Subido por emerson p

malformaciones congenitas del oido

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¶ E – 20-055-A-10
Malformaciones congénitas
del oído externo y del oído medio
N. Teissier, T. Benchaa, M. Elmaleh, T. Van Den Abbeele
Las malformaciones del oído externo y medio son relativamente infrecuentes y en la
mayoría de los casos aparecen de forma aislada y unilateral. Sin embargo, pueden
integrarse en asociaciones sindrómicas que conviene detectar para buscar
malformaciones asociadas y aportar un posible consejo genético. En la mayoría de las
ocasiones es necesario un tratamiento multidisciplinario en el que participen pediatras,
genetistas, audiólogos y cirujanos, para proponer a los padres un programa terapéutico
adecuado.
© 2008 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados.
Palabras Clave: Aplasia menor; Aplasia mayor; Malformaciones del oído externo;
Malformaciones del oído medio
Plan
¶ Introducción
1
¶ Reseña anatómica
Oído externo
Oído medio
1
1
2
¶ Reseña embriológica
Embriología
Patogenia y etiologías
2
2
2
¶ Descripción clínica de las anomalías
Anomalías de la oreja
Anomalías del conducto auditivo externo
Anomalías del oído medio
Anomalías asociadas del oído interno
3
3
5
6
6
¶ Diagnóstico audiológico
6
¶ Pruebas de imagen
Indicaciones y técnicas
Interpretación
7
7
7
¶ Indicaciones terapéuticas
Principios del tratamiento audiológico
Tratamiento genético: consejo genético
Indicaciones de la cirugía funcional
Principio de la etapa funcional
Resultados de las fases funcionales
Principios e indicaciones de la cirugía plástica
9
9
9
9
9
10
10
¶ Conclusión
10
■ Introducción
La incidencia de las malformaciones congénitas del
oído externo y del oído medio es del orden de 1/10.000,
excluidas las orejas despegadas o en asa, que deben
considerarse, en su forma habitual, como una variante
de la normalidad [1] . Se pueden encontrar todas las
situaciones intermedias entre la aplasia mayor, que
Otorrinolaringología
asocia oreja atrófica-agenesia meatal-aplasia osicular, y
una simple malformación limitada a la cadena osicular,
aún denominada aplasia menor. En este último caso, el
diagnóstico suele ser muy tardío ante una hipoacusia de
transmisión aislada. Un conocimiento adecuado de estas
malformaciones, así como de su origen embriológico es
indispensable para plantear un tratamiento adecuado.
Estas malformaciones suelen aparecer aisladas, aunque
pueden integrarse en asociaciones polimalformativas
que requieran un tratamiento pluridisciplinario. Este
artículo se limitará a las malformaciones del oído
externo y medio, pero la asociación con las anomalías
del oído interno no es excepcional.
■ Reseña anatómica
Oído externo
El oído externo comprende el pabellón auricular u
oreja y el conducto auditivo externo.
Pabellón auricular
Es una lámina fibrocartilaginosa de forma compleja
plegada sobre sí misma, elástica y flexible, que forma
una serie de prominencias alternando con depresiones
recubiertas por una piel delgada que se adhiere estrechamente al pericondrio en su cara externa y, de forma
más laxa, sobre la cara interna y a nivel del lóbulo.
Clásicamente, el pabellón auricular se representa como
la unión tridimensional de tres elementos: la concha, la
escafa y el hélix (Fig. 1). Se une a la cara lateral de la
cabeza sólo por la parte media de su tercio anterior y el
resto está libre y forma el surco retroauricular, con un
ángulo cefaloauricular de alrededor de 30°, de modo que
la concha forma con la mastoides el ángulo cefaloconchal, cuyo valor es de alrededor de 80°.
1
E – 20-055-A-10 ¶ Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio
PF
1
P
~ 20°
3
65 -70 mm
OS
4
T
5
OI
2
4
Figura 1. Esquema del pabellón (según Weerda et al, Surgery
of the Auricle, Thieme Ed., 2007). Línea 1: eje longitudinal de la
oreja paralelo al eje del dorso de la nariz; línea PF: línea paralela al
perfil facial (línea P) y que pasa por la raíz del hélix y el borde
anterior del lóbulo; línea 2: línea paralela al borde inferior de la
oreja que pasa por la base de la nariz; línea 3: línea paralela al
borde superior de la oreja que pasa por la parte alta de la ceja;
línea 4: línea vertical que pasa por el borde de la órbita y que está
situada a 60-70 mm de la raíz del hélix; T: trago; OS: inserción
superior del pabellón (correspondiente a la raíz del hélix); OI:
inserción inferior del pabellón (correspondiente a la inserción del
lóbulo).
Las dimensiones, la orientación y la situación del
pabellón tienen un papel estético fundamental y deben
respetarse en la elaboración de la cirugía reconstructiva
del pabellón. Las dimensiones medias adultas del
pabellón son de 55-65 mm de altura por 30-35 mm de
ancho, con unas variaciones interindividuales considerables. El eje mayor del pabellón presenta una oblicuidad anteroinferior de alrededor de 20° respecto a la
vertical, paralelo a grandes rasgos al eje de la cresta
nasal. El borde libre del hélix se proyecta frente a la
ceja, mientras que la inserción del hélix (parte alta del
surco retroauricular) se encuentra a nivel del canto
externo y el lóbulo en el borde libre del ala de la nariz
(Fig. 1).
Conducto auditivo externo
Se trata de un cilindro cuyo tercio externo es fibrocartilaginoso, y está unido al esqueleto cartilaginoso del
pabellón y cuyos dos tercios internos son óseos y su
límite interno corresponde a la membrana timpánica
que lo separa del oído medio. En los adultos, su longitud es de alrededor de 25 mm y su diámetro de
5-9 mm, según las porciones. El revestimiento del
conducto es dermoepidérmico, con la peculiaridad de
que carece de hipodermis y que contiene numerosas
glándulas sebáceas y ceruminosas.
