UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA CARRERA DE PSICOLOGÍA “Pégale Como Hombre”: Performance de Masculinidad en un Club de Fútbol Memoria para optar al título de psicólogo Autor: José Mejías Riquelme Profesor Patrocinante: Dr. Roberto Fernández Droguett Santiago de Chile, 2016 Agradecimientos: A mi madre y padre, Tania, Toña, Sofía y el resto de mi familia por darme todo su amor siempre A Catalina por darme fuerza y amor todos los días A Roberto por guiarme, ayudarme e interesarse en que este proyecto surgiera A mis amigos Felipe, Alberto, Jorge, Luciana y Bárbara por todas las canciones y discusiones A Ignacio y Ricardo que me ayudaron mucho y de manera desinteresada A Fútbol Rebelde y Buscemi por compartir conmigo la pasión y alegría de jugar fútbol Y a mi padre nuevamente por hacerme de la U 2 Índice RESUMEN ............................................................................................................................................4 INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................5 JUGADORES DEL EQUIPO: MARCO TEÓRICO ....................................................................................12 Género ..........................................................................................................................................12 Performance de Género ................................................................................................................17 Masculinidad .................................................................................................................................20 Masculinidad Hegemónica ........................................................................................................24 Deporte y Masculinidad ............................................................................................................28 ESTRATEGIA DE JUEGO: MARCO METODOLÓGICO ...........................................................................32 Psicología Social Crítica y Conocimiento Situado ..........................................................................33 Etnografía y Producción de Datos .................................................................................................36 Procedimientos de la Investigación ..............................................................................................40 PRIMER TIEMPO: DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO ...............................................................................41 Actores Habituales Dentro de la Cotidianeidad del Espacio .........................................................41 Descripción del Lugar de Entrenamiento ......................................................................................44 Rutina Diaria Dentro del Lugar de Entrenamiento ........................................................................44 Descripción de Situaciones Observadas ........................................................................................48 SEGUNDO TIEMPO: ANALISIS ............................................................................................................61 Construcción del Homosexual .......................................................................................................61 Construcción de la Mujer ..............................................................................................................66 Construcción del sujeto hombre ...................................................................................................75 TERCER TIEMPO: CONCLUSION .........................................................................................................86 BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................................................................96 ANEXOS ...........................................................................................................................................101 3 RESUMEN En el presente estudio busco entender cómo se construye la masculinidad dentro de las divisiones menores de un club profesional de fútbol chileno. Basándome en perspectivas críticas de psicología social y a partir de la utilización de etnografía y entrevistas como métodos de investigación, hago un análisis de las interacciones que se dan tanto en los entrenamientos como en los partidos que se llevaron a cabo durante el año 2014. Los principales resultados que se desprenden de esta investigación son el surgimiento de tres sujetos primordiales dentro de este contexto; el hombre homosexual, la mujer y el hombre masculino. Los primeros dos no están presentes dentro del contexto y son construidos a partir de los imaginarios que tienen los jugadores acerca de éstos, transformándose en “fantasmas fundantes” de la masculinidad que se erige en este espacio. Esta situación me lleva a reflexionar sobre los cimientos en los cuales se fundamentan ciertas formas de entender el género y los roles que cada uno cumple en la sociedad, reflexión basada en los postulados de Butler quien asume que el género es una construcción social, la cual se debe performar, y no una característica intrínseca del individuo. Por último destaco cómo el fútbol sirve de espacio seguro donde las características comúnmente asumidas como masculinas construyen una masculinidad hegemónica local basada en la misoginia y la homofobia. 4 INTRODUCCIÓN Fútbol: Opio del pueblo. Esta frase hecha famosa por el poeta argentino Jorge Luis Borges y utilizada por muchos intelectuales para criticar el impacto social del fútbol dentro de los diferentes pueblos, se ha vuelto famosa en quienes no entienden por qué tanta gente a lo largo de estos últimos dos siglos sigue de una manera cuasi religiosa al equipo de su barrio, ciudad o país. Se puede decir de todo acerca del fútbol, a favor y en contra, y quizás muchas de esas aseveraciones tengan un poco de cierto y un poco de falso, pero la cualidad que no se puede discutir acerca de este deporte es que es el más popular del mundo, movilizando a millones de personas alrededor de éste. Simon Kuper (2012) reflexiona sobre esta condición mencionando que “Cuando un juego moviliza a miles de millones de personas deja de ser un mero juego. El fútbol no es solo fútbol: fascina a dictadores y mafiosos, y contribuye a desencadenar guerras y revoluciones”, (p.27). De esta manera el escritor Ugandés entiende que el fútbol sobrepasa ampliamente las barreras del ocio y pasa a influir de manera política, económica y social dentro de la cultura. Para identificar algunas formas en las cuales el fútbol influye en la sociedad solo basta observar los apartados especializados en deportes en los medios de comunicación (los cuales cada vez son más grandes), para así conocer cuáles son los principales protagonistas y qué se dice de ellos. Cuando realizamos este ejercicio, no sorprende que, a partir de lo recogido en las páginas y los comentarios de los medios audiovisuales, pareciera ser que solo hombres practican de manera profesional este deporte. No solo eso, ya que las mujeres poco y nada aparecen o son nombradas, salvo cuando se exacerba la imagen de ésta como un objeto, un acompañante del jugador o bien explícitamente un objeto sexual, como sucede por ejemplo en la sección llamada “balón rosa” en el diario deportivo digital español Sport o “diosas” en el diario deportivo digital argentino Olé. Esto da pie para pensar que el género tiene un lugar determinante dentro de la práctica y difusión de este deporte, aunque sea tan obvio y esté tan cerca de nuestras narices, que muchas veces no lo alcanzamos a divisar. Es así como la objetivización de la mujer no es casual e inofensiva, al contrario, permite la jerarquización del hombre por sobre la mujer además de difundir un mensaje de heteronormatividad dentro del fútbol a través de la publicación de las infinitas relaciones amorosas entre jugadores y modelos femeninas. De esta forma se reproduce un ideal de orientación sexual donde es mucho mejor salir con la chica más linda, o de no ser así, igualmente 5 deberán ser mujeres las parejas de los futbolistas, adquiriendo de esta manera mayor relevancia cuando la mujer es “novia de” o “amiga de” cierto futbolista, dejándolas totalmente relegadas en importancia por parte de los medios –lo cual a su vez será reproducido por gran parte de la sociedad que consume estos medios- a las mujeres futbolistas. Por lo tanto, el fútbol no solo será construido a partir de los medios de comunicación masiva como un deporte de hombres, sino que a su vez, de ciertos tipos de hombres (heterosexuales). Así lo refleja la respuesta que da el arquero (e ídolo) de uno de los equipos más populares de nuestro país; Jhonny Herrera al ser consultado por la posibilidad de que hubiera un homosexual en el plantel: “No sé cómo se tomaría. Es que el camarín es muy machista. Gracias a Dios no me ha tocado convivir con gente tan intransigente, cachai. Que si llegase un hueón que saliera del closet le pegarían la patada en la raja. Igual no sé cómo sería en el camarín de la U. Creo que lo huevearían harto sí (…) A las locas soy un poquito reacio porque también sé que soy gusto de gay: grande, musculoso (…) (En el fútbol) nosotros nos duchamos desnudos, andamos el noventa por ciento del tiempo en el camarín desnudos, y que te anden mirando el paquete, que te digan: “Oye tení la media cuestión” (…) si el tipo se porta de esa forma, le pegai una pata’ en la raja y lo echai del camarín.” (Venegas, 2015, p.132) Como se puede concluir de la cita de Herrera, no es tanto el problema de la sexualidad del jugador la que se debe rechazar, sino que son “las locas” –lo que se traducirá como hombres homosexuales que demuestran su orientación sexual- los que no tienen cabida dentro del camarín, en este caso, de su equipo. De esta manera lo que está mencionando Herrera es que el comportamiento importa más que la propia sexualidad del jugador. Es decir, mientras el sujeto se vea como hombre heterosexual, actué bajo estos parámetros y a su vez lo manifieste frente a otros hombres -que como dice Kimmel (1997) son frente a los que constantemente nos estamos validando como hombres- nadie cuestionará su orientación sexual, aun cuando pueda ser totalmente opuesto a lo que está demostrando a través de su comportamiento. Es esta actuación del género, llamada por Butler (2007) como Performatividad, la cual cumple un rol fundamental en cómo los hombres se perciben como tales y se validan ante el resto ya que, más importante que el 6 género socialmente dado es la forma en que éste va a ser representado frente a los demás, actuando de cierta manera, ya sea a partir de comportamientos o bien en actos de habla. Tomando en cuenta estas ideas sobre fútbol, género y performatividad, el desafío de investigar de manera crítica una de las actividades que más me gustan, como lo es el fútbol, me permitirá acercarme desde un espacio donde existirán muchos sucesos que son conocidos y comunes para mí, lo que me proporcionará de una ventaja en cuanto a la comprensión de las acciones y actos de habla que suceden dentro del contexto de investigación, lo cual me desliga de ser un mero espectador de las prácticas recién mencionadas, sino que también fui muchas veces reproductor de éstas mismas. En palabras de la antropóloga Mari Luz Esteban (2004), refiriéndose a la práctica de investigar desde uno mismo; “Ser parte de la misma familia me ha permitido ver de cerca las contradicciones personales y colectivas, lo cual no me ha dejado siempre buen gusto” (p.9). Esto me ayudó a generar una discusión a partir del desarrollo de ésta; el fútbol como método de construcción de un cierto tipo de formas de ser hombre en la cual éstos deben tener ciertas características (viriles, heterosexuales, exitosos, entre otras cosas) que les son propias a los jugadores de este deporte, lo cual a su vez los transforma en modelos de “formas de ser hombre” que serán reproducidos por los medios de comunicación, dándole una relevancia exagerada al fútbol, y por supuesto, a sus protagonistas. De esta manera, el tener en consideración mi experiencia otorga una aproximación al fenómeno estudiado desde la etnografía, adquiriendo especial importancia la técnica utilizada por esa aproximación al fenómeno estudiado: la reflexividad. Este concepto teórico, Roberto Fernández (2005) lo define como “la capacidad humana de evaluar la propia acción y sus efectos en un contexto determinado” (p.19), y es precisamente esto lo que pasó durante el proceso de la presente investigación, donde no solamente fui testigo de lo que sucedía sino también llevé a cabo un continuo proceso de autocrítica ante mi forma de ser y percibir el fútbol. Este tema captó mi atención de una forma poco común, durante un partido de fútbol virtual -en un videojuego- junto a un amigo. Era uno entre los cientos de partidos que a lo largo de mi vida he jugado con mis amigos –todos hombres vale recalcar-, y que actualmente sigo practicando. Lo distinto de la ocasión detallada ocurrió al momento en que mi amigo/rival realiza el comentario de “le pegaste con la cartera” al referirse a uno de sus jugadores, que el mismo controlaba, para demostrar su disgusto ante la poca potencia 7 del disparo realizado. Es en este momento cuando entendí cuál era el partido que yo quería ganar o, a lo menos, jugar; el partido que se juega desde hace muchos años y que enfrenta hombres contra todos aquellos que no se les parezcan o bien no actúen como tal. Es por esto que no me agradó para nada la frase, pero no solamente por su evidente comparación despectiva del mal rendimiento con una característica alusiva a la mujer, sino porque esa frase, entre otras, tenían un tono cotidiano que me recordó en ese preciso momento todas las veces que yo había sido el emisor de frases, metáforas y comparaciones para expresar lo mismo a expensas de siempre los mismos sujetos; la mujer y el hombre homosexual. ¿Por qué estaba tan interiorizado este tipo de figuras literarias? ¿Cuál era el motivo de realizar estas “frases hechas1” del fútbol? Mi forma de responder a estos cuestionamientos fue preguntarme desde cuándo disfruto de ver, jugar y hablar de fútbol y con quiénes comparto este hobby. Es decir, para poder responder preguntas exteriores a mí, debía partir por cuestionar mi propio comportamiento, actitudes y prejuicios, los cuales estuvieron arraigados bien hondo en mi forma de relacionarme, a través del deporte –y del fútbol en particular-, en mis redes sociales. Así, este hecho despertó una incomodidad, la cual movilizó mis ganas de comprender si en otros contextos “futbolizados” realizan y piensan igual o no a como yo mucho tiempo lo hice. Esta manera de interiorizar ciertas ideas acerca del fútbol y sus protagonistas se construían a partir de frases clichés como “pegarle con la cartera” “tener huevos” o “el fútbol es un juego de hombres” las cuales dejan entrever qué es lo deseable y que no en sus practicantes y seguidores además de, como mencioné anteriormente, posicionar de manera jerárquica al hombre por sobre la mujer a partir de éstas y otras formas de concretizar en palabras este orden. Obviamente, no creo que todos los profesos fanáticos del fútbol sean reproductores de estos códigos, vale recalcar que hay a su vez mucha gente que lucha por posicionar al fútbol como una actividad posible de practicar para todos y todas sin discriminaciones bases de ningún tipo, aunque precisamente este no sea el mensaje que uno está acostumbrado a escuchar. En este sentido, los medios de comunicación masivos son un canal en donde el comentario de mi amigo pasa como uno más, como un ladrillo más en 1 El término “frases hechas” significan a frases comúnmente y recurrentemente utilizadas como metáforas en el ámbito futbolístico. 8 la gran construcción masiva de los prejuicios que existen en este deporte, ya que es en éstos donde día a día se realiza una cierta construcción del fútbol y de cómo y quiénes deben practicarlo. Aun así, toda la culpa de los medios tampoco es, ya que los protagonistas principales del fútbol mundial (profesionales del fútbol) son, en su mayoría, o reproductores de mensajes de este tipo, o bien actores incapaces de contrarrestar estos prejuicios, sea por la razón que fuere. Es dentro de este contexto que he utilizado mi posición como un trabajador dentro del fútbol, específicamente el de psicólogo deportivo de las divisiones menores del club en el cual se desarrolló esta investigación, para poder introducirme en el mundo de un equipo profesional de este deporte con el fin de entender cómo es que se producen estos discursos, si es que se llegasen a producir, y si es así, por qué y quiénes lo construyen. Para poder lograr este cometido me basé en las palabras de Harding (1987/1998; en Zirion, 2014) quien dice que hay algunos lugares más accesibles para los investigadores que las investigadoras, a partir de, como lo llama el autora; “la complicidad masculina o machista”. De esta manera utilicé mi género para poder inmiscuirme en un mundo totalmente masculino para comprender las formas en que se generan ciertas conductas en todos los actores de ese contexto. Como mencioné anteriormente mi posición será la de psicólogo deportivo del club, la cual requiere de ir 3, 4 e incluso más veces a la semana a observar los entrenamientos y partidos, conversar con jugadores que requieran algún trabajo específico respectivos a variables psicológicas (como atención, concentración, frustración, ansiedad, entre otras) y hablar con entrenadores y demás trabajadores del club con el fin de realizar un trabajo más integral dentro de las divisiones menores de un equipo profesional chileno2. Esta posición me permitió investigar un espacio en cual el fútbol es común a todos los sujetos presentes en este contexto, transformándose así en el lugar donde se llevaron a cabo diferentes comportamientos e interacciones que influirán en la manera en que los jugadores se relacionen entre ellos y con otros sujetos correspondientes a este ambiente, lo que me permitió observar cómo estas conductas influyen o no en el moldeamiento de una forma particular de actuar como hombre, performance que cuenta con la particularidad de realizarse en un contexto completamente masculino, lo cual le agrega un condimento especial a esta investigación al otorgarle un espacio singular donde desarrollarse. Esto significa que tanto los jugadores como el resto de los trabajadores de 2 Me reservo el derecho de revelar la identidad de los trabajadores del club para no herir sensibilidades ni exponer a personas que no lo deseen. 9 las divisiones menores del club serán todos hombres lo que le agrega un condimento más a esta investigación. El ahondar en todo lo anteriormente mencionado aportará a las investigaciones sobre temáticas de la forma en la cual se performa la masculinidad en los deportes, la cual comenzó a partir de la emisión de esa frase por parte de mi amigo, y que se resumen en la pregunta: ¿Cómo se construye la masculinidad dentro de las divisiones menores de un equipo de fútbol profesional chileno? El concepto de masculinidad se comprenderá en términos de Conell (1995) como algo que es al mismo tiempo la posición en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura. A su vez también tendré en cuenta autores como Kimmel (1997), Messner (1990) y Messerschmidt (2012) entre otros, quienes interpretan que la masculinidad nunca es estática sino que depende del contexto socio-histórico en el cual nos encontremos, por lo que será inútil describir un modelo único de formas de encarnar la masculinidad, relevando nuevamente el carácter relacional que tiene el concepto, es decir, se configura a través de las relaciones sociales. Además, como la masculinidad depende directamente del género, y éste a su vez será entendido como cierto significado que existe en relación con otro significado opuesto, este no es un atributo personal sino que se genera en base a una relación con otro diferente. Es por eso que el género no se “tiene” sino que la persona “es” un género siempre relativo a las relaciones de ésta (Butler 2007). Por lo tanto el género siempre deberá “estar siendo”, o en palabras de Butler (2007) performándose, lo cual define como una reiteración estilizada de actos, provocando un efecto que “se crea por medio de la estilización del cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la manera mundana en que los diferentes tipos de gestos, movimientos y estilos corporales crean la ilusión de un yo con género constante” (p. 273-274). Por lo tanto el objetivo general de esta investigación será identificar a través de qué performance de género se construye la masculinidad dentro de las divisiones menores de un equipo de fútbol profesional chileno, el cual será alcanzado a partir de la consecución de distintos objetivos específicos, los cuales serán: ! Caracterizar los escenarios donde se construye esta masculinidad. ! Caracterizar las acciones e interacciones de los actores que participan en la construcción de masculinidad en términos de performances de género. 10 ! Identificar y analizar las referencias al género con las cuales se construye la masculinidad Tanto la pregunta, como los objetivos general y específicos serán abordados desde la psicología social crítica (Isabel Pipper (2002), Tomás Ibáñez (1994) y Lupicinio Íñiguez (2005) entre otros), rama de la psicología que comprende la realidad como construida por los sujetos, los cuales son agentes capaces de mantener y cambiar la realidad en la cual viven, renunciando así a la visión cientificista que establece a la realidad de forma neutra y objetiva donde los sujetos son meros observadores de su contexto. Es en base a esta forma cualitativa de aproximarse a la realidad que se analizarán los datos obtenidos durante todo un año de observación de entrenamientos y partidos de las divisiones menores del club anteriormente nombrado. Este análisis se realizará teniendo a la base las teorías de masculinidad y la teoría performativa del género, las cuales servirán para comprender de una forma mucho más compleja la manera en la cual el fútbol, y específicamente las dinámicas que dentro de las categorías menores de un club profesional se dan, construyen ciertos tipos de masculinidad, lo que a su vez construirá ciertas formas de relaciones de género que influirá más allá del espacio físico en esta ocasión analizado. Entiendo la contingencia que tiene esta investigación con temáticas que actualmente están en boga, donde situaciones de discriminación dentro de los deportes, como así también actos de homofobia o machismo están siendo cada vez más identificados y denunciados por quienes son víctimas de éstos, o bien testigos que reprochan este tipo de conductas. Es por esto que he decidido llevar a cabo este trabajo con el fin de que se transforme en una contribución para poder alcanzar la erradicación del prejuicio arraigado en gran parte de la población masculina –y parte de las mujeres también- que practica fútbol, los cuales lo han delimitado como un espacio reservado para hombres solamente. Sera precisamente comprender cómo se generan discursos que promueven estas actitudes, además de identificar quienes son los actores que las reproducen, el norte que guiará esta investigación. Siguiendo la lógica futbolística, primero conoceremos los jugadores con los cuales contará nuestro equipo, o en otras palabras, la teoría elegida para poder enfrentar este partido, presentados en el marco teórico. Una vez conocidos los jugadores, el siguiente paso será entender la formación de los jugadores en la cancha, o bien la manera en la cual me 11 aproximaré al fenómeno social estudiado, es decir la metodología de investigación del trabajo. Ya comenzado el partido, el primer tiempo transcurrirá a partir del relato de campo y durante el segundo tiempo llevaré a cabo el análisis y la discusión, momento en el cual se podrá ver el rendimiento de los jugadores durante el partido, espacio en el cual se complementará el análisis y la teoría. Por último el tercer tiempo consistirá en, una vez ya acabado el partido, mencionar las conclusiones que dejará este partido tan importante. JUGADORES DEL EQUIPO: MARCO TEÓRICO Las teorías que conducen la forma de interpretar los eventos posteriormente descritos serán divididas en tres partes. Primero detallaré la teoría de género que será fundamental para el posterior desarrollo de las subsiguientes teorías. El desarrollo de este concepto teórico tendrá como base fundamental la negación de éste como una diferencia biológica entre hombres y mujeres, ya que se asumirá al género como un concepto construido socialmente que es utilizado para adjudicar ciertas aptitudes, habilidades, trabajos, colores, olores, comportamientos, etc. A determinadas personas dependiendo de su sexo, el cual a su vez también será una construcción social para fines de esta investigación. Luego continuaré con los conceptos teóricos de masculinidad y performatividad. El primero será entendido como las características adscritas con cierta posición dentro de la sociedad, en este caso la de ser hombre, la cual siempre se construirá en comparación a otro, siendo la performatividad la manera como se actúan estas características para así generar una ilusión de identidad genérica anterior o natural, que no es tal (Butler, 2007). Género El género adquiere una posición central en esta investigación a partir de la concepción de éste como construcción social, el cual permitirá la introducción de los siguientes conceptos teóricos que sustentan esta investigación; perfomatividad y masculinidad. La noción de género está íntimamente relacionado con el concepto sexo, siendo comúnmente asociados a partir que “el género es el efecto de un proceso social que transforma una diferencia biológicamente determinada (macho/hembra) en una distinción cultural (hombre/mujer)” (Aguilar, 2009; p.126). Atendiendo a esto, empezaron a utilizarse los postulados que a mediados del siglo XX el médico John Money realiza, apuntando que el género, o bien como él le llama, la identidad de género, es la experiencia privada del rol de género y el rol de género es la manifestación pública de la identidad de género 12 (Troncoso, 2014). Según Money éstas pueden o no ser adquiridas a partir del sexo biológicamente asignado, pero que justamente diferencian a éste del género, siendo el primero natural, biológico y por lo tanto indiscutible, mientras que el segundo será una construcción social que presentará públicamente –en la mayoría de los casos- el sexo dado. Esta discrepancia sirve para que actualmente se siga entendiendo la diferenciación entre sexo y género como otro lugar más donde la oposición entre naturaleza y cultura continua manifestándose. En esta línea Anastasia Téllez y Ana Dolores Verdú (2011), al hablar de Género, lo definen como “la construcción cultural de lo considerado propio de cada sexo” (p. 88). Lo cierto es que, aun cuando asumo que el género es una construcción cultural, al realizar la problematización de los conocimientos asumidos que efectúo a partir de la psicología social crítica (la cual se ahondará en el marco metodológico), coincidiré con Butler (2007) entendiendo que no solamente el género será una construcción social sino también el sexo adquiere, para fines de esta investigación, el mismo origen. La autora nos invita a impugnar el carácter inmutable del sexo, diciendo: “Como resultado, el género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/natural mediante el cual la “naturaleza sexuada” o “un sexo natural” se produce y establece como “prediscursivo”, previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura” (Butler, 2007, p. 36) . Butler (2007) complementa esta idea mencionando que “si dicha realidad se inventa como una esencia interior, esa misma interioridad es un efecto y una función de un discurso decididamente público y social” (p. 266). Si bien esta será la perspectiva que adquiere la investigación, no se debe dejar de lado que el género suele asumirse como formas de ser hombre o mujer, las que adquieren ciertas características que se asumirán como naturales y que forman la ilusión de un sujeto portador de una esencia anterior a lo social (Zambrini y Iavedito, 2009), supeditando así la noción de género a la de identidad, asumiéndose que una persona es de un género, y lo es en virtud de su sexo (Butler, 1990; p.79). Siguiendo con esta idea el género obtendrá la ilusión de identidad, entendiendo a ésta última en palabras de Antar Martínez-Guzmán, Marisela Montenegro y Joan Pujol (2014), quienes la definen de la siguiente manera: 13 “(1) la cualidad de lo idéntico; (2) al conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás; o (3) a la igualdad dentro de un ser o grupo, a aquello que lo define como particular, auténtico y estable.” (p. 25) De esta manera, y al igual que la identidad, el género necesitará de otro para reconocerse dentro de un grupo de pares, siendo la diferencia entre hombres y mujeres lo que a su vez los constituyen como tal. Volviendo a Butler (2007), ella menciona que el género solo existe en relación con otro significado opuesto, perspectiva relacional que señalará que el género siempre será relativo a las relaciones construidas en las que se establece. No quiero decir con esto que el género y la identidad serán entendidos como lo mismo, sino recalcar las similitudes que tienen en su construcción, influyéndose mutuamente durante la misma. Por tanto, asumir esta posición donde los conceptos de identidad y género resultan no naturales, no biológicos y no universales, surgirá lo que Laura Zambrini y Paula Iadevito (2009) nombrarán posicionalidad, haciendo referencia a que el proceso de construcción identitario siempre es relativo a un contexto sociocultural. Es decir, uno adquiere una posición a partir de la construcción social del género que la cultura le anexa, la cual le entregará características y formas de comportarse esperados. Entonces, a partir del carácter relacional del género, una persona ocupará un cierto género principalmente al no pertenecer al otro, es decir, yo soy mujer u hombre al tener las características que me diferencian del otro y es a partir de esta situación que encontraré un género que me constituirá identitariamente, la cual se complementará por la posicionalidad que el género adquiera dependiendo siempre de la concepción cultural que a éste se le dé. Dicha oposición genérica Rawyn Connell (2003) la concibe dentro del “escenario reproductivo”, práctica social que realiza la distinción de género en torno a tres dimensiones que diferenciarán y posicionarán al hombre con respecto de la mujer. La autora las define como: 1) Producción: diferencias de salarios y el gran porcentaje de hombres en puestos importantes a nivel empresarial; 2) Poder: subordinación general de la mujer bajo el dominio del hombre (comúnmente llamado patriarcado) y; 3) Cathexia: palabra con la cual se referirá a la naturalización de la heterosexualidad (Connell, 2003; p. 112-114). Me interesa explicar las últimas dos dimensiones asumiéndolas relevantes con los temas expuestos en mi investigación. La dimensión de poder está directamente relacionada con el concepto de posicionalidad revisado anteriormente, ya que a partir del contexto sociocultural las mujeres y los 14 hombres asumirán posiciones asignadas a sus géneros, las cuales serán determinadas por diferentes aparatos de dominación –entre ellos la ley- que, a partir de la interpelación, los llaman a situarse en el lugar que se les ha asignado, los cuales acarrearán prácticas y significados sociales (Althusser, 1970; En Córdoba, 2003). Estos aparatos apelan a aquella posición, aquella identidad con la cual los individuos son llamados a identificarse, dando la sensación de una identidad y género esencial, a partir del acto de reconocimiento del sujeto con la identidad que ya-desde siempre había tenido (Althusser, 1970; En Córdoba 2003). Joan Scott (1990; en Martín y García, 2011) por otra parte, define la relación entre género y poder de la siguiente manera: “El género es una primer campo, a través del cual, en el seno del cual, o por medio del cual, el poder es articulado” (p.82). Pierre Bourdieu ahonda esta idea al referirse a las posiciones en las cuales los géneros serán situados, de la siguiente manera: “Las divisiones constitutivas del orden social y, más exactamente, las relaciones sociales de dominación y de explotación instituidas entre los sexos se inscriben así, de modo progresivo, en dos clases de hábitos diferentes, bajo la forma de hexeis corporales opuestos y complementarios de principios de visión y de división que conducen a clasificar todas las cosas del mundo y todas las prácticas según unas distinciones reducibles a la oposición entre lo masculino y lo femenino (…) los hombres, situados en el campo de lo exterior, de lo oficial, de lo público, del derecho (…) a realizar todos los actos peligrosos y espectaculares (…) por el contrario las mujeres al estar situadas en el campo de lo interno (…) se les adjudican todos los trabajos domésticos, es decir, privados y ocultos, prácticamente invisibles o vergonzosos, como el cuidado de los niños y de los animales (…) están condenadas a dar en todo momento la apariencia de un fundamento natural a la disminuida identidad que les ha sido socialmente atribuida” (Bourdieu, 2000, p.45) Por lo tanto el género será constructor de las dimensiones de poder que adquieren forma en su contexto, lo cual es complementado por Humberto Abarca y Mauricio Sepúlveda (2000) quienes mencionan que “el género es no solo una manera de autopercibirse y percibir a los otros: también es una estructura de prestigio, esto es, una manera de producir diferencias y exclusiones” (p.45). En la misma línea Bourdieu (2000) señala que “en la medida en que los principios de visión y de división que proponen están 15 objetivamente ajustados a las divisiones preexistentes, consagra el orden establecido, llevándolo a la existencia conocida y reconocida, oficial” (p.21). Por lo tanto, al esencializar las posiciones de género, se forma un orden entendido como natural -o dado-, en el que el hombre ocupa una posición de privilegio con respecto a la mujer, siendo así benefactor de un orden social en el que el poder, a partir del género –pero no situado solamente en éste-, se asociará con lo masculino. Otra forma donde el carácter relacional del género, además de las posiciones a las que adscribe cada uno, toman forma es la heterosexualidad, la cual Butler (2007) asume que le da coherencia o unidad interna a cualquier género, presuponiendo una relación causal entre sexo, género y deseo. Así, el género refleja al sexo y el deseo al género, lo cual concibe una ilusión de esencialidad en la sexualidad de los individuos. A su vez, “instituir una heterosexualidad obligatoria y naturalizada requiere y reglamenta al género como una relación binaria en la que el término masculino se distingue del femenino, y esta diferenciación se consigue mediante las prácticas del deseo heterosexual” (Butler, 2007, p. 81). Al naturalizar la heterosexualidad, se excluye todo aquel hombre que no se sienta atraído sexualmente por mujeres y viceversa, siendo su rechazo fundamentado en la exclusión de éstos del orden natural, pasando a ocupar el lugar de “abyecto” u “otro”. Este sujeto debe estar siempre siendo sindicado y caracterizado para no parecerse a quien no tiene un deseo sexual natural, lo que confluye en, como menciona Butler (2007) “vigilar el género” para así afirmar la heterosexualidad. Judith Butler (2007) resume el efecto y el papel que tiene la heterosexualidad en la siguiente cita: “Los géneros “inteligibles” son los que de alguna manera instauran y mantienen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo. Es decir, los fantasmas de discontinuidad e incoherencia, concebibles únicamente en relación con las reglas existentes de continuidad y coherencia, son prohibidos y creados frecuentemente por las mismas leyes que procuran crear conexiones causales o expresivas entre sexo biológico, géneros culturalmente formados y la “expresión” o “efecto” de ambos en la aparición del deseo sexual a través de la práctica sexual (…) La heterosexualización del deseo exige e instaura la producción de oposiciones discretas y asimétricas entre “femenino” y “masculino”, entendidos estos conceptos como atributos que designan “hombre” y “mujer” (…) precisamente porque algunos tipos de “identidades 16 de género” no se adaptan a esas reglas de inteligibilidad cultural, dichas identidades se manifiestan únicamente como defectos en el desarrollo o imposibilidades lógicas desde el interior de ese campo” (p.72-73). Entonces, la regulación de la sexualidad a través de la heterosexualidad servirá a su vez para mantener las posiciones de hombre y mujer, como también rechazar a quienes no asuman esta heterosexualidad, recibiendo así la repulsión por parte de la sociedad, al no participar de sus estándares de naturalidad. Todas las particularidades que produce el género serán entendidas como no naturales, sino construidas social y culturalmente, conceptualización del género a partir de la cual todas las características anteriormente mencionadas no serán determinantes, ya que siempre podrán ser construidas de otras maneras. A continuación proseguiré realizando una revisión del concepto performatividad, la cual responderá a la manera en la cual esta construcción es llevada a cabo, especificando cómo es realizada en contextos deportivos, dándole especial énfasis al fútbol, ya que será en este espacio donde se desarrolla la presente investigación. Performance de Género Judith Butler (2007) argumenta que éste no está constituido por “las reglas mediante las cuales es creado, porque la significación no es un acto regulador, sino más bien un procedimiento regulado de repetición que al mismo tiempo se esconde y dicta sus reglas precisamente mediante la producción de efectos sustancializadores”(p.282), lo cual genera de esta manera una ilusión de esencia que forma al sujeto, en donde el género juega un rol fundamental, al ser piedra angular en la conformación de la identidad de las personas. Eva Gil (2002) agrega que “anticipamos a la naturaleza como ley que conforma las categorías hombre/mujer, y esta anticipación hace que dichas categorías se nos revelen como preexistentes, como naturales, como dadas” (p.36), sumado a esto, la autora destaca que “para que la naturaleza (o incluso la cultura) pueda mantener su estatus de ley necesita de un arduo trabajo de repetición y reproducción del manejo de los cuerpos y los deseos” (p.36). Esta característica debe ser repetida para así idear la ilusión de un sexo innato, sexo que desde Monique Wittig (Butler, 2007), es en sí una categoría con género desde su núcleo, lo que rectifica lo anteriormente mencionado sobre la homologación de la categoría sexo y género como un concepto con el mismo significado. El nombre que recibe este ejercicio de repetición de actos que tiene como fin naturalizar el 17 género es “performance” o “performatividad”, término acuñado por Judith Butler por primera vez en 1990 en su texto “El género en disputa”, quien la define como una: “reiteración estilizada de actos. El efecto del género se crea por medio de la estilización del cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la manera mundana en que los diferentes tipos de gestos, movimientos y estilos corporales crean la ilusión de un yo con género constante. (…) Resulta revelador que si el género se instaura mediante actos que son internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es exactamente eso, una identidad construida, una realización performativa en la que el público social mundano, incluidos los mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad de la creencia. (…) El yo con un género constante revelará entonces estar organizado por actos reiterados que desean acercarse al ideal de una base sustancial de identidad, pero que, en su discontinuidad eventual, manifiesta la falta de base temporal y contingente de esta «base»” (Butler, 2007, p. 274). Por lo tanto, la performatividad tiene que estar siempre repitiéndose ante otros, ya que es en el ámbito de lo público en donde el género es representado. Así, la performance debe ser ejecutada como una obra de teatro, “presentándose a un público e interpretándose según unas normas preestablecidas” (Gil, 2002, p. 36). La performance como teatralidad también encuentra sustento en Butler, quien lo liga con el acto discursivo, estando ambas relacionadas obligatoriamente ya que son ambas las que le dan cuerpo a una performance (2007), siendo el discurso un “acto corporal con consecuencias lingüísticas específicas” (p.31). Por lo tanto, la performatividad es un acto, el cual genera discursos que tienen como fin utilizar el vocabulario para hacer afirmaciones que buscan esencializar las diferencias excluyentes entre hombre y mujer. En este sentido, un acto de habla performativo es “aquél en el que decir algo equivale a hacer algo” (Althusser, 1970; En Córdoba 2003, p. 4), los cuales al repetirse se transforman en prácticas avanzadas, en donde el lenguaje adquiere poder y actúa sobre lo real (Butler, 2007). Gil (2002) complementa esta idea mencionando que el acto performativo fundamentalmente es una práctica discursiva, ya que ésta se trata de un acto lingüístico a partir de los cuales se construye la realidad, al ser una consecuencia del acto que se está ejecutando. A su vez, los actos de habla hacen tautológica la naturalidad del género, ya que serán sancionados de forma punitiva (a través de discriminación, violencia, restricción de 18 derechos, etc.) aquellos que no cumplan el acuerdo colectivo tácito de actuar, crear y garantizar géneros diferenciados y polares, que se construyen como obligatorios a partir de una reiteración que disimula su génesis, los cuales son los actos de habla que, a falta de una esencia que se pueda exteriorizar o expresar, producen el género (Butler, 2007, p. 272-273). La performance por tanto, mediante la teatralidad y los actos de habla sostiene una forma de representar el género, en donde la heterosexualidad es, utilizando una metáfora matemática, el mínimo común múltiplo desde donde todas las sociedades se construyen, rigiendo así los géneros, cuerpos y pensamientos de todos sus participantes, a lo que Monique Wittig llama (Butler, 2007) “pensamiento recto”, donde se someten y excluiyen a todo aquel que no cumpla con la heteronorma, ya que, a partir de las ciencias humanas “presuponen que lo que crea la sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad” (p. 232). A su vez, la heterosexualización del deseo va a construir géneros opuestos discreta y asimétricamente entre lo “femenino” y lo “masculino”, otorgándole un carácter defectuoso a todas aquellas “identidades de género” que no se adapten a esta regla (Butler, 2007, p. 72-73). Esta heteronormatividad que se busca instaurar a partir de la performatividad se ligará a cada género con ciertas características propias de mujeres y hombres, otorgándole a cada uno ciertas aptitudes, habilidades, trabajos, colores, olores, vestimentas, comportamientos, sentimientos, etc. (Téllez y Verdú, 2011) construyendo una realidad binaria excluyente que adquiere la propiedad de natural o dada. Por su parte Bourdieu (2000) señala que la división entre los géneros parece ser natural hasta el punto en que la performance de cada uno de ellos es inevitable, presentándose en su estado objetivo, “tanto en las cosas como en el mundo social y, en estado incorporado, en los cuerpos y en los hábitos de sus agentes, que funcionan como sistemas de esquemas de percepciones, tanto de pensamiento como de acción” (p. 21). Todas las características recién mencionadas sobre la performance la posicionan dentro del espacio público, lugar en el cual está constantemente sujeto a interpretación ya que al ser una acción y no una propiedad innata del individuo, serán los otros quienes lo validarán. Por lo tanto, los actos de habla y la teatralidad deben incluir en sus repeticiones estilizadas el carácter binario del género y la heteronormatividad del orden genérico siempre apelando a una esencia desde la cual se sustenta esta forma de 19 representarse como hombre o mujer, sin términos medios. Esta característica pública conlleva a la performance y las identidades construidas en base al género, a tener consecuencias en su contexto, ya que al realizar todas las acciones enumeradas anteriormente, se buscan ciertos supuestos que tienen consecuencias políticas dentro del espacio en donde se realizan. Butler (2007) nos menciona, por ejemplo, que apelar a lo “natural” de la heterosexualidad siempre es político ya que, entender el género como una construcción social entrega las herramientas para problematizar bajo qué circunstancias es edificado de esa manera y a quiénes beneficia las consecuencias de esencializar el género y su heteronorma. Por lo tanto, el concebir a la identidad como algo estable y coherente tiene un costo social y político de comprender las identidades como esenciales, naturales o trascendentales, en términos que definen lo que se puede o no se puede ser, lo permitido y lo abyecto; las formas de vida posibles (Butler, 2004; en Íñiguez, Martínez-Guzmán y Pujol, 2014). Sin embargo, el posicionarse desde la performance de género da la posibilidad de problematizar las formas de representar el género que parecen congeladas, estancadas de una cierta manera, pero que se actúan y repiten, pudiendo así coincidir con los postulados de Gil (2002) quien menciona que “cuando repetimos también tenemos la posibilidad de desplazar las categorías, y por lo tanto, de transgredir” (p. 37), generando de esta manera una forma de resistencia a la construcción naturalizadora del género, denunciando a su vez la artificialidad del mismo. En conclusión, el concepto de performance de género me proporciona las herramientas necesarias para problematizar los comportamientos y los actos de habla que pude observar durante mi investigación, ya que al asumirlos como actos que persiguen darle un efecto de esencialidad al género a través éstos mismos, evidenciaré los mecanismos utilizados con los cuales buscan este objetivo, ya que quieran o no, todos nosotros performamos nuestro género, muchas veces sin saberlo (Íñiguez, Martínez-Guzmán y Pujol, 2014). Tomando en cuenta además que el contexto está totalmente poblado por hombres, ahondaré a continuación en el proceso mediante el cual los hombres performan la masculinidad y a su vez, como el deporte se transforma en un espacio vital para realizarlo. Masculinidad Para profundizar en el concepto de masculinidad es necesario tener en cuenta la definición que hace Matthew Gutmann (2000; citado en Téllez y Verdú, 2011) sobre éste, quien la resume como “lo que los hombres dicen y hacen para ser hombres y no sólo 20 como lo que los hombres dicen y hacen” (p. 91) es decir, el autor enfatiza que la masculinidad, al igual que el género, no es esencial, no se tiene como algo innato, sino que se debe performar, se debe actuar, un hombre es hombre cuando actúa como tal, y a su vez, cuando no es mujer, asumiendo el sistema binario de género que ya fue descrito anteriormente. Raewyn Connell (2003) resalta esta característica relacional de la masculinidad, describiéndola como la simultaneidad de “la posición en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura” (p.199), destacando también que la masculinidad no se posee sino que es una configuración de práctica dentro de un sistema de relaciones de género (Connell, 2003) en la cual los individuos se encuentran, adoptando comportamientos, actos de habla e incluso pensamientos que serán performados en el espacio público con el fin de demostrar ante los demás que se es hombre, lo cual conlleva privilegios y sacrificios. En este sentido Elisabeth Badinter (1996; en Del Salto, 2011), menciona que “la masculinidad es algo que constantemente se debe confirmar” (p.20), lo cual reafirma ésta como una forma de performar el género. Si bien al ser pública puede ser evaluada por todos, son específicamente los propios hombres bajo quienes se está en persistente y cuidadoso escrutinio, quienes miran, clasifican y conceden la aceptación en el reino de la virilidad (Kimmel, 1997). Para encarnar la masculinidad el hombre debe diferenciarse de las mujeres, niños y homosexuales (Téllez y Verdú, 2011), dejando de lado todo lo que lo acerque a lo femenino, ya que ésta es detectada como débil, por lo que el hombre debe demostrar ser fuerte, independiente, poderoso e inconmovible (Del Salto, 2011). Lo anterior convierte a la masculinidad en un “proceso negativo o reactivo, es decir, ser hombre significa fundamentalmente no ser mujer” (Castells y Subirats, 2007; en Téllez y Verdú, 2011, p. 95), lo cual tiene como efecto alejarse de la emotividad comúnmente relacionada con este personaje, resultando como consecuencia que “el hombre no expresa sino que inhibe, de ahí que uno de los rasgos que mejor encajan en la identidad típicamente masculina sea el control de los sentimientos, y especialmente del miedo” (Telléz y Verdú, 2011, p. 95). Precisamente la falta de expresión sobre los sentimientos “interiores” de los hombres es lo que detallan extensamente Humberto Abarca y Mauricio Sepúlveda (2000) en la siguiente cita: 21 “la característica más sobresaliente del modelo masculino tradicional refiere a su constitución a partir de rasgos "exteriores". Lo anterior implica que todos los mandatos, esto es, lo prescrito o lo prohibido, aluden al hacer, al mostrar, al ocultar, al lograr, etc. No pareciera tener mucha importancia la interioridad del hombre; es más, sus emociones, sus necesidades, están omitidas. La identidad masculina tradicional se construye sobre la base de dos procesos subjetivos simultáneos y complementarios: el hiperdesarrollo del yo exterior (hacer, lograr, actuar) y la represión de la esfera emocional. Para ejercer un equilibrio sobre ambos procesos, el varón debe operar un permanente autocontrol para regular la exteriorización de sentimientos, tales como dolor, tristeza, placer, temor, entre otros, y así poder preservar su identidad masculina. Estas dos características básicas se traducen en un estilo de relación con el mundo caracterizado por tres rasgos de subjetividad: (1) conducta afectiva y sexual restringida; (2) actitudes basadas en modelos de control, poder y competencia; y (3) dificultades para el cuidado de la salud” (p. 35). Los autores señalan que la contención de las emociones es complementada simultáneamente con la relevancia del desarrollo público en los hombres como el verdadero lugar en donde se validan como tal ante otros hombres, dejando lo privado y lo personal para las mujeres. En este sentido, las identidades masculinas se construyen a partir de un “proceso por el cual los discursos y representaciones sobre género se encarnan y estabilizan sobre la base de una operación de repudio o rechazo compulsivo de un espectro de contenidos que se definen como lo que no se debe ser” (Fuller, 1997; en Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 36), catalogando a ese otro aborrecido como abyecto en palabras de Judith Butler, limitando así los contornos del sujeto, construyendo un “no yo” (Butler, 2007) que a la vez se interiorizará “como un fantasma fundante de la identidad, en la medida que obliga a reafirmarla constantemente por la amenaza de su pérdida, garantizando así la continuidad del modelo” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 36). Al desenvolverse en el espacio público, la masculinidad adquiere poder dentro de las relaciones de género, ya que si bien este lugar dejó de ser completamente masculino en la medida en que la mujer trabaja y posee un protagonismo considerable en la esfera pública, “los espacios que ahora empiezan a ser mixtos aparecen jerarquizados; varones y mujeres aparecen quizás revueltos pero no juntos ni iguales, sino jerarquizados” 22 (Marqués, 1997, p, 28). Jerarquización que se interioriza y por lo tanto “normaliza el privilegio masculino frente a la subordinación femenina” (Téllez y Verdú, 2011, p.95) lo que a su vez genera relaciones desiguales, asimétricas e instrumentalizadas entre hombre y mujer siendo la masculinidad la construcción cultural que legitima y preserva el control social por parte de la población masculina. (Téllez y Verdú, 2011). El medio que utiliza la masculinidad para mantener la posición de privilegio dentro de las relaciones genéricas es la violencia, la cual entenderé como “una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza e implica la existencia de un "arriba" y un "abajo", reales o simbólicos, que adoptan habitualmente la forma de roles complementarios: padre-hijo, hombre-mujer, fuerte-débil, etc.” