LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA “LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA” Copyright © 2014 por Joel Perdomo LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ¡IMPORTANTE! ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. POR TANTO: PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE. PUEDE SER IMPRESO – SIN FINES DE LUCRO. PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO ORIGINAL. ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO. ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A CAMBIO. ¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO 2 – Llamados a servir – ÍNDICE Introducción………………………………………………………………….…7 Capítulo 1 - MINISTERIOS LLAMADOS AL SERVICIO DE DIOS I. USOS BÍBLICOS DE LA PALABRA MINISTERIO……………………….…9 a. ¿Qué significa la palabra ministerio? b. El servicio, es el más excelente de los dones c. El servicio en la Iglesia primitiva II. FUNCIONES DE LOS MINISTERIOS……………………………………....14 a. La adoración b. La proclamación del Evangelio c. El discipulado III. MINISTROS LLAMADOS AL SERVICIO DIVINO…………………………18 a. La exaltación en el servicio b. La humillación conduce a la exaltación c. La humildad reflejada en la vida de Jesús d. La humildad de Juan el Bautista Capítulo 2 - LOS MINISTERIOS EN EL REINO DE DIOS I. EL REINO DE DIOS………………………………………………………..…25 a. ¿Qué es el reino de Dios? b. El reino de Dios sobre la tierra c. Jesús regresará a establecer su reino sobre la tierra II. MINISTROS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS………………………..32 a. Los ministros son llamados a servir; no a ser servidos b. Haciendo tesoros en el cielo c. Reyes y sacerdotes de Dios III. CARACTERÍSTRICAS DE LOS MINISTROS DE DIOS……………….…42 a. El carácter de los ministros de Dios b. Los apóstoles de Cristo sacrificaron sus vidas por amor c. Los santos y profetas del AT sirvieron a Dios sin condiciones d. El ejemplo de Cristo como ministro 3 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Capítulo 3 - LOS MINISTERIOS COMO EL CUERPO DE CRISTO I. LA NATURALEZA DE LOS MINISTERIOS………………………………47 a. Un cuerpo con diferentes miembros b. Los diferentes miembros de la Iglesia c. Los dones y ministerios de la Iglesia Capítulo 4 - LOS MINISTERIOS BAJO EL GOBIERNO DE LA IGLESIA I. LA AUTORIDAD DELEGADA A LA IGLESIA EN EL REINO DE DIOS…53 a. Los ministerios gozan de la autoridad delegada a la Iglesia b. Edificando sobre el fundamento de Cristo II. LOS MINISTROS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO…………………..57 a. La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia) b. La fuente de autoridad de la Iglesia c. La analogía de Jesús como árbol de vida d. La unidad de Dios con su Iglesia Capítulo 5 - LOS MINISTERIOS PRODUCEN ORDEN EN EL REINO DE DIOS I. LA JERARQUÍA DE LOS MINISTERIOS…………………………………...63 a. Los apóstoles fundadores b. Los ministerios producen orden en el reino Capítulo 6 - LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA I. EL FUNDAMENTO DE LOS APÓSTOLES………………………………...69 a. El testimonio de los doce apóstoles de Cristo b. ¿Qué significa el fundamento apostólico profético? II. LOS MINISTROS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO…………………..76 a. Los apóstoles primitivos fueron enviados directamente por Jesús b. El nivel de autoridad delegada a los apóstoles fundadores c. Testigos oculares de la resurrección de Cristo d. Poder para escribir mandamientos e. No existe evidencia histórica en cuanto al nivel de autoridad y revelación de los apóstoles fundadores. 4 – Llamados a servir – III. EL APOSTOLADO DE PABLO………………………………………………83 a. Pablo fue llamado directamente por Jesús b. Los apóstoles de Jesús aprobaron al apóstol Pablo c. El apostolado judío y gentil d. Un apostolado peculiar IV. LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS…………………………………..90 a. El que quiera ser grande; debe ser el siervo de los demás b. La grandeza absoluta del reino pertenece a Dios Capítulo 7 - EL PASTOR………………………………………………………….93 a. El ministerio del pastor b. La naturaleza del ministerio pastoral c. La labor ministerial pastoral Capítulo 8 - EL MAESTRO I. MAESTROS DE LA PALABRA DE DIOS………………………………......97 a. El ministerio del Maestro Capítulo 9 - EL EVANGELISTA I. EL APOSTOLADO DE PABLO……………..………………………………102 a. Predicadores del Evangelio ANEXO……………………………………………………………………………...105 5 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA 6 – Llamados a servir – INTRODUCCIÓN El estudio del orden y la función de los diferentes ministerios en el reino de Dios, es un tema esencial para que la Iglesia logre su cometido de evangelizar al mundo. La Iglesia es llamada a funcionar, de acuerdo al orden de los ministerios establecido por Jesús en la Biblia. Son los ministerios los encargados de revelar el Evangelio al mundo y de hacer discípulos para Jesús. Cada ministerio tiene una función específica en el reino de Dios y todos son igualmente importantes para evangelizar al mundo. Cuando los ministerios logran una armonía escritural en la función de cada uno, la Iglesia marcha triunfante ante las fuerzas del mal, logrando su misión evangelística en la tierra. Un cuerpo no puede funcionar, ni responder normalmente a las órdenes que le envía el cerebro, si uno de sus miembros está afectado. Así mismo, la Iglesia no podrá realizar su obra, mientras los ministerios no encajen uno con el otro. Esta armonía de los ministerios no se puede lograr en un sistema carente de fundamento bíblico; o matizado con una falsa unidad que se inclina a la reverencia de un ministro o ministerio. La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia) se logra a través del sometimiento voluntario, y el respeto de los diferentes ministerios entre sí, dirigidos por la cabeza que es Jesús. Este libro persigue el propósito de ayudar a comprender la función de cada uno de los ministerios de la Iglesia, a fin de que armonicen para ser efectivos en la obra que Dios les ha asignado en la tierra. Esperamos que esta aportación brinde luz, para entender más la función de cada uno de los ministerios de la Iglesia aquí tratados, a quienes con pureza de corazón y sinceridad anhelan servir con humildad, en el reino de Dios. Amén. Joel Perdomo, U. S. A., 2014. 7 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA 8 – Llamados a servir – Capítulo – 1 – MINISTERIOS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS I. USOS BÍBLICOS DE LA PALABRA MINISTERIO a. ¿Qué significa la palabra Ministerio? La palabra ministerio (y ministro) proceden de diferentes raíces, tanto en hebreo, como en el griego bíblico. Entre otras palabras, en el AT se usa mesharet (hb.) para referirse a quien está al servicio de alguien más importante, de un rey o de Dios. Esta palabra se usa para referirse a Josué, como servidor de Moisés (Éx. 24:13); a Giezi, como sirviente de Eliseo (2 R. 4:43). También se refiere a los sacerdotes que servían o ministraban en el templo de Dios (Éx. 28:43). Los que adoran a Dios son llamados servidores o ministros. Dios llamó a Abraham, su servidor (Gn. 26:24). En el NT se usa la palabra diaconeo (gr. servir o ayudar), para referirse a los ministros. En su forma básica significa, atender a la mesa, cuidar, servir de manera abarcadora1. La palabra ministro en su significado llano es servir. En el contexto bíblico se refiere a la ministración humilde y gratuita de las ayudas y dones espirituales en beneficio de los hermanos en la fe (Iglesia). Por tanto, un ministro no es más que un servidor de Dios. Mas que un título, ministrar es servicio amoroso y desinteresado a Dios y al prójimo. De esta misma raíz (diaconeo) procede la palabra diácono, que es un ministerio de servicio, primero asignado a ciertos discípulos de la iglesia primitiva que servían alimentos en las 1 Kittel, Gerhard. Gerhard Friedrich. Geoffrey W. Bromiley. Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento. (Grand Rapids, Libros Desafió, 2002). Pág. 154. 9 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA mesas, a los demás hermanos en la fe. Para este ministerio de servicio en las mesas (diácono), aparentemente insignificante, la Iglesia primitiva escogió a discípulos llenos del Espíritu Santo. Porque servir es el mayor de todos los dones: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo” (Hch. 6: 2-3). Los apóstoles aprendieron de Jesús, durante su ministerio terrenal, que el título ministerial no era más importante que su llamado a servir. Ni siquiera cuestionaron que debían servir a las mesas, lo hacían espontáneamente, considerándolo un privilegio afín a su llamado. Ellos fueron los encargados de repartir los panes y los peces a la multitud que milagrosamente, alimentó Jesús (Mr. 8:1-9). Al crecer el número de conversos en la Iglesia primitiva, los apóstoles se sintieron obligados a asignar la tarea de servir a las mesas a ciertos discípulos (llamados diáconos o servidores), debido a que la cantidad de personas a servir era demasiada y estaban descuidando la predicación del Evangelio. Indudablemente, ellos consideraban que servir era esencial en su llamado ministerial. La Iglesia es entendida como un solo cuerpo que trabaja por un fin común. Todo somos iguales ante Dios, independientemente de los ministerios, dones, capacidades, solo que con diferentes funciones de acuerdo a la voluntad de Dios. Los diáconos fueron una extensión del ministerio de servicio al que habían sido llamados los apóstoles. Una mano amiga que les ayudó en su extensa misión de servir a Dios y al prójimo. La palabra ministro (diácono) en su raíz y etimología implica tácitamente servir. Así que, un ministro en el reino de Dios, es 10 – Llamados a servir – de forma llana, uno que sirve. En este caso, los ministros son llamados al servicio divino2. La palabra ministro en la Biblia, no se usa como un título ostentoso, alude al servicio voluntario a Dios y por extensión al prójimo. Es penoso que a través del tiempo los títulos ministeriales se usen para la preponderancia de los ministros y no en su sentido original de servicio. Apegados al texto bíblico, el ministro es llanamente uno que sirve voluntariamente, por amor y con humildad al Señor. ____________________________________________________ “Apegados al texto bíblico, el ministro es uno que sirve voluntariamente, por amor y con humildad al Señor”. ____________________________________________________ b. El servicio es el más excelente de los dones El ser humano, a diferencia del resto de la creación, fue hecho a imagen de Dios. Dios le dio inteligencia y autoridad para gobernar sobre todo lo creado en la tierra. El ser humano no tiene potestad de crear, solo puede compartir lo que Dios le ha dado, sean cosas materiales o dones espirituales. El ser humano es solo un administrador de lo que Dios ha creado. Pablo señala que nadie se debe gloriar por lo que ha recibido, pues son solo dones divinos: “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Co. 4:7). Como ser creado, el ser humano debe ser humilde en reconocer sus capacidades y limitaciones: 2 Es obvio que los ministros no son llamados a hacer la voluntad de la gente, sino la de Dios y aunque la predicación del Evangelio ocupa un lugar preponderante en el ministerio, de manera general, toda labor ministerial está basado en el servicio a Dios y al prójimo. 11 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Mi 6:8). Dios demanda humildad del ser humano y hacer misericordia al prójimo. Ayudar al prójimo nos enseña que solo somos administradores de los bienes divinos, que nos ha confiado, para beneficio propio y de los demás. En los tiempos bíblicos, para los griegos el servicio era denigrante, ellos decían: nacimos para mandar. El judío no considera que el servicio sea indigno, ya que el mandamiento de amar al prójimo implica servir. En el NT la palabra diaconeo se usa como atender en la mesa, provisión para el sostenimiento físico, supervisión de las comidas (Lc. 10:40, Hch. 6:1). Paradójicamente, Jesús presenta el servicio como el más excelente de los dones. El mismo se presentó como ejemplo de servicio, al no agradarse a sí mismo; sino que se humilló cuando vino a la tierra a servir a los demás (Mt. 20:25-28, Lc. 22:24-27). “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (esclavo)” (Mt. 20: 26-27). Pedro escribió que los líderes deben pastorear la grey del Señor, pero no para enseñorearse de ella, como si fuesen los dueños: “Apacentad la grey de Dios. No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P. 5: 2a y 3). El principio de servir en el reino de Dios fue reflejado por Jesús durante su ministerio, su humildad fue tal que lavó los pies de sus discípulos como ejemplo a sus seguidores (Jn. 13:4). Jesús mismo atenderá personalmente a sus siervos en su reino (Lc. 12:37). Todo don es para edificar el cuerpo de Cristo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de 12 – Llamados a servir – perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:12). La Biblia está nutrida de actos de bondad y de servicio de hombres y mujeres consagrados a Dios. Muchos, sin saberlo, en sus actos de bondad al prójimo, hospedaron ángeles (Hb. 13:2). c. El servicio en la Iglesia primitiva En el amor (Ágape3) está implícito el servicio al prójimo. La Biblia señala que el amor, es el más grande de todos los dones (1 Co. 13). Una manera sencilla de expresar el amor, es a través de los actos de cuidado y de servicio al prójimo. Los cristianos de la Iglesia primitiva entendían claro el servicio amoroso de los unos a los otros. Ellos hacían una cena comunal, durante la celebración de la Cena del Señor, a la que llamaban Ágape4. Esta cena era símbolo del amor divino y de la unidad de la Iglesia primitiva: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hch. 2:44-46). La Iglesia primitiva es un gran ejemplo de lo que debe ser la Iglesia del Señor, los cristianos tenían en común todas las cosas y se repartían de acuerdo a la necesidad de cada uno. No había aprovechados, ni tampoco mezquinos; tenían un mismo corazón para compartir en común todas las cosas. 3 Agape (gr. amor), palabra griega que se usa para referirse al amor de Dios, en contraste con otras palabras que se refieren al amor fraternal y filial. 4 Agape, es el amor puro de Dios y es bajo ese vínculo perfecto del amor divino que los cristianos primitivos se reunían a comer el Agape. 13 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA II. FUNCIONES DE LOS MINISTERIOS ____________________________________________________ Siendo partes integrales de un mismo cuerpo, cada ministerio cumple ciertas funciones específicas dentro del reino de Dios a fin de que la Iglesia logre su misión de adoración, servicio, proclamación del Evangelio al mundo y formación de nuevos discípulos para Cristo, entre otras. a. La adoración Dios es el soberano creador de todas las cosas (visibles e invisibles, Ro. 1:20; Col. 1:16) y como tal, merece adoración de sus criaturas. Dios es digno de adoración, pero no la demanda obligadamente, permitiéndole a sus criaturas que libremente elijan adorarle. En el cielo se adora a Dios y se le reconoce como Creador de todas las cosas: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap. 4:811). Viene el día en que toda lengua confesará que Jesús es el Señor, y toda rodilla se doblará ante Él, para la gloria del Padre. Aun los que le aborrecen le reconocerán: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre 14 – Llamados a servir – de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11). No implica que todos los que le reconozcan en ese tiempo serán salvos, pues Jesús será reconocido como Rey para testimonio. Los ministerios tienen como fin común la misión de formar discípulos de Jesús, capacitados para adorar a Dios en espíritu y en verdad. No importando si los ministros son reconocidos o no por la gente. b. La proclamación del Evangelio La predicación del Evangelio es un mandato imperativo de Dios para la Iglesia. Es la misión más importante que deben cumplir los ministerios a fin de que la humanidad sea salva. Esta predicación se debe hacer gratuitamente, así les mandó Jesús a sus discípulos: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt. 10: 7-8). El Señor enseñó: De gratis recibieron, den de gratis5. No por ganancias deshonestas, que es condenable en la Biblia: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:2-4). Dios ha prometido suplir todas las necesidades de sus hijos, “el obrero es digno de su salario”, como explicó Jesús en el mismo verso (Mt. 10:10). Pero el mandato de Jesús a sus discípulos fue anunciar el Evangelio gratuitamente al mundo. 5 15 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Si se buscan recompensas y reconocimiento en la tierra al predicar el Evangelio, no se recibirá nada en el cielo, pues ya se tiene el pago en la tierra y su castigo en la eternidad: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 6:1). Los ministros deben mantener íntegras sus intenciones al predicar el Evangelio, de otra manera, no serán recompensados en la eternidad; sino castigados duramente. Hablando acerca del cuidado que deben tener los ministros del Evangelio, a fin de no desviar sus corazones tras ganancias y placeres temporales, Jesús dijo: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24: 4851). El anuncio del Evangelio fue la primera predicación de Jesús en su manifestación al mundo. Esa fue y sigue siendo su prioridad en la actualidad: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Mr. 1:14-15). Predicar el Evangelio, también fue el último mandato dado por Jesús a sus discípulos, antes de subir al cielo: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15). Los ministros son llamados a predicar el Evangelio gratuitamente, no por ganancias. Esta misión no debe perder su 16 – Llamados a servir – enfoque, siendo más importante que los mismos proyectos y los edificios de las iglesias. ____________________________________________________ El Señor enseñó: De gratis recibieron, den de gratis … “De gracia recibisteis, dad de gracia”. ____________________________________________________ c. El discipulado. Después de resucitar, Jesús se apareció a sus discípulos e inmediatamente les mandó hacer discípulos a las naciones: “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28). No basta predicar el Evangelio y que las personas se arrepientan de sus pecados. La labor más importante de los ministerios de la Iglesia es hacer discípulos de Cristo, capacitándoles para adorar, servir y predicar el Evangelio. Uno de los cuidados que deben tener los ministerios al discipular es asegurarse de hacer discípulos de Jesús, más que seguidores de líderes o ministerios. Cada ministerio debe tener un discipulado formal donde se le enseñe las doctrinas básicas de la Biblia a los recién convertidos a fin de que desarrollen un fundamento sólido en su fe cristiana. Este mandato de Cristo ha sido descuidado en la Iglesia y no ha permitido formar discípulos capacitados que presenten el Evangelio de manera clara al mundo. 