Oído medio
En un artículo de la EMC se ha realizado una descripción detallada de la anatomía del oído medio
(20-015-A-10).
■ Reseña embriológica
Embriología
En este apartado sólo se recordarán los principales
elementos de embriología del oído necesarios para la
comprensión de las malformaciones del oído externo y
medio. Si se desea obtener datos más precisos, se remite
al lector a los artículos específicos.
2
El desarrollo embriológico del oído comienza cronológicamente por el oído externo, después por el oído
medio y, por último, por el oído interno [2].
El pabellón auricular u oreja se forma por la fusión de
seis yemas mesenquimatosas o prominencias auriculares
de His, provenientes de los arcos branquiales primero y
segundo a partir de la cuarta semana. Su desarrollo
termina hacia la 12.a semana. Estos botones circunscriben la formación del conducto auditivo externo. Las
alteraciones precoces de este proceso provocan una
anotia o una microtia, mientras que las alteraciones más
tardías se manifiestan por una malformación menos
grave del pabellón o limitada al conducto auditivo
externo.
El conducto auditivo externo se forma a partir de la
octava semana. El ectodermo de la primera hendidura se
une al anillo timpánico, que se desarrolla a partir del
mesodermo del primer arco, mientras que la primera
bolsa da origen a la cavidad timpánica (caja del tímpano). El anillo timpánico comienza su osificación hacia
la 12.a semana y forma la porción ósea del conducto
auditivo externo. El epitelio ectodérmico prolifera a
continuación hasta formar un tapón que rellena la parte
medial de la primera hendidura. La semana 28.a
comienza una recanalización del conducto por un
fenómeno de apoptosis celular (muerte programada) y
se continúa hasta la 30.a semana. Las anomalías de este
proceso serían responsables de las distintas malformaciones encontradas, que son tanto más graves cuanto
más precoz es la alteración. Al nacer, suele persistir un
orificio inferior o agujero de Huschke, que desaparece de
forma progresiva.
El oído medio y la cadena osicular se desarrollan a
partir de las estructuras de la primera bolsa y de los
arcos primero y segundo. La primera bolsa da origen a
las cavidades del oído medio, pero al principio está llena
de un tejido mesenquimatoso que se reabsorberá de
forma progresiva y del que surgirá la cavidad timpánica.
El martillo y el yunque aparecen a partir de la quinta
semana. La cabeza de los huesecillos y el cuerpo del
yunque derivan del primer arco (cartílago de Meckel),
mientras que el mango del martillo, la rama descendente del yunque, así como las superestructuras del
estribo se forman a partir del segundo arco (cartílago de
Reichert). La articulación incudomaleolar aparece hacia
la séptima semana. La osificación de los huesecillos
comienza a partir de la 15.a semana y se alcanza hacia
la 24.a semana. La platina del estribo se forma a partir
de la placoda ótica que da origen también al laberinto
membranoso.
El nervio facial se forma muy precozmente hacia la
3.a semana. Las anomalías del desarrollo del oído medio
y del oído externo se asocian en especial a las del
trayecto del nervio facial. Las anomalías de la segunda
porción del facial suelen presentar un ángulo más agudo
del codo del nervio con un trayecto más anterior que
pasa entre las dos ventanas. La tercera porción presenta
una variabilidad aún mayor, que depende esencialmente
de la gravedad de la microtia y de la afectación del
conducto auditivo externo.
Patogenia y etiologías
Algunos modelos experimentales animales han permitido proponer los mecanismos que culminan en las
malformaciones del oído externo y medio. La atresia del
conducto auditivo externo se debería a la ausencia de
reabsorción de la lámina meatal, o lámina atrésica, o
bien a un hiperdesarrollo del cartílago de Reichert
(segundo arco). Las fijaciones congénitas del estribo,
aisladas o asociadas a otras malformaciones osiculares,
podrían deberse a la ausencia de diferenciación del
ligamento anular de la platina. Las malformaciones del
martillo y del yunque podrían deberse a una anomalía
de diferenciación del cartílago de Meckel que daría lugar
Otorrinolaringología
Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio ¶ E – 20-055-A-10
a una malformación de los huesecillos, o bien a una
fijación anómala de ambos huesecillos. En algunos
casos, se encuentra una persistencia de la arteria
estapedial.
Muchas malformaciones del oído externo y medio
son de origen genético, en relación con la mutación de
un gen o de un grupo de genes de expresividad variable.
Algunas de ellas se han identificado recientemente. La
transmisión sería en la mayoría de los casos de tipo
autosómico dominante con penetrancia variable, aunque se han descrito casos de transmisión recesiva o
ligada al cromosoma X [3]. La mayor parte de los genes
causales intervienen en la regulación de la embriogénesis craneofacial, como en el contexto del síndrome de
Treacher-Collins (gen TCOF1), donde una alteración
precoz de las células de las crestas neurales que migran
normalmente hacia el primer y segundo arcos produciría las malformaciones observadas [4].
En las malformaciones unilaterales, como en el
síndrome de Goldenhar (displasia oculoauriculovertebral), el origen genético no está claramente demostrado,
aunque se han descrito algunos casos familiares [5, 6]. La
aparición de una hemorragia o de una isquemia
embrionaria a partir de la red arterial estapedial podría
ser la causa.
Algunas aberraciones cromosómicas, como la trisomía
21 pueden presentar una agenesia del conducto auditivo
y malformaciones osiculares [7].
Los agentes teratógenos clásicos, como la talidomida,
la isotretinoína y las infecciones virales prenatales,
como la rubéola, también se han implicado [8].
■ Descripción clínica
de las anomalías
Las anomalías del pabellón auricular u oreja suelen
clasificarse según la precocidad del mecanismo responsable. Las malformaciones congénitas corresponden a
una anomalía precoz del desarrollo, como las anotias, la
microtia o incluso la criptotia. Por el contrario, las
deformaciones corresponden a fenómenos más tardíos,
como las compresiones extrínsecas.
