LA LEY y LA GRACIA ____________________________________________________ Copyright © 2013 por Joel Perdomo ”la Ley por medio de Moisés fue dada, pero la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo” (san Juan 1: 17). ¡IMPORTANTE! ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. POR TANTO: PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE. PUEDE SER IMPRESO – SIN FINES DE LUCRO. PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO ORIGINAL. ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO. ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A CAMBIO. ¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO 2 CONTENIDO Prefacio………………………………………………………………...6 Introducción……………………………………………………………7 Capítulo – 1 – UN DIOS DE PACTOS I. LOS PACTOS DIVINOS EN LA BIBLIA……………………………...11 a. ¿Qué es un Pacto? b. El pacto Noéico c. El pacto Abrahámico d. Características de los pactos divinos II. EL PACTO DE LA LEY……………………………………………...15 a. El Pacto Sinaítico b. Un pacto de bendición c. Israel invalidó el Antiguo Pacto y Dios prometió un Nuevo Pacto Capítulo – 2 – EL NUEVO PACTO I. EL PACTO DE LA GRACIA…………………………………………21 a. ¿Dónde se cumple el Nuevo Pacto de la Gracia? b. La Ley no justifica ante Dios c. Nadie puede agradar a Dios por medio de la Ley d. La Ley produce temor… la Gracia liberta e. La Letra mata… El Espíritu da vida II. LA LEY Y LA GRACIA COMO VÍA DE SALVACIÓN………….......33 a. La ineficacia de la Ley para salvar b. Sólo la Gracia de Cristo justifica ante Dios c. Las obras de la Ley (cumplimiento de la Ley) no salvan Capítulo - 3 - LA LEY COMO UN AYO QUE CONDUCE A LA GRACIA DE CRISTO I. LA LEY DIAGNOSTICA EL PECADO Y LA GRACIA LO CURA……39 a. La Ley como Ayo b. La Ley conduce a la Gracia de Cristo c. ¿La Ley es buena o mala? d. La Ley diagnostica el pecado; la Gracia redime al pecador Capítulo – 4 – LAS OBRAS EN LA GRACIA I. LA FE SALVÍFICA Y LA FE PRÁCTICA……………………………45 a. Las obras de la Ley… Y las obras en la Gracia b. La fe salvífica (aceptar a Cristo como salvador) c. La fe activa (la práctica de la fe cristiana) Capítulo – 5 – JESÚS Y LA LEY I. JESÚS ES EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY…………………………49 a. “No he venido para abrogar; sino a cumplir” b. El cumplimiento de la Ley en la Gracia c. El fin de la Ley es Cristo 3 d. Jesús es mayor que la Ley y los profetas e. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres f. La Ley fue dada para exaltar a Cristo II. LOS DIEZ MANDAMIENTOS EN LA GRACIA……………………..60 a. El espíritu profético de la Ley sigue vivo b. El decálogo en la Gracia III. LA NUEVA LEY DEL AMOR……………………………………….67 a. Jesús y el nuevo mandamiento del amor b. La transición de Ley a Gracia c. Juan y el nuevo mandamiento del amor Capítulo – 6 – LA REVELACIÓN DEL NUEVO PACTO I. JUDÍOS Y GENTILES EN EL ANTIGUO PACTO…………………….75 a. La separación de judíos y gentiles en el Antiguo Pacto b. Una religión excluyente II. EL APOSTOLADO JUDÍO Y EL GENTIL……………………………76 a. El apostolado de la circuncisión y la incircuncisión b. Pablo defendió su apostolado a los gentiles c. El concilio de Jerusalén III. LA LUCHA ENTRE PABLO Y LOS CRISTIANOS JUDAIZANTES…83 a. Una lucha milenaria b. El apóstol Pablo confrontó a los judaizantes c. El Legalismo y el Antinomianismo Capítulo – 7 - LA GRACIA Y LOS RITOS DE LA LEY I. LAS COMIDAS PURAS E IMPURAS………………………………..89 a. La simbología de los ritos de la Ley b. Jesús y las comidas c. Dios le confirmó a Pedro que ninguna comida es impura d. No se debe juzgar la libertad cristiana por una comida e. El problema de las comidas en Roma II. EL AMOR Y EL CONOCIMIENTO………………………………….97 a. El conocimiento envanece; pero el amor edifica b. El peligro de la idolatría c. La comida sacrificada fuera de los templos paganos III. LA PASCUA JUDÍA Y LA CENA DEL SEÑOR……………………100 a. La institución de la Cena del Señor b. La Cena del Señor como substituto de la pascua judía Capítulo – 8 - EL REPOSO JUDÍO Y LOS CRISTIANOS I. EL REPOSO JUDÍO Y EL SER HUMANO…………………………105 a. El principio divino detrás del día de reposo b. El propósito humanitario del día de reposo judío c. La ley fue dada para bendecir al ser humano d. El ser humano es lo más importante de toda la creación II. EL REPOSO JUDÍO EN LA GRACIA……………………………113 4 a. Un día sin reposo b. Jesús afirmó que el ser humano es más importante que el día de reposo judío c. Jesús es el Señor del día de reposo d. Jesús y el reposo judío e. ¿Qué enseñó Jesús con relación al reposo judío? III. CRISTO ES EL VERDADERO REPOSO DE LA HUMANIDAD……120 a. Los gentiles y el día de reposo judío b. Soportando a los débiles en la fe c. El reposo en la carta a los Hebreos IV. EL DÍA DEL SEÑOR EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO…….127 a. El día del Señor b. Constantino en la historia del cristianismo c. El testimonio de Eusebio de Cesarea d. ¿Por qué tanta aversión hacia Constantino? V. EL REPOSO JUDÍO Y LA HISTORIA CRISTIANA………………..137 a. El sábado judío es un mandato exclusivo para el pueblo de Israel como señal del antiguo pacto b. El sabatarianismo en la historia cristiana c. Los cristianos no están obligados a observar el sábado d. El cristiano que guarda el sábado como medio de justicia ante Dios, está obligado a cumplir con toda la Ley. Capítulo – 9 – LA CIRCUNCISIÓN I. QUIÉN GUARDA UN PUNTO DE LA LEY PARA JUSTIFICARSE ANTE DIOS, ESTA OBLIGADO A CUMPLIR CON TODA LA LEY…………149 a. La verdadera circuncisión es la del corazón b. La circuncisión no produce justicia para salvación c. Los cristianos judaizantes o de la circuncisión d. La circuncisión de nada aprovecha II. LA CIRCUNCISIÓN E INCIRCUNCISIÓN…………………………154 a. La separación entre la circuncisión e incircuncisión b. Jesús se hizo siervo de la circuncisión para testimonio c. Cristianos judíos y gentiles son un solo cuerpo en Cristo d. Pablo; su revelación del Evangelio y profundo conocimiento de la religión judía Conclusión…………………………………………………………..164 ANEXO - I - EL ANTIGUO TESTAMENTO COMO TIPOLOGÍA DE CRISTO………………………………………………………………169 ANEXO - II - QUE DICE LA BIBLIA ACERCA DE LA LEY…………...172 ABREVIATURAS AT - Antiguo Testamento NT - Nuevo Testamento BJ - Biblia Jerusalén Nt. - Nota hb. - Hebreo Pág. - Página aC. - Antes de Cristo gr. - Griego dC. - Después de Cristo 5 PREFACIO La Ley y la Gracia, por si mismos, son temas que han generado grandes debates, causado escisiones entre cristianos desde los inicios de la Iglesia primitiva hasta nuestros días. Basta dar un vistazo a las cartas de Pablo, en las que dedicó gran parte de su contenido a la defensa de la fe cristiana en su choque con la religión judía (Ley). Escribir de este tema es una necesidad, un gran reto y un proyecto osado. Nuestro objetivo es tratar de poner en balance un tema que oscila en extremos antagónicos y hasta nocivos para la fe cristiana. Es sabido que cada terreno teológico que los cristianos dejan sin cultivar, es tierra fértil para que Satanás siembre su cizaña. Este tema, aunque es harto controversial, lo escogimos a fin de aportar a la necesidad que existe en la Iglesia de Cristo de entender su fe, a la luz de toda la sagrada Biblia. Hacemos eco de las palabras de Spurgeon, quien dijo: “La Biblia es como un león, la sueltas y ella sola se defiende”. 6 INTRODUCCIÓN Una preocupación real Una de las preocupaciones más comunes entre los intérpretes de la Biblia, es la manera en que los cristianos interpretan la Ley, en el período de la Gracia. La incomprensión de la aplicación de la Ley en el contexto de la Gracia, puede causar enormes errores de interpretación bíblica que pueden conducir a herejías dañinas para la fe cristiana como advierte el Dr. Rodolfo Blank, en la introducción a su comentario al Evangelio de Juan: “La falta de conocimiento para hacer una clara distinción entre la Ley y las Buenas Nuevas (Evangelio de la Gracia) puede conducir al intérprete por un camino equivocado, distorsionar el mensaje de San Juan (evangelios) y utilizarlo para promulgar ideas y prácticas heréticas” (Blank, 1999. 6). Al estudiar las raíces de los errores en la interpretación de la Ley en el período de la Gracia, que han culminado en herejías y sectas dañinas para la fe cristiana, se puede comprobar que históricamente se remiten a una fecha en la que sus fundadores erraron en la interpretación bíblica por el desconocimiento de la aplicación de la Ley en el período de la Gracia o enseñanzas fundadas en supuestas “revelaciones” que contradicen el Evangelio de Cristo, revelado en la Biblia. En el otro extremo, están quienes pervierten la Gracia de Cristo por medio de herejías que promueven el pecado, y que son igualmente dañinas para la fe cristiana. Dos mil años después de la fundación en la Iglesia cristiana, aun existen grandes lagunas en el pleno conocimiento de la revelación del Evangelio de la Gracia de Cristo, que sigue siendo un misterio no revelado en su plenitud a la mente y el corazón de muchos cristianos bien intencionados, cuya fe cristiana no se ha podido definir y oscila entre la Ley y la Gracia. Mientras no se posea un conocimiento claro de la Gracia de Cristo que permita definir una posición teológica apegada a la enseñanza bíblica, la puerta estará abierta a la confusión y la herejía al que inevitablemente conducen el legalismo y la perversión de la Gracia. Aunque sea en cristianos muy devotos y bien intencionados en su fe. 7 El verdadero cristianismo estriba en reconocer la Gracia salvadora de Jesús y entender la revelación del Evangelio en toda la amplitud de su alcance y significado. El acto salvífico, es una obra consumada por medio de la sangre de Cristo. Es un regalo inmerecido que no se puede obtener por mérito o esfuerzo personal (S. Jn. 1:12-13). Tampoco permite continuar en la práctica del pecado. El claro conocimiento de estos dos temas, evitará caer en uno de los extremos, a saber: La esclavitud a la Ley o la perversión de la Gracia. La fe en Jesús es el único camino de salvación para la humanidad: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron (judíos y gentiles), y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (Ro. 3:21-24). El pleno conocimiento de la revelación del Evangelio de Cristo, aun es una necesidad dentro del cristianismo. El mundo no puede ser alcanzado con el mensaje del Evangelio, mientras la Iglesia le cierre las puertas de los cielos con sus propios vicios de interpretación bíblica, a quienes lo buscan con desesperación. Los extremos en la interpretación de la Ley y la Gracia son nocivos a la fe cristiana Si se entiende correctamente la relación entre la Ley y la Gracia; se puede gozar de la plena libertad que produce el Evangelio de Cristo en el corazón del cristiano. Pero, si se desconoce la aplicación de la Ley y los efectos de la Gracia en el curso del destino humano, particularmente en la vida del cristiano, se puede caer en extremos nocivos y aberrantes para la fe cristiana. Hay cristianos que después de disfrutar de la libertad que ofrece la Gracia de Cristo, tratan de esclavizarse a la Ley para “alcanzar” una salvación ya alcanzada, haciendo partícipes a sus seguidores de cargas difíciles de soportar y estrechando más el camino al cielo de lo que realmente es. Jesús dijo: 8 “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mt. 23:4). Por otro lado, hay quienes menoscaban la Palabra de Dios al tomar la libertad cristiana como libertinaje (Judas 1:4), usando la Gracia de Cristo como excusa para justificar el pecado. Pablo advierte el peligro de tal extremo: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la Gracia abunde? - En ninguna manera” (Ro. 6:1, 2a). Pablo enfrentó estos extremos en la Iglesia primitiva. Además, dio una respuesta muy clara al debate. En su afán de escapar del legalismo implícito en la Ley, algunos cristianos abusaban de la libertad que produce la Gracia de Cristo, usándola como excusa para justificar su pecado. Mientras otros cristianos se esclavizaban a la Ley por el miedo que produce el desconocimiento pleno de la Gracia de Cristo, cayendo en abusos igualmente aberrantes que pueden conducir al maltrato, menosprecio y abuso entre los cristianos. El legalismo minimiza el sacrificio de Cristo por los pecados, al procurar alcanzar por osado esfuerzo personal, una salvación ya alcanzada por Cristo. Por otro lado, la perversión de la Gracia, niega la fe que se profesa. Existe el peligro de caer en estos extremos igualmente dañinos para la fe cristiana. El propósito de este libro El propósito que persigue este libro es que, por medio del conocimiento bíblico, los cristianos se apropien y disfruten de la libertad plena que les ha concedido el sacrificio perfecto de Cristo hecho en la cruz del calvario, a fin de servir a Dios sin temores infundados, propios de una mala interpretación de la Ley (Mt. 15:3-6; Col. 2:4, 8; Gá. 4:9-11). Por otro lado, el conocimiento pleno de la Gracia de Cristo tampoco permite menoscabar el valor de los mandamientos que se relacionan con Dios y el prójimo, que ahora se cumplen bajo la nueva Ley del Amor (Gracia). Uno de los anhelos y oraciones más profundos del apóstol Pablo fue que todos los cristianos gozaran de libertad por medio del pleno conocimiento del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo: 9 “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Ef. 1:15-18). Al apóstol Pablo debió mediar en el conflicto que habían creado los judaizantes entre los cristianos de la Iglesia primitiva, insistiendo en el cumplimiento de la Ley como vía de salvación. También condenó a quienes, en el otro extremo, usaban la Gracia como una excusa para el pecado. Pablo, con autoridad divina, pudo definir una postura muy clara para la Iglesia. El conocía a profundidad la Ley, y a la vez le fue dada la revelación del Evangelio de la Gracia de Cristo. Hacemos eco de ese deseo y oración de Pablo, para que Dios imparta sabiduría y pleno conocimiento del Evangelio de la Gracia de Cristo a los cristianos que así lo anhelen. Este tema está dirigido a que los cristianos disfruten de la libertad plena que produce el Evangelio de la Gracia de Cristo y se eviten extremos que esclavizan a la Ley o pervierten la Gracia. Los cristianos han sido libres del miedo de la Ley, que no fue dada para los justos, sino para que los pecadores se arrepientan del pecado. La Gracia tampoco promueve el pecado. Deseo de todo corazón que este pequeño grano de arena, en el amplio espectro de la interpretación bíblica de la Iglesia de Cristo, coadyuve a la edificación de quienes tengan sus oídos atentos a la Palabra de Dios y deseen fundamentar su fe en la Biblia, más que en doctrinas o mandamientos de hombres. ¡Dios te bendiga! Joel Perdomo 10 Capítulo – 1 – UN DIOS DE PACTOS ____________________________________________________ I. LOS PACTOS DIVINOS EN LA BIBLIA a. ¿Qué es un Pacto? Dios se ha revelado en la Biblia, como un Dios de Pactos. Él muestra sus planes a los seres humanos para que le sirvan voluntariamente. Dios puede concertar pactos con los seres humanos, porque desde el principio les dotó con la capacidad ínsita de decidir entre el bien y el mal. Después de la caída de la humanidad, Dios se ha revelado a través de dos grandes Pactos: La Ley y La Gracia. La palabra Pacto procede del hebreo “berith” que se traduce como cortar. En la Biblia se encuentra la frase hebrea “karath berith” cortar un pacto. Esta etimología procede de los orientales, que solemnizaban sus pactos mediante el sacrificio de animales, pasando las dos partes interesadas entre las víctimas cortadas en dos mitades1. Los pactos se pueden concertar entre humanos, como el caso de Jacob y Labán (Gn. 31:43-55); David y Jonatán (1 S. 20-8, 42). Entre naciones, como Israel y los gabaonitas (Jos. 9:3-27). De soberanía, entre Dios y los hombres (Éx. 19:3-8, 20:1-17). En términos humanos los pactos pertenecen a la experiencia social de los hombres, por medio del que se realizan y confirman acuerdos entre dos o más partes interesadas, que se comprometen en cumplir lo estipulado con el fin de obtener beneficios mutuos. Un pacto, es llegar a un acuerdo en el que las partes interesadas pueden gozar de sus privilegios, si cumplen con sus responsabilidades; si una de las partes no cumple su parte de lo pactado, el pacto se invalida. Dios se caracteriza por pactar con la humanidad y ha usado este medio para establecer pactos de vida y bendición con los hombres.2 1 Lacueva, Francisco. Diccionario Teológico Ilustrado (ampliado por Alfonso Ropero). Barcelona, Ed. CLIE, 2001. p. 461. 2 Pactos divinos. En los pactos bíblicos Dios es quién toma la 11 Después de la caída, Dios estableció varios pactos con la humanidad, que permiten tener una idea generalizada de cómo funcionan. Dios estableció pactos con algunas personas: El pacto Noéico, Abrahámico, Sinaítico, Palestino, Davídico y el Nuevo Pacto. Estudiaremos algunos de estos pactos para confirmar las características, antes mencionadas. Antes de la caída, Dios estableció su primer pacto con Adán y Eva. Este fue un pacto de vida. Dios prometió darles vida, bajo el pacto de que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal que estaba en el huerto del Edén, porque morirían: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:27). Dios dotó al ser humano con la capacidad de decidir por sí mismo, desde el principio y Dios respeta ese libre albedrio. El ser humano voluntariamente decidió pecar y rompió el primer pacto de vida. Después de la caída, Dios concertó diferentes pactos con personas a fin de redimir a la humanidad de su pecado para restablecer su comunión con el ser humano. b. El Pacto Noéico Noé, varón justo y perfecto en medio de una generación pecadora, decidió agradar a Dios (Gn. 6:5-7). Dios estableció un pacto con Noé a causa de su justicia (Gn. 6:8-9) y fue salvo con toda su familia del diluvio universal que Dios derramó sobre la tierra a causa del pecado humano (Gn. 7). Después del diluvio, Noé ofreció animales en sacrificio a Jehová en agradecimiento por la salvación (Gn. 8:20). Dios hizo iniciativa con el propósito de redimir al ser humano del pecado a fin de que gocen de sus bendiciones. Estos pactos no se refieren a los supuestos pactos de dinero que hacen algunos cristianos con el fin de recibir algo a cambio de parte de Dios. El pacto de bendición económica ya lo estableció Dios en su Palabra y no se necesita otro: 10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde (Mal. 3:10). 12 pacto con Noé, su familia y la humanidad, de no exterminar más los habitantes de la tierra con diluvios (9:9-11). Además, prometió bendecir a Noé y a su descendencia, como premio a su rectitud y obediencia (9:1). En el pacto Noéico, Dios prometió que aparecería su arcoíris en los cielos como señal de la promesa de no destruir más a los habitantes de la tierra por medio de agua (Gn. 9:8-17). Ese pacto es evidente cuando llueve, siendo el arcoíris un testigo fiel de que Dios mantiene y cumple su palabra. c. El Pacto Abrahámico Dios llamó a Abraham con la promesa de bendecir a su familia y a toda la humanidad, en general (Gn. 12:1-3). Abraham creyó y obedeció la voz divina, por eso Dios hizo pacto con él. Dios le prometió y confirmó a Abraham por medio de un pacto que su descendencia sería una nación muy grande y que por su medio bendeciría a todas las naciones de la tierra. Este Pacto de bendición, incluyó un sacrificio de animales ofrecido por Abraham, quien lo partió en dos mitades y Dios pasó por en medio del sacrificio en forma de una antorcha de fuego, para confirmarlo (Gn. 15:9-10, 17-18). El pacto de Abraham fue corroborado después, por medio de un juramento (Gn. 22:16)3. La señal del pacto de Dios con Abraham y su descendencia fue la circuncisión de todo varón (Gn. 17:4-11). Una señal exclusiva que Dios le demandó a Abraham y a su descendencia (Gn. 17:6-8). La bendición de toda la humanidad sería el punto culminante de la promesa hecha a Abraham y fue revelada a su tiempo, por medio de Jesús (Gá. 3:16). 3 El escritor de la carta a los Hebreos señala estas dos cosas por las cuales la promesa sería segura, a saber: El pacto (Gn. 15:9-10, 17-18); y el posterior juramento (Gn. 22:16, Hb. 6:18). 