EL LLAMADO AL MINISTERIO ________________________________________________ “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Copyright © 2012 por Joel Perdomo ¡IMPORTANTE! “Como reconocer el llamado divino” ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. POR TANTO: PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE. PUEDE SER IMPRESO – SIN FINES DE LUCRO. PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO ORIGINAL. ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO. ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A CAMBIO. ¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO 2 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” ÍNDICE Capítulo - 1 - EL LLAMADO DIVINO I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO…………...13 a. Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo c. Llamados al servicio del ministerio divino II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO………………….…..16 a. Dios es quién llama al servicio ministerial b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado divino c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO………………….22 a. Señales del llamado divino b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio c. Cualidades de los llamados IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO……………….…26 a. La promesa del llamado b. La aceptación del llamado divino c. La rendición al método divino d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado Capítulo 2 - EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN………..33 a. Una visión espiritual b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio c. Dios transforma la vida de quién recibe la visión d. El impacto de la visión divina II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO………………………...39 a. La oposición a la visión divina b. Confrontando la oposición externa c. Confrontando la lucha interna III. TESOROS EN VASOS DE BARRO…………………………44 a. Toda gloria le pertenece a Dios b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina c. Los enemigos gratuitos 3 “Como reconocer el llamado divino” Capítulo 3 - ABRAHAM: “Fe sin límites” I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO…………………………...49 a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe b. La fe es probada durante el llamado c. Hay que creer… Antes de ver Capítulo 4 - MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo” I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO…………55 a. Moisés renunció a las glorias de Egipto b. Moisés en la escuela del desierto c. Moisés responde al llamado divino Capítulo 5 - JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino” I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN………………………………..61 a. José “El soñador” b. La visión produce persecución c. Dios torna todo para bien de los que le aman II. LA FE SOSTIENE LA VISION………………………………..67 a. José mantuvo firme su fe b. Sueños que matan y dan vida Capítulo 6 - DAVID: El proceso del llamado divino I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID…………………………..71 a. Saúl y David fueron llamados por Dios b. El legítimo llamado de Saúl c. Señales del llamado ministerial de Saúl d. Dios demanda obediencia durante el ministerio e. La envidia y el celo ministerial II. EL LLAMADO DE DAVID……………………………………78 a. El llamado divino y sus implicaciones b. David fue escogido por Dios como rey de Israel c. David fue ungido como rey d. David fue perseguido por envidia 4 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO DIVINO…..85 a. Dependencia total de Dios b. David se finge loco para salvar su vida c. El proceso del perdón d. La confianza en la justicia divina e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO………………..94 a. La confianza en la justicia divina b. Dios convierte el lamento en gozo c. La paciente espera en Jehová V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO…………………..98 a. El perdón es la máxima expresión del amor b. Integridad a toda prueba c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados d. Siembra amor y cosecharás perdón Capítulo 7 - JEREMÍAS: Llamados a ser testigos I. SIN APARENTES RESULTADOS EN EL MINISTERIO…103 a. El llamado de Jeremías b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor Capítulo 8 - JUAN EL BAUTISTA: El costo de la verdad I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA………………...107 a. El profeta más grande entre los hombres b. Características de Juan el bautista y Elías c. La grandeza de Juan el bautista d. La integridad de Juan el bautista Capítulo 9 - LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO………………113 a. b. c. d. e. Tres principios de obediencia al llamado divino El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo La obediencia al llamado divino es incondicional El llamado divino tiene su tiempo Entendiendo el llamado al ministerio 5 “Como reconocer el llamado divino” 6 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” DEDICATORIA Dedico este libro a todos los santos alrededor del mundo que han abrazado incondicionalmente el llamado divino para servir en los diferentes ministerios de la iglesia, aun por encima de sus propios intereses. A quienes han tenido que abandonar su familia para seguir el llamado divino llevando el Evangelio a lejanas tierras, en sincero servicio a Dios y amor al prójimo. A los que sufren persecución por causa del Evangelio de Jesucristo y han ofrendado sus vidas al servicio del reino de Dios, sin importar las consecuencias, con tal de obedecer el llamado divino. A los que han entendido que servir a Dios es un privilegio, no una carga. Jesús dijo a sus seguidores que se gozaran y alegraran cuando sufrieran por causa de su santo Nombre, pues el galardón es grande en el reino de los cielos (Mt. 5:11-12). El llamado divino se forja en la adversidad; como el precioso metal se fragua en el fuego. Joel Perdomo 7 “Como reconocer el llamado divino” 8 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” PRÓLOGO Hay circunstancias típicas que suelen rodear a quienes son llamados a servir en los diferentes ministerios de la Iglesia. Los hombres y mujeres de Dios llamados al servicio ministerial, por lo general deben renunciar a sus propios anhelos para seguir la voluntad divina. El llamado divino, implica que Dios separa ciertas personas para desarrollar una función ministerial, específica, dirigida a la predicación del Evangelio y la extensión del reino de Dios en la tierra. La vida de los llamados al servicio en el reino de Dios, está rodeada de experiencias aleccionadoras y retos que deben enfrentar para lograr las promesas divinas. Algunas de estas experiencias están plasmadas en los relatos de los personajes bíblicos, que sirven como espejo para poderse reflejar1 y encontrar respuestas del porque la fe de los llamados al servicio ministerial, comúnmente es probada. Jesús mismo enseñó esta verdad a todos sus seguidores diciéndoles: “Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese asimismo, y tome su cruz y sígame’’ (Mt. 16:24). Los personajes bíblicos inspiran con las grandes victorias que lograron por creer, aceptar y obedecer el llamado divino, abriéndose paso en medio de las dificultades de la vida y soslayando los retos del camino por medio de la fe. No es extraño que los llamados por Dios a realizar una obra en el reino experimenten circunstancias difíciles, a veces este suele ser el medio que Dios utiliza para mostrar su gloria. Si no hay un obstáculo que vencer, tampoco 1 Vide., Romanos 15:4 9 “Como reconocer el llamado divino” habrá victorias que celebrar. Alguien dijo que: “Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados”. La Biblia muestra que Dios endureció el corazón de Faraón para que Moisés pudiera ver la gloria de Dios (Ro. 9:17). Job, hablando acerca del trato amoroso de Dios con sus hijos señala: Dios hace la llaga y Él la cura (Job, 5:18). Dios permite las dificultades, pero también provee la salida para poder vencer. El torna todas las cosas para el bien de los que le aman. En especial de los que conforme a su propósito han sido llamados (Ro. 8:28). Si alguien es capaz de creerle a Dios en cualquier circunstancia, Él no tardará en honrar su fe. Los retos que Dios le hace a los seres humanos implican dar grandes pasos de fe. Dios primero muestra la maqueta de sus planes para que los resultados sean patentes por medio de la fe. A Dios nada le toma por sorpresa. Toda obra que llama a hacer está ya realizada, antes de que se lleve a cabo. Dios llama las cosas que no son como si fuesen: “Él cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Ro. 4:17b). No obstante, Dios obra por medio de la fe de sus hijos para llevarla a cabo. Si bien, Dios es quien llama al servicio ministerial, se requiere la disposición, fe y obediencia del ser humano en respuesta al llamado divino. Joel Perdomo 10 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” INTRODUCCIÓN Dios es soberano en sus propósitos, pero no obliga a sus criaturas a servirle, Él respeta la decisión de sus criaturas. Aun después de la rebelión de la primera pareja, Dios sigue llamando al ser humano a que le sirva voluntariamente. La Biblia muestra que los seres creados por Dios gozan de libre albedrío. Aun las personas que Dios llama al servicio ministerial lo hacen voluntariamente en respuesta al llamado divino. La rebelión de Satanás y los demás ángeles en el cielo muestra que los seres creados por Dios gozan de libre voluntad, de otra manera no se habrían rebelado (Ap. 12:7). El libre albedrío para elegir se nota también en la primera pareja, a quienes Dios les dio la capacidad de poder elegir entre el bien y el mal (Gn. 2:16-17). Dios quiere una obediencia voluntaria y no puede existir verdadera obediencia, si no existe la opción a desobedecer. En cuanto al servicio ministerial es igual, Dios no obliga a sus hijos a que le sirvan en el ministerio, les da la oportunidad de elegir. Dios como creador conoce a cada ser humano y prepara de antemano un plan para que sus hijos le sirvan, pero al final cada cual decide lo que hará. La Biblia señala que Dios llamó a Noé en medio de su generación para que fuese su testigo fiel y advirtiera a la humanidad del diluvio universal a causa del pecado (Gn. 6, 8). Dios les dio oportunidad de arrepentirse de sus pecados a toda esa generación, pero solo Noé y su familia fueron librados por su obediencia a Dios. Dios llamó a Abram siendo un pagano para que le sirviera. El obedeció la voz divina sin titubeos (Gn. 12) y Dios cumplió su promesa de hacer de él una gran nación. 11 “Como reconocer el llamado divino” Dios llamó a Moisés, audiblemente para liberar al pueblo judío, cuando vivían bajo esclavitud en la tierra de Egipto y los liberó con grandes señales de su poder (Éx. 3). Dios unge con su poder a los que obedecen el llamado al servicio ministerial a fin de que cumplan su misión. Dios escogió a Aarón y su familia para el sacerdocio a fin de ministrar en el culto del templo judío (Éx. 28:1, 43). Dios eligió jueces en Israel, entre otros: Jefté (Jue. 6:12-14); Sansón (Jue. 13); Samuel (1 S. 3). Dios escogió a los reyes que debían gobernar a Israel, entre ellos: David (1 S. 16:12-13) y Saúl (1 S. 9:17). Sería interminable la lista si se menciona las personas que Dios llamó al servicio divino, incluyendo a todos los profetas. Es indudable que Dios es quien llama al servicio ministerial y espera una respuesta del ser humano. Desde la perspectiva bíblica, Dios es quien escoge y llama al servicio ministerial. Las personas solo se disponen a obedecer el llamado divino. El cristiano debe tener consciencia de su propio llamado al servicio ministerial, esto le producirá gozo y seguridad en lo que emprenda. Las vivencias de los personajes bíblicos que fueron llamados al servicio ministerial son una fuente de ricas experiencias que sirven hoy para entender mejor el llamado divino. También ayuda a evitar los errores que otros cometieron en el pasado, si se aprende de ellos. El llamado divino se obedece por la fe y se desarrolla dentro de un proceso del que surgen muchas preguntas. Este libro está dirigido a dar luz, para entender el llamado a servir en cualquier ministerio de la Iglesia. 12 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 1 EL LLAMADO DIVINO ____________________________________________________ I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO a.Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad La Biblia muestra que, en el principio, el ser humano gozaba de perfecta armonía con Dios (Gn. 2:15-17), pero esta fue afectada por la desobediencia humana. Después del pecado de la primera pareja, Dios se ha manifestado en diferentes maneras en su afán de restablecer su comunión y revelar su gran amor a la humanidad. El escritor de la carta a los Hebreos explica: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hb. 1:1-2). Dios escogió personas en diferentes épocas para ser portadores de su mensaje de amor y deseo de comunión con la humanidad, como Enoc, Noé, Abraham, Moisés y otros profetas. Luego, el pueblo de Israel fue llamado por Dios para ser luz a las naciones, pero fracasó en su misión (Éx. 19:5-6). Finalmente, Dios en su amor infinito envió su Hijo amado Jesús a la tierra, a fin redimir a la humanidad del pecado y de la muerte. Pero el conflicto de la relación Dios-hombre no se remite solo al pecado de Adán y Eva. El problema es de carácter individual, debido a la falta de voluntad humana para ajustarse al carácter y a la voluntad divina. Después de la caída, el ser humano está inclinado 13 “Como reconocer el llamado divino” al mal y es Dios quien se acerca para revelar su mensaje de amor. Dios es quien toma la iniciativa de salvar la humanidad. b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo Dios ha comunicado su voluntad a la humanidad por medio del mensaje del santo Evangelio de Jesús y espera una respuesta de cada individuo. Pero el reto de predicar el Evangelio al mundo o servir en algún ministerio de la Iglesia es dado a los hijos de Dios y es preciso que cada uno cumpla con su llamado. Ni a los ángeles se les dio el privilegio de predicar el Evangelio (1 P. 1:12). El profeta Isaías proclama la urgencia divina de llevar las buenas nuevas de salvación, siendo imprescindible que alguien acepte el reto de predicar el Evangelio. Pablo lo explica de la siguiente manera: ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! (Ro. 10:14-15). Los elegidos al servicio del ministerio deben responder el llamado divino para que el mensaje sea predicado al mundo. c. Llamados al servicio del ministerio divino Jesús ascendió al cielo ante la vista de sus discípulos, pero antes estableció diferentes ministerios en la Iglesia, con el objetivo de darle un ordenamiento, con el propósito de capacitar a los cristianos para la obra del ministerio, y que de manera ordenada sean más efectivos en su labor 14 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” evangelizadora en la tierra. Aquí algunos de los ministerios relacionados a proclamar la Palabra de Dios: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:11-12). Si bien estos ministerios son los principales con relación a la predicación del Evangelio, los ministerios de la Iglesia no se remiten a estos cinco ministerios de la Palabra. Hay diversidad de ministerios que Jesús le ha delegado a su Iglesia en la tierra para que como un cuerpo ordenado pueda ser efectiva en su misión evangelizadora: ”De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Ro. 12:6-8). En esta lista de dones los ministerios son sinónimos, haciendo notar la diversidad en el servicio del ministerio, pero enfatizando más la unidad por encima de la individualidad o importancia de cada ministerio. La iglesia es un solo cuerpo, pero cada ministerio tiene su propia función y son asignados a cada persona por Dios, según su voluntad, como a Él le place: ”Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Co. 12:11). En el Antiguo y Nuevo Testamento los ministerios son asignados por Dios. Nadie sirve en el ministerio por antojo personal, es un privilegio que procede de Dios. 15 “Como reconocer el llamado divino” II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO a. Dios es quien llama al servicio ministerial Dios es todopoderoso y tiene ejércitos de ángeles a su disposición (Sal. 103:20); pero, le dio a seres humanos el privilegio de predicar su Palabra (1 P. 1:12). Dios llama, capacita y envía individuos para realizar su obra en la tierra. La Biblia muestra que Dios hace partícipe a sus hijos en su misión de comunicar su mensaje a la humanidad (Ro. 10:15). Dios elige personas de acuerdo a su voluntad para que cumplan una misión específica relacionada a su reino. Dios llamó a Abraham, Moisés, Noé, Samuel y otros con el fin de comunicar su voluntad a la humanidad. Un ejemplo bíblico en la era de la Iglesia, son los apóstoles, que fueron escogidos por Jesús para el servicio del Evangelio: ”Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Mr. 3:13-15). Cuando Dios llama, el ser humano escucha y entiende sin duda el llamado. Dios en su soberanía elige a quien Él quiere, para servir en algún ministerio del reino. Aunque la forma en que Dios llame sea diferente en cada caso, hay algo que no cambia, siempre es Dios quien llama al servicio del ministerio. De alguna manera, quien es llamado al servicio divino entenderá claramente que Dios le escogió para realizar una labor específica en el reino. No se debe tomar un ministerio divino por voluntad propia. Aunque la disposición humana es compulsoria 16 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” para cumplir los propósitos divinos, es Dios quien decide a quien elige, pues solo Él conoce el corazón del ser humano. Aunque Dios utiliza medios humanos para hacer efectivos sus planes, como sus autoridades delegadas, asambleas, etc., al final, el verdadero llamado al servicio ministerial depende exclusivamente de Dios, no de los hombres. Dios honrará la fe de los que, siendo legítimamente llamados, obedezcan su voz. Los llamados no se pueden estereotipar. Dios puede llamar a alguien a través de un rayo, pero no se debe esperar que en cada llamado divino caiga un rayo. Dios llama de diversas maneras al ministerio, a veces directamente, a través de las circunstancias, etc. Lo importante es tener seguridad de haber sido llamados por Dios a fin de evitar un juicio (Jr. 48:102). El servicio ministerial no es una profesión o una vocación personal, se desarrolla bajo una elección divina. Todo cristiano es llamado a servir en la obra de reino de Dios; pero, los ministros llamados al servicio completo del Evangelio son escogidos directamente por Dios. Todo ministro llamado al servicio divino tendrá como denominador común, el respaldo de Dios en lo que emprende. Dios prosperará la visión de un ministro llamado legítimamente al ministerio. No implica que deba ser inmediatamente. La misión que Dios le asigna a sus ministros puede tomar tiempo, pero, al final habrá resultados de dicha labor, no conforme al deseo personal; sino de acuerdo al plan de Dios. El resultado incluso, puede ser póstumo, si es legítimamente llamado por Dios. 2 La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, traduce: “Maldito el que hace la obra del SEÑOR con engaño” (Jr. 48: 10a). Vide, Nm. 16. 17 “Como reconocer el llamado divino” b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado Dios es soberano y puede hacer conforme a su voluntad con sus criaturas. No obstante, Dios respeta el libre albedrio humano y en su efecto diseña un plan para cada individuo, a fin de que responda a su llamado. La disposición del ser humano es tomada en cuenta por Dios en sus planes, Dios respeta la decisión final de quien es llamado al ministerio. Si Dios no obliga a sus criaturas a obedecerle, menos podrá servir en el ministerio alguien que no haya sido llamado. Desde la perspectiva divina el llamado divino es irrevocable: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento” (Ro. 11:29). Dios no puede retractarse, pero de parte del ser humano el llamado al servicio divino puede ser rechazado. El verso anterior enfatiza la firmeza de los favores de Dios. Él no se retracta de su elección y del llamado que ha dispuesto para un individuo. Él no puede negarse a sí mismo: “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo” (2 Ti. 2:13). No implica que, si Dios llama a alguien a realizar una obra, como sea lo hará, sin importar su decisión. El llamado es irrevocable porque Dios es soberano y no cambia, pero el ser humano cambia y puede rechazar el llamado. El verso anterior señala que, aunque fuésemos infieles, Dios permanece fiel. Implica que el ser humano falla, pero Dios no. Si la respuesta del ser humano es favorable Dios cumplirá sus promesas, pero si se resiste al llamado, Dios no está obligado a bendecirle. Dios honrará a los que le honren, pero los que le desprecian serán tenidos en poco (1 S. 2:30). 