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ENSAYO
LOS RÍOS PROFUNDOS
EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO
JOSE MARÍA ARGUEDAS
INTRODUCCIÓN
José María Arguedas nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú. Proveniente de una
familia mestiza y acomodada, quedó huérfano de madre a los dos años de edad. Por la
poca presencia de su padre —que era un abogado litigante y viajero—, y su mala relación
con su madrastra y su hermanastro, se refugió en el cariño de los sirvientes indios, lo que
hizo que se adentrara con la lengua y costumbres andinas que modelaron su
personalidad. Sus estudios de primaria los realizó en San Juan de Lucanas, Puquio y
Abancay, y los de secundaria en Ica, Huancayo y Lima.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció
en Literatura, y posteriormente cursó Etnología, recibiéndose de bachiller en 1957 y
doctor en 1963. De 1937 a 1938 sufrió prisión en razón de una protesta contra un enviado
del dictador italiano Benito Mussolini. Paralelamente a su formación profesional, en 1941
empezó a desempeñar el profesorado, primero en Sicuani, Cuzco, y luego en Lima, en los
colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano Melgar, hasta 1949. Ejerció
también como funcionario en el Ministerio de Educación, poniendo en evidencia su interés
por preservar y promover la cultura peruana, en especial la música y la danza andinas.
Fue Director de la Casa de la Cultura (1963-64) y Director del Museo Nacional de Historia
(1964-66). En el campo de la docencia superior, fue catedrático de Etnología en la
Universidad de San Marcos (1958-68) y en la Universidad Agraria La Molina (1962-69).
Agobiado por conflictos emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro en la
cabeza.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida recogidas de la
realidad del mundo andino. Además, realizó traducciones y antologías de poesía y
cuentos quechuas. Sin embargo, sus trabajos de antropología y etnología conforman el
grueso de toda su producción intelectual escrita, y no han sido revalorados todavía.
Es por estos motivos que en el presente ensayo trataremos dos de estas obras
importantes como son “Los ríos profundos” y “El zorro de arriba y el zorro de abajo”
FUNDAMENTOS
Los ríos profundos (1956) es para muchos la síntesis más perfecta del mundo andino y el
español. Su autor, el escritor y antropólogo peruano José María Arguedas, concibe toda
su literatura alrededor de un proyecto: un país dividido entre dos culturas (la andina, de
origen quechua, y la urbana, de raíces europeas) que deben integrarse en una relación
armónica de carácter mestizo. Y resulta ser en esta obra, Los ríos profundos, donde mejor
se plasman los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea.
Se trata de una novela de formación articulada sobre dos pilares estructurales de dilatada
tradición literaria, como son, por un lado el motivo del viaje y por el otro el del héroe
adolescente que protagoniza el tránsito de la infancia a la edad adulta. Ambos motivos
son de fácil rastreo a lo largo de la literatura, tanto aislados como combinados,
arrancados, desde la Biblia y la épica clásica, pasando por la picaresca hasta llegar a la
literatura del siglo XX.
El viaje de Ernesto, el protagonista de la novela, pasa por tres etapas. La corta estancia en
Cuzco conforma la primera etapa del viaje iniciático de Ernesto; Cuzco es ciudad sagrada
y centro del mundo en el que se unen cielo y tierra. La segunda etapa es el largo
peregrinar del protagonista siguiendo los pasos de su padre por toda la geografía del
Perú. La estancia en Abancay constituye la tercera parte del viaje del protagonista;
Abancay romperá la idea del orden natural que Ernesto había aprendido con los indios,
porque en esa ciudad aparecerá materializado el mal. La última etapa del viaje de Ernesto
consiste en la vuelta a emprender el camino que lo integra con las sierras, los ríos y el
pasado, pues ese será, paradójicamente, su futuro. Son dos los narradores que relatan los
diferentes capítulos de la novela. Uno es el mismo protagonista que narra su historia
interior, y el otro es el narrador que narra la historia global. Pero se trata de un narrador no
del todo omnisciente, de una omnisciencia restringida que no cuenta más allá de lo que
podría saber Ernesto.
Se ha vuelto común en la bibliografía señalar deficiencias en la organización de Los ríos
profundos, inclusive entre aquellos que enaltecen su esplendor estético y la consideran la
mejor novela de Arguedas. Pero lo cierto es que lo que menos le falta a esta novela es una
estructura definida, ya que no sólo dispone de una, sino de dos. Paralelo al deambular por
el Perú y al proceso de formación de Ernesto, se halla un sistema de planos que, a veces
interpuestos entre ellos, dan la clave al verdadero significado de la novela.
