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EL LLAMADO AL MINISTERIO - JOEL PERDOMO

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EL
LLAMADO
AL
MINISTERIO
________________________________________________
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Copyright © 2012 por Joel Perdomo
¡IMPORTANTE!
“Como reconocer el llamado divino”
ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS
DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS
A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA.
POR TANTO:
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ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A
LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA
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GRACIA HA RECIBIDO.
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ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS
ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS
CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A
CAMBIO.
¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
ÍNDICE
Capítulo - 1 - EL LLAMADO DIVINO
I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO…………...13
a. Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad
b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo
c. Llamados al servicio del ministerio divino
II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO………………….…..16
a. Dios es quién llama al servicio ministerial
b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado divino
c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso
III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO………………….22
a. Señales del llamado divino
b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio
c. Cualidades de los llamados
IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO……………….…26
a. La promesa del llamado
b. La aceptación del llamado divino
c. La rendición al método divino
d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios
e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado
Capítulo 2 - EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO
I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN………..33
a. Una visión espiritual
b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio
c. Dios transforma la vida de quién recibe la visión
d. El impacto de la visión divina
II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO………………………...39
a. La oposición a la visión divina
b. Confrontando la oposición externa
c. Confrontando la lucha interna
III. TESOROS EN VASOS DE BARRO…………………………44
a. Toda gloria le pertenece a Dios
b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina
c. Los enemigos gratuitos
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“Como reconocer el llamado divino”
Capítulo 3 - ABRAHAM: “Fe sin límites”
I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO…………………………...49
a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe
b. La fe es probada durante el llamado
c. Hay que creer… Antes de ver
Capítulo 4 - MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo”
I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO…………55
a. Moisés renunció a las glorias de Egipto
b. Moisés en la escuela del desierto
c. Moisés responde al llamado divino
Capítulo 5 - JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino”
I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN………………………………..61
a. José “El soñador”
b. La visión produce persecución
c. Dios torna todo para bien de los que le aman
II. LA FE SOSTIENE LA VISION………………………………..67
a. José mantuvo firme su fe
b. Sueños que matan y dan vida
Capítulo 6 - DAVID: El proceso del llamado divino
I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID…………………………..71
a. Saúl y David fueron llamados por Dios
b. El legítimo llamado de Saúl
c. Señales del llamado ministerial de Saúl
d. Dios demanda obediencia durante el ministerio
e. La envidia y el celo ministerial
II. EL LLAMADO DE DAVID……………………………………78
a. El llamado divino y sus implicaciones
b. David fue escogido por Dios como rey de Israel
c. David fue ungido como rey
d. David fue perseguido por envidia
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO DIVINO…..85
a. Dependencia total de Dios
b. David se finge loco para salvar su vida
c. El proceso del perdón
d. La confianza en la justicia divina
e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos
IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO………………..94
a. La confianza en la justicia divina
b. Dios convierte el lamento en gozo
c. La paciente espera en Jehová
V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO…………………..98
a. El perdón es la máxima expresión del amor
b. Integridad a toda prueba
c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados
d. Siembra amor y cosecharás perdón
Capítulo 7 - JEREMÍAS: Llamados a ser testigos
I. SIN APARENTES RESULTADOS EN EL MINISTERIO…103
a. El llamado de Jeremías
b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor
Capítulo 8 - JUAN EL BAUTISTA: El costo de la verdad
I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA………………...107
a. El profeta más grande entre los hombres
b. Características de Juan el bautista y Elías
c. La grandeza de Juan el bautista
d. La integridad de Juan el bautista
Capítulo 9 - LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO
I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO………………113
a.
b.
c.
d.
e.
Tres principios de obediencia al llamado divino
El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo
La obediencia al llamado divino es incondicional
El llamado divino tiene su tiempo
Entendiendo el llamado al ministerio
5
“Como reconocer el llamado divino”
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
DEDICATORIA
Dedico este libro a todos los santos alrededor del mundo
que han abrazado incondicionalmente el llamado divino
para servir en los diferentes ministerios de la iglesia, aun
por encima de sus propios intereses.
A quienes han tenido que abandonar su familia para
seguir el llamado divino llevando el Evangelio a lejanas
tierras, en sincero servicio a Dios y amor al prójimo.
A los que sufren persecución por causa del Evangelio
de Jesucristo y han ofrendado sus vidas al servicio del
reino de Dios, sin importar las consecuencias, con tal de
obedecer el llamado divino.
A los que han entendido que servir a Dios es un
privilegio, no una carga. Jesús dijo a sus seguidores que se
gozaran y alegraran cuando sufrieran por causa de su
santo Nombre, pues el galardón es grande en el reino de
los cielos (Mt. 5:11-12).
El llamado divino se forja en la adversidad;
como el precioso metal se fragua en el fuego.
Joel Perdomo
7
“Como reconocer el llamado divino”
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
PRÓLOGO
Hay circunstancias típicas que suelen rodear a quienes son
llamados a servir en los diferentes ministerios de la Iglesia.
Los hombres y mujeres de Dios llamados al servicio
ministerial, por lo general deben renunciar a sus propios
anhelos para seguir la voluntad divina.
El llamado divino, implica que Dios separa ciertas
personas para desarrollar una función ministerial,
específica, dirigida a la predicación del Evangelio y la
extensión del reino de Dios en la tierra.
La vida de los llamados al servicio en el reino de Dios,
está rodeada de experiencias aleccionadoras y retos que
deben enfrentar para lograr las promesas divinas.
Algunas de estas experiencias están plasmadas en los
relatos de los personajes bíblicos, que sirven como espejo
para poderse reflejar1 y encontrar respuestas del porque la
fe de los llamados al servicio ministerial, comúnmente es
probada.
Jesús mismo enseñó esta verdad a todos sus seguidores
diciéndoles: “Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese
asimismo, y tome su cruz y sígame’’ (Mt. 16:24).
Los personajes bíblicos inspiran con las grandes
victorias que lograron por creer, aceptar y obedecer el llamado
divino, abriéndose paso en medio de las dificultades de la
vida y soslayando los retos del camino por medio de la fe.
No es extraño que los llamados por Dios a realizar una
obra en el reino experimenten circunstancias difíciles, a
veces este suele ser el medio que Dios utiliza para mostrar
su gloria. Si no hay un obstáculo que vencer, tampoco
1
Vide., Romanos 15:4
9
“Como reconocer el llamado divino”
habrá victorias que celebrar. Alguien dijo que: “Dios no
llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados”.
La Biblia muestra que Dios endureció el corazón de
Faraón para que Moisés pudiera ver la gloria de Dios (Ro.
9:17). Job, hablando acerca del trato amoroso de Dios con
sus hijos señala: Dios hace la llaga y Él la cura (Job, 5:18).
Dios permite las dificultades, pero también provee la
salida para poder vencer. El torna todas las cosas para el
bien de los que le aman. En especial de los que conforme a
su propósito han sido llamados (Ro. 8:28).
Si alguien es capaz de creerle a Dios en cualquier
circunstancia, Él no tardará en honrar su fe. Los retos que
Dios le hace a los seres humanos implican dar grandes
pasos de fe. Dios primero muestra la maqueta de sus
planes para que los resultados sean patentes por medio de
la fe.
A Dios nada le toma por sorpresa. Toda obra que llama
a hacer está ya realizada, antes de que se lleve a cabo. Dios
llama las cosas que no son como si fuesen: “Él cual da vida
a los muertos, y llama las cosas que no son, como si
fuesen” (Ro. 4:17b). No obstante, Dios obra por medio de la
fe de sus hijos para llevarla a cabo. Si bien, Dios es quien
llama al servicio ministerial, se requiere la disposición, fe y
obediencia del ser humano en respuesta al llamado divino.
Joel Perdomo
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
INTRODUCCIÓN
Dios es soberano en sus propósitos, pero no obliga a sus
criaturas a servirle, Él respeta la decisión de sus criaturas.
Aun después de la rebelión de la primera pareja, Dios
sigue llamando al ser humano a que le sirva
voluntariamente. La Biblia muestra que los seres creados
por Dios gozan de libre albedrío. Aun las personas que
Dios llama al servicio ministerial lo hacen voluntariamente
en respuesta al llamado divino.
La rebelión de Satanás y los demás ángeles en el cielo
muestra que los seres creados por Dios gozan de libre
voluntad, de otra manera no se habrían rebelado (Ap.
12:7). El libre albedrío para elegir se nota también en la
primera pareja, a quienes Dios les dio la capacidad de
poder elegir entre el bien y el mal (Gn. 2:16-17). Dios
quiere una obediencia voluntaria y no puede existir
verdadera obediencia, si no existe la opción a desobedecer.
En cuanto al servicio ministerial es igual, Dios no
obliga a sus hijos a que le sirvan en el ministerio, les da la
oportunidad de elegir. Dios como creador conoce a cada
ser humano y prepara de antemano un plan para que sus
hijos le sirvan, pero al final cada cual decide lo que hará.
La Biblia señala que Dios llamó a Noé en medio de su
generación para que fuese su testigo fiel y advirtiera a la
humanidad del diluvio universal a causa del pecado (Gn.
6, 8). Dios les dio oportunidad de arrepentirse de sus
pecados a toda esa generación, pero solo Noé y su familia
fueron librados por su obediencia a Dios.
Dios llamó a Abram siendo un pagano para que le
sirviera. El obedeció la voz divina sin titubeos (Gn. 12) y
Dios cumplió su promesa de hacer de él una gran nación.
11
“Como reconocer el llamado divino”
Dios llamó a Moisés, audiblemente para liberar al pueblo
judío, cuando vivían bajo esclavitud en la tierra de Egipto
y los liberó con grandes señales de su poder (Éx. 3). Dios
unge con su poder a los que obedecen el llamado al
servicio ministerial a fin de que cumplan su misión.
Dios escogió a Aarón y su familia para el sacerdocio a
fin de ministrar en el culto del templo judío (Éx. 28:1, 43).
Dios eligió jueces en Israel, entre otros: Jefté (Jue. 6:12-14);
Sansón (Jue. 13); Samuel (1 S. 3).
Dios escogió a los reyes que debían gobernar a Israel,
entre ellos: David (1 S. 16:12-13) y Saúl (1 S. 9:17). Sería
interminable la lista si se menciona las personas que Dios
llamó al servicio divino, incluyendo a todos los profetas.
Es indudable que Dios es quien llama al servicio
ministerial y espera una respuesta del ser humano.
Desde la perspectiva bíblica, Dios es quien escoge y
llama al servicio ministerial. Las personas solo se disponen
a obedecer el llamado divino. El cristiano debe tener
consciencia de su propio llamado al servicio ministerial,
esto le producirá gozo y seguridad en lo que emprenda.
Las vivencias de los personajes bíblicos que fueron
llamados al servicio ministerial son una fuente de ricas
experiencias que sirven hoy para entender mejor el llamado
divino. También ayuda a evitar los errores que otros
cometieron en el pasado, si se aprende de ellos.
El llamado divino se obedece por la fe y se desarrolla
dentro de un proceso del que surgen muchas preguntas.
Este libro está dirigido a dar luz, para entender el llamado
a servir en cualquier ministerio de la Iglesia.
12
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 1
EL LLAMADO DIVINO
____________________________________________________
I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO
a.Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad
La Biblia muestra que, en el principio, el ser humano
gozaba de perfecta armonía con Dios (Gn. 2:15-17), pero
esta fue afectada por la desobediencia humana.
Después del pecado de la primera pareja, Dios se ha
manifestado en diferentes maneras en su afán de
restablecer su comunión y revelar su gran amor a la
humanidad. El escritor de la carta a los Hebreos explica:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo
hizo el universo” (Hb. 1:1-2).
Dios escogió personas en diferentes épocas para ser
portadores de su mensaje de amor y deseo de comunión
con la humanidad, como Enoc, Noé, Abraham, Moisés y
otros profetas. Luego, el pueblo de Israel fue llamado por
Dios para ser luz a las naciones, pero fracasó en su misión
(Éx. 19:5-6). Finalmente, Dios en su amor infinito envió su
Hijo amado Jesús a la tierra, a fin redimir a la humanidad
del pecado y de la muerte. Pero el conflicto de la relación
Dios-hombre no se remite solo al pecado de Adán y Eva. El
problema es de carácter individual, debido a la falta de
voluntad humana para ajustarse al carácter y a la voluntad
divina. Después de la caída, el ser humano está inclinado
13
“Como reconocer el llamado divino”
al mal y es Dios quien se acerca para revelar su mensaje de
amor. Dios es quien toma la iniciativa de salvar la
humanidad.
b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo
Dios ha comunicado su voluntad a la humanidad por
medio del mensaje del santo Evangelio de Jesús y espera
una respuesta de cada individuo. Pero el reto de predicar
el Evangelio al mundo o servir en algún ministerio de la
Iglesia es dado a los hijos de Dios y es preciso que cada
uno cumpla con su llamado. Ni a los ángeles se les dio el
privilegio de predicar el Evangelio (1 P. 1:12).
El profeta Isaías proclama la urgencia divina de llevar
las buenas nuevas de salvación, siendo imprescindible que
alguien acepte el reto de predicar el Evangelio. Pablo lo
explica de la siguiente manera:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:
!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz,
de los que anuncian buenas nuevas! (Ro. 10:14-15).
Los elegidos al servicio del ministerio deben responder el
llamado divino para que el mensaje sea predicado al mundo.
c. Llamados al servicio del ministerio divino
Jesús ascendió al cielo ante la vista de sus discípulos, pero
antes estableció diferentes ministerios en la Iglesia, con el
objetivo de darle un ordenamiento, con el propósito de
capacitar a los cristianos para la obra del ministerio, y que
de manera ordenada sean más efectivos en su labor
14
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
evangelizadora en la tierra. Aquí algunos de los
ministerios relacionados a proclamar la Palabra de Dios:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”
(Ef. 4:11-12).
Si bien estos ministerios son los principales con relación a
la predicación del Evangelio, los ministerios de la Iglesia
no se remiten a estos cinco ministerios de la Palabra. Hay
diversidad de ministerios que Jesús le ha delegado a su
Iglesia en la tierra para que como un cuerpo ordenado
pueda ser efectiva en su misión evangelizadora:
”De manera que, teniendo diferentes dones, según la
gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en
servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta,
en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que
preside, con solicitud; el que hace misericordia, con
alegría” (Ro. 12:6-8).
En esta lista de dones los ministerios son sinónimos,
haciendo notar la diversidad en el servicio del ministerio,
pero enfatizando más la unidad por encima de la
individualidad o importancia de cada ministerio.
La iglesia es un solo cuerpo, pero cada ministerio tiene
su propia función y son asignados a cada persona por
Dios, según su voluntad, como a Él le place: ”Pero todas
estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo
a cada uno en particular como él quiere” (1 Co. 12:11).
En el Antiguo y Nuevo Testamento los ministerios son
asignados por Dios. Nadie sirve en el ministerio por antojo
personal, es un privilegio que procede de Dios.
15
“Como reconocer el llamado divino”
II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO
a. Dios es quien llama al servicio ministerial
Dios es todopoderoso y tiene ejércitos de ángeles a su
disposición (Sal. 103:20); pero, le dio a seres humanos el
privilegio de predicar su Palabra (1 P. 1:12). Dios llama,
capacita y envía individuos para realizar su obra en la tierra.
La Biblia muestra que Dios hace partícipe a sus hijos en
su misión de comunicar su mensaje a la humanidad (Ro.
10:15). Dios elige personas de acuerdo a su voluntad para
que cumplan una misión específica relacionada a su reino.
Dios llamó a Abraham, Moisés, Noé, Samuel y otros con el fin
de comunicar su voluntad a la humanidad. Un ejemplo
bíblico en la era de la Iglesia, son los apóstoles, que fueron
escogidos por Jesús para el servicio del Evangelio:
”Después subió al monte, y llamó a sí a los que él
quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que
tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para
echar fuera demonios” (Mr. 3:13-15).
Cuando Dios llama, el ser humano escucha y entiende sin
duda el llamado. Dios en su soberanía elige a quien Él
quiere, para servir en algún ministerio del reino. Aunque
la forma en que Dios llame sea diferente en cada caso, hay
algo que no cambia, siempre es Dios quien llama al
servicio del ministerio. De alguna manera, quien es
llamado al servicio divino entenderá claramente que Dios
le escogió para realizar una labor específica en el reino.
No se debe tomar un ministerio divino por voluntad
propia. Aunque la disposición humana es compulsoria
16
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
para cumplir los propósitos divinos, es Dios quien decide a
quien elige, pues solo Él conoce el corazón del ser humano.
Aunque Dios utiliza medios humanos para hacer
efectivos sus planes, como sus autoridades delegadas,
asambleas, etc., al final, el verdadero llamado al servicio
ministerial depende exclusivamente de Dios, no de los
hombres. Dios honrará la fe de los que, siendo
legítimamente llamados, obedezcan su voz.
Los llamados no se pueden estereotipar. Dios puede
llamar a alguien a través de un rayo, pero no se debe
esperar que en cada llamado divino caiga un rayo.
Dios llama de diversas maneras al ministerio, a veces
directamente, a través de las circunstancias, etc. Lo
importante es tener seguridad de haber sido llamados por
Dios a fin de evitar un juicio (Jr. 48:102). El servicio
ministerial no es una profesión o una vocación personal, se
desarrolla bajo una elección divina.
Todo cristiano es llamado a servir en la obra de reino
de Dios; pero, los ministros llamados al servicio completo del
Evangelio son escogidos directamente por Dios.
Todo ministro llamado al servicio divino tendrá como
denominador común, el respaldo de Dios en lo que
emprende. Dios prosperará la visión de un ministro
llamado legítimamente al ministerio. No implica que deba
ser inmediatamente. La misión que Dios le asigna a sus
ministros puede tomar tiempo, pero, al final habrá
resultados de dicha labor, no conforme al deseo personal;
sino de acuerdo al plan de Dios. El resultado incluso,
puede ser póstumo, si es legítimamente llamado por Dios.
2
La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, traduce: “Maldito el
que hace la obra del SEÑOR con engaño” (Jr. 48: 10a). Vide, Nm. 16.
17
“Como reconocer el llamado divino”
b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado
Dios es soberano y puede hacer conforme a su voluntad
con sus criaturas. No obstante, Dios respeta el libre
albedrio humano y en su efecto diseña un plan para cada
individuo, a fin de que responda a su llamado.
La disposición del ser humano es tomada en cuenta
por Dios en sus planes, Dios respeta la decisión final de
quien es llamado al ministerio. Si Dios no obliga a sus
criaturas a obedecerle, menos podrá servir en el ministerio
alguien que no haya sido llamado. Desde la perspectiva
divina el llamado divino es irrevocable: “Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento” (Ro. 11:29).
Dios no puede retractarse, pero de parte del ser humano el
llamado al servicio divino puede ser rechazado. El verso
anterior enfatiza la firmeza de los favores de Dios. Él no se
retracta de su elección y del llamado que ha dispuesto para
un individuo. Él no puede negarse a sí mismo:
“Si fuéremos infieles, Él permanece fiel;
Él no puede negarse a sí mismo” (2 Ti. 2:13).
No implica que, si Dios llama a alguien a realizar una obra,
como sea lo hará, sin importar su decisión. El llamado es
irrevocable porque Dios es soberano y no cambia, pero el
ser humano cambia y puede rechazar el llamado.
El verso anterior señala que, aunque fuésemos infieles,
Dios permanece fiel. Implica que el ser humano falla, pero
Dios no. Si la respuesta del ser humano es favorable Dios
cumplirá sus promesas, pero si se resiste al llamado, Dios
no está obligado a bendecirle. Dios honrará a los que le
honren, pero los que le desprecian serán tenidos en poco (1
S. 2:30).
18
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Hay casos bíblicos en los que Dios ha usado medios para
que personas cumplan con su voluntad, cuando estos han
estado indecisos, pero Dios les ha obligado.
Jeremías fue seducido por el gran amor de Dios a
continuar su ministerio en un momento de decepción a
causa de la rebeldía del pueblo de Israel (Jr. 20:7-18).
También sintió que era un hombre que no tenía la
capacidad de hablar de parte de Dios (Jr. 1: 4-10).
Moisés se sintió igualmente impotente y con miedo
ante el enorme reto de su llamado y Dios le ayudó, pero no
rehusó a cumplir su llamado (Éx. 4:10-17).
En un extremo peligroso están los que se dejan engañar
por el pecado. Estos piensan que, si están destinados para
un ministerio o para salvación, Dios lo hará como sea; sin
importar su decisión o respuesta al llamado divino.
Ese grave error ha conducido a muchos a la herejía,
pues todas las promesas de Dios están sujetas a la
obediencia voluntaria del ser humano. De lo contrario, ni
el sacrificio de Cristo, ni la predicación del Evangelio
tendrían sentido.
Si Dios obligara al ser humano a obedecerle, en vano se
predicaría un arrepentimiento para perdón de los pecados.
Dios simplemente obligaría a toda la humanidad a servirle.
Pero no es así, Dios respeta la decisión de cada persona.
c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso
Hay llamados genuinos al ministerio que con el paso del
tiempo pueden ceder a la tentación y torcer la verdad de
Dios. Esto puede conducir a distintas herejías.
En la Biblia se encuentra el clásico ejemplo del
sacerdote Elí (descendiente de Aarón). A su familia Dios se le
había prometido el sacerdocio levítico para siempre (Éx.
19
“Como reconocer el llamado divino”
29:7-9), pero Dios se lo quitó por su desobediencia y lo
cedió a otra familia levita, a pesar de la promesa:
“Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había
dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante
de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová:
Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me
honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”
(1 S. 2:30).
