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BRUEGGEMANN, W., La Biblia, fuente de sentido, 2007

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Walter Brueggernann
fuente de sentido
Clara
Walter Brueggemann
La Biblia,
fuente de sentido
Claret
Título original: The Bible mates sense. Walter Brueggemann
© 2003 St. Anthony Messenger Press
Traducción castellana de Anna Soler Horta
© Editorial Claret, SAU
Roger de Llúria, 5 - 08010 Barcelona
Tel: 933 010 062 - Fax: 933 174 830
www.claret.es - [email protected]
ISBN: 978-84-9846-073-5
Depósito legal: B-47.848-2007
Impreso en S.A. de Litografía
Octubre de 2007
Prefacio
liste es un libro sobre la Biblia de extraña naturaleza. Su autor propone que los cristianos se acerquen a las Escrituras no como un conjunto de textos antiguos, sino en tanto que interlocutor de un diálogo acerca de nuestra vida presente. Nos enseña cómo abordar este
iliálogo, cómo escuchar y cómo responder. Su invitación a la reflexión, al debate y a la meditación en torno a determinados pasajes proporciona además una serie de pautas para el estudio en grupo de las
Escrituras o para lecturas de carácter individual.
El presente libro, pues, no pretende ser una introducción más a la
ISiblia, ni se plantea comentarla ofreciendo información histórica o lile raria —por más útil que resulte esta información—, sino que trata
de cómo los cristianos se aproximan a las Escrituras como vehículo
ile la palabra vivificante de Dios. Por eso es por lo que tiene mucho
que ofrecer a los responsables, en tanto que predicadores, de anunciar esta palabra a la comunidad cristiana, así como a todos los que
estamos llamados a vivir conforme a ella y a proclamarla por medio
de nuestra vida y nuestros actos.
Mary Perkins Ryan
Editora
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La posibilidad
de un nuevo enfoque
Es CURIOSO que la Biblia sea nuestro libro más preciado y que, a la vez,
nos resulte tan difícil que no le encontremos mucha utilidad. Puede
que nuestras expectativas respecto a ella sean equivocadas; le pedimos cosas que en realidad no puede hacer; esperamos que cumpla
una serie de promesas que nunca nos hizo. La Biblia no es un amuleto de la suerte para conseguir la bendición de Dios, ni un libro de
respuestas para resolver nuestros problemas o saber en qué hay que
creer. Al leer la Biblia, pues, lo primero que debemos preguntarnos
es qué podemos esperar de ella.
En mi opinión, la Biblia es valiosa porque ofrece un modo
de entender el mundo desde un nuevo enfoque, un enfoque que conduce a la vida, a la alegría y a la plenitud; nos proporciona un modelo, un esquema mediante el cual podemos pensar, percibir y vivir
l,i vida de una forma diferente. Todos hemos adoptado un modelo
de vida u otro, aunque sea inconscientemente. Hemos asumido cierta actitud por el hecho de vivir en determinados contextos y escuchar determinadas voces, las de unos padres temerosos o de unos
compañeros calculadores, la voz de una tradición poco generosa o
de unos sueños eufóricos. Entre las voces a las cuales muchos de nosotros hemos prestado atención están las voces persuasivas de los
«mundos televisivos. Todas estas voces han dado forma a nuestra
conciencia y nos han empujado hacia una particular concepción vitrtl, se han apoderado de nuestra vida y han forjado nuestras experiencias sin que nos diéramos cuenta. Pero lo cierto es que con el
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
tiempo han llegado a adueñarse de nosotros y a definir nuestra identidad y nuestro destino.
En cuanto a la Biblia, para mí lo esencial es enfocar la vida y la fe
en el contexto de la historia y la alianza, a saber, el compromiso permanente entre Dios y su pueblo, basado en promesas mutuas de lealtad y obligaciones recíprocas, que ha influido radicalmente y ha
dotado de fuerza a ambas partes. Cuando me refiero a la historia, quiero decir que las dos partes de la alianza, Dios y su pueblo, son poseedoras de un poso de valiosos recuerdos de interacciones decisivas.
Esas interacciones, que recorren toda la gama del amor al odio, nos
reafirman en la idea de que toda nuestra existencia depende del hecho de observar con seriedad y fidelidad el compromiso contraído con
la otra parte, aunque por ello se tengan que asumir ciertos riesgos.
A fin de destacar la unicidad del modelo fundado en la historia y
la alianza, voy antes a esbozar las características de varios modelos o
maneras de entender la vida que forjan nuestra sociedad. Estos modelos comparten algunos rasgos con el modelo que yo propongo y
tienen su reflejo en la Biblia. Pero en general es evidente, como intentaré demostrar, que el punto de vista bíblico se aleja bastante de
otros enfoques. Al leer la Biblia descubrimos nuevas formas de entender la vida que a veces incluso entran en contradicción con nuestras opiniones. El contacto con esos textos puede llegar a retar nuestra imaginación y a presentarnos modos de pensar, de percibir y de
aprender que otras formas de ver el mundo nos han escatimado.
El modelo científico-industrial moderno
El modelo científico-industrial moderno de entender el mundo se ha
desarrollado a lo largo de los últimos siglos y ha jugado un papel decisivo en la formación de las instituciones públicas. Defiende que el
conocimiento es poder y que, por consiguiente, vivir consiste en adquirir los conocimientos necesarios para controlar y predecir nuestro
mundo y blindar la vida frente a la amenaza y al peligro.
Este modelo propugna también que la vida se asenta en un sistema
fiable basado en los conceptos de rendimiento y recompensa. Como reza
la tradición, los buenos se abren camino y los malos tienen el santo de
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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espaldas. Dicho en u n lenguaje más contemporáneo: todo se valora por
la utilidad que tiene. La vida se rige por u n sólido sistema de eficacia
v beneficios, tanto en el mercado como en casa o en la iglesia; todas las
relaciones se enmarcan en un sistema de mercadeo. Esta concepción de
la realidad concede un gran valor a la competencia y al logro, al éxito
v al triunfo. De ahí la expresión «valgo por lo que hago» o, en su versión más decadente, «valgo por lo que tengo». La comunidad humana
está formada por personas que obtienen lo que ganan y merecen. Aque1 los que ganan poco y, por lo tanto, merecen poco no cuentan para nada;
en realidad, en la práctica ni tan siquiera existen. Huelga decir que
este sistema favorece a los que alcanzan el éxito y son competentes.
()curre a menudo que los que ya tienen consiguen más, mientras que
los que no tienen consiguen menos o se quedan sin nada.
Este modelo es aplicable tanto a los chicos que nunca llegan a sallar a la cancha como a los pobres que no participan de la riqueza de
la sociedad, y por supuesto, destruye a los que quedan fuera de él.
I 'ero destruye también a los que sacan algún provecho, puesto que el
éxito no tiene límites, y eso genera ansiedad y tensión y acaba por
alienar. Este m o d o de considerar el m u n d o , que se encuentra en el
centro de la percepción norteamericana de la realidad y da forma a
la mayoría de nuestras instituciones, se opone frontalmente a la buena noticia del evangelio, ya que se basa en la idea de que la compasión tiene que ser eliminada.
En consecuencia, este punto de vista hace hincapié en todo aquello
que se puede conocer, controlar y predecir, y no valora en absoluto la
compasión, puesto que todo lo que uno posee se lo tiene que ganar; no
está abierto al misterio, ya que todo debe tener una explicación, y no
deja espacio a la trascendencia, porque todo tiene que estar controlado.
Aunque nuestro m u n d o moderno esté organizado en gran medida según este esquema, que muchos de nosotros hemos asumido sin darnos
cuenta, esta concepción de la realidad dista mucho de la de la Biblia.
El modelo existencialista
I ,as personas no satisfechas con el modelo moderno han buscado
una alternativa. Y la lian encontrado. Deseaban una alternativa a un
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L A BI BU A, FUENTE DE SENTIDO
mundo racional y objetivo y han creado un modelo de realidad que
es en cierto modo el opuesto al modelo científico-industrial moderno. Si no podemos vivir la vida fríamente con lo que sabemos, acaso
podamos vivir con la pasión que conlleva la toma de decisiones.
El existencialismo presenta muchas formas populares. Un existencialista puede ser un solitario que hace lo que le conviene y que
cree que es moralmente irresponsable confiar en la tradición, en las
instituciones y en comunidades existentes desde hace tiempo. Un existencialista considera que una comunidad es, por definición, un engaño o un caso de mala fe, y que al fin y al cabo el individuo tiene
que vivir su vida con sus propios recursos. Este modelo es bastante
común entre jóvenes que se han ido de casa, entre rebeldes convencidos de que hay que romper las reglas y rechazar las decisiones maduradas.
En su origen, este enfoque se articuló para ofrecer una alternativa
a un mundo frío, objetivo y racional basado en el dominio y el control. El existencialismo sostiene que el significado emana solamente
de las decisiones que toma el individuo en el momento presente. Se
trata, pues, de una protesta enérgica en contra de una concepción estática de la realidad que considera que todo es fijo e inalterable e insiste que las cosas sigan así. Por el contrario, el modelo existencialista tiende a negar la comunidad y a asociar el significado al individuo
que decide en solitario y que tiene que asumir las consecuencias de
sus decisiones.
Junto con este individualismo inflexible, el modelo aquí expuesto
suele devaluar el proceso histórico, que pasa de un acontecimiento a
otro. No otorga ningún sentido a la marcha de la historia o a la continuidad del proceso, porque el significado radica únicamente en el ahora de la decisión presente. Aunque esta concepción de la realidad valora sobre todo el momento presente, tiende a abandonar al individuo
en el vacío, ya que, por definición, los recuerdos y las expectativas no
son relevantes para la identidad o el destino de las personas.
En resumen, el existencialismo propone como principio que el ser
humano que toma decisiones es el único portador de significado. No
solo no es posible extraer significados de los demás, sino que tampoco puede extraerse ningún significado trascendente de la experiencia. No puede atribuirse ninguna significación al individuo en el
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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presente, no existe ningún significado previo a este individuo. Si bien
el existencialismo defiende a ultranza la libertad y la responsabilidad,
acarrea también cierto cansancio y cierta desesperación. A pesar de
las promesas, si mi mundo depende solo de mí, tal vez no lo pueda
soportar.
El modelo trascendentalista
I ,a concepción trascendentalista de la realidad es para aquellos que
piensan que la vida es demasiado complicada para poder soportarla
v demasiado confusa para encontrarle sentido. Creen, pues, en otra
esfera de realidad más simple, clara, pura y liviana. Los significados
reales no surgen de la lucha por el poder que entablamos en nuestra
vida, incluso en nuestras relaciones amorosas, sino que hay que busoí ríos en una esfera ajena a todo eso. Este modelo asoma en los conceptos románticos de amor y matrimonio presentes en algunas acepciones del llamado «sueño americano», que imagina «un hogar en el
pa ís del amor» donde no tendremos teléfono, es decir, donde la realidad no va a molestarnos más. Pero también adopta formas religiosas, en las que el lenguaje devoto y los vitrales de colores intentan
protegernos de los gritos de hambre y los quejidos de injusticia. El
sentido perdurable es inmune a las incongruencias y a las discontinuidades de la experiencia histórica y puede radicar más allá de esta
experiencia, en un estado de eternidad permanente y duradero.
Este modo de percibir la vida, que niega la historia, presenta una
gran variedad de manifestaciones. Se expresa a veces como un tipo
do razón fría para la cual solo la lógica es capaz de proporcionar datos relevantes. O por el contrario, puede tratarse de una forma de meditación mística que pretende negar la experiencia histórica y vaciarso de esta sensibilidad en beneficio de otros significados otrora
descartados. La búsqueda de esa realidad no histórica puede realizarse por medio de la reflexión meditativa, a la manera de las religiones orientales o, en general, mediante celebraciones religiosas
i|iio sirven para rehuir las realidades de la vida cotidiana.
II trascondontalismo suelo negar el sufrimiento y perseguir la serenidad más allá del alcance del dolor histórico, lo que lleva implíci-
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
to consigo la convicción de que la experiencia histórica e incluso la
personalidad histórica no son personificaciones esenciales del sentido fundamental. Resulta evidente que ese modo de entender la religión está reñido con una religión de la encarnación, de la personificación histórica del sentido decisivo. El trascendentalismo rechaza las
exigencias del riesgo y del sufrimiento histórico; imagina que es posible vivir la vida sin relacionarse con personas poco atractivas, y sostiene que la vida puede desarrollarse en un ambiente de tranquilidad ininterrumpida, sin sufrir ningún desgaste. Se dirige a un dios
que mora en un cielo calmado para que apruebe esta vida reposada;
esta en pugna con la religión de Jesús, que sabía que el poder de Dios
80 muestra precisamente donde hay gente que sufre, personas enfermas y lisiadas. H incluso entro individuos sumamente sofisticados que
procuran llevar las riendas de su vida, se cuentan algunos tentados
por una religión irreflexiva en la cual se disuelve la responsabilidad
y uno puedo librarse a la experiencia vaga y agradable de abdicar, renunciar a la toma do decisiones o descuidar las obligaciones.
Es evidente que nadie personifica ninguno de esos modelos por
completo o intencionadamente, pero lo cierto es que ejercen una
gran influencia en la formación de la personalidad y a la hora de definir los valores y las expectativas culturales. No los apercibimos del
todo ni constantemente; nos percatamos solo de algunos indicios y de
determinadas tendencias. Es probable, pues, que el modelo científico-industrial moderno impere en instituciones públicas como escuelas y hospitales, y no cabe la menor duda de que domina el mercado
laboral, que, a fin de obtener beneficios, atiende sobre todo a la competencia y al rendimiento. Lo cierto es que aún hay lugar para la compasión y la gracia, pero eso apenas cambia nada.
El existencialismo tampoco acostumbra a manifestarse entre nosotros en su forma más pura, sino que moldea en gran medida la vida
contracultural y atrae de un modo especial a algunos jóvenes. Puede
que sea la idea propia de la juventud que todos los mundos son posibles y que cada cual puede elegir el que más le guste. Y el trascendentalismo es a menudo la religión propiamente dicha que nada más
asoma, especialmente entre personas respetables que han desertado
de la concepción científico-industrial moderna de la vida, que no ha
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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cumplido sus promesas. El descubrimiento de esas promesas incumplidas invita a la gente a replegarse en la «religión».
El modelo fundado en la historia y la alianza
El modelo fundado en la historia y la alianza dista bastante de los
«diferentes modelos de fe» que acabamos de exponer. A diferencia
de la visión científico-industrial moderna, la fe basada en la historia
y la alianza afirma que la existencia humana no consiste fundamentalmente en la capacidad de conocer, controlar y gestionar. En contraposición a un mundo interesado que gravita en torno al éxito y a
la competencia, este modelo sostiene que la auténtica vida con Dios
consiste en compromisos arriesgados, recuerdos intensos y visiones
convincentes. A diferencia del existencialismo, este modo de enfocar la realidad considera que los significados no son nunca privados,
sino siempre comunitarios, y que no se encuentran nunca en un
ahora aislado, sino siempre en un proceso en marcha de confianza y
traición, en que los actores no son nunca individuos aislados. Acorde con eso, la vida consiste en un diálogo con Otro poderoso y convincente que dispensa misericordia e impone responsabilidad. Proclamamos la fe en un dios que nos acompaña en nuestra vida;
podemos rogarle que sea misericordioso porque no nos da lo que merecemos. Dios no se conforma con un intercambio, no se relaciona
con nosotros según nuestra iniquidad, sino que valora la lealtad. Dios
no nos deja libres, sino que exige que vivamos la vida en respuesta
a sus expectativas; tanto su misericordia como sus expectativas son
indicativas de que se nos valora en extremo. A diferencia del trascendentalismo, el marco de referencia bíblico rechaza la idea de que
el significado es ajeno a las incongruencias y a las discontinuidades
ile la historia. Entre esas discontinuidades se cuentan cosas como la
aflicción mortal que no puede explicarse en tanto que «punto de desarrollo», las relaciones fallidas y el colapso de instituciones en que
habíamos depositado nuestra confianza. Este modelo sostiene que
los significados decisivos radican precisamente en el pesar y en el
asombro generados por la historia, los cuales juzgan, sanan y llaman a arrepentirse.
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Así pues, al leer la Biblia debemos aprender a fijarnos en el modo
de percibir la realidad que impregna el texto. Si no, podemos llegar
a confundir lo que concierne de hecho al texto con lo que concierne
a la Iglesia, puesto que el texto emplaza continuamente a la comunidad creyente a tomar partido.
Por lo tanto, uno de los principales motivos por los cuales leemos
las Escrituras es para no conformarnos con cualquiera otro modo de
ver la vida, olvidando quiénes somos y la forma de concebir la realidad que hemos adoptado. Instruidos por la Biblia, se nos invita a vivir respondiendo fielmente a este aliado fiel. El estudio de las Escrituras no garantiza esa posibilidad, pero es propia de la tradición de
nuestra fe y nos proporciona un contexto para vivir de un modo bastante diferente de las alternativas predominantes. En otras palabras,
uno de los presentes más valiosos que puede hacernos la Biblia es un
marco de referencia para la vida. En este marco deberemos tomar aún
importantes decisiones acerca del mundo, de la libertad y la responsabilidad. Pero las Escrituras pueden proporcionarnos recursos e imágenes que nos ayuden a comprender la vida y a aprovechar toda su
riqueza. Porque la Biblia presenta la vida humana ligada a la vitalidad que resulta de formar parte de la historia junto a un aliado que
dice cosas nuevas en un mundo más bien fatigado y exhausto. Lo más
característico de este enfoque es precisamente que nos hemos aliado
con alguien que habla de cosas nuevas, desarma todo lo viejo de nuestra vida y nos insta a acoger la novedad y a orientarnos hacia ella.
Desde el punto de vista de las alternativas, la Biblia ofrece una curiosa lectura del mundo que contrasta bastante con lo que proponen
otros enfoques. Por supuesto, los elementos a los cuales nos estamos
refiriendo no se encuentran expuestos en ninguna parte detalladamente y de forma sistemática, pero sí que se dejan ver en distintos
momentos y lugares, lo cual es importante en tanto que recurso y contexto para todos los que integramos la Iglesia. Las cuatro dimensiones de la alianza resumidas a continuación son especialmente relevantes para ayudar a vislumbrar la nueva historia en la cual
podríamos vivir.
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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Algunas características del enfoque bíblico
1. La fe bíblica no está interesada en el tipo de cuestiones religiosas
o morales generales que pueden interesarnos a nosotros, sino que se
preocupa sobre todo por la concreción, tanto en relación con lo que
se espera de la conducta humana como en relación con los actos de
Dios. Así pues, Jesús no formuló ninguna teoría general de la curación, sino que curó a personas y condenó las instituciones que iban
en contra de las curaciones. En el Antiguo Testamento, la voluntad
divina de justicia se expresa siempre en actos concretos de poder y
de misericordia.
Esta idea de alianza afirma que un pueblo determinado es portador de una promesa que presenta un elevado grado de concreción.
Por un lado, esa particularidad provoca cierto desconcierto, porque
no parece muy sofisticado atribuir un significado esencial a sucesos
históricos. Por otro lado, es precisamente el hecho de otorgar identidad a una comunidad concreta (Israel, la Iglesia) lo que da fuerza y
autoridad a una identidad clara y a una misión audaz. Esa comunidad —a saber, el pueblo que ha establecido una alianza especial con
el Señor, el Dios de la Biblia— está unida a Dios a través de la fidelidad y la obediencia, y puede ubicarse además con claridad. Esta característica es crucial en el marco de una cultura en que muchas personas experimentan cierto desplazamiento. Así pues, la tarea especial
y específica de Dios consiste en instar a un pueblo concreto a integrarse en el proceso histórico para que ejecute el trabajo de Dios y
confíe en las promesas divinas. Una iglesia que lee la Biblia no puede desdeñar esos indicios singulares de identidad y responsabilidad.
2. Los enfoques fundados en la historia y la alianza ayudan a la genle a reivindicar una memoria histórica precisa. No vivimos en un reino abstracto de ideas, sino en un pueblo que almacena unos recuerdos particulares que nos dan fuerza. El hecho de pertenecer a un
ron junto genérico y difuso de personas no nos infunde coraje ni energía; la base de nuestra identidad radica más bien en el hecho de pertenecer a una comunidad identificable que tiene tras de sí una historia y una concepción determinada de la vida. En la situación en la que
nos encontramos, el resurgimiento de una conciencia étnica, así como
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
las iglesias que se enfrentan a nuevas cuestiones relacionadas con la
disciplina, explican el anhelo de particularidad propio de nuestra
naturaleza como humanos. La memoria, tal y como la formula la fe
bíblica, la integran recuerdos de liberación histórica (éxodo), de llegada al poder (David), de sufrimiento y entrega apasionados (crucifixión) y de asombro ante una nueva vida (resurrección).
Estas raíces nos dicen algo sobre Dios, que Dios no es un agente
lejano y egoísta que se ocupa solo de sí mismo; Dios se ocupa de nosotros, interviene en beneficio de todas las criaturas. Por un lado, lo
que importa en nuestra vida no son los asuntos privados; los éxitos
y los fracasos, el sufrimiento o el bienestar no me pertenecen solo a
mí. Por otro lado, la vida no consiste en grandes generalizaciones.
Nuestra existencia, tal y como la recordamos y la explicamos, se construye más bien con las experiencias que tienen lugar en una comunidad concreta que preserva los recuerdos y recorre a ellos para obtener la fuerza y la autoridad necesarias para vivir. Se trata de liberarse,
de entregarse a los demás y de sorprenderse ante el resurgir de la vida,
que teníamos por imposible. Nuestra identidad está ligada a los lugares de penurias y alegrías con los que nos hemos comprometido.
Es de esta memoria singular de la que somos herederos y transmisores. Y cuando nos preguntamos quiénes somos, la respuesta tiene que
ver con los sucesos que ocurrieron en nuestro pasado común y que
continúan aconteciendo en nuestra vida común. Para los que tienen
los ojos abiertos, la Biblia es la narración de esa historia subyacente
tan especial que da forma a nuestras actitudes presentes en relación
con la vida y la fe. La visión y la promesa de la Biblia no pueden adaptarse fácilmente al modo en que las cosas funcionan hoy en día. Existe, en efecto, cierta incompatibilidad entre su concepción de la justicia y nuestra sociedad actual, entre su promesa de paz y el mundo
presente. Y al adherirse a la visión del futuro, la comunidad de la Biblia establecerá con el orden actual una relación cada vez más tensa
y se abrirá a caminos radicales a medida que las promesas de Dios se
manifiesten entre nosotros.
3. Un enfoque nuevo, fundado en la historia y la alianza, nos transmite una expectativa especial cara al futuro y una dinámica que permite que ese futuro prometido se manifieste entre nosotros. I,a forma
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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de nuestras expectativas es bastante concreta, aunque acostumbra a
expresarse mediante imágenes poéticas. Vivimos a la espera de una
comunidad en que impere la justicia y la virtud, donde los últimos
serán primeros (Le 13,30), el que se ensalza será humillado (Le 14,11),
se colmará de bienes a los hambrientos (Le 1,53) y los que están tristes serán consolados (Mt 5,4). El futuro que esperamos, que Dios
promete en la Biblia, tiene muchos puntos en común con lo mejor de
la religión civil y con la esencia del sueño americano. Pero la textura
de ese futuro encuentra su forma de expresión en las asombrosas inversiones de una vida que contiene no solo nuevos dones, sino también duras sentencias en contra de aquellos que se oponen a este enfoque o pretenden apropiarse de una parte de él conforme a sus
necesidades. El futuro que nos anuncia la Biblia no es una nebulosa
bienintencionada; es la promesa de un futuro histórico que valora la
dignidad y la alegría humanas y celebra el valor de las personas, lo
cual cuestiona seriamente el orden actual.
Además, ese futuro, que nos asombra imaginando lo que nos parece imposible, plantea la dinámica de alguien que hace promesas y
las cumple: Dios. Esa es la traza que ha dejado la alianza en esta tradición. No hemos establecido una alianza con una buena idea que
simplemente estaba ahí, o con nuestras mejores intenciones, que dependen de nosotros. Hemos hecho una alianza con un dios activo,
bondadoso y participativo que cumple sus promesas. Por eso es por
lo que la Biblia afirma que debemos participar de la promesa, promovida por Dios, de una sociedad diferente a la actual. Con todo, el
futuro que esperamos con ilusión es singularmente histórico, lo que
significa que el futuro ya está irrumpiendo, y que cuando irrumpe lo
hace sobre todo entre los desvalidos, los menospreciados y los débiles. Leer la Biblia sirve para recordar de dónde venimos y qué no nos
ha prometido este Dios especialmente comprometido con los que han
dejado de ser útiles y los que han quedado al margen del mundo. El
futuro aquí imaginado no consiste en abandonar la historia, sino en
renovar la humanidad dentro de la historia, de modo que esa nueva
humanidad se manifieste especialmente entre los que menospreciamos. Bien es verdad que para nosotros es una afrenta darnos cuenta
de que el poder de la Biblia atañe sobre todo a los más desvalidos,
pero no podemos obviar que fueron especialmente los pobres y los
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
desposeídos quienes respondieron a Jesús y confiaron en las promesas de Dios. Eso puede llevarnos a preguntarnos por qué los pobres
son sorprendentemente receptivos a esas promesas y a reflexionar sobre si en el contexto de nuestra opulencia resulta más difícil y problemático que las promesas de Dios lleguen a surgir efecto.
4. Un enfoque fundado en la historia y la alianza define la existencia
humana en términos de vocación, entendiendo vocación no en el sentido de profesión, sino en el sentido de ser llamados por el otro miembro de la alianza a vivir de un modo consecuente con la relación que
hemos establecido con él. No vivimos simplemente porque resulta
que existimos, sino porque aquel que ha llamado al mundo a formar
una alianza es el mismo que nos insta a establecer una relación de responsabilidad. En nuestro mundo científico resulta muy difícil comprender esta acción de Dios generadora de vida. Tendemos a pensar
en la creación como un acto que permite la existencia de las personas. Pero la creación es algo más, es un llamamiento a mantener una
relación continuada con aquel que nos llama. La existencia, pues,
significa responder al que nos llama mediante nuevas formas de fidelidad y obediencia. La finalidad de nuestra vida no es la autoindulgencia ni los retos desesperados ni la supervivencia frenética y vacía; es la vida vivida a la manera de este Dios que se vacía a sí mismo
y se entrega a la obediencia en la vida de Jesús.
Se trata, desde luego, de una idea de Dios bastante radical. En la
figura de Jesús de Nazaret no vemos solamente un hombre pobre,
sino que reconocemos en ella toda una nueva concepción de Dios. La
divinidad de Dios no reside en su poder y soberanía, sino en su sufrimiento obediente por amor al mundo. Y nos atrevimos a sugerir
que nuestra vocación consiste en esa acción de vaciarse a la manera
de Dios. Es evidente que semejante concepción de Dios, tan radicalmente diferente, exige una concepción radicalmente diferente de nosotros mismos y propone una nueva percepción de lo que significa
ser llamado a una vocación «a imagen suya».
No se trata, sin embargo, de vaciarse simplemente como disciplina espiritual. Consiste más bien en vaciarse para curar, entregarse a
los demás y aportar cosas nuevas. Y el acto de vaciarse no radica solo
en Jesús, sino que aparece en toda la historia bíblica. Dado que Dios
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA ITRSI'll I IVA
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se hace vulnerable por mor de las personas, también a nosotros se nos
pide que seamos vulnerables por mor de nuestros hermanos. Fuera
de esta historia, nos damos cuenta de que la vida es estéril e impotente cuando la vivimos aislados, sin propósito alguno o lejos incluso de nuestra plenitud; en cambio, se llena de la capacidad de sufrir
en solidaridad con los lastimados para que puedan reconciliarse y
rehabilitarse. La vocación no es, pues, lo que hacemos con nuestra
vida, sino que es precisamente la forma de nuestra vida. Dios nos llama a aceptar la pasión y el dolor, a ocuparnos de los débiles, algo
que él hace a lo largo de toda la historia bíblica.
La invitación bíblica
I ,a Biblia, pues, nos proporciona una identidad alternativa, un manera alternativa de entendernos a nosotros mismos, un modo alternativo de relacionarnos con el mundo; nos reta a repensarnos y nos invita a unirnos a la peregrinación de aquellos que viven en los despojos
de la historia, con empatia, al abrigo de un dios aliado que también
peregrina por la historia. Este modo de entender la vida nos expone
al dolor (crucifixiones), pero también a las sorpresas reparadoras del
resurgir de la vida (resurrecciones) que se manifiestan en nuestra coI id ¡anidad. La crucifixión de Jesús, al igual que el pathos de Dios del
Antiguo Testamento, proporciona un modelo para la solidaridad que
puede practicarse con los pobres y los desvalidos que sufren. La resurrección de Jesús, como los demás actos vivificantes de Dios que
recoge el Antiguo Testamento, es un modelo para las sorpresas ante
el resurgir de la vida que se dan ante nuestros ojos cuando creíamos
que todo estaba ya decidido y cerrado. Las sorpresas de la resurrección tienen relación con el resurgir inesperado de vida en personas,
instituciones y estructuras sociales. Y se producen justo cuando pensamos que se han agotado ya las expectativas razonables.
Además, este modo de entender la vida hace que valoremos la importancia de nuestra propia experiencia y que consideremos la existencia de nuestros hermanos como parte de nuestra realidad. Y sobre
lodo narra la historia de aquel que nos ha consagrado su vida, que prometió estar ton nosotros todos los días hasta el final de este mundo
LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA PERSPECTIVA
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optimismo gracias al otro miembro fiel de la alianza. Por último, este
nuevo enfoque nos asegura, junto con los padres y las madres que nos
han precedido en la fe, que pertenecemos a un dios fiel que trabaja
para nuestro bienestar, porque esta es su voluntad.
Todo eso no hace que leer la Biblia resulte más fácil; nos sigue resultando extraña porque no se ajusta al lenguaje, a las imágenes o a
las presuposiciones convencionales. Las Escrituras presentan más bien
un modo de percibir la realidad que dista mucho de nuestras formas
de pensar y de hablar habituales; exigen que nos replanteemos la
manera de pensar, de hablar, de mirar y de vivir; nos orientan hacia
una historia que está reñida con la historia pública generalmente aceptada, y nos prometen también unas exigencias y unos dones distintos. Desde este nuevo enfoque, la Iglesia aparece no solamente como
una comunidad creyente aislada, sino como la imagen de una humanidad que se acaba de crear. La Biblia es una oportuna respuesta
a la «crisis contemporánea del espíritu humano» y avanza una idea
alternativa del concepto de humanidad, la idea de que somos humanos en la historia, humanos en tanto que miembros de una alianza.
