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LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA - JOEL PERDOMO

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LOS
MINISTERIOS
DE LA
IGLESIA
“LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA”
Copyright © 2014 por Joel Perdomo
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
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2
– Llamados a servir –
ÍNDICE
Introducción………………………………………………………………….…7
Capítulo 1 - MINISTERIOS LLAMADOS AL SERVICIO DE DIOS
I. USOS BÍBLICOS DE LA PALABRA MINISTERIO……………………….…9
a. ¿Qué significa la palabra ministerio?
b. El servicio, es el más excelente de los dones
c. El servicio en la Iglesia primitiva
II. FUNCIONES DE LOS MINISTERIOS……………………………………....14
a. La adoración
b. La proclamación del Evangelio
c. El discipulado
III. MINISTROS LLAMADOS AL SERVICIO DIVINO…………………………18
a. La exaltación en el servicio
b. La humillación conduce a la exaltación
c. La humildad reflejada en la vida de Jesús
d. La humildad de Juan el Bautista
Capítulo 2 - LOS MINISTERIOS EN EL REINO DE DIOS
I. EL REINO DE DIOS………………………………………………………..…25
a. ¿Qué es el reino de Dios?
b. El reino de Dios sobre la tierra
c. Jesús regresará a establecer su reino sobre la tierra
II. MINISTROS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS………………………..32
a. Los ministros son llamados a servir; no a ser servidos
b. Haciendo tesoros en el cielo
c. Reyes y sacerdotes de Dios
III. CARACTERÍSTRICAS DE LOS MINISTROS DE DIOS……………….…42
a. El carácter de los ministros de Dios
b. Los apóstoles de Cristo sacrificaron sus vidas por amor
c. Los santos y profetas del AT sirvieron a Dios sin condiciones
d. El ejemplo de Cristo como ministro
3
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Capítulo 3 - LOS MINISTERIOS COMO EL CUERPO DE CRISTO
I. LA NATURALEZA DE LOS MINISTERIOS………………………………47
a. Un cuerpo con diferentes miembros
b. Los diferentes miembros de la Iglesia
c. Los dones y ministerios de la Iglesia
Capítulo 4 - LOS MINISTERIOS BAJO EL GOBIERNO DE LA IGLESIA
I. LA AUTORIDAD DELEGADA A LA IGLESIA EN EL REINO DE DIOS…53
a. Los ministerios gozan de la autoridad delegada a la Iglesia
b. Edificando sobre el fundamento de Cristo
II. LOS MINISTROS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO…………………..57
a. La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia)
b. La fuente de autoridad de la Iglesia
c. La analogía de Jesús como árbol de vida
d. La unidad de Dios con su Iglesia
Capítulo 5 - LOS MINISTERIOS PRODUCEN ORDEN EN EL REINO DE
DIOS
I. LA JERARQUÍA DE LOS MINISTERIOS…………………………………...63
a. Los apóstoles fundadores
b. Los ministerios producen orden en el reino
Capítulo 6 - LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
I. EL FUNDAMENTO DE LOS APÓSTOLES………………………………...69
a. El testimonio de los doce apóstoles de Cristo
b. ¿Qué significa el fundamento apostólico profético?
II. LOS MINISTROS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO…………………..76
a. Los apóstoles primitivos fueron enviados directamente por Jesús
b. El nivel de autoridad delegada a los apóstoles fundadores
c. Testigos oculares de la resurrección de Cristo
d. Poder para escribir mandamientos
e. No existe evidencia histórica en cuanto al nivel de autoridad y
revelación de los apóstoles fundadores.
4
– Llamados a servir –
III. EL APOSTOLADO DE PABLO………………………………………………83
a. Pablo fue llamado directamente por Jesús
b. Los apóstoles de Jesús aprobaron al apóstol Pablo
c. El apostolado judío y gentil
d. Un apostolado peculiar
IV. LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS…………………………………..90
a. El que quiera ser grande; debe ser el siervo de los demás
b. La grandeza absoluta del reino pertenece a Dios
Capítulo 7 - EL PASTOR………………………………………………………….93
a. El ministerio del pastor
b. La naturaleza del ministerio pastoral
c. La labor ministerial pastoral
Capítulo 8 - EL MAESTRO
I. MAESTROS DE LA PALABRA DE DIOS………………………………......97
a. El ministerio del Maestro
Capítulo 9 - EL EVANGELISTA
I. EL APOSTOLADO DE PABLO……………..………………………………102
a. Predicadores del Evangelio
ANEXO……………………………………………………………………………...105
5
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
6
– Llamados a servir –
INTRODUCCIÓN
El estudio del orden y la función de los diferentes ministerios en
el reino de Dios, es un tema esencial para que la Iglesia logre su
cometido de evangelizar al mundo.
La Iglesia es llamada a funcionar, de acuerdo al orden de los
ministerios establecido por Jesús en la Biblia. Son los ministerios
los encargados de revelar el Evangelio al mundo y de hacer
discípulos para Jesús.
Cada ministerio tiene una función específica en el reino de
Dios y todos son igualmente importantes para evangelizar al
mundo. Cuando los ministerios logran una armonía escritural en
la función de cada uno, la Iglesia marcha triunfante ante las
fuerzas del mal, logrando su misión evangelística en la tierra.
Un cuerpo no puede funcionar, ni responder normalmente
a las órdenes que le envía el cerebro, si uno de sus miembros
está afectado. Así mismo, la Iglesia no podrá realizar su obra,
mientras los ministerios no encajen uno con el otro. Esta
armonía de los ministerios no se puede lograr en un sistema
carente de fundamento bíblico; o matizado con una falsa unidad
que se inclina a la reverencia de un ministro o ministerio.
La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia) se logra a través del
sometimiento voluntario, y el respeto de los diferentes
ministerios entre sí, dirigidos por la cabeza que es Jesús.
Este libro persigue el propósito de ayudar a comprender la
función de cada uno de los ministerios de la Iglesia, a fin de que
armonicen para ser efectivos en la obra que Dios les ha
asignado en la tierra.
Esperamos que esta aportación brinde luz, para entender
más la función de cada uno de los ministerios de la Iglesia aquí
tratados, a quienes con pureza de corazón y sinceridad anhelan
servir con humildad, en el reino de Dios. Amén.
Joel Perdomo, U. S. A., 2014.
7
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
8
– Llamados a servir –
Capítulo – 1 –
MINISTERIOS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS
I. USOS BÍBLICOS DE LA PALABRA MINISTERIO
a. ¿Qué significa la palabra Ministerio?
La palabra ministerio (y ministro) proceden de diferentes raíces,
tanto en hebreo, como en el griego bíblico. Entre otras palabras,
en el AT se usa mesharet (hb.) para referirse a quien está al
servicio de alguien más importante, de un rey o de Dios.
Esta palabra se usa para referirse a Josué, como servidor de
Moisés (Éx. 24:13); a Giezi, como sirviente de Eliseo (2 R. 4:43).
También se refiere a los sacerdotes que servían o ministraban
en el templo de Dios (Éx. 28:43). Los que adoran a Dios son
llamados servidores o ministros. Dios llamó a Abraham, su
servidor (Gn. 26:24).
En el NT se usa la palabra diaconeo (gr. servir o ayudar),
para referirse a los ministros. En su forma básica significa,
atender a la mesa, cuidar, servir de manera abarcadora1.
La palabra ministro en su significado llano es servir. En el
contexto bíblico se refiere a la ministración humilde y gratuita
de las ayudas y dones espirituales en beneficio de los hermanos
en la fe (Iglesia). Por tanto, un ministro no es más que un
servidor de Dios. Mas que un título, ministrar es servicio
amoroso y desinteresado a Dios y al prójimo.
De esta misma raíz (diaconeo) procede la palabra diácono,
que es un ministerio de servicio, primero asignado a ciertos
discípulos de la iglesia primitiva que servían alimentos en las
1
Kittel, Gerhard. Gerhard Friedrich. Geoffrey W. Bromiley.
Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento. (Grand Rapids, Libros
Desafió, 2002). Pág. 154.
9
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
mesas, a los demás hermanos en la fe. Para este ministerio de
servicio en las mesas (diácono), aparentemente insignificante, la
Iglesia primitiva escogió a discípulos llenos del Espíritu Santo.
Porque servir es el mayor de todos los dones:
“Entonces los doce convocaron a la multitud de los
discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la
palabra de Dios, para servir a las mesas.
Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones
de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
a quienes encarguemos de este trabajo” (Hch. 6: 2-3).
Los apóstoles aprendieron de Jesús, durante su ministerio
terrenal, que el título ministerial no era más importante que su
llamado a servir. Ni siquiera cuestionaron que debían servir a las
mesas, lo hacían espontáneamente, considerándolo un
privilegio afín a su llamado. Ellos fueron los encargados de
repartir los panes y los peces a la multitud que milagrosamente,
alimentó Jesús (Mr. 8:1-9).
Al crecer el número de conversos en la Iglesia primitiva, los
apóstoles se sintieron obligados a asignar la tarea de servir a las
mesas a ciertos discípulos (llamados diáconos o servidores),
debido a que la cantidad de personas a servir era demasiada y
estaban descuidando la predicación del Evangelio.
Indudablemente, ellos consideraban que servir era esencial en
su llamado ministerial. La Iglesia es entendida como un solo
cuerpo que trabaja por un fin común. Todo somos iguales ante
Dios, independientemente de los ministerios, dones,
capacidades, solo que con diferentes funciones de acuerdo a la
voluntad de Dios.
Los diáconos fueron una extensión del ministerio de servicio
al que habían sido llamados los apóstoles. Una mano amiga que
les ayudó en su extensa misión de servir a Dios y al prójimo.
La palabra ministro (diácono) en su raíz y etimología implica
tácitamente servir. Así que, un ministro en el reino de Dios, es
10
– Llamados a servir –
de forma llana, uno que sirve. En este caso, los ministros son
llamados al servicio divino2.
La palabra ministro en la Biblia, no se usa como un título
ostentoso, alude al servicio voluntario a Dios y por extensión al
prójimo. Es penoso que a través del tiempo los títulos
ministeriales se usen para la preponderancia de los ministros y
no en su sentido original de servicio. Apegados al texto bíblico,
el ministro es llanamente uno que sirve voluntariamente, por
amor y con humildad al Señor.
____________________________________________________
 “Apegados al texto bíblico, el ministro es uno que sirve
voluntariamente, por amor y con humildad al Señor”.
____________________________________________________
b. El servicio es el más excelente de los dones
El ser humano, a diferencia del resto de la creación, fue hecho a
imagen de Dios. Dios le dio inteligencia y autoridad para
gobernar sobre todo lo creado en la tierra. El ser humano no
tiene potestad de crear, solo puede compartir lo que Dios le ha
dado, sean cosas materiales o dones espirituales. El ser humano
es solo un administrador de lo que Dios ha creado.
Pablo señala que nadie se debe gloriar por lo que ha recibido,
pues son solo dones divinos:
“Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo
hubieras recibido?” (1 Co. 4:7).
Como ser creado, el ser humano debe ser humilde en reconocer
sus capacidades y limitaciones:
2
Es obvio que los ministros no son llamados a hacer la voluntad de
la gente, sino la de Dios y aunque la predicación del Evangelio ocupa
un lugar preponderante en el ministerio, de manera general, toda
labor ministerial está basado en el servicio a Dios y al prójimo.
11
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide
Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y
humillarte ante tu Dios” (Mi 6:8).
Dios demanda humildad del ser humano y hacer misericordia al
prójimo. Ayudar al prójimo nos enseña que solo somos
administradores de los bienes divinos, que nos ha confiado,
para beneficio propio y de los demás.
En los tiempos bíblicos, para los griegos el servicio era
denigrante, ellos decían: nacimos para mandar. El judío no
considera que el servicio sea indigno, ya que el mandamiento
de amar al prójimo implica servir. En el NT la palabra diaconeo
se usa como atender en la mesa, provisión para el
sostenimiento físico, supervisión de las comidas (Lc. 10:40, Hch.
6:1). Paradójicamente, Jesús presenta el servicio como el más
excelente de los dones. El mismo se presentó como ejemplo de
servicio, al no agradarse a sí mismo; sino que se humilló cuando
vino a la tierra a servir a los demás (Mt. 20:25-28, Lc. 22:24-27).
“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo
(esclavo)” (Mt. 20: 26-27).
Pedro escribió que los líderes deben pastorear la grey del Señor,
pero no para enseñorearse de ella, como si fuesen los dueños:
“Apacentad la grey de Dios. No como teniendo señorío sobre
los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la
grey” (1 P. 5: 2a y 3).
El principio de servir en el reino de Dios fue reflejado por Jesús
durante su ministerio, su humildad fue tal que lavó los pies de
sus discípulos como ejemplo a sus seguidores (Jn. 13:4). Jesús
mismo atenderá personalmente a sus siervos en su reino (Lc.
12:37). Todo don es para edificar el cuerpo de Cristo:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
12
– Llamados a servir –
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:12).
La Biblia está nutrida de actos de bondad y de servicio de
hombres y mujeres consagrados a Dios. Muchos, sin saberlo, en
sus actos de bondad al prójimo, hospedaron ángeles (Hb. 13:2).
c. El servicio en la Iglesia primitiva
En el amor (Ágape3) está implícito el servicio al prójimo. La
Biblia señala que el amor, es el más grande de todos los dones
(1 Co. 13). Una manera sencilla de expresar el amor, es a través
de los actos de cuidado y de servicio al prójimo.
Los cristianos de la Iglesia primitiva entendían claro el
servicio amoroso de los unos a los otros. Ellos hacían una cena
comunal, durante la celebración de la Cena del Señor, a la que
llamaban Ágape4. Esta cena era símbolo del amor divino y de la
unidad de la Iglesia primitiva:
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en
común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus
bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada
uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y
partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y
sencillez de corazón” (Hch. 2:44-46).
La Iglesia primitiva es un gran ejemplo de lo que debe ser la
Iglesia del Señor, los cristianos tenían en común todas las cosas
y se repartían de acuerdo a la necesidad de cada uno. No había
aprovechados, ni tampoco mezquinos; tenían un mismo
corazón para compartir en común todas las cosas.
3
Agape (gr. amor), palabra griega que se usa para referirse al amor
de Dios, en contraste con otras palabras que se refieren al amor
fraternal y filial.
4
Agape, es el amor puro de Dios y es bajo ese vínculo perfecto del
amor divino que los cristianos primitivos se reunían a comer el Agape.
13
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
II. FUNCIONES DE LOS MINISTERIOS
____________________________________________________
Siendo partes integrales de un mismo cuerpo, cada ministerio
cumple ciertas funciones específicas dentro del reino de Dios a
fin de que la Iglesia logre su misión de adoración, servicio,
proclamación del Evangelio al mundo y formación de nuevos
discípulos para Cristo, entre otras.
a. La adoración
Dios es el soberano creador de todas las cosas (visibles e
invisibles, Ro. 1:20; Col. 1:16) y como tal, merece adoración de
sus criaturas. Dios es digno de adoración, pero no la demanda
obligadamente, permitiéndole a sus criaturas que libremente
elijan adorarle. En el cielo se adora a Dios y se le reconoce como
Creador de todas las cosas:
“Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y
alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban
día y noche de decir: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y
siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y
acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive
por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se
postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al
que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas
delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las
cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap. 4:811).
Viene el día en que toda lengua confesará que Jesús es el Señor,
y toda rodilla se doblará ante Él, para la gloria del Padre. Aun los
que le aborrecen le reconocerán:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre
14
– Llamados a servir –
de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y
en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11).
No implica que todos los que le reconozcan en ese tiempo serán
salvos, pues Jesús será reconocido como Rey para testimonio.
Los ministerios tienen como fin común la misión de formar
discípulos de Jesús, capacitados para adorar a Dios en espíritu y
en verdad. No importando si los ministros son reconocidos o no
por la gente.
b. La proclamación del Evangelio
La predicación del Evangelio es un mandato imperativo de Dios
para la Iglesia. Es la misión más importante que deben cumplir
los ministerios a fin de que la humanidad sea salva. Esta
predicación se debe hacer gratuitamente, así les mandó Jesús a
sus discípulos:
“Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha
acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia” (Mt. 10: 7-8).
El Señor enseñó: De gratis recibieron, den de gratis5. No por
ganancias deshonestas, que es condenable en la Biblia:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de
los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria” (1 P. 5:2-4).
Dios ha prometido suplir todas las necesidades de sus hijos, “el
obrero es digno de su salario”, como explicó Jesús en el mismo verso
(Mt. 10:10). Pero el mandato de Jesús a sus discípulos fue anunciar el
Evangelio gratuitamente al mundo.
5
15
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Si se buscan recompensas y reconocimiento en la tierra al
predicar el Evangelio, no se recibirá nada en el cielo, pues ya se
tiene el pago en la tierra y su castigo en la eternidad:
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres,
para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis
recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (Mt.
6:1).
Los ministros deben mantener íntegras sus intenciones al
predicar el Evangelio, de otra manera, no serán recompensados
en la eternidad; sino castigados duramente. Hablando acerca
del cuidado que deben tener los ministros del Evangelio, a fin
de no desviar sus corazones tras ganancias y placeres
temporales, Jesús dijo:
“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor
tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun
a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de
aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no
sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los
hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24: 4851).
El anuncio del Evangelio fue la primera predicación de Jesús en
su manifestación al mundo. Esa fue y sigue siendo su prioridad
en la actualidad:
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el Evangelio del reino de Dios, diciendo: El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Mr. 1:14-15).
Predicar el Evangelio, también fue el último mandato dado por
Jesús a sus discípulos, antes de subir al cielo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura” (Mr. 16:15).
Los ministros son llamados a predicar el Evangelio
gratuitamente, no por ganancias. Esta misión no debe perder su
16
– Llamados a servir –
enfoque, siendo más importante que los mismos proyectos y los
edificios de las iglesias.
____________________________________________________
 El Señor enseñó: De gratis recibieron, den de gratis …
“De gracia recibisteis, dad de gracia”.
____________________________________________________
c. El discipulado.
Después de resucitar, Jesús se apareció a sus discípulos e
inmediatamente les mandó hacer discípulos a las naciones:
“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde
Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron;
pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló
diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28).
No basta predicar el Evangelio y que las personas se arrepientan
de sus pecados. La labor más importante de los ministerios de la
Iglesia es hacer discípulos de Cristo, capacitándoles para adorar,
servir y predicar el Evangelio.
