gen. La unión provoca un cambio en la
expresión génica a través de la regulación de la transcripción.
Ejemplos de estos componentes de los alimentos son los ácidos grasos
omega 3 poliinsaturados. Estas grasas disminuyen la inflamación al
actuar como precursores de la síntesis de eicosanoides
antiinflamatorios y a través de la disminución de la expresión de
genes que conducen a la producción de citocinas proinflamatorias,
como los genes del factor de necrosis tumoral α y de la interleucina 1
(Calder, 2015; v. capítulo 3).
Los ácidos grasos omega 3 y omega 6 también se ha demostrado
que intervienen como ligandos para la familia de factores de
transcripción del receptor activado por proliferadores peroxisómicos
(RAPP). Los RAPP actúan como sensores de lípidos y regulan el
metabolismo de lípidos y lipoproteínas, la homeostasis de la glucosa,
la proliferación y diferenciación de los adipocitos, y la formación de
células espumosas a partir de monocitos en el transcurso de la
formación de la placa aterógena. Son componentes destacados de la
secuencia de acontecimientos mediante la cual una dieta rica en
lípidos promueve la resistencia a la insulina y la obesidad
(Christodoulides y Vidal-Puig, 2010).
Para influir en la expresión de los genes sometidos a su control, un
factor de transcripción del RAPP debe formar un complejo con un
segundo factor de transcripción, el receptor X del ácido retinoico
(RXR). Cada factor está unido a su ligando: ácido graso poliinsaturado
y un derivado de la vitamina A, respectivamente. El complejo RAPPRXR después puede unirse al elemento de respuesta correspondiente
dentro de la región reguladora de un gen modulado por él. La unión
induce un cambio conformacional de la estructura de la molécula de
ADN que permite que la ARN polimerasa se una y transcriba los
genes regulados por el RAPP, lo que desencadena una gran cantidad
de efectos lipógenos y proinflamatorios. Se han identificado un gran
número de factores de transcripción cuyos mecanismos de acción son
objeto de investigación.
Los componentes bioactivos que actúan como ligandos para estos
factores de transcripción se aportan por la dieta o se sintetizan de
forma endógena. Ejemplos son los ácidos grasos omega 6 y omega 3,
el colesterol, las hormonas esteroideas, los ácidos biliares, los
xenobióticos
(sustancias
químicas
extrañas,
o
moléculas
«desconocidas en la naturaleza»), la forma activa de la vitamina D,
y numerosos fitonutrientes, por nombrar solo unos pocos. En todos
los casos estos bioactivos deben comunicar su presencia al ADN
confinado en el núcleo. Dependiendo de su tamaño y liposolubilidad,
algunos compuestos bioactivos pueden penetrar a través de las
distintas membranas celulares e interactuar directamente con el ADN,
como en el ejemplo de los ácidos grasos mencionados previamente.
Otros, entre los que están los fitoquímicos que se encuentran en las
verduras crucíferas, pueden no ser capaces de atravesar la membrana
celular y en su lugar interactúan con un receptor de la superficie
celular y ponen en marcha la cascada de acontecimientos de la
transducción de señales que provoca la translocación de un factor de
transcripción hacia el núcleo celular.
La identificación de los mecanismos genéticos y bioquímicos que
subyacen a la salud y la enfermedad proporciona la base para el
desarrollo de estrategias de intervención y prevención
individualizadas. En el caso de los ácidos grasos omega 3, los
investigadores están buscando enfermedades en las que los omega 3
de la dieta puedan ser utilizados para reducir la inflamación y
aumentar la sensibilidad a la insulina. La comprensión de los
mecanismos de control de la expresión génica es también útil para el
desarrollo de fármacos que puedan dirigirse a diversos aspectos,
como la expresión génica. Por ejemplo, el grupo de fármacos
antidiabéticos de las tiazolidinedionas actúa sobre el mecanismo del
RAPP descrito anteriormente para mejorar la sensibilidad a la
insulina.
La identificación de los componentes bioactivos de frutas, verduras
y cereales integrales que ejercen efectos positivos para la salud y de
los mecanismos por los que influyen en la expresión génica tiene gran
interés. Las moléculas lipófilas de bajo peso molecular pueden
atravesar las membranas celulares y nucleares y actuar como ligandos
de los factores de transcripción que controlan la expresión génica.
Dependiendo del gen y del compuesto bioactivo concreto, la
expresión puede ser activarse o inactivarse, o bien aumentar o
disminuir su magnitud de acuerdo con la información recibida. Entre
los ejemplos están el resveratrol del hollejo de las uvas moradas; junto
con una gran cantidad de flavonoides como las catequinas que se
encuentran en el té, el chocolate negro y las cebollas, y las isoflavonas
genisteína y daidceína de la soja. Se investiga el posible uso
terapéutico de los fitonutrientes en varias enfermedades crónicas
(Grabacka et al., 2014; Gupta y Prakash, 2014; Lee et al., 2014; Ong et
al., 2011; v. cuadro Foco de interés: Epigenética y alimentos de
colores).
Para fitoquímicos bioactivos que son demasiado grandes o
demasiado hidrófilos para penetrar a través de las barreras de
membrana celulares, la comunicación se produce por medio de la
transducción de señales. El compuesto bioactivo interactúa con una
proteína del receptor en la superficie celular e inicia una cascada de
reacciones bioquímicas que finalmente da lugar a la interacción entre
uno o más factores de transcripción con el ADN y la modulación de la
expresión génica. Ejemplos de este tipo de comunicación indirecta se
observan con los compuestos organosulfurados, como sulforafano y
otros glucosinolatos de las verduras de la familia de la col. Como
resultado de la vía de señalización, los factores de transcripción (p. ej.,
nrf) se activan y aumentan la transcripción de las glutatión-Stransferasas necesarias para el metabolismo de fase II, que ayuda a
proteger contra los tumores. Los flavonoides, como la naringenina
presente en los cítricos y la quercetina en cebollas y manzanas, activan
las vías de señalización que inducen un aumento de la apoptosis de
las células tumorales (v. capítulo 36).
Foco de interés
Epigenética y alimentos de colores
La comunicación de las características específicas de los
fitonutrientes a los consumidores puede ser un reto porque no
piensan que los alimentos que consumen contienen compuestos
bioactivos. Se han realizado intentos para simplificar el mensaje,
como centrarse en el pensamiento de los alimentos en función de su
color dominante y la comprensión de que cada color aporta
diferentes fitonutrientes valiosos. Por ejemplo, comer una o dos
raciones de una amplia variedad de frutas, verduras, legumbres,
cereales, nueces y semillas con categorías de colores verde, rojo,
naranja, amarillo, morado y blanco proporciona a diario muchos
fitonutrientes que promueven la salud. Las personas con
propensiones determinadas a la enfermedad o con agresiones
ambientales deben aumentar el número de raciones dentro de una
categoría determinada para satisfacer sus necesidades de salud
específicas. Los profesionales pueden proporcionar un servicio
valioso mediante la traducción de estos hallazgos de la
investigación en soluciones alimenticias prácticas para los
consumidores (Gupta y Prakash, 2014; v. tabla 36-1).
Genómica nutricional y enfermedades crónicas
Las enfermedades crónicas (p. ej., enfermedad cardiovascular,
tumores, diabetes, osteoporosis, trastornos inflamatorios) son
habitualmente más complejas que los trastornos monogénicos en los
que se conoce la alteración del ADN, se puede identificar y
caracterizar la proteína anómala, y el fenotipo resultante está
claramente definido. En lugar de una variante única con un efecto
drástico, en la afección crónica global la influencia sobre la función de
una variación genética concreta es sutil o incluso silente y/o
contribuyen pequeñas aportaciones de múltiples genes. Los genes
involucrados en la enfermedad crónica están influidos por factores
ambientales, además de la variación genética. Un individuo puede
tener variantes de genes que predisponen a un trastorno crónico
concreto, pero el trastorno puede o no desarrollarse. Obviamente, esta
situación es un reto debido a su complejidad, pero debe tenerse en
cuenta en la valoración nutricional y en el diagnóstico para que las
intervenciones terapéuticas tengan éxito.
Variabilidad genética
Dada la variabilidad genética entre individuos de una población, el
alto grado de variabilidad de la respuesta del paciente al tratamiento
nutricional no debería ser sorprendente. A pesar de que la
modificación de un gen –lo que engloba los genes relacionados con la
dieta y el estilo de vida– puede incidir sobre la función de modo
suficiente como para originar un estado patológico directamente, la
mayoría de estas variaciones genéticas parecen influir en la magnitud
de la respuesta y no suponen una amenaza para la vida. Confieren
una mayor propensión a la disfunción y la enfermedad, pero no con
certeza total. Muchas de estas variantes son sensibles a la dieta y el
estilo de vida, lo que permite reducir su efecto merced a elecciones
informadas del estilo de vida.
El principal objetivo de la investigación en el campo de la genómica
nutricional es la identificación de 1) asociaciones entre genes y
enfermedades; 2) los componentes de la dieta que influyen en estas
asociaciones; 3) los mecanismos por los cuales los componentes de la
dieta ejercen sus efectos, y 4) los genotipos que más se benefician de
las elecciones de la dieta y el estilo de vida. Entre las aplicaciones
prácticas de esta investigación se cuenta con un nuevo conjunto de
medios que los especialistas en nutrición pueden utilizar. El cuerpo
creciente de conocimientos sirve de apoyo a las estrategias para la
prevención de enfermedades e intervención que se dirigen
específicamente hacia los mecanismos subyacentes.
En la siguiente sección se examinan brevemente algunos de los
principales genes relacionados con la dieta, sus variantes conocidas, y
cómo estas variantes afectan a la respuesta de una persona a la dieta.
Las enfermedades crónicas requieren interacciones complejas entre
genes y componentes bioactivos de los alimentos. Será necesario
realizar estudios poblacionales y de intervención de tamaño suficiente
para contar con la potencia estadística necesaria para extraer
conclusiones significativas que permitan dilucidar los detalles.
Enfermedad cardiovascular
La enfermedad cardiovascular (ECV) sigue siendo la enfermedad más
prevalente en los países desarrollados. No es sorprendente que uno de
los principales objetivos de la genómica nutricional haya sido la
identificación de asociaciones entre genes y dieta en la ECV y el
estudio de la influencia de la dieta y el ejercicio sobre la prevención y
el tratamiento de esta enfermedad crónica. Los especialistas en
nutrición que trabajan con pacientes con dislipidemia conocen de
primera mano el elevado grado de variabilidad individual de la
respuesta a las intervenciones dietéticas convencionales. Estos
tratamientos se utilizan principalmente para reducir los niveles
elevados de colesterol de las LDL (C-LDL), aumentar la concentración
de colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (C-HDL) y reducir
las concentraciones de triglicéridos (TG). Hasta hace poco el enfoque
convencional era una dieta baja en grasas saturadas con mayor
contenido de ácidos grasos poliinsaturados (AGPI). La respuesta en
una población es variable y comprende desde la reducción de las
concentraciones de C-LDL y TG en algunas personas hasta la
disminución de los niveles de C-HDL o elevación de TG en otras. Por
otra parte, los niveles de C-LDL de algunas personas responden de
manera espectacular al consumo de copos de avena y otras fibras
solubles, mientras que otras han tenido respuestas más modestas. En
algunos casos una dieta baja en grasas ha provocado un cambio a un
perfil lipídico más aterógeno que el original. El genotipo constituye un
factor importante; las intervenciones dietéticas deben adaptarse a los
genotipos para lograr la respuesta hipolipidemiante deseada (v.
capítulo 33).
Ya se han identificados varios genes coadyuvantes, entre los que
están los relacionados con la respuesta posprandial y de las
lipoproteínas y los triglicéridos, el metabolismo de la homocisteína, la
hipertensión, la coagulación sanguínea y la inflamación. Se han
encontrado interacciones entre los genes y la dieta en aquellos que
codifican la apolipoproteína E (APOE), la apolipoproteína A-1
(APOA1), la proteína transportadora de ésteres de colesterol (CETP),
la lipasa hepática (LIPC), la lipooxigenasa 5 (ALOX5), MTHFR, el
angiotensinógeno (AGT), la enzima conversora de angiotensina (ECA),
la familia de la interleucina 1 (IL-1), la interleucina 6 (IL-6) y el factor
de necrosis tumoral α (TNF-α). Entre las interacciones descubiertas
más recientemente están las relacionadas con el gen de la lipasa de
monoglicéridos (MGLL), los ácidos grasos omega 3 y los niveles de
colesterol LDL y el tamaño de las partículas LDL (Ouellette
et al., 2014). El trabajo con los ácidos grasos omega 6 y asociaciones de
gen-dieta-enfermedad cardiovascular ha involucrado a variantes del
gen de la sintetasa de ácidos grasos (FADS) y sus efectos sobre la
salud cardíaca (Li et al., 2013), así como las variantes genéticas que
favorecen un mayor metabolismo del ácido araquidónico a
eicosanoides con actividad proinflamatoria, vasoconstrictora y de
agregación plaquetaria (Chilton et al., 2014). El examen de los
haplotipos del gen del elemento regulador de esteroles que se une a la
proteína 1 (SREBP1) en mujeres posmenopáusicas, el consumo de
AGPI omega 6 pero no AGPI omega 3 se asoció con la progresión de
la ateroesclerosis, medido por la disminución del diámetro arterial
(Kalantarian et al., 2014).
Se ha comunicado un vínculo adicional del metabolismo de los
hidratos de carbono para la salud cardíaca (Ortega-Azorín et al., 2014).
El gen MLXIPL (Max-like protein X interacting protein-like) codifica la
proteína de unión al elemento de respuesta de hidratos de carbono.
Estos investigadores encontraron que aquellos con una o más copias
de la variante rs3812316 presentaban concentraciones menores de
triglicéridos y disminución de la incidencia de infarto de miocardio al
consumir una dieta mediterránea, en comparación con una dieta de
control y con personas que no tenían copias de la variante.
Las posibilidades de intervención nutricional son numerosas,
siendo la dieta mediterránea de especial interés en términos de salud
cardíaca (Gotsis et al., 2015). Sin embargo, este tipo de dieta es
beneficiosa para algunas personas pero no para otras. Los
investigadores siguen estudiando los posibles mecanismos que
explican los resultados cardiosaludables de este tipo de dieta y por
qué existen diferencias interindividuales en la respuesta a la dieta.
También recomiendan el desarrollo de orientaciones adecuadas en la
intervención dietética para los estados dislipidémicos (Corella y
Ordovás, 2014).
La ECV constituye un trastorno inflamatorio (Rocha y Libby, 2009),
y las variantes de TNF, IL-1 e IL-6 están siendo investigadas por su
efecto sobre la propensión a la ECV. Además, la ECV y otras
enfermedades crónicas tienden a involucrar múltiples comorbilidades,
lo que hace que sea cada vez más crucial que los profesionales sean
conscientes de los mecanismos subyacentes y de interacción y de la
necesidad de intervenciones eficaces para la prevención y el
tratamiento. Conocer el genotipo de los pacientes proporciona
información adicional importante en cuanto a la forma en que son
propensos a responder a determinadas intervenciones dietéticas.
Para resumir el estado actual del conocimiento de la genómica
nutricional con respecto a la enfermedad cardiovascular, podemos
decir que se está investigando ampliamente en todo el mundo. La
identificación de numerosas variantes genéticas asociadas a diferentes
aspectos de la salud cardiovascular sugiere que se están haciendo
progresos en la identificación de variantes de susceptibilidad que
pueden ser moduladas a través de la dieta y el estilo de vida
razonable (Merched y Chan, 2013).
Trastornos inflamatorios
En la actualidad, se acepta que la inflamación es un factor subyacente
en trastornos crónicos, desde cardiopatías, tumores, diabetes,
obesidad hasta otras enfermedades inflamatorias tradicionales como
la artritis y la enfermedad inflamatoria intestinal. La inflamación
constituye una respuesta normal y deseable ante una agresión al
organismo. Normalmente la inflamación es una respuesta de fase
aguda; una vez que ha pasado el estímulo desencadenante, la
inflamación revierte y sobreviene la curación. Ciertas variaciones
genéticas predisponen a los individuos a permanecer en un estado
inflamatorio crónico, de modo que presentarán mayor respuesta a los
desencadenantes proinflamatorios y a la prolongación de la fase
inflamatoria hasta la cronificación de la inflamación. La acción
continuada de los mediadores proinflamatorios, como citocinas y
eicosanoides, contra los tejidos da lugar a estrés oxidativo y
degeneración celular, en lugar de la curación característica de la fase
aguda (v. capítulo 3).
Entre los genes que se sabe que desempeñan una función destacada
en la respuesta inflamatoria se encuentran los genes de citocinas
proinflamatorias IL-1, que codifican la citocina interleucina 1β
(también conocida como IL-1F2), IL-6 (que codifica la
citocina interleucina 6) y TNF (que produce la citocina factor de
necrosis tumoral). Las variantes de cada uno de estos genes se ha
descubierto que incrementan la propensión de los seres humanos a un
estado proinflamatorio, lo que a su vez potencia el riesgo de
desarrollar uno o más trastornos crónicos. Algunos enfoques
dietéticos y del estilo de vida pueden reducir la susceptibilidad y
atenúan la inflamación existente. Entre los ejemplos están la inclusión
de pescado y alimentos que contienen ácidos grasos omega 3 y
verduras ricas en varios polifenoles. Actualmente la función del
microbioma en la inflamación crónica y la inmunidad está recibiendo
mayor atención (Belkaid y Hand, 2014). La hipótesis es que las dietas
y estilos de vida actuales pueden estar disminuyendo los beneficios de
la relación simbiótica entre los humanos y los microbios que colonizan
el aparato digestivo, y esto puede ser al menos parcialmente
responsable del aumento en los trastornos inflamatorios y
autoinmunitarios observado en países desarrollados (v. capítulos 3
y 26).
Salud del sistema inmunitario y tumores
La relación de las variantes génicas y las interacciones entre los genes
y la dieta con la integridad del sistema inmunitario y los tumores
reviste un gran interés para investigadores de todo el mundo (Trottier
et al., 2010; Villagra et al., 2009). Uno de los principales mecanismos
de protección frente a los tumores es la desintoxicación, el proceso de
neutralización de las moléculas posiblemente nocivas (v. cuadro Foco
de interés: Comer para desintoxicar, en el capítulo 19). Entre los genes
mejor caracterizados que intervienen en diversos aspectos de la
desintoxicación están los que codifican las isoenzimas del citocromo
P450 (CYP), las glutatión S transferasas (GST) y las superóxido
dismutasas (SOD1, SOD2, SOD3). Los genes CYP y GST pertenecen al
sistema de desintoxicación de fase I y II, respectivamente, el cual se
encuentra en el hígado y el tubo digestivo. Los genes SOD codifican
proteínas que destruyen los aniones superóxido, una especie reactiva
de oxígeno. Cada uno de estos genes influye en la nutrición y se han
identificado variantes que disminuyen la desintoxicación. La
genómica nutricional proporciona la base para la planificación del
tratamiento nutricional que confiera protección frente a los tumores
mediante el aumento de la actividad de desintoxicación endógena y
mediante la identificación de variantes genéticas que pueden
disminuir la actividad de la fase I o II, e incluyendo alimentos que
pueden ayudar a compensar la disminución de la actividad.
Los estudios epidemiológicos han sugerido que el consumo de
alimentos de origen vegetal protege de la enfermedad tumoral.
Numerosos factores dietéticos intervienen en la protección contra los
tumores (v. capítulo 36), como la curcumina de la especia cúrcuma, el
resveratrol de los hollejos de uva morada, los glucosinolatos de
verduras crucíferas, la epigallocatecina galato del té verde, las
isoflavonas de la soja, el folato y la vitamina D. Numerosos
laboratorios están investigando los mecanismos subyacentes por los
cuales estos fitoquímicos ejercen sus efectos protectores (v. revisiones
de Gupta y Prakash, 2014; Howes y Simmonds, 2014; Lee et al., 2011;
Martin et al., 2013, y Ong et al., 2011). Véase la tabla 36-1.
Regulación de la glucemia
La glucosa es la fuente preferida de energía para las células del
organismo. En consecuencia, los niveles de glucemia están sometidos
a un estrecho control a través de un complejo sistema de verificaciones
y equilibrios. Cuando la glucemia supera el valor normal
(hiperglucemia), la hormona insulina es secretada por las células β
pancreáticas, las células captan glucosa, y se restauran los valores de
glucemia normales (euglucemia). Cuando la glucemia disminuye
(hipoglucemia), la hormona glucagón es secretada por el hígado, el
glucógeno se hidroliza en glucosa, y se restablece la euglucemia de
nuevo. La alteración de este proceso propicia el desarrollo de
enfermedades crónicas, como la resistencia a la insulina, el síndrome
metabólico y, en última instancia, la diabetes mellitus de tipo 2 (v.
capítulo 30).
La identificación de variantes genéticas que conducen a la diabetes
de tipo 2 permitiría identificar a las personas con esta propensión en
una etapa temprana de la vida de forma que podría iniciarse una
intervención precoz. Unas mutaciones infrecuentes se han vinculado
con el desarrollo de diabetes de tipo 2, pero no explican la alta
prevalencia de la enfermedad. Es probable que múltiples variantes de
genes contribuyan al desarrollo de esta afección. Una variante
prometedora es la proteína 2 similar al factor de transcripción 7
(TCF7L2) identificada por Grant et al. (2006). Esta variante es frecuente
en muchas poblaciones. Los datos disponibles indican que este gen
participa en la secreción de insulina por parte de las células β
pancreáticas (Villareal et al., 2010).
Mineralización y mantenimiento óseos
La salud del tejido óseo depende de un equilibrio entre la acción de
los osteoblastos que sintetizan nuevo tejido óseo y su resorción por
acción de los osteoclastos. Los componentes más destacados de este
equilibrio dinámico son la vitamina D, el calcio, otros nutrientes y
diversas hormonas como la hormona paratiroidea y los estrógenos.
Cuando predomina la resorción, los huesos se debilitan, son
propensos a las fracturas y aparece la osteoporosis. La osteoporosis
afecta a hombres y mujeres a medida que envejecen; es prevalente
entre las mujeres ancianas posmenopáusicas (v. capítulo 24).
Numerosos genes y sus productos proteicos intervienen en el
proceso global. De hecho, más de 60 loci están siendo investigados por
su relación con la salud y la enfermedad ósea (Mitchell y
Streeten, 2013), como el gen VDR, que codifica el receptor de la
vitamina D presente en la superficie de muchos tipos de células. La
vitamina D desempeña diversas funciones sobre el metabolismo, pero
su control de la absorción del calcio dietético por el tubo digestivo
tiene una influencia decisiva sobre la salud ósea. Se han estudiado
cuatro variantes del gen VDR durante varios años (ApaI, BSMI, FokI y
TaqI), pero no se ha logrado ninguna asociación evidente (HorstSikorska et al., 2013). Es preciso realizar estudios adicionales sobre las
variantes génicas y el riesgo de osteoporosis dado el envejecimiento
de la población mundial y la creciente prevalencia de la osteoporosis.
Control del peso
La capacidad de mantener un peso saludable representa otro reto para
la sociedad moderna. Al igual que en el caso de otros trastornos
crónicos, la regulación del peso corporal constituye un proceso
complejo y presenta numerosas etapas en las que una variante génica
puede dar lugar a una proteína alterada que, cuando se combina con
un estímulo desencadenante ambiental adecuado, promueve el
almacenamiento de grasa en el organismo. Al igual que en la diabetes
de tipo 2, variaciones de genes únicos han sido vinculadas con el
sobrepeso, pero estos cambios genéticos no es probable que sustenten
el rápido aumento de la prevalencia del sobrepeso durante las últimas
generaciones (Hetherington y Cecil, 2010).
Se ha identificado una variante en el gen FTO que es frecuente en
múltiples poblaciones (Chu et al., 2008; Dina et al., 2007). Un SNP
en el gen FTO se vincula con un mayor riesgo de obesidad, y este
efecto presentó una correlación directa con el número de copias del
SNP. Es decir, los sujetos portadores de una copia del alelo de riesgo
pesaron más que aquellos sin ninguna copia, y los individuos con dos
copias fueron los que más pesaron de los tres grupos (Frayling
et al., 2007). En dos estudios extensos de asociación genómica global
publicados en 2009, se estableció una asociación entre la variante FTO
con el IMC (Thorleifsson et al., 2009; Willer et al., 2009). Harbron
et al. (2014) proporcionan una descripción útil de la situación actual
del FTO y sus variantes en cuanto a la asociación con varios factores
ambientales que contribuyen a la propensión a la obesidad y al
sobrepeso. Otras variantes de genes podrían intervenir en el control
de peso, como ADRB3, FABP2, POMC y RAPPG, pero ninguna tan
claramente como la FTO. La variante FTO también puede potenciar el
riesgo de diabetes de tipo 2 y de ECV a través de su efecto sobre la
propensión al aumento de la grasa corporal.
El tejido adiposo es un tejido dinámico que está muy vascularizado
y sintetiza hormonas, péptidos inflamatorios (citocinas) y nuevos
adipocitos, además de almacenar el exceso de calorías en forma de
triglicéridos que se hidrolizarán para satisfacer las necesidades de
energía. En el proceso de transporte de ácidos grasos libres al interior
del adipocito, su esterificación en triglicéridos y la movilización de los
triglicéridos, integrado en varias etapas, participan numerosas
proteínas que podrían verse afectadas por la variación genética, lo que
daría lugar al almacenamiento más rápido de lípidos o a su
movilización más lenta de lo normal. Los adipocitos poseen receptores
de superficie celular que responden a diversos factores ambientales,
como las catecolaminas generadas durante el ejercicio, para movilizar
la grasa almacenada. Un ejemplo es el receptor codificado por el gen
ADRB2, que se asocia a una mayor propensión a almacenar grasa
dietética como grasa corporal. Para los individuos portadores de
cualquiera de estas variantes será más difícil mantener un peso
saludable y pueden verse obligados a restringir su ingesta dietética de
lípidos o a practicar ejercicio físico intenso de forma regular para
alcanzar y mantener un peso saludable.
La etnicidad constituye un factor de confusión adicional en el
mantenimiento de un peso saludable. Joffe et al. investigaron
ampliamente interacciones hasta entonces desconocidas entre genes
inflamatorios y grasas de la dieta en mujeres sudafricanas de raza
negra y caucásica y detectaron complejas relaciones que vinculan la
obesidad, la inflamación, los lípidos séricos, la ingesta de grasas en la
dieta y el origen étnico (Joffe et al., 2010, 2011, 2012, 2013). Este
exhaustivo trabajo pone de manifiesto la influencia de la variación
genética sobre la respuesta a la dieta y podría sugerir que los
especialistas en nutrición procedan con cautela en la extrapolación de
los resultados de una población a otra. La obesidad es un estado de
inflamación de bajo grado, que probablemente contribuya a que
algunas poblaciones sean más susceptibles de convertirse en obesas,
pero también en el desarrollo de otras enfermedades crónicas, además
de la obesidad. La interconexión entre la obesidad, la inflamación, la
resistencia a la insulina, la dislipidemia y la esteatosis hepática no
alcohólica sugiere posibles mecanismos comunes (Jung y Choi, 2014).
Otras enfermedades crónicas
Se investigan genes, variantes génicas e interacciones de genes con la
dieta en muchas afecciones crónicas. Las poblaciones se diferencian
por los tipos y frecuencias de las variantes génicas, de modo que los
abordajes nutricionales más adecuados se modifican con arreglo a
ello. A medida que se identifican las variantes génicas y se definen sus
implicaciones para la salud, se determina también la frecuencia de las
distintas variantes en las poblaciones de manera que se pueden
elaborar directrices que tengan en cuenta las susceptibilidades
genéticas más frecuentes en poblaciones específicas.
Implicaciones éticas, legales y sociales
Los estudios genéticos constituyen un componente esencial en la
identificación de las variaciones de cada individuo para que la
genómica nutricional logre convertirse en una herramienta de
utilidad. Sin embargo, estos estudios no están exentos de polémica.
Los consumidores temen que las pruebas genéticas realizadas para
cualquier propósito puedan ser utilizadas en su contra,
principalmente para denegar la cobertura de un seguro o un empleo;
se muestran especialmente reticentes a que las aseguradoras y los
empleadores tengan acceso a su información genética personal
(Genética & Public Policy Center, 2010).
Aunque es teóricamente posible, rara vez se ha producido este tipo
de discriminación según la jurisprudencia. Además, la identificación
de variantes génicas que potencian la propensión a enfermedades
relacionadas con la dieta y el estilo de vida que puedan combatirse
con una dieta fácil de realizar y con cambios de hábitos también
podría suscitar un debate legal. Muchos legisladores y expertos
legales creen que la Americans with Disabilities Act confiere una
protección suficiente frente a la discriminación, pero, como una
medida adicional de protección, la Genetic Information
Nondiscrimination Act (GINA) fue aprobada por el Congreso y entró
en vigor el 21 de noviembre de 2009. La GINA define los estudios
genéticos y la información genética, prohíbe la discriminación basada
en la información genética y penaliza a aquellos que violan sus
disposiciones. Los consumidores y los profesionales sanitarios pueden
sentirse seguros gracias a este nuevo servicio.
Los consumidores y los profesionales sanitarios deben plantear
preguntas cruciales antes de otorgar su consentimiento para la
realización de estudios genéticos. El propio laboratorio debe contar
con las credenciales y autorización estatal adecuadas, según sea
necesario (como mínimo, la certificación Clinical Laboratory
Improvement Amendment [CLIA] de acuerdo con la CLIA de 1988), y
debe poseer un profesional sanitario debidamente acreditado
disponible para colaborar en la interpretación de los resultados de las
pruebas. El laboratorio debe disponer de políticas escritas, fácilmente
disponibles, acerca de la protección de la privacidad de la persona que
se está realizando la prueba y en las que se detalle si la muestra de
ADN será retenida por el laboratorio o destruida después de su
análisis. La transparencia en cada uno de estos aspectos potenciará la
confianza del consumidor.
Un segundo motivo de preocupación para los consumidores y
profesionales sanitarios es la naturaleza elitista de la genómica
nutricional, dado que solamente los ricos podrán beneficiarse de ella.
En esta etapa inicial de su desarrollo, el coste de las pruebas
necesarias para la genómica nutricional impide su uso como medida
de salud pública y limita efectivamente el acceso a personas con
suficientes ingresos disponibles. Sin embargo, al igual que sucede con
cualquier otra tecnología nueva, su coste disminuirá a medida que
aumente el volumen de ventas.
Es preciso estudiar en profundidad muchas otras cuestiones en el
curso de la integración de las tecnologías genéticas en la atención
sanitaria. El cuadro 5-1 enumera cuestiones clave que deben
resolverse durante el desarrollo práctico de la genómica nutricional.
Se han explorado estas y otras cuestiones éticas, legales y sociales
relacionadas con la genómica nutricional. Una pregunta concreta es si
la genómica nutricional se puede usar para «el dopaje basado en la
nutrición» en la competición atlética, y se recomienda que las
organizaciones deportivas internacionales comiencen a considerar una
situación de este tipo (Bragazzi, 2013).
Cuadr o 5-1
Puntos de debate relacionados
con las pruebas genéticas
¿Qué laboratorio analizará el ácido desoxirribonucleico?
¿Qué medidas se han tomado en ese laboratorio para proteger la
privacidad?
¿Cuál es el coste total de la prueba?
¿Qué variantes de genes se investigan?
¿Hay una acción sobre el estilo de vida que se pueda tomar para
cada variante?
¿Ha sido validada científicamente la exactitud y fiabilidad de la
prueba?
¿Cuándo se reciben los resultados de la prueba?
¿Cómo y a quién se presentarán los resultados de la prueba?
¿Quién debe hacerse la prueba?
¿Debe hacerse la prueba para una enfermedad para la que no existe
cura?
¿Los padres tienen derecho a investigar si sus hijos menores tienen
una susceptibilidad genética?
¿Los padres tienen derecho a ocultar los resultados a los niños?
¿Debería permitirse el tratamiento génico sobre células
reproductivas de manera que cualquier gen corregido pueda ser
heredado por generaciones posteriores?
¿Se debería permitir la clonación humana?
¿Cuál es la mejor manera de educar a los que ya ejercen en la
práctica como profesionales de la salud?
¿Qué cambios son necesarios para que los futuros profesionales de
la salud puedan ser educados adecuadamente?
Resumen
El aumento constante de las enfermedades crónicas en todo el mundo
está alimentando la necesidad de cambio de la atención sanitaria
desde un enfoque centrado en la atención aguda a otro de tratamiento
y, en última instancia, prevención de afecciones crónicas. La
disminución de la calidad de vida y el creciente aumento de la carga
económica de las enfermedades crónicas es indefendible e
insostenible. La enfermedad crónica es la enfermedad de la dieta y el
estilo de vida, el resultado de decisiones diarias inadecuadas durante
toda la vida que interactúan con el ADN de cada individuo.
El tratamiento nutricional cada vez más tendrá que hacer frente al
tratamiento y la prevención de las enfermedades crónicas desde una
nueva perspectiva. Entre los factores clave de las enfermedades
crónicas están factores ambientales como la elección de los alimentos,
la decisión de practicar actividades deportivas, la calidad y cantidad
de sueño y relajación, la eficacia con que una persona maneja el estrés
y los pensamientos y las emociones en general, el grado de toxicidad
del medio ambiente y las relaciones con uno mismo y con los demás
bajo un sentido de finalidad en la vida. Estos factores clave
contribuyen al espectro único de salud de cada persona que se
extiende desde el bienestar hasta la enfermedad. El lugar de cada
persona en el interior de ese espectro depende del resultado de las
interacciones entre los genes y el medio ambiente en el que están
inmersos a lo largo de toda la vida. Cuando estos factores no son
adecuados para satisfacer las necesidades, con el tiempo erosionan los
cimientos de la salud. La función normal (salud) no se puede
mantener y la disfunción (enfermedad) surge en algún momento a lo
largo de la vida útil. Afortunadamente, cada uno de estos factores
clave es modificable a través de un cambio de comportamiento. Como
los profesionales sanitarios saben muy bien, el cambio de
comportamiento es un proceso lento y constante que requiere
excelentes habilidades de orientación, junto con la orientación
específica necesaria para cada factor modificable del estilo de vida.
El campo de la nutrición está reconociendo cada vez más la
necesidad de adoptar un enfoque de sistema global para el uso de los
alimentos como una intervención terapéutica. Se espera que
la genómica nutricional proporcione una mayor comprensión sobre el
modo de utilizar el tratamiento nutricional para promover la salud y
prevenir la enfermedad. Esta subespecialidad de la nutrición se centra
en el modo en que influye la composición genética en la capacidad
para digerir, absorber y utilizar los nutrientes de los alimentos y en
cómo inciden la alimentación y otros factores ambientales en la
expresión de los genes. A medida que crece la comprensión de que no
son solamente los genes los que contribuyen a nuestra posible
enfermedad, sino la interacción entre los genes y los factores
ambientales, se ha reconocido la importancia de la identificación de
los cambios génicos que proporcionan el aumento de posibilidades de
ser propensos a las enfermedades crónicas. Los cambios génicos
pueden provocar cambios en la información codificada por los genes,
que a su vez pueden conducir a cambios de la capacidad funcional.
Estos cambios pueden ser heredados de una generación a la siguiente,
pero puede permanecer en estado latente su influencia sobre la
función a menos que sea desencadenada por la interacción con
determinados factores ambientales, como la alimentación. La
identificación de los cambios dentro de los genes que dan lugar a
alteración de las proteínas y la función o del control de la expresión de
un gen y su proteína codificada proporciona al profesional una visión
de la propensión a una posible enfermedad y, por lo tanto, una idea
de cómo corregir los desequilibrios metabólicos que puedan padecer.
Algunos aspectos de la genómica nutricional se han aplicado a la
nutrición clínica durante décadas. Los cambios en genes individuales
que causan la disfunción suficiente como para manifestarse como
enfermedad en un individuo han sido conocidos durante mucho
tiempo. Estos cambios constituyen la base molecular, bioquímica y
fisiológica de los errores congénitos del metabolismo, que son el
resultado de errores en genes únicos y son muy poco prevalentes. Los
especialistas en nutrición han utilizado durante mucho tiempo los
alimentos y determinados nutrientes para corregir los desequilibrios
de nutrientes resultantes. Hoy la genómica nutricional tiene un
alcance mucho mayor al ser capaz de detectar cambios en los genes
que dan lugar a una mayor propensión a las enfermedades crónicas y
proporcionan información sobre el tratamiento eficaz y las
intervenciones preventivas.
No es suficiente con el simple tratamiento de las enfermedades
crónicas. Los especialistas en nutrición pueden y deben tomar la
iniciativa en la prevención de estas enfermedades y en la restauración
de la salud de aquellas personas en las que ya existe una enfermedad
crónica. Esto supondrá hacer uso de una amplia formación científica
de los especialistas en nutrición para comprender los mecanismos
moleculares, bioquímicos, fisiológicos y psicosociales que subyacen a
la enfermedad crónica y permitirá la determinación de los objetivos
contra los cuales puede dirigirse de manera eficaz el tratamiento
nutricional. Este enfoque integral, de biología de sistemas globales del
funcionamiento del organismo humano será la base para las
intervenciones clínicas más eficaces.
Estudios realizados durante la última década han sugerido que la
mayoría de los especialistas en nutrición están en las primeras etapas
de formación con respecto a la genómica nutricional. Más
recientemente, se hizo una encuesta a los dietistas registrados en
Quebec (Cormier et al., 2014), y la mayoría reconocían como
insuficiente su conocimiento sobre genómica nutricional y poseían
dudas sobre la validez y la utilidad clínica de las pruebas
nutrigenéticas. La Academy of Nutrition and Dietetics ha
proporcionado recomendaciones en su documento de síntesis sobre la
genómica nutricional (Camp y Trujillo, 2014). Aunque es cautelosa
respecto a los estudios nutrigenéticos no disponibles para su
aplicación clínica hasta el momento, la Academia apoya la
preparación adecuada de los especialistas en nutrición para las nuevas
oportunidades que ofrece la genómica nutricional.
El profesional de la nutrición será fundamental en esta nueva era de
la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. En sus
funciones está la evaluación de la propensión a la enfermedad y
después la recomendación de enfoques preventivos de tratamiento y
estilo de vida. Cada vez más, los estudios genéticos deben ser
incorporados en la evaluación de la nutrición y las recomendaciones
deben personalizarse según la singularidad genética de los
individuos. Esta función fundamental requiere que el profesional de la
nutrición esté bien preparado en las bases moleculares y bioquímicas
de la salud. Las personas adecuadamente capacitadas podrán
conversar con los médicos en su lenguaje, que incluirá tratamientos
dirigidos a los mecanismos moleculares, bioquímicos y fisiológicos
subyacentes involucrados en el proceso de la enfermedad (v.
capítulos 3 y 7). Recuerde que los nutrientes y otros componentes
bioactivos presentes en los alimentos son actores cruciales en estos
mecanismos subyacentes. El profesional de la nutrición será capaz de
recomendar las intervenciones terapéuticas en las que los alimentos
puedan ser utilizados para combatir los mecanismos subyacentes
específicos de procesos de enfermedades complejas y garantizar que
las interacciones negativas con otros tratamientos, como los
medicamentos y procedimientos médicos, se reduzcan al mínimo.
Además, la traducción de tratamientos médicos en aplicaciones
prácticas para los pacientes y la orientación de los pacientes a medida
que modifican su estilo de vida es una función primordial del
profesional de la nutrición que será cada vez más importante para que
los resultados sobre el paciente tengan éxito.
Caso clínico
Jared y Matthew son gemelos univitelinos que crecieron juntos,
pero han vivido separados desde que comenzaron los estudios
superiores. Jared vive en la ciudad de Nueva York y trabaja como
contable en una destacada empresa de contabilidad, por lo que pasa
muchas horas en un ambiente estresante. Matthew cursó estudios
de nutrición y fisiología del ejercicio en California y en la actualidad
es responsable de un programa de bienestar en un centro de
acondicionamiento físico de gran tamaño. A la edad de 30 años,
ambos hermanos presentan diferencias notables en cuanto al peso y
la morfología corporal. Jared presenta un índice de masa corporal
de 29 en comparación con un valor de 23 en Matthew. Jared padece
obesidad central, hipertensión y alteraciones de la regulación de la
glucemia, lo que indica una tendencia al desarrollo de diabetes de
tipo 2. Por el contrario, Matthew está delgado y presenta unos
valores normales de presión arterial y glucemia.
Datos de diagnóstico nutricional
Sobrepeso relacionado con una posible susceptibilidad genética,
actividad física limitada, ingesta excesiva de tentempiés y consumo
de comidas abundantes según los antecedentes dietéticos, obesidad
central e índice de masa corporal.
Preguntas sobre asistencia nutricional
1. Al tratarse de gemelos univitelinos, ¿cabría esperar que ambos
hermanos presentaran unos perfiles de salud similares?
2. ¿En qué se diferenciarían sus dietas?
3. ¿Qué sucede? ¿Carece Matthew de la susceptibilidad genética
de Jared? En caso contrario, ¿por qué? En este caso, ¿por qué
no presenta Matthew el mismo fenotipo que Jared? Esta
cuestión es complicada: considere el ácido desoxirribonucleico
de los gemelos, así como la influencia ambiental y las marcas
epigenéticas.
4. ¿Cómo confirmaría la sospecha de la predisposición genética a
la diabetes de tipo 2 en Jared?
5. ¿Qué medidas recomendaría a Jared con el fin de reducir tal
predisposición genética?
6. Dentro de la valoración nutricional, se descubre que Jared es
homocigoto para la variante IL1-511C>T y heterocigoto para
IL6-174G>C. Estos genes codifican las citocinas
proinflamatorias interleucina 1 e interleucina 6, y estos
polimorfismos muestran una firme asociación con la
inflamación crónica. ¿Qué comentaría a Jared acerca de las
repercusiones de estos resultados genotípicos y su propensión
a los trastornos crónicos?
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www.acmg.net
CDC Genomics
www.cdc.gov/genomics
Epigenetics/Epigenomics, from the National Human Genome
Research Institute at the National Institutes of Health
http://www.genome.gov/27532724
Epigenetics NOVA: Ghost in Your Genes video
http://www.youtube.com/watch?v=D44cu7v9x1w
Ethical, Legal, and Social Issues, from the Human Genome Project
Archive
http://www.ornl.gov/sci/techresources/Human_Genome/elsi/elsi.shtml
Fact Sheets About Genetics and Genomics
http://www.genome.gov/10000202
Family History Initiative, from the U.S. Department of Health and
Human Services
http://www.hhs.gov/familyhistory
Genetic and Rare Diseases Information Center (GARD)
http://rarediseases.info.nih.gov/gard
Genetics Core Competencies
http://www.nchpeg.org/index.php?option=com_content&view=
article&id=26&Itemid=64
Genetics and Genomics
http://www.genome.gov/Education/
Genetics and Nutrition
http://www.nchpeg.org/nutrition/index.php?
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Genetics Home Reference Handbook: Help Me Understand
Genetics
http://ghr.nlm.nih.gov/handbook/basics/dna
Genetic Information and Nondiscrimination Act of 2008
https://www.genome.gov/24519851
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Your Genome
www.yourgenome.org
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6
Clínica: agua, electrólitos y
equilibrio acidobásico
Mandy L. Corrigan, MPH, RD, CNSC, FAND
TÉRMINOS CLAVE
acidemia
acidosis metabólica
acidosis respiratoria
agua metabólica
alcalemia
alcalosis por contracción
alcalosis metabólica
alcalosis respiratoria
amortiguadores
bomba de Na/K ATPasa
calcio corregido
edema
electrólitos
equilibrio acidobásico
hiato aniónico
intoxicación por agua
líquido extracelular (LEC)
líquido intracelular (LIC)
líquido del «tercer espacio»
osmolalidad
osmolaridad
pérdida de agua insensible
pérdida de agua sensible
presión oncótica (presión osmótica coloidal)
presión osmótica
sistema renina-angiotensina
vasopresina
El manejo de los líquidos, los electrólitos y el equilibrio acidobásico es
complejo y requiere una comprensión de las funciones y mecanismos
homeostáticos que el cuerpo utiliza para mantener un medio ambiente
óptimo para el funcionamiento celular. Se aprecian con frecuencia
alteraciones en el balance hídrico, electrolítico y acidobásico en los
pacientes hospitalizados, las cuales pueden afectar a la homeostasis
tanto de forma aguda como crónica. Si no se tratan, estos
desequilibrios tienen consecuencias de diferentes grados de severidad,
incluida la muerte. Una comprensión del funcionamiento y la
regulación de los líquidos y electrólitos ofrece la posibilidad de evitar
y tratar estos desequilibrios en los pacientes durante cualquier
situación patológica.
El volumen, la composición y la distribución de los líquidos
corporales tienen profundos efectos sobre el funcionamiento celular.
Se logra mantener un medio interno estable a través de una sofisticada
red de mecanismos homeostáticos, los cuales están centrados en
garantizar el equilibrio entre la ingesta y la pérdida de agua. La
desnutrición proteico-calórica, las enfermedades, los traumatismos y
la cirugía pueden alterar los líquidos, los electrólitos y el equilibrio
acidobásico y modificar la composición, distribución o cuantía de los
líquidos corporales. Incluso cambios pequeños del pH, las
concentraciones de electrólitos y la situación de los líquidos pueden
tener efectos adversos graves sobre el funcionamiento celular. Si estas
alteraciones no se corrigen, puede haber consecuencias graves o
incluso el fallecimiento.
Agua corporal
El agua es el componente básico más importante del cuerpo. En el
momento del nacimiento el agua supone aproximadamente del 75 al
85% del peso corporal total; esta proporción disminuye con la edad y
la adiposidad. El agua supone del 60 al 70% del peso corporal total del
adulto delgado, pero solo del 45 al 55% del adulto obeso. Las células
activas metabólicamente del músculo y de las vísceras tienen la
máxima concentración de agua, mientras que las células de tejidos
calcificados tienen la menor. El agua corporal total es mayor en atletas
que en no atletas y disminuye con la edad y la disminución de la masa
corporal (fig. 6-1). Aunque la proporción del peso corporal debida al
agua varía con el sexo, la edad y la grasa corporal, hay poca variación
de unos días a otros en el porcentaje del agua corporal (Cheuvront
et al., 2010).
FIGURA 6-1 Distribución del agua corporal como porcentaje
del peso corporal.
Funciones
El agua hace que los solutos estén disponibles para las reacciones
celulares. Es un sustrato en reacciones metabólicas, regula la
temperatura corporal, mantiene el volumen sanguíneo, transporta los
nutrientes y participa en la digestión, la absorción y la excreción
(Armstrong, 2005; Whitmire, 2010). La pérdida del 20% del agua
corporal (deshidratación) puede provocar la muerte; la pérdida de
solamente un 10% puede ocasionar daños en sistemas orgánicos clave
(fig. 6-2). Incluso una deshidratación leve (una pérdida del 1 al 2%)
puede ocasionar una pérdida de funciones cognitivas y de la
conciencia, un incremento de la frecuencia cardíaca y una disminución
de la capacidad de realizar ejercicio (Armstrong, 2005; Maughan et
al., 2007). Los adultos sanos pueden subsistir hasta 10 días sin ingerir
agua y los niños pueden sobrevivir hasta 5 días, mientras que el ser
humano puede mantenerse con vida varias semanas sin ingerir
alimentos.
FIGURA 6-2 Efectos adversos de la deshidratación.
Distribución
El agua total del cuerpo (ATC) se distribuye principalmente en
líquido intracelular (LIC) y líquido extracelular (LEC). El líquido
transcelular supone el 3% del ATC y está integrado por la pequeña
cantidad de líquido contenido en los líquidos cefalorraquídeo,
pericárdico y pleural así como el líquido que rodea al ojo
(Whitmire, 2008; Rhoda, 2011). El LIC está contenida dentro de las
células y supone dos tercios del agua total del cuerpo. El LEC
comprende el tercio restante del agua total del cuerpo. El LEC
corresponde al agua y las moléculas disueltas en el plasma, la linfa, y
también incluye el líquido intersticial (el líquido que rodea las células
en el seno de los tejidos) (Kingley, 2005; Lanley, 2012; Whitmire, 2008).
La distribución del agua en el organismo varía en distintas
circunstancias, si bien la cantidad total se mantiene relativamente
constante. El agua adquirida a lo largo del día merced a la ingesta de
alimentos y bebidas se compensa con la pérdida de agua a través de la
orina, la transpiración, las heces y la respiración. El edema se define
como la acumulación anómala de líquido en el «tercer espacio», que
incluye los espacios tisulares intercelulares o las cavidades corporales.
Este líquido en el «tercer espacio» se encuentra aislado y no
contribuye, por tanto, a las tareas funcionales del agua corporal en el
cuerpo.
Equilibrio hídrico
El movimiento del agua viene determinado por la presión
hidrostática, la difusión, la ósmosis y el transporte activo. El agua
entra y sale del LIC y del LEC en función de la osmolaridad (la
capacidad de la presión osmótica de desplazar los líquidos entre los
compartimentos) para lograr alcanzar el equilibrio. La presión
osmótica es directamente proporcional al número de partículas en
solución y habitualmente se la designa como la presión en la
membrana celular. La bomba de sodio-potasio adenosina trifosfatasa
(bomba de Na/K ATPasa) desempeña un papel fundamental en la
regulación del equilibrio hídrico. En términos sencillos, la presión
osmótica del LIC depende de su contenido de potasio, porque el
potasio es el catión intracelular predominante. La presión osmótica
del LEC está relacionada con el contenido de sodio, porque el sodio es
el principal catión extracelular. Aunque las variaciones en la
distribución de los iones de sodio y potasio son las principales causas
de los desplazamientos hídricos entre los diferentes compartimentos
líquidos, el cloruro y el fosfato también están implicados en el balance
hídrico.
Perspectiva clínica
Edema
El edema es la acumulación anormal de líquido en el «tercer
espacio», lo que incluye los espacios intercelulares tisulares o las
cavidades corporales. El líquido en el «tercer espacio» se encuentra
aislado y no contribuye, por tanto, a las tareas funcionales del agua
corporal en el organismo. El edema se gradúa en función de su
severidad (grados 1, 2, 3, 4+) y se puede clasificar como con fóvea o
sin fóvea. Si se aplica presión con un dedo sobre una zona con
edema, se clasifica el edema como con fóvea si se mantiene una
impresión u «hoyuelo» una vez se ha retirado el dedo.
Las causas del edema pueden ser multifactoriales y cuatro son las
principales. Las proteínas plasmáticas circulantes disminuyen como
parte de la respuesta de fase aguda ante una lesión o inflamación.
Las proteínas circulantes normalmente arrastran agua hacia el
espacio vascular, pero con menos proteínas circulantes se produce
un descenso de la presión oncótica (la presión en la membrana
capilar). Para complicar el problema, se produce un aumento de la
permeabilidad de los capilares, lo que permite que las proteínas
salgan hacia el espacio intersticial, con lo que se atrae más agua
fuera del espacio vascular.
También se puede producir edema cuando hay un aumento de la
presión hidrostática, como se ve en situaciones patológicas como la
cirrosis, la insuficiencia cardíaca congestiva y el edema pulmonar.
La fuerza debida al aumento de la presión empuja al líquido hacia
el espacio intersticial. El edema linfático es el último tipo y suele
localizarse en áreas concretas del cuerpo donde puede tener lugar
una obstrucción de los vasos linfáticos. Se produce cuando el
líquido y las proteínas no pueden regresar a la circulación y la linfa
rica en proteínas atrapada atrae más agua. Se puede apreciar edema
linfático en pacientes oncológicos que han sufrido una
linfoadenectomía quirúrgica.
La osmolalidad es una medida de las partículas activas
osmóticamente por cada kilogramo del disolvente en el que están
dispersas las partículas (Langley, 2012; Whitmire, 2008; Rhoda, 2011).
La suma media de la concentración de todos los cationes del suero es
de aproximadamente 150 mEq/l. La concentración de cationes está
equilibrada por 150 mEq/l de aniones, lo que da una osmolaridad
sérica total de aproximadamente 300 mOsm/l. Osmolalidad o
tonicidad son términos que se utilizan como equivalentes en la
práctica clínica. La osmolalidad o tonicidad normal es de 280-300
mOsm, y los valores superiores o inferiores a este rango se designan
hipotónicos (típicamente un signo de exceso de agua) o hipertónicos
(con frecuencia un signo de deficiencia de agua).
Los desplazamientos del equilibrio hídrico pueden tener
consecuencias adversas. Por este motivo, la regulación homeostática
por el tubo digestivo, los riñones y el encéfalo mantiene el contenido
de agua corporal relativamente constante. La cantidad de agua que se
ingiere cada día es aproximadamente equivalente a la cantidad que se
pierde.
Los mecanismos que mantienen el equilibrio hídrico dependen de
varias hormonas, entre las que se incluyen la hormona antidiurética
(también llamada vasopresina), la aldosterona, la angiotensina II, la
cortisona, la noradrenalina y la adrenalina (Kingley, 2005; Rhoda,
2011; Whitmire, 2008; Whitmire, 2003). Un aumento de la osmolalidad
sérica o una reducción del volumen sanguíneo provocan la liberación
de la hormona antidiurética, la cual hace que los riñones retengan
agua. En presencia de un volumen de LEC bajo los riñones liberan
renina, la cual produce angiotensina II (el sistema reninaangiotensina). La angiotensina II tiene varias funciones, entre las que
se incluyen la estimulación de la vasoconstricción y de los centros de
la sed (Whitmire, 2008; Langley, 2012).
Ingesta de agua
La sed está regulada por el hipotálamo y controla la ingesta de agua
en los individuos sanos. La sensibilidad a la sed disminuye en los
sujetos mayores, en los pacientes con enfermedades agudas o crónicas,
en los lactantes y en los atletas, lo que aumenta el riesgo de deficiencia
de agua. Las fuentes de agua incluyen los líquidos (vía oral, sondas
digestivas, nutrición parenteral), los alimentos y el metabolismo
oxidativo (tablas 6-1 y 6-2). La oxidación de los alimentos en el cuerpo
produce agua metabólica como producto final. La oxidación de 100 g
de grasas, hidratos de carbono o proteínas da 107, 55 o 41 g de agua,
respectivamente, hasta un total de aproximadamente 200 o 300 ml/día
(Whitmire, 2008).
Tabla 6-1
Contenido de los líquidos intravenosos habituales
Glucosa
(g/l)
Líquido
Sodio
(mEq/l)
Cloro
(mEq/l)
Componentes adicionales
(mEq/l)
NaCl al 0,45% (la mitad del salino
normal)
0
77
77
n/d
NaCl al 0,9% (salino normal)
0
154
154
n/d
Salino al 3%
0
513
513
n/d
Glucosa al 5% en agua (G5A)
50
0
0
n/d
NaCl al 0,45% + G5A
50
77
77
n/d
NaCl al 0,9% + G5A
50
154
154
n/d
Glucosa al 10%
100
0
0
n/d
Lactato de Ringer (LR)
0
130
109
Potasio 4
Calcio 3
Lactato 28
LR + G5A
50
130
109
Potasio 4
Calcio 3
Lactato 28
Tabla 6-2
Porcentaje de agua en alimentos habituales
Alimento
Porcentaje
Lechuga iceberg
96
Apio
95
Pepino
95
Col cruda
92
Sandía
92
Brócoli hervido
91
Leche desnatada
91
Espinacas
91
Judías verdes hervidas
89
Zanahorias crudas
88
Naranjas
87
Cereales cocinados
85
Manzanas crudas y sin piel 84
Uvas
81
Patatas hervidas
77
Huevos
75
Plátanos
74
Pescado, abadejo, al horno
74
Pollo asado, carne blanca
70
Maíz hervido
65
Buey, solomillo
59
Queso suizo
38
Pan blanco
37
Pastel, bizcocho ligero
34
Mantequilla
16
Almendras peladas
5
Galletas saladas
3
Azúcar blanquilla
1
Aceites
0
Tomado de U.S. Department of Agriculture (USDA), Agricultural Research Service
(ARS): Nutrient database for standard reference. <http://ndb.nal.usda.gov>, 2011.
Consultado el 20 de febrero, 2015.
Se puede medir la tonicidad de los líquidos (osmolalidad sérica) o
estimarla mediante la siguiente fórmula:
Perspectiva clínica
Fuerzas osmóticas
La presión osmótica es directamente proporcional al número de
partículas en solución y habitualmente se refiere a la presión en la
membrana celular. Es conveniente (aunque no totalmente exacto)
considerar que la presión osmótica del líquido intracelular depende
de su contenido en potasio porque el potasio es el catión
predominante en el líquido intracelular. Por el contrario, se puede
considerar la presión osmótica de líquido extracelular en relación
con su contenido en sodio porque el sodio es el principal catión
presente en el líquido extracelular. Aunque las variaciones en la
distribución de los iones de sodio y de potasio son la principal
causa de los desplazamientos del agua entre los diversos
compartimentos líquidos, el cloruro y el fosfato también influyen en
el equilibrio hídrico. Las proteínas, que no pueden difundir debido
a su tamaño, también tienen una función fundamental en el
mantenimiento del equilibrio osmótico. La presión oncótica
(presión osmótica coloidal), es la presión en la membrana capilar y
se mantiene por las proteínas disueltas en el plasma y en los
líquidos intersticiales. La presión oncótica ayuda a mantener el
agua dentro de los vasos sanguíneos, impidiendo su salida desde el
plasma hasta los espacios intersticiales. En los pacientes que tienen
una concentración plasmática anormalmente baja de proteínas,
como los que están sometidos a estrés fisiológico o tienen algunas
enfermedades, el agua pasa hacia los espacios intersticiales,
produciendo edema o un tercer espacio, y el líquido se denomina
líquido del «tercer espacio».
Osmoles y miliosmoles
Las concentraciones de los constituyentes iónicos individuales de
los líquidos extracelulares o intracelulares se expresan como
miliosmoles por litro (mOsm/l). Un mol equivale al peso molecular
en gramos de una sustancia; cuando está disuelto en 1 l de agua, se
convierte en 1 osmol (osm). Un miliosmol (mOsm) equivale a la
milésima parte de un osmol. El número de miliosmoles por litro
equivale al número de mmol por litro multiplicado por el número
de partículas en las que se disocia la sustancia disuelta. Así, 1 mmol
de una sustancia que no sea un electrólito (p. ej., glucosa) equivale a
1 mOsm; de forma similar, 1 mmol de un electrólito que contiene
solo iones monovalentes (p. ej., cloruro sódico [NaCl]) equivale a 2
mOsm. Un mOsm disuelto en 1 l de agua tiene una presión
osmótica de 17 mmHg.
La osmolalidad es una medida de las partículas activas
osmóticamente por cada kilogramo del disolvente en el que están
dispersas las partículas. Se expresa como miliosmoles de soluto por
kilogramo de disolvente (mOsm/kg). La osmolaridad es el término
que se utilizaba antiguamente para describir la concentración
(miliosmoles por litro de la solución total), aunque la osmolalidad
actualmente se expresa de esta forma para la mayoría de los
trabajos clínicos. Sin embargo, en referencia a algunas
enfermedades como la hiperlipidemia, hay diferencias cuando la
osmolalidad se expresa como miliosmoles por kilogramo de
disolvente o por litro de solución.
La suma media de la concentración de todos los cationes del
suero es de aproximadamente 150 mEq/l. La concentración de
cationes está equilibrada por 150 mEq/l de aniones, lo que da una
osmolaridad sérica total de aproximadamente 300 mOsm/l. Un
desequilibrio osmolar se debe a la ganancia o la pérdida de agua
con relación al soluto. Cabe destacar que la osmolalidad menor de
285 mOsm/l suele indicar un exceso de agua; un valor mayor de
300 mOsm/l apunta hacia una carencia de la misma.
Intoxicación por agua
Se produce intoxicación por agua como consecuencia de una ingesta
de agua mayor que la capacidad del cuerpo de excretar agua. El
consiguiente aumento del volumen del líquido intracelular se
acompaña de dilución osmolar. El aumento del volumen del líquido
intracelular hace que las células, particularmente las del encéfalo, se
hinchen, produciendo cefalea, náuseas, ceguera, vómitos, calambres
musculares y convulsiones, con estupor inminente. Si no se trata, la
intoxicación por agua puede ser mortal. La intoxicación por agua no
se produce habitualmente en sujetos normales sanos. Puede darse en
deportistas de resistencia que ingieren cantidades elevadas de bebidas
exentas de electrólitos durante las competiciones, personas con
trastornos psiquiátricos o en los concursos de ingesta de agua
(Goldman, 2009; Rogers y Hew-Butler, 2009; Adetoki, 2013).
Eliminación de agua
La pérdida de agua normalmente se realiza a través de los riñones en
forma de orina y a través del tubo digestivo por las heces (pérdida de
agua sensible, medible), así como por el aire espirado por los
pulmones y el vapor de agua que se pierde a través de la piel (pérdida
de agua insensible, no medible). El riñón es el principal regulador de
la pérdida sensible de agua. En condiciones normales, los riñones
pueden adaptarse a los cambios en la composición hídrica del cuerpo
mediante la disminución o el aumento de la eliminación de agua por
vía urinaria. Los diuréticos naturales son sustancias de la dieta que
aumentan la excreción urinaria, como el alcohol y la cafeína.
La pérdida insensible de agua es continua y habitualmente es
inconsciente. La altitud elevada, la humedad baja y las temperaturas
elevadas pueden aumentar la pérdida insensible de líquido a través de
los pulmones y por el sudor. Los atletas pueden perder entre 1,35 y
1,8 kg por pérdida de líquidos cuando realizan ejercicio a una
temperatura de 26,7 °C y humedad baja, e incluso más a temperaturas
mayores.
El tubo digestivo puede ser una importante fuente de pérdida de
agua. En condiciones normales el agua contenida en los 7-9 l de jugos
digestivos y los demás líquidos extracelulares secretados cada día
hacia el tubo digestivo se reabsorbe casi por completo en el íleon y en
el colon, excepto aproximadamente 100 ml que son excretados por las
heces. Como este volumen de líquido reabsorbido es
aproximadamente el doble del volumen del plasma sanguíneo, las
pérdidas excesivas de líquido digestivo por diarrea pueden tener
consecuencias graves, especialmente en personas muy jóvenes y muy
ancianas.
La diarrea colérica es responsable de la muerte de miles de personas
en los países en desarrollo y podría evitarse con éxito sin
administración de líquidos intravenosos. La solución de rehidratación
oral, un líquido isotónico, es una sencilla mezcla de agua, azúcar y sal,
que resulta muy eficaz para mejorar el estado de hidratación (Kelly,
2004). Se pueden producir pérdidas anormales de líquido como
consecuencia de vómitos, hemorragia, drenaje de fístulas, exudados
de quemaduras y heridas, drenaje mediante sondas gástricas y
quirúrgicas y utilización de diuréticos.
Cuando la ingesta de agua es insuficiente o la pérdida de agua es
excesiva, los riñones sanos compensan conservando agua y
excretando una orina más concentrada. Los túbulos renales aumentan
la reabsorción de agua en respuesta a la acción hormonal de la
vasopresina. Sin embargo, la concentración de la orina elaborada por
los riñones tiene un límite de aproximadamente 1.400 mOsm/l. Una
vez que se ha alcanzado este límite, el cuerpo pierde la capacidad de
excretar solutos. La capacidad de los riñones de personas ancianas o
de niños pequeños de concentrar la orina puede estar alterada, lo que
da lugar a un aumento del riesgo de presentar deshidratación o
hipernatremia, especialmente durante enfermedades.
Los signos de deshidratación incluyen cefalea, astenia, disminución
del apetito, mareo, escasa turgencia cutánea (aunque esto puede
aparecer en personas ancianas bien hidratadas), signo del pliegue en
la frente, orina concentrada, disminución del débito urinario, ojos
hundidos, sequedad de las membranas mucosas de la boca y la nariz,
cambios ortostáticos de la presión arterial y taquicardia
(Armstrong, 2005). En un individuo deshidratado, la densidad
específica, que mide los solutos disueltos en la orina, aumenta por
encima de los valores normales de 1,008 a 1,03 y la orina se torna de
color muy oscuro (Shirreffs, 2003).
La temperatura ambiental alta y la deshidratación repercuten de
manera negativa en el rendimiento al practicar actividad física; los
cambios podrían provenir de alteraciones serotoninérgicas y
dopaminérgicas del sistema nervioso central (Maughan et al., 2007).
La ingesta de líquidos de composición apropiada en la cantidad
idónea es muy importante (v. cuadro Perspectiva clínica: Necesidades
de agua: cuando ocho vasos no bastan).
Evaluación clínica del equilibrio hídrico
Hay varios métodos para la estimación de las necesidades hídricas
basados en la edad, la ingesta calórica y el peso. La obesidad supone
un reto a la hora de realizar cálculos basados en el peso sobre las
necesidades de líquidos, ya que el agua supone únicamente del 45 al
55% del peso corporal en los pacientes con menores proporciones de
masa corporal magra. En la práctica clínica hay que individualizar las
estimaciones de líquidos para cada paciente, especialmente de
aquellos con insuficiencia cardíaca, hepática o renal, y en presencia de
pérdidas digestivas continuadas en alto volumen.
