Subido por AREA DE COMUNICACIÓN COAR PIURA

GENEROS LITERARIOS

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ANEXO 1: GÉNERO NARRATIVO
Anexo 2: EL GÉNERO DRAMÁTICO
Anexo 3: GÉNERO ENSAYÍSTICO
El ensayo es un escrito en prosa de extensión moderada que se caracteriza por ser una cala profunda sobre un tema que
no se pretende agotar. El ensayo es una reflexión desde la perspectiva personal de un autor implícito que se presenta
como proyección artística del autor real. El ensayo es un género literario en el que el fin estético surge entrelazado con
el proceso reflexivo sin sacrificarse el uno al otro. El ensayo muestra las ideas en el proceso de su formación, por lo que
el juicio que se articula es tan importante como el proceso mediante el cual se conciben y organizan las ideas. Como todo
escrito, nace en tensión con el ambiente cultural en que se concibe, pero busca trascenderlo al hacer del ser humano
punto de partida y destino a la vez. La ensayística procura alejarse del dogmatismo que aporta el pensamiento hecho –
del tratado, por ejemplo– al presentar la idea en su gestación y como invitación, implícita o explícita, al lector a participar
y a continuar las reflexiones en su propio pensamiento. (https://www.ensayistas.org/curso3030/genero/ensayo/)
RECURSOS DISCURSIVOS
Tipo
Definición
Ejemplo
Ejemplificación
Consiste en presentar un
caso particular que sirva
para ilustrar el punto de
vista del emisor.
"La crisis económica
es un problema que
preocupa a todos, por
ejemplo, Europa
tiene países con una
alta tasa de
inflación".
Analogía
se
comparan
elementos
que
relacionan
por
semejantes
Cita de
autoridad
Se incluyen en el discurso
las palabras de un
especialista en el tema
para apoyar con mayor
fuerza la opinión del
emisor.
"Las estatuas de los
santos están solas y
mudas; así deberían
estar ciertas personas
nocivas para el
resto".
"Según Greenpeace la
perforación del ártico
ocasionará un daño
irreversible para el
planeta".
Pregunta
retórica
Es la clase de pregunta
cuyo objetivo no es una
respuesta por parte del
receptor, sino que éste
reflexione acerca de la
misma.
"¿No sería
importante
reivindicar el
proyecto solidario de
los alumnos del
secundario ORT?"
Datos
estadísticos
Se
utilizan
para
proporcionar
información
numérica
real que ilustra una idea
que se está sosteniendo
"220 millones de
correos electrónicos
se envían en 24
horas".
dos
se
ser
Tomar en cuenta y evitar en el ensayo:
INFORMACIÓN SESGADA: Es presentar sólo un aspecto de un asunto. Ordinariamente los hechos pueden tener varias
caras. Se sesga la información cuando sólo se mencionan los puntos de vista que sustentan una posición. Se mencionan
los hechos explícitos y se callan los implícitos. Por ejemplo: “Nuestro último modelo de automóvil funciona sin gasolina”
(explícito)Pero también hay un hecho silencioso que permanece implícito. La propaganda calla que para funcionar
necesita una batería que cuesta $1500.000 y solo dura dos meses.
ESTEREOTIPO: Podemos definir estereotipo como aquel consenso de opinión respecto a las características (rasgos,
conductas, etc.) atribuidas a un grupo. Es decir, los estereotipos son creencias o ideas organizadas sobre las características
asociadas a diferentes grupos sociales, tales como el aspecto físico, los intereses, las ocupaciones, etnias, etc. Son
imágenes, ideas, opiniones o interpretaciones sobre los elementos de un grupo de manera simplificada. Pero, ¿todas las
interpretaciones que hacemos son siempre interpretaciones negativas? No. Un estereotipo puede ser positivo, negativo
o incluso neutral. Por ejemplo, creer que todos los turistas alemanes van en chanclas y calcetines, puede tener una
interpretación negativa o positiva en función del valor que cada uno haga sobre esa característica del grupo.
FALACIAS: Las falacias son razonamientos desviados e incorrectos. Parecen buenos, porque son persuasivos; sin
embargo, en realidad, son defectuosos, incorrectos, no válidos. En muchos casos, se usan como estrategia para evitar la
finalidad de la argumentación y terminar imponiéndose al interlocutor.
a. Preguntas complejas. Presuponen solo dos posibilidades mutuamente excluyentes.
b. Por falta de pruebas de la postura contraria (ad ignorantiam). Consiste en defender la verdad o falsedad de un
enunciado a partir de la aclaración de que no se ha probado la postura contraria.
c. Argumentación contra la persona (ad hominen). En lugar de refutar argumento, se lanza agravios contra quien
lleva la argumentación contraria o sus antepasados o su pueblo, de manera tal que ridiculiza a la persona, sus
rasgos o su medio de vida.
d. Apelación a la falsa autoridad (ad verecundiam). - Cita a persona irrelevante. Se debe contar con autoridades
reconocidas en tema en cuestión.
e. Apelación a la falsa autoridad (ad verecundiam). - Cita a persona irrelevante. Se debe contar con autoridades
reconocidas en tema en cuestión.
f. Causalidad incorrecta (post hoc, ergo propter hoc). Se establece, sin bases suficientes, que de dos hechos que
concurren uno es la causa de otro. La sospecha puede ser válida, pero este debe ser el punto de partida no la
conclusión del razonamiento.
g. Falacia por conclusión impertinente. - Se usa un razonamiento que se orienta hacia una conclusión particular,
pero se llega a una conclusión distinta de esta.
h. Por composición. Se transfiere las características de las partes al todo.
i. Por división. - Se transfiere las características del todo a la parte
En cambio, hay que reparar en lo buenos argumento:
ARGUMENTOS: Los argumentos son ORACIONES probatorias (afirmativas o negativas), fundamentaciones, justificaciones,
evidencias de la tesis, que la hacen más plausible y aceptable. Generalmente se basan en hechos, pero también pueden
estar constituidas por razonamientos lógicos contundentes. Es necesario precisar que los argumentos están
seleccionados y organizados en función de la tesis: si la tesis cambia, los argumentos, también, pues su propósito es
sustentar, probar, demostrar o justificar la validez de la tesis. Se procura desarrollar o explicar un argumento por párrafo.
(Tomado de Redacción y Argumentación de PUCP, 2005)
¿QUÉ ES EL ARGUMENTO?
Un argumento es un razonamiento que tiene como fin la toma de decisiones fundamentadas en la comprobación de la
veracidad de una aseveración, la exposición de motivos, el examen de validez, o la persuasión. La estructura de un
argumento está orientada a aportar evidencias a favor de las aseveraciones. Hay tres expresiones que nos permiten
identificar la estructura básica de un argumento. Veamos:
1.
¿Por qué? ASEVERACIÓN.
2.
Porque… RAZONES: Justifican, presentan motivos, explican o examinan la aseveración y
3.
Por tanto… CONCLUSIÓN.
Un argumento específico ¿por qué?, ¿cuál es la justificación?, ¿cuál es la explicación? Se recomienda desarrollar un
argumento por párrafo.
ESTRUCTURA DE ARGUMENTOS
Como ya se mencionó el ARGUMENTO es un conjunto de oraciones (proposiciones). Estas deben estar relacionadas entre
sí de modo que una de ellas (la conclusión) se afirma sobre la base de otra u otras (la o las premisas o indicios) que le dan
apoyo.
El texto ya concluido sería:
Veamos
Las religiones son conjuntos de
creencias que conducen a la
intolerancia, al proclamar una fe
única, incompatible con otras. El
catolicismo no siempre con
buenos modales, ha disputado
con las otras religiones la posesión
de verdades absolutas sobre la fe.
