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01 Historia de la Enfermería

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Historia de la Enfermería
María del Carmen Amaro Cano
Enfermera Especializada en Educación. Licenciada en Ciencias
Políticas. Maestra en Ciencias Históricas. Especialista en Bioética. Profesora
Auxiliar y Consultante de la Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto
García Íñiguez"
d
La Habana, 2004
1
Datos CIP- Editorial Ciencias Médicas
Amaro Cano María del Carmen
Historia de la Enfermería. La Habana:
Editorial Ciencias Médicas; 2004.
88p. Ilus.
Incluye índice general. Incluye bibliografía al
final de la obra.
ISBN 959-212-124-9
1.HISTORIA DE LA ENFERMERIA 2.LIBROS DE TEXTO
WY11
Diseño de Cubierta: Edgar Arias Vidal
Emplane: Xiomara Segura Suárez
© María del Carmen Amaro Cano, 2004
© Sobre la presente edición:
Editorial Ciencias Médicas, 2004
Editorial Ciencias Médicas
Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas
Calle I No. 202, esquina Línea, El Vedado,
Ciudad de La Habana, 10400, Cuba
Correo electrónico: [email protected]
Teléfonos: 553375 y 8325338
2
A LA ESTUDIANTE DE HOY Y POSIBLE ENFERMERA
DE MAÑANA
Si has seleccionado esta carrera por vocación o si lo has hecho porque piensas que es una forma honesta de ganarte la vida:
¿No te gustaría poder sentirte orgullosa algún día de tu decisión de
hoy?
¿Sabes lo que la enfermería ha aportado a la sociedad desde los tiempos más remotos de la antigüedad?
Si quieres saber, ¿por qué muchas cosas son hoy, como son, en enfermería?
Si quieres verdaderamente estudiar científicamente la necesidad de
posibles cambios, no queda otro recurso que indagar en el interesante
pasado de esta profesión.
Porque sólo el estudio del pasado permite comprender el presente y
trazar la estrategia para un futuro mejor.
Te invito pues, al estudio de la historia de la enfermería, como contribución valiosa al reforzamiento de tu propia identidad profesional.
¡Este es un pequeño homenaje a todas las enfermeras del mundo, que
mantienen vivo el legado de Florence Nightingale!
De quien ama profundamente esta digna y humanitaria profesión
La Autora
Ciudad de La Habana, 16 octubre 2002
3
CONTENIDO
Introducción /6
Un pequeño avance de las respuestas de la historia: ¿por qué usan cofia
las enfermeras? /7
Prácticas de enfermería en la Edad Antigua /8
Prácticas de enfermería en la Edad Media /11
Enfermería en la Edad Moderna /17
Florence Nightingale y el surgimiento de la enfermería profesional /21
Constitución del Concilio Internacional de Enfermeras: una de las expresiones del impacto social de la obra de Florence Nightingale en la época
contemporánea /29
Enfermería en la época contemporánea /32
Educación médica y de enfermería en Inglaterra, Estados Unidos de
Ámérica, Canadá y España /35
Prácticas curativas en Ámérica /39
Fundación de los primeros hospitales y escuelas de medicina durante la
colonización española /41
Prácticas de enfermería en el continente americano /44
Prácticas de enfermería en Cuba /48
Primera intervención y ocupación norteamericana en Cuba /53
Enfermeras del ejército interventor norteamericano /54
Fundación de las primeras escuelas de enfermeras (1899-1901) /55
Primeras graduaciones de enfermeras /58
Enfermeras cubanas en la segunda intervención norteamericana /59
Liderazgo de las enfermeras cubanas /60
Figuras destacadas de la enfermería cubana /64
Enfermeras cubanas en el primer cuarto del siglo xx /67
Enfermería cubana en el período 1925-1940 /69
Constitución del 40 y sus efectos en la profesión de enfermería /71
Enfermería a partir del triunfo de la revolución cubana /73
Consideraciones finales /78
Referencias bibliográficas /80
Otras fuentes bibliográficas consultadas /86
4
"Es luz maravillosa de la naturaleza que sólo está completo el que se
da; y no se empieza a poseer la vida hasta que no vaciamos sin reparo y
sin tasa, en bien de los demás, la nuestra".
José Martí
5
INTRODUCCIÓN
Hace tres años, gracias a la gentileza y generosidad de las compañeras de
la Vice-Dirección de Enfermería del Hospital "Hermanos Ameijeiras", tuve el
gusto de poder dirigirme a estudiantes y profesionales en un acto en el que se
rendía homenaje a todas las mujeres y hombres del mundo que han elegido la
hermosa tarea de cuidar. Y allí, frente a ese auditorio, recordaba que el acto de
cuidar no es sólo privativo del hombre. El animal también cuida a sus cachorros,
e incluso, cuando andan en manadas y uno es herido, regularmente alguno permanece junto a él para protegerlo de los ataques enemigos.
Pero el cuidado inteligente, como le llamó Florence Nightingale -la fundadora de la enfermería profesional- ese sí es sólo privativo del hombre, aunque
desde los tiempos más remotos de la antigüedad ha sido una actividad fundamentalmente femenina, con excepciones durante la Edad Media, cuando las
Cruzadas, en que algunas órdenes religiosas masculinas combinaron las armas
con los cuidados a los heridos y enfermos, y ahora, en pleno siglo XXI, en que
cada vez más aparecen hombres que eligen esta profesión entre otras muchas
opciones.
En 1998, cuando me preparaba para conmemorar al año siguiente el centenario de la fundación de la primera Escuela de Enfermeras, me surgió el deseo
de escribir un libro que contribuyera a la bibliografía cubana sobre la historia de
la profesión, para dedicárselo a las enfermeras del tercer milenio. Por tal motivo, como tesis de mi maestría en historia me decidí a iniciar una investigación
que me permitiera dar respuesta a mi gran cuestionamiento: "La Fundación
de las Escuelas de Enfermeras en Cuba, ¿Deuda Histórica con Estados Unidos
de Norteamérica?", pues esas primeras escuelas fueron fundadas durante la
I Intervención Norteamericana.
A lo largo de mi investigación pude demostrar que la fundación de estas
Escuelas de Enfermeras formó parte de la política sanitaria del gobierno
intervencionista y ésta no tenía un fundamento altruista, sino que respondía a la
defensa de sus propios intereses. Estados Unidos quería proteger la salud de
sus ciudadanos que habían venido a Cuba con el gobierno de ocupación y también a los que habitaban, fundamentalmente, las ciudades del sur de los Estados
Unidos, que estaban muy en contacto con la Isla por sus relaciones comerciales
marítimas.
6
El temor a las enfermedades transmisibles y el posible contagio de su población y las precarias condiciones sanitarias de Cuba al final de la guerra, como
consecuencia de la Reconcentración de Weyler y la retirada de las religiosas
católicas -que hacían funciones de cuidadoras de enfermos- por el gobierno
español al perder la guerra, hizo que Estados Unidos asumiera la higienización
del país y la organización de la salud pública, para lo cual necesitaban enfermeras y, como no existían, decidió formarlas con la extraordinaria contribución de
un grupo de prestigiosas enfermeras norteamericanas, con cuya labor personal
sí tenemos una deuda de gratitud. Gobierno y pueblo estadounidense son dos
categorías bien distintas. La política sanitaria pertenecía al primero; pero el
celo, la abnegación y el sacrificio de las enfermeras norteamericanas pertenecían al segundo.
UN PEQUEÑO AVANCE DE LAS RESPUESTAS
DE LA HISTORIA: ¿POR QUÉ USAN COFIA
LAS ENFERMERAS?
En el mundo antiguo, en la mayoría de las civilizaciones orientales, la mujer
usaba un velo que, en algunos lugares fue evolucionando hacia un pañuelo de
cabeza que cubría sus cabellos. Cuando Vicente de Paul, sacerdote católico,
fundó en Francia la congregación religiosa femenina de las Hijas de la Caridad,
éstas adoptaron como hábito el vestido de las aldeanas de Alsacia-Lorena, que
7
consistía en un vestido de paño largo, azul prusia, y una toca alada blanca que
cubría sus cabellos. Las Hijas de la Caridad han sido, desde hace más de un
siglo, enfermeras de los ancianos, enfermos y desvalidos.
Más tarde, cuando la inglesa Florence Nightingale fundaba el Instituto que
lleva su nombre -y que resultó la primera Escuela de Enfermeras en el mundo
con formación teórico-práctica, que diera lugar al surgimiento de la enfermería
profesional- seleccionó el uniforme para sus educandas, con los colores de su
bandera nacional: blanco, azul prusia y rojo. Así el vestido era azul prusia, con
puños y cuello blancos y un delantal, también blanco, y se cubrían del frío con
una capa de paño inglés, azul prusia, revestida de lana roja. Redujo la toca de las
Hijas de la Caridad a una cofia blanca, que tenía cintas y encajes en su reborde
y cubría todos los cabellos. Todo esto tenía un fundamento de carácter higiénico, es decir, se usaba para evitar el transporte de gérmenes por esa vía, los
cabellos.
Con el tiempo y la evolución de la moda, de la misma forma que los vestidos
comenzaron a perder longitud y anchura, la cofia fue disminuyendo su tamaño y
dejó entonces de cumplir con su función higiénica para conservar sólo el carácter más bien ornamental, estableciendo cierto paralelismo con las empleadas del
servicio doméstico. Esto también estaba relacionado con la tradicional posición
de las cuidadoras de enfermos como religiosas o como domésticas, en posiciones de servicio y subordinación.
Sin embargo, en algunos lugares conserva todavía otro valor, llegando a
idealizar el objeto como símbolo del honor de la enfermera. Hoy día es muy
debatido el tema de la pertinencia de su existencia. Las jóvenes enfermeras
podrían también reflexionar sobre esta temática y aportar sus criterios, que
resultarían muy valiosos para la dirección de enfermería, y la docencia en enfermería del país.
Como se puede apreciar, por el análisis de este hecho, el conocimiento del
pasado ayuda a comprender el presente y contribuye decisivamente a la posible
transformación del futuro. Los profesores tenemos la responsabilidad de ayudar a los estudiantes para que puedan comprender los fenómenos y, junto con
ellos, tenemos que transformar todo lo que esté mal o no haya llegado aun a los
niveles esperados.
Con esta modesta contribución pretendo incentivar a profesoras, enfermeras y estudiantes a iniciar sus propias investigaciones históricas. ¡Será el viaje a
la semilla!
PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA EN LA EDAD
ANTIGUA
En la comunidad primitiva los hombres daban solución a los síntomas que
padecían sin conocer ni imaginarse la enfermedad como una entidad. El hombre
8
primitivo enriqueció su experiencia observando a los animales; pero sobre todo
observando su propia experiencia y trasmitiéndola a otros hombres contemporáneos y a otras generaciones. Es esta característica la que identifica a la práctica médica como fenómeno de la sociedad humana.
El hombre primitivo no encontró explicación a muchos de los fenómenos
que ocurrían en su organismo en su interacción con el medio, de manera que, al
no encontrar respuesta asociaron estos fenómenos a la voluntad de seres sobrenaturales. De ahí que las prácticas curativas estuvieron asociadas desde
esos tiempos a concepciones mítico-mágicas. Unido a ello estaba el hecho de
que ese sacerdote-brujo, que realizaba acciones curativas también se ocupaba
de cuidar a los enfermos. De manera que no puede desligarse en esos tiempos
tan antiguos, el arte de "cuidar", base de la enfermería de hoy, del arte de "curar", asociado a la práctica médica.1
Al surgir la primera sociedad clasista, el esclavismo, ocurrieron cambios
cualitativos en la vida de los hombres y, por tanto, también en la práctica médica. En Mesopotamia (4 000 a.n.e.), por ejemplo, donde existieron tres civilizaciones en distintos períodos de su historia, la formación de los médicos se hacía
en los templos. En Sumer (4 000 a.n.e.), la más antigua de estas civilizaciones,
se desarrolló la higiene, la cirugía y la descripción de algunas enfermedades. En
Babilonia (2 000 a.n.e.), aparece la primera legislación para el ejercicio de la
práctica médica, con su código moral y legal, el Código de Hammurabi, con
deberes y derechos explícitos, incluyendo las sanciones para los transgresores.
En este mismo período se practica el aislamiento de los enfermos contagiosos.
En Asiria (1 000 a.n.e.), la última de las civilizaciones mesopotámicas del mundo antiguo, dadas las características guerreras de sus pueblos, se desarrolla la
cirugía y, a partir de las necesidades que de ella se derivan, se inicia la disección
de animales y, con ello, el conocimiento de la anatomía.2
Por su parte, en Egipto (4 000 a.n.e.) surge la especialización, los médicos
se agrupan en cirujanos y los que se ocupan de las enfermedades internas. La
higiene y las medidas de Salud Pública que se practican en esta civilización son
consideradas superiores a las que luego fueron conocidas en la Edad Media.
Otro elemento importante es que en la práctica médica apenas se aprecian
elementos religiosos, aunque las primeras Escuelas de Medicina se crearon en
los templos dedicados a Imhotep, padre de la medicina egipcia. A estos templos
acudían griegos, árabes y hebreos para estudiar.3
En China (3 000 a.n.e.), la práctica médica se desarrolló entre la clase
dominante. Muchos emperadores fueron médicos. Los conocimientos se trasmitían de padres a hijos. El primer tratado de Farmacopea fue "El Gran Herbario", del emperador Chen Nung, que ha contado con numerosas reediciones, de
las cuales la última fue en 1911. Se hacía operaciones torácicas y abdominales.
Se relacionó la aparición de la peste con la existencia de ratas. Se aplicó la
9
vacuna contra la viruela. Se conoció que la contracción del corazón era la causa
del movimiento de la sangre. Se desarrolló la técnica de la acupuntura.4
En Grecia (2 000 a.n.e.) Esculapio era un dios local en cuyo honor se construyeron los Asclepiaeum o Asclepíades, templos dedicados a su culto. Sus
sacerdotes eran los médicos más distinguidos. Posteriormente surgieron las escuelas laicas, basadas en la observación, punto de partida de la clínica real.
Dentro de estas escuelas se destacaron las de Cnido (siglo VII), cuyas enseñanzas giraban en torno al diagnóstico a partir de los síntomas de la enfermedad, la de Cos (siglo VI), basada en el pronóstico y curso de las enfermedades
-a la cual perteneció Hipócrates, el padre de la medicina occidental-, y la de
Crotona, que era la de los pitagóricos, quienes utilizaban la disección de los
animales para realizar sus descubrimientos anatómicos (nervio óptico, trompa
de Eustaquio).5
En la civilización griega, la mujer era considerada como menor de edad, no
tenía libertad para escoger a su marido, y con rarísimas excepciones tampoco
participaba de las actividades intelectuales del hombre. Sin embargo, en los
relatos homéricos aparece la figura de Panacea, hija de Asclepio y, por tanto,
nieta del dios Apolo, seleccionando hierbas medicinales y ayudando a los sacerdotes del templo en el cuidado de los enfermos, pero también de los heridos. En
la Odisea, se habla de Euriclea, esclava a quien Ulises llama "buena enfermera"
y le pide que traiga azufre para desinfectar la casa.6
Aunque el cuidado de los enfermos era obligación para esclavos, la mujer
en su hogar también hacía estos menesteres, ya que era el ama de la casa, la
que, a su vez, atendía a su servidumbre enferma.7
En la India (100 a.n.e.) la higiene fue lo más desarrollado. Por su parte, en
los libros sagrados, especialmente el Ayurveda, aparecen descritos los síntomas
clásicos de la inflamación (calor, rubor, dolor), atribuidos posteriormente al médico
romano, Celso. Se practicaba la operación cesárea y la extracción de
cálculos biliares. Se realizaba la cirugía estética de la nariz, con una técnica que
aun se utiliza hoy día (colgajo de la frente). Entre los procedimientos obstétricos
que se practicaban estaban la versión podálica y cefálica, la embriotomía y la
craneotomía.8
En la lección IX del Charaka-Samhita, uno de los libros sagrados de la India
Antigua, se ofrece una interesante relación del concepto de trabajo en equipo
para la atención al enfermo. "El médico, las drogas, los enfermeros y el paciente
constituyen un equipo cuyas virtudes para la curación de las enfermedades
deben conocerse".
El propio capítulo describe las funciones de cada uno de los integrantes del
grupo de trabajo. En el caso de los enfermeros dice: "Los enfermeros deben
tener un conocimiento de la preparación de las drogas, inteligencia, devoción al
paciente y pureza de cuerpo y alma".
10
Las crónicas médicas de la India mencionan el trabajo de los enfermeros
más veces que ninguna otra crónica antigua.9
En Roma (750 a.n.e.) imperaban las ideas teístas, de manera que había
dioses para las enfermedades (Febris), dioses protectores de los órganos (Uterina)
y dioses protectores de las funciones (Lucina). El Pater Familia conservaba y
transmitía los conocimientos. Había mucho interés por la higiene, de ahí que
construyeran grandes alcantarillados (Cloaca Máxima), grandes acueductos y
los cementerios fuera de las ciudades. Se practicaba la cesárea. Existía una
regulación de la conducta médica (contra el aborto, el envenenamiento y la
negligencia con los pacientes). Por sus características de pueblo guerrero y
conquistador se desarrolló la Sanidad Militar y, ya en el siglo I, surgieron los
hospitales.10
El último gran representante de la medicina antigua fue Claudio Galeno,
nativo de Pérgamo. De él se conservan muchas obras, se cree que alrededor de
100 son originales. Gran parte de su producción existe en traducciones árabes,
hebreas y latinas hechas en el Medioevo. Su "Arte Médica" fue durante mucho
tiempo el manual clásico de medicina. En lo general, Galeno continuó las gloriosas tradiciones materialistas de la medicina griega, siguiendo los principios de
Hipócrates; pero también se dejó influir por las tendencias mítico-religiosas y la
creencia en los sueños, con las que también impregnó sus obras.11
El papel de la mujer era más importante en Roma que en Grecia, gobernaba
también la casa; pero con mayor autoridad que la mujer griega, porque estaba
más asociada a la vida de su marido. Compartía los honores que se le brindaban
a su esposo, compartía la mesa en comidas y recepciones y aparecía con él en
público. Evidentemente eso permitió que varias de ellas practicaran labores
como enfermeras, al prestarse a cuidar a los enfermos y heridos, atender a las
parturientas y cuidar a los niños enfermos. Muchas eran viudas; pero algunas fueron matronas. Cuando surgió el cristianismo, varias mujeres se
incorporaron a esta humanitaria labor. Entre ellas se destacó una devota
cristiana, Fabiola.12
PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA EN LA EDAD
MEDIA
Europa continental, bajo la égida de la Iglesia Cristiana, ve aparecer la
creación de hospicios junto a los monasterios. En general, el cuidado de los
enfermos fue uno de los primeros trabajos de la Iglesia. Al principio, el clero
estaba obligado a visitar al enfermo que el cristiano hospedaba en su casa,
aunque no fuera de su familia, pues a veces se trataba simplemente de un
viajero.
11
Aquellos que carecían de hogar y se encontraban enfermos eran recibidos
en casa del Obispo. Muchos de esos trabajos eran realizados por los diáconos y
diaconisas. La institución de los diáconos (ministro eclesiástico de grado inmediato al sacerdocio: el diácono ayudaba al sacerdote en el altar) fue establecida
principalmente para ayudar a los Obispos y a los Presbíteros en sus labores
seculares (labores del siglo, del mundo, sociales). Las diaconisas, por su parte,
eran mujeres que sin profesar votos religiosos, se ofrecían voluntariamente a
prestar servicios al clero en la asistencia del pobre y el desvalido, así como otras
tareas de la iglesia (cuidado de los paños del altar, etc).13
Durante los primeros cinco siglos de la Edad Media, los conocimientos
médicos y sanitarios fueron conservados y ejercidos en los monasterios, ya que
el clero atesoraba a las personas más instruidas. Por otra parte, durante ese
período, los señoríos y los monasterios estaban ubicados en lugares aislados, y
las enfermedades no se propagaban fácilmente. Pero las guerras eran muy
frecuentes y los soldados recibían heridas. Las mujeres de los señores feudales,
ayudadas por sus siervas, curaban y atendían con gran habilidad e inventiva a
los soldados heridos.
Los médicos eran pocos; en general, lo que se desarrolló más fue la cirugía,
derivada de la propia necesidad que generaban las guerras y sus consecuencias, los heridos. De otra parte, de la propia necesidad que provocaba la
insuficiente cantidad de cirujanos enrolados en las tropas guerreras, surgió
la habilidad de las mujeres de los señoríos y, bajo su responsabilidad quedó la
curación de los heridos y la atención durante la convalescencia de aquellos
guerreros.14
En los monasterios, muchos monjes ejercían la medicina, y otros realizaban
actividades de enfermería. Buena parte de los jardines de los monasterios estaban dedicados al cultivo de hierbas medicinales.15
A partir del siglo VI, en que comienzan a fundarse los hospitales, muchos
de estos monjes y monjas se convierten en los enfermeros y enfermeras que
atienden a los enfermos internados. En este caso se destaca la Orden fundada
por Benito de Nursia, en Montecassino, Italia, en el año 529, que recomienda
profundamente la atención a los enfermos16 (Fig. 1).
Fig. 1. Abadía de Montecassino, Italia. ( Enciclopedia Encarta, 2001.)
12
Con todo, el bagaje médico es pobre. La terapéutica y la cirugía sufren un
marcado retroceso. La asistencia hospitalaria se limita casi exclusivamente a
los hospicios y enfermerías, anexas a los monasterios, aunque en esta época se
fundan dos hospitales, sin influencia religiosa ni asociados a ningún monasterio,
que alcanzarán su mayor auge en la época siguiente: los de Lyon (siglo VI) y
París (siglo VII), ambos en Francia.17 Sus primeras enfermeras eran viudas y
mujeres que se dedicaban al cuidado de los enfermos, como penitencia.18
En el siglo X declinó la medicina monástica. La Iglesia publicó edictos prohibiendo a los monjes tratamientos que consideraba como perjudiciales para los
enfermos y negando el permiso para que practicaran la cirugía19 (Fig. 2).
En 1054, mediante el Cisma Griego, se dividía la Iglesia Cristiana de Oriente y Occidente. En 1095 se producía la Primera Cruzada o Guerra Santa contra
los musulmanes para recuperar el Santo Sepulcro. Entre ésta y la última, que concluyó
en 1270 con la muerte del rey francés, Luis
IX, en Túnez, fueron nueve Cruzadas, siete de ellas dirigidas contra los musulmanes
y dos organizadas por el Papa: una contra
los albigenses (secta religiosa del sur de
Francia) y otra contra el Emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II, a quien había excomulgado por no
haber iniciado la Cruzada contra los musulmanes en el tiempo establecido.20
Desde el punto de vista de la historia
Fig. 2. Los monjes Benedictinos. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
de la enfermería, las Cruzadas dieron origen a las Órdenes Militares de Enfermería. Se hicieron progresos en el desarrollo de los hospitales, se desarrolló la
cirugía y se despertó la inventiva de las mujeres en su tarea de curar a los
heridos y enfermos.21
Muchos de los peregrinos que iban a visitar Jerusalén enfermaban en el
viaje o al llegar al Oriente. La Iglesia había fundado allí posadas, mucho antes
de las Cruzadas. La primera de la cual se tiene noticias se inauguró como una
simple hostería. Posteriormente, en 1048, fue cedida a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, para la atención de los enfermos. Esta Orden
estaba integrada por caballeros, presbíteros y legos, y no sólo atendía a los
enfermos, sino que defendía con las armas a los peregrinos. De ahí su nombre
de Caballeros Hospitalarios, porque actuaban como enfermeros y soldados, según la necesidad. A imitación de esta primera Orden se fundaron algunas
más. La Orden de los Hospitalarios fue la de mayor influencia y duración.
Retuvieron el mismo título hasta el siglo XIV, en que adoptaron el de Orden de
13
los Caballeros de Rodas y, luego, en 1530, lo cambiaron por el de Caballeros de
Malta, con cuyo nombre existen todavía22 (Fig. 3).
En 1118, los Cruzados franceses fundaron la
Orden de los Caballeros Templarios (junto al Templo) para el cuidado y defensa de los peregrinos,
y, en 1190, los alemanes fundaron la Orden
Teutónica, con los mismos fines (Fig. 4).
En el siglo XII, fueron fundadas también Órdenes Militares en España, para la defensa contra la invasión árabe y la ayuda a los peregrinos
que iban a Compostela, a visitar la tumba del
Apóstol Santiago. Entre las órdenes más famosas se encuentran las de Calatrava, Alcántara y
Santiago.23
A fines del siglo XII, en 1198, el Papa
Inocencio III estableció una institución que se
proponía como modelo para la atención de los
Fig. 3. En la figura, una muestra de enfermos. En Roma se le llamó "Hospital del
la típica vestimenta de los Caballe- Santo Espíritu"; en Alemania, "Heilige Geist"
ros de Malta: túnica negra con cruz
blanca de ocho puntas, capa negra (Espiritu Santo); y en Francia, "Hôtel de Dieu"
y gorro ceñido negro y cuello con (Casa de Dios). El Papa Inocencio IV (el mismo
plisadillo blanco. El significado de que destituyó a su gran oponente, el Emperador
las ocho puntas era: goce espiri- del Sacro Imperio Germánico, Federico II,
tual, vivir sin malicia, arrepentirse
excomulgándolo) interesado en la gran obra que
de los pecados, humillarse ante los
que injurian, amar la justicia, ser estas instituciones abarcaban, y que no estaban
misericordioso, ser sincero y puro controladas por la Iglesia, invitó a las enfermede corazón, y sufrir la persecución ras francesas de los Hospitales de Lyon y París
con abnegación. (Imágenes Museo a organizarse bajo
Metas de Enfermería, Internet.)
una regla monacal, sugerencia
que muchas aceptaron y fundaron la Orden de
las "Agustinas", en 1264. Estas monjas Agustinas de Francia son las primeras que tomaron con
su "especial misión" el cuidado de los enfermos24
(Fig. 5).