Desafortunadamente, no hay un estándar de referencia que
determine el estado de hidratación. Los clínicos deben evaluar
cuidadosamente datos de varias fuentes entre las que se incluyen la
valoración física por un equipo médico, las exploraciones físicas
centradas en la nutrición, las descripciones de las pruebas de imagen
(p. ej., la identificación de colecciones anómalas en los pulmones o
ascitis), las pruebas de laboratorio, la descripción subjetiva de los
síntomas por los pacientes, los cambios repentinos de peso, los
fármacos y los signos vitales. En un contexto clínico, es importante
conocer todas las fuentes de aporte de líquidos (oral, sonda de
alimentación enteral, sueros intravenosos, nutrición parenteral y
líquidos intravenosos administrados con la medicación) y todas las
fuentes de pérdida de los mismos por orina, fármacos diuréticos y
secreciones digestivas (p. ej., vómitos, secreciones gástricas, drenajes
quirúrgicos, heces, fístulas) (Popkin et al., 2010).
Perspectiva clínica
Necesidades de agua: cuando ocho vasos no bastan
El cuerpo no tiene reservas de agua; por tanto, la cantidad de agua
que se pierde cada 24 h se debe reponer para mantener la salud y el
equilibrio del cuerpo. En condiciones normales, una cantidad diaria
recomendada razonable basada en la ingesta calórica recomendada
es 1 ml/kcal para adultos y 1,5 ml/kcal para lactantes. Esto se
traduce en aproximadamente 35 ml/kg de peso corporal habitual en
adultos, 50-60 ml/kg en niños y 150 ml/kg en lactantes.
En la mayoría de los casos, una recomendación adecuada de agua
procedente de todas las fuentes sería de alrededor de 3,7 l (15,5
vasos) en el hombre y 2,7 l (más de 11 vasos) en la mujer, en función
del tamaño corporal (Institute of Medicine [IOM] Food and
Nutrition Board, 2004). Los alimentos sólidos aportan el 19% de la
ingesta hídrica total diaria, lo que equivale a 750 ml de agua o
alrededor de tres vasos diarios. Cuando esta cantidad se añade a los
200-300 ml (aproximadamente un vaso) aportados por el
metabolismo oxidativo, los hombres deberían beber unos 11,5 vasos
de líquido al día y las mujeres deberían ingerir unos 7 vasos.
Aunque el consumo anual de agua embotellada en EE. UU.
equivale a un vaso de agua diario, este volumen no resulta
suficiente por sí solo (Campbell, 2007). La ingesta hídrica total
proviene del agua potable, otros líquidos y los alimentos; los
valores de IA del agua corresponden a la ingesta hídrica total diaria
y engloban todas las fuentes dietéticas de agua.
Los lactantes necesitan más agua debido a la escasa capacidad de
sus riñones de manejar la carga renal de solutos, a su mayor
porcentaje de agua corporal y a su gran área superficial por unidad
de peso corporal. La necesidad de agua de una mujer lactante
también aumenta aproximadamente 600-700 ml (2,5-3 vasos) al día
para la producción de leche.
La sed es una señal menos eficaz para la ingesta de agua en los
lactantes, los deportistas que realizan actividades muy intensas y
los enfermos y ancianos que pueden tener disminución de la
sensación de sed. Cualquier persona suficientemente grave para ser
hospitalizada, independientemente del diagnóstico, tiene riesgo de
desequilibrio hídrico y electrolítico. Los ancianos son
particularmente susceptibles debido a otros factores como
alteración de la capacidad renal de concentración, fiebre, diarrea,
vómitos y disminución de la capacidad de cuidar de sí mismos. En
situaciones de calor extremo o de sudoración excesiva, la sed puede
no seguir el mismo ritmo que las necesidades reales de agua del
cuerpo.
Electrólitos
Los electrólitos son minerales con carga eléctrica que se disocian en
una solución en iones de carga positiva y negativa. Los electrólitos
pueden ser sales inorgánicas sencillas de sodio, potasio o magnesio, o
moléculas orgánicas complejas; tienen un papel fundamental en
multitud de funciones metabólicas normales (tabla 6-3). Un
miliequivalente (mEq) de cualquier sustancia tiene la capacidad de
combinarse químicamente con 1 mEq de una sustancia con una carga
opuesta. Para los iones univalentes (p. ej., Na+), 1 milimol (mmol)
equivale a 1 mEq; para los iones divalentes (p. ej., Ca2+), 1 mmol
equivale a 2 mEq (v. apéndice 2 para las directrices de conversión).
Tabla 6-3
Concentración sérica normal de electrólitos
Electrólito
Intervalo normal
Localización
Cationes
Sodio
136-145 mEq/l
Catión extracelular
Potasio
3,5-5 mEq/l
Catión intracelular
Calcio
4,5-5,5 mEq/l (9-11 mg/dl)
Catión extracelular
Magnesio
1,5-2,5 mEq/l (1,8-3 mg/dl)
Catión intracelular
Aniones
Cloro
96-106 mEq/l
Anión extracelular
CO2
24-28,8 mEq/l
Anión extracelular
Fósforo (inorgánico) 3-4,5 mg/dl (1,9-2,85 mEq/l como
) Anión intracelular
Los principales electrólitos extracelulares son sodio, calcio, cloruro
y bicarbonato. El potasio, el magnesio y el fosfato son los principales
electrólitos intracelulares. Estos elementos, que aparecen en forma de
iones en los líquidos corporales, están distribuidos en todos los
líquidos corporales. Los electrólitos son los responsables del
mantenimiento de funciones fisiológicas del cuerpo, el metabolismo
celular, el funcionamiento neuromuscular y el equilibrio osmótico.
Aunque varíe la ingesta oral, los mecanismos homeostáticos regulan
la concentración de electrólitos en todo el cuerpo.
Los cambios de las concentraciones intracelulares o extracelulares
de electrólitos pueden tener un efecto importante sobre las funciones
corporales. La bomba de Na/K ATPasa regula de forma estricta el
contenido celular en electrólitos mediante el bombeo activo de sodio
fuera de las células, intercambiándolo con potasio. Otros electrólitos
siguen gradientes iónicos.
Calcio
Aunque aproximadamente el 99% del calcio (Ca2+) del cuerpo se
almacena en el esqueleto (huesos y dientes), el 1% restante tiene
funciones fisiológicas importantes. El calcio ionizado del
compartimento vascular es un catión con carga positiva. Alrededor
del 50% del calcio presente en el compartimento intravascular está
unido a la proteína sérica albúmina. En consecuencia, las
concentraciones séricas bajas de albúmina provocan una disminución
de las concentraciones totales de calcio debido a la hipoalbuminemia.
La fórmula del calcio corregido, que se utiliza con frecuencia en las
nefropatías, es:
La capacidad de unión del calcio y su contenido ionizado en la
sangre influyen en los mecanismos homeostáticos normales. Los
análisis séricos para determinar las concentraciones de calcio suelen
determinar las concentraciones totales e ionizadas de este catión. Ello
se debe a que la forma ionizada (libre, no unida) del calcio constituye
su forma activa y no se ve afectada por la hipoalbuminemia. En los
adultos sanos, las concentraciones normales de calcio sérico total
comprenden de 8,5 a 10,5 mg/dl, mientras que los valores normales de
calcio ionizado se sitúan entre 4,5 y 5,5 mEq/l.
Funciones
El calcio funciona como el catión extracelular que regula la
transmisión nerviosa, la contracción muscular, el metabolismo óseo y
la regulación de la presión sanguínea, y es necesario para la
coagulación sanguínea. El calcio está regulado por la hormona
paratiroidea (PTH), la calcitonina, la vitamina D y el fósforo. A través
de un complejo sistema de regulación en el que intervienen múltiples
órganos, incluidos los riñones, el intestino y el hueso, se puede
potenciar la absorción de calcio con el fin de incrementar la
reabsorción del mismo y mantener la homeostasis. Cuando los niveles
séricos de calcio son bajos, la PTH provoca la liberación de calcio de
los huesos y estimula el aumento de su reabsorción intestinal. La
calcitonina trabaja de forma opuesta, impidiendo la liberación de
calcio desde el hueso y reduciendo su absorción intestinal. La
vitamina D estimula la absorción intestinal del calcio mientras que el
fósforo la inhibe.
En un contexto de hipoalbuminemia, los niveles de calcio sérico no
resultan precisos porque casi el 50% del calcio está unido a proteínas.
El nivel de calcio ionizado es una medida más precisa del calcio
porque es la forma activa y no se ve afectada por los niveles de
proteínas. En los adultos sanos, los niveles normales de calcio sérico
total son de aproximadamente 8,5 a 10,5 mg/dl, mientras que los
niveles normales de calcio ionizado se encuentran entre 4,5 y
5,5 mEq/l. Cuando no se dispone de los niveles de calcio ionizado, se
puede utilizar una fórmula sencilla. La fórmula del calcio corregido
supone una reducción de 0,8 mg/dl en el calcio por cada disminución
de 1 g/dl de la albúmina sérica por debajo de 4 g/dl. La fórmula del
calcio corregido es:
Los niveles de calcio se ven alterados en sentido opuesto por los
cambios en el equilibrio acidobásico; conforme aumenta el pH, el
calcio se une a las proteínas, lo que reduce la concentración de su
forma ionizada. A medida que disminuye el pH, sucede lo contrario.
El calcio es un elemento importante en la función muscular cardíaca,
del sistema nervioso y esquelética, de modo que tanto la hipocalcemia
como la hipercalcemia pueden tener consecuencias mortales.
Entre las causas frecuentes de la hipercalcemia se encuentran las
neoplasias con presencia de metástasis óseas y el hiperparatiroidismo,
en el cual se desplaza una gran cantidad de calcio hacia el LEC. Los
síntomas de la hipercalcemia incluyen letargia, náuseas, vómitos,
debilidad muscular y depresión. El tratamiento suele ir dirigido a la
causa subyacente del problema, la retirada de los fármacos que
contengan calcio y el aumento de la excreción renal del calcio
(mediante la administración de sueros intravenosos seguida de
fármacos diuréticos).
La hipocalcemia a menudo viene marcada por adormecimiento y
hormigueos, reflejos exaltados, tetania, letargia, debilidad muscular,
confusión y convulsiones. Entre las causas de hipocalcemia se
encuentran los niveles séricos bajos de fósforo o magnesio, los
fármacos que producen pérdidas de calcio, la hipoalbuminemia, la
deficiencia de vitamina D y el hipoparatiroidismo. Los suplementos
de calcio orales son con frecuencia la primera línea de tratamiento en
ausencia de síntomas. Como otras hormonas, electrólitos y vitaminas
están implicados en la regulación del calcio, hay que evaluarlos en el
contexto de una hipocalcemia verdadera. Los niveles bajos de fósforo
o magnesio deben ser recuperados antes de poder corregir los niveles
de calcio (Rhoda, 2011).
Absorción y excreción
Se absorbe aproximadamente entre el 20 y el 60% del calcio de la
dieta, y está estrechamente regulado debido a la necesidad de
mantener concentraciones séricas estables de calcio a pesar de una
ingesta fluctuante. El íleon es la localización más importante de la
absorción de calcio. El calcio se absorbe mediante transporte pasivo y
mediante un sistema de transporte regulado por la vitamina D.
El riñón es la principal localización de la excreción de calcio. La
mayor parte del calcio sérico está unido a proteínas y no es filtrado
por los riñones; en la orina de los adultos normales se excretan solo
aproximadamente de 100 a 200 mg.
Fuentes
Los productos lácteos son la principal fuente de calcio en la dieta
estadounidense, y algunas verduras verdes, los frutos secos, el
pescado en conserva, incluidas las espinas, y el calcio extraído del tofu
tienen cantidades moderadas de calcio. Los fabricantes de alimentos
refuerzan muchos alimentos con calcio adicional, que puede tener
cierta biodisponibilidad.
Ingesta recomendada
La ingesta recomendada de calcio varía desde 1.000 hasta
1.300 mg/día, dependiendo de la edad y el sexo. Se ha estimado que el
límite superior de la ingesta diaria de calcio es aproximadamente de
2.500 a 3.000 mg (v. Tablas de referencia al final del libro).
Sodio
El sodio (Na+) es el principal catión del líquido extracelular. La
concentración sérica normal es de 135 a 145 mEq/l. Las secreciones
como la bilis y el jugo pancreático contienen cantidades sustanciales
de sodio. Las secreciones gástricas y la diarrea también contienen
sodio, pero, al contrario de lo que se cree habitualmente, el sudor es
hipotónico y contiene una cantidad relativamente pequeña de sodio.
Aproximadamente el 35-40% del sodio corporal total está en el
esqueleto mientras que el resto se halla en los líquidos corporales.
Funciones
El sodio es el ion predominante del líquido extracelular y de esta
forma regula tanto el volumen extracelular como el volumen
plasmático. El sodio también es importante para la función
neuromuscular y el mantenimiento del equilibrio acidobásico. El
mantenimiento de las concentraciones séricas de sodio reviste una
enorme importancia, puesto que la hiponatremia grave ocasiona
convulsiones, coma y muerte.
Las concentraciones extracelulares de sodio son notablemente
mayores que las intracelulares (la concentración sérica normal de
sodio es de unos 135 mEq/l, mientras que las concentraciones
intracelulares se acercan a 10 mEq/l). La bomba de Na/K ATPasa es un
sistema de transporte activo que mantiene el sodio fuera de la célula a
través de su intercambio con potasio. Esta bomba precisa
transportadores de sodio y potasio, además de energía, para funcionar
correctamente. La exportación del sodio fuera de la célula constituye
la fuerza motriz de las proteínas de transporte facilitado que importan
glucosa, aminoácidos y otros nutrientes al citoplasma celular.
Hiponatremia
La determinación de la hiponatremia o de la hipernatremia tiene en
cuenta el papel del sodio a la hora de regular el balance hídrico y
requiere la valoración del estado global de hidratación. La
hiponatremia es uno de los trastornos electrolíticos más habituales en
los pacientes hospitalizados, con una incidencia del 25% entre los
ingresados. Cuando la hiponatremia es inferior a 125 mEq/l suelen
aparecer los primeros síntomas. Los pacientes pueden mostrar signos
de cefalea, letargia, intranquilidad, disminución de los reflejos,
convulsiones o coma en casos extremos. Hay tres causas básicas de la
hiponatremia. La hiponatremia hipertónica se debe a una
administración excesiva de manitol o a hiperglucemia, lo que hace que
el sodio sérico aumente 1,6 mEq por cada 100 mg/dl de elevación de la
glucemia. La hiponatremia isotónica tiene lugar en presencia de
hiperlipidemia o hiperproteinemia, porque el componente acuoso en
el que está disuelto el sodio da lugar a un valor falsamente bajo (se
trata esencialmente de un artefacto analítico que no se aprecia a
menudo en la práctica clínica). El último tipo es la hiponatremia
hipotónica. La valoración depende de la situación hídrica para
analizar los tres subtipos.
La hiponatremia isovolémica puede producirse por neoplasias
malignas, insuficiencia suprarrenal o el síndrome de secreción
inadecuada de hormona antidiurética (SIADH). El SIADH puede
deberse a enfermedades del sistema nervioso central, enfermedades
pulmonares, neoplasias y algunos fármacos. El tratamiento suele ser la
restricción de agua. La hiponatremia hipotónica hipervolémica se
caracteriza por un exceso de ATC y sodio (globalmente con mayor
exceso de agua que de sodio), debido a una disminución de la
excreción de agua o a un exceso de administración de agua libre. La
insuficiencia cardíaca, renal o hepática es un factor que contribuye con
frecuencia y los pacientes presentan edema o ascitis en la exploración
física. El tratamiento es la restricción de líquidos o el uso de diuréticos
para ayudar a la disminución del ATC, y la restricción del sodio oral
también puede resultar de ayuda. El tipo final es la hiponatremia
hipotónica hipovolémica, que se caracteriza por una deficiencia de
ATC y de sodio que requiere tratamiento de restitución de líquidos.
Con frecuencia las pérdidas de líquidos que conducen a una
hiponatremia hipovolémica incluyen vómitos intensos, un exceso de
sudoración
(atletas
maratonianos),
diarrea,
drenaje
de
heridas/quemaduras, un elevado volumen de secreciones digestivas o
un uso excesivo de diuréticos. Se pueden utilizar fórmulas para el
cálculo de las deficiencias líquidas de cara a reemplazar la mitad de
las mismas durante las primeras 24 h. La corrección de los niveles de
sodio debe realizarse con lentitud (máximo de 8 a 12 mEq en 24 h)
para evitar el síndrome de desmielinización osmótica que se ve con las
correcciones rápidas (Rhoda et al., 2011).
Hipernatremia
Se clasifica un nivel de sodio sérico mayor de 145 mEq/l como
hipernatremia, de la que hay varios tipos. La hipernatremia
hipovolémica está producida por una pérdida de sodio y de ATC,
cuando las pérdidas de agua superan a las de sodio. Resulta
importante identificar la causa de las pérdidas de líquido de forma
que puedan corregirse y evitarse en un futuro. El tratamiento es la
restitución lenta del volumen de líquidos con una solución hipotónica.
La hipernatremia hipervolémica está causada por una ingesta excesiva
de sodio que conduce a mayores ganancias de sodio que de agua. El
tratamiento es la restricción de sodio (especialmente en los sueros
intravenosos) y posiblemente el uso de diuréticos. Se produce una
hipernatremia isovolémica en estados patológicos como la diabetes
insípida. Los signos de hipernatremia incluyen letargia, sed,
hiperreflexia, convulsiones, coma o muerte. Las fórmulas para el
cálculo de la deficiencia de agua resultan de ayuda de cara a dirigir el
reemplazamiento de líquidos. Se calcula la deficiencia de agua libre de
la siguiente manera (Kingley, 2005):
Absorción y excreción
El sodio se absorbe fácilmente por el intestino y es transportado hasta
los riñones, donde se filtra y vuelve a la sangre para mantener las
concentraciones adecuadas. La cantidad absorbida es proporcional a
la ingesta en los adultos sanos.
Aproximadamente entre el 90 y el 95% de la pérdida corporal
normal de sodio se produce por la orina; el resto se pierde por las
heces y el sudor. Normalmente la cantidad de sodio excretada cada
día es igual a la cantidad ingerida. La excreción de sodio se mantiene
por un mecanismo en el que están implicados la tasa de filtración
glomerular, las células del aparato yuxtaglomerular de los riñones, el
sistema de renina-angiotensina-aldosterona, el sistema nervioso
simpático, las catecolaminas circulantes y la presión arterial.
El equilibrio del sodio está regulado en parte por la aldosterona, un
mineralocorticoide secretado por la corteza suprarrenal. Cuando
aumenta la concentración sanguínea de sodio, los receptores de la sed
del hipotálamo estimulan la sensación de sed. La ingestión de líquidos
devuelve la concentración de sodio a la normalidad. En algunas
circunstancias puede alterarse la regulación del sodio y de los
líquidos, dando lugar a concentraciones sanguíneas anormales de
sodio. El síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética
(SIADH) se caracteriza por una orina concentrada y de volumen bajo e
hiponatremia dilucional porque se retiene agua. El SIADH puede
deberse a trastornos del sistema nervioso central, trastornos
pulmonares, tumores y algunos fármacos.
Los estrógenos, que son ligeramente similares a la aldosterona,
también producen retención de sodio y agua. Las modificaciones del
equilibrio del agua y del sodio durante el ciclo menstrual, durante la
gestación y mientras se toman anticonceptivos orales se pueden
atribuir en parte a las modificaciones de las concentraciones de
progesterona y estrógenos.
Ingesta dietética de referencia
La ingesta dietética de referencia (IDR) indica un límite superior de
2,3 g de sodio al día (o 5,8 g de cloruro sódico diarios). La ingesta
media diaria de sal en las sociedades occidentales es de
aproximadamente 10-12 g (4-5 g de sodio), lo que supera la ingesta
adecuada de sodio, que es de 1,2-1,5 g al día, dependiendo de la edad,
se recomiendan cantidades menores para los ancianos (tabla 6-4).
Tabla 6-4
Ingesta dietética de referencia para la ingesta diaria de sodio,
potasio y cloruro
Edad
Sodio
Potasio
Cloruro
Sal (cloruro sódico)
Adulto 19-49 1,5 g (65 mmol)
4,7 g (120 mmol) 2,3 g (65 mmol)
3,8 g (65 mmol)
Adulto 50-70 1,3 g (55 mmol)
4,7 g (120 mmol) 2 g (55 mmol)
3,2 g (55 mmol)
Adulto 71
1,2 g (50 mmol)
4,7 g (120 mmol) 1,8 g (50 mmol)
IMT
2,3 g (100 mmol) n/d
2,9 g (50 mmol)
3,6 g (100 mmol) n/d
Institute of Medicine, Food and Nutrition Board: Dietary reference intakes for
water, potassium, sodium, chloride, and sulfate, Washington, DC, 2004, National
Academies Press.
IMT, ingesta máxima tolerada.
Los riñones sanos habitualmente son capaces de excretar el exceso
de la ingesta de sodio; sin embargo, se ha implicado la ingesta
excesiva y persistente de sodio en la aparición de hipertensión.
Además de su participación en la hipertensión, la ingesta excesiva de
sal se ha asociado al aumento de la excreción urinaria de calcio, a
litiasis renales y en algunos casos a osteoporosis (Teucher, 2003; He,
2010; Caudarella et al., 2009). Se ha asociado un mayor consumo de
sodio con un estado de mayor peso, y se ha apreciado una relación
positiva entre la ingesta de sodio y la obesidad, independientemente
de la ingesta energética (Song et al., 2013; Yoon, 2013; Zhu, 2014).
Además, se ha identificado una asociación positiva entre la ingesta de
sodio y una mayor circulación de leptina (secretada por los adipocitos
y que influye en la respuesta inflamatoria y en la excreción de sodio) y
de factor de necrosis tumoral α (que desempeña un papel en la
inflamación) (Zhu et al., 2014).
Fuentes
La principal fuente de sodio es el cloruro sódico, o sal de mesa común,
de la cual el sodio constituye el 40% en peso. Los alimentos proteicos
generalmente contienen más sodio natural que las verduras y los
granos, mientras que las frutas contienen poco o nada. La adición de
sal de mesa, sales aromatizadas, potenciadores del sabor y
conservantes durante el procesado de los alimentos es responsable del
elevado contenido en sal de la mayoría de los productos precocinados
y de la comida rápida. Por ejemplo, ½ taza de verduras congeladas
preparadas sin sal contienen 10 mg de sodio, mientras que ½ taza de
verduras de lata contienen aproximadamente 260 mg de sodio. De
forma similar, 28 g de carne sin procesar contienen 30 mg de sodio,
mientras que 28 g de embutido contienen aproximadamente 400 mg
de sodio. Las raciones grandes que ofrecen los restaurantes a los
consumidores aumentan aún más la ingesta de sodio.
Magnesio
El magnesio es el segundo catión intracelular en prevalencia.
Aproximadamente la mitad del magnesio del cuerpo se localiza en el
hueso, mientras que otro 45% reside en los tejidos blandos; solo el 1%
del contenido en magnesio del cuerpo está en los líquidos
extracelulares. Las concentraciones séricas normales de magnesio son,
aproximadamente, de 1,6 a 2,5 mEq/l; sin embargo, alrededor del 70%
del magnesio sérico se encuentra en estado libre o ionizado. La
proporción restante se une a proteínas y es inactiva.
Función
El magnesio (Mg2+) es un cofactor importante de muchas reacciones
enzimáticas del cuerpo y también es importante en el metabolismo del
hueso, así como en el sistema nervioso central y en la función
cardiovascular. Muchos de los sistemas enzimáticos regulados por el
magnesio participan en el metabolismo de los nutrientes y la síntesis
de los ácidos nucleicos, lo que da lugar a la necesidad de una
cuidadosa regulación de la cantidad de magnesio.
Al igual que en el caso del calcio, la hipomagnesemia o la
hipermagnesemia graves pueden tener consecuencias potencialmente
mortales. Los síntomas físicos de las alteraciones del magnesio son
similares a los apreciados con otras deficiencias de electrólitos, y los
problemas con las mediciones séricas expuestos anteriormente
dificultan la evaluación del estado del magnesio. Los síntomas de la
hipomagnesemia incluyen debilidad, tetania, ataxia, nistagmo y, en
casos graves, arritmia ventricular. Entre las causas frecuentes de
hipomagnesemia se encuentran las pérdidas excesivas por heces
(como las producidas por el síndrome del intestino corto o por
malabsorción), una ingesta inadecuada de magnesio en la dieta
(nutrición oral, enteral o parenteral), variaciones intracelulares
durante el síndrome de realimentación, pancreatitis, quemaduras,
alcoholismo, cetoacidosis diabética y fármacos que producen pérdidas
urinarias de magnesio. El uso prolongado de inhibidores de la bomba
de protones también puede ser una causa poco frecuente.
Con frecuencia la hipomagnesemia se trata con suplementos orales
si no hay síntomas físicos. Sin embargo, los dietistas deben vigilar
cuidadosamente la posible aparición de diarrea con los suplementos
orales de magnesio si no se administran en dosis divididas (tal como
con el óxido de magnesio), lo que con frecuencia aumenta las pérdidas
de magnesio por las heces. Se evita el aumento de las pérdidas por
heces con la suplementación mediante sales como el gluconato de
magnesio o el lactato de magnesio. Se requiere una repleción
intravenosa del magnesio cuando hay signos y síntomas de
deficiencias o si los niveles en suero se encuentran por debajo de
1 mg/dl.
La hipermagnesemia, un valor sérico superior a 2,5 mg/dl, puede
deberse a un exceso de suplementos o a fármacos que contienen
magnesio, a acidosis severa o a deshidratación. Las opciones
terapéuticas incluyen la eliminación de los fármacos que contienen
magnesio y la corrección del desequilibrio hídrico.
Absorción y excreción
Se absorbe aproximadamente un 30-50% del magnesio ingerido en la
dieta (en el íleon y el yeyuno distal mediante mecanismos de
transporte tanto pasivos como activos). La absorción de magnesio está
regulada por el intestino, el riñón y el hueso. La absorción de
magnesio está regulada para mantener los niveles séricos; si estos
niveles caen, aumenta la absorción, mientras que, si aumentan, la
absorción disminuye. El riñón es el principal regulador de la excreción
de magnesio, pero parte del mismo también se pierde por las heces.
Como el magnesio es un cofactor de la bomba de Na/K ATPasa, hay
que evaluar y corregir los niveles bajos de magnesio especialmente
cuando la hipopotasemia no se corrige con la reposición. Además, los
riñones aumentan la excreción de potasio en situación de
hipomagnesemia (Kraft, 2005; Langley, 2012; Rhoda, 2011).
Fuentes
El magnesio se encuentra en una amplia variedad de alimentos, lo que
hace que sea poco probable una deficiencia aislada de magnesio en
personas por lo demás sanas. Los alimentos muy procesados tienden a
tener un menor contenido de magnesio, mientras que se piensa que
las verduras de hoja verde, las legumbres y los granos enteros son
buenas fuentes. El elevado contenido en magnesio de las verduras
ayuda a aliviar algunas preocupaciones sobre la posibilidad de unión
de fitatos. Se ha asociado la ingesta de magnesio, potasio, frutas y
verduras con un mayor estado alcalino y un efecto beneficioso
subsecuente sobre la salud ósea; la potenciación del consumo de agua
mineral puede resultar una forma fácil y barata de reducir la aparición
de osteoporosis (Wynn et al., 2010).
Ingesta dietética de referencia
La ingesta recomendada de magnesio varía desde 310 hasta 420 mg al
día, dependiendo de la edad y el sexo (v. Tablas de referencia al final
del libro).
Fósforo
El fósforo es el principal anión intracelular y su papel en el trifosfato
de adenosina (ATP) resulta vital para el metabolismo energético.
Además, el fósforo es importante en el metabolismo óseo. Alrededor
del 80% del fósforo del organismo se localiza en los huesos. Las
concentraciones normales de fósforo sérico se sitúan entre 2,4 y
4,6 mg/dl.
Funciones
Se liberan grandes cantidades de energía libre cuando se hidrolizan
los enlaces fosfato del ATP. Además de esta función, el fósforo es vital
para el funcionamiento celular en las reacciones de fosforilación y
desfosforilación, como amortiguador en el equilibrio acidobásico y, en
la estructura celular, como parte de los fosfolípidos de las membranas.
El fósforo desempeña un papel clave en la producción de energía, por
lo que la hipofosfatemia grave puede tener consecuencias mortales.
Esta aparece con mayor frecuencia en la clínica en el síndrome de
realimentación y se produce por el mayor uso del fósforo para la
fosforilación de la glucosa (Skipper, 2012; Rhoda, 2011; Kraft, 2005).
Además de por variaciones intracelulares, la hipofosfatemia puede
tener relación con fármacos (insulina, adrenalina, dopamina,
eritropoyetina, fármacos que se unen al fósforo). La hipofosfatemia
grave y sintomática (< 1 mg/dl) puede resultar crítica y ocasionar
alteración del funcionamiento cardíaco, reducción de las contracciones
del diafragma que llevan a una situación de debilidad respiratoria,
confusión, disminución del aporte de oxígeno a los tejidos, coma e
incluso el fallecimiento.
Absorción y excreción
La absorción de fósforo depende de los niveles séricos y del estado de
la vitamina D. Alrededor del 80% del sodio ingerido se absorbe en el
intestino delgado cuando hay hipofosfatemia. El riñón es la principal
localización de la excreción de fósforo y regula la absorción del mismo
en función del estado de la hormona paratiroidea y del equilibrio
acidobásico. La absorción de fósforo disminuye cuando hay
deficiencia de vitamina D o con determinados fármacos que se unen al
mismo (algunos antiácidos o ligadores de fosfato utilizados en
pacientes con nefropatía crónica).
Fuentes
El fósforo se encuentra principalmente en productos animales, como,
por ejemplo, las carnes y la leche; algunas judías secas también son
buenas fuentes.
Ingesta dietética de referencia
La ingesta recomendada de fósforo es de aproximadamente 700 mg al
día, dependiendo de la edad y el sexo, con un límite superior de 3.500
a 4.000 mg (v. Tablas de referencia al final del libro).
Potasio
Con aproximadamente el 98% del potasio (K+) en el espacio
intracelular, es el principal catión del líquido intracelular. La
concentración sérica normal de potasio es de 3,5 a 5 mEq/l.
Funciones
Junto con el sodio, el potasio participa en el mantenimiento del
equilibrio hídrico normal, del equilibrio osmótico y del equilibrio
acidobásico. Igualmente, es importante para la regulación de la
actividad neuromuscular, además del calcio. Las concentraciones de
sodio y de potasio determinan los potenciales de membrana en los
nervios y en el músculo. El potasio también favorece el crecimiento
celular. El contenido en potasio del músculo se relaciona con la masa
muscular y con el almacenamiento de glucógeno; por tanto, si se está
formando músculo, es esencial un aporte adecuado de potasio. El
potasio tiene una función integral en la bomba de Na/K ATPasa.
Tanto la hipopotasemia como la hiperpotasemia tienen
consecuencias cardíacas muy graves. Cuando la hipopotasemia es
inferior a 3 mEq/l, los síntomas son más evidentes y graves. Los
síntomas de hipopotasemia incluyen debilidad muscular, calambres
en las extremidades, vómitos y debilidad general. Clínicamente, la
hipopotasemia se produce por las pérdidas de grandes volúmenes de
secreciones digestivas que contienen potasio, la administración de
insulina, las pérdidas excesivas por orina ocasionadas por algunos
fármacos (diuréticos) y la cetoacidosis diabética. Hay directrices para
el tratamiento de la hipopotasemia (fármacos orales o intravenosos),
las cuales están ajustadas para casos de insuficiencia renal, porque el
potasio se excreta por los riñones.
La hiperpotasemia puede resultar muy grave, especialmente
cuando los niveles superan los 6,5 mEq/l, y se acompaña de síntomas
como debilidad muscular, parálisis, insuficiencia respiratoria y
arritmias/cambios en el ECG. Las causas de hiperpotasemia en el
ámbito clínico incluyen la hemólisis que produce unos resultados
analíticos falsamente elevados, la nefropatía que altera la excreción de
K+, fármacos como los diuréticos ahorradores de potasio, la
hemorragia digestiva, la rabdomiólisis, el catabolismo, la acidosis
metabólica o una suplementación excesiva de K+.
Absorción y excreción
El potasio se absorbe fácilmente en el intestino delgado.
Aproximadamente, el 80-90% del potasio ingerido se excreta por la
orina; el resto se pierde por las heces. Los riñones mantienen las
concentraciones séricas normales mediante su capacidad de filtrar,
reabsorber y excretar potasio bajo la influencia de la aldosterona. En
una situación de hipopotasemia, la secreción de aldosterona
disminuye y los riñones comienzan a reabsorber potasio y excretar
sodio.
Fuentes
Los alimentos ricos en potasio incluyen las frutas, las verduras, la
carne fresca y los productos lácteos. Los sustitutos de la sal
habitualmente contienen potasio. En el cuadro 6-1 se seleccionan los
alimentos según su contenido en potasio. Cuando se están analizando
las fuentes y pérdidas de potasio, los clínicos deben tener en cuenta
otras fuentes no alimenticias de potasio, tales como los sueros
intravenosos suplementados en potasio, algunos fármacos que
contienen potasio y aquellos otros que pueden hacer que el cuerpo lo
excrete.
Cuadr o 6-1
Clasificación de algunos
alimentos por su contenido en potasio
Bajo (0-100
mg/ración)*
Frutas
Medio (100-200
mg/ración)*
Frutas
Elevado (200-300
mg/ración)*
Frutas
Muy elevado (> 300 mg/ración)*
Frutas
Compota de
manzana
Arándanos
Arándanos
amargos
Limón, ½
mediano
Lima, ½
mediana
Peras
enlatadas
Néctar de pera
Néctar de
melocotón
Verduras
Repollo crudo
Rodajas de
pepino
Judías verdes
congeladas
Puerros
Lechuga
iceberg, 1
taza
Castañas de
agua
enlatadas
Brotes de
bambú
enlatados
Manzana, 1
pequeña
Zumo de
manzana
Néctar de
albaricoque
Moras de zarza
Cerezas, 12
pequeñas
Cóctel de frutas
Zumo de uva
Pomelo, ½
pequeño
Uvas, 12
pequeñas
Mandarinas
Melocotones
enlatados
Piña enlatada
Ciruela, 1
pequeña
Frambuesas
Ruibarbo
Fresas
Clementina, 1
pequeña
Sandía, 1 taza
Verduras
Espárragos
congelados
Remolacha
enlatada
Brócoli
congelado
Repollo cocido
Zanahorias
Coliflor
congelada
Apio, 1 tallo
Maíz congelado
Berenjena
Judías verdes
frescas
crudas
Setas frescas
crudas
Cebollas
Guisantes
Albaricoques
enlatados
Zumo de pomelo
Kiwi, ½ mediano
Nectarina, 1 pequeña
Naranja, 1 pequeña
Zumo de naranja
Melocotón fresco, 1
mediano
Pera fresca, 1
mediana
Verduras
Espárragos frescos
cocinados, 4
piezas
Remolacha fresca
cocinada
Coles de Bruselas
Colirrábano
Setas cocinadas
Quingombó
Chirivía
Patatas cocidas o en
puré
Calabaza
Colinabo
Varios
Muesli
Frutos secos y
semillas, 28 g
Manteca de
cacahuete, 2
cucharaditas
Chocolate, barra de
45 g
Aguacate, ¼ pequeño
Plátano, 1 pequeño
Melón cantalupo, ¼ pequeño
Frutas secas, ¼ de taza
Melón dulce, ⅛ pequeño
Mango, 1 pequeño
Papaya, ½ mediana
Zumo de ciruela pasa
Verduras
Alcachofa, 1 mediana
Brotes de bambú frescos
Hojas de remolacha, ¼ de taza
Maíz en la mazorca, 1 espiga
Col china cocinada
Alubias secas
Patata asada, ½ mediana
Patatas fritas, ¼ de taza
Espinacas
Batatas, ñames
Acelgas, 28 g
Tomate fresco en salsa o en zumo,
concentrado de tomate, 2 cucharaditas
Calabaza
Varios
Caldo de carne con bajo contenido en
sodio, 1 taza
Capuchino, 1 taza
Chiles, 100 g
Coco, 1 taza
Lasaña, 250 g
Leche, chocolate con leche, 1 taza
Batidos, 1 taza
Melaza, 1 cucharadita
Pizza, 2 raciones
Sustitutos de sal, ¼ cucharadita
Leche de soja, 1 taza
Espaguetis, 200 g
Yogur, 180 ml
Rábanos
Nabos
Calabacín,
calabacín
amarillo
*
Una ración es igual a ½ taza, salvo que se especifique lo contrario.
Ingesta dietética de referencia
El nivel de ingesta adecuado de potasio para los adultos es de
4.700 mg al día. No se ha establecido ningún límite superior. La
ingesta de potasio es inadecuada hasta en el 50% de los adultos
estadounidenses. El motivo de la escasa ingesta de potasio es
simplemente el consumo bajo de frutas y verduras. Las ingestas
insuficientes de potasio se han asociado a hipertensión y a arritmias
cardíacas.
Equilibrio acidobásico
Un ácido es cualquier sustancia que tiende a liberar iones de
hidrógeno cuando está en solución, mientras que una base es
cualquier sustancia que tiende a aceptar iones de hidrógeno cuando
está en solución. La concentración de iones de hidrógeno (H+),
determina la acidez. Como la magnitud de la concentración de iones
de hidrógeno es pequeña en comparación con la de otros electrólitos
séricos, la acidez se suele expresar en unidades de pH. Un pH
sanguíneo bajo indica una mayor concentración de iones de hidrógeno
y una mayor acidez, mientras que un valor elevado del pH indica una
menor concentración de iones de hidrógeno y, por tanto, una mayor
alcalinidad.
El equilibrio acidobásico es el estado de equilibrio dinámico de la
concentración de iones de hidrógeno. El mantenimiento del nivel del
pH de la sangre arterial dentro del intervalo normal de 7,35 a 7,45 es
crucial para muchas funciones fisiológicas y reacciones bioquímicas.
Los mecanismos reguladores de los riñones, los pulmones y los
sistemas amortiguadores permiten que el cuerpo mantenga el nivel
del pH de la sangre a pesar de la enorme carga de ácidos procedentes
del consumo de alimentos y del metabolismo de los tejidos. Se
produce una alteración del equilibrio acidobásico cuando las pérdidas
o las ganancias de ácidos o de bases superan a la capacidad
reguladora del cuerpo o cuando los mecanismos reguladores
normales se hacen ineficaces. Esas alteraciones de la regulación
pueden asociarse a algunas enfermedades, a la ingestión de toxinas, a
cambios del estado hídrico y a algunos tratamientos médicos
y quirúrgicos (tabla 6-5). Si no se trata una alteración del equilibrio
acidobásico, se pueden producir múltiples efectos perjudiciales que
varían desde alteraciones electrolíticas hasta la muerte.
Tabla 6-5
Los cuatro desequilibrios acidobásicos principales
Desequilibrio
acidobásico
pH
Alteración
primaria
Compensación
Posibles causas
Respiratorio
Acidosis
respiratoria
Bajo Aumento de
pCO2
Aumento de
excreción renal
neta de ácidos con
aumento asociado
de bicarbonato
sérico
Enfisema, EPOC, enfermedad
neuromuscular con alteración de la
función respiratoria; retención
excesiva de CO2
Alcalosis
respiratoria
Alto Disminución de
pCO2
Disminución de
excreción renal
neta de ácidos con
disminución
asociada
de bicarbonato
sérico
Insuficiencia cardíaca, embarazo,
sepsis, meningitis ansiedad, dolor,
espiración excesiva de CO2
Bajo Disminución de
Hiperventilación con
disminución
asociada de pCO2
Diarrea; uremia; cetoacidosis por
diabetes mellitus mal controlada;
inanición; dieta rica en grasas y baja
en hidratos de carbono; fármacos,
Metabólico
Acidosis
metabólica
alcoholismo, nefropatía
Alcalosis
metabólica
Alto Aumento de
Hipoventilación con
aumento asociado
de pCO2
Consumo de diuréticos, aumento de
ingesta de álcali, pérdida de cloro,
vómitos/aspiración por sonda
nasogástrica
Generación de ácidos
El cuerpo produce diariamente una gran cantidad de ácidos mediante
procesos rutinarios como el metabolismo y la oxidación de los
alimentos, la producción endógena de ácido por el metabolismo
tisular y la ingestión de precursores ácidos. El principal ácido es el
dióxido de carbono (CO2), considerado un ácido volátil, que se
produce a partir de la oxidación de hidratos de carbono, aminoácidos
y grasas. Los ácidos no volátiles o fijos, como el ácido fosfórico y el
ácido sulfúrico, se producen por el metabolismo de sustratos que
contienen fósforo, dando lugar a fosfatos y ácido fosfórico, y de
aminoácidos que contienen azufre (tal como el metabolismo de
metionina y cistina). Los ácidos orgánicos, como el ácido láctico, el
ácido úrico y los cetoácidos, provienen de un metabolismo incompleto
de hidratos de carbono y grasas. Estos ácidos orgánicos se acumulan
típicamente solo durante el ejercicio, una enfermedad aguda o el
ayuno. En condiciones normales, el cuerpo mantiene el equilibrio
acidobásico normal a través de un amplio rango de aportes dietéticos
de ácido.
Regulación
Diversos mecanismos reguladores mantienen el nivel del pH dentro
de unos límites fisiológicos muy estrechos. A nivel celular, los
sistemas amortiguadores formados por ácidos o bases débiles y sus
correspondientes sales minimizan el efecto sobre el pH de la adición
de un ácido o una base fuerte. El efecto amortiguador supone la
formación de un ácido o una base más débil en una cantidad
equivalente a la del ácido o la base fuerte que se ha añadido al sistema
(fig. 6-3).
FIGURA 6-3 Generación de NaHCO3 y eliminación de H+
por los tres sistemas amortiguadores que actúan en el riñón.
HA, cualquier ácido del cuerpo.
Las proteínas y los fosfatos son los principales amortiguadores
intracelulares, mientras que el sistema del bicarbonato y el ácido
carbónico es el principal amortiguador extracelular. El equilibrio
acidobásico también se mantiene gracias a los riñones y los pulmones.
Los riñones regulan la secreción del ion de hidrógeno (H+) y la
reabsorción de bicarbonato. Los riñones regulan el pH de la orina
mediante la excreción de H+ o
y pueden generar bicarbonato.
Los riñones son el mecanismo de respuesta más lento a la hora de
mantener el equilibrio acidobásico. Los pulmones controlan los H+ a
través de la cantidad de CO2 que se exhala. Cuanto más CO2 se exhala,
se reduce la concentración de H+ en el cuerpo. El sistema respiratorio
responde rápidamente variando la profundidad o la frecuencia de la
respiración de los pulmones.
Trastornos acidobásicos
Los trastornos acidobásicos se pueden diferenciar según sea su
etiología metabólica o respiratoria. La evaluación del estado
acidobásico precisa el análisis de los electrólitos séricos y de los
valores de la gasometría arterial (GSA) (tabla 6-6). Hay cuatro
trastornos acidobásicos principales: acidosis metabólica, alcalosis
metabólica, acidosis respiratoria y alcalosis respiratoria. Es importante
caracterizar el tipo de trastorno acidobásico porque ello dictará el
tratamiento y el mecanismo de respuesta o «compensación» aplicado
por el cuerpo. Los desequilibrios acidobásicos metabólicos producen
alteraciones de la concentración de bicarbonato (es decir, de base), que
se reflejan en la porción de dióxido de carbono total (TCO2) del perfil
electrolítico. El TCO2 incluye bicarbonato (
), ácido carbónico
(H2CO3) y dióxido de carbono disuelto; sin embargo, todo excepto de
1-3 mEq/l está en forma de
. Por tanto, para facilitar la
interpretación, se debe equiparar el TCO2 al
. Los desequilibrios
acidobásicos respiratorios producen modificaciones de la presión
parcial del dióxido de carbono disuelto (pCO2). Este valor aparece en
los informes de la gasometría arterial además del pH, que refleja el
estado acidobásico global.
Tabla 6-6
Valores normales de la gasometría arterial
Prueba clínica
Valor de la GSA
pH
7,35-7,45
pCO2
35-45 mmHg
pO2
80-100 mmHg
22-26 mEq/l
(bicarbonato)
Saturación de O2
> 95%
GSA, gasometría arterial.
Acidosis metabólica
La acidosis metabólica se debe al aumento de la generación o a la
acumulación de ácidos o a la pérdida de bases (es decir, bicarbonato)
en los líquidos extracelulares. La acidosis metabólica aguda simple da
lugar a un pH sanguíneo bajo (o acidemia), un
bajo y una
pCO2 normal. Los ejemplos de acidosis metabólica incluyen
cetoacidosis diabética, acidosis láctica, ingestión de toxinas, uremia y
pérdida excesiva de bicarbonato por los riñones o por el tubo
digestivo. Previamente se han atribuido muchas muertes a la acidosis
láctica producida por la administración de nutrición parenteral
desprovista de tiamina. En pacientes con acidosis metabólica se
calcula el hiato aniónico para ayudar a determinar la etiología y el
tratamiento adecuado. El hiato aniónico es la diferencia entre la suma
total de cationes «medidos habitualmente» menos la suma total de
aniones «medidos habitualmente» en la sangre. El hiato aniónico es
donde Na+ es sodio, K+ es potasio, Cl− es cloro y
es
bicarbonato. El valor normal es de 12 a 14 mEq/l.
La acidosis metabólica con hiato aniónico tiene lugar cuando la
disminución de la concentración de bicarbonato se compensa por el
aumento de aniones ácidos diferentes del cloro. Como consecuencia
de ello, el hiato aniónico calculado supera el intervalo normal de 12 a
14 mEq/l. Esta acidosis metabólica normoclorémica puede asociarse a
los siguientes trastornos, representados por el acrónimo inglés MUD
PILES (Wilson, 2003).
Ingesta de Metanol
Uremia
Cetoacidosis Diabética
Ingesta de Paraldehído
Iatrógena
Acidosis Láctica
Ingesta de Etilenglicol o etanol
Intoxicación por ácido Salicílico
La acidosis metabólica sin hiato aniónico se produce cuando la
disminución de la concentración de bicarbonato se compensa por el
aumento de la concentración de cloro, lo que restablece el valor
normal del hiato aniónico. Esta acidosis metabólica hiperclorémica
puede asociarse a cualquiera de las siguientes alteraciones,
representadas por el acrónimo USED CARP (Wilson, 2003):
Ureterosigmoidostomía
Fístula del intestino delgado (Small bowel fistula)
Ingesta Extra de cloro
Diarrea
Inhibidor de anhidrasa Carbónica
Insuficiencia suprarrenal (Adrenal)
Acidosis tubular Renal
Fístula Pancreática
Alcalosis metabólica
La alcalosis metabólica se debe a la administración o la acumulación
de bicarbonato (es decir, base) o de sus precursores, a la pérdida
excesiva de ácido (p. ej., durante la aspiración gástrica), o a la
pérdida de líquido extracelular que contiene más cloruro que
bicarbonato (p. ej., por adenoma velloso o uso de diuréticos). La
alcalosis metabólica aguda simple produce un pH sanguíneo elevado,
o alcalemia. La alcalosis metabólica también se puede deber a
depleción de volumen; la reducción del flujo sanguíneo hacia los
riñones estimula la reabsorción de sodio y agua, aumentando la
reabsorción de bicarbonato. Esta situación se conoce como alcalosis
por contracción. La alcalosis también se puede deber a hipopotasemia
grave (concentración sérica de potasio < 2 mEq/l). A medida que el
potasio se desplaza desde el líquido intracelular hasta el extracelular,
los iones de hidrógeno se desplazan desde el líquido
extracelular hasta el intracelular para mantener la neutralidad
eléctrica. Este proceso produce acidosis intracelular, y aumenta la
excreción de iones hidrógeno y la reabsorción de bicarbonato por los
riñones.
Acidosis respiratoria
La acidosis respiratoria está producida por una reducción de la
ventilación, con la consiguiente retención de dióxido de carbono. La
acidosis respiratoria aguda simple da lugar a un pH bajo, un
normal y una pCO2 elevada. Se puede producir acidosis respiratoria
aguda como consecuencia de apnea del sueño, asma, aspiración de un
objeto extraño o del síndrome de dificultad respiratoria aguda
(SDRA). La acidosis respiratoria crónica se asocia a síndrome de
obesidad-hipoventilación, enfermedad pulmonar obstructiva crónica
(EPOC) o enfisema, algunas enfermedades neuromusculares y
caquexia por inanición. La prevención de la sobrealimentación resulta
prudente ya que puede empeorar la acidosis (Ayers, 2012).
Alcalosis respiratoria
La alcalosis respiratoria se produce por un aumento de la ventilación
y de la eliminación de dióxido de carbono. La enfermedad puede ser
de mecanismo central (p. ej., por lesiones craneales, dolor, ansiedad,
accidente cerebrovascular o tumores) o por la estimulación periférica
(p. ej., por neumonía, hipoxemia, grandes alturas, embolia pulmonar,
insuficiencia cardíaca congestiva o neumopatía intersticial). La
alcalosis respiratoria aguda simple da lugar a un pH elevado, o
alcalemia, un
normal y una disminución de la pCO2.
Compensación
Cuando se produce un desequilibrio acidobásico el cuerpo intenta
restaurar el pH normal mediante la generación de un desequilibrio
acidobásico opuesto para compensar los efectos del trastorno
primario, respuesta que se conoce como compensación. Por ejemplo,
los riñones de un paciente con una acidosis respiratoria primaria
(disminución del pH) compensan aumentando la reabsorción de
bicarbonato, creando de esta manera una alcalosis metabólica. Esta
respuesta ayuda a incrementar el pH. De forma similar, en respuesta a
una acidosis metabólica primaria (disminución del pH) los pulmones
compensan aumentando la ventilación y la eliminación de dióxido de
carbono, creando de esta forma una alcalosis respiratoria. Esta
alcalosis respiratoria compensadora ayuda a aumentar el pH.
La compensación respiratoria de los trastornos acidobásicos
metabólicos se produce rápidamente, en un plazo de minutos. Por el
contrario, la compensación renal de los desequilibrios acidobásicos
respiratorios puede tardar de 3 a 5 días en alcanzar su máxima eficacia
(Ayers et al., 2015). No siempre se produce compensación; cuando sí
se produce, puede no ser eficaz por completo (es decir, no da lugar a
un pH de 7,4). El nivel del pH sigue reflejando el trastorno primario
subyacente. Es fundamental distinguir entre trastornos primarios y
respuestas compensadoras, porque el tratamiento se dirige siempre
hacia el trastorno acidobásico primario y su causa subyacente. A
medida que se trata el trastorno primario, la respuesta compensadora
se corrige a sí misma. Se dispone de valores predictivos de las
respuestas compensadoras para diferenciar entre desequilibrios
acidobásicos primarios y respuestas compensadoras (Whitmire, 2002).
Los médicos también pueden utilizar herramientas, como algoritmos
clínicos.
Equilibrio acidobásico: reglas generales y
aplicaciones a la práctica dietética
El equilibrio acidobásico es un tema complicado que requiere un alto
nivel de comprensión de muchos procesos complejos En la tabla 6-5 se
muestran las alteraciones gasométricas anticipadas y los mecanismos
de compensación. Hay algunas reglas generales que pueden resultar
de ayuda para comprender estas situaciones. En los trastornos
acidobásicos simples no compensados, el pH y la pCO2 se mueven en
direcciones opuestas en las alteraciones respiratorias. En trastornos
acidobásicos metabólicos simples y no compensados, el pH y el
se mueven en una misma dirección. Cuando se producen trastornos
acidobásicos mixtos, la pCO2 el y
generalmente se mueven en
direcciones opuestas. Independientemente del trastorno, el equipo
médico dirige el tratamiento hacia la causa subyacente y utiliza
información de apoyo de los antecedentes médicos, la situación clínica
actual, los fármacos, los valores analíticos, los registros de ingesta y
eliminación, y la exploración física para establecer la causa. Los
profesionales de la dietética desempeñan un papel importante en la
comprensión del proceso fisiológico y de cómo se relaciona con la
regulación de los electrólitos y del equilibrio hídrico. Los ajustes del
plan de nutrición relacionados con el equilibrio acidobásico pueden
incluir variaciones de las sales de cloro y acetato en la nutrición
parenteral, la manipulación de los macronutrientes para prevenir la
sobrealimentación o los ajustes de líquidos y electrólitos.
Páginas útiles en internet,
herramientas/calculadoras y
aplicaciones informáticas
Interactive DRI (Healthcare Professional site)
http://fnic.nal.usda.gov/fnic/interactiveDRI/
Tools and Calculators
www.medcalc.com
http://www.medcalc.com/acidbase.html
iTunes Apps
KalcuLytes
Electrolytes Calc
Lytes
Dysnatremia
MedCalcPro
Acid Base Calculator
ABG Stat
Merck Manual, Professional Edition ($)
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Algunas secciones de este capítulo fueron escritas por Pamela Charney, PhD, RD.
7
Clínica: valoración bioquímica,
física y funcional
Mary Demarest Litchford, PhD, RDN, LDN
TÉRMINOS CLAVE
absorciometría de rayos X de energía dual (DXA)
ácido metilmalónico (MMA)
albúmina
análisis de impedancia bioeléctrica (AIB)
análisis de orina
analito
anemia de las enfermedades crónicas e inflamatorias (AEC)
anemia macrocítica
anemia microcítica
antropometría
capacidad total de fijación del hierro (CTFH)
circunferencia de la cabeza
circunferencia de la cintura (CC)
circunferencia de la parte media del brazo (CMB)
cociente cintura-cadera (CCC)
cociente cintura-estatura (CCE)
composición corporal
creatinina
CRP de alta sensibilidad (CRP-hs)
curva de estatura por edad
curva de longitud por edad
curva de peso por edad
curva de peso por longitud
deshidratación
edema
estadiómetro
ferritina
folato
hematocrito (Hto)
hemoglobina (Hgb)
hemoglobina A1C (HgbA1C)
25-hidroxivitamina D (25[OH]D)
hierro sérico
homocisteína
índice de masa corporal (IMC)
inflamación
medicina funcional
osteocalcina
perfil metabólico básico (PMB)
perfil metabólico completo (PMC)
peso corporal habitual (PCH)
peso corporal ideal (PCI)
pletismografía por desplazamiento de aire (PDA)
prealbúmina (PAB)
proteína C reactiva (CRP)
proteína fijadora de retinol (RBP)
proteínas de fase aguda negativas
proteínas de fase aguda positivas
recuento diferencial
recuento sanguíneo completo (RSC)
retinol
transferrina
transtiretina (TTHY)
valoración nutricional funcional (VNF)
La valoración de la nutrición se puede completar en el contexto de un
modelo médico tradicional o de un modelo médico integrador
funcional. Los médicos deben estar dotados de una capacidad de
pensamiento crítico que les permita observar, interpretar, analizar
y recopilar datos, de tal manera que sean capaces de establecer nuevos
diagnósticos nutricionales o constatar que los problemas relacionados
con la nutrición han quedado resueltos (Charney et al., 2013). Las tres
fuentes de información (datos bioquímicos, características físicas y
cambios funcionales) se analizan conjuntamente, y las tendencias
temporales de estos datos son útiles para detectar pautas
características de determinados diagnósticos nutricionales o médicos
(fig. 7-1).
FIGURA 7-1 Interrelación entre los datos bioquímicos, las
características físicas y el estado funcional.
Las reformas de los sistemas de salud están modificando los
aspectos de la dietética relacionados con la valoración de la nutrición
de diferentes maneras. En primer lugar, la forma de diseñar las dietas
está cambiando para que los dietistas y nutricionistas prescriban
dietas conformes a los parámetros establecidos por los órganos de
gobierno de cada organización sanitaria concreta. En segundo lugar, el
personal sanitario debe justificar la necesidad de cada prueba
rutinaria de laboratorio solicitada. En tercer lugar, la utilización de
directrices clínicas basadas en la evidencia está modificando el tipo y
frecuencia de las determinaciones bioquímicas, las exploraciones
físicas y las pruebas funcionales solicitadas. Todos estos cambios
acrecientan el valor de la valoración física y funcional como
componente esencial de la valoración nutricional. El médico debe
valorar a los pacientes desde una perspectiva global, solicitando las
pruebas necesarias, sin verse limitado por los antecedentes de
reembolsos por determinaciones analíticas. Además, muchos
consumidores solicitan hoy en día servicios sanitarios no cubiertos por
las compañías de seguros tradicionales ni por programas estatales de
protección social. El profesional de la nutrición puede determinar la
validez y utilidad de estas solicitudes analíticas. Antes de recomendar
la ejecución de una determinada prueba bioquímica, el dietista debe
preguntarse: «¿Cómo pueden modificar los resultados de esta prueba
mi forma de actuar?».
Valoración bioquímica de la situación
nutricional
Las pruebas de laboratorio se solicitan para diagnosticar
enfermedades, establecer diagnósticos nutricionales, monitorizar la
eficacia de las medidas nutricionales preventivas, valorar la eficacia de
los tratamientos farmacológicos y valorar las intervenciones del plan
de cuidados nutricionales (PCN) o del tratamiento nutricional médico
(TNM). Las enfermedades agudas, las intervenciones quirúrgicas o las
lesiones pueden dar lugar a cambios espectaculares de los resultados
de las pruebas de laboratorio, entre los que puede encontrarse un
rápido deterioro de la situación nutricional. Además, las
enfermedades crónicas que progresan lentamente a lo largo del
tiempo también alteran estos resultados, por lo que también son útiles
desde un punto de vista preventivo.
Definiciones y aplicaciones de los resultados de
las pruebas de laboratorio
La valoración mediante pruebas de laboratorio es un proceso
estrechamente controlado. Consiste en comparar muestras control con
concentraciones conocidas de una sustancia o componente químico
(analito) con muestras de cada paciente. Los resultados obtenidos
deben estar de acuerdo con determinados valores preestablecidos
para que los datos del paciente puedan ser considerados válidos. Los
datos de laboratorio son los únicos datos objetivos utilizados en la
valoración nutricional que están «controlados»; esto quiere decir que
cada vez que se analiza una muestra la validez de la determinación se
comprueba analizando al mismo tiempo otra muestra de valor
conocido.
Las pruebas de laboratorio relacionadas con la nutrición se emplean
para estimar la concentración de nutrientes en líquidos biológicos y en
tejidos, y son esenciales para detectar déficits clínicos y subclínicos de
nutrientes. Como se muestra en la figura 7-2, las reservas de un
determinado nutriente pueden fluctuar desde un déficit extremo hasta
niveles tóxicos, pasando por estados intermedios de insuficiencia o de
normalidad. La mayoría de estas situaciones se pueden detectar
mediante pruebas de laboratorio, de tal manera que se puede llevar a
cabo una intervención nutricional antes de que se produzcan
alteraciones clínicas o antropométricas o de que el paciente desarrolle
déficit franco del nutriente en cuestión (Litchford, 2015). Los
resultados individuales de las determinaciones se deben interpretar en
función de la situación clínica del paciente, los datos relativos a la
nutrición obtenidos en la exploración física, los tratamientos
farmacológicos, el estilo de vida, la edad, el estado de hidratación, el
estado de ayuno en el momento de la toma de la muestra y los valores
de referencia establecidos por el laboratorio clínico. El resultado de un
parámetro concreto puede ser útil para el cribado o para confirmar la
observación de cambios en la situación clínica, antropométrica o
dietética. Siempre que sea posible conviene comparar los resultados
obtenidos con los resultados históricos del mismo paciente
determinados en el mismo laboratorio. Es esencial monitorizar las
tendencias de los resultados de las pruebas y las pautas de resultados
en cada contexto de factores genéticos y ambientales. Los cambios de
los resultados de las pruebas de laboratorio que se producen a lo largo
del tiempo suelen reflejar de forma objetiva los efectos de las
intervenciones nutricionales o farmacológicas y las modificaciones del
estilo de vida.
FIGURA 7-2 La cantidad almacenada de un nutriente puede
variar continuamente desde estados de déficit hasta
situaciones en que la cantidad sea adecuada o llegue a
producir efectos tóxicos.
Tipos de muestra
Lo ideal sería que la muestra analizada reflejase el contenido corporal
total del nutriente en cuestión. No obstante, no siempre es posible
disponer de la muestra más adecuada. Las muestras más habituales
para el análisis de nutrientes y de sustancias relacionadas con los
nutrientes son las siguientes:
• Sangre entera: recogida sobre un anticoagulante cuando es preciso
medir el contenido total de analito en sangre; no se separa ninguno
de sus componentes; contiene eritrocitos, leucocitos y plaquetas en
suspensión en el plasma.
• Suero: líquido obtenido a partir de la sangre una vez que esta se ha
coagulado y ha sido centrifugada para separar el coágulo y las
células sanguíneas.
• Plasma: componente líquido de la sangre, transparente y de color
ligeramente amarillento, compuesto de agua, proteínas
sanguíneas, electrólitos inorgánicos y factores de coagulación.
• Células sanguíneas: separadas de la sangre entera con
anticoagulante para determinar el contenido celular de ciertos
analitos.
• Eritrocitos.
• Leucocitos y subpoblaciones de los mismos.
• Sangre seca: sangre obtenida mediante punción en el dedo o el
talón que se impregna en un papel de filtro y puede ser utilizada
para determinados análisis hormonales o para otras pruebas, como
el cribado neonatal de fenilcetonuria.
• Otros tejidos; obtenidos mediante raspado o biopsia.
• Orina (muestras aleatorias o cronometradas): contiene metabolitos
excretados concentrados.
• Heces (muestras aleatorias o cronometradas): importante para los
análisis nutricionales en casos en que los nutrientes se absorben
mal y aparecen, por tanto, entre el material fecal, o para cuando es
preciso determinar la composición de la flora intestinal.
Con menos frecuencia se toman muestras como las siguientes:
• Pruebas de aliento: herramienta no invasiva para valorar el
metabolismo y la malabsorción de nutrientes, especialmente de
azúcares.
• Pelo y uñas: tejidos de fácil obtención que sirven para determinar
la exposición a ciertos metales tóxicos.
• Saliva: muestra obtenida de forma no invasiva que se analiza
rápidamente; en la actualidad se utiliza para valorar el
funcionamiento suprarrenal y la concentración de otras hormonas.
• Sudor: la determinación de cloruro en sudor sirve para detectar la
presencia de fibrosis quística.
• Las muestras de pelo y uñas presentan inconvenientes, como la
falta de métodos estandarizados para su procesamiento, análisis y
control de la calidad, así como su posible contaminación
ambiental. Las concentraciones o índices de nutrientes pueden ser
inferiores a las cantidades que se pueden determinar con exactitud.
El pelo se puede utilizar para determinaciones de ácido
desoxirribonucleico (ADN), por lo que en el futuro se puede
convertir en un método no invasivo para predecir la
predisposición genética a padecer ciertas enfermedades y la
eficacia de los tratamientos nutricionales médicos (v. capítulo 5).
Se están llevando a cabo numerosas investigaciones para
incrementar la utilidad de las muestras que se obtienen fácilmente
y de manera no invasiva y que no se suelen utilizar de forma
rutinaria.
Interpretación nutricional de las
pruebas rutinarias de laboratorio
Perfiles bioquímicos
Tradicionalmente, la mayor parte de las pruebas de laboratorio se
solicitaban agrupadas en los denominados perfiles bioquímicos; no
obstante, en la actualidad el profesional que solicita una prueba ha de
justificar la necesidad de llevarla a cabo. La costumbre de agrupar las
pruebas de laboratorio está cambiando, ya que las reformas en la
atención sanitaria tienden a optimizar la relación coste-efectividad de
la práctica médica. Los perfiles solicitados con más frecuencia son el
perfil metabólico básico (PMB) y el perfil metabólico completo
(PMC), en los que se incluyen grupos de pruebas de laboratorio
definidos por los Centers for Medicare and Medicaid Services con
objeto de fijar el importe de los reembolsos que deben realizarse. El
PMB y el PMC exigen que el paciente ayune entre 10 y 12 h antes de la
prueba. El PMB consta de ocho pruebas con las que se avalúa la
concentración sanguínea de glucosa, el equilibrio electrolítico e
hídrico, y la función renal. El PMC consta de las mismas pruebas que
el PMB, a las que se añaden otras seis determinaciones con las que se
evalúa la función hepática. En la tabla 7-1 se explican todas estas
pruebas (v. apéndice 22).