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 35), que será naturalizada como forma de relacionarse, no solamente con mujeres, sino también con otros hombres y consigo mismos, conformando así, lo que Kaufman (1989) llama “la triada de la violencia de los hombres”. La violencia pasa a ser de uso masculino en tanto son los hombres quienes están autorizados para ejercerla, debido a la posición de dominación que éste ocupa, quienes a su vez la justifican, asumiéndola como un derecho respectivo a la ideología de la supremacía (Connell, 2003) con la cual los hombres cuentan por el solo hecho de performar la masculinidad. Por lo tanto, la consecuencia de la interiorización de la violencia se refleja en que “niños y hombres aprenden a utilizar selectivamente la violencia y a transformar una gama de emociones en ira hacia los otro/as y hacia sí mismo” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 41). En contraste, a partir de las normas genéricas, será inaceptable el que una mujer exprese sentimientos agresivos o violentos hacia otras personas, teniendo que volcarlos hacia ellas mismas (Inkle, 2014), lo que demuestra las distintas maneras de percibir el uso de la violencia hacia otros cuando proviene de distintos géneros. Godelier, (1986; en Téllez y Verdú, 2011) comparaba la relación dispar que establecen hombres y mujeres con la violencia, y la sangre que está directamente relacionado con esta experiencia señalando que “Una mujer sangra en la menstruación y en el parto. Un hombre sangra en la guerra, en los rituales y en los trabajos peligrosos que él asume para que las mujeres puedan criar a sus hijos en un ambiente seguro” (p.90), complementándolo con la manera en que los hombres deben aceptar el peligro “libre y voluntariamente o si no él no es un hombre” Godelier, (1986; en Téllez y Verdú, 2011, p.90) peligro al cual las mujeres solamente deberán enfrentar en el momento del parto, siendo este un peligro del cual no se puede escapar (Godelier, 1986; en Téllez y Verdú, 2011). 23 La masculinidad, a partir del patriarcado –sistema en el cual se basa el dominio del hombre sobre la mujer- tiende a asumir que todos los hombres pertenecen a una categoría indiferenciada (Messner, 1990), lo cual esencializa –y por ende naturaliza- la identidad masculina, quitando el énfasis de construcción social mediante la performatividad que en esta investigación se utiliza para entender la realidad. Si bien este trabajo renuncia categóricamente a esta forma de entender la masculinidad, se asume que los hombres como grupo, como totalidad, si disfrutan de poder y privilegios a expensas de las mujeres, lo cual “bajo ninguna circunstancia será completo, total o incontrarrestable, ni tampoco será compartido equitativamente entre todos los hombres3” (Messner, 1990, p. 205), dejando claro así que la masculinidad no es una gran y única forma de performar la identidad masculina, sino que existen múltiples masculinidades, las cuales son definidas dependiendo del contexto, además de características de los individuos que la performan, tales como raza, etnia, clase, etc. (Fuller, 2001). Messner (1990) y Connell (2003) nos mencionan que las masculinidades se dividen a grandes rasgos entre las subordinada, marginalizada y hegemónica, ésta última se construye a partir de la relación con las otras masculinidades y con las mujeres, basándose en la subordinación de éstas ante la categoría de masculinidad que posee el poder. Es esta forma de performance de la masculinidad en la cual profundizaré a continuación, ya que es ésta la que asuma un rol fundamental en la investigación. Masculinidad Hegemónica El concepto de masculinidad hegemónica, al igual que el resto de los conceptos relacionados a la performatividad de género, debe asumirse como construido y dependiente del contexto socio-histórico en el cual asume su posición de privilegio, por lo que las características presumiblemente estáticas que pueden llegar a describir a la masculinidad hegemónica son solo temporales y responden a las aquellas deseadas por parte de culturas específicas. Previo a la descripción de estas características, es necesario precisar que, lo que se entenderá por masculinidad hegemónica no será sinónimo de masculinidad dominante o dominadora, esto porque la primera siempre legitima las relaciones patriarcales, en donde un cierto tipo de hombre posee poder sobre mujeres y otros hombres no hegemónicos (Messerschmidt, 2012), lo cual no necesariamente será una característica de la masculinidad dominante. Por lo tanto, la primera característica que ostenta la masculinidad hegemónica es la de encarnar “la 3 Traducción hecha por el autor 24 respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (Connell, 2003, p. 117). Demetriou (2001) ahonda en esta particularidad de la masculinidad hegemónica señalando que existen dos formas de hegemonía: interna es la ascendencia que adquiere un grupo de hombres en particular frente a todo el resto de hombres; y externa se le llama a la institucionalización del dominio de los hombres sobre las mujeres, o como ya se le ha nombrado anteriormente: patriarcado. Es entonces la diferenciación con otros hombres, a la vez que con todas las mujeres el punto de partida desde donde la masculinidad hegemónica primordialmente se configurará. El término masculinidad hegemónica fue acuñado por primera vez por Raewyn Connell en 1985, para luego ser reformulado por la misma Connell junto con James Messerschmidt en 2005, tomando en cuenta las diversas críticas que distintos autores hicieron a lo largo del tiempo. Las características que se mantuvieron de la formulación original fueron: primero, la idea de que la masculinidad hegemónica se construye a partir de la relación con la femineidad y las masculinidades no hegemónicas (Messerschmidt, 2012), asumiendo que la diferenciación con éstas va de la mano con el temor de no parecerse a “homosexuales, la mujer díscola, las culturas extrañas, etc.” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 40). La segunda característica que sobrevivió hasta la reformulación del concepto fue la recién mencionada diferencia entre la masculinidad hegemónica y las masculinidades dominantes o más comunes, las cuales pueden coincidir, lo que no significa la subordinación una de la otra. En cuanto a las nociones agregadas, los autores rescatan la comprensión de carácter más holística de jerarquía genérica en donde se reconoce “la agencia de grupos subordinados tanto como el poder de grupos hegemónicos y que reconozca el condicionamiento mutuo (interseccionalidad) del género con otras dinámicas sociales como clase, raza, edad, sexualidad y nación” (Messerschmidt, 2012, p. 59). Por último se agrega la concepción de tres niveles en donde existe la masculinidad hegemónica: local (construida en interacciones cara a cara o comunidades “inmediatas”), regional (construidas en culturas definidas o estados naciones) y global (construidas en áreas transnacionales) (Messerschmidt, 2012). Este último punto provee un cimiento en el cual se puede argumentar que la masculinidad hegemónica no siempre es la misma sino que depende de la cultura en la cual se encuentre, aunque, como James Messerschmidt (2012) dice “obviamente, lazos entre estos tres niveles existen: masculinidades 25 hegemónicas globales presionan masculinidades hegemónicas regionales y locales, y masculinidades hegemónicas regionales proveen material cultural adoptado o reelaborado en áreas globales y utilizado en dinámicas genéricas locales” (p. 59), demostrando que los tres niveles se influyen mutuamente. Esta investigación se desarrolla en un nivel local, ya que es a partir de las interacciones cara a cara donde se construye la masculinidad hegemónica, la cual, por ende, es específica para el contexto en el cual se desarrolla este trabajo. Las características que se le atribuyen a la masculinidad hegemónica comúnmente y de forma estereotípica son: la valentía, el honor, la fortaleza, el vigor, la razón, el liderazgo, el control del dolor físico, la ocultación de los sentimientos y la vida emocional, la competencia, el enfrentamiento, la bravuconería, la obsesión por los logros y el éxito, la homofobia, la fortaleza emocional, la autosuficiencia, la firmeza, el sexismo etc. (Abarca y Sepúlveda, 2000; Inckle, 2014; Lomas, 2003; Pringle, 2005), las cuales todas deben estar performándose continuamente ya que siempre están probándose ante otros hombres, para así no perder sus privilegios entregados por el patriarcado. Por lo tanto, basándose en el régimen binario excluyente del género, Connell (2003) describe una persona no masculina como “pacífica en lugar de violenta, conciliatoria en lugar de dominante, casi incapaz de dar un puntapié a una pelota de fútbol, indiferente en la conquista sexual, y así sucesivamente” (p. 103-104). Aunque pueda parecer una caricatura, estas características necesarias para performar el género masculino se instalan dentro de las relaciones sociales, proveyendo a estas formas puntuales de relaciones genéricas. Como ya se ha mencionado, la masculinidad hegemónica se relaciona con las mujeres y las masculinidades no hegemónicas a partir de la jerarquía que le infiere el patriarcado, en dónde ésta se entiende como “la manera más honorable de ser hombre, lo que requerirá que todos los demás hombres se posiciones en relación a ésta, y legitimará ideológicamente la subordinación global de las mujeres respecto a los hombres” (Connell y Messerschmidt, 2005, p.832). Si bien la masculinidad hegemónica parece entregar muchos privilegios a quienes la encarnan, solamente una minoría la alcanza, siendo así un modelo de masculinidad normativo donde de diversas formas expresa ideales, fantasías y deseos aspirados por muchos hombres (Connell y Messerschmidt, 2005). Wetherell y Edley (1999) aportan a esta noción de masculinidad hegemónica agregando que no podrá nunca ser encarnada en su totalidad por ningún hombre, ya que concentrar todas las características necesarias será imposible, por lo que se convierte en un modelo 26 de comportamiento que jamás será alcanzado en su totalidad. Estas características no son estáticas, sino que, en palabras de Connell y Messerschmidt (2005) “la masculinidad no representa a un cierto tipo de hombre, sino, un lugar donde los hombres se posicionan a través de prácticas discursivas” (p.841), y es a partir de estas prácticas discursivas que pueden acercarse o distanciarse de la masculinidad hegemónica dependiendo de sus conveniencias (Connell y Messerschmidt, 2005). Por otro lado, las relaciones genéricas que proporciona la masculinidad hegemónica, al igual que la masculinidad, tienen como punto clave la heterosexualidad, la cual refuerza la supremacía de los hombres que se posicionan desde esta condición ante quienes tienen otra orientación sexual, utilizando referencias de mujeres o gays con significados simbólicos que sirven para reafirmar la jerarquía genérica, marcando diferencias de esta manera con cualquier forma de feminidad (Bowley, 2013). A su vez, la heteronormatividad proporciona a los hombres que aspiran a la masculinidad hegemónica de “experiencia sexual e insaciabilidad en la búsqueda de actividad sexual con mujeres” (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013, p. 331), dándole así importancia no tan solo a la orientación sexual del hombre, sino también a la actividad y el “hambre” de consumar las relaciones heterosexuales. Finalmente, se debe tener en cuenta que las relaciones genéricas tienen muchos otros factores interviniendo, siendo las inequidades genéricas, el rol de las construcciones culturales, además de la raza, la clase y la religión (Connell y Messerschmidt, 2005) grandes influencias dentro de ellas, tomando así un enfoque interseccional de las dinámicas respectivas al género. Tomando en cuenta todas las características e implicancias que conlleva la masculinidad hegemónica, el deporte surge como un espacio perfecto en donde ésta puede desenvolverse explícitamente, siendo esta institución cultural el contexto dentro del cual se velará por “una determinada manera de vivir, sentir y poner en funcionamiento el cuerpo” (Connell, 1997; en Lomas 2003, p. 46). De esta manera el deporte, sobre todo el competitivo, deja de ser un simple pasatiempo, para transformarse en el lugar donde masculinidades hegemónicas son producidas, lo que a su vez generan relaciones de dominación y subordinación (Bowley, 2013) que convierten al deporte en un lugar en el cual se llevan a cabo demostraciones de fuerza, poder y habilidades, características que al no estar presentes en los hombres que habitan este espacio, serán razón suficiente para catalogarlos como hombres pertenecientes a masculinidades subordinadas o bien, relacionados despectivamente con feminidades (Bowley, 2013). Por lo tanto, continuaré y 27 cerraré este marco teórico analizando como la masculinidad hegemónica encuentra en el deporte un aliado idóneo mediante el cual erguirse como normativa y ejemplar, manteniendo así las relaciones genéricas jerarquizadas al menos en este contexto. Deporte y Masculinidad Anteriormente se mencionó, a partir de palabras escritas por el sociólogo francés Pierre Bourdieu que el espacio público se entendía como el lugar donde los hombres van a desenvolverse, dejando a las mujeres relegadas a la esfera privada de la vida, siendo la casa el espacio delimitado para el desarrollo de ellas. Entendiendo que dichos postulados hoy en día están completamente obsoletos al posicionarse la mujer de manera cada vez más fuerte en todos los aspectos de la vida que antiguamente se relacionaban preponderantemente con el hombre, “la identidad hegemónica masculina tradicional va perdiendo la preeminencia propia del sistema patriarcal” (Martín y García, 2011, p. 87), lo cual releva al deporte como bastión fundamental para sostener la masculinidad hegemónica y sus privilegios, ya que como nos menciona Kay y Jeanes (2008) “el deporte en sí mismo, es equitativamente adecuado para hombres y mujeres, pero ha sido comprensivamente masculinizado a través de su historia de control masculino y moldeado para las habilidades masculinas” (p. 133), control que se conforma con desarrollo muscular y poder físico, características que no son asociadas a la mujer desde la masculinidad hegemónica (Tivers, 2011), asumiendo el deporte –entre ellos el fútbol- una importancia fundamental, que en palabras de Antonio Martín y Almudena García (2011) se refleja en que: “El deporte se erige como uno de esos escenarios construidos con ese propósito: el de devolver a la masculinidad un espacio de hegemonía. La práctica deportiva posibilita que aspectos propios de la masculinidad hegemónica –el culto al cuerpo, el ejercicio de poder y acción en la esfera pública, la constitución de grupos de pares donde exista unas normas, rituales, leyes y sentimiento de identidad grupal, la acción violenta y la posibilidad de la victoria, la lucha, las estrategias, las normas de equipo, el trabajo individual y el colectivo, el liderazgo, la transmisión de cultura y valores sociales, la rivalidad, la hegemonía y la superación, la comparación con el “otro”, la virilidad y la sexualidad heterosexual, el deseo, entre otros– , salten a la escena del fútbol, a su práctica, a su seguimiento y a su concepción mediática.” (p.87) 28 El deporte por tanto –sobre todo aquellos que en el pasado eran vistos como exclusivamente para hombres como el fútbol, boxeo, rugby, halterofilia y fisicoculturismo (Tivers, 2011)- se articula como uno de los últimos bastiones donde la masculinidad hegemónica recupera el lugar de privilegio. Caroline Symons (2007) complementa esta noción sobre el deporte, mencionando que dentro de éste “los hombres pueden probarse ellos mismos como hombres “reales” o “inferiores” y diferenciarse de las mujeres” (p.140), lo que recalca nuevamente el carácter relacional de la masculinidad, construyéndose en base a las diferencias con otros hombres “inferiores”, además de con las mujeres. La importancia del deporte para la masculinidad hegemónica no solo radica en proveer a ésta de un nicho donde poder desplegarse libremente sino también adquiere valor por el hecho de ser un “mecanismo socializador de primer orden, que se practica especialmente y de un modo más generalizado durante la infancia y la juventud (…) y que, por tanto, tiene un peso decisivo en la configuración de las identidades de género” (Martín y García, 2011, p. 74), transformándose así en, no solamente reproductor sino también causante de relaciones de género. Por lo tanto es el deporte una “experiencia primaria de validación masculina” (Dubbert, 1979; en Íñiguez, Martínez-Guzmán y Pujol, 2014) en donde las habilidades deportivas se convierten en una prueba de masculinidad (Wellard, 2003; en Tivers, 2011), y a la vez un lugar donde “los niños tienen la chance de demostrar su heterosexualidad además de denostar a otros quienes no son competentes en deportes” (Bowley, 2013, p. 88). A partir de esto, los niños y jóvenes que intentan reafirmar su masculinidad dentro del deporte, tienden a “buscar una comunidad de referencia donde su identidad individual esté o sea acorde a la colectiva, manteniendo rasgos propios o autónomos de distinción” (Martín y García, 2011, p. 88-89). Esta forma de relacionarse con los pares es llamada homosociabilidad por diferentes autores (Del Salto, 2011; Kimmel, 1997; Messner, 1990; Symons, 2007) la cual está basada en “la fuerte adherencia a las normas y valores grupales, la exclusión de las mujeres, la denigración de lo femenino y lo homosexual y subyaciendo un vínculo erótico entre hombres en el equipo” (Symons, 2007, p. 143). Esta última característica genera una “tensión entre el deseo de establecer relaciones entre hombres y la mantención del orden heterosexual como marca dominante” (Del Salto, 2011, p. 14), la cual se refleja en la homofobia y el sexismo que muchas veces constituye las relaciones dentro de un equipo, utilizadas como herramienta tanto motivacional como constructora de equipo por algunos entrenadores (Messner y Sabo 1994; en Symons, 2007). Lo anterior reafirma a la vez que 29 genera estos sentimientos en base a las vulnerabilidades de la identidad de género y el desarrollo sexual de los niños y jóvenes (Symons, 2007). Como puede deducirse de lo anterior, el deporte ayuda a construir masculinidad hegemónica, a la vez que, a partir de la forma de relacionarse con otros individuos, va creando ciertos estereotipos de otros hombres y mujeres. Así, el deporte, y específicamente el fútbol proporciona la sensación de mantener “en su sitio” a las mujeres y a los homosexuales (Martín y García, 2011), discriminación que también sufren quienes tengan algún tipo de discapacidad o sobrepeso (Vidiella, Herraiz, Hernández y Sancho, 2010). En cuanto a la exclusión de homosexuales y mujeres, ésta se basa en el heterosexismo definido casi de antemano, en donde la superioridad del cuerpo y las características relacionadas a los hombres generarán homofobia y misoginia (Messner, 1990), las cuales a su vez sirven de base para generar vínculos entre los atletas, ayudando así a construir unas personalidad que menosprecie todo lo que pueda ser considerado femenino tanto en hombres como mujeres, además de en sí mismo (Pringle, 2005). Por lo tanto, y a partir de estas relaciones se impondrá la célebre frase “el fútbol es para hombres”, excluyendo de este a todo aquel que no cumpla las características masculinas. Ahora bien, la homofobia no solamente trabaja para el lado masculino, “el uso del rótulo de lesbiana para preservar las barreras genéricas, controlar mujeres deportistas y estigmatizar el lesbianismo es aún una práctica común” (Symons, 2007, p.144), lo cual es utilizado sobre todo cuando mujeres se desarrollan en espacios “masculinos” donde cualidades como la fuerza y el desarrollo muscular son necesarios, teniendo que estar probando continuamente su feminidad sobretodo en el aspecto de la orientación sexual, para así poder ser aceptadas (Kolnes, 1995; en Symons, 2007), siendo ésta la única forma en la cual una mujer puede adentrarse en un contexto masculino. Por lo tanto, el desarrollo de un cuerpo que no entra en lo cánones atribuidos socialmente como femenino, se asume masculino y por lo tanto homosexual, lo cual estigmatiza a las deportistas a partir de las burlas homofóbicas (Tivers, 2011), subyaciendo la heteronormatividad imperante que se esfuerza por naturalizarse, encontrando en el deporte una gran tribuna para poder alcanzar este objetivo. Muchas de las relaciones y características atribuidas a la masculinidad hegemónica encuentran su forma de plasmarse y desarrollarse a través de la violencia tanto simbólica como física. A partir de esto nuevamente el deporte surge como el contexto en el cual podemos encontrar la validación de ciertos grados de violencia que, tomando en cuenta la 30 pacificación actual de nuestras sociedades, es más que alta. Martín y García (2011) mencionan al respecto que la función primaria del deporte es encauzar los instintos violentos, generando un espacio limitado en la cual desarrollar distintos actos de este tipo. Aun así, esta violencia será permitida siempre y cuando se “juegue bajo las reglas”. Es decir, mientras esté permitida cierta violencia, ésta permanece libre de la crítica moral, catalogando a quienes practiquen a cabo como “competidores agresivos”, mereciendo el respeto de los demás (Messner, 1990). Así, la utilización exitosa de la violencia se relaciona con la consecución de metas en muchos de los deportes más populares (Messner, 1990), generando lo que Kaufman (1989) llama el triángulo de la violencia masculina, como ya se revisó anteriormente. El hecho que el triunfo se asocie con la fuerza, el poder físico y la disposición de aceptar, ignorar y recibir dolor (Pringle, 2005) son la razón por la cual las cicatrices y heridas van a tener un alto grado de valor en los cuerpos masculinos, ya que éstos significan estatus que diferencia a un hombre de un niño (Inkle, 2014). Estas cicatrices a su vez son asociadas con hombría y la condecoración de un “verdadero competidor” (Giulianotti, 2005), utilizando así el cuerpo como un arma en palabras de Messner (1990) para ser ocupados contra otros cuerpos, teniendo como resultados dolor, lesiones e incluso la muerte. El mismo autor -Messner (1992)- utiliza un término parecido (maquina) para referirse a como el cuerpo, a partir de esta forma de relacionarse con la violencia, se convierte en un instrumento de poder y dominación. A partir de esta cualidad del cuerpo del hombre “representaciones de un cuerpo masculino musculoso como fuerte, viril, y poderoso ha asumido cada vez mayor importancia ideológica y significado simbólico en las relaciones genéricas” (Messner, 1990; p. 213), ya que se basa en estas cualidades la naturalización de un cuerpo masculino propietario de estas características, las cuales a su vez encarnan la aparente superioridad natural de hombres sobre mujeres (Rowe y McKay, 1998; en Symons, 2007). Las anteriores propuestas las rechazo enfáticamente, recalcando que el cuerpo musculoso y poderoso asociado con la masculinidad hegemónica está bastante alejado de lo natural ya que estos cuerpos serán el resultado de mucho tiempo invertido en ejercicios para poder alcanzar su forma (Messner, 1990). Kay Inckle (2014) contrasta esta construcción del cuerpo masculino, mencionando que todas aquellas encarnaciones de formas no tradicionales de masculinidad, están asociadas con elevada vulnerabilidad y deficiencias mentales y/o emocionales, además de la asociación del cuerpo femenino como libre de cualquier imperfección o herida física, pudiéndose inferir entonces que solamente los hombres serán capaces de provocarse 31 daños a sí mismos por decisión propia, convirtiendo a la violencia una peculiaridad inherentemente masculina, siendo la “hombría” la característica que provee a los hombres de la capacidad de enfrentarse a cualquier amenaza de forma estoica y valiente, pudiendo controlar esta violencia para utilizarla siempre que sea necesario defender su honor y el de su grupo social (Abarca y Sepúlveda, 2000). En síntesis, el fútbol se alza como uno de los últimos espacios donde la masculinidad hegemónica puede ser performada, ya que dentro de este deporte las características asociadas a la fuerza, la capacidad de resistir el dolor, el insaciable apetito sexual y la homosociabilidad, permiten diferenciar al futbolista de la mujer, el niño y el homosexual, provocando a su vez un contexto normado por la heterosexualidad, el cual naturaliza el dominio del hombre por sobre las mujeres, además de la exclusión del sujeto homosexual. Este orden genérico es performado y por lo tanto no es natural, por lo que debe estar constantemente reafirmándose en público para justamente provocar el efecto de esencialidad, el cual se realiza a partir de la teatralidad y los actos de habla. Habiendo revisado los distintos conceptos teóricos que me ayudarán a abordar esta investigación continuaré describiendo el marco metodológico el cual se presenta como la estrategia de juego con la que pienso enfrentar el partido, lo que consistirá en distinguir las performances de masculinidad dentro de un equipo de fútbol, es decir, la forma mediante la cual me aproximaré al fenómeno estudiado. ESTRATEGIA DE JUEGO: MARCO METODOLÓGICO Para poder realizar el marco metodológico de forma más completa e integral, lo dividiré en tres partes. Primero detallaré la perspectiva desde la cual se realiza la investigación, aclarando las formas en las cuales se entienden temas fundamentales como lo son los conceptos de realidad, objetividad e influencia del investigador sobre lo que está estudiando. En este punto se desarrollarán las teorías de la psicología social crítica y del conocimiento situado las cuales tienen como objetivo fundamentar la conceptualización de una investigación que se aproxime al fenómeno estudiado sabiendo que este es construido por los individuos -lo cual lo aleja de una realidad objetiva y ajena al agenciamiento de los sujetos- siendo el investigador a su vez una subjetividad más, la cual proporciona una visión desde cierto sitio, generando conocimientos de los cuales debe hacerse cargo ya que estos tendrán consecuencias que serán responsabilidad del investigador. Una vez conocida la perspectiva de investigación, procederé a describir la 32 técnica de producción de datos, los cuales se basaron en la etnografía que, a partir de sus principios de reflexividad y extrañamiento, me permitieron hacer hincapié y problematizar muchos de los comportamientos y situaciones que a simple vista no son más que pasajeros. A su vez, y sumado a la perspectiva de investigación, la etnografía se hace cargo del rol que juega el investigador en su entorno, el cual entiendo que nunca pasa desapercibido y que por lo tanto afecta en las conductas observadas. Por último describiré paso a paso las etapas que tuvo la presente investigación, puntualizando detalles que serán de vital importancia en los siguientes apartados. Psicología Social Crítica y Conocimiento Situado Al ser esta investigación realizada por medios cualitativos de producción de conocimiento, se utilizará primordialmente las herramientas proporcionadas por la psicología social crítica tomando en cuenta los objetivos que describe Isabel Piper (2002), los cuales son “…producir debates problematizadores que reflexionen sobre el tipo de realidad social que nuestras prácticas construyen, lo que implica generar nuevas prácticas y por lo tanto abrir nuevos sentidos, producir nuevas realidades" (p.30). Por tanto, al problematizar y proponer que puede existir más de una realidad social, la psicología social crítica asume que ésta no es de una sola forma, lo cual hace referencia directa con la manera más tradicional de plantear el conocimiento científico. De este modo, el primer cimiento desde el cual se posiciona la psicología social crítica es complementaría a la teoría de los conocimientos situados de Donna Haraway (1991), en donde se reniega la omnipotencia del investigador prefiriendo las versiones de un mundo a partir de una relación social de “conversación” y no concebido desde lógicas de “descubrimiento”, en el cual un tipo de mundo –el verdadero- aparece y desaparece a favor de un amo decodificador. A su vez, la psicología social crítica desarrolla su conocimiento desde una postura crítica donde, como nos señala Mario Juárez (2015), siempre debemos estar dudando del conocimiento que se nos presente como natural, dado y/o socialmente aceptado ya que es a partir de estos supuestos que se nos imponen conocimientos que se asumen a sí mismos como objetivos, y por lo tanto verdaderos, pero que responden a ciertos elementos de dominio de la sustentan. La psicología social crítica, a través del enfoque epistemológico socioconstruccionista, nos menciona que, en palabras de Tomás Ibáñez (1996; en Ema, 2009), “lo que tomamos como objetos naturales en nuestras vidas cotidianas no son sino objetivaciones que 33 resultan de nuestras convenciones y de nuestras prácticas lingüísticas” (p.229). Desde el socioconstruccionismo se asume que la realidad no puede ser entendida sin tomar en cuenta la manera en la cual accedemos a ella que, como menciona el mismo Ibáñez (1996; en Ema, 2009), es a través del lenguaje. Este mismo autor señala que "lo social no aparece hasta el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas" (Ibáñez, 1994; p.227), por lo que se puede afirmar que los significados van a estar constantemente construyendo y a la vez siendo construidos por las relaciones sociales, lo cual implica que lo social "se ubica precisamente entre las personas, es decir, en el espacio de significados del que participan o que construyen conjuntamente" (Ibáñez 1994, p.227). Ahora bien, no se debe caer en entender que todos los significados y todas las relaciones sociales son construidos bajo un consenso uniforme, sino que van a estar constantemente siendo transformadas por diversos puntos de vistas y subjetividades que tendrán sus propias construcciones de significados y relaciones sociales. La importancia por el contexto social tiene, bajo este prisma, mayor relevancia que los procesos individuales que se enfocan principalmente en el mundo interior de los sujetos. Siguiendo esta lógica, Doménech, Íñiguez, Pallí y Tirado (2000) afirman que desde posiciones más socioconstruccionistas se critica el individualismo, cuantitativismo y experimentalismo que la mayoría de las vertientes de la psicología asumen, en donde “estos trabajos limitan lo social a una simple influencia contextual que incide en las personas modificando su conducta” (p. 83). Por lo tanto, a la vez que la psicología social crítica otorga mayor énfasis en cómo lo individual y lo contextual se construyen mutuamente, propone un cambio de prisma que va a entender lo individual como intrínsecamente ligado a lo social, ya que serán dependientes unos de otros, dejando atrás la imagen de lo individual como una característica plenamente interna, es decir, independiente del contexto en el cual se encuentra. Íñiguez (2005) resume estas características de la siguiente manera: “Podríamos decir que los elementos que definen una posición construccionista son: antiesencialismo (las personas y el mundo social somos el resultado, el producto, de procesos sociales específicos); relativismo (la “Realidad” no existe con independencia del conocimiento que producimos sobre ella o con independencia de cualquier descripción que hagamos de ella); el cuestionamiento de las verdades generalmente 34 aceptadas (el continuo cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda sistemáticamente el modo cómo hemos aprendido a mirar el mundo y a mirarnos a nosotros mismos); determinación cultural e histórica del conocimiento, y el papel conferido al lenguaje en la construcción social (La realidad se construye socialmente y los instrumentos con los que se construye son discursivos).” (p. 2) La co-construcción de lo individual con lo social, sumado al rechazo de las posiciones objetivas, naturales y neutras, confluyen en que el investigador en la psicología social crítica ocupa un lugar dentro de la misma, lo cual lo diferencia del relator que absorbe información desde ninguna parte. Donna Haraway (1991) defiende la subjetividad como forma válida de producir conocimiento haciendo la siguiente metáfora: “No existen fotografías ni cámaras oscuras pasivas en las versiones científicas de cuerpos y máquinas, sino solamente posibilidades visuales altamente específicas, cada una de ellas con una manera parcial, activa y maravillosamente detallada de mundos que se organizan" (p. 327). A este posicionamiento Haraway (1991) lo llama objetividad feminista, la cual está encarnada en un cuerpo visible y localizable dentro de ciertos límites, generando un conocimiento situado desde una perspectiva parcial que, al ser lograda, responde de lo que aprendemos y de cómo miramos. Al ocupar un lugar, nos responsabilizamos de nuestras propias prácticas, ya que todo lo que estemos generando es desde una posición particular, desde una forma de ver el mundo específica y propia del investigador, que no podrá, entonces, serles naturales o dadas, sino que estará teñida de su posicionamiento, localización y situación de parcialidad (Haraway, 1991). En este sentido Marisela Montenegro y Joan Pujol (2003) postulan que “desde diferentes posiciones de sujeto se viven diferentes realidades” (p. 303), las cuales moldean las formas de percibir la realidad de cada individuo, haciendo estéril la persecución de una objetividad neutra. Silvia García (2003) menciona al respecto, que “las epistemologías feministas destacarán el papel de los sujetos empíricos –frente al modelo de sujeto lógicoen la producción de conocimiento científico. De este modo van a criticar el carácter trascendental, neutro y universal del sujeto de conocimiento” (p.139). Estas epistemologías feministas denuncian que el sujeto de conocimiento monta una ilusión de ser incorpóreo, ahistórico y de-generado, detrás de la cual se esconde la masculinidad camuflada como la universalidad-neutralidad (García, 2003). Lupicinio Íñiguez (2005) complementa estos postulados declarando 35 que al utilizar las producciones y formulaciones de la epistemología feminista estamos a su vez considerando que “cualquier teoría de la ciencia no puede establecer de manera estándar la comprensión de un objeto de estudio sin reflexionar acerca de quién es el sujeto de conocimiento, qué posición ocupa, cómo está influyendo el género en los métodos utilizados” (p.5) lo cual defenderá el posicionamiento y agenciamiento del investigador, entendiendo que este tiñe el conocimiento construido con sus propios intereses. Por último, es relevante destacar los postulados de Mario Juárez (2015), quien menciona que el investigador social o cualquier otro sujeto que “habiendo comprendido el entramado social de desigualdades e injusticias sociales que aparece como normal a los ojos de la mayoría, y comprende que detrás de esta normalización se yergue un poder social establecido” (p. 242) debe ser comprendido como sujeto histórico y, por lo mismo, no es un mero extractor de experiencias ajenas, sino un sujeto comprometido con la realidad en la que vive y el conocimiento que genera. Por lo tanto, me basaré en las premisas de la psicología social crítica y del conocimiento situado para posicionarme desde la localización que me otorga estar habitando una subjetividad determinada, poniendo mis conocimientos a disposición de la transformación de la realidad, rechazando los postulados del método científico del investigador omnipresente, entendiendo que los sujetos y su contexto se construyen el uno al otro, y que por lo tanto, no existe un acercamiento errado a la realidad, sino situado. Es a partir de esta perspectiva de investigación que entiendo a su vez que el género también es construido, aun cuando desde pequeños nos lo presenten como natural, como dado, lo cual a partir de la psicología social crítica, el socioconstruccionismo y el conocimiento situado entendemos que no es tal. Etnografía y Producción de Datos La decisión de realizar esta investigación utilizando la técnica de la etnografía tiene como objetivo seguir una línea cualitativa de investigación que integre los conceptos teóricos recién mencionados. En relación con esto Rosana Guber (2001) postula que la etnografía es a la vez “una concepción y una práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros (entendidos como “actores”, “agentes” o “sujetos sociales)” (p. 11), lo cual focaliza la forma de generar conocimiento desde un protagonista de la realidad que a su vez está siendo objeto de estudio, rechazando nuevamente, las formas de acercarse a un fenómeno desde la omnipresencia del investigador omnisciente que postulan las ciencias sociales de corte más positivista. 36 En aras de este objetivo, Guber (2001) complementa sus planteamientos enfatizando que la interpretación de los puntos de vista, valores y razones de los sujetos investigados no deben ser eclipsados por las propias concepciones del investigador, lo cual puede ser alcanzado a partir de la comprensión de los términos que caracterizan las acciones de los agentes, por lo que el investigador debe “aprehender las estructuras conceptuales con que la gente actúa y hace inteligible su conducta y la de los demás” (p. 12), los cuales no serán alcanzables por el etnógrafo sino hasta que éste se inmiscuya en el contexto social que quiere investigar, ya que “los miembros de un grupo étnico, cultural o situacional comparten una estructura lógica o de razonamiento que, por lo general, no es explícita, pero que se manifiesta en diferentes aspectos de su vida” (Martínez, 2005, p. 2), siendo estos aspectos a los cuales el etnógrafo debe aproximarse y cuestionarlos ya que a través de ellos puede acceder a ciertas construcciones del mundo que desde fuera o “a simple vista” no podrá. Para poder alcanzar los propósitos de la etnografía es necesario participar en el mundo social al cual queremos investigar, teniendo siempre presente qué es lo que estamos haciendo y cuáles son las implicancias de nuestra participación dentro del objeto de estudio. Varios autores (Fernández, 2005; Guber, 2001; Hammersley y Atkinson, 1994; Jachyra, Atkinson & Washiya, 2015; Martínez, 2005; Zirión, 2014) nombran observación participante a esta acción que nos permite “incluir nuestro propio papel dentro del foco de investigación y explotar sistemáticamente nuestra participación como investigadores en el mundo que estamos estudiando” (Hammersley y Atkinson, 1994, p. 15), lo cual genera una tensión en donde “se participa para observar y que se observa para participar, esto es, que involucramiento e investigación no son opuestos sino partes de un mismo proceso de conocimiento social” (Holy, 1984; en Guber, 2001, p. 58) pudiendo así acceder y estudiar en carne propia, sentidos y significados que se atribuyen a actos y gestos a los cuales no es posible acceder de manera externa (Guber, 2001). La observación participante exige la constante reflexión acerca de la práctica investigativa, reconociendo la posición que ocupamos dentro del mundo social que investigamos, localizándonos socio-históricamente, lo cual incluye los valores, intereses, clase, pertenencia étnica, género, edad y afiliación política dentro de la posición que ocupamos (Guber, 2001), acción que recibe el nombre de reflexividad; práctica indispensable del investigador que implica el continuo cuestionamiento sobre el conocimiento que éste está generando. Al mismo tiempo, la reflexividad obliga al 37 etnógrafo a hacerse responsable de la información que está presentando, ya que al asumir una posición dentro del espacio, al renunciar a la objetividad y a la neutralidad debe hacerse cargo de los eventuales efectos que sus postulados generen (Fernández, 2005). A su vez, el extrañamiento es el otro concepto fundamental de la observación participante, el cual se basa en realizar un constante ejercicio de problematización sobre los hechos, comportamientos, acciones y dichos cotidianos, transformando lo normal en problemático para así cuestionar lo obvio y analizar los efectos que tienen en la realidad estos actos cotidianos (Fernández, 2005). Por lo tanto, complementado por la reflexividad, el extrañamiento puede analizar los significados existentes en el contexto de estudio, sabiendo que éstos se han hecho de una significación que, para quienes los utilizan se han naturalizado, pero que a los ojos del investigador son la pieza fundamental para entender su subjetividad (Hammersley, y Atkinson, 1994). Rosana Guber (2001) hace eco de estas premisas mencionando que de esta manera el investigador se convierte en “un sujeto cognoscente que deberá recorrer el arduo camino del des-conocimiento al reconocimiento” (p. 15), lo cual implica despojarse de todo los prejuicios y conocimientos previos sobre el mundo social que se está investigando, debiendo generar el conocimiento a partir de la implicación del investigador dentro de éste. A partir de la utilización de la observación participante y de la etnografía he decidido posicionarme desde una participación plena como la llama Gold (en Guber, 2001) la cual, a partir del rol que ocupé para producir información –siendo un miembro con un rol particular y específico (psicólogo del club) dentro del grupo mismo que investigué-, me permitió mimetizarme dentro del contexto en el cual realicé mi investigación pudiendo acceder a información que de otra manera me hubiese sido imposible conocer. A su vez, esta forma de investigar prescindía del conocimiento de mi investigación por parte del resto, entendiendo que esto hubiese despertado una elevada susceptibilidad (Guber, 2001). Esta forma de observación la pude realizar a partir de ciertas características (ser hombre y cumplir con las exigencias del cargo que ocupé), siendo el género fundamental para, como señala Zirión (2014), acceder no solo a lugares físicos privilegiados para el hombre, sino también a “lugares situados en la mente de los hombres y a los que quizás sea más sencillo acceder desde la complicidad masculina como sus miedos, sus debilidades o, al mismo tiempo y paradójicamente, a sus bravuconadas, sus “hazañas”, etcétera” (p. 334). Por lo tanto, aprovechar mi condición de hombre dentro del contexto, me facilitó nuevamente poder acceder a lugares y términos que de otro modo no hubiese 38 sido posible, situación que justifica una vez más el asumir la posición, en este caso de privilegio, que uno habita en el contexto socio-histórico. En cuanto a la producción de datos, estos se realizaron a partir de la elaboración de una narración, basándome en los postulados de Hammersley y Atkinson (1994) quienes postulan que la escritura debe ser el núcleo de una empresa etnográfica, lo cual me llevó a escribir todas las acciones que llamaran mi atención, y las que no también, buscando poder inmiscuirme en la cotidianeidad de los sucesos. Fernández (2005) complementa que “el relato requiere de un carácter narrativo cuyo eje no es la realidad misma sino la fundamentación de la visión / versión que se propone” (p. 26), lo cual se asume a partir de la importancia de la subjetividad por sobre la objetividad que se infieren de las ya revisadas postulaciones de la psicología social crítica y la etnografía. Por último Fernández (2005) nos menciona que: “el relato no puede ser una mera descripción impresionista de las experiencias del investigador en el campo de estudio al cual pertenece. Debe ser un intento por dar cuenta de dicho campo como marco significativo de discursos y prácticas que da sentido a lo que en él ocurre” (p. 24). Para complementar los resultados obtenidos a partir de este relato, decidí realizar tres entrevistas con diferentes actores del contexto, asumiendo que esta forma de generar información se traduce en: “una situación en la cual una persona (el investigador-entrevistador) obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (entrevistadoinformante). Esta información suele referirse a la biografía, al sentido de los hechos, a sentimientos, opiniones y emociones, a las normas o standards de acción, y a los valores o conductas ideales.” (Guber, 2001, p. 75). Entrevista la cual se focaliza en la rectificación, modificación o negación de información rescatada a partir del relato elaborado anterior a estas entrevistas. De esta manera se busca densificar la información ya generada a partir de actores que pertenecen al mundo social en el cual participé para así tener nociones de actores que cotidianamente habitan esta realidad. 