Durante los siglos XII y XIII, muchos de los
hospitales de la Europa continental, que dependían del poder eclesiástico, pasaron a manos del
poder secular. En ellos no faltaba nunca el servicio de enfermería durante las 24 horas, y los Fig. 4. Los Caballeros Templainformes de la época prueban que se daba aten- rios. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
14
ción a las medidas de higiene, según las normas
reinantes en esos momentos (bastante deficientes, por cierto), además de procurar medios de
comodidad para el paciente, aunque no faltaban los abusos y la torpeza en el manejo de los
bienes del hospital.25
En los hospicios se albergaba igualmente al
enfermo, al desvalido y al peregrino; pero ya en
el siglo XIV había una distinción más clara entre un asilo y un hospital.
Famosos fueron los hospitales: del Espíritu
Santo (1204), de Roma; San Bartolomé (1123)
y Santo Tomás (1213), de Londres; y los de
Santiago, Dominus Dei y del Rey (siglo XII),
Santa Cruz de Barcelona y el de Valencia (siglo XIII), Santa Cruz de Toledo (siglo XIV),
San Juan de Burgos y el Real de Santiago (siglo XV), además de otros en Valencia, Granada, Salamanca y el de Cinco Llagas en Sevilla,
todos en España.26
En estos hospitales el servicio de enferme- Fig. 5. En la figura, el hábito de las
monjas Agustinas de Francia: túniría descansaba en el trabajo de monjes-enfer- ca larga negra de manga larga,
meros, cuya dedicación al enfermo les hizo sobrevestido blanco con escote a la
acreedores, en no pocos casos, a la beatifica- caja y sin mangas, mandil largo blanción y canonización por la Iglesia. En otros ca- co, sin tirantes, verdugo blanco e
sos, cristianos que no eran monjes, pero vivían inmensa cota blanca con terminación a modo de alas. (Imágenes
como tales, se dedicaban al cuidado de los en- Museo Metas de Enfermería,
fermos. Ello ocurría con mayor frecuencia en- Internet.)
tre las mujeres jóvenes -a quienes las continuas
guerras les hacían perder la posibilidad de matrimonio; pero la vida conventual
tampoco satisfacía sus temperamentos. Esta situación dio origen, en Flandes, a
las "Beguinas", mujeres que se consagraban al prójimo en trabajos de servicio
social y de enfermería.
En el siglo XIII hubo muchos "beguinajes" (nombre de la comunidad donde
vivían, sin pronunciar votos), en Bélgica, Suiza y Alemania. Su misión consistía
en cuidar niños y atender enfermos en las casas, cuando sus servicios eran
solicitados. En ocasiones se les daba el encargo de un hospital. Parecida a la
institución de las beguinas; pero dependiendo directamente de órdenes religiosas, es justo mencionar a las Órdenes Terciarias, como las de Francisco de Asís
y Domingo de Guzmán. En estos tiempos medievales las instituciones religiosas
y sociales de hombres y mujeres adoptaron la costumbre de un hábito distintivo
de su grupo.27
15
Los Dominicos y los Franciscanos eran órdenes mendicantes. Los primeros, llamados "frailes negros" por un manto de este color con capucha que
incluía su uniforme y, los segundos "frailes grises" por los tonos pardos o grisáceos
de sus túnicas (Fig. 6).
En Bizancio, en el siglo IX, la clase
dominante protegió a los hombres sabios.
Se organizó una escuela superior y se
crearon hospitales y farmacias civiles.
Recientes descubrimientos hablan del
valioso aporte bizantino al surgimiento
del hospital moderno.
En el Mundo Árabe,28 la clase dominante también protegió a los hombres
sabios y se tradujeron muchas obras
helénicas a la lengua árabe, especialmente
en Medicina. La materia médica alcanzó
gran desarrollo y los médicos gozaron de
gran estima. Durante la existencia del
Imperio Musulmán se distinguieron dos
Califatos: el de Bagdad (siglos VIII y IX)
y el de Córdoba (siglo X).
En el Califato de Bagdad, se destacaron los sirios, quienes habían sido
fundadores de grandes hospitales y escuelas,
Fig. 6. El hábito de los monjes franciscadesde el siglo IV. Tras los hospitales surnos. (Imágenes Museo Metas de Enfermegieron las farmacias, con el consiguiente
ría, Internet.)
desarrollo de la química. Se aprecian ya
en este período construcciones de hospitales especializados para determinadas enfermedades (Bagdad, año 786, el primer manicomio), así como hospitales ambulantes con carácter esencialmente
militar (Fig. 7).
En este tiempo se distinguieron muchos médicos judíos, tales como Maimónides, cuya fama como médico
igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley
judía. Llegó a ser médico de Saladino I, sultán de Egipto y
Siria. Sólo al final del siglo IX empezaron a aparecer los
médicos árabes (Fig. 8).
Dentro de las figuras más relevantes de la medicina
árabe es preciso citar a Rhazés de Bagdad, quien cultivó
magistralmente la clínica, y Avicena, con su Canon de la
Ciencia Médica, que reúne todos los conocimientos méFig. 7. La Mezquita de
dicos de la época. En 1258, Bagdad fue destruida por la
Bagdad. (Enciclopedia
invasión de los mongoles (Fig. 9).
Encarta, 2001.)
16
El Califato de Córdoba, en 1256, estaba
limitado a Granada y finalmente fue reconquistado por Fernando el Católico, en el siglo XV.
Los árabes perduran en la historia universal por
sus valiosos aportes a las ciencias y, en especial,
a la medicina (Fig. 10).
En este Califato, entre los médicos más
destacados figuran: Avenzoar, que cuestiona
la anatomía de Galeno; Averroes, quien deja
como legado su gran obra "Kitab el Coliyat o
Libro Universal de la Medicina", libro galénico
y aristotélico que se mantendrá vigente por
muchos años; y Abulcasim, cuyo Vademecum
de cirugía se constituye en uno de los clásicos
hasta el siglo XVIII. De todos los aportes de
la medicina árabe conviene resaltar el uso de
las suturas y el opio (Fig. 11).
En cuanto a las prácticas de enfermería,
estas eran realizadas por enfermeros hombres
para las salas de hombres, y mujeres para las
salas de mujeres y de niños. El personal de
enfermería no sólo prodigaba cuidados al cuerpo, sino también al espíritu, proporcionándoles
lecturas y música a los enfermos.
Fig. 8. Retrato de Maimónides, médico judío. (Enciclopedia Encarta,
2001.)
ENFERMERÍA EN LA EDAD
MODERNA
A partir del siglo XV ocurren cambios
importantes en el mundo occidental, que permiten diferenciar este siglo y el subsiguiente
del mundo feudal. El sistema feudal comienza
a ser reemplazado en numerosos reinos por la
aparición paulatina de estados nacionales (Inglaterra, Francia, España, Alemania, etc). Al
propio tiempo existe un importante crecimiento demográfico, con una afirmación en los centros urbanos y el consiguiente desarrollo de la
burguesía.
Las propias necesidades materiales, derivadas del desarrollo del intercambio comer-
Fig. 9. Retrato de Avicena. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
Fig. 10. Mezquita de Córdoba. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
17
cial, obligan a la búsqueda de nuevas vías
marítimas, lo que a su vez genera la necesidad de desarrollar los conocimientos
científicos, entre las cuales se encuentra
también la medicina, pues los hombres no
sólo continuaban enfermando de enfermedades conocidas, sino que surgían nuevas en correspondencia con los cambios
en el modo de vida de este período.29
La mayor parte de las nuevas enfermedades vienen asociadas a cambios en
Fig. 11. Retrato de Averroes, médico ára- el comportamiento humano. Los centros
be. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
urbanos se desarrollan en forma alarmante, con grandes concentraciones de familias pobres que generan condiciones higiénicas deplorables, favoreciendo todo
ello el florecimiento de diversas enfermedades, tales como el raquitismo, enfermedades venéreas, epidemias de otras enfermedades transmisibles (peste, tifus, influenza, difteria, escarlatina, paludismo, tifoidea) y la aparición de algunas
enfermedades laborales (escorbuto entre los marinos, saturnismo en los pintores y coloreadores de vidrio, y silicosis en los mineros).30
En filosofía, el humanismo, como afirmación de la persona, emancipa al
hombre y le ofrece posibilidades creativas como nunca antes. El Renacimiento
se ve así atormentado por una gran crisis: la Iglesia Católica Romana sufre
profundas divisiones (reforma anglicana, luterana, calvinista) que repercuten en
todos los campos. No es pues de extrañar que, en este ambiente, la ciencia y la
técnica disfruten de un auge sin precedentes, incluyendo la medicina.31
Si bien la Revolución Francesa genera cambios importantes en la concepción como en el ejercicio técnico de la medicina, es en el ámbito social donde se
logran los avances más espectaculares. Técnicamente moderna, conceptualmente
neohipocrática, la medicina desarrollada bajo el influjo de la Revolución busca el
alivio del enfermo con el menor sufrimiento. La terapéutica se hace menos
agresiva; la cirugía busca no sólo quitar el mal sino restituir al máximo la función.32
La cirugía, al igual que la terapéutica, aporta algunas innovaciones trascendentales, todas ellas encaminadas a un mayor humanitarismo en el trato de los
pacientes y a combatir la gran mortalidad de los pacientes quirúrgicos. El aseo
cuidadoso de las heridas, la hemostasia por compresión o taponamiento, el manejo incruento de las fracturas, el uso de los fórceps y el mayor conocimiento de
las distocias en el parto traen consigo una notable disminución de la mortalidad.
Los hospitales no sólo aumentan en número, sino que mejoran sus servicios y se
vuelven semilleros de la intelectualidad médica. Muchos de ellos son los escenarios docentes de las Universidades.
18
Ya en el siglo XIX las ciencias naturales habían avanzado mucho y los
médicos, como sus representantes, eran aun más estimados, contando con ingresos satisfactorios que les permitían tratar gratuitamente a los pobres.
A comienzos del siglo, las nuevas máquinas alteran la estructura de la sociedad, se produce un gran crecimiento de la población y, cada vez mayor
cantidad de personas viven en condiciones de extrema pobreza. Las grandes
epidemias amenazan de nuevo y cuando ocurre la del cólera de los años treinta,
la burguesía reconocerá que las malas condiciones de salud del proletariado
industrial amenazan su propia existencia.
La concentración de los obreros en lugares inhóspitos e insalubres provocaba la aparición del bacilo de la tuberculosis. Es también en esos lugares donde
aparece incrementada la mortalidad infantil, fundamentalmente por enfermedades infecciosas (neumonía, meningitis, disenterías) y también por la desnutrición. Se produce igualmente un mayor número de enfermos de malaria y fiebre
tifoidea. Los pobres son de este modo las mayores víctimas de las enfermedades.
Es así que, en 1843, se establece en Inglaterra una Comisión para estudiar
el estado sanitario del país, cuyos resultados condujeron a que se dictara la
primera Ley de Salud Pública, en 1848. Este nuevo movimiento higiénico comenzó en Inglaterra y ello no fue casual. Allí se había producido la Revolución
Industrial y el gobierno inglés era fuerte y estable en el plano interno. Por otra
parte, en la educación humanística inglesa se reflejaba fielmente el viejo ideal
griego del hombre bien equilibrado. La armonía del cuerpo requería tanto de
la belleza como de la limpieza. A ello ayudó mucho la práctica deportiva en la
educación británica.33
Pero el cuidado de los enfermos, especialmente los pertenecientes a las
clases más humildes, descansaba en manos no sólo inexpertas, sino en muchos
casos inescrupulosas. Una imagen de ello lo ofrece el novelista inglés, Charles
Dickens (1812-1870), uno de los escritores más conocidos de la literatura mundial, en su obra Martin Chuzzlewit (1843-1844), en la que inmortalizó a Sairey
Gamp y a Betsy Prig, dos viejas, sucias, descuidadas, perezosas, como una "fiel
representación del tipo de personas que se contrataban para atender a enfermos pobres".
Por su parte, en la Europa católica, hasta el siglo XIX la enfermería había
estado casi por completo relacionada con las Órdenes Religiosas, fundamentalmente femeninas, y bajo su cuidado. A pesar de que estas mujeres, con frecuencia, no tenían apenas instrucción, acababan por aprender su arte por
experiencia práctica, sin conferencias ni exámenes y, por otra parte, se ocupaban
más de las necesidades del alma que las del cuerpo de sus pacientes. De este modo,
y a pesar de las limitaciones evidentes de su formación, muchas de ellas llegaban a
ser excelentes enfermeras, según las exigencias de aquellos tiempos.34
19
A medida que la medicina se hacía más científica, la importancia y necesidad de un tipo de enfermera más instruida y mejor preparada se hacía evidente.
Este proceso de reforma de la enfermería comenzó en Alemania, en 1833,
dirigido por Theodor Fliedner (1800-1864), ministro de una pequeña iglesia luterana en Kaiserswerth, quien, en ocasión de los viajes realizados por su patria y
Holanda e Inglaterra, con objeto de reunir fondos para su iglesia, conoció a las
diaconisas manonitas de Holanda y el movimiento de reformas en las prisiones
de Inglaterra.
En Alemania, las prisiones estaban en el estado más deplorable, e inspirado
por lo que había visto en Inglaterra, organizó la primera Sociedad de Prisiones
en su país natal.
En 1826 se casó con Friederika Munster, y juntos trabajaron en la organización de una sociedad de enfermeras visitadoras, tratando de copiar la labor de
las diaconisas manonitas de Holanda.35
Empezaron su labor de entrenamiento de enfermeras transformando el
pabellón de su jardín en un hogar para
ancianas reclusas y tres años más tarde, en 1836, inauguraban la primera
Escuela para Diaconisas, tal y como
explica el Diccionario de Religiones:
"En la Iglesia cristiana, mujer dedicada a trabajos religiosos. Entre los cristianos primitivos, las diaconisas cuidaban a los enfermos, además de realizar
otras actividades de carácter religioso.
En la Iglesia occidental el oficio cayó
en desuso en el siglo VI; fue restablecido por el luteranismo."36
La Escuela de Diaconisas de los
esposos Fliedner, en Kaiserswerth, Alemania, fue la primera Escuela de EnFig. 12. Diaconisas de Kaiserswerth. Vestido
negro largo con mangas, sobre el cual se lleva fermeras con estudios, que duraban tres
un delantal blanco de tirantes anchos, cofia del años y consistían en un entrenamiento
mismo color con pequeño volante alrededor práctico de labores domésticas y el cuide la cara que anuda bajo la barbilla. (Imágenes dado general del enfermo. Se les hacía
Museo Metas de Enfermería, Internet.)
hincapié en el servicio de cooperación
con el médico. Pronto aumentaron las
candidatas, procedentes de la clase obrera alemana, que pedían ser iniciadas
como diaconisas. Este curso sirvió de modelo a otros establecimientos del mismo género, tanto en Alemania como en otros países37 (Fig. 12).
20
FLORENCE NIGHTINGALE Y EL SURGIMIENTO
DE LA ENFERMERÍA PROFESIONAL
En los primeros años de la década del 40 del siglo XIX, una joven dama
inglesa, nombrada Florence Nightingale, visitaba la Escuela Fliedner, y esta visita cambiaría radicalmente su vida (Fig. 13).
¿Quién fue en realidad esta mujer, de
cuya vida y personalidad se ha hecho un
mito por parte de muchos historiadores, críticos y hasta novelistas?
La sociedad inglesa de inicios del siglo
XIX estaba caracterizada por una estructura social de abismal disparidad. De un
lado, unas clases viviendo en un estado de
aislamiento poderoso e influyente (la aristocracia y la burguesía); de otro, las clases
víctimas de su opresión y vasallaje (los obreros y los campesinos). Por su parte, la
mayoría de la clase obrera estaba caracterizada a su vez por la depauperación, el
Fig. 13. Retrato de Florence
hambre, el alcoholismo y las deplorables Nightingale joven. (Museo
condiciones de trabajo, todo lo cual engen- Nightingale.)
draba enfermedades, incapacidades y hasta la muerte.38
La aristocracia inglesa, dispuesta a secundar algunas de las reformas solicitadas por la burguesía, adoptaba formas caritativas, tales como bazares, bailes y
otras actividades sociales destinadas a recaudar fondos y beneficiar así a las
clases desposeídas.
En esa sociedad dividida en clases antagónicas, dirigida por el pacto de la
aristocracia filantrópica y la burguesía mercantilista, nació Florence Nightingale.
En ese modelo socioeconómico creció y se desarrolló. En la formación de su
carácter están reflejados todos los conflictos de su tiempo.
El bisabuelo materno de Florence se había enriquecido en el comercio y
había sido alabado por sus ideas y actividades humanitarias. Su abuelo ocupó un
escaño en la Cámara de los Comunes durante casi 50 años, luchando a favor de
los débiles, los desfavorecidos y los oprimidos. Por el contrario, su padre fue un
rico diletante, aficionado a las artes, indolente, encantador, con gran ingenio,
cultura y amante de los viajes.39
Justamente en uno de los numerosos viajes realizados por el matrimonio
Nightingale, nacieron sus hijas Parthénope (Grecia) y Florence, en la ciudad de
igual nombre, cuna del Renacimiento italiano, el 12 de mayo de 1820.40
21
En ese contexto familiar, fuertemente caracterizado por el amor a las artes,
ideas religiosas anglicanas ortodoxas, sentimientos filantrópicos y desarrollo intelectual, Florence recibió una esmerada educación, especialmente dirigida por
su padre, quien rápidamente se sintió orgulloso de su bella e inteligente hija (Fig. 14).
Su preparación abarcó los conocimientos de
Filosofía, Historia, Artes, Matemáticas, Estadísticas, Religión, lo que, acompañado de la inestimable retroalimentación que le proporcionaron
sus numerosos viajes, tales como el dominio de
diferentes lenguas, la percepción de aspectos
relacionados con la política, la economía, los sistemas de gobierno, los conceptos de libertad, las
condiciones sociales, etc, la situó en el campo de
la lucha por un mundo mejor. En su opinión, el
hombre creativo tiene la habilidad de modificar
su destino, y en ese sentido señalaba que:
Fig. 14. Florence Nightingale, con
apenas 20 años. (Museo
Nightingale.)
"...un mundo mejor ... no se nos ha dado;
comencemos entonces, sin demora, a hacer
uno".41
El encuentro de Florence y la enfermería se produjo en 1844, cuando visitara la Escuela de Diaconisas de los esposos Fliedner, en Alemania. Inmediatamente pensó que había recibido "el llamado de Dios" 42 para este trabajo. La
obra de los esposos Fliedner, en Kaiserswerth, hizo tal impresión a Florence,
que decide tomar ella misma un curso de enfermera, por quince días, en esa
escuela (Fig. 15).
A su regreso a Inglaterra se dedica a visitar e inspeccionar, durante tres
años, los hospitales ingleses, recopilando datos de éstos y solicitando información similar, a través de diversos amigos, en
diferentes países europeos. Esta faceta de su
vida es desconocida para muchos. Sus grandes
conocimientos matemáticos y sobre estadísticas le permitieron desarrollar innovaciones
de técnicas en el análisis estadístico (como el
"pilotaje" de incidencias de muerte prevenible
entre los militares durante la guerra), con lo
cual mostró, finalmente, cómo un fenómeno
Fig. 15. Vista de Kaiserswerth. (Mu- social podía ser medido objetivamente y anaseo Nightingale.)
lizado matemáticamente. Ella fue una
22
innovadora en la recolección, tabulación, interpretación y presentación gráfica
de las estadísticas descriptivas; mostró cómo la estadística proporciona un marco de organización para controlar y aprender, y puede llevar a mejoramientos en
las prácticas quirúrgicas y médicas. También desarrolló una Fórmula Modelo de
Estadística Hospitalaria para que los hospitales recolectaran y generaran datos
y estadísticas consistentes.43
Mientras realizaba estas actividades, tiene que enfrentar la fuerte oposición
familiar a su idea de convertirse en enfermera. Tanto su madre -una dominante
mujer que le perdonaba apenas a su hija su inteligencia y encanto- como su
padre -que sentía perder la agradable e inteligente compañía de la mejor dotada
de sus hijas- se mostraron francamente en contra de esta idea. Ambos estaban
esperando a que Florence se decidiera a elegir, entre sus numerosos pretendientes, a su futuro esposo44 (Fig. 16).
Por su parte, Parthénope, la hermana que siempre
sintió un poco de envidia hacia la inteligencia y belleza
superior de su hermana - que la hacía mucho más atractiva a los hombres y seducía con su carisma a los amigos de la familia, e incluso a su abuela y a sus tíasreclamaba, sin embargo, con gran sentido posesivo, la
compañía de Florence.45
A todas las dificultades mencionadas anteriormente
Fig. 16. Retrato de Fanny,
se sumaba el hecho de que su entrenamiento como la madre de Florence
enfermera práctica estaba limitado a los quince días Nightingale. (Museo
que había durado el curso que recibió en la Escuela de Nightingale).
los esposos Fliedner en 1850, y otro de tres meses, un
año más tarde.
A pesar de todas esas dificultades, en 1853, se encarga de un puesto de
Superintendente en una Casa para Nobles Inválidas. En esa época, el número
de enfermeras capacitadas en Inglaterra era inferior al necesario. Todas procedían de las clases sociales más humildes, con poca instrucción y educación; una
gran parte de ellas eran alcohólicas y de conductas morales reprobables. La
mayoría abandonaba pronto el hospital para dedicarse al mundo más libre de la
enfermería privada.46
Muy pronto se hizo evidente la capacidad organizativa y de dirección de
Florence Nightingale al frente de la Casa de Nobles Inválidas. Médicos y personalidades de la aristocracia gobernante se fijaron en sus dotes como administradora, tanto de recursos materiales como humanos.
En 1854, cuando estalla la Guerra de Crimea, a punto de partida de las
armas empuñadas por el nuevo Napoleón contra Rusia, en la que Francia tiene
como aliada a Inglaterra, ésta se encuentra frente al gran problema de que sus
tropas se ven diezmadas, no por las balas enemigas, sino por las epidemias de
23
tifus y cólera que producen más bajas por el inadecuado servicio médico del
ejército (Fig. 17).
La incompetencia de los jefes
militares y altos funcionarios se vieron reflejados en las noticias que el
Times exhibía ante la opinión pública, en las que se daba cuenta de las
terribles condiciones en que se encontraban los enfermos y heridos de
la campaña de Crimea. Las noticias
ponían de manifiesto, además, la
completa desorganización y fracaso
de los servicios médicos, provocando
la alarma y la indignación popular.
Todo ello dio origen a una importante colecta con el objetivo de enviar
material de medicina y enfermería a
los campos de batalla.47
Sir Sydney Herbert, íntimo amigo de Florence, era miembro del gobierno y ocupaba en esos momentos
el cargo de Secretario de Guerra, y
le ofrecía a ella el puesto de SuperFig. 17. La gerra de Crimea. (Enciclopedia Encarta,
intendente de Enfermeras en Crimea,
2001).
en momentos en que ella misma -desafiando las opiniones de su familia
e incluso de algunos amigos- le enviaba una misiva ofreciendo sus servicios,
cruzándose así las cartas de la solicitud y el ofrecimiento, que permitieron a Florence desplegar una labor
de 20 meses en el frente de guerra
de Crimea, hecho que -aunque constituyó sólo un corto incidente en su
carrera- la colocó en posibilidades de
influir notablemente en el desarrollo
ulterior de la enfermería48 (Fig. 18).
Nadie mejor que Florence en
aquella época, quien era muy instruida y de una buena familia burguesa,
para emprender la cruzada de la re- Fig. 18. Llegada de las enfermeras a Crimea.
forma de la enfermería. Nunca an- (Museo Nightingale.).
24
tes una inglesa con tantas cualidades había soñado con hacerse enfermera.
Poseía un carácter y una energía especiales. Sus magníficas relaciones con
funcionarios ubicados en las altas esferas de los servicios administrativos le
proporcionaron apoyo material y moral para el ejercicio de sus funciones.
Unido a todo lo anterior, Florence tuvo el don de conquistar el favor de la
opinión pública y de explotar el sentimiento de vergüenza que invadía a Inglaterra cuando supo que Francia disponía de un buen número de religiosas, Hermanas de la Caridad, para curar a los soldados enfermos y heridos, mientras que la
Inglaterra anglicana no contaba con esos servicios, pues esa Orden apenas
tenía representación en el país (Fig. 19).
El Diccionario de Religiones ofrece la
siguiente definición acerca de esta Orden
religiosa:
"En la Iglesia católica, monjas no
enclaustradas que dedican su vida a los
pobres, los enfermos y los necesitados. La
Orden principal y más antigua es la de San
Vicente de Paul, fundada por éste en 1633,
en Francia".49
Después de reclutar un grupo de 38
enfermeras, partió para Scutari, en Turquía,
donde estaban ubicados los hospitales militares ingleses. Desde su llegada al teatro
de operaciones, retira la dirección de los
cuidados a los heridos de manos de las autoridades militares para confiarlos a las
mujeres que había traído con ella (Fig. 20).