18 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Hay casos bíblicos en los que Dios ha usado medios para que personas cumplan con su voluntad, cuando estos han estado indecisos, pero Dios les ha obligado. Jeremías fue seducido por el gran amor de Dios a continuar su ministerio en un momento de decepción a causa de la rebeldía del pueblo de Israel (Jr. 20:7-18). También sintió que era un hombre que no tenía la capacidad de hablar de parte de Dios (Jr. 1: 4-10). Moisés se sintió igualmente impotente y con miedo ante el enorme reto de su llamado y Dios le ayudó, pero no rehusó a cumplir su llamado (Éx. 4:10-17). En un extremo peligroso están los que se dejan engañar por el pecado. Estos piensan que, si están destinados para un ministerio o para salvación, Dios lo hará como sea; sin importar su decisión o respuesta al llamado divino. Ese grave error ha conducido a muchos a la herejía, pues todas las promesas de Dios están sujetas a la obediencia voluntaria del ser humano. De lo contrario, ni el sacrificio de Cristo, ni la predicación del Evangelio tendrían sentido. Si Dios obligara al ser humano a obedecerle, en vano se predicaría un arrepentimiento para perdón de los pecados. Dios simplemente obligaría a toda la humanidad a servirle. Pero no es así, Dios respeta la decisión de cada persona. c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso Hay llamados genuinos al ministerio que con el paso del tiempo pueden ceder a la tentación y torcer la verdad de Dios. Esto puede conducir a distintas herejías. En la Biblia se encuentra el clásico ejemplo del sacerdote Elí (descendiente de Aarón). A su familia Dios se le había prometido el sacerdocio levítico para siempre (Éx. 19 “Como reconocer el llamado divino” 29:7-9), pero Dios se lo quitó por su desobediencia y lo cedió a otra familia levita, a pesar de la promesa: “Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:30). No existe contradicción alguna en el carácter de Dios. Él es inmutable. En ninguna parte de la Biblia (referente al sacerdocio) Dios prometió que respaldaría a los sacerdotes en sus ministerios, aunque fueran pecadores. Al contrario, el pacto que Dios hizo con los sacerdotes era explícito acerca de la vida de santidad y separación para el ministerio que debían guardar (Éx. 28:36-38). La promesa de un sacerdocio eterno hecha a Aarón y sus descendientes estaba sujeta a la obediencia del llamado santo. Ninguna persona que sea llamada por Dios puede separarse de su carácter santo y justo y a la vez pretender mantener la promesa. Dios no es participe del pecado. Elí y sus hijos fueron desechados del sacerdocio porque quebrantaron el pacto divino. Los hijos de Elí se entregaron a una vida de pecado, sin arrepentirse y su padre lo consintió. No puede haber nada más herético que pensar que Dios, que es santo, deba cumplir sus promesas e incluso salvar a alguien que se desvía de la Verdad. Quien piense así, debe arrepentirse antes que sea demasiado tarde. Alguien legítimamente llamado al ministerio puede pervertir su llamado y conformarse voluntariamente al pecado, con la excusa de que Dios es amor. Pero si no hay 20 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” arrepentimiento verdadero, el pecado posteriormente saldrá a la luz causando mayores pérdidas (1 Ti. 5:24-25). La Biblia relata el caso de Saúl y David, ambos fueron llamados legítimamente por Dios (1 S. 9:16, 10:1 y 2 S. 12), pero cada uno eligió su destino final. Mientras David se tornó a Dios cuando pecó (2 S. 12); Saúl decidió permanecer en su pecado, resultando en un final fatal (1 S. 31:2-4). Saúl y David habían sido llamados legítimamente por Dios, ungidos con el mismo aceite santo por el mismo profeta de Dios; pero sus caminos fueron distintos por sus decisiones personales con relación a la voluntad de Dios. Implica que un llamado legítimo puede ser pervertido durante su proceso de desarrollo y se pueden perder las bendiciones divinas. Un líder que pervierte su ministerio puede fácilmente arrastrar muchos seguidores con sus herejías, pues al principio se ven muestras del respaldo divino y cuando pervierten sus ministerios es difícil que sus seguidores logren entender la nueva realidad que les embarga. No obstante a los fracasos, se debe señalar que el arrepentimiento genuino conduce a la plena restauración ministerial. Dios da tiempo para el arrepentimiento aun a sus ministros, porque su amor es inmensurable. Dios perdona y olvida los pecados de los que genuinamente se arrepienten, pero el ser humano a veces solo logra perdonar, y con condiciones, pocos saben olvidar. En los casos que haya verdadero arrepentimiento, se debe dar oportunidad a la restauración de los ministros. Si Dios perdona y olvida el pecado, debemos también saber perdonar y olvidar. La Biblia dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). 21 “Como reconocer el llamado divino” III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO a. Señales del llamado divino Hay señales que suceden alrededor de la vida de los llamados al servicio divino que les confirma su legítimo llamado, aparte de la prosperidad de su labor. Aun antes que Dios le diera la promesa a David de que sería rey, ya se manifestaba el poder Dios en su vida de forma sobrenatural para enfrentar sus enemigos (1 S. 17:34-37). Cuando Moisés fue llamado por Dios experimentó algo sobrenatural al ver ante él, una zarza que ardía y no se consumía (Éx. 3:2). Dios convirtió la vara de pastor de Moisés en una culebra y su mano se tornó leprosa, para luego ser sanada como señal del poder de Dios (Éx. 4). Dios inspiró la fe de Moisés con estas señales, antes de comenzar su ministerio. La misión de Moisés fue monumental y aunque no todos los llamados al servicio ministerial pueden esperar que Dios actúe en el mismo nivel de los personajes bíblicos u otros ministros, lo importante es estar convencido de haber sido llamado por Dios al servicio divino. Los llamados no deben estereotiparse, cada uno es distinto del otro, pero Dios, en su sabiduría infinita y multiformes medios se lo hará entender a quiénes son llamados al servicio del ministerio3. Hay un principio que no cambia en la Biblia, a saber: Dios es quien separa para el ministerio. Dios toma la iniciativa en el llamado y espera una respuesta. 3 Este llamado se refiere especialmente al servicio en los diferentes ministerios y no a la predicación del Evangelio, puesto que todo cristiano es llamado a ser un testigo de Cristo. 22 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio Al aseverar que todo ministro debe tener un llamado legítimo al servicio ministerial, implica que se pueden tomar posiciones ministeriales que no corresponden o que no hayan sido asignadas por Dios. Esta es una de las razones más importantes de entender el llamado divino. Son innumerables los casos bíblicos de personas que trataron de usurpar ministerios que no les correspondían y fracasaron o fueron puestos bajo el juicio de Dios. Saúl en un momento de desesperación ofreció sacrificios a Dios que no le eran permitidos hacer y eso le costó que su reino fuera de poca duración, aun siendo llamado legítimamente por Dios y confirmado por el profeta Samuel en su cargo (1 S. 13). Otros personajes bíblicos recibieron juicios inmediatos por usurpar ministerios que no les correspondían. Tal es el caso de Coré y un séquito de personas que se levantaron contra Moisés e hicieron sacrificios que no les correspondían, sino a los sacerdotes levitas. Dios les consumió con fuego del cielo por su rebelión (Nm. 16). En el Nuevo Testamento se menciona a los hijos de Esceva, quienes pretendieron echar fuera demonios como hacía Pablo (sin vivir en santidad), pero los demonios no obedecieron y fueron agredidos y avergonzados por usurpar una autoridad que no les había sido conferida (Hch. 19:13-16). Hay personas que por diversas razones o intereses personales se autodenominan con un título ministerial, sin haber sido llamados legítimamente. Dios no respalda a quienes no hayan recibido llamado al 23 “Como reconocer el llamado divino” ministerio.4 No significa que los llamados al servicio ministerial no pasarán dificultades, pueden ser las mismas circunstancias de cualquier ser humano. La diferencia será que al final, Dios le dará la victoria a los llamados que luchen con paciencia y mantengan firme su fe. c. Cualidades de los llamados Dios separa a sus ministros, sin importar su preparación académica, posición social u otras cualidades individuales que a la vista humana pudieran ser dignas de reputación. Dios conoce el corazón de todo ser humano y el llamado al servicio divino esta ajeno a los atributos que humanamente puedan contar. Dios llama al servicio del ministerio a quien Él quiere, basado en su omnisciencia (Él lo sabe todo). David no llenaba los requisitos básicos de un guerrero para pelear contra el gigante Goliat, ni siquiera podía manejar correctamente las armas de guerra (1 S. 17:38-39). Inicialmente, Saúl menospreció a David por su juventud y poca experiencia en la guerra; pero David fue el único israelita que pudo derrotar al gigante, porque su confianza estaba puesta en Dios, no en sus propias fuerzas (1 S. 17:33). Desde la perspectiva humana, David no estaba apto para gobernar Israel, pero para Dios era el elegido. Cuando Dios llamó al profeta Samuel para ungir al sucesor del rey Saúl en el reino de Israel, le dirigió a la familia de Isaí. Este hombre hizo desfilar delante del profeta siete de sus hijos y Samuel fijó su mirada en Eliab, 4 Aquí no se trata del servicio en general o la evangelización a lo que todo cristiano ha sido llamado. Más bien, se trata de ministrar en algún ministerio específico del reino. 24 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” quien poseía unas condiciones físicas típicas de un guerrero, pero Jehová le respondió al profeta: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 S. 16:7). Los seres humanos se forman criterios por la impresión que les causan los demás, pero Dios conoce el corazón de todo ser humano y no se deja impresionar. Después que desfilaron los siete hijos de Isaí, ninguno fue elegido por Dios. El profeta preguntó si eran todos sus hijos e Isaí se acordó que su hijo menor no había sido presentado al profeta. Era el más insignificante de todos como candidato y estaba ausente porque cuidaba las ovejas de su padre. Nadie, ni aun el padre de David creía en su capacidad, pues no le tomaron en cuenta, ni mencionaron su ausencia mientras se elegía al escogido de Dios. David, pero cuando fue traído ante el profeta Samuel, Dios le dijo: “Levántate y úngelo, porque éste es” (1 S. 16:12b). Dios no buscaba alguien con grandes atributos físicos que se agenciara la gloria de las victorias que Él le daría a Israel, sino alguien que reconociera la gloria de su poder. David supo reconocer que Dios era su fuerza y de sus debilidades aprendió a depender de Dios. No es que Dios busca la gente más débil para que le sirvan, pero Dios juzga de manera diferente a los seres humanos, porque Él conoce el corazón. Jesús exhortó a los judíos, a no juzgar por apariencias (Jn. 7:24). Los juicios basados en los propios significantes pueden ser errados. El llamado al ministerio debe nacer primero en el corazón de Dios y después debe ser confirmado por el ser humano. 25 “Como reconocer el llamado divino” IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO a. La promesa del llamado Dios elige y llama a una persona para que realice una obra específica en su reino (visión) que usualmente va acompañada de una promesa divina. En la Biblia se encuentran varios casos similares. Al llamado de Abraham se le unió una promesa de bendición: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gn. 12:1-2). Dios le dio promesa a Moisés, de sacar a Israel de la esclavitud de Egipto y antes le mostró lo que sucedería: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (Éx. 3: 10-12). En el nuevo pacto Dios llamó a Saulo y a Bernabé para un ministerio específico por medio del Espíritu Santo: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hch. 13: 2). Es evidente en la Biblia que el llamado al ministerio va acompañado de ciertas promesas divinas relacionadas al tipo de ministerio o labor de cada persona en el reino. Aunque el llamado y los dones divinos son irrevocables para quien lo recibe: Porque irrevocables son 26 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” los dones y el llamamiento de Dios (Ro. 11:29), la promesa del llamado solo será el puntal de fe para alcanzarla. Para que un ministerio logre consolidar y realizar su ministerio debe mantener la fe hasta el final, sin importar si se entiende o no la forma en que Dios lo llevará a cabo. El cumplimiento de la palabra verdadera de Dios con relación al ministerio solo puede ser impedido por la persona que ha sido llamada, si no obedece hasta el final. Aunque haya un llamado legítimo, su cumplimiento está sujeto a la fe y obediencia de quien ha sido llamado al ministerio. Eso implica que un llamado legítimo, se puede menospreciar. En tal caso, Dios siempre cumple sus propósitos utilizando a otra persona. b. La aceptación del llamado divino De la experiencia del llamado del profeta Isaías, se pueden extraer importantes principios relacionados al servicio divino (Is. 6). Isaías, fue trasladado a un escenario espiritual donde Dios le hizo tener una experiencia sobrenatural. Isaías se humilló en la presencia de Dios, reconociendo que era indigno de estar en aquel lugar. A pesar de ser trasladado a esta experiencia espiritual donde pudo contemplar la gloria de Dios, Isaías no fue obligado de inmediato a llevar el mensaje divino, aunque Dios lo llevó hasta allí con ese propósito. Luego que Dios le santificara para estar en su presencia, Isaías escuchó la voz audible del Señor que lanzaba una pregunta al aire: “¿A quién enviaré, y quién irá por Nosotros?” (Is. 6: 8a). Dios lanzó una pregunta a quien la escuchara, aunque la alusión era directa para Isaías. El respeto de Dios por el ser humano se nota en esta experiencia. Dios prefirió que su pregunta quedara abierta a la respuesta de algún 27 “Como reconocer el llamado divino” candidato valiente y esperó que Isaías respondiera, en vez de darle una orden. Dios quería comunicar un mensaje a su pueblo y necesitaba un mensajero. Aunque Dios mismo había preparado de antemano aquel escenario y conocía la disposición del corazón de Isaías, prefirió auscultar su corazón a través de este llamado. Al escuchar el llamado divino, prontamente Isaías respondió: “Heme aquí, envíame a mí” (Is. 6:8b). Dios le permitió a Isaías elegir entre obedecer o negarse. Todo servicio a Dios es voluntario, aunque el señale a alguien para servirle, esperará una respuesta. El llamado al ministerio se puede rechazar y esa desobediencia puede causar consecuencias y pérdidas en quien lo desprecia, aunque Dios siempre llevará a cabo sus planes con otras personas que se dispongan y acepten el reto. En los planes divinos nadie es especialmente indispensable. Dios solo cuenta con los que se rinden voluntariamente a su servicio. Dios puede tener un trato fuerte con aquellas personas que resisten su llamado, pero sólo llevará al extremo de la obediencia a los que en verdad lo desean en su corazón, pero no encuentran las fuerzas para renunciar a lo que les impide obedecer. Para que el llamado divino sea consumado, es necesario que el ser humano acepte y obedezca el plan divino, después de ser llamado. c. La rendición al método divino Todo llamado divino a cualquier ministerio tiene sus propias características e implicaciones particulares. La aceptación del llamado divino es el primer paso hacia el 28 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” pleno ministerio, pero a veces, el método para conquistar las promesas divinas suelen ser el más grande escollo que los llamados deben librar. El llamado divino es incondicional, no depende de las circunstancias y Dios llama a un rendimiento total a su voluntad en el momento que Él lo pide: “Y llamando a la gente y a los discípulos les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame” (Mr. 8:34). Jesús mandó a sus seguidores a negarse a sus propios deseos, para seguir su voluntad y que le dieran prioridad a lo eterno, con relación a lo temporal (Mt. 8:19-22). Hay quien se queda en esta primera etapa. Aceptan el llamado divino, pero no les agrada el método que Dios elige para llevar a cabo su voluntad. Usualmente se tiene una idea preconcebida de cómo Dios podría llevar a cabo su plan, pero los modelos humanos pueden ser totalmente distintos y contrarios al designio divino. Esto puede producir grandes frustraciones por no entender el plan divino. Aunque la voluntad de Dios implique pasar por ciertas dificultades; posteriormente se convertirán en grandes victorias, a través de la fe. El método divino siempre será el mejor. La Biblia señala que las pruebas no causan gozo, sino tristeza; pero después se tornan en grandes lecciones que servirán de edificación para la vida de los hijos de Dios (Hb. 12:11). Aunque el método divino sea diferente al que se tenga en mente, sin duda será el más conveniente, confiable y seguro. Dios es sabio y sus pensamientos son más elevados y profundos que los humanos, porque Él conoce el futuro (Is. 55:8-9). 29 “Como reconocer el llamado divino” d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios Hay principios divinos que rigen el reino de Dios que son inherentes al carácter y la naturaleza divina, que determinan su voluntad. La Biblia es clara en señalar que sin fe es imposible agradar a Dios (Hb. 11:6). Eso implica que nadie puede agradarle, sino es por medio de la fe. Dios mismo provee la fe que necesitan sus hijos por medio de sus promesas en la Biblia. Los llamados divinos siempre van acompañados de ciertas promesas, como el caso de Abraham: “Y haré de ti una gran nación”. A veces con ciertas advertencias: “Vete de tu tierra” (Gn. 12:1-3). En ocasiones específicas con señales evidentes de su poder (Éx. 4) o con autoridad delegada para actuar en Su nombre (Mt. 10:8). Dios presenta su plan al ser humano y espera que se ejecute por medio de la fe. Abraham salió de su lugar de origen en obediencia a Dios, sin saber a dónde iba. Dios comienza su obra desde el final. En su presciencia, ya vio todo realizado y luego llama a una persona para que realice esa obra que físicamente no se ve: “El cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Ro. 4:17). Dios, como arquitecto de la historia humana, primero presenta la maqueta de sus planes y para ver la obra original realizada, hay que creerle y actuar por la fe. La fe deviene en obediencia. No se puede profesar creerle a Dios, sin obedecerle. Abraham debió marcharse de su tierra hacia un lugar desconocido en absoluta obediencia a Dios, y sin saber específicamente a donde iba o lo que le esperaba. La fe fue evidenciada por medio de su obediencia. 30 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado La voluntad humana es respetada por Dios. La disposición de cada individuo cuenta en el llamado divino. Cuando Pablo tuvo su encuentro personal con Jesucristo y escuchó su voz en la ruta hacia Damasco, sus primeras palabras fueron de sumisión a su voluntad: “El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch. 9:6). Pablo, convencido de que Jesús le había hablado, se rindió inmediatamente para hacer su voluntad y le preguntó al Señor qué debía hacer, en una actitud de obediencia al llamado de Jesús y de renuncia a sus planes personales. Jesús narró en una parábola, como la disposición del ser humano a aceptar su voluntad influye en el servicio ministerial. Comparando el reino de los cielos a un hombre que necesitaba trabajadores para sus labores: “Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo” (Mt. 20: 1-7). Este hombre de la historia fue al lugar donde los obreros estaban esperando ser contratados para trabajar. Es el 31 “Como reconocer el llamado divino” dueño de la viña quien toma la iniciativa, porque tiene necesidad de trabajadores, pero los obreros también estaban dispuestos a ser contratados, por eso estaban en la plaza esperando una oportunidad. Nadie que no estuviera dispuesto a trabajar estaría esperando ser contratado. Dios es quien llama, pero la disposición humana cuenta en la consumación del llamado. Dios no hace nada en contra de la voluntad humana. Aunque puede usar la corrección con sus hijos para que le obedezcan, cuando resisten el llamado, no les obliga (Job 5:17-18; Pr. 3:11-12; Hb. 12:5-6). La expresión: “Porque nadie nos ha contratado” explica que los obreros en mención estaban dispuestos a trabajar, pero nadie los había contratado. Lo mismo sucede en la viña del Señor, Él está buscando obreros, dispuestos a servir en su reino (Mt. 9:37-38). No se debe usar la excusa de no haber sido llamados por Dios para no trabajar en su reino. No todos los cristianos son llamados al pleno ministerio, pero todo discípulo de Jesús debe ser un testigo, en fe, conducta y palabra. No se deben mal interpretar estos dos conceptos. Hay quienes enseñan como regla general que Dios solo llama gente ocupada en lo secular, pero en el caso anterior los llamados estaban desocupados, porque no había empleo y Jesús los contrató para que le sirvieran. 