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Hamnet

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HAMNET
DE JAVIER MÁRQUEZ
con algunos textos de William Shakespeare
MENCIÓN ESPECIAL EN EL PREMIO DE DRAMATURGIA JOVEN GERARDO MANCEBO DEL
CASTILLO 2007-2008
Siempre a Mariel.
A mi madre
A mi padre.
PERSONAJES
W ILLIAM SHAKESPEARE/ ESPECTRO
ANNE HATHAWAY/ GERTRUDIS
HAMNET
Gemelos, hijos de Anne y William, ambos 11 años.
JUDITH
Imprescindible que sean niños y no actores que hacen de niños.
HAMLET
CLAUDIO/ LORD CHAMBELÁN
POLONIO/ HORACIO/ CÓMICO/ CRÍTICO 1/ GEORGE
BERNARDO/ LAERTES/ PRODUCTOR 1/ ROSENCRANTZ
MARCELO/ VOLTIMAND/ PRODUCTOR 2/ GUILDERSTERN/ SACERDOTE
FRANCISCO/ CORNELIO/ SEPULTURERO/ CRÍTICO 2/ OSRIC
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de Javier Márquez
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1. Explanada delante del Castillo.
Francisco está masturbándose viendo una revista pornográfica.
BERNARDO, desde fuera de escena: ¿Quién vive?
Francisco se sube los pantalones y esconde la revista.
Entra Bernardo
FRANCISCO: ¿Hoy? Parece que sólo los que tenemos suerte de encontrar comida
limpia.
BERNARDO: ¿Eres tú, Francisco?
FRANCISCO: Un pedazo de él y mucho menos si estas tripas no encuentran algo
para entretenerse.
BERNARDO: Traje algo. Toma. Le entrega una bolsa que contiene pollo rostizado.
FRANCISCO, luego de abrir la bolsa. Inspeccionando un pedazo antes de comerlo:
¿Cómo saber si el pedazo que uno se lleva a la boca contiene el
pequeño beso de la rata? Tal vez prefiero no comer.
BERNARDO: Si uno no come también termina en una tumba.
FRANCISCO, comiendo: Es curioso cómo todos los caminos llevan a los gusanos.
BERNARDO: Todo esto me lleva a pensar sólo una cosa...
FRANCISCO: ¿Qué?
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Entra Marcelo.
MARCELO: ¡Puta madre! Verdaderamente, algo apesta en Dinamarca
- En Inglaterra.
- En Estados Unidos.
- En México.
MARCELO: Algo apesta en Dinamarca.
FRANCISCO: Son los cadáveres, querido Marcelo; los cadáveres que ya no caben
en las fosas comunes. Hasta la tierra les negó la entrada.
BERNARDO: Los perros callejeros nunca habían estado tan gordos.
MARCELO: ¿Qué tienes ahí?
FRANCISCO: Un pedazo de pollo.
MARCELO: ¿Limpio?
FRANCISCO, dándole un pedazo: Sigo vivo.
MARCELO, lo toma: Lo cual quiere decir que está limpio o que eres un fantasma.
FRANCISCO: Con eso de que ahora están muy de moda las apariciones. Ríen.
BERNARDO: No lo invoques.
FRANCISCO: No te preocupes, todavía es temprano.
BERNARDO: No quisiera que madrugara.
FRANCISCO: Tranquilo.
MARCELO: ¿No tienen agua?
FRANCISCO, irónico: ¿Algo más?
BERNARDO: Comer y beber se ha vuelto tan peligroso como jugar ruleta rusa.
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FRANCISCO: Ni una pinche botella de suero queda en los hospitales.
MARCELO: La costumbre nos regresó a esto.
FRANCISCO: Pero, qué tal antes los tacos afuera del metro, ¿eh, Bernardo?
BERNARDO: Ni qué hablar. Lástima de la temporada.
FRANCISCO: ¿Alguno de ustedes sabe bien por qué el redoble de seguridad en
palacio?
BERNARDO: No seas idiota… ¿En verdad no te lo imaginas?... Es para que no
pasen las ratas.
FRANCISCO: Pero si ya hay una enorme que trae puesta la corona. Ríen.
MARCELO: No digas eso. Si alguien más te escucha tal vez seas tú el próximo
bocado limpio que pase por su garganta. Silencio. Al rey Claudio le
llegó el rumor de que Fortinbrás está reclutando una milicia de
mercenarios y teme un ataque.
FRANCISCO: ¿Y qué es lo que encontrará aquí Fortinbrás si no cadáver sobre
cadáver?
MARCELO: Es lo que todos pensamos a excepción del rey.
BERNARDO: Es un pretexto para atacar y tomar Noruega.
FRANCISCO: No estamos como para conquistar países, ¿además, qué cosas
interesantes tiene Noruega?
MARCELO: Comida limpia y medicinas.
FRANCISCO: ¿Por qué no sólo pedimos ayuda internacional y ya?
MARCELO: El rey Claudio nunca hará eso. No se rebajará a pedir ayuda luego de lo
que ha hecho en oriente.
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FRANCISCO: ¡De acuerdo! Entonces nada más nos queda seguir jugando ruleta
rusa con el pollo y esperar que las ratas no nos besen. Lanza
pequeños besos a sus compañeros.
Marcelo deja su pedazo.
Francisco come.
2. Exterior de la casa de los Shakespeare.
Entra Hamnet llevando de la mano a Judith.
JUDITH: ¿Hamnet, seguro que esto no es malo?
HAMNET: Seguro, ¿qué no jugabas a esto con los niños de tu salón?
JUDITH: No.
HAMNET: Anda, voltéate. La voltea y se ponen espalda con espalda. Yo voy
diciendo los días y volteamos la cabeza. Si los dos volteamos hacia el
mismo lado me das un beso y si volteamos diferente, me das una
cachetada.
JUDITH: Yo cuento las cachetadas.
HAMNET: OK, ¿lista?
JUDITH: Sí.
HAMNET: Lunes. Voltean diferente.
JUDITH: Una.
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HAMNET: Martes. Voltean diferente.
JUDITH: Dos.
HAMNET: Miércoles. Voltean igual. Uno. Jueves. Voltean diferente.
JUDITH: Tres.
HAMNET: Viernes. Voltean igual. Dos. Ya. Se separan y quedan de frente.
JUDITH: ¿Qué quieres primero?
HAMNET: Las cachetadas.
JUDITH: OK. Una. Le da la cachetada. Do/
HAMNET: Espérate, espérate… en el otro cachete.
JUDITH: Dos. Le da la cachetada.
HAMNET: Ay, pegas fuerte.
JUDITH: Tres. Le da la cachetada.
HAMNET: Ahora los besos. Se observan un momento nerviosos. Se dan un beso de
piquito rápidamente. Los dos sonríen. Uno. Hamnet se acerca más a
Judith. Se observan. Acercan sus rostros. Hay gozo en ellos.
ANNE, desde fuera de escena: ¡Hamnet! ¡Judith! ¡Hijos! Hamnet y Judith se
separan.
HAMNET: Me debes uno. Judith sonríe.
ANNE, entrando: ¿Dónde andan? Ya métanse, es tarde.
JUDITH: Sí, mamá.
HAMNET: Ya vamos.
Antes de que salgan los niños, entra William.
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W ILLIAM: ¿A dónde creen que van?
HAMNET Y JUDITH: ¡Papá! Se acercan a William.
ANNE, con fastidio: William.
W ILLIAM: ¿Cómo han estado mis dos monstruos?
JUDITH: Bien.
HAMNET: Extrañándote.
W ILLIAM: ¿Y qué hacen vestidos de negro? A Anne ¿Qué pasó?
HAMNET, irónico: Fuimos al funeral de Georgie hoy en la mañana.
ANNE, reprendiendo: Hamnet. Con cierta tristeza oculta. Murió ayer... La peste.
W ILLIAM: ¿Cómo? ¿Ya está aquí la peste?
ANNE: Sí.
W ILLIAM: ¿Intentaron llevarlo al hospital?
ANNE: Los hospitales están llenos, los trámites siguen igual de complejos y para
terminar, algunos doctores salieron de vacaciones.
W ILLIAM: ¡No puede ser!
HAMNET: Nos hubieras acompañado.
W ILLIAM, en tono bromista: Oigan, alguien tiene que trabajar para mantener a la
familia.
ANNE: Los teatros están cerrados.
W ILLIAM: Lo cual, me da tiempo de adelantar trabajo para que tengamos cinco o
seis obras listas para el público cuando reabramos.
ANNE: Cuando reabran, ya no habrá público porque todos estarán muertos.
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W ILLIAM: ¿Por qué siempre tienes que ser pesimista? Entiende que no puedo
descansar. Lord Chambelán me ha encargado especialmente una obra
para la reapertura de El Globo. Y desde que Marlowe murió, toda la
gloria ha sido para mí, pero no puedo confiarme/
HAMNET: ¿Chris murió?
W ILLIAM: Sí, desde hace tiempo.
HAMNET: ¿Por el beso de la rata?
W ILLIAM: No, yo diría que por el beso de una espada. Aquí. Le pica la panza a
Hamnet.
HAMNET: ¡Ouch!
ANNE: Vayan adentro, niños. Los niños voltean a ver a William.
W ILLIAM: Vayan. Antes de que salgan. ¡Hamnet! Este voltea. Adieu, adieu.
HAMNET, sonriendo: Adieu, adieu.
Salen Hamnet y Judith.
Pausa.
W ILLIAM: No vuelvas a hablar así enfrente de mis hijos.
ANNE: ¿Tus hijos? Un padre estaría con sus hijos en todo momento, no sólo les
haría visitas cada año y menos tan breves.
W ILLIAM: Breves, como el amor de una mujer.
ANNE: ¿Qué?
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W ILLIAM: No creas que no lo sé. Me han dicho que te la pasas muy bien en mi
ausencia. Al menos te la pasabas. Amargo. Pobre George. Siempre te
gustaron los hombres más jóvenes, ¿no? Yo caí en tus redes de…
mujer de mundo.
ANNE: Y yo en las tuyas de… Hombre. Bien sabemos que tú tampoco eres un
santo, William. Aquí no llegan los rumores de Londres, pero sí los
libros. Saca de su vestido un libro de Sonetos de Shakespeare. ¿Cómo
está Mr. W.H.? ¿O he de llamarlo Henry Wriothesly? Lee:
Un rostro de mujer Naturaleza,
señora o señor mío te ha pintado;
un corazón gentil y femenino
que ignora las femeninas veleidades;
más brillantes tus ojos, menos falsos,
tiñen de oro el objeto que contemplan.