Tabla 7-1
Pruebas constituyentes del perfil metabólico básico y del perfil
metabólico completo
Analitos
Rango de
referencia*
Objeto
Significado
Perfil metabólico básico (PMB) (todas las pruebas realizadas en
ayunas)
Glucosa
70-99 mg/dl; 3,9- Utilizada para el
5,5 mmol/l (en
cribado de la
ayunas)
diabetes y para
monitorizar a
pacientes
diabéticos. Los
individuos con
estrés intenso
debido a
lesiones
o intervenciones
quirúrgicas
presentan
hiperglucemia
debido a la
liberación de
catecolaminas
Una glucosa en ayunas > 125 mg/dl es señal de
DM (no es preciso llevar a cabo pruebas de
tolerancia a la glucosa para establecer el
diagnóstico); una glucosa en ayunas > 100
mg/dl es señal de resistencia a la insulina
Monitorice la concentración de glucosa así como
la de triglicéridos en pacientes sometidos a
nutrición parenteral para descartar
intolerancia a la glucosa
Calcio total
8,5-10,5 mg/dl;
2,15-2,57
mmol/l
Los valores
normales
dependen de
la
concentración
de albúmina
Refleja la
La hipercalcemia se asocia a trastornos
concentración
endocrinos, cáncer e hipervitaminosis D
corporal
La hipocalcemia se asocia a déficit de vitamina
de calcio no
D o a una activación renal o hepática
almacenado en
inadecuada de la misma, así como a
los huesos. Se
hipoparatiroidismo, déficit de magnesio,
utiliza para
insuficiencia renal y síndrome nefrótico
evaluar la
En situaciones en que la albúmina sérica es baja,
función
hay que determinar la concentración de
paratiroidea y el
calcio iónico
metabolismo del
calcio, así como
para monitorizar
a pacientes con
insuficiencia
renal, trasplante
renal y
determinados
tumores
Na+
135-145 mEq/l†
Refleja la relación
entre el sodio
corporal total y
el volumen de
Utilizado para monitorizar a diversos tipos de
pacientes, como los sometidos a nutrición
parenteral o aquellos que presentan
trastornos renales, DM mal controlada,
líquido
extracelular, así
como el
equilibrio entre
la ingesta en la
dieta y la
función
excretora renal
enfermedades endocrinas diversas, síntomas
de ascitis o edema, situaciones de acidosis o
alcalosis, anomalías en la regulación hídrica y
tratamiento con diuréticos. Valores elevados
en la deshidratación y reducidos en la
sobrehidratación
K+
3,6-5 mEq/l†
Las concentraciones Utilizado para monitorizar a diversos tipos de
suelen variar al
pacientes, como los sometidos a nutrición
mismo tiempo
parenteral o aquellos que presentan
que las de sodio.
trastornos renales, DM mal controlada,
Cuando
enfermedades endocrinas diversas, síntomas
aumenta el
de ascitis o edema, situaciones de acidosis o
sodio,
alcalosis; las bajas concentraciones de K+ se
disminuye el
asocian a diarreas, vómitos, aspiración
potasio, y
nasogástrica, anomalías del equilibrio
viceversa.
hídrico, ciertos fármacos, la ingestión de
Refleja la
regaliz y los diuréticos; las concentraciones
función renal,
elevadas se asocian a enfermedades renales,
las alteraciones
lesiones por aplastamiento, infecciones y
del pH
muestras de sangre hemolizada
sanguíneo y el
funcionamiento
de las glándulas
suprarrenales
Cl−
101-111 mEq/l†
Refleja el equilibrio
acidobásico, el
equilibrio
hídrico y la
osmolalidad
Utilizado para monitorizar a diversos tipos de
pacientes, como los sometidos a nutrición
parenteral o aquellos con trastornos renales,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
diabetes insípida, o trastornos que cursan con
acidosis o alcalosis; se encuentra elevado en
situaciones de deshidratación y reducido en
las de sobrehidratación
21-31 mEq/l†
Utilizado para
evaluar el
equilibrio
acidobásico y la
situación
electrolítica
Utilizado para monitorizar a diversos tipos de
pacientes, como los sometidos a nutrición
parenteral o aquellos con trastornos renales,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
DM mal controlada, diversas enfermedades
endocrinas, síntomas de ascitis o edema, o
situaciones de acidosis o alcalosis
5-20 mg de
nitrógeno
ureico/dl; 1,87 mmol/l
Utilizado para
evaluar la
función
excretora de los
riñones y la
Incrementado en pacientes con enfermedades
renales, excesivo catabolismo proteico y
sobrehidratación; reducido en pacientes con
insuficiencia renal, equilibrio negativo del
nitrógeno y mujeres embarazadas
(o
CO2 total)
BUN o urea
función
metabólica
hepática
Creatinina
0,6-1,2 mg/dl; 53106 µmol/l
(hombres)
0,5-1,1 mg/dl; 4497 µmol/l
(mujeres)
Utilizada para
evaluar la
función
excretora renal
Incrementada en pacientes con enfermedad renal
y tras traumatismos o intervenciones
quirúrgicas; reducida en pacientes
malnutridos (cociente BUN/creatinina > 15:1)
Perfil metabólico completo (PMC) (todas las pruebas realizadas en
ayunas; incluye todas las pruebas del PMB y otras seis
determinaciones)
Albúmina
3,5-5 mg/dl; 30-50 Refleja la gravedad
g/l
de la
enfermedad y el
estrés
inflamatorio, y
está relacionada
con la
mortalidad
Reducida en pacientes con enfermedades
hepáticas, enfermedades inflamatorias
agudas y sobrehidratación. Aumenta con la
deshidratación. No constituye un marcador
biológico de la situación proteica del paciente
Proteína total 6,4-8,3 g/dl; 64-83
g/l
Refleja la
No es un parámetro adecuado para evaluar el
concentración de
estado nutricional ni la situación proteica
albúmina y
globulinas en
sangre
ALP
30-120 U/l; 0,52 µkat/l
Refleja la función
hepática; puede
ser utilizada
para investigar
anomalías óseas
Incrementada en pacientes con muy diversas
enfermedades malignas, musculares, óseas,
intestinales o hepáticas, así como en los que
presentan lesiones
ALT
4-36 U/l a 37 °C;
4-36 U/l
Refleja el
funcionamiento
hepático
Utilizada para monitorizar la función hepática en
pacientes sometidos a nutrición parenteral
AST
0-35 UI/l; 00,58 µkat/l
Refleja el
funcionamiento
hepático; se
puede utilizar
para el cribado
de anomalías
cardíacas
Utilizada para monitorizar la función hepática en
pacientes sometidos a nutrición parenteral
Bilirrubina
Bilirrubina total
0,3-1 mg/dl;
5,1-17 µmol/l
Refleja el
funcionamiento
hepático;
Aumentada tras la administración de algunos
fármacos, en presencia de cálculos biliares, en
otras enfermedades de los conductos biliares,
Bilirrubina
indirecta 0,20,8 mg/dl; 3,412 µmol/l
Bilirrubina
directa 0,1-0,3
mg/dl; 1,75,1 µmol/l
también se
utiliza para
evaluar
trastornos
hematológicos
y obstrucciones
del tracto biliar
en la hemólisis intravascular y en la
inmadurez hepática; reducida en algunas
anemias
Fósforo
(fosfato)
3-4,5 mg/dl; 0,971,45 mmol/l
La hiperfosfatemia está asociada al
hipoparatiroidismo y a la hipocalcemia; la
hipofosfatemia está asociada al
hiperparatiroidismo, la ingestión crónica de
antiácidos y la insuficiencia renal
Colesterol
total
< 200 mg/dl; 5,2
mmol/l
Reducido en pacientes con malnutrición,
malabsorción, enfermedades hepáticas e
hipertiroidismo
Triglicéridos
< 100
mg/dl; < 1,13
mmol/l
(depende de
la edad y del
sexo)
Elevados en pacientes con intolerancia a la
glucosa (p. ej., los sometidos a nutrición
parenteral que padecen hiperlipidemia
combinada) o en individuos que no están en
ayunas
ALP, fosfatasa alcalina; ALT, alanina aminotransferasa; AST, aspartato
aminotransferasa; BUN, nitrógeno ureico en sangre; Cl−, cloruro; CO2, dióxido de
carbono; DM, diabetes mellitus;
, bicarbonato; K+, potasio; MPE,
malnutrición proteica y energética; Na+, sodio.
*
Los valores de referencia pueden variar ligeramente de un laboratorio a otro.
†
1 mEq/l = 1 mmol/l.
Recuento sanguíneo completo
En el recuento sanguíneo completo (RSC) se contabiliza el número de
células presentes en sangre y se describen las características de los
eritrocitos. Un hemograma es un RSC al que se añade un recuento
diferencial de leucocitos (llamado a veces sencillamente un
diferencial). En la tabla 7-2 se muestran los elementos básicos del RSC y
del recuento diferencial, con sus correspondientes valores de
referencia y comentarios explicativos.
Tabla 7-2
Pruebas constituyentes del hemograma: recuento sanguíneo
completo y diferencial
Analitos
Rango de
referencia*
Significado
Eritrocitos
4,7-6,1 × 106/µl
(hombres);
4,7-6,1 × 1012/l
4,2-5,4 × 106/µl
(mujeres); 4,25,4 × 1012/l
Además de en los déficits nutricionales, pueden verse reducidos
en pacientes con hemorragias, hemólisis, anomalías genéticas,
insuficiencia de médula ósea o enfermedad renal, así como en
aquellos sometidos a determinados tratamientos
farmacológicos; poco sensible para los déficits de hierro,
vitamina B12 y folato
Concentración de
hemoglobina
14-18 g/dl; 8,711,2 mmol/l
(hombres)
12-16 g/dl; 7,4-9,9
mmol/l
(mujeres)
> 11 g/dl; > 6,8
mmol/l
(mujeres
embarazadas)
14-24 g/dl; 8,714,9 mmol/l
(neonatos)
Además de en los déficits nutricionales, puede estar reducida en
pacientes con hemorragias, hemólisis, anomalías genéticas,
insuficiencia de médula ósea o enfermedad renal, así como en
los sometidos a determinados tratamientos farmacológicos
Hematocrito
42-52%
(hombres)
35-47% (mujeres)
33% (mujeres
embarazadas)
44-64%
(neonatos)
Además de en los déficits nutricionales, puede estar reducido en
pacientes con hemorragias, hemólisis, anomalías genéticas,
insuficiencia de médula ósea o enfermedad renal, así como en
aquellos sometidos a determinados tratamientos
farmacológicos
Afectado ligeramente por el estado de hidratación
VCM
80-99 fl
96-108 fl
(neonatos)
Reducido (microcitosis) en el déficit de hierro, el rasgo talasémico
y la insuficiencia renal crónica; normal o reducido en la anemia
de las enfermedades crónicas; elevado (macrocitosis) en los
déficits de vitamina B12 o folato y en anomalías genéticas de la
síntesis de ADN; ni la microcitosis ni la macrocitosis son
suficientemente sensibles como para detectar déficits
marginales de nutrientes
HCM
27-31 pg/célula
23-34 pg/célula
(neonatos)
Se observan valores anormales en circunstancias parecidas a las
del VCM
CHCM
32-36 g/dl; 3236%
32-33 g/dl; 3233%
(neonatos)
Reducida en pacientes con déficit de hierro y rasgo talasémico; no
suficientemente sensible como para detectar déficits marginales
de nutrientes
Leucocitos
5-10 × 109/l;
5.00010.000/mm3 (2
años-adulto)
6-17 × 109/l;
6.00017.000/mm3 (<
2 años)
9-30 × 109; 9.00030.000/mm3
(neonatos)
Aumentados (leucocitosis) en pacientes con infecciones y
neoplasias; reducidos (leucopenia) en aquellos con
malnutrición, enfermedades autoinmunitarias, infecciones
masivas y sometidos a tratamientos de quimioterapia o
radioterapia
Diferencial
55-70%
neutrófilos
20-40% linfocitos
2-8% monocitos
1-4% eosinófilos
0,5-1% basófilos
Neutrofilia: cetoacidosis, traumatismos, estrés, infecciones
piógenas, leucemia
Neutropenia: malnutrición, anemia aplásica, quimioterapia,
infección masiva
Linfocitosis: infección, leucemia, mieloma, mononucleosis
Linfocitopenia: leucemia, quimioterapia, sepsis, sida
Eosinofilia: infecciones parasitarias, alergia, eccema, leucemia,
enfermedades autoinmunitarias
Eosinopenia: incremento de la producción de esteroides
Basofilia: leucemia
Basopenia: alergia
ADN, ácido desoxirribonucleico; CHCM, concentración de hemoglobina
corpuscular media; HCM, hemoglobina corpuscular media; sida, síndrome de
inmunodeficiencia adquirida; VCM, volumen corpuscular medio.
*
Los rangos de referencia pueden variar ligeramente de un laboratorio a otro.
Análisis de heces
Las alteraciones de la mucosa del tubo digestivo se manifiestan en
forma de diarrea o de heces negras o sanguinolentas. Se pueden llevar
a cabo determinaciones en muestras de heces para detectar cantidades
excesivas de grasas (un indicador de malabsorción) y comprobar el
estado de la flora digestiva y la cantidad y tipos de bacterias presentes
en el intestino. Las muestras fecales se pueden analizar para
comprobar su contenido en sangre, patógenos y flora intestinal. La
prueba de sangre oculta en heces se lleva a cabo de forma rutinaria en
personas de más de 50 años y en adultos más jóvenes con anemia de
origen desconocido. Se pueden solicitar coprocultivos en casos de
diarrea prolongada, especialmente si se sospecha una infección de
origen alimentario. Si se aíslan bacterias patógenas en el coprocultivo,
se deben tomar medidas farmacológicas adecuadas. Los pacientes con
síntomas digestivos crónicos, como mala digestión, o pérdida o
ganancia de peso de origen desconocido, pueden verse beneficiados
siendo sometidos a análisis de la flora intestinal para detectar si
existen patógenos o un desequilibrio de la flora fisiológica. Además, el
análisis de heces puede ser útil para valorar la microflora y la eficacia
del uso de probióticos, prebióticos y simbióticos.
Análisis de orina
El análisis de orina se utiliza como prueba de cribado o como
herramienta diagnóstica para detectar sustancias o células en orina
que se asocien a diversas enfermedades metabólicas y renales.
Algunos datos obtenidos mediante el análisis de orina tienen un
significado médico y nutricional más amplio (p. ej., la glucosuria
sugiere la presencia de un metabolismo anómalo de los hidratos de
carbono y, tal vez, de diabetes). Un análisis de orina completo
comprende: 1) el aspecto de la orina; 2) los resultados de pruebas
básicas realizadas con tiras reactivas impregnadas con productos
químicos cuyos resultados pueden ser leídos visualmente o mediante
un lector automático, y 3) el examen microscópico del sedimento
urinario. En la tabla 7-3 se enumeran las determinaciones químicas
llevadas a cabo en el análisis de orina y su significado.
Tabla 7-3
Pruebas químicas de un análisis de orina
Analito
Densidad
Valor
esperado
1,01-1,025
Significado
Se puede utilizar para determinar y monitorizar la capacidad de
concentración y de dilución del riñón, así como el estado de
hidratación; es baja en pacientes con diabetes insípida,
glomerulonefritis o pielonefritis; está elevada en aquellos con vómitos,
diarrea, sudoración, fiebre, insuficiencia suprarrenal, enfermedades
hepáticas o insuficiencia cardíaca
pH
4,6-8 (con
una dieta
normal)
pH ácido en individuos sometidos a dietas ricas en proteínas o con
acidosis (p. ej., DM mal controlada o inanición), durante la
administración de algunos fármacos, y asociado a cálculos renales de
ácido úrico, cistina u oxalato de calcio; pH alcalino en individuos que
consumen dietas ricas en vegetales o productos lácteos y en aquellos
con infección del tracto urinario, inmediatamente después de las
comidas, en tratamiento con algunos fármacos, y en pacientes con
cálculos renales de fosfatos o de carbonato cálcico
Proteínas
2-8 mg/dl
Proteinuria acusada en individuos con síndrome nefrótico,
glomerulonefritis grave o insuficiencia cardíaca congestiva; moderada
en la mayoría de las enfermedades renales, la preeclampsia o la
inflamación del tracto urinario; mínima en pacientes con determinadas
enfermedades renales o trastornos del tracto urinario inferior
Glucosa
No
Positiva en pacientes con DM; raramente en trastornos benignos
detectable
(2-10 g/dl
en la DM)
Cuerpos
cetónicos
Negativos
Positivos en pacientes con DM mal controlada (generalmente de tipo 1);
también en pacientes con fiebre, anorexia, algunas alteraciones
digestivas, vómitos persistentes, caquexia, ayuno e inanición
Sangre
Negativo
Es indicadora de infección del tracto urinario, neoplasia o traumatismo;
también es positiva en pacientes con lesiones musculares traumáticas o
anemia hemolítica
Bilirrubina
No
Urobilinógeno
0,1-1 U/dl
Índice de bilirrubina conjugada; elevado en pacientes con trastornos
hemolíticos; se utiliza para distinguir entre sí las enfermedades
hepáticas
Nitritos
Negativos
Indica bacteriuria
Índice de bilirrubina no conjugada; elevada en pacientes con algunas
detectable
enfermedades hepáticas (p. ej., cálculos biliares)
Esterasa
Negativa
leucocitaria
Prueba indirecta de bacteriuria; detecta leucocitos
DM, diabetes mellitus.
Valoración del estado de hidratación
La valoración del estado de hidratación es esencial ya que los
desequilibrios acuosos pueden ir asociados a otros desequilibrios,
como el electrolítico. Entre los tipos de desequilibrio hídrico se
encuentran la depleción de volumen o contracción del compartimento
extracelular, la deshidratación o intoxicación por sodio, y la
sobrehidratación o desplazamiento excesivo de líquidos hacia el
compartimento intersticial y linfático. La deshidratación se debe
muchas veces a una pérdida excesiva de agua y electrólitos como
consecuencia de vómitos, diarrea, uso excesivo de laxantes, diuréticos,
fístula, succión digestiva, poliuria, fiebre, sudoración profusa, ingesta
insuficiente debida a anorexia, náuseas, depresión o no disponibilidad
de líquidos para beber. Se caracteriza por una rápida pérdida de peso,
disminución de la turgencia cutánea, sequedad de las membranas
mucosas, lengua seca y cuarteada, hipotensión postural, pulso débil y
rápido, rellenado capilar lento, disminución de la temperatura
corporal (35-36,7 °C), disminución de la producción de orina,
extremidades frías, o desorientación. Véase la figura 6-2.
La depleción de volumen es un estado de inestabilidad vascular
debido a pérdida de sangre, hemorragia digestiva, quemaduras,
vómitos o diarrea. La depleción de volumen puede cursar con
hiponatremia, hipernatremia o normonatremia.
El edema (sobrehidratación) aparece cuando se produce un
incremento del volumen de líquido extracelular. Los líquidos se
desplazan desde el compartimento extracelular hacia el
compartimento intersticial (v. capítulo 6). La sobrehidratación se debe
a un aumento de la presión hidrostática capilar o de la permeabilidad
capilar, o a una disminución de la presión osmótica coloidal. Suele ir
asociada a insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca congestiva,
cirrosis hepática, síndrome de Cushing, administración por vía
intravenosa de cantidades excesivas de líquidos que contengan sodio,
e ingesta excesiva de alimentos o medicamentos ricos en sodio. Entre
sus características se encuentran un rápido aumento de peso, edema
periférico, distensión de las venas del cuello, vaciamiento lento de las
venas periféricas, pulso saltón y magno, crepitaciones pulmonares,
poliuria, ascitis y derrame pleural. En los casos más graves puede
aparecer edema pulmonar.
Entre las pruebas de laboratorio utilizadas para valorar el estado de
hidratación se encuentran el sodio sérico, el nitrógeno ureico en
sangre (elevado sin guardar proporción con la creatinina sérica), la
osmolalidad sérica y la densidad urinaria. Aunque las pruebas de
laboratorio son importantes, las decisiones con respecto a la
hidratación solo deben adoptarse tras analizar los resultados del
laboratorio en conjunción con otros datos obtenidos en la exploración
física, la valoración nutricional y el estado clínico del paciente.
Además, muchos otros resultados de pruebas de laboratorio pueden
verse afectados también por la sobrehidratación o la deshidratación,
por lo que la interpretación correcta de estos resultados es esencial a la
hora de valorar a los pacientes (v. tabla 7-1).
Inflamación y valoración bioquímica
La inflamación es una respuesta protectora del sistema inmunitario
frente a infecciones, enfermedades agudas, traumatismos, toxinas,
muchas enfermedades crónicas y estrés agudo. Desde el punto de
vista bioquímico, la inflamación se caracteriza principalmente por la
síntesis de las denominadas proteínas de fase aguda. La inflamación
desencadena una respuesta inmunitaria que conduce a la liberación de
eicosanoides y citocinas, que movilizan leucocitos y los nutrientes
necesarios para la síntesis de proteínas de fase aguda positivas
(aquellas cuya cantidad aumenta en respuesta a la inflamación). Las
citocinas (interleucina 1β [IL-1β], factor de necrosis tumoral α [TNFα], interleucina 6 [IL-6]) y los eicosanoides (prostaglandina E2 [PGE2])
ejercen efectos sobre el metabolismo, la composición y el estado
nutricional de todo el organismo. Las citocinas redirigen la síntesis de
proteínas plasmáticas en el hígado e incrementan la degradación de
proteínas musculares para satisfacer las necesidades proteicas y
energéticas de la respuesta inflamatoria. Además, la albúmina se
desplaza hacia el compartimento intersticial, dando lugar a edema. La
disminución de la concentración de las proteínas de fase aguda
negativas (es decir, albúmina, prealbúmina y transferrina séricas) es
también un reflejo de los procesos inflamatorios y de la gravedad de
las lesiones tisulares. En los estados inflamatorios agudos las
proteínas de fase aguda negativas no son indicativas de la ingesta en
la dieta ni del estado nutricional proteico (Friedman y Fadem, 2010).
Las citocinas inhiben la producción de eritrocitos y redirigen el
hierro almacenado en la hemoglobina y el suero hacia la ferritina.
Durante las infecciones, la IL-1β inhibe la producción y liberación de
transferrina y estimula la síntesis de ferritina. Por ello, las pruebas de
laboratorio utilizadas normalmente para predecir el riesgo de anemias
de origen nutricional (v. capítulo 32) no sirven para valorar a
pacientes que presentan una respuesta inflamatoria. En el capítulo 3 se
explican con más detalle los efectos de las citocinas sobre los órganos
y sistemas corporales.
Al responder el organismo a la inflamación aguda las
concentraciones de TNF-α, IL-1β, IL-6 y PGE2 van aumentando hasta
alcanzar un cierto valor máximo, a partir del cual la IL-6 y la PGE2
inhiben la síntesis de TNF-α y la secreción de IL-1β, creando de esta
forma un circuito de retroalimentación negativa. La síntesis hepática
de proteínas de fase aguda positivas se reduce, mientras que la de
proteínas de fase aguda negativas aumenta. La albúmina se desplaza
desde el compartimento intersticial al espacio extravascular. Las
reservas de hierro retornan de nuevo desde la ferritina hacia la
transferrina y la hemoglobina.
Marcadores de inflamación
Entre los marcadores bioquímicos de inflamación se encuentran las
proteínas de fase aguda positivas y negativas. En presencia de
inflamación, la síntesis hepática de proteínas de fase aguda positivas
aumenta, mientras que la síntesis de las proteínas de fase aguda
negativas se reduce. En la tabla 7-4 se enumeran las proteínas de fase
aguda.
Tabla 7-4
Proteínas de fase aguda
Proteínas de fase aguda positivas
Proteínas de fase aguda negativas
Proteína C reactiva
α1-antiquimotripsina
α1-antitripsina
Haptoglobinas
Ceruloplasmina
Amiloide sérico A
Fibrinógeno
Ferritina
Componentes C3 y C4 del complemento
Orosomucoide
Albúmina
Transferrina
Prealbúmina (transtiretina)
Proteína fijadora de retinol
Proteínas de fase aguda positivas
Proteína C reactiva
La proteína C reactiva (CRP) es un marcador inespecífico de
inflamación que puede ser útil para estimar y monitorizar la gravedad
de una enfermedad. La CRP de alta sensibilidad (CRP-hs) es un
marcador más sensible de inflamación crónica que se detecta en
pacientes con ateroesclerosis y otras enfermedades crónicas (Bajpai
et al., 2010). Aunque no se sabe con exactitud cuál es la función exacta
de la CRP, su concentración aumenta en las primeras fases del estrés
agudo, generalmente entre 4 y 6 h después de una intervención
quirúrgica u otro traumatismo. Además, su concentración se puede
multiplicar hasta por 1.000, según la intensidad de la respuesta al
estrés. Cuando la concentración de CRP empieza a disminuir, se dice
que el paciente ha entrado en la fase anabólica de la respuesta
inflamatoria y está empezando a recuperarse, siendo este el momento
en que un tratamiento nutricional más intensivo puede ser
beneficioso. Son precisos una valoración y un seguimiento continuos
para detectar posibles cambios del estado nutricional.
Ferritina
La ferritina es una proteína de fase aguda positiva, lo que significa
que la síntesis de ferritina se incrementa en los estados inflamatorios.
La ferritina no es un indicador fiable de las reservas de hierro en
pacientes con inflamación aguda, uremia, cáncer metastásico o
enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol. Las citocinas y
otros mediadores inflamatorios pueden incrementar la síntesis de
ferritina, el escape de ferritina al exterior celular, o ambas cosas. La
elevación de la ferritina se detecta entre 1 y 2 días después de la
aparición de la enfermedad aguda, y alcanza su valor máximo
transcurridos de 5 a 7 días. Un posible déficit de hierro podría no ser
diagnosticado en estas circunstancias, ya que la concentración de
ferritina se encontraría falsamente elevada.
Proteínas de fase aguda negativas
Albúmina
La albúmina se encarga del transporte de importantes constituyentes
sanguíneos, hormonas, enzimas, fármacos, minerales, iones, ácidos
grasos, aminoácidos y metabolitos. Su misión principal es mantener la
presión osmótica coloidal, aportando aproximadamente el 80% de la
presión osmótica coloidal del plasma. Cuando la concentración sérica
de albúmina se reduce, el agua que contiene el plasma se desplaza
hacia el compartimento intersticial, dando lugar a edema. Esta
pérdida de líquido en el plasma genera hipovolemia, que, a su vez,
activa la retención renal de agua y de sodio.
La albúmina presenta una semivida de entre 18 y 21 días. La
concentración de albúmina se mantiene próxima a la normalidad
durante períodos prolongados de ayuno debido a su redistribución
desde el intersticio al plasma. Por el contrario, su concentración
disminuye espectacularmente en situaciones de estrés inflamatorio, y
generalmente no se recupera pese a un apoyo nutricional agresivo. Su
concentración sérica refleja la gravedad de la enfermedad, pero no la
situación proteica ni los efectos de la nutrición suplementaria de alto
contenido en nutrientes. Por ello, un paciente bien nutrido pero
sometido a estrés puede presentar concentraciones bajas de albúmina
y de proteínas hepáticas transportadoras, mientras que un paciente
desnutrido y con una importante pérdida de peso puede presentar
concentraciones normales o casi normales. La albúmina es muy
sensible al estado de hidratación, por lo que el médico debe conocer y
documentar la causa verdadera de una concentración elevada o
reducida de albúmina.
La albúmina se sintetiza en el hígado y es indicadora del
funcionamiento hepático. Cuando una enfermedad afecta al hígado, la
síntesis de albúmina por parte de los hepatocitos se ve alterada.
Debido a la semivida de la albúmina, las anomalías del
funcionamiento hepático no se ven reflejadas inmediatamente en la
albúmina, aunque sean importantes.
Prealbúmina (transtiretina)
La prealbúmina (PAB), denominada oficialmente transtiretina
(TTHY), es una proteína hepática que circula en el suero en forma de
complejo con la proteína fijadora de retinol y la vitamina A.
Transporta las hormonas tiroideas triyodotironina y tiroxina (T4),
además de la globulina fijadora de T4. Su semivida es corta (t½ = 2
días), y en la actualidad se la considera un marcador de inflamación.
La concentración de prealbúmina se desploma en situaciones de estrés
inflamatorio, y no se corrige pese a un apoyo nutricional intensivo.
Además, su concentración sérica disminuye en pacientes con cáncer y
con enfermedades intestinales o renales que cursan con pérdidas
proteicas. La concentración sérica no es un reflejo de la situación
proteica ni de los efectos de la realimentación en pacientes con
depleción de las reservas proteicas. La concentración plasmática se
reduce también en presencia de déficit de cinc, ya que este metal es
necesario para la síntesis y secreción hepática de la PAB. A la hora de
interpretar una concentración plasmática baja de PAB hay que tener
cuenta la situación del paciente en lo relativo al cinc, analizando la
ingesta del mismo en la dieta y los antecedentes clínicos.
La concentración de PAB suele ser normal en la malnutrición
debida a ayuno prolongado, pero sí que es baja en individuos bien
nutridos que han experimentado recientemente estrés o traumatismos.
Durante el embarazo, las alteraciones de las concentraciones de
estrógenos inducen la síntesis de PAB, por lo que la concentración
sérica puede encontrarse elevada. La concentración de PAB también
puede ser alta en el síndrome nefrótico. Los pacientes con este
síndrome presentan con frecuencia proteinuria e hipoproteinemia, y
como la PAB se sintetiza con más rapidez que otras proteínas puede
detectarse en sangre una cantidad desproporcionada de PAB
(Litchford, 2015).
Proteína fijadora de retinol
La proteína hepática con una semivida más corta (t½ = 12 h) es la
proteína fijadora de retinol (RBP), una pequeña proteína plasmática
que no se filtra a través del glomérulo porque circula en forma de
complejo con la PAB. Como su nombre indica, la RBP se une al
retinol, y parece que el transporte de este metabolito de la vitamina A
es la única función de esta proteína. La RBP se sintetiza en el hígado y
se libera junto al retinol. Una vez que la RBP se desprende del retinol
en los tejidos periféricos, su afinidad por la PAB disminuye, lo que
conduce a la escisión del complejo PAB-RBP y a la filtración
glomerular de la apoproteína (apo)-RBP.
Se ha demostrado que la concentración plasmática de la RBP
disminuye en la malnutrición debida a ayuno prolongado. No
obstante, la concentración de RBP también disminuye en presencia de
estrés inflamatorio, y puede no corregirse con la realimentación. La
RBP puede no ser un buen indicador de la situación proteica en
pacientes con estrés agudo. En casos de insuficiencia renal puede
encontrarse incluso elevada, al no ser capaces los túbulos renales de
metabolizarla.
La RBP4 es un fragmento peptídico de la RBP producida por los
adipocitos y que interviene en la homeostasis de la glucosa y puede
desempeñar algún papel en el metabolismo de las lipoproteínas. En
ensayos clínicos llevados a cabo en seres humanos se ha observado
que la concentración de RBP4 se encuentra elevada en la obesidad, la
resistencia a la insulina, la diabetes gestacional, la retinopatía
proliferativa de los diabéticos y la insuficiencia renal crónica en fase 5
de individuos sin diabetes, lo que sugiere una posible relación entre
estas entidades. Para demostrar esta relación será preciso llevar a cabo
ensayos clínicos más extensos (Klein et al., 2010; Li et al., 2010).
Transferrina
La transferrina es una proteína de tipo globulina que transporta
hierro a la médula ósea para la producción de hemoglobina (Hgb). La
concentración plasmática de transferrina depende de la magnitud de
las reservas corporales de hierro. Cuando estas reservas son bajas, la
síntesis de transferrina se activa. Presenta una semivida más corta
(t½ = 8 días) que la de la albúmina. Su concentración se encuentra
reducida en las reacciones inflamatorias agudas, el cáncer, las
enfermedades vasculares del colágeno y las hepatopatías. La
concentración de transferrina es un reflejo del proceso inflamatorio y
no sirve para determinar la situación proteica.
Inmunocompetencia
La malnutrición relacionada con la inflamación va asociada a una
disminución de la inmunocompetencia, que afecta a la inmunidad
celular y a los fagocitos, y reduce las concentraciones de los
componentes del complemento, la respuesta de anticuerpos
secretados en las membranas mucosas y la afinidad de los
anticuerpos. La valoración de la inmunocompetencia también es útil
en los pacientes que están siendo tratados por alergia (v. capítulo 26).
No existe un marcador único de inmunocompetencia, con la
excepción de la resolución clínica de la infección o la respuesta
alérgica. Entre los marcadores de laboratorio con alto grado de
sensibilidad se encuentran la producción de anticuerpos séricos
específicos ante la administración de una vacuna, la respuesta de
hipersensibilidad
retardada,
la
concentración
salival
de
inmunoglobulina A secretora total o específica de alguna vacuna, y la
respuesta a patógenos atenuados. Otros marcadores menos sensibles
son la citotoxicidad de las células asesinas naturales, el estallido
oxidativo de los fagocitos, la proliferación de linfocitos y los patrones
de citocinas producidas por las células inmunitarias. En la actualidad,
la mejor manera de valorar la inmunocompetencia es la utilización de
una combinación de estos marcadores.
Valoración de las anemias de origen
nutricional
La anemia es un trastorno que se caracteriza por la disminución del
número de eritrocitos por unidad de volumen sanguíneo o por una
reducción de la Hgb sanguínea por debajo de la concentración que es
necesaria para llevar a cabo con normalidad los procesos fisiológicos.
La anemia se define por convenio como una concentración inferior a
los percentiles 95 de poblaciones de hombres, mujeres o niños
agrupados por edad sanos. La anemia no es una enfermedad, sino un
síntoma de diversos trastornos como la pérdida abundante de sangre,
la destrucción excesiva de eritrocitos o la formación de una cantidad
insuficiente de los mismos. Afecta a muchos pacientes hospitalizados
y suele ser síntoma de un proceso patológico; siempre se debe
investigar su origen. Los nutricionistas clínicos deben saber distinguir
la anemia debida a una nutrición inadecuada de la debida a otros
factores (p. ej., la deshidratación que puede enmascarar unos valores
sanguíneos bajos). En el capítulo 32 se aborda el tratamiento de las
anemias.
Clasificación de las anemias
Los déficits nutricionales son una causa importante de la producción
insuficiente de Hgb y eritrocitos. La clasificación descriptiva inicial de
las anemias se basa en el valor del hematocrito (Hto) o en el RSC,
como se explica en la tabla 7-2. Las anemias asociadas a un volumen
eritrocítico medio inferior a 80 femtolitros (fl) se consideran
microcíticas; aquellas con valores comprendidos entre 80 y 99 fl son
normocíticas; y las asociadas a tamaños iguales o superiores a 100 fl,
macrocíticas (v. capítulo 32). Los datos del RSC son útiles para
determinar las causas nutricionales de la anemia. La anemia
microcítica suele ir asociada a déficit de hierro, mientras que la
anemia macrocítica suele ser debida a una eritropoyesis defectuosa
por déficit de folato o de vitamina B12. No obstante, debido a la baja
especificidad de estos parámetros, son precisos datos adicionales para
diferenciar las diversas causas nutricionales y no nutricionales de la
anemia, como el rasgo talasémico y la insuficiencia renal crónica. La
anemia normocítica va asociada a la anemia de las enfermedades
crónicas e inflamatorias (AEC). Este tipo de anemia está relacionado
con las enfermedades autoinmunitarias, las enfermedades reumáticas,
la insuficiencia cardíaca crónica, la infección crónica, la enfermedad de
Hodgkin y otros tipos de cáncer, la enfermedad inflamatoria intestinal
y otros trastornos inflamatorios crónicos, lesiones tisulares graves, y
fracturas múltiples. La AEC no responde a los suplementos de hierro.
Otros datos del RSC que permiten distinguir entre las causas no
nutricionales de la anemia son los recuentos de leucocitos,
reticulocitos y plaquetas. Los valores bajos de estos parámetros
indican una producción insuficiente en la médula ósea, mientras que
los valores elevados están relacionados con la anemia debida a
leucemia o infecciones. La prueba de la velocidad de sedimentación
eritrocítica se solicita cuando los síntomas son inespecíficos o se
sospecha la existencia de enfermedades inflamatorias de origen
autoinmunitario. Los reticulocitos son eritrocitos inmaduros, grandes
y con núcleo, que se liberan en pequeñas cantidades junto a las células
maduras. Cuando aumenta la velocidad de producción de eritrocitos,
se incrementa también el recuento de reticulocitos. Siempre que la
anemia vaya acompañada de un recuento elevado de reticulocitos se
debe considerar la posibilidad de que exista una alta actividad
eritropoyética en respuesta a una hemorragia. En esos casos se deben
analizar muestras de heces en busca de sangre oculta para descartar
hemorragia digestiva crónica. Otras causas de recuentos elevados de
reticulocitos son los síndromes de hemólisis intravascular y las
respuestas eritropoyéticas a los tratamientos para los déficits de
hierro, vitamina B12 o ácido fólico.
La anemia normocítica o microcítica puede ser debida a la pérdida
crónica o aguda de sangre, ya sea por una intervención quirúrgica
reciente, traumatismos o a través del tubo digestivo, siendo esta
última causa detectable mediante la prueba de sangre oculta en heces.
Recuerde que en los pacientes con anemias hemolíticas y en aquellos
en las fases iniciales de la anemia ferropénica el tamaño de los
eritrocitos puede ser normal. Entre las anemias macrocíticas se
encuentran las debidas a déficit de folato y de vitamina B12. La
presencia de macrocitosis hace precisa la determinación del folato y de
la vitamina B12. Estos déficits de folato y de vitamina B12 afectan de
forma negativa a la síntesis del ADN, lo que da lugar a anomalías en
la producción y maduración de los eritrocitos. Estos cambios
provocan la liberación a la sangre de células grandes y con núcleo.
Aunque la anemia relacionada con la vitamina B12 se clasifica como
macrocítica y normocrómica, aproximadamente el 40% de los
pacientes presentan normocitosis.
Marcadores de las anemias por déficit de hierro
Hematocrito o volumen globular y hemoglobina
El Hto y la Hgb forman parte del RSC rutinario y se utilizan de forma
conjunta para determinar la situación de un paciente en cuanto al
hierro. El hematocrito (Hto) es el porcentaje de volumen que ocupan
los eritrocitos con respecto al volumen total de sangre. Generalmente,
el porcentaje de Hto equivale a tres veces la concentración de Hgb
expresada en gramos por decilitro. El valor del Hto se ve alterado por
recuentos extraordinariamente altos de leucocitos y por el estado de
hidratación. Los individuos que viven a gran altitud suelen presentar
valores más elevados. Es frecuente que los individuos mayores de 50
años presenten valores ligeramente más bajos que los adultos más
jóvenes.
La concentración de hemoglobina (Hgb) es una medida de la
cantidad total de Hgb en sangre periférica. Es un indicador más
directo de ferropenia que el Hto, ya que cuantifica la Hgb total en los
eritrocitos en lugar de un porcentaje del volumen sanguíneo total. La
Hgb y el Hto presentan valores inferiores a los normales en los cuatro
tipos de anemias de origen nutricional, y siempre deben ser
interpretados a la luz de otras pruebas de laboratorio y de los
antecedentes clínicos recientes (v. capítulo 32).
Ferritina sérica
La ferritina es la proteína en que se almacena el hierro presente en el
hígado (sistema reticuloendotelial), el bazo y la médula ósea. Cuando
aumenta el aporte de hierro, la concentración intracelular de ferritina
también aumenta para poder alojar estas nuevas reservas de hierro.
Una pequeña cantidad de ferritina escapa al torrente circulatorio. Esta
ferritina puede ser determinada mediante pruebas que están al
alcance de la mayoría de los laboratorios. En individuos con unas
reservas de hierro normales, 1 ng/ml de ferritina sérica equivale a
aproximadamente 8 mg de hierro almacenado. La determinación de
ferritina en suero en adultos sanos es un excelente indicador del
estado de las reservas corporales de hierro.
La AEC es el trastorno primario en que la ferritina no presenta
correlación con las reservas de hierro. La AEC es una forma de anemia
frecuente en pacientes hospitalizados y que afecta especialmente a
aquellos con cáncer o trastornos inflamatorios o infecciosos. Aparece
en pacientes con inflamación debido a la disminución de la
producción de eritrocitos como consecuencia de una movilización
inadecuada de las reservas de hierro. En individuos con artritis, la
depleción de las reservas de hierro es debida en parte a la menor
absorción intestinal de hierro. Además, la utilización continua de
fármacos antiinflamatorios no esteroideos puede provocar pérdidas
digestivas ocultas de sangre. La AEC se presenta de formas diversas y
no se debe confundir con la anemia ferropénica, para no iniciar una
administración inadecuada de suplementos de hierro.
Hierro sérico
El hierro sérico refleja la cantidad de hierro que circula unido a
transferrina. No obstante, no es un buen indicador de la situación de
las reservas de hierro, ya que presenta importantes fluctuaciones de
un día a otro, incluso en individuos sanos. También puede presentar
variabilidad a lo largo del día, midiéndose las concentraciones más
elevadas a primera hora de la mañana (entre las 6:00 y las 10:00) y las
mínimas, aproximadamente un 30% menores que las de la mañana, a
media tarde. Cuando se utiliza para valorar el estado de las reservas
de hierro, la concentración sérica de hierro se debe interpretar
considerando al mismo tiempo los resultados de otras pruebas de
laboratorio y los antecedentes clínicos recientes.
Capacidad total de fijación del hierro y saturación
de transferrina
La capacidad total de fijación del hierro (CTFH) es una medida
directa de la proteína disponible para transportar el hierro circulante y
depende del número de puntos de unión presentes en la transferrina,
la proteína plasmática encargada del transporte del hierro. La síntesis
y la secreción de transferrina están reguladas por la disponibilidad de
hierro intracelular (es decir, la concentración de transferrina aumenta
en individuos con déficit de hierro).
La saturación de transferrina refleja la disponibilidad de hierro en
los tejidos (para la eritropoyesis en la médula ósea). Se calcula
mediante la siguiente ecuación:
Además, cuando la cantidad de hierro almacenado disponible para
ser transportado por la transferrina disminuye y la ingesta de hierro
es baja, la saturación de transferrina disminuye.
Existen excepciones a la regla según la cual la saturación de
transferrina disminuye y la CTFH aumenta en pacientes ferropénicos.
Por ejemplo, la CTFH aumenta en pacientes con hepatitis. También es
alta en individuos con hipoxia y en mujeres embarazadas, tratadas
con anticonceptivos orales o sometidas a reemplazo hormonal. Por el
contrario, la CTFH disminuye en pacientes con cáncer, nefritis y
anemias hemolíticas. Además, la concentración plasmática de
transferrina puede ser baja en individuos con malnutrición proteica y
energética (MPE), sobrecarga de líquidos o hepatopatías. Por tanto,
aunque la CTFH y la saturación de transferrina son más específicas
que el Hto o la Hgb, no son indicadores perfectos del estado de las
reservas de hierro.
Otro hecho que limita la utilidad de los valores de hierro sérico,
CTFH y saturación de transferrina es que los valores normales se
mantienen hasta que el paciente desarrolla un déficit verdaderamente
importante. Por ello, estas pruebas no son útiles para detectar el
decrecimiento de las reservas de hierro y la insuficiencia del mismo.
Pruebas para anemias macrocíticas debidas a
déficits de vitamina B
Las anemias macrocíticas pueden ser debidas a déficit de folato o a
déficit de vitamina B12. Las causas nutricionales de anemia macrocítica
están relacionadas con la disponibilidad de folato y de vitamina B12 en
la médula ósea, por lo que es precisa la determinación de la
concentración de ambos nutrientes. El déficit de estos nutrientes
reduce la síntesis de ADN al impedir la síntesis de monofosfato de
timidina. El folato y la vitamina B12 intervienen en diferentes pasos de
esta vía sintética. La producción de eritrocitos se ve afectada, y en
consecuencia se liberan a la circulación eritrocitos grandes y con
núcleo (v. capítulo 32).
Valoración de las reservas de folato y vitamina B12
Para el estudio de la anemia macrocítica es necesario comprobar si
existen déficits de folato o de vitamina B12 en sangre. Estos parámetros
se pueden determinar mediante técnicas que miden la capacidad de
una muestra de sangre del paciente para promover el crecimiento de
microbios que requieren folato o vitamina B12 o mediante pruebas de
fijación de ligandos radiactivos o inmunoanálisis.
Homocisteína sérica
El folato y la vitamina B12 son necesarios para la síntesis de Sadenosilmetionina (SAM), el precursor bioquímico que interviene en
la transferencia de una unidad de carbono (grupo metilo) en el curso
de muchas vías biosintéticas. La SAM se sintetiza a partir del
aminoácido metionina mediante una reacción en que se unen al
mismo un grupo metilo y la base purínica adenina (procedente de
trifosfato de adenosina [ATP]). Por ejemplo, cuando la SAM cede su
grupo metilo para la síntesis de timidina, creatina, colina o adrenalina,
o para la metilación de proteínas o del ADN, se transforma en Sadenosilhomocisteína. Tras la pérdida del grupo adenosilo, la
homocisteína resultante se puede convertir en cisteína a través de la
vía de la transulfuración, dependiente de vitamina B6, o regenerar
metionina mediante una reacción que depende de la presencia de
cantidades adecuadas de folato y vitamina B12.
Cuando existe déficit de folato o de vitamina B12, la conversión de la
homocisteína en metionina no es posible, por lo que la homocisteína
se acumula en los tejidos afectados y es vertida al torrente circulatorio.
La vía de la transulfuración dependiente de vitamina B6 puede
metabolizar el exceso de homocisteína. Se ha comprobado que la
homocisteína es sensible a los déficits de folato y de vitamina B12.
Por tanto, una concentración elevada de homocisteína es señal o de
defectos genéticos que afecten a las enzimas que catalizan estas
reacciones, o de un déficit de folato, vitamina B12 o vitamina B6.
Diversas investigaciones indican que existen una serie de
polimorfismos del gen del folato que afectan a la metilación del folato
y la vitamina B12 e incrementan el riesgo de determinados trastornos
cardiovasculares y neurológicos crónicos (Fan et el., 2010; v.
capítulos 5 y 41).
Determinación del folato
El folato se suele medir simultáneamente en sangre entera, en donde
refleja el contenido plasmático más el celular, y en suero. A
continuación, se utiliza la diferencia entre el folato en sangre entera y
el folato sérico para determinar la concentración eritrocítica total de
folato. La concentración eritrocítica de folato es mejor indicador de la
situación de las reservas de folato que el folato sérico, ya que la
concentración eritrocítica de folato es mucho mayor que la sérica. La
determinación del folato eritrocítico refleja mejor el contenido tisular
del mismo y se considera el parámetro de elección para valorar la
situación del organismo con respecto al folato. El folato se absorbe en
el yeyuno, y su malabsorción puede ser debida a diversas causas; no
se dispone de ninguna prueba específica para valorar la absorción de
folato. La existencia y la magnitud del déficit se deben determinar en
pacientes con enfermedad celíaca, los sometidos a cirugía bariátrica,
los que han sido tratados a largo plazo con fármacos como
anticonvulsivantes o sulfasalacina, los consumidores crónicos de
alcohol, los que presentan polimorfismos del gen de la
metilenotetrahidrofolato reductasa (MTHFR), y aquellos con artritis
reumatoide tratados con metotrexato (v. capítulos 5 y 8).
Determinación de la vitamina B12
La vitamina B12 se mide en suero, y todo apunta a que la información
que se puede obtener a través de su concentración en suero es la
misma que proporciona la concentración eritrocítica de esta vitamina.
Cuando se detectan anomalías que afectan a la vitamina B12 es preciso
descartar la existencia de anticuerpos frente al factor intrínseco (IFAB)
o frente a las células parietales; la presencia de estos anticuerpos es la
causa más frecuente de anemia macrocítica. Antiguamente se utilizaba
la prueba de Schilling para detectar defectos en la absorción de la
vitamina B12; hoy en día es raro utilizarla, ya que requiere que se
administre al paciente vitamina B12 radiactiva (v. capítulo 32). Para
comprobar la situación del paciente en lo relativo a la vitamina B12 es
más útil la determinación de la concentración en suero o en orina de
ácido metilmalónico (MMA).
Vitamina B12 y ácido metilmalónico
Una vez descartada una causa genética o autoinmunitaria, el método
bioquímico más directo para diferenciar el déficit de folato del de
vitamina B12 es la determinación de la concentración sérica o urinaria
de MMA. El MMA se forma durante la degradación del aminoácido
valina y de los ácidos grasos con número impar de átomos de
carbono. El MMA es un subproducto de estas vías metabólicas cuya
concentración aumenta cuando la conversión de metilmalonil
coenzima A (CoA) en succinil-CoA queda bloqueada por falta de
vitamina B12, que actúa como coenzima necesaria en esta reacción. Por
tanto, su déficit conduce a la acumulación de MMA, que se refleja en
su concentración sérica o urinaria. La determinación de MMA urinario
es más sensible que la de vitamina B12 sérica porque constituye un
marcador del verdadero déficit tisular de vitamina B12. La
determinación de MMA en suero puede dar lugar a resultados
falsamente elevados en casos de insuficiencia renal o de depleción del
volumen intravascular. La determinación de MMA en orina es el
único método que ha sido validado para el cribado del déficit de
vitamina B12. La homocisteína y el MMA tienden a detectar los déficits
vitamínicos inminentes de forma más eficaz que las pruebas estáticas.
Esto es especialmente importante al valorar a ciertos pacientes, como
los veganos o las personas de edad avanzada, que pueden presentar
un déficit de vitamina B12 asociado a anomalías del sistema nervioso
central.
Vitaminas liposolubles
La malabsorción de las grasas da lugar con mucha frecuencia a
problemas para absorber las vitaminas A, E, D y K. Hay diversos
factores que pueden impedir la formación de micelas de sales biliares
normales, interfiriendo de esa manera en la absorción de las vitaminas
liposolubles; entre ellos se encuentran un pH bajo en la luz digestiva,
una concentración de sales biliares inferior a la crítica para la
formación de micelas o la hidrólisis inadecuada de los triglicéridos.
Los individuos con trastornos que provocan malabsorción de las
grasas, incluidos aquellos que han sido sometidos a cirugía bariátrica,
presentan un alto riesgo de déficit de vitaminas liposolubles. En el
apéndice 22 se enumeran las pruebas que hay que llevar a cabo para
descartar déficits vitamínicos concretos.
Vitamina A
La situación con respecto a la vitamina A se puede determinar
midiendo el retinol sérico, cuya concentración normal en adultos está
comprendida entre 30 y 80 µg/dl. El déficit primario de vitamina A
puede ser debido a ingesta inadecuada, malabsorción de grasas o
trastornos hepáticos. El déficit secundario de vitamina A puede ser
consecuencia de la disminución de la biodisponibilidad de
carotenoides precursores de la vitamina A o de interferencias con la
absorción, almacenamiento o transporte de la vitamina A (p. ej.,
enfermedad celíaca, fibrosis quística, insuficiencia pancreática, cirugía
bariátrica reductora de la absorción u obstrucción de los conductos
biliares). El déficit de vitamina A es frecuente en situaciones de
malnutrición prolongada y se ha detectado en pacientes 1 año o más
después de haber sido sometidos a cirugía de derivación gástrica o a
intervenciones biliopancreáticas para la reducción del peso (Ledoux
et al., 2006; Maden et al., 2006; Zalesin et al., 2011). El estrés oxidativo
asociado a la cirugía mayor, incluida la de derivación gástrica,
también puede interferir en la absorción y utilización de la vitamina
A. Dado que los mecanismos de absorción de esta vitamina son los
mismos que intervienen en la absorción de la vitamina D, la
concentración sérica de retinol siempre debe ser determinada cuando
se estén administrando suplementos de vitamina D.
Se dice que existe toxicidad aguda o crónica por vitamina A cuando
la concentración de retinol supera los 100 µg/dl. Se ha descrito
hipervitaminosis A en casi el 50% de los pacientes tratados con el
150% de la CDR de vitamina A, en forma de retinol, entre 6 y 12 meses
después de una gastrectomía en manga laparoscópica (Aarts, 2011). La
toxicidad crónica por vitamina A se asocia a caída del pelo, sequedad
de las membranas mucosas, piel seca y áspera, e incluso pérdida de
hueso cortical y fracturas. Véase el apéndice 22.
Vitamina D
La situación individual con respecto a la vitamina D se puede estimar
midiendo la concentración plasmática de 25-hidroxivitamina D
(25[OH]D). Los valores de referencia que se utilizan en la actualidad
en la práctica clínica son los que ha actualizado recientemente el IOM
(IOM, 2011). Tradicionalmente, la concentración de vitamina D que se
consideraba suficiente se basaba en el valor umbral más bajo de
concentración plasmática de 25(OH)D (aproximadamente 80 nmol/l o
32 ng/ml) que previene el hiperparatiroidismo secundario, el
incremento de la remodelación ósea, la desmineralización del hueso o
las variaciones estacionales de la concentración plasmática de
hormona paratiroidea. La revisión del IOM llevó a la conclusión de
que el riesgo de déficit comienza cuando la concentración de 25(OH)D
cae por debajo de 30 nmol/l o 12 ng/ml, y que concentraciones séricas
de 50 nmol/l o 20 ng/ml son suficientes para prácticamente cualquier
individuo. La American Geriatric Society (AGS) ha publicado un
nuevo documento de consenso sobre la administración de
suplementos de vitamina D y calcio para la reducción de las caídas y
fracturas a personas a partir de los 65 años y a poblaciones de alto
riesgo con síndromes de malabsorción, utilización de fármacos que
aceleren el metabolismo de la vitamina D, obesidad o exposición muy
reducida a la luz solar (AGS, 2014).
Se considera que 75 nmol/l o 30 ng/ml de 25(OH)D constituye una
cantidad suficiente de vitamina D (AGS, 2014). Algunos
investigadores recomiendan concentraciones séricas algo superiores,
de hasta 90 o 100 nmol/l (de 36 a 40 ng/ml) (Bischoff-Ferrari, 2014). Las
concentraciones óptimas de 25(OH)D no están bien definidas, y la
determinación de su concentración sérica no está bien estandarizada,
ni su calibración normalizada.
El déficit de vitamina D puede ser debido a una ingesta inadecuada,
a una exposición insuficiente a la luz solar o a malabsorción. El déficit
de vitamina D puede conducir también a una malabsorción
secundaria de calcio. En la insuficiencia renal crónica se produce
malabsorción de calcio porque para que la vitamina D se active es
precisa su hidroxilación renal; a continuación, la vitamina D activada
promueve la síntesis de una proteína fijadora de calcio en las células
intestinales encargadas de su absorción (v. capítulo 35). La toxicidad
debida a vitamina D es poco frecuente, pero se ha descrito en algunos
pacientes que ingerían dosis descomunales de vitamina D. Entre sus
efectos adversos se encuentran la hipercalcemia, la hiperfosfatemia, la
supresión de la secreción de hormona paratiroidea y la hipercalciuria
(Klontz y Acheson, 2007).
Vitamina E
La situación en lo que respecta a la vitamina E se puede estimar
mediante la determinación de la concentración en suero de α-tocoferol
o del cociente entre esta concentración y los lípidos séricos totales. Un
cociente bajo es compatible con déficit de vitamina E. El déficit de
vitamina E no es frecuente en los países desarrollados, excepto en
individuos con síndromes de malabsorción de grasas. Los síntomas
principales del déficit de vitamina E son una leve anemia hemolítica y
efectos neurológicos inespecíficos. En los adultos, se considera que
existe déficit cuando las concentraciones de α-tocoferol son inferiores
a 5 µg/ml (< 11,6 µmol/l). En los adultos con hiperlipidemia el
indicador más fiable es un bajo cociente entre α-tocoferol sérico y
lípidos (< 0,8 mg/g de lípidos totales).
La toxicidad debida a vitamina E es rara, pero la ingesta de más de
1.000 mg/día de vitamina E puede dar lugar a un riesgo importante de
hemorragia, especialmente si el paciente se encuentra en tratamiento
con anticoagulantes. Aunque rara vez se observan efectos adversos,
incluso en individuos tratados con dosis muy altas de vitamina E, en
un metaanálisis se ha demostrado que la ingesta de más de 400 UI/día
(de α-tocoferol solamente) podría incrementar la mortalidad (Miller
et al., 2005).
Vitamina K
La situación con respecto a la vitamina K se puede estimar mediante
la determinación del tiempo de protrombina (TP). El TP se utiliza para
valorar la vía común de la cascada de la coagulación sanguínea. La
vitamina K es necesaria para la síntesis de los factores de coagulación
II, VII, IX y X. La osteocalcina o proteína ósea G1a (BGP) es un
marcador del grado de remodelación ósea que también puede
utilizarse para comprobar la situación en que se encuentra la vitamina
K. La producción de BGP es estimulada por la 1,25-dihidroxivitamina
D (1,25[OH]2D) y es dependiente de vitamina K. La vitamina K
aumenta la carboxilación de la osteocalcina o BGP, pero sin que se
incremente su velocidad total de síntesis. En situaciones de escasez de
vitamina K se reducen las concentraciones de BGP y de osteocalcina
sérica. Esta relación puede explicar los hallazgos fisiopatológicos de la
osteoporosis por déficit de vitamina K. La función de la osteocalcina
no se conoce con certeza; no obstante, puede constituir un foco para el
depósito de cristales de hidroxiapatita o afectar al metabolismo
energético a través de la producción y acción de la insulina
(Hammami, 2014).
Vitaminas hidrosolubles y
oligoelementos
Ácido ascórbico
El ácido ascórbico o vitamina C es una vitamina hidrosoluble con
propiedades antioxidantes. La situación con respecto a la vitamina C
se puede valorar mediante la determinación de la concentración
sanguínea de ácido ascórbico. Los valores inferiores a 6 mg/dl (<
34 µmol/l) son sugestivos de insuficiencia, y los que están por debajo
de 2 mg/dl (< 11 µmol/l), de déficit. Los déficits son poco frecuentes en
los países desarrollados salvo en casos de restricciones dietéticas
severas impuestas por el propio individuo. Los síntomas del déficit
consisten en sangrado de encías, sujeción dental debilitada, mala
cicatrización de las heridas y hemorragias perifoliculares. Se han
descrito fenómenos de toxicidad en individuos que ingerían más de
2 g/día durante períodos de tiempo prolongados.
Entre los déficits de vitaminas hidrosolubles, los de vitamina B12 y
folato son los diagnosticados con más frecuencia entre los adultos. Los
déficits francos de otras vitaminas hidrosolubles u oligoelementos son
poco frecuentes en poblaciones con una dieta variada de alimentos
enteros y reforzados. Se han descrito déficits de tiamina en individuos
que consumen alcohol de forma crónica y abusiva sin ingerir
cantidades adecuadas de tiamina, en casos de vómitos persistentes, en
pacientes tratados con altas dosis de diuréticos y que presentan una
ingesta inadecuada, en individuos con problemas de absorción
debidos a enfermedades o intervenciones quirúrgicas, y en pacientes
sometidos a NP de larga duración sin adición de una cantidad
adecuada de la vitamina. Para valorar la situación con respecto a la
tiamina se puede determinar el contenido en difosfato de tiamina en
sangre entera, ya que las concentraciones séricas y plasmáticas reflejan
los cambios dietéticos recientes y pueden inducir a errores. Algunos
individuos pueden presentar déficits subclínicos de vitaminas
hidrosolubles u oligoelementos. No obstante, los métodos de que se
dispone en la actualidad para valorar la situación nutricional de estas
sustancias son caros y causa de controversia. En el apéndice 22 se
explican con más detalle las pruebas de que se dispone para la
determinación de vitaminas y oligoelementos concretos.
Marcadores de la composición corporal
Creatinina
La creatinina se forma a partir de la creatina, que está presente casi
exclusivamente en el tejido muscular. La creatinina sérica se utiliza
junto al BUN para valorar la función renal (v. capítulo 35). La
creatinina urinaria se ha utilizado para valorar la situación con
respecto a las proteínas somáticas (musculares). La creatina se
sintetiza a partir de los aminoácidos glicina y arginina mediante la
adición de un grupo metilo procedente del ciclo de la metioninaSAM-homocisteína, que es dependiente de folato y cobalamina. El
fosfato de creatina actúa como amortiguador fosfato de alta energía
que proporciona de forma continua ATP para la contracción
muscular. Cuando se desfosforila la creatina, parte de la misma se
convierte espontáneamente en creatinina mediante una reacción no
enzimática e irreversible. La creatinina carece de funciones biológicas
específicas; es liberada continuamente a partir de las células
musculares y excretada a través de los riñones sin ser apenas
reabsorbida.
La naturaleza omnívora de la dieta puede dar lugar a
equivocaciones cuando se utiliza la creatinina urinaria para valorar el
estado de las proteínas somáticas. Como la creatina se almacena en el
tejido muscular, los alimentos cárnicos contienen grandes cantidades
de la misma. No es posible distinguir la creatinina formada a partir de
la creatina de la dieta de la de origen endógeno. Cuando un individuo
está sometido a una dieta en que esté restringida la ingestión de carne,
la cantidad de proteína somática (músculo) almacenada es
directamente proporcional a la cantidad de creatinina excretada. Por
ello, los hombres suelen presentar mayores concentraciones séricas y
excreciones urinarias de creatinina que las mujeres, y los individuos
con mayor desarrollo muscular también presentan concentraciones
séricas y excreciones superiores a las de que aquellos con menor masa
muscular. El peso corporal total no es proporcional a la excreción
de creatinina, pero la masa muscular sí. La velocidad de excreción de
creatinina está relacionada con la masa muscular y se expresa como
porcentaje de un valor estándar, como se observa en la siguiente
ecuación para el cálculo del índice creatinina-estatura (ICT):
Un ICT superior al 80% se considera normal; entre el 60 y el 80% es
sugestivo de una ligera depleción de la musculatura esquelética; entre
el 40 y el 60%, de depleción moderada; y si es inferior al 40%, de
depleción grave (Blackburn et al., 1977).
La excreción diaria de creatinina varía significativamente entre
diferentes individuos, debido probablemente a las pérdidas que se
producen a través del sudor. Además, este parámetro se calcula a
partir de recogidas de orina de 24 h, que no son sencillas de obtener.
Debido a estas limitaciones, la concentración urinaria de creatinina
como marcador de masa muscular tiene poco predicamento en los
centros de atención sanitaria, y suele ser utilizada solo en el ámbito de
la investigación (tabla 7-5).
Tabla 7-5
Excreciones de creatinina esperadas en adultos según la
estatura
HOMBRES ADULTOS*
MUJERES ADULTAS†
Estatura (cm) Creatinina (mg) Estatura (cm) Creatinina (mg)
157,5
1.288
147,3
830
160
1.325
149,9
851
162,6
1.359
152,9
875
165,1
1.386
154,9
900
167,6
1.426
157,5
925
170,2
1.467
160
949
172,7
1.513
162,6
977
175,3
1.555
165,1
1.006
177,8
1.596
167,6
1.044
180,3
1.642
170,2
1.076
182,9
1.691
172,7
1.109
185,4
1.739
175,3
1.141
188
1.785
177,8
1.174
190,5
1.831
180,3
1.206
193
1.891
182,9
1.240
*
Coeficiente de creatinina en hombres 23 mg/kg de peso corporal «ideal».
†
Coeficiente de creatinina en mujeres 18 mg/kg de peso corporal «ideal».
Equilibrio del nitrógeno
Los estudios acerca del equilibrio del nitrógeno se utilizan
fundamentalmente en investigación para estimar la relación entre el
aporte exógeno de nitrógeno (oral, entérico o parenteral) y la
eliminación de compuestos nitrogenados (urinaria, fecal, a través de
heridas), así como de otras fuentes de nitrógeno. Estos estudios no
constituyen una medida del anabolismo y catabolismo proteico, ya
que un estudio del metabolismo proteico verdadero requiere la
ingestión de proteína marcada radiactivamente (mediante un isótopo
estable) para seguir su destino a través del organismo. Incluso aunque
fuesen útiles, los estudios del equilibrio del nitrógeno son difíciles de
llevar a cabo, ya que la recogida de muestras de orina de 24 h es
tediosa cuando el paciente no está sondado. Además, los pacientes
con metabolismo inflamatorio suelen presentar alteraciones de la
función renal, lo que introduce errores en el cálculo del equilibrio del
nitrógeno al no incluir en el mismo el nitrógeno retenido (Gottschlich
et al., 2001). Los médicos que utilicen el equilibrio del nitrógeno para
estimar el flujo de proteínas en pacientes en estado crítico deben tener
en cuenta las limitaciones de estos estudios, así como el hecho de que
un equilibrio positivo de nitrógeno puede no ser señal de una
disminución del catabolismo proteico, especialmente en situaciones en
que existe inflamación (enfermedades y traumatismos).
Valoración del riesgo de enfermedad
crónica
Parámetros lipídicos indicadores de riesgo
cardiovascular
El American College of Cardiology (ACC) y la American Heart
Association (AHA) han publicado nuevas directrices para la
valoración del riesgo cardiovascular (Stone et al., 2014). Estas
directrices se denominan Adult Treatment Panel 4 (ATP4) y vienen a
sustituir al Adult Treatment Panel 3 (ATP3). En ellas se establecen
cuatro grupos de alto riesgo:
• Adultos con enfermedad cardiovascular ateroesclerótica.
• Adultos con diabetes, de entre 40 y 75 años, con concentraciones de
lipoproteínas de baja densidad (LDL) comprendidas entre 70 y
189 mg/dl.
• Adultos con concentraciones de colesterol LDL de al menos
190 mg/dl.
• Adultos de entre 40 y 75 años con concentraciones de LDL
comprendidas entre 70 y 189 mg/dl y al menos un 7,5% de riesgo
de desarrollar enfermedad cardiovascular ateroesclerótica en los
próximos 10 años.
El riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular
ateroesclerótica en 10 años se determina mediante las ecuaciones
derivadas del estudio Framinghan de riesgo de enfermedad
cardiovascular general a 10 años. Entre los factores de riesgo se
encuentran la edad, el sexo, el colesterol total, el colesterol HDL, el
tabaquismo, la presión arterial sistólica y el tratamiento
antihipertensivo actual (cuadro 7-1). Las nuevas directrices ACC/AHA
restan importancia a la utilización de marcadores aparte del colesterol
LDL y el colesterol HDL. Entre los marcadores de riesgo de
enfermedad cardiovascular ateroesclerótica descubiertos más
recientemente y cuyo uso no se recomienda en el ATP4 se encuentran
la diferenciación de subpartículas de LDL por tamaño y su agrupación
por tipo, la apolipoproteína B (apoB) y el fenotipo de apolipoproteína
E (apoE). El Cholesterol Expert Panel ha llegado a la conclusión de
que estos marcadores no son marcadores de riesgo independientes y
no aportan nada a las ecuaciones de predicción. Otros investigadores
proponen modelos matemáticos que predicen el riesgo de formación
de placas tomando en consideración al mismo tiempo las
concentraciones de LDL y de HDL (Hao y Friedman, 2014). En el
capítulo 33 se ahonda en el tema de la relación entre el perfil lipídico y
el riesgo cardiovascular.