13 d. Características de los pactos divinos Los pactos que Dios estableció en la Biblia tienen características generales, entre ellas: Dios es quien toma la iniciativa de bendecir a los seres humanos y en su soberanía establece las reglas del Pacto. Dios es santo y todos los pactos tienen implícito su carácter de santidad. Dios, como creador de todas las cosas, no necesita nada. Él es quien bendice y el ser humano es el beneficiario. Dios establece pactos con personas piadosas y apartadas del pecado. Los pactos divinos en el AT., se sellan con sangre de animales. Los pactos contienen promesas divinas de bendición y a veces ciertas advertencias implícitas o explicitas acerca del peligro del pecado. Existen señales que recuerdan y atestiguan la vigencia de los pactos. Los pactos tienen el propósito de volver el corazón de la humanidad, a la restitución de la comunión con Dios. 14 II. EL PACTO DE LA LEY a. El Pacto Sinaítico El Pacto Sinaítico (Monte Sinaí) fue revelado por Dios a Moisés y es la continuidad del Pacto de Abraham; pero ahora con su descendencia, que se había convertido en una nación (Israel, Dt. 5:3). Una parte de la promesa hecha a Abraham se cumplió (multiplicar su descendencia) y la tierra prometida estaba pronta a serles entregada; faltaba el cumplimiento total de la promesa que era, bendecir a todas las naciones. La bendición para Abraham y su descendencia era solo una parte de la promesa. El pacto Sinaítico es abarcador e instruye en todos los aspectos de la vida humana. En este pacto fue revelado a Moisés el decálogo, la Ley divina, aspectos legales de la nación judía e instrucciones acerca del culto y la adoración en Israel. En este Pacto, Dios propuso separar al pueblo de Israel para ser un estado teocrático y el pueblo debía comprometerse a ser un reino de sacerdotes y gente santa (Éx. 19:5-6), pero ellos invalidaron el pacto (Jr. 31:32). Dios mismo descendió sobre el monte Sinaí y habló con Moisés, a quien le escribió los diez mandamientos en tablas (Éx. 32:16). Esta es la Letra (2 Co. 3:6-8); el antiguo Pacto entre Dios e Israel, que también fue sellado con sangre (Hb. 9:18:21). El Antiguo Pacto tuvo injerencia para toda la humanidad y su cometido era dar vida a los que obedecían (Ro. 7:10). Por medio de su conocimiento el ser humano podía decidir, entre el bien y el mal (Dt. 30:15, 19). El Pacto de vida, irónicamente, causó muerte a causa de la continua desobediencia humana; siendo la culpa y los juicios más evidentes a causa del conocimiento del bien y el mal, develados por la Ley (Ro. 7:7-25). Israel no se mantuvo fiel al Pacto divino, como Abraham y sus primeros descendientes (Dt. 10:15), y lo invalidaron. Dios prometió un Nuevo Pacto (Jr. 31:31), con mejores promesas (Hb. 8:6). El antiguo Pacto quedó abolido, como medio de salvación y justicia ante de Dios (Hb. 7:18). No obstante, la Ley cumple su función de mostrar el bien y el mal (Ro. 7:7), pues como un Ayo que instruye, conduce al ser humano a los brazos amorosos de Cristo, para el perdón de todos los pecados (Gá. 3:24). 15 b. Un pacto de bendición La promesa que Dios le hizo a Abraham fue de bendecir a toda la humanidad; no solo a Israel: “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3b). La Ley revelada establecía consecuencias a los que la quebrantaban, éstas eran resultado de despreciar voluntariamente la bendición de Dios, al abandonar el Pacto. La Ley fue dada para bendecir al ser humano, fue un pacto de bendición motivado por el amor y la misericordia divina para Israel, y la humanidad en general. Jesús mismo señaló que el amor y la justicia son lo más esencial de la Ley: “Y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mt. 23:23b). Jesús exhortó constantemente a los religiosos judíos por ignorar el amor a Dios y al prójimo, como lo esencial de la Ley, y resaltar más los castigos a los desobedientes. La justicia y el amor son la esencia de la ley y la fe en Dios está implícita para creer a las promesas divinas de bendición (la fe salvífica en Jesús no había sido revelada aún). Una Ley fundada en el amor divino, no podía tener el prurito de maldecir a la humanidad. Lo que falló no fue la Ley, sino el ser humano con su pecado. Irónicamente, el mandamiento que era para dar vida se convirtió en muerte, a causa de la desobediencia humana. La Ley estaba destinada a bendecir y proteger. El espíritu de la Ley no es punitivo en sí mismo, sus mandamientos tenían el objetivo de advertir los peligros del pecado a fin de evitar sus castigos; si produjo muerte, fue causa del pecado humano. Cuando no se conoce a profundidad la real intención de la Ley, se puede llegar a creer que fue dada para ensañarse contra el malo, no para bendecir al justo. El juicio resaltó en los relatos del AT a causa del constante pecado de Israel, no porque Dios tuviera la intención de usar la Ley como medio de aniquilación. Un pacto de bendición no puede tener la intención de maldecir. El problema fue que Israel desobedeció el pacto y lo invalidó. 16 Dios les quitó la tierra a los cananeos para entregársela a Israel a causa del pecado de esas naciones paganas; pero Dios tampoco toleraría el pecado en Israel. Dios castiga el pecado con la muerte, y en la Ley a veces con muerte inmediata (espada, plagas, fuego, etc.). Dios había santificado la tierra prometida del pecado de sus antiguos moradores, pero le advirtió a Israel que si pecaban morirían igualmente. Eso fue lo que ocurrió: “No sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros” (Lv. 18:28). Ver, Lv. 20:22 Al igual que en la Gracia, la bendición del Antiguo Pacto era prometida a quien voluntariamente deseaban permanecer en obediencia; no sin antes advertir las consecuencias del pecado. La bendición no era imputada de forma automática, ni colectiva, carente de un compromiso individual. Dios juzga a cada ser humano por sus propias acciones, no por las ajenas (Dt. 24:16). La Ley prometía bendición a los obedientes y las maldiciones eran consecuencias a los desobedientes. En la lista de bendiciones y maldiciones escritas en la Ley, aparecen primero las bendiciones por la obediencia, luego las maldiciones por desobediencia (Lv. 26; Dt. 28). Eso demuestra que la bendición era el propósito que perseguía el Viejo Pacto y la maldición era solo una consecuencia extrema de apartarse voluntariamente de Dios. El propósito del Pacto de la Ley era bendecir, pero no se logró a causa de la continua desobediencia humana. Por eso Dios se hizo carne en la humanidad de Jesús, para librar de la maldición de la Ley a toda la raza humana, que no pudo cumplir con la Ley. Dios quería que a través de la Ley en Israel imperara la justicia y la misericordia que Él les había mostrado, sacándoles de la injusta esclavitud egipcia4. Dios advertía el peligro del pecado por medio de los mandamientos, para que no se apartaran del pacto a fin de garantizarles su bendición. 4 Jesús recriminó constantemente a los judíos de su época por su falta de amor y misericordia con el prójimo (Mt. 9:13, 12:7, 23:23), que es la base de toda la Ley (Mt. 22:36-40). 17 Creer que la Ley es un elemento de castigo ensañador contra el malo y no un pacto de bendición, es desvirtuar el verdadero espíritu de la Ley. Como todo pacto, la Ley incluye beneficios y deberes. Su primordial intención era bendecir (beneficios); en segundo lugar, contiene mandamientos preventivos (deberes), con la obvia intención de evitar el pecado a fin de mantener la bendición. El pacto de la Ley pretendía bendecir, pero Israel lo invalidó y ningún ser humano lo pudo cumplir. Por eso Dios se encarnó en Cristo con el fin de redimir gratuitamente del pecado y de la muerte a la humanidad (Gracia), no por obras (Ley, Ro. 3:28). c. Israel invalidó el Antiguo Pacto y Dios prometió un Nuevo Pacto Es evidente en la Biblia que existe un Antiguo Pacto (la Ley), escrito con letras en tablas; y un Nuevo Pacto (la Gracia) firmado con la sangre de Cristo en la cruz del calvario. Negar esta verdad constituye una herejía, porque implícitamente se niega el sacrificio de Cristo para perdón de los pecados, pues si la Ley salvara, en vano murió Cristo como señala Pablo: “No desecho la Gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). Dios reprendió fuertemente a Israel, a causa del quebrantamiento del Antiguo Pacto (el cual invalidaron): “Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón; por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este Pacto, el cual mandé que cumpliesen, y no lo cumplieron. Y me dijo Jehová: Conspiración se ha hallado entre los varones de Judá, y entre los moradores de Jerusalén. Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras, y se fueron tras dioses ajenos para servirles; la casa de Israel y la casa de Judá invalidaron mi Pacto, el cual había yo concertado con sus padres” (Jr. 11:8-10). Israel con su continua desobediencia, invalidó el Pacto de la Ley como medio de justicia ante Dios (un pacto se mantiene vigente, si ambas partes cumplen lo acordado). Dios prometió establecer un Nuevo Pacto, con mejores promesas que el anterior: 18 “He aquí vienen días, dice Jehová, en los cuales haré Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el Pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi Pacto, aunque fui Yo un marido para ellos, dice Jehová” (Jr. 31: 31-32). Ver, Jr. 11:10. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (Cristo), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas’’ (Hb. 8:6). Los Pactos divinos, a diferencia de los humanos, están garantizados por la fidelidad de la palabra de Dios. Él es infalible a sus promesas, pero el ser humano puede quebrantarlos. Dios se mantuvo fiel al Pacto que estableció con Israel, pero ellos lo invalidaron con su desobediencia. Dios estableció que haría un Nuevo Pacto y este se cumplió cabalmente en Jesús, nuestro Dios y Salvador, quien puso su vida por la nuestra, derramó su sangre para salvarnos y justificarnos gratuitamente ante el Padre, quitando la justicia que se obtenía por medio de las obras (Ley). ____________________________________________________ Israel no se mantuvo fiel al Pacto divino, como Abraham y sus primeros descendientes (Dt. 10:15) y lo invalidaron. Dios prometió un Nuevo Pacto (Jr. 31:31-32), con mejores promesas (Hb. 8:6). El antiguo Pacto quedó abolido, como medio de salvación y justicia ante Dios (Hb. 7:18). No obstante, la Ley cumple su función de mostrar el bien y el mal (Ro. 7:7), pues como un ayo que instruye, conduce al ser humano a los brazos amorosos de Cristo, para el perdón de todos los pecados (Gá. 3:24). ____________________________________________________ 19 20 Capítulo – 2 – EL NUEVO PACTO ____________________________________________________ I. EL PACTO DE LA GRACIA Dios hizo Pacto con Abraham en el que le prometió bendecir a su descendencia y a todas las naciones de la tierra, no solo a Israel. Dios honró la fe de Abraham y cumplió su promesa de bendición para toda la humanidad. Posteriormente, Dios reveló el Pacto de la Ley a Israel, pero ellos lo invalidaron con su continua desobediencia y Dios estableció un Nuevo Pacto de salvación para toda la humanidad que tuvo fiel cumplimiento en Jesús, nuestro Señor y Dios, quien también fue desechado por Israel (Jn. 1:11). Dios quiso hacer de Israel un pueblo de sacerdotes y gente santa, pero ellos rechazaron ese llamado, que ahora lo tiene la Iglesia de Jesucristo5 (Éx. 19:6; 1 P. 2:9; Ap. 1:6). a. ¿Dónde se cumple el Nuevo Pacto de la Gracia? Hebreos, afirma que en Jesús se cumple el Nuevo Pacto de bendición prometido a Israel y a todas las naciones. “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor Pacto” (Hb. 7:22). El Nuevo Pacto de Cristo es mejor que el anterior, no solo por la calidad del mediador (perfecto), con relación al mediador del Antiguo Pacto (Moisés); sino porque el antiguo no era perfecto, por eso era necesario el contínuo sacrificio. Jesús perfeccionó para siempre a los santos ante Dios, con un solo sacrificio. Hebreos explica que el Antiguo Pacto solo era un simbolismo de la persona y obra de Jesús. No hay sombra sin 5 La Iglesia de Jesucristo es la nación santa y el pueblo de sacerdotes que Dios anheló que fuese Israel. Dios, por amor a Abraham y su fidelidad al pacto, al final permitirá que Israel sea luz a las naciones (Lc. 13:35), pero ahora la Iglesia es el pueblo escogido de Dios en la tierra (los judíos no están excluidos de formar parte de la Iglesia, si se convierten, pero de manera general, rechazan a Jesús como el Mesías). 21 luz. La Ley solo era la sombra de la verdadera Luz, revelada en Jesús (Jn. 1:9): “Porque la Ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un Mejor Pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hb. 10:1 y 8:6). La expresión “mejor ministerio” (v.6), contrasta con el antiguo ministerio sacerdotal, según la orden de Aarón (levítico). Ese sacerdocio levítico de la Ley, y su culto, fue abolido a causa de su ineficacia, para dar paso al sacerdocio eterno de Jesús. La frase “mejores promesas” revela que las promesas de salvación y vida eterna gratuita por medio del sacrificio de Jesús, no se comparan a la Ley, que contenía sólo la sombra de ésta verdadera gloria manifestada a través de la Gracia de Cristo: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (Hg. 2: 6-7, 9). La Gloria de Cristo es mayor que la del Viejo Pacto, porque solo Moisés podía hablar cara a cara con Dios. En la Gracia todos los cristianos tenemos acceso al trono de la Gloria (Hb. 10:19-22, 4:14-16). La Ley solo contenía la sombra de la Gloria de Dios, pues estaba llena de simbolismos, oblaciones y sacrificios externos que apuntaban a la realidad misma, que es Cristo. El tiempo postrero es una expresión usada por los judíos para referirse a los días después del Mesías, en contraste a los primeros días, antes del Mesías. Esta gloria postrera profetizada por Hageo, es el Nuevo Pacto revelado por Dios encarnado (Jesús). El sacerdocio de Jesús (en su faceta de intercesor ante el Padre), según el orden de Melquisedec, es eterno: 22 “Juró el Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor Pacto” (Hb. 7:21b-22). “Un mejor Pacto” se refiere a que el Nuevo Pacto, es mejor que el Antiguo, con una revelación más personal de la gloria de Dios (Jn. 1:14)6, según lo afirma la promesa (Jr. 31:31-34; Is. 59:2021). Las leyes divinas del Nuevo Pacto serían escritas por Dios en el corazón de los creyentes nacidos de nuevo por medio del Espíritu (Hb. 8:8-12), no en tablas (Ley). Con la llegada del Nuevo Pacto se termina el exclusivismo que habían adoptado los religiosos judíos y la bendición se extiende a todas las naciones de la tierra, como Dios le había prometido a Abraham, antes que Israel existiera como pueblo. La Ley tenía vigencia como medio de justicia hasta que viniera la Simiente santa: “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la Simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en manos de un mediador” (Gá. 3:19). Jesús le puso fin a la Ley como medio de justicia para salvación, pues la Ley fue dada “a causa de las transgresiones” de la humanidad “hasta que viniese la Simiente”. Jesús es la Simiente de la promesa de Abraham (Gn. 26:4, 28:14; Gá 3:16). Pablo, no se refiere a que la Ley fue dada para el pecador, a diferencia del judío o posteriormente al cristiano, pues no alude al pecador, sino al pecado: “a causa de las transgresiones”. Toda la humanidad (primeramente, los judíos que recibieron la Ley y no la cumplieron, y luego los gentiles) quedaron cautivos al pecado por el conocimiento de la Ley, que los mató a todos por su incapacidad de cumplirla: “Porque si la Ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la Ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que 6 En la gloria del viejo Pacto, solo Moisés podía hablar cara a cara con Dios (Nm. 12:8). En la Gracia, los cristianos tenemos acceso libre al trono de la gloria, por medio de Jesús, quien está a la diestra del Padre y vive para interceder por nosotros (Hb. 10:19-22). 23 viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la Ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gá. 3:21b-26). Pablo no señala a pecadores sin conocimiento de Ley; sino a conocedores de la Ley (judíos y gentiles) declarando que todos están bajo el juicio de Dios por desobedientes: “Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios” (Ro. 3:19). Nadie puede cumplir, ni justificarse asimismo por medio del cumplimiento de la Ley, ni siquiera Israel que recibió la misma Ley. Por esa razón Jesús les predicó a los judíos, quienes vivían bajo la Ley, para que se arrepintieran y creyeran al Evangelio (Mr. 1:15). Pablo señala que lo escrito en la Ley alude a los que vivían bajo la Ley (Israel) y que no la pudieron cumplir. Todo orgullo de ser descendiente de Abraham o haber recibido la Ley es vano para salvación, porque todos quedan bajo el juicio de la Ley a causa de la desobediencia: “Ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado. Siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:20, 24). La salvación en el Nuevo Pacto de la Gracia es un regalo inmerecido por medio de la fe en Cristo. En la Gracia queda abolida la justicia humana por medio de las obras de la Ley: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por FE sin las obras de la Ley” (Ro. 3:28). Ni Israel, ni la humanidad entera, que estaban bajo la promesa de bendición, pudieron agradar a Dios por medio de la Ley. Dios proveyó un substituto, porque la paga del pecado es la muerte, según la Ley. Jesús, Dios hecho carne, cargó la maldición que la Ley advertía a los desobedientes (judíos y gentiles), para dar paso a una justicia gratuita por la fe en el Evangelio de la Gracia: 24 “Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la FE vivirá” (Ro. 1:17). Cristo no es una pieza de la Ley, Él es la Ley misma y apareció para deshacer la maldición y la muerte a la que la Ley sometió a toda la humanidad a causa del pecado. La Ley condena a muerte irremisible e inmediata al pecador. La Gracia brinda perdón y salvación eterna a los que en vida invocan a Jesús, como suficiente Salvador. ____________________________________________________ Cristo no es una pieza de la Ley, Él es la Ley misma y apareció para deshacer la maldición y la muerte a la que la Ley sometió a toda la humanidad a causa del pecado. ____________________________________________________ b. La Ley no justifica ante Dios Pablo afirma que todos los que pretendan justificarse por medio del cumplimiento de la Ley ante Dios (judíos o gentiles) quedan bajo maldición, ya que nadie la puede cumplir por sí mismo: “ Porque todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para hacerlas” (Gá. 3:10). Pablo explica que, si la Ley justificara ante de Dios, no hubiese sido necesario que Jesús muriera en la cruz por los que estaban bajo la Ley: “No desecho la Gracia de Dios; pues si por la Ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). Según la Biblia, quien se somete a cualquier punto de la Ley y no la cumple todo lo demandado, debe morir irremisiblemente. Si se falla en un punto de la Ley se queda bajo la maldición de toda la Ley y en pena de muerte. El apóstol Santiago señala: “ Porque cualquiera que guardare toda la Ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). Quienes pretendan justificarse a sí mismos por medio del cumplimiento de la Ley, encontrarán gran frustración; ya que no podrán cumplirla. El castigo a quien quebrante uno de los mandamientos (según la Ley) es una muerte inmediata e irremisible. 25 Si la Ley, estuviese vigente, quien pretenda cumplirla hoy día y no lo haga perfectamente, debe morir apedreado. Fue inútil cumplir con la Ley por medio de un esfuerzo humano: “Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:19:20). Judios y gentiles quedaron bajo el juicio de Dios a causa de la debilidad humana para cumplir con la Ley e inevitablemente deben recurrir a la Gracia de Cristo para ser salvos. El Padre le entregó a Jesús todo el juicio (Jn. 5:22). Él es el único medio de justicia para salvación que Dios ha provisto gratuitamente para toda la humanidad (1 Ti. 2:5). Independientemente del hecho de que nadie puede cumplir o justificarse a sí mismo por medio de la Ley, la razón por la que no existe otro medio de salvación, fuera de Jesús, es porque el Padre le cedió toda potestad para salvar (Mt. 28:18). Es tan firme el Pacto que Dios estableció con su Hijo, que la única forma de llegar al Padre, es solo a través de Jesús (Jn. 14:6). El Padre ha salvado al mundo a través de Jesús y Él se sujeta a lo que ha establecido como único medio salvífico. Jesús tiene las llaves de la vida y de la muerte (Mt. 28:18; Jn. 5:21-30; Ap. 1:18). Quién procure buscar a Dios por otro medio (incluyendo la justicia propia por medio de la Ley) directa o indirectamente rechaza a Jesús como su Salvador y queda bajo el juicio de Cristo (Jn. 3:18), pues le niega como Salvador y Dios al suponer que se puede justificar, asimismo, por sus obras. ____________________________________________________ Ni las obras de la Ley ni la justicia propia salvan; la salvación es un regalo inmerecido. ____________________________________________________ c. Nadie puede agradar a Dios por medio de la Ley La Ley no pudo perfeccionar al ser humano, no porque la Ley sea imperfecta en sí misma; sino a causa de la imperfección humana. El problema fue que el ser humano no pudo ajustarse a 26 las demandas divinas a causa de su debilidad. Esto, no permitió que la Ley lograra su cometido de dar vida: “Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro. 8:3). A la Ley le fue imposible hacer su labor por la resistencia humana a la voluntad divina, más bien dejó al ser humano en una condición peor, de esclavitud, maldición y muerte (Ro. 7:9-11). La solución al problema del pecado fue que Dios redimiera la culpa humana de forma gratuita, y Cristo cargó en su cuerpo la maldición de la Ley, que sentenciaba a muerte a la humanidad. Jesús cargó en su cuerpo el pecado y venció la muerte que le correspondía a la humanidad, incluyendo a los que estaban bajo la Ley, porque no pudieron cumplirla. Si los que vivían bajo la Ley quedaron bajo condenación y Cristo les predicó el arrepentimiento, ¿cómo un cristiano puede vivir bajo la Ley, después de conocer a Cristo? Pablo señala que, por la Ley, ningún ser humano será justificado para salvación: “Y que por la Ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la Ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Gá. 3:11-12, Ro. 3: 20a). Quien quiera justificarse asimismo por medio de cualquier punto de la Ley u otro medio, hará vano el sacrificio de Cristo; pues el Padre le dio toda autoridad a su amado Hijo Jesucristo, como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5). La justicia propia es vana para salvarse. d. La Ley produce temor… La Gracia liberta Pablo señala que Cristo libertó al cristiano del temor que producía la Ley o del miedo a quebrantarla y luego morir: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud (Ley) para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el 27 espíritu de adopción (Gracia), por el cual clamamos: !Abba, Padre!” (Ro. 8:15)7. Hay un relato muy interesante acerca de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. El hijo de un esclavo leyó en el periódico que la esclavitud había sido abolida y corrió a anunciarlo a su padre, quien le respondió: “Yo nací esclavo y esclavo moriré”. Este hombre esclavo tenía miedo de enfrentar una vida de libertad, pues, aunque sería libre, temía por su suerte y quizá pensaba que moriría de hambre si se liberaba de su amo. No es que no anhelaba la libertad, es que temía a lo desconocido. Hay cristianos que se les ha enseñado que deben ganarse la salvación por medio del cumplimiento de la Ley y se aferran al legalismo por miedo a que Dios les castigue o pierdan su salvación. Este constituye uno de los más graves peligros de la enseñanza de la observancia de la Ley como medio de salvación, pues cualquiera que piense que perderá su salvación, al no poder cumplir con la Ley, estaría en una crisis sin fin. Un cristiano que no entienda que el sacrificio de Cristo le ha hecho libre de la esclavitud de la Ley (que tampoco le permite pecar), no disfrutará de la plenitud del Evangelio de la Gracia de Cristo, ¿cómo puede salir una persona de ese laberinto aterrador que produce el miedo de perder la salvación? La Biblia es clara al señalar: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). Cristo es la verdad y en su perfecto amor no hay temor: “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como Él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Jn. 4:17-18). La fe en Jesús como Salvador y la dependencia total en su Gracia redentora, le da la confianza al cristiano de que será aprobado 7 Según el contexto de este verso, Pablo usa la palabra carne para referirse a quienes quieren agradar a Dios por medio de las obras de la Ley, y la palabra espíritu para referirse a la Gracia. 