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Tesis Pegale como Hombre (1)

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UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
CARRERA DE PSICOLOGÍA
“Pégale Como Hombre”:
Performance de Masculinidad en un Club de Fútbol
Memoria para optar al título de psicólogo
Autor:
José Mejías Riquelme
Profesor Patrocinante:
Dr. Roberto Fernández Droguett
Santiago de Chile, 2016
Agradecimientos:
A mi madre y padre, Tania, Toña, Sofía y el resto de mi familia por darme todo su amor
siempre
A Catalina por darme fuerza y amor todos los días
A Roberto por guiarme, ayudarme e interesarse en que este proyecto surgiera
A mis amigos Felipe, Alberto, Jorge, Luciana y Bárbara por todas las canciones y
discusiones
A Ignacio y Ricardo que me ayudaron mucho y de manera desinteresada
A Fútbol Rebelde y Buscemi por compartir conmigo la pasión y alegría de jugar fútbol
Y a mi padre nuevamente por hacerme de la U
2
Índice
RESUMEN ............................................................................................................................................4
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................5
JUGADORES DEL EQUIPO: MARCO TEÓRICO ....................................................................................12
Género ..........................................................................................................................................12
Performance de Género ................................................................................................................17
Masculinidad .................................................................................................................................20
Masculinidad Hegemónica ........................................................................................................24
Deporte y Masculinidad ............................................................................................................28
ESTRATEGIA DE JUEGO: MARCO METODOLÓGICO ...........................................................................32
Psicología Social Crítica y Conocimiento Situado ..........................................................................33
Etnografía y Producción de Datos .................................................................................................36
Procedimientos de la Investigación ..............................................................................................40
PRIMER TIEMPO: DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO ...............................................................................41
Actores Habituales Dentro de la Cotidianeidad del Espacio .........................................................41
Descripción del Lugar de Entrenamiento ......................................................................................44
Rutina Diaria Dentro del Lugar de Entrenamiento ........................................................................44
Descripción de Situaciones Observadas ........................................................................................48
SEGUNDO TIEMPO: ANALISIS ............................................................................................................61
Construcción del Homosexual .......................................................................................................61
Construcción de la Mujer ..............................................................................................................66
Construcción del sujeto hombre ...................................................................................................75
TERCER TIEMPO: CONCLUSION .........................................................................................................86
BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................................................................96
ANEXOS ...........................................................................................................................................101
3
RESUMEN
En el presente estudio busco entender cómo se construye la masculinidad dentro de las
divisiones menores de un club profesional de fútbol chileno. Basándome en perspectivas
críticas de psicología social y a partir de la utilización de etnografía y entrevistas como
métodos de investigación, hago un análisis de las interacciones que se dan tanto en los
entrenamientos como en los partidos que se llevaron a cabo durante el año 2014. Los
principales resultados que se desprenden de esta investigación son el surgimiento de tres
sujetos primordiales dentro de este contexto; el hombre homosexual, la mujer y el hombre
masculino. Los primeros dos no están presentes dentro del contexto y son construidos a
partir de los imaginarios que tienen los jugadores acerca de éstos, transformándose en
“fantasmas fundantes” de la masculinidad que se erige en este espacio. Esta situación me
lleva a reflexionar sobre los cimientos en los cuales se fundamentan ciertas formas de
entender el género y los roles que cada uno cumple en la sociedad, reflexión basada en
los postulados de Butler quien asume que el género es una construcción social, la cual se
debe performar, y no una característica intrínseca del individuo. Por último destaco cómo
el fútbol sirve de espacio seguro donde las características comúnmente asumidas como
masculinas construyen una masculinidad hegemónica local basada en la misoginia y la
homofobia.
4
INTRODUCCIÓN
Fútbol: Opio del pueblo. Esta frase hecha famosa por el poeta argentino Jorge Luis
Borges y utilizada por muchos intelectuales para criticar el impacto social del fútbol dentro
de los diferentes pueblos, se ha vuelto famosa en quienes no entienden por qué tanta
gente a lo largo de estos últimos dos siglos sigue de una manera cuasi religiosa al equipo
de su barrio, ciudad o país. Se puede decir de todo acerca del fútbol, a favor y en contra,
y quizás muchas de esas aseveraciones tengan un poco de cierto y un poco de falso,
pero la cualidad que no se puede discutir acerca de este deporte es que es el más
popular del mundo, movilizando a millones de personas alrededor de éste. Simon Kuper
(2012) reflexiona sobre esta condición mencionando que “Cuando un juego moviliza a
miles de millones de personas deja de ser un mero juego. El fútbol no es solo fútbol:
fascina a dictadores y mafiosos, y contribuye a desencadenar guerras y revoluciones”,
(p.27). De esta manera el escritor Ugandés entiende que el fútbol sobrepasa
ampliamente las barreras del ocio y pasa a influir de manera política, económica y social
dentro de la cultura.
Para identificar algunas formas en las cuales el fútbol influye en la sociedad solo basta
observar los apartados especializados en deportes en los medios de comunicación (los
cuales cada vez son más grandes), para así conocer cuáles son los principales
protagonistas y qué se dice de ellos. Cuando realizamos este ejercicio, no sorprende que,
a partir de lo recogido en las páginas y los comentarios de los medios audiovisuales,
pareciera ser que solo hombres practican de manera profesional este deporte. No solo
eso, ya que las mujeres poco y nada aparecen o son nombradas, salvo cuando se
exacerba la imagen de ésta como un objeto, un acompañante del jugador o bien
explícitamente un objeto sexual, como sucede por ejemplo en la sección llamada “balón
rosa” en el diario deportivo digital español Sport o “diosas” en el diario deportivo digital
argentino Olé. Esto da pie para pensar que el género tiene un lugar determinante dentro
de la práctica y difusión de este deporte, aunque sea tan obvio y esté tan cerca de
nuestras narices, que muchas veces no lo alcanzamos a divisar. Es así como la
objetivización de la mujer no es casual e inofensiva, al contrario, permite la jerarquización
del hombre por sobre la mujer además de difundir un mensaje de heteronormatividad
dentro del fútbol a través de la publicación de las infinitas relaciones amorosas entre
jugadores y modelos femeninas. De esta forma se reproduce un ideal de orientación
sexual donde es mucho mejor salir con la chica más linda, o de no ser así, igualmente
5
deberán ser mujeres las parejas de los futbolistas, adquiriendo de esta manera mayor
relevancia cuando la mujer es “novia de” o “amiga de” cierto futbolista, dejándolas
totalmente relegadas en importancia por parte de los medios –lo cual a su vez será
reproducido por gran parte de la sociedad que consume estos medios- a las mujeres
futbolistas. Por lo tanto, el fútbol no solo será construido a partir de los medios de
comunicación masiva como un deporte de hombres, sino que a su vez, de ciertos tipos de
hombres (heterosexuales). Así lo refleja la respuesta que da el arquero (e ídolo) de uno
de los equipos más populares de nuestro país; Jhonny Herrera al ser consultado por la
posibilidad de que hubiera un homosexual en el plantel:
“No sé cómo se tomaría. Es que el camarín es muy machista. Gracias a
Dios no me ha tocado convivir con gente tan intransigente, cachai. Que si
llegase un hueón que saliera del closet le pegarían la patada en la raja.
Igual no sé cómo sería en el camarín de la U. Creo que lo huevearían harto
sí (…)
A las locas soy un poquito reacio porque también sé que soy gusto de gay:
grande, musculoso (…) (En el fútbol) nosotros nos duchamos desnudos,
andamos el noventa por ciento del tiempo en el camarín desnudos, y que
te anden mirando el paquete, que te digan: “Oye tení la media cuestión”
(…) si el tipo se porta de esa forma, le pegai una pata’ en la raja y lo echai
del camarín.” (Venegas, 2015, p.132)
Como se puede concluir de la cita de Herrera, no es tanto el problema de la sexualidad
del jugador la que se debe rechazar, sino que son “las locas” –lo que se traducirá como
hombres homosexuales que demuestran su orientación sexual- los que no tienen cabida
dentro del camarín, en este caso, de su equipo. De esta manera lo que está
mencionando Herrera es que el comportamiento importa más que la propia sexualidad
del jugador. Es decir, mientras el sujeto se vea como hombre heterosexual, actué bajo
estos parámetros y a su vez lo manifieste frente a otros hombres -que como dice Kimmel
(1997) son frente a los que constantemente nos estamos validando como hombres- nadie
cuestionará su orientación sexual, aun cuando pueda ser totalmente opuesto a lo que
está demostrando a través de su comportamiento. Es esta actuación del género, llamada
por Butler (2007) como Performatividad, la cual cumple un rol fundamental en cómo los
hombres se perciben como tales y se validan ante el resto ya que, más importante que el
6
género socialmente dado es la forma en que éste va a ser representado frente a los
demás, actuando de cierta manera, ya sea a partir de comportamientos o bien en actos
de habla.
Tomando en cuenta estas ideas sobre fútbol, género y performatividad, el desafío de
investigar de manera crítica una de las actividades que más me gustan, como lo es el
fútbol, me permitirá acercarme desde un espacio donde existirán muchos sucesos que
son conocidos y comunes para mí, lo que me proporcionará de una ventaja en cuanto a la
comprensión de las acciones y actos de habla que suceden dentro del contexto de
investigación, lo cual me desliga de ser un mero espectador de las prácticas recién
mencionadas, sino que también fui muchas veces reproductor de éstas mismas. En
palabras de la antropóloga Mari Luz Esteban (2004), refiriéndose a la práctica de
investigar desde uno mismo; “Ser parte de la misma familia me ha permitido ver de cerca
las contradicciones personales y colectivas, lo cual no me ha dejado siempre buen gusto”
(p.9). Esto me ayudó a generar una discusión a partir del desarrollo de ésta; el fútbol
como método de construcción de un cierto tipo de formas de ser hombre en la cual éstos
deben tener ciertas características (viriles, heterosexuales, exitosos, entre otras cosas)
que les son propias a los jugadores de este deporte, lo cual a su vez los transforma en
modelos de “formas de ser hombre” que serán reproducidos por los medios de
comunicación, dándole una relevancia exagerada al fútbol, y por supuesto, a sus
protagonistas. De esta manera, el tener en consideración mi experiencia otorga una
aproximación al fenómeno estudiado desde la etnografía, adquiriendo especial
importancia la técnica utilizada por esa aproximación al fenómeno estudiado: la
reflexividad. Este concepto teórico, Roberto Fernández (2005) lo define como “la
capacidad humana de evaluar la propia acción y sus efectos en un contexto determinado”
(p.19), y es precisamente esto lo que pasó durante el proceso de la presente
investigación, donde no solamente fui testigo de lo que sucedía sino también llevé a cabo
un continuo proceso de autocrítica ante mi forma de ser y percibir el fútbol.
Este tema captó mi atención de una forma poco común, durante un partido de fútbol
virtual -en un videojuego- junto a un amigo. Era uno entre los cientos de partidos que a lo
largo de mi vida he jugado con mis amigos –todos hombres vale recalcar-, y que
actualmente sigo practicando. Lo distinto de la ocasión detallada ocurrió al momento en
que mi amigo/rival realiza el comentario de “le pegaste con la cartera” al referirse a uno de
sus jugadores, que el mismo controlaba, para demostrar su disgusto ante la poca potencia
7
del disparo realizado. Es en este momento cuando entendí cuál era el partido que yo
quería ganar o, a lo menos, jugar; el partido que se juega desde hace muchos años y que
enfrenta hombres contra todos aquellos que no se les parezcan o bien no actúen como
tal. Es por esto que no me agradó para nada la frase, pero no solamente por su evidente
comparación despectiva del mal rendimiento con una característica alusiva a la mujer,
sino porque esa frase, entre otras, tenían un tono cotidiano que me recordó en ese
preciso momento todas las veces que yo había sido el emisor de frases, metáforas y
comparaciones para expresar lo mismo a expensas de siempre los mismos sujetos; la
mujer y el hombre homosexual. ¿Por qué estaba tan interiorizado este tipo de figuras
literarias? ¿Cuál era el motivo de realizar estas “frases hechas1” del fútbol?
Mi forma de responder a estos cuestionamientos fue preguntarme desde cuándo disfruto
de ver, jugar y hablar de fútbol y con quiénes comparto este hobby. Es decir, para poder
responder
preguntas
exteriores
a
mí,
debía
partir
por
cuestionar
mi
propio
comportamiento, actitudes y prejuicios, los cuales estuvieron arraigados bien hondo en mi
forma de relacionarme, a través del deporte –y del fútbol en particular-, en mis redes
sociales.
Así, este hecho despertó una incomodidad, la cual movilizó mis ganas de comprender si
en otros contextos “futbolizados” realizan y piensan igual o no a como yo mucho tiempo lo
hice. Esta manera de interiorizar ciertas ideas acerca del fútbol y sus protagonistas se
construían a partir de frases clichés como “pegarle con la cartera” “tener huevos” o “el
fútbol es un juego de hombres” las cuales dejan entrever qué es lo deseable y que no en
sus practicantes y seguidores además de, como mencioné anteriormente, posicionar de
manera jerárquica al hombre por sobre la mujer a partir de éstas y otras formas de
concretizar en palabras este orden.
Obviamente, no creo que todos los profesos fanáticos del fútbol sean reproductores de
estos códigos, vale recalcar que hay a su vez mucha gente que lucha por posicionar al
fútbol como una actividad posible de practicar para todos y todas sin discriminaciones
bases de ningún tipo, aunque precisamente este no sea el mensaje que uno está
acostumbrado a escuchar. En este sentido, los medios de comunicación masivos son un
canal en donde el comentario de mi amigo pasa como uno más, como un ladrillo más en
1
El término “frases hechas” significan a frases comúnmente y recurrentemente utilizadas como metáforas
en el ámbito futbolístico.
8
la gran construcción masiva de los prejuicios que existen en este deporte, ya que es en
éstos donde día a día se realiza una cierta construcción del fútbol y de cómo y quiénes
deben practicarlo. Aun así, toda la culpa de los medios tampoco es, ya que los
protagonistas principales del fútbol mundial (profesionales del fútbol) son, en su mayoría,
o reproductores de mensajes de este tipo, o bien actores incapaces de contrarrestar estos
prejuicios, sea por la razón que fuere. Es dentro de este contexto que he utilizado mi
posición como un trabajador dentro del fútbol, específicamente el de psicólogo deportivo
de las divisiones menores del club en el cual se desarrolló esta investigación, para poder
introducirme en el mundo de un equipo profesional de este deporte con el fin de entender
cómo es que se producen estos discursos, si es que se llegasen a producir, y si es así,
por qué y quiénes lo construyen. Para poder lograr este cometido me basé en las
palabras de Harding (1987/1998; en Zirion, 2014) quien dice que hay algunos lugares más
accesibles para los investigadores que las investigadoras, a partir de, como lo llama el
autora; “la complicidad masculina o machista”. De esta manera utilicé mi género para
poder inmiscuirme en un mundo totalmente masculino para comprender las formas en que
se generan ciertas conductas en todos los actores de ese contexto.
Como mencioné anteriormente mi posición será la de psicólogo deportivo del club, la cual
requiere de ir 3, 4 e incluso más veces a la semana a observar los entrenamientos y
partidos, conversar con jugadores que requieran algún trabajo específico respectivos a
variables psicológicas (como atención, concentración, frustración, ansiedad, entre otras) y
hablar con entrenadores y demás trabajadores del club con el fin de realizar un trabajo
más integral dentro de las divisiones menores de un equipo profesional chileno2. Esta
posición me permitió investigar un espacio en cual el fútbol es común a todos los sujetos
presentes en este contexto, transformándose así en el lugar donde se llevaron a cabo
diferentes comportamientos e interacciones que influirán en la manera en que los
jugadores se relacionen entre ellos y con otros sujetos correspondientes a este ambiente,
lo que me permitió observar cómo estas conductas influyen o no en el moldeamiento de
una forma particular de actuar como hombre, performance que cuenta con la
particularidad de realizarse en un contexto completamente masculino, lo cual le agrega un
condimento especial a esta investigación al otorgarle un espacio singular donde
desarrollarse. Esto significa que tanto los jugadores como el resto de los trabajadores de
2
Me reservo el derecho de revelar la identidad de los trabajadores del club para no herir sensibilidades ni
exponer a personas que no lo deseen.
9
las divisiones menores del club serán todos hombres lo que le agrega un condimento más
a esta investigación. El ahondar en todo lo anteriormente mencionado aportará a las
investigaciones sobre temáticas de la forma en la cual se performa la masculinidad en los
deportes, la cual comenzó a partir de la emisión de esa frase por parte de mi amigo, y que
se resumen en la pregunta: ¿Cómo se construye la masculinidad dentro de las divisiones
menores de un equipo de fútbol profesional chileno? El concepto de masculinidad se
comprenderá en términos de Conell (1995) como algo que es al mismo tiempo la posición
en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres se
comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en la
experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura. A su vez también tendré en
cuenta autores como Kimmel (1997), Messner (1990) y Messerschmidt (2012) entre otros,
quienes interpretan que la masculinidad nunca es estática sino que depende del contexto
socio-histórico en el cual nos encontremos, por lo que será inútil describir un modelo único
de formas de encarnar la masculinidad, relevando nuevamente el carácter relacional que
tiene el concepto, es decir, se configura a través de las relaciones sociales. Además,
como la masculinidad depende directamente del género, y éste a su vez será entendido
como cierto significado que existe en relación con otro significado opuesto, este no es un
atributo personal sino que se genera en base a una relación con otro diferente. Es por eso
que el género no se “tiene” sino que la persona “es” un género siempre relativo a las
relaciones de ésta (Butler 2007). Por lo tanto el género siempre deberá “estar siendo”, o
en palabras de Butler (2007) performándose, lo cual define como una reiteración
estilizada de actos, provocando un efecto que “se crea por medio de la estilización del
cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la manera mundana en que los
diferentes tipos de gestos, movimientos y estilos corporales crean la ilusión de un yo con
género constante” (p. 273-274). Por lo tanto el objetivo general de esta investigación será
identificar a través de qué performance de género se construye la masculinidad dentro de
las divisiones menores de un equipo de fútbol profesional chileno, el cual será alcanzado
a partir de la consecución de distintos objetivos específicos, los cuales serán:
! Caracterizar los escenarios donde se construye esta masculinidad.
! Caracterizar las acciones e interacciones de los actores que participan en la
construcción de masculinidad en términos de performances de género.
10
! Identificar y analizar las referencias al género con las cuales se construye la
masculinidad
Tanto la pregunta, como los objetivos general y específicos serán abordados desde la
psicología social crítica (Isabel Pipper (2002), Tomás Ibáñez (1994) y Lupicinio Íñiguez
(2005) entre otros), rama de la psicología que comprende la realidad como construida por
los sujetos, los cuales son agentes capaces de mantener y cambiar la realidad en la cual
viven, renunciando así a la visión cientificista que establece a la realidad de forma neutra
y objetiva donde los sujetos son meros observadores de su contexto. Es en base a esta
forma cualitativa de aproximarse a la realidad que se analizarán los datos obtenidos
durante todo un año de observación de entrenamientos y partidos de las divisiones
menores del club anteriormente nombrado. Este análisis se realizará teniendo a la base
las teorías de masculinidad y la teoría performativa del género, las cuales servirán para
comprender de una forma mucho más compleja la manera en la cual el fútbol, y
específicamente las dinámicas que dentro de las categorías menores de un club
profesional se dan, construyen ciertos tipos de masculinidad, lo que a su vez construirá
ciertas formas de relaciones de género que influirá más allá del espacio físico en esta
ocasión analizado.
Entiendo la contingencia que tiene esta investigación con temáticas que actualmente
están en boga, donde situaciones de discriminación dentro de los deportes, como así
también actos de homofobia o machismo están siendo cada vez más identificados y
denunciados por quienes son víctimas de éstos, o bien testigos que reprochan este tipo
de conductas. Es por esto que he decidido llevar a cabo este trabajo con el fin de que se
transforme en una contribución para poder alcanzar la erradicación del prejuicio arraigado
en gran parte de la población masculina –y parte de las mujeres también- que practica
fútbol, los cuales lo han delimitado como un espacio reservado para hombres solamente.
Sera precisamente comprender cómo se generan discursos que promueven estas
actitudes, además de identificar quienes son los actores que las reproducen, el norte que
guiará esta investigación.
Siguiendo la lógica futbolística, primero conoceremos los jugadores con los cuales contará
nuestro equipo, o en otras palabras, la teoría elegida para poder enfrentar este partido,
presentados en el marco teórico. Una vez conocidos los jugadores, el siguiente paso será
entender la formación de los jugadores en la cancha, o bien la manera en la cual me
11
aproximaré al fenómeno social estudiado, es decir la metodología de investigación del
trabajo. Ya comenzado el partido, el primer tiempo transcurrirá a partir del relato de
campo y durante el segundo tiempo llevaré a cabo el análisis y la discusión, momento en
el cual se podrá ver el rendimiento de los jugadores durante el partido, espacio en el cual
se complementará el análisis y la teoría. Por último el tercer tiempo consistirá en, una vez
ya acabado el partido, mencionar las conclusiones que dejará este partido tan importante.
JUGADORES DEL EQUIPO: MARCO TEÓRICO
Las teorías que conducen la forma de interpretar los eventos posteriormente descritos
serán divididas en tres partes. Primero detallaré la teoría de género que será fundamental
para el posterior desarrollo de las subsiguientes teorías. El desarrollo de este concepto
teórico tendrá como base fundamental la negación de éste como una diferencia biológica
entre hombres y mujeres, ya que se asumirá al género como un concepto construido
socialmente que es utilizado para adjudicar ciertas aptitudes, habilidades, trabajos,
colores, olores, comportamientos, etc. A determinadas personas dependiendo de su sexo,
el cual a su vez también será una construcción social para fines de esta investigación.
Luego continuaré con los conceptos teóricos de masculinidad y performatividad. El
primero será entendido como las características adscritas con cierta posición dentro de la
sociedad, en este caso la de ser hombre, la cual siempre se construirá en comparación a
otro, siendo la performatividad la manera como se actúan estas características para así
generar una ilusión de identidad genérica anterior o natural, que no es tal (Butler, 2007).
Género
El género adquiere una posición central en esta investigación a partir de la concepción de
éste como construcción social, el cual permitirá la introducción de los siguientes
conceptos teóricos que sustentan esta investigación; perfomatividad y masculinidad.
La noción de género está íntimamente relacionado con el concepto sexo, siendo
comúnmente asociados a partir que “el género es el efecto de un proceso social que
transforma una diferencia biológicamente determinada (macho/hembra) en una distinción
cultural (hombre/mujer)” (Aguilar, 2009; p.126). Atendiendo a esto, empezaron a utilizarse
los postulados que a mediados del siglo XX el médico John Money realiza, apuntando que
el género, o bien como él le llama, la identidad de género, es la experiencia privada del rol
de género y el rol de género es la manifestación pública de la identidad de género
12
(Troncoso, 2014). Según Money éstas pueden o no ser adquiridas a partir del sexo
biológicamente asignado, pero que justamente diferencian a éste del género, siendo el
primero natural, biológico y por lo tanto indiscutible, mientras que el segundo será una
construcción social que presentará públicamente –en la mayoría de los casos- el sexo
dado. Esta discrepancia sirve para que actualmente se siga entendiendo la diferenciación
entre sexo y género como otro lugar más donde la oposición entre naturaleza y cultura
continua manifestándose. En esta línea Anastasia Téllez y Ana Dolores Verdú (2011), al
hablar de Género, lo definen como “la construcción cultural de lo considerado propio de
cada sexo” (p. 88). Lo cierto es que, aun cuando asumo que el género es una
construcción cultural, al realizar la problematización de los conocimientos asumidos que
efectúo a partir de la psicología social crítica (la cual se ahondará en el marco
metodológico), coincidiré con Butler (2007) entendiendo que no solamente el género será
una construcción social sino también el sexo adquiere, para fines de esta investigación, el
mismo origen. La autora nos invita a impugnar el carácter inmutable del sexo, diciendo:
“Como resultado, el género no es a la cultura lo que el sexo es a la
naturaleza; el género también es el medio discursivo/natural mediante el
cual la “naturaleza sexuada” o “un sexo natural” se produce y establece
como “prediscursivo”, previo a la cultura, una superficie políticamente
neutral sobre la cual actúa la cultura” (Butler, 2007, p. 36) .
Butler (2007) complementa esta idea mencionando que “si dicha realidad se inventa
como una esencia interior, esa misma interioridad es un efecto y una función de un
discurso decididamente público y social” (p. 266). Si bien esta será la perspectiva que
adquiere la investigación, no se debe dejar de lado que el género suele asumirse como
formas de ser hombre o mujer, las que adquieren ciertas características que se asumirán
como naturales y que forman la ilusión de un sujeto portador de una esencia anterior a lo
social (Zambrini y Iavedito, 2009), supeditando así la noción de género a la de identidad,
asumiéndose que una persona es de un género, y lo es en virtud de su sexo (Butler,
1990; p.79).
Siguiendo con esta idea el género obtendrá la ilusión de identidad, entendiendo a ésta
última en palabras de Antar Martínez-Guzmán, Marisela Montenegro y Joan Pujol (2014),
quienes la definen de la siguiente manera:
13
“(1) la cualidad de lo idéntico; (2) al conjunto de rasgos propios de un
individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás;
o (3) a la igualdad dentro de un ser o grupo, a aquello que lo define
como particular, auténtico y estable.” (p. 25)
De esta manera, y al igual que la identidad, el género necesitará de otro para
reconocerse dentro de un grupo de pares, siendo la diferencia entre hombres y mujeres
lo que a su vez los constituyen como tal. Volviendo a Butler (2007), ella menciona que el
género solo existe en relación con otro significado opuesto, perspectiva relacional que
señalará que el género siempre será relativo a las relaciones construidas en las que se
establece. No quiero decir con esto que el género y la identidad serán entendidos como
lo mismo, sino recalcar las similitudes que tienen en su construcción, influyéndose
mutuamente durante la misma. Por tanto, asumir esta posición donde los conceptos de
identidad y género resultan no naturales, no biológicos y no universales, surgirá lo que
Laura Zambrini y Paula Iadevito (2009) nombrarán posicionalidad, haciendo referencia a
que el proceso de construcción identitario siempre es relativo a un contexto sociocultural.
Es decir, uno adquiere una posición a partir de la construcción social del género que la
cultura le anexa, la cual le entregará características y formas de comportarse esperados.
Entonces, a partir del carácter relacional del género, una persona ocupará un cierto
género principalmente al no pertenecer al otro, es decir, yo soy mujer u hombre al tener
las características que me diferencian del otro y es a partir de esta situación que
encontraré un género que me constituirá identitariamente, la cual se complementará por
la posicionalidad que el género adquiera dependiendo siempre de la concepción cultural
que a éste se le dé. Dicha oposición genérica Rawyn Connell (2003) la concibe dentro del
“escenario reproductivo”, práctica social que realiza la distinción de género en torno a tres
dimensiones que diferenciarán y posicionarán al hombre con respecto de la mujer. La
autora las define como: 1) Producción: diferencias de salarios y el gran porcentaje de
hombres en puestos importantes a nivel empresarial; 2) Poder: subordinación general de
la mujer bajo el dominio del hombre (comúnmente llamado patriarcado) y; 3) Cathexia:
palabra con la cual se referirá a la naturalización de la heterosexualidad (Connell, 2003;
p. 112-114). Me interesa explicar las últimas dos dimensiones asumiéndolas relevantes
con los temas expuestos en mi investigación.
La dimensión de poder está directamente relacionada con el concepto de posicionalidad
revisado anteriormente, ya que a partir del contexto sociocultural las mujeres y los
14
hombres asumirán posiciones asignadas a sus géneros, las cuales serán determinadas
por diferentes aparatos de dominación –entre ellos la ley- que, a partir de la interpelación,
los llaman a situarse en el lugar que se les ha asignado, los cuales acarrearán prácticas y
significados sociales (Althusser, 1970; En Córdoba, 2003). Estos aparatos apelan a
aquella posición, aquella identidad con la cual los individuos son llamados a identificarse,
dando la sensación de una identidad y género esencial, a partir del acto de
reconocimiento del sujeto con la identidad que ya-desde siempre había tenido (Althusser,
1970; En Córdoba 2003). Joan Scott (1990; en Martín y García, 2011) por otra parte,
define la relación entre género y poder de la siguiente manera: “El género es una primer
campo, a través del cual, en el seno del cual, o por medio del cual, el poder es articulado”
(p.82). Pierre Bourdieu ahonda esta idea al referirse a las posiciones en las cuales los
géneros serán situados, de la siguiente manera:
“Las divisiones constitutivas del orden social y, más exactamente, las
relaciones sociales de dominación y de explotación instituidas entre los
sexos se inscriben así, de modo progresivo, en dos clases de hábitos
diferentes, bajo la forma de hexeis corporales opuestos y complementarios
de principios de visión y de división que conducen a clasificar todas las
cosas del mundo y todas las prácticas según unas distinciones reducibles
a la oposición entre lo masculino y lo femenino (…) los hombres, situados
en el campo de lo exterior, de lo oficial, de lo público, del derecho (…) a
realizar todos los actos peligrosos y espectaculares (…) por el contrario las
mujeres al estar situadas en el campo de lo interno (…) se les adjudican
todos los trabajos domésticos, es decir, privados y ocultos, prácticamente
invisibles o vergonzosos, como el cuidado de los niños y de los animales
(…) están condenadas a dar en todo momento la apariencia de un
fundamento natural a la disminuida identidad que les ha sido socialmente
atribuida” (Bourdieu, 2000, p.45)
Por lo tanto el género será constructor de las dimensiones de poder que adquieren forma
en su contexto, lo cual es complementado por Humberto Abarca y Mauricio Sepúlveda
(2000) quienes mencionan que “el género es no solo una manera de autopercibirse y
percibir a los otros: también es una estructura de prestigio, esto es, una manera de
producir diferencias y exclusiones” (p.45). En la misma línea Bourdieu (2000) señala que
“en la medida en que los principios de visión y de división que proponen están
15
objetivamente ajustados a las divisiones preexistentes, consagra el orden establecido,
llevándolo a la existencia conocida y reconocida, oficial” (p.21). Por lo tanto, al
esencializar las posiciones de género, se forma un orden entendido como natural -o
dado-, en el que el hombre ocupa una posición de privilegio con respecto a la mujer,
siendo así benefactor de un orden social en el que el poder, a partir del género –pero no
situado solamente en éste-, se asociará con lo masculino.
Otra forma donde el carácter relacional del género, además de las posiciones a las que
adscribe cada uno, toman forma es la heterosexualidad, la cual Butler (2007) asume que
le da coherencia o unidad interna a cualquier género, presuponiendo una relación causal
entre sexo, género y deseo. Así, el género refleja al sexo y el deseo al género, lo cual
concibe una ilusión de esencialidad en la sexualidad de los individuos. A su vez, “instituir
una heterosexualidad obligatoria y naturalizada requiere y reglamenta al género como
una relación binaria en la que el término masculino se distingue del femenino, y esta
diferenciación se consigue mediante las prácticas del deseo heterosexual” (Butler, 2007,
p. 81). Al naturalizar la heterosexualidad, se excluye todo aquel hombre que no se sienta
atraído sexualmente por mujeres y viceversa, siendo su rechazo fundamentado en la
exclusión de éstos del orden natural, pasando a ocupar el lugar de “abyecto” u “otro”.
Este sujeto debe estar siempre siendo sindicado y caracterizado para no parecerse a
quien no tiene un deseo sexual natural, lo que confluye en, como menciona Butler (2007)
“vigilar el género” para así afirmar la heterosexualidad. Judith Butler (2007) resume el
efecto y el papel que tiene la heterosexualidad en la siguiente cita:
“Los géneros “inteligibles” son los que de alguna manera instauran y
mantienen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo, género,
práctica sexual y deseo. Es decir, los fantasmas de discontinuidad e
incoherencia, concebibles únicamente en relación con las reglas existentes
de continuidad y coherencia, son prohibidos y creados frecuentemente por
las mismas leyes que procuran crear conexiones causales o expresivas
entre sexo biológico, géneros culturalmente formados y la “expresión” o
“efecto” de ambos en la aparición del deseo sexual a través de la práctica
sexual (…) La heterosexualización del deseo exige e instaura la
producción de oposiciones discretas y asimétricas entre “femenino” y
“masculino”, entendidos estos conceptos como atributos que designan
“hombre” y “mujer” (…) precisamente porque algunos tipos de “identidades
16
de género” no se adaptan a esas reglas de inteligibilidad cultural, dichas
identidades se manifiestan únicamente como defectos en el desarrollo o
imposibilidades lógicas desde el interior de ese campo” (p.72-73).
Entonces, la regulación de la sexualidad a través de la heterosexualidad servirá a su vez
para mantener las posiciones de hombre y mujer, como también rechazar a quienes no
asuman esta heterosexualidad, recibiendo así la repulsión por parte de la sociedad, al no
participar de sus estándares de naturalidad.
Todas las particularidades que produce el género serán entendidas como no naturales,
sino construidas social y culturalmente, conceptualización del género a partir de la cual
todas las características anteriormente mencionadas no serán determinantes, ya que
siempre podrán ser construidas de otras maneras. A continuación proseguiré realizando
una revisión del concepto performatividad, la cual responderá a la manera en la cual esta
construcción es llevada a cabo, especificando cómo es realizada en contextos deportivos,
dándole especial énfasis al fútbol, ya que será en este espacio donde se desarrolla la
presente investigación.
Performance de Género
Judith Butler (2007) argumenta que éste no está constituido por “las reglas mediante las
cuales es creado, porque la significación no es un acto regulador, sino más bien un
procedimiento regulado de repetición que al mismo tiempo se esconde y dicta sus reglas
precisamente mediante la producción de efectos sustancializadores”(p.282), lo cual
genera de esta manera una ilusión de esencia que forma al sujeto, en donde el género
juega un rol fundamental, al ser piedra angular en la conformación de la identidad de las
personas. Eva Gil (2002) agrega que “anticipamos a la naturaleza como ley que conforma
las categorías hombre/mujer, y esta anticipación hace que dichas categorías se nos
revelen como preexistentes, como naturales, como dadas” (p.36), sumado a esto, la
autora destaca que “para que la naturaleza (o incluso la cultura) pueda mantener su
estatus de ley necesita de un arduo trabajo de repetición y reproducción del manejo de los
cuerpos y los deseos” (p.36). Esta característica debe ser repetida para así idear la ilusión
de un sexo innato, sexo que desde Monique Wittig (Butler, 2007), es en sí una categoría
con género desde su núcleo, lo que rectifica lo anteriormente mencionado sobre la
homologación de la categoría sexo y género como un concepto con el mismo significado.
El nombre que recibe este ejercicio de repetición de actos que tiene como fin naturalizar el
17
género es “performance” o “performatividad”, término acuñado por Judith Butler por
primera vez en 1990 en su texto “El género en disputa”, quien la define como una:
“reiteración estilizada de actos. El efecto del género se crea por medio de
la estilización del cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la
manera mundana en que los diferentes tipos de gestos, movimientos y
estilos corporales crean la ilusión de un yo con género constante. (…)
Resulta revelador que si el género se instaura mediante actos que son
internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es
exactamente eso, una identidad construida, una realización performativa
en la que el público social mundano, incluidos los mismos actores, llega a
creer y a actuar en la modalidad de la creencia. (…) El yo con un género
constante revelará entonces estar organizado por actos reiterados que
desean acercarse al ideal de una base sustancial de identidad, pero que,
en su discontinuidad eventual, manifiesta la falta de base temporal y
contingente de esta «base»” (Butler, 2007, p. 274).
Por lo tanto, la performatividad tiene que estar siempre repitiéndose ante otros, ya que es
en el ámbito de lo público en donde el género es representado. Así, la performance debe
ser ejecutada como una obra de teatro, “presentándose a un público e interpretándose
según unas normas preestablecidas” (Gil, 2002, p. 36). La performance como teatralidad
también encuentra sustento en Butler, quien lo liga con el acto discursivo, estando ambas
relacionadas obligatoriamente ya que son ambas las que le dan cuerpo a una
performance (2007), siendo el discurso un “acto corporal con consecuencias lingüísticas
específicas” (p.31). Por lo tanto, la performatividad es un acto, el cual genera discursos
que tienen como fin utilizar el vocabulario para hacer afirmaciones que buscan
esencializar las diferencias excluyentes entre hombre y mujer. En este sentido, un acto
de habla performativo es “aquél en el que decir algo equivale a hacer algo” (Althusser,
1970; En Córdoba 2003, p. 4), los cuales al repetirse se transforman en prácticas
avanzadas, en donde el lenguaje adquiere poder y actúa sobre lo real (Butler, 2007). Gil
(2002) complementa esta idea mencionando que el acto performativo fundamentalmente
es una práctica discursiva, ya que ésta se trata de un acto lingüístico a partir de los
cuales se construye la realidad, al ser una consecuencia del acto que se está ejecutando.
A su vez, los actos de habla hacen tautológica la naturalidad del género, ya que serán
sancionados de forma punitiva (a través de discriminación, violencia, restricción de
18
derechos, etc.) aquellos que no cumplan el acuerdo colectivo tácito de actuar, crear y
garantizar géneros diferenciados y polares, que se construyen como obligatorios a partir
de una reiteración que disimula su génesis, los cuales son los actos de habla que, a falta
de una esencia que se pueda exteriorizar o expresar, producen el género (Butler, 2007, p.
272-273).
La performance por tanto, mediante la teatralidad y los actos de habla sostiene una forma
de representar el género, en donde la heterosexualidad es, utilizando una metáfora
matemática, el mínimo común múltiplo desde donde todas las sociedades se construyen,
rigiendo así los géneros, cuerpos y pensamientos de todos sus participantes, a lo que
Monique Wittig llama (Butler, 2007) “pensamiento recto”, donde se someten y excluiyen a
todo aquel que no cumpla con la heteronorma, ya que, a partir de las ciencias humanas
“presuponen que lo que crea la sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad” (p.
232). A su vez, la heterosexualización del deseo va a construir géneros opuestos discreta
y asimétricamente entre lo “femenino” y lo “masculino”, otorgándole un carácter
defectuoso a todas aquellas “identidades de género” que no se adapten a esta regla
(Butler, 2007, p. 72-73).
Esta heteronormatividad que se busca instaurar a partir de la performatividad se ligará a
cada género con ciertas características propias de mujeres y hombres, otorgándole a
cada uno ciertas aptitudes, habilidades, trabajos, colores, olores, vestimentas,
comportamientos, sentimientos, etc. (Téllez y Verdú, 2011) construyendo una realidad
binaria excluyente que adquiere la propiedad de natural o dada. Por su parte Bourdieu
(2000) señala que la división entre los géneros parece ser natural hasta el punto en que
la performance de cada uno de ellos es inevitable, presentándose en su estado objetivo,
“tanto en las cosas como en el mundo social y, en estado incorporado, en los cuerpos y
en los hábitos de sus agentes, que funcionan como sistemas de esquemas de
percepciones, tanto de pensamiento como de acción” (p. 21).
Todas las características recién mencionadas sobre la performance la posicionan dentro
del espacio público, lugar en el cual está constantemente sujeto a interpretación ya que al
ser una acción y no una propiedad innata del individuo, serán los otros quienes lo
validarán. Por lo tanto, los actos de habla y la teatralidad deben incluir en sus
repeticiones estilizadas el carácter binario del género y la heteronormatividad del orden
genérico siempre apelando a una esencia desde la cual se sustenta esta forma de
19
representarse como hombre o mujer, sin términos medios. Esta característica pública
conlleva a la performance y las identidades construidas en base al género, a tener
consecuencias en su contexto, ya que al realizar todas las acciones enumeradas
anteriormente, se buscan ciertos supuestos que tienen consecuencias políticas dentro del
espacio en donde se realizan. Butler (2007) nos menciona, por ejemplo, que apelar a lo
“natural” de la heterosexualidad siempre es político ya que, entender el género como una
construcción social entrega las herramientas para problematizar bajo qué circunstancias
es edificado de esa manera y a quiénes beneficia las consecuencias de esencializar el
género y su heteronorma. Por lo tanto, el concebir a la identidad como algo estable y
coherente tiene un costo social y político de comprender las identidades como
esenciales, naturales o trascendentales, en términos que definen lo que se puede o no se
puede ser, lo permitido y lo abyecto; las formas de vida posibles (Butler, 2004; en Íñiguez,
Martínez-Guzmán y Pujol, 2014). Sin embargo, el posicionarse desde la performance de
género da la posibilidad de problematizar las formas de representar el género que
parecen congeladas, estancadas de una cierta manera, pero que se actúan y repiten,
pudiendo así coincidir con los postulados de Gil (2002) quien menciona que “cuando
repetimos también tenemos la posibilidad de desplazar las categorías, y por lo tanto, de
transgredir” (p. 37), generando de esta manera una forma de resistencia a la construcción
naturalizadora del género, denunciando a su vez la artificialidad del mismo.
En conclusión, el concepto de performance de género me proporciona las herramientas
necesarias para problematizar los comportamientos y los actos de habla que pude
observar durante mi investigación, ya que al asumirlos como actos que persiguen darle un
efecto de esencialidad al género a través éstos mismos, evidenciaré los mecanismos
utilizados con los cuales buscan este objetivo, ya que quieran o no, todos nosotros
performamos nuestro género, muchas veces sin saberlo (Íñiguez, Martínez-Guzmán y
Pujol, 2014). Tomando en cuenta además que el contexto está totalmente poblado por
hombres, ahondaré a continuación en el proceso mediante el cual los hombres performan
la masculinidad y a su vez, como el deporte se transforma en un espacio vital para
realizarlo.
Masculinidad
Para profundizar en el concepto de masculinidad es necesario tener en cuenta la
definición que hace Matthew Gutmann (2000; citado en Téllez y Verdú, 2011) sobre éste,
quien la resume como “lo que los hombres dicen y hacen para ser hombres y no sólo
20
como lo que los hombres dicen y hacen” (p. 91) es decir, el autor enfatiza que la
masculinidad, al igual que el género, no es esencial, no se tiene como algo innato, sino
que se debe performar, se debe actuar, un hombre es hombre cuando actúa como tal, y a
su vez, cuando no es mujer, asumiendo el sistema binario de género que ya fue descrito
anteriormente. Raewyn Connell (2003) resalta esta característica relacional de la
masculinidad, describiéndola como la simultaneidad de “la posición en las relaciones de
género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres se comprometen con esa
posición de género, y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la
personalidad y en la cultura” (p.199), destacando también que la masculinidad no se
posee sino que es una configuración de práctica dentro de un sistema de relaciones de
género
(Connell,
2003)
en
la
cual
los
individuos
se
encuentran,
adoptando
comportamientos, actos de habla e incluso pensamientos que serán performados en el
espacio público con el fin de demostrar ante los demás que se es hombre, lo cual conlleva
privilegios y sacrificios. En este sentido Elisabeth Badinter (1996; en Del Salto, 2011),
menciona que “la masculinidad es algo que constantemente se debe confirmar” (p.20), lo
cual reafirma ésta como una forma de performar el género.
Si bien al ser pública puede ser evaluada por todos, son específicamente los propios
hombres bajo quienes se está en persistente y cuidadoso escrutinio, quienes miran,
clasifican y conceden la aceptación en el reino de la virilidad (Kimmel, 1997). Para
encarnar la masculinidad el hombre debe diferenciarse de las mujeres, niños y
homosexuales (Téllez y Verdú, 2011), dejando de lado todo lo que lo acerque a lo
femenino, ya que ésta es detectada como débil, por lo que el hombre debe demostrar ser
fuerte, independiente, poderoso e inconmovible (Del Salto, 2011). Lo anterior convierte a
la masculinidad en un “proceso negativo o reactivo, es decir, ser hombre significa
fundamentalmente no ser mujer” (Castells y Subirats, 2007; en Téllez y Verdú, 2011, p.
95), lo cual tiene como efecto alejarse de la emotividad comúnmente relacionada con este
personaje, resultando como consecuencia que “el hombre no expresa sino que inhibe, de
ahí que uno de los rasgos que mejor encajan en la identidad típicamente masculina sea el
control de los sentimientos, y especialmente del miedo” (Telléz y Verdú, 2011, p. 95).
Precisamente la falta de expresión sobre los sentimientos “interiores” de los hombres es lo
que detallan extensamente Humberto Abarca y Mauricio Sepúlveda (2000) en la siguiente
cita:
21
“la característica más sobresaliente del modelo masculino tradicional
refiere a su constitución a partir de rasgos "exteriores". Lo anterior implica
que todos los mandatos, esto es, lo prescrito o lo prohibido, aluden al
hacer, al mostrar, al ocultar, al lograr, etc. No pareciera tener mucha
importancia la interioridad del hombre; es más, sus emociones, sus
necesidades, están omitidas. La identidad masculina tradicional se
construye sobre la base de dos procesos subjetivos simultáneos y
complementarios: el hiperdesarrollo del yo exterior (hacer, lograr, actuar) y
la represión de la esfera emocional. Para ejercer un equilibrio sobre ambos
procesos, el varón debe operar un permanente autocontrol para regular la
exteriorización de sentimientos, tales como dolor, tristeza, placer, temor,
entre otros, y así poder preservar su identidad masculina. Estas dos
características básicas se traducen en un estilo de relación con el mundo
caracterizado por tres rasgos de subjetividad: (1) conducta afectiva y
sexual restringida; (2) actitudes basadas en modelos de control, poder y
competencia; y (3) dificultades para el cuidado de la salud” (p. 35).