Cuadr o 7-1
Lípidos y lipoproteínas como
factores de riesgo cardiovascular
ateroesclerótico
Puntos de corte de las pruebas de laboratorio utilizadas para
calcular el riesgo de ECVA a 10 años
Colesterol total: > 200 mg/dl
HDL: < 40 mg/dl
LDL: > 131 mg/dl
En individuos seleccionados de alto riesgo, se puede considerar la
utilización de estos puntos de corte:
Puntos de corte de la CRP-hs utilizados para determinar el riesgo
• < 1 mg/l = riesgo bajo
• 1,1-3 mg/l = riesgo medio
• 3,1-9,9 mg/l = riesgo alto
• ≥ 10 mg/l = riesgo muy alto
• Si el valor inicial es > 3 pero < 10 mg/dl, repita transcurridas 2
semanas
Fosfolipasa A2 asociada a lipoproteínas (Lp-PLA2): utilizada
conjuntamente con la CRP-hs en individuos de riesgo intermedio
o alto
Apolipoproteína A-1: se puede utilizar junto con la monitorización
del LDL-C como marcador no HDL-C en pacientes con
triglicéridos séricos ≥ 200 mg/dl; las bajas concentraciones son
aterógenas
Cociente apolipoproteína B/A: se puede utilizar junto con la
monitorización del LDL-C como marcador no HDL-C en pacientes
con triglicéridos séricos ≥ 200 mg/dl
Otras pruebas de laboratorio relacionadas con el riesgo
cardiovascular, pero no recomendadas en el ATP4
Densidad de VLDL: las partículas remanentes son aterógenas
Lp(a): las concentraciones elevadas son aterógenas
Homocisteína sérica: incrementada = mayor riesgo
RBP4: las concentraciones elevadas pueden ser señal de las
primeras fases de la resistencia a la insulina y de la existencia de
los correspondientes factores de riesgo cardiovasculares
Adaptado de Stone NJ et al: 2013 ACC/AHA guideline on the treatment of blood
cholesterol to reduce atheroesclerotic cardiovascular risk in adults: a report of the American
College of Cardiology/American Heart Association Task Force on practice guidelines,
Circulation 129 (25 Suppl 2):S1, 2014.
CRP-hs, proteína C reactiva de alta sensibilidad; HDL, lipoproteína de alta
densidad; LDL, lipoproteína de baja densidad; Lp(a), lipoproteína a; RBP4,
proteína fijadora del retinol 4; VLDL, lipoproteína de muy baja densidad.
La National Lipid Association (NLA) Expert Panel propone unos
objetivos para el tratamiento algo diferentes de los del ATP4. La NLA
incluye objetivos para el colesterol no HDL, el colesterol LDL y la
apolipoproteína B (Jacobson et al., 2014; v. capítulo 33).
Los pacientes sometidos a valoración lipídica deben haber
mantenido un ayuno de al menos 12 h en el momento de la extracción
de sangre. El ayuno es necesario principalmente porque la
concentración
de
triglicéridos
aumenta
y
disminuye
espectacularmente durante el período posprandial, y la concentración
de colesterol LDL se calcula a partir de las concentraciones séricas de
colesterol total y de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad.
Este cálculo se lleva a cabo mediante la ecuación de Friedewald y es
más exacto cuando la concentración de triglicéridos es menor de
400 mg/dl. Si la concentración de triglicéridos es inferior a 400 mg/dl,
la ecuación de Friedewald proporciona una estimación de la
concentración de colesterol LDL en ayunas que no suele alejarse más
de 4 mg/dl del valor verdadero de la misma.
Hemoglobina A1C y diabetes
Aproximadamente, entre el 4 y el 6% de la Hgb total de individuos
con un metabolismo normal de la glucosa está glucosilada. El
porcentaje de esta glucohemoglobina o hemoglobina A1C (HgbA1C)
en sangre está directamente relacionado con la concentración media
de glucosa en sangre durante los 2 o 3 meses precedentes y no
depende de los cambios más recientes de la concentración de glucosa.
Es útil para diferenciar la hiperglucemia a corto plazo de individuos
sometidos a estrés o que han sufrido un infarto de miocardio de la de
aquellos que padecen diabetes. Se ha añadido como criterio
diagnóstico de la diabetes mellitus, una vez que el valor de la primera
determinación de HgbA1C se confirma con un segundo resultado
superior a 6,5% o con una glucosa plasmática de más de 200 mg/dl
(11 mmol/l). La HgbA1C no se utiliza como criterio diagnóstico en la
diabetes gestacional, debido a las alteraciones del tiempo de
renovación de los eritrocitos (American Diabetes Association
[ADA], 2011).
La HgbA1C se puede correlacionar con la glucosa plasmática media
diaria. Cada cambio de un 1% de la HgbA1C equivale
aproximadamente a un cambio de 35 mg/dl de la glucosa plasmática
media. Los resultados de estas pruebas sirven para aconsejar a los
pacientes acerca de los cambios que puedan haber realizado en su
dieta habitual (ADA, 2011). En el capítulo 30 se explican con más
detalle la HgbA1C y el tratamiento de la diabetes.
Marcadores de estrés oxidativo e inflamación
Los marcadores biológicos de estrés oxidativo e inflamación se han
asociado a muchos trastornos crónicos y factores de riesgo (v.
capítulo 3). El envejecimiento y muchas enfermedades, como la artritis
reumatoide, la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de
Alzheimer, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer se inician,
en parte, debido al estrés oxidativo, como ponen de manifiesto la
oxidación por parte de radicales libres de los lípidos, los ácidos
nucleicos y las proteínas. Una forma indirecta de valorar el grado de
estrés oxidativo es determinar la concentración de compuestos
antioxidantes presentes en líquidos corporales. El estrés oxidativo está
relacionado con las concentraciones de las siguientes sustancias:
• Vitaminas antioxidantes (tocoferoles y ácido ascórbico).
• Compuestos fitoquímicos con propiedades antioxidantes presentes
en la dieta (p. ej., carotenoides).
• Minerales con propiedades antioxidantes (p. ej., el selenio).
• Compuestos y enzimas antioxidantes de origen endógeno (p. ej.,
superóxido dismutasa, glutatión).
Expresado con más exactitud, la concentración de estas sustancias
presenta correlación con el equilibrio entre su ingesta y su producción,
y su utilización en el proceso de inhibición de los radicales libres que
se generan como consecuencia del estrés oxidativo.
La estimación de la concentración de tioles antioxidantes
intracelulares como el glutatión se puede llevar a cabo mediante la
determinación de radicales libres de oxígeno utilizando técnicas
espectrofotométricas y muestras obtenidas mediante punción en el
dedo. No obstante, para facilitar la valoración de los marcadores para
la predicción del riesgo son necesarios protocolos estandarizados y
métodos que permitan combinar e integrar la información obtenida
con múltiples perfiles de marcadores biológicos de estrés oxidativo e
inflamación. Aunque se han llevado a cabo algunos estudios
intervencionistas en que se han examinado los efectos de los
suplementos alimenticios, la dieta y el ejercicio sobre los marcadores
biológicos de estrés oxidativo e inflamación, los datos obtenidos no
han sido concluyentes, por lo que es preciso llevar a cabo más
estudios para dilucidar los mecanismos subyacentes.
En la tabla 7-6 se enumeran los marcadores químicos de estrés
oxidativo utilizados con más frecuencia. En algunas pruebas se
determina la presencia de una clase concreta de radicales libres,
mientras que en otras se mide la capacidad antioxidante total del
plasma o de una fracción del mismo. Por ejemplo, un método no
invasivo consiste en determinar la capacidad antioxidante mediante
espectroscopia Raman con escáner láser para medir la cantidad de
carotenoides intracelulares. (V. cuadro Nuevas orientaciones:
Determinación de la capacidad antioxidante mediante espectroscopia
Raman.) La utilización de estos métodos se ha fomentado en la
creencia de que el conocimiento de la capacidad antioxidante total del
plasma o de una fracción del plasma puede ser de mayor utilidad que
las concentraciones individuales de marcadores de radicales libres o
antioxidantes. Esta actividad antioxidante total se determina mediante
un método que evalúa la capacidad antioxidante combinada de todos
los componentes. Desgraciadamente, los resultados de estas pruebas
integran la capacidad antioxidante de compuestos como el ácido úrico
y la albúmina, que no presentan interés. Es decir, no existe ningún
método que nos permita obtener una imagen global del estrés
oxidativo al que se ve sometido un individuo.
Tabla 7-6
Ventajas e inconvenientes de diversos marcadores biológicos de
estrés oxidativo
Marcador biológico
Ventajas
Inconvenientes
Observaciones
IsoPs (isoprostanos)
Se pueden detectar en varios tipos de
muestra (suero, orina) y se ha
demostrado que se encuentran
elevados en presencia de diversos
factores de riesgo CV
Los métodos de
cuantificación
disponibles en
la actualidad no
sirven para el
cribado a gran
escala
No existen aún
datos que
relacionen este
marcador con el
desenlace
clínico. El F2-
MDA
Fácil de cuantificar
(malondialdehído)
espectrofotométricamente
mediante el método TBARS. Los
equipos de ELISA para detectar
MDA también dan buenos
resultados
Los estudios han demostrado que el
MDA puede predecir el progreso
de la cardiopatía coronaria y de la
ateroesclerosis carotídea a 3 años
vista
El método TBARS
es inespecífico
(puede detectar
otros aldehídos,
aparte del
MDA) y la
preparación de
la muestra
puede influir
sobre los
resultados
Es un marcador
biológico
prometedor; no
obstante, no
ejerce ningún
efecto funcional
en la
fisiopatología de
la ECV
Nitrotirosina (3-NO2tyr)
Los estudios en seres humanos
indican una asociación con la
cardiopatía coronaria
independiente de los factores de
riesgo tradicionales
La concentración
La formación de
circulante no es
nitrotirosina en
igual a la tisular.
determinadas
Los métodos de
proteínas
detección
cardiovasculares
disponibles hoy
influye
en día son caros
directamente
y difíciles de
sobre su
usar
funcionamiento
S-glutationilación
La S-glutationilación de la SERCA, la
eNOS y la bomba Na+-K+ son
marcadores biológicos
confirmados y además intervienen
en la patogenia
La detección de Sglutationilación
puede tratarse
de un artefacto
metodológico
El acceso al tejido
en que se
produce la
modificación
(miocardio,
vasos
sanguíneos)
constituye un
obstáculo
clínico
Mieloperoxidasa
(MPO)
Determinación disponible
comercialmente. Esta enzima
abunda en los gránulos de las
Influyen el
La MPO es un
almacenamiento
marcador
de la muestra y
prometedor para
IsoPs muestra
mayor potencial
En la actualidad se
está estudiando
la hemoglobina
modificada
como marcador
biológico
células inflamatorias. Fuerte
evidencia de que la MPO presenta
correlación con el riesgo de ECV
el tiempo
transcurrido
hasta su análisis
la predicción del
riesgo de ECV
Colesterol LDL
oxidado (OxLDL)
Se forma y se encuentra en las paredes Tras la reducción
Los ELISA para la
vasculares en forma de células
del OxLDL
detección del
espumosas y estimula la
mediante
OxLDL son
producción de citocinas
fármacos
fáciles de
proinflamatorias por parte de las
antioxidantes no
conseguir
células endoteliales. Elevado en la
se ha observado
cardiopatía coronaria, su
ninguna
concentración presenta correlación
reducción de la
con la gravedad clínica de la
gravedad de la
enfermedad. También predice
ECV
futura cardiopatía coronaria en
individuos sanos. Buena
reproducibilidad al analizar
muestras congeladas
Cambios de la
expresión génica
inducidos por
ROS
Mediante la utilización de chips de
Los chips de ADN
ADN se puede determinar al
pueden ser
mismo tiempo la expresión de
caros desde un
varios de los genes que intervienen
punto de vista
en la regulación del estrés
humano y
oxidativo, lo que incrementa la
material
potencia analítica de este marcador
Capacidad
antioxidante del
suero
Se ha demostrado que la actividad de
enzimas antioxidantes como la
GPX-1 y la SOD es inversamente
proporcional a la cardiopatía
coronaria. Hay comercializados
equipos para determinar la
capacidad antioxidante. La
cuantificación es reproducible
aunque las muestras hayan sido
congeladas
No está claro si los
perfiles de
expresión en las
células presentes
en muestras
biológicas
coinciden con
los de los tejidos
cardiovasculares
La actividad
La relevancia clínica
antioxidante en
de la
suero puede no
cuantificación de
reflejar la de las
antioxidantes
células, que es la
con respecto al
importante en la
riesgo de ECV
patogenia de la
tiene que seguir
ECV
siendo
investigada
Adaptado de Ho E et al: Biological markers of oxidative stress: applications to
cardiovascular research and practice, Redox Biology 1:483, 2013.
CV, cardiovascular; ECV, enfermedad cardiovascular; ELISA,
enzimoinmunoanálisis; eNOS, óxido nítrico sintasa endotelial; GPX-1, glutatión
peroxidasa 1, ROS, especies reactivas del oxígeno; SERCA, Ca2+ ATPasa del
retículo sarcoplásmico; SOD, superóxido dismutasa; TBARS, sustancias reactivas
con el ácido tiobarbitúrico (TBA).
Nuevas orientaciones
Determinación de la capacidad antioxidante
mediante espectroscopia Raman
La determinación de parámetros clínicos mediante métodos no
invasivos siempre es preferible a la utilización de aquellos que
requieren la obtención de sangre, orina o algún tejido. La
espectroscopia Raman, o espectroscopia de resonancia Raman
(ERR), es uno de estos métodos y se está empleando para
determinar la capacidad antioxidante de un individuo. La
capacidad antioxidante se mide determinando el contenido en
carotenoides de la piel. Los carotenoides son potentes antioxidantes
y, al formar parte de la «red antioxidante», su determinación sirve
para valorar la capacidad antioxidante celular y, por tanto, la del
individuo.
Se proyecta luz láser sobre la piel, generalmente sobre la
almohadilla grasa de la palma de la mano. La penetración de la luz
láser en la piel permite medir la cantidad de carotenos (β-caroteno
todo trans, licopeno, α-caroteno, γ-caroteno, fitoeno, fitoflueno,
sepapreno-β-caroteno,
dihidroβ-caroteno,
astaxantina,
cantaxantina, zeaxantina, luteína, violaxantinas y rodoxantina)
debido a la presencia en estos de un esqueleto de átomos de
carbono en el que se van alternando los enlaces dobles y sencillos; la
vibración de estos enlaces es detectable mediante ERR.
La determinación de carotenoides séricos mediante cromatografía
líquida de alta resolución (HPLC) presenta una correlación
altamente significativa con la determinación de los carotenoides
cutáneos mediante ERR (Ermakov y Gellerman, 2015; Aguilar et al.,
2014; Nguyen et al., 2015). La determinación de carotenoides
cutáneos, o la puntuación ERR, también presenta correlación con la
ingesta de frutas y verduras y de carotenoides en la dieta; cuanto
mayor sea la ingesta de frutas y verduras, mayor es la puntuación
(Jahns et al., 2014). Esto se ha constatado tanto en niños como en
adultos (Nguyen et al., 2015). El contenido cutáneo de carotenoides
se puede utilizar como marcador biológico objetivo en estudios
intervencionistas en que se modifique la ingesta de frutas y
verduras y en protocolos dietéticos clínicos (Mayne et al., 2013;
Jahns et al., 2014).
Esta puntuación, o el resultado numérico del escaneo, sirve
también para determinar si una persona está procesando
correctamente los antioxidantes carotenoides ingeridos y si estos
están llegando a las células en donde deben ejercer su función
protectora. La puntuación ERR es más alta en individuos con una
salud óptima y, además de aumentar con el consumo de frutas y
verduras, también aumenta con la utilización de suplementos con
carotenoides, al dejar de fumar y con la pérdida de grasa corporal
excesiva (Carlson et al., 2006). También se ha observado que es más
baja en individuos sometidos a estrés oxidativo, como los que
presentan síndrome metabólico (Holt et al., 2014). La ERR se ha
utilizado también para medir el contenido de carotenoides de
lesiones cutáneas precancerosas, así como para valorar las fases
iniciales de la degeneración macular de la retina (Carlson
et al., 2006).
Al haberse desarrollado escáneres portátiles, las determinaciones
mediante ERR son rápidas, sencillas y baratas, lo que convierte a
esta técnica en una posible herramienta de valoración nutricional al
servicio de los profesionales en el futuro.
Aguilar SS, et al. Skin carotenoids: A biomarker of fruit and vegetable intake in
children. J Acad Nutr Diet. 2014;114:1174.
Carlson JJ, et al. Associations of antioxidant status, oxidative stress with skin
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Jahns L, et al. Skin and plasma carotenoid response to a provided intervention
diet high in vegetables and fruit: uptake and depletion kinetics. Am J Clin
Nutr. 2014;100:930.
Mayne ST, et al. Resonance raman spectroscopic evaluation of skin carotenoids
as a biomarker of carotenoid status for human studies. Arch Biochem Biophys.
2013;539:163.
Nguyen LM, et al. Evaluating the relationship between plasma and skin
carotenoids and reported dietary intake in elementary school children to
assess fruit and vegetable intake. Arch Biochem Biophys. 2015;572:73.
Pese a esta falta de correlación o especificidad de los métodos para
determinar el estrés oxidativo, hay tres técnicas que parecen
prometedoras. Una es la determinación de la mieloperoxidasa
mediante inmunoanálisis utilizada conjuntamente con la CRP para
predecir el riesgo de mortalidad por ECV (Heslop et al., 2010). La
segunda es la determinación de isoprostanos F2 en plasma u orina
(Harrison y Nieto, 2011). En esta prueba se mide la presencia de un
compuesto con radicales libres que se forma continuamente mediante
la oxidación de ciertos ácidos grasos poliinsaturados por la acción de
los radicales libres. Los isoprostanos son compuestos parecidos a las
prostaglandinas que se producen mediante la peroxidación de las
lipoproteínas por parte de radicales libres. Las concentraciones
elevadas de isoprostanos van asociadas a estrés oxidativo y a
situaciones clínicas de estrés oxidativo como el síndrome
hepatorrenal, la artritis reumatoide, la ateroesclerosis y la carcinogenia
(Roberts y Fessel, 2004). El tercer método es la determinación de 8hidroxi-2’-desoxiguanosina (8-OH-d-g), en el que las concentraciones
elevadas van asociadas a una ingesta inadecuada de carotenoides y de
alimentos ricos en antioxidantes (v. tabla 7-6).
Valoración física
Antropometría
La antropometría consiste en la obtención de las medidas físicas de un
individuo, que a continuación pueden compararse con estándares
para constatar el crecimiento y el desarrollo de dicho individuo y
utilizarse para valorar si existen sobrenutrición o desnutrición, así
como los efectos de la medidas nutricionales preventivas a lo largo de
un determinado lapso de tiempo. Para conseguir unas mediciones
exactas y consistentes el personal que las realice debe conocer las
técnicas adecuadas y utilizar instrumentos calibrados. La exactitud
puede ser determinada haciendo que varios médicos realicen las
mismas mediciones y comparando después los resultados. Los
parámetros antropométricos más importantes son la estatura, el peso
y determinadas circunferencias corporales. La determinación del
espesor del pliegue cutáneo y otras medidas circunferenciales se
utilizan en algunas ocasiones, pero presentan mucha mayor
inconsistencia. En poblaciones pediátricas se miden la circunferencia
de la cabeza y la longitud. Estos parámetros dependen del peso en el
momento del nacimiento y de factores étnicos, familiares y
ambientales, lo que debe ser tenido en cuenta al valorar estas medidas
antropométricas.
Interpretación del peso y la estatura en niños y
adolescentes
En la actualidad, los valores de referencia se basan en una muestra
estadística extraída de la población de EE. UU. Los estándares de
crecimiento internacionales de la OMS están calculados utilizando
datos de múltiples países y grupos étnicos, y son los utilizados en
muchos países. En EE. UU., un panel de expertos que ha revisado las
tablas de crecimiento de la OMS y de los CDC recomiendan los
estándares de crecimiento de la OMS para los niños de menos de 24
meses, y las tablas de crecimiento de los CDC para los que tienen
edades comprendidas entre los 24 meses y los 18 años.
Las estaturas y los pesos de los niños se expresan en percentiles, que
representan el porcentaje de la población total de niños del mismo
sexo que presentan una estatura o peso igual o inferior a cada valor
concreto a una determinada edad. El crecimiento de los niños puede
ser monitorizado a cualquier edad examinando los datos de las curvas
de crecimiento, que se denominan curva de estatura por edad, curva
de longitud por edad, curva de peso por edad y curva de peso por
longitud. En los apéndices del 4 al 11 se encuentran las tablas de
crecimiento pediátricas y las interpretaciones de los percentiles.
Longitud y estatura
El método utilizado para determinar la longitud o estatura de un niño
depende de su edad. En el caso de lactantes y niños de menos de 2 o 3
años se mide la longitud del niño en decúbito. Lo idóneo es medir a
estos niños pequeños mediante un tallímetro pediátrico, como se
muestra en la figura 7-3. La longitud en decúbito de los niños menores
de 2 años se debe registrar desde el nacimiento y hasta los 24 meses en
gráficas de crecimiento. La estatura en posición erguida se mide en los
niños mediante una escala cilíndrica, o estadiómetro, y se debe
registrar desde los 2 a los 20 años de edad en gráficas de crecimiento
como las que se muestran en los apéndices 6, 7, 10 y 11. En el caso de
niños que no puedan mantenerse en pie se puede medir la estatura
con el niño sentado (v. fig. 44-1). El registro en las gráficas de
crecimiento adecuadas proporciona información acerca del
incremento de estatura del niño a lo largo del tiempo y permite
comparar su estatura con la de otros niños de su misma edad. La
velocidad de aumento de la longitud o la estatura indica si el aporte
nutricional a largo plazo es el adecuado.
FIGURA 7-3 Medición de la longitud de una lactante.
Peso
El peso de niños y adolescentes es un parámetro más sensible que la
estatura para determinar hasta qué grado es adecuado el aporte
nutricional, ya que refleja la ingesta de nutrientes más reciente y
proporciona una estimación acerca de las reservas corporales totales
de grasa y músculo. En el caso de niños obesos o que presentan
edema, la medición del peso no es un buen sistema para valorar el
estado nutricional. El peso se debe registrar en gráficas adecuadas a la
edad y el sexo del niño.
El peso corporal se puede interpretar según diversos métodos, entre
los que se encuentran el índice de masa corporal (IMC), el peso
habitual y el peso actual. El IMC se utiliza como herramienta de
cribado para seleccionar a los niños y los adolescentes con sobrepeso u
obesos. Aunque la forma de calcular el IMC es igual para los adultos y
los niños, la interpretación de sus valores es distinta en el caso de los
niños y los adolescentes. El IMC se registra en las tablas de
crecimiento de IMC por edad de los CDC, con las que es posible
clasificar al individuo en un percentil determinado. Estos percentiles
son el indicador más utilizado en EE. UU. para valorar la evolución
del tamaño y el crecimiento de los niños y los adolescentes de entre 2
y 20 años (v. apéndices 7 y 11). En el cuadro 7-2 se muestran las
categorías de peso según las tablas de IMC por edad.
Cuadr o 7-2
Interpretación de los percentiles
de IMC por edad en niños y adolescentes
Rango de percentil
Interpretación
Inferior al percentil 5
Bajo peso
Del percentil 5 a menos del percentil 85
Peso adecuado
Del percentil 85 a menos del percentil 95 Sobrepeso
Mayor o igual al percentil 95
Obesidad
Interpretación del peso y la estatura en adultos
La determinación del peso y la estatura de los adultos también es útil
para valorar el estado nutricional. Se deben medir ambos parámetros,
ya que con frecuencia se tiende a sobrestimar la estatura y a
infravalorar el peso, lo que da lugar a una infravaloración del peso
relativo o del IMC. Además, la estatura de muchos adultos se va
reduciendo como consecuencia de la osteoporosis, el deterioro de las
articulaciones y las malas posturas, hecho que conviene dejar
registrado (cuadro 7-3).
Cuadr o 7-3
Utilización de la estatura y el
peso para valorar el estado nutricional de
un paciente hospitalizado
• Mida al paciente. No se limite a preguntar la estatura.
• Pese al paciente (en el momento del ingreso, peso actual y peso
habitual).
• Calcule el porcentaje de cambio de peso con respecto al tiempo
(patrón de peso).
• Calcule el porcentaje por encima o por debajo del peso corporal
habitual o ideal.
La estatura puede medirse de forma directa o indirecta. En el
método directo se utiliza un estadiómetro y el adulto debe ser capaz
de permanecer recto, ya sea en posición erguida o reclinada. Los
métodos indirectos, entre los que se encuentran la medición de la
altura de la rodilla, la envergadura de los brazos o la longitud en
decúbito, pueden ser una solución para aquellos individuos que no
son capaces de mantenerse erguidos o rectos, como los que padecen
escoliosis, cifosis (encorvadura de la columna vertebral), parálisis
cerebral, distrofia muscular, contracturas o parálisis, así como los que
se encuentran encamados (v. apéndice 15). La medición de la estatura
en decúbito de un paciente encamado con una cinta métrica puede ser
un método adecuado para pacientes ingresados en estado de coma, en
estado crítico o que no pueden moverse. No obstante, este método
solo es aplicable a pacientes que no presentan deformaciones
musculoesqueléticas ni contracturas.
Los valores de la relación ideal entre peso y estatura propuestos en
estándares como las Metropolitan Life Insurance Tables de 1959 y
1983, o los percentiles de la National Health and Nutrition
Examination Survey, ya no se utilizan en la actualidad. Un método
empleado con frecuencia para determinar el peso corporal ideal es la
ecuación de Hamwi (Hamwi, 1964). No incluye ningún ajuste por
edad, raza ni constitución, y su validez es cuestionable. No obstante,
es muy utilizado por los médicos como método rápido para estimar el
peso ideal:
Hombres: 48 kg por los primeros 150 cm de estatura y 2,7 kg por
cada 2,54 cm adicionales; o el resultado de restar 2,7 kg a cada
2,54 cm por debajo de 150 cm.
Mujeres: 45 kg por los primeros 150 cm de estatura y 2,3 kg por cada
2,54 cm adicionales; o el resultado de restar 2,3 kg a cada 2,54 cm
por debajo de 150 cm.
Utilizando el método de Hamwi, una mujer que mida 163 cm tendría
un peso ideal de 56,7 kg.
El peso corporal actual es el medido en el momento de la
exploración física. Este parámetro puede verse influido por cambios
en el estado de hidratación del individuo. La pérdida de peso puede
ser consecuencia de deshidratación, pero también puede reflejar una
ingesta insuficiente de alimentos. El porcentaje de pérdida de peso es
un buen indicador de la extensión y la gravedad de la enfermedad del
paciente. Las características de malnutrición definidas por la Academy
of Nutrition and Dietetics (AND) y la ASPEN sirven como directrices
de referencia para valorar la pérdida de peso son las (White
et al., 2012):
• Pérdida de peso significativa: 5% de pérdida de peso en 1 mes,
7,5% de pérdida de peso en 3 meses, 10% de pérdida de peso en 6
meses.
• Pérdida de peso grave: > 5% de pérdida de peso en un mes, > 7,5%
de pérdida de peso en 3 meses, > 10% de pérdida de peso en 6
meses.
• Por ejemplo, si el peso habitual de una persona es de 91 kg y en el
momento actual pesa 81,9 kg, es decir, ha perdido 9,1 kg.
• Si esta persona ha perdido este 10% en 2 meses, como la pérdida de
peso es superior al 7,5% en 3 meses, la pérdida de peso es de
carácter GRAVE.
Otro sistema para evaluar el porcentaje de pérdida de peso es
expresar el peso actual del individuo como porcentaje del peso
habitual. El peso corporal habitual (PCH) es un parámetro más útil
que el peso corporal ideal (PCI) para individuos que están
experimentando pérdida involuntaria de peso. No obstante, un
problema que surge al utilizar el PCH es su posible dependencia de la
memoria del paciente.
Índice de masa corporal
El índice de Quetelet o IMC (peso/estatura2) se utiliza para determinar
si el peso de un adulto es adecuado a su estatura y permite detectar
situaciones de sobrenutrición e infranutrición. El IMC refleja las
diferencias en la composición corporal al definir el grado de
adiposidad y relacionarlo con la estatura, con lo que se eliminan los
sesgos debidos a la constitución física del individuo (Stensland y
Margolis, 1990). La correlación del IMC con la estatura es mínima, y es
máxima con indicadores independientes del contenido corporal de
grasa en adultos. El IMC es una medida indirecta del contenido
corporal de grasa y presenta correlación con métodos en que se mide
directamente la grasa corporal, como el peso sumergido en agua y la
absorciometría de rayos X de energía dual (Keys et al., 1972; Mei et
al., 2002). El IMC se calcula de la siguiente manera:
También existen nomogramas y diversas tablas para calcular el IMC
(v. apéndice 18). En el cuadro Perspectiva clínica: Cálculo del IMC y
determinación del peso corporal adecuado, se muestra un ejemplo de
cálculo del IMC.
Según los estándares, un IMC inferior a 18,5 en un adulto equivale a
bajo peso; entre 25 y 29, a sobrepeso, y superior a 30, a obesidad. Se
considera que un individuo sano debe tener un IMC comprendido
entre 18,5 y 24,9 (CDC, 2014). Aunque existe una fuerte correlación
entre la grasa corporal total y el IMC, se debe valorar la variabilidad
individual antes de llegar a conclusiones acerca de la idoneidad de la
cantidad de grasa corporal (Mueller, 2012).
Al evaluar el IMC se deben tener en cuenta las diferencias de raza,
sexo y edad. El valor del IMC tiende a aumentar con la edad, aunque
la relación entre el IMC y la mortalidad parece que presenta una
distribución en U en adultos a partir de los 65 años. Un IMC inferior a
23 aumenta el riesgo de mortalidad en adultos de edad avanzada
(Winter, 2014; v. capítulo 20).
Composición corporal
La composición corporal es un elemento esencial a la hora de valorar
el estado nutricional y médico de los pacientes. Se utiliza
conjuntamente con otros factores de valoración para estimar las
proporciones relativas de masa grasa, masa de tejidos blandos y masa
ósea. Por ejemplo, los atletas de gran musculatura pueden ser
clasificados en la categoría de sobrepeso debido a la contribución al
peso total del exceso de masa muscular, y no a que posean excesivo
tejido adiposo. Los adultos mayores tienden a presentar una menor
densidad ósea y una masa magra reducida, por lo que pueden pesar
menos que adultos más jóvenes de la misma estatura y, sin embargo,
presentar mayor adiposidad. La variabilidad de la composición
corporal existe también entre distintos grupos de población, al igual
que entre personas pertenecientes a un mismo grupo. La mayor parte
de los estudios sobre composición corporal que se han llevado a cabo
con individuos de raza blanca pueden no ser extrapolables a otros
grupos étnicos. Existen diferencias y parecidos entre individuos de
raza blanca y negra en lo que respecta a la masa corporal no grasa, a la
distribución corporal de la grasa y a las dimensiones y proporciones
corporales; los negros poseen mayor densidad mineral ósea y proteína
corporal que los blancos (Wagner y Heyward, 2000). Además, los IMC
óptimos para que los individuos de poblaciones asiáticas disfruten de
una buena salud deben encontrarse en la zona baja de los valores
«normales», dado su mayor riesgo cardiovascular (Zheng et al., 2009).
Todos estos factores deben ser tomados en consideración para evitar
estimaciones inexactas de la grasa corporal y del riesgo existente.
Perspectiva clínica
Cálculo del IMC y determinación del peso corporal
adecuado
Ejemplo: mujer con estatura de 1,72 m y 84 kg de peso
Paso 1: cálculo del IMC actual:
Fórmula: peso en kg (84 kg)/estatura en m2 (1,72 × 1,72 m) = 84/2,96 kg/m2 = IMC = 28,4 = sobrepeso
Paso 2: rango de peso adecuado para que el IMC se encuentre
comprendido entre 18,5 y 24,9
18,5
18,5 × 2,96 = 54,8 kg
24,9
24,9 × 2,96 = 73,8 kg
Rango de peso adecuado = 54,8-73,8 kg
IMC, índice de masa corporal.
Tanto en el ámbito de la investigación como en entornos clínicos se
utilizan técnicas de imagen como la absorciometría de rayos X de
energía dual (DXA) y la resonancia magnética (RM) para valorar la
composición corporal. El objetivo de la investigación utilizando estas
diversas técnicas de imagen es la cuantificación de las características
de los tejidos blandos magros (TBM) que pueden servir para predecir
el riesgo clínico y el estado nutricional. Los campos en que se
investiga más activamente son los relacionados con la sarcopenia, la
obesidad sarcopénica y la obesidad osteosarcopénica (Prado, 2014).
Grasa subcutánea en el espesor del pliegue
cutáneo
En estudios de investigación y en determinadas situaciones clínicas se
puede emplear el espesor del pliegue graso o del pliegue cutáneo para
estimar el contenido en grasa de un individuo. La determinación
mediante la medida del espesor del pliegue cutáneo se fundamenta
en el supuesto de que el 50% de la grasa corporal se encuentra
localizada en el tejido subcutáneo. Estos métodos no se utilizan
rutinariamente en el entorno clínico debido a su falta de exactitud y
reproducibilidad.
Medidas circunferenciales
Las medidas circunferenciales pueden ser útiles en entornos clínicos
en los que estas medidas se registran periódicamente (p. ej., mensual o
trimestralmente) y se analizan a lo largo del tiempo para detectar
tendencias y posibles factores de riesgo de trastornos crónicos. No
obstante, las medidas de la circunferencia del brazo y del pliegue
cutáneo del tríceps (PCT) no suelen ser utilizadas en pacientes con
enfermedades agudas en los que el estado de hidratación varía
continuamente. (V. cuadro Nuevas orientaciones: Medición del cuello:
¿qué significado tiene?)
Mediciones circunferenciales en niños
La medición de la circunferencia de la cabeza es útil en niños de
menos de 3 años de edad, principalmente como indicador de
anomalías no relacionadas con la nutrición. La malnutrición debe ser
muy grave para llegar a afectar a la circunferencia de la cabeza; véase
el cuadro 7-4.
Cuadr o 7-4
Medición de la circunferencia de
la cabeza
Indicaciones
• La circunferencia de la cabeza es una determinación estándar para
la valoración del crecimiento en niños desde el momento del
nacimiento hasta los 36 meses, así como en cualquier otro caso en
que la circunferencia de la cabeza presente anomalías.
Equipamiento
• Cinta métrica de papel o metal (la tela puede estirarse) graduada
en milímetros, ya que las tablas de crecimiento están construidas
con intervalos de 0,5 cm.
Técnica
• La cabeza se ha de medir en la zona en que el perímetro sea
máximo.
• Este perímetro máximo suele estar situado sobre las cejas y los
pabellones auriculares, y alrededor de la prominencia occipital de
la parte posterior del cráneo.
• Puede ser preciso hacer más de una medición, ya que la
colocación de la cinta para medir el perímetro máximo depende en
algunas ocasiones de la forma de la cabeza.
• Compare el resultado de la medición con las curvas estándar de
circunferencia de la cabeza del National Center for Health
Statistics (v. apéndices 5 y 9).
Datos tomados de Hockenberry MJ, Wilson D: Wong’s nursing care of infants and children, ed
9, St Louis, 2015, Mosby.
Medición de la circunferencia del brazo
La circunferencia de la parte media del brazo (CMB) se expresa en
centímetros y se mide en el punto medio entre el proceso acromion
del omóplato y el proceso olécranon de la punta del codo. Para valorar
el estado nutricional de los niños se debe medir la CMB y compararla
con los estándares publicados por la OMS para niños de entre 6 y 59
meses de edad (de Onis et al., 1997). Se trata de un parámetro
antropométrico independiente para la determinación de la
malnutrición en niños.
Nuevas orientaciones
Medición del cuello: ¿qué significado tiene?
La circunferencia del cuello es un marcador que se está empezando
a utilizar para el estudio del sobrepeso, la obesidad y el riesgo de
enfermedades asociadas a estos trastornos en niños y adultos. Su
medida constituye una herramienta de cribado novedosa, no
invasiva y fácil de llevar a cabo sin los problemas relativos a la
privacidad que van asociados a la medida de las circunferencias de
la cintura y la cadera. La circunferencia del cuello se mide sobre la
piel desnuda entre el punto medio de la columna cervical y la
región media anterior del cuello, justo por debajo de la prominencia
laríngea (la nuez de Adán), con la cabeza en el plano de Fráncfort
(mirando al frente). La cinta métrica debe mantenerse todo lo
horizontal que las restricciones anatómicas permitan (es decir, la
línea que forma la cinta en la parte delantera del cuello debe estar a
la misma altura que en la parte trasera del cuello) (Arnold, 2014).
Los estudios llevados a cabo en adultos indican que la
circunferencia del cuello presenta una clara asociación con la
circunferencia de la cintura, el peso, el IMC y el porcentaje de grasa
corporal. Los hallazgos del estudio de una cohorte
fundamentalmente afroamericana muestran una importante
correlación entre la circunferencia del cuello y las concentraciones
séricas de insulina, triglicéridos y colesterol LDL (Arnold, 2014).
La circunferencia del cuello constituye una herramienta fiable
para la detección de adolescentes con índices de masa corporal por
encima de lo normal (Androutsos, 2010). La Canadian Health
Measures Survey ha publicado datos de referencia para la
interpretación de las mediciones de la circunferencia del cuello en
niños canadienses (Katz, 2014). Es necesario seguir investigando
para fijar puntos de corte que permitan identificar a niños con
riesgo de padecer trastornos asociados a obesidad central. También
son precisos estudios en niños y en adultos para establecer cuál es el
poder predictivo de la circunferencia del cuello en enfermedades
crónicas relacionadas con la obesidad.
Androutsos O et al: Neck circumference: a useful screening tool of cardiovascular risk in
children. Pediatric Obesity Jun;7(3):187, 2010.
Arnold TJ et al: Neck and waist circumference biomarkers of cardiovascular risk in a cohort
of predominantly African-American college students: a preliminary study, J Acad Nutr
Dietetics 114(1):107, 2014.
Katz S et al: Creation of a reference dataset of neck sizes in children: standardizing a
potential new tool for prediction of obesity-associated diseases? BMC Pediatr 21;14:159,
2014.
Mediciones circunferenciales en adultos
La CMB se mide de la misma manera en adultos que en niños. La
determinación conjunta de la CMB y del PCT permite calcular de
forma indirecta la porción muscular del brazo y la porción grasa del
mismo. La poca exactitud y reproducibilidad de estos parámetros
hacen que rara vez sean utilizados para valorar el estado nutricional
de los adultos.
Circunferencia de la cintura y de la cadera, y
cocientes cintura-cadera y cintura-estatura
Determinadas medidas circunferenciales pueden ser útiles para
estimar el riesgo de enfermedades crónicas y para valorar los cambios
de la composición corporal. La circunferencia de la cintura (CC) se
obtiene midiendo el perímetro de la zona más estrecha de la cintura,
entre la costilla más baja y la cresta ilíaca, sobre el ombligo, y
utilizando una cinta métrica no extensible. La circunferencia de la
cadera se mide en la zona más ancha de la cadera, en el lugar en
donde más sobresalgan los glúteos. Estas mediciones circunferenciales
son útiles porque la distribución de la grasa está relacionada con el
riesgo. La presencia excesiva de grasa alrededor del abdomen de una
forma desproporcionada con respecto al resto de grasa corporal es un
factor de riesgo de enfermedades crónicas asociadas a la obesidad y al
síndrome metabólico. Una CC de más de 102 cm en hombres y de más
de 88 cm en mujeres es un factor de riesgo de enfermedad
independiente (CDC, 2014; Stone, 2013). Estas mediciones pueden no
ser tan útiles en individuos que midan menos de 1,52 m o que
presenten un IMC igual o mayor de 35 (CDC, 2014). La CC se utiliza
como indicador de riesgo suplementario al IMC.
Para determinar el cociente cintura-cadera (CCC) se divide la
circunferencia de la cintura entre la de la cadera. Según la OMS, los
cocientes superiores a 9 en los hombres y a 8,5 en las mujeres son uno
de los principales indicadores de la existencia de síndrome metabólico
y están en concordancia con los hallazgos sobre predicción de la
mortalidad por todas las causas y de origen cardiovascular
(Srikanthan et al., 2009; Welborn y Dhaliwal, 2007).
En la figura 7-4 se muestra el lugar adecuado para medir la
circunferencia de la cintura (abdominal).
FIGURA 7-4 Posicionamiento de la cinta métrica para
determinar la circunferencia de la cintura.
El cociente cintura-estatura (CCE) se define como la circunferencia
de la cintura dividida entre la estatura medida. El CCE es un
indicador de la distribución del tejido adiposo. En términos generales,
cuanto mayor sea el valor del CCE, mayor es el riesgo de síndrome
metabólico y de enfermedad cardiovascular ateroesclerótica
relacionada con la obesidad (Schneider et al., 2010). Los cocientes
deseables son inferiores a 0,5 en adultos de hasta 40 años, entre 0,5 y
0,6 en adultos de entre 40 y 50 años, y 0,6 o menos en adultos de más
de 50 años. Estos valores deseables son iguales para hombres y
mujeres, así como para diversos grupos étnicos. Por ejemplo, un IMC
de 25 equivale a un CCE de 0,51. En la tabla 7-7 se muestra cómo
interpretar el CCE según el sexo.
Tabla 7-7
Interpretación del cociente cintura-estatura según el sexo
CCE mujeres CCE hombres Interpretación
< 0,35
< 0,35
Bajo peso
0,35-0,42
0,35-0,43
Delgado
0,42-0,49
0,43-0,53
Sano
0,49-0,54
0,53-0,58
Sobrepeso
0,54-0,58
0,58-0,63
Obeso
> 0,58
> 0,63
Muy obeso
CCE, cociente cintura-estatura.
Algunos expertos han llegado a la conclusión de que el CCE es
mejor indicador de enfermedad cardiovascular que el IMC (Ashwell
et al., 2012). Aun así, el CCE no figura entre los marcadores de riesgo
propuestos en el ATP4 del ACC y la AHA.
También se ha propuesto el índice de forma corporal (IFC), que se
calcula a partir de la CC, la estatura y el peso, como indicador de
riesgo complementario para ser usado en conjunción con el IMC. Son
necesarios más estudios para la validación de esta teoría (Krakauer y
Krakauer, 2012).
Otros métodos para determinar la composición
corporal
Absorciometría de rayos X de energía dual
La absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) sirve para
determinar la cantidad de grasa, mineral óseo y tejidos blandos no
grasos. La fuente de energía en la DXA es un tubo de rayos X que
proyecta un haz de una determinada energía. La pérdida de energía
depende del tipo de tejido que atraviesa el haz; en consecuencia, se
puede determinar el tamaño de los compartimentos mineral, graso y
magro (Rusell, 2007). La DXA es fácil de llevar a cabo, emite dosis
bajas de radiación y está disponible en el entorno hospitalario, lo que
la convierte en una herramienta muy útil. En general, se considera que
es un método fiable para determinar el porcentaje de grasa corporal;
no obstante, el paciente debe permanecer inmóvil durante bastantes
minutos, lo que puede resultar difícil para las personas más mayores y
para aquellas que padecen dolor crónico. La medición se ve afectada
por el grosor de los tejidos y el estado de hidratación (Prado y
Heymsfield, 2014). En la figura 7-5 se muestra una prueba de DXA.
FIGURA 7-5 Paciente sometido a una prueba de
absorciometría de rayos X de energía dual. (Por cortesía de
Division of Nutrition, University of Utah.)
Pletismografía por desplazamiento de aire
La pletismografía por desplazamiento de aire (PDA) consiste en la
estimación de las masas corporales grasa y magra mediante la
determinación de la densidad corporal. Se ha comprobado que una
PDA llevada a cabo mediante un dispositivo BOD-POD es una técnica
de densitometría que determina la composición corporal con mucha
exactitud. Parece que la PDA es una herramienta fiable para la
valoración de la composición corporal; es especialmente útil en el caso
de individuos obesos. La densidad y la composición corporal
determinadas mediante PDA no se ven afectadas por el contenido
corporal de agua, lo que hace que pueda ser útil para el estudio de
pacientes con insuficiencia renal terminal (Flakoll et al., 2004; fig. 7-6).
FIGURA 7-6 El BOD-POD mide la masa grasa y la masa no
grasa corporales. (Por cortesía de COSMED USA, Inc., Concord, CA.)
Análisis de impedancia bioeléctrica
El análisis de impedancia bioeléctrica (AIB) es un método para
analizar la composición corporal basado en el principio de que, en
relación con el agua, el tejido magro presenta una conductividad
eléctrica mayor y una impedancia menor que el tejido adiposo debido
a su contenido electrolítico. Se ha comprobado que el AIB constituye
una forma fiable de determinar la composición corporal (masa grasa y
masa exenta de grasa) en comparación con el IMC, las medidas de
espesor cutáneo e, incluso, las mediciones de la estatura y el peso. El
AIB es un método seguro, no invasivo, portátil y rápido (fig. 7-7). Para
que los resultados sean exactos el paciente tiene que estar bien
hidratado; no haber realizado ejercicio entre las 4 y las 6 h anteriores;
y no haber consumido alcohol, cafeína ni diuréticos en las 24 h previas
(v. apéndice 22). Si el individuo está deshidratado, el porcentaje de
grasa medido es mayor que el verdadero. La fiabilidad de los
resultados también se ve afectada por la fiebre, los desequilibrios
electrolíticos y la obesidad extrema.
FIGURA 7-7 Análisis de impedancia bioeléctrica. (Imagen
reproducida con permiso de ImpediMed Limited.)
Exploración física orientada a la
nutrición
La exploración física orientada a la nutrición (EFON) es uno de los
componentes de la valoración nutricional dentro del modelo de
proceso de cuidados nutricionales. Los datos obtenidos en la EFON se
utilizan, conjuntamente con los antecedentes alimentarios y
nutricionales, los resultados de las pruebas diagnósticas y de
laboratorio, las mediciones físicas, y la historia clínica del paciente,
para establecer con exactitud uno o más diagnósticos nutricionales. El
International Dietetics & Nutrition Terminology Reference Manual (IDNT)
(AND, 2013) define la exploración física orientada a la nutrición como
«los hallazgos hechos tras la evaluación de los sistemas corporales, las
pérdidas de masa muscular o grasa subcutánea, la salud oral, la
succión, la capacidad de deglución/respiración, el apetito y la
afectividad». Al contrario que en el caso de una exploración física
completa, en la que se examinan todos los órganos corporales, la
EFON es una exploración dirigida que se centra en signos y síntomas
específicos mediante la revisión de determinados órganos corporales.
Abordaje
Para realizar la EFON se utiliza un abordaje sistemático, que debe ser
llevado a cabo de forma organizada y lógica para garantizar su
eficacia y exhaustividad (Litchford, 2013). El examen de los órganos
corporales comprende:
• Aspecto general.
• Signos vitales.
• Piel.
• COONG (cabeza, oídos, ojos, nariz y garganta).
• Sistema cardiopulmonar.
• Extremidades, músculos y huesos.
• Aparato digestivo.
• Sistema nervioso y cognitivo.
Equipamiento
El equipamiento necesario depende de la exhaustividad con que se
quiera llevar a cabo la EFON. Entre los elementos que puede ser
preciso utilizar se encuentran guantes de exploración, estetoscopio,
linterna, depresor lingual, escalas, calibres, cinta métrica, manguitos
hinchables y un reloj con segundero.
Técnicas de exploración y hallazgos
En una EFON se emplean cuatro técnicas básicas de exploración física.
Estas técnicas son la inspección, la palpación, la percusión y la
auscultación (tabla 7-8). En el apéndice 21 se explica la EFON con más
detalle.
Tabla 7-8
Técnicas de exploración física
Técnica
Descripción
Inspección
Observación general que discurre hacia una observación más detallada utilizando los
sentidos de la vista, el olfato y el oído; observe el aspecto, el estado de ánimo, el
comportamiento, los movimientos y las expresiones faciales; técnica más utilizada
Palpación
Exploración táctil delicada para percibir pulsaciones y vibraciones; valoración de las
estructuras corporales, prestando atención a la textura, el tamaño, la temperatura, la
hinchazón y la movilidad
Percusión
Valoración de sonidos para analizar los bordes, la formas y la posición de los órganos
corporales; no siempre utilizada en la exploración física orientada a la nutrición
Auscultación Utilización del oído solo o de la campana o diafragma del estetoscopio para escuchar los
sonidos corporales (p. ej., sonidos cardíacos y pulmonares, sonidos intestinales, vasos
sanguíneos)
Adaptado de Litchford MD: Nutrition focused physical assessment: making clinical
connections, Greensboro, NC, 2013, CASE Software & Books.
La interpretación de cada uno de los datos obtenidos en la EFON ha
de ser analizada de forma crítica siguiendo esta línea de
razonamiento:
• Identifique los hallazgos o síntomas anormales.
• Sitúe anatómicamente los hallazgos.
• Interprete los hallazgos en términos de un proceso probable.
• Establezca una hipótesis sobre la naturaleza del problema del
paciente.
• Examine la hipótesis mediante la colaboración con otros
profesionales médicos y establezca un diagnóstico nutricional de
trabajo.
• Desarrolle un plan adecuado para el paciente siguiendo todos los
pasos del modelo de PCN (Bickley, 2009). Véase el capítulo 10.
Directrices para la valoración de la malnutrición
en niños
Las definiciones y directrices para la detección de malnutrición en
niños se encuentran en plena evolución. La malnutrición pediátrica se
define como un desequilibrio entre los requerimientos nutricionales y
la ingesta en la dieta que da lugar a déficits en los depósitos de
energía, proteínas y micronutrientes, lo que a su vez conlleva
anomalías del crecimiento y el desarrollo. La malnutrición pediátrica
puede estar relacionada con una enfermedad o lesión, o bien ser
debida a circunstancias ambientales o conductuales (Mehta et al.,
2014). En la actualidad se está procediendo a la estandarización de
ciertos parámetros específicos para la valoración de la infranutrición y
la malnutrición pediátrica (Becker et al., 2014).
Directrices para la valoración de la malnutrición
en adultos
En el documento de consenso Characteristics Recommended for the
Identification and Documentation of Adult Malnutrition, publicado
por la ASPEN, se incluyen una serie de criterios estandarizados y
mensurables que pueden utilizar todos los profesionales sanitarios
para detectar malnutrición (White et al., 2012). En dicho documento se
utiliza una nomenclatura basada en las causas que refleja nuestra
actual comprensión del papel de la respuesta inflamatoria en la
incidencia, progresión y resolución de la malnutrición del adulto.
Además, los síndromes de malnutrición se definen según la situación
del paciente, teniendo en cuenta si este está en estado crítico o ha sido
sometido a una intervención quirúrgica, padece una enfermedad
crónica, o está sometido a determinados factores sociales o
ambientales. Además, según la presencia y el grado del proceso
inflamatorio, la malnutrición puede ser de carácter leve o grave. El
hecho de que la malnutrición sea de carácter leve no implica que su
abordaje no sea urgente, solo quiere decir que el proceso es de
naturaleza moderada o que el aporte de nutrientes es insuficiente
(fig. 7-8).
FIGURA 7-8 Causas de malnutrición. (Adaptado de White JV et al:
Consensus statement of the Academy of Nutrition and Dietetics/American
Society for Parenteral and Enteral Nutrition: characteristics recommended for the
identification and documentation of adult malnutrition (undernutrition), J Acad
Nutr Diet 112(5):730, 2012.)
La malnutrición no se puede definir con un único parámetro. Las
recomendaciones del consenso identifican seis características de la
malnutrición. El profesional clínico debe identificar al menos dos
características relacionadas con el contexto del proceso médico
concurrente para poder establecer un diagnóstico nutricional de
malnutrición. Las características de la malnutrición leve y grave se
enumeran en la tabla 7-9.
Tabla 7-9
Características de la malnutrición en los adultos
ENFERMEDAD AGUDA O
LESIONES
ENFERMEDAD CRÓNICA
CIRCUNSTANCIAS SOCIALES
O AMBIENTALES
Leve
Leve
Leve
Grave
Grave
Grave
Interpretación de la pérdida de peso debida a malnutrición según la
causa
1-2% en 1
semana
> 2% en 1 semana
5% en 1
semana
> 5% en 1 semana
> 5% en 1
semana
> 5% en 1 semana
5% en 1 mes
> 5% en 1 mes
7,5% en 3
meses
> 7,5% en 3 meses
> 7,5% en 3
meses
> 7,5% en 3 meses
7,5% en 3
meses
> 7,5% en 3 meses
10% en 6 meses > 10% en 6 meses
> 10% en 6
meses
> 10% en 6 meses
20% en 1 año
> 20% en 1 año
> 20% en 1 año
> 20% en 1 año
Interpretación de la disminución de la ingesta energética debida a
malnutrición según la causa
Durante > 7
días
Durante ≥ 5 días
< 75% de las
≤ 50% de las
necesidades
necesidades
energéticas
energéticas
estimadas
estimadas
Durante ≥ 1
mes
Durante ≥ 1 mes
< 75% de las
≤ 75% de las
necesidades
necesidades
energéticas
energéticas
estimadas
estimadas
Durante ≥ 3
meses
Durante ≥ 1 mes
< 75% de las
≤ 50% de las
necesidades
necesidades
energéticas
energéticas
estimadas
estimadas
Pérdida de grasa corporal
Leve
Moderada
Leve
Grave
Leve
Grave
Leve
Grave
Leve
Grave
Grave
Leve
Grave
No procede
Objetivamente
reducida
Pérdida muscular
Leve
Moderada
Acumulación de líquidos
Leve
De moderada a
grave
Leve
Disminución de la fuerza de agarre manual
No procede
Objetivamente
reducida
No procede
Objetivamente
reducida
Adaptado de White JV et al: Consensus statement of the Academy of Nutrition and
Dietetics/American Society for Parenteral and Enteral Nutrition: characteristics
recommended for the identification and documentation of adult malnutrition
(undernutrition), J Acad Nutr Diet 112(5):730, 2012.
Valoración de la funcionalidad
La pérdida de funcionalidad y movilidad afecta a la capacidad para
llevar a cabo las actividades de la vida diaria (AVD) y, en particular,
las AVD relacionadas con la nutrición. Un aspecto de la valoración
orientada a la nutrición al que cada vez se da más importancia es la
evaluación de la fuerza y la funcionalidad muscular. Los médicos
pueden solicitar la ayuda de profesionales de rehabilitación para
llevar a cabo esta evaluación y diseñar estrategias basadas en la dieta
y el ejercicio físico para incrementar la fuerza física y la movilidad.
Valoración de la actividad física
La inclusión de la valoración de la actividad física es parte de una
valoración nutricional completa, ya que el estilo de vida y los factores
conductuales desempeñan un papel importante como causa y como
forma de prevenir las enfermedades crónicas. El seguimiento de la
actividad física mediante la utilización de teléfonos inteligentes u
otros dispositivos deportivos portátiles es útil para recolectar,
compilar y preparar informes que pueden resultar útiles para los
médicos y los propios pacientes. En el cuadro 7-5 se muestran una
serie de posibles preguntas para dirigir a los pacientes encaminadas a
constatar el grado de actividad que despliegan y su interés en iniciar
nuevas actividades en el futuro.
Cuadr o 7-5
Cuestionario para la valoración
de la actividad física
Para ser considerado físicamente activo se deben realizar al menos:
• 30 min de actividad física moderada 5 o más días a la semana,
O
• 20 min de actividad física enérgica 3 o más días a la semana
¿Qué grado de actividad física piensa usted desarrollar en los
próximos 6 meses? (Elija la mejor respuesta)
____ No realizo actividad física en la actualidad y no me planteo
realizarla en los próximos 6 meses.
____ Me estoy planteando incrementar mi grado de actividad
física.
____ Pretendo incrementar mi grado de actividad física en los
próximos 6 meses.
____ He estado intentando incrementar mi grado de actividad
física.
____ Realizo actividad física en la actualidad y la he estado
realizando en los últimos 1-5 meses.
____ He estado realizando actividad física en los últimos 6 meses
o durante más tiempo.
En comparación con su grado de actividad física en los últimos 3
meses, ¿cómo describiría los últimos 7 días? (Marque una
respuesta)
______Más activo ______Menos activo ______Aproximadamente
igual
Recuerde sus actividades o sus comportamientos sedentarios
durante las últimas 24 h:
• Leer, ver la televisión, ordenador _____ min/día
• Caminar a paso vivo____ min/día
• Actividad física (natación, tenis, pádel, otros) ______ min/día
• Otro tipo de actividad física (descríbala_________________)
_______ min/día
¿Cuáles son las tres principales razones por las que cree que le
convendría incrementar su actividad física?
□ Mejorar mi salud □ Controlar mi peso □ Reducir el estrés
Medición de la fuerza
Al ir envejeciendo, el equilibrio del ciclo de síntesis y degradación
muscular se rompe, predominando a partir de cierta edad la
degradación del tejido muscular sobre su síntesis (v. capítulo 20). La
consecuencia es la atrofia muscular y la pérdida de fuerza y potencia.
Mediante la dinamometría de mano se puede establecer una
valoración nutricional basal de la función muscular, midiendo la
fuerza y la resistencia del agarre; también son útiles las mediciones
seriadas. Los resultados de la dinamometría de mano se pueden
comparar con estándares de referencia proporcionados por el
fabricante. Una disminución de la fuerza de agarre de la mano es un
signo importante de debilidad y una de las características de la
malnutrición grave (White, 2012). La baja fuerza de agarre va asociada
a una mayor probabilidad de muerte prematura, al desarrollo de
discapacidades y a un mayor riesgo de complicaciones o de
prolongación de la estancia hospitalaria tras una intervención
quirúrgica, tanto en personas de mediana como de avanzada edad
(McLean, 2014).
Los rehabilitadores profesionales utilizan una serie de mediciones
basadas en la evidencia del funcionamiento y la capacidad física de las
extremidades superiores e inferiores, como pruebas de resistencia
muscular, de deambulación, de subida de escaleras, de levantamiento
desde una silla y de equilibrio. Para cada una de estas pruebas se
establece una puntuación, sumándose a continuación todas para llevar
a cabo la interpretación (Ha, 2010). El trabajo en equipo con el
personal de rehabilitación conduce a un mejor conocimiento de estos
parámetros funcionales y de cómo se relacionan con el estado
nutricional de los pacientes.
Medicina funcional
La medicina funcional es una disciplina basada en la evidencia que
en la actualidad se encuentra en plena evolución y que contempla el
organismo y sus sistemas interactivos como un todo, en lugar de
atender simplemente a una serie de signos y síntomas aislados. El
Institute of Functional Medicine (IFM) promueve un proceso de
evaluación en que se tenga en cuenta la individualidad bioquímica,
genética y ambiental de cada persona. Se trata de un enfoque centrado
en el paciente, y no solamente en la enfermedad. Entre los factores
relacionados con el estilo de vida y la promoción de la salud se da
importancia a la nutrición, el ejercicio físico, el sueño, las relaciones
saludables, y un sistema positivo de interacción entre mente, cuerpo y
creencias.
La estrategia de valoración nutricional funcional (VNF) consiste en
detectar el origen profundo de las enfermedades crónicas mediante la
integración de las técnicas dietéticas clásicas con la genómica
nutricional (v. capítulo 3), la restauración del funcionamiento
digestivo, el aplacamiento de la inflamación crónica (v. capítulo 3) y la
interpretación de los marcadores biológicos nutricionales. El
nutricionista funcional ordena los datos obtenidos a partir de los
factores de ingestión, digestión y utilización (IDU), lo que conduce a
la identificación de la causa última en cada caso, dentro del marco de
trabajo del plan de cuidados nutricionales (PCN) (fig. 7-9 y tabla 7-10).
FIGURA 7-9 Modelo matricial de medicina funcional.
Tabla 7-10
Componentes seleccionados de la valoración nutricional
funcional
Ingestión
Digestión
Utilización: relaciones
funcionales celulares
y moleculares
Alimentos, fibra, agua, suplementos, fármacos
Microflora adecuada
Antioxidantes: vitamina
C hidrosoluble,
fitonutrientes
Pautas de ingestión afectadas por una alimentación
compulsiva o desordenada
Alergias
Metilación y acetilación:
dependencia de
vitaminas adecuadas
del complejo B o de
minerales
Toxinas que penetran en el organismo con los
alimentos, a través de la piel, por inhalación, con el
agua, procedentes del medio ambiente (incluidos
pesticidas y productos químicos)
Déficits enzimáticos
de origen genético
Aceites y ácidos grasos:
equilibrio de
prostaglandinas,
función de la
membrana celular,
función de la
vitamina E
Hidratación
Metabolismo proteico;
tejido conjuntivo,
enzimas, función
inmunitaria, etc.
Infección/respuesta
inflamatoria
Vitamina D asociada a
vitaminas A y K,
metabólicamente
similares desde un
punto de vista
funcional
Estilo de vida: sueño,
ejercicio, agentes
estresantes
Caso clínico
Winifred, una mujer de 38 años que acude al servicio de urgencias
del hospital, tiene antecedentes de hipertensión, obesidad e intentos
fallidos de perder peso. Le gustan mucho los alimentos fritos, los
refrescos, la cerveza y los bollos. Tiene antecedentes de ingestión
compulsiva de alimentos. La empresa para la que trabaja obliga a
Winifred a someterse a una revisión médica anual, pero ha ido
retrasando la cita para intentar reducir algo su peso. La razón por la
que ha sido trasladada al servicio de urgencias para observación es
que ha sufrido una caída por las escaleras en su lugar de trabajo. El
médico ha constatado que Winifred no presenta ninguna fractura,
pero le preocupa su alta presión arterial, 185/98 mmHg. Se solicitan
pruebas de laboratorio y Winifred es ingresada en el hospital. Su
perfil clínico es el siguiente:
Edad: 38 años
Estatura: 1,55 m
Peso: 129 kg
Glucosa: 142 mg/dl; 7,8 mmol/l
Calcio: 9,1 mg/dl; 2,27 mmol/l
Sodio: 140 mEq/l; 140 mmol/l
Potasio: 3,6 mEq/l; 3,6 mmol/l
CO2: 25 mEq/l; 25 mmol/l
Cloruro: 96 mEq/l; 96 mmol/l
BUN: 30 mg/dl; 10,7 mmol/l
Creatinina: 0,9 mg/dl; 79,6 µmol/l
Albúmina: 3,8 g/dl; 38 g/l
Proteínas totales: 8 g/dl; 80 g/l
ALP: 35 U/l; 0,5 µkat/l
ALT: 28 U/l; 28 unidades/l
AST: 23 U/l; 0,38 µkat/l
Bilirrubina total: 1,5 mg/dl; 25,65 µmol/l
Eritrocitos: 5,1 × 106 ml; 5,1 × 1012 l
Hgb: 11 g/dl; 7 mmol/l
Hto: 30%; 0,3
VCM: 78 mm3; 78 fl
HCM: 23 pg
CHCM: 40 g/dl; 40%
Leucocitos: 8 × 103
Colesterol total: 245 mg/dl
LDL: 145 mg/dl
HDL: 30 mg/dl
Triglicéridos: 210 mg/dl
Winifred es derivada al servicio de tratamiento nutricional
médico. En la EFON Winifred muestra ser una mujer robusta, con
excesivos depósitos de grasa, un desarrollo muscular normal y sin
acumulación de líquidos. Valore su estado nutricional con los datos
aportados.
Datos de diagnóstico nutricional
Valores anormales de las pruebas de laboratorio relacionados con
unas pautas de alimentación desordenadas, como demuestran los
signos de anemia de origen nutricional y dislipidemia.
Preguntas sobre asistencia nutricional
1. Estime las necesidades energéticas y proteicas de Winifred
teniendo en cuenta sus datos antropométricos.
2. Teniendo en cuenta la historia clínica de Winifred, ¿qué
sugieren los resultados de las determinaciones de
hemoglobina, hematocrito, volumen corpuscular medio,
hemoglobina corpuscular media y concentración de
hemoglobina corpuscular media?
3. ¿A qué apuntan los resultados de las determinaciones de
colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos?
4. ¿Y qué indican los resultados de las determinaciones de sodio,
nitrógeno ureico en sangre y glucosa?
5. ¿Qué otras pruebas de laboratorio podrían resultar útiles para
una valoración nutricional completa?
ALP, fosfatasa alcalina; ALT, alanina aminotransferasa; AST, aspartato
aminotransferasa; BUN, nitrógeno ureico en sangre; CHCM, concentración
de hemoglobina corpuscular media; CO2, dióxido de carbono; Hgb,
hemoglobina; HCM, hemoglobina corpuscular media; Hto, hematocrito;
VCM, volumen corpuscular medio.
Páginas útiles en internet
Academy of Nutrition and Dietetics, Evidence Analysis Library
http://www.adaevidencelibrary.com/topic.cfm?cat=1225
Assessment Tools for Weight-Related Health Risks
http://www.columbia.edu/itc/hs/medical/nutrition/dat/dat.html
Body Mass Index Assessment Tool
http://www.cdc.gov/healthyweight/assessing/bmi/index.html
Centers for Disease Control and Prevention—Growth Charts
www.cdc.gov/growthcharts/
Centers for Disease Control and Prevention—Weight Assessment
http://www.cdc.gov/healthyweight/assessing/index.html
Institute of Functional Medicine
http://www.functionalmedicine.org/
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8
Clínica: interacciones alimentofármaco
Lisa L. Deal, PharmD, BCPS, BSN, RN
DeeAnna Wales VanReken, MS, RDN, CD
TÉRMINOS CLAVE
absorción
acetilación
advertencias en recuadro negro
agentes vasoconstrictores
biodisponibilidad
biotransformación
distribución
efectos adversos
excipiente
excreción
farmacocinética
farmacodinámica
farmacogenómica
fracción libre
incompatibilidades físicas
interacción alimento-fármaco
interacciones fármaco-nutriente
pH digestivo
polifarmacia
primer paso
reabsorción tubular
semivida
sistema enzimático del citocromo P450
El progreso en los campos de la medicina y la farmacología ha
conducido al desarrollo de una gran variedad de medicamentos para
el tratamiento de diversos trastornos y enfermedades. Por definición,
un fármaco es cualquier compuesto químico que puede afectar a los
procesos biológicos. Las interacciones entre alimentos y fármacos
pueden ser desde intrascendentes hasta letales. Los efectos tóxicos
pueden ser debidos a alteraciones de las concentraciones corporales
del fármaco que incrementen o reduzcan su eficacia.
