Subido por marielablanchee

Fallo Soto

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 28 de abril de 2004,
habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en
el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
de
votación:
doctores
Hitters,
Roncoroni,
Pettigiani,
Negri, Soria, se reúnen los señores jueces de la Suprema
Corte
de
Justicia
en
acuerdo
ordinario
para
pronunciar
sentencia definitiva en la causa L. 77.115, “Soto, Javier
contra Exxe S.A. Despido”.
A N T E C E D E N T E S
El
Tribunal
del
Trabajo
nº
6
de
San
Isidro
rechazó la demanda promovida; con costas por su orden.
La parte actora dedujo recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y hallándose la
causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte
decidió plantear y votar la siguiente
C U E S T I O N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
de
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I O N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Hitters dijo:
I.
El
tribunal
de
grado
rechazó
promovida por Javier Soto contra Exxe S.A.
la
demanda
II. La parte actora dedujo recurso extraordinario
de inaplicabilidad de ley, en el que denuncia transgresión
de los arts. 13 del Código Civil; 32 y 33 del Tratado de
Montevideo
de
1889
(Tratado
de
Derecho
Civil
de
las
Personas) aprobado por ley 3192 y por la República de Perú
por ley del 4-XI-1989 y 2 del Protocolo Adicional a los
Tratados de Montevideo de 1889.
Alega el recurrente que teniendo en cuenta que en
la
cúspide
de
la
pirámide
de
validez
de
la
normativa
vigente se halla la Constitución nacional y los tratados
con
las
potencias
extranjeras
por
sobre
las
normas
que
sustentan el fallo, el tribunal de grado debió aplicar de
oficio
la
ley
peruana
y
no
exigir
la
invocación
y
acreditación de la ley extranjera.
III. El recurso debe prosperar.
1. El tribunal de la causa estimó acreditado en
el veredicto que la prestación de tareas por la que se
promoviera la acción, tuvo lugar en Perú. Por ello entendió
que la situación a resolver era la de un contrato celebrado
en la Argentina para cumplirse en el extranjero, por lo
cual resultaba aplicable el art. 3 de la ley 20.744 -que
coincide con el art. 1209 del Código Civil - juntamente con
el art. 1210 del mismo cuerpo normativo. De este modo, la
normativa
sustancial
que
debía
regir
la
litis
era
la
peruana y no la argentina, que resultara el fundamento de
la pretensión del actor.
Conforme
la
regla
de
Derecho
Internacional
Privado contenida en el art. 3 de la Ley de Contrato de
Trabajo -luego de la reforma de la ley 21.297 al texto
original-, se erige como punto de conexión en materia de
legislación
aplicable,
el
del
lugar
de
ejecución
del
contrato, como resolvió el tribunal de grado en este punto.
Dicho
tramo
del
pronunciamiento
no
resulta
discutido en la queja.
2. Ahora bien, el a quo sostuvo que conforme el
art. 13 del Código Civil, la parte interesada debió invocar
y acreditar la normativa peruana válida para el caso, lo
cual -agregó- no hizo y, por ello, rechazó la acción.
Las
elegir
partes
tácitamente
-agregó
el
el
derecho
sentencianteque
rige
sus
no
pueden
relaciones
jurídicas debiendo el juez resolver con base en el derecho
aplicable sin perjuicio del invocado. No mediando acuerdo
expreso y de conformidad con nuestra propia legislación, la
ley
aplicable
era
la
peruana
y
no
la
invocada
en
la
demanda, la cual, en consecuencia, fue rechazada.
3. No comparto lo resuelto por el sentenciante de
origen.
a)
consideraciones
Creo
necesario
propedéuticas
antes
efectuar
de
algunas
ingresar
al
tratamiento del recurso en examen. En efecto, el art. 3 de
la
Ley
también
de
Contrato
llamada
de
de
Trabajo
conflicto
es
o
una
de
norma
indirecta,
colisión.
Indirecta
porque no decide el litigio suscitado, sino que remite al
ordenamiento jurídico que se aplica para resolverlo.