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. ¿Hasta qué punto la alianza determina la manera de entender tu
vida en relación con la Iglesia? ¿Y en relación con la familia?
2. ¿Qué significa para ti pensar en Dios como alguien que establece
y mantiene alianzas?
3. ¿Qué historia concreta da forma a tu vida?
• ¿Quiénes son las figuras clave?
• ¿Cuáles son los principales acontecimientos?
• ¿Incluye sorpresas?
• ¿Contiene situaciones delicadas?
• ¿Te da fuerza o te paraliza?
I 'ASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
(¡114,8-17
Os 2,18-22
I Cor 11,23-26
22
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Comentarios
El poema de Oseas 2,18-22 hay que situarlo en un momento de la
historia de Israel en que se acercaba la caída del reino del Norte, conquistado por Asiría en el año 722. En aquel entonces el pueblo de Israel se sentía abandonado y estaba convencido de que Dios le había
vuelto las espaldas. Es entonces cuando Oseas anuncia algo sorprendente: Dios acaba de hacer una alianza, una alianza con la creación
(v. 20), desarma al enemigo (v. 20) y hace un voto de fidelidad que
suena como un voto matrimonial (v. 21-22).
En la primera carta a los Corintios 11,23-26, Pablo explica que la
eucaristía establece una alianza. Cada vez que la Iglesia cena en la
mesa del Señor, hace con él una alianza de curación y disciplina (v.
25). Esta alianza implica que la comunidad de fe bíblica formule una
historia diferente, a saber, que recuerde algo especial (v. 24) y que espere algo especial (v. 26).
Dios sorprende al pueblo sellando una alianza con él cuando menos probable parece.
2
Alimentar la imaginación histórica
de la Biblia es la historia de la alianza; sus textos
hablan de una memoria y una promesa particulares, de una identidad y una vocación concretas. Una de las finalidades primordiales
de la lectura y del estudio de las Escrituras es llegar a participar de
una forma responsable en dicha historia de la alianza, compartir sus
pareceres y matices para que nuestro mundo vivido se ajuste a la esencia de sus palabras. (Cuando hablo de mundo vivido me refiero a la red
de símbolos, palabras, gestos e imágenes que dotan las experiencias
ile sentido y coherencia. Las mismas experiencias situadas en mundos vividos diferentes se viven de un modo muy distinto. Así, un
alemán y un italiano, por no hablar de alguien originario de Tanzania, experimentarán lo mismo de una forma muy dispar. En el caso
ile la Biblia, el contraste de su mundo vivido con todos esos otros
mundos es mucho más acusado que las diferencias que existen entre
ellos.) Pero para llegar a ser un participante responsable, es necesario leer la Biblia desde dentro, lo cual no es nada fácil. A primera visdi somos ajenos a su lenguaje, a sus esquemas de pensamiento y a sus
impuestos culturales e históricos. El presente capítulo trata del proceso mediante el cual una persona ajena a la Biblia puede llegar a
. leerla desde dentro, como participante en la historia de la alianza articulada en la Biblia.
i \.i\ le bíblica consiste en tomar parte en otra historia. Se trata de
ípoHivr recuerdos que otros no pueden recordar, de tener promesas
Í||U«' otros no pueden imaginar, de tener una identidad y una vocación
que otros ignoran o no se toman en serio.
EL PRINCIPAL TEMA
24
LA BIBLIA, FUENTK DE SENTIDO
Dado que la Biblia es muy extraña, tendemos a quedarnos fuera
de su especial mundo vivido. Vamos a hablar a continuación del proceso de formación y disciplina por medio del cual las personas ajenas a este mundo pueden conseguir introducirse en él. No resulta
nada fácil sumarse a una historia diferente de la nuestra y adherirse
a sus esperanzas, sus recuerdos y su vocación. Pero eso es justamente lo que nos ofrece el evangelio de la fe bíblica: nos invita a participar en una historia que dista claramente de la nuestra.
Si estamos dispuestos a compartir, aceptar y considerar seriamente esta historia, es necesario emprender un nuevo aprendizaje a muchos niveles. Este nuevo aprendizaje implica adentrarse en un nuevo
campo de la imaginación. Pero son igualmente esenciales otras cuestiones más mundanas relativas a la cronología y la geografía. Algunos de esos conocimientos no comportan una recompensa desde el
punto de vista religioso, pero resultan indispensables si queremos
comprender los matices particulares de la historia.
A fin de realizar una lectura inteligente de la Biblia, hay que:
1. estudiar su cronología histórica, para poder entender las relaciones que se establecen entre sus elementos;
2. conocer el lugar que ocupa cada texto en dicha cronología;
3. familiarizarse con la geografía de Canaán y los territorios vecinos;
4. estar al corriente de las relaciones internacionales, de cómo Israel interactuó con los principales pueblos del Creciente fértil;
5. informarse sobre las crisis religiosas y culturales más importantes que atravesaron dichos pueblos, por ejemplo, el sincretismo, la urbanización, el exilio y la fundación, y
6. ser conscientes de la importancia en la vida de las personas de
instituciones como la monarquía, las leyes y el culto.
Huelga decir que todos esos temas requieren un estudio detallado, cuidadoso y prolongado, y ninguno de nosotros no llegará nunca a ahondar en ellos tanto como desearía. Todo el mundo funciona
con grados diversos de conocimiento e ignorancia. Pero hay cosas que
sí pueden aprenderse, y para ello disponemos de algunos buenos libros, que sirven como punto de partida.
AIXML'NTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
25
La necesidad de recurrir a la imaginación
Los conocimientos cronológicos y geográficos arriba descritos son
indispensables para un estudio riguroso de la Biblia, pero no nos capacitan para leerla desde dentro. En mi opinión, la clave para comprender las Escrituras desde su interior (lo que presupone las nociones que acabamos de exponer) y pasar, así, a enfocar la realidad en
base a la historia y la alianza, consiste en alimentar la imaginación
histórica. Para mí la palabra imaginación hace referencia a la disponibilidad y sensibilidad hacia las palpitaciones de significado que se
perciben al reflexionar sobre la experiencia histórica preservada en
una comunidad histórica. La imaginación de la comunidad bíblica
juega principalmente con imágenes que provienen de esa historia particular. Así pues, la figura del faraón viene a ser una referencia simbólica a cualquier forma de opresión. El pan remite al extraordinario
obsequio de comida que se materializa en el desierto. Y las historias
se agrupan en torno a estas imágenes, de modo que todos los acontecimientos relacionados con la opresión o la liberación remiten de
nuevo al faraón. Cada don sorprendente de alimento es un nuevo milagro en el desierto donde se cura el hambre de un modo maravilloso. Esta comunidad, pues, igual que toda comunidad vital, dispone
de un repertorio propio de imágenes llenas de energía que dan vida
y orientan en un sentido determinado.
Es evidente que semejante imaginación se opone al tipo de preocupación por los «hechos» y la «historia» que cree solo en lo que
puede verificarse y que da por cierto únicamente lo que es empíricamente demostrable. La imaginación es el don de vitalidad que capacita a la comunidad creyente para identificar la posibilidad y la promesa, para admitir la novedad y la curación donde otros se dedican
solo a medir, contar y analizar. La transmisión de la Biblia con toda
su fuerza y vitalidad de una generación a otra ha sido posible porque las personas con imaginación se han mostrado sensibles a nuevas dimensiones de sentido, a percibir por primera vez interconexiones nuevas y destellos de santidad en el interior del texto. La
capacidad para abrirse a nuevos matices ha formado parte a menudo del debate acerca de la inspiración y la revelación, y no voy a obviar
estos conceptos. I'ero la necesidad de recurrir a la imaginación pue-
26
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
de indicar también que para abordar el texto desde dentro hace falta
energía y valor si pretendemos percibir en él nuevas y oportunas significaciones.
Una imaginación modelada por la historia
Pero la imaginación de alguien que hace una lectura desde el interior
del texto es siempre una imaginación histórica. No se trata únicamente de una forma de pensar innovadora, sino de un tipo de inventiva estimulada y modelada por experiencias históricas determinadas, esto es, la capacidad de volver una y otra vez al pasado
concreto del grupo histórico en cuestión —Israel o la Iglesia— y de
extraer de él nuevos significados. El sustantivo imaginación (que remite a posibles palpitaciones de significado) y el adjetivo histórica (que
significa 'enraizado en los significados de una comunidad concreta')
se enfrentan dialécticamente. Es decir, es como si los conceptos de
imaginación e historia avanzaran en sentidos opuestos. La noción de
imaginación se refiere a nuevas capas de simbolismo fruto de la experiencia, mientras que la de historia remite a experiencias precisas,
concretas e identificables. La historicidad articula su discurso de una
forma concreta y particular, mientras que la imaginación se pierde
en direcciones insospechadas. Pero ambas establecen una relación dialéctica porque se mantienen siempre en tensión y se corrigen mutuamente. La historicidad sin imaginación tiende a ser árida y poco convincente; la imaginación sin historicidad tiende a convertirse en
fantasía indisciplinada. La imaginación impide que el pasado bíblico
sea algo unidimensional, apagado y cerrado, un relato aburrido de
una antigüedad remota. Si se aborda con imaginación, la tradición se
percibe como un conjunto de recuerdos vivos que presionan el presente en busca de respuestas y recursos. Hablamos de recursos porque Dios sigue transmitiendo energía liberadora a la misma comunidad que proclama la fe en él, y hablamos de respuestas en el sentido
que en dicha tradición encontramos siempre nuevas manera de expresar lo que Dios espera de nosotros. A la inversa, es la historia lo
que mantiene la tradición enraizada y sometida a la disciplina que se
adecúa a la comunidad creyente. Por disciplina se entiende en ese
AUMENTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
27
contexto que todo lo imaginado por la comunidad de fe tiene que
pasar por el tamiz de los acontecimientos y las experiencias que recordamos. La alusión al éxodo, por ejemplo, exige que conformemos
nuestra percepción al don de la libertad y a la protesta en contra de
la opresión, y la comunidad no es libre de pensar de otro modo. Así
pues, la imaginación de Israel y de la Iglesia no consiste en cavilar
caprichosamente sobre cualquier tema de cualquier manera; es una
reflexión en torno a un conjunto de recuerdos que forjan nuestra memoria y dan forma a nuestro modo de percibir la realidad y a nuestro comportamiento. Abordar el texto desde su interior significa alimentar la imaginación histórica de la comunidad para empezar a
percibir, reflexionar y actuar tal y como lo ha hecho siempre dicha
comunidad.
Pan en el desierto
Vamos a tratar a continuación una de las dimensiones de la imaginación histórica para ilustrar cómo puede ayudarnos a entender la Biblia y a adentrarnos en su fe y su poder. Si bien nos centraremos en
una sola dimensión, habríamos podido elegir muchas otras. En el libro del Éxodo (Ex 16) se narra cómo el pueblo de Israel es conducido por el desierto y alimentado en él. Se trata de una historia muy antigua, que Israel ha preservado durante largo tiempo. Y podemos estar
convencidos de que ocupa un lugar central en su imaginación histórica, esto es, en la meditación inventiva sobre su pasado particular. Es
evidente que el mismo proceso de la Biblia es un proceso de imaginación histórica basado en historias como esta, de modo que la antigua narración es siempre susceptible de ofrecer nuevos matices. El relato de Ex 16 se refiere a un pueblo que ha huido de la esclavitud de
Egipto en busca de la tierra prometida. Pero la salida de Egipto y el
asentamiento en una tierra segura están separados por una larga y difícil estancia en el desierto.
En el desierto, una de las imágenes fundamentales de la Biblia, reina la precariedad y la indefensión, sin comida ni recursos. El núcleo
de este recuerdo es la idea maravillosa de que en semejante lugar,
dundo la muerte so tiene por segura, Dios está presente, sometido
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
también él a las condiciones del desierto. Dios se manifiesta con una
fuente de alimento sorprendente, inesperada e inexplicada. La Biblia
no trata de justificar el hecho, sino que se limita a formular esta sorpresa. Partiendo del suceso, Israel forja una imagen determinante para
la imaginación histórica: el pan del desierto es el pan del cielo.
Ese pan es diferente del pan de la esclavitud, que si bien es seguro, no da vida ni libertad. Ese pan es diferente del pan de la tierra prometida, que no poseemos aún. Ese pan es diferente del hambre del
desierto, ya que Israel temió la muerte y sin embargo sobrevivió. Israel extrajo de este acontecimiento una lección crucial acerca del Señor, a saber, que Dios es nuestro auxilio permanente en la desgracia
(Sal 46,2) y que hace cosas extraordinarias y vivificantes cuando parece imposible. Extrajo una lección sobre el desierto de la vida, que,
aunque parezca desolado y desesperanzados es un lugar de sustento porque Dios está ahí. Israel extrajo una lección acerca de su vida:
aprendió que tiene que vivir en un estado de frágil dependencia, no
sometiéndose a ningún tipo de servidumbre ni poseyendo tahonas de
funcionamiento previsible, sino sintiendo la presencia de Dios incluso en el desierto y viviendo gracias al extraordinario pan que Dios le
entregó.
Este suceso se ha convertido en un prisma a través del cual Israel
y la Iglesia perciben la vida. No es el único que presenta la Biblia, pero
sí uno de los más importantes. El don del maná es un acontecimiento elemental porque todos tenemos hambre y anhelamos saciarnos;
todos deseamos alimentarnos, y a veces lo conseguimos y otras veces no. Todos tenemos la oportunidad de dar comida a los demás o
de negársela. Y cada vez que Israel o la Iglesia ha tenido que hacer
frente al hecho de alimentar o ser alimentado, la misma historia se
interpretaba desde otro punto de vista. Israel y la Iglesia han demostrado tener una gran inventiva a la hora de manejar este recuerdo,
pero la comunidad se ciñe a la disciplina y los límites marcados por
el prisma original, a saber, que en un lugar de muerte el Señor dio
vida de un modo sorprendente. El relato se transmite de una generación de fieles a otra, siempre con nuevos matices. Participamos de
una historia en que alimentar y ser alimentado es un signo y un elemento central de la fe. Fuera de esta imaginación se pueden experimentar situaciones similares, pero no estarán teñidas en ningún caso
ALIMENTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
29
de los mismos significados; dentro de ella es posible distinguir lo
que permanece oculto e inalcanzable para aquellos que lo viven desde fuera.
El empleo de esta historia en la Biblia
Entre las posteriores recreaciones de la historia que nos ocupa, cabe
destacar las siguientes: en Is 55,1-3 —un poema de exilio, cuando la
comunidad de Israel, en el siglo vi a. C , está sumida en la desesperación, hambrienta de fe y de pan—, se anuncia que se puede comer
de balde y que se tendrá leche sin tener que pagar. El poeta, uno de
nuestros compañeros de fe, parte de la historia del maná y la presenta
de forma que sus contemporáneos comprendan su situación de una
manera diferente. El exilio, al igual que la travesía del desierto, parece carente de esperanza y de señales de vida. Pero aquellos que poseen una memoria imaginativa perciben el exilio, igual que el desierto, como un lugar donde Dios alimenta gratuitamente a su pueblo
desesperado. Gracias a Yahvé, escenarios de muerte como el desierto o el exilio se convierten en espacios de vida. En cuanto al poema
de Is 15, no puede asegurarse que el poeta aluda de una forma consciente a Ex 16, pero el tema está presente en la vida de su pueblo, y
los que escuchan el poema establecen la conexión en base a la memoria histórica que atesoran. Y, tanto si el poeta lo pretendía como si
no, es obvio que el vínculo entre la antigua narración y el poema
nuevo les da vida a los dos. Tanto la narración como el poema adquieren significados nuevos que proporcionan fuerza e intuición a
una comunidad que se encuentra en una situación aparentemente desesperada.
En el Nuevo Testamento, el evangelio de Marcos consigna dos momentos en que Jesús da de comer a los discípulos. En Me 6,30-44, alimenta a cinco mil personas, y en Me 8,1-10, a cuatro mil. Está claro
que los actos de Jesús se interpretan aquí de otra manera, porque la
Iglesia que las evocaba las analizaba a través del prisma de la historia del maná, como sin duda hacía también Jesús. Lo que evidenteiiu'iile se pretendía indicar es que la antigua historia del alimento que
da villa en un lugar de muerte se estaba repitiendo. El relato de Mar-
30
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
eos es conscientemente creativo en el uso de la historia. La presenta
de una forma muy imaginativa, pero su imaginación está enraizada
en una memoria histórica concreta. En consecuencia, Jesús no es presentado simplemente como un milagrero, sino como un acto de Dios
que transforma un lugar «despoblado» (cf. Me 6,35; 8,4) en un lugar
de sustento, un lugar de abandono en un sitio donde se asiste a los
demás, un lugar de muerte en un momento de vida. Jesús, igual que
el poder de Dios, transforma la situación. Y como la Iglesia recordaba y explicaba esta historia y reflexionaba sobre ella, extrajo una potente conclusión: hemos sellado una alianza con alguien que obra
transformaciones. Así ha sido desde lo que se cuenta de nuestros padres y madres en Ex 16 y así es cada vez que comemos en presencia
de este poder sagrado.
Habréis visto que al relatar la historia de la multiplicación de los
panes lo he hecho como un iniciado. Con «iniciado» no me refiero a
alguien experto o con conocimientos especializados sobre el tema,
sino más bien a alguien que vive en el contexto de la comunidad que
cree en los materiales descritos y extrae vida de ello. Son iniciados
todos aquellos que creen que estos recuerdos nos hablan de nuestro
pasado y que estas promesas nos hablan de nuestro futuro. Los profanos, por el contrario, no conceden tanta importancia a dichos materiales, sino que los consideran simplemente algo interesante que podemos tomar o desechar cuando nos parezca. Solo un iniciado es
capaz de establecer una conexión con Ex 16 que active y dé forma al
relato de Marcos. Los narradores de Marcos —que se cuentan también entre los iniciados— establecen igualmente dicha conexión, pero
lo hacen de una forma tan sutil que la sensibilidad y las insinuaciones del texto solo pueden percibirse desde su interior. El estudio riguroso de la Biblia consiste precisamente en estar alerta y responder
a tales interacciones textuales.
En Marcos 8,14-21, Jesús y los discípulos reflexionan sobre el significado del pan. La narración pone de manifiesto, por un lado, que
los discípulos son conscientes de que esa imagen contiene un plus de
significado, a saber, la presencia de Dios en la historia en la persona
de Jesús. Por otro lado, es evidente que no alcanzan a comprender la
fuerza de la imagen ni la realidad presentada en el milagro de la
multiplicación de los panes y los peces, porque la acción milagrosa
ALIMENTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
31
pone en duda todas sus presuposiciones egoístas. Así pues, nuestros
corazones endurecidos (cf. 6,52) nos impiden a veces apreciar del todo
nuestra imaginación histórica. Iniciarse en este modo de enfocar las
Escrituras, en base a la historia y al concepto de alianza, requiere, de
hecho, que hagamos frente a la dureza de nuestro corazón y que recibamos el don de un corazón nuevo. En otras palabras, los iniciados
que estudian la Biblia en profundidad esperan que sus palabras afecten su vida de modo que empiecen a percibir la realidad de una manera diferente y que tengan que tomar decisiones sobre sus valores y
prioridades, sobre sus miedos y esperanzas. La dureza de corazón se
pone de manifiesto tanto en la figura del faraón como en los contrarios a Jesús que se oponen a la novedad de Dios y quieren mantener
las cosas tal y como están. Pero leer todas esas historias con un nuevo corazón quiere decir que debemos tomar decisiones sobre nuestra
identidad y la forma de afrontar la libertad, el orden y la justicia.
En Juan 6, en el contexto de una discusión más compleja y sofisticada, se evoca de nuevo la historia del maná para que Jesús sea comprendido. En Marcos 6,8 solamente se hace alusión a la historia del
maná a fin de iluminar a Jesús, que parece cumplir la historia. En Juan
(i, en cambio, el acontecimiento de Jesús y el del maná contrastan de
modo que es Jesús quien aparece como el verdadero pan de Dios.
Mientras que Marcos había conservado la continuidad entre la historia antigua y el nuevo suceso, el cuarto evangelio funciona por oposición. Además, está claro que no puede separarse a Jesús de la memoria antigua. Jesús aparece aquí como el don inesperado de Dios
que transforma las situaciones y convierte el hambre en satisfacción,
l.i muerte en vida. Se puede decir que dar comida a una persona hambrienta la «reaviva», le da nuevo vigor. Dar alimento es, pues, un acto
de resurrección, y podemos reconocer en cada uno de esos relatos una
iitiwida percepción del evangelio de la resurrección.
I,as narraciones de Marcos presentan a Jesús como aquel que
ofrece pan. El pan que da a comer es sin duda el evangelio que renueva las cosas. Pero en Juan el argumento de la historia cambia en
»'l sentido de que Jesús en persona es ahora el pan de vida. Comer
t*w pan significa aceptar su dominio sobre nosotros y fundirse con
Kti cuerpo. Comer el pan, esto es, recibir a Jesús, conduce a nuevas
rtlt'Mi'itis y satisfacciones que no proporciona ningún otro pan, es de-
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
cir, ningún otro evangelio. La historia, pues, cambia de Marcos a Juan.
Y al ampliar el significado del relato del pan, no es difícil comprender que, al conservar estas historias, la Iglesia primitiva aludía también a la eucaristía en tanto que forma en que la Iglesia continúa celebrando un banquete con el pan de vida.
El hecho de dar y recibir el pan que es el cuerpo no es otra cosa
que la entrega de Dios de un modo que transforma las situaciones.
En el proceso de comer el pan, que se vive ahora en tanto que eucaristía, la acción sacramental no cambia solamente el carácter del pan.
También la comunidad creyente se transforma. La Iglesia recibe el
pan, tanto en la antigua historia del maná como en la actual práctica
de la eucaristía, afrontando la muerte, y es sorprendida entonces por
la vida. Comer del pan aleja la comunidad de fieles de las promesas
y de las percepciones mortales de la cultura que nos rodea. Dicha cultura come de otro pan y hace otras promesas, pero es incapaz de dar
vida. Solo da vida el pan que la comunidad ha estado esperando.
Así, no es extraño que la Iglesia primitiva reconozca al Señor «al partir el pan» (Le 24,35). Todos esos relatos no revelan toda una teología
de la eucaristía, ya que no es esa la función de la imaginación histórica. Pero sí nos permiten analizar nuestra vida de una manera diferente gracias a la memoria primordial que forja nuestra vida.
El milagro del pan no es solo un don en el contexto de la eucaristía. Por supuesto que el pan que se recibe en el sacramento eucarístico es una realidad presente; nos es dado en el momento y transforma
las cosas. Pero la acción de comer el pan se hace también a la espera
de un «advenimiento»: los hambrientos esperan la actuación total de
Dios. Como afirmó María, Dios «colmó de bienes a los hambrientos
/ y a los ricos despidió sin nada» (Le 1,53). El milagro del pan exige
asimismo que: a) reconozcamos diariamente que nuestra vida depende de un ser sorprendente (Mt 6,11); b) demos pan a comer igual
que lo hizo Dios, sobre todo a aquellos que no pueden pedirlo (Le
14,12-14), y c) seamos conscientes de que el futuro de nuestra vida
está determinado por la manera de compartir el milagro del pan que
se nos ha confiado (Mt 25,35).
Pablo utiliza las imágenes de la historia del maná incluso cuando
se ocupa de una discusión en el seno de la Iglesia sobre cómo los creyentes se relacionan entre sí en momentos de necesidad. En el con-
ALIMENTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
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texto del relato del maná que cita (2Cor 8,15), Pablo hace la siguiente afirmación sobre Jesús: «[...] siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza» (2Cor 8,9). La experiencia
del pan proporciona un modelo para la Iglesia a la hora de abordar
problemas y recursos varios en coherencia con su imaginación histórica. Es evidente que Pablo se da cuenta de la fuerza y la radicalidad
del texto.
Consideraciones sobre esta historia
El símbolo de dar pan inesperadamente a personas hambrientas en
el desierto es un símbolo abierto y flexible que puede interpretarse de
muchas maneras y puede usarse en contextos muy dispares. Se me
ocurren al menos cuatro grandes líneas de reflexión que arrancan del
relato y del tema en cuestión y que los conocedores en profundidad
del texto pueden seguir:
1. Nuevas maneras de considerar la eucaristía como el milagro
de darnos a comer a todos nosotros, que nos encontramos siempre en el contexto de la muerte.
2. Nuevas reflexiones acerca de la preocupación por el hambre en
el mundo, pensar en el don de recursos que sabemos que están
al alcance solo cuando nos arriesgamos en lugares de muerte.
3. El nuevo pan entraña una dura crítica contra el conjunto de
nuestra sociedad de consumo y sus valores, en cuyo marco comemos sin parar y nunca quedamos satisfechos, porque nuestro pan ha sustituido el pan de vida. Ahora existe otro pan que
nunca podremos controlar, pero que nos deja satisfechos y dispuestos a dejar al descubierto el pan falso que nos ofrecen.
4. El hecho de recibir pan de semejante fuente misericordiosa nos
permite rechazar el tipo de razón técnica que sabe mucho y lo
explica todo, pero que se muestra impotente ante los dones inesperados y vivificantes. ¡Nuestro corazón endurecido nos impide aún comprender este pan!
evidentemente, el tema puede enfocarse desde otros puntos de vista que si- nos revelan cuando nos dedicamos a la imaginación históri-
34
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
ca. Un texto como este puede servir para remodelar radicalmente muchas de nuestras percepciones, puede abrirnos a nuevos recursos y nuevos conocimientos, puede criticar los valores controladores de nuestra
cultura y puede empujarnos a emprender nuevos caminos vitales.
Este texto y este tema, como otros recuerdos fundamentales, muestran la riqueza del evangelio, la fuerza de nuestra tradición y la posibilidad de enfocar la vida de otra manera. Basada en conocimientos de literatura, historia, geografía y otras disciplinas similares, la
práctica de la imaginación histórica se dirige solamente a iniciados
que toman parte en la historia de su pueblo. A los profanos, los relatos referidos les parecen historias aisladas y arcaicas que pueden ignorarse fácilmente. Para los iniciados, en cambio, son historias que
hay que apreciar, atesorar y explorar en búsqueda de nuevos significados valiosos para las generaciones futuras.
El estudio de estos símbolos, que están firmemente enraizados en
la historia pero a la vez aguijonean la imaginación, no resulta nada
fácil porque es cambiante y voluble, y no aporta además respuestas
simples. Por eso es por lo que el examen de las Escrituras resulta siempre interesante y provechoso. Y por esta razón es por lo que no podemos optar por una sola traducción de la Biblia; cada traducción es
un intento de identificar una parte del rico simbolismo que ha sido
confiado a la comunidad histórica. Semejante exploración requiere la
energía de todo el conjunto de iniciados, y no solamente de expertos
académicos o eclesiásticos, ya que cualquier hermano o hermana puede captar en el texto un matiz que los demás han pasado por alto. El
análisis de las Escrituras es, entre otras cosas, como un banquete. Incluso el texto es a veces como el pan de vida transformador. Sus palabras alimentan a las personas y las orientan hacia la novedad. No
hay duda de que la energía del movimiento estadounidense a favor
de los derechos civiles fue generada por la imaginación histórica. De
los textos bíblicos emanan nuevas posibilidades y nuevos alientos
para afrontar la crisis de la pobreza. Y en numerosos lugares desconocidos e innominados, el pueblo de Dios encuentra nuevas maneras de vivir y de arriesgarse en su misión, porque estos recuerdos ofrecen nuevas posibilidades de futuro y nuevas vocaciones presentes.
Porque se nos ha dado milagrosamente, podemos alimentarnos los
unos a los otros..., ¡y podría surgir nueva vida!
ALIMENTAR LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
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PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. Tener imaginación significa ser receptivo a la idea de que las experiencias, las palabras y los símbolos tienen más de un significado:
• Describe a una persona que haya desempeñado un papel determinante en tu vida.
• Describe a una persona de tu entorno que no tenga imaginación, es decir, que crea que las cosas tienen un único significado.
• Piensa en situaciones en que hayas sido una persona imaginativa.
2. El «pan» es un símbolo muy rico en nuestras vidas:
• Piensa en algún momento de tu vida en que hayas pasado mucho hambre y al final te hayan dado de comer.
• Trae a la memoria la comida más feliz de toda tu vida.
• ¿Recuerdas algún momento en que hayas comido demasiado?
¿Por qué lo hiciste? ¿Se trata de instantes satisfactorios que no
dan alegría, fuerza ni nueva vida?
3. Piensa en cuatro posibles significados imaginativos del pan de la
eucaristía.
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
ls 5,1-7
l )s 9,10
Mt 21,33-46
|n 15,1-11
('ouien torios
En este capítulo hemos comentado varios textos centrados en el
lema del pan. Arriba os proponemos algunos textos que versan sobre la viña. En muchos pasajes poéticos la viña es Israel, el pueblo de
I )ios. I )ios mismo es el viñador. Dios cuida a Israel. El viñador cuida
l.i vina.
36
LA BIBLIA, FUENTL DL SFNTIDO
Se espera que la viña dé fruto. En el siglo vm a. C. los profetas hablaban de Israel como si fuera un viñedo que no daba nunca buenas
uvas.
El Nuevo Testamento utiliza la misma imagen para referirse a la
Iglesia. El viñador se ocupa aún de la viña y espera que dé fruto.
¿Cuándo da buen fruto la viña? ¿Cuándo no?
3
Desentrañar el sentido
desde dentro
es un libro extraño que se ha compilado de una forma cuiosa. Aparentemente no sigue ningún orden; es una colección de texos confusa y difícil de penetrar. No sirve de nada leerla desde el prinipio hasta el fin, como han hecho a menudo los creyentes fieles, y
ampoco es de gran ayuda probar de leerla cronológicamente (supoviendo que pudiéramos fechar todos los materiales). No es muy útil
ntentar imponen un orden en los textos que refleje los conocimienos científicos modernos. En la medida de lo posible, podemos inentar leer la Biblia desde dentro y dejar que sean los materiales los
jue determinen el orden de lectura. Por supuesto que no lo lograrenos del todo, pero si nos tomamos en serio la forma de la tradición,
>odemos encontrar pistas que nos permitan examinar los textos dosle su interior. Voy a ocuparme seguidamente de la función de la lieratura. Si somos capaces de determinar qué función desempeñan
os textos literarios, es probable que podamos precisar qué lugar
icupan en relación con las demás partes de la colección.