Anomalías de la oreja
La frecuencia de las malformaciones de la oreja es del
orden de 0,7-2,3/10.000 nacimientos en función de los
estudios [9] . La influencia de los factores genéticos,
tóxicos y ambientales en la génesis de las malformaciones del oído externo es un elemento reconocido. El
riesgo de recurrencia de aplasia mayor de la oreja
unilateral y aislada, sin antecedentes familiares, es de
2,7 [10]. Sin embargo, la identificación precisa de esta
causa es infrecuente, salvo cuando una microtia se
asocia a otras malformaciones. Por tanto, las malformaciones del pabellón son uno de los elementos esenciales
de la embriopatía relacionada con la talidomida o la
isotretinoína, del síndrome alcohólico fetal y de la
diabetes materna [8].
Apéndices preauriculares o encondromas
Se trata de pequeñas malformaciones cutáneas unidas
a la piel preauricular por un pedículo de diámetro
variable, que puede contener un esqueleto cartilaginoso
(en cuyo caso se denomina encondroma) (Fig. 2A). Su
presencia suele ser aislada y según la mayor parte de los
autores no se asocia a un mayor riesgo de hipoacusia o
de anomalías del oído medio [11].
Aplasias mayores o microtias
Las aplasias mayores se definen por la existencia de
una malformación grave del pabellón auricular (u oreja),
Otorrinolaringología
asociadas a grados diversos de anomalías del conducto
auditivo externo y del oído medio. Se trata de malformaciones infrecuentes correspondientes a uno de cada
10.000-20.000 nacimientos. Son bilaterales en alrededor
del 33% de los casos y parecen tener un ligero predominio masculino. La mitad de estos niños tendría
malformaciones asociadas [8] . Estas malformaciones
auriculares se engloban bajo el término de «microtias»,
pero la denominación de displasia sugerida por algunos
autores parece más satisfactoria.
Las anomalías auriculares han sido objeto de numerosas clasificaciones, de las que las principales se resumen en el Cuadro I [12, 13]. Estas clasificaciones tienen
en común que distribuyen las anomalías del pabellón
en tres grados, del más simple al más grave. La más
utilizada es la de Meurman [12]. Las clásicas «orejas en
cucurucho» no deben individualizarse como una entidad aparte, sino que deben asemejarse al tipo I de las
microtias. La forma «en cucurucho» suele deberse a un
acortamiento del hélix que provoca un cierre del pabellón sobre sí mismo (Fig. 2B). A menudo puede existir
un cierto grado de microtia e, incluso, anomalías
asociadas de los conductos auditivos externos y del oído
medio. Esta forma de oreja, como cualquier microtia,
también puede integrarse en un síndrome polimalformativo. La clasificación de Nagata es la más reciente y
se basa en la técnica quirúrgica óptima que debe escogerse para la reconstrucción del pabellón.
Aplasias mayores unilaterales
La aplasia mayor unilateral aislada constituye la
situación más frecuente en más del 70% de los casos. El
lado derecho parece afectado con más frecuencia que el
izquierdo y existe un cierto predominio masculino [8]. Se
reconoce inicialmente en la maternidad por parte del
pediatra o del obstetra y suele causar una gran angustia
a los progenitores, aunque la repercusión funcional
auditiva suele ser moderada y la asociación con malformaciones craneofaciales o viscerales es muy inconstante.
Sin embargo, la exploración física pediátrica exhaustiva de todos los niños que presenten una anomalía
significativa del oído externo es esencial, en busca de
malformaciones asociadas, sobre todo cervicofaciales
(encondromas preauriculares, paresia o parálisis facial,
asimetría mandibular, paresia velopalatina, anomalías
oculares, anomalías de las vértebras cervicales, etc.) y de
malformaciones a distancia, sobre todo renales o de las
vías urinarias, o bien cardíacas.
La asociación de anomalías oculoauriculovertebrales
define el «espectro OAV» [14], cuya forma más clásica es
el síndrome de Goldenhar (presencia de dermoides
epibulbares y frecuentemente de anomalías cardíacas y
cerebrales congénitas) o la malformación de Klippel-Feil
(fusión congénita de las vértebras cervicales que causa
un cuello corto, una disminución de la movilidad
cervical y una implantación posterior baja del pelo)
(Fig. 3) [15].
Por tanto, el tratamiento debe ser multidisciplinario,
con la colaboración de pediatras, genetistas, otorrinolaringólogos y logopedas.
Aplasias mayores bilaterales
Las aplasias mayores bilaterales pueden ser simétricas
o asimétricas. Las principales causas son:
• la disostosis mandibulofacial o síndrome de TreacherCollins (o de Franceschetti-Zwahlen) suele asociar a
las anomalías del oído externo y medio una hipoplasia malar, de la rama ascendente de la mandíbula y
del suelo de la órbita, así como una oblicuidad
antimongoloide de las hendiduras palpebrales, frecuentemente con un coloboma palpebral inferior. A
3
E – 20-055-A-10 ¶ Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio
Figura 2. Diferentes anomalías típicas del oído externo.