No existe contradicción alguna en el carácter de Dios. Él es
inmutable. En ninguna parte de la Biblia (referente al
sacerdocio) Dios prometió que respaldaría a los sacerdotes
en sus ministerios, aunque fueran pecadores. Al contrario,
el pacto que Dios hizo con los sacerdotes era explícito
acerca de la vida de santidad y separación para el
ministerio que debían guardar (Éx. 28:36-38).
La promesa de un sacerdocio eterno hecha a Aarón y
sus descendientes estaba sujeta a la obediencia del llamado
santo. Ninguna persona que sea llamada por Dios puede
separarse de su carácter santo y justo y a la vez pretender
mantener la promesa. Dios no es participe del pecado.
Elí y sus hijos fueron desechados del sacerdocio
porque quebrantaron el pacto divino. Los hijos de Elí se
entregaron a una vida de pecado, sin arrepentirse y su
padre lo consintió. No puede haber nada más herético que
pensar que Dios, que es santo, deba cumplir sus promesas
e incluso salvar a alguien que se desvía de la Verdad. Quien
piense así, debe arrepentirse antes que sea demasiado
tarde.
Alguien legítimamente llamado al ministerio puede
pervertir su llamado y conformarse voluntariamente al
pecado, con la excusa de que Dios es amor. Pero si no hay
20
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
arrepentimiento verdadero, el pecado posteriormente
saldrá a la luz causando mayores pérdidas (1 Ti. 5:24-25).
La Biblia relata el caso de Saúl y David, ambos fueron
llamados legítimamente por Dios (1 S. 9:16, 10:1 y 2 S. 12),
pero cada uno eligió su destino final. Mientras David se
tornó a Dios cuando pecó (2 S. 12); Saúl decidió
permanecer en su pecado, resultando en un final fatal (1 S.
31:2-4). Saúl y David habían sido llamados legítimamente
por Dios, ungidos con el mismo aceite santo por el mismo
profeta de Dios; pero sus caminos fueron distintos por sus
decisiones personales con relación a la voluntad de Dios.
Implica que un llamado legítimo puede ser pervertido
durante su proceso de desarrollo y se pueden perder las
bendiciones divinas.
Un líder que pervierte su ministerio puede fácilmente
arrastrar muchos seguidores con sus herejías, pues al
principio se ven muestras del respaldo divino y cuando
pervierten sus ministerios es difícil que sus seguidores
logren entender la nueva realidad que les embarga.
No obstante a los fracasos, se debe señalar que el
arrepentimiento genuino conduce a la plena restauración
ministerial. Dios da tiempo para el arrepentimiento aun a
sus ministros, porque su amor es inmensurable.
Dios perdona y olvida los pecados de los que
genuinamente se arrepienten, pero el ser humano a veces
solo logra perdonar, y con condiciones, pocos saben
olvidar. En los casos que haya verdadero arrepentimiento,
se debe dar oportunidad a la restauración de los ministros.
Si Dios perdona y olvida el pecado, debemos también
saber perdonar y olvidar. La Biblia dice: “Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto” (Mt. 5:48).
21
“Como reconocer el llamado divino”
III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO
a. Señales del llamado divino
Hay señales que suceden alrededor de la vida de los
llamados al servicio divino que les confirma su legítimo
llamado, aparte de la prosperidad de su labor.
Aun antes que Dios le diera la promesa a David de que
sería rey, ya se manifestaba el poder Dios en su vida de
forma sobrenatural para enfrentar sus enemigos (1 S.
17:34-37). Cuando Moisés fue llamado por Dios
experimentó algo sobrenatural al ver ante él, una zarza que
ardía y no se consumía (Éx. 3:2). Dios convirtió la vara de
pastor de Moisés en una culebra y su mano se tornó
leprosa, para luego ser sanada como señal del poder de
Dios (Éx. 4). Dios inspiró la fe de Moisés con estas señales,
antes de comenzar su ministerio.
La misión de Moisés fue monumental y aunque no
todos los llamados al servicio ministerial pueden esperar
que Dios actúe en el mismo nivel de los personajes bíblicos
u otros ministros, lo importante es estar convencido de
haber sido llamado por Dios al servicio divino.
Los llamados no deben estereotiparse, cada uno es
distinto del otro, pero Dios, en su sabiduría infinita y
multiformes medios se lo hará entender a quiénes son
llamados al servicio del ministerio3.
Hay un principio que no cambia en la Biblia, a saber:
Dios es quien separa para el ministerio. Dios toma la
iniciativa en el llamado y espera una respuesta.
3
Este llamado se refiere especialmente al servicio en los
diferentes ministerios y no a la predicación del Evangelio, puesto que
todo cristiano es llamado a ser un testigo de Cristo.
22
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio
Al aseverar que todo ministro debe tener un llamado
legítimo al servicio ministerial, implica que se pueden
tomar posiciones ministeriales que no corresponden o que
no hayan sido asignadas por Dios. Esta es una de las
razones más importantes de entender el llamado divino.
Son innumerables los casos bíblicos de personas que
trataron de usurpar ministerios que no les correspondían y
fracasaron o fueron puestos bajo el juicio de Dios.
Saúl en un momento de desesperación ofreció
sacrificios a Dios que no le eran permitidos hacer y eso le
costó que su reino fuera de poca duración, aun siendo
llamado legítimamente por Dios y confirmado por el
profeta Samuel en su cargo (1 S. 13).
Otros personajes bíblicos recibieron juicios inmediatos
por usurpar ministerios que no les correspondían. Tal es el
caso de Coré y un séquito de personas que se levantaron
contra Moisés e hicieron sacrificios que no les
correspondían, sino a los sacerdotes levitas. Dios les
consumió con fuego del cielo por su rebelión (Nm. 16).
En el Nuevo Testamento se menciona a los hijos de
Esceva, quienes pretendieron echar fuera demonios como
hacía Pablo (sin vivir en santidad), pero los demonios no
obedecieron y fueron agredidos y avergonzados por
usurpar una autoridad que no les había sido conferida
(Hch. 19:13-16). Hay personas que por diversas razones o
intereses personales se autodenominan con un título
ministerial, sin haber sido llamados legítimamente. Dios
no respalda a quienes no hayan recibido llamado al
23
“Como reconocer el llamado divino”
ministerio.4 No significa que los llamados al servicio
ministerial no pasarán dificultades, pueden ser las mismas
circunstancias de cualquier ser humano. La diferencia será
que al final, Dios le dará la victoria a los llamados que
luchen con paciencia y mantengan firme su fe.
c. Cualidades de los llamados
Dios separa a sus ministros, sin importar su preparación
académica, posición social u otras cualidades individuales
que a la vista humana pudieran ser dignas de reputación.
Dios conoce el corazón de todo ser humano y el llamado al
servicio divino esta ajeno a los atributos que humanamente
puedan contar. Dios llama al servicio del ministerio a
quien Él quiere, basado en su omnisciencia (Él lo sabe todo).
David no llenaba los requisitos básicos de un guerrero
para pelear contra el gigante Goliat, ni siquiera podía
manejar correctamente las armas de guerra (1 S. 17:38-39).
Inicialmente, Saúl menospreció a David por su juventud y
poca experiencia en la guerra; pero David fue el único
israelita que pudo derrotar al gigante, porque su confianza
estaba puesta en Dios, no en sus propias fuerzas (1 S.
17:33). Desde la perspectiva humana, David no estaba apto
para gobernar Israel, pero para Dios era el elegido.
Cuando Dios llamó al profeta Samuel para ungir al
sucesor del rey Saúl en el reino de Israel, le dirigió a la
familia de Isaí. Este hombre hizo desfilar delante del
profeta siete de sus hijos y Samuel fijó su mirada en Eliab,
4
Aquí no se trata del servicio en general o la evangelización a lo
que todo cristiano ha sido llamado. Más bien, se trata de ministrar en
algún ministerio específico del reino.
24
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
quien poseía unas condiciones físicas típicas de un
guerrero, pero Jehová le respondió al profeta:
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer,
ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho;
porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón” (1 S. 16:7).
Los seres humanos se forman criterios por la impresión
que les causan los demás, pero Dios conoce el corazón de
todo ser humano y no se deja impresionar. Después que
desfilaron los siete hijos de Isaí, ninguno fue elegido por
Dios. El profeta preguntó si eran todos sus hijos e Isaí se
acordó que su hijo menor no había sido presentado al
profeta. Era el más insignificante de todos como candidato
y estaba ausente porque cuidaba las ovejas de su padre.
Nadie, ni aun el padre de David creía en su capacidad,
pues no le tomaron en cuenta, ni mencionaron su ausencia
mientras se elegía al escogido de Dios. David, pero cuando
fue traído ante el profeta Samuel, Dios le dijo:
“Levántate y úngelo, porque éste es” (1 S. 16:12b).
Dios no buscaba alguien con grandes atributos físicos que
se agenciara la gloria de las victorias que Él le daría a
Israel, sino alguien que reconociera la gloria de su poder.
David supo reconocer que Dios era su fuerza y de sus
debilidades aprendió a depender de Dios. No es que Dios
busca la gente más débil para que le sirvan, pero Dios
juzga de manera diferente a los seres humanos, porque Él
conoce el corazón. Jesús exhortó a los judíos, a no juzgar
por apariencias (Jn. 7:24). Los juicios basados en los
propios significantes pueden ser errados. El llamado al
ministerio debe nacer primero en el corazón de Dios y
después debe ser confirmado por el ser humano.
25
“Como reconocer el llamado divino”
IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO
a. La promesa del llamado
Dios elige y llama a una persona para que realice una obra
específica en su reino (visión) que usualmente va
acompañada de una promesa divina. En la Biblia se
encuentran varios casos similares. Al llamado de Abraham
se le unió una promesa de bendición:
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y
de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que
te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición” (Gn. 12:1-2).
Dios le dio promesa a Moisés, de sacar a Israel de la
esclavitud de Egipto y antes le mostró lo que sucedería:
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que
saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Y él
respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será
por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado
de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte”
(Éx. 3: 10-12).
En el nuevo pacto Dios llamó a Saulo y a Bernabé para un
ministerio específico por medio del Espíritu Santo:
“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la
obra a que los he llamado” (Hch. 13: 2).
Es evidente en la Biblia que el llamado al ministerio va
acompañado de ciertas promesas divinas relacionadas al
tipo de ministerio o labor de cada persona en el reino.
Aunque el llamado y los dones divinos son
irrevocables para quien lo recibe: Porque irrevocables son
26
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
los dones y el llamamiento de Dios (Ro. 11:29), la promesa
del llamado solo será el puntal de fe para alcanzarla.
Para que un ministerio logre consolidar y realizar su
ministerio debe mantener la fe hasta el final, sin importar
si se entiende o no la forma en que Dios lo llevará a cabo.
El cumplimiento de la palabra verdadera de Dios con
relación al ministerio solo puede ser impedido por la
persona que ha sido llamada, si no obedece hasta el final.
Aunque haya un llamado legítimo, su cumplimiento está
sujeto a la fe y obediencia de quien ha sido llamado al
ministerio. Eso implica que un llamado legítimo, se puede
menospreciar. En tal caso, Dios siempre cumple sus
propósitos utilizando a otra persona.
b. La aceptación del llamado divino
De la experiencia del llamado del profeta Isaías, se pueden
extraer importantes principios relacionados al servicio
divino (Is. 6). Isaías, fue trasladado a un escenario
espiritual donde Dios le hizo tener una experiencia
sobrenatural. Isaías se humilló en la presencia de Dios,
reconociendo que era indigno de estar en aquel lugar.
A pesar de ser trasladado a esta experiencia espiritual
donde pudo contemplar la gloria de Dios, Isaías no fue
obligado de inmediato a llevar el mensaje divino, aunque
Dios lo llevó hasta allí con ese propósito. Luego que Dios
le santificara para estar en su presencia, Isaías escuchó la
voz audible del Señor que lanzaba una pregunta al aire:
“¿A quién enviaré, y quién irá por Nosotros?” (Is. 6: 8a).
Dios lanzó una pregunta a quien la escuchara, aunque la
alusión era directa para Isaías. El respeto de Dios por el ser
humano se nota en esta experiencia. Dios prefirió que su
pregunta quedara abierta a la respuesta de algún
27
“Como reconocer el llamado divino”
candidato valiente y esperó que Isaías respondiera, en vez
de darle una orden.
Dios quería comunicar un mensaje a su pueblo y
necesitaba un mensajero. Aunque Dios mismo había
preparado de antemano aquel escenario y conocía la
disposición del corazón de Isaías, prefirió auscultar su
corazón a través de este llamado. Al escuchar el llamado
divino, prontamente Isaías respondió:
“Heme aquí, envíame a mí” (Is. 6:8b).
Dios le permitió a Isaías elegir entre obedecer o negarse.
Todo servicio a Dios es voluntario, aunque el señale a
alguien para servirle, esperará una respuesta.
El llamado al ministerio se puede rechazar y esa
desobediencia puede causar consecuencias y pérdidas en
quien lo desprecia, aunque Dios siempre llevará a cabo sus
planes con otras personas que se dispongan y acepten el
reto. En los planes divinos nadie es especialmente
indispensable. Dios solo cuenta con los que se rinden
voluntariamente a su servicio.
Dios puede tener un trato fuerte con aquellas personas
que resisten su llamado, pero sólo llevará al extremo de la
obediencia a los que en verdad lo desean en su corazón,
pero no encuentran las fuerzas para renunciar a lo que les
impide obedecer. Para que el llamado divino sea
consumado, es necesario que el ser humano acepte y
obedezca el plan divino, después de ser llamado.
c. La rendición al método divino
Todo llamado divino a cualquier ministerio tiene sus
propias características e implicaciones particulares. La
aceptación del llamado divino es el primer paso hacia el
28
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
pleno ministerio, pero a veces, el método para conquistar
las promesas divinas suelen ser el más grande escollo que
los llamados deben librar.
El llamado divino es incondicional, no depende de las
circunstancias y Dios llama a un rendimiento total a su
voluntad en el momento que Él lo pide:
“Y llamando a la gente y a los discípulos les dijo: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz y sígame” (Mr. 8:34).
Jesús mandó a sus seguidores a negarse a sus propios
deseos, para seguir su voluntad y que le dieran prioridad a
lo eterno, con relación a lo temporal (Mt. 8:19-22).
Hay quien se queda en esta primera etapa. Aceptan el
llamado divino, pero no les agrada el método que Dios
elige para llevar a cabo su voluntad. Usualmente se tiene
una idea preconcebida de cómo Dios podría llevar a cabo
su plan, pero los modelos humanos pueden ser totalmente
distintos y contrarios al designio divino. Esto puede
producir grandes frustraciones por no entender el plan
divino. Aunque la voluntad de Dios implique pasar por
ciertas dificultades; posteriormente se convertirán en
grandes victorias, a través de la fe. El método divino
siempre será el mejor.
La Biblia señala que las pruebas no causan gozo, sino
tristeza; pero después se tornan en grandes lecciones que
servirán de edificación para la vida de los hijos de Dios
(Hb. 12:11). Aunque el método divino sea diferente al que
se tenga en mente, sin duda será el más conveniente,
confiable y seguro. Dios es sabio y sus pensamientos son
más elevados y profundos que los humanos, porque Él
conoce el futuro (Is. 55:8-9).
29
“Como reconocer el llamado divino”
d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios
Hay principios divinos que rigen el reino de Dios que son
inherentes al carácter y la naturaleza divina, que
determinan su voluntad. La Biblia es clara en señalar que
sin fe es imposible agradar a Dios (Hb. 11:6). Eso implica
que nadie puede agradarle, sino es por medio de la fe. Dios
mismo provee la fe que necesitan sus hijos por medio de
sus promesas en la Biblia.
Los llamados divinos siempre van acompañados de
ciertas promesas, como el caso de Abraham: “Y haré de ti
una gran nación”. A veces con ciertas advertencias: “Vete de
tu tierra” (Gn. 12:1-3). En ocasiones específicas con señales
evidentes de su poder (Éx. 4) o con autoridad delegada
para actuar en Su nombre (Mt. 10:8).
Dios presenta su plan al ser humano y espera que se
ejecute por medio de la fe. Abraham salió de su lugar de
origen en obediencia a Dios, sin saber a dónde iba.
Dios comienza su obra desde el final. En su
presciencia, ya vio todo realizado y luego llama a una
persona para que realice esa obra que físicamente no se ve:
“El cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no
son, como si fuesen” (Ro. 4:17).
Dios, como arquitecto de la historia humana, primero
presenta la maqueta de sus planes y para ver la obra
original realizada, hay que creerle y actuar por la fe.
La fe deviene en obediencia. No se puede profesar
creerle a Dios, sin obedecerle. Abraham debió marcharse
de su tierra hacia un lugar desconocido en absoluta
obediencia a Dios, y sin saber específicamente a donde iba
o lo que le esperaba. La fe fue evidenciada por medio de su
obediencia.
30
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado
La voluntad humana es respetada por Dios. La disposición
de cada individuo cuenta en el llamado divino.
Cuando Pablo tuvo su encuentro personal con Jesucristo y
escuchó su voz en la ruta hacia Damasco, sus primeras
palabras fueron de sumisión a su voluntad:
“El, temblando y temeroso, dijo:
Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch. 9:6).
Pablo, convencido de que Jesús le había hablado, se rindió
inmediatamente para hacer su voluntad y le preguntó al
Señor qué debía hacer, en una actitud de obediencia al
llamado de Jesús y de renuncia a sus planes personales.
Jesús narró en una parábola, como la disposición del
ser humano a aceptar su voluntad influye en el servicio
ministerial. Comparando el reino de los cielos a un hombre
que necesitaba trabajadores para sus labores:
“Porque el reino de los cielos es semejante a un
hombre, padre de familia, que salió por la mañana a
contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido
con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a
otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo:
Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea
justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas
sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la
hora undécima, halló a otros que estaban desocupados;
y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día
desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha
contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y
recibiréis lo que sea justo” (Mt. 20: 1-7).
Este hombre de la historia fue al lugar donde los obreros
estaban esperando ser contratados para trabajar. Es el
31
“Como reconocer el llamado divino”
dueño de la viña quien toma la iniciativa, porque tiene
necesidad de trabajadores, pero los obreros también
estaban dispuestos a ser contratados, por eso estaban en la
plaza esperando una oportunidad.
Nadie que no estuviera dispuesto a trabajar estaría
esperando ser contratado. Dios es quien llama, pero la
disposición humana cuenta en la consumación del
llamado. Dios no hace nada en contra de la voluntad
humana. Aunque puede usar la corrección con sus hijos
para que le obedezcan, cuando resisten el llamado, no les
obliga (Job 5:17-18; Pr. 3:11-12; Hb. 12:5-6).
La expresión: “Porque nadie nos ha contratado”
explica que los obreros en mención estaban dispuestos a
trabajar, pero nadie los había contratado. Lo mismo sucede
en la viña del Señor, Él está buscando obreros, dispuestos a
servir en su reino (Mt. 9:37-38).
No se debe usar la excusa de no haber sido llamados
por Dios para no trabajar en su reino. No todos los
cristianos son llamados al pleno ministerio, pero todo
discípulo de Jesús debe ser un testigo, en fe, conducta y
palabra. No se deben mal interpretar estos dos conceptos.
Hay quienes enseñan como regla general que Dios solo
llama gente ocupada en lo secular, pero en el caso anterior
los llamados estaban desocupados, porque no había
empleo y Jesús los contrató para que le sirvieran.
32
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 2
EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO
____________________________________________________
I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN
a. Una visión espiritual
Toda persona llamada por Dios a realizar una obra en su
reino, recibe una visión acerca de lo que debe hacer. Esta
visión no se refiere a un éxtasis. En realidad, es un
proyecto del plan que Dios anticipadamente, ha preparado
para que se realice. A veces Dios lo pone en el corazón
(Fil. 2:13).
Dios llama al ministerio con un propósito específico y
es determinante conocerlo; de otra manera, será difícil
tener éxito ministerial. Este plan divino puede ser revelado
antes o durante el llamado; pero se debe orar diariamente
para que Dios devele la forma de ejecutarlo.
No se conocerán en su totalidad los detalles e
implicaciones de los proyectos divinos, pero se debe pedir
sabiduría a Dios para entender y obedecer sus directrices
paso a paso sin objeción, aunque no se entienda porque
suceden todas las cosas que Dios permita en el camino y
las que escapan a nuestro entendimiento. Dios obra por
medio de la fe de sus hijos y cumple a su manera lo que
promete, si se le cree y obedece hasta el final.
Para que una visión sea efectiva debe proceder primero
del corazón de Dios. Los planes puramente humanos, por
bien intencionados que sean, no producirán los resultados
deseados. En cambio, una persona que ha sido
genuinamente llamada por Dios verá el resultado de su
33
“Como reconocer el llamado divino”
servicio, porque trabaja a base de la visión que Dios ha
puesto en su corazón, no de sí mismo.
Cuando Dios llamó a Zorobabel a hacer la obra
monumental de restaurar la ciudad destruida de Jerusalén,
le dio una palabra que hace eco a través de los siglos, para
toda persona llamada al servicio divino:
“Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es
palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con
ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos” (Zc. 4:6).
Zorobabel necesitaba un gran ejército para sentirse
humanamente seguro ante la oposición de sus enemigos
en su tarea de reconstruir Jerusalén. Israel no tenía un
ejército formado, ni las armas necesarias para defenderse
de sus enemigos, pues los muros y la ciudad estaban
derribados. Dios le advirtió a Zorobabel, que no se
apoyara en sus propias fuerzas, que confiara en el poder
del Espíritu Santo para realizar la obra.