,A BIBLIA
,a narración original
ín mi opinión, para llegar a determinar la forma de la tradición hay
\uv partir de la narración original, el hilo argumental más simple, elenental e innegociable que subyace en el corazón de la fe bíblica. Dihii narración es presentada con la pasión de los nuevos creyentes y
i sencillez de una comunidad que ha eliminado la incertidumbre y
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LA BIBLIA, FULNTE DE SL.MT1DO
no siente la necesidad de explicar nada. Es una afirmación en forma
de historia que sostiene que «esta es la historia más importante que
conocemos» y que «creemos que trata decididamente sobre nosotros».
La historia en cuestión es claramente para los iniciados, y no se dedica ningún esfuerzo para persuadir o convencer a los profanos.
Gerhard von Rad, destacado estudioso alemán, sugiere que la narración original de Israel (él utiliza la palabra credo) —el relato esencial en que cree y se apoya una comunidad en momentos de crisis y
a través del filtro de la cual se juzga la veracidad o la falsedad de cualquier historia— se encuentra en los tres siguientes textos:
1. Dt 26,5-9, una confesión litúrgica que hace Israel al llevar la
ofrenda al altar. La ofrenda es una declaración crucial de lealtad y devoción, y en ese contexto Israel expone su historia más
intensa y preciada.
2. Dt 6,20-24, un relato didáctico en respuesta a la pregunta estilizada de un niño. Hay quien sugiere que se trata de una fórmula para la enseñanza del catecismo, aunque es el niño quien
pregunta y los padres quienes responden (lo cual no es un mal
método catequístico).
3. Jos 24,1-13, un parlamento ante una asamblea del pueblo en que
la comunidad de Israel sella conscientemente una alianza con
Dios, algunos creen que por primera vez. La asamblea está formada por personas de todo tipo que atesoran historias muy dispares. Pero en el fragmento referido se les expone el relato que a
partir de entonces tendrán que compartir como base de su existencia.
Después de von Rad, otros estudiosos han sugerido que Ex 15,1-18
puede constituir un ejemplo más antiguo y más convincente de la narración original que los fragmentos aducidos por von Rad. Es probable que Ex 15 sea la relación más antigua que tenemos de semejante
declaración normativa de fe, pero esta diferencia respecto a von Rad
no es muy relevante en el caso que aquí nos ocupa. Se trata de una narración, justo después de la liberación de la esclavitud, en que Israel
declara su confesión más profunda en un estado de alegría exaltada.
Von Rad dejó claro que estos asertos están al margen de cualquier
argumento teológico razonado o planteamiento apologético esgrimido a fin de justificar la fe a los profanos. Son al ilinaciones que Israel
DESENTRAÑAR EL SENTIDO DESDE DENTRO
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sabía que eran ciertas intuitivamente y a las cuales recurría en casos de
emergencia, cuando era necesario anunciar su particular identidad histórica.
De un modo similar, C. H. Dodd, reconocido estudioso inglés, ha
observado que en el Nuevo Testamento encontramos una narración
original que nos remite a la esencia básica de la predicación primordial de la Iglesia (la palabra que Dodd utiliza es kerigma) y, por consiguiente, a la fe primordial de la Iglesia. Lo más probable es que las
primeras declaraciones de dicha fe no provengan de los relatos de
los evangelios sino de las cartas de Pablo, quien se basó, según parece, en la tradición oral de la Iglesia primitiva, la misma tradición oral
utilizada en la confección de los evangelios. Así pues, es probable que
las afirmaciones que se leen en las cartas a los Corintios sean anteriores a los relatos de los evangelios, aunque no hay duda de que
Jan cuenta de la misma fe:
1. En ICor 1,23, la narración original se articula como la esencia
de la predicación.
2. En ICor 3,1, dicha narración es presentada como el fundamento de toda fe cristiana, lo que significa que es la más elemental declaración de fe que se puede hacer. Como en todos
los relatos de esta naturaleza, ICor 3,1 no se apoya en presuposiciones o afirmaciones teológicas. Esta es la esencia de la
fe de la Iglesia.
3. En ICor 15,3-8, la narración original es presentada como la tradición fundamental que la Iglesia evoca en sus reflexiones teológicas.
El credo de Israel del cual habla von Rad y el kerigma de la Iglesia que presenta Dodd difieren bastante por razones obvias. El primero lo formula una comunidad preocupada por la fe de Israel, y el
secundo, una comunidad centrada en la presencia y el ministerio
de lesiís. El primero se expresa en un idioma completamente semítico, y el segundo se presenta en un contexto helenístico. El primero es el resultado de procesos largos y no del todo comprendidos,
mientras que el segundo surgió en un espacio de tiempo relativamente corto. Ambos comparten, sin embargo, importantes rasgos,
t|tie son decisivos a fin de entender el auténtico propósito de la tradición bíblica:
40
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
a. Ambos relatan una serie de actos de Dios que han transformado la
vida radicalmente a aquellos que proclaman la fe en ellos. La gramática decisiva de la fe bíblica recurre a un verbo activo, con Dios mismo como sujeto y la Iglesia o el mundo como objeto del verbo, es decir, como destinatario de la acción de Dios.
b. En ambos casos se trata de confesiones o declaraciones que no se
proponen explicar o probar nada. Son declaraciones de fe osadas y
primitivas, despojadas de todo ornamento o justificación.
c. Ambos son narraciones que refieren cómo ha actuado Dios para
cambiar la forma de todo el proceso histórico; es decir, explican cómo
Dios introduce la causa de la libertad en una sociedad caracterizada
por la opresión. Hablan de la capacidad de vida que puede extraerse
de situaciones de desesperación y muerte. Y al producirse estos acontecimientos, la conciencia humana ya no puede ser la misma. Los que
se han encarado al suceso saben ahora que una auténtica novedad, que
no resulta de viejas formas o esquemas antiguos, puede irrumpir en
la historia de la humanidad. Hechos concretos como la curación de
un hombre o el hallazgo de un bebé adquieren un significado universal. El hallazgo de un bebé anuncia a los que controlan el mundo que
Dios ha prometido un nuevo mundo y que este mundo llegará. La curación de un hombre se entiende como el desmantelamiento del antiguo orden, que impedía a las personas que fueran humanas. El impacto de estos recuerdos afecta tanto la forma de la vida pública
como las imágenes que tenemos de nuestra existencia personal. La
esencia de estos núcleos de la fe bíblica (credo, kerigma) muestra los
rasgos fundamentales de toda fe bíblica. Para Israel:
1. Se hizo una promesa a nuestros antepasados en medio de una
gran precariedad.
2. Dios liberó a Israel de la esclavitud con una gran demostración
de poder que derrotó a la principal potencia de la época.
3. Dios condujo a Israel al desierto, un lugar de peregrinación precaria, y alimentó y sustentó a su pueblo.
4. Dios llevó a Israel a la tierra fértil que le había prometido.
Para la Iglesia primitiva, como Dodd ha sintetizado:
1. Las profecías se cumplen, y con la llegada de Cristo empieza
una nueva era.
DESENTRAÑAR EL SENTIDO DESDE DENTRO
41
2. Cristo nació de la simiente de David.
3. Murió según las Escrituras, para liberarnos del mal de la presente era.
4. Fue enterrado.
5. Resucitó al tercer día de acuerdo con las Escrituras.
6. Es elevado hasta la diestra de Dios, como hijo de Dios y Señor
de los vivos y los muertos.
7. Volverá como juez y salvador de la humanidad.
A este resumen se le podría añadir, aunque Dodd no lo hizo, la efusión del Espíritu Santo como consecuencia de la ascensión de Jesús.
Las dos listas sintetizan a grandes rasgos la fe bíblica y pueden
ayudarnos a comprender la extraña ordenación de los textos.
La narración ampliada
Un vez comprendida la narración original, podemos hablar de la narración ampliada. Está claro que el texto bíblico nos ofrece ahora todo
t i po de materiales que no poseen la claridad o la concisión del credo
o del kerigma. En el proceso de construcción de la tradición, la narrai'ión original se fue ampliando de maneras que pueden parecemos
poco cuidadosas o poco disciplinadas. Da la sensación de que se hizo
sin orden ni concierto. Los relatos primordiales atrajeron todo tipo
do materiales relacionados o no con los temas de la narración original, que acabaron en cualquier caso conectándose a los temas primordiales y sirviéndoles. Es decir, se vincularon a la historia central,
la cual les cambió los significados. A la hora de leer el material ampliado, es bastante útil considerarlo una presentación más elaborada
y completa del mismo tema nuclear, lo cual significa que esos textos
son también confesionales y no descriptivos.
Así pues, en los capítulos 12-50 del Génesis, la historia de Abrahtin, Isaac, Jacob y José es una presentación ampliada de la promesa
hi'cha a «mi padre [que] es un arameo errante». Y en cada unidad del
(¡ónesis 12-50 podemos leer cómo se mantiene la promesa hecha a
t»Mo hombro que vaga por el mundo en una situación de precarieiliiil. I'.ir.i los quo Icen l.i liiblia desdo dentro, el tema central de los
42
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
textos a los que nos referimos es si Dios va a mantener su promesa.
En su forma actual, los relatos transmiten duda e incertidumbre. Reflejan también los cálculos y la manipulación de aquellos que no podían apoyarse en las promesas y preferían hacer las cosas a su manera. A menudo las historias atormentan porque Dios no parece
dispuesto a cumplir la promesa de dar un hijo; la siguiente generación, pues, también tiene que ser portadora de la promesa. ¿Puede la
mujer estéril dar a luz al hijo prometido (Gn 18,1-15)? ¿Puede el hijo
menor conseguir la promesa que iba dirigida a otro (Gn 27)? ¿Puede
el hijo amado salir del abismo y ascender al poder (Gn 40-41)? Son dimensiones distintas de una única afirmación del antiguo credo.
A medida que Israel narraba la historia fijándose imaginativamente
en los detalles, la narración original se manipuló e interpretó de muchas maneras durante un largo periodo y en circunstancias muy diversas. Igualmente, en el caso de la Iglesia primitiva, parece probable que diferentes comunidades pertenecientes a distintos lugares
explicaran las historias de maneras dispares. Por ejemplo: a diferencia de la comunidad de Marcos, las comunidades relacionadas con
Mateo y Lucas conocían bien y valoraban sobre manera las historias
en torno al nacimiento. Cada comunidad organizaba los materiales a
su manera, en consonancia con sus propósitos, y cada una poseía recuerdos distintos sobre la Pascua.
La narración ampliada es una colección de los distintos tratamientos que se han dado a la narración original. Así es cómo se ha
procedido con los otros temas del credo de Israel:
• La declaración de la liberación de Egipto (Dt 6,21-22; 26,6-8; Jos
24,5-7) se amplía hasta convertirse en la historia que se lee en
Ex 1-15.
• El recuerdo de la travesía del desierto se recoge, ampliado, en
Ex 16-18 y Nm 10-24.
• La afirmación del don de la tierra se elabora en Jos 1-12.
La breve declaración confesional se convierte en una declaración
más larga llena de elementos curiosos, cada uno de los cuales asevera la fe básica de Israel. Algunos estudiosos han calificado esta forma
ampliada de épica derivada del credo.
En el Nuevo Testamento, la narración original se ha ampliado hasta convertirse en toda la narración evangélica del nacimiento, la
DFSENTRAÑAR EL SENTIDO DESDF DENTRO
43
vida, el ministerio, la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús.
La narración primordial se centra casi exclusivamente en los últimos
acontecimientos, y la narración ampliada del evangelio se completa
con recuerdos de la vida y del ministerio de Jesús. Pero incluso estos
materiales no son meramente biográficos, sino que se trata más bien
de recuerdos tamizados por el tema dominante de la crucifixión y la
resurrección, de manera que muchas historias de los evangelios son
episodios en que, gracias a la presencia, los actos y las palabras de Jesús, una situación mortal se transforma en vida (cf. Me 5,24-24; Le
7,36-50 y Le 19,1-10). Para un iniciado, pues, incluso estos relatos aparentemente alejados de la narración original muestran en efecto la
misma fe. Los relatos del Hexateuco (del Génesis a Josué) y los evangelios representan los intentos de muchas personas y muchos grupos de definir a lo largo del tiempo el ciedo-kerigma básico con arreglo a sus conocimientos particulares.
Las narraciones derivadas
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, a los textos a los
que hemos aludido se les concede una primacía especial. Pero cada
comunidad poseía una historia posterior explicada mediante lo que
podríamos llamar «narraciones derivadas», esto es, la historia de a)
Israel después de Moisés y Josué, y b) la Iglesia después de Jesús. En
ambos casos la comunidad creyente no podía continuar contando sin
más las antiguas historias. A medida que transcurría el tiempo, se
daban nuevas experiencias que se iban incorporando a la historia. Así,
l.i antigua historia primordial se complementó con una tradición en
marcha. Aunque ese material derivado pertenece también al proceso
mediante el cual la comunidad se autoidentifica, en ningún caso se le
.itribuye el mismo rigor o la misma autoridad. En el Antiguo Testamento, la narración derivada, que incluye todos los escritos históricos lie los Jueces a Nehemías, relata la vida, la fe y los actos de la comunidad creyente en su difícil camino por unas circunstancias
históricas cambiantes y con distintos grados de fidelidad e inconstancia, lín el Nuevo Testamento la literatura derivada constituye los
I leí líos de los Apóstoles, situados en el marco de varias crisis que
44
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
afectaron a la Iglesia primitiva. En ningún caso se trata de una mera
crónica histórica, sino de una declaración teológica sobre cómo el espíritu de Dios ha gobernado la historia de este pueblo, portador de
una nueva presencia en la historia.
Así, casi toda la narración de Israel derivada versa sobre la capacidad de la palabra de Dios para hacer su voluntad, esto es, mantener las promesas que había anunciado (cf. IRe 8,20; 12,15; 15,29; 16,12;
16,34; 21,27-29; 22,35; 2Re 1,17; 23,16-18; 23,30; 24,2). Asimismo, en el
Nuevo Testamento el relato describe aparentemente los actos de los
líderes de la Iglesia, pero es también la historia de cómo el espíritu
de Dios (Hch 2,17-18; 6,10; 18,5; 19,21) o la palabra de Dios (Hch 6,7;
8,4; 12,24; 19,20) actúa de una nueva forma en la historia. Probablemente, la narración se habría podido presentar como un «relato objetivo». Pero para un iniciado es importante reconocer el carácter profundamente confesional de esos textos. No darse cuenta de ello es no
ver lo esencial de la literatura bíblica. En todos los casos, la narrativa
toma el recuerdo primordial de la narración básica y atestigua su poder y su autoridad en la vida de la comunidad, que está alejada en el
tiempo de los sucesos originales pero que recibe aún el efecto de su
impacto duradero. Está claro que en ambos casos eso puede llamarse «historia» solamente en un sentido muy especial, porque se trata
de una historia en que el Señor de la narración primordial juega el papel central y crucial. Únicamente los iniciados pueden entender qué
significa esto para nuestra historia así como para nuestra literatura
sagrada.
La literatura de institucionalización
Toda comunidad que perdure en el tiempo, incluidas las formadas
con el entusiasmo de un nuevo compromiso religioso, tiene que organizar su vida para preservar el objetivo inicial; para protegerse de
posibles perversiones; para definir su estructura organizativa, el papel de los dignatarios y los márgenes de libertad, y para abordar problemas internos concretos. Los textos que dan cuenta de estas facetas
de la historia de la comunidad pueden llamarse «literatura de institucionalización». Dichos textos están separados frecuentemente del
DESEXTRAÑAR El SENTIDO DESDE DENTRO
45
liderazgo original por unas cuantas generaciones, puesto que es solo
entonces cuando estos problemas afloran con todo su peligro y magnitud.
Este tipo de literatura, que es crucial para la propia comunidad,
no resulta a menudo una lectura apasionante. En el Antiguo Testamento encontramos ejemplos como los monótonos textos de Éxodo
25-40, el Levítico, Números 1-10 y 25-36 y también, indirectamente,
Ezequiel 40-48. Son textos destinados a autorizar y legitimar formas
de liderazgo, costumbres y normas, así como prácticas litúrgicas. En
el Nuevo Testamento, en un género distinto (presentado como cartas), podemos considerar como literatura de institucionalización las
dos cartas a Timoteo y la carta a Tito, en que se muestra cómo la comunidad creyente afronta las tareas diarias relacionadas con la organización, la supervivencia, la manutención y la disciplina.
La literatura de reflexión teológica madura
lixiste otra clase de literatura bastante más interesante y edificante,
que podemos denominar literatura de reflexión teológica madura. Ningún material bíblico raya el pensamiento sistemático y prologando,
próximo a la epistemología o al método. Por lo tanto, todos sus textos conservan el lenguaje primitivo y un carácter confesional atrevido y libre. Observamos, sin embargo, que para algunas autoridades
el Deuteronomio y la carta a los Romanos constituyen las consideraciones más elocuentes y maduras de la comunidad que reflexiona sobre la fe.
En el Deuteronomio los temas centrales versan sobre la fuerza de
la a lianza y el imperio de la ley de la alianza en una comunidad tenl.ula por el sincretismo. El Deuteronomio es un conjunto de textos literarios que tratan de la comunidad creyente cuando esta se compromete seriamente con otros valores y percepciones religiosas. La
tentación es quizá el culto a la fertilidad de Canaán. O tal vez sea la
opresiva religión imperial de Asiría. En cualquier caso, parece que a
los israelitas les atrajo la idea de incorporar a su religión influencias
extranjeras, las cuales tergiversaron el significado de la alianza con el
I )ios ile Israel. 1.1 I Vuteronomio se escribió para protestar en contra
46
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
de este sincretismo y reafirmar la fe de Israel en su forma menos contaminada. En Romanos (de nuevo en forma de carta), las reflexiones
giran en torno al significado y a la importancia de una religión basada en la gracia. Ambos libros se encuentran en el centro confesional
y teológico de la Biblia y tratan de expresar vigorosamente el contenido de la narración original. Tanto el Deuteronomio como Romanos
parten de las declaraciones de la narración original y tratan de darles una expresión más cohesionada y completa.
La literatura de instrucción y vocación
Podemos identificar finalmente la literatura de instrucción y vocación, que incluye la literatura profética (de Isaías a Malaquías) y sapiencial (de Job al Eclesiastés) del Antiguo Testamento y las Cartas
(de la Primera carta a los Corintios a la Carta de Judas) del Nuevo
Testamento. Son textos en que los predicadores y maestros de la comunidad recogen las declaraciones de fe hechas en situaciones determinadas. Se trata de materiales de muy diversa índole; esta categoría es de hecho un cajón de sastre en que lo que justifica el
agrupamiento es la función, a saber, el intento de explicar qué significa esta fe en un contexto determinado. Este tipo de literatura incluye juicios y sentencias, como en Proverbios y Carta de Santiago, que
parecen alejarse bastante de la narración original, al lado del sufrimiento que expresa la poesía de Job y de las sofisticadas meditaciones teológicas del Escrito a los Hebreos. Algunos pasajes son esencialmente instructivos, como, por ejemplo, las sentencias que hemos
mencionado. Es el caso también de las Cartas de San Pablo, que indican cómo tiene que actuar la Iglesia en determinadas situaciones.
En otros casos tienen un carácter esencialmente lírico, como los Salmos y algunos fragmentos de himnos presentes en las Cartas (como
en Flp 2,5-11 y Col 1,15-20). En este grupo incluiría también algunos
materiales visionarios que reciben generalmente el calificativo de
«apocalípticos» (Daniel, Apocalipsis) y que son en realidad intentos
de una comunidad exhausta y desesperada de articular una forma
de racionalidad para mantener libre la fe en un contexto opresivo.
Pero en cuanto a la función que desempeñan, estos textos son del mis-
DESENTRAÑAR EL SENTIDO DI5DE DINTRO
47
mo tipo que los citados anteriormente, porque pretenden afirmar la
narración original de modo que pueda desplegar toda su fuerza y autoridad en circunstancias especiales. Sea en el contexto que sea y en
todas sus variedades (instructiva, lírica y visionaria), los materiales
aquí descritos son presentados con la pasión de aquellos que consideran que esta fe es la única opción posible.
Esta pasión singular se pone de manifiesto sobre todo en los profetas de Israel, que he incluido en la literatura de instrucción y vocación. Son los profetas quienes insisten en que la narración original posee fuerza, autoridad y pertinencia en todo tipo de situaciones. De
hecho, para comprender en debida forma los profetas, así como las
Cartas, es necesario vincularlos a la narración original.
La relación entre los diversos tipos de literatura
Las categorías que acabo de proponer no son en absoluto definitivas;
se trata más bien de un esquema introductorio que puede servir de
orientación y que no resistiría ningún examen en profundidad. Pero
sí son indicativas de cómo los iniciados interpretan los textos como
el medio de que dispone la comunidad para abordar los conceptos de
identidad y misión.
Finalmente, podemos hacer algunas consideraciones sobre la compleja relación que estos materiales diversos mantienen entre sí. He recalcado que todas las partes están relacionadas y modeladas por la
narración original. Todo tiene que ser tamizado por estas afirmaciones. Las segundas afirmaciones en importancia son las narraciones
ampliadas que pretenden tratar las mismas declaraciones y los misinos contenidos que la narración original. En la narración derivada
nos encontramos un poco más lejos, ya que presenta la comunidad
que confiesa su fe cuando los acontecimientos primordiales quedan
apartados en el tiempo. Sin embargo, incluso esos materiales aspiran
a mostrar las declaraciones de la narración original en la comunidad
que hace dichas declaraciones. Los tres últimos grupos, la literatura
ile institueionalización, la literatura de reflexión teológica madura y
l.i literatura de instrucción y vocación, son funciones de la literatura
derivada, es decir, se ocupan de tres tareas que la comunidad tiene
48
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
que acometer si quiere mantenerse fiel a la narración original: a) organizar su vida, b) articular acuerdos y c) detectar puntos de contacto específicos entre la fe y la vida. Así pues, el material queda organizado de la manera siguiente:
Por muy extraño que parezca, los iniciados saben que nuestras madres y nuestros padres de fe han intentado, durante muchas generaciones, entender y vivir la vida en respuesta al Dios de la alianza que
libera a los esclavos y transforma la muerte en vida. Es precisamente en ese contexto que hay que situar todos los textos literarios.
DESENTRAÑAR EL SENTIDO DESDE DENTRO
49
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. ¿Cuál es la «historia básica» de tu vida? Nombra los dos o tres
acontecimientos o percepciones fundamentales que dan forma a
tu existencia.
• ¿Qué partes son «buenas noticias»?
• ¿Qué partes son «malas noticias»?
2. El credo de Israel gira en torno a la idea de partir de un lugar (Jr
2,6) y llegar a uno nuevo (Jr 2,7).
• En tu historia básica, ¿qué sitios seguros, relaciones seguras y conexiones seguras has sido capaz de arriesgar para partir en peregrinaje? ¿Te ha permitido eso crecer?
• ¿Qué relaciones, conexiones y lugares valiosos no te has decidido a abandonar? ¿Esta decisión te ha inmovilizado o te ha protegido?
3. La Iglesia del Nuevo Testamento confiesa que Jesús murió y después resucitó.
• En tu vida, ¿has experimentado la muerte dentro de ti de alguna manera?
• ¿Has recibido alguna vez vida nueva por sorpresa? ¿En qué aspectos de tu vida podrías recibirla?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Me 10,17-22
Hch 3,1-10
Comentarios
l'n su libro El hombre y su lugar, Paul Tournier escribe que vivir con
madurez consiste en:
1. encontrar un lugar seguro, y
2. dejar ese lugar seguro para emprender una nueva aventura.
Esto significa que nunca se está en un lugar seguro por mucho
liempo, sino que se está siempre yendo de un lado a otro.
Me 10,17-22 no es solo una historia sobre un hombre rico; es un
modelo para los discípulos. Aquel a quien Jesús dirige sus palabras
(o sea, nosotros) está llamado a desprenderse de todo lo que posee y
50
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
a ir con Jesús, a dejar su casa en busca de la fe, pero no puede, porque el lugar donde tiene depositadas sus riquezas es demasiado seguro. El evangelio de Marcos está compuesto probablemente en
Roma, en el seno de una comunidad que se debate constantemente
entre la fe en Jesús y las exigencias del emperador. A veces resulta difícil elegir la aventura de la fe frente a la seguridad que ofrece el orden establecido.
Estos textos tratan del poder sorprendente de Cristo. Como los discípulos mismos se habían desprendido de muchas cosas para seguir
a Jesús en peregrinación, tenían el poder para sacar a la gente de un
sitio de desesperación y conducirla a una nueva vida. Hicieron un
acto de resurrección. Se dirigieron a un hombre que no pertenecía a
ningún lugar y le brindaron un lugar seguro en el evangelio.
La Iglesia y sus miembros disfrutan aún de la capacidad de hacer
cambiar de sitio a la gente, pero esto depende del hecho de que decidamos abandonar el lugar donde nos sentimos seguros, como Israel
ha estado siempre llamado a hacer.
El evangelio llama a abandonar lo que está organizado en contra
de las promesas de Dios y a emprender el camino hacia el lugar donde los propósitos de Dios tienen poder. Es una llamada en forma de
exigencia porque la partida resulta difícil y dolorosa. Es una llamada
en forma de don, porque el lugar prometido nunca lo inventamos nosotros. Es Dios quien nos lo da siempre, de maneras que no podemos
imaginar o controlar.
4
El centro de la singular
perspectiva bíblica: Dios
peculiares de la Biblia no encajan con nuestras ideas convencionales sobre la religión. A m e n u d o estos rasgos
singulares nos incomodan, pero a la vez nos resultan m u y valiosos.
I ,a peculiaridad más importante —la más difícil de entender, la más
valiosa— no tiene que ver con la literatura, la cultura o la historia,
sino con las extrañas costumbres de u n pueblo o con los extraños
acontecimientos de la historia política.
El Dios de la Biblia es lo más extraño que hay en la Biblia. En toda
la historia de la religión no hay ningún otro dios comparable al de la
liiblia. Y eso cuesta de entender. Por esta razón es por lo que los pueblos que trataron con el Dios de la Biblia pretendieron siempre relacionarse con el Ser Divino igual que con todas las otras nociones de
I 'ios. Y en todas las épocas, incluso la nuestra, nos tienta la idea de
encajar por fuerza a Dios en otras categorías, como si Dios perteneciera a una clase de agentes similares.
I'ero Dios no tiene parangón. Y su extrañeza radica en eso. Dios
i'slá con el pueblo. Dios está a favor del pueblo. La b o n d a d de Dios
no reside en el gran poder trascendental ni en la distancia majestuosa ni en la dureza exigente, sino en la disposición a estar con el pueblo v a favor del pueblo. Y ese estar con el pueblo y a favor del pueblo no tiene nada que ver con sobornar, e n g a ñ a r o intimidar. Es
simplemente la voluntad de Dios. De manera característica, Dios no
•<e define por sí mismo sino <i través de los demás.
MUCHAS CARACTERÍSTICAS
52
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Como he comentado anteriormente, el tema central de la Biblia es
la alianza, la idea de contraer compromisos y atenerse a ellos, de hacer promesas y cumplirlas. Este tema ocupa una posición central en
las Escrituras, porque Dios se revela a sí mismo como un dios que sella alianzas y las cumple.* Dios es eso. Así es cómo el Ser Divino sale
al encuentro de Israel y se relaciona con la Iglesia. Así es cómo Dios
se relaciona con la creación en calidad de miembro fiel de una alianza. Así es cómo Dios nos define nuestro mundo como un proceso
que consiste en establecer y observar alianzas. Y esa es la buena noticia del evangelio, que Dios se mantiene fiel a la alianza.
En el Antiguo Testamento, podemos observar cuatro dimensiones
distintas del Dios de la alianza que transmite al pueblo la fuerza y la
alegría de vivir en dicha alianza.
Ahora sois el pueblo de Dios
El éxodo, el acontecimiento central de la fe de Israel, es el anuncio de
que el Señor está activamente comprometido con su pueblo. En respuesta a sus súplicas, Dios proclama: «He visto la aflicción de mi pueblo [...], he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco
sus angustias. Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios» (Ex
3,7-8). Este es Dios. Aquí es donde empieza la fe bíblica. La cuádruple
afirmación crece en intensidad. Las dos primeras partes sugieren solamente que Dios es testigo de la desventura de su pueblo. La tercera
parte apunta que Dios se toma en serio esa desgracia. Pero la frase decisiva es la cuarta. Dios se compromete activamente con los esclavos
e interviene en el conflicto en defensa de los desvalidos. La poderosa
intervención a favor de Israel no se produce en atención a unas per-
* En el Antiguo Testamento, el nombre que Dios mismo se asigna ante Moisés se
escribe YHWH. El Jerome Biblical Commentary [Comentario bíblico San Jerónimo] resumen un largo debate en torno al significado y al empleo de este nombre diciendo que
YHWH es el nombre israelita de Dios por medio del cual la asociación de Yahvé e Israel queda mutuamente acceptada y proclamada» (p. 738). Desde hace más de dos mil
quinientos años, existe la costumbre reverencial de sustituir el nombre sagrado de
YHWH por la palabra Señor, que es la que ulili/amos en el présenle libro.
EL CENTRO DE LA STNGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
53
sonas que lo merecen, que son honorables o impresionantes (Dt 7,6-8;
9,6); es con un gran grupo innoble que Dios se compromete (una
«muchedumbre», Ex 12,38 y Nm 11,4). La actividad de Dios fruto de
la alianza no contribuye solamente al bienestar del pueblo, sino que
realza lo que ya existía. A raíz de esa actividad, también se crea un
pueblo que no existía y se le proporciona un bienestar inusitado:
Los que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios;
los que habíais conseguido misericordia, ahora habéis alcanzado
misericordia.