Uno de los cuidados que deben tener los ministerios al
discipular es asegurarse de hacer discípulos de Jesús, más que
seguidores de líderes o ministerios.
Cada ministerio debe tener un discipulado formal donde se
le enseñe las doctrinas básicas de la Biblia a los recién
convertidos a fin de que desarrollen un fundamento sólido en
su fe cristiana. Este mandato de Cristo ha sido descuidado en la
Iglesia y no ha permitido formar discípulos capacitados que
presenten el Evangelio de manera clara al mundo.
17
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
III. MINISTROS LLAMADOS AL SERVICIO DIVINO
____________________________________________________
a. La exaltación en el servicio
Es a la luz del ejemplo y las enseñanzas de Jesús que el servicio
toma un nuevo matiz y encuentra su verdadera grandeza en el
reino de Dios. Jesús dedicó su vida al servicio de los demás y con
su ejemplo de humildad elevó el servicio al grado de ser uno de
los dones más relevantes del reino de Dios, que debe ser una
característica de los verdaderos adoradores.
Los grandes adoradores de la Biblia se caracterizaron por
servir, Lot se desbordó en servicio por los varones que visitaron
Sodoma, siendo anfitrión de ángeles (Gn.19: 1-3). Abraham
sirvió con diligencia a los tres varones que le visitaron (Gn. 18:115). Gedeón sirvió amablemente al ángel que se le apareció y
presentó una ofrenda de lo que tenia (Jue. 17:21). La Biblia
señala que algunos de ellos no sabían que los huéspedes que
recibieron, eran ángeles:
“No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos,
sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hb. 13: 2).
Ellos servían porque su corazón amoroso sentía compasión por
el prójimo y gratitud con Dios, no por un interés u obligación.
Estas acciones van más allá de ofrecer un vaso de agua a un
transeúnte. El verdadero adorador considera el servicio como
un privilegio, no como una carga. El deseo de servir es la raíz de
todo ministerio. No se puede ser un verdadero ministro de Dios,
sin tener pasión por servir o ministrar, que es lo mismo.
La palabra ministro o ministerio debe volver a la raíz que
encierra su contenido. La función principal de los ministros no
es gobernar con señorío, sino apacentar y servir con humildad a
las ovejas, como exhorta el apóstol Pedro a los ministros:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
18
– Llamados a servir –
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de
los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria” (1 P. 5: 2-4).
La autoridad delegada a los ministros es espiritual y asignada
para edificar la Iglesia; no para destrucción, como explica el
apóstol Pablo:
“Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra
autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para
vuestra destrucción, no me avergonzaré” (2 Co. 10:8).
Los ministros son llamados a servir, no ha ser servidos. Ministro
significa servidor. Servir es el mayor de todos los ministerios en
el reino de Dios. Jesús enseñó que quien sirve a los demás, es el
mayor en su reino:
“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”
(Mt. 20:26-27).
Solo hay una manera de ser grande en el reino de Dios, es
humillándose en la tierra y sirviendo a los demás. Jesús no vino
a este mundo a ser servido, sino a servir:
“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28).
A causa de su servicio y humillación, el Padre exaltó a Jesús
hasta lo sumo, sentándole a su diestra:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo
19
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:5-11).
Por haber sido humilde y obediente hasta la muerte en una
cruz, Dios le dio toda potestad a Jesús en el cielo, en la tierra y
debajo de la tierra. Su humillación le llevó a la exaltación. Jesús
enseñó que en el reino de Dios, quien se humilla será exaltado:
“Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que
se humilla, será enaltecido” (Lc. 14:11).
Los ministros de Dios son llamados al servir a fin de ser
recompensados en la venida del pastor de los pastores:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de
los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria” (1 P. 5: 2-4).
El llamado ministerial al servicio divino debe ser voluntario,
ajeno a los intereses y ambiciones personales.
b. La humillación conduce a la exaltación
En el concepto de reino que tiene este mundo, los más
agresivos tienen poder y se enseñorean de los más débiles:
“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los
que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre
vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar
su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28).
La violencia es la norma del mundo para ejercer autoridad,
porque las estructuras están trazadas por la influencia del
pecado y de Satanás como príncipe de este mundo. En el reino
20
– Llamados a servir –
de Dios es diferente, aquí los humildes son exaltados y los
soberbios son humillados:
“El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque
el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido” (Mt. 23:11-12).
A veces, sin apercibirnos, traemos las estructuras del mundo
para gobernar a la Iglesia de Cristo, olvidando los mandatos y
enseñanzas bíblicas que Dios ha dejado para relacionarnos con
el prójimo y con Dios, todas basadas en el amor y el perdón.
En cierta ocasión, Santiago y Juan, usando la influencia de
su mamá, pretendieron alcanzar un puesto especial en la mesa
del Señor cuando Él establezca su reino:
“Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el
bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero
el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo,
sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”
(Mt. 20: 23).
Jesús demostró que en el reino de Dios los privilegios divinos no
vienen por medio de influencias, si no por designio del Padre.
En la tierra se pueden alcanzar muchas cosas por medio de
influencias, menos las que proceden del corazón de Dios, quien
pagará a cada uno, según su obra (Ap. 22:12).
El servicio genuino a Dios y al prójimo es el único camino a
la exaltación en el reino de Dios. La altivez no tiene cabida en
este reino, ni en los verdaderos ministros de Dios, que han sido
llamados a servir, no a ser servidos. Los hijos de Dios deben
servirse los unos a los otros por amor:
“sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá. 5:13b).
c. La humildad reflejada en la vida de Jesús
La humildad es una de las características más notables que
deben reflejar los verdaderos ministros del Evangelio. Jesús se
humilló hasta lo sumo, al dejar su trono de gloria, para venir a
este mundo a morir en una vil cruz, por amor a la humanidad:
21
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2: 8-11).
Jesús fue humilde desde su nacimiento en la tierra. La Biblia
señala que, después que María le dio a luz, le puso en un
pesebre (establo) junto a los animales (Lc. 2:1-26). Ese fue un
presagio de lo humilde que viviría Jesús entre los hombres. Su
nacimiento y manifestación al mundo no fue con algarabía. Sus
conocidos no creyeron en el (Mt. 13:53-58) y su familia creía
que se había vuelto loco (Mr. 3:21). Aunque se quiera pintar con
mil matices, Jesús vivió una vida sencilla. La gente no creyó en
Él, porque esperaban un rey lleno de pompa.
Dios sujetó a su Hijo a las limitaciones de cualquier ser
humano. Jesús se fatigaba, padecía sed, hambre y sus pies
polvorientos se cansaban al caminar. Todo lo sufrió por amor.
Jesús exhortó a sus seguidores a aprender de su humildad:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón” (Mt. 11: 29a).
Jesús no tenía casa donde reposar cuando estuvo en la tierra:
“Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su
cabeza” (Mt. 8:20).
Jesús entró a Jerusalén humilde, montado en un asno prestado:
“Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por
qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo
necesita” (Lc. 19: 33-34).
Jesús lavó los pies de sus discípulos, cosa que solo hacían los
esclavos de la casa con las visitas, en los tiempos bíblicos:
“Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una
toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó
22
– Llamados a servir –
a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla
con que estaba ceñido (Jn. 13:4-5).
Jesús no ofreció, ni predicó un evangelio de prosperidad
económica a sus seguidores, su mensaje fue sencillo, de
arrepentimiento y negación voluntaria al pecado:
“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lc. 9: 23).
Jesús condenó el afán y la ansiedad por las cosas de este
mundo:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
cada día su propio mal” (Mt. 6:31-34).
d. La humildad de Juan el Bautista
Juan el Bautista es un gran ejemplo de humildad, Jesús dijo que
Juan fue el profeta más grande que ha nacido en la tierra:
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha
levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más
pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mt.
11:11).
La verdadera grandeza de Juan consistía en que vivía una vida
íntegra y apartada del pecado, en medio de una sociedad
corrupta. A veces se trata de matizar la verdad divina por temor
a la censura de la sociedad o la opresión de gobiernos
corruptos. No se trata de ofender a las personas por pecado;
pero tampoco dejar de predicar la verdad por temor al rechazo.
Dios ama al pecador, pero rechaza el pecado.
Juan tenía comunicación con el emperador (Mt. 14:4) y
quizá era invitado al palacio, pero no vendió sus convicciones
23
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
por un paseo en el palacio real, ni se dejaba impresionar por los
manjares que le servían los cortesanos del rey.
Juan era un ministro humilde. La Biblia señala que su
vestido era de piel de camello, no de lino fino como usaban los
ricos de su tiempo (Lc. 7: 25), y su alimento era sencillo:
“Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto
de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y
miel silvestre” (Mt. 3: 4).
La Biblia señala que Juan no hizo milagros durante su ministerio:
“Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna
señal hizo; pero todo lo que dijo de éste era verdad” (Jn.
10:41).
El verdadero ministro de Dios no se conoce por los milagros que
puedan ocurrir en su ministerio; si no por la comunión con Dios
y el valor para predicar y vivir la verdad. Características más
relevantes en la vida de Juan el Bautista.
Juan el Bautista no hizo milagros, pero hizo temblar a los
gobernadores romanos con sus palabras y fue muy respetado
en Israel como un verdadero profeta de Dios, debido a su vida
celosa de buenas obras. El no buscaba reconocimiento, ni fama.
Juan fue humilde y en una de sus frases inmemorables al
presentar a Jesús como el Mesías expresó:
“Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (Jn. 3: 30).
Juan fue el profeta más grande, pero cuando Jesús apareció en
escena se humilló para darle paso. La Biblia revela que por sus
frutos se conocen los verdaderos ministros del Señor, no por sus
milagros o lo grande de sus ministerios:
“Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20).
24
– Llamados a servir –
Capítulo – 2 –
LOS MINISTERIOS EN EL REINO DE DIOS
____________________________________________________
I. EL REINO DE DIOS
En la gran comisión que Jesús le asignó a la Iglesia, de llevar el
Evangelio por todo el mundo, la forma de entender el reino de
Dios y las funciones de los ministerios de la Iglesia, determinará
en gran manera la efectividad de la misión.
a. ¿Qué es el reino de Dios?
Para explicar que es el reino de Dios, se debe conocer lo que no
es el reino de Dios. El reino de Dios no es materialismo:
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:7).
Al interpretar el reino de Dios, podemos errar al asociarlo con el
materialismo imperante en este mundo, creyendo que se trata
de un reino de riquezas, en nombre de Dios. Con esa
descabellada visión se puede tergiversar lo que en verdad
significa el reino de Dios, que según la Biblia, en su origen es
fundamentalmente de carácter espiritual6, pues se trata de
6
El Reino de Dios, significa el gobierno de Dios sobre su creación. Al
principio el ser humano pecó y murió. Esta muerte es primero
espiritual y luego física, porque Adán muere espiritualmente, pero
sigue viviendo físicamente, después de pecar (Gn. 3:23-24). El primer
problema a resolver a fin de que Dios establezca nuevamente su reino
sobre la humanidad, es la vida espiritual. Jesús enseñó que se debe
nacer de Nuevo (espiritualmente, Jn. 3: 3) para ver el reino de Dios.
Jesús no estableció su reino sobre la tierra en su primera venida,
porque su reino comienza primero en el corazón humano. Dios no
podrá establecer su reino total sobre la tierra con una humanidad
viviendo bajo pecado, sino hasta que regrese a reinar sobre la tierra.
25
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
restablecer el gobierno de Dios sobre la humanidad, recobrar la
vida espiritual perdida y la relación entre Dios y el ser humano.
La restauración material es consecuencia de una buena relación
con Dios. La tierra no puede ser restaurada en su totalidad, si la
humanidad completa no se vuelve a Dios.
En su primera manifestación al mundo, Jesús enseñó
abundantemente acerca del reino de Dios. En una de sus
afirmaciones acentuó que su reino no es de este mundo:
“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo
no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”
(Jn. 18:36).
El reino de Dios se ha acercado a la tierra, pero no se ha
establecido totalmente porque el ser humano sigue eligiendo el
pecado y rechaza voluntariamente el gobierno de Jesús. Pero
vendrá el día cuando Jesús regresará a la tierra a limpiarla de
todo pecado y a restaurarla físicamente.
Este reino que se establecerá literalmente en la tierra, es el
gobierno de Dios sobre la humanidad, que fue roto al principio
por la primera pareja. Para que ese reino se vuelva a
restablecer, Cristo tiene que regresar a la tierra a gobernar
para: a) Ser ungido como Rey. b) Establecer una justicia
perdurable. c) Ponerle fin al pecado:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y
poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos” (Dn. 9: 24).
Eso sucederá en el milenio, cuando Jesús regrese a gobernar y a
purificar la tierra de todo pecado. En este mundo y bajo el
sistema actual (gobernado por el pecado), no se va a restablecer
Primero debe quitar el pecado, para luego restaurar la tierra (Dn. 9:24;
Ap. 19:11-16). Lo espiritual es primero, luego lo material.
26
– Llamados a servir –
a plenitud el reino de Dios. Es necesario que se le ponga fin al
pecado, Satanás sea atado y echado al infierno (Ap. 20:1-3).
b. El reino de Dios sobre la tierra
El interés de que el reino de Dios se vuelva a establecer en toda
la tierra, tal como fue al principio (cuando Dios creó la primera
pareja y les bendijo en el huerto del Edén, Gn. 1: 26-27) es un
anhelo latente de toda la creación y del corazón amoroso de
Dios. Adán y Eva al obedecer a Satanás, automáticamente
rechazaron el gobierno de Dios y se lo entregaron a Satanás. Ese
pecado afectó a toda la raza humana7:
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino
que también nosotros mismos, que tenemos las primicias
del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo” (Ro. 22-23).
El restablecimiento del reino de Dios sobre la tierra, es una
prioridad en el plan divino a fin de que se haga su voluntad
perfecta, así como se hace en el cielo. Esto redundará en
beneficio para la humanidad, porque cuando el ser humano se
gobierna asimismo fracasa y cuando vive bajo el gobierno total
de Dios, goza de todas sus bendiciones.
En la oración modelo, Jesús enseñó a sus discípulos a que
oraran para que el gobierno de Dios se restablezca nuevamente
7
El pecado de Adán y Eva afectó a toda la raza humana, pero no se
les puede atribuir la responsabilidad del pecado personal (el que
comete cada persona). El ser humano tiene la libre voluntad de elegir
entre el bien y el mal. La primera pareja develó el conocimiento del
bien y del mal, pero es una excusa culpar a Adán y a Eva de nuestras
propias acciones. Nadie está obligado a pecar por el pecado de Adán.
A cierta edad, cuando se puede hacer diferencia entre el bien y el mal
cada ser humano elige lo que quiere. Lastimosamente, la humanidad
se inclina más al mal, que al bien.
27
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
en la tierra y exista una obediencia absoluta a Dios, así como
existe en el cielo:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:910).
Jesús pidió a sus hijos que oraran para que el reino de Dios se
restaure pronto y de forma total sobre la tierra. En su primera
manifestación al mundo, Jesús no pretendía establecer su reino
en su totalidad, este solo se acercó a los hombres:
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el Evangelio del reino de Dios, diciendo: El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Mr. 1:14-15).
Los judíos del tiempo de Cristo anhelaban la restauración del
reino de Israel, ya que estaban bajo el yugo del imperio romano
por causa de sus desobediencias. Los discípulos, preocupados
por la partida de Jesús hacia el cielo y anhelando una
restauración inmediata en la tierra, le preguntaron acerca del
reino en Israel:
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo:
No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el
Padre puso en su sola potestad” (Hch. 1:6-7).
Si el propósito de Jesús hubiese sido que el reino de Dios se
restableciera en su plenitud en su primera venida, habría
comenzado por Israel y Él lo habría confirmado. Pero el reino de
Dios solo se ha acercado a los hombres y ha sido dado a
conocer al mundo por la Iglesia, no ha sido establecido en su
totalidad, sino hasta que Jesús aparezca por segunda vez. Así les
dijo Jesús a los judíos:
“Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que
digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt. 23:
39).
28
– Llamados a servir –
Hablando del futuro gobierno de Jesús, que será establecido en
la tierra de manera palpable, Hebreos señala que como decreto,
Dios ha sujetado de antemano el mundo venidero a Jesús:
“Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero (sino a
Jesús), acerca del cual estamos hablando” (Hb. 2:5).
Aunque toda potestad le ha sido dada Jesús en el cielo, en la
tierra y debajo de la tierra (Mt. 28:18), no todo está sujeto a Él;
hasta que establezca su reino de forma literal en la tierra:
“Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó
todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a Él; pero todavía
no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hb. 2:5, 8).
c. Jesús regresará a establecer su reino sobre la tierra
La Biblia afirma que Jesús, después de ofrecer su vida por la
humanidad, se ha sentado a la diestra de Dios y está esperando
descender a la tierra para establecer su gobierno:
“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un
solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de
Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos
sean puestos por estrado de sus pies” (Hb. 10:12-13).
La Biblia confirma que en su segunda venida, Jesús establecerá
su reino en la tierra restaurada y la gobernará durante mil años:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por
causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no
recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y
vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap. 20:4). 2 P. 3:10.
Se puede tener la tendencia a creer que el reino de Dios se debe
establecer aquí y ahora, bajo este sistema de pecado. Aunque
Jesús derrotó a Satanás y a la muerte en la cruz (Col. 2:15), la
humanidad todavía sigue tras el pecado, a voluntad propia. Por
eso Satanás es el dios de este siglo (2 Co. 4:4). Satanás mismo le
ofreció a Jesús todos los reinos de este mundo a cambio de que
le adorara (Mt. 4:9). Pedro quiso convencer a Jesús de que no
29
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
fuera a la cruz, ya que perdía la esperanza de un gobierno
inmediato en Israel, pero Jesús le reprendió duramente:
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos
que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y
ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro,
tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor,
ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las
cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mt. 16:21-23).
Jesús estará en el cielo hasta que regrese a restaurar todas las
cosas y se restablezca el reino de Dios sobre la tierra:
“Y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien
de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos
de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por
boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo
antiguo” (Hch. 3:20-21).
En una ocasión Pedro le preguntó a Jesús qué recibirían a
cambio de haber despreciado todas las cosas de este mundo,
para seguirle. Jesús le habló de su reino venidero:
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo
hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues,
tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la
regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el
trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también
os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus
de Israel” (Mt. 19:27-28).
Jesús les prometió a sus discípulos que durante su futuro
gobierno en la tierra, ellos gobernarán a Israel, sentados en
doce tronos, por haber despreciado hasta sus propias vidas en
este mundo, por amor de Su santo nombre:
30
– Llamados a servir –
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y
mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26).