17 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA III. MINISTROS LLAMADOS AL SERVICIO DIVINO ____________________________________________________ a. La exaltación en el servicio Es a la luz del ejemplo y las enseñanzas de Jesús que el servicio toma un nuevo matiz y encuentra su verdadera grandeza en el reino de Dios. Jesús dedicó su vida al servicio de los demás y con su ejemplo de humildad elevó el servicio al grado de ser uno de los dones más relevantes del reino de Dios, que debe ser una característica de los verdaderos adoradores. Los grandes adoradores de la Biblia se caracterizaron por servir, Lot se desbordó en servicio por los varones que visitaron Sodoma, siendo anfitrión de ángeles (Gn.19: 1-3). Abraham sirvió con diligencia a los tres varones que le visitaron (Gn. 18:115). Gedeón sirvió amablemente al ángel que se le apareció y presentó una ofrenda de lo que tenia (Jue. 17:21). La Biblia señala que algunos de ellos no sabían que los huéspedes que recibieron, eran ángeles: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hb. 13: 2). Ellos servían porque su corazón amoroso sentía compasión por el prójimo y gratitud con Dios, no por un interés u obligación. Estas acciones van más allá de ofrecer un vaso de agua a un transeúnte. El verdadero adorador considera el servicio como un privilegio, no como una carga. El deseo de servir es la raíz de todo ministerio. No se puede ser un verdadero ministro de Dios, sin tener pasión por servir o ministrar, que es lo mismo. La palabra ministro o ministerio debe volver a la raíz que encierra su contenido. La función principal de los ministros no es gobernar con señorío, sino apacentar y servir con humildad a las ovejas, como exhorta el apóstol Pedro a los ministros: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como 18 – Llamados a servir – teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5: 2-4). La autoridad delegada a los ministros es espiritual y asignada para edificar la Iglesia; no para destrucción, como explica el apóstol Pablo: “Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré” (2 Co. 10:8). Los ministros son llamados a servir, no ha ser servidos. Ministro significa servidor. Servir es el mayor de todos los ministerios en el reino de Dios. Jesús enseñó que quien sirve a los demás, es el mayor en su reino: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mt. 20:26-27). Solo hay una manera de ser grande en el reino de Dios, es humillándose en la tierra y sirviendo a los demás. Jesús no vino a este mundo a ser servido, sino a servir: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28). A causa de su servicio y humillación, el Padre exaltó a Jesús hasta lo sumo, sentándole a su diestra: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo 19 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:5-11). Por haber sido humilde y obediente hasta la muerte en una cruz, Dios le dio toda potestad a Jesús en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. Su humillación le llevó a la exaltación. Jesús enseñó que en el reino de Dios, quien se humilla será exaltado: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lc. 14:11). Los ministros de Dios son llamados al servir a fin de ser recompensados en la venida del pastor de los pastores: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5: 2-4). El llamado ministerial al servicio divino debe ser voluntario, ajeno a los intereses y ambiciones personales. b. La humillación conduce a la exaltación En el concepto de reino que tiene este mundo, los más agresivos tienen poder y se enseñorean de los más débiles: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28). La violencia es la norma del mundo para ejercer autoridad, porque las estructuras están trazadas por la influencia del pecado y de Satanás como príncipe de este mundo. En el reino 20 – Llamados a servir – de Dios es diferente, aquí los humildes son exaltados y los soberbios son humillados: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23:11-12). A veces, sin apercibirnos, traemos las estructuras del mundo para gobernar a la Iglesia de Cristo, olvidando los mandatos y enseñanzas bíblicas que Dios ha dejado para relacionarnos con el prójimo y con Dios, todas basadas en el amor y el perdón. En cierta ocasión, Santiago y Juan, usando la influencia de su mamá, pretendieron alcanzar un puesto especial en la mesa del Señor cuando Él establezca su reino: “Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre” (Mt. 20: 23). Jesús demostró que en el reino de Dios los privilegios divinos no vienen por medio de influencias, si no por designio del Padre. En la tierra se pueden alcanzar muchas cosas por medio de influencias, menos las que proceden del corazón de Dios, quien pagará a cada uno, según su obra (Ap. 22:12). El servicio genuino a Dios y al prójimo es el único camino a la exaltación en el reino de Dios. La altivez no tiene cabida en este reino, ni en los verdaderos ministros de Dios, que han sido llamados a servir, no a ser servidos. Los hijos de Dios deben servirse los unos a los otros por amor: “sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá. 5:13b). c. La humildad reflejada en la vida de Jesús La humildad es una de las características más notables que deben reflejar los verdaderos ministros del Evangelio. Jesús se humilló hasta lo sumo, al dejar su trono de gloria, para venir a este mundo a morir en una vil cruz, por amor a la humanidad: 21 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2: 8-11). Jesús fue humilde desde su nacimiento en la tierra. La Biblia señala que, después que María le dio a luz, le puso en un pesebre (establo) junto a los animales (Lc. 2:1-26). Ese fue un presagio de lo humilde que viviría Jesús entre los hombres. Su nacimiento y manifestación al mundo no fue con algarabía. Sus conocidos no creyeron en el (Mt. 13:53-58) y su familia creía que se había vuelto loco (Mr. 3:21). Aunque se quiera pintar con mil matices, Jesús vivió una vida sencilla. La gente no creyó en Él, porque esperaban un rey lleno de pompa. Dios sujetó a su Hijo a las limitaciones de cualquier ser humano. Jesús se fatigaba, padecía sed, hambre y sus pies polvorientos se cansaban al caminar. Todo lo sufrió por amor. Jesús exhortó a sus seguidores a aprender de su humildad: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11: 29a). Jesús no tenía casa donde reposar cuando estuvo en la tierra: “Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mt. 8:20). Jesús entró a Jerusalén humilde, montado en un asno prestado: “Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita” (Lc. 19: 33-34). Jesús lavó los pies de sus discípulos, cosa que solo hacían los esclavos de la casa con las visitas, en los tiempos bíblicos: “Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó 22 – Llamados a servir – a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido (Jn. 13:4-5). Jesús no ofreció, ni predicó un evangelio de prosperidad económica a sus seguidores, su mensaje fue sencillo, de arrepentimiento y negación voluntaria al pecado: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lc. 9: 23). Jesús condenó el afán y la ansiedad por las cosas de este mundo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mt. 6:31-34). d. La humildad de Juan el Bautista Juan el Bautista es un gran ejemplo de humildad, Jesús dijo que Juan fue el profeta más grande que ha nacido en la tierra: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mt. 11:11). La verdadera grandeza de Juan consistía en que vivía una vida íntegra y apartada del pecado, en medio de una sociedad corrupta. A veces se trata de matizar la verdad divina por temor a la censura de la sociedad o la opresión de gobiernos corruptos. No se trata de ofender a las personas por pecado; pero tampoco dejar de predicar la verdad por temor al rechazo. Dios ama al pecador, pero rechaza el pecado. Juan tenía comunicación con el emperador (Mt. 14:4) y quizá era invitado al palacio, pero no vendió sus convicciones 23 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA por un paseo en el palacio real, ni se dejaba impresionar por los manjares que le servían los cortesanos del rey. Juan era un ministro humilde. La Biblia señala que su vestido era de piel de camello, no de lino fino como usaban los ricos de su tiempo (Lc. 7: 25), y su alimento era sencillo: “Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre” (Mt. 3: 4). La Biblia señala que Juan no hizo milagros durante su ministerio: “Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que dijo de éste era verdad” (Jn. 10:41). El verdadero ministro de Dios no se conoce por los milagros que puedan ocurrir en su ministerio; si no por la comunión con Dios y el valor para predicar y vivir la verdad. Características más relevantes en la vida de Juan el Bautista. Juan el Bautista no hizo milagros, pero hizo temblar a los gobernadores romanos con sus palabras y fue muy respetado en Israel como un verdadero profeta de Dios, debido a su vida celosa de buenas obras. El no buscaba reconocimiento, ni fama. Juan fue humilde y en una de sus frases inmemorables al presentar a Jesús como el Mesías expresó: “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (Jn. 3: 30). Juan fue el profeta más grande, pero cuando Jesús apareció en escena se humilló para darle paso. La Biblia revela que por sus frutos se conocen los verdaderos ministros del Señor, no por sus milagros o lo grande de sus ministerios: “Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20). 24 – Llamados a servir – Capítulo – 2 – LOS MINISTERIOS EN EL REINO DE DIOS ____________________________________________________ I. EL REINO DE DIOS En la gran comisión que Jesús le asignó a la Iglesia, de llevar el Evangelio por todo el mundo, la forma de entender el reino de Dios y las funciones de los ministerios de la Iglesia, determinará en gran manera la efectividad de la misión. a. ¿Qué es el reino de Dios? Para explicar que es el reino de Dios, se debe conocer lo que no es el reino de Dios. El reino de Dios no es materialismo: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:7). Al interpretar el reino de Dios, podemos errar al asociarlo con el materialismo imperante en este mundo, creyendo que se trata de un reino de riquezas, en nombre de Dios. Con esa descabellada visión se puede tergiversar lo que en verdad significa el reino de Dios, que según la Biblia, en su origen es fundamentalmente de carácter espiritual6, pues se trata de 6 El Reino de Dios, significa el gobierno de Dios sobre su creación. Al principio el ser humano pecó y murió. Esta muerte es primero espiritual y luego física, porque Adán muere espiritualmente, pero sigue viviendo físicamente, después de pecar (Gn. 3:23-24). El primer problema a resolver a fin de que Dios establezca nuevamente su reino sobre la humanidad, es la vida espiritual. Jesús enseñó que se debe nacer de Nuevo (espiritualmente, Jn. 3: 3) para ver el reino de Dios. Jesús no estableció su reino sobre la tierra en su primera venida, porque su reino comienza primero en el corazón humano. Dios no podrá establecer su reino total sobre la tierra con una humanidad viviendo bajo pecado, sino hasta que regrese a reinar sobre la tierra. 25 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA restablecer el gobierno de Dios sobre la humanidad, recobrar la vida espiritual perdida y la relación entre Dios y el ser humano. La restauración material es consecuencia de una buena relación con Dios. La tierra no puede ser restaurada en su totalidad, si la humanidad completa no se vuelve a Dios. En su primera manifestación al mundo, Jesús enseñó abundantemente acerca del reino de Dios. En una de sus afirmaciones acentuó que su reino no es de este mundo: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn. 18:36). El reino de Dios se ha acercado a la tierra, pero no se ha establecido totalmente porque el ser humano sigue eligiendo el pecado y rechaza voluntariamente el gobierno de Jesús. Pero vendrá el día cuando Jesús regresará a la tierra a limpiarla de todo pecado y a restaurarla físicamente. Este reino que se establecerá literalmente en la tierra, es el gobierno de Dios sobre la humanidad, que fue roto al principio por la primera pareja. Para que ese reino se vuelva a restablecer, Cristo tiene que regresar a la tierra a gobernar para: a) Ser ungido como Rey. b) Establecer una justicia perdurable. c) Ponerle fin al pecado: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Dn. 9: 24). Eso sucederá en el milenio, cuando Jesús regrese a gobernar y a purificar la tierra de todo pecado. En este mundo y bajo el sistema actual (gobernado por el pecado), no se va a restablecer Primero debe quitar el pecado, para luego restaurar la tierra (Dn. 9:24; Ap. 19:11-16). Lo espiritual es primero, luego lo material. 26 – Llamados a servir – a plenitud el reino de Dios. Es necesario que se le ponga fin al pecado, Satanás sea atado y echado al infierno (Ap. 20:1-3). b. El reino de Dios sobre la tierra El interés de que el reino de Dios se vuelva a establecer en toda la tierra, tal como fue al principio (cuando Dios creó la primera pareja y les bendijo en el huerto del Edén, Gn. 1: 26-27) es un anhelo latente de toda la creación y del corazón amoroso de Dios. Adán y Eva al obedecer a Satanás, automáticamente rechazaron el gobierno de Dios y se lo entregaron a Satanás. Ese pecado afectó a toda la raza humana7: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Ro. 22-23). El restablecimiento del reino de Dios sobre la tierra, es una prioridad en el plan divino a fin de que se haga su voluntad perfecta, así como se hace en el cielo. Esto redundará en beneficio para la humanidad, porque cuando el ser humano se gobierna asimismo fracasa y cuando vive bajo el gobierno total de Dios, goza de todas sus bendiciones. En la oración modelo, Jesús enseñó a sus discípulos a que oraran para que el gobierno de Dios se restablezca nuevamente 7 El pecado de Adán y Eva afectó a toda la raza humana, pero no se les puede atribuir la responsabilidad del pecado personal (el que comete cada persona). El ser humano tiene la libre voluntad de elegir entre el bien y el mal. La primera pareja develó el conocimiento del bien y del mal, pero es una excusa culpar a Adán y a Eva de nuestras propias acciones. Nadie está obligado a pecar por el pecado de Adán. A cierta edad, cuando se puede hacer diferencia entre el bien y el mal cada ser humano elige lo que quiere. Lastimosamente, la humanidad se inclina más al mal, que al bien. 27 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA en la tierra y exista una obediencia absoluta a Dios, así como existe en el cielo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:910). Jesús pidió a sus hijos que oraran para que el reino de Dios se restaure pronto y de forma total sobre la tierra. En su primera manifestación al mundo, Jesús no pretendía establecer su reino en su totalidad, este solo se acercó a los hombres: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Mr. 1:14-15). Los judíos del tiempo de Cristo anhelaban la restauración del reino de Israel, ya que estaban bajo el yugo del imperio romano por causa de sus desobediencias. Los discípulos, preocupados por la partida de Jesús hacia el cielo y anhelando una restauración inmediata en la tierra, le preguntaron acerca del reino en Israel: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hch. 1:6-7). Si el propósito de Jesús hubiese sido que el reino de Dios se restableciera en su plenitud en su primera venida, habría comenzado por Israel y Él lo habría confirmado. Pero el reino de Dios solo se ha acercado a los hombres y ha sido dado a conocer al mundo por la Iglesia, no ha sido establecido en su totalidad, sino hasta que Jesús aparezca por segunda vez. Así les dijo Jesús a los judíos: “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt. 23: 39). 28 – Llamados a servir – Hablando del futuro gobierno de Jesús, que será establecido en la tierra de manera palpable, Hebreos señala que como decreto, Dios ha sujetado de antemano el mundo venidero a Jesús: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero (sino a Jesús), acerca del cual estamos hablando” (Hb. 2:5). Aunque toda potestad le ha sido dada Jesús en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (Mt. 28:18), no todo está sujeto a Él; hasta que establezca su reino de forma literal en la tierra: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a Él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hb. 2:5, 8). c. Jesús regresará a establecer su reino sobre la tierra La Biblia afirma que Jesús, después de ofrecer su vida por la humanidad, se ha sentado a la diestra de Dios y está esperando descender a la tierra para establecer su gobierno: “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Hb. 10:12-13). La Biblia confirma que en su segunda venida, Jesús establecerá su reino en la tierra restaurada y la gobernará durante mil años: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap. 20:4). 