Los autores señalan que la contención de las emociones es complementada
simultáneamente con la relevancia del desarrollo público en los hombres como el
verdadero lugar en donde se validan como tal ante otros hombres, dejando lo privado y lo
personal para las mujeres. En este sentido, las identidades masculinas se construyen a
partir de un “proceso por el cual los discursos y representaciones sobre género se
encarnan y estabilizan sobre la base de una operación de repudio o rechazo compulsivo de
un espectro de contenidos que se definen como lo que no se debe ser” (Fuller, 1997; en
Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 36), catalogando a ese otro aborrecido como abyecto en
palabras de Judith Butler, limitando así los contornos del sujeto, construyendo un “no yo”
(Butler, 2007) que a la vez se interiorizará “como un fantasma fundante de la identidad, en
la medida que obliga a reafirmarla constantemente por la amenaza de su pérdida,
garantizando así la continuidad del modelo” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 36).
Al desenvolverse en el espacio público, la masculinidad adquiere poder dentro de las
relaciones de género, ya que si bien este lugar dejó de ser completamente masculino en
la medida en que la mujer trabaja y posee un protagonismo considerable en la esfera
pública, “los espacios que ahora empiezan a ser mixtos aparecen jerarquizados; varones
y mujeres aparecen quizás revueltos pero no juntos ni iguales, sino jerarquizados”
22
(Marqués, 1997, p, 28). Jerarquización que se interioriza y por lo tanto “normaliza el
privilegio masculino frente a la subordinación femenina” (Téllez y Verdú, 2011, p.95) lo
que a su vez genera relaciones desiguales, asimétricas e instrumentalizadas entre
hombre y mujer siendo la masculinidad la construcción cultural que legitima y preserva el
control social por parte de la población masculina. (Téllez y Verdú, 2011).
El medio que utiliza la masculinidad para mantener la posición de privilegio dentro de las
relaciones genéricas es la violencia, la cual entenderé como “una forma de ejercicio del
poder mediante el empleo de la fuerza e implica la existencia de un "arriba" y un "abajo",
reales o simbólicos, que adoptan habitualmente la forma de roles complementarios:
padre-hijo, hombre-mujer, fuerte-débil, etc.” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 35), que será
naturalizada como forma de relacionarse, no solamente con mujeres, sino también con
otros hombres y consigo mismos, conformando así, lo que Kaufman (1989) llama “la
triada de la violencia de los hombres”. La violencia pasa a ser de uso masculino en tanto
son los hombres quienes están autorizados para ejercerla, debido a la posición de
dominación que éste ocupa, quienes a su vez la justifican, asumiéndola como un derecho
respectivo a la ideología de la supremacía (Connell, 2003) con la cual los hombres
cuentan por el solo hecho de performar la masculinidad. Por lo tanto, la consecuencia de
la interiorización de la violencia se refleja en que “niños y hombres aprenden a utilizar
selectivamente la violencia y a transformar una gama de emociones en ira hacia los
otro/as y hacia sí mismo” (Abarca y Sepúlveda, 2000, p. 41).
En contraste, a partir de las normas genéricas, será inaceptable el que una mujer exprese
sentimientos agresivos o violentos hacia otras personas, teniendo que volcarlos hacia
ellas mismas (Inkle, 2014), lo que demuestra las distintas maneras de percibir el uso de la
violencia hacia otros cuando proviene de distintos géneros. Godelier, (1986; en Téllez y
Verdú, 2011) comparaba la relación dispar que establecen hombres y mujeres con la
violencia, y la sangre que está directamente relacionado con esta experiencia señalando
que “Una mujer sangra en la menstruación y en el parto. Un hombre sangra en la guerra,
en los rituales y en los trabajos peligrosos que él asume para que las mujeres puedan
criar a sus hijos en un ambiente seguro” (p.90), complementándolo con la manera en que
los hombres deben aceptar el peligro “libre y voluntariamente o si no él no es un hombre”
Godelier, (1986; en Téllez y Verdú, 2011, p.90) peligro al cual las mujeres solamente
deberán enfrentar en el momento del parto, siendo este un peligro del cual no se puede
escapar (Godelier, 1986; en Téllez y Verdú, 2011).
23
La masculinidad, a partir del patriarcado –sistema en el cual se basa el dominio del hombre
sobre la mujer- tiende a asumir que todos los hombres pertenecen a una categoría
indiferenciada (Messner, 1990), lo cual esencializa –y por ende naturaliza- la identidad
masculina, quitando el énfasis de construcción social mediante la performatividad que en
esta investigación se utiliza para entender la realidad. Si bien este trabajo renuncia
categóricamente a esta forma de entender la masculinidad, se asume que los hombres
como grupo, como totalidad, si disfrutan de poder y privilegios a expensas de las mujeres,
lo cual “bajo ninguna circunstancia será completo, total o incontrarrestable, ni tampoco será
compartido equitativamente entre todos los hombres3” (Messner, 1990, p. 205), dejando
claro así que la masculinidad no es una gran y única forma de performar la identidad
masculina, sino que existen múltiples masculinidades, las cuales son definidas
dependiendo del contexto, además de características de los individuos que la performan,
tales como raza, etnia, clase, etc. (Fuller, 2001). Messner (1990) y Connell (2003) nos
mencionan que las masculinidades se dividen a grandes rasgos entre las subordinada,
marginalizada y hegemónica, ésta última se construye a partir de la relación con las otras
masculinidades y con las mujeres, basándose en la subordinación de éstas ante la
categoría de masculinidad que posee el poder. Es esta forma de performance de la
masculinidad en la cual profundizaré a continuación, ya que es ésta la que asuma un rol
fundamental en la investigación.
Masculinidad Hegemónica
El concepto de masculinidad hegemónica, al igual que el resto de los conceptos
relacionados a la performatividad de género, debe asumirse como construido y
dependiente del contexto socio-histórico en el cual asume su posición de privilegio, por lo
que las características presumiblemente estáticas que pueden llegar a describir a la
masculinidad hegemónica son solo temporales y responden a las aquellas deseadas por
parte de culturas específicas. Previo a la descripción de estas características, es
necesario precisar que, lo que se entenderá por masculinidad hegemónica no será
sinónimo de masculinidad dominante o dominadora, esto porque la primera siempre
legitima las relaciones patriarcales, en donde un cierto tipo de hombre posee poder sobre
mujeres y otros hombres no hegemónicos (Messerschmidt, 2012), lo cual no
necesariamente será una característica de la masculinidad dominante. Por lo tanto, la
primera característica que ostenta la masculinidad hegemónica es la de encarnar “la
3
Traducción hecha por el autor
24
respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la que
garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la
subordinación de las mujeres” (Connell, 2003, p. 117). Demetriou (2001) ahonda en esta
particularidad de la masculinidad hegemónica señalando que existen dos formas de
hegemonía: interna es la ascendencia que adquiere un grupo de hombres en particular
frente a todo el resto de hombres; y externa se le llama a la institucionalización del
dominio de los hombres sobre las mujeres, o como ya se le ha nombrado anteriormente:
patriarcado. Es entonces la diferenciación con otros hombres, a la vez que con todas las
mujeres el punto de partida desde donde la masculinidad hegemónica primordialmente se
configurará.
El término masculinidad hegemónica fue acuñado por primera vez por Raewyn Connell en
1985, para luego ser reformulado por la misma Connell junto con James Messerschmidt
en 2005, tomando en cuenta las diversas críticas que distintos autores hicieron a lo largo
del tiempo. Las características que se mantuvieron de la formulación original fueron:
primero, la idea de que la masculinidad hegemónica se construye a partir de la relación
con la femineidad y las masculinidades no hegemónicas (Messerschmidt, 2012),
asumiendo que la diferenciación con éstas va de la mano con el temor de no parecerse a
“homosexuales, la mujer díscola, las culturas extrañas, etc.” (Abarca y Sepúlveda, 2000,
p. 40). La segunda característica que sobrevivió hasta la reformulación del concepto fue la
recién mencionada diferencia entre la masculinidad hegemónica y las masculinidades
dominantes o más comunes, las cuales pueden coincidir, lo que no significa la
subordinación una de la otra. En cuanto a las nociones agregadas, los autores rescatan la
comprensión de carácter más holística de jerarquía genérica en donde se reconoce “la
agencia de grupos subordinados tanto como el poder de grupos hegemónicos y que
reconozca el condicionamiento mutuo (interseccionalidad) del género con otras dinámicas
sociales como clase, raza, edad, sexualidad y nación” (Messerschmidt, 2012, p. 59). Por
último se agrega la concepción de tres niveles en donde existe la masculinidad
hegemónica: local (construida en interacciones cara a cara o comunidades “inmediatas”),
regional (construidas en culturas definidas o estados naciones) y global (construidas en
áreas transnacionales) (Messerschmidt, 2012). Este último punto provee un cimiento en el
cual se puede argumentar que la masculinidad hegemónica no siempre es la misma sino
que depende de la cultura en la cual se encuentre, aunque, como James Messerschmidt
(2012) dice “obviamente, lazos entre estos tres niveles existen: masculinidades
25
hegemónicas globales presionan masculinidades hegemónicas regionales y locales, y
masculinidades hegemónicas regionales proveen material cultural adoptado o reelaborado
en áreas globales y utilizado en dinámicas genéricas locales” (p. 59), demostrando que
los tres niveles se influyen mutuamente. Esta investigación se desarrolla en un nivel local,
ya que es a partir de las interacciones cara a cara donde se construye la masculinidad
hegemónica, la cual, por ende, es específica para el contexto en el cual se desarrolla este
trabajo.
Las características que se le atribuyen a la masculinidad hegemónica comúnmente y de
forma estereotípica son: la valentía, el honor, la fortaleza, el vigor, la razón, el liderazgo, el
control del dolor físico, la ocultación de los sentimientos y la vida emocional, la
competencia, el enfrentamiento, la bravuconería, la obsesión por los logros y el éxito, la
homofobia, la fortaleza emocional, la autosuficiencia, la firmeza, el sexismo etc. (Abarca y
Sepúlveda, 2000; Inckle, 2014; Lomas, 2003; Pringle, 2005), las cuales todas deben estar
performándose continuamente ya que siempre están probándose ante otros hombres,
para así no perder sus privilegios entregados por el patriarcado. Por lo tanto, basándose
en el régimen binario excluyente del género, Connell (2003) describe una persona no
masculina como “pacífica en lugar de violenta, conciliatoria en lugar de dominante, casi
incapaz de dar un puntapié a una pelota de fútbol, indiferente en la conquista sexual, y así
sucesivamente” (p. 103-104). Aunque pueda parecer una caricatura, estas características
necesarias para performar el género masculino se instalan dentro de las relaciones
sociales, proveyendo a estas formas puntuales de relaciones genéricas.
Como ya se ha mencionado, la masculinidad hegemónica se relaciona con las mujeres y
las masculinidades no hegemónicas a partir de la jerarquía que le infiere el patriarcado, en
dónde ésta se entiende como “la manera más honorable de ser hombre, lo que requerirá
que todos los demás hombres se posiciones en relación a ésta, y legitimará
ideológicamente la subordinación global de las mujeres respecto a los hombres” (Connell
y Messerschmidt, 2005, p.832). Si bien la masculinidad hegemónica parece entregar
muchos privilegios a quienes la encarnan, solamente una minoría la alcanza, siendo así
un modelo de masculinidad normativo donde de diversas formas expresa ideales,
fantasías y deseos aspirados por muchos hombres (Connell y Messerschmidt, 2005).
Wetherell y Edley (1999) aportan a esta noción de masculinidad hegemónica agregando
que no podrá nunca ser encarnada en su totalidad por ningún hombre, ya que concentrar
todas las características necesarias será imposible, por lo que se convierte en un modelo
26
de comportamiento que jamás será alcanzado en su totalidad. Estas características no
son estáticas, sino que, en palabras de Connell y Messerschmidt (2005) “la masculinidad
no representa a un cierto tipo de hombre, sino, un lugar donde los hombres se posicionan
a través de prácticas discursivas” (p.841), y es a partir de estas prácticas discursivas que
pueden acercarse o distanciarse de la masculinidad hegemónica dependiendo de sus
conveniencias (Connell y Messerschmidt, 2005). Por otro lado, las relaciones genéricas
que proporciona la masculinidad hegemónica, al igual que la masculinidad, tienen como
punto clave la heterosexualidad, la cual refuerza la supremacía de los hombres que se
posicionan desde esta condición ante quienes tienen otra orientación sexual, utilizando
referencias de mujeres o gays con significados simbólicos que sirven para reafirmar la
jerarquía genérica, marcando diferencias de esta manera con cualquier forma de
feminidad (Bowley, 2013). A su vez, la heteronormatividad proporciona a los hombres que
aspiran a la masculinidad hegemónica de “experiencia sexual e insaciabilidad en la
búsqueda de actividad sexual con mujeres” (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013, p.
331), dándole así importancia no tan solo a la orientación sexual del hombre, sino también
a la actividad y el “hambre” de consumar las relaciones heterosexuales. Finalmente, se
debe tener en cuenta que las relaciones genéricas tienen muchos otros factores
interviniendo, siendo las inequidades genéricas, el rol de las construcciones culturales,
además de la raza, la clase y la religión (Connell y Messerschmidt, 2005) grandes
influencias dentro de ellas, tomando así un enfoque interseccional de las dinámicas
respectivas al género.
Tomando en cuenta todas las características e implicancias que conlleva la masculinidad
hegemónica, el deporte surge como un espacio perfecto en donde ésta puede
desenvolverse explícitamente, siendo esta institución cultural el contexto dentro del cual
se velará por “una determinada manera de vivir, sentir y poner en funcionamiento el
cuerpo” (Connell, 1997; en Lomas 2003, p. 46). De esta manera el deporte, sobre todo el
competitivo, deja de ser un simple pasatiempo, para transformarse en el lugar donde
masculinidades hegemónicas son producidas, lo que a su vez generan relaciones de
dominación y subordinación (Bowley, 2013) que convierten al deporte en un lugar en el
cual se llevan a cabo demostraciones de fuerza, poder y habilidades, características que
al no estar presentes en los hombres que habitan este espacio, serán razón suficiente
para catalogarlos como hombres pertenecientes a masculinidades subordinadas o bien,
relacionados despectivamente con feminidades (Bowley, 2013). Por lo tanto, continuaré y
27
cerraré este marco teórico analizando como la masculinidad hegemónica encuentra en el
deporte un aliado idóneo mediante el cual erguirse como normativa y ejemplar,
manteniendo así las relaciones genéricas jerarquizadas al menos en este contexto.
Deporte y Masculinidad
Anteriormente se mencionó, a partir de palabras escritas por el sociólogo francés Pierre
Bourdieu que el espacio público se entendía como el lugar donde los hombres van a
desenvolverse, dejando a las mujeres relegadas a la esfera privada de la vida, siendo la
casa el espacio delimitado para el desarrollo de ellas. Entendiendo que dichos postulados
hoy en día están completamente obsoletos al posicionarse la mujer de manera cada vez
más fuerte en todos los aspectos de la vida que antiguamente se relacionaban
preponderantemente con el hombre, “la identidad hegemónica masculina tradicional va
perdiendo la preeminencia propia del sistema patriarcal” (Martín y García, 2011, p. 87), lo
cual releva al deporte como bastión fundamental para sostener la masculinidad
hegemónica y sus privilegios, ya que como nos menciona Kay y Jeanes (2008) “el deporte
en sí mismo, es equitativamente adecuado para hombres y mujeres, pero ha sido
comprensivamente masculinizado a través de su historia de control masculino y moldeado
para las habilidades masculinas” (p. 133), control que se conforma con desarrollo
muscular y poder físico, características que no son asociadas a la mujer desde la
masculinidad hegemónica (Tivers, 2011), asumiendo el deporte –entre ellos el fútbol- una
importancia fundamental, que en palabras de Antonio Martín y Almudena García (2011)
se refleja en que:
“El deporte se erige como uno de esos escenarios construidos con ese
propósito: el de devolver a la masculinidad un espacio de hegemonía. La
práctica deportiva posibilita que aspectos propios de la masculinidad
hegemónica –el culto al cuerpo, el ejercicio de poder y acción en la esfera
pública, la constitución de grupos de pares donde exista unas normas,
rituales, leyes y sentimiento de identidad grupal, la acción violenta y la
posibilidad de la victoria, la lucha, las estrategias, las normas de equipo, el
trabajo individual y el colectivo, el liderazgo, la transmisión de cultura y
valores sociales, la rivalidad, la hegemonía y la superación, la comparación
con el “otro”, la virilidad y la sexualidad heterosexual, el deseo, entre otros–
, salten a la escena del fútbol, a su práctica, a su seguimiento y a su
concepción mediática.” (p.87)
28
El deporte por tanto –sobre todo aquellos que en el pasado eran vistos como
exclusivamente para hombres como el fútbol, boxeo, rugby, halterofilia y fisicoculturismo
(Tivers, 2011)- se articula como uno de los últimos bastiones donde la masculinidad
hegemónica recupera el lugar de privilegio. Caroline Symons (2007) complementa esta
noción sobre el deporte, mencionando que dentro de éste “los hombres pueden probarse
ellos mismos como hombres “reales” o “inferiores” y diferenciarse de las mujeres” (p.140),
lo que recalca nuevamente el carácter relacional de la masculinidad, construyéndose en
base a las diferencias con otros hombres “inferiores”, además de con las mujeres.
La importancia del deporte para la masculinidad hegemónica no solo radica en proveer a
ésta de un nicho donde poder desplegarse libremente sino también adquiere valor por el
hecho de ser un “mecanismo socializador de primer orden, que se practica especialmente
y de un modo más generalizado durante la infancia y la juventud (…) y que, por tanto,
tiene un peso decisivo en la configuración de las identidades de género” (Martín y García,
2011, p. 74), transformándose así en, no solamente reproductor sino también causante
de relaciones de género. Por lo tanto es el deporte una “experiencia primaria de
validación masculina” (Dubbert, 1979; en Íñiguez, Martínez-Guzmán y Pujol, 2014) en
donde las habilidades deportivas se convierten en una prueba de masculinidad (Wellard,
2003; en Tivers, 2011), y a la vez un lugar donde “los niños tienen la chance de
demostrar su heterosexualidad además de denostar a otros quienes no son competentes
en deportes” (Bowley, 2013, p. 88). A partir de esto, los niños y jóvenes que intentan
reafirmar su masculinidad dentro del deporte, tienden a “buscar una comunidad de
referencia donde su identidad individual esté o sea acorde a la colectiva, manteniendo
rasgos propios o autónomos de distinción” (Martín y García, 2011, p. 88-89). Esta forma
de relacionarse con los pares es llamada homosociabilidad por diferentes autores (Del
Salto, 2011; Kimmel, 1997; Messner, 1990; Symons, 2007) la cual está basada en “la
fuerte adherencia a las normas y valores grupales, la exclusión de las mujeres, la
denigración de lo femenino y lo homosexual y subyaciendo un vínculo erótico entre
hombres en el equipo” (Symons, 2007, p. 143). Esta última característica genera una
“tensión entre el deseo de establecer relaciones entre hombres y la mantención del orden
heterosexual como marca dominante” (Del Salto, 2011, p. 14), la cual se refleja en la
homofobia y el sexismo que muchas veces constituye las relaciones dentro de un equipo,
utilizadas como herramienta tanto motivacional como constructora de equipo por algunos
entrenadores (Messner y Sabo 1994; en Symons, 2007). Lo anterior reafirma a la vez que
29
genera estos sentimientos en base a las vulnerabilidades de la identidad de género y el
desarrollo sexual de los niños y jóvenes (Symons, 2007).
Como puede deducirse de lo anterior, el deporte ayuda a construir masculinidad
hegemónica, a la vez que, a partir de la forma de relacionarse con otros individuos, va
creando ciertos estereotipos de otros hombres y mujeres. Así, el deporte, y
específicamente el fútbol proporciona la sensación de mantener “en su sitio” a las mujeres
y a los homosexuales (Martín y García, 2011), discriminación que también sufren quienes
tengan algún tipo de discapacidad o sobrepeso (Vidiella, Herraiz, Hernández y Sancho,
2010). En cuanto a la exclusión de homosexuales y mujeres, ésta se basa en el
heterosexismo definido casi de antemano, en donde la superioridad del cuerpo y las
características relacionadas a los hombres generarán homofobia y misoginia (Messner,
1990), las cuales a su vez sirven de base para generar vínculos entre los atletas,
ayudando así a construir unas personalidad que menosprecie todo lo que pueda ser
considerado femenino tanto en hombres como mujeres, además de en sí mismo (Pringle,
2005). Por lo tanto, y a partir de estas relaciones se impondrá la célebre frase “el fútbol es
para hombres”, excluyendo de este a todo aquel que no cumpla las características
masculinas. Ahora bien, la homofobia no solamente trabaja para el lado masculino, “el uso
del rótulo de lesbiana para preservar las barreras genéricas, controlar mujeres deportistas
y estigmatizar el lesbianismo es aún una práctica común” (Symons, 2007, p.144), lo cual
es utilizado sobre todo cuando mujeres se desarrollan en espacios “masculinos” donde
cualidades como la fuerza y el desarrollo muscular son necesarios, teniendo que estar
probando continuamente su feminidad sobretodo en el aspecto de la orientación sexual,
para así poder ser aceptadas (Kolnes, 1995; en Symons, 2007), siendo ésta la única
forma en la cual una mujer puede adentrarse en un contexto masculino. Por lo tanto, el
desarrollo de un cuerpo que no entra en lo cánones atribuidos socialmente como
femenino, se asume masculino y por lo tanto homosexual, lo cual estigmatiza a las
deportistas a partir de las burlas homofóbicas (Tivers, 2011), subyaciendo la
heteronormatividad imperante que se esfuerza por naturalizarse, encontrando en el
deporte una gran tribuna para poder alcanzar este objetivo.
Muchas de las relaciones y características atribuidas a la masculinidad hegemónica
encuentran su forma de plasmarse y desarrollarse a través de la violencia tanto simbólica
como física. A partir de esto nuevamente el deporte surge como el contexto en el cual
podemos encontrar la validación de ciertos grados de violencia que, tomando en cuenta la
30
pacificación actual de nuestras sociedades, es más que alta. Martín y García (2011)
mencionan al respecto que la función primaria del deporte es encauzar los instintos
violentos, generando un espacio limitado en la cual desarrollar distintos actos de este tipo.
Aun así, esta violencia será permitida siempre y cuando se “juegue bajo las reglas”. Es
decir, mientras esté permitida cierta violencia, ésta permanece libre de la crítica moral,
catalogando a quienes practiquen a cabo como “competidores agresivos”, mereciendo el
respeto de los demás (Messner, 1990). Así, la utilización exitosa de la violencia se
relaciona con la consecución de metas en muchos de los deportes más populares
(Messner, 1990), generando lo que Kaufman (1989) llama el triángulo de la violencia
masculina, como ya se revisó anteriormente.
El hecho que el triunfo se asocie con la fuerza, el poder físico y la disposición de aceptar,
ignorar y recibir dolor (Pringle, 2005) son la razón por la cual las cicatrices y heridas van a
tener un alto grado de valor en los cuerpos masculinos, ya que éstos significan estatus
que diferencia a un hombre de un niño (Inkle, 2014). Estas cicatrices a su vez son
asociadas con hombría y la condecoración de un “verdadero competidor” (Giulianotti,
2005), utilizando así el cuerpo como un arma en palabras de Messner (1990) para ser
ocupados contra otros cuerpos, teniendo como resultados dolor, lesiones e incluso la
muerte. El mismo autor -Messner (1992)- utiliza un término parecido (maquina) para
referirse a como el cuerpo, a partir de esta forma de relacionarse con la violencia, se
convierte en un instrumento de poder y dominación. A partir de esta cualidad del cuerpo
del hombre “representaciones de un cuerpo masculino musculoso como fuerte, viril, y
poderoso ha asumido cada vez mayor importancia ideológica y significado simbólico en
las relaciones genéricas” (Messner, 1990; p. 213), ya que se basa en estas cualidades la
naturalización de un cuerpo masculino propietario de estas características, las cuales a su
vez encarnan la aparente superioridad natural de hombres sobre mujeres (Rowe y McKay,
1998; en Symons, 2007). Las anteriores propuestas las rechazo enfáticamente,
recalcando que el cuerpo musculoso y poderoso asociado con la masculinidad
hegemónica está bastante alejado de lo natural ya que estos cuerpos serán el resultado
de mucho tiempo invertido en ejercicios para poder alcanzar su forma (Messner, 1990).
Kay Inckle (2014) contrasta esta construcción del cuerpo masculino, mencionando que
todas aquellas encarnaciones de formas no tradicionales de masculinidad, están
asociadas con elevada vulnerabilidad y deficiencias mentales y/o emocionales, además
de la asociación del cuerpo femenino como libre de cualquier imperfección o herida física,
pudiéndose inferir entonces que solamente los hombres serán capaces de provocarse
31
daños a sí mismos por decisión propia, convirtiendo a la violencia una peculiaridad
inherentemente masculina, siendo la “hombría” la característica que provee a los hombres
de la capacidad de enfrentarse a cualquier amenaza de forma estoica y valiente, pudiendo
controlar esta violencia para utilizarla siempre que sea necesario defender su honor y el
de su grupo social (Abarca y Sepúlveda, 2000).
En síntesis, el fútbol se alza como uno de los últimos espacios donde la masculinidad
hegemónica puede ser performada, ya que dentro de este deporte las características
asociadas a la fuerza, la capacidad de resistir el dolor, el insaciable apetito sexual y la
homosociabilidad, permiten diferenciar al futbolista de la mujer, el niño y el homosexual,
provocando a su vez un contexto normado por la heterosexualidad, el cual naturaliza el
dominio del hombre por sobre las mujeres, además de la exclusión del sujeto
homosexual. Este orden genérico es performado y por lo tanto no es natural, por lo que
debe estar constantemente reafirmándose en público para justamente provocar el efecto
de esencialidad, el cual se realiza a partir de la teatralidad y los actos de habla.
Habiendo revisado los distintos conceptos teóricos que me ayudarán a abordar esta
investigación continuaré describiendo el marco metodológico el cual se presenta como la
estrategia de juego con la que pienso enfrentar el partido, lo que consistirá en distinguir
las performances de masculinidad dentro de un equipo de fútbol, es decir, la forma
mediante la cual me aproximaré al fenómeno estudiado.
ESTRATEGIA DE JUEGO: MARCO METODOLÓGICO
Para poder realizar el marco metodológico de forma más completa e integral, lo dividiré en
tres partes. Primero detallaré la perspectiva desde la cual se realiza la investigación,
aclarando las formas en las cuales se entienden temas fundamentales como lo son los
conceptos de realidad, objetividad e influencia del investigador sobre lo que está
estudiando. En este punto se desarrollarán las teorías de la psicología social crítica y del
conocimiento situado las cuales tienen como objetivo fundamentar la conceptualización de
una investigación que se aproxime al fenómeno estudiado sabiendo que este es
construido por los individuos -lo cual lo aleja de una realidad objetiva y ajena al
agenciamiento de los sujetos- siendo el investigador a su vez una subjetividad más, la
cual proporciona una visión desde cierto sitio, generando conocimientos de los cuales
debe hacerse cargo ya que estos tendrán consecuencias que serán responsabilidad del
investigador. Una vez conocida la perspectiva de investigación, procederé a describir la
32
técnica de producción de datos, los cuales se basaron en la etnografía que, a partir de sus
principios de reflexividad y extrañamiento, me permitieron hacer hincapié y problematizar
muchos de los comportamientos y situaciones que a simple vista no son más que
pasajeros. A su vez, y sumado a la perspectiva de investigación, la etnografía se hace
cargo del rol que juega el investigador en su entorno, el cual entiendo que nunca pasa
desapercibido y que por lo tanto afecta en las conductas observadas. Por último describiré
paso a paso las etapas que tuvo la presente investigación, puntualizando detalles que
serán de vital importancia en los siguientes apartados.
Psicología Social Crítica y Conocimiento Situado
Al ser esta investigación realizada por medios cualitativos de producción de conocimiento,
se utilizará primordialmente las herramientas proporcionadas por la psicología social
crítica tomando en cuenta los objetivos que describe Isabel Piper (2002), los cuales son
“…producir debates problematizadores que reflexionen sobre el tipo de realidad social que
nuestras prácticas construyen, lo que implica generar nuevas prácticas y por lo tanto abrir
nuevos sentidos, producir nuevas realidades" (p.30). Por tanto, al problematizar y
proponer que puede existir más de una realidad social, la psicología social crítica asume
que ésta no es de una sola forma, lo cual hace referencia directa con la manera más
tradicional de plantear el conocimiento científico.
De este modo, el primer cimiento desde el cual se posiciona la psicología social crítica es
complementaría a la teoría de los conocimientos situados de Donna Haraway (1991), en
donde se reniega la omnipotencia del investigador prefiriendo las versiones de un mundo
a partir de una relación social de “conversación” y no concebido desde lógicas de
“descubrimiento”, en el cual un tipo de mundo –el verdadero- aparece y desaparece a
favor de un amo decodificador. A su vez, la psicología social crítica desarrolla su
conocimiento desde una postura crítica donde, como nos señala Mario Juárez (2015),
siempre debemos estar dudando del conocimiento que se nos presente como natural,
dado y/o socialmente aceptado ya que es a partir de estos supuestos que se nos imponen
conocimientos que se asumen a sí mismos como objetivos, y por lo tanto verdaderos,
pero que responden a ciertos elementos de dominio de la sustentan.
La psicología social crítica, a través del enfoque epistemológico socioconstruccionista,
nos menciona que, en palabras de Tomás Ibáñez (1996; en Ema, 2009), “lo que tomamos
como objetos naturales en nuestras vidas cotidianas no son sino objetivaciones que
33
resultan de nuestras convenciones y de nuestras prácticas lingüísticas” (p.229). Desde el
socioconstruccionismo se asume que la realidad no puede ser entendida sin tomar en
cuenta la manera en la cual accedemos a ella que, como menciona el mismo Ibáñez
(1996; en Ema, 2009), es a través del lenguaje. Este mismo autor señala que "lo social no
aparece hasta el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos
entre varias personas" (Ibáñez, 1994; p.227), por lo que se puede afirmar que los
significados van a estar constantemente construyendo y a la vez siendo construidos por
las relaciones sociales, lo cual implica que lo social "se ubica precisamente entre las
personas, es decir, en el espacio de significados del que participan o que construyen
conjuntamente" (Ibáñez 1994, p.227). Ahora bien, no se debe caer en entender que todos
los significados y todas las relaciones sociales son construidos bajo un consenso
uniforme, sino que van a estar constantemente siendo transformadas por diversos puntos
de vistas y subjetividades que tendrán sus propias construcciones de significados y
relaciones sociales.
La importancia por el contexto social tiene, bajo este prisma, mayor relevancia que los
procesos individuales que se enfocan principalmente en el mundo interior de los sujetos.
Siguiendo esta lógica, Doménech, Íñiguez, Pallí y Tirado (2000) afirman que desde
posiciones más socioconstruccionistas se critica el individualismo, cuantitativismo y
experimentalismo que la mayoría de las vertientes de la psicología asumen, en donde
“estos trabajos limitan lo social a una simple influencia contextual que incide en las
personas modificando su conducta” (p. 83). Por lo tanto, a la vez que la psicología social
crítica otorga mayor énfasis en cómo lo individual y lo contextual se construyen
mutuamente, propone un cambio de prisma que va a entender lo individual como
intrínsecamente ligado a lo social, ya que serán dependientes unos de otros, dejando
atrás la imagen de lo individual como una característica plenamente interna, es decir,
independiente del contexto en el cual se encuentra. Íñiguez (2005) resume estas
características de la siguiente manera:
“Podríamos
decir
que
los
elementos
que
definen
una
posición
construccionista son: antiesencialismo (las personas y el mundo social
somos el resultado, el producto, de procesos sociales específicos);
relativismo (la “Realidad” no existe con independencia del conocimiento
que producimos sobre ella o con independencia de cualquier descripción
que hagamos de ella); el cuestionamiento de las verdades generalmente
34
aceptadas (el continuo cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda
sistemáticamente el modo cómo hemos aprendido a mirar el mundo y a
mirarnos a nosotros mismos); determinación cultural e histórica del
conocimiento, y el papel conferido al lenguaje en la construcción social (La
realidad se construye socialmente y los instrumentos con los que se
construye son discursivos).” (p. 2)
La co-construcción de lo individual con lo social, sumado al rechazo de las posiciones
objetivas, naturales y neutras, confluyen en que el investigador en la psicología social
crítica ocupa un lugar dentro de la misma, lo cual lo diferencia del relator que absorbe
información desde ninguna parte. Donna Haraway (1991) defiende la subjetividad como
forma válida de producir conocimiento haciendo la siguiente metáfora: “No existen
fotografías ni cámaras oscuras pasivas en las versiones científicas de cuerpos y
máquinas, sino solamente posibilidades visuales altamente específicas, cada una de ellas
con una manera parcial, activa y maravillosamente detallada de mundos que se
organizan" (p. 327). A este posicionamiento Haraway (1991) lo llama objetividad feminista,
la cual está encarnada en un cuerpo visible y localizable dentro de ciertos límites,
generando un conocimiento situado desde una perspectiva parcial que, al ser lograda,
responde de lo que aprendemos y de cómo miramos. Al ocupar un lugar, nos
responsabilizamos de nuestras propias prácticas, ya que todo lo que estemos generando
es desde una posición particular, desde una forma de ver el mundo específica y propia del
investigador, que no podrá, entonces, serles naturales o dadas, sino que estará teñida de
su posicionamiento, localización y situación de parcialidad (Haraway, 1991). En este
sentido Marisela Montenegro y Joan Pujol (2003) postulan que “desde diferentes
posiciones de sujeto se viven diferentes realidades” (p. 303), las cuales moldean las
formas de percibir la realidad de cada individuo, haciendo estéril la persecución de una
objetividad neutra. Silvia García (2003) menciona al respecto, que “las epistemologías
feministas destacarán el papel de los sujetos empíricos –frente al modelo de sujeto lógicoen la producción de conocimiento científico. De este modo van a criticar el carácter
trascendental,
neutro
y
universal
del
sujeto
de
conocimiento”
(p.139).
Estas
epistemologías feministas denuncian que el sujeto de conocimiento monta una ilusión de
ser incorpóreo, ahistórico y de-generado, detrás de la cual se esconde la masculinidad
camuflada como la universalidad-neutralidad (García, 2003). Lupicinio Íñiguez (2005)
complementa
estos
postulados
declarando
35
que
al
utilizar
las
producciones
y
formulaciones de la epistemología feminista estamos a su vez considerando que
“cualquier teoría de la ciencia no puede establecer de manera estándar la comprensión de
un objeto de estudio sin reflexionar acerca de quién es el sujeto de conocimiento, qué
posición ocupa, cómo está influyendo el género en los métodos utilizados” (p.5) lo cual
defenderá el posicionamiento y agenciamiento del investigador, entendiendo que este tiñe
el conocimiento construido con sus propios intereses. Por último, es relevante destacar
los postulados de Mario Juárez (2015), quien menciona que el investigador social o
cualquier otro sujeto que “habiendo comprendido el entramado social de desigualdades e
injusticias sociales que aparece como normal a los ojos de la mayoría, y comprende que
detrás de esta normalización se yergue un poder social establecido” (p. 242) debe ser
comprendido como sujeto histórico y, por lo mismo, no es un mero extractor de
experiencias ajenas, sino un sujeto comprometido con la realidad en la que vive y el
conocimiento que genera.
Por lo tanto, me basaré en las premisas de la psicología social crítica y del conocimiento
situado para posicionarme desde la localización que me otorga estar habitando una
subjetividad determinada, poniendo mis conocimientos a disposición de la transformación
de la realidad, rechazando los postulados del método científico del investigador
omnipresente, entendiendo que los sujetos y su contexto se construyen el uno al otro, y
que por lo tanto, no existe un acercamiento errado a la realidad, sino situado. Es a partir
de esta perspectiva de investigación que entiendo a su vez que el género también es
construido, aun cuando desde pequeños nos lo presenten como natural, como dado, lo
cual a partir de la psicología social crítica, el socioconstruccionismo y el conocimiento
situado entendemos que no es tal.
Etnografía y Producción de Datos
La decisión de realizar esta investigación utilizando la técnica de la etnografía tiene como
objetivo seguir una línea cualitativa de investigación que integre los conceptos teóricos
recién mencionados. En relación con esto Rosana Guber (2001) postula que la etnografía
es a la vez “una concepción y una práctica de conocimiento que busca comprender los
fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros (entendidos como “actores”,
“agentes” o “sujetos sociales)” (p. 11), lo cual focaliza la forma de generar conocimiento
desde un protagonista de la realidad que a su vez está siendo objeto de estudio,
rechazando nuevamente, las formas de acercarse a un fenómeno desde la omnipresencia
del investigador omnisciente que postulan las ciencias sociales de corte más positivista.
36
En aras de este objetivo, Guber (2001) complementa sus planteamientos enfatizando que
la interpretación de los puntos de vista, valores y razones de los sujetos investigados no
deben ser eclipsados por las propias concepciones del investigador, lo cual puede ser
alcanzado a partir de la comprensión de los términos que caracterizan las acciones de los
agentes, por lo que el investigador debe “aprehender las estructuras conceptuales con
que la gente actúa y hace inteligible su conducta y la de los demás” (p. 12), los cuales no
serán alcanzables por el etnógrafo sino hasta que éste se inmiscuya en el contexto social
que quiere investigar, ya que “los miembros de un grupo étnico, cultural o situacional
comparten una estructura lógica o de razonamiento que, por lo general, no es explícita,
pero que se manifiesta en diferentes aspectos de su vida” (Martínez, 2005, p. 2), siendo
estos aspectos a los cuales el etnógrafo debe aproximarse y cuestionarlos ya que a través
de ellos puede acceder a ciertas construcciones del mundo que desde fuera o “a simple
vista” no podrá.
Para poder alcanzar los propósitos de la etnografía es necesario participar en el mundo
social al cual queremos investigar, teniendo siempre presente qué es lo que estamos
haciendo y cuáles son las implicancias de nuestra participación dentro del objeto de
estudio. Varios autores (Fernández, 2005; Guber, 2001; Hammersley y Atkinson, 1994;
Jachyra, Atkinson & Washiya, 2015; Martínez, 2005; Zirión, 2014) nombran observación
participante a esta acción que nos permite “incluir nuestro propio papel dentro del foco de
investigación y explotar sistemáticamente nuestra participación como investigadores en el
mundo que estamos estudiando” (Hammersley y Atkinson, 1994, p. 15), lo cual genera
una tensión en donde “se participa para observar y que se observa para participar, esto
es, que involucramiento e investigación no son opuestos sino partes de un mismo proceso
de conocimiento social” (Holy, 1984; en Guber, 2001, p. 58) pudiendo así acceder y
estudiar en carne propia, sentidos y significados que se atribuyen a actos y gestos a los
cuales no es posible acceder de manera externa (Guber, 2001).
La observación participante exige la constante reflexión acerca de la práctica
investigativa, reconociendo la posición que ocupamos dentro del mundo social que
investigamos, localizándonos socio-históricamente, lo cual incluye los valores, intereses,
clase, pertenencia étnica, género, edad y afiliación política dentro de la posición que
ocupamos (Guber, 2001), acción que recibe el nombre de reflexividad; práctica
indispensable del investigador que implica el continuo cuestionamiento sobre el
conocimiento que éste está generando. Al mismo tiempo, la reflexividad obliga al
37
etnógrafo a hacerse responsable de la información que está presentando, ya que al
asumir una posición dentro del espacio, al renunciar a la objetividad y a la neutralidad
debe hacerse cargo de los eventuales efectos que sus postulados generen (Fernández,
2005). A su vez, el extrañamiento es el otro concepto fundamental de la observación
participante, el cual se basa en realizar un constante ejercicio de problematización sobre
los hechos, comportamientos, acciones y dichos cotidianos, transformando lo normal en
problemático para así cuestionar lo obvio y analizar los efectos que tienen en la realidad
estos actos cotidianos (Fernández, 2005). Por lo tanto, complementado por la reflexividad,
el extrañamiento puede analizar los significados existentes en el contexto de estudio,
sabiendo que éstos se han hecho de una significación que, para quienes los utilizan se
han naturalizado, pero que a los ojos del investigador son la pieza fundamental para
entender su subjetividad (Hammersley, y Atkinson, 1994). Rosana Guber (2001) hace eco
de estas premisas mencionando que de esta manera el investigador se convierte en “un
sujeto cognoscente que deberá recorrer el arduo camino del des-conocimiento al reconocimiento” (p. 15), lo cual implica despojarse de todo los prejuicios y conocimientos
previos sobre el mundo social que se está investigando, debiendo generar el
conocimiento a partir de la implicación del investigador dentro de éste.
A partir de la utilización de la observación participante y de la etnografía he decidido
posicionarme desde una participación plena como la llama Gold (en Guber, 2001) la cual,
a partir del rol que ocupé para producir información –siendo un miembro con un rol
particular y específico (psicólogo del club) dentro del grupo mismo que investigué-, me
permitió mimetizarme dentro del contexto en el cual realicé mi investigación pudiendo
acceder a información que de otra manera me hubiese sido imposible conocer. A su vez,
esta forma de investigar prescindía del conocimiento de mi investigación por parte del
resto, entendiendo que esto hubiese despertado una elevada susceptibilidad (Guber,
2001). Esta forma de observación la pude realizar a partir de ciertas características (ser
hombre y cumplir con las exigencias del cargo que ocupé), siendo el género fundamental
para, como señala Zirión (2014), acceder no solo a lugares físicos privilegiados para el
hombre, sino también a “lugares situados en la mente de los hombres y a los que quizás
sea más sencillo acceder desde la complicidad masculina como sus miedos, sus
debilidades o, al mismo tiempo y paradójicamente, a sus bravuconadas, sus “hazañas”,
etcétera” (p. 334). Por lo tanto, aprovechar mi condición de hombre dentro del contexto,
me facilitó nuevamente poder acceder a lugares y términos que de otro modo no hubiese
38
sido posible, situación que justifica una vez más el asumir la posición, en este caso de
privilegio, que uno habita en el contexto socio-histórico.
En cuanto a la producción de datos, estos se realizaron a partir de la elaboración de una
narración, basándome en los postulados de Hammersley y Atkinson (1994) quienes
postulan que la escritura debe ser el núcleo de una empresa etnográfica, lo cual me llevó
a escribir todas las acciones que llamaran mi atención, y las que no también, buscando
poder inmiscuirme en la cotidianeidad de los sucesos. Fernández (2005) complementa
que “el relato requiere de un carácter narrativo cuyo eje no es la realidad misma sino la
fundamentación de la visión / versión que se propone” (p. 26), lo cual se asume a partir de
la importancia de la subjetividad por sobre la objetividad que se infieren de las ya
revisadas postulaciones de la psicología social crítica y la etnografía. Por último
Fernández (2005) nos menciona que:
“el relato no puede ser una mera descripción impresionista de las
experiencias del investigador en el campo de estudio al cual pertenece.
Debe ser un intento por dar cuenta de dicho campo como marco
significativo de discursos y prácticas que da sentido a lo que en él ocurre”
(p. 24).
Para complementar los resultados obtenidos a partir de este relato, decidí realizar tres
entrevistas con diferentes actores del contexto, asumiendo que esta forma de generar
información se traduce en:
“una situación en la cual una persona (el investigador-entrevistador)
obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (entrevistadoinformante). Esta información suele referirse a la biografía, al sentido de
los hechos, a sentimientos, opiniones y emociones, a las normas o
standards de acción, y a los valores o conductas ideales.” (Guber, 2001, p.
75).
Entrevista la cual se focaliza en la rectificación, modificación o negación de información
rescatada a partir del relato elaborado anterior a estas entrevistas. De esta manera se
busca densificar la información ya generada a partir de actores que pertenecen al mundo
social en el cual participé para así tener nociones de actores que cotidianamente habitan
esta realidad.
39
Procedimientos de la Investigación
Esta investigación se llevó a cabo a partir de la posición de psicólogo en práctica dentro
de las divisiones menores de un club de fútbol profesional chileno, en donde mi rol
consistía en trabajar individual y colectivamente con los jugadores que habitan este
espacio (en la contextualización se profundizará la caracterización de los sujetos
presentes en la investigación), actividad que realizaba antes o después del
entrenamiento, por lo que las observaciones recolectadas fueron siempre ajenas a mi
práctica profesional, es decir, nada de lo que hablé con los jugadores en mi rol como
psicólogo fue utilizado para fines de esta investigación, por razones éticas evidentes. Por
lo tanto la observación de la cotidianeidad de los entrenamientos y partidos que presencié
me permitió realizar notas de campo desde el inicio de mi práctica profesional (abril de
2014) hasta el término de esta misma (diciembre de 2014).
Luego del ordenamiento y análisis de los contenidos dentro de estas notas junto con la
ayuda del profesor guía de este trabajo, configuré una pauta de entrevista en donde los
temas principales coincidieran con lo ya rescatado, la cual fue utilizada para realizar tres
entrevistas durante el primer semestre del año 2015 con diversos actores –un jugador
profesional que el año 2014 pertenecía a las divisiones menores del club (Entrevistado A
desde ahora en adelante), un entrenador de las divisiones menores del club (Entrevistado
B desde ahora en adelante) y un jugador de 18 años perteneciente a las divisiones
menores del club (Entrevistado C desde ahora en adelante) - que me otorgaron distintas
perspectivas de la realidad sobre el mundo social en el cual me inmiscuí durante los
nueve meses en los cuales realicé mi investigación etnográfica.