32 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 2 EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO ____________________________________________________ I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN a. Una visión espiritual Toda persona llamada por Dios a realizar una obra en su reino, recibe una visión acerca de lo que debe hacer. Esta visión no se refiere a un éxtasis. En realidad, es un proyecto del plan que Dios anticipadamente, ha preparado para que se realice. A veces Dios lo pone en el corazón (Fil. 2:13). Dios llama al ministerio con un propósito específico y es determinante conocerlo; de otra manera, será difícil tener éxito ministerial. Este plan divino puede ser revelado antes o durante el llamado; pero se debe orar diariamente para que Dios devele la forma de ejecutarlo. No se conocerán en su totalidad los detalles e implicaciones de los proyectos divinos, pero se debe pedir sabiduría a Dios para entender y obedecer sus directrices paso a paso sin objeción, aunque no se entienda porque suceden todas las cosas que Dios permita en el camino y las que escapan a nuestro entendimiento. Dios obra por medio de la fe de sus hijos y cumple a su manera lo que promete, si se le cree y obedece hasta el final. Para que una visión sea efectiva debe proceder primero del corazón de Dios. Los planes puramente humanos, por bien intencionados que sean, no producirán los resultados deseados. En cambio, una persona que ha sido genuinamente llamada por Dios verá el resultado de su 33 “Como reconocer el llamado divino” servicio, porque trabaja a base de la visión que Dios ha puesto en su corazón, no de sí mismo. Cuando Dios llamó a Zorobabel a hacer la obra monumental de restaurar la ciudad destruida de Jerusalén, le dio una palabra que hace eco a través de los siglos, para toda persona llamada al servicio divino: “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zc. 4:6). Zorobabel necesitaba un gran ejército para sentirse humanamente seguro ante la oposición de sus enemigos en su tarea de reconstruir Jerusalén. Israel no tenía un ejército formado, ni las armas necesarias para defenderse de sus enemigos, pues los muros y la ciudad estaban derribados. Dios le advirtió a Zorobabel, que no se apoyara en sus propias fuerzas, que confiara en el poder del Espíritu Santo para realizar la obra. La confianza en Dios es más importante que los mismos recursos con que se cuente en el ministerio; la dependencia total de Dios es algo de lo que todo llamado no debe prescindir o se expone al fracaso. Toda persona llamada al servicio divino debe ser dirigida por el Espíritu de Dios para realizar la obra del ministerio. La sola confianza en sí mismo (intelecto, influencias, poder, dinero, profesión o capacidad propia) es inútil para hacer la voluntad de Dios, se debe depender totalmente de Él, todo el tiempo, para no perder el rumbo. 34 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio Dios revela sus planes directamente a la persona que Él llama al ministerio y no se debe esperar que los demás entiendan o acepten dicho llamado, pues puede conducir a la frustración. La visión ministerial legítima puede ser controversial, porque exige cambios. Es de esperar la oposición porque se desarrolla en un mundo hostil entregado al pecado. Dios deposita su visión en personas que Él escoge, tengan o no una posición social, económica o preparación académica. Dios conoce el corazón de sus hijos y no espera que le impresionen. Dios suele glorificarse en personas que no tienen mucho en que confiar y a los que tienen a veces les despoja de todo aquello en lo que pudiesen confiar para que aprendan a depender totalmente de Él. Cada visión posee un modelo único y no se debe parecer a la de otro llamado. A veces los retos que Dios llama a emprender son totalmente diferentes a los que ya están establecidos como norma. Dios siempre sorprende con cosas nuevas, aunque sus planes siempre se ajustan a lo establecido en la Biblia, nunca la contradicen. Cuando Dios dirige a sus hijos por medio de su Espíritu Santo a hacer una obra en su reino, la victoria está garantizada, porque Dios ya vio todo realizado de antemano, solo espera que se le crea para verlo realizado. Todos los recursos necesarios han sido preparados y suplidos de antemano por la providencia divina (Ro. 4:17). c. Dios transforma la vida de quien recibe la visión Quien recibe el llamado al servicio divino es transformado a fin de cambiar la vida de otros. Nadie que no haya sido 35 “Como reconocer el llamado divino” tocado por el poder divino podrá afectar positivamente la vida de otros. La visión cambia y transforma a quien es llamado al servicio ministerial, para elevarlo al nivel de fe y conocimiento que Dios quiere llevarle a fin de impactar a los demás. Primero tiene que haber una transformación en quien recibe la visión, para poder impactar a otros. Moisés usó como excusa muchos temores personales que le impedían cumplir con el llamado divino. Pensó que no le creerían porque carecía de poder militar para enfrentar a Faraón. También trató de evadir el llamado divino con el pretexto de no ser un hombre elocuente para hablar. Dios confrontó a Moisés y le hizo superar esas limitaciones (Éx. 3 y 4:1-17). Quien es llamado al ministerio primero sufre una transformación en su vida. Moisés no fue el mismo desde el día que Dios le llamó y vio su poder manifestado (Éx. 3). David no fue igual desde que la unción de Dios se manifestó en su vida y podía vencer osos y leones por el poder de Dios (1 S. 17:34-37). Saulo cambió el día en que Jesús se le apareció camino a Damasco (Hch. 9:1-19). Una persona transformada por el poder de Dios no puede pensar como el común de los humanos. Cuando Moisés envió los espías para observar la tierra de Canaán que Dios había entregado en sus manos, la mayoría de los que fueron se atemorizaron a causa de las ciudades fortificadas y los gigantes de aquellas tierras. Pero, Caleb y Josué no se enfocaron en los gigantes ni en los muros, ellos vieron lo que Dios quiso que vieran, porque su visión había sido transformada por el poder que Dios había mostrado a través de Moisés (Nm. 13, 14). 36 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” La visión puede causarles miedo a los incrédulos que pueden causar el rechazo o el menosprecio del líder. A Josué y a Caleb el pueblo les quiso apedrear por señalar que esos pueblos cananeos serían como un bocado de pan para Israel. Pero fueron librados por el poder de Dios de las manos del pueblo, siendo los únicos de aquella generación que posteriormente poseyeron la tierra a causa de su fe (Nm. 14). Los demás perecieron en el desierto. Jesús impartió su visión a doce personas que Él escogió y por medio de ellos transformó al mundo por el poder del Evangelio. La visión divina transforma para bien la vida de quien la recibe, para que pueda impactar a otros. El plan de Dios no busca intereses mezquinos, no pretende crear famosos, siempre persigue el objetivo de bendecir a toda la humanidad (Hch. 3:25). d. El impacto de la visión divina La visión divina causará un impacto en la persona llamada, su familia y comunidad. Es posible que alcance a toda una generación y hasta puede marcar la historia. Pero habrá reacciones diferentes en los vecinos. Es casi seguro que habrá imitadores de los verdaderos llamados divinos, pero estarán destinados al fracaso. No tiene nada de malo imitar lo bueno de un ministerio. Pablo señala: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Sin embargo, cuando alguien consciente o inconscientemente trata de usurpar un llamado divino, tomando posiciones ministeriales que no han sido aprobadas por el Señor, puede causar gran confusión alrededor de los llamados genuinos, pérdidas personales, y hasta herejías destructivas. El peligro es inminente. 37 “Como reconocer el llamado divino” Se pueden imitar las buenas acciones y hasta las claves del éxito de otros llamados al ministerio, pero no se puede imitar su llamado per se. El llamado al servicio del ministerio solo procede de Dios y es muy individual. La persona llamada por Dios puede impactar la vida de los que le conocen si obedece a Dios, de tal manera, que parecerá que muchos se unen a la causa, pero con el paso del tiempo se podrá notar que no todos están dispuestos a obedecer y seguir el llamado al servicio divino. Quienes reciben el llamado al servicio del ministerio y son obedientes, pueden hacer cosas más grandes que sus propios maestros. Jesús mismo, al finalizar su obra en la tierra les dijo a sus discípulos que ellos verían cosas mayores de las que Él manifestó, porque Él estaría a la diestra del Padre para interceder por sus hijos (Jn. 14:12). Pero se debe tener el cuidado de darle voluntariamente a Dios toda la gloria. El Señor no obliga a los llamados a que le atribuyan la gloria de sus victorias. Será deber de los llamados reconocer quien les envió e inclinar totalmente el corazón de sus discípulos al señorío de Cristo, no a la adoración del ser humano. Los seres humanos pueden influenciar grandes masas de gentes para bien o para mal. Generaciones completas han sido influenciadas por los ideales de otras personas. Unos han sido dirigidos a la perdición por falsos maestros; otros han sido transformados para bien y dirigidos a eterna salvación por hombres y mujeres llamados genuinamente por el Señor al servicio del ministerio. 38 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO a. La oposición a la visión divina Es típico que una persona llamada al servicio ministerial sufra oposición, porque los ministros son delegados por Dios para ejercer autoridad en la tierra, donde operan las fuerzas del mal. Además, la maldad del corazón humano también se opondrá férreamente a dichos propósitos. Los llamados deberán luchar contra la oposición de Satanás, los seres humanos y aun contra su propia voluntad. La incomprensión de los llamados, aun de parte de las personas más allegadas, suele ser una de las consecuencias más comunes que sufre quien es llamado al servicio ministerial, pues no todos gozarán del mismo nivel de fe y revelación que posee quien ha recibido el llamado. Jesús mismo fue incomprendido por Pedro, quien tenía unas expectativas diferentes (un reino terrenal inmediato). Jesús tenía el objetivo de salvar a la humanidad por medio de su sacrificio y Pedro quería librarle de la cruz (Mr. 8:33). Jesús fue tildado de endemoniado y loco por los judíos: “Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? (Jn. 10:20). Cuando Jesús declaró abiertamente ser el Mesías de Israel, sus mismos familiares creyeron que se había vuelto loco: “Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí” (Mr. 3:21). Aun los hermanos de Jesús creyeron en el Él hasta después de su muerte (Jn. 7:1-5). Los llamados al ministerio deben prepararse para enfrentar la oposición, no pueden esperar que todos entiendan o crean su llamado al servicio ministerial. Solamente asegúrese que haya sido Dios quien le llamó. 39 “Como reconocer el llamado divino” Cuando David, por inspiración divina, trató de luchar contra Goliat fue criticado por sus hermanos de querer abandonar el cuidado de las ovejitas de su padre para ser espectador de la batalla. Su decisión de enfrentar al gigante fue ridiculizada y menospreciada como un acto descabellado y arrogante (1 S. 17:28). Sus propios hermanos no entendieron el llamado de David. b. Confrontando la oposición externa La fe no está lejos de la razón en los que le creen a Dios. El convencimiento propio acerca del poder de Dios brinda seguridad en las promesas divinas a los llamados al ministerio. La fe está íntimamente vinculada al llamado divino. Dios espera que se den pasos de fe para alcanzar las promesas. Dios obra por medio de la fe de sus hijos. Dios llama al servicio ministerial sin condiciones e independientemente de las circunstancias que rodean cada ser humano. La obra de Dios depende totalmente de Él, no de las circunstancias de quien es llamado al ministerio. Se debe estar preparado para enfrentar con sabiduría y valor los retos y la oposición al plan divino. Los llamados al servicio ministerial deben disponerse a obedecer a Dios por encima de las circunstancias y obstáculos del camino. Como Dios no obra de acuerdo a los cánones humanos, no se debe esperar que los demás entiendan tan claro el plan de Dios como lo percibirá quien ha recibido el llamado ministerial. Desde la perspectiva bíblica pareciera que la lucha más enconada de toda persona llamada al servicio ministerial, es la oposición de los hombres. Moisés debió enfrentar la oposición del Faraón. David recibió férrea oposición del rey Saúl, antes de alcanzar las 40 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” promesas. En una ocasión David dijo que prefería que Dios le castigara por sus errores, antes que caer en manos de sus enemigos (2 S. 24:14). David entendía que el ser humano no tiene misericordia, pues detrás de cada intención de maldad, está Satanás. La lucha contra los seres humanos puede ser muy hostil. No obstante a las armas espirituales que Dios le ha proveído al cristiano para vencer el mal; el amor será la más poderosa para vencer a los enemigos físicos (1 P. 4:8). Toda persona llamada al servicio ministerial debe estar preparada para recibir oposición a su llamado o sufrirá grandes decepciones y hasta el fracaso en su ministerio. Los llamados al ministerio deben tomar la firme decisión de obedecer a Dios por encima de la voluntad humana, cuando haya que decidir entre ambas. Dios mostrará su voluntad divina a los llamados, pero obedecer el llamado es una decisión personal. Dios puede quitar los obstáculos del camino y obrar en las circunstancias difíciles o las personas que se oponen al llamado; pero en ocasiones Dios usa estas circunstancias adversas para formar el carácter de sus hijos y hay que estar dispuestos a que Dios obre su propia justicia por encima de los sentimientos personales (Ro. 12:19). c. Confrontando la lucha interna Si la oposición humana hiere el corazón de todo hijo de Dios, la lucha interna entre la voluntad humana y la divina es la batalla que más confusión y problemas causa a los llamados al servicio ministerial. La lucha interior es la batalla más grande, puesto que Cristo derrotó a Satanás y la fe vence al mundo, pero quien controla la voluntad humana sino el mismo ser humano. 41 “Como reconocer el llamado divino” Mantener sometida la voluntad personal a la de Dios constituye uno de los retos más grandes de los llamados al servicio ministerial, pues el conflicto del pecado original que desató el caos en la humanidad fue la falta de obediencia a Dios. El problema número uno del ser humano es que su carácter no se ajusta a la voluntad de Dios. Anteriormente explicamos que Dios primero muestras sus planes antes que se realicen (Ro. 4:17). Eso implica que la persona llamada al ministerio recibirá una obra para realizar durante su ministerio, pero la base sobre la que estará fundada esa visión será la fe de quien la recibe. Durante el proceso en que se devela el plan divino, la visión deberá sostenerse por la fe de quien ha recibido el llamado ministerial. Eso provocará una lucha constante, pero normal, entre lo que Dios ha prometido y la razón humana. A veces la razón y la lógica dirán todo lo contrario a las promesas divinas. Habrá momentos como el de Cristo en la cruz, cuando parece que todo se detiene en el plan divino y con la impresión de que Dios ha desaparecido del escenario y nos ha abandonado (Mt. 27:46). La fe será probada antes de ver los resultados esperados en el ministerio. El verdadero reposo en las promesas divinas llega cuando se deja de esperar que Dios aparezca en el camino y existe la convicción de que Él está presente y presto a cumplir lo que ha prometido, aunque no se vea nada. Aunque las circunstancias sean adversas, no se debe permitir que la falta de fe llegue al extremo de invalidar las promesas divinas, pues sin fe es imposible agradar a Dios. Pero Dios es capaz de resucitar la fe muerta. 42 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Habrá momentos que la fe en las promesas puede faltar, pero siempre se puede luchar y esperar que Dios restaure la fe. Dios está presente en cada circunstancia de sus hijos, aunque no se muestre de la misma manera todo el tiempo. Dios puede permitir que se agote toda esperanza para glorificar su Nombre con un milagro. Desde la perspectiva humana quizá se perciba a un Dios ausente o presente, porque a veces Dios muestra su poder y otras veces guarda silencio. Pero desde la perspectiva divina siempre está presente, pues las señales son manifestaciones de su poder, no su esencia. Dios lo llena todo (Ef. 1:23). Eso sería como pensar que si una persona no está presente físicamente por eso no exista, aunque este en otro lugar. Asimismo, Dios siempre está presente, no se puede pretender que haga un milagro sobrenatural todos los días para evidenciar su presencia. Él es, el que Es (Éx. 3:14). La fe solo depende de la misma fe en las promesas de Dios. En el transcurso del llamado se debe depender absolutamente de Dios. La fe debe sobreponerse a las circunstancias, a lo que se percibe, piensa o se cree individualmente. Es ver a lo invisible (Hb.11:37). 43 “Como reconocer el llamado divino” III. TESOROS EN VASOS DE BARRO a. Toda gloria le pertenece a Dios Todo llamado debe tener cuidado con los comentarios buenos o malos que sucedan a su alrededor. Muchos ministros han fracasado por prestar su oído a las críticas. Los llamados deben aprender a tener plena confianza en la protección divina durante sus ministerios. Este es uno de los beneficios más importantes de la seguridad de haber sido llamado por Dios al ministerio. Todo ministro será atacado constantemente por las fuerzas del mal y los seres humanos; pero, un ministro seguro de su llamado no temerá las amenazas de los hombres, ni las de Satanás, si mantiene firme su fe en Dios. Por otro lado, existe el peligro de sucumbir a la tentación de la fama y el orgullo. Todo ministro debe reconocer que todos sus logros se los debe a Dios. Es peligroso tomar para sí mismo la gloria y los méritos que le pertenecen solamente a Dios. Las personas llamadas al ministerio deben tener sumo cuidado con los halagos que reciben de los demás. Muchos se confunden al no entender que solo son instrumentos en las manos de Dios y administradores de los bienes del reino, no dueños (1 Co. 3: 4-7 y 21-23, 4:1). Las palabras de alabanza de las demás personas se deben tomar con mucha mesura en el ministerio. Se debe mantener un concepto bien equilibrado de sí mismos, para no caer en condenación (Ro. 12:3). No se pueden evitar los halagos, pero se puede llevar voluntariamente toda gloria y honor a Dios, a quien le pertenecen. 44 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Pablo le dio a Timoteo uno de los consejos más importantes para los llamados al servicio ministerial: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyen’’ (1 Tim.4:16). Pablo advierte que uno de los peores enemigos del ser humano habita en su propia carne. Por eso le advierte a Timoteo, ‘’ten cuidado de ti mismo’’. El cuidarse de sí mismo resultará en la salvación de la propia vida y de los que oyen el mensaje. Quien no se cuide de sí mismo puede tener grandes pérdidas y hasta podría caer en condenación y consecuentemente perder a sus seguidores. Pablo señala que los dones y ministerios proceden y pertenecen solamente a Dios: ‘’Porque ¿quién te distingue? ¿O que tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste ¿Por qué te glorias como si no lo hubieras recibido?’’ (1 Co. 4:7). El ser humano es solo un recipiente temporal de los talentos divinos que a Dios le place servirse de él para su uso, pero que es inverosímil que se atribuya alguna gloria: ‘’Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros’’ (2 Co. 4:7). La inteligencia, sabiduría, fuerza, habilidad y cualquier otro talento o don espiritual proceden de Dios. Los ministros deben practicar y enseñar a sus discípulos a dar todo mérito a Dios. Dios no obligará a nadie a que le reconozca. El da los dones y los ministerios, pero llevar la gloria de ellos a Dios, es un deber personal. La idolatría de los ministros corre en dos vías peligrosas que se deben evitar, la interna y la externa. La interna se vence reconociendo a Dios en todo y dándole 45 “Como reconocer el llamado divino” voluntariamente toda la gloria. Ignorando los halagos y evitando la búsqueda de reconocimiento de los hombres. La externa se vence por medio de la enseñanza. El líder debe enseñarles a sus discípulos a dirigir toda gloria a Dios, presentándose como un servidor de Dios y rechazando la idolatría personal. b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina El peor enemigo que tiene todo ser humano, es su propia voluntad. Dios le dio la capacidad de decidir por sí mismo lo que quiera hacer. Seguir a Jesús implica negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirle voluntariamente (Mt. 16:14). Es rendir la voluntad propia para hacer la de Dios. Este es uno de los retos más grande de los hijos de Dios. Dios hace nacer de nuevo al cristiano por medio de su Espíritu y una nueva criatura se forma en el interior del ser humano desde que recibe a Jesús como salvador personal. No obstante, Dios no inhibe la voluntad de sus hijos y el cristiano sigue teniendo la capacidad de decidir por sí mismo. Eso implica que voluntariamente toma su cruz cada día y sigue a Cristo. Es a través de las circunstancias de la vida diaria que Dios perfecciona el carácter de sus hijos, a veces por medio de la adversidad o la prueba de nuestra obediencia. El reto más grande del cristiano es rendir y someter su voluntad a la de Dios, solo así puede ser útil en las manos de Dios. Cuando esto se logra, el cristiano es solo un instrumento en las manos de Dios, pues Dios es quien hace la obra. Pablo reconoció que no era él, sino la gracia de Dios en su vida, la que le permitía realizar la obra de Dios en la tierra: 46 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo 1 Co. 15:10). Cuando se reconoce que nuestra labor en el reino de Dios no es producto de algún mérito personal, sino por nuestra capacidad de someternos a la voluntad divina, tendremos menos razones para gloriarnos en las cosas que Dios nos permita realizar en la tierra para su gloria. En el pasaje anterior, Pablo quiso gloriarse al principio; pero, inmediatamente se corrige asimismo señalando que no era él, si no Dios a través de él quien hacia posible su trabajo ministerial. Pablo cuidaba su corazón para no caer en vanagloria, reconociendo que Dios es quien hace la obra por medio de nuestra obediencia. En una ocasión, Pablo no se menciona asimismo como el hombre que fue trasportado al cielo para no gloriarse, solo dice que conoce a tal hombre: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo 47 “Como reconocer el llamado divino” en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (2 Co. 12:1-5). c. Los enemigos gratuitos En el principio, Caín mató a Abel solo por envidia. Esa reacción de los primeros humanos después de la caída demuestra la maldad del corazón humano. En el proceso del ministerio se debe luchar contra enemigos gratuitos. Saúl se hizo enemigo a muerte de David por celo ministerial. Estos celos pueden venir de allegados, consiervos del ministerio y del menos pensado. Habrá personas que no soportarán el éxito de algún ministro y le harán guerra sin razón para perjudicarles. Otros verán a un ministro ya realizado, sin conocer su trayectoria. Estos le juzgarán por su presente sin conocer todo el proceso que ha pasado para llegar a obtener lo que Dios le ha regalado. Las acusaciones en el ministerio son inevitables, pero se debe aprender a manejarlas. Generalmente todo ministro debe permitir que Dios le defienda de sus enemigos y de testimonio de su vida. En ocasiones habrá que defenderse sabiamente o adelantarse para advertir las falsas acusaciones y las mentiras de Satanás. 