Los creyentes ante la crisis nacional peruana: No basta rezar. Hecho por: Carlos Flores Lizana. Toda crisis como la misma palabra lo dice revela la realidad de la personalidad de un determinado ser humano, de una familia o de una sociedad determinada. La crisis dice Albert Einsten, son la fuente de la renovación de toda sociedad, hasta del pensamiento, siempre y cuando es aceptada como tal porque lleva precisamente a revisar honradamente cómo se están haciendo las cosas, como se piensa y si es correcta tal metodología de investigación, para San Ignacio sería revisar o examinar “cómo se está procediendo en la vida”. Toda crisis debía llevar a una autocritica sincera y humilde para decirse como persona o como sociedad que está bien, regular o mal. La palabra crisis viene del griego y está relacionada a la palabra colar, cernir, separar, escoger, otra vez con San Ignacio, sería para él “discernir”. Las crisis son como un terremoto que nos muestra que estuvo bien construido y que no, es un tiempo también de purificación, de limpiar lo mal hecho y reconocer y agradecer por lo que está bien hecho y bien cimentado. Volviendo a nuestra realidad actual peruana de alguna manera estos dos momentos de las elecciones son una verdadera “crisis”, es decir un tiempo en el que nos hemos mostrado quienes somos como país, la grietas como dice la historiadora Mc Evoy, las fracturas, los desencuentros, y enfrentamientos que tenemos como país. Yo añadiría también nuestros miedos y horrores, y también nuestros sueños esperanzas y deseos y los primeros que se están expresando políticamente, en ciertos momentos amenazantes y hasta tanáticos, suicidas, fratricidas. Basta ver las manifestaciones masivas sin ningún respeto a la distancia obligatoria para no seguir contagiándonos y añadir más cifras a la ya terrible de 185,705 fallecidos por el Covid, de hace apenas una semana. El bicentenario que iniciamos el 28 de julio es una buena oportunidad para hacer eso que varios autores nos dicen que tenemos que hacer de nuestra historia no solo republicana sino de toda nuestra formación social desde lo económico, social, cultural, religioso, artístico, ético, político, una revisión profunda de todas las dimensiones complejas que tiene nuestro país. En estas elecciones, como digo, lo que más parece haberse mostrado es el tema económico, sanitario y étnico. Las diferencias económicas entre los peruanos claman literalmente al cielo, hay 7 millones, siete millones de personas, que están en pobreza y extrema pobreza, es decir que literalmente se mueren de hambre y vergüenza. La pandemia continúa asesinando a más personas valiosas que ya se llevó de manera injusta y trágica, porque no hemos sido capaces como estado y como sociedad de darles lo necesario para defenderse de este virus letal y silencioso que destroza no solo nuestro Perú sino a toda la humanidad. Finalmente, la política y sobre todo la clase política y los medios de comunicación han mostrado todo su racismo y discriminación negativa contra las poblaciones andinas y amazónicas directos representantes de nuestras etnias originarias. Las expresiones racistas en los medios de comunicación de todo tipo se han llevado los premios y que refuerzan lo ya existente en este terreno, en vez de fortalecer nuestro carácter mestizo, lo que nos une y debe unir como sociedad etc. En este complejo momento que estamos viviendo con la pandemia y las luchas por la hegemonía mundial, la crisis climática, los cambios de patrón energético que tienen consecuencias muy fuertes, como los nuevos sistemas de comunicación como el internet y la red llamada G5, tienen que ver con nuestra fe y nuestra manera nueva que tenemos que tener como creyentes, como miembros de una Iglesia, y que está reconociendo que ella también está en una crisis seria de credibilidad y unidad frente a temas como la justicia en el mundo, las nuevas maneras de entender la sexualidad humana, el rol de la mujer en la sociedad y la iglesia misma, la relación con las “otras” iglesias y creencias, los escándalos por el abuso de menores en varias diócesis de Europa y América, etc. Por eso le puse como parte del título de este articulo ….no basta rezar. Claro que es importantísimo rezar, orar, abrir nuestro corazón y nuestra mente a la luz de Dios, ponernos a disposición de su santa, hermosa, y esperanzada voluntad. Precisamente en un encuentro realizado hace pocos el papa Francisco nos decía que había que orar con confianza y con CORAJE, con valentía, con sano atrevimiento, sin miedo. Nos dice que tenemos que “ser una Iglesia en salida”, mirando desde la periferia, desde la llaga, ya que de esa