Tu aplomo viril a hombres cautiva
y así mismo deslumbra a las mujeres.
A modo de mujer fuiste creado,
mas Natura, en negocio desvarío,
privándome de ti añadió luego
algo que a mi amor es indiferente.
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Ya que estás para ellas señalado,
sea mío el amor, de ellas el goce.
Cierra el libro. Me das asco.
W ILLIAM, irónico: ¿Siempre cargas una copia de mis sonetos?
ANNE: No te hagas el/
W ILLIAM, le quita el libro: No lo terminaste de leer, ¿verdad? Lee:
Dos amores, consuelo y sufrimiento
me rondan como espíritus tenaces:
ángel bondadoso un varón rubio,
espíritu del mal una hembra oscura.
Tú no eres hembra oscura, Anne. Ella intenta hablar. A quién escriba y
a quién no, lo que haga o deje de hacer, no es de tu incumbencia.
Anne va a hablar. Tu deber es cuidar a mis hijos como se merecen y
no distraerte con hombres que ni siquiera me llegan a los talones.
ANNE: No te voy a permitir que...
W ILLIAM: ¿Que ensucie la memoria del pobre Georgie?
ANNE: Él era más hombre que tú.
W ILLIAM: Vine aquí para estar con mis hijos, no para discutir contigo.
ANNE: De acuerdo, William, sólo toma en cuenta que la muerte anda rabiosa y en
cualquier momento puede tirar la mordida hacia quien sea. Mantente
cerca.
3. Habitación del rey en el palacio.
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En el lecho, Claudio y Gertrudis tienen relaciones sexuales. Ella en
cuatro puntos y él detrás de ella. Nada cubre el lecho. Rodeándolo,
están Voltimand, Cornelio, Polonio, Laertes y Hamlet.
CLAUDIO: Ese Fortinbrás está pensando que nuestro Estado se encuentra débil y
dividido por la peste y la lamentable muerte de nuestro hermano; y se
le ha ocurrido empezar a reclutar un ejército de terroristas para
recuperar los territorios que perdió su padre en la guerra contra nuestro
hermano. Es por eso que los mando a ustedes dos, Voltimand y
Cornelio, con estas cartas para el tío de Fortinbrás pidiéndole que
controle a su sobrino y le ponga un alto a sus propósitos.
VOLTIMAND Y CORNELIO: Cuente con nosotros para hacer llegar estas misivas a su
destino y regresar pronto con las respuestas.
CLAUDIO: Adelante, lárguense. Salen Voltimand y Cornelio. Y bien, Laertes, ¿qué
te trae ante tu rey?
LAERTES: Pedirle permiso para regresar a Francia con el fin de concluir mis
estudios.
CLAUDIO, terminando de tener relaciones. Se Limpia el pene: ¿Qué dice tu padre?
POLONIO: Tiene todo mi consentimiento, mi señor.
CLAUDIO: Entonces también tienes el mío. Parte cuando quieras.
LAERTES: Le agradezco mucho, mi señor. Salen Polonio y Laertes.
CLAUDIO: Ahora, sobrino Hamlet, mi buen hijo.
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HAMLET: “Sobrino” se me hace poco e “hijo” demasiado.
CLAUDIO: ¿Por qué hay en ti aun esas nubes?
HAMLET: Ninguna, señor, me da mucho el sol.
GERTRUDIS: Hijo, deshazte ya de esos pensamientos tan sombríos. Entiende que
todo lo vivo tiene que morir en algún momento.
HAMLET: Eso lo sé bien.
GERTRUDIS: Entonces ¿por qué te parece tan extraordinario todo esto?
HAMLET: ¿“Parece”? Yo no sé nada de parecer. Lo importante no es este traje de
luto ni estos ojos hinchados ni estas lágrimas secas. Estas son sólo
muestras que las puede fingir cualquiera sin ser buen actor,
simplemente con saber reglas sociales. Es lo que está en mis entrañas,
la sangre que me ahoga, lo que sobrepasa las apariencias.
CLAUDIO: Todo eso es muy bonito, Hamlet, pero tu padre vio morir al suyo y mi
padre al suyo. El ser hijo obliga a observar durante un tiempo la pena
fúnebre del padre, pero el show tiene que continuar. En cuanto a tu
idea de regresar a Cambridge, esperaría que no siguiera en tu cabeza.
GERTRUDIS: Por favor, Hamlet, quédate a lado de tu madre.
HAMLET, sin mucho convencimiento: Si eso te hace feliz, lo haré.
CLAUDIO: ¡Bravo, hijo! Buena decisión. Gertrudis, ven, esta elección de Hamlet
tiene que celebrarse. Brindaré en tu nombre, Hamlet, y cada trago que
dé resonará en el cielo con mis cañones.
Gertrudis besa a Hamlet en la boca como despedida.
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Salen Claudio y Gertrudis.
HAMLET: ¡Qué diera yo por no ser de carne y hueso y poder convertirme en vapor!
¿Dios, por qué prohíbes el suicidio? Qué fastidiosas y banales me
parecen todas las cosas de este mundo... ¡Qué vergüenza! Vivir en un
jardín descuidado, sumido en el abandono, en el que se dan los frutos
más repugnantes. ¿Cómo llegamos a esto? Ni siquiera han pasado dos
meses de su muerte y mi madre ya coge felizmente con mi tío.
¡Fragilidad, tu nombre es de mujer!
4. Habitación de William.
William guarda sus cosas en una maleta.
HAMNET, desde fuera: ¡Papá, papá! Entra. Ya va a empezar… ¿Ya te vas a ir?
W ILLIAM: Sí.
HAMNET: Pero… ¿Y el partido? Ya va a empezar… quedaste que lo veríamos
juntos.
W ILLIAM: Tengo que regresar.
HAMNET: Hoy juegan Dinamarca contra Noruega para ver quién va a la final contra
Inglaterra.
W ILLIAM: Hamnet, tengo que trabajar.
HAMNET: Pero, como dice mi mamá, los teatros están cerrados.
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W ILLIAM: Y como le dije a tu mamá, eso me da ventaja. Además, tengo un carro de
comedias que hay que llevar de un lado a otro y no puedo dejarlo
mucho tiempo sin supervisión.
HAMNET: ¿Y cuándo van a venir aquí?
W ILLIAM: No lo sé. Pero ya verás que pronto regreso.
HAMNET: Pronto, sí… En un año.
W ILLIAM: Hamnet, entiéndeme. Si no trabajo no vamos a tener para comer ni para
tu escuela ni para ir a ver partidos de futbol.
HAMNET: De todos modos nunca me llevas. Siempre terminaban llevándome mi
mamá y George, pero ahora que está muerto…
W ILLIAM: Mira, vamos a hacer algo: En cuanto acabe la peste y se reabran los
estadios, te llevo a ver el primer juego de la selección que haya en
Londres, ¿te parece? Hamnet asiente no muy convencido. Muy bien,
ya tengo que irme.
William toma su maleta.
HAMNET: Papá… Quiero irme contigo.
W ILLIAM: Pero, hijo, ¿tú qué vas a hacer allá?
HAMNET: Ayudarte con tu carro, actuar, escribir, lo que sea.
W ILLIAM: Ese mundo no es para ti.
Entra Anne.
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ANNE: No, ese mundo sólo es para William Shakespeare.
W ILLIAM: Nos estábamos despidiendo.
ANNE: Sí, eso parecía.
HAMNET: Quiero irme contigo.
ANNE: Hamnet, allá es muy peligroso. El beso de la rata/
HAMNET: ¿Y qué? el beso de la rata ya llegó aquí. También aquí es peligroso.
ANNE: Pero allá más.
HAMNET: No me importa.
ANNE: Pero a mi sí. No seré yo quien te exponga a eso.
Pausa.
W ILLIAM: Yo tampoco, hijo. Pausa. Me voy.
ANNE: Adiós.
W ILLIAM: Hamnet; adieu, adieu. Le da un beso en la frente.
HAMNET: Adieu, adieu.
Sale William.
Silencio.
Anne se acerca a Hamnet.
Hamnet sale corriendo.
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5. Sala de palacio.
Hamlet, Horacio, Marcelo y Bernardo.
HAMLET: Horacio, ¿qué es lo que te trae desde Cambridge?
HORACIO: Mi huevonería, señor.
HAMLET: No quisiera oír eso ni de los labios de un enemigo tuyo. Bien sé que no
eres un huevón. Pero ¿qué asunto te trae a Elsinor? Nos tenemos que
tomar unas copas antes de que te vayas.
HORACIO: He venido, señor, a los funerales de su padre.
HAMLET: No te burles, amigo. Viniste a las bodas de mi madre.
HORACIO: Fueron muy cercanas.
HAMLET: ¡Economía, Horacio, economía! Los manjares guisados para el duelo,
recalentados, abastecieron el banquete de bodas. Hubiera preferido
encontrarme en el cielo a mi peor enemigo que presenciar tal
ceremonia. ¡Mi padre!... ¡Me parece que lo veo!
HORACIO: ¿Cómo, señor?
HAMLET: Con los ojos del espíritu.
HORACIO: Una vez lo vi. Era un gran rey.
HAMLET: Era un hombre, en todo y para todo. No espero encontrar a nadie que le
iguale.
HORACIO: Señor, yo creo haberlo visto anoche.
HAMLET: ¿A quién has visto?
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HORACIO: Al rey, su padre.
HAMLET: ¿Al rey, mi padre?
HORACIO: Tranquilícese. Espere a que le cuente lo sucedido.
HAMLET: ¡Por el amor de Dios, habla!
HORACIO: Dos noches seguidas, en la guardia de Marcelo y Bernardo, ellos
tuvieron este encuentro. A la media noche, una figura igual que su
padre surgió ante ellos y con andar pausado y majestuoso pasó a su
lado. Ellos se quedaron mudos del terror y me vinieron a contar. A la
tercera noche yo monté guardia y, a la hora que ellos dijeron y como lo
describieron, se dio la aparición. Conocí a su padre. Estas manos no
se parecen más.
HAMLET: ¿Dónde fue eso?
MARCELO: En la explanada donde hacíamos la guardia.