Por lo tanto, podemos deducir
que el catolicismo es una religión
que conduce a la intolerancia,
TIPOS DE ARGUMENTOS:
a. Argumentos racionales: Se basan en ideas y verdades admitidas y aceptadas por el conjunto de la sociedad.
b. Argumentos de hecho: Se basan en pruebas comprobables.
c. Argumentos de ejemplificación: Se basan en ejemplos concretos.
d. Argumentos de autoridad: Se basan en la opinión de una persona de reconocido prestigio.
e. Argumentos de causa: establecen una relación causal entre los hechos.
f. Argumentos con datos estadísticos: se utilizan para proporcionar información numérica real que ilustra una idea
que se está sosteniendo
ANEXO 4: Fragmento de Edipo Rey
EDIPO REY
CREONTE. —No he venido a burlarme, Edipo, ni a echarte en cara ninguno de los ultrajes de antes.
(Dirigiéndose al Coro.) Pero si no sentís respeto ya por la descendencia de los mortales, sentidlo, al
menos, por el resplandor del
soberano Helios que todo lo nutre y no mostréis así descubierta una
mancilla tal, que ni la tierra ni la sagrada lluvia ni la luz acogerán. Antes bien, tan pronto como sea posible,
metedle en casa; porque lo más piadoso es que las deshonras familiares sólo las
vean y escuchen
los que forman la familia.
EDIPO. — ¡Por los dioses!, ya que me has liberado de mi presentimiento al haber llegado con el mejor ánimo
junto a mí,
que soy el peor de los hombres, óyeme, pues a ti te interesa, que no a mí, lo que voy a decir.
CREONTE. — ¿Y qué necesitas obtener para suplicármelo así?
EDIPO. — Arrójame enseguida de esta tierra, donde no pueda ser abordado por ninguno de los mortales.
CREONTE. — Hubiera hecho esto, sábelo bien, si no deseara, lo primero de todo, aprender del dios qué hay
que hacer.
EDIPO. — Pero la respuesta de aquél quedó bien evidente: que yo perezca, el parricida, el impío.
CREONTE. — De este modo fue dicho; pero, sin embargo, en la necesidad en que nos encontramos es
más conveniente saber qué debemos hacer.
EDIPO. —¿Es que vais a pedir información sobre un hombre tan miserable?
CREONTE. — Sí, y tú ahora sí que puedes creer en la divinidad.
EDIPO. —En ti también confío y te hago una petición: dispón tú, personalmente, el enterramiento que gustes
de la que está en casa. Pues, con rectitud, cumplirás
con los tuyos. En cuanto a mí, que esta ciudad
paterna no consienta en tenerme como habitante mientras esté con vida, antes bien, dejadme morar en los
montes, en ese Citerón que es llamado mío, el que mi padre y mi madre, en vida, dispusieron que fuera legítima
sepultura para mí, para que muera por obra de aquellos que tenían que haberme matado. No obstante, sé tan
sólo una cosa, que ni la enfermedad ni ninguna otra causa me destruirán. Porque no me hubiera
salvado
entonces de morir, a no ser para esta horrible desgracia. Pero que mi destino
siga su curso, vaya donde
vaya. Por mis hijos varones no te preocupes, Creonte, pues hombres son, de modo que, donde fuera que
estén, no tendrán nunca falta de recursos. Pero a mis pobres y desgraciadas hijas, para las que nunca fue
dispuesta mi mesa aparte de mí, sino que de cuanto yo gustaba, de todo ello participaban siempre, a éstas
cuídamelas. Y, sobre todo, permíteme tocarlas con mis manos y deplorar mis desgracias. ¡Ea, oh Señor! ¡Ea,
oh noble en tu linaje! Si las
tocara con las manos, me parecería tenerlas a ellas como cuando veía. ¿Qué
digo? (Hace ademán de escuchar.) ¿No estoy oyendo llorar a mis dos queridas hijas? ¿No será que Creonte
por compasión ha hecho venir lo que me es más querido, mis dos hijas? ¿Tengo razón? […]
EDIPO. —¡Ojalá seas feliz y que, por esta acción, consigas una divinidad que te proteja mejor que a mí! ¡Oh
hijas! ¿Dónde estáis? Venid aquí, acercaos a estas fraternas manos mías que os han proporcionado ver de
esta manera los ojos, antes luminosos, del padre que os engendró. Este padre, que se mostró como tal para
vosotras sin conocer ni saber dónde había sido engendrado él mismo. Lloro por vosotras dos—pues no puedo
miraros—, cuando pienso qué amarga vida os queda y cómo será preciso que paséis vuestra vida ante los
hombres. ¿A qué reuniones de ciudadanos llegaréis, a qué fiestas, de donde no volváis a casa bañadas en
lágrimas, en lugar de gozar del festejo? Y cuando lleguéis a la edad de las bodas, ¿quién será, quién, oh hijas,
el que se expondrá a aceptar semejante oprobio, que resultará una ruina para
vosotras
dos
como,
igualmente, lo fue para mis padres? […] ¡Oh hijo de Meneceo!, ya que sólo tú has quedado como padre para
éstas […] no dejes que las que son de tu familia vaguen mendicantes sin esposos, no las iguales con mis
desgracias. Antes bien, apiádate de ellas viéndolas a su edad así, privadas de todo excepto en lo que a ti se
refiere. Prométemelo, ¡oh noble amigo!, tocándome con tu mano. Y a vosotras, ¡oh hijas!, si ya tuvierais
capacidad de reflexión, os daría muchos consejos. Ahora, suplicad conmigo para que, donde os toque en
suerte vivir, tengáis una vida más feliz que la del padre que os dio el ser.
(Sófocles, Edipo rey, pág. 35-36))
Anexo 5: fragmento de ÉTICA PARA AMADOR
ÉTICA PARA AMADOR
Elecciones generales
Por todas partes te lo van a decir, de modo que no tendremos más remedio que hablar también un poco de
ello. «¡La política es una vergüenza, una inmoralidad! ¡Los políticos no tienen ética!»: ¿a qué has oído repetir
cosas así un millón de veces? Como primera norma, en estas cuestiones de las que venimos hablando, lo
más prudente es desconfiar de quienes creen que su «santa» obligación consiste en lanzar siempre rayos y
truenos morales contra la gente en general, sean los políticos, las mujeres, los judíos, los farmacéuticos o el
pobre y simple ser humano tomado como especie. La ética, ya lo hemos dicho, pero nunca viene mal repetirlo,
no es un arma arrojadiza ni munición destinada a pegarle buenos cañonazos al prójimo en su propia estima.
Y mucho menos al prójimo en general, igual que si a los humanos nos hiciesen en serie como a los donuts.
Para lo único que sirve la ética es para intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente al
vecino; y lo único seguro que sabe la ética es que el vecino, tú, yo y los demás estamos todos hechos
artesanalmente, de uno en uno, con amorosa diferencia. De modo que a quien nos ruge al oído: «¡Todos los…
(políticos, negros, capitalistas, australianos, bomberos, lo que se prefiera) son unos inmorales y no tienen ni
pizca de ética!», se le puede responder amablemente: «Ocúpate de ti mismo, so capullo, que más te vale», o
cosa parecida.
Ahora bien: ¿por qué tienen tan mala fama los políticos? A fin de cuentas, en una democracia políticos somos
todos, directamente o por representación de otros. Lo más probable es que los políticos se nos parezcan
mucho a quienes les votamos, quizá incluso demasiado; si fuesen muy distintos a nosotros, mucho peores o
exageradamente mejores que el resto, seguro que no los elegiríamos para representarnos en el gobierno.
Sólo los gobernantes que no llegan al poder por medio de elecciones generales (como los dictadores, los
líderes religiosos o los reyes) basan su prestigio en que se les tenga por diferentes al común de los hombres.