La confianza en Dios es más importante que los
mismos recursos con que se cuente en el ministerio; la
dependencia total de Dios es algo de lo que todo llamado
no debe prescindir o se expone al fracaso.
Toda persona llamada al servicio divino debe ser
dirigida por el Espíritu de Dios para realizar la obra del
ministerio. La sola confianza en sí mismo (intelecto,
influencias, poder, dinero, profesión o capacidad propia) es inútil
para hacer la voluntad de Dios, se debe depender
totalmente de Él, todo el tiempo, para no perder el rumbo.
34
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio
Dios revela sus planes directamente a la persona que Él
llama al ministerio y no se debe esperar que los demás
entiendan o acepten dicho llamado, pues puede conducir a
la frustración. La visión ministerial legítima puede ser
controversial, porque exige cambios. Es de esperar la
oposición porque se desarrolla en un mundo hostil
entregado al pecado.
Dios deposita su visión en personas que Él escoge,
tengan o no una posición social, económica o preparación
académica. Dios conoce el corazón de sus hijos y no espera
que le impresionen. Dios suele glorificarse en personas que
no tienen mucho en que confiar y a los que tienen a veces
les despoja de todo aquello en lo que pudiesen confiar para
que aprendan a depender totalmente de Él.
Cada visión posee un modelo único y no se debe
parecer a la de otro llamado. A veces los retos que Dios
llama a emprender son totalmente diferentes a los que ya
están establecidos como norma. Dios siempre sorprende
con cosas nuevas, aunque sus planes siempre se ajustan a
lo establecido en la Biblia, nunca la contradicen.
Cuando Dios dirige a sus hijos por medio de su
Espíritu Santo a hacer una obra en su reino, la victoria está
garantizada, porque Dios ya vio todo realizado de
antemano, solo espera que se le crea para verlo realizado.
Todos los recursos necesarios han sido preparados y
suplidos de antemano por la providencia divina (Ro. 4:17).
c. Dios transforma la vida de quien recibe la visión
Quien recibe el llamado al servicio divino es transformado
a fin de cambiar la vida de otros. Nadie que no haya sido
35
“Como reconocer el llamado divino”
tocado por el poder divino podrá afectar positivamente la
vida de otros.
La visión cambia y transforma a quien es llamado al
servicio ministerial, para elevarlo al nivel de fe y
conocimiento que Dios quiere llevarle a fin de impactar a
los demás. Primero tiene que haber una transformación en
quien recibe la visión, para poder impactar a otros.
Moisés usó como excusa muchos temores personales que
le impedían cumplir con el llamado divino. Pensó que no
le creerían porque carecía de poder militar para enfrentar a
Faraón. También trató de evadir el llamado divino con el
pretexto de no ser un hombre elocuente para hablar. Dios
confrontó a Moisés y le hizo superar esas limitaciones (Éx.
3 y 4:1-17).
Quien es llamado al ministerio primero sufre una
transformación en su vida. Moisés no fue el mismo desde
el día que Dios le llamó y vio su poder manifestado (Éx. 3).
David no fue igual desde que la unción de Dios se
manifestó en su vida y podía vencer osos y leones por el
poder de Dios (1 S. 17:34-37). Saulo cambió el día en que
Jesús se le apareció camino a Damasco (Hch. 9:1-19).
Una persona transformada por el poder de Dios no
puede pensar como el común de los humanos. Cuando
Moisés envió los espías para observar la tierra de Canaán
que Dios había entregado en sus manos, la mayoría de los
que fueron se atemorizaron a causa de las ciudades
fortificadas y los gigantes de aquellas tierras. Pero, Caleb y
Josué no se enfocaron en los gigantes ni en los muros, ellos
vieron lo que Dios quiso que vieran, porque su visión
había sido transformada por el poder que Dios había
mostrado a través de Moisés (Nm. 13, 14).
36
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
La visión puede causarles miedo a los incrédulos que
pueden causar el rechazo o el menosprecio del líder. A
Josué y a Caleb el pueblo les quiso apedrear por señalar
que esos pueblos cananeos serían como un bocado de pan
para Israel. Pero fueron librados por el poder de Dios de
las manos del pueblo, siendo los únicos de aquella
generación que posteriormente poseyeron la tierra a causa
de su fe (Nm. 14). Los demás perecieron en el desierto.
Jesús impartió su visión a doce personas que Él escogió
y por medio de ellos transformó al mundo por el poder del
Evangelio. La visión divina transforma para bien la vida
de quien la recibe, para que pueda impactar a otros. El
plan de Dios no busca intereses mezquinos, no pretende
crear famosos, siempre persigue el objetivo de bendecir a
toda la humanidad (Hch. 3:25).
d. El impacto de la visión divina
La visión divina causará un impacto en la persona
llamada, su familia y comunidad. Es posible que alcance a
toda una generación y hasta puede marcar la historia. Pero
habrá reacciones diferentes en los vecinos.
Es casi seguro que habrá imitadores de los verdaderos
llamados divinos, pero estarán destinados al fracaso. No
tiene nada de malo imitar lo bueno de un ministerio. Pablo
señala: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1
Co. 11:1). Sin embargo, cuando alguien consciente o
inconscientemente trata de usurpar un llamado divino,
tomando posiciones ministeriales que no han sido
aprobadas por el Señor, puede causar gran confusión
alrededor de los llamados genuinos, pérdidas personales,
y hasta herejías destructivas. El peligro es inminente.
37
“Como reconocer el llamado divino”
Se pueden imitar las buenas acciones y hasta las claves del
éxito de otros llamados al ministerio, pero no se puede
imitar su llamado per se. El llamado al servicio del
ministerio solo procede de Dios y es muy individual.
La persona llamada por Dios puede impactar la vida
de los que le conocen si obedece a Dios, de tal manera, que
parecerá que muchos se unen a la causa, pero con el paso
del tiempo se podrá notar que no todos están dispuestos a
obedecer y seguir el llamado al servicio divino.
Quienes reciben el llamado al servicio del ministerio y
son obedientes, pueden hacer cosas más grandes que sus
propios maestros. Jesús mismo, al finalizar su obra en la
tierra les dijo a sus discípulos que ellos verían cosas
mayores de las que Él manifestó, porque Él estaría a la
diestra del Padre para interceder por sus hijos (Jn. 14:12).
Pero se debe tener el cuidado de darle voluntariamente
a Dios toda la gloria. El Señor no obliga a los llamados a
que le atribuyan la gloria de sus victorias. Será deber de los
llamados reconocer quien les envió e inclinar totalmente el
corazón de sus discípulos al señorío de Cristo, no a la
adoración del ser humano.
Los seres humanos pueden influenciar grandes masas
de gentes para bien o para mal. Generaciones completas
han sido influenciadas por los ideales de otras personas.
Unos han sido dirigidos a la perdición por falsos maestros;
otros han sido transformados para bien y dirigidos a
eterna salvación por hombres y mujeres llamados
genuinamente por el Señor al servicio del ministerio.
38
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO
a. La oposición a la visión divina
Es típico que una persona llamada al servicio ministerial
sufra oposición, porque los ministros son delegados por
Dios para ejercer autoridad en la tierra, donde operan las
fuerzas del mal. Además, la maldad del corazón humano
también se opondrá férreamente a dichos propósitos. Los
llamados deberán luchar contra la oposición de Satanás,
los seres humanos y aun contra su propia voluntad.
La incomprensión de los llamados, aun de parte de las
personas más allegadas, suele ser una de las consecuencias
más comunes que sufre quien es llamado al servicio
ministerial, pues no todos gozarán del mismo nivel de fe y
revelación que posee quien ha recibido el llamado.
Jesús mismo fue incomprendido por Pedro, quien tenía
unas expectativas diferentes (un reino terrenal inmediato).
Jesús tenía el objetivo de salvar a la humanidad por medio
de su sacrificio y Pedro quería librarle de la cruz (Mr. 8:33).
Jesús fue tildado de endemoniado y loco por los judíos:
“Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí;
¿por qué le oís? (Jn. 10:20). Cuando Jesús declaró
abiertamente ser el Mesías de Israel, sus mismos familiares
creyeron que se había vuelto loco: “Cuando lo oyeron los
suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera
de sí” (Mr. 3:21). Aun los hermanos de Jesús creyeron en el
Él hasta después de su muerte (Jn. 7:1-5).
Los llamados al ministerio deben prepararse para
enfrentar la oposición, no pueden esperar que todos
entiendan o crean su llamado al servicio ministerial.
Solamente asegúrese que haya sido Dios quien le llamó.
39
“Como reconocer el llamado divino”
Cuando David, por inspiración divina, trató de luchar
contra Goliat fue criticado por sus hermanos de querer
abandonar el cuidado de las ovejitas de su padre para ser
espectador de la batalla. Su decisión de enfrentar al
gigante fue ridiculizada y menospreciada como un acto
descabellado y arrogante (1 S. 17:28). Sus propios
hermanos no entendieron el llamado de David.
b. Confrontando la oposición externa
La fe no está lejos de la razón en los que le creen a Dios. El
convencimiento propio acerca del poder de Dios brinda
seguridad en las promesas divinas a los llamados al
ministerio. La fe está íntimamente vinculada al llamado
divino. Dios espera que se den pasos de fe para alcanzar
las promesas. Dios obra por medio de la fe de sus hijos.
Dios llama al servicio ministerial sin condiciones e
independientemente de las circunstancias que rodean cada
ser humano. La obra de Dios depende totalmente de Él, no
de las circunstancias de quien es llamado al ministerio.
Se debe estar preparado para enfrentar con sabiduría y
valor los retos y la oposición al plan divino. Los llamados
al servicio ministerial deben disponerse a obedecer a Dios
por encima de las circunstancias y obstáculos del camino.
Como Dios no obra de acuerdo a los cánones humanos,
no se debe esperar que los demás entiendan tan claro el
plan de Dios como lo percibirá quien ha recibido el
llamado ministerial. Desde la perspectiva bíblica pareciera
que la lucha más enconada de toda persona llamada al
servicio ministerial, es la oposición de los hombres.
Moisés debió enfrentar la oposición del Faraón. David
recibió férrea oposición del rey Saúl, antes de alcanzar las
40
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
promesas. En una ocasión David dijo que prefería que Dios
le castigara por sus errores, antes que caer en manos de sus
enemigos (2 S. 24:14). David entendía que el ser humano
no tiene misericordia, pues detrás de cada intención de
maldad, está Satanás.
La lucha contra los seres humanos puede ser muy
hostil. No obstante a las armas espirituales que Dios le ha
proveído al cristiano para vencer el mal; el amor será la
más poderosa para vencer a los enemigos físicos (1 P. 4:8).
Toda persona llamada al servicio ministerial debe estar
preparada para recibir oposición a su llamado o sufrirá
grandes decepciones y hasta el fracaso en su ministerio.
Los llamados al ministerio deben tomar la firme decisión
de obedecer a Dios por encima de la voluntad humana,
cuando haya que decidir entre ambas.
Dios mostrará su voluntad divina a los llamados, pero
obedecer el llamado es una decisión personal. Dios puede
quitar los obstáculos del camino y obrar en las
circunstancias difíciles o las personas que se oponen al
llamado; pero en ocasiones Dios usa estas circunstancias
adversas para formar el carácter de sus hijos y hay que
estar dispuestos a que Dios obre su propia justicia por
encima de los sentimientos personales (Ro. 12:19).
c. Confrontando la lucha interna
Si la oposición humana hiere el corazón de todo hijo de
Dios, la lucha interna entre la voluntad humana y la divina
es la batalla que más confusión y problemas causa a los
llamados al servicio ministerial.
La lucha interior es la batalla más grande, puesto que
Cristo derrotó a Satanás y la fe vence al mundo, pero quien
controla la voluntad humana sino el mismo ser humano.
41
“Como reconocer el llamado divino”
Mantener sometida la voluntad personal a la de Dios
constituye uno de los retos más grandes de los llamados al
servicio ministerial, pues el conflicto del pecado original
que desató el caos en la humanidad fue la falta de
obediencia a Dios. El problema número uno del ser
humano es que su carácter no se ajusta a la voluntad de
Dios.
Anteriormente explicamos que Dios primero muestras
sus planes antes que se realicen (Ro. 4:17). Eso implica que
la persona llamada al ministerio recibirá una obra para
realizar durante su ministerio, pero la base sobre la que
estará fundada esa visión será la fe de quien la recibe.
Durante el proceso en que se devela el plan divino, la
visión deberá sostenerse por la fe de quien ha recibido el
llamado ministerial.
Eso provocará una lucha constante, pero normal, entre
lo que Dios ha prometido y la razón humana. A veces la
razón y la lógica dirán todo lo contrario a las promesas
divinas. Habrá momentos como el de Cristo en la cruz,
cuando parece que todo se detiene en el plan divino y con
la impresión de que Dios ha desaparecido del escenario y
nos ha abandonado (Mt. 27:46). La fe será probada antes de
ver los resultados esperados en el ministerio.
El verdadero reposo en las promesas divinas llega
cuando se deja de esperar que Dios aparezca en el camino
y existe la convicción de que Él está presente y presto a
cumplir lo que ha prometido, aunque no se vea nada.
Aunque las circunstancias sean adversas, no se debe
permitir que la falta de fe llegue al extremo de invalidar las
promesas divinas, pues sin fe es imposible agradar a Dios.
Pero Dios es capaz de resucitar la fe muerta.
42
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Habrá momentos que la fe en las promesas puede faltar,
pero siempre se puede luchar y esperar que Dios restaure
la fe. Dios está presente en cada circunstancia de sus hijos,
aunque no se muestre de la misma manera todo el tiempo.
Dios puede permitir que se agote toda esperanza para
glorificar su Nombre con un milagro.
Desde la perspectiva humana quizá se perciba a un
Dios ausente o presente, porque a veces Dios muestra su
poder y otras veces guarda silencio. Pero desde la
perspectiva divina siempre está presente, pues las señales
son manifestaciones de su poder, no su esencia. Dios lo
llena todo (Ef. 1:23).
Eso sería como pensar que si una persona no está
presente físicamente por eso no exista, aunque este en otro
lugar. Asimismo, Dios siempre está presente, no se puede
pretender que haga un milagro sobrenatural todos los días
para evidenciar su presencia. Él es, el que Es (Éx. 3:14).
La fe solo depende de la misma fe en las promesas de
Dios. En el transcurso del llamado se debe depender
absolutamente de Dios. La fe debe sobreponerse a las
circunstancias, a lo que se percibe, piensa o se cree
individualmente. Es ver a lo invisible (Hb.11:37).
43
“Como reconocer el llamado divino”
III. TESOROS EN VASOS DE BARRO
a. Toda gloria le pertenece a Dios
Todo llamado debe tener cuidado con los comentarios
buenos o malos que sucedan a su alrededor. Muchos
ministros han fracasado por prestar su oído a las críticas.
Los llamados deben aprender a tener plena confianza en la
protección divina durante sus ministerios. Este es uno de
los beneficios más importantes de la seguridad de haber
sido llamado por Dios al ministerio.
Todo ministro será atacado constantemente por las
fuerzas del mal y los seres humanos; pero, un ministro
seguro de su llamado no temerá las amenazas de los
hombres, ni las de Satanás, si mantiene firme su fe en Dios.
Por otro lado, existe el peligro de sucumbir a la
tentación de la fama y el orgullo. Todo ministro debe
reconocer que todos sus logros se los debe a Dios. Es
peligroso tomar para sí mismo la gloria y los méritos que
le pertenecen solamente a Dios.
Las personas llamadas al ministerio deben tener sumo
cuidado con los halagos que reciben de los demás. Muchos
se confunden al no entender que solo son instrumentos en
las manos de Dios y administradores de los bienes del
reino, no dueños (1 Co. 3: 4-7 y 21-23, 4:1).
Las palabras de alabanza de las demás personas se
deben tomar con mucha mesura en el ministerio. Se debe
mantener un concepto bien equilibrado de sí mismos, para
no caer en condenación (Ro. 12:3). No se pueden evitar los
halagos, pero se puede llevar voluntariamente toda gloria
y honor a Dios, a quien le pertenecen.
44
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Pablo le dio a Timoteo uno de los consejos más
importantes para los llamados al servicio ministerial:
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en
ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los
que te oyen’’ (1 Tim.4:16).
Pablo advierte que uno de los peores enemigos del ser
humano habita en su propia carne. Por eso le advierte a
Timoteo, ‘’ten cuidado de ti mismo’’. El cuidarse de sí
mismo resultará en la salvación de la propia vida y de los
que oyen el mensaje. Quien no se cuide de sí mismo puede
tener grandes pérdidas y hasta podría caer en condenación
y consecuentemente perder a sus seguidores.
Pablo señala que los dones y ministerios proceden y
pertenecen solamente a Dios:
‘’Porque ¿quién te distingue? ¿O que tienes que no
hayas recibido? Y si lo recibiste ¿Por qué te glorias
como si no lo hubieras recibido?’’ (1 Co. 4:7).
El ser humano es solo un recipiente temporal de los
talentos divinos que a Dios le place servirse de él para su
uso, pero que es inverosímil que se atribuya alguna gloria:
‘’Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que
la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros’’
(2 Co. 4:7).
La inteligencia, sabiduría, fuerza, habilidad y cualquier
otro talento o don espiritual proceden de Dios. Los
ministros deben practicar y enseñar a sus discípulos a dar
todo mérito a Dios. Dios no obligará a nadie a que le
reconozca. El da los dones y los ministerios, pero llevar la
gloria de ellos a Dios, es un deber personal.
La idolatría de los ministros corre en dos vías
peligrosas que se deben evitar, la interna y la externa. La
interna se vence reconociendo a Dios en todo y dándole
45
“Como reconocer el llamado divino”
voluntariamente toda la gloria. Ignorando los halagos y
evitando la búsqueda de reconocimiento de los hombres.
La externa se vence por medio de la enseñanza. El líder
debe enseñarles a sus discípulos a dirigir toda gloria a
Dios, presentándose como un servidor de Dios y
rechazando la idolatría personal.
b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina
El peor enemigo que tiene todo ser humano, es su propia
voluntad. Dios le dio la capacidad de decidir por sí mismo
lo que quiera hacer. Seguir a Jesús implica negarse a sí
mismo, tomar la cruz y seguirle voluntariamente (Mt.
16:14). Es rendir la voluntad propia para hacer la de Dios.
Este es uno de los retos más grande de los hijos de Dios.
Dios hace nacer de nuevo al cristiano por medio de su
Espíritu y una nueva criatura se forma en el interior del ser
humano desde que recibe a Jesús como salvador personal.
No obstante, Dios no inhibe la voluntad de sus hijos y el
cristiano sigue teniendo la capacidad de decidir por sí
mismo. Eso implica que voluntariamente toma su cruz cada
día y sigue a Cristo. Es a través de las circunstancias de la
vida diaria que Dios perfecciona el carácter de sus hijos, a
veces por medio de la adversidad o la prueba de nuestra
obediencia.
El reto más grande del cristiano es rendir y someter su
voluntad a la de Dios, solo así puede ser útil en las manos
de Dios. Cuando esto se logra, el cristiano es solo un
instrumento en las manos de Dios, pues Dios es quien hace
la obra. Pablo reconoció que no era él, sino la gracia de
Dios en su vida, la que le permitía realizar la obra de Dios
en la tierra:
46
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia
no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado
más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo 1 Co. 15:10).
Cuando se reconoce que nuestra labor en el reino de
Dios no es producto de algún mérito personal, sino por
nuestra capacidad de someternos a la voluntad divina,
tendremos menos razones para gloriarnos en las cosas que
Dios nos permita realizar en la tierra para su gloria.
En el pasaje anterior, Pablo quiso gloriarse al principio;
pero, inmediatamente se corrige asimismo señalando que
no era él, si no Dios a través de él quien hacia posible su
trabajo ministerial.
Pablo cuidaba su corazón para no caer en vanagloria,
reconociendo que Dios es quien hace la obra por medio de
nuestra obediencia. En una ocasión, Pablo no se menciona
asimismo como el hombre que fue trasportado al cielo
para no gloriarse, solo dice que conoce a tal hombre:
“Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a
las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a
un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el
cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al
tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó
palabras inefables que no le es dado al hombre
expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo
47
“Como reconocer el llamado divino”
en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (2 Co.
12:1-5).
c. Los enemigos gratuitos
En el principio, Caín mató a Abel solo por envidia. Esa
reacción de los primeros humanos después de la caída
demuestra la maldad del corazón humano. En el proceso
del ministerio se debe luchar contra enemigos gratuitos.
Saúl se hizo enemigo a muerte de David por celo
ministerial. Estos celos pueden venir de allegados,
consiervos del ministerio y del menos pensado.
Habrá personas que no soportarán el éxito de algún
ministro y le harán guerra sin razón para perjudicarles.
Otros verán a un ministro ya realizado, sin conocer su
trayectoria. Estos le juzgarán por su presente sin conocer
todo el proceso que ha pasado para llegar a obtener lo que
Dios le ha regalado.
Las acusaciones en el ministerio son inevitables, pero
se debe aprender a manejarlas. Generalmente todo
ministro debe permitir que Dios le defienda de sus
enemigos y de testimonio de su vida. En ocasiones habrá
que defenderse sabiamente o adelantarse para advertir las
falsas acusaciones y las mentiras de Satanás.
48
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 3
ABRAHAM: “Fe sin límites”
____________________________________________________
I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO
a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe
Abraham marcó a su generación con su inquebrantable fe
en Dios y su asombrosa fe estaba destinada a servir de
inspiración a todos los llamados al servicio divino de todos
los tiempos. Por eso se le llama el padre de la fe.