48 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 3 ABRAHAM: “Fe sin límites” ____________________________________________________ I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe Abraham marcó a su generación con su inquebrantable fe en Dios y su asombrosa fe estaba destinada a servir de inspiración a todos los llamados al servicio divino de todos los tiempos. Por eso se le llama el padre de la fe. Cuando Dios llamó a Abraham, le ordenó abandonar todo lo que poseía (familia, tierra, cultura, etc.) para lanzarse a un reto de fe. Aun procediendo de una familia de costumbres paganas, Abraham se atrevió a creer en Dios sin titubear; pero durante el proceso de su llamado su fe fue constantemente probada. Usualmente, cuando Dios llama a alguien al servicio ministerial le hace promesas de bendición. La Biblia señala que Dios premia a los que le buscan con integridad de corazón (Hb. 11:6). Dios le prometió a Abraham que haría de él una gran nación y le entregaría una tierra por herencia a su descendencia. Abraham debía creer las promesas, antes de ver los resultados reales: “Pero Jehová había dicho a Abraham: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las naciones de la tierra” (Gn. 12: 1-3). 49 “Como reconocer el llamado divino” Dios retó a Abraham a que abandonara su tierra y familiares para poseer una tierra lejana y desconocida que le mostraría posteriormente. Abraham debía confiar totalmente en las palabras de Dios y explorar lugares desconocidos, hasta llegar a dicha tierra. Lo único seguro que poseía Abraham era la promesa de Dios y su fe tendría que sostener la visión. La garantía del éxito de quien es llamado al servicio divino no estriba en su propia capacidad, sino en la fe en las promesas de Dios. Por eso es imperativo estar seguro del llamado divino, antes de comenzar un ministerio. El llamado de Abraham implicaba abandonar su tierra. Él debía comenzar una nueva vida donde Dios le guiaría. Esto le impedía mudarse a otro lugar o regresar a su tierra. Abraham pudo ser cuestionado por familiares y amistades acerca de su decisión. Las promesas de Dios a veces van en contra de la lógica. Pero, alguien dijo que: “Dios no ha llamado a sus hijos a cuestionarle, sino a obedecerle’’. Y el justo por la fe vivirá (Ro.1:17). Abraham no tenía hijos cuando Dios le llamó, por eso tomó a su sobrino Lot al salir de su tierra. Quizá con la esperanza de que este le pudiera heredar. Pero Lot creció, enriqueció y se separó de Abraham. La esperanza de Abraham de que su sobrino le heredara se esfumó. Después que Abraham conoció la tierra que Dios le entregaría, el proceso de prueba de su fe continuó. Al no tener hijos, la promesa de hacer de él una gran nación era irónica. Fue cuando Abraham tenía cien años y su esposa noventa que Dios les prometió darles un hijo (Gn. 17:17). Abraham creyó fielmente a Dios, porque no miraba lo que se podía palpar, sino a lo invisible (Hb. 11:8-19). Dios 50 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” alentó a Abraham prometiéndole que la tierra que habitaba sería para él y su descendencia: “Dijo también Abram: Señor Jehová, ¿Qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abraham: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira los cielos, y cuenta las estrellas si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová y le fue contado por justicia” (Gn. 15: 3-6). La grandeza de la fe de Abraham consistió en creerle a Dios por encima de las limitaciones. La promesa de herederos no tenía lógica, por el estado de climaterio en que habían entrado él y su esposa. Es típico que Dios llame a sus hijos al servicio ministerial en medio de circunstancias donde no hay recursos, ni formas visibles para que la visión se realice, salvo por medio de la fe. b. La fe es probada durante el llamado Durante el proceso del cumplimiento de las promesas divinas surgen pruebas de la fe. Abraham había dado grandes pasos de fe en obediencia a Dios. Ya había visto cumplida la promesa del nacimiento de su hijo Isaac, como Dios se lo había prometido (Gn. 21). Pero Dios quería que mantuviera una fe viva y firme hasta el final de su vida (Gn. 17:1). La fe no es un ente estático, es activa y práctica. Como tal, Dios la prueba constantemente. Este es un misterio divino. En cierta ocasión el rey David expresó que Dios prueba la mente y el corazón de sus hijos (Sal. 7:9). Job 51 “Como reconocer el llamado divino” también se preguntaba porque Dios siendo tan todopoderoso se preocupaba en probar el corazón del ser humano (Job. 7:18). Dios no tienta a nadie, pero es justo y prueba la fe de sus hijos, antes de bendecirles. Dios le pidió a Abraham que sacrificara el único hijo que le había dado en su vejez. El que había esperado para que le heredara. Aun sabiendo que era su única esperanza para que Dios cumpliera su promesa. Era como si su fe estuviera siendo doblemente probada y ahora a mayor escala. Pero Abraham accedió sin objeción alguna: “Aconteció que después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quién amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Gn. 22: 1-2). Esta es la máxima prueba de la fe de Abraham en Dios. Si el trayecto de creerle a Dios por un hijo había sido largo y tedioso, difícil era creer que Dios le pidiera el hijo de la promesa en sacrificio. Esto contradecía la promesa para su descendencia y truncaba el plan de Dios para Abraham. Pero no es extraño que Abraham le creyera a Dios, pues ya había demostrado en cada paso de su vida que su fe era inquebrantable y se acrecentaba más con cada prueba. Abraham estaba dispuesto a obedecer hasta lo imposible y su fe había alcanzado el nivel de desarrollar una amistad con Dios (Stg. 2:23). Abraham no renunció sacrificar su único hijo, porque estaba seguro que para Dios nada es imposible: “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a 52 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Gn. 22: 9-12). Esta prueba de fe para Abraham reveló su convicción en las promesas de Dios. Dios no quería quitarle nada a Abraham, solo quería que dependiera totalmente del poder divino. Este acto de obediencia de Abraham se erige en las Escrituras como un monumento de fe digno de emular y sirve de estímulo a todas las generaciones posteriores a él, por lo que fue capaz de hacer solo por medio de su fe. Abraham se graduó con honores en la prueba de su fe y creyó contra toda esperanza que Dios era capaz de hacer lo imposible. Dios no pide más que sus hijos le crean para cumplir sus promesas de bendición. c. Hay que creer… Antes de ver Abraham murió a la edad de 165 años (Gn. 25:7), y aunque habitó la tierra prometida, no la recibió en posesión legal, pues la promesa era para su descendencia. Pero por la fe vivió en tiendas y no edificó casa, ni sus hijos: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como entierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto es Dios. Conforme a la fe 53 “Como reconocer el llamado divino” murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hb. 11: 8:13). Abraham no recibió en vida la tierra prometida como posesión legal y murió creyéndole a Dios. Dios le prometió que su descendencia la poseería totalmente y fue más de 400 años después que la promesa se hizo realidad, cuando el pueblo de Israel regresó de la esclavitud egipcia. Abraham no necesitaba tanta tierra para habitar, por eso Dios le entregó la totalidad de la tierra a su descendencia cuando era necesaria para albergar a todo el pueblo que descendió de Egipto. Lo impresionante de le fe de Abraham es que murió creyéndole a Dios, esperando el cumplimiento total de la promesa, sin cuestionar a Dios por su forma de cumplir lo que prometió. El escritor señala que esta tierra que Abraham esperaba, era simbólica de la ciudad y morada eterna de Dios, la cual Abraham heredó por su fe al morir. Toda la paciencia que el cristiano desarrolla en la tierra para alcanzar las promesas divinas, sirve de ejercicio para heredar las cosas eternas. La vida de Abraham es aleccionadora acerca del valor de la fe y como esta será probada antes de ver realizadas las promesas divinas. Además, la vida de Abraham muestra que a Dios solo le basta la fe de sus hijos para obrar milagros, pues Él es quien hace posible todas las cosas. 54 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 4 MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo” ____________________________________________________ I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO a. Moisés renunció a las riquezas de Egipto Los judíos crecieron como un pueblo enclavado dentro del imperio egipcio. Se habían trasladado allá a causa de una hambruna, ayudados por José, hijo de Jacob. Moisés fue un judío que llegó a ser príncipe del imperio egipcio, al ser adoptado como hijo por la hija de faraón. Moisés gozaba de todas las prerrogativas de la realeza egipcia: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón. Escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios, porque tenía la mirada en el galardón. Por la fe dejó Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al invisible” (Hb. 11: 24-27). Moisés renunció a los honores y privilegios que le eran inherentes en virtud de ser un príncipe egipcio, a fin de defender a su pueblo de la injusta esclavitud a la que eran sometidos. Moisés, en su afán de hacer justicia por su propia cuenta, mató a un egipcio: “En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la 55 “Como reconocer el llamado divino” arena. Al día siguiente salió y vio a dos hermanos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: ciertamente esto ha sido descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hacho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madian” (Éx. 2: 11-15). El asesinato del egipcio significaba para el Faraón la rebelión de Moisés contra su reino, una traición para el imperio. Al saber que el hecho había quedado al descubierto por el Rey; Moisés no tuvo más alternativa que huir de la casa real, pues con su acto se rebelaba contra el rey egipcio e implicaba la renuncia a sus privilegios en el reino. Moisés quiso hacer justicia por sus propios medios, pero más tarde comprendería que en la vida no basta con tener buenas intenciones. Se debe estar seguro de haber sido enviado por Dios y esperar el tiempo correcto para tener éxito en cualquier obra que se emprenda (Éx. 33:15). Aunque la intención de ayudar a sus hermanos era de genuino proceder en el corazón de Moisés, debía esperar el tiempo del llamado divino para cumplir su misión de libertador. Dios tiene un tiempo determinado para ejecutar sus planes, no puede ser antes, ni después. Nadie puede coaccionar la voluntad de Dios. Moisés creyó que sus convicciones en un Dios justo eran más importantes que todas las glorias de Egipto. Pero su osada e ingenua 56 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” decisión de defender su pueblo con sus propias fuerzas fue el fin de todo lo que disfrutaba como nieto del Faraón. Pero Moisés prefirió ganarse el repudio del imperio antes de vender a sus parientes, negociar sus convicciones y ser partícipe de la injusticia. Moisés debió escapar por su vida, renunciando a sus derechos temiendo morir a manos del Faraón. La sinceridad e inexperiencia de Moisés (típicas de la juventud) serían utilizadas más tarde por Dios para llevarlo a una escuela de formación de su carácter para hacerle un gran juez y libertador de su pueblo a su tiempo. b. Moisés en la escuela del desierto De la cuna noble de los faraones, Moisés pasó a ser un fugitivo. De la alta alcurnia del imperio egipcio, Moisés descendió a ser pastor de ovejas, un trabajo despreciable entre los egipcios (Gn. 46: 34). Finalmente, pudo más su convicción por la justicia y el amor a su pueblo que era esclavizado injustamente. Dios tenía un camino mejor para la vida de Moisés y la sabiduría que había adquirido de los egipcios le serviría posteriormente para liberar y gobernar a su nación. En el plan de Dios, Moisés estaba prestado a Faraón para que lo educaran a fin de realizar la obra que Dios le asignaría. Pero, cuán difícil es para el ser humano entender las cosas desde la perspectiva divina. Muchos llamados se fraguan en medio de situaciones difíciles, desprecio, vejación, cárcel, destierro, etc. Es casi inverosímil creer que Dios tornará esas malas experiencias para transformarlas en un bien personal, de otros y de su reino (Ro. 8:28). La vida de estos hombres de fe de la Biblia evidencia que en Dios no hay pérdidas. Moisés pasó de una cuna de oro a la inopia. Pero Dios estaba con él y su tiempo no fue 57 “Como reconocer el llamado divino” perdido, sino de formación para que Dios hiciera de él una persona de carácter firme para enfrentar los retos que le deparaba su futuro inmediato. c. Moisés responde al llamado divino Es evidente que los personajes bíblicos debieron pasar situaciones difíciles, antes de lograr las promesas que les hiciera el Señor. Moisés sentía la inquietud de ayudar a la liberación de su pueblo, pero fue hasta cuarenta años después de haber huido de Egipto que Dios lo llamó para liberar a Israel de la esclavitud. Moisés ya no era guiado por un sentimiento totalmente emocional o consanguíneo, sino por un llamado divino. Esa era la diferencia del caso. Aunque se tenga todo el deseo de servir a Dios, se debe esperar el tiempo señalado por Dios para ejecutar su obra. Adelantarse o atrasar los planes divinos puede causar grandes pérdidas. Debe existir total armonía entre la voluntad de Dios y los anhelos personales durante el llamado. Dios usó la estadía de Moisés en el desierto para su formación personal. Quizá Moisés había perdido toda esperanza de liberar a su nación, ya que Egipto era el imperio más grande de su época y Moisés sabía que no existía forma de vencerlos. Era un sueño olvidado. Pero Dios puede permitir que los sueños y toda esperanza mueran, para luego resucitarlos. El anhelo inicial de Moisés de liberar a su pueblo fue confirmado como un llamado divino excepcional, con evidencias del poder de Dios. Esto debió haber tomado por sorpresa a Moisés: “Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del 58 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” desierto, llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y miró y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo iré yo ahora y veré esta grande visión, porque causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo, ¡Moisés! ¡Moisés! Y él respondió heme aquí” (Éx. 3: 1-4). Los años en el desierto le sirvieron a Moisés para madurar su carácter. Allí experimentó sentimientos de frustración, fracaso y soledad que lo harían más fuerte en la vida. Moisés fue una persona diferente cuando Dios le había despojado del orgullo de su juventud. El respondió al llamado divino diciendo: ¿Quién soy yo para ir contra Faraón? (Éx. 3: 11). Moisés ya no era aquel muchacho arrogante que deseaba hacer justicia por su propia fuerza, sino un hombre maduro, capaz de hacer un juicio correcto de la realidad de su entorno. Posteriormente, la Biblia describe a Moisés como uno de los hombres más mansos de su época (Éx. 12: 3). Eso hace alusión a su carácter quebrantado a través de todas sus experiencias. Dios había preparado a Moisés durante cuarenta años a fin de liberar a Israel de la esclavitud. Personas legítimamente llamadas por Dios fracasan en sus primeros intentos de servicio ministerial y esto hace tanta mella en sus vidas que al no entender que es parte del proceso, terminan decepcionados y abandonan los planes divinos. El éxito de la misión de Moisés es un hecho sin parangones en la historia bíblica. Además, es aleccionador a fin de aprender que Dios tiene un tiempo exacto para ejecutar sus planes, no puede ser antes, ni después. Es 59 “Como reconocer el llamado divino” cuando Él decide hacerlo que toda obra para bien.5 Cuando Dios llama y envía el éxito está garantizado. No basta con estar seguros del llamado divino, hay que reconocer el tiempo correcto de ejecutar la obra de Dios. Dios le dijo a Moisés que este era el tiempo perfecto para liberar al pueblo, porque los que procuraban matarle en Egipto ya habían muerto (Éx. 4:19).6 En su llamado, Moisés experimentó una gran señal, una zarza que ardía y no se consumía. Dios llamó a Moisés con voz audible desde la zarza: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo, ¡Moisés! ¡Moisés! Y él respondió: Heme aquí” (Éx. 3: 4). Al acercarse a la zarza, Dios llamó a Moisés por su nombre diciéndole: ¡Moisés! ¡Moisés! La respuesta de Moisés al llamado divino fue la de un siervo que se somete a la voz de su Señor, “heme aquí”. El tiempo de formación de Moisés fue muy largo, pero su posterior actitud de sumisión a la voz divina demuestra que estaba dispuesto a ser obediente y preparado para hacer la voluntad divina. 5 Jesús debió esperar la edad y el momento justo para darse a conocer a la humanidad y manifestar su poder (Jn. 2:3-4). 6 En muchos imperios antiguos la sentencia de muerte de un fugitivo duraba hasta la muerte del emperador en turno y después quedaba libre de la condena. 60 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 5 JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino” ____________________________________________________ I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN a. José “El Soñador” José es conocido como “el soñador”, porque Dios le reveló a través de sueños lo que sucedería en su futuro. Los sueños de José no eran vanos, porque procedían del corazón de Dios. Pero fue incomprendido a causa de ellos. Con alegría, José quiso compartir sus sueños a sus padres y hermanos, creyendo que su familia se alegraría al escucharlos. Pero, pronto José descubriría que la oposición y la envidia sería el precio a pagar por sus lindos sueños. Los sueños que llenaron su corazón de alegría al pensar en las maravillas que Dios haría en su vida, se convertirían posteriormente en su pesadilla más horrenda. José no era partícipe de las malas acciones de sus hermanos; y eso le convertía en un obstáculo para sus planes y en el juez de sus propias conciencias. En los sueños de José, sus hermanos habían encontrado una buena excusa para justificar su odio, exacerbando la molestia que ya les causaba su buen comportamiento. Sus hermanos llegaron al consenso de deshacerse de él, acusándole de pretender gobernarlos y fue cuestión de tiempo para sacar a la luz el odio que anidaban en su corazón. José, quien recibió un hermoso llamado de Dios para ayudar a su familia, irónicamente sería odiado y 61 “Como reconocer el llamado divino” perseguido por sus propios hermanos, sin causa alguna. Todo a causa de la visión que Dios había depositado en él. El ejemplo de José muestra que los llamados divinos pueden causar envidia y odio en las personas, sin razón justificada. Moisés estuvo a punto de morir recién nacido y Faraón quiso darle muerte cuando era adulto (Éx. 2:1-25). Jesús mismo escapó de la muerte cuando era niño y de adulto intentaron matarle, antes que diera su vida en la cruz (Mt. 2:13-16; Mr. 11:18). Los llamados al ministerio deben estar preparados para enfrentar con sabiduría y valentía la oposición que se levanta contra ellos. Dios ha prometido dar la salida a toda situación y librarles de todo mal (Sal. 50:15; Is. 59:19; 1 Co. 10:13). b. La visión produce persecución Los llamados reciben una visión o un plan para realizar su misión. A José Dios se lo reveló a través de sueños. Este es el primer sueño que recibió José: “He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Y le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás tú sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras” (Gn. 37: 7-8). José recibió una maravillosa visión de lo que Dios tenía preparado para su futuro, pero al compartirlo con sus hermanos desató un odio más enconado hacia él. José fue acusado falsamente por sus hermanos de autoproclamarse Señor de ellos. Quizá por la afinidad entre José y su padre 62 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” pensaron que se le daría toda la autoridad de la casa a José, desatando una lucha de intereses familiares. Los hermanos de José le envidiaban antes del sueño, pero el verso señala que “le aborrecieron aun más” después que les contara sus sueños. Esto le llevaría al borde de la muerte. Recibir la visión al llamado divino puede desatar una tempestad de dificultades, a veces sin aparentes razones que las justifiquen. La lucha de quienes son llamados por Dios comienza cuando la visión es develada. Es típico que los personajes bíblicos comenzaran una etapa de prueba de su fe, después de ser llamados al servicio divino. El llamado de José fue nuevamente confirmado por Dios: “Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre lo reprendió y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos y nos postraremos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia” (Gn. 37: 9-11a). El primer sueño de José había provocado más odio hacia él. Esta vez el sueño era más fuerte, porque insinuaba que aún sus padres se inclinarían ante él, como si fuera a poseer poderes reales. Esto era ofensivo para una sociedad donde los padres y los hermanos mayores eran respetados y venerados. Esta vez hasta su padre le reprimió a causa de su sueño. Pero José no había planificado soñar y en su búsqueda de una respuesta a sus extraños sueños los compartió con su familia, solo para encontrar más rechazo y lo peor estaba por venir. 