Como son distintos a los demás (por su fuerza, por inspiración divina, por la familia a que pertenecen o por lo
que sea) se consideran con derecho a mandar sin someterse a las urnas ni escuchar la opinión de cada uno
de sus conciudadanos. Eso sí, asegurarán muy serios que el «verdadero» pueblo está con ellos, que la «calle»
les apoya con tanto entusiasmo que no hace falta ni siquiera contar a sus partidarios para saber si son muchos
o menos de muchos. En cambio, quienes desean alcanzar sus cargos por vía electoral procuran presentarse
al público como gente corriente, muy «humanos», con las mismas aficiones, problemas y hasta pequeños
vicios que la mayoría cuyo refrendo necesitan para gobernar. Por supuesto, ofrecen ideas para mejorar la
gestión de la sociedad y se consideran capaces de ponerlas competentemente en práctica, pero son ideas
que cualquiera debe poder comprender y discutir, así como tienen que aceptar también la posibilidad de ser
sustituidos en sus puestos si no son tan competentes como dijeron o tan honrados como parecían. Entre esos
políticos los habrá muy decentes y otros caraduras y aprovechados, como ocurre entre los bomberos, los
profesores, los sastres, los futbolistas y cualquier otro gremio. Entonces, ¿de dónde viene su notoria mala
fama?
Para empezar, ocupan lugares especialmente visibles en la sociedad y también privilegiados. Sus defectos
son más públicos que los de las restantes personas; además, tienen más ocasiones de incurrir en pequeños
o grandes abusos que la mayoría de los ciudadanos de a pie. El hecho de ser conocidos, envidiados e incluso
temidos tampoco contribuye a que sean tratados con ecuanimidad. Las sociedades igualitarias, es decir,
democráticas, son muy poco caritativas con quienes escapan a la media por encima o por abajo: al que
sobresale, apetece apedrearle; al que se va al fondo, se le pisa sin remordimiento. Por otra parte, los políticos
suelen estar dispuestos a hacer más promesas de las que sabrían o querrían cumplir. Su clientela se lo exige:
quien no exagera las posibilidades del futuro ante sus electores y hace mayor énfasis en las dificultades que
en las ilusiones, pronto se queda solo. Jugamos a creernos que los políticos tienen poderes sobrehumanos y
luego no les perdonamos la decepción inevitable que nos causan. Si confiásemos menos en ellos desde el
principio, no tendríamos que aprender a desconfiar tanto de ellos más tarde. Aunque a fin de cuentas siempre
es mejor que sean regulares, tontorrones y hasta algo «chorizos», como tú o como yo, mientras sea posible
criticarles, controlarles y cesarles cada cierto tiempo; lo malo es cuando son «Jefes» perfectos a los cuales,
como se suponen a sí mismos siempre en posesión de la verdad, no hay modo de mandarles a casa más que
a tiros…
Dejemos en paz a los señores políticos, que bastantes jaleos provocan ya sin nuestra ayuda. Lo que a ti y a
mí nos importa ahora es si la ética y la política tienen mucho que ver y cómo se relacionan. En cuanto a su
finalidad, ambas parecen fundamentalmente emparentadas: ¿no se trata de vivir bien en los dos casos? La
ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de
organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene. Como
nadie vive aislado (ya te he hablado de que tratar a nuestros semejantes humanamente es la base de la buena
vida), cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la
política. Sería como empeñarse en estar cómodo en una casa pero sin querer saber nada de las goteras, las
ratas, la falta de calefacción y los cimientos carcomidos que pueden hacer hundirse el edificio entero mientras
dormimos…
Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y política. Para empezar, la ética se ocupa
de lo que uno mismo (tú, yo o cualquiera) hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la
manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética, lo importante
es querer bien, porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque quiere (no de lo que le pasa a
uno quiera o no, ni de lo que hace a la fuerza). Para la política, en cambio, lo que cuentan son los resultados
de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar con los medios a su alcance –
incluida la fuerza– para obtener ciertos resultados y evitar otros. Tomemos un caso trivial: el respeto a las
indicaciones de los semáforos. Desde el punto de vista moral, lo positivo es querer respetar la luz roja
(comprendiendo su utilidad general, poniéndose en el lugar de otras personas que pueden resultar dañadas
si yo infrinjo la norma, etcétera); pero si el asunto se considera políticamente, lo que importa es que
nadie se salte los semáforos, aunque no sea más que por miedo a la multa o a la cárcel. Para el político, todos
los que respetan la luz roja son igualmente «buenos», lo hagan por miedo, por rutina, por superstición o por
convencimiento racional de que debe ser respetada; a la ética, en cambio, sólo le merecen aprecio verdadero
estos últimos, porque son los que entienden mejor el uso de la libertad. En una palabra, hay diferencia entre
la pregunta ética que yo me hago a mí mismo (¿cómo quiero ser, sean como sean los demás?) y la
preocupación política porque la mayoría funcione de la manera considerada más recomendable y armónica.
(Savater, Fernando. Ética para Amador, Capítulo IX: Elecciones generales, pág. 64-66)
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Anexo 6: fragmento de Rosa Cuchillo
¿La muerte? ¿La muerte sería también como la vida? «Es más liviana, hija».
¿Habría sirguillitos cantando en las hojas gordas de agosto?
Había. «Y vacas pastando en inmensas llanuras».
Ahora subía yo la cuesta de Changa, ligera ligera como el viento.
¿Por aquí? ¿Por estos lugares se irían los muertos?
«Por allí, hija, por donde se despide uno para siempre de la vida».
Abajo, en la margen izquierda del río Pampas, bañado con las últimas luces del atardecer, quedaba
Illaurocancha, mi pueblo, con sus casitas entejadas, sus paredes blancas, incendiadas por la luz roja del
sol.
Aún traía impregnado en las narices el aroma tibio, dulzón, de los habales ondeando en la bajada
de los cerros, con sus florecitas blanquinegras acariciadas por el viento. Y llevaba en la mirada el vuelo
apresurado de las perdices, rastreando, piando, en busca del nido oculto entre las frondas.
Pobre mi pueblo, dije, pobre mi tierra. Ahí te dejo (¿para siempre?). Y miré los molles de las lomas, las
piedras de alaymosca rodando por la quebrada, los altos eucaliptos que bordeaban las huertas, los
tunales con sus espinas erizadas y los magueyes estirándose sobre las cabuyas.
Y me despedí poniendo mi mano en mi corazón, besando, amorosa, la tierra. ¡Adiós alegrías y penas,
consuelos y pesares, adiós!
Suspiré hondo antes de alejarme, recordando mi mocedad, cuando alegre correteaba entre los maizales
jugando con mi perro Wayra, haciéndolos espantar a los sirguillitos, esas menudas avecitas amarillas que
entre una alborozada chillería venían a banquetearse con los choclos. Me llegó también el recuerdo
lejano de las cosechas de junio, de mis juegos en las parvas alumbradas por la luna, de mis años de
pastora tras el ganado, soportando a veces el ardiente sol de la cordillera o mojadita por las lluvias suaves
o las mangadas.
¿Y ahora? ¿Ahora por dónde nomás tendría que seguir?, pensé llegando a la pampa llena de ichu de
Kuriayvina.
«A Auquimarca, hija, la montaña nevada donde moran nuestros antepasados».
Volviéndome, miré por última vez mi pueblo; pero solo pude ver borrosamente la sombra de sus
eucaliptos emergiendo en la oscuridad.
—¿Rosa? ¿Rosa Cuchillo?
Un perrito negro, con manchas blancas alrededor de su vista, como anteojos, era quien me hablaba. Sus
palabras parecían ladridos, pero se entendían.
Un instante me quedé silenciosa, como pasmada, sin saber quién era ni qué hacía allí ese animalito.
—¿No me reconoces?
Me quedé observando el arco sobresalido de sus dientes superiores, propio de los perritos cashmis; sus
ojos muy vivos, sus orejas gachas.
—¡Wayra! —dije de pronto, inclinándome a abrazarlo con harta alegría en mi corazón al haberlo
reconocido. Él empezó a menear también su cola, alegroso.
Hacía tantos años que se había muerto, de un zarpazo que le dio un puma, me acuerdo, cuando defendía
a ladridos el corral de ovejas. Y ve, pues, ahora lo encontraba a orillas de este río torrentoso, de aguas
negras, el Wañuy Mayu, que separaba a los vivos de los muertos.
A la sombra de un chachacomo, que retemblaba al paso de las aguas furiosas, encontré a Wayra
descansando.