La Biblia señala que el reino de Dios será establecido de manera
literal sobre la tierra, durante mil años, pero primero Satanás
debe ser atado, pues Jesús no puede gobernar mientras haya
pecado en la tierra:
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón,
la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por
mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello
sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta
que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser
desatado por un poco de tiempo. Y vi tronos, y se sentaron
sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las
almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y
por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia
ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni
en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap.
20: 1-4). Ver, Is. 11:1-10, 65: 18-25.
Mientras vivamos en este sistema de pecado, existe la tentación
de desvirtuar el futuro y glorioso reino de Cristo en la tierra,
confundiéndolo con una vida material próspera y cómoda en un
mundo de pecado. Un verdadero ministro de Dios, no estará
satisfecho con la abundancia material, mientras el pecado reine
en este mundo y las almas se pierdan en una eternidad, sin
Cristo.
31
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
II. MINISTROS AL SERVICIO DEL REINO DE DIOS
____________________________________________________
a. Los ministros son llamados a servir, no a ser servidos
En su primera venida, Jesús no vino al mundo a gobernar bajo el
sistema político de los hombres, ni tampoco a competir con los
reyes de esta tierra (Jn. 18:36); vino a servir, al grado de
ofrendar su vida en la cruz para rescatar a la humanidad.
Jesús señaló que su reino no es de este mundo:
“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo
no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”
(Jn. 18:36).
El reino de Dios no se puede restablecer bajo este sistema
corrupto y pecador. El gobierno de Cristo sobre la tierra será
libre de todo pecado, como afirma el profeta Daniel:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y
poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos” (Dn. 9:24).
Es necesario que se le ponga fin al pecado, antes que Jesús
gobierne en toda la tierra y sea ungido como rey. Confundir el
reino de Dios con el materialismo que impera en este mundo o
con una ambición material que alcanza aun a la iglesia
disfrazada de “prosperidad”, puede conducir a tergiversar la
realidad del futuro gobierno de Jesús sobre la tierra. Jesús fue
claro en señalar que nadie puede servir a Dios y a las riquezas:
“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas” (Lc. 16:13).
La avaricia puede cegar el corazón de los más devotos cristianos
de los últimos tiempos, para hacerles caer en el error de querer
32
– Llamados a servir –
establecer el reino de Dios bajo este sistema humano corrupto,
usando el nombre de Dios y una falsa prosperidad como excusa.
Tergiversando el verdadero reino que solo Cristo establecerá en
su regreso a la tierra.
Existe la tentación de mezclar el verdadero reino de Dios
con los sistemas políticos de este mundo a fin de que la Iglesia
sea más un poder político, perdiendo su enfoque de liberar al
mundo de las cadenas del pecado (Jn. 8:32). Esto podría
conducir a una falsa unidad de las iglesias, que de acuerdo a la
Biblia, dará a luz una iglesia mundial falsa (Ap. 17), dirigida por
un líder religioso perverso (el falso profeta8).
Cegados por la ambición, muchos ministros y cristianos de
los últimos tiempos no se percatarán en que se habrán
convertido, pues la avaricia entorpece el corazón y ciega la
razón para no entender lo simple de la Palabra de Dios, como el
verso anterior, donde Jesús afirma que nadie puede servir a
Dios y a las riquezas9.
Todo discípulo de Jesús es llamado a caminar en este mundo
como el anduvo, imitando su ejemplo de servicio y humildad:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”
(Mt. 11: 29-30).
Jesús fue humilde, como ejemplo a todos sus discípulos que le
habrían de seguir, por eso el Padre puso todas las cosas a sus
8
La Biblia señala que en los últimos tiempos se levantará un líder
religioso mundial (Ap. 16-13), que posiblemente aglutinará a todas las
religiones e inclinará a la humanidad a la adoración del Anticristo (la
bestia). Es parte del trío satánico que gobernará en la gran tribulación
(la Bestia, el Anticristo y el falso Profeta) que le espera a la humanidad,
después que la Iglesia sea arrebatada al cielo (Ap. 16:13; 19:20; 20:10).
9
Balaam fue un gran profeta de Dios que cedió ante la avaricia
material y terminó su vida como un adivino corrupto, con un
desenlace fatal (Nm. 22-24; Js. 13:22; Jd. 1:11).
33
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
pies como recompensa (Mt. 28:18). Así mismo, los ministros son
llamados al servicio divino para ser recompensados un día por el
pastor de los pastores.
En el reino de Dios no imperan los valores del mundo, se
contraponen. En los gobiernos del mundo se imponen los más
bravos. En el reino de Dios, los humildes son exaltados:
“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los
que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre
vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar
su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28).
El servicio es el más grande de todos los dones del reino de
Dios, paradójicamente, es el menos procurado por ministros y
cristianos del reino. Los títulos encumbrados y de exposición
son más apetecidos, como símbolo de una presuntuosa
autoridad y falsa prosperidad, que conducirá a la apostasía de la
Iglesia, que de acuerdo a la Biblia, es una señal de la antesala a
la segunda venida de Cristo (2 Ts. 2:3; 1 T. 4: 1).
Los ministros son llamados a servir, no a ser servidos.
____________________________________________________
 Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
____________________________________________________
b. Haciendo tesoros en el cielo
Jesús enseñó que el reino de los cielos es semejante a un
hombre que descubre un tesoro en un terreno y vende todo lo
que posee para comprar esa tierra a fin de obtener algo mejor:
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro
escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo
esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que
tiene, y compra aquel campo” (Mt. 13:44).
34
– Llamados a servir –
Jesús quiso enseñar el valor de su reino y la vida eterna, con
relación a las riquezas materiales y temporales de este mundo.
El discípulo debe estar dispuesto a perderlo todo en este
mundo, para ganar las riquezas eternas, como dijo Pablo:
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor,
por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo” (Fil. 3:8).
El Señor Jesús exhortó a sus discípulos a renunciar a las riquezas
temporales de esta tierra, donde se pudren y los ladrones
roban; para buscar las riquezas eternas:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:
19-21).
En este mundo existe la tentación de amar más las cosas
materiales temporales, que las riquezas eternas. Los cristianos
somos llamados a amar a Dios por encima de todas las cosas de
este mundo10. Pablo señaló que nada trajimos a este mundo y
nada llevaremos al morir. Inclinar el corazón a las riquezas de
este mundo, aleja de hacer tesoros en el cielo:
“Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada
podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo,
estemos contentos con esto. Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción
10
Mayordomía, es cristiano es solo un mayordomo de las cosas
que Dios en su gracia le confía, sean dones espirituales, ministerios, o
cosas materiales. Implica que debe ser un buen administrador que las
cuida, pero sin apegarse a las cosas materiales de este mundo, pues
pueden ser un lazo para el alma y el hilo entre ser un buen
administrador y amar las dádivas más que al Dador, es bien finito.
35
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al
dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y
fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6: 7-10).
Los que buscan enriquecerse en esta tierra caen en tentación de
codicias necias e indiferencia por las cosas de Dios y el prójimo.
Jesús explicó que la raíz de todo problema tiene su origen en el
amor al dinero. No es el dinero en sí mismo, sino el amor al
dinero, que se constituye en un ídolo:
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia,
que es idolatría” (Col. 3:5).
Jesús condenó el afán por las cosas materiales de esta vida:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas” (Mt. 6:31-33).
Jesús explicó que la gente del mundo busca las riquezas
materiales como una prioridad en sus vidas. En cambio, los hijos
de Dios son llamados a buscar primero lo eterno y Él suplirá
todas sus necesidades materiales (Fil 4:19).
Un joven rico le preguntó a Jesús que debía hacer para
heredar la vida eterna. Él le respondió que vendiera todo lo que
poseía para compartirlo con los pobres:
“Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te
falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía
muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo
a sus discípulos: !Cuán difícilmente entrarán en el reino de
Dios los que tienen riquezas!” (Mr. 10:21-23).
Jesús habló que es difícil que un rico entre en el reino de los
cielos. Hay dos razones a considerar: Las personas para llegar a
36
– Llamados a servir –
tener mucho dinero suelen ser indiferentes con las necesidades
del prójimo a fin de acumular mucho dinero para sí mismos, y
después que tienen dinero se aferran a este, impidiéndoles
despojarse de lo material para seguir y amar a Dios. No es que
Dios no le permita entrar al cielo a los ricos, es que ellos llegan a
amar más sus riquezas que a Dios; por eso es que es difícil que
ellos hereden la vida eterna.
Contrario al joven rico, que se fue decepcionado por las
palabras de Jesús, la Biblia señala que Zaqueo, un hombre rico
que reconoció a Jesús como el Mesías de Israel11, se despojó de
su dinero a fin de hacer tesoros en el cielo:
“Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí,
Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo
he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús
le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él
también es hijo de Abraham” (Lc. 19: 8-9).
En la Iglesia primitiva los cristianos se despojaban de sus
riquezas con gozo, para compartir con los más necesitados:
“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y
un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que
poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Así que no
había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que
poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de
lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se
repartía a cada uno según su necesidad” (Hb. 4: 32, 34-35).
Las riquezas de este mundo, están en las manos de Satanás y se
contraponen a las riquezas eternas que ofrece Dios, quien ha
prometido suplir las necesidades de sus hijos en esta tierra;
pero les llama a despojarse de las ambiciones materiales:
“Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis
por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué
vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el
11
Mesías, título hebreo dado a Jesús como el Salvador que vendría a
Israel, para dar libertad y salvación.
37
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan;
que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de
vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?
Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os
afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no
trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda
su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la
hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al
horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de
comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa
inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del
mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de
estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas
os serán añadidas” (Lc. 12:22-31).
Dios condena el afán y la ansiedad por las cosas materiales de
este mundo. Como dueño de todas las cosas, Dios manda a sus
hijos a confiar y a depender de Él cada día, aun para los
alimentos, los cuales quiere que se le pidan diariamente:
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11).
La Biblia señala que el justo por la fe vivirá en la tierra:
“El justo por la fe vivirá” (Gá. 3:11).
Cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar el Evangelio, les
instruyó que no llevaran dinero para el viaje a fin de que
dependieran totalmente de Él y les explicó que todo trabajador
devenga un salario, que Él les pagaría. Pero ésta es una empresa
de fe:
“Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha
acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros
cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de
calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su
38
– Llamados a servir –
alimento. Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis,
informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que
salgáis” (Mt. 10: 7-11).
Los discípulos tenían que salir por la fe a predicar el Evangelio,
confiando en las promesas, y Dios les supliría sus alimentos.
Ellos confirmaron luego que cuando salieron a predicar por la
fe, nada les faltó, conforme a la promesa:
“Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin
calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada” (Lc. 22:35).
c. Reyes y sacerdotes de Dios
Cuando Dios eligió a Israel como un pueblo escogido sobre la
tierra, les mandó separarse de las costumbres pecaminosas del
resto de los pueblos de la tierra a fin de que fuesen un pueblo
de sacerdotes y gente santa:
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,
vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino
de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás
a los hijos de Israel” (Éx. 19:5-6).
Israel no cumplió su cometido de ser una nación santa y aunque
tiene promesa de salvación (Ro. 11:25-27), Pedro señala que
ahora la Iglesia es el pueblo escogido de Dios, llamados a ser
reyes y sacerdotes:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable” (1 P. 2:9).
Esta promesa tendrá su cumplimiento literal durante el futuro
gobierno de Cristo sobre la tierra. Jesús les prometió a sus
discípulos que ellos gobernarían en Israel durante su futuro
gobierno sobre la tierra:
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo
hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues,
tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la
39
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el
trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también
os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus
de Israel” (Mt. 19: 27-28).
Aun los que se salven, dando su vida por Jesús durante la gran
tribulación, resucitaran para gobernar con Cristo en la tierra:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por
causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no
recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y
vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap. 20:4).
La promesa de gobernar durante el futuro gobierno milenial de
Jesús sobre la tierra, le fue revelada a Juan en su visión celestial:
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de
todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para
nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la
tierra” (Ap. 5:9-10). “Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios,
su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén” (Ap. 1:6).
La Biblia señala que en su retorno a la tierra, Jesús delegará
autoridad de reyes a los que sean dignos:
“Aconteció que vuelto Él, después de recibir el reino, mandó
llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el
dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el
primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le
dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido
fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro,
diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y
también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades” (Lc.
19: 15-19).
40
– Llamados a servir –
En su retorno a la tierra, Jesús delegará autoridad sobre las
naciones a los que sean dignos, de acuerdo a su trabajo en la
Iglesia. La Biblia señala: “Aconteció que vuelto Él, después de
recibir el reino”. Es necesario que Jesús regrese primero y
reciba el reino, para delegar autoridad a los que sean dignos.
La Iglesia goza de autoridad espiritual en la actualidad, pero
en el futuro reino de Jesús se verá claramente la autoridad de
reyes y sacerdotes. Así como Jesús venció al mundo y derrotó a
Satanás en la cruz, pero todavía no todas las cosas están sujetas
a Él y su reino no ha sido establecido en su totalidad sobre la
tierra, hasta que se le ponga fin al pecado; tampoco se ha
manifestado toda la autoridad de los hijos de Dios, hasta que
gobiernen con Cristo.
Para gobernar con Jesús en el futuro, hay que servir
primero, como Él sirvió. Para obtener una corona, hay que llevar
la cruz cada día de nuestro peregrinaje por la tierra. Existe el
peligro de caer en el engaño de querer establecer el reino de
Cristo aquí y ahora, basado en las riquezas temporales de esta
tierra bajo pecado. El reino de Dios lo va establecer Jesús mismo
cuando regrese a la tierra, con sus santos:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia
juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en
su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que
ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa
teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los
ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y
limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una
espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las
regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor
y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE
SEÑORES” (Ap. 19:11-16).
41
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
III. CARACTERÍSTICAS DE LOS MINISTROS DE DIOS
____________________________________________________
La Biblia y la historia cristiana muestran que la mayoría de los
apóstoles de Jesús, sufrieron el martirio por causa del Evangelio.
Se dice que Juan, fue el único que murió de anciano, aunque
sufrió el destierro y la cárcel por la causa de Jesús y del
Evangelio, en la isla de Patmos12 (Ap. 1:9).
Los apóstoles de Jesús sufrieron y vivieron para servir al
Señor humildemente, en su paso por esta tierra. Ellos imitaron
el ejemplo de Cristo y debe servir de modelo a todo discípulo de
Jesús, pues nadie pudo estar más cerca de sus enseñanzas que
sus de primeros discípulos.
a. El carácter de los ministros de Dios
A continuación algunos pasajes de la Biblia que muestran
algunas características que deben tener los ministros de Dios:
“Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido
de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador,
apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no
codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible,
no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar
su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un
neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación
del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio
de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo
del diablo” (1 Ti. 3:1-7).
De acuerdo al pasaje anterior el ministro de Dios, debe ser:
1. Irreprensible: Sin reproche en su conducta, mientras
ejerzan su ministerio.
12
“El Libro de los Mártires”. Editorial Clie. Barcelona, 1991. Pág. 21-
25.
42
– Llamados a servir –
2. Marido de una sola mujer: Que permanezca fiel a su
esposa. Que mantenga su pacto matrimonial.
3. Sobrio: Que no pierda el control de sí mismo, sin excesos,
que cultive el dominio propio en su carácter:
“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor
tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun
a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de
aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no
sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los
hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24: 4851).
4. Prudente: Que se conduce sabiamente en palabra y
conducta (1 Ti. 4:12).
5. Decoroso: Prudente. De buena conducta, que refleje lo que
hay en el interior.
6. Hospedador: Que aloja a alguien en su casa con amabilidad,
sin esperar nada a cambio.
7. Apto para enseñar: Capacitado en las Escrituras para
enseñar la doctrina bíblica.
8. No dado al vino: Que no se tienta a las bebidas alcohólicas,
sino que sea lleno del Espíritu Santo (Ef. 5:18).
9. No pendenciero: Que no sea violento o pleitista, que
busque la paz.
10. No codicioso de ganancias deshonestas: Que no sea avaro,
ni venda sus convicciones a cambio de fama, posiciones o
dinero.
11. Amable: Trato amoroso, y de ser necesario, sacrificado por
amor a Dios y al prójimo, considerando a los demás como
mayores a nosotros mismos.
12. Apacible: Que pone la paz con su buen carácter.
13. No avaro: La avaricia es idolatría (Col. 3:5).
14. Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción (quién no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo
cuidará de la iglesia de Dios?).
43
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
15. Que tenga buen testimonio: De conducta ejemplar, para
que las personas no encuentren tropiezo para buscar a Dios.
b. Los apóstoles de Cristo sacrificaron sus vidas por amor
El siguiente pasaje revela el carácter y los sufrimientos de los
ministros en la Biblia:
“No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que
nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos
recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha
paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en
azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en
ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad,
en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad,
en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a
siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por
buena fama; como engañadores, pero veraces; como
desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas
he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como
entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas
enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo” (2 Co. 6: 3-10).
Indudablemente, la vida de los ministros de la iglesia primitiva
fue dedicada al servicio desinteresado en el reino de Dios. El
apóstol Pablo vivió una vida pobre y sufrida. Eso debe servir de
ejemplo para toda la cristiandad. Pablo afirma: “Sed imitadores
de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Ver, Fil 3:17.
c. Los santos y profetas del AT sirvieron a Dios sin condiciones
Hebreos describe el carácter y sufrimientos de los profetas y
santos del AT:
“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de
Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de
Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos,
hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de
44
– Llamados a servir –
leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de
espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en
batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres
recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros
fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de
obtener mejor resurrección. Otros experimentaron
vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a
filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de
pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados,
maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando
por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen
testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que
no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (Hb.
11:32-40).
El cuadro de los más devotos hombres de Dios en la Biblia,
revela que fueron abnegados servidores de Dios que dieron su
vida en ofrenda, despreciando este mundo por causa del reino
de Dios a fin de obtener una recompensa eterna.
d. El ejemplo de Cristo como ministro
Durante su ministerio terrenal, Jesús desarrolló una faceta
ministerial de servicio. El dijo que vino a servir, no a ser servido:
“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28).
Como siervo obediente, fue llevado como cordero al matadero:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero
fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Is. 53:7).
La humillación condujo a Jesús a su exaltación hasta lo sumo:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
45
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo
de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:5-11).
La Biblia señala que el que quiera ser grande en el reino de Dios,
debe ser servidor de los demás:
“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”
(Mt. 20:26-28).