28 ante Dios en el día del juicio. No por sus propios méritos; sino por los de Cristo. El amor y la fe en Cristo, echan fuera el temor al castigo, como explica Pablo: “No habéis recibido el espíritu de esclavitud (Ley) para estar otra vez en temor”; sino el espíritu de adopción de hijos amados de Dios por medio de la Gracia de Cristo. Pablo sostuvo constantes luchas y sufrió acusaciones maliciosas de parte de los judaizantes por sus explicaciones acerca de la Gracia. Al estar acostumbrados a procurar la justicia por medio de sus propias obras (Ley), las enseñanzas de Pablo les producía muchos temores e inseguridades al sentirse dependientes de sus propias acciones para salvarse. Cuando el ser humano se acostumbra a ganarse las cosas por sus propios méritos, le es difícil aceptar regalos. Pablo era judío y sabía a lo que se estaba enfrentando, pues siendo uno de los fieles del judaísmo, Dios le llamó a predicar una salvación gratuita por medio de la Gracia de Cristo. Indudablemente, su revelación del Evangelio de Cristo e interpretación de la Gracia es sorprendente. Cf. Ro. 11:28-36. Pablo proclamó que Cristo, ha liberado al cristiano del constante temor que asediaba a los que vivían bajo el miedo de la Lay a causa de sus juicios de muerte inmediata. Jesús elevó a los cristianos a un nivel de hijos y por eso clamamos con confianza Abba, Padre. La expresión Abba, Padre, es contrastada por Pablo con la antigua condición de esclavos (Ley) y muestra la nueva condición de hijos (Gracia), por la que gozamos de confianza llamando a Dios, nuestro Padre. Jesús fue el primero en usar la expresión Abba, Padre (Mr. 14:36), o papito. Esta frase era usada en Israel cuando un niño llamaba cariñosamente a su padre. Pablo señala que los hijos de Dios (judíos y gentiles) ya no están en la condición de esclavos (Ley); sino, en una relación de intimidad con el Padre, por eso nuestro espíritu (al igual que el de Cristo) clama con la ternura y la confianza de un niño hacia su Padre: ¡Papito! Bajo la adopción de hijos por medio del pacto de la Gracia. A los judíos les parecía una blasfemia que Jesús hablara al Padre con tanta confianza e intimidad. Ellos no se atrevían ni si 29 quiera a pronunciar el nombre de Yaweh, porque no habían cultivado un temor reverente; sino un miedo morboso hacia Él. Dios no prohibió que se usara su nombre, lo que prohibió fue que se usara en vano (Éx. 20:7). Dios reveló su santo nombre con el claro propósito de que fuese usado, de otra manera no lo hubiese revelado (Éx. 3:15)8. Los judíos del tiempo de Cristo habían desarrollado un miedo morboso al nombre de Yaweh, no un temor reverente al Dios Yaweh, que deviene en obediencia. Normalmente, ningún hijo teme a su padre. Es natural que todo hijo se sienta confiado en los brazos amorosos de su padre y más en los de Dios como Padre celestial, quien ama con amor perfecto e incondicional. El miedo a perder la salvación por no cumplir con legalismos implícitos de la Ley, es derivado del desconocimiento o por mandamientos de hombres. En la Gracia, Jesús liberta de toda justicia propia y de la maldición de la Ley. e. La Letra mata… El Espíritu da vida Pablo usa frecuentemente la expresión la Letra para referirse a la Ley y el Espíritu para referirse a la Gracia. Refiriéndose al Nuevo Pacto del Espíritu Pablo señala: “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un Nuevo Pacto, no de la Letra, sino del Espíritu; porque la Letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Co. 3:6). La expresión “Letra”, que Pablo usa en este verso, no es para referirse al conocimiento. Es inverosímil que Pablo diga semejante cosa, siendo él un erudito en las sagradas Escrituras. 8 Dios reveló su santo nombre a Moisés y le mandó que lo dijera a Israel: 15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos (Éx. 3:15). Aunque la pronunciación del nombre de Dios, en hebreo (el tetragramaton), se haya perdido con el tiempo a causa del miedo morboso en Israel por pronunciar el nombre de Yaweh o Jehová, como lo conocemos en español; lo cierto es que, de acuerdo al texto bíblico, Dios dio a conocer su nombre para que se pronunciara. Se sabe que la tradición religiosa judía es fuerte, pero no determina la verdad bíblica. Jesús condenó tales tradiciones, dándole valor a las Escrituras (Mt. 7:13). Pablo advierte el peligro de dichas tradiciones (Col. 2:8). 30 Pablo se refiere a la Ley cuando usa la palabra Letra. Una lectura ligera de los versos siguientes (contexto) demuestra tal hecho: “Y si el ministerio de muerte grabado con Letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del Espíritu?” (2 Co. 3:7-8). Pablo se refiere a las Letras grabadas en las tablas de la Ley; en contraste con el ministerio del Espíritu (Gracia), grabado en el corazón del cristiano por el Espíritu Santo. Este contraste entre la Letra y el Espíritu es producto de la erudición paulina y tiene su fundamento sólido en las mismas Escrituras. Pablo hace su exégesis partiendo de la misma promesa del Nuevo Pacto: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi Ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jr. 31:33). Ver, Hb. 8:10, 10:16. En contraste a la Ley de Moisés, escrita con letras en piedras, en el Nuevo Pacto la Ley está escrito en el corazón de los hijos de Dios, pues el cuerpo del cristiano es el templo del Espíritu9. Jesús explicó a Nicodemo la obra del Espíritu: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:5-6). El Espíritu Santo es quien da vida al cristiano, por medio del nuevo nacimiento en Cristo. En cambio, el ministerio de la letra (Ley) mata; porque le da conocimiento del pecado al ser humano por medio de los mandamientos y consecuentemente, le hace culpable ante de Dios a causa de su desobediencia, pues la Ley exige obediencia perfecta y solo Cristo la pudo hacer: “Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos 9 Si bien, el cuerpo del cristiano es el templo del Espíritu, debe reunirse en un templo a adorar a Dios como lo ordena la Biblia (Hb. 10:25. En la reunión de los santos habita Dios, y en su comunión, hay bendición (Sal. 133; Mt. 18:20). 31 libres de la Ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la Letra” (Ro. 7:5-6). La Ley mata al dar conciencia del pecado, pero la Gracia imparte vida a quien reconoce su pecado por medio de los mandamientos y se arrepiente ante Cristo para obedecer al Evangelio. Pablo hace una analogía entre el matrimonio y la Ley: “¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” (Ro. 7:1-3). Así como durante el matrimonio la mujer está sujeta a su marido mientras vive, también la humanidad estaba sujeta al cumplimiento de la Ley mientras no había llegado la Gracia. En el matrimonio, cuando uno de los dos cónyuges muere, el otro queda libre y puede casarse de nuevo. Así también, la Ley murió como medio de justicia. Según Pablo, el cristiano se ha casado con su nuevo esposo (Cristo), siendo libres del primer marido (la Ley) para servir a Dios, según el nuevo régimen del Espíritu (Gracia). Eso no implica que la Gracia permita el pecado, esa fue una acusación que sufrió Pablo de parte de los detractores del Evangelio. ____________________________________________________ Así como durante el matrimonio la mujer está sujeta a su marido mientras vive, también la humanidad estaba sujeta al cumplimiento de la Ley mientras no había llegado la Gracia: “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios” (Ro. 7:4). ____________________________________________________ 32 II. LA LEY Y LA GRACIA COMO VÍAS DE SALVACIÓN a. La ineficacia de la Ley para salvar El propósito de la Ley, era brindar esperanza de vida a una humanidad perdida y solucionar así el estado pecaminoso del mundo, posterior a Adán: “Pues antes de la Ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado” (Ro. 5:13). Pablo acentúa un cambio en la condición espiritual de la raza humana con la introducción de un nuevo orden establecido por medio de la revelación de la Ley, que estaba destinada a dar vida a quien la cumpliera (Gá. 3:12): “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir” (Ro. 5:14). Al decir que la muerte reinó “desde Adán hasta Moisés”, sugiere que la Ley pretendía terminar con la muerte introducida en el mundo por el pecado de Adán y Eva. La Ley prometía dar vida a la humanidad, específicamente a quien la cumpliera: “Y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gá. 3:12). Ver, Ro. 10:5; Lv. 18:5. Pero la debilidad humana hizo ineficaz el propósito de la Ley: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la Ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (Hb. 7:18-19). Aquí se mencionan tres elementos que hicieron inútil a la Ley como medio de justicia: a) La Ley fue incapaz de perfeccionar, a causa de la debilidad humana. b) El ser humano hizo ineficaz a la Ley como medio salvífico a causa de su pecado. c) Dios estableció otro medio de salvación, un nuevo y mejor pacto en la sangre de Cristo. Trastocar la doctrina de la salvación por medio del Evangelio de la Gracia de Cristo y usurparla para establecer una justicia por medio de la Ley, es una herejía, pues es lo mismo que negar a Jesús como el Mesías profetizado en la misma Ley. Si la Ley salva ¿Para qué apareció Cristo?, como explica Pablo: 33 “No desecho la Gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). b. Sólo la Gracia de Cristo justifica ante Dios La Biblia evidencia la ineficacia de la Ley como medio de justicia para salvación y la vigencia del Nuevo Pacto de la Gracia, hecho por medio de la sangre de nuestro Señor y Dios, Jesucristo, como el único camino al Padre: “Porque si aquel primero (viejo pacto) hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Al decir Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (Hb. 8:7, 13). El Antiguo Pacto caducó como medio de salvación, por eso se ha dado por viejo, y está próximo a desaparecer, porque no tiene vigencia como vía de salvación. En la Gracia, los mandamientos se cumplen por medio del amor a Dios y al prójimo, que es la esencia de toda la Ley. El apóstol Pablo explica: “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Ro. 13:9-10). En el Nuevo Pacto la justicia para salvación es gratuita, y se recibe por medio de la fe en Cristo: “Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los profetas. La justicia de Dios por medio de la FE en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia (judíos o gentiles). Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál Ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la Ley de la FE. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por FE sin las obras de la Ley” (Ro. 3:21-24, 27-28). Dios dejó convicta a toda la raza humana, para que nadie se jacte en la Ley o busque su justicia por sus propias obras: 34 “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios” (Ro. 3:19). Todos (aún los judíos que estaban bajo la Ley) quedaron bajo el juicio divino, para que Jesús sea el único que justifique: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús... A fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Ro. 3:9, 23-24, 26b). Algunos aspectos relevantes del pasaje anterior: a) Pablo afirma que Jesús es el cumplimiento de la Ley y en Él se cumple el Nuevo Pacto. b) La justicia bajo el pacto de la Gracia es gratuita para los que creen en Jesús (Fe). c) Tratar de justificarse así mismo por medio de la Ley, es negar a Jesús como único y suficiente Salvador. d) Pablo explica que, tanto judíos (que tratan de justificarse por la Ley) como los gentiles, son justificados gratuitamente por medio de Cristo, no por obras de la Ley. e) Pablo exhorta a los que pretendan justificarse por medio de la Ley, a reconocer que no pueden justificarse a sí mismos y que acepten la Gracia redentora de Cristo, como la única vía de salvación establecida por Dios. f) La Fe se constituye en una Ley divina, que debe ser obedecida para obtener la salvación del alma. Pablo señala: “¿Por cuál Ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la Ley de la FE”10 (Ro. 3:27b). 10 La Fe es en una Ley divina y a diferencia de la Ley de Moisés, Pablo le llama: La Ley de la Fe (Ro. 3:28); La Ley del Espíritu (Ro. 8:2); La Ley de Cristo (1 Co. 9:21). La fe en Jesús es una Ley divina que se debe obedecer para ser salvo. 35 La Fe, es una Ley divina. Los cristianos no están bajo el yugo de la Ley de Moisés para vivir en esclavitud, sino bajo la libertad de la Ley de la Fe de Cristo. El poder de la Gracia redentora de Cristo, es el único camino para llegar al cielo: “Porque la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la Ley del pecado y de la muerte” (Ro. 8:2). La promesa señalaba que, en el nuevo Pacto, la Ley estaría escrita en el corazón del ser humano (Hb. 8:10). Esa Ley del Espíritu de vida, libra de la Ley y de la muerte (Ro. 7:6). El Nuevo Pacto declara que Cristo liberó al cristiano del yugo de la Ley, llevando Él mismo en su cuerpo la maldición del pecado: “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gá. 3:13). Cristo redimió al mundo y cargó en su cuerpo las maldiciones que la Ley advertía a los pecadores (Dt. 28:15-68). Una vez revelada la Gracia, la humanidad ha sido redimida del pecado, pero su Gracia se debe aceptar para que sea efectiva: “Justificados pues por la Fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1). Porque por Gracia sois salvos por medio de la Fe; y esto no de vosotros, pues es un Don de Dios” (Ef. 2:8). La salvación es un regalo inmerecido. Pablo expresa que no se gana por esfuerzo puramente humano: “y esto no de vosotros, pues es un Don de Dios”. El cristiano es justificado gratuitamente ante Dios, por medio de la sangre de Cristo, el único sacrificio que satisface las exigencias divinas para remisión del pecado y hace acepto al ser humano ante Dios: “Porque La Gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Ti. 2:11). Ver, Sal. 49:7-8. ____________________________________________________ En la Biblia se evidencia la ineficacia de la Ley como medio de justicia para salvación y la vigencia del Nuevo Pacto: “Porque si aquel primero (viejo pacto) hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Al decir Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (Hb. 8:7, 13). ____________________________________________________ 36 c. “Las obras de la Ley” (cumplimiento de la Ley) no salvan Uno de los conflictos más enconados que enfrentó Pablo, fue contra los judaizantes, quienes no aceptaban la salvación como un regalo divino por estar acostumbrados a justificarse a sí mismos por obras de la Ley. Era más fácil hacer sacrificios, que amar a Dios y al prójimo, en un entorno religioso que promovía el desprecio a los pecadores, no al pecado (Mt. 9:13). El mensaje central del Evangelio: “El justo por la FE vivirá” no fue entendido por muchos judíos y esto les causó ser enemigos de Pablo. Ellos se sentían desarmados al saber que la Ley no salva y que la redención es gratuita, por medio de Cristo. Resentidos, señalaban de forma irónica que en la Gracia incluso se podía pecar. Pablo defendió su ministerio apostólico de esas falsas acusaciones con relación a su predicación de la Gracia (la iglesia de Roma estaba formada de judíos y gentiles)11. A fin de acusar a Pablo, algunos judaizantes decían que, si no había que cumplir con la Ley, entonces había que pecar para que la Gracia abundara. Nada más errado y blasfemo. Pablo señala: “¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?” (Ro. 3:8). Pablo asegura que esa fue una calumnia contra su ministerio y tales personas estaban bajo condenación al blasfemar en contra de la fe cristiana. Los judaizantes acusaban a Pablo de pervertir la Ley (Ro. 3), por señalar que la justicia es por fe, no por medio de la Ley. Pablo rechazo tal acusación: “¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la Gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aún en él?” (Ro. 6:1-2). Pablo negó que la Gracia promueva el pecado. Los judaizantes pretendían ridiculizar la fe, para esclavizar a los cristianos a la 11 Pablo confrontó a los judaizantes en Roma y su credo: “el justo por la fe vivirá” es dirigida en contraste a la Ley y los judíos (Ro. 1:1617) quienes trataron de justificarse por medio de la Ley. Pablo reafirma que la salvación es por medio de la fe en Cristo. 37 Ley. Por otra parte, usaban argumentos falsos para pervertir la fe en Cristo, creando gran confusión entre los cristianos primitivos. Pablo puso bajo el anatema divino a quienes llevaban la fe cristiana a extremos nocivos a la verdad del Evangelio. De acuerdo a la Biblia, nadie se justifica asimismo por medio de las obras de la Ley, pero no significa que la Gracia se deba usar como excusa para promover el pecado. Ese es otro extremo igualmente herético. Con estos argumentos maliciosamente intencionados, los judaizantes querían ridiculizar a Pablo a fin de denigrar el Evangelio de Cristo, para imponerles la Ley a los cristianos. El falso argumento de la “La perversión de la Ley” fue la estratagema más usada por los judaizantes para acusar falsamente a Jesús y a los cristianos de la Iglesia primitiva (Esteban, Hch. 6:11; Pablo, Hch. 21:28), a fin de desvirtuar la fe en Cristo. 38 Capítulo – 3 – LA LEY COMO UN AYO QUE CONDUCE A LA GRACIA DE CRISTO ____________________________________________________ I. LA LEY DIAGNOSTICA EL PECADO… LA GRACIA LO CURA a. La Ley como Ayo La palabra Ayo (gr. Παιδαγωγός) se refiere a un tutor que, en la cultura griega, era el encargado de llevar al niño (aprox. 7 años), a la escuela para cuidar de sus modales, utensilios escolares, seguridad personal, etc., hasta que cumplía los dieciocho años. El paidagogos ayudaba al niño en su educación, hasta que fuese un adulto independiente. La labor del Ayo, era realizada por una persona de confianza de la familia y aunque pudiera tener buena reputación, generalmente era un esclavo o un hombre viejo que no podía realizar otra labor12. Pablo explica que la Ley ha sido el ayo que nos conduce a Cristo: “Pero venida la FE, ya no estamos bajo el ayo” (Gá. 3:19-25). El Ayo es una ilustración del paidagogos sacada por Pablo del contexto griego y es bien atinada para explicar la función de la Ley, con relación a la Gracia. Así como el Ayo, educaba al niño para cultivarle una buena conducta; la Ley también, tiene el objetivo de enseñarle el bien y el mal al ser humano. El conocimiento de la Ley revela el pecado, pero no puede justificar; si no que conduce al ser humano a la Gracia de Cristo, para encontrar perdón, justicia y salvación. El Ayo se desprendía de la responsabilidad de educar al niño cuando este era adulto, así mismo, el cristiano ha sido liberado de la Ley y conducido a los brazos de Cristo para encontrar libertad, perdón y salvación. La Ley señala el pecado y mata; la Gracia lo perdona y da vida. La Ley señala el pecado y mata; la Gracia lo perdona y da vida. 12 Barclay, William. Palabras Griegas del NT. Casa Bautista de Publicaciones. USA, 1998. p. 157. 