(IPe 2,10)
La fidelidad de Dios llama a Israel, que no existía, a la existencia (Rom
4,17). No es extraño que, al final del Éxodo, en el canto de acción de gracias de los liberados, Israel formule las siguientes preguntas retóricas:
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿quién como tú, sublime en santidad,
temible en proezas, autor de prodigios?
(Ex 15,11)
Y la respuesta obvia es: nadie. La majestad de Dios supone un sorprendente compromiso con gente que no es nadie. Dios es alabado,
pues, como el Dios supremo: «[...] pues el Señor vuestro Dios es el
Dios de los dioses y el Señor de los señores; el Dios grande, fuerte y
temible» (Dt 10,17). Pero la doxología continúa: «[el Dios] que hace
justicia al huérfano y a la viuda, y ama al emigrante suministrándole pan y vestido» (Dt 10,18).
La presencia y el poder de Dios
El Señor es un agente activo que se hace presente ejerciendo su poder. Dios no se entrega a su pueblo con sentimientos positivos o
.im.ibles. El Señor despliega su poder en beneficio de Israel cuando
eslr está indefenso y sin poder propio. Por eso es por lo que en Éxodo encontramos las siguientes afirmaciones:
54
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
El Señor combatirá por vosotros sin que vosotros tengáis que hacer nada. (14,14)
Huyamos ante Israel, porque el Señor combate por ellos contra
los egipcios. (14,25)
[...] y así los arrojó el Señor en medio del mar. (14,27)
Así salvó el Señor aquel día a Israel del poder de los egipcios, e Israel pudo ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. (14,30)
Todas estas ideas quedan resumidas en la siguiente aserción: «[...]
para que sepáis que el Señor distingue entre egipcios e israelitas»
(11,7). Las imágenes del capítulo 14 son imágenes bélicas. Dios lucha
a favor de aquellos que no pueden defenderse, no a favor de aquellos que lo merecen y podrían ganar, sino precisamente a favor de los
desvalidos e inútiles, porque el Señor está con ellos y se entrega a
ellos.
Las imágenes bélicas, cuando se refieren a Dios, inquietan a mucha gente, sobre todo a los que tienen ideas convencionales o «espirituales» sobre la religión. Pero el Señor, el Dios del Antiguo y el Nuevo Testamento, no se ajusta a nuestras convenciones religiosas. No
podemos partir de nuestros estereotipos para llegar a Dios; tenemos
que empezar por Dios, y a partir aquí, desentrañar el significado del
término Dios. Dios rompe nuestros estereotipos. Las metáforas bélicas son portadoras de una buena noticia, a saber, en medio de los conflictos no corremos ningún peligro gracias al compromiso que Dios
ha contraído con nosotros. Esto se hacía ya patente en alocuciones
muy primitivas:
¡Escucha, Israel! Hoy vais a pelear contra vuestros enemigos; no
os acobardéis; no tengáis miedo, no tembléis ni os asustéis de ellos,
porque el Señor, vuestro Dios, os acompaña y combatirá por vosotros contra vuestros enemigos para salvaros. (Dt 20,3-4)
La presencia de Dios al lado del pueblo y a favor del pueblo se pone
de manifiesto en un discurso directo y tosco.
La misma idea encuentra una expresión mucho más sofisticada
en la historia de José recogida en el Génesis, donde la presencia de
Dios no es tan obvia y sus actos quedan ocultos. No obstante, todo el
EL CENTRO DE LA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
55
relato de José y sus hermanos se basa en la convicción de que el imperio del Señor hará que se cumpla la voluntad de Dios. La actuación de Dios es decisiva y no puede impedirse (cf. Gn 50,20). Así pues,
en Gn 39, en que se narra cómo José intenta abrirse paso en Egipto,
la misma idea se repite hasta cuatro veces:
El Señor estaba con José y todo le salía bien. [...] Su amo, viendo
que el Señor estaba con él, y que hacía prosperar todo cuanto él
emprendía, lo hizo su hombre de confianza. (Gn 39,2-3)
Pero el Señor estaba con José [...].[...] porque el Señor estaba con
él y hacía prosperar cuanto emprendía. (Gn 39,21-23)
Lo que era una promesa bélica primitiva se convierte ahora en una
confianza serena frente a la vida, la cual permite a José actuar libremente y con magnanimidad a fin de salvar vidas (Gn 45,4-8). Pero
incluso en ese entorno urbano se renueva el compromiso del Señor
con su pueblo.
Una presencia permanente
Israel también reconoce el deseo del Señor de estar con el pueblo y a
tavor del pueblo en la tradición que se refiere al templo de Jerusalén,
en que la presencia de Dios es especialmente manifiesta. En los cánticos de Sión del libro de los Salmos, se hace patente que el Señor
está a favor de su pueblo:
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro auxilio permanente en la desgracia. [...]
Dios está en medio de ella [la ciudad], no puede sucumbir [...].
(Sal 46,2-6)
I Vio incluso en este cántico, la presencia de Dios remite a la acción,
puesto que inmediatamente después se afirma: «Dios la socorre al
despuntar la aurora» (Sal 46,6b). Se dice que Sión es el lugar donde
inora Dios: «¡Qué deliciosa es tu morada, Señor todopoderoso!»
(Sal K'1,2). Estos himnos confirman y refuerzan la idea de la presencia
56
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
cultual del Señor en ese lugar sagrado especial. Pero incluso ahí no
estamos lejos de la intervención activa y poderosa de Dios. El Señor
no se caracteriza por ser un dios que es, sino que es un dios que actúa. Así, el salmo 46 no trata solamente de la morada de Dios en
Sión. La repetición del estribillo habla de un dios belicoso que comanda a las tropas:
El Señor todopoderoso está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. [...]
El Señor todopoderoso está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
(Sal 46,8-12)
Y lo que se muestra en este salmo es que Dios es capaz de desarmar
al enemigo amenazador (v. 10).
La idea de la presencia cultual de Dios pretende garantizar un espacio libre y seguro donde abrazar la alegría de vivir. Por eso es por
lo que los cantores de Israel se alegran de vivir al abrigo de la seguridad que ofrece la casa del Señor (Sal 23,6). No porque sea solamente un espacio libre de amenazas, sino porque es realmente un «santuario» donde la valía y la dignidad están garantizadas y protegidas.
Incluso en ese contexto de confianza, Dios no es un objeto pasivo
que se debe adorar ni una presencia estática a la cual hay que venerar. Dios está siempre actuando y tomando la iniciativa, obrando a favor de su pueblo para mejorar su vida. Y como el Señor no está sólo
con el pueblo sino también a favor del pueblo, la vida de Israel se
asenta en la confianza:
Como está Jerusalén rodeada de montañas,
así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre.
(Sal 125,2)
Esta idea de la presencia de Dios no está exenta de problemas, y la
Biblia misma no olvida el peligro que comporta semejante afirmación.
La religión tiende siempre a querer domesticar la presencia del Señor
y reducirlo a un fetiche inofensivo. La Biblia protesta enérgicamente
en contra de esto:
EL CENTRO DE LA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
57
Pero ¿acaso puede habitar Dios en la tierra? Si el universo en toda
su inmensidad no te puede contener, ¡cuánto menos este templo
construido por mí!
(IRe 8,27)
La afirmación de la libertad de Dios se encuentra precisamente ahí
donde Israel defiende con más contundencia la importancia del
Templo. La religión está tentada de tener a Dios solamente con nosotros. La fuerza del evangelio consiste en afirmar que Dios no solamente está con el pueblo sino que a la vez se compromete con él haciendo lo que las personas más necesitan pero no pueden hacer, a
saber, asegurarse su propia existencia. Existe, pues, una tensión entre la presencia en lucha que actúa y la presencia cultual que está ahí,
atenta. Ambas afianzan una confianza serena y una intrusión vigorosa que nos dicen quién es el Dios que está entre nosotros.
«¡No temas!»
La presencia del Señor se expresa en una forma discursiva especial
llamada oráculo de salvación. Se trata de un parlamento divino en respuesta a una plegaria desesperada. Aparece siempre de una forma
abrupta y anuncia que la situación no es como la imaginábamos, precisamente porque el Señor está presente ahí donde creíamos que no
estaría. Dicho parlamento empieza con un «¡No temas!». La voz de
Dios se deja oír ahí donde la gente está aterrorizada. La palabra de
Dios redefine la situación de acuerdo con la presencia activa de Dios.
Ahí donde Dios está presente hay un poder misterioso que, sin embargo, no necesita producir terror. Más bien produce asombro el hedió de que incluso en esta situación intervenga el poder de Dios (cf.
Me 4,35-41).
Este tipo de discurso es utilizado en la tradición de los patriarcas,
básicamente para prometer algo importante cuando parece imposible encontrar una salida:
—No temas, Abrán, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy
f>r.iiuU'. (C¡n \5,\)
58
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
No temas, porque Dios ha escuchado los gritos del niño ahí donde está. (Gn 21,17)
No temas bajar a Egipto, porque allí haré de ti un gran pueblo. (Gn
46,3)
Es característico de los textos que la presencia del Señor para con su
pueblo no solamente se afirme. Dios actúa. La vida sufre una transformación. La presencia de Dios consiste en su actuación fiel para
transformar la vida.
Este tipo de discurso se hace patente sobre todo en la literatura referida al exilio, que se dirige precisamente a aquellos que se sienten
abandonados:
Y tú no temas, siervo mío Jacob, [...]
yo te libraré a ti y a tu descendencia
del lejano país donde estás desterrado. [...]
Yo estoy contigo, para salvarte.
(Jr 30,10-11)
No temas, pues yo estoy contigo;
no te inquietes, pues yo soy tu Dios;
yo te fortalezco y te ayudo,
y te sostengo con mi diestra victoriosa.
(Is 41,10)
No temas, que yo te he rescatado
te he llamado por tu nombre y eres mío.
Si atraviesas las aguas,
yo estaré contigo [...].
(Is 43,1-2)
Estos textos (cf. Is 41,13-14; 44,2) muestran como ningún otro lo poderosa que es la presencia de Dios. Ahí donde Dios se hace presente,
la vida cambia, la esperanza es posible y el exilio llega a su fin.
De hecho, es justamente en el exilio donde Israel tiene más motivos para dudar de la presencia de Dios y creer que ha sido abandonado (cf. Is 49,14-15; 54,7-8). Y es sobre todo en el exilio que si- em-
EL CENTRO DE LA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
59
plea otra fórmula mediante la cual Dios sella la alianza con su pueblo:
Vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios.
(Jr 30,22; cf. 24,7; 31,33; 32,38; Ez 36,28; 37,23; 37,27)
Ahora sabemos, por la historia que vincula Dios con Israel, que ser el
pueblo de Dios significa que el Señor pone todo su poder al servicio
de su pueblo. Y ser el pueblo del Señor quiere decir que la intervención de Dios da pie a la transformación y la renovación de la vida.
La citada fórmula afirma la presencia del Señor en contra de todas las apariencias. Justo ahí donde parece que Dios seguro que no
va a estar, dichos textos afirman la voluntad característica de Dios de
estar con el pueblo y por el pueblo. Israel procede siempre como Jacob, que, en un momento de desánimo y después de sorpresa, se ve
obligado a decir: «Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo
sabía» (Gn 28,16). Y en la narración paralela, Dios no solo está presente, sino que está junto a Jacob:
Entonces el Señor dijo a Jacob:
—Vuelve a la tierra de tus padres con tu familia; yo estaré contigo.[...]
[...] el Dios de mi padre está conmigo. Vosotras mismas sabéis que
he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas; él, en cambio,
me ha engañado y me ha cambiado el sueldo diez veces, aunque
Dios no le ha permitido hacerme ningún mal.
(Gn 31,3-7)
I ,a historia del Señor con el pueblo y por el pueblo alcanza su máxima expresión en Jesús de Nazaret. La doctrina de la encarnación promulgada por la Iglesia no es ninguna doctrina metafísica. Se trata más
bien de la confesión de la Iglesia que, en el compromiso radical de Jesús con los desvalidos y los despreciados de su época, podemos distinguir el compromiso vivificante de Dios con el mundo. Osamos afirmar que en Jesús sabemos, sin riesgo a equivocarnos, que Dios no está
solo con nosotros sino que está aquí también por nosotros.
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LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
«Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros'»
El anuncio del nacimiento de Jesús deriva precisamente de la tradición bélica del Señor, que lucha por su pueblo. Es el ángel Gabriel
quien anuncia su nacimiento (Le 1,19-26), y no es por casualidad que
Gabriel signifique 'guerrero poderoso'. El anuncio del nacimiento afirma que Dios despliega todo su poder al servicio de aquellos que no
pueden librar sus propias batallas. La llegada de Jesús significa que
el Señor está radicalmente y poderosamente al lado del pueblo en la
desgracia para rescatarlo. Jesús es el instrumento mediante el cual la
fiel alianza de Dios se hace patente a los ojos del pueblo (Le 1,72-74).
En los pasajes en que se narra el nacimiento del Mesías, Jesús recibe
dos nombres:
Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
[...] La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán
por nombre Emmanuel (que significa: Dios con nosotros).
(Mt 1,21-23)
El primer nombre remite a los grandes héroes de Israel que intervinieron a favor de su pueblo en tiempos difíciles (cf. Jueces). El segundo es una cita procedente de Is 7,14, en que el Señor garantiza que
la situación de opresión política y desesperación histórica se va a invertir.
El ministerio de Jesús
Las narraciones sobre el nacimiento de Jesús, que versan en el fondo
sobre el hecho de que Dios está con su pueblo y a favor de su pueblo,
nos permiten comprender mejor el ministerio de Jesús, ya que su ministerio consiste en lo que se anuncia en su nacimiento. El ministerio
de Jesús es el tema central de los evangelios, especialmente de los
evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que, más que interesarse por
quién es Jesús, se interesan por lo que hace. Sabemos quién es Jesús
por lo que hace. Y lo que hace es estar con nosotros y actuar a favor
EL CENTRO DE LA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
61
nuestro. Da fuerza a las personas que carecen de ella. Da de comer a
las personas que se mueren de hambre. Lleva curación ahí donde parece reinar la enfermedad. Lleva vida ahí donde no se esperaba más
que muerte. Jesús no tenía poderes mágicos. Era más bien la manera
mediante la cual Dios mostraba quién era, el hombre rico que «se hizo
pobre por vosotros» (2Cor 8,9), el que por nosotros «se despojó de su
grandeza» (Flp 2,6-11), el que dio fielmente la vida (Jn 10,11). Estar al
lado de alguien puede ser solamente un acto de caridad momentáneo y condescendiente. Pero entregarse a alguien significa ser vulnerable, ponerse en el lugar del otro, sufrir con él y morir por él, estar
sujeto a las condiciones y los riesgos del otro, dejar que tu persona
sea cuestionada, igual que la persona del otro (cf. Rom 5,8). La bondad de Dios es eso, y se diferencia de la bondad de cualquier otro dios
(cf. Sal 82). Dios muestra quién es por medio de la capacidad de penetrar en el sufrimiento de los otros, de estar con ellos, de identificarse
plenamente con ellos y, lejos de mostrarse indefenso, de actuar a favor suyo con nuevo vigor. Este Dios es, por lo tanto, un dios peculiar,
que no puede compararse con ningún otro.
Lo que Dios promete y lo que pide
Vamos a terminar con tres promesas distintas que muestran la naturaleza de Dios. En primer lugar, el evangelio de Mateo habla de las
enseñanzas y del ministerio de Dios en el contexto de estar con el pueblo. Nos hemos referido a la primera de ellas en Mt 1,21-23. Al final
encontramos un equivalente perfecto: «Dios me ha dado autoridad
¡ilena sobre cielo y tierra. Poneos, pues, en camino, haced discípulos
,i lodos los pueblos y bautizadlos [...], enseñándoles [...]. Y sabed que
vo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo» (Mt
28,18-20). Dios estará con nosotros hasta el final de este mundo. Es
una promesa cara al futuro y nuestra garantía para el momento presente. Poro es también el mandato de hacer algo porque Dios está aquí
por nosotros. El que esté con nosotros y por nosotros exige que respondamos con un tipo de vida y un ministerio diferentes.
Pablo también habla líricamente de la naturaleza extraña de Dios.
In su Ir.igmonto más poético, formula una pregunta clave acerca de
62
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
la fidelidad y la inconstancia de Dios: «Si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra nosotros?» (Rom 8,31). Después de una serie de
preguntas similares, Pablo se responde a sí mismo:
Y estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestando en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
(Rom 8,38-39)
Nada ni nadie puede separarnos. Nada puede interponerse entre Dios
y el pueblo de la alianza. Y no porque tengamos una especial predisposición religiosa ni porque merezcamos nada, sino a causa de Dios.
Dios desea la alianza. Dios está con nosotros porque este es su designio, y a Dios no se le puede entorpecer. Y en eso depositamos la
confianza, en su intención fiel de estar con nosotros a fin de entregarse a nosotros. Cabe destacar que, en este elocuente fragmento, Pablo tiene que recurrir al lenguaje bélico de la antigua tradición para
referirse al Dios de la alianza: «Pero Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas» (Rom 8,37). Somos más que
vencedores porque Dios lucha por nosotros.
Finalmente, la increíble visión de la historia que aparece en el capítulo 21 del Apocalipsis promete que todas las cosas van a renovarse. Y en el centro de esta promesa encontramos el siguiente pasaje:
Y oí una voz potente, salida del trono, que decía:
—Esta es la tienda de campaña que Dios ha montado entre los
hombres. Habitará con ellos; ellos serán su pueblo y Dios mismo
estará con ellos.
(Ap 21,3)
La esperanza es una repetición de la antigua esperanza expresada en
Ez 37,27-28:
Pondré en medio de ellos mi morada, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y cuando mi santuario esté en medio de ellos por
EL CENTRO DE LA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
63
siempre, sabrán las naciones que yo, el Señor, he consagrado a Israel.
Dicha esperanza tiene dos núcleos: a) Dios se hace presente al pueblo
y b) Dios sella una alianza con el pueblo. El compromiso de Dios no es
para con un lugar, sino para con un pueblo que va a vivir en bienaventurada comunión con Dios. La promesa de estar presente en
Ap 21,3 muestra que esta presencia transforma la realidad porque lo renueva todo:
Enjugará las lágrimas de sus ojos y no habrá ya muerte, ni luto, ni
llanto, ni dolor, porque todo lo viejo se ha desvanecido. (Ap 21,4)
Es una creación perfectamente reconciliada. No tenemos ninguna
duda de que va a ser así, porque sabemos quién es Dios y cuan poderosa es la fidelidad de Dios respecto a su promesa.
Tal fidelidad es motivo de escándalo (ICor 1,22-25). Quebranta
todas nuestras convenciones religiosas, ya que preferimos un dios que
no se centre tan intensamente en nosotros. El motivo del escándalo
es que no parece que sea así, y no deseamos que sea así, porque echa
por tierra el modo en que nos gustaría organizar la vida. Casi huelga decir que esta buena noticia pone en duda nuestra forma de existencia. Cuestiona nuestra manera de interpretar la vida pública, ya
que nos gustaría organizaría de formas que van en contra de la pasión y la compasión de Dios. Esta buena noticia cuestiona también la
percepción de nosotros mismos. Si realmente estamos creados «a imagen de Dios», entonces el principal objetivo de nuestra vida es sellar
v observar la alianza. Decir que al final nos pareceremos a Dios (ljn
3,2) es para nosotros una promesa a la vez enriquecedora y abrumadora. Así pues, nuestra vocación humana esencial es estar al lado de
nuestros hermanos y a favor de ellos. Dios es esto. Esto es lo que estamos llamados a ser, lo que se espera que seamos, lo que se nos ha
prometido que seremos. Es un nombre extraño para un bebé: Emmaitiiel. ¡Y aún más extraño para un dios!
64
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. Piensa en la persona que más necesitas a tu lado en momentos de
penuria y de dolor. Piensa en momentos de tu vida en que la presencia de alguien fuera positivamente decisiva. ¿De qué modo estuvo esta persona a tu lado? ¿Qué hizo que fuera decisivo?
2. ¿Cuáles son para ti las principales características de Dios? ¿Cómo
has sabido de ellas? ¿Son positivas o negativas? ¿Tienen sobre ti
algún efecto? ¿Contradicen lo que sabes del evangelio? ¿Reflejan
la madurez de tu fe, o son más bien ideas infantiles o pueriles que
necesitan madurar?
3. ¿Qué significaría para ti creer que Dios está aquí por nosotros? ¿Y
por ti? ¿Puede Dios tomar partido? ¿Sería eso importante?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Me 4,35-41
Me 8,31-33
Rom 8,31-39
Comentarios
El evangelio de Marcos contiene un «secreto mesiánico», a saber, cada
vez que alguien descubre quién es Jesús, él pide que se guarde el secreto. Tal vez sea un secreto para la comunidad primitiva, porque en
el marco del Imperio resulta demasiado peligroso. (Aún es demasiado peligroso darlo a conocer en nuestro mundo urbano.) Lo más probable es que sea un secreto porque Jesús resulta ser un misterio extraño que quebranta nuestra razón, ya que es a la vez alguien
sumamente poderoso y totalmente desvalido.
En Me 4,35-41, Jesús despliega un poder increíble al servicio de sus
discípulos (o sea, la Iglesia), que corren peligro y no disponen de recursos, pero como están a su lado, se encuentran a salvo. Jesús está
con ellos y entregado a ellos, y con eso basta. A pesar de ello, los discípulos no tienen fe, no confían en el poder de Jesús y no terminan
de creerse que con él tengan suficiente. Al final del relato no hacen
ninguna afirmación; solamente plantean una pregunta, asombrados,
porque la situación les supera.
EL CENTRO DE EA SINGULAR PERSPECTIVA BÍBLICA: DIOS
65
En Me 8,31-33, por el contrario, Jesús anuncia que su poder acabará revelándose en su disposición a sufrir. Pedro, y con él toda la
Iglesia, intenta disuadirlo de que sufra, porque Pedro y el conjunto
de la Iglesia desean que Jesús disfrute del mismo poder que el emperador, que es visto siempre como alguien poderoso que nunca sufre. Jesús es la extraña presencia de Dios cuya impotencia es poderosa. Aquel que es absolutamente vulnerable es el Señor que ahora
gobierna.
Es una idea muy extraña. Nos invita a cambiar por completo nuestras ideas acerca de la presencia de Dios entre nosotros.
Pueden establecerse algunas conexiones especiales entre Pablo (el
autor de Romanos) y Marcos. Es probable que el evangelio de Marcos represente la particular tradición de la teología de Pablo. En Rom
8,31-39, Pablo pone por escrito la afirmación más elocuente de que
disponemos sobre ese extraño dios que está aquí por nosotros. Fíjate
en la lista de cosas que no pueden separarnos de este ser impotente
y poderoso a la vez. ¿Se te ocurre algo más que pueda separarnos?
5
En espera de más
LA BIBLIA es el libro que contiene la memoria de los judíos y los cristianos. Conserva los recuerdos que nos identifican y que modelan en
gran medida nuestro modo de experimentar el presente. Pero la Biblia no es en ningún caso un libro cerrado de sucesos pretéritos. Cuando se concibe como una crónica concluida susceptible solamente de
ser referida y recopilada, se la traiciona y se pervierte su dinámica.
Los recuerdos de la Biblia no se orientan al pasado sino que miran hacia el futuro. Los temas centrales de las Escrituras se encaminan en dirección al futuro porque el Dios de la Biblia nos ha hecho
una serie de promesas que seguro que va a cumplir. Dios se orienta
hacia el futuro, es decir, está más interesado en las promesas que
quedan por cumplir que en lo que ya ha sucedido. Las promesas que
lia hecho Dios (y de las cuales está pendiente para que lleguen a cumplirse) no nos permiten fantasear o desear todo lo que se nos ocurra.
Nuestro pasado no puede ser fijado y medido, porque se precipita hacia el futuro. Nuestro futuro no puede ser indisciplinado y romántico, porque el pasado determina la forma del porvenir y la dirección
ilo lo que esperamos de Dios. La Biblia presenta una delicada interacción entre el pasado y el futuro: el futuro potencia el pasado, y el
pasado disciplina y modela el futuro.
I ,a comunidad bíblica creyente está invitada a vivir entre tales recuerdos y esperanzas, que interactúan entre sí. Cuando nuestros recuerdos son separados de nuestras esperanzas, estas se convierten
on algo fijo y establecido y ya no nos comunican nada. Cuando nuestras esperanzas son separadas de nuestros recuerdos, se vuelven incontrolables, egoístas o irreales. I .a Biblia se orienta hacia el futuro, y
68
I A BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
por eso es por lo que afirmamos que esperamos más. Pero el porvenir se asemejará a los actos pasados de Dios, y por eso decimos que
lo que venga será igual que lo que había antes. Dios es fiel, y por eso
esperamos que Dios actúe en consonancia con sus acciones anteriores. Sostenemos que, en el futuro, Dios hará las mismas cosas que hizo
en el pasado. Así, para saber cómo procederá Dios mañana, debemos
prestar atención a los actos pretéritos a los cuales la comunidad creyente ha otorgado un valor especial.
La Biblia es un libro sobre el futuro, sobre las promesas de Dios.
Se trata, sin embargo, de un futuro particular enraizado en las promesas que el Señor ha hecho a su pueblo. En un momento en que
proliferan futurólogos y adivinos que intentan descifrar el porvenir o incluso hacer predicciones basadas en principios científicos,
nosotros estudiamos las acciones características de Dios para saber
qué podemos esperar que haga. Los principales datos de que disponemos en relación con el futuro no tienen nada que ver con nuestros recursos, políticas o programas, sino más bien con quién es
Dios y cómo actúa. A continuación voy a clasificar en tres grupos
los actos futuros de Dios derivados de la historia que comparte
con su pueblo.
Dios es quien libera
La acción más poderosa y decisiva de Dios en el pasado de Israel es
el éxodo. La historia de Israel empezó con los esclavos de las tejerías
de Egipto, donde ninguna historia parecía posible. Los esclavos carecían de historia. El modo en que eran tratados hacía difícil recordar
e imposible tener esperanza. Era impensable que en la situación en
que se encontraban los israelitas empezara ninguna historia, y menos aún una historia de poder y compasión, porque en las tejerías normalmente no había lugar para el poder o la compasión. La vida de los
que trabajaban allí se caracterizaba por los gemidos de opresión y los
gritos de dolor: «Los israelitas, esclavizados, gemían y clamaban, y
sus gritos de socorro llegaron hasta Dios desde su esclavitud» (Ex
2,23). Así empezó todo. Pero lo extraño y decisivo fue que sus ruegos
fueron atendidos: «Dios escuchó sus lamentos y recordó la promesa
i:\ i:si'i KA DI MAS
d')
que había hecho a Abrahán, Isaac y Jacob. Dios se fijó en los israelitas y comprendió su situación» (Ex 2,24-25).
Dios los escuchó. Dios los vio. Dios descendió. Dios cumplió lo
prometido. ¡Y la historia cambió (Ex 3,7-8)! Israel fue liberado en un
contexto en que eso no parecía posible. Y no lo parecía porque en toda
la historia de las naciones y de los imperios no había existido nunca
un dios como este, lo bastante poderoso para vencer a un imperio
poseedor de tejerías, lo bastante compasivo para atender los gemidos de unos desdichados a los que no debía nada, lo bastante preocupado para intervenir y poner fin a una historia de opresión desesperada. Pero eso hizo Dios. Este es Dios. En esto confió Israel, y es de
esto que trata la Biblia. Es la acción más decisiva de Dios y su manera más característica de actuar, que repetirá una y otra vez.
Desde el momento en que el libertador transformó la vida radicalmente, Israel ha concebido su propia existencia de un modo diferente:
1. De todas las cosas que los niños tienen que saber sobre la fe en
este Dios, se hace hincapié en que la más importante es la siguiente:
«éramos esclavos y ahora somos libres» (Ex 12,26-27; 13,8; 13,14-15;
Dt 6,20-24). Israel encontró infinitas maneras de contar esta historia
para que la generación venidera tuviera presente el sensacional don
de libertad y supiera qué le deparaba el futuro.
2. El éxodo se ha convertido desde entonces en el prisma a través
del cual se han interpretado otras experiencias. En la Biblia, el recuerdo del éxodo, que se mantiene vivo porque sigue contándose apasionadamente, ha permitido a Israel volver a experimentar el suceso
de una manera especial. Así, el paso del Jordán, cuando un grupo indefenso de gentuza hizo frente a las poderosas ciudades de Canaán,
es presentado como otro éxodo que tuvo lugar cuando el Dios de la
libertad actuó decididamente en contra de la tiranía (Jos 4,19-24). En
el exilio babilonio, el poeta anuncia que un nuevo éxodo será tan grande y poderoso que el antiguo podrá relegarse al olvido (Is 43,18-19).
Actualmente es posible percibir las cosas del mismo modo. El éxodo tiene que ver con los grandes movimientos de liberación de nuestra época, con las nuevas formas de libertad que se dan en el marco
del matrimonio cuando las relaciones se transforman, con las perso-
70
LA BIBLIA, njF.NTF DE SENTIDO
ñas que preservan a un niño del miedo o a un anciano de la amargura. Todos los acontecimientos de la vida se interpretan de una forma diferente al pasarlos por el tamiz de este suceso.
3. Como Dios nos creó a su imagen, estamos llamados, siguiendo su
ejemplo, a ser libertadores. Estamos llamados también a «practicar la
liberación» en nuestro entorno cotidiano, esto es, a preocuparnos por
los problemas de nuestros allegados y por las grandes crisis públicas
de nuestro tiempo. Al hacer eso, llevamos a la práctica la bondad de
Dios.
4. La historia del éxodo se ha convertido en la forma del futuro que
Dios prometió a su pueblo. La Iglesia no sabe dónde, cuándo o cómo
actuará Dios. Pero como Dios es fiel, confiamos en que seguirá actuando igual que lo hizo en el pasado. Las acciones futuras de Dios,
igual que las pretéritas, servirán para conceder libertad ahí donde la
desean desesperadamente pero parece una quimera imposible. Y es
justo ahí donde Dios ejerce su función de libertador.
