Subido por Arturo GRANADOS REDONDO

MEDICINA TRADICIONAL CHINA

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LA ESTUPIDEZ Y LA CIENCIA
Mercado de Medicina Tradicional China
Mike Pence y su gabinete orando
Dado que los murciélagos y otros animales silvestres son reservorios naturales de coronavirus, se
considera que tienen que ser el origen del virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad Covid-19.
Pero hay probablemente una especie que ha actuado como puente entre murciélagos y personas,
tal como ocurrió con los coronavirus del SARS en 2002 y del MERS desde 2012. La lista de posibles
especies sigue incluyendo a los pangolines.
En el caso del SARS, se considera que la especie puente fue una civeta de las palmeras, en la que
se detectó un coronavirus idéntico en un 99,8% al que infectó a las personas. En el caso del MERS,
la especie puente fueron los dromedarios.
Ahora, con el Covid-19, podría ser cualquiera de las muchas especies –algunas en peligro de
extinción- que se venden en el mercado de Wuhan, una ciudad de China con más de once millones
de pobladores, donde empezó la epidemia y en cuyo mercado no sólo venden pescados y mariscos
sino una gran cantidad de especies como erizos, pangolines y civetas, además de huesos de tigre,
cuernos de rinoceronte o de saiga, escamas de pangolines etc., los cuales forman parte de la
Medicina Tradicional China (MTC).
Hay una gran presión dentro de China para dotar a la MTC de una base científica, alrededor de la
cual se ha creado un aura mágica, mística y etérea, ya que se le considera milenaria, ancestral;
pero eso no es garantía de que funcione: jamás se ha sometido a experimentos de doble ciego
como en la medicina convencional. Y por supuesto nadie ha demostrado que exista la fuerza vital
llamada “Chi”, o el concepto del Yin y el Yang. La MTC no ha encontrado ningún escollo en que
todo ello contradiga lo que sabemos del funcionamiento del cuerpo humano.
Según este sistema, la enfermedad aparece cuando se altera el flujo de la energía vital y hay un
desequilibrio entre el Yin y el Yang. La función de la MTC es restablecer este desequilibrio
mediante sandeces como moxibustión, terapias manuales, acupuntura, hierbas medicinales, gua
sha, cupping y otra sarta de imbecilidades que no tiene límites. Evidencia científica: muy poca;
razones socioculturales: muchas; intereses políticos: demasiados. Después de la caída de la
dinastía Quing en 1911 la MTC cayó en franco declive debido a su prohibición, por considerarla
una impostura; pero luego de la instauración de la República Popular China en 1949 ante la falta
de recursos para tratar a toda la población con la medicina moderna, se recurrió a su práctica
como alternativa más asequible -aunque irresponsable- y a partir de 1955 el gobierno le dio a la
MTC el mismo estatus que a la medicina occidental basada en evidencias científicas
expandiéndose dentro y fuera del sus fronteras hasta el punto de convertirse en baluarte del
gobierno de Xi Jinping como parte de su orgullo cultural, pero en el fondo es un negocio que
mueve millones de dólares de los cuales una buena tajada le queda al estado en forma de
impuestos por parte de las compañías fabricantes.
El razonamiento que se oye a menudo de las personas que empiezan a tomar remedios herbales
es que “aunque no funcione, mal no harán”. Pues son sustancias naturales y no pueden ser
perjudiciales, sostienen. Mal entendido que hay que destruir de una vez por todas. Algunas
hierbas pueden ser eficaces para tratar las dolencias para la cual se venden, y sin embargo, ser
mortalmente peligrosas. La mayoría de las sustancias venenosas que conocemos son “naturales”:
lógico. Cuando una sustancia química influye en nuestro organismo por lo general lo hace a través
de una proteína específica que actúa en el receptor, y sólo hay receptores para las sustancias
naturales o las que se les parecen químicamente. El plomo y el mercurio, la cicuta o el cianuro, las
toxinas de las setas o el veneno del escorpión son sustancias naturales también, y… venenos.
Una búsqueda en Google por fitoterapia encuentra más de veinte millones de resultados sobre
hierbas para tratar cualquier clase de enfermedad con todos los trucos y tonterías que se espera
de los estafadores. Hay que estar alerta cuando alguien quiere venderte algo que no produce
efectos secundarios, cuando esto se asegura hay tres probabilidades: 1) no sirve para nada, 2)
nunca se han estudiado los efectos secundarios, y 3) con toda seguridad, que las dos anteriores
son verdaderas.
