Subido por melbasonderegger

Mujeres en la lírica popular jarocha

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Universidad Veracruzana
Instituto de Investigaciones Histórico Sociales
Doctorado en Ciencias Sociales
Línea de investigación:
Cultura, comunicación y sociedad
MUJERES EN LA LÍRICA JAROCHA CONTEMPORÁNEA
Melba Alí Velázquez Mabarak Sonderegger
Xalapa, Veracruz, a 15 de noviembre de 2019
I. INTRODUCCIÓN
En algunas localidades del estado de Veracruz –desde Xalapa hasta Coatzacoalcos,
pasando por la Cuenca del Papaloapan, Los Tuxtlas, Minatitlán y algunos municipios
colindantes de Oaxaca y Tabasco, existe la tradición de entonar versos improvisados o
pertenecientes a un repertorio popular, en una variedad de formas poéticas como
sextetas, quintillas, cuartetas octosílabas, décimas espinelas y seguidillas (García, 2002,
p. 59; Sánchez, 2002, p. 122), ya sea como parte del género musical del son jarocho –
dentro y fuera del fandango– o como manifestaciones líricas independientes, pero
siempre estrechamente ligadas con la música y con variaciones en la forma de su
interpretación dependiendo de la región y la preferencia personal. Tradicionalmente, la
versada de esta lírica es enunciada, tanto por versadores como por versadoras de la
región, desde un horizonte de expresión masculino y heterosexual. La voz poética parte
de una figura masculina que canta al paisaje, a los animales, sobre temas religiosos,
conflictos cotidianos, sobre el cortejo, el amor y desamor, y sobre la figura femenina, ya
sea identificada como una mujer o un ente antropomorfo que la represente. La mujer no
es el sujeto de la enunciación; cuando aparece, es el objeto sobre el cual se enuncia.
No obstante, en tiempos recientes, algunas soneras, versadoras y decimistas
tomaron consciencia de la falta de representatividad y poco a poco emergieron, primero
de forma aislada y posteriormente en organización de colectividades, iniciativas para
incentivar la creación de una versada nueva que creara nuevos horizontes discursivos,
una enunciación del yo que emancipara a las mujeres del discurso de perspectiva
androcéntrica, que afirmara subjetividades distintas y una configuración del mundo más
inclusiva.
La investigación aquí propuesta procura rastrear el proceso de las condiciones
sociales de producción mediante el cual las mujeres han construido su propio discurso en
la lírica jarocha contemporánea, a través de un abordaje cualitativo de cuño etnográfico
a través de entrevistas semidirigidas, observación participante, trabajo con grupos
focales, así como documentación bibliográfica y exploración de archivos sonoros. Se
2
utilizará el análisis crítico del discurso (ACD) como estrategia para discernir cómo
determinadas prácticas discursivas enunciadas por sujetos concretos en situaciones
sociales concretas producen sentido, y la forma en la que tales significados actúan en las
prácticas sociales en las que dichos sujetos se desenvuelven, tomando como premisa que
las estructuras sociales son condiciones primarias para “la producción, la construcción y
la comprensión del discurso” (Van Dijk, 2002, p. 19). Los procedimientos de ACD serán
aplicados sobre un corpus conformado por una recopilación, selección y transcripción de
versada de mujeres disponible en soportes audiovisuales, plataformas virtuales como
YouTube, Facebook, podcast y blogs, discos compactos, antologías, etc. Para el análisis
discursivo se tomarán en cuenta las nociones de hegemonía y contra-hegemonía de
Raymond Williams (2000).
En el presente documento se presenta una descripción del tema abordado, su
problematización, los objetivos propuestos, el enfoque teórico utilizado, la metodología
y un calendario de trabajo para la investigación.
II. DESCRIPCIÓN DEL TEMA
La lírica popular veracruzana deviene de una reminiscencia de la poesía cantada en los
Siglos de Oro (XV y XVII) por juglares y trovadores ibéricos que habrían de
desembarcar en tierras Americanas durante la Colonia (García, 2002, p. 58). En la
Hispanoamérica colonial, la lírica europea, especialmente la española, integró a través
de la tradición oral elementos cultos y populares, influencias africanas e indígenas, y fue
su musicalización lo que permitió que persistiera presente en la memoria y voz de los
versadores, en un proceso de adaptación y renovación. En las colonias hispanas, las
fiestas con música, baile y bebida en donde se manifestó esta versada de forma popular
3
fueron llamadas fandangos1, y en la Nueva España estas festividades vivieron su edad de
oro en el siglo XVIII y en el México independiente del siglo XIX, especialmente con un
fuerte auge en las tierras bajas del Sotavento veracruzano (Pérez, 1990, p. 54). A través
de la oralidad de esta lírica se ha transmitido la memoria social de sus practicantes en un
proceso de creación, conservación y variación: algunos versos se entregarán al olvido
mientras que aquellos versos que se mantengan significantes y aplicables a la realidad
social permanecerán en la memoria de los versadores para continuar siendo repetidos.