HAMLET: ¿No le hablaste?
HORACIO: Le hablé, pero no me dio ninguna respuesta.
HAMLET: Es muy extraño.
HORACIO: Sí, pero es tan cierto como que estoy vivo. Hemos creído pertinente
venir a informarle.
HAMLET: Hicieron bien. ¿Hacen guardia esta noche?
BERNARDO: Sí, señor.
HAMLET: Haré guardia con ustedes, a lo mejor vuelve.
HORACIO: Volverá, se lo aseguro.
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HAMLET: Y si adopta la figura de mi padre, yo le hablaré, aunque el infierno mismo
abra su boca y mande que me calle. Les pido a todos que, si hasta
ahora han mantenido esto en secreto, lo sigan haciendo. Estén atentos
a cualquier cosa que pase esta noche pero, igualmente, guarden
silencio. Yo los recompensaré por eso. Vayan con Dios; los veo en la
explanada entre las once y las doce.
TODOS: Cuenta con nuestra obediencia siempre, su alteza.
HAMLET: No, con su amistad como ustedes con la mía. Adiós.
6. Habitación de Hamnet y Judith.
Judith sentada y ensimismada.
Hamnet juega con una lata de Coca- Cola. Viste el uniforme de la
selección inglesa de futbol.
HAMNET, narrando un partido de futbol: Beckham da pase para Hamnet, viene
Hamnet por la banda. ¡Se quita a Ronaldinho! ¡A Cafú! ¡Va solo! ¡Solo!
Patea la lata ¡Tira...! La lata le pega a Judith, Hamnet ríe ¡Gooooool!
¡Gol de Hamnet! ¡Gol de Inglaterra!
JUDITH, enojada: ¡Eres un tonto!
HAMNET, riendo: Perdón, no fue mi culpa. ¿Quién te manda ponerte en la portería?
JUDITH: ¡Tonto!
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HAMNET: Ya, perdón. Judith se suelta a llorar y se cubre para no ser vista. Hamnet
se pone serio y se acerca. Tratando de calmarla. Perdón, no es para
tanto, no llores. Intenta tocarla. Ella lo rechaza. ¿Qué te pasa? ¿Es
porque te pegué?
JUDITH: ¿Qué te importa? Vete. Hamnet intenta acercarse otra vez. ¡Vete! Hamnet
se sienta a su lado. Judith se recuesta en su pecho y sigue llorando.
Hamnet la abraza.
HAMNET: ¿Qué tienes?
JUDITH: Miedo.
HAMNET: ¿De qué?
JUDITH: Del beso de la rata. Ayer fue George. La rata ya está aquí.
HAMNET: Tranquila, mamá nos cuida bien.
JUDITH: ¿Y papá? ¿Y si un día se va y ya no regresa?
HAMNET, enojado: ¡Papá va a estar bien!
JUDITH: Hamnet ¿y si un día se mueren nuestros papás o nuestros abuelitos y nos
quedamos tú y yo solos?
HAMNET, empieza a llorar: Eso no va a pasar.
JUDITH: ¿Y si sí, Hamnet? ¿Tú me vas a cuidar? ¿Serás como el príncipe de la
obra que viste con papá? ¿Serás mi príncipe, Hamnet?
HAMNET, la abraza con más fuerza sin dejar de llorar: Sí, Judith, seré tu príncipe.
JUDITH: ¿No nos va a pasar nada malo?
HAMNET: No.
JUDITH, reconfortada: Te quiero mucho, Hamnet.
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HAMNET: Y yo a ti.
7. “Camerinos” de carro de comedias.
William y un Cómico.
W ILLIAM: Ven, Nombre del actor que interpreta al cómico. Recita el parlamento,
como lo hice, con dicción, porque si lo haces declamando, como la
mayoría de los actores de televisión que quieren hacer teatro, más
valiera que le diera mis versos al voceador de periódicos. Y que tus
manos no corten el aire así, como si fueran serruchos. En todo se
impone la medida, por que, en medio del torrente de la emoción, es
necesario que haya una moderación que suavice cualquier sacudida.
¡Cómo puede dolerme hasta el alma tener que escuchar cómo una
estrellita, con su cara de niño bonito, desgarra los sentimientos hasta
hacerlos añicos, reventando los oídos de los espectadores que sólo
son capaces de ver su cuerpo y no su talento! A ese impostor yo lo
mandaría a la guerra para que lo maten. Trata de evitarlo.
CÓMICO: Se lo garantizo, señor.
W ILLIAM: No seas tampoco tan reservado, deja que tu juicio sea tu guía; que la
palabra corresponda a la acción y la acción a la palabra, cuidando no
exagerar la naturaleza, pues todo lo que se exagera queda fuera del
objetivo del teatro que es poner delante del bien un espejo para que
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este se observe, del vicio para que se le pueda identificar y de nuestro
tiempo para mostrarle su propia putrefacción. Pero si se exagera o se
queda corto, de nada sirve que los televidentes se rían, pues los que
saben de esto, se lamentarán y el juicio de uno de ellos tendrá mayor
peso que el rating más alto. Y es que yo he visto “actores” tan famosos
que sin llegar a tener el talento y el profesionalismo que se requiere
para este arte, ganan muchísimo más que Nombre del actor que
interpreta a William.
CÓMICO: Yo también los he visto, señor. La mayoría son horrendos...
W ILLIAM: Todo lo contrario a ti. Acaricia la mejilla del Cómico, quien sonríe.
Entra Lord Chambelán.
W ILLIAM, al Cómico: Prepárate para la función. El Cómico empieza a maquillarse.
A Lord Chambelán en tono muy familiar. Lord Chambelán, señor, qué
grata sorpresa. No lo esperábamos.
LORD CHAMBELÁN, cortante: ¿Todo listo para la función, William?
W ILLIAM: Todo listo, señor. Bueno, lo que se puede llamar listo en estas andanzas.
LORD CHAMBELÁN: Sí, sí. Bien. ¿Y mi obra?
W ILLIAM: Justo en eso estaba trabajando, señor.
LORD CHAMBELÁN, viendo al cómico: Me habían dicho otra cosa. Por eso vine
personalmente.
W ILLIAM: Le aseguro que mentían, señor.
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LORD CHAMBELÁN: El argumento. ¿Cuál es el argumento?
W ILLIAM: Bueno… se trata de un hombre que… de…
LORD CHAMBELÁN: No tienes argumento. Dime, William… ¿Quién serías sin mí?
Nadie. ¿Qué es William Shakespeare sin mí? Nada. Un nombre que
puede ser borrado muy fácilmente de la marquesina. No sabemos
cuándo reabrirán los teatros, pero cuando reabra El Globo, lo hará con
una obra magnífica; sea tuya o de alguien más. He oído hablar de un
tal John Ford. ¿Crees que sería pertinente llamarlo y encomendarle
esa tarea o te crees capaz de cumplirla?
W ILLIAM, herido de orgullo: Pronto tendrá su obra, señor.
LORD CHAMBELÁN, advirtiendo: Muy pronto. Sale.
Pausa
William observa al cómico.
Entra un mensajero.
W ILLIAM: ¿Qué quieres? No estoy para nadie.
MENSAJERO: Señor, estas noticias son de su casa. Le entrega la carta.
W ILLIAM: Ahora qué, ¿qué quiere mi mujer?
Lee la carta. Se asombra.
-Muerte.
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-Rabiosa.
-Mordida.
-Mantente cerca.
W ILLIAM: ¡Hamnet! Sale apresuradamente.
Cómico se levanta. Ahora es Horacio que forcejea con Hamlet.
Marcelo observa.
El Espectro espera.
HORACIO: ¡Hamlet!
HAMLET: Mi destino me llama, señores. Suéltenme, suéltenme. Se logra soltar
¡Juro que convertiré en cadáver a quien intente detenerme! Al
Espectro. Adelante, te sigo.
Salen Hamlet y el Espectro.
HORACIO: ¡Está loco!
MARCELO: ¿Cómo estarías tú si ese espectro fuera tu padre?
HORACIO: Hay que seguirlo, no lo podemos dejar solo. Salen.
Entran Hamlet y Espectro.
HAMLET: ¿A dónde me llevas? Habla. No daré ni un paso más.
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ESPECTRO: Escucha.
HAMLET: Escucho
ESPECTRO: Ya está muy cerca la hora de que amanezca y yo tenga que regresar a
la tortura de las llamas.
HAMLET: Pobre miserable.
ESPECTRO: No quiero tu lástima sino que me escuches.
HAMLET: Habla, escucharte es mi obligación.
ESPECTRO: Y vengarme cuando lo sepas todo.
HAMLET: ¿Qué?
ESPECTRO: Soy el alma de tu padre condenada a vagar por la tierra durante la
noche y a calcinarme durante el día en las llamas de mi prisión.
Escucha, pues. Se ha dicho que cuando yo tomaba mi siesta, como
cualquier otro día, una serpiente se escurrió por todo mi cuerpo y
mordió mi oído. Mis venas se incendiaron al grado de cubrirme de
tuberías azules todo el cuerpo a punto de desangrarse. Mi piel
comenzó a secarse como la de un leproso y, la poca que sentí caer en
vida, dejaba al músculo expuesto y vivo para que el aire lo escociera.
Mi corazón no se detuvo hasta que se encontró igualmente seco. En el
funeral ya no tenía piel. ¡Terrible muerte para un hombre sin confesión!
Haz de saber, Hamlet, que la serpiente que me envenenó lleva puesta
hoy mi corona.
HAMLET: ¡Oh, Dios! ¡Mí tío!
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ESPECTRO: Sí, ese monstruo incestuoso, el mismo que siempre verá por él antes
que por nadie, el mismo que corrompió a un ser tan precioso como lo
es tu madre y ahora se revuelca en su líquido vaginal… Hamlet, nada
debes hacer a tu madre, el cielo se encargará de su juicio. Me voy, ya
se anuncia el nuevo día. ¡Adieu, adieu! Recuérdame. Sale Espectro
HAMLET: ¡Ay, cortes celestiales! ¡Ay tierra! ¿Algo más? ¿También debo incluir el
infierno? ¡Qué asco! ¡Calma, calma, corazón mío! Y ustedes, músculos
míos, no se hagan viejos de golpe, manténganse firmes para poder
seguir en pie. ¡Que te recuerde!