Desde la perspectiva bíblica, la grandeza en el reino de Dios no
es terrenal, pues Dios manda humillarnos ante los demás, para
ser grandes en la eternidad y delante de Él. Quien sirve no lleva
honra alguna, ni títulos en la tierra, sino ante Dios. Servir no se
ajusta a los parámetros de grandeza de este mundo, es
humillación y en este caso es voluntaria, en los que buscan
recompensas eternas (Ro. 2:6-7).
Jesús es el gran ejemplo a seguir por todos los ministros, Él
es el apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe:
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento
celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra
profesión, Cristo Jesús” (Hb. 3:1).
Jesús enseño seguir su ejemplo de obediencia y humildad:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas” (Mt. 11:29).
La humillación de Cristo y su ejemplo de obediencia, reflejan el
carácter de sumisión que los ministros deben mostrar en su
paso por la tierra.
46
– Llamados a servir –
Capítulo – 3 –
LOS MINISTERIOS COMO EL CUERPO DE CRISTO
I. LA NATURALEZA DE LOS MINISTERIOS
a. Un cuerpo con diferentes miembros
Los diferentes ministerios de la Iglesia persiguen un solo fin,
edificar a los santos para el servicio ministerial. Pablo hace
notar que los ministerios son como los miembros del cuerpo,
todos son necesarios, aunque cumplen funciones diferentes (1
Co. 12:14-31). Además, lo entiendan o no, cada miembro es
parte de un solo organismo al que se deben. Eso significa que,
ninguno puede hacer algo productivo de sí mismo, sin la ayuda
de los demás miembros o si la cabeza no lo dirige. Ese es el
concepto de ministerio que debe tener la Iglesia, para que
exista armonía en el reino de Dios.
A cada ministro, legítimamente llamado por Dios, se le
asigna una función específica en el reino, para servir a Dios y
edificar al prójimo, no solo para el beneficio propio.
Así como en un cuerpo los miembros no cuestionan el
ayudar y sacrificarse por el bien común, ningún ministro debiera
considerar suyo el ministerio, pues le fue asignado para servir al
cuerpo al que se debe (la Iglesia).
La razón por la que existen los ministerios, es para
beneficiar a la Iglesia. Si el ministro entiende que fue puesto
para ayudar a otros, y no porque sea más importante como
individuo, no tendría nada de que gloriarse, como afirma Pablo:
“Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te glorías como si no lo
hubieras recibido?” (1 Co. 4:7)
47
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Los ministerios son establecidos a causa de la necesidad de
obreros que existe en el reino de Dios para que guíen las almas
por el camino del Evangelio:
“Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros
pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe
obreros a su mies” (Lc. 10:2).
A los ministros del Evangelio se les debe respeto a causa de su
llamado, pero no deben ser líderes que exijan pleitesía para sí
mismos. Todo lo contrario, deben servir por amor, con
humildad, siendo ejemplos de la grey, en conducta y fe (Hb.
13:7, 17). El apóstol Pedro exhorta a los pastores:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de
los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria” (1 P. 5:2-4).
Pedro exhorta a los ministros a:
a) Apacentar o darles el alimento espiritual a tiempo a las
ovejas bajo su cuidado (Mt. 24:45).
b) Hacerlo voluntariamente, no por obligación.
c) No hacerlo por ambiciones materiales, sino con corazón
puro.
d) No usar la autoridad para señorearse de los demás, sino con
humildad, sirviéndoles de ejemplo.
e) Esperar una recompensa eterna en los cielos, más que una
pasajera en la tierra.
Jesús le dijo a Pedro como pastor, que le mostrara su amor, a
través del cuidado amoroso de las ovejas:
“Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le
dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la
48
– Llamados a servir –
tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes
todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis
ovejas” (Jn. 21:16-17).
b. Los diferentes ministerios de la Iglesia
Usualmente, cuando se hace referencia a los ministerios de la
Iglesia, se piensa en aquellos que están relacionados a la
proclamación del Evangelio, los llamados ministerios de la
Palabra: Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor, Maestro (Ef.
4:11). Se les llama ministerios de la Palabra porque están
relacionados directamente con la predicación del Evangelio en
el mundo, pero, en la Biblia se mencionan muchos ministerios
que son igualmente importantes.
En la siguiente lista, Pablo hace referencia a diferentes
ministerios de la Iglesia, sin clasificarlos o establecer un orden
cronológico de jerarquía o importancia. Dando a entender que
todos son igualmente importantes y necesarios:
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada
uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia,
primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero
maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen
don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas?
¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos
dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan
todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os
muestro un camino aun más excelente” (1 Co. 12: 27-31).
Pablo no se refiere aquí a los dones del Espíritu per se, sino a
que todos los ministerios solo son dones de la gracia divina. El
no hace diferencia entre el apóstol y los que ayudan o los
administradores, aunque cada uno tenga su posición y función
en el reino. Todos son parte del cuerpo de Cristo.
Si se fuesen a clasificar un orden de jerarquía de los
ministerios en la lista anterior, no cabe duda que los que
49
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
ayudan serían los más grandes en el reino, no los apóstoles o
los profetas, solo por su título. La Biblia señala:
“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los
que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre
vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar
su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:25-28).
Al retorno de Cristo, no seremos juzgados por lo inmenso de
nuestro ministerio o por el título que ostentemos, sino por la
fidelidad en lo mucho o en lo poco que el Señor nos confió. El
Señor advirtió de este justo juicio que hará a su regreso:
“Y su Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu
Señor” (Mt. 25:21).
c. Los dones y ministerios de la Iglesia
En la siguiente lista, algunos ministerios como el de profeta y
maestro aparecen entre los dones espirituales:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí
que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero no todos los miembros tienen la misma
función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en
Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera
que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
50
– Llamados a servir –
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría” (Ro. 12:3-8).
Pablo explica que nadie debe gloriarse por la función o
notoriedad de su ministerio. El énfasis de la labor ministerial
debe estar enfocado en el beneficio de todo el cuerpo (Iglesia).
Esto crea un sentido de humildad e igualdad. Para el buen
funcionamiento del cuerpo, todos los miembros son necesarios.
Pablo trata de desconectar el sentido de superioridad de los
ministerios, haciendo notar que solo son miembros de todo un
cuerpo al que pertenecen. El enfatiza la necesidad de pensar en
el bien común de todo el cuerpo, dirigido por la cabeza que es
Cristo, no solo en un ministerio en particular.
En la lista anterior, Pablo no está tratando de hacer
diferencia de posición entre los dones o ministerios de la Iglesia,
pues esa es una regla del mundo. En el reino de Dios el que sirve
es el mayor, independientemente del trabajo que haga (como
explica Jesús, Mt. 20:25-28). Los ministerios solo son dones
divinos, y un don no es más que un regalo inmerecido.
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a
la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo
alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres”
(Ef. 4:7-8).
El Señor repartió dones y ministerios según su voluntad a cada
uno. Toda autoridad pertenece y procede de Él. Nadie es más
importante que su prójimo por su función ministerial.
Aunque los ministros se deben respeto los unos a los otros,
es solo la gracia de Dios la que ubica a cada uno donde a Él le
place, pero solo para el servicio de los demás, no para
engrandecerse a si mismo.
Así como los miembros de un cuerpo no funcionan, si la
cabeza no los dirige. La iglesia no puede hacer nada, si Jesús no
la guía en su misión en la tierra13.
13
Una congregación puede decidir seguir una doctrina bíblica pura
o apartarse de la Verdad. En Apocalipsis, se encuentra el mensaje a las
51
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Al saber que los ministerios solo son miembros de un solo
cuerpo, el sentido de humildad se apodera de los ministros. Los
miembros y el cuerpo en general no pueden funcionar, si la
cabeza no los dirige (Cristo). El fin de los ministerios es edificar
la Iglesia a través de un servicio amoroso y humilde. No hay
cabida para los ídolos en el reino de Dios.
La iglesia es un edifico construido en el ejemplo del amor y la
humildad que Cristo mostró en su paso por la tierra, al ser
obediente hasta su muerte en la cruz. Esa es la medida de la
estatura de perfección que debemos buscar:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos
a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados
por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de
hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido
entre sí por todas las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Ef. 4: 1116).
siete iglesias. Con el paso del tiempo, algunas de ellas se habían
extraviado de la verdad. El Señor le escribe a la iglesia de Laodicea:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). Este
pasaje, que a veces se usa para evangelizar, es un mensaje de
arrepentimiento a una iglesia que se había pervertido.
52
– Llamados a servir –
Capítulo – 4 –
LOS MINISTERIOS BAJO EL GOBIERNO DE LA IGLESIA
I. LA AUTORIDAD DELEGADA A LA IGLESIA
EN EL REINO DE DIOS
a. Los ministerios gozan de la autoridad delegada a la Iglesia
Dios le asignó el reino de la tierra a Adán y a Eva para que la
gobernasen, pero lo perdieron cuando pecaron, cediéndoselo a
Satanás. Ahora es restablecido por medio de Jesús, quien
derrotó a Satanás en la cruz y le despojó del reino:
“Y despojando a los principados y a las potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”
(Col. 2:15).
El reino de Dios sobre la tierra (revelado por Jesús) trae un
nuevo orden al mundo. Jesús le dio autoridad a la Iglesia para
predicar y proclamar su reino venidero. Este reino será
establecido totalmente en la tierra, cuando Jesús regrese a
gobernar a su debido tiempo (Hb. 10: 12-13).
El establecimiento del reino de Dios en la tierra, es la
respuesta divina al caos que existe en el mundo a causa del
pecado, y es prioridad en el programa de Dios para la
humanidad. Dios no puede restaurar todas las cosas en la tierra,
si todo no está sujeto a ÉL. Lo primero que Jesús anunció al
manifestarse al mundo, fue la llegada del reino de Dios a la
tierra:
“Arrepentíos por que el reino de los cielos se ha acercado”
(Mt. 4: 19b). “Porque he aquí el reino de Dios está entre
vosotros” (Lc. 17: 21b).
El orden que necesitaba la tierra, desde que Adán y Eva pecaron
y despreciaron el gobierno de Dios, fue inicialmente
restablecido por Jesús cuando vino a la tierra y anunció que el
53
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
reino de Dios se había acercado a los hombres y que ahora es
dado a conocer por la Iglesia (Ef. 1:20-23).
En este nuevo reordenamiento del reino de Dios sobre la
tierra se instaura una Iglesia (Mt. 16:18)14, que proclama el
reino de Dios al mundo, hasta que Jesús regrese a reinar a la
tierra (Hb. 10:12-13; Ap. 20:4) y establezca su reino milenial15.
Allí, no existirá más el caos que ahora impera en la tierra a
causa de la desobediencia voluntaria de la humanidad.
Jesús es la cabeza de la Iglesia y ésta como su cuerpo tiene
un orden para moverse y caminar en su misión asignada en la
tierra. Los ministerios son los miembros que le dan forma al
cuerpo, encargados de edificar y preparar a la Iglesia.
b. Edificando sobre el fundamento de Cristo
Jesús creó ministerios para la edificación de la Iglesia, que le dan
sentido de orden al reino de Dios. Esta edificación se refiere a
constructores que edifican en el edificio (Iglesia), ya cimentado
por los apóstoles sobre su fundamento, que es Cristo:
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros
sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia
de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto
puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno
mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1
Co. 3: 9-11).
Pablo siendo apóstol, testifica a los hermanos de Corinto que él
solo fue un maestro constructor que estableció la Iglesia gentil
sobre el único fundamento que existe, Jesús.
14
Jesús estableció su Iglesia y Él es su único fundamento. La Roca es
Cristo mismo y es la verdad que le había sido revelada a Pedro por
Dios, con relación a Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías esperado
(Mt. 16:13-20).
15
Milenio- Período de mil años de gobierno de Cristo con sus santos
en la tierra después de su segunda venida (Ap. 20: 4, 6).
54
– Llamados a servir –
No se puede poner otro fundamento ajeno al de los apóstoles
de Jesús, solo se puede construir encima, a base de las
enseñanzas de Cristo dadas a los apóstoles fundadores. No
importa si alguien reclama ser profeta, apóstol, evangelista,
etc., no puede poner otro fundamento, el cual es Cristo.
La base sobre la cual descansa el edificio (la Iglesia) es
Jesús. Él es la piedra angular (Ef. 2:20). El material para edificar
encima tiene que estar apegado a las enseñanzas de los
apóstoles fundadores, pues solo ellos recibieron el Evangelio
por revelación directa de Jesús. Los demás, recibimos el
Evangelio por el testimonio de los apóstoles fundadores como
testigos oculares únicos a través de sus escritos (la Biblia). Todo
ministro debe edificar a partir del Evangelio revelado en la
Biblia. Pablo advierte:
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para
ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también
sois juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu” (Ef. 2:20-22).
Jesús es el fundamento de la Iglesia, construida bajo el Nuevo
Pacto de la Gracia. En cuanto a los apóstoles, profetas,
maestros, etc., solo son ministros que edifican encima, sobre el
fundamento de Cristo.
Al referirse a una doctrina apostólica, Pablo alude al
testimonio (verbal y ocular) de las enseñanzas de Cristo
trasmitidas por sus apóstoles, no a una posterior “revelación”
del Evangelio, del cual él es muy celoso (Gá. 1:8).
Los Doce apóstoles de Jesús fueron escogidos entre muchos
para que fuesen sus testigos oculares veraces y transmitieran
sus enseñanzas a los que creyeran en Él.
Al profeta al que se refiere el verso anterior, no es a alguien
que fundamenta sus enseñanzas en una profecía carismática de
interpretación personal; sino a un testigo veraz que confirma el
testimonio y las palabras de Jesús.
55
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
No se debe confundir la doctrina apostólica y profética, que en
la Biblia se refiere al testimonio de Cristo dado por sus apóstoles
y los profetas bíblicos, con un sistema religioso actual de
estructura “apostólica y profética”. Ese es un error craso e
ingenuo en la interpretación bíblica.
Pablo no estaba promoviendo apóstoles y profetas al
señalar el fundamento de los apóstoles y profetas. Al contrario,
quería afirmar que la doctrina cristiana tiene que estar fundada
en el testimonio de los apóstoles de Jesús, como únicos testigos
oculares; y en los profetas que anunciaron, y confirmaron de
antemano la llegada del Mesías a la tierra.
56
– Llamados a servir –
II. LOS MINISTERIOS FORMAN EL CUERPO DE CRISTO
____________________________________________________
a. La unidad del cuerpo de Cristo (Iglesia)
Aparte de la analogía que Pablo hace de la Iglesia como un
edificio, en Efesios 4 y 1 de Corintios 12, se encuentra una
profunda revelación de la Iglesia como un solo cuerpo. Los
diferentes ministerios son los miembros que le dan forma y vida
al cuerpo (la Iglesia), del cual Jesús es la cabeza, quien la dirige.
El énfasis inicial de Pablo, antes de mencionar los
ministerios de la iglesia, es resaltar el sentido de unidad que
debe caracterizar a cada ministerio, como parte del cuerpo de
Cristo (Ef. 4:1-6). La arrogancia queda excluida, ya que Dios es
quien imparte de su voluntad los dones y ministerios a quien Él
quiere. Los dones espirituales no pertenecen a nadie en
particular, por eso se llaman dones del Espíritu, porque son del
Espíritu Santo, no de la persona que los ministra.
Todos los miembros son partes integrales de un mismo
cuerpo e igualmente importantes (se necesitan el uno al otro
para moverse) y dependen totalmente de la cabeza (Cristo).
El fin mutuo que persiguen los miembros es el buen
funcionamiento del todo el cuerpo, no el de un miembro en
particular. Excelente analogía que rechaza de frente el
egocentrismo y procura el bien de toda la Iglesia.
Con esta analogía, Pablo procura enfatizar el cuidado y la
armonía que debe existir entre los verdaderos ministros de la
Iglesia. Normalmente, nadie lastima los miembros de su propio
cuerpo, por muy insignificantes que parezcan, aun las uñas se
cuidan. Así se espera que los diferentes ministerios de la Iglesia
se amen, respeten y protejan entre sí, procurando el bien
común, no el beneficio propio.
57
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Sin este sentido de unidad y humildad en la mente de los
verdaderos ministros16 el trabajo en el reino de Dios se torna
más difícil; pues los dones no son para exaltar a los hombres,
sino a Dios, a quien pertenecen17.
Pablo enfatiza en sus cartas que el mayor de todos los
dones, es el amor (1 Co. 12:31, 13:1-8) y cuando la motivación
de un ministro no tiene como fin la edificación desinteresada de
la Iglesia, se rompe el vínculo de la unidad espiritual (Ef. 4:3)18.
Pablo de inicio le da más importancia a la unidad pura de los
ministerios, que a la misma función de estos:
“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en
una misma esperanza de vuestra vocación: Un Señor, una fe,
un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre
todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:4-6).
Los dones y ministerios asignados son diferentes; nadie elige
para sí los dones que desea, sino Dios. Todo está centrado en
Dios, para su gloria. Esa dependencia de Él, muestra que los
miembros son diferentes, pero todos obran por gracia divina y
viven para beneficiar a los demás, no para sí mismos.
La iglesia como cuerpo de Cristo debe estar unida en su
misión en la tierra, así como Dios es Uno (Trinidad):
“Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo, hay
diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo, hay
diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las
cosas es el mismo” (1 Co. 12:4-6).
16
Se puede usar el tema de la unidad para promover una unidad
entre verdaderos y falsos ministros (apóstatas). La Iglesia de Cristo
debe tener el cuidado de hacer la diferencia. Dios quiere a su
verdadera Iglesia unida, no que se una con lo falso (2 Co. 6: 16-17).
17
Según la Biblia, la obra de cada uno será probada por el fuego
para que pueda permanecer delante de Dios (1 Co. 3:12-15). La obra
que se hace fuera del orden del reino, no tiene fruto y será reprobada.
18
La unidad es un principio del reino de Dios, Jesús enseñó que aun
Satanás está unido en su reino de maldad (Lc. 11:17-18).
58
– Llamados a servir –
La ministración de todo don, ministerio u operación divina lleva
implícito el sello de la Trinidad (Espíritu-Señor-Dios) y sirve de
ejemplo de la unidad que debe existir entre los ministerios de la
Iglesia. La misión de la Iglesia en la tierra es volver todas las
cosas a la obediencia a Dios (ya que el ser humano se separó de
Dios a causa del pecado). La Iglesia está destinada a reconciliar
al mundo con Dios, a través de la proclamación del Evangelio y
los ministerios tienen la tarea de edificar y perfeccionar a los
santos a fin de lograr ese cometido.
b. La fuente de la autoridad de la Iglesia
La autoridad que la iglesia posee procede de Jesús, quien la
autorizó para ejercer su misión en la tierra. Jesús dijo:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por
tanto, id y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo” (Mt. 28:18b, 19).