Como toda lírica de origen popular, esta versada está en constante creación, recreación,
resignificación e innovación, por lo que permanentemente nuevos versos son cantados,
conformando un repertorio casi infinito. Dado que la lírica jarocha es expresada, por lo
general, de forma colectiva en espacios festivos de cohesión social, permite transmitir
las nociones ideológicas de la cultura de un pueblo y ser portavoz de un sistema de
valores y costumbres. La versada jarocha –dentro y fuera del fandango– ha sido una
plataforma comunicacional para manifestaciones políticas y reivindicaciones sociales,
como en el caso del Fandango fronterizo2, el uso del son jarocho en campañas políticas
(Kohl, 2007, p. 58), o bien en demostraciones públicas de protesta o apoyo a causas
sociales (Pérez, 2010, p. 20).
A pesar de que la lírica jarocha se sustenta en la espontaneidad y creatividad de
quien canta, salta a la vista que la versada tradicionalmente es enunciada a partir de una
voz poética masculina. La mujer, en los versos, parece no tomar la palabra casi nunca.
Así, es común que actualmente una fandanguera entone su versada a partir de la
perspectiva masculina, como por ejemplo en la siguiente estrofa del son de La morena:
“No quisiera molestarla/ ni ser un hombre imprudente/ porque va a decir la gente/ que
1
2
También llamados “huapangos” en algunos lugares, como en la región Huasteca y la región del
Sotavento.
El Fandango fronterizo es un evento anual realizado desde el 2007 ante las vallas que separan las
ciudades de Tijuana (México) y San Diego (Estados Unidos) como un acto simbólico de protesta ante
las políticas migratorias de ambos países. El evento ha sido replicado de forma solidaria en otras
ciudades del mundo, como Nueva York, Zúrich, Montreal, Ciudad de México, Tabasco, Veracruz y
Amatlán de los Reyes.
4
vine a perjudicarla”. Las razones por las cuales las mujeres enuncian su discurso de
forma androcéntrica en la lírica jarocha son añejas. Bajo modelos patriarcales, en los
fandangos de antaño las mujeres no solían tocar instrumentos ni cantar versos; la
división sexual del trabajo las constreñía a las labores domésticas de los preparativos
previos (elaboración de alimentos, aseo del espacio, convidar a la gente a asistir, entre
otros) y, durante el fandango, su papel se concentraba en la tarima, como bailadoras
(Gómez, 2019, p. 49). Los hombres, además de zapatear, eran los únicos que tocaban los
instrumentos musicales y entonaban los versos, por lo que la voz discursiva coincidía
con su lugar de enunciación.
En la literatura antropológica y sociológica no ha pasado desapercibido el
machismo imperante en las comunidades veracruzanas (Barahona, 2013, p. 623;
Oseguera, 1998, p. 28; Gómez, 2019), lo cual explica la situación de subordinación y
sujeción de las mujeres ante los hombres, e incluso la dificultad que han tenido algunas
mujeres para asistir al fandango, como no fuera con la autorización de los padres o
maridos. Este machismo se revela también, como una extensión, en el discurso
androcéntrico. Existen, no obstante, algunos registros extraordinarios en los que las
mujeres tomaban la palabra en el fandango. Uno de ellos es la descripción del son de Los
panaderos en una denuncia realizada ante el Santo Oficio en 1779 por un sacerdote,
debido a su contenido blasfemo y erótico:
Sale una mujer cantando y vaylando
desembueltamente con esta copla:
Esta sí que es Panadera
que no se sabe chiquear
que salga su compañero
y la venga a acompañar.
[…]
Esta sí que es Panadera
que no se sabe chiquear
quítese usted los calsones
que me quiero festejar.
5
[…]
Esta sí que es Panadera
que no se sabe chiquear
haga usted un crucifixo
que me quiero festejar.
(Martínez, 2011, s/p).
Sin embargo, en las múltiples versiones registradas por Masera (2005) del son de Los
panaderos a lo largo de los siglos, se pierde la voz femenina y los versos son enunciados
desde un punto de vista masculino que habla sobre la figura de la panadera. Sesenta y
cinco años despúes, aparece otro testimonio sobre el papel de la mujer en la lírica del
son jarocho durante el fandango, que alude a su ocasional participación en el canto
responsorial, a una sola voz o en coro:
Para marzo de 1844, [José María] Esteva, en su artículo La Jarochita, escribió: “[…]
Comúnmente, cuando empieza la música a tocar un son, se levantan se sus asientos ocho
o diez bailadoras; se ponen de pie sobre un tablado elevado a algunas pulgadas del suelo,
dan una vuelta y comienzan a bailar. Una de ellas, (y muchas veces todas, según lo
requiere el sonecito) canta, contestando a los versos de alguno de los músicos, y estos
diálogos son las más veces graciosísimos” (Melgarejo, 1979, p. 334-336).3
Otra mención registrada sobre el canto de las mujeres en el fandango aparece en la
anécdota contada por Arcadio Hidalgo, que tuvo lugar a mediados del siglo XX:
“¡Cuando oigo dos mujeres que se están trenzando a versos! Mero se lían. No, las
mujeres son bravas. No sé qué son estábamos tocando, años tiene ya eso, pero sí eran
buenas pa' los versos. Allá por Tres Zapotes hay muchachas que se agarran a versos”
(García, 2010, p. 7). Pese a que no poseemos el registro de los versos cantados en esa
ocasión, solo resta interpretar que en las frases “trenzarse a versos” y “mero se lían”, se
esconde la aseveración de que aquella versada fuese personal y, por lo tanto, enunciada
no como parte del repertorio “sabido”, sino de forma improvisada y partiendo desde la
3
Sobre el canto responsorial de mujeres, Barahona describe la dinámica presentada en algunos sones “de
a montón”, en donde las mujeres suben en grupo a la tarima a bailar: “Los versadores solían entonces
dedicarles exaltados versos de cortejo, y solamente en contadas ocasiones -como en las llamadas
bombas del Fandanguito- ellas participaban activamente en un duelo verbal, en el que por lo general,
la mujer expresaba sus reticencias ante los avances de sus pretendientes mientras que estos aspiraban a
desenojarlas con sus versos” (Barahona, 2013, p. 624) .