La
convocatoria
de
un
derecho
extranjero
por
parte de una norma indirecta del ordenamiento vernáculo,
para solucionar un caso mixto o internacional, genera una
serie de cuestiones que configuran uno de los tramos más
interesantes del Derecho internacional privado, dentro del
cual el no menos apasionante interrogante es el que lleva a
determinar
de
qué
manera
se
introduce
en
el
pleito
la
legislación extranjera convocada por la norma de conflicto.
El
papel
que
desempeña
el
derecho
extranjero
dentro del proceso en la Argentina, ha sido explicado por
varias teorías, las que se diferencian por el grado de
participación o injerencia que se le asigna al juez.
La teoría dispositiva le otorga al judicante un
rol pasivo: son los justiciables los que deben invocar y
probar la ley extranjera convocada por la norma indirecta.
En cambio -la doctrina opuesta- la del principio de la
oficialidad, le acuerda al magistrado un rol activo: tiene
que
aplicar
nacional.
obligatoriamente
Las
corrientes
y
de
oficio
intermedias,
en
el
derecho
sus
no
diversas
variantes, disciernen a favor del juez y/o de las partes,
la potestad de marras.
b) Nuestro Código Civil, en su art. 13, se enroló
en
la
vertiente
dispositiva,
al
establecer
que:
“La
aplicación de las leyes extranjeras, en los casos en que
este
Código
la
autoriza,
nunca
tendrá
lugar
sino
a
solicitud de parte interesada, a cuyo cargo será la prueba
de la existencia de dichas leyes. Exceptúanse las leyes
extranjeras que se hicieren obligatorias en la República
por
convenciones
especial”.
Sársfield:
En
“La
la
diplomáticas,
nota
ley
a
esta
o
en
virtud
disposición,
extranjera
es
un
de
apunta
hecho
ley
Vélez
que
debe
probarse. La ley nacional es un derecho que simplemente se
alega sin depender de la prueba”. Es entonces innegable la
postura del codificador, en orden a que el derecho foráneo
es
un
presupuesto
fáctico
y
que,
como
tal,
debe
ser
invocado y probado por las partes.
c) El Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación (art. 377) ha acogido una de las variantes de la
teoría intermedia. En efecto, con la reforma efectuada por
la ley 22.434, se añade a dicho precepto un tercer párrafo
que, si bien continua colocando como carga de las partes
alegar
el
derecho
extranjero,
concede
al
judicante
la
potestad de aplicarlo ex oficio.
d) A su vez, los Protocolos Adicionales a los
Tratados de Montevideo de 1889 y 1940, así como el Convenio
Argentino-Uruguayo, aprobado por ley 22.411, se afiliaron a
la
tesis
de
“Aplicación
la
del
oficialidad
derecho
(Ramayo,
extranjero
en
Raúl
el
Alberto:
ámbito
de
los
Tratados de Montevideo de Derecho internacional privado”
“El Derecho”, t. 167, Pág. 155).
Dichos
Protocolos
disponen
en
coincidencia
que
las leyes de los Estados contratantes serán válidas en los
casos
ocurrentes,
personas
ya
interesadas
sean
en
nacionales
la
relación
o
extranjeras
jurídica
de
que
las
se
trate. Su aplicación será hecha de oficio por el Juez de la
causa, sin perjuicio de que las partes pueden alegar y
probar la existencia y contenido de la ley invocada. Todos
los recursos acordados por el código de procedimientos del
lugar del juicio para los casos resueltos según su propia
legislación, serán igualmente admitidos para los que se
decidan
aplicando
las
leyes
de
cualquiera
de
los
otros
Estados (v. arts. 1, 2, 3, Protocolos citados).
Al
respecto,
en
oportunidad
de
comentar
el
proyecto de reforma del art. 377 del Código Procesal Civil
y
Comercial
de
la
Nación
(art.
