De lo telúrico a la construcción de ciudades imaginarias: lo real–maravilloso en Pedro Páramo de Juan Rulfo Por: Luisa Fernanda Puentes Paredes “La historia es el lugar de encarnación de la palabra poética” O. Paz1 ¿Pero que es la historia de América toda sino una crónica de lo real–maravilloso? Alejo Carpentier2 El propósito de este trabajo es hacer una aproximación a lo real–maravilloso en Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo3, a partir de la indagación que hace Alejo Carpentier en el prólogo de El reino de este mundo; esto implica un devenir que va de lo telúrico4 a la construcción de ciudades imaginarias. Es por eso que en el acercamiento al complejo mundo de la literatura hispanoamericana; no sin antes hacer mención a La Vorágine de José Eustasio Rivera, que promueve la novela moderna a comienzos del siglo XX; es necesario hacer énfasis en tres antecedentes literarios de la literatura de América Latina: Primero, en 1939, El Pozo de Juan Carlos Onetti que, de acuerdo con Luis Ernesto Lasso en su libro Señas de Identidad en la cuentística Hispanoamericana: “Esa novela corta que es el descenso al propio infierno del ser marginado intelectual, está signada por un creciente proceso de desligamiento del entorno y por la sumisión de la desesperanza.” Y luego, respecto al papel del escritor señala: “Hacia falta el escritor que partiendo de la saga de Arlt fuera capaz de contraponerse a los que estaban escribiendo con motivos universalistas (europeos) y experimentando en abstracto, sin dignarse la ojeada a los millones de hombres arrinconados que allá conducían al matadero de la segunda mundial, o aquí, simplemente, iban arrinconados al desempleo generado por la aguda crisis imperialista. Ese escritor no podía provenir de las altas esferas.” (Lasso, 1994, p. 133). Luis Hars citado por Lasso plantea: “Por primera vez nuestros escritores arrinconados en grandes ciudades amorfas, se volvieron hacía dentro para construir mundos subjetivos”5. En segundo lugar, hacía 1945, Alejo Carpentier con El reino de este mundo construye la expresión de lo verdaderamente local, es decir, “distintos procesos se perfilan para que Carpentier logre intuir y desarrollar su teoría de lo real–maravilloso, que en últimas sería 1 PAZ, Octavio. El arco y la lira, Bogotá Fondo de Cultura Económica, 1994 CARPENTIER, Alejo. Prologo. En: El reino de este mundo. Editorial Seix Barral S.A. España 2007, p12 3 Juan Rulfo nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1918. Hijo de un familia acomodada que perdió sus bienes en la revolución, pasó la niñez con sus abuelos en la finca de Acapulco, en San Gabriel (Jalisco) su padre fue asesinado en 1924, y pocos años después murió su madre. Presenció episodios de la revuelta cristera -iniciada en 1926- que tuvo especial violencia en su estado natal. En 1953 publica El llano en llamas, una colección de cuentos de ambiente rural y en 1955 Pedro Páramo. (CASTRO PALLARES, 1992, p. 7) 4 Telúrico: De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, proviene del lat. Tellus, Tellūris, la Tierra. 1. adj. Perteneciente o relativo a la Tierra como planeta. 2. adj. Perteneciente o relativo al telurismo. A partir de este concepto, lo telúrico de manera simbólica hace referencia a la particularidad de un espacio y de un tiempo determinado. En palabras de Rulfo, lo verdaderamente universal es lo local. 5 Luis Hars, “J.C.O. ó las sombras de la pared” en Los Nuestros. (Buenos Aires: Sudamericana, 1966) 2 1 tanto el espíritu como la técnica narrativa con que se abarcaría la expresión de un mundo signado por lo insólito” (LASSO, 1994, p. 205). Y en tercer lugar hacia en 1967, Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez Finalmente, en este reconocimiento de nuestro legado literario, que es a su vez una indagación por la cultura y la identidad latinoamericana, hacia 1955, Pedro Páramo, como referente identitario de la expresión de nuestro mundo, se perfila como una de las obras más representativas de la narrativa moderna, en el intento por aproximarnos, al telurismo cultural, en las esferas de la no trascendencia de Comala; el desmoronamiento de la esperanza, lo real maravilloso a partir de la construcción de ciudades imaginarias y simbólicas, los murmullos que en medio de las grietas de la historia, teje el significado y develan el mundo contemporáneo. Partiendo de la tesis según la cual lo verdaderamente universal es lo local, Juan Rulfo, en la búsqueda de la identidad latinoamericana, y en particular la identidad propia del pueblo mexicano, condensa en su obra las características modernas de la nueva narrativa, una búsqueda que penetra en el corazón de la tierra; de la tellus, con sus voces y sus particularidades, ubicada en un espacio y en un tiempo determinados. 