Por ende, cuento con la cantidad de información necesaria para poder profundizar en los
objetivos que me propuse, entendiendo que para esta empresa debo contar con la
cantidad de datos que me permitan realizar una investigación que genere resultados
fundamentados, asumiendo la responsabilidad de los posibles efectos que estos puedan
causar. Ya pormenorizada la metodología bajo la cual recogí los datos, continuaré
detallando el contexto y los actores para así poder contar con información más acabada
del lugar y los personajes que encarnan en conjunto el espacio dentro del cual se llevó a
cabo la presente investigación.
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PRIMER TIEMPO: DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO
Durante el proceso de producción de datos no fue sencillo tener que, a través de la
técnica del extrañamiento, poner énfasis y cuestionar la cotidianeidad del espacio que
estaba analizando, ante lo cual tuve que pulir mi capacidad de advertir situaciones dignas
de análisis donde anteriormente no observaba nada extraño. Así también, mi presencia no
era omnipresente ni invisible en el contexto donde trabajé, sino que yo era uno más
dentro del pequeño mundo que detallaré dentro de poco. Cumplida esta aclaración, a
continuación realizaré una caracterización de los personajes que forman parte del lugar
de investigación, lo cual estará seguido por una contextualización del espacio donde se
llevó a cabo la investigación, para luego realizar una pormenorización de las rutinas de
entrenamiento, terminando con la descripción de los datos obtenidos durante la
investigación, los cuales se dividirán dependiendo del momento en el cual se llevaron a
cabo.
Actores Habituales Dentro de la Cotidianeidad del Espacio
A partir de mi rol como psicólogo deportivo de las divisiones inferiores de un equipo
profesional perteneciente a la región metropolitana, tuve la posibilidad de asistir a los
entrenamientos y partidos de todas las categorías (ocho en total: sub 11, sub 12, sub 13,
sub 14, sub 15, sub 16, sub 17 y sub 19) que forman parte de dicha rama del club durante
toda la temporada 2014.
En cuanto a las personas que participaban de las divisiones menores, éstas se dividian
en; jugadores, entrenadores, cuerpo médico (kinesiólogo, paramédicos y médico),
preparadores físicos, utileros, coordinadores y psicólogos. Me referiré a cada uno con
nombres falsos por razones ya mencionadas. Comenzaré caracterizando a cada una de
las partes del cuerpo técnico, médico, psicológico, de coordinadores y de utileros, como
también a quienes los conformaban.
Los entrenadores eran ocho en total (uno por cada categoría), eran la cabeza de cada
plantel y estaban a cargo de las decisiones fundamentales de sus equipos. Esto quiere
decir que ellos eran quienes decidían qué jugadores juegan, cómo juegan, quiénes
conforman el plantel y quiénes no siguen en el equipo, entre otras decisiones. Los
entrenadores tenían a su vez un colaborador -también entrenador-, cargo que lleva el
nombre de segundo entrenador. Este rol recaía en el entrenador de la categoría con la
41
cual conforman la dupla4, por ejemplo, el entrenador de la sub 11 tenía como ayudante
técnico al entrenador de la sub 12 y viceversa. Otro tipo de entrenadores son los
especialistas en arqueros. Estos eran dos y estaban exclusivamente encargados de
trabajar con los arqueros de todas las categorías.
Los preparadores físicos eran cuatro y trabajaban con dos categorías pertenecientes a la
misma dupla de la que hablé en el párrafo anterior. Es decir, la dupla sub 11-sub 12 hacía
su trabajo físico con un solo preparador físico y así sucesivamente. El preparador físico
era la segunda autoridad dentro de los distintos planteles y por lo tanto su influencia era
importante dentro de los jugadores, los cuales los respetaban y obedecían. A su vez
solían ser más cercanos al plantel en comparación con los entrenadores lo que generaba
relaciones de mayor confianza e intimidad.
Luego de estos dos actores, los que mayor presencia tenían en los entrenamientos son
los paramédicos, quienes debían velar por la atención de cualquier jugador que sufriera
alguna lesión, malestar, enfermedad u otra molestia física.
Siguiendo con el área médica del club, si bien no estaban totalmente enfocados en las
divisiones menores, también trabajaban con ellos un kinesiólogo y un médico. Ellos, si
bien tenían su lugar de trabajo en el espacio físico donde entrenaba el plantel profesional
del club, concurrían al menos una vez por semana al complejo deportivo donde
entrenaban las categorías menores para atender a quienes tengan lesiones u otras
molestias prolongadas. El kinesiólogo debía velar por la recuperación completa del
jugador y el doctor era quien llevaba el control de todo el área médica y a la vez ordenaba
cómo tratar las distintas lesiones. La relación de estos dos personajes con los jugadores
solía ser bastante cercana y amistosa.
En cuanto a los utileros, éstos eran actores únicos dentro de los personajes que
habitaban este contexto debido a que, entre otras cosas, eran los únicos sin un título o
carrera profesional cursada además de ser los primeros en llegar y los últimos en irse. Se
encargaban del orden del lugar de entrenamiento, el cual en la mañana eran dos canchas
y por la tarde variaban entre dos y hasta seis canchas de fútbol.
Un actor que no estaba presente mucho pero que era muy importante en las decisiones
institucionales era el coordinador. Al ser el nexo entre los dirigentes que toman las
4
las duplas son: sub 11-sub 12, sub 13-sub 14, sub 15-sub 16 y sub 17-sub 19
42
decisiones importantes en el club y las divisiones menores de este mismo, solían llamar la
atención de todos los demás actores cuando aparecían por las canchas del complejo
deportivo, ya que su figura se relacionaba con autoridad.
Por último, el equipo de psicólogos estaba compuesto por dos licenciados en psicología
(uno de ellos soy yo), coordinados y supervisados por un psicólogo que trabajaba en el
club. Nosotros íbamos, cada uno, tres veces a la semana a presenciar los
entrenamientos, hablar con jugadores y entrenadores y observar el comportamiento de los
jugadores. En base a estas actividades trabajábamos de manera grupal o individual
dependiendo de lo que nos pedían los entrenadores, los jugadores o bien lo que nosotros
entendíamos que debíamos trabajar. Estas intervenciones eran siempre desde aspectos
psicológicos del juego, es decir los ayudábamos con problemas de ansiedad, confianza,
motivación y concentración entre otros. Además presenciábamos, desde la banca de
suplentes del equipo, los partidos de local o bien aquellos que se jugaban en la región
metropolitana con el objetivo de ver cómo se comportaban y en qué podíamos ayudarlos.
Fue, a partir de todas estas instancias que me inspiré y recabé información para llevar a
cabo esta investigación.
Es interesante mencionar que dentro de todos estos actores no existió ninguna mujer, por
lo que las relaciones sociales dentro de todo el espectro de las divisiones menores eran
completamente protagonizadas por hombres. La única mujer que podía habitar esta
micro-sociedad eran las árbitros que dirigieron algunas veces los partidos de las
categorías menores. Ahora bien, ellas solamente habitaban este espacio una vez a la
semana como máximo, ya que arbitraban y luego se iban, desapareciendo por el resto de
la rutina del fútbol joven. Es más, muchas veces ni siquiera aparecieron, ya que eran una
árbitro más dentro de los muchos existentes. Cabe recalcar que las árbitros dirigieron
solamente las categorías más pequeñas (hasta sub 14) durante el transcurso de mi
investigación, siendo acompañadas en sus labores por guarda líneas (árbitros
secundarios) que muchas veces también eran mujeres, lo cual generaba la particular
situación de que en un espacio totalmente masculino (los jugadores, entrenadores, cuerpo
técnico y médico son hombres), las mujeres cumplían el rol de máxima autoridad dentro
del partido.
Por último, a partir de mi experiencia me consta que la ausencia total de mujeres dentro
del resto de las categorías menores de equipos chilenos no es tal, aunque el hecho de
que este fuera el caso en el club en que llevé a cabo mi investigación le agrega un
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condimento extra, ya que no existió, a primera vista, un impedimento para realizar los
gestos, expresiones y afirmaciones denigrantes hacia la mujer, situación que aproveché
para fines de esta investigación.
Descripción del Lugar de Entrenamiento
El lugar físico donde se entrenaba consta de ocho canchas de fútbol, además de un
amplio estacionamiento, un casino en un segundo piso, y varios conteiners transformados
en camarines ubicados bajo el casino, entre el estacionamiento y las canchas. Los
horarios de entrenamiento se dividían en dos. El horario de mañana y el horario de tarde.
El entrenamiento por la mañana empezaba a las 10:30 y se extendía hasta las 12:30
aproximadamente. En esta primera jornada entrenaban las dos categorías más grandes,
es decir sub 17 y sub 19. En tanto, el entrenamiento por la tarde empezaba a las 16:30
horas y se prolongaba hasta las 18:15 horas aproximadamente. En la tarde asistían al
complejo deportivo el resto de las categorías más pequeñas (sub 11, sub 12, sub 13, sub
14, sub 15 y sub 16). Los partidos en tanto se jugaban preferentemente los sábados en la
mañana (excepcionalmente se jugaban domingos o días de semana), dividiéndose en
cuatro categorías que jugaban de visita, es decir, fuera del lugar donde entrenaban, y las
otras cuatro categorías jugaban de local en el mismo complejo donde entrenaban el resto
de la semana.
Rutina Diaria Dentro del Lugar de Entrenamiento
En cuanto a la rutina diaria de entrenamiento por la mañana Roberto (desde ahora en
adelante llamaremos así al utilero que trabajaba por las mañanas) era el primero en llegar
aproximadamente a las 8:45, seguido muy de cerca por el paramédico (los paramédicos
rotan, por lo que no es siempre el mismo), quien llegaba minutos más tarde. Los
entrenadores de cada categoría arribaban al complejo alrededor de las 9:00-9:15, y
Cristian (desde ahora en adelante llamaremos así al preparador físico encargado de las
categorías sub 17 y sub 19) llegaba un poco antes de las 10:00. Los jugadores, por su
parte, no tenían un orden establecido de llegada, esto dependía mucho del medio de
transporte
que ocupaban
para
llegar al complejo
deportivo. Varios
jugadores
pertenecientes a la categoría sub 19 utilizaban autos para viajar hasta el lugar de
entrenamiento, llevando con ellos a compañeros. Por su parte los jugadores de la sub 17
y los que no llegaban en auto de la sub 19, arribaban en microbuses. Los primeros
jugadores (no más de cinco) lo hacían en el intervalo de las 10:05-10:15, vestidos con
“ropa de calle” por lo que pasaban directamente al camarín a cambiarse para ponerse el
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uniforme de entrenamiento. Por su parte, la mayoría de los jugadores llegaban durante el
intervalo que va desde las 10:15 a las 10:25, donde fluctuaban entre quienes venían ya
con la vestimenta de entrenamiento puesta y quienes debían ir al camarín a cambiarse.
Por último unos pocos jugadores llegaban justo a la hora (10:30) y ocasionalmente
algunos arribaban atrasados. Los jugadores que estaban listos para entrenar antes de
que éste empiece jugaban al “tontito” (un par de jugadores tratan de interceptar la pelota
mientras el resto juega a pasársela haciendo un círculo). Luego, alrededor de las 10:30
cada entrenador charlaba con sus respectivos planteles alrededor de un círculo. Esta
charla duraba cinco minutos aproximadamente, y tenía como objetivo hablar sobre el
partido más próximo (ya sea el del sábado pasado o el que venía) además de explicarles
cómo sería el trabajo del día. Luego precalentaban bajo las instrucciones de Cristian
alrededor de veinte minutos. Durante esta actividad los chicos solían dialogar bastante
entre ellos y con Cristian sobre la actualidad del fútbol nacional y mundial además de
alguna anécdota por parte de algún jugador. Después de esto el entrenador de cada serie
les daba las últimas instrucciones y entrenaban hasta las 12:15 aproximadamente,
parando cada cierto tiempo para tomar agua y descansar. Terminado el entrenamiento
técnico-táctico5, nuevamente quedaban bajo las órdenes de Cristian quien les indicaba
una serie de elongaciones que debían hacer para no quedar con dolencias durante lo que
quedaba de día. Por último se despedían de los profesores presentes (los cuales
generalmente se sentaban juntos durante la elongación de los jugadores), se iban a
duchar y cambiarse de ropa, para luego emprender camino rumbo a sus casas de la
manera en la que habían llegado.
En cuanto a la rutina diaria de entrenamiento por la tarde, esta empezaba alrededor de las
16:00 horas cuando comenzaban a llegar los primeros jugadores, quienes en su mayoría
lo hacían junto a su padre, madre u otro familiar que los llevaban en auto, algunos de los
cuales se quedaban durante todo el entrenamiento, mientras otros se iban del complejo
una vez que dejaban allí a sus hijos. Durante el intervalo 16:05-16:20 llegaba el grueso de
los jugadores, ya sea en auto, en microbús o bien en un bus que facilitaba el club para
acercarlos al complejo deportivo. La mayoría de los jugadores, tanto aquellos que venían
en el bus como los que arribaban en auto, llegaban cambiados y listos para entrenar.
Luego, entre las 16:20 y el comienzo del entrenamiento (16:30) aparecían algunos al filo
de la puntualidad. Por último algunos jugadores arribaban atrasados debido a diferentes
5
Entrenamiento técnico-táctico se entenderá como aquel en donde se practica con balón y bajo el mando
de un entrenador.
45
circunstancias (comúnmente relacionadas al horario de salida del colegio). La mayoría de
los deportistas que entrenaban en la tarde y llegaban sin su uniforme del club ya puesto,
vestían los de sus respectivos colegios, ya que no alcanzaban a cambiarse antes de
llegar al complejo deportivo. Éstos pasaban directo a los camarines, donde conversaban
con el resto de los compañeros, conversaciones a las cuales no pude acceder debido a
que el lugar donde se realizaban (camarín) era totalmente ajeno a cualquiera que no fuera
jugador. Los futbolistas que estaban listos antes del comienzo del entrenamiento
caminaban hacia la cancha en la cual entrenarán, juntándose con sus compañeros de
categoría, con quienes jugaban algún juego (ya sea “tontito” o bien a no dejar caer el
balón) relacionado con el fútbol. A las 16:30 los distintos entrenadores se juntaban con
sus equipos y les daban las instrucciones del entrenamiento del día. Luego, los jugadores
se acercaban al preparador físico y realizaban el calentamiento necesario para entrenar
sin riesgo de salir dañado debido a la intensidad de los ejercicios. Una vez terminado el
precalentamiento se reunían nuevamente con los entrenadores y empezaban el
entrenamiento técnico-táctico, trabajo que duraba alrededor de una hora, tomando pausas
para hidratarse y descansar. Una vez terminada esta etapa volvían a trabajar bajo las
órdenes del preparador físico respectivo, quien les ordenaba realizar una rutina de
elongación para terminar así la actividad física. Cuando esta rutina llegaba a su fin se
despedían del preparador físico y entrenador de su serie y se iban hacia los camarines o
bien con la persona que se devolverían a sus casas. Los jugadores que se iban a los
camarines, se duchaban y se cambiaban la ropa de entrenamiento para luego irse a sus
casas ya sea en auto con su adulto cercano6 o con el de algún compañero, en microbús o
en el bus del club que regresaba al lugar desde donde partió.
Si bien la rutina semanal se basaba en los entrenamientos, igual o más importante que
éstos era el día del partido y su rutina. Los partidos, como ya se mencionó, se jugaban
mayormente los días sábados y su ordenamiento se dividía en cuatro parejas de series.
Estas eran: sub 11 y sub 12, sub 13 y 14, sub 15 y sub 16 y, sub 17 y sub 19. Estas
parejas jugaban de manera continuada, es decir, primero jugaba la categoría menor y
luego la mayor. Los partidos se dividían en cuatro en condición de local y el resto en
condición de visitante. Cómo psicólogo de las divisiones menores mi obligación era asistir
a los partidos de local para ver en concreto si los trabajos realizados se estaban llevando
a cabo, además de poder observar a los jugadores durante los partidos y evaluar qué
6
Se entenderá por adulto cercano aquel que lo acompaña a entrenar, ya sea padre, madre, algún familiar u
otro adulto significativo para él que realice esta acción.
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otros trabajos eran necesarios realizar con los jugadores que estimásemos conveniente.
Durante los partidos también se observaron situaciones atingentes al tema de
investigación, por lo que es preciso describir la rutina que en éstos se daba.
Los días en que se jugaban los partidos, los jugadores de la categoría menor, que por lo
mismo era la que jugaba primero, eran citados una hora y media antes de comienzo del
partido. Por lo general todos los jugadores cumplían con esta exigencia, por lo que al
cumplirse el plazo estipulado, los jugadores se reunían y entraban al camarín para
escuchar la charla por parte del entrenador acerca de cómo se jugaría. Luego se vestían
para realizar el trabajo pre competitivo (esto demora aproximadamente 45 minutos),
saliendo a la cancha para realizar justamente este trabajo, el cual era llevado a cabo por
el preparador físico correspondiente. Mientras los jugadores titulares hacían estos
ejercicios, los suplentes jugaban al “tontito” entre ellos. Una vez terminada la entrada en
calor vuelven al camarín para ponerse la camiseta del club además de mojarse el pelo y
otras acciones -como vendarse para prevenir alguna lesión o guardar alguna cadena o
pulsera que llevasen puesta-, para a continuación dirigirse a la cancha a disputar el
partido. Una vez en éste, los jugadores suplentes permanecían sentados en la banca
junto al entrenador, preparador físico, paramédico y el utilero. Mi compañero de labores o
yo nos situábamos a un lado de la banca, parados. Durante el primer tiempo los suplentes
no realizaban trabajos de pre competencia hasta que se cumplían treinta minutos de
iniciado el partido. Al entretiempo, los jugadores y el cuerpo técnico se iban a los
camarines a hablar acerca del partido. Luego de quince minutos volvían y mientras los
jugadores en cancha jugaban el segundo tiempo, los suplentes calentaban hasta que les
tocase entrar o bien hasta que se agotasen las posibilidades de cambio. Una vez
terminado el partido los jugadores se reunían cerca de la banca y realizaban el trabajo de
elongación al mando del preparador físico, para luego ducharse, cambiarse e irse para
sus casas, la mayoría junto a sus padres u otro familiar. Los demás se devolvían en
microbús. La categoría mayor por su parte, arribaba al comienzo del primer partido y
empezaban su rutina al término del primer tiempo de éste, realizando la misma que
anteriormente se describió.
La mayor cantidad de las veces que se realizaron partidos de local los sábados por la
mañana, se jugaron los cuatro a la vez, esto quiere decir que, mientras sucede todo lo
recién mencionado en una cancha, en la cancha paralela sucedía lo mismo con otras
categorías del club por lo que, tanto mi compañero como yo veíamos cuatro partidos en
47
una sola jornada de sábado por la mañana, ya que presenciábamos los dos que se
realizaban en la cancha principal y los dos que sucedían en simultáneo en la cancha
paralela. Cómo último dato también vale mencionar que, algunas veces en la cancha
paralela no se llevaron a cabo partidos de categorías masculinas sino femeninas, las
cuales contaban, al momento de la investigación, con solo dos categorías; la sub 17 y la
adulta.
Según lo descrito, tanto la rutina de la tarde como la matutina se pueden dividir en las
mismas cuatro partes. En base a esta división es que he decidido organizar mis datos: la
primera parte recibirá el nombre de arribo y abarcará el momento desde que llegaban los
jugadores hasta que se juntaban alrededor del entrenador de su categoría para recibir
instrucciones. El segundo momento del entrenamiento será el precalentamiento y
precisamente contemplará el calentamiento previo al entrenamiento, lugar donde se
generaron bastantes diálogos importantes para este trabajo. La tercera parte en la cual
dividiré el entrenamiento recibirá el nombre justamente de entrenamiento y estará
delimitado solamente a la parte del entrenamiento que he llamado técnico-táctico. Por
último la cuarta parte abarcará la elongación y la despedida de los profesores bajo el título
término. La quinta parte corresponderá a la última rutina descrita, el partido, que si bien
no era parte del entrenamiento en sí, también era periódica dentro de la rutina del fútbol
formativo del club.
Descripción de Situaciones Observadas
El arribo, como ya se detalló, se entenderá como el momento desde que los jugadores
llegaban al complejo deportivo hasta que el preparador físico les daba las instrucciones
del precalentamiento, pasando por el período donde se cambiaban de ropa y también
cuando caminaban en dirección a la cancha donde entrenarían. Un momento que tiene
lugar durante esta parte del entrenamiento es cuando los chicos se cambiaban en el
camarín, lugar que era libre de cualquier adulto, incluyéndome, lo cual limitó la cantidad
de situaciones observadas durante esta parte del entrenamiento.
Un hecho sucedido en el arribo tuvo lugar durante un entrenamiento matutino, en donde
un jugador llegó sin la indumentaria para entrenar, ya que tenía una lesión y por lo tanto
no podía realizar ningún ejercicio. Luego de acercarse al entrenador de su categoría y
explicarle la situación, se quedó conversando con el paramédico y conmigo, contándonos
los pormenores de su lesión.
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Antes de seguir, se debe tener presente que este paramédico trabajó durante el período
que duró la investigación mayoritariamente por las mañanas, y su manera de relacionarse
con los jugadores era muy cercana, en parte por el largo período que llevaba trabajando
en el club y en parte también por la amistad que había establecido con muchos de los
jugadores de las divisiones menores (un antecedente que ayudó a que esto sucediese fue
la poca diferencia de edad –tenía 27 años durante la investigación- que existe entre él y
los jugadores más grandes). Es por esta última razón que este paramédico estableció una
comunicación más coloquial además de entablar relaciones más horizontales con los
jugadores, sobre todo, los que más grandes (sub 17 y sub 19).
Continuando con la explicación, en cuanto al jugador lesionado éste nos empezó a
explicar al paramédico y a mí de qué se trataba su lesión, cuando se acercó Cristian para
preguntarle al jugador qué le había pasado y por qué no estaba entrenando. El jugador
responde “la espalda profe” apoyando su mano izquierda en la espalda para mostrarle
donde exactamente se encontraba la molestia. Cuando terminó de decir esto, el
paramédico miró a Cristian, levantó las cejas y dijo “yo le dije que no se agarrara a las
culombianas y parece que se agarró a un colombiano, jajajajaja” continuado
inmediatamente de un aplauso y carcajadas. El comentario del paramédico hace
referencia a alguna relación sexual realizada por parte del jugador con un hombre
colombiano, quien le habría causado una lesión. En esta frase podemos entender,
primero, que al hacer un juego de palabra entre culo y colombiana, se concibe que las
mujeres de esta nacionalidad tienen todas el trasero grande. Segundo, se naturaliza la
heterosexualidad al mencionar que se le aconsejó al jugador no meterse con mujeres
colombianas pero no se hizo lo mismo con hombres, a lo cual se le atribuye una
característica negativa y dañina para el jugador, ya que sería este tipo de relación
homosexual la que le habría provocado la lesión en su espalda. La reacción de Cristian
fue reírse, mientras el jugador, también riéndose negaba la afirmación del paramédico. Mi
reacción en tanto fue escribir esta situación en mi cuaderno mientras Cristian luego le
preguntó qué le había ocurrido realmente y el jugador le explicó la verdadera razón de su
lesión.
Pasando al precalentamiento, vale precisar que durante éste y todos los restantes
momentos del entrenamiento, las autoridades deportivas estuvieron presentes y muchas
veces fueron los personajes principales dentro de las acciones relatadas ya que desde el
comienzo del entrenamiento hasta el término de éste siempre estuvo el entrenador o el
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preparador físico a cargo de ellos. Ahora bien, en esta etapa de la rutina los jugadores
quedaban a cargo del preparador físico correspondiente, y realizaban distintos trabajos
físicos durante aproximadamente veinte minutos con el fin de prevenir lesiones durante el
entrenamiento técnico-táctico. Como ya se mencionó, la relación entre los jugadores y
preparadores físicos era cercana y muchas veces entablaban conversaciones que
excedían al ámbito deportivo. Además, si bien el precalentamiento se realizaba bajo el
mando de una autoridad, el ambiente era más distendido que cuando entrenaban bajo las
órdenes del entrenador, donde se requería más concentración y había menos situaciones
que facilitasen el diálogo entre compañeros. Por último cabe mencionar que el
precalentamiento, al ser el momento en el cual empezaba el entrenamiento, era el
instante donde algunos jugadores se veían por primera vez, lo que provocaba el
desarrollo de conversaciones cotidianas entre éstos.
Ahondando en los acontecimientos observados durante el precalentamiento llama la
atención la repetida presencia de la mujer o bien de características asociadas a lo
femenino en las bromas, comentarios y hasta en los reproches durante el
precalentamiento. Por ejemplo al terminar el trabajo físico previo al entrenamiento técnicotáctico, un jugador de la sub 19 se enfrascó en una discusión con Roberto, debido a que
según el jugador, éste último lo trató de manera poco amistosa al pedirle que fuera a
buscar unos petos que ocuparían durante el entrenamiento. El jugador le pidió que trate a
los jugadores con más respeto ya que constantemente se relacionaba con ellos con
garabatos y de manera déspota. El diálogo fue el siguiente:
J19: No me trate así, yo no le he faltado el respeto a usted, hablemos con respeto.
R: No me vengai na’ con hueás… no hueón te creí niñita y por eso no te pueden decir
nada.
J19: No, nada que ver. Yo a usted lo estoy tratando con respeto y le estoy pidiendo que
me trate igual, pero me responde igual o peor que antes. (El jugador se retira de la
escena, yendo a entrenar)
R: Anda a lavarte las hueás no más. Chao, chao. (Sigue balbuceando algunos garabatos
que no logré descifrar).
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Por lo que se puede apreciar, Roberto no concibe este reclamo del jugador como posible,
respondiendo violentamente al pedido de éste. Además utiliza la comparación con una
mujer para desacreditar el pedido que le hicieron.
Roberto trabajaba en el horario de la mañana y lleva más de veinte años en el club. Este
personaje, debido a su manera autoritaria de hablar con los jugadores, e incluso a veces
con otros entrenadores, lo convirtió en un activo protagonista de las siguientes páginas, al
realizar bastantes afirmaciones machistas y misóginas, afirmaciones que fueron apoyadas
más de una vez por diferentes protagonistas de las divisiones menores del club.
Ahora bien, por la tarde sucedieron eventos dignos de ser mencionados. Uno de estos
ocurrió cuando todas las categorías empezaron a realizar el precalentamiento y una vez
terminado, los chicos se hidrataron para enfrentar el resto del entrenamiento. Luego de la
hidratación, una de las categorías más pequeñas (sub 12) debía responsabilizarse de ir
en busca de petos para poder diferenciar a los equipos que se compondrían para el
entrenamiento del día. Durante esta tarea los chicos se demoraron más de lo deseado por
su técnico, quien se los hizo notar diciéndoles desde lejos: “¿Por qué se demoran tanto?
¿Acaso se están poniendo la falda?” a lo que los jugadores aludidos reaccionaron
apurándose y yendo a entrenar mientras iban contestándole a su entrenador que ellos no
se estaban poniendo la falda y que no fuera tan pesado, lo cual fue acompañado por risas
por parte tanto del entrenador como de los jugadores. Esta comparación es realizada con
el fin de establecer la relación entre características o comportamientos atribuidos a la
mujer y el mal rendimiento y/o la mala ejecución de ciertas actividades durante el
entrenamiento.
Vale mencionar también una situación que ocurrió casi al final de un partido de la sub 16,
el cual estaba empatado; un jugador mete un gol y lo va a celebrar con su polola, la cual
se encontraba a un costado de la cancha. Lo anecdótico de esta situación es que, al
haber hecho el gol en un momento tan tardío del partido, todos los jugadores del equipo
fueron detrás de él para celebrar el gol que les dio el triunfo, situación que terminó con
una gran cantidad de jugadores abalanzados sobre el autor del gol, quien a su vez estaba
abrazando a su polola, por lo que ambos cayeron al suelo derribados por los felices
futbolistas. Esta situación en sí, no adquiere relevancia sino hasta el momento en el cual
se convierte en tema de conversación entre Juan y un paramédico del club, conversación
que tomó forma durante el precalentamiento. Es así que Juan, quien era entrenador de la
categoría, le comenta al paramédico “viste como todos los cabros le corrieron mano a la
51
polola del Pepe (…) tiene que morir piola el hueón, si al final lo que pasa en la cancha
queda en la cancha, jajajaja”. En esta aseveración Juan utilizó una frase muy común en
los partidos de fútbol para legitimar, a partir de los límites de la cancha, una situación que
en otro lugar sería ilegítimo o mal visto como lo es el que los demás jugadores corran
mano a la polola del autor del gol. En la situación anterior sucede una objetivización de la
mujer, entendiéndose a ésta como un cuerpo que, al estar en la cancha, es legítimo
tocarlo aun cuando no se sabe si ella quiere ser tocada por todos estos jugadores, lo cual
de todas maneras no importa ya que al estar dentro del rectángulo de juego, no tiene
derecho a quejarse.
Antes de pasar al siguiente espacio temporal de la rutina de entrenamiento, quisiera
referirme a un término que escuché innumerables veces; la palabra recio. Durante los
entrenamientos de la mañana, Cristian al instruirles a sus dirigidos la rutina de
calentamiento o bien cuando realizaban trabajo físico durante éste, ocupaba esta palabra
para reflejar lo que se esperaba de ellos. Este término lo utilizaba cuando quedaba poco
tiempo para terminar algún ejercicio (y por ende los jugadores ya estaban cansados) o
bien cuando Cristian no quedaba conforme con la intensidad con la que algún jugador
estaba entrenando. La palabra era utilizada en momentos en los cuales se carecía de
dureza o tenacidad y por lo tanto, exclamaba la palabra para así recordarles a los
jugadores que no podían permitirse dejar de ser recios, por lo menos cuando estaban
entrenando. Esta palabra no solo era utilizada por Cristian sino también por Baltazar,
quien recurría a ella buscando el mismo resultado; aumentar la intensidad y la
agresividad7 de los jugadores. El uso de esta palabra me interesa ya que demuestra una
característica necesaria para emplearse de manera eficaz por parte de los jugadores, y
que a su vez conlleva un significado de rudeza, de fuerza física que debían no solamente
tener, sino también aparentar. Un ejemplo del uso de esta palabra ocurrió durante el
precalentamiento anterior al entrenamiento matutino. Al ser los ejercicios particularmente
exigentes ese día, muchos de los jugadores se encontraban notoriamente exhaustos
durante la realización de estos. Esta situación fue reconocida por parte de Cristian, quien,
con el fin de aumentar el rendimiento de los jugadores durante la última etapa del
precalentamiento, les gritó en forma enérgica: ¡Vamos chicos, recios, los quiero recios!
Esta acción provocó la activación de algunos jugadores, aumentando su rendimiento, y
7
Cuando menciono que Baltazar busca agresividad, esta tiene que ser entendida como una agresividad
necesaria para no dejarse pasar a llevar dentro del desarrollo de un partido o entrenamiento de fútbol. En
ningún caso es una agresividad que busca dañar al receptor de ésta.
52
por lo tanto, logrando así el propósito por el cual había realizado esta exclamación. Antes
de proseguir con el relato de los hechos ocurridos creo necesario caracterizar a Cristian,
quien ya ha sido nombrado varias veces.
Cristian, como ya se mencionó, era el preparador físico de las categorías sub 17 y sub 19
y trabajaba durante el horario matutino. Al ocupar este cargo debía hablar la mayor parte
del tiempo bastante alto para que todos los jugadores lo escuchasen. Su voz es grave y
solía hacer llamados de atención personales (como el recién descrito) al mismo volumen
del que utilizaba cuando daba órdenes a todos los jugadores. Cristian llevaba más de
cuatro años trabajando en el club, a la fecha de la realización de esta investigación, y
solía dialogar mucho con los jugadores con quienes trabajaba.
El entrenamiento técnico-táctico era la parte más importante de la rutina, ya que en éste
se realizaban diversos ejercicios que buscaban mejorar el rendimiento de los equipos en
cada uno de los aspectos del fútbol. Principalmente se trabajaban aspectos del juego
como la posición que ocupan los jugadores durante el partido, los movimientos en los tiros
libres a favor y en contra, etc. Estos entrenamientos la mayoría de las veces se realizaban
haciendo recreaciones de momentos del partido que el entrenador de la categoría
estimaba conveniente trabajar. La mayoría de las veces se hacían pequeños juegos entre
los jugadores pertenecientes a la misma categoría o bien enfrentándose una categoría
contra otra. Durante esta parte del entrenamiento, los acontecimientos que llamaron mi
atención fueron significativamente mayores en cantidad que los que mencioné durante los
primeros dos apartados de la rutina diaria. No deja de ser llamativa esta situación,
tomando en cuenta que durante el entrenamiento técnico-táctico era cuando menos
tiempo muerto tenían los jugadores, ya que la mayor parte de éste estaban, o bien
recibiendo instrucciones, o llevando éstas a la práctica. Al ser mucho mayor el número de
notas de campo que pude tomar durante este segmento del entrenamiento, he decidido
ordenarlas por el contenido que éstas presentan; primero relataré aquellas que hacen
referencia a la mala influencia que se entiende tienen las mujeres (específicamente sus
parejas) y a su vez la relación directa y denigratoria que se realizaban entre quienes
demostraban falta de características esperadas de un jugador de fútbol y las mujeres,
para luego ahondar en actos de discriminación y rechazo antes conductas que se
asumían como homosexuales.
Un hecho que tiene como contenido la presunción de que las parejas femeninas de los
jugadores (siempre mencionaban a la polola y no al pololo) influían negativamente en su
53
rendimiento, ocurrió durante un entrenamiento por la mañana cuando Roberto, quien
estaba observando los ejercicios que estaban realizando los jugadores, vio que uno de
ellos se equivocó en la realización de una jugada, a lo cual comentó a nadie en particular
y en voz alta: “Este cabro era bueno… lo que le pasó es que la concha los vuelve locos a
estos hueones, piensan que se va a acabar”. Si bien este comentario no fue escuchado
por el jugador debido a la distancia que los separaba, si escuchamos mi compañero y yo,
además de Santiago, quien se rió de forma bastante expresiva y luego felicitó a Roberto.
Nosotros en tanto, mantuvimos silencio. Con otras palabras, Roberto quiso expresar que
ese jugador en particular estaba muy pendiente de tener relaciones sexuales
(heterosexuales, ya que la concha se entenderá como sinónimo de vagina) lo cual le
provocaba casi directamente el declive de su rendimiento deportivo.
En otro aspecto, si bien no se les hizo referencia de forma directa, muchas veces los
entrenadores atribuyeron características supuestamente femeninas para increpar a los
jugadores. Es decir, si al jugador le decían que se estaba poniendo la falda o utilizaban
colores relacionados popularmente con el género femenino (como el rosado), o bien que
estaba jugando con muñecas, se les quiere decir implícitamente que la forma en la cual
estaban actuando no era permitida ya que las mujeres no son permitidas, por lo que los
jugadores que presentaban características femeninas no serían aceptados al ser el
contexto completamente masculino. Proseguiré con algunos ejemplos.
Durante un entrenamiento matutino, Roberto, luego de realizar todos los trabajos que
debía, se sentó en una silla a un costado de la cancha y, como todos los días, observó el
entrenamiento de las dos categorías que entrenaban en ese horario. Durante este
ejercicio Roberto presenció cómo un jugador se quejaba bastante con otro compañero, ya
que entendía que éste le estaba pegando de manera reiterada e intencional. Si bien este
pequeño conflicto no pasó a mayores entre los jugadores, a Roberto no le gustaron los
reclamos, y lo hizo notar gritándole: “Anda hueón… ¿qué andai reclamando? Si no te
gusta anda a jugar a las muñecas…” provocando la mirada con ceño fruncido del receptor
del mensaje, quien lo quedó mirando un par de segundos de esta manera, sin decir nada.
El resto de los compañeros no reaccionó al comentario. Lo mismo sucedió en otra
oportunidad, cuando un jugador se enfrascó en una discusión con otro compañero ya que
este último le pegó reiteradas patadas. Al generarse esta discusión Baltazar grita: “¿Qué
pasa ahí? ¿Por qué discuten tanto?” Sin recibir respuesta pero a su vez terminando con la
discusión entre los jugadores. Luego preguntó lo mismo pero más cerca y solamente al
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jugador que recibió las patadas, quien le explicó que le habían pegado y no le gustaba
que le pegaran. Luego de escuchar esto Baltazar le contestó: “Tení que comerte las
patadas calladito, o si no mejor anda a jugar a las Barbie…” El jugador mostró una mueca
de molestia pero no le respondió y el entrenamiento prosiguió. Al mandarlo a jugar con
Barbies –o lo que es lo mismo, a las muñecas- Roberto y Baltazar compararon el fútbol
con una actividad comúnmente relacionadas con niñas, dando a entender que el fútbol es
un juego masculino. El hecho de no ser capaz de recibir una agresión sin quejarse priva a
estos jugadores de jugar fútbol, señalándoles la opción de jugar a algo más acorde a sus
características, como lo son las muñecas.
Es preciso mencionar que quien recibe el nombre de Baltazar es un ex futbolista
profesional que dirigía, al momento de la investigación, la categoría sub 19, a la cual
entrenaba durante la mañana. Este sujeto se caracterizaba por tener una voz y una
personalidad muy fuertes, por lo que no pasaba desapercibido, sino al contrario, era
posible escuchar sus instrucciones desde bastante distancia. Además de estas razones
se debe agregar su gran estatura (mide alrededor de 1,90m) con la cual lograba
imponerse ante sus jugadores y colegas. Otra característica que tenía este personaje era
su manera de actuar dentro del contexto de entrenamiento; dialogando con la mayoría de
la gente que trabajaba con él o cerca de él y hablando con muchas bromas y comentarios
irónicos, tanto en entrenamiento como fuera de éste.
Continuando en situaciones presenciadas durante el entrenamiento técnico-táctico, pude
seguir observando como ciertas características o comportamientos que se alejan de lo
esperado llamaban la atención de diversos actores del contexto, quienes lo demostraban
de variadas maneras. El siguiente suceso ocurrió durante un entrenamiento por la tarde,
cuando los jugadores de una de las categorías más pequeñas (sub 11) habían terminado
de hacer un ejercicio de entrenamiento y por lo tanto su entrenador les indicó que podían
ir a hidratarse para seguir entrenando. Durante este pequeño intermedio los jugadores, a
criterio del entrenador, se demoran más de lo debido, por lo que éste les hizo notar la falta
gritándoles con tono irónico: “Que se demoran chiquillas ¿ah?... Parece como si se
estuvieran maquillando allá”. Los jugadores rieron y se apuraron para volver a entrenar
bajo las instrucciones de su entrenador. La comparación no deja de ser llamativa ya que
las distancias entre una actividad y otra son grandes. No es que el entrenador en cuestión
entendiera que los jugadores efectivamente se estuviesen demorando porque se estaban
maquillando. Lo que él entendía era que sus jugadores –hombres-, no podían demorarse
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al hidratarse ya que esto lo debían hacer a una cierta velocidad. Al no cumplirse esta
condición, él le otorgó cualidades “femeninas” a sus jugadores, ya que el demorarse más
de lo debido lo asoció a un comportamiento “femenino”, lo cual fue motivo suficiente para
burlarse de los jugadores.
Otra forma de hacer notar cuáles fueron las características o comportamientos no
deseados dentro del contexto de entrenamiento fue la atribución de éstas de tener un
carácter homosexual. Esto quiere decir que hubo ciertas situaciones que provocaron en
entrenadores o en los mismos jugadores bromas y/o comentarios que demostraban que
éstas no se pasarían por alto sino que serían denunciadas y puestas en evidencia ante el
resto de los personajes como algo no cotidiano y por lo tanto objeto de burla y/o
señalamiento. La siguiente situación es protagonizada por Juan quien ya ha aparecido en
esta investigación, por lo que es importante ahondar un poco más en él antes de seguir
narrando lo ocurrido.
Juan dirigía, al momento de la realización de la presente investigación, a la categoría más
grande que entrenaba por la tarde (sub 16) y fue futbolista profesional con relativo éxito
(jugó en varios equipos extranjeros). Su estilo para relacionarse con los jugadores era
diametralmente opuesto dependiendo si ocurría durante un partido o entrenamiento, o
bien fuera de éstos. Cuando no estaba dirigiendo o entrenando realizaba una gran
cantidad de bromas con la gente que conocía, dando la impresión de ser bastante
amigable y acogedor. Cuando estaba trabajando en tanto, dejaba las risas de lado y solía
ofuscarse mucho con sus jugadores cuando estos no realizaban lo que él les ordenaba,
insultándolos y realizando comentarios muy interesantes para analizar, debido al
contenido machista en algunos de ellos. Por lo tanto, era muy distinta la manera en que
realizaba ciertos gestos, muecas o comentarios dependiendo de si estaba dirigiendo o no.
Volviendo a lo sucedido, esto tomó parte durante el transcurso de un entrenamiento por la
tarde cuando a Juan le molestó la intensidad con la que entrenaban sus jugadores y se
los hacía notar con recurrentes gritos que tenían como fin llamarles la atención. Los gritos
eran diversos, y más que nada se repartían entre los “dale”, “más rápido” y “con más
intención”. Al observar que no obtenía la respuesta que él esperaba por parte de sus
dirigidos, Juan comenzó a insultarlos combinando las frases mencionadas anteriormente
con algunos garabatos que si bien no se los decía a nadie en particular, siempre eran
pronunciados fuerte. Dentro de estos insultos, Juan le grita a un jugador: “¡Da lo pases
más fuerte, no como si fueras amariconado!” lo cual no obtuvo respuestas de los
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jugadores que ya estaban bastante concentrados en no seguir enojando a su entrenador.
Al hacer este enunciado Juan implicó que un homosexual no es un sujeto capaz de
pegarle a la pelota fuerte, es decir, el homosexual es débil y por lo tanto no puede jugar
fútbol, por lo menos no en su equipo.
En cuanto a la exclusión, no solo fueron las mujeres y los homosexuales quienes parecían
generar ciertos resquemores, prejuicio u otras razones que los hacían merecedores de
exclusión en el contexto deportivo. En esta línea se encuentra un hecho donde la
nacionalidad pasó a ser el argumento denigrante utilizado para dar a entender la molestia
que causaron algunas situaciones. Esto se observó durante un entrenamiento matutino
cuando una de las categorías que entrenaba en este horario estaba haciendo trabajos
defensivos, ejercicios con los cuales Baltazar no estaba satisfecho con el rendimiento de
sus jugadores, ya que a continuación de un error en la ejecución de un ejercicio, se llevó
la mano izquierda a los ojos a la vez que agachó la cabeza en signo de reprobación,
gesto que acompañó con una comparación que ilustraba su enojo con la situación. La
frase fue la siguiente: “¡Despéjala, afuera, afuera peruano…! ¡Peruano, parecen peruanos
con tanto amague que hacen!”. Al hacer esta afirmación, Baltazar comparó negativamente
el estilo de juego de los jugadores peruanos con el que estaban llevando a cabo los
jugadores que él dirigía. Por tanto, el jugador peruano es construido como un jugador de
nivel inferior y, por lo tanto, al hacer la comparación, Baltazar está expresando a sus
jugadores que estaban jugando mal ya que lo estaban haciendo como peruanos.
En cuanto al término, esta parte del entrenamiento era bastante breve ya que solamente
estaba compuesto por el momento en el cual los jugadores estiraban los músculos una
vez terminado el entrenamiento técnico-táctico, lo cual se prolongaba alrededor de cinco
minutos, además de cuando éstos se despedían de los entrenadores para luego irse a los
camarines y cambiarse de ropa, lugar al cual no pude tener acceso ya que no encontré
pertinente entrar a un espacio donde solo los jugadores tenían acceso.
La siguiente situación ocurrió luego de un entrenamiento matutino, a partir de un diálogo
que establecí con un paramédico con el fin de saber cómo había estado la charla de la
categoría sub 19 el día anterior, teniendo en cuenta que en el partido de ese fin de
semana tuvo un desarrollo poco favorable para el equipo (iban ganando 2-0 y terminaron
perdiendo 4-2). El diálogo fue el siguiente:
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Investigador: ¿Cómo estuvo la charla de ayer? Después de haber perdido un partido
increíble, ¿Estuvo cargado el café8?
Paramédico: Así (pone las manos apuntando hacia arriba, paralelas y puestas a una
distancia aproximada al ancho de su espalda, haciendo clara referencia al
tamaño de un pene) ¡así de grande!... se la pasó por la arena un rato
(continuaba haciendo gestos con las manos, tratando de recrear lo que
estaba diciendo) y sin siquiera un escupito jajajajaja.
El paramédico hizo una metáfora entendiendo que el reto del entrenador de la sub 19 ese
día específico podía compararse con la penetración anal por parte de éste a todos los
jugadores de su serie, haciendo una descripción bastante detallada del hecho con el fin
de que yo pudiera interpretar que no solamente los retaron, sino que este reto fue
bastante duro ya que el paramédico no solamente hizo referencia a la penetración anal,
sino también a la violencia con la cual esta acción fue cometida.
Por último, los partidos observados fueron aquellos jugados de local y en su mayoría los
días sábados. Además, éstos se llevaron a cabo en canchas paralelas las cuales eran
ocupadas por categorías distintas pertenecientes al mismo club, en donde se jugaban dos
partidos en cada una.
Tema aparte merece la presencia de los equipos femeninos del club durante los partidos.