39 Procedimientos de la Investigación Esta investigación se llevó a cabo a partir de la posición de psicólogo en práctica dentro de las divisiones menores de un club de fútbol profesional chileno, en donde mi rol consistía en trabajar individual y colectivamente con los jugadores que habitan este espacio (en la contextualización se profundizará la caracterización de los sujetos presentes en la investigación), actividad que realizaba antes o después del entrenamiento, por lo que las observaciones recolectadas fueron siempre ajenas a mi práctica profesional, es decir, nada de lo que hablé con los jugadores en mi rol como psicólogo fue utilizado para fines de esta investigación, por razones éticas evidentes. Por lo tanto la observación de la cotidianeidad de los entrenamientos y partidos que presencié me permitió realizar notas de campo desde el inicio de mi práctica profesional (abril de 2014) hasta el término de esta misma (diciembre de 2014). Luego del ordenamiento y análisis de los contenidos dentro de estas notas junto con la ayuda del profesor guía de este trabajo, configuré una pauta de entrevista en donde los temas principales coincidieran con lo ya rescatado, la cual fue utilizada para realizar tres entrevistas durante el primer semestre del año 2015 con diversos actores –un jugador profesional que el año 2014 pertenecía a las divisiones menores del club (Entrevistado A desde ahora en adelante), un entrenador de las divisiones menores del club (Entrevistado B desde ahora en adelante) y un jugador de 18 años perteneciente a las divisiones menores del club (Entrevistado C desde ahora en adelante) - que me otorgaron distintas perspectivas de la realidad sobre el mundo social en el cual me inmiscuí durante los nueve meses en los cuales realicé mi investigación etnográfica. Por ende, cuento con la cantidad de información necesaria para poder profundizar en los objetivos que me propuse, entendiendo que para esta empresa debo contar con la cantidad de datos que me permitan realizar una investigación que genere resultados fundamentados, asumiendo la responsabilidad de los posibles efectos que estos puedan causar. Ya pormenorizada la metodología bajo la cual recogí los datos, continuaré detallando el contexto y los actores para así poder contar con información más acabada del lugar y los personajes que encarnan en conjunto el espacio dentro del cual se llevó a cabo la presente investigación. 40 PRIMER TIEMPO: DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO Durante el proceso de producción de datos no fue sencillo tener que, a través de la técnica del extrañamiento, poner énfasis y cuestionar la cotidianeidad del espacio que estaba analizando, ante lo cual tuve que pulir mi capacidad de advertir situaciones dignas de análisis donde anteriormente no observaba nada extraño. Así también, mi presencia no era omnipresente ni invisible en el contexto donde trabajé, sino que yo era uno más dentro del pequeño mundo que detallaré dentro de poco. Cumplida esta aclaración, a continuación realizaré una caracterización de los personajes que forman parte del lugar de investigación, lo cual estará seguido por una contextualización del espacio donde se llevó a cabo la investigación, para luego realizar una pormenorización de las rutinas de entrenamiento, terminando con la descripción de los datos obtenidos durante la investigación, los cuales se dividirán dependiendo del momento en el cual se llevaron a cabo. Actores Habituales Dentro de la Cotidianeidad del Espacio A partir de mi rol como psicólogo deportivo de las divisiones inferiores de un equipo profesional perteneciente a la región metropolitana, tuve la posibilidad de asistir a los entrenamientos y partidos de todas las categorías (ocho en total: sub 11, sub 12, sub 13, sub 14, sub 15, sub 16, sub 17 y sub 19) que forman parte de dicha rama del club durante toda la temporada 2014. En cuanto a las personas que participaban de las divisiones menores, éstas se dividian en; jugadores, entrenadores, cuerpo médico (kinesiólogo, paramédicos y médico), preparadores físicos, utileros, coordinadores y psicólogos. Me referiré a cada uno con nombres falsos por razones ya mencionadas. Comenzaré caracterizando a cada una de las partes del cuerpo técnico, médico, psicológico, de coordinadores y de utileros, como también a quienes los conformaban. Los entrenadores eran ocho en total (uno por cada categoría), eran la cabeza de cada plantel y estaban a cargo de las decisiones fundamentales de sus equipos. Esto quiere decir que ellos eran quienes decidían qué jugadores juegan, cómo juegan, quiénes conforman el plantel y quiénes no siguen en el equipo, entre otras decisiones. Los entrenadores tenían a su vez un colaborador -también entrenador-, cargo que lleva el nombre de segundo entrenador. Este rol recaía en el entrenador de la categoría con la 41 cual conforman la dupla4, por ejemplo, el entrenador de la sub 11 tenía como ayudante técnico al entrenador de la sub 12 y viceversa. Otro tipo de entrenadores son los especialistas en arqueros. Estos eran dos y estaban exclusivamente encargados de trabajar con los arqueros de todas las categorías. Los preparadores físicos eran cuatro y trabajaban con dos categorías pertenecientes a la misma dupla de la que hablé en el párrafo anterior. Es decir, la dupla sub 11-sub 12 hacía su trabajo físico con un solo preparador físico y así sucesivamente. El preparador físico era la segunda autoridad dentro de los distintos planteles y por lo tanto su influencia era importante dentro de los jugadores, los cuales los respetaban y obedecían. A su vez solían ser más cercanos al plantel en comparación con los entrenadores lo que generaba relaciones de mayor confianza e intimidad. Luego de estos dos actores, los que mayor presencia tenían en los entrenamientos son los paramédicos, quienes debían velar por la atención de cualquier jugador que sufriera alguna lesión, malestar, enfermedad u otra molestia física. Siguiendo con el área médica del club, si bien no estaban totalmente enfocados en las divisiones menores, también trabajaban con ellos un kinesiólogo y un médico. Ellos, si bien tenían su lugar de trabajo en el espacio físico donde entrenaba el plantel profesional del club, concurrían al menos una vez por semana al complejo deportivo donde entrenaban las categorías menores para atender a quienes tengan lesiones u otras molestias prolongadas. El kinesiólogo debía velar por la recuperación completa del jugador y el doctor era quien llevaba el control de todo el área médica y a la vez ordenaba cómo tratar las distintas lesiones. La relación de estos dos personajes con los jugadores solía ser bastante cercana y amistosa. En cuanto a los utileros, éstos eran actores únicos dentro de los personajes que habitaban este contexto debido a que, entre otras cosas, eran los únicos sin un título o carrera profesional cursada además de ser los primeros en llegar y los últimos en irse. Se encargaban del orden del lugar de entrenamiento, el cual en la mañana eran dos canchas y por la tarde variaban entre dos y hasta seis canchas de fútbol. Un actor que no estaba presente mucho pero que era muy importante en las decisiones institucionales era el coordinador. Al ser el nexo entre los dirigentes que toman las 4 las duplas son: sub 11-sub 12, sub 13-sub 14, sub 15-sub 16 y sub 17-sub 19 42 decisiones importantes en el club y las divisiones menores de este mismo, solían llamar la atención de todos los demás actores cuando aparecían por las canchas del complejo deportivo, ya que su figura se relacionaba con autoridad. Por último, el equipo de psicólogos estaba compuesto por dos licenciados en psicología (uno de ellos soy yo), coordinados y supervisados por un psicólogo que trabajaba en el club. Nosotros íbamos, cada uno, tres veces a la semana a presenciar los entrenamientos, hablar con jugadores y entrenadores y observar el comportamiento de los jugadores. En base a estas actividades trabajábamos de manera grupal o individual dependiendo de lo que nos pedían los entrenadores, los jugadores o bien lo que nosotros entendíamos que debíamos trabajar. Estas intervenciones eran siempre desde aspectos psicológicos del juego, es decir los ayudábamos con problemas de ansiedad, confianza, motivación y concentración entre otros. Además presenciábamos, desde la banca de suplentes del equipo, los partidos de local o bien aquellos que se jugaban en la región metropolitana con el objetivo de ver cómo se comportaban y en qué podíamos ayudarlos. Fue, a partir de todas estas instancias que me inspiré y recabé información para llevar a cabo esta investigación. Es interesante mencionar que dentro de todos estos actores no existió ninguna mujer, por lo que las relaciones sociales dentro de todo el espectro de las divisiones menores eran completamente protagonizadas por hombres. La única mujer que podía habitar esta micro-sociedad eran las árbitros que dirigieron algunas veces los partidos de las categorías menores. Ahora bien, ellas solamente habitaban este espacio una vez a la semana como máximo, ya que arbitraban y luego se iban, desapareciendo por el resto de la rutina del fútbol joven. Es más, muchas veces ni siquiera aparecieron, ya que eran una árbitro más dentro de los muchos existentes. Cabe recalcar que las árbitros dirigieron solamente las categorías más pequeñas (hasta sub 14) durante el transcurso de mi investigación, siendo acompañadas en sus labores por guarda líneas (árbitros secundarios) que muchas veces también eran mujeres, lo cual generaba la particular situación de que en un espacio totalmente masculino (los jugadores, entrenadores, cuerpo técnico y médico son hombres), las mujeres cumplían el rol de máxima autoridad dentro del partido. Por último, a partir de mi experiencia me consta que la ausencia total de mujeres dentro del resto de las categorías menores de equipos chilenos no es tal, aunque el hecho de que este fuera el caso en el club en que llevé a cabo mi investigación le agrega un 43 condimento extra, ya que no existió, a primera vista, un impedimento para realizar los gestos, expresiones y afirmaciones denigrantes hacia la mujer, situación que aproveché para fines de esta investigación. Descripción del Lugar de Entrenamiento El lugar físico donde se entrenaba consta de ocho canchas de fútbol, además de un amplio estacionamiento, un casino en un segundo piso, y varios conteiners transformados en camarines ubicados bajo el casino, entre el estacionamiento y las canchas. Los horarios de entrenamiento se dividían en dos. El horario de mañana y el horario de tarde. El entrenamiento por la mañana empezaba a las 10:30 y se extendía hasta las 12:30 aproximadamente. En esta primera jornada entrenaban las dos categorías más grandes, es decir sub 17 y sub 19. En tanto, el entrenamiento por la tarde empezaba a las 16:30 horas y se prolongaba hasta las 18:15 horas aproximadamente. En la tarde asistían al complejo deportivo el resto de las categorías más pequeñas (sub 11, sub 12, sub 13, sub 14, sub 15 y sub 16). Los partidos en tanto se jugaban preferentemente los sábados en la mañana (excepcionalmente se jugaban domingos o días de semana), dividiéndose en cuatro categorías que jugaban de visita, es decir, fuera del lugar donde entrenaban, y las otras cuatro categorías jugaban de local en el mismo complejo donde entrenaban el resto de la semana. Rutina Diaria Dentro del Lugar de Entrenamiento En cuanto a la rutina diaria de entrenamiento por la mañana Roberto (desde ahora en adelante llamaremos así al utilero que trabajaba por las mañanas) era el primero en llegar aproximadamente a las 8:45, seguido muy de cerca por el paramédico (los paramédicos rotan, por lo que no es siempre el mismo), quien llegaba minutos más tarde. Los entrenadores de cada categoría arribaban al complejo alrededor de las 9:00-9:15, y Cristian (desde ahora en adelante llamaremos así al preparador físico encargado de las categorías sub 17 y sub 19) llegaba un poco antes de las 10:00. Los jugadores, por su parte, no tenían un orden establecido de llegada, esto dependía mucho del medio de transporte que ocupaban para llegar al complejo deportivo. Varios jugadores pertenecientes a la categoría sub 19 utilizaban autos para viajar hasta el lugar de entrenamiento, llevando con ellos a compañeros. Por su parte los jugadores de la sub 17 y los que no llegaban en auto de la sub 19, arribaban en microbuses. Los primeros jugadores (no más de cinco) lo hacían en el intervalo de las 10:05-10:15, vestidos con “ropa de calle” por lo que pasaban directamente al camarín a cambiarse para ponerse el 44 uniforme de entrenamiento. Por su parte, la mayoría de los jugadores llegaban durante el intervalo que va desde las 10:15 a las 10:25, donde fluctuaban entre quienes venían ya con la vestimenta de entrenamiento puesta y quienes debían ir al camarín a cambiarse. Por último unos pocos jugadores llegaban justo a la hora (10:30) y ocasionalmente algunos arribaban atrasados. Los jugadores que estaban listos para entrenar antes de que éste empiece jugaban al “tontito” (un par de jugadores tratan de interceptar la pelota mientras el resto juega a pasársela haciendo un círculo). Luego, alrededor de las 10:30 cada entrenador charlaba con sus respectivos planteles alrededor de un círculo. Esta charla duraba cinco minutos aproximadamente, y tenía como objetivo hablar sobre el partido más próximo (ya sea el del sábado pasado o el que venía) además de explicarles cómo sería el trabajo del día. Luego precalentaban bajo las instrucciones de Cristian alrededor de veinte minutos. Durante esta actividad los chicos solían dialogar bastante entre ellos y con Cristian sobre la actualidad del fútbol nacional y mundial además de alguna anécdota por parte de algún jugador. Después de esto el entrenador de cada serie les daba las últimas instrucciones y entrenaban hasta las 12:15 aproximadamente, parando cada cierto tiempo para tomar agua y descansar. Terminado el entrenamiento técnico-táctico5, nuevamente quedaban bajo las órdenes de Cristian quien les indicaba una serie de elongaciones que debían hacer para no quedar con dolencias durante lo que quedaba de día. Por último se despedían de los profesores presentes (los cuales generalmente se sentaban juntos durante la elongación de los jugadores), se iban a duchar y cambiarse de ropa, para luego emprender camino rumbo a sus casas de la manera en la que habían llegado. En cuanto a la rutina diaria de entrenamiento por la tarde, esta empezaba alrededor de las 16:00 horas cuando comenzaban a llegar los primeros jugadores, quienes en su mayoría lo hacían junto a su padre, madre u otro familiar que los llevaban en auto, algunos de los cuales se quedaban durante todo el entrenamiento, mientras otros se iban del complejo una vez que dejaban allí a sus hijos. Durante el intervalo 16:05-16:20 llegaba el grueso de los jugadores, ya sea en auto, en microbús o bien en un bus que facilitaba el club para acercarlos al complejo deportivo. La mayoría de los jugadores, tanto aquellos que venían en el bus como los que arribaban en auto, llegaban cambiados y listos para entrenar. Luego, entre las 16:20 y el comienzo del entrenamiento (16:30) aparecían algunos al filo de la puntualidad. Por último algunos jugadores arribaban atrasados debido a diferentes 5 Entrenamiento técnico-táctico se entenderá como aquel en donde se practica con balón y bajo el mando de un entrenador. 45 circunstancias (comúnmente relacionadas al horario de salida del colegio). La mayoría de los deportistas que entrenaban en la tarde y llegaban sin su uniforme del club ya puesto, vestían los de sus respectivos colegios, ya que no alcanzaban a cambiarse antes de llegar al complejo deportivo. Éstos pasaban directo a los camarines, donde conversaban con el resto de los compañeros, conversaciones a las cuales no pude acceder debido a que el lugar donde se realizaban (camarín) era totalmente ajeno a cualquiera que no fuera jugador. Los futbolistas que estaban listos antes del comienzo del entrenamiento caminaban hacia la cancha en la cual entrenarán, juntándose con sus compañeros de categoría, con quienes jugaban algún juego (ya sea “tontito” o bien a no dejar caer el balón) relacionado con el fútbol. A las 16:30 los distintos entrenadores se juntaban con sus equipos y les daban las instrucciones del entrenamiento del día. Luego, los jugadores se acercaban al preparador físico y realizaban el calentamiento necesario para entrenar sin riesgo de salir dañado debido a la intensidad de los ejercicios. Una vez terminado el precalentamiento se reunían nuevamente con los entrenadores y empezaban el entrenamiento técnico-táctico, trabajo que duraba alrededor de una hora, tomando pausas para hidratarse y descansar. Una vez terminada esta etapa volvían a trabajar bajo las órdenes del preparador físico respectivo, quien les ordenaba realizar una rutina de elongación para terminar así la actividad física. Cuando esta rutina llegaba a su fin se despedían del preparador físico y entrenador de su serie y se iban hacia los camarines o bien con la persona que se devolverían a sus casas. Los jugadores que se iban a los camarines, se duchaban y se cambiaban la ropa de entrenamiento para luego irse a sus casas ya sea en auto con su adulto cercano6 o con el de algún compañero, en microbús o en el bus del club que regresaba al lugar desde donde partió. Si bien la rutina semanal se basaba en los entrenamientos, igual o más importante que éstos era el día del partido y su rutina. Los partidos, como ya se mencionó, se jugaban mayormente los días sábados y su ordenamiento se dividía en cuatro parejas de series. Estas eran: sub 11 y sub 12, sub 13 y 14, sub 15 y sub 16 y, sub 17 y sub 19. Estas parejas jugaban de manera continuada, es decir, primero jugaba la categoría menor y luego la mayor. Los partidos se dividían en cuatro en condición de local y el resto en condición de visitante. Cómo psicólogo de las divisiones menores mi obligación era asistir a los partidos de local para ver en concreto si los trabajos realizados se estaban llevando a cabo, además de poder observar a los jugadores durante los partidos y evaluar qué 6 Se entenderá por adulto cercano aquel que lo acompaña a entrenar, ya sea padre, madre, algún familiar u otro adulto significativo para él que realice esta acción. 46 otros trabajos eran necesarios realizar con los jugadores que estimásemos conveniente. Durante los partidos también se observaron situaciones atingentes al tema de investigación, por lo que es preciso describir la rutina que en éstos se daba. Los días en que se jugaban los partidos, los jugadores de la categoría menor, que por lo mismo era la que jugaba primero, eran citados una hora y media antes de comienzo del partido. Por lo general todos los jugadores cumplían con esta exigencia, por lo que al cumplirse el plazo estipulado, los jugadores se reunían y entraban al camarín para escuchar la charla por parte del entrenador acerca de cómo se jugaría. Luego se vestían para realizar el trabajo pre competitivo (esto demora aproximadamente 45 minutos), saliendo a la cancha para realizar justamente este trabajo, el cual era llevado a cabo por el preparador físico correspondiente. Mientras los jugadores titulares hacían estos ejercicios, los suplentes jugaban al “tontito” entre ellos. Una vez terminada la entrada en calor vuelven al camarín para ponerse la camiseta del club además de mojarse el pelo y otras acciones -como vendarse para prevenir alguna lesión o guardar alguna cadena o pulsera que llevasen puesta-, para a continuación dirigirse a la cancha a disputar el partido. Una vez en éste, los jugadores suplentes permanecían sentados en la banca junto al entrenador, preparador físico, paramédico y el utilero. Mi compañero de labores o yo nos situábamos a un lado de la banca, parados. Durante el primer tiempo los suplentes no realizaban trabajos de pre competencia hasta que se cumplían treinta minutos de iniciado el partido. Al entretiempo, los jugadores y el cuerpo técnico se iban a los camarines a hablar acerca del partido. Luego de quince minutos volvían y mientras los jugadores en cancha jugaban el segundo tiempo, los suplentes calentaban hasta que les tocase entrar o bien hasta que se agotasen las posibilidades de cambio. Una vez terminado el partido los jugadores se reunían cerca de la banca y realizaban el trabajo de elongación al mando del preparador físico, para luego ducharse, cambiarse e irse para sus casas, la mayoría junto a sus padres u otro familiar. Los demás se devolvían en microbús. La categoría mayor por su parte, arribaba al comienzo del primer partido y empezaban su rutina al término del primer tiempo de éste, realizando la misma que anteriormente se describió. La mayor cantidad de las veces que se realizaron partidos de local los sábados por la mañana, se jugaron los cuatro a la vez, esto quiere decir que, mientras sucede todo lo recién mencionado en una cancha, en la cancha paralela sucedía lo mismo con otras categorías del club por lo que, tanto mi compañero como yo veíamos cuatro partidos en 47 una sola jornada de sábado por la mañana, ya que presenciábamos los dos que se realizaban en la cancha principal y los dos que sucedían en simultáneo en la cancha paralela. Cómo último dato también vale mencionar que, algunas veces en la cancha paralela no se llevaron a cabo partidos de categorías masculinas sino femeninas, las cuales contaban, al momento de la investigación, con solo dos categorías; la sub 17 y la adulta. Según lo descrito, tanto la rutina de la tarde como la matutina se pueden dividir en las mismas cuatro partes. En base a esta división es que he decidido organizar mis datos: la primera parte recibirá el nombre de arribo y abarcará el momento desde que llegaban los jugadores hasta que se juntaban alrededor del entrenador de su categoría para recibir instrucciones. El segundo momento del entrenamiento será el precalentamiento y precisamente contemplará el calentamiento previo al entrenamiento, lugar donde se generaron bastantes diálogos importantes para este trabajo. La tercera parte en la cual dividiré el entrenamiento recibirá el nombre justamente de entrenamiento y estará delimitado solamente a la parte del entrenamiento que he llamado técnico-táctico. Por último la cuarta parte abarcará la elongación y la despedida de los profesores bajo el título término. La quinta parte corresponderá a la última rutina descrita, el partido, que si bien no era parte del entrenamiento en sí, también era periódica dentro de la rutina del fútbol formativo del club. Descripción de Situaciones Observadas El arribo, como ya se detalló, se entenderá como el momento desde que los jugadores llegaban al complejo deportivo hasta que el preparador físico les daba las instrucciones del precalentamiento, pasando por el período donde se cambiaban de ropa y también cuando caminaban en dirección a la cancha donde entrenarían. Un momento que tiene lugar durante esta parte del entrenamiento es cuando los chicos se cambiaban en el camarín, lugar que era libre de cualquier adulto, incluyéndome, lo cual limitó la cantidad de situaciones observadas durante esta parte del entrenamiento. Un hecho sucedido en el arribo tuvo lugar durante un entrenamiento matutino, en donde un jugador llegó sin la indumentaria para entrenar, ya que tenía una lesión y por lo tanto no podía realizar ningún ejercicio. Luego de acercarse al entrenador de su categoría y explicarle la situación, se quedó conversando con el paramédico y conmigo, contándonos los pormenores de su lesión. 48 Antes de seguir, se debe tener presente que este paramédico trabajó durante el período que duró la investigación mayoritariamente por las mañanas, y su manera de relacionarse con los jugadores era muy cercana, en parte por el largo período que llevaba trabajando en el club y en parte también por la amistad que había establecido con muchos de los jugadores de las divisiones menores (un antecedente que ayudó a que esto sucediese fue la poca diferencia de edad –tenía 27 años durante la investigación- que existe entre él y los jugadores más grandes). Es por esta última razón que este paramédico estableció una comunicación más coloquial además de entablar relaciones más horizontales con los jugadores, sobre todo, los que más grandes (sub 17 y sub 19). Continuando con la explicación, en cuanto al jugador lesionado éste nos empezó a explicar al paramédico y a mí de qué se trataba su lesión, cuando se acercó Cristian para preguntarle al jugador qué le había pasado y por qué no estaba entrenando. El jugador responde “la espalda profe” apoyando su mano izquierda en la espalda para mostrarle donde exactamente se encontraba la molestia. Cuando terminó de decir esto, el paramédico miró a Cristian, levantó las cejas y dijo “yo le dije que no se agarrara a las culombianas y parece que se agarró a un colombiano, jajajajaja” continuado inmediatamente de un aplauso y carcajadas. El comentario del paramédico hace referencia a alguna relación sexual realizada por parte del jugador con un hombre colombiano, quien le habría causado una lesión. En esta frase podemos entender, primero, que al hacer un juego de palabra entre culo y colombiana, se concibe que las mujeres de esta nacionalidad tienen todas el trasero grande. Segundo, se naturaliza la heterosexualidad al mencionar que se le aconsejó al jugador no meterse con mujeres colombianas pero no se hizo lo mismo con hombres, a lo cual se le atribuye una característica negativa y dañina para el jugador, ya que sería este tipo de relación homosexual la que le habría provocado la lesión en su espalda. La reacción de Cristian fue reírse, mientras el jugador, también riéndose negaba la afirmación del paramédico. Mi reacción en tanto fue escribir esta situación en mi cuaderno mientras Cristian luego le preguntó qué le había ocurrido realmente y el jugador le explicó la verdadera razón de su lesión. Pasando al precalentamiento, vale precisar que durante éste y todos los restantes momentos del entrenamiento, las autoridades deportivas estuvieron presentes y muchas veces fueron los personajes principales dentro de las acciones relatadas ya que desde el comienzo del entrenamiento hasta el término de éste siempre estuvo el entrenador o el 49 preparador físico a cargo de ellos. Ahora bien, en esta etapa de la rutina los jugadores quedaban a cargo del preparador físico correspondiente, y realizaban distintos trabajos físicos durante aproximadamente veinte minutos con el fin de prevenir lesiones durante el entrenamiento técnico-táctico. Como ya se mencionó, la relación entre los jugadores y preparadores físicos era cercana y muchas veces entablaban conversaciones que excedían al ámbito deportivo. Además, si bien el precalentamiento se realizaba bajo el mando de una autoridad, el ambiente era más distendido que cuando entrenaban bajo las órdenes del entrenador, donde se requería más concentración y había menos situaciones que facilitasen el diálogo entre compañeros. Por último cabe mencionar que el precalentamiento, al ser el momento en el cual empezaba el entrenamiento, era el instante donde algunos jugadores se veían por primera vez, lo que provocaba el desarrollo de conversaciones cotidianas entre éstos. Ahondando en los acontecimientos observados durante el precalentamiento llama la atención la repetida presencia de la mujer o bien de características asociadas a lo femenino en las bromas, comentarios y hasta en los reproches durante el precalentamiento. Por ejemplo al terminar el trabajo físico previo al entrenamiento técnicotáctico, un jugador de la sub 19 se enfrascó en una discusión con Roberto, debido a que según el jugador, éste último lo trató de manera poco amistosa al pedirle que fuera a buscar unos petos que ocuparían durante el entrenamiento. El jugador le pidió que trate a los jugadores con más respeto ya que constantemente se relacionaba con ellos con garabatos y de manera déspota. El diálogo fue el siguiente: J19: No me trate así, yo no le he faltado el respeto a usted, hablemos con respeto. R: No me vengai na’ con hueás… no hueón te creí niñita y por eso no te pueden decir nada. J19: No, nada que ver. Yo a usted lo estoy tratando con respeto y le estoy pidiendo que me trate igual, pero me responde igual o peor que antes. (El jugador se retira de la escena, yendo a entrenar) R: Anda a lavarte las hueás no más. Chao, chao. (Sigue balbuceando algunos garabatos que no logré descifrar). 50 Por lo que se puede apreciar, Roberto no concibe este reclamo del jugador como posible, respondiendo violentamente al pedido de éste. Además utiliza la comparación con una mujer para desacreditar el pedido que le hicieron. Roberto trabajaba en el horario de la mañana y lleva más de veinte años en el club. Este personaje, debido a su manera autoritaria de hablar con los jugadores, e incluso a veces con otros entrenadores, lo convirtió en un activo protagonista de las siguientes páginas, al realizar bastantes afirmaciones machistas y misóginas, afirmaciones que fueron apoyadas más de una vez por diferentes protagonistas de las divisiones menores del club. Ahora bien, por la tarde sucedieron eventos dignos de ser mencionados. Uno de estos ocurrió cuando todas las categorías empezaron a realizar el precalentamiento y una vez terminado, los chicos se hidrataron para enfrentar el resto del entrenamiento. Luego de la hidratación, una de las categorías más pequeñas (sub 12) debía responsabilizarse de ir en busca de petos para poder diferenciar a los equipos que se compondrían para el entrenamiento del día. Durante esta tarea los chicos se demoraron más de lo deseado por su técnico, quien se los hizo notar diciéndoles desde lejos: “¿Por qué se demoran tanto? ¿Acaso se están poniendo la falda?” a lo que los jugadores aludidos reaccionaron apurándose y yendo a entrenar mientras iban contestándole a su entrenador que ellos no se estaban poniendo la falda y que no fuera tan pesado, lo cual fue acompañado por risas por parte tanto del entrenador como de los jugadores. Esta comparación es realizada con el fin de establecer la relación entre características o comportamientos atribuidos a la mujer y el mal rendimiento y/o la mala ejecución de ciertas actividades durante el entrenamiento. Vale mencionar también una situación que ocurrió casi al final de un partido de la sub 16, el cual estaba empatado; un jugador mete un gol y lo va a celebrar con su polola, la cual se encontraba a un costado de la cancha. Lo anecdótico de esta situación es que, al haber hecho el gol en un momento tan tardío del partido, todos los jugadores del equipo fueron detrás de él para celebrar el gol que les dio el triunfo, situación que terminó con una gran cantidad de jugadores abalanzados sobre el autor del gol, quien a su vez estaba abrazando a su polola, por lo que ambos cayeron al suelo derribados por los felices futbolistas. Esta situación en sí, no adquiere relevancia sino hasta el momento en el cual se convierte en tema de conversación entre Juan y un paramédico del club, conversación que tomó forma durante el precalentamiento. Es así que Juan, quien era entrenador de la categoría, le comenta al paramédico “viste como todos los cabros le corrieron mano a la 51 polola del Pepe (…) tiene que morir piola el hueón, si al final lo que pasa en la cancha queda en la cancha, jajajaja”. En esta aseveración Juan utilizó una frase muy común en los partidos de fútbol para legitimar, a partir de los límites de la cancha, una situación que en otro lugar sería ilegítimo o mal visto como lo es el que los demás jugadores corran mano a la polola del autor del gol. En la situación anterior sucede una objetivización de la mujer, entendiéndose a ésta como un cuerpo que, al estar en la cancha, es legítimo tocarlo aun cuando no se sabe si ella quiere ser tocada por todos estos jugadores, lo cual de todas maneras no importa ya que al estar dentro del rectángulo de juego, no tiene derecho a quejarse. Antes de pasar al siguiente espacio temporal de la rutina de entrenamiento, quisiera referirme a un término que escuché innumerables veces; la palabra recio. Durante los entrenamientos de la mañana, Cristian al instruirles a sus dirigidos la rutina de calentamiento o bien cuando realizaban trabajo físico durante éste, ocupaba esta palabra para reflejar lo que se esperaba de ellos. Este término lo utilizaba cuando quedaba poco tiempo para terminar algún ejercicio (y por ende los jugadores ya estaban cansados) o bien cuando Cristian no quedaba conforme con la intensidad con la que algún jugador estaba entrenando. La palabra era utilizada en momentos en los cuales se carecía de dureza o tenacidad y por lo tanto, exclamaba la palabra para así recordarles a los jugadores que no podían permitirse dejar de ser recios, por lo menos cuando estaban entrenando. Esta palabra no solo era utilizada por Cristian sino también por Baltazar, quien recurría a ella buscando el mismo resultado; aumentar la intensidad y la agresividad7 de los jugadores. El uso de esta palabra me interesa ya que demuestra una característica necesaria para emplearse de manera eficaz por parte de los jugadores, y que a su vez conlleva un significado de rudeza, de fuerza física que debían no solamente tener, sino también aparentar. Un ejemplo del uso de esta palabra ocurrió durante el precalentamiento anterior al entrenamiento matutino. Al ser los ejercicios particularmente exigentes ese día, muchos de los jugadores se encontraban notoriamente exhaustos durante la realización de estos. Esta situación fue reconocida por parte de Cristian, quien, con el fin de aumentar el rendimiento de los jugadores durante la última etapa del precalentamiento, les gritó en forma enérgica: ¡Vamos chicos, recios, los quiero recios! Esta acción provocó la activación de algunos jugadores, aumentando su rendimiento, y 7 Cuando menciono que Baltazar busca agresividad, esta tiene que ser entendida como una agresividad necesaria para no dejarse pasar a llevar dentro del desarrollo de un partido o entrenamiento de fútbol. En ningún caso es una agresividad que busca dañar al receptor de ésta. 52 por lo tanto, logrando así el propósito por el cual había realizado esta exclamación. Antes de proseguir con el relato de los hechos ocurridos creo necesario caracterizar a Cristian, quien ya ha sido nombrado varias veces. Cristian, como ya se mencionó, era el preparador físico de las categorías sub 17 y sub 19 y trabajaba durante el horario matutino. Al ocupar este cargo debía hablar la mayor parte del tiempo bastante alto para que todos los jugadores lo escuchasen. Su voz es grave y solía hacer llamados de atención personales (como el recién descrito) al mismo volumen del que utilizaba cuando daba órdenes a todos los jugadores. Cristian llevaba más de cuatro años trabajando en el club, a la fecha de la realización de esta investigación, y solía dialogar mucho con los jugadores con quienes trabajaba. El entrenamiento técnico-táctico era la parte más importante de la rutina, ya que en éste se realizaban diversos ejercicios que buscaban mejorar el rendimiento de los equipos en cada uno de los aspectos del fútbol. Principalmente se trabajaban aspectos del juego como la posición que ocupan los jugadores durante el partido, los movimientos en los tiros libres a favor y en contra, etc. Estos entrenamientos la mayoría de las veces se realizaban haciendo recreaciones de momentos del partido que el entrenador de la categoría estimaba conveniente trabajar. La mayoría de las veces se hacían pequeños juegos entre los jugadores pertenecientes a la misma categoría o bien enfrentándose una categoría contra otra. Durante esta parte del entrenamiento, los acontecimientos que llamaron mi atención fueron significativamente mayores en cantidad que los que mencioné durante los primeros dos apartados de la rutina diaria. No deja de ser llamativa esta situación, tomando en cuenta que durante el entrenamiento técnico-táctico era cuando menos tiempo muerto tenían los jugadores, ya que la mayor parte de éste estaban, o bien recibiendo instrucciones, o llevando éstas a la práctica. Al ser mucho mayor el número de notas de campo que pude tomar durante este segmento del entrenamiento, he decidido ordenarlas por el contenido que éstas presentan; primero relataré aquellas que hacen referencia a la mala influencia que se entiende tienen las mujeres (específicamente sus parejas) y a su vez la relación directa y denigratoria que se realizaban entre quienes demostraban falta de características esperadas de un jugador de fútbol y las mujeres, para luego ahondar en actos de discriminación y rechazo antes conductas que se asumían como homosexuales. Un hecho que tiene como contenido la presunción de que las parejas femeninas de los jugadores (siempre mencionaban a la polola y no al pololo) influían negativamente en su 53 rendimiento, ocurrió durante un entrenamiento por la mañana cuando Roberto, quien estaba observando los ejercicios que estaban realizando los jugadores, vio que uno de ellos se equivocó en la realización de una jugada, a lo cual comentó a nadie en particular y en voz alta: “Este cabro era bueno… lo que le pasó es que la concha los vuelve locos a estos hueones, piensan que se va a acabar”. Si bien este comentario no fue escuchado por el jugador debido a la distancia que los separaba, si escuchamos mi compañero y yo, además de Santiago, quien se rió de forma bastante expresiva y luego felicitó a Roberto. Nosotros en tanto, mantuvimos silencio. Con otras palabras, Roberto quiso expresar que ese jugador en particular estaba muy pendiente de tener relaciones sexuales (heterosexuales, ya que la concha se entenderá como sinónimo de vagina) lo cual le provocaba casi directamente el declive de su rendimiento deportivo. En otro aspecto, si bien no se les hizo referencia de forma directa, muchas veces los entrenadores atribuyeron características supuestamente femeninas para increpar a los jugadores. Es decir, si al jugador le decían que se estaba poniendo la falda o utilizaban colores relacionados popularmente con el género femenino (como el rosado), o bien que estaba jugando con muñecas, se les quiere decir implícitamente que la forma en la cual estaban actuando no era permitida ya que las mujeres no son permitidas, por lo que los jugadores que presentaban características femeninas no serían aceptados al ser el contexto completamente masculino. Proseguiré con algunos ejemplos. Durante un entrenamiento matutino, Roberto, luego de realizar todos los trabajos que debía, se sentó en una silla a un costado de la cancha y, como todos los días, observó el entrenamiento de las dos categorías que entrenaban en ese horario. Durante este ejercicio Roberto presenció cómo un jugador se quejaba bastante con otro compañero, ya que entendía que éste le estaba pegando de manera reiterada e intencional. Si bien este pequeño conflicto no pasó a mayores entre los jugadores, a Roberto no le gustaron los reclamos, y lo hizo notar gritándole: “Anda hueón… ¿qué andai reclamando? Si no te gusta anda a jugar a las muñecas…” provocando la mirada con ceño fruncido del receptor del mensaje, quien lo quedó mirando un par de segundos de esta manera, sin decir nada. El resto de los compañeros no reaccionó al comentario. Lo mismo sucedió en otra oportunidad, cuando un jugador se enfrascó en una discusión con otro compañero ya que este último le pegó reiteradas patadas. Al generarse esta discusión Baltazar grita: “¿Qué pasa ahí? ¿Por qué discuten tanto?” Sin recibir respuesta pero a su vez terminando con la discusión entre los jugadores. Luego preguntó lo mismo pero más cerca y solamente al 54 jugador que recibió las patadas, quien le explicó que le habían pegado y no le gustaba que le pegaran. Luego de escuchar esto Baltazar le contestó: “Tení que comerte las patadas calladito, o si no mejor anda a jugar a las Barbie…” El jugador mostró una mueca de molestia pero no le respondió y el entrenamiento prosiguió. Al mandarlo a jugar con Barbies –o lo que es lo mismo, a las muñecas- Roberto y Baltazar compararon el fútbol con una actividad comúnmente relacionadas con niñas, dando a entender que el fútbol es un juego masculino. El hecho de no ser capaz de recibir una agresión sin quejarse priva a estos jugadores de jugar fútbol, señalándoles la opción de jugar a algo más acorde a sus características, como lo son las muñecas. Es preciso mencionar que quien recibe el nombre de Baltazar es un ex futbolista profesional que dirigía, al momento de la investigación, la categoría sub 19, a la cual entrenaba durante la mañana. Este sujeto se caracterizaba por tener una voz y una personalidad muy fuertes, por lo que no pasaba desapercibido, sino al contrario, era posible escuchar sus instrucciones desde bastante distancia. Además de estas razones se debe agregar su gran estatura (mide alrededor de 1,90m) con la cual lograba imponerse ante sus jugadores y colegas. Otra característica que tenía este personaje era su manera de actuar dentro del contexto de entrenamiento; dialogando con la mayoría de la gente que trabajaba con él o cerca de él y hablando con muchas bromas y comentarios irónicos, tanto en entrenamiento como fuera de éste. Continuando en situaciones presenciadas durante el entrenamiento técnico-táctico, pude seguir observando como ciertas características o comportamientos que se alejan de lo esperado llamaban la atención de diversos actores del contexto, quienes lo demostraban de variadas maneras. El siguiente suceso ocurrió durante un entrenamiento por la tarde, cuando los jugadores de una de las categorías más pequeñas (sub 11) habían terminado de hacer un ejercicio de entrenamiento y por lo tanto su entrenador les indicó que podían ir a hidratarse para seguir entrenando. Durante este pequeño intermedio los jugadores, a criterio del entrenador, se demoran más de lo debido, por lo que éste les hizo notar la falta gritándoles con tono irónico: “Que se demoran chiquillas ¿ah?... Parece como si se estuvieran maquillando allá”. Los jugadores rieron y se apuraron para volver a entrenar bajo las instrucciones de su entrenador. La comparación no deja de ser llamativa ya que las distancias entre una actividad y otra son grandes. No es que el entrenador en cuestión entendiera que los jugadores efectivamente se estuviesen demorando porque se estaban maquillando. Lo que él entendía era que sus jugadores –hombres-, no podían demorarse 55 al hidratarse ya que esto lo debían hacer a una cierta velocidad. Al no cumplirse esta condición, él le otorgó cualidades “femeninas” a sus jugadores, ya que el demorarse más de lo debido lo asoció a un comportamiento “femenino”, lo cual fue motivo suficiente para burlarse de los jugadores. Otra forma de hacer notar cuáles fueron las características o comportamientos no deseados dentro del contexto de entrenamiento fue la atribución de éstas de tener un carácter homosexual. Esto quiere decir que hubo ciertas situaciones que provocaron en entrenadores o en los mismos jugadores bromas y/o comentarios que demostraban que éstas no se pasarían por alto sino que serían denunciadas y puestas en evidencia ante el resto de los personajes como algo no cotidiano y por lo tanto objeto de burla y/o señalamiento. La siguiente situación es protagonizada por Juan quien ya ha aparecido en esta investigación, por lo que es importante ahondar un poco más en él antes de seguir narrando lo ocurrido. Juan dirigía, al momento de la realización de la presente investigación, a la categoría más grande que entrenaba por la tarde (sub 16) y fue futbolista profesional con relativo éxito (jugó en varios equipos extranjeros). Su estilo para relacionarse con los jugadores era diametralmente opuesto dependiendo si ocurría durante un partido o entrenamiento, o bien fuera de éstos. Cuando no estaba dirigiendo o entrenando realizaba una gran cantidad de bromas con la gente que conocía, dando la impresión de ser bastante amigable y acogedor. Cuando estaba trabajando en tanto, dejaba las risas de lado y solía ofuscarse mucho con sus jugadores cuando estos no realizaban lo que él les ordenaba, insultándolos y realizando comentarios muy interesantes para analizar, debido al contenido machista en algunos de ellos. Por lo tanto, era muy distinta la manera en que realizaba ciertos gestos, muecas o comentarios dependiendo de si estaba dirigiendo o no. Volviendo a lo sucedido, esto tomó parte durante el transcurso de un entrenamiento por la tarde cuando a Juan le molestó la intensidad con la que entrenaban sus jugadores y se los hacía notar con recurrentes gritos que tenían como fin llamarles la atención. Los gritos eran diversos, y más que nada se repartían entre los “dale”, “más rápido” y “con más intención”. Al observar que no obtenía la respuesta que él esperaba por parte de sus dirigidos, Juan comenzó a insultarlos combinando las frases mencionadas anteriormente con algunos garabatos que si bien no se los decía a nadie en particular, siempre eran pronunciados fuerte. Dentro de estos insultos, Juan le grita a un jugador: “¡Da lo pases más fuerte, no como si fueras amariconado!” lo cual no obtuvo respuestas de los 56 jugadores que ya estaban bastante concentrados en no seguir enojando a su entrenador. Al hacer este enunciado Juan implicó que un homosexual no es un sujeto capaz de pegarle a la pelota fuerte, es decir, el homosexual es débil y por lo tanto no puede jugar fútbol, por lo menos no en su equipo. En cuanto a la exclusión, no solo fueron las mujeres y los homosexuales quienes parecían generar ciertos resquemores, prejuicio u otras razones que los hacían merecedores de exclusión en el contexto deportivo. En esta línea se encuentra un hecho donde la nacionalidad pasó a ser el argumento denigrante utilizado para dar a entender la molestia que causaron algunas situaciones. Esto se observó durante un entrenamiento matutino cuando una de las categorías que entrenaba en este horario estaba haciendo trabajos defensivos, ejercicios con los cuales Baltazar no estaba satisfecho con el rendimiento de sus jugadores, ya que a continuación de un error en la ejecución de un ejercicio, se llevó la mano izquierda a los ojos a la vez que agachó la cabeza en signo de reprobación, gesto que acompañó con una comparación que ilustraba su enojo con la situación. La frase fue la siguiente: “¡Despéjala, afuera, afuera peruano…! ¡Peruano, parecen peruanos con tanto amague que hacen!”