Fig. 19. En la figura, uno de los primeros
A pesar de ocupar un puesto oficial en hábitos de las Hijas de la Caridad: vestiScutari, hubo de enfrentarse con fuertes do gris-azul de ruda lana con delantal azul
prejuicios. El primero de todos, los obstá- oscuro y amplia cofia blanca, inspirado
culos que debía vencer se correspondía con en el traje típico de las aldeanas de Alsaciael propio desarrollo de la sociedad a la que Lorena. (Imágenes Museo Metas de Enpertenecía: su condición de mujer le impe- fermería, Internet.)
día la paridad social con el hombre, y los
médicos que estaban en el campo de batalla eran todos, hombres. La mayoría de ellos se mostraron hostiles y desconfiados; pero poco a poco, demostrando en el trabajo su capacidad organizativa, sus
cualidades de administradora eficiente y el don de haber sabido elegir a las
enfermeras que le estaban subordinadas, y que había traído al Frente, desde
Inglaterra, le hicieron ganar el respeto y la consideración de los hombres que
ocupaban responsabilidades médicas y militares50 (Fig. 21).
25
Fig. 20. Barracas de Scutari, Turquía. (Enciclopedia Encarta, 2001.)
Fig. 21. En la figura aparece la vestimenta usada por
Florence Nightingale en Crimea. Uno de sus trajes militares más elegante: amplia y larga falda gris, con chaqueta entallada adornada en terciopelo. Se dejan ver los
puños de las mangas de la blusa y el cuello blancos.
Como tocado luce una cofia de encaje, pero, sin duda, lo
más destacado es el resplandor de su lámpara. (Imágenes Museo Metas de Enfermería, Internet.)
En su indumentaria militar, Florence Nightingale fue muy práctica. Usaba
colores oscuros en sus vestidos y basto delantal. Las enfermeras que le acompañaban en Crimea vestían con igual sobriedad vestidos de lana ruda y bufandas de
color parduzco con el nombre de "Hospital de Scutari" en rojo. Se acompañaba
de capas cortas.
Todos sus biógrafos coinciden en que constantemente dio muestras de dedicación, valor y desvelo en el ejercicio de sus funciones. No sólo sacó orden
del caos que reinaba antes de su llegada a las barracas de Scutari, sino que su
educación, su nivel intelectual, sus dotes organizativas y de dirección, sus virtudes de abnegación y sacrificio, su valentía y seguridad en sí misma, así como la
suavidad y dulzura que acompañaban a su firmeza, resultaron fuente de ánimo
26
para sus pacientes y motivo para consolidar su prestigio y autoridad entre sus
colegas, médicos y oficiales del ejército.51
Todo parece indicar que Florence poseía un gran carisma. Hasta sus biógrafos han recibido su efecto. Todo lo anterior ha motivado, más de una vez,
que se cree una impresión falsa alrededor de la figura de Florence, aureolada
por elementos míticos (Fig. 22).
No siempre consiguió lo que quería,
ni pudo introducir cambios inmediatos en
la asistencia de enfermería. Fue una
mujer de su tiempo, aunque con ideas
más avanzadas en muchos aspectos;
pero sometida a las acciones y reacciones sociales del período histórico que le
tocó vivir. No nació líder, la hicieron
Fig. 22. La lámpara de Florence
Nightingale. (Museo Nightingale).
líder las propias circunstancias del contexto histórico en que desarrolló sus actividades, aunque, evidentemente, sus propias aptitudes personales facilitaron el
proceso de desarrollo de su liderazgo.
Regresó de la Guerra como una Heroína Nacional. La Reina Victoria la condecoró con la Cruz de
Honor (Figs. 23 y 24).
Pero el trabajo de su vida comenzó en realidad
después de la guerra. Sus experiencias en esta última
le habían dejado huellas indelebles en la mente. Reunió a su alrededor un enjambre de trabajadores, capitaneados por Sydney Herbert, su gran amigo y
Secretario de la Guerra. Mediante esta influencia se
nombró una Comisión con facultades para investigar
Fig. 23. Reina Victoria.
los actos de la Administración Médica del Ejército. La (Museo Nightingale).
consecuencia fue una reorganización completa de dicho departamento. Así se convirtió ella en una autoridad en lo referente a la construcción, organización y
dirección de hospitales y a su higiene.
Alcanzó tal fama que fueron procurados sus
consejos para la reorganización de los hospitales y departamentos sanitarios del ejército inglés en la India;
también los estadounidenses del Norte y del Sur los Fig. 24. Cruz de Honor
solicitaron durante la Guerra de Secesión (1861-1866), entregada por la Reina a
así como las dos partes beligerantes en la Guerra Florence Nightingale.
(Museo Nightingale).
Franco-Prusiana, de 1870.52
27
En 1872, después de terminada la Guerra Franco-Prusiana, Henry Dunant,
dijo:
"Aunque se me conoce como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de
la Convención de Ginebra, corresponde a una dama inglesa todo el honor de la
Convención. Lo que me indujo a viajar a Italia durante la guerra de 1859 fue el
trabajo realizado por Miss Florence Nightingale en Crimea".53
Sus escritos fundamentales fueron su Diario, informes, sugerencias e innumerables notas. El más conocido es "Notas de Enfermería" las cuales, inmediatamente después de publicadas, tuvieron una venta enorme y fueron traducidas
a numerosos idiomas. En estas Notas aparece la primera definición teórica
acerca de esta naciente profesión: "... la enfermería tiene la responsabilidad de
cuidar la salud de las personas..., y tiene que poner a la persona en la mejor
forma posible para que la naturaleza pueda actuar sobre ella (...)".54
Su ejemplo personal tuvo una gran significación, no sólo para quienes trabajaron con ella, sino también para futuras generaciones de enfermeras y otras
personas con las que tropezó a lo largo de su vida. Mucho antes de llegar a la
vejez, Florence tuvo la oportunidad de ver terminadas muchas de las reformas
que había iniciado, y hasta última hora, y aun hoy, su experiencia ha ejercido una
gran influencia en el mundo de la administración de hospitales y en la enfermería.
"Al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando se fundó la Organización de las Naciones Unidas y éstas constituyeron sus organizaciones especializadas, entre las cuales se cuenta la Organización Mundial de la Salud, una de
las primeras acciones fue instituir el 12 de mayo, día del natalicio de Florence
Nightingale, como el Día de los Hospitales."55
Dos sucesos importantes ocurrirían en vida de Florence, en los que vería
materializada parte de la obra de su vida: la fundación de la Asociación de
Enfermeras Inglesas (1877) y "la batalla de las enfermeras inglesas", que culminó con la aprobación del Registro Oficial Profesional (1893). En el ámbito internacional pudo conocer desde su lecho de enferma -en el que estaba postrada
hacía ya algunos años, aunque con su mente lúcida y todavía productiva- la
fundación del Consejo Internacional de Enfermeras (1899).
En 1909, en ocasión de celebrarse en Londres el III Congreso del Consejo
Internacional de Enfermeras, una joven enfermera cubana, que recién había
fundado la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, cuya Presidencia ostentaba, hacía llegar a la fundadora de la enfermería profesional una mantilla de
regalo a nombre de las enfermeras cubanas.56
Florence Nightingale murió al año siguiente, a los 90 años de edad, el 14 de
agosto de 1910, en Londres (Figs. 25 y 26).
28
Fig. 25. Florence Nightingale a los 90
años. (Museo Nightingale.)
Fig. 26. Cementerio de Hempshire East
Wellow, donde reposan los restos de Florence
Nightingale. (Museo Nightingale.)
Sus restos reposan, junto a los de su familia, en el cementerio de HempshireEast Wellow. En su tumba, como último testimonio de su más grande virtud -la
modestia- está escrito solamente: "F.N. 1820-1910" (Fig. 27).
CONSTITUCIÓN DEL CONCILIO INTERNACIONAL
DE ENFERMERAS: UNA DE LAS EXPRESIONES
DEL IMPACTO SOCIAL DE LA OBRA
DE FLORENCE NIGHTINGALE EN LA ÉPOCA
CONTEMPORÁNEA
En 1853 Elizabeth Blackwell y su hermana fundaron la New York Infirmary for Indigent Women
and Children, una escuela para preparar enfermeras prácticas que se dedicaran a la atención de
las madres y los niños. Esta institución fue la primera en contar con personal enteramente femenino.57 En 1861, al iniciarse la Guerra de Secesión,
Florence Nightingale responde a la solicitud de asesoramiento en la administración de hospitales de
guerra de las dos partes beligerantes. Elizabeth
Blackwell, gran admiradora de la fundadora de la
enfermería profesional, subvenciona la fundación
de la Escuela de Bellevue, creada al estilo
nightingaleano. El curso duraba 6 meses y se describía a la enfermera ideal como dotada de "la paciencia, la esperanza y la fe del amor" (Fig. 28).
Fig.27. Tumba de Florence
Nightingale. (Museo Nightingale).
29
Fig.28. En la figura, un uniforme usado por las
primeras enfermeras norteamericanas: vestido
largo con mangas y cuello tira en color beige o
negro, y delantal y gorro blancos con zapatos
oscuros. (Imágenes Museo Metas de Enfermería, Internet.)
La década de los años 70 marcó el despegue del sistema de capacitación en
enfermería en Estados Unidos de Norteamérica. Ello coincidió con el momento
en que las mujeres comenzaron a tener acceso a la educación superior. A fines
de esa década, casi todas las universidades admitían mujeres; pero como estas
universidades estaban en el proceso de establecerse ellas mismas, no querían
asociarse con una ocupación cuyas candidatas procedían de las clases humildes
por lo que resultaban de dudosa reputación.
Es así como la formación de las enfermeras quedó vinculada directamente
a los hospitales, estado que se mantuvo hasta mediados del siglo XX. Muchos
de los hospitales eran privados y pertenecían a médicos. Esta es otra de las
razones por las cuales la enfermería, desde su surgimiento como profesión, se
vincula en forma dependiente a los médicos. Eran sus asalariadas, algunas sus
amantes, muchas se comportaban casi como sus domésticas, unas pocas se
convertían en sus esposas; pero incluso estas últimas estaban obligadas a asumir el rol que la sociedad dirigida por hombres les reservaba: sumisas, dependientes, complacientes y consentidoras.58
En 1892, Ethel Bedford Fenwick, enfermera inglesa, perteneciente al Movimiento por el Sufragio de la Mujer, fue invitada a la Feria Mundial de Chicago,
en EE.UU., en su calidad de Presidenta de la Sociedad Británica de Mujeres.
Allí conoce a dos importantes líderes: las enfermeras Lavinia Dock y Elizabeth
Hampton, con quienes comparte sus experiencias. Juntas visitan hospitales e
intercambian criterios.59
30
En 1899, en el seno de una Conferencia convocada en Londres por el Consejo Internacional de la Mujer, Ethel Bedford organiza una Sección de Enfermería, la cual celebra una reunión que contó con una carta dirigida por Florence
Nightingale, desde su lecho de enferma, a sus "queridas, muy queridas enfermeras".60 De esta conferencia nace el acuerdo de constituir una organización
independiente para agrupar a las Asociaciones Nacionales de Enfermeras y
crear así un medio a través del cual compartieran sus intereses comunes, trabajando por el desarrollo de la enfermería.
La idea de Ethel Bedford estaba basada en la necesidad, para enfermería,
de estar organizada, y para las enfermeras, de tener un sistema reconocido de
educación de enfermería y un método de control de la profesión.
El Comité Provisional eligió, en 1900, a Ethel Bedford como su primera
Presidenta; a Lavinia Dock, de EE.UU., como su primera Secretaria honoraria;
y a Agnes Snively, de Canadá, como su Tesorera honoraria.
En su I Congreso, celebrado en Búfalo, EUA, en 1901, Ethel Bedford introdujo la práctica de dar una consigna a cada período de mandato de la directiva
naciente del CIE. La primera consigna fue "trabajo".
El objetivo fundamental del CIE es mejorar la calidad de la enfermería para
contribuir de una manera más efectiva a la promoción de la salud de los pueblos
y al cuidado de los enfermos.
Las acciones fundamentales del CIE están dirigidas a:
- Ayudar a las enfermeras a organizarse a nivel de acciones.
- Influir en el fortalecimiento de las organizaciones nacionales de enfermería,
lo cual se debe manifestar en el mejoramiento de los servicios de salud que
las enfermeras prestan a la comunidad como miembro de un equipo responsable de los cuidados esenciales para el bienestar de la humanidad.
- Velar porque sus organizaciones miembros optimicen el nivel de su profesión
y contribuyan a su desarrollo.
- Colaborar para que la condición académica, social y económica de los profesionales de la enfermería sea la idea, bajo un lema que contiene un hermoso
principio de equidad: cuidar de los que cuidan.61
En la sesión matinal del Congreso celebrado en 1912, en Colonia, Alemania,
fue anunciado que un hecho doloroso había ocurrido en el tiempo transcurrido
desde el anterior Congreso, celebrado en Londres, en 1909. Se trataba del fallecimiento de Florence Nightingale, la fundadora de la enfermería moderna.
El último día del Congreso, la Señora Bedford, en su discurso, hizo una
propuesta: "instituir un Memorial apropiado a Florence Nightingale, algo como
una fundación educacional que haría lo posible por las futuras enfermeras.
Ethel Bedford no perdió la oportunidad en esa ocasión de hacer notar que el
Congreso se celebraba en Colonia, muy cerca de Kaiserswerth, donde Florence
31
había dado sus primeros pasos en el aprendizaje de los principios básicos de
enfermería.
La crisis que amenazaba desde el umbral del siglo y que estalla en 1914
hiere en su base el frágil equilibrio sobre el cual descansaba el enriquecimiento
y la dominación de Europa. El triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, en
Rusia, en 1917, provoca profundos cambios no sólo en el orden político y económico, sino también en la esfera de las ciencias, de las ideas y del arte. Estos
acontecimientos, que cierran la época moderna para dar paso a los tiempos
actuales o época contemporánea, tienen amplias repercusiones en la medicina y
la enfermería.
ENFERMERÍA EN LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA
Especialmente a partir de 1925 y hasta los años 60, la medicina aportó un
gran número de descubrimientos, demostrando que su progreso en esa etapa ha
sido mayor que en todo el tiempo anterior transcurrido. El perfeccionamiento de
la quimioterapia; la introducción del uso de las sulfamidas y los antibióticos; los
aportes de la biología a las nuevas concepciones acerca de la naturaleza de
ciertas enfermedades; las nuevas técnicas e instrumentos para el diagnóstico y
la cirugía -incluyendo todos los órganos a cielo abierto; la experimentación en
animales; la masividad de la vacunación; la perfusión de sustancias por arterias
y venas, con fines diagnósticos y terapéuticos; el nuevo concepto de saludenfermedad, en el que se toman en consideración no sólo los componentes
biológicos sino las determinantes sociales del proceso, todo ello ha provocado
una verdadera revolución en el campo de las ciencias médicas.63
En correspondencia con todos esos avances, se hacía cada vez más necesario un cuerpo de enfermeras con mayores conocimientos teóricos y habilidades prácticas y, especialmente, con un alto compromiso moral en el ejercicio
profesional.
En este sentido, el Concilio Internacional de Enfermeras continuaba abogando por la materialización de la idea sobre la Fundación Florence Nightingale,
y aunque demoró cerca de dos décadas, pudo al fin constituirse en 1934. Sus
fondos se destinan a la financiación de actividades de educación en enfermería
en cualquier parte del mundo (Fig. 29).
Con respecto a los problemas éticos y morales del ejercicio profesional, en
el Congreso de Montreal, Canadá, en 1929, se había presentado ya la primera
propuesta de crear un Código Internacional de Ética de la Profesión, aunque no
fue aprobado hasta 1953. No sería hasta 1973, veinte años más tarde, que ese
Código fuera modificado, a la luz del desarrollo de la profesión y especialmente
en lo concerniente a la subordinación absoluta al médico.
32
Fig. 29. Florence Nightingale, ya anciana, con las estudiantes del Instituto que lleva su
nombre. (Museo Nightingale.)
Los aspectos teóricos de la enfermería fueron tratados, desde sus inicios,
por la propia Florence Nightingale, con su orientación filosófica acerca de la
interacción paciente-entorno y los principios y reglas sobre los que sustentó su
ejercicio profesional. Es comprensible el acento puesto por Nightingale en el
entorno, en correspondencia con la preocupación dominante en Europa y, especialmente en Inglaterra, sobre los problemas higiénico-sanitarios, que le habían
hecho dictar la primera Ley de Salud Pública, en 1848. Nightingale creía que la
enfermedad era un proceso reparador y que la manipulación del medio ambiente podía contribuir a ese proceso reparador y al bienestar del paciente.64
Desde mediados de los años 50, varias teóricas de la enfermería habían
comenzado a formular sus consideraciones acerca del método de actuación
profesional de las enfermeras: el Proceso de Atención de Enfermería (PAE), el
que fue realmente considerado un proceso, por primera vez, por Lidia E. Hall,
enfermera norteamericana, en 1955. Otras enfermeras, que se desempeñaban
en el campo de la docencia en distintas instituciones de gran prestigio, también
comenzaron a trabajar los aspectos teóricos de la enfermería, incluyendo su
definición y las consideraciones acerca del Proceso. Entre las más destacadas
de la década de los 50 se encuentran también Dorothea Orem (1958), con su
definición y la teoría del déficit del autocuidado; Hildegard E. Peplau, con sus
aportes a la enfermería en general, y muy en particular a la enfermería psiquiátrica, centró su atención en las relaciones interpersonales en enfermería; y Faye
Glenn Abdellah, quien definió 21 problemas clásicos de enfermería para el diagnóstico de enfermería, término que se utilizó por primera vez en 1950.65
En 1959, en la reunión del Buró Ejecutivo del Concilio Internacional de
Enfermeras, celebrada en Helsinki, Finlandia, se aprobó para su publicación la
famosa obra de la enfermera norteamericana, Virginia Henderson, "Principios
básicos de enfermería".
33
La década de los años 60 es muy rica en trabajos teóricos de enfermería.
Entre las autoras más destacadas se encuentran: Myra Estrin Levine, quien sin
intenciones de redefinir la enfermería o elaborar ninguna teoría, aportó el enfoque holístico; Martha E. Rogers, considerada como una de las más creativas,
centra su atención en sus reflexiones acerca de los seres humanos unitarios;
Betty Neuman, elaboró un modelo de sistemas para los servicios de salud mental; Nancy Roper, trabajó sobre los principios en los cuales descansa la enfermería y las actividades vitales; Joyce Travelbee, enfatizó en que la enfermería
debía basarse en las relaciones persona a persona; Kathryn E. Barnard, activa
investigadora sobre los cuidados a niños discapacitados, diseñó un modelo para
evaluar la salud de los niños; Dorothy E. Jonson, diseñó un modelo de sistema
conductual; Sor Callista Roy, centra su atención en la identidad del hombre y su
entorno y su capacidad de adaptación; Madeleine Leininger, elaboró la teoría de
los cuidados transculturales; Imogene King, ha elaborado su modelo a partir del
reconocimiento de la existencia de tres sistemas: el personal, el interpersonal y
el social; Margaret A. Newman ha trabajado sobre la teoría del desarrollo en
enfermería e Ida Jean Orlando (Pelletier), formuló la teoría de la respuesta
profesional en la relación recíproca enfermera-paciente.
La década de los años 70 contó con el aporte continuo de estas estudiosas
de las teorías y modelos de enfermería. A ellas se sumarían otras tales como:
Jean Watson, con su magnífico libro titulado "Enfermería: la filosofía y la ciencia
del cuidado", quien concentró su atención en los problemas de la atención sanitaria, con un enfoque social; Patricia Benner, con su teoría fenomenológica
acerca de los cuidados de enfermería; Joan Riel-Sisca, con sus trabajos sobre
interaccionismo simbólico; Ramona T. Mercer, con su estudio acerca del rol
maternal de la enfermera; Joyce J. Fitzpatrick, con su modelo de la perspectiva
vital, quien ha escrito además acerca del envejecimiento y el suicidio; y Nola
Pender, quien a partir de su estudio de cómo las personas toman las decisiones
sobre su propia salud ha elaborado un modelo de promoción de salud.
En 1972 se creó la Fundación Christianne Reiman, gracias al generoso
legado de esta enfermera danesa, quien fuera la primera Secretaria asalariada
del CIE. Esta Fundación otorga un Premio cada cuatro años a la enfermera o al
grupo de enfermeras que hagan una contribución sobresaliente a la profesión.
La primera ganadora de este Premio, que se otorgó en 1985, fue la inmensamente
popular Virginia Henderson.
En 1977, esta popular enfermera, en la reedición de su libro "Principios
básicos de enfermería", le incluyó su ya bien conocida definición de enfermería:
"...la asistencia al individuo enfermo o sano en la ejecución de aquellas
actividades que favorecen su salud o la recuperación de la misma... tareas que
él podría resolver sin ayuda si tuviera las energías, fuerza de voluntad y conocimientos necesarios".66
34
El CIE tiene una publicación que cuenta con 4 números anuales. La sede de
la organización estuvo en Londres hasta 1925 en que se trasladó a Ginebra,
Suiza. De aquí regresó a Londres, en 1947, y, finalmente, desde 1966 radica de
nuevo en Ginebra.67
En su calidad de Federación de Asociaciones Nacionales de Enfermeras, el
CIE es la organización más antigua en el campo de la salud. El primer miembro
del CIE en América Latina, fue la Asociación Nacional de Enfermeras de
Cuba, en 1925, bajo la presidencia en esos momentos de Martina Guevara Molina,
quien fue una de las primeras siete jóvenes cubanas graduadas de enfermera,
en la primera Escuela de Enfermeras de Cuba, fundada en el antiguo Hospital
"Nuestra Señora de las Mercedes", actualmente Hospital "Manuel Fajardo".
Esta Escuela fue fundada durante la Primera Intervención y Ocupación Norteamericana, por la enfermera estadounidense, Mary Agnes O'Donnell.68
Martina Guevara había acompañado a Margarita Núñez Núñez en la iniciativa de fundar la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, en 1909, al
término de la Segunda Intervención Norteamericana, cuando las enfermeras
cubanas asumieron el liderazgo de la profesión en el país.
Más tarde, la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba cambió su nombre por el de Colegio de Enfermeras y cuando se produjo la disolución de los
colegios de Enfermeras y Enfermeros, en 1960, luego del triunfo de la Revolución, Cuba permaneció inactiva en el seno del CIE hasta que, una vez constituida la actual Sociedad Cubana de Enfermería, en 1976, solicitó su admisión
nuevamente, en 1981.69
Los últimos veinte años del recién concluido siglo XX han resultado muy
fructíferos para la enfermería, como ciencia y como profesión. Se han elaborado nuevas teorías y modelos y, en consecuencia, han sido modificados planes de
estudio, programas de la disciplina y asignaturas y se ha diseñado un nuevo
sistema de educación posgraduada que incluye la especialización, los diplomados,
las maestrías y los doctorados.
En el campo de la gerencia en salud, las enfermeras han ocupado cada vez
más cargos de responsabilidad, no sólo en el ámbito de enfermería propiamente
dicho, sino en la gestión sanitaria en general. Otro tanto ha ocurrido en la elevación
del respeto a la profesión por el aporte que ha proporcionado un trabajo multi e
interdisciplinario en salud, donde el protagonismo de la enfermería se ha reforzado.
EDUCACIÓN MÉDICA Y DE ENFERMERÍA
EN INGLATERRA, ESTADOS UNIDOS
DE AMÉRICA, CANADÁ Y ESPAÑA
En el siglo XX la medicina sufre numerosas transformaciones en su fundamento doctrinario, en su estructura y aplicación. Se integran a la medicina, en
35
forma definitiva, áreas cognoscitivas tales como la antropología, la genética, la
inmunología, la psicología y la sociología.
La explosiva tecnificación que caracteriza al siglo XX se manifiesta también en la medicina, proporcionándole nuevas armas, tanto en el campo de
la investigación, la clínica y su práctica, como en la terapéutica e incluso en la
docencia y la publicación.70
La medicina del siglo XX se universaliza, es decir, los conocimientos y práctica son semejantes en casi todos los países. Sin embargo, la medicina adopta
modalidades especiales en dependencia de la base económica que la sustenta y
el sustrato social en el que se aplica. La distinción del grado de desarrollo alcanzado por la medicina en los diferentes países se debe más al monto de los
recursos y sistemas socioeconómicos existentes en cada uno de ellos.
Junto a la medicina, la enfermería va a recibir los beneficios y perjuicios de
la época contemporánea. En tanto la medicina sigue avanzando a pasos agigantados, se hace evidente cada vez más la necesidad de enfermeras bien calificadas para que los servicios técnicos se sostengan en su progreso.
En Inglaterra se realizó estudios para conocer las causas de la poca
matrícula que existía, introduciendo fórmulas más atractivas y aumentando la
remuneración a las enfermeras y a las profesoras.