El Padre le dio potestad a Jesús en el cielo, en la tierra y debajo
de la tierra, después de resucitar. La autoridad de la Iglesia
deriva de la victoria de Jesús sobre toda potestad del mal:
“Y despojando a los principados y a las potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”
(Col. 2:15). “Quien habiendo subido al cielo está a la diestra
de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y
potestades” (1 P. 3:22).
Pablo explica que Jesús estableció los ministerios después de su
resurrección: “llevó cautiva la cautividad y dio dones a los
hombres” (Ef. 4:8) e interpreta estos dones como los
ministerios dados por Cristo a la Iglesia para que cumpla con su
misión en la tierra (Ef. 4:11). La autoridad delegada por Cristo a
la Iglesia es para edificar a través de los diferentes ministerios;
no es para enseñorearse de los demás, ni para destrucción:
“Porque aunque me gloríe mas todavía de nuestra
autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para
vuestra destrucción” (2 Co. 10: 8a).
59
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Los ministros de la Iglesia están legítimamente autorizados para
actuar en el nombre Jesús, por la autoridad que le dio el Padre.
Esa autoridad edifica; no destruye.
Jesús, como ministro del Nuevo Pacto (Gá. 2:17), se
humilló hasta lo sumo en la tierra, para alcanzar suma
exaltación. Ese sentir de humildad debe ser emulado por los
ministros del Nuevo Pacto (Fil. 2:5-11). La grandeza de Jesús
estribó en su humillación y obediencia voluntaria al Padre. No
es grande en el reino de Dios, quien se enseñorea de la obra o
de las ovejas, sino el servidor de los demás; sin importar el título
que ostente (Lc. 18:14).
c. La analogía de Jesús como el árbol que da vida
Jesús dijo:
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no
puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,
éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer” (Jn. 15:4-5).
Dentro de todos los simbolismos bíblicos acerca de Jesús, Él es
el árbol que da vida. En este caso, Jesús usa como ejemplo la vid
(la planta que produce uvas), para enseñar otra analogía acerca
de la dependencia total de sus enseñanzas a fin de mantenerse
doctrinalmente puro. Jesús señala que sus discípulos deben ser
como las ramas o gajos de la vid; que solamente pueden crecer
y alimentarse, si permanecen adheridas al árbol.
A diferencia de las ramas que no pueden despegarse por sí
mismas de los árboles, el discípulo si puede separarse de su
maestro, pues el ser humano (aun convertido a Cristo) goza de
libre voluntad para elegir entre el bien y el mal.
La relación íntima que existe entre la vid y las uvas, es el
tipo de relación que Jesús quiere con su Iglesia. Es tan íntimo,
que el árbol provee todo el alimento que necesitan sus frutos. El
60
– Llamados a servir –
gajo solo tiene que mantenerse pegado al árbol para tener vida.
En este caso los ministerios serían representados por cada gajo.
Estos pertenecen a un solo árbol y sin el nada son. Además,
todo provecho es para su dueño, no para ellos mismos.
La sabia, es el alimento proveído por el árbol para alimentar a
los gajos. La Palabra de Dios, es el alimento que provee Cristo
para nutrir a su Iglesia:
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto
es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis
así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también
yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en
su amor” (Jn. 15:7-10).
Existe una gran intimidad entre el árbol y los gajos. Nadie ve
como ese árbol toma del suelo sus alimentos y los envía a las
ramas, pero lo cierto es que ese fruto poco a poco alcanza su
madurez y todos lo notan.
La relación de los ministros con Dios debe estar basada en
su Palabra como alimento. El verso señala que no se puede
decir que se ama a Dios, si no se permanece en su amor.
El amor es el vínculo perfecto de toda relación con Dios. Los
gajos no necesitan una explicación para saber que el árbol les
ama, pues es quien por naturaleza les alimenta y les da vida. Así
mismo, no existe lugar para la arrogancia o el orgullo en los
ministros del reino, pues aparte de ser seres creados, todo lo
que tienen lo reciben por Gracia divina:
“Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo
hubieras recibido?” (1 Co. 4: 7).
Los ministros de Dios deben mostrar agradecimiento y humildad
por haber sido escogidos para servir. Su llamado es servir a la
Iglesia por amor, no para enseñorearse de ella (1 P. 5:3). Los
ministros son servidores, no señores. Los ministerios no son
61
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
dados para exaltar a los hombres, sino para la Gloria de Dios. No
hay cabida para el orgullo en un verdadero ministro de Dios.
d. La unidad de Dios con su Iglesia
El diagrama muestra la Trinidad en su plan redentor para la
humanidad. Así como Dios es Uno, el objetivo de los ministerios
es que permanezcan unidos a la cabeza (Cristo) para edificar el
cuerpo (la Iglesia).
 DIAGRAMA DE LA TRIUNIDAD
El
poder
del
PADRE
- Dios tiene poder inherente y como creador de todas las
cosas, posee poder absoluto sobre su creación (Ap. 4:11).
- Dios creó al hombre y le dio autoridad sobre la tierra (Gn.
2:15). Satanás engañó al hombre y le quitó su autoridad.
- Jesús vino a redimir la humanidad del pecado (Jn. 3:16).
- Dio su vida para rescatar la humanidad (Jn. 10:17-18).
La
autoridad
del
HIJO
- Derrotó a Satanás y sus demonios en la cruz y les despojó
de su autoridad (Col. 2:15).
- Autorizó la iglesia a actuar en su Nombre (Mt 28:18-19).
- Estableció ministerios para edificar a la Iglesia (Ef. 4:11).
El
ESPÍRITU
SANTO
en la
IGLESIA
- Los ministerios de la Iglesia son guiados por el Espíritu
Santo y tienen el propósito de edificar y perfeccionar a los
santos a fin de alcanzar madurez espiritual (Ef. 4:12-16).
- El Espíritu Santo imparte dones a la Iglesia (1 Co. 12: 7-11).
- Dios es uno y los ministerios (ministros) deben estar unidos
como el cuerpo de Cristo (la Iglesia, 1 Co. 12:11-31).
62
– Llamados a servir –
Capítulo – 5 –
LOS MINISTERIOS PRODUCEN ORDEN EN EL REINO DE DIOS
I. LA JERARQUÍA DE LOS MINISTERIOS
a. Los apóstoles fundadores
Por la autoridad delegada a los apóstoles nombrados
directamente por Jesús durante su ministerio terrenal, se
estudiará de entrada el ministerio apostólico, para saber si
desde la perspectiva bíblica e histórica este ministerio tiene
continuidad hoy día y si se puede gozar de las mismas
prerrogativas de los apóstoles fundadores y que injerencia tiene
con relación a los demás misterios de la Iglesia.
Al referirnos a los apóstoles fundadores de la Iglesia,
aludimos a los apóstoles que fueron elegidos directamente por
Jesús, quienes juzgarán a Israel conforme al Evangelio:
“Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración,
cuando el Hijo de Dios se siente en el trono de gloria,
vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre
doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19:
28).
También se hace referencia al apostolado de Pablo, apóstol
fundador de la Iglesia entre los gentiles, quien afirma
igualmente que Dios juzgará al resto del mundo por medio del
Evangelio que predicó entre los gentiles:
“En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
hombres, conforme a mi Evangelio” (Ro. 2:16).
Los Doce son apóstoles fundadores de la Iglesia en Israel, así
como Pablo es fundador entre los gentiles, por medio del
63
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
mismo Evangelio. Jesús asignó a Pedro como líder de los
apóstoles de Jerusalén, como a Pablo entre los gentiles19:
“Antes por el contrario, como vieron que me había sido
encomendado el Evangelio de la incircuncisión, como a
Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para
el apostolado de la circuncisión, actuó en mí para con los
gentiles)” (Gá. 2:7-8).
Los apóstoles fundadores son los que establecieron los
fundamentos de toda la doctrina cristiana, basados en las
enseñanzas que recibieron directamente de Jesús y predicando
el mismo Evangelio entre judíos y gentiles. Por haber sido
escogidos directamente por Jesús para ser los primeros
receptores del Evangelio y quienes pusieron las bases de toda la
doctrina cristiana, los apóstoles fundadores tuvieron el
privilegio de establecer el fundamento (Cristo), y todos los
demás, deben remitirse a sus enseñanzas y testimonios escritos
en los Evangelios y en sus Cartas (Biblia).
Los apóstoles fundadores fueron escogidos por Jesús para
ser testigos oculares de su ministerio terrenal20 y eso les
convierte en los únicos testigos veraces, autorizados para
trasmitir sus enseñanzas a toda la cristiandad. Todos los demás
ministros y discípulos de Jesús deben sujetarse a las enseñanzas
de los apóstoles fundadores.
Debido al privilegio haber sido testigos oculares de su vida,
muerte, y resurrección, los apóstoles fundadores se convierten
19
Pablo fue escogido directamente por Jesús para llevar el
Evangelio a los gentiles, Jesús se le apareció resucitado (Hch.9:3-6).
Además, Pablo fue confirmado por los apóstoles de Jesús en Jerusalén,
quienes acreditaron su apostolado confirmándolo con un apretón de
mano, costumbre utilizada en ese tiempo como una señal de acuerdo
mutuo y compañerismo (Gá. 2:9).
20
La Biblia señala que Jesús escogió a Doce, a los que él quiso, para
que fuesen sus apóstoles (Mr. 3:13-19).
64
– Llamados a servir –
en un apostolado único para enseñar y establecer las bases de
la enseñanza cristiana. Jesús les mandó diciendo:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén” (Mr. 28: 18-20).
Jesús escogió, llamó, capacitó, enseñó y autorizó a sus apóstoles
para ir y a hacer discípulos a todas las naciones, basados en sus
enseñanzas. Los apóstoles fundadores fueron los receptores
originales del Evangelio que recibieron de labios de Jesús.
b. Los ministerios producen orden en el reino
Los ministerios fueron dados por Dios para organizar la Iglesia
dentro del nuevo orden ministerial neotestamentario21 a fin de
que cumpla eficazmente su misión divina en la tierra (predicar,
discipular, enseñar, evangelizar, etc., usando los diferentes
recursos al alcance), y preparar a los santos para el servicio
ministerial y el inminente retorno de Cristo a la tierra. Estos
ministerios deben funcionar en un orden, de acuerdo a la
autoridad asignada por Cristo a cada uno. La Biblia señala:
“Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a
otros evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4: 11-12).
Pablo menciona aquí algunos ministerios que Jesús estableció
para edificación de la Iglesia. Por la lista anterior, no implica que
21
En el AT los ministros tenían un orden para servir a Dios en el
templo judío. Los ministros del Evangelio, también tienen un orden
como miembros del cuerpo de Cristo (el nuevo templo), para ejercer
sus ministerios.
65
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
estos sean los únicos ministerios de la Iglesia. Tampoco están
escritos en un orden cronológico, de acuerdo a su nivel de
autoridad en el reino. Hay otras listas donde Pablo ordena los
ministerios de forma diferente e incluye otros menos
reconocidos, pero de igual valor:
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen
milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que
administran, los que tienen don de lenguas” (1 Co. 12: 28).
En estas listas de los ministerios de la Iglesia, Pablo no pretende
trazar un orden de jerarquía para demostrar que ministerio
tiene más autoridad en el reino de Dios. El propósito que
persigue, es todo lo contrario, enfatizar la unidad de la Iglesia
como un solo cuerpo para evitar la arrogancia, señalando que si
la Iglesia es un solo cuerpo, todos los ministerios son
igualmente importantes.
Pablo pretende crear un sentido de humildad en los
ministros y discípulos, al señalar que todos los ministerios solo
son miembros de un solo cuerpo. Desde la perspectiva
espiritual, Jesús ve a la Iglesia como un solo cuerpo extendido
en toda la tierra. Aunque haya diversidad de ministerios, Jesús
tiene la capacidad de ver a su verdadera Iglesia marchando
como un solo cuerpo en la tierra.
Es importante notar que en la lista anterior Pablo no hace
diferencia entre dones y ministerios. Tradicionalmente, se les
enseña a los cristianos que los ministerios solo son aquellos que
guardan relación con la predicación de la Palabra, pero Pablo
señala otros ministerios como el de ayuda, servicio o
administración que son igualmente importantes en el reino de
Dios, pero menos anhelados por los creyentes.
Un ejemplo de estos ministerios de ayuda y administración
es el diaconado que está dedicado al servicio. De hecho, eran
los mismos apóstoles los que ejercían este ministerio al
66
– Llamados a servir –
principio, pero lo delegaron a otros debido a que no daban
abasto para atender a tantas personas:
“Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones
de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
a quienes encarguemos de este trabajo” (Hch. 6:3).
Hay ministerios, como los que sirven dentro de las iglesias
locales que están bajo la autoridad de otros ministerios, pero
son igualmente importantes como parte del cuerpo de Cristo.
Es importante hacer notar que las recompensas eternas que
Dios dará a cada cristiano, no estarán fundadas tanto en el tipo
de ministerio que se le asignó, como en la fidelidad del obrero
en lo poco o en lo mucho que Dios le confió:
“Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo:
Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado
otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21).
67
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
68
– Llamados a servir –
Capítulo – 6 –
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
I. EL FUNDAMENTO DE LOS APOSTOLES
a. El testimonio de los doce apóstoles de Cristo
La palabra apóstol (enviado) deriva del griego “apóstolos”
(άπόστολος) que significa, un mensajero especial, un delegado,
alguien comisionado para una función específica, uno que es
enviado con un mensaje.
El uso de “apostolos” en el NT difiere de uso, tanto en el
Antiguo Testamento como en el griego helenístico y viene a ser
más significativo de un encargo particular, con autoridad
delegada y no el de un simple “enviado”.
En el sentido etimológico, un apóstol es un enviado, pero en
el uso neotestamentario, Jesús dio este nombre a ciertos
discípulos escogidos, a quienes se les confiere autoridad para
obrar en Su nombre. Este ministerio esta íntimamente
relacionado al servicio, más que al gobierno. La humillación
presente (terrenal), lleva a la exaltación futura (eterna).
Existe evidente diferencia entre los apóstoles escogidos por
Jesús durante su ministerio terrenal y cualquier otro enviado.
Los apóstoles fundadores fueron seleccionados de entre
muchos discípulos y luego enviados directamente por Jesús con
una investidura de poder y autoridad para obrar en su nombre
(Mr. 3:13-19) y para enseñar a otros lo que vieron y oyeron de
Jesús, siendo posteriormente a su muerte, los testigos oculares
de su resurrección y como odres nuevos, fueron los únicos
recipientes primarios de sus enseñanzas (Hch. 1:21-22).
La separación que hizo Cristo de los apóstoles fundadores
para la misión de establecer los fundamentos del Evangelio y ser
testigos oculares de su vida, muerte y posterior resurrección, les
69
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
convierte en únicos en su calidad de apóstoles. Nadie puede
agregar o quitar a sus testimonios y enseñanzas. Al contrario, la
Iglesia debe hacer discípulos sobre el fundamento de las
enseñanzas que los apóstoles fundadores recibieron
directamente de Jesús. Los demás ministros continúan
edificando sobre el fundamento de los apóstoles fundadores,
que según la Biblia, ese fundamento es Cristo mismo y no los
apóstoles (1 Co. 3:10; Ap. 21: 14).
b. ¿Qué significa el fundamento apostólico y profético?
En la Biblia se menciona el fundamento apostólico con relación
a la doctrina que los apóstoles aprendieron de Jesús. No se
debe confundir con un sistema jerárquico basado en el título de
apóstol o profeta. Ese es un error ingenuo de interpretación del
texto bíblico.
El fundamento de los apóstoles y profetas se refiere a las
enseñanzas y doctrinas bíblicas que los apóstoles fundadores
recibieron de Jesús. Esta doctrina fue celosamente enseñada
desde los inicios de la Iglesia primitiva y es el fundamento de la
Iglesia:
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y
se añadieron aquel día como tres mil personas. Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”
(Hch. 2: 41-42).
El fundamento de los apóstoles y profetas, es Cristo mismo:
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef.
2:20).
El fundamento apostólico se refiere a las enseñanzas o
mandamientos que Cristo les ordenó a los apóstoles fundadores
durante su ministerio terrenal y antes de ascender al cielo.
70
– Llamados a servir –
El fundamento de los profetas, se refiere a los profetas del AT
que dieron testimonio por el Espíritu que Cristo es el Mesías. De
los cuales Juan el bautista es el último (Mt. 11:13).
Aparte de los apóstoles de Cristo y los profetas del AT, hubo
profetas que en vida confirmaron por el Espíritu a Jesús, como
el Mesías, tal es el caso de Juan el bautista (Jn. 1: 32-34);
Simeón y Ana (Lc. 2:25-38). Estos profetas no intervienen en la
profecía canónica22, solamente se remitieron a confirmar por el
Espíritu que Jesús es el Mesías esperado, anunciado en las
profecías escritas. En cuanto al fundamento profético, Pedro
alude a los profetas que confirmaron a Jesús como el Mesías:
“Para que tengáis memoria de las palabras que antes han
sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del
Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles” (2 P. 3:2).
Pedro señala que el fundamento apostólico y profético se
refiere a los apóstoles fundadores y a los profetas del AT, pues
todas las profecías apuntan a Cristo. Jesús dijo: “Porque todos
los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mt. 11:13). El
fundamento profético tiene su base en las profecías acerca de
Cristo, escritas en el AT.
Según la Biblia, el fundamento de los apóstoles y profetas
no es un sistema eclesial basado en títulos jerárquicos de
“apóstoles y profetas’’ que se deba establecer en cada iglesia.
Mas bien, se refiere al fundamento que establecieron los
apóstoles fundadores y que es avalado por los escritos de los
profetas del AT. Ese fundamento ni siquiera son los mismos
apóstoles o profetas, el fundamento de los apóstoles y profetas
es Cristo mismo, de quien ellos son testigos. Pablo señala que el
gran misterio del Evangelio revelado a los apóstoles es
evidenciado por medio de los profetas del AT:
22
Canon, es el conjunto de libros considerados inspirados que
forman la Biblia. La profecía canónica, se refiere a la profecía bíblica a
diferencia de la profecía carismática (ministerio o don de profecía para
edificación de la Iglesia).