6
subjetividad de esas mujeres.
Como puede observarse, la presencia de la voz femenina en la lírica jarocha
resulta más una excepción, que no la norma. Pero un momento de cambio de
paradigmas, alrededor de las décadas de 1960 y 1970, habría de modificar la tradición,
aunque de forma pausada. Los movimientos de liberación femenina de los países
industrializados, también llamados “segunda ola feminista”, cuestionaron los roles
sociales asignados por el género, así como la desigual distribución del trabajo, y
denunciaron múltiples injusticias del patriarcado, sufridas por las mujeres y avaladas por
el status quo. En México, durante la década de los setenta se vivenciaron importantes
contribuciones a favor del derecho de las mujeres4, y a partir de la irrupción de la mujer
en la vida política, se inauguró una era de luchas por los derechos fundamentales del
género femenino, por lo que múltiples avances se presentaron en el ámbito de la vida
social (Galeana, 2017, p. 112), aunque aún inequitativos en las distintas regiones del
país, siendo las regiones rurales los principales bastiones de la cultura patriarcal. Una de
las consecuencias de los movimientos feministas fue la conquista de espacios en la
matrícula de la educación superior, lo que les permitió una apertura a nuevas ideas y la
inquietud por ocupar espacios que antiguamente eran exclusivamente masculinos.
En el ámbito jarocho, a partir de la década de los ochenta surge el Movimiento
jaranero5, impulsado originalmente por el grupo de son jarocho Mono Blanco –integrado
por Gilberto Gutiérrez, José Ángel Gutiérrez, Juan Pascoe y Arcadio Hidalgo– que
buscó asegurar una generación de relevo que aprendiera y heredara la música, la versada
jarocha, el zapateado y la dinámica del fandango, que en algunas regiones era ya una
práctica minoritaria y en franco abandono. En 1987 es fundado el Instituto Veracruzano
de Cultura, y gracias a la dirección de Gilberto Gutiérrez en el Departamento de Música
Tradicional la difusión del son jarocho fue eje principal de la política cultural. Fueron
impartidos talleres de son al público en general, por lo que las mujeres comenzaron a
4
5
En 1974 se reformula el artículo 4° constitucional mexicano, para establecer que “El varón y la mujer
son iguales ante la ley”.
Se le llama Movimiento jaranero a la iniciativa de músicos veracruzanos que, en alianza con actores
sociales e institucionales, buscaron revitalizar el son jarocho campesino y su fiesta, el fandango.
7
participar en otros ámbitos además de la danza6. A pesar del gran progreso que
representó el hecho de que las mujeres pudieran tocar los instrumentos y entonar la
versada, la lírica jarocha continuó desarrollándose dentro de un horizonte de expresión
masculino, puesto que, en este momento inicial de revitalización del fandango, el
repertorio utilizado para la música fueron los versos “sabidos”; es decir, aquellos versos
memorizados y transmitidos generacionalmente que partían desde el horizonte
androcéntrico.
No obstante, algunas voces femeninas (con frecuencia oriundas de centros
urbanos o habiendo radicado en ellos, con educación universitaria y expuestas a nuevas
ideas sobre los roles de los géneros) tomaron consciencia de la falta de representatividad
y poco a poco emergieron, primero de forma aislada y posteriormente en organización
de colectividades, iniciativas de mujeres para incentivar la creación de versada para son
jarocho y décimas con perspectiva de género. El propósito: una versada nueva que
creara nuevos horizontes discursivos, una enunciación del yo que emancipara a las
mujeres del discurso de perspectiva androcéntrica, que afirmara subjetividades distintas
y una configuración del mundo más inclusiva.
Con la libertad del viento,
de la llanura, el verdor
tus palabras, trovador,
escuché en todo momento.
Mas faltaba el sentimiento
delicado en tus canciones,
faltaba -y no había razones
un modo de dialogar,
y por eso habían de estar
llenos de mujer los sones7.