A. Encondromas preauriculares.
B. Oreja en cucurucho.
C. Grado I de Meurman, pequeño pabellón armonioso.
D. Grado II de Meurman.
E. Grado III de Meurman.
esto se puede asociar una fisura palatina y, en ocasiones, una atresia coanal bilateral (Fig. 4). La afectación
suele ser bilateral y simétrica, de transmisión autosómica dominante, pero con una gran variabilidad
interindividual e intrafamiliar. En más de la mitad de
los casos, no se encuentran antecedentes familiares y
se trata de una mutación «de novo». La inteligencia
suele ser normal. El gen TCOF1, localizado recientemente en el brazo largo del cromosoma 5, es responsable del síndrome y codifica una fosfoproteína
nucleolar denominada «treacle», que interviene en el
desarrollo embrionario craneofacial [16];
• la disostosis acrofacial o síndrome de Nager [17] es
mucho menos frecuente que el síndrome de TreacherCollins (Fig. 5), pero produce un aspecto facial muy
parecido, sin coloboma palpebral, aunque asociado a
anomalías de las extremidades (agenesia de los pulgares, sindactilias, clinodactilias, etc.). La transmisión
también es autosómica dominante;
• el síndrome de Townes-Brocks [18] asocia malformaciones anales, de las extremidades, de los pabellones
4
auriculares (de intensidad variable) de carácter simétrico o asimétrico, así como un retraso mental
inconstante. El gen responsable (SALL1) se ha identificado en el cromosoma 16;
• el síndrome branquiootorrenal o síndrome BOR, que
asocia anomalías renales o de las vías excretoras,
fístulas branquiales y anomalías otológicas, por lo
general con orejas en cucurucho, pero también alteraciones osiculares (cf aplasias menores) y una
hipoacusia de percepción endococlear. El gen responsable (EYA1) se ha aislado en el cromosoma 8 [19]. La
transmisión es autosómica dominante con expresividad y penetrancia variables.
Otros síndromes pueden incluir de forma ocasional
una aplasia mayor, como la disostosis craneofacial de
tipo Apert o Crouzon, el síndrome de Potter y el síndrome de Moëbius.
Otras anomalías del pabellón
Se han descrito otras anomalías de los pabellones
auriculares, sobre todo en el contexto de síndromes
Otorrinolaringología
Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio ¶ E – 20-055-A-10
Cuadro I.
Clasificación de Meurman.
Clasificación
Meurman
[12]
Marx
Nagata
Grado I
Grado II
Grado III
Pabellón pequeño y malformado,
pero armonioso, conducto auditivo
externo atrésico o estenótico
Restos verticales del pabellón, conducto auditivo totalmente atrésico
Ausencia casi completa de pabellón y
resto en forma de un lóbulo
Deformación leve con un pabellón
El oído externo mide 1/2-2/3 del tapequeño, pero que presenta todos los maño normal
relieves
[13]
Tipo concha: el trago y la escotadura
intertrágica, así como el conducto
auditivo externo están presentes en
grados diversos
Malformación grave con un pabellón en
forma de cacahuete
Tipo microconcha: invaginación sim- Tipo lóbulo: anotia con resto en forma de
ple en el seno de los restos cartilagino- un lóbulo sin concha
sos
Figura 4. Síndrome de Treacher-Collins.
Figura 3. Malformaciones de Klippel-Feil con oreja en cucurucho (A, B).
malformativos y se salen de la descripción de las microtias, como sucede con la asociación CHARGE (acrónimo
inglés de Coloboma, defecto cardíaco [Heart], Retraso
del crecimiento [Growth] y del desarrollo, anomalías
auriculares [Ear]/hipoacusia), en la que las malformaciones de los pabellones suelen ser características y casi
constantes, de tipo hipoplasia del lóbulo y del plegamiento, en especial con inversión del antihélix (cf
Figura 9A). La microdeleción 22q11 o síndrome de Di
George o velocardiofacial también puede manifestarse
por anomalías leves de los pabellones, como un hélix
que recubre las demás estructuras [20].
Anomalías del conducto
auditivo externo
Las anomalías del conducto auditivo externo pueden
ir de la ausencia total del conducto, como en las aplasias mayores del pabellón, a la estenosis congénita
aislada y moderada, sin repercusión sobre la función
auditiva, con todos los grados intermedios posibles.
Otorrinolaringología
Figura 5. Síndrome otomandibular derecho con parálisis facial
(pabellón reconstruido a la derecha) (A, B).
A menos que quede reducido a un conducto extremadamente estrecho y obstruido por cerumen seco, e
incluso por un colesteatoma secundario a retención
epidérmica, la repercusión auditiva suele ser leve, menor
5
E – 20-055-A-10 ¶ Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio
Cuadro III.
Clasificación de De la Cruz de las atresias congénitas
Malformaciones menores
[25].
Malformaciones mayores
Neumatización mastoidea nor- Neumatización reducida
mal
Figura 6. Agenesia del cuello del martillo visible en otoscopia.
Cuadro II.
Clasificación de Teunissen y Cremers.
Ventana oval normal
Agenesia de la ventana oval
Relaciones ventana ovalconducto facial normales
Trayecto anómalo del nervio
facial
Oído interno normal
Anomalías del oído interno
Cuadro IV.
Sistema de evaluación de los candidatos a la canaloplastia de
Jahrsdoerfer [26].
Parámetros anatómicos
Puntos
Tipo
Descripción
Estribo presente
2
I
Displasias de las ventanas oval o redonda
Ventana oval presente
1
IIA
Platina fija aislada o con afectación del estribo
Caja del tímpano presente
1
IIB
Platina fija con afectación del martillo o del yunque
Nervio facial normal
1
III
Platina móvil con otra afectación osicular
Bloque incudomaleolar presente
1
IV
Malformaciones complejas asociadas a anomalías del
VII nervio craneal o vasculares
Mastoides bien neumatizada
1
de 30 dB. La existencia de una hipoacusia de transmisión marcada, superior a 30 dB, debe orientar hacia una
malformación del oído medio asociada, de tipo «aplasia
menor».
Anomalías del oído medio
Aún se denominan «aplasias menores». En ausencia de malformación del pabellón, suelen reconocerse de
forma tardía, hacia los 5-6 años de edad, ante la existencia de una hipoacusia de transmisión unilateral. En
caso de malformaciones bilaterales, pueden revelarse por
un retraso del lenguaje.