—Wayra, ¿qué haces acá? ¿Cómo me has reconocido?
Bajo el blanco resplandor de la luna, observé mis ropas desgarradas por las zarzas de los montes, por los
riscos, luego de avanzar penosamente por feas laderas y encañadas.
—Te esperaba, Rosa. Sabía que vendrías.
—¿Te lo dijo alguien?
—Liborio, tu hijo.
—¿Liborio?
Mi corazón saltó alborozado.
—Dímelo —dije abrazando nuevamente al perrito, acariciando su pelo crespo, lanoso—. ¿Dónde?,
¿dónde viste a mi hijo?
—Cálmate —me respondió lamiendo mi mano—, por ahora no lo verás todavía. Él está arriba, en el cielo,
allí donde están guiñando las estrellas.
—¡En el Janaq Pacha! —dije alegrosa, doblando mis manos—. ¡Gracias, Dios mío! —me arrodillé—,
gracias por tenerlo en tu gracia infinita.
Y me encomendé al dios Wari Wirakocha, nuestro creador.
—¿Y yo también podré ir hasta allí, Wayra? —le pregunté después, observando el gran río blanco, el
Koyllur Mayu, que extendía su lechoso cauce entre estrellas y luceros.
—No lo sé —respondió—. Yo solo he venido a acompañarte hasta Auquimarca, según el mandato de los
dioses.
Resignada suspiré, esperanzada que en el pueblo de las almas pudiera encontrar a mis padres, a mi
esposo Domingo y a Simón, mi hijito, el último, que se murió cuando era solo una guagua.
—Wayra —le dije—, ¿y dónde has estado durante todo el tiempo que no te he visto?
—En todas partes —me dijo—: aquí, abajo y en las estrellas.
—¿De veras?
—De veras.
Bien abrazada a Wayra, que braceaba dificultosamente, pude llegar por fin a la otra orilla, sin dejar de
pensar en mi Liborio, muerto ahora último nomás en los enfrentamientos de la guerra, y por quien de
pena yo también me morí.
La luna hacía clarear esos feos lugares, escabrosos, sembrados de barrancos.
—¿Ves la cresta nevada de una montaña que blanquea allá lejos?
—Sí, la veo.
—Esa es Auquimarca. Allí tenemos que llegar.
Alentada Keylor marché a su tras.
—¡Wayra, mira eso! —dije volviéndome repentinamente llena de susto, luego de tramontar la primera
loma.
—¡Qué!, ¿dónde?
Wayra lo descubrió. De un brinco se situó en mi delante y se puso en guardia para protegerme.
Ligeramente flotando sobre el suelo, la figura de un hombre alto, esquelético, cubierto solo con piltrafas,
avanzaba hacia nosotros, mirándonos Keylor con sus ojos que llameaban como candela.
Rosa Cuchillo. Colchado. Extraído de: https://www.megustaleer.com.pe/libros/rosa-cuchillo/MPE 000151/fragmento
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Anexo 7: fragmento de Rosa Cuchillo (nuevo)
Más tarde, la comandante, luego de hacerles entonar canciones revolucionarias, les da explicación política: La política
tierra había demorado dizque quince mil millones de años, compañeros, para llegar a la luz que era el Partido Comunista
del Perú dirigido por el pensamiento guía del camarada Gonzalo, que así se llama, ya sabes, el jefe supremo de Sendero
Luminoso. Durante el incanato existieron ciertas tiranías y por eso habían perdido ante los españoles. Por primera vez
obsentas que tiene el rostro duro, seco, cerrado, y en sus ojos un extraño brillor de dureza y firme convencimiento. Luego
estos, los españas y sus descendientes, continúa, se apoderaron de las tierras de los naturales, hasta que en 1980 un sol
rojo iluminaba el planeta, y ese era el Partido, que iba a iniciar el largo camino de la liberación. Pues en la China de Mao
Tse Tung, ¿sabían?, había durado veinte años; aquí continuaría hasta las últimas consecuencias a fin de consolidar la
República Popular de Nueva Democracia sobre las ruinas del Perú actual. Iban a abatir, compañeros, capitalismo
burocrático y el semifeudalismo. caracho, eso sí que nadita entiendes. Ella parece advertirlo y se apresura a hacer
aclaración: estos términos, compañeros, que para algunos ustedes son desconocidos, poco a poco vamos irles explicando
conforme pasen los días. también iban a darles a leer. Dos horas termina la reunión dando vivas al Partido Comunista del
Perú, al camarada Gonzalo.
[…]Aquí dentro, los recién llegados están que comentan, entre asustados y risueños, las ocurrencias de la última acción
ocurrida en Secllas, en el ataque al puesto policial que lo dinamitaron dizque hasta los cimientos, con el propósito de que
la Guardia Civil se retirará definitivamente del lugar. "Menos mal, dice Carla, que nos apoyó la gente de Sarquincha
proporcionándonos caballos firscos y esperándonos en las arueras por si hubiera un contrataque, que felizmente no se
dio», El camarada Santos, en tanto fuma, no presta atención al relato de la compañera, más parece concentrado en otros
pensamientos. Quien está muy atenta a la conversación es Angicha. Volviéndose, les dice sonriente a ustedes los reclutas
nuevos, Espérense nomás, ya van a tener su experiencia de combate, ahí los quiero ver. Ustedes ríen celebrándolo; mas
ella vuelve a poner atención en Carla, quien dice alegrarse por no haber habido bajas. «Sólo con raspetones hemos
salido», manifiesta
La primera decisión de aquél fue que los comuneros debíamos sembrar solo una yugada de terreno por familia… esto es
quinientos metros… Vamos a sembrar solo para comer, dijo, que no salga nada para la ciudad […] Tampoco podíamos
vender nuestros animales… Coman ustedes decían, para qué vender; aliméntense en vez de estar vendiendo…
Prohibieron también que compráramos alimentos de las ciudades, a no ser sal y azúcar […] Hasta ropa prohibieron que
entrara en la ciudad… dijeron que pondrían tejedores para que produjeran telas y nos pudiéramos vestir… Entre nosotros
tampoco debía haber comercio […] Muchos trabajábamos con desgano, un poco por temor, sólo para que no nos llamaran
la atención… y como no podíamos sembrar más de quinientos metros, el resto de las chacras se estaban quedando secas…
[…] aún estaban frescas en tu cabeza las ejecuciones hechas en las bases de apoyo y en otras comunidades y que por
nada aprobadas por considerarlas muy crueles e inhumanas. Habías visto cortarles la lengua a los soplones, sacarles los
ojos a los traidores y matar a algunos delante de sus padres o sus criaturas…
[…] Salvando unos totorales fue que apareció el pantano, grande, enorme, como una laguna. ¡Ishshsh!, se levantaban
burbujas, tal si abajo se hallaran respirando. Paraditos, nos quedamos mirando, maliciando que algo iba a salir de allí. Y
como que, al ratito, quejándose y suspirando, emergieron cabezas chorreantes de barro… Una de ellas empezó a hablar
con voz ronca, estropajosa, en medio de un viento que hacía crujir el monte:
-Yo, Mañuco Julca, de Uchuraccay, más conocido como Iquichano, no me arrepiento de haber matado terrucos como
cancha, a hachazos a machetazos, cuando estos, después de haber llegado a la hacienda San Antonio y haber victimado
a golpes a los patrones, nos obligaban a los campesinos a formar todos los días para hacer ejercicios, y sólo porque uno
de nosotros dijo, Yo haciendo ejercicios no gano nada, tengo mujer e hijos, necesito trabajar; sólo por eso, y porque se
salió de la formación para irse a su chacra, fue que lo agarraron los terrucos, No trates de levantar a los demás diciendo;
y para escarmiento dizque, amarrándolo a una piedra, cerca de la casa comunal, le colgaron en el pecho varias cargas de
dinamita y lo hicieron volar. Por eso, esa misma noche, llamándonos con aullidos de perro, enrabiados, nos reunimos los
comuneros y acordamos vengar la muerte de nuestro compañero. Toditos rodeamos la casa- hacienda donde
descansaban los senderos y les dimos muerte.