Si la lírica jarocha hasta ahora ha sido fundamentalmente un discurso unívoco
Claudia Cao Romero (2010) narra en su texto “De sones, familias y velorios” su iniciación como músico
y bailadora en el son jarocho gracias a los talleres de Mono Blanco en la sede del Instituto Veracruzano
de Cultura.
7
Décima escrita colectivamente por mujeres, transcrita en La mujer en la décima (López Vergara, 2003,
p.7).
6
8
masculino, esta versada nueva aboga por una apertura en el horizonte expresivo: dar la
voz a las figuras que siempre han estado ahí presentes –danzando sobre la tarima,
organizando las labores domésticas alrededor de los espacios sociales en donde se
concentran la expresión de la lírica jarocha–, pero que, como de costumbre, habían sido
invisibilizadas
y silenciadas. Nombres como Francisca Gutiérrez
“Panchita”
(Tlacotalpan), Ana Zarina Palafox (Ciudad de México), Daniela Meléndez (Minatitlán),
Wendy Cao Romero (Veracruz), Adriana Cao Romero (Veracruz), Raquel Palacios (Boca
de San Miguel), Violeta Romero, Arantxa Cházaro (Xalapa), Citlali Malpica (Veracruz),
Marisol Galloso (Xalapa), Silvia Santos (Mérida), Nancy Correa (Xalapa), Lourdes
Aguirre Beltrán (Tlacotalpan), Mariana Mireles (Acayucan), Gloria Xanat Cruz
(Córdoba), Deni Sébil Cruz (Córdoba), Gloria Trujano (Córdoba), Socorro Terán
(Tlacotalpan), Esbeidi Ramírez (Tlacotalpan), Mercedes López (Tlacotalpan), Carolina
Hermida (Tlacotalpan), Sandra Blanco (Tlacotalpan), Eréndira Blanco (Tlacotalpan),
entre otras, comienzan a figurar dentro de la innovación de la lírica jarocha, ya sea en las
décimas o en la versada para el son jarocho dentro y fuera del fandango.
Uno de los proyectos generados a partir de esta voluntad creativa fueron las seis
ediciones del Encuentro Nacional de Mujeres Jaraneras, Decimeras y Bailadoras (20032009) realizadas en Coatzacoalcos, Veracruz. Este evento fue pensado como plataforma
de expresión, sobre el escenario, de la lírica, música y danza jarochas, así como para
hacer figurar a las mujeres como protagonistas, a fin de resarcir la poca visibilidad de los
personajes femeninos en el son jarocho. En el encuentro participaron los grupos Flor de
Café (Minatitlán), Flor de Tamarindo (Cosoleacaque), Cantana (Xalapa), Las Morenas
(Minatitlán), Soneras de Huilango (Córdoba), entre otros. A pesar de estar centrado en
el protagonismo femenino, su intención no era la exclusión de los varones, por lo que en
los fandangos al final de las jornadas se buscaba la participación de ambos géneros.
En el terreno de la décima, en 2003 se realizó una labor de compilación de lírica
de mujeres en el libro titulado La mujer en la décima, en el cual participaron 32
decimistas. En palabras de Ana Zarina Palafox: “[…] hace apenas diez años
contemplábamos pasivas a los varoniles y elocuentes trovadores que prestaban sus
9
gargantas a la crónica del Papaloapan […]. Las mujeres, hábiles como hemos sido para
ocultar en nuestro vientre a todo ser humano durante nueve meses, ¿cómo no íbamos a
tener la paciencia para gestar y madurar nuestra creación lírica? ¿Diez años? ¿tres
siglos? ¿qué importa? La espera llegó a su fin” (López, 2003, p. 5-6). Asimismo, en
2004 y 2005 se lanzaron dos CD de Las meras meras decimeras, con las grabaciones en
voz de 18 mujeres decimistas, y con fondos musicales de jarana y requinto.
Estas iniciativas, aunque ya han trazado un nuevo rumbo dentro de la creación
poética de la lírica jarocha, aún representan un ámbito pionero y minoritario, no
integrado completamente a la tradición de la versada jarocha, pues recordemos que, para
hacer tradición en la lírica popular, es indispensable la transmisión oral de generación en
generación: una dinámica continua de invención, repetición, selección y adaptación.
III. PROBLEMATIZACIÓN
Para clarificar el objeto de estudio, a través del desarrollo de esta investigación se tratará
de dar respuesta a la siguiente interrogante básica: ¿Cómo ha sido el proceso por medio
del cual las mujeres han construido sus propios discursos en la lírica jarocha
contemporánea? Con esta pregunta como punto de partida, se desprenden como
ramificaciones las interrogantes particulares, que construirán gradualmente la
problematización sobre el tema: ¿Cuáles son las características de estos discursos,
¿Qué es lo que se dice y cómo se dice?, ¿Hacia qué acciones sociales está enfocado?,
¿Qué relaciones de poder se codifican dentro de lo discursivo en la lírica jarocha?,
¿Cómo es recibida la presencia de mujeres creadoras de versada en el entorno social
donde es producido este discurso?, ¿Cuál es el estado del arte actual?, ¿Cuáles son sus
perspectivas para el futuro?
