Tendencia asistencial

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“Tendencia asistencial”
Por:
Tatiana Blandón Muñoz
Cc 1018374299
Profesora: Diana Yepes Loaiza
Licenciatura en Pedagogía Infantil 1C
1 semestre 2011- 1
UNIMINUTO - SECIIONAL BELLO
TENDENCIA ASISTENCIAL
Los servicios e instituciones de Educación Infantil en Iberoamérica se diferencian,
en primer lugar, en función de su finalidad, (función socio-asistencial a niños entre
0 y 4 años de edad) y en segundo lugar, en función de la edad de los niños que
atienden (función educativa que se refiere a la educación preescolar).
Dentro del ámbito asistencial, la forma de atención organizada que más se ha
popularizado es la guardería, la cual cubre las áreas relacionadas con las
necesidades básicas, como alimentación, salud y cuidado físico del niño, junto con
las propiamente educativas, dirigiéndose sobre todo a poblaciones de riesgo o
marginadas, así como a hijos de madres trabajadoras. En tal sentido, se presentan
programas curriculares diversos, aun dentro de un mismo país, orientados a
satisfacer las demandas que requiere cada región. Las modalidades no formales
tienen una presencia relevante, que ha venido incrementándose a partir de los
años 80.
OBJETIVO GENERAL
Presentar a un grupo de padre de familia las necesidades que llevaron a la
implementación y los propósitos que tiene la tendencia asistencialista para la
educación a la primera infancia.
Escuela de padres
Tendencia asistencial
Agenda:
Saludo
Reflexión. “LA LABOR EDUCATIVA DE LOS PADRES”. de Antonio Mena
Guerrero.
Objetivo
Presentación de la temática
Espacio de expresión de los asistente
Despedida
REFLEXIÓN
LA LABOR EDUCATIVA DE LOS PADRES
Por: Antonio Mena Guerrero.
“Ya no puedo hacer nada", "Se me ha ido de las manos" ,"No hay quien pueda con
él", "Si me tocas te denuncio", "Yo tengo mis derechos", "Yo no te pedí nacer, tú lo
quisiste"
Estas expresiones u otras parecidas turban la paz hogareña, desquician los
nervios de los progenitores o los dejan indefensos. Ahora el conflicto está ahí,
pero no es nuevo, se ha ido gestando a lo largo de muchos años en una
convivencia aparentemente equilibrada.
"¿Cómo habrá podido ocurrir?, ¿qué hemos hecho para llegar a esta situación", se
preguntan atónitos y heridos en su vanidad de padres. "Si le hemos dado más de
lo que podíamos, si ha tenido todo lo que pedía, mucho más de lo que necesitaba.
Si nos hemos tratado de tú a tú, como íntimos amigos. No nos merecemos esto".
Habría que responderles que, precisamente por eso, se ha llegado primero a no
valorar lo que se posee; y luego, a la desobediencia, al despotismo, al chantaje y a
la falta de respeto absoluta a padres, profesores y mayores; a un desprecio de
valores éticos, normas, instituciones y sociedad en general.
No se puede educar atendiendo a los caprichos, para compensar las propias
privaciones sufridas, para evitar los tan cacareados y presumibles traumas, o
simplemente por comodidad propia, porque llegará la hora en que no sea posible o
conveniente tanta generosidad, y entonces de las rabietas infantiles pasarán al
chantaje, a las agresiones verbales; y de éstas, a la agresión física o al abandono
del hogar. Y ya todo estará perdido, no habrá remedio.
Hay padres muy modernos, muy progresistas, que, ante los primeros problemas,
intentan resolverlos mediante pactos o acuerdos con los hijos; incluso, llegan a
darles forma escrita y a rubricarlos para conferirles un carácter formal, ineludible y
permanente. ¡Qué equivocación! ¡Qué pretensión más fantasiosa! No se puede
pedir responsabilidad a quienes carecen de ella. La adquisición de cualquier
hábito, habilidad o virtud es un proceso lento que implica una fase formativa en la
evolución del comportamiento humano, en el que se hace patente y exigible el
binomio responsabilidad-libertad. Si no se tiene en cuenta este principio básico, se
llegará con toda seguridad al libertinaje, a la desvergüenza de los adolescentes y
a la renuncia de una de las obligaciones básicas de los progenitores: la de educar,
cediendo ésta a los docentes, que muy poco podrán ya hacer; sobre todo, cuando
existe un subrepticio duelo, en el que el profesorado se encuentra en el centro del
ring a merced de los ganchos del alumnado soliviantado con el aullido familiar y al
calor de una Administración, que, ante la caza del voto, sólo tiene oídos para los
padres.