Ésta fue ocasional y no ocurrió más de cuatro veces, sin embargo, cada vez que se
jugaban en canchas paralelas partidos de hombres por un lado y de mujeres por otro,
varias eran las escenas que merecen ser detalladas; risas y comentarios de jugadores y
cuerpo técnico fueron, entre otras, las reacciones ante la presencia de mujeres en un
espacio que, como ya se ha destacado, era habitado casi en su totalidad por hombres.
Esto quedó demostrado en un caso ocurrido un sábado en el cual jugaban al mismo
tiempo y en canchas contiguas, tanto las categorías masculinas como las femeninas. El
entrenador de estas últimas, al ver que una de sus jugadoras se dirigía hacia el área rival
con la pelota dominada y sin marca cerca de ella, le gritó: “¡dale, dale, metete hasta la
cocina!” (Frase que busca transmitir la idea que la jugadora llegue cerca del arco antes de
patear a este mismo). Al escuchar esto el utilero saltó desde la banca del equipo
8
La metáfora “el café está cargado” quiere dar cuenta de una situación en la cual una persona reprocha
fuertemente a otra(s), en la mayoría de los casos desde una posición jerárquica.
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masculino que en ese momento estaba jugando y se dirigió a ellos y a todos los que
estaban cerca suyo diciendo entre risas: “es que están acostumbradas, jajaja.” Al hacer
esto miraba a su alrededor para buscar la aprobación y risas de quienes lo rodeaban, las
cuales encontró en la mayoría desde el banco del equipo masculino. Las mujeres que
estaban presentes en la banca del equipo femenino, se dividieron entre quienes se dieron
cuenta de la situación y no dijeron nada y otras que simplemente no notaron lo sucedido.
Esta anécdota es la que más crudamente presenta lo burlesco y machista que podían
llegar a ser algunas acciones cuando hombres pertenecientes a la rama de fútbol
masculino del club se referían a mujeres jugando este mismo deporte, mirándolas en
menos y burlándose de ellas.
Durante un partido de las categorías más pequeñas, si bien no eran mujeres las que
estaban jugando en la cancha paralela, si lo eran la árbitro central y la guarda líneas, algo
que como ya he mencionado anteriormente era usual en partidos de estas categorías. No
por esto el hecho pasó desapercibido para el entrenador de la categoría sub 12, quien,
ante un cobro con el cual no estaba de acuerdo, le reclamó minimizando su capacidad de
cumplir con las exigencias de un árbitro debido a su género. La frase exacta fue “¡No, no!
No, no sabe nada… mejor que se vaya a la cocina porque acá está puro hueveando” ante
lo cual un jugador que se encontraba en la banca se rió a carcajadas. El resto se dividió
entre quienes sonrieron y quienes no reaccionaron al hecho. Esta situación
conjuntamente con la anterior posicionan a la mujer en un espacio totalmente diferente y
opuesto al fútbol, en este caso la cocina. Por lo tanto, al no estar en “su” espacio de se
transforman en objeto de burla o de crítica, las cuales fueron realizadas por los habitantes
masculinos de este espacio también masculino.
Cambiando de sujeto de referencia, una situación que sucedió durante el entretiempo de
un partido tuvo como protagonista a Baltazar, quien al observar como corría el arquero
rival hacia el arco que le correspondía -intercalando zancadas con saltos a una baja
velocidad-, le comenta a Cristian: “El trote amariconao que tiene ese, mira” comentario
que no tuvo respuesta por parte de su receptor. Esta anécdota deja entrever como ciertas
características que se asumen femeninas, fueron identificadas y permitieron la burla hacia
quienes las realizaban, dejando formas aceptables y otras no aceptables de correr para
los futbolistas, según este personaje.
Otra situación en donde se hizo mofa de las supuestas características femeninas de un
jugador fue durante un partido en el cual un rival tenía el pelo largo. Los jugadores de la
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banca, cada vez que pasaba frente a ellos, se burlaban haciendo sonidos agudos y
gritándole “gay”, además de insultos que son utilizados para hacer referencia despectiva a
la homosexualidad como “maricón” y “hueco” entre otros. Estos improperios y mofas hacia
el jugador rival se incrementaron con el paso del tiempo, debido en parte al marcador
adverso que enfrentaba el club al cual investigué, lo cual no provocó ninguna reacción por
parte de ninguno de los presentes, aun cuando fue bastante alto el volumen en el cual los
chicos realizaban estas burlas. El pelo largo, por lo tanto, pasó a ser una nueva
característica en la lista de cualidades no masculinas observadas en la investigación, de
lo cual se desprende que habían ciertas características que debían estar presentes en un
hombre para que así no se tuviera duda de que era tal, siendo una de ellas el pelo corto.
Por otro lado, durante un partido, el doctor del club estaba sentado en la banca junto al
resto del cuerpo técnico y no le gustó que los jugadores del equipo rival hicieran faltas y
los jugadores de su equipo no reaccionaran, sobre todo porque iban perdiendo. Esto lo
comentó en voz alta y sin ningún receptor particular diciendo: “Somos muy mamones
hueón… No estamos siendo recios. Ellos nos pegan y nosotros no hacemos nada… es
como si les gustara que les pegaran”. Baltazar lo miró y asintió con la cabeza. Fue el
único que le respondió algo. Es ésta palabra significada como una característica de la
resistencia al dolor, además de la capacidad de provocar daño, la que entendían, en este
caso el doctor y Baltazar, necesaria para jugar, ya que sin ella los jugadores pasaban a
ser mamones, lo cual significa lo opuesto a recio, es decir débiles.
Por último, durante un partido sucedió una situación distinta a las demás, debido a que las
burlas ocurrieron debido a una discriminación por la apariencia física. El protagonista de
ésta fue el guarda líneas que corría frente a la banca donde me encontraba. Él era blanco
de bromas y mofas por parte de Santiago debido a la manera en la cual corría, además de
la forma en la que le apretaban los pantalones y la polera. El paramédico se refería al
guarda líneas como “mariposón” por los saltos que daba al correr. Los sobrenombres
“chancho” “embutido” “rechoncho” y “guatón” tenían como objetivo burlarse del sobrepeso
que aparentaba tener el guarda líneas, además de la manera en la cual corría. El
paramédico hacía estos comentarios con nosotros y con los demás miembros de la
banca, algunos reían a carcajadas cuando realizaba un chiste nuevo, otros nos quedamos
sin reaccionar a los comentarios.
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SEGUNDO TIEMPO: ANALISIS
A partir de las notas de campo, los resultados pueden ser divididos en tres grandes
conceptos que configuran la performatividad de la masculinidad dentro del contexto de las
categorías menores de un equipo de fútbol, las cuales describiré minuciosamente una por
una con el fin de detallar cómo se llevan a cabo estas performances y bajo qué acciones
se sustentan. Los conceptos resultantes se basan en la construcción de distintos sujetos
que a lo largo de la investigación surgieron como los principales protagonistas dentro de
este mundo social, los cuales son: el hombre, el hombre homosexual y la mujer, siendo la
construcción de cada uno de estos sujetos una categoría de análisis diferente. Por último,
para densificar los resultados me apoyaré en las entrevistas realizadas, asumiendo la
importancia de las respuestas que los distintos actores entrevistados tienen sobre estas
líneas de análisis. La construcción de la masculinidad hegemónica local se realiza a partir
preponderantemente de la relación y diferenciación de ésta con la construcción a su vez
del sujeto homosexual y de la mujer. De esta manera comenzaré detallando como se
constituye el personaje del hombre homosexual, luego la mujer y finalmente el hombre,
quien a partir de su relación con la mujer y el homosexual forma esta construcción
normativa del hombre en este contexto específico.
Construcción del Homosexual
A partir de los datos conseguidos, se puede identificar como la masculinidad hegemónica
local adquiere forma a partir de la exclusión y señalamiento del sujeto homosexual como
personaje abyecto o simplemente el otro con quien se compara para así poder
diferenciarse. Como
nos menciona
Butler (2007), el hecho
de naturalizar la
heterosexualidad le da unidad interna al género, por lo que es una característica que lo
reglamenta como forma de diferenciación entre lo femenino y lo masculino. Cualquier
sujeto que no adscriba a esta “regla” es sindicado y caracterizado como el “otro” o
“abyecto”, siendo el homosexual el principal actor que adquiere este calificativo, al no
cumplir con el causal sexo, género y deseo naturalizado por la heternorma (Butler, 2007).
Esta forma de “vigilar el género” al denigrar al homosexual adquiere protagonismo a su
vez, al cumplir un papel preponderante para construir no solo la masculinidad hegemónica
local sino también la hegemonía interna dentro de los propios jugadores del club, la cual
como nos menciona Demetriou (2001), es aquella ascendencia que adquiere un grupo de
hombres frente al resto de los hombres. Un testimonio bastante explícito sobre cómo
recibirían a un jugador homosexual dentro del equipo, demuestra de qué forma se ponen
en prácticas los anteriores supuestos teóricos:
61
“...sí pasa mucho que la mayoría son homofóbicos te diría, o sea ven
alguna persona que es gay o tiene ciertas características que uno cree que
puede ser, yo creo que le hacen bullying total, o sea habla muy mal de
ellos, hablan mucho de mujeres, de salir con ellas y estar con esta otra y
tener muchas mujeres, como que es muy llamativo pa ellos porque los
hace como ser más hombre y verse mejor dentro del equipo…”
(Entrevistado C).
En la cita anterior se puede interpretar cómo la homofobia es complementada por la
continua necesidad de buscar actividad sexual con las mujeres (Doull, Oliffe, Knight y
Shoveller, 2013). La relación de los jugadores con las mujeres a través de esta búsqueda
será ahondada cuando se revise la construcción de la masculinidad hegemónica local
dentro de este contexto, aunque al ser el hombre homosexual un actor totalmente ajeno a
este comportamiento, complementa su descripción a la construcción de la masculinidad
aspirada, ya que al separarse de estos gustos, renuncia a la heterosexualidad y por lo
tanto a la masculinidad hegemónica local. Esta exclusión se complementa con la
incomodidad que el homosexual provoca dentro de un espacio totalmente habitado por
jugadores, en donde este sujeto es visto como una amenaza al estar presente ante
futbolistas desnudos, como responde el entrevistado A en una de sus respuestas:
“Para mí sería igual complicado, porque estas conviviendo con la persona
que claro, le gusta la persona del mismo sexo y van en un camarín donde
generalmente uno ya, no se po, claro te bañai, te bañai con él al lado… no
es lo mismo estar en una cancha que en un camarín porque claro están
ahí todos los compañeros” (Entrevistado A).
Este mismo sujeto complementa estos dichos singularizando su sentimiento al respecto:
“La relación como te digo del homosexual con el futbolista en un camarín…
si tú me preguntai a mí, yo igual me sentiría incomodo, me sentiría
incomodo, yo los respeto y todo, no tengo nada en contra de ellos, pero en
el momento en que por ejemplo, ya si es un compañero fuera homosexual
me costaría mucho decir “no, sabí que, ven al camarín” porque estai
compartiendo con el todos los días” (Entrevistado A).
62
De esta forma se puede leer cómo los sujetos generan una forma de relacionarse a partir
de una homosociabilidad en donde se mantiene el orden heterosexual a partir de la
homofobia (Del Salto, 2011) a la cual, al parecer, todos adscriben, o por lo menos esa es la
sensación que tienen ambos entrevistados, quienes han pertenecido durante mucho
tiempo a planteles de equipos de las divisiones menores del club. A su vez, en la última
respuesta se puede deducir como el camarín es un espacio donde los sujetos reafirman su
masculinidad al denigrar lo homosexual (en Symons, 2007). El Entrevistado C
complementa estos postulados mencionando que a un homosexual dentro del plantel que
él habita “si le harían bullying, le faltarían el respecto en todo el equipo y no lo dejarían
estar”. Este bullying o fastidio hacia el homosexual se genera, según él:
“Por ser diferente, por tener distintas maneras de comportarse, por ser no
igual a los demás, por no tener los mismos gustos de hablar de mujeres,
de salir, de "oh que tengo polola, de que no tengo polola" quizás... quizás
decirlo, tener un compañero que asuma que es gay dentro del equipo ahí
puede ser peor porque ahí puede ser rechazado por muchos porque hay
muchas personas de nuestra edad que no saben que estudiar ni nada pero
si tienen claro que no les gusta el tema y que los van a molestar por
siempre.” (Entrevistado C).
Según la respuesta anterior se comprende al deporte como una actividad de gran
importancia en cuanto a la configuración de la identidad de género (Martín y García,
2011),
constituyéndose
a
partir
de
-entre
otras
cosas-
el
rechazo
hacia
la
homosexualidad, ya que como menciona el jugador durante la entrevista, la homofobia
está mucho más clara y latente que varias otras cosas. A su vez, las habilidades
deportivas son otra arista mediante la cual se pone a prueba la posesión de la
masculinidad deseada (Wellard, 2003; en Tivers, 2011), lo que permite denostar a
quienes no sean tan competentes en los deportes (Bowley, 2013). Lo anterior se plasma a
partir de una situación que tomó lugar en un entrenamiento, en donde el entrenador de
una categoría, al querer expresar el mal rendimiento que estaban teniendo sus dirigidos,
les recriminó de la siguiente manera: “¡Da lo pases más fuerte, no como si fueras
amariconado!”. Se puede deducir de la cita anterior que la fuerza y el vigor son
características propias de un hombre heterosexual que además juega al fútbol. Por lo
tanto, el hombre homosexual falla en alcanzar esta virtud al estar asociado con
características femeninas, lo cual lo posiciona como ejemplo cuando un futbolista no
63
juega de la forma en la que un hombre lo haría. Connell (2003) realiza el mismo ejercicio
que el entrenador, caricaturizando al sujeto no masculino a partir de la comparación con
las características otorgadas a la masculinidad hegemónica. Esta autora señala que este
sujeto es “pacífico en lugar de violento, conciliador en lugar de dominante, casi incapaz de
dar un puntapié a una pelota de fútbol, indiferente en la conquista sexual, y así
sucesivamente” (p. 103-104).
Los hombres son los principales jueces que clasifican y conceden la aceptación en el
reino de la virilidad (Kimmel, 1997), ante lo cual siempre quien quiera acceder al
beneplácito de sus pares futbolistas tiene que diferenciarse lo más posible de mujeres,
niños u homosexuales (Téllez y Verdú, 2011). Si esto no sucede, aparecen comentarios
como el realizado por un entrenador del club, al observar a un rival que para su criterio no
corría como lo debería hacer un hombre. Ante esta situación comentó: “El trote
amariconao que tiene ese, mira”. Lo anterior va a concordar con lo que Butler (2007) nos
menciona sobre la performance de la masculinidad, la cual se realiza a partir de la
teatralización de las características atribuidas al hombre. Al no ser así, estos sujetos son
entendidos como abyectos al no pertenecer a lo construido como natural, lo que en
palabras de la autora son definidos como “imposibilidades lógicas desde el interior del
campo” (p. 73), al contradecir las categorías naturalizadas. Esto sucede en el momento
cuando un jugador de fútbol realiza una performance no masculina al trotar de manera
“amariconada” o poco masculina, siendo merecedor de la exclusión de la virilidad por
parte de los demás hombres.
A su vez, Gil (2002) nos menciona que el acto performativo también está constituido por
prácticas discursivas, las cuales tienen bastantes repercusiones en las maneras de
construir al sujeto masculino hegemónico dentro del contexto. Estas formas de performar
lingüísticamente
han
sido
acompañadas
de
una
característica
que
va
a
ser
exclusivamente de uso masculino; la violencia (Messner, 1990). La violencia es justificada
por la posición de dominación que el hombre ocupa dentro de la sociedad, siendo éstos
los únicos sujetos autorizados para ejercerla (Connel, 2003). La cita del párrafo anterior
es un claro ejemplo de cómo se utiliza esta violencia para demostrar esta jerarquía que
tiene la masculinidad hegemónica local frente a quienes son percibidos como
homosexuales. Estas agresiones verbales no siempre están presentes al hacer referencia
a esta condición sexual; la burla es también muy utilizada por parte de jugadores y
entrenadores para demostrar que la homosexualidad no se toma en serio en este lugar,
64
siendo excluida ya no solamente a través de la violencia explícita para demostrar qué es
lo que no se espera, sino también a partir del humor y muchas veces el deseo de dejar en
ridículo a alguien para así demostrar a los demás que es lo aceptado y que no. Esto fue lo
que sucedió durante un partido en el cual un rival tenía el pelo largo y los jugadores de la
banca, cada vez que pasaba frente a ellos, se burlaban haciendo sonidos agudos y
gritándole “gay”, además de insultos que son utilizados para hacer referencia despectiva a
la homosexualidad. Esta situación se complementa con la respuesta del entrevistado C
quien se refiere explícitamente a la relación entre burla y homosexualidad, como se puede
ver a continuación:
“Muy pocas veces nos pasa en la mente el tema de los homosexual, de
tener un compañero gay y salvo una vez salió el tema y lo hablamos y
dijimos, que si se dice que no sería permitido, que cómo va a existir un gay
dentro del equipo porque va a ser, como el chiste dentro del equipo”
(Entrevistado C).
A través de los últimos dos ejemplos se puede ver como los niños aprender a utilizar la
violencia y transformar distintas emociones en ira hacia otros (Abarca y Sepúlveda, 2000),
a la vez que características que no cumplen con las demandadas de heterosexualidad son
utilizadas con significados simbólicos para reafirmar la jerarquía del hombre ante cualquier
forma de feminidad (Bowley, 2013), como sucedió en la penúltima situación descrita, en
donde se insultó a partir de categorizaciones que son denigrantes para la masculinidad
hegemónica (como lo es la palabra gay), a quien entienden no posee las características
masculinas necesarias (pelo corto) para jugar fútbol, siendo ésta razón suficiente para
burlarse de él al no performar la masculinidad hegemónica local.
Por lo tanto, a partir de caracterizaciones del sujeto homosexual, realizadas muchas
veces a partir de burlas, comparaciones y agresiones verbales, se construye un sujeto
que amenaza la forma de performar la masculinidad hegemónica local asociada al jugador
de fútbol, ya que las diferencias entre estos dos no son radicales. Por esto siempre es
posible encarnar al sujeto marginado, perfomando una masculinidad débil, que no
comparte gustos y costumbres heterosexuales, o bien ostentando características que lo
alejen de esta masculinidad normativa. Esto provoca que el imaginario que los jugadores
y entrenadores tienen sobre el sujeto homosexual juegue un rol fundamental en la
construcción del futbolista ideal, que es quien ocupe el lugar hegemónico dentro del
65
mundo que investigué, ya que siempre se debe estar comparando y diferenciando con él
para saber si la masculinidad que se performa es o no hegemónica, transformándose así
en un punto de medida de ésta.
Construcción de la Mujer
Otro personaje fundamental en la construcción y performatividad de la masculinidad
dentro del fútbol –específicamente dentro de las divisiones menores del club al cual
investigué- es la mujer. Como ya he mencionado durante el marco teórico, y se ha podido
evidenciar a partir de los datos de campo recogidos, este personaje surge a partir de la
relación que establece con el ideal de hombre que se busca encarnar alrededor del fútbol.
Butler (2007) coincide con esto cuando menciona que el género solamente existe en
relación con un significado opuesto, lo cual se plasma a través de la generización de este
deporte como práctica exclusivamente masculina, privando así a la mujer de realizar esta
actividad o bien, al menos, despertando el rechazo de los jugadores hacia quienes osan ir
en contra de esta idea. Así lo demuestra el Entrevistado C a partir de la siguiente
respuesta ante la pregunta de por qué pensaba él que en Chile no se destacaba la
práctica del fútbol femenino:
“Entonces uno lo que ve es que claro, las mujeres en general no optan por
jugar futbol porque creen que es un deporte más brusco, más bruto…
opiniones de amigas que yo he tenido que le gusta un poco que no optan
por jugar porque opinan que el futbol es un poco más brusco ¿cierto?, más
agresivo; entonces optan por hacer un deporte más liviano, más artístico.
Quizás si con harta personalidad y todo, pero sacando un poco lo del lado
brusco que las puede perjudicarlas a ellas, entonces sí, optan por jugar
vóley, basquetbol (que igual es un deporte pero no tan brusco como el
fútbol), entonces lo que yo veo y lo que yo creo que el equipo ve en sí es
que el deporte de la mujer chilena acá y el futbol no se ve bien porque ellas
mismas hacen que no se vea bien: no optan por jugar, no se creen
capaces de poder hacer más juego, entonces por eso no va creciendo el
fútbol” (Entrevistado C).
Al realizar esta afirmación, el jugador entiende que existen diferencias excluyentes entre
hombre y mujer, lo cual a su vez consiste en una performance del género desde los actos
de habla, ya que como menciona Althusser (1970; En Córdoba, 2003), el decir algo
equivale a realizar algo. El entrevistado C fundamenta esta diferenciación/exclusión a
66
partir de testimonios de amigas, las cuales en sus propias palabras optan por no jugar ya
que se sienten incapaces de practicar este deporte, siguiendo los postulados de
Montenegro, Martínez-Guzmán y Pujol (2014) cuando afirman que todos nosotros
performamos nuestro género, muchas veces sin saberlo, concordando con las
implicancias que estos relatos tienen tanto en ellas como en el entrevistado. Esta
exclusión es manifestada abiertamente por el mismo sujeto al complementar su respuesta
diciendo que “nosotros en Chile caemos en un hoyo donde las mujeres creen en no ser
capaces y los hombres caen en lo mismo de que ellas no son capaces de poder jugar”,
proporcionando una performance que se basa en el supuesto de la esencialidad del
género, concibiendo de esta manera la exclusión, y por lo tanto la exclusividad de la
práctica del deporte, por parte de los hombres. Además, el entrevistado se basa en los
relatos de jugadoras que conoce, posicionando en ellas la responsabilidad de no jugar
fútbol al optar por practicar otros deportes que estén más acordes con sus características,
dejando de lado a todas las mujeres que sí prefieren jugar, perdiéndose así el argumento,
o al menos, quedándose sin tener en cuenta la parte que sí realiza la actividad,
transformándose en un hipótesis incompleta.
Otro caso donde se refleja el rechazo –y caricaturización- de la práctica del fútbol por
parte de las mujeres sucedió durante una jornada de partido, al estar jugando las
categorías femeninas y masculinas del club en simultáneo y en canchas contiguas, lo cual
permitía que las bancas de ambos equipos estuvieran muy cerca la una de la otra. El
hecho sucedió cuando, desde la banca del equipo femenino, le gritaron a una jugadora
que se acercaba al área rival con el balón “¡dale, dale, metete hasta la cocina!” queriendo
referirse a que avanzara lo más que pudiera. Al escuchar esto, el utilero del equipo
masculino saltó del banco y gritó “es que están acostumbradas, jajaja.”, haciendo
referencia al imaginario machista que posiciona a la mujer como dueña de casa antes que
cualquier otro rol. Esta situación es muy parecida a otra protagonizada por el entrenador
de la sub 12 quien, durante un partido que arbitraba una mujer, se quejó ante ésta por un
cobro que le pareció injusto, reclamando de la siguiente manera: “¡No, no! No, no sabe
nada… mejor que se vaya a la cocina porque acá está puro hueveando”
Estas situaciones dejan de manifiesto, a partir no solo de los comentarios del utilero y el
entrenador respectivamente, sino principalmente a través de la complicidad traducida en
la risa de los jugadores presentes en ambas situaciones, cómo la masculinidad dentro del
club se moldea a partir de la subordinación de la mujer dentro de un espacio que se
67
entiende como exclusivamente masculino, siendo esta relación fundamental en la
construcción de la masculinidad hegemónica dentro del deporte (Bowley, 2013), ya que
mantendrá “en su sitio” a las mujeres (Martín y García, 2011) a partir de la discriminación
y caricaturización de ellas como amas de casa, las cuales deberán estar cocinando, ya
que eso es lo que saben hacer –o por lo menos están acostumbradas al lugar-. Este tipo
de situaciones sirve de base para la construcción de vínculos entre los sujetos dentro del
contexto, siendo el menosprecio de las características femeninas la base de estas
relaciones, las cuales deben ser advertidas no solamente en mujeres sino que en
hombres también, incluyéndose ellos mismos (Pringle, 2005). Por último estas situaciones
coinciden con lo indicado por Bourdieu (2000) en cuanto a la posición en el campo de lo
privado que ocupa la mujer, específicamente lo referido a hacerse cargo de los trabajos
domésticos y el cuidado de la familia, generando la apariencia de una división natural
entre el espacio masculino (público) y el femenino (privado). Esto concuerda con las
burlas que realizan los hombres pertenecientes a la rama de fútbol del club sobre la
posición de la mujer, mencionando que no es dentro de una cancha de fútbol sino en la
casa, haciéndose cargo de las tareas domésticas, posicionándola de esta manera en una
escala inferior dentro del espacio público con respecto al hombre ya que este es su
espacio y no el de ella.
Otra forma en la cual se tradujo la idea de que las mujeres no juegan fútbol es a partir del
argumento biologicista de las diferencias entre ambos sexos, lo cual otorga al hombre
características inherentes que les permiten practicar deportes y otras actividades que
requieran gran desarrollo físico, apelando a la naturalización de la superioridad física de
hombres sobre mujeres. Un ejemplo de lo anterior lo realiza el Entrevistado A cuando
menciona que:
“Hay muchos más deportes, está el caso del rugby o deporte de mucho
más roce físico. Yo creo que esos deportes están hechos para hombres.
Para las mujeres hay el tenis, el voleibol, que son de menos contacto.
Como te digo, deporte de roce físico que siempre están en constante
contacto es más para hombre, siempre están en constantes lesiones,
golpes, fracturas y todo eso. Quizás algunos son más para hombre y la
mujer ha tomado muy poco peso ahí.” (Entrevistado A).
El entrevistado hace hincapié en la importancia de la presencia de lo que él nomina “roce
físico” para separar deportes para hombres y deportes para mujeres, siendo esta
68
característica sinónimo de fuerza, poder físico y la disposición de aceptar e ignorar el dolor,
lo cual menciona Pringle (2005) está asociado al triunfo deportivo, siendo así una
característica distintiva de los hombres, para así generar estatus entre quienes son
hombres y quienes no (Inkle, 2014). Por lo tanto, el deporte sirve como uno de los últimos
bastiones en los cuales de la masculinidad hegemónica, al generar el espacio para que los
hombres se prueben a sí mismos como tales a la vez que se diferencian de la mujer
(Tivers, 2011). Continuando con esta idea el Entrevistado C ahonda en lo ya esbozado por
parte del Entrevistado A en cuanto a la diferencia del hombre y la mujer dentro de la
práctica del fútbol:
“se podría decir que el hombre tiene más (…) somos más líderes, tenemos
más fuerza o más técnica o podemos aprender más rápido del fútbol
porque desde chicos lo único que pensamos es fútbol, fútbol y el deporte
aquí se lleva en la sangre del ser chileno, pero también en el caso de
muchas mujeres también pasa pero no es bien visto porque, eh… después
sacan un cuerpo de... hombre se dice mucho, que no parecen o no son
afeminadas o en el caso nuestro, nosotros cuando nos hablai de equipo
como de algún equipo de mujer altiro pensamos que son... no son mujeres
que tenemos en la idea normal, sino que son mujeres con más cuerpo,
más físico, son más grandes quizás que nosotros y la verdad que no
parecen tanto mujeres entonces como, claro se podría decir que es un
deporte más para hombres porque te saca más cuerpo, más personalidad,
uno es más fuerte en la cancha y por ende es más fuerte en el día a día…”
(Entrevistado C).
El entrevistado A retoma lo dicho en la anterior cita refiriéndose a la mujer futbolista en
similares términos, ahondando nuevamente en las características físicas de ésta,
criticándola por performar un cuerpo no femenino:
“Cuando estaba en (…) veía de repente jugar a las mujeres. Las mujeres
tienden a, no todas, caminar como hombre, empiezan a perder cosas de
mujeres, las expresiones, como hablan, tienden a creerse un futbolista.”
(Entrevistado A).
La caricaturización de las mujeres que juegan fútbol coincide con los postulados de Kolnes
(1995; en Symons, 2007) en cuanto a la constante prueba acerca de su feminidad a la cual
69
son expuestas las mujeres que se desarrollan en “espacios masculinos”, donde deben
desarrollarse muscularmente para el mejor desempeño en la actividad. El rótulo que utiliza
el jugador entrevistado de “mujer normal” va en detrimento del sujeto que él está
describiendo como futbolista mujer, esencializando una vez más la forma en la cual el
género debe ser performado, acción que según Butler (2007) siempre tiene consecuencias
políticas, ya que define qué es lo que pueden o no pueden hacer estos géneros, tildando
de abyecto a quienes se posicionen fuera de estos espectros de posibilidades (Butler,
2004; en Martínez-Guzmán, 2011). Consiguientemente, la consecuencia es demostrar una
forma de ser mujer, la cual, debido a que las características enumeradas como no
masculinas están en directa relación con la práctica de fútbol, prohíben su práctica para
quien quiera mantenerse en los estándares normativos de mujer. Por lo tanto, como queda
demostrado en la última cita, los postulados de Tivers (2011) sobre la estigmatización de
las mujeres que desarrollen un cuerpo vinculado a la performance del género masculino,
éstas serán catalogadas como masculinas, ya que el deporte es masculino y por lo tanto
las mujeres que practican deporte a su vez desarrollan su cuerpo de manera que “no
parecerán tanto mujeres” en palabras del propio Entrevistado C.
Por último, el Entrevistado B apela también a la genética y la biología para amparar el
hecho de que se entienda al deporte, y al fútbol en particular, como estrictamente
masculino. Su planteamiento es el siguiente:
“hay un semblante que es el que trae y hay genes que trae más el hombre
que la mujer nomás. La mujer puede ser más valiente que un hombre. La
mujer pasa por cosas más fuertes que un hombre en su vida. El hecho de
tener un hijo ya es una cosa totalmente fuerte que nosotros no la vivimos
como hombres, pero lo que es ya el deporte, y prácticamente ligado a esto
que es el futbol, siempre está mandando más, genéticamente, el hombre.”
Nuevamente se puede identificar, a partir de la capacidad del futbolista de desarrollarse
en un ambiente violento, cómo los hombres deben enfrentarse a situaciones peligrosas
voluntariamente, ya que de lo contrario, dice Godelier, (1986; en Téllez y Verdú, 2011)
estos no alcanzan el rótulo de verdaderos hombres. De esta manera la comparación del
parto para referirse al sacrificio y la valentía de la mujer, serán recalcados para demostrar
que las mujeres solamente deben enfrentar el peligro en este preciso momento, en
detrimento de los hombres quienes siempre deben estar enfrentándose a situaciones
peligrosas (Godelier, 1986; en Téllez y Verdú, 2011). Esto provoca la constitución de la
70
naturaleza como ley, que a su vez construye las categorías excluyentes de hombre y
mujer, siendo éstas asumidas como preexistentes, ilusión que se cimenta con la
repetición y reproducción del manejo de los cuerpos (Gil, 2002). De esta forma, el
Entrevistado B utiliza el recurso de la genética para zanjar la diferencia y el predominio del
hombre sobre la mujer en el fútbol, argumento que al ser innato, es decir proviene del
orden establecido, no puede ser modificado por las personas, y por lo tanto no puede
generar debate, ya que es la naturaleza y no el comportamiento humano el que está
organizado de esta forma, perpetuando así el orden genérico presente en este deporte, o
al menos, en este contexto.
Otra manera en la cual se construye a la mujer dentro de las categorías menores del club
es a partir de la heterosexualidad y la manera en la cual la mujer muchas veces es
asumida como un objeto sexual a disposición del hombre. Esto quedó demostrado
cuando el entrenador de una categoría y un paramédico recordaban cuando un jugador
fue a celebrar con su polola, al mismo tiempo que todo el equipo se abalanzó sobre el
goleador y de paso sobre ella también, a lo cual el entrenador de esta categoría se refirió
de la siguiente manera: “viste como todos los cabros le corrieron mano a la polola del
Pepe (…) tiene que morir piola el hueón, si al final lo que pasa en la cancha queda en la
cancha, jajajaja”. La metáfora que utiliza este entrenador para validar el acoso de los
jugadores hacia la pareja del autor del gol tiene como tema de fondo el hecho de que ella
pasa a despersonificarse, en el sentido que quien se entiende que puede estar molesto
con la situación es su pareja, es decir, otro hombre, y no quien fue víctima de la situación.
En correlación con lo anterior, Connell (2003) menciona que la subordinación de las
mujeres y la posición dominante de los hombres sobre ellas son los pilares a partir de los
cuales se reproduce el patriarcado, el cual se relaciona estrechamente a la masculinidad
hegemónica dentro de este contexto, en donde la mujer presente será novia o pareja de
un hombre, perdiendo así sus características particulares, excluyéndola, por lo tanto, de
cualquier tipo de reacción válida ante la agresión recibida.
Esta construcción de la mujer como un sujeto sin subjetividad digna de ser tenida en
cuenta por parte de los jugadores, sino más bien como aquella que cumple una función
meramente de acompañamiento y de satisfacción de las necesidades sexuales de los
mismos, queda ilustrada en la siguiente situación, a partir de un comentario hecho por un
utilero del club al ver un error de un jugador: “Este cabro era bueno… lo que le pasó es
que la concha los vuelve locos a estos hueones, piensan que se va a acabar”. Al igual
71
que en la cita anterior, la connotación sexual del rol que cumple la mujer dentro de este
contexto es tan relevante que se transforma en una característica perjudicial para los
jugadores, lo que genera una relación con éste en donde, a partir de la heterosexualidad
natural que tiene lugar en este contexto, se performa como un sujeto insaciable en la
búsqueda de actividad sexual (Doull, Oliffe, Knight y Shoveller, 2013), convirtiendo a la
mujer en la responsable y receptora de esta actitud propia de la masculinidad
hegemónica. La heterosexualidad, al entenderse como natural y obligatoria genera una
relación binaria entre lo masculino y lo femenino, teniendo como práctica fundacional de
esta relación el deseo heterosexual (Butler, 2007), lo cual queda demostrado en las
anteriores situaciones donde este deseo era puesto en práctica dentro del contexto que
se estudió.
A su vez, dentro de esta última cita se puede identificar cómo la mujer es asociada a
características negativas. Aunque en este ejemplo ella las genera dentro del futbolista, en
otros casos es la mujer el punto de comparación para dar a entender los
comportamientos que no se esperan del hombre futbolista, generando así una forma de
percibir y autopercibirse en cuanto a lo que se debe y no se debe hacer para performar la
masculinidad hegemónica dentro del club, a lo que Abarca y Sepúlveda (2000) añaden
que, a partir de estos casos donde se construyen ambos géneros diferenciados y
antagónicos uno del otro, permiten que se genere a su vez una estructura de prestigio, en
donde se producen exclusiones y diferencias. Por lo tanto, lo que se hace al realizar esta
comparación, es sencillamente caracterizar cada uno de los géneros a partir de lo que
Castells y Subirats (2007; en Téllez y Verdú, 2011) llaman proceso negativo o reactivo, o
en otras palabras, que ser hombre significa fundamentalmente el no ser mujer. Esto se ve
reflejado en diversas situaciones. La primera sucedió durante un entrenamiento en el cual
un entrenador le recrimina a su equipo lo mucho que se demoraban, haciendo la
siguiente metáfora: “Que se demoran chiquillas ¿ah?... Parece como si se estuvieran
maquillando allá”. Esta clara referencia negativa al parecido con las mujeres que hace el
entrenador es complementada por otra situación de características similares, en donde a
razón de la misma molestia, el entrenador cambia sutilmente la frase diciendo: “¿Por qué
se demoran tanto? ¿Acaso se están poniendo la falda?”
A partir de estas comparaciones con las mujeres, los entrenadores enfatizan a sus
jugadores que la realización de conductas que entorpezcan la ejecución rápida de ciertos
comportamientos los hace merecedores de la denominación de mujeres, dejando entrever
72
que una de las características fundamentales de las mujeres es la severa preocupación de
su imagen, demorándose mucho en conductas tales como maquillarse o vestirse. Por lo
tanto, al ser catalogados como mujeres se demuestra que esta forma de hacer las cosas
es errada, ya que ser una mujer en este contexto es inferior a ser un hombre, por lo que
conductas que se asuman como femeninas no están permitidas dentro del contexto. Así, la
mujer –al igual que el homosexual- será el “no yo” que limita los contornos del sujeto
(Butler, 2007), en este caso el hombre, personificando todas aquellas representaciones y
discursos que son compulsivamente rechazados, lo cual permite que la masculinidad
encarne y estabilice de esta manera el género (Fuller, 1997; en Abarca y Sepúlveda,
2000). Por lo tanto, aun cuando no estando presentes, tanto las mujeres como los
homosexuales van a ser interiorizados por parte de los jugadores, siendo ambos actores
“fantasmas fundantes” en palabras de Abarca y Sepúlveda (2000), a partir de los cuales,
mediante la constante comparación, fundan la identidad masculina hegemónica.
Por último creo necesario rescatar dos situaciones en las cuales se atribuyen
características innatas a la mujer, las cuales están directamente asociadas a su rol de
madre y su sensibilidad, las cuales, como podemos observar, los jugadores piensan que
vienen con ellas, que a partir de ser mujeres las poseen, generando así una conjunto de
rasgos propios al género femenino, definiéndolas como particulares y diferenciándolas del
resto (Martínez-Guzmán, 2011). Es así como el entrevistado A hace referencia a estas
características:
“tener una profesional mujer que te de consejos, que te hable diferente,
que vea las cosas en otro punto de vista y te diga "sabí que estay haciendo
esto bien, esto mal" es distinto que te lo diga un hombre porque, claro, el
trato también a veces es distinto, el punto de vista que ellas tienen es más
de, quizás de una mamá o una hermana a que propio papá o un hermano
que es lo que hacen los profesores muchas veces es bueno, muchas
veces te ve haciendo un trabajo mal, entonces yo creo que si cambiaría
harto eh... tener alguna profesional mujer” (Entrevistado A).
Palabras que serán muy parecidas a las que emitió el Entrevistado C:
“yo creo que incluso su voluntad puede ser mejor recibida que la de un
hombre por el hecho de que sea mujer entonces tiene una manera de decir
las cosas y de entregarte las cosas distintas, entonces al final uno se
73
termina encariñando con la gente, más si es mujer y todo que… claro te
dicen “uno se encariña con todos”, pero quizás con una mujer, que tiene
esa sensibilidad como de mama incluso a veces, como que termina
encariñándose por lo mismo, porque sentí que es como tu mama, que te
protege, porque te cuida, porque realmente siempre te da consejos, es
como más que nada eso. Al final sorprende, pero se termina encariñando
con la persona” (Entrevistado C).
De esta manera se refiere a la mujer como alguien que desarrolla la sensibilidad y los
afectos dentro de las relaciones interpersonales, concordando con lo que Téllez y Verdú
(2011) entienden que genera la heteronormatividad, la cual instaura ciertos modelos
performativos para cada género, los cuales cuentan con ciertos trabajos, colores,
sentimientos y características que les son propios a cada uno. De esta manera la
sensibilidad y la expresión de ésta misma serán particularidades adjudicadas al género
femenino, lo cual se traduce en que las mujeres sean incapaces de expresar emociones
agresivas o violentas hacía otras personas (Inckle, 2014) otorgando, en contraste, las
expresiones violentas y la inhibición de los sentimientos como características
fundamentales de la masculinidad hegemónica (Abarca y Sepúlveda, 2000). El hecho de
que en estas dos citas se constituye a la mujer adulta como sinónimo de madre, le quita
cualquier otra particularidad que no suscriba a este rol, ya que es a partir de él que este
sujeto es construido por parte de los jugadores. Madre que también tiene particularidades
propias e innatas de su condición, volviendo nuevamente a naturalizar las diferencias
entre hombres y mujeres.
En conclusión, la construcción de la mujer se realiza dentro de este contexto a partir del
hiperdesarrollo de las emocionalidad, las características biológicas y sociales que no le
permiten realizar la práctica del fútbol –y de los demás deportes “de contacto”-, además
de la caracterización como objeto sexual y a su vez como distracción para el hombre,
características que toman forma a partir de las constantes comparaciones para demostrar
las conductas que no se esperan por parte de los jugadores o sencillamente no se
permiten, las cuales constantemente tienen como fin el vigilar el género en el sentido que
el orden “natural” se mantenga y se siga reproduciendo. Es con este objetivo también que
se asume que las mujeres, al ser frágiles y no fuertes como los hombres, no tienen que
estar jugando fútbol ya que esta práctica es innatamente masculina. Además las mujeres
no cuentan con las características necesarias para jugar este deporte, correspondiéndoles
74
el espacio privado y no uno público como lo es la cancha de fútbol. Por último, el rol de
madre o la caracterización de las mujeres como sujetos llenos de sensibilidad, también
ayuda a construir un personaje que esta encasillado en limitadas formas de poder
performar la mujer, adquiriendo siempre características diferentes y opuestas al hombre,
ya que de otra manera no está siendo, en palabras del Entrevistado C, “una mujer
normal”.
Construcción del sujeto hombre
Como se ha demostrado a lo largo de la caracterización de los dos anteriores
protagonistas presentes dentro del contexto –el hombre homosexual y la mujer- en el cual
llevé a cabo esta investigación, el hombre se construye, se performa siempre en relación
a otro. Lo cual coincide con los postulados de Butler (2007) quien entiende que el género
solamente existe a partir de la relación que éste tenga con otro opuesto, siendo por lo
tanto, la mujer ese opuesto con el cual compararse para performar al hombre. Entonces,
al señalar que la mujer se constituye como un sujeto débil, frágil y con una gran capacidad
de expresar sus sentimientos, el hombre por su parte debe ser fuerte, capaz de recibir
agresiones e incapaz de expresar lo que sucede emocionalmente en él. Lo anterior es
producto del contexto específico en el cual se construye este tipo de masculinidad
hegemónica, concordando con el concepto de posicionalidad propuesto por Zambrini y
Iadevito (2009) el cual se refiere a que cualquier concepto de construcción identitario tiene
directa influencia del contexto sociocultural en el cual se genera, el cual en este caso es
las categorías menores de un club de fútbol profesional. Una cita que condensa todo lo
anteriormente mencionado es la reflexión que hace el Entrevistado C sobre las
características que se le exigen al jugador de fútbol dentro de este contexto específico:
“…pero sí de chico te enseñan a ser agresivos, a recibir comentarios así
como tu decí claro "un juego pa hombres" "por qué estay llorando, no tení
que llorar" "tení que meterle más" "si no le metí no serví pa esto" cosas
muy que quizás no tienen relevancia pero que si uno lo mira con el fondo si
está mal dicho, te pueden tratar de diferente manera o pueden decirte las
cosas distintas y el por qué. Porque pasa mucho que los profesores te
exigen y a veces uno no sabe porque te exigen ciertas cosas, te dicen que
seai agresivo pero no saben el por qué, solo uno ve y trasmite su
agresividad porque los demás te agreden también, entonces en el fondo se
75
hace todo muy monótono, tanto, todos se agreden y uno no sabe por
qué…” (Entrevistado C).
En la respuesta del Entrevistado C se pueden identificar muchas frases comúnmente
utilizadas en el fútbol, las cuales también aparecen en los datos de campo siendo
mencionadas para demostrar cuales son los comportamientos que son y no son
permitidos dentro de un campo de fútbol –a lo menos del club- y que principalmente
aluden a las condiciones de fortaleza y capacidad de recibir agresiones con las que debe
contar un jugador de este club. De esta manera se irguen los cimientos para performar la
masculinidad hegemónica local, la cual constantemente debe estar confirmándose
(Badinter, 1996; en Del Salto, 2011) ante los propios hombres, quienes juzgan si encarna
este tipo de masculinidad o no (Kimmel, 1997). Dentro de estas frases encontramos “un
juego para hombres”, la cual refiere nuevamente al fútbol como una práctica
exclusivamente masculina, característica que a su vez se condice con otras como lo son
la fuerza, expresada en otra de las frases mencionadas por el Entrevistado C; “si no le
metí no serví pa esto”. Esta característica es asumida como necesaria para poder jugar
fútbol, lo que se traduce en que al jugador del club que no cumplía con esta característica
se le hacía notar, como queda demostrado en la siguiente respuesta por parte del mismo
Entrevistado C:
“Muchas veces uno no quiere ir fuerte a la pelota. En un choque contra el
rival la pierde, porque uno no fue fuerte, el miedo de que a uno le peguen
una patada. Entonces ahí salen comentarios, no de tus compañeros,
quizás de tus compañeros pero de los profes “’ ¡Oye!, ¿por qué vai así?
¡Tení que ir como hombre! ¡Tení que meterle! Ósea, ¿me estai
demostrando que no querí jugar?” En los entrenamientos pasa lo mismo.”
(Entrevistado C).
El “ir como hombre” es sinónimo de ir vehementemente a disputar una pelota, de
performar la fortaleza necesaria que debe demostrar el jugador de fútbol, aun cuando no
quiera hacerlo, ya que de lo contrario sufrirá el reproche de sus superiores y de los
mismos compañeros. Al ir fuerte al balón el jugador está demostrando ser fuerte,
inconmovible y poderoso, performance que tiene como propósito alejarse de las
características femeninas (Del Salto, 2011), diferenciándose de esta manera de
homosexuales, niños y mujeres (Téllez y Verdú, 2011), lo cual queda demostrado en la
76
siguiente revelación hecha por el Entrevistado A en las cual precisamente utiliza la
comparación para referirse a la similitud de debilidad con la encarnación de la mujer.