En Estados Unidos, hasta mediados de los años 90 del siglo XIX, no se
había avanzado mucho más en la enseñanza de la enfermería pues se utilizaba
los mismos métodos que en la enseñanza de la medicina, agravada la situación
por el hecho de que la mayoría de los profesores eran médicos, quienes, además, no poseían conocimientos sobre los métodos pedagógicos. Fue justamente
en 1896 que se realizó el primer intento de reunificar en un programa, la teoría
y la práctica.71
En 1910 se implanta una reforma radical de la enseñanza de la medicina,
(Flexner) que fue posteriormente adoptada por muchos países, fundamentalmente latinoamericanos, y esto va a tener también su repercusión en la enseñanza de la enfermería.72
A partir de la Primera Guerra Mundial, la enfermería aumenta la cantidad
de sus integrantes y la calidad de sus servicios. Durante la II Guerra Mundial se
crea el Movimiento de Enfermeras Cadetes, que se sustentaba en el compromiso del Gobierno de financiarles los estudios bajo el compromiso de prestar servicios militares continuos hasta el fin de la guerra. En los años 50, se exige el
bachillerato como requisito de ingreso.
De nuevo la enfermería se volvía a asociar con los uniformes militares. El
revolucionario traje de enfermeras cadetes de los EE.UU., tenía una línea que
inspiraría nuevas tendencias, tanto en la moda femenina de la época como en
una nueva imagen de mujer independiente y con nuevas aspiraciones (Fig. 30).
36
Fig. 30. Uniforme de las enfermeras
cadetes de los Estados Unidos: elegante traje con chaqueta azul, entallado en
la cintura, con cinturón, bordados en
rojo, y distintos emblemas y medallas.
Guantes negros y zapatos con tacón.
Gorro tipo casquete en azul, con bordados igualmente en rojo. (Imágenes
Museo Metas de Enfermería, Internet.)
En los años 60 todavía no se había desarrollado la investigación en enfermería; sin embargo, en la década siguiente, especialmente a partir de 1974, se
produce un boom en la superación posgraduada con los grados de maestría y
doctorado que logra involucrar al 3,3% de los profesionales de enfermería del
país.
En España se han destacado, desde principios del siglo XX, las Escuelas de
Granada y Andalucía, la primera eminentemente asistencial y la segunda
de rehabilitación. Otras escuelas se fueron incorporando a partir de los años 30,
en Barcelona, Madrid, Islas Canarias, Galicia, Asturias e Islas Baleares. Varias
de ellas, a partir de los años 50, abrieron sus puertas a jóvenes de América
Latina, fundamentalmente América del Sur.
En Canadá, muy tempranamente se había asumido el modelo nightingaleano
de enseñanza de la enfermería y contó desde sus inicios con maestras que luego
37
Fig. 31. Uniforme que usaba Mrs.
Hampton: vestido largo negro, entallado
en la cintura con un fajín negro. Puños,
cuello y casquete blancos. Corbata y zapatos negros. (Imágenes Museo Metas de
Enfermería, Internet.)
se hicieron enfermeras, tales como Isabel Adams Hampton, cuyo libro "Manual
para Enfermeras" se convirtió en texto básico de las escuelas de enfermeras
canadienses, norteamericanas y cubanas de fines del siglo XIX y el primer
cuarto de siglo XX, y que, indudablemente tenía un gran valor didáctico73 (Fig. 31).
Mrs. Hampton es la primera Superintendente de enfermeras en la John
Hopkins Hospital Training School for Nurses. Reconoce la necesidad de
publicaciones de Enfermería por enfermeras y lucha por los derechos de los
alumnos. Fue en el Hopkins Hospital donde conoce a un residente ginecólogo
que se convertiría en su esposo. Florence Nightingale le envió un ramo de flores
para su boda.74
Ya a partir de 1931, se determinó que la enseñanza de la enfermería debía
ser dirigida por instituciones de alta cultura para lograr la confección de programas de educación para esta profesión. Desde mediados de los años 60, las
enfermeras canadienses contaban ya con sus primeras másters y, en la segunda
mitad de los 60, aparecían las primeras doctoras en enfermería. No pocas de
ellas han servido como asesoras en la OMS y la OPS, y en varias universidades
europeas y latinoamericanas.75 La Dra. Huguette Lavell, Jefa de Enfermeras
Nacional y Presidenta del Colegio Nacional de Enfermeras de Canadá visita
Cuba en 1973, y se vincula al desarrollo contemporáneo de la enfermería cubana con el asesoramiento al inicio de la enseñanza universitaria en nuestro país.
38
Por su parte, las doctoras Helen Mussalem y Josephine Flahert, Directora del
Colegio Nacional de Enfermeras y Miembro del CIE, la primera, y Decana de
la Universidad de Enfermería de Ontario, la segunda, organizan, en 1976, el
adiestramiento de las profesoras cubanas en la enseñanza problémica en enfermería.76
PRÁCTICAS CURATIVAS EN AMÉRICA
Los españoles llegaron a América como "descubridores" y conquistadores
de un Nuevo Mundo, a mediados del siglo XV. A partir de ese momento y
durante el próximo siglo se incrementa la llegada de españoles y otros europeos,
encontrando a una población que tenía diferentes costumbres, creencias, lenguas y culturas.
De forma general, la organización social más frecuente que encontraron
era que en una misma comunidad existía un jefe y sus integrantes estaban
relacionados, de una u otra forma, genéticamente. Sin embargo, había diferencias notables en cuanto al desarrollo cultural de esas comunidades, en correspondencia con las distintas zonas geográficas que habitaban. Tal es el caso de
las primeras tierras ocupadas por los españoles en la parte caribeña, central y
sur del continente, y por los propios españoles, franceses e ingleses en la parte
norte. En las referidas zonas, los mayas y aztecas en México y Yucatán, y los
incas, en el Perú, eran las culturas de mayor desarrollo en el continente americano.77
En cuanto a las prácticas curativas, llaman la atención los aspectos siguientes:
- El diagnóstico de las enfermedades: no iba más allá de la comprobación de
los síntomas del paciente y se combinaba el reconocimiento con prácticas
de adivinación pues las enfermedades eran interpretadas como consecuencia de los poderes sobrenaturales, y, al igual que en otras regiones del mundo
en los tiempos primitivos, las creencias religiosas y la medicina estaban vinculadas entre sí.
- Las enfermedades conocidas y sus causas: estaban asociadas al castigo,
bien por ofensas a los dioses o por causas traumáticas -que eran evidentespero que tampoco le daban la verdadera interpretación.
- Los tratamientos que aplicaban: los relacionaban con las cuestiones sobrenaturales y les ofrecían soluciones empíricas, a partir de los efectos de determinadas plantas que empleaban (baño purificado con vapor para bajar la
fiebre mediante la sudación, sangrías utilizando las puntas coriáceas de las
hojas del magüey, variados ungüentos y cocimientos o tizanas para aliviar
dolores y malestares diversos). En el caso de los aztecas, tenían muy desa39
rrollada la medicina herbolaria (prácticas curativas con plantas). Tenían identificadas unas 1 200 especies de plantas donde los principios curativos estaban presentes, pues las sustancias tales como la quinina, el riano, la coca,
estaban presentes en toda o en partes de algunas de estas plantas, lo que se
tradujo en un aporte a la medicina europea, dado el valor terapéutico de
muchas de estas sustancias. También utilizaban sustancias de origen animal
o mineral. Estaban presentes además prácticas quirúrgicas, tales como la
trepanación de cráneo, amputación de miembros, sutura de heridas, en las
cuales utilizaban cuchillos, lancetas, cabellos y algodón.
- El ejercicio o ejecución de las prácticas curativas: fundamentalmente a cargo de los sacerdotes o hechiceros, los cuales transmitían sus conocimientos
y experiencias a sus descendientes u otros miembros de la tribu, encargados
de realizarlas cuando ellos fallecían.
- La existencia de algunas prácticas de enfermería: no aparecen reportadas
en la documentación revisada, aunque sí se habla de personas dedicadas a la
preparación y administración de los medicamentos de origen vegetal, animal
o mineral, así como mujeres que se dedicaban a vigilar y atender, antes y
después del parto, a las mujeres embarazadas, otros cuidaban a los enfermos
en sus camas, haciéndoles cumplir las indicaciones del sacerdote-hechicerocurandero.78
En el caso de Cuba, a la llegada de los españoles en 1492, se calcula que
existía una población aproximada de 150 000 integrantes, divididos en dos grandes complejos culturales: siboneyes y taínos. Ambos grupos padecían de enfermedades tales como: osteomielitis, artritis y otras infecciones, así como habían
sufrido diversos traumatismos, todo lo cual ha podido ser comprobado en sus
enterramientos y en las referencias documentales del Padre Bartolomé de las
Casas. 79
Se conoce además, que los aborígenes cubanos utilizaban determinadas
prácticas curativas dadas por las nociones elementales que poseían, así como
por la tradición. Utilizaban diversas plantas y/o sus partes como medicamentos,
tales como las hojas del tabaco, por sus propiedades narcóticas; las semillas de
higuereta, por el aceite o palmacristi utilizado como purgante; de la semilla del
coco fermentado usaban el alcohol; la corteza del almácigo la usaban como
analgésico, etc.80
Los encargados de administrar y aplicar estos elementos terapéuticos se
llamaban behiques y poseían conocimientos básicos sobre anatomía, reconocían
las enfermedades infecciosas por el aumento de la temperatura corporal, llamado sechón o segón, así como la palidez en los enfermos, a la cual llamaban hipa.
También conocían las manifestaciones de las enfermedades por los síntomas
que producían: los parásitos intestinales, las diarreas, los ataques de piojos y
40
niguas y la sífilis, llamada quinona. Para el tratamiento de éstas y otras enfermedades, los behiques utilizaban la hidroterapia, la sugestión y los evacuantes
como prácticas curativas.81
El tratamiento hidroterápico consistía en el uso del agua como elemento
fundamental, en forma directa o combinada. El sugestivo se basaba en la sugestión psicológica, tal vez el más usado. El Dr. Antonio de Gordon y Acosta, en
1864, en su estudio "la medicina indígena en Cuba", lo describe así:
"El behique se cubría la cara con hollín y se presentaba ante el enfermo
haciendo ceremonias, para lo cual se acompañaba de cantos y antorchas encendidas o guardaba silencio, se soplaba las manos y gritaba dándole un aspecto
impresionante a su paciente".82
En cuanto a otros tratamientos individuales dados, por ejemplo, a las embarazadas, el Padre las Casas describe que de forma natural y sencilla una mujer
encinta dejaba sus quehaceres para realizar su parto sin notables quejidos, después acomodaba al recién nacido y continuaba sus labores habituales. También
a los enfermos infecciosos o contagiosos los aislaban de los sanos, a los muertos
los enterraban aunque siempre atribuían a todo esto el castigo divino de los
dioses.83
FUNDACIÓN DE LOS PRIMEROS HOSPITALES
Y ESCUELAS DE MEDICINA DURANTE
LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA
La colonización en el continente americano aporta características significativas, de acuerdo a los intereses de los conquistadores. En el caso de los franceses e ingleses, que practicaron una colonización absentista, es decir, los colonos
no permanecían todo el tiempo en los territorios conquistados y colonizados, y
por tanto no fundaban sus familias en esos lugares, a ellos no les preocupó
trasladar o "trasplantar" su cultura de origen; en cambio, los españoles, que
ocuparon la parte inferior del norte de América, la parte central, caribeña y sur
del continente, que permanecen todo el tiempo en la colonia, e incluso fundan
allí sus familias, sí logran implantar y fusionar su cultura a la existente en estas
regiones, lo cual se manifiesta de variadas formas y, en el caso de la medicina,
en la temprana fundación de sus hospitales y escuelas de medicina y en la
organización de la salud pública (tabla 1).
41
Tabla 1. Primeros hospitales fundados durante la colonización española
Año
1508
1512
1515
1524
1525
1534
1535
1543
1543
1544
1555
1556
1573
1613
1636
1643
1658
1668
1681
1731
1752
Hospital
San Nicolás de Bari
Hospital San Andrés
Hospital Panamá
Hospital en México.
Hospital Santiago de Cuba
Hospital de Dementes
Hospital de Lima
Hospital Santiago
Hospital Río
Hospital Bayamo
Hospital Civil Viejo La Habana
Hospital Barracón San Fco.
Hospital Militar San Felipe
Hospital Buenos Aires
Hospital en Québec
Hospital en Montreal
Hospital en Manhattan
Hospital Mujeres San Francisco
de Paula
Hospital Leprosos San Lázaro
Hospital en Filadelfia
Hospital en Pennsylvania
Lugar
Santo Domingo, Nueva España
Santo Domingo, Nueva España
Panamá, Nueva España
México, Nueva España
Cuba, Nueva España
México, Nueva España
Perú, Nueva España
Chile, Nueva España
Brasil, colonia portuguesa
Cuba, Nueva España
Cuba, Nueva España
Cuba, Nueva España
Cuba, Nueva España.
Argentina, Nueva España
Canadá, Nueva Francia
Canadá, Nueva Francia
Trece Colonias, Nueva Inglaterra
Cuba, Nueva España
Cuba, Nueva España
Trece Colonias, Nueva Inglaterra
Trece Colonias, Nueva Inglaterra
En todos estos años, de los siglos XVI al XVIII, tanto durante la conquista
como durante la colonización del continente americano, la situación
epidemiológica se agudiza, pues tanto españoles como franceses e ingleses traen
consigo numerosas enfermedades infecciosas: viruela, sarampión, paludismo,
gripe, que afectan sensiblemente a estas poblaciones del norte, centro y sur del
continente pues su espectro inmunológico no estaba preparado para esta variedad de enfermedades que no conocían. De ahí que las diferentes órdenes religiosas, fundamentalmente las dedicadas a la atención de los enfermos, que
acompañaron a los colonizadores, desempeñaran una función fundamental con
los enfermos en estos hospitales.
La fundación de los hospitales en estos años permite brindar una mejor
atención a los pacientes, aunque la concepción inicial era que estas instalaciones atendieran a los militares y soldados, fundamentalmente; pero también servían como hospicios a las personas sin protección, por lo que estos lugares se
consideraban como "casas santas" de la civilización y de la doctrina religiosa, no
sólo como instituciones de salud.84
Aunque el desarrollo científico que aportó España al llamado "Nuevo Mundo" fue el principal resultado de la cultura renacentista en cuanto a los nuevos
42
criterios astronómicos, físico-matemáticos, geográficos y biológicos en general,
en el plano filosófico perduraron por mucho tiempo las concepciones escolásticas patrocinadas por la Iglesia.
A pesar de que Maquiavelo y otros pensadores italianos rompieron con la
añeja relación entre dos mundos: lo terrenal y lo divino, es decir, lo político y lo
religioso, España mantuvo el concepto de Estado-Iglesia en los siglos XVI y
XVII, de modo que un número considerable de adelantos científico-técnicos
fueron traídos a Cuba de manera tardía.85
Este molde escolástico, que hasta muy entrado el siglo XVIII comprimió el
pensamiento español y lo alejó de las corrientes más dinámicas de la historia
moderna, desde otro punto de vista menos utilitario contribuyó también a dar a
la vida hispánica su firme estilo moral.
No cabe duda de que el dominio monárquico-clerical de la presencia hispánica sobre la ciencia sirvió de freno para su desarrollo general en América. El
clero restringía, mediante la censura de libros, su expansión en las colonias.
Mientras tanto, los movimientos antifeudales de los siglos XV y XVI en Europa
Occidental también estuvieron dirigidos contra el dominio ideológico de la Iglesia Católica, imprimiendo una profunda huella en la ciencia, particularmente en
la filosofía.
Para contrarrestar estas nuevas corrientes filosóficas se instauró el Santo
Oficio de la Inquisición; pero las contradicciones en el campo de las ideas minaban desde dentro los principios teológicos, y el humanismo influye a la larga en
las Universidades españolas de Salamanca (fundada en 1220) y Valladolid y,
sobre todo, en la recién abierta Universidad de Alcalá de Henares (1508) y va
penetrando, muy a pesar de la Iglesia, en la intelectualidad sacerdotal.
Durante la Revolución Francesa (1789) se produce la transformación del
hospital en un lugar, además, para la enseñanza médica, y es a partir de la
institucionalización de la cama individual del enfermo (1792), que surge el hospital moderno, tal y como se le conoce hoy. Por eso, paralelamente, con el
desarrollo de los hospitales cobra un notable impulso la enseñanza de la medicina junto a la cama del paciente. Este indiscutible adelanto en la educación médica se hace sentir en las universidades ya creadas en América (tabla 2).
Tabla 2. Universidades creadas en América
Año
1530
1553
1645
1726
1728
1765
Escuela
Universidad
Medicina en la Universidad
Disección de cadáveres
Dictado lecciones medicina
Universidad de La Habana
Enseñanza medicina
Lugar
Santo Domingo
México
Universidad México
La Habana, Cuba
Cuba
Universidad Pennsylvania, EUA.86
43
En el caso de Cuba, en 1824 se logra un paso de gran importancia para la
cultura y la ciencia al producirse la secularización. Se suprime oficialmente la dirección de la universidad por las órdenes religiosas, se pone en vigor un
nuevo Plan de Estudios que contribuyó a un salto de avance en la enseñanza de
las ciencias naturales y médicas. Se convierte así, la Antigua Real y Pontificia
Universidad de San Jerónimo de La Habana, en la Real y Literaria Universidad
de igual nombre. Esta última pasa a manos de varios cubanos destacados por
sus ideas y aportes. En el caso de la Facultad de Medicina se amplía el número
de cátedras y se incorpora un grupo importante de nuevas asignaturas: Higiene
Privada y Pública, y Administración de Salud, entre otras.87
Una importante figura del siglo XVIII y principios del XIX es Tomás Romay
Chacón (1764-1849), que funda y dirige el Papel Periódico de La Habana (17901864); integra la Real Sociedad Económica de Amigos del País, representando
el pensamiento científico de la época; labora en el Hospital de San Francisco de
Paula y enseña en el Hospital de San Ambrosio, e introduce la vacuna de Jenner
contra la viruela, en 1804.88
PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA
EN EL CONTINENTE AMERICANO
A lo largo de la historia del continente, muchas mujeres se dedicaron a esta
labor, aun sin estar establecida esta profesión, tal y como había venido ocurriendo en diferentes latitudes hasta el surgimiento de la Escuela Práctica de
Diaconisas, en Alemania, en los años 30 del siglo XIX.
A la llegada a América, los europeos se encontraron frente a unos pueblos
en diferentes estadios del período neolítico de la Edad de Piedra, y comienzos
de la Edad de Cobre. Eran pueblos de raza mongoloide, poco numerosos y muy
desigualmente repartidos en todo el territorio y habían alcanzado distintos grados de civilización.
En el centro, en México, en el istmo americano y en el Perú existieron
verdaderos estados de población densa, aferrados al suelo, que vivían de la
agricultura y poseían ciudades. Los Mayas, que ocupaban una región tropical
correspondiente al actual sur de Méjico y el norte de América Central, integraron la más brillante civilización del Nuevo Mundo en los tiempos precolombinos
(siglo IV hasta el XVI). Estaban divididos en ciudades-estados independientes,
tal y como existía en la Grecia Antigua.
Ixchel, Itzamná, Cit Bolom Tun y Ahan Chamahles eran dioses de la medicina. Los médicos y hechiceros eran los grupos que participaban en las ceremonias
que se les dedicaban. Cuando las personas enfermaban llamaban al sacerdote,
al curandero o a un hechicero. La mayoría de las veces una sola persona
44
reunía las tres condiciones. Como Yucatán tiene muchas hierbas y plantas medicinales, los hechiceros-curanderos contaban con una extensa farmacopea a
su disposición.89
La civilización azteca no era autóctona como la maya. Los Aztecas eran
conquistadores procedentes del norte, probablemente llegados en el siglo XII.
Mal recibidos por los ocupantes, toda su vida transcurrió en una perpetua guerra por el agua potable y las tierras de cultivo.90
Por su parte, los Incas constituían una aristocracia victoriosa que dominaba
las sociedades vencidas, a las que organizaron en un Imperio, constituido por el
clan de los quechuas, quienes extendieron su dominación sobre los aymarás y
otras confederaciones de tribus, que tenían sus civilizaciones particulares. La
propiedad era colectiva y apenas existía la división del trabajo; sin embargo,
algunos indígenas se habían especializado, tradición que se transmitía de padres
a hijos. La especialización se manifestaba incluso en ciertas tribus. Los
Kollaluraya proporcionaban a los médicos.
Utilizaban diferentes plantas con propiedades medicinales, a las cuales les
atribuían poderes mágicos, tales como la coca, utilizada por sus propiedades
narcóticas, o el tabaco, usado en forma de rapé por sus propiedades medicinales. Sin embargo, la chinchona, de la cual se deriva la quinina, apenas se usaba
en el Perú Antiguo. Usaban fórceps y vendajes y algunos cráneos fósiles muestran señales de haber sufrido operaciones en el seno frontal. En Perú se ha
encontrado el mayor índice de trepanaciones que se haya encontrado en los
restos arqueológicos del mundo antiguo. No tenían prácticas anticonceptivas y
el infanticidio era muy raro. A las mujeres les ayudaban en el parto vecinos
expertos, no existían mujeres dedicadas a esta actividad.91
En la América del Sur, los araucanos, que habitaban en el actual Chile, eran
mucho menos avanzados que los incas; sin embargo, practicaban la medicina y
la cirugía. Sus "machis", mujeres con una vida solitaria y austera, se dedicaban
a cuidar la salud física y moral de los enfermos.92
En las tribus indígenas de América del Norte existían mujeres hechiceras
que cumplían funciones médicas.
Tomando en consideración la variedad de los tipos de asentamiento y el
grado de desarrollo cultural que habían alcanzado las diferentes tribus indígenas
en las diversas regiones del continente, matizado además por las características
de transculturación producida a partir de las diferencias aportadas por las distintas naciones colonizadoras, se puede tomar los casos de Estados Unidos, Canadá y México, para ofrecer la diversidad aportada por las colonias inglesas,
francesas y españolas al desarrollo del arte de cuidar.
En Estados Unidos se destaca la figura de Elizabeth Ann Bayley Seton,
más conocida por Mother Seton, que en el siglo XIX favoreció la incorporación
a la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, que
45
atendieron de forma destacada hospitales y escuelas de niños pobres y ricos, así
como asilos. Posteriormente las Hermanas de la Misericordia, otra Congregación religiosa, al frente de la cual se encontraba Catherine Mc Auley, logra
ejercer una gran influencia en el resto de los países del continente.93
En el caso de Canadá, la primera mujer que ejerció trabajos de enfermería
fue Marie Hubou, esposa de un cirujano que llegó a ese país en 1617. Más tarde
se fortaleció la práctica de enfermería con la llegada de los Jesuitas, quienes
dieron un notable impulso a la fundación de hospitales. En el siglo XIX, Francisca Gifford, fue la primera religiosa enfermera canadiense, hija del primer médico del hospital. Por ese mismo tiempo, Marguerite Marie D'Youville, fundó la
Congregación de las Monjas Grises para el cuidado de los enfermos, ancianos y
niños expósitos. Estas fueron realmente el antecedente histórico de las actuales
enfermeras de distrito de Canadá. Otra figura destacada de este tiempo es
Jeanne Mance, hija de una familia francesa culta, radicada en Canadá, que se
dedicó al cuidado de los enfermos.94
En México, país donde se había fundado uno de los primeros hospitales del
continente, en 1524, y se había iniciado la enseñanza de la medicina en 1553, se
asociaron prontamente los servicios de salud y la enseñanza de la medicina, lo
que evidenció muy rápidamente la necesidad de asociar también al ejercicio de
la enfermería, motivo por el cual se funda, en 1894, una de las primeras escuelas de enfermeras del continente.95
Las enfermeras prácticas que realizaban sus labores en los hospitales no
sólo estaban dedicadas al cuidado de los enfermos en las actividades relacionadas con el aseo, la alimentación y la vigilancia, sino también al cumplimiento de
los llamados "deberes médicos" o "cumplimiento de las indicaciones médicas".
En este sentido, las religiosas de la Congregación "Hermanas de la Inmaculada
Concepción", ayudadas por mujeres seglares, que no se distinguían precisamente por su buena reputación, fueron las que se ocuparon de la atención a los
enfermos en los hospitales. La sociedad de la época no concebía que las mujeres de bien, por demás atadas al hogar y la familia, se ocuparan de esos menesteres con personas extrañas.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, tal y como aparece en las fuentes
documentales consultadas, junto a los capellanes y cirujanos aparecen los nombres de enfermeros y practicantes, así como de mujeres que realizan prácticas
de enfermería y que eran adiestradas por médicos y cirujanos.96
Una figura destacada en el siglo XVII fue Juana Ramírez de Asbaje (16511695), más conocida en el mundo religioso y de la literatura como Sor Juan Inés
de la Cruz (Fig. 32).
Instigada por su confesor, el poderoso jesuita Antonio Núñez de Miranda,
en 1667 decidió ingresar en el convento de San José de las Carmelitas Descalzas para poder dedicarse al estudio. Más tarde, abandonó este convento por
46
enfermedad, pero en 1669 ingresó de
forma definitiva en el convento de San
Jerónimo de la ciudad de México, donde permanecería el resto de su vida.