63 “Como reconocer el llamado divino” No todas las personas estarán alegres cuando les hables de lo que Dios te ha prometido, habrá diferentes reacciones. Unos se sentirán amenazados y pensarán que les quitarás lo que les pertenece. Otros se burlarán y no faltará quien piense que has perdido la razón. La gente reaccionará de diferentes maneras ante una persona que le cree a Dios. Todo individuo legítimamente llamado a realizar la obra de Dios debe estar dispuesto a enfrentar la crítica y el menosprecio. Lo importante es centrarse en la visión que Dios ha revelado y no en la oposición de los demás. Solo hay que asegurarse de haber sido llamado y esperar el tiempo correcto para actuar. c. Dios torna todo para bien de los que le aman La envidia de los hermanos de José fue evidentemente extrema y se tornó enfermiza; esto les llevó a planificar la muerte de su hermano. A quien le apodaban “el soñador”: “Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños” (Gn. 37: 18-20). Dios libró milagrosamente a José de la muerte cuando sus hermanos se disponían a matarle. Su hermano Rubén, en un intento por salvarlo sugirió que lo metieran en una cisterna. Finalmente, Judá (otro de sus hermanos) para librarle del pozo sugirió venderlo como esclavo a los ismaelitas e hicieron así. Los sueños de rey de José, contrastaban con la cruda realidad de ser un esclavo echado al olvido, en una tierra 64 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” extraña (Egipto). De ser el hijo amado de su padre, pasó a ser un esclavo despatriado. No podremos medir jamás el dolor y horrendo sufrimiento que José pudo haber experimentado por la traición de sus propios hermanos. ¿En quién más podía confiar, si sus seres más queridos le habían traicionado? José y su padre sufrían mutuamente. Uno por creer que su hijo había muerto y el otro por su impotencia de comunicarse con su padre. En esos momentos de la vida, cuando todo parece oscuro alrededor, surgen preguntas sin aparentes respuestas: ¿Por qué a mi Señor? ¿Qué pasó Señor con tus promesas? ¿Quizá me equivoqué? ¿Qué hice mal para recibir este castigo? ¿Por qué merezco tanto odio sin causa? ¿Dónde está la justicia divina? ¿Por qué me ha abandonado Dios cuando más lo necesito? ¿Se ha olvidado Dios de mí? Estas preguntas y muchas más son típicas en una situación de crisis como esta. Desde la perspectiva humana se infiere que si Dios está con sus hijos no se deben pasar dificultades en la vida cristiana, pero eso no es lo que la Biblia enseña. Lo que Dios promete es que estará todos los días con sus hijos y que al final les dará la salida, que Él considere a las dificultades. Aunque no se entiendan los propósitos divinos en los momentos de crisis, más adelante se verá realizado el plan perfecto de Dios y todas las cosas ayudarán para bien. Los sueños de José debían morir humanamente, para que Dios resucitaría su fe y esperanza de manera indescriptible, jamás pensada (Is. 55: 8-9). La gran victoria que Dios le dio a José, le haría olvidar el pasado y su 65 “Como reconocer el llamado divino” corazón sería capaz de perdonar a sus hermanos. Dios no pone una carga más pesada de la que se pueda soportar. Dios preservó la vida de José de una muerte segura. En tierra extraña, lejos de su familia, sin conocer a nadie y esclavo, le quedaba aun la esperanza de estar vivo para albergar el deseo de algún día ver nuevamente a su padre. 66 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” II. LA FE SOSTIENE LA VISIÓN a. José mantuvo firme su fe José tenía razones lógicas para dejar de creerle a Dios, pero su fe lo sostuvo hasta el final. Siendo esclavo en una nación extraña y lejos de su familia, se prestaba para señalar que su fe no había sido recompensada por Dios. Pero en medio de la prueba, José mantuvo inconmovible su convicción: “Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi Señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Gn. 39: 7-9). José no estaba pasando tan malos días a pesar de su esclavitud, su amo le había dado el mando de toda su casa. Todo marchaba bien, pero pronto debería soslayar otro escollo difícil de sortear. La esposa de su amo se enamoró obsesivamente de él y debía mostrar su fidelidad a Dios. Una de las razones que José le dio a la esposa de su amo, para no acostarse con ella, fue que no era capaz de pecar contra Dios. José no culpó a Dios de su situación, él seguía creyendo en Él, aunque no viera los resultados que anhelaba. Su fe fue inquebrantable a pesar de su condición. La Biblia señala que Dios no prueba la fe de sus hijos más de lo que sean capaces de soportar y brinda la salida para poder vencer las dificultades (1 Co. 10:13). José fue encarcelado por la falsa acusación de violación, contra la mujer de su amo y prefiriendo ir preso 67 “Como reconocer el llamado divino” injustamente, antes que pecar contra Dios. No obstante, José prosperó en la cárcel y halló gracia ante sus jefes, siendo jefe de los carceleros, porque Dios estaba con él. La humillación por la cual Dios permitió que José pasara en la cárcel le ayudaría después, para tratar con gente difícil y tener compasión por su prójimo. Todo era parte del plan divino de preparación, que José debía pasar para lograr que se hicieran realidad, los sueños que Dios había depositado en su corazón. Cada circunstancia que Dios permite en sus hijos, tiene un propósito. La virtud es mantener la fe para poderlo entender y verlo realizado. b. Sueños que matan y dan vida José se ganó el odio de sus hermanos a causa de sus sueños, pero los mismos sueños fueron el medio que Dios utilizó para engrandecerlo. Estando en la cárcel, José logró interpretar los sueños de dos reos y estos se cumplieron como José se los explicó. Al copero le restituyeron en su cargo y al panadero lo mataron. Estos sueños llegarían a oídos de Faraón y José sería conocido en Egipto a través de ellos (Gn. 40). Esta fama le llevó a presentarse ante Faraón, a fin de interpretar sus sueños por recomendación del copero del rey (Gn. 41: 9). La interpretación de sueños fue el medio que Dios utilizó para exaltar a José en Egipto. José entendió que el camino escabroso por el que pasó, solo fue el medio divino para la realización de sus sueños. Trece años de espera, desde que fue vendido por sus hermanos, rindieron su fruto para el joven soñador. El giro de la historia de José es impresionante. Por medio de un sueño, Dios engrandeció como gobernador a quien fue 68 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” objeto de toda burla, por haber creído en las promesas divinas. José entendió que su deber era ser fiel a Dios en todo lo que debió enfrentar, antes de ser exaltado. Dios le dio sabiduría a José para entender después, que el error de sus hermanos fue el medio que Dios utilizó, para preservarle la vida a su familia: “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por Señor de toda su casa, y por gobernador de toda la tierra de Egipto” (Gn. 45: 7-8). Las palabras de José son sabias, pues no mira las circunstancias, sino en el plan de Dios para su vida. José advirtió a sus hermanos que ellos no cometieron ningún error al venderlo. Todo fue parte del plan perfecto de Dios para que la familia no pereciera de hambre. La madurez de José al entender los propósitos divinos, muestra el conocimiento profundo que tenía de Dios. La intrincada madeja se había desenredado y el propósito de Dios estaba claro para José. No había tiempo para venganzas ni resentimientos, lo que hacía falta era tiempo para compartir con sus hermanos y su amado padre. Los llamados al servicio divino deben aprender a ver a Dios en todas las circunstancias de su vida, apartando un poco su vista de las implicaciones humanas y sentimentales, para dar paso al propósito divino. El caso de José es increíble, pues las personas sueñan todos los días y de algo tan simple Dios se valió para exaltarle. Además, José no fue avergonzado y Dios le honró por medio de los sueños que le ganaron el odio de sus hermanos. 69 “Como reconocer el llamado divino” 70 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 6 DAVID: “El proceso del llamado divino” ____________________________________________________ I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID a. Saúl y David fueron llamados por Dios La historia bíblica ha hecho inseparable la vida de David y Saúl. Sus llamados están ligados por los lazos del tiempo y la forma en que ambos fueron llamados. Los dos fueron llamados legítimamente por Dios, pero son la contraparte el uno del otro. Mientras en Saúl se refleja el carácter ambivalente de un hombre separado para el ministerio que pervierte su llamado, en David resalta un hombre que se sobrepuso a grandes retos y aun a sus propias debilidades, porque se esforzó por agradar a Dios con todo su corazón. Ambos fueron llamados para reinar en Israel bajo una teocracia. La diferencia de sus reinados es notoria y fue determinada por las decisiones que ambos tomaron con relación a su obediencia a voluntad de Dios. Dios envió al profeta Samuel a ungir a estos dos primeros reyes dentro de la monarquía israelita (1 S. 10:1; 16:13). Ambos fueron elegidos y ungidos por Dios para ejercer sus reinados con señales del poder divino, pero el camino que cada uno eligió fue diferente. El éxito de un ministerio, no lo determina solamente el hecho de ser llamado genuinamente por Dios (ese es el primer paso); sino la obediencia permanente a Dios hasta el final de la vida. La carrera no la gana quien la comienza, sino el que la termina. 71 “Como reconocer el llamado divino” b. El legítimo llamado de Saúl El rey Saúl es un claro ejemplo de quienes son llamados por Dios al ministerio, pero pervierten sus caminos durante el proceso. Es evidente en las Escrituras que Saúl fue legítimamente llamado y confirmado por Dios en su reinado, pero el texto también revela que Saúl fue desobediente a la voluntad de Dios y se ofuscó en hacer su propia voluntad. Entre sus errores, se dedicó a perseguir injustamente a David, solamente por envidia, ya que el pueblo amaba mucho a David. Eso no significa que su llamado no haya sido genuino. Saúl no entendió que tener un guerrero como David en las filas de su ejército, era un gran respaldo para su gobierno. Cuantas personas que son llamadas al ministerio aplastan sin piedad y hacen sufrir a quienes de corazón sincero desean servir en la obra de Dios. Creyendo que serán desbancados de sus puestos, por envidia se lanzan en una cacería en contra de su hermano y hunden los talentos de aquellos que Dios ha puesto a su lado para bendecirles. El mismo aceite de la santa unción que se derramaba sobre los ungidos al ministerio fue puesto sobre la cabeza de David y Saúl. El mismo llamado con el cual Dios separó a David también se lo hizo a Saúl. La diferencia estribó en la respuesta de ambos al llamado divino. En el siguiente verso se nota como Samuel unge a Saúl con el aceite santo que, en el AT era símbolo del Espíritu Santo y se derramaba sobre los separados para el ministerio (sacerdotes, reyes y profetas): “Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha 72 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?” (1 S. 10:1). Samuel ungió a Saúl para ser rey. Esta fue una evidencia de la legitimidad de su ministerio, pues Samuel era fiel profeta de Dios, de quien la Biblia señala que ni una de sus palabras quedó sin cumplimiento (1 S. 3:19). Saúl se sintió indigno de ser elegido el rey de Israel. Fue tanta su timidez que el día que iba a ser proclamado rey, se escondió y Dios declaró donde estaba escondido (1 S. 10:22). Dios mismo dio testimonio de que Saúl fue un hombre humilde al principio, pero a la vez desobediente (1 S. 15:17-24). c. Señales del llamado ministerial de Saúl El llamado de Saúl estuvo marcado por señales del poder divino (1 S. 9). Saúl fue dirigido providencialmente por Dios al lugar donde se encontraría con el profeta Samuel. Dios le había hablado a Samuel, que le enviaría un varón para que lo ungiera como el rey en Israel (v.16). Estas señales que Dios le dio a Samuel, para ungir a Saúl, como rey hablan de la legitimidad del llamado de Saúl; pero el llamado no determina el éxito de un ministerio; sino la obediencia del que es ungido para desempeñar un ministerio. Samuel, por el Espíritu, le dio respuesta acerca de las asnas que Saúl buscaba, diciéndole que ya se habían encontrado y que no se preocupara (v.20). Dios usó la pérdida de las asnas para que Saúl, llegara a la cita que le había preparado para ser ungido como rey de Israel. Samuel, bajo la inspiración divina, había separado de antemano un banquete especial para Saúl, aún sin conocerle. Saúl, después de ser ungido como rey, recibió otras señales de parte del profeta Samuel acerca de lo que 73 “Como reconocer el llamado divino” le sucedería al partir de aquel lugar donde se encontraba: a) Encontraría dos hombres en el camino que le darían razón de las asnas que buscaba. b) Encontraría tres hombres de los que Samuel le dio detalles. c) Sería lleno del Espíritu d) profetizaría. c) Su corazón sería mudado en otro hombre (1 S. 10). La última palabra de Samuel para Saúl, fue que esperara siete días, hasta que él viniera y sacrificara un holocausto al Señor. Aquí es donde cometió Saúl su primera desobediencia, al no esperar conforme a la palabra que Dios le dio por el profeta Samuel (1 S. 10:8, 13:8-13). d. Dios demanda obediencia durante el ministerio Saúl tenía guerra contra sus enemigos y sus soldados estaban desertando ante la tardanza del profeta Samuel para el sacrificio que había prometido hacer antes de la batalla. Saúl se apresuró a ofrecer el sacrificio sacerdotal, que no estaba autorizado a realizar, cometiendo sacrilegio y fue desechado como rey. En los siguientes versos se narra la desobediencia de Saúl, Samuel le dijo: “Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer. Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el sacrificio. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Que has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en 74 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé pues y ofrecí el holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tú Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero” (1 S. 10: 8b, 13: 8-14a). Saúl se apresuró y desobedeció la orden divina de esperar que Samuel llegara para invocar la bendición divina, antes de la batalla y confirmarlo como rey de Israel. Saúl esperó hasta la tarde del séptimo día, pero al tardar Samuel tuvo miedo de perder la batalla porque los soldados se le desertaban y lo dejaban solo. En su desesperación, el mismo se atrevió a sacrificar el holocausto. De esa manera torpe pecó, al usurpar un ministerio que no le correspondía. Por orden divina eran estrictamente los sacerdotes quienes ofrecían los sacrificios. Ante Dios cuenta más la obediencia que los sacrificios o las obras bien intencionadas (1 S. 15:22). Es importante el respeto por el ministerio ajeno. En Dios, no se puede ejercer un servicio ministerial al que no se ha sido llamado a realizar. Dios probó la fe de Saúl y este le falló. Dios no hace algo sin que antes se le crea. Saúl olvidó rápidamente que Dios, fue quien lo había elegido como rey; su inexperiencia lo hizo dudar y confiar más en la cantidad de soldados de su ejército, que en el poder del Dios que lo había llamado. Cuando el profeta Samuel llegó al lugar (justo después que Saúl había sacrificado), le dijo que Dios lo había desechado como rey y en su lugar había elegido a otro varón conforme a su corazón: 75 “Como reconocer el llamado divino” “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1 S. 13:14b). Este es el primer señalamiento indirecto, a la elección de David como futuro rey de Israel y sucesor de Saúl. A quién Samuel no conocía todavía. La característica primordial de este nuevo rey sería el conocimiento que tendría de la voluntad de Dios; en contraposición al neófito Saúl que no conocía el secreto de la obediencia. e. La envidia y el celo ministerial Después de todas las desobediencias que Saúl cometió, comenzó una lucha campal contra David, un soldado de su propio ejército. Cuando se pierde la visión de lo que Dios ha llamado a hacer en el ministerio, se lucha contra los objetivos equivocados. En este caso contra los soldados del mismo ejército, por envidia o celo ministerial. Durante el reinado de Saúl, David dio grandes victorias a Israel y aunque el reino de Saúl era quien tenía los méritos, eso no le importaba a Saúl, quien estaba más empeñado en obtener fama personal que en cumplir con su gobierno. La envidia de Saúl hacia David fue tal, que dedicó mucho esfuerzo y tiempo en perseguir a un soldado de su propio ejército. Existe un proverbio cristiano que dice: “Los cristianos son el único ejército que persigue a sus propios soldados”. Algunos cristianos se pelean y persiguen entre sí, cayendo en la trampa del diablo de atacarse los unos a los otros. Saúl fracasó como rey, debido a su obstinación por la rebeldía. Su gobierno fue corto, aun siendo ungido por el 76 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Dios altísimo como rey de Israel. La continua desobediencia de Saúl demuestra que no decidió cambiar; sino que persistió en su rebeldía hasta el final de su vida. Es indudable desde la perspectiva bíblica que Dios es perdonador y restaurador de quienes se arrepienten, pero Saúl no se dio la oportunidad de ser restaurado. 77 “Como reconocer el llamado divino” II. EL LLAMADO DE DAVID a. El llamado divino y sus implicaciones El llamado al servicio divino causa gozo y alegría para quien recibe dicho privilegio, pero en los casos bíblicos se nota también, que a raíz del llamado comienza una lucha campal contra Satanás y los hombres que se oponen a la realización de esa voluntad divina. Los llamados en la Biblia sufrieron persecución, envidia, desprecio, odio, etc., y a veces sin razón alguna. La lucha es férrea porque el llamado se da en un mundo en manos de Satanás y de seres humanos que hacen su voluntad. Ambos se oponen a la obra de Dios. Este es uno de los grandes secretos que toda persona llamada a servir a Dios debe conocer para no desmayar en el proceso de alcanzar las promesas divinas. Estas dificultades que suceden en el camino son medios de los que Dios se vale para que sus hijos alcancen sus promesas, pero muchos naufragan al no entender los planes de Dios. El ejemplo de los hombres de Dios en la Biblia debería servir como mapa para comparar experiencias que puedan servir de consuelo y fortaleza espiritual, sabiendo que otros experimentaron situaciones similares y difíciles por causa del llamado al ministerio. El proceso de formación que debe experimentar alguien, a quien Dios está capacitando para un ministerio dentro de su reino, no debe ser extraña. El relato de los hombres de Dios en la Biblia debe fortalecer y ayudar a renovar las fuerzas en el servicio ministerial, sabiendo que sufrieron de antemano para servir de ejemplo y sus relatos tienen el propósito de edificar al cristiano (Ro. 15:4). 78 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Dios endureció el corazón de Faraón para darle una victoria a Moisés (Ex.14:17). Dios utilizó los acusadores de Daniel para exaltarle (Dn. 6). Dios usó a los hermanos de José (al venderlo) para preservar la vida de su familia (Gn. 37, 45:7-8). Job fue probado para luego ser exaltado por Dios y avergonzó a Satanás siendo fiel a Dios hasta el final (Job 1; 42: 10-17). Jesús sufrió el oprobio de la cruz para ser exaltado hasta lo sumo con un nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:8-9). b. David fue escogido por Dios como rey de Israel Después que Dios desechó a Saúl como rey de Israel a causa de su constante desobediencia, le habló al profeta Samuel que ungiera a un hijo de Isaí, como el nuevo rey de Israel. Samuel invitó a Isaí, a un sacrificio con la idea de ungir de entre sus hijos al nuevo rey de Israel. Si hubiese sido por designio humano David no habría sido escogido, ya que ni siquiera fue invitado a la ceremonia de elección. Allí estriba el valor de entender que Dios es quien llama al servicio de su obra. David, el dulce cantor de Israel, se encontraba apacentando las ovejas de su padre y nadie se acordó de él, para que estuviera entre los candidatos a gobernar. Quizá por su juventud ni era considerado como un prospecto para el reinado. Pero Dios había escuchado una melodía agradable a sus oídos que fluía desde el arpa de David y que llegaba hasta a los cielos. La fe y el servicio de David no habían pasado desapercibidos en el cielo. Dios conoció a David en el anonimato y mientras su familia se repartía el botín, él apacentaba las ovejas de su padre con amor y esmero. 