FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y EDUCACIÓN CARRERA DE COMUNICACIÓN ASIGNATURA: CURSO: CICLO ACADÉMICO: ESTUDIANTE: Ética y valores Séptimo “C” Noviembre 2020 - Marzo 2021 Johan Andrés Garzón Quevedo La ética del poder y los valores: La dualidad del poder. La búsqueda del poder es una tendencia innata del ser humano. Es la creencia de una persona que, si logra poseer y ejercer las herramientas del poder, se convierte en un ser con la capacidad de influir y controlar parte de su entorno. Este patrón de comportamiento es intrínseco en nosotros los humanos, incluso si nos ponemos a pensar un poco, llegamos a la conclusión que gracias a este factor la humanidad evolucionó. Como lo dice Guardini (1963) El sentido central de nuestra época consistirá en ordenar el poder de tal forma que el hombre, al usarlo, pueda seguir existiendo como tal (p.17). Es decir, el poder siempre dota de una fuerza que puede ser utilizada en diferentes propósitos y lo hemos visto o presenciado a lo largo de la historia. Por otra parte, existe la ética, la moral y los valores, que influyen en la conducta del hombre, determinando su carácter, su altruismo, sus virtudes, la forma de actuar y comportarse en sociedad. Sin embargo, en la historia mundial existen un sinfín de ejemplos de cómo el poder es corruptible, en donde la ética, la moral y los valores se ven cegados por el egoísmo, individualismo, presión social, emociones y sentimientos personales, y otros factores que afectan el juicio de una persona. Así lo afirma Criado (2009) «el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente». (p.11). La relación es simple, la persona que posee poder piensa que puede controlarlo todo a su antojo, esto lo hemos visto siempre a menor o gran escala, esta tendencia de superioridad hace tambalear a la lógica de la ética, de lo que suponemos “correcto”. Sin embargo, los principios éticos, morales y los valores de las personas están ligados a consensos sociales, lo que supone que la sociedad está al tanto de lo que es “bueno o malo” y de los valores universales. Ahora bien, la conjunción entre la ética y el poder es una dualidad en la cual las nociones del bien y del mal se ve afectadas por la ética, moral y los valores de las personas que lo poseen. En este sentido, es necesario analizar la relación que mantienen la ética con el poder. Para explicar este dualismo tomaré a breves rasgos como ejemplo el controversial e infame "Experimento de la cárcel de Stanford". Este es uno de los estudios psicológicos más famosos de la historia. En 1971 un grupo de investigadores dirigidos por Philip Zimbardo interesados en analizar el impacto de la vida carcelaria en el comportamiento de las personas dependiendo de los roles sociales que desarrollan (cautivos, guardias). Para ello se reclutaron voluntarios para desempeñar el papel de guardias y reos en una prisión ficticia creada en los sótanos del Departamento de Psicología de la Universidad. Sin embargo, el experimento perdió rápidamente su efecto y se canceló durante la primera semana, debido a que se mostró una degeneración y ruptura de las normas y valores morales establecidas. El estudio creó más preguntas que respuestas sobre la amoralidad y la oscuridad que habita en la psique humana. (Ormart et al.,2013) Todo comenzó de forma brutal, la policía decidió participar en el proyecto y se presentaron en las casas de los "convictos" y los arrestaron, acusándolos de robo. Fueron esposados y llevados a la comisaría, donde fueron fichados, y luego trasladados hasta la “supuesta prisión”. Allí, los voluntarios fueron desvestidos, revisados y desinfectados, recibieron uniformes y números para su identificación. Además, los “guardias” al comenzar el experimento mostraron conductas abusivas, y con el pasar de los días se convirtieron en sádicas. Pese a que habían recibido instrucciones de no dañar físicamente a los presos, llevaron a cabo todo tipo de violencia psicológica. A través de esta simple prueba exploratoria, se demostró