Por lo general, se trata de una hipoacusia de transmisión no evolutiva, estable, que aparece en ausencia de
antecedentes de otitis o de traumatismos y sin derrame
en el oído medio. Pueden encontrarse signos de afectación mínima del oído externo (defecto del plegamiento,
oreja con anomalía de los pliegues, estenosis parcial del
conducto, etc.). Varios autores han señalado un paralelismo entre la relevancia de la malformación de la oreja
y del oído medio [21], aunque los estudios recientes de
imagen no confirman estos datos [22] . Sin embargo,
como la formación del pabellón precede a la del oído
medio, un pabellón muy malformado implica siempre
una afectación significativa de dicho oído medio, pero
la existencia de una malformación mínima de la oreja
puede ocultar una alteración osicular. Por tanto, la
principal dificultad consiste en no pasar por alto una
aplasia menor limitada a los huesecillos del lado
opuesto a una aplasia mayor de aspecto unilateral.
La otoscopia puede mostrar un tímpano normal,
sobre todo en caso de anomalía limitada al yunque o de
fijación congénita del estribo. En las anomalías del
martillo, éste puede aparecer desdibujado y con una
disminución de la movilidad (Fig. 6). En los casos
favorables, la tomografía computarizada (TC) puede
mostrar fijaciones congénitas maleolares a nivel del
receso epitimpánico anterior e incluso en la espina
timpánica anterior.
La diversidad de las malformaciones osiculares descritas es considerable, por lo que resulta difícil de clasificar.
La clasificación más admitida es la de Teunissen y
Cremers [23] (Cuadro II).
También en este caso, es muy posible que existan
asociaciones malformativas, como en las aplasias mayores, a las que pueden estar asociadas. La asociación más
6
Articulación incudoestapedial presente
1
Ventana redonda normal
1
Aspecto del oído externo
1
Total de puntos disponibles
10
Puntuación
Tipo de indicación
quirúrgica
10
Excelente
9
Muy buena
8
Buena
7
Aceptable
6
Marginal
≤5
Mala
típica es la de Wildervanck, o síndrome cervicooculoacústico, que consta de: síndrome de Duane (parálisis
oculomotora del nervio abducens), anomalía de KlippelFeil e hipoacusia que puede ser neurosensorial pura o
mixta con fijación de la platina.
Se han descrito fijaciones de la platina familiares
asociadas a anomalías de las bolsas branquiales, hiperplasia de la raíz nasal e hipermetropía [24].
También se han desarrollado distintas clasificaciones
con el objetivo de orientar hacia un tratamiento quirúrgico o protésico. Las dos principales son las de
De la Cruz [25] y Jahrsdoerfer [26] (Cuadros III y IV).
Anomalías asociadas del oído interno
En la inmensa mayoría de los casos (80-90%) según
los autores, no existen anomalías de funcionamiento o
morfológicas del oído interno [27]. Sin embargo, y antes
de cualquier intervención quirúrgica, es absolutamente
indispensable realizar una valoración audiométrica
objetiva y/o subjetiva, así como una prueba de imagen,
sobre todo una TC del oído interno. Las malformaciones
del oído interno asociadas se encuentran esencialmente
en el contexto de asociaciones malformativas, más que
en las aplasias mayores aisladas.
■ Diagnóstico audiológico
En caso de aplasia mayor con ausencia de conducto
auditivo externo diagnosticada al nacer [28], el primer
estudio auditivo neonatal se dirige a valorar la audición
contralateral mediante un método objetivo, como las
otoemisiones provocadas o los potenciales provocados
Otorrinolaringología
Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio ¶ E – 20-055-A-10
automatizados, acoplados a una audiometría conductual. Si esta exploración es normal, puede ser indispensable realizar un control anual para no pasar por alto
una hipoacusia adquirida del lado sano, sobre todo
debido a una otitis seromucosa.
En cuanto la edad del niño lo permite, la audiometría
tonal realizada en cada oído por separado muestra una
hipoacusia de transmisión pura con una curva aérea
horizontal en el umbral de 60-70 dB y una curva de
conducción ósea entre 0 y 20 dB. En la acumetría, la
prueba de Weber se lateraliza al lado de la
malformación.
En ocasiones, existe una afectación del oído interno,
que suele predominar en las frecuencias agudas y, en
pocas ocasiones, una cofosis unilateral [27].
En caso de malformación bilateral, con resultados
discordantes, no se debe dudar en recurrir a los potenciales provocados clásicos. Permiten valorar el oído
malformado, mostrando (con un enmascaramiento
apropiado del lado sano) un umbral transmisivo de
60 dB, sin fenómeno de reclutamiento y sin prolongación del intervalo I-V.
Si se sospecha una aplasia menor, la audiometría
tonal muestra una hipoacusia de transmisión con
conducción aérea horizontal comprendida entre 30 y
60 dB de pérdida en función de la gravedad de la
alteración osicular. La conducción ósea suele ser normal,
pero puede estar alterada en algunas formas mixtas, por
lo general con un predominio en las frecuencias agudas.
No se encuentra el fenómeno de Carhart descrito en la
otospongiosis. La impedanciometría suele aportar
mucha información, porque puede diferenciar una
fijación osicular de una discontinuidad del yunque. El
reflejo estapedial puede estar abolido o conservado, en
función de la malformación osicular. Por último, la
asociación con una hipoacusia perceptiva, dando lugar
a una hipoacusia congénita mixta, no es excepcional,
sobre todo en el contexto de las anomalías de KlippelFeil (síndrome de Wildervanck).
■ Pruebas de imagen
las malformaciones del oído externo y medio. La TC se
ha convertido con rapidez en la técnica de elección. Es
fundamental lograr una colaboración estrecha entre el
otorrinolaringólogo y el radiólogo para la interpretación
de las imágenes, en especial para determinar la operabilidad de las malformaciones [29].
Interpretación
Se deben estudiar algunos elementos fundamentales
de interpretación para proponer una posible indicación
quirúrgica funcional: el aspecto del oído interno (posible existencia de una malformación de Mondini, de una
dilatación del acueducto vestibular, etc.), la relevancia
de la neumatización mastoidea, el trayecto del conducto
del nervio facial y, sobre todo, sus relaciones con la
platina del estribo, la presencia de la ventana oval y de
superestructuras del estribo.