39 b. La Ley conduce a la Gracia de Cristo Con relación a la Ley como un Ayo, Pablo explica lo siguiente: “Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la Simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gá. 3:19). Pablo explica que la promesa de bendecir a toda la humanidad, en Cristo, es primero que la Ley. La Ley fue añadida a causa de las transgresiones, para que el pecador tuviera conocimiento de su pecado. La Ley fue dada a causa del pecado, hasta que llegase la Simiente de Abraham (Cristo), a quien se le hizo la promesa de salvación (Gá. 3:16). Con conciencia del pecado por el conocimiento de la Ley, el pecador debe recurrir a la Gracia de Cristo para salvación. “¿Luego la Ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la Ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la Ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la FE en Jesucristo fuese dada a los creyentes” (Gá. 3:21-22). Pablo hace una pregunta retórica: ¿Luego la Ley es contraria a las promesas de Dios?; en referencia a que la Ley no es una competencia de la Gracia, y solo se entiende así cuando se trata de establecer una justicia por obras, no por la fe en Cristo. La Biblia señala que, si la Ley dada pudiera vivificar, entonces la justicia fuera verdaderamente por la Ley, no por medio de la fe en Jesús. Si la Ley pudiera salvar ¿Qué necesidad habría de que Dios haya enviado a su Hijo a morir por los pecados de la humanidad? La razón por la que Jesús les predicó arrepentimiento de pecados a los judíos, quienes vivían bajo la Ley, fue porque nadie puede cumplir con la Ley. Puede ser que algún cristiano osado, después de conocer a Cristo como Salvador y aprovechándose de los beneficios de la Gracia, pretenda cumplir con la Ley, conduciéndole a un paso de la herejía, al rechazar la bondad de Cristo como único y suficiente salvador. La Ley encerró a toda la humanidad bajo pecado, a los que estaban sin Ley, les dio conocimiento del pecado; y a los que vivían bajo la Ley, los mató por ser incapaces de cumplirla. Pero 40 una vez llagada la Simiente de Abraham (Cristo), en quien se cumple la promesa de salvación para toda la humanidad, el problema del pecado humano tuvo solución en Cristo: “Pero antes que viniese la FE, estábamos confinados bajo la Ley, encerrados para aquella FE que iba a ser revelada. De manera que la Ley ha sido el ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la FE. Pero venida la FE, ya no estamos bajo el ayo (Ley)” (Gá. 3:19-25). Pablo señala que los que estaban bajo la Ley y quienes pretendan vivir bajo la Ley quedan confinados (presos), porque la Ley les condenó a muerte, al no poder justificarse a sí mismos: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro. 3:10-12). Vide., Ec. 7:20; Ro. 3:10; Sal. 14:1-3, 53:1-3. Los judíos se escandalizaron cuando Jesús les dijo que eran esclavos del pecado, aun viviendo bajo el pacto de la Ley: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” (Jn. 8:32-33). Los judíos suponían una justicia basada en la Ley, pero Jesús les advirtió que eran esclavos del pecado: “Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la FE en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en CRISTO JESÚS” (Ro. 3:21-24). La Ley no es de fe, pero daba testimonio de la fe salvadora en Jesús (cerca de 300 profecías del AT se cumplieron en Jesús). Toda jactancia de quien, atrevidamente afirme cumplir con la Ley es una farsa, pues de no ser por el gran amor y la Gracia de Cristo, nadie sería salvo ni agradable ante Dios: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la FE” (Ro. 3:21-24). 41 Así como el Ayo guiaba a los niños y les enseñaba buenos modales, hasta que eran adultos independientes; la Ley también enseña el bien y el mal, para guiar a los pecadores a la libertad en Cristo (1 Ti. 1:9-10). La Ley da conciencia de pecado, de otra manera, ¿cómo se sabría lo bueno y lo malo? El niño, una vez que llegaba a su edad adulta no necesitaba más del ayo; sino seguir sus instrucciones. Así mismo, una vez conocida la Gracia de Cristo, el cristiano solo necesita recordar el bien y el mal mostrados en la Ley. La Ley es el tutor que muestra el pecado, para conducir al pecador a los brazos amorosos de Cristo para adquirir salvación. ____________________________________________________ La Ley esclaviza y mata a causa del pecado humano. La Gracia liberta y da vida por medio de la fe en Cristo. ____________________________________________________ c. ¿La Ley es buena o mala? La Ley no promueve el pecado; pero lo saca a la luz: “¿Qué diremos pues? ¿La Ley es pecado? En ninguna manera” (Ro. 7: 7a). La Ley, en sí misma, es buena para sacar el pecado a la Luz, pero el objeto de su propósito no es bueno (el ser humano): “De manera que le Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:12). El ser humano es pecador, por eso invalidó la Ley: “Porque sabemos que la Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (Ro. 7:14). Pablo explica que la Ley no es mala en sí misma, ni tampoco es pecaminosa; es la maldad del ser humano lo que la hizo mortal y la invalidó para salvar: “¿Luego lo que era bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mi la muerte por medio de lo que es bueno a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso” (Ro. 7:13). El ser humano murió al no poder hacer el bien mostrado en la Ley, no porque la Ley sea un instrumento destinado a maldecir, 42 pero la Ley mostró ser eficaz para revelar el pecado del ser humano a fin de conducirlo a los brazos de Cristo para salvación. La luz roja en un semáforo puede ser mortal para quien la cruce, pero no está puesta para matar; sino para crear un orden y advertir el peligro. Así también, el ser humano aun teniendo delante la advertencia de los mandamientos y el previo conocimiento del pecado por medio de la Ley, continuó pecando y por eso murió. La muerte fue más evidente por los mandamientos, pues la Ley se convirtió en un arma mortal a causa del continuo pecado de la humanidad: “Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin Ley el pecado está muerto. Y yo sin Ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por el me mató” (Ro. 7:8-11). El mandamiento era para dar vida, pero el ser humano está constantemente inclinado al mal, y por eso la Ley le mató. ____________________________________________________ La Ley no solucionó el problema del pecado a causa de la debilidad humana, por eso fue abolida como medio de salvación; pero es eficaz en su propósito de mostrar el pecado y guiar al pecador a Cristo, para salvación. ____________________________________________________ d. La Ley diagnostica el pecado; la Gracia redime al pecador Antes de que la Ley fuese dada, la justicia para salvación se obtenía por el reconocimiento personal de Dios o por la revelación del mismo Dios al ser humano (Enoc, Gn. 5:21-24; Noé, Gn. 6:8-9). Pablo, explica que las personas que murieron antes de la Ley, serán juzgadas por su conciencia y sus razonamientos (Ro. 2:12-16); y por la creación, que testifica acerca de la grandeza del Creador (Ro. 1:18-20; Sal. 19). Pero la Ley fue introducida para hacer notar que el pecado existía; fue como una luz que alumbra en un lugar oscuro y exhibe lo que antes no se podía ver a causa de la oscuridad. La Ley fue dada para que el pecador reconozca su pecado y se vuelva a Dios: 43 “Conociendo esto, que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes” (1 Ti. 1: 9a). La Ley crea conciencia y conocimiento del pecado en el ser humano por medio de los mandamientos. Aunque la Ley pretendía dar una solución al pecado existente después de la caída, el ser humano continuó pecando con conocimiento de la Ley y no pudo cumplirla. Eso provocó que el pecado fuera más evidente, porque la Ley es audaz en su labor de revelar el pecado. El apóstol Pablo explica: “Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; porque tampoco conociera la codicia, si la Ley no dijera: No codiciarás…” (Ro. 7:7). La Ley diagnostica el pecado y la Gracia cura. La Ley no solucionó el problema del pecado a causa de la debilidad humana, pero es eficaz en su función de revelar el pecado: “Porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:20b). La Ley es efectiva en su función de revelar y diagnosticar el pecado, a fin de que el pecador acuda a los brazos amorosos de Cristo para ser salvo: “Pero sabemos que la Ley es buena si uno la usa legítimamente. Conociendo esto que, que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes...” (1 Ti. 1:8-9a). La Ley es buena para lo que fue dada, para que el pecador reconozca su pecado por medio del conocimiento del bien y del mal y se vuelva a Cristo. Nadie tendría conciencia del pecado, si la Ley no dijera lo que es pecado. Ese es el uso legítimo de la Ley, pero si se toman sus mandamientos como una vía para encontrar justicia para salvación, es herejía. Pablo expresa que ese es el uso legítimo de la Ley (mostrar el pecado). Si se usa con el propósito de diagnosticar el pecado, no fallará y el pecador se volverá a Cristo clamando salvación. ____________________________________________________ La Ley diagnostica el pecado… La Gracia lo cura. ____________________________________________________ 44 Capítulo – 4 – LAS OBRAS EN LA GRACIA ____________________________________________________ I. LA FE SALVÍFICA Y LA FE PRÁCTICA a. Las obras de la Ley… Y las obras en la Gracia Comúnmente, se tiende a confundir la expresión “las obras de la Ley” (frase que Pablo acuña para referirse al cumplimiento de la Ley como vía de justicia para salvación, Ro. 3:19-20, 27-28), en contraste con las buenas obras de los cristianos o la fe activa o práctica que se demuestra por medio de buenas obras, que son fruto de la salvación. El hecho de que el cristiano no se salve por medio de “las obras de la Ley” (cumplimiento de la Ley), no niega que la fe produce buenas obras; no como un medio salvífico, sino como frutos derivados de la salvación. El cristiano no hace buenas obras para salvarse; las hace porque es salvo. Un auto nuevo (aunque sea regalado) se le debe dar mantenimiento, mientras se usa. Así también, la salvación es gratuita (fe salvífica); pero hay que mantenerla por medio de una fe activa o práctica que se muestra en obras justas. ____________________________________________________ El cristiano no hace buenas obras para salvarse; las hace porque es salvo. ____________________________________________________ b. La fe salvífica (aceptar a Cristo como salvador) Pablo y Santiago explican claramente la relación entre las obras de la Ley y las obras en la Gracia. Pareciera que ambos se contradijeran en su explicación acerca de la fe, pero no es así. Pablo enseña que “el justo por la fe vivirá”, refiriéndose a la fe salvífica o la salvación eterna del alma por medio de la confesión de Cristo como salvador; en contraste con las obras de la Ley o tratar de encontrar salvación por medio del cumplimiento de la Ley: “Y que por la Ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la Ley no es de 45 fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gá. 3:11-12). Pablo se refiere a la fe en contraste a querer ganar la salvación por medio de la Ley; pero no niega que los cristianos deban hacer buenas obras como frutos de la Gracia (fe activa13), solo afirma que la salvación se obtiene por la fe en Cristo (fe salvífica14): “Esta es la palabra de fe que predicamos: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10:8b-9). Pablo se refiere al acto de confesar a Jesús como salvador (fe salvífica, Ro. 10:9)15, no a las buenas obras que produce el cristiano salvo, como fruto de su salvación. Las buenas obras de los cristianos no se deben confundir con las “obras de la Ley” que se refieren al cumplimiento de la Ley como vía de salvación. En el contexto general del verso “el justo por la fe vivirá” Pablo se refiere a la fe salvífica, más que a la fe práctica (aunque la incluye). El contraste entre Ley y fe es evidente: “Y que por la Ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gá. 3:11). 13 Fe activa – Es la práctica de la fe cristiana después de ser salvo, reflejada en las buenas obras del cristiano como frutos de la salvación. 14 Fe salvífica – Es la obtención de la salvación por medio de la confesión de fe en Cristo como Salvador, según explica Romanos 10:810. 15 Confesar (gr. homologeo) es una palabra muy amplia en su significado y tiene la connotación de un contrato (Hb. Kittel) entre dos personas. Con nuestra confesión de fe en Cristo, contratamos la fe salvífica y ese contrato nos compromete a practicar una fe activa durante toda la vida para obtener la vida eterna (1 Jn. 2:25). Cuando la Biblia señala: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos serás salvo” (Ro. 10:9) no se refiere solamente al hecho de confesar verbalmente una vez a Jesús como Salvador y luego seguir pecando. Quien invoca a Jesús como Salvador es salvo, pero esa confesión verbal inicial es el contrato de ese Pacto que se asume. La persona queda comprometida a confesar a Jesús con sus palabras y hechos todos los días de su vida. Ver, Biblia Plenitud. Editorial Caribe, 1994. Pg. 1363. 46 Pablo hace un contraste entre la vida eterna que se obtiene por medio de Cristo y la vida que prometía la Ley como justicia de salvación a quienes la cumplieran, como señala el siguiente verso y que es ampliamente explicada en Ezequiel 1816: “Y la Ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gá. 3:12). Las “obras” a las que Pablo se refiere, es al puro cumplimiento de la Ley como vía de salvación; no a las buenas obras que practican los cristianos por medio de la fe en la Gracia de Cristo. Las obras de la Ley no deben confundirse con las buenas obras que hacen los cristianos, porque la verdadera fe produce buenas obras, no como una vía de salvación como demandaba la Ley; sino que son los frutos de una nueva vida de fe en Cristo. c. La fe activa (la práctica de la fe cristiana) Santiago no niega que la salvación sea gratuita (no por obras de la Ley”), solo afirma que la fe activa produce buenas obras en los cristianos: “Así también la fe, si no tiene obras es muerta en sí misma” (Stg. 2:17). Santiago condena la falta de amor de quienes usaban la salvación por medio de la Gracia (fe), como una excusa para no obrar en justicia. Algunos cristianos primitivos a los que Santiago les escribe justificaban su falta de amor, haciendo alusión a que ellos tenían mucha fe; aunque no se evidenciaba en sus actos. Eso recuerda el proverbio que dice: “Lo que haces habla tanto de ti, que no se oye lo que dices”. Las buenas obras de los cristianos, son frutos del nuevo nacimiento en la vida de un verdadero discípulo de Cristo: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así todo buen árbol da 16 El profeta Ezequiel explica esta vida que la Ley prometía como medio de justicia para obtener la vida eterna ante Dios, a quienes la cumplían (Ez. 18:9). En contraste con la muerte que produce la Ley a los pecadores (Ez. 18:13). No se refiere a la muerte inmediata de la Ley (física), porque da lugar para el arrepentimiento (Ez. 18:21). Aunque la Ley ya no justifica para salvación, sino Cristo; brinda conciencia de pecado para que el pecador se arrepienta ante Cristo. 47 buenos frutos, pero el árbol malo da malos frutos” (Mt. 7:16-17). No existe contradicción entre Pablo y Santiago. Cuando Pablo se refiere a las obras de la Ley, alude a quienes quieren obtener la justicia para salvación por medio del cumplimiento de la Ley, en contraste con la justicia gratuita imputada por la fe en Cristo. Cuando Santiago se refiere a las buenas obras de los creyentes, no se refiere a las “obras de la Ley” o cumplimiento de la Ley como vía de salvación; sino a las buenas obras que produce la nueva vida en Cristo. La fe activa evidencia la fe salvífica17. Santiago no niega que solo Cristo salva por medio de la fe, tampoco enseña que las obras de la Ley salvan, solo quiere demostrar que la fe por la que Jesús nos ha salvado gratuitamente, se debe reflejar a través de frutos dignos de un arrepentido (buenas obras, Mt. 3:6-8), no solo de palabra. Las buenas obras de los cristianos, no se deben confundir con obras de la Ley para obtener salvación. ____________________________________________________ Pablo explica que tratar de justificarse por un esfuerzo personal para cumplir con obras de la Ley, es vano para salvarse. Santiago no niega que la salvación sea gratuita (no por obras de la Ley”), solo quiere afirmar que la fe produce buenas obras en los cristianos en el siguiente verso: “Así también la fe, si no tiene obras es muerta en sí misma” (Stg. 2:17). El cristiano no hace obras para salvarse; las obras en la Gracia son frutos de la salvación. ____________________________________________________ 17 Fe salvífica, la fe para salvación de un pecador por medio de la confesión de Cristo como Salvador. Fe activa, la fe práctica que se muestra por medio de buenas obras o frutos dignos de arrepentimiento y que es evidencia de la fe salvífica (Mt. 3:8). 48 Capítulo – 5 – JESÚS Y LA LEY ____________________________________________________ I. JESÚS Y EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY a. “No he venido para abrogar; sino a cumplir” Se puede interpretar erradamente la aseveración de Jesús: “No vine a abrogar; sino a cumplir”. Pablo señala que Jesús cumplió con la Ley a fin de salvar a los que estaban bajo la Ley: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gá. 4:4-5). Al cumplir con la Ley, Jesús no pretendía perpetuarla como sistema de justicia. El habló a título personal: He venido a cumplir (las profecías escritas en la Ley acerca de Él); no a quebrantarla de lo que fue acusado. Jesús fue acusado falsamente por los religiosos judíos de quebrantar la Ley al proclamar ser el Mesías, y por la interpretación correcta que hizo de la Ley (Jn. 5:16-18, 10: 2242, 19:7), que parecía disonante al sistema legalista que habían creado los religiosos de su época. Estos, temiendo perder poder y control sobre el pueblo (por su falta de fe y dureza de corazón) rechazaron tajantemente al Mesías y sus enseñanzas. El Evangelio de la Gracia les parecía una enseñanza novedosa y hasta contradictoria a su religión, causándoles rechazo hacia Jesús, quien no les convencía como Mesías. Aunque en apego a la misma Ley enfatizó la verdadera justicia, la verdadera fe y el verdadero amor a Dios y al prójimo (Mt. 23:23), en completa armonía con la Ley. Si hubiesen dispuesto su corazón a oír la voz de Dios los religiosos judíos no habrían encontrado tropiezo en Jesús (Él lo advirtió, Lc. 7:23), pero reemplazaron su fidelidad a Dios por su lealtad a su religión, usando como excusa la misma Ley. La Ley había sido sacada de su contexto y propósito original. En vez de conducirles a una relación de comunión con Dios y armonía con el prójimo, se había convertido en una religión 49 esclavizante y legalista, con líderes ciegos en cuanto a la revelación de la voluntad y el amor divino (Mt. 23:24). Si Jesús es el Mesías y Dios (como creemos los cristianos) ¿Por qué no confiar en sus enseñanzas? Felipe, siendo su cercano discípulo, bajo esas mismas dudas cuestionó a Jesús: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:8-11). Jesús fue acusado de cambiar la Ley. Él respondió que venía a cumplir lo que estaba escrito en la Ley acerca de Él; no la estaba quebrantando al proclamar ser el Mesías (Jn.10:33), pues Él es el cumplimiento de la Ley (Jn. 5:39; Ro. 3:21-22): “No penséis que he venido a abrogar la Ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt. 5:17). La palabra “abrogar” (gr.) significa deshacer y revela el temor de los religiosos judíos de que el sistema basado en la Ley fuese destruido por Jesús. Ellos veían en Jesús una amenaza para su sistema religioso que les devengaba poder. A fin de que la gente no se fuese tras Él, le acusaron de hereje por interpretar la Ley en armonía con su verdadero espíritu de amor a Dios y al prójimo. Cegados por el odio, rechazaron a Jesús (Mt. 13:14-15) y no pudieron asimilar, ni entender la transición de Ley a Gracia. “La Ley y los profetas” en la Biblia se refiere al AT (Ley)18, y en ese sentido, Jesús vino para cumplir las profecías escritas acerca de Él en la Ley. Jesús confirmó que la Ley estaba Otras expresiones para referirse al AT o la Ley son: “La ley de Moisés, los profetas y los salmos” (Lc. 24:44); “Moisés y los profetas” (Lc. 16:29, 31; 24:27); “la ley” (Mt. 5:18; Jn. 12:34, 10:34. En 1 Co. 14:21 “la ley” se refiere a Is. 28:11s. En Ro. 3:19 se refiere a los salmos y los profetas. Esto prueba que la expresión “la ley” se usa para referirse “al Antiguo Testamento”. Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento. Mateo. Pg. 301-302. Nota 279. 