Sor Juana reunió una valiosísima biblioteca que llegó a tener unos 4 000 volúmenes y adquirió conocimientos de las
más diversas disciplinas: teología, astronomía, medicina, pintura, lenguas, filosofía o música. Además de consagrarse al servicio religioso era contadora
y enfermera, brindando, con sus conocimientos de medicina, una atención esmerada a los enfermos, práctica que Fig. 32. Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz.
enseñaba a otros. En cuanto a sus mé- (Enciclopedia Encarta, 2001.)
ritos literarios, pueden fácilmente apreciarse en sus populares sonetos y décimas, como la siguiente:
"Yo no estimo tesoros ni riquezas
Y así siempre me causa más contento,
Poner riquezas en mi entendimiento
Que no mi entendimiento en las riquezas
Y no estimo hermosura que vencida
Sea despojo vil de las edades
Ni riqueza me agrada fe mentida
Teniendo por mejor en mis verdades
Consumir vanidades de la vida
Que consumir la vida en vanidades".97
Enfermó y murió un 17 de abril a consecuencia de una epidemia de peste,
mientras cuidaba a sus Hermanas de la Orden.
En 1844, llegan a México las primeras Hijas de la Caridad, provenientes de
la Congregación fundada en España a partir del modelo francés de San Vicente
de Paul, para dedicarse totalmente al cuidado de los enfermos de los asilos y
hospitales.
No es hasta finales del siglo XIX que los conocimientos aumentan y se
realizan notables aportes por Florence Nightingale. Bajo este modelo, se funda,
en 1894, la primera escuela de enfermeras, en el Hospital Militar de México,
para mujeres no religiosas.
El último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX serán testigos
de los avances de la profesión. La segunda mitad del siglo XX marcará el
47
despegue de la nueva ciencia del cuidado. En 1965, la Universidad Autónoma
de México y el Hospital del Seguro Social establecen un convenio con la OPS
para entrenar a enfermeras del área sobre la elaboración del Plan de Cuidados
de Enfermería, a partir de la identificación de necesidades básicas afectadas y
su satisfacción, y Cuba, entre otros países latinoamericanos y caribeños, envía
al primer grupo de enfermeras docentes y administrativas.98
PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA EN CUBA
Tal y como ya se esbozó anteriormente, a la llegada de los españoles a
Cuba y el encuentro con su población aborigen en plena comunidad primitiva
-aunque uno de los grupos en un estadio superior- encontraron que, en el seno
de estas comunidades, algunos de sus integrantes combinaban las prácticas
curativas con los ritos religiosos. Dentro de las propias prácticas curativas ha
resultado muy difícil deslindar cuáles estaban dirigidas a "curar las enfermedades" y cuáles a "cuidar a los enfermos"; por tanto, es prácticamente imposible
establecer el inicio de las prácticas de enfermería, en forma independiente.
Más tarde, en pleno proceso colonial, cuando la más grande de las Antillas
se convirtió en una colonia de plantación azucarera y con ella comenzó la
esclavización de los negros traídos de las costas del continente africano, estos
grupos humanos, que procedían de distintas regiones de África, que pertenecían
a diferentes etnias y por tanto a distintas culturas, con diverso grado de desarrollo social, aportaron nuevas características a la práctica curativa y, en este
sentido, en los barracones de esclavos ya pueden diferenciarse prácticas de
enfermería en lugares destinados a la atención de los esclavos enfermos, que
llevaban el propio nombre de "enfermerías".100
Señala De la Pezuela101 que en el año 1518 llega desde España el primer
cirujano que ejerció su profesión en Santiago de Cuba, Domingo de Alpartill,
quien parece haber influido favorablemente en la fundación del primer hospital
de la Isla, en la villa de Santiago, en 1522, al que dejó algún dinero. Entre 1518
y 1525 solamente se registra este cirujano en Santiago de Cuba y algunas curanderas que se marcharon con Cortés.
A falta de médicos o cirujanos actuaban los curanderos improvisados, oficio que desempeñaban fundamentalmente las mujeres, tal y como lo demuestra
el caso de Isabel Rodríguez, en Santiago de Cuba, que luego acompañara a
Cortés a México. Esto al parecer inició una tradición que cobraría fuerza en el
siguiente siglo. Por su parte, la transculturación médica se produjo a partir de los
negros provenientes de África, que tenían una medicina popular de fuerte arraigo en sus lugares de origen.
La Isla de Cuba se encontraba a la zaga del resto de las colonias españolas
en materia de salud. Con la llegada de Muñoz de Rojas son cuatro los médicos
48
que han venido a la Isla a lo largo de los años transcurridos del período colonial.
Las boticas eran muy escasas, y sólo se menciona como un oficio importante el
de las comadres-parteras, en La Habana y Santiago de Cuba. En esta última
villa se había hecho famosa Mariana Nava, curandera que fue autorizada a
ejercer la profesión por el Cabildo de Santiago, por haberse quedado sin cirujanos ni médicos, a pesar de que la ciudad contaba con cerca de 4 000 habitantes.
A fines del siglo XVI se funda en La Habana el Hospital de San Felipe y
Santiago (unos historiadores afirman que se comenzó a construir en 1597, otros
señalan que se fundó en 1573). A partir del 1602 se le comenzó a llamar Hospital San Juan de Dios por estar regido por los religiosos de esa orden masculina,
dedicada al cuidado de los enfermos. (Ver a José María de la Torre. Lo que
fuimos y lo que somos o La Habana Antigua y Moderna. Editado por la
imprenta de Spencer y Cia. O´Relly 110. Habana, 1857, página 90, citado por
Mario del Pino y de La Vega, en: Apuntes para la historia de los hospitales
(1523 a 1899), Cuadernos de Historia de la Salud Pública, No. 24, 963.)
En 1634 nace la primera organización de la salud pública en la Isla, el Real
Tribunal del Protomedicato de La Habana.102 Lo anterior evidencia que el Municipio y la Iglesia Católica fueron las instituciones, civil y eclesiástica respectivamente, que tuvieron a su cargo la protección de la salud de la población antes
de que se fundaran las primeras organizaciones que pudieran llamarse propiamente de la salud pública.
En 1668 se estableció una primitiva maternidad, que fue clausurada veinte
años más tarde y reconstruida en 1730. Se describe por Arrate103 que para
curar a las mujeres había una enfermera o madre, una esclava o criada, un
médico asalariado, un capellán y otro personal. Fue en este mismo lugar donde
más tarde, en 1827, se creó la Escuela de Comadronas de Cuba, llamada "Academia de Parteras".
A mediados del siglo XVIII la red hospitalaria de La Habana la constituían
el Hospital General San Juan de Dios, el de Mujeres de San Francisco de Paula,
el de Convalescientes de Belén, y el Leprosorio del Pontón y la Caleta y Guillén,
que no era propiamente un hospital. Durante este período fueron organizados
temporalmente otros hospitales, coincidentes con grandes epidemias.
Las enfermedades trasmisibles y otras, muchas de ellas causadas por la
fatiga excesiva que provocaba la superexplotación de la fuerza laboral esclava,
traía por consecuencias que, cerca del 20 al 25% de la dotación debía permanecer hospitalizada. De ahí que la existencia de las enfermerías fuera más una
necesidad de los amos, para no perder el dinero invertido en la compra de los
esclavos, que razones de carácter humanitario.
Muchos de los hacendados criollos, haciendo gala de gran pragmatismo,
contrataban a notables médicos, quienes, auxiliados por sus ayudantes, garantizaban la atención médica. No obstante, la existencia en Cuba de muchos más
49
ingenios que médicos, y la ubicación apartada en los campos de la mayoría de
las fábricas de azúcar, dificultaba esa atención calificada, por lo que la solución
más socorrida era establecer "enfermerías" atendidas por negras y negros enfermeros y cirujanos romancistas.104 Pero eran fundamentalmente las negras
esclavas quienes cuidaban a los heridos (a consecuencia de los castigos) y a sus
compañeros de cautiverio enfermos, aunque muchas veces los amos, especialmente las amas, también se beneficiaban de sus cuidados cuando enfermaban y
parían.
A la iniciativa del Gobernador General de Cuba y el Obispo de La Habana
es que se debe la incorporación de las comunidades religiosas femeninas a la
labor de enfermería en Cuba, al encomendar los leprosos del hospital de San
Lázaro de La Habana al cuidado de las Hijas de la Caridad,* según consta en la
contrata de la fundación que firmó el Padre Buenaventura Armengol en Madrid, a los 30 días del mes de septiembre de 1854. Fue Sor Petra Moya la
primera Superiora del hospital de San Lázaro, cargo que desempeñó hasta el 21
de junio de 1876 en que falleció.105
En 1866, según Jacobo de la Pezuela,106 "entre los destinos y oficios que
ejercen 1940 personas blancas y 100 de color, libres desde los doce años, hay un
médico, 9 enfermeras y 1 farmacéutico". Salvo la función de enfermera, estos
oficios eran poco ejercidos por las personas de color.
Durante las guerras de independencia, varias fueron las mujeres que acompañaron a sus padres, hijos y esposos a los campos de batalla y dedicaron sus
cuidados a los heridos y enfermos, realizando así las funciones de enfermeras.
Entre las que más se distinguieron en estas labores están Mariana Grajales y
Coello, María Cabrales, Bernarda del Toro y Pelegrín, Rosa Castellanos y Castellanos, conocida como "Rosa, la Bayamesa", Concha Agramonte y Boza,
Caridad Bravo y sus hijas, Luz Noriega, Adela Azcuy Labrador e Isabel Rubio,
entre otras. **Ninguna de estas mujeres habían practicado antes el arte de
cuidar. Sólo Isabel Rubio, en su condición de farmacéutica, tenía algunos conocimientos que le permitían actuar desde un saber constituido, aunque no precisamente en el campo de la enfermería, otro tanto ocurría con Adela Azcuy,
* Monjas católicas, no enclaustradas, que dedican su vida a los pobres, los enfermos y los
necesitados. La Orden principal y más antigua es la fundada en 1633 por Vicente de Paul,
originario de la Gascuña, canonizado después santo. El vestido (hábito monjil) es el de las
aldeanas francesas del siglo XVII: bata gris azulada de mangas largas y delantal blanco y cofia
del mismo color, de lino, con alas. En la actualidad se ha modificado, haciéndolo más funcional.
Ver: Royston Pike, E. Diccionario de Religiones. Fondo de Cultura Económica. México, 1960.
**Datos tomados del «Índice de Médicos, Dentistas, Farmacéuticos y Estudiantes en la Guerra
de los Diez Años», en Cuadernos de Historia de la Salud Pública No. 40. La Habana, 1968.
(Nótese que, aunque aparecen las síntesis biográficas de algunas enfermeras mambisas, no
aparecen relacionadas en el índice).
50
practicante de farmacia. No obstante, la imperiosa necesidad surgida a partir de la guerra hizo que estas
mujeres realizaran actividades de verdaderas enfermeras prácticas (Fig. 33).
En 1896, cuando Valeriano Weyler arriba a La
Habana para asumir el cargo de Gobernador General
de la Isla de Cuba, la Guerra de Independencia se encontraba justamente en su punto más álgido. Los éxitos indiscutidos de los mambises habían puesto en
solfa la capacidad de la colonia española para hacer que
los insurrectos depusieran las armas en breve plazo.107
La estrategia elaborada por el nuevo Gobernador
Fig. 33. Mariana Grajales
incluía la reconcentración de la población rural en zo- y Coello. (Granma Internanas urbanas como parte de su plan para alcanzar la cional.)
paz basada en la victoria militar. Las condiciones higiénicas de la Isla comenzaron rápidamente a afectarse. Los pueblos se convirtieron en grandes lugares de hacinamiento. Los vecinos permanentes de las zonas de reconcentración, se preocupaban por la amenaza de las enfermedades infectocontagiosas, especialmente la enteritis, la viruela y el paludismo, entre otras.
La gravedad de la situación se hacía cada vez más evidente. A fines de
agosto de 1897, el propio Weyler mostraba preocupación porque las cifras
de muertes y enfermos se incrementaban por días.
A toda esta situación se sumaba el incremento de actividad, en materia de
política exterior, de la administración del presidente estadounidense William
McKinley, quien había ya exigido al gobierno anterior de España la sustitución
del gobernador General de la Isla, el cese del estado de muerte, miseria y desolación que había provocado la reconcentración. En realidad, todo ello contribuía
a fortalecer, cada día más, la justificación de una intervención armada por parte
del gobierno de Estados Unidos, en nombre de "razones humanitarias".108
La reconcentración, modificada pero no abolida, había propiciado la intervención estadounidense bajo el manto humanitario, tal y como se ha dicho anteriormente. Apenas unas semanas después de su mensaje al Congreso de la
Unión, McKinley convocaba una entrevista con Clara Barton.109 Esta prestigiosa mujer, de profundos sentimientos humanitarios, gozaba de la simpatía y el
respeto del pueblo norteamericano. El Presidente le planteó la tarea de organizar la ayuda a los reconcentrados (Fig. 34).
Su verdadero nombre era Clarissa Harlowe Barton (1821-1912). Nació
en Oxford, Massachusetts, el 25 de diciembre de 1821. Fue maestra y fundadora de varias escuelas gratuitas en Nueva Jersey. En 1854 pasó a ser funcionaria
de la Oficina de Patentes, pero dimitió al estallar la Guerra Civil estadounidense
para trabajar como voluntaria, ayudando a los soldados heridos. Después de la
51
Fig. 34. Uniforme usado por Clara Barton:
vestido largo azul pálido, con cuello alto y
mangas al codo, con puños y delantal blancos sin tirantes, con la Cruz Roja bordada al
pecho, toca larga y blanca, con el mismo
símbolo sobre la frente. (Imágenes Metas
de Enfermería, Internet.)
guerra dirigió la búsqueda sistemática de soldados desaparecidos. Entre 1869 y
1873 Clara Barton vivió en Europa, donde ayudó a fundar hospitales durante la
Guerra Franco-prusiana y fue honrada con la Cruz de Hierro alemana. Gracias
a los esfuerzos de Barton se formó la Sociedad de la Cruz Roja estadounidense
en 1881 que presidió hasta 1904. En 1884 representó a Estados Unidos en la
Conferencia de la Cruz Roja Internacional y en el Congreso Internacional de
Paz de Ginebra, donde presentó la "enmienda estadounidense", que establecía
que la Cruz Roja ayudaría tanto a las víctimas de desastres en época de paz,
como a las víctimas de guerra.
Clara Barton supervisó las labores de ayuda realizadas: durante la epidemia
de fiebre amarilla en Florida (1887), en la inundación de Johnstown (Pensilvania,
1889), en la hambruna rusa (1891), en favor de los armenios (1896), en la Guerra Hispano-cubana (1898) y en la Guerra Bóer (1899-1902). El último trabajo
que ella dirigió personalmente fue el de ayuda a las víctimas de la inundación de
Galveston (Texas), en 1900. Murió en Glen Echo, Maryland, el 12 de abril de
1912. Escribió varios libros sobre la Cruz Roja y Mi infancia (1907).110
La gravedad de la situación de los reconcentrados produjo un gran impacto
en Clara Barton,111 cuando llegó a Cuba, a principios de enero de 1898. Esta
enfermera estadounidense, educada en la escuela nightingaleana, que había
participado en la fundación de la Cruz Roja Norteamericana, en 1882, y de la
52
cual era desde entonces su Presidenta, había traído la misión del Presidente
McKinley de evaluar la situación y organizar el socorro a los reconcentrados
mediante el Comité Central de Auxilio que comenzaba a organizarse en Estados Unidos de América.
PRIMERA INTERVENCIÓN Y OCUPACIÓN
NORTEAMERICANA EN CUBA
El cónsul de EUA, expresando su "temor por las vidas" de los norteamericanos residentes en Cuba, solicitó ayuda a su gobierno, el que inmediatamente
envió a La Habana al acorazado Maine, el que explotó en la bahía habanera en
febrero de ese año, sin que los gobiernos implicados se pusieran de acuerdo
sobre la causa de la explosión. ¿Venganza de España? ¿Pretexto de los yanquis
para intervenir? La prensa norteamericana levantaba gran revuelo alrededor
del hecho. McKinley solicita entonces al Congreso el permiso para declarar la
guerra.
Cuando ya la victoria de las tropas insurrectas era un hecho contundente, y
España se encontraba vencida frente a los mambises, los Estados Unidos de
Norteamérica entraron en la guerra y le arrebataron el indiscutible triunfo al
Ejército Libertador. Con esta acción se inicia el primer acto hostil del vecino que
recién comenzaba su proceso de poderío.
En la madrugada del 18 de abril de 1898, el Congreso de los Estados Unidos
aprobó la llamada Resolución Conjunta sobre la situación cubana. La Guerra de
Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895, terminaba en 1898 con la
intervención norteamericana y Estados Unidos imponía su gobierno militar.112
Aunque en el Censo realizado por el Gobierno interventor en 1899,113 aparecen relacionados 523 enfermeros, 239 varones y 284 hembras, no se aporta
ningún dato aclaratorio sobre las condiciones de quiénes eran llamados como
tales. En realidad, en esa época, los cuidados a los enfermos se encontraban en
manos de las religiosas, tal y como sucedía en la mayor parte de la Europa
católica.
Las Hijas de la Caridad, las Siervas de María y las Hermanitas de los
Desamparados eran las comunidades religiosas femeninas católicas que desarrollaban la labor de cuidar a los enfermos y a los desvalidos y desamparados,
niños y ancianos; pero, al ser retiradas de la Isla de Cuba las tropas españolas,
estas religiosas católicas que hacían labores de enfermeras, fueron retiradas en
su mayoría por sus superiores.
El ejército solucionó este conflicto trayendo consigo a un grupo de enfermeras, formadas en la Escuela Nightingaleana, cuya labor personal se diferenció ostensiblemente de la del cuerpo armado que las había traído a la isla caribeña,
53
aunque su llegada al país estuvo determinada por el interés sanitario del gobierno militar.
La beneficencia pública fue organizada a principios de 1900 y el Mayor E.
St. John Greble fue el primer Director del recién creado Departamento de Beneficencia. Este Departamento comenzó a emitir un Boletín mensual,114 con las
Actas de las sesiones, informes de las Secciones del Departamento y solicitudes y respuestas a éstas de la Junta de Gobernación.
En este Boletín -que se editó ininterrumpidamente desde 1901 hasta 1908,
aparecen importantes y reiteradas informaciones acerca del surgimiento y desarrollo de las Escuelas de Enfermeras en Cuba, del papel de las enfermeras
estadounidenses y de las características de la enseñanza a las alumnas cubanas, así como de las primeras graduadas de enfermeras en Cuba, con sus respectivos nombramientos en los diferentes hospitales del país.
ENFERMERAS DEL EJÉRCITO INTERVENTOR
NORTEAMERICANO
Entre las personalidades más destacadas de la enfermería norteamericana
que participaron en la política sanitaria del Gobierno interventor estadounidense
en Cuba es preciso mencionar a Eugene Hibbard,115 de origen canadiensenorteamericano. Se distinguió como administradora de hospitales y escuelas de
enfermeras en Canadá y Estados Unidos. En este último país laboró durante
algún tiempo en el Hospital St. Luke de New York. Llegó a Cuba durante la
ocupación norteamericana a bordo de un buque-hospital.
Otra destacada personalidad en la enfermería estadounidense que laboró
eficientemente en la fundación de las Escuelas de Enfermeras en Cuba fue la
señora Quintard, procedente del Cuerpo de Enfermeras del Ejército estadounidense.116 Unido al nombre de la anterior se encuentra el de Sara Henry,117
nombrada Inspectora Especial de Hospitales para establecer Escuelas de Enfermeras, bajo la orientación del Mayor Greble.
Mary Agnes O´Donnell,118 era una de las graduadas de la Escuela de
Enfermeras del Hospital Bellevue, primera Escuela de Enfermeras creada en
Estados Unidos de Norteamérica, en 1873, verdadera heredera del ideal
nightingaleano. Fue la fundadora de la primera Escuela de Enfermeras en Cuba,
en el Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes" y su primera Superintendente.
En 1903 fue nombrada Inspectora General de las Escuelas de Enfermeras de la
República de Cuba.
Jeannette Byers,119 era graduada del Woman´s Hospital de Philadelphia.
Gertrude Moore120 fue otra de las enfermeras estadounidenses que llegaron a
Cuba, enroladas en el Ejército norteamericano.
54
La señorita Mitchell,121 graduada del St. Luke Hospital de New York.
Elizabeth Walker,122 quien ostentaría el cargo de Superintendente en el Hospital
Número Uno sólo unos meses, a partir del 31 de enero de 1903, para luego
pasar al Hospital de Dementes de Cuba, en el mismo cargo, de cuya Escuela de
Enfermeras fue su fundadora.
Clara Luisa Maas,123 nacida el 26 de junio
de 1876, en East Orange, EUA, llegó a Cuba
con las tropas militares del Ejército interventor
Norteamericano. Fue dedicada a prestar servicios en el hospital "Las Ánimas". Se sometió
voluntaria a la comprobación de la teoría finlaísta
y un mosquito infectado de fiebre amarilla la
picó, ocasionándole la muerte, a la edad de 25
años, el 24 de agosto de 1901 (Fig. 35).
Otras destacadas enfermeras que prestaron sus servicios en Cuba fueron Ida Batcher,124
Anne Mary Esther O´Donnell,125 hermana de
Mary Agnes; y la señorita Sampson, 126 gra- Fig. 35. Sello dedicado por EUA a
duada de Bellevue, como Mary O´Donnell y Clara Luisa Maas, enfermera nortesu hermana.
americana.
Este grupo de jóvenes enfermeras norteamericanas reeditaban la obra de la fundadora de la enfermería profesional,
Florencia Nightingale, cuando, al producirse la guerra de Crimea marchó al
frente de un grupo de voluntarias a los campos de batalla, acompañando
al ejército inglés.127
Todas vienen impregnadas de ese ideal nightingaleano y lo van a demostrar
a lo largo de sus vidas, especialmente en la obra educadora que emprenderían
en Cuba en 1899.128
FUNDACIÓN DE LAS PRIMERAS ESCUELAS
DE ENFERMERAS (1899-1901)
El gobierno interventor encontró en más de un hospital verdaderas muestras de inmoralidad y desaseo. No se evitaba la propagación de las enfermedades. En muchos lugares, teniendo costosos equipos para desinfectar las ropas,
no los usaban. El agua sucia, procedente de los baños y lavanderías, se dirigía
directamente a la calle. En algunos hospitales se lavaba la ropa en los ríos. Sin
embargo, la mayoría de los hospitales estaban bien situados, bien construidos y
tenían buen aspecto. Entre ellos, el de Nuestra Señora de las Mercedes, en La
Habana, era el mejor. Era un edificio moderno y relativamente nuevo. Estaba
55
construido por el modelo de un hospital inglés. En los primeros momentos de la
ocupación militar norteamericana era el único que podía recibir o asistir enfermos procedentes de los Estados Unidos.
Este hospital era el continuador de aquel que se fundara, a mediados del
siglo XVII, en un edificio situado entre las calles de Empedrado, San Juan de
Dios, Habana y Aguiar. *Esta nueva etapa del hospital contaría con médicos
internos tales como Raimundo García Menocal y García Menocal, Enrique Núñez,
Gabriel Casuso y Díaz Albertini, entre otros.
En la crisis de los hospitales, prácticamente al inicio de la ocupación norteamericana, el Mayor L. S. Greble, Jefe del Departamento de Beneficencia y
Sanidad utilizó los servicios de la señora Quintard y los de Sara Henry, dos de
las enfermeras que habían venido acompañando al ejército interventor, y las
nombró Inspectoras Especiales de Hospitales a fin de establecer en Cuba escuelas prácticas para enfermeras. Esas dos enfermeras, en su calidad de Inspectoras Especiales, echaron los cimientos para la organización de la escuela
práctica cubana y durante 1899 y 1900 se hicieron muchos nombramientos,
tanto de enfermeras procedentes del Ejército, como de los Estados Unidos directamente.
Formando parte de las medidas tomadas por el gobierno de los Estados
Unidos para proteger la higiene de sus puertos,129 y con ello la salud de su
población -especialmente la del sur, más en contacto a partir de entonces con
Cuba-, se funda la primera Escuela de Enfermeras, la que, junto a las seis
restantes que se fundarían entre 1900 y 1901, estarían encargadas de formar
este recurso humano, verdaderamente necesario para el mejoramiento de las
condiciones de la sanidad cubana. Un poco antes se había hecho el primer
intento de creación de una Escuela similar, por el Dr. Raimundo García
Menocal y García Menocal, en su Clínica Habana, que había inaugurado en
mayo de ese año; pero a los tres meses fracasó el propósito.
Fue así como el 23 de agosto de 1899 se inauguró, en el Hospital Nuestra
Señora de Las Mercedes, bajo la dirección médica del Dr. Emiliano Núñez de
Villavicencio y Álvarez -quien había sido deportado por España a los territorios
occidentales de África y había regresado al país ante la derrota de la metrópoli-
* A mediados del siglo XIX comienza a gestarse la idea de construir un nuevo edificio para el
Hospital de San Juan de Dios. El edificio fue entregado en octubre de 1969 y en 1877 el
Municipio entrega a la Junta General de Beneficiencia el manejo del hospital. El 6 de junio de
ese año se anuncia la plantilla de trabajadores, en la que figuran 18 Hijas de la Caridad, a $216.
Cada una $3 888 anual. Entre los empleados subalternos se relacionan practicantes de Farmacia, Medicina y Cirugía, pero no enfermeras. Abrió sus puertas, en su nueva ubicación, conocida entonces como batería de Santa Clara, en el Vedado (en los terrenos que hoy ocupa
«Coppelia») el 8 de febrero de 1886.
