Subido por johncogomez

3 señales de que no has entendido la voluntad de Dios

Anuncio
3 señales de que no
has entendido la
voluntad de Dios
Todos los días debemos tomar decisiones, muchas de
ellas importantes. ¿Te has preguntado cosas como con
quién debes casarte, qué estudiar, en qué lugar vivir, si
debes o no hacer una compra, cuánto dinero debes tener
en el banco, o si deberías aceptar cierto trabajo?
Si eres cristiano, uno pensaría que tomar este tipo de
decisiones es más fácil; tenemos un Dios omnisciente y
soberano que nos ayuda a determinar qué es lo que está
en su voluntad, ¿no? Pero, con toda honestidad, ¿no te
resulta agotador tratar de entender lo que Dios quiere
para ti a cada momento? ¿No te parece a veces que no es
tan evidente lo que debes hacer?
Si lo anterior te describe de alguna forma, entonces
quiero ayudarte a entender cómo cumplir la voluntad de
Dios. Para eso, desarrollé este breve cuestionario
inspirado en el libro Haz algo de Kevin DeYoung. Este
recurso, aunque fue publicado por primera vez hace 10
años, tiene prácticamente todas las respuestas que
necesitas para vivir hoy la mejor vida posible (¡aunque
no sean la clase de respuestas que estás imaginando!).
Contestar estas preguntas te ayudará descubrir si es la
voluntad de Dios que leas este libro. Reflexionar en ellas
también te ayudará a ver con más claridad cómo tomar
decisiones que glorifiquen en todo al Señor.
Pregunta 1: ¿Crees que Dios tiene un
plan específico para tu vida que
debes descubrir?
Yo también lo creía al principio. No es por nada que se
han escrito cientos de libros respecto a este tema (en mi
librero todavía tengo alguno por ahí). Sin embargo,
DeYoung deja en claro que, aunque Dios sí tiene un plan
específico en el sentido de que ha determinado lo que
sucederá, Él no va a revelarnos a cada paso del camino
los detalles de lo que hemos de hacer. El Señor no
promete revelarnos qué camisa ponernos por la mañana
o el barrio en el que deberíamos comprar una casa.
El autor lo expresa así:
“Dios no es una bola mágica que podemos sacudir y
consultar cada vez que tengamos que tomar una decisión.
Él es un Dios bueno que nos dio cerebros, nos muestra Su
camino de obediencia y nos invita a tomar riesgos por Él.
Sabemos que Dios tiene un plan para nuestras vidas. Eso
es maravilloso. El problema es que creemos que Él nos va
a contar ese plan maravilloso antes de llevarlo a cabo.
Pensamos que podemos saber —y que necesitamos
saber— lo que Dios quiere en cada paso que tomamos.
Pero tal preocupación por conocer la voluntad de Dios,
por más bienintencionado que sea nuestro deseo, es más
necedad que libertad” (loc. 240).
Nuestra esperanza no está en
descubrir la voluntad secreta de
Dios, sino en tomar acciones que
reflejen que de verdad estamos
dispuestos a confiar en Él, sea cual
sea nuestro camino
Pregunta 2: ¿Has orado para que Dios
te diga exactamente qué decisión
tomar?
Pedir dirección a Dios es algo natural, pero nuestra
condición caída a veces nos lleva a querer que Dios sea
demasiado específico. De acuerdo a DeYoung, existen
cinco razones por las cuales queremos que Dios nos diga
exactamente qué hacer:

Quieres agradarle. Posiblemente sea la razón menos
problemática, porque quiere decir que tienes buenas
intenciones. Sin embargo, que tu corazón esté en el
lugar correcto no implica que Dios va a responderte
como quieres que lo haga.
Eres demasiado tímido o cauteloso. Este es el mal de
nuestro tiempo: queremos tener todos los elementos,
todos los pros y todos los contras, queremos saber con
exactitud el resultado de nuestras decisiones. De
seguro que encuentras algún parecido contigo, tiendes
a quedarte inmóvil y terminas por no tomar ninguna
decisión.
 Quieres plena satisfacción. Si dices que no quieres
una vida feliz, seguramente estás mintiendo.
Posiblemente, como cristiano, busques en la Biblia las
respuestas para que todo salga como esperas… el
problema es que terminamos buscando en la tierra lo
que Dios ha preparado para el cielo.
 Tienes demasiadas opciones. Basta una visita al
supermercado o asistir a una feria universitaria para
darte cuenta de esto. Los más jóvenes han acuñado el
término FOMO (Fear Of Missing Out), el miedo a
perderse de algo, para describir el terror que le da a las
personas tomar una decisión, sabiendo que pudieron
tomar otra… y esto se vuelve más complejo cuando
tienes más de dos alternativas.
 Eres cobarde. No lo tomes personal, así lo escribe el
autor. Lo que quiere decir es que con frecuencia
pedimos a Dios que nos revele Su voluntad porque no
queremos tomar malas decisiones, no queremos que
tengan un impacto negativo, ya sea en nosotros o en
los que queremos. Eso nos lleva a no hacer nada solo
porque me lleno de temores que no quiero enfrentar.
Entonces, ¿cómo se supone que seamos obedientes si no
podemos conocer exactamente lo que desea? Dios en su