[…]Después de declarar zona liberada a Illaurocancha, me acuerdo que los senderos se fueron diciendo que volverían
pronto a establecerse definitivamente…El agente municipal, don Edilberto Huarhua, al regresar de Ocros… y al enterarse
de lo ocurrido, inmediatamente se volvió a ese pueblo, a denunciar los hechos ante las autoridades y a solicitar garantías
urgente…mas cuando llegó, encontró que en Ocros el puesto policial había sido dinamitado, la oficina de correos
incendiada y ajusticiados el alcalde y un comerciante…Don Edilberto al volver fijo que a pesa que todo eso había ocurrido,
la gente de Ocros se había resistido a ser sometida.. y el control de los hombres de Abimael Guzmán no se había
producido.
Fuente: Pacarina del Sur - http://pacarinadelsur.com/home/alma-matinal/1606-rosa-cuchillo-desencuentros-entremito-e-ideologia-politica
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Anexo 8: CRÍTICA A ETICA PARA AMADOR:
La lectura es amena y fácil. El tono «simpático» de la obra merece ser destacado: Savater
se gana la complicidad del lector con su socarronería directa y su tono desenfadado;
muchas veces es sólo un guiño al lector, que basta para establecer una afinidad en la que
es más fácil comunicar pensamientos. Todo rebosa simpatía y gracejo1.
Idea temática 1
El uso de ejemplos, tomados de los clásicos de la literatura universal, o de apelaciones
rápidas a la experiencia, es constante. Detrás hay un afán, imprescindible en un libro de
ética. La reflexión ética tiene que estar en contacto con la vida. Y la vida, los modelos
humanos de las diversas actitudes, vicios o defectos, están recogidos con fuerza en la
literatura o en el cine. La Ilíada, Ciudadano Kane, Frankenstein, Robinson Crusoe y otras
obras maestras son utilizadas con gran acierto a este propósito.
Idea temática 2
El principal defecto es la falta de toda antropología. No hay apenas apelaciones a la
verdad sobre el hombre que resulten relevantes para la ética. Esto, a lo largo de toda la
obra. Puntos concretos en que se manifiesta especialmente esta carencia son el
desprecio por las cuestiones de sentido último y por las cuestiones sobre la muerte y la
vida de ultratumba. Pero resulta que el sentido, la muerte y la vida posterior son tres
cuestiones antropológicas claves. Si no me interesan, si las desprecio, es que no me
interesa saber lo que es el hombre. Y entonces mal puedo construir una ética. Eso es lo
que hace precisamente el autor.
Idea temática 3
Avater acepta sin más la dialéctica entre autonomía y heteronomía y opta por
la primera. Pero, como intento decir desde hace años, no se trata de optar por
1
Gracia y simpatía que tiene una persona al hablar o escribir.
Argumento 1
Argumento 2
Evidencia
Argumento 3
una o por otra, sino de superar esa alternativa, de darse cuenta que esa
alternativa es falsa. O, si se quiere, que toda moral es simultáneamente
autónoma y heterónoma. Porque el juicio moral es un juicio tomado personalmente
en conciencia; pero, a la vez, este juicio está medido por la verdad de las
circunstancias, y -sobre todo por la verdad sobre el hombre. Si el hombre es creado
por Dios, debe juzgar en conciencia y a la vez buscar la verdad, la idea de hombre
que Dios tiene al crearle. Pero Dios es totalmente ajeno a la ética de Savater. Esto
es lo que más pena causa, la ausencia completa de Dios. Al respecto, quisiera sólo
formular una pregunta: Si Dios no existe, ¿puede el hombre ser algo más que
bioquímica? porque si el hombre no es más que bioquímica todo intento ético es
absurdo desde su raíz. ¡Qué bien habla Savater sobre la libertad! (al menos sobre la
innegable experiencia de la libertad, puesto que los corolarios existencialistas
deberían ser discutidos con más detalle). Esta afirmación de la libertad ¿no le habla
de Dios? Yo soy incapaz de concebirme como un ser libre si Dios no existe: la
bioquímica no es libre. Tengo que negar la innegable experiencia de la libertad.
Skiner fue coherente y negó la libertad. De todas formas, me quedo con la
incoherencia de Savater.
Soler, C. (2003). La Ética de Savater
Idea temática 4
Argumento 4
Evidencia
Anexo 9: CRITICA LITERARIA DE LA OBRA EDIPO REY
La presencia del Destino en Edipo: ¿Ser víctima expiatoria?
Destino, una fuerza misteriosa impuesta por divinidades que actúa en el encadenamiento de los sucesos
vivenciales causando acciones inevitables.
En Edipo Rey se observa una manifiesta actitud de inconformismo frente al destino, Edipo intenta rebelarse
contra dicha fuerza, pero no consigue zafarse del camino que ha sido trazado para él. Tragedia y estigma lo
marcaran como víctima expiatoria de por vida.
Edipo siempre estuvo signado por el destino presagiado por los oráculos. Antes de su nacimiento el oráculo
anuncia que este le dará muerte a su padre y se casará con su madre, por eso Layo –su padre- lo abandona
en el monte Citerón. Le recogieron unos pastores y se lo entregaron a Polibio, rey de Corinto. Cuando llegó a
mayor quiso desentrañar el misterio de su nacimiento, consultó el oráculo de Delfos quien le repitió aquella
sentencia: “Matarás a tu padre y te casaras con tu madre”. Horrorizado, Edipo prometió no volver a Corinto,
no matar a nadie y no casarse nunca. En el camino peleó con un hombre y en la lucha su contrincante resultó
muerto, este no era otro más que su padre. Edipo sin saber que se había cumplido parte de su destino se
marchó a Tebas, encontró al país devastado por la Esfinge. El rey Creón, ofreció la mano de su hija Yocasta a
quien resolviera el enigma de la Esfiinge. Edipo descifró el enigma propuesto. La Esfinge desesperada se
lanzó desde la acrópolis, entonces se cumple la segunda fase de lo presagiado por el oráculo y Edipo se casa
con su madre.
Una ciudad enferma, abatida, contaminada y maldita por Zeus es el hogar de Edipo a causa de su destino. En
la búsqueda constante, en la carrera continua por la pieza que falta en su rompecabezas de vida, Edipo, hace
un ejercicio de posición y definición en fondo y forma de referencias del hombre consigo y su entorno social,
busca constantemente las razones de cargar con tan grave responsabilidad. La ciudad necesita acabar con la
peste a través de un sacrificio expiatorio, castigar a los culpables y expiar muerte por muerte. El
desconocimiento del origen de tales acontecimientos lleva a caer en la estupidez de ausentenciarse, ya que el
mismo dice: “Veréis en mi un aliado y un vengador de esta tierra y del propio dios. Porque no es por amigos
lejanos, sino por mí mismo, que arrojaré de aquí esta abominación (Sófocles p- 143).
Edipo es trágico por eso en el vemos su lado oscuro, su desmesura (hybris), su cólera, su orgullo y estupidez
que originan la propia destrucción de su vida. Sin saber que él es el culpable de la muerte de Layo decreta
que ese hombre se le prohíbe la vida en familia y toda la participación en culto común, condenando al
asesino de Layo al destierro de la patria. Los dioses hacen su parte al hablar a través de los oráculos y de
cierto modo decretan el destino de un hombre, pero los mismos personajes forjan peores condiciones para
sus vidas. Edipo pudo actuar con sensatez y decidir que el culpable debía ser sometido a juicio o tomar otras
medidas.