En el primer plano se asemeja la biografía del autor con la vida de Ernesto, su alter ego en
muchas de sus otras obras. Hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano (natural de Cusco) y
de Victoria Altamirano Navarro, quedó huérfano de madre cuando contaba tan sólo con
tres años de edad. Sin embargo esta orfandad le facilitó que estuviera al cuidado de los
sirvientes indígenas, cuidado que se acrecentó al casarse su padre con Gimanesa
Arangoitia, con la cual jamás congenió. Su padre, abogado errante, concedió la educación
de su hijo a su madrastra. Pero Arguedas logró escapar del martirio que significaba vivir
en la hacienda de ésta, refugiándose durante dos años en la hacienda de Viseca de su tío
José Manuel Perea. En la cercana comunidad indígena de Utek', Arguedas viviría la época
que recuerda como la más feliz de su vida. Esta etapa nutrió toda su existencia con
imágenes idealizadas de integración con la naturaleza y una gran conciencia solidaridaria.
Confirió al mundo andino rasgos de hogar, de vientre materno y protección paterna. Las
figuras patriarcales de don Felipe Maywa y Victo Pusa condensarían en su memoria la
plenitud humana y humanizante de Viseca y Utek' conforme se ve a lo largo de Los ríos
profundos. Esta visión mágica, unitaria y animista del universo absorbida desde la niñez la
integró en su obra como tema y materia de la narración así como también elemento
estilístico del lenguaje narrativo.
El plano del pasado inca se halla en el reino de la memoria y está estrictamente atado al
plano mágico-mítico, hasta el punto de confundirse. El escritor Clastro Klaren dice así: “La
magia es el medio gracias al cual el ser humano puede intentar comunicarse y
comprender el mundo que lo rodea y que apenas entiende”. En Los ríos profundos
Arguedas presenta una visión del universo como un todo interrelacionado y el
acercamiento mágico a ese mundo consiste en intentar descubrir los caminos
subterráneos que se mueven entre los seres, las cosas y los valores espirituales. Sin
embargo esta percepción integradora y panteísta no es compartida por todos los
personajes de la novela, tan sólo por el pueblo indígena y por Ernesto, el protagonista
“introducido” por una infancia pasada en el ayllu y en su quebrada madre. Esta magia es
para Ernesto su guía vital y la encuentra en la memoria de las piedras vírgenes del muro
inca, de donde capta al palparlas con sus manos la ternura y solidaridad de sus
antepasados; la magia se encuentra de igual modo en los ríos, a los que otorga el papel
de divinidad purificadora ya que es sangre que desciende de la sierra y trae consigo
recuerdos de un pasado feliz. Esta magia también se apodera de su voz convirtiéndola en
canto y de este modo pasa a formar parte del lenguaje del mundo. Es decir, aunque
escrita en castellano, Los ríos profundos es una novela pensada y cantada en quechua. El
zumbaylú, que en un primer momento puede no parecer relacionado con el pasado,
representa en la novela la identidad profunda de la memoria, la naturaleza y la música. Se
trata de un simple trompo, que actúa como un objeto integrador que sirve para hacer
funcionar los recuerdos más recónditos. Para Ernesto es el instrumento ideal en cuanto
que es capaz de captar la interrelación existente entre los objetos. A la vez que evoca a la
Naturaleza es objeto pacificador que purifica los espacios negativos.
La dimensión al mismo tiempo histórica y mítica de la obra de Arguedas parece evidente.
Pero la misma mirada que se fija en el pasado legendario evocando mitos de hace miles
de años, se fija también en el presente y mucho más en un futuro histórico que reconcilie
a los pueblos del Perú, en el que proyecta siempre la memoria de los mitos y el recuerdo
personal de su infancia. Este presente se hace visible en la revolución de las chicheras, en
el borracho que orina sobre el muro...Así, la misión de Ernesto es la de recuperar el
pasado y ser capaz de relacionarlo con el presente.
Los ríos profundos es una novela que se sustenta sobre una antítesis. Esta antítesis viene
dada por dos grandes conceptos unidos al hombre desde su existencia: el Bien y el Mal.
Este ha sido el aspecto más estudiado de la obra, puesto que de aquí parten la
caracterización y clasificación de los personajes. Es interesante la clasificación que
establece Gladys Marín al respecto. Mantiene que el mundo del Colegio está marcado por
los signos del bien y del mal y que se da a lo largo de la historia un proceso de
transformación que lleva a unos a la liberación y a otro a la condenación.