Cuando Dios llamó a Abraham, le ordenó abandonar
todo lo que poseía (familia, tierra, cultura, etc.) para lanzarse
a un reto de fe. Aun procediendo de una familia de
costumbres paganas, Abraham se atrevió a creer en Dios
sin titubear; pero durante el proceso de su llamado su fe
fue constantemente probada.
Usualmente, cuando Dios llama a alguien al servicio
ministerial le hace promesas de bendición. La Biblia señala
que Dios premia a los que le buscan con integridad de
corazón (Hb. 11:6). Dios le prometió a Abraham que haría
de él una gran nación y le entregaría una tierra por
herencia a su descendencia. Abraham debía creer las
promesas, antes de ver los resultados reales:
“Pero Jehová había dicho a Abraham: vete de tu tierra y
de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que
te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los
que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las naciones de la tierra” (Gn. 12: 1-3).
49
“Como reconocer el llamado divino”
Dios retó a Abraham a que abandonara su tierra y
familiares para poseer una tierra lejana y desconocida que
le mostraría posteriormente. Abraham debía confiar
totalmente en las palabras de Dios y explorar lugares
desconocidos, hasta llegar a dicha tierra. Lo único seguro
que poseía Abraham era la promesa de Dios y su fe tendría
que sostener la visión.
La garantía del éxito de quien es llamado al servicio
divino no estriba en su propia capacidad, sino en la fe en
las promesas de Dios. Por eso es imperativo estar seguro
del llamado divino, antes de comenzar un ministerio.
El llamado de Abraham implicaba abandonar su tierra.
Él debía comenzar una nueva vida donde Dios le guiaría.
Esto le impedía mudarse a otro lugar o regresar a su tierra.
Abraham pudo ser cuestionado por familiares y
amistades acerca de su decisión. Las promesas de Dios a
veces van en contra de la lógica. Pero, alguien dijo que:
“Dios no ha llamado a sus hijos a cuestionarle, sino a
obedecerle’’. Y el justo por la fe vivirá (Ro.1:17).
Abraham no tenía hijos cuando Dios le llamó, por eso
tomó a su sobrino Lot al salir de su tierra. Quizá con la
esperanza de que este le pudiera heredar. Pero Lot creció,
enriqueció y se separó de Abraham. La esperanza de
Abraham de que su sobrino le heredara se esfumó.
Después que Abraham conoció la tierra que Dios le
entregaría, el proceso de prueba de su fe continuó. Al no
tener hijos, la promesa de hacer de él una gran nación era
irónica. Fue cuando Abraham tenía cien años y su esposa
noventa que Dios les prometió darles un hijo (Gn. 17:17).
Abraham creyó fielmente a Dios, porque no miraba lo
que se podía palpar, sino a lo invisible (Hb. 11:8-19). Dios
50
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
alentó a Abraham prometiéndole que la tierra que
habitaba sería para él y su descendencia:
“Dijo también Abram: Señor Jehová, ¿Qué me darás,
siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa
es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abraham: Mira
que no me has dado prole, y he aquí que será mi
heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él
palabra de Jehová diciendo: No te heredará éste, sino un
hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le
dijo: Mira los cielos, y cuenta las estrellas si las puedes
contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a
Jehová y le fue contado por justicia” (Gn. 15: 3-6).
La grandeza de la fe de Abraham consistió en creerle a
Dios por encima de las limitaciones. La promesa de
herederos no tenía lógica, por el estado de climaterio en
que habían entrado él y su esposa. Es típico que Dios llame
a sus hijos al servicio ministerial en medio de
circunstancias donde no hay recursos, ni formas visibles
para que la visión se realice, salvo por medio de la fe.
b. La fe es probada durante el llamado
Durante el proceso del cumplimiento de las promesas
divinas surgen pruebas de la fe. Abraham había dado
grandes pasos de fe en obediencia a Dios. Ya había visto
cumplida la promesa del nacimiento de su hijo Isaac, como
Dios se lo había prometido (Gn. 21). Pero Dios quería que
mantuviera una fe viva y firme hasta el final de su vida
(Gn. 17:1).
La fe no es un ente estático, es activa y práctica. Como
tal, Dios la prueba constantemente. Este es un misterio
divino. En cierta ocasión el rey David expresó que Dios
prueba la mente y el corazón de sus hijos (Sal. 7:9). Job
51
“Como reconocer el llamado divino”
también se preguntaba porque Dios siendo tan
todopoderoso se preocupaba en probar el corazón del ser
humano (Job. 7:18). Dios no tienta a nadie, pero es justo y
prueba la fe de sus hijos, antes de bendecirles.
Dios le pidió a Abraham que sacrificara el único hijo
que le había dado en su vejez. El que había esperado para
que le heredara. Aun sabiendo que era su única esperanza
para que Dios cumpliera su promesa. Era como si su fe
estuviera siendo doblemente probada y ahora a mayor
escala. Pero Abraham accedió sin objeción alguna:
“Aconteció que después de estas cosas, que probó Dios
a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme
aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a
quién amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”
(Gn. 22: 1-2).
Esta es la máxima prueba de la fe de Abraham en Dios. Si
el trayecto de creerle a Dios por un hijo había sido largo y
tedioso, difícil era creer que Dios le pidiera el hijo de la
promesa en sacrificio. Esto contradecía la promesa para su
descendencia y truncaba el plan de Dios para Abraham.
Pero no es extraño que Abraham le creyera a Dios,
pues ya había demostrado en cada paso de su vida que su
fe era inquebrantable y se acrecentaba más con cada
prueba. Abraham estaba dispuesto a obedecer hasta lo
imposible y su fe había alcanzado el nivel de desarrollar
una amistad con Dios (Stg. 2:23).
Abraham no renunció sacrificar su único hijo, porque
estaba seguro que para Dios nada es imposible:
“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho,
edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a
52
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y
extendió Abraham su mano para degollar a su hijo.
Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo,
y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le
hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por
cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Gn. 22: 9-12).
Esta prueba de fe para Abraham reveló su convicción en
las promesas de Dios. Dios no quería quitarle nada a
Abraham, solo quería que dependiera totalmente del
poder divino.
Este acto de obediencia de Abraham se erige en las
Escrituras como un monumento de fe digno de emular y
sirve de estímulo a todas las generaciones posteriores a él,
por lo que fue capaz de hacer solo por medio de su fe.
Abraham se graduó con honores en la prueba de su fe
y creyó contra toda esperanza que Dios era capaz de hacer
lo imposible. Dios no pide más que sus hijos le crean para
cumplir sus promesas de bendición.
c. Hay que creer… Antes de ver
Abraham murió a la edad de 165 años (Gn. 25:7), y aunque
habitó la tierra prometida, no la recibió en posesión legal,
pues la promesa era para su descendencia. Pero por la fe
vivió en tiendas y no edificó casa, ni sus hijos:
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para
salir al lugar que había de recibir como herencia; y
salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como
extranjero en la tierra prometida como entierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de
la misma promesa. Porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto es Dios. Conforme a la fe
53
“Como reconocer el llamado divino”
murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, y
saludándolo, y confesando que eran extranjeros y
peregrinos sobre la tierra” (Hb. 11: 8:13).
Abraham no recibió en vida la tierra prometida como
posesión legal y murió creyéndole a Dios. Dios le prometió
que su descendencia la poseería totalmente y fue más de
400 años después que la promesa se hizo realidad, cuando
el pueblo de Israel regresó de la esclavitud egipcia.
Abraham no necesitaba tanta tierra para habitar, por
eso Dios le entregó la totalidad de la tierra a su
descendencia cuando era necesaria para albergar a todo el
pueblo que descendió de Egipto. Lo impresionante de le fe
de Abraham es que murió creyéndole a Dios, esperando el
cumplimiento total de la promesa, sin cuestionar a Dios
por su forma de cumplir lo que prometió.
El escritor señala que esta tierra que Abraham
esperaba, era simbólica de la ciudad y morada eterna de
Dios, la cual Abraham heredó por su fe al morir.
Toda la paciencia que el cristiano desarrolla en la tierra
para alcanzar las promesas divinas, sirve de ejercicio para
heredar las cosas eternas.
La vida de Abraham es aleccionadora acerca del valor
de la fe y como esta será probada antes de ver realizadas
las promesas divinas. Además, la vida de Abraham
muestra que a Dios solo le basta la fe de sus hijos para
obrar milagros, pues Él es quien hace posible todas las
cosas.
54
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 4
MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo”
____________________________________________________
I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO
a. Moisés renunció a las riquezas de Egipto
Los judíos crecieron como un pueblo enclavado dentro del
imperio egipcio. Se habían trasladado allá a causa de una
hambruna, ayudados por José, hijo de Jacob. Moisés fue un
judío que llegó a ser príncipe del imperio egipcio, al ser
adoptado como hijo por la hija de faraón. Moisés gozaba
de todas las prerrogativas de la realeza egipcia:
“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse
hijo de la hija de Faraón. Escogiendo antes ser
maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores
riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los
egipcios, porque tenía la mirada en el galardón. Por la
fe dejó Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se
sostuvo como viendo al invisible” (Hb. 11: 24-27).
Moisés renunció a los honores y privilegios que le eran
inherentes en virtud de ser un príncipe egipcio, a fin de
defender a su pueblo de la injusta esclavitud a la que eran
sometidos. Moisés, en su afán de hacer justicia por su
propia cuenta, mató a un egipcio:
“En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió
a sus hermanos, y los vio en duras tareas, y observó a
un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus
hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que
no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la
55
“Como reconocer el llamado divino”
arena. Al día siguiente salió y vio a dos hermanos que
reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué
golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha
puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas
matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés
tuvo miedo, y dijo: ciertamente esto ha sido
descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hacho,
procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó delante de
Faraón, y habitó en la tierra de Madian” (Éx. 2: 11-15).
El asesinato del egipcio significaba para el Faraón la
rebelión de Moisés contra su reino, una traición para el
imperio. Al saber que el hecho había quedado al
descubierto por el Rey; Moisés no tuvo más alternativa que
huir de la casa real, pues con su acto se rebelaba contra el
rey egipcio e implicaba la renuncia a sus privilegios en el
reino.
Moisés quiso hacer justicia por sus propios medios,
pero más tarde comprendería que en la vida no basta con
tener buenas intenciones. Se debe estar seguro de haber
sido enviado por Dios y esperar el tiempo correcto para
tener éxito en cualquier obra que se emprenda (Éx. 33:15).
Aunque la intención de ayudar a sus hermanos era de
genuino proceder en el corazón de Moisés, debía esperar el
tiempo del llamado divino para cumplir su misión de
libertador.
Dios tiene un tiempo determinado para ejecutar sus
planes, no puede ser antes, ni después. Nadie puede
coaccionar la voluntad de Dios. Moisés creyó que sus
convicciones en un Dios justo eran más importantes que
todas las glorias de Egipto. Pero su osada e ingenua
56
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
decisión de defender su pueblo con sus propias fuerzas fue
el fin de todo lo que disfrutaba como nieto del Faraón.
Pero Moisés prefirió ganarse el repudio del imperio
antes de vender a sus parientes, negociar sus convicciones
y ser partícipe de la injusticia. Moisés debió escapar por su
vida, renunciando a sus derechos temiendo morir a manos
del Faraón. La sinceridad e inexperiencia de Moisés (típicas
de la juventud) serían utilizadas más tarde por Dios para
llevarlo a una escuela de formación de su carácter para
hacerle un gran juez y libertador de su pueblo a su tiempo.
b. Moisés en la escuela del desierto
De la cuna noble de los faraones, Moisés pasó a ser un
fugitivo. De la alta alcurnia del imperio egipcio, Moisés
descendió a ser pastor de ovejas, un trabajo despreciable
entre los egipcios (Gn. 46: 34). Finalmente, pudo más su
convicción por la justicia y el amor a su pueblo que era
esclavizado injustamente.
Dios tenía un camino mejor para la vida de Moisés y la
sabiduría que había adquirido de los egipcios le serviría
posteriormente para liberar y gobernar a su nación.
En el plan de Dios, Moisés estaba prestado a Faraón
para que lo educaran a fin de realizar la obra que Dios le
asignaría. Pero, cuán difícil es para el ser humano entender
las cosas desde la perspectiva divina. Muchos llamados se
fraguan en medio de situaciones difíciles, desprecio,
vejación, cárcel, destierro, etc. Es casi inverosímil creer que
Dios tornará esas malas experiencias para transformarlas
en un bien personal, de otros y de su reino (Ro. 8:28).
La vida de estos hombres de fe de la Biblia evidencia
que en Dios no hay pérdidas. Moisés pasó de una cuna de
oro a la inopia. Pero Dios estaba con él y su tiempo no fue
57
“Como reconocer el llamado divino”
perdido, sino de formación para que Dios hiciera de él una
persona de carácter firme para enfrentar los retos que le
deparaba su futuro inmediato.
c. Moisés responde al llamado divino
Es evidente que los personajes bíblicos debieron pasar
situaciones difíciles, antes de lograr las promesas que les
hiciera el Señor. Moisés sentía la inquietud de ayudar a la
liberación de su pueblo, pero fue hasta cuarenta años
después de haber huido de Egipto que Dios lo llamó para
liberar a Israel de la esclavitud. Moisés ya no era guiado
por un sentimiento totalmente emocional o consanguíneo,
sino por un llamado divino. Esa era la diferencia del caso.
Aunque se tenga todo el deseo de servir a Dios, se debe
esperar el tiempo señalado por Dios para ejecutar su obra.
Adelantarse o atrasar los planes divinos puede causar
grandes pérdidas. Debe existir total armonía entre la
voluntad de Dios y los anhelos personales durante el
llamado.
Dios usó la estadía de Moisés en el desierto para su
formación personal. Quizá Moisés había perdido toda
esperanza de liberar a su nación, ya que Egipto era el
imperio más grande de su época y Moisés sabía que no
existía forma de vencerlos. Era un sueño olvidado. Pero
Dios puede permitir que los sueños y toda esperanza
mueran, para luego resucitarlos. El anhelo inicial de
Moisés de liberar a su pueblo fue confirmado como un
llamado divino excepcional, con evidencias del poder de
Dios. Esto debió haber tomado por sorpresa a Moisés:
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro,
sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del
58
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
desierto, llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le
apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en
medio de una zarza; y miró y vio que la zarza ardía en
fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo
iré yo ahora y veré esta grande visión, porque causa la
zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo
llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo, ¡Moisés!
¡Moisés! Y él respondió heme aquí” (Éx. 3: 1-4).
Los años en el desierto le sirvieron a Moisés para madurar
su carácter. Allí experimentó sentimientos de frustración,
fracaso y soledad que lo harían más fuerte en la vida.
Moisés fue una persona diferente cuando Dios le había
despojado del orgullo de su juventud. El respondió al
llamado divino diciendo: ¿Quién soy yo para ir contra
Faraón? (Éx. 3: 11). Moisés ya no era aquel muchacho
arrogante que deseaba hacer justicia por su propia fuerza,
sino un hombre maduro, capaz de hacer un juicio correcto
de la realidad de su entorno.
Posteriormente, la Biblia describe a Moisés como uno
de los hombres más mansos de su época (Éx. 12: 3). Eso
hace alusión a su carácter quebrantado a través de todas
sus experiencias. Dios había preparado a Moisés durante
cuarenta años a fin de liberar a Israel de la esclavitud.
Personas legítimamente llamadas por Dios fracasan en
sus primeros intentos de servicio ministerial y esto hace
tanta mella en sus vidas que al no entender que es parte
del proceso, terminan decepcionados y abandonan los
planes divinos.
El éxito de la misión de Moisés es un hecho sin
parangones en la historia bíblica. Además, es aleccionador
a fin de aprender que Dios tiene un tiempo exacto para
ejecutar sus planes, no puede ser antes, ni después. Es
59
“Como reconocer el llamado divino”
cuando Él decide hacerlo que toda obra para bien.5
Cuando Dios llama y envía el éxito está garantizado. No
basta con estar seguros del llamado divino, hay que
reconocer el tiempo correcto de ejecutar la obra de Dios.
Dios le dijo a Moisés que este era el tiempo perfecto para
liberar al pueblo, porque los que procuraban matarle en
Egipto ya habían muerto (Éx. 4:19).6
En su llamado, Moisés experimentó una gran señal,
una zarza que ardía y no se consumía. Dios llamó a Moisés
con voz audible desde la zarza:
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en
medio de la zarza, y dijo, ¡Moisés! ¡Moisés! Y él
respondió: Heme aquí” (Éx. 3: 4).
Al acercarse a la zarza, Dios llamó a Moisés por su nombre
diciéndole: ¡Moisés! ¡Moisés! La respuesta de Moisés al
llamado divino fue la de un siervo que se somete a la voz
de su Señor, “heme aquí”. El tiempo de formación de
Moisés fue muy largo, pero su posterior actitud de
sumisión a la voz divina demuestra que estaba dispuesto a
ser obediente y preparado para hacer la voluntad divina.
5
Jesús debió esperar la edad y el momento justo para darse a
conocer a la humanidad y manifestar su poder (Jn. 2:3-4).
6
En muchos imperios antiguos la sentencia de muerte de un
fugitivo duraba hasta la muerte del emperador en turno y después
quedaba libre de la condena.
60
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 5
JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino”
____________________________________________________
I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN
a. José “El Soñador”
José es conocido como “el soñador”, porque Dios le reveló a
través de sueños lo que sucedería en su futuro. Los sueños
de José no eran vanos, porque procedían del corazón de
Dios. Pero fue incomprendido a causa de ellos.
Con alegría, José quiso compartir sus sueños a sus
padres y hermanos, creyendo que su familia se alegraría al
escucharlos. Pero, pronto José descubriría que la oposición
y la envidia sería el precio a pagar por sus lindos sueños.
Los sueños que llenaron su corazón de alegría al
pensar en las maravillas que Dios haría en su vida, se
convertirían posteriormente en su pesadilla más horrenda.
José no era partícipe de las malas acciones de sus
hermanos; y eso le convertía en un obstáculo para sus
planes y en el juez de sus propias conciencias.
En los sueños de José, sus hermanos habían encontrado
una buena excusa para justificar su odio, exacerbando la
molestia que ya les causaba su buen comportamiento. Sus
hermanos llegaron al consenso de deshacerse de él,
acusándole de pretender gobernarlos y fue cuestión de
tiempo para sacar a la luz el odio que anidaban en su
corazón.
José, quien recibió un hermoso llamado de Dios para
ayudar a su familia, irónicamente sería odiado y
61
“Como reconocer el llamado divino”
perseguido por sus propios hermanos, sin causa alguna.
Todo a causa de la visión que Dios había depositado en él.
El ejemplo de José muestra que los llamados divinos
pueden causar envidia y odio en las personas, sin razón
justificada. Moisés estuvo a punto de morir recién nacido y
Faraón quiso darle muerte cuando era adulto (Éx. 2:1-25).
Jesús mismo escapó de la muerte cuando era niño y de
adulto intentaron matarle, antes que diera su vida en la
cruz (Mt. 2:13-16; Mr. 11:18).
Los llamados al ministerio deben estar preparados
para enfrentar con sabiduría y valentía la oposición que se
levanta contra ellos. Dios ha prometido dar la salida a toda
situación y librarles de todo mal (Sal. 50:15; Is. 59:19; 1 Co.
10:13).
b. La visión produce persecución
Los llamados reciben una visión o un plan para realizar su
misión. A José Dios se lo reveló a través de sueños. Este es
el primer sueño que recibió José:
“He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y
he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y
que vuestros manojos estaban alrededor y se
inclinaban al mío. Y le respondieron sus hermanos:
¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás tú sobre
nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus
sueños y sus palabras” (Gn. 37: 7-8).
José recibió una maravillosa visión de lo que Dios tenía
preparado para su futuro, pero al compartirlo con sus
hermanos desató un odio más enconado hacia él. José fue
acusado falsamente por sus hermanos de autoproclamarse
Señor de ellos. Quizá por la afinidad entre José y su padre
62
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
pensaron que se le daría toda la autoridad de la casa a José,
desatando una lucha de intereses familiares.
Los hermanos de José le envidiaban antes del sueño,
pero el verso señala que “le aborrecieron aun más” después
que les contara sus sueños. Esto le llevaría al borde de la
muerte. Recibir la visión al llamado divino puede desatar
una tempestad de dificultades, a veces sin aparentes
razones que las justifiquen.
La lucha de quienes son llamados por Dios comienza
cuando la visión es develada. Es típico que los personajes
bíblicos comenzaran una etapa de prueba de su fe, después
de ser llamados al servicio divino.
El llamado de José fue nuevamente confirmado por Dios:
“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos,
diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí
que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.
Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre lo
reprendió y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste?
¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos y nos
postraremos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían
envidia” (Gn. 37: 9-11a).
El primer sueño de José había provocado más odio hacia
él. Esta vez el sueño era más fuerte, porque insinuaba que
aún sus padres se inclinarían ante él, como si fuera a
poseer poderes reales. Esto era ofensivo para una sociedad
donde los padres y los hermanos mayores eran respetados
y venerados.
Esta vez hasta su padre le reprimió a causa de su
sueño. Pero José no había planificado soñar y en su
búsqueda de una respuesta a sus extraños sueños los
compartió con su familia, solo para encontrar más rechazo
y lo peor estaba por venir.
63
“Como reconocer el llamado divino”
No todas las personas estarán alegres cuando les hables de
lo que Dios te ha prometido, habrá diferentes reacciones.
Unos se sentirán amenazados y pensarán que les quitarás
lo que les pertenece. Otros se burlarán y no faltará quien
piense que has perdido la razón.