Dios es quien pone fin al exilio y lleva de vuelta a casa
En el año 598 a. C. y de nuevo en el 587 a. C , el poder político del Israel bíblico llegó a su fin y una parte de su población fue forzada a
exiliarse a Babilonia. En general los israelitas no recibieron un trato
severo, pero se sentían muy desplazados; conocieron una amargura
terrible y un odio profundo (Sal 135), y algunos concluyeron que Dios
les había fallado o que todas sus promesas carecían de sentido. La
misma sensación es perceptible hoy en día en una parte de la población que ha experimentado la vivencia de estar sin hogar y la alienación que produce nuestro mundo moderno dominado por la urbanización, que parece suscitar cierto desarraigo y la percepción de no
pertenecer a ninguna parte. Esto significa que el tema de Dios como
aquel que pone fin al exilio no es una cuestión arcaica, limitada o alejada de la actualidad.
El hecho de estar sin hogar afecta a los refugiados y a los huérfanos víctimas de la política. Pero incumbe también a los desarraigados
EN ESPERA DE MÁS
71
a causa de proyectos urbanísticos. Describe, además, a aquellos que
aparentemente no pertenecen ya a ningún sitio, que están alienados
no solo de su grupo o familia, sino también de sus valores y, al fin y
al cabo, de una vida con sentido. La carencia de un hogar es u n tema
que tiene que ver en gran medida con nuestra vida personal y con
los problemas públicos.
En el exilio, la Biblia afirma que Dios no quiere que la gente sea
desplazada y que actuará para llevarlos de vuelta a casa. Dios no es
solamente el pastor que reúne a su rebaño (Is 40 11), sino el guerrero
poderoso que derrotará al agente responsable del exilio (Babilonia) a
fin de que el pueblo regrese al hogar (Is 40,10). Dios es poderoso y
tierno a la vez, terrible y amable. La buena noticia que emana de estos textos es que el Señor está del lado de los que n o tienen hogar y
desean todavía volver a casa y que, por consiguiente, combatirá la organización del m u n d o (cf. Jr 29,5-14; Ez 37,1-14; Is 40,3-4; Is 43,5-6).
Israel tiene fe en que el exilio no será permanente. La voluntad de
Dios es que su pueblo se establezca en u n lugar seguro d o n d e se
sienta en casa tanto desde el punto de vista político y económico como
psicológico y espiritual. Israel aprendió de la experiencia del retorno
del exilio que la posibilidad de regresar al hogar que Dios les va a
brindar no es ninguna visión celestial, sino la promesa de encontrar
un hogar en la historia, u n sitio seguro desde el p u n t o de vista socioeconómico y político al cual uno pertenece y se siente libre y a salvo a la vez. El retorno a casa no se da solamente en el marco de grandes a c o n t e c i m i e n t o s p ú b l i c o s , s i n o en t o d o s los l u g a r e s d e
reconciliación. Los actos de Jesús son sucesos que llevan de vuelta a
i asa. Jesús se centró m u y especialmente en los proscritos, los desplazados y marginados de la sociedad (leprosos, poseídos por demonios,
en termos y lisiados), y actuó de m o d o que se sintieran de nuevo «en
casa»(cf. Me 5,19).
I lacer que la gente regrese a casa es una labor de Dios que nos ha
sido confiada. También nosotros estamos llamados a ocuparnos de
esta cuestión, lo cual significa que debemos transformar las instituciones públicas que contribuyen al proceso de alienación. Quiere decir asimismo que hay que intervenir en la vida de las personas para
acabar con el sentimiento de enajenación y despertar en ellas el senlulo de pertenencia, lomar conciencia de que nuestra vocación es
72
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
poner fin al exilio y conseguir que la gente se sienta en casa lleva
consigo toda una nueva manera de entendernos a nosotros mismos.
Esta experiencia ha inyectado vitalidad a la esperanza bíblica de
que Dios no va a abandonar hasta que todo el mundo se encuentre
en casa en el reino, esto es, hasta que todo el mundo conozca la alegría, la seguridad y la libertad de vivir bajo el dominio de Dios. Todos nosotros andamos buscando una patria como nuestro padre Abrahán (Heb 11,14). No dudamos de que Dios va a cumplir su promesa
de crear una nueva historia de justicia, libertad y virtud. Dios es quien
pone fin al exilio y quien acabará finalmente con las fracturas y la alienación de la historia.
Dios es quien da vida
Esto es lo que Israel quiere confesar en los relatos de la creación, que
Dios posee el poder y la voluntad de convertir el caos en creación y
la oscuridad vacua en luz vibrante, de enfrentarse a las fuerzas de la
muerte y dar vida. Y Dios lo hace, no a través de la magia o la mistificación, sino mediante la palabra poderosa y señorial que llama a la
existencia a criaturas diseñadas para escuchar, responder y vivir en
consonancia con la alianza sellada con Dios mismo. Dios es precisamente quien tiene la autoridad para llamar «a la existencia a las cosas que no existen» (Rom 4,17).
Es sobre todo en Jesús que se manifiesta la capacidad de Dios de
dar vida. Y es especialmente en la historia de la Pascua que se regala vida a un mundo de muerte. Los sucesos del Viernes Santo fueron
un último intento desesperado de la muerte de alcanzar a Jesús. En
forma de estructuras civiles, el poder de la muerte fue el causante de
un terremoto y de un momento de oscuridad (Me 15,33-38). Pero al
final no logró imponerse, porque el dador de vida resucitó al Jesús
muerto y creó en él una alternativa para toda su creación. En la figura de Jesús resucitado, la Iglesia se dio cuenta de que el poder de la
muerte no es el único conquistador posible; hay alguien más fuerte
(Me 3,21-27).
Pero la figura de Jesús como presencia del dador de vida en un
mundo de muerte no se revela únicamente en la resurrección. Cada
EX ESPERA DE MÁS
73
uno de sus actos toma la forma de un triunfo de la vida sobre la muerte. Por ejemplo: a Zaqueo, que estaba como muerto, Jesús le regaló
una vida alegre (Le 19,1-10); también contó la historia del padre que
recupera al hijo, aquel que «estaba muerto y ha vuelto a la vida» (Le
15,24), y se compadeció de las multitudes hambrientas, y dándoles de
comer, trajo vida allí donde imperaba el hambre (Me 8,1-10). En realidad Jesús no solo da vida, sino que también la redefine en forma de
obediencia alegre al padre y de atención gozosa al hermano. Consigue invertir las definiciones de modo que lo que el mundo creía que
era el camino hacia la muerte se convierte en el don que celebra la
vida, y demuestra que aquello que el mundo llama «vida» es una existencia mortal. Así pues, pone en duda todos los sistemas coercitivos
que exprimen la vida de la creación de Dios (Mt 23,1-36).
En respuesta a una pregunta de Juan, Jesús resume todas sus acciones como actos vivificantes: «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los
pobres se les anuncia la buena noticia» (Le 7,22).
Hay que leer estas palabras tanto en relación con personas concretas aquejadas de diferentes discapacidades como en relación con
la transformación de las instituciones. Por lo tanto, la buena noticia
que se anuncia a los pobres es la transformación de las instituciones
que los han rechazado, aunque debe interpretarse también como un
gesto bondadoso. La actividad vivificante de Jesús no da opción a que
escojamos entre el cambio público y la compasión personal. Estamos
llamados a hacer las dos cosas. Y al hacerlas, damos vida. Únicamente
en el contexto de las promesas de Dios, se nos otorga la inmensa vocación de llevar vida en un mundo donde parece que la muerte es el
destino común.
Y desde entonces la Iglesia ha sabido cómo será el porvenir y que
los actos futuros de Dios serán de la misma naturaleza que los que
va ha realizado. Lo que Dios ya ha hecho es poner en duda todas las
lormas de desear y percibir la realidad. Y lo que Dios tiene que hacer
aún cuestiona todos nuestros compromisos para mantener el mundo
tal y como está. Estamos a la espera de más, y lo que vendrá será tan
radicalmente demoledor y tan radicalmente curativo como las «poderosas obras» de Dios que recordamos.
74
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
La buena noticia de Jesús
Así pues, tenemos tres motivos que dan forma a nuestros mejores recuerdos y nuestras esperanzas más íntimas:
• el que libera,
• el que pone fin al exilio y lleva de vuelta a casa y
• el que da vida.
1. La Iglesia es consciente de que cada uno de estos temas describe detalladamente quién fue Jesús y qué hizo: liberó a personas poseídas por
demonios, prisioneras sin remedio de la posesión; liberó también a
gente pobre, prisionera a perpetuidad de la esclavitud de las deudas;
puso fin al exilio al aproximarse a los leprosos y a los proscritos y restituirles el poder y el sentimiento gozoso de pertenencia; dio vida, tanto en el momento capital de la Pascua como en el ejercicio diario de su
ministerio. De un modo u otro Jesús salvó a los desvalidos, les restituyó la historia, les dio poder y les invitó a participar en el futuro de Dios.
Jesús es sin duda alguien que lleva la novedad de Dios a un mundo cansado que no la esperaba y que, cuando llega, no le da la bienvenida.
2. La Iglesia es consciente de que las acciones que se revelan en Jesiis no son actos únicos sino formas de actuación características. Estamos, pues, a la espera de más. Dios seguirá haciendo lo que ha venido haciendo.
Las acciones de Dios no terminan con la Biblia, ni las detiene la
Iglesia, que a veces parece voluble e inmovilizada. Él lleva a cabo su
tarea, por vías que nos son conocidas o desconocidas, mediante héroes invisibles y santos innominados, dentro y fuera de la Iglesia. Y
tenemos confianza, no porque logremos progresar o por señales visibles, sino porque sabemos de su fidelidad. Dios no ceja en su obra,
continúa actuando incluso en nuestros días. Insiste en ello, y finalmente conseguirá imponer su voluntad entre nosotros, aunque no nos
demos cuenta de ello o elijamos oponer resistencia. Dios es fiel incluso cuando a nosotros nos cuesta serlo.
3. Tales formas de actuar que se observan en Jesús y en toda la historia de Dios con el pueblo dan forma igualmente a la esperanza bí-
EN ESPERA Di: MÁS
75
blica. Por supuesto que no conocemos el futuro; no limitamos la libertad de Dios ni ponemos trabas a la voluntad divina. Pero sí sabemos que Dios es fiel a las promesas y a las acciones del pasado. Y,
por consiguiente, las acciones de Dios dirigidas a nosotros y toda
creación futura serán acciones encaminadas a producir un mundo
conforme a los fines sagrados, en que Dios pueda reinar con alegría.
Cara al futuro, Dios nos promete que el mundo se ajustará plenamente
al propósito divino. Y gracias a Jesús y a toda nuestra historia, sabemos que Dios desea la libertad, el regreso al hogar y la vida. Dios ha
jurado hostilidad eterna a la esclavitud, al exilio y a la muerte, y no
descansará hasta que la divinidad gobierne en todas partes. Nuestra
memoria nos permite vivir gracias a la esperanza de que «A nuestro
Señor y a su Cristo pertenece el dominio del mundo y reinará por los
siglos de los siglos» (Ap 11,15).
4. Los actos pasados de Jesús y lo que esperamos de él cara al futuro definen nuestro ministerio presente. En el contexto de los recuerdos que poseemos de él y las promesas que nos ha hecho, vivimos
nuestra vocación. Lo hacemos con la confianza de que sus acciones
características no son sueños antiguos ni promesas olvidadas. Son
también sus actos presentes. Incluso ahora, a pequeña o gran escala,
libera, lleva de vuelta a casa y da vida. Y esta convicción nos impulsa, en tanto que su Iglesia fiel, a llevar a cabo su tarea junto a él. Este
es el sentido de nuestra vida ordinaria.
Sus actos fieles son una buena noticia, porque nos conducirán finalmente a convertirnos en quienes estamos destinados a ser, a saber, sus aliados fieles y alegres, los cuales disfrutamos de su libertad,
nos encontramos en casa en su presencia y afirmamos la vida que él
nos da. El evangelio es esto. Tiene que ver con lo que nosotros podemos llegar a ser y con aquello en lo que el mundo entero puede convertirse porque él se mantiene fiel a las promesas que nos ha hecho:
A cuantos la recibieron,
a todos aquellos que creen en su nombre,
les dio poder para ser hijos de Dios.
(Jn 1,12)
76
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Queridos, ahora somos ya hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
(1 Jn 3,2)
Podemos vivir pendientes de unas promesas, de estas promesas. Ahora son decisivas.
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. Describe a alguien que consideres realmente libre. ¿Qué dimensiones tiene la libertad en la vida de esta persona?
• ¿Cómo consiguió ser libre esta persona?
• ¿Cómo se mantiene libre?
• ¿Tiene algo que ver la libertad con el poder político y económico? ¿Se puede ser libre sin este poder?
• ¿Tiene algo que ver la libertad con la fe, o la fe más bien esclaviza?
• ¿La libertad implica librarse del sufrimiento? ¿O de la capacidad
de sufrir?
2. Piensa en qué formas toma el exilio en tu vida o en la vida de personas que conoces. ¿Qué hace que la gente esté sin hogar? ¿Qué
hace que la gente se sienta en casa? ¿Conoces a alguien que parezca que esté «en casa» pero en realidad carezca de hogar? ¿Conoces
a alguien que parezca que esté sin hogar pero se sienta «en casa»?
3. Piensa en las personas oprimidas de nuestro tiempo: ¿a quién incluirías? ¿A los inmigrantes?, ¿a los pobres?, ¿a la gente mayor?,
¿a las mujeres?, ¿a los minusválidos?, ¿a los prisioneros? Muchos
teólogos sostienen que Dios obra especialmente ahí donde están
los pobres. ¿Qué piensas de esta afirmación? ¿Qué haría un d i o s
de los oprimidos? ¿Qué podrían esperar de él las personas oprimidas? ¿A quién crees que se dirigen las promesas de Dios?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Me 5,1-20
Ef 2,11-22
1ZN LSI'LRA Di: MAS
11
Comentarios
Fíjate en el hombre que aparece en Me 5,1-20. No es solamente un individuo, sino un modelo para todas las personas a las cuales se acerca Jesús. Los versículos 3-5 le presentan en el exilio, sometido a la esclavitud. ¿Dirías que está esclavizado? ¿Vive exiliado entre los
sepulcros? ¿Cómo ocurrió? ¿Qué lleva a una persona a convertirse
en exiliado? ¿Es extraño que sea precisamente este hombre quien reconozca a Jesús de inmediato (v. 6), mientras que la gente más acomodada es incapaz de identificarlo?
Jesús sana al hombre, le restituye la cordura, lo libera, le ayuda
así a superar la fragmentación y lo envía de vuelta a casa. La Iglesia
primitiva evocó este suceso porque es la historia de todo aquel que
está llamado a convertirse en discípulo. Partiendo de nuestras necesidades especiales, podemos reconocer la capacidad de sufrimiento
de Jesús. La Iglesia primitiva, bajo el dominio de la Roma imperial,
debía sentirse fragmentada, exiliada y desesperada. Pero sabía que,
gracias al poder de Dios, su enajenación podía traspasarse a Roma.
Jesús acaba con la profunda nostalgia de las personas que se encuentran al borde de la locura.
En Ef 2,11-22, Pablo describe la alienación y afirma que la nuestra
ha concluido. Ya no somos extranjeros o advenedizos, sino conciudadanos (v. 19). Tal vez los únicos que se encuentran «en casa» son
los creyentes que habitan un mundo ajeno —ya sea el mundo helenístico de la antigüedad, ya sea nuestro mundo contemporáneo. Y
esto es porque Dios cumple sus promesas.
6
¡Convertirse y vivir!
LA LLAMADA a
convertirse es una cuestión central en la Biblia. Deriva
de la convicción de que Dios no va a dejar a los creyentes, a la Iglesia y la creación tal y como están ahora, sino que es posible que se dé
una renovación radical, que Dios ha prometido a aquellos que quieren que se produzca. En otras palabras, la dinámica fundamental de
la Biblia concibe la vida como un doble proceso que consiste en desligarse de las cosas tal y como son en el presente y en aceptar, asumiendo el riesgo, las cosas tal y como Dios nos ha prometido que serán en el futuro. Se trata, pues, de reorientar la vida pasándola por el
tamiz de una lealtad central alrededor de la cual pueden reorganizarse otras lealtades y percepciones.
La conversión y el concepto correlativo de arrepentimiento no deben interpretarse en el vacío. Considerada aisladamente, la conversión puede quedar reducida a un idea moralista y entenderse en el
sentido de aceptar nuevas reglas o una disciplina nueva para una vida
que carece de la capacidad de transformar. O puede considerarse también una experiencia emocional (como la que se puede dar en una
celebración religiosa, por ejemplo) que no afecta sustantivamente los
compromisos vitales y no resiste el tiempo.
Convertirse es sellar una alianza con Dios
I ,a conversión, tal y como se interpreta en la Biblia, consiste en sellar
una alianza con un nuevo socio, lo que significa contraer nuevas
80
LA BIBLIA FUENTE DE SENTIDO
obligaciones y, también introducirse en una historia diferente, asumir una memoria diferente y vivir con promesas diferentes. Y de todo
esto emana, claro está, un nuevo mundo de percepciones y un nuevo estilo de vida, de modo que la vida pasa a enfocarse de otra manera y, en consecuencia, uno vive de una forma distinta. De esto se
deduce que la conversión no incumbe solamente a un individuo, sino
que es la formación de una nueva comunidad impulsada por una lealtad nueva. La principal acción encaminada a la conversión que describe la Biblia es la formación de una nueva comunidad que vive en
alianza con el Señor, este Dios sin parangón.
La historia de la llamada a convertirse del Señor es la historia de
la formación de Israel y de la formación de la Iglesia, en que la ecclesia (la asamblea de creyentes) se nutre de otros lugares y lealtades. Así
pues, la alianza que sellan Moisés y Josué marca el inicio del proceso bíblico de conversión:
Ahora bien si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis
el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos, porque toda la
tierra es mía; seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación santa. (Ex 19,5-6)
Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno. Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. (Dt 6,4-5)
Y ahora, Israel, ¿qué es lo que te pide el Señor tu Dios, sino que le
honres, que sigas todos sus caminos, lo ames y sirvas al Señor tu
Dios con todo tu corazón y toda tu alma, observando los mandamientos y las leyes del Señor que yo prescribo hoy para que esas
feliz? (Dt 10,12-13)
Elige la vida y viviréis tú y tu descendencia [...]. (Dt 30,19)
Así pues, respetad al Señor y servidle en todo con fidelidad; quitad
de en medio de vosotros los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia y en Egipto, y servid al Señor. Si no os
parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir, si a
¡CONVERTIRSE Y VIVIR!
81
los dioses a quienes sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia,
o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis. (Jos 24,14-15)
Estos llamamientos invitan al pueblo a hacer una alianza y a convertirse en Israel, lo cual significa abandonar otras relaciones de lealtad,
confiar en otros medios y aceptar otro destino. La conversión, la decisión de ser el pueblo santo de Dios, supone entrar en una conciencia alternativa que se distancia de las formas que adopta la cultura
en la cual se sitúa. Las tradiciones ampliadas de la Tora (del Éxodo al
Deuteronomio) son un intento de dar forma y sustancia a la existencia alternativa con Yahvé.
La conversión es a la vez comunitaria y personal
Fueron especialmente los profetas de Israel, que vivieron quinientos
años después de Moisés, quienes llamaron más decididamente a Israel
a la conversión. En aquella época, el pueblo de Dios había borrado todo
su marco cultural y vivía según las normas y los valores de su entorno
cananeo. Los profetas llaman entonces a aceptar la alianza con el Señor e insisten en que esta alianza es una forma de vida factible, incluso en el contexto del imperialismo urbano. Dice Amos, por ejemplo:
Buscadme y viviréis. [...]
Buscad al Señor y viviréis. [...]
Buscad el bien y no el mal [...].
Odiad el mal, amad el bien,
restableced el derecho en el tribunal [...].
(Am 5,4-15)
Isaías, su contemporáneo, se hace eco de ello:
Lavaos, purificaos; apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Ihiscad el derecho,
82
LA BIBLIA FUENTE DE SENTJDO
proteged al oprimido,
socorred al huérfano,
defended a la viuda.
(Is 1,16-17)
Oseas, casi coetáneo de ambos, es menos preciso en el terreno ético,
pero formula básicamente la misma llamada:
Sembrad justicia, y cosecharéis amor.
Roturad el barbecho,
que ya es tiempo de buscar al Señor,
para que venga y derrame
sobre vosotros la justicia.
(Os 10,12)
Y tú, conviértete a tu Dios,
practica el amor y la justicia,
y espera siempre en tu Dios.
(Os 12,7)
De estos fragmentos se desprende claramente que la conversión no
se limita a la esfera espiritual o privada. Se llama más bien a tomar
una decisión que tiene implicaciones políticas y económicas apremiantes. Los profetas creen que todo en la vida, incluidas las instituciones públicas, puede reorientarse para que sirva a los objetivos del
Señor, con quien Israel ha sellado la alianza. La vida transformada
de Israel, a diferencia de los valores que imperan en su entorno, se
centra en la justicia, la virtud y la constancia en el amor, es decir, en
la compasión para con los débiles, en la fidelidad a las personas y en
una organización de la vida que trascienda la egolatría.
En un texto posterior pero relacionado con los arriba presentados,
Joel hace un llamamiento radical a la conversión:
Pero ahora, oráculo del Señor,
volved a mí de todo corazón,
con ayuno, lágrimas y llantos;
rasgad vuestro corazón,
¡CONVERTIRSE Y VIVIR!
83
no vuestras vestiduras,
volved al Señor vuestro Dios.
Él es clemente y misericordioso,
lento a la ira, rico en amor
y siempre dispuesto a perdonar.
(Jl 2,12-13)
Este texto, que nos resulta familiar porque se utiliza durante la cuaresma, sostiene que no basta con cambiar únicamente la apariencia
externa, sino que lo que tiene que convertirse es el corazón, lo cual
no debe interpretarse simplemente como una experiencia interior.
En la psicología bíblica, el corazón representa el órgano responsable
de tomar decisiones y de determinar la orientación de la vida. Así
pues, el profeta rechaza tanto un cambio meramente externo (las
vestiduras), como un cambio meramente interno que no conlleve ninguna consecuencia visible. Joel llama a su pueblo a tomar de nuevo
la decisión de asumir un compromiso básico que fije unos valores y
unas pautas de percepción y comportamiento. Los profetas hacen una
llamada firme y perentoria al pueblo de Dios para que viva su vida,
tanto personal como colectiva, en consonancia con los objetivos de
propiciar la justicia, la virtud y la fidelidad.
Una labor humana y divina al mismo tiempo
Los textos arriba citados presentan la conversión como una tarea humana, y por supuesto que lo es. Pero la Biblia también es realista respecto a lo que las personas son capaces de hacer con la fuerza de voluntad. Sabe que las costumbres y los intereses creados nos
condicionan de tal manera que no podemos cambiar aunque queramos. A medida que la historia de Israel avanza hacia el exilio, los poetas se dan cuenta de que Israel es incapaz de arrepentirse (Jr 13,23;
cf. Rom 7,19-24). Los textos se interesan por la conversión en el mismo grado que las antiguas voces de la tradición. Pero saben que esta
debe producirse de una manera diferente. Estamos a la espera de la
novedad, pero tiene que emanar de otra fuente. Son interesantes en
este sentido las siguientes sugerencias:
84
LA BIBLIA FUENTE DE SENTIDO
En primer lugar, Ezequiel plantea una idea innovadora. Este profeta vivió exiliado en un periodo de profundo desánimo en que ningún futuro parecía posible. Llamó con vigor a arrepentirse (cf. Ez
18), pero sabía que el arrepentimiento no era realizable. Por lo tanto,
explica que el Señor está dispuesto a dar un paso radical, a otorgar a
Israel nuevos órganos de toma de decisiones para sustituir los viejos,
que se han vuelto disfuncionales:
Yo les daré un corazón fiel y les infundiré un espíritu nuevo; les
arrancaré el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne, para
que observen mis preceptos, guarden mis mandamientos y los
pongan en práctica. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. (Ez
11,19-20)
Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; os
arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
(Ez 36,26; cf. 18,31; 37,14)
La alianza no depende ahora del cambio que experimente Israel,
sino del don de una nueva posibilidad que Dios mismo ha obrado.
Cuando el órgano viejo deja de funcionar, se piensa en un trasplante. Por lo tanto, la conversión no es solo una tarea que el pueblo de
Dios demanda, sino que es una obra de Dios, quien provee al pueblo
de un nuevo equipamiento para que emprenda un camino diferente.
La conversión es posible porque Dios la impulsa.
En segundo lugar, y cosa aún más radical, cuando se da una disfunción entre el Señor y el pueblo y la fractura es inevitable, cuando
Israel es llamado a arrepentirse y no puede, es el Señor quien se arrepiente. No existe en toda la Biblia ninguna idea más radical que esta.
Dios no aparece como un ser omnisciente, omnipotente y omnipresente, sino como un aliado que actúa libremente y toma nuevas decisiones relativas al otro miembro de la alianza. En este sentido, Dios
no se parece a ninguna otra divinidad (cf. Ex 15,11). Dios no es un
objeto estático ni una entidad pasiva, sino, por el contrario, un aliado dinámico, compasivo y fiel que es capaz de actuar de varias maneras para renovar y transformar. El anuncio radical de la Biblia es <
que Dios mismo se convierte en beneficio de su pueblo.
¡CONVERTIRSE Y VIVIR!
85
Oseas fue quien lo expresó de una manera más intensa. Después
de la dura e hiriente reprimenda que dirige a su pueblo en Os 11,1-7,
parece que no hay ninguna salida posible. La alianza se ha roto. Israel se ha alejado tanto del Señor que no quiere, no puede volver a
sellarla. Pero Dios desea tanto aliarse con su pueblo que actúa. Dios
se convierte de una nueva manera:
El corazón me da un vuelco,
todas mis entrañas se estremecen.
No dejaré correr el ardor de mi ira,
no volveré a destruir a Efraín,
porque yo soy Dios, no un hombre;
en medio de ti yo soy el Santo,
y no me complazco en destruir.
(Os 11,8-9)
La divinidad de Dios no consiste en una indiferencia distante, sino en
alimentar una libertad apasionada para mantener la relación con el
pueblo.
En Amos se repite el mismo motivo. Amos ruega al Señor en
nombre de Israel e intercede para que Dios no dirija en contra de Israel su ira justificable. Y la plegaria consigue conmover a Dios:
Y el Señor se arrepintió y dijo:
«Eso no sucederá».
(Am 7,3.6)
El relato de Jonás marcha paralelo al de Amos:
Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían convertido, se arrepintió y no llevó a cabo el castigo con que los había amenazado.
(Jon 3,10)
Este versículo expresa una doble conversión, la de Nínive hacia Dios
v la de Dios hacia Nínive. La idea de la capacidad de arrepentimiento del Señor confirma tanto la profunda compasión divina como la
extraordinaria libertad de Dios para actuar conforme a los fines sa-
86
LA BIBLIA FUENTE DL SENTIDO
grados y no conforme a estereotipos o normas preexistentes, lo cual
nos sugiere el carácter profundamente personal del Señor e íntimamente ligado a la alianza. El Señor no se parece a ningún otro dios del
mundo antiguo o moderno, y no se ajusta tampoco a ningún concepto religioso convencional. Dios desea la alianza, insiste en que el pueblo se convierta y dirija su mirada hacia el Señor, pero no le pide nada
que Dios mismo no estaría dispuesto a hacer. Dios se dirige al pueblo,
está radicalmente a favor del pueblo. Y es justamente la conversión
de Dios la que hace posible la conversión del pueblo. Semejante concepción de Dios, tan sorprendente, denota un profundo conocimiento de la naturaleza humana, puesto que estamos creados a imagen de
Dios; pone de manifiesto que nuestra humanidad madura consiste en
la capacidad de arrepentimos, en la voluntad de entregarnos tan sinceramente y de cambiar tan libremente que somos capaces de hacer
promesas y cumplirlas. Cuando procedimos así es cuando más nos parecemos al Dios que nos ha creado y sigue llamándonos a su seno.
Malas y buenas noticias
El tema de la conversión es, por supuesto, igualmente crucial en el
Nuevo Testamento. La llamada a arrepentirse es, sin duda, la principal enseñanza de Jesús. Es lo primero que él vino a decir, y bien podría ser la esencia de todo lo que tenía que comunicar: «Se ha cumplido el plazo y está llegando el reino de Dios. Convertios y creed en
el evangelio» (Me 1,15). Este anuncio tiene tres partes: a) la llamada a
arrepentirse, b) la capacitación para arrepentirse que contiene la buena noticia, y c) la esencia del arrepentimiento es positiva y no negativa. Arrepentirse no significa salir sino entrar, no supone abandonar
sino aceptar la nueva situación. Demasiado a menudo se habla de arrepentimiento obviando la buena noticia y sin ofrecer una alternativa
positiva. Jesús no viene a enseñar una nueva moralidad, más rigurosa o permisiva, sino que inaugura una nueva era en que las antiguas
demandas han perdido su fuerza y el alegre imperio de Dios ha empezado a extenderse. Saber que vivimos bajo el influjo de Dios es una
buena noticia, y esta nueva era nos invita a vivir de nuevas maneras.
Jesús no apela solo a los individuos, sino que anuncia que lodo el M\-
¡CONVERTIRSE Y VIVIR!
87
tiguo orden ha dejado de ejercer su poder. Ya no es necesario que las
personas dediquen la vida a servir determinados valores y relaciones
de lealtad que exigen y destruyen pero no son capaces de dar vida. Jesús creyó y mostró que no hay que continuar apoyando el antiguo orden, porque el viejo sistema ha perdido toda su credibilidad.
El anuncio que hace Jesús de una nueva posibilidad y de la urgencia de escogerla se expresa de dos formas diferentes a dos elementos de la sociedad. Por una parte, Jesús ejerce su ministerio entre
la gente acomodada que llevaba desde hacía tiempo una vida muy
holgada y daba por supuesto que el buen gobierno de Dios ya estaba presente en un sistema que los beneficiaba. A estas personas Jesús
les mostró que tal existencia es distorsionada y parcial y les invitó a
abandonarla (Me 10,17-22). De hecho, todo lo que él hacía era una manera de anunciar que el antiguo orden había terminado y que había
que abandonarlo. Para estas personas, convertirse implica desligarse
de un sistema que los favorece a expensas de los demás. Semejante
llamada a la conversión conlleva la dura exigencia de terminar con el
antiguo orden acomodaticio. No hay duda de que se trata de una mala
noticia. Personifica lo que el Nuevo Testamento quiere explicar a través de la crucifixión, que las costumbres mortales de la antigua era
no tienen ningún poder sobre nuestra vida y que podemos rehusarlas. Esto es lo que Jesús hizo aquel viernes y lo que llama al pueblo a
hacer con él.