375
de
su
homónimo
bonaerense, que mantiene la redacción original en materia
de
carga
de
la
prueba),
Goldschmidt
lamentó
que
no
se
recogieran las enseñanzas de las reuniones internacionales
sobre la materia quedando a la zaga, por casi un siglo, de
nuestro propio derecho convencional (el Protocolo Adicional
a los Tratados de Montevideo de 1889) al no consagrar lisa
y llanamente el principio de la oficialidad (Tratado de
Derecho
del
Trabajo,
director
Vázquez
Vialard,
tº
2,
Eduardo Fermé, págs. 903/905).
En este punto no debemos olvidar que el Código
Civil,
como
no
podría
ser
de
otro
modo,
exceptúa
del
principio dispositivo sólo a aquel derecho extranjero que
se
hiciere
obligatorio
en
la
República
en
virtud
de
convenios internacionales -como los de Montevideo- o aquél
cuya
aplicación
oficiosa
fuere
ordenada
por
una
ley
especial (art. 13, in fine, C.C.).
e) También se ha desarrollado otra teoría llamada
del
uso
jurídico,
según
la
cual,
tratándose
el
derecho
extranjero de un hecho notorio, ha de ser tomado en cuenta
por el juez de la causa sin necesidad de invocación ni
prueba por las partes. Tal postura fue sostenida por la
delegación
argentina
Especializada
de
en
Derecho
la
Segunda
Internacional
Conferencia
Privado,
siendo
fundamento del art. 2º del la Convención Interamericana
sobre normas generales, que impone la obligación de los
jueces y autoridades de los Estados parte de aplicar el
derecho indicado por la norma de conflicto “tal como lo
harían
los
aplicable”.
oficialidad
juntamente
jueces
Más
fue
con
de
Estado
recientemente,
nuevamente
la
del
cuyo
el
sostenido
Uruguay,
en
derecho
resultara
principio
por
el
la
de
la
República,
Convenio
sobre
aplicación e información del derecho extranjero (aprobado
por ley 22.411), cuyo art. 1º establece esa solución.
Destaca
Civil
aborda
esta
un
tema
tesis
que
el
art.
exclusivamente
13
del
procesal
Código
pues
la
cuestión de cómo se debe probar algo es, como todo problema
probatorio, un dilema adjetivo que no está indisolublemente
vinculado a un fenómeno de derecho material, sino que se
soluciona
con
procesales.
La
exclusiva
consideración
razón
la
por
cual
el
de
meditaciones
codificador
desea
eliminar el derecho extranjero de la órbita del principio
de
oficialidad,
es
la
dificultad
que
provoca
su
averiguación; es decir, fundamento estrictamente pragmático
y de índole procesal. Siendo ello así, el art. 13 de Código
Civil,
invade
legislativa
de
el
terreno
reservado
las
provincias
y
su
a
la
vigencia
facultad
es
sólo
condicionada al hecho de que estas últimas no ejercen su
facultad de modo discrepante.
El ius foráneo constituye -se sostiene- un hecho
notorio, lo que no quiere decir que todo el mundo la tenga
presente, sino una circunstancia sobre la que todos pueden
informarse de modo auténtico. Como tal hecho notorio, el
juez debe tenerlo en cuenta oficiosamente, sin perjuicio de
que las partes lo aleguen y que aporten todas las pruebas
que estimen oportunas.
La regla sobre oficialidad de la averiguación de
los hechos notorios, si no consta en los códigos rituales
(como ocurre en nuestra provincia) se estima derivada del
derecho procesal consuetudinario. En el mismo sentido, esta
doctrina
también
obligación
del
extranjero,
considera
juez
la
de
válido,
aplicar
aplicación
para
oficialmente
analógica
del
apoyar
el
art.
2
la
derecho
de
los
Protocolos adicionales de Montevideo (Goldschmidt, Werner,
Derecho
Internacional
Privado,
ed.
Depalma,
1985,
pág.
512).
Los seguidores de esta corriente entienden, en
definitiva, que ha operado ya la derogación del art. 13 por
usus fori contrario. Una inteligencia de dicho precepto que
se
desvinculara
de
las
restantes
normas
de
derecho
internacional privado, no pasaría de ser una interpretación
literal de aquel artículo, mas no descubriría la voluntad
real
de
su
normativas
autor
suyas
que
plasma
del
en
mismo
otras
Código
manifestaciones
Civil.