Los términos interacción fármaco-nutriente e interacción nutrientefármaco se suelen utilizar indistintamente. En la actualidad se
consideran las interacciones fármaco-nutriente como un subconjunto
de las muchas interacciones alimento-nutriente posibles. Las
interacciones fármaco-nutriente incluyen tanto los cambios
específicos de la actividad de un fármaco debidos a uno o más
nutrientes como los cambios de la cinética de un alimento provocados
por un fármaco. La interacción alimento-fármaco es un término más
amplio en el que también se incluyen los efectos de una medicación
sobre el estado nutricional. Por ejemplo, el estado nutricional se puede
ver afectado por los efectos adversos de un tratamiento farmacológico
como efectos digestivos (p. ej., sequedad de boca, estomatitis),
alteraciones del apetito, efectos metabólicos (anomalías de la glucosa o
de los lípidos sanguíneos), o efectos renales o urinarios (retención
urinaria, polaquiuria o insuficiencia renal aguda).
Por motivos clínicos, económicos y legales, es importante detectar y
prever las interacciones alimento-fármaco. Las interacciones alimentofármaco que reducen la eficacia de un fármaco pueden dar lugar a
estancias hospitalarias más largas o repetidas, a la progresión de la
enfermedad y a un incremento de la morbilidad y la mortalidad. La
polifarmacia, la utilización simultánea de cuatro o más fármacos,
puede aumentar el riesgo de interacciones alimento-fármaco. Véanse
en el cuadro 8-1 otras situaciones en las que puede existir riesgo para
las personas.
Cuadr o 8-1
Individuos con riesgo de
interacciones fármaco-nutriente
Entre las personas consideradas con mayor riesgo de interacciones
fármaco-nutriente se encuentran:
• Las que consumen una dieta inadecuada
• Las que presentan problemas de salud graves
• Los niños en edad de crecimiento
• Las mujeres embarazadas
• Las personas mayores
• Los pacientes tratados con dos o más fármacos simultáneamente
• Los pacientes que utilizan al mismo tiempo medicamentos con
receta y de libre dispensación
• Los pacientes que no respetan las instrucciones acerca del
tratamiento
• Los pacientes tratados durante largos períodos de tiempo
• Los pacientes que consumen alcohol o fuman excesivamente
Tomado de Hermann J: Drug-nutrient interactions, Oklahoma Cooperative Extension Service
(página web): http://pods.dasnr.okstate.edu/docushare/dsweb/Get/Document-2458/T3120web.pdf. Acceso el 14 de enero de 2015.
Los integrantes del equipo médico deben ser conscientes de las
interacciones alimento-fármaco de naturaleza positiva y negativa, y
han de revisar todas las medicaciones y nutrientes en cada ingreso
hospitalario, visita a la consulta o cualquier otro encuentro con el
paciente. En el cuadro 8-2 se exponen algunas de las posibles ventajas
de reducir al mínimo las interacciones con los fármacos a lo largo del
tiempo.
Cuadr o 8-2
Ventajas de reducir al mínimo las
interacciones con fármacos
• Los medicamentos ejercen los efectos deseados.
• Los pacientes no abandonan el tratamiento.
• Se reduce al mínimo la necesidad de tratamientos farmacológicos
adicionales.
• Son necesarios menos suplementos calóricos o nutricionales.
• Se evitan los efectos adversos.
• Se mantiene un estado nutricional óptimo.
• Se evitan accidentes y lesiones.
• Se reducen al mínimo las complicaciones de la enfermedad.
• Se reduce el coste de los servicios sanitarios.
• Se reduce la responsabilidad profesional.
• Se cumplen los requisitos de las compañías de seguros.
• Se previenen los déficits nutricionales tras la utilización
prolongada.
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, PA, 2015,
Food-Medication Interactions.
Aspectos farmacológicos de las
interacciones alimento-fármaco
La farmacología es el estudio de los fármacos y de sus interacciones
con los sistemas. Los fármacos se administran para inducir un efecto
farmacológico en el órgano o tejido diana. Para conseguir este
objetivo, el fármaco debe desplazarse desde el punto de
administración al torrente circulatorio y, finalmente, al lugar en donde
debe ejercer su acción. A lo largo de este proceso el fármaco puede ser
transformado en metabolitos activos o inactivos, siendo finalmente
eliminado del organismo. Las interacciones entre el fármaco y un
alimento, un componente de un alimento o un nutriente pueden
alterar este proceso en cualquiera de sus fases.
Las interacciones alimento-fármaco se dividen en dos grandes
categorías: 1) interacciones farmacodinámicas, que afectan a la
actividad en el lugar corporal en que el fármaco ejerce su acción, y 2)
interacciones farmacocinéticas, que alteran la absorción, la
distribución, el metabolismo o la excreción del fármaco.
La farmacodinámica es el estudio de los efectos bioquímicos y
fisiológicos de un fármaco. El mecanismo de acción de un fármaco
puede implicar la unión de la molécula a un receptor, a una enzima o
a un canal iónico, dando lugar a una respuesta fisiológica observable.
Esta respuesta puede verse reforzada o atenuada mediante la adición
de otras sustancias con efectos similares u opuestos.
La farmacocinética es el estudio del curso que siguen los fármacos
en el organismo a lo largo del tiempo, que comprende su absorción,
distribución, metabolismo (biotransformación) y excreción; estos
procesos se denominan en conjunto disposición del fármaco o
«ADME» (fig. 8-1).
FIGURA 8-1 Los cuatro procesos farmacocinéticos básicos.
Las líneas discontinuas simbolizan membranas que deben
ser atravesadas por los fármacos en sus desplazamientos a
lo largo del organismo. (Tomado de Lehne et al: Pharmacology of nursing
care, ed 8, St Louis, Missouri, 2012, Elsevier.)
La absorción es el proceso en que el fármaco se desplaza desde el
lugar de administración al torrente circulatorio. Este proceso depende
de: 1) la vía de administración; 2) las propiedades químicas del
fármaco y su capacidad para atravesar membranas biológicas, y 3) la
velocidad de vaciamiento gástrico (para fármacos administrados por
vía oral) y la motilidad digestiva. Los alimentos, determinados
componentes de los alimentos y los suplementos nutricionales pueden
interferir en el proceso de absorción, especialmente cuando el fármaco
se administra por vía oral.
La distribución es el proceso mediante el cual el fármaco abandona
el torrente circulatorio y se desplaza a diversas regiones corporales. La
distribución es distinta según cuál sea la naturaleza química de la
molécula del fármaco. La velocidad y cuantía del flujo sanguíneo a un
cierto órgano o tejido influyen poderosamente en la cantidad de
fármaco que llega a cada lugar. Muchos fármacos circulan unidos a
proteínas plasmáticas como la albúmina. La fracción de fármaco unida
de esta manera no puede abandonar el compartimento vascular, por
lo que no ejerce efecto farmacológico alguno. Solamente la fracción
libre, es decir, el fármaco que no se encuentra unido a proteínas
plasmáticas, es capaz de ejercer efectos sobre los órganos diana (fig. 82).
FIGURA 8-2 Movimiento de los fármacos a través de la
barrera hematoencefálica. Las uniones oclusivas entre las
células que componen las paredes de los capilares del SNC
impiden que los fármacos escapen del sistema vascular. En
consecuencia, para que un fármaco alcance su lugar de
acción en el cerebro, debe pasar directamente a través de las
células de la pared capilar. Para que esto sea posible, el
fármaco ha de ser liposoluble o ser capaz de utilizar alguno
de los sistemas de transporte existentes. (Tomado de Lehne et al:
Pharmacology of nursing care, ed 8, St Louis, 2012, Elsevier.)
Un fármaco se elimina del organismo, bien en forma inalterada, o
transformado en un metabolito del compuesto original. El principal
órgano corporal en que se lleva a cabo el metabolismo, o
biotransformación, es el hígado, aunque hay otros que también
intervienen en diverso grado en los procesos metabólicos, como la
membrana intestinal, los riñones o los pulmones. Uno de los sistemas
enzimáticos más importantes que intervienen en el metabolismo de
los fármacos es el sistema enzimático del citocromo P450. Se trata de
un sistema multienzimático localizado en el retículo endoplásmico
liso de numerosos tejidos que interviene en la fase I de la
desintoxicación hepática (v. cuadro Foco de interés: Comer para
desintoxicar, en el capítulo 19). Los suplementos alimentarios o
dietéticos pueden inducir o inhibir la actividad de este sistema
enzimático, lo que puede alterar de forma muy importante la
velocidad o el grado del metabolismo de los fármacos. En general, los
procesos metabólicos tienden a transformar fármacos liposolubles en
formas más hidrosolubles que puedan ser excretadas en la orina a
través de los riñones.
La excreción renal es la vía más importante de eliminación de
fármacos y de sus metabolitos, ya sea mediante filtración glomerular o
secreción tubular. Los fármacos pueden ser eliminados también en
heces, bilis, lágrimas, leche y otros líquidos corporales, si bien en
menor medida. En determinadas circunstancias, como cuando se
producen cambios del pH urinario, fármacos que han llegado a los
túbulos renales pueden ser reabsorbidos al torrente circulatorio. Este
proceso se denomina reabsorción tubular. Cuando se recomienda una
dosis de un fármaco se suele presuponer que el funcionamiento
hepático y renal es normal, aunque las monografías de producto de
los fármacos contienen secciones en que se especifican los ajustes de
dosis que se deben realizar cuando la función renal se encuentra
alterada. En pacientes con nefropatías o hepatopatías, las dosis y los
intervalos entre las dosis de un fármaco o metabolito activo excretado
se deben ajustar de acuerdo con la disfunción renal y hepática (fig. 8-3;
v. capítulos 29 y 35).
FIGURA 8-3 Factores de los que depende la intensidad de
las respuestas farmacológicas. (Tomado de Lehne et al: Pharmacology
of nursing care, ed 8, St Louis, 2012, Elsevier.)
Factores de riesgo de interacciones
alimento-fármaco
Los pacientes deben ser evaluados individualmente en lo que respecta
a los efectos de los alimentos sobre la acción de los fármacos y el
estado nutricional. Las interacciones pueden ser causadas o
complicadas por una gran cantidad de variables específicas de cada
paciente, como la polifarmacia, el estado nutricional, factores
genéticos, enfermedades subyacentes, la dieta, suplementos
nutricionales, productos de herboristería o fitonutrientes, la ingesta de
alcohol, las drogas de abuso, la microflora intestinal, los excipientes
presentes en fármacos o alimentos, las alergias y las intolerancias. El
riesgo se ve incrementado más todavía por el incumplimiento
terapéutico por parte del paciente y por las pautas de prescripción de
los médicos. La malnutrición inducida por fármacos suele aparecer en
los tratamientos prolongados de enfermedades crónicas (fig. 8-4;
v. cuadro Foco de interés: Polifarmacia en personas mayores).
FIGURA 8-4 Como consecuencia del mayor riesgo de
enfermedad asociado a la edad, las personas mayores son
tratadas muchas veces con múltiples fármacos, tanto de
prescripción como de libre dispensación. Esto incrementa el
riesgo de interacciones fármaco-fármaco y alimento-fármaco.
Foco de interés
Polifarmacia en personas mayores
Los pacientes de edad avanzada presentan una mayor tendencia a
consumir múltiples fármacos, tanto de prescripción como de libre
dispensación, que los individuos más jóvenes. Su riesgo de
experimentar interacciones alimento-fármaco también es mayor,
debido a cambios físicos asociados al envejecimiento como el
aumento de la relación entre masa de tejido graso y magro, la
disminución de la masa y el flujo sanguíneo hepático, y el deterioro
de la función renal. Este riesgo también se ve incrementado por las
enfermedades, las disfunciones cognitivas o endocrinas, y la
ingestión de dietas restringidas. La malnutrición y la deshidratación
afectan a la cinética de los fármacos. La utilización de fitonutrientes
o productos de herboristería ha ido en aumento en todos los países
desarrollados, siendo consumidos también por las personas de edad
avanzada. La utilización de drogas de abuso y el consumo excesivo
de alcohol pasan muchas veces inadvertidos en estos pacientes de
edad avanzada.
Los efectos adversos de los fármacos sobre el sistema nervioso
central pueden reducir la capacidad o el deseo de alimentarse. Los
fármacos que provocan somnolencia, mareos, ataxia, confusión,
cefaleas, debilidad, temblores o neuropatía periférica pueden
generar problemas nutricionales, especialmente en los pacientes de
mayor edad. En algunas ocasiones, estos efectos farmacológicos
adversos pasan inadvertidos y sus consecuencias se atribuyen a las
enfermedades o al envejecimiento.
Cuando se estén administrando determinados fármacos, es
imprescindible valorar la ingesta de nutrientes que puedan
interaccionar con ellos (en la dieta oral, en los suplementos
nutricionales o en las soluciones administradas por vía
nasogástrica). Algunos ejemplos son la vitamina K con warfarina; el
calcio y la vitamina D con tetraciclina; y el potasio, el sodio y el
magnesio con diuréticos del asa como la furosemida. En los
pacientes con enfermedad de Parkinson hay que controlar la
cantidad de proteínas ingeridas y el momento de la ingestión,
debido a sus interacciones con la levodopa. El equipo
multidisciplinario compuesto por médicos, farmacéuticos,
enfermeros y dietistas debe trabajar conjuntamente en la
planificación y coordinación del régimen terapéutico, la dieta y la
administración de suplementos terapéuticos, con objeto de
mantener un estado nutricional óptimo y evitar las interacciones
alimento-fármaco.
La malnutrición previa constituye un factor de riesgo de
interacciones fármaco-nutriente. Las alteraciones proteicas y los
cambios de la composición corporal secundarios a la malnutrición
pueden afectar a la disposición de los fármacos, al modificar su unión
a proteínas y su distribución. Los pacientes con cáncer activo o
infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que
presenten anorexia y caquexia de una cierta importancia se
encuentran en situación de riesgo especial, debido a la alta prevalencia
de malnutrición y a la baja ingesta de alimentos en estos grupos de
población. Algunos tratamientos como la quimioterapia o la
radioterapia también pueden exacerbar las alteraciones nutricionales.
Por ejemplo, el cisplatino y otros fármacos citotóxicos suelen provocar
aftas bucales, náuseas, vómitos, diarrea, anorexia y, en consecuencia,
una baja ingesta de alimentos. La pérdida de apetito es un efecto
adverso común a muchos medicamentos. La disposición de los
fármacos se puede ver alterada por anomalías del tubo digestivo,
como los vómitos, la diarrea, la hipoclorhidria, la atrofia de la mucosa
y las alteraciones de motilidad. La malabsorción debida a lesiones
intestinales provocadas por cáncer, enfermedad celíaca, enfermedad
inflamatoria intestinal o extirpación quirúrgica de tejido intestinal por
diversos motivos aumenta el riesgo de interacciones alimentofármaco. La composición corporal es otro factor importante que afecta
a la respuesta a los fármacos. Los pacientes obesos o de edad
avanzada presentan un incremento de la relación entre tejido adiposo
y tejido magro. En teoría, esto debe conducir a una mayor
probabilidad de que se acumulen los fármacos liposolubles, como las
benzodiacepinas de acción prolongada (p. ej., el diacepam). La
acumulación de un fármaco y de sus metabolitos en el tejido adiposo
puede incrementar el tiempo de aclaramiento y la toxicidad. En
pacientes de edad avanzada esta interacción puede verse agravada
por un menor aclaramiento hepático o renal del fármaco.
Los fetos en desarrollo, los lactantes y las mujeres embarazadas
también presentan un alto riesgo de interacciones fármaco-nutriente.
Muchos fármacos no han sido estudiados en estas poblaciones, lo que
dificulta valorar el riesgo de efectos farmacológicos adversos,
interacciones alimento-fármaco incluidas. En el caso del feto en
desarrollo, se debe valorar el riesgo frente al beneficio de cualquier
tratamiento farmacológico.
Farmacogenómica
Las interacciones gen-nutriente son un reflejo de la heterogeneidad
genética de seres humanos con diferentes características fisiológicas,
así como de los factores ambientales particulares y los productos
químicos incluidos en la dieta. Como la eficacia y la seguridad de los
fármacos presentan disparidades dependiendo de la raza y las
variantes genéticas de los individuos, los conocimientos de
farmacogenéticos son importantes a la hora de interpretar y predecir
los acontecimientos adversos debidos a interacciones farmacológicas.
La farmacogenómica estudia determinadas variantes genéticas que
solo afectan a los efectos de los fármacos; puede constituir una base
para la nutrigenómica, como ya se ha señalado en el capítulo 5.
Algunos ejemplos relacionados con las interacciones alimentofármaco son el déficit de la enzima glucosa-6-fosfato deshidrogenasa
(G6PD), la inactivación lenta de la isoniacida o la fenelcina, y la
resistencia a la warfarina. La resistencia a la warfarina afecta a las
dosis necesarias y a las respuestas concretas de cada individuo ante la
warfarina.
La inactivación lenta de la isoniacida, un fármaco utilizado para el
tratamiento de la tuberculosis (TB), es consecuencia de la lentitud de
la acetilación, una reacción de conjugación mediante la que se
eliminan aminas, hidracinas y sulfamidas. Los «acetiladores lentos»
son personas que metabolizan estos fármacos más despacio que la
población media debido a una baja concentración de la enzima
hepática acetil transferasa, un rasgo que se transmite con carácter
hereditario. Por ello, la concentración de fármaco no acetilado
permanece elevada durante más tiempo en estos individuos que en
aquellos que son «acetiladores rápidos». Por ejemplo, la semivida
(tiempo necesario para que la concentración o el contenido corporal
de un fármaco se reduzca a la mitad de una determinada
concentración o contenido) de la isoniacida es de aproximadamente
70 min en los acetiladores rápidos, mientras que en los acetiladores
lentos su valor aumenta hasta más de 3 h. La dosis que se prescribe
habitualmente para los acetiladores rápidos puede ser tóxica para un
acetilador lento. Las altas concentraciones sanguíneas de esta clase de
fármacos en los acetiladores lentos aumentan la posibilidad de
aparición de interacciones alimento-fármaco. La inactivación lenta de
la isoniacida incrementa el riesgo de déficit de piridoxina y de
neuropatía periférica. La inactivación lenta de la fenelcina, un
inhibidor de la monoaminooxidasa (IMAO), aumenta el riesgo de
crisis de hipertensión si se consumen alimentos ricos en tiamina.
Véase el capítulo 26.
El déficit de G6PD en los eritrocitos es un trastorno ligado al
cromosoma X que puede originar ictericia neonatal, anemia hemolítica
o hemólisis aguda. Es especialmente frecuente en África, Oriente
Medio y el Sudeste Asiático, y también se denomina favismo. La
ingestión de habas, ácido acetilsalicílico, sulfamidas o antipalúdicos
puede provocar hemólisis y anemia aguda en pacientes con déficit de
G6PD. En pacientes con esta enfermedad existe un riesgo potencial de
interacciones alimento-fármaco debido a la ingestión de habas, así
como de vitaminas C o K.
Otro factor que afecta al metabolismo de los fármacos es la
variabilidad genética de la actividad de las enzimas del citocromo
P450 (CYP), que pertenecen a 12 familias enzimáticas diferentes e
intervienen en dicho metabolismo de los fármacos. Existen proteínas
terapéuticas que afectan a la disposición de los fármacos que son
metabolizados por estas enzimas (Lee et al., 2010). Los
«metabolizadores lentos» pueden poseer menores cantidades de una
determinada enzima, o sus enzimas pueden presentar menor
actividad. Estos individuos corren mayor riesgo de padecer efectos
farmacológicos adversos, al existir una mayor concentración de
fármaco no ligado o activo. Entre el 5 y el 10% de los individuos de
raza blanca presentan un metabolismo lento debido a la baja actividad
de CYP2D6; lo mismo les sucede al 20% de los asiáticos, en este caso
debido a la baja actividad de CYP2C19 (Fohner et al., 2013). La
nomenclatura CYP-número-letra-número se utiliza para representar a
las distintas familias enzimáticas. En la actualidad se dispone de
técnicas para analizar el ADN y determinar las variaciones en la
actividad de estas dos enzimas. Los sistemas enzimáticos CYP2D6 y
CYP2C19 son los encargados de metabolizar aproximadamente el 25%
de todos los fármacos, incluidos muchos antipsicóticos, antidepresivos
y estupefacientes. Cuando se administran dosis habituales de estos
fármacos a personas de metabolismo lento, su concentración
sanguínea alcanza valores más elevados de los esperados, mientras
que las personas que los metabolizan rápidamente pueden presentar
respuestas impredecibles debido a la alta actividad metabólica
(Medical Letter, 2005).
El genotipado de la respuesta a los fármacos sirve para determinar
qué fármacos pueden ser eficaces en cada caso, dependiendo de la
dotación genética de cada individuo (v. capítulo 5). La capacidad para
predecir la respuesta a cada fármaco concreto permite elegir los
tratamientos más adecuados para el cáncer, las enfermedades
mentales e incluso el dolor. El genotipado sirve también para
minimizar las reacciones adversas frente a los fármacos, interacciones
alimento-fármaco incluidas. Se trata de un campo en rápida
expansión, que va a modificar la manera de ejercer la medicina en el
futuro, facilitando la planificación de tratamientos específicos para
cada paciente en función de su genotipo.
Efectos de los alimentos sobre los
tratamientos farmacológicos
Absorción de los fármacos
La presencia de alimentos y nutrientes en la luz estomacal o intestinal
puede alterar la absorción de un fármaco. La biodisponibilidad
indica qué porcentaje de fármaco administrado llega a incorporarse
efectivamente a la circulación sistémica (fig. 8-5). La biodisponibilidad
de un medicamento administrado por vía intravenosa es del 100%,
pero es menor cuando la administración se lleva a cabo por vía oral,
ya que la absorción y el metabolismo son incompletos. Los
bisfosfonatos alendronato, risedronato e ibandronato, utilizados para
el tratamiento de la osteoporosis, son ejemplos de fármacos cuya
absorción se puede ver drásticamente reducida. Cuando estos
medicamentos se ingieren conjuntamente con alimentos, la absorción
puede ser prácticamente nula, y se puede reducir hasta un 60%
cuando se combinan con café o zumo de naranja. Según las
instrucciones del fabricante, el alendronato y el risedronato han de
administrarse con el estómago vacío, utilizando exclusivamente agua
y al menos 30 min antes de ingerir cualquier alimento, bebida o
medicación. El ibandronato debe ser administrado al menos 60 min
antes de ingerir cualquier alimento, bebida o medicación.
FIGURA 8-5 Desplazamiento de los fármacos tras la
absorción digestiva. Todos los fármacos que se absorben en
las distintas regiones del tubo digestivo (estómago, intestino
delgado e intestino grueso, pero no la mucosa bucal ni el
recto distal) deben atravesar el hígado, al que llegan a través
de la vena porta, antes de desplazarse al corazón y, desde
ahí, al sistema circulatorio general. Algunos fármacos no
experimentan ninguna transformación a lo largo de este
proceso. Por el contrario, otros son sometidos a importantes
procesos metabólicos. Hay incluso otros que experimentan el
ciclo enterohepático, un ciclo repetitivo en el que el fármaco
se desplaza desde el hígado hasta el duodeno (a través del
conducto biliar) y después retorna al hígado (en la sangre
portal). (Tomado de Lehne et al: Pharmacology of nursing care, ed 8, St Louis,
2012, Elsevier.)
La absorción del hierro contenido en suplementos nutricionales se
puede reducir hasta un 50% cuando se ingiere conjuntamente con
alimentos. El hierro se absorbe mejor cuando se toma con unos 250 ml
de agua y el estómago vacío, aunque el zumo de naranja puede
incrementar su absorción hasta en un 85% debido a su contenido en
vitamina C. Cuando el hierro se ha de ingerir junto con alimentos para
evitar molestias digestivas, no se debe mezclar con salvado, huevos,
alimentos con alto contenido en fitatos, suplementos de fibra
alimentaria, té, café, productos lácteos o suplementos de calcio, ya que
todos ellos pueden reducir su absorción.
Existen varios mecanismos que pueden intervenir en la reducción
de la velocidad o del grado de absorción de los fármacos en presencia
de alimentos o nutrientes. La presencia y el tipo de los alimentos
ingeridos influyen en la velocidad de vaciamiento gástrico. El tiempo
de vaciamiento gástrico puede verse prolongado por la ingestión de
alimentos de alto contenido en fibra o en grasas. En general, el retraso
en la absorción de un fármaco no tiene importancia clínica, siempre y
cuando el grado de absorción no se vea afectado. No obstante, el
retraso en la absorción de antibióticos o analgésicos sí que puede ser
clínicamente significativo.
Los cationes divalentes y trivalentes como el hierro, el calcio, el
magnesio, el cinc o el aluminio forman complejos con determinados
fármacos, lo que puede reducir la absorción de estos últimos. Estas
reacciones de formación de quelatos son muy habituales en los
antibióticos de las familias de las tetraciclinas y las fluoroquinolonas.
La entacapona, un fármaco utilizado para tratar la enfermedad de
Parkinson, forma un complejo con el hierro; por ello, no se debe
ingerir hierro durante la hora anterior a la administración de
entacapona, ni en las 2 h posteriores a la misma. Las fluoroquinolonas
y las tetraciclinas forman complejos insolubles con el calcio contenido
en los productos lácteos y en bebidas o alimentos reforzados con
calcio, con algunos suplementos, y con el aluminio presente en los
antiácidos, lo que impide o reduce la absorción de fármacos y
nutrientes (Pronsky y Crowe, 2012). La mejor manera de evitar estas
interacciones es la interrupción de la toma de suplementos que no
sean imprescindibles durante el período de administración del
antibiótico. Si esto no es posible, especialmente en el caso del
magnesio, o si la administración del antibiótico ha de ser prolongada,
el fármaco se debe ingerir por lo menos 2 h antes y 6 h después del
mineral.
El pH digestivo es otro factor importante en lo que respecta a la
absorción de los fármacos. Cualquier situación que traiga como
consecuencia una variación del pH gástrico, como la aclorhidria o la
hiperclorhidria, puede reducir la absorción de los fármacos. Un
ejemplo de esta interacción es el fracaso del antifúngico ketoconazol
en la erradicación de infecciones por Candida en pacientes infectados
por el VIH o en personas con enfermedad por reflujo gastroesofágico
(ERGE) tratadas con agentes antiácidos potentes. El ketoconazol se
absorbe de forma idónea en medio ácido. Dada la alta prevalencia de
aclorhidria en pacientes infectados por el VIH, los comprimidos de
ketoconazol no se disuelven totalmente en el estómago, dando lugar a
una absorción incompleta. Esto también ocurre en pacientes con
hipoclorhidria secundaria a tratamientos crónicos de supresión ácida,
como los tratados con antiácidos, antagonistas de los receptores de
histamina de tipo 2 (H2) (p. ej., famotidina) o inhibidores de la bomba
de protones (p. ej., omeprazol). La ingestión del ketoconazol con un
líquido ácido, como cola, jugo de arándanos, zumo de naranjas, o una
disolución diluida de ácido clorhídrico (HCl) puede mejorar la
biodisponibilidad en estos pacientes (Pronsky y Crowe, 2012).
La presencia de alimentos en el estómago promueve la absorción de
algunos medicamentos, como el antibiótico cefuroxima axetilo o el
fármaco antirretrovírico saquinavir. Con objeto de reducir al mínimo
la dosis necesaria para alcanzar una concentración eficaz, se
recomienda administrar estos fármacos después de haber comido. La
biodisponibilidad de la cefuroxima axetilo es notablemente superior
cuando se administra junto con alimentos, en comparación con
cuando se ingiere en ayunas.
Interacciones entre medicamentos y
nutrición enteral
La nutrición enteral continua es un método eficaz para proporcionar
nutrientes a pacientes incapaces de deglutir o comer adecuadamente.
No obstante, la administración de medicamentos a través de la sonda
de nutrición enteral puede ser problemática. Ciertos medicamentos
líquidos pueden ser incompatibles con los preparados para nutrición
enteral. Entre las incompatibilidades físicas se encuentran la
granulación, la formación de geles y la separación del producto
enteral. Estos fenómenos provocan atascos en las sondas de
alimentación que impiden que los nutrientes puedan ser asimilados
por el paciente. Entre los fármacos que provocan granulación y
formación de geles se encuentran la suspensión de ciprofloxacino, los
concentrados de clorpromacina, las soluciones de sulfato ferroso, la
guaifenesina y el jarabe de metoclopramida (Wohlt et al., 2009).
La mayoría de los estudios de compatibilidad entre medicamentos y
productos para alimentación enteral se han centrado en los efectos que
ejerce el fármaco sobre la integridad del producto enteral, de los que a
su vez depende la biodisponibilidad. Estas cuestiones requieren ser
estudiadas más concienzudamente, dada la extensa utilización que se
hace hoy en día de la alimentación a través de sondas. Las
suspensiones de fenitoína presentan problemas de biodisponibilidad
cuando se combinan con la nutrición enteral. Como la concentración
plasmática de fenitoína se monitoriza de forma rutinaria, se dispone
de muchos datos que demuestran que la biodisponibilidad de la
fenitoína se reduce cuando se administra junto con productos para
nutrición enteral. Se suele sugerir interrumpir la alimentación por
sonda antes y después de administrar cada dosis de fenitoína; es
aconsejable dejar transcurrir un período de tiempo de entre 1 y 2 h sin
nutrición enteral antes y después de administrar cada dosis de
fenitoína, si bien esto depende de la política concreta de cada centro
hospitalario.
Muchas veces no es posible obtener información inmediata sobre las
interacciones entre un fármaco y un producto para nutrición enteral,
aunque el fabricante puede disponer de datos no publicados acerca de
estas interacciones. En estos casos es interesante ponerse en contacto
con el departamento de información médica del fabricante.
Distribución de los fármacos
La albúmina es la principal proteína fijadora de fármacos en la sangre.
Los trastornos inflamatorios traen muchas veces como consecuencia
un descenso de la concentración de albúmina en suero, con lo que los
fármacos que se unen extensamente a proteínas disponen de menos
puntos de fijación. Esto significa que hay un mayor porcentaje de
fármaco libre en suero. Solamente la fracción libre (fracción no unida)
de un fármaco es capaz de abandonar el sistema circulatorio y ejercer
un efecto farmacológico sobre el órgano diana. Los pacientes con
concentraciones de albúmina inferiores a 3 g/dl presentan un riesgo
elevado de sufrir efectos adversos. La dosis estándar para un adulto
normal de un fármaco que se una extensamente a proteínas puede
producir efectos más acentuados en estos pacientes que en aquellos
que presentan una concentración normal de albúmina. Se recomienda
reducir la dosis de estos fármacos en pacientes con hipoalbuminemia.
Además, el riesgo de que un fármaco desplace a otro de sus puntos de
unión a albúmina es mayor cuando la concentración de albúmina es
inferior a 3 g/dl.
El 99,9% del anticoagulante warfarina circula unido a proteínas
séricas, y lo mismo ocurre con el 90% del anticonvulsivante fenitoína,
dos fármacos utilizados con frecuencia por personas de edad
avanzada. Las concentraciones de albúmina tienden a ser más bajas en
pacientes mayores o en estado crítico. En el caso de la warfarina, las
concentraciones elevadas de fármaco libre incrementan el riesgo de
anticoagulación excesiva y hemorragia. La toxicidad de la fenitoína
puede ser debida a concentraciones séricas de fenitoína libre
demasiado altas o demasiado bajas, y puede originar convulsiones.
Metabolismo de los fármacos
Los sistemas enzimáticos hepáticos e intestinales no son los únicos
responsables del metabolismo de los fármacos, pero sí del de la
mayoría de ellos. Los alimentos pueden inhibir o estimular el
metabolismo de los medicamentos al alterar la actividad de estos
sistemas enzimáticos. Una dieta rica en proteínas y pobre en hidratos
de carbono puede incrementar el metabolismo hepático de la teofilina,
un fármaco utilizado para el tratamiento del asma, lo que conduce a
efectos tóxicos debido a la estrechez de la ventana terapéutica de la
teofilina.
Por el contrario, el pomelo (zumo, gajos, extracto) y otros cítricos
parecidos (naranja amarga, tangelo, mineola, pamplemusa y algunas
naranjas exóticas) contienen unos compuestos denominados
furanocumarinas que inhiben el sistema enzimático 3A4 del citocromo
P450 encargado del metabolismo oxidativo de muchos fármacos
administrados por vía oral (Pronsky y Crowe, 2012). Se ve afectado el
metabolismo intestinal de fármacos como los bloqueadores de los
canales de calcio derivados de la dihidropiridina (felodipino) y
algunos inhibidores de la 3-hidroxi-3-metilglutaril (HMG) coenzima A
(CoA) reductasa, como la simvastatina (Sica, 2006). Parece que esta
interacción tiene importancia clínica en el caso de fármacos con baja
biodisponibilidad oral, una cantidad considerable de los cuales es
metabolizada e inactivada en la pared intestinal por la enzima 3A4 del
citocromo P450 (CYP3A4). Cuando se ingiere pomelo o zumo de
pomelo esta enzima queda inhibida irreversiblemente, lo que reduce
el metabolismo normal del fármaco. Como consecuencia de esta
reducción, llega al torrente circulatorio una cantidad mayor de
fármaco no metabolizado, y el aumento de la concentración sanguínea
del mismo da lugar a un efecto farmacológico más intenso e incluso a
posibles efectos tóxicos. Desgraciadamente, los efectos del pomelo
sobre el CYP3A4 intestinal duran hasta 72 h. Por ello, separar la
ingestión del pomelo de la dosis diaria del fármaco no sirve para
solucionar esta interacción.
La competencia por las enzimas encargadas del metabolismo
hepático que se establece entre alimentos y fármacos como el
propanolol y el metoprolol puede alterar el metabolismo de primer
paso de estos últimos. El término primer paso hace referencia a la
inactivación hepática de los medicamentos administrados por vía oral
justo después de ser administrados. Antes de acceder a la circulación
general, los fármacos son absorbidos del tracto intestinal, transferidos
a la circulación portal y transportados al hígado. Como muchos
fármacos son metabolizados durante este primer paso a través del
hígado, solo un pequeño porcentaje de la dosis original puede acceder
a la circulación general y alcanzar el órgano diana. No obstante, en
algunos casos este porcentaje se puede ver incrementado por la
ingestión simultánea del fármaco y alimentos. Cuando los alimentos y
el fármaco compiten por las mismas enzimas hepáticas es posible que
acceda a la circulación sistémica una mayor cantidad de fármaco, lo
que puede conducir a efectos tóxicos si la dosis se ha calculado con el
paciente en ayunas.
Excreción de los fármacos
Los alimentos y los nutrientes pueden alterar la reabsorción de
fármacos en los túbulos renales. La reabsorción de litio, un fármaco
utilizado para el tratamiento de los trastornos bipolares, va
estrechamente asociada a la reabsorción de sodio. Los pacientes con
hiponatremia que estén siendo tratados con litio presentan riesgo de
padecer efectos tóxicos, porque debido a su similitud con el sodio sus
organismos reabsorben litio en lugar de excretarlo. De la misma
manera, cuando se ingieren cantidades excesivas de sodio los riñones
eliminan en la orina mayores cantidades de sodio y de litio. Esto da
lugar a concentraciones más bajas de litio y a un posible fracaso
terapéutico.
Los fármacos que se comportan como ácidos o bases débiles son
reabsorbidos hacia la circulación sistémica en los túbulos renales
solamente en su forma no ionizada, es decir, cuando carecen de carga.
En una orina que presente un pH ácido, un fármaco ácido se
encuentra en forma no ionizada, mientras que un fármaco básico
se encuentra en forma no ionizada en una orina con un pH alcalino.
Los cambios del pH urinario inducidos por los alimentos pueden
modificar la cantidad de fármaco que se encuentra en forma no
ionizada, incrementando o reduciendo de esa manera la cantidad de
fármaco disponible para ser reabsorbido en los túbulos. Los alimentos
como la leche, las frutas (incluidos los cítricos) y las verduras
alcalinizan la orina (v. cuadro Perspectiva clínica: Dietas ácidas y
alcalinas, en el capítulo 35). Estos cambios pueden modificar el estado
iónico de un fármaco básico, como el agente antiarrítmico quinidina.
En la orina alcalina la quinidina se encuentra fundamentalmente en
estado no ionizado y es, por tanto, susceptible de ser reabsorbida
desde la orina hacia el torrente circulatorio, lo que puede incrementar
su concentración sanguínea. La excreción de la memantina, un
fármaco
utilizado
para
el
tratamiento
de
trastornos
neurodegenerativos, también se ve reducida por un pH alcalino, con
el consiguiente aumento de su concentración sanguínea. Estas
concentraciones elevadas pueden incrementar el riesgo de toxicidad.
Esta interacción suele ser importante desde un punto de vista clínico
cuando la dieta está compuesta exclusivamente de un único alimento
o grupo de alimentos. Se debe aconsejar a los pacientes que no
introduzcan cambios drásticos en su dieta sin consultar previamente a
su médico, dietista o farmacéutico.
El regaliz, o ácido glicírrico, es un extracto de la raíz de plantas del
género Glycyrrhiza que se utiliza para la fabricación de golosinas de
regaliz «natural». El consumo de unos 100 g de regaliz (el contenido
de dos o más barritas de regaliz natural) puede inducir un incremento
de la concentración de cortisol y, en consecuencia, un
seudohiperaldosteronismo que puede conducir a hipernatremia,
retención de líquidos, incremento de la presión arterial y una mayor
excreción de potasio, que puede provocar hipopotasemia y
alteraciones electrocardiográficas. También puede darse un efecto
antagónico sobre la acción de fármacos diuréticos y antihipertensivos.
La hipopotasemia resultante puede modificar los efectos de algunos
fármacos (Pronsky et al., 2015).
Efectos de los fármacos sobre los
alimentos y la nutrición
Muchas de las interacciones a que hace referencia esta sección son las
opuestas a las explicadas en la sección Efectos de los alimentos sobre
los tratamientos farmacológicos. Por ejemplo, la formación de un
complejo entre un mineral y un fármaco no solamente reduce la
absorción y, por tanto, el efecto del fármaco, sino que también reduce
la absorción y la disponibilidad del nutriente.
Absorción de los nutrientes
Los medicamentos pueden reducir o impedir la absorción de los
nutrientes. Las reacciones de formación de complejos entre
los medicamentos y los minerales (iones metálicos) reducen la
cantidad de mineral disponible para ser absorbido. Dos ejemplos son
las tetraciclinas y el ciprofloxacino, que forman complejos con el calcio
presente en determinados suplementos o en productos lácteos como la
leche o el yogur. Esto también es cierto para otros cationes divalentes
o trivalentes como el hierro, el magnesio y el cinc que contienen los
suplementos de minerales o las asociaciones de vitaminas y minerales.
En general, se recomienda tomar los minerales con una separación de
al menos entre 2 y 6 h de la toma del fármaco.
Los fármacos pueden reducir la absorción de nutrientes
modificando el tiempo de tránsito intestinal de los alimentos y los
nutrientes. Los agentes purgantes o laxantes reducen el tiempo de
tránsito y pueden provocar diarrea, con las consiguientes pérdidas de
calcio y de potasio. La diarrea también puede ser inducida por
fármacos que contengan sorbitol, como los jarabes o disoluciones de
furosemida,
ácido
valproico,
carbamacepina
o
trimetoprim/sulfametoxazol. Los fármacos que estimulan el
peristaltismo, como el protector de la mucosa gástrica misoprostol o el
agente hiperosmótico lactulosa, también pueden causar este
desagradable efecto adverso.
Los fármacos también pueden impedir la absorción de nutrientes
mediante la modificación del entorno digestivo. Los antagonistas de
los receptores H2 como la famotidina o la ranitidina y los inhibidores
de la bomba de protones (IBP) como el omeprazol o el esomeprazol
son fármacos antisecretores que se utilizan en el tratamiento de la
úlcera péptica y la ERGE. Inhiben la secreción gástrica de ácido y
elevan el pH estomacal. Estos efectos pueden inhibir la absorción de la
vitamina B12 al impedir su liberación a partir de las correspondientes
fuentes de la dieta. La cimetidina es un antagonista de los receptores
H2 que reduce también la secreción de factor intrínseco, por lo que su
uso prolongado puede generar problemas a la hora de absorber la
vitamina B12, con el consiguiente déficit de esta vitamina. El efecto de
los inhibidores de la bomba de protones sobre la absorción del calcio
puede incrementar el riesgo de osteoporosis en individuos
susceptibles, un efecto que parece más acusado en el caso de los IBP
que en el caso de los antagonistas de los receptores H2 (Corley et al.,
2010; Kwok et al., 2011). Aparte de estos bien conocidos problemas,
en una serie de estudios recientes se han observado correlaciones
entre el tratamiento con IBP, el sobrecrecimiento bacteriano en el
intestino delgado (SBID) y el síndrome del intestino irritable (SII)
(Chey y Spiegel, 2010). Son precisos más estudios en este sentido para
dilucidar los efectos a largo plazo de la disrupción crónica del medio
gástrico y su impacto sobre la salud intestinal.
Los fármacos que ejercen los efectos más importantes sobre la
absorción de los nutrientes son aquellos que dañan la mucosa
intestinal. El deterioro de la estructura de las vellosidades y
microvellosidades puede inhibir los sistemas enzimáticos del borde en
cepillo y de transporte intestinal relacionados con la absorción de
nutrientes. En consecuencia, se pueden producir diferentes grados de
malabsorción específica, que pueden impedir la absorción digestiva
de minerales, en concreto de hierro y calcio. Las lesiones de la mucosa
intestinal suelen ser causadas por agentes quimioterapéuticos,
antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y tratamientos de larga
duración con antibióticos. Los efectos adversos de los AINE sobre el
colon pueden consistir en una colitis inespecífica o en la exacerbación
de una enfermedad colónica preexistente (Tonolini, 2013). Los
pacientes con colitis inducida por AINE presentan diarrea
sanguinolenta, pérdida de peso y anemia por déficit de hierro; la
patogenia de este tipo de colitis sigue siendo motivo de controversia.
Entre los fármacos que afectan a los mecanismos de transporte
intestinal se encuentran: 1) la colchicina, un agente antiinflamatorio
utilizado para el tratamiento de la gota; 2) la sulfasalacina, para el
tratamiento de la colitis ulcerosa; 3) el trimetoprim (un antibiótico que
se suele administrar junto con sulfametoxazol), y 4) el antiprotozoario
pirimetamina. La colchicina altera la absorción de vitamina B12,
mientras que el resto de estos fármacos son inhibidores competitivos
de los mecanismos de transporte del folato.
Metabolismo de los nutrientes
Los fármacos pueden incrementar el metabolismo de un nutriente,
promoviendo su excreción y dando lugar a unos mayores
requerimientos del mismo. Los fármacos pueden presentar efectos
antagónicos con algunas vitaminas al impedir que dicha vitamina se
convierta en su forma activa. Los anticonvulsivantes fenobarbital y
fenitoína inducen enzimas hepáticas e incrementan el metabolismo de
las vitaminas D y K y del ácido fólico. En los tratamientos con
fenobarbital o fenitoína se suelen prescribir suplementos de estos
compuestos. Se ha observado que la carbamacepina afecta al
metabolismo de la biotina, la vitamina D y el ácido fólico, pudiendo
dar lugar a los correspondientes déficits. En pacientes tratados con
carbamacepina, se recomienda determinar regularmente la
concentración de vitamina D y administrar los suplementos
adecuados.
El fármaco antituberculoso isoniacida inhibe la conversión de la
piridoxina (vitamina B6) en su forma activa, el 5-fosfato de piridoxal.
Los pacientes con una baja ingesta de piridoxina que estén siendo
tratados con isoniacida pueden desarrollar déficit de piridoxina y
neuropatía periférica. En pacientes tratados con isoniacida, se suele
recomendar la administración de suplementos de 5-fosfato de
piridoxal (de 25 a 50 mg/día). Otros fármacos que actúan como
antagonistas de la piridoxina son la hidralacina, la penicilamina, la
levodopa y la cicloserina.
El metotrexato es un antagonista del ácido fólico utilizado para el
tratamiento de los embarazos ectópicos, el cáncer y la artritis
reumatoide. En ausencia de ácido fólico no se puede llevar a cabo la
síntesis de ADN, con lo que la replicación se interrumpe y la célula
muere. La pirimetamina se utiliza para el tratamiento de la infección
por el VIH, el paludismo y la toxoplasmosis, y se trata también de un
antagonista del ácido fólico. Tanto el metotrexato como la
pirimetamina se unen a la enzima dihidrofolato reductasa y la
inactivan, con lo que el folato no puede transformarse en su forma
activa y puede aparecer anemia megaloblástica por déficit de folato (v.
capítulo 32). La leucovorina (ácido folínico, forma reducida del ácido
fólico) se suele administrar junto con los antagonistas del ácido fólico
para prevenir la anemia y las lesiones digestivas, especialmente
cuando se utilizan altas dosis de metotrexato. La leucovorina no
precisa ser reducida por la dihidrofolato reductasa; por ello, no se ve
afectada por los antagonistas del ácido fólico. De esta manera, la
leucovorina puede «salvar» a las células normales de los efectos del
metotrexato al competir con él por los mismos mecanismos de
transporte celular. La administración diaria de suplementos de ácido
fólico o de ácido folínico puede reducir la toxicidad sin afectar a la
eficacia del fármaco. Los pacientes tratados con metotrexato deben ser
sometidos a un seguimiento para comprobar su situación en lo que
respecta al ácido fólico (v. capítulo 7).
Las estatinas (inhibidores de la HMG-CoA reductasa) como la
atorvastatina interfieren en la síntesis de la coenzima Q10 (CoQ10;
ubiquinona); en el cuadro 8-3 se muestra el mecanismo por el que se
produce este efecto. Cuando la HMG-CoA se encuentra inhibida por
estatinas, se reduce la producción de colesterol; es lógico deducir que
la formación de CoQ10 también se verá afectada. Hay estudios que
demuestran que la concentración de CoQ10 se encuentra reducida en
sangre, plaquetas y linfocitos. Aunque en estudios preliminares con
pocos casos se observó que los dolores y la debilidad muscular
inducida por las estatinas se podían aliviar mediante la
administración de suplementos de CoQ10, en metaanálisis más
recientes no se ha podido confirmar este extremo, por lo que se
concluye que se deben llevar a cabo estudios a mayor escala en este
sentido (Banach et al., 2015). Hasta que se aclare esta cuestión, se sigue
considerando recomendable administrar suplementos diarios de
100 mg de CoQ10 a los pacientes tratados con inhibidores de la HMGCoA reductasa (Littarru y Langsjoen, 2007).
Cuadr o 8-3
Fases de la producción hepática
de colesterol
Acetil-CoA
↓ + HMG-CoA sintetasa
HMG-CoA
↓ + HMG-CoA reductasa (lugar de acción de las estatinas)
La producción de colesterol queda interrumpida en este paso en
presencia de una estatina
Mevalonato
↓
Pirofosfato de isopentenilo (IPP)
↓
Dolicol ← pirofosfato de farnesilo → CoQ10 (ubiquinona)
↓
Escualeno
↓
Colesterol
CoA, coenzima A; CoQ10, coenzima Q10; HMG, 3-hidroxi-3-metilglutaril.
Excreción de nutrientes
Algunos fármacos incrementan o reducen la excreción urinaria de
nutrientes. Los fármacos pueden incrementar la excreción de un
nutriente al interferir en su reabsorción tubular en los riñones. Por
ejemplo, los diuréticos del asa, como la furosemida y la bumetanida,
pueden aumentar la excreción de potasio así como la de magnesio,
sodio, cloruro y calcio. Cuando se trata a pacientes con diuréticos del
asa se prescriben sistemáticamente suplementos de potasio, ya que la
hipopotasemia puede originar graves efectos tóxicos cardiovasculares.
Además, el médico debe considerar la posibilidad de administrar
también suplementos de magnesio y calcio, especialmente en casos de
tratamientos diuréticos prolongados, a altas dosis, o cuando el aporte
dietético sea insuficiente. Se deben monitorizar asimismo las
concentraciones de electrólitos.
La utilización prolongada de diuréticos a altas dosis, especialmente
por parte de pacientes de edad avanzada sometidos a dietas pobres en
sodio, puede dar lugar a depleción de sodio. La hiponatremia puede
pasar inadvertida en estos pacientes mayores porque la confusión
mental que caracteriza a la depleción de sodio puede ser atribuida a
un síndrome cerebral orgánico o a una demencia. Los diuréticos
tiacídicos, como la hidroclorotiacida (HCTZ), incrementan la
excreción de potasio y de magnesio, pero reducen la de calcio al
promover su reabsorción renal, aunque la magnitud de estos efectos
es mucho menor que en el caso de los diuréticos del asa.
Los diuréticos ahorradores de potasio como la espironolactona o el
triamtereno aumentan la excreción de sodio, cloruro y calcio. La
concentración sanguínea de potasio se puede elevar hasta niveles
peligrosos si el paciente está siendo tratado con suplementos de
potasio o si presenta insuficiencia renal. Los agentes antihipertensivos
inhibidores de la enzima conversora de angiotensina (ECA) como el
enalapril reducen la excreción de potasio, lo que incrementa su
concentración sérica. La asociación de un diurético ahorrador de
potasio y un inhibidor de la ECA aumenta el riesgo de
hiperpotasemia.
Los corticoesteroides como la prednisona reducen la excreción de
sodio, dando lugar a retención de sodio y de agua. Por el contrario,
estos fármacos promueven la excreción de potasio y de calcio; por ello,
en estos casos se recomienda una dieta pobre en sodio y rica en
potasio. En tratamientos prolongados con corticoesteroides se suele
recomendar la administración de calcio y suplementos de vitamina D
para prevenir la osteoporosis. Este es un riesgo importante derivado
del uso de corticoesteroides, ya que a las pérdidas urinarias de calcio
hay que añadir su posible efecto inhibidor de la absorción intestinal de
calcio.
Los fármacos antipsicóticos de la familia de las fenotiacinas, como la
clorpromacina, promueven la excreción de riboflavina, pudiendo
conducir a un déficit de la misma en individuos en que la ingesta sea
baja. Una complicación asociada al uso del fármaco antineoplásico
cisplatino es el desarrollo de hipomagnesemia aguda debida a su
nefrotoxicidad; también son frecuentes la hipocalcemia, la
hipopotasemia y la hipofosfatemia. La hipomagnesemia puede
aparecer en pacientes tratados con cisplatino incluso aunque se
administren grandes dosis suplementarias de magnesio. Para
garantizar la estabilidad cardiovascular son esenciales la
monitorización de la concentración de magnesio y el reemplazo del
mismo. La hipomagnesemia puede persistir durante meses o incluso
años tras la finalización del tratamiento con cisplatino (v. apéndice
23). La necesidad de administración de magnesio se valora en función
del estado nutricional y cardiovascular. Si el paciente está
experimentando problemas cardiovasculares, es precisa la
administración de magnesio por vía intravenosa, mientras que, si la
situación cardíaca es estable, se pueden administrar suplementos por
vía oral.
Modificación de los efectos de los
fármacos debidA a alimentos y
nutrientes
Los alimentos y los nutrientes pueden alterar el efecto farmacológico
de un fármaco reforzando sus efectos u oponiéndose a ellos. El
ejemplo más clásico de refuerzo de los efectos farmacológicos es la
interacción que se produce entre los inhibidores de la
monoaminooxidasa (IMAO), como la fenelcina o la tranilcipromina, y
los agentes vasoconstrictores, como la dopamina o la tiramina (fig. 86). Hay otros medicamentos como los descongestionantes o los
antidepresivos que presentan propiedades parecidas. Estas aminas
biológicamente activas se encuentran presentes en muchos alimentos
(cuadro 8-4), pero no suelen constituir un peligro porque son
desaminadas rápidamente por la monoaminooxidasa (MAO) y la
diaminooxidasa (DAO). La inhibición farmacológica de la MAO
impide la escisión de la tiramina y de otros agentes vasoconstrictores.
La tiramina es un agente vasoconstrictor que incrementa la presión
arterial. La ingestión de cantidades importantes de alimentos ricos en
tiramina, como los quesos o las carnes curadas, por parte de pacientes
tratados con antidepresivos IMAO puede provocar una crisis de
hipertensión con aumento de la frecuencia cardíaca, rubor, cefalea,
accidente cerebrovascular e incluso la muerte. Esta reacción se puede
evitar mediante la administración transdérmica del fármaco, ya que al
sortear el tubo digestivo se impide que entre en contacto con los
mencionados fármacos.
FIGURA 8-6 Mecanismo de acción de los inhibidores de la
monoaminooxidasa. A. En ausencia de fármaco, gran
cantidad de la noradrenalina y de la serotonina recaptadas
por las terminaciones nerviosas son inactivadas por la MAO.
La inactivación permite mantener una concentración
adecuada de neurotransmisor en la terminación nerviosa. B.
Los inhibidores de la MAO impiden la inactivación de la
noradrenalina y de la serotonina, con lo que se incrementa la
cantidad de neurotransmisor que puede ser liberado.
La liberación de cantidades de neurotransmisor superiores a
lo normal intensifica la conducción nerviosa. (Tomado de Lehne
et al: Pharmacology of nursing care, ed 8, St Louis, 2012, Elsevier.)
Cuadr o 8-4
Agentes vasoconstrictores en
alimentos y bebidas (tiramina, dopamina,
histamina y feniletilamina)
Evítense con medicamentos IMAO: fenelcina, tranilcipromina,
isocarboxacida, selegilina en dosis > 10 mg/día y el antibiótico
linezolid
Alimentos que deben evitarse
Quesos curados (p. ej., cheddar, azul, gorgonzola, stilton)
Carnes curadas (p. ej., embutidos como salchichón, mortadela, pato
chino seco)
Salsa de soja
Semillas de soja fermentadas, pasta de semillas de soja, salsa teriyaki
Tofu, tempeh
Miso
Vainas o semillas de haba, vainas de tirabeque (contienen
dopamina)
Chucrut, kimchee
Cerveza de barril, cerveza coreana
Extractos concentrados de levadura
Piel de plátano
Carnes, pescados o aves almacenados en el frigorífico durante más
de 3-4 días
Alimentos que pueden ser consumidos con
precaución
Vino blanco o tinto, 60-120 ml/día
Café, cola*
Pizza (las pizzas caseras o gourmet pueden presentar aún más
contenido)
Cerveza embotellada, máximo dos botellas de 350 ml
Cerveza sin alcohol, máximo dos botellas de 350 ml
Licores o destilados (dos copas diarias de 45 ml)
Alimentos no restringidos (según los análisis
actuales)
Quesos no fermentados (cremoso, fresco, requesón, mozzarella,
queso americano procesado conservado en frigorífico durante
menos de 2-3 semanas)
Ahumados de pescado blanco, salmón, carpa o anchoas
Arenques en vinagreta
Carne de pollo y pescado fresco
Higos en lata, pasas
Piña fresca
Remolacha, pepino
Maíz dulce, champiñones
Aliños de ensalada, salsa de tomate
Salsa Worcestershire
Bollos preparados con levadura, galletas
Huevos duros, yogur, cuajada, helados
Aguacate, higos, plátanos, frambuesas
Levadura de cerveza (suplemento vitamínico)
Curri
Cacahuetes, chocolate
Carnes envasadas o procesadas (p. ej., perritos calientes, fiambre
ahumado, salchichas de hígado), aunque se deben almacenar
inmediatamente en el frigorífico y ser consumidas lo antes posible;
el contenido de histamina es más elevado en pescado o atún mal
conservado o poco fresco
Tomado de Pronsky ZM et al: Food medication-interactions, ed 18, Birchrunville, Penn, 2015,
Food-Medication Interactions.
IMAO, inhibidor de la monoaminooxidasa.
* Contiene cafeína, un agente vasoconstrictor débil; en cantidades > 500 mg/día
puede provocar exacerbación de las reacciones
La cafeína presente en alimentos y bebidas (v. apéndice 23)
incrementa los efectos adversos de fármacos estimulantes como las
anfetaminas, el metilfenidato o la teofilina, originando nerviosismo,
temblores e insomnio. Por el mismo motivo, las propiedades
estimulantes del sistema nervioso central (SNC) de la cafeína pueden
contrarrestar el efecto ansiolítico de benzodiacepinas como el
loracepam.
La warfarina es un anticoagulante oral que reduce la producción
hepática de cuatro factores de la coagulación dependientes de
vitamina K, concretamente los factores II, VII, IX y X, mediante la
inhibición de la conversión de la vitamina K en su forma activa. Como
esta interacción es de naturaleza competitiva, la ingestión de vitamina
K en forma activa se opone a los efectos de la warfarina y permite que
se produzcan mayores cantidades de factores de coagulación. Para
que el grado de anticoagulación sea óptimo, se debe mantener un
equilibrio entre la dosis del fármaco y la ingesta de vitamina K. El
asesoramiento a una persona tratada con anticoagulantes orales debe
ir acompañado de un tratamiento nutricional que garantice un aporte
regular de vitamina K en la dieta, y no de la restricción del consumo de
todos los alimentos ricos en vitamina K, como las verduras de hoja
oscura (Pronsky y Crowe, 2012). La CoQ10, el hipérico, el té verde y el
aguacate también pueden contrarrestar el efecto de la warfarina. La
ingestión de otras sustancias puede incrementar el efecto
anticoagulante de la warfarina; entre ellas se encuentran la cebolla, el
ajo, el jengibre, la quinina, la papaya, el mango o los suplementos de
vitamina E en dosis superiores a las 400 UI. Ciertos productos
vegetales, como la angélica china (dong quai), que contienen
compuestos cumarínicos, o el ginseng, que actúa como antiagregante
plaquetario, también incrementan los efectos de la warfarina. La
potenciación de los efectos de la warfarina puede dar lugar a graves
episodios hemorrágicos.
Alcohol
La combinación de etanol y ciertos fármacos puede dar lugar a
toxicidad aditiva. El etanol asociado a fármacos depresores del SNC
como las benzodiacepinas (p. ej., el diacepam) o los barbitúricos (p. ej.,
el
fenobarbital)
puede
producir
somnolencia
excesiva,
descoordinación y otros signos de depresión del SNC, pudiendo llegar
incluso a provocar la muerte.
En el tracto intestinal el etanol se comporta como irritante de la
mucosa estomacal. La asociación de etanol y otros agentes irritantes
de la mucosa, como el ácido acetilsalicílico u otros AINE (ibuprofeno),
puede incrementar el riesgo de úlceras y hemorragia digestiva. Dado
el potencial hepatotóxico del etanol, no se debe asociar a otros
productos hepatotóxicos como el paracetamol, la amiodarona o el
metotrexato.
El etanol puede inhibir la gluconeogenia, especialmente cuando se
consume en ayunas. La inhibición de la gluconeogenia prolonga los
episodios de hipoglucemia inducidos por insulina o por agentes
hipoglucemiantes orales como la gliburida.
La asociación de disulfiram y etanol produce una reacción
potencialmente fatal que se caracteriza por rubor, taquicardia,
palpitaciones y elevación de la presión arterial. El disulfiram inhibe la
actividad de la aldehído deshidrogenasa, una enzima hepática
necesaria para el catabolismo del etanol. Como consecuencia de esta
inhibición enzimática, se acumulan en la sangre grandes cantidades
de acetaldehído. A los 15 min de haber ingerido alcohol aparecen
síntomas como rubor, cefalea y náuseas. Dado lo desagradable que es
padecerlos, el fármaco se utiliza en algunas ocasiones para evitar que
los alcohólicos vuelvan a la bebida. No obstante, como estos síntomas
pueden poner en peligro la vida del individuo, los candidatos a ser
tratados de esta manera han de ser cuidadosamente seleccionados.
Existen otros fármacos que al ser ingeridos con alcohol dan lugar a
reacciones del tipo de las del disulfiram; entre ellos se encuentran el
antibiótico metronidazol, el hipoglucemiante oral clorpropamida y el
agente antineoplásico procarbacina.
El etanol también puede afectar a las características físicas de un
medicamento. La FDA exigió al fabricante incluir en el etiquetado de
las cápsulas de sulfato de morfina de liberación retardada un recuadro
en color negro indicando a los pacientes que no deben consumir
simultáneamente sulfato de morfina y alcohol u otros medicamentos
que contengan alcohol. Estas advertencias en recuadro negro son
obligatorias (y han de figurar en las etiquetas y prospectos) para los
medicamentos que presentan alto riesgo de provocar efectos adversos
potencialmente mortales. En presencia de alcohol, la morfina se puede
disolver más rápidamente y, en lugar de liberarse retardadamente,
dar lugar a una sobredosis potencialmente fatal.
Efectos de los fármacos sobre el
estado nutricional
Los efectos deseados de los medicamentos suelen ir acompañados de
efectos no deseables, denominados efectos adversos. Muchas veces
los efectos adversos constituyen una amplificación del efecto deseado.
Un ejemplo es el sobrecrecimiento que se puede producir debido al
uso de antibióticos y que da lugar a la colitis seudomembranosa
(Clostridium difficile). La supresión de la flora bacteriana oral natural
puede conducir al sobrecrecimiento de levaduras, o candidiasis (v.
capítulos 27 y 28).
Sabor y olor
Muchos fármacos afectan a la capacidad de percibir el sabor u olor de
los alimentos (cuadro 8-5). Los fármacos pueden causar alteraciones
en la sensación del gusto (disgeusia), una menor agudeza de la misma
(hipogeusia) o un regusto desagradable; todos estos fenómenos
pueden afectar a la ingesta de alimentos. No se conocen bien los
mecanismos mediante los cuales los fármacos alteran los sentidos
químicos. Es posible que afecten a la renovación de las células
gustativas, que interfieran en los mecanismos de transducción en el
interior de las mismas o que alteren los neurotransmisores que
procesan la información quimiosensitiva. Entre los fármacos más
utilizados que causan disgeusia se encuentran el antihipertensivo
captopril, el antineoplásico cisplatino y el anticonvulsivante fenitoína.
Al analizar las alteraciones gustativas debidas a los medicamentos es
importante tener en cuenta la posibilidad de que existan alteraciones
de la absorción del cinc relacionadas con el tratamiento, ya que un
déficit subyacente de cinc puede alterar el sentido del gusto.
Cuadr o 8-5
Ejemplos seleccionados de
fármacos que pueden provocar alteraciones
gustativas, o disgeusia*
Fármacos antineoplásicos
Carboplatino
Cisplatino
Dactinomicina
Fluorouracilo (5-FU)
Interferón α-2a
Interferón α-2b
Metotrexato
Oxaliplatino
Fármacos antiinfecciosos
Cefuroxima
Claritromicina
Clotrimazol
Metronidazol
Fármacos cardiovasculares e hipolipidemiantes
Captopril
Amiodarona
Gemfibrocilo
Fármacos para el sistema nervioso central
Clomipramina
Eszopiclona
Levodopa
Fenitoína
Fentermina
Sumatriptán
Varios
Disulfiram
Docusato
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh.
El captopril puede provocar un sabor metálico o salado, así como la
pérdida de sensaciones gustativas. El antibiótico claritromicina se
excreta en la saliva, a la que confiere un sabor amargo que persiste en
la cavidad oral mientras el fármaco se encuentra presente en el
organismo. Se ha descrito un sabor desagradable o metálico hasta en
el 34% de los pacientes tratados con el hipnótico eszopiclona.
Los fármacos antineoplásicos utilizados en la quimioterapia contra
el cáncer afectan a las células que se reproducen rápidamente,
incluidas las membranas mucosas. Su uso conlleva la inflamación de
las membranas mucosas, o mucositis, que se manifiesta en forma de
estomatitis (inflamación de la cavidad oral), glositis (inflamación de la
lengua) o queilitis (inflamación y agrietamiento de los labios). La
mucositis puede ser extremadamente dolorosa, hasta el punto de que
los pacientes pueden ser incapaces de comer y beber (v. capítulo 36).
Algunos de los agentes antineoplásicos que suelen provocar mucositis
grave son la aldesleucina, también denominada interleucina 2, el
paclitaxel y el carboplatino.
Los fármacos anticolinérgicos compiten con el neurotransmisor
acetilcolina para unirse a sus receptores, con lo que inhiben la
transmisión de los impulsos nerviosos parasimpáticos. Esto da lugar a
una disminución de las secreciones, incluida la de saliva, con la
consiguiente sequedad de boca (xerostomía). Los antidepresivos
tricíclicos como la amitriptilina, los antihistamínicos como la
difenhidramina y los agentes antiespasmódicos para la vejiga urinaria
como la oxibutinina son especialmente problemáticos. La sequedad de
boca provoca inmediatamente la pérdida de sensaciones gustativas. A
largo plazo, la sequedad de boca puede causar caries y pérdida de
piezas dentales, enfermedad gingival, estomatitis y glositis, así como
desequilibrios nutricionales y pérdida de peso no deseada (v.
capítulo 25).