Malos tiempos corren cuando la cultura sufre un gran descrédito, cuando se ha
perdido el rumbo en cosas fundamentales y hay que poner de manifiesto
evidencias tangibles a cualquier persona con dos dedos de frente. Carecemos de
unos referentes éticos, coherentes y claros, que marquen el trazado a seguir en
todas las facetas humanas, pero sobre todo en la educativa.
La falta de ética y el relativismo moral a nivel individual, familiar y social, agravan
el panorama presente hasta el punto de que ya se ve normal lo anormal, bueno lo
malo, justo lo injusto, digno lo indigno, bello lo feo, congruente lo incongruente,
verdadero lo falso, fundamental lo accesorio o accesorio lo fundamental.
"Todo vale, todo está permitido, veneremos la libertad absoluta y la mentira,
adoremos al dinero como el dios principal de nuestro tiempo: principio y fin de toda
acción humana; muera el seso, viva el sexo; arriba la diversión y el vicio, abajo el
trabajo y el esfuerzo". Estos son los paradigmas que rigen nuestra actual
sociedad.
Son muchos los factores que han contribuido a ello, entre los que habría que
destacar:
- Como consecuencia de un complejo generacional, hemos sufrido una
metamorfosis radical: de villanos hemos pasado a héroes, pero ni antes éramos
tan villanos, ni ahora tan héroes.
- Manipulación, abuso y falsificación de conceptos fundamentales: amistad, amor,
sexo, familia, ideologías políticas y religiosas, poder, belleza...
- Cambios acelerados en todos los campos de la vida, a los que por su
vertiginoso ritmo somos incapaces de adaptarnos.
- La ausencia de verdaderos líderes y la presentación de mequetrefes y gente de
mal vivir o que viven del cuento como modelos.
- La influencia negativa de los medios de comunicación en un constante
bombardeo sobre las mentes y las conciencias.
- La carencia de valores religiosos y la incapacidad para sustituirlos por otros
valores altruistas y solidarios, con la subsiguiente desorientación ética y pérdida
de la dignidad humana.
Como pautas educadoras habría que resaltar:
- Tomar conciencia de que una de la obligaciones básicas de los padres es la de
educar a sus hijos, a veces olvidada y otras, ejercida bajo criterios erróneos o
aberrantes.
- Comprender y asimilar que la cultura abre caminos y puertas al trabajo, al ocio y
a otras formas de vida más enriquecedoras; y lo que es más importante, cambia a
las personas y a las sociedades para bien.
- Nunca es temprano ni tarde para establecer unas normas y unos criterios
educativos, basados en el cariño, respeto, comunicación, responsabilidad y la
corrección objetiva y continua. Más vale prevenir...
- Actuar siguiendo unas pautas comunes, aun en caso de separación
matrimonial.
- Pensar y concienciarse de que los profesores son profesionales que ejercen
una de las funciones sociales más importantes y necesitan una información veraz
acerca de sus hijos, así como su apoyo y colaboración.
- En caso de necesidad, pedir ayuda a quienes por su preparación o trabajo
puedan otorgársela.
- No vivir de espaldas a la realidad ni esconder los problemas con engaños
voluntarios o inconscientes.
- Actuar con calma, sobre todo en los momentos difíciles.
- Educar en la responsabilidad y no en la recompensa.
- Ser ejemplo para los hijos de amor, verdad, honestidad y esfuerzo.
Ahora se levantan muchas voces alertando de los problemas educativos, de
situaciones absurdas, dolorosas o antisociales. Confiemos en que no haya tantos
sordos, porque ya se hacen intolerables la rebelión contra la inteligencia y el
desacato al sentido común.
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