79 “Como reconocer el llamado divino” Uno a uno, Isaí hizo desfilar sus hijos delante del profeta Samuel, para elegir al próximo rey, pero David no fue tomado en cuenta. Después que Dios desechó a todos, el profeta preguntó a Isaí, si esos eran todos sus hijos. Hasta entonces se acordaron que había uno que no estaba allí porque estaba ocupado en sus tareas asignadas. Nadie se preocupó en llamar a David, porque era de los más pequeños. Además ¿Quién cuidaría las ovejas? Dios tiene una forma peculiar de hacer las cosas y no se rige por los cánones humanos para juzgar cada asunto. A Dios no le impresionan los estereotipos. Él puede obrar con lo débil y menospreciado, si así lo desea (1 Co. 1:28). A pesar que David no fue tomado en cuenta en la lista de candidatos al reinado, fue elegido por mandato divino como el próximo rey de Israel. Los seres humanos no pueden estorbar para siempre el llamado de un elegido. Los planes divinos se cumplirán en su tiempo y voluntad. La familia de David estaría preocupada pensando como aquel joven sería capaz de gobernar Israel, pero Dios ya lo estaba formando en la escuela de las ovejas de su padre, donde aprendió a amar las ovejas, a curar sus heridas y a defenderlas de las fieras bajo el poder de Dios. Si David era fiel al cuidar con amor las ovejas de su padre, y por eso se perdía el festín que había en su casa; también sería responsable de cuidar al pueblo de Dios. En David se cumple la palabra: “En lo poco fuiste fiel sobre mucho te pondré” (Mt. 25:21). Los hombres de Dios no buscan posiciones por sí mismos, esperan ser llamados. 80 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” c. David fue ungido como rey David fue llamado y ungido como el rey de Israel: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 S. 16:13). Dios había prometido que otro rey gobernaría sobre Israel, en vez de Saúl y aquí apareció David, por primera vez en la escena del relato bíblico, escogido por Dios y ungido con el aceite de la santa unción por el profeta Samuel y lleno del Espíritu de Dios como fue Saúl en su momento. David comenzó experimentar manifestaciones del poder de Dios en su vida, de tal manera que luchaba contra leones y osos para defender las ovejas y los vencía, algo que humanamente era imposible (1 S. 17: 34-35) A causa del llamado, David no sólo experimentaría el poder de Dios, también comenzó una cacería sin causa por su vida a manos del desechado Saúl. David había sido ungido y declarado como futuro rey de Israel, pero en su vida y familia nada había cambiado, para ellos David seguía siendo el hermanito menor y pasaría mucho tiempo para que se convencieran de su llamado como el futuro rey de Israel. La primera oposición que a veces encontrará quien es llamado por Dios al ministerio puede comenzar por los más cercanos (familia, amigos, vecinos, etc.). David fue enviado por su padre al frente de batalla, para conocer la situación de sus hermanos, quienes luchaban contra los filisteos. A su llegada, David vio con asombro como el gigante Goliat, humillaba al pueblo de Israel. Él preguntó por la situación y le respondieron que el rey llenaría de honra a quien venciera a Goliat. 81 “Como reconocer el llamado divino” David habló que el Dios que le había dado poder para vencer leones y osos le daría poder para vencer a Goliat y se ofreció para enfrentarlo. Pero la idea no les agradó a sus hermanos, quienes se enojaron contra él y quizá tenían la buena intención de protegerlo de aquella muerte segura o que sirviera de mofa. Eliab, el hermano mayor de David, le acusó de haber venido como un espectador y de pretender deshacerse de su responsabilidad de cuidar las ovejas de su padre: “Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido” (1 S. 17: 28). Eliab no sabía que a partir de la visita del Espíritu Santo, la vida de David había cambiado y él estaba acostumbrado a ver el poder de Dios manifestado en su vida. Ese mismo día David venció a Goliat, y una vez más Dios honró la fe de un hombre que decidió creerle a Dios por encima de sus circunstancias y limitaciones. d. David fue perseguido por envidia David fue referido a Saúl para que le tocara el arpa como medio de terapia a causa de un espíritu malo que atormentaba a Saúl. Para Saúl era una manera de curarse y deleitarse con el talento y la gracia que Dios había depositado en David. David quizá veía en esto una oportunidad que Dios le daba de acercarse un poco a la experiencia de estar cerca del palacio real y del trono del rey que Dios le había prometido. 82 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” La visión se ampliaba y la promesa que Dios le había hecho a David se veía más cerca, pero esta ilusión tendría un súbito giro, debido al odio que Saúl sentía por David, que llegaría a una persecución sin parangones. De repente Saúl, se llenó de envidia contra David. ¿Qué provocó, que David se ganara gratuitamente el odio de Saúl? ¿Por qué Dios permitía esa injusticia cuando todo iba muy bien y de acuerdo a lo que le había prometido a David? David no había hecho ningún mal, sólo arriesgó su vida para darle una gran victoria a su pueblo ¿Qué culpa tenía David de que el pueblo lo alabara? Después de la victoria contra Goliat, David sufriría a causa de la envidia de Saúl: “Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David” (1 S. 18: 6-9). Ya Dios había llamado a David para gobernar a Israel y su visión se palpaba más cerca. Se atisbaban unos hitos en el horizonte acerca de su reinado. David estaba ganando fama como guerrero a causa del poder que se manifestaba en su vida bajo la unción del Espíritu Santo. Saúl hizo parte de su ejército a David y gracias a su entrega por su pueblo se tornó muy amado en Israel, pero esto provocó celo en Saúl, creyendo que David le quitaría 83 “Como reconocer el llamado divino” el reino. Esta historia se repite, cuando alguien surge con respaldo de Dios en su vida, comienza una guerra casi instantánea de parte de los que no tienen la visión para entender los llamados de otras personas al servicio del reino. A veces esto conduce al trago amargo del desprecio y la incomprensión de nuevos ministerios en desarrollo. David no hizo ninguna sedición o rebelión contra Saúl para merecer su odio. Él no se atribuyó halago alguno. Según el relato, fue el pueblo que lo puso en un lugar especial en su corazón. David no procuró por un esfuerzo personal ser una competencia para el rey Saúl. El odio que mostró Saúl hacia David, fue el típico rechazo que han experimentado la mayoría de personajes de la Biblia, a causa del llamado divino y esa envidia es producto de la maldad del corazón humano (Mr. 7:21-23). Quienes han sido llamados por Dios al ministerio están propensos a experimentar este tipo de persecución, aún dentro del pueblo de Dios. La solución es confiar en la justicia divina, como hizo David. Dios es quien debe demostrar con su respaldo quien verdaderamente ha sido llamado al servicio ministerial. En ese proceso de formación a veces hay que callar y sufrir injusticias (Mt. 11-12), pero no hay que olvidar las palabras de Jesús: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23:12). 84 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO DIVINO a. Dependencia total de Dios David había recibido la promesa de ser el futuro rey de Israel y saboreaba la experiencia linda del poder de Dios en su vida; pero Dios pasaría a David por un proceso de formación muy difícil antes de alcanzar la promesa. Aquel humilde pastorcillo de ovejas se enfrentaría muy pronto a una de las más despiadadas cacerías humanas de un justo, de parte de uno de su mismo pueblo. El rey Saúl, lleno de envidia contra David, utilizó todos sus esfuerzos, soldados, armas, caballería, etc., para destruir a un hombre cuyo armamento era la sombra de Jehová (sal.91:1) y que ningún mal le había causado al rey. La ilusión de ser rey súbitamente se había esfumado de la vida de David. Los días de soñar con el reinado y sus planes de hacer justicia como plan de gobierno se desvanecieron en la vida de aquel joven cantor. Hasta la esperanza de vivir ahora era incierta para David, con toda una nación en contra del indefenso pastor de ovejas. La hora del Dios que llama las cosas que no son como si fuesen y que permite que los sueños mueran para luego resucitarlos había llegado. Dios llama al servicio ministerial, pero no da las explicaciones acerca del proceso de formación. Él hará de sus llamados lo que considere sabio y por duro que sea, todo le saldrá bien a los que obedezcan y confíen en su poder. David le brindó respeto y cariño a Saúl, pero a cambio recibió odio y rechazo, sin razón ni explicación alguna. El proceso del odio sin causa es incomprensible para aquellos que lo sufren. En ese momento, sólo existe un 85 “Como reconocer el llamado divino” cielo nublado y muchas preguntas sin respuesta. Pero una vez que se supera la traición, da a luz un ser más humilde, comprensivo, benevolente, y paciente con el prójimo. Dios puede permitir que sus hijos pasen por el valle de sombra y de muerte para darles una gran victoria (Sal. 23:4). El carácter amoroso y apego a la justicia que mostró David en su gobierno, lo aprendió a través de las experiencias. Si no hubiese pasado por la experiencia de ser humillado injustamente, pudo ser un rey arrogante. La convivencia de David con un ejército de gente humilde, despreciados y afligidos del pueblo de Israel, que formó para defenderse (1 S. 22:2), lo hizo apreciar y valorizar a cada persona sin acepción. Hasta el soldado más insignificante tenía un valor incalculable en el ejército de David. Si se aprende a sacar lo positivo de las situaciones oscuras que depara la vida, no habría ninguna pérdida en esta batalla de la fe. Toda supuesta pérdida es traducida en ganancia en el reino de Dios y las experiencias, aunque dolorosas, tienen su valor en el crecimiento personal y ministerial de los hijos de Dios. A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien y más a los que conforme a su propósito han sido llamados (Ro. 8:28). Quien no entiende estas verdades sufrirá grandes pérdidas y el resentimiento le puede llevar a perder no solo el ministerio; sino su propia alma. La vida de David dependía totalmente de Dios y debió aprender a morir en vida y ponerse bajo sentencia de muerte, para no temer a la muerte (2 Cor.1: 8-11). 86 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” b. David se finge loco para salvar su vida La persecución que Saúl desató contra David llegó a niveles paranoicos y David tuvo que alejarse cada día de la comunidad de Israel, de su familia y de toda protección humana. Abruptamente, David pasó de ser yerno del rey, a un fugitivo a causa de la envidia de Saúl. En su huida al pueblo filisteo, David se fingió loco a fin de preservar su vida, pues conocían sus antecedentes como guerrero: “Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es este de quién cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles? Y David puso en su corazón estas palabras, tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba” (1 S. 21: 11-13). La vida de David es sorprendente y sus enseñanzas tienen aplicación práctica para la vida de los creyentes. Aunque David estaba marcado por Dios para gobernar a Israel, en las circunstancias que lo rodeaban era absurdo creer que eso podía suceder. Cuando Dios quiere realizar una obra, nadie la puede detener, salvo que el llamado resista obedecer o deje de creer. En ese caso Dios busca otro que quiera hacerlo. Satanás puede atrasar los planes de Dios, pero no los podrá detener, si se le obedece a Dios. El ejemplo de David valiéndose de astucia para fingirse loco ante sus enemigos, muestra que a veces hay que pasar por loco o ignorante a causa de la incomprensión y burla de los que no creen. Pablo y Cristo, fueron tildados de locos (Jn. 10:20; Mr. 3:21; 2 Co. 11:16; Hch. 26:24). 87 “Como reconocer el llamado divino” c. El proceso del perdón Se pueden sufrir heridas a raíz de cualquier ofensa recibida en el proceso del llamado, pero la palabra y el amor de Dios son muralla que protege el corazón de los resentimientos. David evitó hacer daño a Saúl con sus propias manos, pero también evitó ser dañado en su corazón depositando su confianza en Dios. Esto se refleja en su capacidad de perdonar a su enemigo: “Cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; (hacer sus necesidades fisiológicas) y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva. Entonces los hombres de David le dijeron: he aquí el día que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi Señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es él ungido de Jehová” (1 S. 24: 3-6). David renunció tomar la justicia en sus propias manos por temor a Dios. Él tenía un gran respeto por la unción divina derramada sobre Saúl, aunque estuviese en desobediencia. David no dejó que la ambición por el poder le cegara. Aunque Dios ya le había prometido el reino, David no trató de lograr la promesa con trucos, pues podía justificar 88 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” la muerte de Saúl, alegando que Dios lo había puesto su enemigo en sus manos, como era típico en la Ley7. Las decisiones que se toman en el camino que conduce al cumplimiento de las promesas divinas, influirán grandemente en el éxito ministerial. La integridad es de las cosas más importantes que se deben cultivar para agradar a Dios. La sinceridad no sólo se demuestra siendo fiel; sino también, reconociendo los errores cuando sea necesario. El proceso de formación en el ministerio es tan importante como el desarrollo pleno del mismo. El principio puede reflejar cómo será el final. David tenía temor y conocimiento de Dios. A pesar de que Saúl estaba bajo influencia de espíritus malos, había sido ungido con aceite santo, símbolo del Espíritu de Dios, por eso David lo respetó. El conocimiento del corazón de Dios que tenía David es asombroso, por eso Dios le dijo a Samuel que se había buscado un varón conforme a su corazón (1 S. 13:14). David mostró ser un conocedor cercano de Dios y aún en su actitud de arrepentimiento por sus pecados demostró que conocía bien la misericordia de Dios. Saúl tuvo las mismas oportunidades que David, pero no optó por el perdón, porque no dispuso su corazón para entender la voluntad de Dios. Antes bien, se obstinó en desobedecer. d. La confianza en la justicia divina A pesar que David fue perseguido injustamente por Saúl, en las oportunidades que se enfrentó a él se nota su humildad y respeto que guardaba por Saúl. David 7 En la Ley el pecador debía morir por su pecado (Hb.10:28). 89 “Como reconocer el llamado divino” perdonó la vida de Saúl muchas veces y prefirió ser perseguido antes que matarle. David respetaba la unción derramada sobre Saúl e hizo promesa que, si Dios no permitía la muerte de Saúl, él no le mataría. David entendía que los esfuerzos puramente humanos para hacer que se cumpliera el plan de Dios para su vida no era el medio para lograr la promesa, si no por medio de la integridad y la justicia divina. Cuando Dios promete algo no es necesario recurrir a la injusticia para lograrlo. En la batalla de la fe los medios que se utilizan para llegar al fin deben ser los legítimos en apego a la voluntad de Dios revelada en la Biblia. Una de las tristezas de David en el destierro era el hecho de no poder disfrutar del culto de Israel. Él estaba en tierra inmunda donde se adoraba dioses paganos, fuera de la tierra prometida a los judíos (1 S. 26:19). Posteriormente, y en recompensa a su lealtad, David sería el gran restaurador del culto formal en Israel y uno de los promotores más grandes de la alabanza en el templo judío. Abandonar nuestra causa en las manos divinas para que se haga justicia, no es sinónimo de debilidad o falta de carácter. Todo lo contrario, las personas que no son capaces de confiar en la justicia divina y que frecuentemente se quejan y defienden por todo, reflejan su falta de confianza en que Dios es el juez por excelencia. La ausencia de confianza en el juicio divino le puede causar una vida de continuo dolor y molestia a quien no es capaz de perdonar y confiar en Dios. Los que continuamente se defienden a sí mismos y son amantes de usar la excusa de que deben defender sus derechos, como evasiva para no perdonar a sus enemigos; frecuentemente 90 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” pondrán en ridículo el Evangelio y por causa de ellos muchos no creerán en Cristo. David no se atrevió a hacerle daño a su enemigo, aunque tuvo en sus manos la oportunidad de eliminarlo. Esta confianza que David mostró no fue una debilidad en sí mismo, sino su confianza total en la justicia divina. El cristiano que usualmente activa los recursos legales para todos sus asuntos y no es capaz de confiar en Dios, hará que el nombre del Señor sea blasfemado. No implica que los cristianos no tengan derechos, es que se debe dar oportunidad a la justicia divina. David fue recompensado por su total confianza en la justicia divina. e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos La vida de David es muy aleccionadora acerca de cómo se deben enfrentar los enemigos gratuitos. Indudablemente, todo hijo de Dios en alguna etapa de su vida deberá enfrentarse a las acusaciones falsas y los detractores argüirán razones aparentemente justas, para denigrar los ministros de Dios e incluso podrían arrastrar a otras personas inocentes en sus rebeliones. Una de las características notables del Rey David es que fue un hombre conforme al corazón de Dios, era capaz de entender y conocer el corazón o la voluntad de Dios aun en medio de sus propias crisis. Esta característica espiritual de David le convertía en un hombre sabio, pues cualquier cristiano que sea capaz de entender con más claridad la voluntad de Dios está en una posición ventajosa, si se dispone a obedecer. No obstante a los impulsos personales que David tenía por imponer lo que creía que era justo, le permitía a Dios obrar por encima de sus propios criterios. 91 “Como reconocer el llamado divino” David aprendió que la justicia divina es más perfecta que la humana. Aunque por momentos no parezca serlo. Tal es el caso en que debió confrontar a Simei, uno de sus enemigos gratuitos. Simei, es la representación de aquellas personas que siempre traman excusas y argumentos para oponerse a los llamados por el Señor. Detrás de esos cuestionamientos que a veces perecieran ser dignos de atención se esconden rencores, orgullo y una extensa lista de problemas de personalidad de quienes se rebelan contra los ministros de Dios. Simei daba razones aparentemente justas, cuando David estaba en crisis: “Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario” (2 S. 16:7-8). En esta ocasión Absalón, el hijo de David, se había revelado contra el Rey David y le había despojado de su reino, fue una de las peores crisis del rey David. Pero cuando Dios permite una prueba en sus hijos no le permite a nadie que se burle, sino que intercedan por ellos. Simei aprovechó los momentos más difíciles de la vida de David para ensañarse contra él con insultos, pero más que la defensa de una causa justa, el rencor que Simei guardaba en su corazón era producto de intereses políticos y familiares. Simei era familiar del rey anterior (Saúl) quien había sido desechado por Dios. Mientras David trataba de ver a Dios en todas las circunstancias de su vida, Simei interponía sus sentimientos familiares por encima de la voluntad de Dios. He aquí el argumento de David: 92 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” “Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así? Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy. Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo” (2 S. 16:9-13). David sabía que esa crisis estaba relacionada con sus desobediencias y de alguna manera Dios las estaba permitiendo. David fue sabio y trató de soportar todo con paciencia para que Dios, quien es grande en misericordia, tuviera piedad de él. Simei culpaba a David de todos los fracasos de la familia de Saúl, siendo Dios mismo quien lo desechó. Mientras David ignoraba los insultos de Simei, Dios tuvo misericordia de él y le restituyó su reino. Mientras que Simei terminó avergonzado y pidiendo misericordia a David (1 S. 19:18-23). Aunque David hizo misericordia con Simei y no quiso vengarse por sí mismo, la justicia divina se ejecutó y Simei murió a causa de un juramento hecho a Salomón, que quebrantó (1 R. 2:36-46). Este es solo un pequeño relato de las múltiples ocasiones en que Dios le enseñó a David a pelear las batallas no solamente con sus armas carnales, sino por medio de la justicia divina que es perfecta. 