“No hay algo fijo o absoluto, sino condicionado a que, entretanto, puedan llamar al destino,
puesto que ellos (los dioses) ordenan una acción dada con estricto rigor a las consecuencias
determinadas, sin eso no podría decidirse el primer paso” (Otto p-227)
La mente y el alma unidas como proceso y producto de concebir la realidad; ejercicio que por su particular
forma de reflejar y reelaborar la realidad posee la capacidad de recrear imágenes que descubren a partir del
ejercicio individual de quien escribe un trasfondo pleno de contenido de relaciones sociales. El Destino en
Edipo, lejos de constituirse en un ensimismamiento de un tipo de reflexión, es (y pretende) por el contrario,
un acercamiento y conocimiento al orden interior del alma, a la realidad de las cosas, a la comprensión de lo
que podemos comprender. Una vida que se desploma desde sus cimientos. Todo se vuelve móvil, inestable,
irracional; el mundo no acepta las clasificaciones habituales ni las reflexiones que intentan organizarlo y
delimitarlo para que resulte inteligible. Edipo, una expresión fiel y veraz de la experiencia humana que
finalmente se compromete en el sentido de enfrentarse con las realidades de la existencia: condición
humana, hombre frente al mundo y frente a los demás hombres. Se consuma el destino, la víctima se auto
sentencia y acepta su castigo. En el caso de Edipo viene arrastrando una maldición ancestral que lo hace
víctima dos veces. En conversación con Tiresias este le dice:
“Acaso sabes de quienes procedes? Ignoras que eres odioso tanto de los muertos como de los vivos.
Un doble látigo, la maldición de tu madre y de tu padre, acercándose con pie terrible, te arrojará un
día de esta tierra, a ti, que ahora ves y después verás tinieblas” (Sófocles p-151)
Edipo cae en hybris no comprende el mensaje de Tiresias y lo expulsa. Edipo se aniquila a sí mismo con todas
sus acciones posteriores, se convierte en victima gracias al destino y a su testarudez. Edipo penetra en las
más oscuras y profundas raíces del existir humano, inspirándose en el fenómeno material y grotesco de la
miseria, trasciende desde el espíritu de su comunidad histórico-social, al de la humanidad toda y se pierde,
por último, a nivel de connotaciones de carácter complejo e irregular. El dolor humano y el dolor metafísico,
dolores que no conocen todavía la fuente de la que se alimentan; no juzga, solo los muestra y a través de
ellos invita a la reflexión.
“¡Oh, desgracia terrible de ver para los hombres! ¡Oh, lo más horroroso de todo cuanto me he
encontrado! ¿Qué locura, infeliz, te atacó? ¿Qué dios saltó sobre ti, con salto mayor que los más
largos, sobre tu triste destino? ¡Ay, desdichado! (Coro en Sófocles p-177)
Observamos toda la gama problemática de la existencia del hombre, la desagracia del pobre, del hombre
desheredado, del mundo repetido y cotidiano. La vida, repleta de discontinuidades que niegan cualquier
absoluto, a lo que el hombre opone un acto violento para intentar aislarse. El caso de Edipo sacarse los ojos,
para no ver todo aquello que hizo y lo que no debió hacer. Víctima de los otros y víctima de sí mismo, a
través de su desgracia expió los males de la ciudad y cumplió el designio de los dioses. Como dice René
Girard:
“El sacrificio se presenta de dos maneras opuestas, bien sea como “cosa muy santa”, de la cual no se
puede abstener sin negligencia grave; bien sea, por el contrario, como una especie de crimen que no
podemos cometer sin exponernos a riesgos muy graves” (La violencia y lo sagrado p-7)
Edipo se sacrifica al cumplir la profecía de casarse con su madre y matar a su padre. Comete un asesinato y
comete incesto, dos actos igualmente criminales que conllevan al acto sagrado de expiar a Tebas de una
peste maldita. Los sucesos que acaecen en la vida de Edipo pueden considerarse como experiencias rituales
violentas vistas desde distintas perspectivas. Edipo es víctima expiatoria porque es el vehículo para lograr
espantar un miasma, porque en el yace “lo sagrado auténticamente primitivo, es decir, lo doblemente
sagrado que une lo maldito y lo bendito” (Girard, chivo expiatorio p-104). Ese designio domina sobre las
propias pulsiones humanas, los acontecimientos cambian y se desplazan cada vez más al terreno de lo
subjetivo, de eso que el humano no es capaz de concebir. Edipo provisto de una concentración personal de
los valores religiosos de rasgo individualista y heterodoxo le ha provocado su condenación, una culpa
perpetua que ni en la muerte consiguen salvación, que le permiten desembocar en una concepción
trascendental del yo con su religiosidad diluida que se confunde entre el sentimiento y el inconsciente,
materias comunes de los hombres, concebidos como elementos primordiales. Es esa religiosidad difusa la
que explica el uso de los símbolos tradicionales con un nuevo sentido.
“La culpabilidad divina sin rebatirla sobre la comunidad y sobre todo sin revelar lo irrevelable por
excelencia, el mecanismo del chivo expiatorio. Aparecen victimas culpables de acciones que no son
intrínsecamente malas, pero que, debido a circunstancias especiales de las que estas víctimas no están
informadas, provocan tales consecuencias que se justifica la violencia colectiva. A decir verdad, se trata
en tal caso de una variante del crimen sin intención criminal” (Girard, Chivo expiatorio p-111)
Edipo es el blanco más fácil, el ser en el cual convergen todas las culpas de manera accidental o motivada
por los dioses. Edipo es la víctima expiatoria, que busca verdad y felicidad absolutas, sin tocar su interioridad
abstracta y se opone al mundo exterior y lo rechaza en lugar de observarlo y penetrarlo. En esas
determinaciones de la realidad, innumerables cortezas que el espíritu utiliza y desecha en su carrera. En esas
determinaciones son indispensables a la esencia para desplegarse y para conocerse, la vida del espíritu exige
el movimiento, la limitación, el tiempo, en vaivenes infinitos donde ella misma se recupera.
Durand, G. (julio, 2009) La presencia del destino en Edipo: ¿ser víctima expiatoria? Extraído de:
http://gabrieladuran.blogspot.com/2009/07/la-presencia-del-destino-en-edipo-ser.html
***
Desde el punto de vista psicológico de la obra “Edipo rey” por la identificación de cada espectador con el héroe
que ha osado realizar sus deseos reprimidos sobre el tema escribió Freud: “la tragedia griega es la
presentación original, la más clara y franca del complejo de Edipo en la literatura”. Allí todo se presenta sin
disfraz ni velo, no hay inhibición ni síntoma en Edipo, en la medida que no hay represión; en que responde al
llamado del instinto. Sin embrago, un crimen de tal magnitud como el parricidio no podría presentarse desnudo
en escena. Por esta razón el autor ha debido presentarlo en forma atenuada: lo que era fuerza instintiva en
el héroe es transformado en fuerza exterior en él: el destino. Prueba evidente de ello es que, una vez realizado
la falta, Edipo, la reconoce y se castiga así mismo. El destino, que en las obras de los trágicos griegos
desempeñaban no solo el papel de “relatores” para aclarar algunos puntos de la obra, sino que formaban parte
de la conciencia de los personajes recita: “Edipo rey” esta resumido el pensamiento del hombre griego en
cuanto al respecto que le deben a sus dioses, creadores de leyes divinas inmutables de las cuales nadie puede
escapar. Edipo estaba marcado con un signo trágico, desde el mismo momento de su nacimiento. El parricidio
y el incesto, crímenes de gran magnitud, son presentados por Sófocles, en su tragedia, pero en forma que los
atenúa al hecho de que reciben castigo divino a través de una fuerza superior al mismo hombre: el destino.
Velásquez, J. Recopilación critica de la obra de Sófocles, Pg. 70 2 FREUD; Sigmund.Dostoieusti y el parricidio. México editores:
https://es.scribd.com/doc/89437285/Critica-Literaria-de-La-Obra-Edipo-Rey-1
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Anexo 10: CRÍTICA A ROSA CUCHILLO
Crítica a: La crítica peruana y el plano del lenguaje en los textos de Colchado
Si bien es evidente el consenso en relación a la verosímil reelaboración de la dicción popular andina en el
discurso literario de Colchado, la aproximación de la crítica peruana a este aspecto se ha limitado a apuntar la
recurrencia de ciertos rasgos sin establecer analíticamente las relaciones entre lengua, sociedad y cultura.