71
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
“Y al que puede confirmaros según mi Evangelio y la
predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio
que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero
que ha sido manifestado ahora (a los apóstoles), y que por
las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios
eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que
obedezcan a la fe” (Ro. 16:25-26).
En otra ocasión, Pedro explicó que los profetas del AT dan
testimonio de Cristo:
“Y nos mandó (a los apóstoles de Cristo) que predicásemos
al pueblo, y testificásemos que Él es el que Dios ha puesto
por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos
los profetas, que todos los que en Él creyeren, recibirán
perdón de pecados por Su nombre” (Hch. 10:42-43).
Pablo explica que el misterio del Evangelio, ha sido revelado a
los apóstoles por Cristo y confirmado por los profetas:
“Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a
los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus
santos apóstoles y profetas por el Espíritu” (Ef. 3:5).
Los apóstoles fundadores pusieron el fundamento de la Iglesia
sobre la base de las enseñanzas de Jesús, único fundamento de
la fe cristiana. Los profetas, confirman a Jesús como el Mesías.
Estos profetas, guiados por el Espíritu y basados en las
Escrituras, confirmaron a Jesús como el Hijo de Dios 23.
Ni los apóstoles, ni los profetas son el fundamento al que se
refiere Pablo. Ese es un error en la interpretación de este pasaje
(Ef. 2:20). Ellos solo establecieron el fundamento, el cual es
Cristo.
El fundamento apostólico y profético no se refiere a los
apóstoles, ni los profetas per sé. El fundamento de los apóstoles
y profetas son las enseñanzas que ellos recibieron de Cristo,
23
Desde el nacimiento de Cristo, los profetas dieron testimonio por
el Espíritu de su divinidad (Simeón y Ana, Lc. 2:25-32, 36-38).
72
– Llamados a servir –
reveladas en los Evangelios. El fundamento apostólico y
profético es Cristo mismo, no son los apóstoles, ni los profetas:
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros
sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia
de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto
puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno
mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1
Co. 3:9-11).
El fundamento de los apóstoles y profetas no se refiere a la
secuencia de un sistema basado en “apóstoles y profetas” que
puedan agregar o cambiar el fundamento. Lo que sugiere el
texto es todo lo contrario, que todo ministro debe edificar
encima de ese único fundamento de las enseñanzas de los
apóstoles fundadores, que recibieron directamente de Jesús:
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef.
2:20).
Lo que Pablo advierte en este pasaje, es que nadie se deje
engañar siguiendo otro tipo de doctrina, ajena al fundamento
de los apóstoles fundadores y los profetas que anunciaron y
confirmaron a Jesús, como el fundamento de la Iglesia.
El fundamento de los apóstoles y profetas, es Cristo. Pablo
no está promoviendo un sistema eclesiástico basado en títulos
de apóstoles o profetas. Lo que pretende es evitar que algún
atrevido ponga otro fundamento aparte de Cristo, a fin de que
nadie se desvíe de la doctrina bíblica de los apóstoles de Cristo,
siendo ese único fundamento apostólico y profético, Cristo
mismo.
73
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
II. CARACTERÍSTICAS DE LOS APÓSTOLES DE CRISTO
____________________________________________________
Existen ciertas características de los apóstoles fundadores
nombrados directamente por Cristo durante su ministerio
terrenal, que les convierte en únicos en su categoría y nivel de
autoridad. Este capítulo no está destinado a estudiar la vigencia
del ministerio apostólico per sé. Lo que tiene injerencia para la
Iglesia, es saber si quienes toman este título para sí mismos
tienen alguna semejanza en el nivel de autoridad con los
apóstoles de Cristo o si comparten sus prerrogativas.
a. Los apóstoles fundadores fueron enviados directamente por
Jesús
Durante su ministerio terrenal, Jesús seleccionó a Doce
discípulos para nombrarlos como apóstoles. La elección no
habría tenido sentido, si estos Doce no hubieran tenido una
misión especial delegada por el Señor. ¿Qué razón habría tenido
Cristo para escoger a doce de sus discípulos para nombrarlos
como Apóstoles, si todos sus seguidores hubieran tenido las
mismas prerrogativas de los Doce apóstoles (enviados)? Jesús
seleccionó a Doce de sus discípulos para ser apóstoles:
“Y cuando era de día, llamó a sus discípulos y escogió a doce
de ellos, a los cuales llamó apóstoles” (Lc. 6:13).
Lucas evidencia que Jesús reconoció a todos sus seguidores
como sus discípulos, pero escogió a Doce de ellos para ser
apóstoles. En Hechos 6:12, Lucas relata que los Doce apóstoles
reunieron a todos los discípulos, haciendo diferencia entre
apóstoles y discípulos. Lucas en su Evangelio asigna el título de
apóstol con énfasis particular en los Doce24.
24
Fuera de los Doce, en el NT se menciona a Saulo y a Bernabé
como apóstoles entre los gentiles e indirectamente a otros (Hch. 14:414; Gá. 1:19; Ro. 16:7; 1 Co. 15:7). Pero nadie reclama directamente
para sí mismo el título de apóstol en el NT (ni haber visto a Jesús
74
– Llamados a servir –
Los apóstoles fundadores de la Iglesia primitiva gozan de
características únicas que les difiere de cualquier otro enviado
posterior a ellos.
Jesús dijo que se sentarían en doce tronos, para juzgar al
pueblo de Israel conforme al Evangelio, que Él les reveló (Mt.
19:28). Los apóstoles de Cristo son tan conspicuos en la historia
del cristianismo que sus nombres aparecerán grabados en los
muros de la Nueva Jerusalén, como memoria y honra a su
peculiar apostolado, simulando que son también las columnas y
bases de las enseñanzas sobre la cual se sostiene la Iglesia25 (por
haber puesto ellos el fundamento como testigos oculares de
Cristo); a diferencia de sus sucesores, quienes deben edificar
sobre el fundamento de estos doce apóstoles de Cristo. Aparte
de los Doce, nadie puede ser reconocido con dichos honores:
“Y el muro de la de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap.
21: 14).
El Señor escogió a los Doce y Él los envió directamente,
separándolos del resto de sus discípulos, esa peculiaridad de
haber sido comisionados directamente por Jesús para ser
testigos de su resurrección, convierte a los doce apóstoles de
Cristo en únicos en su categoría.
Hoy día nadie puede ser comisionado directamente por
Jesús en su cuerpo de carne, como fue antes de resucitar,
cuando envió a los doce apóstoles. Ellos escucharon sus
palabras y su voz durante su ministerio terrenal. Además, les
apareció resucitado y les dio mandamientos (Hch. 1:2).
resucitado) como lo reconoce el apóstol Pablo de si mismo unas
quince veces en sus escritos (Ro. 1;1, 11;13; 1 Co. 1:1, 4:9, 9:1, 15:9; 2
Co. 1:1, 12:12; Gá. 1:1, 1:17; Ef. 1:1; Col. 1:1; 1 Ti. 1:1, 2:7).
25
La Biblia señala que los demás cristianos serán columnas en la
Jerusalén (Ap. 3:12). Es lo que sigue encima de los muros (apóstoles).
75
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
b. El nivel de autoridad delegada a los apóstoles fundadores
Los apóstoles de Cristo tuvieron el privilegio único de haber
escuchado sus enseñanzas. Son sus testigos veraces, fidedignos,
autorizados y comisionados directamente por Jesús para dar
testimonio de Él, ante el mundo y establecer los fundamentos
de la Iglesia. De ese testimonio toma forma el cristianismo
posterior, sobre el fundamento de las enseñanzas de los
apóstoles fundadores. A esa doctrina apostólica, es a la que se
refiere Pablo en sus escritos26.
No se puede equiparar la autoridad de los apóstoles
fundadores de la Iglesia nombrados por Jesús, con cualquier
enviado a quién se le pueda reconocer posteriormente con el
título de apóstol. Ellos recibieron la revelación del Evangelio
directamente de Jesús.
En cuanto a la doctrina apostólica o las enseñanzas de los
apóstoles de Jesús, es inalterable. Nadie puede añadir o quitar
al testimonio que los apóstoles, como testigos oculares, dieron
acerca de Cristo. Esas prerrogativas únicas de los apóstoles
primitivos no tienen continuidad. Aun los escritores primitivos,
como Lucas, se subordinaron al testimonio de los apóstoles de
Cristo para poder escribir su Evangelio, usando como base
histórica los relatos trasmitidos por los apóstoles fundadores de
la Iglesia (los que vieron con sus ojos, Lc. 1:1-4).
Los apóstoles fundadores tenían autoridad delegada directa
de Jesús a partir del momento de su elección, porque
escucharon las enseñanzas de su boca27 y fueron comisionados
para ese oficio, que es irrepetible en su nivel de autoridad.
26
La doctrina apostólica, no debe confundirse con un sistema
eclesiástico fundado en líderes que poseen el título de apóstoles y
profetas; sino al fundamento de las enseñanzas de los doce apóstoles,
basada en lo que Cristo les enseñó y confirmada por los profetas del
AT. Vide., Ef.2:20, 2 P. 3:2
27
Los Apóstoles recibieron mandamientos de Jesús y luego los
trasmitían a los demás discípulos (Hch. 1:2; 1 Co. 14: 37).
76
– Llamados a servir –
Juan relata tres apariciones de Jesús a los doce apóstoles,
después de su resurrección (Jn. 21:14), en las cuales les dio el
Espíritu Santo y les invistió de autoridad relacionada al perdón
de pecados en su nombre (Jn. 20: 22-23).
Jesús comisionó a los Doce apóstoles para que formaran
discípulos de acuerdo a lo que le Él les enseñó y esa enseñanza
apostólica, es el fundamento doctrinal de la Iglesia en todo el
mundo (Mt. 28:18-20), como también se le asignó a Pablo para
poner el fundamento entre los gentiles.
Nadie que tome para sí mismo el título de apóstol posterior
a los apóstoles fundadores, puede añadir o quitar al
fundamento doctrinal que pusieron los apóstoles de Cristo.
Se puede gozar del mismo nivel de revelación del Evangelio
por medio de los escritos de los apóstoles primitivos, pero no
por una revelación ajena o particular a la bíblica que es
condenada por la misma Escritura, bajo juicio de anatema (Gá.
1:8). No se puede usar el título de apóstol hoy día, para cambiar
o torcer la doctrina bíblica de los apóstoles fundadores.
c. Testigos oculares de la resurrección de Cristo
Una característica peculiar de los apóstoles fundadores, es
haber visto a Jesús resucitado. Cuando Judas (el traidor de
Jesús) murió, los discípulos unieron a su grupo a otra persona
para que ocupara su lugar:
“Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado
juntos con nosotros todo el tiempo que Jesús entraba y salía
entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan
hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba,
uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección” (Hch.
1:21-22).
Los discípulos seleccionaron una persona para que se uniera al
equipo de los Doce, por la vacante que dejó Judas. Si ellos
hubieran concebido la idea de que todos los discípulos eran
potenciales candidatos al apostolado, esta selección no tendría
77
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
sentido. Pedro se refiere al apostolado de los Doce como un
ministerio especial:
“Y era contado con nosotros, y tenía parte en este
ministerio” (Hch. 1:17).
Al decir que Judas era contado con nosotros Pedro se refiere al
número de los Doce (v.26). A ese equipo se refiere cuando
expresa tenia parte en este ministerio, refiriéndose
específicamente al ministerio apostólico de los Doce.
El ministerio apostólico estaba compuesto de Doce y por
eso fue necesaria la elección del sucesor de Judas. Había
requisitos que el candidato a ocupar el puesto debía cumplir,
como ser testigo ocular de la resurrección de Jesús y haber
participado de sus enseñanzas, comenzando desde su bautismo
hasta la resurrección (v. 21-22)28.
El simple requisito haber visto a Jesús resucitado, no le
concedió automáticamente el titulo de apóstoles a quienes
vieron a Jesús resucitado. Como a las más de 500 personas a
quienes Jesús se les apareció resucitado para testimonio (1 Co.
15-6). Hubo también otras personas que fueron testigos de la
resurrección, incluyendo a las mujeres, que tampoco fueron
llamadas apóstoles. Ni a los Setenta (Lc. 10: 1-20) que fueron
enviados de dos en dos se les reconoció posteriormente como
apóstoles como a los Doce.
Hoy día nadie puede atribuirse el privilegio particular del
que gozan los Doce, de ser testigos de haber visto a Jesús en
carne y luego resucitado, después de su muerte.
Pedro señaló en casa de Cornelio, haber visto a Jesús
resucitado y comer con él, como prueba fidedigna que le
autorizaba ser un testigo veraz y apóstol de Cristo (Hch. 10: 940). La Biblia enseña que después que Jesús ascendió al cielo,
28
Clemente de Roma (95-96 d. C.) confirma este atributo único de
los Doce de haber visto a Jesús resucitado. Vide., Bueno, Daniel Ruiz.
Padres Apostólicos. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1979. p.
216- XLII
78
– Llamados a servir –
fue glorificado y se sentó a la diestra del Padre29, y ese hecho
hace que no pueda haber testigos de tal naturaleza hoy día.
d. Poder para escribir mandamientos del Señor
Ningún apóstol hoy día puede establecer otro fundamento
ajeno sobre el de los apóstoles primitivos autorizados para
ordenar mandamientos que recibieron directamente del Señor
(2 P. 3:2). Jesús dio mandamientos suyos a los apóstoles que
había escogido durante su ministerio terrenal (Mt. 28:20), antes
de ascender al cielo (Hch. 1:2), como su gran mandamiento del
Amor que quita la venganza permitida por la Ley (1 Jn. 4:21) o
su mandamiento acerca del sostenimiento de los ministros del
Evangelio (1 Co. 9:14).
Los apóstoles primitivos podían escribir mandamientos que
recibieron del Señor y esto se considera palabra escrita de Dios
hoy día, por su inspiración divina en boca de los apóstoles. De
este privilegio no puede gozar nadie más que se llame apóstol.
El Señor dio mandamientos estrictamente a los apóstoles que él
había escogido y les autorizó para enseñarlos al resto de los
discípulos (Hch. 1:2; Mt. 28:19-20).
El Apóstol Pablo recibió muchos mandamientos del Señor
para la Iglesia y supo hacer la diferencia entre sus consejos y los
mandamientos que recibió del Señor. Cuando aconsejó acerca
del matrimonio y las vírgenes aclaró que no eran mandamientos
del Señor (1 Co. 1:6, 25), dando a entender que recibió
mandamientos del Señor. Pablo recibió mandamientos del
Señor con relación a la profecía (1 Co. 14:37) y el sostenimiento
de los ministros del Evangelio (1 Co. 9:14-15).
Esa fue una de las causas por las cuales se estableció un
canon de las Escrituras en los primeros siglos del cristianismo;
para establecer que los únicos testigos veraces y autorizados
para transmitir los dichos (logias)30 y mandamientos de Jesús
29
30
Vide., Hebreos 1:3
Logías, se refiere estrictamente a las palabras dichas por Jesús.
79
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
eran los apóstoles de Cristo. Los demás escritores primitivos
escribieron y enseñaron a base del testimonio de los doce
apóstoles, pues nadie puede poner otro fundamento:
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef.
2:20).
e. No existe evidencia histórica en cuanto al nivel de autoridad
y revelación de los apóstoles fundadores.
En su comentario de la Historia del Cristianismo, Justo L.
Gonzáles confirma que en la historia temprana de la Iglesia
primitiva, el conflicto que se dio relacionado a la sucesión
apostólica era el celo por mantener pura la doctrina que
enseñaron los apóstoles de Jesús y no la sucesión del título de
Apóstol (Gonzáles, 1994, 84-85), cosa irrelevante, pues las
mismas iglesias conservaban las listas que confirmaban que a
los sucesores de los apóstoles de Jesús se les conoció como
obispos o ancianos, no como apóstoles.
Eusebio31, considerado el Padre de la historia de la iglesia,
afirma que Ignacio y Evodio (su sucesor) fueron “obispos”, título
con que fueron conocidos los sucesores de los apóstoles en
Antioquia32. Eusebio se refiere a los Doce con el título de
apóstoles y los separa de los demás, llamando al resto
discípulos, como a los setenta discípulos que también fueron
enviados por Jesús (Cf. Graylig, 1998. 47, 58, 105, 118).
Es abundante la referencia en los escritos de Eusebio al
nombre de obispos con que fueron reconocidos los sucesores
de los apóstoles, a fin de mantener pura la doctrina apostólica.
31
Eusebio, cerca del S. III, uno de los historiadores más citados de la
iglesia primitiva. Graylig, George. Eusebio de Cesarea. Historia
Eclesiástica, I-II. Barcelona: Ed. Clie, 1988. El título de obispo se lo
asigna asimismo Ignacio ( Ruiz, 1979, Pág. 469, II-2, 470, VII-1).
32
Ruiz B., Daniel. Padres Apostólicos. Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos. 1979. Pág. 382.
80
– Llamados a servir –
Ignacio de Antioquia (70-108 d. C.) escribe acerca de este
derecho exclusivo que poseían los apóstoles de escribir
mandamientos y citamos sus palabras:
“Pudiera escribiros más enérgicamente sobre el particular;
pero, por el amor que os tengo, os perdono. Pues no ha
llegado a mi propia estimación a tanto que, no siendo más
que un condenado a muerte, pretenda daros mandatos
como si fuera un Apóstol33”.
Este sucesor inmediato de los apóstoles no se consideraba
digno de poseer atributos apostólicos y mucho menos llamarse
a asimismo con ese título. Los escritores primitivos después de
los apóstoles acentúan el apostolado de los Doce cuando se
refieren al ministerio apostólico en todos sus escritos.
En la “Didagé”34 que es uno de los escritos no canónicos
más antiguos y respetado por la Iglesia primitiva se menciona a
un tipo de apóstol itinerante35; pero a este no se le puede
equiparar al apostolado de los Doce, pues en este escrito se
pone en duda la integridad y reputación de la doctrina de este
tipo de apóstol (llamado también profeta) de los cuales se dice
que pueden ser falsos profetas, si no cumplen ciertos mandatos
legislados en la “Didagé”. En cambio, sería absurdo dudar de la
autoridad de los apóstoles nombrados por Jesús, de su doctrina
y la veracidad de su testimonio con relación a Jesús. Negar el
testimonio de los doce apóstoles seria igual que negar al mismo
Cristo, quien los autorizó como testigos. Jesús reveló muchas
cosas únicamente a sus apóstoles y en ciertas ocasiones les
33
Graylig, George. Eusebio de Cesarea. Carta de Ignacio a los
Tralianos, III- 3. Barcelona: Ed. Clie, 1988.