93 “Como reconocer el llamado divino” IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO a. La confianza en la justicia divina Cuando David huyó al desierto a causa de la persecución de Saúl, le pidió a Nabal (un hombre rico, 1 S. 25) que compartiera algunos alimentos para sus hombres cuando esquilaba su ganado. David le había servido de protección a Nabal contra sus enemigos. Pero Nabál estaba ebrio e insultó a los hombres que David había enviado y acusó a David de ser un fugitivo del rey. David decidió vengar la humillación de sus hombres. Pero la esposa de Nabal le salió al encuentro y le convenció de no hacerle daño. Diez días después Nabal murió del corazón cuando su esposa le contó lo que David había planeado hacer contra él. Dios libró a David de manchar sus manos con sangre: “Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza” (1 S. 25: 39). Ante las acusaciones injustas, Dios es el juez. Esta justicia la verán aquellos que confían en Dios y no usan la venganza o el escándalo, llevando siempre a sus enemigos ante las autoridades seculares. No es que sea malo defender los derechos propios, pero en muchas ocasiones se debe aprender a confiar en la justicia divina (1 Co. 6:1-8). David fue librado muchas veces por Dios de tomar la justicia en sus propias manos, para ver la justicia divina. Esta lección deben aprenderla los llamados al servicio del 94 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” ministerio porque estarán en constante guerra contra las falsas acusaciones de Satanás y de personas malvadas. b. Dios convierte el lamento en gozo Cuando David vivía en tierra de los filisteos a causa de la persecución de Saúl, Israel entró en batalla contra los filisteos, David decidió pelear contra Israel (su pueblo, 1 S. 28:1-2), pero Dios no se lo permitió para que viera la justicia divina. Quizá en su desesperación David creía que lo razonable era hacer guerra contra Israel y así vencería a Saúl para tomar el poder, pero el pueblo filisteo no estuvo de acuerdo que David peleara contra Israel pensando que les podía traicionar (1 S. 29). David se enojó porque rechazaron su ayuda, pero pronto sabría que Dios lo estaba librando de un error grave. Si David peleaba ese día contra Saúl, hubiese sido culpable de su muerte, pues los filisteos dieron muerte a Saúl en esa batalla. Los Israelitas hubiesen acusado a David de traidor al dar muerte al rey de Israel y desconfiarían de su lealtad. Dios permitió que los filisteos no tomaran en cuenta a David en esa batalla. David había esperado por mucho tiempo que la justicia divina decidiera en su caso por las acusaciones falsas de Saúl en su contra, pero estaba desesperado. David pidió a Dios que pusiera su mano sobre Saúl y los filisteos le dieron muerte en esa batalla. David no tuvo necesidad de matar a Saúl para sucederle en el trono. Si David hubiese peleado contra Saúl habría cometido un gran error. A veces se culpa a los demás de las cosas que nos suceden, sin entender que Dios permite algunas situaciones que no nos agradan con un propósito especial. Dios permitió que los filisteos rechazaran a David, para 95 “Como reconocer el llamado divino” que peleara contra Israel. Después de todas estas experiencias David expresó en un Salmo: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en Él” (Sal. 37:7). David dejó la ciudad que le había asignado el rey de los filisteos para unirse a la batalla, pero al ser rechazado regresó y encontró que todo el pueblo había sido llevado cautivo. Por esa razón su propio ejército le amenazó de muerte. Pero David persiguió a los raptores y recuperó todo lo que le pertenecía. Una vez más Dios convertía su tribulación, en una victoria (1 S. 30). David dispuso derrotar a Saúl, en sus propias fuerzas y eso le causó más problemas de los que ya tenía; pero al día siguiente, tras la muerte de Saúl, estaría a un paso de ser el próximo rey de Israel. Cuando la tentación acecha al cristiano es cuando la victoria está más cerca. David tenía promesa de ser rey, pero lo que veía a su alrededor era lo contrario. Pero la paciente fe dio resultado y llegó a ser el más amado rey de Israel. Bajo su reinado Dios subyugó los enemigos de Israel. c. La paciente espera en Jehová La historia de David muestra que el camino para lograr las promesas de Dios puede ser escabroso, pero al final Dios pelea la batalla de los que confían en sus promesas, aunque estén al borde de la muerte. Después de la muerte de Saúl, David regresó de su exilio entre los filisteos y Dios le ordenó subir a Judá, donde primero le proclamaron rey (2 S. 2). Un día antes de ver la promesa anhelada David sufrió gran tribulación. Dios prueba la fe de sus hijos, antes de ver la victoria. Es indescriptible el dolor que debió soportar David a causa de la persecución de Saúl. No tenía un lugar seguro donde 96 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” vivir, le habían alejado de su familia, de la comunión con el culto y el pueblo de Israel. Saúl le había quitado su esposa y se la había dado a otro hombre. La historia de David muestra que hay un final dichoso para quienes confían en las promesas divinas, aunque deban esperar con paciencia por algún tiempo (Sal.37:37). Los Salmos de David nacen de sus experiencias y no en vano inspirado señala: “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante Jehová y espera en él” (Sal. 37: 4-7a). La vida de David enseña que todo tipo de menosprecio que se pueda sufrir por causa del Señor, son solo un medio que Dios utilizará para formar el carácter de sus hijos a fin de que realicen bien su obra. Sin una relación íntima con Dios, estas lecciones quedan sin valor alguno, porque la reacción natural del ser humano ante situaciones difíciles es de incomodidad, rechazo y quedan sin provecho. No es que el cristiano deba cultivar un espíritu estoico vano, sin fundamento. Pero los ejemplos bíblicos muestran que la paciencia es necesaria para lograr las metas en Dios. En Dios no hay fracasos, solo situaciones adversas que Dios usa para enseñar lecciones que servirán para realizar una labor de excelencia en el reino de Dios. Si no se entiende el propósito divino de formación del carácter por medio de la prueba de la fe, se puede fracasar. Estos ejemplos bíblicos Dios los dejó plasmados para aprender lo positivo de ellos (Ro. 15: 4). Saúl no fue capaz de entender la prueba de su paciencia y haber actuado tercamente le costó que su reinado fuera corto, aunque había recibido el mismo llamado que David. 97 “Como reconocer el llamado divino” V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO a. El perdón es la máxima expresión del amor David luchó contra feroces enemigos, pero las batallas más enconadas fueron contra sí mismo. Fue un proceso difícil antes y durante su reinado, pero David echó mano de la misericordia divina cuando falló y esto marcó la diferencia con relación a Saúl, quien se ofuscó en pecar y no se arrepintió. David se arrepintió y alcanzó perdón. Si David no hubiese cultivado amor por el prójimo durante su vida, tampoco habría cosechado perdón para sí mismo en los momentos que lo necesitó. Si se muestra un corazón misericordioso aún con los enemigos, esa misericordia será la que se encontrará para echar mano en momentos de dificultad. Jesús enseñó que con la medida que se mide a los demás, seremos medidos (Lc. 6:37-38) y la Biblia señala que juicio sin misericordia se hará a quien no muestre misericordia (Stg. 2:13). Durante el proceso de su llamado y a causa de la persecución injusta de Saúl, David mostró misericordia con Saúl al perdonar su vida varias veces. Después el mismo necesitó beber de la fuente del perdón. David estaba en su palacio disfrutando de gran victoria sobre sus enemigos, pero pronto enfrentaría al enemigo más poderoso que tiene un hijo de Dios; no es el diablo, a quién Cristo venció en la cruz del calvario, es su propio corazón de donde salen los deseos de la carne. David se había enfrentado con osos, leones, gigantes y a todos había vencido. Ahora debía usar otras armas para vencer a los gigantes internos, sus propias pasiones. 98 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” David, al pasearse por el palacio real atisbó una mirada hacia una mujer que se estaba bañando, que se podía divisar desde ese lugar. No había nada de malo hasta allí, porque el ojo ve lo que está de frente, salvo que David no retiró su mirada, si no que la tentación fue más allá y llegó hasta la codicia y a la seducción en su propio corazón. David mandó llamar a esa mujer, aun sabiendo que era la mujer de uno de sus guerreros que estaba al frente de la batalla peleando por él y consumó su acto de adulterio. Aparentemente todo estaba bien, nadie delataría al rey y Urías, el marido de Betsabé, nunca sabría lo que pasó. Pero, Betsabé resultó embarazada y se lo hizo saber al Rey. David tuvo otra idea, para tapar su pecado mandó llamar a Urías del frente de batalla para que viniera y se acostara con su mujer y así cuando contaran los meses todos dirían que el hijo era de Urías y no de David. b. Integridad a toda prueba David había demostrado ser un hombre íntegro en su vida y en sus decisiones, pero cuando la tentación tocó las puertas de su corazón, sucumbió. Lo único que le quedaba era agarrarse fuerte de la mano del Señor y no dejar que su corazón se alejara más de Dios e ir tras una falsa ilusión. David encontró la horma de sus zapatos, pues Urías, el esposo de Betsabé, era fiel a Dios, a Israel, a su rey, y a su mujer. ¡Enorme problema para la trama de David! El primer día que David invitó a Urías al palacio real, lo recibió con toda atención, no porque lo amaba, es que el corazón de David se había equivocado. En su desesperación por salir de la situación no optó por reconocer su pecado, sino que buscó una salida menos 99 “Como reconocer el llamado divino” comprometedora para su imagen, embriagó a Urías para que fuera a acostarse con su mujer y encubrir el adulterio. Pero Urías no quiso llegarse a su mujer arguyendo que tenía celo por su nación y no era justo que mientras el pueblo batallaba, él estuviera con su mujer por eso prefirió dormir a la puerta del palacio. Pero David lo convenció que se quedara un día más y esta vez lo embriagó hasta la saciedad, pero la rectitud de Urías era invencible, no quiso descender a su casa y ahora David estaba en aprietos. Urías era un hombre íntegro a prueba de rey, ni David lo pudo convencer para que descendiera a su casa y se acostara con su mujer. David quería deshacerse de su pecado y se le ocurrió fingir el asesinato de Urías por parte de los enemigos de Israel, en su afán de encubrir su pecado cometió otro peor. David envió una carta a Joab, el capitán del ejército y así le dio muerte a Urías. Irónicamente, Urías fue el portador de la misma carta, su sentencia de muerte: “Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera” (2 S. 11: 14-15). Urías murió en integridad e inocencia de lo sucedido y ahora David tenía tremendo problema en el cielo. c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados Natán, fue un profeta que Dios utilizó para dar palabras de confirmación del reinado de David. Pero en esta ocasión el profeta se presentó ante David con un mensaje fuerte de parte de Dios. Le hizo un relato acerca de un hombre muy rico que le había quitado la única ovejita que poseía un 100 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” pobre hombre para darle de comer a un amigo (2 S. 12). Natán presentó este hecho como una historia real para que el rey le hiciera justicia, pero era una metáfora acerca del pecado mismo de David contra Urías y su mujer. David que había demostrado amar la justicia divina se llenó de ira contra el supuesto hombre rico de la historia y decretó con su autoridad real que ese hombre era digno de muerte, sin darse cuenta que se trataba de él mismo. Natán le respondió que ese hombre era él mismo, quien le había quitado la mujer a Urías y también le había dado muerte. Natán le profetizó a David de las consecuencias de su pecado y esto se cumplió cuando su hijo Absalón, se reveló contra él y violó sus mujeres ante del pueblo (2 S. 16:22). El profeta advirtió que de la casa de David no se apartaría el mal y esto se cumplió cuando Amnón, hijo de David se enamoró de Tamar, su hermana, y la violó. Luego Absalón mató a su hermano Amnon. Después, Absalón (hijo de David) se rebeló contra su reino y también fue muerto. Aunque el pecado acarrea consecuencias, siempre hay oportunidad de restauración para los que lo reconocen y se arrepienten. Pecar es de necios, corregirlo es de sabios. d. Siembra amor y cosecharás perdón A causa de su genuino arrepentimiento, Dios prometió a David que no moriría por su pecado (adulterio y asesinato eran penados con la muerte en la Ley). David encontró ayuda en la angustia del pecado, porque lo reconoció y se arrepintió. El Salmo 51 es muestra de su arrepentimiento, aun siendo rey, tuvo escribió públicamente acerca de esa experiencia. La misericordia de Dios es infinita y la única limitación que tiene es el nivel de fe del ser humano para reconocerla. 101 “Como reconocer el llamado divino” Lo difícil es reconocer los errores y pedir perdón. Los errores durante el desarrollo de un ministerio tienen evidentes consecuencias, pero existe oportunidad de restauración a través de un arrepentimiento genuino. Dios no tardará en escuchar y levantar a quienes sean honestos consigo mismos, reconozcan su pecado y se aparten de él (Pr. 28:13). 102 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 7 JEREMÍAS: “Llamados a ser testigos” ____________________________________________________ I. SIN APARENTE RESULTADO EN EL MINISTERIO a. El llamado de Jeremías Jeremías fue elegido para el ministerio, aun antes de nacer: “Vino pues palabra de Jehová a mí diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jr. 1: 4-5). La explicación se encuentra en la presciencia divina. Dios conoce el futuro y tiene la capacidad de saber que camino elegirá cada ser humano, por eso prepara de antemano un plan específico para cada persona. No obstante, Dios llama al ser humano a su debido tiempo y espera su respuesta. A pesar de ser sacerdote, Jeremías no se consideraba digno de ejercer la misión profética. Fue a través de un llamado que él entendió el propósito para el que Dios, le había elegido. Jeremías fue llamado a profetizar y exhortar a Israel en una de las crisis más difíciles del pueblo. Ellos no tenían su corazón dispuesto para obedecer a Dios. Jeremías no vio aparentes resultados en su ministerio, solo confrontación con un pueblo que endureció su corazón hasta el hastió, en oposición a las palabras que Dios puso en su boca. El ejemplo de Jeremías muestra que lo importante de un llamado es la obediencia a Dios, no estrictamente los resultados visibles que en ocasiones será difícil entenderlos en el presente, sino hasta que el tiempo pase o estemos en la presencia del Señor. 103 “Como reconocer el llamado divino” Desde la perspectiva humana, el ministerio de Jeremías fue un fracaso. Sus palabras fueron rechazadas y su predicación parecía vana. Como atalaya que advierte el peligro, Jeremías debía cumplir su misión de predicar su mensaje. El resultado sería determinado por la decisión del pueblo ante la Palabra divina, pero el profeta libraría su responsabilidad delante de Dios. Hay quien no entienda su labor evangelizadora en la tierra y no se remiten a predicar el amoroso mensaje de salvación, confrontado a los pecadores y no al pecado. El profeta solo advierte, no obliga a obedecer. Tampoco es juez que condena. La palabra predicada es el juez que al final le pedirá cuentas a cada persona (Ez. 2:5; Jn. 12:48). Toda persona llamada al ministerio debe cumplir su misión de predicar, dejándole los resultados al Señor. Los ministros deben enfocarse en su misión de ser testigos, más que en los resultados visuales de su predicación. Esto evitará frustraciones, pues no todos aceptarán el mensaje de la Palabra de Dios (Ro. 10:16), como fue el caso de Noé. La misión más grande de los ministros es ser testigos de Dios en la tierra (Hch. 1:8). Por encima del éxito o el prestigio ministerial, lo importante delante de Dios es obedecer el llamado y hacer su voluntad con un corazón lleno de amor, por una humanidad perdida en el pecado. Dios le dijo al profeta Ezequiel que, si el pueblo no escuchaba sus palabras, su trabajo no sería en vano. Posteriormente él sería el juez de ellos (Ez. 33:33). Además, le amonestó que si no le advertía del peligro al pecador, Dios le pediría cuentas a él y sería castigado por su desobediencia (Ez. 3:16-21). 104 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” El propósito divino y el anhelo de todo ministro debe ser que los pecadores se conviertan a Dios, pero el deber es predicar el Evangelio, independientemente de la decisión de cada persona. El mensaje divino tiene implicaciones eternas y cada ser humano será juzgado por la palabra que se le haya predicado en vida. La palabra de Dios es como una espada de dos filos que imparte vida o muerte eterna y no retornará vacía, hará lo que Dios le manda (Is. 55:11). b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor Cuando Dios llamó a Jeremías le advirtió que sus profecías no serían escuchadas: “Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás y no te responderán” (Jr. 7: 25b, 27). Todo predicador espera fruto de su mensaje. Pero Jeremías fue enviado a un pueblo desobediente, advertido de que no le escucharían. Jeremías fue la secuencia de muchos profetas que Dios había enviado a Israel para advertirles los peligros del pecado, pero no fueron escuchados. Durante largos años Jeremías advirtió a Israel acerca de la esclavitud que les esperaba si no obedecían a Dios. Pero su mensaje fue ignorado y el pueblo fue finalmente esclavizado. El caso de Jeremías fue frustrante y puede serlo para cualquier ministro cuando son enviados a predicar y sus mensajes son rechazados. Jeremías no quería seguir en un ministerio aparentemente estéril. Él quería ver el fruto anhelado de su trabajo ministerial. En su estado de desánimo, Dios le exhortó y Jeremías se volvió a Dios: 105 “Como reconocer el llamado divino” “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables? Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jr. 15: 16, 18-19). Jeremías comenzó su ministerio con mucho gozo, pero se desanimó ante la realidad del rechazo de su mensaje. Era tan honda su frustración que deseaba renunciar a su llamado, si Dios no le hacía justicia de todo lo que estaba sufriendo. Por el texto se deduce que Jeremías estaba decepcionado y no quería seguir más en su ministerio. Dios le advirtió que no siguiera la rebeldía del pueblo, que le buscara y Él le daría la victoria sobre sus enemigos. Jeremías debía volverse a Dios para mantener su protección y no perecer junto a los rebeldes. Este lamento sería constante en la vida de Jeremías, pero Dios siempre lo alentaría a continuar en su labor de advertir al pueblo su pecado, aunque no obedecieran. Jeremías no vio los resultados que algunos le llaman éxito; pero, desde la perspectiva divina cumplió su misión, pues, aunque fuese para testimonio todo lo que le profetizó al pueblo les sucedió como Dios lo había advertido. Aquí hacen eco las palabras que Dios le dio al profeta Ezequiel (contemporáneo de Jeremías) señalándole que, aunque el pueblo no le escuchara, sabrían que hubo profeta entre ellos como testigo de la advertencia divina (Ez. 33:32-33). 106 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 8 JUAN EL BAUTISTA: “El costo de la Verdad” ____________________________________________________ I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA a. El profeta más grande entre los hombres Juan el Bautista fue el último profeta del AT en anunciar la llegada del Mesías a la tierra, pero Juan no es el típico profeta que narra el AT. Existe una marcada diferencia entre Juan y los demás profetas que le antecedieron. La Biblia señala que Juan no hizo ningún milagro durante su ministerio (Jn. 10:41). Algo típico en los profetas bíblicos. Pero en contraste con esta observación, Jesús señaló que no había existido otro profeta mayor que Juan el bautista, en todo Israel (Mt. 11:11). Desde la perspectiva divina, el hombre y la mujer de Dios no se distingue por los milagros; si no por la comunión con Dios, su valor para predicar y su entrega para vivir la verdad. Aspectos relevantes del carácter de Juan el bautista. Hay quien estereotipa a los hombres y mujeres de Dios por los milagros que manifiestan en sus ministerios. Si bien, estas pueden ser señales divinas en los ministros, el hombre y la mujer de Dios se reconoce en la Biblia por su integridad, más que por los milagros (Mt. 7:20). Juan el bautista no hizo milagros, pero hizo temblar a los gobernadores romanos con sus palabras y fue muy respetado en Israel como un verdadero profeta de Dios, debido a su integridad y comunión con Dios (Mr. 6:18-20; Lc. 20:6). 107 “Como reconocer el llamado divino” b. Características de Juan el bautista y Elías La profecía acerca de Juan el bautista, dada a través del ángel Gabriel, advertía que sería lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre y tendría características semejantes a las del profeta Elías. Eso revela lo poderoso de su llamado. Elías hizo temblar al sistema religioso perverso implantado en Israel en su tiempo e hizo volver el corazón de Israel a Dios. Juan, con su integridad, haría volver el corazón de Israel a Cristo. Juan vestía de ropas rústicas como lo hizo Elías, que de cierta manera les daba una característica de poco acomodo a las costumbres sociales de turno (2 R. 1:8; Mt. 3:8). Pero la similitud de ambos va más allá de aspectos externos o manifestaciones del poder de Dios. La Biblia señala que a Elías le consumía un celo por su Dios, ante la idolatría que imperaba en Israel (1 R. 19:10). Juan también se encontró con un pueblo dividido y rebelde a quienes llamó generación de víboras (Mt. 3:7). La profecía acerca de Juan señala que él haría volver el corazón de los padres a los hijos y esa también fue la labor más grande de Elías, quién hizo que Israel se volviera a Dios en tiempos de decadencia religiosa. Su enfrentamiento contra reyes y el depravado sistema religioso imperante fue la mayor característica de Elías. Los milagros fueron el resultado de la fe y el celo que Elías sentía por Dios, pero en el carácter firme de enfrentarse contra imperios perversos y el valor para decir la verdad, es donde se nota su relación con Juan el bautista. 