Tampoco se ha profundizado en el análisis de este aspecto en relación a Rosa Cuchillo. Santiago López
Maguiña fue uno de los primeros en abordar dicho tema. Así, en relación al volumen de cuentos Cordillera
negra (Colchado 1985) refiere que:
La representación del habla parece natural, más verosímil respecto a lo que simula. Esta plasmación
discursiva sigue la vía abierta por Arguedas, consistente en introducir expresiones de la lengua
quechua y, sobre todo, formas sintácticas propias del habla bilingüe quechua-español en el simulacro
del lenguaje nativo que se hace en lengua castellana, quizás en forma más radical (López Maguiña
1985: 255).
Algo muy similar sostiene Macedonio Villafán, quien comenta con mayor detenimiento este aspecto: “El código
[empleado en los textos de Colchado] es un español quechuizado o quechuañol a través del cual se oye y se
siente al hombre andino. Se trata de un español - como diría Miguel Ángel Asturias– ‘preñado’ por el quechua,
no sólo por ese dejo de oralidad, sino también por sus sonidos, su sintaxis e incluso por algunos elementos
léxicos” (Villafán 2002: 251). De este modo, Villafán menciona algunas estrategias discursivas que sostienen
esta norma lingüística. Por ejemplo, el empleo de hipocorísticos (“Imicha” por “Emilia” o “Angicha” por “Ángela”),
de onomatopeyas (“¡chaplac, chaplac!”, cuando se representa el ruido del agua), de interjecciones
(“¡Achachay!”) y de interferencias lingüísticas (“lajpirean”, “huajayllaron”). En síntesis, Villafán revela los
elementos de la oralidad popular andina en la elaboración discursiva de los relatos de Colchado, por ejemplo,
en ¡Viva Luis Pardo! (Colchado 11996/2002). En cuanto al narrador de esta novela debemos anotar que dichos
recursos constituyen marcas textuales que intentan configurar una imagen del enunciador como un narrador
oral popular. Así se explica la presencia de onomatopeyas (“Y el viento chicoteando tercamente: –¡Fíuuuu!
¡fíuuuu! ¡fíuuuu!” [Colchado 2002: 18]) que evocan los sonidos de la naturaleza, el empleo de interjecciones
(“¡Atatau!” [27], “¡Caray!” [28], etc.) que buscan captar la atención del receptor y las intervenciones del narrador
que apelan directamente al lector (“Y esto es lo que hizo recordación, she, esa noche de 1907” [41]).
Estas pertinentes aproximaciones, sin embargo, han soslayado una pregunta medular: ¿cuál es el sentido de
la representación de esta lengua híbrida? Para abordar este aspecto, debemos señalar que la norma
lingüístico-literaria de los textos de Colchado se inscribe dentro del denominado castellano andino, que
constituye la base más difundida del español peruano (Escobar 1979: 112). Este hecho es particularmente
revelador porque podemos indicar que esta elección lingüística hace partícipe al autor no sólo de un grupo
social determinado (en este caso el sector popular andino emergente), sino también de su particular forma de
conceptualizar la realidad. Es en este marco donde destaca la incorporación de los giros lingüísticos quechuas,
la representación del habla popular y la inserción de los códigos culturales andinos en los textos de Colchado,
ya que éstos configuran su universo discursivo, su escritura, como un ámbito de afirmación lingüística, cultural
e histórica de los sujetos populares andinos. Como señala Miguel Ángel Huamán: “En la base de este proceso
está el incremento del dinamismo de las colectividades andinas y su apropiación paulatina de espacios otrora
dominantes (las ciudades, la escuela, la música, etc.)” (1993: 206).
De esta manera, como anota Escobar, podemos constatar que la estructura social se refracta en la realidad
lingüística (Escobar et al. 1975: 44), lo que demuestra que lengua, cultura y sociedad “forman un todo,
determinado por las vinculaciones e interdependencias mutuas que se establecen en el proceso histórico”
(125).
Al mismo tiempo, esta praxis estética evidencia, también, “una crisis de la ‘literatura’ en tanto institucionalidad,
ante la irrupción de sujetos cuyos desempeños discursivos –es decir, su escritura y su registro– no estaban
acordes con la norma ilustrada o castellana anterior” (Huamán 1993: 206). Esta subversión del campo
hegemónico desde la esfera de lo popular afirma la pluralidad cultural peruana al cuestionar las jerarquías que
constituyen el sistema de dominación moderno. En este contexto, la lengua literaria se configura como un
ámbito de crisis y conflicto (Huamán 1993: 204). Por ejemplo, podemos mencionar que, ante el fracaso político
de la oficialización de la lengua quechua en Rev37-01 18/3/10 12:10 Página 104 Dualidad y diálogo postcolonial
105 el Perú a fines de los años setenta (puesto que no afectó la diglosia imperante en nuestro país), la escritura
de Colchado ofrece una alternativa crítica al fracaso de la articulación nacional propuesta desde el sistema
moderno criollo. Entonces, la lengua literaria empleada en la producción discursiva de Colchado se muestra
como una norma inclusiva que hace frente al carácter excluyente del Estado peruano. La representación de
esta lengua híbrida apunta a un proyecto de nación radicalmente distinto al propuesto por el Estado moderno
“pues no pretende asumir la representatividad de la totalidad excluyendo una parte de la realidad, sino que
pretende recoger la potencialidad de nuestras diferencias en base a relaciones recíprocas e igualitarias que
nieguen la dominación” (Huamán 1993: 207).
Víctor. Q (2010) Dualidad y diálogo postcolonial: desmarginalización de la lengua popular y del pensamiento andino
en Rosa Cuchillo, de Óscar Colchado Lucio. Universidad Católica del Perú. Lima:
https://core.ac.uk/download/pdf/268402354.pdf
Crítica b: El mito es un testimonio fehaciente sobre alguna operación divina.
La narrativa latinoamericana de mediados de siglo XX se caracteriza, entre otras cuestiones, por el modo concebido
para incluir el mito en la materia novelesca, trabajado como relato enmarcado con variaciones en estéticas
anteriores. Carlos Fuentes, en su célebre ensayo La nueva novela hispanoamericana, pudo concentrar esta
conceptualización en la siguiente frase, "la novela es mito, lenguaje y estructura"; más interesante es aun lo que
agregó a continuación: "Y al ser cada uno de esos términos es, simultáneamente, los otros dos" (20). Esta solidaridad
complementaria entre los términos es, precisamente, lo que agrega diferencia según ya veremos al tratar las
novelas. El corpus que presentamos es de fines del siglo XX y principios del XXI; en el mismo, analizaremos la
interacción entre los tres estamentos a partir del tratamiento del mito.
Observamos dos modos de organización novelesca en torno a un mismo referente: la guerra entre Sendero
Luminoso y las fuerzas militares estatales que duró más de diez años en el Perú del siglo XX. A partir de 1986 se
comienzan a publicar las primeras obras sobre esta temática. Se calcula que aparecieron más de treinta novelas y
más de cien cuentos sobre la violencia política (Cox 2000) En el presente trabajo, sólo avanzaremos en los modos
de inclusión del mito, lo que nos permitirá armar algunas primeras hipótesis acerca del modo en que estas
producciones peruanas se inscriben en el amplio marco de la literatura latinoamericana.
Las novelas [que abordan esto] seleccionadas son Candela quema luceros de Félix Huamán Cabrera (1989), Rosa
Cuchillo de Oscar Colchado Lucio (1997), por otro lado, La hora azul de Alonso Cueto (2005) y abril rojo de Sergio
Roncagliolo (2007)
Apuntamos una información referencial. Los guerrilleros senderistas, así como el Partido comunista peruano (PCP)
y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)actuaron en los Andes peruanos, en la zona de Ayacucho, con
incursiones en las ciudades, a partir de los años ochenta y los noventa. Además, la retirada de Fujimori hacia fines
del 2000 y las consecuencias de la corrupción gubernamental nos permiten contabilizar casi tres décadas
relacionadas con la violencia. Dichas poblaciones pertenecen a una matriz cultural ancestral que remite a la
cosmovisión quechua. Esto implica que esos seres humanos sostienen una forma de vida diferente de la occidental
en muchos sentidos; la relación del hombre con la naturaleza, por ejemplo, nos parece significativa porque la guerra
se desarrolló en la sierra y modificó fuertemente ese espacio. La veneración a sus dioses permanece hasta el día de
hoy, lo que los lleva a convivir con el medio natural de manera tal que se vuelve imprescindible para su existencia
terrena. Grandes sectores de esas poblaciones se vieron obligados a migrar hacia otros pueblos o a la capital del
país durante el acaecer de los hechos violentos y, también, tiempo después.