2 P. 3:10. Se puede tener la tendencia a creer que el reino de Dios se debe establecer aquí y ahora, bajo este sistema de pecado. Aunque Jesús derrotó a Satanás y a la muerte en la cruz (Col. 2:15), la humanidad todavía sigue tras el pecado, a voluntad propia. Por eso Satanás es el dios de este siglo (2 Co. 4:4). Satanás mismo le ofreció a Jesús todos los reinos de este mundo a cambio de que le adorara (Mt. 4:9). Pedro quiso convencer a Jesús de que no 29 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA fuera a la cruz, ya que perdía la esperanza de un gobierno inmediato en Israel, pero Jesús le reprendió duramente: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mt. 16:21-23). Jesús estará en el cielo hasta que regrese a restaurar todas las cosas y se restablezca el reino de Dios sobre la tierra: “Y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hch. 3:20-21). En una ocasión Pedro le preguntó a Jesús qué recibirían a cambio de haber despreciado todas las cosas de este mundo, para seguirle. Jesús le habló de su reino venidero: “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19:27-28). Jesús les prometió a sus discípulos que durante su futuro gobierno en la tierra, ellos gobernarán a Israel, sentados en doce tronos, por haber despreciado hasta sus propias vidas en este mundo, por amor de Su santo nombre: 30 – Llamados a servir – “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26). La Biblia señala que el reino de Dios será establecido de manera literal sobre la tierra, durante mil años, pero primero Satanás debe ser atado, pues Jesús no puede gobernar mientras haya pecado en la tierra: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap. 20: 1-4). Ver, Is. 11:1-10, 65: 18-25. Mientras vivamos en este sistema de pecado, existe la tentación de desvirtuar el futuro y glorioso reino de Cristo en la tierra, confundiéndolo con una vida material próspera y cómoda en un mundo de pecado. Un verdadero ministro de Dios, no estará satisfecho con la abundancia material, mientras el pecado reine en este mundo y las almas se pierdan en una eternidad, sin Cristo. 31 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA II. MINISTROS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS ____________________________________________________ a. Los ministros son llamados a servir, no a ser servidos En su primera venida, Jesús no vino al mundo a gobernar bajo el sistema político de los hombres, ni tampoco a competir con los reyes de esta tierra (Jn. 18:36); vino a servir, al grado de ofrendar su vida en la cruz para rescatar a la humanidad. Jesús señaló que su reino no es de este mundo: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn. 18:36). El reino de Dios no se puede restablecer bajo este sistema corrupto y pecador. El gobierno de Cristo sobre la tierra será libre de todo pecado, como afirma el profeta Daniel: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Dn. 9:24). Es necesario que se le ponga fin al pecado, antes que Jesús gobierne en toda la tierra y sea ungido como rey. Confundir el reino de Dios con el materialismo que impera en este mundo o con una ambición material que alcanza aun a la iglesia disfrazada de “prosperidad”, puede conducir a tergiversar la realidad del futuro gobierno de Jesús sobre la tierra. Jesús fue claro en señalar que nadie puede servir a Dios y a las riquezas: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lc. 16:13). La avaricia puede cegar el corazón de los más devotos cristianos de los últimos tiempos, para hacerles caer en el error de querer 32 – Llamados a servir – establecer el reino de Dios bajo este sistema humano corrupto, usando el nombre de Dios y una falsa prosperidad como excusa. Tergiversando el verdadero reino que solo Cristo establecerá en su regreso a la tierra. Existe la tentación de mezclar el verdadero reino de Dios con los sistemas políticos de este mundo a fin de que la Iglesia sea más un poder político, perdiendo su enfoque de liberar al mundo de las cadenas del pecado (Jn. 8:32). Esto podría conducir a una falsa unidad de las iglesias, que de acuerdo a la Biblia, dará a luz una iglesia mundial falsa (Ap. 17), dirigida por un líder religioso perverso (el falso profeta8). Cegados por la ambición, muchos ministros y cristianos de los últimos tiempos no se percatarán en que se habrán convertido, pues la avaricia entorpece el corazón y ciega la razón para no entender lo simple de la Palabra de Dios, como el verso anterior, donde Jesús afirma que nadie puede servir a Dios y a las riquezas9. Todo discípulo de Jesús es llamado a caminar en este mundo como el anduvo, imitando su ejemplo de servicio y humildad: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt. 11: 29-30). Jesús fue humilde, como ejemplo a todos sus discípulos que le habrían de seguir, por eso el Padre puso todas las cosas a sus 8 La Biblia señala que en los últimos tiempos se levantará un líder religioso mundial (Ap. 16-13), que posiblemente aglutinará a todas las religiones e inclinará a la humanidad a la adoración del Anticristo (la bestia). Es parte del trío satánico que gobernará en la gran tribulación (la Bestia, el Anticristo y el falso Profeta) que le espera a la humanidad, después que la Iglesia sea arrebatada al cielo (Ap. 16:13; 19:20; 20:10). 9 Balaam fue un gran profeta de Dios que cedió ante la avaricia material y terminó su vida como un adivino corrupto, con un desenlace fatal (Nm. 22-24; Js. 13:22; Jd. 1:11). 33 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA pies como recompensa (Mt. 28:18). Así mismo, los ministros son llamados al servicio divino para ser recompensados un día por el pastor de los pastores. En el reino de Dios no imperan los valores del mundo, se contraponen. En los gobiernos del mundo se imponen los más bravos. En el reino de Dios, los humildes son exaltados: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28). El servicio es el más grande de todos los dones del reino de Dios, paradójicamente, es el menos procurado por ministros y cristianos del reino. Los títulos encumbrados y de exposición son más apetecidos, como símbolo de una presuntuosa autoridad y falsa prosperidad, que conducirá a la apostasía de la Iglesia, que de acuerdo a la Biblia, es una señal de la antesala a la segunda venida de Cristo (2 Ts. 2:3; 1 T. 4: 1). Los ministros son llamados a servir, no a ser servidos. ____________________________________________________ Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas.” ____________________________________________________ b. Haciendo tesoros en el cielo Jesús enseñó que el reino de los cielos es semejante a un hombre que descubre un tesoro en un terreno y vende todo lo que posee para comprar esa tierra a fin de obtener algo mejor: “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mt. 13:44). 34 – Llamados a servir – Jesús quiso enseñar el valor de su reino y la vida eterna, con relación a las riquezas materiales y temporales de este mundo. El discípulo debe estar dispuesto a perderlo todo en este mundo, para ganar las riquezas eternas, como dijo Pablo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil. 3:8). El Señor Jesús exhortó a sus discípulos a renunciar a las riquezas temporales de esta tierra, donde se pudren y los ladrones roban; para buscar las riquezas eternas: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6: 19-21). En este mundo existe la tentación de amar más las cosas materiales temporales, que las riquezas eternas. Los cristianos somos llamados a amar a Dios por encima de todas las cosas de este mundo10. Pablo señaló que nada trajimos a este mundo y nada llevaremos al morir. Inclinar el corazón a las riquezas de este mundo, aleja de hacer tesoros en el cielo: “Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción 10 Mayordomía, es cristiano es solo un mayordomo de las cosas que Dios en su gracia le confía, sean dones espirituales, ministerios, o cosas materiales. Implica que debe ser un buen administrador que las cuida, pero sin apegarse a las cosas materiales de este mundo, pues pueden ser un lazo para el alma y el hilo entre ser un buen administrador y amar las dádivas más que al Dador, es bien finito. 35 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6: 7-10). Los que buscan enriquecerse en esta tierra caen en tentación de codicias necias e indiferencia por las cosas de Dios y el prójimo. Jesús explicó que la raíz de todo problema tiene su origen en el amor al dinero. No es el dinero en sí mismo, sino el amor al dinero, que se constituye en un ídolo: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Col. 3:5). Jesús condenó el afán por las cosas materiales de esta vida: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:31-33). Jesús explicó que la gente del mundo busca las riquezas materiales como una prioridad en sus vidas. En cambio, los hijos de Dios son llamados a buscar primero lo eterno y Él suplirá todas sus necesidades materiales (Fil 4:19). Un joven rico le preguntó a Jesús que debía hacer para heredar la vida eterna. Él le respondió que vendiera todo lo que poseía para compartirlo con los pobres: “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: !Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (Mr. 10:21-23). Jesús habló que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Hay dos razones a considerar: Las personas para llegar a 36 – Llamados a servir – tener mucho dinero suelen ser indiferentes con las necesidades del prójimo a fin de acumular mucho dinero para sí mismos, y después que tienen dinero se aferran a este, impidiéndoles despojarse de lo material para seguir y amar a Dios. No es que Dios no le permita entrar al cielo a los ricos, es que ellos llegan a amar más sus riquezas que a Dios; por eso es que es difícil que ellos hereden la vida eterna. Contrario al joven rico, que se fue decepcionado por las palabras de Jesús, la Biblia señala que Zaqueo, un hombre rico que reconoció a Jesús como el Mesías de Israel11, se despojó de su dinero a fin de hacer tesoros en el cielo: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham” (Lc. 19: 8-9). En la Iglesia primitiva los cristianos se despojaban de sus riquezas con gozo, para compartir con los más necesitados: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hb. 4: 32, 34-35). Las riquezas de este mundo, están en las manos de Satanás y se contraponen a las riquezas eternas que ofrece Dios, quien ha prometido suplir las necesidades de sus hijos en esta tierra; pero les llama a despojarse de las ambiciones materiales: “Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el 11 Mesías, título hebreo dado a Jesús como el Salvador que vendría a Israel, para dar libertad y salvación. 37 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (Lc. 12:22-31). Dios condena el afán y la ansiedad por las cosas materiales de este mundo. Como dueño de todas las cosas, Dios manda a sus hijos a confiar y a depender de Él cada día, aun para los alimentos, los cuales quiere que se le pidan diariamente: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11). La Biblia señala que el justo por la fe vivirá en la tierra: “El justo por la fe vivirá” (Gá. 3:11). Cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar el Evangelio, les instruyó que no llevaran dinero para el viaje a fin de que dependieran totalmente de Él y les explicó que todo trabajador devenga un salario, que Él les pagaría. Pero ésta es una empresa de fe: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su 38 – Llamados a servir – alimento. Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis” (Mt. 10: 7-11). Los discípulos tenían que salir por la fe a predicar el Evangelio, confiando en las promesas, y Dios les supliría sus alimentos. Ellos confirmaron luego que cuando salieron a predicar por la fe, nada les faltó, conforme a la promesa: “Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada” (Lc. 22:35). c. Reyes y sacerdotes de Dios Cuando Dios eligió a Israel como un pueblo escogido sobre la tierra, les mandó separarse de las costumbres pecaminosas del resto de los pueblos de la tierra a fin de que fuesen un pueblo de sacerdotes y gente santa: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éx. 19:5-6). Israel no cumplió su cometido de ser una nación santa y aunque tiene promesa de salvación (Ro. 11:25-27), Pedro señala que ahora la Iglesia es el pueblo escogido de Dios, llamados a ser reyes y sacerdotes: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9). Esta promesa tendrá su cumplimiento literal durante el futuro gobierno de Cristo sobre la tierra. Jesús les prometió a sus discípulos que ellos gobernarían en Israel durante su futuro gobierno sobre la tierra: “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la 39 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19: 27-28). Aun los que se salven, dando su vida por Jesús durante la gran tribulación, resucitaran para gobernar con Cristo en la tierra: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap. 20:4). La promesa de gobernar durante el futuro gobierno milenial de Jesús sobre la tierra, le fue revelada a Juan en su visión celestial: “Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:9-10). “Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Ap. 1:6). La Biblia señala que en su retorno a la tierra, Jesús delegará autoridad de reyes a los que sean dignos: “Aconteció que vuelto Él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades” (Lc. 19: 15-19). 40 – Llamados a servir – En su retorno a la tierra, Jesús delegará autoridad sobre las naciones a los que sean dignos, de acuerdo a su trabajo en la Iglesia. La Biblia señala: “Aconteció que vuelto Él, después de recibir el reino”. Es necesario que Jesús regrese primero y reciba el reino, para delegar autoridad a los que sean dignos. La Iglesia goza de autoridad espiritual en la actualidad, pero en el futuro reino de Jesús se verá claramente la autoridad de reyes y sacerdotes. Así como Jesús venció al mundo y derrotó a Satanás en la cruz, pero todavía no todas las cosas están sujetas a Él y su reino no ha sido establecido en su totalidad sobre la tierra, hasta que se le ponga fin al pecado; tampoco se ha manifestado toda la autoridad de los hijos de Dios, hasta que gobiernen con Cristo. Para gobernar con Jesús en el futuro, hay que servir primero, como Él sirvió. Para obtener una corona, hay que llevar la cruz cada día de nuestro peregrinaje por la tierra. Existe el peligro de caer en el engaño de querer establecer el reino de Cristo aquí y ahora, basado en las riquezas temporales de esta tierra bajo pecado. El reino de Dios lo va establecer Jesús mismo cuando regrese a la tierra, con sus santos: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Ap. 19:11-16). 41 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA III. CARACTERÍSTICAS DE LOS MINISTROS DE DIOS ____________________________________________________ La Biblia y la historia cristiana muestran que la mayoría de los apóstoles de Jesús, sufrieron el martirio por causa del Evangelio. Se dice que Juan, fue el único que murió de anciano, aunque sufrió el destierro y la cárcel por la causa de Jesús y del Evangelio, en la isla de Patmos12 (Ap. 1:9). Los apóstoles de Jesús sufrieron y vivieron para servir al Señor humildemente, en su paso por esta tierra. Ellos imitaron el ejemplo de Cristo y debe servir de modelo a todo discípulo de Jesús, pues nadie pudo estar más cerca de sus enseñanzas que sus de primeros discípulos. a. El carácter de los ministros de Dios A continuación algunos pasajes de la Biblia que muestran algunas características que deben tener los ministros de Dios: “Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Ti. 3:1-7). De acuerdo al pasaje anterior el ministro de Dios, debe ser: 1. Irreprensible: Sin reproche en su conducta, mientras ejerzan su ministerio. 12 “El Libro de los Mártires”. Editorial Clie. Barcelona, 1991. Pág. 21- 25. 42 – Llamados a servir – 2. Marido de una sola mujer: Que permanezca fiel a su esposa. Que mantenga su pacto matrimonial. 3. Sobrio: Que no pierda el control de sí mismo, sin excesos, que cultive el dominio propio en su carácter: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24: 4851). 4. Prudente: Que se conduce sabiamente en palabra y conducta (1 Ti. 4:12). 5. Decoroso: Prudente. De buena conducta, que refleje lo que hay en el interior. 6. Hospedador: Que aloja a alguien en su casa con amabilidad, sin esperar nada a cambio. 7. Apto para enseñar: Capacitado en las Escrituras para enseñar la doctrina bíblica. 8. No dado al vino: Que no se tienta a las bebidas alcohólicas, sino que sea lleno del Espíritu Santo (Ef. 5:18). 9. No pendenciero: Que no sea violento o pleitista, que busque la paz. 10. No codicioso de ganancias deshonestas: Que no sea avaro, ni venda sus convicciones a cambio de fama, posiciones o dinero. 11. Amable: Trato amoroso, y de ser necesario, sacrificado por amor a Dios y al prójimo, considerando a los demás como mayores a nosotros mismos. 12. Apacible: Que pone la paz con su buen carácter. 13. No avaro: La avaricia es idolatría (Col. 3:5). 14. Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción (quién no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). 