Efectos digestivos
La irritación y las úlceras digestivas son graves problemas causados
por muchos fármacos. El alendronato, que se utiliza para el
tratamiento de la osteoporosis, está contraindicado en pacientes que
no son capaces de permanecer sentados en posición erguida durante
al menos 30 min después de su ingestión, por riesgo de esofagitis. Los
AINE como el ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico pueden provocar
irritación estomacal, dispepsia, gastritis, úlceras y hemorragias
gástricas súbitas y graves, que en algunas ocasiones pueden causar la
muerte del paciente. La fluoxetina y otros inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS) también pueden provocar fuerte
irritación gástrica, que puede conducir a hemorragias, especialmente
cuando se asocian a ácido acetilsalicílico o AINE (cuadro 8-6).
Cuadr o 8-6
Ejemplos seleccionados de
fármacos que pueden provocar hemorragias
digestivas o úlceras*
Fármacos antiinfecciosos
Anfotericina B
Ganciclovir
Fármacos antineoplásicos
Erlotinib
Fluorouracilo (5-FU)
Leuprolida
Imatinib
Mitoxantrona
Metotrexato
Vimblastina
Bisfosfonatos
Alendronato
Ibandronato
Risedronato
Inmunodepresores
Prednisona
Micofenolato
Fármacos para el sistema nervioso central
Bromocriptina
Donepecilo
Fluoxetina
Levodopa
Paroxetina
Sertralina
Trazodona
Fármacos AINE, analgésicos y antiartríticos
Ácido acetilsalicílico
Celecoxib
Diclofenaco
Etodolaco
Ibuprofeno
Indometacina
Meloxicam
Nabumetona
Naproxeno
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh.
Los fármacos antineoplásicos originan con frecuencia intensas
náuseas y vómitos. Se han descrito casos de náuseas y vómitos graves,
de hasta 1 semana de duración y que han hecho precisa la
hospitalización, en pacientes sometidos a tratamientos con cisplatino y
otros medicamentos antineoplásicos. En caso de náuseas y vómitos es
esencial comprobar inmediatamente si existe deshidratación o alguna
alteración del equilibrio hidroelectrolítico. A largo plazo la
administración de estos fármacos puede llevar a pérdida de peso y
malnutrición, aunque muchas veces es difícil distinguir estos efectos
de las complicaciones de la enfermedad de base (v. capítulo 36). Los
antagonistas de la serotonina como el ondansetrón sirven para
atenuar estos efectos digestivos adversos, ya que reducen la actividad
de la región cerebral que contiene los quimiorreceptores
desencadenantes de las náuseas y los vómitos.
Los fármacos pueden inducir cambios del funcionamiento intestinal
que pueden dar lugar a estreñimiento o diarrea. Los estupefacientes
como la codeína y la morfina provocan un aumento no productivo del
tono de la musculatura lisa de la pared intestinal, con lo que reducen
el peristaltismo y causan estreñimiento. La metilnaltrexona es un
laxante de administración subcutánea indicado específicamente para
el estreñimiento inducido por opioides.
Los fármacos con propiedades anticolinérgicas también pueden
generar problemas digestivos mediante la reducción de las secreciones
intestinales, el enlentecimiento de los movimientos peristálticos y el
consiguiente estreñimiento. Los antipsicóticos atípicos, los
antidepresivos tricíclicos y los antihistamínicos pueden provocar
estreñimiento e incluso obstrucción intestinal. Todos los pacientes
tratados con estos fármacos deben ser vigilados estrechamente y
mantenidos en un estado adecuado de hidratación.
Algunos fármacos se utilizan para inhibir enzimas intestinales;
entre ellos se encuentran los inhibidores de la α-glucosidasa acarbosa
y miglitol, utilizados para el tratamiento de la diabetes. Estos
medicamentos inducen una elevación más lenta y menos intensa de
las concentraciones de glucosa en sangre y de insulina en plasma
durante el período posprandial. Su principal efecto adverso es la
intolerancia digestiva, en concreto diarreas, flatulencia y calambres
intestinales debidos al efecto osmótico y a la fermentación bacteriana
de hidratos de carbono no digeridos en el intestino distal.
La utilización de antibióticos, y especialmente la de los de amplio
espectro, durante períodos prolongados conduce a la destrucción de
toda la flora bacteriana sensible existente en el intestino, lo que
muchas veces provoca diarrea (cuadro 8-7). La flora intestinal
oportunista resistente al antibiótico continúa creciendo sin necesidad
de competir con las bacterias que han sido destruidas. Un ejemplo de
esta situación es el sobrecrecimiento de Clostridium difficile, el agente
causal de la colitis seudomembranosa, que se caracteriza por una
diarrea amarillenta de olor muy intenso y que puede conducir a la
muerte o a graves complicaciones (v. capítulo 28). La administración
de probióticos que contengan bacterias saludables para el tubo
digestivo, como Lactobacillus y Bifidus, se debe considerar siempre que
se lleve a cabo un tratamiento antibiótico. En recientes metaanálisis se
ha demostrado que la utilización de probióticos durante los
tratamientos antibióticos reduce el riesgo de diarrea y de infecciones
por Clostridium difficile (Pattani et al., 2013) (v. capítulo 28).
Cuadr o 8-7
Ejemplos seleccionados de
fármacos que provocan diarrea*
Fármacos antiinfecciosos
Amoxicilina
Amoxicilina/ácido clavulánico
Anfotericina B
Ampicilina
Azitromicina
Cefdinir
Cefixima
Cefuroxima
Cefalexina
Clindamicina
Levofloxacino
Linezolid
Metronidazol
Rifampicina
Tetraciclina
Fármacos para el tratamiento de la gota
Colchicina
Antineoplásicos
Capecitabina
Carboplatino
Fluorouracilo (5-FU)
Imatinib
Irinotecán
Metotrexato
Mitoxantrona
Paclitaxel
Fármacos antivirales
Didanosina
Lopinavir
Nelfinavir
Ritonavir
Estavudina
Fármacos digestivos
Lactulosa
Hidróxido de magnesio (leche de magnesia)
Gluconato de magnesio
Metoclopramida
Misoprostol
Docusato
Orlistat
Fármacos hipoglucemiantes
Acarbosa
Metformina
Miglitol
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh.
Alteraciones del apetito
Los fármacos pueden reducir el apetito (cuadro 8-8), lo que conduce a
cambios de peso no deseados, desequilibrios nutricionales y
anomalías del crecimiento en niños. En el pasado se utilizó la
dextroanfetamina, un fármaco estimulante, como supresor del apetito.
Cuadr o 8-8
Ejemplos seleccionados de
fármacos que provocan anorexia*
Fármacos antiinfecciosos
Anfotericina B
Didanosina
Hidroxicloroquina
Metronidazol
Fármacos antineoplásicos
Bleomicina
Capecitabina
Carboplatino
Citarabina
Dacarbacina
Fluorouracilo (5-FU)
Hidroxiurea
Imatinib
Irinotecán
Metotrexato
Vimblastina
Vinorelbina
Broncodilatadores
Salbutamol
Teofilina
Fármacos cardiovasculares
Amiodarona
Hidralacina
Fármacos estimulantes
Anfetaminas
Metilfenidato
Fentermina
Varios
Fluoxetina
Galantamina
Naltrexona
Oxicodona
Rivastigmina
Topiramato
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh.
En general, la mayor parte de los estimulantes del SNC, como las
mezclas de anfetaminas o el metilfenidato, suprimen el apetito o
causan anorexia. Estos fármacos son muy utilizados para el
tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad
(TDAH) y pueden causar pérdida de peso y retraso en el crecimiento
(v. capítulo 44).
Entre los efectos adversos de estos fármacos estimulantes del SNC
se encuentran la hipertensión, el dolor torácico y la disminución del
umbral convulsivo. Su uso está contraindicado en individuos
hipertensos y en aquellos que padecen convulsiones o cardiopatías.
Los efectos adversos relacionados con el SNC pueden influir en la
capacidad o el deseo de comer. Los fármacos que provocan
somnolencia, mareos, ataxia, confusión, cefaleas, debilidad, temblores
o neuropatía periférica pueden provocar problemas nutricionales,
especialmente en pacientes de edad avanzada o con enfermedades
crónicas. Muchas veces estos problemas se atribuyen a la enfermedad
o a la edad del paciente, y no a un efecto farmacológico adverso,
especialmente en el caso de personas mayores en las que en algunas
ocasiones se establece el diagnóstico erróneo de demencia (v.
capítulo 41).
Muchos medicamentos estimulan el apetito y provocan aumento de
peso (cuadro 8-9). Los fármacos antipsicóticos como la clozapina y la
olanzapina, los antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina y el
anticonvulsivante divalproex suelen inducir aumento de peso. Los
pacientes refieren un apetito desmesurado e incapacidad de «sentirse
llenos». No son raros incrementos de peso de entre 18 y 27 kg en unos
pocos meses. La utilización de corticoides también va asociada a un
aumento de peso en muchos pacientes, que depende de la dosis. El
incremento de peso de los individuos tratados con corticoides es
debido, además de a la estimulación del apetito, a la retención de
sodio y agua. Cuando se administran a los pacientes fármacos de este
tipo, es esencial el tratamiento nutricional médico (TNM), al igual que
la práctica rutinaria de ejercicio físico (v. capítulo 21).
Cuadr o 8-9
Ejemplos seleccionados de
fármacos que incrementan el apetito*
Psicótropos
Alprazolam
Clordiacepóxido
Antipsicóticos convencionales
Haloperidol
Perfenacina
Antipsicóticos atípicos
Olanzapina
Quetiapina
Risperidona
Antidepresivos tricíclicos
Amitriptilina
Clomipramina
Doxepina
Imipramina
Selegilina en dosis > 10 mg/día
Antidepresivos IMAO
Isocarboxacida
Fenelcina
Tranilcipromina
Otros antidepresivos
Mirtazapina
Paroxetina
Anticonvulsivantes
Divalproex
Gabapentina
Hormonas
Metilprednisolona
Prednisona
Medroxiprogesterona
Acetato de megestrol
Oxandrolona
Testosterona
Varios
Ciproheptadina
Dronabinol
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh.
La estimulación del apetito es un efecto deseable en el caso de
pacientes con grandes pérdidas de peso (caquexia) debidas a
enfermedades como cáncer, infección por el VIH o sida. Entre los
fármacos estimulantes del apetito recomendados se encuentran la
hormona acetato de megestrol, el antidepresivo mirtazapina, la
hormona del crecimiento humana (somatotropina), el esteroide
anabolizante oxandrolona y el derivado del cannabis dronabinol.
Un efecto adverso muy frecuente de los exitosos tratamientos
antirretrovirales de gran actividad (TARGA) es la lipodistrofia. Los
tratamientos antivirales suelen provocar redistribución de la masa
corporal, pérdida de masa grasa, intolerancia a la glucosa,
hipertensión e hiperlipidemia. Para normalizar las concentraciones de
glucosa e insulina en pacientes en TARGA se utilizan fármacos
antidiabéticos como la metformina y la rosiglitazona. Las
concentraciones elevadas de triglicéridos y colesterol se tratan
mediante fármacos hipolipidemiantes, como la atorvastatina, la
pravastatina y el fenofibrato, que pueden por tanto ser útiles para
contrarrestar los efectos adversos del TARGA (v. capítulo 37).
Toxicidad sobre sistemas orgánicos
Los fármacos pueden causar efectos tóxicos específicos de sistemas
orgánicos concretos. El TNM puede estar indicado como uno de los
componentes del abordaje de estos efectos tóxicos. Aunque todos los
efectos tóxicos tienen su importancia, nos referiremos aquí
exclusivamente a los que afectan al hígado y los riñones, ya que estos
constituyen las principales vías de eliminación de la mayoría de los
fármacos.
Entre los fármacos que provocan hepatotoxicidad (lesiones
hepáticas como hepatitis, ictericia, hepatomegalia o, incluso,
insuficiencia hepática) se encuentran la amiodarona, la amitriptilina,
los fármacos hipolipidemiantes, el divalproex, la carbamacepina y el
metotrexato. Siempre que se utilicen estos fármacos, es recomendable
monitorizar el funcionamiento hepático mediante análisis rutinarios
de sangre para determinar la actividad de las enzimas hepáticas (v.
apéndice 22 y capítulo 7). La insuficiencia hepática puede incrementar
la cantidad de fármaco libre, lo que puede conducir a la aparición de
efectos tóxicos.
La nefrotoxicidad (lesión renal) puede alterar la excreción de
determinados nutrientes o provocar insuficiencia renal aguda o
crónica, que puede no solucionarse con la interrupción del
tratamiento. Algunos fármacos nefrotóxicos son los agentes
antiinfecciosos anfotericina B (en forma de desoxicolato para
administración intravenosa) y cidofovir, los antineoplásicos cisplatino,
ifosfamida y metotrexato, la gentamicina y la pentamidina. La
hidratación antes de la infusión del fármaco por vía intravenosa
puede servir para prevenir la toxicidad renal. Por ejemplo, en el caso
del cidofovir se administra 1 l de solución salina normal (cloruro
sódico [NaCl] al 0,9%) entre 1 y 2 h antes de la infusión del fármaco. Si
el paciente lo tolera, se puede administrar hasta otro litro más después
de dicha infusión. Para reducir la nefrotoxicidad de cidofovir también
se puede administrar probenecida por vía oral; esto permite reducir la
dosis en virtud de un mayor contacto con la mucosa digestiva.
Concentración de glucosa
Muchos fármacos afectan al metabolismo de la glucosa, dando lugar a
hipoglucemia, a hiperglucemia y, en algunos casos, a diabetes
(cuadro 8-10). Los mecanismos por los que se producen estos efectos
son diversos. Los fármacos pueden estimular la producción de
glucosa o alterar la captación de la misma. Pueden inhibir la secreción
de insulina, reducir la sensibilidad a la misma o incrementar su
eliminación.
Cuadr o 8-10
Ejemplos seleccionados de
fármacos que afectan a la concentración de
glucosa *
Fármacos que reducen o normalizan la
concentración de glucosa
Acarbosa
Exenatida
Glimepirida
Glipicida
Gliburida
Insulina
Metformina
Miglitol
Nateglinida
Pioglitazona
Pramlintida
Repaglinida
Rosiglitazona
Fármacos que pueden provocar hipoglucemia
Etanol (EtOH)
Glipicida
Gliburida
Glimepirida
Fármacos que pueden provocar hiperglucemia
Agentes antirretrovirales, inhibidores de la proteasa
Mesilato de nelfinavir
Ritonavir
Saquinavir
Diuréticos, antihipertensivos
Furosemida
Hidroclorotiacida (HCTZ)
Indapamida
Hormonas
Prednisona
Medroxiprogesterona
Megestrol
Anticonceptivos orales
Varios
Niacina (ácido nicotínico)
Baclofeno
Cafeína
Olanzapina
Ciclosporina
Interferón α-2a
Interferón α-2b
Tomado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
*
Edición del cuadro revisada por Doris Dudley Wales, BA, BS, RPh
Al igual que los diuréticos tiacídicos inducen hipopotasemia y los
medicamentos
antipsicóticos
aumento
de
peso,
algunos
medicamentos pueden alterar la concentración de glucosa (Izzedine
et al., 2005). Los corticoesteroides, y particularmente la prednisona, la
prednisolona y la hidrocortisona, pueden incrementar la
concentración sanguínea de glucosa debido a la estimulación de la
gluconeogenia, pero también pueden provocar resistencia a la insulina
y dificultar de esa manera la captación de glucosa. Se han descrito
casos de hiperglucemia en pacientes tratados con antipsicóticos de
segunda generación, especialmente con clozapina y olanzapina. Desde
hace poco tiempo la FDA exige un etiquetado especial para todos los
agentes antipsicóticos de segunda generación en que se advierta que
su uso puede provocar hiperglucemia y diabetes.
Excipientes e interacciones alimentofármaco
Los excipientes forman parte de la formulación de los medicamentos
debido a su utilidad como amortiguador, aglutinante, material de
relleno, diluyente, disgregante, lubrificante, saborizante, colorante,
conservante, medio de suspensión o recubrimiento. Los excipientes
también se denominan ingredientes inactivos (cuadro 8-11). Hay cientos
de excipientes autorizados por la FDA para su uso en preparados
farmacéuticos. Algunos excipientes muy utilizados pueden provocar
reacciones indeseables en personas con alergias o déficits enzimáticos.
Muchas veces el excipiente se añade solamente a una marca concreta o
una cierta formulación o potencia dentro de una misma marca. Por
ejemplo, la tartracina (o colorante amarillo n.° 5) se utiliza en las
cápsulas de clindamicina de una cierta marca en las presentaciones de
75 y 150 mg, pero no en la de 300 mg. Determinadas formulaciones de
un mismo medicamento pueden contener distintos excipientes según
la dosis; entre estos excipientes se pueden haber añadido lactosa,
cacahuete o lecitina. Las cápsulas de progesterona micronizada
contienen aceite de cacahuete y lecitina, mientras que otras
presentaciones de progesterona no. En el etiquetado de la
progesterona micronizada se incluye una advertencia para que las
personas alérgicas al cacahuete no hagan uso de este medicamento.
Cuadr o 8-11
Ejemplos de excipientes que
pueden presentar interacciones
Aceites vegetales: los aceites de soja, sésamo, semilla de algodón y
cacahuete se emplean en algunos medicamentos como disolventes
o vehículos. Los aceites vegetales hidrogenados se utilizan como
lubricantes para tabletas o cápsulas. Pueden provocar reacciones
alérgicas en individuos sensibilizados.
Albúmina (de huevo o humana): puede causar reacciones alérgicas.
La albúmina humana es un hemoderivado.
Alcohol (etanol): depresor del SNC utilizado como disolvente. Se
debe evitar ingerir alcohol o cualquier producto o fármaco que
contenga alcohol al mismo tiempo que fármacos como el
disulfiram, y su consumo debe ser limitado cuando se administren
otros fármacos, para evitar efectos aditivos o hepatotoxicidad. La
mayoría de los elixires contienen entre un 4 y un 20% de alcohol.
Algunas soluciones, jarabes, líquidos y formas parenterales
también contienen alcohol.
Alcohol bencílico: agente bacteriostático utilizado en soluciones
parenterales que puede provocar reacciones alérgicas en ciertas
personas. Se ha asociado con un «síndrome del jadeo» fatal que
afecta a neonatos prematuros.
Almidón: el almidón de trigo, maíz o patata se añade a los
medicamentos como material de relleno, aglutinante o diluyente.
Los pacientes con enfermedad celíaca presentan una intolerancia
permanente al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada,
el centeno y, como contaminante, en la avena. En pacientes con
enfermedad celíaca el gluten provoca lesiones en la superficie de
la mucosa del intestino delgado.
Aspartamo: edulcorante no nutritivo compuesto de los aminoácidos
ácido aspártico y fenilalanina. Los pacientes con PKU carecen de
la enzima fenilalanina hidroxilasa. Si los pacientes con PKU
ingieren cantidades importantes de aspartamo la acumulación de
fenilalanina resulta tóxica para el tejido cerebral.
Cafeína: miembro de la familia de fármacos de las metilxantinas,
que actúan como estimulantes del SNC y del miocardio,
vasoconstrictores cerebrales y diuréticos. El café, el té verde y el
negro, la guaraná, el mate y la nuez de cola contienen cafeína y
pueden afectar a la acción de los medicamentos.
Fitato (ácido fítico): compuesto que contiene fósforo y que se
encuentra en el salvado de los cereales. El contenido en fosfato
aumenta con la madurez de la semilla o grano. Los alimentos que
contienen fitatos no deben consumirse al mismo tiempo que
algunos minerales (Ca, Fe, Mg, Zn) para evitar la formación de
complejos no absorbibles.
Lactosa: la lactosa se utiliza como material de relleno. Se trata del
azúcar natural que contiene la leche, y es hidrolizada en el
intestino delgado por la enzima lactasa, dando lugar a glucosa y
galactosa. La intolerancia a la lactosa (debida al déficit de lactasa)
da lugar a molestias intestinales cuando se ingiere lactosa. La
lactosa presente en los medicamentos puede provocar esta
reacción.
Maltodextrina: en EE. UU. se considera que está exenta de gluten,
ya que solo puede ser obtenida a partir de maíz.
Manitol: forma alcohólica del azúcar manosa, utilizada como
material de relleno. El manitol se absorbe más lentamente que la
glucosa y aporta solamente la mitad de calorías que esta. Debido a
la lentitud con que se absorbe, puede reblandecer las heces y
provocar diarrea.
Oxalato: sal o éster del ácido oxálico. Los alimentos que contienen
oxalatos no se deben consumir al mismo tiempo que determinados
minerales, para evitar la formación de complejos no absorbibles y
de cálculos renales de oxalato.
Regaliz (ácido glicírrico): extracto natural de la raíz de plantas del
género Glycyrrhiza que forma parte de las golosinas de regaliz
negro «natural». Dos o más barritas diarias (unos 100 g) de este
producto (que suele ser importado) pueden incrementar la
concentración de cortisol y dar lugar a seudohiperaldosteronismo
y a un aumento de la reabsorción de sodio, a retención de
líquidos, a un incremento de la presión arterial y a una mayor
excreción de potasio. Presenta un efecto antagónico con respecto a
diuréticos y antihipertensivos. La hipopotasemia resultante puede
modificar la acción de determinados fármacos.
Sacarina: edulcorante no nutritivo. Tras extensos estudios llevados
a cabo en seres humanos no se han descubierto indicios de
potencial carcinógeno.
Sorbitol: forma alcohólica de la sacarosa. Se absorbe más
lentamente que la sacarosa e inhibe el incremento de la
concentración de glucosa en sangre. Debido a la lentitud con que
se absorbe, el sorbitol puede reblandecer las heces y provocar
diarrea.
Sulfitos: los sulfitos se utilizan como antioxidantes. Los sulfitos
pueden causar graves reacciones de hipersensibilidad en algunas
personas, especialmente en individuos asmáticos. Entre ellos se
encuentran el dióxido de azufre, el sulfito sódico y los
metabisulfitos de sodio y de potasio. La FDA exige que se
enumeren los sulfitos presentes en alimentos o medicamentos.
Tartracina: la tartracina es el aditivo colorante amarillo n.° 5 y
provoca graves reacciones alérgicas en algunas personas (1 entre
10.000). La FDA exige que su presencia se indique en el etiquetado
de los alimentos y los medicamentos.
Tiramina y otros agentes vasoconstrictores (dopamina,
feniletilamina, histamina): la tiramina es el producto de la
descarboxilación del aminoácido tirosina. Se trata de un agente
vasoconstrictor que, cuando se administra junto con otros
fármacos como los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO),
puede provocar crisis de hipertensión que se pueden manifestar
en forma de incrementos peligrosos de la presión arterial,
aumento de la frecuencia cardíaca, rubor, cefalea, accidente
cerebrovascular y muerte. Sus concentraciones son especialmente
elevadas en alimentos curados, fermentados o estropeados. Véase
el capítulo 26.
Modificado de Pronsky ZM et al: Food-medication interactions, ed 18, Birchrunville, Penn,
2015, Food-Medication Interactions.
SNC, sistema nervioso central; FDA, Food and Drug Administration; PKU,
fenilcetonuria.
La lactosa es muy utilizada como material de relleno en
comprimidos y cápsulas. El contenido de lactosa puede ser
suficientemente grande como para provocar problemas digestivos a
pacientes con déficit de lactasa, especialmente a aquellos que
consumen múltiples fármacos a lo largo del día (v. capítulo 28). En la
información del producto de los fármacos de prescripción y en el
etiquetado de los de libre dispensación se indica el contenido de
excipientes, que suelen denominarse «ingredientes inactivos»,
incluida la lactosa.
Los pacientes con enfermedad celíaca presentan sensibilidad al
gluten y deben evitar durante toda su vida la ingestión de trigo,
cebada, centeno y avena (que pueden contener gluten; v. capítulo 28).
Estos individuos deben comprobar la composición y la procedencia de
excipientes como el almidón o la harina de trigo, que pueden contener
gluten. Solo una pequeña parte de las compañías farmacéuticas
garantizan que sus productos están exentos de gluten. Algunos
excipientes como la dextrina o el almidón glucolato de sodio se suelen
obtener a partir de maíz y patata, respectivamente, pero también
pueden proceder de trigo o cebada. Por ejemplo, el excipiente
dextrinomaltosa, una mezcla de maltosa y dextrina, se produce
mediante la acción enzimática de la cebada malteada sobre harina de
maíz (Pronsky y Crowe, 2012). En caso de que no esté indicada, se
debe consultar al fabricante la procedencia de cada uno de los
ingredientes del medicamento.
Finalmente, algunas marcas de medicamentos pueden contener una
cantidad de excipiente suficientemente elevada como para que sea
preciso considerar su aporte nutricional (tabla 8-1); algunos ejemplos
son el magnesio en el caso del quinapril, el calcio en el del
policarbófilo cálcico y la emulsión lipídica de aceite de soja en el del
propofol. El propofol se utiliza habitualmente como sedante en
pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos. Contiene
un 10% de emulsión, lo que equivale a 1,1 kcal/ml. Por ejemplo,
cuando se administran 9 mg/kg/h de propofol a un paciente de 70 kg
el aporte calórico diario procedente de la emulsión será de
1.663 kcal/día, dato que habrá que tener en cuenta a la hora de
planificar las dosis de nutrición enteral y/o parenteral. En el caso de
pacientes sometidos a nutrición parenteral total y tratados con
propofol, también es aconsejable la limitación del aporte de ácidos
grasos de cadena larga y la utilización de aceite de triglicéridos de
cadena media (TCM), así como la cuidadosa monitorización de la
concentración de triglicéridos. Hay determinadas marcas o
formulaciones dentro de una misma marca que contienen cantidades
importantes de sodio, por lo que pueden estar contraindicadas en
pacientes que tengan restringida la ingesta de sodio.
Tabla 8-1
Ejemplos de fármacos que contienen cantidades significativas de
ingredientes nutritivos
Nombre
Ingrediente
Importancia nutricional
Quinapril
Carbonato de magnesio
Estearato de magnesio
Proporciona entre 50 y 200 mg de
magnesio diarios
Isotretinoína
Fármaco relacionado con la vitamina A;
contiene aceite de soja
Evite la vitamina A y el β-caroteno
Puede provocar reacciones alérgicas
Bromuro de
ipratropio
Lecitina de soja
Puede provocar reacciones alérgicas
Policarbófilo
cálcico
Policarbófilo cálcico
100 mg de calcio por comprimido;
hasta seis comprimidos/día =
600 mg de calcio total
Dronabinol
Aceite de sésamo
Puede provocar reacciones alérgicas
Simeticona
Aceite de soja en las cápsulas
Puede provocar reacciones alérgicas
Progesterona
micronizada
Aceite de cacahuete
Puede provocar reacciones alérgicas
Propofol
Emulsión con 10% de aceite de soja
Fosfolípidos de yema de huevo
El aceite es una importante fuente de
calorías, que proporciona 1,1
kcal/ml de fármaco
Puede provocar reacciones alérgicas
Didanosina
amortiguador sodio en polvo
≥ 2.760 mg de sodio por dosis diaria
de adulto
Ranitidina
Sodio en los gránulos y comprimidos de
prescripción; la presentación de libre
dispensación no contiene sodio
350-730 mg de sodio por dosis diaria
de adulto
Datos tomados de Pronsky ZM & Crowe JP: Food-medication interactions, ed 16,
Birchrunville, Penn, 2010, Food-Medication Interactions.
Tratamiento nutricional médico
El tratamiento nutricional médico (TNM) se puede dividir en
cuidados prospectivos y retrospectivos.
Tratamiento nutricional médico prospectivo
El TNM prospectivo comienza desde el momento en que el paciente
inicia un tratamiento farmacológico. Se deben registrar los
antecedentes dietéticos y obtener información acerca de la utilización
de fármacos de libre dispensación, alcohol, suplementos de vitaminas
y minerales, y productos de herboristería o fitonutrientes. Se deben
valorar las características genéticas del paciente, su peso y cambios de
apetito, las alteraciones de las sensaciones gustativas, y los posibles
problemas digestivos (v. capítulo 4).
El TNM farmacológico prospectivo proporciona información básica
acerca del fármaco: nombre, motivo de utilización y duración del
tratamiento, así como el momento y la manera de administración del
mismo. Se debe especificar si el fármaco se ha de administrar con o sin
alimentos. También se debe hacer especial hincapié en los alimentos y
bebidas concretos que hay que evitar cuando se administra el fármaco,
así como en las posibles interacciones entre el fármaco y los
suplementos de vitaminas o minerales. Por ejemplo, se debe advertir a
los pacientes tratados con tetraciclinas o ciprofloxacino que no deben
combinar el medicamento con leche, yogur ni suplementos que
contengan cationes divalentes, calcio, hierro, magnesio, cinc o
combinaciones de vitaminas y minerales que contengan cualquiera de
estos cationes.
Se deben explicar al paciente los efectos adversos más importantes y
recomendar posibles soluciones dietéticas para atenuar estos efectos
adversos. Por ejemplo, durante el TNM de un paciente tratado con un
fármaco anticolinérgico como la oxibutinina, que suele provocar
estreñimiento, se deben explicar al paciente las ventajas de una dieta
rica en fibra asociada a una ingestión adecuada de líquidos. Por el
contrario, la diarrea puede ser controlada mediante la administración
de psilio o probióticos, como Lactobacillus acidophilus, especialmente en
el caso de diarrea inducida por antibióticos; esto también es aplicable
a niños. No obstante, los probióticos están contraindicados en algunos
casos, como ocurre en los pacientes con pancreatitis, y deben ser
prescritos y monitorizados por un médico. Un probiótico prescrito con
frecuencia contiene la levadura Saccharomyces boulardii. Este probiótico
no debe ser administrado nunca a ningún paciente con una vía central
para tratamiento intravenoso, incluidos los pacientes sometidos a
diálisis.
Se debe alertar a los pacientes acerca de los posibles problemas
nutricionales, especialmente cuando la ingesta dietética es
inadecuada, como por ejemplo la posibilidad de desarrollar
hipopotasemia en los tratamientos con diuréticos reductores de
potasio. Se deben incluir los cambios en la dieta que puedan alterar los
efectos de los fármacos, como por ejemplo el efecto del incremento de
la ingesta de alimentos ricos en vitamina K sobre la acción de la
warfarina. La información sobre dietas especiales es esencial; por
ejemplo, a los pacientes tratados con atorvastatina u otros agentes
hipolipidemiantes se les debe recomendar una dieta antiinflamatoria,
con limitación de la ingesta de azúcares y con aporte de grasas
saludables. En la información escrita se debe incluir un listado de los
ingredientes presentes en la medicación, como excipientes no
nutritivos. Entre ellos se encuentran la lactosa, el almidón, la
tartracina, el aspartamo y el alcohol. Los pacientes con intolerancia a
la lactosa, enfermedad celíaca, alergias, fenilcetonuria o alcoholismo
han de evitar o moderar la ingesta de uno o más de estos ingredientes.
El TNM prospectivo también debe abordar los posibles problemas
que pueden presentar los fármacos de libre dispensación y los
productos naturales o de herboristería. Las interacciones
farmacocinéticas y farmacodinámicas que se han explicado en este
capítulo pueden aparecer con cualquier medicación, ya se trate de
fármacos de prescripción o de libre dispensación o de productos
naturales o de herboristería.
En el TNM retrospectivo se valoran los posibles síntomas para
determinar si han aparecido problemas médicos o déficits
nutricionales como consecuencia de interacciones alimento-fármaco.
Para determinar si los síntomas que presenta un paciente son
consecuencia de una interacción alimento-fármaco, es esencial un
historial médico y nutricional completo, en el que se especifiquen los
fármacos de prescripción y de libre dispensación, los suplementos de
vitaminas y minerales, y los productos de herboristería y
fitonutrientes (v. capítulo 4). Un dato importante es el tiempo
transcurrido entre la fecha en que se inició la toma del medicamento y
el momento de aparición de los síntomas. También es importante
comprobar si durante el período de tratamiento se han utilizado
suplementos nutricionales o se ha iniciado alguna dieta de moda.
Finalmente, se debe investigar la incidencia descrita de efectos
adversos (en forma de porcentaje en comparación con placebo). Por
ejemplo, los vómitos afectan al 1,5% de los pacientes tratados con
omeprazol, frente al 4,7% de los del grupo placebo. Por tanto, en el
caso de un paciente tratado con omeprazol que presente vómitos es
aconsejable estudiar otros posibles orígenes de dichos vómitos. Un
efecto adverso poco frecuente tiene menos posibilidades de ser el
causante de un síntoma negativo que un efecto adverso común.
En resumen, aunque los alimentos constituyen la fuente de energía
para la subsistencia y aportan efectos fisiológicos beneficiosos para
disfrutar de una buena salud, y los fármacos sirven para prevenir o
tratar muchas enfermedades, sus efectos sinérgicos cuando se toman
conjuntamente pueden ser importantes. El médico nutricionista debe
calcular, utilizar y evaluar las combinaciones cuidadosamente. Como
siempre, los cuidados de mayor calidad serán aquellos llevados a cabo
en colaboración con el equipo médico de cada paciente, médicos y
farmacéuticos incluidos.
Caso clínico
Charles es un hombre de 29 años que comenzó a presentar
convulsiones a raíz de un traumatismo craneoencefálico sufrido en
un accidente de moto a los 18 años. Durante los 2 años siguientes al
accidente fue tratado con diversas combinaciones de agentes
anticonvulsivantes, tras lo que se comprobó que la pauta óptima
para controlar sus convulsiones consiste en la asociación de
300 mg/día de fenitoína y 120 mg/día de fenobarbital. Charles se ha
mantenido estable utilizando esta pauta durante los últimos 11
años.
Charles trabaja como programador informático profesional para
una gran empresa. Mide 1,88 m y pesa 85 kg. Reconoce que siente
rechazo hacia el ejercicio físico y el deporte. Dedica su tiempo libro
a leer, a juegos de ordenador y a ver la televisión. A lo largo del
pasado año Charles se ha fracturado el fémur y la tibia izquierdos
en dos ocasiones. Se fracturó el fémur al tropezar en el último
peldaño de la escalera de su lugar de trabajo. Unos meses después
se fracturó la tibia tropezando de nuevo, esta vez con una rama en
su jardín. Recientemente ha acudido al traumatólogo aquejado de
dolor en la cadera y la pelvis de varias semanas de duración. Las
radiografías, la gammagrafía ósea y la absorciometría de rayos X de
energía dual han puesto de manifiesto que Charles padece
osteomalacia. Al revisar la dieta típica de Charles se ha comprobado
que esta es pobre desde un punto de vista nutricional, abundan en
la misma la comida rápida y los productos congelados. Escasean en
la misma las frutas frescas, las verduras y los productos lácteos.
Datos de diagnóstico nutricional
Interacción alimentos-medicamentos debida a una ingesta
inadecuada de calcio y vitamina D durante un tratamiento con
fármacos anticonvulsivantes, como pone de manifiesto la presencia
de osteomalacia.
Preguntas sobre asistencia nutricional
1. ¿Es frecuente la osteomalacia en hombres jóvenes?
2. ¿En qué medida contribuye el estilo de vida de Charles al
desarrollo de osteomalacia?
3. ¿Qué déficit de vitaminas o minerales puede haber originado la
situación ósea actual de Charles?
4. Describa la interacción alimento-fármaco que ha originado la
osteomalacia de Charles.
5. ¿Qué tratamiento nutricional médico recomendaría en el caso
de Charles?
Páginas útiles en internet
Access to MedLine
www.pubmed.com
Food and Drug Administration Center for Drug Evaluation
and Research
www.fda.gov/cder/
Food and Nutrition Information Center
www.nal.usda.gov/fnic/
Food Medication Interactions
www.foodmedinteractions.com
Grapefruit-Drug Interactions
http://www.medicinenet.com/grapefruit_juice_and_medication_interactions/view
National Institutes of Health Patient Handouts
www.cc.nih.gov/ccc/patient_education/
Bibliografía
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Algunas secciones de este capítulo fueron escritas por Zaneta M. Pronsky, MS,
RD, LDN, FADA y Sr. Jeanne P. Crowe, PharmD, RPh, RPI para ediciones
anteriores de este texto.
9
Conducta y ambiente: el
individuo en la comunidad
Judith L. Dodd, MS, RDN, LDN, FAND
Cynthia Taft Bayerl, MS, RDN, LDN, FAND
Lisa Mays, MPH, RDN
TÉRMINOS CLAVE
abordaje de los riesgos
análisis de peligros y puntos críticos de control (APPCC)
bioseguridad
bioterrorismo
Department of Homeland Security (DHS)
desarrollo de políticas
desiertos de alimentos
determinantes sociales de la salud
enfermedades transmitidas por alimentos
Federal Emergency Management Agency (FEMA)
Food Safety and Inspection Service (FSIS)
garantías de salud pública
National Food and Nutrition Survey (NFNS)
National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES)
National Nutrient Databank (NND)
National Nutrition Monitoring and Related Research (NNMRR)
Act
organismos genéticamente modificados (GMO)
pandemias
políticas nutricionales
prevención primaria
prevención secundaria
prevención terciaria
seguridad alimentaria
Special Supplemental Nutrition Program for Women, Infants
and Children (WIC)
Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP)
U.S. Department of Health and Human Services (USDHHS)
valoración de las necesidades comunitarias
valoración de los riesgos
What We Eat in America
La nutrición comunitaria es un área práctica en constante evolución y
crecimiento centrada en servir a la población en general. Aunque esta
área abarca los objetivos de la salud pública, en EE. UU., el modelo
actual se ha conformado y expandido por las iniciativas de prevención
y bienestar que evolucionaron en la década de los sesenta. Como la
idea central de la nutrición comunitaria es ser proactiva y responder a
las necesidades de la comunidad, las áreas actuales de mayor interés
se centran en el acceso nutricionalmente adecuado y seguro, el control
de desastres y pandemias, la seguridad del agua y los alimentos, y el
control de los factores de riesgo ambientales relacionados con la
obesidad y otros riesgos sanitarios. La seguridad alimentaria ha
penetrado en el panorama de la salud pública de diferentes modos.
Aunque continúa existiendo la preocupación tradicional por la
seguridad, las posibles cuestiones sobre seguridad como la
modificación genética del suministro de alimentos es una
preocupación nueva y creciente y debe ser reconocida como parte de
la nutrición comunitaria (v. cuadro Foco de interés: GMO o alimentos
transgénicos (GE), en el capítulo 26).
Históricamente, la salud pública se definía como «la ciencia y el arte
de prevenir las enfermedades, prolongar la vida y promover la salud
y la eficiencia gracias a un esfuerzo comunitario organizado». El
enfoque de salud pública, también llamado poblacional o epidemiológico,
se diferencia del modelo clínico o de atención a pacientes presente
habitualmente en hospitales y otros contextos clínicos. En el modelo
de salud pública, el usuario es la comunidad, una entidad geopolítica.
El centro de la salud pública tradicional es la prevención primaria,
con la promoción de la salud, en contraste con la prevención
secundaria y su objetivo de reducir riesgos, o la prevención terciaria y
sus actividades rehabilitadoras. Los cambios del sistema de atención
sanitaria, la tecnología y la actitud del consumidor han influido en las
responsabilidades, cada vez mayores, de los nutricionistas
comunitarios. El creciente acceso a la tecnología, especialmente a los
medios de comunicación social, ha generado nuevas oportunidades y
retos para la salud pública y la nutrición comunitaria.
En 1998, el Institute of Medicine de EE. UU. publicó un informe
histórico que promovía el concepto del campo de la nutrición
comunitaria como un trabajo en curso. Este informe definía una
misión y delineaba las funciones y responsabilidades que siguen
constituyendo las bases de la práctica de la nutrición comunitaria. El
campo de la nutrición comunitaria comprende los esfuerzos
destinados a promover la salud y el estado nutricional de las personas
y los grupos allí donde viven y trabajan. El centro lo constituye el
bienestar y la calidad de vida. El concepto de «bienestar» va más allá
de las limitaciones habituales de salud física y mental, e incluye otros
factores que afectan a la calidad de vida dentro de la comunidad. Las
personas necesitan un ambiente seguro y acceso a vivienda, alimentos,
ingresos, empleo y educación. La misión de la nutrición comunitaria
es promover aquellos estándares y condiciones en los que las personas
puedan estar sanas.
Determinantes sociales de la salud
Los determinantes sociales de la salud son las condiciones en las que
las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Estas
circunstancias vienen determinadas por la distribución del dinero, el
poder y otros recursos a lo largo del mundo, de la nación y del
municipio. Un informe resumido de estas condiciones en todo el
mundo, incluido EE. UU., realizado por la Organización Mundial de
la Salud (OMS) describe la forma en la que el estrés, la exclusión
social, las condiciones de trabajo, el desempleo, el apoyo social, la
adicción, la calidad de la comida y el transporte afectan a las
oportunidades (OMS, 2011). El informe describe cómo las personas
con menos recursos económicos sufren más enfermedades agudas y
crónicas y, en última instancia, poseen menor longevidad que sus
homólogos más ricos. Esta disparidad ha llamado la atención sobre la
notable sensibilidad de la salud con relación al entorno social, con
influencias psicológicas y sociales, y cómo estos factores afectan a la
salud física y a la longevidad. El informe propone que la política
pública puede dar forma al entorno social y convertirlo en terreno
favorable para una mejor salud para todos. Aunque es una tarea
desafiante, si los responsables y activistas políticos se centran en la
política y la acción sanitaria necesarias para abordar los determinantes
sociales de la salud, puede configurarse un escenario para atacar las
causas de los problemas sanitarios antes de que se produzcan los
problemas (OMS, 2011; Wilkinson y Marmot, 2011).
Se pueden ofrecer programas y servicios a todos los segmentos de la
población. El programa o servicio debería reflejar la diversidad de la
comunidad en cuestión, como asuntos políticos, geográficos,
culturales, étnicos, de edad, sexo y salud general. Junto con la
prevención primaria, la nutrición comunitaria proporciona un nexo de
unión con programas y servicios cuyos objetivos sean reducción de
riesgos y rehabilitación.
En el modelo tradicional, las fuentes de financiación para los
programas de salud pública consistían en dinero proveniente de
organismos oficiales (gubernamentales) a escala local, estatal o
federal. Actualmente, los programas y servicios nutricionales se
patrocinan por sí mismos o bien gracias a sociedades compuestas por
distintos participantes, incluidos el sector sanitario público (gobierno),
privado y voluntario. Como los fondos públicos han disminuido, la
necesidad de financiación privada es más importante. El posible
tamaño y la diversidad de una «comunidad» así designada hace que
la colaboración sea esencial, porque un solo organismo puede ser
incapaz de financiar o proporcionar todo el abanico de servicios.
Además, es más probable que la financiación consista en servicios o
productos (pago en especie) que en dinero. Para un nutricionista
comunitario, es esencial poseer habilidades gerenciales y creatividad a
la hora de conseguir financiación.
Práctica de la nutrición en la
comunidad
Los profesionales de la nutrición reconocen que el suministro
fructuoso de alimentos y servicios nutricionales supone implicar
activamente a las personas en su propia comunidad. El número de
profesionales de la nutrición que administran tratamiento nutricional
médico (TNM) y educación nutricional en centros comunitarios o de
salud pública continúa creciendo. Un ejemplo de crecimiento de la
comunidad es la presencia de dietistas acreditados (DA),
bromatólogos certificados (BC) y otros profesionales sanitarios en
establecimientos con fines de lucro o locales de venta minorista, como
supermercados, grandes superficies comerciales o farmacias así como
en gimnasios y clubes orientados a la salud.
Los objetivos de Healthy People 2020 ofrecen un marco de trabajo de
resultados de salud pública medibles que pueden utilizarse para
valorar la salud global de una comunidad. Aunque los centros de
trabajo sean diferentes, hay tres funciones principales en la práctica de
la nutrición comunitaria: 1) evaluación de las necesidades de la
comunidad; 2) desarrollo de estrategias, y 3) y garantías de salud
pública. Estas áreas son también los componentes de la práctica de la
nutrición comunitaria, especialmente la valoración de las necesidades
comunitarias en lo que respecta a la nutrición. Los hallazgos de estas
valoraciones conforman el desarrollo de estrategias y la protección de
la salud nutricional del público.
Aunque la responsabilidad de cumplir las funciones nucleares de la
salud pública es compartida, las agencias sanitarias oficiales son las
responsables primarias de este objetivo. Según este modelo, las
agencias sanitarias públicas estatales, las organizaciones y los líderes
comunitarios tienen la responsabilidad de valorar la capacidad de su
estado para realizar las funciones esenciales y lograr o vigilar los
objetivos de Healthy People 2020.
Marco de actuación de la salud pública: pirámide
de Frieden
Las agencias sanitarias locales tienen la misión de proteger la salud de
sus grupos poblacionales asegurando que existan sistemas eficaces de
provisión de servicios. En 2010 el Dr. Thomas Frieden, MD, de los
Centers for Disease Control, publicó un artículo que describe una
nueva forma de pensar en los servicios de salud basados en la
comunidad (Frieden, 2010). En su artículo «Un marco para la acción
en salud pública: la pirámide de impacto sanitario», Frieden describe
una pirámide con cinco niveles desarrollada a partir de investigación
basada en la evidencia (fig. 9-1). La pirámide describe el posible
impacto de los diversos tipos de intervenciones de salud pública y
proporciona un marco para mejorar la salud. Cada nivel describe los
ámbitos que tienen influencia sobre la participación comunitaria en
los servicios sanitarios, incluida la nutrición. La base de esta pirámide
representa la amplia implicación de los colaboradores y las
comunidades, que Frieden describe como más poderosa en la
influencia positiva sobre los resultados de salud que el modelo
tradicional de intervención individual (representado en la parte
superior de la figura).
FIGURA 9-1 La pirámide del impacto sanitario.
La pirámide de Frieden representa, en orden ascendente, las
intervenciones que pueden cambiar el contexto para que
las decisiones predeterminadas de un individuo sean saludables
(Frieden, 2010). Además, la pirámide describe intervenciones clínicas
que requieren un contacto limitado pero confieren protección a largo
plazo, asistencia clínica directa continua, educación para la salud y
asesoramiento. El punto de vista de Frieden es que las intervenciones
centradas en los niveles más bajos de la pirámide tienden a ser más
eficaces porque llegan a segmentos más amplios de la sociedad y
requieren menos esfuerzo individual. La implementación de
intervenciones en cada uno de los niveles puede lograr el máximo
posible de salud pública de forma sostenida.
La función del gobierno en la salud pública
El gobierno federal puede apoyar el desarrollo y la extensión de los
conocimientos relativos a la salud pública y proporcionar
financiación. El cuadro 9-1 detalla una lista de agencias
gubernamentales relacionadas con la alimentación y la nutrición. Los
centros de trabajo habituales del nutricionista comunitario incluyen
agencias sanitarias públicas (estatales y locales) como el Special
Supplemental Nutrition Program for Women, Infants and Children
(WIC). El WIC es un programa federal que distribuye fondos a los
estados para alimentos, consultas sanitarias y educación nutricional
específicos para mujeres con escasos ingresos y riesgo nutricional que
estén embarazadas, con lactancia materna o en el puerperio, así como
lactantes y niños menores de 5 años. Este programa es un paquete de
alimentos específicos, basados en la nutrición, que ha evolucionado a
lo largo de los años para proveer a las necesidades individuales del
individuo y se ha adaptado a los cambios de la sociedad. Supone un
ejemplo de programa nutricional adaptado a las necesidades actuales.
Cuadr o 9-1
Agencias gubernamentales
relacionadas con la nutrición y los
alimentos en EE. UU.
Centers for Disease Control and Prevention (Department of Health
and Human Services)
http://www.cdc.gov/
Environmental Protection Agency
http://www.epa.gov/
Federal Trade Commission
http://www.ftc.gov
Food and Drug Administration
http://www.fda.gov
Food and Drug Administration Center for Food Safety and Applied
Nutrition
http://www.vm.cfsan.fda.gov
Food and Nutrition Service, programas de ayuda
http://www.fns.usda.gov/programs-and-services
National Cancer Institute (Department of Health and Human
Services)
http://www.nci.nih.gov
National Health Information Center
http://www.health.gov/nhic
National Institutes of Health (Department of Health and Human
Services)
http://www.nih.gov
National Institutes of Health: Office of Dietary Supplements
http://ods.od.nih.gov
National Marine Fisheries Service
http://www.nmfs.noaa.gov/
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO)
http://www.fao.org
Página principal en Internet para acceder a toda la información
gubernamental sobre nutrición en EE. UU.
http://www.nutrition.gov
USDA Center for Nutrition Policy and Promotion
http://www.usda.gov/cnpp
USDA Food and Nutrition Service
http://www.fns.usda.gov/fns
USDA Food Safety and Inspection Service
http://www.fsis.usda.gov
USDA National Agriculture Library
http://www.nal.usda.gov/fnic
La expansión de la asistencia basada en la comunidad más allá del
ámbito de la salud pública tradicional ha abierto nuevas
oportunidades de empleo y de difusión para los profesionales de la
nutrición. Los profesionales de la nutrición a menudo sirven como
consultores o pueden establecer consultas privadas con un enfoque
comunitario. También existen servicios nutricionales en centros de
personas mayores, centros de salud comunitaria, programas de
intervención precoz, organizaciones de mantenimiento de la salud,
depósitos de alimentos y comedores comunitarios, colegios (como el
programa Head Start) y consultas o clínicas médicas.
La práctica comunitaria eficiente requiere que el profesional de la
nutrición entienda el efecto que tienen sobre la salud ciertos asuntos
económicos, sociales y políticos. Muchas iniciativas comunitarias
están financiadas o dirigidas por la legislación, lo que se traduce en
reglamentos y políticas. La práctica comunitaria requiere comprender
el proceso legislativo y la capacidad de traducir las políticas en
acciones. Además, el profesional dedicado a la comunidad necesita un
conocimiento operativo de las fuentes de financiación y recursos
federales, estatales, regionales y locales para el sector estatal y para
organizaciones privadas con o sin ánimo de lucro.
Valoración de las necesidades en
servicios de nutrición comunitaria
Los servicios nutricionales deben estar organizados para satisfacer las
necesidades de una «comunidad». Una vez definida la comunidad, se
desarrolla una valoración de las necesidades comunitarias para
conformar la planificación, aplicación y evaluación de los servicios
nutricionales. Se dispone de herramientas de evaluación basadas en la
evidencia para ayudar en este proceso. Una de estas herramientas es
The Guide to Community Preventive Services de los Centers for Disease
Control and Prevention (CDC). La guía proporciona recomendaciones
basadas en la evidencia para intervenciones y políticas que pueden
mejorar la salud y prevenir la enfermedad en las comunidades.
Contiene información sobre diversos temas relacionados con los
factores de riesgo sanitario, como la nutrición, la obesidad, la
actividad física, el tabaquismo y la diabetes. En esta guía se encuentra
información sobre políticas, programas o servicios, financiación,
investigación y educación (CDC, 2014).
Otras fuentes son las organizaciones y centros tales como
ChangeLabSolutions, la American Public Health Association y el
Rudd Policy Center de la Yale University. Los recursos están
disponibles para que las comunidades los utilicen en políticas
nutricionales (curso de acción aprobado por el gobierno o entidades
privadas) y sanitarias e incluyen asistencia técnica para apoyar a las
comunidades en el proceso de desarrollo de políticas e
implementación de las evaluaciones. Dichas herramientas y asistencia
pueden dar lugar a estrategias y programas relevantes.
Evaluación de las necesidades de la comunidad
Una evaluación de las necesidades de la comunidad es una instantánea
actual de una comunidad concreta con el objetivo de identificar los
riesgos para la salud o las áreas de mayor preocupación para el
bienestar de la comunidad. Para ser efectiva, la valoración de
necesidades debe ser un documento dinámico que responda a los
cambios en la comunidad. Un plan solo es tan bueno como la
investigación utilizada para conformar las decisiones, de modo que la
planificación debe incluir un mecanismo de revisión y modificación
continuas.
Las valoraciones de necesidades se basan en datos objetivos,
incluidas la información demográfica y estadísticas sanitarias. La
información obtenida debe representar la diversidad de la comunidad
y estar clasificada según ciertos factores, como edad, sexo, nivel
socioeconómico, discapacidad y grupo étnico. Ejemplos de la
información que se debe reunir son estadísticas de morbilidad y
mortalidad, número de recién nacidos con bajo peso en el momento
del nacimiento, fallecimientos atribuidos a enfermedades crónicas
ligadas a la nutrición e indicadores de riesgos como obesidad o
incidencia de tabaquismo. El Healthy People 2020 bosqueja los
principales indicadores de salud que pueden utilizarse para
desarrollar objetivos. El transcurso de la evaluación del progreso de
estos indicadores construye objetivos y añade nuevas direcciones.
Informaciones subjetivas como las proporcionadas por miembros y
líderes de la comunidad, y profesionales sanitarios y de la nutrición
también son útiles para respaldar los datos objetivos y destacar temas
o asuntos de especial preocupación. El proceso remeda lo que en el
mundo de los negocios se conoce como investigación de mercado.
Otro paso sería el catálogo de servicios y recursos comunitarios
accesibles. Como ejemplo, considere el modo en el que el ambiente, las
políticas y los cambios sociales han contribuido al rápido aumento de
la obesidad a lo largo de pocas décadas pasadas. Entre los recursos
que pueden influir están el acceso fácil a calles peatonales, a
instalaciones recreativas y a alimentos saludables (CDC, 2014).
En la planificación nutricional, el objetivo consiste en determinar
quiénes y qué recursos están disponibles para los miembros de la
comunidad cuando necesitan productos o servicios relacionados con
los alimentos y la nutrición. Por ejemplo, ¿qué servicios existen de
tratamiento nutricional médico (TNM), de educación sobre alimentos
y nutrición, de asistencia domiciliaria y de cuidado de niños o
formación en habilidades domésticas? ¿Existen áreas seguras para el
ocio o hacer ejercicio? ¿Hay transporte público? ¿Se cumple la
legislación sobre discapacidad? ¿Existen mecanismos preparados en
caso de emergencias que pueden afectar el acceso seguro y adecuado
al agua y a los alimentos?
A primera vista, podría parecer que algunos de los datos obtenidos
en este proceso no están directamente relacionados con la nutrición,
pero un nutricionista comunitario experimentado o un grupo asesor
comunitario con profesionales de la salud pública ayudan a ligar esta
información con las cuestiones relacionadas con la nutrición y la dieta.
A menudo, los problemas nutricionales identificados en una revisión
de indicadores nutricionales se asocian con insuficiencias, excesos y
desequilibrios dietéticos que pueden activar riesgos de enfermedades
(cuadro 9-2). Hay que ser cuidadosos a la hora de valorar las
necesidades especiales de adultos y niños con discapacidad y otros
trastornos que afecten al estilo de vida. Una vez evaluada, la
información se utiliza para proponer los servicios necesarios, TNM
incluido, como detallan otros capítulos, que forman parte de la
estrategia destinada a mejorar la salud global de la comunidad.
Cuadr o 9-2
Posibles campos detonantes de
nutrición en una valoración de necesidades
comunitarias
• Presencia de factores de riesgo de enfermedad cardiovascular;
diabetes y enfermedad cerebrovascular
• Colesterol y niveles de lípidos séricos elevados
• Inactividad
• Tabaquismo
• Niveles de glucemia elevados
• Índice de masa corporal (IMC) elevado
• Hipertensión
• Presencia de factores de riesgo de osteoporosis
• Evidencia de alteraciones de las comidas
• Elevada incidencia de embarazos en la adolescencia
• Evidencia de hambre e inseguridad alimentaria
Fuentes de información
Los nutricionistas comunitarios deben saber cómo localizar los
recursos relevantes y evaluar la validez y fiabilidad de la información.
Conocer el trasfondo y el propósito de las fuentes de datos, así como
identificar las limitaciones y las fechas de recogida de la información
son puntos críticos que se deben considerar en la selección y el uso de
dichas fuentes. La información del censo es un punto de partida para
empezar una valoración de necesidades. Son útiles las cifras de
morbilidad, mortalidad y otros datos sanitarios recogidos por las
agencias sanitarias públicas estatales y locales, los CDC, y el National
Center for Health Statistics (NCHS). Las agencias federales y sus
homólogos estatales de administración de programas son también
fuentes de datos; estas agencias incluyen el U.S. Department of
Health and Human Services (USDHHS), el U.S. Department of
Agriculture (USDA) y la Administration on Aging. Servicios locales,
como hospitales, WIC y agencias de cuidado infantil, centros de salud
y universidades con departamentos de salud pública o nutrición son
fuentes adicionales de datos. Organizaciones sin ánimo de lucro como
March of Dimes, American Heart Association (AHA), American
Diabetes Association y American Cancer Society (ACS) también
mantienen estadísticas poblacionales. Las aseguradoras sanitarias son
una fuente de información relativa a los usuarios de atención sanitaria
y el área geográfica. Los bancos de alimentos y agencias similares
también pueden proporcionar perspectivas sobre el acceso a los
alimentos y la seguridad alimentaria (cuadro 9-3).
Cuadr o 9-3
Fuentes de valoración de la
nutrición comunitaria
NHANES, National Health and Nutrition Examination Survey
NFNS, National Food and Nutrition Survey
CSFII, Continuing Survey of Food Intake of Individuals
Encuestas nacionales de nutrición en
EE. UU.
Las encuestas sobre nutrición y salud de ámbito federal y estatal
proporcionan información acerca de la situación dietética de una
población, idoneidad nutricional de los alimentos, economía del
consumo de alimentos y los efectos de los programas asistenciales y
reguladores. Las directrices públicas de selección de alimentos suelen
estar basadas en datos de encuestas. Los datos se usan también para
conformar políticas, desarrollar programas y para la financiación a
nivel nacional, estatal y local. Hasta finales de la década de los
sesenta, el USDA era la fuente primordial de datos acerca del
consumo de alimentos y nutrientes. Aunque buena parte de la
recogida de datos sigue produciéndose en el ámbito federal, otras
agencias y estados están actualmente generando referencias que
proporcionan una información exhaustiva acerca de la salud y la
nutrición de las personas.
National Health and Nutrition Examination Survey
La National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES)
proporciona un marco de trabajo para describir el estado de salud de
la nación. El estudio inicial comenzó a principios de la década de los
sesenta con el muestreo de población no ingresada en centros
sanitarios, y se realizaron estudios posteriores periódicamente de 1971
a 1994. La NHANES se ha recogido de forma continua desde 1999. El
proceso supone entrevistar a unas 6.000 personas al año en sus
hogares y después realizar un examen completo de salud a unas 5.000
personas. Desde el principio, cada NHANES sucesiva ha sufrido
cambios o adiciones para hacerla más sensible como medida del
estado de salud poblacional. Las NHANES I a III abarcaban
antecedentes médicos, mediciones físicas, análisis bioquímicos,
información acerca de la dieta mediante cuestionarios de frecuencia
de alimentos y consumos en las últimas 24 h, y signos y síntomas
físicos. Cambios en el diseño añadieron estudios sobre poblaciones
especiales para obtener más información acerca de grupos
infrarrepresentados. NHANES III (1988-1994) incluyó una gran
proporción de personas de 65 años o más. Esta información mejoró el
conocimiento de la población, creciente y cambiante, de las personas
mayores. Actualmente, los informes se publican en ciclos de 2 años. La
metodología de muestreo está planeada de tal forma que queden
sobrerrepresentados los grupos de alto riesgo y aquellos no cubiertos
adecuadamente antes (escasos ingresos, mayores de 60 años,
estadounidenses hispanos y afroamericanos). La información sobre la
NHANES
está
disponible
en
un
archivo
pdf
en
http://www.cdc.gov/nchs/data/nhanes/survey_content_99_14.pdf.
Este artículo clasifica los hallazgos de la NHANES desde su inicio
hasta 2014 (CDC, 2014).
Entre las incorporaciones más recientes a la NHANES se encuentra
una muestra de la población de 3 a 15 años de edad. La NHANES
National Youth Fitness Survey (NNYFS) de 2012 fue un estudio de 1
año de duración que preparó la siguiente fase de la NHANES. El
diseño de esta parte de la NHANES fue descrito en un informe
publicado
en
noviembre
de
2013
(http://www.cdc.gov/nchs/data/nnyfs/NNYFS_Plan_Ops.pdf).
Continuing Survey of Food Intake of Individuals:
Diet and Health Knowledge Survey
La Continuing Survey of Food Intake of Individuals (CSFII) fue una
encuesta dietética de ámbito nacional iniciada en 1985 por el USDA.
En 1990, la CSFII se incluyó en el USDA National Nutrition
Monitoring System. La información de encuestas previas está
disponible desde los años ochenta y noventa. La Diet and Health
Knowledge Survey (DHKS), un seguimiento telefónico de la CSFII,
comenzó en 1989. La DHKS se diseñó como un cuestionario de
entrevista personal que permitía ligar las actitudes individuales y el
conocimiento acerca de la alimentación saludable con la ingesta de
nutrientes y selección de alimentos referidas. Los estudios iniciales se
centraron en la historia dietética y en un cuestionario sobre la dieta
ingerida en las últimas 24 h por hombres y mujeres adultos con
edades comprendidas entre 19 y 50 años. Las encuestas de 1989 y 1994
preguntaron a hombres, mujeres y niños de todas las edades y
contenían el consumo de las últimas 24 h (entrevista personal) y un
diario de alimentos de 2 días. Los datos de estos estudios respecto a
los hogares se determinaron calculando el contenido en nutrientes de
los alimentos que referían haber elegido para consumir en casa
durante la encuesta. Estos resultados se compararon con las
recomendaciones nutricionales para las personas según edad y sexo.
La información obtenida por la CSFII y DHKS sigue siendo útil a los
encargados de tomar decisiones y a los investigadores para vigilar la
idoneidad nutricional de las dietas estadounidenses, medir el efecto
del refuerzo de alimentos sobre las ingestas de nutrientes, registrar
tendencias y desarrollar programas de directrices dietéticas y otros
relacionados. En 2002, ambas encuestas se fusionaron con NHANES,
para convertirse en la National Food and Nutrition Survey (NFNS) o
What We Eat in America.
National Food and Nutrition Survey: What We Eat
in America
La encuesta integrada What We Eat in America se recoge como parte
de la NHANES. Los datos relativos a la ingesta de alimentos se
asocian al estado de salud a partir de otros componentes de la
NHANES. El USDHHS es el responsable del diseño de la muestra y
los datos, mientras que el USDA es el encargado de la realización de la
encuesta y el mantenimiento de los datos dietéticos. Los datos se
publican cada 2 años y se pueden consultar en la página web de la
NHANES (USDA, Agricultural Research Service, 2014).
National Nutrition Monitoring and Related
Research Act
En 1990, el Congreso aprobó la ley 101-445, o National Nutrition
Monitoring and Related Research (NNMRR) Act. El objetivo de esta
ley es proporcionar organización, constancia y unificación a los
métodos de encuestas que vigilan los hábitos dietéticos y la nutrición
de la población de EE. UU., y coordinar los trabajos de 22 agencias
federales que aplican o revisan servicios o encuestas nutricionales. Los
datos obtenidos gracias a la NNMRR se usan para dirigir actividades
de investigación, desarrollar programas y servicios, y tomar
decisiones de políticas nutricionales, como etiquetaje de alimentos,
asistencia alimentaria y nutricional, seguridad alimentaria y
educación nutricional. Los informes de las distintas actividades se
publican cada 5 años, aproximadamente, y proporcionan información
acerca de tendencias, conocimientos, hábitos y actitudes, composición
de los alimentos y determinantes del suministro de alimentos. Se
pueden consultar en la base de datos de la National Agricultural
Library.
National Nutrient Databank
El National Nutrient Databank (NND), mantenido por el USDA, es la
fuente primordial de información en EE. UU. de la industria privada,
instituciones académicas y laboratorios gubernamentales sobre el
contenido en nutrientes de los alimentos. Históricamente, la
información se publicaba en las series Agriculture Handbook 8. En el
momento actual, los bancos de datos están disponibles para el público
en cintas y en Internet. El banco se actualiza con frecuencia y contiene
fuentes complementarias, bases de datos internacionales y enlaces a
otras páginas en Internet. Esta base de datos es una fuente actualizada
y estándar de información relativa a los nutrientes para referencias
comerciales y sistemas de datos. Cuando se usen otras fuentes
distintas del USDA, es importante que los médicos comprueben las
fuentes y las fechas de las actualizaciones para asegurar que esas
fuentes son fiables y están actualizadas.
Centers for Disease Control and Prevention
Los CDC son una parte del USDHHS. Vigilan la salud de la nación,
detectan e investigan problemas sanitarios y realizan investigaciones
para promover la prevención. Los CDC son también una fuente de
información sanitaria respecto a viajes por el extranjero. Los CDC
alojan al NCHS, la principal agencia de la NHANES, cifras de
morbilidad y mortalidad, IMC y otras determinaciones relacionadas
con la salud. Además, se encargan de vigilar posibles amenazas para
la salud pública, como el virus H1N1.
Directrices y objetivos nacionales de
nutrición en EE. UU.
El desarrollo de políticas describe el proceso por el cual una sociedad
toma decisiones acerca de los problemas, elige objetivos y prepara los
medios para conseguirlos. Esas políticas pueden incluir prioridades
sanitarias y directrices dietéticas.
Las primeras directrices dietéticas tenían un enfoque específico para
la enfermedad. El informe histórico del National Cancer Institute
(NCI) de 1982, Diet, Nutrition and Cancer, pasó a ser Dietary Guidelines
for Cancer Prevention. Estas últimas fueron ampliadas y actualizadas en
2004, sumando recomendaciones acerca del equilibrio energético,
nutrición y actividad física. El ACS y el American Institute for Cancer
Research (AICR) son excelentes fuentes de información, junto con los
materiales del NCI. Otra agencia federal, el National Heart, Lung and
Blood Institute, facilitó tres conjuntos de directrices pioneras para la
identificación y el tratamiento de los trastornos de los lípidos entre
1987 y 2010.