. Al hacer esta afirmación, Baltazar comparó negativamente el estilo de juego de los jugadores peruanos con el que estaban llevando a cabo los jugadores que él dirigía. Por tanto, el jugador peruano es construido como un jugador de nivel inferior y, por lo tanto, al hacer la comparación, Baltazar está expresando a sus jugadores que estaban jugando mal ya que lo estaban haciendo como peruanos. En cuanto al término, esta parte del entrenamiento era bastante breve ya que solamente estaba compuesto por el momento en el cual los jugadores estiraban los músculos una vez terminado el entrenamiento técnico-táctico, lo cual se prolongaba alrededor de cinco minutos, además de cuando éstos se despedían de los entrenadores para luego irse a los camarines y cambiarse de ropa, lugar al cual no pude tener acceso ya que no encontré pertinente entrar a un espacio donde solo los jugadores tenían acceso. La siguiente situación ocurrió luego de un entrenamiento matutino, a partir de un diálogo que establecí con un paramédico con el fin de saber cómo había estado la charla de la categoría sub 19 el día anterior, teniendo en cuenta que en el partido de ese fin de semana tuvo un desarrollo poco favorable para el equipo (iban ganando 2-0 y terminaron perdiendo 4-2). El diálogo fue el siguiente: 57 Investigador: ¿Cómo estuvo la charla de ayer? Después de haber perdido un partido increíble, ¿Estuvo cargado el café8? Paramédico: Así (pone las manos apuntando hacia arriba, paralelas y puestas a una distancia aproximada al ancho de su espalda, haciendo clara referencia al tamaño de un pene) ¡así de grande!... se la pasó por la arena un rato (continuaba haciendo gestos con las manos, tratando de recrear lo que estaba diciendo) y sin siquiera un escupito jajajajaja. El paramédico hizo una metáfora entendiendo que el reto del entrenador de la sub 19 ese día específico podía compararse con la penetración anal por parte de éste a todos los jugadores de su serie, haciendo una descripción bastante detallada del hecho con el fin de que yo pudiera interpretar que no solamente los retaron, sino que este reto fue bastante duro ya que el paramédico no solamente hizo referencia a la penetración anal, sino también a la violencia con la cual esta acción fue cometida. Por último, los partidos observados fueron aquellos jugados de local y en su mayoría los días sábados. Además, éstos se llevaron a cabo en canchas paralelas las cuales eran ocupadas por categorías distintas pertenecientes al mismo club, en donde se jugaban dos partidos en cada una. Tema aparte merece la presencia de los equipos femeninos del club durante los partidos. Ésta fue ocasional y no ocurrió más de cuatro veces, sin embargo, cada vez que se jugaban en canchas paralelas partidos de hombres por un lado y de mujeres por otro, varias eran las escenas que merecen ser detalladas; risas y comentarios de jugadores y cuerpo técnico fueron, entre otras, las reacciones ante la presencia de mujeres en un espacio que, como ya se ha destacado, era habitado casi en su totalidad por hombres. Esto quedó demostrado en un caso ocurrido un sábado en el cual jugaban al mismo tiempo y en canchas contiguas, tanto las categorías masculinas como las femeninas. El entrenador de estas últimas, al ver que una de sus jugadoras se dirigía hacia el área rival con la pelota dominada y sin marca cerca de ella, le gritó: “¡dale, dale, metete hasta la cocina!” (Frase que busca transmitir la idea que la jugadora llegue cerca del arco antes de patear a este mismo). Al escuchar esto el utilero saltó desde la banca del equipo 8 La metáfora “el café está cargado” quiere dar cuenta de una situación en la cual una persona reprocha fuertemente a otra(s), en la mayoría de los casos desde una posición jerárquica. 58 masculino que en ese momento estaba jugando y se dirigió a ellos y a todos los que estaban cerca suyo diciendo entre risas: “es que están acostumbradas, jajaja.” Al hacer esto miraba a su alrededor para buscar la aprobación y risas de quienes lo rodeaban, las cuales encontró en la mayoría desde el banco del equipo masculino. Las mujeres que estaban presentes en la banca del equipo femenino, se dividieron entre quienes se dieron cuenta de la situación y no dijeron nada y otras que simplemente no notaron lo sucedido. Esta anécdota es la que más crudamente presenta lo burlesco y machista que podían llegar a ser algunas acciones cuando hombres pertenecientes a la rama de fútbol masculino del club se referían a mujeres jugando este mismo deporte, mirándolas en menos y burlándose de ellas. Durante un partido de las categorías más pequeñas, si bien no eran mujeres las que estaban jugando en la cancha paralela, si lo eran la árbitro central y la guarda líneas, algo que como ya he mencionado anteriormente era usual en partidos de estas categorías. No por esto el hecho pasó desapercibido para el entrenador de la categoría sub 12, quien, ante un cobro con el cual no estaba de acuerdo, le reclamó minimizando su capacidad de cumplir con las exigencias de un árbitro debido a su género. La frase exacta fue “¡No, no! No, no sabe nada… mejor que se vaya a la cocina porque acá está puro hueveando” ante lo cual un jugador que se encontraba en la banca se rió a carcajadas. El resto se dividió entre quienes sonrieron y quienes no reaccionaron al hecho. Esta situación conjuntamente con la anterior posicionan a la mujer en un espacio totalmente diferente y opuesto al fútbol, en este caso la cocina. Por lo tanto, al no estar en “su” espacio de se transforman en objeto de burla o de crítica, las cuales fueron realizadas por los habitantes masculinos de este espacio también masculino. Cambiando de sujeto de referencia, una situación que sucedió durante el entretiempo de un partido tuvo como protagonista a Baltazar, quien al observar como corría el arquero rival hacia el arco que le correspondía -intercalando zancadas con saltos a una baja velocidad-, le comenta a Cristian: “El trote amariconao que tiene ese, mira” comentario que no tuvo respuesta por parte de su receptor. Esta anécdota deja entrever como ciertas características que se asumen femeninas, fueron identificadas y permitieron la burla hacia quienes las realizaban, dejando formas aceptables y otras no aceptables de correr para los futbolistas, según este personaje. Otra situación en donde se hizo mofa de las supuestas características femeninas de un jugador fue durante un partido en el cual un rival tenía el pelo largo. Los jugadores de la 59 banca, cada vez que pasaba frente a ellos, se burlaban haciendo sonidos agudos y gritándole “gay”, además de insultos que son utilizados para hacer referencia despectiva a la homosexualidad como “maricón” y “hueco” entre otros. Estos improperios y mofas hacia el jugador rival se incrementaron con el paso del tiempo, debido en parte al marcador adverso que enfrentaba el club al cual investigué, lo cual no provocó ninguna reacción por parte de ninguno de los presentes, aun cuando fue bastante alto el volumen en el cual los chicos realizaban estas burlas. El pelo largo, por lo tanto, pasó a ser una nueva característica en la lista de cualidades no masculinas observadas en la investigación, de lo cual se desprende que habían ciertas características que debían estar presentes en un hombre para que así no se tuviera duda de que era tal, siendo una de ellas el pelo corto. Por otro lado, durante un partido, el doctor del club estaba sentado en la banca junto al resto del cuerpo técnico y no le gustó que los jugadores del equipo rival hicieran faltas y los jugadores de su equipo no reaccionaran, sobre todo porque iban perdiendo. Esto lo comentó en voz alta y sin ningún receptor particular diciendo: “Somos muy mamones hueón… No estamos siendo recios. Ellos nos pegan y nosotros no hacemos nada… es como si les gustara que les pegaran”. Baltazar lo miró y asintió con la cabeza. Fue el único que le respondió algo. Es ésta palabra significada como una característica de la resistencia al dolor, además de la capacidad de provocar daño, la que entendían, en este caso el doctor y Baltazar, necesaria para jugar, ya que sin ella los jugadores pasaban a ser mamones, lo cual significa lo opuesto a recio, es decir débiles. Por último, durante un partido sucedió una situación distinta a las demás, debido a que las burlas ocurrieron debido a una discriminación por la apariencia física. El protagonista de ésta fue el guarda líneas que corría frente a la banca donde me encontraba. Él era blanco de bromas y mofas por parte de Santiago debido a la manera en la cual corría, además de la forma en la que le apretaban los pantalones y la polera. El paramédico se refería al guarda líneas como “mariposón” por los saltos que daba al correr. Los sobrenombres “chancho” “embutido” “rechoncho” y “guatón” tenían como objetivo burlarse del sobrepeso que aparentaba tener el guarda líneas, además de la manera en la cual corría. El paramédico hacía estos comentarios con nosotros y con los demás miembros de la banca, algunos reían a carcajadas cuando realizaba un chiste nuevo, otros nos quedamos sin reaccionar a los comentarios. 60 SEGUNDO TIEMPO: ANALISIS A partir de las notas de campo, los resultados pueden ser divididos en tres grandes conceptos que configuran la performatividad de la masculinidad dentro del contexto de las categorías menores de un equipo de fútbol, las cuales describiré minuciosamente una por una con el fin de detallar cómo se llevan a cabo estas performances y bajo qué acciones se sustentan. Los conceptos resultantes se basan en la construcción de distintos sujetos que a lo largo de la investigación surgieron como los principales protagonistas dentro de este mundo social, los cuales son: el hombre, el hombre homosexual y la mujer, siendo la construcción de cada uno de estos sujetos una categoría de análisis diferente. Por último, para densificar los resultados me apoyaré en las entrevistas realizadas, asumiendo la importancia de las respuestas que los distintos actores entrevistados tienen sobre estas líneas de análisis. La construcción de la masculinidad hegemónica local se realiza a partir preponderantemente de la relación y diferenciación de ésta con la construcción a su vez del sujeto homosexual y de la mujer. De esta manera comenzaré detallando como se constituye el personaje del hombre homosexual, luego la mujer y finalmente el hombre, quien a partir de su relación con la mujer y el homosexual forma esta construcción normativa del hombre en este contexto específico. Construcción del Homosexual A partir de los datos conseguidos, se puede identificar como la masculinidad hegemónica local adquiere forma a partir de la exclusión y señalamiento del sujeto homosexual como personaje abyecto o simplemente el otro con quien se compara para así poder diferenciarse. Como nos menciona Butler (2007), el hecho de naturalizar la heterosexualidad le da unidad interna al género, por lo que es una característica que lo reglamenta como forma de diferenciación entre lo femenino y lo masculino. Cualquier sujeto que no adscriba a esta “regla” es sindicado y caracterizado como el “otro” o “abyecto”, siendo el homosexual el principal actor que adquiere este calificativo, al no cumplir con el causal sexo, género y deseo naturalizado por la heternorma (Butler, 2007). Esta forma de “vigilar el género” al denigrar al homosexual adquiere protagonismo a su vez, al cumplir un papel preponderante para construir no solo la masculinidad hegemónica local sino también la hegemonía interna dentro de los propios jugadores del club, la cual como nos menciona Demetriou (2001), es aquella ascendencia que adquiere un grupo de hombres frente al resto de los hombres. Un testimonio bastante explícito sobre cómo recibirían a un jugador homosexual dentro del equipo, demuestra de qué forma se ponen en prácticas los anteriores supuestos teóricos: 61 “...sí pasa mucho que la mayoría son homofóbicos te diría, o sea ven alguna persona que es gay o tiene ciertas características que uno cree que puede ser, yo creo que le hacen bullying total, o sea habla muy mal de ellos, hablan mucho de mujeres, de salir con ellas y estar con esta otra y tener muchas mujeres, como que es muy llamativo pa ellos porque los hace como ser más hombre y verse mejor dentro del equipo…” (Entrevistado C). En la cita anterior se puede interpretar cómo la homofobia es complementada por la continua necesidad de buscar actividad sexual con las mujeres (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013). La relación de los jugadores con las mujeres a través de esta búsqueda será ahondada cuando se revise la construcción de la masculinidad hegemónica local dentro de este contexto, aunque al ser el hombre homosexual un actor totalmente ajeno a este comportamiento, complementa su descripción a la construcción de la masculinidad aspirada, ya que al separarse de estos gustos, renuncia a la heterosexualidad y por lo tanto a la masculinidad hegemónica local. Esta exclusión se complementa con la incomodidad que el homosexual provoca dentro de un espacio totalmente habitado por jugadores, en donde este sujeto es visto como una amenaza al estar presente ante futbolistas desnudos, como responde el entrevistado A en una de sus respuestas: “Para mí sería igual complicado, porque estas conviviendo con la persona que claro, le gusta la persona del mismo sexo y van en un camarín donde generalmente uno ya, no se po, claro te bañai, te bañai con él al lado… no es lo mismo estar en una cancha que en un camarín porque claro están ahí todos los compañeros” (Entrevistado A). Este mismo sujeto complementa estos dichos singularizando su sentimiento al respecto: “La relación como te digo del homosexual con el futbolista en un camarín… si tú me preguntai a mí, yo igual me sentiría incomodo, me sentiría incomodo, yo los respeto y todo, no tengo nada en contra de ellos, pero en el momento en que por ejemplo, ya si es un compañero fuera homosexual me costaría mucho decir “no, sabí que, ven al camarín” porque estai compartiendo con el todos los días” (Entrevistado A). 62 De esta forma se puede leer cómo los sujetos generan una forma de relacionarse a partir de una homosociabilidad en donde se mantiene el orden heterosexual a partir de la homofobia (Del Salto, 2011) a la cual, al parecer, todos adscriben, o por lo menos esa es la sensación que tienen ambos entrevistados, quienes han pertenecido durante mucho tiempo a planteles de equipos de las divisiones menores del club. A su vez, en la última respuesta se puede deducir como el camarín es un espacio donde los sujetos reafirman su masculinidad al denigrar lo homosexual (en Symons, 2007). El Entrevistado C complementa estos postulados mencionando que a un homosexual dentro del plantel que él habita “si le harían bullying, le faltarían el respecto en todo el equipo y no lo dejarían estar”. Este bullying o fastidio hacia el homosexual se genera, según él: “Por ser diferente, por tener distintas maneras de comportarse, por ser no igual a los demás, por no tener los mismos gustos de hablar de mujeres, de salir, de "oh que tengo polola, de que no tengo polola" quizás... quizás decirlo, tener un compañero que asuma que es gay dentro del equipo ahí puede ser peor porque ahí puede ser rechazado por muchos porque hay muchas personas de nuestra edad que no saben que estudiar ni nada pero si tienen claro que no les gusta el tema y que los van a molestar por siempre.” (Entrevistado C). Según la respuesta anterior se comprende al deporte como una actividad de gran importancia en cuanto a la configuración de la identidad de género (Martín y García, 2011), constituyéndose a partir de -entre otras cosas- el rechazo hacia la homosexualidad, ya que como menciona el jugador durante la entrevista, la homofobia está mucho más clara y latente que varias otras cosas. A su vez, las habilidades deportivas son otra arista mediante la cual se pone a prueba la posesión de la masculinidad deseada (Wellard, 2003; en Tivers, 2011), lo que permite denostar a quienes no sean tan competentes en los deportes (Bowley, 2013). Lo anterior se plasma a partir de una situación que tomó lugar en un entrenamiento, en donde el entrenador de una categoría, al querer expresar el mal rendimiento que estaban teniendo sus dirigidos, les recriminó de la siguiente manera: “¡Da lo pases más fuerte, no como si fueras amariconado!”. Se puede deducir de la cita anterior que la fuerza y el vigor son características propias de un hombre heterosexual que además juega al fútbol. Por lo tanto, el hombre homosexual falla en alcanzar esta virtud al estar asociado con características femeninas, lo cual lo posiciona como ejemplo cuando un futbolista no 63 juega de la forma en la que un hombre lo haría. Connell (2003) realiza el mismo ejercicio que el entrenador, caricaturizando al sujeto no masculino a partir de la comparación con las características otorgadas a la masculinidad hegemónica. Esta autora señala que este sujeto es “pacífico en lugar de violento, conciliador en lugar de dominante, casi incapaz de dar un puntapié a una pelota de fútbol, indiferente en la conquista sexual, y así sucesivamente” (p. 103-104). Los hombres son los principales jueces que clasifican y conceden la aceptación en el reino de la virilidad (Kimmel, 1997), ante lo cual siempre quien quiera acceder al beneplácito de sus pares futbolistas tiene que diferenciarse lo más posible de mujeres, niños u homosexuales (Téllez y Verdú, 2011). Si esto no sucede, aparecen comentarios como el realizado por un entrenador del club, al observar a un rival que para su criterio no corría como lo debería hacer un hombre. Ante esta situación comentó: “El trote amariconao que tiene ese, mira”. Lo anterior va a concordar con lo que Butler (2007) nos menciona sobre la performance de la masculinidad, la cual se realiza a partir de la teatralización de las características atribuidas al hombre. Al no ser así, estos sujetos son entendidos como abyectos al no pertenecer a lo construido como natural, lo que en palabras de la autora son definidos como “imposibilidades lógicas desde el interior del campo” (p. 73), al contradecir las categorías naturalizadas. Esto sucede en el momento cuando un jugador de fútbol realiza una performance no masculina al trotar de manera “amariconada” o poco masculina, siendo merecedor de la exclusión de la virilidad por parte de los demás hombres. A su vez, Gil (2002) nos menciona que el acto performativo también está constituido por prácticas discursivas, las cuales tienen bastantes repercusiones en las maneras de construir al sujeto masculino hegemónico dentro del contexto. Estas formas de performar lingüísticamente han sido acompañadas de una característica que va a ser exclusivamente de uso masculino; la violencia (Messner, 1990). La violencia es justificada por la posición de dominación que el hombre ocupa dentro de la sociedad, siendo éstos los únicos sujetos autorizados para ejercerla (Connel, 2003). La cita del párrafo anterior es un claro ejemplo de cómo se utiliza esta violencia para demostrar esta jerarquía que tiene la masculinidad hegemónica local frente a quienes son percibidos como homosexuales. Estas agresiones verbales no siempre están presentes al hacer referencia a esta condición sexual; la burla es también muy utilizada por parte de jugadores y entrenadores para demostrar que la homosexualidad no se toma en serio en este lugar, 64 siendo excluida ya no solamente a través de la violencia explícita para demostrar qué es lo que no se espera, sino también a partir del humor y muchas veces el deseo de dejar en ridículo a alguien para así demostrar a los demás que es lo aceptado y que no. Esto fue lo que sucedió durante un partido en el cual un rival tenía el pelo largo y los jugadores de la banca, cada vez que pasaba frente a ellos, se burlaban haciendo sonidos agudos y gritándole “gay”, además de insultos que son utilizados para hacer referencia despectiva a la homosexualidad. Esta situación se complementa con la respuesta del entrevistado C quien se refiere explícitamente a la relación entre burla y homosexualidad, como se puede ver a continuación: “Muy pocas veces nos pasa en la mente el tema de los homosexual, de tener un compañero gay y salvo una vez salió el tema y lo hablamos y dijimos, que si se dice que no sería permitido, que cómo va a existir un gay dentro del equipo porque va a ser, como el chiste dentro del equipo” (Entrevistado C). A través de los últimos dos ejemplos se puede ver como los niños aprender a utilizar la violencia y transformar distintas emociones en ira hacia otros (Abarca y Sepúlveda, 2000), a la vez que características que no cumplen con las demandadas de heterosexualidad son utilizadas con significados simbólicos para reafirmar la jerarquía del hombre ante cualquier forma de feminidad (Bowley, 2013), como sucedió en la penúltima situación descrita, en donde se insultó a partir de categorizaciones que son denigrantes para la masculinidad hegemónica (como lo es la palabra gay), a quien entienden no posee las características masculinas necesarias (pelo corto) para jugar fútbol, siendo ésta razón suficiente para burlarse de él al no performar la masculinidad hegemónica local. Por lo tanto, a partir de caracterizaciones del sujeto homosexual, realizadas muchas veces a partir de burlas, comparaciones y agresiones verbales, se construye un sujeto que amenaza la forma de performar la masculinidad hegemónica local asociada al jugador de fútbol, ya que las diferencias entre estos dos no son radicales. Por esto siempre es posible encarnar al sujeto marginado, perfomando una masculinidad débil, que no comparte gustos y costumbres heterosexuales, o bien ostentando características que lo alejen de esta masculinidad normativa. Esto provoca que el imaginario que los jugadores y entrenadores tienen sobre el sujeto homosexual juegue un rol fundamental en la construcción del futbolista ideal, que es quien ocupe el lugar hegemónico dentro del 65 mundo que investigué, ya que siempre se debe estar comparando y diferenciando con él para saber si la masculinidad que se performa es o no hegemónica, transformándose así en un punto de medida de ésta. Construcción de la Mujer Otro personaje fundamental en la construcción y performatividad de la masculinidad dentro del fútbol –específicamente dentro de las divisiones menores del club al cual investigué- es la mujer. Como ya he mencionado durante el marco teórico, y se ha podido evidenciar a partir de los datos de campo recogidos, este personaje surge a partir de la relación que establece con el ideal de hombre que se busca encarnar alrededor del fútbol. Butler (2007) coincide con esto cuando menciona que el género solamente existe en relación con un significado opuesto, lo cual se plasma a través de la generización de este deporte como práctica exclusivamente masculina, privando así a la mujer de realizar esta actividad o bien, al menos, despertando el rechazo de los jugadores hacia quienes osan ir en contra de esta idea. Así lo demuestra el Entrevistado C a partir de la siguiente respuesta ante la pregunta de por qué pensaba él que en Chile no se destacaba la práctica del fútbol femenino: “Entonces uno lo que ve es que claro, las mujeres en general no optan por jugar futbol porque creen que es un deporte más brusco, más bruto… opiniones de amigas que yo he tenido que le gusta un poco que no optan por jugar porque opinan que el futbol es un poco más brusco ¿cierto?, más agresivo; entonces optan por hacer un deporte más liviano, más artístico. Quizás si con harta personalidad y todo, pero sacando un poco lo del lado brusco que las puede perjudicarlas a ellas, entonces sí, optan por jugar vóley, basquetbol (que igual es un deporte pero no tan brusco como el fútbol), entonces lo que yo veo y lo que yo creo que el equipo ve en sí es que el deporte de la mujer chilena acá y el futbol no se ve bien porque ellas mismas hacen que no se vea bien: no optan por jugar, no se creen capaces de poder hacer más juego, entonces por eso no va creciendo el fútbol” (Entrevistado C). Al realizar esta afirmación, el jugador entiende que existen diferencias excluyentes entre hombre y mujer, lo cual a su vez consiste en una performance del género desde los actos de habla, ya que como menciona Althusser (1970; En Córdoba, 2003), el decir algo equivale a realizar algo. El entrevistado C fundamenta esta diferenciación/exclusión a 66 partir de testimonios de amigas, las cuales en sus propias palabras optan por no jugar ya que se sienten incapaces de practicar este deporte, siguiendo los postulados de Montenegro, Martínez-Guzmán y Pujol (2014) cuando afirman que todos nosotros performamos nuestro género, muchas veces sin saberlo, concordando con las implicancias que estos relatos tienen tanto en ellas como en el entrevistado. Esta exclusión es manifestada abiertamente por el mismo sujeto al complementar su respuesta diciendo que “nosotros en Chile caemos en un hoyo donde las mujeres creen en no ser capaces y los hombres caen en lo mismo de que ellas no son capaces de poder jugar”, proporcionando una performance que se basa en el supuesto de la esencialidad del género, concibiendo de esta manera la exclusión, y por lo tanto la exclusividad de la práctica del deporte, por parte de los hombres. Además, el entrevistado se basa en los relatos de jugadoras que conoce, posicionando en ellas la responsabilidad de no jugar fútbol al optar por practicar otros deportes que estén más acordes con sus características, dejando de lado a todas las mujeres que sí prefieren jugar, perdiéndose así el argumento, o al menos, quedándose sin tener en cuenta la parte que sí realiza la actividad, transformándose en un hipótesis incompleta. Otro caso donde se refleja el rechazo –y caricaturización- de la práctica del fútbol por parte de las mujeres sucedió durante una jornada de partido, al estar jugando las categorías femeninas y masculinas del club en simultáneo y en canchas contiguas, lo cual permitía que las bancas de ambos equipos estuvieran muy cerca la una de la otra. El hecho sucedió cuando, desde la banca del equipo femenino, le gritaron a una jugadora que se acercaba al área rival con el balón “¡dale, dale, metete hasta la cocina!” queriendo referirse a que avanzara lo más que pudiera. Al escuchar esto, el utilero del equipo masculino saltó del banco y gritó “es que están acostumbradas, jajaja.”, haciendo referencia al imaginario machista que posiciona a la mujer como dueña de casa antes que cualquier otro rol. Esta situación es muy parecida a otra protagonizada por el entrenador de la sub 12 quien, durante un partido que arbitraba una mujer, se quejó ante ésta por un cobro que le pareció injusto, reclamando de la siguiente manera: “¡No, no! No, no sabe nada… mejor que se vaya a la cocina porque acá está puro hueveando” Estas situaciones dejan de manifiesto, a partir no solo de los comentarios del utilero y el entrenador respectivamente, sino principalmente a través de la complicidad traducida en la risa de los jugadores presentes en ambas situaciones, cómo la masculinidad dentro del club se moldea a partir de la subordinación de la mujer dentro de un espacio que se 67 entiende como exclusivamente masculino, siendo esta relación fundamental en la construcción de la masculinidad hegemónica dentro del deporte (Bowley, 2013), ya que mantendrá “en su sitio” a las mujeres (Martín y García, 2011) a partir de la discriminación y caricaturización de ellas como amas de casa, las cuales deberán estar cocinando, ya que eso es lo que saben hacer –o por lo menos están acostumbradas al lugar-. Este tipo de situaciones sirve de base para la construcción de vínculos entre los sujetos dentro del contexto, siendo el menosprecio de las características femeninas la base de estas relaciones, las cuales deben ser advertidas no solamente en mujeres sino que en hombres también, incluyéndose ellos mismos (Pringle, 2005). Por último estas situaciones coinciden con lo indicado por Bourdieu (2000) en cuanto a la posición en el campo de lo privado que ocupa la mujer, específicamente lo referido a hacerse cargo de los trabajos domésticos y el cuidado de la familia, generando la apariencia de una división natural entre el espacio masculino (público) y el femenino (privado). Esto concuerda con las burlas que realizan los hombres pertenecientes a la rama de fútbol del club sobre la posición de la mujer, mencionando que no es dentro de una cancha de fútbol sino en la casa, haciéndose cargo de las tareas domésticas, posicionándola de esta manera en una escala inferior dentro del espacio público con respecto al hombre ya que este es su espacio y no el de ella. Otra forma en la cual se tradujo la idea de que las mujeres no juegan fútbol es a partir del argumento biologicista de las diferencias entre ambos sexos, lo cual otorga al hombre características inherentes que les permiten practicar deportes y otras actividades que requieran gran desarrollo físico, apelando a la naturalización de la superioridad física de hombres sobre mujeres. Un ejemplo de lo anterior lo realiza el Entrevistado A cuando menciona que: “Hay muchos más deportes, está el caso del rugby o deporte de mucho más roce físico. Yo creo que esos deportes están hechos para hombres. Para las mujeres hay el tenis, el voleibol, que son de menos contacto. Como te digo, deporte de roce físico que siempre están en constante contacto es más para hombre, siempre están en constantes lesiones, golpes, fracturas y todo eso. Quizás algunos son más para hombre y la mujer ha tomado muy poco peso ahí.” (Entrevistado A). El entrevistado hace hincapié en la importancia de la presencia de lo que él nomina “roce físico” para separar deportes para hombres y deportes para mujeres, siendo esta 68 característica sinónimo de fuerza, poder físico y la disposición de aceptar e ignorar el dolor, lo cual menciona Pringle (2005) está asociado al triunfo deportivo, siendo así una característica distintiva de los hombres, para así generar estatus entre quienes son hombres y quienes no (Inkle, 2014). Por lo tanto, el deporte sirve como uno de los últimos bastiones en los cuales de la masculinidad hegemónica, al generar el espacio para que los hombres se prueben a sí mismos como tales a la vez que se diferencian de la mujer (Tivers, 2011). Continuando con esta idea el Entrevistado C ahonda en lo ya esbozado por parte del Entrevistado A en cuanto a la diferencia del hombre y la mujer dentro de la práctica del fútbol: “se podría decir que el hombre tiene más (…) somos más líderes, tenemos más fuerza o más técnica o podemos aprender más rápido del fútbol porque desde chicos lo único que pensamos es fútbol, fútbol y el deporte aquí se lleva en la sangre del ser chileno, pero también en el caso de muchas mujeres también pasa pero no es bien visto porque, eh… después sacan un cuerpo de... hombre se dice mucho, que no parecen o no son afeminadas o en el caso nuestro, nosotros cuando nos hablai de equipo como de algún equipo de mujer altiro pensamos que son... no son mujeres que tenemos en la idea normal, sino que son mujeres con más cuerpo, más físico, son más grandes quizás que nosotros y la verdad que no parecen tanto mujeres entonces como, claro se podría decir que es un deporte más para hombres porque te saca más cuerpo, más personalidad, uno es más fuerte en la cancha y por ende es más fuerte en el día a día…” (Entrevistado C). El entrevistado A retoma lo dicho en la anterior cita refiriéndose a la mujer futbolista en similares términos, ahondando nuevamente en las características físicas de ésta, criticándola por performar un cuerpo no femenino: “Cuando estaba en (…) veía de repente jugar a las mujeres. Las mujeres tienden a, no todas, caminar como hombre, empiezan a perder cosas de mujeres, las expresiones, como hablan, tienden a creerse un futbolista.” (Entrevistado A). La caricaturización de las mujeres que juegan fútbol coincide con los postulados de Kolnes (1995; en Symons, 2007) en cuanto a la constante prueba acerca de su feminidad a la cual 69 son expuestas las mujeres que se desarrollan en “espacios masculinos”, donde deben desarrollarse muscularmente para el mejor desempeño en la actividad. El rótulo que utiliza el jugador entrevistado de “mujer normal” va en detrimento del sujeto que él está describiendo como futbolista mujer, esencializando una vez más la forma en la cual el género debe ser performado, acción que según Butler (2007) siempre tiene consecuencias políticas, ya que define qué es lo que pueden o no pueden hacer estos géneros, tildando de abyecto a quienes se posicionen fuera de estos espectros de posibilidades (Butler, 2004; en Martínez-Guzmán, 2011). Consiguientemente, la consecuencia es demostrar una forma de ser mujer, la cual, debido a que las características enumeradas como no masculinas están en directa relación con la práctica de fútbol, prohíben su práctica para quien quiera mantenerse en los estándares normativos de mujer. Por lo tanto, como queda demostrado en la última cita, los postulados de Tivers (2011) sobre la estigmatización de las mujeres que desarrollen un cuerpo vinculado a la performance del género masculino, éstas serán catalogadas como masculinas, ya que el deporte es masculino y por lo tanto las mujeres que practican deporte a su vez desarrollan su cuerpo de manera que “no parecerán tanto mujeres” en palabras del propio Entrevistado C. Por último, el Entrevistado B apela también a la genética y la biología para amparar el hecho de que se entienda al deporte, y al fútbol en particular, como estrictamente masculino. Su planteamiento es el siguiente: “hay un semblante que es el que trae y hay genes que trae más el hombre que la mujer nomás. La mujer puede ser más valiente que un hombre. La mujer pasa por cosas más fuertes que un hombre en su vida. El hecho de tener un hijo ya es una cosa totalmente fuerte que nosotros no la vivimos como hombres, pero lo que es ya el deporte, y prácticamente ligado a esto que es el futbol, siempre está mandando más, genéticamente, el hombre.” Nuevamente se puede identificar, a partir de la capacidad del futbolista de desarrollarse en un ambiente violento, cómo los hombres deben enfrentarse a situaciones peligrosas voluntariamente, ya que de lo contrario, dice Godelier, (1986; en Téllez y Verdú, 2011) estos no alcanzan el rótulo de verdaderos hombres. De esta manera la comparación del parto para referirse al sacrificio y la valentía de la mujer, serán recalcados para demostrar que las mujeres solamente deben enfrentar el peligro en este preciso momento, en detrimento de los hombres quienes siempre deben estar enfrentándose a situaciones peligrosas (Godelier, 1986; en Téllez y Verdú, 2011). Esto provoca la constitución de la 70 naturaleza como ley, que a su vez construye las categorías excluyentes de hombre y mujer, siendo éstas asumidas como preexistentes, ilusión que se cimenta con la repetición y reproducción del manejo de los cuerpos (Gil, 2002). De esta forma, el Entrevistado B utiliza el recurso de la genética para zanjar la diferencia y el predominio del hombre sobre la mujer en el fútbol, argumento que al ser innato, es decir proviene del orden establecido, no puede ser modificado por las personas, y por lo tanto no puede generar debate, ya que es la naturaleza y no el comportamiento humano el que está organizado de esta forma, perpetuando así el orden genérico presente en este deporte, o al menos, en este contexto. Otra manera en la cual se construye a la mujer dentro de las categorías menores del club es a partir de la heterosexualidad y la manera en la cual la mujer muchas veces es asumida como un objeto sexual a disposición del hombre. Esto quedó demostrado cuando el entrenador de una categoría y un paramédico recordaban cuando un jugador fue a celebrar con su polola, al mismo tiempo que todo el equipo se abalanzó sobre el goleador y de paso sobre ella también, a lo cual el entrenador de esta categoría se refirió de la siguiente manera: “viste como todos los cabros le corrieron mano a la polola del Pepe (…) tiene que morir piola el hueón, si al final lo que pasa en la cancha queda en la cancha, jajajaja”. La metáfora que utiliza este entrenador para validar el acoso de los jugadores hacia la pareja del autor del gol tiene como tema de fondo el hecho de que ella pasa a despersonificarse, en el sentido que quien se entiende que puede estar molesto con la situación es su pareja, es decir, otro hombre, y no quien fue víctima de la situación. En correlación con lo anterior, Connell (2003) menciona que la subordinación de las mujeres y la posición dominante de los hombres sobre ellas son los pilares a partir de los cuales se reproduce el patriarcado, el cual se relaciona estrechamente a la masculinidad hegemónica dentro de este contexto, en donde la mujer presente será novia o pareja de un hombre, perdiendo así sus características particulares, excluyéndola, por lo tanto, de cualquier tipo de reacción válida ante la agresión recibida. Esta construcción de la mujer como un sujeto sin subjetividad digna de ser tenida en cuenta por parte de los jugadores, sino más bien como aquella que cumple una función meramente de acompañamiento y de satisfacción de las necesidades sexuales de los mismos, queda ilustrada en la siguiente situación, a partir de un comentario hecho por un utilero del club al ver un error de un jugador: “Este cabro era bueno… lo que le pasó es que la concha los vuelve locos a estos hueones, piensan que se va a acabar”. Al igual 71 que en la cita anterior, la connotación sexual del rol que cumple la mujer dentro de este contexto es tan relevante que se transforma en una característica perjudicial para los jugadores, lo que genera una relación con éste en donde, a partir de la heterosexualidad natural que tiene lugar en este contexto, se performa como un sujeto insaciable en la búsqueda de actividad sexual (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013), convirtiendo a la mujer en la responsable y receptora de esta actitud propia de la masculinidad hegemónica. La heterosexualidad, al entenderse como natural y obligatoria genera una relación binaria entre lo masculino y lo femenino, teniendo como práctica fundacional de esta relación el deseo heterosexual (Butler, 2007), lo cual queda demostrado en las anteriores situaciones donde este deseo era puesto en práctica dentro del contexto que se estudió. A su vez, dentro de esta última cita se puede identificar cómo la mujer es asociada a características negativas. Aunque en este ejemplo ella las genera dentro del futbolista, en otros casos es la mujer el punto de comparación para dar a entender los comportamientos que no se esperan del hombre futbolista, generando así una forma de percibir y autopercibirse en cuanto a lo que se debe y no se debe hacer para performar la masculinidad hegemónica dentro del club, a lo que Abarca y Sepúlveda (2000) añaden que, a partir de estos casos donde se construyen ambos géneros diferenciados y antagónicos uno del otro, permiten que se genere a su vez una estructura de prestigio, en donde se producen exclusiones y diferencias. Por lo tanto, lo que se hace al realizar esta comparación, es sencillamente caracterizar cada uno de los géneros a partir de lo que Castells y Subirats (2007; en Téllez y Verdú, 2011) llaman proceso negativo o reactivo, o en otras palabras, que ser hombre significa fundamentalmente el no ser mujer. Esto se ve reflejado en diversas situaciones. La primera sucedió durante un entrenamiento en el cual un entrenador le recrimina a su equipo lo mucho que se demoraban, haciendo la siguiente metáfora: “Que se demoran chiquillas ¿ah?... Parece como si se estuvieran maquillando allá”. Esta clara referencia negativa al parecido con las mujeres que hace el entrenador es complementada por otra situación de características similares, en donde a razón de la misma molestia, el entrenador cambia sutilmente la frase diciendo: “¿Por qué se demoran tanto? ¿Acaso se están poniendo la falda?” A partir de estas comparaciones con las mujeres, los entrenadores enfatizan a sus jugadores que la realización de conductas que entorpezcan la ejecución rápida de ciertos comportamientos los hace merecedores de la denominación de mujeres, dejando entrever 72 que una de las características fundamentales de las mujeres es la severa preocupación de su imagen, demorándose mucho en conductas tales como maquillarse o vestirse. Por lo tanto, al ser catalogados como mujeres se demuestra que esta forma de hacer las cosas es errada, ya que ser una mujer en este contexto es inferior a ser un hombre, por lo que conductas que se asuman como femeninas no están permitidas dentro del contexto. Así, la mujer –al igual que el homosexual- será el “no yo” que limita los contornos del sujeto (Butler, 2007), en este caso el hombre, personificando todas aquellas representaciones y discursos que son compulsivamente rechazados, lo cual permite que la masculinidad encarne y estabilice de esta manera el género (Fuller, 1997; en Abarca y Sepúlveda, 2000). Por lo tanto, aun cuando no estando presentes, tanto las mujeres como los homosexuales van a ser interiorizados por parte de los jugadores, siendo ambos actores “fantasmas fundantes” en palabras de Abarca y Sepúlveda (2000), a partir de los cuales, mediante la constante comparación, fundan la identidad masculina hegemónica. Por último creo necesario rescatar dos situaciones en las cuales se atribuyen características innatas a la mujer, las cuales están directamente asociadas a su rol de madre y su sensibilidad, las cuales, como podemos observar, los jugadores piensan que vienen con ellas, que a partir de ser mujeres las poseen, generando así una conjunto de rasgos propios al género femenino, definiéndolas como particulares y diferenciándolas del resto (Martínez-Guzmán, 2011). Es así como el entrevistado A hace referencia a estas características: “tener una profesional mujer que te de consejos, que te hable diferente, que vea las cosas en otro punto de vista y te diga "sabí que estay haciendo esto bien, esto mal" es distinto que te lo diga un hombre porque, claro, el trato también a veces es distinto, el punto de vista que ellas tienen es más de, quizás de una mamá o una hermana a que propio papá o un hermano que es lo que hacen los profesores muchas veces es bueno, muchas veces te ve haciendo un trabajo mal, entonces yo creo que si cambiaría harto eh... tener alguna profesional mujer” (Entrevistado A). Palabras que serán muy parecidas a las que emitió el Entrevistado C: “yo creo que incluso su voluntad puede ser mejor recibida que la de un hombre por el hecho de que sea mujer entonces tiene una manera de decir las cosas y de entregarte las cosas distintas, entonces al final uno se 73 termina encariñando con la gente, más si es mujer y todo que… claro te dicen “uno se encariña con todos”, pero quizás con una mujer, que tiene esa sensibilidad como de mama incluso a veces, como que termina encariñándose por lo mismo, porque sentí que es como tu mama, que te protege, porque te cuida, porque realmente siempre te da consejos, es como más que nada eso. Al final sorprende, pero se termina encariñando con la persona” (Entrevistado C). De esta manera se refiere a la mujer como alguien que desarrolla la sensibilidad y los afectos dentro de las relaciones interpersonales, concordando con lo que Téllez y Verdú (2011) entienden que genera la heteronormatividad, la cual instaura ciertos modelos performativos para cada género, los cuales cuentan con ciertos trabajos, colores, sentimientos y características que les son propios a cada uno. De esta manera la sensibilidad y la expresión de ésta misma serán particularidades adjudicadas al género femenino, lo cual se traduce en que las mujeres sean incapaces de expresar emociones agresivas o violentas hacía otras personas (Inckle, 2014) otorgando, en contraste, las expresiones violentas y la inhibición de los sentimientos como características fundamentales de la masculinidad hegemónica (Abarca y Sepúlveda, 2000). El hecho de que en estas dos citas se constituye a la mujer adulta como sinónimo de madre, le quita cualquier otra particularidad que no suscriba a este rol, ya que es a partir de él que este