Mensaje que es entendido inmediatamente ya que su significado ya está interiorizado en
los futbolistas del contexto:
“si mi compañero me dice “oye, estai jugando como niña”, es un ejemplo
que se da… ósea es normal que te diga eso y que… claro, uno piensa
“jugar como niña es no tener la suficiente fuerza”, ósea está mal dicho
pero… como eso.” (Entrevistado A)
Al actuar como mujer –siendo débil o no lo suficientemente fuerte- se quiebra el acuerdo
tácito de comportarse acorde al género que se le ha asignado a cada persona, lo cual a
su vez tiene una consecuencia performativa ya que, al realizar este reproche, el mensaje
que se expresa es que se ha fallado en la expresión de las características innatas que
conlleva el género masculino, siendo performado éste a su vez, a través de actos de
habla (Butler, 2007). Por lo tanto, a partir de la repetición de acciones como esta, el
lenguaje adquiere poder y actúa sobre lo real (Butler, 2007) trasladando la performance
desde la teatralidad hacia las palabras, coincidiendo con Althusser (1970; En Córdoba,
2003) en cuanto a que decir algo equivale a hacer algo, por lo que los enunciados tienen
consecuencias de similares características a los actos corporales. Entonces, lo que se
está performando es la manera en la cual un hombre debe ser hombre, lo cual significa
principalmente no ser mujer, que en este caso se entiende como tener la fuerza y el vigor
que ella no tiene. Otro ejemplo acerca de esta forma de performar a partir de los actos de
habla ocurrió con una palabra en particular, con la cual se intentaba motivar a los
jugadores por parte del preparador físico de la sub 19 diciéndoles: “¡Vamos chicos, recios,
los quiero recios!” al realizar un trabajo agotador. Esta palabra se utiliza nuevamente en
otra situación donde se quiere hacer referencia a la capacidad de infringir daño al
contrario, la cual es utilizada por otro personaje, el doctor, quien dijo durante un partido:
“Somos muy mamones hueón… No estamos siendo recios. Ellos nos pegan y nosotros no
hacemos nada… es como si les gustara que les pegaran”
El uso de la palabra “recio” se utiliza para obtener un cambio por parte de los jugadores a
quienes se les note cansados o débiles, características que como ya he revisado son
opuestas a las que se esperan de un futbolista del club. Ahora bien, específicamente en la
segunda cita, el uso que se le da a la palabra “recio” es más bien para validar ciertas
actitudes violentas dentro de la práctica del deporte, lo cual muchas veces es exigido por
77
los entrenadores y los mismos pares. Acción que Martín y García (2011) explican a partir
de la función que cumple el deporte dentro de la sociedad, encauzando los instintos
violentos dentro de un espacio limitado, el cual en este caso es la cancha de fútbol. A su
vez, Messner (1990) menciona sobre la violencia aceptada dentro del deporte, que ésta
siempre debe estar “bajo las reglas”, lo cual le permite al jugador que realiza estas
acciones mantenerse exento de críticas morales ya que es bien visto por sus pares y
entrenadores al performar un “competidor agresivo”. Es precisamente este tipo de
competidor el cual falta según el doctor en la situación recién revisada, donde son los
rivales quienes están sacándole partido a esta validación de la violencia permitida, siendo
por lo tanto unos jugadores “recios”. Otro ejemplo de este tipo de violencia validada se
puede ver en el siguiente relato:
“…antes de los partidos el profe nos repite y te dice las cosas que estay
haciendo mal pero quizás no de buena manera sino "tení que entrar más
duro" "tení que entrarle por detrás y decirle tal cosa"” (Entrevistado C).
A partir de lo mencionado por el Entrevistador C, la violencia hacia el jugador rival está
siendo sindicada como una orden por parte del entrenador del equipo, quien como ya se
mencionó en un comienzo, es la principal autoridad dentro de un plantel, por lo cual era
muy difícil que el jugador no hiciera caso a lo que éste le indicaba. Esta incentivación para
llevar a cabo acciones agresivas en contra del rival es una de los tres tipos de violencia
que Kaufman (1989) llama el triángulo de la violencia masculina, en donde, además de
agredir a otros hombres, las mujeres y ellos mismos también son receptores de esta
misma. En las siguientes situaciones se puede ver cómo ambas violencias se llevan a cabo
a partir de comparaciones con características femeninas para dejar en claro que la
masculinidad hegemónica local se performa siempre que el hombre esté dispuesto a recibir
agresiones, transformando sus cuerpos en armas (Messner, 1990). De esta manera el
poder físico y la disposición a recibir dolor es una de las características asociadas a la
consecución de triunfo (Pringle, 2005), dado que la utilización exitosa de la violencia se
traduce en lograr alcanzar metas en muchos deportes (Messner, 1990). Lo anterior se
refleja en el comentario que hace el utilero luego de que un jugador se quejara al recibir
una patada, diciéndole: “Anda hueón… ¿qué andai reclamando? Si no te gusta anda a
jugar a las muñecas…”. Situación similar a la ocurrida cuando un entrenador se enfadó
debido al reclamo de un jugador porque a éste le habían pegado una patada, ante lo cual
78
reaccionó diciéndole: “Tení que comerte las patadas calladito, o si no mejor anda a jugar a
las Barbie…”
Dentro de estos términos, la violencia hacia uno mismo es un requisito para poder ser, en
palabras de Giulianotti (2005), un “verdadero competidor”, transformando las cicatrices y
heridas en símbolos que diferencian al hombre del niño (Inckle, 2014). Como queda
demostrado en las citas recién vistas, sumado a la capacidad para poder recibir golpes
por parte del hombre, estos a su vez no pueden demostrar molestia o dolor ya que esto
indica una falta de compromiso con la masculinidad al rechazar una característica
fundamental en la construcción de la masculinidad hegemónica local. Por lo tanto, esta
forma de performar al competidor fuerte y capaz de recibir agresiones es complementado
por la inhibición de las emociones por parte de los jugadores, quienes deben realizar lo
que se les dice, provocando así la represión de la esfera emocional, siendo omitidas sus
emociones y necesidades (Abarca y Sepúlveda, 2000). Esto se confirma al prohibírseles a
los jugadores quejarse ante cualquier circunstancia. Lo anterior, además de surgir dentro
de las dos citas preliminares, también queda demostrado durante un diálogo entre el
utilero y un jugador de la categoría sub 19, el cual sucedió de la siguiente manera:
“J19: No me trate así, yo no le he faltado el respeto a usted, hablemos con
respeto.
U: No me vengai na’ con hueás… no hueón te creí niñita y por eso no te
pueden decir nada.
J19: No, nada que ver. Yo a usted lo estoy tratando con respeto y le estoy
pidiendo que me trate igual, pero me responde igual o peor que antes. (El
jugador se retira de la escena, yendo a entrenar)
U: Anda a lavarte las hueás no más. Chao, chao. (Sigue balbuceando
algunos garabatos que no logro descifrar).”
Al insultar al jugador que demostró sus emociones acerca del trato que estaba recibiendo,
el utilero está dando el mensaje de que no solo se ignora su queja, sino que además se le
asignan características femeninas, relacionándose de esta manera al jugador con una
mujer, la cual como ya se ha revisado, es reconocida por expresar sus sentimientos. Esto
el utilero lo enuncia a partir de la realización de una práctica estereotipadamente atribuida
a las mujeres (jugar a las muñecas). La anterior difamación de la mujer en relación directa
a la masculinidad hegemónica local que se construye dentro de este ambiente, es uno de
79
los sustentos –siendo el otro el hecho de que todos los habitantes de este espacio sean
hombres- bajo los cuales se generiza y sexualiza el lugar, convirtiéndolo en un espacio
masculino (Valentine, 1993; Johnston, 1998; en Tivers, 2011). Es decir, el complejo
deportivo utilizado para la realización de entrenamientos y partidos de las categorías
menores del club es un espacio masculino, el cual permite que ciertas prácticas propias
de la masculinidad que ejerce hegemonía dentro de este espacio -como en este caso el
descrédito de las capacidades de las mujeres para practicar fútbol y la estereotipización
de éstas a partir de la designación de ciertas conductas y comportamientos- se lleven a
cabo sin ninguna oposición. De esta forma la generización del espacio provoca las
continuas referencias e invocaciones al fútbol como un deporte masculino, lo cual a su
vez no solamente es producto del ambiente masculino sino también, como mencionan
Kay y Jeanes (2008), a partir de una masculinización del deporte a través del
moldeamiento de éste para las habilidades masculinas. Lo anterior eclipsa la equivalencia
de hombres y mujeres en esta práctica, generando la idea de que el fútbol –entre tantos
deportes- es un deporte estrictamente masculino, lo que sirve de base para comentarios
como el realizado a continuación:
“Porque en relación a lo que es el futbol en forma… que fue siempre como
se inventaba y analizaba y visto que era un deporte rudo, que había que
chocar y era pa los hombres, le lleva muchos años de ventaja a lo que es
el femenino. No sé si en algún momento lo lograra equiparar, pero hoy en
día siempre sigue mandando el futbol pa varones.” (Entrevistado B).
La generización del espacio construye a su vez una forma de relacionarse que varios
autores llaman homosociabilidad (Del Salto, 2011; Kimmel, 1997; Messner, 1990; Symons,
2007) y que se fundamenta en normas y valores grupales, los cuales se basan
principalmente en la exclusión de las mujeres y la denigración de lo femenino y
homosexual (Symons, 2007). Dentro de estas formas de referirse a los homosexuales y
mujeres subyace un orden heterosexual que domina las relaciones entre los diferentes
actores presentes en este contexto (Del Salto, 2011), lo cual se traduce en homofobia y
sexismo, siendo muchas veces ocupadas con sujetos subalternos, un modelo ocupado por
los entrenadores para construir una identidad de género entre los jugadores jóvenes
(Messner y Sabo, 1994). Esta manera de performar la masculinidad a partir de la
denostación de las características entendidas como poco masculinas, muchas veces son
realizadas por entrenadores, llegando a fijar su atención en cosas tan pequeñas como el
80
color de los guantes del arquero. Esta situación sucedió durante un entrenamiento, cuando
un entrenador, al ver que el arquero ocupaba guantes de color rosados, le dijo: “…ahora
tenemos arquera”. El entrenador en este caso, al realizar esta intervención no solamente
performa la masculinidad hegemónica de forma interna, es decir entre los propios
hombres, sino también está realizando un ejercicio de hegemonía externa, o mejor dicho
una institucionalización del dominio de los hombres sobre las mujeres (Demetriou, 2001),
al caricaturizar a quien se asume, posee características femeninas, causando la burla de
los entrenadores y los propios compañeros, denunciando de esta manera la performance
de
una
masculinidad
subalterna
al
estar
su
comportamiento
relacionado
con
particularidades femeninas. De esta forma se coincide con lo que Gutmann (2000; citado
en Téllez y Verdú, 2011) menciona es la performance de masculinidad, la cual define no
solo como lo que los hombres dicen y hacen, sino que lo que “los hombres dicen y hacen
para ser hombres” (p.91). Es decir, no basta con realizar una acción desde la
posicionalidad de ser un hombre, sino que éste debe estar siempre actuando de forma tal
que la masculinidad que está performando sea correspondida con el estatus que el
contexto le ha otorgado, coincidiendo con la concepción de la masculinidad de Badinter
(1996; en Del Salto, 2011) quien menciona que ésta debe estar constantemente
reafirmándose.
Por último, otro mecanismo a través del cual se confirma la hegemonía, en este caso del
hombre heterosexual por sobre los homosexuales y las mujeres, es la referencia de la
penetración como acto violento mediante el cual se castiga o se infiere dolor. Esta
masculinidad está encima, en control, realizando la penetración, transformando así a las
mujeres y hombres penetrados en sujetos degradados y convertidos en objetos
merecedores de agresión sexual (Fair, 2011), ya que al ser penetrados han fallado en la
performance de masculinidad (Pascoe, 2005; Fair, 2011). Lo anterior es explicitado a
partir del siguiente diálogo que tuve con el paramédico en referencia a la charla del
entrenador a su equipo luego de que perdieran un partido:
“José: ¿Cómo estuvo la charla de ayer? Después de haber perdido un
partido increíble, ¿Estuvo cargado el café?
Paramédico: Así (pone las manos apuntando hacia arriba, paralelas y
puestas a una distancia aproximada al ancho de su espalda, haciendo
clara referencia al tamaño de un pene) ¡así de grande!... se la pasó por la
81
arena un rato (continuaba haciendo gestos con las manos, tratando de
recrear lo que estaba diciendo) y sin siquiera un escupito, jajajajaja.”
Al caricaturizar una penetración por parte del entrenador a los jugadores pertenecientes
al plantel que había sido derrotado, el paramédico feminiza a quienes son receptores de
esta acción (Fair, 2011), posicionando a los jugadores como sujetos dominados,
volviendo a relacionar nuevamente la característica femenina con la posición de
inferioridad ante la masculinidad hegemónica local que se encuentra en el lugar opuesto,
es decir, realizando la penetración. De esta manera queda demostrado como la violencia
es utilizada por la masculinidad hegemónica local para agredir, y de esta manera ejercer
su supremacía, ante todo aquel sujeto que no cumpla con los parámetros de esta
masculinidad, manteniendo así a los sujetos subordinados en su posición de inferioridad.
En conclusión, la masculinidad hegemónica local se construye a partir de ciertas
características que deben estar permanentemente confirmándose ante los demás
hombres. Estas características son primordialmente la fortaleza, la capacidad de inferir y
recibir agresiones -las cuales se enmarcan dentro de los parámetros legales del fútbol-,
siendo de esta manera vistos por los demás actores como grandes competidores, al
demostrar fortaleza física en la práctica deportiva. Esta situación repercute en que los
cuerpos de los futbolistas deben ser trabajados de manera ardua y dolorosa para así
performar el poder físico asociado a la masculinidad hegemónica (Messner, 1990) siendo
capaces de recibir agresiones graves por parte del resto de los competidores, lo cual es
requisito para alcanzar el triunfo dentro del fútbol. Las agresiones tanto físicas como
verbales deben ser aceptadas por parte de los jugadores ya que es repudiado aquel que
exprese su malestar frente a estas situaciones, lo cual comúnmente se asocia con
características femeninas al ser el hombre incapaz de expresar sus emociones, dejando
este ámbito para las mujeres. Por último las referencias despectivas hacia hombres
homosexuales y mujeres confluyen en generizar masculinamente el espacio en el cual
esta investigación se llevó a cabo, siendo las burlas e insultos en referencia a estos dos
sujetos naturalizadas por los protagonistas del contexto, los cuales a su vez eran en su
totalidad hombres, cualidad que les dió mayor comodidad para realizar las afirmaciones
recién revisadas, lo cual es decisivo en la configuración de las identidades de género
(Martín y García, 2011) por parte de los noveles futbolistas presentes en las divisiones
menores del club.
82
Vale la pena mencionar que a partir del material producido, se presentaron un par de
situaciones que no cumplían los requisitos de los otros sujetos caracterizados
anteriormente pero que igualmente tienen injerencia en la construcción de la
masculinidad hegemónica local. Estos sujetos, a través de comparaciones utilizadas para
hacerles notar cuales son las características esperadas y cuales no por parte de los
jugadores del club, fueron caracterizados y a su vez, diferenciados del hombre futbolista
del club, dejando claro a partir de esta práctica cual era “la manera más honorable de ser
hombre, lo que requerirá que todos los demás hombres se posiciones en relación a esta”
(Connell y Messerschmidt, 2005, p.832), o en otras palabras, la masculinidad
hegemónica.
El primer sujeto en el que ahondaré será del hombre gordo, quien es indicado como, en
palabras de Connell (2003), un tipo de masculinidad subordinada. Aun cuando no es la
principal en esta posición –lugar que ocupa el sujeto homosexual-, igualmente es referida
a partir de una estigmatización dentro del contexto del club a partir del cual siempre se
está refiriendo a quien la performe mediante burlas y sobrenombres que, si bien se
naturalizan dentro del espacio en el que entrenan las divisiones menores, tiene una
evidente repercusión en cuanto a la definición como otro, y no un sujeto que, a partir del
desarrollo muscular y poder físico, performa la masculinidad hegemónica (Tivers, 2011).
Acerca de este sujeto reflexiona el Entrevistado C a continuación:
“Por el aspecto físico, sí, claro. Eso es más motivo de burla. Muchas veces
hay uno más gordito y lo tratan de gordo, lo tratan de guatón. Quizás uno,
en todos lados aquí siempre va a haber un guatón, o a uno de tus amigos
que le decí “oye guatón, ven pa acá”, “oye, pelao”. Pero como uno no está
en el puesto del otro, uno no sabe si se va a sentir mal si le decí guatón, si
le decí gordo. Pero… uno nunca lo sabe, pero para mí es bullying, decirle a
uno gordo o guatón dentro de la cancha, pero ya se hace rutina, ya
llevamos un mes de esa manera y él se acostumbra.” (Entrevistado C).
Si bien el jugador entrevistado naturaliza el hecho de que “siempre va a haber un guatón”,
a su vez desliza cierto grado de autocrítica al calificar este comportamiento de bullying,
sin embargo lo toma como algo tan propio del contexto en el cual se va a desenvolver que
finalmente termina por asumir que el jugador sindicado como gordo se acostumbra y por
lo tanto, no le afecta. Este tipo de subordinación ante la masculinidad hegemónica local
sucedió constantemente durante el periodo de investigación, en donde diariamente se
83
referían a un jugador en particular como “guatón”, luego lo llamaron “guata” y “teta”,
cumpliendo con los nombramientos denigrantes que Connell menciona, son parte de esta
subordinación ante la masculinidad hegemónica (2003). La misma situación ocurrió
durante un partido en donde fue llamativa la gran cantidad de sinónimos que adquiere la
característica que surge como razón de la denigración. La situación fue protagonizada por
el paramédico quien, al observar que el guarda líneas tenía sobre peso, empezó a
burlarse de él mencionando sobrenombres como: “chancho” “embutido” “rechoncho” y
“guatón”. Esta forma de caricaturizar a quien es considerado gordo es particularmente
estricta dentro del contexto deportivo. Esto debido a que el uso del cuerpo tiene una
preferencia bastante importante en cuanto a que, al ser musculoso se asume como
sinónimo de fuerza, virilidad y poder (Messner, 1990), por lo que el cómo se ven y qué tan
atléticos sus cuerpos parecen, es una medida que los jugadores siempre están
verificando. En la siguiente frase queda explicitada la normalidad con la que se asume la
caracterización del hombre gordo:
“Tú ves aquí mismo que al chiquito que está pasado en el peso ¿Cómo lo
empiezan a llamar? El guatón po. “¡Tócala gordo!”. Siempre ha existido
eso. ¿Que no la soporte para eso y para esta cosa? El futbol está lleno de
sobrenombres, lleno.” (Entrevistado B).
Por último, otro sujeto que pude identificar a partir de los diálogos que presencié durante
la investigación fue el extranjero. Si bien no se puede caracterizar un sujeto extranjero en
particular -al ser distintas las nacionalidades y las razones por la cuales asoman dentro de
las conversaciones-, ambos sujetos adquirieron características negativas, o más bien
contrarias al sujeto futbolista del club, lo cual inmediatamente lo posiciona como una
masculinidad subordinada a la masculinidad hegemónica local. En el primer caso, a partir
de un error de un jugador, su entrenador le grita y reprocha comparándolo con un jugador
de otra nacionalidad: “¡Despéjala, afuera, afuera peruano…! ¡Peruano, parecen peruanos
con tanto amague que hacen!”. De esta manera, el entrenador otorga a todos los
jugadores peruanos la misma cualidad; lentitud. Como menciona Antar Martínez-Guzmán
(2011) está es una forma de generar identidad frente a los demás ya que se dota a éstos
de un conjunto de rasgos propios que los caracterizan frente a los demás y que lo
posicionarán a su vez, como sujeto constructor de la masculinidad hegemónica local. Esto
porque, al estar mencionando las características que no debe poseer el futbolista del club,
se le exige que performe las características opuestas al sujeto peruano, es decir, que sea
84
veloz y no lento. Finalmente, el otro caso donde se observa la caracterización del
extranjero además cuenta con referencias a la objetivización de la mujer, homofobia y la
manera en la que se asocia a la penetración como un símbolo de debilidad y feminización
de quien la recibe (Fair, 2011). El caso tan particular sucedió cuando un jugador se acerca
al paramédico para explicarle que había sufrido una lesión en la espalda, lo cual lo
imposibilitaba de jugar. Al percatarse de que el jugador no estaba entrenando, el
preparador físico le pregunta el porqué de esta situación, contestándole el jugador que le
dolía la espalda, lo cual el paramédico complementó diciendo: “yo le dije que no se
agarrara a las culombianas y parece que se agarró a un colombiano, jajajajaja”.
Esta situación entrelaza todos los conceptos anteriormente mencionados, los cuales
concuerdan con los postulados de Messerschmidt (2012) quien entiende que el género
forja un condicionamiento mutuo con distintas variables sociales tales como la nación,
edad, sexualidad, raza y clase, las cuales convergen en esta situación en la cual no
solamente se objetiviza y caricaturiza la mujer colombiana, sino también se da a entender
que la lesión sufrida por el jugador debe haber sido infringida por un hombre colombiano.
Esto no hubiese pasado si en vez de tener relaciones sexuales con este personaje, las
hubiese tenido con una mujer –colombiana-, lo cual lo habría salvado de transformarse en
un objeto sexual al igual que la mujer, ya que al ser penetrado, renunció a la masculinidad
hegemónica local.
De esta manera, las dos anteriores masculinidades subordinadas revisadas, si bien no
ocupan un espacio fundamental dentro de la construcción de la masculinidad hegemónica
local, si permiten valorar lo diverso que puede llegar a ser la configuración y performance
de una masculinidad hegemónica ya que no solamente tiene que diferenciarse del sujeto
homosexual y de la mujer, sino también de otras masculinidades que son inferiores, ya
sea por una característica física o identitaria, a la imagen normativa de hombre que se
busca performar en este ambiente. Lo anterior se ve reflejado en lo dicho por
Messerschmidt (2012) sobre la construcción de la masculinidad hegemónica a partir de la
relación de ésta no solo con la femineidad, sino también con las masculinidades no
hegemónicas como las revisadas recientemente, provocando que siempre se esté
buscando se distinto a la mujer, al homosexual y también a las culturas extrañas (Abarca
y Sepúlveda, 2000).
85
TERCER TIEMPO: CONCLUSION
Ahondando en el proceso que atravesé para realizar esta investigación, es preciso decir
que fue un transcurso en el cual tuve que refinar mi capacidad de destacar situaciones
acordes a los objetivos que me propuse, transformándose ésta en una experiencia que
pulió mis capacidades para analizar la cotidianeidad del contexto. Esto lo hice
principalmente a través de la técnica del extrañamiento, la cual Fernández (2005) postula
como una condición fundamental en el etnógrafo que lo ayuda a poder ver los significados
que despiertan en este contexto específico, palabras y comportamientos que para los
habitantes de este espacio son cotidianos y naturales pero que al cuestionarlos y
analizarlos, pueden identificarse cuáles son sus connotaciones e implicancias. A partir de
esto, ocurrió que simultáneamente que realizaba esta investigación sucedía también una
autocrítica a la práctica de muchos de los comportamientos que ayudan a construir un
deporte masculinizado. Esta autocrítica adquirió forma a través de la reflexividad que,
como Fernández (2005) manifiesta, “es la capacidad humana de evaluar la propia acción
y sus efectos en un contexto determinado” (p.19), lo cual significó reflexionar sobre como
mi accionar durante la investigación y mis experiencias cercanas al fútbol han generado
ciertos efectos en mí y quienes me rodean. Esta situación fue de vital ayuda para poder
acercarme al tema que estudié con conocimiento sobre los comportamientos y actos de
habla que observé a lo largo del período de investigación, ya que al realizar esta
autocrítica los pude identificar como propios en situaciones pasadas, lo cual me proveyó
de un conocimiento más acabado sobre los significados y las situaciones en los cuales
éstas eran llevadas a cabo. A partir de estas herramientas metodológicas pude identificar
cómo el fútbol sirve para denigrar las características que se alejen de la fuerza física y la
capacidad de infringir y recibir dolor, siendo catalogadas como inferiores a partir de la
comparación y adjudicación de estas características a los mismos personajes que son
denostados durante este trabajo; el hombre homosexual y la mujer. De esta manera pude
realizar una investigación más acabada al utilizar mi propia experiencia en aras de una
recolección de datos más rica en cantidad y contenido, lo que a su vez me ayudó a
realizar un trabajo más consumado y completo.
Teniendo en cuenta el análisis y la discusión realizada, debe asumirse que todos los
comportamientos y prácticas son exclusivos del espacio que se analizó y no pueden ser
generalizados a todos los demás espacios donde se practica fútbol, ya sea a nivel
recreativo, competitivo o de alto rendimiento. Dicho esto, tampoco se puede ignorar que
muchas de las situaciones detalladas en este espacio tienen eco en otros clubes y
86
jugadores, profesionales o no, por lo que si bien esta investigación está acotada a un
espacio particular, no puede dejarse de lado los muchos casos que son protagonizados
por grandes referentes del fútbol, tanto nacional como internacional. Este es el caso de
Gary Medel, famoso futbolista nacional, quien al comentar la emoción que sintió antes del
comienzo de un partido de la selección chilena dijo: “no pude llorar en el himno porque
después decían que era el pitbull9 gay” (El Mostrador, 2014), causando las carcajadas de
los periodistas presentes. Lo anterior se condice con lo ya revisado durante la
investigación sobre la falta de demostración de las emociones que viven los jugadores,
siéndoles negada esta forma de comportarse, ya que al demostrar vulnerabilidad
emocional, Medel interpreta que eso es excusa suficiente para ser catalogado como un
sujeto homosexual, por lo que prefirió no llorar y así performar una masculinidad fuerte y
estable emocionalmente, características similares a las identificadas en la masculinidad
hegemónica local del club en el cual esta investigación se llevó a cabo. Otro caso en el
cual se pueden encontrar similitudes a comentarios descritos en los datos de campo
dentro del ambiente futbolístico profesional, fue durante una conferencia de prensa del
entrenador del Real Madrid, equipo conocido a nivel mundial y actualmente el más rico del
mundo en esta disciplina (CNN, 2015). En esta situación él responde acerca de la
supuesta violencia presente en el juego del rival de la siguiente manera: “…esto es fútbol,
no es un juego para señoritas, es para hombres.” (Marca, 2014), palabras que
concuerdan con los postulados mencionados acerca del uso exclusivo de la violencia por
parte de los hombres, además de ser esta condición –de deporte violento o de “roce”- uno
de los pilares en los cuales se fundamenta la exclusión de la mujer de la práctica del
fútbol. Los ejemplos pueden seguir y seguir, pero lo que queda es que la exclusión de la
mujer y el rechazo ante la homosexualidad no son meramente resultados de esta
investigación, sino que hay grandes protagonistas de este deporte a nivel nacional e
internacional que repiten comportamientos que he observado, lo cual deja entrever que la
masculinidad hegemónica local performada en el club pueda estar influenciada por parte
de masculinidades hegemónicas regionales y globales en el fútbol, propuesta que deberá
ser contestada por futuras investigaciones.
Con respecto a los resultados obtenidos, se pueden identificar la construcción de tres
sujetos principales –hombre homosexual, mujer y hombre- a los cuales se les hace
9
Pitbull es el sobrenombre de Gary Medel.
87
referencia en la mayoría de las situaciones descritas, además de pequeñas apariciones
de masculinidades subalternas.
En cuanto a cómo se construye la masculinidad dentro de las divisiones menores del club,
ésta ya ha quedado en evidencia y se divide en tres. En primer lugar, la masculinidad más
importante es la masculinidad hegemónica que se construye como la performatividad de
la forma normativa de ser hombre, la cual corresponde principalmente a los jugadores
pero que también entrenadores y otros sujetos presentes en el contexto hacen referencia
a ésta. Tomando en cuenta los postulados de Messerschmidt (2012), este tipo de
masculinidad hegemónica se cataloga en el nivel local, ya que se va a construir a partir de
relaciones personales directas (cara a cara), por lo que el contexto en el cual adquiere su
preeminencia está limitado al lugar de entrenamiento del club. El hombre que performe la
masculinidad hegemónica local es el sujeto que todos quieren encarnar, lo que se traduce
en que la totalidad de los sujetos presentes intentan performar a este sujeto o al menos
tienen noción de cuáles son sus características, lo que les sirve a su vez para destacar a
quien no está realizando de forma esperada la actuación de un “verdadero hombre”. De
esta manera la masculinidad hegemónica local constituye la forma más honorable de ser
hombre, posicionándolos a todos los presentes en relación a ésta (Connell, 2003). Las
características de este sujeto son primordialmente dos; no presentar características
femeninas que lo conecten con comportamientos asumidos como homosexuales o
propios de mujeres y, el ser capaces de practicar actos que tienen un alto grado de
violencia en su contenido. A su vez estas conductas particulares que debe performar el
hombre para acceder a la masculinidad hegemónica local se realizan a partir de una serie
de comportamientos en los cuales la heterosexualidad define la forma de relacionarse con
lo demás, otorgándole una posición de privilegio a todo aquel hombre que se comporte y
demuestre abiertamente su heterosexualidad (Bowley, 2013). Además, esta masculinidad
debe ser capaz de recibir y realizar actos violentos hacia otros hombres, mujeres y hacia
ellos mismos también, acción que Kaufman (1989) llama “triángulo de la violencia
masculina”, la cual es exclusivamente de uso masculino y tiene como consecuencia
diferenciarse de los homosexuales y las mujeres –que serán sujetos caracterizados como
débiles-, demostrando de esta manera que el cuerpo del hombre es fuerte y capaz de
recibir agresiones, y por lo tanto superior a los otros cuerpos, los cuales se subalternarán
ante esta masculinidad normativa. Esta hegemonía sobre los anteriores sujetos permite
mantenerlos al margen de la práctica del fútbol, ya que al no contar con las cualidades
que él posee, no pueden realizar este deporte a un nivel alto. Complementariamente, al
88
estar completamente generizado el espacio, la relación que se forja entre los sujetos
presentes en éste tiene como fundamento el despreciar, a través de comentarios
homofóbicos y misóginos, a todo jugador que no performe a la masculinidad hegemónica
del lugar, dejando en claro el rechazo a un espectro de contenidos que se encarnan en
estos dos sujetos los cuales sirven para ejemplificar lo que no se debe ser (Fuller, 1997;
en Abarca y Sepúlveda, 2000). Ambas formas de denigrar tanto a homosexuales como a
mujeres son relevadas cuando al hombre se le atribuye la capacidad de poder penetrar a
ambos sujetos en una acción que tiene como objetivo dejar clara la superioridad
jerárquica que tiene el hombre en desmedro de ambos. Por último, la inexpresividad
emocional es fundamental en la performatividad de la masculinidad hegemónica local, en
cuanto a que los jugadores no deben expresar sus emociones, ya que al realizar este
comportamiento no cumplen con una de las condiciones básicas de la masculinidad; el
hiperdesarrollo del yo exterior y la represión de la esfera emocional (Abarca y Sepúlveda,
2000).
En detrimento de esta masculinidad hegemónica surge la masculinidad homosexual, la
cual es rechazada al construirse a partir de conductas que van en contra de la
heterosexualidad naturalizada dentro del espacio de entrenamiento, por lo que se
cataloga como un sujeto “abyecto” ya que no cumple con la regla predominante del sujeto
masculino. Esta condición convierte al sujeto homosexual en alguien desaprobado dentro
de un espacio en donde la objetivización sexual de la mujer es fundamental para la forma
de relacionarse de los hombres entre ellos y con las mujeres. Por lo tanto, el rechazo de
este sujeto en el contexto del club crea una homofobia que tiene como fin el “vigilar el
género” (Butler, 2007), ya que el hombre y la mujer están naturalmente hechos para
atraerse uno al otro. Esta homofobia transforma al sujeto homosexual en blanco de burlas
y críticas que están relacionadas a la posesión de características femeninas, y por lo
tanto, la no consecución de características propias de la masculinidad hegemónica local.
Así, el sujeto homosexual es caracterizado como débil y con poca habilidad futbolística,
características asociadas a sujetos no masculinos (Connell, 2003). Pero no solamente
como blanco de burlas se hace referencia a este sujeto, ya que su presencia dentro del
camarín deja de ser chistosa para los jugadores del club, transformándose en una
amenaza que invade un espacio que, al estar todos desnudos, puede ser demasiada
tentación para un homosexual, convirtiéndolo en alguien incapacitado de controlar sus
deseos.
89
Por último las masculinidades subordinadas que forman parte de los resultados de esta
investigación son referidas principalmente para delimitar al sujeto masculino hegemónico
y diferenciarlo de quien no cumple con sus características. Estos sujetos son dos; el gordo
y el extranjero. El gordo es aquel sujeto que falla en alcanzar el cuerpo necesario para
performar la masculinidad hegemónica local, siendo objeto de burlas y sindicado como
alguien que está constantemente siendo referido bajo este término, por lo que no debe
tener más complejos que el de no cumplir con los requisitos de la masculinidad
hegemónica. El extranjero en tanto es mencionado pocas veces y con significados
distintos, aunque siempre de forma negativa en cuanto a habilidad y referencias sexuales,
los cuales sirvieron tanto para dar cuenta que un futbolista de este club es mejor que los
extranjeros (peruanos en esta ocasión), y también para diferenciarse de aquellos que no
diferencian con quienes tienen relaciones, fallando en la heterosexualidad propia de la
masculinidad hegemónica local. Como se mencionó en el marco teórico, la habilidad
deportiva también fundamenta la hegemonía dentro de las masculinidades, dando la
posibilidad de denostar a los hombres que no cuenten con las destrezas suficientes para
ser catalogados como buenos (Wellard, 2003; en Tivers, 2011), lo cual en este caso
particular se asocia a su vez con la imagen del extranjero y del gordo. Por lo tanto estos
sujetos son referenciados para delimitar hasta donde llega la hegemonía interna de la
masculinidad hegemónica local (Demetriou, 2001) y qué características son responsables
de quitarles ese lugar de privilegio a quienes la están performando.
En tanto, las referencias al género que se utilizan para construir la masculinidad, siempre
son opuestas para uno y otro. Es decir, las características del hombre siempre serán
contrarias a las de la mujer ya que a partir del carácter relacional del género (Connell,
2003), la forma de naturalizar las diferencias de uno con respecto al otro es construyendo
sus características en polos opuestos, para que así toda la vida esté jerarquizada por
géneros, y específicamente en torno a las cualidades “innatas” que cada cual posee para
ciertas actividades.
Esto quiere decir que, si el hombre, como mencioné anteriormente, se debe performar
como alguien fuerte e insensible, la mujer es completamente opuesta, al contar gran
sensibilidad y debilidad. Estas características se basan en que el cuerpo de la mujer, al
contrario que el del hombre, no cuenta con las características que posibilitan una práctica
adecuada del fútbol al contar con un cuerpo incapaz de recibir agresiones (Inckle, 2014) –
característica opuesta nuevamente al hombre-, argumento que se basa en las diferencias
90
biológicas que tienen el hombre y la mujer. Por lo tanto, el cuerpo de la mujer es
responsable de la práctica deficiente del fútbol, quedándole como opción practicar
deportes con menos “roce”, ya que aquella que osa jugar fútbol es vista como una mujer
no femenina, lo cual la aleja de “la mujer normal” al no contar con la sensibilidad con la
cual se caracterizan las mujeres que cumplen con roles totalmente femeninos como lo son
la madre o la hermana. Esta manera de construir a la mujer va acorde al carácter
oposicional del género (Connell, 2003) en donde el performar un género es básicamente
no pertenecer al otro. A su vez, el cuerpo de aquellas que practican deportes de “roce”
son catalogados por los jugadores del club como un cuerpo “de hombre”, el cual a su vez
falla en poseer la facultad de representar a la mujer que ellos entienden como atractiva, y
por lo tanto no son vistas como objeto sexual. Esta característica es preponderante en la
construcción del sujeto mujer dentro de este espacio, ya que al ser objetivizada
sexualmente está a disposición del hombre, quien cuenta con la facultad de tener
relaciones sexuales con ella cuando lo estime conveniente, debido a la insaciabilidad que
tiene el hombre de tener relaciones sexuales heterosexuales (Doull, Oliffe, Knight y
Shoveller, 2013). Vale recalcar que en este espacio las mujeres son actores esporádicos
que solamente aparecieron en forma de árbitro o bien de jugadoras, pero que no
asistieron regularmente al lugar de entrenamiento, por lo que la construcción de mujer se
realiza a partir de una presencia invisible que tiene como principal función la construcción
de la masculinidad hegemónica local. Por último cabe recalcar la construcción del sujeto
homosexual mujer, la cual tiene como principal particularidad el poseer características
masculinas tales como un cuerpo fuerte y la capacidad para recibir agresiones, siendo
asociadas con las mujeres que juegan fútbol u otros deportes “de roce”. De esta manera
no solo se mantienen las barreras genéricas sino también se estigmatiza la
homosexualidad femenina (Kolnes, 1995; en Symons, 2007), lo cual ayuda a sostener el
imaginario de que el fútbol y los demás deportes “de roce” son exclusivamente de uso
masculino. Retomando la construcción del hombre homosexual, tanto éste como la mujer
son construidos en base a un imaginario que generan todos los personajes presentes
debido precisamente, a la ausencia de éstos dentro del contexto, lo cual no los excluye de
ser protagonistas principales del moldeamiento de la masculinidad hegemónica existente
en este lugar. Esta forma de influir en la construcción de la masculinidad Abarca y
Sepúlveda (2000) la definen como un “fantasma fundante” de la identidad de los sujetos,
presentándose constantemente como un aviso hacia la masculinidad hegemónica del
lugar, ya que la amenaza de dejar de performar la masculinidad hegemónica siempre está
91
presente. De este modo el fútbol se entiende desde este orden genérico como una
actividad completamente masculina, por lo que toda características femenina que se
vislumbre dentro del campo de juego es descrita como incompleta o inferior a las que se
esperan tenga un hombre que realice una actividad para la cual, supuestamente, su
cuerpo está diseñado.
Los actores que participan en la construcción de esta masculinidad hegemónica son todos
hombres,
la
mayoría
jugadores
aunque
también
cumplen
un
rol
fundamental
entrenadores, preparadores físicos, paramédicos y utileros principalmente. Ellos, a partir
sobre todo de actos de habla, realizan performances de género y a su vez demandan esto
mismo a los jugadores ya que un jugador de fútbol del club debe demostrar siempre que,
primero que todo es un hombre. Los modos en los cuales estas situaciones tomaron lugar
fueron a partir de burlas, ofensas y comparaciones de diversas conductas que dentro de
este contexto se entienden como ajenas a la masculinidad hegemónica local, recalcando
de esta manera los comportamientos que no son admitidos por parte de los jugadores.
Por lo tanto, a partir de actos de habla que denuncian performances de género que no
coinciden con el modelo normativo de ser hombre, se está contorneando justamente esta
performance esperada en los jugadores, coincidiendo con Messerschmidt (2005) al
evidenciar que la masculinidad no representa a un cierto tipo de hombre sino que al lugar
en el cual este hombre se posiciona a través de prácticas discursivas.
Por último, el escenario donde estas situaciones se llevaron a cabo tiene la particularidad
de estar completamente habitada por hombres, lo cual permitió que los jugadores y el
resto de los actores presentes no tuvieran a nadie que los recriminara por sus dichos y
comentarios, ya que no habitaba en él ninguna mujer ni homosexual durante el período en
el cual se llevó a cabo esta investigación. En los entrenamientos, los sujetos que más
participaban en las situaciones descritas eran los entrenadores y en menor medida uno de
los utileros. En el caso del primero, si bien no es un sujeto homogéneo –habían ocho
entrenadores en total-, la mayoría de éstos, a partir de sus altos cargos dentro de los
planteles a los cuales dirigían, no obtenían respuesta ante los diferentes dichos o actos
que realizaban, transformándose de esta manera en órdenes que los jugadores debían
obedecer para así contentar a su técnico y por lo tanto tener mayores probabilidades de
ser mejor considerado. En cuanto al utilero, si bien los jugadores lo respetan, la buena
relación con los entrenadores y la gran cantidad de años que lleva trabajando en el club le
otorgaban la facultad de poder recriminar, y a veces hasta insultar a los jugadores, sin que
92
estos pudieran hacer mucho al respecto. Por otro lado en los partidos los sucesos
revisados tienen nuevamente al técnico como protagonista de la mayoría de las
situaciones, y cuando no era este sujeto, otros adultos (ya sea paramédico, doctor o
utilero) eran quienes realizaban las acciones, dejando a los jugadores de receptores y
observadores de las acciones, pero no como protagonistas de los mismos.
De esta manera considero que esta investigación proporciona una mirada desde un punto
de vista distinto a lo que comúnmente se da en los estudios de masculinidades y deporte entre los cuales se pueden destacar el trabajo de Vidiella, Herraiz, Hernández y Sancho
(2010) sobre la construcción de la masculinidad hegemónica en deportistas juveniles, la
investigación de Martín y García (2011) sobre los vínculos de la violencia y el deporte,
además de la compilación de trabajos sobre masculinidades, feminidades e identidades
realizado por varios autores a cargo de Cara Carmichael (2007)-, desarrollándose desde
el seno mismo de la actividad deportiva y siendo relatada por un protagonista diario del
lugar investigado. Desde esta posición privilegiada pude acceder a la cotidianeidad de un
equipo de fútbol, siendo testigo de las conversaciones y comportamientos cotidianos de
los sujetos presentes, siempre en base a la práctica del fútbol. Estas últimas
particularidades permitieron que la investigación tuviera acceso a la construcción de
masculinidad en un espacio en donde se forman futuros protagonistas del fútbol
profesional chileno, además de contar con adultos que ya han habitado estos espacios
por varios años, lo cual sirve para comprender como se idealiza al sujeto masculino
futbolista, cuáles son las características más importantes dentro de este contexto y a su
vez, cuáles serán denostadas y rechazadas por parte de los integrantes de este contexto.
Este estudio también demuestra como ciertos prejuicios sobre los roles de género siguen
subsistiendo con bastante preponderancia, encasillando a las mujeres y los hombres
homosexuales en un peldaño inferior al futbolista, construyéndolos como sujetos inferiores
en habilidad, lo cual se traduce en su incapacidad de poder performar la masculinidad
hegemónica local. Todo lo anterior evidencia que efectivamente el fútbol es un espacio
donde la masculinidad argumenta la superioridad del hombre frente a la mujer,
permitiendo así que los protagonistas de estos espacios tengan naturalizado el
patriarcado como orden imperante y natural no solo en su contexto –el fútbol-, sino
también del resto de la realidad. Como mencioné anteriormente, el hecho de que los
principales reproductores de los hechos que construyen la masculinidad hegemónica local
sean adultos da un indicio de dónde radica la repetición de discursos y comportamientos
que mantiene al fútbol como un espacio machista y misógino, lo cual a su vez permite
93
vislumbrar un futuro sujeto y espacio con quien trabajar para que esto no siga sucediendo
y el fútbol pueda dejar de ser uno de los últimos bastiones del patriarcado en nuestra
sociedad. Por lo tanto, el hacer un estudio en el fútbol, dentro de una sociedad en la cual
éste es el deporte más popular, aporta en identificar y cuestionar ciertos comportamientos
que se exponen como intrínsecos de la actividad, pero que bajo una mirada
socioconstruccionista siempre tiene un origen social y por lo tanto es en beneficio de
algunos y en desmedro de otros.
Por último quisiera proponer para futuras investigaciones que se tenga en cuenta como se
construye la masculinidad dentro de planteles profesionales, donde la perspectiva es
distinta en cuanto a la exposición mediática que tienen los jugadores, como así también la
existencia de aún más sujetos con diferentes características. También estimo que
investigar cómo, este deporte que se irgue como masculino, es vivenciado por mujeres
que lo practican, aportando de esta manera una visión mucho más holística de cómo el
fútbol influye en la performances de género de quienes lo juegan. Esta última propuesta
va en concordancia con la irrupción que ha tenido la práctica femenina del fútbol en
nuestro país en los últimos años, evidenciado en la gran cantidad de mujeres que se
declaran practicantes o aficionadas a este deporte. Este fenómeno coincide con la
creciente mirada crítica que se está desarrollando en varios espacios de nuestra
sociedad, donde se están problematizando supuestos que han sido asumidos como
normales o naturales durante mucho tiempo y que tienen como denominador común el
favorecer y ser defendidas por los mismos sujetos a quienes privilegia. En este sentido
como hombre creo correspondiente hacer una autocrítica e identificar cómo los privilegios
de una sociedad patriarcal nos permiten posicionarnos desde una posición de comodidad
y confort, lo cual muchas veces nos lleva a ser aliados de ésta situación de desigualdad.
Por lo tanto, a partir de la crítica hacia comportamientos en una actividad que disfruto
como es el fútbol, hago un llamado a no asumir la realidad como natural o dada, y a su
vez a cuestionar los privilegios que ésta nos entrega a los hombres. En síntesis, partir por
uno mismo en el continuo ejercicio de problematizar todos los actos y espacios que uno
habita, tal como lo menciona Isabel Piper (2002) al decir que debemos utilizar las
perspectivas críticas de la psicología social para generar nuevas prácticas que nos
llevarán
a
construir
nuevas
realidades,
ya
que
son
precisamente
aquellos
comportamientos que están más arraigados en nuestras formas de entender el mundo –
siendo uno de ellos el fútbol- en donde se ancla el mayor de nuestros enemigos; el orden
establecido de las cosas que jerarquiza al hombre heterosexual por sobre mujeres,
94
hombres homosexuales y todo aquel otro que no performe una masculinidad hegemónica,
lo que permite una normalización de la desigualdad entre los sujetos por el solo hecho de
contar con ciertas características que, como ya he revisado, son construidas todos los
días por todos nosotros.