La gente reaccionará de diferentes maneras ante una
persona que le cree a Dios. Todo individuo legítimamente
llamado a realizar la obra de Dios debe estar dispuesto a
enfrentar la crítica y el menosprecio. Lo importante es
centrarse en la visión que Dios ha revelado y no en la
oposición de los demás. Solo hay que asegurarse de haber
sido llamado y esperar el tiempo correcto para actuar.
c. Dios torna todo para bien de los que le aman
La envidia de los hermanos de José fue evidentemente
extrema y se tornó enfermiza; esto les llevó a planificar la
muerte de su hermano. A quien le apodaban “el soñador”:
“Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara
cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. Y
dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora
pues, venid y matémosle y echémosle en una cisterna, y
diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué
será de sus sueños” (Gn. 37: 18-20).
Dios libró milagrosamente a José de la muerte cuando sus
hermanos se disponían a matarle. Su hermano Rubén, en
un intento por salvarlo sugirió que lo metieran en una
cisterna. Finalmente, Judá (otro de sus hermanos) para
librarle del pozo sugirió venderlo como esclavo a los
ismaelitas e hicieron así.
Los sueños de rey de José, contrastaban con la cruda
realidad de ser un esclavo echado al olvido, en una tierra
64
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
extraña (Egipto). De ser el hijo amado de su padre, pasó a
ser un esclavo despatriado.
No podremos medir jamás el dolor y horrendo
sufrimiento que José pudo haber experimentado por la
traición de sus propios hermanos. ¿En quién más podía
confiar, si sus seres más queridos le habían traicionado?
José y su padre sufrían mutuamente. Uno por creer que su
hijo había muerto y el otro por su impotencia de
comunicarse con su padre.
En esos momentos de la vida, cuando todo parece
oscuro alrededor, surgen preguntas sin aparentes
respuestas: ¿Por qué a mi Señor? ¿Qué pasó Señor con tus
promesas? ¿Quizá me equivoqué? ¿Qué hice mal para
recibir este castigo? ¿Por qué merezco tanto odio sin causa?
¿Dónde está la justicia divina? ¿Por qué me ha
abandonado Dios cuando más lo necesito? ¿Se ha olvidado
Dios de mí? Estas preguntas y muchas más son típicas en
una situación de crisis como esta.
Desde la perspectiva humana se infiere que si Dios está
con sus hijos no se deben pasar dificultades en la vida
cristiana, pero eso no es lo que la Biblia enseña. Lo que
Dios promete es que estará todos los días con sus hijos y
que al final les dará la salida, que Él considere a las
dificultades. Aunque no se entiendan los propósitos
divinos en los momentos de crisis, más adelante se verá
realizado el plan perfecto de Dios y todas las cosas
ayudarán para bien.
Los sueños de José debían morir humanamente, para
que Dios resucitaría su fe y esperanza de manera
indescriptible, jamás pensada (Is. 55: 8-9). La gran victoria
que Dios le dio a José, le haría olvidar el pasado y su
65
“Como reconocer el llamado divino”
corazón sería capaz de perdonar a sus hermanos. Dios no
pone una carga más pesada de la que se pueda soportar.
Dios preservó la vida de José de una muerte segura. En
tierra extraña, lejos de su familia, sin conocer a nadie y
esclavo, le quedaba aun la esperanza de estar vivo para
albergar el deseo de algún día ver nuevamente a su padre.
66
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
II. LA FE SOSTIENE LA VISIÓN
a. José mantuvo firme su fe
José tenía razones lógicas para dejar de creerle a Dios, pero
su fe lo sostuvo hasta el final. Siendo esclavo en una nación
extraña y lejos de su familia, se prestaba para señalar que
su fe no había sido recompensada por Dios. Pero en medio
de la prueba, José mantuvo inconmovible su convicción:
“Aconteció después de esto, que la mujer de su amo
puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no
quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi
Señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y
ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro
mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha
reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿Cómo,
pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”
(Gn. 39: 7-9).
José no estaba pasando tan malos días a pesar de su
esclavitud, su amo le había dado el mando de toda su casa.
Todo marchaba bien, pero pronto debería soslayar otro
escollo difícil de sortear. La esposa de su amo se enamoró
obsesivamente de él y debía mostrar su fidelidad a Dios.
Una de las razones que José le dio a la esposa de su
amo, para no acostarse con ella, fue que no era capaz de
pecar contra Dios. José no culpó a Dios de su situación, él
seguía creyendo en Él, aunque no viera los resultados que
anhelaba. Su fe fue inquebrantable a pesar de su condición.
La Biblia señala que Dios no prueba la fe de sus hijos más
de lo que sean capaces de soportar y brinda la salida para
poder vencer las dificultades (1 Co. 10:13).
José fue encarcelado por la falsa acusación de
violación, contra la mujer de su amo y prefiriendo ir preso
67
“Como reconocer el llamado divino”
injustamente, antes que pecar contra Dios. No obstante,
José prosperó en la cárcel y halló gracia ante sus jefes,
siendo jefe de los carceleros, porque Dios estaba con él.
La humillación por la cual Dios permitió que José
pasara en la cárcel le ayudaría después, para tratar con
gente difícil y tener compasión por su prójimo. Todo era
parte del plan divino de preparación, que José debía pasar
para lograr que se hicieran realidad, los sueños que Dios
había depositado en su corazón. Cada circunstancia que
Dios permite en sus hijos, tiene un propósito. La virtud es
mantener la fe para poderlo entender y verlo realizado.
b. Sueños que matan y dan vida
José se ganó el odio de sus hermanos a causa de sus
sueños, pero los mismos sueños fueron el medio que Dios
utilizó para engrandecerlo. Estando en la cárcel, José logró
interpretar los sueños de dos reos y estos se cumplieron
como José se los explicó. Al copero le restituyeron en su
cargo y al panadero lo mataron. Estos sueños llegarían a
oídos de Faraón y José sería conocido en Egipto a través de
ellos (Gn. 40).
Esta fama le llevó a presentarse ante Faraón, a fin de
interpretar sus sueños por recomendación del copero del
rey (Gn. 41: 9). La interpretación de sueños fue el medio
que Dios utilizó para exaltar a José en Egipto. José
entendió que el camino escabroso por el que pasó, solo fue
el medio divino para la realización de sus sueños.
Trece años de espera, desde que fue vendido por sus
hermanos, rindieron su fruto para el joven soñador. El giro
de la historia de José es impresionante. Por medio de un
sueño, Dios engrandeció como gobernador a quien fue
68
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
objeto de toda burla, por haber creído en las promesas
divinas. José entendió que su deber era ser fiel a Dios en
todo lo que debió enfrentar, antes de ser exaltado. Dios le
dio sabiduría a José para entender después, que el error de
sus hermanos fue el medio que Dios utilizó, para
preservarle la vida a su familia:
“Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros
posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio
de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá
vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de
Faraón y por Señor de toda su casa, y por gobernador
de toda la tierra de Egipto” (Gn. 45: 7-8).
Las palabras de José son sabias, pues no mira las
circunstancias, sino en el plan de Dios para su vida. José
advirtió a sus hermanos que ellos no cometieron ningún
error al venderlo. Todo fue parte del plan perfecto de Dios
para que la familia no pereciera de hambre.
La madurez de José al entender los propósitos divinos,
muestra el conocimiento profundo que tenía de Dios. La
intrincada madeja se había desenredado y el propósito de
Dios estaba claro para José. No había tiempo para
venganzas ni resentimientos, lo que hacía falta era tiempo
para compartir con sus hermanos y su amado padre.
Los llamados al servicio divino deben aprender a ver a
Dios en todas las circunstancias de su vida, apartando un
poco su vista de las implicaciones humanas y
sentimentales, para dar paso al propósito divino. El caso
de José es increíble, pues las personas sueñan todos los
días y de algo tan simple Dios se valió para exaltarle.
Además, José no fue avergonzado y Dios le honró por
medio de los sueños que le ganaron el odio de sus
hermanos.
69
“Como reconocer el llamado divino”
70
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 6
DAVID: “El proceso del llamado divino”
____________________________________________________
I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID
a. Saúl y David fueron llamados por Dios
La historia bíblica ha hecho inseparable la vida de David y
Saúl. Sus llamados están ligados por los lazos del tiempo y
la forma en que ambos fueron llamados. Los dos fueron
llamados legítimamente por Dios, pero son la contraparte
el uno del otro. Mientras en Saúl se refleja el carácter
ambivalente de un hombre separado para el ministerio que
pervierte su llamado, en David resalta un hombre que se
sobrepuso a grandes retos y aun a sus propias debilidades,
porque se esforzó por agradar a Dios con todo su corazón.
Ambos fueron llamados para reinar en Israel bajo una
teocracia. La diferencia de sus reinados es notoria y fue
determinada por las decisiones que ambos tomaron con
relación a su obediencia a voluntad de Dios.
Dios envió al profeta Samuel a ungir a estos dos
primeros reyes dentro de la monarquía israelita (1 S. 10:1;
16:13). Ambos fueron elegidos y ungidos por Dios para
ejercer sus reinados con señales del poder divino, pero el
camino que cada uno eligió fue diferente.
El éxito de un ministerio, no lo determina solamente el
hecho de ser llamado genuinamente por Dios (ese es el
primer paso); sino la obediencia permanente a Dios hasta el
final de la vida. La carrera no la gana quien la comienza,
sino el que la termina.
71
“Como reconocer el llamado divino”
b. El legítimo llamado de Saúl
El rey Saúl es un claro ejemplo de quienes son llamados
por Dios al ministerio, pero pervierten sus caminos
durante el proceso. Es evidente en las Escrituras que Saúl
fue legítimamente llamado y confirmado por Dios en su
reinado, pero el texto también revela que Saúl fue
desobediente a la voluntad de Dios y se ofuscó en hacer su
propia voluntad. Entre sus errores, se dedicó a perseguir
injustamente a David, solamente por envidia, ya que el
pueblo amaba mucho a David. Eso no significa que su
llamado no haya sido genuino.
Saúl no entendió que tener un guerrero como David en
las filas de su ejército, era un gran respaldo para su
gobierno. Cuantas personas que son llamadas al ministerio
aplastan sin piedad y hacen sufrir a quienes de corazón
sincero desean servir en la obra de Dios. Creyendo que
serán desbancados de sus puestos, por envidia se lanzan
en una cacería en contra de su hermano y hunden los
talentos de aquellos que Dios ha puesto a su lado para
bendecirles.
El mismo aceite de la santa unción que se derramaba
sobre los ungidos al ministerio fue puesto sobre la cabeza
de David y Saúl. El mismo llamado con el cual Dios separó
a David también se lo hizo a Saúl. La diferencia estribó en
la respuesta de ambos al llamado divino.
En el siguiente verso se nota como Samuel unge a Saúl
con el aceite santo que, en el AT era símbolo del Espíritu
Santo y se derramaba sobre los separados para el
ministerio (sacerdotes, reyes y profetas):
“Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la
derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha
72
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?” (1
S. 10:1).
Samuel ungió a Saúl para ser rey. Esta fue una evidencia
de la legitimidad de su ministerio, pues Samuel era fiel
profeta de Dios, de quien la Biblia señala que ni una de sus
palabras quedó sin cumplimiento (1 S. 3:19). Saúl se sintió
indigno de ser elegido el rey de Israel. Fue tanta su timidez
que el día que iba a ser proclamado rey, se escondió y Dios
declaró donde estaba escondido (1 S. 10:22). Dios mismo
dio testimonio de que Saúl fue un hombre humilde al
principio, pero a la vez desobediente (1 S. 15:17-24).
c. Señales del llamado ministerial de Saúl
El llamado de Saúl estuvo marcado por señales del poder
divino (1 S. 9). Saúl fue dirigido providencialmente por
Dios al lugar donde se encontraría con el profeta Samuel.
Dios le había hablado a Samuel, que le enviaría un varón
para que lo ungiera como el rey en Israel (v.16).
Estas señales que Dios le dio a Samuel, para ungir a
Saúl, como rey hablan de la legitimidad del llamado de
Saúl; pero el llamado no determina el éxito de un
ministerio; sino la obediencia del que es ungido para
desempeñar un ministerio.
Samuel, por el Espíritu, le dio respuesta acerca de las
asnas que Saúl buscaba, diciéndole que ya se habían
encontrado y que no se preocupara (v.20). Dios usó la
pérdida de las asnas para que Saúl, llegara a la cita que le
había preparado para ser ungido como rey de Israel.
Samuel, bajo la inspiración divina, había separado de
antemano un banquete especial para Saúl, aún sin
conocerle. Saúl, después de ser ungido como rey, recibió
otras señales de parte del profeta Samuel acerca de lo que
73
“Como reconocer el llamado divino”
le sucedería al partir de aquel lugar donde se encontraba:
a) Encontraría dos hombres en el camino que le darían
razón de las asnas que buscaba. b) Encontraría tres
hombres de los que Samuel le dio detalles. c) Sería lleno
del Espíritu d) profetizaría. c) Su corazón sería mudado en
otro hombre (1 S. 10).
La última palabra de Samuel para Saúl, fue que
esperara siete días, hasta que él viniera y sacrificara un
holocausto al Señor. Aquí es donde cometió Saúl su
primera desobediencia, al no esperar conforme a la palabra
que Dios le dio por el profeta Samuel (1 S. 10:8, 13:8-13).
d. Dios demanda obediencia durante el ministerio
Saúl tenía guerra contra sus enemigos y sus soldados
estaban desertando ante la tardanza del profeta Samuel
para el sacrificio que había prometido hacer antes de la
batalla. Saúl se apresuró a ofrecer el sacrificio sacerdotal,
que no estaba autorizado a realizar, cometiendo sacrilegio
y fue desechado como rey. En los siguientes versos se
narra la desobediencia de Saúl, Samuel le dijo:
“Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo
que has de hacer. Y él esperó siete días, conforme al
plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a
Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl:
traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el
sacrificio. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto,
he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para
saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Que has hecho? Y
Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me
desertaba, y que tú no venías dentro del plazo
señalado, y que los filisteos estaban reunidos en
74
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos
contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de
Jehová. Me esforcé pues y ofrecí el holocausto.
Entonces Samuel dijo a Saúl: locamente has hecho; no
guardaste el mandamiento de Jehová tú Dios que él te
había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado
tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino
no será duradero” (1 S. 10: 8b, 13: 8-14a).
Saúl se apresuró y desobedeció la orden divina de esperar
que Samuel llegara para invocar la bendición divina, antes
de la batalla y confirmarlo como rey de Israel.
Saúl esperó hasta la tarde del séptimo día, pero al
tardar Samuel tuvo miedo de perder la batalla porque los
soldados se le desertaban y lo dejaban solo. En su
desesperación, el mismo se atrevió a sacrificar el
holocausto. De esa manera torpe pecó, al usurpar un
ministerio que no le correspondía. Por orden divina eran
estrictamente los sacerdotes quienes ofrecían los
sacrificios. Ante Dios cuenta más la obediencia que los
sacrificios o las obras bien intencionadas (1 S. 15:22).
Es importante el respeto por el ministerio ajeno. En
Dios, no se puede ejercer un servicio ministerial al que no
se ha sido llamado a realizar. Dios probó la fe de Saúl y
este le falló. Dios no hace algo sin que antes se le crea.
Saúl olvidó rápidamente que Dios, fue quien lo había
elegido como rey; su inexperiencia lo hizo dudar y confiar
más en la cantidad de soldados de su ejército, que en el
poder del Dios que lo había llamado.
Cuando el profeta Samuel llegó al lugar (justo después
que Saúl había sacrificado), le dijo que Dios lo había
desechado como rey y en su lugar había elegido a otro
varón conforme a su corazón:
75
“Como reconocer el llamado divino”
“Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón,
al cual Jehová ha designado para que sea príncipe
sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que
Jehová te mandó” (1 S. 13:14b).
Este es el primer señalamiento indirecto, a la elección de
David como futuro rey de Israel y sucesor de Saúl. A quién
Samuel no conocía todavía. La característica primordial de
este nuevo rey sería el conocimiento que tendría de la
voluntad de Dios; en contraposición al neófito Saúl que no
conocía el secreto de la obediencia.
e. La envidia y el celo ministerial
Después de todas las desobediencias que Saúl cometió,
comenzó una lucha campal contra David, un soldado de su
propio ejército. Cuando se pierde la visión de lo que Dios
ha llamado a hacer en el ministerio, se lucha contra los
objetivos equivocados. En este caso contra los soldados del
mismo ejército, por envidia o celo ministerial.
Durante el reinado de Saúl, David dio grandes
victorias a Israel y aunque el reino de Saúl era quien tenía
los méritos, eso no le importaba a Saúl, quien estaba más
empeñado en obtener fama personal que en cumplir con
su gobierno. La envidia de Saúl hacia David fue tal, que
dedicó mucho esfuerzo y tiempo en perseguir a un
soldado de su propio ejército.
Existe un proverbio cristiano que dice: “Los cristianos
son el único ejército que persigue a sus propios soldados”.
Algunos cristianos se pelean y persiguen entre sí, cayendo
en la trampa del diablo de atacarse los unos a los otros.
Saúl fracasó como rey, debido a su obstinación por la
rebeldía. Su gobierno fue corto, aun siendo ungido por el
76
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Dios altísimo como rey de Israel. La continua
desobediencia de Saúl demuestra que no decidió cambiar;
sino que persistió en su rebeldía hasta el final de su vida.
Es indudable desde la perspectiva bíblica que Dios es
perdonador y restaurador de quienes se arrepienten, pero
Saúl no se dio la oportunidad de ser restaurado.
77
“Como reconocer el llamado divino”
II. EL LLAMADO DE DAVID
a. El llamado divino y sus implicaciones
El llamado al servicio divino causa gozo y alegría para
quien recibe dicho privilegio, pero en los casos bíblicos se
nota también, que a raíz del llamado comienza una lucha
campal contra Satanás y los hombres que se oponen a la
realización de esa voluntad divina.
Los llamados en la Biblia sufrieron persecución,
envidia, desprecio, odio, etc., y a veces sin razón alguna.
La lucha es férrea porque el llamado se da en un mundo en
manos de Satanás y de seres humanos que hacen su
voluntad. Ambos se oponen a la obra de Dios.
Este es uno de los grandes secretos que toda persona
llamada a servir a Dios debe conocer para no desmayar en
el proceso de alcanzar las promesas divinas. Estas
dificultades que suceden en el camino son medios de los
que Dios se vale para que sus hijos alcancen sus promesas,
pero muchos naufragan al no entender los planes de Dios.
El ejemplo de los hombres de Dios en la Biblia debería
servir como mapa para comparar experiencias que puedan
servir de consuelo y fortaleza espiritual, sabiendo que
otros experimentaron situaciones similares y difíciles por
causa del llamado al ministerio.
El proceso de formación que debe experimentar
alguien, a quien Dios está capacitando para un ministerio
dentro de su reino, no debe ser extraña. El relato de los
hombres de Dios en la Biblia debe fortalecer y ayudar a
renovar las fuerzas en el servicio ministerial, sabiendo que
sufrieron de antemano para servir de ejemplo y sus relatos
tienen el propósito de edificar al cristiano (Ro. 15:4).
78
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Dios endureció el corazón de Faraón para darle una
victoria a Moisés (Ex.14:17). Dios utilizó los acusadores de
Daniel para exaltarle (Dn. 6). Dios usó a los hermanos de
José (al venderlo) para preservar la vida de su familia (Gn.
37, 45:7-8). Job fue probado para luego ser exaltado por
Dios y avergonzó a Satanás siendo fiel a Dios hasta el final
(Job 1; 42: 10-17). Jesús sufrió el oprobio de la cruz para ser
exaltado hasta lo sumo con un nombre que es sobre todo
nombre (Fil. 2:8-9).
b. David fue escogido por Dios como rey de Israel
Después que Dios desechó a Saúl como rey de Israel a
causa de su constante desobediencia, le habló al profeta
Samuel que ungiera a un hijo de Isaí, como el nuevo rey de
Israel. Samuel invitó a Isaí, a un sacrificio con la idea de
ungir de entre sus hijos al nuevo rey de Israel. Si hubiese
sido por designio humano David no habría sido escogido,
ya que ni siquiera fue invitado a la ceremonia de elección.
Allí estriba el valor de entender que Dios es quien llama al
servicio de su obra.
David, el dulce cantor de Israel, se encontraba
apacentando las ovejas de su padre y nadie se acordó de él,
para que estuviera entre los candidatos a gobernar. Quizá
por su juventud ni era considerado como un prospecto
para el reinado. Pero Dios había escuchado una melodía
agradable a sus oídos que fluía desde el arpa de David y
que llegaba hasta a los cielos.
La fe y el servicio de David no habían pasado
desapercibidos en el cielo. Dios conoció a David en el
anonimato y mientras su familia se repartía el botín, él
apacentaba las ovejas de su padre con amor y esmero.
79
“Como reconocer el llamado divino”
Uno a uno, Isaí hizo desfilar sus hijos delante del profeta
Samuel, para elegir al próximo rey, pero David no fue
tomado en cuenta. Después que Dios desechó a todos, el
profeta preguntó a Isaí, si esos eran todos sus hijos. Hasta
entonces se acordaron que había uno que no estaba allí
porque estaba ocupado en sus tareas asignadas.
Nadie se preocupó en llamar a David, porque era de
los más pequeños. Además ¿Quién cuidaría las ovejas?
Dios tiene una forma peculiar de hacer las cosas y no se
rige por los cánones humanos para juzgar cada asunto. A
Dios no le impresionan los estereotipos. Él puede obrar
con lo débil y menospreciado, si así lo desea (1 Co. 1:28).