43 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA 15. Que tenga buen testimonio: De conducta ejemplar, para que las personas no encuentren tropiezo para buscar a Dios. b. Los apóstoles de Cristo sacrificaron sus vidas por amor El siguiente pasaje revela el carácter y los sufrimientos de los ministros en la Biblia: “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo” (2 Co. 6: 3-10). Indudablemente, la vida de los ministros de la iglesia primitiva fue dedicada al servicio desinteresado en el reino de Dios. El apóstol Pablo vivió una vida pobre y sufrida. Eso debe servir de ejemplo para toda la cristiandad. Pablo afirma: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Ver, Fil 3:17. c. Los santos y profetas del AT sirvieron a Dios sin condiciones Hebreos describe el carácter y sufrimientos de los profetas y santos del AT: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de 44 – Llamados a servir – leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (Hb. 11:32-40). El cuadro de los más devotos hombres de Dios en la Biblia, revela que fueron abnegados servidores de Dios que dieron su vida en ofrenda, despreciando este mundo por causa del reino de Dios a fin de obtener una recompensa eterna. d. El ejemplo de Cristo como ministro Durante su ministerio terrenal, Jesús desarrolló una faceta ministerial de servicio. El dijo que vino a servir, no a ser servido: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28). Como siervo obediente, fue llevado como cordero al matadero: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Is. 53:7). La humillación condujo a Jesús a su exaltación hasta lo sumo: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se 45 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:5-11). La Biblia señala que el que quiera ser grande en el reino de Dios, debe ser servidor de los demás: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mt. 20:26-28). Desde la perspectiva bíblica, la grandeza en el reino de Dios no es terrenal, pues Dios manda humillarnos ante los demás, para ser grandes en la eternidad y delante de Él. Quien sirve no lleva honra alguna, ni títulos en la tierra, sino ante Dios. Servir no se ajusta a los parámetros de grandeza de este mundo, es humillación y en este caso es voluntaria, en los que buscan recompensas eternas (Ro. 2:6-7). Jesús es el gran ejemplo a seguir por todos los ministros, Él es el apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (Hb. 3:1). Jesús enseño seguir su ejemplo de obediencia y humildad: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt. 11:29). La humillación de Cristo y su ejemplo de obediencia, reflejan el carácter de sumisión que los ministros deben mostrar en su paso por la tierra. 46 – Llamados a servir – Capítulo – 3 – LOS MINISTERIOS COMO EL CUERPO DE CRISTO I. LA NATURALEZA DE LOS MINISTERIOS a. Un cuerpo con diferentes miembros Los diferentes ministerios de la Iglesia persiguen un solo fin, edificar a los santos para el servicio ministerial. Pablo hace notar que los ministerios son como los miembros del cuerpo, todos son necesarios, aunque cumplen funciones diferentes (1 Co. 12:14-31). Además, lo entiendan o no, cada miembro es parte de un solo organismo al que se deben. Eso significa que, ninguno puede hacer algo productivo de sí mismo, sin la ayuda de los demás miembros o si la cabeza no lo dirige. Ese es el concepto de ministerio que debe tener la Iglesia, para que exista armonía en el reino de Dios. A cada ministro, legítimamente llamado por Dios, se le asigna una función específica en el reino, para servir a Dios y edificar al prójimo, no solo para el beneficio propio. Así como en un cuerpo los miembros no cuestionan el ayudar y sacrificarse por el bien común, ningún ministro debiera considerar suyo el ministerio, pues le fue asignado para servir al cuerpo al que se debe (la Iglesia). La razón por la que existen los ministerios, es para beneficiar a la Iglesia. Si el ministro entiende que fue puesto para ayudar a otros, y no porque sea más importante como individuo, no tendría nada de que gloriarse, como afirma Pablo: “Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Co. 4:7) 47 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Los ministerios son establecidos a causa de la necesidad de obreros que existe en el reino de Dios para que guíen las almas por el camino del Evangelio: “Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc. 10:2). A los ministros del Evangelio se les debe respeto a causa de su llamado, pero no deben ser líderes que exijan pleitesía para sí mismos. Todo lo contrario, deben servir por amor, con humildad, siendo ejemplos de la grey, en conducta y fe (Hb. 13:7, 17). El apóstol Pedro exhorta a los pastores: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:2-4). Pedro exhorta a los ministros a: a) Apacentar o darles el alimento espiritual a tiempo a las ovejas bajo su cuidado (Mt. 24:45). b) Hacerlo voluntariamente, no por obligación. c) No hacerlo por ambiciones materiales, sino con corazón puro. d) No usar la autoridad para señorearse de los demás, sino con humildad, sirviéndoles de ejemplo. e) Esperar una recompensa eterna en los cielos, más que una pasajera en la tierra. Jesús le dijo a Pedro como pastor, que le mostrara su amor, a través del cuidado amoroso de las ovejas: “Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la 48 – Llamados a servir – tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Jn. 21:16-17). b. Los diferentes ministerios de la Iglesia Usualmente, cuando se hace referencia a los ministerios de la Iglesia, se piensa en aquellos que están relacionados a la proclamación del Evangelio, los llamados ministerios de la Palabra: Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor, Maestro (Ef. 4:11). Se les llama ministerios de la Palabra porque están relacionados directamente con la predicación del Evangelio en el mundo, pero, en la Biblia se mencionan muchos ministerios que son igualmente importantes. En la siguiente lista, Pablo hace referencia a diferentes ministerios de la Iglesia, sin clasificarlos o establecer un orden cronológico de jerarquía o importancia. Dando a entender que todos son igualmente importantes y necesarios: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1 Co. 12: 27-31). Pablo no se refiere aquí a los dones del Espíritu per se, sino a que todos los ministerios solo son dones de la gracia divina. El no hace diferencia entre el apóstol y los que ayudan o los administradores, aunque cada uno tenga su posición y función en el reino. Todos son parte del cuerpo de Cristo. Si se fuesen a clasificar un orden de jerarquía de los ministerios en la lista anterior, no cabe duda que los que 49 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ayudan serían los más grandes en el reino, no los apóstoles o los profetas, solo por su título. La Biblia señala: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28). Al retorno de Cristo, no seremos juzgados por lo inmenso de nuestro ministerio o por el título que ostentemos, sino por la fidelidad en lo mucho o en lo poco que el Señor nos confió. El Señor advirtió de este justo juicio que hará a su regreso: “Y su Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21). c. Los dones y ministerios de la Iglesia En la siguiente lista, algunos ministerios como el de profeta y maestro aparecen entre los dones espirituales: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con 50 – Llamados a servir – liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Ro. 12:3-8). Pablo explica que nadie debe gloriarse por la función o notoriedad de su ministerio. El énfasis de la labor ministerial debe estar enfocado en el beneficio de todo el cuerpo (Iglesia). Esto crea un sentido de humildad e igualdad. Para el buen funcionamiento del cuerpo, todos los miembros son necesarios. Pablo trata de desconectar el sentido de superioridad de los ministerios, haciendo notar que solo son miembros de todo un cuerpo al que pertenecen. El enfatiza la necesidad de pensar en el bien común de todo el cuerpo, dirigido por la cabeza que es Cristo, no solo en un ministerio en particular. En la lista anterior, Pablo no está tratando de hacer diferencia de posición entre los dones o ministerios de la Iglesia, pues esa es una regla del mundo. En el reino de Dios el que sirve es el mayor, independientemente del trabajo que haga (como explica Jesús, Mt. 20:25-28). Los ministerios solo son dones divinos, y un don no es más que un regalo inmerecido. “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres” (Ef. 4:7-8). El Señor repartió dones y ministerios según su voluntad a cada uno. Toda autoridad pertenece y procede de Él. Nadie es más importante que su prójimo por su función ministerial. Aunque los ministros se deben respeto los unos a los otros, es solo la gracia de Dios la que ubica a cada uno donde a Él le place, pero solo para el servicio de los demás, no para engrandecerse a si mismo. Así como los miembros de un cuerpo no funcionan, si la cabeza no los dirige. La iglesia no puede hacer nada, si Jesús no la guía en su misión en la tierra13. 13 Una congregación puede decidir seguir una doctrina bíblica pura o apartarse de la Verdad. En Apocalipsis, se encuentra el mensaje a las 51 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Al saber que los ministerios solo son miembros de un solo cuerpo, el sentido de humildad se apodera de los ministros. Los miembros y el cuerpo en general no pueden funcionar, si la cabeza no los dirige (Cristo). El fin de los ministerios es edificar la Iglesia a través de un servicio amoroso y humilde. No hay cabida para los ídolos en el reino de Dios. La iglesia es un edifico construido en el ejemplo del amor y la humildad que Cristo mostró en su paso por la tierra, al ser obediente hasta su muerte en la cruz. Esa es la medida de la estatura de perfección que debemos buscar: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Ef. 4: 1116). siete iglesias. Con el paso del tiempo, algunas de ellas se habían extraviado de la verdad. El Señor le escribe a la iglesia de Laodicea: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). Este pasaje, que a veces se usa para evangelizar, es un mensaje de arrepentimiento a una iglesia que se había pervertido. 52 – Llamados a servir – Capítulo – 4 – LOS MINISTERIOS BAJO EL GOBIERNO DE LA IGLESIA I. LA AUTORIDAD DELEGADA A LA IGLESIA EN EL REINO DE DIOS a. Los ministerios gozan de la autoridad delegada a la Iglesia Dios le asignó el reino de la tierra a Adán y a Eva para que la gobernasen, pero lo perdieron cuando pecaron, cediéndoselo a Satanás. Ahora es restablecido por medio de Jesús, quien derrotó a Satanás en la cruz y le despojó del reino: “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col. 2:15). El reino de Dios sobre la tierra (revelado por Jesús) trae un nuevo orden al mundo. Jesús le dio autoridad a la Iglesia para predicar y proclamar su reino venidero. Este reino será establecido totalmente en la tierra, cuando Jesús regrese a gobernar a su debido tiempo (Hb. 10: 12-13). El establecimiento del reino de Dios en la tierra, es la respuesta divina al caos que existe en el mundo a causa del pecado, y es prioridad en el programa de Dios para la humanidad. Dios no puede restaurar todas las cosas en la tierra, si todo no está sujeto a ÉL. Lo primero que Jesús anunció al manifestarse al mundo, fue la llegada del reino de Dios a la tierra: “Arrepentíos por que el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4: 19b). “Porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17: 21b). El orden que necesitaba la tierra, desde que Adán y Eva pecaron y despreciaron el gobierno de Dios, fue inicialmente restablecido por Jesús cuando vino a la tierra y anunció que el 53 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA reino de Dios se había acercado a los hombres y que ahora es dado a conocer por la Iglesia (Ef. 1:20-23). En este nuevo reordenamiento del reino de Dios sobre la tierra se instaura una Iglesia (Mt. 16:18)14, que proclama el reino de Dios al mundo, hasta que Jesús regrese a reinar a la tierra (Hb. 10:12-13; Ap. 20:4) y establezca su reino milenial15. Allí, no existirá más el caos que ahora impera en la tierra a causa de la desobediencia voluntaria de la humanidad. Jesús es la cabeza de la Iglesia y ésta como su cuerpo tiene un orden para moverse y caminar en su misión asignada en la tierra. Los ministerios son los miembros que le dan forma al cuerpo, encargados de edificar y preparar a la Iglesia. b. Edificando sobre el fundamento de Cristo Jesús creó ministerios para la edificación de la Iglesia, que le dan sentido de orden al reino de Dios. Esta edificación se refiere a constructores que edifican en el edificio (Iglesia), ya cimentado por los apóstoles sobre su fundamento, que es Cristo: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co. 3: 9-11). Pablo siendo apóstol, testifica a los hermanos de Corinto que él solo fue un maestro constructor que estableció la Iglesia gentil sobre el único fundamento que existe, Jesús. 14 Jesús estableció su Iglesia y Él es su único fundamento. La Roca es Cristo mismo y es la verdad que le había sido revelada a Pedro por Dios, con relación a Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías esperado (Mt. 16:13-20). 15 Milenio- Período de mil años de gobierno de Cristo con sus santos en la tierra después de su segunda venida (Ap. 20: 4, 6). 54 – Llamados a servir – No se puede poner otro fundamento ajeno al de los apóstoles de Jesús, solo se puede construir encima, a base de las enseñanzas de Cristo dadas a los apóstoles fundadores. No importa si alguien reclama ser profeta, apóstol, evangelista, etc., no puede poner otro fundamento, el cual es Cristo. La base sobre la cual descansa el edificio (la Iglesia) es Jesús. Él es la piedra angular (Ef. 2:20). El material para edificar encima tiene que estar apegado a las enseñanzas de los apóstoles fundadores, pues solo ellos recibieron el Evangelio por revelación directa de Jesús. Los demás, recibimos el Evangelio por el testimonio de los apóstoles fundadores como testigos oculares únicos a través de sus escritos (la Biblia). Todo ministro debe edificar a partir del Evangelio revelado en la Biblia. Pablo advierte: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2:20-22). Jesús es el fundamento de la Iglesia, construida bajo el Nuevo Pacto de la Gracia. En cuanto a los apóstoles, profetas, maestros, etc., solo son ministros que edifican encima, sobre el fundamento de Cristo. Al referirse a una doctrina apostólica, Pablo alude al testimonio (verbal y ocular) de las enseñanzas de Cristo trasmitidas por sus apóstoles, no a una posterior “revelación” del Evangelio, del cual él es muy celoso (Gá. 1:8). Los Doce apóstoles de Jesús fueron escogidos entre muchos para que fuesen sus testigos oculares veraces y transmitieran sus enseñanzas a los que creyeran en Él. Al profeta al que se refiere el verso anterior, no es a alguien que fundamenta sus enseñanzas en una profecía carismática de interpretación personal; sino a un testigo veraz que confirma el testimonio y las palabras de Jesús. 55 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA No se debe confundir la doctrina apostólica y profética, que en la Biblia se refiere al testimonio de Cristo dado por sus apóstoles y los profetas bíblicos, con un sistema religioso actual de estructura “apostólica y profética”. Ese es un error craso e ingenuo en la interpretación bíblica. Pablo no estaba promoviendo apóstoles y profetas al señalar el fundamento de los apóstoles y profetas. Al contrario, quería afirmar que la doctrina cristiana tiene que estar fundada en el testimonio de los apóstoles de Jesús, como únicos testigos oculares; y en los profetas que anunciaron, y confirmaron de antemano la llegada del Mesías a la tierra. 56 – Llamados a servir – II. LOS MINISTERIOS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO ____________________________________________________ a. La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia) Aparte de la analogía que Pablo hace de la Iglesia como un edificio, en Efesios 4 y 1 de Corintios 12, se encuentra una profunda revelación de la Iglesia como un solo cuerpo. Los diferentes ministerios son los miembros que le dan forma y vida al cuerpo (la Iglesia), del cual Jesús es la cabeza, quien la dirige. El énfasis inicial de Pablo, antes de mencionar los ministerios de la iglesia, es resaltar el sentido de unidad que debe caracterizar a cada ministerio, como parte del cuerpo de Cristo (Ef. 4:1-6). La arrogancia queda excluida, ya que Dios es quien imparte de su voluntad los dones y ministerios a quien Él quiere. Los dones espirituales no pertenecen a nadie en particular, por eso se llaman dones del Espíritu, porque son del Espíritu Santo, no de la persona que los ministra. Todos los miembros son partes integrales de un mismo cuerpo e igualmente importantes (se necesitan el uno al otro para moverse) y dependen totalmente de la cabeza (Cristo). El fin mutuo que persiguen los miembros es el buen funcionamiento del todo el cuerpo, no el de un miembro en particular. Excelente analogía que rechaza de frente el egocentrismo y procura el bien de toda la Iglesia. Con esta analogía, Pablo procura enfatizar el cuidado y la armonía que debe existir entre los verdaderos ministros de la Iglesia. Normalmente, nadie lastima los miembros de su propio cuerpo, por muy insignificantes que parezcan, aun las uñas se cuidan. Así se espera que los diferentes ministerios de la Iglesia se amen, respeten y protejan entre sí, procurando el bien común, no el beneficio propio. 57 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Sin este sentido de unidad y humildad en la mente de los verdaderos ministros16 el trabajo en el reino de Dios se torna más difícil; pues los dones no son para exaltar a los hombres, sino a Dios, a quien pertenecen17. Pablo enfatiza en sus cartas que el mayor de todos los dones, es el amor (1 Co. 12:31, 13:1-8) y cuando la motivación de un ministro no tiene como fin la edificación desinteresada de la Iglesia, se rompe el vínculo de la unidad espiritual (Ef. 4:3)18. Pablo de inicio le da más importancia a la unidad pura de los ministerios, que a la misma función de estos: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación: Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:4-6). Los dones y ministerios asignados son diferentes; nadie elige para sí los dones que desea, sino Dios. Todo está centrado en Dios, para su gloria. Esa dependencia de Él, muestra que los miembros son diferentes, pero todos obran por gracia divina y viven para beneficiar a los demás, no para sí mismos. La iglesia como cuerpo de Cristo debe estar unida en su misión en la tierra, así como Dios es Uno (Trinidad): “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo, hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo, hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas es el mismo” (1 Co. 12:4-6). 