Subido por JUAN PABLO

CATEQUESIS DE CUARESMA 2

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CATEQUESIS DE CUARESMA 2° SEMANA
LOS SIGNOS DE LA CUARESMA
EL BAUTISMO DE JESÚS
El bautismo es equiparable a la pasión y la muerte en cruz, es aceptar la pasión
como un verdadero sacrificio; una renuncia al hombre viejo y crucificarte para renacer de
nuevo, es un configurarnos plenamente con Cristo1. Dar muerte al pecado, purificarnos y
asumir nuevamente la condición de hombre justificado, hombre en gracia.2
Es tal el grado de pureza que al ser bautizados, Dios nos permite mirar más allá de
nuestros ojos de carne, pues nos abre los ojos de la fe y alcanzamos a vislumbrar el hombre
nuevo que renace después del bautismo. Por medio de la fe somos capaces de comprender
aquellas cosas que bajo el razonamiento humano no alcanzaríamos a percibir. En todo lo
anterior reconocemos que el sacramento del bautismo capacita a todo hombre para el
encuentro verdadero con Dios, es tal el vínculo que se produce que el hombre goza de una
nueva dignidad, el hombre es colocado por encima de la creación como la creatura más
perfecta; coronado de gloria y dignidad.3
El sacramento del bautismo es tan importante que el mismo Jesús lo recibió de
manos de Juan el Bautista, cumpliendo así con lo anunciado en las Sagradas Escrituras 4; de
tal manera que como lo dice Tertuliano: Cristo vino por agua y sangre, para ser lavado en
agua y glorificado en su propia sangre5. El bautismo representa para el hombre la
posibilidad de renacer de nuevo por la regeneración en el Espíritu es de este modo como el
bautismo se convierte en el medio más eficaz para participar de la vida de Dios.
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, 7. En adelante aparecerá LG.
Cfr. A. GONZÁLEZ, Los sacramentos de la Iglesia, CEM, México, 1989, 335-338.
3
Cfr. Sal 8,6-7
4
Cfr. Mt 3, 13
5
Cfr. S. VERGÉS, El bautismo y la confirmación, Sal Terrae, Madrid, 1972, 99.
1
2
º
EL PERDÓN DE LOS PECADOS
El hecho de que los pecadores acudan a la Iglesia a reparar su culpa significa que es
el mismo Cristo quien los recibe, se da cuenta de la necesidad que tiene de ser perdonados
de sus pecados, y sanados en su alma; Él mismo fue duramente criticado por sentarse a la
mesa con los pecadores «Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y
publicanos, dijeron a los discípulos: “¿Es que come con publicanos y pecadores?” Al oír
esto Jesús, les dijo: “[…] no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.”»
(Mc 2, 16-17).
El perdón de los pecados que la Iglesia otorga es a la vez un recuerdo constante del
misterio salvífico de Jesucristo, es un signo eficaz de la reconciliación con Dios; es un
regreso al Padre, se trata de un regreso a la comunidad de los hijos de Dios «Aquí, el
perdón de los pecados no es la consecuencia de la reconciliación con la Iglesia, sino que
más bien la reconciliación misma con la Iglesia es el signo sacramental de la reconciliación
con Dios.»6
La Iglesia propone un camino de conversión por medio del cual el hombre podrá
gozar de la gracia de la vida divina, pero es necesario que el hombre, consciente de su
pecado; y su infidelidad hacia Dios, reconozca la necesidad que tiene de ser perdonado y
comience su camino de conversión que durará hasta el momento en que tenga que
encontrarse nuevamente con su Creador.
6
F. AROCENA, Penitencia y unción de los enfermos, 293.
º
5 PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN
1. Examen de Conciencia.
Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir
nuestro corazón sin engaños. Puedes ayudarte de una guía para hacerlo bien.
2. Arrepentimiento.
Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos
quiere: Dios.
3. Propósito de no volver a pecar.
Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve
confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo
importante es la lucha, no la caída.
4. Decir los pecados al confesor.
El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el
“orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.
5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia.
Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un
acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.
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