Pero la llamada de Jesús a convertirse es también una buena noticia. Es una mala noticia para los que anhelan el viejo orden. Es una
buena noticia para aquellos que han sido arrinconados por el antiguo orden y suspiran desesperadamente por una novedad que en ningún caso puede ser peor y que ciertamente será mejor. No hay duda
de que entre los marginados por el viejo orden se encuentran los pobres y todos aquellos a los que se les ha negado una participación
justa en el bienestar de la comunidad. Sin embargo, en una sociedad
basada en la competencia, los marginados pueden ser también los que
triunfan dentro del sistema pero son explotados y deshumanizados
por el mismo sistema. También a estos se les acaba despojando de
toda su fuerza, aunque sean capaces de gestionar el sistema mismo.
A estos Dios les otorgó poder. Por medio de su presencia, sus palabras y sus increíbles acciones, jesús inauguró un nuevo concierto no
88
LA BIBLIA FUENTE DE SENTIDO
fundamentado ya en la codicia, el control y la manipulación, sino basado en dones libremente concedidos. El viejo orden al cual el pueblo está llamado a renunciar es una justicia basada en la ley que lo
mide y lo recompensa todo según la bondad, la obediencia, la competencia y el éxito. La nueva era a la cual el pueblo está llamado a entrar se basa en una nueva justicia que emana de Dios, que se concede libremente y para la cual no hay que cumplir condiciones ni
requisitos previos (Rom 10,1-5). La nueva era se pone de manifiesto,
por ejemplo, en el suceso de Marcos 2,1-12, en que Jesús cura y perdona y se mofa de los maestros de la ley diciendo: «¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados; o decirle: Levántate, carga con tu camilla y vete?». Y los maestros de la ley no
quieren ninguna de las dos cosas, porque la acción de Jesús ponía en
evidencia que su idea de enfermedad ya no tenía vigencia y su idea
de culpa pasaba a ser irrelevante. Y el poder de esta nueva definición
de la realidad facultaba al hombre para regresar a casa. La casa o el
hogar es una imagen muy potente tanto en la Biblia como en nuestros días. Somos conscientes, por supuesto, del sufrimiento de los desplazados. Pero Peter Berger ha demostrado que la sociedad está organizada para que la gente carezca de hogar, esto es, para que viva
de forma que la vida no resulte nunca coherente o integrada. Hay mucha gente, entonces y ahora, que no es pobre, sino que está alienada
y no pertenece a ninguna parte. Y la buena noticia es que a las personas desplazadas se les concede la potestad de pertenecer a alguna
parte, de gozar a la vez de dignidad y seguridad. Para ello Jesús tiene que poner al descubierto las fuerzas de la cultura causantes del
exilio. No es de extrañar que la gente se asombrara; habían definido
una situación donde no cabía la novedad. ¡Y ahora la novedad había
llegado! Había llegado porque el reino llega ahí donde Dios lo lleva.
El asombro es la respuesta adecuada cuando la novedad de Dios
deshace el orden que habíamos establecido.
El ministerio de Jesús implica conseguir que las personas elijan
una de estas dos maneras de organizar la vida. Jesús les conmina a
escoger, aunque la elección que planteaba generaba terror y sorpre- :
sa. Algunos la acogieron con pavor porque se aferraban desespera- j
damente al antiguo orden. Y otros la recibieron con satisfacción por- í
que agradecían la novedad. Eran los que experimentaron no solo la
¡CO.NVliRTlRSüYVIVlR!
89
crucifixión del abandono de todo lo viejo, sino también la resurrección del recibimiento de la novedad sorprendente de Dios. Tanto los
que estaban aterrados como los que estaban sorprendidos tuvieron
reacciones características: «Los jefes de los sacerdotes, los maestros
de la ley y los principales del pueblo trataban de acabar con él. Pero
no encontraban el modo de hacerlo, porque el pueblo entero estaba
escuchándolo, pendiente de su palabra» (Le 19,47-48).
El don de nuevos corazones
Estas cuestiones no se han agotado aún, tanto si hablamos de la Iglesia como de la sociedad, de decisiones estrictamente personales como
de asuntos públicos. Se trata de si vivimos dirigiendo la mirada hacia los dioses de la coerción, que esclavizan y alienan, o hacia el Dios
de la libertad y la reconciliación, que lo renueva todo. No es una decisión beata, sino que tiene que ver con las relaciones de lealtad que
establecemos, las tareas que asumimos y los valores que servimos y
tememos. De aquellos que se aterran al pasado, convencidos de que
Dios en realidad no gobierna, se dice que son duros de corazón (Me
3,5). Las enseñanzas de Jesús no son ingenuas ni románticas, no insinúan que la conversión sea fácil. De hecho, es «imposible» (Me 10,27).
Pero la buena noticia es que precisamente a esta imposibilidad se opone el poder de Dios. La buena noticia es que la dureza de corazón es
sustituida por corazones nuevos, y que estos pueden recibir la nueva justicia de Dios. Es un don mucho más maravilloso de lo que la
mayoría de nosotros podemos imaginar, pero la conversión consiste
justamente en esto.
La cuestión que Israel debía afrontar era a qué Dios tenía que servir (cf. Jos 24,14-15). Esta es aún la cuestión que la Iglesia tiene que
afrontar. El mundo está organizado como si hubiera otros poderes
realmente definitivos. La Iglesia se deja seducir a menudo por tales
relaciones de lealtad, y entonces la buena noticia pierde credibilidad
y fuerza. El arrepentimiento no conduce al evangelio, sino que es la
buena noticia la que nos libera lo suficiente para creer en el evangelio. Dios actúa tanto para exhortar como para hacer posible nuestra
conversión.
90
LA BIBLIA FUENTE DE SENTIDO
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. La buena noticia del evangelio es que no es necesario que el mundo esté organizado como lo está actualmente. ¿Cómo crees que está
organizado el mundo? ¿Cómo se distribuye el poder en casa, en
la escuela, en el trabajo? ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
¿Quién quiere que siga así?
2. La buena noticia es que Dios ya ha organizado el mundo de otra
manera, aunque parezca que siga el antiguo patrón. ¿Cómo crees
que Dios ha querido reorganizar el mundo? ¿Ves alguna prueba
de ello?
3. Reorganizar el mundo significa distribuir el poder de otro modo:
• Nombra a alguien que tengan poder y lo utilice de forma destructiva.
• Nombra a alguien que, según el evangelio, debería tener más poder del que tiene.
• De acuerdo con el evangelio, ¿qué tipo de poder crees que sería
preciso reorganizar?
• Conforme al evangelio, ¿qué clase de poder podrías recibir que
ahora no tienes o ni siquiera deseas?
4. Arrepentirse quiere decir aceptar el nuevo orden mundial impulsado por Dios y vivir en él aunque no esté generalmente aceptado. ¿Qué supondría para ti semejante arrepentimiento? ¿Implicaría riesgos de algún tipo? ¿Conllevaría acciones que parecen
arriesgadas?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Le 1,51-55
Le 14,12-14
Comentarios
Estos dos textos de Lucas hablan del arrepentimiento en momentos extremos. La comunidad cristiana a la cual servía Lucas era especialmente
sensible para con los pobres; creía que Dios se preocupaba especialmente por ellos y que iba a intervenir y a invertir el flujo de poder.
¡CONVERTIRSE Y VIVIR!
91
En 1,51-55 se evoca a María cantando sobre una promesa que
Dios había hecho antiguamente a Abrahán y Sara, la promesa que renovaría las cosas pensando sobre todo en los desvalidos. En este cántico María habla de los poderosos derribados de sus tronos y de los
humildes ensalzados. No solo se colma de bienes a los hambrientos,
sino que los ricos se quedan sin nada. El poema propone una lectura
de la vida que cuesta de aceptar, más aún si pertenecemos al grupo
de personas acomodadas.
Y la pequeña enseñanza de Le 14,12-14 trata también del arrepentimiento. Nos llama a abandonar un mundo fundado en el interés y
el mercadeo para introducirnos en un nuevo mundo de dones incondicionales.
Podemos leer el pasaje en términos de justicia social, pero podemos leerlo también en el sentido de transformar nuestra vida interior
para abrirla a nuevas formas de alegría y libertad. El arrepentimiento no tiene que ver con detalles nimios; atañe más bien a la vida vivida en el mundo de promesas extraordinarias de Dios. Esto sería realmente una «nueva naturaleza». El evangelio de Lucas ofrece una
alternativa clara a los valores culturales helenísticos de su época.
John Swomley, en su libro Liberation Ethics ('Ética de la liberación'),
sostiene que el cambio real se produce cuando un grupo de personas
«niegan la legitimidad» de ciertos valores. En Le 14,12-14 queda claro que Jesús insta a su nueva comunidad de discípulos a «negar la legitimidad» de las prácticas y los supuestos sociales convencionales.
Esto es el auténtico arrepentimiento.
7
«De la muerte a la vida»
Vivir es establecer relaciones
LA BIBLIA contiene
unas ideas sobre la vida y la muerte que distan mucho de las que tenemos hoy en día. Mientras que nosotros concebimos la vida como el funcionamiento continuado de un organismo
individual, y la muerte como la suspención de dicho funcionamiento, para la Biblia la vida y la muerte son categorías dentro de la alianza. Vivir quiere decir estar significativamente implicado en una comunidad de entrega, significado y acción. Morir significa quedar
excluido de esta comunidad o tener negado el acceso a su entrega,
significado o acción. Vivir quiere decir poseer la capacidad de establecer alianzas y la habilidad de sellar alianzas que ofrezcan a otros
la posibilidad de crear comunidades. Desde el punto de vista bíblico,
la vida y la muerte no tienen que ver simplemente con el estado de
una persona individual, sino con la relación que se establece entre la
persona y la comunidad, la cual la identifica y le confiere categoría
de persona. Un estudioso alemán, Jungel, ha explicado que en el marco de la Biblia vivir significa 'establecer relaciones'. A la inversa, la
muerte es la ausencia de relaciones. Por lo tanto, la Biblia pone en
duda dos de nuestras principales presuposiciones: a) que la vida tiene que ver sobre todo con el funcionamiento biológico, y b) que la
vida concierne a una unidad personal en sí misma y por sí misma.
Según la perspectiva bíblica, el momento crucial en relación con
la vida y la muerte es el ingreso y la participación en una comuni-
94
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
dad que comparte una identidad y una misión. Nacer es adherirse
a una comunidad aliada, tanto si hablamos de nacer como de renacer. Y morir es abandonar dicha comunidad, voluntariamente o por
fuerza. Así pues, escoger la vida o la muerte (Dt 30,19) quiere decir
optar por una relación a favor o en contra de una comunidad que
da vida.
En el Antiguo Testamento, semejante adhesión a la vida conlleva
una incorporación a la comunidad de la alianza por la cual el pueblo
es invitado a adherirse a ella y a hacer promesas de lealtad y juramentos de fidelidad (Ex 24,1-8, Jos 24,1-28). En el Nuevo Testamento, es probable que tal acto extraordinario y deliberado se identifique
con el bautismo, que significa despojarse de la antigua naturaleza y
entrar a la vida con una naturaleza nueva (Ef 4,1-24). Así pues, la comunidad de sentido y de destino alberga el poder de dar vida y enviar a la muerte. En la comunidad primigenia esto tenía relación con
las bendiciones y maldiciones (especialmente en Lv 26 y Dt 28). Aunque esta idea nos pueda parecer primitiva, es psicológicamente y sociológicamente correcto —de acuerdo con el concepto bíblico de persona— que la vida sea la experiencia de identificarse con la comunidad
y que la muerte conlleve la exclusión, la expulsión, la excomunión.
El tema clave es la relación, y los sucesos primordiales son actos dramáticos (litúrgicos) de inclusión y exclusión. Puede que nos resulte
extraño, pero la misma dinámica opera en el caso de un adolescente
que es excluido de un grupo de compañeros, o de un joven que no es
seleccionado para formar parte de un equipo, o de un niño que es rechazado por sus padres. La ruptura de una relación importante es una
experiencia de muerte.
La vida es una tarea
La Biblia concibe la vida y la muerte como las caras de una misma
moneda, la cuales deben mantenerse en cuidadosa tensión. Por un
lado, la vida es una tarea, un trabajo asignado a una comunidad que
esta tiene que acometer deliberadamente. Si la comunidad desatiende la tarea, se desintegrará y la muerte acabará por imponerse. Puede que sea la llegada de este tipo de muerte lo que estamos
«DEI.AMUliKTliALA VIDA»
95
experimentando actualmente en los Estados Unidos, porque no hemos considerado la vida como una tarea que la comunidad nacional deba abordar. Los profetas de Israel, en los siglos vm y vil a. C ,
fueron los más elocuentes en referencia a esta cuestión. En aquella
época, los israelitas estaban muy seguros de sí mismos y lo daban
todo por sentado. De un modo parecido al nuestro, abusaron de la
arrogancia y la prosperidad que veían por todas partes. Supusieron
que esa opulencia no terminaría nunca y que estaba garantizada
para toda la eternidad. Son los profetas quienes revelan a la comunidad de sentido y destino que la vida no solo se da, sino que requiere un esfuerzo disciplinado y sostenido para hacer crecer e ir reformando la comunidad. Los reyes de Israel, prototipos de aquellos
que descuidaron la tarea de la vida, se convirtieron en agentes mortales, es decir, en la causa de la ausencia de relaciones que conduce
a la desintegración.
El profeta Amos llama a concebir la vida como una tarea:
Buscadme y viviréis. [...]
Buscad al Señor y viviréis. [...]
Buscad el bien y no el mal [...].
[...] Odiad el mal, amad el bien,
restableced el derecho en el tribunal [...].
(Am 5,4-15)
La tarea de asegurar la vida significa abandonar todas las relaciones
de lealtad que no sean con el Señor, el Dios de la Biblia, lo que exige compartir su visión y rechazar otras visiones de lo que puede ser
una comunidad. Concretamente, significa bascar «el bien», el bienestar para todos los miembros de la comunidad, e instaurar la justicia, es decir, ocuparse de los débiles y los desvalidos y dar sustento
a los desamparados. Esto quiere decir orientar y reorganizar las instituciones públicas para que los débiles y los desvalidos no sean excluidos de la comunidad porque no reúnen las condiciones necesarias. Estas son las tareas de la vida en el antiguo Israel y en cualquier
comunidad. Isaías se hace eco de esta tarea en una serie de imperativos:
96
LA BIBLIA, PUENTE DE SENTÍ IX1
Lavaos, purificaos; apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad el derecho,
proteged al oprimido,
socorred al huérfano,
defended a la viuda.
(Is 1,16-17)
Cuando no se acometen dichas tareas, la muerte llega ineludiblemente
(cf. Am 5,1-2).
La vida es un don
La otra cara de la moneda es que la vida es un don. En el siglo vi a. C ,
doscientos años después de Amos e Isaías, Israel ya no era un pueblo
orgulloso y seguro de sí mismo. Sus instituciones habían fracasado y
el pueblo había perdido el empuje; dudaba incluso de si la vida prolongada era posible. Puede que esta duda esté a punto de irrumpir
en nuestra sociedad. Israel parecía estar muy cerca de la desintegración. Existía (y existe) una tendencia impetuosa a mantener las cosas
tal y como estaban y, con un poco más de ingenio, a hacer que todo
siguiera funcionando. Pero fue en vano.
Los profetas del siglo vi defendieron la idea radical de que una
comunidad no puede manipular la vida porque es un don de Dios, y
Dios no ha puesto el don de la vida a nuestra disposición. Esto es un
aviso para toda comunidad que se tome demasiado en serio o valore excesivamente sus propios recursos. Así, Ezequiel anuncia que,
para esta comunidad sumida en la desesperación, la vida es un regalo de Dios:
Andan diciendo: «Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, estamos perdidos». [...] Esto dice el Señor:
Yo abriré vuestras tumbas, os sacaré de ellas, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestras tumbas v os sa-
I
«DI: I.A MUERTE A LA VIDA»
97
que de ellas, sabréis que yo soy el Señor. Infundiré en vosotros mi
espíritu, y viviréis; os estableceré en vuestra tierra, y sabréis que
yo, el Señor, lo digo y lo hago, oráculo del Señor. (Ez 37,11-14)
El profeta emplea imágenes relacionadas con la resurrección para referirse a la restauración de la comunidad y a la rehabilitación en una
tierra de bienestar y seguridad. Se trata simplemente de u n don; es
nueva vida en un contexto relacional renovado.
Y al cabo de u n tiempo, un contemporáneo de Ezequiel también
anunció a los exiliados (perdidos, excluidos, muertos) que la vida es
u n regalo:
Venid por agua todos los sedientos;
venid aunque no tengáis dinero;
comprad trigo y comed de balde,
vino y leche sin tener que pagar.
¿Por qué gastáis el dinero
en lo que no sacia,
el salario en lo que no quita el hambre?
Escuchadme atentamente
y comeréis bien,
os deleitaréis con manjares.
Prestad atención, venid a mí;
escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros
una alianza perpetua,
seré fiel a mi amor por David.
(Is 55,1-3)
En su proceso de maduración, toda comunidad de fe debe asumir tanto que la vida es una tarea como que la vida es u n don. A menos que
ambas realidades mantengan una relación equilibrada, nos convertiremos en personas pagadas de sí mismas y cínicas que piden demasiado, o en personas abatidas que se esfuerzan en vano. Tener que
escoger entre el cinismo y el agotamiento no resulta m u y sugerente,
puesto que tanto lo uno como lo otro son formas de muerte.
98
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Muerte y resurrección
Jesús es la presencia de Dios que vino a cuestionar la vida y la muerte al pueblo de Dios. Trae noticias, buenas y malas. Lleva la buena
nueva a aquellos que creían que la vida era una tarea desesperada y
les dice que en realidad es un don. Se dirige a los privados de derechos y de autoridad: los leprosos, los poseídos por demonios, los pobres, los marginados, los que la comunidad ha desterrado y tiene por
muertos. El poder de resurrección de Jesús no es ningún truco de
magia para salir de la tumba; es su autoridad para reintegrar a la comunidad de sentido y destino a aquellos que una falsa autoridad había declarado muertos porque no estaban calificados para la vida. Así
por ejemplo, Jesús se encuentra con un hombre condenado a vivir entre los sepulcros porque la sociedad lo ha sentenciado a muerte (Me
5,2). Él tiene el poder de restituirle la vida y lo manda a casa con los
suyos. Al final de la historia, el hombre recupera su autoridad y su
lugar en la comunidad (Me 5,19). El motivo del hogar aparece de nuevo. La alienación esencial de la humanidad es una de las principales
premisas de la concepción bíblica de la personalidad humana. La ausencia de hogar nos exhorta a ser conscientes de nuestra alienación
esencial, pero nos conmina también a ser socialmente críticos a fin de
discernir cómo se refleja y se encarna nuestra alienación espiritual en
nuestras formas institucionales.
Pero el Jesús que trae vida trajo también malas noticias. Ejerció un
ministerio diferente para con los que confiaban en exceso con el orden establecido, los cuales se habían acomodado y daban por supuesto que la vida era un don permanente que solo debía ser protegido y codiciado. A este grupo de personas Jesús les anunció que la
vida es una tarea exigente que hay que acometer. Ellos creían que eran
la flor y nata de la sociedad, pero Jesús los llama «sepulcros blanqueados» (Mt 23,27-28) y los invita a emprender la tarea de la vida
empleando duras e hirientes palabras que les exhortan a arrepentirse y a dar «frutos buenos» (Mt 7,16-20).
La narración de la «pasión» de Jesús, esto es, su historia de dolor, sufrimiento y entrega yendo camino de la cruz, es la representación del
punto decisivo entre el don y la tarea. Jesús entra en conflicto con los
que rehusan la tarea de vivir y dan por hecho que se trata de un don.
«DE LA MUERTE A LA VIDA»
99
Se identifica con los pobres y los desvalidos que no pueden acometer
esta tarea y a quien se niega el don. La crucifixión de Jesús, que tiene
lugar un viernes, implica la exclusión de la comunidad. Las autoridades lo destierran, lo matan fuera de la ciudad como si fuera un desperdicio. Las fuerzas de la muerte, es decir, las fuerzas de la exclusión,
del destierro y la negación, ejercen su poder. Son los agentes de un profundo temor, puesto que la muerte es a menudo un agente del miedo.
Pero el otro motivo es el retorno pascual de Jesús a la Iglesia. A los
primeros cristianos no les interesaba demasiado el modo en que Jesús salió de la tumba, pero sí los conmovía profundamente su capacidad presente de atraer a los marginados a su alrededor y de formar
una nueva comunidad. La resurrección es la buena noticia de que
aquel que ha sido desterrado y destruido es el que (el único que) tiene el poder de crear una nueva comunidad en la cual el don y la tarea de la vida se mantienen unidos en un equilibrio curativo.
La presencia de Jesús es un conflicto entre su amor a la vida en la
comunidad que ama y los agentes de la muerte, que se resienten por
la noticia de Jesús de que la vida es un don y rechazan la noticia de
que la vida es una tarea. Jesús y su pueblo viven siempre entre el
destierro del viernes y la reunión del domingo, entre el exilio de la
crucifixión y la nueva comunidad fruto de la resurrección. No debemos obviar que a Jesús lo mataron precisamente porque mostró que
la ausencia de relación no es la voluntad de Dios ni la forma de organizar una sociedad. El caso es que, tanto entonces como ahora, hay
gente que prefiere esta manera de regular la vida y que saca provecho de ello. Jesús, con una visión distinta, trabajó para establecer una
comunidad relacionada, preparada para la vida. Está claro que, al hacerlo, todo tuvo que ser reorganizado. Algunos aceptaron de buen
grado esta resurrección y otros no.
El evangelio de Mateo ha preservado una tradición sobre la resurrección digna de notar. Cuando se supo que Jesús estaba vivo y que
al final no lo habían matado, los guardias temieron que las autoridades tomaran represalias. Los jefes de los sacerdotes y los notables propusieron la siguiente solución: «Y si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y responderemos por vosotros»
(Mt 28,14). Para aquellos que desean una existencia orientada a la
muerte y a la ausencia de relaciones, la resurrección supone una per-
100
LA BIBLIA, FUENTE DL SENTIDO
turbación. El poder de la resurrección es subversivo porque pone en
duda los esquemas de muerte y exclusividad y los modelos de competencia y calificación según los cuales se organiza la sociedad. La
resurrección es el reconocimiento de que Dios desea tanto la vida y
forja tanto la comunidad, que aquellos a los cuales el mundo repudia
son precisamente los que reciben la nueva vida. Dios no pregunta en
ningún caso quién resulta útil a la sociedad.
Lo que Jesús, el portador de vida, hizo de forma suprema en su resurrección lo hizo también a lo largo de todo su ministerio. Así por
ejemplo, recibe al paralítico (Me 2,1-12), el que estaba inmovilizado, había perdido su valor y se daba por muerto. Jesús actúa para con él de
dos maneras distintas: a) le perdona los pecados, esto es, le libera de la
presión que lo tenía inmovilizado y lo convertía en un muerto, y b) lo
capacita para caminar. Le restituye la vida y la fuerza. Esta historia,
como casi todas, trata de la capacidad de Jesús de extraer vida de la
muerte, no porque sea un mago o un milagrero, sino porque posee la
autoridad de vencer el poder de la muerte que actúa en nuestro mundo.
El poder de la muerte se revela de muchas formas distintas. Es una
fuerza espiritual presente en el mundo. Pero tiene manifestaciones sociales y se muestra de un modo característico entre aquellos que, por
interés, rehusan la novedad, no toleran el perdón (de ellos mismos o
de otros) y no aceptan el restablecimiento de los que no lo merecen.
Jesús se refiere a la «dureza del corazón» de estas personas partidarias del statu quo (Me 3,5; 6,52; 8,17). La dureza del corazón, la incapacidad de aceptar la novedad, la resistencia a cualquier curación no
basada en los méritos; estos son los principales enemigos de la resurrección que se produce en presencia de Jesús.
La Iglesia es la comunidad de resurrección
La Iglesia la constituyen aquellos que han estados muertos y ahora
están vivos. Es un grupo formado por aquellos que habían sido desterrados y han vuelto al lugar que les corresponde, aquellos que estaban paralizados y han sido perdonados, aquellos que estaban inmovilizados y disfrutan de nuevo de plenitud (Le 15,24). Este es el
don generoso de la vida.
..DLLAML'LRTE A LA VIDA»
101
Y a la Iglesia, en tanto que agrupación de «muertos devueltos a
la vida», se le confía la autoridad y la vocación de dar vida en un
mundo organizado para la muerte. Hechos 3,1-10 es el paradigma
de una Iglesia implicada en un ministerio de resurrección. Tiene tanta relación con la resurrección como la historia de la Pascua de Jesús. No cabe la menor duda de que Pedro y Juan personifican a la
Iglesia. Encuentran a un hombre paralítico que encarna a todas las
personas perdidas, muertas y marginadas del mundo. Se trata, pues,
de un encuentro entre agentes de la resurrección y aquellos a quien
el mundo ha declarado muertos. La narración contiene elementos
dramáticos, porque siempre tenemos que preguntarnos si la Iglesia
tiene la capacidad de invertir una situación de muerte. Los apóstoles no disponen de recursos, pero ahí radica precisamente su poder. Son tan pobres como Jesús, el hombre pobre que resultó que
tenía el verdadero poder. Pedro y Juan solo poseen su presencia y
su palabra, como la presencia y la palabra de Jesús. Pero tienen el
poder de capacitar a un hombre para que vuelva a andar y a hacer
su vida. Lo devuelven a la vida cuando ya había perdido la esperanza. La vida llega, y el agente de esta vida nueva es la Iglesia,
que aquí no se preocupa por los recursos, la supervivencia o el bienestar. En este momento, Juan y Pedro saben que basta con asumir
el riesgo del evangelio, el riesgo de que el poder de la vida que les
ha sido confiado es lo suficientemente fuerte para vencer el poder
de la muerte.
Llegados a este punto, debería quedar claro que la vida, la vida del
evangelio, no nos remite a la vida más allá de la muerte en ningún sentido convencional. Ni se trata tampoco de ningún reino espiritual privado. Atañe más bien a la plena recuperación del poder y de la capacidad de actuar en la vida global de la comunidad histórica. La
resurrección es personal en tanto que los individuos son rehabilitados,
como queda claro en el ministerio de Jesús. Pero la resurrección es
pública porque concierne a la restauración y la transformación de las
instituciones públicas en beneficio del bienestar de las personas. Jesús
V la Iglesia fiel a este ministerio vivificante constituyen una amenaza
para las instituciones organizadas hacia la muerte.
Nuestro mundo se ha vuelto cínico, está agotado, de modo que la
ivsunvaion no parece probable. Pero esto sucede porque no apre-
102
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
ciamos el poder de Dios ni el hecho de que nuestro mundo está finalmente sujeto al poder de Dios. Nos han seducido para que esperemos menos del poder de Dios que la entrada plena a nuestra existencia histórica. Los que han resucitado tienen el poder de:
• hablar una nueva lengua;
• entonar un nuevo cántico;
• poseer una nueva imagen de sí mismos;
• valorar a los hermanos de distinta manera;
• percibir los asuntos públicos e intervenir en ellos con nuevo arrojo y valentía, y
• conocer la buena noticia de Dios de modos significativos.
Toda la Biblia trata de personas que estaban fuera de la alianza y
que han sido incorporadas de nuevo a ella. La invitación a regresar a
la alianza se dirige especialmente a los que aparentemente no cumplen los requisitos. Este don de resurrección de vida nueva es precisamente una función de la gracia radical de Dios, que incluye el desmantelamiento de las estructuras excluyentes. La nueva justicia de
Dios que trae vida cuestiona todas las normas de justicia que conducen a la muerte (Rom 10,1-4).
No es extraño que el don de vida no deje de sorprender y de asombrar al pueblo de Dios: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la
muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama
permanece en la muerte» (1 Jn 3,14). La noticia de la resurrección importa y urge hoy en día a la Iglesia y a la sociedad civil. Tener a un
hermano para amar es un don. Amarlos de maneras que curen y transformen es una tarea alegre. Nuestro mundo está enamorado de la
muerte. Pero nosotros conocemos otro evangelio sobre la sorpresa de
la vida.
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. Define las dimensiones de la vida y la muerte de tu propia existencia:
• ¿Qué cosas simbolizan la vida para ti? ¿Qué relaciones, qué
convicciones, qué patrones de conducta?
1
• ¿Qué cosas representan la muerte en tu vida? ¿Qué relaciones, !
qué convicciones, qué patrones de conducta?
«DE LA MLJERTF A LA VIDA»
103
2. ¿De qué forma eres portador de muerte? ¿Y de vida?
• Piensa en modos concretos en que realizas la tarea de la vida, en
cómo estableces relaciones que dan vida.
• ¿Tu actividad vivificante es abierta e imaginativa? ¿Cómo podría
ser más eficaz?
3. Erich Fromm ha escrito sobre la necrofilia, «el amor a la muerte».
Piensa en cómo la escuela, el Gobierno, la televisión y la Iglesia
promueven el amor a la muerte. ¿Qué significa que Dios ama la
vida?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Ez 18,3-32
Me 8,34-38
Me 10,17-31
Comentarios
La Iglesia primitiva pone especial atención en la cuestión de la vida.
Por ser quien era, Jesús sabía cómo pedir a las personas que afrontaran este tema. A la cultura en que estaba situada la Iglesia no le gustaba reflexionar sobre la vida, porque esto pondría de manifiesto les
formas mortales en que vivimos. Esa cultura y la nuestra prefieren evitar tanto las cuestiones sobre la vida como las referidas a la muerte.
Así pues, el evangelio plantea la cuestión de la vida. Pero también
proporciona una respuesta inesperada. La Iglesia primitiva (en la persona del hombre rico) aprendió de Jesús que cumplir los mandamientos es necesario para la vida pero no es suficiente. La afirmación
radical que hace Jesús es que querer salvar equivale a perder, y perder equivale a salvar (Me 8,35). Este es el escándalo del evangelio, que
quebranta nuestros valores más preciados. La vida no proviene de
todo lo que hemos intentado para salvarnos, sentirnos seguros y
protegernos. Este camino conduce a la muerte. El camino a la vida,
es decir, a relaciones plenas y alegres, es el que nuestro mundo cree
que lleva a la muerte. Lo que Jesús enseñó también lo encarnó. El camino a la Pascua es el Viernes Santo. La victoria de la resurrección
requiere la vulnerabilidad de la crucifixión.