56
la primera escuela preparatoria, con siete alumnas, bajo la dirección de Mary
Agnes O´Donnell. A partir de ese momento fueron fundándose el resto de las
Escuelas de Enfermeras hasta llegar al número de siete en todo el país.
Las primeras Escuelas de Enfermeras fundadas en Cuba130 surgieron en el
siguiente orden:
- Hospital Nuestra Señora de las Mercedes (21 de agosto de 1899), con capa-
-
-
-
-
cidad para 30 estudiantes, bajo la dirección de Mary Agnes O´Donnell.
Hospital Civil de Cienfuegos. (Marzo de 1900), con Jeannette Byers como
Superintendente. Luego, en 1907, al ser ésta trasladada al Hospital Civil de
Santiago de Cuba y su Escuela de Enfermeras, ocuparían esa responsabilidad, en forma sucesiva, Genevieve Russell y Sara Henry. Esta última había
sido nombrada por el Mayor Greble, junto con la señora Quintard, Inspectora Especial de Hospitales.
Hospital Número Uno de La Habana. (septiembre de 1900), con capacidad
para 40 alumnas, bajo la Superintendencia de Gertrude Moore, quien fuera
sustituida en enero del año siguiente por la señorita Holmes, para poder
pasar a ocupar la Superintendencia de la Escuela de Enfermeras de Santiago de Cuba. A esta última la sustituiría Eugenie Hibbard, procedente de la
Escuela de Enfermeras de Matanzas, quien ocuparía el cargo en el Hospital
Número Uno hasta que, a fines de 1902, solicitó la cancelación de su contrato y fue entonces sustituida por Elizabeth Walker, quien ostentaría el cargo
unos meses, a partir del 31 de enero de 1903, para luego pasar al Hospital de
Dementes de Cuba como Superintendente, de cuya Escuela de Enfermeras
fue su fundadora.
Hospital Santa Isabel y San Nicolás, de Matanzas (octubre de 1900), con
capacidad para 30 alumnas, bajo la dirección de Eugenie Hibbard, quien fue
sustituida en 1902 por Mary Mc Cloud, cuando la primera tuvo que asumir
igual cargo en el Hospital Número Uno.
Hospital de Puerto Príncipe, hoy Camagüey (noviembre de 1900), con la
señorita Mitchell como Superintendente, a quien sustituiría posteriormente
Mary Pearson, en enero de 1903.
Hospital General Remedios. (noviembre de 1900), bajo la dirección de la
señorita Sampson.
Hospital de Santiago de Cuba. (enero de 1901), con Gertrude Moore como
Superintendente, a quien sustituiría más tarde Mary Louise Brakemier y,
posteriormente, a ésta la sucedería Jeannette Byers, procedente del Hospital
Civil de Cienfuegos.
En noviembre de 1900 había sido fundada, en Remedios, una Escuela Vocacional sui géneris. Se trataba de una escuela para niñas y adolescentes,
57
procedentes del "Hogar de Niños", con la intención de proporcionarles una preparación teórico-práctica que contribuyera a orientar la vocación de las referidas niñas hacia la profesión de enfermería. Esta escuela fue fundada por Ida
Batcher, una de las enfermeras estadounidenses que vinieran a Cuba con el
Ejército Interventor Norteamericano.
El Plan de Estudios y los Programas fueron elaborados por las señoras
Quintard y Hibbard,131 ayudadas por los Doctores M. Delfín, Muñoz y Diago,
estos dos últimos directores de los Hospitales Nuestra Señora de las Mercedes
y Número Uno, respectivamente. El Folleto con las Conferencias y el Documento sobre las Ordenanzas de las Enfermeras fueron elaborados por Mary A.
O´Donnell. Fue utilizado también el Manual para Enfermeras, de Isabel Adams
Hampton,132 maestra canadiense que se formó como enfermera en Estados
Unidos, donde desarrolló su destacada actividad como educadora de enfermería, aunque también extendió su obra a otros países de América. El Dr. Carlos
Eduardo Finlay Shine, hijo del sabio cubano, estuvo encargado de los Programas de 1ro y 2do. Años de Práctica Quirúrgica y las Conferencias de esas
asignaturas. Allí conocería a las hermanas Seigle Comesañas, la mayor, Rosa,
estaría entre las primeras 7 enfermeras graduadas; la menor, María,133 que se
encontraba cursando el 2do. Año en esos momentos, se convertiría años más
tarde en su esposa.133
Este era el primer trabajo, en gran escala, que las enfermeras norteamericanas llevaban a cabo fuera de su país. Cerca de 75 enfermeras norteamericanas formaron parte de esta empresa. En la lista oficial, en 31 de diciembre de
1901, se citaban 37 enfermeras destinadas a los hospitales, como Jefas de Enfermeras, Superintendentes o Inspectoras de Escuelas.134
PRIMERAS GRADUACIONES DE ENFERMERAS
El examen de grado de las alumnas de la primera Escuela de Enfermeras,
fundada en el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, se realizó el 22 de
septiembre de 1902. Presidía el Tribunal el Dr. Juan Guiteras Gener y lo integraban además los doctores Emiliano Núñez de Villavicencio, Director del Hospital, y Emilio Martínez, representando a la Escuela de Medicina. Aprobaban el
examen las alumnas, con calificaciones satisfactorias, en el siguiente orden:
- Trinidad Cantero Cantero (Medalla de Oro). Fue por ello designada a ejer-
cer como enfermera en el Hospital Número Uno.
- Martina Guevara Molina (2do. Expediente). Primera enfermera graduada
cubana que ejerciera sus funciones en el Hospital Nuestra Señora de las
Mercedes.
58
- Rosa Gallardo García (3er. Expediente). Fue ubicada primero en el Hospital
-
Civil de Santiago de Cuba y luego en el Hospital Civil de Cienfuegos, donde
se desempeñó como enfermera de sala.
Adelaida Rendón Alarcia.
Antonia Tejedor Herrera.
Rosa Seigle Comesañas. Fue ubicada en el Hospital Número Uno.
Bienvenida Cantón Pérez. Fue ubicada en el Hospital Civil de Santiago de
Cuba.
De Adelaida Rendón y Antonia Tejedor, no se ha encontrado referencias
relacionadas con su ubicación laboral, una vez graduadas.
Las siete primeras graduadas recibirían su Diploma en un acto solemne,
efectuado el 25 de septiembre de 1902, en la Academia de Ciencias Médicas,
Físicas y Naturales de La Habana, presidido por Tomás Estrada Palma, primer
Presidente de la República.135
Ese año aparece en la Gaceta Oficial de la República la Orden número 3,
referente al Reglamento de las Escuelas de Enfermeras,136 elaborado por las
enfermeras norteamericanas, las señoras Quintard y Hibbard. En el propio año
1902, se crea la Sección de Enfermeras en el Departamento de Sanidad y
Beneficencia.
Entre 1902 y 1906 se formó un centenar de enfermeras cubanas, las cuales
fueron paulatinamente ocupando plazas de enfermeras asistenciales y, cada vez
más frecuentemente, las de mayor tiempo de graduadas ocupaban cargos de
Enfermeras Jefas de Salas.
ENFERMERAS CUBANAS EN LA SEGUNDA
INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA
El 29 de septiembre de 1906 comenzaba oficialmente la Segunda Intervención Norteamericana, etapa de tránsito entre el gobierno de Estrada Palma y el
nuevo período presidencial que debería surgir como consecuencia de un proceso electoral.
Mientras no llegara este último momento, Charles E. Magoon comenzaba a
regir los destinos del país el 13 de octubre del propio año 1906, distinguiéndose
en su mandato por la pródiga repartición de cargos públicos entre los principales
jefes de los partidos políticos, ganándose la opinión de haber sido uno de los
gobiernos más corruptos del país.
En esos momentos ya la Isla contaba con un grupo de enfermeras cubanas
graduadas que se habían ido incorporando a los diferentes hospitales del territorio nacional, que incluía, además de las capitales de provincias, algunos lugares
59
donde ya existían esas instituciones, tales como Remedios, Sancti Spíritus,
Bayamo, Cárdenas y Colón. Algunas de ellas estaban ubicadas en los hospitales provinciales que les servían de escenario docente a las estudiantes y, desde
sus cargos asistenciales, se vinculaban a la enseñanza práctica de las alumnas
en la educación en el propio trabajo.
El número de las egresadas de las Escuelas de Enfermeras apenas cubrían
las necesidades asistenciales en los hospitales y, por otra parte, las recién
egresadas adolecían de la ausencia total de experiencia en la práctica administrativa. De manera que, aunque cada año se graduaba más de un centenar de
enfermeras, no se había incorporado ninguna en labores de jefaturas de hospitales, aunque sí unas pocas fueron nombradas como Jefas de Salas.
Ese es el caso de María Luisa Aguirre Areantes, graduada apenas el año
1904 en el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, quien el 30 de enero de
1906 es nombrada para ocupar una plaza de enfermera Jefa de Sala en el
Hospital de Santiago de Cuba. En 1907 son nombradas Trinidad Cantero Cantero en la Escuela de Enfermeras de Cienfuegos y Rosa Seigle Comesañas en
la Escuela de Enfermeras del Hospital de San Nicolás y Santa Isabel de Matanzas. 137
LIDERAZGO DE LAS ENFERMERAS CUBANAS
La República se reinstaura en 1909; pero los dos períodos de ocupación
norteamericana dejan un saldo importante, tanto en la economía como en la vida
política y social del país. La dependencia está consolidada. La penetración financiera yanqui estaba presente en las industrias del azúcar y el tabaco, en la
banca, los ferrocarriles y otros servicios públicos, tales como el transporte urbano, la electricidad y el teléfono.
El gobierno de Magoon había tratado de resolver los conflictos políticos
haciendo múltiples concesiones a costa del tesoro público, y de esta forma organizó nuevas elecciones. El triunfo lo obtuvieron los liberales Gómez y Zayas,
frente a los conservadores Menocal y Montoro.
El 28 de enero de 1909, al restablecerse la República y ponerse en vigor la
nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, luego del segundo período
intervencionista del imperialismo yanqui, se fundaba la Secretaría de Sanidad y
Beneficencia, primer Ministerio de Salud Pública en Cuba, y en el mundo, heredera del legado histórico de la Escuela de Higienistas Cubanos de principios de
siglo.138
Esta Secretaría va a agrupar no sólo a las instituciones estatales ya existentes, sino también a las nuevas Casas de Salud privadas que se irían fundando
por la iniciativa de las clases más adineradas del país. El Dr. Matías Duque y
Perdomo, Coronel del Ejército Libertador de Cuba bajo el mando de Gómez,
60
asumió la recién constituida Secretaría de Sanidad y Beneficencia, primera en
el mundo, y el gran salubrista cubano, Dr. Juan Guiteras Gener, fue nombrado
Jefe de la Dirección Nacional de Sanidad.139
Entre las primeras disposiciones tomadas por el recién estrenado Secretario de Sanidad y Beneficencia, Dr. Matías Duque y Perdomo estuvo el nombramiento de un grupo de enfermeras cubanas para asumir las responsabilidades
que, hasta ese momento, estaban en manos de las enfermeras norteamericanas.140 En esta promoción se distinguieron las siguientes cubanas:
- Margarita Núñez Núñez, que laboraba en el Hospital Número Uno era nom-
-
-
-
-
brada Superintendente de Enfermeras de ese Hospital y de su Escuela de
Enfermeras, y, apenas unos meses más tarde era promovida a Inspectora
General de las Escuelas de Enfermeras de la República.
Martina Guevara Molina, primera enfermera cubana que tuvo el Hospital
Nuestra Señora de las Mercedes en 1902, al producirse la primera graduación de enfermeras, resultaba nombrada Superintendente de Enfermeras del
propio Hospital y de su Escuela de Enfermeras.
Trinidad Cantero Cantero, enfermera que había sido el 1er. Expediente (Título de Oro) de la primera promoción de enfermeras del Hospital "Nuestra
Señora de las Mercedes" y que había sido ubicada en el Hospital Número
Uno y luego trasladada a la Escuela de Enfermeras de Cienfuegos, es nombrada como Superintendente de Enfermeras del Hospital Número Uno y de
su Escuela de Enfermeras, para sustituir a Margarita Núñez, al ser esta
última promovida al cargo de Inspectora General de las Escuelas de Enfermeras de la República.
Rosa Gallardo García, nombrada Superintendente de Enfermeras del Hospital Civil de
Cienfuegos y de su Escuela de Enfermeras,
en sustitución de Trinidad Cantero, cuando ésta
pasa a la Escuela de Enfermeras del Hospital
Número Uno.
Victoria Brú Sánchez, nombrada Superintendente de Enfermeras del Hospital de Santiago
de Cuba. Con ese mismo cargo es después
trasladada al Hospital de Puerto Príncipe, hoy
Camagüey y, el propio año, al Hospital de Dementes de Cuba (Mazorra). En 1910 es nombrada Superintendente del Hospital "Número
Uno" y de su Escuela de Enfermeras, donde Fig. 36. Sello de Victoria Brú
labora durante cuatro años (Fig. 36).
Sánchez, enfermera cubana.
61
- Hortensia Pérez, nombrada Superintendente de Enfermeras del Hospital de
Santiago de Cuba y de su Escuela de Enfermeras, en sustitución de Victoria
Brú, cuando ésta es trasladada al Hospital de Puerto Príncipe.
- Rosa Seigle Comesañas, nombrada Superintendente del Hospital Santa Isabel de Matanzas y de su Escuela de Enfermeras, donde se encontraba ya
laborando desde 1907.
- María Luisa Aguirre Areantes es designada para viajar a Panamá, en julio
de 1909, respondiendo a una solicitud del gobierno de ese país que necesitaba una enfermera especialista para el cargo de Directora de la Escuela de
Enfermeras del Hospital de Santo Tomás.
En el propio año 1909, la señora Eugenie Hibbard, destinada a organizar un
cuerpo de enfermeras sanitarias visitadoras, pasa a prestar sus servicios en la
Escuela Especial de Enfermeras para Tuberculosos que se crea en la Dirección
de Sanidad, contando con la colaboración de tres Superintendentes norteamericanas retiradas de sus cargos: Mary O´Donnell (Hospital y Escuela de Enfermeras Nuestra Señora de las Mercedes), Jeannette Byers (Hospital Civil y
Escuela de Enfermeras de Santiago de Cuba) y Mary Pearson (Hospital y
Escuela de Enfermeras de Puerto Príncipe).
Tres de las jóvenes enfermeras cubanas se incorporaron a esta actividad:
Adelaida Jiménez, Rosa Luisa Ortiz y Emma Deudofeu. En ese mismo año se
establece, el 1ro de abril, el Departamento de Enfermeras en la Sección de
Enfermedades Transmisibles.
El año 1909 resultó de gran actividad para las enfermeras cubanas y especialmente para Margarita Núñez y Martina Guevara, quienes emprendieron la
tarea de organizar a las enfermeras -no llegaban al número de 300- en la primera Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba,141 la que finalmente lograron
fundar el 29 de marzo de ese propio año, en el Hospital Número Uno. En la
propia reunión de constitución se eligió la primera Directiva, que quedó integrada por: Margarita Núñez Núñez, Presidenta; Mercedes Monteagudo, Vice-Presidenta; Adelaida Jiménez, Secretaria; Trinidad Cantero Cantero, Tesorera, y
Martina Guevara Molina, Isabel Pereira y Ana María García, Vocales.
Años después, en 1925, la entonces Presidenta de la Organización diría que
aunque no llegaban a 300 las enfermeras graduadas que había en la República,
ya existía el espíritu de asociación, se buscaba la evolución progresiva por medio de la unión colectiva y fue una de las primeras asociaciones femeninas que
fueron fundadas en Cuba.142
Esto hizo que la presencia de las enfermeras se destacara en la constitución
de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas, hecho que ocurrió en
noviembre de 1921 por la iniciativa de cinco Asociaciones, una de las cuales era
la de las Enfermeras. Del 1ro al 6 de abril del año 1923 se celebró en La
Habana el I Congreso Nacional de Mujeres, y la Asociación de Enfermeras
62
envió dos delegadas: Pelegrina Sardá y Sardá, a la sazón Presidenta de la Organización, y Antonia Prieto de Calvo, Jefa del Servicio de Higiene Infantil.
Las bases de la Asociación Nacional de Enfermeras descansaban sobre
principios de sólida moral: mantener el espíritu de cuerpo; sostener y elevar el
nivel moral de la institución; laborar por su mayor cultura y desarrollo; prestarse
auxilios mutuos en casos de enfermedad o en cualquier accidente de la vida y
recabar de los poderes políticos medidas que les favorezcan en relación con sus
intereses individuales y de la institución de enfermeras en general.
Muchos años después, en 1948, cuando ya no existían en los cargos de la
Asociación ninguna de sus fundadoras, ni siquiera las más cercanas en el relevo
de aquéllas, se decidió cambiarle el nombre, así, en el nuevo Reglamento de la
recién constituida organización, en su Capítulo I, que trataba de la denominación, domicilio y objetivos, se señalaba en su artículo 1ro:
"Esta institución se denomina Colegio Nacional de Enfermeras de Cuba,
constituida por conversión de la Asociación Nacional de Enfermeras y alumnas
de la República de Cuba, que fue fundada en marzo 29 de 1909 como institución
de auxilios mutuos y de defensa colectiva e individual, y que conforme al Decreto No. 2990 del 5 de diciembre de 1933, y a la Transitoria Segunda del
Decreto 641 del 9 de marzo de 1944, es el organismo oficial representativo de
todas las enfermeras inscriptas en el mismo, según la Ley No. 4 del 13 de
noviembre de 1944; y radicado en la Ciudad de La Habana, tendrá por ahora su
domicilio en el Pabellón Margarita Núñez, en el Hospital Universitario Calixto
García".143
Termina con su penúltimo artículo, el número 16, diciendo que toda colegiada debe hacer el firme propósito de cumplir estrictamente el Juramento de
Florence Nigtingale:
" Juro solemnemente ante Dios y en presencia de esta Asamblea, llevar una
vida pura y ejercer mi profesión con devoción y fidelidad. Me abstendré de todo
lo que sea perjudicial o maligno y de tomar o administrar a sabiendas ninguna
droga que pueda ser nociva a la salud. Haré cuanto esté en mi poder por elevar
el buen nombre de mi profesión y guardar inviolable el secreto de todas las
cuestiones personales que se me confiaren y asuntos de familia de los que me
entere en el desempeño de mi cometido. Con lealtad procuraré auxiliar al
facultativo en su obra y me dedicaré al bienestar de todos los que estén encomendados a mi cuidado."144
El año 1909 constituyó el momento de despegue de las enfermeras cubanas, no sólo porque asumieron cargos de mayor responsabilidad, sino porque
iniciaron el momento de su independencia de la enfermería norteamericana.
63
Es en esta fecha que se organizan en la primera asociación de enfermeras
y acaparan la atención de la recién creada Secretaría de Sanidad y Beneficencia, primera en el mundo, al encomendársele, y realizar con éxito, diferentes
tareas importantes en el campo de la administración de salud, la vigilancia
epidemiológica y la colaboración con otros países.
Se destaca en este período el hecho de que todas las Escuelas de Enfermeras del país pasan a ser dirigidas por las más destacadas enfermeras cubanas.
Es justamente a partir de ese momento cuando la enfermería en Cuba emprende un camino auténticamente nacional. En ello va a influir notablemente la fundación de la Asociación Nacional de Enfermeras, en cuyas sesiones no solo se
tratarán aspectos puramente profesionales, sino que se promoverán debates
acerca de la realidad social en la que estaban inmersas las enfermeras, en su
doble condición de mujeres y asalariadas.145
FIGURAS DESTACADAS DE LA ENFERMERÍA
CUBANA
Martina Guevara Molina,146 una de las primeras siete graduadas de enfermera del Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes". Comenzó a laborar en el
propio hospital y ocupó el cargo de Superintendente del Hospital y de su Escuela de Enfermeras, en 1909. Ese mismo año, junto a Margarita Núñez, organizó
la creación de la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, ocupando el
cargo de Vocal en la primera Directiva. Años más tarde, alcanzaría mayor
prestigio profesional desde su cargo administrativo, su formación como docente
de enfermería y su labor en la Asociación Nacional de Enfermeras, donde llegó
a ocupar el cargo de Presidenta en 1924. Recibió un curso de formación como
educadora de enfermería, en Estados Unidos, y se constituyó así en la primera
profesora de enfermería cubana. Se destacó además por sus altos valores morales, demostrados en el desempeño de sus disímiles responsabilidades y en
la fidelidad al recuerdo de quien fuera la fundadora y primera Presidenta de la
Asociación y su compañera de luchas y amiga profesional, Margarita Núñez.
Margarita Núñez Núñez,147 graduada un año después que Martina, había
iniciado sus estudios en la Escuela de Enfermeras del Hospital "Nuestra Señora
de las Mercedes", en 1900. Allí estudiaba también, su hermana María Luisa,
quien se encontraba en 1er. Año en 1902. Al proponerse la fusión de las Escuelas de Enfermeras de los Hospitales "Nuestra Señora de las Mercedes" y "Número Uno", en 1903, se graduó en esta última Escuela, y al graduarse fue nombrada enfermera en el propio Hospital Número Uno. En 1909, al finalizar la II
Ocupación Norteamericana en el país, es ascendida al cargo de Superintendente
del Hospital "Número Uno" y de su Escuela de Enfermeras, para de inmediato
64
ser promovida a Inspectora General de las Escuelas de Enfermeras de la República. Con la colaboración estrecha de la enfermera Martina Guevara Molina,
fundó la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, el 29 de marzo del propio año 1909, en el Hospital Número Uno, hoy "General Calixto García" y ocupó
el cargo de Presidenta hasta 1918, en que, por razones de salud, se vio obligada
a no ir a una posible reelección. En representación de la Asociación Nacional
de Enfermeras Cubanas viajó a Londres en 1909, recién constituida la organización, al III Congreso del Consejo Internacional de Enfermeras y en ese viaje
llevó consigo una mantilla para ofrecer de regalo a Florence Nightingale. Años
más tarde desempeñaría el cargo de Jefa del Negociado de Enfermeras, fundado en 1917.
Trinidad Cantero Cantero,148 enfermera que había sido el 1er. Expediente
(Título de Oro) de la primera promoción de enfermeras del Hospital "Nuestra
Señora de las Mercedes", compañera de curso de Martina Guevara Molina. Al
graduarse, por sus altas calificaciones docentes, fue destinada al Hospital Número Uno, luego, al producirse una vacante en la Escuela de Enfermeras de
Cienfuegos asume el cargo que venía desempeñando la enfermera norteamericana Jeannette Byers. Allí realizó una labor destacada, por lo que fue promovida a Superintendente de Enfermeras del Hospital Número Uno y de su Escuela
de Enfermeras, para sustituir a Margarita Núñez, al ser esta última promovida
al cargo de Inspectora General de las Escuelas de Enfermeras de la República.
María Luisa Aguirre Areantes,149 graduada de la Escuela de Enfermeras
del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, es ubicada en el Hospital Civil de
Santiago de Cuba, en 1904. Se destacó por sus dotes organizativas y docentes
por lo que fue designada para viajar a Panamá, en julio de 1909, respondiendo a
una solicitud del gobierno de ese país que necesitaba una enfermera especialista para el cargo de Directora de la Escuela de Enfermeras del Hospital de
Santo Tomás, constituyendo así la primera enfermera colaboradora en una misión internacionalista, en la historia de la profesión en Cuba. Le corresponde
también el mérito de haber iniciado, en 1907, la bibliografía de enfermería, con
su publicación "La Enfermera: sus condiciones profesionales y sociales", editada por La Moderna Poesía.
Victoria Brú Sánchez,150 estudió en la Escuela de Enfermeras del Hospital
Número Uno, graduándose en 1906.* Fue destinada al Hospital de Remedios.
* Elena López Serrano, en su trabajo «Efemérides médicas cubanas», aparecido en los Cuadernos
de Salud Pública No. 69 de 1985, la ubica como graduada en el Hospital Nuestra Señora de las
Mercedes, en el año 1905.
65
En 1907 es trasladada al Hospital Número Uno. El 27 de febrero de 1909, se le
asigna el cargo de Superintendente del Hospital de Santiago de Cuba primero e
inmediatamente después es trasladada, con igual cargo al Hospital de Puerto
Príncipe, actual Camagüey, y su Escuela de Enfermeras, en sustitución de la
enfermera norteamericana, Mary Pearson, y el propio año al Hospital de Dementes de Cuba (Mazorra), sustituyendo a la enfermera norteamericana Elizabeth
Walker. El 21 de enero de 1910 es nombrada Superintendente del Hospital
Número Uno y el 14 de marzo de 1914 es trasladada al Hospital de Cienfuegos,
con igual categoría. Es precisamente allí donde, años más tarde, encontraría la
muerte en pleno cumplimiento del deber, víctima de la epidemia de influenza que
azotó la ciudad en 1918.