Las dimensiones que esta investigación abordará se desarrollarán a partir de un
estudio cualitativo de cuño etnográfico para discurrir sobre:
1) La valoración perceptiva de las mujeres sobre el discurso tradicional androcéntrico
10
en la lírica jarocha y el discurso en la versada de mujeres. Dentro de esta dimensión, se
buscará advertir:
a) la percepción de las mujeres sobre la evolución de inequidades con relación a
los géneros dentro del discurso tradicional (¿Antes había más desigualdad?
¿ahora hay menos?);
b) su valoración respecto a manifestaciones androcéntricas, e incluso misóginas,
en el discurso tradicional (¿Perciben una falta de representación de la perspectiva
femenina en la lírica tradicional? ¿Qué valores patriarcales se transmiten en la
versada tradicional? ¿Advierten la existencia de versos con contenido
misógino?);
c) su percepción respecto a la relevancia que dichas manifestaciones discursivas
tienen en las prácticas sociales (¿qué tanto inciden en la vida social las relaciones
entre los géneros expresada en la lírica jarocha tradicional?).
d) su opinión sobre la visibilidad del discurso femenino en la lírica jarocha
contemporánea (¿Es reconocida la existencia de una versada femenina por parte
de la mayoría de los sujetos sociales que participan del entorno de producción
lírico?).
2) La experiencia social sobre prácticas patriarcales que limitan la participación de las
mujeres en términos de equidad con los varones dentro del entorno en el que es
producida la lírica jarocha. Al respecto de esta dimensión, es relevante advertir:
a) la división del trabajo con relación a los géneros en torno a los espacios de
socialización en donde se produce la lírica jarocha;
b) los roles de género transmitidos en espacios de enseñanza sistemática de la
lírica jarocha (talleres de décima y versada);
c) las prácticas machistas experimentadas por mujeres en los espacios de
socialización tradicionales.
3) La experiencia social de las mujeres que expresan su propia versada en los espacios
de socialización de la lírica jarocha. Es decir, se pretende advertir:
a) las actitudes que presentan hombres y mujeres ante la expresión de la versada
11
femenina (¿esas actitudes se materializan en acciones de algún tipo?);
b) las estrategias que las mujeres han implementado para poder expresar su
versada en espacios seguros (¿las estrategias separatistas, como los fandangos
feministas, los grupos de son exclusivos de mujeres, los encuentros de
versadoras, decimistas, soneras y bailadoras, han funcionado?);
c) las formas de expresión y recepción de versada de mujeres en plataformas
virtuales de transmisión, tales como redes sociales y YouTube.
IV. RECORTES
TEMPORAL Y ESPACIAL
Recorte temporal
La presente investigación parte del supuesto hipotético de que, a partir de la década de
1980, las labores de revitalización del fandango jarocho por parte del Movimiento
jaranero poco a poco permitieron la integración de la mujer a la práctica del aspecto
lírico y musical de la versada jarocha, además del baile – que era el único resquicio
femenino aceptado por la tradición hasta entonces. Por lo que el recorte temporal
considerará el periodo de cuatro décadas desde 1980 a la actualidad. No obstante, se
rastrearán algunos antecedentes históricos para explicar los procesos de cambio
vivenciados por las mujeres dentro del entorno de socialización de la lírica jarocha.
Recorte espacial
En el caso que atañe a esta investigación, el recorte espacial está determinado por la
premisa de que la lírica jarocha se encuentra, actualmente, multilocalizada. Por un lado,
gracias al éxito del Movimiento jaranero, se dio como resultado la dispersión geográfica
de sus practicantes que han migrado a distintas regiones del estado veracruzano, del país
e incluso al extranjero, en donde han continuado desarrollándola, así como el hecho de
que múltiples individuos no-jarochos abrevaron de la tradición, adoptándola y llevándola
consigo a nuevas territorialidades. Como se ha descrito líneas arriba, las mujeres que han
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participado de la creación de versada femenina en la lírica jarocha son provenientes de la
Ciudad de México, Juan Rodríguez Clara, Tlacotalpan, Xalapa, Cosoleacaque,
Minatitlán, Orizaba, entre otras localidades, pero en las más de las veces su actividad
artística ha sido producida fuera de los lugares de donde son oriundas. A pesar de la
dificultad de establecer de forma precisa un recorte espacial para el estudio del problema
de investigación, dada la presencia de muchas de las actoras del proceso abordado en
esta investigación en la ciudad capital de Xalapa, será este el punto de partida para las
labores de recopilación de la información cualitativa.
V. OBJETIVOS
Objetivo general
El objetivo general de este trabajo de investigación es conocer el proceso históricosocial por el cual emerge la necesidad de representatividad del discurso femenino en la
versada de la lírica jarocha como contraparte al discurso hegemónico androcéntrico.
Esto implica el análisis de la lírica emitida a partir de sujetos socializados dentro de las
categorías de su género y codificado con distintas subjetividades. Los objetivos
específicos refieren a la determinación del papel que la mujer ha tenido a lo largo de la
historia en la lírica jarocha, el registro de las iniciativas por abordar la música jarocha
desde la perspectiva de género (talleres de décima para mujeres, las ediciones del
Encuentro Nacional de Mujeres Jaraneras, Decimeras y Bailadoras, grupos de son
jarocho exclusivos de mujeres, etc.), así como presentar un panorama proyectado al
futuro sobre estas iniciativas.