Sería
contradictorio establecer un sistema de normas de conflicto
como
las
incorporadas
al
código
y
condicionar
su
aplicabilidad a la discrecional actividad probatoria de los
litigantes
justiciables
o
supeditarlo
de
que
las
a
la
reglas
advertencia
de
conflicto
de
los
regulan
el
caso. No se trata ya de que las partes discrecionalmente
descarten consciente o inconscientemente la aplicación del
derecho
extranjero.
Se
trata
de
que
de
ese
modo
ellas
podrían
derogar
con
su
voluntad
(inadvertencia
o
negligencia) las mismas reglas de conflicto incorporadas
por el legislador.
4. Debo reiterar que, sin importar la postura que
se
abrace,
el
art.
13
in
fine
del
Código
Civil
prevé
hipótesis de aplicación del principio de oficiosidad. Las
excepciones resultan obvias y no podrían ser soslayadas sin
violentar el principio de supremacía preceptuado en los
arts. 31 y 75 inc. 22 de la Constitución nacional y la
máxima establecida en el art. 27 de las Convenciones de La
Haya sobre derecho de los tratados (ratificadas por nuestro
país por leyes 19.865 -B.O. 11-I-1973- y 23.782 -B.O. 7-VI1990-). Se refieren a previsiones insertas en instrumentos
internacionales (por ej., en los Protocolos Adicionales de
Montevideo, art. 2º) o en leyes especiales.
En
este
tópico,
nuestro
máximo
Tribunal
de
Justicia de la Nación ha sostenido que “si bien tanto el
Protocolo Adicional a los tratados de Derecho Internacional
Privado de 1889 y 1940 -ratificados por ley 3192 y decretoley
7771/56-
hipótesis
[se
como
la
refiere
ley
al
22.411
contemplan
deber
de
los
esta
última
magistrados
de
informarse o probar la ley no doméstica], la condicionan a
la necesidad de aplicar la ley extranjera frente a una
norma de conflicto que así lo habilite (preámbulo de ambos
protocolos adicionales y art. 1º, ley 22.411)” (C.S.N.,
sent. del 10-VIII-1995, in re “Vázquez Castañeiras, Ramiro
s/ extradición”, “El Derecho”, 167-157, lo entrecorchetado
nos pertenece).
Es decir que en la doctrina de la Corte Federal,
la
operatividad
aplicación
de
del
la
derecho
tesis
de
la
extranjero
oficiosidad
establecida
en
en
la
los
Protocolos antedichos, es indiscutible, aunque condicionada
a la existencia de una norma indirecta que determine la
aplicabilidad de la legislación foránea para la resolución
de un conflicto. Esto último es precisamente lo que ocurre
en el sub discussio, en el que, como hemos explicado supra,
rige el art. 3 de la ley de contrato de trabajo, norma de
conflicto que dispone la aplicación del derecho peruano
para dirimir el fondo de la litis.
5. En síntesis, la cuestión sometida a recurso
halla adecuada respuesta en los Tratados de Montevideo de
1889,
que
vinculan
a
nuestra
nación
con
Perú,
conforme
fueron ratificados por ambos países (Argentina, ley 3192
del
11-XII-1894
asiste
razón
y
al
Perú,
ley
recurrente
del
en
4-XI-1889).
cuanto
Por
sostiene
ello,
que
la
aplicación del derecho extranjero debe ser efectuada de
oficio por el juez, en virtud de lo dispuesto por el art. 2
del
Protocolo
Adicional
a
los
Tratados
repetidamente
aludidos (art. 3, ley 21.297).
Tampoco
podemos
soslayar
a
la
Convención
Interamericana
sobre
Normas
Generales
de
Derecho
Internacional Privado, convocada en Montevideo en 1979 que
fue ratificada por Perú y por Argentina (ley 22.921, B.O.
27-IX-1983) que establece en su art. 2º: “Los jueces y
autoridades
de
los
Estados
Parte
estarán
obligados
a
aplicar el derecho extranjero tal como lo harían los jueces
del Estado cuyo derecho resultare aplicable, sin perjuicio
de que las partes puedan alegar y probar la existencia y
contenido de la ley extranjera invocada”.