6 He aquí expresado el concepto literal y el simbólico, de lo que podríamos denominar lo telúrico, es decir, no sólo la relación vital del hombre con el cosmos, sino que a partir de esa unidad pueda constituirse lo local: síntesis que es una exégesis del mundo; constatación que se evidencia a partir del sentir de Martí: “es preciso ser a la vez el hombre de su época y el hombre de su pueblo, pero hay que ser ante todo el hombre de su pueblo”. Podríamos coincidir con Alfonso Castro, que: “Pedro Páramo, es un gran mito rural, telúrico, lleno de fuerzas incontrolables, con evasiones extraterrenas, con dramatismos electrizantes, con espantos y ruindades cuchicheados en voz baja”7. Sin embargo, considerando que el mito nace con el hombre; (…) y que el hombre es algo real, es el centro de nuestro mundo, (…) es el portador de lo inesperado, de lo oculto, de lo maravilloso. (Castro Pallares, 1992, p. 18), Pedro Páramo es a su vez una mirada subjetiva al hombre moderno, condenado al robotismo consumista y alienante de las sociedades postmodernas. A partir de lo anterior, es importante preguntarnos ¿Qué es lo real–maravilloso?, ¿Por qué hablar de lo telúrico y no de un regionalismo, un criollismo o un costumbrismo?, ¿Cuál es la visión del mundo que nos presenta Rulfo al introducirnos en una ciudad ficcional, imaginaria y simbólica?, ¿Qué importancia tiene Comala en la construcción de lo verdaderamente particular latinoamericano, telúrico? y ¿Qué hay en Comala que nos haga reflejo e identifique como mundo occidental? Personalmente pienso que son muchos los interrogantes que surgen a partir de su relectura; teniendo en cuenta que el propósito de este trabajo es un intento por aproximarnos a la obra 6 De acuerdo con Bajtin, la relación espacio – tiempo, esta representado la noción de cronotopo. CASTRO PALLARES, Alfonso, Pedro Páramo de Juan Rulfo. Biblioteca literaria Iberoamericana, Análisis Literario, Fernández Editores. Tomo II, México 1992, p19 7 2 desde lo telúrico a la construcción de ciudades imaginarias; es una mirada holística que nos permite avecinarnos al desarrollo artístico y literario del concepto que de acuerdo con Alejo Carpentier involucra lo real maravillo: el hombre, su devenir y su pueblo. En el prólogo de El reino de este mundo, nos precisa: Pero es que muchos se olvidan, con disfrazarse de magos a poco costo, que lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de <<estado limite>> (Carpentier, 2007, pág. 7 ss) A eso que hemos denominado como lo telúrico, tanto en el plano cultural, histórico y literario; que constituye una crónica propia de América Latina; y que Rulfo considera como lo verdaderamente local, a eso que no es más que una mirada ontológica a nuestra América, que es una construcción subjetiva del mundo y sus realidades, que es una búsqueda primigenia de valores auténticos, a esa indagación por las raíces maizales de nuestros ancestros, a lo insólito que permea la cotidianidad, de una sola nación como lo expresa el pensamiento Bolivariano, de la América mestiza como la llama Martí, y que permite la construcción de mundos posibles, imaginarios, pero fundamentalmente basados en la realidad maravillosa de nuestros pueblos, a eso que no es otra forma que lo real– maravilloso. No de otra manera, presentamos una síntesis de algunos apartados de la obra para constatar su devenir y algunos apuntes de carácter interpretativo, que validan la tesis según la cual, lo uno constituye lo diverso; lo local, constituye lo universal, lo telúrico constituye lo imaginario: Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. (…) entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo a un después que a mi mano les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. (Rulfo, 2003, p. 9) Comala es una ciudad simbólica e imaginaria, fundada con los rasgos identitarios de nuestra América, “es un pueblo cualquiera, que puede estar en cualquier tiempo y en cualquier espacio” (Castro Pallares, 1992, pág. 19), signada por la no trascendencia, por el acaparamiento del poder político, económico e ideológico en manos de unos pocos; del terrateniente, que se cruza de brazos, y aniquila no sólo la vida de lo que, de suyo, constituye la media luna, sino de sus habitantes muertos, escindidos en la absurda circularidad de la vida, cotidianidad que está ligada con la orfandad, la bastardía, la degradación de los valores auténticos y la desesperanza. Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo crua, crua, crua. Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba, y nos íbamos hundiendo en el puro calor 3 sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo. –Hace calor aquí- le dije. –sí y esto no es nada- me contestó el otro. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno (Rulfo, 2003, p. 11). Partiendo de la identificación de Comala, situada a las puertas del infierno, donde el sofocante calor sin aire, en la quietud inerte de los días, crea una atmosfera de no trascendencia. Nos introducimos al través de los cerros, en el sofocante camino, tejido de recuerdos, donde Juan Preciado evoca el retrato de su madre muerta, monologo que expresa el sentir de un pasado ya vivido: Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de mi camisa, calentándome e l corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes. Pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosas de brujería y así parecía ser porque el suyo estaba lleno de agujeros como de agujas. p. 12 A la luz de la ciencia positivista, lo anterior es una herejía. Ningún ser humano puede sentir una experiencia real- maravillosa a la luz de la razón; ¿Cómo soportar entonces, el sudor de una madre muerta en la camisa?, ¿cómo sentir el calor de una madre sin vida, en el corazón?, este tipo de experiencias, tan arraigadas en la cultura latina, hace universalizar los imaginarios sociales que circulan en los pueblos: a través de las creencias, de los mitos y de los ritos. Es común escuchar en los oralidad de las personas la experiencia real – maravillosa con seres fallecidos, y a su vez, son innombrables los fetiches, los conjuros, las magias y las supersticiones que se tejen alrededor de las culturas populares, manipuladas por las imposturas del futuro. Ecos de las sobras que develan el pasado. Ecos, que son historia, Ecos que caminan, ecos sordos y enflaquecidos por la risa, ecos que penetran en la memoria, para conocer. Ecos que se instauran en la urdimbre de lo humano y que no son más que ecos del viento: Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de vivir (…) este pueblo esta lleno de ecos. (…) oigo el aullido de los perros y dejo que aúllen. Y en días de aire se ve al viento arrastrando hojas de árboles, cuando aquí, (…) no hay árboles” p. 47 Tal parece, que Comala, esta signada por la ausencia de la vida, de una especie de muerte tejida de recuerdos, de una realidad maravillosa que se hace murmullo, para ocultar las palabras, que simbolizan y dan vida. Todo es un universo creado. De esta manera recordamos el encuentro de Juan Preciado con los hermanos vivos o muertos, en la soledad del silencio murmurante de Comala: La madrugada fue apagando. Oía de vez en cuando ese sonido de las palabras, y notaba la diferencia, porque las que había oído hasta entonces lo supe, no tenían 4 ningún sonido, porque no sonaban; se sentían; pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños. P. 53 Ahora bien, para introducimos al hecho, en el que se presencia la muerte de Juan Preciado, es preciso hacer mención al diálogo que durante todo la obra literaria teje con Dorotea, es un dialogo transversal, que de acuerdo con batín expresa la polifonía de los personajes, maravillosamente creados por Rulfo: ¿Quieres hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado? Y junto a mí también estaba