Aplasias mayores y estenosis del conducto
auditivo externo (Fig. 7)
Las formas moderadas con un conducto estenótico,
pero presente, se acompañan en la mayoría de los casos
de un trayecto del nervio facial próximo a la normalidad y de un oído medio de volumen adecuado, con
escasa displasia de los huesecillos. Las formas graves con
ausencia de conducto se asocian siempre a un trayecto
aberrante del nervio, a una placa atrésica más o menos
gruesa y a un oído medio de pequeño volumen con
displasia osicular. El martillo y el yunque suelen estar
fusionados, girados, ser globulosos y a menudo aparecen
fijados al tegmen tympani (Fig. 7A). El trayecto del
nervio facial suele ser más anterior de lo normal, sobre
todo en las disostosis mandibulofaciales [30].
Las formas con estenosis muy marcada o con ausencia de conducto conllevan un riesgo mayor de colesteatoma. Éste puede ser de origen congénito por inclusión
epidérmica o secundario por retención epidérmica en
un conducto demasiado estrecho [31].
Aplasias menores o displasias osiculares
Indicaciones y técnicas
(Fig. 8)
Los avances de las técnicas de imagen modernas han
revolucionado por completo el estudio radiológico de
Las anomalías más frecuentes son las luxaciones
incudoestapediales y las anquilosis estapedovestibulares.
Figura 7. Estenosis marcadas del conducto auditivo externo con anomalías del
oído medio en la tomografía computarizada.
A. Estenosis completa del conducto auditivo
externo derecho (corte coronal) asociada a
una agenesia osicular y a una platina del
estribo estrecha.
B. Mismo caso en corte axial donde se observa un bloque incudomaleolar y unas ramas del estribo de aspecto fijo sobre el promontorio.
C. Estenosis intensa del conducto auditivo
izquierdo, procidencia del nervio facial sobre
la platina e hipoplasia del estribo (bloque
fibroso).
D. Mismo caso en corte axial donde se observa una hipoplasia de la caja del tímpano.
Otorrinolaringología
7
E – 20-055-A-10 ¶ Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio
Figura 8. Anomalías del oído medio con
conducto auditivo normal en la tomografía
computarizada.
A. Agenesia de la platina del estribo con
facial procidente.
B. Luxación congénita del yunque con
puente óseo sobre el conducto semicircular
lateral.
C. Fijación congénita de la cabeza del martillo al epitímpano anterior.
D. Aplasia osicular completa con hipoplasia
de la ventana oval.
Figura 9. Anomalías del oído externo-medio asociadas a anomalías cocleares.
A. Aspecto típico del oído externo izquierdo de un niño que presenta una asociación CHARGE.
B. Mismo caso. Tomografía computarizada del hueso temporal izquierdo que muestra una malformación coclear típica con hipoplasia de
los conductos semicirculares, malformaciones osiculares y engrosamiento de la platina del estribo.
Es muy difícil sistematizar las malformaciones osiculares, sobre todo las del estribo, salvo que las alteraciones
del primer arco afectan sobre todo a la parte alta de los
huesecillos (cabeza del martillo, cuerpo del yunque),
mientras que las de la parte baja de los huesecillos
(mango del martillo, rama descendente del yunque y
superestructuras del estribo) se relacionarían sobre todo
con una alteración del segundo arco.
Las luxaciones incudoestapediales se acompañan en
ocasiones de anomalías de las superestructuras del
estribo, pero el martillo es normal en la mayoría de los
casos. Las anquilosis estapedovestibulares pueden
aparecer como un engrosamiento simple de la platina o
incluso asociarse a una platina normal.
Las anomalías asociadas de las demás estructuras del
oído medio son frecuentes:
• anomalías del trayecto del nervio facial; la dehiscencia del acueducto de Falopio provoca una prominencia del nervio sobre la ventana oval, que puede
incluso enmascararla (Fig. 8);
• anomalías de las paredes de la cavidad timpánica; la
ventana oval pocas veces es normal y a menudo
aparece reducida a una simple hendidura por un
facial procidente, que está ausente de forma excepcional. La ventana redonda se afecta con más fre-
8
cuencia, sobre todo debido a un acodamiento anterior de la tercera porción del nervio facial;
• anomalías vasculares de la cavidad timpánica; son
frecuentes en las aplasias y pueden encontrarse de
forma aislada, sobre todo la procidencia del bulbo de
la yugular, el trayecto anómalo carotídeo o la persistencia de la arteria estapedial (Fig. 8). Por lo general,
la arteria estapedial atraviesa el arco estapedial y
recubre la platina del estribo.
Anomalías asociadas del oído interno
Las anomalías asociadas del oído interno no son
excepcionales, tanto en el contexto de las aplasias
menores como en las aplasias mayores con o sin repercusión sobre la función coclear. Estas anomalías morfológicas son más habituales en las asociaciones
sindrómicas. Pueden afectar al laberinto posterior, con
hipoplasia de los conductos semicirculares, como en la
asociación CHARGE (Fig. 9) o en ocasiones la microdeleción 22q11, dilatación del acueducto vestibular o del
saco endolinfático. La alteración coclear se puede asociar
también a diferentes estadios de gravedad (desde la
malformación de tipo Mondini a la microvesícula
coclear).
Otorrinolaringología
Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio ¶ E – 20-055-A-10
■ Indicaciones terapéuticas
Principios del tratamiento
audiológico [28]
La prioridad terapéutica de las malformaciones mayores del oído externo y medio es garantizar la función
auditiva más normal posible desde los primeros meses
de vida.
Las prótesis deben plantearse desde los 3-4 meses si la
afectación auditiva es bilateral. Cuando el conducto
auditivo es lo bastante permeable al menos en un lado,
se propone una prótesis por vía aérea. En su defecto,
puede adaptarse una prótesis por vía ósea con ayuda de
un vibrador montado en una balaca.