Objetivos específicos
El trabajo de investigación puede ser dividido en dos grandes ejes, cuya finalidad es:
13

Arrojar luz sobre la condición social de la mujer en los contextos en donde es
producida la lírica jarocha, antes y particularmente después del Movimiento
jaranero.

Analizar el discurso con perspectiva de género en la versada producida por mujeres.

Analizar las estrategias de resistencia que las mujeres versadoras implementan para
encontrar espacios de expresión discursiva.
VI. JUSTIFICACIÓN
El análisis del discurso femenino en el ámbito de la literatura oral se vuelve relevante
ante su histórica posición de subordinación y silenciamiento. Nelly Richard (1996)
afirma que, cuando una mujer toma la palabra, disputa un espacio del discurso formado
principalmente por reglas masculinas. Al tomar la palabra, por oposición al discurso
hegemónico, la enunciación toma nuevas interpretaciones y transita por nuevos trayectos
conceptuales inexplorados. La misma importancia radica en la producción de
conocimiento científico escrito por mujeres:
[…] renunciar a la teoría sería privarse de las herramientas que nos permiten comprender
y modificar a la vez el sistema de imágenes, representaciones y símbolos, que componen
la lógica discursiva del pensamiento de la identidad dominante. Sería contribuir
pasivamente a que sus mecanismos significantes permanezcan incuestionados. (Richard,
1996, p. 734).
La producción académica que parte también desde el reconocimiento de una episteme
localizada (mujer investigadora) genera un resquicio más dentro de las disputas de poder
contenidas en la palabra. Por otro lado, tampoco es menospreciable la urgencia de
continuar la producción académica relacionada con los estudios de género, en un país en
donde surgen cada vez más grupos fundamentalistas que pretenden restar validez
científica a la categoría de género, permitiendo la legitimación de la inequidad
14
estructural en la sociedad mexicana.
Resulta destacable, también, que pese a la existencia de vastos estudios
antropológicos, etnomusicológicos e históricos sobre la lírica jarocha, poco o nada se ha
dicho sobre la ausencia de las voces femeninas; lo cual evidencia una falta de interés
sobre la representatividad discursiva de las mujeres en este ámbito, o bien una aparente
miopía generalizada que naturaliza un discurso unívoco, parcial y hegemónico
perteneciente únicamente a la perspectiva masculina. Curioso resulta también que,
cuando sí es observada la participación de las mujeres en el ámbito lírico-musical
jarocho, ha sido interpretada como una “dinámica irreflexiva de entablar una
competencia exacerbada en contra del varón” (Barahona, 2013, p. 626). Se vuelve
urgente, entonces, identificar y describir las prácticas de exclusión y opresión de origen
patriarcal vivenciadas por las mujeres, que limitan su participación en términos de
equidad en este escenario cultural. Esta investigación pretende esbozar una luz sobre el
tema, con la esperanza de que le sucedan nuevas interrogantes y nuevas pesquisas.
VII. MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL
Históricamente el discurso masculino y heteronormativo ha sido considerado como
neutro y universal, silenciando e invisibilizando otras posibles perspectivas de discurso
(Cavarero, 1995). Pero en palabras de Margot Pujal, “lo universal es, pues, simple
ficción, deviene singularidad controladora” (1993, p. 203). La norma es apenas la
subjetividad legitimada de los grupos dominantes que configura la representación del
mundo, bajo la cual se reproducen las relaciones de poder que favorecen los intereses de
los propios grupos dominantes. En el ámbito de las prácticas discursivas, es a través de
estas que se codifica la cosmovisión de una cultura en un contexto sociohistórico
determinado. Quien tiene la palabra, tiene el poder de significar. Resulta esclarecedor lo
que apunta Cavarero al respecto: “La mujer no es el sujeto de su lenguaje. Su lenguaje
no es suyo. Por lo tanto, ella se dice y se representa en un lenguaje ajeno, es decir,
mediante las categorías de lenguaje del otro. Se piensa en tanto pensada por el otro”. Se
15
explica así que tradicionalmente las mujeres que crean versada en la lírica jarocha se
apropien del lenguaje que les es ajeno, y construyan su horizonte discursivo desde esa
otredad, aunque no las represente.
En la presente investigación se entenderá el discurso según Michel Foucault,
como un sistema que construye y estructura el imaginario social: “el discurso no es
simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello
por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”
(1999, p. 15). Como resultado, las prácticas discursivas no sólo dicen, sino que hacen,
traducen un entramado social en el cual yacen jerarquías de género, raza, clase, etarias,
etc. Dependiente siempre de la posición social desde la que es emitido, el discurso parte
irremediablemente de un local de fala8, como lo define la filósofa brasileña Djamila
Ribeiro (2017). Es la jerarquización de la posición social desde donde se produce el
“régimen de autorización discursiva, es decir, qué voces son legitimadas y qué voces no
lo son” (Ribeiro, 2017, p. 14). Así, todo discurso emitido fuera de la norma hegemónica
es deslegitimado o invisibilizado. En esta investigación se entiende la importancia de
definir el lugar de enunciación de la lírica jarocha que, como constructo colectivo,
esconde relaciones de poder delineadas por el género.