34
Didagé, escrito antiguo muy respetado por la iglesia primitiva
donde se exponen y reglamentan las primeras doctrinas de la iglesia,
llamada también “La doctrina de los apóstoles”.
35
Ruiz B. Daniel. Padres Apostólicos. Biblioteca de Autores
Cristianos. Madrid, 1979. Pág. 89
81
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
mandó que no deberían ser manifestadas, sino hasta después
de su resurrección (Mr. 9: 9)36.
Los escritores primitivos consideraron como apóstoles a los
testigos oculares de Cristo escogidos para este ministerio, y sin
discusión alguna, reconocieron la autoridad única que ellos
tenían por encima de sus contemporáneos y sucesores. Eso se
puede corroborar en todos los escritos de los padres de la
Iglesia primitiva y los apologetas griegos37.
En estos escritos, el apologeta Justino le llama a los
Evangelios “Recuerdos de los Apóstoles” aludiendo a los Doce y
sin dar a entender que pueda confundirse el término” Los
apóstoles” con otras personas más que a los Doce. La
connotación de los sucesores de los apóstoles y de los escritores
primitivos al título de Apóstol se acentúa con énfasis bien
marcado y único a los apóstoles de Cristo.
Al igual que el caso de la Didagé, en el libro de Apocalipsis
(cap. 2) se evidencia que algunas personas reclamaban para sí
mismos el título de apóstoles, pero al probar la veracidad del
apostolado de algunos de ellos, fueron reprobados. Esto es lo
que hace la gran diferencia en los apóstoles fundadores de la
Iglesia y cualquier otro que tome ese título, pues si se dudara
del testimonio de los apóstoles de Jesús, se negaría a Jesús
mismo.
Es importante resaltar que el apostolado de los fundadores
de la Iglesia es irrepetible en su nivel de revelación del
Evangelio y autoridad, a fin de salvaguardar pura la doctrina
apostólica y profética (la doctrina de la Biblia) que es la fuente
de autoridad de toda doctrina cristiana.
36
En la tradición judía el maestro compartía misterios con sus
alumnos más allegados y preparados para recibirlos (Mt.13:11).
37
Ruiz B. Daniel. Padres Apologétas Griegos, S. II. Biblioteca de
Autores Cristianos. Madrid, 1979. Págs. 232-45:5, 237-50:12, 112, 130XV-2, 257-66:3, 440-88:3, 439-76:6, 448-81:4.
82
– Llamados a servir –
III. EL APOSTOLADO DE PABLO
____________________________________________________
a. Pablo fue llamado directamente por Jesús
Pablo fue comisionado directamente por Jesús para realizar su
labor apostólica. Pablo fue testigo de la resurrección, Jesús se le
apareció después de resucitar cuando iba camino a Damasco
(Hch. 9) y se considera asimismo como un abortivo entre los
apóstoles (1 Co. 15: 8-9), alguien que nace fuera de tiempo para
su misión. Una de las confirmaciones del apostolado de Pablo,
es que tuvo la aprobación de los celosos apóstoles de Jerusalén,
con relación a su apostolado entre los gentiles (Gá. 2:9).
Pablo recibió el mismo Evangelio de los Doce por revelación
directa de Jesús (Gá. 1:11-17; Ef. 3:1-8; 2 Co. 12:1-6). No existe
ninguna “revelación” mas que se le pueda añadir o quitar al
bendito Evangelio de Cristo enseñado por Cristo a sus apóstoles
(Gá. 1:6-9). Ese mismo Evangelio se le comisionó a Saulo para
establecer los fundamentos de la Iglesia entre los gentiles.
Pablo fue elegido como apóstol a los gentiles para dar
cumplimiento a la promesa hecha a Abraham de bendecir en
Cristo, a todas las naciones de la tierra:
“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es
éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel” (Hch. 9: 15).
Jesús fue quien directamente nombró a Pablo como un enviado
o apóstol a los gentiles. Así como los Doce establecieron el
fundamento de la doctrina cristiana entre los discípulos de
Jerusalén, Pablo estableció el mismo fundamento entre los
gentiles, por orden divina.
b. Los apóstoles de Jesús aprobaron al apóstol Pablo
La selección de Jesús y la aprobación de los Doce al apostolado
de Pablo, ratifica que su apostolado no se debió a un atributo
de los Doce para nombrar apóstoles o la sucesión de este
ministerio; sino a la veracidad del testimonio de Pablo, cuyo
83
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
nombramiento como apóstol de parte de Cristo no pudieron
resistir los celosos apóstoles de Jerusalén.
El nombramiento de Pablo obedece a la necesidad de
cumplir con la promesa de bendecir en Cristo, a todas las
naciones de la tierra, y llevar el Evangelio a los gentiles (que no
conocían la Gracia de Cristo).
Pablo señala la aprobación que le dieron los celosos
apóstoles de Jerusalén a su apostolado. Su Evangelio era el
mismo de los apóstoles, por eso lo acreditaron. Pablo pretende
ratificar la legitimidad de su apostolado, al ser confirmado por
los doce apóstoles:
“Pero los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan
sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción
de personas), a mi, pues, los de reputación nada nuevo me
comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me
había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión,
como a Pedro el de la circuncisión. (Pues el que actuó en
Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también
en mi para con los gentiles y reconociendo la gracia que me
había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados
como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en
señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los
gentiles, y ellos a la circuncisión” (Gá. 2: 6-9).
Pablo fue autorizado por Jesús como apóstol, para establecer el
fundamento de la Iglesia entre los gentiles, como Jesús se lo
había anunciado el día de su conversión al cristianismo (Hch.
9:15). Al señalar que los apóstoles de Jerusalén no le
comunicaron nada nuevo, implica que él tenía la misma doctrina
apostólica y un mismo Evangelio.
Bernabé también, fue llamado apóstol (Hch. 14:14), pues
gozaba del privilegio de haber sido discípulo y testigo ocular de
Cristo. Sin embargo, en la investigación que hizo Eusebio en sus
días menciona que la tradición reconocía a Bernabé como uno
de los 70 discípulos enviados por Cristo (Maier, 1999. 47).
84
– Llamados a servir –
Bernabé nunca reclamó para sí el título de apóstol en la Biblia,
como lo hizo Pablo. Esto abre la puerta para señalar que
bíblicamente, el título de apóstol fue utilizado por Bernabé en la
Iglesia primitiva, pero no con la autoridad o connotación de los
Doce o de Pablo. Aunque alguien utilice el títuo de apóstol hoy
día, no le infiere la misma autoridad de los apóstoles
fundadores (los Doce y Pablo) porque ellos pusieron el
fundamento que es inamovible. Además, se debe tomar en
cuenta que los apóstoles primitivos recibieron ese título con
humildad, viviendo para servir, no para ser servidos.
La misión de Pablo fue presentar el Evangelio a los gentiles
y es comprensible que su apostolado haya sido uno peculiar,
debido a la necesidad existente en aquel momento histórico de
fundamentar la Iglesia de Cristo entre los gentiles.
Pablo mismo señala que nadie puede poner otro
fundamento del que él estableció por medio del Evangelio (1
Co. 3:11; Ef. 2:20). Todos los que quieran edificar encima deben
hacerlo sobre la base del Evangelio que Jesús le reveló a él y que
fue enseñado también por los Doce apóstoles en Jerusalén.
La autoridad de los apóstoles primitivos nombrados por
Jesús, no es sucesiva. Nadie puede poner otro fundamento. Los
demás deben fundar sus enseñanzas sobre la base de la
doctrina del Evangelio de Jesús, revelado a los apóstoles
fundadores. Pablo aclara la legitimidad de su apostolado a los
gentiles y la revelación que Dios le dio del Evangelio:
“Pero cuando agradó a Dios que me apartó desde el vientre
de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en
mi, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté
en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que
eran apóstoles antes que yo; si no que fui a Arabia, y volví de
nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a
Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días.
Pero no vi a ningún otro de los demás apóstoles, sino a
Jacobo el hermano del Señor” (Gá. 1: 15-19).
85
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Del relato de Pablo, al expresar que no subió a consultar a los
apóstoles de Jerusalén, se infiere que estos apóstoles
jerosolimitanos, de los que Pedro era cabecilla, poseían
verdadera autoridad apostólica en su tiempo.
El envío de Jesús y la aprobación de sus apóstoles al
apostolado de Pablo, es más que suficiente para asegurar la
legitimidad de su llamado apostólico para poner los
fundamentos del Evangelio entre los gentiles.
c. El apostolado judío y el gentil
Jesús debía cumplir la promesa hecha a Abraham de
manifestarse, primero al pueblo de Israel (Jn. 1:11). Por eso, a
sus discípulos mandó que no entraran en tierra de gentiles (Mt.
10:5-6), sino hasta después de su resurrección, cuando expiara
los pecados de toda la humanidad (Hch. 1:8).
La autoridad de Pablo como apóstol a los gentiles es tal, que
expresa que Dios juzgará a los hombres conforme a su Evangelio
(el mismo Evangelio de los Doce apóstoles de Jesús que Dios le
reveló, Romanos 2:1:9, 16). Pablo advirtió que nadie podía
establecer otro fundamento aparte del que él había enseñado
(Gá. 1:8), su apostolado a los gentiles se debe a un llamado
directo de Jesús (Ro. 1:1).
Pablo da una percepción más clara del apostolado
delegados por Jesús a los judíos y a los gentiles (Gá. 2:6-8).
Pablo llama a los apóstoles judíos (circuncisión38), porque los
judíos eran circuncisos como señal del pacto con Abraham.
A los gentiles (incircuncisión), pues no practicaban la
circuncisión. Algunos discípulos de Jesús de entre los judíos
reclamaban que si los gentiles no se circuncidaban, no serian
salvos (Hch. 15:1). Aun el apóstol Pedro fue puesto entre la
38
La circuncisión fue una señal del pacto de Dios con Abraham. Esta
consiste en quitar parte de la piel del órgano genital del varón.
86
– Llamados a servir –
espada y la pared por estos discípulos judaizantes39, que
actuaban en contra de los líderes del la Iglesia de Jerusalén.
Pedro, por su experiencia en casa de Cornelio, sabía que el
Espíritu Santo no hace acepción de personas y que los gentiles
tampoco estaban sujetos a la Ley para ser salvos (Hch. 15:7-11).
Pero la presión que sufría de sus conciudadanos era muy fuerte
y eso le impedía extender el reino de Dios entre los gentiles. Así
nace la necesidad de llevar el Evangelio a los gentiles y Pablo es
el apóstol escogido por Jesús.
Pablo confrontó a Pedro por su postura con relación al
tema. Pedro, por miedo a los discípulos judíos, no comía, ni
tenía comunión con los discípulos gentiles en presencia de ellos
(Gá. 2:11-21). La controversia creada por los judaizantes fue tal,
que provocó una reunión en Jerusalén en la que los apóstoles
judíos prohibieron judaizar a los cristianos gentiles y obligarles a
cumplir con la ley como medio de salvación (Hch. 15:5). Siendo
que la salvación es un regalo inmerecido recibido por medio de
la fe, no por obras de la Ley como afirma Pablo (Ro. 3:21-31).
Los conflictos entre los cristianos judíos y gentiles
demuestran que el apostolado de los Doce, de quien Pedro era
cabecilla, no fue destinado para llevar el Evangelio a los
gentiles, como fue autorizado Pablo por Jesús. Pablo, no
obstante a ser judío, defendió con tenacidad su apostolado
entre los gentiles, de quienes les querían judaizar.
El Evangelio es uno solo, pero los judaizantes trataron de
entorpecer la fe de los cristianos, obligándoles a cumplir con la
Ley y creando un cisma entre las dos comunidades. Dios
estableció a Pedro en Jerusalén y a Pablo entre los gentiles para
que predicaran el mismo Evangelio.
39
Judaizantes, cristianos judíos que querían imponer
cumplimiento de la Ley, como vía de salvación a los cristianos.
87
el
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
d. Un apostolado peculiar
El título apostólico de los Doce y Pablo no debe entenderse a
partir de su etimología solamente, como si fueran unos simples
enviados; sino también, por las peculiaridades que difieren a
estos apóstoles primitivos y a la autoridad con que fueron
investidos para su comisión asignada por Jesús, para anunciar
las buenas nuevas del Evangelio al mundo.
El valor del título apostólico de los Doce y de Pablo no
descansa en el nombre de apóstol como un enviado. Jesús
también fue llamado apóstol (Hb. 3: 1) y eso no implica que Él
fuese un apóstol de oficio. El nombre de apóstol dado al círculo
de los Doce y a Pablo debe reconocerse más por las peculiares
características que les difiere, no solo por haber sido enviados.
Ellos son los primeros receptores de la revelación del Evangelio
y eso les convierte en únicos en su calidad de apóstoles, porque
establecen los fundamentos de toda la doctrina cristiana a base
de las enseñanzas recibidas directamente de Jesús.
Pablo, hablando de la aparición de Jesús a los apóstoles después
de haber resucitado, menciona a los Doce de manera particular:
“Y apareció a Cefas, (primero) y después a los Doce (todos)”
(1 Co. 15: 5).
En este verso Pablo se refiere a los apóstoles de Jesús como un
grupo peculiar y los menciona como los Doce diferenciándolos
de algún otro. También los mismos apóstoles cuando
escogieron al sucesor de Judas, se refieren a la peculiaridad de
este apostolado de la siguiente manera:
“Para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de
que cayó Judas por trasgresión para irse a su propio lugar”
(Hch. 1:25).
Los apóstoles reunidos para la elección del sucesor de Judas, se
refieren a este apostolado de los Doce como un ministerio
especial y es obvio por las exigencias que debía cumplir el
sucesor de Judas. La elección del sucesor de Judas demuestra
que este ministerio apostólico de los Doce, fue peculiarmente
88
– Llamados a servir –
autorizado por Jesús con unas características y misión especial
implícitamente reveladas en este relato.
Si el ministerio apostólico no hubiera poseído una autoridad
particular delegada por Jesús (quien personalmente eligió a los
Doce y a Pablo) como testigos oculares fidedignos de su
resurrección, no habría sido necesaria la elección de un sucesor
de Judas para unirse al apostolado de los Doce. El hecho de que
nadie podía pertenecer a los Doce por voluntad propia
demuestra su peculiar autoridad delegada por Jesús y nadie
fuera de ellos tomó ese título para sí mismo.
Jesús se le apareció resucitado a Pablo y le reveló el
Evangelio. Pablo estableció ese fundamento del Evangelio entre
los gentiles, así como los Doce en Israel. Los sucesores de los
apóstoles deben remitirse a dicha revelación. Hoy día, aunque
alguien tome ese título, no existen apóstoles que puedan ser
testigos oculares de haber visto a Cristo en carne a quienes Dios
les revele el Evangelio. Es un privilegio exclusivo de los
apóstoles fundadores de la Iglesia elegidos por Jesús, que les
convierte en únicos en su nivel de autoridad.
Lo que se pretende al aclarar el tema del apostolado, no es
el uso del título, el punto es que nadie que posteriormente a los
apóstoles fundadores de la Iglesia tome para sí mismo el título
de apóstol pretenda poseer el mismo nivel de autoridad.
____________________________________________________
 Lo que se pretende al aclarar del tema del apostolado, no
es el uso del título, el punto es que nadie que
posteriormente a los apóstoles fundadores de la Iglesia
tome para sí mismo el título de apóstol pretenda poseer el
mismo nivel de autoridad.
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89
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
IV. LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS
____________________________________________________
a. El que quiera ser grande, debe ser el siervo de los demás
Si después de los apóstoles fundadores de la Iglesia, alguien
toma para sí mismo el título de apóstol, debe ser entendido
como cualquier título jerárquico o eclesial que siempre ha
existido en la Iglesia (Reverendo, Obispo, Ministro, etc.). Lo
importante es la labor que cada ministro realice en el reino de
Dios, no su título. No debe confundirse la intención de quienes
se llaman apóstoles hoy día, creyendo que se les debe rendir
pleitesía o que poseen algo más grande que otros ministros no
puedan alcanzar y se caiga en abusos innecesarios.
Tampoco se debe pretender que los discípulos de alguien
que se llame apóstol, le deban una sumisión ciega que los lleve
a extremos de abuso, ya que ni los apóstoles de Cristo
pretendían eso. La motivación de los apóstoles de Cristo, fue la
entrega al servicio por el prójimo y no el señorío. La intención
de poseer un título tan encumbrado no debe ser la de estar por
encima de los demás y menos creer que sin la cobertura de un
“apóstol” el cristiano está desprotegido de la cobertura divina.
La humildad es una de las características más notables que
debe resaltar en un verdadero servidor del reino de Dios. Jesús
mismo, como el ejemplo más sublime a seguir, no se agradó a sí
mismo, sino que se humilló y vino a la tierra a servir (Mt. 20:28).
Pablo, como apóstol de Cristo, tampoco buscó grandeza entre
sus hermanos llamándose siervo, antes que apóstol (Ro. 1:1).
Es de esperar que la intención de recibir el título de apóstol
en la actualidad sea uno nominal y no creer que quienes lo
toman llegan a una dimensión exclusiva que otros no puedan
llegar y menos pensar que alcanzan el nivel de autoridad de los
apóstoles fundadores de Cristo, que fueron bíblica e
históricamente, fueron únicos en su calidad de apóstoles.
90
– Llamados a servir –
La grandeza en el reino de Dios deviene del servicio abnegado
por los demás. Eso fue lo que caracterizó a los apóstoles
primitivos; quienes murieron en el servicio por su prójimo.
El Señor dijo que el mayor en el reino, es quien sirve a los
demás. Si alguien quiere ser grande, debe ser el servidor de
todos, no el que gobierna:
“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo
(esclavo)” (Mt. 20: 26-27).
Pedro escribió a los líderes que deben pastorear la grey del
Señor; pero, no para enseñorearse de ella como sí ellos mismos
fuesen los dueños:
“Apacentad la grey de Dios. No como teniendo señorío sobre
los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la
grey” (1 P. 5: 2a y 3).
b. La grandeza absoluta en el reino pertenece a Dios
Jesús exhortó a sus discípulos a no buscar títulos de grandeza
como hacían los líderes judíos:
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es
vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y
no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es
vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados
maestros; porque uno es vuestro maestro, el Cristo. El que
es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”
(Mt. 23:8-12).