No se trata simplemente de una llamada a la piedad personal, sino
de un llamamiento a nuevas formas de organizar la sociedad. La pregunta de si una cultura amante de la muerte puede reordenarse hacia la vida continua abierta. Por supuesto que hay que preguntarse
también si existe alguna alternativa seria. ¡Dios no pretende que nos
autodestruyamos!
8
«Poder para ser hijos de Dios»
invita a las personas a que sellen una alianza con Dios.
Pueden establecer esta alianza no porque estén capacitados para ello
o puedan resultar útiles a Dios, sino porque Dios desea la alianza (cf.
Dt 7,6-11). A diferencia de todos los otros dioses, Dios es el que está
dispuesto a hacer promesas duraderas y a asumir compromisos con
los socios de la alianza. El Señor, el Dios de la Biblia, es sobre todo un
dios que establece y mantiene alianzas.
Al hacer una alianza con Dios, uno también hace una alianza con
el pueblo de Dios. No existe ninguna alianza solitaria con el Señor;
se trata siempre de una alianza en una comunidad de personas que
han adoptado compromisos similares y han recibido promesas análogas por parte de Dios. La expresión del Nuevo Testamento «en Cristo» significa formar parte de la comunidad que ha sellado con él la
alianza:
EL DIOS BÍBLICO
Y es Dios quien a nosotros y a vosotros nos mantiene firmemente
unidos a Cristo, quien nos ha consagrado [...]. (2Cor 1,21)
De modo que si alguien vive en Cristo, es una nueva criatura; lo
viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo. (2Cor 5,17)
|... ] todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo habéis sido revestidos. (Gal 3,27)
|...| a los creyentes de Colosas, hermanos fieles en Cristo. (Col 1,2)
106
LA BIBLIA, FUKN'l'L DE SENTIDO
Estar unido a Dios quiere decir estar unido a una comunidad diferente, poseedora de una identidad y un destino característicos.
La Biblia cree que, cuando alguien ingresa en la comunidad en
alianza con el Señor, su vida experimenta un cambio decisivo. No se
trata de unirse a una organización como las demás, ni de agregar una
lealtad más a las ya existentes, sino más bien de reorientarlas todas.
La acción de Dios en Jesucristo es el don de Dios del «poder para
ser hijos de Dios» (Jn 1,12). No encontramos en las Escrituras ninguna declaración más tajante que esta. Es la buena noticia de que los forasteros han sido adoptados y acogidos en la familia de Dios. La afirmación de Juan la secunda Pablo: «De modo que si alguien vive en
Cristo [es decir, en la comunidad aliada con Dios], es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo» (2 Cor 5,17). Incorporarse a la alianza cambia por completo la identidad de la persona nueva, no porque esta persona sea capaz de transformarlo todo
—ya que ninguno de nosotros goza de esa facultad—, sino porque
ahora existen nuevas relaciones en movimiento que lo cambian todo,
incluso a pesar de nosotros mismos.
La nueva relación, definida por Dios y no por quien se une a la
comunidad, consiste en convertirse en un preciado miembro de la familia y en ser acogido en la casa de la fe (Ef 2,19). Este cambio se produce porque Dios ha certificado la bienvenida a la familia. Es un acto
de poder, la pronunciación de una palabra que reclama y adopta y
que nadie puede contradecir. Dios tiene el poder de redefinir nuestro
estatus vital. Este acto de adopción radica en el poder de dar propio
de Dios, y es lo que Dios quiere para nosotros.
Los esclavos se convierten en hijos
Esta buena noticia revela que nuestro antiguo estatus podía y debía
ser abandonado. Hemos recibido el poder para dejar de ser lo que éramos. Podemos vernos de otro modo. Hay dos imágenes que nos ayudan a comprender qué significa ser hijos adoptivos. En primer lugar,
en el mundo bíblico, antes de convertirse en amados hijos adoptivos,
las personas son a menudo esclavos o criados. Ya forman parte1 de la
casa, pero no tienen ningún valor por sí mismas. Se las tiene en ciu-n-
«PODER PARA SER HIJOS DE DIOS.»
107
ta solamente por el trabajo que son capaces de realizar. No tienen derechos ni ningún motivo para esperar seguridad a largo plazo. No
pertenecen a ningún sitio. De hecho, su bienestar depende completamente de su buen hacer.
El motivo de la esclavitud está muy enraizado en la imaginería
bíblica. En el contexto del éxodo, el Señor libera a los esclavos porque los ha adoptado como si fueran valiosos hijos suyos:
Así dice el Señor: Israel es mi hijo, mi primogénito. Te ordeno que
dejes salir a mi hijo para que me dé culto. (Ex 4,22-23)
Por medio de esta poderosa acción liberadora, se redefine la situación
vital de los esclavos, que reciben una identidad nueva; los esclavos
no la pueden rechazar, y el faraón no puede oponer resistencia. Dios
tiene el poder de convertir a las personas en sus magníficos hijos (cf.
Mt 3,9). Su vida consiste ahora no en los placeres caprichosos del faraón de las tejerías, sino en la positiva fidelidad de este Dios que acoge a hijos en su seno.
Nuestra sociedad está llena de esclavos de este tipo, personas que
diariamente tienen que hacerse valer realizando las tareas que alguien
les ha asignado. Estas personas viven siempre angustiadas pensando
en el día en que no serán capaces de hacer su trabajo. Los esclavos viven realizando su trabajo obedientemente, cumpliendo con eficacia lo
que se espera de ellos. Son agentes innominados sin valor intrínseco.
Una de las características del Señor es que transforma a los esclavos en hijos, lo cual se pone de manifiesto en la historia del hijo pródigo (Le 15,11-32). El hijo vuelve a casa para hacer de criado: «Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo
tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros» (15,18-19). Pero el padre,
lejos de contemplar esta posibilidad, ordena lo siguiente: «Traed, en
seguida, el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en
la mano y sandalias en los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y
celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado»
(15,22-24). El hijo es acogido a la mesa del padre con alegría, ya que
la valía de un hijo no se mide por lo que ha hecho sino por la voluntad del padre.
108
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
Los huérfanos se convierten en hijos adoptivos
Una segunda imagen bíblica es que las personas son huérfanos, gente que no pertenece a ninguna parte, que no tiene identidad ni raíces
y que no puede reclamar contra nada ni nadie. Desde un punto de
vista sociológico, el término huérfano se refiere a aquellos que no tienen voz en el gobierno, ningún abogado que los defienda en el juzgado y ninguna representación en la toma de decisiones. Son víctimas indefensas y sin poder para tomar decisiones sobre su propia
vida. La Biblia sorprende con la noticia de que el Señor acoge a los
huérfanos en la familia de Dios, los declara hijos de Dios, les da una
nueva identidad y redefine su situación: «[el Dios] que hace justicia
al huérfano y a la viuda, y ama al emigrante suministrándole pan y
vestido» (Dt 10,18); «[...] pues en ti encuentra / compasión el huérfano» (Os 14,4).
Nuestra sociedad está llena de personas desarraigadas como estas, entre las cuales se cuentan los desfavorecidos económicamente
que no pueden apoyarse en nadie que los defienda ante los poderosos. En este grupo cabría incluir también a algunos poderosos que no
tienen raíces y que, de hecho, no pertenecen a ningún sitio. Llama la
atención que la sensación de estar perdido y desplazado sea una característica propia tanto de los pobres convencionales que deben incluso su alma al colmado de la empresa, como de personas de clase
media entrampadas en estructuras empresariales que acaban también
por desplazar. Vanee Packard ha demostrado que somos Una nación
de desconocidos. Packard describe la desintegración de la personalidad
y de la comunidad causada por el desplazamiento. El evangelio no
es solamente una garantía de pertenencia, sino una enérgica protesta contra tal orden social.
La buena noticia de la adopción no va dirigida a ninguna clase social determinada. Se dirige más bien a personas de todas las edades
y clases sociales que ven cómo el desplazamiento empobrece su humanidad. Puede que una percepción de la realidad libre de ideología
nos permita ver que esto es vina enfermedad que está destruyendo
eficazmente nuestra idea común de humanidad. Ser humanos significa pertenecer a algún lugar y tener dignidad. Pero entre nosotros hay
fuerzas demoníacas de alienación que nos afectan a todos.
PODER PARASI'K HI]()S DI I >H )s
Los hijos tienen un futuro
Los esclavos y los huérfanos reciben una nueva identidad gracias al
padre. Perciben un nombre, y no cualquier nombre, sino un nombro
real, el de hijos del soberano. Son investidos con autoridad real. El poder que les proporciona la acción del padre no es un poder para que
se las arreglen como puedan, sino para que intervengan activamente en su propio destino. Como hijos de la casa real, no solo poseen un
nombre, sino también un futuro. Una de las características de Dios es
que se aproxima a las personas que han perdido la esperanza y crea
para ellas un futuro nuevo en el que quedan promesas por cumplir.
Así, los esclavos del antiguo Israel habían perdido la esperanza, y
Dios les ofreció toda una historia nueva. Y Jesús se acercó sobre todo
a los pobres exhaustos y les anunció una historia nueva (Le 4,18- 19).
Nuestra sociedad está repleta de gente desesperada, de pobres que
han desistido de intentar salir adelante, así como de miembros acaudalados de clase media que ya no aguantan más. La desesperación es
una enfermedad cada vez más extendida. No creemos que pueda darse ninguna novedad. Ya no esperamos que nos sorprendan. Los únicos que conservan la esperanza son los hijos que conocen al padre y
confían en él. El padre tiene más dones que ofrecer y más palabras
que pronunciar. Los que son regularmente invitados a su presencia
esperan «anhelantes» lo que les queda por recibir (Rom 8,19; cf. Gal
4,1-7).
Los hijos tienen una vocación
La siguiente cuestión es crucial para la comunidad: ¿cómo van a vivir su vida los nuevos hijos de Dios? Los nuevos hijos han recibido
no solo una identidad y un futuro nuevos, sino también una nueva
vocación. Son llamados a algo nuevo, y deberían tener grandes expectativas. Los esclavos no tienen ninguna vocación, ya que deben realizar las tareas cotidianas, cada una de las cuales tiene que tomarse
por sí sola. Los huérfanos no tienen ninguna vocación, solo una existencia vacilante, un titubeo orientado a la supervivencia que al final
no se asenta en ninguna parte. A diferencia de los esclavos v los
110
I A ISIlil .1 A, i'L'K\ I h Di; SENTIDO
huérfanos, los hijos tienen poder para vivir una vida diferente, porque saben qué está haciendo el padre, qué ha hecho y qué le queda
por hacer. Los hijos tienen el privilegio de comprender toda la trayectoria de Dios, de percibir el esquema general de su actuación, de
participar en él y de entrar y centrarse en la historia de Dios. Identificarse con la voluntad del padre no supone atenerse a una larga lista de normas o instrucciones; significa conocer tan bien los objetivos
de Dios que se nos confían muchas alternativas diferentes y se nos
otorga un alto grado de libertad para determinar cómo puede fomentarse la lealtad a los objetivos del padre.
Nuestra nueva identidad y nuestro estatus redefinido en tanto que
hijos de Dios implican que vivamos en «feliz comunión» con Dios,
esto es, confiando en la alianza. Pero supone también cumplir los objetivos de Dios, es decir, hacer en nuestra vida lo que hemos visto
que Dios hacía de modo característico en nuestra historia. La relación entre el padre y sus hijos se basa en un sentimiento de confianza agradecida. No se apoya en imposiciones y restricciones, en la obligación de hacer lo que el padre impone. Consiste más bien en
aceptar las visiones y los sueños del padre de modo que los hijos se
adueñen de ellos y los conviertan en propios. La vida del creyente y
la de la Iglesia se basan en la identificación alegre con la obra de Dios.
Nuestra labor de reconciliación
La obra de Dios, a la cual se ha adherido la Iglesia filial, es nada menos que la reconciliación (2Cor 5,17-18). A Dios le aflige profundamente que sus hijos se alejen de él y se separen los unos de los otros.
Dios desea una comunidad totalmente reconciliada, y trabaja para lograr esta realidad.
1. La labor de reconciliación incluye la organización de la misma familia de fe. Es absurdo que los amados hijos de Dios estén alienados
en sus propias vidas. En el centro de la visión de reconciliación de Dios,
apunta sin duda la imagen de una Iglesia unificada. Y esta unificación
no se dará por medio de concesiones mutuas o maniobras de poder,
sino mediante una nueva obediencia radical en que la unidad que es-
«PODER PARA SER HIJOS DE DIOS..
111
peramos nos llama a abandonar una gran parte de la historia que nos
divide, incluso aquella parte que guardamos como un tesoro.
2. La labor de reconciliación conlleva actuar solidariamente para
con los «pequeños», los débiles, los pobres, los desvalidos. Se trata
de una cuestión difícil de abordar para la Iglesia establecida, porque
es cierto que preferimos practicar la caridad para con «ellos» que ser
solidarios con «ellos». Así como Dios tiene poder para redefinir
nuestra situación, nuestro ministerio no consiste sino en otorgar poder a hijos a quienes hasta el momento se les había negado. Hablar
de otorgar poder significa dejar de hacer las cosas como de costumbre y requiere una reorientación y una redistribución del poder.
Reorientar el poder significa que debemos pensar en él de nuevas
maneras, no como un medio para conseguir seguridad y control,
sino como un modo de participación y comunión. Gran parte del poder que hemos llegado a poseer y a ansiar no es más que poder sobre los demás. Debemos repensar radicalmente el poder con los demás. Y podemos profundizar en esta cuestión solamente estudiando
el poder de Jesús, ya que él no ejerció nunca el poder sobre sus hermanos, sino que, a los ojos de los demás, detentaba una gran autoridad. Tenía la extraordinaria capacidad de dar poder porque él mismo era vulnerable. Este es la principal paradoja a la que nos
enfrentamos al realizar la labor de reconciliación de Dios junto a él,
ya que la realidad de Dios es que, con todo su poder y soberanía, Dios
se revela como una persona pobre y débil que no gobierna sobre nadie (cf. Me 10,42-44).
En el contexto del acalorado debate actual acerca del ministerio de
las mujeres, es importante no perder de vista las redefiniciones del
poder que resultan de esta controversia. Puede ser que Dios esté llamando a la Iglesia a abandonar una serie de formas de poder jerárquicas y restrictivas a favor del poder vulnerable que sufre al lado de
los demás. No sabemos aún qué entraña semejante poder, pero está
claro que conlleva una reorientación drástica, ya que el mundo considera que Jesús está sin fuerzas y sin autoridad, pero en realidad poseía el único poder que importaba.
I'ablo reflexiona sobre el poder y la vulnerabilidad en el primer capítulo de la primera carta a los Corintios. El apóstol ha observado que
112
l.A BIBLIA, FUEN' I E DE SENTIDO
el mundo (el de los judíos y el de los griegos) presenta distintas formas de poder, pero que no dispone del poder efectivo para escuchar,
liberar, renovar o unir. Para eso es necesario un tipo muy diferente
de poder, un poder que no detentan los ricos, los poderosos o las
personas de origen noble, sino únicamente los que son pobres, débiles y humildes (ICor 1,26-28). Esta es la Iglesia que ha organizado su
vida a la manera de Jesús, el único poder del cual era el poder del sufrimiento solidario capaz de transformar la vida de las personas.
Si estuviéramos dispuestos a aceptar esta nueva orientación del
poder, entonces la idea de redistribuirlo no sería tan terrible. La reconciliación entre los pueblos del mundo implica otorgar poder a los
«pequeños», los que no pueden tomar decisiones relativas a su propia vida. La labor de reconciliación consiste en dar a estas personas
libertad económica y política para que se ocupen y sean responsables de sí mismas. La reconciliación significa volver a capacitar a esta
gente para que puedan implicarse de lleno en el proceso histórico.
3. El camino a la reconciliación significa que los actos compasivos
individuales son poco significativos si no van acompañados de una
drástica interpelación a las instituciones públicas que modelan nuestra vida diaria. Las estructuras corporativas de nuestra sociedad tienen prejuicios inherentes en contra de las personas que no reúnen determinados requisitos o condiciones. Y por supuesto, son los que
dirigen el orden actual los responsables de fijar dichas condiciones.
Siempre ha sido así en la historia de la humanidad. Era así en las tejerías del faraón. Y era así con los legalismos de las formas intolerantes del judaismo en tiempos de Jesús. Y es así ahora, ya que las reglas
del juego político y económico tachan a ciertas personas de perdedoras antes incluso de que puedan participar en el proceso. Y no habrá
reconciliación posible hasta que se supere esta situación.
La reconciliación llama a desligarse de las instituciones públicas
que se dedican a esclavizar y alienar a las personas. O, dicho de otra
manera, la reconciliación exige un proceso de liberación. No puede
tratarse de una compasión que acepte el orden institucional existente, sino que debe cuestionar todo orden que produce esclavos y
huérfanos. La dura respuesta de Moisés a la orden de los egipcios, el
desafío de los profetas en contra de los reyes de Israel, el rechazo de
«PODER PARA SER HIJOS DE DIOS»
1 13
Jesús al orden social de su época, se basaban en la convicción de que
la vida pública puede organizarse a favor y no en contra de los hermanos. Y los hijos tienen que pensar de nuevo en el sueño divino de
hacer suya esa extraña mezcla de dureza y vulnerabilidad. Cuando
los hijos piensan en ello, se sienten empujados a pensar en Jesús, que
combinó la dureza del desmantelamiento y la vulnerabilidad de la solidaridad con el pueblo en su pobreza e impotencia. La cruz muestra
que el poder, tal y como el mundo lo conoce, no tiene ninguna fuerza, y que el camino de sufrimiento en la solidaridad tiene poder justo cuando el mundo pensaba que Jesús estaba del todo indefenso y
desvalido.
4. La reconciliación afecta no solo a los hermanos, sino también a los
cipreses y a los mirtos (Is 55,12-13), al león y al cordero (Is 11,6-9). La
reconciliación no tolera que los hermanos estén enfrentados. No concibe tampoco que los hermanos estén en contra de las hermanas o en
una tensión destructiva con la tierra de Dios. Los herederos deben
ocuparse de los bienes del padre. ¿Qué sentido tiene ser heredero si
no hay nada que heredar?
Hay una larga tradición que promete que la esperanza final de los
hijos de Dios es vivir cara a cara con la presencia sagrada. Ef 1,3-10
anticipa la íntima unidad de toda la creación en presencia de Dios.
Esto es lo que se promete a los esclavos y a los huérfanos que llegan
a ser hijos de Dios. Y nosotros estamos invitados a vivir este sueño,
a orientar nuestra vida hacia él y a extraer de él la fuerza necesaria.
Esperamos ese momento último de unidad porque confiamos y ya
sabemos quién es Dios y qué se propone hacer. El Santo es como el
poder abrupto y la vulnerabilidad doliente de Jesús de Nazaret. Sabemos ya quién es Dios, porque quienquiera que haya visto al hijo
ha visto al padre. Por la crucifixión solidaria con nosotros y su resurrección de novedad sorprendente, sabemos dos cosas. Sabemos lo
que se nos ha prometido, porque lo que Jesús ha hecho es lo que Jesús hará. Y sabemos también qué se nos pide, puesto que estamos
llamados a compartir su visión y su labor. Y con saber estas dos cosas tenemos suficiente. Nos basta para armarnos un contexto en el
que mantener una alianza arriesgada con el que es absolutamente
lid.
114
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
La vocación de los hijos de este padre exige mucho. Acabamos cansados y nos encogemos porque es más de lo que podemos asumir. A
veces resulta una tarea imposible. Así se sintieron los discípulos de
Jesús, y así se ha sentido a menudo la Iglesia. Sin embargo, disponemos de una garantía inapelable: «Para los hombres es imposible, pero
no para Dios, porque para Dios todo es posible» (Me 10,27). Y entonces Jesús expone su lógica de salvación: «Hay muchos primeros que
serán últimos y muchos últimos que serán primeros» (Me 10,31). Así
es cómo se va a realizar finalmente nuestra labor de reconciliación.
Significa dejar de hacer las cosas como de costumbre. Pero esto es
posible porque Dios lo renueva todo. Y por Jesús de Nazaret sabemos
que esto ha empezado a acontecer entre nosotros. ¡Aleluya!
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. Piensa en las imágenes a través de las cuales te interpretas a ti mismo. (Todos solemos utilizar imágenes de este tipo.)
• ¿En qué aspectos de tu vida actúas como un esclavo?
• ¿En qué aspectos te sientes como si fueras huérfano?
• ¿Qué es lo que hace posible que te consideres un amado hijo de
Dios, en quien él confía?
2 De estas tres imágenes, hijo, huérfano y esclavo, ¿cuáles se reflejan en la televisión y cuáles se enseñan en la escuela?
• ¿Quiénes son los dueños de los esclavos?
• ¿Quién dirige el orfanato?
• ¿Consideras que el bautismo es una forma de adoptar a esclavos y huérfanos para convertirlos en hijos?
3 ¿Qué clase de poder hace falta para convertirse en hijo?
• ¿Qué poder obliga a las personas a seguir siendo esclavos o huérfanos?
• Según tu propia experiencia, ¿qué clases de poder están presentes en tu entorno?
4. El sentido de ser hijo es ser heredero.
• ¿Qué crees que vas a heredar? ¿De quién?
• ¿Te preocupa quedar excluido del testamento?
• ¿Qué crees que te deja Dios en su testamento?
«PODER PARA SER HIJOS DE DIOS»
115
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Le 19,1-10
Rom 8,14-25
Comentarios
Jesús tiene la singular capacidad de hablar y actuar de modo que las
personas se conviertan en hijos de Dios. De todos los evangelios, el
de Lucas presenta a un Jesús preocupado por los perdedores. Zaqueo era, con toda seguridad, un huérfano alejado de la familia de
Dios. Estaba subido a un árbol, sin esperanza ninguna. Pero la presencia de Jesús le permitió recuperar a su familia. Jesús afirma que
las promesas familiares aún son válidas para este hombre, heredero
de las esperanzas de la familia de Abrahán. Y ningún tipo de alienación podría evitarlo. Cuando Dios nos adopta en tanto que hijos, no
podemos oponernos a ello.
En Romanos 8, Pablo detalla qué significa ser hijo de Dios:
• poder nombrar a Dios y aceptar la vida que recibimos de él (v. 15),
• ser herederos y compartir el futuro de Cristo (v. 17),
• aguardar con perseverancia (v. 19 y 25),
• participar en la gloriosa libertad (v. 21) y
crecer con gran ilusión (v. 23).
Esta serie de objetivos vitales pueden resultar extraños vistos desde fuera, pero constituyen una fuente de vida para los miembros de
la comunidad.
Tal vez nos ayudaría pensar en la Iglesia como una reunión familiar permanente en que todos los hermanos nos recordamos mutuamente que somos herederos del sufrimiento y la gloria de Jesús. La
Iglesia está siempre a punto de olvidarse de quién es. Cuando esto
sucede, pierde todo su poder. Somos la Iglesia de Dios cuando crecemos con perseverancia e ilusión.
9
La Biblia
y su comunidad
Los ANÁLISIS de los capítulos anteriores se basan en una importante presuposición: el estudio de la Biblia no es una empresa neutral
cuando se aborda desde la fe. No se trata de aprender una serie de
datos históricos o políticos para añadirlos a nuestra cesta de cultura general, ni de aprender un poco de teología que encaje cómodamente en el sistema de creencias propio de cada individuo. Estudiar la Biblia no tiene como único objeto la Biblia misma; es algo
que afecta también a quien la interpreta. El examen riguroso de
las Escrituras llama a arrepentirse e invita a un mundo de nuevas
percepciones. Por supuesto que semejante aproximación conlleva
cierto peligro de biblicismo. Pero el peligro que hoy en día corremos no es tomarnos la Biblia demasiado en serio u otorgarle
excesiva importancia a la hora de tomar decisiones. Más bien corremos el riesgo de desoír su llamamiento y de no ser capaces de
reconocer su singular poder y su autoridad en la comunidad creyente.
Los temas que hemos tratado en el presente libro, hasta llegar al
arrepentimiento, a la muerte y a la vida, son indicadores de una nueva conciencia hacia la cual nos llaman las Escrituras. Es evidente que
la Biblia no se dirige especialmente a personas aisladas, sino más bien
a la Iglesia, a la que llama a asumir su verdadera identidad y su misión natural. F;,l objeto de la Biblia es «preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto" (I ,c 1,17).
118
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTTDO
Podemos observar que, en la historia de reforma y renovación, el
retorno a las Escrituras ha servido a menudo de estímulo.* Consideremos los cuatro ejemplos que siguen:
1. En el Segundo libro de los Reyes, el rey Josías encabeza un régimen absolutamente sincrético. El peculiar papel de Israel y el particular concierto del Señor, el Dios de Israel, se han ido erosionando
hasta llegar a ser casi irreconocibles. Pero la narración habla de una
ruptura radical de estas formas culturales y de una reforma drástica
de las prácticas religiosas de la época.
En el siglo vil a. C. Israel se había adaptado a los modelos culturales dominantes del periodo, lo que se ponía de manifiesto en las buenas relaciones que mantenía con el poder y la autoridad de Asiría.
Además, los líderes religiosos del reino habían adoptado las prácticas
religiosas asirías, y se habían generalizado las formas sincréticas de culto en detrimento de las cuestiones relacionadas con la justicia y el bienestar de las personas. Israel, pues, había cedido a Asiría todo el derecho a definir el mundo donde vivía. No hay duda de que tenía motivos
para proceder así, pero uno de ellos no era sino el desinterés por la tradición de fe expresada en los textos que posteriormente se convertirían en las Escrituras hebreas. (A pesar de que esta crisis se produce técnicamente antes del origen de las Escrituras hebreas, el papel
desempeñado por una tradición de textos venerados es muy parejo al
que jugarán después las Escrituras.) Israel y su rey habían olvidado
quiénes eran y habían adoptado otras identidades aportadas por voces
ajenas. Esto se hacía evidente en la práctica religiosa, pero está claro que
el resultado inevitable era la erosión de los valores humanos. La Tora
sirve para dotar tanto de identidad religiosa como de pasión por la justicia. Ambas cosas se habían extinguido en la época de Josías.
De un modo extraordinario, cuando se encontró el rollo de la antigua tradición (según se cree, alguna versión del Deuteronomio), Jo-
* Sobre el papel de las Escrituras en la Reforma del pueblo de Dios, véase el estudio de mi maestro, Alien G. Wherli, «The Recurring ProtestantSpirit» [TI espíritu protestante recurrente'], en Elmer J. F. Arndt (ed.), The Hcrihigr of Ihc Rcformulion |'l ,1 herencia de la Reforma'], Nueva York, Richard R. Smilli, I1)1!!), p. l-t-IVl.
LA BIBLIA Y SU COMUNIDAD
119
sías y su reino se vieron empujados a un arrepentimiento radical. El
rey no solo reformó las actividades rituales, sino que reorientó también la política social. El rollo sirvió para alejar a Josías y Judá de las
presuposiciones asirías. Josías encarna aquí a la fiel comunidad de
Dios cuando la poderosa voz de las Escrituras la guía hacia el arrepentimiento y la renovación. Josías se dejó convencer por aquel texto tan antiguo (ya lo era en aquella época), y se atreve a reorganizar
su vida y su cargo conforme a sus palabras, que tanto lo habían sacudido. El cambio obrado por las Escrituras supuso abordar de nuevo seriamente la cuestión de la identidad en tanto que pueblo singular y obediente de Dios. En este momento el texto tiene la capacidad
de remodelar al pueblo de Dios. Abordar el texto seriamente da pie
a un cambio radical de la realidad histórica.
2. Encontramos un segundo ejemplo destacado en el siglo xvi d. C ,
en el movimiento surgido en torno a la figura de Martín Lutero. Como
en la época de Josías, en tiempo de Lutero la comunidad creyente había caído en prácticas y percepciones claramente ajenas al evangelio,
un abuso que reconocían no solo los que se identificaban con Lutero,
sino también los que se oponían a él, como Erasmo. La Iglesia se había aculturado y estaba bastante lejos de ser fiel. Se había enredado
en una conciencia de prácticas manipuladoras y formas de funcionar
mecánicas que no tenían nada que ver con la fe que confesaba. Una
iglesia que no se entrega al estudio de las Escrituras corre un gran
riesgo de domesticación.
No hay duda de que fueron múltiples los factores que dieron lugar a ese movimiento reformador. Desde luego que a Lutero no le
era indiferente la vertiente política de la Reforma ni las tensiones existentes entre los príncipes alemanes en relación con el emperador. Pero
en el corazón del movimiento se encontraba el interés de Lutero por
las Escrituras y el modo drástico de entender el texto como base de
una crítica radical y como fuente de renovación. El texto avanza en
ambas direcciones, es decir, sirve tanto para juzgar como para renovar, como sin duda ocurrió en el caso de Lutero. Acometiendo el texto abiertamente y con atención de la mano del espíritu de Dios, Lulero lúe capa/, do articular un nuevo discurso sobre quién es Dios y
qué está llamado rt >wr i«l pueblo de I )ios. Al hacer esto, puso en duda
120
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
las presuposiciones y los valores que tentaban a la Iglesia y que solo
pueden describirse en términos de manipulación y coerción a través
del miedo. A partir del texto, Lutero inició un movimiento que inyectó
energía a la Iglesia y sirvió para reconstruirla. No se convirtió en una
cruzada personal, sino en una profunda agitación del pueblo de Dios
que afectó a toda la Iglesia y que no solo tocó al recientemente estructurado «protestantismo», sino también a la Iglesia católica. Amenudo se pasa por alto que la fe y la actuación de Lutero germinaron
después de largos e intensos años de estudio de las Escrituras.
3. Dos siglos después del movimiento de Lutero, encontramos otro
paralelo en el movimiento surgido en torno al nombre de john Wesley. En la Inglaterra del siglo xvm, el cristianismo se había vuelto sumamente árido y estéril; no tenía ningún poder y gozaba de escasa
credibilidad. En aquel periodo, la inquietud del pueblo de Dios tomó
diversas formas. Obviamente, John Wesley (igual que Lutero) no
surgió de la nada. En la época de Wesley había un contexto de expectación evangélica.