él, diciendo que te estabas haciendo el muerto. Entre los dos te arrastramos a la sombra del portal, ya buen tirante, acalambrado como mueren los que mueren muertos de miedo. De no haber habido aire para respirar esa noche de la que tu hablas, nos hubiera faltado las fuerzas para llevarte y el contimás para enterrarte y ya vez te enterramos. (…) es cierto Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque yo tenía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me encontré con los murmullos se me rebotaron las cuerdas (Rulfo, 2003, p. 64). Y luego, la añoranza que se expresa a través del monologo poético de la madre de Juan Preciado, para advertir la ciclicidad de la vida, por medio de los recuerdos que van entre las hojas que arrastra el viento en un lugar sin árboles, a la espera de ser percibidos, escuchados, recordados: <<Allá encontrarás mi querencia, el lugar que yo quise. Donde los sueños me enflaquecieron. Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas, como una alcancía donde hemos guardado nuestro recuerdo. (…) El amanecer, la mañana, el medio día y la noche, siempre son los mismos, pero con la diferencia del aire. Allí donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si fuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida.>> (RULFO, 2003, pág. 64). Finalmente, el tratamiento histórico que sitúa la obra, en el contexto de la Revolución Mexicana; y que configura en un sentido real lo telúrico, al condensar los rasgos respectivos de un tiempo y un espacio determinados, en particular de la revuelta cristera, constatada en la obra a partir del alzamiento en armas del padre Rentaría; a continuación se evidencia la fasificación política e ideológica del inauténtico intelectual revolucionario: Pardeando la tarde, aparecieron los hombres. Venían encarabinados y terciados de carretillas. Eran cerca de veinte. Pedro Páramo los invito a cenar (…) – patrones- les dijo cuando vio que acababan de comer- ¿en que les puedo servir? (…) –como usté ve nos hemos levantado en armas (…) – pero por qué lo han hecho. – pos porque otros lo han hecho también (…) – yo se la causa – dijo otro. – (…) Nos hemos revelado contra el gobierno y contra ustedes porque estamos aburridos de soportarlos (…) ¿Cuánto necesitan para hacer su revolución?. (Rulfo, 2003, p. 103, p. ss) Luis Ernesto Lasso en su texto Juan Rulfo: la épica del desastre, precisa: “La escasa supervivencia de los “pueblos testimonios”, en tanto el espíritu aniquilador de los nuevos 5 cristianos no se contentó con el arrasamiento de cues y pirámides o con la quema de códices, sino que llegó a sumir a sus propios hijos – los criollos – en el desprecio y olvido, tanto de la cultura raizal como de la que estaba desarrollándose en el otro plano de sus aspiraciones; los pueblos reformados marcharon a la Modernidad, mientras los tutelados por la Contrarreforma se quedaron a la saga de la historia. A manera de conclusión quisiera referirme al papel de la literatura, que marca el devenir de los pueblos: el hombre y su contemporaneidad, de acuerdo con el espacio temporal y especifico de una época; nuestra literatura es también una forma de recuperarnos y de reconocernos, de ahondar en la memoria, siempre relegada al olvido, la memoria colectiva de los pueblos signados y escindidos de América Latina; ya Octavio paz lo decía “La historia es el lugar de encarnación de la palabra poética”, palabra cargada de sentido, de silencios, de voces y de murmullos8. ¿Pero que es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?9. 8 9 PAZ, Octavio. El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica. Colombia. 1994 CARPENTIER, Alejo. Prologo. En: El reino de este mundo. Editorial Seix Barral S.A. España 2007. P 12 6 Bibliografía CARPENTIER, Alejo. (2007). Prologo, En: El reino de este mundo . España : Seix Barral. CASTRO PALLARES, A. (1992). Pedro Páramo de Juan Rulfo. Bil¿blioteca literaria Ibeoamericana, Analisis Literario,. México: Fernandez Editores. Tomo II,. LASSO, Luis. Ernesto. (1994, ). Señas de Identidad en la cuentistica Hispanoamericana. Bogota: Serie Identidad Cultural - Universidad Nacional de Colombia. RULFO, J. (2003). Pedro Páramo. Colombia : Planeta. 7