16 Se puede usar el tema de la unidad para promover una unidad entre verdaderos y falsos ministros (apóstatas). La Iglesia de Cristo debe tener el cuidado de hacer la diferencia. Dios quiere a su verdadera Iglesia unida, no que se una con lo falso (2 Co. 6: 16-17). 17 Según la Biblia, la obra de cada uno será probada por el fuego para que pueda permanecer delante de Dios (1 Co. 3:12-15). La obra que se hace fuera del orden del reino, no tiene fruto y será reprobada. 18 La unidad es un principio del reino de Dios, Jesús enseñó que aun Satanás está unido en su reino de maldad (Lc. 11:17-18). 58 – Llamados a servir – La ministración de todo don, ministerio u operación divina lleva implícito el sello de la Trinidad (Espíritu-Señor-Dios) y sirve de ejemplo de la unidad que debe existir entre los ministerios de la Iglesia. La misión de la Iglesia en la tierra es volver todas las cosas a la obediencia a Dios (ya que el ser humano se separó de Dios a causa del pecado). La Iglesia está destinada a reconciliar al mundo con Dios, a través de la proclamación del Evangelio y los ministerios tienen la tarea de edificar y perfeccionar a los santos a fin de lograr ese cometido. b. La fuente de la autoridad de la Iglesia La autoridad que la iglesia posee procede de Jesús, quien la autorizó para ejercer su misión en la tierra. Jesús dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28:18b, 19). El Padre le dio potestad a Jesús en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, después de resucitar. La autoridad de la Iglesia deriva de la victoria de Jesús sobre toda potestad del mal: “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col. 2:15). “Quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 P. 3:22). Pablo explica que Jesús estableció los ministerios después de su resurrección: “llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres” (Ef. 4:8) e interpreta estos dones como los ministerios dados por Cristo a la Iglesia para que cumpla con su misión en la tierra (Ef. 4:11). La autoridad delegada por Cristo a la Iglesia es para edificar a través de los diferentes ministerios; no es para enseñorearse de los demás, ni para destrucción: “Porque aunque me gloríe mas todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción” (2 Co. 10: 8a). 59 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Los ministros de la Iglesia están legítimamente autorizados para actuar en el nombre Jesús, por la autoridad que le dio el Padre. Esa autoridad edifica; no destruye. Jesús, como ministro del Nuevo Pacto (Gá. 2:17), se humilló hasta lo sumo en la tierra, para alcanzar suma exaltación. Ese sentir de humildad debe ser emulado por los ministros del Nuevo Pacto (Fil. 2:5-11). La grandeza de Jesús estribó en su humillación y obediencia voluntaria al Padre. No es grande en el reino de Dios, quien se enseñorea de la obra o de las ovejas, sino el servidor de los demás; sin importar el título que ostente (Lc. 18:14). c. La analogía de Jesús como el árbol que da vida Jesús dijo: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:4-5). Dentro de todos los simbolismos bíblicos acerca de Jesús, Él es el árbol que da vida. En este caso, Jesús usa como ejemplo la vid (la planta que produce uvas), para enseñar otra analogía acerca de la dependencia total de sus enseñanzas a fin de mantenerse doctrinalmente puro. Jesús señala que sus discípulos deben ser como las ramas o gajos de la vid; que solamente pueden crecer y alimentarse, si permanecen adheridas al árbol. A diferencia de las ramas que no pueden despegarse por sí mismas de los árboles, el discípulo si puede separarse de su maestro, pues el ser humano (aun convertido a Cristo) goza de libre voluntad para elegir entre el bien y el mal. La relación íntima que existe entre la vid y las uvas, es el tipo de relación que Jesús quiere con su Iglesia. Es tan íntimo, que el árbol provee todo el alimento que necesitan sus frutos. El 60 – Llamados a servir – gajo solo tiene que mantenerse pegado al árbol para tener vida. En este caso los ministerios serían representados por cada gajo. Estos pertenecen a un solo árbol y sin el nada son. Además, todo provecho es para su dueño, no para ellos mismos. La sabia, es el alimento proveído por el árbol para alimentar a los gajos. La Palabra de Dios, es el alimento que provee Cristo para nutrir a su Iglesia: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn. 15:7-10). Existe una gran intimidad entre el árbol y los gajos. Nadie ve como ese árbol toma del suelo sus alimentos y los envía a las ramas, pero lo cierto es que ese fruto poco a poco alcanza su madurez y todos lo notan. La relación de los ministros con Dios debe estar basada en su Palabra como alimento. El verso señala que no se puede decir que se ama a Dios, si no se permanece en su amor. El amor es el vínculo perfecto de toda relación con Dios. Los gajos no necesitan una explicación para saber que el árbol les ama, pues es quien por naturaleza les alimenta y les da vida. Así mismo, no existe lugar para la arrogancia o el orgullo en los ministros del reino, pues aparte de ser seres creados, todo lo que tienen lo reciben por Gracia divina: “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Co. 4: 7). Los ministros de Dios deben mostrar agradecimiento y humildad por haber sido escogidos para servir. Su llamado es servir a la Iglesia por amor, no para enseñorearse de ella (1 P. 5:3). Los ministros son servidores, no señores. Los ministerios no son 61 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA dados para exaltar a los hombres, sino para la Gloria de Dios. No hay cabida para el orgullo en un verdadero ministro de Dios. d. La unidad de Dios con su Iglesia El diagrama muestra la Trinidad en su plan redentor para la humanidad. Así como Dios es Uno, el objetivo de los ministerios es que permanezcan unidos a la cabeza (Cristo) para edificar el cuerpo (la Iglesia). DIAGRAMA DE LA TRIUNIDAD El poder del PADRE - Dios tiene poder inherente y como creador de todas las cosas, posee poder absoluto sobre su creación (Ap. 4:11). - Dios creó al hombre y le dio autoridad sobre la tierra (Gn. 2:15). Satanás engañó al hombre y le quitó su autoridad. - Jesús vino a redimir la humanidad del pecado (Jn. 3:16). - Dio su vida para rescatar la humanidad (Jn. 10:17-18). La autoridad del HIJO - Derrotó a Satanás y sus demonios en la cruz y les despojó de su autoridad (Col. 2:15). - Autorizó la iglesia a actuar en su Nombre (Mt 28:18-19). - Estableció ministerios para edificar a la Iglesia (Ef. 4:11). El ESPÍRITU SANTO en la IGLESIA - Los ministerios de la Iglesia son guiados por el Espíritu Santo y tienen el propósito de edificar y perfeccionar a los santos a fin de alcanzar madurez espiritual (Ef. 4:12-16). - El Espíritu Santo imparte dones a la Iglesia (1 Co. 12: 7-11). - Dios es uno y los ministerios (ministros) deben estar unidos como el cuerpo de Cristo (la Iglesia, 1 Co. 12:11-31). 62 – Llamados a servir – Capítulo – 5 – LOS MINISTERIOS PRODUCEN ORDEN EN EL REINO DE DIOS I. LA JERARQUÍA DE LOS MINISTERIOS a. Los apóstoles fundadores Por la autoridad delegada a los apóstoles nombrados directamente por Jesús durante su ministerio terrenal, se estudiará de entrada el ministerio apostólico, para saber si desde la perspectiva bíblica e histórica este ministerio tiene continuidad hoy día y si se puede gozar de las mismas prerrogativas de los apóstoles fundadores y que injerencia tiene con relación a los demás misterios de la Iglesia. Al referirnos a los apóstoles fundadores de la Iglesia, aludimos a los apóstoles que fueron elegidos directamente por Jesús, quienes juzgarán a Israel conforme al Evangelio: “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo de Dios se siente en el trono de gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19: 28). También se hace referencia al apostolado de Pablo, apóstol fundador de la Iglesia entre los gentiles, quien afirma igualmente que Dios juzgará al resto del mundo por medio del Evangelio que predicó entre los gentiles: “En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio” (Ro. 2:16). Los Doce son apóstoles fundadores de la Iglesia en Israel, así como Pablo es fundador entre los gentiles, por medio del 63 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA mismo Evangelio. Jesús asignó a Pedro como líder de los apóstoles de Jerusalén, como a Pablo entre los gentiles19: “Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el Evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó en mí para con los gentiles)” (Gá. 2:7-8). Los apóstoles fundadores son los que establecieron los fundamentos de toda la doctrina cristiana, basados en las enseñanzas que recibieron directamente de Jesús y predicando el mismo Evangelio entre judíos y gentiles. Por haber sido escogidos directamente por Jesús para ser los primeros receptores del Evangelio y quienes pusieron las bases de toda la doctrina cristiana, los apóstoles fundadores tuvieron el privilegio de establecer el fundamento (Cristo), y todos los demás, deben remitirse a sus enseñanzas y testimonios escritos en los Evangelios y en sus Cartas (Biblia). Los apóstoles fundadores fueron escogidos por Jesús para ser testigos oculares de su ministerio terrenal20 y eso les convierte en los únicos testigos veraces, autorizados para trasmitir sus enseñanzas a toda la cristiandad. Todos los demás ministros y discípulos de Jesús deben sujetarse a las enseñanzas de los apóstoles fundadores. Debido al privilegio haber sido testigos oculares de su vida, muerte, y resurrección, los apóstoles fundadores se convierten 19 Pablo fue escogido directamente por Jesús para llevar el Evangelio a los gentiles, Jesús se le apareció resucitado (Hch.9:3-6). Además, Pablo fue confirmado por los apóstoles de Jesús en Jerusalén, quienes acreditaron su apostolado confirmándolo con un apretón de mano, costumbre utilizada en ese tiempo como una señal de acuerdo mutuo y compañerismo (Gá. 2:9). 20 La Biblia señala que Jesús escogió a Doce, a los que él quiso, para que fuesen sus apóstoles (Mr. 3:13-19). 64 – Llamados a servir – en un apostolado único para enseñar y establecer las bases de la enseñanza cristiana. Jesús les mandó diciendo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mr. 28: 18-20). Jesús escogió, llamó, capacitó, enseñó y autorizó a sus apóstoles para ir y a hacer discípulos a todas las naciones, basados en sus enseñanzas. Los apóstoles fundadores fueron los receptores originales del Evangelio que recibieron de labios de Jesús. b. Los ministerios producen orden en el reino Los ministerios fueron dados por Dios para organizar la Iglesia dentro del nuevo orden ministerial neotestamentario21 a fin de que cumpla eficazmente su misión divina en la tierra (predicar, discipular, enseñar, evangelizar, etc., usando los diferentes recursos al alcance), y preparar a los santos para el servicio ministerial y el inminente retorno de Cristo a la tierra. Estos ministerios deben funcionar en un orden, de acuerdo a la autoridad asignada por Cristo a cada uno. La Biblia señala: “Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4: 11-12). Pablo menciona aquí algunos ministerios que Jesús estableció para edificación de la Iglesia. Por la lista anterior, no implica que 21 En el AT los ministros tenían un orden para servir a Dios en el templo judío. Los ministros del Evangelio, también tienen un orden como miembros del cuerpo de Cristo (el nuevo templo), para ejercer sus ministerios. 65 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA estos sean los únicos ministerios de la Iglesia. Tampoco están escritos en un orden cronológico, de acuerdo a su nivel de autoridad en el reino. Hay otras listas donde Pablo ordena los ministerios de forma diferente e incluye otros menos reconocidos, pero de igual valor: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Co. 12: 28). En estas listas de los ministerios de la Iglesia, Pablo no pretende trazar un orden de jerarquía para demostrar que ministerio tiene más autoridad en el reino de Dios. El propósito que persigue, es todo lo contrario, enfatizar la unidad de la Iglesia como un solo cuerpo para evitar la arrogancia, señalando que si la Iglesia es un solo cuerpo, todos los ministerios son igualmente importantes. Pablo pretende crear un sentido de humildad en los ministros y discípulos, al señalar que todos los ministerios solo son miembros de un solo cuerpo. Desde la perspectiva espiritual, Jesús ve a la Iglesia como un solo cuerpo extendido en toda la tierra. Aunque haya diversidad de ministerios, Jesús tiene la capacidad de ver a su verdadera Iglesia marchando como un solo cuerpo en la tierra. Es importante notar que en la lista anterior Pablo no hace diferencia entre dones y ministerios. Tradicionalmente, se les enseña a los cristianos que los ministerios solo son aquellos que guardan relación con la predicación de la Palabra, pero Pablo señala otros ministerios como el de ayuda, servicio o administración que son igualmente importantes en el reino de Dios, pero menos anhelados por los creyentes. Un ejemplo de estos ministerios de ayuda y administración es el diaconado que está dedicado al servicio. De hecho, eran los mismos apóstoles los que ejercían este ministerio al 66 – Llamados a servir – principio, pero lo delegaron a otros debido a que no daban abasto para atender a tantas personas: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo” (Hch. 6:3). Hay ministerios, como los que sirven dentro de las iglesias locales que están bajo la autoridad de otros ministerios, pero son igualmente importantes como parte del cuerpo de Cristo. Es importante hacer notar que las recompensas eternas que Dios dará a cada cristiano, no estarán fundadas tanto en el tipo de ministerio que se le asignó, como en la fidelidad del obrero en lo poco o en lo mucho que Dios le confió: “Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21). 67 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA 68 – Llamados a servir – Capítulo – 6 – LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA I. EL FUNDAMENTO DE LOS APOSTOLES a. El testimonio de los doce apóstoles de Cristo La palabra apóstol (enviado) deriva del griego “apóstolos” (άπόστολος) que significa, un mensajero especial, un delegado, alguien comisionado para una función específica, uno que es enviado con un mensaje. El uso de “apostolos” en el NT difiere de uso, tanto en el Antiguo Testamento como en el griego helenístico y viene a ser más significativo de un encargo particular, con autoridad delegada y no el de un simple “enviado”. En el sentido etimológico, un apóstol es un enviado, pero en el uso neotestamentario, Jesús dio este nombre a ciertos discípulos escogidos, a quienes se les confiere autoridad para obrar en Su nombre. Este ministerio esta íntimamente relacionado al servicio, más que al gobierno. La humillación presente (terrenal), lleva a la exaltación futura (eterna). Existe evidente diferencia entre los apóstoles escogidos por Jesús durante su ministerio terrenal y cualquier otro enviado. Los apóstoles fundadores fueron seleccionados de entre muchos discípulos y luego enviados directamente por Jesús con una investidura de poder y autoridad para obrar en su nombre (Mr. 3:13-19) y para enseñar a otros lo que vieron y oyeron de Jesús, siendo posteriormente a su muerte, los testigos oculares de su resurrección y como odres nuevos, fueron los únicos recipientes primarios de sus enseñanzas (Hch. 1:21-22). La separación que hizo Cristo de los apóstoles fundadores para la misión de establecer los fundamentos del Evangelio y ser testigos oculares de su vida, muerte y posterior resurrección, les 69 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA convierte en únicos en su calidad de apóstoles. Nadie puede agregar o quitar a sus testimonios y enseñanzas. Al contrario, la Iglesia debe hacer discípulos sobre el fundamento de las enseñanzas que los apóstoles fundadores recibieron directamente de Jesús. Los demás ministros continúan edificando sobre el fundamento de los apóstoles fundadores, que según la Biblia, ese fundamento es Cristo mismo y no los apóstoles (1 Co. 3:10; Ap. 21: 14). b. ¿Qué significa el fundamento apostólico y profético? En la Biblia se menciona el fundamento apostólico con relación a la doctrina que los apóstoles aprendieron de Jesús. No se debe confundir con un sistema jerárquico basado en el título de apóstol o profeta. Ese es un error ingenuo de interpretación del texto bíblico. El fundamento de los apóstoles y profetas se refiere a las enseñanzas y doctrinas bíblicas que los apóstoles fundadores recibieron de Jesús. Esta doctrina fue celosamente enseñada desde los inicios de la Iglesia primitiva y es el fundamento de la Iglesia: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2: 41-42). El fundamento de los apóstoles y profetas, es Cristo mismo: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2:20). El fundamento apostólico se refiere a las enseñanzas o mandamientos que Cristo les ordenó a los apóstoles fundadores durante su ministerio terrenal y antes de ascender al cielo. 70 – Llamados a servir – El fundamento de los profetas, se refiere a los profetas del AT que dieron testimonio por el Espíritu que Cristo es el Mesías. De los cuales Juan el bautista es el último (Mt. 11:13). Aparte de los apóstoles de Cristo y los profetas del AT, hubo profetas que en vida confirmaron por el Espíritu a Jesús, como el Mesías, tal es el caso de Juan el bautista (Jn. 1: 32-34); Simeón y Ana (Lc. 2:25-38). Estos profetas no intervienen en la profecía canónica22, solamente se remitieron a confirmar por el Espíritu que Jesús es el Mesías esperado, anunciado en las profecías escritas. En cuanto al fundamento profético, Pedro alude a los profetas que confirmaron a Jesús como el Mesías: “Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles” (2 P. 3:2). Pedro señala que el fundamento apostólico y profético se refiere a los apóstoles fundadores y a los profetas del AT, pues todas las profecías apuntan a Cristo. Jesús dijo: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mt. 11:13). El fundamento profético tiene su base en las profecías acerca de Cristo, escritas en el AT. Según la Biblia, el fundamento de los apóstoles y profetas no es un sistema eclesial basado en títulos jerárquicos de “apóstoles y profetas’’ que se deba establecer en cada iglesia. Mas bien, se refiere al fundamento que establecieron los apóstoles fundadores y que es avalado por los escritos de los profetas del AT. Ese fundamento ni siquiera son los mismos apóstoles o profetas, el fundamento de los apóstoles y profetas es Cristo mismo, de quien ellos son testigos. Pablo señala que el gran misterio del Evangelio revelado a los apóstoles es evidenciado por medio de los profetas del AT: 22 Canon, es el conjunto de libros considerados inspirados que forman la Biblia. La profecía canónica, se refiere a la profecía bíblica a diferencia de la profecía carismática (ministerio o don de profecía para edificación de la Iglesia). 