sujeto es construido por parte de los jugadores. Madre que también tiene particularidades propias e innatas de su condición, volviendo nuevamente a naturalizar las diferencias entre hombres y mujeres. En conclusión, la construcción de la mujer se realiza dentro de este contexto a partir del hiperdesarrollo de las emocionalidad, las características biológicas y sociales que no le permiten realizar la práctica del fútbol –y de los demás deportes “de contacto”-, además de la caracterización como objeto sexual y a su vez como distracción para el hombre, características que toman forma a partir de las constantes comparaciones para demostrar las conductas que no se esperan por parte de los jugadores o sencillamente no se permiten, las cuales constantemente tienen como fin el vigilar el género en el sentido que el orden “natural” se mantenga y se siga reproduciendo. Es con este objetivo también que se asume que las mujeres, al ser frágiles y no fuertes como los hombres, no tienen que estar jugando fútbol ya que esta práctica es innatamente masculina. Además las mujeres no cuentan con las características necesarias para jugar este deporte, correspondiéndoles 74 el espacio privado y no uno público como lo es la cancha de fútbol. Por último, el rol de madre o la caracterización de las mujeres como sujetos llenos de sensibilidad, también ayuda a construir un personaje que esta encasillado en limitadas formas de poder performar la mujer, adquiriendo siempre características diferentes y opuestas al hombre, ya que de otra manera no está siendo, en palabras del Entrevistado C, “una mujer normal”. Construcción del sujeto hombre Como se ha demostrado a lo largo de la caracterización de los dos anteriores protagonistas presentes dentro del contexto –el hombre homosexual y la mujer- en el cual llevé a cabo esta investigación, el hombre se construye, se performa siempre en relación a otro. Lo cual coincide con los postulados de Butler (2007) quien entiende que el género solamente existe a partir de la relación que éste tenga con otro opuesto, siendo por lo tanto, la mujer ese opuesto con el cual compararse para performar al hombre. Entonces, al señalar que la mujer se constituye como un sujeto débil, frágil y con una gran capacidad de expresar sus sentimientos, el hombre por su parte debe ser fuerte, capaz de recibir agresiones e incapaz de expresar lo que sucede emocionalmente en él. Lo anterior es producto del contexto específico en el cual se construye este tipo de masculinidad hegemónica, concordando con el concepto de posicionalidad propuesto por Zambrini y Iadevito (2009) el cual se refiere a que cualquier concepto de construcción identitario tiene directa influencia del contexto sociocultural en el cual se genera, el cual en este caso es las categorías menores de un club de fútbol profesional. Una cita que condensa todo lo anteriormente mencionado es la reflexión que hace el Entrevistado C sobre las características que se le exigen al jugador de fútbol dentro de este contexto específico: “…pero sí de chico te enseñan a ser agresivos, a recibir comentarios así como tu decí claro "un juego pa hombres" "por qué estay llorando, no tení que llorar" "tení que meterle más" "si no le metí no serví pa esto" cosas muy que quizás no tienen relevancia pero que si uno lo mira con el fondo si está mal dicho, te pueden tratar de diferente manera o pueden decirte las cosas distintas y el por qué. Porque pasa mucho que los profesores te exigen y a veces uno no sabe porque te exigen ciertas cosas, te dicen que seai agresivo pero no saben el por qué, solo uno ve y trasmite su agresividad porque los demás te agreden también, entonces en el fondo se 75 hace todo muy monótono, tanto, todos se agreden y uno no sabe por qué…” (Entrevistado C). En la respuesta del Entrevistado C se pueden identificar muchas frases comúnmente utilizadas en el fútbol, las cuales también aparecen en los datos de campo siendo mencionadas para demostrar cuales son los comportamientos que son y no son permitidos dentro de un campo de fútbol –a lo menos del club- y que principalmente aluden a las condiciones de fortaleza y capacidad de recibir agresiones con las que debe contar un jugador de este club. De esta manera se irguen los cimientos para performar la masculinidad hegemónica local, la cual constantemente debe estar confirmándose (Badinter, 1996; en Del Salto, 2011) ante los propios hombres, quienes juzgan si encarna este tipo de masculinidad o no (Kimmel, 1997). Dentro de estas frases encontramos “un juego para hombres”, la cual refiere nuevamente al fútbol como una práctica exclusivamente masculina, característica que a su vez se condice con otras como lo son la fuerza, expresada en otra de las frases mencionadas por el Entrevistado C; “si no le metí no serví pa esto”. Esta característica es asumida como necesaria para poder jugar fútbol, lo que se traduce en que al jugador del club que no cumplía con esta característica se le hacía notar, como queda demostrado en la siguiente respuesta por parte del mismo Entrevistado C: “Muchas veces uno no quiere ir fuerte a la pelota. En un choque contra el rival la pierde, porque uno no fue fuerte, el miedo de que a uno le peguen una patada. Entonces ahí salen comentarios, no de tus compañeros, quizás de tus compañeros pero de los profes “’ ¡Oye!, ¿por qué vai así? ¡Tení que ir como hombre! ¡Tení que meterle! Ósea, ¿me estai demostrando que no querí jugar?” En los entrenamientos pasa lo mismo.” (Entrevistado C). El “ir como hombre” es sinónimo de ir vehementemente a disputar una pelota, de performar la fortaleza necesaria que debe demostrar el jugador de fútbol, aun cuando no quiera hacerlo, ya que de lo contrario sufrirá el reproche de sus superiores y de los mismos compañeros. Al ir fuerte al balón el jugador está demostrando ser fuerte, inconmovible y poderoso, performance que tiene como propósito alejarse de las características femeninas (Del Salto, 2011), diferenciándose de esta manera de homosexuales, niños y mujeres (Téllez y Verdú, 2011), lo cual queda demostrado en la 76 siguiente revelación hecha por el Entrevistado A en las cual precisamente utiliza la comparación para referirse a la similitud de debilidad con la encarnación de la mujer. Mensaje que es entendido inmediatamente ya que su significado ya está interiorizado en los futbolistas del contexto: “si mi compañero me dice “oye, estai jugando como niña”, es un ejemplo que se da… ósea es normal que te diga eso y que… claro, uno piensa “jugar como niña es no tener la suficiente fuerza”, ósea está mal dicho pero… como eso.” (Entrevistado A) Al actuar como mujer –siendo débil o no lo suficientemente fuerte- se quiebra el acuerdo tácito de comportarse acorde al género que se le ha asignado a cada persona, lo cual a su vez tiene una consecuencia performativa ya que, al realizar este reproche, el mensaje que se expresa es que se ha fallado en la expresión de las características innatas que conlleva el género masculino, siendo performado éste a su vez, a través de actos de habla (Butler, 2007). Por lo tanto, a partir de la repetición de acciones como esta, el lenguaje adquiere poder y actúa sobre lo real (Butler, 2007) trasladando la performance desde la teatralidad hacia las palabras, coincidiendo con Althusser (1970; En Córdoba, 2003) en cuanto a que decir algo equivale a hacer algo, por lo que los enunciados tienen consecuencias de similares características a los actos corporales. Entonces, lo que se está performando es la manera en la cual un hombre debe ser hombre, lo cual significa principalmente no ser mujer, que en este caso se entiende como tener la fuerza y el vigor que ella no tiene. Otro ejemplo acerca de esta forma de performar a partir de los actos de habla ocurrió con una palabra en particular, con la cual se intentaba motivar a los jugadores por parte del preparador físico de la sub 19 diciéndoles: “¡Vamos chicos, recios, los quiero recios!” al realizar un trabajo agotador. Esta palabra se utiliza nuevamente en otra situación donde se quiere hacer referencia a la capacidad de infringir daño al contrario, la cual es utilizada por otro personaje, el doctor, quien dijo durante un partido: “Somos muy mamones hueón… No estamos siendo recios. Ellos nos pegan y nosotros no hacemos nada… es como si les gustara que les pegaran” El uso de la palabra “recio” se utiliza para obtener un cambio por parte de los jugadores a quienes se les note cansados o débiles, características que como ya he revisado son opuestas a las que se esperan de un futbolista del club. Ahora bien, específicamente en la segunda cita, el uso que se le da a la palabra “recio” es más bien para validar ciertas actitudes violentas dentro de la práctica del deporte, lo cual muchas veces es exigido por 77 los entrenadores y los mismos pares. Acción que Martín y García (2011) explican a partir de la función que cumple el deporte dentro de la sociedad, encauzando los instintos violentos dentro de un espacio limitado, el cual en este caso es la cancha de fútbol. A su vez, Messner (1990) menciona sobre la violencia aceptada dentro del deporte, que ésta siempre debe estar “bajo las reglas”, lo cual le permite al jugador que realiza estas acciones mantenerse exento de críticas morales ya que es bien visto por sus pares y entrenadores al performar un “competidor agresivo”. Es precisamente este tipo de competidor el cual falta según el doctor en la situación recién revisada, donde son los rivales quienes están sacándole partido a esta validación de la violencia permitida, siendo por lo tanto unos jugadores “recios”. Otro ejemplo de este tipo de violencia validada se puede ver en el siguiente relato: “…antes de los partidos el profe nos repite y te dice las cosas que estay haciendo mal pero quizás no de buena manera sino "tení que entrar más duro" "tení que entrarle por detrás y decirle tal cosa"” (Entrevistado C). A partir de lo mencionado por el Entrevistador C, la violencia hacia el jugador rival está siendo sindicada como una orden por parte del entrenador del equipo, quien como ya se mencionó en un comienzo, es la principal autoridad dentro de un plantel, por lo cual era muy difícil que el jugador no hiciera caso a lo que éste le indicaba. Esta incentivación para llevar a cabo acciones agresivas en contra del rival es una de los tres tipos de violencia que Kaufman (1989) llama el triángulo de la violencia masculina, en donde, además de agredir a otros hombres, las mujeres y ellos mismos también son receptores de esta misma. En las siguientes situaciones se puede ver cómo ambas violencias se llevan a cabo a partir de comparaciones con características femeninas para dejar en claro que la masculinidad hegemónica local se performa siempre que el hombre esté dispuesto a recibir agresiones, transformando sus cuerpos en armas (Messner, 1990). De esta manera el poder físico y la disposición a recibir dolor es una de las características asociadas a la consecución de triunfo (Pringle, 2005), dado que la utilización exitosa de la violencia se traduce en lograr alcanzar metas en muchos deportes (Messner, 1990). Lo anterior se refleja en el comentario que hace el utilero luego de que un jugador se quejara al recibir una patada, diciéndole: “Anda hueón… ¿qué andai reclamando? Si no te gusta anda a jugar a las muñecas…”. Situación similar a la ocurrida cuando un entrenador se enfadó debido al reclamo de un jugador porque a éste le habían pegado una patada, ante lo cual 78 reaccionó diciéndole: “Tení que comerte las patadas calladito, o si no mejor anda a jugar a las Barbie…” Dentro de estos términos, la violencia hacia uno mismo es un requisito para poder ser, en palabras de Giulianotti (2005), un “verdadero competidor”, transformando las cicatrices y heridas en símbolos que diferencian al hombre del niño (Inckle, 2014). Como queda demostrado en las citas recién vistas, sumado a la capacidad para poder recibir golpes por parte del hombre, estos a su vez no pueden demostrar molestia o dolor ya que esto indica una falta de compromiso con la masculinidad al rechazar una característica fundamental en la construcción de la masculinidad hegemónica local. Por lo tanto, esta forma de performar al competidor fuerte y capaz de recibir agresiones es complementado por la inhibición de las emociones por parte de los jugadores, quienes deben realizar lo que se les dice, provocando así la represión de la esfera emocional, siendo omitidas sus emociones y necesidades (Abarca y Sepúlveda, 2000). Esto se confirma al prohibírseles a los jugadores quejarse ante cualquier circunstancia. Lo anterior, además de surgir dentro de las dos citas preliminares, también queda demostrado durante un diálogo entre el utilero y un jugador de la categoría sub 19, el cual sucedió de la siguiente manera: “J19: No me trate así, yo no le he faltado el respeto a usted, hablemos con respeto. U: No me vengai na’ con hueás… no hueón te creí niñita y por eso no te pueden decir nada. J19: No, nada que ver. Yo a usted lo estoy tratando con respeto y le estoy pidiendo que me trate igual, pero me responde igual o peor que antes. (El jugador se retira de la escena, yendo a entrenar) U: Anda a lavarte las hueás no más. Chao, chao. (Sigue balbuceando algunos garabatos que no logro descifrar).” Al insultar al jugador que demostró sus emociones acerca del trato que estaba recibiendo, el utilero está dando el mensaje de que no solo se ignora su queja, sino que además se le asignan características femeninas, relacionándose de esta manera al jugador con una mujer, la cual como ya se ha revisado, es reconocida por expresar sus sentimientos. Esto el utilero lo enuncia a partir de la realización de una práctica estereotipadamente atribuida a las mujeres (jugar a las muñecas). La anterior difamación de la mujer en relación directa a la masculinidad hegemónica local que se construye dentro de este ambiente, es uno de 79 los sustentos –siendo el otro el hecho de que todos los habitantes de este espacio sean hombres- bajo los cuales se generiza y sexualiza el lugar, convirtiéndolo en un espacio masculino (Valentine, 1993; Johnston, 1998; en Tivers, 2011). Es decir, el complejo deportivo utilizado para la realización de entrenamientos y partidos de las categorías menores del club es un espacio masculino, el cual permite que ciertas prácticas propias de la masculinidad que ejerce hegemonía dentro de este espacio -como en este caso el descrédito de las capacidades de las mujeres para practicar fútbol y la estereotipización de éstas a partir de la designación de ciertas conductas y comportamientos- se lleven a cabo sin ninguna oposición. De esta forma la generización del espacio provoca las continuas referencias e invocaciones al fútbol como un deporte masculino, lo cual a su vez no solamente es producto del ambiente masculino sino también, como mencionan Kay y Jeanes (2008), a partir de una masculinización del deporte a través del moldeamiento de éste para las habilidades masculinas. Lo anterior eclipsa la equivalencia de hombres y mujeres en esta práctica, generando la idea de que el fútbol –entre tantos deportes- es un deporte estrictamente masculino, lo que sirve de base para comentarios como el realizado a continuación: “Porque en relación a lo que es el futbol en forma… que fue siempre como se inventaba y analizaba y visto que era un deporte rudo, que había que chocar y era pa los hombres, le lleva muchos años de ventaja a lo que es el femenino. No sé si en algún momento lo lograra equiparar, pero hoy en día siempre sigue mandando el futbol pa varones.” (Entrevistado B). La generización del espacio construye a su vez una forma de relacionarse que varios autores llaman homosociabilidad (Del Salto, 2011; Kimmel, 1997; Messner, 1990; Symons, 2007) y que se fundamenta en normas y valores grupales, los cuales se basan principalmente en la exclusión de las mujeres y la denigración de lo femenino y homosexual (Symons, 2007). Dentro de estas formas de referirse a los homosexuales y mujeres subyace un orden heterosexual que domina las relaciones entre los diferentes actores presentes en este contexto (Del Salto, 2011), lo cual se traduce en homofobia y sexismo, siendo muchas veces ocupadas con sujetos subalternos, un modelo ocupado por los entrenadores para construir una identidad de género entre los jugadores jóvenes (Messner y Sabo, 1994). Esta manera de performar la masculinidad a partir de la denostación de las características entendidas como poco masculinas, muchas veces son realizadas por entrenadores, llegando a fijar su atención en cosas tan pequeñas como el 80 color de los guantes del arquero. Esta situación sucedió durante un entrenamiento, cuando un entrenador, al ver que el arquero ocupaba guantes de color rosados, le dijo: “…ahora tenemos arquera”. El entrenador en este caso, al realizar esta intervención no solamente performa la masculinidad hegemónica de forma interna, es decir entre los propios hombres, sino también está realizando un ejercicio de hegemonía externa, o mejor dicho una institucionalización del dominio de los hombres sobre las mujeres (Demetriou, 2001), al caricaturizar a quien se asume, posee características femeninas, causando la burla de los entrenadores y los propios compañeros, denunciando de esta manera la performance de una masculinidad subalterna al estar su comportamiento relacionado con particularidades femeninas. De esta forma se coincide con lo que Gutmann (2000; citado en Téllez y Verdú, 2011) menciona es la performance de masculinidad, la cual define no solo como lo que los hombres dicen y hacen, sino que lo que “los hombres dicen y hacen para ser hombres” (p.91). Es decir, no basta con realizar una acción desde la posicionalidad de ser un hombre, sino que éste debe estar siempre actuando de forma tal que la masculinidad que está performando sea correspondida con el estatus que el contexto le ha otorgado, coincidiendo con la concepción de la masculinidad de Badinter (1996; en Del Salto, 2011) quien menciona que ésta debe estar constantemente reafirmándose. Por último, otro mecanismo a través del cual se confirma la hegemonía, en este caso del hombre heterosexual por sobre los homosexuales y las mujeres, es la referencia de la penetración como acto violento mediante el cual se castiga o se infiere dolor. Esta masculinidad está encima, en control, realizando la penetración, transformando así a las mujeres y hombres penetrados en sujetos degradados y convertidos en objetos merecedores de agresión sexual (Fair, 2011), ya que al ser penetrados han fallado en la performance de masculinidad (Pascoe, 2005; Fair, 2011). Lo anterior es explicitado a partir del siguiente diálogo que tuve con el paramédico en referencia a la charla del entrenador a su equipo luego de que perdieran un partido: “José: ¿Cómo estuvo la charla de ayer? Después de haber perdido un partido increíble, ¿Estuvo cargado el café? Paramédico: Así (pone las manos apuntando hacia arriba, paralelas y puestas a una distancia aproximada al ancho de su espalda, haciendo clara referencia al tamaño de un pene) ¡así de grande!... se la pasó por la 81 arena un rato (continuaba haciendo gestos con las manos, tratando de recrear lo que estaba diciendo) y sin siquiera un escupito, jajajajaja.” Al caricaturizar una penetración por parte del entrenador a los jugadores pertenecientes al plantel que había sido derrotado, el paramédico feminiza a quienes son receptores de esta acción (Fair, 2011), posicionando a los jugadores como sujetos dominados, volviendo a relacionar nuevamente la característica femenina con la posición de inferioridad ante la masculinidad hegemónica local que se encuentra en el lugar opuesto, es decir, realizando la penetración. De esta manera queda demostrado como la violencia es utilizada por la masculinidad hegemónica local para agredir, y de esta manera ejercer su supremacía, ante todo aquel sujeto que no cumpla con los parámetros de esta masculinidad, manteniendo así a los sujetos subordinados en su posición de inferioridad. En conclusión, la masculinidad hegemónica local se construye a partir de ciertas características que deben estar permanentemente confirmándose ante los demás hombres. Estas características son primordialmente la fortaleza, la capacidad de inferir y recibir agresiones -las cuales se enmarcan dentro de los parámetros legales del fútbol-, siendo de esta manera vistos por los demás actores como grandes competidores, al demostrar fortaleza física en la práctica deportiva. Esta situación repercute en que los cuerpos de los futbolistas deben ser trabajados de manera ardua y dolorosa para así performar el poder físico asociado a la masculinidad hegemónica (Messner, 1990) siendo capaces de recibir agresiones graves por parte del resto de los competidores, lo cual es requisito para alcanzar el triunfo dentro del fútbol. Las agresiones tanto físicas como verbales deben ser aceptadas por parte de los jugadores ya que es repudiado aquel que exprese su malestar frente a estas situaciones, lo cual comúnmente se asocia con características femeninas al ser el hombre incapaz de expresar sus emociones, dejando este ámbito para las mujeres. Por último las referencias despectivas hacia hombres homosexuales y mujeres confluyen en generizar masculinamente el espacio en el cual esta investigación se llevó a cabo, siendo las burlas e insultos en referencia a estos dos sujetos naturalizadas por los protagonistas del contexto, los cuales a su vez eran en su totalidad hombres, cualidad que les dió mayor comodidad para realizar las afirmaciones recién revisadas, lo cual es decisivo en la configuración de las identidades de género (Martín y García, 2011) por parte de los noveles futbolistas presentes en las divisiones menores del club. 82 Vale la pena mencionar que a partir del material producido, se presentaron un par de situaciones que no cumplían los requisitos de los otros sujetos caracterizados anteriormente pero que igualmente tienen injerencia en la construcción de la masculinidad hegemónica local. Estos sujetos, a través de comparaciones utilizadas para hacerles notar cuales son las características esperadas y cuales no por parte de los jugadores del club, fueron caracterizados y a su vez, diferenciados del hombre futbolista del club, dejando claro a partir de esta práctica cual era “la manera más honorable de ser hombre, lo que requerirá que todos los demás hombres se posiciones en relación a esta” (Connell y Messerschmidt, 2005, p.832), o en otras palabras, la masculinidad hegemónica. El primer sujeto en el que ahondaré será del hombre gordo, quien es indicado como, en palabras de Connell (2003), un tipo de masculinidad subordinada. Aun cuando no es la principal en esta posición –lugar que ocupa el sujeto homosexual-, igualmente es referida a partir de una estigmatización dentro del contexto del club a partir del cual siempre se está refiriendo a quien la performe mediante burlas y sobrenombres que, si bien se naturalizan dentro del espacio en el que entrenan las divisiones menores, tiene una evidente repercusión en cuanto a la definición como otro, y no un sujeto que, a partir del desarrollo muscular y poder físico, performa la masculinidad hegemónica (Tivers, 2011). Acerca de este sujeto reflexiona el Entrevistado C a continuación: “Por el aspecto físico, sí, claro. Eso es más motivo de burla. Muchas veces hay uno más gordito y lo tratan de gordo, lo tratan de guatón. Quizás uno, en todos lados aquí siempre va a haber un guatón, o a uno de tus amigos que le decí “oye guatón, ven pa acá”, “oye, pelao”. Pero como uno no está en el puesto del otro, uno no sabe si se va a sentir mal si le decí guatón, si le decí gordo. Pero… uno nunca lo sabe, pero para mí es bullying, decirle a uno gordo o guatón dentro de la cancha, pero ya se hace rutina, ya llevamos un mes de esa manera y él se acostumbra.” (Entrevistado C). Si bien el jugador entrevistado naturaliza el hecho de que “siempre va a haber un guatón”, a su vez desliza cierto grado de autocrítica al calificar este comportamiento de bullying, sin embargo lo toma como algo tan propio del contexto en el cual se va a desenvolver que finalmente termina por asumir que el jugador sindicado como gordo se acostumbra y por lo tanto, no le afecta. Este tipo de subordinación ante la masculinidad hegemónica local sucedió constantemente durante el periodo de investigación, en donde diariamente se 83 referían a un jugador en particular como “guatón”, luego lo llamaron “guata” y “teta”, cumpliendo con los nombramientos denigrantes que Connell menciona, son parte de esta subordinación ante la masculinidad hegemónica (2003). La misma situación ocurrió durante un partido en donde fue llamativa la gran cantidad de sinónimos que adquiere la característica que surge como razón de la denigración. La situación fue protagonizada por el paramédico quien, al observar que el guarda líneas tenía sobre peso, empezó a burlarse de él mencionando sobrenombres como: “chancho” “embutido” “rechoncho” y “guatón”. Esta forma de caricaturizar a quien es considerado gordo es particularmente estricta dentro del contexto deportivo. Esto debido a que el uso del cuerpo tiene una preferencia bastante importante en cuanto a que, al ser musculoso se asume como sinónimo de fuerza, virilidad y poder (Messner, 1990), por lo que el cómo se ven y qué tan atléticos sus cuerpos parecen, es una medida que los jugadores siempre están verificando. En la siguiente frase queda explicitada la normalidad con la que se asume la caracterización del hombre gordo: “Tú ves aquí mismo que al chiquito que está pasado en el peso ¿Cómo lo empiezan a llamar? El guatón po. “¡Tócala gordo!”. Siempre ha existido eso. ¿Que no la soporte para eso y para esta cosa? El futbol está lleno de sobrenombres, lleno.” (Entrevistado B). Por último, otro sujeto que pude identificar a partir de los diálogos que presencié durante la investigación fue el extranjero. Si bien no se puede caracterizar un sujeto extranjero en particular -al ser distintas las nacionalidades y las razones por la cuales asoman dentro de las conversaciones-, ambos sujetos adquirieron características negativas, o más bien contrarias al sujeto futbolista del club, lo cual inmediatamente lo posiciona como una masculinidad subordinada a la masculinidad hegemónica local. En el primer caso, a partir de un error de un jugador, su entrenador le grita y reprocha comparándolo con un jugador de otra nacionalidad: “¡Despéjala, afuera, afuera peruano…! ¡Peruano, parecen peruanos con tanto amague que hacen!”. De esta manera, el entrenador otorga a todos los jugadores peruanos la misma cualidad; lentitud. Como menciona Antar Martínez-Guzmán (2011) está es una forma de generar identidad frente a los demás ya que se dota a éstos de un conjunto de rasgos propios que los caracterizan frente a los demás y que lo posicionarán a su vez, como sujeto constructor de la masculinidad hegemónica local. Esto porque, al estar mencionando las características que no debe poseer el futbolista del club, se le exige que performe las características opuestas al sujeto peruano, es decir, que sea 84 veloz y no lento. Finalmente, el otro caso donde se observa la caracterización del extranjero además cuenta con referencias a la objetivización de la mujer, homofobia y la manera en la que se asocia a la penetración como un símbolo de debilidad y feminización de quien la recibe (Fair, 2011). El caso tan particular sucedió cuando un jugador se acerca al paramédico para explicarle que había sufrido una lesión en la espalda, lo cual lo imposibilitaba de jugar. Al percatarse de que el jugador no estaba entrenando, el preparador físico le pregunta el porqué de esta situación, contestándole el jugador que le dolía la espalda, lo cual el paramédico complementó diciendo: “yo le dije que no se agarrara a las culombianas y parece que se agarró a un colombiano, jajajajaja”. Esta situación entrelaza todos los conceptos anteriormente mencionados, los cuales concuerdan con los postulados de Messerschmidt (2012) quien entiende que el género forja un condicionamiento mutuo con distintas variables sociales tales como la nación, edad, sexualidad, raza y clase, las cuales convergen en esta situación en la cual no solamente se objetiviza y caricaturiza la mujer colombiana, sino también se da a entender que la lesión sufrida por el jugador debe haber sido infringida por un hombre colombiano. Esto no hubiese pasado si en vez de tener relaciones sexuales con este personaje, las hubiese tenido con una mujer –colombiana-, lo cual lo habría salvado de transformarse en un objeto sexual al igual que la mujer, ya que al ser penetrado, renunció a la masculinidad hegemónica local. De esta manera, las dos anteriores masculinidades subordinadas revisadas, si bien no ocupan un espacio fundamental dentro de la construcción de la masculinidad hegemónica local, si permiten valorar lo diverso que puede llegar a ser la configuración y performance de una masculinidad hegemónica ya que no solamente tiene que diferenciarse del sujeto homosexual y de la mujer, sino también de otras masculinidades que son inferiores, ya sea por una característica física o identitaria, a la imagen normativa de hombre que se busca performar en este ambiente. Lo anterior se ve reflejado en lo dicho por Messerschmidt (2012) sobre la construcción de la masculinidad hegemónica a partir de la relación de ésta no solo con la femineidad, sino también con las masculinidades no hegemónicas como las revisadas recientemente, provocando que siempre se esté buscando se distinto a la mujer, al homosexual y también a las culturas extrañas (Abarca y Sepúlveda, 2000). 85 TERCER TIEMPO: CONCLUSION Ahondando en el proceso que atravesé para realizar esta investigación, es preciso decir que fue un transcurso en el cual tuve que refinar mi capacidad de destacar situaciones acordes a los objetivos que me propuse, transformándose ésta en una experiencia que pulió mis capacidades para analizar la cotidianeidad del contexto. Esto lo hice principalmente a través de la técnica del extrañamiento, la cual Fernández (2005) postula como una condición fundamental en el etnógrafo que lo ayuda a poder ver los significados que despiertan en este contexto específico, palabras y comportamientos que para los habitantes de este espacio son cotidianos y naturales pero que al cuestionarlos y analizarlos, pueden identificarse cuáles son sus connotaciones e implicancias. A partir de esto, ocurrió que simultáneamente que realizaba esta investigación sucedía también una autocrítica a la práctica de muchos de los comportamientos que ayudan a construir un deporte masculinizado. Esta autocrítica adquirió forma a través de la reflexividad que, como Fernández (2005) manifiesta, “es la capacidad humana de evaluar la propia acción y sus efectos en un contexto determinado” (p.19), lo cual significó reflexionar sobre como mi accionar durante la investigación y mis experiencias cercanas al fútbol han generado ciertos efectos en mí y quienes me rodean. Esta situación fue de vital ayuda para poder acercarme al tema que estudié con conocimiento sobre los comportamientos y actos de habla que observé a lo largo del período de investigación, ya que al realizar esta autocrítica los pude identificar como propios en situaciones pasadas, lo cual me proveyó de un conocimiento más acabado sobre los significados y las situaciones en los cuales éstas eran llevadas a cabo. A partir de estas herramientas metodológicas pude identificar cómo el fútbol sirve para denigrar las características que se alejen de la fuerza física y la capacidad de infringir y recibir dolor, siendo catalogadas como inferiores a partir de la comparación y adjudicación de estas características a los mismos personajes que son denostados durante este trabajo; el hombre homosexual y la mujer. De esta manera pude realizar una investigación más acabada al utilizar mi propia experiencia en aras de una recolección de datos más rica en cantidad y contenido, lo que a su vez me ayudó a realizar un trabajo más consumado y completo. Teniendo en cuenta el análisis y la discusión realizada, debe asumirse que todos los comportamientos y prácticas son exclusivos del espacio que se analizó y no pueden ser generalizados a todos los demás espacios donde se practica fútbol, ya sea a nivel recreativo, competitivo o de alto rendimiento. Dicho esto, tampoco se puede ignorar que muchas de las situaciones detalladas en este espacio tienen eco en otros clubes y 86 jugadores, profesionales o no, por lo que si bien esta investigación está acotada a un espacio particular, no puede dejarse de lado los muchos casos que son protagonizados por grandes referentes del fútbol, tanto nacional como internacional. Este es el caso de Gary Medel, famoso futbolista nacional, quien al comentar la emoción que sintió antes del comienzo de un partido de la selección chilena dijo: “no pude llorar en el himno porque después decían que era el pitbull9 gay” (El Mostrador, 2014), causando las carcajadas de los periodistas presentes. Lo anterior se condice con lo ya revisado durante la investigación sobre la falta de demostración de las emociones que viven los jugadores, siéndoles negada esta forma de comportarse, ya que al demostrar vulnerabilidad emocional, Medel interpreta que eso es excusa suficiente para ser catalogado como un sujeto homosexual, por lo que prefirió no llorar y así performar una masculinidad fuerte y estable emocionalmente, características similares a las identificadas en la masculinidad hegemónica local del club en el cual esta investigación se llevó a cabo. Otro caso en el cual se pueden encontrar similitudes a comentarios descritos en los datos de campo dentro del ambiente futbolístico profesional, fue durante una conferencia de prensa del entrenador del Real Madrid, equipo conocido a nivel mundial y actualmente el más rico del mundo en esta disciplina (CNN, 2015). En esta situación él responde acerca de la supuesta violencia presente en el juego del rival de la siguiente manera: “…esto es fútbol, no es un juego para señoritas, es para hombres.” (Marca, 2014), palabras que concuerdan con los postulados mencionados acerca del uso exclusivo de la violencia por parte de los hombres, además de ser esta condición –de deporte violento o de “roce”- uno de los pilares en los cuales se fundamenta la exclusión de la mujer de la práctica del fútbol. Los ejemplos pueden seguir y seguir, pero lo que queda es que la exclusión de la mujer y el rechazo ante la homosexualidad no son meramente resultados de esta investigación, sino que hay grandes protagonistas de este deporte a nivel nacional e internacional que repiten comportamientos que he observado, lo cual deja entrever que la masculinidad hegemónica local performada en el club pueda estar influenciada por parte de masculinidades hegemónicas regionales y globales en el fútbol, propuesta que deberá ser contestada por futuras investigaciones. Con respecto a los resultados obtenidos, se pueden identificar la construcción de tres sujetos principales –hombre homosexual, mujer y hombre- a los cuales se les hace 9 Pitbull es el sobrenombre de Gary Medel. 87 referencia en la mayoría de las situaciones descritas, además de pequeñas apariciones de masculinidades subalternas. En cuanto a cómo se construye la masculinidad dentro de las divisiones menores del club, ésta ya ha quedado en evidencia y se divide en tres. En primer lugar, la masculinidad más importante es la masculinidad hegemónica que se construye como la performatividad de la forma normativa de ser hombre, la cual corresponde principalmente a los jugadores pero que también entrenadores y otros sujetos presentes en el contexto hacen referencia a ésta. Tomando en cuenta los postulados de Messerschmidt (2012), este tipo de masculinidad hegemónica se cataloga en el nivel local, ya que se va a construir a partir de relaciones personales directas (cara a cara), por lo que el contexto en el cual adquiere su preeminencia está limitado al lugar de entrenamiento del club. El hombre que performe la masculinidad hegemónica local es el sujeto que todos quieren encarnar, lo que se traduce en que la totalidad de los sujetos presentes intentan performar a este sujeto o al menos tienen noción de cuáles son sus características, lo que les sirve a su vez para destacar a quien no está realizando de forma esperada la actuación de un “verdadero hombre”. De esta manera la masculinidad hegemónica local constituye la forma más honorable de ser hombre, posicionándolos a todos los presentes en relación a ésta (Connell, 2003). Las características de este sujeto son primordialmente dos; no presentar características femeninas que lo conecten con comportamientos asumidos como homosexuales o propios de mujeres y, el ser capaces de practicar actos que tienen un alto grado de violencia en su contenido. A su vez estas conductas particulares que debe performar el hombre para acceder a la masculinidad hegemónica local se realizan a partir de una serie de comportamientos en los cuales la heterosexualidad define la forma de relacionarse con lo demás, otorgándole una posición de privilegio a todo aquel hombre que se comporte y demuestre abiertamente su heterosexualidad (Bowley, 2013). Además, esta masculinidad debe ser capaz de recibir y realizar actos violentos hacia otros hombres, mujeres y hacia ellos mismos también, acción que Kaufman (1989) llama “triángulo de la violencia masculina”, la cual es exclusivamente de uso masculino y tiene como consecuencia diferenciarse de los homosexuales y las mujeres –que serán sujetos caracterizados como débiles-, demostrando de esta manera que el cuerpo del hombre es fuerte y capaz de recibir agresiones, y por lo tanto superior a los otros cuerpos, los cuales se subalternarán ante esta masculinidad normativa. Esta hegemonía sobre los anteriores sujetos permite mantenerlos al margen de la práctica del fútbol, ya que al no contar con las cualidades que él posee, no pueden realizar este deporte a un nivel alto. Complementariamente, al 88 estar completamente generizado el espacio, la relación que se forja entre los sujetos presentes en éste tiene como fundamento el despreciar, a través de comentarios homofóbicos y misóginos, a todo jugador que no performe a la masculinidad hegemónica del lugar, dejando en claro el rechazo a un espectro de contenidos que se encarnan en estos dos sujetos los cuales sirven para ejemplificar lo que no se debe ser (Fuller, 1997; en Abarca y Sepúlveda, 2000). Ambas formas de denigrar tanto a homosexuales como a mujeres son relevadas cuando al hombre se le atribuye la capacidad de poder penetrar a ambos sujetos en una acción que tiene como objetivo dejar clara la superioridad jerárquica que tiene el hombre en desmedro de ambos. Por último, la inexpresividad emocional es fundamental en la performatividad de la masculinidad hegemónica local, en cuanto a que los jugadores no deben expresar sus emociones, ya que al realizar este comportamiento no cumplen con una de las condiciones básicas de la masculinidad; el hiperdesarrollo del yo exterior y la represión de la esfera emocional (Abarca y Sepúlveda, 2000). En detrimento de esta masculinidad hegemónica surge la masculinidad homosexual, la cual es rechazada al construirse a partir de conductas que van en contra de la heterosexualidad naturalizada dentro del espacio de entrenamiento, por lo que se cataloga como un sujeto “abyecto” ya que no cumple con la regla predominante del sujeto masculino. Esta condición convierte al sujeto homosexual en alguien desaprobado dentro de un espacio en donde la objetivización sexual de la mujer es fundamental para la forma de relacionarse de los hombres entre ellos y con las mujeres. Por lo tanto, el rechazo de este sujeto en el contexto del club crea una homofobia que tiene como fin el “vigilar el género” (Butler, 2007), ya que el hombre y la mujer están naturalmente hechos para atraerse uno al otro. Esta homofobia transforma al sujeto homosexual en blanco de burlas y críticas que están relacionadas a la posesión de características femeninas, y por lo tanto, la no consecución de características propias de la masculinidad hegemónica local. Así, el sujeto homosexual es caracterizado como débil y con poca habilidad futbolística, características asociadas a sujetos no masculinos (Connell, 2003). Pero no solamente como blanco de burlas se hace referencia a este sujeto, ya que su presencia dentro del camarín deja de ser chistosa para los jugadores del club, transformándose en una amenaza que invade un espacio que, al estar todos desnudos, puede ser demasiada tentación para un homosexual, convirtiéndolo en alguien incapacitado de controlar sus deseos. 