95
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100
ANEXOS
Entrevista con Entrevistado A
Primero, ¿cómo empezaste a dedicarte al fútbol?
Yo empecé a dedicarme a esto en Puerto Montt, allá empecé en tercero básico a tener
este gusto por el deporte y pasaron unos cuatro o cinco años más o menos para que diera
el paso importante y decir “ya bueno, me quiero dedicar a esto”. Entonces el apoyo de la
familia fue fundamental y me metí a primero una escuela de Puerto Montt, que es la
escuela donde siempre empiezan todos y después ya empecé a meterme de cadete en la
sub-quince, donde estuve un año. Bueno, estuve un año ahí y en ese año que estuve en
Puerto Montt me fui a probar a universidad católica. Estuve probándome no se un año y
medio, dos años, por qué las vacaciones mías no eran igual a las de todos, siempre como
que iba a Puerto Montt y quería ir a Santiago por ejemplo y los feriados eran los mismos,
ósea nunca tenía el espacio para ir por temas de que yo también estudiaba, estaba recién
empezando entonces no podía dedicarme 100% al futbol, si no que tenía que dividirlo en
partes: colegio con futbol. No dejar los estudios de lado es algo que siempre se me
inculco en mi familia, no dejar el estudio por el estudio. Si me iba mal en el estudio estaba
claro que ya no volvía más a jugar. Entonces durante un tiempo dije voy a ir a probar
suerte, la última vez que iba a probar suerte y me metí a universidad católica ya de lleno,
en la sub-dieciséis. Sub-dieciséis, sub-diecisiete, sub-dieciocho y, en parte de mi último
año de school que me quedaba, a la mitad de año de 2013 me fui a éste club en el estoy
actualmente. Y ahí estuve un año y medio donde conseguí jugar con la regularidad que
necesitaba y en ese año y medio me subieron al primer equipo y hoy día estoy en el
primer equipo ya entrenando más o menos.
¿Qué es lo que más te gusta del futbol?
Yo creo que es lo que te llena, ósea es como eso que la gente de repente busca o hace
en decir por ejemplo “quiero hacer esto y me satisface”, como que me llena hacerlo, y eso
es lo que me pasa a mí y todos los días. La gente quizás esta en un trabajo que no le
gusta y los fines de semana se libera, libera tensiones. Para mí esto me ayuda a liberar
101
tensiones aunque siempre está el riego de presión de todos los días por esto de que
tienes que tener rendimiento y ser una persona regular, no puedes bajar el nivel entonces
estas súper metido en la presión, pero una presión que a cualquier persona va a
caminando en la calle, si yo le digo “te cambio lo que hago yo por lo tuyo” me diría “todo el
rato”, porque el futbol hoy en día es una moda, como lo vivimos hace poco con la Copa
América, esta todo aún más fuerte.
¿Y qué es lo que menos te ha gustado o las experiencias menos buenas que has
tenido?
Yo creo que el tema de la familia. Yo me fui con quince años de mi casa y tengo dos
hermanos más chicos, entonces el hecho de no verlos crecer, por ejemplo, mi hermana es
chica y ya sepa leer, y cuando yo me fui no sabía nada de todo, entonces fue más que
nada eso lo que me dio pena. El tema de las fiestas especiales, los cumpleaños
importantes de mi familia, de mi papa, de mi mama, de mis hermanos, incluso el mío no
pasarlo con todos es lo que más me dolió. Pero yo creo que todo necesita sacrificios y ni
siquiera solamente en el futbol. Quizás el futbol no te quita tanto como quizás otras pegas
que te quitan, por ejemplo gente que sale de chile y no ve a sus hijos durante mucho
tiempo. Yo por lo menos tengo la posibilidad de tener a los míos lo más cerca que puedo
de repente, vienen seguido, entonces es un sacrificio también, pero lo he sabido llevar, ya
me acostumbre.
¿Que opinión te merece a ti que el futbol sea un deporte comúnmente ligado a los
hombres?
Yo opino que eso viene de hace tiempo, y hoy día siento que es aún más… Eso lo ve uno
por el hecho de ver la televisión, la cobertura que le dan al futbol masculino. Hay
entrevistas en todos lados, la plata también que hay en el aire. Cualquier persona quizás
que quiera ser futbolista tiene más alcance a tener un contrato millonario y no así la mujer
que quizás tampoco hace tanto ruido. Pero uno lo ve en la televisión, la cobertura, la
publicidad que se le hace no es lo mismo que al futbol femenino. En el futbol femenino
creo son pocos los hitos que han marcado entonces al final siempre se deja de lado, y
encuentro que recién están empezando a hacer un poco de ruido. Pero en la televisión
tampoco transmiten partidos de futbol femenino. Muy pocos equipos toman en serio hacer
una rama de futbol femenino. Quizás sea un poco al margen, pero creo que con la
conectividad y la plata que hay con la publicidad que se puede hacer, perfectamente se
102
podría alzar mucho la publicidad y el prestigio del futbol femenino que ahora empieza a
tomar vuelo.
¿Y por qué crees, como me hablas de los medios de comunicación, el dinero, etc.,
todo eso influye que el futbol masculino sea más conocido que el femenino? Si
todas esas cosas se tornaran al futbol femenino ¿tú crees que sería igual de
popular?
No, la verdad es que no. Ya por el hecho de tener por ejemplo jugadores jugando en
Europa, ya a los periodistas o gente en si le llena más o tienen más interés en ver eso que
quizás ver a una persona que no la conoce nadie o no hace noticia. Yo creo que se podría
hacer algo pero quizás no con el avance que ha tenido el futbol masculino en la gente.
¿Piensas que hay diferencias físicas para que el futbol femenino sea menos tomado
en cuenta que el masculino?
Sí, ósea puede ser. No sé si tanto. Hay mujeres que tiene dotes técnicos que cualquier
hombre quisiera tener, pero como digo el hecho es que muchas mujeres pasan
desapercibidas y que tienen tremendos dotes técnicos por el hecho de que la gente no se
da el tiempo de verlas y al final queda ahí. También hay mujeres que juegan muy bien
pero no tienen el apoyo, quizás una mujer dice: “claro puedo tener todo pero el futbol en
chile nadie lo pesca, no hay contratos”. Con diecisiete o dieciocho años tienen que jugar
por hobby, porque te gusta, pero más allá de eso no. Entonces las aspiraciones de ellas
quizás se queden estancadas por lo mismo, porque no tienen un futuro en eso. En cambio
al futbolista hombre ya a los diecisiete esta en Europa, y la plata que hay quizás lo llena
más, en cambio la mujer no tiene esa vitrina que tiene el hombre, pese a tener a veces
mejores dotes técnicos, tácticos y físicos que los hombres.
¿De par a par, tú encuentras diferencias entre un hombre y una mujer cuando
juega?
Si, si se nota. La forma que le pega en el futbol es un poco más lento. Obviamente hay
que tener mucho cuidado, el hombre va al piso y da lo mismo, y la mujer quizás se tiende
a cuidar más, tiene más sensibilidad, quizás no le gusta el hecho de ensuciarse o cosas
así, al hombre le da lo mismo. Las mujeres tienen esa sensibilidad que las caracteriza que
no las hace hacer cosas que hacen los hombres. Si se nota la diferencia en la manera en
103
que corren, en el tema del futbol es mucho más lento, la dinámica es mucho más lenta
también, entonces no es lo mismo, es un futbol menos vistoso por así decirlo.
Y cuando me hablas de que tienden a cuidarse más, de que son más sensibles,
¿Dónde tú ves eso? ¿Qué cosas te hacen pensar que ellas son así?
Yo lo veo quizás en la personalidad. Cuando ellas están en la cancha tienden a gritar
menos, juegan por jugar y a muy pocas le apasiona y le gusta. Igual hay hombres y todo,
pero uno ve eso más en el caso de la mujer, la personalidad que tiene les tiende a ser
más tímidas al ser un deporte no para la mujer propiamente tal, las hace quizás tener
poco más de timidez en las distintas situaciones. “Me gusta y todo pero esto es para
hombres” y al final siempre van a tener ese prejuicio. Y yo creo que también es un deporte
hecho para hombres y recién ahora se está empezando a tomar un mayor concepto en el
que puede ser también para mujeres.
¿Piensas que solo este deporte es para hombres, o piensas que otros deportas son
también solo para hombres?
Hay muchos más deportes, está el caso del rugby o deporte de mucho más roce físico. Yo
creo que esos deportes están hecho para hombres. Para las mujeres hay el tenis, el
voleibol, que son de menos contacto. Como te digo, deporte de roce físico que siempre
están en constante contacto es más para hombre, siempre están en constantes lesiones,
golpes, fracturas y todo eso. Quizás algunos son más para hombre y la mujer ha tomado
muy poco peso ahí.
¿Tú has visto futbol femenino?
Si. Cuando estaba en la católica veía de repente jugar a las mujeres. Las mujeres tienden
a, no todas, caminar como hombre, empiezan a perder cosas de mujeres, las
expresiones, como hablan, tienden a creerse un futbolista.
A parte de esto que me dices, ¿Has jugado con mujeres?
No, nunca. No he tenido la curiosidad de jugar con ellas.
Y qué opinas de que ahora hay árbitros mujeres en las divisiones menores, a mí me
ha tocado ver de la división 14 hacia abajo, hay árbitros mujeres, todo el cuerpo
104
arbitral. Hay también profesionales, cuerpos técnicos que están incorporando a las
mujeres.
Yo he tenido la posibilidad de ver un partido en el que una mujer estuvo de guarda línea, y
como te digo la mujer en el futbol tiene que tener carácter, ese carácter de decir “a mí no
me va a pasar a llevar por ser del otro género” ya que a eso tiende el hombre. La mujer
tiene que tener carácter, en el momento en que pisa la cancha. Uno de repente reclama y
la mujer te responde al tiro, entonces al hombre lo descoloca. He tenido la posibilidad, y
por eso digo, de a poco va el futbol, acá en chile sobre todo, ganando espacio el futbol
femenino, agarrando un poco más de relevancia. De a poco, como decías tú, en el tema
de los árbitros, van sumándose mujeres. Me han contado compañeros de otros clubes
que han tenido psicólogas deportivas, paramédicas, entonces hay sectores donde están
apareciendo más mujeres. Esta de a poco tomando fuerzas este tema. Una mujer tiene
que tener carácter, como te decía antes por la timidez uno nota eso, a veces quizás se
dejan pasar a llevar, tienen que ser mujeres con personalidad, mas sobre todo si es
arbitro por los cobros injustos y uno a veces tiende a decir alguna palabra y ella tiene que
estar para decir “esto no es así, es como yo digo”.
Cuando tu hablas de carácter, ligado a los hombres ¿piensas que hay para ser un
futbolista
que
uno
tiene
que
tener
o
bien
desarrollar
para
serlo?
Yo siempre he pensado así, el ser futbolista es un trabajo más. No es porque ser
futbolista se tiene todo. El futbolista tiene que ser una persona perseverante, disciplinada,
porque he conocido muchos compañeros, quince o veinte personas que han tenido
tremendas condiciones y dicen ser futbolistas por tener eso que no tienen todos, como
dicen tocados por la varita. Tienen una mentalidad sana, que sepa sus límites, saber que
no es llegar y salir cuando él quiere, que hay un entrenamiento, que hay que tener las
ocho horas de descanso necesarias porque el futbol te exige todo eso. Tener un
descanso, buena alimentación, un entrenamiento invisible. Entonces hay un montón de
factores que al final van dejando de lado ciertas personas, que solamente se comportan
con el talento. A mí me ha tocado, soy de esas personas que son criteriosas al momento
de jugar, de vivir, se mis limites, no me sobran pasos, y la perseverancia creo es lo que
me ha ayudado a llegar acá. He tenido compañeros con tremendas condiciones pero que
carretean todos los días, comen cualquier cosa, les da lo mismo por jugar a la pelota y ahí
hay una diferencia entre ser bueno pa la pelota y ser un jugador profesional, hay un
mundo de diferencia. El tema de la mentalidad también importa. Si un día amanezco mal,
105
mis piernas no van a andar como quiero por el hecho de estar preocupado de otras cosas.
Si estas con la conciencia tranquila, al final todo se irán dando por sí solo. La mente te
maneja todo.
Dentro de la cancha, cuando un jugador es tímido, ¿juega peor? ¿Es más débil?
Para mi pasa desapercibido. Un jugador tímido, que no pide la pelota, que esta como si
nada pasa desapercibido. Y yo siento que se la puedo dar y todo pero al no hablar, al no
pedir la pelota no se la dan nunca porque juega por jugar, no tiene interés. En cambio la
persona que ves te pide la pelota, te ordena, anda activo en la cancha tiende a contagiar
al resto del equipo. La persona tímida al final no termina haciendo nada, toco un par de
veces la pelota, yo he visto que pasa más con niños chicos y al final si no tienes la
personalidad necesaria, te vas a quedar en el camino tu solo porque no tuviste lo
suficiente para decir “no, acá estoy, y estaré aquí siempre”.
Dentro de lo que yo pude ver el año pasado en la división de menores, había ciertos
dichos que apelaban a una manera de ser agresivo. Recuerdo que el preparador
físico siempre les decía a ustedes que tienen que “estar recios”, que tenían que
“comérselas calladitos”, ciertas frases que apelaban a ciertas agresiones. Eso,
¿qué te hace sentir?
Es un tema motivacional, que te digan que estés firme, es como decir que no puedes
perder, que en ningún momento puedes estar pestañeando, si estas pestañeando pierdes
al tiro y son capaces de pasarte dos, tres veces sin que tú te des cuenta, entonces más
que nada eso. Apela a la concentración, apela a la motivación, y a la convicción también.
Esas son tres cosas que tienen que ver también con el técnico, el preparador físico es el
que te agarra antes del partido entonces tiene que ver cómo está el estado anímico de
nosotros, si nos ve muy callados empieza a decir eso, que empecemos a hablar, más que
nada eso, como que se empiece a sentir. Lo que podríamos entras es como la timidez,
ósea una persona que es tímida no habla, obviamente va a despertar ciertas dudas en el
técnico y en el cuerpo técnico de decir “este no está acá”. Tu sabi como apela de repente
a… A mí me paso muchas veces o más que nada como para… un momento que andaba
bajo me hablaba con la gente del cuerpo técnico y me dicen “teni que hacer esto, teni que
estar concentrado”, más que nada eso, como que apela a una convicción, a una
concentración que, que es más que nada… trata de eso es lo que me pasaba a mí
también, quizás a los otros le daba lo mismo, pero a mi yo, yo apelaba a eso como a de
106
repente cuando vay a chocar teni que ganar, a eso apelaba el cuerpo técnico hasta el día
de hoy, y yo creo que todos los preparadores físicos tienen esa motivación, que al jugador
de repente igual le gusta y por eso… quizás hay jugadores que lo mismo o hay otros que
se sienten invadidos por lo mismo, va en uno… pero yo creo que eso era más que nada lo
que decían eso, ósea, si te gusta pegar de repente una patada, también teni que comerte
las patadas que te peguen a ti, ósea por eso más que nada el comértelas calladito, ósea
tampoco es llegar y claro pegar una patada y a ti no te llega nada. Más que nada yo creo
que más que nada por eso.
¿Hay cierta agresividad… como bien vista y agresividad mal vista? ¿O no es tan
así?
Si uno quizás sí… ósea uno igual con el paso del tiempo quizás uno ve cuando una
persona, como decía, es mala leche, ósea tú lo ves porque hay gente… Uno lo ve más
que nada por ejemplo, por el estilo de juego. Por ejemplo no sé, una persona que tú
sabes, que siempre lo ves en distintos partidos antes que los tuyos y sabes que es así, tú
ya lo tienes identificado como una persona que juega así, que juega así, y va a jugar así
siempre. En cambio cuando tú ves a una persona que realmente, así, no sé, que no pega
patadas nunca o cosas así, realmente a una… a veces, y siempre pasa que… al jugador
talentoso por ejemplo, siempre le pegan una patada y se come calladito, y después él va
a buscar la venganza por así decirlo, y va, y tú ves como cuando corre ya como que va a
pegarle, tú ves cómo ni siquiera va a la pelota, va a pegarle al jugador. Entonces tu como
que yo creo que eso es la agresión malentendida, cuando ya tú vas a pegar, ni siquiera
vas a la pelota, cuando tú ya eres capaz de producir un daño físico a tu, a tu, a tu colega
en este caso y no a una persona que por ejemplo, que sea no sé, las personas que
juegan en defensa, que siempre tienden a tener más roce con las personas, siempre
como que tienden más que nada a eso. Como que te ven “te voy a clavar una patada”,
pero siempre van a la pelota, en cambio una persona de repente… O el mismo central de
repente está caliente con un jugador que quiere pegarle y todo, tú lo notas ósea, por la
manera y obviamente el jugador nunca te va a decir “no yo fui, yo no fui así”, pero uno lo
ve… y ni siquiera con decirle algo, tu llegai, vei, y vei que va a ir a pegarte, ni siquiera va a
la pelota, más que nada eso.
Hay un concepto, bueno que yo no lo he visto mucho en el club en sí, pero lo he
visto sí en otros lados, en otros contextos futbolísticos que es el ser guapo ¿qué es
ser guapo?
107
Es como, el ser guapo para mi es plantarte en la cancha y decir “aquí estoy yo”, es lo que,
por ejemplo hoy día Medel, es un claro ejemplo él. Tú lo ves jugando ahí en Italia y a él
jugando aquí en Chile y es lo mismo. Y… ¿el mide cuánto? Un metro sesenta, un metro
sesenta y juega con jugadores de un metro noventa, y aun así les gana y se plata y
cuando el jugador del metro noventa lo va a encarar, lo encara igual. Es guapo, tiene
personalidad, ante cualquier persona, ante cualquiera siempre es como más que nada
eso. Yo lo grafico en él porque es una persona muy regular, tiene partidos malos muy
pocas veces y hoy día uno lo ve jugar, y se ha ganado a los hinchas más que nada por
eso, por ser guapo, por ser una persona que deja todo en la cancha, más que nada eso.
No con palabras quizás, pero si es como juega.
Pasando a otro tema, o volviendo al tema anterior mejor dicho: en Lampa, donde tú
estuviste, no hay, por ejemplo… todos los protagonistas son hombre, ¿verdad? Los
kinesiólogos, los paramédicos, los entrenadores, jugadores, etc. ¿Qué pasaría si un
día llegase una kinesióloga, una psicóloga o una entrenadora, cambiaria en algo lo
que tu conociste?
Eeeh… si, yo creo que al principio, típico cuando eres juvenil y todo, que llegue una mujer
es como que “uy, que raro esto”, por eso digo, nadie nunca se lo habría esperado, pero
yo creo que con el paso del tiempo uno se va acostumbrado y ya, como que ya tiende
a… ósea yo creo que nunca la falta de respeto, no va ahí, nunca uno va a faltar el respeto
pero si te sorprende como decir “oh una mujer en el cuerpo técnico” o una persona que
sea no se paramédico, como que te sorprende, entonces… pero siempre yo creo que es
con respeto, ósea ya termina siendo una persona que está contigo todos los días, que
nunca te deja… que nunca te deja solo, que esta todos los días contigo permanentemente
en todos los horarios, que si tú necesitas algo ella te lo va a dar, entonces yo creo que
incluso su voluntad puede ser mejor recibida que la de un hombre por el hecho de que
sea mujer entonces tiene una manera de decir las cosas y de entregarte las cosas
distintas, entonces al final uno se termina encariñando con la gente, más si es mujer y
todo que… claro te dicen “uno se encariña con todos”, pero quizás con una mujer, que
tiene esa sensibilidad como de mama incluso a veces, como que termina encariñándose
por lo mismo, porque sentí que es como tu mama, que te protege, porque te cuida, porque
realmente siempre te da consejos, es como más que nada eso. Al final sorprende, pero
se termina encariñando con la persona.
108
Y, bueno, hablando de la pregunta anterior de ser guapo, por ejemplo, a ti te echan
una choreada por así decirlo dentro de la cancha, ¿tú tienes que devolverla o es
mejor quedarse callado? ¿O es mejor visto que uno se plante frente al rival?
Yo soy parte… yo era un error que cometí yo, que quizás a veces uno igual lo comete por
tener las revoluciones a mil de repente uno responde. Pero porque es del futbol, ósea uno
lo ve y en cualquier partido que una persona tenga un roce, una patada o una choreada
como dices tú, uno igual tiende a responder porque estai “no porque él me tiro esto, yo
tengo que responderle”, pero hay veces que ya pasa a ser una… algo mal entendido
cuando ya empieza el tema de los contactos físicos, cuando ya empezai a golpear,
porque primero te descontrolai rápido y empezai a tener problemas también con, con tu
equipo porque el final terminas siendo una persona que no es confiable ante cualquier
insulto o patada que te llegue, lo que pasaba también con Medel, es lo mismo, él una
persona que es guapo y todo, pero cometió el error de repente de tener una discusión con
un jugador, pero el de repente ya empezaba con golpes y todo entonces al final la gente
empezó a… hubo un tiempo que la gente lo empezó a no considerar como lo consideran
hoy en día, ósea era una persona que era poco confiable, que fuera de la cancha también
empezaba a pegarle a las cosas entonces era nada más que nada eso como que… uno
claro, va a responder siempre pero sabiendo tus limites, sabiendo que teni una
responsabilidad, sabiendo que teni 10 jugadores más contigo, técnicos que ven esto, que
todos lo ven, que hay gente que quizás en el caso de que te quiera llevar a otro equipo
dice “este jugador no es confiable porque le responde a los demás, porque empieza a
descontrolarse”. En cambio la persona que claro, tiene sus límites y todo y que pelea, de
repente pelea y todo, pero es una persona que sabes que no va a hacer cosas no nunca,
que se va a controlar, eso es más que nada lo que yo veo.
Tú en tu pasa o bueno cuando formaste parte de las divisiones menores de unión,
¿habían ciertos códigos, ciertas cosas que podías decir y que no a los profesores?
¿Ciertas cosas que les podías decir a ciertas gente o tú siempre te pudiste abrir con
cualquier persona o… demostrar tu punto de vista contrario quizás a algún
profesor, pero a cierto profesor y no a todos?
Yo creo que eso va con el tiempo, ósea yo el tiempo que estuve por ejemplo le agarre un
cariño enorme al profe Bigorra, que fue mi técnico porque fue una persona también que
me dio mucha confianza a mí, entonces al final esa confianza me la devolvía hablando
conmigo, entonces yo igual… uno también tiende a decirle algunas cosas, quizás no le
109
decía todas porque habían compañeros que quizás estaban desconformes, que hablaban
de él por el hecho de que “claro este viejo no me pone”, lo típico en todos lados…
entonces yo tampoco le voy a contar a él, porque, ¿Porque si yo estoy jugando me tengo
que meter en problemas de otros? Quizás de repente… no pero la verdad es que siempre
hubo una…por la manera que quizás el profe entrenaba, como que habían algunos que
están disconforme porque le gustaba trabajar potras cosas o algo así, pero yo creo que
eso va con el tiempo. Yo hablaba con compañeros por cosas… a mi muchas veces me
toco discutir con mis compañeros porque yo estaba en compañeros sobre como ellos
enfrentaban
ciertas situaciones como equipo. Había un tiempo en que nosotros
estuvimos como juvenil en un momento muy malo y hubo un compañero que realmente se
reía porque íbamos ultimo entonces yo iba ahí y ni siquiera era necesario tener confianza
ósea, hay códigos… acá hay un tema de equipo. Y yo se lo dije frente a todos y no tuvo
problema... Se lo dije que no puede estar actuando así, que no puede estar riéndose por
la situación en la que estamos, que no puede entonces al final, lo que pasaba es que
muchos de mis compañeros nunca se atrevieron a decirlo porque quizás no estaban
interesados en el equipo, ósea están obviamente como no juegan algunos están
interesados en jugar ellos, me pasa a mi hasta el día de hoy. De repente cuando no juego,
prefiero que los demás arreglen el tema porque estoy preocupado de mi situación. Como
él no estaba jugando en ese tiempo y también era mi último año, yo necesitaba jugármela,
ósea no quería después arrepentirme y decir “¿Por qué no le dije esto en ese tiempo? Yo
le dije y cambió, y tenemos una muy buena relación ahora, quizás en ese tiempo hubo un
momento en que no hablamos nada, pero me quede con la conciencia tranquila de que le
dije todo. Y también me pasó con otro compañero que muchos compañeros me dicen “no,
está bien lo que le dijiste”… pero es que quizás no se quieren meter, no quieren pasar ese
mal rato que pase yo en el fondo, entonces hay códigos de repente… y eso quedo ahí,
ósea yo creo que los profesores nunca supieron, porque eso siempre quedo en el camarín
y yo nunca supe de los profes ni nada. Quedo ahí en el camarín, y ahí va el código de
cada uno, uno tiene la libertad de contárselo a quien quieran pero también saben que hay
una responsabilidad de equipo, lo que nos pasa a nosotros no lo puede saber el cuerpo
técnico ni el kinesiólogo. Lo que pasa debe quedar entre nosotros porque esto se arregla
entre nosotros y hasta el día de hoy ocurre en los equipos que en las situaciones se
agarran entre ellos y el cuerpo técnico queda fuera. Entonces… va en cada uno, va en los
códigos, y va formando los códigos con las personas que si realmente le gusta el futbol,
110
saben que... como todo en la vida, debe tener códigos, no debe andar contando todos los
problemas a todos.
Empezando la tercera patita de esta investigación, ¿tú has tenido la experiencia, o
has sabido de algún jugador homosexual en un plantel de futbol ya sea en futbol
joven o quizás ahora en tu experiencia como profesional?
No, personalmente no, nunca he sabido nada. No. Nunca he sabido nada, no he tenido
ningún compañero que se haya… ninguno. Igual he vivido poco en esto, pero nunca he
sabido de ningún compañero.
Y… ¿qué pasaría si hubiera un jugador abiertamente declarado homosexual?
Para mi igual seria… Yo respeto y todo. Para mí sería igual complicado, porque estas
conviviendo con la persona que claro, le gusta la persona del mismo sexo y van en un
camarín donde generalmente uno ya, no se po, claro te bañai, te bañai con él al lado… no
es lo mismo estar en una cancha que en un camarín porque claro están ahí todos los
compañeros, se puede incluso prestar para malos ratos de bullying. Uno nunca sabe…
más cuando uno es juvenil, como la gente todavía no tiene tan desarrollado ciertas cosas
de como que… empiezan a tirarle… si existiera el caso sería incómodo para todos, yo
creo que para muchos, sobre todo para él, porque creo que muchos empezarían a hacerle
un bullying hasta que él quizás deje de ir a entrenar y todo pero… sería complicado no
solamente pa ellos, yo creo que pa muchos.
Ya que tocaste el tema, ¿hay mucha broma en cuanto a.... entro broma y retos de
que se yo, referencias también a mujeres y homosexuales, por ejemplo, jugar como
niñita, o jugar como amariconao, mejor irte a jugar a las barbies si no quieres
dedicarte a esto… ¿de dónde vienen y por qué se realizan esos comentarios?
Eso yo creo que se realiza por el hecho de que porque claro es un deporte de roce, que
no podi jugar… que teni que jugar con todo, que no podi regalar nada entonces cuando
pasa eso de que de repente un jugador juegue como si nada ahí empiezan esas tallas de
que “no jugui como niñita, anda a jugar a las barbies si no queri que te toquen” más que
nada eso, onda ”anda bailar ballet” como dicen “si no queri que te toquen” porque siempre
tienen eso. “Anda a jugar a las barbies entonces si no queri te toquen” por lo mismo,
porque el jugador que lo tocan y empieza a gritar lo empiezan a molestar o se tira al piso
porque al final a los demás le empieza a molestar la manera en que él juega, porque
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como te digo, ellos saben que el futbol es de roce, es de contacto físico permanente y
siempre vai a estar no solamente con el contacto físico con las piernas si no que de
repente con los brazos, cuando vai a saltar, siempre vai a tener contacto entonces quizás
cuando una persona tiende a de repente a jugar por jugar nomas, tiende a hablar o tener
esa cierta crítica y cierta talla como “no jugui como mariquita”, “juega como hombre”. Son
un montón de cosas por lo mismo, porque el futbol es un deporte de roce, de contacto
físico permanente. Entonces el que no esté en ese contacto físico permanente
propiamente tal, tiende a ser una persona que claro, empieza a ser objeto de burla.
Dentro de este espacio de futbol joven, está el utilero, que muchas veces o bueno,
lo que yo he visto… de repente insulta o de repente se refiere a ustedes de manera
poco grata ¿Cómo era tu relación con él y que piensas tú de ese trato que tenía con
ustedes?
Yo creo que, bueno yo he tenido conocidos utileros también… bueno quizás todos tienen
esa picardía, esa manera de expresar que no tienen todos, que claro de repente te tiran
sus garabatos. Y yo he conocido utileros en puerto Montt que hasta el día de hoy esta
allá, que claro es una persona muy atenta con uno y todo, pero cuando se enojaba te
tiraba sus garabatos y todo a cualquiera. Pero si te agarra un cariño y todo, obviamente la
agarra con uno más que otro, porque el otro era desobediente, porque dejaba todo
cochino. Y una, pa mi es una relación súper linda, con los que he tenido, quizás no tanto
con el que está ahora, porque lo que muchos critican es que al que hoy día están en el
primer equipo esta, como que está más ligado a lo extranjero, como que los pesca más,
en cambio a nosotros que somos juveniles, a los chilenos no nos pesca a todos, a los que
somos de la cantera como que nos deja más de lado, como que nos mira en menos,
entonces siempre vai a encontrar gente así, en los utileros vai a encontrar gente de todo
tipo pero… es una relación que se… es como un amigo al que tú le teni confianza y él te
tiene confianza a ti y hablan de futbol, después hablan de otras cosas y que incluso de
repente el con el contacto, porque el utilero siempre está al medio de todo, siempre va a
escuchar lo que diga el técnico, entonces te puede tirar por alguna, no se alguna pista de
lo que teni que hacer mejor porque el técnico l dijo a él o porque escucho en los pasillos,
no sé, un montón de cosas. Ahora es como un amigo, que tu sabi que no le va a contar…
yo he tenido la posibilidad de confiar, es una persona de confianza, no es cualquier
persona y tú te la ganai porque te ve trabajando, porque te ve que eres limpio, que eres
obediente, y uno se gana a la persona.
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Cuando tú hablaste en la pregunta pasada de que el deporte es un deporte de
contacto, ¿qué pasa si hay jugadores que rehúsan el contacto, son mal vistos?
¿Son jugadores que despiertan algo en el rival?
Ahí uno dice que es un jugador que no mete la pata, es un jugador que pasa… que es
uno más, que es plano, que no juega al futbol como realmente se debe jugar que es con
contacto, con garra, con actitud, con convicción. Una persona no mete la pata en el fondo
como que termina haciendo que el rival… por ejemplo, el sí sabe que pasa, no le va a
pegar una patada, o no lo va a seguir, porque es un jugador al que solo le gusta tener la
pelota a él y que no le peguen. Una persona que realmente se rehúsa termina siendo mal
visto por su técnico, por tus propios compañeros que a mí me ha pasado muchas veces,
que ha pasado muchas veces que les dicen jugadores pecho frio, son jugadores que no
meten la pata. Yo he tenido compañeros que realmente les han dicho así y uno los ve
jugar y como que juegan… no tienen una expresión, tú los vei y no te impregnan nada de
el a ti desde afuera. Yo he tenido compañeros que les han dicho que son pecho frio y les
da lo mismo, como que tienen tremendas condiciones pero les falta lo otro, que es actitud
al momento de jugar que “si me pasa yo voy a ir, y si me pasa de nuevo voy a ir de
nuevo”, entonces son más que nada… cuando es medio pecho frio es cuando no mete la
pata, juega sin corazón y al final termina siendo un jugador mal visto por todos, no
solamente sus compañeros.
Durante la entrevista hemos hablado un poco de la mujer, un poco del hombre, un
poco de la homosexualidad ¿que opinión te merece el cruce de estos tres en el
contexto futbolístico?
Que opinión tengo de los…
¿Cómo tú ves el cruce entre la mujer, el hombre y el homosexual en el futbol?
¿Están ligados? ¿Hay espacios para ciertos actores y otros no?
Ósea yo creo que con el tema de lo homosexual, no creo que haya nada de malo con un
camarín, yo sé y he sabido de personas, de futbolistas de Europa que tienden a decir que
son homosexuales y son sacados del equipo porque… al final la agarran por l porque
obviamente los demás no tienen la culpa de que él sea homosexual. Si se decidió a serlo,
bien por él, pero también tiene que aceptar en que puede incomodar a sus compañeros.
No ha todos pero si a la mayoría los puede incomodar. Y la mujer, yo creo que de a poco
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se va a ir metiendo en este rubro, pero va a paso lento, va tomando fuerza pero de
repente como que se estanca, de repente sigue, de repente no, entonces es más que
nada eso. La relación como te digo del homosexual con el futbolista en un camarín… si tú
me preguntai a mí, yo igual me sentiría incomodo, me sentiría incomodo, yo los respeto y
todo, no tengo nada en contra de ellos, pero en el momento en que por ejemplo, ya si es
un compañero fuera homosexual me costaría mucho decir “no, sabí que, ven al camarín”
porque estai compartiendo con el todos los días, ve todo, a tus compañeros, es objeto de
burla, y al final se termina uno sintiendo mal por lo mismo porque es una persona que
recibió algo tan difícil, y tener que… la gente lo molesta igual y uno dice “pucha, claro le
costó tanto pero es objeto de burla” entonces lo más sano para el seria que se vaya
porque al final se terminaría haciendo mucho daño a él, y ahí es donde uno de repente
dice ojala nunca más se empiece a un tema… piense en suicidarse por el tema excesivo
que le hacían, porque ya era mucho, llegar a entrenamiento y esa cosa. Y la mujer yo
creo que va tomando fuerza pero ya, como te digo, el hecho que no se le puede asociar
mucho al hombre por el hecho de… solamente porque juegan. Pero así como la
importancia del futbolista, óseo tú ves un diario y va a estar portada de todo puros
jugadores de futbol, y a la última página con suerte quizás salga algo de futbol femenino.
Pero más que nada eso, van de la mano en ciertas cosas y hay otras cosas en que
simplemente no competen, no corresponde hablar de que hay semejanzas.
Esto del homosexual como… Hay cierta… Yo creo que, con la gente con la que yo
he hablado también esta como la idea de la incomodidad, ¿Tú has visto, has sabido,
o has sido testigo de jugadores para no acercarse a ese lugar como que tratan de
mostrar su heterosexualidad de manera más…?
No, a mí no me ha tocado ver eso, nunca me ha tocado… quizás uno ha visto
compañeros que son medio amanerados como se llama pero no solamente… y no he
tenido solamente compañeros de futbol, compañeros de la vida o ex compañeros de
curso que son medio amanerados porque quizás no sé, de repente son hijos único
entonces no sé, tienden a ser muy mimados por los papas, se acostumbraron siempre a
papa y mama, entonces tienden a eso. Pero aun así no porque sean así uno va a decir
“no, es homosexual” si no de repente igual tienen pareja todo, si no que es su forma de…
crecieron así, su forma de criarlo de sus papas quizás fueron eso, y no solamente por eso
van a ser homosexuales y no al revés también, si no quieren ser eso tampoco van a
demostrar “no, sabí que estoy con tal persona” no, si no que… yo creo que al final no sé si
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una persona aguante tanto tiempo decir “yo soy…”. Cuesta mucho que una persona… yo
creo que ahora con la sociedad que tenemos, una persona sale del closet mucho más
fácil que antes, porque antes el juicio que había al homosexual ya era, pucha, “no, no
puede ser homosexual” y hoy día tú lo ves que, el tema de las leyes ya quieren hacer el
matrimonio igualitario y todas esas cosas entonces ya ha sido una persona, o una mujer,
tiende a decir “no, mira cómo está la sociedad hoy en día, ¿por qué no decimos, nos
abrimos y decimos que pasa esto?”. Entonces al final como que siento que una persona,
como dices tú, tiende a demostrar su heterosexualidad para no acercarse a su mundo, no
debería porque la sociedad ha cambiado demasiado, y no debería tener miedo. Ya hay
mucha gente que ya… he tenido compañeros dela vida que se dicen ser homosexuales y
están ahí y no tienen drama pero antes yo creo que era mucho más difícil. Ahora, la
sociedad está abierta y tienden a salir del closet sin problema.
Por último, ¿tú sabes o identificas alguna otra exclusión o quizás discriminación
dentro del futbol aparte de las que hemos estado hablando?
Sí, sí, eso se ve mucho, ósea, uno lo ha visto cuando una persona es cuica o por el hecho
de tener plata discriminan, o al revés también, es de todo. Ósea cuando llegas a un lugar
por ejemplo, un equipo de futbol quizás de menor, de un estrato social bajo y llegar un
persona, como dicen, cuica acá, claro los demás tienden a quizás excluirte un poco más,
a tirarte tallas pesadas, a no sé, a mí nunca me ha tocado llegar hasta que lo golpeen y
que se quede callado. O al revés también, cuando la persona no… yo creo cuando una
persona viene de un estrato social muy bajo y se encuentra con personas quizás de un
poder económico mucho mejor que él, también tienden a humillar y ni siquiera con
palabras si no que de repente con cosas materiales, “que tu no teni esto, que tu no teni lo
otro”. Eso se va a dar siempre en el futbol, y siempre se va a ver. Yo creo que cuando
uno es más joven sí, porque como uno no tiende a razonar que quizás, que daño le podi
estar
haciendo a la persona, si al final les terminai provocando un daño que poder
irreparable y termina dejando el futbol porque no porque… Me han tocado compañero que
se han ido a probar y dicen “no, estos son muy cuicos, eran unos… no me gustaba el
ambiente, entonces me fui a otro equipo” y es más que nada por eso, por los estratos
sociales se fija mucho. Yo lo he visto en el futbol, es muy marcado eso ósea como si tú,
quizás al final te terminai… al final, teni que realmente conocer a la persona para decir
“¿sabí que? Da lo mismo al final si tu teni un estrato social más bajo que el mío somos
115
amigos igual, no hay problema”, pero al principio, cuando se forman estos grupitos, ya se
nota que ya quizás van a empezar a tirarle tallas pesadas y la cosa, más que nada eso.
¿Y por apariencia física hay también…?
Sí pero… el futbolista siempre va a ser como tirao a andar tirando tallas, no sé, a mí por
ejemplo que soy colorín, siempre me van a molestar porque yo también molesto a los
demás, pero nunca más allá de eso, como que siempre hay un límite. Tampoco es como
decir “eri tan así, eri negro no, tu eri negro”. Yo creo que no, que estamos en una
sociedad media racista, pero en el futbol como estai acostumbrado con compañeros de
distintas nacionalidades teni que saber a convivir con ellos. Ósea, he tenido compañeros
argentinos, uruguayos, también chilenos, y siempre tiene que haber un ambiente grato
porque al final vai a compartir con ellos siempre, todo el año, y si tienen una presión física,
que son más guatones, claro, te tiran la talla y todo, pero yo nunca he visto que pase más
allá de eso… “porque eri chico, porque teni orejas grandes, porque eri guatón”, te van a
molestar pero en forma de talla, pero más allá yo nunca he visto un problema más como
bullying por decir “tú eres así” o “tú no eres así”, nunca he visto problemas así.
Bueno, vale po, ¿algo más que quieras decir?
No, no, feliz nomas, ningún problema.
116
Entrevista con Entrevistado B
Primera pregunta: ¿Cómo toma usted la decisión de dedicarse al fútbol?
¿Cómo jugador?
Sí.
Bueno, todo esto parte siendo muy niño. Todo esto parte con una prueba masiva que
hace Universidad de Chile y un vecino mío me pide que me vaya a probar. Me dice “Tú
tienes condiciones, anda a probarte”. Y me recuerdo que parto al estadio Pocuro, que
está ahí en Pocuro al llegar a Providencia, que es el estadio de Providencia hoy en día. Y
había, no sé, cinco mil, una cantidad de niños enorme. Y juego un partido que debe haber
durado unos diez minutos y me citan después para Recoleta en donde yo pensé que uno
ya había quedado y llego a Recoleta y hay diez mil más. Y ahí empiezan las pruebas, la
decantación hasta cuando el técnico, de esos entonces que era Don José Ruiz, me dice
que me tengo que hacer los exámenes porque me voy a quedar en Universidad de Chile.
Pero yo me pruebo en un puesto totalmente diferente al cual llegué a jugar. Eso fue
gracias a Don Washington Urrutia y Don Pepe Ruiz que fueron los que tuvieron la visión y
los ojos para decir “no, que no juegue delantero, que juegue acá atrás”, y pude debutar a
muy corta edad.
Y usted ¿cuánto alcanzo a estar en las divisiones menores de Universidad de
Chile?
Bueno, antes había menos divisiones. Antes tú tenías cuatro divisiones nomás, que eran
segunda infantil, primera infantil, juvenil, cuarta especial, la reserva que entrenaba con el
primer equipo y el primer equipo. No había más divisiones. Yo alcance a hacer segunda
infantil, primera infantil, me pasaban a la juvenil y me pasaban al primer equipo, y ya
antes de los 17 años yo ya estaba debutando.
¿Cuál es el rango de edad con el que estuvo usted en infantil? ¿Cuál era ese?
Yo tengo que haber empezado a los doce años po, doce, trece, catorce, quince, dieciséis
y claro, ya a los diecisiete ya estaba jugando.
En comparación de esa época a esta época, ¿hay similitudes? ¿Quedan cosas que
van siendo iguales o ya es todo…?
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No, ha tenido una gran transformación el futbol menor. En todo sentido. Primero, que
tiene más divisiones. Después vino toda la masificación de las escuelas de futbol.
Entonces las escuelas de futbol fueron los que fueron siendo como los… viveros,
digámoslo así, de las divisiones menores de donde fueron sacando chicos. Hoy en día, el
futbol menor juega con muchas divisiones, entonces eso cambio mucho. Cambio todo lo
que es la metodología de los entrenamientos. Cambio mucho la misma intensidad de los
trabajos. Y fue porque ya cada institución fue entendiendo más que el futbol menor era
importante, y había que tener más recursos y tener más cosas y se fue mejorando.
¿Y en qué momento usted decide ser técnico de divisiones menores, propiamente
tal?
Bueno, cuando uno le va tomando más el peso a esto, cuando te van quedando menos
años de carrera. Uno cuando tiene veinticinco, veintiséis años, no mira que esto se va a
terminar. Pero cuando uno llega a los treinta y empieza a estirar un poco “que un año
más, un año más”, uno se va proyectando. Y la verdad es que, los ojos míos estaban
puestos para otras cosas, muy ligadas al futbol y que ese campo no estaba todavía muy
virgen en el futbol nacional. Y hasta que decidí hacer los cursos po. Me vine, hice los
cursos, me fue bastante bien. De los cursos terminan mi titulación y me mandan a buscar
pa trabajar en las selecciones menores, y ahí empieza la carrera mía como técnico.
¿Qué piensa usted de que el futbol sea un deporte relacionado principalmente a los
hombres? Como un deporte más para hombres.
Bueno, esto hace bastante tiempo atrás era solo pa los hombres porque después vino una
gran masificación del futbol femenino. Y que ha estallado a nivel mundial. Es tanto que se
hacen mundiales femeninos, entonces esto ha cambiado rotundamente. Pero yo creo que
sigue siendo en volumen más masivo el del varón para el futbol, pero también ha tenido
un gran auge lo que ha sido el futbol femenino.
¿Y por qué usted piensa que es mucho mayor la cantidad de hombres que lo
practican al de mujeres?
Porque en relación a lo que es el futbol en forma… que fue siempre como se inventaba y
analizaba y visto que era un deporte rudo, que había que chocar y era pa los hombres, le
lleva muchos años de ventaja a lo que es el femenino. No sé si en algún momento lo
lograra equiparar, pero hoy en día siempre sigue mandando el futbol pa varones.
118
Y esto de las características que usted dice de ser rudo, de ser un deporte más para
los hombres ¿En que se ve? ¿En que lo…?
En todo po. Tu no podrías poner a jugar a una mujer, una chica de dieciséis años con un
chico de dieciséis del futbol menor. Yo creo que se notaría mucho.
Y en cuanto a esa rudeza que usted dice ¿hay alguna rudeza que está bien vista y
otra que es mal vista?
No, porque hay un semblante que es el que trae y hay genes que trae más el hombre que
la mujer nomás. La mujer puede ser más valiente que un hombre. La mujer pasa por
cosas más fuertes que un hombre en su vida. El hecho de tener un hijo ya es una cosa
totalmente fuerte que nosotros no la vivimos como hombres, pero lo que es ya el deporte,
y prácticamente ligado a esto que es el futbol, siempre está mandando más,
genéticamente, el hombre.
Y ahora, aparte de este auge que usted dice, también hay una interiorización de la
mujer dentro de estos lugares o espacios que antes eran habitados solamente por
hombres. Ósea, hay arbitras, hay mujeres del cuerpo técnico.
Sí, hay mucho más. Mira tú ya lo ves… el otro día veía un reportaje en el FOX: en
Alemania hay dos mujeres que dirigen equipos de segunda división, son los técnicos del
equipo. Tú ves todo lo que se ha ido produciendo, ya hay mujeres que arbitran. Entonces
el campo se abrió mucho más, pero el espectro para la mujer no sé en cuantos años más
podrá verse igual a lo que es… el volumen de chicas a probarse al futbol como el volumen
que se prueban hombres para el futbol.