manera entenderemos mejor lo que pasa y lo que debemos hacer. Por ello pienso que si oramos realmente también tenemos que preguntarnos si basta que seamos buenos, que seamos honrados, algo así como oraba el fariseo “gracias Señor porque no soy como los demás hombres… La crisis nos debe llevar a pensar y sobre todo actuar y comprometernos con confianza y valentía con nuevas maneras de ser cristiano y dentro de ellas está la dimensión política de nuestra vida. La espiritualidad ignaciana nos dice que debemos unir el servicio a la fe y el compromiso por la justicia. Tema tan central precisamente en nuestro país, porque solo la corrupción es una forma de injusticia, porque roba, acapara, se favorece personal familiar y grupal del bien común. Por eso los creyentes no basta que seamos buenos, tenemos que ser eficientes, efectivos, concretos, proactivos en nuestra vida cristiana, como profesionales y como ciudadanos. Tenemos que buscar formas de potenciar políticamente nuestros dones para que la caridad sea política también. Personalmente pienso que nuestra vida es definitivamente política, por acción y por omisión, y eso es lo que precisamente nos dice los mensajes constantes y lucidos del papa Francisco. Nos dice que es una de las formas más altas, pero a la vez más difíciles de demostrar nuestro amor a los demás. Porque busca hacer que el bien no solo tenga dimensión de persona a persona, sino que se vuelva política pública, que pase a lo público a lo institucional. Precisamente esa tiene que ser nuestra manera de amar ahora a los que están sufriendo tan seriamente la pandemia, el desempleo, la desesperación ante el futuro, la delincuencia que viene de la corrupción, del sicariato, la cotidiana, etc No basta ser cristiano en nuestra casa, en nuestro trabajo, hoy nos pide nuestro Padre comprometernos políticamente en el sentido arriba dicho. De esta manera podemos ver si hay un movimiento que canalice nuestra capacidad de servicio, como los grupos de voluntarios, que felizmente están surgiendo en nuestro país, están instituciones como los Bomberos Voluntarios, la Cruz roja nacional e Internacional, etc, nos podemos comprometer. Dependiendo de nuestra profesión y oficio podemos participar de las organizaciones del nivel gremial como sindicatos y otras formas de defensa o de sus derechos y obligaciones. Si encontramos un partido político que nos convenza en términos de ideología partidaria o ideario, programa, dirigentes, lideres, valores, actividades, filosofía política, ética, logros, etc con toda libertad y madurez podemos y debemos hacerlo. Los pobres de todo tipo nos están esperando, nuestro país nos necesita, la Iglesia a la que pertenezcamos nos anima y acompaña para hacerlo con audacia, confianza en Dios que nos acompaña y felicita, y la historia nos lo agradecerá. Es tiempo de esperanza y compromiso, es tiempo de gracia, como decía un santo “Señor que hoy te quiera más que ayer y menos que mañana”, es el MAGIS o excelencia de los EE. Es salir de esa nada “santa mediocridad”=tibieza, que no lleva a ningún éxito ni ningún fracaso, de ese “flotar” en el que viven muchos cristianos llevados a la derecha, la izquierda, o el centro, sin preguntarse y responderse que quieren ellos y sus grupos, es leer finalmente el mensaje esperanzado del Apocalipsis en la parte del juicio del Señor a las siete Iglesias donde a cada una de ellas le dice lo que El espera de ellas. Los valores como la tolerancia, la capacidad de escuchar y “salvar la proposición del prójimo”, la entrega generosa y concreta, la esperanza contra toda esperanza, la alegría, la fortaleza, el humor y otros son muy necesarios hoy para nuestro Perú, tan crispado, harto, desesperado, triste, desilusionado, resentido, egoísta, desolado. Los sacerdotes y religiosos, nuestros obispos nos tienen que ayudar a encontrar esos caminos que Dios y nuestra Iglesia están esperando en especial de los laicos y laicas peruanos. Para ello tenemos que prepararnos mejor en el conocimiento de la doctrina social de nuestra Iglesia, el magisterio vivo que nuestros pastores nos dan ordinariamente, estudiar más nuestra propia historia nacional y su realidad compleja, la historia política de nuestros partidos y sus logros, etc. Los distintos movimientos de laicos tenemos que estar mejor organizados y ser mucho más consecuentes en nuestra vida personal, familiar y comunitaria. Ayudarnos a encontrar eso que los pobres, los jóvenes, las poblaciones originarias y otros esperan de nosotros. Así llegaremos a ser verdaderos ciudadanos del Reino y no un pueblo que da culto a su Señor solo con la boca pero su corazón está lejos del El.