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ABC 2019-08-18 La partida desde Sevilla

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15/12/2020
Primera vuelta al mundo: La partida
Primera vuelta al mundo: La partida
Primera vuelta al mundo es una serie de artículos en la que el marino Ignacio Fernández Vial recreará cada
sábado el viaje de Magallanes y Elcano
Ignacio Fernández Vial
Actualizado:18/08/2019 14:34h
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El domingo día 2 de agosto del año 1519, el asistente de
Sevilla, Sancho Martínez, en un solemne acto celebrado a la
iglesia de Santa María de la Victoria y a los pies de su
imagen titular, entrega el estandarte real a Fernando de
Magallanes, de rodillas ante el altar mayor. Era el
solemne acto que daba inicio oficial a la «Armada de la
Especiería».
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Así narra Antonio de Herrera cómo Magallanes, ante la imagen de la Virgen de la Victoria,
se arrodilló para que «recibiese el juramento y pleito homenaje, según fuero y costumbre de
Castilla, que haría el viaje con toda fidelidad como buen vasallo de su Majestad, y que el
mismo juramento y pleito homenaje hiciesen los Capitanes y oficiales de la Armada a
Hernando de Magallanes y que seguirían por su derrota y le obedecerían todo».
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15/12/2020
Primera vuelta al mundo: La partida
Ya investido de su cargo de capitán general de la Armada del Maluco, Fernando de
Magallanes colocándose en el Evangelio con el estandarte real en su mano derecha, va
recibiendo el mismo juramento y homenaje de sus capitanes, maestres, pilotos y demás
cargos. Comprometiéndose todos ellos, en este acto presidido por el Cabildo sevillano y los
oficiales de la Casa de la Contratación, a obedecer en todo al capitán general, de tal manera
que si le faltasen incurrían en desacato real.
Cumplida esta formalidad legal, a los tripulantes les queda una semana para estibar en sus
bodegas todos aquellos comestibles susceptibles de echarse a perder. No se pueden llevar a
bordo hasta última hora, para así minimizar en lo posible el riesgo de que los alimentos
frescos se estropearan a causa de las altas temperaturas que se alcanzan debajo de
las negras cubiertas de las naos, expuestas al tórrido sol de la Sevilla de agosto.
Antes de partir de la ciudad de Sevilla, Magallanes redacta y entrega a sus capitanes el
sistema de señales a utilizar para comunicarse entre ellos en la mar, tanto de día como de
noche. Con ello no hacía sino hacer públicas las Instrucciones Reales que en su día les
fueron entregadas por Carlos I. En ellas, se ordena que al atardecer todas la naves
saluden con salvas de cañón a la capitana, la Trinidad, y que al mismo tiempo sus
pilotos digan a viva voz cuál es la longitud y latitud estimada, de manera que todos
pudieran oír a los demás y poder corregir cualquier error. Así mismo, se señala a los
escribanos de cada navío que tomen nota cada día de las órdenes dadas por los pilotos. Al
echarse la noche, las instrucciones son otras. «Su navío debía siempre preceder a las otros,
y par que no se le perdiese de vista durante la noche llevaba una antorcha de tea, llamada
farol, atada a la popa de su buque; si además del farol encendía una linterna o un trozo de
cuerda de esparto, los otros barcos debían hacer otro tanto a fin de asegurarse por ello de
que le seguían…». (Pigafetta).
Por fin, a primera hora de la mañana del 10 de agosto de 1519, resuena en Sevilla el
cañonazo de leva. Se disparaba unas horas antes de las salida de la flotas, indicando a sus
tripulantes que la hora de la partida había llegado y que debían de presentarse de inmediato
a los maestres de sus naves. El fuerte estruendo de este cañonazo llega a oídos de los
moradores de Sevilla: los tripulantes cogen sus últimas pertenencias y se dirigen a su
barcos; sus allegados les acompañan por el Arenal y el barrio de Triana; los curiosos saltan
rápidamente de sus catres para asistir a tan popular acontecimiento; los oficiales de
la Casa de la Contratación, vestidos con sus mejores galas, se presentan en el muelle de
Las Muelas para dar fe de la partida y despedir a Magallanes y a sus hombres; los monjes
guardianes de la iglesia trianera en donde se adora la Virgen de la Victoria, revestidos con
sus hábitos, acuden en cofradía para dar su bendición a las naves y a todos sus tripulantes.
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Primera vuelta al mundo: La partida
La ciudad bulle de actividad, a primera hora de la mañana a orillas de sus muelles se agolpa
la multitud. El pueblo hispalense despide a la Trinidad, la San Antonio, la Concepción,
la Victoria y la Santiago, que disparan sus bombardas y falconetes y largan amarras
enarbolando orgullosas todos los estandartes, pendones y tafetanes que flamean bajo el
impulso de una suave brisa. El pueblo sevillano las contempla desde las orillas del
Guadalquivir, sabedores de que estaban viendo partir a unas naves que, dado lo arriesgado
de la empresa, era muy probable que no más volvieran a ver jamás. Así nos lo cuentan los
cronistas: «El 10 de agosto de 1519, lunes por la mañana, la escuadra, llevando a bordo todo
lo necesario, así como su tripulación, compuesta de doscientos treinta y siete hombres,
anunció su salida con una descarga de artillería, y se largó la vela del trinquete.
Descendimos por el Betis hasta el puente de Guadalquivir, pasando cerca de San Juan de
Alfarache, antiguamente ciudad de moros muy poblada, en la que había un puente del que
no quedan vestigios, excepto dos pilares bajo el agua y de los que hay que guardarse, y para
evitar el riesgo se debe navegar por este lugar con pilotos, aprovechando la marea…».
La iglesia de Santa María de la Victoria se encontraba situada en Triana, barrio unido
al gremio de los marineros. Se levantaba muy cerca del muelle de las Muelas. A mediados
del siglo XIX la imagen es trasladada a varias iglesias trianeras, hasta que el año 1883 se
aloja en la que hoy se considera por sus vecinos como la catedral de Triana, la parroquia de
Santa Ana, donde aún se venera. Con motivo del IV Centenario del regreso de Elcano y la
Nao Victoria a Sevilla, la imagen fue restaurada. El puerto trianero del muelle de las Muelas
recibe su nombre porque fue asfaltado con muelas de molino. Era el único atraque sevillano
que contaba con un piso firme, el resto de los muelles eran de arena, incluido el gran muelle
del Arenal.
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