Las directrices más recientes de la AHA continúan centradas en la
reducción del riesgo de hipertensión y enfermedad coronaria
mediante la reducción de la obesidad, la incorporación de ejercicio
seguro y regular, el control de la ingesta de sodio y los niveles de
colesterol de cada individuo, y la revisión del tipo de la grasa dietética
consumida. Además, se centran en el aumento de la ingesta de frutas
y verduras, legumbres y frutos secos. (V. capítulo 33.) En 2014 se
actualizó de nuevo el problema del tabaquismo.
Sobre la base de otra directriz sanitaria única, amable para el
consumidor (5-a-Day for Better Health, 5 al día para una salud mejor), el
NCI, los NIH y la Produce for Better Health Foundation se centraron
en las frutas y las verduras. Esta directriz fue construida alrededor del
mensaje de que las frutas y las verduras son productos originalmente
pobres en grasa y excelentes fuentes de fibra, varias vitaminas y
minerales, y nutrientes vegetales. De acuerdo con los mensajes
basados en la evidencia, la cantidad aumentó de cinco a nueve
raciones diarias para promover la salud con la campaña «Fruits and
Veggies: More Matters». El estandarte More Matters sigue siendo la
marca de las directrices sanitarias y es un mensaje actual para MyPlate
y para las Dietary Guidelines for Americans. (Produce for Better
Health, 2015.)
El lanzamiento de MyPlate después de la actualización de las
Dietary Guidelines for Americans en 2010 convirtió esto en un
mensaje sólido y actual de salud pública con materiales centrados en
el ciclo de vida, cambios de los profesionales y consumidores, y una
fuerte
presencia
en
medios
de
comunicación
social
(http://fnic.nal.usda.gov/dietary-guidance/fruits-veggies-morematters-resources/fruits-veggies-more-matters). Véase el capítulo 11.
Directrices dietéticas para los estadounidenses
(Dietary Guidelines for Americans)
El senador George McGovern y el comité del Senado de nutrición y
necesidades de las personas presentaron los primeros Dietary Goals
para EE. UU. en 1977. En 1980, se modificaron los objetivos y se
publicaron conjuntamente por el USDHHS y el USDA como las
Dietary Guidelines for Americans (DGA). Las directrices originales
fueron una respuesta a la creciente inquietud nacional por el aumento
del sobrepeso, la obesidad y ciertas enfermedades crónicas, como
diabetes, enfermedad arterial coronaria, hipertensión y algunos
cánceres. El centro sigue siendo la promoción de la salud y prevención
de enfermedades, prestando especial atención a determinados grupos
de población (v. capítulo 11).
La publicación de las DGA abrió el camino a mensajes
sincronizados para la comunidad. El tema recurrente ha consistido en
la dieta pobre en sodio y grasas saturadas, destacando aquellos
alimentos que sean fuentes de fibra, hidratos de carbono complejos, y
proteínas vegetales o procedentes de carnes magras. El mensaje está
basado en la selección de alimentos para una salud óptima, con
raciones de tamaños apropiados y las calorías adecuadas a las
necesidades fisiológicas de la persona. Las recomendaciones sobre
ejercicio, actividad y seguridad alimentaria son componentes estándar
de estas directrices dietéticas. Las DGA actuales están basadas en
datos, en vez de ser únicamente «buenos consejos». El informe del
comité de expertos proporciona documentación científica
ampliamente usada en la práctica sanitaria. Las DGA se han
convertido en el tema central de la valoración, planificación de
programas y evaluación nutricionales comunitarias; están
incorporadas a algunos programas, como el School Lunch and
Congregate Meals. Las DGA se actualizan cada 5 años; las últimas
revisiones son de 2010 y de 2015 (v. capítulo 11). La revisión de 2010
estableció el camino para nuestra guía actual de alimentos, MyPlate, y
sentó las bases para el desarrollo de programas como More Matters.
Las DGA de 2015 siguen insistiendo en los últimos avances científicos
acerca de los alimentos vegetales, las grasas totales, los tipos de
grasas, las grasas saturadas, los azúcares añadidos y el sodio (Dietary
Guidelines 2015).
Guías de alimentos
En 1916, el USDA inició la idea de los grupos de alimentos con el
folleto Food for Young Children. Los sistemas de agrupación de
alimentos han cambiado de forma (ruedas, cuadros, pirámides y
platos) y en el número de grupos (cuatro, cinco y siete), pero la
intención sigue siendo la misma: presentar una guía útil para una
alimentación saludable. En 2005 se presentó una herramienta en
Internet llamada MyPyramid.gov: steps to a healthier you. En 2011,
MyPyramid.gov se sustituyó por MyPlate (chooseMyPlate.gov), junto
con una versión para niños denominada chooseMyPlate.gov/kids. Estos
sistemas de recomendaciones alimentarias se centran en promover la
salud y prevenir enfermedades, y se actualizan siempre que cambian
las recomendaciones de las DGA. Este programa se ha convertido en
una fuente de educación pública destacada junto con MyTracker (una
forma de establecer y evaluar la propia dieta), documentos con
consejos para descargar desde Internet y una lista de esfuerzos
meritorios de las redes sociales para aplicar los consejos nutricionales
(v. capítulo 11).
Healthy People y The Surgeon General’s Report
on Nutrition and Health
El informe de 1979 del director general de Sanidad (Surgeon General),
Promoting Health/Preventing Disease: Objectives for the Nation,
bosquejó la agenda de prevención para el país con una serie de
objetivos de salud que debían conseguirse antes de 1990. En 1998, The
Surgeon General’s Report on Nutrition and Health estimuló aún más la
promoción de la salud y la prevención de enfermedades, al destacar
información sobre prácticas dietéticas y estado de salud. Ofrecía
documentación de las bases científicas, junto con recomendaciones
sanitarias concretas. Como estaba centrado en las implicaciones para
la persona, así como en futuras decisiones políticas de salud pública,
este informe sigue siendo una referencia y herramienta útil. Healthy
People 2000: National Health Promotion and Disease Prevention Objectives
y Healthy People 2010 fueron la siguiente generación de estos trabajos
pioneros de salud pública. Ambos informes resumían el progreso
logrado respecto a objetivos anteriores y fijaron nuevos objetivos para
las próximas décadas.
Durante la fase de evaluación para determinar los objetivos de 2010,
se determinó que EE. UU. había hecho progresos en la reducción del
número de fallecimientos por enfermedades cardiovasculares, ictus y
algunos cánceres. La evaluación dietética arrojó un discreto descenso
de la ingesta total de grasas en la dieta. No obstante, en la última
década ha aumentado el número de personas con obesidad o
sobrepeso, un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares,
ictus y otras enfermedades crónicas frecuentes y causas de muerte.
Entre los objetivos del Healthy People 2020 hay algunos específicos
para la nutrición y el peso, ictus y enfermedades cardíacas, diabetes,
salud bucal, cáncer y salud para las personas mayores. Estos objetivos
son importantes para los consumidores y los profesionales sanitarios.
La página web de Healthy People 2020 permite vigilar el progreso
realizado respecto a los objetivos anteriores, así como la forma de las
futuras iniciativas sanitarias (https://www.healthypeople.gov/).
National School Lunch Program
El National School Lunch Program (NSLP) es un programa de ayuda
federal que proporciona comidas gratis o de bajo coste a alumnos con
pocos ingresos en escuelas públicas e instituciones residenciales
privadas sin ánimo de lucro. Se aplica a nivel estatal por parte de las
instituciones educativas, que generalmente emplean dietistas. En 1998
se amplió el programa para incluir meriendas en colegios que
permanecen abiertos después de las clases. Actualmente, las
directrices respecto a calorías, porcentaje de calorías en forma de
grasa, proporción de grasas saturadas y cantidad de proteínas y
vitaminas y minerales importantes debe cumplir lo estipulado en las
DGA, pero se evalúa e interpreta actualmente. Se han realizado
esfuerzos para cumplir con las directrices de MyPlate sobre cereales
integrales, más frutas y verduras, y leche desnatada o al 1%. Además,
en las comunidades se está promoviendo la educación de los
receptores para que acepten estos alimentos y consuman alimentos
locales y de huertos de la comunidad.
Aquellos colegios que participan en el NSLP tienen que seguir un
requisito de políticas de bienestar (Edelstein et al., 2010). No obstante,
el School Nutrition Dietary Assessment Study, un estudio
representativo nacional realizado durante el curso escolar 2004-2005
para valorar la calidad nutricional de las dietas infantiles, identificó
que el 80% de los niños consumían demasiadas grasas saturadas y el
92% presentaban ingestas excesivas de sodio (Clark y Fox, 2009). Se
necesita aumentar los cereales integrales, las frutas frescas y una
mayor variedad de verduras y hortalizas (Condon et al., 2009). El
estado de Texas modificó sus comidas escolares, limitando los
tamaños de las raciones de alimentos ricos en grasa y azúcar y bebidas
endulzadas, el contenido en grasas de los alimentos y hortalizas con
mucha grasa, como las patatas fritas; esto derivó en la reducción
deseada de la densidad calórica (Mendoza et al., 2010). Otros estados
y programas locales han seguido su ejemplo, en parte debido a las
nuevas directrices emitidas por el USDA.
El 14 de diciembre de 2010 fue promulgada la Hunger-Free Kids
Act. Expandió el programa de comidas después de clases, creó un
proceso para un programa de alimentación universal que permite a
los colegios con un alto porcentaje de niños procedentes de familias
con escasos ingresos recibir comidas sin cargo, permitió a los estados
aumentar la cobertura de WIC de 6 meses a 1 año, obliga al uso de
WIC mediante prestaciones electrónicas para el año 2020, y mejoró la
calidad nutricional de los alimentos servidos en comedores escolares y
preescolares mediante el desarrollo de nuevos estándares
nutricionales.
Ingestas de referencia diarias y cantidades diarias
recomendadas
Las cantidades diarias recomendadas (CDR) fueron desarrolladas en
1943 por el Food and Nutrition Board del National Research Council
de la National Academy of Sciences de EE. UU. Las primeras tablas se
crearon en un momento en el que la población estadounidense se
estaba recuperando de una depresión económica grave y de la
Segunda Guerra Mundial; las deficiencias de nutrientes eran entonces
un problema. El objetivo era desarrollar directrices de ingesta que
promovieran una salud óptima y redujeran el riesgo de deficiencias
nutricionales. Cuando se modificó el suministro de alimentos y las
necesidades nutricionales de la población, el propósito de las CDR se
adaptó a la prevención de enfermedades relacionadas con la nutrición.
Hasta 1989, las CDR se revisaban cada 10 años, aproximadamente.
Las CDR siempre han reflejado diferencias en cuanto al sexo, la
edad y las etapas vitales: se han añadido nutrientes y revisado los
grupos de edad. No obstante, las últimas revisiones se alejan mucho
de la simple lista que algunos profesionales todavía asocian con las
CDR. En 1998 comenzó a introducirse el grupo de directrices
nutricionales conocido como ingestas diarias de referencia (IDR). Las
IDR contienen las CDR, así como nuevos epígrafes, incluidas
recomendaciones sobre los límites máximos (IMT) seguros de ciertos
nutrientes. Como grupo, las IDR son evaluadas y revisadas cada cierto
tiempo, haciendo que estas herramientas reflejen la investigación
actual y las necesidades basales de la población (v. capítulo 11).
Programas de nutrición y ayuda
alimentaria
Las garantías de salud pública se ocupan de la aplicación de las
normas legislativas, el mantenimiento de las responsabilidades
establecidas por la ley, el soporte de servicios clave, la regulación de
servicios y productos ofrecidos en el sector privado y el público, y la
contabilidad. Esto incluye garantizar la seguridad alimentaria, que se
traduce en tener acceso a una cantidad adecuada de alimentos sanos y
seguros.
En el área de la seguridad alimentaria, se continúa progresando en
el acceso de los individuos a programas de suministro de alimentos
nutricionalmente adecuados, seguros y fácilmente disponibles. El
Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP), anteriormente
conocido como sellos de alimentos, junto con los depósitos de
alimentos, comidas a domicilio, programas de nutrición infantil,
supermercados y otras fuentes de alimentos se destacan por centrarse
en cuestiones de calidad, acceso y utilidad. Por ejemplo, la
investigación sobre acceso a los alimentos en los barrios indica que la
baja disponibilidad de alimentos saludables en las tiendas de una
zona se relaciona con dietas de baja calidad para los residentes en esa
zona (Rose et al., 2010). Véase la tabla 9-1 para obtener una lista de los
programas de asistencia alimentaria y nutricional. El cuadro
Perspectiva clínica: Historia del Supplemental Nutrition Assistance
Program (SNAP) proporciona información adicional sobre este
programa.
Tabla 9-1
Programas de nutrición y ayuda alimentaria en EE. UU.
Nombre
del programa
After-School
Snack
Program
Objetivo/propósito
Servicios
Dirigido a
Requisitos
Reembolso de las
Ofrece reembolsos Menores de 18 años Los programas de
meriendas
en metálico a
cuyo colegio
colegios situados
servidas a
los colegios por
lleve a cabo un
dentro de las
alumnos después
las meriendas
programa
áreas elegibles
de clase
servidas a
supervisado de
con bajos
alumnos
enriquecimiento
ingresos pueden
después de
después de
recibir el
finalizar las
clase y
reembolso de las
clases. Las
proporcione
meriendas
meriendas
almuerzos a
servidas gratis a
deben contener
través del NSLP
los alumnos
dos de los
siguientes
cuatro
alimentos: leche
líquida,
carne/sustitutos
de la carne,
hortalizas,
Financiación
verduras o
frutas o zumo
concentrado,
pan integral o
enriquecido
Child and Adult
Care Food
Program
Proporciona
comidas y
meriendas
nutritivas a
lactantes, niños
pequeños y
adultos en
centros de día,
así como
lactantes y niños
que vivan en
refugios
temporales
Pago en metálico o
en especie para
ayudar a los
centros a servir
comidas
nutritivas que
cumplan las
directrices
federales
Lactantes, niños y
adultos
en centros de
día infantiles,
familiares y
albergues para
personas sin
hogar
Commodity
Paquetes de
Proporciona
Generalmente,
Supplemental
alimentos
paquetes de
niños de 5-6
Food
complementarios
alimentos; los
años, madres
Program
mensuales y
servicios de
sin lactancia
gratuitos,
educación
materna a los 6compuestos por
nutricional
12 meses del
alimentos
están
parto, personas
básicos, para
disponibles con
mayores
poblaciones en
frecuencia a
riesgo
través de
nutricional
programas de
servicios de
extensión;
derivación a los
programas
Entre el 130 y 185%
de la cifra oficial
de pobreza
Disaster Feeding
Program
Pone paquetes de
alimentos a
disposición de
las agencias de
ayuda en los
desastres
Proporciona
paquetes de
alimentos a
víctimas de
desastres
mediante
comedores
colectivos y
distribución
directa a los
hogares
Víctimas de
desastres
naturales
Víctimas de
desastres
naturales
TEFAP
Se distribuyen
paquetes de
Paquetes de
alimentos
Hogares con pocos
ingresos
Hogares con pocos
ingresos, del
alimentos a los
encargados de la
alimentación en
emergencias con
el fin de preparar
comidas para los
necesitados o de
distribuir los
paquetes
excedentes
listos para su
distribución
EFSP
Los fondos se
utilizan para
comprar
alimentos y
refugios con el
fin de
complementar y
ampliar
los servicios
locales
Head Start
Soporte y
Los programas
recomendaciones
reciben
a colegios y
reembolso
agencias para
de comidas y
programas de
meriendas
desarrollo
nutritivas
infantil (medio
y paquetes
pensionistas y a
donados por el
pensión
USDA, ayuda
completa) para
para el
niños con pocos
currículo,
ingresos
servicios
sociales
y cribados de
salud
150% de la cifra
oficial de
pobreza
EFSP proporciona Aquellos que
financiación
precisen
para adquirir
servicios de
alimentos,
emergencia
cubrir los costes
operativos
asociados a la
alimentación y
el refugio de
masas, renta
limitada o
ayuda con
la hipoteca,
colaborar con el
primer mes de
renta,
alojamiento de
emergencia
limitado fuera
del lugar y
ayuda limitada
para los recibos
Primaria
Niños de 3-5 años
Igual que en el
con pocos
NSLP
ingresos; se
recomienda que
los padres se
impliquen como
voluntarios
National School
Breakfast
Program
Proporciona
Los colegios
Niños
Igual que en el
NSLP
desayunos
participantes
escolarizados,
nutricionalmente
reciben
desde
equilibrados, de
subsidios en
preescolar hasta
bajo coste o
metálico y
el final de la
gratuitos, a los
paquetes
enseñanza
niños inscritos en
donados por el
secundaria (17los colegios
USDA a cambio
18 años); niños
participantes
de ofrecer
y jóvenes hasta
desayunos que
20 años en
cumplan
instituciones
los mismos
residenciales
criterios que los
infantiles y
almuerzos
correccionales
juveniles
escolares y
proporcionar
comidas
gratuitas y de
poco precio a
los niños que
reúnen los
requisitos
NSLP
Proporciona
Los colegios
Niños
Para los almuerzos
almuerzos
participantes
escolarizados,
de precio
nutricionalmente
reciben
desde
reducido, el
equilibrados, de
subsidios en
preescolar hasta
185% de la cifra
bajo coste o
metálico y
el final de la
oficial (federal)
gratuitos, a los
paquetes
enseñanza
de la pobreza;
niños inscritos en
donados por el
secundaria (17para los
los colegios
USDA a cambio
18 años); niños
almuerzos
participantes
de ofrecer
y jóvenes hasta
gratuitos, el
almuerzos que
20 años en
130%
cumplan las
instituciones
directrices
residenciales
dietéticas y 1/3
infantiles y
correccionales
de las CDR de
juveniles
proteínas,
hierro, calcio,
vitaminas A y
C, y calorías, y
por
proporcionar
comidas
gratuitas y de
precio reducido
a los niños que
reúnen los
requisitos
Nutrition
Program for
the
Elderly/Area
Agencies on
Aging
Proporciona
paquetes de
alimentos y
dinero en
metálico a los
programas que
ofrecen servicios
de comidas a las
personas
mayores
Proporciona
comidas
nutritivas a las
personas
mayores por
medio de
comedores
comunitarios o
comidas a
domicilio
Personas mayores
Seniors’ Farmers
Market
Nutrition
Program
Proporciona frutas,
hortalizas,
vegetales y
hierbas frescas,
nutritivas y
crudas,
cultivadas en las
cercanías,
procedentes de
los mercados de
granjeros,
puestos de
carretera y
programas
agrícolas
comunitarios, a
personas
mayores con
pocos ingresos
Cupones para
Personas mayores
intercambiar en
de 60 años con
mercados de
pocos ingresos
granjeros,
puestos de
carretera y
programas
agrícolas
comunitarios
autorizados (los
alimentos que
las personas
mayores no
pueden
intercambiar
por cupones
son frutas y
verduras secas,
plantas o
hierbas en
maceta, arroz
salvaje, frutos
secos, miel,
jarabe de arce,
sidra y melaza)
Personas mayores
con pocos
ingresos cuyos
ingresos
familiares no
superen el 195%
de la cifra federal
de la pobreza
SNAP
Proporciona
beneficios a
personas con
pocos ingresos
que pueden
utilizar para
comprar
alimentos que
mejoren sus
dietas
Proporciona
ayudas, como
cupones de
alimentos
Hogares en los 48
estados
contiguos y el
distrito de
Columbia. Para
conseguir
beneficios de
SNAP, los
hogares deben
cumplir ciertos
Cualquier edad
No se aplican
criterios
de ingresos
requerimientos,
incluidos
requisitos de
ingresos y
recursos
Special Milk
Program
Proporciona leche a Ofrece reembolso
Igual que los
niños de colegios
en metálico de
programas de
participantes que
la leche con
desayunos y
no tengan acceso
vitaminas A y
almuerzos
a otros
D en las CDR
escolares
programas de
ofrecida gratis o
alimentos
con precio
reducido a los
niños; los
programas
deben ser
gestionados sin
ánimo de lucro
Niños que cumplen
ciertos criterios y
no tienen acceso
a otros
programas de
alimentos
complementarios
Summer Food
Service
Program
Proporciona
Reembolso de
comidas y
hasta 2 o 3
meriendas
comidas y
saludables
meriendas al
(según las
día ofrecidas
directrices
gratis a los
federales) a niños
niños inscritos
cuando no hay
cuando no hay
colegio,
colegio; la
mediante
cantidad
paquetes de
depende del
alimentos
nivel de
agrícolas
ingresos del
área geográfica
local o de los
niños inscritos
Lactantes y niños
hasta 18 años de
edad, en
distintos centros
WIC
Proporciona
Educación
alimentos
nutricional,
complementarios
alimentos
para mejorar el
nutritivos
estado de salud
gratuitos
de los
(proteínas,
participantes
hierro, calcio,
vitaminas A y
C), consultas,
promoción de
la lactancia
materna
Mujeres
El 185% de la cifra
embarazadas,
federal de la
con lactancia
pobreza; riesgo
materna y hasta
nutricional
1 año posparto.
Lactantes, niños
menores de 5
años
WIC FMNP
Proporciona frutas, Cupones de
hortalizas y
alimentos del
verduras frescas,
FMNP para
crudas y de
usar en los
procedencia local
mercados de
a los receptores
granjeros
del WIC, y
participantes;
aumenta el
educación
conocimiento, el
nutricional
uso y las ventas
mediante
en los mercados
acuerdos con
de granjeros
agencias
estatales
Igual que en el
WIC
Igual que en el WIC
CDR, cantidades diarias recomendadas; EFSP, Emergency Food and Shelter
Program; FEMA, Federal Emergency Management Agency; FMNP, Farmers
Market Nutrition Program; FNS, Food and Nutrition Service; NSLP, National
School Lunch Program; SNAP, Special Nutrition Assistance Program; USDA, U.S.
Department of Agriculture; USDHHS, U.S. Department of Health and Human
Services; WIC, Special Supplemental Nutrition Program for Women, Infants and
Children.
*
El tipo de prevención se estableció como sigue: los programas que solo
proporcionan alimentos se consideran como prevención primaria; aquellos que
ofrecen alimentos, nutrientes y una proporción obligatoria de las cantidades
diarias recomendadas o tienen un componente educacional se engloban en
prevención secundaria, y los programas que incluyen cribados de salud al inicio se
consideran como prevención terciaria.
Actualmente existe un movimiento para promover los objetivos de
MyPlate, para añadir más frutas y verduras, y alimentos
mínimamente procesados, y para mejorar la educación de los
receptores del SNAP y otros programas de asistencia alimentaria y
nutricional. La existencia de desiertos de alimentos es un concepto que
se ha convertido en un foco de investigación y planificación
comunitaria. Los desiertos de alimentos son descritos por el
Agricultural Marking Service del USDA como vecindarios urbanos o
zonas rurales con acceso limitado a alimentos frescos, saludables y
económicos (http://apps.ams.usda.gov/fooddeserts/foodDeserts.aspx).
El Economic Research Service (ERS) del USDA estimó en 2013 que
23,5 millones de personas viven en los desiertos de alimentos y más
de la mitad de ellas perciben escasos ingresos. Si bien la definición de
desiertos de alimentos es objeto de controversia, el USDA lo define
como un barrio donde el supermercado o tienda de comestibles más
cercano se encuentra entre 1,6 y 4,8 km de distancia para los
residentes urbanos y 16 km desde el domicilio para residentes de
zonas rurales.
Enfermedades transmitidas por
alimentos
Los CDC estiman que anualmente uno de cada seis estadounidenses
(48 millones de personas) enferman, 128.000 son hospitalizados y
3.000 mueren de enfermedades transmitidas por los alimentos. La
mayoría de los brotes de enfermedades transmitidas por alimentos
comunicadas al CDC están causados por bacterias, seguidas de virus,
sustancias químicas y parásitos. Ciertos segmentos de la población
son especialmente susceptibles a estas enfermedades; las personas
vulnerables tienen más probabilidad de contraer la enfermedad y
sufrir complicaciones. Algunas de las complicaciones nutricionales
asociadas con enfermedades transmitidas por alimentos son reducción
del apetito y menor absorción intestinal de nutrientes.
La edición de las DGA del año 2000 fue la que incluyó por primera
vez la seguridad alimentaria, importante por ligar la seguridad de los
alimentos y del agua con la promoción de la salud y la prevención de
enfermedades. Esto reconoce el potencial que tienen las enfermedades
transmitidas por alimentos de causar trastornos agudos y
complicaciones crónicas a largo plazo. Desde 2000, todas las
revisiones de las DGA han convertido la seguridad alimentaria en una
prioridad. Las personas con mayor riesgo de sufrir enfermedades
transmitidas por alimentos son niños pequeños; personas mayores;
mujeres embarazadas; personas cuyo sistema inmunitario está
comprometido por el virus de la inmunodeficiencia humana o
síndromes de inmunodeficiencias adquiridas, uso crónico de
corticoides, quimioterapia, diabetes mellitus o cáncer; alcohólicos;
personas con hepatopatías, reducción de la acidez gástrica, trastornos
autoinmunitarios o malnutrición; personas que toman antibióticos; y
personas ingresadas en instituciones sanitarias. Los costes asociados a
las enfermedades transmitidas por alimentos incluyen los
relacionados con la investigación de los brotes y el tratamiento de las
víctimas, costes laborales debidos a la productividad perdida y
pérdidas para la industria alimentaria relacionados con disminución
de las ventas y del precio de las acciones (American Dietetic
Association, 2009). La tabla 9-2 describe las enfermedades
transmitidas por alimentos más frecuentes y sus signos y síntomas,
inicio, duración, causas y prevención.
Tabla 9-2
Enfermedades transmitidas por alimentos más frecuentes
Enfermedad
Signos y síntomas
Inicio y duración
Causas y prevención
Comentarios
Bacillus cereus
Diarrea líquida,
retortijones
abdominales,
vómitos
6-15 h después de
consumir
alimentos
contaminados;
24 h de
duración en la
mayoría de los
casos
El subtipo diarreico se B. cereus es una
ha asociado
bacteria
a carne, leche,
grampositiva,
verduras y
aerobia, formadora
pescado; los brotes
de esporas.
del subtipo con
vómitos se han
relacionado
generalmente con
productos de
arroz, patatas,
pasta y queso; el
origen también
puede estar en
preparados de
varios alimentos,
como salsas,
budines, sopas,
estofados, masas
de pastelería y
ensaladas.
Campylobacter jejuni
Diarrea (a menudo
sanguinolenta),
fiebre y
retortijones
2-5 días tras la
exposición; 210 días de
duración
Tomar leche cruda o
consumir carne,
marisco o aves
crudos o poco
cocinados; para
Fuente principal de
enfermedades
transmitidas por
alimentos; algunas
personas
prevenir la
exposición, evitar
la leche cruda y
cocinar
completamente
todas las carnes
y aves; la bacteria
también puede
estar presente en
el tofu o en
verduras y
hortalizas crudas.
Lavarse las manos es
importante en la
prevención;
lavarse las manos
con jabón antes y
después de
manipular
alimentos crudos
de origen animal,
y antes de tocar
nada más;
prevenir
la contaminación
cruzada en la
cocina; higiene y
refrigeración
adecuadas
también son
esenciales.
Clostridium botulinum
Parálisis muscular
causada por la
toxina bacteriana;
visión doble o
borrosa, párpados
caídos, problemas
para pronunciar,
dificultades de
deglución, boca
seca y debilidad
muscular; los
lactantes con
botulismo están
aletargados, se
alimentan mal,
presentan
En el botulismo
Conservas caseras
transmitido
con bajo
por alimentos,
contenido en
los síntomas
ácido como
suelen
espárragos, judías
comenzar 18verdes, remolacha
36 h después
y maíz; se han
de ingerir el
producido brotes
alimento
de otro origen
contaminado;
más infrecuente,
puede
como ajos
aparecer desde
machacados en
6 h hasta 10
aceite, pimientos
días después;
picantes, tomates,
días o meses
patatas asadas
de duración
envueltas en
desarrollan
anticuerpos contra
la bacteria, pero
otras no.
En personas cuyo
sistema
inmunitario es
deficiente, puede
alcanzar el torrente
sanguíneo y causar
sepsis; en
ocasiones provoca
artritis y SGB; el
40% de los casos de
SGB en EE. UU.
está causado por
campilobacteriosis
y afecta a los
nervios del
organismo,
comenzando varias
semanas después
de la diarrea;
puede provocar
parálisis que dura
algunas semanas y
suele requerir
tratamiento en
cuidados
intensivos.
Sin tratamiento, los
síntomas pueden
avanzar hasta
causar parálisis en
brazos, piernas,
tronco y músculos
respiratorios; en
ocasiones, es
necesario utilizar
soporte
respiratorio
crónico.
Desechar latas y
tarros abollados,
abombados o con
fisuras por las que
estreñimiento,
llanto débil y
escaso tono
muscular
Clostridium perfringens
Náuseas y vómitos,
A las 6-24 h de la
diarrea y signos de
ingesta
gastroenteritis
aguda de 1 día
de duración
papel de aluminio
con una
manipulación
incorrecta, y
conservas caseras
de pescado o
pescado
fermentado.
Las personas que
hagan conservas
caseras deben
cumplir
estrictamente los
protocolos de
higiene para
reducir la
contaminación de
alimentos; los
aceites mezclados
con ajo o hierbas
deben estar
refrigerados; las
patatas envueltas
en papel de
aluminio para
asarse deben
mantenerse
calientes hasta ser
servidas o
refrigeradas;
como las
temperaturas
altas destruyen la
toxina botulínica,
las personas que
consuman
conservas caseras
deberían hervir
los alimentos
durante 10 min
antes de
consumirlos.
Ingesta de carnes
enlatadas o
mezclas secas,
jugo de carne,
estofados, alubias
sale el contenido;
las instrucciones
para preparar
conservas caseras
seguras pueden
obtenerse en
los servicios del
condado y el U.S.
Department of
Agriculture; la
miel puede
contener esporas
de C. botulinum
ha sido una fuente
de infección en
lactantes; no se
debe dar miel a
niños menores
de 12 meses.
refritas, productos
de carne y
verduras y
hortalizas sin
lavar, que estén
contaminadas por
la bacteria.
Cocinar bien los
alimentos; las
sobras deben ser
recalentadas
adecuadamente o
desechadas.
Cryptosporidium
parvum
Deposiciones líquidas, 2-10 días después
diarrea, náuseas,
de infectarse
vómitos, fiebre
leve y retortijones
abdominales
Alimentos
contaminados por
una manipulación
incorrecta.
Es importante lavarse
las manos.
El protozoo causa
diarrea en
pacientes con un
sistema
inmunitario
deficiente.
Escherichia coli
enterotóxica
(ECET)
Diarrea líquida,
Con una dosis
retortijones
infectiva alta,
abdominales,
la diarrea
fiebre leve y
puede
náuseas y malestar
aparecer a las
general
24 h
La contaminación del
agua por aguas
residuales puede
provocar la
contaminación de
los alimentos;
productos lácteos
como quesos
semicurados
también causan
problemas,
aunque es raro.
Más frecuente en
viajes al extranjero,
en lactantes o
personas mayores
debilitadas; puede
ser necesario
un tratamiento
mediante
reposición
electrolítica.
Escherichia coli
O157:H7
E. coli
enterohemorrágica
(ECEH)
Colitis hemorrágica
(diarrea
sanguinolenta
y dolorosa)
Carne picada de
ternera y carnes
poco cocinadas,
sidra sin procesar,
o frutas y
verduras no
lavadas;
en ocasiones, el
origen está en el
agua, brotes de
alfalfa, zumos de
frutas no
pasteurizados,
salami curado,
lechugas,
No se usan
antibióticos,
porque diseminan
aún más la toxina;
la enfermedad
puede progresar a
anemia hemolítica,
trombocitopenia e
insuficiencia renal
aguda, precisando
diálisis y
transfusiones; el
SUH puede ser
mortal, sobre todo
en niños pequeños;
Inicio demorado,
habitualmente
3-8 días
después de la
ingesta
5-10 días de
duración
espinacas, carne
de venado y
requesón.
Cocinar bien los
alimentos, usar
únicamente leche
pasteurizada y
lavar bien todos
los productos.
Listeria monocytogenes
(LM)
Fiebre leve, cefalea,
Inicio a los 2-30
vómitos y
días
enfermedad grave Duración variable
en la gestación;
sepsis en pacientes
con deficiencias
del sistema
inmunitario;
meningoencefalitis
en lactantes y
gastroenteritis
febril en adultos
Alimentos
procesados y
listos para comer,
como perritos
calientes,
productos de
charcutería y
bocadillos de
carne poco
cocinados, y
productos lácteos
sin pasteurizar;
contaminación
pospasteurización
de quesos como
feta o brie, leche y
ensalada de col
comercial;
también ha
habido problemas
por
contaminación
cruzada.
Usar leche y quesos
pasteurizados;
lavarse antes de
usar los
productos;
recalentar los
alimentos a la
temperatura
correcta; lavarse
todos los años se
producen varios
brotes,
especialmente en
servicios de
comidas por
encargo, eventos
en iglesias y
picnics familiares.
E. coli O157:H7 es
capaz de
sobrevivir en
alimentos ácidos
refrigerados
durante semanas.
Puede ser mortal.
Las mujeres
embarazadas
deben tomar
precauciones,
porque pueden
transmitir la
infección al feto.
las manos con
agua caliente y
jabón tras
manipular estos
productos listos
para comer;
desechar los
alimentos según
su fecha de
caducidad.
Norovirus
Gastroenteritis con
náuseas, vómitos
y/o diarrea
acompañada de
retortijones
abdominales;
también pueden
aparecer cefalea,
fiebre/escalofríos
y dolores
musculares
24-48 h después
de ingerir el
virus; en
ocasiones
aparece a las
12 h de la
exposición
Los alimentos pueden Los síntomas suelen
contaminarse por
ser breves y duran
contacto directo
solo 1 o 2 días; no
con manos
obstante, durante
contaminadas o
ese corto período
superficies de
las personas
trabajo que hayan
pueden sentirse
sido contaminadas
muy mal y
por heces, vómitos
vomitar, a menudo
o gotitas de
de forma violenta
vómitos cercanos
y repentina,
que son capaces de
muchas veces al
viajar por al aire y
día; se debe ingerir
caer en los
líquidos para
alimentos; aunque
prevenir la
el virus es incapaz
deshidratación.
de reproducirse
fuera del
organismo
humano, una vez
dentro de
alimentos o del
agua puede causar
la enfermedad; la
mayoría de los
casos se produce
en cruceros.
Salmonella
Diarrea, fiebre y
retortijones
abdominales
A las 12-72 h de
la infección
Suele durar 4-7
días
Consumo de carne,
aves, pescado,
huevos o
productos lácteos
no pasteurizados
crudos o poco
cocinados; frutas
no lavadas y
verduras y
hortalizas crudas
Hay muchos tipos de
bacterias
Salmonella; S.
typhimurium
enteritidis son los
más frecuentes en
EE. UU.
La mayor parte de las
personas se
recuperan sin
(melones y
brotes).
Prevenir cocinando
correctamente,
condiciones de
higiene y
salubridad
apropiadas.
tratamiento, pero
en algunos casos
la diarrea es tan
grave que obliga
al ingreso del
paciente; estos
pacientes deben
ser tratados
precozmente con
antibióticos;
personas mayores,
lactantes y
aquellos con
alteraciones del
sistema
inmunitario tienen
más probabilidad
de presentar
enfermedad
grave.
Shigelosis
Diarrea con sangre,
fiebre y
retortijones
abdominales
24-48 h tras la
exposición
4-7 días de
duración
Productos lácteos;
ensaladas
variadas frías,
como ensalada de
huevos, atún,
pollo, patatas o
carne (con
mayonesa).
Prevenir cocinando y
recalentado
adecuadamente;
respetar las
temperaturas de
conservación. El
cuidado y la
higiene son
esenciales.
Causada por un grupo
de bacterias
llamadas Shigella;
puede ser grave en
niños pequeños y
personas mayores;
infección grave con
fiebre alta en
ocasiones asociada
a convulsiones en
niños menores de 2
años.
Staphylococcus aureus
Náuseas, vómitos,
arcadas,
retortijones
abdominales y
postración
1-6 h después;
rara vez
mortal
1-2 días de
duración
Carne, cerdo, huevos,
aves, ensalada de
atún, ensaladas
preparadas, jugo
de carne, rellenos,
pasteles con nata.
El cocinado no
destruye la
toxina;
manipulación e
Refrigerar los
alimentos
inmediatamente
durante
la preparación y
tras el servicio.
higiene correctas
son esenciales
para la
prevención.
Streptococcus pyogenes
Irritación y dolor de
garganta, dolor
al tragar,
amigdalitis, fiebre
alta, cefalea,
náuseas, vómitos,
malestar general,
rinorrea;
ocasionalmente
erupción
Inicio en 1-3 días
Leche, helado,
Los alimentos se
huevos, langosta al
contaminan por
vapor, jamón
mala higiene,
picado, patatas
manipuladores
con mayonesa,
enfermos o el uso
huevos cocidos
de leche no
con mayonesa,
pasteurizada.
crema pastelera,
Las complicaciones
budín de arroz y
son infrecuentes;
gambas con
se tratan con
mayonesa; en casi
antibióticos.
todos los casos, los
alimentos
permanecieron
a temperatura
ambiente durante
varias horas desde
su preparación
hasta ser
consumidos.
Vibrio vulnificus
Vómitos, diarrea o
ambos; la
enfermedad es
leve
La gastroenteritis
aparece unas
16 h después
de consumir
el alimento
contaminado
Duración de 48 h
Marisco,
especialmente
almejas y ostras
crudas,
contaminado por
patógenos
humanos; aunque
legalmente solo se
pueden cultivar
ostras en aguas
libres de
contaminación
fecal, incluso en
este caso pueden
contaminarse con
V. vulnificus,
porque la bacteria
está presente de
forma natural.
Esta bacteria
pertenece a la
misma familia que
la responsable del
cólera; da paso a
un Norovirus;
puede ser mortal
en personas
inmunodeficientes.
Yersinia enterocolitica
Síntomas frecuentes
en niños son
fiebre, dolor
1-2 días después
de la
exposición
Alimentos
contaminados,
especialmente
Enfermedad
infecciosa causada
por la bacteria
1-3 semanas o
abdominal
más de
y diarrea, a
duración
menudo
sanguinolenta; en
niños más
mayores y adultos,
el dolor en la parte
derecha del
abdomen y la
fiebre pueden ser
los síntomas
predominantes
y confundirse así
con una
apendicitis
productos
porcinos poco
cocinados;
contaminación
pospasteurización
de leche
chocolateada,
leche en polvo
reconstituida,
leche
pasteurizada y
tofu también son
alimentos de alto
riesgo; el
almacenaje en frío
no mata la
bacteria.
Cocinar bien las
carnes; usar
únicamente leche
pasteurizada;
también es
importante
lavarse bien las
manos.
Yersinia; en EE.
UU., la mayoría
de los casos en
personas se deben
a Y. enterocolitica;
se presenta, sobre
todo, en niños
pequeños.
En unos pocos casos
aparecen
complicaciones,
como erupción
cutánea, dolores
articulares o
diseminación de la
bacteria al torrente
sanguíneo.
Adaptado con autorización de Escott-Stump S: Nutrition and diagnosis-related
care, ed 7, Baltimore, 2011, Lippincott Williams & Wilkins. Otras fuentes:
http://www.cdc.gov/health/diseases; acceso el 26 de diciembre de 2013.
SGB, síndrome de Guillain-Barré; SUH, síndrome urémico hemolítico.
Todos los grupos de alimentos tienen ingredientes asociados con
temas de seguridad alimentaria. Hay inquietud acerca de la
contaminación microbiana de frutas, hortalizas y verduras,
especialmente en las importadas de otros países. Ha aumentado la
incidencia de enfermedades transmitidas por alimentos con los
nuevos métodos de producción y distribución de alimentos, y con la
mayor confianza en las fuentes comerciales de alimentos (AND, 2014).
Las carnes mal cocinadas pueden albergar organismos que
desencadenen una enfermedad transmitida por los alimentos. Incluso
las carnes correctamente cocinadas tienen el potencial de causar estas
enfermedades si el manipulador permite que los jugos de la carne
cruda contaminen otros alimentos durante la preparación. Las fuentes
de un brote de enfermedades transmitidas por alimentos son
variables, dependiendo del tipo de organismo implicado, el momento
de la contaminación, y la duración y temperatura de los alimentos
cuando están en los recipientes para ser servidos.
Perspectiva clínica
Historia del Supplemental Nutrition Assistance
Program (SNAP)
Erik R. Stegman, MA, JD
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el hambre y
la desnutrición extrema constituían un problema grave y
generalizado en EE. UU. A mediados de la década de los sesenta,
una quinta parte de los hogares estadounidenses consumían dietas
pobres. Entre los hogares de bajos ingresos, este índice casi se
duplicó hasta el 36% (United States Department of Agriculture
[USDA], Agricultural Research Service [ARS], 1969). De acuerdo
con estudios de esa época, estas tasas de hambre, especialmente en
zonas pobres del sur, tuvieron un grave efecto sobre la población en
ese momento debido a la desnutrición y la deficiencia de vitaminas
(Wheeler, 1967). Muchos norteamericanos aprendieron la gravedad
del problema en sus salas de estar cuando la CBS News emitió un
documental de referencia, Hunger in América, en 1968 (Dole Institute
of Politics, 2011). El documental destacó niños desnutridos con sus
barrigas hinchadas e historias de gente común que narraba la forma
en que el hambre afectó a su vida, algo que otros americanos no
podían creer que estuviera sucediendo en su patio trasero.
Una protesta pública dio lugar al sistema de asistencia nutricional
moderno del gobierno federal que comenzó a principios de la
década de los sesenta como el programa de cupones para alimentos.
Originalmente creado como un pequeño programa durante la
Segunda Guerra Mundial para ayudar a cerrar la brecha entre los
abundantes excedentes agrícolas y el hambre urbana, se suspendió
en los años cincuenta debido a la prosperidad de la economía. El
presidente John F. Kennedy lo introdujo de nuevo mediante una
orden ejecutiva en 1961 como un programa piloto más amplio.
Como parte de la guerra del presidente Lyndon B. Johnson sobre la
iniciativa de la pobreza, el Congreso finalmente lo convirtió en
permanente. Ha sido reautorizado y fortalecido varias veces y
actualmente es conocido como el Supplemental Nutrition
Assistance Program (SNAP) (USDA, Food and Nutrition Service
[FNS], 2010). Otro programa de asistencia nutricional suplementaria
está dirigido a mujeres, bebés y niños (WIC) y fue desarrollado en la
década de los setenta para proporcionar asistencia nutricional
especializada y apoyo a mujeres embarazadas, bebés y niños de
hasta 5 años de edad de bajos recursos (USDA, Economic Health
Service [ERS], 2009).
En 2013, SNAP ayudó a más de 47 millones de estadounidenses a
permitirse una dieta adecuada desde el punto de vista nutricional
durante 1 mes normal. También mantuvo aproximadamente 4,9
millones de personas fuera de la pobreza en 2012, incluidos 1,3
millones de niños (Center on Budget and Policy Priorities, 2015). Un
estudio reciente ha demostrado que después de estas ampliaciones
de los años sesenta y setenta, los niños desfavorecidos con acceso a
la asistencia nutricional en la primera infancia y cuyas madres
recibieron asistencia durante el embarazo mostraban mejores
resultados en salud y educación, mejores curvas de crecimiento, y
menos diagnósticos de enfermedades cardíacas y de obesidad
(Hoynes et al., 2012). Hoy en día, las agencias estatales que
administran el SNAP tienen la opción de proporcionar educación
nutricional a los participantes del SNAP a través de ayudas
federales y programas de financiación asociada (USDA, 2015).
Son importantes las campañas de educación pública dirigidas a la
seguridad alimentaria. No obstante, el modelo de seguridad
alimentaria se ha ampliado más allá del consumidor individual, y
actualmente incluye al gobierno, la industria alimentaria, agricultores
y la población general. Varias agencias gubernamentales ofrecen
información a través de páginas en Internet con enlaces a los CDC, el
Food Safety and Inspection Service (FSIS) del USDA, la Enviromental
Protection Agency (EPA), el National Institute of Allergy and
Infetious Diseases (NIAID), y la Food and Drug Administration
(FDA). Un programa industrial líder, ServSafe®, proporciona
certificados de seguridad alimentaria y formación; fue creado y
administrado por la National Restaurant Association. Como los
alimentos en EE. UU. provienen del mercado global, los temas de
seguridad alimentaria preocupan en todo el mundo. La legislación de
2009 Country of Origin Labelling (COOL) requiere que los vendedores
proporcionen a los consumidores el origen de alimentos tales como
carnes, pescado, marisco, frutas, verduras y hortalizas frescas y
congeladas, y ciertos frutos secos y hierbas (USDA, 2013). El
Agricultural Marketing Service del USDA tiene la responsabilidad de
aplicar la legislación COOL. La práctica clínica futura debe incluir la
toma de conciencia de los asuntos relacionados con la seguridad
alimentaria global (v. cuadro Foco de interés: Seguridad alimentaria
global).
Análisis de peligros y puntos críticos de control
Una estrategia integral para reducir las enfermedades transmitidas
por alimentos es la valoración y el abordaje de los riesgos. La
valoración de los riesgos comprende la identificación, caracterización
y exposición a posibles peligros. El abordaje de los riesgos se ocupa
de la evaluación de los riesgos, valoración y aplicación de opciones,
vigilancia y revisión de los avances. Un programa formal, organizado
en 1996, es el análisis de peligros y puntos críticos de control
(APPCC), una estrategia sistemática para la identificación, evaluación
y control de las amenazas a la seguridad alimentaria. El APPCC
implica la identificación de todas aquellas sustancias biológicas,
químicas o físicas que es probable que causen enfermedades o lesiones
si no se controlan. También comprende la identificación de aquellos
puntos en los que se puede aplicar un control, previniendo o
eliminando así el peligro para la seguridad alimentaria o reduciéndolo
hasta un nivel aceptable. Los restaurantes y los centros de asistencia
sanitaria están obligados a seguir los procedimientos del APPCC en la
manipulación de alimentos.
Foco de interés
Seguridad alimentaria global
EE. UU. importa productos agrícolas, carne y marisco de otros
países para satisfacer la demanda de los consumidores de alimentos
difíciles de conseguir en el país. La importación global implica
posibles peligros para las personas. El suministro actual de
alimentos es cada vez más difícil de rastrear hasta un único origen.
Por este motivo, los peligros para la seguridad deben abordarse a
escala mundial, además de en EE. UU. La participación de
agricultores y ganaderos, productores, distribuidores y todos
aquellos que se ocupan de la preparación de alimentos es esencial
para asegurar que el suministro de alimentos sea seguro. La
protección de la cadena de suministro requiere varios sistemas de
seguridad, como el análisis de peligros, puntos críticos de control y
buenas prácticas de manufactura y prácticas higiénicas correctas
(Aruoma, 2006). La seguridad alimentaria también supone prestar
atención a asuntos tales como el uso de toxinas y pesticidas en
países donde las normas y leyes pueden ser diferentes, así como la
importancia del agua limpia. Por último, el efecto del calentamiento
global sobre la producción de alimentos también es una fuente de
preocupación cada vez mayor.
Los profesionales sanitarios en contacto directo con pacientes tienen
más riesgo, al igual que los dedicados a la educación comunitaria.
Aquellos que atienden a poblaciones con más riesgo de sufrir
enfermedades transmitidas por alimentos tienen una necesidad
especial de estar implicados en la red de educación sobre seguridad
alimentaria y comunicar esta información a sus usuarios (fig. 9-2). La
adopción de las regulaciones del APPCC, los programas de garantía
de la calidad alimentaria, las directrices sobre manipulación de
productos frescos, los avances tecnológicos diseñados para reducir la
contaminación, el incremento en las regulaciones relativas al
suministro de alimentos y un mayor énfasis en la educación sobre
seguridad alimentaria han contribuido a una reducción notable de las
enfermedades transmitidas por alimentos.
FIGURA 9-2 Los siete pasos del APPCC y un ejemplo de
diagrama de flujo.
Seguridad del agua y los alimentos
Aunque el trabajo educativo individual es eficaz para aumentar
la toma de conciencia de los temas relacionados con la seguridad
alimentaria, la seguridad del agua y los alimentos debe ser examinada
a nivel nacional y de acuerdo con ciertos sistemas (AND, 2014). Varias
iniciativas sanitarias federales incluyen objetivos relativos a la
seguridad del agua y los alimentos, exposición a pesticidas y
alérgenos, prácticas de manipulación de alimentos, reducción de la
incidencia de enfermedades relacionadas con el agua y disminución
de la exposición a contaminantes ambientales relacionada con el agua
y los alimentos. La tabla 9-3 presenta las agencias implicadas.
Tabla 9-3
Recursos para la seguridad del agua y los alimentos en EE. UU.
Academy of Nutrition and
Dietetics
http://www.eatright.org/
Agricultural Marketing Services,
USDA
http://www.ams.usda.gov/AMSv1.0/
American Egg Board
http://www.aeb.org
The Academy of Nutrition and
Dietetics Duplicate
http://www.eatright.org/
American Meat Institute
http://www.meatami.com
CFSAN
http://www.fda.gov/Food/
CFSCAN (seguridad de los
http://www.fda.gov/Food/RecallsOutbreaksEmergencies/default.htm
alimentos y del agua): recidivas,
brotes y emergencias
CDC
http://www.cdc.gov
CDC Disaster
http://www.bt.cdc.gov/disasters/
FEMA
http://www.fema.gov
Food Chemical News
http://www.foodchemicalnews.com
Food Marketing Institute
http://www.fmi.org
Food Marketing Institute:
seguridad alimenticia
http://www.fmi.org/docs/facts-figures/foodsafety.pdf?sfvrsn=2
FoodNet
http://www.cdc.gov/foodnet/
Food Safety, Iowa State University
http://www.extension.iastate.edu/foodsafety/
Foundation for Food Irradiation
Education
http://www.food-irradiation.com
Grocery Manufacturers of America
http://www.gmabrands.org
International Food Information
http://www.foodinsight.org/
Council
Fruits and Veggies: More Matters
http://www.fruitsandveggiesmorematters.org/
National Broiler Council
http://www.eatchicken.com
National Cattleman’s Beef
Association
http://www.beef.org/
National Institutes of Health
http://www.nih.gov
National Food Safety Database
http://www.foodsafety.gov
National Restaurant Association
Educational Foundation
http://www.nraef.org/
The Partnership for Food Safety
Education
http://www.fightbac.org
Produce Marketing Association
http://www.pma.com
PulseNet
http://www.cdc.gov/pulsenet/
U.S. Department of Agriculture
http://www.usda.gov
U.S. Department of Agriculture
Food Safety and Inspection
Service
http://www.fsis.usda.gov
U.S. Department of Education
http://www.ed.gov
U.S. Department of Health and
Human Services
http://www.hhs.gov/
U.S. EPA, Office of Ground and
Drinking Water
http://www.epa.gov/safewater
U.S. EPA Seafood Safety
http://www.epa.gov/ost/fish
U.S. Food and Drug
Administration
http://www.fda.gov
U.S. Poultry and Egg Association
http://www.uspoultry.org/
Nota: Las páginas web se actualizan frecuentemente. Se debe acceder a la
página principal y utilizar la búsqueda para encontrar el recurso deseado.
Contaminación
Los controles y las precauciones relativas a la limitación de posibles
contaminantes en el suministro de agua tienen una importancia
perenne. Los medios de comunicación continúan destacando la
contaminación del agua por arsénico, plomo, cobre, pesticidas y
herbicidas, mercurio, dioxinas, bifenilos policlorados (PCB), cloro, y
Escherichia coli. Se ha calculado que muchos sistemas públicos de agua,
construidos con la tecnología de principios del siglo xx, tendrán que
invertir más de 138.000 millones de dólares en los próximos 20 años
para asegurar que el agua potable siga siendo segura (AND, 2014). El
efecto sobre la seguridad potencial de los alimentos en contacto con
esos contaminantes es un asunto totalmente actual, seguido de cerca
por grupos profesionales y de presión, y agencias gubernamentales.
A la mayoría le interesan los posibles peligros de la ingesta de
marisco que haya estado en contacto con el metilmercurio presente en
el ambiente de forma natural y liberado al aire por la contaminación
industrial. El mercurio se ha acumulado en corrientes de agua (p. ej.,
arroyos, ríos, lagos y océanos) y en la carne del marisco de estas aguas
(USDA y EPA, 2013). Los conocimientos sobre estos asuntos se
actualizan continuamente, y ahora existen recomendaciones de
restringir el consumo de ciertos pescados, como tiburón, caballa,
blanquillo, atún y pez espada por parte de mujeres embarazadas
(FDA, 2013; Centers for Food Safety and Applied Nutrition, 2013) (v.
más detalles en el capítulo 15). Otras sustancias que contaminan el
pescado, como los PCB y las dioxinas también son preocupantes
(California Office of Environmental Health Hazard Assessment
[OEHHA], 2014).
Existen precauciones a nivel federal, estatal y local que deben ser
abordadas por profesionales de la dietética cuyas funciones incluyan
asesoramiento, comunicación y educación. Los miembros de la
comunidad y los oficiales sanitarios locales deben entender los riesgos
y la importancia de poner en práctica las medidas concernientes a la
seguridad y protección del agua y los alimentos. Tanto la EPA como el
Center for Food Safety and Applied Nutrition (CFSAN) se ocupan
constantemente de la vigilancia y directrices. Además, los asuntos
relacionados con la seguridad del agua y los alimentos y las
enfermedades transmitidas por alimentos son supervisados por los
departamentos sanitarios estatales y locales.
Alimentos orgánicos y uso de pesticidas
El uso de pesticidas y los contaminantes del suministro de agua
afectan a la calidad de los productos. El debate sobre si merece la pena
pagar más por los alimentos orgánicos sigue abierto. No obstante, los
efectos beneficiosos del cultivo orgánico también deben ser tenidos en
cuenta (v. cuadro Foco de interés: ¿Es realmente ecológico? ¿Y es más
sano?).
Modificación genética/ingeniería genética
Un nuevo problema de seguridad es el de los organismos
genéticamente modificados (GMO). Un GMO es una planta o animal
cuyo material genético ha sido modificado de manera que no se
produce de forma natural. El proceso de fabricación de GMO se
conoce como ingeniería genética. Más de 20 países han prohibido los
cultivos transgénicos, pero siguen siendo controvertidos en EE. UU.
Actualmente el etiquetado de los alimentos transgénicos/GMO es
voluntario, pero ha habido una considerable protesta pública para
exigir que se reseñen en la etiqueta. La FDA está estudiando el tema
(v. cuadro Foco de interés: GMO o alimentos transgénicos (GE), en el
capítulo 26).
Bioterrorismo y seguridad del agua y los
alimentos
El bioterrorismo es el uso deliberado de microorganismos o toxinas
provenientes de organismos vivos para causar muertes o
enfermedades. Las amenazas al suministro nacional de alimentos y
agua han convertido la bioseguridad, o precauciones para minimizar
el riesgo, en una cuestión necesaria de la planificación de las
previsiones. Los CDC han identificado siete patógenos transmitidos
por alimentos que tienen el potencial de ser usados por los
bioterroristas para atacar el suministro de alimentos: tularemia,
brucelosis, toxina del Clostridium botulinum, toxina épsilon del
Clostridium perfingens, Salmonella, Escherichia coli y Shigella. Estos
patógenos, junto con posibles contaminantes del agua, como
micobacterias, Legionella, Giardia, virus, arsénico, plomo, cobre, metil
butil éter, uranio y radón, son los objetivos de los sistemas federales
establecidos para vigilar la seguridad del suministro de agua y
alimentos. Los sistemas actuales de vigilancia están diseñados para
detectar brotes de enfermedades transmitidas por alimentos debidas a
comida estropeada, manipulación incorrecta de los alimentos y otras
causas no intencionadas, pero no se diseñaron para identificar ataques
deliberados.
Las consecuencias de un suministro en riesgo de agua y alimentos
son físicas, psicológicas, políticas y económicas. El peligro podría
tener lugar por los alimentos como agentes primarios, sirviendo de
vectores de armas biológicas o químicas, o bien por los alimentos
como objetivo secundario, dejando a una zona o región con un
suministro inadecuado de alimentos. El uso intencionado de
patógenos transmitidos por los alimentos como agentes primarios
puede confundirse con un brote normal de enfermedad transmitida
por alimentos. Diferenciar entre la fluctuación habitual de las
enfermedades y un ataque intencionado depende de disponer de un
sistema para la planificación de preparativos, comunicaciones rápidas
y análisis central.
Las experiencias con los huracanes de 2005 recalcan la necesidad de
proporcionar un acceso seguro a alimentos y agua en caso de
emergencias y desastres. El acceso al agua y los alimentos puede estar
limitado, hecho que deriva en perturbaciones sociales y cuarentenas
autoimpuestas. Estas situaciones requieren una respuesta diferente de
la ayuda en casos de desastres, en la que se asume que las personas
hambrientas buscarán asistencia y confiarán en la seguridad de los
alimentos ofrecidos (FDA, 2014). En caso de desastres, los
profesionales de la dietética pueden ser muy importantes, porque
conocen su ambiente, los recursos comunitarios y estatales de
alimentos y nutrición disponibles, y pueden participar en la
coordinación y aporte de ayudas a las víctimas del desastre.
Planificación en desastres
Los dietistas y los profesionales sanitarios que trabajan en servicios de
alimentación deben ser capaces de planificar la distribución de
alimentos y agua seguros en cualquier situación de emergencia. Esto
comprende elegir la preparación de alimentos y los puntos de
distribución, establecer cocinas temporales, elaborar alimentos con
recursos limitados y asegurar que los alimentos facilitados sean
seguros para el consumo mediante los procedimientos del APPCC. La
Academy of Nutrition and Dietetics (AND) publicó dos artículos:
«Emergency Preparedness: Infant Feeding During Disasters» y
«Special
Needs
and
Vulnerable
Groups»
(http://www.eatright.org/search.aspx?search=disaster%20planning).
Planificación, vigilancia, detección, respuesta y recuperación son los
componentes esenciales de los preparativos en caso de desastres para
la salud pública. Las agencias claves son el USDA, el Department of
Homeland Security (DHS) y la Federal Emergency Management
Agency (FEMA), los CDC y la FDA. Junto con el DHS, el USDA se
encarga de la Protection of the Food Supply and Agricultural
Production (PFSAP). La PFSAP se ocupa de los temas relacionados
con la producción, el procesamiento, el almacenamiento y la
distribución de alimentos. Aborda los peligros para el sector agrícola y
la vigilancia de fronteras. La PFSAP realiza actividades de seguridad
alimentaria concernientes a la inspección de carnes, aves y huevos, y
proporciona laboratorios, investigación y educación sobre los brotes
de enfermedades transmitidas por alimentos.
La iniciativa en Internet ready.gov (www.ready.gov) es una
herramienta educativa que informa al público acerca de cómo
prepararse para una emergencia nacional, incluidos posibles ataques
terroristas. Además, el Food Safety and Inspection Service (FSIS) del
USDA se encarga de la Food Threat Preparedness Network (PrepNet)
y el Food Biosecurity Action Team (F-Bat). PrepNet asegura una
coordinación eficaz de los trabajos de seguridad alimentaria,
centrándose en actividades preventivas para proteger el suministro de
alimentos. F-Bat evalúa posibles puntos vulnerables en el trayecto del
campo a la mesa, proporciona directrices a la industria acerca de la
seguridad alimentaria y mayor seguridad de los productos vegetales,
refuerza la coordinación y cooperación del FSIS con las fuerzas de la
ley y favorece las características de seguridad de los laboratorios FSIS
(Bruemmer, 2003).
Foco de interés
¿Es realmente ecológico? ¿Y es más sano?
Christine McCullum-Gomez, PhD, RD
Hay varias razones por las que los alimentos ecológicos puede
considerarse que facilitan la creación de un sistema de alimentación
saludable y sostenible (Scialabba, 2013; McCullum-Gomez y
Scott, 2009). En primer lugar, algunas frutas, verduras y zumos
ecológicos pueden contener más antioxidantes y polifenoles
comparados con sus homólogos de cultivos convencionales
(Baranski et al., 2014), aunque hay un debate en curso en relación
con las posibles ventajas nutricionales del consumo de frutas,
verduras y otros productos vegetales ecológicos frente a los
convencionales (Baranski et al., 2014; Smith-Spangler et al., 2012).
En segundo lugar, la carne obtenida ecológicamente puede reducir
el desarrollo de resistencia a los antibióticos humanos y disminuir
la contaminación del aire y del agua (American Medical
Association, 2009). Los investigadores han encontrado una menor
prevalencia de Salmonella spp. resistentes a los antibióticos (Sapkota
et al., 2014) y de Enterococci resistentes a los antibióticos (Sapkota
et al., 2011) en granjas avícolas convencionales de en EE. UU. que
cambiaron a prácticas ecológicas. En tercer lugar, un metaanálisis
publicado (Palupi et al., 2012) encontró que los productos lácteos
ecológicos contenían cantidades significativamente mayores de
proteínas, ácidos grasos omega 3 totales y ácido linoleico conjugado
que los modelos convencionales. Otro estudio informó de que la
concentración individual de ácidos grasos omega 3 y la
concentración de ácido linoleico conjugado eran mayores en la leche
ecológica (Benbrook et al., 2013). En un estudio de cohortes en
curso, el consumo de productos lácteos ecológicos se relacionó con
un riesgo menor de eccema durante los 2 primeros años de vida.
Estos autores plantean la hipótesis de que «una ingesta elevada de
ácidos grasos omega 3 y/o ácido linoleico conjugado procedente de
productos lácteos ecológicos tiene un efecto protector contra el
eccema en niños (independiente de la atopia) y que […] el consumo
por la madre de estos ácidos grasos durante el embarazo y la
lactancia contribuye a esta protección» (Kummeling et al., 2008).
Afortunadamente, la presencia de alimentos ecológicos es cada
vez mayor en el mercado. Las ventas de productos ecológicos
suponen más del 4% de las ventas totales de alimentos en EE. UU.,
aunque los productos ecológicos representan una proporción
mucho mayor en algunos tipos de alimentos. La superficie dedicada
a agricultura y ganadería ecológicas certificadas se ha ampliado en
EE. UU., sobre todo para las frutas, las verduras, los productos
lácteos y las aves de corral (Greene, 2014). Estos alimentos son
producidos siguiendo prácticas descritas en el National Organic
Program (NOP) del USDA, un programa de comercialización con
un proceso de acreditación a través de la cadena de producción y
fabricación, que describe las prácticas necesarias para el etiquetado
de un producto «ecológico» (USDA, 2011). Los alimentos ecológicos
que están certificados por el NOP del USDA también deben cumplir
los mismos requisitos de seguridad alimentaria estatales y federales
que los alimentos no ecológicos (Riddle y Markhart, 2010).
En la agricultura ecológica, el estiércol animal en bruto debe ser
procesado para obtener abono (§205.203), «a menos que: i) se
aplique sobre un terreno utilizado para un cultivo no destinado al
consumo humano; ii) se agregue al suelo no menos de 120 días
antes de la cosecha de un producto cuya parte comestible tiene
contacto directo con la superficie o con partículas del suelo; o iii) se
agregue al suelo no menos de 90 días antes de la cosecha de un
producto cuya parte comestible no tenga contacto directo con la
superficie o con partículas del suelo» (Electronic Code of Federal
Regulations, 2014).
La agricultura ecológica ofrece numerosas oportunidades para
reducir la exposición a pesticidas agrícolas a través del suministro
comunitario de agua y alimentos, lo cual puede ser perjudicial para
la salud humana, especialmente para grupos de alto riesgo, como
mujeres embarazadas, lactantes, niños pequeños y agricultores
(American
College of Obstetricians and Gynecologists
Committee, 2013; Costa et al., 2014). Los estudios en niños revelan
que hay una reducción drástica de la exposición a plaguicidas
organofosforados (OP) con el consumo de alimentos ecológicos (Lu
et al., 2008). La investigación con adultos encontró que el consumo
de una dieta ecológica durante 1 semana redujo significativamente
la exposición a los pesticidas organofosforados. Estos autores
recomiendan el consumo de alimentos ecológicos como abordaje
preventivo para reducir la exposición a plaguicidas (Oates
et al., 2014).
Los alimentos de cultivo ecológico también pueden favorecer un
sistema alimentario más sostenible mediante la reducción de las
necesidades de energía para la producción, la reducción de la
erosión del suelo, la rehabilitación de suelos pobres y el secuestro
de carbono en el suelo, lo que puede reducir los niveles de carbono
en la atmósfera (Gattinger et al., 2012; Scialabba, 2013). Además,
se ha mejorado la biodiversidad en los sistemas agrícolas ecológicos
(Tuck et al., 2014), lo que hace que estas granjas sean más resistentes
a los patrones climáticos impredecibles y a brotes de plagas, como
se prevé con el cambio climático. La inversión pública en la
agricultura ecológica facilita un acceso más amplio a los alimentos
ecológicos para los consumidores, ayuda a los agricultores a captar
mercados de alto valor y conserva los recursos naturales, como el
suelo y el agua.