Entra William llorando, trae puesto el vestuario del Espectro. Está
destrozado.
W ILLIAM: ¡Adieu, adieu! ¡Que te recuerde! Siempre lo haré, mientras conserve su
lugar este cráneo perturbado. Sí, sí. He de borrar todos los recuerdos
banales y estúpidos de mi memoria, todas las sentencias de los libros,
todas las imágenes, todas las impresiones pasadas que han
estampado en ella la juventud y la observación, y, en el libro, en el
volumen de mi cerebro, tan sólo prevalecerán tus últimos lamentos, mi
nombre dicho con tu último aliento, tu nombre en mis entrañas:
Hamnet, ¡Hamnet!, te recuerdo.
8. Habitación de Hamnet y Judith.
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El escenario se irá llenando de ratas.
HAMNET: La rata tiene pulgas, esas pulgas muerden a la rata y le pasan la
enfermedad; la rata, como tiene hambre, va y come de lo que se
encuentra, pero como nuestra comida es mucha para ella, no se la
acaba y la deja; luego, nosotros nos comemos lo que la rata dejó y nos
contagiamos. En el cuerpo empiezan a salir manchas rojas que no se
notan hasta que se empiezan a poner negras. Sin tiempo para tener
miedo, empieza a sentirse mucho calor y el cuerpo comienza a pesar
hasta que se cae al suelo. Uno se siente fatigado y todo en la cabeza
se confunde como si estuviera uno loco. Hamnet toma una rata y juega
con ella. En el estómago se siente como si las vísceras fueran a salirse
por la boca. El pulso baja a ratos hasta que ya no se puede sentir, a
ratos se sube como si fuera un caballo y se cae en fiebre. El corazón
va más rápido y los latidos se sienten pesados y provocan desánimo.
Los ojos se enrojecen, se inflaman y se vuelven vidriosos; la lengua se
pone blanca, después roja y al último negra como si se hubiera
quemado. Esto es antes de desmayarse. Los olores corporales,
sacudidos por temblores, no tardan en salir. En las manchas salen
puntos que arden y alrededor de la piel se forman ampollas como
burbujas de aire, que se llaman bubones, y a éstos las rodea un círculo
que marca su límite. El cuerpo se llena de bubones sobre todo
HAMNET
de Javier Márquez
26
alrededor de la colita, en las axilas y otros lugares donde hay muchas
glándulas. De los bubones, el cuerpo saca la podredumbre interior y,
con frecuencia, la vida.
Cuando se abre el cuerpo del muerto, Como si lo hubiera aprendido en
la escuela, la vesícula biliar se ve inflamada porque contiene un líquido
negro muy denso. La sangre también es negra y la carne se pone dura
como piedra. En el estómago se encuentran fuentes de sangre recién
abiertas. Los intestinos, donde pasa lo más sangriento, donde más se
endurece todo y se descompone, no se afectan. Algunas veces, los
pulmones y el cerebro se ponen negros y el cerebro sufre una
contracción deshaciéndose en un polvo negro... De la nariz le brota
sangre negra. Se limpia con la manga. Tal vez así se haga mi cerebro.
9. Sala del palacio.
Claudio y Gertrudis desayunando en su cama. Él lo hace muy
salvajemente. Entra Polonio.
POLONIO: Ya regresaron los embajadores de Noruega, Señor. Parece que muy
satisfechos.
CLAUDIO: Siempre traes buenas noticias, Polonio. Hazlos pasar.
POLONIO: Ya están aquí afuera, mi Señor. Silba.
HAMNET
de Javier Márquez
27
Entran Voltimand y Cornelio.
CLAUDIO: Bienvenidos sean, Voltimand y Cornelio, ¿qué noticias nos traen de
Noruega?
VOLTIMAND: Las mejores, señor.
CORNELIO: El tío de Fortinbrás ha dicho que nada sabía de los planes de su
sobrino y de inmediato lo ha mandado detener.
CLAUDIO: Me parece perfecto, no podía esperar menos.
VOLTIMAND: Sin embargo, el tío solicita el apoyo de nuestro rey para sus
propósitos.
CLAUDIO: ¿Cuáles son?
CORNELIO: Conquistar Polonia.
CLAUDIO: ¿Y en qué puedo yo ayudar? ¿Tecnología bélica o recursos monetarios?
VOLTIMAND: Dejando pasar el ejército que comandará Fortinbrás por nuestro
territorio, ya que así es más fácil llegar a Polonia. Claudio los mira con
desconfianza. Todo eso dicen estas cartas que se encuentran selladas
para que compruebe, mi señor, la autenticidad de nuestras palabras.
Le entrega las cartas a Claudio.
CLAUDIO, luego de leerlas y mancharlas de grasa: De acuerdo. Tiene mi
consentimiento, pero hazles saber que, de cualquier forma, uno de
nuestros misiles estará preparado para ser lanzado con las
coordenadas de Noruega por si algo llegara a salir mal.
CORNELIO: Así lo diremos, señor.
HAMNET
de Javier Márquez
28
CLAUDIO: Lárguense. Luego de una reverencia, salen Voltimand y Cornelio. A
Polonio. Redoblen la guardia de palacio.
POLONIO: Ya ha sido redoblada, señor.
CLAUDIO: ¡Pues vuélvela a redoblar! Y prepara el misil con las coordenadas.
POLONIO: Señor, y con respecto de la peste, el pueblo está exigiendo mejoras en
los hospitales públicos y los médicos ya no se dan abasto. Escasean
los medicamentos. La mortandad infantil ha aumentado/
CLAUDIO: Eso no importa por el momento, Polonio. Lo importante ahora es
proteger el palacio.
POLONIO: De acuerdo, señor, lo que usted mande. Sale.
Ambos continúan comiendo.
CLAUDIO: No arriesgaré ni un puño de polvo de mi reino.
10. Habitación de Hamnet y Judith.
En el suelo, el uniforme de la selección inglesa de Hamnet.
William y Anne todo el tiempo fuera de escena.
Entra Judith.
W ILLIAM: ¿Dónde está?
ANNE: La pregunta es; ¿dónde estabas tú?
HAMNET
de Javier Márquez
29
W ILLIAM: Déjame pasar a ver a mi hijo.
ANNE: ¿Cuál hijo, William? Si pasas, lo único que encontrarás ahí dentro es la
cáscara purulenta de lo que fue un niño. Tatuado en su rostro todavía
lleva el último espasmo doloroso trazado con lágrimas de sangre seca.
Sangre negra de la muerte. Y si te acercas a sus labios tiesos tal vez
todavía escuches su último grito; ¡Papá! ¡Papá! Te llamó hasta el final.
Desperdició su última bocanada de aire para llamarte, William ¡Y tú no
estabas! ¡No estuviste nunca!
W ILLIAM: ¡Tú tenías que cuidarlo!
ANNE: ¡Tú tenías que cuidarlo, William! ¿Nunca te diste cuenta que ese niño que
llamas tu hijo vivía cada día con la única esperanza de que aparecieras
en la mañana a lado de su cama y lo tomaras entre tus brazos y lo
llevaras a jugar futbol al parque? Y cuando eso no pasaba, antes de
dormirse, me decía con una sonrisa en la boca: Mañana será un día
muy bonito porque mañana va a venir mi papá. No sé si te merezcas
ese título.
Judith toma el uniforme y lo abraza.
W ILLIAM: Bien lo tengo ganado.
ANNE: ¿Sí? ¿Cuál fue su primera palabra? ¿Qué día empezó a caminar? ¿Cuál
era su color favorito? ¿Qué clase prefería en la escuela? ¿A qué
HAMNET
de Javier Márquez
30
equipo le iba? ¿Quién era su jugador de futbol predilecto?... Hablar de
él en pasado me exprime el corazón.
Judith llora.
W ILLIAM: Ahora aquí estoy, déjame verlo.
ANNE: Sí, ahora aquí estás, y ¿dónde estuviste cuando sus festivales de kinder?
¿Dónde cuando ganó su premio de excelencia? ¿Dónde cuando jugó
su primer partido con la selección de su escuela? ¿Y así te consideras
su padre? Siempre te importó más Londres, el teatro, tener el favor de
la
reina,
estampar
tu
nombre
en
las
marquesinas:
William
Shakespeare… Ay, Jefté, qué caro pagas tu gloria.
Judith se acuesta en el suelo.
W ILLIAM, ya destrozado: Déjame verlo, por favor.
ANNE: ¿Para qué? ¿Para redimirte ante él? No, William. Un cadáver es el signo
evidente de que el tiempo no perdona. Lo hecho, hecho está. Lo
demás es silencio.
Silencio.
JUDITH: Lunes.
HAMNET
de Javier Márquez
31
Una.
Martes.
Dos.
Miércoles.
Uno.
Jueves.
Tres.
Viernes.
Dos.
¿Podemos empezar ahora con los besos?
Entra Hamnet.
HAMNET, leyendo una hoja de cuaderno. Trae un lápiz en la mano:
Duda que sean de fuego las estrellas,
duda que el sol se mueva,
duda que la verdad sea sincera,
mas nunca dudes que te amo…
Soy pésimo poeta.
JUDITH, sonrojada: No digas eso, es muy bonito. Tal vez llegas a ser mejor que
papá.
HAMNET
de Javier Márquez
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HAMNET: ¿Lo crees? No sé. No puedo describir lo que siento, pero créeme que te
amo mucho y lo seguiré haciendo mientras sea mía esta máquina que
hoy es Hamnet.
JUDITH: Y yo a ti. Van a besarse.
Entra William. Hamnet y Judith se separan.
W ILLIAM: Hamnet, ¿todavía aquí? Alegre. Tienes que estar en el aeropuerto en
muy poco tiempo. Cambridge te espera. Anda, ve, se te hace tarde. Lo
persigna. Recuerda, no vayas a cometer locuras, piensa antes de
hacer las cosas. No te confíes de nadie a primera vista y a los que ya
sean tus amigos no los pierdas por nada en el mundo. No te vayas a
meter en problemas y menos te pelees. A quien te pida el oído,
escúchalo, pero no des consejos a todos porque eso te puede acarrear
malentendidos. No malgastes el dinero en tonterías, compra sólo lo
necesario. No prestes dinero ni pidas prestado, porque prestar dinero
aleja a los amigos y pedir prestado aumenta las deudas... Toma a
Hamnet por los hombros. Le besa la frente. Confío en ti, esperaremos
tu regreso.