89 Por último las masculinidades subordinadas que forman parte de los resultados de esta investigación son referidas principalmente para delimitar al sujeto masculino hegemónico y diferenciarlo de quien no cumple con sus características. Estos sujetos son dos; el gordo y el extranjero. El gordo es aquel sujeto que falla en alcanzar el cuerpo necesario para performar la masculinidad hegemónica local, siendo objeto de burlas y sindicado como alguien que está constantemente siendo referido bajo este término, por lo que no debe tener más complejos que el de no cumplir con los requisitos de la masculinidad hegemónica. El extranjero en tanto es mencionado pocas veces y con significados distintos, aunque siempre de forma negativa en cuanto a habilidad y referencias sexuales, los cuales sirvieron tanto para dar cuenta que un futbolista de este club es mejor que los extranjeros (peruanos en esta ocasión), y también para diferenciarse de aquellos que no diferencian con quienes tienen relaciones, fallando en la heterosexualidad propia de la masculinidad hegemónica local. Como se mencionó en el marco teórico, la habilidad deportiva también fundamenta la hegemonía dentro de las masculinidades, dando la posibilidad de denostar a los hombres que no cuenten con las destrezas suficientes para ser catalogados como buenos (Wellard, 2003; en Tivers, 2011), lo cual en este caso particular se asocia a su vez con la imagen del extranjero y del gordo. Por lo tanto estos sujetos son referenciados para delimitar hasta donde llega la hegemonía interna de la masculinidad hegemónica local (Demetriou, 2001) y qué características son responsables de quitarles ese lugar de privilegio a quienes la están performando. En tanto, las referencias al género que se utilizan para construir la masculinidad, siempre son opuestas para uno y otro. Es decir, las características del hombre siempre serán contrarias a las de la mujer ya que a partir del carácter relacional del género (Connell, 2003), la forma de naturalizar las diferencias de uno con respecto al otro es construyendo sus características en polos opuestos, para que así toda la vida esté jerarquizada por géneros, y específicamente en torno a las cualidades “innatas” que cada cual posee para ciertas actividades. Esto quiere decir que, si el hombre, como mencioné anteriormente, se debe performar como alguien fuerte e insensible, la mujer es completamente opuesta, al contar gran sensibilidad y debilidad. Estas características se basan en que el cuerpo de la mujer, al contrario que el del hombre, no cuenta con las características que posibilitan una práctica adecuada del fútbol al contar con un cuerpo incapaz de recibir agresiones (Inckle, 2014) – característica opuesta nuevamente al hombre-, argumento que se basa en las diferencias 90 biológicas que tienen el hombre y la mujer. Por lo tanto, el cuerpo de la mujer es responsable de la práctica deficiente del fútbol, quedándole como opción practicar deportes con menos “roce”, ya que aquella que osa jugar fútbol es vista como una mujer no femenina, lo cual la aleja de “la mujer normal” al no contar con la sensibilidad con la cual se caracterizan las mujeres que cumplen con roles totalmente femeninos como lo son la madre o la hermana. Esta manera de construir a la mujer va acorde al carácter oposicional del género (Connell, 2003) en donde el performar un género es básicamente no pertenecer al otro. A su vez, el cuerpo de aquellas que practican deportes de “roce” son catalogados por los jugadores del club como un cuerpo “de hombre”, el cual a su vez falla en poseer la facultad de representar a la mujer que ellos entienden como atractiva, y por lo tanto no son vistas como objeto sexual. Esta característica es preponderante en la construcción del sujeto mujer dentro de este espacio, ya que al ser objetivizada sexualmente está a disposición del hombre, quien cuenta con la facultad de tener relaciones sexuales con ella cuando lo estime conveniente, debido a la insaciabilidad que tiene el hombre de tener relaciones sexuales heterosexuales (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013). Vale recalcar que en este espacio las mujeres son actores esporádicos que solamente aparecieron en forma de árbitro o bien de jugadoras, pero que no asistieron regularmente al lugar de entrenamiento, por lo que la construcción de mujer se realiza a partir de una presencia invisible que tiene como principal función la construcción de la masculinidad hegemónica local. Por último cabe recalcar la construcción del sujeto homosexual mujer, la cual tiene como principal particularidad el poseer características masculinas tales como un cuerpo fuerte y la capacidad para recibir agresiones, siendo asociadas con las mujeres que juegan fútbol u otros deportes “de roce”. De esta manera no solo se mantienen las barreras genéricas sino también se estigmatiza la homosexualidad femenina (Kolnes, 1995; en Symons, 2007), lo cual ayuda a sostener el imaginario de que el fútbol y los demás deportes “de roce” son exclusivamente de uso masculino. Retomando la construcción del hombre homosexual, tanto éste como la mujer son construidos en base a un imaginario que generan todos los personajes presentes debido precisamente, a la ausencia de éstos dentro del contexto, lo cual no los excluye de ser protagonistas principales del moldeamiento de la masculinidad hegemónica existente en este lugar. Esta forma de influir en la construcción de la masculinidad Abarca y Sepúlveda (2000) la definen como un “fantasma fundante” de la identidad de los sujetos, presentándose constantemente como un aviso hacia la masculinidad hegemónica del lugar, ya que la amenaza de dejar de performar la masculinidad hegemónica siempre está 91 presente. De este modo el fútbol se entiende desde este orden genérico como una actividad completamente masculina, por lo que toda características femenina que se vislumbre dentro del campo de juego es descrita como incompleta o inferior a las que se esperan tenga un hombre que realice una actividad para la cual, supuestamente, su cuerpo está diseñado. Los actores que participan en la construcción de esta masculinidad hegemónica son todos hombres, la mayoría jugadores aunque también cumplen un rol fundamental entrenadores, preparadores físicos, paramédicos y utileros principalmente. Ellos, a partir sobre todo de actos de habla, realizan performances de género y a su vez demandan esto mismo a los jugadores ya que un jugador de fútbol del club debe demostrar siempre que, primero que todo es un hombre. Los modos en los cuales estas situaciones tomaron lugar fueron a partir de burlas, ofensas y comparaciones de diversas conductas que dentro de este contexto se entienden como ajenas a la masculinidad hegemónica local, recalcando de esta manera los comportamientos que no son admitidos por parte de los jugadores. Por lo tanto, a partir de actos de habla que denuncian performances de género que no coinciden con el modelo normativo de ser hombre, se está contorneando justamente esta performance esperada en los jugadores, coincidiendo con Messerschmidt (2005) al evidenciar que la masculinidad no representa a un cierto tipo de hombre sino que al lugar en el cual este hombre se posiciona a través de prácticas discursivas. Por último, el escenario donde estas situaciones se llevaron a cabo tiene la particularidad de estar completamente habitada por hombres, lo cual permitió que los jugadores y el resto de los actores presentes no tuvieran a nadie que los recriminara por sus dichos y comentarios, ya que no habitaba en él ninguna mujer ni homosexual durante el período en el cual se llevó a cabo esta investigación. En los entrenamientos, los sujetos que más participaban en las situaciones descritas eran los entrenadores y en menor medida uno de los utileros. En el caso del primero, si bien no es un sujeto homogéneo –habían ocho entrenadores en total-, la mayoría de éstos, a partir de sus altos cargos dentro de los planteles a los cuales dirigían, no obtenían respuesta ante los diferentes dichos o actos que realizaban, transformándose de esta manera en órdenes que los jugadores debían obedecer para así contentar a su técnico y por lo tanto tener mayores probabilidades de ser mejor considerado. En cuanto al utilero, si bien los jugadores lo respetan, la buena relación con los entrenadores y la gran cantidad de años que lleva trabajando en el club le otorgaban la facultad de poder recriminar, y a veces hasta insultar a los jugadores, sin que 92 estos pudieran hacer mucho al respecto. Por otro lado en los partidos los sucesos revisados tienen nuevamente al técnico como protagonista de la mayoría de las situaciones, y cuando no era este sujeto, otros adultos (ya sea paramédico, doctor o utilero) eran quienes realizaban las acciones, dejando a los jugadores de receptores y observadores de las acciones, pero no como protagonistas de los mismos. De esta manera considero que esta investigación proporciona una mirada desde un punto de vista distinto a lo que comúnmente se da en los estudios de masculinidades y deporte entre los cuales se pueden destacar el trabajo de Vidiella, Herraiz, Hernández y Sancho (2010) sobre la construcción de la masculinidad hegemónica en deportistas juveniles, la investigación de Martín y García (2011) sobre los vínculos de la violencia y el deporte, además de la compilación de trabajos sobre masculinidades, feminidades e identidades realizado por varios autores a cargo de Cara Carmichael (2007)-, desarrollándose desde el seno mismo de la actividad deportiva y siendo relatada por un protagonista diario del lugar investigado. Desde esta posición privilegiada pude acceder a la cotidianeidad de un equipo de fútbol, siendo testigo de las conversaciones y comportamientos cotidianos de los sujetos presentes, siempre en base a la práctica del fútbol. Estas últimas particularidades permitieron que la investigación tuviera acceso a la construcción de masculinidad en un espacio en donde se forman futuros protagonistas del fútbol profesional chileno, además de contar con adultos que ya han habitado estos espacios por varios años, lo cual sirve para comprender como se idealiza al sujeto masculino futbolista, cuáles son las características más importantes dentro de este contexto y a su vez, cuáles serán denostadas y rechazadas por parte de los integrantes de este contexto. Este estudio también demuestra como ciertos prejuicios sobre los roles de género siguen subsistiendo con bastante preponderancia, encasillando a las mujeres y los hombres homosexuales en un peldaño inferior al futbolista, construyéndolos como sujetos inferiores en habilidad, lo cual se traduce en su incapacidad de poder performar la masculinidad hegemónica local. Todo lo anterior evidencia que efectivamente el fútbol es un espacio donde la masculinidad argumenta la superioridad del hombre frente a la mujer, permitiendo así que los protagonistas de estos espacios tengan naturalizado el patriarcado como orden imperante y natural no solo en su contexto –el fútbol-, sino también del resto de la realidad. Como mencioné anteriormente, el hecho de que los principales reproductores de los hechos que construyen la masculinidad hegemónica local sean adultos da un indicio de dónde radica la repetición de discursos y comportamientos que mantiene al fútbol como un espacio machista y misógino, lo cual a su vez permite 93 vislumbrar un futuro sujeto y espacio con quien trabajar para que esto no siga sucediendo y el fútbol pueda dejar de ser uno de los últimos bastiones del patriarcado en nuestra sociedad. Por lo tanto, el hacer un estudio en el fútbol, dentro de una sociedad en la cual éste es el deporte más popular, aporta en identificar y cuestionar ciertos comportamientos que se exponen como intrínsecos de la actividad, pero que bajo una mirada socioconstruccionista siempre tiene un origen social y por lo tanto es en beneficio de algunos y en desmedro de otros. Por último quisiera proponer para futuras investigaciones que se tenga en cuenta como se construye la masculinidad dentro de planteles profesionales, donde la perspectiva es distinta en cuanto a la exposición mediática que tienen los jugadores, como así también la existencia de aún más sujetos con diferentes características. También estimo que investigar cómo, este deporte que se irgue como masculino, es vivenciado por mujeres que lo practican, aportando de esta manera una visión mucho más holística de cómo el fútbol influye en la performances de género de quienes lo juegan. Esta última propuesta va en concordancia con la irrupción que ha tenido la práctica femenina del fútbol en nuestro país en los últimos años, evidenciado en la gran cantidad de mujeres que se declaran practicantes o aficionadas a este deporte. Este fenómeno coincide con la creciente mirada crítica que se está desarrollando en varios espacios de nuestra sociedad, donde se están problematizando supuestos que han sido asumidos como normales o naturales durante mucho tiempo y que tienen como denominador común el favorecer y ser defendidas por los mismos sujetos a quienes privilegia. En este sentido como hombre creo correspondiente hacer una autocrítica e identificar cómo los privilegios de una sociedad patriarcal nos permiten posicionarnos desde una posición de comodidad y confort, lo cual muchas veces nos lleva a ser aliados de ésta situación de desigualdad. Por lo tanto, a partir de la crítica hacia comportamientos en una actividad que disfruto como es el fútbol, hago un llamado a no asumir la realidad como natural o dada, y a su vez a cuestionar los privilegios que ésta nos entrega a los hombres. En síntesis, partir por uno mismo en el continuo ejercicio de problematizar todos los actos y espacios que uno habita, tal como lo menciona Isabel Piper (2002) al decir que debemos utilizar las perspectivas críticas de la psicología social para generar nuevas prácticas que nos llevarán a construir nuevas realidades, ya que son precisamente aquellos comportamientos que están más arraigados en nuestras formas de entender el mundo – siendo uno de ellos el fútbol- en donde se ancla el mayor de nuestros enemigos; el orden establecido de las cosas que jerarquiza al hombre heterosexual por sobre mujeres, 94 hombres homosexuales y todo aquel otro que no performe una masculinidad hegemónica, lo que permite una normalización de la desigualdad entre los sujetos por el solo hecho de contar con ciertas características que, como ya he revisado, son construidas todos los días por todos nosotros. 95 BIBLIOGRAFÍA Abarca, H. y Sepúlveda, M. (2000). 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Bueno, estuve un año ahí y en ese año que estuve en Puerto Montt me fui a probar a universidad católica. Estuve probándome no se un año y medio, dos años, por qué las vacaciones mías no eran igual a las de todos, siempre como que iba a Puerto Montt y quería ir a Santiago por ejemplo y los feriados eran los mismos, ósea nunca tenía el espacio para ir por temas de que yo también estudiaba, estaba recién empezando entonces no podía dedicarme 100% al futbol, si no que tenía que dividirlo en partes: colegio con futbol. No dejar los estudios de lado es algo que siempre se me inculco en mi familia, no dejar el estudio por el estudio. Si me iba mal en el estudio estaba claro que ya no volvía más a jugar. Entonces durante un tiempo dije voy a ir a probar suerte, la última vez que iba a probar suerte y me metí a universidad católica ya de lleno, en la sub-dieciséis. Sub-dieciséis, sub-diecisiete, sub-dieciocho y, en parte de mi último año de school que me quedaba, a la mitad de año de 2013 me fui a éste club en el estoy actualmente. Y ahí estuve un año y medio donde conseguí jugar con la regularidad que necesitaba y en ese año y medio me subieron al primer equipo y hoy día estoy en el primer equipo ya entrenando más o menos. ¿Qué es lo que más te gusta del futbol? Yo creo que es lo que te llena, ósea es como eso que la gente de repente busca o hace en decir por ejemplo “quiero hacer esto y me satisface”, como que me llena hacerlo, y eso es lo que me pasa a mí y todos los días. La gente quizás esta en un trabajo que no le gusta y los fines de semana se libera, libera tensiones. Para mí esto me ayuda a liberar 101 tensiones aunque siempre está el riego de presión de todos los días por esto de que tienes que tener rendimiento y ser una persona regular, no puedes bajar el nivel entonces estas súper metido en la presión, pero una presión que a cualquier persona va a caminando en la calle, si yo le digo “te cambio lo que hago yo por lo tuyo” me diría “todo el rato”, porque el futbol hoy en día es una moda, como lo vivimos hace poco con la Copa América, esta todo aún más fuerte. ¿Y qué es lo que menos te ha gustado o las experiencias menos buenas que has tenido? Yo creo que el tema de la familia. Yo me fui con quince años de mi casa y tengo dos hermanos más chicos, entonces el hecho de no verlos crecer, por ejemplo, mi hermana es chica y ya sepa leer, y cuando yo me fui no sabía nada de todo, entonces fue más que nada eso lo que me dio pena. El tema de las fiestas especiales, los cumpleaños importantes de mi familia, de mi papa, de mi mama, de mis hermanos, incluso el mío no pasarlo con todos es lo que más me dolió. Pero yo creo que todo necesita sacrificios y ni siquiera solamente en el futbol. Quizás el futbol no te quita tanto como quizás otras pegas que te quitan, por ejemplo gente que sale de chile y no ve a sus hijos durante mucho tiempo. Yo por lo menos tengo la posibilidad de tener a los míos lo más cerca que puedo de repente, vienen seguido, entonces es un sacrificio también, pero lo he sabido llevar, ya me acostumbre. ¿Que opinión te merece a ti que el futbol sea un deporte comúnmente ligado a los hombres? Yo opino que eso viene de hace tiempo, y hoy día siento que es aún más… Eso lo ve uno por el hecho de ver la televisión, la cobertura que le dan al futbol masculino. Hay entrevistas en todos lados, la plata también que hay en el aire. Cualquier persona quizás que quiera ser futbolista tiene más alcance a tener un contrato millonario y no así la mujer que quizás tampoco hace tanto ruido. Pero uno lo ve en la televisión, la cobertura, la publicidad que se le hace no es lo mismo que al futbol femenino. En el futbol femenino creo son pocos los hitos que han marcado entonces al final siempre se deja de lado, y encuentro que recién están empezando a hacer un poco de ruido. Pero en la televisión tampoco transmiten partidos de futbol femenino. Muy pocos equipos toman en serio hacer una rama de futbol femenino. Quizás sea un poco al margen, pero creo que con la conectividad y la plata que hay con la publicidad que se puede hacer, perfectamente se 102 podría alzar mucho la publicidad y el prestigio del futbol femenino que ahora empieza a tomar vuelo. ¿Y por qué crees, como me hablas de los medios de comunicación, el dinero, etc., todo eso influye que el futbol masculino sea más conocido que el femenino? Si todas esas cosas se tornaran al futbol femenino ¿tú crees que sería igual de popular? No, la verdad es que no. Ya por el hecho de tener por ejemplo jugadores jugando en Europa, ya a los periodistas o gente en si le llena más o tienen más interés en ver eso que quizás ver a una persona que no la conoce nadie o no hace noticia. Yo creo que se podría hacer algo pero quizás no con el avance que ha tenido el futbol masculino en la gente. ¿Piensas que hay diferencias físicas para que el futbol femenino sea menos tomado en cuenta que el masculino? Sí, ósea puede ser. No sé si tanto. Hay mujeres que tiene dotes técnicos que cualquier hombre quisiera tener, pero como digo el hecho es que muchas mujeres pasan desapercibidas y que tienen tremendos dotes técnicos por el hecho de que la gente no se da el tiempo de verlas y al final queda ahí. También hay mujeres que juegan muy bien pero no tienen el apoyo, quizás una mujer dice: “claro puedo tener todo pero el futbol en chile nadie lo pesca, no hay contratos”. Con diecisiete o dieciocho años tienen que jugar por hobby, porque te gusta, pero más allá de eso no. Entonces las aspiraciones de ellas quizás se queden estancadas por lo mismo, porque no tienen un futuro en eso. En cambio al futbolista hombre ya a los diecisiete esta en Europa, y la plata que hay quizás lo llena más, en cambio la mujer no tiene esa vitrina que tiene el hombre, pese a tener a veces mejores dotes técnicos, tácticos y físicos que los hombres. ¿De par a par, tú encuentras diferencias entre un hombre y una mujer cuando juega? Si, si se nota. La forma que le pega en el futbol es un poco más lento. Obviamente hay que tener mucho cuidado, el hombre va al piso y da lo mismo, y la mujer quizás se tiende a cuidar más, tiene más sensibilidad, quizás no le gusta el hecho de ensuciarse o cosas así, al hombre le da lo mismo. Las mujeres tienen esa sensibilidad que las caracteriza que no las hace hacer cosas que hacen los hombres. Si se nota la diferencia en la manera en 103 que corren, en el tema del futbol es mucho más lento, la dinámica es mucho más lenta también, entonces no es lo mismo, es un futbol menos vistoso por así decirlo. Y cuando me hablas de que tienden a cuidarse más, de que son más sensibles, ¿Dónde tú ves eso? ¿Qué cosas te hacen pensar que ellas son así? Yo lo veo quizás en la personalidad. Cuando ellas están en la cancha tienden a gritar menos, juegan por jugar y a muy pocas le apasiona y le gusta. Igual hay hombres y todo, pero uno ve eso más en el caso de la mujer, la personalidad que tiene les tiende a ser más tímidas al ser un deporte no para la mujer propiamente tal, las hace quizás tener poco más de timidez en las distintas situaciones. “Me gusta y todo pero esto es para hombres” y al final siempre van a tener ese prejuicio. Y yo creo que también es un deporte hecho para hombres y recién ahora se está empezando a tomar un mayor concepto en el que puede ser también para mujeres. ¿Piensas que solo este deporte es para hombres, o piensas que otros deportas son también solo para hombres? Hay muchos más deportes, está el caso del rugby o deporte de mucho más roce físico. Yo creo que esos deportes están hecho para hombres. Para las mujeres hay el tenis, el voleibol, que son de menos contacto. Como te digo, deporte de roce físico que siempre están en constante contacto es más para hombre, siempre están en constantes lesiones, golpes, fracturas y todo eso. Quizás algunos son más para hombre y la mujer ha tomado muy poco peso ahí. ¿Tú has visto futbol femenino? Si. Cuando estaba en la católica veía de repente jugar a las mujeres. Las mujeres tienden a, no todas, caminar como hombre, empiezan a perder cosas de mujeres, las expresiones, como hablan, tienden a creerse un futbolista. A parte de esto que me dices, ¿Has jugado con mujeres? No, nunca. No he tenido la curiosidad de jugar con ellas. Y qué opinas de que ahora hay árbitros mujeres en las divisiones menores, a mí me ha tocado ver de la división 14 hacia abajo, hay árbitros mujeres, todo el cuerpo 104 arbitral. Hay también profesionales, cuerpos técnicos que están incorporando a las mujeres. Yo he tenido la posibilidad de ver un partido en el que una mujer estuvo de guarda línea, y como te digo la mujer en el futbol tiene que tener carácter, ese carácter de decir “a mí no me va a pasar a llevar por ser del otro género” ya que a eso tiende el hombre. La mujer tiene que tener carácter, en el momento en que pisa la cancha. Uno de repente reclama y la mujer te responde al tiro, entonces al hombre lo descoloca. He tenido la posibilidad, y por eso digo, de a poco va el futbol, acá en chile sobre todo, ganando espacio el futbol femenino, agarrando un poco más de relevancia. De a poco, como decías tú, en el tema de los árbitros, van sumándose mujeres. Me han contado compañeros de otros clubes que han tenido psicólogas deportivas, paramédicas, entonces hay sectores donde están apareciendo más mujeres. Esta de a poco tomando fuerzas este tema. Una mujer tiene que tener carácter, como te decía antes por la timidez uno nota eso, a veces quizás se dejan pasar a llevar, tienen que ser mujeres con personalidad, mas sobre todo si es arbitro por los cobros injustos y uno a veces tiende a decir alguna palabra y ella tiene que estar para decir “esto no es así, es como yo digo”. Cuando tu hablas de carácter, ligado a los hombres ¿piensas que hay para ser un futbolista que uno tiene que tener o bien desarrollar para serlo? Yo siempre he pensado así, el ser futbolista es un trabajo más. No es porque ser futbolista se tiene todo. El futbolista tiene que ser una persona perseverante, disciplinada, porque he conocido muchos compañeros, quince o veinte personas que han tenido tremendas condiciones y dicen ser futbolistas por tener eso que no tienen todos, como dicen tocados por la varita. Tienen una mentalidad sana, que sepa sus límites, saber que no es llegar y salir cuando él quiere, que hay un entrenamiento, que hay que tener las ocho horas de descanso necesarias porque el futbol te exige todo eso. Tener un descanso, buena alimentación, un entrenamiento invisible. Entonces hay un montón de factores que al final van dejando de lado ciertas personas, que solamente se comportan con el talento. A mí me ha tocado, soy de esas personas que son criteriosas al momento de jugar, de vivir, se mis limites, no me sobran pasos, y la perseverancia creo es lo que me ha ayudado a llegar acá. He tenido compañeros con tremendas condiciones pero que carretean todos los días, comen cualquier cosa, les da lo mismo por jugar a la pelota y ahí hay una diferencia entre ser bueno pa la pelota y ser un jugador profesional, hay un mundo de diferencia. El tema de la mentalidad también importa. Si un día amanezco mal, 105 mis piernas no van a andar como quiero por el hecho de estar preocupado de otras cosas. Si estas con la conciencia tranquila, al final todo se irán dando por sí solo. La mente te maneja todo. Dentro de la cancha, cuando un jugador es tímido, ¿juega peor? ¿Es más débil? Para mi pasa desapercibido. Un jugador tímido, que no pide la pelota, que esta como si nada pasa desapercibido. Y yo siento que se la puedo dar y todo pero al no hablar, al no pedir la pelota no se la dan nunca porque juega por jugar, no tiene interés. En cambio la persona que ves te pide la pelota, te ordena, anda activo en la cancha tiende a contagiar al resto del equipo. La persona tímida al final no termina haciendo nada, toco un par de veces la pelota, yo he visto que pasa más con niños chicos y al final si no tienes la personalidad necesaria, te vas a quedar en el camino tu solo porque no tuviste lo suficiente para decir “no, acá estoy, y estaré aquí siempre”. Dentro de lo que yo pude ver el año pasado en la división de menores, había ciertos dichos que apelaban a una manera de ser agresivo. Recuerdo que el preparador físico siempre les decía a ustedes que tienen que “estar recios”, que tenían que “comérselas calladitos”, ciertas frases que apelaban a ciertas agresiones. Eso, ¿qué te hace sentir? Es un tema motivacional, que te digan que estés firme, es como decir que no puedes perder, que en ningún momento puedes estar pestañeando, si estas pestañeando pierdes al tiro y son capaces de pasarte dos, tres veces sin que tú te des cuenta, entonces más que nada eso. Apela a la concentración, apela a la motivación, y a la convicción también. Esas son tres cosas que tienen que ver también con el técnico, el preparador físico es el que te agarra antes del partido entonces tiene que ver cómo está el estado anímico de nosotros, si nos ve muy callados empieza a decir eso, que empecemos a hablar, más que nada eso, como que se empiece a sentir. Lo que podríamos entras es como la timidez, ósea una persona que es tímida no habla, obviamente va a despertar ciertas dudas en el técnico y en el cuerpo técnico de decir “este no está acá”. Tu sabi como apela de repente a… A mí me paso muchas veces o más que nada como para… un momento que andaba bajo me hablaba con la gente del cuerpo técnico y me dicen “teni que hacer esto, teni que estar concentrado”, más que nada eso, como que apela a una convicción, a una concentración que, que es más que nada… trata de eso es lo que me pasaba a mí también, quizás a los otros le daba lo mismo, pero a mi yo, yo apelaba a eso como a de 106 repente cuando vay a chocar teni que ganar, a eso apelaba el cuerpo técnico hasta el día de hoy, y yo creo que todos los preparadores físicos tienen esa motivación, que al jugador de repente igual le gusta y por eso… quizás hay jugadores que lo mismo o hay otros que se sienten invadidos por lo mismo, va en uno… pero yo creo que eso era más que nada lo que decían eso, ósea, si te gusta pegar de repente una patada, también teni que comerte las patadas que te peguen a ti, ósea por eso más que nada el comértelas calladito, ósea tampoco es llegar y claro pegar una patada y a ti no te llega nada. Más que nada yo creo que más que nada por eso. ¿Hay cierta agresividad… como bien vista y agresividad mal vista? ¿O no es tan así? Si uno quizás sí… ósea uno igual con el paso del tiempo quizás uno ve cuando una persona, como decía, es mala leche, ósea tú lo ves porque hay gente… Uno lo ve más que nada por ejemplo, por el estilo de juego. Por ejemplo no sé, una persona que tú sabes, que siempre lo ves en distintos partidos antes que los tuyos y sabes que es así, tú ya lo tienes identificado como una persona que juega así, que juega así, y va a jugar así siempre. En cambio cuando tú ves a una persona que realmente, así, no sé, que no pega patadas nunca o cosas así, realmente a una… a veces, y siempre pasa que… al jugador talentoso por ejemplo, siempre le pegan una patada y se come calladito, y después él va a buscar la venganza por así decirlo, y va, y tú ves como cuando corre ya como que va a pegarle, tú ves cómo ni siquiera va a la pelota, va a pegarle al jugador. Entonces tu como que yo creo que eso es la agresión malentendida, cuando ya tú vas a pegar, ni siquiera vas a la pelota, cuando tú ya eres capaz de producir un daño físico a tu, a tu, a tu colega en este caso y no a una persona que por ejemplo, que sea no sé, las personas que juegan en defensa, que siempre tienden a tener más roce con las personas, siempre como que tienden más que nada a eso. Como que te ven “te voy a clavar una patada”, pero siempre van a la pelota, en cambio una persona de repente… O el mismo central de repente está caliente con un jugador que quiere pegarle y todo, tú lo notas ósea, por la manera y obviamente el jugador nunca te va a decir “no yo fui, yo no fui así”, pero uno lo ve… y ni siquiera con decirle algo, tu llegai, vei, y vei que va a ir a pegarte, ni siquiera va a la pelota, más que nada eso. Hay un concepto, bueno que yo no lo he visto mucho en el club en sí, pero lo he visto sí en otros lados, en otros contextos futbolísticos que es el ser guapo ¿qué es ser guapo? 107 Es como, el ser guapo para mi es plantarte en la cancha y decir “aquí estoy yo”, es lo que, por ejemplo hoy día Medel, es un claro ejemplo él. Tú lo ves jugando ahí en Italia y a él jugando aquí en Chile y es lo mismo. Y… ¿el mide cuánto? Un metro sesenta, un metro sesenta y juega con jugadores de un metro noventa, y aun así les gana y se plata y cuando el jugador del metro noventa lo va a encarar, lo encara igual. Es guapo, tiene personalidad, ante cualquier persona, ante cualquiera siempre es como más que nada eso. Yo lo grafico en él porque es una persona muy regular, tiene partidos malos muy pocas veces y hoy día uno lo ve jugar, y se ha ganado a los hinchas más que nada por eso, por ser guapo, por ser una persona que deja todo en la cancha, más que nada eso. No con palabras quizás, pero si es como juega. Pasando a otro tema, o volviendo al tema anterior mejor dicho: en Lampa, donde tú estuviste, no hay, por ejemplo… todos los protagonistas son hombre, ¿verdad? Los kinesiólogos, los paramédicos, los entrenadores, jugadores, etc. ¿Qué pasaría si un día llegase una kinesióloga, una psicóloga o una entrenadora, cambiaria en algo lo que tu conociste? Eeeh… si, yo creo que al principio, típico cuando eres juvenil y todo, que llegue una mujer es como que “uy, que raro esto”, por eso digo, nadie nunca se lo habría esperado, pero yo creo que con el paso del tiempo uno se va acostumbrado y ya, como que ya tiende a… ósea yo creo que nunca la falta de respeto, no va ahí, nunca uno va a faltar el respeto pero si te sorprende como decir “oh una mujer en el cuerpo técnico” o una persona que sea no se paramédico, como que te sorprende, entonces… pero siempre yo creo que es con respeto, ósea ya termina siendo una persona que está contigo todos los días, que nunca te deja… que nunca te deja solo, que esta todos los días contigo permanentemente en todos los horarios, que si tú necesitas algo ella te lo va a dar, entonces yo creo que incluso su voluntad puede ser mejor recibida que la de un hombre por el hecho de que sea mujer entonces tiene una manera de decir las cosas y de entregarte las cosas distintas, entonces al final uno se termina encariñando con la gente, más si es mujer y todo que… claro te dicen “uno se encariña con todos”, pero quizás con una mujer, que tiene esa sensibilidad como de mama incluso a veces, como que termina encariñándose por lo mismo, porque sentí que es como tu mama, que te protege, porque te cuida, porque realmente siempre te da consejos, es como más que nada eso. Al final sorprende, pero se termina encariñando con la persona. 108 Y, bueno, hablando de la pregunta anterior de ser guapo, por ejemplo, a ti te echan una choreada por así decirlo dentro de la cancha, ¿tú tienes que devolverla o es mejor quedarse callado? ¿O es mejor visto que uno se plante frente al rival? Yo soy parte… yo era un error que cometí yo, que quizás a veces uno igual lo comete por tener las revoluciones a mil de repente uno responde. Pero porque es del futbol, ósea uno lo ve y en cualquier partido que una persona tenga un roce, una patada o una choreada como dices tú, uno igual tiende a responder porque estai “no porque él me tiro esto, yo tengo que responderle”, pero hay veces que ya pasa a ser una… algo mal entendido cuando ya empieza el tema de los contactos físicos, cuando ya empezai a golpear, porque primero te descontrolai rápido y empezai a tener problemas también con, con tu equipo porque el final terminas siendo una persona que no es confiable ante cualquier insulto o patada que te llegue, lo que pasaba también con Medel, es lo mismo, él una persona que es guapo y todo, pero cometió el error de repente de tener una discusión con un jugador, pero el de repente ya empezaba con golpes y todo entonces al final la gente empezó a… hubo un tiempo que la gente lo empezó a no considerar como lo consideran hoy en día, ósea era una persona que era poco confiable, que fuera de la cancha también empezaba a pegarle a las cosas entonces era nada más que nada eso como que… uno claro, va a responder siempre pero sabiendo tus limites, sabiendo que teni una responsabilidad, sabiendo que teni 10 jugadores más contigo, técnicos que ven esto, que todos lo ven, que hay gente que quizás en el caso de que te quiera llevar a otro equipo dice “este jugador no es confiable porque le responde a los demás, porque empieza a descontrolarse”. En cambio la persona que claro, tiene sus límites y todo y que pelea, de repente pelea y todo, pero es una persona que sabes que no va a hacer cosas no nunca, que se va a controlar, eso es más que nada lo que yo veo. Tú en tu pasa o bueno cuando formaste parte de las divisiones menores de unión, ¿habían ciertos códigos, ciertas cosas que podías decir y que no a los profesores? ¿Ciertas cosas que les podías decir a ciertas gente o tú siempre te pudiste abrir con cualquier persona o… demostrar tu punto de vista contrario quizás a algún profesor, pero a cierto profesor y no a todos? Yo creo que eso va con el tiempo, ósea yo el tiempo que estuve por ejemplo le agarre un cariño enorme al profe Bigorra, que fue mi técnico porque fue una persona también que me dio mucha confianza a mí, entonces al final esa confianza me la devolvía hablando conmigo, entonces yo igual… uno también tiende a decirle algunas cosas, quizás no le 109 decía todas porque habían compañeros que quizás estaban desconformes, que hablaban de él por el hecho de que “claro este viejo no me pone”, lo típico en todos lados… entonces yo tampoco le voy a contar a él, porque, ¿Porque si yo estoy jugando me tengo que meter en problemas de otros? Quizás de repente… no pero la verdad es que siempre hubo una…por la manera que quizás el profe entrenaba, como que habían algunos que están disconforme porque le gustaba trabajar potras cosas o algo así, pero yo creo que eso va con el tiempo. Yo hablaba con compañeros por cosas… a mi muchas veces me toco discutir con mis compañeros porque yo estaba en compañeros sobre como ellos enfrentaban ciertas situaciones como equipo. Había un tiempo en que nosotros estuvimos como juvenil en un momento muy malo y hubo un compañero que realmente se reía porque íbamos ultimo entonces yo iba ahí y ni siquiera era necesario tener confianza ósea, hay códigos… acá hay un tema de equipo. Y yo se lo dije frente a todos y no tuvo problema... Se lo dije que no puede estar actuando así, que no puede estar riéndose por la situación en la que estamos, que no puede entonces al final, lo que pasaba es que muchos de mis compañeros nunca se atrevieron a decirlo porque quizás no estaban interesados en el equipo, ósea están obviamente como no juegan algunos están interesados en jugar ellos, me pasa a mi hasta el día de hoy. De repente cuando no juego, prefiero que los demás arreglen el tema porque estoy preocupado de mi situación. Como él no estaba jugando en ese tiempo y también era mi último año, yo necesitaba jugármela, ósea no quería después arrepentirme y decir “¿Por qué no le dije esto en ese tiempo? Yo le dije y cambió, y tenemos una muy buena relación ahora, quizás en ese tiempo hubo un momento en que no hablamos nada, pero me quede con la conciencia tranquila de que le dije todo. Y también me pasó con otro compañero que muchos compañeros me dicen “no, está bien lo que le dijiste”… pero es que quizás no se quieren meter, no quieren pasar ese mal rato que pase yo en el fondo, entonces hay códigos de repente… y eso quedo ahí, ósea yo creo que los profesores nunca supieron, porque eso siempre quedo en el camarín y yo nunca supe de los profes ni nada. Quedo ahí en el camarín, y ahí va el código de cada uno, uno tiene la libertad de contárselo a quien quieran pero también saben que hay una responsabilidad de equipo, lo que nos pasa a nosotros no lo puede saber el cuerpo técnico ni el kinesiólogo. Lo que pasa debe quedar entre nosotros porque esto se arregla entre nosotros y hasta el día de hoy ocurre en los equipos que en las situaciones se agarran entre ellos y el cuerpo técnico queda fuera. Entonces… va en cada uno, va en los códigos, y va formando los códigos con las personas que si realmente le gusta el futbol, 110 saben que... como todo en la vida, debe tener códigos, no debe andar contando todos los problemas a todos. Empezando la tercera patita de esta investigación, ¿tú has tenido la experiencia, o has sabido de algún jugador homosexual en un plantel de futbol ya sea en futbol joven o quizás ahora en tu experiencia como profesional? No, personalmente no, nunca he sabido nada. No. Nunca he sabido nada, no he tenido ningún compañero que se haya… ninguno. Igual he vivido poco en esto, pero nunca he sabido de ningún compañero. Y… ¿qué pasaría si hubiera un jugador abiertamente declarado homosexual? Para mi igual seria… Yo respeto y todo. Para mí sería igual complicado, porque estas conviviendo con la persona que claro, le gusta la persona del mismo sexo y van en un camarín donde generalmente uno ya, no se po, claro te bañai, te bañai con él al lado… no es lo mismo estar en una cancha que en un camarín porque claro están ahí todos los compañeros, se puede incluso prestar para malos ratos de bullying. Uno nunca sabe… más cuando uno es juvenil, como la gente todavía no tiene tan desarrollado ciertas cosas de como que… empiezan a tirarle… si existiera el caso sería incómodo para todos, yo creo que para muchos, sobre todo para él, porque creo que muchos empezarían a hacerle un bullying hasta que él quizás deje de ir a entrenar y todo pero… sería complicado no solamente pa ellos, yo creo que pa muchos. Ya que tocaste el tema, ¿hay mucha broma en cuanto a.... entro broma y retos de que se yo, referencias también a mujeres y homosexuales, por ejemplo, jugar como niñita, o jugar como amariconao, mejor irte a jugar a las barbies si no quieres dedicarte a esto… ¿de dónde vienen y por qué se realizan esos comentarios? Eso yo creo que se realiza por el hecho de que porque claro es un deporte de roce, que no podi jugar… que teni que jugar con todo, que no podi regalar nada entonces cuando pasa eso de que de repente un jugador juegue como si nada ahí empiezan esas tallas de que “no jugui como niñita, anda a jugar a las barbies si no queri que te toquen” más que nada eso, onda ”anda bailar ballet” como dicen “si no queri que te toquen” porque siempre tienen eso. “Anda a jugar a las barbies entonces si no queri te toquen” por lo mismo, porque el jugador que lo tocan y empieza a gritar lo empiezan a molestar o se tira al piso porque al final a los demás le empieza a molestar la manera en que él juega, porque 111 como te digo, ellos saben que el futbol es de roce, es de contacto físico permanente y siempre vai a estar no solamente con el contacto físico con las piernas si no que de repente con los brazos, cuando vai a saltar, siempre vai a tener contacto entonces quizás cuando una persona tiende a de repente a jugar por jugar nomas, tiende a hablar o tener esa cierta crítica y cierta talla como “no jugui como mariquita”, “juega como hombre”. Son un montón de cosas por lo mismo, porque el futbol es un deporte de roce, de contacto físico permanente. Entonces el que no esté en ese contacto físico permanente propiamente tal, tiende a ser una persona que claro, empieza a ser objeto de burla. Dentro de este espacio de futbol joven, está el utilero, que muchas veces o bueno, lo que yo he visto… de repente insulta o de repente se refiere a ustedes de manera poco grata ¿Cómo era tu relación con él y que piensas tú de ese trato que tenía con ustedes? Yo creo que, bueno yo he tenido conocidos utileros también… bueno quizás todos tienen esa picardía, esa manera de expresar que no tienen todos, que claro de repente te tiran sus garabatos. Y yo he conocido utileros en puerto Montt que hasta el día de hoy esta allá, que claro es una persona muy atenta con uno y todo, pero cuando se enojaba te tiraba sus garabatos y todo a cualquiera. Pero si te agarra un cariño y todo, obviamente la agarra con uno más que otro, porque el otro era desobediente, porque dejaba todo cochino. Y una, pa mi es una relación súper linda, con los que he tenido, quizás no tanto con el que está ahora, porque lo que muchos critican es que al que hoy día están en el primer equipo esta, como que está más ligado a lo extranjero, como que los pesca más, en cambio a nosotros que somos juveniles, a los chilenos no nos pesca a todos, a los que somos de la cantera como que nos deja más de lado, como que nos mira en menos, entonces siempre vai a encontrar gente así, en los utileros vai a encontrar gente de todo tipo pero… es una relación que se… es como un amigo al que tú le teni confianza y él te tiene confianza a ti y hablan de futbol, después hablan de otras cosas y que incluso de repente el con el contacto, porque el utilero siempre está al medio de todo, siempre va a escuchar lo que diga el técnico, entonces te puede tirar por alguna, no se alguna pista de lo que teni que hacer mejor porque el técnico l dijo a él o porque escucho en los pasillos, no sé, un montón de cosas. Ahora es como un amigo, que tu sabi que no le va a contar… yo he tenido la posibilidad de confiar, es una persona de confianza, no es cualquier persona y tú te la ganai porque te ve trabajando, porque te ve que eres limpio, que eres obediente, y uno se gana a la persona. 112 Cuando tú hablaste en la pregunta pasada de que el deporte es un deporte de contacto, ¿qué pasa si hay jugadores que rehúsan el contacto, son mal vistos? ¿Son jugadores que despiertan algo en el rival? Ahí uno dice que es un jugador que no mete la pata, es un jugador que pasa… que es uno más, que es plano, que no juega al futbol como realmente se debe jugar que es con contacto, con garra, con actitud, con convicción. Una persona no mete la pata en el fondo como que termina haciendo que el rival… por ejemplo, el sí sabe que pasa, no le va a pegar una patada, o no lo va a seguir, porque es un jugador al que solo le gusta tener la pelota a él y que no le peguen. Una persona que realmente se rehúsa termina siendo mal visto por su técnico, por tus propios compañeros que a mí me ha pasado muchas veces, que ha pasado muchas veces que les dicen jugadores pecho frio, son jugadores que no meten la pata. Yo he tenido compañeros que realmente les han dicho así y uno los ve jugar y como que juegan… no tienen una expresión, tú los vei y no te impregnan nada de el a ti desde afuera. Yo he tenido compañeros que les han dicho que son pecho frio y les da lo mismo, como que tienen tremendas condiciones pero les falta lo otro, que es actitud al momento de jugar que “si me pasa yo voy a ir, y si me pasa de nuevo voy a ir de nuevo”, entonces son más que nada… cuando es medio pecho frio es cuando no mete la pata, juega sin corazón y al final termina siendo un jugador mal visto por todos, no solamente sus compañeros. Durante la entrevista hemos hablado un poco de la mujer, un poco del hombre, un poco de la homosexualidad ¿que opinión te merece el cruce de estos tres en el contexto futbolístico? Que opinión tengo de los… ¿Cómo tú ves el cruce entre la mujer, el hombre y el homosexual en el futbol? ¿Están ligados? ¿Hay espacios para ciertos actores y otros no? Ósea yo creo que con el tema de lo homosexual, no creo que haya nada de malo con un camarín, yo sé y he sabido de personas, de futbolistas de Europa que tienden a decir que son homosexuales y son sacados del equipo porque… al final la agarran por l porque obviamente los demás no tienen la culpa de que él sea homosexual. Si se decidió a serlo, bien por él, pero también tiene que aceptar en que puede incomodar a sus compañeros. No ha todos pero si a la mayoría los puede incomodar. Y la mujer, yo creo que de a poco 113 se va a ir metiendo en este rubro, pero va a paso lento, va tomando fuerza pero de repente como que se estanca, de repente sigue, de repente no, entonces es más que nada eso. La relación como te digo del homosexual con el futbolista en un camarín… si tú me preguntai a mí, yo igual me sentiría incomodo, me sentiría incomodo, yo los respeto y todo, no tengo nada en contra de ellos, pero en el momento en que por ejemplo, ya si es un compañero fuera homosexual me costaría mucho decir “no, sabí que, ven al camarín” porque estai compartiendo con el todos los días, ve todo, a tus compañeros, es objeto de burla, y al final se termina uno sintiendo mal por lo mismo porque es una persona que recibió algo tan difícil, y tener que… la gente lo molesta igual y uno dice “pucha, claro le costó tanto pero es objeto de burla” entonces lo más sano para el seria que se vaya porque al final se terminaría haciendo mucho daño a él, y ahí es donde uno de repente dice ojala nunca más se empiece a un tema… piense en suicidarse por el tema excesivo que le hacían, porque ya era mucho, llegar a entrenamiento y esa cosa. Y la mujer yo creo que va tomando fuerza pero ya, como te digo, el hecho que no se le puede asociar mucho al hombre por el hecho de… solamente porque juegan. Pero así como la importancia del futbolista, óseo tú ves un diario y va a estar portada de todo puros jugadores de futbol, y a la última página con suerte quizás salga algo de futbol femenino. Pero más que nada eso, van de la mano en ciertas cosas y hay otras cosas en que simplemente no competen, no corresponde hablar de que hay semejanzas. Esto del homosexual como… Hay cierta… Yo creo que, con la gente con la que yo he hablado también esta como la idea de la incomodidad, ¿Tú has visto, has sabido, o has sido testigo de jugadores para no acercarse a ese lugar como que tratan de mostrar su heterosexualidad de manera más…? No, a mí no me ha tocado ver eso, nunca me ha tocado… quizás uno ha visto compañeros que son medio amanerados como se llama pero no solamente… y no he tenido solamente compañeros de futbol, compañeros de la vida o ex compañeros de curso que son medio amanerados porque quizás no sé, de repente son hijos único entonces no sé, tienden a ser muy mimados por los papas, se acostumbraron siempre a papa y mama, entonces tienden a eso. Pero aun así no porque sean así uno va a decir “no, es homosexual” si no de repente igual tienen pareja todo, si no que es su forma de… crecieron así, su forma de criarlo de sus papas quizás fueron eso, y no solamente por eso van a ser homosexuales y no al revés también, si no quieren ser eso tampoco van a demostrar “no, sabí que estoy con tal persona” no, si no que… yo creo que al final no sé si 114 una persona aguante tanto tiempo decir “yo soy…”. Cuesta mucho que una persona… yo creo que ahora con la sociedad que tenemos, una persona sale del closet mucho más fácil que antes, porque antes el juicio que había al homosexual ya era, pucha, “no, no puede ser homosexual” y hoy día tú lo ves que, el tema de las leyes ya quieren hacer el matrimonio igualitario y todas esas cosas entonces ya ha sido una persona, o una mujer, tiende a decir “no, mira cómo está la sociedad hoy en día, ¿por qué no decimos, nos abrimos y decimos que pasa esto?”. Entonces al final como que siento que una persona, como dices tú, tiende a demostrar su heterosexualidad para no acercarse a su mundo, no debería porque la sociedad ha cambiado demasiado, y no debería tener miedo. Ya hay mucha gente que ya… he tenido compañeros dela vida que se dicen ser homosexuales y están ahí y no tienen drama pero antes yo creo que era mucho más difícil. Ahora, la sociedad está abierta y tienden a salir del closet sin problema. Por último, ¿tú sabes o identificas alguna otra exclusión o quizás discriminación dentro del futbol aparte de las que hemos estado hablando? Sí, sí, eso se ve mucho, ósea, uno lo ha visto cuando una persona es cuica o por el hecho de tener plata discriminan, o al revés también, es de todo. Ósea cuando llegas a un lugar por ejemplo, un equipo de futbol quizás de menor, de un estrato social bajo y llegar un persona, como dicen, cuica acá, claro los demás tienden a quizás excluirte un poco más, a tirarte tallas pesadas, a no sé, a mí nunca me ha tocado llegar hasta que lo golpeen y que se quede callado. O al revés también, cuando la persona no… yo creo cuando una persona viene de un estrato social muy bajo y se encuentra con personas quizás de un poder económico mucho mejor que él, también tienden a humillar y ni siquiera con palabras si no que de repente con cosas materiales, “que tu no teni esto, que tu no teni lo otro”. Eso se va a dar siempre en el futbol, y siempre se va a ver. Yo creo que cuando uno es más joven sí, porque como uno no tiende a razonar que quizás, que daño le podi estar haciendo a la persona, si al final les terminai provocando un daño que poder irreparable y termina dejando el futbol porque no porque… Me han tocado compañero que se han ido a probar y dicen “no, estos son muy cuicos, eran unos… no me gustaba el ambiente, entonces me fui a otro equipo” y es más que nada por eso, por los estratos sociales se fija mucho. Yo lo he visto en el futbol, es muy marcado eso ósea como si tú, quizás al final te terminai… al final, teni que realmente conocer a la persona para decir “¿sabí que? Da lo mismo al final si tu teni un estrato social más bajo que el mío somos 115 amigos igual, no hay problema”, pero al principio, cuando se forman estos grupitos, ya se nota que ya quizás van a empezar a tirarle tallas pesadas y la cosa, más que nada eso. ¿Y por apariencia física hay también…? Sí pero… el futbolista siempre va a ser como tirao a andar tirando tallas, no sé, a mí por ejemplo que soy colorín, siempre me van a molestar porque yo también molesto a los demás, pero nunca más allá de eso, como que siempre hay un límite. Tampoco es como decir “eri tan así, eri negro no, tu eri negro”. Yo creo que no, que estamos en una sociedad media racista, pero en el futbol como estai acostumbrado con compañeros de distintas nacionalidades teni que saber a convivir con ellos. Ósea, he tenido compañeros argentinos, uruguayos, también chilenos, y siempre tiene que haber un ambiente grato porque al final vai a compartir con ellos siempre, todo el año, y si tienen una presión física, que son más guatones, claro, te tiran la talla y todo, pero yo nunca he visto que pase más allá de eso… “porque eri chico, porque teni orejas grandes, porque eri guatón”, te van a molestar pero en forma de talla, pero más allá yo nunca he visto un problema más como bullying por decir “tú eres así” o “tú no eres así”, nunca he visto problemas así. Bueno, vale po, ¿algo más que quieras decir? No, no, feliz nomas, ningún problema. 