A pesar que David no fue tomado en cuenta en la lista
de candidatos al reinado, fue elegido por mandato divino
como el próximo rey de Israel. Los seres humanos no
pueden estorbar para siempre el llamado de un elegido.
Los planes divinos se cumplirán en su tiempo y voluntad.
La familia de David estaría preocupada pensando
como aquel joven sería capaz de gobernar Israel, pero Dios
ya lo estaba formando en la escuela de las ovejas de su
padre, donde aprendió a amar las ovejas, a curar sus
heridas y a defenderlas de las fieras bajo el poder de Dios.
Si David era fiel al cuidar con amor las ovejas de su
padre, y por eso se perdía el festín que había en su casa;
también sería responsable de cuidar al pueblo de Dios.
En David se cumple la palabra: “En lo poco fuiste fiel
sobre mucho te pondré” (Mt. 25:21). Los hombres de Dios no
buscan posiciones por sí mismos, esperan ser llamados.
80
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
c. David fue ungido como rey
David fue llamado y ungido como el rey de Israel:
“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en
medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante
el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 S. 16:13).
Dios había prometido que otro rey gobernaría sobre Israel,
en vez de Saúl y aquí apareció David, por primera vez en
la escena del relato bíblico, escogido por Dios y ungido con
el aceite de la santa unción por el profeta Samuel y lleno
del Espíritu de Dios como fue Saúl en su momento.
David comenzó experimentar manifestaciones del
poder de Dios en su vida, de tal manera que luchaba
contra leones y osos para defender las ovejas y los vencía,
algo que humanamente era imposible (1 S. 17: 34-35)
A causa del llamado, David no sólo experimentaría el
poder de Dios, también comenzó una cacería sin causa por
su vida a manos del desechado Saúl.
David había sido ungido y declarado como futuro rey
de Israel, pero en su vida y familia nada había cambiado,
para ellos David seguía siendo el hermanito menor y
pasaría mucho tiempo para que se convencieran de su
llamado como el futuro rey de Israel.
La primera oposición que a veces encontrará quien es
llamado por Dios al ministerio puede comenzar por los
más cercanos (familia, amigos, vecinos, etc.).
David fue enviado por su padre al frente de batalla,
para conocer la situación de sus hermanos, quienes
luchaban contra los filisteos. A su llegada, David vio con
asombro como el gigante Goliat, humillaba al pueblo de
Israel. Él preguntó por la situación y le respondieron que el
rey llenaría de honra a quien venciera a Goliat.
81
“Como reconocer el llamado divino”
David habló que el Dios que le había dado poder para
vencer leones y osos le daría poder para vencer a Goliat y
se ofreció para enfrentarlo. Pero la idea no les agradó a sus
hermanos, quienes se enojaron contra él y quizá tenían la
buena intención de protegerlo de aquella muerte segura o
que sirviera de mofa.
Eliab, el hermano mayor de David, le acusó de haber
venido como un espectador y de pretender deshacerse de
su responsabilidad de cuidar las ovejas de su padre:
“Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con
aquellos hombres, se encendió en ira contra David y
dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has
dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco
tu soberbia y malicia de tu corazón, que para ver la
batalla has venido” (1 S. 17: 28).
Eliab no sabía que a partir de la visita del Espíritu Santo, la
vida de David había cambiado y él estaba acostumbrado a
ver el poder de Dios manifestado en su vida. Ese mismo
día David venció a Goliat, y una vez más Dios honró la fe
de un hombre que decidió creerle a Dios por encima de sus
circunstancias y limitaciones.
d. David fue perseguido por envidia
David fue referido a Saúl para que le tocara el arpa como
medio de terapia a causa de un espíritu malo que
atormentaba a Saúl. Para Saúl era una manera de curarse
y deleitarse con el talento y la gracia que Dios había
depositado en David. David quizá veía en esto una
oportunidad que Dios le daba de acercarse un poco a la
experiencia de estar cerca del palacio real y del trono del
rey que Dios le había prometido.
82
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
La visión se ampliaba y la promesa que Dios le había
hecho a David se veía más cerca, pero esta ilusión tendría
un súbito giro, debido al odio que Saúl sentía por David,
que llegaría a una persecución sin parangones.
De repente Saúl, se llenó de envidia contra David.
¿Qué provocó, que David se ganara gratuitamente el odio
de Saúl? ¿Por qué Dios permitía esa injusticia cuando todo
iba muy bien y de acuerdo a lo que le había prometido a
David? David no había hecho ningún mal, sólo arriesgó su
vida para darle una gran victoria a su pueblo ¿Qué culpa
tenía David de que el pueblo lo alabara?
Después de la victoria contra Goliat, David sufriría a causa
de la envidia de Saúl:
“Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David
volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas
las ciudades de Israel cantando y danzando, para
recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de
alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las
mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles,
y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran
manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David
dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el
reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos
a David” (1 S. 18: 6-9).
Ya Dios había llamado a David para gobernar a Israel y su
visión se palpaba más cerca. Se atisbaban unos hitos en el
horizonte acerca de su reinado. David estaba ganando
fama como guerrero a causa del poder que se manifestaba
en su vida bajo la unción del Espíritu Santo.
Saúl hizo parte de su ejército a David y gracias a su
entrega por su pueblo se tornó muy amado en Israel, pero
esto provocó celo en Saúl, creyendo que David le quitaría
83
“Como reconocer el llamado divino”
el reino. Esta historia se repite, cuando alguien surge con
respaldo de Dios en su vida, comienza una guerra casi
instantánea de parte de los que no tienen la visión para
entender los llamados de otras personas al servicio del
reino. A veces esto conduce al trago amargo del desprecio
y la incomprensión de nuevos ministerios en desarrollo.
David no hizo ninguna sedición o rebelión contra Saúl
para merecer su odio. Él no se atribuyó halago alguno.
Según el relato, fue el pueblo que lo puso en un lugar
especial en su corazón. David no procuró por un esfuerzo
personal ser una competencia para el rey Saúl.
El odio que mostró Saúl hacia David, fue el típico
rechazo que han experimentado la mayoría de personajes
de la Biblia, a causa del llamado divino y esa envidia es
producto de la maldad del corazón humano (Mr. 7:21-23).
Quienes han sido llamados por Dios al ministerio están
propensos a experimentar este tipo de persecución, aún
dentro del pueblo de Dios. La solución es confiar en la
justicia divina, como hizo David. Dios es quien debe
demostrar con su respaldo quien verdaderamente ha sido
llamado al servicio ministerial. En ese proceso de
formación a veces hay que callar y sufrir injusticias (Mt.
11-12), pero no hay que olvidar las palabras de Jesús:
“El que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23:12).
84
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO
DIVINO
a. Dependencia total de Dios
David había recibido la promesa de ser el futuro rey de
Israel y saboreaba la experiencia linda del poder de Dios
en su vida; pero Dios pasaría a David por un proceso de
formación muy difícil antes de alcanzar la promesa. Aquel
humilde pastorcillo de ovejas se enfrentaría muy pronto a
una de las más despiadadas cacerías humanas de un justo,
de parte de uno de su mismo pueblo.
El rey Saúl, lleno de envidia contra David, utilizó todos
sus esfuerzos, soldados, armas, caballería, etc., para
destruir a un hombre cuyo armamento era la sombra de
Jehová (sal.91:1) y que ningún mal le había causado al rey.
La ilusión de ser rey súbitamente se había esfumado de
la vida de David. Los días de soñar con el reinado y sus
planes de hacer justicia como plan de gobierno se
desvanecieron en la vida de aquel joven cantor. Hasta la
esperanza de vivir ahora era incierta para David, con toda
una nación en contra del indefenso pastor de ovejas.
La hora del Dios que llama las cosas que no son como
si fuesen y que permite que los sueños mueran para luego
resucitarlos había llegado. Dios llama al servicio
ministerial, pero no da las explicaciones acerca del proceso
de formación. Él hará de sus llamados lo que considere
sabio y por duro que sea, todo le saldrá bien a los que
obedezcan y confíen en su poder.
David le brindó respeto y cariño a Saúl, pero a cambio
recibió odio y rechazo, sin razón ni explicación alguna.
El proceso del odio sin causa es incomprensible para
aquellos que lo sufren. En ese momento, sólo existe un
85
“Como reconocer el llamado divino”
cielo nublado y muchas preguntas sin respuesta. Pero una
vez que se supera la traición, da a luz un ser más humilde,
comprensivo, benevolente, y paciente con el prójimo. Dios
puede permitir que sus hijos pasen por el valle de sombra
y de muerte para darles una gran victoria (Sal. 23:4).
El carácter amoroso y apego a la justicia que mostró
David en su gobierno, lo aprendió a través de las
experiencias. Si no hubiese pasado por la experiencia de
ser humillado injustamente, pudo ser un rey arrogante.
La convivencia de David con un ejército de gente
humilde, despreciados y afligidos del pueblo de Israel, que
formó para defenderse (1 S. 22:2), lo hizo apreciar y
valorizar a cada persona sin acepción. Hasta el soldado
más insignificante tenía un valor incalculable en el ejército
de David.
Si se aprende a sacar lo positivo de las situaciones
oscuras que depara la vida, no habría ninguna pérdida en
esta batalla de la fe. Toda supuesta pérdida es traducida en
ganancia en el reino de Dios y las experiencias, aunque
dolorosas, tienen su valor en el crecimiento personal y
ministerial de los hijos de Dios.
A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a
bien y más a los que conforme a su propósito han sido
llamados (Ro. 8:28). Quien no entiende estas verdades
sufrirá grandes pérdidas y el resentimiento le puede llevar
a perder no solo el ministerio; sino su propia alma.
La vida de David dependía totalmente de Dios y debió
aprender a morir en vida y ponerse bajo sentencia de
muerte, para no temer a la muerte (2 Cor.1: 8-11).
86
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
b. David se finge loco para salvar su vida
La persecución que Saúl desató contra David llegó a
niveles paranoicos y David tuvo que alejarse cada día de la
comunidad de Israel, de su familia y de toda protección
humana. Abruptamente, David pasó de ser yerno del rey,
a un fugitivo a causa de la envidia de Saúl. En su huida al
pueblo filisteo, David se fingió loco a fin de preservar su
vida, pues conocían sus antecedentes como guerrero:
“Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el
rey de la tierra? ¿No es este de quién cantaban en las
danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus
diez miles? Y David puso en su corazón estas palabras,
tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su
manera de comportarse delante de ellos, y se fingió
loco entre ellos, y escribía en las portadas de las
puertas, y dejaba correr la saliva por su barba” (1 S. 21:
11-13).
La vida de David es sorprendente y sus enseñanzas tienen
aplicación práctica para la vida de los creyentes. Aunque
David estaba marcado por Dios para gobernar a Israel, en
las circunstancias que lo rodeaban era absurdo creer que
eso podía suceder.
Cuando Dios quiere realizar una obra, nadie la puede
detener, salvo que el llamado resista obedecer o deje de
creer. En ese caso Dios busca otro que quiera hacerlo.
Satanás puede atrasar los planes de Dios, pero no los
podrá detener, si se le obedece a Dios.
El ejemplo de David valiéndose de astucia para fingirse
loco ante sus enemigos, muestra que a veces hay que pasar
por loco o ignorante a causa de la incomprensión y burla
de los que no creen. Pablo y Cristo, fueron tildados de
locos (Jn. 10:20; Mr. 3:21; 2 Co. 11:16; Hch. 26:24).
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“Como reconocer el llamado divino”
c. El proceso del perdón
Se pueden sufrir heridas a raíz de cualquier ofensa
recibida en el proceso del llamado, pero la palabra y el
amor de Dios son muralla que protege el corazón de los
resentimientos.
David evitó hacer daño a Saúl con sus propias manos,
pero también evitó ser dañado en su corazón depositando
su confianza en Dios. Esto se refleja en su capacidad de
perdonar a su enemigo:
“Cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde
había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies;
(hacer sus necesidades fisiológicas) y David y sus hombres
estaban sentados en los rincones de la cueva. Entonces
los hombres de David le dijeron: he aquí el día que te
dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu
mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó
David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
Después de esto se turbó el corazón de David, porque
había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus
hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi
Señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano
contra él; porque es él ungido de Jehová” (1 S. 24: 3-6).
David renunció tomar la justicia en sus propias manos por
temor a Dios. Él tenía un gran respeto por la unción divina
derramada sobre Saúl, aunque estuviese en desobediencia.
David no dejó que la ambición por el poder le cegara.
Aunque Dios ya le había prometido el reino, David no
trató de lograr la promesa con trucos, pues podía justificar
88
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
la muerte de Saúl, alegando que Dios lo había puesto su
enemigo en sus manos, como era típico en la Ley7.
Las decisiones que se toman en el camino que conduce
al cumplimiento de las promesas divinas, influirán
grandemente en el éxito ministerial. La integridad es de las
cosas más importantes que se deben cultivar para agradar
a Dios. La sinceridad no sólo se demuestra siendo fiel; sino
también, reconociendo los errores cuando sea necesario.
El proceso de formación en el ministerio es tan importante
como el desarrollo pleno del mismo. El principio puede
reflejar cómo será el final.
David tenía temor y conocimiento de Dios. A pesar de
que Saúl estaba bajo influencia de espíritus malos, había
sido ungido con aceite santo, símbolo del Espíritu de Dios,
por eso David lo respetó.
El conocimiento del corazón de Dios que tenía David
es asombroso, por eso Dios le dijo a Samuel que se había
buscado un varón conforme a su corazón (1 S. 13:14).
David mostró ser un conocedor cercano de Dios y aún en
su actitud de arrepentimiento por sus pecados demostró
que conocía bien la misericordia de Dios. Saúl tuvo las
mismas oportunidades que David, pero no optó por el
perdón, porque no dispuso su corazón para entender la
voluntad de Dios. Antes bien, se obstinó en desobedecer.
d. La confianza en la justicia divina
A pesar que David fue perseguido injustamente por Saúl,
en las oportunidades que se enfrentó a él se nota su
humildad y respeto que guardaba por Saúl. David
7
En la Ley el pecador debía morir por su pecado (Hb.10:28).
89
“Como reconocer el llamado divino”
perdonó la vida de Saúl muchas veces y prefirió ser
perseguido antes que matarle.
David respetaba la unción derramada sobre Saúl e hizo
promesa que, si Dios no permitía la muerte de Saúl, él no
le mataría. David entendía que los esfuerzos puramente
humanos para hacer que se cumpliera el plan de Dios para
su vida no era el medio para lograr la promesa, si no por
medio de la integridad y la justicia divina.
Cuando Dios promete algo no es necesario recurrir a la
injusticia para lograrlo. En la batalla de la fe los medios
que se utilizan para llegar al fin deben ser los legítimos en
apego a la voluntad de Dios revelada en la Biblia.
Una de las tristezas de David en el destierro era el
hecho de no poder disfrutar del culto de Israel. Él estaba
en tierra inmunda donde se adoraba dioses paganos, fuera
de la tierra prometida a los judíos (1 S. 26:19).
Posteriormente, y en recompensa a su lealtad, David sería
el gran restaurador del culto formal en Israel y uno de los
promotores más grandes de la alabanza en el templo judío.
Abandonar nuestra causa en las manos divinas para
que se haga justicia, no es sinónimo de debilidad o falta de
carácter. Todo lo contrario, las personas que no son
capaces de confiar en la justicia divina y que
frecuentemente se quejan y defienden por todo, reflejan su
falta de confianza en que Dios es el juez por excelencia.
La ausencia de confianza en el juicio divino le puede
causar una vida de continuo dolor y molestia a quien no es
capaz de perdonar y confiar en Dios. Los que
continuamente se defienden a sí mismos y son amantes de
usar la excusa de que deben defender sus derechos, como
evasiva para no perdonar a sus enemigos; frecuentemente
90
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
pondrán en ridículo el Evangelio y por causa de ellos
muchos no creerán en Cristo.
David no se atrevió a hacerle daño a su enemigo,
aunque tuvo en sus manos la oportunidad de eliminarlo.
Esta confianza que David mostró no fue una debilidad en
sí mismo, sino su confianza total en la justicia divina.
El cristiano que usualmente activa los recursos legales
para todos sus asuntos y no es capaz de confiar en Dios,
hará que el nombre del Señor sea blasfemado. No implica
que los cristianos no tengan derechos, es que se debe dar
oportunidad a la justicia divina. David fue recompensado
por su total confianza en la justicia divina.
e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos
La vida de David es muy aleccionadora acerca de cómo se
deben enfrentar los enemigos gratuitos. Indudablemente,
todo hijo de Dios en alguna etapa de su vida deberá
enfrentarse a las acusaciones falsas y los detractores
argüirán razones aparentemente justas, para denigrar los
ministros de Dios e incluso podrían arrastrar a otras
personas inocentes en sus rebeliones.
Una de las características notables del Rey David es
que fue un hombre conforme al corazón de Dios, era capaz de
entender y conocer el corazón o la voluntad de Dios aun
en medio de sus propias crisis. Esta característica espiritual
de David le convertía en un hombre sabio, pues cualquier
cristiano que sea capaz de entender con más claridad la
voluntad de Dios está en una posición ventajosa, si se
dispone a obedecer. No obstante a los impulsos personales
que David tenía por imponer lo que creía que era justo, le
permitía a Dios obrar por encima de sus propios criterios.
91
“Como reconocer el llamado divino”
David aprendió que la justicia divina es más perfecta que
la humana. Aunque por momentos no parezca serlo.
Tal es el caso en que debió confrontar a Simei, uno de
sus enemigos gratuitos. Simei, es la representación de
aquellas personas que siempre traman excusas y
argumentos para oponerse a los llamados por el Señor.
Detrás de esos cuestionamientos que a veces perecieran ser
dignos de atención se esconden rencores, orgullo y una
extensa lista de problemas de personalidad de quienes se
rebelan contra los ministros de Dios. Simei daba razones
aparentemente justas, cuando David estaba en crisis:
“Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre
sanguinario y perverso! Jehová te ha dado el pago de
toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú
has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de
tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad,
porque eres hombre sanguinario” (2 S. 16:7-8).
En esta ocasión Absalón, el hijo de David, se había
revelado contra el Rey David y le había despojado de su
reino, fue una de las peores crisis del rey David. Pero
cuando Dios permite una prueba en sus hijos no le permite
a nadie que se burle, sino que intercedan por ellos.
Simei aprovechó los momentos más difíciles de la vida
de David para ensañarse contra él con insultos, pero más
que la defensa de una causa justa, el rencor que Simei
guardaba en su corazón era producto de intereses políticos
y familiares. Simei era familiar del rey anterior (Saúl) quien
había sido desechado por Dios. Mientras David trataba de
ver a Dios en todas las circunstancias de su vida, Simei
interponía sus sentimientos familiares por encima de la
voluntad de Dios. He aquí el argumento de David:
92
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
“Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué
maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego
que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. Y el rey
respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia?
Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que
maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo
haces así? Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos:
He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha
mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín?
Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. Quizá
mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por
sus maldiciones de hoy. Y mientras David y los suyos
iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando
piedras delante de él, y esparciendo polvo” (2 S. 16:9-13).
David sabía que esa crisis estaba relacionada con sus
desobediencias y de alguna manera Dios las estaba
permitiendo. David fue sabio y trató de soportar todo con
paciencia para que Dios, quien es grande en misericordia,
tuviera piedad de él. Simei culpaba a David de todos los
fracasos de la familia de Saúl, siendo Dios mismo quien lo
desechó. Mientras David ignoraba los insultos de Simei,
Dios tuvo misericordia de él y le restituyó su reino.
Mientras que Simei terminó avergonzado y pidiendo
misericordia a David (1 S. 19:18-23).
Aunque David hizo misericordia con Simei y no quiso
vengarse por sí mismo, la justicia divina se ejecutó y Simei
murió a causa de un juramento hecho a Salomón, que
quebrantó (1 R. 2:36-46). Este es solo un pequeño relato de
las múltiples ocasiones en que Dios le enseñó a David a
pelear las batallas no solamente con sus armas carnales,
sino por medio de la justicia divina que es perfecta.
93
“Como reconocer el llamado divino”
IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO
a. La confianza en la justicia divina
Cuando David huyó al desierto a causa de la persecución
de Saúl, le pidió a Nabal (un hombre rico, 1 S. 25) que
compartiera algunos alimentos para sus hombres cuando
esquilaba su ganado. David le había servido de protección
a Nabal contra sus enemigos. Pero Nabál estaba ebrio e
insultó a los hombres que David había enviado y acusó a
David de ser un fugitivo del rey.
David decidió vengar la humillación de sus hombres.
Pero la esposa de Nabal le salió al encuentro y le convenció
de no hacerle daño. Diez días después Nabal murió del
corazón cuando su esposa le contó lo que David había
planeado hacer contra él.
Dios libró a David de manchar sus manos con sangre:
“Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo:
Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta
recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a
su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre
su propia cabeza” (1 S. 25: 39).
Ante las acusaciones injustas, Dios es el juez. Esta justicia
la verán aquellos que confían en Dios y no usan la
venganza o el escándalo, llevando siempre a sus enemigos
ante las autoridades seculares.
No es que sea malo defender los derechos propios,
pero en muchas ocasiones se debe aprender a confiar en la
justicia divina (1 Co. 6:1-8).
David fue librado muchas veces por Dios de tomar la
justicia en sus propias manos, para ver la justicia divina.