HAMNET: Muchas gracias, papá. Le da el lápiz.
W ILLIAM: Anda, vete.
HAMNET: Adiós, Judith. Todavía me debes uno y acuérdate de lo que te dije.
JUDITH: Se queda en mi corazón y tú te llevas la llave.
HAMNET
de Javier Márquez
33
Sale Hamnet.
W ILLIAM: ¿Qué te dijo tu hermano?
JUDITH: Que me quería mucho.
W ILLIAM: ¿Nada más?
JUDITH: Sí, tengo que hacer tarea. Sale.
W ILLIAM, al quedarse sólo sufre una transformación muy grande, se le nota
nostálgico. Saca una navaja y empieza a sacarle punta al lápiz: Y
nunca podrá ser, Hamnet. Nunca te irás ni a Wittemberg ni a
Cambridge. Nunca te podré decir tan tiernas palabras de padre,
palabras que seguramente te hubieran hostigado, pero que serían
dichas con la mayor dulzura que un hombre puede tener. Ay, Hamnet,
¿qué hacer sin ti? Se corta con la navaja. Juega con su sangre.
Escribe con ella en el suelo a la vez que lo dice. “Ser o no ser”.
Contempla su frase. Esa es la cuestión. ¿Qué es más noble para el
alma? ¿Sufrir los infortunios y reveses de la vida o terminar con todo
combatiéndolos?... Morir. Dormir… No más, y aceptar que con dormir
se acaban el dolor del alma y las mil heridas del cuerpo que son el lote
de la carne. ¡Éste final debiera desearse con devoción! Morir, dormir…
¡Dormir!... Tal vez soñar. He ahí el problema. Porque, en el sueño de la
muerte, bien podrían llegar a asediarnos esos sueños que, una vez
desprendidos de sus lazos mortales, deberían acaparar nuestra
HAMNET
de Javier Márquez
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atención; tal es la reflexión que tanta duración le imprime a nuestras
miserias. ¿Quién, si no, se prestaría a soportar los azotes y el
desprecio de su tiempo, los insultos del tirano, el desdén del orgullo,
los tormentos del amor despreciado, la burocracia de la justicia, la
pedantería de los poderosos, la burla que los mediocres asestan contra
el merecimiento paciente, cuando, con la ayuda de una simple navaja,
sería tan sencillo resolverlo todo? A partir de este momento, las voces
de William y Hamlet, quien entra, se juntan y la de William se va
perdiendo hasta que queda hablando Hamlet.
W ILLIAM
Y
HAMLET: ¿Quién desearía cargar bultos, gemir y sudar bajo el peso de
una vida agotadora, si el terror ante lo que sigue después de la muerte,
esa desconocida región desde donde nunca regresa ningún viajero, no
inquietara nuestra voluntad? …
HAMLET: Así la conciencia hace de todos unos cobardes y el color natural de la
resolución se desvanece ante el pálido tinte de la idea. Y las empresas
de vigor y empeño, por esta sola consideración, tuercen su curso
inopinadamente y dejan de tener nombre de acción.
Entran los productores y críticos aplaudiendo. Hamlet firma autógrafos.
PRODUCTOR 1, abrazando a William: ¡Maravillosa! Simplemente, ¡Maravillosa!
PRODUCTOR 2: Soberbia, fenomenal.
PRODUCTOR 1: ¡El teatro está lleno!
HAMNET
de Javier Márquez
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PRODUCTOR 2: Y por consecuencia nuestros bolsillos.
PRODUCTOR 1: ¡Por algo eres el mejor!
W ILLIAM, no queriendo que lo molesten: Kyd y Marlowe eran los mejores.
PRODUCTOR 1: ¿Pero quién se acuerda hoy de ellos?
PRODUCTOR 2: Lo de hoy es ¡William Shakespeare!
CRÍTICO 1: Pasarás a la historia como el más grande dramaturgo de Inglaterra.
CRÍTICO 2: Grandes intelectuales te estudiarán. Bloom, Dover Wilson, Kott, Wayne,
Wilson Knight, Goethe…
CRÍTICO 1: Hasta Víctor Hugo te hará una biografía.
CRÍTICO 2: Aunque no hablará muy bien de ti, pero será Víctor Hugo.
CRÍTICO 1: Tus obras serán traducidas a todos los idiomas y con eso perderán su
valor natural.
CRÍTICO 2: Cada traductor escribe lo que entiende, nunca lo que es.
CRÍTICO 1: Se harán obras acerca de ti donde tratarán de ligar tu vida personal a la
de tus personajes.
CRÍTICO 2: Ninguna muy importante, claro.
CRÍTICO 1: La gente te pediría autógrafos.
CRÍTICO 2: Sólo que habrá un problema.
W ILLIAM, fastidiado: ¿Qué?
CRÍTICO 2: Tus obras completas se publican siete años después de tu muerte.
CRÍTICO 1: De cualquier forma, pudo haber sido bueno.
Salen productores, críticos y Hamlet.
HAMNET
de Javier Márquez
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Entra Anne directamente hacia William y le da una cachetada.
ANNE: ¡Cabrón!
W ILLIAM: ¿Qué te pasa?
ANNE: ¡No fue suficiente la muerte de Hamnet para que aprendieras a estar cerca
de tus hijos!
W ILLIAM: ¿Crees que no fue suficiente? Si estuviera mi lengua en la boca del
trueno, entonces se estremecería el mundo con una explosión de mis
dolores y despertaría de su sueño a esta cruel anatomía que
permanece sorda a la voz de un simple hombre.
ANNE: Menos retórica y más acción, William.
W ILLIAM: ¿Qué quieres decir?
JUDITH, desde afuera canta:
¿Cómo distinguir de otro a tu fiel amante?
Por sus tennis y los estoperoles que adornan su pantalón.
W ILLIAM: ¿A qué viene esa canción?
JUDITH, entrando, trae puesto el uniforme de futbol de Hamnet:
Muerto está y difunto, señora,
muerto y difunto;
su almohada es pasto verde,
y una piedra guarda sus pies.
W ILLIAM, impactado: ¡Judith!
ANNE: A eso me refería.
HAMNET
de Javier Márquez
37
JUDITH: Blanca su ropa como la nieve
Adornada con flores perfumadas;
se fue al sepulcro mojado
por tanta lluvia de amor.
W ILLIAM: Judith, ¿C-c-como estás?
JUDITH: Bien, gracias. Dicen que la lechuza era hija de un panadero. Papá Dios,
todos sabemos lo que somos, pero no lo que seremos.
W ILLIAM: ¿Desde cuándo está así?
ANNE: Desde la muerte de Hamnet.
JUDITH, canta:
Mañana es día de San Valentín
y, muy de mañana,
yo, dama, fui a tu ventana,
para ser tu Valentina.
Él se levantó, se vistió,
y abrió la puerta de su cuarto;
la que entró doncella
ya no lo era.
W ILLIAM, preocupado: ¿De dónde sacó esa canción?
ANNE: No lo sé.
JUDITH: Por Jesús y la santa caridad,
ay, adiós a la vergüenza.
Que los mozos lo hacen cuando les place,
HAMNET
de Javier Márquez
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y mal hacen en hacerlo.
Antes de alzarme las faldas, dijo ella,
desposarme querías.
Y ahora a la tumba te has ido por donde jugabas.
El beso de la rata te llevó a donde no se canta.
Deja de cantar. Espero que pronto todo esté bien, hay que ser
pacientes, pero no puedo dejar de llorar porque lo van a acostar en un
suelo muy frío. A sus padres. Gracias por todo ¡Que venga mi carroza!
Buenas noches, señora. Buenas noches, señor. Sale.
W ILLIAM: ¡Qué doloroso espectáculo! Tan llena de vida y tan falta de razón. ¿Qué
he de hacer para pagar todos mis errores?
ANNE: Vivir, William. Vivir. Le quita la navaja. Sale tras Judith.
Entra Lord Chambelán
LORD CHAMBELÁN: ¿Cómo va mi obra?
W ILLIAM: Lárguese.
LORD CHAMBELÁN: Esa no es la forma.
W ILLIAM: Mi hijo acaba de morir y mi hija…
LORD CHAMBELÁN: Eso no importa ahora. Lo importante es mi obra. Veo que te
empeñas en que tu nombre desaparezca del medio.
HAMNET
de Javier Márquez
39
W ILLIAM: Entienda algo, Lord Chambelán; Lo toma por el cuello de la camisa,
usted no puede quitarme nada de lo que yo no quiera desprenderme.
Excepto mi vida,
excepto mi vida,
excepto mi vida.
LORD CHAMBELÁN, ríe y se desprende de William: Es un mal de poetas, ¿no?
Hablar de esa manera. Pero bueno, si es lo que piensas. Va a salir.
W ILLIAM: Señor. Lord Chambelán voltea. Tendrá su obra.
LORD CHAMBELÁN: Siempre has sido hombre razonable, William. Así me gusta.
Espero ese manuscrito.
11. Baño del rey.
Claudio sentado en el inodoro. Está defecando. Termina. Se levanta.
Toma papel de baño y se limpia. Observa el papel. Hay sangre en él.
CLAUDIO: Para qué me hago pendejo. Mis crímenes apestan. Su hedor sube al
cielo. Tienen las plagas de las primeras maldiciones; la maldición
original, el asesinato de un hermano, y la maldición del poder; el
genocidio. Se levanta y va hacia el espejo. Aunque el deseo fuera tan
rápido como la voluntad, no puedo rezar. Mi fuerza de voluntad cede
ante la crueldad de mis crímenes y no sé por dónde empezar: ¿por mi
hermano?, ¿por los orientales?, ¿por los periodistas?, ¿por las familias
HAMNET
de Javier Márquez
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de los que mandé matar? ¿La lluvia del cielo alcanzará a lavar mi
mano bañada de sangre? De nada sirve la piedad si no se puede ver
de frente al pecado, de nada las plegarias si no nos evitan caer en él o
no nos ayudan a levantarnos cuando ya caímos… ¿Qué oración digo?
“Yo confieso, ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos que
he/” No, no puedo. Todavía tengo lo que me llevó a cometer mis
crímenes: mi corona, mi territorio, mi petróleo, mi economía, mi
tecnología, mi reina. ¿Se me puede perdonar si todavía tengo todo
esto? En los juzgados podré ganar, sólo es cuestión de soltar dinero a
la persona indicada. Se empieza a derramar el contenido del inodoro.