Sin embargo, el alcance del movimiento no puede desligarse del
modo en que Wesley abordó las Escrituras. Fueron las Escrituras el
factor desencadenante, puesto que fue mediante el estudio de la Biblia y su proclamación que el corazón de Wesley se sintió «extrañamente reconfortado». Las Escrituras impulsaron el movimiento
porque nunca se puso en duda de que se trataba de un simple movimiento de autosuperación. El movimiento de Wesley pretendía ser
una encarnación fiel de lo que se desprendía del estudio de las Escrituras. Igual que en el caso de Lutero, Wesley se interesó especialmente por la carta de Pablo a los Romanos, y de ahí extrajo una
imagen absolutamente nueva de cómo el pueblo de Dios podía llegar a transformar la vida. El resultado fue un amplio movimiento
que ejerció una influencia decisiva en la vida de aquel periodo. La
transformación impulsada por Wesley (que hoy recibe el nombre de
metodismo) se ha convertido en un testigo constante del poder renovador de Dios. Si bien se trata de un movimiento centrado en el espíritu de Dios, es importante notar que fueron las Escrituras las que
lo promovieron y le dieron forma. Sin las Escrituras hubiera podido
surgir un movimiento de fervor religioso, pero fueron los textos bí-
LA BIBLIA Y SU COMUNIDAD
121
blicos los que suministraron a dicho movimiento el peculiar poso
de memoria y la perspectiva singular que preservan y sostienen a la
Iglesia.
4. Todo el mundo es consciente de la trascendental reforma que supuso el Concilio Vaticano II. Como en los casos anteriores, este acontecimiento definí torio no se produjo en el vacío, sino que tuvo lugar
después de muchos años de anhelos y esperanzas combinados con
una ardua labor de preparación por parte de un grupo de personas
que no sabían dónde les iban a conducir sus esfuerzos pero que, aun
así, no cejaron en su propósito. La personalidad única del papa Juan
XXIII fue sin duda un factor clave en el proceso. Pero también es
cierto que el Concilio Vaticano II gozó de influencia y credibilidad
gracias a la manera en que, por aquel entonces, las Escrituras habían
calado en la mente y el corazón de la Iglesia.
La Iglesia anterior al Vaticano II parecía haber perdido una gran
parte de su vigor y vitalidad; era como si no dispusiera de la energía
o del coraje necesario para abandonar el lugar y el papel que había
adoptado en el marco de la cultura donde había ido a parar. Las categorías de su vida y su trabajo se habían enredado en una historia
intelectual y moral propia de un contexto cultural inmovilizador. Pero
la labor atenta, paciente y osada de los estudiosos y teólogos de las
Escrituras había creado el marco propicio para la renovación de la fe
y la entrega a una vocación al servicio de Jesucristo.
La renovación litúrgica despliega los recursos de la fe de formas
que estimulan la imaginación audaz, una nueva compasión por el dolor del mundo y una franqueza y una seriedad respecto a los judíos
en tanto que pueblo al cual Dios concedió en primer lugar y de
modo irrevocable «la adopción filial, la presencia gloriosa de Dios, la
alianza, las leyes, el culto y las promesas» (Rom 9,4; 11,29). El Concilio sirvió, de formas sorprendentes, para descongelar a la Iglesia, para
abrirla al liderazgo del espíritu de Dios. Sería excesivo atribuir todo
eso a las Escrituras. Pero no hay duda de que lo que ocurrió no habría podido ocurrir lejos de ellas. Es difícil determinar las conexiones
exactas, pero nadie puede cuestionar que la Biblia desempeñó un papel central en la nueva vitalidad de la Iglesia.
I A HIISI l ; \ , I L l \ 1 1 1 ) 1 SI N I 1 I X )
La función de las Escrituras consiste en renovar a la Iglesia y llamar
al arrepentimiento. Este arrepentimiento conlleva romper con viejos
modos de proceder, pero se basa también en la valiente promesa de
Dios de que él va a traer la novedad y de que es posible una vida nueva y más alegre. Es propio de la naturaleza de la Iglesia que las Escrituras la exhorten, la potencien y la cuestionen. Si las Escrituras no
sacuden a la Iglesia, es probable que esta no se las tome en serio. La
iglesia que no se nutre de las Escrituras difícilmente será una iglesia
potente o fiel. Los cuatro ejemplos que hemos presentado —Josías en
el siglo vn a. C, Lutero en el siglo xvr d. C , Wesley en el siglo xvm y
el Concilio Vaticano II en el siglo xx— muestran a una comunidad de
fe que se ha desviado del camino y ha quedado atrapada en los esquemas y las presuposiciones de su marco cultural. Todos presentan
a una comunidad confusa que ha malogrado la capacidad de actuar
y la esperanza en la fe, que se ha dejado seducir por otras voces y ha
perdido el contacto con la voz de Dios que late en las Escrituras. Cada
una de estas grandes reformas tuvo lugar cuando la voz de Dios en
la Biblia traspasó la aculturación y proporcionó a la Iglesia una visión
de aquello que la caracteriza.
Debemos tener cuidado de no tratar la Biblia como si perteneciera únicamente a la esfera de la Iglesia. El auténtico asunto que tenemos delante no concierne simplemente a la Iglesia, a su renovación y
fidelidad, y desde luego no tiene que ver con su bienestar y eficacia.
La prioridad de Dios no es la Iglesia, sino su creación, y este es precisamente el objeto de las Escrituras. La llamada a arrepentirse y la
promesa de una nueva vida no son solamente un don que se anuncia a la Iglesia. La intención de Dios es que toda la creación, incluida
por supuesto la comunidad humana entera, se vuelva hacia el servicio y la alegría de Dios. Como ha declarado recientemente el Consejo Mundial de Iglesias, el objetivo de Dios es que toda la creación sea
liberada y esté unida. La Biblia, examinada con rigor, no admitirá que
nos centremos con miras limitadas en la Iglesia.
La pregunta que ahora se nos plantea, dado el fracaso de tantas
cosas que para nosotros tenían un gran valor, es si la «crisis del espíritu humano» puede afrontarse de alguna forma capaz de curar, reconstruir y renovar. Dicha crisis se manifiesta en muchos frentes:
l.A HIBL1A Y SU COMUNIDAD
123
1. el aislamiento y la alienación de las personas;
2. la incapacidad de muchas comunidades, incluso comunidades
acomodadas, de velar por sus miembros;
3. las disputas entre ricos y pobres, especialmente en relación con
la energía y el hambre en el mundo;
4. los numerosos enfrentamientos civiles, que devoran a hermanos y hermanas;
5. la erosión de imágenes y símbolos que pueden curar y unir (vivimos la vida, nos distinguimos y distinguimos a nuestros vecinos de maneras sexistas y racistas), y
6. el consumismo insaciable que abarata la vida de todos nosotros.
Vivimos en una sociedad en la que casi hemos olvidado en qué
consiste la humanidad. Y es por eso por lo que debemos considerar
seriamente la Biblia, que preserva para nosotros imágenes alternativas de humanidad, contiene promesas de una nueva era y nos concede, por el poder de Dios, la fuerza para llegar a ser las personas que
estamos destinadas a ser. Se nos concede el «poder para ser hijos de
Dios» (Jn 1,12) con el objetivo de que podamos dejar de ser esclavos
o huérfanos y cesemos de construir instituciones para contener a esclavos o huérfanos.
La Biblia nos brinda una invitación a una nueva humanidad. No
es necesario que seamos triunfalistas, ni que andemos siempre buscando nuestra seguridad a costa de los demás, ni que nos erijamos
en el último bastión de lo que es correcto. Basta con que esta idea de
humanidad a imagen de Dios encuentre alegría en el cuidado del prójimo, vida en la muerte y fuerza en la humildad. No es una creencia
muy extendida entre nosotros, incluso entre aquellos que emplean semejantes palabras. Pero estas afirmaciones gozan de aceptación y credibilidad entre aquellos que no están dispuestos a conformarse con
la actual concepción unidimensional de la persona. Es en torno a esta
cuestión que debemos concentrar nuestros esfuerzos. Y es en relación con este tema que la Biblia es especialmente pertinente.
En la persona pobre de Jesús de Nazaret, encontramos un nuevo sentido a nuestra humanidad. En el seno de su comunidad nos distinguimos como pueblo en la historia del mundo, un pueblo que vive siempre entre el coste del Viernes Santo y la alegría del domingo de Pascua.
I.a Biblia nos exhorta a que afrontemos este llamamiento.
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I A Illlil IA, I UIN1T. IM-'SKNl'lDO
PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR
1. ¿Cómo definirías «la crisis del espíritu humano»?
2. ¿Qué recursos utilizas para abordar la liturgia? ¿Y la plegaria? ¿Y
las Escrituras?
3. ¿Cuánta energía empleas para mantener las cosas tal y como están? ¿Cuánta energía inviertes en cambiar las cosas, en dejarte
transformar y renovarte?
4. ¿Qué conclusión del Concilio Vaticano II te aportó más esperanza
y novedad? ¿Qué es lo que más te decepcionó o incluso te enojó?
¿Qué clase de novedad deseas para la Iglesia? ¿Qué clase de novedad te da más temor? ¿Qué relación mantiene esa novedad con
el poder y la libertad de Dios?
5. ¿Qué efectos produce en tu fe y tu vida el hecho de concebir el arrepentimiento como una transformación?
PASAJES DE LAS ESCRITURAS PARA MEDITAR
Is 55,6-9
Is 43,18-21
Ef 4,17-24
Ap 21,1-6
Comentarios
La principal invitación de la Biblia es abrazar la novedad. Dicha novedad procede de Dios y es posible porque Dios es quien es. Es una
novedad que nosotros no podemos inventar y que casi nunca pensamos que pueda producirse. La mayoría de nosotros estamos íntimamente comprometidos con lo viejo y agotado y hemos perdido la esperanza de que Dios pueda traernos su novedad.
Dedica un momento a reflexionar sobre las novedades de Dios que
no crees que sean posibles o que no desearías incluso si lo fueran.
Los dos textos de Isaías corresponden a una época de exilio. Israel
se encontraba lejos del hogar y había renunciado a la libertad. Pero
el poema habla de los nuevos caminos del Señor para llevar a su
pueblo de vuelta a casa. Piensa en los exiliados que nos rodean y en
la habilidad de Dios de ocuparse de ellos.
LA BIBLIA Y SU COMUNIDAD
125
El texto de Efesios es probablemente una fórmula empleada en el
bautismo. Es un fragmento que invita a revestirse de un «hombre nuevo». ¡Menuda promesa! Que podamos reflejar la plenitud de Dios
entre nosotros. Podríamos considerar desde nuevos puntos de vista
el futuro que recibimos en el bautismo.
El texto del Apocalipsis corresponde a una iglesia perseguida por
el Imperio romano. Parecía que el futuro se había desvanecido; toda
esperanza era aplastada. Es justamente en esa época que la Iglesia primitiva mantuvo su esperanza más profunda. Tenía esperanza no porque pareciese que las cosas «funcionaban», sino porque Dios es el Señor de nuestro futuro.
Todos estos textos demuestran, de un modo u otro, el asombro ante
el poder de Dios para resucitar a los muertos. A nosotros nos atañe
determinar qué está muerto entre nosotros y en nuestro interior y dónde actúa Dios todavía para empezar una nueva historia a nuestro lado.
10
Resumen: posibles
aproximaciones a la Biblia
LA BIBLIA continúa
fascinando a las personas y la cultura, aunque puede interpretarse de distintas maneras o incluso puede tomarse en sentido erróneo. Incluso aquellos poco versados en las Escrituras acaban
por entregarse a su fascinación irresistible. De hecho, es en los ámbitos menos entendidos que la fascinación es más fuerte.
Lo expuesto en el presente libro responde a un determinado enfoque de la Biblia. Hay otras maneras posibles de aproximarse a las
Escrituras, pero insistimos en que nuestro enfoque es fiel al carácter
de la Biblia y a la vez aporta energía a la fe y a la vida de la Iglesia.
Partimos, pues, del supuesto que los textos bíblicos tienen relación
con la fidelidad y la vitalidad de la Iglesia. En consecuencia, el enfoque aquí adoptado conduce a conclusiones distintivas en relación con
cada tema. Esto es, desde luego, lo que se propone el hilo de nuestra
argumentación y lo que pretende probar nuestro enfoque. Cada punto de vista determina de modo decisivo la manera de interpretar el
texto, y nuestro caso no es ninguna excepción. En realidad, nuestro
análisis se caracteriza por el hecho de que lo más importante a la hora
de examinar la Biblia es el enfoque mismo, más que ningún detalle
concreto. No deberíamos fijarnos únicamente en los resultados del estudio de las Escrituras, sino que deberíamos tener en cuenta también
las presuposiciones, ya que estas presuposiciones a menudo llevan
implícitos los resultados. Puede resultar de utilidad, pues, que en este
capítulo final hadamos explícitas las presuposiciones que subyacen
en el enfoque del presente libro,
128
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
1. Nuestro análisis se ha basado en que la Biblia es un recurso actual
para la fe y no una curiosidad histórica. Aunque la afirmación parezca
evidente, no deberíamos subestimar los problemas que conlleva. De
entrada presupone que los textos antiguos afectan el presente de una
forma significativa y que existe una comunidad fiel que se extiende
a lo largo de generaciones y que une el presente con el pasado. Decir, pues, que la Biblia es un recurso actual la caracteriza inmediatamente como un libro en y para la comunidad creyente (el Antiguo
Testamento para el pueblo judío, y estos escritos y los que constituyen el llamado Nuevo Testamento, para la Iglesia cristiana, puesto que
solo las dos comunidades juntas pueden enlazar estos textos antiguos
con el presente).
No se trata de un juicio externo y formal, sino de una decisión de
gran importancia acerca del carácter de la Biblia en tanto que confesión que se mantiene viva en una comunidad que confiesa y que,
mediante la acción de confesar, anuncia la naturaleza del libro. Los
estudiosos han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a decir cómo debe
entenderse este efecto, pero resulta difícil de definir. Normalmente
ponemos atención en casos y materiales particulares, sin disponer de
una teoría adecuada para explicar el efecto referido. Puede que, por
el momento, sea lo mejor que podemos hacer.
Está claro, sin embargo, que hay que rechazar la alternativa de la
mera curiosidad histórica. La Biblia es un libro extraño compuesto
por textos curiosos que contienen imágenes complejas de culturas lejanas muy diferentes de la nuestra. Algunos la encuentran arcaica y
primitiva y, por lo tanto, la consideran apta simplemente para la investigación histórica. No hay duda de que el estudio riguroso de la
Biblia requiere las mejores herramientas de análisis histórico y literario, inclusive herramientas arqueológicas y lingüísticas altamente técnicas. Pero la finalidad de esta labor, insistimos, no es recuperar una
pieza de museo como haríamos con un documento egipcio antiguo
situado fuera de la comunidad creyente. El objetivo es más bien penetrar en las confesiones y las tradiciones que pueden aportar aún
energía a la Iglesia. El empleo de herramientas académicas debe contribuir a este proceso en lugar de impedirlo. Si bien es cierto que los
materiales tienen una naturaleza de «época», esta naturaleza encierra
a menudo la pasión de la auténtica fe tal y como forjó y guió a la a>-
RESUMEN: POSIBLES APROXIMACIONES A 1 .A BIBLIA 1 2 9
munidad. Y no debemos obviar este hecho porque el carácter de los
materiales bíblicos esté modelado y articulado de formas ajenas a las
nuestras. Esta disparidad más bien puede proporcionarnos la distancia necesaria respecto a nuestra práctica en la vida y en la fe para ayudarnos a identificar el autoengaño o el egoísmo que acaso caracteriza dicha práctica.
2. La Biblia debe ser considerada como un conjunto de preguntas formuladas a la Iglesia y, a la vez, como un conjunto de respuestas. Las
Escrituras ofrecen una garantía definitiva en relación con la historia
y el destino de la humanidad, y la respuesta final es que en Dios la
misericordia de la propia entrega y la soberanía incuestionable son
idénticas. Esta es la afirmación capital de la Biblia, que las preguntas
más profundas de la vida tienen una «respuesta». Y no hay nada que
pueda restar valor a esto.
Pero el sentido de la Biblia a menudo se tergiversa cuando se
toma por un libro de respuestas o una tabla de salvamento, lo cual
queda patente sobre todo cuando se tratan las Escrituras como una
pata de conejo o como una reliquia sagrada sobre la cual se hacen
juramentos. Lo mismo sucede sin embargo cuando se recurre a ellas
para resolver dilemas morales o en tanto que manual de buena conducta. Este tipo de aproximaciones atribuyen a la Biblia una especie
de carácter absoluto y estático que da por hecho que lo conveniente es invariable. Sucede lo mismo cuando se concibe la Biblia como
un compendio de doctrina correcta en la cual solo hay que «creer»,
sin tener en cuenta su dinámica o su carácter histórico. Todo eso
son variaciones del mismo tema, porque cada caso constituye un intento de fijar una norma más allá de las exigencias y las presiones
de la existencia histórica. El resultado final es atribuir a la Biblia
una calidad absoluta e invariable (que a buen seguro es ajena a su
propia evidencia) que niega la libertad a Dios y nuestra responsabilidad histórica.
Definitivamente, la Biblia no se ocupa de la moralidad correcta, de
la piedad correcta ni de la doctrina correcta. Se interesa más bien de
las relaciones fieles que se establecen entre Dios y el pueblo, entre los
hermanos que integran la comunidad de Dios y entre dicha comunidad y el mundo que I )ios ha creado. Bien es cierto que las relaciones
130
1 .A BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
fieles no pueden traducirse en fórmulas, sino que laten siempre en el
intercambio libre y arriesgado vinculado a la alianza. Es esta especie
de intercambio, antes que una serie de absolutos fijos, la materia de
la fe bíblica.
El centro de interés de la Biblia no son las certezas categóricas
(aunque se expresen como «mitos eternos»), sino promesas caracterizadas por el riesgo y el misterio sin resolver. Las certezas que ofrece la Biblia no toman nunca la forma de respuestas correctas, sino
que se traducen más bien en una memoria leal, una imagen dinámica, un viaje agitado o una voz fiel. Esta clase de promesas nos transmiten una sensación de desasosiego y provisionalidad, y nos obligan
siempre a tomar nuevas decisiones; en lugar de concluir y resolver
definitivamente las cosas, tienden a dejarlas abiertas, de modo que
continuamente surgen nuevas y profundas cuestiones e invitaciones
urgentes. El objetivo clave de la Biblia, pues, es plantear nuevas preguntas, exhortar a explorar nuevas dimensiones del concepto de fidelidad, nuevas esferas de la idea de confianza. Tales preguntas invitan a una fidelidad más osada y rica y ejercen también la función de
críticos que ponen al descubierto el camino fácil que tomamos para
resolver las cosas, la actitud afectada y desleal que adoptamos y la
manera que tenemos de engañarnos a nosotros mismos. Si la Biblia
no es más que una respuesta fija, no va a tener sobre nosotros ningún efecto importante. Pero es también una pregunta sin respuesta
que apremia, urge e invita. Por eso es por lo que la comunidad creyente nunca se encuentra del todo a gusto con la Biblia y no termina de agotar los dones que los textos ofrecen ni satisface sus demandas.
3. La Biblia no es una colección de conclusiones, sino una colección
de presuposiciones. Tratar la Biblia como si «probara» algo es malinterpretarla y juzgarla mediante procesos que le resultan ajenos. Las
«pruebas» pertenecen al reino de la verificación científica, por medio
de la investigación empírica o racional. En ambos casos se trata de
acumular datos a fin de extraer obligatoriamente una conclusión doterminada.
Pero esta no es la dinámica característica de la Hiblia, aunque so
hayan hecho algunas incursiones en ose método. I.a lógica propia do
RESUMEN: POSIBLES APROXIMACIONES A LA BIBLIA 131
la Biblia es confesional, asertiva e indiscutida. Las Escrituras no examinan la creación y concluyen después que Dios es el creador; no analizan la historia de Israel y concluyen que Dios redime; no indagan la
historia de la Iglesia y demuestran que Jesús resucitó. Esta forma de
conocimiento es la dominante en nuestro modo de epistemología,
pero es ajena a la Biblia.
La Biblia asevera que Dios es el creador y de ahí extrae afirmaciones sobre la creación; confiesa que Dios redime y después explica
qué significación tiene eso en la historia; afirma que Jesús resucitó y
a continuación hace peticiones a la Iglesia. Opera en un universo discursivo muy distinto que no coincide en absoluto con la epistemología de una Iglesia atenta a la doctrina ni con una cultura de orientación científica. Es curioso que incluso algunos fanáticos de la
autoridad de las Escrituras presenten sus argumentos de modo que
acaban cediendo a otras normas que ponen a prueba la Biblia en lugar de permitir que la Biblia sirva de fundamento a cualquier afirmación. La premisa de fe de la Biblia va en el sentido contrario. La
esencia de la Biblia no se sustenta en las pruebas, sino en el valor y
en la seguridad de los testigos que se atreven a dar su testimonio. Y
este testimonio es una confesión, no una prueba.
Pocas cosas resultan más eficaces a la hora de negar el poder y la
vitalidad de la Biblia que forzarla a adoptar otros modelos de conocimiento. La esencia de las Escrituras es el kerigma, esto es, una proclamación que nunca se argumenta, se demuestra o se prueba, sino
que solamente se proclama en tanto que fundamento de la fe. Para
leer la Biblia es necesario introducirse en esta epistemología, que es
de por sí un acto de arrepentimiento, porque está dispuesta a creer
la voz que proclama sin tener que apelar a otras normas. Por lo tanto, la aceptación de la «autoridad de las Escrituras» no se basa en
una valoración formal de la validez de un libro, sino en la decisión
de fe de aceptar como vinculante la voz de fe que resuena en los
textos. Semejante acto de aceptación no pasa por alto nuestra experiencia cotidiana, pero sin el asentimiento inicial no es posible aproximarse con rigor a las Escrituras. Hay que insistir en que la Biblia
es el punto de partida y no el resultado final de un ejercicio de atención fiel.
132
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
4. Nuestra idea es que la Biblia no es un «objeto» de estudio, sino un
interlocutor con el cual podemos dialogar.* En nuestro mundo moderno es habitual considerar las «cosas» como objetos que nos revelarán sus secretos si somos diligentes y perspicaces. Y desde luego eso
es verdad en el caso de un «libro» terminado, impreso y encuadernado que podemos comprar, vender, guardar en un estante, llevar en
la cartera o poner encima de una mesita. De hecho, acostumbramos
a hacer lo mismo con las personas, a las cuales reducimos a objetos
para llegar a conocerlas a fondo.
Tal proceso acaba rebajando tanto el objeto como al sujeto. El primero es el blanco pasivo de la acción; el segundo se convierte en un
agente que actúa de modo unilateral. Este proceso vulnera la naturaleza tanto del objeto como del sujeto, porque en la imagen de Dios
estamos destinados a la clase de diálogo en que el interlocutor nos alimenta y nos cuestiona continuamente (en este caso, tanto si el interlocutor es un «libro» como una persona). De hecho, una de las tareas
del proceso de maduración del cristianismo es ser cada vez más dialógico, mostrarse cada vez más receptivo al interlocutor.
Para leer la Biblia debemos dejar de percibir las cosas en tanto
que sujetos y objetos. Tenemos que renunciar a la idea de la Biblia
como «libro» sobre el cual se puede obrar, como objeto susceptible
de ser analizado, estudiado e interpretado. Quizá nos ayudaría dejar
de pensar en ella como un «libro» y considerarla en cambio una «tradición» que sigue viva y continúa vibrando entre nosotros. Este cambio de perspectiva requiere también que renunciemos a considerarnos sujetos que se aproximan al texto de forma unilateral, lo que
significa que el texto nos seguirá sorprendiendo y que, a la vez, descubriremos que no solo interpretamos el texto, sino que el texto también nos interpreta a nosotros.
La postura que aquí hemos adoptado es que la Biblia no es un objeto cerrado sino un interlocutor al cual debemos dirigirnos y que se
nos toma muy en serio. Podemos analizar los textos, pero también de-
* Sobre los distintos enfoques de esta cuestión, véase el libro de W.ilter limeg^em a n n y H a n s Walter Wolf The Vitality oftfw Oíd Testtwienl l'raditioit |'l..i vitalidad de
la tradición del Antiguo Testamento'|, Atlanta, |ohn Kin>\ l'ivss, W í , p. 17-21.
Kl '.I \ l l \
I'i i'.llil I s \ l ' k i > \ l \ l \( ! D \ I S A I .A BIBLIA 1 3 3
bemos aguzar el oído y esperar a ser interpelados, escuchamos a fin
de que se nos conceda nuestra identidad, se ponga en d u d a nuestra
manera de actuar y se nos prometa un futuro.
5. La Biblia presenta a la vez una directriz central y una rica diversidad. Los especialistas en sus aspectos históricos tienden a incidir en
su diversidad, y una lectura rigurosa de los textos bíblicos debe afirmar su riqueza. Esto significa que no todas las partes serán consecuentes o concordarán. La Biblia nos brinda el tesoro de personas pertenecientes a épocas y lugares distintos que intentaron vivir y creer
fielmente. Y debemos tener cuidado de no caer en el reduccionismo
porque su riqueza nos asombra y no encaja en nuestras categorías más
refinadas.
Pero los teólogos subrayan también la singularidad de la Biblia,
que trata claramente de una sola cosa; existe «una fe, u n bautismo; un
Dios que es Padre de todos» (Ef 4,5-6). Aparte de algunas diferencias, esa unidad es característica tanto del Antiguo Testamento como
del Nuevo Testamento. Y no debemos trivializar la Biblia fragmentándola de tal manera que perdamos de vista su esencia.
No podemos optar por una u otra cosa, por la diversidad o la unidad; es como relacionarse con una persona m a d u r a por medio del
diálogo. Por un lado hay una riqueza de recursos impredecible que
puede utilizarse de muchas maneras distintas. Por otro lado hay una
constancia disciplinada en que la experiencia forma u n conjunto sólido y tiene u n único destino. Lo mismo ocurre con la Biblia, y debemos estar siempre dispuestos a movernos en ambas direcciones ante
cualquier texto dado.
6. La Biblia es una lente a través de la cual hay que percibir toda la
vida. Las experiencias no surgen en el vacío, sino que pasan por el
tamiz de distintas vivencias y presuposiciones. Es importante que
tomemos conciencia de las diferentes lentes que reflejan intereses e
ideologías y modelan decisivamente nuestras percepciones.
La Biblia es una lente especial, radicalmente diferente de cualquier
otra perspectiva. Requiere que llevemos nuestra capacidad de percepción al nivel más elemental y pone en duda cualquier otro modo
de ver la vida. I n el fondo, pues, la Biblia nos invita a conocer, a dis
134
LA BIBLIA, FUENTE DE SENTIDO
cernir y a decidir de una forma bien distinta. La persona que se la
toma en serio no es alguien que obtenga de ella respuestas simples o
que se aprenda de memoria un montón de versículos; es más bien alguien que ha visto transformada su conciencia a causa de la principal afirmación de la Biblia, esto es, la intersección de la soberanía y
la misericordia.
Todo eso secunda el carácter y la promesa peculiares de la Biblia,
que debe confesarse y respetarse plenamente. El peligro que corren
los cristianos serios es que la Biblia sea domesticada y se subordine a
otros marcos de referencia. Todo lo expuesto en el presente estudio
se opone a semejante apropiación e insiste en que la Biblia ratifica un
paradigma de humanidad muy diferente. Ya desde el Éxodo, las Escrituras han venido formulando la siguiente pregunta retórica:
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿quién como tú, sublime en santidad,
temible en proezas, autor de prodigios?
(Ex 15,11)
La pregunta surge de la declaración confesional más antigua y radical de Israel, la proclamación del éxodo. Es esta proclamación la que
determina la forma de la tradición.
La respuesta a la pregunta está fuera de toda duda: ¡nadie! De ahí
surge la idea de nuestra singularidad en tanto que hijos y pueblo de
Dios. Es un motivo de celebración y una fuente de riesgo. Es también
un punto de partida para comprender qué se propone anunciar la Biblia y qué promesas hace al pueblo fiel.
s
índice
Prefacio
5
1. La posibilidad de un nuevo enfoque
El modelo científico-industrial moderno
El modelo existencialista
El modelo trascendentalista
El modelo fundado en la historia y la alianza
Algunas características del enfoque bíblico
La invitación bíblica
7
8
9
11
13
15
19
2. Alimentar la imaginación histórica
La necesidad de recurrir a la imaginación
Una imaginación modelada por la historia
Pan en el desierto
El empleo de esta historia en la Biblia
Consideraciones sobre esta historia
23
25
26
27
29
33
3. Desentrañar el sentido desde dentro
La narración original
La narración ampliada
Las narraciones derivadas
La literatura de institucionalización
La literatura de reflexión teológica madura
La literatura de instrucción y vocación
La relación entre los diversos tipos de literatura
37
37
41
43
44
45
46
47
4. El centro de la singular perspectiva bíblica: Dios
Ahora sois el pueblo de Dios
51
52
La presencia y el poder de Dios
Una presencia permanente
«¡No temas!»
«Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros'»
El ministerio de Jesús. Lo que Dios promete y lo que pide .
53
55
57
60
60
5. En espera de más
Dios es quien libera
Dios es quien pone fin al exilio y lleva de vuelta a casa . . . .
Dios es quien da vida
La buena noticia de Jesús
67
68
70
72
74
6. ¡Convertirse y vivir!
Convertirse es sellar una alianza con Dios
La conversión es a la vez comunitaria y personal
Una labor humana y divina al mismo tiempo
Malas y buenas noticias
'
El don de nuevos corazones
79
79
81
83
86
89
7. «De la muerte a la vida»
Vivir es establecer relaciones
La vida es una tarea
La vida es un don
Muerte y resurrección
La Iglesia es la comunidad de resurrección
93
93
94
96
98
100
8. «Poder para ser hijos de Dios»
Los esclavos se convierten en hijos
Los huérfanos se convierten en hijos adoptivos
Los hijos tienen un futuro
Los hijos tienen una vocación
Nuestra labor de reconciliación
105
106
108
109
109
110
9. La Biblia y su comunidad
117
10. Resumen: posibles aproximaciones a la Biblia
127
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