Si se sustenta algún título no debe ser con el afán de ser mayor
que los demás; sino con el propósito de servir. Jesús rechazó el
afán de quienes buscan títulos en su reino para ser reconocidos.
Jesús pone a todos sus seguidores en un mismo nivel, como
señala el verso anterior: “todos vosotros sois hermanos”.
El título de Rabí significa, mi gran señor o maestro, y se les
adjudicaba a los doctores de la Ley dentro del judaísmo. Según
91
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
la creencia judía, un Rabí era quien poseía la interpretación final
de la Ley, pero ellos fallaron al no reconocer a Jesús como el
Mesías de Israel. Jesús les dijo a sus discípulos que no buscaran
ser llamados Rabí, pues el único y verdadero maestro que tiene
la interpretación correcta de las Sagradas Escrituras es Jesús,
como el maestro por excelencia.
Jesús rechazó que sus discípulos se llamaran maestros o
“Guías” como un director espiritual final en todas las esferas de
la vida. No se refiere a los maestros de la palabra que existen en
la Iglesia, ya que estos enseñan bajo el fundamento de la
doctrina de Cristo revelada por los apóstoles primitivos en los
evangelios y no de sí mismos.
Nadie puede ocupar el lugar que le corresponde solamente
a Dios como, el de suprema autoridad (Rabí), la paternidad
espiritual (Padre) y la dirección a toda verdad (Guía). Solo Dios
es infalible y Jesús la encargó al Espíritu Santo quien nos
recordará sus palabras (enseñanzas de las Escrituras) y guiará a
toda verdad (Jn. 16:13).
Jesús también rechazó que sus discípulos se llamaran Padre,
en el sentido de un padre espiritual, pues sólo Dios es Padre
espiritual, siendo el único que tiene potestad de engendrar hijos
por medio del Espíritu Santo (Jn. 3:3-8). El título divino de Padre
espiritual, pertenece solamente a Dios (1 Jn. 5:1). No implica
que no se deba llamar padre a los que engendran naturalmente.
La prohibición de Jesús es llamar Padre a un líder espiritual.
La Biblia enseña el respeto a las autoridades que Dios ha
establecido en su reino, pero los líderes deben aprender que
ante los ojos de Dios todos son iguales y tienen la obligación de
hacer su trabajo con humildad. Todos son hijos de un solo Padre
(Dios) y hermanos en la fe.
El título de apóstol no hace más grande a nadie en el reino
de Dios. Al contrario, le compromete más a ser servidor de los
demás; no de palabra, sino de hecho y en verdad.
92
– Llamados a servir –
Capítulo – 7 –
EL PASTOR
a. El ministerio de Pastor
El oficio pastoral en el contexto bíblico, es tomado
precisamente de la labor del pastor de ovejas (principal
ocupación de los patriarcas israelitas, Gn. 47:3). Era de suponer
que Dios se dirigió a Israel a través de esta metáfora, muy
comprensible para ellos, para hacerles entender de manera
palpable el cuidado y la protección divina.
En el Antiguo Testamento, Dios es quien apacienta y
alimenta a su pueblo (Gn. 49:24; Sal. 23:1-4), de donde deriva el
concepto de Dios como el pastor e Israel como su rebaño (Is.
40:11; Sal. 68:7, 80:1). David como rey pastoreó al pueblo de
Israel (Sal. 78:70-72) y vino a ser una simbología de Jesús,
anunciado por las profecías como el Príncipe de los pastores (Ez.
34:23-24). Los primeros pastores de Israel fueron infieles. Dios
prometió que él mismo pastorearía a su pueblo y designaría
mejores pastores (Jr. 3:15, 23:4).
En el Nuevo Testamento, el título de pastor se usa
metafóricamente para referirse a Cristo, como el príncipe de los
pastores (Mt. 26:31; Mr. 14:27; Jn. 10:11; 1 P. 2:25); y a quienes
ejercen el ministerio pastoral en la Iglesia (Ef. 4:11), como Jesús
se lo delegó a Pedro:
“Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le
dijo: Pastorea mis ovejas” (Jn. 21:16).
Jesús es el buen Pastor, que vino a este mundo a buscar las
ovejas perdidas de su Padre (Jn. 10:1-16). En este encuentro de
Jesús con Pedro, después de su resurrección, Jesús demostró
ser el pastor de los pastores. Jesús le preguntó tres veces a
Pedro que si lo amaba, después que le negó. No era una
93
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
pregunta acusativa, Jesús solo quería recordarle que con ese
mismo amor que Él le había perdonado, debía perdonar y
pastorear las ovejas a su cargo.
Jesús no le recordó a Pedro su error, en vez de acusarle, le
delegó autoridad para ser un pastor de sus ovejas restaurado.
Todo pastor debe ser primero una oveja y Pedro había
aprendido la lección. Él había sido perdonado, ahora podía
perdonar y amar sin condición. En cierta ocasión Pedro expresó:
“Apacentad la Grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la Grey” (1 P. 5:2-3).
Jesús como Pastor de los pastores, dio ejemplo de humildad
durante su ministerio terrenal, en una ocasión lavó los pies de
Pedro (S. Jn. 13:1-20). En las tierras bíblicas esta labor solo la
hacían los esclavos de la casa a los visitantes de un hogar. Jesús
lo hizo como ejemplo del verdadero sentido de servicio de los
ministros del Nuevo Pacto. Él dijo:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas” (Mt. 11:29).
Jesús dijo que es el buen Pastor, pues dio su vida por sus ovejas
(Jn. 10: 11). De las ovejas que le dio su Padre durante su
ministerio pastoral en la tierra, ni una se le perdió. Jesús cuidó
de todas las ovejas a su cargo (discípulos, Jn. 17:12).
b. La naturaleza del ministerio pastoral
El ministerio pastoral tiene una función muy clara entre los
cristianos, pero es relevante mencionar algunos elementos
importantes con relación a la autoridad del pastor. Con el
establecimiento de la Iglesia por Cristo (Mt. 16:18), se
constituyen pastores (encargados de una congregación) como
fueron los obispos primitivos después de los apóstoles. Por
94
– Llamados a servir –
tanto, la misión de otros ministerios debe estar sujeta al orden
establecido dentro de cada Iglesia.
Con la instauración de la Iglesia se establece un orden en el
cuerpo de Cristo para su edificación y los pastores tienen
autoridad delegada por Dios (como se le asignó a Pedro) para
ejercer autoridad en la congregación que pastorea. Los demás
ministerios deberán someterse al orden establecido en cada
Iglesia y dentro de ese orden cumplirán su misión:
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque
ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar
cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose,
porque esto no es provechoso” (Hb. 13:17).
La Biblia enseña que se les debe sujeción a los líderes que Dios
ha establecido en cada congregación. No obstante, para evitar
abusos se debe recordar (como resalta el verso anterior) que
esta obediencia no es ciega, pues se refiere a obreros
abnegados por las ovejas y no a pastores que evidentemente
han desvirtuado la fe y han pervertido su conducta ante de la
congregación, sin arrepentirse. A los pastores se les ordena
pastorear con amor a sus ovejas, sin enseñorearse de ellas, sino
predicando con el ejemplo:
“Apacentad la Grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la Grey” (1 P. 5:2-3).
Tampoco se debe usar esto como excusa para rebelarse contra
la autoridad, ya que es un pecado condenable en la Biblia:
“Al hombre que cause divisiones, después de una y otra
amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha
pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Ti.
3:10-11).
Algunas personas justifican la rebeldía que albergan en sus
corazones, señalando los errores que se cometen en las
congregaciones (que con sabiduría, paciencia y amor se pueden
95
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
enderezar), sin tomar en cuenta lo bueno que se hace y sin darle
oportunidad a Dios de obrar y al ser humano de luchar. La Biblia
señala que este tesoro está en vasos de barro (2 Co. 4:7).
c. La labor ministerial pastoral
La labor del ministerio pastoral puede ser tan extensa, como lo
exija cada congregación. Para el caso, por la naturaleza de su
llamado, el pastor es un administrador y un consejero.
Lo más importante, por encima del crecimiento numérico o
económico, es nunca desvirtuar el propósito que persigue la
Iglesia, el de la adoración a Dios, la salvación de las almas y
formación de nuevos discípulos, conservando una sana doctrina
apegada a la Biblia.
Pastorear la congregación, dándole a las ovejas el alimento
espiritual a su tiempo, es la labor principal de todo pastor (Mt.
24:45). No obstante, puede ser que un pastor desarrolle
diferentes facetas ministeriales y sea pastor-evangelista,
misionero, profeta o maestro a la vez.
El pastor es ínsitamente un maestro, porque enseña; pero
no implica que todo pastor sea un buen maestro. Hay pastores
que son excelentes maestros de la Biblia, hay otros que son
maestros en fe (2 Ti. 2:7). De cualquier manera, todo pastor
debe procurar ser un buen maestro de la Biblia y en fe.
Como maestro, el pastor con la enseñanza protege a las
ovejas de las herejías de los lobos rapaces. El pastor guía a las
ovejas, yendo al frente de ellas para encontrar pastos verdes y
agua donde se puedan alimentar.
La labor de un pastor de ovejas es una simbología de la
labor del ministerio pastoral, ambos oficios demandan una
entrega total para servir a los que están a su cuidado.
96
– Llamados a servir –
Capítulo – 8 –
EL MAESTRO
____________________________________________________
I. MAESTROS DE LA PALABRA DE DIOS
a. El ministerio del Maestro
El maestro de enseñanza bíblica, es un ministerio muy
reconocido en la Biblia:
“Y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros” (1 Co. 12: 28a).
La intención por la que el ministerio del maestro y el pastor
aparecen juntos en el siguiente verso, es porque el pastor (en
cierta medida) es siempre un maestro:
“Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros evangelistas; a otros pastores y maestros” (Ef. 4:11).
Todo pastor es un maestro de la Palabra de Dios, porque debe
enseñar a los miembros de la Iglesia. También es un maestro en
fe y conducta a través de su ejemplo y consagración al servicio
del reino de Dios; pero, no todo pastor es un maestro
especializado en el conocimiento de la Palabra de Dios.
El maestro es un ministerio, que Dios ha depositado en
ciertas personas que se especializan en diferentes campos de la
extensa educación cristiana en general, tales como: Doctrina
bíblica, Apologética, Escatología, Apocalíptica, Evangelismo,
Discipulado, Escuela bíblica, para mencionar algunos y que se
extiende a otras áreas, según la gracia y el conocimiento que
Dios haya dotado a cada cristiano, como: Educación Familiar,
Consejería Matrimonial, Finanzas, Música y la amplia gama de
conocimientos en que Dios le permita especializarse a cada
miembro del cuerpo de Cristo a fin de edificar la Iglesia.
El maestro en Biblia discipula en el conocimiento de la
doctrina bíblica, a los santos para alcanzar crecimiento y
97
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
madurez espiritual para protegerles de las herejías de los falsos
maestros.
Jesús rechazó que sus discípulos se llamaran maestros en el
sentido de “Guías” espirituales finales en todas las esferas de la
vida, que era el sentido de maestro en el rabinismo judío en ese
contexto (Mt. 23:10)40.
Ese título le corresponde sólo a Jesús, quien es el Maestro
de maestros y la verdad única y final. Pero, no se refiere a los
maestros de Biblia de la Iglesia, ya que estos enseñan bajo el
fundamento de las doctrinas de Jesús, revelada por los
apóstoles primitivos en los Evangelios.
El maestro de Biblia debe capacitarse para luego enseñar.
Los apóstoles primero fueron discípulos y después maestros.
Pablo, aparte de ser apóstol, reconoció que Dios lo había
dotado como maestro de la fe cristiana por medio de la
revelación del Evangelio:
“Para esto yo fui constituido predicador y apóstol,... y
maestro de los gentiles en fe y verdad” (1 Ti. 2:7).
Pablo es maestro de las Escrituras y también se designa como
maestro en fe y en verdad. En fe, porque ya no sirve a Dios
según las obras (Ley), si no por la fe en Jesús. En verdad, porque
su llamado es genuino y esta verdad está revelada en Jesús, por
medio del Evangelio que Pablo ha anunciado a la humanidad.
Todo maestro debe trazar bien la Palabra de Dios:
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene nada de que avergonzarse, que usa bien
la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).
El reto más grande del maestro es enseñar la Palabra de Dios,
sin quitar, ni añadir a su contenido original. Partiendo de una
interpretación sana y apegada a la Biblia.
40
La palabra maestro (gr. καθηγητής) aparece solamente aquí en
Mateo 23:10, en el Nuevo Testamento y es un título diferente y más
encumbrado que el del maestro de la iglesia para el cual se usa la
palabra διδασκάλους.
98
– Llamados a servir –
Pablo exhortó a Timoteo que, enseñando fielmente la Palabra
de Dios, se salvaría él y quienes le oyeran:
“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y
la enseñanza. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;
persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y
a los que te oyeren” (1 Tim. 4:13-16).
La exhortación de Pablo a Timoteo es que se cuide de sí mismo.
El maestro debe saber que el enemigo más grande que tiene el
ser humano no es el diablo o el mundo, sino su propia voluntad
que se resiste a hacer la voluntad de Dios41.
La enseñanza fiel y la práctica de la Palabra de Dios,
garantiza la salvación del que enseña y la de sus oyentes. La
adulteración e incumplimiento de la Palabra de Dios tiene
consecuencias de perdición eterna en quien tuerce la Verdad y
luego en sus seguidores, como señala Pablo el verso anterior.
El maestro tiene la gran responsabilidad de enseñar
íntegramente apegado a la Biblia. La enseñanza bíblica no es un
asunto de opinión o interpretación personal de la Biblia, se trata
de enseñar con valentía lo que la Biblia revela, por encima de
las opiniones personales.
41
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso;
¿quién lo conocerá? (Jr. 17:9).
99
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
Capitulo – 9 –
EL EVANGELISTA
____________________________________________________
a. Predicadores del Evangelio
Etimológicamente, evangelista (gr. εύαγγελιστήζ) significa un
mensajero de lo bueno, el que lleva las buenas noticias del
Evangelio. Todo creyente es llamado a dar testimonio de su
conversión a Cristo (Mr. 5:19); pero, solo algunos poseen el
ministerio evangelístico:
“Y El mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Ef. 4:11).
El ministerio evangelístico de Felipe, estuvo evidenciado con
señales del poder de Dios. Aunque el propósito de todo
evangelista es la conversión de las almas perdidas a Cristo:
“Y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de
los siete posamos con él. Entonces Felipe, descendiendo a la
ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente,
unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe,
oyendo y viendo las señales que hacia. Porque de muchos
que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes
voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados” (Hch. 21:8;
8:5-7).
Felipe es uno de las personas mencionadas como evangelistas
en el Nuevo Testamento, junto a Timoteo (2 Ti. 4:5). El
evangelista es un ministro lleno del Espíritu Santo (Hch. 6:3),
con señales y prodigios que muestran a los pecadores que Jesús
ha resucitado y vive.
Pablo mencionó tres funciones de su ministerio apostólico:
Predicador, apóstol y maestro (1 Ti. 2:7; 2 Ti. 1:11). La
predicación del Evangelio fue una faceta misionera y
evangelística en la vida de Pablo; pues él anunció el Evangelio a
las comunidades no evangelizadas entre los gentiles.
100
– Llamados a servir –
En la Iglesia primitiva los evangelistas fueron la extensión y
continuación de la obra evangelística apostólica, ya que los
apóstoles hicieron obra evangelística.
El Evangelista puede proclamar el Evangelio a nivel local y
misionero (2 Ti. 4:5). Al igual que Timoteo, hay pastores que
combinan su ministerio pastoral con el de Evangelista.
El Evangelista, es un predicador que lleva las buenas noticias
del Evangelio a un mundo perdido, su mensaje es de libertad y
produce gozo. Acerca de los predicadores, la Biblia señala:
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán
sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no
fueren enviados? Como está escrito: !Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas
nuevas!” (Ro. 1:14-15).
La Iglesia debe apoyar en la forma que pueda a los evangelistas,
que de forma pura y genuina, lleven su mensaje por el mundo.
101
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
ANEXO
 ALGUNOS TÍTULOS MINISTERIALES DE JESUS
JESÚS tiene un nombre que es sobre todo nombre que exista en
el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (Fil 2:9-11). Eso implica
que a Él pertenecen todos los títulos que existen en lo visible e
invisible (Col. 1:16). El sujetará todas las cosas asimismo (1 Co.
15:27-28).

JESÚS ES EL PASTOR DE LOS PASTORES
 JESÚS es el gran pastor de las ovejas:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre
del pacto eterno” (Hb. 13:20).
 JESÚS es el Pastor y Obispo de la Iglesia:
“Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero
ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1
P. 2:25).
 JESÚS es el Príncipe y Pastor de los pastores:
“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros
recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:4).
 JESÚS será por la eternidad, el Pastor de la Iglesia:
“Porque el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap. 7:17).
102
– Llamados a servir –

JESÚS ES EL APOSTOL DE LA IGLESIA:
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento
celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra
profesión, Cristo Jesús” (Hb. 3:1).

JESÚS ES EL SUMO SACERDOTE DE LA IGLESIA:
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó
los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión” (Hb. 4:14).
 JESÚS EL MAESTRO POR EXELENCIA
Los maestros cristianos enseñan de lo que dice el Maestro
(Jesús). La Biblia enfatiza el hecho de no buscar tanto los títulos
como el servicio puro y amoroso a Dios:
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es
vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro maestro,
el Cristo” (Mt. 23:8, 10).
 JESÚS ES EL UNICO PADRE ESPIRITUAL:
Jesús dijo que a nadie se le debe llamar padre en la tierra, solo
al Padre de los cielos:
“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno
es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mt. 23:9).
Pero, Jesús también dijo que Él y el Padre son uno:
“Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30).
Solo Dios goza del título de padre espiritual.
103
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
LIBROS ESCRITOS POR JOEL PERDOMO
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS
EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO
LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA
LA ORACIÓN EFICAZ
LA LEY Y LA GRACIA
EL LLAMADO AL MINISTERIO
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
FE SIN LÍMITES
SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR
VIDA Y MINISTERIO (autobiografía).
LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN
LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano
HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO
RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA BIBLIA
TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA
JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE
EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y Recasamiento a
la luz de la Biblia.
SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios?
ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios?
LA SABIDURIA DIVINA
LOS PRIMEROS PASOS
VIDA CRISTIANA – Reflexiones
TESOROS DE LA BIBLIA
DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS
(búsquelos escritos y en audio en internet).
104
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