Es sangre. Del inodoro también van siendo desbordadas fotografías
con rostros de militares, familias y bebés. Pero allá arriba no pasa lo
mismo; allí no hay lugar para los fraudes, allí toda acción aparece tal
cual es, confrontados nuestros rostros a la verdadera cara de nuestros
pecados, sólo nos queda confesarlos. ¿Qué recurso me queda?
Intentémoslo ¡Dóblense, rodillas tercas! Sé que me esperan todas las
noches sin sueño, sin poder dormir. Aunque el palacio esté custodiado
al máximo, la sombra, no de uno, de millones de Fortinbrás, acecharán
mi cuello. Tengan la nacionalidad que tengan, mi sangre peligra y
quien la haga derramar será considerado héroe mundial, pero en mi
muerte se traspasará el germen del poder. Hay que recordar que
cuando un rey desaparece, no muere solo. Se lleva consigo, como en
un remolino, a todo lo que lo rodea. Es una inmensa rueda, fija en la
HAMNET
de Javier Márquez
41
cúspide de la montaña más alta; que, en sus enormes rayos, lleva fijas
diez mil piezas menores incrustadas, y cuando, aquella, por fin se
derrumba, cada insignificante consecuencia la acompaña en su ruina
estrepitosa. Un rey nunca ha suspirado solo, sin que le haya seguido el
gemir general de todo el reino. Después de todo, nadie se escapa de la
caricia de la muerte… Mis palabras ascienden, pero mis pensamientos
se quedan. Si a las palabras no las acompaña el pensamiento, es
imposible que alcancen a ser escuchadas en el cielo. Mírenme ¡El
hombre más poderoso del mundo! ¡El que desconfía hasta de su propia
mano! ¡El hombre que jamás volverá a cagar tranquilamente por
cuidarse la espalda!
12. Habitación de Anne.
Anne y George están acostados en la cama con poca ropa.
GEORGE: Por eso deberías regañarlo. Sus caprichos son excesivos. Siempre
busca el momento para molestarme.
ANNE: George, él siempre ha sido más apegado a su padre y creo que lo
sospecha.
HAMNET, desde fuera: ¡Ma! ¡Mamá!
GEORGE, levantándose y acercándose a la cortina: Voy a esconderme aquí. Tú haz
como si nada.
HAMNET
de Javier Márquez
42
ANNE: Sí, sí, escóndete. George se esconde.
Entra Hamnet.
HAMNET: ¿Para qué me quieres, mamá?
ANNE: Hamnet, últimamente te has portado muy mal con George.
HAMNET: Mamá, últimamente te has portado muy mal con papá.
Entra Hamlet
HAMLET: ¿Para qué me quieres, madre?
ANNE/GERTRUDIS: Hamlet, últimamente te has portado muy mal con tu padre.
HAMLET: Madre, últimamente te has portado muy mal con mi padre.
Entra William y se sienta en su escritorio. Toma unas hojas y empieza
a escribir.
No será visto por ninguno.
ANNE/GERTRUDIS: Tranquilo, tu respuesta carece de sentido común.
W ILLIAM: Tranquila, tu respuesta carece HAMLET: Tranquila, tu respuesta carece
de sentido moral.
de sentido moral.
ANNE/GERTRUDIS: ¿Se te olvida quién soy?
HAMNET
de Javier Márquez
HAMNET: No...
43
HAMLET: ¡De ninguna manera!
W ILLIAM: Eres la puta que se revuelca
Eres la reina, esposa del
con George.
hermano de tu marido y,
HAMNET: Por desgracia, mi madre.
por desgracia, mi madre.
ANNE/ GERTRUDIS: Contigo no se puede hablar. Va a salir.
Ambos, tomándola bruscamente
HAMNET: No,
HAMLET: No.
siéntate.
No te moverás
No saldrás
hasta que te haya puesto un
hasta que te haya mostrado
espejo para que veas tu
un espejo en el que podrás
alma.
ver el fondo de tu alma.
ANNE/ GERTRUDIS: ¿Qué vas a hacer? ¡Socorro, socorro, ayuda!
GEORGE/ POLONIO: ¡Socorro! ¡Socorro!
Hamnet, William y Hamlet voltean hacia la cortina.
William le da un cuchillo a Hamnet.
HAMLET: ¿Qué es esto?
HAMNET
de Javier Márquez
44
HAMNET: ¡Una rata!
Atraviesa la cortina con el
Atraviesa la cortina con su
cuchillo. Alegre.
espada.
¡Está muerta!
¡Está muerta! ¡Apuesto lo
¡Apuesto mi domingo a que
que quieras a que está
está muerta!
muerta.
ANNE/GERTRUDIS: ¡Dios mío! ¿Qué hiciste?
HAMNET: No sé.
W ILLIAM,
morboso:
¿Se
trata
de HAMLET: ¿Se trata del rey?
Georgie?
ANNE/GERTRUDIS: ¡Qué locura! ¡Qué escena tan cruel!
W ILLIAM: ¡Escena cruel!
HAMLET: ¿Casi tan cuel como matar a
HAMNET: ¿Casi tan cruel como engañar
a mi papá?
un rey y casarse con su
hermano?
ANNE/GERTRUDIS: ¿Qué dices?
George/Polonio cae desde detrás de la cortina.
W ILLIAM: Lo que oíste.
¡Adiós, pobre metiche! Te HAMLET: ¡Adiós, pobre imbécil! Te creía
HAMNET
de Javier Márquez
45
creía mejor. Acepta tu error.
mejor. Acepta tu destino.
Después de todo no fue tan
Como puedes ver, es muy
buena idea meterte con mi
peligroso ser tan servil.
mujer, ¿verdad?
HAMNET: Te has portado mal, mamá.
Sí, matar a un rey. Siéntate y
Eres hipócrita. Lo que le
deja
prometiste a papá en la
corazón, si es que no se ha
iglesia
endurecido
fueron
puras
mentiras.
que
podredumbre
retuerza
tanto
tu
por
de
la
tus
crímenes.
ANNE/GERTRUDIS: ¿Por qué me hablas así?
William Se sienta a escribir.
HAMNET, toma una foto de William del HAMLET, toma su relicario y el de ella:
tocador y la cara de George:
Mira esta cara y esta otra.
Mira este retrato y este otro.
¡La falsa imagen de dos
hermanos!
Refiriéndose a la foto: Mira
¡Mira cuánta gracia hay en
qué bueno es este.
este rostro! Con todas las
W ILLIAM: Lo famoso que es.
virtudes de un buen rey.
HAMNET
de Javier Márquez
46
¡El reconocimiento de la
reina!
Un esposo intachable.
¡Su favorito!
Un padre inigualable.
Toda la vida trabajando por
Toda su vida trabajando por
el arte.
la justicia.
HAMNET: Este es mi papá y mira a este,
Este era tu esposo. Mira a
con quien hacías cosas que
este otro, el vivo retrato de
no le decían a mi papá.
un dictador.
W ILLIAM: ¿Estás ciega?
Estas ciega.
HAMNET: ¿Por qué ya no quieres a mi
papá, mamá?
No digas que es amor.
A tu edad la calentura ya se
te pasó, ya piensas más.
Tienes juicio y
¿qué juicio cambiaría a mi
¿Qué juicio cambiaría a mi
papá por este hombre?
padre por este hombre?
ANNE/GERTRUDIS: ¡Cállate! Me lastimas.
W ILLIAM: Sí, pero vivir en el fétido sudor
HAMNET
de Javier Márquez
47
de la cama repulsiva
que se cuece a fuego lento HAMLET: Que se cuece a fuego lento en
en la infidelidad, cogiendo
el incesto, cogiendo en una
en una pocilga tan sucia...
pocilga tan sucia.
Se trata de un hombre
vulgar.
HAMNET: Un cualquiera que no vale ni
tres pesos,
Un hombre de carnaval.
una caricatura de hombre
que te cogió porque tú le
abriste las piernas.
ANNE/GERTRUDIS: ¡Cállate!
Todo se oscurece excepto William y Hamnet que agoniza en la cama.
Se escuchan las siguientes voces.
William es torturado.
LORD CHAMBELÁN
HAMLET
Es la hora
embrujada de la
noche…
ANNE
HAMNET
HAMNET
de Javier Márquez
¿Y mi obra?
¿Cuál era su color
48
Tose.
papá, papá, papá, papá, papá,
El argumento.
favorito? ¿Qué
¿Cuál es el
clase prefería en
argumento?
la escuela? ¿Cuál
papá, papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá, papá,
fue su primera
papá, papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
aquella en que
palabra? ¿Qué día
bostezan los
empezó a
sepulcros
caminar? ¿A qué
Tose.
Papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
No tienes
argumento. Dime,
equipo le iba?
y el mismo
¿Quién era su
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
Tose.
William ¿quién
infierno exhala
serías sin mí?
pestilencias sobre predilecto?
papá, papá, papá, papá,
este mundo.
papá, papá, papá, papá,
jugador de futbol
¿Dónde estuviste
cuando sus
Nadie ¿Qué es
festivales de
William
kinder? ¿Dónde
Shakespeare sin
¡Ahora, yo podría
cuando ganó su
mí? Nada.
beber sangre
premio de
Papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
Tose.
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
caliente,
excelencia?
Un nombre que
¿Dónde cuando
puede ser borrado
jugó su primer
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
muy fácilmente de comer carne del
partido con la
papá, papá, papá, papá,
HAMNET
de Javier Márquez
la marquesina. No cadáver de mi
selección de su
sabemos cuándo
escuela? ¿Y así te
padre,
49
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá, papá,
reabrirán los
consideras su
teatros, pero
padre? Siempre te
papá, papá, papá, papá,
cuando reabra El
importó más
papá, papá, papá,
Globo, lo hará con degustar la vagina Londres, el teatro,
una obra
de mi madre,
papá, papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
Tose.
tener el favor de la
papá, papá, papá,
magnífica; sea
reina, estampar tu
papá, papá, papá,
tuya o de alguien
nombre en las
papá, papá, papá,
más. He oído
bañarme con la
marquesinas:
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
hablar de un tal
leche agria de sus William
papá, papá, papá,
John Ford. ¿Crees pechos,
Shakespeare…
que sería
Ay, Jefté, qué caro Tose.
papá, papá, papá,
pertinente
perpetrar
pagas tu gloria.
papá, papá, papá,
llamarlo… John
acciones tan
¿Para qué? ¿Para
papá, papá, papá,
Ford … y
crueles,
redimirte ante él?
encomendarle esa
No, William. Un
tarea … John Ford
cadáver es el
…o te crees capaz
signo evidente de
de cumplirla?...
que el tiempo no
John Ford…
que el mismo día
Muy pronto.
se estremecería al hecho, hecho
perdona. Lo
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
papá, papá, papá,
HAMNET
de Javier Márquez
Pronto, pronto,
contemplarlas!