¿Usted piensa que va para allá? ¿Qué va en aumento?
Es que a lo mejor no estamos ni vivos pa verlo. No sé cómo irá la tendencia, pero uno
tendría que tener un estudio de eso, saber que tanto auge ha tenido desde que empezó el
futbol femenino, por decir, si empezó el 2000 al 2015, ¿cuánto ha progresado? ¿Vienen
más niñas a jugar? Eso la verdad que no lo manejo.
Y dentro de cuando, por ejemplo, ¿a usted le ha tocado ser arbitrado por una
mujer?
En el futbol menor, si po.
119
¿Y eso cambia algo?
Mucho. Mucho. Cambia el trato de los mismos jugadores hacia la persona que está
dirigiendo. Cambia cuando te tocan guarda líneas mujeres.
¿Y que cambia?
¡Cambia! En el mismo forma de alegar del jugador que está dentro de la cancha. Él quiere
alegar y se da cuenta de que es una dama.
¿Y eso los cohíbe?
No sé si los cohíbe, porque uno está afuera. Yo veo la reacción de los muchachos cuando
quieren reclamar un codo al, digamos, al línea decirle que “¡¿que está cobrando si no es
off-side po?!”. Uno ve que el tenor es diferente cuando uno es hombre.
¿Y a usted le pasa también? ¿Hay cambio?
No, porque yo trato de alegar lo menos posible con los árbitros. Los años te van dando
otra madurez y otra experiencia.
Cuando usted hizo divisiones menores ¿esto no era? O pasaba igual, habían
arbitras…
No, no había nada. Yo hice toda mi división menor en futbol y nunca vi a una mujer
arbitrando.
¿Y en otros aspectos del futbol, dirigentes?
No, porque hoy en día hay más auge, hoy en día tú ves mujeres que trabajan en los
programas deportivos, que antes cuando era, cuando veías mujeres en los programas
deportivos. Y ves mujeres que están muy bien instruidas, que han estudiado mucho, que
se saben los nombres de los jugadores, critican bien. Entonces se han metido en el rodaje
de esto.
Y, ¿Cómo usted piensa que impacta en el jugador que haya un mayor protagonismo
de mujeres?
Es que eso yo creo que es una pregunta que deberías hacérsela a un jugador de campo.
Que les impacta a ellos po. Cómo reaccionan ellos cuando ven que una mujer les viene a
120
arbitrar. Cómo reaccionan que “oooh, el cuerpo arbitral son puras damas”. Yo creo que es
una pregunta más que tiene que ver con ellos, ósea, o la evidencia más ellos dentro del
campo.
Pero usted que está viendo este auge y que también vivió la parte que era
totalmente un lugar masculino ajeno a mujeres, ¿ha visto aparte de esto del
reclamo algún…?
Es que a ver, yo veo que han aflorado mujeres árbitro, que han aflorado mujeres en los
programas de televisión, pero tampoco es una cosa tan masiva. Yo no tengo un catastro
de decir “ah nooo, mira el 2010 habían ocho, ahora hay doce, nos pasamos a quince”, no
lo tengo. Entonces yo tampoco veo una cosa de tanto volumen. Yo el futbol femenino, por
situaciones que me chocan los horarios, yo poco veo al futbol femenino del club. O yo
estoy jugando afuera, o ellas están en Santiago, ellas están viajando y yo estoy en
Santiago, entonces andamos al revés un poco.
¿Pero ha tenido la oportunidad de verlo alguna vez?
Entrenar nomás las he visto.
¿Y cómo?
En el estadio las vi una vez.
¿Y cómo las ve? ¿Cómo es el equipo?
Es que… es una cosa de entrenar y lo otro jugar.
¿Pero hay características que posibilitan o hacen mejor a las mujeres en algún
aspecto o peor en algún aspecto que el hombre?
Es que yo no sé. Yo todavía tengo mis dudas en eso. Uno ve las mujeres que han sido
futbolistas, que son futbolistas, uno las ve y dice “¿Cuáles son las connotadas?”: ¿Unas
brasileñas que salen por ahí a nivel mundial?
Los estadounidenses también son buenos.
Pero es una minoría con respecto al futbol. Ve el futbol, tú, cabros de corte A como están
triunfando en otro lado. Jugadores. Yo por eso te digo, analizar o dar un argumento más
121
de peso es tener como un catastro, decir “esto sí que ha progresado” o “esto sí que ha
crecido”. No lo tengo yo.
Y, profe, ¿qué piensa que sucedería? Porque en este espacio hay psicólogos
masculinos, profesores, paramédicos, etc., jugadores masculinos también, acá no
hay ninguna mujer. ¿Qué pasaría si un día, por ejemplo, llegara una kinesióloga o
una psicóloga o una entrenadora? ¿Cambiaría en algo la dinámica?
Si profesionalmente es buena, no debería por qué tener problemas.
¿Y el trato tampoco cambiaría usted piensa?
No, porque ella tiene que adecuarse al mundo del futbol po. ¿O no leíste lo que le paso a
Mourinho con la psicóloga que tenía?
Si po.
Ya po, entonces tienen que adecuarse al mundo del futbol, porque este es un mundo que
es totalmente diferente. Ustedes mismos como psicólogos, si no se adecuan al mundo del
futbol, del deporte, no van a entrar al futbol. No van a entrar al deporte. Porque esta es
una cosa diferente. Es muy diferente. Yo no necesito un psicólogo que me venga a decir
que “no, mira el chico no atiende”. Yo necesito que vea si se frustra porque lo sacan, si se
frustra porque lo pierde, si yo lo hecho al saco como arbitraje cómo reacciona. Tú ves los
entrenamientos de nosotros, yo de repente árbitro, les cargo la mano pa ver cómo
reaccionan, pa ver quien se enoja, quien alega, quien discute. Entonces una mujer tiene
que adecuarse a ese sistema. El psicólogo… tienen que haber mujeres que son
paramédicos, pasa que no están insertas en el futbol, pero tiene que haber po, miles.
Y, profe, dentro del futbol hay ciertas frases hechas que son referidas tanto a la
mujer como, quizás, apelando un poco a la hombría del hombre. El que “hay que
comérsela callao”, “el que no quiera estar aquí que vaya a jugar a las muñecas”, “el
que…” y así una cierta cantidad de frases que tratan de ilustrar algunas ideas que
se les exigen a los jugadores. ¿Usted de adonde piensa que vienen? ¿Esas son
frases que han existido siempre?
Sí po, de siempre. Esas vienen de casi de la formación de barrio.
¿Y por qué piensa que son tan ocupadas esas frases?
122
Porque hasta el día de hoy son cosas que te dan o te marcan situaciones con los
jugadores. Uno ve jugadores en prueba de repente, “este chico juega como un viejo
crack”, y es porque los cabros chicos, a corta edad en el barrio, juegan contra gente
grande, y adquieren mañas de los grandes a corta edad. Entonces se desenvuelven como
un viejo chico grande. Pero eso es porque es producto del equipo del barrio.
Y profe, pasando a otro tema, ¿usted ha tenido, o ha estado en algún plantel, o ha
sabido de alguna situación donde hay algún jugador abiertamente homosexual
dentro del…?
No. No me ha tocado.
¿Y usted piensa que hay casos o no sabe?
No.
Y, ¿qué podría llegar a pasar si pasara?
Yo creo que hay que estar medio preparado para esa situación. Hoy en día con la
diversidad que hay, hay que estar medio preparado. ¿Qué le decí al chico, que se vaya?
No.
Ya po, por eso digo que hay que estar preparado, pero a mí no me ha tocado. Tampoco lo
he visto, con todos los años que llevo en el futbol.
Pero piensa que ya viene, ósea que es algo que…
Es que no sabes po, por eso digo que hay que estar preparado. ¿Qué, lo vas a echar al
niño por eso? Si tiene las condiciones para jugar a esto.
¿Cómo piensa que puede ser la relación con el resto de los jugadores?
Es que a la larga esto se está abriendo tanto, el universo, que creo que la gente lo va a
tener que entender nomás po. No sé cuántos años atrás veíamos a alguien tomado de la
mano, era escándalo. Ahora veí mujeres con mujeres en la micro, en el metro, y ya pasa a
ser casi normal ya po.
Eso, usted, haciendo quizás el paralelo: ¿el futbol es un reflejo de la sociedad en la
cual se desarrolla?
123
En qué sentido dices tú.
Por ejemplo que usted está diciendo que antes no se veían esto de demostraciones
más homosexuales y ahora se ven más, y usted dice que también el futbol tiene un
poco como que, en algún momento también va…
Es que no sabes po, por eso digo que hay que estar abierto. Qué pasa si viene un chico a
probarse, y tiene condiciones para el futbol, y tú lo dejas, y el chico te dice que él es gay,
¿qué, lo vas a echar?
No lo puedo echar por eso.
Por eso te digo, hay que estar más abierto hoy en día, con las antenas más abiertas no
más.
Y en cuanto a, quizás… hay situaciones de deportistas que una vez retirados ellos
asumen su homosexualidad.
En el futbol a mí no me ha pasado, yo no he sabido. Yo no sabría mentirte porque yo no
he sabido ni he conocido a alguien que me diga que es homosexual o que es gay, no.
Que alguien de la época mía se retiró y después dijo, tampoco.
Hay una situación de un rugbista que él jugó, hizo toda su carrera, y se declara. Él
dijo que no se sentía cómodo, ósea que él podía poner incomodo a otros jugadores
por eso. ¿Usted piensa que puede llegar a haber una situación parecida?
Es que me estas colocando en una situación muy supuesta, hay que estar ahí pa vivirla
ahí. Me estai poniendo en una cosa supuesta y yo no sé cómo reaccionaríamos todos,
como reaccionaria la institución.
¿Pero hay ciertos anticuerpos hacia alguna…?
Es que no lo he tenido po hombre, como te digo de anticuerpos si no he tenido a nadie.
Pero quizás no haya existido, pero por ejemplo se puede ver, no sé po, como en…
¿hay rechazo? ¿Usted piensa?
Pero es que me estás colocando en una cosa que es totalmente supuesta, yo no sé va a
reaccionar el grupo si viene un chico y no se le nota para nada que es homosexual, y
juegue, y choque, y mete y hace goles y todos me dicen “oh el cabro pucha que es bueno
124
profe”. ¿Qué rechazo puedo tener? Si aquí los rechazos son porque no le pegue, o no
juegue. Tú con el tiempo veías metido en el futbol, tú te has dado cuenta de que el chico
que se viene a probar y hemos dejado es porque el chico demuestra condiciones y el
mismo grupo lo aspira y lo trae y dice “este juegue”. Y le dan la pelota, y comparten con
él. Al que no, no le dan la pelota porque es el que tiene menos condiciones. Entonces yo
no sé cómo reaccionaríamos y por eso te digo, te vuelvo a reiterar, hay que estar muy
abierto a lo que viene porque sabemos que puede venir.
Profe, ¿hay algunos como, quizás, como sujetos o algún… hay algún sujeto de
burla en el futbol? ¿Hay discriminación dentro del futbol?
¿En qué sentido?
No sé, discriminación por ser gordo, discriminación por ser…
Bueno, eso ha existido siempre po. ¿En el colegio no te toco tener compañeros guatones
y se reían de tu compañero guatón? ¿Y del que usaba lentes poto de botella no se reían?
Ya po. Siempre han existido. Si hoy en día hay cosas que están más en boga. ¿Antes
existía la ley del niño? Te pegaban dos correazos y te ibai a comer igual, y si haciai la
tarea igual. Pero las cosas han ido cambiando, ahora hay más cosas. Pero la
discriminación en el futbol es como de colegio po. Tú ves aquí mismo que al chiquito que
está pasado en el peso ¿Cómo lo empiezan a llamar? El guatón po. “¡Tócala gordo!”.
Siempre ha existido eso. ¿Que no la soporte para eso y para esta cosa? El futbol está
lleno de sobrenombres, lleno. Si no es cosas que analices la selección adulta nomás y
todos tiene un apodo.
¿Hay que tener un poco cuero de chancho para desenvolverse acá?
No sé si cuero de chancho pero hay que soportar un montón de cosas porque esta cosa
tiene muchos embates antes de llegar. El embate de que no te citan, el embate de que
eres banca y no juegas, y que vamos a las siete de la mañana a Rancagua y no me
ponen. Entonces se te va creando un coraje, un aura de protección y “yo quiero y voy a
llegar” y de repente el que tiene menos calidad futbolística es el que llega porque es
perseverante, no afloja nunca, le mete y le mete hasta que llega. Y de repente el
talentoso, por creer que tiene mucho talento y muchas cosas, no la aprovecha.
125
Profe, ¿usted diría que la dinámica que se genera en un equipo de futbol, es
parecida al de una familia?
No. Yo creo que no.
¿No hay como una visión paternal del entrenador?
Es que eso es mirado de otra parte. El cargo que ocupa uno como técnico, que ocupa el
teacher como preparador físico, nosotros pasamos a ser el amigo, el papá, el consejero,
el que lo trata de ayudar. Y claro que se cría como un padrón que ellos te miran como el
hombre que es: “El profe es buena persona, el profe me ayuda, el profe me aconseja”.
Y esa relación de entrenador-jugador, en comparación a cuando usted hacía
divisiones menores, ¿ha cambiado?
No, es que yo tuve muy buenos profesores. De los que tuve yo, en donde me formaron
como jugador, tuve dos hombres espectaculares. Espectaculares.
¿Y usted trata de ser parecidos a ellos?
Yo creo que en la vida uno como técnico trata de recopilar todo lo bueno que tuvo de cada
uno de los técnicos y de ir a aplicarlo con el sello que uno quiere ponerle a esto. Y sacar
lo bueno y lo malo de cada uno de los que estuvieron. Lo malo desecharlo, porque lo malo
te enseña, y las virtudes buenas de ellas apropiárselas uno pero con el sello personal de
cada uno. Porque quien imita, en esto, fracasa.
¿Hay algún entrenador del que usted haya sacado más?
De varios. Yo tuve muchos técnicos. Varios. Tuve una carrera que fue larga entonces tuve
hartos técnicos. Y de todos se aprende.
Y lo que sucede acá, o la dinámica que se da acá entre la relación profesor-jugador,
¿es parecida a lo que después se da en el profesionalismo?
No, va cambiando pa arriba.
¿En qué sentido?
Va cambiando, porque tú con el chico eres más paternal. Y ya llega un momento que con
el chico ya me tengo que distanciar de lo paternal, porque tengo que exigirle. Y por eso el
126
área del futbol tiene dos áreas: Una que es formativa y otra que es competitiva. Entonces
yo formo chicos de la once a la catorce. De la quince pa arriba, compiten. Y pa competir,
el que está, juega, y el que no, se espera. Entonces ahí ya viene otra rudeza, otro rigor,
otro tipo de cosa. Y en la primera división es resultadista. ¿Qué pasa con los técnicos que
no ganan? Los cambian. Entonces al equipo que le dice, “que no me echen, yo quiero que
este equipo gane”. Arma su cuerpo técnico y “que nos tiene que ir bien, y enfoquemos
esto por aquí, llevémoslo por acá, nos estamos equivocando, enderecemos el rumbo de
esto”, es porque te exigen todos lo mismo.
Y de profe, ¿ha tenido algún problema con este paternalismo que dice que se
genera? ¿Le ha dado como contradicciones internas o…?
¿Pero contradicciones en qué sentido?
Así como “este cabro es muy… yo le tengo mucho afecto, pero el cabro es muy
malo”, por ejemplo, “o no da para seguir subiendo”…
No, pero es que hay solo cuando va subiendo categoría vas tomando como una distancia
con ellos. A los dieciocho no los trataría como si tuviera a niños de catorce o de doce. Yo
al chico, si yo tuviera que mañana dirigir una doce, el trato va a ser totalmente diferente el
mío con ellos. Y si yo mañana tomo un primer equipo, va a ser totalmente diferente a
como trato a la juvenil. Porque aquí, lo de arriba, es el resultado. Yo me mantengo en el
puesto ganen o no ganen. En las juveniles o en las cadete, si un equipo es serio, tiene
una ruta de vida, te dicen “esto es en lo que vamos a seguir durante cuatro años”, si no
salen campeón no debería pasar nada, porque estoy formando.
Profe, y, como jefe técnico ahora le pregunto, ¿hay algún perfil que se busque en
los entrenadores del club?
¿Para ser jefe técnico?
No, para ser entrenador de…
Bueno, tratamos de buscar gente que sea lo más identificada posible con el club. Parece
raro porque yo también llegué de afuera, pero a eso es lo que llegamos en un consenso
de buscar mucha gente y tú ves casi toda la gente que ha estado en el club…
Y aparte de eso algún, no sé…
127
Bueno que tenga, como se dice, dedos pal piano pa esto. Que le pegue un poco a esto,
que tenga las condiciones de poder dirigir un grupo, yo trato que sea lo más auto-valente
con sus cosas. Yo a los comienzo de años me meto a las charlas a escucharlos, y
después voy evaluando nomás.
Y esta, como, no sé si será política del club o qué, pero desde la once a la catorce,
va siempre un entrenador subiendo, hasta la quince. Ese corte de la catorce, donde
vienen cuatro años con el mismo entrenador, y después pasan ya a ser más
competitivo como usted, ¿usted piensa que puede afectar a los chicos?
Es que aquí hay una cosa que es diferente, aquí hay una cosa que… para mí el ideal, es
que un técnico entregue a su serie en la diecisiete.
Que la tenga de la once a la diecisiete.
Por eso yo implementé en el club que el chico que toma la doce, o la once que es la
menor hoy en día, hace once, doce, trece y catorce con ellos. Vuelve a buscar la once
otra vez, y hace once, doce, trece catorce. Entonces quiero que ese hombre que la tome
en la once, la termine en la diecisiete.
¿Y por qué? ¿Que busca ahí?
Porque hay otros factores. Estos entrenan tres veces al día, entrenan acá todo el día. Y
esos factores los tienen que entender no yo, lo va a tener que entender una institución.
¿Aquí hay un perfil más en el cómo se llevan ellos con los chicos o algún trato que
tiene que tener?
No, porque tiene que haber un crecimiento po. Porque el ideal es que a mí el hombre me
diga: “yo tomé la serie en la once, limpié esta serie y la pasé a doce, limpié esta serie y la
pase a trece, limpié esta serie y la pase a catorce. De esos catorce hay veinticinco y hay
nueve competitivos para la quince. Ahora salgan a buscar a los demás porque estos son
los que deben de seguir”. Entonces el ideal mío es pa que tenga el nivel competitivo para
arriba, pero hay otros factores que son de ámbito institucional.
Profe, y haciendo un paralelo entre su experiencia con el futbol juvenil y la de
ahora, a los chicos les dice que para usted esto es una profesión, ¿verdad?
128
Nosotros lo conversamos un par de veces y usted ha dicho que es una profesión.
¿En qué edad los chicos ya empiezan a tomar esto como una carrera?
¿A qué edad tendrían que estar claros ellos? Cuando tienen quince.
A los quince años ya deberían dedicarse 100% al futbol.
No, no 100% al futbol. Si aquí nadie se tiene que dedicar 100% al futbol, lo que pasa es
que ellos buscan la comodidad hoy en día. Que es diferente. Y hoy en día el papá cree
que tiene a Sánchez, a Vidal, y tiene ese cheque en blanco. “Nooo, hace cuatro años por
internet, listo, sacai cuarto medio”, ¿y quién dice que va a llegar a jugar? ¿Quién le dice a
usted que llega a jugar? Si la estadística a mí me dice que pasan cuatro al primer equipo;
de esos cuatro termina jugando uno, y los otros veintitantos, ¿dónde están? ¿Y usted
quiere que haga cinco años de nuevo? Los estudios no deben de dejarlos nunca, y para
mí tendría que ser muy riguroso y otra vez es un tema institucional con los estudios de los
chicos. Tan riguroso como que el chico tiene mala nota, no juega. Y el club le pone los
profesores para reforzarle los ramos que tiene malos, y cuando me levante las notas yo lo
considero pa jugar. Porque yo no sé si ese chico llega po.
Y esto que dice usted de que ellos deciden, o es como algo más cómodo pa ellos
dedicarse 100% al futbol, ¿por qué? ¿Era así en la época en que usted jugaba?
No, porque nos exigían estudios.
¿Y por qué piensan que ahora han adquirido este comportamiento?
Porque hay otro mundo. Hace años atrás, ¿quién era el boom de esta cosa? Salas,
Zamorano. Después de diez años aparecen quién: los Vidal, los Sánchez, y el papá que
decía: Chino Ríos, andábamos todos con la raqueta de tenis bajo el brazo. “Juega tenis, si
ahí está la plata po”, pero no es pa todos po.
¿Y usted piensa que estos referentes de ahora tratan de ser imitados por los
jugadores?
Obvio si es cosa de ver los cortes de pelo nomás, ¿no le veí lo lleno de tatuajes que
andan? Imitan po.
Y en su época de futbol joven…
129
No, no existía eso, no existía. No existía si tener un tatuaje en la época mía era porque
erai marino. No había po.
¿Y había algún referente del cual?
¿Ponerse aro, en la época mía? ¿Usar pantalones blancos en la época mía? No existía
eso. Aparte que era mal visto. Ponerte polera de colores, ¿una polera rosada? No existía.
Por eso esto ha ido cambiando, por eso te digo que ahora hay que estar más abiertos a
un montón de cosas. Te podrán gustar o no te podrán gustar, pero hay que estar más
abierto. En la época mía, ¿irte a vivir con la polola? Cero posibilidad po. Hoy en día…
Entonces todo ha cambiado mucho, la sociedad ha cambiado mucho, el entendimiento del
chico ha cambiado mucho. Yo digo que hay una generación del 80’ pa acá, 79’ para acá,
yo digo que es la generación floja. Todo a control remoto. Todo a control remoto. Ni hablar
de los teléfonos hoy en día. Todo a control remoto. Hoy día no hacen las tareas, buscan
en el baúl del vago, ¿cómo le llaman a ese?
El rincón del vago.
El rincón del vago. Y sacan de ahí y la escriben po.
Wikipedia también.
Claro, ¿tú los veí que tomen un libro y se lean un libro? Cuantos libros te toco leer en el
colegio nomás, y no soy tan pa atrás. ¿Cuánto te toco leer en el colegio?
Me daban uno al mes.
Ya po. Ósea, leías doce libros. Pregúntales cuantos leen ahora. Y dicen que no ha
cambiado, ustedes que son psicólogos, tienen una wea más linda que la ñoña pa
estudiarla ahí po. Se parte de ahí. Entonces el papá, ve que hay un futuro, y que puede
ser económico, y que puede ser muy solvente, así que el chico juegue, ¿pero quién le
asegura que el chico llegue? ¿Quién? “No, es que el niño es bueno. Sí, es bueno pa la
pelota”. Yo juego a la pelota, pero al futbol yo ya no juego. Y quiero que jueguen futbol, no
a la pelota, no a la pichanga.
Y esa presión de los padres, en su época, ¿estaba esto como de “tení que ser
futbolista porque…”?
130
No, al menos en mi caso no. En mi caso era al revés, querían que fuera a estudiar. En mi
caso no, al menos yo tengo que hablar de lo mío, pero… antes, antes tú veías más chicos
universitarios metidos en la esta. Después de que apareció la beca universitaria está lleno
de cabros cadete que estudian en la universidad po. Pero esto fue cambiando
rotundamente y yo creo que va a seguir cambiando porque la tecnología cambia, todo
esto cambia. Antes pa saber noticias de un gol de afuera pasaban meses. Hoy en día
prendí el televisor nomás. Al que le interesa esto, al que le gusta esto. El chico no es
apasionado como antes, el chico de hoy día no sabe de la formación del primer equipo, no
sabe con quién juega el primer equipo, el próximo rival que es el equipo donde quiere
jugar, sueña por jugar, entonces no… te gusta esto po. Y pa esta profesión como pa
todas, te tiene que gustar. Yo creo que entraste a estudiar psicología porque te gustaba. Y
esto es pasión. El chico, para mí, de quince pa arriba está en una pasión, que en cuatro
años, a más tardar, tiene que convertir de pasión a profesión. El futbol para mí es juego,
pasión, profesión. Juego donde aprendo. Pasión donde estoy en la intermedia. Y
profesión es cuando ya firme un contrato y me fui a la pelea. El futbol tiene que tener esas
tres etapas. El juego, la pasión y la profesión. Pero el muchacho tiene que estar claro que
esto no es fácil, que esto cuesta, mucho, que esto te da un estándar que no te lo
imaginas. No te lo imaginas. Para los que llegan a ser top. Hoy en día tú ves la selección
nuestra, la adulta, están todos afuera jugando. Todos. Todos afueran jugando. ¿Hay
quince afuera jugando? Y los que llaman de acá, son la reserva.
Profe, y en su época cuando usted estaba profesional, seleccionado, ¿se sintió
alguna vez como ejemplo para los que venían de abajo?
No sé si ejemplo, yo creo que uno eso como que no lo dimensiona. Además en ese
tiempo no era tanto el boom de esto, pero, yo creo que en algo tení que haber ayudado o
aportado para que los otros siguieran de atrás esta carrera, pero no sé si ejemplo, no sé.
Es muy fuerte, muy grande esa palabra. Por ahí alguien dijo que no soy ejemplo de nadie.
Y en el futbol, o en bueno, los deportes en general, y quizás también en otros
aspectos, los temas generacionales son bastante jerárquicos. Ósea, el más grande
tiene más… poder, si se puede decir en algunas situaciones, y los más chicos
tienen que ir acatando lo que estos más grandes van…
Depende. Depende. Porque tu tesis te la mato de diez al tiro. El más chico del equipo del
primer equipo tiene… Si en esto tú te ganas espacio por condiciones. Y está jugando con
131
gente que lleva 20 años en primera. Y él, es titular. Y por lo que veo, y por lo que me
comentan, y por lo que voy escuchando y voy sabiendo, prácticamente el equipo parte
con Galdámez. Entonces, ahora si yo voy a estar por estar para ir a tomar jugo y estar
ahí, pesca los cuadernos y estudia, en cuatro años tení un título. Si es crudo esto, no es
pa todos. Si no llegan todos a primera. Y aparte tienes que sumarle el comportamiento,
como viven, lo que comen, lo que hacen, un montón de cosas.
Ya po profe.
¿Estamos?
Muchas gracias.
Espero que le sirva.
132
Primera entrevista con Entrevistado C
Primero ¿Por qué decidiste dedicarte al fútbol?
Bueno la verdad fue que cuando tenía 14 estaba en primero medio y fueron las tomas del
liceo las tarrias y todos los liceos de providencia sobre la educación, entonces estuve
aproximadamente cinco meses parado sin estudiar y estaba buscando alguna actividad
para pasar ese tiempo, entonces fui a unas pruebas a este club y un profe me vio en
particular por mi porte y la potencia que tenía más que técnica y me dejaron ahí el profe....
para participar de la sub 15 en adelante. Ese fue el motivo de mi llegada; en pruebas
masivas... más que nada por las tomas. Las tomas y las marchas de mi colegio me dieron
el tiempo para poder ir a las pruebas.
Eso fue el 2011 entonces. ¿Qué es lo más te gusta de jugar a la pelota y qué es lo
que menos te gusta de jugar a la pelota?
Cuando llegué al equipo, yo no tenía idea de cómo jugar fútbol, y... mis compañeros no
me tenían tanta confianza porque obviamente era nuevo y no tenía idea y con el profesor
me fui adaptando con mi equipo y todo y el profesor en ese caso me fue enseñando, y en
ese año que estuve en la s15 aprendí todo lo que es fútbol, como manejarme sin saber
nada, sin tener idea de cómo jugar fútbol solamente estar jugando "pichangas" de barrio y
eso fue lo que más me gustó en el ámbito deportivo en ese año. Porque no tenía idea
como manejarme, no conocía los papás, los pitutos, entonces pude conocer el mundo del
fútbol gracias a mi papa ¿cierto? que me dejaron en el equipo y conocí como es estar en
un equipo grande de chile y conocer el fútbol a una edad que estay al límite
¿Qué fue lo peor de haberte metido a este mundo del fútbol? o bien ¿qué fue lo que
menos te agradó?
Bueno, son muchas cosas la verdad, pero hay una en particular que abarca todo esto que
es... como el maltrato que tienen algunos profesores en general o que pasan a llevar a los
jugadores como situaciones muy... que para ellos pueden ser muy chicas pero para
nosotros son muy grandes que es como; algún compañero en particular es más bueno
técnicamente y, pues se da la facilidad de faltar toda la semana o dos los días y ser citado
igual. Son cosas así que muchos jugadores se sienten pasados a llevar. Cosas como los
pitutos, como que uno cree que dentro es una mafia del fútbol. Una mafia que tiene el
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fútbol chileno y que lamentablemente no se puede cambiar y que solamente la conocen
las personas que están dentro
¿Tú crees entonces que aquí hay tratos diferenciados dependiendo de algunas
características que tengan los jugadores?
Claro, principalmente las características. Si el niño es bueno dentro de la cancha,
técnicamente, obviamente nadie lo discute pero puede tener unas faltas graves; faltar a
entrenamiento, tener muy mala disciplina, entonces de acuerdo a eso el profesor debería
dar algún castigo, etc. pero no pasa mucho, por esos se llaman los regalones. Y el
segundo; como que respectan más los nombres o los apellidos de hijos de futbolistas o
personas conocidas donde pueden tener más diferencias o influencia con los profesores.
Eso.
Pasando ya a otro tema. El fútbol generalmente ha sido comúnmente un deporte
para hombres. ¿Qué opinión te merece eso?
Eh... claro, es que se podría decir que el hombre tiene más... tiene como más... somos
más líderes, tenemos más fuerza o más técnica o podemos aprender más rápido del
fútbol porque desde chicos lo único que pensamos es fútbol, fútbol y el deporte aquí se
lleva en la sangre del ser chileno, pero también en el caso de muchas mujeres también
pasa pero no es bien visto porque, eh… después sacan un cuerpo de... hombre se dice
mucho, que no parecen o no son afeminadas o en el caso nuestro, nosotros cuando nos
hablaí de equipo como de algún equipo de mujer altiro pensamos que son... no son
mujeres que tenemos en la idea normal, sino que son mujeres con más cuerpo, más
físico, son más grandes quizás que nosotros y la verdad que no parecen tanto mujeres
entonces como, claro se podría decir que es un deporte más para hombres porque te
saca más cuerpo, más personalidad, uno es más fuerte en la cancha y por ende es más
fuerte en el día a día, tiene más personalidad, quizás reacciona mal con otras cosas
también, entonces uno va sacando como distinta personalidad, acerca, en los
entrenamientos y los partidos sobre fútbol y también aquí el ambiente en chile no es tan
bueno, entonces uno se mezcla con gente de bajo recursos, gente de muy buenos
recursos, entonces el fútbol te hace conocer todo el círculo de la sociedad
Y cuando tú hablas de cómo, "que no parecen tanto mujeres" cuando juegan al
fútbol, ¿Qué es para ti una mujer que parezca mujer?
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Eh... un cuerpo normal en que nosotros vemos que la gente que juega fútbol son, incluso
tienen más fuerza que nosotros, porque trabajan bien, tienen más físico, tienen unas
piernas que no son de las piernas que tienen las mujeres normales sino que son con
hartos cuádriceps, hartos gemelos, hartos brazos, harta espalda entonces... y mucha.
Aquí en chile el promedio de las mujeres es bajo entonces al ver las mujeres bajas y con
harto cuerpo como que no, no es, para nosotros como que no es... es distinto. No es una
mujer normal.
Entonces dentro del mundo masculino, ¿Hay ciertas características físicas que a ti
te ayudan a poder desenvolverte mejor en este mundo del fútbol?
Exacto. Al entrenar día a día, o sea, los cinco días de la semana, tener partidos de 90
minutos a uno lo hace exigirse físicamente bastante todos los días entonces, te sacan
buen estado físico, uno tiene buena, buenas características; uno tiene potencia, entonces
se podría decir que es un deportista completo donde uno podría aplicarlo en tiempo
completo en básquetbol, tiempo completo en voleibol y en distintos deportes gracias al
futbol, entonces eh... el fútbol te da muchas herramientas para poder seguir después
adelante y jugar en universidades en Chile u otro equipo fuera; Europa. Aquí el fútbol te
saca muchas herramientas físicas y además te saca personalidad. Lo que sí, no es tanto
entrenamiento, son dos horas, una hora y media pero si lo comparamos con un
gimnasta...claro o un nadador, es muy diferente porque ellos entrenan ocho horas diarias,
siete horas diarias y se exigen y comen bien, en el ámbito nuestro nos alimentamos súper
mal, no nos dan dieta pero si entrenamos diario y si te puedo decir que tenemos las
herramientas la mayoría de poder seguir jugando fútbol en cualquier otro equipo.
Tu dijiste que cuando llegaste al club y te dejaron, una de las características era tú
eras grande, tú eras potente. ¿Esas son características importantes dentro del
fútbol? ¿Se pueden trabajar o son más del biotipo del jugador?
Claro, depende del profesor. Depende de tu puesto en la cancha y del profesor. El
profesor te puede decir "sabí que erí potente y erí muy rápido pero te estás probando de
arquero entonces no me sirve porque tení que ser bueno al arco, con las manos"
entonces, claro, hay prototipos de profesores que se fijan en la altura primero y en la
rapidez después, y cómo uno reacciona en la cancha, si querí ser figura y pasártelos a
todos obviamente el profesor te va a decir "no chao" porque el fútbol no se trata de ser el
mejor sino que de trabajar en equipo entonces si hay un control y pase y jugai lo más
135
simple posible es bien visto por el profesor. Ya después dejándote, uno saca la
personalidad. Si el profesor te deja uno saca la personalidad y saca el físico que tiene que
tener lo va trabajando, si le falta fuerza la trabaja, si le falta fuerza, más brazos, o resistir
los 45 minutos por lado uno lo va a trabajar.
Yo, en algunas observaciones que hice de algunos entrenamientos que vi, se
usaban muchas metáforas y palabras para caracterizar que un jugador se le exigía
poder recibir cierto tipo de agresiones sin quejarse. Por ejemplo "si te quejai anda a
jugar a las barbies" o lo que decía el PF de estar "recio". Entonces esa utilización
de palabras o frase que te demuestran que tu como jugador debes estar dispuesto a
recibir cierto tipo de agresiones. Entonces, en esa “personalidad" como tú le dices
debe haber cierta capacidad de poder recibir agresiones físicas y también verbales.
¿Tú lo ves así esto?
Pasa mucho en la cancha que uno tiene que ser agresivo, o sea, dentro del
entrenamiento, dentro del partido la mayoría tiene que ser agresivo porque físicamente y
verbalmente no tanto, quizás físicamente porque uno se ve mal, o sea si yo te pego a ti y
te caí al suelo, en el fútbol es mal mirado, o sea, te vas a caer todo el rato y uno va a
reclamar y no va a servir, entonces, si se dice mucho los profesores que no mostremos
como debilidad, entonces uno tiene que ser firme en la cancha, quizás a veces muchos
caen en juegos de palabra de insultar al otro y pasa mucho pero ahí uno tiene que ser frio
de mente y saber que en los noventa minutos puede pasar cualquier cosa; te van a decir
muchas cosas, vay a recibir muchas patadas pero no por eso te vas a salir de la cabeza y
les vay a empezar a pegar a todos y insultar y pegar, porque no es la idea, pero sí de
chico te enseñan a ser agresivos, a recibir comentarios así como tu decí claro "un juego
pa hombres" "por qué estay llorando, no tení que llorar" "tení que meterle más" "si no le
metí no serví pa esto" cosas muy que quizás no tienen relevancia pero que si uno lo mira
con el fondo si está mal dicho, te pueden tratar de diferente manera o pueden decirte las
cosas distintas y el por qué. Porque pasa mucho que los profesores te exigen y a veces
uno no sabe porque te exigen ciertas cosas, te dicen que seai agresivo pero no saben el
por qué, solo uno ve y trasmite su agresividad porque los demás te agreden también,
entonces en el fondo se hace todo muy monótono, tanto, todos se agreden y uno no sabe
porque. Podría ser el deporte mucho más bonito si todos juegan a divertirse y yo creo que
hasta sería un deporte mucho más divertido
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Entonces ¿Tú dices que esta exigencia que te dan los entrenadores es interiorizada
o adquirida por el resto del equipo o los jugadores?
Claro
¿Sí?
Si porque tú y yo hemos visto a un entrenador retando a un compañero porque no entran
fuerte, porque se dejan pasar a llevar o reaccionan mal dentro de la cancha porque te
dicen un garabato, entonces, de las mismas charlas técnicas después de los partidos,
antes de los partidos el profe nos repite y te dice las cosas que estay haciendo mal pero
quizás no de buena manera sino "tení que entrar más duro" "tení que entrarle por detrás y
decirle tal cosa" pero como ellos, la mayoría de los profes fueron futbolistas también lo
fueron adquiriendo de sus mismos profesores, entonces es algo que va pasando también
año a año, uno no puede hacer na al respecto.
En el club donde tu estuviste y donde yo también estoy en el lugar físico no hay
mujeres; los paramédicos son hombres, los entrenadores son hombres, bueno los
jugadores obviamente, nosotros (psicólogos), kinesiólogos, todos. Pero yo he
notado que en otros equipos no es así. Por lo menos yo he notado que en un par de
equipos no es así. ¿Cómo crees tú que cambiaría la dinámica diaria del espacio si
es que hay una kinesióloga, o una paramédico, ahí, cosa que esté diariamente o
bien vaya muchas veces a la semana? ¿Crees que cambiaría o no cambiaría algo?
Yo creo que si cambiaría, también he visto muchos equipos construirse con kinesiólogas
mujeres, paramédicos, y si cambia porque la actitud de cada uno es distinta. Uno intenta
verse más... no tan desordenado, no andar chacoteando todo el rato porque si quiere una
diferencia o si quiere verse como más importante o más interesante entre las personas,
no solamente el ámbito futbolístico. A mí me pasó que en el colegio estaba con puros
hombres, iba a un colegio de puros hombres y entrenaba con puros hombres en las tarde.
Entonces estaba todo el día con hombres y claro, y de repente quizás en el mismo ámbito
futbolístico tener persona, tener una profesional mujer que te de consejos, que te hable
diferente, que vea las cosas en otro punto de vista y te diga "sabí que estay haciendo esto
bien, esto mal" es distinto que te lo diga un hombre porque, claro, el trato también a veces
es distinto, el punto de vista que ellas tienen es más de, quizás de una mamá o una
hermana a que propio papá o un hermano que es lo que hacen los profesores muchas
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veces es bueno, muchas veces te ve haciendo un trabajo mal, entonces yo creo que si
cambiaría harto eh... tener alguna profesional mujer
Si hubiera una mujer, ¿Ustedes estarían más ordenados? ¿Estar rodeados de
hombres da una cierta comodidad?
Claro, uno tiene también depende de la persona pero lo que pasa que en el equipo uno
tiene más confianza porque los mismos profesores, los profesionales que están ahí que
son los doctores, uno les da la confianza, uno de poder tratarlos como un amigo más
pero... claro uno siente más cómodo, uno le puede pedir a los kinesiólogos que le hagan
quizás masajes, que les den pastillas para dolores sin quizás si quiera preocuparse, pero
tener a una profesional que quizás marque la diferencia, que sea más estricta en ese
ámbito o que sepa más y trasmita su conocimiento yo creo que sería muy distinto o
también puede que esté el caso que sea una mujer que nos dé también comodidad y
poder "chacotear" con ella. Depende del caso.
¿A ti te ha tocado que te dirija, o que haya un árbitro u otra autoridad en algún
partido que sea mujer?
Si me paso en la sub 15 en los partidos en los partidos que jugábamos las zonas; zona
sur, zona norte. Los guarda líneas siempre eran mujeres, o casi siempre y la verdad que
era muy normal, uno las trata como un árbitro más, uno le reclamaba dentro de la cancha
pero no se da ni cuenta quien es el árbitro. Pasa mucho que uno no conoce al árbitro y le
puede decir cualquier cosa y el árbitro se lo va a tener que, que guardar igual entonces sí,
no marcó mucho la diferencia. De hecho ahora que me acuerdas, no... No te podría decir
como son, la verdad es que si habían árbitras, o mujeres arbitrando partidos cuando era
más chico.
¿Tú has visto fútbol femenino?
Sí.
¿Y qué te parece este fútbol?
A mí me gusta porque si muchas mujeres tienen mucho talento y es más ordenado,
juegan más al, como a la táctica. Ellas se forman muy bien, son muy simples, juegan al
pase, intentan buscar faltas y pegarle al arco, porque casi siempre la arquera es como la
mala del equipo, se dice, pero yo no lo veo tan así. Y ahora tuve un viaje afuera, a otro
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país y habían muchas mujeres en el fútbol, con un muy buen físico eh… y muy buenas.
Muy buenas técnicamente y comprometidas y es distinto el ambiente. Y me gusta, a mí
me gusta el fútbol, verlo en las mujeres.
Allá en EE.UU el fútbol femenino, no sé si más popular, pero es casi igual de
popular en cuanto a la práctica que el fútbol masculino allá, ¿o no?
Exacto. De hecho te diría que las universidades tienen el mismo camarín y las mismas
cosas que las mujeres, o sea las dan por igual, le pasan las mismas poleras, todo. El
mismo estadio ocupan ellas, las mismas pelotas, porque no se hace diferencia tanto en
como aquí en Chile. Entrenan todos los días por igual, yo te diría que aquí en Chile se les
trata como que tienen menos capacidades entonces entrenan 2, 3 días a la semana
dependiendo del equipo pero allá no, allá en verdad es súper diferente y se nota que son
profesionales porque van todos días, juegan por un bien común que es ganar su partido
entonces es todo un tema grupal que mantienen y que se ve muy bien.
¿Por qué piensas que hay tanta diferencia entre el fútbol femenino y el fútbol
masculino acá y allá no se da la misma diferencia?
Porque aquí... el futbol masculino en lo profesional es un tema, a ver, en el scotiabank
(nombre del torneo profesional de primera división chilena), de primera división, segunda
división es un trato diferente a lo que es fútbol femenino, aquí no hay una liga que sea
fútbol femenina porque, quizás no hay tantas mujeres que le guste el fútbol y Chile en sí
no le da el apoyo para las mujeres pero si te podría decir hay fútbol calle que juegan las
mujeres que han salido campeonas y hay diferentes tipos de fútbol que si juegan las
mujeres pero no te podría responder porque no hacen deporte como más profesional. Y
se ve mucho el tema del fútbol de hombres porque si hay una alta demanda de los
hombres, si las pruebas masivas de los equipos va mucha gente, muchos niños que se
ilusionan con jugar fútbol, pero en cuanto a la mujer, la mujer sabe que aquí en Chile no
es bien mirado un futbolista chilena ni tampoco el fútbol femenino no es algo que aquí te
dé para después poder alimentar a tus hijos, a tu familia entonces por eso es un deporte
que no se implementa mucho aquí en Chile.
En cuanto a ese aspecto piensas que pasa lo mismo en todos los deportes, o lo que
tú sepas, ¿Qué pasa que el deporte masculino es más popular o más tomado en
cuenta que el femenino o es algo del fútbol en particular?
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Yo creo que es algo del fútbol en particular, porque uno puede ver en el voleibol, el
basquetbol, el mismo tenis que las mujeres son igual de buenas, tienen las mismas
capacidades físicas y técnicas que los hombres. De hecho te diría que un partido
hombres- mujeres no sabría quien ganaría ese partido porque si las mujeres les gusta
algo el deporte y aquí quizás en Chile no te dan tanto el apoyo pa los otros deportes que
no sean el fútbol, pero si lo practican muchas mujeres y si los otros deportes son más
alcanzables.
¿Tú has jugado fútbol con alguna mujer en la misma cancha?
Sí. Me tocó jugar un entrenamiento contra las mujeres del club. Cuando yo estaba en la
s15, me tocó jugar contra la s17 del club. Eran del mismo porte, jugaban muy bien. Eran...
bueno había de todo, no las podía conocer muy bien pero si eran desordenadas, quizás
fue el partido, fue la cancha, jugamos al lado del estadio que estaba malo, pero si me tocó
jugar y me daba lo mismo, quizás las miramos...
¿Las miraron en menos?
Quizás las miramos en menos en algún momento pero no, te das cuenta que si jugaban,
que sabían cómo manejar los tiempos, como ordenarse y gritar entre ellas mismas, pero
si era parecido a nosotros, o sea si se gritaban, se mandaban, si se mandaban una
cagada la otra le gritaba, pero jugaban más calmas que nosotros pero en el fondo era lo
mismo
¿Y por qué piensas tú que las miraron en menos?
Porque nosotros como practicamos los deportes y nosotros nos sentimos superiores en el
ámbito de que dijimos "ellas juegan fútbol y son mujeres, no creo que sean tan buenas"
por ende entramos a la cancha así confiados y la verdad que fue un partido donde lo
ganamos 3-0 pero si ellas tuvieron llegadas de gol, nos entraban bien, nosotros salíamos
con miedo porque no queríamos obviamente, porque uno nunca quiere pegarle a alguien,
menos a una mujer, entonces no les entrabamos fuerte pero si ellas entraban con todo.
Pero si después nos reíamos, conversábamos de por qué nos confiamos antes del partido
y fue porque claro uno piensa y tiene que por el ser mujer y jugar fútbol van a ser menos
pero la verdad que no fue tan así después de todo.