116 Entrevista con Entrevistado B Primera pregunta: ¿Cómo toma usted la decisión de dedicarse al fútbol? ¿Cómo jugador? Sí. Bueno, todo esto parte siendo muy niño. Todo esto parte con una prueba masiva que hace Universidad de Chile y un vecino mío me pide que me vaya a probar. Me dice “Tú tienes condiciones, anda a probarte”. Y me recuerdo que parto al estadio Pocuro, que está ahí en Pocuro al llegar a Providencia, que es el estadio de Providencia hoy en día. Y había, no sé, cinco mil, una cantidad de niños enorme. Y juego un partido que debe haber durado unos diez minutos y me citan después para Recoleta en donde yo pensé que uno ya había quedado y llego a Recoleta y hay diez mil más. Y ahí empiezan las pruebas, la decantación hasta cuando el técnico, de esos entonces que era Don José Ruiz, me dice que me tengo que hacer los exámenes porque me voy a quedar en Universidad de Chile. Pero yo me pruebo en un puesto totalmente diferente al cual llegué a jugar. Eso fue gracias a Don Washington Urrutia y Don Pepe Ruiz que fueron los que tuvieron la visión y los ojos para decir “no, que no juegue delantero, que juegue acá atrás”, y pude debutar a muy corta edad. Y usted ¿cuánto alcanzo a estar en las divisiones menores de Universidad de Chile? Bueno, antes había menos divisiones. Antes tú tenías cuatro divisiones nomás, que eran segunda infantil, primera infantil, juvenil, cuarta especial, la reserva que entrenaba con el primer equipo y el primer equipo. No había más divisiones. Yo alcance a hacer segunda infantil, primera infantil, me pasaban a la juvenil y me pasaban al primer equipo, y ya antes de los 17 años yo ya estaba debutando. ¿Cuál es el rango de edad con el que estuvo usted en infantil? ¿Cuál era ese? Yo tengo que haber empezado a los doce años po, doce, trece, catorce, quince, dieciséis y claro, ya a los diecisiete ya estaba jugando. En comparación de esa época a esta época, ¿hay similitudes? ¿Quedan cosas que van siendo iguales o ya es todo…? 117 No, ha tenido una gran transformación el futbol menor. En todo sentido. Primero, que tiene más divisiones. Después vino toda la masificación de las escuelas de futbol. Entonces las escuelas de futbol fueron los que fueron siendo como los… viveros, digámoslo así, de las divisiones menores de donde fueron sacando chicos. Hoy en día, el futbol menor juega con muchas divisiones, entonces eso cambio mucho. Cambio todo lo que es la metodología de los entrenamientos. Cambio mucho la misma intensidad de los trabajos. Y fue porque ya cada institución fue entendiendo más que el futbol menor era importante, y había que tener más recursos y tener más cosas y se fue mejorando. ¿Y en qué momento usted decide ser técnico de divisiones menores, propiamente tal? Bueno, cuando uno le va tomando más el peso a esto, cuando te van quedando menos años de carrera. Uno cuando tiene veinticinco, veintiséis años, no mira que esto se va a terminar. Pero cuando uno llega a los treinta y empieza a estirar un poco “que un año más, un año más”, uno se va proyectando. Y la verdad es que, los ojos míos estaban puestos para otras cosas, muy ligadas al futbol y que ese campo no estaba todavía muy virgen en el futbol nacional. Y hasta que decidí hacer los cursos po. Me vine, hice los cursos, me fue bastante bien. De los cursos terminan mi titulación y me mandan a buscar pa trabajar en las selecciones menores, y ahí empieza la carrera mía como técnico. ¿Qué piensa usted de que el futbol sea un deporte relacionado principalmente a los hombres? Como un deporte más para hombres. Bueno, esto hace bastante tiempo atrás era solo pa los hombres porque después vino una gran masificación del futbol femenino. Y que ha estallado a nivel mundial. Es tanto que se hacen mundiales femeninos, entonces esto ha cambiado rotundamente. Pero yo creo que sigue siendo en volumen más masivo el del varón para el futbol, pero también ha tenido un gran auge lo que ha sido el futbol femenino. ¿Y por qué usted piensa que es mucho mayor la cantidad de hombres que lo practican al de mujeres? Porque en relación a lo que es el futbol en forma… que fue siempre como se inventaba y analizaba y visto que era un deporte rudo, que había que chocar y era pa los hombres, le lleva muchos años de ventaja a lo que es el femenino. No sé si en algún momento lo lograra equiparar, pero hoy en día siempre sigue mandando el futbol pa varones. 118 Y esto de las características que usted dice de ser rudo, de ser un deporte más para los hombres ¿En que se ve? ¿En que lo…? En todo po. Tu no podrías poner a jugar a una mujer, una chica de dieciséis años con un chico de dieciséis del futbol menor. Yo creo que se notaría mucho. Y en cuanto a esa rudeza que usted dice ¿hay alguna rudeza que está bien vista y otra que es mal vista? No, porque hay un semblante que es el que trae y hay genes que trae más el hombre que la mujer nomás. La mujer puede ser más valiente que un hombre. La mujer pasa por cosas más fuertes que un hombre en su vida. El hecho de tener un hijo ya es una cosa totalmente fuerte que nosotros no la vivimos como hombres, pero lo que es ya el deporte, y prácticamente ligado a esto que es el futbol, siempre está mandando más, genéticamente, el hombre. Y ahora, aparte de este auge que usted dice, también hay una interiorización de la mujer dentro de estos lugares o espacios que antes eran habitados solamente por hombres. Ósea, hay arbitras, hay mujeres del cuerpo técnico. Sí, hay mucho más. Mira tú ya lo ves… el otro día veía un reportaje en el FOX: en Alemania hay dos mujeres que dirigen equipos de segunda división, son los técnicos del equipo. Tú ves todo lo que se ha ido produciendo, ya hay mujeres que arbitran. Entonces el campo se abrió mucho más, pero el espectro para la mujer no sé en cuantos años más podrá verse igual a lo que es… el volumen de chicas a probarse al futbol como el volumen que se prueban hombres para el futbol. ¿Usted piensa que va para allá? ¿Qué va en aumento? Es que a lo mejor no estamos ni vivos pa verlo. No sé cómo irá la tendencia, pero uno tendría que tener un estudio de eso, saber que tanto auge ha tenido desde que empezó el futbol femenino, por decir, si empezó el 2000 al 2015, ¿cuánto ha progresado? ¿Vienen más niñas a jugar? Eso la verdad que no lo manejo. Y dentro de cuando, por ejemplo, ¿a usted le ha tocado ser arbitrado por una mujer? En el futbol menor, si po. 119 ¿Y eso cambia algo? Mucho. Mucho. Cambia el trato de los mismos jugadores hacia la persona que está dirigiendo. Cambia cuando te tocan guarda líneas mujeres. ¿Y que cambia? ¡Cambia! En el mismo forma de alegar del jugador que está dentro de la cancha. Él quiere alegar y se da cuenta de que es una dama. ¿Y eso los cohíbe? No sé si los cohíbe, porque uno está afuera. Yo veo la reacción de los muchachos cuando quieren reclamar un codo al, digamos, al línea decirle que “¡¿que está cobrando si no es off-side po?!”. Uno ve que el tenor es diferente cuando uno es hombre. ¿Y a usted le pasa también? ¿Hay cambio? No, porque yo trato de alegar lo menos posible con los árbitros. Los años te van dando otra madurez y otra experiencia. Cuando usted hizo divisiones menores ¿esto no era? O pasaba igual, habían arbitras… No, no había nada. Yo hice toda mi división menor en futbol y nunca vi a una mujer arbitrando. ¿Y en otros aspectos del futbol, dirigentes? No, porque hoy en día hay más auge, hoy en día tú ves mujeres que trabajan en los programas deportivos, que antes cuando era, cuando veías mujeres en los programas deportivos. Y ves mujeres que están muy bien instruidas, que han estudiado mucho, que se saben los nombres de los jugadores, critican bien. Entonces se han metido en el rodaje de esto. Y, ¿Cómo usted piensa que impacta en el jugador que haya un mayor protagonismo de mujeres? Es que eso yo creo que es una pregunta que deberías hacérsela a un jugador de campo. Que les impacta a ellos po. Cómo reaccionan ellos cuando ven que una mujer les viene a 120 arbitrar. Cómo reaccionan que “oooh, el cuerpo arbitral son puras damas”. Yo creo que es una pregunta más que tiene que ver con ellos, ósea, o la evidencia más ellos dentro del campo. Pero usted que está viendo este auge y que también vivió la parte que era totalmente un lugar masculino ajeno a mujeres, ¿ha visto aparte de esto del reclamo algún…? Es que a ver, yo veo que han aflorado mujeres árbitro, que han aflorado mujeres en los programas de televisión, pero tampoco es una cosa tan masiva. Yo no tengo un catastro de decir “ah nooo, mira el 2010 habían ocho, ahora hay doce, nos pasamos a quince”, no lo tengo. Entonces yo tampoco veo una cosa de tanto volumen. Yo el futbol femenino, por situaciones que me chocan los horarios, yo poco veo al futbol femenino del club. O yo estoy jugando afuera, o ellas están en Santiago, ellas están viajando y yo estoy en Santiago, entonces andamos al revés un poco. ¿Pero ha tenido la oportunidad de verlo alguna vez? Entrenar nomás las he visto. ¿Y cómo? En el estadio las vi una vez. ¿Y cómo las ve? ¿Cómo es el equipo? Es que… es una cosa de entrenar y lo otro jugar. ¿Pero hay características que posibilitan o hacen mejor a las mujeres en algún aspecto o peor en algún aspecto que el hombre? Es que yo no sé. Yo todavía tengo mis dudas en eso. Uno ve las mujeres que han sido futbolistas, que son futbolistas, uno las ve y dice “¿Cuáles son las connotadas?”: ¿Unas brasileñas que salen por ahí a nivel mundial? Los estadounidenses también son buenos. Pero es una minoría con respecto al futbol. Ve el futbol, tú, cabros de corte A como están triunfando en otro lado. Jugadores. Yo por eso te digo, analizar o dar un argumento más 121 de peso es tener como un catastro, decir “esto sí que ha progresado” o “esto sí que ha crecido”. No lo tengo yo. Y, profe, ¿qué piensa que sucedería? Porque en este espacio hay psicólogos masculinos, profesores, paramédicos, etc., jugadores masculinos también, acá no hay ninguna mujer. ¿Qué pasaría si un día, por ejemplo, llegara una kinesióloga o una psicóloga o una entrenadora? ¿Cambiaría en algo la dinámica? Si profesionalmente es buena, no debería por qué tener problemas. ¿Y el trato tampoco cambiaría usted piensa? No, porque ella tiene que adecuarse al mundo del futbol po. ¿O no leíste lo que le paso a Mourinho con la psicóloga que tenía? Si po. Ya po, entonces tienen que adecuarse al mundo del futbol, porque este es un mundo que es totalmente diferente. Ustedes mismos como psicólogos, si no se adecuan al mundo del futbol, del deporte, no van a entrar al futbol. No van a entrar al deporte. Porque esta es una cosa diferente. Es muy diferente. Yo no necesito un psicólogo que me venga a decir que “no, mira el chico no atiende”. Yo necesito que vea si se frustra porque lo sacan, si se frustra porque lo pierde, si yo lo hecho al saco como arbitraje cómo reacciona. Tú ves los entrenamientos de nosotros, yo de repente árbitro, les cargo la mano pa ver cómo reaccionan, pa ver quien se enoja, quien alega, quien discute. Entonces una mujer tiene que adecuarse a ese sistema. El psicólogo… tienen que haber mujeres que son paramédicos, pasa que no están insertas en el futbol, pero tiene que haber po, miles. Y, profe, dentro del futbol hay ciertas frases hechas que son referidas tanto a la mujer como, quizás, apelando un poco a la hombría del hombre. El que “hay que comérsela callao”, “el que no quiera estar aquí que vaya a jugar a las muñecas”, “el que…” y así una cierta cantidad de frases que tratan de ilustrar algunas ideas que se les exigen a los jugadores. ¿Usted de adonde piensa que vienen? ¿Esas son frases que han existido siempre? Sí po, de siempre. Esas vienen de casi de la formación de barrio. ¿Y por qué piensa que son tan ocupadas esas frases? 122 Porque hasta el día de hoy son cosas que te dan o te marcan situaciones con los jugadores. Uno ve jugadores en prueba de repente, “este chico juega como un viejo crack”, y es porque los cabros chicos, a corta edad en el barrio, juegan contra gente grande, y adquieren mañas de los grandes a corta edad. Entonces se desenvuelven como un viejo chico grande. Pero eso es porque es producto del equipo del barrio. Y profe, pasando a otro tema, ¿usted ha tenido, o ha estado en algún plantel, o ha sabido de alguna situación donde hay algún jugador abiertamente homosexual dentro del…? No. No me ha tocado. ¿Y usted piensa que hay casos o no sabe? No. Y, ¿qué podría llegar a pasar si pasara? Yo creo que hay que estar medio preparado para esa situación. Hoy en día con la diversidad que hay, hay que estar medio preparado. ¿Qué le decí al chico, que se vaya? No. Ya po, por eso digo que hay que estar preparado, pero a mí no me ha tocado. Tampoco lo he visto, con todos los años que llevo en el futbol. Pero piensa que ya viene, ósea que es algo que… Es que no sabes po, por eso digo que hay que estar preparado. ¿Qué, lo vas a echar al niño por eso? Si tiene las condiciones para jugar a esto. ¿Cómo piensa que puede ser la relación con el resto de los jugadores? Es que a la larga esto se está abriendo tanto, el universo, que creo que la gente lo va a tener que entender nomás po. No sé cuántos años atrás veíamos a alguien tomado de la mano, era escándalo. Ahora veí mujeres con mujeres en la micro, en el metro, y ya pasa a ser casi normal ya po. Eso, usted, haciendo quizás el paralelo: ¿el futbol es un reflejo de la sociedad en la cual se desarrolla? 123 En qué sentido dices tú. Por ejemplo que usted está diciendo que antes no se veían esto de demostraciones más homosexuales y ahora se ven más, y usted dice que también el futbol tiene un poco como que, en algún momento también va… Es que no sabes po, por eso digo que hay que estar abierto. Qué pasa si viene un chico a probarse, y tiene condiciones para el futbol, y tú lo dejas, y el chico te dice que él es gay, ¿qué, lo vas a echar? No lo puedo echar por eso. Por eso te digo, hay que estar más abierto hoy en día, con las antenas más abiertas no más. Y en cuanto a, quizás… hay situaciones de deportistas que una vez retirados ellos asumen su homosexualidad. En el futbol a mí no me ha pasado, yo no he sabido. Yo no sabría mentirte porque yo no he sabido ni he conocido a alguien que me diga que es homosexual o que es gay, no. Que alguien de la época mía se retiró y después dijo, tampoco. Hay una situación de un rugbista que él jugó, hizo toda su carrera, y se declara. Él dijo que no se sentía cómodo, ósea que él podía poner incomodo a otros jugadores por eso. ¿Usted piensa que puede llegar a haber una situación parecida? Es que me estas colocando en una situación muy supuesta, hay que estar ahí pa vivirla ahí. Me estai poniendo en una cosa supuesta y yo no sé cómo reaccionaríamos todos, como reaccionaria la institución. ¿Pero hay ciertos anticuerpos hacia alguna…? Es que no lo he tenido po hombre, como te digo de anticuerpos si no he tenido a nadie. Pero quizás no haya existido, pero por ejemplo se puede ver, no sé po, como en… ¿hay rechazo? ¿Usted piensa? Pero es que me estás colocando en una cosa que es totalmente supuesta, yo no sé va a reaccionar el grupo si viene un chico y no se le nota para nada que es homosexual, y juegue, y choque, y mete y hace goles y todos me dicen “oh el cabro pucha que es bueno 124 profe”. ¿Qué rechazo puedo tener? Si aquí los rechazos son porque no le pegue, o no juegue. Tú con el tiempo veías metido en el futbol, tú te has dado cuenta de que el chico que se viene a probar y hemos dejado es porque el chico demuestra condiciones y el mismo grupo lo aspira y lo trae y dice “este juegue”. Y le dan la pelota, y comparten con él. Al que no, no le dan la pelota porque es el que tiene menos condiciones. Entonces yo no sé cómo reaccionaríamos y por eso te digo, te vuelvo a reiterar, hay que estar muy abierto a lo que viene porque sabemos que puede venir. Profe, ¿hay algunos como, quizás, como sujetos o algún… hay algún sujeto de burla en el futbol? ¿Hay discriminación dentro del futbol? ¿En qué sentido? No sé, discriminación por ser gordo, discriminación por ser… Bueno, eso ha existido siempre po. ¿En el colegio no te toco tener compañeros guatones y se reían de tu compañero guatón? ¿Y del que usaba lentes poto de botella no se reían? Ya po. Siempre han existido. Si hoy en día hay cosas que están más en boga. ¿Antes existía la ley del niño? Te pegaban dos correazos y te ibai a comer igual, y si haciai la tarea igual. Pero las cosas han ido cambiando, ahora hay más cosas. Pero la discriminación en el futbol es como de colegio po. Tú ves aquí mismo que al chiquito que está pasado en el peso ¿Cómo lo empiezan a llamar? El guatón po. “¡Tócala gordo!”. Siempre ha existido eso. ¿Que no la soporte para eso y para esta cosa? El futbol está lleno de sobrenombres, lleno. Si no es cosas que analices la selección adulta nomás y todos tiene un apodo. ¿Hay que tener un poco cuero de chancho para desenvolverse acá? No sé si cuero de chancho pero hay que soportar un montón de cosas porque esta cosa tiene muchos embates antes de llegar. El embate de que no te citan, el embate de que eres banca y no juegas, y que vamos a las siete de la mañana a Rancagua y no me ponen. Entonces se te va creando un coraje, un aura de protección y “yo quiero y voy a llegar” y de repente el que tiene menos calidad futbolística es el que llega porque es perseverante, no afloja nunca, le mete y le mete hasta que llega. Y de repente el talentoso, por creer que tiene mucho talento y muchas cosas, no la aprovecha. 125 Profe, ¿usted diría que la dinámica que se genera en un equipo de futbol, es parecida al de una familia? No. Yo creo que no. ¿No hay como una visión paternal del entrenador? Es que eso es mirado de otra parte. El cargo que ocupa uno como técnico, que ocupa el teacher como preparador físico, nosotros pasamos a ser el amigo, el papá, el consejero, el que lo trata de ayudar. Y claro que se cría como un padrón que ellos te miran como el hombre que es: “El profe es buena persona, el profe me ayuda, el profe me aconseja”. Y esa relación de entrenador-jugador, en comparación a cuando usted hacía divisiones menores, ¿ha cambiado? No, es que yo tuve muy buenos profesores. De los que tuve yo, en donde me formaron como jugador, tuve dos hombres espectaculares. Espectaculares. ¿Y usted trata de ser parecidos a ellos? Yo creo que en la vida uno como técnico trata de recopilar todo lo bueno que tuvo de cada uno de los técnicos y de ir a aplicarlo con el sello que uno quiere ponerle a esto. Y sacar lo bueno y lo malo de cada uno de los que estuvieron. Lo malo desecharlo, porque lo malo te enseña, y las virtudes buenas de ellas apropiárselas uno pero con el sello personal de cada uno. Porque quien imita, en esto, fracasa. ¿Hay algún entrenador del que usted haya sacado más? De varios. Yo tuve muchos técnicos. Varios. Tuve una carrera que fue larga entonces tuve hartos técnicos. Y de todos se aprende. Y lo que sucede acá, o la dinámica que se da acá entre la relación profesor-jugador, ¿es parecida a lo que después se da en el profesionalismo? No, va cambiando pa arriba. ¿En qué sentido? Va cambiando, porque tú con el chico eres más paternal. Y ya llega un momento que con el chico ya me tengo que distanciar de lo paternal, porque tengo que exigirle. Y por eso el 126 área del futbol tiene dos áreas: Una que es formativa y otra que es competitiva. Entonces yo formo chicos de la once a la catorce. De la quince pa arriba, compiten. Y pa competir, el que está, juega, y el que no, se espera. Entonces ahí ya viene otra rudeza, otro rigor, otro tipo de cosa. Y en la primera división es resultadista. ¿Qué pasa con los técnicos que no ganan? Los cambian. Entonces al equipo que le dice, “que no me echen, yo quiero que este equipo gane”. Arma su cuerpo técnico y “que nos tiene que ir bien, y enfoquemos esto por aquí, llevémoslo por acá, nos estamos equivocando, enderecemos el rumbo de esto”, es porque te exigen todos lo mismo. Y de profe, ¿ha tenido algún problema con este paternalismo que dice que se genera? ¿Le ha dado como contradicciones internas o…? ¿Pero contradicciones en qué sentido? Así como “este cabro es muy… yo le tengo mucho afecto, pero el cabro es muy malo”, por ejemplo, “o no da para seguir subiendo”… No, pero es que hay solo cuando va subiendo categoría vas tomando como una distancia con ellos. A los dieciocho no los trataría como si tuviera a niños de catorce o de doce. Yo al chico, si yo tuviera que mañana dirigir una doce, el trato va a ser totalmente diferente el mío con ellos. Y si yo mañana tomo un primer equipo, va a ser totalmente diferente a como trato a la juvenil. Porque aquí, lo de arriba, es el resultado. Yo me mantengo en el puesto ganen o no ganen. En las juveniles o en las cadete, si un equipo es serio, tiene una ruta de vida, te dicen “esto es en lo que vamos a seguir durante cuatro años”, si no salen campeón no debería pasar nada, porque estoy formando. Profe, y, como jefe técnico ahora le pregunto, ¿hay algún perfil que se busque en los entrenadores del club? ¿Para ser jefe técnico? No, para ser entrenador de… Bueno, tratamos de buscar gente que sea lo más identificada posible con el club. Parece raro porque yo también llegué de afuera, pero a eso es lo que llegamos en un consenso de buscar mucha gente y tú ves casi toda la gente que ha estado en el club… Y aparte de eso algún, no sé… 127 Bueno que tenga, como se dice, dedos pal piano pa esto. Que le pegue un poco a esto, que tenga las condiciones de poder dirigir un grupo, yo trato que sea lo más auto-valente con sus cosas. Yo a los comienzo de años me meto a las charlas a escucharlos, y después voy evaluando nomás. Y esta, como, no sé si será política del club o qué, pero desde la once a la catorce, va siempre un entrenador subiendo, hasta la quince. Ese corte de la catorce, donde vienen cuatro años con el mismo entrenador, y después pasan ya a ser más competitivo como usted, ¿usted piensa que puede afectar a los chicos? Es que aquí hay una cosa que es diferente, aquí hay una cosa que… para mí el ideal, es que un técnico entregue a su serie en la diecisiete. Que la tenga de la once a la diecisiete. Por eso yo implementé en el club que el chico que toma la doce, o la once que es la menor hoy en día, hace once, doce, trece y catorce con ellos. Vuelve a buscar la once otra vez, y hace once, doce, trece catorce. Entonces quiero que ese hombre que la tome en la once, la termine en la diecisiete. ¿Y por qué? ¿Que busca ahí? Porque hay otros factores. Estos entrenan tres veces al día, entrenan acá todo el día. Y esos factores los tienen que entender no yo, lo va a tener que entender una institución. ¿Aquí hay un perfil más en el cómo se llevan ellos con los chicos o algún trato que tiene que tener? No, porque tiene que haber un crecimiento po. Porque el ideal es que a mí el hombre me diga: “yo tomé la serie en la once, limpié esta serie y la pasé a doce, limpié esta serie y la pase a trece, limpié esta serie y la pase a catorce. De esos catorce hay veinticinco y hay nueve competitivos para la quince. Ahora salgan a buscar a los demás porque estos son los que deben de seguir”. Entonces el ideal mío es pa que tenga el nivel competitivo para arriba, pero hay otros factores que son de ámbito institucional. Profe, y haciendo un paralelo entre su experiencia con el futbol juvenil y la de ahora, a los chicos les dice que para usted esto es una profesión, ¿verdad? 128 Nosotros lo conversamos un par de veces y usted ha dicho que es una profesión. ¿En qué edad los chicos ya empiezan a tomar esto como una carrera? ¿A qué edad tendrían que estar claros ellos? Cuando tienen quince. A los quince años ya deberían dedicarse 100% al futbol. No, no 100% al futbol. Si aquí nadie se tiene que dedicar 100% al futbol, lo que pasa es que ellos buscan la comodidad hoy en día. Que es diferente. Y hoy en día el papá cree que tiene a Sánchez, a Vidal, y tiene ese cheque en blanco. “Nooo, hace cuatro años por internet, listo, sacai cuarto medio”, ¿y quién dice que va a llegar a jugar? ¿Quién le dice a usted que llega a jugar? Si la estadística a mí me dice que pasan cuatro al primer equipo; de esos cuatro termina jugando uno, y los otros veintitantos, ¿dónde están? ¿Y usted quiere que haga cinco años de nuevo? Los estudios no deben de dejarlos nunca, y para mí tendría que ser muy riguroso y otra vez es un tema institucional con los estudios de los chicos. Tan riguroso como que el chico tiene mala nota, no juega. Y el club le pone los profesores para reforzarle los ramos que tiene malos, y cuando me levante las notas yo lo considero pa jugar. Porque yo no sé si ese chico llega po. Y esto que dice usted de que ellos deciden, o es como algo más cómodo pa ellos dedicarse 100% al futbol, ¿por qué? ¿Era así en la época en que usted jugaba? No, porque nos exigían estudios. ¿Y por qué piensan que ahora han adquirido este comportamiento? Porque hay otro mundo. Hace años atrás, ¿quién era el boom de esta cosa? Salas, Zamorano. Después de diez años aparecen quién: los Vidal, los Sánchez, y el papá que decía: Chino Ríos, andábamos todos con la raqueta de tenis bajo el brazo. “Juega tenis, si ahí está la plata po”, pero no es pa todos po. ¿Y usted piensa que estos referentes de ahora tratan de ser imitados por los jugadores? Obvio si es cosa de ver los cortes de pelo nomás, ¿no le veí lo lleno de tatuajes que andan? Imitan po. Y en su época de futbol joven… 129 No, no existía eso, no existía. No existía si tener un tatuaje en la época mía era porque erai marino. No había po. ¿Y había algún referente del cual? ¿Ponerse aro, en la época mía? ¿Usar pantalones blancos en la época mía? No existía eso. Aparte que era mal visto. Ponerte polera de colores, ¿una polera rosada? No existía. Por eso esto ha ido cambiando, por eso te digo que ahora hay que estar más abiertos a un montón de cosas. Te podrán gustar o no te podrán gustar, pero hay que estar más abierto. En la época mía, ¿irte a vivir con la polola? Cero posibilidad po. Hoy en día… Entonces todo ha cambiado mucho, la sociedad ha cambiado mucho, el entendimiento del chico ha cambiado mucho. Yo digo que hay una generación del 80’ pa acá, 79’ para acá, yo digo que es la generación floja. Todo a control remoto. Todo a control remoto. Ni hablar de los teléfonos hoy en día. Todo a control remoto. Hoy día no hacen las tareas, buscan en el baúl del vago, ¿cómo le llaman a ese? El rincón del vago. El rincón del vago. Y sacan de ahí y la escriben po. Wikipedia también. Claro, ¿tú los veí que tomen un libro y se lean un libro? Cuantos libros te toco leer en el colegio nomás, y no soy tan pa atrás. ¿Cuánto te toco leer en el colegio? Me daban uno al mes. Ya po. Ósea, leías doce libros. Pregúntales cuantos leen ahora. Y dicen que no ha cambiado, ustedes que son psicólogos, tienen una wea más linda que la ñoña pa estudiarla ahí po. Se parte de ahí. Entonces el papá, ve que hay un futuro, y que puede ser económico, y que puede ser muy solvente, así que el chico juegue, ¿pero quién le asegura que el chico llegue? ¿Quién? “No, es que el niño es bueno. Sí, es bueno pa la pelota”. Yo juego a la pelota, pero al futbol yo ya no juego. Y quiero que jueguen futbol, no a la pelota, no a la pichanga. Y esa presión de los padres, en su época, ¿estaba esto como de “tení que ser futbolista porque…”? 130 No, al menos en mi caso no. En mi caso era al revés, querían que fuera a estudiar. En mi caso no, al menos yo tengo que hablar de lo mío, pero… antes, antes tú veías más chicos universitarios metidos en la esta. Después de que apareció la beca universitaria está lleno de cabros cadete que estudian en la universidad po. Pero esto fue cambiando rotundamente y yo creo que va a seguir cambiando porque la tecnología cambia, todo esto cambia. Antes pa saber noticias de un gol de afuera pasaban meses. Hoy en día prendí el televisor nomás. Al que le interesa esto, al que le gusta esto. El chico no es apasionado como antes, el chico de hoy día no sabe de la formación del primer equipo, no sabe con quién juega el primer equipo, el próximo rival que es el equipo donde quiere jugar, sueña por jugar, entonces no… te gusta esto po. Y pa esta profesión como pa todas, te tiene que gustar. Yo creo que entraste a estudiar psicología porque te gustaba. Y esto es pasión. El chico, para mí, de quince pa arriba está en una pasión, que en cuatro años, a más tardar, tiene que convertir de pasión a profesión. El futbol para mí es juego, pasión, profesión. Juego donde aprendo. Pasión donde estoy en la intermedia. Y profesión es cuando ya firme un contrato y me fui a la pelea. El futbol tiene que tener esas tres etapas. El juego, la pasión y la profesión. Pero el muchacho tiene que estar claro que esto no es fácil, que esto cuesta, mucho, que esto te da un estándar que no te lo imaginas. No te lo imaginas. Para los que llegan a ser top. Hoy en día tú ves la selección nuestra, la adulta, están todos afuera jugando. Todos. Todos afueran jugando. ¿Hay quince afuera jugando? Y los que llaman de acá, son la reserva. Profe, y en su época cuando usted estaba profesional, seleccionado, ¿se sintió alguna vez como ejemplo para los que venían de abajo? No sé si ejemplo, yo creo que uno eso como que no lo dimensiona. Además en ese tiempo no era tanto el boom de esto, pero, yo creo que en algo tení que haber ayudado o aportado para que los otros siguieran de atrás esta carrera, pero no sé si ejemplo, no sé. Es muy fuerte, muy grande esa palabra. Por ahí alguien dijo que no soy ejemplo de nadie. Y en el futbol, o en bueno, los deportes en general, y quizás también en otros aspectos, los temas generacionales son bastante jerárquicos. Ósea, el más grande tiene más… poder, si se puede decir en algunas situaciones, y los más chicos tienen que ir acatando lo que estos más grandes van… Depende. Depende. Porque tu tesis te la mato de diez al tiro. El más chico del equipo del primer equipo tiene… Si en esto tú te ganas espacio por condiciones. Y está jugando con 131 gente que lleva 20 años en primera. Y él, es titular. Y por lo que veo, y por lo que me comentan, y por lo que voy escuchando y voy sabiendo, prácticamente el equipo parte con Galdámez. Entonces, ahora si yo voy a estar por estar para ir a tomar jugo y estar ahí, pesca los cuadernos y estudia, en cuatro años tení un título. Si es crudo esto, no es pa todos. Si no llegan todos a primera. Y aparte tienes que sumarle el comportamiento, como viven, lo que comen, lo que hacen, un montón de cosas. Ya po profe. ¿Estamos? Muchas gracias. Espero que le sirva. 132 Primera entrevista con Entrevistado C Primero ¿Por qué decidiste dedicarte al fútbol? Bueno la verdad fue que cuando tenía 14 estaba en primero medio y fueron las tomas del liceo las tarrias y todos los liceos de providencia sobre la educación, entonces estuve aproximadamente cinco meses parado sin estudiar y estaba buscando alguna actividad para pasar ese tiempo, entonces fui a unas pruebas a este club y un profe me vio en particular por mi porte y la potencia que tenía más que técnica y me dejaron ahí el profe.... para participar de la sub 15 en adelante. Ese fue el motivo de mi llegada; en pruebas masivas... más que nada por las tomas. Las tomas y las marchas de mi colegio me dieron el tiempo para poder ir a las pruebas. Eso fue el 2011 entonces. ¿Qué es lo más te gusta de jugar a la pelota y qué es lo que menos te gusta de jugar a la pelota? Cuando llegué al equipo, yo no tenía idea de cómo jugar fútbol, y... mis compañeros no me tenían tanta confianza porque obviamente era nuevo y no tenía idea y con el profesor me fui adaptando con mi equipo y todo y el profesor en ese caso me fue enseñando, y en ese año que estuve en la s15 aprendí todo lo que es fútbol, como manejarme sin saber nada, sin tener idea de cómo jugar fútbol solamente estar jugando "pichangas" de barrio y eso fue lo que más me gustó en el ámbito deportivo en ese año. Porque no tenía idea como manejarme, no conocía los papás, los pitutos, entonces pude conocer el mundo del fútbol gracias a mi papa ¿cierto? que me dejaron en el equipo y conocí como es estar en un equipo grande de chile y conocer el fútbol a una edad que estay al límite ¿Qué fue lo peor de haberte metido a este mundo del fútbol? o bien ¿qué fue lo que menos te agradó? Bueno, son muchas cosas la verdad, pero hay una en particular que abarca todo esto que es... como el maltrato que tienen algunos profesores en general o que pasan a llevar a los jugadores como situaciones muy... que para ellos pueden ser muy chicas pero para nosotros son muy grandes que es como; algún compañero en particular es más bueno técnicamente y, pues se da la facilidad de faltar toda la semana o dos los días y ser citado igual. Son cosas así que muchos jugadores se sienten pasados a llevar. Cosas como los pitutos, como que uno cree que dentro es una mafia del fútbol. Una mafia que tiene el 133 fútbol chileno y que lamentablemente no se puede cambiar y que solamente la conocen las personas que están dentro ¿Tú crees entonces que aquí hay tratos diferenciados dependiendo de algunas características que tengan los jugadores? Claro, principalmente las características. Si el niño es bueno dentro de la cancha, técnicamente, obviamente nadie lo discute pero puede tener unas faltas graves; faltar a entrenamiento, tener muy mala disciplina, entonces de acuerdo a eso el profesor debería dar algún castigo, etc. pero no pasa mucho, por esos se llaman los regalones. Y el segundo; como que respectan más los nombres o los apellidos de hijos de futbolistas o personas conocidas donde pueden tener más diferencias o influencia con los profesores. Eso. Pasando ya a otro tema. El fútbol generalmente ha sido comúnmente un deporte para hombres. ¿Qué opinión te merece eso? Eh... claro, es que se podría decir que el hombre tiene más... tiene como más... somos más líderes, tenemos más fuerza o más técnica o podemos aprender más rápido del fútbol porque desde chicos lo único que pensamos es fútbol, fútbol y el deporte aquí se lleva en la sangre del ser chileno, pero también en el caso de muchas mujeres también pasa pero no es bien visto porque, eh… después sacan un cuerpo de... hombre se dice mucho, que no parecen o no son afeminadas o en el caso nuestro, nosotros cuando nos hablaí de equipo como de algún equipo de mujer altiro pensamos que son... no son mujeres que tenemos en la idea normal, sino que son mujeres con más cuerpo, más físico, son más grandes quizás que nosotros y la verdad que no parecen tanto mujeres entonces como, claro se podría decir que es un deporte más para hombres porque te saca más cuerpo, más personalidad, uno es más fuerte en la cancha y por ende es más fuerte en el día a día, tiene más personalidad, quizás reacciona mal con otras cosas también, entonces uno va sacando como distinta personalidad, acerca, en los entrenamientos y los partidos sobre fútbol y también aquí el ambiente en chile no es tan bueno, entonces uno se mezcla con gente de bajo recursos, gente de muy buenos recursos, entonces el fútbol te hace conocer todo el círculo de la sociedad Y cuando tú hablas de cómo, "que no parecen tanto mujeres" cuando juegan al fútbol, ¿Qué es para ti una mujer que parezca mujer? 134 Eh... un cuerpo normal en que nosotros vemos que la gente que juega fútbol son, incluso tienen más fuerza que nosotros, porque trabajan bien, tienen más físico, tienen unas piernas que no son de las piernas que tienen las mujeres normales sino que son con hartos cuádriceps, hartos gemelos, hartos brazos, harta espalda entonces... y mucha. Aquí en chile el promedio de las mujeres es bajo entonces al ver las mujeres bajas y con harto cuerpo como que no, no es, para nosotros como que no es... es distinto. No es una mujer normal. Entonces dentro del mundo masculino, ¿Hay ciertas características físicas que a ti te ayudan a poder desenvolverte mejor en este mundo del fútbol? Exacto. Al entrenar día a día, o sea, los cinco días de la semana, tener partidos de 90 minutos a uno lo hace exigirse físicamente bastante todos los días entonces, te sacan buen estado físico, uno tiene buena, buenas características; uno tiene potencia, entonces se podría decir que es un deportista completo donde uno podría aplicarlo en tiempo completo en básquetbol, tiempo completo en voleibol y en distintos deportes gracias al futbol, entonces eh... el fútbol te da muchas herramientas para poder seguir después adelante y jugar en universidades en Chile u otro equipo fuera; Europa. Aquí el fútbol te saca muchas herramientas físicas y además te saca personalidad. Lo que sí, no es tanto entrenamiento, son dos horas, una hora y media pero si lo comparamos con un gimnasta...claro o un nadador, es muy diferente porque ellos entrenan ocho horas diarias, siete horas diarias y se exigen y comen bien, en el ámbito nuestro nos alimentamos súper mal, no nos dan dieta pero si entrenamos diario y si te puedo decir que tenemos las herramientas la mayoría de poder seguir jugando fútbol en cualquier otro equipo. Tu dijiste que cuando llegaste al club y te dejaron, una de las características era tú eras grande, tú eras potente. ¿Esas son características importantes dentro del fútbol? ¿Se pueden trabajar o son más del biotipo del jugador? Claro, depende del profesor. Depende de tu puesto en la cancha y del profesor. El profesor te puede decir "sabí que erí potente y erí muy rápido pero te estás probando de arquero entonces no me sirve porque tení que ser bueno al arco, con las manos" entonces, claro, hay prototipos de profesores que se fijan en la altura primero y en la rapidez después, y cómo uno reacciona en la cancha, si querí ser figura y pasártelos a todos obviamente el profesor te va a decir "no chao" porque el fútbol no se trata de ser el mejor sino que de trabajar en equipo entonces si hay un control y pase y jugai lo más 135 simple posible es bien visto por el profesor. Ya después dejándote, uno saca la personalidad. Si el profesor te deja uno saca la personalidad y saca el físico que tiene que tener lo va trabajando, si le falta fuerza la trabaja, si le falta fuerza, más brazos, o resistir los 45 minutos por lado uno lo va a trabajar. Yo, en algunas observaciones que hice de algunos entrenamientos que vi, se usaban muchas metáforas y palabras para caracterizar que un jugador se le exigía poder recibir cierto tipo de agresiones sin quejarse. Por ejemplo "si te quejai anda a jugar a las barbies" o lo que decía el PF de estar "recio". Entonces esa utilización de palabras o frase que te demuestran que tu como jugador debes estar dispuesto a recibir cierto tipo de agresiones. Entonces, en esa “personalidad" como tú le dices debe haber cierta capacidad de poder recibir agresiones físicas y también verbales. ¿Tú lo ves así esto? Pasa mucho en la cancha que uno tiene que ser agresivo, o sea, dentro del entrenamiento, dentro del partido la mayoría tiene que ser agresivo porque físicamente y verbalmente no tanto, quizás físicamente porque uno se ve mal, o sea si yo te pego a ti y te caí al suelo, en el fútbol es mal mirado, o sea, te vas a caer todo el rato y uno va a reclamar y no va a servir, entonces, si se dice mucho los profesores que no mostremos como debilidad, entonces uno tiene que ser firme en la cancha, quizás a veces muchos caen en juegos de palabra de insultar al otro y pasa mucho pero ahí uno tiene que ser frio de mente y saber que en los noventa minutos puede pasar cualquier cosa; te van a decir muchas cosas, vay a recibir muchas patadas pero no por eso te vas a salir de la cabeza y les vay a empezar a pegar a todos y insultar y pegar, porque no es la idea, pero sí de chico te enseñan a ser agresivos, a recibir comentarios así como tu decí claro "un juego pa hombres" "por qué estay llorando, no tení que llorar" "tení que meterle más" "si no le metí no serví pa esto" cosas muy que quizás no tienen relevancia pero que si uno lo mira con el fondo si está mal dicho, te pueden tratar de diferente manera o pueden decirte las cosas distintas y el por qué. Porque pasa mucho que los profesores te exigen y a veces uno no sabe porque te exigen ciertas cosas, te dicen que seai agresivo pero no saben el por qué, solo uno ve y trasmite su agresividad porque los demás te agreden también, entonces en el fondo se hace todo muy monótono, tanto, todos se agreden y uno no sabe porque. Podría ser el deporte mucho más bonito si todos juegan a divertirse y yo creo que hasta sería un deporte mucho más divertido 136 Entonces ¿Tú dices que esta exigencia que te dan los entrenadores es interiorizada o adquirida por el resto del equipo o los jugadores? Claro ¿Sí? Si porque tú y yo hemos visto a un entrenador retando a un compañero porque no entran fuerte, porque se dejan pasar a llevar o reaccionan mal dentro de la cancha porque te dicen un garabato, entonces, de las mismas charlas técnicas después de los partidos, antes de los partidos el profe nos repite y te dice las cosas que estay haciendo mal pero quizás no de buena manera sino "tení que entrar más duro" "tení que entrarle por detrás y decirle tal cosa" pero como ellos, la mayoría de los profes fueron futbolistas también lo fueron adquiriendo de sus mismos profesores, entonces es algo que va pasando también año a año, uno no puede hacer na al respecto. En el club donde tu estuviste y donde yo también estoy en el lugar físico no hay mujeres; los paramédicos son hombres, los entrenadores son hombres, bueno los jugadores obviamente, nosotros (psicólogos), kinesiólogos, todos. Pero yo he notado que en otros equipos no es así. Por lo menos yo he notado que en un par de equipos no es así. ¿Cómo crees tú que cambiaría la dinámica diaria del espacio si es que hay una kinesióloga, o una paramédico, ahí, cosa que esté diariamente o bien vaya muchas veces a la semana? ¿Crees que cambiaría o no cambiaría algo? Yo creo que si cambiaría, también he visto muchos equipos construirse con kinesiólogas mujeres, paramédicos, y si cambia porque la actitud de cada uno es distinta. Uno intenta verse más... no tan desordenado, no andar chacoteando todo el rato porque si quiere una diferencia o si quiere verse como más importante o más interesante entre las personas, no solamente el ámbito futbolístico. A mí me pasó que en el colegio estaba con puros hombres, iba a un colegio de puros hombres y entrenaba con puros hombres en las tarde. Entonces estaba todo el día con hombres y claro, y de repente quizás en el mismo ámbito futbolístico tener persona, tener una profesional mujer que te de consejos, que te hable diferente, que vea las cosas en otro punto de vista y te diga "sabí que estay haciendo esto bien, esto mal" es distinto que te lo diga un hombre porque, claro, el trato también a veces es distinto, el punto de vista que ellas tienen es más de, quizás de una mamá o una hermana a que propio papá o un hermano que es lo que hacen los profesores muchas 137 veces es bueno, muchas veces te ve haciendo un trabajo mal, entonces yo creo que si cambiaría harto eh... tener alguna profesional mujer Si hubiera una mujer, ¿Ustedes estarían más ordenados? ¿Estar rodeados de hombres da una cierta comodidad? Claro, uno tiene también depende de la persona pero lo que pasa que en el equipo uno tiene más confianza porque los mismos profesores, los profesionales que están ahí que son los doctores, uno les da la confianza, uno de poder tratarlos como un amigo más pero... claro uno siente más cómodo, uno le puede pedir a los kinesiólogos que le hagan quizás masajes, que les den pastillas para dolores sin quizás si quiera preocuparse, pero tener a una profesional que quizás marque la diferencia, que sea más estricta en ese ámbito o que sepa más y trasmita su conocimiento yo creo que sería muy distinto o también puede que esté el caso que sea una mujer que nos dé también comodidad y poder "chacotear" con ella. Depende del caso. ¿A ti te ha tocado que te dirija, o que haya un árbitro u otra autoridad en algún partido que sea mujer? Si me paso en la sub 15 en los partidos en los partidos que jugábamos las zonas; zona sur, zona norte. Los guarda líneas siempre eran mujeres, o casi siempre y la verdad que era muy normal, uno las trata como un árbitro más, uno le reclamaba dentro de la cancha pero no se da ni cuenta quien es el árbitro. Pasa mucho que uno no conoce al árbitro y le puede decir cualquier cosa y el árbitro se lo va a tener que, que guardar igual entonces sí, no marcó mucho la diferencia. De hecho ahora que me acuerdas, no... No te podría decir como son, la verdad es que si habían árbitras, o mujeres arbitrando partidos cuando era más chico. ¿Tú has visto fútbol femenino? Sí. ¿Y qué te parece este fútbol? A mí me gusta porque si muchas mujeres tienen mucho talento y es más ordenado, juegan más al, como a la táctica. Ellas se forman muy bien, son muy simples, juegan al pase, intentan buscar faltas y pegarle al arco, porque casi siempre la arquera es como la mala del equipo, se dice, pero yo no lo veo tan así. Y ahora tuve un viaje afuera, a otro 138 país y habían muchas mujeres en el fútbol, con un muy buen físico eh… y muy buenas. Muy buenas técnicamente y comprometidas y es distinto el ambiente. Y me gusta, a mí me gusta el fútbol, verlo en las mujeres. Allá en EE.UU el fútbol femenino, no sé si más popular, pero es casi igual de popular en cuanto a la práctica que el fútbol masculino allá, ¿o no? Exacto. De hecho te diría que las universidades tienen el mismo camarín y las mismas cosas que las mujeres, o sea las dan por igual, le pasan las mismas poleras, todo. El mismo estadio ocupan ellas, las mismas pelotas, porque no se hace diferencia tanto en como aquí en Chile. Entrenan todos los días por igual, yo te diría que aquí en Chile se les trata como que tienen menos capacidades entonces entrenan 2, 3 días a la semana dependiendo del equipo pero allá no, allá en verdad es súper diferente y se nota que son profesionales porque van todos días, juegan por un bien común que es ganar su partido entonces es todo un tema grupal que mantienen y que se ve muy bien. ¿Por qué piensas que hay tanta diferencia entre el fútbol femenino y el fútbol masculino acá y allá no se da la misma diferencia? Porque aquí... el futbol masculino en lo profesional es un tema, a ver, en el scotiabank (nombre del torneo profesional de primera división chilena), de primera división, segunda división es un trato diferente a lo que es fútbol femenino, aquí no hay una liga que sea fútbol femenina porque, quizás no hay tantas mujeres que le guste el fútbol y Chile en sí no le da el apoyo para las mujeres pero si te podría decir hay fútbol calle que juegan las mujeres que han salido campeonas y hay diferentes tipos de fútbol que si juegan las mujeres pero no te podría responder porque no hacen deporte como más profesional. Y se ve mucho el tema del fútbol de hombres porque si hay una alta demanda de los hombres, si las pruebas masivas de los equipos va mucha gente, muchos niños que se ilusionan con jugar fútbol, pero en cuanto a la mujer, la mujer sabe que aquí en Chile no es bien mirado un futbolista chilena ni tampoco el fútbol femenino no es algo que aquí te dé para después poder alimentar a tus hijos, a tu familia entonces por eso es un deporte que no se implementa mucho aquí en Chile. En cuanto a ese aspecto piensas que pasa lo mismo en todos los deportes, o lo que tú sepas, ¿Qué pasa que el deporte masculino es más popular o más tomado en cuenta que el femenino o es algo del fútbol en particular? 