INFORME DE LECTURA PSICOPATOLOGIA Y PSICOTERAPIA CARLOMANGNO OSORIO URAN Si la enfermedad fuera solamente la manifestación de una situación netamente física, orgánica, mental o emocional, simplemente estaríamos enfrentándonos a una situación profundamente ajena a la realidad del hombre, esto en razón de que, el ser humano se construye desde la complejidad misma de un proceso en fusión con cada una de sus partes. Suele dividirse en dimensiones para poder abarcar pedagógicamente el campo concreto hacia donde se dirige la investigación o el estudio, mas, mientras se profundice implicará analizar de forma integral las otras múltiples dimensiones o formas que componen su realidad. En palabras de Husserl el mundo -el hombre- no es en una realidad externa que aprendemos a contemplar, es más bien, un gerundio en el que nos vamos mezclando, creando, existiendo, siendo, separando. Para nosotros como psicoterapeutas se impone una condición impajaritable y es que antes de desarrollar cualquier técnica, diagnóstico o construcción teórica acerca de alguien, se debe comprender el significado de los comportamientos, ideas, impulsos y sentimientos para la persona que los está creando. Se trata de aplicar cualquier porqué a la situación concreta de la persona, haciendo que «la técnica tenga sentido en función de la persona y no al contrario» A lo largo de la historia de la psicología el DSM-V ha sido de gran utilidad para comprender la enfermedad, tener claridad sobre lo que produce, su proceso evolutivo y el posible diagnóstico, mas, el mismo DSM-V deja en claro que su enfoque no es el comprender cómo vive la enfermedad el paciente, sino, dejar de forma explicita la etiología del mismo proceso. Con el DSM-V podemos estudiar, diagnosticar, intercambiar información sobre las distintas patologías, más nos es completamente imposible proyectar un tratamiento -al menos desde la perspectiva Gestáltica – para dicho trastorno. La principal pregunta que como terapeutas tendríamos que tener como punto de partida es: ¿para qué le ha servido esta experiencia a esta persona? Esto en razón de que todo síntoma tiene una razón de ser, misma que se entiende desde las decisiones que el mismo sujeto a tomado en su interioridad. Puede tratarse de decisiones consciente o no, pero, ha sido una forma concreta de el mismo buscar una camino para solucionar la experiencia que ha tenido que enfrentar y que al no contar sino con os recursos que posee, obtuvo como respuesta- síntoma- lo que e este momento vive. Siendo así, la enfermedad – síntoma – la misma cura de la situación que ha vivido. El tema de los recursos suele ser muy interesante, pues, es desde allí que parte un sujeto para poder comprender la singularidad de su experiencia, al carecer de recursos, se vale de lo que tiene a su mano, de lo que ha aprendido durante el vida que lleva. El terapeuta será un acompañante del camino, mas, el paciente es el experto en su vida y desde esa experticia junto con un proceso de acompañamiento se podrán encontrar nuevas formas de asimilar la experiencia vivida. El riesgo de tomar los comentarios del DSM-V como una especie de vademécum dogmático es que coartamos la vida de la persona, limitándola a una realidad, la del diagnóstico. Es urgente pensar la experiencia del paciente y desde allí contextualizada sus respuestas existenciales, pues, solo desde esa singularidad del contexto creado es que puede y podrá comprenderse la respuesta de la persona. En una palabra, el síntoma no es mas que la propia construcción de una percepción subjetiva nacida de los recursos que se tenia en el momento de vivir la experiencia. Binswanger: «Nosotros [Los psicoterapeutas existenciales] no nos detenemos como el biólogo o el psicopatólogo en el hecho particular, en el síntoma aislado, sino que nos lanzamos en busca de un todo orgánico dentro del cual pueda comprenderse ese hecho particular como un fenómeno parcial. Pero este todo lo es [...] en el sentido de la unidad de un diseño del mundo» (26 BINSWANGER, Ludwig. «La escuela de pensamiento de Análisis Existencial». En: MAY, Rollo y otros. Existencia, op. cit., p. 251.)