A partir de la década de los setenta, la relación entre el género y el discurso
surgen como campo de estudio dentro de las ciencias sociales, bajo una perspectiva
interdisciplinar, para encarar las relaciones de poder que se articulan entre las
desigualdades de género y las prácticas lingüísticas de una sociedad (West, Lazar,
Kramarae, 2000). Es en este contexto que surge el Análisis Crítico del Discurso (ACD)9,
como
[…] un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el
modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados,
reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto
8
9
Traducido al español como “lugar de enunciación”.
Recientemente, Van Dijk ha preferido denominarlo Estudios Críticos del Discurso (ECD), para indicar
su carácter interdisciplinar y comprometido socialmente, más que un método de análisis específico
(Londoño, 2006). En esta investigación los términos ACD y ECD serán usados indistintamente.
16
social y político (Van Dijk, 1999).
No es de interés de este trabajo abordar una perspectiva biologicista de la producción
discursiva de hombres y mujeres, sino estudiar el discurso producido a partir de una
identidad subjetiva culturalmente construida. De este modo, el género en su dimensión
social10 será una categoría de análisis para develar los horizontes discursivos de la
versada jarocha.
Es fundamental recalcar que las identidades de género son en sí mismas categorías
problemáticas, puesto que no son pasibles de serles atribuidas características estables o
concretas. La construcción de una subjetividad de género está determinada por la cultura
y por las relaciones de poder reinantes en un determinado contexto socio-histórico, por
lo que no puede establecerse de forma unívoca “el discurso femenino”, como si este
pudiese ser general y universal, en tanto que la producción discursiva de un grupo de
mujeres blancas burguesas de la Ciudad de México no puede ni debe ser equiparado al
discurso de mujeres indígenas migrantes en la misma capital del país.
Dado que el discurso se produce dentro de unas condiciones dadas, en un
contexto específico, el estudio crítico del discurso debe entenderse de forma localizada,
identificando, por ejemplo, quiénes son los actores que producen el discurso y su
pertenencia a un grupo o grupos sociales; cuáles son las acciones realizadas dentro del
grupo (principalmente el discurso, pero también se involucran las diferentes actividades
y los roles sociales atribuidos por el género); sus representaciones socio-mentales como
parte de la pertenencia al grupo, así como el contexto socio-histórico en el cual se emite
dicho discurso. Es a partir del análisis de estas dimensiones macro y micro del fenómeno
comunicacional que es posible determinar cómo, a través del discurso, se consigue
ejercer o reproducir el poder social de los grupos hegemónicos, pero también de qué
forma se consigue desafiarlo.
En el caso de la lírica jarocha, el horizonte androcéntrico y heterosexual ha sido
la manifestación hegemónica de la realidad social. Lo hegemónico, para Raymond
10
Por no atender las necesidades de esta investigación, se dejarán de lado otras dimensiones del género,
como la biológica, psicológica, económica, etc.
17
Williams, es un “vívido sistema de significados y valores -fundamentales y
constitutivos- que en la medida en que son experimentados como prácticas parecen,
confirmarse recíprocamente. Por lo tanto, es un sentido de la realidad para la mayoría de
las gentes de la sociedad” (Williams, 2000, p. 131). Dado que a través de la práctica de
las relaciones sociales y discursivas se verifica la predominancia heteronormativa, es
tenido como “natural” o “normal”, y asimilada por hombres y mujeres de forma general.
La antropóloga y fandanguera Rubí Oseguera narra en Biografía de una mujer
veracruzana (1998) el testimonio de Felícitas, una bailadora de son jarocho de San Juan
Evangelista, en donde se describe la situación de sujeción al marido, la violencia
patriarcal a la que es sometida en el cotidiano, y que ella interioriza de forma tal porque
así ha sido también la relación de su madre y padre. Es este el sentido de realidad
vivenciado dentro de la cultura jarocha, en otras palabras, la “vívida dominación y
subordinación de clases particulares” (Williams, 2000, p. 132).
Si bien la lírica jarocha ha reproducido discursivamente dichas relaciones de
poder, también ha resultado un vehículo para transgredirlas. Esto es posible porque “[la
hegemonía] no se da de modo pasivo como una forma de dominación […] es
continuamente resistida, limitada, alterada, desafiada por presiones que de ningún modo
le son propias” (Williams, 2000, p. 134). Un ejemplo de esto son las mujeres que
denuncian a versos desigualdades e injusticias, como el colectivo Voces Viajeras, que en
sus décimas y con el son jarocho de fondo se evidencia las políticas fallidas contra los
feminicidios y la impunidad que goza la violencia de género en México, realizando una
de sus intervenciones más significativas al pie de uno de los íconos más reconocidos del
país, el Ángel de la Independencia11.