inadvertidamente que nuestra relación con la ética y el poder incluyen ciertas cuotas de incertidumbre, que no siempre se las maneja bien. El estudio puso de manifiesto lo fácil que resulta que una “buena persona” actúe con maldad o de manera inmoral dependiendo del entorno y las circunstancias, además, que los impulsos arcaicos siguen siendo muy fuertes, y que situaciones extremas pueden abrir fácilmente canales que permiten manifestarse a los mismos. A esto Zimbardo (2008) parte de una definición de maldad: “consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre” (p.26). Es decir que el poder es capaz de fomentar y nutrir la maldad, y este tipo de procedimientos son eficaces para inducir a una persona en un estado de corruptibilidad, e incluso hacer que la gente normal justifique abandonar su humanidad o simplemente se vean obligadas a cumplir órdenes atroces o que etiqueten a otros seres humanos como enemigos, porque la moralidad y los sentimientos humanitarios pueden desconectarse por diversos factores. Por otro lado, en historia de la humanidad, a pesar de la barbarie que está o estuvo presente de alguna u otra forma en cualquier parte del mundo, ha sido parte del progreso esta lucha interminable del bien contra el mal. Y debido al “pacto social” que se formó con el pasar de los años, se logró el reconocimiento de los derechos y libertades que poseemos como seres humanos, lo cierto es que, hoy, el hombre como individuo y la humanidad están en una relativamente “paz” donde esta “ética universal” nos ha hecho evolucionar como sociedad. Ahora bien, partiendo de la famosa frese de Rousseau «el hombre es bueno por naturaleza», nos vemos obligados a creer una optimista mentira. Pero por el contrario estaremos negando el trabajo de muchas personas que para el bien de los demás y del progreso moral de la humanidad emprendieron con grandes aportes a lo largo de la historia, cegando así la propia posibilidad de progresar desde el punto de vista ético y moral. Según Yannuzzi (2005) la lógica del poder tiende a desvirtuar desde un principio en el terreno de la práctica, ya que el poder por definición es asimétrico. (p.71). Esto nos lleva a comprender que el dualismo que existe en el poder entre hacer el bien o el mal, esta determinado por la influencia y un entorno, en el cual la toma de decisiones es fundamental para cambiar totalmente la ética, moral y valores de una persona. Conclusiones Como anticipábamos al inicio de este trabajo, el poder es corruptible totalmente, en la actualidad, aún tenemos muchos ejemplos dónde el poder corrompe de una forma en la cual afecta no solo a la persona, sino a la sociedad, como lo son los gobiernos en donde más casos de corrupción existen, esto quiere decir que la ética se ve afectada tanto por el poder como el dinero, y mientras mas dinero mas poder, es la lógica de la sociedad actual. Por otra parte, el comportamiento del ser humano es volátil y se verá afectado por su entorno, sentimientos, emociones, presión social, supervivencia, y distintos factores que hacen que la persona sufra cambios en su forma de ser. Referencias. Criado, D. V. (2009). Ética y poder político en M. Bakunin (Vol. 20). Universidad de Deusto. Guardini, R. (1963). El poder. Obtenido el 20 de enero, 2021, de Wordpress.com website: https://guardini.files.wordpress.com/2014/04/romano-guardini-el-poder.pdf Ormart, E., Lima, N., Navés, F., & Pena, F. (2013). Problemas éticos en la experimentación psicológica. Asch, Milgram y Zimbardo en cuestión. International Journal on Subjectivity, Politics and the Arts Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte, 9(1), 15-32. Yannuzzi, María de los Ángeles. (2005). Ética y política en la sociedad democrática. CONfines de relaciones internacionales y ciencia política, 1(1), 67-84. Recuperado en 19 de enero de 2021, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S187035692005000100004&lng=es&tlng=es. Zimbardo, P. G. (2008). El efecto Lucifer: el porqué de la maldad. Barcelona, España: Paidós.