A partir de los 5 años de vida, en caso de necesidad
de continuar la prótesis por vía ósea, la mejor solución
es un sistema osteointegrado con vástago de titanio
(audioprótesis osteointegrada o BAHA, de bone-anchored
hearing aid), aunque no está exenta de problemas locales
en los niños, sobre todo de cuidado cutáneo.
El tratamiento logopédico y psicológico debe ser lo
más precoz posible. El control audiométrico y ORL debe
ser periódico, con un mínimo de una audiometría anual
con exploración local del oído (desobstrucción ocasional
del conducto auditivo externo en caso de estenosis,
etc.).
Tratamiento genético: consejo
genético
Aparte de las asociaciones sindrómicas, la mayor parte
de las aplasias auriculares aparecen de forma aislada y
sin una etiología identificable en la actualidad. Sin
embargo, la búsqueda de malformaciones asociadas debe
ser sistemática y requiere como mínimo una ecografía
cardíaca y renal, una exploración oftalmológica y
radiografías de la columna cervical. En caso de antecedentes en la fratría, el riesgo de recurrencia de una
aplasia aislada es bajo, de alrededor de 3/1.000 [10] .
Puede proponerse un diagnóstico prenatal mediante
ecografía tridimensional, pero como las consecuencias
funcionales son escasas, no puede proponerse ninguna
decisión prenatal respecto a la gestación en curso.
Indicaciones de la cirugía funcional
En caso de aplasia mayor unilateral, la mayor parte de
los autores coinciden en no proponer una rehabilitación
auditiva quirúrgica, dadas las escasas dificultades que
presentan estos niños, los riesgos quirúrgicos (laberintización, parálisis facial, estenosis del conducto) y los
resultados demasiado inconstantes de ésta (audición
insuficiente en al menos un 66% de los casos).
En caso de aplasia mayor bilateral, algunos autores
proponen la realización de una intervención funcional
en un lado a partir de los 5 años de edad, escogida en
función de las condiciones anatómicas y después del
análisis cuidadoso mediante pruebas de imagen (TC) [26].
En caso contrario, puede proponerse una prótesis
osteointegrada. Sin embargo, la colocación de una
prótesis implantada no debe comprometer las posibilidades de reconstrucción plástica de la oreja.
En la aplasia menor unilateral asociada o no a una
estenosis del conducto auditivo externo, la indicación
quirúrgica puede proponerse a partir de los 7 años de
edad, si las condiciones locales son favorables, y en
función de las molestias del niño (pérdida auditiva
superior a 30 dB). En caso de malformación del oído
interno, cualquier procedimiento sobre el estribo conlleva un riesgo de gusher laberíntico. En estas circunstancias, puede proponerse una canaloplastia exclusiva
sobre el conducto auditivo externo estrecho, sin procedimiento sobre la platina, para facilitar la utilización
posterior de prótesis por vía aérea.
Otorrinolaringología
En las aplasias menores bilaterales, la adaptación
bilateral de prótesis por vía aérea se propondrá hasta los
5 años de edad. Si existen dificultades para adaptar las
prótesis, debido a una estenosis de los conductos
auditivos externos, podrá proponerse una intervención
de canaloplastia más precoz, al menos en un lado, para
permitir la adaptación de una prótesis por conducción
aérea.
En las aplasias mayores y menores, y a pesar de los
avances de las técnicas modernas de imagen, la naturaleza exacta de la malformación sólo puede precisarse
con frecuencia durante la intervención quirúrgica. Los
principales hallazgos quirúrgicos son (además de los ya
descritos, cf supra):
• en cuanto al nervio facial: en las aplasias mayores, la
agenesia del hueso timpánico provoca un desplazamiento anteroinferior del nervio [32] . El riesgo de
lesión quirúrgica del nervio facial aumenta con la
estrechez de la cavidad timpánica [33, 34]. El riesgo de
parálisis facial disminuye con la utilización de fresas
de diamante y de monitorización intraoperatoria, así
como con la experiencia del cirujano [34, 35];
• respecto a la cavidad timpánica: en las aplasias
mayores, la caja casi nunca tiene un volumen normal. En ocasiones es virtual en las grandes microsomías faciales o las disostosis mandibulofaciales
graves [32]. Su acceso se ve dificultado por la lámina
ósea atrésica que suele estar unida al martillo. Suele
encontrarse en posición alta inframeníngea. La ventana oval pocas veces es normal y a menudo está
reducida a una simple hendidura por un facial procidente, a veces ausente. La ventana redonda suele estar
afectada y en ocasiones ausente, sobre todo debido a
un acodamiento anterior de la tercera porción del
nervio facial;
• los huesecillos; en las aplasias mayores, siempre
existen anomalías significativas de la cadena, en la
mayoría de las ocasiones un bloque incudomaleolar en contacto con la placa atrésica. En las aplasias
menores, el aspecto del tímpano no permite prejuzgar
las malformaciones osiculares subyacentes, en especial
la existencia de una fijación atical o platinar o una
interrupción de la cadena [29].
Principio de la etapa funcional
La obtención de un «buen resultado» funcional se
basa en la creación de una cavidad del oído medio
exenta de líquido, cerrada por una membrana vibrante
de suficiente superficie y en contacto con una cadena
osicular móvil. Además, todo ello debe asociarse a un
conducto auditivo permeable y del calibre suficiente. Las
intervenciones de canaloplastia tienen un pronóstico
mejor en caso de conducto estenótico, pero recubierto
por un mínimo de epidermis sana y suelen conllevar
menos riesgos de complicaciones (sobre todo parálisis
facial).
El tímpano suele reconstruirse con aponeurosis temporal o con cartílago. Si la cadena osicular, aunque esté
malformada, es móvil con una transmisión de los
movimientos a una platina no fija, el injerto timpánico
podrá apoyarse directamente encima, bien sobre el
bloque yunque-martillo si está conservado, o bien
directamente en el botón del estribo, realizando una
miringoestapedopexia, o en una prótesis interpuesta
entre el estribo y el injerto.