misericordia ha provisto medios de gracia para hacerlo:
la Palabra es literalmente la expresión de Su voluntad;
la oración —en la que el Espíritu Santo da testimonio a
nuestro espíritu—, y finalmente la Iglesia, la comunidad
de santos que nos apuntará a lo que verdaderamente
importa.
Pregunta 3: ¿Has considerado
“señales” como respuestas de Dios?
Si Dios no te dice claramente qué hacer —ya sea al leer el
versículo del día, en un sueño o en la conversación que
tuviste con un amigo— entonces lo más probable es que
empieces a “vibrar” con lo que sucede a tu alrededor y
trates de considerarlo como un mensaje de Dios. Si has
usado frases como “Dios abrió la puerta”, te has puesto
en plan Gedeón y extiendes un vellón para descubrir con
quién casarte (he conocido a algunos), o abres tu Biblia
esperando que el primer versículo que aparezca sea la
respuesta a tu cuestionamiento, entonces tienes un
problema… bueno, varios, según Kevin DeYoung:


Tiendes a enfocarte en los temas incorrectos. A
Dios le importa más lo que pasa en nuestro corazón:
“la pureza moral, la sana doctrina, la compasión, el
gozo, nuestro testimonio, la fidelidad, la hospitalidad,
el amor, la adoración y la fe” (loc. 475)
Crees que Dios es sigiloso. En otras palabras, crees
que disfruta jugar contigo o que te pone en laberintos
con muchos caminos pero una sola salida.
Necesitas conocer el futuro. No es solo que te
preocupen las cosas o quieras que todo salga bien, de
alguna forma —dice DeYoung— desconfías de lo que
Dios sí ha prometido en Su Palabra.
 No quieres asumir las consecuencias. Si crees que
Dios te lleva a tomar decisiones específicas, entonces
cuando no salgan como esperas, puedes echarle la
culpa fácilmente.
 Eres subjetivo. Muchas de tus decisiones están sujetas
a tus sentimientos y a tus deseos… pero sentirte
esclavizado por una especie de “paz” al tomar una
decisión no es la forma en la que Dios expresa su
voluntad.
Para este momento, ya debes haber captado la idea
general. Nuestra esperanza no está en descubrir la
voluntad secreta de Dios, sino en tomar acciones que
reflejen que de verdad estamos dispuestos a confiar en
Él, sea cual sea nuestro camino. Y en eso, el Señor nos
toma de la mano.

Resultado del test: Si respondiste afirmativamente al
menos a una de las preguntas, definitivamente está en la
voluntad de Dios que leas ¡Haz Algo! de Kevin DeYoung
😉.
En cada capítulo te encontrarás, como yo, diciendo: “Es
cierto… ¿por qué no lo vi antes?”. Y lo mejor de todo,
podrás sentir la profunda y hermosa libertad que es vivir
para la gloria de Dios, afirmando junto con DeYoung:
“Así que el fin del asunto es este: Vive para Dios. Obedece
las Escrituras. Piensa en los demás antes que en ti mismo.
Sé santo. Ama a Jesús. Y mientras hagas estas cosas, haz
lo que quieras, con quien quieras, donde quieras, y
estarás haciendo la voluntad de Dios” (loc 1432).
No pierdas más tiempo; la próxima decisión que tomes
debería glorificar a Dios y, para ello, debes entender
cómo hacerlo. ¡Haz algo, y consigue este valioso recurso!
Rodrigo Gómez es diácono en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa. Puedes
encontrarlo en su blog De vuelta a la cruz y escuchar su segmento “Crónicas
Cristianas” en el programa de radio Clasificación A que se transmite a lo
largo del mundo hispanohablante. Vive felizmente en la Ciudad de México,
con su esposa Paty y su hija Naíma.
Descargar