71 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA “Y al que puede confirmaros según mi Evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora (a los apóstoles), y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” (Ro. 16:25-26). En otra ocasión, Pedro explicó que los profetas del AT dan testimonio de Cristo: “Y nos mandó (a los apóstoles de Cristo) que predicásemos al pueblo, y testificásemos que Él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en Él creyeren, recibirán perdón de pecados por Su nombre” (Hch. 10:42-43). Pablo explica que el misterio del Evangelio, ha sido revelado a los apóstoles por Cristo y confirmado por los profetas: “Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu” (Ef. 3:5). Los apóstoles fundadores pusieron el fundamento de la Iglesia sobre la base de las enseñanzas de Jesús, único fundamento de la fe cristiana. Los profetas, confirman a Jesús como el Mesías. Estos profetas, guiados por el Espíritu y basados en las Escrituras, confirmaron a Jesús como el Hijo de Dios 23. Ni los apóstoles, ni los profetas son el fundamento al que se refiere Pablo. Ese es un error en la interpretación de este pasaje (Ef. 2:20). Ellos solo establecieron el fundamento, el cual es Cristo. El fundamento apostólico y profético no se refiere a los apóstoles, ni los profetas per sé. El fundamento de los apóstoles y profetas son las enseñanzas que ellos recibieron de Cristo, 23 Desde el nacimiento de Cristo, los profetas dieron testimonio por el Espíritu de su divinidad (Simeón y Ana, Lc. 2:25-32, 36-38). 72 – Llamados a servir – reveladas en los Evangelios. El fundamento apostólico y profético es Cristo mismo, no son los apóstoles, ni los profetas: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co. 3:9-11). El fundamento de los apóstoles y profetas no se refiere a la secuencia de un sistema basado en “apóstoles y profetas” que puedan agregar o cambiar el fundamento. Lo que sugiere el texto es todo lo contrario, que todo ministro debe edificar encima de ese único fundamento de las enseñanzas de los apóstoles fundadores, que recibieron directamente de Jesús: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2:20). Lo que Pablo advierte en este pasaje, es que nadie se deje engañar siguiendo otro tipo de doctrina, ajena al fundamento de los apóstoles fundadores y los profetas que anunciaron y confirmaron a Jesús, como el fundamento de la Iglesia. El fundamento de los apóstoles y profetas, es Cristo. Pablo no está promoviendo un sistema eclesiástico basado en títulos de apóstoles o profetas. Lo que pretende es evitar que algún atrevido ponga otro fundamento aparte de Cristo, a fin de que nadie se desvíe de la doctrina bíblica de los apóstoles de Cristo, siendo ese único fundamento apostólico y profético, Cristo mismo. 73 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA II. CARACTERÍSTICAS DE LOS APÓSTOLES DE CRISTO ____________________________________________________ Existen ciertas características de los apóstoles fundadores nombrados directamente por Cristo durante su ministerio terrenal, que les convierte en únicos en su categoría y nivel de autoridad. Este capítulo no está destinado a estudiar la vigencia del ministerio apostólico per sé. Lo que tiene injerencia para la Iglesia, es saber si quienes toman este título para sí mismos tienen alguna semejanza en el nivel de autoridad con los apóstoles de Cristo o si comparten sus prerrogativas. a. Los apóstoles fundadores fueron enviados directamente por Jesús Durante su ministerio terrenal, Jesús seleccionó a Doce discípulos para nombrarlos como apóstoles. La elección no habría tenido sentido, si estos Doce no hubieran tenido una misión especial delegada por el Señor. ¿Qué razón habría tenido Cristo para escoger a doce de sus discípulos para nombrarlos como Apóstoles, si todos sus seguidores hubieran tenido las mismas prerrogativas de los Doce apóstoles (enviados)? Jesús seleccionó a Doce de sus discípulos para ser apóstoles: “Y cuando era de día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales llamó apóstoles” (Lc. 6:13). Lucas evidencia que Jesús reconoció a todos sus seguidores como sus discípulos, pero escogió a Doce de ellos para ser apóstoles. En Hechos 6:12, Lucas relata que los Doce apóstoles reunieron a todos los discípulos, haciendo diferencia entre apóstoles y discípulos. Lucas en su Evangelio asigna el título de apóstol con énfasis particular en los Doce24. 24 Fuera de los Doce, en el NT se menciona a Saulo y a Bernabé como apóstoles entre los gentiles e indirectamente a otros (Hch. 14:414; Gá. 1:19; Ro. 16:7; 1 Co. 15:7). Pero nadie reclama directamente para sí mismo el título de apóstol en el NT (ni haber visto a Jesús 74 – Llamados a servir – Los apóstoles fundadores de la Iglesia primitiva gozan de características únicas que les difiere de cualquier otro enviado posterior a ellos. Jesús dijo que se sentarían en doce tronos, para juzgar al pueblo de Israel conforme al Evangelio, que Él les reveló (Mt. 19:28). Los apóstoles de Cristo son tan conspicuos en la historia del cristianismo que sus nombres aparecerán grabados en los muros de la Nueva Jerusalén, como memoria y honra a su peculiar apostolado, simulando que son también las columnas y bases de las enseñanzas sobre la cual se sostiene la Iglesia25 (por haber puesto ellos el fundamento como testigos oculares de Cristo); a diferencia de sus sucesores, quienes deben edificar sobre el fundamento de estos doce apóstoles de Cristo. Aparte de los Doce, nadie puede ser reconocido con dichos honores: “Y el muro de la de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap. 21: 14). El Señor escogió a los Doce y Él los envió directamente, separándolos del resto de sus discípulos, esa peculiaridad de haber sido comisionados directamente por Jesús para ser testigos de su resurrección, convierte a los doce apóstoles de Cristo en únicos en su categoría. Hoy día nadie puede ser comisionado directamente por Jesús en su cuerpo de carne, como fue antes de resucitar, cuando envió a los doce apóstoles. Ellos escucharon sus palabras y su voz durante su ministerio terrenal. Además, les apareció resucitado y les dio mandamientos (Hch. 1:2). resucitado) como lo reconoce el apóstol Pablo de si mismo unas quince veces en sus escritos (Ro. 1;1, 11;13; 1 Co. 1:1, 4:9, 9:1, 15:9; 2 Co. 1:1, 12:12; Gá. 1:1, 1:17; Ef. 1:1; Col. 1:1; 1 Ti. 1:1, 2:7). 25 La Biblia señala que los demás cristianos serán columnas en la Jerusalén (Ap. 3:12). Es lo que sigue encima de los muros (apóstoles). 75 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA b. El nivel de autoridad delegada a los apóstoles fundadores Los apóstoles de Cristo tuvieron el privilegio único de haber escuchado sus enseñanzas. Son sus testigos veraces, fidedignos, autorizados y comisionados directamente por Jesús para dar testimonio de Él, ante el mundo y establecer los fundamentos de la Iglesia. De ese testimonio toma forma el cristianismo posterior, sobre el fundamento de las enseñanzas de los apóstoles fundadores. A esa doctrina apostólica, es a la que se refiere Pablo en sus escritos26. No se puede equiparar la autoridad de los apóstoles fundadores de la Iglesia nombrados por Jesús, con cualquier enviado a quién se le pueda reconocer posteriormente con el título de apóstol. Ellos recibieron la revelación del Evangelio directamente de Jesús. En cuanto a la doctrina apostólica o las enseñanzas de los apóstoles de Jesús, es inalterable. Nadie puede añadir o quitar al testimonio que los apóstoles, como testigos oculares, dieron acerca de Cristo. Esas prerrogativas únicas de los apóstoles primitivos no tienen continuidad. Aun los escritores primitivos, como Lucas, se subordinaron al testimonio de los apóstoles de Cristo para poder escribir su Evangelio, usando como base histórica los relatos trasmitidos por los apóstoles fundadores de la Iglesia (los que vieron con sus ojos, Lc. 1:1-4). Los apóstoles fundadores tenían autoridad delegada directa de Jesús a partir del momento de su elección, porque escucharon las enseñanzas de su boca27 y fueron comisionados para ese oficio, que es irrepetible en su nivel de autoridad. 26 La doctrina apostólica, no debe confundirse con un sistema eclesiástico fundado en líderes que poseen el título de apóstoles y profetas; sino al fundamento de las enseñanzas de los doce apóstoles, basada en lo que Cristo les enseñó y confirmada por los profetas del AT. Vide., Ef.2:20, 2 P. 3:2 27 Los Apóstoles recibieron mandamientos de Jesús y luego los trasmitían a los demás discípulos (Hch. 1:2; 1 Co. 14: 37). 76 – Llamados a servir – Juan relata tres apariciones de Jesús a los doce apóstoles, después de su resurrección (Jn. 21:14), en las cuales les dio el Espíritu Santo y les invistió de autoridad relacionada al perdón de pecados en su nombre (Jn. 20: 22-23). Jesús comisionó a los Doce apóstoles para que formaran discípulos de acuerdo a lo que le Él les enseñó y esa enseñanza apostólica, es el fundamento doctrinal de la Iglesia en todo el mundo (Mt. 28:18-20), como también se le asignó a Pablo para poner el fundamento entre los gentiles. Nadie que tome para sí mismo el título de apóstol posterior a los apóstoles fundadores, puede añadir o quitar al fundamento doctrinal que pusieron los apóstoles de Cristo. Se puede gozar del mismo nivel de revelación del Evangelio por medio de los escritos de los apóstoles primitivos, pero no por una revelación ajena o particular a la bíblica que es condenada por la misma Escritura, bajo juicio de anatema (Gá. 1:8). No se puede usar el título de apóstol hoy día, para cambiar o torcer la doctrina bíblica de los apóstoles fundadores. c. Testigos oculares de la resurrección de Cristo Una característica peculiar de los apóstoles fundadores, es haber visto a Jesús resucitado. Cuando Judas (el traidor de Jesús) murió, los discípulos unieron a su grupo a otra persona para que ocupara su lugar: “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección” (Hch. 1:21-22). Los discípulos seleccionaron una persona para que se uniera al equipo de los Doce, por la vacante que dejó Judas. Si ellos hubieran concebido la idea de que todos los discípulos eran potenciales candidatos al apostolado, esta selección no tendría 77 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA sentido. Pedro se refiere al apostolado de los Doce como un ministerio especial: “Y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio” (Hch. 1:17). Al decir que Judas era contado con nosotros Pedro se refiere al número de los Doce (v.26). A ese equipo se refiere cuando expresa tenia parte en este ministerio, refiriéndose específicamente al ministerio apostólico de los Doce. El ministerio apostólico estaba compuesto de Doce y por eso fue necesaria la elección del sucesor de Judas. Había requisitos que el candidato a ocupar el puesto debía cumplir, como ser testigo ocular de la resurrección de Jesús y haber participado de sus enseñanzas, comenzando desde su bautismo hasta la resurrección (v. 21-22)28. El simple requisito haber visto a Jesús resucitado, no le concedió automáticamente el titulo de apóstoles a quienes vieron a Jesús resucitado. Como a las más de 500 personas a quienes Jesús se les apareció resucitado para testimonio (1 Co. 15-6). Hubo también otras personas que fueron testigos de la resurrección, incluyendo a las mujeres, que tampoco fueron llamadas apóstoles. Ni a los Setenta (Lc. 10: 1-20) que fueron enviados de dos en dos se les reconoció posteriormente como apóstoles como a los Doce. Hoy día nadie puede atribuirse el privilegio particular del que gozan los Doce, de ser testigos de haber visto a Jesús en carne y luego resucitado, después de su muerte. Pedro señaló en casa de Cornelio, haber visto a Jesús resucitado y comer con él, como prueba fidedigna que le autorizaba ser un testigo veraz y apóstol de Cristo (Hch. 10: 940). La Biblia enseña que después que Jesús ascendió al cielo, 28 Clemente de Roma (95-96 d. C.) confirma este atributo único de los Doce de haber visto a Jesús resucitado. Vide., Bueno, Daniel Ruiz. Padres Apostólicos. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1979. p. 216- XLII 78 – Llamados a servir – fue glorificado y se sentó a la diestra del Padre29, y ese hecho hace que no pueda haber testigos de tal naturaleza hoy día. d. Poder para escribir mandamientos del Señor Ningún apóstol hoy día puede establecer otro fundamento ajeno sobre el de los apóstoles primitivos autorizados para ordenar mandamientos que recibieron directamente del Señor (2 P. 3:2). Jesús dio mandamientos suyos a los apóstoles que había escogido durante su ministerio terrenal (Mt. 28:20), antes de ascender al cielo (Hch. 1:2), como su gran mandamiento del Amor que quita la venganza permitida por la Ley (1 Jn. 4:21) o su mandamiento acerca del sostenimiento de los ministros del Evangelio (1 Co. 9:14). Los apóstoles primitivos podían escribir mandamientos que recibieron del Señor y esto se considera palabra escrita de Dios hoy día, por su inspiración divina en boca de los apóstoles. De este privilegio no puede gozar nadie más que se llame apóstol. El Señor dio mandamientos estrictamente a los apóstoles que él había escogido y les autorizó para enseñarlos al resto de los discípulos (Hch. 1:2; Mt. 28:19-20). El Apóstol Pablo recibió muchos mandamientos del Señor para la Iglesia y supo hacer la diferencia entre sus consejos y los mandamientos que recibió del Señor. Cuando aconsejó acerca del matrimonio y las vírgenes aclaró que no eran mandamientos del Señor (1 Co. 1:6, 25), dando a entender que recibió mandamientos del Señor. Pablo recibió mandamientos del Señor con relación a la profecía (1 Co. 14:37) y el sostenimiento de los ministros del Evangelio (1 Co. 9:14-15). Esa fue una de las causas por las cuales se estableció un canon de las Escrituras en los primeros siglos del cristianismo; para establecer que los únicos testigos veraces y autorizados para transmitir los dichos (logias)30 y mandamientos de Jesús 29 30 Vide., Hebreos 1:3 Logías, se refiere estrictamente a las palabras dichas por Jesús. 79 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA eran los apóstoles de Cristo. Los demás escritores primitivos escribieron y enseñaron a base del testimonio de los doce apóstoles, pues nadie puede poner otro fundamento: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2:20). e. No existe evidencia histórica en cuanto al nivel de autoridad y revelación de los apóstoles fundadores. En su comentario de la Historia del Cristianismo, Justo L. Gonzáles confirma que en la historia temprana de la Iglesia primitiva, el conflicto que se dio relacionado a la sucesión apostólica era el celo por mantener pura la doctrina que enseñaron los apóstoles de Jesús y no la sucesión del título de Apóstol (Gonzáles, 1994, 84-85), cosa irrelevante, pues las mismas iglesias conservaban las listas que confirmaban que a los sucesores de los apóstoles de Jesús se les conoció como obispos o ancianos, no como apóstoles. Eusebio31, considerado el Padre de la historia de la iglesia, afirma que Ignacio y Evodio (su sucesor) fueron “obispos”, título con que fueron conocidos los sucesores de los apóstoles en Antioquia32. Eusebio se refiere a los Doce con el título de apóstoles y los separa de los demás, llamando al resto discípulos, como a los setenta discípulos que también fueron enviados por Jesús (Cf. Graylig, 1998. 47, 58, 105, 118). Es abundante la referencia en los escritos de Eusebio al nombre de obispos con que fueron reconocidos los sucesores de los apóstoles, a fin de mantener pura la doctrina apostólica. 31 Eusebio, cerca del S. III, uno de los historiadores más citados de la iglesia primitiva. Graylig, George. Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica, I-II. Barcelona: Ed. Clie, 1988. El título de obispo se lo asigna asimismo Ignacio ( Ruiz, 1979, Pág. 469, II-2, 470, VII-1). 32 Ruiz B., Daniel. Padres Apostólicos. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. 1979. Pág. 382. 80 – Llamados a servir – Ignacio de Antioquia (70-108 d. C.) escribe acerca de este derecho exclusivo que poseían los apóstoles de escribir mandamientos y citamos sus palabras: “Pudiera escribiros más enérgicamente sobre el particular; pero, por el amor que os tengo, os perdono. Pues no ha llegado a mi propia estimación a tanto que, no siendo más que un condenado a muerte, pretenda daros mandatos como si fuera un Apóstol33”. Este sucesor inmediato de los apóstoles no se consideraba digno de poseer atributos apostólicos y mucho menos llamarse a asimismo con ese título. Los escritores primitivos después de los apóstoles acentúan el apostolado de los Doce cuando se refieren al ministerio apostólico en todos sus escritos. En la “Didagé”34 que es uno de los escritos no canónicos más antiguos y respetado por la Iglesia primitiva se menciona a un tipo de apóstol itinerante35; pero a este no se le puede equiparar al apostolado de los Doce, pues en este escrito se pone en duda la integridad y reputación de la doctrina de este tipo de apóstol (llamado también profeta) de los cuales se dice que pueden ser falsos profetas, si no cumplen ciertos mandatos legislados en la “Didagé”. En cambio, sería absurdo dudar de la autoridad de los apóstoles nombrados por Jesús, de su doctrina y la veracidad de su testimonio con relación a Jesús. Negar el testimonio de los doce apóstoles seria igual que negar al mismo Cristo, quien los autorizó como testigos. Jesús reveló muchas cosas únicamente a sus apóstoles y en ciertas ocasiones les 33 Graylig, George. Eusebio de Cesarea. Carta de Ignacio a los Tralianos, III- 3. Barcelona: Ed. Clie, 1988. 