18 50 destinada a anunciar su llegada como Mesías (Jn. 5:39). Así lo señaló en su primer sermón: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lc. 4:21)19. Cuando Jesús señala que el vino para cumplir, se refiere a darle cumplimiento a las profecías escritas en la Ley acerca de Él (Jn. 5:39; Ro. 3:12), no significa que vino a someter al mundo a la Ley. Para el ser humano, la Ley es un ayo que le conduce a Cristo; para Jesús, la Ley es su testigo veraz, y Él, su fiel cumplimiento. Él se sometió a la Ley para testimonio al mundo a causa de su humanidad, porque la Ley fue dada para los pecadores (1 Ti. 1:9) y Él no tuvo pecado (Hb. 4:15). Jesús no es la pieza que le faltaba a la Ley, Él es la Ley encarnada. Jesús es el fin de la Ley como medio de justicia (Ro. 10:4). Jesús cumplió con la Ley porque su naturaleza es santa, ajena al pecado. Él no fue concebido por voluntad de varón; sino por medio del Espíritu Santo (Lc. 1:35). Cuando Jesús señala que vino para cumplir, se refiere a dar cumplimiento a las profecías escritas en la Ley, acerca de Él; y al decir que no vino para abrogar fue a fin de confirmarles a los judíos que Él es el Mesías de Israel. No un impostor, como ellos le acusaban. La Ley estaba destinada a dar testimonio de Jesús: “Porque todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan” (Mt. 11:13). Jesús se refiere a Juan el bautista como el último de los profetas del antiguo pacto en anunciar su venida al mundo. Jesús vino para cumplir las profecías de la Ley (AT), no a imponer la Ley a sus seguidores (cristianos), pues en vano habría venido al mundo si la Ley pudiese justificar, como bien señala la Biblia: “No desecho la Gracia de Dios; pues si por la Ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). Jesús vino a cumplir con las profecías de la Ley, no a perpetuar la Ley como medio de justicia: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18). 19 Jesús vino a cumplir la Ley (profecías) Mt. 26:56; Lc. 4:16-30, 18:31, 24-27, 44. 51 La palabra “cumplir” (gr. Πληρώσαι) significa llenar hasta arriba. Cuando Jesús señala que ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido, se refiere al cumplir las profecías de la Ley, como están escritas acerca del Mesías. El sentido mesiánico y profético futurista del pasaje se ve en esta traducción mas apegada al texto original: “Porque amén yo digo a vosotros, hasta que el cielo y la tierra pasen, ni una iota ni una keraia pasará en lo absoluto de la ley hasta que todo llegue a ser”. (Hendricksen, Mateo. 2003. Pág.304). Jesús continúa su discurso diciendo: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mt. 5:19). Jesús no se refiere aquí al solo cumplimiento de los diez mandamientos como medio de justicia. Él entendía la Ley como un todo. El decálogo (diez mandamientos), es solo una parte de toda la Ley. Para el caso, Jesús enseñó que los dos mandamientos más grandes de la Ley son: El amor a Dios y al prójimo, de los cuales, dijo que depende toda la Ley: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt. 22:36-40). Es curioso que de estos dos mandamientos dependa toda la Ley y no estén entre los Diez Mandamientos. Jesús continuó su sermón citando otros mandamientos, todos relacionados con el amor a Dios y al prójimo (Mt. 5: 21-48), que es el cumplimiento de toda la Ley (Ro. 13:8-10; Gá 514)20. 20 Una exégesis seria del cumplimiento de la Ley en el Nuevo Testamento está relacionada directamente con el amor a Dios y al prójimo. La Biblia señala claramente que quien ama a su prójimo a cumplido con la Ley, pues el amor supone que no ofende, y si no hay ofensa se cumple con toda la Ley. Leer (Ro. 13:8-10; Gá 5:14). 52 ____________________________________________________ Para el ser humano la Ley es un ayo que le conduce a Cristo. Para Jesús la Ley es su testigo veraz, y Él, su fiel cumplimiento. Él se sometió a la Ley para testimonio al mundo a causa de su humanidad, pues la Ley fue dada para pecadores (1 Ti. 1:9) y Él no tuvo pecado (Hb. 4:15). Jesús no es la pieza que le faltaba a la Ley, Él es la Ley encarnada. Jesús es el fin de la Ley como medio de justicia (Ro. 10:4). ____________________________________________________ b. El cumplimiento de la Ley en la Gracia La obediencia a la voluntad de Dios (revelada en la Biblia) en la vida cristiana es fruto de la redención. El Espíritu de Dios ayuda al cristiano a obedecer el Evangelio de Cristo. Lo errado sería creer que la Biblia se pueda obedecer por un esfuerzo puramente humano para salvarse. El Espíritu Santo que mora en el cristiano (después de convertirse a Cristo) le ayuda a obedecer. No se puede ganar la justicia divina por medio del rigoroso cumplimiento de la Ley. En la Gracia, la Ley se cumple por medio del amor a Dios y al prójimo (Ro.13:10). Sin la ayuda de Cristo, nadie podría obedecer a Dios. No hay quien no ofenda a Dios o al prójimo de palabra o hecho (Sal. 53:3b). Pablo enjuicia de antemano a todos los que procuran una justicia por medio de la Ley, sentenciándoles: “Porque todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para hacerlas (Gá. 3:10). Jesús puso fin a la Ley como medio de justicia, para establecer una justicia gratuita por medio de su sangre en un Nuevo Pacto con mejores promesas: “Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales se ofrecen según la Ley) y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero (Ley) para establecer esto último (Gracia)” (Hb. 10: 8-9). 53 En Jesús se cumplieron las profecías escritas en la Ley y los profetas con relación a la primera venida del Mesías de Israel. A partir de entonces se anuncia el Evangelio de la Gracia (Mr. 1:14-15), dando por obsoleta la justicia para salvación por medio de la Ley. Jesús dijo: “La Ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar” (Lc. 16:16). Jesús enseñó que el Antiguo Pacto fue abolido como medio de justicia, para dar paso a la justificación por medio de la Fe (Gracia). La Ley como vía de justificación fue vigente hasta Juan el bautista. La justicia en el Pacto de la Gracia se encuentra por la fe en Jesús, siendo el único que cumplió perfectamente todas las demandas divinas (Hb. 10: 1-18). Él es el cumplimiento de la Ley y los profetas. c. El fin de la Ley es Cristo Pablo explica que los judíos de su tiempo buscaban salvación por medio de su propia justicia (cumplimiento de la Ley, Ro. 10:1-2): “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia (Ley) no se han sujetado a la justicia de Dios (Gracia). Porque el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree (Fe)” (Ro. 10: 3-4). La justicia que los judíos procuraban por medio de sus propios esfuerzos al tratar de cumplir con la Ley, es ahora gratuita por medio de la fe en Cristo: “Porque el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Pero ellos no quisieron someterse a la voluntad divina, quién sujetó todo a Cristo. Al señalar que: “el fin de la Ley es Cristo”21, se refiere al fin de la Ley como medio de justicia para salvación, pues la meta (otra forma de traducir fin) de la Ley fue anunciar la llegada del Mesías, en quien encuentra fiel cumplimiento toda la Ley. 21 “El fin de la Ley es Cristo”, no implica que el espíritu de los mandamientos, en su faceta de mostrar el bien y el mal, hayan sido abolidos por el Nuevo Pacto de la Gracia. La Ley esta abolida como medio de justicia para salvación ante Dios, pero sus mandamientos son eficaces para que el pecador reconozca su pecado y acuda a Cristo para salvación (Mt. 5:18-19). 54 Antes de Cristo, la justicia era por medio del cumplimiento de la Ley; pero en la Gracia la justicia para salvación se aplica de forma gratuita por medio de la fe en Jesús: “Porque la justicia que es por la Ley de Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la Justicia que es por la fe dice así... Mas ¿qué dice? Esta es la palabra de fe que predicamos: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos serás salvo” (Ro. 10:5, 6a, 8 y 9). La justicia por medio de la Ley esta abolida como medio salvífico22. No hay otro camino de salvación que justifique ante el Padre, fuera de Jesús (Jn. 14:6). El cristiano no trata de cumplir con los mandamientos para salvarse, los cumple como frutos de su salvación en Cristo, amando a Dios y al prójimo, pues quien ama no peca y cumple con toda la Ley (Ro. 13:8-10). ____________________________________________________ La Ley ordenaba cumplir con los mandamientos para salvación. La Gracia los cumple en el amor a Dios y al prójimo como fruto de la salvación. ____________________________________________________ 22 Jesús les dijo a sus discípulos que si su justicia no era mayor que las de los fariseos y saduceos no entrarían al reino de los cielos (Mt. 5:20). Esta justicia no se refiere a las obras de la Ley como medio de salvación, sino al espíritu con que se hacen las obras. Los fariseos y saduceos practicaban diferentes ritos para ser vistos por los demás, los cristianos deben hacerlos para ser vistos por Dios. A esa justicia es a la que se refiere Jesús. Los fariseos: Ofrendaban mucho para ser vistos, la viuda dio todo lo que tenía. Demudaban sus rostros cuando ayunaban para impresionar. Hacían largas oraciones en las calles para ser vistos. Diezmaban de todo, pero olvidaban la justicia y el amor. Jesús condenó la actitud hipócrita de los fariseos porque enseñaban, pero no cumplían (Mt. 23:1-36). 55 d. Jesús es mayor que la Ley y los profetas El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el Mesías prometido a Israel o como un nuevo y superior Moisés. Por eso, en los evangelios a la Ley se le llama Moisés (Lc. 16:29). Este planteamiento de Jesús como un superior Moisés, trata de demostrar que Jesús es divino y, por tanto, es mayor que Moisés y que la misma Ley. El mensaje central de la transfiguración de Cristo fue demostrar su divinidad a sus discípulos. A Jacobo, Juan y Pedro se les permitió ver a Moisés y a Elías para demostrarles que Jesús es el cumplimiento de la Ley y los profetas: “Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús” (Mr. 9:4). No en vano aparece la magnífica voz de Dios desde el cielo instando a los discípulos, a que no temieran escuchar a Jesús: “Mientras él aún hablaba (Pedro), una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd” (Mt. 17:5). El Padre celestial mandó a los discípulos diciéndoles desde el cielo: “a Él oíd”. Dos cosas a considerar en el relato de la transfiguración es lo aferrado que los discípulos estaban a la Ley y a los profetas como medio de justicia; y las dudas que albergaban ante un Mesías pacífico y lleno de amor. Quizá ellos esperaban uno lleno de fuerza militar o poder terrenal. Pero, qué mejor manera de asegurarles que no tuvieran temor de confiar en la Gracia de Cristo, si el Padre hizo que el máximo líder de la Ley (Moisés) apareciera en plena conferencia con Elías (uno de los profetas más respetados de Israel), a fin de que dieran testimonio de la divinidad de Cristo. Dios les permitió ésta experiencia a los discípulos de Jesús para asegurarles la divinidad y autoridad de Jesús en apego a la Ley y los profetas. En el mismo relato del Evangelio de Marcos, y después del evento de la transfiguración, se nota que los discípulos aun estaban incrédulos con relación a Cristo, aferrados a su propia manera de entender la Ley y sus promesas. Por eso Dios les permitió esta experiencia: “Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” (Mr. 9:11). 56 Después de la transfiguración los discípulos aun albergaban dudas acerca de Cristo. En esta pregunta revelan el temor que sentían de abandonar toda justicia por medio del cumplimiento de la Ley, para confiar totalmente en la Gracia de Cristo. e. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. Moisés o la Ley, son un medio obsoleto de justicia ante Dios: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1 Ti. 2:5). En la Carta a los Hebreos, se menciona varias veces a Jesús como el mediador del Nuevo Pacto (Hb. 8:6; 9:15; 12:24); en contraste con Moisés, el mediador del viejo Pacto de la Ley: “Y fue ordenada (la Ley) por medio de ángeles en mano de un mediador (Moisés)” (Hb. 3:19b; Hch. 7:53). Jesús es el único medio para llegar al Padre (Jn. 14:6). Es el mediador entre Dios y los hombres, con relación a Moisés, como mediador del Antiguo Pacto. Juan señala: “Porque la Ley por medio de Moisés fue dada, pero la Gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn. 1:17). Este es uno de los pasajes más importantes del NT con relación a la revelación del viejo y nuevo pacto. Juan pone en contraposición la Ley y la Gracia, al señalar que a Moisés fue dado el pacto de la Ley y Cristo reveló el pacto de la Gracia. Jesús es el mediador del Nuevo Pacto, mejor que el Viejo Pacto de Moisés. El escritor de la carta a los Hebreos escribe: “Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Pero ahora tanto mejor ministerio es el Suyo, cuanto es Mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas’’ (Hb. 8:5-6). Es evidente el contraste entre el mediador del Antiguo Pacto (Moisés) y Cristo como el mediador del Nuevo y mejor Pacto23. 23 Es importante para el cristianismo afirmar que Jesús es el mediador de un Nuevo Pacto (con relación al viejo pacto de la Ley de Moisés). También, es esencial para la fe cristiana, confesar a Jesús 57 A Moisés se le dio un modelo que era sombra de lo perfecto (Cristo). Jesús es Creador de todas las cosas, no un simple mediador humano como fue Moisés: “Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste (Jesús), cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo” (Hb. 3:3). El escritor ilustra el ejemplo de un constructor que edifica una casa, señalando que la casa no sería nada por sí misma, sino fuese por quien la hizo. Un reloj por más lindo y perfecto que sea, no se puede gloriar de sí mismo, pues alguien lo hizo. Los judíos no podían gloriarse más en Moisés o la Ley, pues con ellos estaba Jesús (el dador de la Ley). f. La Ley fue dada para exaltar a Cristo Jesús fue condenado por los religiosos judíos, ya que no interpretó la Ley conforme a la tradición de ellos. Nótese como Jesús responde a una pregunta que le hicieran los fariseos: “Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mt. 19:7-8). En la respuesta, Jesús demuestra su eternidad y poder creador. Jesús respondió: “Mas al principio no fue así”. Él estaba allí en el principio, cuando creó al hombre y a la mujer y ordenó que el matrimonio fuera inseparable. La palabra principio (gr. άρχή) revela la eternidad y divinidad de Cristo como lo anuncia Juan: “En el principio era el verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:1-3). Juan asegura que Cristo es divino, por tanto, es Creador. Todo fue hecho por Él y para Él, incluso la misma Ley. El propósito de todo lo creado fue exaltar y dar gloria a Cristo. El escritor de Hebreos explica que por Cristo fueron hechas todas las cosas: como el único camino al Padre. En la iglesia primitiva hubo herejías que enseñaban que Jesús era un semidiós, que sólo servía de mediador para llegar a Dios, pero negaban su divinidad. 58 “Mas del Hijo dice: Tu, Oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos” (Hb. 1: 8a, 10). Ese que es desde el principio, es quien creó todas las cosas: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Al señalar que Jesús es Creador, se refiere al Trino Dios. Quien ha visto a Jesús, ha visto al Padre, pues son Uno (Jn. 14:811). Jesús es eterno, su autoridad está por encima de todas las cosas. Su superioridad en cuanto a la Ley es incuestionable. Pablo, hablando acerca de Cristo (v. 13) explica: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Col. 1:16-17). En Cristo fueron creadas todas las cosas que existen desde antes de la fundación del mundo. En la soberanía de los designios divinos toda la creación estaba destinada para dar gloria a Jesús, quien es la plenitud de Dios (Col. 2:19, 1:19). Es inverosímil que se pretenda presentar a Jesús como un servidor de la Ley, degradando su divinidad, siendo Él Dios. Existe el peligro de negar la divinidad del Hijo de Dios al creer que la Ley es mayor que Cristo. Jesús no es la pieza que le faltaba a la Ley. Él es la Ley misma, la palabra o logos divino encarnado. El Verbo eterno hecho carne, en quien se cumple toda la Ley. La Ley da testimonio de Cristo (Ro. 3:21); El Padre dio testimonio del Hijo desde el cielo (Mt. 17:5; Jn. 5:37); El Espíritu Santo lo testifica en la tierra (Jn. 15:26). Su autoridad está por encima de Moisés, quién recibió la Ley (Hb. 3:1-3); de Abraham, quien recibió la promesa (Jn. 8:53-58). Su divinidad es incuestionable. La Ley fue dada para dar testimonio de Cristo, pues siendo Dios, no necesita de la Ley, pues Él no tiene pecado (Hb. 4:15). Él se sometió a la Ley para testimonio a los judíos de que Él es el Hijo de Dios (el verdadero Mesías). La Escritura señala que Cristo vino a cumplir lo que estaba escrito de Él en la Ley y los profetas. Este pasaje no se refiere a la práctica de la Ley en su sentido litúrgico; sino a que Jesús vino cumplir lo que estaba escrito en la Ley y Los Profetas acerca de Él. 59 II. LOS DIEZ MANDAMIENTOS EN LA GRACIA a. El espíritu profético de la Ley sigue vivo Así como se cumplieron las profecías del AT con relación al establecimiento del Nuevo Pacto, también se cumplirá todo lo que resta de las profecías de la Ley (AT): “Porque de cierto que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18). Jesús se refiere aquí al cumplimiento del aspecto profético de la Ley, no debe confundirse con obtener justicia por medio de las obras de la Ley. En este verso, que es secuencia del sermón del monte con relación a la Ley, Jesús expresa que ha venido a “cumplir” todo lo que estaba escrito de Él, en la Ley y en los profetas. Jesús cumplió con la Ley para testimonio a los judíos, pero en este contexto, “cumplir” se refiere al cumplimiento de las profecías del AT con relación a Jesús como Mesías. Jesús no cumplió con la Ley para salvarse, sino en obediencia, pues Él no tuvo pecado (Hb. 4:15). Si la salvación se obtuviera por medio del cumplimiento de las obras de la Ley, en vano sería el sacrificio de Cristo en la cruz y nulo su llamado al arrepentimiento de los judíos, quienes vivían bajo la Ley. En Hebreos se explica claramente: “Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote (Jesús), según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (Cristo, Hb. 7:11, 18-19). Jesús enseñó claramente que la Ley tuvo vigencia como medio de justicia hasta antes de su venida. La Ley solo era una sombra, que encuentra total cumplimiento en Cristo, quien le pone fin a la Ley como medio de justicia para salvación. Así que: “ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido” se refiere al aspecto profético de la Ley y los profetas. El espíritu de toda la profecía bíblica está 60 dirigida a dar testimonio de Jesús (Ap. 19:10); pero todavía existen muchas profecías del AT que deben cumplirse, antes del fin del mundo. Ese aspecto profético de la Ley sigue vivo y a eso se refirió Jesús al decir: “Porque de cierto que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18). El cielo y la tierra actual desaparecerán (Ap. 20:11, 21:1), pero no sucederá, hasta que todas las profecías de la Ley se hayan cumplido. Las profecías del AT aseguran que todo estará finalmente sujeto a Cristo y esto no se ha cumplido en su totalidad, aunque ya esta decretado. Vendrá el momento cuando todas las cosas se sujetarán de manera visible a Cristo: “Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a Él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hb. 2: 8). “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Co. 15:28). En el sentido profético escatológico, ya todo está sujeto a Cristo por decreto divino; pero no todo se le ha sujetado palpablemente, porque es preciso que se cumplan las demás profecías escritas en la Ley y los profetas, hasta que el gobierne visiblemente en la tierra (Ap. 2;27, 12:15; 19:15): “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Co. 15:24-25). En ese sentido es que: “ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido”. No se refiere a que la Ley siga vigente como vía de justicia para salvación, sino al cumplimiento de las profecías de la Ley. b. El decálogo en la Gracia Jesús interpretó los mandamientos de la Ley a la luz de una acción práctica, en amor a Dios y al prójimo. Se debe hacer la diferencia entre toda la Ley y los diez mandamientos. La Ley ceremonial y sus ritos ha sido abolida, y no salva a nadie (solo 61 Cristo); pero el propósito de los mandamientos en su función hacer notar el pecado y guiar al pecador a Cristo está vivo: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (Mt. 5:19). En este pasaje Jesús no se refiere a la vigencia la Ley como medio salvífico, ni a los diez mandamientos que son solo una parte de la Ley. Jesús hace alusión a la esencia de la Ley que se cumple por medio del amor a Dios y al prójimo. En sus enseñanzas, Jesús resumió toda Ley en dos grandes mandamientos: El amor a Dios y el prójimo (Mr. 12:31b; Mt. 22:37-40; Ro. 13: 8-10). Es de hacer notar que estos dos mandamientos ni siquiera se encuentran entre los diez mandamientos (Cp. Dt. 6:5; Lv. 19:18). Jesús entendía la Ley como un todo, y el hecho de que Él vino a dar justicia gratuita por medio de su muerte en la cruz, no niega que el conocimiento de los mandamientos muestra el pecado y guía al pecador a Cristo, puesto que quién reconozca su pecado sentirá la necesidad de perdón y de un Salvador; ¿Y cómo lo haría si no sabe lo que es pecado? Esa es la función de la Ley: “Ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:20). Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; porque tampoco conociera la codicia, si la Ley no dijera: No codiciarás” (Ro. 7:7). La Biblia explícitamente rechaza que el hombre sea justificado por medio de la Ley, pero no niega que el conocimiento de los mandamientos advierte los peligros del pecado y guía al pecador arrepentido a los brazos amorosos de Cristo. Cuando no se entiende que la Ley fue abolida como medio de justicia, pero que los mandamientos tienen el fin de mostrar el pecado, se puede caer en extremos dañinos para la fe cristiana. Por un lado, se puede confundir el valor y propósito que los mandamientos tienen para advertir el pecado, con el cumplimiento de la Ley como medio de justicia, confusión que ha llevado a muchos cristianos a la esclavitud de la Ley. 62 La Biblia enseña claramente, que la Ley fue abolida como medio de justicia, pero no se puede menoscabar el valor de los mandamientos en su propósito de mostrar el pecado. Estas son unas de las confusiones más comunes que, por un lado, conduce erradamente a muchos cristianos a esclavizarse a la Ley y otros por no reconocer el valor de los mandamientos en su propósito de mostrar el bien y el mal, pervierten la Gracia. En el siguiente relato un maestro de la Ley cuestiona a Jesús acerca de cómo obtener la vida eterna y la respuesta es reveladora de cómo Jesús enseñaba Torah (Ley): “Y he aquí un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo que cosa heredaré la vida eterna?” (Lc. 10:25). Esta pregunta revela implícitamente que el judío sabía que la Ley había sido dada para impartir vida a la humanidad, el error estriba en que ellos creían que solo bastaba con cumplir mecánicamente, sin importar la actitud del corazón (Mt. 24:23). También se nota como el conocimiento de la Ley guía a este maestro a encontrar una respuesta en Jesús, el único que puede salvar. Aunque la intención del maestro de la Ley fue probar a Jesús, no buscaba una respuesta sincera para salvarse; Jesús reveló la verdad al responderle con otra pregunta: “Él le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc. 10: 26-27). Este maestro de la Ley no estaba tan interesado en salvarse como en poner a prueba a Jesús, pero demostró que conocía bien la esencia de la Ley al responder con los dos grandes mandamientos de los que dependen toda la Ley, a saber: Amar a Dios y al prójimo. Este maestro no le mencionó los diez mandamientos a Jesús, eso implica que ya existía en Israel el conocimiento previo de que la Ley se cumple en dos mandamientos que no están entre los diez más conocidos. La Ley no se remite a diez mandamientos per sé. Jesús sabía bien que el maestro de la Ley no podría cumplir por sí mismo con su demanda, pues en primera instancia no creía que Jesús fuese el Mesías (el único que le podía salvar); solo 63 trató de avergonzar a Jesús como maestro. Jesús le responde: “Y le dijo bien has respondido; haz esto y vivirás” (Lc. 10:28). En esta respuesta, Jesús expresó que la salvación por medio de su Gracia, no se obtiene por medio del cumplimiento de la Ley, ni citó los diez mandamientos; sino dos mandamientos que cumplen con toda la Ley: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo a sí mismo”. Jesús explicó que es la esencia de toda la Ley24. Los dos grandes mandamientos de los cuales depende toda la Ley, no se encuentran entre los diez mandamientos (Cf. Lv. 19:18; Dt. 6:5). Jesús centró toda la Ley en estos dos grandes mandamientos que cumplen con toda la Ley, pues quien ama a Dios y al prójimo no quebranta la Ley, la cumple. La nueva Ley del amor es el centro de la Gracia, Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:34). Pablo, quien recibió el Evangelio por revelación de Jesús, confirma las enseñanzas de Jesús con relación a la Ley: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la Ley. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor” (Ro. 13: 8, 10). Pablo fue conocedor de la Ley y señala que quien ama a Dios y al prójimo no ofende (ni a Dios, ni al prójimo) y así cumple con la Ley. La Biblia relata el encuentro de un joven rico, quien preguntó a Jesús: “Maestro bueno, ¿Qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás, No adulterarás, No hurtarás, No dirás falso 24 La Ley está centrada en la relación con Dios y el prójimo. Comúnmente se entiende que la primera tabla de la Ley se remite a la relación con Dios (Éx. 20:1-11), y la segunda con el prójimo (V. 12-17). Cf. The New Interpreter’s Study Bible. Exodus. Abingdon Press, USA. 1994. p. 839. 64 testimonio, Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 19:16-19). El joven le preguntó a Jesús que debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús le hizo un resumen de los mandamientos con relación al prójimo y con Dios, confirmando que amar a Dios y al prójimo es el cumplimiento de la Ley: “El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo esto el joven se fue triste porque tenía muchas posesiones” (Mt. 19:20-22). Este hombre era fiel observador de toda la Ley desde muy joven, no obstante, debió recurrir a Cristo para salvarse. El joven cumplía la Ley; pero Jesús no lo justificó, ni le consideró candidato para vida eterna; sino que lo envió a compartir sus riquezas. El cumplimiento de la Ley el amor a Dios y al prójimo. Guardar mecánicamente la Ley no justificó al joven ante Dios. Quizá para éste hombre, quien tenía muchas posesiones según revela el pasaje, no era tan difícil cumplir con las demandas de la Ley, hacer el bien, pagar sus diezmos y ofrendas, pues tenía mucho dinero. Pero, no le era fácil amar al prójimo como asimismo, que es el verdadero cumplimiento de la Ley. Este joven interpretaba la salvación como un asunto de números (típico del judaísmo) y por eso con valentía y cierto grado de autojustificación se acercó al maestro para preguntar: ¿Qué bien haré para tener la vida eterna? El joven quería demostrar que él cumplía a cabalidad con todas las demandas de divinas y por eso pregunta: ¿Qué más debo hacer? Irónicamente, la misma respuesta que buscaba le hizo alejarse de la Gracia de Cristo, pues Jesús le mostró que debía tener una entrega total a Dios y al prójimo, aun de sus bienes materiales, no una religión para cumplir mecánicamente con ordenanzas de la Ley. A Jesús le importaba mas la actitud de amor que éste hombre debía mostrar por su prójimo (al demandarle que compartiera sus riquezas), que su monótono cumplimiento de la Ley. Este es un claro ejemplo de la diferencia entre la Ley y la Gracia. En la Ley la vida eterna se obtenía por cumplir; en la Gracia, la salvación del alma se recibe por la fe en Cristo. 65 ____________________________________________________ Cuando haya la buena intención de acentuar que la Ley ya no es un medio de justicia ante Dios (como muestra la Biblia), se debiera tener el cuidado de no menoscabar el valor de los mandamientos en su propósito de mostrar el pecado. Estas son algunas de las confusiones más comunes que esclaviza a muchos cristianos al cumplimiento de la Ley y a otros los conduce a no reconocer el valor de los mandamientos en su propósito genuino; el de mostrar el bien y el mal, pervirtiendo así la Gracia de Cristo, al confundirla con libertinaje25. ____________________________________________________ 25 La libertad imputada por medio de la Gracia de Cristo al cristiano, no se debe confundir con el libertinaje del pecado. La Gracia brinda libertad total y gratuita a quien se arrepiente del pecado, por medio de la fe en Cristo; pero, su nueva vida (2 Co. 5:17) le compromete a mantenerse puro y en santidad hasta la venida de Cristo (1 Ts. 5:23). La libertad cristiana no se debe usar como excusa para el pecado (Judas 1:4). 66 III. LA NUEVA LEY DEL AMOR En el sermón del Monte, Jesús expuso una breve disertación de los mandamientos de la Ley, bajo la Nueva Ley del Amor. Jesús interpretó la Ley a la luz de los dos grandes mandamientos: “El amor a Dios y al prójimo”, que resumen la Ley. Durante su ministerio terrenal, Jesús dio mandamientos a los apóstoles que había escogido (Mt. 28:20); también, antes de ascender al cielo (Hch. 1:2); y su gran mandamiento del Amor (Jn. 15:14-17); otro, con relación a los ministros que sirven en el altar (1 Co. 9:14), etc. Cuando Jesús dijo a sus discípulos, que guardaran sus palabras y mandamientos, no se refería al cumplimiento de la Ley como vía de salvación, sino a la obediencia al Evangelio de la Gracia que cumple con la Ley. a. Jesús y el nuevo mandamiento del Amor Jesús enseñó el nuevo mandamiento del Amor que cumple con la Ley. Aunque el mandamiento ya se encontraba en la Ley (Lv. 19:18), su sentido de novedad es a causa del ejemplo del amor de Cristo, quien dio su vida por amor a la humanidad. El mandamiento no es solo amar, porque no sería nuevo; sino amar como Cristo amó. Jesús le dio un giro al mandamiento del amor al dar su vida por los demás, mientras que la Ley, bajo la cual estaba, permitía la venganza. En su nuevo mandamiento del Amor, Jesús elimina el concepto judío basado en la Ley que permitía la venganza: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo... ojo por ojo, y diente por diente” (Mt. 5: 38-48), para establecer un amor perfecto basado en su ejemplo. Lo nuevo del mandamiento es amar como Él amó (Él dio su vida y perdonó a sus enemigos): “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:3). Este amor por el prójimo que demanda Jesús a sus seguidores, debe emular el ejemplo del sacrificio de Cristo, hecho por amor a la humanidad. Se debe amar al prójimo, como Cristo nos amó, incluso dando la vida por el prójimo, si fuese necesario. Jesús demanda un amor sin condiciones, de hecho y en verdad: 67 “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Jn. 3:16, 18). La Ley permitía la venganza. La Gracia señala que debemos ofrecer nuestras vidas por el prójimo. En este gran mandamiento del Amor se resume toda la Ley y los profetas, como enseñó Jesús y lo confirma el Apóstol Pablo: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la Ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, es esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el Amor” (Ro. 13:8-10). Quien ama al prójimo ha cumplido la Ley, porque el amor no hace mal, y si hubiese ofensa existe el compromiso de perdonar, de la misma manera que se ha sido perdonado (Mt. 6:12-15). En el NT Jesús estableció un Nuevo Pacto a través de su sangre, fundado en el amor a Dios y al prójimo que no quebranta la Ley: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas” (Mt. 22:38-40). “No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Mr. 12:31b). Jesús señaló el amor a Dios y al prójimo como los dos grandes mandamientos de la Ley. Eso implica que Jesús no entendía que solo existieran diez mandamientos. La base de la Ley es la relación con Dios y el prójimo; quien ama a Dios y a su prójimo cumple con todos los mandamientos de la Ley: “y cualquier otro mandamiento, es esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Ro. 13:9b). En el Nuevo Pacto, el amor a Dios y al prójimo deben cubrir todas las faltas, perdonando a los demás, como Dios nos ha perdonado (Ef. 4: 31-32). Jesús resumió la Ley en el mandamiento del Amor: 68 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt. 7:12). En la Gracia de Cristo la Ley se resume en el amor. El que ama al prójimo, ha cumplido la Ley. El amor no hace mal; así que, el cumplimiento de la Ley es el Amor: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, es esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. b. La transición de Ley a Gracia Continuando con el discurso del monte de los Olivos (Mt. 5), Jesús aludiendo al viejo Pacto usó la expresión: “Oísteis que fue dicho”, pero, ahora Él establece unas ordenanzas fundadas en el amor y usa la expresión “Yo os digo”26, estableciendo un nuevo mandamiento bajo el Nuevo Pacto: * (Antiguo Pacto). “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente”27. La Ley permitía la venganza de los enemigos. * (Nuevo Pacto). “Pero Yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con el dos” (Mt. 5:38-41). En este mandamiento Jesús elimina la venganza que la Ley permitía e invita al perdón y al amor por el prójimo, aun hacia los enemigos. * (Antiguo Pacto). “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo”28. 26 Esta orden la da Jesús en primera persona y es comparada al gran “Yo Soy” del AT (Éx. 3:14), quien dio el Antiguo Pacto. 27 Vide., Éx. 21:23:25; Lv. 24:20; Dt. 19:21 28 La Ley no prescribe el odio hacia los enemigos, pero los judíos del tiempo de Cristo lo habían hecho parte de la Ley; pues la ley les permitía vengarse de sus enemigos y suponían que los pecadores por 69 Los pecadores eran considerados enemigos de Dios bajo el Antiguo Pacto (Éx. 23:21-22), y los israelitas se habían tomado esa enemistad como algo personal. Jesús cambió la actitud de odio a los enemigos, por el amor: * (Nuevo Pacto) “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mt. 5:43-44). Jesús enseñó que es fácil amar solamente a quienes nos aman: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” (Mt. 5:46). Jesús ordenó amar aun a los enemigos bajo el Nuevo Pacto. Esto no era típico de la Ley, donde los pecadores debían pagar por el daño que le ocasionaban a los demás y debían morir en los pecados de muerte. La Gracia resumió toda la Ley en el amor y eso no la menoscaba, ni la desvirtúa, la cumple (Ro. 3:31). El verdadero amor implícitamente cumple con la Ley. ____________________________________________________ “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el Amor” (Ro. 13:10). La Gracia resumió toda la Ley en el amor y eso no la menoscaba ni la desvirtúa. El verdadero amor implícitamente cumple con la Ley. ____________________________________________________ c. Juan y el nuevo mandamiento del Amor En las cartas de Juan se hace alusión al gran mandamiento del Amor dado por Cristo a sus discípulos. Juan, refiriéndose a Jesús (v.1-2) escribe: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no esta en él; pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por ser enemigos de Dios, también eran enemigos de ellos. En el Nuevo Pacto Jesús prohibió la venganza. 70 esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1 Jn. 2:3-6). El contexto del verso anterior (2:1-2) es explícito en señalar que Juan se refiere a mandamientos del Señor Jesús con base en la Ley, pero no al cumplimiento de la Ley como vía de salvación. El Señor dio mandamientos suyos a sus discípulos con base en la Ley, sin contradecirla (Cf. Hch. 1:2; 1 Co. 14:37; 2 P. 3:2; 1 Jn. 4:21) y en este contexto en particular, Juan se refiere a esos mandamientos que los discípulos recibieron directamente del Señor Jesús, no a los mandamientos de la Ley. El Apóstol Pablo recibió mandamientos del Señor para la Iglesia e hizo la diferencia entre sus consejos y esos mandamientos del Señor: a) En sus consejos acerca del matrimonio y las vírgenes aclara que no son mandamientos del Señor (1 Co. 7:6, 25), aunque en otras ocasiones aclara que son mandamientos del Señor. b) Pablo recibió mandamientos del Señor con relación a la profecía (1 Co. 14:37). c) Recibió mandatos del Señor acerca del sostenimiento de los ministros del Evangelio (1 Co. 9:14-15). No se debe confundir estos mandamientos del Señor con el cumplimiento de la Ley. Juan señala que quien no ama a su prójimo, tampoco ama a Dios. Por eso es que el amor al prójimo es el cumplimiento de la Ley. Nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve, sino ama a su prójimo a quien puede ver (1 Jn. 1:20). Juan en su primera carta explica esta Nueva Ley del amor de la siguiente manera: “Hermanos no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio, este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio” (1 Jn. 2:7). Juan se refiere a que la nueva Ley de Amor, no es nueva en sí misma, porque ya existía en la Ley (Lv. 19:18), Jesús mismo la citó (Mt. 22:39). Paradójicamente, en el siguiente verso expresa que éste mandamiento si es nuevo: “Sin embargo os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en Él y en vosotros. El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas” (1 Jn. 2: 8a-9). A los judíos se les permitía la venganza bajo la Ley, eso les llevaba a ensañarse contra el prójimo. Precisamente, esa 71 prohibición de venganza es lo nuevo del mandamiento. Jesús dejó convictos a todos, sin excepción (judíos y gentiles), pues nadie pudo, ni puede cumplir con la ley como medio de justicia (Ro. 3:21-31). De manera que se debe aceptar humildemente la justicia ofrecida gratuita por medio del sacrificio perfecto y la obediencia de Cristo, quien cumplió todas las demandas divinas y ocupó nuestro lugar, haciendo lo que nosotros no pudimos hacer, a saber: Agradar a Dios en todo como hombre (Hb. 4:15). Juan le llama el Nuevo Mandamiento (1 Jn. 2:8-11), porque el amor cumple con la Ley. La novedad del mandamiento del Amor dado por Cristo no es por prescripción (ya existía); pero es nuevo por que centra el cumplimiento de la Ley en el amor, teniendo como novedad el ejemplo del amor de Cristo, quien dio su vida por la humanidad y con esa misma calidad de amor se debe amar al prójimo, quitando la venganza permitida por la Ley. Además, el Nuevo mandamiento del Amor: Fue un mandato de Cristo por medio del que se cumple con toda la Ley (Jn. 13:3). Cobra un nuevo significado por medio del ejemplo de la vida y muerte de Cristo por amor a la humanidad, al dar su vida en la cruz, aun por sus enemigos. Contrario a la enseñanza judía tradicional que ignoró la esencia de la Ley basada en el Amor, Jesús restauró el Amor verdadero que conduce a la obediencia y lo estableció como el nuevo y gran mandamiento a sus discípulos, convirtiéndolo en la esencia de la Gracia y el cumplimiento absoluto de la Ley: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:34). Este amor es puro y verdadero y no tolera el pecado. La Gracia no niega los mandamientos; los cumple por medio del Amor. Es obvio que quien ama a Dios y a su prójimo de verdad, no se supone que peque, y de esa manera, cumple con toda la Ley. 72 Capítulo – 6 – LA REVELACIÓN DEL NUEVO PACTO ____________________________________________________ I. JUDÍOS Y GENTILES EN EL ANTIGUO PACTO a. La separación de judíos y gentiles en el Antiguo Pacto Dios llamó a Israel para ser una nación santa en medio de la tierra (Dt. 7:6). Es debido a esta separación de entre los demás pueblos, que la religión judía desarrolló características propias y este sentido de exclusividad les llevó a menospreciar a los no judíos, considerándoles ceremonialmente impuros. En el templo judío los gentiles solo tenían acceso a un atrio especial (parte exterior del santuario), siempre que observaran las normas de reverencia establecidas. En ese atrio había una pared de mármol con inscripciones en varios idiomas, prohibiendo a los gentiles ir más allá, bajo pena de muerte (Edersheim, 1997. 38). En los evangelios se nota el sentido de exclusividad de los judíos con relación a la comunidad gentil. En una ocasión los líderes judíos preguntaron a Jesús: ¿Quién es el prójimo? Jesús habló de un hombre herido que se encontraba tirado junto a un camino; levitas y sacerdotes judíos (los encargados de ministrar en el templo) pasaron de lado e ignoraron al hombre herido, pero un samaritano que pasaba por allí, atendió al herido y le llevó a un hospicio, pagando todos sus gastos (Lc. 10:25:37). Los samaritanos eran considerados inmundos para los judíos y por eso Jesús usó como ejemplo de bondad a un samaritano, para ilustrar el amor al prójimo. Jesús quiso usar este ejemplo de un samaritano, considerado “impuro” para los judíos, con toda la intención de contrarrestar la mentalidad exclusivista y centrípeta29 de los religiosos judíos, que les llevó al extremo de menospreciar al pecador, no el 29 Centrípeta, actitud característica de la religión judía que tendía a centrar todo el culto en Israel. Quizá por su separación como pueblo escogido y debido a que el templo de Jerusalén era el centro de la adoración, los judíos tendían a centrar todo en Israel. 