En caso de inmovilidad de la platina del estribo,
puede realizarse una platinotomía calibrada o una
platinectomía, aunque con un riesgo coclear no despreciable. Si la platina está ausente o si es inaccesible
(procidencia del nervio facial), las técnicas de fenestración del conducto semicircular lateral propuestas en otra
época ya no se realizan por la mayor parte de los
autores, debido a los riesgos elevados de laberintitis
(alrededor del 25-30%). Algunos autores proponen en
9
E – 20-055-A-10 ¶ Malformaciones congénitas del oído externo y del oído medio
estas situaciones una transposición del facial [36], mientras que otros sugieren la creación de una neoventana
sobre el promontorio [37, 38]. En todos estos casos, dado
que el riesgo coclear es más elevado, que la hipoacusia
no es evolutiva y que se pueden adaptar prótesis, se
debe ofrecer la información más leal y objetiva posible
al niño y a los progenitores. Algunos autores (Jahrsdoerfer, De la Cruz) (Cuadros II y III) han propuesto clasificaciones que permiten en cierto modo cuantificar los
riesgos quirúrgicos y predecir los resultados. Una actitud
prudente puede consistir en reservar la decisión de
intervención a la edad adulta en un paciente informado
de los beneficios y los riesgos. El desarrollo de nuevas
prótesis de oído medio implantables podría modificar
las indicaciones en los próximos años [39].
Anomalías menores del pabellón
El tratamiento quirúrgico de las anomalías leves del
pabellón (orejas en asa, criptotias, etc.) se describe en un
artículo específico de la enciclopedia, por lo que no se
repetirá aquí. De forma esquemática, los encondromas
preauriculares pocas veces justifican una indicación
quirúrgica aislada, salvo si son muy voluminosos. Suele
realizarse bajo una anestesia general por otra indicación (potenciales provocados, intervención quirúrgica
programada de otra localización, etc.). No está justificado proponer esta exéresis antes del año de edad,
incluso aunque los progenitores exijan la extirpación
precoz.
Los otros tipos de malformaciones se tratan mediante
técnicas locales, en ocasiones con el uso de injertos
cartilaginosos y por lo general pueden proponerse a
partir de los 7-8 años de edad, en función de la
demanda del niño y de la posible repercusión
psicológica.
Resultados de las fases funcionales
Según la mayoría de los autores [40], en las aplasias
mayores, en un 40-50% de los casos se logra una ganancia inferior a 20 dB y en alrededor de un 10% no existe
ganancia. Los principales riesgos son la lateralización del
injerto en alrededor del 25% de los casos, la afectación
endococlear en el 2% y la parálisis facial en alrededor
del 1%.
En las aplasias menores, sobre todo en las anquilosis
estapedovestibulares congénitas, se obtiene una ganancia significativa en el 85-90% de los casos según la
mayoría de los autores [41, 42].
■ Conclusión
Principios e indicaciones de la cirugía
plástica
.
Aplasias mayores
Se han propuesto varios procedimientos para la
reconstrucción de las aplasias mayores y dependen en
gran medida del grado de la malformación (clasificación
de Meurman) (Cuadro I). Las malformaciones de grado
I no suelen requerir más que procedimientos locales,
salvo en caso de oreja en cucurucho muy marcada. Las
orejas de grado II requieren el uso de colgajos cutáneos
y/o de injertos cartilaginosos autólogos (costales o
auriculares contralaterales) y constituyen sin duda los
casos más difíciles, porque son los menos
sistematizados.
En las orejas de grado III se requiere una reconstrucción completa del pabellón en la mayoría de las ocasiones, sin tener en cuenta los restos cartilaginosos, algo
que, paradójicamente, facilita la elección técnica del
cirujano. En estos casos, la utilización del cartílago
autólogo costal sigue siendo la modalidad más admitida.
Fue descrita inicialmente por Tanzer y después por Brent
y Nagata. Se requieren varias intervenciones quirúrgicas,
por lo general con 6 meses de intervalo. Su descripción
precisa se recoge en un artículo específico.
Estas reconstrucciones quirúrgicas pueden proponerse
a partir de los 7-8 años de edad, en niños cooperadores
y que comprendan los principios de la intervención. El
cumplimiento del niño es esencial para el tratamiento y
el postoperatorio, y condiciona en parte la calidad de
los resultados. Por tanto, se debe preguntar directamente
al niño sobre la repercusión de la aplasia en sus relaciones sociales, en especial escolares, sin tener en cuenta
sólo la opinión de los progenitores.
Algunos equipos proponen la colocación de implantes
de titanio similares a los utilizados para las prótesis
BAHA y que permiten el uso de epítesis. Sin embargo,
esta técnica suele ser más utilizada en adultos, en
especial en caso de amputación traumática o quirúrgica
del oído externo. La epítesis constituye una exigencia
diaria y definitiva de colocación y de cuidados locales.
La inserción de implantes compromete la realización
posterior de una reconstrucción quirúrgica si el paciente
no queda satisfecho.
10
Las malformaciones del oído externo y medio suelen
aparecer imbricadas, debido a su desarrollo embriológico
común. En la mayoría de las ocasiones aparecen de
forma aislada, aunque el médico debe detectar las
principales asociaciones sindrómicas, en especial las
malformaciones asociadas (cardíacas, renales, vertebrales, etc.). El tratamiento de estas malformaciones es
funcional y estético. Los progresos de las técnicas de
imagen, de la genética y de las nuevas prótesis están
transformando el pronóstico de estas malformaciones.
.
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Service d’ORL pédiatrique, Hôpital Robert-Debré, AP-HP, Université Paris VII, 48, bd Sérurier, 75019 Paris, France.
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Teissier N., Benchaa T., Elmaleh M., Van Den Abbeele T.
Malformations congénitales de l’oreille externe et de l’oreille moyenne. EMC (Elsevier Masson SAS, Paris), Oto-rhino-laryngologie,
20-055-A-10, 2008.
Disponible en www.em-consulte.com/es
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