34 Didagé, escrito antiguo muy respetado por la iglesia primitiva donde se exponen y reglamentan las primeras doctrinas de la iglesia, llamada también “La doctrina de los apóstoles”. 35 Ruiz B. Daniel. Padres Apostólicos. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1979. Pág. 89 81 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA mandó que no deberían ser manifestadas, sino hasta después de su resurrección (Mr. 9: 9)36. Los escritores primitivos consideraron como apóstoles a los testigos oculares de Cristo escogidos para este ministerio, y sin discusión alguna, reconocieron la autoridad única que ellos tenían por encima de sus contemporáneos y sucesores. Eso se puede corroborar en todos los escritos de los padres de la Iglesia primitiva y los apologetas griegos37. En estos escritos, el apologeta Justino le llama a los Evangelios “Recuerdos de los Apóstoles” aludiendo a los Doce y sin dar a entender que pueda confundirse el término” Los apóstoles” con otras personas más que a los Doce. La connotación de los sucesores de los apóstoles y de los escritores primitivos al título de Apóstol se acentúa con énfasis bien marcado y único a los apóstoles de Cristo. Al igual que el caso de la Didagé, en el libro de Apocalipsis (cap. 2) se evidencia que algunas personas reclamaban para sí mismos el título de apóstoles, pero al probar la veracidad del apostolado de algunos de ellos, fueron reprobados. Esto es lo que hace la gran diferencia en los apóstoles fundadores de la Iglesia y cualquier otro que tome ese título, pues si se dudara del testimonio de los apóstoles de Jesús, se negaría a Jesús mismo. Es importante resaltar que el apostolado de los fundadores de la Iglesia es irrepetible en su nivel de revelación del Evangelio y autoridad, a fin de salvaguardar pura la doctrina apostólica y profética (la doctrina de la Biblia) que es la fuente de autoridad de toda doctrina cristiana. 36 En la tradición judía el maestro compartía misterios con sus alumnos más allegados y preparados para recibirlos (Mt.13:11). 37 Ruiz B. Daniel. Padres Apologétas Griegos, S. II. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1979. Págs. 232-45:5, 237-50:12, 112, 130XV-2, 257-66:3, 440-88:3, 439-76:6, 448-81:4. 82 – Llamados a servir – III. EL APOSTOLADO DE PABLO ____________________________________________________ a. Pablo fue llamado directamente por Jesús Pablo fue comisionado directamente por Jesús para realizar su labor apostólica. Pablo fue testigo de la resurrección, Jesús se le apareció después de resucitar cuando iba camino a Damasco (Hch. 9) y se considera asimismo como un abortivo entre los apóstoles (1 Co. 15: 8-9), alguien que nace fuera de tiempo para su misión. Una de las confirmaciones del apostolado de Pablo, es que tuvo la aprobación de los celosos apóstoles de Jerusalén, con relación a su apostolado entre los gentiles (Gá. 2:9). Pablo recibió el mismo Evangelio de los Doce por revelación directa de Jesús (Gá. 1:11-17; Ef. 3:1-8; 2 Co. 12:1-6). No existe ninguna “revelación” mas que se le pueda añadir o quitar al bendito Evangelio de Cristo enseñado por Cristo a sus apóstoles (Gá. 1:6-9). Ese mismo Evangelio se le comisionó a Saulo para establecer los fundamentos de la Iglesia entre los gentiles. Pablo fue elegido como apóstol a los gentiles para dar cumplimiento a la promesa hecha a Abraham de bendecir en Cristo, a todas las naciones de la tierra: “El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hch. 9: 15). Jesús fue quien directamente nombró a Pablo como un enviado o apóstol a los gentiles. Así como los Doce establecieron el fundamento de la doctrina cristiana entre los discípulos de Jerusalén, Pablo estableció el mismo fundamento entre los gentiles, por orden divina. b. Los apóstoles de Jesús aprobaron al apóstol Pablo La selección de Jesús y la aprobación de los Doce al apostolado de Pablo, ratifica que su apostolado no se debió a un atributo de los Doce para nombrar apóstoles o la sucesión de este ministerio; sino a la veracidad del testimonio de Pablo, cuyo 83 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA nombramiento como apóstol de parte de Cristo no pudieron resistir los celosos apóstoles de Jerusalén. El nombramiento de Pablo obedece a la necesidad de cumplir con la promesa de bendecir en Cristo, a todas las naciones de la tierra, y llevar el Evangelio a los gentiles (que no conocían la Gracia de Cristo). Pablo señala la aprobación que le dieron los celosos apóstoles de Jerusalén a su apostolado. Su Evangelio era el mismo de los apóstoles, por eso lo acreditaron. Pablo pretende ratificar la legitimidad de su apostolado, al ser confirmado por los doce apóstoles: “Pero los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mi, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión. (Pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mi para con los gentiles y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión” (Gá. 2: 6-9). Pablo fue autorizado por Jesús como apóstol, para establecer el fundamento de la Iglesia entre los gentiles, como Jesús se lo había anunciado el día de su conversión al cristianismo (Hch. 9:15). Al señalar que los apóstoles de Jerusalén no le comunicaron nada nuevo, implica que él tenía la misma doctrina apostólica y un mismo Evangelio. Bernabé también, fue llamado apóstol (Hch. 14:14), pues gozaba del privilegio de haber sido discípulo y testigo ocular de Cristo. Sin embargo, en la investigación que hizo Eusebio en sus días menciona que la tradición reconocía a Bernabé como uno de los 70 discípulos enviados por Cristo (Maier, 1999. 47). 84 – Llamados a servir – Bernabé nunca reclamó para sí el título de apóstol en la Biblia, como lo hizo Pablo. Esto abre la puerta para señalar que bíblicamente, el título de apóstol fue utilizado por Bernabé en la Iglesia primitiva, pero no con la autoridad o connotación de los Doce o de Pablo. Aunque alguien utilice el títuo de apóstol hoy día, no le infiere la misma autoridad de los apóstoles fundadores (los Doce y Pablo) porque ellos pusieron el fundamento que es inamovible. Además, se debe tomar en cuenta que los apóstoles primitivos recibieron ese título con humildad, viviendo para servir, no para ser servidos. La misión de Pablo fue presentar el Evangelio a los gentiles y es comprensible que su apostolado haya sido uno peculiar, debido a la necesidad existente en aquel momento histórico de fundamentar la Iglesia de Cristo entre los gentiles. Pablo mismo señala que nadie puede poner otro fundamento del que él estableció por medio del Evangelio (1 Co. 3:11; Ef. 2:20). Todos los que quieran edificar encima deben hacerlo sobre la base del Evangelio que Jesús le reveló a él y que fue enseñado también por los Doce apóstoles en Jerusalén. La autoridad de los apóstoles primitivos nombrados por Jesús, no es sucesiva. Nadie puede poner otro fundamento. Los demás deben fundar sus enseñanzas sobre la base de la doctrina del Evangelio de Jesús, revelado a los apóstoles fundadores. Pablo aclara la legitimidad de su apostolado a los gentiles y la revelación que Dios le dio del Evangelio: “Pero cuando agradó a Dios que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mi, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; si no que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días. Pero no vi a ningún otro de los demás apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor” (Gá. 1: 15-19). 85 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Del relato de Pablo, al expresar que no subió a consultar a los apóstoles de Jerusalén, se infiere que estos apóstoles jerosolimitanos, de los que Pedro era cabecilla, poseían verdadera autoridad apostólica en su tiempo. El envío de Jesús y la aprobación de sus apóstoles al apostolado de Pablo, es más que suficiente para asegurar la legitimidad de su llamado apostólico para poner los fundamentos del Evangelio entre los gentiles. c. El apostolado judío y el gentil Jesús debía cumplir la promesa hecha a Abraham de manifestarse, primero al pueblo de Israel (Jn. 1:11). Por eso, a sus discípulos mandó que no entraran en tierra de gentiles (Mt. 10:5-6), sino hasta después de su resurrección, cuando expiara los pecados de toda la humanidad (Hch. 1:8). La autoridad de Pablo como apóstol a los gentiles es tal, que expresa que Dios juzgará a los hombres conforme a su Evangelio (el mismo Evangelio de los Doce apóstoles de Jesús que Dios le reveló, Romanos 2:1:9, 16). Pablo advirtió que nadie podía establecer otro fundamento aparte del que él había enseñado (Gá. 1:8), su apostolado a los gentiles se debe a un llamado directo de Jesús (Ro. 1:1). Pablo da una percepción más clara del apostolado delegados por Jesús a los judíos y a los gentiles (Gá. 2:6-8). Pablo llama a los apóstoles judíos (circuncisión38), porque los judíos eran circuncisos como señal del pacto con Abraham. A los gentiles (incircuncisión), pues no practicaban la circuncisión. Algunos discípulos de Jesús de entre los judíos reclamaban que si los gentiles no se circuncidaban, no serian salvos (Hch. 15:1). Aun el apóstol Pedro fue puesto entre la 38 La circuncisión fue una señal del pacto de Dios con Abraham. Esta consiste en quitar parte de la piel del órgano genital del varón. 86 – Llamados a servir – espada y la pared por estos discípulos judaizantes39, que actuaban en contra de los líderes del la Iglesia de Jerusalén. Pedro, por su experiencia en casa de Cornelio, sabía que el Espíritu Santo no hace acepción de personas y que los gentiles tampoco estaban sujetos a la Ley para ser salvos (Hch. 15:7-11). Pero la presión que sufría de sus conciudadanos era muy fuerte y eso le impedía extender el reino de Dios entre los gentiles. Así nace la necesidad de llevar el Evangelio a los gentiles y Pablo es el apóstol escogido por Jesús. Pablo confrontó a Pedro por su postura con relación al tema. Pedro, por miedo a los discípulos judíos, no comía, ni tenía comunión con los discípulos gentiles en presencia de ellos (Gá. 2:11-21). La controversia creada por los judaizantes fue tal, que provocó una reunión en Jerusalén en la que los apóstoles judíos prohibieron judaizar a los cristianos gentiles y obligarles a cumplir con la ley como medio de salvación (Hch. 15:5). Siendo que la salvación es un regalo inmerecido recibido por medio de la fe, no por obras de la Ley como afirma Pablo (Ro. 3:21-31). Los conflictos entre los cristianos judíos y gentiles demuestran que el apostolado de los Doce, de quien Pedro era cabecilla, no fue destinado para llevar el Evangelio a los gentiles, como fue autorizado Pablo por Jesús. Pablo, no obstante a ser judío, defendió con tenacidad su apostolado entre los gentiles, de quienes les querían judaizar. El Evangelio es uno solo, pero los judaizantes trataron de entorpecer la fe de los cristianos, obligándoles a cumplir con la Ley y creando un cisma entre las dos comunidades. Dios estableció a Pedro en Jerusalén y a Pablo entre los gentiles para que predicaran el mismo Evangelio. 39 Judaizantes, cristianos judíos que querían imponer cumplimiento de la Ley, como vía de salvación a los cristianos. 87 el LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA d. Un apostolado peculiar El título apostólico de los Doce y Pablo no debe entenderse a partir de su etimología solamente, como si fueran unos simples enviados; sino también, por las peculiaridades que difieren a estos apóstoles primitivos y a la autoridad con que fueron investidos para su comisión asignada por Jesús, para anunciar las buenas nuevas del Evangelio al mundo. El valor del título apostólico de los Doce y de Pablo no descansa en el nombre de apóstol como un enviado. Jesús también fue llamado apóstol (Hb. 3: 1) y eso no implica que Él fuese un apóstol de oficio. El nombre de apóstol dado al círculo de los Doce y a Pablo debe reconocerse más por las peculiares características que les difiere, no solo por haber sido enviados. Ellos son los primeros receptores de la revelación del Evangelio y eso les convierte en únicos en su calidad de apóstoles, porque establecen los fundamentos de toda la doctrina cristiana a base de las enseñanzas recibidas directamente de Jesús. Pablo, hablando de la aparición de Jesús a los apóstoles después de haber resucitado, menciona a los Doce de manera particular: “Y apareció a Cefas, (primero) y después a los Doce (todos)” (1 Co. 15: 5). En este verso Pablo se refiere a los apóstoles de Jesús como un grupo peculiar y los menciona como los Doce diferenciándolos de algún otro. También los mismos apóstoles cuando escogieron al sucesor de Judas, se refieren a la peculiaridad de este apostolado de la siguiente manera: “Para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por trasgresión para irse a su propio lugar” (Hch. 1:25). Los apóstoles reunidos para la elección del sucesor de Judas, se refieren a este apostolado de los Doce como un ministerio especial y es obvio por las exigencias que debía cumplir el sucesor de Judas. La elección del sucesor de Judas demuestra que este ministerio apostólico de los Doce, fue peculiarmente 88 – Llamados a servir – autorizado por Jesús con unas características y misión especial implícitamente reveladas en este relato. Si el ministerio apostólico no hubiera poseído una autoridad particular delegada por Jesús (quien personalmente eligió a los Doce y a Pablo) como testigos oculares fidedignos de su resurrección, no habría sido necesaria la elección de un sucesor de Judas para unirse al apostolado de los Doce. El hecho de que nadie podía pertenecer a los Doce por voluntad propia demuestra su peculiar autoridad delegada por Jesús y nadie fuera de ellos tomó ese título para sí mismo. Jesús se le apareció resucitado a Pablo y le reveló el Evangelio. Pablo estableció ese fundamento del Evangelio entre los gentiles, así como los Doce en Israel. Los sucesores de los apóstoles deben remitirse a dicha revelación. Hoy día, aunque alguien tome ese título, no existen apóstoles que puedan ser testigos oculares de haber visto a Cristo en carne a quienes Dios les revele el Evangelio. Es un privilegio exclusivo de los apóstoles fundadores de la Iglesia elegidos por Jesús, que les convierte en únicos en su nivel de autoridad. Lo que se pretende al aclarar el tema del apostolado, no es el uso del título, el punto es que nadie que posteriormente a los apóstoles fundadores de la Iglesia tome para sí mismo el título de apóstol pretenda poseer el mismo nivel de autoridad. ____________________________________________________ Lo que se pretende al aclarar del tema del apostolado, no es el uso del título, el punto es que nadie que posteriormente a los apóstoles fundadores de la Iglesia tome para sí mismo el título de apóstol pretenda poseer el mismo nivel de autoridad. ____________________________________________________ 89 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA IV. LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS ____________________________________________________ a. El que quiera ser grande, debe ser el siervo de los demás Si después de los apóstoles fundadores de la Iglesia, alguien toma para sí mismo el título de apóstol, debe ser entendido como cualquier título jerárquico o eclesial que siempre ha existido en la Iglesia (Reverendo, Obispo, Ministro, etc.). Lo importante es la labor que cada ministro realice en el reino de Dios, no su título. No debe confundirse la intención de quienes se llaman apóstoles hoy día, creyendo que se les debe rendir pleitesía o que poseen algo más grande que otros ministros no puedan alcanzar y se caiga en abusos innecesarios. Tampoco se debe pretender que los discípulos de alguien que se llame apóstol, le deban una sumisión ciega que los lleve a extremos de abuso, ya que ni los apóstoles de Cristo pretendían eso. La motivación de los apóstoles de Cristo, fue la entrega al servicio por el prójimo y no el señorío. La intención de poseer un título tan encumbrado no debe ser la de estar por encima de los demás y menos creer que sin la cobertura de un “apóstol” el cristiano está desprotegido de la cobertura divina. La humildad es una de las características más notables que debe resaltar en un verdadero servidor del reino de Dios. Jesús mismo, como el ejemplo más sublime a seguir, no se agradó a sí mismo, sino que se humilló y vino a la tierra a servir (Mt. 20:28). Pablo, como apóstol de Cristo, tampoco buscó grandeza entre sus hermanos llamándose siervo, antes que apóstol (Ro. 1:1). Es de esperar que la intención de recibir el título de apóstol en la actualidad sea uno nominal y no creer que quienes lo toman llegan a una dimensión exclusiva que otros no puedan llegar y menos pensar que alcanzan el nivel de autoridad de los apóstoles fundadores de Cristo, que fueron bíblica e históricamente, fueron únicos en su calidad de apóstoles. 