Trabajamos puntualmente los procedimientos mediante los que opera el mito en el discurso de la novela. Se puede
presentar en forma explícita o implícita, en ambos casos descifra los comportamientos del hombre con su entorno
y pone en evidencia la visión de mundo; estamos refiriéndonos tanto al sujeto de la enunciación de ese discurso,
como al sujeto del enunciado: "No se trata sólo de figuras, sino de oposiciones y configuraciones espaciales y
temporales que funcionan como un modo de captar el mundo, y que se convierten en imágenes estéticas"
(Usandizaga 2006: 8) El modo de enunciación nos indica también el autor y lector modelo que construye el texto y
que incide decididamente en la orientación de ese discurso (Eco 1985; Bajtín 1985: 285) Consideramos que la
retórica mediante la que se plasma el contenido mítico en un texto es determinante para elucidar cuestiones
relativas a todas las otras categorías y estamentos textuales. De ahí que hayamos agrupado de a dos a las cuatro
novelas que proponemos para este análisis como se verá en el desarrollo, aunque lejos estamos de armar
estereotipos, lo que nos mueve es la búsqueda de los procedimientos indicadores de lugares de enunciación,
visiones utópicas, lecturas de la historia, construcción de identidad y/o símbolos resemantizados en lo
contemporáneo.
Gonzalo Espino dice que algunos intelectuales peruanos "asumen la provincia como locus de enunciación. Proyectos
y poéticas que dan cuenta de la riqueza y complejidad de nuestras literaturas y se instalan como narrativas
disidentes" (53) Aunque Espino toma otros narradores, el concepto de "narrativa disidente" es operativo para
pensar las propuestas de Huamán y Colchado. Éstas aparecen discrepando con la prosa llana, de lectura rápida de
Cueto y Roncagliolo, que apunta a un lector occidental y masivo, a quien el texto le ofrece información histórica
resuelta en términos de un discurso sencillo, atractivo, que le brinda todo procesado o traducido a su cosmovisión.
(..)
Aymará, de ll. (2013). Senderos iluminados. Mito y violencia en la novela peruana contemporánea. Universidad Nacional de Mar
del
Plata–Argentina:
Recuperado
de:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S185131232013000300002&lang=es
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Anexo 11: RÚBRICA DE EVALUACIÓN DEL ENSAYO
Criterio A: Conocimiento, comprensión e interpretación
Puntuación Descriptor de nivel
0
El trabajo no alcanza ninguno de los niveles especificados por los descriptores que
figuran a continuación.
1
En el ensayo hay poco conocimiento y comprensión de la obra o del texto en relación
con el tema elegido. Las referencias a la obra o al texto son poco frecuentes o rara vez
son adecuadas en relación con el tema elegido.
2
En el ensayo hay cierto conocimiento y comprensión de la obra o del texto en relación
con el tema elegido. Las referencias a la obra o al texto a veces son adecuadas en
relación con el tema elegido.
3
En el ensayo hay conocimiento y comprensión satisfactorios de la obra o del texto y
una interpretación de sus implicaciones en relación con el tema elegido. Las
referencias a la obra o al texto son generalmente pertinentes y, en su mayor parte,
respaldan las ideas del alumno en relación con el tema elegido.
4
En el ensayo hay buen conocimiento y comprensión de la obra o el texto y se
interpretan constantemente sus implicaciones en relación con el tema elegido. Las
referencias a la obra o al texto son pertinentes y respaldan las ideas del alumno en
relación con el tema elegido.
5
En el ensayo hay excelente conocimiento y comprensión de la obra o del texto y una
interpretación persuasiva de sus implicaciones en relación con el tema elegido. Las
referencias a la obra o al texto están bien elegidas y respaldan eficazmente las ideas
del alumno en relación con el tema elegido.
Criterio B: Análisis y evaluación
Puntuación Descriptor de nivel
0
El trabajo no alcanza ninguno de los niveles especificados por los descriptores que
figuran a continuación.
1
El ensayo es descriptivo y/o demuestra poco análisis pertinente de los rasgos
textuales y/o de las decisiones más generales del autor en relación con el tema
elegido.
2
El ensayo demuestra cierto análisis adecuado de los rasgos textuales y/o de las
decisiones más generales del autor en relación con el tema elegido, pero se basa en
la descripción.
3
El ensayo demuestra un análisis y una evaluación generalmente adecuados de los
rasgos textuales y/o de las decisiones más generales del autor en relación con el tema
elegido.
4
El ensayo demuestra un análisis y una evaluación adecuados y a veces perspicaces de
los rasgos textuales y/o de las decisiones más generales del autor en relación con el
tema elegido.
5
El ensayo demuestra en todo momento un análisis y una evaluación perspicaces y
convincentes de los rasgos textuales y/o de las decisiones más generales del autor en
relación con el tema elegido.
Criterio C: Focalización, organización y desarrollo
Puntuación Descriptor de nivel
0
El trabajo no alcanza ninguno de los niveles especificados por los descriptores que
figuran a continuación.
1
Hay poca organización. No es perceptible una línea de indagación en el ensayo. Los
ejemplos de apoyo no están integrados en la estructura de las oraciones y de los
párrafos.
2
Hay cierta organización. Hay poco desarrollo de una línea de indagación. Los ejemplos
de apoyo rara vez están integrados en la estructura de las oraciones y de los párrafos.
3
El ensayo está organizado de manera adecuada y generalmente cohesiva. Hay cierto
desarrollo de la línea de indagación. Los ejemplos de apoyo a veces están integrados
en la estructura de las oraciones y de los párrafos.
4
El ensayo está bien organizado y, en su mayor parte, muestra cohesión. La línea de
indagación está adecuadamente desarrollada.
Los ejemplos de apoyo están, en su mayor parte, bien integrados en la estructura de
las oraciones y de los párrafos.
5
El ensayo está organizado de manera eficaz y cohesiva. La línea de indagación está
bien desarrollada. Los ejemplos de apoyo están bien integrados en la estructura de
las oraciones y de los párrafos.
Criterio D: Lenguaje
Puntuación Descriptor de nivel
0
El trabajo no alcanza ninguno de los niveles especificados por los descriptores que
figuran a continuación.
1
El lenguaje es muy pocas veces claro y adecuado; hay muchos errores gramaticales,
de vocabulario y en la construcción de las oraciones, y se observa poca noción de
registro y estilo.
2
A veces, el lenguaje es claro y se elige con cuidado; la gramática, el vocabulario y la
construcción de las oraciones son bastante correctos, aunque se observan errores e
incoherencias; el registro y el estilo resultan en cierta medida adecuados para la tarea.
3
El lenguaje es claro y se elige con cuidado; si bien se observan algunos errores,
presenta un nivel adecuado de corrección en cuanto a gramática, vocabulario y
construcción de las oraciones; el registro y el estilo son, en su mayor parte, adecuados
para la tarea.
4
El lenguaje es claro, se elige con cuidado y presenta un buen nivel de corrección en
cuanto a gramática, vocabulario y construcción de las oraciones; el registro y el estilo
son, en todo momento, adecuados para la tarea.
5
El lenguaje es muy claro, eficaz y preciso y se elige con cuidado; presenta un alto nivel
de corrección en cuanto a gramática, vocabulario y construcción de las oraciones; el
registro y el estilo son eficaces y adecuados para la tarea.
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