73 pecado. Era una ofensa para este intérprete de la Ley que Jesús usara como ejemplo de bondad a un samaritano inmundo, habiendo tantos “santos” en Israel. Cuando Jesús le preguntó al líder judío quien de todos había hecho lo correcto con el hombre herido, entre los judíos y el samaritano usados en la ilustración, él respondió: El que usó de misericordia con él. Ni siquiera se atrevió a pronunciar el nombre (samaritano); ya que los judíos no pronunciaban ese nombre por considerarlos inmundos30. Para corroborar esta actitud de superioridad de los judíos hacia los gentiles, basta mencionar que en una ocasión los líderes religiosos de Israel llamaron a Jesús, samaritano endemoniado, demostrando su menosprecio y concepto acera de los gentiles (Jn. 8:48). ____________________________________________________ Los religiosos judíos llegaron al extremo de menospreciar al pecador, no el pecado. ____________________________________________________ b. Una religión excluyente Cuando Pedro fue enviado a Jope, a casa de Cornelio, Dios debió hablarle primero en una visión para que pudiese entrar a casa de un gentil, como garantía de que su misión estaba confirmada por Dios y no se contaminaría. El Espíritu Santo debió convencer primero a Pedro (por ser judío) de que no sería contaminado si entraba a casa del gentil Cornelio. Dios fue más allá con Pedro y no le ordenó que pusiera sus manos sobre Cornelio y los suyos para que fuese lleno del Espíritu Santo, como solían hacer los apóstoles (Hch. 8:17, 19:6), talvez le hubiera dado temor a Pedro de contaminarse. 30 Judíos y samaritanos libraban una lucha enconada muy antigua, que se remonta a los tiempos de la reconstrucción de Jerusalén en tiempos de Nehemías (Cap. 6). En tiempos de Cristo los Samaritanos alegaban que se debía adorar en el monte Gerizim y no en Jerusalén. Jesús rompió las barreras culturales, afirmando que no sería en Jerusalén, ni en Samaria el lugar de la real adoración; sino el corazón de verdaderos adoradores, como templos vivos del Espíritu Santo (Jn. 4:19-24; 1 Co. 3:16, 6:19). 74 Pero, el Espíritu Santo bautizó a Cornelio y a todos los gentiles que estaban en su casa, mientras Pedro hablaba (Hch. 10:4-4), con la intención obvia de que Pedro no objetara la manifestación divina del Espíritu Santo entre los gentiles y que posteriormente, no se les impusiera judaizarse. Dios convenció a Pedro, como apóstol de la circuncisión, que los gentiles habían alcanzado también la promesa de Abraham (hecha a todas las naciones, Gn. 12:3), por Gracia. No por obras de la Ley. Este mismo evento revela que Cornelio no pudo agradar a Dios por medio de la Ley y fue necesario que Pedro le explicara el bendito Evangelio de la Gracia de Cristo, para ser acepto delante de Dios. Acerca de Cornelio, el pasaje explica: “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tu palabra” (Hch. 10: 22a). La escritura señala que Cornelio era un varón justo y temeroso de Dios. La palabra justo (gr. δίκαιος) se aplica en otros pasajes para referirse a judíos agradables a Dios, como el sacerdote Zacarías y su esposa Elisabet, de quienes se menciona que eran justos delante de Dios (Lc.1:6); o de Simeón, hombre justo y piadoso (Lc. 2:25). Cf. Robertson, 2003. 304. Este mismo verso explícitamente señala que Cornelio tenía buen testimonio entre los judíos, lo que implica que era un seguidor del judaísmo. El pasaje no deja duda con relación a que Cornelio invocaba a Jehová dentro del judaísmo, pues Dios mismo dio testimonio por medio de un ángel que su servicio y adoración habían subido a la presencia de Dios (v.4). Pero, aún con toda su devoción por medio de la Ley, Cornelio necesitaba conocer la verdad del Evangelio de Jesús y para aceptarle como su salvador personal y obtener la salvación. La Ley, por sí misma, no le bastó a Cornelio como medio de justicia para salvación delante de Dios y por eso fue necesario que Pedro fuera y le explicara el evangelio de Cristo. 75 II. EL APSOTOLADO JUDÍO Y EL GENTIL a. El apostolado de la circuncisión y la incircuncisión Es importante aclarar de entrada que, aunque Pablo señala el apostolado gentil y judío, no se refiere a un Evangelio diferente; sino a un mismo Evangelio, tanto para judíos como para gentiles. Sin embargo, no se puede ignorar que los judaizantes quisieron crear un cisma entre las dos comunidades. El apóstol Pablo aclaró que solo existe un bendito Evangelio, pero algunos querían pervertirlo (Gá 1:6-8). No se debe confundir los dos apostolados con dos evangelios “diferentes”. Como el Mesías prometido a Israel, Jesús debía cumplir la promesa hecha a Abraham de manifestarse primeramente al pueblo de Israel (Jn. 1:11); por esa razón, a sus discípulos mandó que no entraran en tierra de gentiles (Mt. 10:5-6); hasta después de su resurrección, cuando expiara los pecados de toda la humanidad (Hch. 1:8). Después de su resurrección, Jesús nombró un apóstol asignado también a predicar el mismo Evangelio entre los gentiles, ya que el mismo había prohibido durante su ministerio que sus discípulos predicaran entre los gentiles. Sin embargo, después de su resurrección llenó a sus discípulos con el poder del Espíritu Santo y les dio orden que fueran hasta lo último de la tierra (Hch. 1:8). El Señor habló a Ananías acerca del apostolado de Pablo a los gentiles diciendo: “El Señor dijo: Ve porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hch. 9:15). Pablo fue llamado a ser apóstol directamente por Jesucristo (Ro. 1:1; 1 Co. 1:1) mayormente entre los gentiles (Gá. 2:8-9; 1 Ti. 2:7). Pablo mencionó el apostolado judío (circuncisión), cuyo líder fue Pedro; y el apostolado gentil (incircuncisión), de quien el mismo Pablo es apóstol: “Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el Evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mi para con los gentiles). Y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran 76 considerados como columnas, nos dieron a mí ya Bernabé la diestra en señal de compañerismo para que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a circuncisión” (Gá. 2:7-9). Pablo mostró su autoridad apostólica a los gentiles al expresar que Dios juzgaría a los hombres conforme a su Evangelio (el Evangelio de Jesucristo, Romanos 2:16). El apóstol Pablo le llama mi Evangelio, porque no lo aprendió por medio de los doce apóstoles; sino que le fue revelado directamente por Jesucristo (Ro. 2:1-9), pero eso no implica que sea “otro Evangelio”. Jesús no podía revelar un evangelio a sus apóstoles y otro a Pablo, esa idea es herética. Pablo mismo advirtió que nadie podía establecer otro fundamento, ajeno al único Evangelio de Cristo (Gá. 1:8). La razón por la que Pablo llama al apostolado de los judíos (circuncisión), es porque la promesa hecha a Abraham fue primeramente a los judíos y la señal de ese pacto fue la circuncisión (Gn. 17:11). A los gentiles les llama incircuncisión, porque no se circuncidaban (Gá. 2:6-8). Con eso Pablo no está aprobando la circuncisión, pues el mismo se opone a tales ritos: “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovecha Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la Ley” (Gá. 5:2-3). Básicamente, Pablo se refiere a la circuncisión para señalar a los conversos de la Ley (que ya estaban circuncidados), en contraste con los incircuncisos o gentiles. Si bien, en Cristo no existe ninguna diferencia de autoridad y contenido teológico entre el Evangelio y el apostolado judío y gentil (Dios no está dividido); también, es cierto, que algunos cristianos judaizantes con sus tradiciones y legalismos crearon un cisma entre las dos comunidades. Algunos cristianos judíos no entendían que Cristo es el cumplimiento total de la promesa hecha a Abraham y que en Él se cumplió el Nuevo Pacto. Por tal razón, reclamaban que si los gentiles no se circuncidaban y cumplían con toda la Ley, no serían salvos (Hch. 15:1, 5). Hay que recordar que las diferencias entre cristianos y judíos no eran tan abismales al principio, pues para los verdaderos creyentes judíos, Cristo era el cumplimiento de las profecías de la Ley y no una nueva religión. En cambio, las diferencias entre cristianos judíos y gentiles fueron creadas por grupos 77 judaizantes, reclamando que los cristianos debían cumplir con la Ley para ser salvos, algo que Cristo ni Pablo enseñaron. Con esta explicación, se puede entender que la diferencia entre los cristianos conversos del judaísmo y los cristianos gentiles fue un cisma creado por los judaizantes al no aceptar al Mesías (Jesús). El apóstol Pedro fue puesto entre la espada y la pared por los cristianos judaizantes, quienes reclamaban que los gentiles debían guardar toda Ley para ser salvos (Hch. 15:7-11). Pedro, por su experiencia en casa de Cornelio, sabía que Dios no hace acepción de personas (Hch. 10:34) y que los gentiles no serían salvos por medio del cumplimiento de la Ley, pero el arraigamiento de la religión judía en Jerusalén sería un hueso duro de roer, aún para los mismos apóstoles judíos. Pedro debió confrontar esta lucha con los judaizantes en Jerusalén. Jesús no estableció diferencia entre cristianos judíos y gentiles, tampoco existe un Evangelio diferente. Pablo señaló que algunos hombres estaban pervirtiendo el Evangelio de la Gracia de Cristo (Gá. 1:7). Pablo predicó el mismo Evangelio de Cristo, pues Él se lo reveló. Para Pablo solo existe un Evangelio y, por otro lado, personas que quieren pervertirlo (Gá. 1:7). b. Pablo defendió su apostolado a los gentiles Pablo confrontó a Pedro por su postura con relación al debate entre la Ley y la Gracia y le reprendió delante de judíos y gentiles, por su posición ambivalente. Pedro, por miedo a cristianos conversos de entre los judíos, no comía con los discípulos gentiles en presencia de ellos. Pero, cuando no estaban presentes los discípulos judíos, comía y tenía comunión con los gentiles: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del Evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por 78 qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley nadie será justificado. Y si buscando ser justificado en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera” (Gá. 2:11-17). Pablo tenía una visión clara de la revelación de la Gracia de Cristo para la humanidad (gentiles y judíos) bajo el Nuevo Pacto. Siendo judío, Dios le dio a Pablo un conocimiento profundo del Evangelio de Cristo que le hizo ganar el respeto de los apóstoles de Jerusalén y el odio de los judaizantes. La reprensión que Pablo le dio a Pedro (uno de los apóstoles jerosolimitanos más conspicuos) muestra la autoridad apostólica de Pablo y confirma la veracidad de su llamado apostólico para la Iglesia. ¿Quién podía confirmar el apostolado de Pablo con mayor autoridad, sino los mismos apóstoles de Cristo? La aprobación del apostolado de Pablo por parte de los apóstoles de Cristo en Jerusalén, es una de las pruebas más irrefutables de la veracidad de su apostolado (Gá. 2:9). Pablo demostró ser capaz de interpretar con más claridad que los apóstoles judíos, la verdad del Evangelio de la Gracia y tuvo la autoridad y el conocimiento para desafiar sin titubeos a los judaizantes. Con su gran revelación del Evangelio y por su conocimiento profundo de la religión judía, fue capaz de establecer una diferencia clara entre la Ley y Gracia para beneficio tanto de judíos como gentiles; al mediar como defensor de la libertad cristiana, en contra del radicalismo religioso de los judaizantes y otros extremos liberales que pervertían la Gracia. Esto ayudó a una rápida expansión del Evangelio entre los gentiles, que de lo contrario hubiese sido difícil; ya que el liderazgo apostólico judío, mostró debilidad al no poder interpretar con claridad la realidad del Evangelio, para el resto del mundo gentil. Pablo fue un judío separado como apóstol a los gentiles y a judíos (Hch. 9:15), para anunciar la verdad de la Gracia de Cristo que le fue revelada directamente por Jesús (Gá. 1:1, 11-17). 79 c. El concilio de Jerusalén La controversia entre el apostolado gentil y judío no quedó en el primer encontronazo entre Pablo y Pedro. El conflicto provocó una reunión posterior en Jerusalén, pues judíos seguidores de Cristo, pero aferrados a la Ley, pretendían judaizar a los cristianos gentiles, diciendo: si no se circuncidan y guardan la Ley no serán salvos: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído (en Jesús), se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la Ley de Moisés” (Hch. 15:1, 5). El problema planteado en este capítulo no es simplemente la circuncisión, los judaizantes reclamaban que los gentiles debían guardar la Ley de Moisés para ser salvos (v.5). El conflicto de los judaizantes fue magnificándose a tal grado que fue necesaria una confrontación del problema en una reunión con Pablo y todos los apóstoles, que dio origen a lo que se conoce como: el “Concilio de Jerusalén”. En esa ocasión, Pedro respaldó la labor de Pablo entre los gentiles y confirmó (por su experiencia entre los gentiles) que Dios no se manifestó en medio de ellos por medio del cumplimiento de la Ley; sino por medio de la fe en Jesús y declaró que tanto judíos como gentiles, serían salvos únicamente por medio de la Gracia de Cristo, no por el cumplimiento de la Ley: “Y después de mucha discusión Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hch. 15:7-9). Pedro fue explícito en declarar en el Concilio de Jerusalén que los gentiles recibieron el Espíritu Santo por medio de la fe cuando él les visitó, no por medio de la Ley. Pedro, como máximo líder de los apóstoles de Cristo en Jerusalén, entendía clara la verdad de que la salvación no se obtiene por medio del 80 cumplimiento de la Ley; sino por la fe en Jesús. Por esa razón, él determinó no inquietar la fe de los gentiles, tratando de imponerles el yugo de la Ley. Pedro señaló: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la Gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hch. 15:10-11). Después de la vergüenza que Pablo le hizo pasar, Pedro definió cual debía ser su posición en cuanto a la fe cristiana y en particular con relación a la fe de los gentiles. Pedro, siendo judío, explica que tanto judíos como gentiles son salvos únicamente por la Gracia de Jesucristo. El problema no era de los apóstoles, sino de los grupos judaizantes que entorpecían y pervertían la Gracia de Dios, creando confusión entre judíos y gentiles. Jacobo, otro gran líder entre los apóstoles de Jerusalén propuso como solución prohibir que se inquietara a los gentiles a judaizarse para ser salvos. Aquí parte de la carta de resolución enviada a las iglesias gentiles: “Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquia, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la Ley. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: Que os obtengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardáis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hch. 15:23-24, 28-29). Los apóstoles judíos, a pesar del problema que les estaban causando los judaizantes en la comunidad cristiana de Jerusalén, entendieron de forma clara el plan de Dios para los gentiles y evidenciaron su posición en esta carta enviada a todas las iglesias, prohibiendo que se inquietara a los gentiles a cumplir con la ley para ser salvos. Es obvio que el problema de judaizar a los cristianos gentiles no lo causaron los Doce apóstoles; sino algunos cristianos que se habían convertido del judaísmo a Cristo, pero que seguían 81 aferrados a la Ley y no querían entender que el Evangelio de la Gracia es el cumplimiento de la Ley. Tampoco tenían el respaldo ni la autorización de los apóstoles de Jerusalén como expresa la carta: “… a los cuales no dimos orden”. Esta respuesta de los apóstoles de Cristo causó gran consolación entre los gentiles quienes estaban preocupados por la enorme carga que querían imponerles los judaizantes de cumplir con la Ley como vía de salvación, lo cual les sería imposible (Hch. 15:30-31). El cristiano cumple con la Ley en el Nuevo Pacto por medio del amor a Dios y al prójimo. Cristo es el fin de la Ley, como medio de salvación. Según la carta, la orden fue dada por el Espíritu Santo y confirmada por los apóstoles de Cristo: “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. La solución de los apóstoles de Cristo fue que los gentiles no se salvan por medio de la Ley. Hace más dos mil años que el caso de los judaizantes fue solucionado en el Concilio de Jerusalén, pero es inverosímil ver que todavía haya cristianos con una Biblia en la mano sin poder entender la Gracia de Cristo y que aferrados a la Ley por desconocimiento reincidan en los mismos errores de antaño. Contradecir al Espíritu Santo y a los apóstoles de Cristo, es resistir flagrantemente a Dios. Pablo era judío, maestro de la Ley y un verdadero cristiano. El oró para que Dios les diera a los cristianos sabiduría y revelación del conocimiento del Evangelio, como él lo recibió de parte de Jesús: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza (Ef. 1:15-19). 82 III. LA LUCHA ENTRE PABLO Y LOS CRISTIANOS JUDAIZANTES a. Una lucha milenaria El fenómeno de separación entre cristianismo y judaísmo fue un conflicto nada fácil para la iglesia primitiva, mientras los cristianos veían en Jesús el cumplimiento de la Ley, los judíos no lo entendían así. Las diferencias hicieron que los cristianos se separaran del judaísmo y los religiosos judíos se convirtieron en enemigos acérrimos de los cristianos, expulsándoles de las sinagogas y matándolos, como profetizó Jesús (Jn. 16:2). El conflicto entre Ley y Gracia y su solución emitida por el Espíritu Santo y los apóstoles de la iglesia primitiva sigue siendo un conflicto para muchos cristianos que aún no pueden entender la diferencia entre Ley y Gracia. Pablo incluso comparó la lucha entre Isaac e Ismael, como una alegoría simbólica de la persecución que los hijos de la promesa del Nuevo Pacto (cristianos) recibirían, de parte de los hijos de la promesa, según la carne (judíos, Gá. 5:21-29). En el libro de los Hechos se narra que en cierta ocasión más de cuarenta judíos se juramentaron bajo maldición para dar muerte a Pablo a causa del odio que sentían contra el cristianismo (Hch. 23:12-21). Es conocido por la historia cristiana que muchos “cristianos” judaizantes o más bien judíos cristianizados resistieron la autoridad del apóstol Pablo y se opusieron a sus enseñanzas (Gonzáles, 2002.120). Los Ebionitas fue una secta herética que surgió de estos movimientos primitivos que aseguraban que para ser cristiano había que cumplir con toda la Ley. Su fanatismo por la Ley los llevó a rechazar la divinidad de Cristo, poniendo la Ley por encima de la autoridad de aquel por quien fueron creadas todas las cosas (Jesús, Col. 1:12-20). Los Ebionitas aseguraban que Pablo era un hereje y que Jesús no había sido Hijo legítimo de Dios, sino adoptado y que era simplemente un profeta más. Las interpretaciones extremas de la Ley representan un peligro contra el verdadero cristianismo; ya que atacan de frente la divinidad de Cristo, pues si Él es Dios, como lo afirman las 83 mismas Escrituras (Jn. 14:9-11), es herético pensar que la Ley sea igual o mayor a quien la creó para beneficio de los hombres. Si bien, Jesús respetó la Ley para testimonio a los judíos (porque Dios respeta sus leyes y no puede negarse a sí mismo) es imposible que la casa sea mayor que el que la hizo (Hb. 3:3) o que la Ley sea mayor que Cristo. Creer en el cumplimiento de la Ley o cualquier punto de la Ley como medio de justicia para salvación es una arrogancia y es negar a Cristo como Salvador. b. El apóstol Pablo confrontó a los judaizantes Ni los apóstoles de Jerusalén, ni Pablo como apóstol de la incircuncisión obligaron a los gentiles a judaizarse o a cumplir con la Ley para ser salvos. En las cartas de Pablo es notorio que defendió la autoridad de su apostolado gentil de sus detractores y una de sus luchas más enconadas fue contra los judaizantes. Pablo reprendió duramente a los Gálatas, porque después de recibir el Evangelio por medio de la Fe y luego de ser llenos del Espíritu Santo por la Gracia divina, algunos judaizantes les querían esclavizar a los rudimentos de la Ley: “¡Oh Gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por el oír con FE? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado en el Espíritu, ahora vais a terminar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley, o por oír con FE?” (Gá. 3:1-5). Pablo preguntó a los Gálatas; ¿Quién os fascinó? El contexto sugiere que cristianos judaizantes estaban detrás de este conflicto creando confusión entre los Gálatas; ya que Pablo está rebatiendo aspectos de la Ley (Cap. 3. Cp. Robertson, 2003. 