Esta lección deben aprenderla los llamados al servicio del
94
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
ministerio porque estarán en constante guerra contra las
falsas acusaciones de Satanás y de personas malvadas.
b. Dios convierte el lamento en gozo
Cuando David vivía en tierra de los filisteos a causa de la
persecución de Saúl, Israel entró en batalla contra los
filisteos, David decidió pelear contra Israel (su pueblo, 1 S.
28:1-2), pero Dios no se lo permitió para que viera la
justicia divina. Quizá en su desesperación David creía que
lo razonable era hacer guerra contra Israel y así vencería a
Saúl para tomar el poder, pero el pueblo filisteo no estuvo
de acuerdo que David peleara contra Israel pensando que
les podía traicionar (1 S. 29).
David se enojó porque rechazaron su ayuda, pero
pronto sabría que Dios lo estaba librando de un error
grave. Si David peleaba ese día contra Saúl, hubiese sido
culpable de su muerte, pues los filisteos dieron muerte a
Saúl en esa batalla. Los Israelitas hubiesen acusado a
David de traidor al dar muerte al rey de Israel y
desconfiarían de su lealtad. Dios permitió que los filisteos
no tomaran en cuenta a David en esa batalla.
David había esperado por mucho tiempo que la justicia
divina decidiera en su caso por las acusaciones falsas de
Saúl en su contra, pero estaba desesperado. David pidió a
Dios que pusiera su mano sobre Saúl y los filisteos le
dieron muerte en esa batalla. David no tuvo necesidad de
matar a Saúl para sucederle en el trono.
Si David hubiese peleado contra Saúl habría cometido
un gran error. A veces se culpa a los demás de las cosas
que nos suceden, sin entender que Dios permite algunas
situaciones que no nos agradan con un propósito especial.
Dios permitió que los filisteos rechazaran a David, para
95
“Como reconocer el llamado divino”
que peleara contra Israel. Después de todas estas
experiencias David expresó en un Salmo: “Guarda silencio
ante Jehová, y espera en Él” (Sal. 37:7). David dejó la
ciudad que le había asignado el rey de los filisteos para
unirse a la batalla, pero al ser rechazado regresó y encontró
que todo el pueblo había sido llevado cautivo. Por esa
razón su propio ejército le amenazó de muerte. Pero David
persiguió a los raptores y recuperó todo lo que le
pertenecía. Una vez más Dios convertía su tribulación, en
una victoria (1 S. 30). David dispuso derrotar a Saúl, en sus
propias fuerzas y eso le causó más problemas de los que ya
tenía; pero al día siguiente, tras la muerte de Saúl, estaría a
un paso de ser el próximo rey de Israel. Cuando la
tentación acecha al cristiano es cuando la victoria está más
cerca. David tenía promesa de ser rey, pero lo que veía a
su alrededor era lo contrario. Pero la paciente fe dio
resultado y llegó a ser el más amado rey de Israel. Bajo su
reinado Dios subyugó los enemigos de Israel.
c. La paciente espera en Jehová
La historia de David muestra que el camino para lograr las
promesas de Dios puede ser escabroso, pero al final Dios
pelea la batalla de los que confían en sus promesas,
aunque estén al borde de la muerte.
Después de la muerte de Saúl, David regresó de su
exilio entre los filisteos y Dios le ordenó subir a Judá,
donde primero le proclamaron rey (2 S. 2). Un día antes de
ver la promesa anhelada David sufrió gran tribulación.
Dios prueba la fe de sus hijos, antes de ver la victoria.
Es indescriptible el dolor que debió soportar David a causa
de la persecución de Saúl. No tenía un lugar seguro donde
96
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
vivir, le habían alejado de su familia, de la comunión con
el culto y el pueblo de Israel. Saúl le había quitado su
esposa y se la había dado a otro hombre.
La historia de David muestra que hay un final dichoso
para quienes confían en las promesas divinas, aunque
deban esperar con paciencia por algún tiempo (Sal.37:37).
Los Salmos de David nacen de sus experiencias y no en
vano inspirado señala: “Deléitate asimismo en Jehová y él
te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a
Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu
justicia como la luz y tu derecho como el mediodía.
Guarda silencio ante Jehová y espera en él” (Sal. 37: 4-7a).
La vida de David enseña que todo tipo de menosprecio
que se pueda sufrir por causa del Señor, son solo un medio
que Dios utilizará para formar el carácter de sus hijos a fin
de que realicen bien su obra. Sin una relación íntima con
Dios, estas lecciones quedan sin valor alguno, porque la
reacción natural del ser humano ante situaciones difíciles
es de incomodidad, rechazo y quedan sin provecho.
No es que el cristiano deba cultivar un espíritu estoico
vano, sin fundamento. Pero los ejemplos bíblicos muestran
que la paciencia es necesaria para lograr las metas en Dios.
En Dios no hay fracasos, solo situaciones adversas que
Dios usa para enseñar lecciones que servirán para realizar
una labor de excelencia en el reino de Dios.
Si no se entiende el propósito divino de formación del
carácter por medio de la prueba de la fe, se puede fracasar.
Estos ejemplos bíblicos Dios los dejó plasmados para
aprender lo positivo de ellos (Ro. 15: 4).
Saúl no fue capaz de entender la prueba de su paciencia y
haber actuado tercamente le costó que su reinado fuera
corto, aunque había recibido el mismo llamado que David.
97
“Como reconocer el llamado divino”
V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO
a. El perdón es la máxima expresión del amor
David luchó contra feroces enemigos, pero las batallas más
enconadas fueron contra sí mismo. Fue un proceso difícil
antes y durante su reinado, pero David echó mano de la
misericordia divina cuando falló y esto marcó la diferencia
con relación a Saúl, quien se ofuscó en pecar y no se
arrepintió. David se arrepintió y alcanzó perdón.
Si David no hubiese cultivado amor por el prójimo
durante su vida, tampoco habría cosechado perdón para sí
mismo en los momentos que lo necesitó. Si se muestra un
corazón misericordioso aún con los enemigos, esa
misericordia será la que se encontrará para echar mano en
momentos de dificultad. Jesús enseñó que con la medida
que se mide a los demás, seremos medidos (Lc. 6:37-38) y
la Biblia señala que juicio sin misericordia se hará a quien
no muestre misericordia (Stg. 2:13).
Durante el proceso de su llamado y a causa de la
persecución injusta de Saúl, David mostró misericordia
con Saúl al perdonar su vida varias veces. Después el
mismo necesitó beber de la fuente del perdón.
David estaba en su palacio disfrutando de gran victoria
sobre sus enemigos, pero pronto enfrentaría al enemigo
más poderoso que tiene un hijo de Dios; no es el diablo, a
quién Cristo venció en la cruz del calvario, es su propio
corazón de donde salen los deseos de la carne.
David se había enfrentado con osos, leones, gigantes y
a todos había vencido. Ahora debía usar otras armas para
vencer a los gigantes internos, sus propias pasiones.
98
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
David, al pasearse por el palacio real atisbó una mirada
hacia una mujer que se estaba bañando, que se podía
divisar desde ese lugar. No había nada de malo hasta allí,
porque el ojo ve lo que está de frente, salvo que David no
retiró su mirada, si no que la tentación fue más allá y llegó
hasta la codicia y a la seducción en su propio corazón.
David mandó llamar a esa mujer, aun sabiendo que era
la mujer de uno de sus guerreros que estaba al frente de la
batalla peleando por él y consumó su acto de adulterio.
Aparentemente todo estaba bien, nadie delataría al rey
y Urías, el marido de Betsabé, nunca sabría lo que pasó.
Pero, Betsabé resultó embarazada y se lo hizo saber al Rey.
David tuvo otra idea, para tapar su pecado mandó llamar
a Urías del frente de batalla para que viniera y se acostara
con su mujer y así cuando contaran los meses todos dirían
que el hijo era de Urías y no de David.
b. Integridad a toda prueba
David había demostrado ser un hombre íntegro en su vida
y en sus decisiones, pero cuando la tentación tocó las
puertas de su corazón, sucumbió. Lo único que le quedaba
era agarrarse fuerte de la mano del Señor y no dejar que su
corazón se alejara más de Dios e ir tras una falsa ilusión.
David encontró la horma de sus zapatos, pues Urías, el
esposo de Betsabé, era fiel a Dios, a Israel, a su rey, y a su
mujer. ¡Enorme problema para la trama de David!
El primer día que David invitó a Urías al palacio real,
lo recibió con toda atención, no porque lo amaba, es que el
corazón de David se había equivocado. En su
desesperación por salir de la situación no optó por
reconocer su pecado, sino que buscó una salida menos
99
“Como reconocer el llamado divino”
comprometedora para su imagen, embriagó a Urías para
que fuera a acostarse con su mujer y encubrir el adulterio.
Pero Urías no quiso llegarse a su mujer arguyendo que
tenía celo por su nación y no era justo que mientras el
pueblo batallaba, él estuviera con su mujer por eso prefirió
dormir a la puerta del palacio. Pero David lo convenció
que se quedara un día más y esta vez lo embriagó hasta la
saciedad, pero la rectitud de Urías era invencible, no quiso
descender a su casa y ahora David estaba en aprietos.
Urías era un hombre íntegro a prueba de rey, ni David
lo pudo convencer para que descendiera a su casa y se
acostara con su mujer. David quería deshacerse de su
pecado y se le ocurrió fingir el asesinato de Urías por parte
de los enemigos de Israel, en su afán de encubrir su pecado
cometió otro peor. David envió una carta a Joab, el capitán
del ejército y así le dio muerte a Urías. Irónicamente, Urías
fue el portador de la misma carta, su sentencia de muerte:
“Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la
cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta
diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la
batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera” (2
S. 11: 14-15).
Urías murió en integridad e inocencia de lo sucedido y
ahora David tenía tremendo problema en el cielo.
c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados
Natán, fue un profeta que Dios utilizó para dar palabras de
confirmación del reinado de David. Pero en esta ocasión el
profeta se presentó ante David con un mensaje fuerte de
parte de Dios. Le hizo un relato acerca de un hombre muy
rico que le había quitado la única ovejita que poseía un
100
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
pobre hombre para darle de comer a un amigo (2 S. 12).
Natán presentó este hecho como una historia real para que
el rey le hiciera justicia, pero era una metáfora acerca del
pecado mismo de David contra Urías y su mujer.
David que había demostrado amar la justicia divina se
llenó de ira contra el supuesto hombre rico de la historia y
decretó con su autoridad real que ese hombre era digno de
muerte, sin darse cuenta que se trataba de él mismo. Natán
le respondió que ese hombre era él mismo, quien le había
quitado la mujer a Urías y también le había dado muerte.
Natán le profetizó a David de las consecuencias de su
pecado y esto se cumplió cuando su hijo Absalón, se reveló
contra él y violó sus mujeres ante del pueblo (2 S. 16:22). El
profeta advirtió que de la casa de David no se apartaría el
mal y esto se cumplió cuando Amnón, hijo de David se
enamoró de Tamar, su hermana, y la violó. Luego Absalón
mató a su hermano Amnon. Después, Absalón (hijo de
David) se rebeló contra su reino y también fue muerto.
Aunque el pecado acarrea consecuencias, siempre hay
oportunidad de restauración para los que lo reconocen y se
arrepienten. Pecar es de necios, corregirlo es de sabios.
d. Siembra amor y cosecharás perdón
A causa de su genuino arrepentimiento, Dios prometió a
David que no moriría por su pecado (adulterio y asesinato
eran penados con la muerte en la Ley).
David encontró ayuda en la angustia del pecado,
porque lo reconoció y se arrepintió. El Salmo 51 es muestra
de su arrepentimiento, aun siendo rey, tuvo escribió
públicamente acerca de esa experiencia.
La misericordia de Dios es infinita y la única limitación
que tiene es el nivel de fe del ser humano para reconocerla.
101
“Como reconocer el llamado divino”
Lo difícil es reconocer los errores y pedir perdón. Los
errores durante el desarrollo de un ministerio tienen
evidentes consecuencias, pero existe oportunidad de
restauración a través de un arrepentimiento genuino. Dios
no tardará en escuchar y levantar a quienes sean honestos
consigo mismos, reconozcan su pecado y se aparten de él
(Pr. 28:13).
102
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 7
JEREMÍAS: “Llamados a ser testigos”
____________________________________________________
I. SIN APARENTE RESULTADO EN EL MINISTERIO
a. El llamado de Jeremías
Jeremías fue elegido para el ministerio, aun antes de nacer:
“Vino pues palabra de Jehová a mí diciendo: Antes que
te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jr. 1: 4-5).
La explicación se encuentra en la presciencia divina. Dios
conoce el futuro y tiene la capacidad de saber que camino
elegirá cada ser humano, por eso prepara de antemano un
plan específico para cada persona. No obstante, Dios llama
al ser humano a su debido tiempo y espera su respuesta.
A pesar de ser sacerdote, Jeremías no se consideraba
digno de ejercer la misión profética. Fue a través de un
llamado que él entendió el propósito para el que Dios, le
había elegido. Jeremías fue llamado a profetizar y exhortar
a Israel en una de las crisis más difíciles del pueblo. Ellos
no tenían su corazón dispuesto para obedecer a Dios.
Jeremías no vio aparentes resultados en su ministerio, solo
confrontación con un pueblo que endureció su corazón
hasta el hastió, en oposición a las palabras que Dios puso
en su boca.
El ejemplo de Jeremías muestra que lo importante de
un llamado es la obediencia a Dios, no estrictamente los
resultados visibles que en ocasiones será difícil entenderlos
en el presente, sino hasta que el tiempo pase o estemos en
la presencia del Señor.
103
“Como reconocer el llamado divino”
Desde la perspectiva humana, el ministerio de Jeremías fue
un fracaso. Sus palabras fueron rechazadas y su
predicación parecía vana. Como atalaya que advierte el
peligro, Jeremías debía cumplir su misión de predicar su
mensaje. El resultado sería determinado por la decisión del
pueblo ante la Palabra divina, pero el profeta libraría su
responsabilidad delante de Dios.
Hay quien no entienda su labor evangelizadora en la
tierra y no se remiten a predicar el amoroso mensaje de
salvación, confrontado a los pecadores y no al pecado. El
profeta solo advierte, no obliga a obedecer. Tampoco es
juez que condena. La palabra predicada es el juez que al
final le pedirá cuentas a cada persona (Ez. 2:5; Jn. 12:48).
Toda persona llamada al ministerio debe cumplir su
misión de predicar, dejándole los resultados al Señor. Los
ministros deben enfocarse en su misión de ser testigos,
más que en los resultados visuales de su predicación. Esto
evitará frustraciones, pues no todos aceptarán el mensaje
de la Palabra de Dios (Ro. 10:16), como fue el caso de Noé.
La misión más grande de los ministros es ser testigos
de Dios en la tierra (Hch. 1:8). Por encima del éxito o el
prestigio ministerial, lo importante delante de Dios es
obedecer el llamado y hacer su voluntad con un corazón
lleno de amor, por una humanidad perdida en el pecado.
Dios le dijo al profeta Ezequiel que, si el pueblo no
escuchaba sus palabras, su trabajo no sería en vano.
Posteriormente él sería el juez de ellos (Ez. 33:33). Además,
le amonestó que si no le advertía del peligro al pecador,
Dios le pediría cuentas a él y sería castigado por su
desobediencia (Ez. 3:16-21).
104
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
El propósito divino y el anhelo de todo ministro debe ser
que los pecadores se conviertan a Dios, pero el deber es
predicar el Evangelio, independientemente de la decisión
de cada persona. El mensaje divino tiene implicaciones
eternas y cada ser humano será juzgado por la palabra que
se le haya predicado en vida. La palabra de Dios es como
una espada de dos filos que imparte vida o muerte eterna y
no retornará vacía, hará lo que Dios le manda (Is. 55:11).
b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor
Cuando Dios llamó a Jeremías le advirtió que sus profecías
no serían escuchadas: “Y os envié todos los profetas mis
siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no
me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron
su cerviz, e hicieron peor que sus padres. Tú, pues, les
dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás y
no te responderán” (Jr. 7: 25b, 27).
Todo predicador espera fruto de su mensaje. Pero Jeremías
fue enviado a un pueblo desobediente, advertido de que
no le escucharían. Jeremías fue la secuencia de muchos
profetas que Dios había enviado a Israel para advertirles
los peligros del pecado, pero no fueron escuchados.
Durante largos años Jeremías advirtió a Israel acerca de
la esclavitud que les esperaba si no obedecían a Dios. Pero
su mensaje fue ignorado y el pueblo fue finalmente
esclavizado. El caso de Jeremías fue frustrante y puede
serlo para cualquier ministro cuando son enviados a
predicar y sus mensajes son rechazados. Jeremías no
quería seguir en un ministerio aparentemente estéril. Él
quería ver el fruto anhelado de su trabajo ministerial. En
su estado de desánimo, Dios le exhortó y Jeremías se
volvió a Dios:
105
“Como reconocer el llamado divino”
“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu
palabra me fue por gozo y alegría de mi corazón;
porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios
de los ejércitos. ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi
herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para
mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te
restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo
precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse
ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jr. 15: 16, 18-19).
Jeremías comenzó su ministerio con mucho gozo, pero se
desanimó ante la realidad del rechazo de su mensaje. Era
tan honda su frustración que deseaba renunciar a su
llamado, si Dios no le hacía justicia de todo lo que estaba
sufriendo. Por el texto se deduce que Jeremías estaba
decepcionado y no quería seguir más en su ministerio.
Dios le advirtió que no siguiera la rebeldía del pueblo,
que le buscara y Él le daría la victoria sobre sus enemigos.
Jeremías debía volverse a Dios para mantener su
protección y no perecer junto a los rebeldes. Este lamento
sería constante en la vida de Jeremías, pero Dios siempre
lo alentaría a continuar en su labor de advertir al pueblo su
pecado, aunque no obedecieran. Jeremías no vio los
resultados que algunos le llaman éxito; pero, desde la
perspectiva divina cumplió su misión, pues, aunque fuese
para testimonio todo lo que le profetizó al pueblo les
sucedió como Dios lo había advertido. Aquí hacen eco las
palabras que Dios le dio al profeta Ezequiel (contemporáneo
de Jeremías) señalándole que, aunque el pueblo no le
escuchara, sabrían que hubo profeta entre ellos como
testigo de la advertencia divina (Ez. 33:32-33).
106
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 8
JUAN EL BAUTISTA: “El costo de la Verdad”
____________________________________________________
I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA
a. El profeta más grande entre los hombres
Juan el Bautista fue el último profeta del AT en anunciar la
llegada del Mesías a la tierra, pero Juan no es el típico
profeta que narra el AT. Existe una marcada diferencia
entre Juan y los demás profetas que le antecedieron.
La Biblia señala que Juan no hizo ningún milagro
durante su ministerio (Jn. 10:41). Algo típico en los
profetas bíblicos. Pero en contraste con esta observación,
Jesús señaló que no había existido otro profeta mayor que
Juan el bautista, en todo Israel (Mt. 11:11).
Desde la perspectiva divina, el hombre y la mujer de
Dios no se distingue por los milagros; si no por la
comunión con Dios, su valor para predicar y su entrega
para vivir la verdad. Aspectos relevantes del carácter de
Juan el bautista.
Hay quien estereotipa a los hombres y mujeres de Dios
por los milagros que manifiestan en sus ministerios. Si
bien, estas pueden ser señales divinas en los ministros, el
hombre y la mujer de Dios se reconoce en la Biblia por su
integridad, más que por los milagros (Mt. 7:20).
Juan el bautista no hizo milagros, pero hizo temblar a
los gobernadores romanos con sus palabras y fue muy
respetado en Israel como un verdadero profeta de Dios,
debido a su integridad y comunión con Dios (Mr. 6:18-20;
Lc. 20:6).
107
“Como reconocer el llamado divino”
b. Características de Juan el bautista y Elías
La profecía acerca de Juan el bautista, dada a través del
ángel Gabriel, advertía que sería lleno del Espíritu Santo
desde el vientre de su madre y tendría características
semejantes a las del profeta Elías. Eso revela lo poderoso
de su llamado.
Elías hizo temblar al sistema religioso perverso
implantado en Israel en su tiempo e hizo volver el corazón
de Israel a Dios. Juan, con su integridad, haría volver el
corazón de Israel a Cristo.
Juan vestía de ropas rústicas como lo hizo Elías, que de
cierta manera les daba una característica de poco acomodo
a las costumbres sociales de turno (2 R. 1:8; Mt. 3:8). Pero la
similitud de ambos va más allá de aspectos externos o
manifestaciones del poder de Dios.
La Biblia señala que a Elías le consumía un celo por su
Dios, ante la idolatría que imperaba en Israel (1 R. 19:10).
Juan también se encontró con un pueblo dividido y rebelde
a quienes llamó generación de víboras (Mt. 3:7).
La profecía acerca de Juan señala que él haría volver el
corazón de los padres a los hijos y esa también fue la labor
más grande de Elías, quién hizo que Israel se volviera a
Dios en tiempos de decadencia religiosa. Su
enfrentamiento contra reyes y el depravado sistema
religioso imperante fue la mayor característica de Elías.
Los milagros fueron el resultado de la fe y el celo que
Elías sentía por Dios, pero en el carácter firme de
enfrentarse contra imperios perversos y el valor para decir
la verdad, es donde se nota su relación con Juan el
bautista.
108
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Si se compara a estos dos profetas por sus señales existiría
una brecha enorme, porque la Biblia señala que Elías hizo
grandes prodigios (1 R. 17, 19); mientras que Juan no hizo
ninguna señal (Jn. 10: 41).