Por todo lo apuntado no se puede sino concluir
que
atento
a
que
la
República del
Perú
es
uno de
los
Estados parte de los Tratados de Montevideo de 1889 (con su
Protocolo
adicional)
y
de
La
Convención
Interamericana
sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado,
correspondía al a quo, en la especie, la aplicación de
oficio de la legislación peruana, llamada por la norma de
conflicto (art. 3, L.C.T.).
En el decisorio impugnado el Tribunal de grado ha
confundido
-a
similitud,
resultan
primera,
mi
es
la
criterioa
veces
dos
cuestiones
difíciles
relativa
a
la
por
su
escindir.
La
imperatividad
o
de
que,
indisponibilidad de las normas de conexión que determinan
el derecho aplicable a la relación jurídica controvertida.
La
segunda,
extranjero.
la
relacionada
a
la
prueba
del
derecho
Respecto de la primera problemática (v. Boggiano,
A., Derecho Internacional Privado, Bs. As., Abeledo-Perrot,
3ª
ed.,
T.
I,
cap.
IX),
el
tribunal
del
trabajo
ha
sostenido el criterio de la indisponibilidad de la norma de
conflicto,
al
decir
que:
“las
partes
no
pueden
elegir
tácitamente el derecho que rige sus relaciones jurídicas”;
por ello afirmó que no interesa la falta de planteamiento
alguno
por
la
demandada
acerca
del
defecto
en
la
postulación de la actora (fs. 331 vta.). Dicha aseveración
no ha sido discutida en esta instancia recursiva, por lo
que su acierto o error no es objeto de tratamiento en la
presente.
En
el
caso,
como
dije,
ha
quedado
fuera
de
discusión que la legislación sustancial que está llamada a
resolver el litigio es la peruana.
Sí
importa
-y
ha
sido
materia
de
agravio-
el
segundo de los problemas mencionados, es decir, el de la
prueba del ordenamiento no nacional. De la premisa de la
imperatividad
derivado
de
la
regla
incorrectamente
la
de
conflicto,
necesidad
el
de
a
quo
invocación
ha
y
prueba de la legislación no doméstica por los litigantes.
Las cuestiones son diversas: por más que se sostenga que
las partes no pueden acordar ni expresa ni tácitamente un
criterio
derecho
de
conexión
internacional
distinto
privado,
al
previsto
ello
no
por
nuestro
significa
que
necesariamente deban acreditar la existencia y contenido
del derecho extranjero.
IV.
Por
lo
dicho,
corresponde
hacer
lugar
al
recurso deducido, casar la sentencia en cuanto rechaza la
demanda por los fundamentos reseñados y enviar la causa al
tribunal de origen, para que integrado con jueces hábiles,
dicte el pronunciamiento que corresponda conforme con lo
aquí decidido.
Costas
de
esta
instancia
por
su
orden.
Cabe
señalar que si bien es cierto que se aplica en este modelo
recursivo el principio chiovendiano objetivo de la derrota
-el que pierde paga- que impera en el Código Procesal (art.
289, C.P.C.C.), no lo es menos que en casos como el de
autos dicho criterio permite excepciones (art. 68, ap. 2º
de dicho ordenamiento).
En
demandada
no
el
asunto
sostuvo
traído
en
a
ningún
conocimiento,
momento
el
la
parte
criterio
utilizado por el a quo para rechazar la acción, ni tampoco
presentó memorial apontocando el fallo impugnado.
Voto por la afirmativa.
Los
señores
jueces
doctores
Roncoroni,
Pettigiani, Negri y Soria, por los mismos fundamentos del
señor
Juez
doctor
Hitters,
votaron
también
por
la
afirmativa.
Con
siguiente
lo
que
terminó
el
acuerdo,
dictándose
la
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se
hace lugar al recurso extraordinario traído conforme lo
determinado en el punto IV de la votación precedente.
Notifíquese y devuélvase.
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