140
Pasando ya al tercer y quizás último tema. ¿Tú has jugado o has sabido de
situaciones donde hay un jugador homosexual en el plantel?
Ehm… no me ha tocado, en el caso particular dentro del equipo pero si pasa mucho que
la mayoría son homofóbicos te diría, o sea ven alguna persona que es gay o tiene ciertas
características que uno cree que puede ser, yo creo que le hacen bullyng total, o sea
habla muy mal de ellos, hablan mucho de mujeres, de salir con ellas y estar con esta otra
y tener muchas mujeres, como que es muy llamativo pa ellos porque los hace como ser
más hombre y verse mejor dentro del equipo, pero la verdad que personalmente en mí, yo
no lo veo así, yo mantengo mi vida privada con mi familia con todos muy mí. Si tengo un
amigo muy cercano le cuento los problemas, etc. pero la verdad es que no, no. ningún
caso particular algún compañero es gay y creo que tampoco le haría el quite o no
conversaría con él pero creo que sí le harían bullyng le faltarían el respecto en todo el
equipo y no lo dejarían estar
¿Y por qué piensas tú que molestaría tanto? ¿Le harían bullyng...?
Por ser diferente, por tener distintas maneras de comportarse, por ser no igual a los
demás, por no tener los mismos gustos de hablar de mujeres, de salir, de "oh que tengo
polola, de que no tengo polola" quizás... quizás decirlo, tener un compañero que asuma
que es gay dentro del equipo ahí puede ser peor porque ahí puede ser rechazado por
muchos porque hay muchas personas de nuestra edad que no saben que estudiar ni nada
pero si tienen claro que no les gusta el tema y que los van a molestar por siempre.
Entonces si quizás puede estar en un equipo, no contar su vida privada y ser una persona
normal dentro y.... a como sumarse al equipo en lo justo, tirar las tallas, porque al final uno
sin querer se mete dentro de equipos y... empieza decir los mismos garabatos y empezai
a tirar las mismas tallas, a poner las mismas caras, entonces uno vuelve como todo los
modismos dentro del equipo.
Tomando en cuenta esto, una pegunta más global ¿Tú crees que en los espacios
que tú te has movido, en los planteles que tú has estado, hay un cierto grado de
machismo?
No sabría decirte porque como trabajamos siempre con puros hombres si se habla
mucho, claro, del machismo, de que yo intento mandar o cosas así pero como uno no lo
ve, no lo presencia, eh... no te sabría decir eso pero si se nota que las mujeres como en la
141
mayoría de los jugadores son como una, como que las tratan como una cosa mal, muchas
veces hay muchos conflictos por mujeres. Y me pasó con varios amigos de que unos se
jotiaban a la misma polola del otro y habían conflictos y es como un, para demostrar que
son superiores en lo futbolístico, de que se ven mejor físicamente, etc. Como pa
demostrar más capacidad o más poder sobre el otro y como una especie de envidia que
tiene el otro hacia el compañero que debería ser sana pero a la vez muy pocas veces...
Tú hablaste, volviendo atrás, de que ya, por ejemplo tú quedaste en el equipo y
desarrollaste una personalidad, hablaste de una personalidad que desarrolla el
futbolista.
¿Qué
quieres
decir
con
esa
personalidad?
¿Cuáles
son
las
características?
Es una personalidad que es muy particular que es, más que nada mantenerte fuerte y frio
de mente, porque cuando uno llega a un equipo chico o cualquier equipo siempre hay
personajes que son cabrones, que no quieren que estí en el equipo, y que te empiezan a
tirar basura, te empiezan a decir cosas, entonces uno se siente, claro, se siente en menos
pero ahí es donde uno tiene que ser fuerte y trabajar por un objetivo que es lograr estar
en el equipo y bien. O sea, si te van a molestar no quedarse callado, a mí me pasó
durante 6 meses que recibí burlas, recibí de too, eh... pero son cosas y períodos que uno
pasa no sé si solamente en el fútbol, en la vida cotidiana pasa mucho pero aquí en el
fútbol se hace, se ve más. O sea, como hay muchos de bajos recursos y no quieren que
uno le quite el puesto, la única forma que tienen es tirándote basura, diciéndote cosas,
robándote cosas quizás, entonces uno tiene que desarrollar la personalidad. Es ser fuerte,
frio de mente y... tener un objetivo claro que es lograr estar metido dentro de los 20 o 25
que están.
Por último ¿Qué cruce, o que te parece el cruce de estos tres personajes que
hemos estado hablando? ¿De la mujer, del homosexual y del hombre dentro del
fútbol? ¿Qué te parece estos tres personajes?
Ehm... personalmente en mi equipo...los hombres, nosotros pensamos que los hombres
siempre van a ser mejores en el fútbol que las mujeres. Muy pocas veces nos pasa en la
mente el tema de los homosexuales, de tener un compañero gay y salvo una vez salió el
tema y lo hablamos y dijimos, que si se dice que no sería permitido, que cómo va a existir
un gay dentro del equipo porque va a ser, como el chiste dentro del equipo. Y en el caso
de las mujeres nosotros vemos el futbol de mujeres que es bueno, nos gusta pero
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también es mal mirado aquí en Chile, entonces si una mujer juega fútbol es como que es
como el hombre, o sea, el fútbol aquí en Chile de hombres también es muy mal mirado
podí ser muy bueno pero no vay a tener estudios no vay a tener na, entonces nos pasa lo
mismo que a las mujeres y más si erí mujer como que vay a ser mala en el fútbol y no tení
estudios es como que, o sea, ¿qué erí? en el fondo. Entonces si nosotros pensamos dejar
el nombre de nuestro club o del jugador chileno en alto y tener la mayor educación
posible, de poder alcanzar nuestros estudios, de que el fútbol nos de las facilidades de
seguir estudiando, etc. Y que se da mucho después en la universidad, pero también
depende de cada uno, de como me decí tú, el tema del homosexual, de las mujeres y de
los hombres en mi caso particular, yo no tengo nada. No tendría ningún problema de tener
algún compañero gay o homosexual o jugar fútbol con una mujer y ver en menos a la
mujer. Quizás si me mimeticé en el momento de jugar con mis compañeros contra
mujeres, pasa que íbamos a ganarle porque claro uno se mimetiza con los compañeros y
dice que "no, que las mujeres son más malas" o son más malas en si para los deportes,
pero está mal por un lado, porque si las mujeres entrenan lo mismo que los hombres y es
mejor no habría porque no nos podrían ganar.
¿Tú crees que el fútbol es un reflejo de la sociedad chilena?
Sí, o sea, pasa mucho. Si en verda es un reflejo, porque uno lo ve en el ámbito en que los
profesores son los jefes y los jugadores son la gente normal o trabajadores, siempre hay
una mafia, siempre hay un preferido, siempre te van a pagar más, te van a pagar menos.
Siempre te van a mirar en menos las cosas que hací, o sea, si hiciste algo bien no te lo
van a agradecer, solo antes van a esperar que sigas haciendo las cosas bien, pero si
hiciste las cosas mal, lamentablemente a la primera, quizás a la segunda, te van a echar,
te van a poner corriente o te van a marcar un límite donde no vas a poder seguir haciendo
las cosas malas. Entonces sí, hay como una mafia como en la misma política aquí de que
se maneja con dinero el fútbol, se maneja con nombres, con apellidos. Si no tení un buen
nombre, si no erí, y aunque seai sacrificado y todo lo más probable es que no lleguí, pero
si erí sacrificado la mitad o si te sacrificai un poco más y tení el apellido podí llegar muy
lejos porque tení el pituto, tení lo necesario pa poder llegar entonces si se ve muy
reflejado en todos ámbitos. Lo mismo que un trabajo.
¿Algo más que quieras decir?
143
Na, agradecerte a ti por la entrevista y para poder contar un poco más como es el punto
de vista del futbolista chileno aquí en los clubes chilenos porque muy pocas veces la
gente lo sabe y puede decir muchas cosas acerca de él pero si no tienen la información
necesaria o ellos mismos no viven esto, no sabrían... no, en verdad no saben lo que están
hablando entonces, que bueno poder contarte a ti y poder contar un poco lo que se vive o
los pensamientos que tenemos nosotros, mis propios compañeros de qué es el fútbol
aquí, del trato que uno tiene con las mujeres y el mismo trato con los homosexuales que
es un tema que no se habla mucho y que bueno lo hayai tocado a mí también, quizás me
sorprendió un poco pero es... lo que te pude contar son apreciaciones mías y en general
de todos. Entonces que bueno que te sirva.
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Segunda entrevista con Entrevistado C
Ya, eeeh… bueno, ¿tú te acordai un poco de lo que hablamos la otra vez? Hablamos
de futbol femenino, de las mujeres, de… bueno, de tu experiencia en las divisiones
menores. Acá hay, por ejemplo, cuando yo te pregunto por qué el futbol ha sido
comúnmente un deporte para hombre, ¿dale?, tú me respondes “claro es que se
podría decir que el hombre tiene más, somos más líderes, tenemos más fuerza, mas
técnica, podemos aprender más rápido… claro se podría decir que es un deporte
más para hombre porque te saca más cuerpo, más personalidad, uno es más
fuerte”. Cuando tú haces esa comparación, ¿la haces con las mujeres, verdad? Y
como tú ves que esto se ve como en las personas, ¿Cómo tú ves esta diferencia?
¿Cómo tú la notas? ¿Cómo sientes? ¿Por qué piensas que son más líderes, tienen
más fuerza, más técnica?
Bueno… ósea esa comparación la hago aquí en Chile porque el futbol no se ha dado a las
mujeres como se pretende, como el futbol chileno acá. Entonces uno lo que ve es que
claro, las mujeres en general no optan por jugar futbol porque creen que es un deporte
más brusco, más bruto… opiniones de amigas que yo he tenido que le gusta un poco que
no optan por jugar porque opinan que el futbol es un poco más brusco ¿cierto?, más
agresivo; entonces optan por hacer un deporte más liviano, más artístico. Quizás si con
harta personalidad y todo, pero sacando un poco lo del lado brusco que las puede
perjudicarlas a ellas, entonces sí, optan por jugar vóley, basquetbol (que igual es un
deporte pero no tan brusco como el futbol, entonces lo que yo veo y lo que yo creo que el
equipo ve en sí es que el deporte de la mujer chilena acá y el futbol no se ve bien porque
ellas mismas hacen que no se vea bien: no optan por jugar, no se creen capaces de
poder hacer más juego, entonces por eso no va creciendo el futbol y también… bueno
eso, eso más que nada.
Tú dices esto de… en base a conversaciones que tú has tenido con mujeres que
también practican deporte, pero no fútbol o…
Tengo… sí juegan futbol, claro, sí, y piensan exactamente lo mismo ósea, que tienen
compañeras que pueden ser muy buenas pero se dejan estar porque para ellas son
buenas pero no quieren seguir jugando, no… como que no les gusta el trato que tienen
aquí en el futbol chileno, como que lo encuentran muy brusco, encuentran que lo hacen
más bien para ellos y ya incluso la misma familia no las apoya tanto. Pero saben que si
145
juegan futbol, una mujer chilena, aquí, no es tan bien mirado y que pasa lo mismo en el
futbol chileno de los hombres en… y el ejemplo con otras mujeres chilenas que juegan
otros deportes, claro, tienen ese punto de vista, de que si les gustaría pero uno no puede
llegar a ganar plata con eso, no le puede ir bien y aparte es un deporte donde sí es
brusco, sí no es tan bien mirado en mujeres. Pero si lo vemos ya dentro de Europa o no
sé Estados Unidos, sí es bien mirado y las mujeres si lo pueden hacer como un deporte
más. Creo que nosotros en Chile caemos en un hoyo donde las mujeres creen en no ser
capaces y los hombres caen en lo mismo de que ellas no son capaces de poder jugar.
Y cuando tú haces este listado como de características, por ejemplo… ¿tú lo ves
solamente en el deporte, o ya por ejemplo, el hecho de ser más líder es más fuerte,
obviamente…? Bueno la técnica tiene que ver con el deporte, pero más
personalidad, mas cuerpo, ¿esas son características que tú le atribuyes a la mujer
dentro de la cancha, o también fuera de la cancha?
Fuera de la cancha todas las personas somos distintas y todos tienen distintas
personalidades y sí, son líderes, sí son capaces de hacer todo lo que sea y los hombres
igual, ¿cierto? Es más que nada dentro de la cancha porque uno conoce como es el
futbol, entonces aquí el futbol es agresivo sí pero no es choro por decirlo así adentro de la
cancha, el profe no te va a poner y los mismos compañeros no te van a bancar en ese
sentido, entonces uno adquiere como malos modales a dentro de la cancha entonces yo
creo que por eso muchos niños no son capaces de soportar entrar de cadete acá, ya sea
por bullying, ya sea porque el profe no lo pone porque no tiene las condiciones, ya sea
porque el profe cree que tiene los estudios y va en un colegio bueno acá entonces el tal
vez quiera hacer los estudios a ser futbolista, entonces… es más que nada por ese
ámbito donde yo digo que es una personalidad más fuerte, esa más característica, porque
tení mas cuerpo, más fuerza entonces más que nada en este deporte adentro de la
cancha…
Con lo que tú me estás diciendo, yo me hago la imagen de que el futbol es una…
ósea o el futbol joven también, estoy diciendo este ejemplo de muchos chicos que
no juegan cadete y todo, ¿es agresivo? ¿Es un ambiente agresivo, medio hostil?
Sí, ósea… quizás hay equipos que no, pero en general no es el equipo el agresivo si no la
gente que forma la institución, ya sea sub-diecinueve, sub-diecisiete y de ahí para abajo
son veinte, veinticinco niños que ya no quieren perder su puesto, entonces ven gente que
146
viene llegando, gente a prueba que sí tienen las condiciones, al principio, al primer mes le
hacen la vida imposible porque no quieren que esté… He sabido algunas historias sobre
otros chicos en Universidad de Chile que han llegado a probarse teniendo las condiciones
y los jugadores le hacen la vida imposible ya sea dándole golpes a la mochila,
escondiéndosela, los zapatos tirándole los cordones, cosas que son quizás chicas, pero
que al niño se le hace notar porque no se siente cómodo dentro de la institución, entonces
hacen que salga pa un lado… entonces, si se hace un poco el ambiente, se hace un poco
complicado cuando uno llega a un equipo teniendo las condiciones, teniendo todo, al
llegar cuesta.
Y esta como hostilidad dentro de los pares… bueno tú me diste unos ejemplos
pero… tú dices que hay chicos que ven en peligro su puesto cuando llega más
gente nueva. ¿Esto lo cuidan a partir de su, por ejemplo, estos ejemplos que tú me
diste? O también lo demuestran, lo demuestran en la cancha…
Claro, ósea… cuando ya, incluso cuando ya ven en peligro su puesto y cuando la persona
que llego ya está inscrita, ya está jugando, empiezan a demostrar que quieren esta…
ósea empiezan a jugar más, empiezan a jugar su puesto porque ven que la cosa no es
tan fácil, van creciendo, algunos se van quedando abajo entonces… sí, a veces es mejor
que llegue gente nueva porque va cambiando el switch, la gente va viendo que la gente
se va, va a llegar más gente y no va quedando la misma, son distintas caras entonces uno
tiene que jugar por el puesto. Sí hacer amigos, amistades, tener un buen grupo de
personas dentro del equipo pero si pelear por su puesto, ya sea agresivamente, pero no
lograr con un mal trato. Haciendo esas cosas y creo que están mal, debería uno ganar su
puesto por ser buena persona, ser buen jugador, ser buen compañero dentro de la
cancha, esas son cosas primordiales que uno debe tener dentro de la cancha.
Yo te lo preguntaba porque ósea tú estabas diciendo una agresividad más como en
el sentido positivo, una agresividad en cuanto a estar más atento, jugar más fuerte
pero no hay violencia de por medio al jugador.
No, ósea hay violencia física, ósea psicológica de momento pero más allá de eso no,
ósea… de hecho yo te podría decir que cuando yo llegué, se me hizo muy complicado,
por ciertas cosas que los niños van enterando no sé qué “tu papa” ponte tú “es abogado”
o “tu papa es panadero”, lo molestan con ciertas cosas que son chicas, mínimas, pero te
va molestando porque tu pertenecí a un grupo de cristianos, te empiezan a agarrar con
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pequeñas cosas y molestan. Pero más allá de eso uno tiene que aguantarlo porque es el
pájaro nuevo, después uno se acostumbra y de hecho hay personas que llegan, y les
molesta eso pero puede estar dos años y a la gente que llega le hacen lo mismo entonces
como que es una cadena de cosas que van saliendo. Ósea yo cuando llega gente intento
acogerla. Puede ser buena o puede ser mala persona, pero si lo doy mi apoyo como a mí
me lo dieron en algún momento alguno compañeros que todavía tengo, y son muy buenos
amigos. Me decían “oye, dale, tení que estar acá. Dale, sigue metiendo, no escuchí a
nadie”. Esas son palabras que, cuando un llega, las escucha y se siente mejor, puede ser
más jugado en algún momento. Entonces sé que si le digo esas palabras a un niño nuevo
que llegue, él las va a recibir y va a tener más ganas. Quizás para mí en ese momento no
van a ser tan importantes pero para él sí, y se va acordar después de que existe un apoyo
moral de algunos compañeros. Son pequeñas acciones que uno puede hacer como en el
futbol como más de compañeros, más personal.
Tú hablaste de violencia psicológica. ¿Qué ejemplos me puedes dar de eso? O
como… ¿qué carácter tenían?
Yo te voy a dar un ejemplo personal: yo cuando llegué al club, el año 2011, me llamaron
de… me llamaron porque fui a una prueba ¿cierto? Me llamó el profesor y me dice que
tenía que llegar un día once, once de enero. Yo en ese momento era scout, entonces
estaba de campamento y no podía llegar ese mismo once de enero porque me llamó el
día anterior en la noche, entonces yo estaba a siete horas de Santiago. Mis papás me
fueron a buscar en auto. Llegué el día trece, llegué dos días tarde. El profesor,
comentándole a los demás niños que yo iba a llegar más tarde porque estaba en un
campamento scout, y cuando llegué los niños me empezaron a conocer, me empezaron a
molestar por ser scout, por ser parte de otro lado, por no jugar tan bien porque yo no
sabía nada de futbol entonces estaba perdido dentro de la cancha, me molestaban, no
querían jugar conmigo y después en los camarines me molestaban “ah, ahí está el scout”.
Cosas que pa ellos… son niños, yo igual, no les molesta pero en un momento uno como
que las recibe y dice… se siente mal. Entonces tu igual vas marcando y… hubo un
ejemplo súper claro porque sí, yo me sentí mal, no me sentí acogido y uno se preguntaba
así como más allá: “Oye ¿y qué onda? ¿Qué hací ahí? ¿Por qué estai metido ahí?” Era
motivo de burla en ese entonces ser scout. Pero después con los años fui demostrando
que yo al ser scout, era más persona, tenía más personalidad, me podía defender yo,
ósea, sabía hacer cosas que ellos no hacían, entonces ahí ya veía uno, con las cosas que
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hace uno en la vida, va demostrando que es más persona que los demás, no solo jugando
futbol, entonces, eso me fue dando fortaleza y hasta el día de hoy puedo pertenecer a un
club sin que nadie haga sentirme como no acogido. Eso me dejó súper claro que logré
pasar un obstáculo porque perfectamente hubiese dicho “no, sabí que no quiero seguir
con esto porque ya colapsé”.
Y en tu caso personal, tú dices que tú lo superaste, pero… ¿has sido testigo, o has
sabido de jugadores que no han podido como superar esta burla, este maltrato que
reciben?
Un amigo mío, el ejemplo que te di antes: fue a Universidad de Chile. No conozco muy
bien como es el equipo entonces no te podría decir, pero la historia que me contó él fue
que llegó, a los tres días el profesor lo tenía bien, lo quería. Los niños lo empezaron a
robar sus cosas, a esconderle sus cosas. En los entrenamientos le pegaban patadas
entonces… no era psicológica en el fondo, era más que nada física, con sus cosas, con
sus pertenencias, le pegaban dentro de la cancha, y no era solo a él si no a los otros dos
más compañeros que estaban ahí, entonces… ahí me contó y… Sí hay equipos que
lamentablemente son como agresivos dentro de ese ámbito, pero yo en el club no he visto
ningún… ser testigo de algo claro, psicológico, que sea físico y psicológico la verdad que
no, o para mí. Quizás sí molestaba a los niños nuevos pero, más que nada eso, más a
allá de eso no. Los molestan y quizás a los tres, cuatro días el profesor les dice que no los
quiere en el equipo entonces no sabemos más de ellos.
Tu sientes o que piensas tú a cerca de la, por ejemplo, a ver… ¿Hay violencias
permitidas y violencias no permitidas en el futbol? ¿O siempre se mide con el
mismo grado? Por ejemplo, una patada en un entrenamiento, ¿tiene el mismo
significado que una patada en un partido a un rival? O… demuestran ese tipo de
agresiones quizás, ¿son demostraciones de ganas, de estar metido? ¿O son igual
de violentas que quizás una agresión más directa como un combo o algo así?
Bueno, depende del contexto, ósea, yo estoy jugándome el puesto pa jugar el partido del
sábado y en la semana le meto, entreno, le doy fuerte al rival ya sea mi compañero, ya
sea el más chico, el más grande, y eso se nota que uno quiere ganar entonces el profesor
lo rescata, uno tiene una marca agresiva, va. Porque ya cuando se sale de contexto, ya
cuando estoy picado con mi compañero, con el que está jugando y le pego una patada
intencional, ya no corresponde, entonces no debería con el contexto. Entonces si el
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profesor te dice “para el partido” o “para el entrenamiento”, y muchas veces eso ocasiona
que a todos nos manden a correr. Pasa algo, a todos nos mandan a correr por cierta
persona, por ciertas dos personas. Entonces pa nosotros, lo hablamos como un equipo,
mientras corremos porque no es solo de ellos, es del equipo. Si el equipo está viendo que
ellos están teniendo problemas, podemos hablar con ellos, decirle “oye, para”. Entonces…
pero si dentro de un partido uno ya no puede porque… si a veces uno no tiene la
mentalidad suficiente o cuando es chico, tiene quince, catorce años, y lo molestan o le
pegan una patada fuerte, se pica, lo devuelve y lo expulsan. Entonces eso ya depende del
árbitro y depende de la persona. Yo creo que tiene más significado en los entrenamientos
una agresión, ósea que pase más allá de ser una agresión porque uno quiera ganarse el
puesto, sino que sea intencional. Un ejemplo claro: yo estaba sub-dieciséis esperando ser
titular en lateral derecho y mi compañero que era lateral derecho en ese entonces le pegó
a uno sub-diecinueve porque no quería jugar de lateral derecho, no le gustaba, quería
jugar contención. Y el puntero le ganó el puesto, por velocidad, y le pegó una patada por
detrás, pero asquerosa. El profesor lo manda a la casa, por dos días. No lo puso titular en
todo el año y ahí yo gané el puesto. De ahí no lo solté más. Claro y yo no estoy feliz por
haber ganado el puesto sino que lata por mi compañero en ese entonces, no haberlo
hablado “profesor yo no quiero jugar a este lado”. Demostrar algo que no debería haber
hecho de partida porque podría haber lesionado al compañero pero… Fue un ejemplo
claro, pa mí en ese momento fue bueno pero…
Ósea eso es un ejemplo de una violencia que sea no permitida.
Fue sin pelota, por detrás, ósea, le pegó y se fue. Ni siquiera sigo en el partido porque
sabían que lo iban a sacar del entrenamiento. Fue en verdad cero situaciones, cero
contextos en el partido. Eso fue entrenando, haciendo futbol, diecisiete, diecinueve.
Hay ciertas violencias entonces que igual son permitidas, ósea igual son bien
vistas…
Claro, de hecho los mismos profesores en la charla técnica nos dicen que “este es un
equipo fuerte, vamos a jugar contra Colo-Colo” o la U, no sé. “Tú, lateral, tení que agarrar
al puntero y le tení que pegar por detrás. Así si él tiene la pelota, que te sienta”.
Obviamente no pegarle ¡PA!, pero que te sienta ósea no podí ir y pararte atrás de él
porque él sabe que no le vai a hacer nada. Pero sí tení que agarrarlo, tení que hacerle
algunas mañas, pegarle por detrás cuando tenga la pelota pa que no controle bien, pero
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más allá de eso, no. Ósea… sí, quizás pegar una patada cuando va uno contra uno y te
pueden poner amarilla, sí, chao. Cuando quedan los últimos 5 minutos. Esas son cosas
que el profe te lo dice, ósea consejos que el profe te lo dice porque hacen bien para el
equipo, porque el profe quiere ganar, nosotros mismos… entonces son mañas que uno va
a aprendiendo dentro del futbol más que nada. Que no es malo, ósea son patadas o son
agresividad que no se ve mal y que lo necesita. Lo mismo la selección chilena con el Gary
Medel o Arturo que son jugadores agresivos, pero no son jugadores que te van a ir a
pegar. Quizás cuando salen de contexto, sí, se ponen y empiezan a discutir, palabras,
manotazos, pero más a allá de eso no.
Pasando a otro tema, yo en mi investigación, ósea a lo largo de haber estado el año
pasado ahí en el lugar de entrenamiento escuché muchos chistes, muchos
comentarios como en términos cómicos, causales de risa de burlas hacia las
mujeres. Por ejemplo “estai jugando como mujer” o “anda a jugar a las barbies”
que se yo, como ese tipo de comentarios. ¿De dónde salen esos comentarios? ¿Por
qué?
La verdad es que muchas veces sale de los profesores, y no debería ¿cierto? Muchas
veces uno no quiere ir fuerte a la pelota. En un choque contra el rival la pierde, porque
uno no fue fuerte, el miedo de que a uno le peguen una patada. Entonces ahí salen
comentarios, no de tus compañeros, quizás de tus compañeros pero de los profes “’
¡Oye!, ¿por qué vai así? ¡Tení que ir como hombre! ¡Tení que meterle! Ósea, ¿me estai
demostrando que no querí jugar?” En los entrenamientos pasa lo mismo. Surgen
comentarios que a uno le llegan, le molestan y tampoco deberían hacerlo y… Y a mí me
paso con un profesor que tuve problemas, un profesor de la sub-diecinueve. Me dice,
afuera de contexto, afuera del partido, cuando yo le… porque él me preguntó por qué me
había hecho un corte de pelo. Me había teñido el pelo para una revista, pero mi pelo era
súper normal solo que se veía un poco más claro, y me dice “¿Por qué te teñiste el pelo?”,
y yo le digo “No porque quería… una amiga me lo pidió para una revista y sacarme una
foto”. Y me dice “entonces dedícate a ser modelo o dedícate a jugar a las barbies o
dedícate a estudiar, porque si vai a empezar a hacer esas cosas, mejor no te dediquí al
futbol”. Entonces me dejó súper claro su concepto, ósea, para él era o te dedicai a hacer
cualquier cosa, o vai a jugar con niñas o vai a estudiar, pero dejai el futbol. A mí me
molestó, como muchas cosas más me han molestado porque sacan temas que no
deberían sacar, se preocupan mucho del futbol, de ganar, de querer estar ahí, de que tení
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que estar sí o sí ahí, porque es lo único que hací pa ellos, lo único que hací es jugar
fútbol, ni siquiera los estudios. No toman ni en cuenta los estudios porque dicen “sí vai a
jugar futbol, ¿qué vai a pescar los estudios? Erí cero pa las matemáticas”, en los mismos
calentamientos, cuando estamos elongando, hablando de los estudios, no. Entonces son
cosas que yo creo que están demás. Quizás les falta un poco de más, a los mismos
profesores, ni siquiera a mis compañeros, porque si mi compañero me dice “oye, estai
jugando como niña”, es un ejemplo que se da… ósea es normal que te diga eso y que…
claro, uno piensa “jugar como niña es no tener la suficiente fuerza”, ósea está mal dicho
pero… como eso. “Jugai como niña” no debería estar…. No debería ser una oración mala
o una frase que sea “estai jugando mal”, pero es fea así que lo dicen pero… a mí me
molesta más si viene de un profesor. Ellos estudian para ser profesor y no pueden salir
con cosas fuera de contexto, fuera de lugar que no deberían porque no simplemente.
Pero mis compañeros, bueno no puedo esperar todo porque tampoco tienen los
suficientes estudios, no vienen de una buena familia entonces tampoco uno los puede
jugar por decir ciertas palabras, por decir muchos garabatos, entonces uno después se
acostumbra a estar con gente de aquí, gente de bajos recursos, y en el fondo todos son
personas, todas piensan, todos tienen un fin al que quieren llegar. A veces hay gente que
se va por mal camino entonces uno intenta corregirlo más allá de eso.
Tú hablaste de los entrenadores que a veces los menosprecian o les tratan de bajar
la autoestima en ciertos aspectos para ser… enfocarlos solamente en un grupo
¿Hay un tipo de o una cierta… tienen demasiado poder los profesores? ¿Tienen
demasiada influencia en las decisiones que toman en cuanto a los jugadores?
Ósea, si tu no le cumples, o si tú eres mal visto por un entrenador, ¿él tiene mucho
poder sobre ti? O al revés también, sí tú estás muy bien visto por un entrenador,
¿tiene mucha influencia sobre tu futuro como jugador?
Sí, uno depende mucho de lo que piense el profesor. Puede ser un muy buen profesor, te
puede influenciar mucho, como puede ser un mal profesor y no te pueden decir nada
pero, uno tiene que estar, ósea… si el profe te dice que te vai al primer equipo hoy día, lo
tení que hacer, porque son ordenes que te dan tus profesores y quieren ser tomados
como tus jefes, entonces todo lo que él te diga es válido pa ti, y uno lo comunica a los
papas y le dice “oye, esto”… pero muchas veces no son buenos consejos, no son buenas
cosas que los profesores te dicen entonces… si uno como que empieza a pensar y dice
“no”… si uno piensa un poquito más dice “no, ¿por qué estoy haciendo esto?”, pero en el
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momento de planteárselo al profesor y decirle “profesor, yo no podría hacer esto
porque…” y ahí el profesor dice “ah sabí que no, ósea, si tu no estai 100% comprometido
no me serví”. Entonces te deja como un poco más apartado que el resto, y ahí empieza a
tratar con el resto y empieza… pero si tienen mucha influencia sobre nosotros. Como
también pasa que si hay un regalón dentro del equipo, tiene mucha influencia en el
profesor. Si hay un regalón en el equipo, él puede faltar a entrenar, lo va a citar. Si él le
dice algún consejo: “me siento más cómodo jugando con él”, también el profesor lo va a
tener más presente. Entonces si hay mucha influencia en el futbol.
Ósea, no todos los jugadores son iguales.
No.
¿Hay algunos que van a tener algunos privilegios que la mayoría no va a tener?
Sí, mucho. Ya siendo teniendo apellido, teniendo nombre de jugador de futbol, teniendo
contactos. Ya sea no ser conocido por nadie pero si tener algún representante también
tiene su privilegio. El representante habla con tu profesor, o ser… Ser nadie pero si ser
mejor. Ser el mejor técnicamente, futbolísticamente, entonces el profesor te va a tener
como regalón. Entonces hay ciertas regalías que se van dando en el futbol, ya sea un
prestigio que tu tengai. Ocho años jugando por el mismo futbol, ósea nadie te va a mover,
nadie te va a decir nada, llevai ocho años jugando ahí, en un equipo grande. Te da
algunas regalías ¿cierto?, el profesor te tiene la confianza ya como un hijo más pero…
siempre van a haber personas diferentes teniendo más prestigio que otros.
Pasando ya a un tema puntual, hay un utilero, en la mañana, que el igual se refiere,
o yo lo observe en mi investigación, es que el muchas veces se refería en forma
agresiva a ustedes. ¿Cómo era tu impresión de él, y de los actos que el realiza?
Muchas veces tenía malas salidas con nosotros. Quizás él… su manera su personalidad,
su manera de ser era retarlos, todos los días. Retarlos, tratarte con palabras fuertes o
levantando la voz porque, para él, era así entender que los demás lo iban a entender.
Ósea, si te grito a ti, y te digo que traigai la ropa mañana, la vai a traer porque te estoy
tratando así. Pero si te lo digo en buenas palabras se te va a olvidar. Entonces ese era el
trato y pensamiento que él tenía. Muchas veces pasaba a llevar a algunos compañeros,
los compañeros se sentían mal… habían malas palabras que él decía. Entonces si lo
comentaban a los profesores, o sí se lo comentaban a él mismo, pero la reacción que él
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tenía era aún peor. Entonces se dieron muchos conflictos porque lamentablemente la
personalidad que él tenía era de plantear como un líder. Era utilero e intentaba ser como
un profesor más, como un preparador físico más, que lo es, ósea es parte del plantel
técnico entonces si hay que tenerle respeto y todo pero se aprovechaba muchas veces de
su puesto. Ya sea retándonos, ya sea diciendo “¿por qué no trai la ropa?”, que está bien,
porque él está a cargo de que todos estemos uniformados, todos estemos bien, pero si
uno falta no es la manera de quizás de tratarlo. En ese sentido a él sí se le iba de las
manos como trataba a las personas, como tratar a los jugadores. No sabía muy bien eso,
ósea la personalidad de él era diferente, quería ser como más, nosotros lo veíamos.
Quería ser un profesor, quería ser más. Entonces al intentar ser así, con su personalidad,
provocaba muchas discusiones, provocaba muchos conflictos.
¿Y tú te topaste con alguien con características parecidas en cuanto a personalidad
como él en tu experiencia de futbol joven?
Ósea, con él nunca porque yo siempre le respondí, siempre le mandaba mensajes, le
traía la ropa cuando me lo pedía y él me tenía súper arriba. Quizás no como futbolista en
general súper bueno como uno lo cree, no, me tenía como buena persona, que le
respetaba y hacía caso. Entonces sí, en ese sentido yo siempre tenía el privilegio porque
yo le decía “profesor, nos falta esta ropa”. “Ya”. Y conociéndote, si te daba el prestigio de
darte una nueva ropa, etc. Pero si sabía que erai un niño que no venía a entrenar, que no
traía la ropa nunca, no te pescaba y te retaba. Pero sí he tenido conflicto con mis
profesores, en general, porque hay veces que yo sentía malos tratos, sentía que no era
justo que nos pasara a llevar a nosotros, con ejemplos claros de… citando compañeros
que no venían a entrenar, porque es lo obvio que pasa en muchos equipos que no
debería pasar… entonces yo le decía, le planteaba muchas veces un viernes en la tarde,
un viernes en la mañana “profesor, sabe que yo encuentro injusto que pase esto, esto,
esto”. Y la respuesta que me daba él “bueno erí uno de los más chicos, tení que jugártela
más”. La verdad es que no me daba respuestas concretas, se iba más por un camino más
corto que largo entonces… él tenía claro que yo siempre le iba a preguntar, que yo
siempre le iba a reclamar por cosas que el hiciera que yo viera que las estaba haciendo
mal. Entonces yo creo que eso me perjudico un poco, ósea me jugó en contra tener esa
personalidad de preguntarle, de querer saber por qué él estaba haciendo las cosas así y
no estaba haciendo las cosas de otra manera. Y lamentablemente eso me llevó a que me
sacara un poco de lado, me sacara un poco del plantel y no me tuviera siempre en
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cuenta, que yo lo fui viendo en el camino entonces ahí tomé la decisión ya más que nada
de no seguir tanto, hablar con él y plantearle “profesor, sabe que yo me siento más
cómodo al no estar aquí porque, no es con mis compañeros, no es con la institución, es
más que nada con usted. El trato que usted tiene conmigo y con mis compañeros no es el
óptimo de lo que yo estoy buscando entonces…”. Ese creo que fue mi mayor problema y
creo que mi único problema, porque si me encontrado con gente muy buena en el futbol,
que me ha enseñado mucho y ellos les debo todas las posibilidades que tengo hoy día.
Son ejemplos concretos que claro, uno dice “el profesor tiene la culpa”. Pero muchas
veces no la tiene y muchas veces uno está equivocado y él también está equivocado y no
lleva a nada resolver los problemas, así que eso.
Tú hablaste… acabai de decir que tuviste problemas más que nada por tú como
hacer notar tus opiniones y tus diferencias. En ese sentido, ¿tú piensas que en este
ámbito, en este contexto de futbol joven, es mejor quedarse callado y solamente
obedecer al profesor? ¿O piensas que si hubiera sido, tal vez, otro jugador y haber
dado otra opinión y haber dado tus diferencias, no habría sido conflictivo?
Sí, ósea. Los profesores en sí te piden, a ti, lo que tení que hacer en entrenamiento, lo
que tení que hacer en los partidos, entonces uno si le hace caso. Pa ganarse el puesto,
tiene que hacerle caso. Yo, ponte tú, hoy día juego lateral y paso todo el rato, y al profe no
le gusta eso, te va a sacar. Pero si vai y te dice “oye, tení que hacer esto”, no tení que
jugar mucho, tení que jugar ahí y defender más al primero que atacai” y uno lo hace, ya,
está bien, le gustaste al profesor. Pero, esas son cosas futbolísticas entonces uno las
entiende. El profesor tiene su estilo de juego, nosotros tenemos que entregarnos al estilo
que él quiere, y jugar como él quiere. Jugar a dos toques, jugar a tres toques. Pero ya
cuando pasa a ser más allá de eso, ósea, no pasa a ser un tema futbolístico, sino que
pasa a ser un tema del equipo, de que el equipo no se está entendiendo, de que mucha
gente falta a entrenar, que… el trato es distinto con personas y uno quiere planteárselo,
ahí es donde uno tiene el conflicto, porque el profesor cree que está haciendo las cosas
bien, para él, pero quizás para algunos jugadores no lo está haciendo bien entonces uno
lo confronta y ahí se ven las diferencias… pero claro, como dices tú, depende de la
persona. Si tengo el apellido, no sé, mi papá es jugador de futbol, está jugando al futbol o
es del club técnico y habla con el profe, sí va a tener cierta repercusión y si te va a
escuchar un poco. Entonces no te va a decir “no, sabí que no, estai mal”, sino que “ya,
ok”. Y no te va a tratar mal de ninguna manera, va a ver que visión tiene, no te va a
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apartar del grupo, pero… Con ciertas personas si se lo toman mejor, si se lo toman
distinto entonces sí, hay diferencias, y siguen habiendo. Sí siempre van a haber porque el
profesor es persona también entonces tiene sus contactos, quiere lo mejor para él, lo
mejor quizás pa su familia, entonces el niño puede tener las condiciones pero siempre va
a preferir al más bueno, al más constante. Que es lo que se da acá en chile, porque él
quiere ganar. Para él el que gana es el más bueno, no el más constante. Le da lo mismo
si erí constante. Quizás después de un mes, dos meses y veni todos los días a entrenar y
todo te va a decir “oye que eri constante, que eri responsable, me gusta”. Te va a dar una
oportunidad, pero no te va a dar las oportunidades que les dio a los otros. Y quizás en
algún momento se va a cansar de darle las oportunidades que le dio al más bueno porque
las perdió. Tantas oportunidades que le dio al mejorcito, al que tenía más técnicas que las
desaprovecho y ahí se dio cuenta de que no valía la pena. Ahí te va a tomar en cuenta a
ti, al responsable. Pero por eso el responsable tiene que estar un año, dos años, tres años
y eso es lo que aburre, y eso es por qué la gente se va.
Y haciendo lo que te dice el entrenador.
Claro.
Por último, tú en esta conversación y en las conversaciones anteriores hablamos
de un poco del homosexual, de la construcción del homosexual en este espacio, de
las mujeres, del mismo hombre, ¿pero tú piensas que hay otros sujetos que son
también visto en menos, discriminados en este espacio? ¿O blanco de burlas?
No sé tanto de blanco de burlas, pero sí muchas veces en el equipo les gusta, por
ejemplo, ir a fiestas, les gusta salir, les gusta tomar o hacer diferentes cosas que quizás
las hacen los adolescentes hoy en día, y muchas veces se hace un grupo aparte o un
grupo grande donde son todos los niños que quieren ir a fiestas, salir y pasarlo bien, estar
con mujeres, hacer diferentes cosas. Entonces los otros niños que quizás no les gusta
tanto eso, son como apartados. Puede que haya un tema de burla, de decirle a los demás
“oye, ¿por qué son tan fomes y no vienen con nosotros? No se unen al grupo”. El día
lunes, el grupo de Estados Unidos estaba hablando de lo que hicieron el fin de semana, y
el otro grupo está separado. No es un tema de burla pero si es un tema de diferencias.
Ósea si a mí no me gusta salir, no quiero salir, te separan. Yo creo que es muy común
que pase eso sobre todo acá… porque a la mayoría le gusta salir, le gusta después de un
partido celebrarlo con sus amigos, estar… entonces ya cuando uno va más creciendo, en
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la diecinueve, diecisiete, uno lo ve más. Entonces eso más nada, no sé si motivo de burla
pero diferencias que hay dentro del equipo y otro ejemplo también, u otra diferencia, las
edades. Uno ve en la sub-diecinueve que hay tres edades, y muchas veces el mayor es el
que debería ser el ejemplo pero no es tan ejemplo creyéndose mejor, creyéndose más
maduro. O el más chico que se cree mejor porque le va a ganar el puesto al más grande.
Son diferencias que también se van dando, entonces ahí el profesor tiene que ser lo
suficientemente comprensivo para decirle a los compañeros como tratar al equipo, o
uniéndolos mejor. Teniendo psicólogos, como nosotros tuvimos en su minuto, uniéndole al
plantel. Teniendo diferentes tipos de actividades extra, no solo jugar futbol. Yo creo que
esas son las grandes diferencias que hay en el futbolístico. Las clases, si tení apellido o
no, si salí a fiesta, si no salí a fiesta, si eri el agrandado o no eri el agrandado. Esas son
las grandes diferencias que hay.
Y por el aspecto físico ¿hay alguna…?
Por el aspecto físico, sí, claro. Eso es más motivo de burla. Muchas veces hay uno más
gordito y lo tratan de gordo, lo tratan de guatón. Quizás uno, en todos lados aquí siempre
va a haber un guatón, o a uno de tus amigos que le decí “oye guatón, ven pa acá”, “oye,
pelao”. Pero como uno no está en el puesto del otro, uno no sabe si se va a sentir mal si
le decí guatón, si le decí gordo. Pero… uno nunca lo sabe, pero para mí es bullying,
decirle a uno gordo o guatón dentro de la cancha, pero ya se hace rutina, ya llevamos un
mes de esa manera y él se acostumbra. Entonces, si le molesta el tampoco habla
diciendo “oye, sabí que cabros no me digan así porque pa mí y pa mi familia no es bueno,
ósea que lo digan jugando un partido importante y me empiezan a gritar eso en vez de mi
nombre, que me digan apodos, y apodos que no son correctos”. Pero, ósea, en ese
sentido si hay bullying, pero no debería ser porque si estai en un equipo cadete no eri
gordo, o si llegai gordo y te metí en la cabeza que tení que bajar de peso, bajar la grasa
porque te lo exige también. Más que nada el gordo es como un apodo de lo que tuviste
antes, o porque eri el más musculoso por decirlo así, como el más maceteado dentro del
equipo. Pero muchas veces puede ser mal visto por él, la persona.
Una pregunta que se me ocurrió ahora: Me llamó la atención esto que dijiste de que
claro, tu dabai tu opinión al parecer a ciertas cosas que no te parecían correctas,
tú… ¿supiste o viste que tuviera algún compañero que tuviera esa misma actitud
que tu tenías sobre las cosas que a él le conflictuaran? Por ejemplo, los profesores
o quizás con los propios jugadores, quizás con el utilero…
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Quizás no el mismo punto de vista, pero si frente opiniones en diferentes contextos. Si
tenía compañeros que tenían ciertas regalías y le decían al profesor “¿por qué no me
cita? ¿Por qué, si estoy haciendo esto bien? Tengo este problema” y el profesor, ¡PA!, los
citaba. Pero después con el mismo personaje, el día del partido, salen del partido, termina
el partido, perdimos 2-1, sale del partido y le dice al profesor “¿entonces por qué no me
puso a mí en esta posición? ¿Y por qué no puso a mi compañero aquí?”. Entonces esas
personas se dan el lujo de decirle al profesor que tiene que hacer, siendo que no debería
ser. Y el profesor también tiene, no se da la molestia de decirle algo. Retiene la
información que él le entrega, pero después no le dice nada. Dice “ya, ok. Se terminó el
partido, chao”. No le dice “oye, ¿por qué no? Yo hice esto, esto”. No le da como un
ultimátum. Pero… sí, pasa mucho pero más que nada con el punto de vista que es como
más, que si hay personas que lo dicen pero no lo he visto, pero un punto de vista más que
nada ya, que a uno le molesta el trato. Muchas personas no lo van a decir del trato porque
se dejan llevar, porque tampoco tienen, en verdad no pueden hablar de trato si ellos faltan
a entrenar, si ellos no vienen, o juegan mal, ósea no tiene la moral de decir “oye, profe,
¿por qué lo está citando a él si yo vengo todos los días a entrenar?”. No po, no tiene la
moral de decirle al profesor que lo cite, o la responsabilidad, traer la ropa, ser constante.
Entonces, pasa mucho en eso porque la gente no tiene la moral para decirle al profesor
las cosas que cree que es, pero si hay otras personas que sí son responsables y sí
deberían decirle las cosas al profesor, o preguntarle por qué no está citado, por qué no.
Lamentablemente ahí depende de que profesor es, y ahí si él te da la excusa bien o te da
una excusa mala ya, eso es diferente. Pero más que nada tiene que ver con eso.
Ya po, muchas gracias por esta segunda patita.
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