VIII. HIPÓTESIS O SUPUESTOS HIPOTÉTICOS
11
Video del colectivo Voces Viajeras disponible en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=QlTzyK0Dg9I
18
El Movimiento jaranero generó un marco de revitalización del fandango que implicó la
participación de las mujeres en posiciones anteriormente negadas o silenciadas. La
creación de talleres de versada, laudería, zapateado y jarana dirigidos al público en
general permitió que poco a poco, las mujeres también ejercieran estas prácticas –con
sus salvedades específicas que continúan hasta la actualidad–, respaldadas por la
disolución de prohibiciones sociales conservadoras que se disipaban ante la insurgencia
de las demandas por equidad de género. La memoria social de la lírica jarocha habrá de
mantenerse dentro de los esquemas hegemónicos del discurso de perspectiva masculina
hasta que, aquí y allá, voces femeninas surgen para enunciar nuevos horizontes de
subjetividades y hasta crear su propio posicionamiento poético-político ante la falta de
representatividad en el discurso.
IX. METODOLOGÍA, INSTRUMENTOS Y TÉCNICAS
El estudio se plantea a partir de dos momentos. En la primera parte de la investigación,
se pretende describir el proceso por el cual emerge el discurso femenino dentro del
universo lírico de la versada jarocha. Con este propósito será utilizada una metodología
cualitativa con técnicas etnográficas de recolección de información (entrevistas
semidirigidas a mujeres versadoras del son jarocho, grupos focales) y observación
participante. Posteriormente la investigación abordará el discurso femenino a partir del
ACD, para lo cual será necesario la selección de un corpus de lírica jarocha producida
por mujeres (décimas y versos para sones jarochos). El eje del análisis se centra discurso
de la versada femenina, en el que se perciben divergencias con el discurso androcéntrico
de la versada masculina. A continuación se desglosa el proceso a desarrollar en la
investigación:

Documentación bibliográfica para la delimitación del marco teórico y la
recopilación de antecedentes.
19

Identificación de protagonistas pioneras dentro del proceso de emergencia del
discurso femenino dentro del son jarocho. Identificación de personajes actuales
involucrados en la creación de versada femenina.

Realización de entrevistas grabadas a los sujetos identificados como informantes
potenciales y posteriormente su transcripción [cuando la investigación esté
conclusa, será devuelta a las mujeres entrevistadas, para establecer una relación
horizontal de creación de conocimiento y facilitación de espacios de
autorepresentación. Las opiniones obtenidas en esta fase serán añadidas al
trabajo final].

Análisis del discurso de manera comparada. Identificación de temáticas, estilo y
subjetividades de la lírica femenina, en contraparte con versos tradicionales.

Elaboración de conclusiones.
X. CAPITULADO TENTATIVO
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE. La lírica jarocha
1.1. Reminiscencias del Siglo de Oro
1.2. El origen fue el fandango
1.3. Lo jarocho
1.4. El son jarocho
1.5. La décima jarocha
SEGUNDA PARTE. La mujer y su discurso
2.1. Elementos teóricos
2.2. Hegemonía y subalternidad
2.2. Formas de contrahegemonía
2.3. Análisis Crítico del Discurso
20
TERCERA PARTE. El papel de la mujer en la lírica jarocha
3.1. Siglos XVIII Y XIX
3.2. Siglo XX
3.2.1. Movimientos feministas en México
3.2.2. El Movimiento jaranero
3.2.3. Movimiento decimista
CUARTA PARTE. Las mujeres versadoras en la contemporaneidad
4.1. El rol de la mujer en la música popular veracruzana]
4.2. Relatos de vida de las mujeres versadoras
4.3. Experiencias de expresión y recepción de versada de mujeres
QUINTA PARTE. El discurso de las mujeres en la lírica jarocha
5.1. El discurso sobre la mujer en la lírica jarocha tradicional
5.1.1Performatividad
5.1.1.1. Fandangos
5.1.1.2. Discografía
5.1.1.3. Bibliografía
5.1.1.4. Redes sociales y plataformas virtuales
5.1.2. Los temas
5.1.3. La caracterización de lo femenino
5.2. Análisis Crítico del Discurso en la versada de mujeres
5.2.1. Los temas
5.2.2. La caracterización de lo femenino
5.2.3. Formas de manifestación de la voz poética
CONCLUSIONES
21
APÉNDICES, FUENTES, BIBLIOGRAFÍA
XI. CALENDARIO DE TRABAJO
SEMESTRE
ACTIVIDAD
I
II
III
IV
V
VI
VII
VII
Elaboración del protocolo final
Recopilación de información
Realización de entrevistas
Transcripción de entrevistas
Elaboración del Capítulo I
Revisión del Capítulo I
Elaboración del Capítulo II
Revisión del Capítulo II
Elaboración del Capítulo III
Revisión del Capítulo III
Elaboración del Capítulo IV
Revisión del Capítulo IV
22
Elaboración del capítulo V
Revisión del Capítulo V
Redacción de Conclusiones
Redacción de Introducción
Presentación y revisión del borrador
Redacción y entrega de versión final
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