139 Yo creo que es algo del fútbol en particular, porque uno puede ver en el voleibol, el basquetbol, el mismo tenis que las mujeres son igual de buenas, tienen las mismas capacidades físicas y técnicas que los hombres. De hecho te diría que un partido hombres- mujeres no sabría quien ganaría ese partido porque si las mujeres les gusta algo el deporte y aquí quizás en Chile no te dan tanto el apoyo pa los otros deportes que no sean el fútbol, pero si lo practican muchas mujeres y si los otros deportes son más alcanzables. ¿Tú has jugado fútbol con alguna mujer en la misma cancha? Sí. Me tocó jugar un entrenamiento contra las mujeres del club. Cuando yo estaba en la s15, me tocó jugar contra la s17 del club. Eran del mismo porte, jugaban muy bien. Eran... bueno había de todo, no las podía conocer muy bien pero si eran desordenadas, quizás fue el partido, fue la cancha, jugamos al lado del estadio que estaba malo, pero si me tocó jugar y me daba lo mismo, quizás las miramos... ¿Las miraron en menos? Quizás las miramos en menos en algún momento pero no, te das cuenta que si jugaban, que sabían cómo manejar los tiempos, como ordenarse y gritar entre ellas mismas, pero si era parecido a nosotros, o sea si se gritaban, se mandaban, si se mandaban una cagada la otra le gritaba, pero jugaban más calmas que nosotros pero en el fondo era lo mismo ¿Y por qué piensas tú que las miraron en menos? Porque nosotros como practicamos los deportes y nosotros nos sentimos superiores en el ámbito de que dijimos "ellas juegan fútbol y son mujeres, no creo que sean tan buenas" por ende entramos a la cancha así confiados y la verdad que fue un partido donde lo ganamos 3-0 pero si ellas tuvieron llegadas de gol, nos entraban bien, nosotros salíamos con miedo porque no queríamos obviamente, porque uno nunca quiere pegarle a alguien, menos a una mujer, entonces no les entrabamos fuerte pero si ellas entraban con todo. Pero si después nos reíamos, conversábamos de por qué nos confiamos antes del partido y fue porque claro uno piensa y tiene que por el ser mujer y jugar fútbol van a ser menos pero la verdad que no fue tan así después de todo. 140 Pasando ya al tercer y quizás último tema. ¿Tú has jugado o has sabido de situaciones donde hay un jugador homosexual en el plantel? Ehm… no me ha tocado, en el caso particular dentro del equipo pero si pasa mucho que la mayoría son homofóbicos te diría, o sea ven alguna persona que es gay o tiene ciertas características que uno cree que puede ser, yo creo que le hacen bullyng total, o sea habla muy mal de ellos, hablan mucho de mujeres, de salir con ellas y estar con esta otra y tener muchas mujeres, como que es muy llamativo pa ellos porque los hace como ser más hombre y verse mejor dentro del equipo, pero la verdad que personalmente en mí, yo no lo veo así, yo mantengo mi vida privada con mi familia con todos muy mí. Si tengo un amigo muy cercano le cuento los problemas, etc. pero la verdad es que no, no. ningún caso particular algún compañero es gay y creo que tampoco le haría el quite o no conversaría con él pero creo que sí le harían bullyng le faltarían el respecto en todo el equipo y no lo dejarían estar ¿Y por qué piensas tú que molestaría tanto? ¿Le harían bullyng...? Por ser diferente, por tener distintas maneras de comportarse, por ser no igual a los demás, por no tener los mismos gustos de hablar de mujeres, de salir, de "oh que tengo polola, de que no tengo polola" quizás... quizás decirlo, tener un compañero que asuma que es gay dentro del equipo ahí puede ser peor porque ahí puede ser rechazado por muchos porque hay muchas personas de nuestra edad que no saben que estudiar ni nada pero si tienen claro que no les gusta el tema y que los van a molestar por siempre. Entonces si quizás puede estar en un equipo, no contar su vida privada y ser una persona normal dentro y.... a como sumarse al equipo en lo justo, tirar las tallas, porque al final uno sin querer se mete dentro de equipos y... empieza decir los mismos garabatos y empezai a tirar las mismas tallas, a poner las mismas caras, entonces uno vuelve como todo los modismos dentro del equipo. Tomando en cuenta esto, una pegunta más global ¿Tú crees que en los espacios que tú te has movido, en los planteles que tú has estado, hay un cierto grado de machismo? No sabría decirte porque como trabajamos siempre con puros hombres si se habla mucho, claro, del machismo, de que yo intento mandar o cosas así pero como uno no lo ve, no lo presencia, eh... no te sabría decir eso pero si se nota que las mujeres como en la 141 mayoría de los jugadores son como una, como que las tratan como una cosa mal, muchas veces hay muchos conflictos por mujeres. Y me pasó con varios amigos de que unos se jotiaban a la misma polola del otro y habían conflictos y es como un, para demostrar que son superiores en lo futbolístico, de que se ven mejor físicamente, etc. Como pa demostrar más capacidad o más poder sobre el otro y como una especie de envidia que tiene el otro hacia el compañero que debería ser sana pero a la vez muy pocas veces... Tú hablaste, volviendo atrás, de que ya, por ejemplo tú quedaste en el equipo y desarrollaste una personalidad, hablaste de una personalidad que desarrolla el futbolista. ¿Qué quieres decir con esa personalidad? ¿Cuáles son las características? Es una personalidad que es muy particular que es, más que nada mantenerte fuerte y frio de mente, porque cuando uno llega a un equipo chico o cualquier equipo siempre hay personajes que son cabrones, que no quieren que estí en el equipo, y que te empiezan a tirar basura, te empiezan a decir cosas, entonces uno se siente, claro, se siente en menos pero ahí es donde uno tiene que ser fuerte y trabajar por un objetivo que es lograr estar en el equipo y bien. O sea, si te van a molestar no quedarse callado, a mí me pasó durante 6 meses que recibí burlas, recibí de too, eh... pero son cosas y períodos que uno pasa no sé si solamente en el fútbol, en la vida cotidiana pasa mucho pero aquí en el fútbol se hace, se ve más. O sea, como hay muchos de bajos recursos y no quieren que uno le quite el puesto, la única forma que tienen es tirándote basura, diciéndote cosas, robándote cosas quizás, entonces uno tiene que desarrollar la personalidad. Es ser fuerte, frio de mente y... tener un objetivo claro que es lograr estar metido dentro de los 20 o 25 que están. Por último ¿Qué cruce, o que te parece el cruce de estos tres personajes que hemos estado hablando? ¿De la mujer, del homosexual y del hombre dentro del fútbol? ¿Qué te parece estos tres personajes? Ehm... personalmente en mi equipo...los hombres, nosotros pensamos que los hombres siempre van a ser mejores en el fútbol que las mujeres. Muy pocas veces nos pasa en la mente el tema de los homosexuales, de tener un compañero gay y salvo una vez salió el tema y lo hablamos y dijimos, que si se dice que no sería permitido, que cómo va a existir un gay dentro del equipo porque va a ser, como el chiste dentro del equipo. Y en el caso de las mujeres nosotros vemos el futbol de mujeres que es bueno, nos gusta pero 142 también es mal mirado aquí en Chile, entonces si una mujer juega fútbol es como que es como el hombre, o sea, el fútbol aquí en Chile de hombres también es muy mal mirado podí ser muy bueno pero no vay a tener estudios no vay a tener na, entonces nos pasa lo mismo que a las mujeres y más si erí mujer como que vay a ser mala en el fútbol y no tení estudios es como que, o sea, ¿qué erí? en el fondo. Entonces si nosotros pensamos dejar el nombre de nuestro club o del jugador chileno en alto y tener la mayor educación posible, de poder alcanzar nuestros estudios, de que el fútbol nos de las facilidades de seguir estudiando, etc. Y que se da mucho después en la universidad, pero también depende de cada uno, de como me decí tú, el tema del homosexual, de las mujeres y de los hombres en mi caso particular, yo no tengo nada. No tendría ningún problema de tener algún compañero gay o homosexual o jugar fútbol con una mujer y ver en menos a la mujer. Quizás si me mimeticé en el momento de jugar con mis compañeros contra mujeres, pasa que íbamos a ganarle porque claro uno se mimetiza con los compañeros y dice que "no, que las mujeres son más malas" o son más malas en si para los deportes, pero está mal por un lado, porque si las mujeres entrenan lo mismo que los hombres y es mejor no habría porque no nos podrían ganar. ¿Tú crees que el fútbol es un reflejo de la sociedad chilena? Sí, o sea, pasa mucho. Si en verda es un reflejo, porque uno lo ve en el ámbito en que los profesores son los jefes y los jugadores son la gente normal o trabajadores, siempre hay una mafia, siempre hay un preferido, siempre te van a pagar más, te van a pagar menos. Siempre te van a mirar en menos las cosas que hací, o sea, si hiciste algo bien no te lo van a agradecer, solo antes van a esperar que sigas haciendo las cosas bien, pero si hiciste las cosas mal, lamentablemente a la primera, quizás a la segunda, te van a echar, te van a poner corriente o te van a marcar un límite donde no vas a poder seguir haciendo las cosas malas. Entonces sí, hay como una mafia como en la misma política aquí de que se maneja con dinero el fútbol, se maneja con nombres, con apellidos. Si no tení un buen nombre, si no erí, y aunque seai sacrificado y todo lo más probable es que no lleguí, pero si erí sacrificado la mitad o si te sacrificai un poco más y tení el apellido podí llegar muy lejos porque tení el pituto, tení lo necesario pa poder llegar entonces si se ve muy reflejado en todos ámbitos. Lo mismo que un trabajo. ¿Algo más que quieras decir? 143 Na, agradecerte a ti por la entrevista y para poder contar un poco más como es el punto de vista del futbolista chileno aquí en los clubes chilenos porque muy pocas veces la gente lo sabe y puede decir muchas cosas acerca de él pero si no tienen la información necesaria o ellos mismos no viven esto, no sabrían... no, en verdad no saben lo que están hablando entonces, que bueno poder contarte a ti y poder contar un poco lo que se vive o los pensamientos que tenemos nosotros, mis propios compañeros de qué es el fútbol aquí, del trato que uno tiene con las mujeres y el mismo trato con los homosexuales que es un tema que no se habla mucho y que bueno lo hayai tocado a mí también, quizás me sorprendió un poco pero es... lo que te pude contar son apreciaciones mías y en general de todos. Entonces que bueno que te sirva. 144 Segunda entrevista con Entrevistado C Ya, eeeh… bueno, ¿tú te acordai un poco de lo que hablamos la otra vez? Hablamos de futbol femenino, de las mujeres, de… bueno, de tu experiencia en las divisiones menores. Acá hay, por ejemplo, cuando yo te pregunto por qué el futbol ha sido comúnmente un deporte para hombre, ¿dale?, tú me respondes “claro es que se podría decir que el hombre tiene más, somos más líderes, tenemos más fuerza, mas técnica, podemos aprender más rápido… claro se podría decir que es un deporte más para hombre porque te saca más cuerpo, más personalidad, uno es más fuerte”. Cuando tú haces esa comparación, ¿la haces con las mujeres, verdad? Y como tú ves que esto se ve como en las personas, ¿Cómo tú ves esta diferencia? ¿Cómo tú la notas? ¿Cómo sientes? ¿Por qué piensas que son más líderes, tienen más fuerza, más técnica? Bueno… ósea esa comparación la hago aquí en Chile porque el futbol no se ha dado a las mujeres como se pretende, como el futbol chileno acá. Entonces uno lo que ve es que claro, las mujeres en general no optan por jugar futbol porque creen que es un deporte más brusco, más bruto… opiniones de amigas que yo he tenido que le gusta un poco que no optan por jugar porque opinan que el futbol es un poco más brusco ¿cierto?, más agresivo; entonces optan por hacer un deporte más liviano, más artístico. Quizás si con harta personalidad y todo, pero sacando un poco lo del lado brusco que las puede perjudicarlas a ellas, entonces sí, optan por jugar vóley, basquetbol (que igual es un deporte pero no tan brusco como el futbol, entonces lo que yo veo y lo que yo creo que el equipo ve en sí es que el deporte de la mujer chilena acá y el futbol no se ve bien porque ellas mismas hacen que no se vea bien: no optan por jugar, no se creen capaces de poder hacer más juego, entonces por eso no va creciendo el futbol y también… bueno eso, eso más que nada. Tú dices esto de… en base a conversaciones que tú has tenido con mujeres que también practican deporte, pero no fútbol o… Tengo… sí juegan futbol, claro, sí, y piensan exactamente lo mismo ósea, que tienen compañeras que pueden ser muy buenas pero se dejan estar porque para ellas son buenas pero no quieren seguir jugando, no… como que no les gusta el trato que tienen aquí en el futbol chileno, como que lo encuentran muy brusco, encuentran que lo hacen más bien para ellos y ya incluso la misma familia no las apoya tanto. Pero saben que si 145 juegan futbol, una mujer chilena, aquí, no es tan bien mirado y que pasa lo mismo en el futbol chileno de los hombres en… y el ejemplo con otras mujeres chilenas que juegan otros deportes, claro, tienen ese punto de vista, de que si les gustaría pero uno no puede llegar a ganar plata con eso, no le puede ir bien y aparte es un deporte donde sí es brusco, sí no es tan bien mirado en mujeres. Pero si lo vemos ya dentro de Europa o no sé Estados Unidos, sí es bien mirado y las mujeres si lo pueden hacer como un deporte más. Creo que nosotros en Chile caemos en un hoyo donde las mujeres creen en no ser capaces y los hombres caen en lo mismo de que ellas no son capaces de poder jugar. Y cuando tú haces este listado como de características, por ejemplo… ¿tú lo ves solamente en el deporte, o ya por ejemplo, el hecho de ser más líder es más fuerte, obviamente…? Bueno la técnica tiene que ver con el deporte, pero más personalidad, mas cuerpo, ¿esas son características que tú le atribuyes a la mujer dentro de la cancha, o también fuera de la cancha? Fuera de la cancha todas las personas somos distintas y todos tienen distintas personalidades y sí, son líderes, sí son capaces de hacer todo lo que sea y los hombres igual, ¿cierto? Es más que nada dentro de la cancha porque uno conoce como es el futbol, entonces aquí el futbol es agresivo sí pero no es choro por decirlo así adentro de la cancha, el profe no te va a poner y los mismos compañeros no te van a bancar en ese sentido, entonces uno adquiere como malos modales a dentro de la cancha entonces yo creo que por eso muchos niños no son capaces de soportar entrar de cadete acá, ya sea por bullying, ya sea porque el profe no lo pone porque no tiene las condiciones, ya sea porque el profe cree que tiene los estudios y va en un colegio bueno acá entonces el tal vez quiera hacer los estudios a ser futbolista, entonces… es más que nada por ese ámbito donde yo digo que es una personalidad más fuerte, esa más característica, porque tení mas cuerpo, más fuerza entonces más que nada en este deporte adentro de la cancha… Con lo que tú me estás diciendo, yo me hago la imagen de que el futbol es una… ósea o el futbol joven también, estoy diciendo este ejemplo de muchos chicos que no juegan cadete y todo, ¿es agresivo? ¿Es un ambiente agresivo, medio hostil? Sí, ósea… quizás hay equipos que no, pero en general no es el equipo el agresivo si no la gente que forma la institución, ya sea sub-diecinueve, sub-diecisiete y de ahí para abajo son veinte, veinticinco niños que ya no quieren perder su puesto, entonces ven gente que 146 viene llegando, gente a prueba que sí tienen las condiciones, al principio, al primer mes le hacen la vida imposible porque no quieren que esté… He sabido algunas historias sobre otros chicos en Universidad de Chile que han llegado a probarse teniendo las condiciones y los jugadores le hacen la vida imposible ya sea dándole golpes a la mochila, escondiéndosela, los zapatos tirándole los cordones, cosas que son quizás chicas, pero que al niño se le hace notar porque no se siente cómodo dentro de la institución, entonces hacen que salga pa un lado… entonces, si se hace un poco el ambiente, se hace un poco complicado cuando uno llega a un equipo teniendo las condiciones, teniendo todo, al llegar cuesta. Y esta como hostilidad dentro de los pares… bueno tú me diste unos ejemplos pero… tú dices que hay chicos que ven en peligro su puesto cuando llega más gente nueva. ¿Esto lo cuidan a partir de su, por ejemplo, estos ejemplos que tú me diste? O también lo demuestran, lo demuestran en la cancha… Claro, ósea… cuando ya, incluso cuando ya ven en peligro su puesto y cuando la persona que llego ya está inscrita, ya está jugando, empiezan a demostrar que quieren esta… ósea empiezan a jugar más, empiezan a jugar su puesto porque ven que la cosa no es tan fácil, van creciendo, algunos se van quedando abajo entonces… sí, a veces es mejor que llegue gente nueva porque va cambiando el switch, la gente va viendo que la gente se va, va a llegar más gente y no va quedando la misma, son distintas caras entonces uno tiene que jugar por el puesto. Sí hacer amigos, amistades, tener un buen grupo de personas dentro del equipo pero si pelear por su puesto, ya sea agresivamente, pero no lograr con un mal trato. Haciendo esas cosas y creo que están mal, debería uno ganar su puesto por ser buena persona, ser buen jugador, ser buen compañero dentro de la cancha, esas son cosas primordiales que uno debe tener dentro de la cancha. Yo te lo preguntaba porque ósea tú estabas diciendo una agresividad más como en el sentido positivo, una agresividad en cuanto a estar más atento, jugar más fuerte pero no hay violencia de por medio al jugador. No, ósea hay violencia física, ósea psicológica de momento pero más allá de eso no, ósea… de hecho yo te podría decir que cuando yo llegué, se me hizo muy complicado, por ciertas cosas que los niños van enterando no sé qué “tu papa” ponte tú “es abogado” o “tu papa es panadero”, lo molestan con ciertas cosas que son chicas, mínimas, pero te va molestando porque tu pertenecí a un grupo de cristianos, te empiezan a agarrar con 147 pequeñas cosas y molestan. Pero más allá de eso uno tiene que aguantarlo porque es el pájaro nuevo, después uno se acostumbra y de hecho hay personas que llegan, y les molesta eso pero puede estar dos años y a la gente que llega le hacen lo mismo entonces como que es una cadena de cosas que van saliendo. Ósea yo cuando llega gente intento acogerla. Puede ser buena o puede ser mala persona, pero si lo doy mi apoyo como a mí me lo dieron en algún momento alguno compañeros que todavía tengo, y son muy buenos amigos. Me decían “oye, dale, tení que estar acá. Dale, sigue metiendo, no escuchí a nadie”. Esas son palabras que, cuando un llega, las escucha y se siente mejor, puede ser más jugado en algún momento. Entonces sé que si le digo esas palabras a un niño nuevo que llegue, él las va a recibir y va a tener más ganas. Quizás para mí en ese momento no van a ser tan importantes pero para él sí, y se va acordar después de que existe un apoyo moral de algunos compañeros. Son pequeñas acciones que uno puede hacer como en el futbol como más de compañeros, más personal. Tú hablaste de violencia psicológica. ¿Qué ejemplos me puedes dar de eso? O como… ¿qué carácter tenían? Yo te voy a dar un ejemplo personal: yo cuando llegué al club, el año 2011, me llamaron de… me llamaron porque fui a una prueba ¿cierto? Me llamó el profesor y me dice que tenía que llegar un día once, once de enero. Yo en ese momento era scout, entonces estaba de campamento y no podía llegar ese mismo once de enero porque me llamó el día anterior en la noche, entonces yo estaba a siete horas de Santiago. Mis papás me fueron a buscar en auto. Llegué el día trece, llegué dos días tarde. El profesor, comentándole a los demás niños que yo iba a llegar más tarde porque estaba en un campamento scout, y cuando llegué los niños me empezaron a conocer, me empezaron a molestar por ser scout, por ser parte de otro lado, por no jugar tan bien porque yo no sabía nada de futbol entonces estaba perdido dentro de la cancha, me molestaban, no querían jugar conmigo y después en los camarines me molestaban “ah, ahí está el scout”. Cosas que pa ellos… son niños, yo igual, no les molesta pero en un momento uno como que las recibe y dice… se siente mal. Entonces tu igual vas marcando y… hubo un ejemplo súper claro porque sí, yo me sentí mal, no me sentí acogido y uno se preguntaba así como más allá: “Oye ¿y qué onda? ¿Qué hací ahí? ¿Por qué estai metido ahí?” Era motivo de burla en ese entonces ser scout. Pero después con los años fui demostrando que yo al ser scout, era más persona, tenía más personalidad, me podía defender yo, ósea, sabía hacer cosas que ellos no hacían, entonces ahí ya veía uno, con las cosas que 148 hace uno en la vida, va demostrando que es más persona que los demás, no solo jugando futbol, entonces, eso me fue dando fortaleza y hasta el día de hoy puedo pertenecer a un club sin que nadie haga sentirme como no acogido. Eso me dejó súper claro que logré pasar un obstáculo porque perfectamente hubiese dicho “no, sabí que no quiero seguir con esto porque ya colapsé”. Y en tu caso personal, tú dices que tú lo superaste, pero… ¿has sido testigo, o has sabido de jugadores que no han podido como superar esta burla, este maltrato que reciben? Un amigo mío, el ejemplo que te di antes: fue a Universidad de Chile. No conozco muy bien como es el equipo entonces no te podría decir, pero la historia que me contó él fue que llegó, a los tres días el profesor lo tenía bien, lo quería. Los niños lo empezaron a robar sus cosas, a esconderle sus cosas. En los entrenamientos le pegaban patadas entonces… no era psicológica en el fondo, era más que nada física, con sus cosas, con sus pertenencias, le pegaban dentro de la cancha, y no era solo a él si no a los otros dos más compañeros que estaban ahí, entonces… ahí me contó y… Sí hay equipos que lamentablemente son como agresivos dentro de ese ámbito, pero yo en el club no he visto ningún… ser testigo de algo claro, psicológico, que sea físico y psicológico la verdad que no, o para mí. Quizás sí molestaba a los niños nuevos pero, más que nada eso, más a allá de eso no. Los molestan y quizás a los tres, cuatro días el profesor les dice que no los quiere en el equipo entonces no sabemos más de ellos. Tu sientes o que piensas tú a cerca de la, por ejemplo, a ver… ¿Hay violencias permitidas y violencias no permitidas en el futbol? ¿O siempre se mide con el mismo grado? Por ejemplo, una patada en un entrenamiento, ¿tiene el mismo significado que una patada en un partido a un rival? O… demuestran ese tipo de agresiones quizás, ¿son demostraciones de ganas, de estar metido? ¿O son igual de violentas que quizás una agresión más directa como un combo o algo así? Bueno, depende del contexto, ósea, yo estoy jugándome el puesto pa jugar el partido del sábado y en la semana le meto, entreno, le doy fuerte al rival ya sea mi compañero, ya sea el más chico, el más grande, y eso se nota que uno quiere ganar entonces el profesor lo rescata, uno tiene una marca agresiva, va. Porque ya cuando se sale de contexto, ya cuando estoy picado con mi compañero, con el que está jugando y le pego una patada intencional, ya no corresponde, entonces no debería con el contexto. Entonces si el 149 profesor te dice “para el partido” o “para el entrenamiento”, y muchas veces eso ocasiona que a todos nos manden a correr. Pasa algo, a todos nos mandan a correr por cierta persona, por ciertas dos personas. Entonces pa nosotros, lo hablamos como un equipo, mientras corremos porque no es solo de ellos, es del equipo. Si el equipo está viendo que ellos están teniendo problemas, podemos hablar con ellos, decirle “oye, para”. Entonces… pero si dentro de un partido uno ya no puede porque… si a veces uno no tiene la mentalidad suficiente o cuando es chico, tiene quince, catorce años, y lo molestan o le pegan una patada fuerte, se pica, lo devuelve y lo expulsan. Entonces eso ya depende del árbitro y depende de la persona. Yo creo que tiene más significado en los entrenamientos una agresión, ósea que pase más allá de ser una agresión porque uno quiera ganarse el puesto, sino que sea intencional. Un ejemplo claro: yo estaba sub-dieciséis esperando ser titular en lateral derecho y mi compañero que era lateral derecho en ese entonces le pegó a uno sub-diecinueve porque no quería jugar de lateral derecho, no le gustaba, quería jugar contención. Y el puntero le ganó el puesto, por velocidad, y le pegó una patada por detrás, pero asquerosa. El profesor lo manda a la casa, por dos días. No lo puso titular en todo el año y ahí yo gané el puesto. De ahí no lo solté más. Claro y yo no estoy feliz por haber ganado el puesto sino que lata por mi compañero en ese entonces, no haberlo hablado “profesor yo no quiero jugar a este lado”. Demostrar algo que no debería haber hecho de partida porque podría haber lesionado al compañero pero… Fue un ejemplo claro, pa mí en ese momento fue bueno pero… Ósea eso es un ejemplo de una violencia que sea no permitida. Fue sin pelota, por detrás, ósea, le pegó y se fue. Ni siquiera sigo en el partido porque sabían que lo iban a sacar del entrenamiento. Fue en verdad cero situaciones, cero contextos en el partido. Eso fue entrenando, haciendo futbol, diecisiete, diecinueve. Hay ciertas violencias entonces que igual son permitidas, ósea igual son bien vistas… Claro, de hecho los mismos profesores en la charla técnica nos dicen que “este es un equipo fuerte, vamos a jugar contra Colo-Colo” o la U, no sé. “Tú, lateral, tení que agarrar al puntero y le tení que pegar por detrás. Así si él tiene la pelota, que te sienta”. Obviamente no pegarle ¡PA!, pero que te sienta ósea no podí ir y pararte atrás de él porque él sabe que no le vai a hacer nada. Pero sí tení que agarrarlo, tení que hacerle algunas mañas, pegarle por detrás cuando tenga la pelota pa que no controle bien, pero 150 más allá de eso, no. Ósea… sí, quizás pegar una patada cuando va uno contra uno y te pueden poner amarilla, sí, chao. Cuando quedan los últimos 5 minutos. Esas son cosas que el profe te lo dice, ósea consejos que el profe te lo dice porque hacen bien para el equipo, porque el profe quiere ganar, nosotros mismos… entonces son mañas que uno va a aprendiendo dentro del futbol más que nada. Que no es malo, ósea son patadas o son agresividad que no se ve mal y que lo necesita. Lo mismo la selección chilena con el Gary Medel o Arturo que son jugadores agresivos, pero no son jugadores que te van a ir a pegar. Quizás cuando salen de contexto, sí, se ponen y empiezan a discutir, palabras, manotazos, pero más a allá de eso no. Pasando a otro tema, yo en mi investigación, ósea a lo largo de haber estado el año pasado ahí en el lugar de entrenamiento escuché muchos chistes, muchos comentarios como en términos cómicos, causales de risa de burlas hacia las mujeres. Por ejemplo “estai jugando como mujer” o “anda a jugar a las barbies” que se yo, como ese tipo de comentarios. ¿De dónde salen esos comentarios? ¿Por qué? La verdad es que muchas veces sale de los profesores, y no debería ¿cierto? Muchas veces uno no quiere ir fuerte a la pelota. En un choque contra el rival la pierde, porque uno no fue fuerte, el miedo de que a uno le peguen una patada. Entonces ahí salen comentarios, no de tus compañeros, quizás de tus compañeros pero de los profes “’ ¡Oye!, ¿por qué vai así? ¡Tení que ir como hombre! ¡Tení que meterle! Ósea, ¿me estai demostrando que no querí jugar?” En los entrenamientos pasa lo mismo. Surgen comentarios que a uno le llegan, le molestan y tampoco deberían hacerlo y… Y a mí me paso con un profesor que tuve problemas, un profesor de la sub-diecinueve. Me dice, afuera de contexto, afuera del partido, cuando yo le… porque él me preguntó por qué me había hecho un corte de pelo. Me había teñido el pelo para una revista, pero mi pelo era súper normal solo que se veía un poco más claro, y me dice “¿Por qué te teñiste el pelo?”, y yo le digo “No porque quería… una amiga me lo pidió para una revista y sacarme una foto”. Y me dice “entonces dedícate a ser modelo o dedícate a jugar a las barbies o dedícate a estudiar, porque si vai a empezar a hacer esas cosas, mejor no te dediquí al futbol”. Entonces me dejó súper claro su concepto, ósea, para él era o te dedicai a hacer cualquier cosa, o vai a jugar con niñas o vai a estudiar, pero dejai el futbol. A mí me molestó, como muchas cosas más me han molestado porque sacan temas que no deberían sacar, se preocupan mucho del futbol, de ganar, de querer estar ahí, de que tení 151 que estar sí o sí ahí, porque es lo único que hací pa ellos, lo único que hací es jugar fútbol, ni siquiera los estudios. No toman ni en cuenta los estudios porque dicen “sí vai a jugar futbol, ¿qué vai a pescar los estudios? Erí cero pa las matemáticas”, en los mismos calentamientos, cuando estamos elongando, hablando de los estudios, no. Entonces son cosas que yo creo que están demás. Quizás les falta un poco de más, a los mismos profesores, ni siquiera a mis compañeros, porque si mi compañero me dice “oye, estai jugando como niña”, es un ejemplo que se da… ósea es normal que te diga eso y que… claro, uno piensa “jugar como niña es no tener la suficiente fuerza”, ósea está mal dicho pero… como eso. “Jugai como niña” no debería estar…. No debería ser una oración mala o una frase que sea “estai jugando mal”, pero es fea así que lo dicen pero… a mí me molesta más si viene de un profesor. Ellos estudian para ser profesor y no pueden salir con cosas fuera de contexto, fuera de lugar que no deberían porque no simplemente. Pero mis compañeros, bueno no puedo esperar todo porque tampoco tienen los suficientes estudios, no vienen de una buena familia entonces tampoco uno los puede jugar por decir ciertas palabras, por decir muchos garabatos, entonces uno después se acostumbra a estar con gente de aquí, gente de bajos recursos, y en el fondo todos son personas, todas piensan, todos tienen un fin al que quieren llegar. A veces hay gente que se va por mal camino entonces uno intenta corregirlo más allá de eso. Tú hablaste de los entrenadores que a veces los menosprecian o les tratan de bajar la autoestima en ciertos aspectos para ser… enfocarlos solamente en un grupo ¿Hay un tipo de o una cierta… tienen demasiado poder los profesores? ¿Tienen demasiada influencia en las decisiones que toman en cuanto a los jugadores? Ósea, si tu no le cumples, o si tú eres mal visto por un entrenador, ¿él tiene mucho poder sobre ti? O al revés también, sí tú estás muy bien visto por un entrenador, ¿tiene mucha influencia sobre tu futuro como jugador? Sí, uno depende mucho de lo que piense el profesor. Puede ser un muy buen profesor, te puede influenciar mucho, como puede ser un mal profesor y no te pueden decir nada pero, uno tiene que estar, ósea… si el profe te dice que te vai al primer equipo hoy día, lo tení que hacer, porque son ordenes que te dan tus profesores y quieren ser tomados como tus jefes, entonces todo lo que él te diga es válido pa ti, y uno lo comunica a los papas y le dice “oye, esto”… pero muchas veces no son buenos consejos, no son buenas cosas que los profesores te dicen entonces… si uno como que empieza a pensar y dice “no”… si uno piensa un poquito más dice “no, ¿por qué estoy haciendo esto?”, pero en el 152 momento de planteárselo al profesor y decirle “profesor, yo no podría hacer esto porque…” y ahí el profesor dice “ah sabí que no, ósea, si tu no estai 100% comprometido no me serví”. Entonces te deja como un poco más apartado que el resto, y ahí empieza a tratar con el resto y empieza… pero si tienen mucha influencia sobre nosotros. Como también pasa que si hay un regalón dentro del equipo, tiene mucha influencia en el profesor. Si hay un regalón en el equipo, él puede faltar a entrenar, lo va a citar. Si él le dice algún consejo: “me siento más cómodo jugando con él”, también el profesor lo va a tener más presente. Entonces si hay mucha influencia en el futbol. Ósea, no todos los jugadores son iguales. No. ¿Hay algunos que van a tener algunos privilegios que la mayoría no va a tener? Sí, mucho. Ya siendo teniendo apellido, teniendo nombre de jugador de futbol, teniendo contactos. Ya sea no ser conocido por nadie pero si tener algún representante también tiene su privilegio. El representante habla con tu profesor, o ser… Ser nadie pero si ser mejor. Ser el mejor técnicamente, futbolísticamente, entonces el profesor te va a tener como regalón. Entonces hay ciertas regalías que se van dando en el futbol, ya sea un prestigio que tu tengai. Ocho años jugando por el mismo futbol, ósea nadie te va a mover, nadie te va a decir nada, llevai ocho años jugando ahí, en un equipo grande. Te da algunas regalías ¿cierto?, el profesor te tiene la confianza ya como un hijo más pero… siempre van a haber personas diferentes teniendo más prestigio que otros. Pasando ya a un tema puntual, hay un utilero, en la mañana, que el igual se refiere, o yo lo observe en mi investigación, es que el muchas veces se refería en forma agresiva a ustedes. ¿Cómo era tu impresión de él, y de los actos que el realiza? Muchas veces tenía malas salidas con nosotros. Quizás él… su manera su personalidad, su manera de ser era retarlos, todos los días. Retarlos, tratarte con palabras fuertes o levantando la voz porque, para él, era así entender que los demás lo iban a entender. Ósea, si te grito a ti, y te digo que traigai la ropa mañana, la vai a traer porque te estoy tratando así. Pero si te lo digo en buenas palabras se te va a olvidar. Entonces ese era el trato y pensamiento que él tenía. Muchas veces pasaba a llevar a algunos compañeros, los compañeros se sentían mal… habían malas palabras que él decía. Entonces si lo comentaban a los profesores, o sí se lo comentaban a él mismo, pero la reacción que él 153 tenía era aún peor. Entonces se dieron muchos conflictos porque lamentablemente la personalidad que él tenía era de plantear como un líder. Era utilero e intentaba ser como un profesor más, como un preparador físico más, que lo es, ósea es parte del plantel técnico entonces si hay que tenerle respeto y todo pero se aprovechaba muchas veces de su puesto. Ya sea retándonos, ya sea diciendo “¿por qué no trai la ropa?”, que está bien, porque él está a cargo de que todos estemos uniformados, todos estemos bien, pero si uno falta no es la manera de quizás de tratarlo. En ese sentido a él sí se le iba de las manos como trataba a las personas, como tratar a los jugadores. No sabía muy bien eso, ósea la personalidad de él era diferente, quería ser como más, nosotros lo veíamos. Quería ser un profesor, quería ser más. Entonces al intentar ser así, con su personalidad, provocaba muchas discusiones, provocaba muchos conflictos. ¿Y tú te topaste con alguien con características parecidas en cuanto a personalidad como él en tu experiencia de futbol joven? Ósea, con él nunca porque yo siempre le respondí, siempre le mandaba mensajes, le traía la ropa cuando me lo pedía y él me tenía súper arriba. Quizás no como futbolista en general súper bueno como uno lo cree, no, me tenía como buena persona, que le respetaba y hacía caso. Entonces sí, en ese sentido yo siempre tenía el privilegio porque yo le decía “profesor, nos falta esta ropa”. “Ya”. Y conociéndote, si te daba el prestigio de darte una nueva ropa, etc. Pero si sabía que erai un niño que no venía a entrenar, que no traía la ropa nunca, no te pescaba y te retaba. Pero sí he tenido conflicto con mis profesores, en general, porque hay veces que yo sentía malos tratos, sentía que no era justo que nos pasara a llevar a nosotros, con ejemplos claros de… citando compañeros que no venían a entrenar, porque es lo obvio que pasa en muchos equipos que no debería pasar… entonces yo le decía, le planteaba muchas veces un viernes en la tarde, un viernes en la mañana “profesor, sabe que yo encuentro injusto que pase esto, esto, esto”. Y la respuesta que me daba él “bueno erí uno de los más chicos, tení que jugártela más”. La verdad es que no me daba respuestas concretas, se iba más por un camino más corto que largo entonces… él tenía claro que yo siempre le iba a preguntar, que yo siempre le iba a reclamar por cosas que el hiciera que yo viera que las estaba haciendo mal. Entonces yo creo que eso me perjudico un poco, ósea me jugó en contra tener esa personalidad de preguntarle, de querer saber por qué él estaba haciendo las cosas así y no estaba haciendo las cosas de otra manera. Y lamentablemente eso me llevó a que me sacara un poco de lado, me sacara un poco del plantel y no me tuviera siempre en 154 cuenta, que yo lo fui viendo en el camino entonces ahí tomé la decisión ya más que nada de no seguir tanto, hablar con él y plantearle “profesor, sabe que yo me siento más cómodo al no estar aquí porque, no es con mis compañeros, no es con la institución, es más que nada con usted. El trato que usted tiene conmigo y con mis compañeros no es el óptimo de lo que yo estoy buscando entonces…”. Ese creo que fue mi mayor problema y creo que mi único problema, porque si me encontrado con gente muy buena en el futbol, que me ha enseñado mucho y ellos les debo todas las posibilidades que tengo hoy día. Son ejemplos concretos que claro, uno dice “el profesor tiene la culpa”. Pero muchas veces no la tiene y muchas veces uno está equivocado y él también está equivocado y no lleva a nada resolver los problemas, así que eso. Tú hablaste… acabai de decir que tuviste problemas más que nada por tú como hacer notar tus opiniones y tus diferencias. En ese sentido, ¿tú piensas que en este ámbito, en este contexto de futbol joven, es mejor quedarse callado y solamente obedecer al profesor? ¿O piensas que si hubiera sido, tal vez, otro jugador y haber dado otra opinión y haber dado tus diferencias, no habría sido conflictivo? Sí, ósea. Los profesores en sí te piden, a ti, lo que tení que hacer en entrenamiento, lo que tení que hacer en los partidos, entonces uno si le hace caso. Pa ganarse el puesto, tiene que hacerle caso. Yo, ponte tú, hoy día juego lateral y paso todo el rato, y al profe no le gusta eso, te va a sacar. Pero si vai y te dice “oye, tení que hacer esto”, no tení que jugar mucho, tení que jugar ahí y defender más al primero que atacai” y uno lo hace, ya, está bien, le gustaste al profesor. Pero, esas son cosas futbolísticas entonces uno las entiende. El profesor tiene su estilo de juego, nosotros tenemos que entregarnos al estilo que él quiere, y jugar como él quiere. Jugar a dos toques, jugar a tres toques. Pero ya cuando pasa a ser más allá de eso, ósea, no pasa a ser un tema futbolístico, sino que pasa a ser un tema del equipo, de que el equipo no se está entendiendo, de que mucha gente falta a entrenar, que… el trato es distinto con personas y uno quiere planteárselo, ahí es donde uno tiene el conflicto, porque el profesor cree que está haciendo las cosas bien, para él, pero quizás para algunos jugadores no lo está haciendo bien entonces uno lo confronta y ahí se ven las diferencias… pero claro, como dices tú, depende de la persona. Si tengo el apellido, no sé, mi papá es jugador de futbol, está jugando al futbol o es del club técnico y habla con el profe, sí va a tener cierta repercusión y si te va a escuchar un poco. Entonces no te va a decir “no, sabí que no, estai mal”, sino que “ya, ok”. Y no te va a tratar mal de ninguna manera, va a ver que visión tiene, no te va a 155 apartar del grupo, pero… Con ciertas personas si se lo toman mejor, si se lo toman distinto entonces sí, hay diferencias, y siguen habiendo. Sí siempre van a haber porque el profesor es persona también entonces tiene sus contactos, quiere lo mejor para él, lo mejor quizás pa su familia, entonces el niño puede tener las condiciones pero siempre va a preferir al más bueno, al más constante. Que es lo que se da acá en chile, porque él quiere ganar. Para él el que gana es el más bueno, no el más constante. Le da lo mismo si erí constante. Quizás después de un mes, dos meses y veni todos los días a entrenar y todo te va a decir “oye que eri constante, que eri responsable, me gusta”. Te va a dar una oportunidad, pero no te va a dar las oportunidades que les dio a los otros. Y quizás en algún momento se va a cansar de darle las oportunidades que le dio al más bueno porque las perdió. Tantas oportunidades que le dio al mejorcito, al que tenía más técnicas que las desaprovecho y ahí se dio cuenta de que no valía la pena. Ahí te va a tomar en cuenta a ti, al responsable. Pero por eso el responsable tiene que estar un año, dos años, tres años y eso es lo que aburre, y eso es por qué la gente se va. Y haciendo lo que te dice el entrenador. Claro. Por último, tú en esta conversación y en las conversaciones anteriores hablamos de un poco del homosexual, de la construcción del homosexual en este espacio, de las mujeres, del mismo hombre, ¿pero tú piensas que hay otros sujetos que son también visto en menos, discriminados en este espacio? ¿O blanco de burlas? No sé tanto de blanco de burlas, pero sí muchas veces en el equipo les gusta, por ejemplo, ir a fiestas, les gusta salir, les gusta tomar o hacer diferentes cosas que quizás las hacen los adolescentes hoy en día, y muchas veces se hace un grupo aparte o un grupo grande donde son todos los niños que quieren ir a fiestas, salir y pasarlo bien, estar con mujeres, hacer diferentes cosas. Entonces los otros niños que quizás no les gusta tanto eso, son como apartados. Puede que haya un tema de burla, de decirle a los demás “oye, ¿por qué son tan fomes y no vienen con nosotros? No se unen al grupo”. El día lunes, el grupo de Estados Unidos estaba hablando de lo que hicieron el fin de semana, y el otro grupo está separado. No es un tema de burla pero si es un tema de diferencias. Ósea si a mí no me gusta salir, no quiero salir, te separan. Yo creo que es muy común que pase eso sobre todo acá… porque a la mayoría le gusta salir, le gusta después de un partido celebrarlo con sus amigos, estar… entonces ya cuando uno va más creciendo, en 156 la diecinueve, diecisiete, uno lo ve más. Entonces eso más nada, no sé si motivo de burla pero diferencias que hay dentro del equipo y otro ejemplo también, u otra diferencia, las edades. Uno ve en la sub-diecinueve que hay tres edades, y muchas veces el mayor es el que debería ser el ejemplo pero no es tan ejemplo creyéndose mejor, creyéndose más maduro. O el más chico que se cree mejor porque le va a ganar el puesto al más grande. Son diferencias que también se van dando, entonces ahí el profesor tiene que ser lo suficientemente comprensivo para decirle a los compañeros como tratar al equipo, o uniéndolos mejor. Teniendo psicólogos, como nosotros tuvimos en su minuto, uniéndole al plantel. Teniendo diferentes tipos de actividades extra, no solo jugar futbol. Yo creo que esas son las grandes diferencias que hay en el futbolístico. Las clases, si tení apellido o no, si salí a fiesta, si no salí a fiesta, si eri el agrandado o no eri el agrandado. Esas son las grandes diferencias que hay. Y por el aspecto físico ¿hay alguna…? Por el aspecto físico, sí, claro. Eso es más motivo de burla. Muchas veces hay uno más gordito y lo tratan de gordo, lo tratan de guatón. Quizás uno, en todos lados aquí siempre va a haber un guatón, o a uno de tus amigos que le decí “oye guatón, ven pa acá”, “oye, pelao”. Pero como uno no está en el puesto del otro, uno no sabe si se va a sentir mal si le decí guatón, si le decí gordo. Pero… uno nunca lo sabe, pero para mí es bullying, decirle a uno gordo o guatón dentro de la cancha, pero ya se hace rutina, ya llevamos un mes de esa manera y él se acostumbra. Entonces, si le molesta el tampoco habla diciendo “oye, sabí que cabros no me digan así porque pa mí y pa mi familia no es bueno, ósea que lo digan jugando un partido importante y me empiezan a gritar eso en vez de mi nombre, que me digan apodos, y apodos que no son correctos”. Pero, ósea, en ese sentido si hay bullying, pero no debería ser porque si estai en un equipo cadete no eri gordo, o si llegai gordo y te metí en la cabeza que tení que bajar de peso, bajar la grasa porque te lo exige también. Más que nada el gordo es como un apodo de lo que tuviste antes, o porque eri el más musculoso por decirlo así, como el más maceteado dentro del equipo. Pero muchas veces puede ser mal visto por él, la persona. Una pregunta que se me ocurrió ahora: Me llamó la atención esto que dijiste de que claro, tu dabai tu opinión al parecer a ciertas cosas que no te parecían correctas, tú… ¿supiste o viste que tuviera algún compañero que tuviera esa misma actitud que tu tenías sobre las cosas que a él le conflictuaran? Por ejemplo, los profesores o quizás con los propios jugadores, quizás con el utilero… 157 Quizás no el mismo punto de vista, pero si frente opiniones en diferentes contextos. Si tenía compañeros que tenían ciertas regalías y le decían al profesor “¿por qué no me cita? ¿Por qué, si estoy haciendo esto bien? Tengo este problema” y el profesor, ¡PA!, los citaba. Pero después con el mismo personaje, el día del partido, salen del partido, termina el partido, perdimos 2-1, sale del partido y le dice al profesor “¿entonces por qué no me puso a mí en esta posición? ¿Y por qué no puso a mi compañero aquí?”. Entonces esas personas se dan el lujo de decirle al profesor que tiene que hacer, siendo que no debería ser. Y el profesor también tiene, no se da la molestia de decirle algo. Retiene la información que él le entrega, pero después no le dice nada. Dice “ya, ok. Se terminó el partido, chao”. No le dice “oye, ¿por qué no? Yo hice esto, esto”. No le da como un ultimátum. Pero… sí, pasa mucho pero más que nada con el punto de vista que es como más, que si hay personas que lo dicen pero no lo he visto, pero un punto de vista más que nada ya, que a uno le molesta el trato. Muchas personas no lo van a decir del trato porque se dejan llevar, porque tampoco tienen, en verdad no pueden hablar de trato si ellos faltan a entrenar, si ellos no vienen, o juegan mal, ósea no tiene la moral de decir “oye, profe, ¿por qué lo está citando a él si yo vengo todos los días a entrenar?”. No po, no tiene la moral de decirle al profesor que lo cite, o la responsabilidad, traer la ropa, ser constante. Entonces, pasa mucho en eso porque la gente no tiene la moral para decirle al profesor las cosas que cree que es, pero si hay otras personas que sí son responsables y sí deberían decirle las cosas al profesor, o preguntarle por qué no está citado, por qué no. Lamentablemente ahí depende de que profesor es, y ahí si él te da la excusa bien o te da una excusa mala ya, eso es diferente. Pero más que nada tiene que ver con eso. Ya po, muchas gracias por esta segunda patita. 158 159