108 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Si se compara a estos dos profetas por sus señales existiría una brecha enorme, porque la Biblia señala que Elías hizo grandes prodigios (1 R. 17, 19); mientras que Juan no hizo ninguna señal (Jn. 10: 41). Las señales pueden ser el resultado de una vida de integridad; pero los milagros no salvan, porque es Dios quién los hace. Lo más importante en la vida de un ministro es su relación con Dios, no las señales. c. La grandeza de Juan el Bautista Jesús afirmó que Juan fue el más grande de todos los profetas anteriores que él (Mt. 11:11). En contraste con esta afirmación Juan no hizo ninguna señal: “Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que dijo de éste, era verdad” (Jn. 10:41). La verdadera grandeza de Juan consistía, en que guardaba su integridad, en medio de una sociedad corrupta. A veces se trata de matizar la verdad divina por temor a la censura de la sociedad o los gobiernos corruptos. No se trata de ofender directamente a las personas o gobernantes por su condición de pecado; sino de predicar la verdad en rechazo al pecado mismo, pues Dios ama al pecador, pero rechaza el pecado. Jesús dijo de Juan: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mt. 11:11). Jesús señaló que no había nacido hasta la época de Juan, otro profeta más grande, a pesar de que no hizo milagros. 109 “Como reconocer el llamado divino” La grandeza de Juan consistía en su testimonio y verticalidad. Herodes, un rey sanguinario y sin escrúpulos, no se atrevía a matar a Juan porque el pueblo le reconocía como un verdadero profeta de Dios. Quizá Juan tenía el debido respeto hacia Herodes, por ser emperador, pero eso no le impedía exhortarle acerca del pecado de adulterio del Rey con la mujer de su hermano: “Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: no te es lícito tenerla” (Mt. 14: 3-4). Juan no tenía miedo de señalar el pecado del emperador romano, como a cualquier persona. Él consideraba que su deber como profeta era decirle la verdad, porque estaba comprometido con Dios. Juan no confundió el amor por el prójimo con la falta de compromiso moral con la verdad divina. Consideraba que su deber era advertir el peligro del pecado al prójimo, por encima de cualquier interés mezquino de conservar posiciones sociales o amistades. El único delito que Juan cometió y que condujo a una sociedad perversa a decapitarle fue su compromiso con la verdad. Juan sabía con anterioridad que decirle la verdad a Herodes le podía costar la vida, pero no le importaba morir. El pagó con su vida, por decirle la verdad a una sociedad que se deleitaba en el pecado. La escuela de Juan fue el desierto. Quizá los líderes religiosos de Jerusalén, no estaban dispuestos a confrontar el pecado con la verdad, pues les importaba más el poder político. Por eso Dios levantó a un hombre del desierto, sin 110 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” compromisos ni ataduras sociales que le cerraran la boca para llamar el pecado por su nombre. La Biblia señala: “Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta. Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes. Por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. Ella, instruida, primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó a que se la diesen, y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presento a su madre” (Mt. 14: 3-11). Las palabras de Juan: “Herodes, deja esa mujer porque no te es lícito tenerla”, demuestran su valentía para confrontar señalar el pecado y la razón por la que Dios le comparó con Elías, quién también se enfrentó a un sistema político y religioso corrupto. Juan tenía comunicación con el emperador y quizá era invitado al palacio, pero no vendió sus convicciones por un paseo en el palacio real, ni se dejaba impresionar por los manjares que le servían los cortesanos del rey. Juan le advirtió su pecado a Herodes y eso le costó la vida. d. La integridad de Juan el bautista Juan representa el llamado de quienes no se acomodan a un sistema pecaminoso, ni a la cultura, cuando estas 111 “Como reconocer el llamado divino” entran en contradicción con los principios bíblicos. Juan no calló la verdad de Dios ante Herodes. Como atalaya, consideró que era su deber advertirle acerca de su pecado. Juan tenía un compromiso con la verdad y acerca de esa grandeza fue que Cristo habló de Juan el Bautista. Para que Dios escogiera a Juan para ser el testigo que anunciaría y confirmaría a Jesús como el Mesías de Israel, debía ser un hombre intachable. Predicar la verdad del Evangelio de Cristo no representa falta de amor en el cristiano. El amor de Dios no es alcahuete, tampoco se acomoda al pecado. El amor y la justicia son parte del carácter de Dios y una cosa no niega la otra. Tanto en el AT como en el NT se presenta a Dios como fuego que consume (Dt. 4:24; Hb. 12:29). La tolerancia al pecado no es inherente al carácter divino. Dios es misericordioso con el pecador y le da oportunidad de arrepentimiento toda una vida, pero no tendrá por inocente a quien deliberadamente practica el pecado con la excusa de que Dios es amor. Un ministro de Dios tiene la responsabilidad de advertir sin acepciones el pecado a la gente, aunque se gane el desprecio de algunos o de todos. Dios ama incondicionalmente al pecador, pero no ama el pecado y el amor corrige porque es justo (Hb. 12:4-8; Pr. 3:11-12). Juan el bautista es un ejemplo del valor y la responsabilidad que debe caracterizar a los líderes cristianos para advertir las consecuencias del pecado, aún a expensas de perder algunos privilegios, posiciones sociales o la vida misma, si ese fuese el caso. 112 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Capítulo 9 LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO ____________________________________________________ I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO a. Tres principios de la obediencia al llamado divino La obediencia a la voz de Dios es el reto más importante de los llamados al servicio divino. No basta con haber aceptado el llamado; hay que mantenerse en obediencia como un estilo de vida, para seguir cosechando frutos durante el ministerio. Jesús enseñó tres pasos ineludibles de obediencia que deben seguir todos sus discípulos. Estos atañen a toda la vida cristiana, incluyendo el llamado al servicio divino, a saber: Negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguirle: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24). Pedro, en sus sanas intenciones quiso detener a Jesús de morir en la cruenta cruz, rogándole que tuviera compasión de sí mismo (v.23). Después de haberlo reprendido, Jesús se dirigió a sus discípulos y de forma categórica les advirtió las implicaciones de ser su discípulo. Aunque el deseo de Jesús es que toda la humanidad le siga, apela a la voluntad de cada individuo para tomar dicha decisión, señalando: “Si alguno quiere venir en pos de mí”. La invitación está abierta a toda persona, pero los que quieran seguirle deben obedecerle, siguiendo sus pasos cada día. 113 “Como reconocer el llamado divino” Pedro, sin entenderlo, con sus sanas intenciones estaba estorbando a Jesús en su camino a la cruz, donde en obediencia al Padre, debía ir para salvar a la humanidad. En respuesta Jesús establece un primer paso que sus seguidores deben dar: “Niéguese a sí mismo”. Dios no despersonaliza a los seres humanos, en cambio les invita a tomar la decisión radical de renunciar a sus ambiciones egocéntricas para seguir su voluntad. Negarse a sí mismo no solo implica renunciar a la voluntad propia, también es la aceptación de la voluntad divina. El segundo paso es: “tome su cruz”. Los discípulos de Jesús conocían bien el concepto aberrante de la crucifixión. Ellos sabían que todo condenado a la cruz debía cargar su propia cruz al lugar de la crucifixión. Jesús les dijo que si Él, siendo Dios se había humillado a tan vil sacrificio en obediencia al Padre (Fil. 2:5-8), todo seguidor debe ser partícipe de cargar su propia cruz. Especialmente los discípulos quienes debían pasar el trago amargo de ver morir a su Mesías, en una vergonzosa cruz. Esta cruz literal para Cristo y algunos de sus discípulos, es ahora simbólica de la muerte a las demandas naturales de la carne y la aceptación de la voluntad de Dios. El tercer paso es: “Sígame”. No se puede confesar ser seguidor de Cristo, si no se hace su voluntad. Seguirle, implica poner en práctica sus enseñanzas todos los días. En conclusión, el primer paso (negarse a sí mismo) tiene que ver con la renuncia a las demandas egoístas del ser humano, para dar paso a la voluntad de Dios. El segundo pasó (tomar la cruz), implica no sólo la negación a la voluntad propia, es también la aceptación de la voluntad divina. Tomar la cruz es sinónimo de 114 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” sobreponerse a las pruebas de la vida cristiana por medio de la fe. Una vez que se ha rendido la voluntad propia y se ha aceptado la divina (con sus implicaciones diarias) se debe caminar (seguirle) en constante comunión y obediencia al plan que Dios haya trazado para cada uno de sus hijos, que es el tercer paso. b. El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo La vida de obediencia de Cristo es el ejemplo más digno de admirar para toda la cristiandad, por eso Pablo explica: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:5-8). Pablo expone la vida de humildad de Jesús, partiendo desde su misma gloria, donde estaba antes de manifestarse al mundo. El hecho de que Jesús se vistiera de un ropaje humano para identificarse con la humanidad, al encarnarse, fue un acto de humildad y obediencia. La humillación de Cristo y su obediencia al plan eterno del Padre, fue más allá de hacerse hombre; pues si esto era ya degradante para Él, por lo menos debió ser alguien importante en medio de la humanidad, pero no fue así. Estando en esa condición humana vino a servir a la humanidad y se hizo esclavo del Padre para someterse a sus designios. 115 “Como reconocer el llamado divino” Si de Dios pasó a ser hombre y de hombre degradado a siervo entre los hombres, su muerte fue la peor de un ser humano, pues sólo los hombres más perversos y malos de la sociedad eran llevados a una muerte tan vil como la de una cruz. Pablo puso como ejemplo de obediencia absoluta a Cristo, pues en obediencia al Padre, voluntariamente dio su vida en rescate por la humanidad: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn. 10:17-18). Jesús explicó claramente que nadie le quitó su vida, Él la ofreció en un acto voluntario de obediencia al plan salvífico divino para la humanidad. Así lo explica el escritor del libro a los Hebreos: “Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último (Hb. 10:8-9). Ese espíritu voluntario de sumisión a la voluntad del Padre mostrado por Cristo, es el que el apóstol Pablo señala que todo creyente debe imitar. Jesús aprendió la obediencia a través de una vida de sumisión a la voluntad del Padre: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hb. 5:8). El deseo de agradar al Padre es notorio durante la vida de Jesús. Aún antes de su muerte reveló el deseo de hacer la 116 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” voluntad perfecta del Padre que sirve de ejemplo para sus seguidores. Jesús oró dos veces al Padre pidiéndole que, si en su plan lo permitía, le evitara el trago amargo de la cruz; aunque siempre oraba que se hiciera su voluntad: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mt. 26:42). Jesús hizo el sacrificio de ir a la cruz por obediencia, no porque le agradaba una muerte tan morbosa. La vida de Cristo se convierte en el ejemplo más sublime de obediencia para los hijos de Dios. c. La obediencia al llamado divino es incondicional El llamado divino no puede ser condicionado a las circunstancias de la vida de los llamados al servicio del ministerio. En un llamado genuino no se puede esperar que las circunstancias sean favorables para cumplirlo. A Dios no lo limitan las circunstancias, ni está sujeto a las leyes naturales para ejecutar su plan. Jesús hizo un llamado a una entrega de total sumisión a su voluntad: “Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt. 8:19-22). Nadie puede poner condiciones al llamado divino. Jesús fue radical en su respuesta a quienes querían seguirle bajo ciertas condiciones. Dios no tarda, ni adelanta sus planes por antojo humano. Dios tiene su forma y su tiempo para llevar a cabo su obra, al que el ser humano debe sujetarse. 117 “Como reconocer el llamado divino” El verso anterior no implica que se deba ser indiferente a la familia. Lo que plantea es un asunto de prioridades y lo eterno es prioridad, ante lo temporal. Los personajes bíblicos fueron llamados a seguir la voluntad divina en medio de sus propias circunstancias. Eliseo le pidió a Elías, que le permitiera despedirse de sus padres y luego le siguió: “Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía” (1 R. 19: 19-21). Cuando Jesús llamó a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan para que le siguieran, al instante abandonaron las redes, los barcos e incluso a sus padres y le siguieron (Mt. 4:18-22). Seguir el llamado divino implica poner a Dios por encima de todas las cosas: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26). El sentido de este verso no es motivar el odio entre los familiares, lo que Jesús pretende explicar es que en un momento decisivo en que se debe obedecer a Dios, aunque la familia resista el llamado, ese amor no puede estar por encima del amor a Dios. Él tiene cuidado de sus hijos y 118 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” sabe lo que les conviene, Dios nunca guiará por el camino errado, aunque este sea difícil y escabroso. Lo cierto es que se debe amar a Dios sobre todas las cosas y no hay mejor manera de expresarlo, sino a través de una obediencia absoluta a sus planes. d. El llamado divino tiene su tiempo Dios tiene un tiempo señalado para realizar su obra y quien es llamado al servicio ministerial no puede condicionar la voluntad divina para atrasar o adelantar sus planes. Es común que Dios primero llame a alguien al servicio ministerial, antes que inicie el trabajo asignado. Pero seguramente, cuando el tiempo llega Dios no esperará por el ser humano, sus planes deben cumplirse. Jesús, en su naturaleza humana, debió nacer y crecer hasta llegar cerca de los treinta años, cuando se manifestó a la humanidad como el Mesías Salvador. Aunque había un caos en Israel y en el mundo entero durante la vida de Jesús, Él se manifestó a su debido tiempo, cuando el Padre así lo dispuso. Jesús no agradó ni a su propia mamá. En cierta ocasión, María quiso apresurar a Jesús para que manifestara su poder al mundo, pero nadie puede coaccionar la voluntad de Dios. Jesús le respondió: “Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Jn. 2:4). Dios no obra conforme a la voluntad humana para realizar la obra de su reino en la tierra. El solo espera una respuesta firme cuando llama al servicio del ministerio. 119 “Como reconocer el llamado divino” e. Entendiendo el llamado al ministerio Es deber de cada cristiano entender con claridad su llamado al servicio ministerial en el reino de Dios, cualquiera que sea. Asegurarnos de que hemos sido llamados al servicio de un ministerio específico nos ayudará a hacer nuestra labor con amor, perseverancia y tesón, sin esperar recompensas en la tierra o el reconocimiento de los demás. La parte más importante será no caer en el error de usurpar un ministerio al que no hemos sido llamados. Hay cristianos que se enamoran de ciertos ministerios, no porque hayan sido legítimamente llamados, sino para compensar ciertos vacíos en su autoestima, por fama o ambiciones materiales. Lo más trágico es que a veces no logramos advertir las verdaderas intenciones de nuestro propio corazón (Jr. 17:9). A veces sucede que los llamados legítimamente por Dios no quieren obedecer a Dios y los que no son llamados insisten en realizar ministerios que no les corresponden. Esa es una de las razones más importantes de conocer claramente nuestro llamado a un servicio ministerial específico en el reino de Dios. Esto se logra en tiempos de intensa oración, pidiendo a Dios que hable de la manera que sabe que le entenderemos. Una clave sería, como en todas las decisiones del cristiano, no actuar hasta que Dios confirme el llamado por medio de su Espíritu Santo que guía a toda justicia (Jn. 167:13). Es de advertir que Dios les responde a aquellos que están dispuestos a hacer su voluntad. Dios no responde a los que sabe que no obedecerán. La disposición a obedecer es requerida, antes de pedir confirmación. 120 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” CONCLUSIÓN DIOS ES QUIEN LLAMA AL SERVICIO MINISTERIAL Evidencias del llamado divino en el Antiguo Testamento Noé fue llamado por Dios como profeta a su generación (Gn. 6). Abraham fue llamado directamente por Dios (Gn. 12: 13). Moisés fue llamado audiblemente por Dios desde una zarza en fuego (Ex. 3: 1-4). Aarón fue escogido y separado directamente por Dios para ejercer el sacerdocio (Ex. 28, 29, 40:11-15). Josué fue escogido por Dios para suceder a Moisés (Js. 1). Gedeón fue llamado por Dios para ser juez de Israel (Jue. 6). Sansón fue escogido por Dios, antes de nacer, para salvar a Israel (Jue. 13:5). Samuel fue llamado por Dios con voz audible para ser juez de Israel (1 S. 3). David y Saúl fueron llamados por Dios y ungidos por el profeta Samuel para ejercer sus reinados en Israel (1 S. 16:13, 1 S. 10:1). Salomón fue escogido por Dios antes de ser rey (2 S. 7:1215; 1 Cr. 22:6-10). Dios llamó audiblemente al profeta Isaías durante una visión celestial (Is. 6). El profeta Jeremías fue escogido por Dios antes de nacer, para ejercer el ministerio profético (Jr. 1: 5-6). 121 “Como reconocer el llamado divino” Evidencias del llamado divino en el Nuevo Testamento Los ministerios de la Iglesia fueron establecidos por Jesús y repartidos a cada cual, según su designio. La Biblia señala: “Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4: 11-12). “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, o tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Co. 12: 28). En estos versos se mencionan algunos de los ministerios que Cristo estableció para edificación de la Iglesia. Estos pasajes son explícitos en señalar que fue Jesús quien constituyó cada ministerio y quien también elige a los ministros, según su voluntad. Jesús mismo escogió a doce personas entre sus discípulos para constituirlos como apóstoles y columnas de la Iglesia: “Después subió al monte, y llamo así a los que Él quiso; y vinieron a Él. Y estableció a doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y echar fuera demonios” (Mr. 3:13-15). 122 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” Pablo exhortó a Timoteo a mantenerse firme como un soldado en la milicia de la fe, confortado por medio de algunas profecías que se habían hecho con relación a su llamado: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Ti. 1:18). Pablo fue llamado al ministerio directamente por Cristo y se lo confirmó a través de un sueño, por medio de un cristiano llamado Ananías: “Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hch. 9:10, 15-16). Pablo también recibió confirmación de su llamado por medio de profetas de Antioquía: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros. Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado” (Hch. 13: 1a, 2). Jesucristo escogió a Saulo para llevar su Evangelio a los gentiles. En esta oportunidad se lo confirmó nuevamente por medio del Espíritu Santo, usando a los profetas de Antioquía. Todos estos ejemplos demuestran que el servicio ministerial se debe realizar en obediencia a un llamado divino. 123 “Como reconocer el llamado divino” ALGUNOS LLAMADOS DE LA BIBLIA EL LLAMADO DE ABRAHAM: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba (Hb. 11:8). EL LLAMADO DE MOISES: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” (Éx. 3:4). EL LLAMADO DE LOS SACERDOTES LEVITAS: “Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que hacen la guardia del altar; estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví para ministrar a Jehová” (Ez. 40: 46). “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (Hb. 5:4). LLAMADO DE JESUS COMO EL SIERVO DE DIOS: “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones” (Is. 42-6). EL LLAMADO DEL APOSTOL PABLO: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hch. 13:2). 124 “EL LLAMADO AL MINISTERIO” “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Ro. 1: 1). LIBROS ESCRITOS POR JOEL PERDOMO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA LA ORACIÓN EFICAZ LA LEY Y LA GRACIA EL LLAMADO AL MINISTERIO LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD FE SIN LÍMITES SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR VIDA Y MINISTERIO (autobiografía). LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA BIBLIA TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y Recasamiento a la luz de la Biblia. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios? ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios? LA SABIDURIA DIVINA LOS PRIMEROS PASOS VIDA CRISTIANA – Reflexiones TESOROS DE LA BIBLIA DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS (búsquelos escritos y en audio en internet). 125