Pelegrina Sardá Sardá151 nació el 5 de mayo de 1872, en Manzanillo, antigua provincia de Oriente. Estudió en la Escuela de Enfermeras del Hospital
"Número Uno" y llegó a ocupar importantes responsabilidades profesionales,
tales como la Superintendencia del Hospital "Gral. Calixto García" y su Escuela
de Enfermeras. En 1913, en el segundo período eleccionario de la Asociación
Nacional de Enfermeras de Cuba, ocupó el cargo de Vice-Tesorera. En 1918,
realizadas las terceras elecciones en la Asociación, y habiendo renunciado la
Presidenta fundadora al derecho de ir nuevamente a la candidatura para una
posible segunda reelección debido a su ya precario estado de salud, Pelegrina
resultó electa Presidenta. En 1921, al organizarse la Federación Nacional de
Asociaciones Femeninas de Cuba, integrada por cinco Asociaciones, una
de ellas fue la Asociación de Enfermeras. Al iniciarse, el 1ro de abril de 1923 el
I Congreso Nacional de Mujeres, la Asociación Nacional de Enfermeras envió
una delegación integrada por las enfermeras Antonia Prieto de Calvo, quien
ocupaba el cargo de Jefa del Servicio de Higiene Infantil, y Pelegrina Sardá y
Sardá, Presidenta de la Asociación desde 1918. Bajo su Presidencia, en agosto
de 1923, se sometió a aprobación una enmienda a la Ley de Jubilaciones de
Enfermeras, a fin de que pudieran retirarse a los veinte años de servicios, sin
que tuvieran que esperar a tener 55 años de edad. (Este Proyecto finalmente no
se aprobó.) Más tarde, en 1924, por iniciativas de Hortensia Pérez, y bajo la
presidencia de Pelegrina Sardá, se solicitó autorización para celebrar el "Día de
la Enfermera", siendo autorizado por el Presidente de la República, constituyendo la última actividad importante realizada bajo su presidencia, pues en Junta
celebrada el 7 de julio del propio año 1924, se efectuaron las elecciones en la
Asociación y resultó electa como nueva Presidenta, Martina Guevara Molina.
El 18 de abril de 1948, moría en La Habana Pelegrina Sardá, a la edad de
76 años.
66
ENFERMERAS CUBANAS EN EL PRIMER
CUARTO DEL SIGLO XX
No cabe la menor duda que, a partir del surgimiento de la enfermería profesional en el país, tal y como fuera expresado por distintas personalidades médicas de la época, tanto administrativas, clínicas como académicas, los enfermos
contaron con personas inteligentes que organizaron los cuidados que necesitaban, los médicos pudieron encontrar una valiosa ayuda en la observación de la
evolución de los pacientes, en la ejecución eficiente de los procederes diagnósticos y terapéuticos y en la administración de los servicios hospitalarios, y la
sociedad pudo contar con un grupo de mujeres que se distinguían por su sentido
de responsabilidad, el sentimiento de solidaridad y el profundo respeto a la persona humana.
Por su parte, de manera especial, las enfermeras jefas de salas se destacaron por su grado de organización y capacidad de liderazgo efectivo en su función de administradoras de los recursos hospitalarios. Pero más importante aun
fue la temprana incorporación de las enfermeras a las actividades preventivas.
Las enfermeras visitadoras fueron las precursoras de las enfermeras salubristas
y de atención primaria de hoy. Su actividad de vigilancia epidemiológica resultó
de gran valor para el desarrollo de la salud pública cubana.
En 1910, gracias al apoyo del entonces Secretario de Sanidad, Dr. Enrique
Núñez de Villavicencio y Palomino, se inaugura una Escuela Libre de Enfermeros en la Casa de Salud "La Covadonga". Sólo años más tarde, el 3 de noviembre de 1915, aparecería publicado en la Gaceta Oficial que esa y otras escuelas
fundadas en los años subsiguientes, tales como las Escuelas Libres de Enfermeros de las Casas de Salud de Dependientes del Comercio de La Habana, La
Benéfica, La Castellana y la Quinta Canarias, estaban amparadas por el Decreto Presidencial No. 1465, de fecha 25 de octubre de 1915.152
En 1912 se funda la Asociación de Enfermeros de Cuba, con la presidencia
de Ramón Contín. Este propio año se construye el panteón de las enfermeras
en el Cementerio de Colón y se logra construir también, gracias a la iniciativa de
Martina Guevara y Mary O'Donnell, el Pabellón para enfermeras tuberculosas
en el Sanatorio Antituberculoso La Esperanza. El 4 de febrero del propio año
1912, quedaba inaugurado con el nombre de "Martina Guevara".
En esta época se encontraban vigentes las Ordenanzas Sanitarias aprobadas por el Decreto Presidencial No. 674, de fecha 15 de julio de 1914, que
establecía que el servicio de enfermeras y enfermeros de los hospitales, casas
de salud y otros establecimientos análogos, estaría desempeñado por enfermeras y enfermeros graduados o incorporados a la Universidad de La Habana, y
que el número de enfermeras o enfermeros sería de uno durante el día, por cada
servicio de medicina o de cirugía, y de uno por cada dos servicios durante la
67
noche. Añadía que habría, además, una enfermera encargada del salón de operaciones, y dos enfermeras para las salas de operados, una para el día y otra
para la noche.153
En 1917, la Sección de Inspectores de Enfermería pasa a ser Negociado en
la Secretaría de Sanidad y Beneficencia.154
Entre 1918 y 1923 se producen tres grandes pérdidas para la enfermería
cubana. En 1918, se produce la gran epidemia de influenza en la que muere
Victoria Brú Sánchez, en cumplimiento de su deber. En 1922, fallece Rosa
Seigle Comesañas, primera Superintendente cubana de la Escuela de Enfermeras del Hospital Santa Isabel y San Nicolás de Matanzas, al contraer la fiebre
tifoidea. El 11 de noviembre de 1923, fallece Margarita Núñez Núñez, la fundadora y primera Presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba,
la enfermera más destacada de la profesión en su país, la Florence Nightingale
cubana.155
Un año antes de la muerte de Margarita, su entrañable compañera y amiga,
Martina Guevara Molina, había obtenido el Certificado de Instructora de Enfermería, al culminar sus estudios en un curso que realizó en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. A su regreso a Cuba, en 1923, se incorporó como profesora de enfermería en las Escuelas de Enfermeras de los Hospitales General
Calixto García, Nuestra Señora de las Mercedes y Dementes de Mazorra.156
Un año después del fallecimiento de Margarita Núñez se convoca a elecciones y Martina Guevara Molina resulta electa Presidenta de la Asociación.
Cuatro hechos importantes van a ocurrir bajo su mandato, que por sí solos
hablan de los valores morales y profesionales de esta excepcional mujer. Los
primeros tres tienen lugar antes de finalizar el primer cuarto del siglo XX:
- El 3 de junio de 1924 se celebra por primera vez el Día de la Enfermera, a
propuesta de Hortensia Pérez, por coincidir con el natalicio de Victoria Brú
Sánchez, considerada como la primera mártir de la enfermería cubana, al
morir en el cumplimiento de su deber cuando la epidemia de influenza que
atacó el país en 1918.157
- La Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, presta
sus salones para que se realice el Acto de Elogio de Margarita Núñez Núñez,
en el cual se reconoció sus excepcionales méritos como gran administradora
de los servicios de enfermería, fundadora y Presidenta en dos mandatos de
la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba; pero especialmente sus
dotes morales y su gran condición de luchadora por los derechos profesionales de las enfermeras y los derechos sociales de las mujeres.158
- Se cierra esta primera etapa del desarrollo de la enfermería profesional en
Cuba, con la incorporación de la Asociación Nacional de Enfermeras al
Concilio Internacional de Enfermeras, en el año 1925.159
68
ENFERMERÍA CUBANA EN EL PERÍODO 1925-1940
El 26 de agosto de 1928 se inaugura, en el Hospital "General Calixto García",
el Pabellón Margarita Núñez Núñez, construido con fondos propios de la Asociación Nacional de Enfermeras, dedicado a la atención de las enfermeras
enfermas. 160
Ese propio año son condecoradas, en un acto solemne, las enfermeras estadounidenses, Mary Agnes O'Donnell y Eugenie Hibbard, por su valiosa contribución a la enfermería cubana durante más de 25 años de servicios en Cuba.161
También en este año 1928 la Cruz Roja Nacional condecora con Medalla
de Oro a Martina Guevara Molina, por sus 25 años de destacada labor, y ese
mismo año asiste a la Convención de Enfermeras que se celebró en Louisville,
Kentucky, EUA.162
Al año siguiente, Eugenie Hibbard recibía el testimonio de consideración,
respeto y gratitud de las enfermeras cubanas, en ocasión de su retiro de la
profesión y el regreso a su país de origen, luego de 29 años de labor en Cuba.163
Ese mismo año 1929, el 20 de mayo, aparece la primera publicación científica periódica de las enfermeras cubanas, La Enfermera Nacional, aunque sólo
se editará durante dos años, reapareciendo en agosto de 1932.164
También en 1929 se inaugura la Escuela de Enfermeras de Santa Clara, en
tanto que la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba reclama que se cierren las Escuelas Libres de las Casas de Salud, pues sus Reglamentos y Programas son menos exigentes, los títulos son iguales y los salarios más altos,
constituyendo un acto de injusticia con las enfermeras. Otras escuelas se vieron
obligadas a cerrar por falta de presupuesto para su sostenimiento, como consecuencia de la crisis de la economía cubana, en gran medida influida por la crisis
general del capitalismo, iniciada ese mismo año. Sin embargo, se gradúan, en el
primer curso de instructoras, bajo la dirección de Martina Guevara, las primeras
siete profesoras de enfermería formadas en el propio país. Al año siguiente,
1930, se gradúa otro grupo de instructoras.165
Es también en el año 1930 que se hace un homenaje de despedida a Mary
Agnes O'Donnell, quien regresaba definitivamente a los Estados Unidos, tras
31 años de ininterrumpida y abnegada labor en Cuba. La destacada formadora
de las primeras enfermeras cubanas moriría ocho años más tarde, en Nueva
York.166
Otro hecho significativo del propio año lo constituyó la solicitud de la Unión
Médica Guatemalteca de que la enfermera cubana Julia Santana Alemán, quien
en esos momentos se desempeñaba como Superintendente de la Escuela de
Enfermeras de Santiago de Cuba, marchara al país centroamericano para organizar la asistencia de enfermería, donde permaneció durante todo un año.167
A ella se debe un interesante trabajo que publicará 20 años más tarde, en la
Revista Romances, sobre la evolución de la enfermería cubana.
69
En el propio año 30, sólo se mantiene Elizabeth Walker como Superintendente del Hospital de Dementes de Mazorra, mientras que dos enfermeras
cubanas, Pelegrina Sardá y Sardá y Antonia Bergaza, ocupan la Superintendencia
de los Hospitales General Calixto García y el de Puerto Príncipe respectivamente. La primera, se venía destacando desde su protagonismo como Presidenta
de la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, en el período 1918-1924, y
la segunda iniciaba su destacada labor que la va a llevar, en la década de los
años 50, a ocupar el cargo de Sub-Jefa primero y Superintendente después de
la Escuela de Enfermeras del Hospital General Calixto García.168
En el año 1931, se gradúa la tercera promoción de instructoras de enfermería, en esta ocasión, cinco enfermeras. Una de ellas, Paulina Madan, llegaría a
desempeñarse como Superintendente de la Escuela de Enfermeras de Matanzas, la cual se cerró en este propio año, junto a la Escuela de Cienfuegos; pero
fue reabierta a la caída de la dictadura machadista.169
El 5 de diciembre de 1933, por el Decreto Ley No. 2990, se dispone la
transformación de la Asociación Nacional de Enfermeras y Alumnas de Cuba
en Colegio Nacional de Enfermeras de Cuba. Poco tiempo después, también la
Asociación Nacional de Enfermeros se transforma en Colegio Nacional de
Enfermeros de Cuba.170
En 1937, se inaugura la Escuela Nacional de Enfermeros de Cuba en el
Hospital de Dementes de Mazorra, asumiendo su dirección el enfermero Apolonio
Cepero, en tanto Elizabeth Walker continuaba desempeñando el cargo de Superintendente.171
Por primera vez se lanza una convocatoria para someter a examen de ingreso a las aspirantes a alumnas de enfermería y se les exige, como mínimo,
8vo. grado o ingreso al bachillerato como requisito de ingreso.172
Los años finales de la década se van a caracterizar por demandas salariales
como resultado de las luchas gremiales que serán asumidas por los Colegios
profesionales. Así, en 1938, se reclama $ 60.00 como salario mínimo tanto para
enfermeras y enfermeros que trabajaban en hospitales del Estado, como los que
se desempeñaban en clínicas y centros particulares.173
En el Instituto Carlos J. Finlay, -que se había fundado el 1ro. de abril de
1927- comenzaron a impartirse, a fines de la década de los años 30, diversos
cursos posgrados para enfermeras y enfermeros, entre ellos: Dietética y Alimentación, Higiene Infantil y Escolar, Enfermedades Infecciosas, Estudios de
Laboratorio e Instructora de Enfermería.174
En 1939, se gradúan los primeros diez enfermeros de la Escuela Nacional
de Enfermeros de Cuba en el Hospital de Dementes de Mazorra. Por esta
misma época se insiste en el reclamo de clausura de las Escuelas Libres de
Enfermeros pues ellas constituyen, según el criterio del Colegio de Enfermeras,
"un atentado a la enseñanza de enfermería".175
70
CONSTITUCIÓN DEL 40 Y SUS EFECTOS
EN LA PROFESIÓN DE ENFERMERÍA
La Constitución de 1901, olvidada por todos, había volado en pedazos en los
albores del 30. Con Machado y su forzada prórroga de poderes, la violencia se
adueñó del país, hasta tal punto que luego de casi una década de convulsión,
todos los partidos, incluyendo aquellos de posiciones más irreconciliables, coincidieron en la necesidad del restablecimiento de la normalidad y de aprobar una
Carta Magna que respondiera a las nuevas necesidades del desarrollo de la
nación.
Muchos fueron los obstáculos que fue preciso vencer para iniciar el proceso político conducente a la adopción de una nueva Constitución, capaz de conciliar los intereses de las fuerzas políticas en pugna y de acercarse a las crecientes demandas populares de contar con un texto legal que reconociera plenas garantías individuales y sustentara cambios sustanciales en lo social y económico.
Las maniobras yanquis por una parte, y la intensa actividad de once partidos con intereses contrapuestos de otra, provocaron complicadas situaciones
que detuvieron el proceso en numerosas oportunidades. El resultado de todo
ello fue la creación de dos grandes bloques. Por una parte la oficialista Coalición Socialista Democrática (CSD) que respaldaba la plataforma electoral de
Fulgencio Batista; del otro lado, el bloque de la oposición, liderado por el Partido
Revolucionario Cubano (Auténtico), dirigido por el Dr. Ramón Grau San Martín. * El pequeño Partido Agrario Nacional, intervino de forma independiente y
no alcanzó ningún delegado.
Finalmente, el 15 de noviembre de 1939, fueron celebradas las elecciones
para delegados a la Asamblea Constituyente. La filiación partidista de los delegados ofrece una idea del contenido de las discusiones y el alto mérito de los
comunistas quienes, con solo seis delegados, influyeron de manera decisiva en
la aprobación de una constitución socialmente avanzada para la época.
El 9 de febrero de 1940 comenzó la Asamblea Constituyente en el Capitolio
Nacional. Cinco días más tarde eligieron al Dr. Ramón Grau San Martín como
su presidente. En este primer período se debatieron los problemas políticos relativos a la soberanía de la Asamblea, lo concerniente a la primera magistratura y
la coexistencia del Congreso y la Constituyente. Dos meses y ocho días demoraron para aprobar sólo 50 artículos.
* El Dr. Grau San Martín era profesor de Fisiología de la Escuela de Medicina cuando fuera
ascendido a la Presidencia de la República, a la caída del dictador Machado, gracias al apoyo del
Directorio Revolucionario.
71
En el segundo período, bajo la presidencia de Carlos Márquez Sterling, fueron aprobados los 236 artículos restantes y numerosas disposiciones transitorias. Por esa fecha hasta los más pesimistas estaban convencidos de asistir al
nacimiento de una nueva República, optimismo infundado pues ignoraban la
magnitud de los obstáculos por vencer durante casi 20 años, para que dejara de
ser papel mojado.
Una de las primeras grandes reivindicaciones laborales logradas por las
enfermeras y enfermeros de esta época, al amparo de los reclamos sindicales
que se hicieron patentes en los debates y acuerdos de la Asamblea Constituyente fue el salario mínimo de $ 60.00.176
En 1947 se logra impartir un nuevo curso para instructoras de enseñanza de
enfermería, que desde el curso 1930-31 no se realizaba ninguno. En este se
gradúan Carmen Bendoyro, Elvira Guin Achao, Aurora Sánchez Pérez, Rita
Mier Febles, Ester Alfonso y Andrea Bouza.177
Por estos años existía una corriente que venía gestándose desde principios
de los años 40, consistente en la propuesta de unión de los Colegios de enfermeras y enfermeros. En 1947 se realiza un Congreso donde los miembros de ambos colegios asisten, aunque no se llegó al logro de la unión solicitada.178
En 1949 se le realiza un homenaje de despedida a Elizabeth Walker,
reconociéndosele como muy meritoria la labor realizada en Cuba durante cerca
de 40 años. Se retira a su país y fallece en Filadelfia en 1951.179
A inicios de la década de los años 50, con la reanimación económica, se
produce la reapertura de algunas de las escuelas de enfermeras que habían sido
cerradas cuando la crisis del 29. Por esta época sólo existía la Escuela Nacional
de Enfermeros en el Hospital de Dementes de Cuba (Mazorra), a la que se le
añadiría la del Hospital Militar "Carlos J. Finlay".
En 1953 se aprueba la Ley de Retiro para las enfermeras y enfermeros.180
Ese mismo año se autoriza a las estudiantes del 2do. y 3er. años para que
desempeñen responsabilidades como Jefas de Salas durante las vacaciones de
las enfermeras.
En 1958, según las estadísticas sanitarias, Cuba contaba con 6 286 médicos,
250 estomatólogos, 46 farmacéuticos, 478 técnicos y auxiliares y 826 enfermeras, enfermeros y auxiliares de enfermería. Estas cifras incluían al personal
ubicado en los 94 hospitales (67 Generales, 10 Maternidades, 3 Infantiles, 1
Psiquiátrico, 2 Oncológicos, 5 Antituberculosos, 2 Leprosorios, 2 Ortopédicos,
1 de Rehabilitación y uno de Enfermedades Infecciosas); las 52 Casas de Socorro y las 242 instituciones pertenecientes al Mutualismo, no así las Clínicas
Privadas, que no aparecen registradas en las estadísticas.181
Los hospitales tenían una dotación de 28 536 camas y la Asistencia Social
disponía sólo de 3 965 camas destinadas a Hogares de Ancianos.
Mientras que el Hospital Nacional de Dementes era el único hospital psiquiátrico del país, en el que -como en una escena de Dante- "el almacén de
72
locos" albergaba a 3 500 hombres y mujeres desnudos, atados a camas que sólo
tenían el bastidor de alambre para recibir sus cuerpos famélicos, las grandes
desigualdades sociales mantenían en aumento otra enfermedad con un fuerte
componente social, la tuberculosis pulmonar. La alta incidencia y prevalencia de
la enfermedad obligaba al Estado a mantener 5 hospitales dedicados exclusivamente a estos 2 371 enfermos.182
ENFERMERÍA A PARTIR DEL TRIUNFO
DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
Al triunfo de la Revolución, en 1959, se encontraban desempeñando funciones de superintendentes y profesoras de enfermería las profesionales que aparecen en la tabla 3.
Tabla 3. Profesionales que se encontraban desempeñando funciones de superintendente y profesoras de enfermería al triunfo de la Revolución
Hospital Mercedes
Hospital Calixto García
Hospital Mazorra
Hospital Santa Clara
Hospital Santa de Cuba
Hospital Camagüey
Esperanza Navarro y Aurora Pérez
Lutgarda Mesa, Carmen Bendoyro* y Rita Mier*
Secundina Bello y Elvira Guin Achao
María Caridad Pita y Matilde Noguez
Elisa Hernández Larramendi
Margarita Sosa
* Se desempeñaban también como Instructoras de Enfermería en la Escuela de Enfermeras «América Arias», anexa al Hospital de Dementes de Cuba.
Al frente del Colegio de Enfermeras se encontraba en esos momentos,
ocupando la Presidencia, Zenaida Becerra, quien era la sexta enfermera que
asumía esta responsabilidad desde la constitución de la Asociación de Enfermeras de Cuba. Retrospectivamente habían ocupado ese cargo María Regla García
(profesora de enfermería), Emma Deulofeu, Martina Guevara (una de las primeras 7 enfermeras cubanas graduadas y la primera cubana graduada de profesora de enfermería), Pelegrina Sardá y la fundadora de la organización, Margarita Núñez.184
Las dos hermanas Becerra, Zenaida (Presidenta del Colegio de Enfermeras) y Eulalia (compañera del mártir Menelao Mora Morales), habían sido activas militantes del Movimiento 26 de Julio, por lo que se consolida su liderazgo
entre las enfermeras cubanas. Eulalia es nombrada Jefa del Negociado de Enfermeras de Cuba.
El 29 de enero del propio año del triunfo revolucionario, comienza la Asamblea de Diputados del Colegio Nacional de Enfermeros de Cuba, que sesiona
73
por tres días, tomándose el acuerdo de formar las Milicias de Enfermeros en
apoyo a la Revolución.185
El 16 de octubre de 1959, se crea la carrera Sanitaria para médicos,
estomatólogos, veterinarios, ingenieros sanitarios, farmacéuticos, enfermeras y
educadores sanitarios por la Ley No. 607.186
La enseñanza de enfermería sufre una gran transformación al ampliarse las
matrículas de las escuelas existentes, y poco tiempo después comienza un período de apertura de nuevas escuelas para dar respuesta a una de las principales y primeras medidas revolucionarias: la salud, derecho de todos y deber del
Estado. Para dar cumplimiento a este compromiso del nuevo Proyecto Social, la
nueva política de salud estuvo dirigida a acercar la atención médica a toda la
población cubana.
Pero la rápida extensión de los servicios de salud a toda la población del
país, incluyendo las regiones más remotas, no permitía esperar tres años para
que se formaran las enfermeras, de manera que en 1960 comienza un curso
acelerado de 2 años; pero ni esto bastó para cubrir todas las crecientes necesidades. Esta situación obligó a la creación, en 1961, de la primera Escuela para
Auxiliares de Enfermería, que se formaban con solo 6to. grado de escolaridad
en un curso de seis meses. Más tarde este curso se prolongó a nueves meses y
por último a un año.187
Por esa época se formaron Auxiliares de Enfermería General y Pediátricas,
más tarde también Obstétricas, a quienes después se les ofreció la oportunidad
de ingresar en Escuelas de Enfermeras preparadas especialmente para convertirlas en enfermeras generales, pediátricas u obstétricas, en cursos de dos años.
La década de los años 60 se caracteriza también por la incorporación de las
enfermeras recién graduadas al Servicio Social Rural en todos los hospitales y
puestos médicos del país, sobre todo en los pequeños pueblos, caseríos y bateyes,
donde nunca antes habían visto a un médico ni una enfermera. Pero, en la
medida en que las capitales de provincias, e incluso algunas otras ciudades que
les seguían en importancia económica y social, abrían sus propias Escuelas de
Enfermeras, o incrementaban considerablemente las matrículas de las ya existentes, se reducía la necesidad de enviar a las enfermeras capitalinas a cumplir
el Servicio Social Rural.
A principios de esta década se inaugura una nueva Escuela de Enfermeras,
anexa al Hospital Nacional (hoy Enrique Cabrera), construida especialmente
para este fin, con todas las comodidades existentes en la época. En esta Escuela los requisitos de ingreso son más elevados. Se exige el Bachillerato terminado, o título de las Escuelas Normales de Maestros.188
Con la ampliación de matrículas y la apertura de nuevas escuelas, se evidencia el insuficiente número de docentes de enfermería, de modo que se dedica un gran esfuerzo material y de recursos humanos para la formación de nue74
vos docentes y gestores de la especialidad. Unos de los primeros cursos
posbásicos que se imparten fueron justamente los de Instructoras de Enfermería, Enfermería de Salud Pública y Administración de Enfermería.
En 1962, por el Decreto Ministerial No. 4 de fecha 14 de febrero, que
regula las Escuelas de Enfermeras, se suspenden las Escuelas de Enfermeros
(Mazorra y Hospital C. J. Finlay) y las Escuelas Libres.189
Casi de inmediato se abren las Escuelas de Enfermeras en los Hospitales
Clínico Quirúrgico "Joaquín Albarrán ", Quinta Dependientes (hoy Clínico Quirúrgico 10 de Octubre), Quinta Covadonga (hoy Hospital "Salvador Allende ")
y en el Hospital Militar "Carlos J. Finlay ".
En 1963 parte la Brigada de Médicos, Enfermeras y Técnicos de la Salud
hacia la República de Argelia.
En la segunda mitad de los años 60, los adelantos de la ciencia en general, y
de la medicina en particular, recababan una urgente transformación de los planes de estudios existentes en correspondencia con la necesidad de elevar el
nivel cultural y científico de las enfermeras. Se solicita entonces al Ministerio de
Educación de Cuba asesoría pedagógica para las profesoras de enfermería y
otros profesores de los claustros de las Escuelas, con el objetivo de elevar la
calidad de la docencia y el nivel cultural de los estudiantes. Para lo concerniente
a la elevación del nivel científico-técnico de las enfermeras, se solicitó a la
Oficina Panamericana de la Salud, la asesoría de enfermeras especializadas.