Los CDC tienen tres operaciones relacionadas con la seguridad
alimentaria y la planificación en los desastres: PulseNet, FoodNet y los
Centers for Public Health Preparedness. PulseNet es una red nacional
de laboratorios de salud pública que realizan la identificación del
ácido desoxirribonucleico en las bacterias transmitidas por alimentos,
ayudan a detectar los brotes de enfermedades transmitidas por
alimentos y a rastrear su origen, y proporcionan nexos de unión entre
casos esporádicos. FoodNet es la Foodborne Diseases Active
Surveillance Network, que funciona como la parte principal para
enfermedades transmitidas por alimentos del Emerging Infections
Program de los CDC, ocupándose de la vigilancia activa con el uso de
laboratorios. Los Centers for Public Health Preparedness financian
centros académicos, enlazando las escuelas de salud pública con los
preparativos estatales, locales y regionales en caso de bioterrorismo, y
con las necesidades de infraestructuras en salud pública.
El CFSAN de la FDA se ocupa de cuestiones reguladoras, como el
APPCC del marisco, la seguridad de aditivos alimentarios y
colorantes, la seguridad de los alimentos fabricados mediante
biotecnología, el etiquetaje alimentario, los suplementos dietéticos, el
cumplimiento de normas por parte de la industria alimentaria, y los
programas reguladores para abordar los riesgos de salud asociados
con contaminantes químicos y biológicos transmitidos por alimentos.
El CFSAN también realiza programas conjuntos con los gobiernos
estatales y locales.
La FEMA, dependiente del DHS, tiene funciones de apoyo a las
emergencias en caso de desastres o situaciones de emergencia. La
FEMA identifica las necesidades de agua y alimentos, dispone su
entrega y ayuda con los alojamientos temporales y otros servicios de
emergencia. En la FEMA participan el USDA, el Departamento de
Defensa, el USDHHS, la EPA y la General Services Administration.
Participantes primordiales son agencias de voluntarios sin ánimo de
lucro como la Cruz Roja estadounidense, el Ejército de Salvación y
agencias y organizaciones comunitarias. El abordaje de los desastres
está cambiando a medida que se pone a prueba en desastres naturales
y provocados por las personas.
Sistemas de abastecimiento de
alimentos y agua saludables y
sostenibilidad
Este capítulo se inició con un comentario sobre que la nutrición
comunitaria es un área en constante evolución y desarrollo con el
objetivo de impulsar a la población en general a ser más proactiva y a
responder a las necesidades de la comunidad. La comunidad de hoy y
sus necesidades son diferentes, pero independientemente de las
variaciones ambientales, sociales y geográficas, un objetivo de todos
los profesionales de la nutrición y la dietética es la promoción y
sostenimiento del acceso a fuentes de alimentos que promocionan la
salud, asequibles y seguras.
En 2014 la Academy of Nutrition and Dietetics emitió normas de
desempeño profesional dirigidas a la construcción y el apoyo
sostenible de sistemas de agua y alimentos resistentes y saludables
(AND, 2014). Estas normas tienen por objeto orientar a todos los
especialistas en nutrición más allá de las normas de seguridad
habituales. Este documento define la sostenibilidad como la capacidad
de mantener el sistema a largo plazo. La resistencia se refiere a un
sistema que puede soportar las interrupciones que se producen. Desde
un punto de vista de nutrición comunitaria, un ejemplo práctico de
resistencia es que existan normas vigentes de acceso al apoyo sanitario
y la inocuidad de los alimentos y el agua, incluso después de una
interrupción por inundación, desastre natural o problemas de
financiación. La sostenibilidad tiene sus raíces en la forma en que el
sistema está construido, guiado y fomentado. Los programas y
recursos públicos y privados son componentes cruciales y deben
cumplir con las pruebas de la capacidad de recuperación,
sostenibilidad y satisfacer las necesidades de financiación.
La seguridad, adecuación y calidad del suministro de comida y
agua, junto con las fuentes de energía son componentes que
construyen la sostenibilidad y la resistencia. El profesional de la
nutrición y la dietética puede ser el protagonista, pero debe tener
experiencia y competencia, así como la iniciativa para la construcción
y la promoción de normas y requisitos con los que la gente pueda
alcanzar el objetivo de estar sana. Referencias completas disponibles
online
en
http://www.andjrnl.org/content/sop#2012
http://www.hendpg.org/page/professional-development.
Resumen: un trabajo en progreso
Este capítulo es de hecho un trabajo en progreso, una instantánea del
mundo en evolución de la nutrición comunitaria. Los cambios son
inherentes a los alimentos, la salud, el acceso y la seguridad de los
alimentos y nuestro medio ambiente global. El dietista posee una
función importante, pero necesita estar actualizado y comprometido.
La sección Páginas útiles en Internet apunta algunos sitios web útiles,
muchos con acceso a actualizaciones periódicas sobre los temas de
interés, los problemas y las soluciones.
Páginas útiles en Internet
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American Heart Association
http://www.americanheart.org
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PA R T E I I
Diagnóstico nutricional e
intervención
Introducción
Capítulo 10: Perspectiva general del diagnóstico y de la
intervención en nutrición
Capítulo 11: Aporte de alimentos y nutrientes: directrices
dietéticas, normas de nutrientes y competencia cultural
Capítulo 12: Aporte de alimentos y nutrientes: medicina
complementaria e integral y suplementación dietética
Capítulo 13: Aporte de alimentos y nutrientes: soporte
nutricional
Capítulo 14: Educación y orientación: cambio conductual
Introducción
El tipo de asistencia que se presta en materia de nutrición a una
persona varía en función de los hallazgos obtenidos en el proceso de
evaluación. El entorno, un acto quirúrgico o un traumatismo, las
alergias alimentarias, el acceso inadecuado a alimentos seguros y
suficientes, la etapa de crecimiento y desarrollo, las creencias o ideas
nocivas, la falta de conocimiento y las cuestiones socioeconómicas
pueden condicionar que el individuo siga o no una dieta adecuada. En
una persona sana, la omisión de un grupo concreto de alimentos o la
ingesta de alimentos ricos en calorías, pero pobres en nutrientes, no
conduce de manera repentina a un estado nutricional deficiente. Es la
ingesta desequilibrada y prolongada la que provoca la enfermedad
crónica. La insuficiencia drástica y aguda combinada con la
enfermedad aguda también provoca consecuencias nutricionales no
deseadas. De hecho, la inadecuación de los tipos o cantidades de
macronutrientes o micronutrientes, los líquidos o incluso de la
actividad física puede provocar un empeoramiento del estado de
salud o de la inmunidad así como disfunciones y enfermedades.
El establecimiento de un diagnóstico nutricional ayuda a definir y a
promover una asistencia eficaz en función de problemas específicos de
nutrición. Tales problemas pueden afectar a un individuo, a un grupo
(como personas con diabetes o enfermedad celíaca) o incluso a una
comunidad (p. ej., allí donde la producción local crece en un suelo
pobre en minerales).
El segundo paso en el proceso de asistencia nutricional incluye un
análisis de los factores que afectan a la idoneidad de la ingesta
nutricional en curso y al estado nutricional general. En la mayoría de
los casos, las instituciones utilizan estándares de asistencia y
directrices de aplicación a nivel nacional que establecen las
actuaciones recomendadas en el proceso de asistencia nutricional.
Tales estándares sirven como base para la adecuada evaluación de la
calidad de la asistencia ofrecida.
El tercer paso dentro del proceso de asistencia nutricional requiere
planificación y establecimiento de objetivos, seguidos de la selección
de las intervenciones en función de la causa del problema. Por
ejemplo, la educación en nutrición es una intervención apropiada para
la persona que cuenta con escasos conocimientos sobre la manera de
gestionar su dieta sin gluten. Y esto requiere un abordaje de
asesoramiento, que tenga en cuenta el grado de predisposición
personal al cambio. Puede ser útil aconsejar a la persona que consulte
libros de cocina disponibles, servicios sanitarios y grupos de apoyo.
Puede también ser necesaria la manipulación de los componentes de
la dieta, la provisión de nutrición enteral o parenteral, o el consejo
nutricional especializado. La coordinación de la asistencia entre el
hospital y el domicilio y la comunidad es importante para el
tratamiento nutricional y de las enfermedades crónicas a lo largo de la
vida.
El paso final del proceso de asistencia nutricional es específico para
cada paciente o cliente, y guarda relación con los signos y síntomas
identificados en la valoración. No se ha dedicado aquí un capítulo
aparte a este cuarto paso (seguimiento y evaluación), que debe
desarrollarse de acuerdo con los diagnósticos nutricionales, los
factores de evaluación y los resultados para el individuo que está
siendo atendido.
10
Perspectiva general del
diagnóstico y de la intervención
en nutrición
Pamela Charney, PhD, RD, CHTS-CP
Alison Steiber, PhD, RDN
TÉRMINOS CLAVE
Affordable Care Act (ACA)
asistencia centrada en el paciente
Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS)
cuidados paliativos
diagnóstico nutricional
directrices de actuación nutricional basadas en la evidencia
(DANBE)
directrices basadas en la evidencia (DBE)
episodios centinela
estándares de actuación profesional (EAP)
estándares de asistencia
etiología
formato de análisis, diagnóstico, intervenciones,
monitorización (control) y evaluación (ADIME)
formato de anotación de datos subjetivos, objetivos, análisis y
plan (SOAP)
gestión de casos
gestión de la enfermedad
gestión de la utilización
Health Insurance Portability and Accountability Act (HIPAA)
identificador de proveedor nacional (IPN)
información de salud protegida (ISP)
modelo de atención crónica (MAC)
organizaciones de asistencia gestionada (MCO)
organizaciones de proveedores preferidos (PPO)
planificación del alta
prescripción nutricional
problema, etiología, signos y síntomas (PES)
proceso de asistencia nutricional (PAN)
protocolos básicos
registro médico electrónico (RME)
registro de salud personal (RSP)
registro sanitario electrónico (RSE)
registros médicos orientados por problemas (RMOP)
servicio de habitaciones
servicio médico centrado en el paciente (PCMH)
The Joint Commission (TJC)
voluntades anticipadas
La asistencia nutricional es un grupo organizado de actividades que
permite identificar las necesidades en materia de nutrición y prestar
asistencia para responder a tales necesidades. La asistencia nutricional
puede ocurrir en distintos entornos y poblaciones, con implicación de
miembros de un equipo multidisciplinar, según corresponda. Por
ejemplo, la atención nutricional se produce en los colegios con los
niños en colaboración con el profesional de enfermería y personal del
colegio, así como en los departamentos de salud pública en
poblaciones de condiciones socioeconómicas deficientes en
colaboración con los funcionarios de salud pública. Por el contrario, la
atención nutricional también se produce en entornos clínicos (p. ej.,
centros de enfermería especializada, clínicas de diálisis y entornos
hospitalarios) en las poblaciones con enfermedades agudas o crónicas
y en colaboración con el equipo sanitario (p. ej., enfermeros, médicos,
farmacéuticos, fisioterapeutas). La atención global puede abarcar
diferentes proveedores de atención sanitaria (p. ej., médicos,
especialistas en nutrición o bromatólogos certificados [BC],
enfermeros, farmacéuticos, fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales,
trabajadores sociales, logopedas y encargados del caso), que son
esenciales en el logro de los resultados deseados, independientemente
del entorno de la asistencia. El paciente o cliente y su familia son los
miembros principales del equipo y deben estar incluidos en todas las
decisiones importantes a lo largo de todo el proceso de asistencia.
Un enfoque colaborador ayuda a garantizar que la asistencia sea
coordinada y que los miembros del equipo y el paciente conozcan
todos los objetivos y prioridades. Las reuniones del equipo, formales o
informales, son útiles en cualquier entorno –una clínica, un hospital,
una casa, la comunidad, un centro de asistencia a largo plazo o
cualquier otro lugar en el que puedan identificarse problemas de
nutrición–. La coordinación de las actividades de los profesionales de
la asistencia sanitaria requiere, asimismo, la documentación del
proceso y debates periódicos para ofrecer una asistencia nutricional
completa. La normalización del proceso de asistencia (proceso de
asistencia nutricional, PAN) mejora la coherencia y la calidad de la
atención, así como permite la recogida y evaluación de las medidas de
resultado relacionadas con la nutrición.
Proceso de asistencia nutricional
El proceso de asistencia nutricional (PAN) es un proceso
estandarizado para la prestación de atención nutricional establecido
por la Academy of Nutrition and Dietetics (AND, conocida como la
Academia, previamente American Dietetic Association [ADA]). Según
la Academia, el PAN es un proceso para identificar, planificar y
encontrar las necesidades nutricionales. Las necesidades nutricionales
a las que se refiere esta definición pueden referirse a un individuo, a
un grupo específico o a una población. Además, el PAN proporciona a
los profesionales un marco para el pensamiento crítico y la toma de
decisiones, lo que puede ayudar a definir las funciones y
responsabilidades de los bromatólogos certificados (BC) y técnicos en
nutrición y dietética certificados (TNDC) en todos los ámbitos de la
práctica (AND, 2014).
El paciente o cliente es el foco central del PAN (fig. 10-1). El PAN
incluye cuatro pasos que son responsabilidad del BC: 1) evaluación de
la nutrición; 2) diagnóstico nutricional; 3) intervención nutricional, y
4) seguimiento y evaluación (AND, 2010a). Los exámenes
nutricionales sistemáticos y el tratamiento de los resultados también
son vitales para una asistencia nutricional de alta calidad y segura; sin
embargo, no se incluyen como pasos separados en el PAN, ya que no
son específicos de la práctica dietética.
FIGURA 10-1 Proceso de asistencia nutricional (Copyright 2011
American Dietetic Association. Reproducido con autorización.)
Cada paso del PAN posee la terminología correspondiente que
permite la normalización de la documentación. Esta terminología se
denomina terminología del proceso de asistencia nutricional (antes
terminología internacional de dietética y nutrición [TIDN]). Estuvo
disponible previamente en un libro publicado por la Academia, pero
ahora está disponible solamente en formato de Internet
(http://ncpt.webauthor.com/) con un precio nominal. El uso de
terminología estandarizada dentro del proceso de documentación es
crucial. La recogida de datos sistemática y precisa permite a los
profesionales sanitarios determinar si las intervenciones son eficaces
para mejorar o resolver el diagnóstico nutricional. Por ejemplo, si un
BC trabaja en un departamento de salud pública e implementa un
programa para reducir la obesidad en una población urbana, tendría
que ser capaz de recoger parámetros estandarizados antes
(valoración) y después (seguimiento) de la intervención y de
comparar los cambios (evaluación) para determinar si la intervención
fue eficaz. Si no se estandarizan el lenguaje y las definiciones
correspondientes, se utilizan términos diferentes para la misma
condición y por lo tanto se reduce la capacidad de demostrar la
eficacia de las intervenciones.
Cribado nutricional
El cribado nutricional ayuda a identificar a los pacientes o clientes con
riesgo nutricional que deben ser remitidos al BC para la evaluación
del estado nutricional. El cribado nutricional se puede realizar en
todos los entornos: hospitales, centros de larga estancia, escuelas,
bancos de alimentos y clínicas. Cuando están disponibles, se deben
utilizar para la detección sistemática herramientas validadas
específicas para la población (v. capítulo 4). Los organismos
reguladores, como la Joint Commission (JC), incluyen en sus normas
el cribado nutricional. La mayoría de las instituciones sanitarias han
desarrollado un proceso multidisciplinar de cribado al ingreso que es
llevado a cabo por el personal de enfermería al ingreso en la
institución. El cribado nutricional puede estar incorporado en esta
valoración al ingreso. Las instituciones que utilizan un registro
sanitario electrónico (RSE) deben establecer un sistema automático
de remisión al BC cuando se cumplan los criterios de selección. La
detección sistemática de riesgos nutricionales debe ser rápida, fácil de
implementar y barata. La tabla 10-1 recoge la información que se
incluye con frecuencia en el cribado nutricional.
Tabla 10-1
Detección selectiva de riesgo nutricional
Parte
responsable
Actuación
Documentación
Profesional
Valoración del peso: ¿ha perdido peso el paciente
sanitario
involuntariamente antes del ingreso?
responsable
Indique sí o no en el formulario de
ingreso
Profesional
Valoración de síntomas digestivos: ¿ha
Indique sí o no en el formulario de
sanitario
experimentado el paciente síntomas digestivos
ingreso
responsable
que impidan la ingesta habitual en las últimas
2 semanas?
Profesional
Determine la necesidad de consultar a un
sanitario
especialista en dietética
responsable
Si en uno de los dos criterios la
respuesta es «sí», programe la
consulta con el BC para
evaluación nutricional
BC, bromatólogo certificado.
Cuando el equipo de la Evidence Analysis Library (EAL) de la
Academia realizó una revisión sistemática de las herramientas de
cribado en pacientes agudos, determinó que la Malnutrition Screening
Tool (MST), formulario corto de la minivaloración nutricional (MVN),
y el Nutrition Risk Screen (NRS) de 2002 poseían una fiabilidad y
validez aceptables en varios entornos hospitalarios (AND, 2010b).
Véase el capítulo 4 para obtener una descripción de estas pruebas de
detección. Cuando se utilizan en un entorno hospitalario, deben
realizarse nuevos cribados con intervalos regulares durante el ingreso.
La vigilancia de las nuevas detecciones sistemáticas sobre la nutrición
debe tener en cuenta la estancia media del paciente en la institución.
Valoración nutricional
La valoración nutricional es necesaria cuando el cribado identifica
pacientes o clientes en riesgo nutricional (véanse los capítulos del 4 al
7 para una exposición detallada de la valoración nutricional). La
circunferencia de la figura 10-2 representa un resumen de todos los
aspectos del paciente y su estilo de vida que entran en una valoración
completa según lo señalado en el centro por ADIME y la asistencia
nutricional individualizada. Los parámetros de valoración de la
nutrición poseen sus términos específicos correspondientes, que
deben ser utilizados en la documentación. Estos términos se clasifican
en cinco dominios (antecedentes relacionados con la comida/nutrición,
antropometría, bioquímica, hallazgos del examen físico centrados en
la nutrición y los antecedentes del paciente) y pueden encontrarse en
la red (http://ncpt.webauthor.com/pubs/idnt-en/category-1). Véanse el
capítulo 7 y los apéndices 21 y 22.
FIGURA 10-2 La circunferencia. (Tomado de D et al: American
Dietetic Association: Standards of Practice and Standards of Professional
Performance for Registered Dietitians (Competent, Proficient, and Expert) in
Integrative and Functional Medicine, J Acad Nutr Diet 111:902, 2011. Copyright
Kathie Madonna Swift, MS, RD, LDN; Diana Noland, MPH, RD; and Elizabeth
Redmond, PhD, MMSc, RD, LD.
http://www.andjrnl.org/cms/attachment/200277838/2010029064/gr5_lrg.jpg)
Diagnóstico nutricional
El BC debe evaluar toda la información de la valoración del estado
nutricional para determinar el diagnóstico nutricional. El diagnóstico
exacto de los problemas nutricionales está orientado por la evaluación
crítica de cada componente de la valoración junto con el juicio crítico y
la aptitud para tomar decisiones. El propósito de la identificación de la
presencia de un diagnóstico nutricional es «la identificación y
descripción de un problema nutricional específico que un profesional
de la nutrición puede mejorar o solucionar mediante la intervención o
tratamiento nutricional» (AND, 2014a). Es posible que los pacientes
con diagnósticos nutricionales corran un riesgo más alto de
complicaciones relacionadas con la nutrición, como aumento de la
morbilidad, aumento de la duración de la estancia hospitalaria e
infecciones con o sin complicaciones. Las complicaciones relacionadas
con la nutrición pueden causar un importante incremento de los
costes asociados a la hospitalización, por lo que es importante el
diagnóstico precoz de problemas nutricionales, seguido de una
intervención rápida (AND, 2009).
El proceso de recopilar datos de valoración y de emplear
pensamiento crítico para la determinación del diagnóstico nutricional
puede también permitir la identificación de la «causa» del problema.
Por ejemplo, al valorar la pérdida de peso reciente de un paciente, el
BC puede descubrir que la persona no posee seguridad alimentaria
debido a la falta de recursos o de ayuda alimentaria. Aunque el
profesional de la nutrición puede diagnosticar «pérdida de peso no
intencionada» y comenzar la provisión de una dieta hipercalórica
durante la estancia hospitalaria, este tratamiento puede que no
resuelva la raíz del problema (carencia de alimentos en su domicilio).
Por el contrario, el BC puede prevenir la recurrencia del problema
mediante la educación nutricional durante su estancia hospitalaria y el
registro del paciente en un programa de asistencia alimenticia como
Meals on Wheels tras el alta a su domicilio. La identificación de la
causa (o etiología) no siempre es posible; sin embargo, cuando lo es,
permite una comprensión mayor de las condiciones de las que surge
el diagnóstico e incrementa la individualización de la intervención.
Numerosos centros utilizan formatos estandarizados destinados a
facilitar la comunicación de la información recogida en el diagnóstico
nutricional. Se recomienda que este diagnóstico se recoja utilizando el
formato problema, etiología, signos y síntomas (PES) en una
exposición clara y sencilla. Los métodos utilizados para documentar la
asistencia nutricional en la historia clínica se determinan en cada
centro. Los BC de centros privados deben desarrollar también un
método sistemático para documentar la atención prestada.
Intervención nutricional
Las intervenciones nutricionales son las acciones que se emprenden
para abordar el problema nutricional. La intervención en nutrición
consta de dos etapas: planificación y aplicación. Siempre que sea
posible, la intervención nutricional debe estar dirigida a la etiología
identificada durante la valoración del BC. Por lo tanto, si el
diagnóstico nutricional es hidratos de carbono excesivos y la etiología es
la falta de conocimientos sobre los alimentos ricos en hidratos de carbono,
entonces la intervención apropiada debe ser la educación sobre los
alimentos ricos en hidratos de carbono.
Como se estableció previamente, la intervención dirigida a la
etiología no siempre es posible. Cuando el BC no puede tratar la causa
del diagnóstico nutricional directamente, el tratamiento debe estar
centrado en aminorar los signos y los síntomas. Por ejemplo, una
causa frecuente de malnutrición en pacientes adultos hospitalizados
es la inflamación. El BC puede no ser capaz de intervenir directamente
en el proceso inflamatorio; sin embargo, la inflamación puede
aumentar las necesidades nutricionales del paciente. Por lo tanto,
aunque el BC no pueda reducir la inflamación, sí puede aumentar la
cantidad de nutrientes mediante alimentos ricos en calorías,
suplementos nutricionales u otros tratamientos de soporte nutricional.
Durante la fase de planificación de la intervención nutricional, es
necesario que el BC, el paciente o cliente y otros colaboren para
identificar los objetivos que supondrán el éxito de la intervención. En
pacientes hospitalizados o ambulatorios, un componente importante
del plan es la prescripción. La prescripción al paciente consiste en una
descripción detallada de las necesidades nutricionales de esa persona
determinada. Normalmente, esto debe incluir las necesidades
estimadas de calorías, proteínas y líquidos pero también de nutrientes
de acuerdo con la afección del paciente, como las necesidades de
hidratos de carbono en pacientes diabéticos, las necesidades de calcio
en pacientes con nefropatía o las necesidades de sodio en pacientes
hipertensos.
Se establecen los objetivos centrados en el paciente y después
comienza la aplicación. Las intervenciones pueden incluir
tratamientos en materia de alimentación y nutrición, educación y
asesoramiento nutricionales, o coordinación de las medidas
asistenciales, como, por ejemplo, proporcionar referencias para la
percepción de ayudas económicas o de alimentos. Dado que el
proceso asistencial es continuado, el plan inicial puede modificarse si
el estado del paciente cambia, al identificarse necesidades nuevas, o si
las intervenciones no alcanzan el resultado esperado.
Las intervenciones han de ser específicas y son el «qué, dónde,
cuándo y cómo» del plan de asistencia. Por ejemplo, en un paciente
con «inadecuada ingesta oral de alimentos y líquidos», un posible
objetivo es el de aumentar el tamaño de las raciones en dos comidas
diarias. Ello puede llevarse a cabo mediante la presentación de
raciones que inicialmente sean un 5% mayores, con un incremento
gradual hasta llegar a raciones un 25% mayores. Los planes han de ser
comunicados al equipo de asistencia sanitaria y al paciente, a fin de
garantizar su comprensión y su fundamento. Una adecuada
comunicación por parte del BC incrementa la probabilidad de
cumplimiento del plan. El cuadro 10-1 presenta un PAN aplicado a un
paciente de muestra, J. W.
Cuadr o 10-1
Aplicación del proceso de
asistencia nutricional al paciente J. W.
J. W. es un hombre de 70 años de edad ingresado para someterse a
cirugía de sustitución de la válvula mitral. J. W. vive solo en una
casa de su propiedad. J. W. es viudo y afirma que no ha sido capaz
de preparar las comidas durante los últimos 6 meses. El estudio de
riesgo nutricional revela que ha perdido peso de forma no
intencionada y que ha comido de forma inadecuada en las semanas
previas a la hospitalización, lo que ha dado lugar a su derivación al
BC para la correspondiente valoración nutricional (paso 1 del
proceso de asistencia nutricional).
Valoración: el estudio del informe, la entrevista con el paciente y
el examen físico centrado en la nutrición revelaron los siguientes
datos:
Datos analíticos y medicamentos
Glucosa y electrólitos: DLN
Albúmina: 3,8 g/dl
Colesterol/triglicéridos: DLN
Medicamentos: propranolol, atorvastatina y levotiroxina
Datos antropométricos
Estatura: 178 cm
Peso: 65 kg (pérdida de 7 kg en los últimos 3 meses)
Datos de la entrevista nutricional
Ingesta calórica: 1.200 kcal/día (menos de los requerimientos
establecidos en las recomendaciones dietéticas)
Comidas: irregulares a lo largo del día; bebe 4-6 tazas de café a lo
largo del día
Antecedentes médicos
Antecedentes de hipertensión, disfunción tiroidea, asma y cirugía
de próstata
Datos psicosociales
• Enviudado recientemente; manifiesta depresión y soledad sin su
esposa
• Tiene algo de apoyo social de los vecinos y del centro de la
comunidad, pero no le gusta pedir ayuda
Diagnóstico nutricional: J. W. ha estado consumiendo menos
calorías de las que necesita y tiene poco interés por la comida. Hay
apoyo disponible en la comunidad, pero a J. W. no le gusta
«imponerse» a los demás.
El BC diagnostica los problemas de nutrición y establece objetivos
para su cuidado.
Datos de diagnóstico nutricional (PES)
• Pérdida de peso no deseada relacionada con la mala ingesta de
alimentos y bebidas como se prueba por la pérdida de 7 kg en 3
meses.
• Ingesta oral inadecuada relacionada con una ausencia de interés
por la comida como se prueba por la ingesta informada menor del
75% de las necesidades estimadas.
• Acceso limitado a la comida relacionado con la incapacidad para
preparar comidas como se prueba por la información del paciente.
La identificación del diagnóstico nutricional permite al BC
orientar la intervención nutricional hacia el tratamiento de la causa
del problema (en este caso, la falta de comidas). En este primer paso
se establecen una serie de objetivos y planes a corto y largo plazo.
En el proceso de formación, el paciente y el BC han de establecer
conjuntamente objetivos alcanzables, que deben expresarse en
términos conductuales y planteando lo que el paciente debe hacer o
conseguir una vez que tales objetivos se han alcanzado. Los
objetivos han de ajustarse al nivel educativo y a los recursos
económicos y sociales del paciente y su familia.
Objetivos a corto plazo
Durante la hospitalización, J. W. mantendrá el peso que tenía al
ingreso. Tras el alta, comenzará a ganar peso lentamente hasta
alcanzar un objetivo previsto de 72 kg.
Intervenciones:
Mientras esté hospitalizado, se incorporarán a la dieta de J. W.
alimentos ricos en nutrientes, en especial cuando el paciente no
tenga apetito.
Objetivos a largo plazo
J. W. deberá modificar su dieta, incorporando a la misma niveles
idóneos de calorías y proteínas mediante el consumo de alimentos
ricos en nutrientes, con el fin de evitar una ulterior pérdida de peso
y de favorecer su ganancia.
Después del alta, J. W. deberá acudir a un centro de comidas para
personas de edad avanzada a diario para mejorar su socialización y
su ingesta calórica.
Intervenciones:
Proporcionar dieta para cubrir las necesidades de J. W. durante
su ingreso
Vigilancia del peso
Remisión a los servicios sociales tras el alta
Control y evaluación: es importante elegir los medios de control
de las intervenciones y comprobar que las actividades nutricionales
cumplen los objetivos fijados. La evaluación de los criterios de
control ofrecerá al BC la información pertinente sobre los resultados
a lo largo del tiempo. Por último, es importante también
documentar cada paso del proceso, a fin de asegurar la
comunicación idónea entre las partes implicadas.
Es necesario proceder semanalmente a la medición del peso de J.
W., al análisis de la ingesta de nutrientes mientras permanece
hospitalizado y a mediciones quincenales del peso en el centro de
salud o la clínica correspondiente cuando el paciente regrese a casa.
Si, en función de los registros de peso de J. W., el estado nutricional
no mejora y los objetivos no se cumplen, es importante proceder a
la reevaluación del paciente y, eventualmente, plantear nuevos
objetivos y establecer planes definitivos para nuevas intervenciones.
DLN, dentro de los límites normales; PES, problema, etiología, signos y
síntomas.
Cuatro categorías de intervenciones se encuentran dentro del
Nutrition Care Process Terminology (eNCPT): 1) suministro de
alimentos y nutrientes; 2) educación nutricional; 3) consejo
nutricional, y 4) coordinación de la asistencia nutricional por un BC.
Las intervenciones pueden producirse en todos los entornos. Por
ejemplo, una mujer con pocos conocimientos sobre alimentos
saludables para el corazón puede necesitar un grupo de clase de
cocina o una sesión educativa sobre disminución de grasas saturadas
en su dieta (educación nutricional). Un BC que trabaja en un hospital
materno-infantil puede aconsejar a una mujer embarazada el inicio de
la lactancia materna como intervención (consejo nutricional). Un BC
clínico puede prescribir órdenes sobre el inicio y la continuidad de la
alimentación enteral para un niño con fibrosis quística (entrega de
nutrientes). Por último, el BC puede informar al trabajador social
sobre la nutrición necesaria para un paciente después del alta
hospitalaria para asegurarse de que el paciente continúa mejorando
(coordinación de la asistencia). Todos estos son tipos de
intervenciones que el BC puede recomendar y aplicar.
Seguimiento y evaluación de la asistencia
nutricional
El cuarto paso dentro del PAN consiste en el seguimiento y la
evaluación del efecto de las intervenciones nutricionales. Esto aclara el
efecto que el BC tiene en ese marco concreto, ya sea de asistencia
sanitaria, educación, asesoramiento, servicio de comida o
investigación. Durante esta fase del proceso, el BC determina, en
primer lugar, los indicadores que han de ser sometidos a seguimiento
y control. Estos indicadores deben referirse a los signos y síntomas
identificados durante el proceso de valoración. Por ejemplo, si durante
la valoración se identificó una ingesta excesiva de sodio, en un
momento determinado será necesaria una evaluación de la ingesta de
sodio para realizar debidamente el seguimiento.
En el ámbito clínico, el objetivo de la asistencia nutricional es
responder a las necesidades nutricionales del paciente o cliente. Así,
las intervenciones deben ser vigiladas y el progreso hacia los objetivos
debe ser evaluado con regularidad. Ello asegura el progreso hacia los
objetivos aún no cubiertos, así como que la asistencia sea valorada y
modificada oportunamente. La evaluación de los indicadores
sometidos a control ofrece datos objetivos que demuestran la eficacia
de las intervenciones nutricionales, independientemente del contexto
o los fines. Si los objetivos están descritos en términos cuantificables,
la evaluación es relativamente fácil debido a que un cambio de un
indicador se compara con el estado del indicador previo a la
implementación de la intervención nutricional.
Un ejemplo en la práctica clínica es el caso presentado en el
cuadro 10-1. En él, el seguimiento y la evaluación se realizan mediante
revisiones semanales de la ingesta nutricional, incluida una
estimación de la ingesta energética. Si la ingesta era inferior a las 1.800
kcal, la evaluación podía ser: «J. W. no fue capaz de incrementar su
ingesta calórica hasta 1.800 kcal debido a su incapacidad para cocinar
y prepararse por sí solo las comidas». Esto también apunta a un
diagnóstico nutricional perdido: J. W. no tiene acceso a las
herramientas y materiales necesarios para cocinar para el mismo. Una
revisión del plan asistencial en este punto puede incluir las siguientes
medidas: «J. W. será derivado a alguna asociación local de
distribución de comida (Meals on Wheels) que pueda llevar comidas a
domicilio». El nuevo diagnóstico y la intervención correspondiente
son sometidos a una evaluación y un seguimiento continuos para
determinar si el objetivo puede ser alcanzado.
Cuando la evaluación revela que los objetivos no están siendo
alcanzados o que han surgido nuevas necesidades, el proceso
comienza de nuevo con reevaluación, identificación de nuevos
diagnósticos nutricionales y formulación de un nuevo PAN. Por
ejemplo, en el caso de J. W., durante la hospitalización se le
proporcionaron fuera de las comidas principales tentempiés de
elevado contenido calórico. Sin embargo, el seguimiento revela que el
patrón habitual de comidas de J. W. no incluye alimentos entre las
comidas principales, de manera que el paciente no estaba
consumiéndolos cuando estaba hospitalizado. La evaluación demostró
que estos refrigerios intermedios constituían una intervención
ineficaz. J. W. está de acuerdo con una nueva intervención, consistente
en añadir un alimento más a sus comidas. Serán necesarios
seguimiento y una nueva evaluación para comprobar si esta
intervención mejora la ingesta del paciente.
Directrices basadas en la evidencia
En la atención sanitaria, los proveedores deben utilizar la mejor
evidencia disponible en el cuidado de los pacientes. El Center for
Evidence Based Medicine define la práctica basada en la evidencia
como «el uso riguroso, explícito y juicioso de la mejor
evidencia actualmente disponible para la toma de decisiones sobre el
cuidado de los pacientes individuales». La mejor evidencia incluye
ensayos controlados, aleatorizados, con diseño adecuado y ejecución
prospectiva (EAPC), revisiones sistemáticas de la bibliografía y
metaanálisis que avalan las decisiones tomadas en la práctica
(CEBM, 2014; Sackett et al., 1996). Las directrices basadas en la
evidencia (DBE) se establecen mediante la realización de una revisión
sistemática inicial y posteriormente mediante la utilización de los
resultados de la revisión sistemática para el desarrollo de directrices
basadas en la práctica. Un grupo de trabajo de expertos en la materia y
analistas entrenados especialmente trabajan juntos para evaluar la
investigación y el desarrollo de recomendaciones para el cuidado del
paciente. Estas directrices proporcionan a los proveedores un resumen
de las mejores pruebas disponibles para conducir su ejercicio
profesional.
El uso apropiado de las DBE puede conducir a la mejora de la
calidad de la asistencia. El BC debe ser capaz de evaluar la DBE y
decidir si es apropiada en una situación determinada para un paciente
determinado. Muchas organizaciones profesionales de atención
sanitaria y especialidades han desarrollado DBE, lo que ha conducido
a un «exceso de directrices». El National Guideline Clearinghouse,
patrocinado por la Agency for Healthcare Research and Quality
(AHRQ), contiene miles de directrices para diversas afecciones
sanitarias (AHRQ, 2014). Debido a posibles diferencias importantes en
su calidad y aplicación, el BC debe ser capaz de valorar estas
directrices.
En la década de los noventa, la Academia comenzó a desarrollar
directrices de práctica nutricional y a evaluar el modo en que su
utilización afecta a los resultados clínicos; el tratamiento de la diabetes
fue una de las primeras situaciones clínicas examinadas. Estas
directrices de actuación nutricional basadas en la evidencia
(DANBE) son recomendaciones específicas de enfermedades y
afecciones con sus herramientas correspondientes. Las DANBE
incluyen las recomendaciones principales, información sobre su
origen y una lista bibliográfica. Para ayudar al BC en la aplicación de
las DANBE en su atención habitual, las directrices están organizadas
según los pasos del PAN, y la terminología del PAN se utiliza en
todas las directrices y dentro de las herramientas.
Las directrices basadas en la evidencia sobre el tratamiento
nutricional médico (TNM) están disponibles para ayudar a los BC a
proporcionar la atención nutricional, especialmente para los pacientes
con diabetes y primeras etapas de la enfermedad renal crónica (ERC).
El TNM proporcionado por un proveedor acreditado de Medicare
Part B puede ser reembolsado cuando se utilizan las DANBE y se
anotan y codifican correctamente todos los formularios del
documento (White et al., 2008). Los beneficios del tratamiento
nutricional pueden ser comunicados a los médicos, las compañías de
seguros, los gerentes y otros profesionales sanitarios utilizando las
pruebas proporcionadas por estas directrices.
Para definir el ejercicio profesional del BC, la academia publicó un
marco de la práctica de los BC, un código ético y unos estándares de
actuación profesional (EAP) (AND Quality Management Committee,
2013). Los estándares específicos en relación con los conocimientos,
aptitudes y competencias necesarios para prestar asistencia en los
niveles generalista, especialista y avanzado del ejercicio profesional
para distintas poblaciones son en la actualidad completos en muchas
áreas.
La Academy’s Evidence Analysis Library (EAL) es un buen punto
de partida para dar respuesta a preguntas que surgen durante la
prestación de asistencia nutricional. El uso de este medio puede
proteger al profesional y al público de las consecuencias de una
asistencia ineficaz. Estas directrices son muy valiosas para la
orientación del equipo, la verificación de competencias y la
preparación del BC.
Acreditación e inspecciones
La acreditación de The Joint Commission (TJC) y de otros centros de
acreditación implica la revisión de los sistemas y procesos utilizados
en la atención sanitaria junto con la evaluación de los procesos de
cuidados reales. Los equipos de inspección de la TJC evalúan las
instituciones de asistencia sanitaria para valorar si siguen los
estándares mínimos establecidos. Por ejemplo, la TJC exige que el
cribado nutricional se complete en el plazo de 24 h tras el ingreso en
un centro de asistencia aguda, aunque no impone un método para
llevar a cabo el cribado. Sin embargo, deben aplicarse las normas de
forma coherente y deben reflejar el compromiso para la provisión de
los servicios nutricionales oportunos de alta calidad para todos los
pacientes.
La sección «Asistencia al paciente» del Accreditation Manual for
Hospitals de la TJC incluye estándares que se aplican de manera
específica al uso de la medicación, la rehabilitación, la anestesia, las
intervenciones y otros procedimientos invasivos y tratamientos
especiales, así como estándares de asistencia nutricional. El elemento
esencial de los estándares de asistencia nutricional es la prestación de
una asistencia en materia de nutrición que sea adecuada, oportuna y
eficaz, utilizando un enfoque interdisciplinar. Una asistencia
apropiada requiere el cribado de pacientes en relación con las
necesidades nutricionales, a través de la valoración y la reevaluación
de las necesidades de cada paciente, del desarrollo de un proceso de
asistencia nutricional, de la inclusión y la comunicación de la orden de
dieta, de su preparación y distribución, del control del proceso, de la
reevaluación continuada y de la mejora del proceso de asistencia
nutricional. Un centro puede definir quién, cuándo, dónde y cómo se
lleva a cabo el proceso. Pero la TJC especifica que un BC cualificado
debe intervenir en la puesta en marcha del proceso. Un plan para la
prestación de asistencia nutricional puede ser tan simple como
proporcionar una dieta regular a un paciente que no se encuentra en
situación de riesgo nutricional, o tan complejo como la gestión de la
alimentación enteral en un paciente con respiración asistida,
circunstancia que exige colaboración multidisciplinar.
Los BC participan activamente en el proceso de inspección y los
estándares establecidos por la TJC influyen decisivamente en los
estándares de la asistencia prestada a los pacientes en todas las
disciplinas de asistencia sanitaria. Para más información, véase la
página web www.jointcommission.org.
Los BC también participan en inspecciones procedentes de otros
cuerpos de regulación, como un departamento de salud local o estatal,
un departamento de servicios sociales u organizaciones concesionarias
de licencias. La introducción de los grupos relacionados por el
diagnóstico (GRD) a mediados de la década de los ochenta ha
conducido a la disminución de la estancia en cuidados de enfermos
agudos (EEA). Sin embargo, algunos pacientes que ya no necesitan
atención hospitalaria aguda pero no están listos para cuidar de sí
mismos en su domicilio son ingresados en unidades de cuidados
«subagudos» que están reguladas por los Center for MedicareMedicaid Services (CMS). Las unidades de subagudos también se
someten a un examen anual por los CMS. (V. capítulo 20 para más
información.)
Los episodios centinela son incidentes no previstos que incluyen la
muerte, lesiones físicas o psíquicas graves, o el riesgo de ellas (TJC,
2014). Cuando se produce un episodio centinela, los resultados deben
documentarse en la historia clínica médica y debe existir un
seguimiento médico y administrativo para anotar las medidas de
prevención de una nueva aparición del episodio. Independientemente
del origen de la inspección, los médicos deben seguir las regulaciones
y directrices en todo momento y no solo cuando esté prevista una
inspección.
Documentación en el registro de
asistencia nutricional
El tratamiento nutricional médico (TNM) y otros tipos de asistencia
nutricional deben ser documentados en el registro médico o sanitario.
El registro médico es un documento legal; si no se registran las
intervenciones, se da por supuesto que no se han producido. La
documentación tiene las siguientes ventajas:
• Garantiza que la asistencia nutricional sea oportuna, rigurosa y
eficaz, al ofrecer un registro que identifica los problemas y
establece criterios para la evaluación de la asistencia.
• Permite al equipo asistencial conocer las bases de la atención
nutricional, los medios a través de los cuales se proporciona y el
papel que cada miembro del equipo debe desempeñar para
reforzar el plan y garantizar su éxito.
El registro médico sirve como herramienta para la comunicación
entre los miembros del equipo de asistencia sanitaria. La mayoría de
los centros asistenciales están utilizando RSE (o están en proceso de
implementarlos) para documentar la atención al paciente, almacenar y
gestionar los resultados analíticos y de las distintas pruebas,
comunicarse con otras entidades y conservar toda la información
relacionada con la salud de un individuo. Durante el período de
transición hacia los RSE, aquellos que sigan utilizando documentación
en papel mantendrán las tablas impresas que incluyen secciones
destinadas a las órdenes de los médicos, los antecedentes médicos y
los exámenes físicos, los resultados de las pruebas analíticas, consultas
y notas de evolución. Aunque el formato del registro médico varía
dependiendo de la política y de los procedimientos de cada centro, en
la mayoría de las instituciones todos los profesionales documentan en
el registro médico la asistencia prestada. El BC debe garantizar que
todos los aspectos de la asistencia nutricional aparecen brevemente
resumidos en el registro médico.
Elaboración de informes de registro médico
En muchos centros se utilizan registros médicos orientados por
problemas (RMOP). Este tipo de registro se ordena de acuerdo con
los problemas principales del paciente. Las anotaciones en el registro
médico pueden realizarse de diversas formas. Una de las más
frecuentes es la constituida por el formato de anotación de datos
subjetivos, objetivos, análisis y plan (SOAP) (tabla 10-2).
Tabla 10-2
Evaluación de informe en formato SOAP
Destacable 2 puntos
FECHA Y HORA
Por encima de las
expectativas 1
punto
Por debajo de las
expectativas 0
puntos
Presentes
No presentes
S (SUBJETIVO)
Tolerancia a la dieta
actual
Informes de pérdida
de peso o apetito
Dificultades de
deglución o
masticación
Alergias alimentarias
no referidas
anteriormente
Información sobre
ant. dietéticos
pertinentes
Documentación de
componentes
pertinentes.
Capta la esencia de la
percepción del
problema médico
por parte del pac.
Resume con
precisión la
mayoría de la
información
pertinente.
Falta de uno o más
elementos
pertinentes.
O (OBJETIVO)
Orden de dieta √ dx
del pac.
Est., p., PCD, % PCD
√ PCU, % PCU
Valores analíticos
pertinentes √
fármacos
relacionados con
la dieta
Requerimientos de
nutrientes
estimados (REE
y proteínas)
Todos los elementos
necesarios
documentados con
precisión.
Elementos
necesarios
documentados.
Falta de no más de
un elemento o
documentación
de datos
irrelevantes.
Omisión de uno o más
elementos
pertinentes
y documentación
de datos
irrelevantes.
A (ANÁLISIS)
S+O=A
Estado nutricional
valorado
Idoneidad de la
orden dietética
Valoración compleja a Valoración eficaz y
partir de las
apropiada, pero
cuestiones
no basada en la
documentadas en S
documentación
y O. Conclusiones
de S y O.
idóneas.
Valoración no
aceptable
o ausencia de
valoración.
Hallazgos
fisiopatológicos
Puntuación
actual indicada
Interpretación de
valores analíticos
normales (para
valorar el estado
nutricional)
Comentarios sobre
ant. dietéticos (si
procede)
Comentarios sobre
tolerancia de la
dieta (si procede)
Argumentación de
cambios
propuestos (si
procede)
de enfermedad en
la valoración del
estado nutricional.
FIRMA Y
CREDENCIALES
Presentes
No presentes
Por cortesía de Sara Long, PhD, RD.
ant., antecedentes; AS, alimentación por sonda; Dx, diagnóstico; est., estatura;
NPT, nutrición parenteral total; p., peso; pac., paciente; PCD, peso corporal
deseado; PCU, peso corporal usual; PRN, cuando sea necesario; REE,
requerimientos energéticos estimados; seg., seguimiento; SOAP, subjetivo,
objetivo, análisis, plan; v.o., vía oral.
El formato de valoración, diagnóstico, intervenciones,
monitorización (control) y evaluación (ADIME) refleja los pasos del
PAN (cuadro 10-2; tabla 10-3). Véase la tabla 10-4 para consultar
ejemplos de los diagnósticos nutricionales más frecuentes (PES). Sin
embargo, cada paciente y situación es diferente, y el BC debe
individualizarlo de la forma adecuada.
Cuadr o 10-2
Nota informativa elaborada en
formato ADIME
Análisis nutricional
• La paciente es una mujer de 66 años ingresada por insuficiencia
cardíaca: altura, 162 cm; peso, 56 kg; PCI, 52-58 kg
• Análisis dentro de los valores normales
• Necesidades estimadas de energía: 1.570-1.680 kcal (28-30 kcal/kg)
• Necesidades estimadas de proteínas: 56-73 g de proteínas (11,3 g/kg)
• La prescripción de la dieta actual es «no añadir sal», con consumo
registrado de la paciente del 95% de las comidas
• Recibida consulta para educación
Diagnóstico nutricional
• El déficit conocido relacionado con la alimentación y nutrición se
asocia con la ausencia de formación previa sobre la dieta baja en
sodio como lo prueba el informe de la paciente
Intervención nutricional
• Formación: le serán impartidas a la paciente instrucciones
verbales y por escrito sobre una dieta sin sal añadida (3 g)
• Objetivos: la paciente será capaz de desarrollar un menú de 1 día
utilizando limitaciones dietéticas
Monitorización y Evaluación
• El seguimiento con la paciente de las cuestiones referidas a la
dieta no generaba nuevas preguntas; comprensión idónea
• Evaluación: no se prevén problemas en el mantenimiento de la
dieta en el propio domicilio. Se entrega información de contacto
para la clínica ambulatoria
J. Wilson, MS, RDN 2/1/15 15 a.m.
PCI, peso corporal ideal.
Tabla 10-3
Evaluación de informe en formato ADIME
Destacable 2
puntos
FECHA Y HORA
Por encima de las
expectativas 1
punto
Por debajo de las
expectativas 0
puntos
Presentes
No presentes
Resume con
precisión la
mayoría de la
información
pertinente.
Falta de uno o más
elementos
pertinentes
o documentación
de datos
irrelevantes.
A (ANÁLISIS)
Informes de pérdida de peso o apetito
Dificultades de deglución o masticación
Alergias alimentarias no referidas
anteriormente
Información sobre ant. dietéticos
pertinente
Requerimientos de nutrientes
estimados (REE y proteínas)
Orden de dieta √ dx del pac.
Est., p., PCD, % PCD √ PCU, % PCU
Valores analíticos pertinentes √
fármacos relacionados con la dieta
Documentación de
componentes
pertinentes.
Capta la esencia de
la percepción
del problema
médico por
parte del pac.
D (DIAGNÓSTICO NUTRICIONAL)
Escrito en formato PES con un lenguaje
estandarizado para el proceso de
asistencia nutricional
Formato(s) PES
Falta de no más de No redactado en
establecidos con
un elemento.
formato PES o
precisión y
sin lenguaje
prioridad.
estandarizado.
Dx médicos
enumerados
como dx nutr.
I (INTERVENCIÓN)
Orientada a la causa del dx nutr.;
puede dirigirse a reducir los efectos
de signos y síntomas
Planificación: prioridad para el dx
nutr.; establecimiento de objetivos
con el pac.; definición de Rx nutr.;
identificación de intervenciones
nutr. específicas
Aplicación: fase de acción, incluye
desarrollo y comunicación del plan
de asistencia, la obtención
continuada de datos y la revisión de
las intervenciones como base de la
respuesta del pac.
Plan(es)
apropiado(s)
y específico (s)
Y
aplicación para
tratar el dx
nutr.
documentado.
Falta de planes o
de su
aplicación.
Planes o
intervenciones
documentados
indefinidos.
M (MONITORIZACIÓN/CONTROL)
y E (EVALUACIÓN)
Determinación del progreso del pac. y
de la consecución de objetivos
Seguimiento de los aspectos relevantes
del dx nutr. del pac.
Puede organizarse en algunos de los
Resultados de
asistencia
nutricional
adecuados para
el dx nutr. y
planes de
intervención y
Falta de no más de Resultados de
un elemento.
asistencia nutr.
no relevantes
para el dx nutr.,
para la
intervención o
para los
Indicaciones del
médico
documentadas
como
intervención; o
plan o
intervención
documentados
inapropiados.
Puntuación
Puede organizarse en algunos de los
siguientes términos:
Resultados conductuales y
medioambientales relacionados con
la nutr.
Resultados de ingesta de alimentos y
nutrientes
Resultados de signos y síntomas físicos
relacionados con la nutr.
Resultados nutr. centrados en el pac.
intervención y
objetivos
documentados;
identificados
resultados de
asistencia nutr.
definidos e
indicadores
específicos
(pueden
medirse y
compararse con
los criterios
establecidos).
FIRMA Y CREDENCIALES
para los
planes/objetivos.
Los resultados de
la asistencia nutr.
no pueden
medirse o
compararse con
criterios
establecidos.
Presentes
No presentes
Por cortesía de Sara Long, PhD, RD.
ADIME, análisis, diagnóstico, intervención, monitorización/control, evaluación;
ant., antecedentes; dx, diagnóstico; est., estatura; nutr., nutricional/nutrición; p.,
peso; pac., paciente; PCD, peso corporal deseable; PCU, peso corporal usual;
PES, problema, etiología, signos y síntomas; REE, requerimientos energéticos
estimados; Rx, prescripción.
Tabla 10-4
Ejemplo de enunciados PES basados en el diagnóstico médico*
Diagnóstico
médico
Obesidad
Diagnóstico nutricional†
(Problema)
Etiología (E)
Signos/síntomas (S)
Obesidad
Ingesta energética >>
necesidades estimadas
e inactividad física
Peso actual del 175% del
peso deseado
Exceso de ingesta
energética
Ingesta mayor que las
necesidades estimadas
Antecedentes dietéticos;
ingesta aproximada del
150% de las necesidades
estimadas
Escasa actividad física
Escaso tiempo de ejercicio
Informe del paciente
Náuseas después de la
quimioterapia
Pérdida del 10% del peso
corporal habitual en el
mes anterior
Incapacidad para
consumir más de un
25% de la mayor parte
Ingesta aproximada del 25%
de la mayor parte de las
comidas
Pérdida de peso no Pérdida de peso no
intencionada
intencionada
Ingesta oral inadecuada
de las comidas
Diabetes de tipo 2
diagnosticada
recientemente
Déficit de conocimientos
relacionados con los
alimentos/nutrición
Sin formación previa
sobre el tratamiento
nutricional de la
diabetes de tipo 2
Informe del paciente
Traumatismo
importante
Cirugía digestiva
con
complicaciones
Ingesta oral de
alimentos/bebidas
inadecuada
Intubación después de la
cirugía
Ayunas ×48 h
Anorexia nerviosa
Ingesta energética
inadecuada
El paciente informa de que Ingesta < 25% de las
se salta la mayoría de
necesidades estimadas al
las comidas
menos 7 días antes del
ingreso
Insuficiencia
cardíaca
congestiva
Ingesta de líquidos
excesiva
El paciente informa de sed Ingesta estimada de líquidos
excesiva
del 150% de la restricción
ordenada por el médico
Incapacidad para valerse
por sí mismo en las
actividades de la vida
diaria
El paciente informa que
«tiene sed todo el
tiempo»
Tres ingresos por sobrecarga
de líquido en los 2 meses
anteriores
Ingesta oral de
alimentos/bebidas
inadecuada
Dificultad para tragar
Incapacidad para consumir
la mayoría de los
alimentos servidos
Dificultad para tragar
Accidente cerebrovascular Necesita líquidos espesados
y come mejor con
líquidos espesados
Acceso limitado al
alimento
Dificultades financieras
Disfagia
Remisión a
servicios
sociales
El paciente informa de que
no está cualificado para el
programa SNAP
*
Estos son solamente ejemplos. Cada paciente es diferente; cada problema
nutricional diagnosticado por el BC tiene una etiología y signos/síntomas únicos
para ese paciente.
†
Cada paciente puede tener más de un diagnóstico nutricional.
La documentación debe ser precisa, clara, concisa y con capacidad
para transmitir información importante al médico y otros miembros
del equipo sanitario. Todas las anotaciones realizadas por el BC deben
abordar temas sobre el estado y las necesidades nutricionales. Los que
utilizan los RSE deben ser precavidos cuando utilizan las funciones de
«copia y pega» para documentar la atención.
Registros sanitarios electrónicos e informática en
la nutrición
A comienzos de los noventa los costes de la memoria informática
disminuyeron, el hardware se convirtió en portátil, y la
informática avanzó para hacer de los ordenadores y la tecnología un
accesorio permanente de la atención sanitaria. La publicación de
diversos informes del Institute of Medicine (IOM) que sacaron a la luz
un elevado índice de errores médicos evitables, junto con la
recomendación de utilizar la tecnología como herramienta para
mejorar la calidad y la seguridad de la asistencia sanitaria, dieron
lugar a un impulso adicional hacia el cambio de prácticas
estandarizadas.
(V.
http://www.iom.edu/Reports/1999/To-Err-isHuman-Building-A-Safer-Health-System.aspx.)
Los sistemas de información clínica utilizados en asistencia sanitaria
reciben distintos nombres. Aunque algunos utilizan el registro
médico electrónico (RME), el RSE y el registro de salud personal
(RSP) indistintamente, existen importantes diferencias. El RSE se
refiere a los sistemas de información que contienen toda la
información de la salud del individuo a lo largo del tiempo
independientemente del entorno de cuidados. El RME consiste en un
sistema de información clínica utilizado por una organización
sanitaria para documentar la atención al paciente durante un episodio
de ingreso. El RSE y el RME son mantenidos por las organizaciones o
proveedores de servicios de salud. Por el contrario, el RSP es un
sistema que utiliza el consumidor para guardar la información
sanitaria. Un RSP puede tener su base en una página web o en papel,
puede ser independiente o estar integrado en un RME de un centro.
La información del RSP está controlada por cada persona, no por el
proveedor o la organización sanitaria.
Los RSE contienen toda la información incluida habitualmente en
un sistema de documentación en soporte papel, junto con
herramientas de apoyo a la decisión clínica (ADC), registros
electrónicos de medicación (REM), sistemas de entrada de órdenes
profesionales computarizados y sistemas de alerta que ayudan al
médico a tomar decisiones referentes a la asistencia del paciente. Las
normas gubernamentales actuales incluyen requisitos para la
aplicación y «utilización juiciosa» de los RSE para incorporar,
almacenar, conseguir y gestionar información relacionada con la
asistencia al paciente. Los bromatólogos deben tener al menos un
conocimiento básico sobre tecnología y gestión de la información
sanitaria para asegurar una transición suave desde el papel al RSE y
para utilizar de forma eficaz las potentes herramientas
proporcionadas por un RSE bien diseñado. Esta transición consiste en
el desarrollo de pantallas nutricionales para el ingreso,
documentación, información compartida, herramientas de apoyo a la
toma de decisiones y protocolos de entrada de pedidos. Las
capacidades de personalización varían en función de los contratos con
los proveedores y requisitos de las instalaciones. Debido a que puede
llevar años la puesta en práctica de un RSE, los BC que gestionan los
servicios de nutrición deben participar en las decisiones sobre el
sistema de RSE desde su inicio.
Tanto en formato papel como electrónico, los registros médicos y la
información contenida son medios esenciales para comunicar a otros
los datos de la asistencia al paciente, proporcionando información
para la evaluación y la mejora de la calidad, al mismo tiempo que
sirven como documento legal. La documentación del BC incluye
información relacionada con los PAN. Dicha documentación debe
seguir la política del centro, ser breve y concisa y describir con
exactitud las acciones emprendidas, para que puedan ser consultadas
por las personas autorizadas a ver el registro. La figura 10-3 muestra
un ejemplo de registro informático en formato ADIME.
FIGURA 10-3 Ejemplo de nota informativa electrónica con
menús desplegables. (Por cortesía de Maggie Gilligan, RD, propietaria de
NUTRA-MANAGER, 2010.)
Los esfuerzos actuales se centran en garantizar que la información
sanitaria almacenada en sistemas de información clínica se pueda
intercambiar de manera segura entre los proveedores y los centros.
Los sistemas capaces de compartir información sin problemas se dice
que son «interoperables». Aunque este concepto parece simple en la
superficie, la superación de los problemas de la interoperabilidad va a
ser muy difícil y cara. Los BC con ejercicio privado y ambulatorio
deben garantizar que los sistemas que utilizan tienen capacidad para
compartir información sanitaria.
La transición de los registros médicos de papel a los RSE se facilita
mediante una planificación, formación y soporte meticulosos.
Numerosos profesionales sanitarios no tienen suficiente experiencia
con la tecnología sanitaria para entender la mejora de la práctica que
se puede realizar con la aplicación y uso de la tecnología adecuada.
Otros pueden resistirse a cualquier cambio en el lugar de trabajo que
interrumpa su flujo de trabajo actual. Estos profesionales clínicos no se
están resistiendo al cambio por miedo a la tecnología; más bien su
resistencia se basa en temores reales o imaginarios a que la tecnología
impida su flujo de trabajo o dificulte la atención al paciente. El cambio
nunca es fácil, pero la atención adecuada a todo lo que el cambio
implica puede disminuir su impacto (Schifalacqua, 2009).
Cambios en la asistencia nutricional y
sanitaria
En la última década, el ámbito de la asistencia para la salud ha sido
objeto de considerables cambios relacionados con la prestación de
asistencia y el reembolso de gastos. Las influencias gubernamentales,
los problemas de contención de gastos, los cambios demográficos y el
papel cambiante del paciente como «consumidor» han influido en el
escenario de la asistencia para la salud. Actualmente, EE. UU. gasta
más en asistencia sanitaria que ningún otro país, aunque los
resultados de tal asistencia queden muy lejos de los alcanzados en
otros países desarrollados. Los incrementos exponenciales de los
costes de la atención de salud estadounidense han conducido a la
reforma de la forma de prestación y de su pago en el país (Ross, 2009).
Asistencia sanitaria asequible para EE. UU.: ley de
reconciliación
El objetivo de la Affordable Care Act (ACA), aprobada por el Senado
de EE. UU. en 2009, es asegurar el acceso de los estadounidenses a
servicios de salud de calidad asequibles. Otros objetivos son la
protección de los estadounidenses de las prácticas depredadoras de
las aseguradoras, ofrecer a las pequeñas empresas no aseguradas la
oportunidad de obtener planes de asistencia sanitaria asequibles,
cubrir a 32 millones de estadounidense no asegurados y reducir el
déficit en 143.000 millones de dólares a lo largo de la próxima década.
La ley fue redactada en 2010. Las regulaciones finales requieren
planes sanitarios de grupo y emisores de seguros de salud para
ofrecer cobertura a niños y jóvenes dependientes menores de 26 años
(v. cuadro Perspectiva clínica: La ACA: ¿cómo se ajusta la nutrición?).
Confidencialidad y la Health Insurance Portability
and Accountability Act
La privacidad y la seguridad de la información personal es una
cuestión que preocupa en todos los ámbitos de la asistencia para la
salud. En 1996, el Congreso de EE. UU. aprobó la Health Insurance
Portability and Accountability Act (HIPAA) (Centers for Medicare
and Medicaid Services, 2013). El propósito inicial de la HIPAA fue el
de garantizar la cobertura del seguro de salud al cambiar el individuo
de trabajo o al perderlo. Las prestaciones de la simplificación
administrativa de la HIPAA requieren el desarrollo de estándares
nacionales que mantengan la privacidad de la información de salud
protegida (ISP) transmitida de forma electrónica. En 2013, la HIPAA
Omnibus Rule amplió los derechos del paciente a la información de su
salud, fortaleció las normas que rodean la privacidad y
confidencialidad de la ISP, y aumentó las sanciones por compartir de
forma no autorizada la ISP o perderla (U.S. Department of Health and
Human Services, 2015).
La HIPAA establece que los centros y los proveedores de asistencia
de salud (entidades cubiertas) deben tomar medidas para
salvaguardar la ISP. Aunque la HIPAA no impide que los datos del
paciente requeridos para la asistencia sean compartidos, los pacientes
han de ser informados en caso de que sus datos médicos vayan a ser
compartidos por entidades no implicadas en el proceso asistencial o
cuando sean compartidos datos protegidos (p. ej., domicilio, dirección
de correo electrónico, ingresos). La violación de las normas de la
HIPAA ha dado lugar a grandes multas, pérdidas de puestos de
trabajo y persecución penal. En un esfuerzo por evitar las graves
repercusiones de la violación de la HIPAA, las instituciones sanitarias
han puesto en práctica la educación obligatoria anual sobre la HIPAA
para todos los empleados.
Sistemas de pago
Uno de los factores que más ha influido en la prestación de asistencia
sanitaria en la última década ha sido el cambio en el método de pago
por la asistencia. Existen diversos métodos habituales de reembolso:
seguros privados, reembolso basado en el coste, ofertas negociadas y
GRD. Bajo el sistema de GRD, un centro recibe el pago por el ingreso
de un paciente sobre la base del diagnóstico principal, del diagnóstico
secundario (si procede), y de la edad y del sexo del paciente.
Aproximadamente 500 GRD cubren el espectro completo de los
diagnósticos médicos y de los tratamientos quirúrgicos. Las
organizaciones de proveedores preferidos (PPO) y las
organizaciones de asistencia gestionada (MCO) también están
cambiando el panorama de la asistencia de salud. Las MCO financian
y prestan asistencia a través de una red de trabajo de proveedores
contratados a cambio de una compensación mensual, lo cual supone el
paso del reembolso en un sistema de libre servicio a otro en el que el
riesgo fiscal es asumido por organizaciones de asistencia sanitaria y
médicos.
La Patient Protection and Affordable Care Act (PPACA) fue
promulgada por el presidente Obama el 23 de marzo de 2010. La
PPACA es el cambio más importante del sistema sanitario de EE. UU.
desde la aprobación en 1965 de la legislación que creó Medicare y
Medicaid. El objetivo de la PPACA o de la Affortable Care Act (ACA)
es garantizar que esté disponible un seguro de salud asequible para
todos los estadounidenses. La ACA utiliza varios métodos para
mejorar el acceso a un seguro médico, que incluyen una autorización
individual, subvenciones, intercambios de seguros estatales y la
garantía de la cobertura de afecciones previas (U.S. Government
Publishing Office, 2010) (v. cuadro Perspectiva clínica: La ACA: ¿cómo
se ajusta la nutrición?).
Gestión de calidad
Para limitar los costes asistenciales al tiempo que se presta una
atención eficaz y que mantiene la calidad, se siguen unas
determinadas directrices prácticas o estándares de asistencia. Esta
serie de recomendaciones sirve de guía para definir la asistencia más
apropiada para un paciente con un diagnóstico o un problema médico
concreto. Ayudan a garantizar la coherencia y la calidad tanto de
proveedores como de clientes en un sistema de asistencia sanitaria y
son específicas para una institución o una organización de asistencia
de salud. Los protocolos básicos, o mapas asistenciales, identifican
elementos esenciales que pueden darse en la asistencia al paciente y
definen un marco temporal en el que debe desarrollarse cada acción
para optimizar los resultados pensando en el paciente. A menudo
hacen uso de un algoritmo o mapa de flujo para indicar los pasos que
se deben seguir para alcanzar los resultados deseados. La gestión de
la enfermedad se diseña para prevenir la progresión o la exacerbación
de una enfermedad concreta y para reducir la frecuencia y la
gravedad de los síntomas y las complicaciones. La educación y otras
estrategias optimizan el seguimiento del tratamiento de la
enfermedad. La educación del paciente con diabetes de tipo 1 en
relación con el control de los niveles de glucosa sanguínea sería un
ejemplo de estrategia de gestión de una enfermedad orientada a
reducir complicaciones (nefropatía, neuropatía y retinopatía) y la
frecuencia con la que el cliente necesita acceder al proveedor de
asistencia. La disminución del número de visitas a urgencias
relacionadas con episodios de hipoglucemia es un ejemplo de
objetivo.
Asistencia centrada en el paciente y gestión de
casos
El proceso de gestión de casos busca promover la consecución de los
objetivos de asistencia al paciente de un modo efectivo y rentable. Es
un componente esencial en la prestación de asistencia y proporciona
una experiencia positiva para el p
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