Las señales pueden ser el resultado de una vida de
integridad; pero los milagros no salvan, porque es Dios
quién los hace. Lo más importante en la vida de un
ministro es su relación con Dios, no las señales.
c. La grandeza de Juan el Bautista
Jesús afirmó que Juan fue el más grande de todos los
profetas anteriores que él (Mt. 11:11). En contraste con esta
afirmación Juan no hizo ninguna señal:
“Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad,
ninguna señal hizo; pero todo lo que dijo de éste, era
verdad” (Jn. 10:41).
La verdadera grandeza de Juan consistía, en que guardaba
su integridad, en medio de una sociedad corrupta. A
veces se trata de matizar la verdad divina por temor a la
censura de la sociedad o los gobiernos corruptos. No se
trata de ofender directamente a las personas o gobernantes
por su condición de pecado; sino de predicar la verdad en
rechazo al pecado mismo, pues Dios ama al pecador, pero
rechaza el pecado.
Jesús dijo de Juan:
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se
ha levantado otro mayor que Juan el bautista; pero el
más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”
(Mt. 11:11).
Jesús señaló que no había nacido hasta la época de Juan,
otro profeta más grande, a pesar de que no hizo milagros.
109
“Como reconocer el llamado divino”
La grandeza de Juan consistía en su testimonio y
verticalidad. Herodes, un rey sanguinario y sin escrúpulos,
no se atrevía a matar a Juan porque el pueblo le reconocía
como un verdadero profeta de Dios.
Quizá Juan tenía el debido respeto hacia Herodes, por
ser emperador, pero eso no le impedía exhortarle acerca
del pecado de adulterio del Rey con la mujer de su
hermano:
“Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de
Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le
decía: no te es lícito tenerla” (Mt. 14: 3-4).
Juan no tenía miedo de señalar el pecado del emperador
romano, como a cualquier persona. Él consideraba que su
deber como profeta era decirle la verdad, porque estaba
comprometido con Dios.
Juan no confundió el amor por el prójimo con la falta
de compromiso moral con la verdad divina. Consideraba
que su deber era advertir el peligro del pecado al prójimo,
por encima de cualquier interés mezquino de conservar
posiciones sociales o amistades.
El único delito que Juan cometió y que condujo a una
sociedad perversa a decapitarle fue su compromiso con la
verdad. Juan sabía con anterioridad que decirle la verdad a
Herodes le podía costar la vida, pero no le importaba
morir. El pagó con su vida, por decirle la verdad a una
sociedad que se deleitaba en el pecado.
La escuela de Juan fue el desierto. Quizá los líderes
religiosos de Jerusalén, no estaban dispuestos a confrontar
el pecado con la verdad, pues les importaba más el poder
político. Por eso Dios levantó a un hombre del desierto, sin
110
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
compromisos ni ataduras sociales que le cerraran la boca
para llamar el pecado por su nombre.
La Biblia señala:
“Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de
Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le
decía: No te es lícito tenerla. Y Herodes quería matarle,
pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta.
Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la
hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes.
Por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo
que pidiese. Ella, instruida, primero por su madre, dijo:
Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
Entonces el rey se entristeció; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa,
mandó a que se la diesen, y ordenó decapitar a Juan en
la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la
muchacha; y ella la presento a su madre” (Mt. 14: 3-11).
Las palabras de Juan: “Herodes, deja esa mujer porque no
te es lícito tenerla”, demuestran su valentía para
confrontar señalar el pecado y la razón por la que Dios le
comparó con Elías, quién también se enfrentó a un sistema
político y religioso corrupto.
Juan tenía comunicación con el emperador y quizá era
invitado al palacio, pero no vendió sus convicciones por
un paseo en el palacio real, ni se dejaba impresionar por
los manjares que le servían los cortesanos del rey. Juan le
advirtió su pecado a Herodes y eso le costó la vida.
d. La integridad de Juan el bautista
Juan representa el llamado de quienes no se acomodan a
un sistema pecaminoso, ni a la cultura, cuando estas
111
“Como reconocer el llamado divino”
entran en contradicción con los principios bíblicos. Juan no
calló la verdad de Dios ante Herodes. Como atalaya,
consideró que era su deber advertirle acerca de su pecado.
Juan tenía un compromiso con la verdad y acerca de esa
grandeza fue que Cristo habló de Juan el Bautista.
Para que Dios escogiera a Juan para ser el testigo que
anunciaría y confirmaría a Jesús como el Mesías de Israel,
debía ser un hombre intachable.
Predicar la verdad del Evangelio de Cristo no
representa falta de amor en el cristiano. El amor de Dios no
es alcahuete, tampoco se acomoda al pecado.
El amor y la justicia son parte del carácter de Dios y
una cosa no niega la otra. Tanto en el AT como en el NT se
presenta a Dios como fuego que consume (Dt. 4:24; Hb.
12:29). La tolerancia al pecado no es inherente al carácter
divino. Dios es misericordioso con el pecador y le da
oportunidad de arrepentimiento toda una vida, pero no
tendrá por inocente a quien deliberadamente practica el
pecado con la excusa de que Dios es amor.
Un ministro de Dios tiene la responsabilidad de
advertir sin acepciones el pecado a la gente, aunque se
gane el desprecio de algunos o de todos. Dios ama
incondicionalmente al pecador, pero no ama el pecado y el
amor corrige porque es justo (Hb. 12:4-8; Pr. 3:11-12).
Juan el bautista es un ejemplo del valor y la
responsabilidad que debe caracterizar a los líderes
cristianos para advertir las consecuencias del pecado, aún
a expensas de perder algunos privilegios, posiciones
sociales o la vida misma, si ese fuese el caso.
112
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Capítulo 9
LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO
____________________________________________________
I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO
a. Tres principios de la obediencia al llamado divino
La obediencia a la voz de Dios es el reto más importante de
los llamados al servicio divino. No basta con haber
aceptado el llamado; hay que mantenerse en obediencia
como un estilo de vida, para seguir cosechando frutos
durante el ministerio.
Jesús enseñó tres pasos ineludibles de obediencia que
deben seguir todos sus discípulos. Estos atañen a toda la
vida cristiana, incluyendo el llamado al servicio divino, a
saber: Negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguirle:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz,
y sígame” (Mt. 16:24).
Pedro, en sus sanas intenciones quiso detener a Jesús de
morir en la cruenta cruz, rogándole que tuviera compasión
de sí mismo (v.23). Después de haberlo reprendido, Jesús
se dirigió a sus discípulos y de forma categórica les
advirtió las implicaciones de ser su discípulo.
Aunque el deseo de Jesús es que toda la humanidad le
siga, apela a la voluntad de cada individuo para tomar
dicha decisión, señalando: “Si alguno quiere venir en pos
de mí”. La invitación está abierta a toda persona, pero los
que quieran seguirle deben obedecerle, siguiendo sus
pasos cada día.
113
“Como reconocer el llamado divino”
Pedro, sin entenderlo, con sus sanas intenciones estaba
estorbando a Jesús en su camino a la cruz, donde en
obediencia al Padre, debía ir para salvar a la humanidad.
En respuesta Jesús establece un primer paso que sus
seguidores deben dar: “Niéguese a sí mismo”.
Dios no despersonaliza a los seres humanos, en cambio
les invita a tomar la decisión radical de renunciar a sus
ambiciones egocéntricas para seguir su voluntad. Negarse
a sí mismo no solo implica renunciar a la voluntad propia,
también es la aceptación de la voluntad divina.
El segundo paso es: “tome su cruz”. Los discípulos de
Jesús conocían bien el concepto aberrante de la crucifixión.
Ellos sabían que todo condenado a la cruz debía cargar su
propia cruz al lugar de la crucifixión.
Jesús les dijo que si Él, siendo Dios se había humillado
a tan vil sacrificio en obediencia al Padre (Fil. 2:5-8), todo
seguidor debe ser partícipe de cargar su propia cruz.
Especialmente los discípulos quienes debían pasar el trago
amargo de ver morir a su Mesías, en una vergonzosa cruz.
Esta cruz literal para Cristo y algunos de sus discípulos, es
ahora simbólica de la muerte a las demandas naturales de
la carne y la aceptación de la voluntad de Dios.
El tercer paso es: “Sígame”. No se puede confesar ser
seguidor de Cristo, si no se hace su voluntad. Seguirle,
implica poner en práctica sus enseñanzas todos los días.
En conclusión, el primer paso (negarse a sí mismo)
tiene que ver con la renuncia a las demandas egoístas del
ser humano, para dar paso a la voluntad de Dios.
El segundo pasó (tomar la cruz), implica no sólo la
negación a la voluntad propia, es también la aceptación de
la voluntad divina. Tomar la cruz es sinónimo de
114
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
sobreponerse a las pruebas de la vida cristiana por medio
de la fe.
Una vez que se ha rendido la voluntad propia y se ha
aceptado la divina (con sus implicaciones diarias) se debe
caminar (seguirle) en constante comunión y obediencia al
plan que Dios haya trazado para cada uno de sus hijos,
que es el tercer paso.
b. El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo
La vida de obediencia de Cristo es el ejemplo más digno de
admirar para toda la cristiandad, por eso Pablo explica:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también
en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz” (Fil. 2:5-8).
Pablo expone la vida de humildad de Jesús, partiendo
desde su misma gloria, donde estaba antes de manifestarse
al mundo. El hecho de que Jesús se vistiera de un ropaje
humano para identificarse con la humanidad, al
encarnarse, fue un acto de humildad y obediencia.
La humillación de Cristo y su obediencia al plan eterno
del Padre, fue más allá de hacerse hombre; pues si esto era
ya degradante para Él, por lo menos debió ser alguien
importante en medio de la humanidad, pero no fue así.
Estando en esa condición humana vino a servir a la
humanidad y se hizo esclavo del Padre para someterse a
sus designios.
115
“Como reconocer el llamado divino”
Si de Dios pasó a ser hombre y de hombre degradado a
siervo entre los hombres, su muerte fue la peor de un ser
humano, pues sólo los hombres más perversos y malos de
la sociedad eran llevados a una muerte tan vil como la de
una cruz. Pablo puso como ejemplo de obediencia absoluta
a Cristo, pues en obediencia al Padre, voluntariamente dio
su vida en rescate por la humanidad:
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida,
para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo
de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento
recibí de mi Padre” (Jn. 10:17-18).
Jesús explicó claramente que nadie le quitó su vida, Él la
ofreció en un acto voluntario de obediencia al plan
salvífico divino para la humanidad. Así lo explica el
escritor del libro a los Hebreos:
“Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron
(las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo
luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu
voluntad; quita lo primero, para establecer esto último
(Hb. 10:8-9).
Ese espíritu voluntario de sumisión a la voluntad del
Padre mostrado por Cristo, es el que el apóstol Pablo
señala que todo creyente debe imitar.
Jesús aprendió la obediencia a través de una vida de
sumisión a la voluntad del Padre:
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la
obediencia” (Hb. 5:8).
El deseo de agradar al Padre es notorio durante la vida de
Jesús. Aún antes de su muerte reveló el deseo de hacer la
116
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
voluntad perfecta del Padre que sirve de ejemplo para sus
seguidores. Jesús oró dos veces al Padre pidiéndole que, si
en su plan lo permitía, le evitara el trago amargo de la
cruz; aunque siempre oraba que se hiciera su voluntad:
“Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre
mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la
beba, hágase tu voluntad” (Mt. 26:42).
Jesús hizo el sacrificio de ir a la cruz por obediencia, no
porque le agradaba una muerte tan morbosa. La vida de
Cristo se convierte en el ejemplo más sublime de
obediencia para los hijos de Dios.
c. La obediencia al llamado divino es incondicional
El llamado divino no puede ser condicionado a las
circunstancias de la vida de los llamados al servicio del
ministerio. En un llamado genuino no se puede esperar
que las circunstancias sean favorables para cumplirlo.
A Dios no lo limitan las circunstancias, ni está sujeto a
las leyes naturales para ejecutar su plan. Jesús hizo un
llamado a una entrega de total sumisión a su voluntad:
“Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré
adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del
Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus
discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y
entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los
muertos entierren a sus muertos” (Mt. 8:19-22).
Nadie puede poner condiciones al llamado divino. Jesús
fue radical en su respuesta a quienes querían seguirle bajo
ciertas condiciones. Dios no tarda, ni adelanta sus planes
por antojo humano. Dios tiene su forma y su tiempo para
llevar a cabo su obra, al que el ser humano debe sujetarse.
117
“Como reconocer el llamado divino”
El verso anterior no implica que se deba ser indiferente a la
familia. Lo que plantea es un asunto de prioridades y lo
eterno es prioridad, ante lo temporal.
Los personajes bíblicos fueron llamados a seguir la
voluntad divina en medio de sus propias circunstancias.
Eliseo le pidió a Elías, que le permitiera despedirse de sus
padres y luego le siguió:
“Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que
araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última.
Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su
manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo
en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi
padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve,
vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par
de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció
la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después
se levantó y fue tras Elías, y le servía” (1 R. 19: 19-21).
Cuando Jesús llamó a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan para
que le siguieran, al instante abandonaron las redes, los
barcos e incluso a sus padres y le siguieron (Mt. 4:18-22).
Seguir el llamado divino implica poner a Dios por encima
de todas las cosas:
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre,
y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también
su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26).
El sentido de este verso no es motivar el odio entre los
familiares, lo que Jesús pretende explicar es que en un
momento decisivo en que se debe obedecer a Dios, aunque
la familia resista el llamado, ese amor no puede estar por
encima del amor a Dios. Él tiene cuidado de sus hijos y
118
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
sabe lo que les conviene, Dios nunca guiará por el camino
errado, aunque este sea difícil y escabroso.
Lo cierto es que se debe amar a Dios sobre todas las
cosas y no hay mejor manera de expresarlo, sino a través
de una obediencia absoluta a sus planes.
d. El llamado divino tiene su tiempo
Dios tiene un tiempo señalado para realizar su obra y
quien es llamado al servicio ministerial no puede
condicionar la voluntad divina para atrasar o adelantar sus
planes.
Es común que Dios primero llame a alguien al servicio
ministerial, antes que inicie el trabajo asignado. Pero
seguramente, cuando el tiempo llega Dios no esperará por
el ser humano, sus planes deben cumplirse.
Jesús, en su naturaleza humana, debió nacer y crecer
hasta llegar cerca de los treinta años, cuando se manifestó
a la humanidad como el Mesías Salvador.
Aunque había un caos en Israel y en el mundo entero
durante la vida de Jesús, Él se manifestó a su debido
tiempo, cuando el Padre así lo dispuso.
Jesús no agradó ni a su propia mamá. En cierta
ocasión, María quiso apresurar a Jesús para que
manifestara su poder al mundo, pero nadie puede
coaccionar la voluntad de Dios. Jesús le respondió:
“Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?
Aún no ha venido mi hora” (Jn. 2:4).
Dios no obra conforme a la voluntad humana para realizar
la obra de su reino en la tierra. El solo espera una
respuesta firme cuando llama al servicio del ministerio.
119
“Como reconocer el llamado divino”
e. Entendiendo el llamado al ministerio
Es deber de cada cristiano entender con claridad su
llamado al servicio ministerial en el reino de Dios,
cualquiera que sea. Asegurarnos de que hemos sido
llamados al servicio de un ministerio específico nos
ayudará a hacer nuestra labor con amor, perseverancia y
tesón, sin esperar recompensas en la tierra o el
reconocimiento de los demás.
La parte más importante será no caer en el error de
usurpar un ministerio al que no hemos sido llamados. Hay
cristianos que se enamoran de ciertos ministerios, no
porque hayan sido legítimamente llamados, sino para
compensar ciertos vacíos en su autoestima, por fama o
ambiciones materiales. Lo más trágico es que a veces no
logramos advertir las verdaderas intenciones de nuestro
propio corazón (Jr. 17:9).
A veces sucede que los llamados legítimamente por
Dios no quieren obedecer a Dios y los que no son llamados
insisten en realizar ministerios que no les corresponden.
Esa es una de las razones más importantes de conocer
claramente nuestro llamado a un servicio ministerial
específico en el reino de Dios. Esto se logra en tiempos de
intensa oración, pidiendo a Dios que hable de la manera
que sabe que le entenderemos.
Una clave sería, como en todas las decisiones del
cristiano, no actuar hasta que Dios confirme el llamado por
medio de su Espíritu Santo que guía a toda justicia (Jn.
167:13). Es de advertir que Dios les responde a aquellos
que están dispuestos a hacer su voluntad. Dios no
responde a los que sabe que no obedecerán. La disposición
a obedecer es requerida, antes de pedir confirmación.
120
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
CONCLUSIÓN
DIOS ES QUIEN LLAMA AL SERVICIO MINISTERIAL

Evidencias del llamado divino en el Antiguo
Testamento
 Noé fue llamado por Dios como profeta a su generación
(Gn. 6).
 Abraham fue llamado directamente por Dios (Gn. 12: 13).
 Moisés fue llamado audiblemente por Dios desde una
zarza en fuego (Ex. 3: 1-4).
 Aarón fue escogido y separado directamente por Dios
para ejercer el sacerdocio (Ex. 28, 29, 40:11-15).
 Josué fue escogido por Dios para suceder a Moisés (Js. 1).
 Gedeón fue llamado por Dios para ser juez de Israel (Jue.
6).
 Sansón fue escogido por Dios, antes de nacer, para salvar
a Israel (Jue. 13:5).
 Samuel fue llamado por Dios con voz audible para ser
juez de Israel (1 S. 3).
 David y Saúl fueron llamados por Dios y ungidos por el
profeta Samuel para ejercer sus reinados en Israel (1 S.
16:13, 1 S. 10:1).
 Salomón fue escogido por Dios antes de ser rey (2 S. 7:1215; 1 Cr. 22:6-10).
 Dios llamó audiblemente al profeta Isaías durante una
visión celestial (Is. 6).
 El profeta Jeremías fue escogido por Dios antes de nacer,
para ejercer el ministerio profético (Jr. 1: 5-6).
121
“Como reconocer el llamado divino”
 Evidencias del llamado divino en el Nuevo
Testamento
 Los ministerios de la Iglesia fueron establecidos por
Jesús y repartidos a cada cual, según su designio. La
Biblia señala:
“Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros
profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”
(Ef. 4: 11-12).
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente
apóstoles, luego profetas, o tercero maestros, luego los
que hacen milagros, después los que sanan, los que
ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas” (1 Co. 12: 28).
En estos versos se mencionan algunos de los ministerios
que Cristo estableció para edificación de la Iglesia. Estos
pasajes son explícitos en señalar que fue Jesús quien
constituyó cada ministerio y quien también elige a los
ministros, según su voluntad.
 Jesús mismo escogió a doce personas entre sus discípulos
para constituirlos como apóstoles y columnas de la
Iglesia:
“Después subió al monte, y llamo así a los que Él
quiso; y vinieron a Él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar, y que
tuviesen autoridad para sanar enfermedades y echar
fuera demonios” (Mr. 3:13-15).
122
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
 Pablo exhortó a Timoteo a mantenerse firme como un
soldado en la milicia de la fe, confortado por medio de
algunas profecías que se habían hecho con relación a su
llamado:
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que
conforme a las profecías que se hicieron antes en
cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Ti.
1:18).
 Pablo fue llamado al ministerio directamente por Cristo
y se lo confirmó a través de un sueño, por medio de un
cristiano llamado Ananías:
“Había entonces en Damasco un discípulo llamado
Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. El Señor le dijo: Ve,
porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi
nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los
hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es
necesario padecer por mi nombre” (Hch. 9:10, 15-16).
 Pablo también recibió confirmación de su llamado por
medio de profetas de Antioquía:
“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia,
profetas y maestros. Ministrando estos al Señor, y
ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé
y a Saulo para la obra que los he llamado” (Hch. 13: 1a,
2).
Jesucristo escogió a Saulo para llevar su Evangelio a los
gentiles. En esta oportunidad se lo confirmó nuevamente
por medio del Espíritu Santo, usando a los profetas de
Antioquía. Todos estos ejemplos demuestran que el
servicio ministerial se debe realizar en obediencia a un
llamado divino.
123
“Como reconocer el llamado divino”
 ALGUNOS LLAMADOS DE LA BIBLIA
 EL LLAMADO DE ABRAHAM:
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir
al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin
saber a dónde iba (Hb. 11:8).
 EL LLAMADO DE MOISES:
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en
medio de la zarza, y dijo: !Moisés, Moisés! Y él
respondió: Heme aquí” (Éx. 3:4).
 EL LLAMADO DE LOS SACERDOTES LEVITAS:
“Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes
que hacen la guardia del altar; estos son los hijos de
Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví para
ministrar a Jehová” (Ez. 40: 46).
“Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado
por Dios, como lo fue Aarón” (Hb. 5:4).
 LLAMADO DE JESUS COMO EL SIERVO DE DIOS:
“Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la
mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por
luz de las naciones” (Is. 42-6).
 EL LLAMADO DEL APOSTOL PABLO:
“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a
que los he llamado” (Hch. 13:2).
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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol,
apartado para el evangelio de Dios” (Ro. 1: 1).
LIBROS ESCRITOS POR JOEL PERDOMO
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NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS
EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO
LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA
LA ORACIÓN EFICAZ
LA LEY Y LA GRACIA
EL LLAMADO AL MINISTERIO
LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
FE SIN LÍMITES
SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR
VIDA Y MINISTERIO (autobiografía).
LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN
LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano
HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO
RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA
BIBLIA
TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA
JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE
EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y
Recasamiento a la luz de la Biblia.
SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios?
ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios?
LA SABIDURIA DIVINA
LOS PRIMEROS PASOS
VIDA CRISTIANA – Reflexiones
TESOROS DE LA BIBLIA
DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS
(búsquelos escritos y en audio en internet).
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