En 1964 se cierra la Escuela de Enfermeras "América Arias", anexa al
Hospital de Dementes de Mazorra.190 Por Resolución Ministerial No. 88 de
fecha 6 de marzo de ese año, se dispone nombrar "Lidia Doce" a la Escuela de
Enfermeras del Hospital Clínico Quirúrgico "Joaquín Albarrán". En ese mismo
año comienzan en La Habana, en los Hospitales "Luis Díaz Soto" y "William
Soler", el Plan II de Enfermería General y Pediátrica, respectivamente, para
convertir a las Auxiliares de Enfermería -que entretanto debían haber alcanzado el 9no. Grado de escolaridad- en enfermeras especializadas (Generales y
Pediátricas, respectivamente), en cursos de dos años, durante los cuales las
estudiantes continuaban recibiendo sus salarios pues realizaban un turno diario
de 6 horas de trabajo. Más tarde se inaugurarían otras escuelas similares en los
Hospitales Pedro Borrás Astorga, e Hijas de Galicia, para formar enfermeras
pediátricas y obstétricas, respectivamente. Este movimiento se extendería en
esos propios años a las restantes provincias del país.
En la capital, se imparten nuevos Cursos Posbásicos, además de los ya
existentes, tales como Anestesiología y Enfermería Obstétrica. De este último
se impartió sólo uno, en 1968, en los Hospitales de Maternidad América Arias y
Clodomira Costa, siendo sus profesoras enfermeras generales con curso
posbásico de Educación en Enfermería y Curso de especialización en Obstetri75
cia, quienes fungían además como Jefas de Enfermeras de los hospitales respectivos.191
En 1969 marcha la primera delegación de ayuda médica, con carácter docente, a Argelia. La Vice-Directora del Instituto Tecnológico de la Salud, anexo
al Hospital "Ernesto Che Guevara", de Mostaganem, Argelia, sería la propia
Jefa de Enfermeras de la Delegación cubana. Junto a ella desempeñarían labores docentes otras dos profesoras de enfermería cubanas y una francesa, además de varios médicos cubanos, un yugoslavo, un búlgaro, dos franceses, un
egipcio y dos argelinos.192
En la década de los años 70 se inician los cursos de enfermeros navales,
graduándose el primer grupo en 1972. Se diversifican los cursos postbásicos,
creándose nuevos en neonatología, cuidados intensivos y unidad quirúrgica.
La ayuda internacionalista se extiende a diferentes países de Asia, África y
América Latina y las enfermeras y enfermeros se incorporan a ella de manera
entusiasta y responsable.
En 1976 se crea la Sociedad Cubana de Enfermería, organización profesional que tendrá como objetivo principal la superación técnica y profesional del
personal de enfermería, a través de la organización de cursos, eventos y congresos de nivel nacional e internacional, y la publicación de una revista, la Revista Cubana de Enfermería, para la socialización de los nuevos conocimientos
en este campo.193
En este propio año comienza la Licenciatura de Enfermería en curso diurno
en la Facultad de Ciencias Médicas de La Habana. La licenciada Nilda Bello
Fernández, única enfermera cubana con título universitario en ese momento
(había realizado sus estudios universitarios en Colombia, apenas unos años antes), recibió el encargo de ser Decana de una nueva Facultad, la de Enfermería,
no obstante, al resultar pequeña la matrícula de este primer curso, se decidió no
constituir en ese momento una Facultad, sino adscribir el colectivo docente de
esa especialidad, como un departamento, a la recién creada Facultad de Medicina Nro. 1, que abarcaba los hospitales "Calixto García" y "Manuel Fajardo".
Es así como la Licenciada Bello Fernández asume la dirección de ese departamento, al propio tiempo que se desempeña como docente en el curso.
La matrícula ofrecida fue de 40 plazas, cuyas aspirantes serían seleccionadas entre las/los enfermeras/os que cumplieran los siguientes requisitos, sin
límite de edad:
- Tener aprobado el Bachillerato, Pre-Universitario o Facultad Obrero-Cam-
76
pesina.
Hallarse activa/o como enfermera/o.
Poseer 10 años de experiencia profesional, como mínimo.
Ser graduada/o de algún curso posbásico.
Ser liberada/o de sus funciones en su centro laboral, durante los 4 años de
duración de la carrera.
A este curso asistieron 11 enfermeros (10 mujeres y 1 hombre) quienes
estaban dedicados a tiempo completo a sus estudios y recibían la totalidad de su
salario. El único hombre fue Néstor Blanco. Una de las mujeres era una enfermera mejicana residente en Cuba, Gloria Popoca Ortega, quien había venido al
país en los primeros años de la Revolución triunfante, a prestar su ayuda solidaria; dos enfermeras habían sido internacionalistas, una de las cuales, Sara
Rodríguez Díaz, lo había sido en tres oportunidades (Argelia, Viet-Nam y
Tanzania). El promedio de edad fue de 37 años. La mayor del grupo, Gladys
Pérez Suárez, fue Diploma de Oro, primer expediente del curso. Ella y María
Fenton Tait fueron profesoras-estudiantes. El grupo estuvo integrado además
por Anayda Varela, Célida Camot (la única que no llegó a graduarse y luego se
marchó del país definitivamente), Nancy Yenoschik, Eduarda Ancheta, Yasmina
Marrero y Gladys González.194
Posteriormente esta modalidad fue cambiada a Cursos para Trabajadores,
realizados por encuentros quincenales. De esta forma los cursantes asistían a
clases y continuaban trabajando en sus centros laborales de procedencia. En el
5to. año de la carrera se acogían al año sabático, liberados de su centro para
dedicar por entero ese último año a la práctica preprofesional. Esta es la modalidad que aún se mantiene para los trabajadores.
En esta década se abre nuevamente la entrada de varones para estudiar la
carrera de enfermería técnica y, más tarde, cuando comienza la licenciatura en
enfermería en curso diurno se admiten ambos sexos entre los matriculados.
En esta etapa, se perfecciona la bibliografía de enfermería, tanto para el
nivel técnico como universitario. Se crean nuevos cursos posbásicos en las
especialidades de Atención a la Mujer, Vigilancia Epidemiológica y Enfermedades de Transmisión Sexual.
El 28 de octubre de 1989, el Presidente de la República de Cuba, Dr. Fidel
Castro Ruz, inauguró oficialmente la Facultad de Ciencias Médicas "Julio Trigo
López", en el municipio Arroyo Naranjo, aunque ya se había iniciado, desde el
año anterior, el primer curso diurno de Licenciatura en Enfermería dirigido a
egresados de preuniversitario, sin vínculo laboral ni experiencia anterior en la
especialidad.195
En los cursos posbásicos se agrega la especialidad de Psiquiatría, se separan los de Administración y Docencia, impartiéndose como dos especialidades
independientes. También en este período se adopta una nueva concepción de
las Escuelas de Enfermería, pasando éstas a Politécnicos de la Salud, integrándose junto a la enfermería, que siempre se impartía, diferentes cursos de técnicos medios de la salud, exigiéndose para la entrada a estas carreras el nivel
educacional de preuniversitario.196
La ayuda internacionalista se incrementa, prestando las enfermeras sus
servicios también en los desastres naturales que han ocurrido en diferentes
países, especialmente en América Latina.
77
En la actualidad, como parte del perfeccionamiento de enfermería se realizan distintos cursos de Diplomados y, recientemente, se ha comenzado la Maestría
en Enfermería, aunque muchas enfermeras han realizado ya algunas Maestrías
en Salud Pública, Atención Primaria, Gerontología Social, Educación Médica y
otras correspondientes a las Ciencias Sociales, tales como Sociología, Psicología Social, Comunicación, Informática, etc. Muy recientemente, una decena de
Licenciados en Enfermería, con título de Máster en algunas de estas Ciencias,
se ha incorporado al Plan de Grados Científicos para alcanzar el grado de doctor en Ciencias Médicas, en tanto se pueda materializar el sueño de la mayoría
de las/os enfermeras/os: lograr el doctorado en Enfermería.
CONSIDERACIONES FINALES
En el cambiante panorama de las profesiones sanitarias y de los servicios
de salud, es en la figura de la enfermera donde, probablemente, más y profundos cambios se han observado en los últimos tiempos. Las enfermeras son
herederas de una tradición sanitaria de la primera mitad del pasado siglo XX, en
la que eran ellas las únicas técnicas que trabajaban junto al médico, con quien
establecían una relación de dependencia muy rígida y en un entorno hospitalario
clásico.
Las últimas décadas del recién concluido siglo han visto la aparición de un
nuevo perfil profesional para las enfermeras que les han hecho ampliar la función que venían desempeñando, modificando sus esquemas de relación con los
médicos y trabajar en coordinación con un variado grupo de nuevos trabajadores sanitarios de variados matices: fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales,
psicólogos, trabajadores sociales, tecnólogos de la salud, dietistas, etc.
La enfermera actual debe dar respuesta de cuidados calificados a nuevas
demandas sociales, sin abandonar del todo su "figura tradicional" de cuidado
directo a situaciones de enfermedad aguda en los centros hospitalarios de segundo y tercer nivel.
Sin embargo, desde hace unas décadas y cada vez más, se plantean nuevos
ámbitos de actuación igualmente necesarios, tales como la atención primaria
con todos sus componentes, la salud escolar y laboral, la gestión de servicios y
la propia educación en enfermería.
En no pocos países los estudios de enfermería son unos de los mas demandados por los jóvenes que aspiran entrar a la universidad, con una relación que
alcanza en algunas universidades norteamericanas, canadienses y europeas,
hasta diez aspirantes por plaza. Toda vez que la oferta es variada en estos
lugares, el índice académico con el cual ingresan es uno de los mas altos de esas
universidades.197
A todo lo anterior hay que añadir que los niveles de abandono y fracaso
escolar son, por lo general, muy bajos en los estudios de enfermería, sobre todo
comparando las cifras con otras carreras.
78
En cada éxito alcanzado por la medicina y la salud pública, desde el surgimiento de la enfermería profesional hasta la actualidad, los médicos respetuosos de la ética de su profesión han tenido que reconocer la contribución de las
enfermeras y compartir con ellas el sentimiento de satisfacción por los logros
obtenidos en la lucha contra las enfermedades y la muerte, por una parte, y la
lucha por la vida y la salud, por otra.
En Cuba, por ejemplo, no puede hablarse de ninguno de los Programas
Priorizados por el Sistema Nacional de Salud, en los que no hayan tenido y
tengan hoy día un gran protagonismo las enfermeras. No puede hablarse de
educación médica, sin tomar en consideración el aporte de las enfermeras cubanas a la formación de los médicos, enseñándoles las habilidades prácticas
correspondientes a las técnicas y procedimientos básicos de enfermería. No
puede hablarse siquiera de investigaciones biomédicas en el campo de la clínica,
en las que no hayan aportado algún granito de arena.
Pero a pesar de todos estos indiscutibles aportes, las enfermeras se sienten
todavía preteridas entre el grupo de profesionales sanitarios porque, en la mayoría de los casos, son vistas de este modo por no pocos de sus colegas médicos y
otros profesionales de la salud. Este imaginario se extiende a otros sectores de
la sociedad, expresado en el discurso de los periodistas y hasta de un buen
número de dirigentes administrativos y de las organizaciones políticas y de masas. Constituyen realmente excepciones las personalidades que hacen alusión
directamente a las enfermeras cuando hablan de los logros de la salud pública
cubana y de su contribución en la colaboración internacional.
Las/los propias/os enfermeras/os no han logrado legitimar el orgullo de su
profesión y ello se debe, entre otros factores, al desconocimiento de su historia
pasada. Resultan casos excepcionales las/los enfermeras/os que hacen mención a hechos y figuras relevantes del decursar histórico de esta joven profesión
(apenas tiene un siglo de existencia) que se ha convertido en una verdadera
ciencia del cuidado a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX.
No son pocas las enfermeras que se han destacado, en el campo internacional, tanto en su actividad científica y profesional como social: movimiento sufragista, movimiento por la paz, lucha contra la discriminación, movimiento
sindical, etc.
En el caso de Cuba, desde el inicio de la Guerra de Independencia en 1868,
hasta el triunfo de la Revolución del 1ro de enero de 1959, la presencia de la
enfermera ha estado en las luchas por los derechos civiles y laborales,
en la clandestinidad y en las montañas. Después del triunfo de la Revolución no
ha habido actividad patriótica en la que no se haya visto su blanca figura: desfiles, concentraciones, marchas, defensa, solidaridad internacional.
Como dijera ese gran historiador Marc Bloch. "La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado". Pero lo que es peor, esta
incomprensión del presente limita las posibles acciones para construir un futuro
mejor.
79
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1 SIGERIST, HENRY. Historia y Sociología de la Medicina. Selecciones. Molina, Gustavo. Editor. Bogotá, 1974.
2 WALKER, KENNETH. Histoire de la Médecine. Marabout Université. Editions Gérard,
Verniers. Bélgique, 1962.
3 HERREMAN, ROGELIO. Historia de la Medicina. Editorial Trillas. México, 1987.
4 WALKER, KENNETH. Obra citada. (2)
5 IBIDEM. (2)
6 HOMERO. La Odisea.
7 FRANK-ELIZONDO. Desarrollo histórico de la enfermería. Ediciones Capilco, S. A.
México, 1987.
8 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
9 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
10 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
11 KOVALIOV, S. I. Historia de Roma. Tomo II. Edición Revolucionaria. Instituto del Libro.
La Habana, 1968.
12 PYKE, ROYSTON. Diccionario de religiones. Fondo de Cultura Económica. México,
1960.
13 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (6)
14 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La edad media. Editora
Revolucionaria. La Habana, 1968.
15 IBIDEM. (14)
16 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
17 MAURIAC PIERRE. Libre histoire de la médecine française. Librairie Stock. Paris,
1956.
18 DE MENA, JOSÉ MARÍA. Historia de la Medicina Universal. Ediciones Mensajero,
Bilbao, 1987.
19 WALKER, KENNETH. Obra citada. (2)
20 ENCICLOPEDIA ENCARTA 2001.
21 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
22 WALKER, KENNETH . (2)
23 ESEVERRI CHAVERRI, CECILIO. Historia de la enfermería española e hispanoamericana. Salvat Editores. S. A., España, 1984.
24 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
25 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La edad media. Obra
citada. (14)
26 ESEVERRI CHAVERRI, CECILIO. Obra citada. (23)
27 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
28 GÓMEZ GUTIÉRREZ., A.LBERTO. Del macroscopio al microscopio. Historia de la
Medicina Científica. Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas. Bogotá D. C. 2002.
29 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. Siglos XVI y XVII.
Editora Revolucionaria. La Habana, 1968.
30 SIGERIST, HENRY E. Obra citada. (1)
31 WHITE MICHAEL. Leonardo, el primer científico. Plaza & Janés, Barcelona, 2001.
32 CARRILLO, JUAN LUIS. “La medicina en el siglo XVIII”, en: Historia de la ciencia y de
la técnica. T. 30 Akal, Madrid, 1992.
33 SIGERIST, HENRY E. (1)
34 DINGWALL, R. AND OTHERS. An Introduction to the Social History of Nursing.
London: Routledge, 1988
35 IBIDEM. (34)
80
36 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
37 MAGGS, C. J. Exploring history: An Introduction to Nursing’s Past. Nurse Education
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38 ENGELS, FEDERICO. La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844). Editora
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39 WOODHAN-SMITH, CECIL. Florence Nightingale. 1820-1910. Constable and Company
Ltd. London, Reprinted in 1992.
40 IBIDEM. (39)
41 TURKISH NURSES ASSOCIATION. Florence Nightingale Museum. Istambul, 1987. (Tomado de Cook, E.T. The Life of Florence Nightingale. London, 1914.)
42 BALY, M. E. Florence Nightingale and the Nursing Legacy. London, 1986.
43 KOPF, E.W. “Florence Nightingale as a Statistician,” J. Amer. Statist. Assoc., 15 (1916),
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44 WOODHAN-SMITH, CECIL. Obra citada. (39)
45 IBIDEM. (39)
46 NUTTING, A. AND DOCK, L. A History of Nursing. G. P. Putnam’s Sons. London, 1907
47 WALKER, KENNETH. Obra citada. (2)
48 MARION JAMIESON, E. AND SEWALL, M. Trends in Nursing History (Their
relationship to world events). W. B. Saunders Company. Philadelphia and London, 1942.
49 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
50 SKEET, M. “Líderes de Salud. Florence Nightingale, una mujer con visión y empuje”, en:
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51 COOK, EDWARD. The life of Florence Nightingale. Macmillan and Co. London, 1913.
52 TOOLEY, SARAH. The life of Florence Nightingale. Cassell and Co., Ltd. London, 1910.
53 TURKISH NURSES ASSOCIATION. Obra citada. (41)
54 NIGHTINGALE, FLORENCE. Notes on Nursing. What it is and what it is not. Dover
Publications, Inc. New York, 1969.
55 BALY, M. E. Obra citada. (42)
56 SANTANA ALEMÁN, JULIA. “La enfermera cubana y su evolución”, en: Revista Romances. La Habana, agosto, 1952.
57 ENCARTA. “Elizabeth Blackwell.” Enciclopedia Microsoft 1993-2000 Microsoft
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58 LEDDY, S. AND PEPPER, J.M. Bases conceptuales de la enfermería profesional. 1ª
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59 BRIDGES, DAISY. A History of the International Council of Nurses. 1899-1964.
60 QUINOS, DAME SHEILA. ICN Past and Present. 1964-1989.
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62 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La época contemporánea. Edición Revolucionaria. La Habana, 1966.
63 GÓMEZ GUTIÉRREZ., ALBERTO. Obra citada. (28)
64 MARRINER TOMEY, A. AND RAILE ALLIGOOD, M. Modelos y teorías en enfermería. Ediciones Harcourt, S. A. Madrid, 2000. 4ª edición.
65 IBIDEM. (64)
66 IYER, TAPTICH AND BEMOCCHI. Proceso de Enfermería y Diagnóstico de Enfermería. Interamericana Mc. Graw-Hill. 2da. Edición en español. México, 1989.
67 BRIDGES, DAISY. Obra citada. (59)
68 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Surgimiento y desarrollo de las Escuelas de
Enfermeras en Cuba. (1899-1909). Tesis de grado Maestría de Historia. Universidad de La
Habana, 2000.
69 IBIDEM. (68)
81
70 SÁNCHEZ RON, JOSÉ MANUEL. El siglo de la ciencia. Taurus. Madrid, 2000.
71 QUINOS, DAME SHEILA. Obra citada. (60)
72 FLEXNER, A. Medical Educations in United States and Canada. The Carnegie Foundation
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73 ADAMS HAMPTON, ISABEL. Manual para Enfermeras. Departamento de Beneficencia. Edición en español. La Habana, 1900.
74 MARION JAMIESON, E. AND SEWALL, M. Obra citada. (48)
75 MAGGS, C. J. Obra citada. (37)
76 FENTON TAIT, MARÍA. Testimonio oral ofrecido a la autora, en la FCM “Calixto García”,
en ocasión del XX aniversario del inicio de la enseñanza universitaria de enfermería en Cuba.
La Habana, 1996.
77 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
78 GUERRA FRANCISCO. La medicina precolombina. Ediciones de Cultura Hispánica.
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79 RIVERO DE LA CALLE, MANUEL. Nociones de Anatomía aplicada a la arqueología
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80 PORTUONDO, FERNANDO. Historia de Cuba 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación.
La Habana, 1965.
81 MARTÍNEZ-FORTÚN Y FOLLO, J. A. Cuadernos Historia de Salud Pública. No. 54.
La Habana, 1971.
82 GARCÍA HERNÁNDEZ Y MARTÍNEZ-FORTÚN. Cuadernos de Historia de Salud
Pública. No. 33. La Habana, 1967.
83 IBIDEM. (82)
84 DEL PINO Y DEL VEGA, M. “Apuntes para la historia de los hospitales de Cuba. (1523 a
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85 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. Siglos XVI y XVII.
Obra citada. (29)
86 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
87 LÓPEZ SÁNCHEZ, JOSÉ. “ La medicina en La Habana”, en: Cuadernos de Historia de la
Salud Pública. No. 47. La Habana, 1974.
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91 ALDEN MASON, J. Las Antiguas Culturas del Perú. Fondo de Cultura Económica.
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95 FRANK- ELIZONDO. Obra citada. (7)
96 IBIDEM. (7)
97 IBIDEM. (7)
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99 MOREIRA DE LIMA, LILLIAN. “La comunidad primitiva de Cuba”, I Parte. Historia de
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82
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116 BOLETÍN. Obra citada (114)
117 IBIDEM (114)
118 IBIDEM (114)
119 IBIDEM (114)
120 IBIDEM (114)
121 IBIDEM (114)
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132 ADAMS HAMPTON, ISABEL. Obra citada. (73).
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144 IBIDEM. (143)
145 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Tesis de Grado. Obra citada. (68)
146 IBIDEM. (68)
147 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. “Margarita Núñez, la Florence Nightingale
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148 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Tesis de Grado. Obra citada. (68)
149 IBIDEM. (68)
150 IBIDEM. (68)
151 LÓPEZ SERRANO, ELENA. “Efemérides Médicas Cubanas”, en: Cuadernos de Historia
de la Salud Pública. No. 69. La Habana, 1985.
152 BOLETÍN SECRETARÍA SANIDAD Y BENEFICENCIA. Obra citada (114)
153 IBIDEM. (114)
154 IBIDEM. (114)
155 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Margarita Núñez. Obra citada. (147)
156 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Tesis de Grado. Obra citada. (68)
157 IBIDEM. (68)
158 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Margarita Núñez. Obra citada. (147)
159 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Tesis de Grado. Obra citada. (52)
160 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Efemérides de la enfermería cubana. Revista
Cubana de Enfermería. No. 18/ 2002.
161 BOLETÍN SECRETARÍA SANIDAD Y BENEFICENCIA. Obra citada (114)
162 IBIDEM. (114)
84
163 IBIDEM. (114)
164 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Efemérides. Obra citada. (160)
165 IBIDEM. (114)
166 IBIDEM. (114)
167 IBIDEM. (114)
168 BERGAZA, FRANCISCO. Testimonio oral, ofrecido a la autora en las Oficinas del Ministro de Salud Pública. Oficinas del Ministro. La Habana, 1986.
169 CANO DÍAZ, ELPIDIA LAUDELINA Y FLORINDA. Testimonio oral ofrecido por
ambas a la autora, en su domicilio. La Habana, 1962.
170 LÓPEZ SERRANO, E. Obra citada. (151)
171 RUBIO, BLANCA. Testimonio oral ofrecido a la autora en la Sala Valdés Anciano del
Hospital Psiquiátrico de La Habana. 1961.
172 IBIDEM. (171)
173 BOLETÍN. Obra citada. (114)
174 IBIDEM. (114)
175 RUBIO, BLANCA. Obra citada. (171)
176 SANTANA ALEMÁN, JULIA. “La enfermera cubana y su evolución”. Obra citada. (56)
177 Boletín de la O.P.S. (Notas y Revistas: Enfermería). “Cuba”. No. 63: 348; Sept., 1947.
178 ESTATUTOS Y REGLAMENTO. Obra citada (143)
179 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Efemérides. Obra citada. (160)
180 RUBIO, BLANCA. Obra citada. (171)
181 MINSAP. Estadísticas Sanitarias. 1960.
182 COMITÉ ESTATAL DE ESTADÍSTICAS. Anuario Estadístico de Cuba, 1985. (P. 525)
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184 AMARO CANO MARÍA DEL CARMEN. Tesis de Grado. Obra citada. (68)
185 LÓPEZ SERRANO, E. “Efemérides”. Obra citada. (151)
186 IBIDEM. (151)
187 IBIDEM. (151)
188 BELLO FERNÁNDEZ, NILDA. Testimonio oral. La Habana, 1987.
189 LÓPEZ SERRANO, E. “Efemérides”. Obra citada. (151) y AMARO CANO, MARÍA
DEL CARMEN. Vivencia personal. La Habana, 1962.
190 CUESTA CASTILLO, ROSA. Testimonio oral ofrecido a la autora. La Habana, 1998.
191 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. Vivencia personal.
192 IBIDEM. (191)
193 AMARO CANO, MARÍA DEL CARMEN. “Editorial”. Revista Cubana de Enfermería.
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López Serrano, Elena. «Enfermería. Notas cronológicas», en: Revista Cubana Administración de
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Fotos
Tomadas de la Enciclopedia Encarta 2001.
Tomadas del Museo de Enfermería de “Metas de Enfermería”, en Internet, del trabajo
realizado por las autoras:
- Mª del Pilar Marqués Sánchez. Enfermera. Supervisora del Servicio de Nefrología del Hospital
del Bierzo. Ponferrada. C/ Camino de Santiago, n° 40 3°A. 24400 Ponferrada.
- Ana Mª Vega Fernández. Enfermera de Planificación Familiar del Hospital Bierzo. Profesora
Asociada de la Escuela de Enfermería del Campus de Ponferrada.
- Enfermer@s del Hospital General de Lanzarote que dieron su aprobación a estas autoras
para reproducir el desfile celebrado en Ponferrada.
Tomadas del Museo Nightingale.
Scanneadas por la autora de fotos personales.
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