50
está. Lo demás es papá, papá, papá
pronto.
¡PAPÁ!
silencio.
W ILLIAM: Mi propia mente es una prisión.
Queda William solo.
Entran Rosencrantz y Guilderstern muy afeminados.
ROSENCRANTZ: Entonces el universo entero es una prisión.
W ILLIAM:
Rosencrantz,
señala
a
Guilderstern,
y
Guilderstern,
señala
a
Rosencrantz.
ROSENCRANTZ: O Rosencrantz.
GUILDERSTERN: Y Guilderstern.
W ILLIAM: Es lo mismo. Una hermosa prisión, llena de calabozos, celdas de guardia,
y mi mente es una de las peores.
ROSENCRANTZ: Señor, no estamos de acuerdo.
W ILLIAM: Para mí no es más que una prisión.
GUILDERSTERN: Entonces, es usted ambicioso; es demasiado pequeña para su
imaginación.
W ILLIAM: ¡Podrían encerrarme en una cáscara de avellana y me sentiría rey del
espacio infinito! Si no fuera porque soy propenso a que las pesadillas
invadan mi sueño.
HAMNET
de Javier Márquez
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ROSENCRANTZ: Esos son los sueños que traman la ambición, por que la sustancia
misma que nutre a los ambiciosos no es más que la sombra de un
sueño.
W ILLIAM: Un sueño no es más que una sombra.
GUILDERSTERN: Es un hecho y la ambición me parece tan frágil y difusa que no es
más que la sombra de una sombra.
W ILLIAM: ¿Desean que escriba ahora su escena? Porque, en serio, me siento
incapaz de razonar.
ROSENCRANTZ Y GUILDERSTERN: ¡Estamos a sus órdenes!
W ILLIAM: De ninguna manera. No quiero que se comporten como mis otros
personajes, me encuentro asquerosamente rodeado, créanme. Se
sientan todos. Pausa. Rosencrantz y Guilderstern intentan seducirlo.
Desde hace ya cierto tiempo he perdido mi alegría, renunciado a mis
actividades cotidianas, y, de hecho, mi carácter se encuentra tan
afligido que este maravilloso marco, mi mente, me produce el efecto de
una roca estéril: la bóveda de aire, el hermoso techo del firmamento
tan sólo me parecen varas oxidadas de iluminación. ¡Qué obra de arte
es el hombre! ¡Qué noble es su razón y qué vastas sus facultades!
¡Cuán precisos y admirables son sus movimientos! ¡Cómo se parece
su quehacer al de un ángel y su inteligencia a la de un dios! ¡Es lo más
bello del universo y el modelo más acabado de los seres vivos! Y, sin
embargo, ante mis ojos, ¿qué es la quintaesencia de polvo? El hombre
carece de encanto para mí, igual que la mujer… Daría la vida por un
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de Javier Márquez
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minuto más con él. Por un paseo en el parque. Por llevarlo a un partido
de futbol. Daría toda mi obra a cambio de que no le hubiera fallado. El
arte es injusto; le entregas la vida y te extirpa la muerte. Se separa de
ellos hastiado. Morirán ahorcados en Inglaterra por traicionar una
amistad.
13. Cementerio.
El Sepulturero cava una tumba, trae un i-pod.
SEPULTURERO, cantando. Va sacando calaveras, algunas son ya el puro hueso,
otras aún tienen restos de carne: Amor, amor, amor amor, amor,
amor, A una calavera, Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos…
Entran Hamlet y Horacio.
HAMLET: ¿En qué pensará este hombre cuando cava?
HORACIO: La costumbre ha hecho que vea natural su oficio.
HAMLET: Así es. La mano que no tiene nada, posee un tacto más sensible.
Refiriéndose a un espectador como si éste fuera calavera. Hubo un
tiempo en que esta calavera tuvo lengua y podía cantar. Mira cómo ese
imbécil la tira contra el suelo como si fuera la quijada de Caín. A lo
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mejor fue el cráneo de un gran político. ¿Posiblemente uno de aquellos
que embaucaron al país con la deuda externa?
HORACIO: Bien podría ser, mi señor.
HAMLET: O el de algún nuevo rico que sabe decir: ¡Buenos días, señor! ¿Cómo
está hoy, mi señor? ¿Le lamo el culo, mi querido señor? O si no el de
monseñor Fulano que alababa el caballo de monseñor Zutano,
esperando que se lo regalara, ¿verdad?
HORACIO: Desde luego, mi señor.
HAMLET: Costó mucho que crecieran estos huesos y ahora sólo nos sirven para
jugar boliche. De sólo pensarlo, me duelen los míos. Ahí está otra. A
otro espectador. ¿Y por qué no será esa la de un abogado? ¿Dónde
están tus argucias y tus protestas, amigo? ¿Por qué dejas que éste
hombre te pegue así en la mollera sin levantarle un juicio de lesiones?
¿O es que ya perdiste el juicio? O tal vez este cráneo perteneció a
algún espectador de teatro que de ver una obra tan mala de Javier
Márquez se durmió eternamente.
HORACIO: Es muy posible, señor.
HAMLET: ¡Hey! ¡Hey! El sepulturero se quita los audífonos. ¿De quién es esta fosa,
buen hombre?
SEPULTURERO: Mía, señor. Taa-ra-ra-raa-ra-ra-rá.
HAMLET: Puesto que estás en ella es tuya.
SEPULTURERO: Se equivoca, señor, lo cual dice que no es de usted y aunque yo no
vaya a descansar en ella sigue siendo mía.
HAMNET
de Javier Márquez
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HAMLET: Mientes, es para los muertos, no para los vivos.
SEPULTURERO: Punto a su favor.
HAMLET: ¿Para qué hombre cavas esta tumba?
SEPULTURERO: Para ningún hombre.
HAMLET: ¿Para qué mujer, entonces?
SEPULTURERO: Tampoco para ninguna mujer.
HAMLET: ¿A quién van a enterrar ahí?
SEPULTURERO: A uno que pudo haber sido un hombre pero que, Dios lo tenga en
su gloria, ya está muerto.
HAMLET: ¿Cuánto puede estar en tierra un hombre antes de pudrirse?
SEPULTURERO: Si no está podrido antes de morir, que hoy es muy difícil, como
ocho o nueve años. Una señora que se haga cirugías plásticas dura
más.
HAMLET: ¿Por qué?
SEPULTURERO: Porque tiene la carne tan curtida que tarda más tiempo el agua en
entrarle; el agua es el peor enemigo de los cadáveres. Vea, por
ejemplo, esta calavera.
HAMLET: ¿De quién era?
SEPULTURERO: Del más atrevido de los comediantes, ¿quién cree?
HAMLET: No tengo la menor idea.
SEPULTURERO: ¡Pinche pachuco! Un día me vació toda una botella de refresco en
la cabeza. Este cráneo, señor, fue de Tin Tan, el bufón del rey.
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de Javier Márquez
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HAMLET: ¿Este? Dámelo Toma el cráneo. ¡Ay, pobre Tin Tan! Yo lo conocí,
Horacio. Era un hombre gracioso dotado de una fantasía sin igual. Mil
veces me llevó de la mano y ahora ¡qué asco me da pensarlo! Aquí
colgaban los labios llenos de chistes. ¿Dónde están ahora tus albures,
tus ironías que regocijaban a tus espectadores? ¡Ya no queda nadie
para burlarse de tus muecas! ¡Y qué lúgubre es tu gesto! Corre al
cuarto de cualquier top model y dile que, aunque se haga todas las
operaciones existentes, así se verá uno de estos días. ¡Y logra que se
ría!... ¡Ah, qué olor! Deja la calavera ¡Qué bajo hemos caído, Horacio!...
¡Silencio! ¡Silencio! Alejémonos, que veo venir a alguien. Se hacen a
un lado Hamlet, Horacio y el Sepulturero.
Entran Sacerdote en procesión seguido por el cuerpo de Hamnet,
William y Anne.
HAMLET: ¿A quién escoltan estos ritos truncados? Disimulemos un momento y
observemos.
W ILLIAM: ¿Esta es toda la ceremonia?
SACERDOTE, anotando en una libreta: Hamnet filius William Shakespeare.
SEPULTURERO, señalando a William: Ese es su creador, señor.
HAMLET: ¿Qué dices?
HAMNET
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SEPULTURERO: Bueno, en sí, usted es una leyenda nórdica que ese señor leyó y en
la que luego se basó para escribir una obra de teatro que se hizo muy
famosa.
HAMLET: Shh, escuchemos.
W ILLIAM: ¿Esta es toda la ceremonia?
SACERDOTE: Hay más muertos esperando que se les entierre. No hay tiempo de
más. Confórmese con que se le hizo un lugar especial a su hijo en el
cementerio.
W ILLIAM: Entonces, esto será todo.
SACERDOTE: Nada más. Hay una larga lista que me espera, así que procedamos.
W ILLIAM: ¡Entréguenlo a la tierra, y que de su cuerpo nazcan violetas! Y te digo a ti,
sacerdote de mierda, mi hijo oficiará entre los ángeles cuando tú estés
entre tormentos infernales.
SEPULTURERO, a Hamlet: Para ese cadáver era la tumba, señor.
W ILLIAM: ¡Que una triple maldición caiga sobre el Dios que permitió su muerte!
ANNE: ¡No, no lo entierren! Quiero abrazarlo. Entra en la fosa y abraza el cadáver.
A William: ¡Mira el resultado de tu fama!
SACERDOTE: ¡Paciencia, señora! Resígnese.
