Perú problema Por: José Mendívil* Psicópatas que amenazan con hacer rodar cabezas cercenadas por filudos machetes andinoislámicos, y que desde las rejas se imaginan generales y proclaman el inicio de un gobierno comunista de mil años, son el síntoma más deplorable, como lo fue el terrorismo de Abimael Guzmán, de una república que se ha quedado estancada en los problemas de su siglo XIX que no supo resolver en su siglo XX, de una sociedad enferma y sin futuro por su atraso económico, científico y tecnológico, por la liberalidad de la corrupción que evade con facilidad la ley y la cárcel, y por la mediocridad y la ignorancia de políticos e ideólogos adocenados en los excesos del liberalismo y el comunismo, ideologías de alguna forma ya vetustas en sus límites y su lado oscuro. Somos una sociedad con una opinión pública aplastada por opinólogos que leen como escolares la Constitución Política para justificar a autoridades electorales cuestionadas por parcialidad política, o para llevar agua al molino del candidato de sus preferencias; por falsarios que han hecho de la verdad una parodia que ve la paja solo en ojo ajeno y no en el propio, y que lanzan el epíteto de organización criminal al partido enemigo y no al que se han arrimado y puede ganar finalmente las elecciones; por incendiarios de todo pelaje que solo cuidan sus privilegios y ahora se ponen del lado de Castillo, y que no hace mucho promovieron la ocupación de calles para que el gobierno pase a manos del partido amigo del expresidente vacado y con más acusaciones penales que todos los ex presidentes que ha tenido el Perú en los últimos 30 años; expresidente que parece mantener los hilos del poder, jugar a titiritero y ser el verdadero ganador en las sombras; por jóvenes que descubren la democracia tras las banderas del fujimorismo autoritario; por izquierdistas que jugando a ser materialistas históricos y dialecticos vienen beneficiándose de su apoyo al mal menor para conservar consultorías en el Estado y ministerios bajo su control, y que están haciendo su mejor negocio subiéndose al caballo del candidato del lápiz, que parece darse cuenta que si gana la Presidencia de la República no podrá ser el Presidente de un gobierno marxista-leninista, y con la astucia andina de un zorro de arriba, quizás también se haya dado cuenta que está obligado a ceder parte del poder que ganó con el Partido Perú Libre a los corifeos y saltimbanquis de la izquierda caviar o a los zorros de abajo, los de Miraflores o San Isidro, y esperar la oportunidad para cumplir con las promesas de su campaña electoral en el Perú profundo ; izquierdistas que debería saber saben simular bien ser amigos del pueblo pobre y de los indígenas, pero que no pueden evitar mostrarse siempre distantes de su piel, etnicidad, habla, creencias y costumbres, las de los cholos e indios del Perú profundo. Somos una nación desgarrada, advertía Basadre, que se encuentra al borde del abismo y de enfrentamientos cruentos azuzados por resultados electorales en los que un peruano termina siendo enemigo de otro peruano, en las que, cualquiera sea el ganador(a) y si la suma no termina siendo igual a cero, el Perú será una vez más el perdedor, y solo ganarán el ‘prossor’, sus amigos y aliados; los que están formando el partido de Castillo para las próximas elecciones municipales y regionales; Verónica Mendoza, una perdedora en la presidenciales, que ganará lo que Cerrón y su bancada radical hasta las uñas le dejen al perder parte del poder ganado en las elecciones por tener solo un partido de activistas y no de cuadros; ganarán los oportunistas y arribistas que lamen presurosos la miel del poder esperando ocupar cargos en el Estado, hacerse de alguna forma respetables o más ricos; ganarán los dueños del Perú organizados en los gremios empresariales, y los partidos que arrojan bajo la alfombra los delitos de sus congresistas para que estén protegidos por la inmunidad parlamentaria; es decir, ganarán los mismos de siempre y perderán los pobres de siempre, los que creen en la democracia sin hablar de ella, que creen que es posible cambiar el Perú y terminar con la corrupción hasta ahora protegida por jueces o fiscales prevaricadores. Los más recalcitrantes seguidores del fujimorismo han mostrado los dientes y a gritos llaman a las fuerzas armadas para que intervengan y den un golpe de Estado contra el comunismo, el chavismo y el indigenismo que viene de la ‘raza’ de los indios, para que impidan que el candidato del lápiz asuma la Presidencia de la República si finalmente es proclamado ganador del ballotage por el JNE, que inexperto y apurado por sus oidores y consejeros se ha proclamado ganador en más de una oportunidad aprovechando los resultados del cómputo anunciados por la ONPE que le favorecían; gritos de guerra y muerte tras los que marchan también ciudadanos, con muchos años y jóvenes con menos, que creen que así se defiende el voto y la democracia. En el bando opuesto, el de la ‘amenaza comunista’, están los que dicen defender al pueblo y gritan que empezarán una insurrección si la ganadora es la candidata del fujimorismo. Dicen que cortarán cuellos y fusilarán a los contrarrevolucionarios. Si hay demasiada sangre en el ojo, o solo verborrea ideológica y electoral en estos bandos del Perú electoral, lo sabremos pronto para bien o para mal del Bicentenario de la República peruana. No se necesita ser adivino, analista, opinólogo, periodista o politólogo para avizorar que gane quien gane continuaran las luchas encarnizadas por el poder, y que muy poco cambiará el Perú para la mayoría de peruanos, y que el camino de un país divido en dos hacia un país afirmado en su unidad nacional será largo y lleno de obstáculos en el parlamento y de arremetidas callejeras y levantiscas; un camino ocupado por la injusticia, la corrupción, la violencia, el racismo y el olvido de las promesas electorales que conquistaron votos, corazones y hasta las almas de lo mejor de la peruanidad. Basadre habló mucho del Perú como problema, pero no tuvo tiempo para hablar del Perú como posibilidad. ¿Quién será el hablador de este Perú? ¿Tendremos algún día un futuro diferente al que tenemos y que hasta ahora nos agobia en la incertidumbre y la mediocridad de quienes quieren gobernarnos y dicen representarnos? ¿Somos una república en extinción? ¿Dónde estará el hablador del futuro de nuestra patria? Director Instituto Punchao de Estudios Culturales y del Cambio Social Contemporáneo. *Email: [email protected] 14/6/2021