90 – Llamados a servir – La grandeza en el reino de Dios deviene del servicio abnegado por los demás. Eso fue lo que caracterizó a los apóstoles primitivos; quienes murieron en el servicio por su prójimo. El Señor dijo que el mayor en el reino, es quien sirve a los demás. Si alguien quiere ser grande, debe ser el servidor de todos, no el que gobierna: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (esclavo)” (Mt. 20: 26-27). Pedro escribió a los líderes que deben pastorear la grey del Señor; pero, no para enseñorearse de ella como sí ellos mismos fuesen los dueños: “Apacentad la grey de Dios. No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P. 5: 2a y 3). b. La grandeza absoluta en el reino pertenece a Dios Jesús exhortó a sus discípulos a no buscar títulos de grandeza como hacían los líderes judíos: “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23:8-12). Si se sustenta algún título no debe ser con el afán de ser mayor que los demás; sino con el propósito de servir. Jesús rechazó el afán de quienes buscan títulos en su reino para ser reconocidos. Jesús pone a todos sus seguidores en un mismo nivel, como señala el verso anterior: “todos vosotros sois hermanos”. El título de Rabí significa, mi gran señor o maestro, y se les adjudicaba a los doctores de la Ley dentro del judaísmo. Según 91 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA la creencia judía, un Rabí era quien poseía la interpretación final de la Ley, pero ellos fallaron al no reconocer a Jesús como el Mesías de Israel. Jesús les dijo a sus discípulos que no buscaran ser llamados Rabí, pues el único y verdadero maestro que tiene la interpretación correcta de las Sagradas Escrituras es Jesús, como el maestro por excelencia. Jesús rechazó que sus discípulos se llamaran maestros o “Guías” como un director espiritual final en todas las esferas de la vida. No se refiere a los maestros de la palabra que existen en la Iglesia, ya que estos enseñan bajo el fundamento de la doctrina de Cristo revelada por los apóstoles primitivos en los evangelios y no de sí mismos. Nadie puede ocupar el lugar que le corresponde solamente a Dios como, el de suprema autoridad (Rabí), la paternidad espiritual (Padre) y la dirección a toda verdad (Guía). Solo Dios es infalible y Jesús la encargó al Espíritu Santo quien nos recordará sus palabras (enseñanzas de las Escrituras) y guiará a toda verdad (Jn. 16:13). Jesús también rechazó que sus discípulos se llamaran Padre, en el sentido de un padre espiritual, pues sólo Dios es Padre espiritual, siendo el único que tiene potestad de engendrar hijos por medio del Espíritu Santo (Jn. 3:3-8). El título divino de Padre espiritual, pertenece solamente a Dios (1 Jn. 5:1). No implica que no se deba llamar padre a los que engendran naturalmente. La prohibición de Jesús es llamar Padre a un líder espiritual. La Biblia enseña el respeto a las autoridades que Dios ha establecido en su reino, pero los líderes deben aprender que ante los ojos de Dios todos son iguales y tienen la obligación de hacer su trabajo con humildad. Todos son hijos de un solo Padre (Dios) y hermanos en la fe. El título de apóstol no hace más grande a nadie en el reino de Dios. Al contrario, le compromete más a ser servidor de los demás; no de palabra, sino de hecho y en verdad. 92 – Llamados a servir – Capítulo – 7 – EL PASTOR a. El ministerio de Pastor El oficio pastoral en el contexto bíblico, es tomado precisamente de la labor del pastor de ovejas (principal ocupación de los patriarcas israelitas, Gn. 47:3). Era de suponer que Dios se dirigió a Israel a través de esta metáfora, muy comprensible para ellos, para hacerles entender de manera palpable el cuidado y la protección divina. En el Antiguo Testamento, Dios es quien apacienta y alimenta a su pueblo (Gn. 49:24; Sal. 23:1-4), de donde deriva el concepto de Dios como el pastor e Israel como su rebaño (Is. 40:11; Sal. 68:7, 80:1). David como rey pastoreó al pueblo de Israel (Sal. 78:70-72) y vino a ser una simbología de Jesús, anunciado por las profecías como el Príncipe de los pastores (Ez. 34:23-24). Los primeros pastores de Israel fueron infieles. Dios prometió que él mismo pastorearía a su pueblo y designaría mejores pastores (Jr. 3:15, 23:4). En el Nuevo Testamento, el título de pastor se usa metafóricamente para referirse a Cristo, como el príncipe de los pastores (Mt. 26:31; Mr. 14:27; Jn. 10:11; 1 P. 2:25); y a quienes ejercen el ministerio pastoral en la Iglesia (Ef. 4:11), como Jesús se lo delegó a Pedro: “Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas” (Jn. 21:16). Jesús es el buen Pastor, que vino a este mundo a buscar las ovejas perdidas de su Padre (Jn. 10:1-16). En este encuentro de Jesús con Pedro, después de su resurrección, Jesús demostró ser el pastor de los pastores. Jesús le preguntó tres veces a Pedro que si lo amaba, después que le negó. No era una 93 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA pregunta acusativa, Jesús solo quería recordarle que con ese mismo amor que Él le había perdonado, debía perdonar y pastorear las ovejas a su cargo. Jesús no le recordó a Pedro su error, en vez de acusarle, le delegó autoridad para ser un pastor de sus ovejas restaurado. Todo pastor debe ser primero una oveja y Pedro había aprendido la lección. Él había sido perdonado, ahora podía perdonar y amar sin condición. En cierta ocasión Pedro expresó: “Apacentad la Grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la Grey” (1 P. 5:2-3). Jesús como Pastor de los pastores, dio ejemplo de humildad durante su ministerio terrenal, en una ocasión lavó los pies de Pedro (S. Jn. 13:1-20). En las tierras bíblicas esta labor solo la hacían los esclavos de la casa a los visitantes de un hogar. Jesús lo hizo como ejemplo del verdadero sentido de servicio de los ministros del Nuevo Pacto. Él dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt. 11:29). Jesús dijo que es el buen Pastor, pues dio su vida por sus ovejas (Jn. 10: 11). De las ovejas que le dio su Padre durante su ministerio pastoral en la tierra, ni una se le perdió. Jesús cuidó de todas las ovejas a su cargo (discípulos, Jn. 17:12). b. La naturaleza del ministerio pastoral El ministerio pastoral tiene una función muy clara entre los cristianos, pero es relevante mencionar algunos elementos importantes con relación a la autoridad del pastor. Con el establecimiento de la Iglesia por Cristo (Mt. 16:18), se constituyen pastores (encargados de una congregación) como fueron los obispos primitivos después de los apóstoles. Por 94 – Llamados a servir – tanto, la misión de otros ministerios debe estar sujeta al orden establecido dentro de cada Iglesia. Con la instauración de la Iglesia se establece un orden en el cuerpo de Cristo para su edificación y los pastores tienen autoridad delegada por Dios (como se le asignó a Pedro) para ejercer autoridad en la congregación que pastorea. Los demás ministerios deberán someterse al orden establecido en cada Iglesia y dentro de ese orden cumplirán su misión: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso” (Hb. 13:17). La Biblia enseña que se les debe sujeción a los líderes que Dios ha establecido en cada congregación. No obstante, para evitar abusos se debe recordar (como resalta el verso anterior) que esta obediencia no es ciega, pues se refiere a obreros abnegados por las ovejas y no a pastores que evidentemente han desvirtuado la fe y han pervertido su conducta ante de la congregación, sin arrepentirse. A los pastores se les ordena pastorear con amor a sus ovejas, sin enseñorearse de ellas, sino predicando con el ejemplo: “Apacentad la Grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la Grey” (1 P. 5:2-3). Tampoco se debe usar esto como excusa para rebelarse contra la autoridad, ya que es un pecado condenable en la Biblia: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Ti. 3:10-11). Algunas personas justifican la rebeldía que albergan en sus corazones, señalando los errores que se cometen en las congregaciones (que con sabiduría, paciencia y amor se pueden 95 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA enderezar), sin tomar en cuenta lo bueno que se hace y sin darle oportunidad a Dios de obrar y al ser humano de luchar. La Biblia señala que este tesoro está en vasos de barro (2 Co. 4:7). c. La labor ministerial pastoral La labor del ministerio pastoral puede ser tan extensa, como lo exija cada congregación. Para el caso, por la naturaleza de su llamado, el pastor es un administrador y un consejero. Lo más importante, por encima del crecimiento numérico o económico, es nunca desvirtuar el propósito que persigue la Iglesia, el de la adoración a Dios, la salvación de las almas y formación de nuevos discípulos, conservando una sana doctrina apegada a la Biblia. Pastorear la congregación, dándole a las ovejas el alimento espiritual a su tiempo, es la labor principal de todo pastor (Mt. 24:45). No obstante, puede ser que un pastor desarrolle diferentes facetas ministeriales y sea pastor-evangelista, misionero, profeta o maestro a la vez. El pastor es ínsitamente un maestro, porque enseña; pero no implica que todo pastor sea un buen maestro. Hay pastores que son excelentes maestros de la Biblia, hay otros que son maestros en fe (2 Ti. 2:7). De cualquier manera, todo pastor debe procurar ser un buen maestro de la Biblia y en fe. Como maestro, el pastor con la enseñanza protege a las ovejas de las herejías de los lobos rapaces. El pastor guía a las ovejas, yendo al frente de ellas para encontrar pastos verdes y agua donde se puedan alimentar. La labor de un pastor de ovejas es una simbología de la labor del ministerio pastoral, ambos oficios demandan una entrega total para servir a los que están a su cuidado. 96 – Llamados a servir – Capítulo – 8 – EL MAESTRO ____________________________________________________ I. MAESTROS DE LA PALABRA DE DIOS a. El ministerio del Maestro El maestro de enseñanza bíblica, es un ministerio muy reconocido en la Biblia: “Y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros” (1 Co. 12: 28a). La intención por la que el ministerio del maestro y el pastor aparecen juntos en el siguiente verso, es porque el pastor (en cierta medida) es siempre un maestro: “Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros” (Ef. 4:11). Todo pastor es un maestro de la Palabra de Dios, porque debe enseñar a los miembros de la Iglesia. También es un maestro en fe y conducta a través de su ejemplo y consagración al servicio del reino de Dios; pero, no todo pastor es un maestro especializado en el conocimiento de la Palabra de Dios. El maestro es un ministerio, que Dios ha depositado en ciertas personas que se especializan en diferentes campos de la extensa educación cristiana en general, tales como: Doctrina bíblica, Apologética, Escatología, Apocalíptica, Evangelismo, Discipulado, Escuela bíblica, para mencionar algunos y que se extiende a otras áreas, según la gracia y el conocimiento que Dios haya dotado a cada cristiano, como: Educación Familiar, Consejería Matrimonial, Finanzas, Música y la amplia gama de conocimientos en que Dios le permita especializarse a cada miembro del cuerpo de Cristo a fin de edificar la Iglesia. El maestro en Biblia discipula en el conocimiento de la doctrina bíblica, a los santos para alcanzar crecimiento y 97 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA madurez espiritual para protegerles de las herejías de los falsos maestros. Jesús rechazó que sus discípulos se llamaran maestros en el sentido de “Guías” espirituales finales en todas las esferas de la vida, que era el sentido de maestro en el rabinismo judío en ese contexto (Mt. 23:10)40. Ese título le corresponde sólo a Jesús, quien es el Maestro de maestros y la verdad única y final. Pero, no se refiere a los maestros de Biblia de la Iglesia, ya que estos enseñan bajo el fundamento de las doctrinas de Jesús, revelada por los apóstoles primitivos en los Evangelios. El maestro de Biblia debe capacitarse para luego enseñar. Los apóstoles primero fueron discípulos y después maestros. Pablo, aparte de ser apóstol, reconoció que Dios lo había dotado como maestro de la fe cristiana por medio de la revelación del Evangelio: “Para esto yo fui constituido predicador y apóstol,... y maestro de los gentiles en fe y verdad” (1 Ti. 2:7). Pablo es maestro de las Escrituras y también se designa como maestro en fe y en verdad. En fe, porque ya no sirve a Dios según las obras (Ley), si no por la fe en Jesús. En verdad, porque su llamado es genuino y esta verdad está revelada en Jesús, por medio del Evangelio que Pablo ha anunciado a la humanidad. Todo maestro debe trazar bien la Palabra de Dios: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene nada de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15). El reto más grande del maestro es enseñar la Palabra de Dios, sin quitar, ni añadir a su contenido original. Partiendo de una interpretación sana y apegada a la Biblia. 40 La palabra maestro (gr. καθηγητής) aparece solamente aquí en Mateo 23:10, en el Nuevo Testamento y es un título diferente y más encumbrado que el del maestro de la iglesia para el cual se usa la palabra διδασκάλους. 98 – Llamados a servir – Pablo exhortó a Timoteo que, enseñando fielmente la Palabra de Dios, se salvaría él y quienes le oyeran: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Tim. 4:13-16). La exhortación de Pablo a Timoteo es que se cuide de sí mismo. El maestro debe saber que el enemigo más grande que tiene el ser humano no es el diablo o el mundo, sino su propia voluntad que se resiste a hacer la voluntad de Dios41. La enseñanza fiel y la práctica de la Palabra de Dios, garantiza la salvación del que enseña y la de sus oyentes. La adulteración e incumplimiento de la Palabra de Dios tiene consecuencias de perdición eterna en quien tuerce la Verdad y luego en sus seguidores, como señala Pablo el verso anterior. El maestro tiene la gran responsabilidad de enseñar íntegramente apegado a la Biblia. La enseñanza bíblica no es un asunto de opinión o interpretación personal de la Biblia, se trata de enseñar con valentía lo que la Biblia revela, por encima de las opiniones personales. 41 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jr. 17:9). 99 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA Capitulo – 9 – EL EVANGELISTA ____________________________________________________ a. Predicadores del Evangelio Etimológicamente, evangelista (gr. εύαγγελιστήζ) significa un mensajero de lo bueno, el que lleva las buenas noticias del Evangelio. Todo creyente es llamado a dar testimonio de su conversión a Cristo (Mr. 5:19); pero, solo algunos poseen el ministerio evangelístico: “Y El mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Ef. 4:11). El ministerio evangelístico de Felipe, estuvo evidenciado con señales del poder de Dios. Aunque el propósito de todo evangelista es la conversión de las almas perdidas a Cristo: “Y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete posamos con él. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacia. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados” (Hch. 21:8; 8:5-7). Felipe es uno de las personas mencionadas como evangelistas en el Nuevo Testamento, junto a Timoteo (2 Ti. 4:5). El evangelista es un ministro lleno del Espíritu Santo (Hch. 6:3), con señales y prodigios que muestran a los pecadores que Jesús ha resucitado y vive. Pablo mencionó tres funciones de su ministerio apostólico: Predicador, apóstol y maestro (1 Ti. 2:7; 2 Ti. 1:11). La predicación del Evangelio fue una faceta misionera y evangelística en la vida de Pablo; pues él anunció el Evangelio a las comunidades no evangelizadas entre los gentiles. 100 – Llamados a servir – En la Iglesia primitiva los evangelistas fueron la extensión y continuación de la obra evangelística apostólica, ya que los apóstoles hicieron obra evangelística. El Evangelista puede proclamar el Evangelio a nivel local y misionero (2 Ti. 4:5). Al igual que Timoteo, hay pastores que combinan su ministerio pastoral con el de Evangelista. El Evangelista, es un predicador que lleva las buenas noticias del Evangelio a un mundo perdido, su mensaje es de libertad y produce gozo. Acerca de los predicadores, la Biblia señala: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Ro. 1:14-15). La Iglesia debe apoyar en la forma que pueda a los evangelistas, que de forma pura y genuina, lleven su mensaje por el mundo. 101 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ANEXO ALGUNOS TÍTULOS MINISTERIALES DE JESUS JESÚS tiene un nombre que es sobre todo nombre que exista en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (Fil 2:9-11). Eso implica que a Él pertenecen todos los títulos que existen en lo visible e invisible (Col. 1:16). El sujetará todas las cosas asimismo (1 Co. 15:27-28). JESÚS ES EL PASTOR DE LOS PASTORES JESÚS es el gran pastor de las ovejas: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno” (Hb. 13:20). JESÚS es el Pastor y Obispo de la Iglesia: “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 P. 2:25). JESÚS es el Príncipe y Pastor de los pastores: “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:4). JESÚS será por la eternidad, el Pastor de la Iglesia: “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap. 7:17). 102 – Llamados a servir – JESÚS ES EL APOSTOL DE LA IGLESIA: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (Hb. 3:1). JESÚS ES EL SUMO SACERDOTE DE LA IGLESIA: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión” (Hb. 4:14). JESÚS EL MAESTRO POR EXELENCIA Los maestros cristianos enseñan de lo que dice el Maestro (Jesús). La Biblia enfatiza el hecho de no buscar tanto los títulos como el servicio puro y amoroso a Dios: “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro maestro, el Cristo” (Mt. 23:8, 10). JESÚS ES EL UNICO PADRE ESPIRITUAL: Jesús dijo que a nadie se le debe llamar padre en la tierra, solo al Padre de los cielos: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mt. 23:9). Pero, Jesús también dijo que Él y el Padre son uno: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). Solo Dios goza del título de padre espiritual. 103 LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA LIBROS ESCRITOS POR JOEL PERDOMO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA LA ORACIÓN EFICAZ LA LEY Y LA GRACIA EL LLAMADO AL MINISTERIO LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD FE SIN LÍMITES SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR VIDA Y MINISTERIO (autobiografía). LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA BIBLIA TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y Recasamiento a la luz de la Biblia. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios? ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios? LA SABIDURIA DIVINA LOS PRIMEROS PASOS VIDA CRISTIANA – Reflexiones TESOROS DE LA BIBLIA DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS (búsquelos escritos y en audio en internet). 104