ANNE: ¡No! Me niego a toda resignación y todo alivio, a menos que sea el
verdadero alivio: la muerte. Esa amable y adorada muerte. ¡Perfumada
hediondez, sana podredumbre! ¡Que se levante de la cama de la noche
perdurable, y besaré sus huesos oxidados y enmohecidos! ¡Y pondré
mis ojos en sus órbitas huecas! ¡Y pondré en mis dedos anillos de sus
HAMNET
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gusanos! ¡Y cerraré esta aventura del aliento con su polvo
nauseabundo! ¡Con que me haga una mueca, pensaré que sonríe y la
abrazaré como si fuera su esposa!
SACERDOTE, a William: ¡Su mujer está loca!
ANNE: Yo no estoy loca, mi nombre es Anne Hathaway; soy la esposa de este
hombre que tantos llaman William Shakespeare. Este que cargo es mi
hijo Hamnet, o lo que fue mi hijo. No estoy loca. Ojalá lo estuviera,
porque entonces me olvidaría de mí misma y así toda mi pena
quedaría también en el olvido ¡Predíqueme alguna filosofía que me
vuelva loca y lo canonizarán, padre! Porque, sin estar loca, si no con
este dolor, mi razón me hace ver los medios que me podrían librar de
mi infierno y me enseñaría a dispararme o ahorcarme. Si estuviera
loca, olvidaría a mi hijo o pensaría que es el niño de alguien más. No
estoy loca: bien siento la plaga distinta de cada uno de mis pecados…
Le he oído, decir, padre, que veremos y reconoceremos en el cielo a
nuestros seres queridos. Si es verdad eso, yo veré a mi hijo, pero el
gusano de la pena ha roído mi vientre y destruido sus mejillas, y ha
quedado tan podrido y flaco… y cuando resucite con este cuerpo,
cuando lo encuentre en el cielo no lo reconoceré, nunca más volveré a
ver a mi Hamnet.
SACERDOTE: No exagere, mujer.
ANNE: ¡Usted nunca ha tenido un hijo! El dolor llenará la cama de mi hijo ausente,
dormirá en su lecho, se levantará y se acostará conmigo. Cobrará sus
HAMNET
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lindas miradas, repetirá sus primeras palabras: Ma-má… pa-pá, Viendo
a William. Unas más merecidas que otras… Tengo motivo para amar
mi dolor, pues se parece tanto a él. Al Sacerdote. Que le vaya bien, si
hubiera sufrido una pérdida como la mía, podría dar mejores
consuelos. No quiero conservar este cadáver. Hay tanto desorden en
mí. Depositando el cadáver en el suelo. ¡Hamnet mío! ¡Mi hermoso
hijo! Va a salir de la fosa. William le tiende la mano. No me toques.
Mejor vete a escribir y a montar tus obras. Entréguenlo a la tierra. Sale
de la fosa.
Entierran a Hamnet.
SACERDOTE, luego de que el cadáver ya ha sido sepultado. Esparciendo un poco
de agua en forma de cruz: En Nomine patris et filii et spiritus sancti.
Amen. Sale. Anne sale destrozada y William tras ella.
HAMLET, melancólico, acercándose a la tumba: Supongo que este mismo será mi
futuro. Al Sepulturero. ¿Cuánto tiempo me queda?
SEPULTURERO: Estamos en el último cuadro, señor. Laertes será quien lo mate, por
consejo del rey.
HAMLET: ¿El rey morirá también?
SEPULTURERO: Luego de su madre.
HAMLET: ¿Cómo sabes eso?
SEPULTURERO: El autor de esta obra me puso estas palabras. Sale cantando.
HAMNET
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Pausa.
HAMLET: Horacio, no puedes imaginarte el dolor que siento aquí. Se toca el pecho.
Pero eso ¿qué importa ahora?
HORACIO: Pero, mi buen señor/
HAMLET: Seguramente son niñerías.
HORACIO: Señor, no tiene que creer todo lo que dijo ese hombre. Sólo piensa en la
muerte.
HAMLET: No hay una sola paloma que caiga sin la intervención divina. Si ha de ser
ahora, no será más tarde; si no va a ser más tarde, será ahora y si no
es para hoy, algún día llegará. Lo único que importa es estar listo.
Como no podemos llevarnos nada de lo que dejaremos, ¿qué importa
adelantarnos? ¡Que venga lo escrito! Entra corriendo Laertes espada
en mano. Hamlet desenvaina. Están en duelo. La tumba sigue en su
lugar. Se baten. ¡Una!
LAERTES: No.
HAMLET: ¿Jueces?
Entran Osric, Claudio y Gertrudis. Claudio trae una copa.
OSRIC: Un botonazo, un botonazo indiscutible.
LAERTES: Bueno, sigamos.
HAMNET
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CLAUDIO: Esperen. Hamlet, esta perla es tuya. Saca una perla. Bebo a tu salud.
Bebe. Echa la perla a la copa. Ten la copa.
HAMLET: Todavía no, quiero acabar este asalto. Vamos. Pelean. ¡Otro botonazo!
¿De acuerdo?
LAERTES: Touché, touché, lo admito.
CLAUDIO: Va a ganar nuestro hijo.
GERTRUDIS: Hamlet, toma mi pañuelo y sécate el sudor. La reina bebe en tu
nombre.
HAMLET: Gracias, señora.
CLAUDIO: No bebas, Gertrudis.
GERTRUDIS: Quiero hacerlo. Bebe de la copa. Ahora tú, Hamlet.
HAMLET: Todavía no me atrevo a beber, señora. Espera un poco. Vamos al
tercero, Laertes. Deja de fingir que peleas. Lánzate con todo. Creo que
me estás dejando ganar.
LAERTES: ¿Eso es lo que crees? Vamos. Pelean.
OSRIC: Nada para nadie.
Laertes se lanza contra Hamlet y lo hiere. Pelean. Hay intercambio de
espadas. Hamlet hiere a Laertes.
CLAUDIO: ¡Sepárenlos!
Los separan.
HAMNET
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HAMLET: No, sigamos.
Cae Gertrudis.
OSRIC: ¡Atiendan a la reina!
HORACIO: ¿Cómo se siente, mi señor?
OSRIC: ¿Cómo te sientes, Laertes?
LAERTES: Como un pájaro que cayó en su propia trampa, muerto con toda justicia
a causa de mi propia traición.
HAMLET: ¿Qué le pasa a la reina?
CLAUDIO: Se desmayó al ver la sangre.
GERTRUDIS: No, no. La copa, la copa… Ay, querido Hamlet… La copa, la copa…
Me han envenenado. Muere.
HAMLET: ¡Que cierren la puertas! Nadie sale hasta encontrar al traidor.
LAERTES: Aquí lo tienes, Hamlet… Oh, Hamlet, estás muerto; no hay medicina en
el mundo que pueda salvarte; apenas te queda media hora de vida y
en tu mano tienes el arma traidora, sin botón, envenenada. Todo se
volvió contra mí. Mírame, aquí yazgo para ya nunca levantarme; tu
madre ha sido envenenada… El rey, el rey es el culpable.
HAMLET: La punta también está envenenada. Entonces veneno, ¡cumple tu tarea!
Atraviesa a Claudio con la espada.
CLAUDIO: Ayúdenme, amigos. Estoy herido.
HAMNET
de Javier Márquez
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HAMLET: Toma, maldito rey, asesino incestuoso.
CLAUDIO: Hamlet/
HAMLET: No: Hamlet/Fortinbrás. Así recuérdame en el infierno. Bébete toda la
copa, haz de cuenta que es el sangrado menstrual de mi madre. ¿Esta
es la unión? Reúnete con ella. Muere Claudio.
LAERTES: Hamlet; que ni mi muerte ni la de mi padre caigan sobre ti; ni la tuya
sobre mí. Muere.
HAMLET: Que el cielo te perdone… Horacio, estoy muerto. Me muero, Horacio. Ya
no escucharé el aplauso del público, pero profetizo que Fortinbrás será
electo. Cuéntale lo que ha sucedido. Lo que ha requerido que/ Lo
escucha. Lo demás es silencio. Muere.
W ILLIAM, trae un manuscrito: Así mato a Hamlet. Así mato a Hamnet. Con el teatro,
con mi pluma, con mi mano, con la tinta de mi sangre, con el aplauso
de este público que observa desde la oscuridad. Hamnet, un túmulo
para tus gusanos que mientras hombres alienten y ojos vean, vivirán
mis palabras, y tú en ellas. Aquí está su obra, Lord Chambelán.
Extiende el manuscrito.
Queda sólo la tumba. Entra Judith con huesos de pollo en las manos.
Da la apariencia de traer un vestido de novia roído, sin embargo sigue
siendo el uniforme de futbol.
JUDITH, cantando:
HAMNET
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Con su cara desnuda, en su caja lo metieron
muchas lágrimas llovieron sobre su sepultura…
¡Adiós para siempre, paloma mía!
Hay que cantar
si
lo
llamas...
Deja de cantar. Va entregando huesos a los espectadores. Aquí tengo
romero, para recordar; las obras de teatro se olvidan muy fácil,
acuérdate, amor mío, acuérdate, te lo ruego; y para el pensamiento,
estos pensamientos, que tanto faltan hoy. Hojas de libros de filosofía.
También tengo hinojos para usted, y aguileñas; y ruda, para usted.
Para mí también, es para el arrepentimiento, y puede ser llevada de
muchas maneras. Aquí una margarita, quisiera darle violetas, pero
murieron todas con mi hermano. Dicen que ya está en el cielo
viéndome. Canta.
Que mi dulce mozo es todo mi gozo
¿Y ya no ha de volver?
¿Y
ya
no
ha
de
HAMNET
de Javier Márquez
volver?
No, no, que ha muerto.
Ve
a
tu
lecho
de
muerte,
que ya no ha de volver.
Su piel era como nieve
y de lino su cabello
¡Ya
se
ha
ido,
ya
se
ha
ido,
ido!
Desperdiciamos nuestro dolor.
¡Dios tenga piedad de su alma!
Y de todas las
64
HAMNET
de Javier Márquez
almas cristianas.
¡Así
lo
quiera
Dios!
Deja de cantar.
Se acuesta en la tumba.
La besa.
Dos...
Buenas
noches,
dulce
p
r
í
n
c
i
p
e.
65
HAMNET
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De su nariz brota sangre negra. Se limpia con la manga.
.
LO DEMÁS ES SILENCIO
2007-2008
NOTA: Todos los textos de William Shakespeare han sido modificados para
propósitos dramáticos de la obra.
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