Respecto a su otra novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, es la sexta y última
novela del escritor peruano José María Arguedas publicada póstumamente en 1971. Es
una novela trunca, es decir, no culminada, y que se halla intercalada por unos diarios
personales e intimistas donde el autor refiere los tormentos que le agobiaban mientras iba
escribiendo la novela, para finalmente anunciar su inminente suicidio. Complementan la
obra dos cartas y un epílogo. La novela pinta las consecuencias del acelerado proceso de
modernización del puerto de Chimbote, motivado por el boom pesquero; hacía allí llegan
miles de inmigrantes andinos atraídos por la oportunidad de ganarse la vida en una
pujante urbe industrial, y al mismo tiempo asimilarse a la llamada «modernidad», todo lo
cual, según la óptica del escritor, trae consecuencias nefastas: la pérdida de la identidad
cultural del hombre andino y su degeneración moral al sucumbir ante los vicios de la
ciudad, en bares y burdeles. Según la correspondencia del autor, el proyecto de la novela
habría nacido en los primeros meses de 1966. En cartas enviadas al editor español Carlos
Barral fechadas en ese año, Arguedas le cuenta sobre un proyecto de novela que versaría
sobre los pescadores de anchoveta y sobre la revolución producida por la industria de la
harina de pescado en la costa peruana.[1] Por otras fuentes sabemos que originalmente el
proyecto novelístico estaba ambientado en el Puerto de Supe, que también vivía el boom
pesquero, pero luego fue desplazado por Chimbote, hacía donde Arguedas viajó varias
veces para documentarse y hacer entrevistas a pescadores y trabajadores del puerto. Fue
a mediados de 1968 cuando se le ocurrió intercalar entre los capítulos de ficción de su
novela unos diarios personales, el primero de los cuales redactó los días 10, 11, 13, 15 y
16 de mayo. Este «primer diario» apareció en la revista Amaru y fue lo que desató su
polémica con el escritor argentino Julio Cortázar, a raíz de las críticas destempladas que
éste hiciera a la literatura regionalista o telúrica.[2] Fue una época difícil para el escritor
pues atravesaba una fuerte crisis depresiva, que ya antes lo llevó a un intento de suicidio
(en 1966); vivía en una continua lucha contra el insomnio y los dolores en la nuca y en la
espalda. Aun así se esforzó en llevar adelante su proyecto de novela y redactó cuatro
capítulos (que conforman la primera parte del libro), según cuenta en el segundo y tercer
diario que intercala en la obra. El segundo diario está fechado en el Museo de Sitio de
Puruchuco, en Lima, febrero de 1969, y el tercer diario en Chile, en mayo del mismo año.
En Chile redactó también lo que llamó los «hervores» de la segunda parte del libro, pero
después anunció estar psíquicamente incapacitado para continuar. Es entonces cuando
preparó su suicidio y adquirió un revólver. En lo que rotuló como el «¿Último diario?»
(cuya revisión está fechada en octubre de aquel año) mencionó el balazo que pondría fin a
su vida; un mes después cumplió su amenaza (noviembre de 1969). Finalmente se inserta
en la obra como epílogo la carta que el escritor envió al editor Gonzalo Losada dando sus
últimas disposiciones sobre la publicación de la obra, pese a haber quedado trunca. Se
ha dicho con certeza que la muerte del escritor pone fin a la novela.
CONCLUSIONES
La obra “Los Ríos Profundos”, refiere la política de conducción dentro del Internado a
cargo del Obispo de Abancay.
En la ciudad, la política gubernamental del Perú de aquel entonces, mantenía el
feudalismo peruano, permitiendo la existencia de los hacendados gamonales y la
servidumbre de los campesinos que no ejercían propiedad privada sobre las tierras que
trabajaban. También podemos considerar un valor social, porque muestra la
heterogeneidad de razas existentes en la educación de la escuela religiosa, refiriéndose
tanto de estudiantes provenientes de su casa como de los que permanecían en el
internado.
Asimismo narra la disconformidad y la lucha de la clase media conformado por las
comerciantes (chicheras) ante el desabastecimiento fortuito de la sal contra las
autoridades gubernamentales y empresarios que acaparaban con fines de elevar precios.
En cuanto a la “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, la obra es un fresco elocuente y
crudo de las consecuencias negativas que conlleva la modernidad y el desmedido afán de
lucro. El indio inmigrante, al llegar a la ciudad, sucumbe a la presión del entorno y va
perdiendo paulatinamente su identidad cultural; sus hijos se «acriollan» y adquieren otras
costumbres; pero tal vez lo más grave sea la degeneración moral del hombre andino que
cae en los vicios urbanos cuyos santuarios son los bares y burdeles del puerto. De otro
lado, la industrialización, símbolo por antonomasia de la modernidad, tiene consecuencias
catastróficas en el medio ambiente: la pesca indiscriminada y la contaminación que
producen las fábricas disloca el equilibrio natural; por ejemplo las aves marinas agonizan
tristemente de inanición al perder su alimento que es absorbido por el monstruo llamado
industria pesquera. Los alcatraces o cochos deambulan desesperadamente por el puerto,
buscando alimento en los basurales y son víctimas fáciles de los hombres y los perros.
Una humareda densa se eleva desde las chimeneas de las fábricas y las fundiciones, y un
hedor domina toda la ciudad, todo lo cual da el marco conveniente a una ciudad caída en
la degeneración física y moral.
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