Por otro lado, algunas hierbas, sobre todo las procedentes de Asia, están contaminadas por
metales pesados. En un preparado tradicional chino de aloe analizado en Inglaterra en 2006 se
halló un contenido de mercurio once mil setecientas veces superior al que establecía la normativa
vigente. El argumento de que los preparados herbales se emplean desde hace siglos, como es el
caso de la medicina china tradicional, no se dejen engañar, esa no es ninguna garantía, ni para su
eficacia, ni para la ausencia de efectos tóxicos.
Ha sido tanta la presión del gobierno chino que ha conseguido que la OMS incluya a la MTC y sus
diagnósticos en la versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades, (CIE-11), en su
capítulo 26 con extravagancias tales como el “estancamiento del chi del hígado” y el síndrome del
meridiano triple recalentador”, lo que sea que signifiquen estos galimatías.
Pero la historia no acaba allí, el médico Li Wenliang, en el mes de diciembre fue uno de los
primeros en advertir sobre el brote del nuevo y misterioso virus que estaba produciendo un
alarmante cantidad de casos de una enfermedad similar al Síndrome Respiratorio Agudo (SARS),
coronavirus que devastó a China hace dos décadas, fue interrogado por funcionarios hospitalarios
y policiales conminándolo a firmar una declaración donde decía que su alerta era un rumor
infundado, o sea silenciado por las autoridades que subestimaron la amenaza del coronavirus que
desbordó a China y ha dado a luz una crisis internacional de salud. La advertencia del doctor Li
quedaría justificada cuando posteriormente más de 10 mil cuadros clínicos de fiebre y neumonía
se presentaron en la ciudad de Wuhan. El doctor Li quien falleció víctima de la neumonía que
contrajo de uno de sus pacientes había manifestado: “si los funcionarios hubieran dado a conocer
información sobre la epidemia antes, creo que hubiera sido mejor”.
Pero la advertencia del doctor Li y posterior intervención de las autoridades para silenciar a los
denunciantes no ha sido la primera. El 19 de diciembre de 2017 el anestesiólogo Tan Quidong,
publicó una entrada en su blog titulada “Tónico mágico chino Hongmao, un veneno del cielo” y
estuvo detenido tres meses en 2018, en la provincia de Guangdong, sur de China, por criticar en su
blog un tónico “curalotodo” para ancianos al que tildó de “veneno”. ¿La razón? Las leyes en China
permiten el arresto por dañar la “reputación” de las empresas y provocarles daños económicos, en
este caso Hongmao Pharmaceutical Company. Los anuncios del tónico dicen que contiene más de
60 ingredientes medicinales chinos para mejorar las funciones de los riñones y el estómago y
también “curar 100 enfermedades”, incluidos dolores de huesos y resfriados.
Por otra parte, las críticas a los remedios se bloquean con frecuencia a través de Internet en China
y se conocen casos documentados de estudios científicos que se han retirado por solicitud de
asociaciones de MTC.
Albert Einstein dijo: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y de lo
primero no estoy tan seguro”. Sociedades tan dispares como China y Estados Unidos hoy más que
nunca se parecen: la primera, a pesar de las advertencias, no pudo controlar ni comprender el
alcance del brote del COVID-19, lo subestimó, silenció a quienes lo advirtieron y hoy ya se ha
propagado a ms de 40 países y la otra tiene una crasa falta de reconocimiento a la ciencia básica.
Y no es para menos, su presidente con su natural incompetencia declara que el calentamiento
global es una superchería, y que los medios de comunicación han exagerado los alcances del la
epidemia de Neumonía de Whan, encargando del gabinete de crisis a su vice-presidente Mike
Pence, quien piensa que fumar no es causa de muerte, que los condones son una protección “muy
deficiente” contra las enfermedades y que la mejor manera de frenar un brote de VIH es a través
de la oración. Y ahora lo repite, orando con su gabinete de crisis del COVID-19, como se puede
encontrar en muchas imágenes en la red, lo que ha causado gran indignación.
Los políticos en general son una casta parasitaria a quienes les atrae obsesivamente todo lo que
genere poder y riqueza fácil, especializándose en la depredación y todos los partidos políticos
tienen algo en común y es que comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte
animadversión por la innovación y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación.
Hoy quien nos puede salvar de esta catástrofe epidemiológica es la Ciencia y sus investigadores,
los trabajadores de la salud, los servidores públicos honestos, los denunciantes, los Institutos
Nacionales de Salud, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los hábitos
higiénicos, las vacunas, la inmunidad colectiva y todos esos héroes anónimos que arriesgan sus
vidas. En fin, sólo la razón y la investigación podrán salvar a esta sociedad vergonzosamente
ignorante en ciencia, y no las oraciones de Pence.
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