489). La raíz de palabra fascinar (gr. βασκαίνω) se refiere a adular a una persona para atraer mal sobre ella o a un tipo de hechizo. Los Gálatas se encontraban adormecidos o encantados por los judaizantes; ya que tenían la evidencia más grande de estar en la verdad al haber sido llenos del Espíritu Santo por 84 medio de la fe en Jesús, pero ahora estaban siendo atemorizados a cumplir con la Ley, por consejo de algunos judaizantes. A los Gálatas les querían imponer la Ley, después que conocieron a Cristo y aprovechando los beneficios de la Gracia; sin entender que los que vivieron bajo la Ley no pudieron agradar a Dios. A los gálatas, después de conocer y disfrutar de la Gracia de Cristo, los judaizantes les querían imponer la Ley como medio de salvación. Pablo les exhorta señalando: “Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago (Gá. 2:18). Venida la Gracia, la Ley no podía ser mas, un medio de justicia. En el pasaje anterior (Gá. 3:1-5) el Espíritu y la carne se contraponen para referirse a la justicia por medio de las obras de la ley, que se pretendía obtener por un esfuerzo carnal o humano; y la recepción de la Gracia de Cristo por medio de la fe. Los gálatas habían recibido gratuitamente los beneficios de la Gracia y después, por la seducción de algunos judaizantes, querían tornarse a la Ley que nunca pudo perfeccionar. Pablo les llamó insensatos a los gálatas por su falta de percepción de la verdad del Evangelio y su ceguera en tratar de convertirse a la Ley, después de estar convertidos a Cristo y en su autoridad apostólica, advirtió a los Gálatas referente a la Ley: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la Gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el Evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes os he dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gá. 1: 6-9). Los Gálatas después de recibir la salvación por medio de la FE en Cristo y haber sido llenos del Espíritu Santo, estaban siendo atemorizados por los judaizantes para cumplir con la Ley. Pablo, como apóstol a los gentiles, aclaró que solo existe un verdadero Evangelio; pero que hay personas que quieren pervertirlo: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno 85 predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis’’ (2 Co. 11:3-4). En Corinto se levantaron grupos judaizantes que predicaban un evangelio diferente. No importa si es un líder famoso o un supuesto “ángel” que contradiga el Evangelio de Cristo, es anatema. Aun Pablo se pone bajo el juicio divino, si el mismo contradice la verdadera revelación del Evangelio eterno de Dios o lo substituye por la Ley. Pablo habló claro a los Gálatas al expresar que su revelación del Evangelio no la recibió por tradición (Hch. 9); ni lo aprendió de hombres (Gá. 1:11-12); porque le fue revelado por Jesús (2 Co. 12:2). Nadie puede contradecir el Evangelio sagrado bajo pena de maldición (Gá. 1:8-9). Existe un solo Evangelio revelado en el Nuevo Testamento por los apóstoles de Cristo y nadie puede contradecirlo, bajo juicio de maldición: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gá. 1:8-9). Torcer la revelación del Evangelio para establecer una justicia por medio de la Ley u otro medio es ponerse bajo juicio divino. Proponer una salvación por medio del cumplimiento de la Ley o cualquier punto de la Ley, es sustituir el nuevo nacimiento del cristiano por medio del Espíritu, por un acto externo que no da garantía de vida eterna. La Escritura señala quien no nace de nuevo no puede entrar en el reino de Dios: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:5-6). Jesús le estaba hablando aquí a Nicodemo, un maestro que observaba celosamente la Ley; pero, Jesús le advirtió que si no nacía de nuevo, aunque guardara toda la Ley, no entraría al cielo. El punto es que la Ley no salva, sino un nuevo nacimiento por medio de la fe en Cristo. 86 Existe el peligro de substituir la obra del Espíritu por obras de la Ley, esa es en una aberración al Evangelio de Cristo. Tratar de cumplir con la ley como medio de justicia es procurar una salvación por medio de las obras. En el Evangelio de la Gracia la salvación; es gratuita y se recibe por medio de la fe31: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10:9). Obviamente, hay que mantenerla para no perderla. c. El Legalismo y el Antinomianismo Pablo, en su condición de ciudadano judío mostró un corazón fiel a la verdad del Evangelio de Cristo. No se dejó intimidar por la fuerza religiosa de los judíos, anteponiendo su compromiso con la verdad, antes que su amor personal a su nación, por el cual estaba dispuesto a sacrificar hasta su propia vida: “Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son parientes según la carne” (Ro. 9:3). Pablo hubiera deseado dar su vida o ser anatema (si hubiera existido alguna forma de hacerlo, como Cristo se hizo maldición por amor a la humanidad, Gá. 3:13), para salvar a sus hermanos según la carne (judíos). Pablo debió negarse en su propio amor por su nación, por su compromiso y fidelidad de predicar la verdad del Evangelio de Cristo. Esto le hizo ganarse el odio de los judíos, pero merecer gloria e inmortalidad al ser portador del Evangelio a todo el mundo, en obediencia a Cristo. Pablo, predicó por orden divina el Evangelio de la Gracia de Cristo, como el único medio de salvación y con valor defendió su ministerio a los gentiles. No implica que tenía favoritismos por ellos, con relación a los judíos. Al contrario, el gran amor de Pablo fue por la Iglesia, no importando si fueran judíos o gentiles (1 Co. 10:32). 31 La salvación es un regalo inmerecido, solo se debe aceptar y mantener. Se puede perder a causa de la practica consciente, voluntaria y deliberada del pecado (Stg. 5:19-20; Hb. 10:26-27). No obstante, mientras hay vida, hay esperanza de arrepentimiento (Hb. 9:27). 87 Pablo fue un catalizador de dos extremos nocivos para la fe cristiana, los legalistas y antinomianistas. Los legalistas, contrario a la verdad del Evangelio, predicaban el cumplimiento de la Ley como medio de justicia para salvación, aun después de conocer a Cristo como su Salvador. Los antinomianistas, con sus diversas variantes (herejes, gnósticos, liberales, etc.) usaban la Gracia como excusa para promover el pecado. Pablo quedó en medio de estos dos extremos aberrantes, pues los judíos querían obligar a los cristianos a esclavizarse a la Ley; y los antinomianistas aprovechaban la coyuntura para pervertir el Evangelio de la Gracia de Cristo. Estos extremos constituyen un gran peligro que desvirtúan las enseñanzas del verdadero Evangelio de Cristo predicado por Pablo. Si se entiende el gran amor de Pablo por la Iglesia de Jesucristo, no habrá cabida a malas interpretaciones de sus escritos, la pureza de su doctrina, ni dudas de su amor por su nación y los gentiles, pues por encima de esto, Pablo amó la Iglesia de Cristo. ____________________________________________________ Pablo, en su condición de ciudadano judío mostró un corazón fiel a la verdad del Evangelio de Cristo. No se dejó intimidar por la fuerza religiosa de los judíos, anteponiendo su compromiso con la verdad, antes que su amor personal a su nación, por el cual estaba dispuesto a sacrificar hasta su propia vida: “Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son parientes según la carne” (Ro. 9:3). Pablo hubiera deseado dar su vida o ser anatema (si hubiera existido alguna forma de hacerlo, como Cristo se hizo maldición por amor a la humanidad, (Gá. 3:13), para salvar a sus hermanos según la carne (judíos). Pablo debió negarse en su propio amor por su nación, por su compromiso y fidelidad de predicar la verdad del Evangelio de Cristo. Esto le hizo ganarse el odio de los judíos, pero merecer gloria e inmortalidad al ser portador del Evangelio a todo el mundo, en obediencia a Cristo. ____________________________________________________ 88 Capítulo – 7 – LA GRACIA Y LOS RITOS DE LA LEY ____________________________________________________ I. LAS COMIDAS PURAS E IMPURAS El tema de las comidas puras e impuras es tratado aquí desde la perspectiva de la Ley, no en su aspecto nutricional. Es responsabilidad y una decisión personal de cada cristiano acerca de lo que deba o no comer. Lo que sí está claro en la Biblia es que el cristiano puede comer lo que desee, nada es impuro y nadie le puede imponer su estilo alimenticio, y menos como una doctrina cristiana. Las consecuencias de una buena o mala alimentación es responsabilidad de cada cristiano, pero no se le debe coartar la libertad por las comidas. Al contrario, el apóstol Pablo advirtió que muchos introducirían estas herejías en el cristianismo impulsados por espíritus de demonios: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Ti. 4:1-5). Este pasaje es claro con relación a que todos los alimentos comestibles que Dios ha creado se pueden ingerir, pues son santificados por la oración y la acción de gracias del cristiano. ____________________________________________________ “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”. ____________________________________________________ 89 a. La simbología de los ritos de la Ley La Ley fue dada a Moisés como una simbología de lo que vendría y no como una realidad en sí misma. Acerca del templo antiguo y su culto, el escritor de la carta a los hebreos señala la importancia que las comidas tenían en el: “Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” (Hb. 9:8-10). En el culto del Antiguo Testamento todas las personas que sacrificaban a Dios participaban de dichos alimentos y por eso se menciona que este culto externo consistía en la ordenanza de estas comidas y bebidas que eran solo un símbolo de lo que estaba por venir, lo cual es perfecto. El escritor menciona a quienes “practican ese culto” (AT), dando a entender que no era una práctica cristiana, pues él como cristiano se exime. Todo ese culto era una sombra hasta que viniera el tiempo de reformar todas las cosas, cumplido con la llegada de Jesús a la tierra y vigente para Iglesia de Cristo. En la carta a los Colosenses el apóstol Pablo expresa la gran lucha que batalló por defender su apostolado gentil (Col. 2:1), en contra de quienes querían imponer filosofías, tradiciones de hombres y rudimentos del mundo a la doctrina de Cristo32: 32 Existía un sincretismo de doctrinas que pretendían adherirse al cristianismo primitivo. Filosofía no solo se refiere a una escuela filosófica; también se le llamaba así, a los diversos partidos entre los judíos. Las tradiciones de los hombres, pone en contraste a la enseñanza apostólica y la de los líderes judíos. Los rudimentos del mundo, es utilizado por Pablo a los Gálatas, para referirse también a tradiciones de la Ley (Gá. 4:3, 9). Hendriksen, Guillermo. Colosenses, Filemón. Libros Desafió. Grand Rapids, Michigan, USA. 1990. p. 128129. 90 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:8). Pablo advierte a los hermanos de Colosas que nadie les debe juzgar su libertad cristiana por medio de doctrinas de hombres: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo (Col. 2:16-17). Estas doctrinas también fueron refutadas por Cristo a los líderes judíos (Mt. 15:9). Pablo les llamó engañadores (Col. 2:8), a los que usaban doctrinas y mandamientos de hombres (Col. 2:21-22) para pervertir la fe y esclavizar a los cristianos33. b. Jesús y las comidas Un aspecto importante dentro de las costumbres judías de la Ley, fue el asunto de las purificaciones rituales externas. Los judíos criticaron a Jesús porque sus discípulos no se lavaban las manos para comer, como parte de una purificación ritual (Mt. 15). Jesús no refutó el aseo de las manos como medida salubre, sino el hecho de que los judíos habían reemplazado con sus ritos, la verdadera purificación del alma. Los judíos les daban más importancia y valor a los ritos externos que a la limpieza interna y real del corazón. Jesús les respondió que ellos quebrantaban la Ley con sus tradiciones, pues lo que entra en el estómago no contamina el alma, sino lo que sale del corazón: “Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale en la letrina? Esto decía haciendo limpios todos los alimentos” (Mr. 7:18-19). Los fariseos como celosos de sus tradiciones se enfurecieron contra Jesús, porque siempre les mandaba limpiar el corazón, en vez de enfatizar la práctica de ritos externos (Mt. 15:12). Marcos resalta la respuesta clara de Jesús en cuanto al asunto de las 33 Los judaizantes lo hacían con toda la intención. En la actualidad, muchos cristianos lo hacen por ignorancia en el conocimiento e interpretación de la Biblia. 91 comidas inmundas. Jesús hizo limpios todos los alimentos, declarando que todo lo que entra al cuerpo está ajeno a dañar el alma o la relación con Dios, pues los alimentos después que se ingieren salen del cuerpo. La NVI traduce la parte final del pasaje anterior de la siguiente manera: “Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos34. Jesús declaró limpios todos los alimentos y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias (1 Ti. 4:4-5). Ninguna comida es de desecharse por motivos de la relación con Dios (purificación), todo ser humano puede comer lo que Dios le provea con acción de gracias. Lo que se quiere resaltar aquí, es que Dios ha declarado limpio todos los alimentos, y que nada de lo que se coma afecta la relación con Dios. El cristiano debe comer lo que Dios le provea, en el lugar donde se encuentre, dándole gracias por su bondad. Mantener una buena alimentación es bueno, pero ese no es el tema tratado aquí. Aunque el cristiano es templo del Espíritu Santo (1 Co. 3:16-17), y debe mantener su cuerpo en salud (1 Ts. 5:23), la decisión de lo que deba comer es un asunto muy personal, pues el que come para Dios come, y el que no come para Dios no come (Ro. 14:16b). c. Dios le confirmó a Pedro que ninguna comida es impura Pedro como judío conocía bien sus tradiciones y Dios le reveló por medio de una visión que debía visitar a un gentil, llamado Cornelio. La visión tiene doble propósito, primero, Pedro no debía llamar ritualmente inmundos a los gentiles, a quienes Cristo había recibido en su Gracia. Luego, Dios le declara por su palabra (mandato) que todos los alimentos han sido purificados por Él, que no temiera participar de las comidas en casa de Cornelio. 34 Otras traducciones y comentarios refuerzan la conclusión de Marcos, al señalar que Cristo declaró ritualmente puros todos los alimentos. El punto tratado aquí es que ninguna comida afecta la relación con Dios, cuidar la salud es un asunto personal. Cf., BJ, BT, Hch. 10:14-16. Robertson, A. T. Comentario Al Texto Griego del NT. Ed. CLIE. Barcelona, España. 2003. Pág. 93. 92 Seguramente, Cornelio recibiría con muchas atenciones a Pedro y éste se podría negar a comer cosas que para los judíos eran impuras y es evidente que esto sucedió (Hch. 11:1-3). Pero, Dios le dijo a Pedro que no llamara inmundo lo que Él ha purificado. En la visión Pedro vio todo tipo de animales impuros: “Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tu común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo” (Hch. 10: 11-16). Pedro trató de resistir la visión divina tres veces, pues como judío no estaba acostumbrado a comer alimentos que, según la Ley, eran impuros (Dt. 11:24-32). Pedro estaba seguro de que era el Señor quien le hablaba, pero su educación religiosa le impedía obedecer la visión divina de acercarse a los gentiles y participar con ellos a la mesa. La orden de Dios a Pedro fue clara: “Lo que Dios limpió, no lo llames tu común o inmundo”. Dios mismo invitó a comer a Pedro en la visión diciéndole, mata y come. d. No se debe juzgar la libertad cristiana por una comida Por orden de Dios, todos los alimentos han sido purificados: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida. Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a, 17). Algunos cristianos primitivos de Colosas estaban siendo minados por doctrinas en cuanto a ritos que prohibían comer ciertos alimentos para no contaminarse. Pablo, nuevamente enfatiza que estas cosas solo eran una sombra de la realidad que ahora se ha mostrado a través de Cristo. Pablo expresa que estos ritos no tienen ningún valor en contra del pecado (Col. 2:23). Pablo enseñó que nadie debe juzgar la libertad cristiana o condenar a otro a causa de lo que come, pues Dios las ha purificado: 93 “Pero el espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Ti. 4:1-5). Pablo es categórico al afirmar que algunos cristianos serían seducidos por espíritus engañadores o demonios de mentira que les ordenarían una vida asceta, en la que evitarían casarse como medio de santificación y prohibirían comer alimentos que Dios creó, para que el ser humano los disfrute con acción de gracias. Pablo llama apostatas a quienes desvirtúan la fe cristiana, y alejan a las personas de la figura central de la fe, que es Cristo, por mandamientos de hombres que conducen a la esclavitud y al abuso entre los cristianos. Pablo señaló que la orden dada por Dios en su palabra es que todos los alimentos son limpios y se puede participar de ellos con acción de gracias. La acción de gracias por los alimentos exalta y glorifica a Dios, pues quien da gracias a Dios está reconociendo que sus alimentos proceden de su mano. e. El problema de las comidas en Roma Algunos hermanos creían que solo debían comer vegetales para ser agradables a Dios y otros que se debía comer de todo: “Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Ro. 14:2-3). Pablo expresa que nada es inmundo en sí mismo, sino para quien cree que lo es; no obstante, ese conocimiento no debe ser usado para ridiculizar a los débiles en la fe y menos para pervertirla: “Yo sé y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es 94 contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por tu comida se pierda aquel por quien Cristo murió” (Ro. 14:14-15). Muchos hermanos romanos ridiculizaban a los hermanos débiles, que creían contaminarse, si comían ciertas comidas. Pablo les exhorta que su conocimiento no les puede llevar a la soberbia, porque el amor es más importante que el conocimiento. Pablo tampoco se retracta en afirmar que la libertad cristiana no se debe juzgar por una comida; sino que apela al amor de los fuertes, como vía de comprensión a los débiles en la fe. Pablo condena el orgullo y la soberbia espiritual de quienes ridiculizan la fe de los débiles por su conocimiento: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Ro. 15:1). Sólo existe una razón por la que se debe tolerar a los débiles en la fe, por amor. En la Gracia el amor es el cumplimiento de la Ley. Eso no implica que los cristianos deban someterse a mandamientos de hombres, lo que Pablo aprueba es la comprensión por los débiles, por amor, para que no se pierdan. Pero eso no significa que por el capricho de unos, la Iglesia deba esclavizarse a dichos rudimentos de la Ley. Pablo se dirige a comunidades acostumbradas a las enseñanzas y tradiciones de la Ley debido a la expansión del judaísmo como la religión imperante en aquellos siglos. Dentro de esas comunidades era de esperar que el Evangelio causara este tipo de conflictos, no entre los cristianos gentiles, ajenos al judaísmo. ____________________________________________________ Por orden de Dios, todos los alimentos han sido purificados35: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida. Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a, 17). ____________________________________________________ 35 Ningún alimento que Dios creó, es ceremonialmente impuro. El cristiano puede participar de ellos con acción de gracias. Eso no implica que todos sean saludables, pues Satanás ha contaminado la creación. La alimentación saludable es una decisión individual. 95 II. EL AMOR Y EL CONOCIMIENTO Pablo expone en sus diferentes cartas una resolución en cuanto a las comidas y es enfático en que no se debe juzgar al cristiano por lo que come. En la iglesia de los Corintios existía el mismo problema, pero con la diferencia de que algunos hermanos, convencidos de que nada es inmundo en sí mismo, abusaban de su conocimiento y ridiculizaban a los débiles en la fe, llegando al extremo de comer alimentos sacrificados a los ídolos en los templos paganos. El problema en la carta a los Corintios no es simplemente la comida; sino la idolatría, ya que estas comidas eran sacrificadas a los ídolos. a. El conocimiento envanece; pero el amor edifica Pablo fue un hombre con vasto conocimiento y él no lo desecha, pero condena la actitud de quienes usan el conocimiento, sin amor. En 1 Corintios hay una explicación extensa del tema: “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Co. 8:1). Pablo está convencido que nada en sí mismo es inmundo; sino para aquel que cree que lo es (Ro. 14:14, 20). Pero el conocimiento sin amor, conduce a la soberbia espiritual, como les sucedió a los Corintios. Pablo ya no está refutando simplemente las comidas impuras, sino el atrevimiento de quienes, por su conocimiento, retaban a los demás exponiéndose a comer alimentos sacrificados a los ídolos: “Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, acostumbrados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a los ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina” (1 Co. 8:4, 7). El problema planteado aquí en la Iglesia de Corinto, es que algunos hermanos convencidos que los ídolos no son nada (v. 45) y que todo lo creado es de Dios (v. 6), en su arrogancia, no solamente comían cosas sacrificadas; sino que llegaban hasta los lugares donde se daba culto a los ídolos para comer de lo sacrificado (v.10). 96 Algunas razones que argumentaban eran las siguientes: a) Si un ídolo no era más que un pedazo de materia, no tenía ningún valor espiritual o de poder (v.4-5). b) Sólo existe un verdadero Dios y no hay otro fuera de Él (v.6). c) Todas las cosas le pertenecen a Dios, por tanto, se pueden comer de todo (v.6). Si bien los argumentos anteriores son ciertos, en su arrogancia, los corintios estaban olvidando el mandamiento del amor por los débiles en la fe y el peligro de contaminarse con el culto a los ídolos paganos (demonios, 1 Co. 10:19-20). El problema es que no todos tenían este mismo conocimiento y la conciencia de los débiles se contaminaba: “Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a los ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina” (1 Co. 8:7). Algunos hermanos de Corinto, antes de convertirse a Cristo, habían practicado estos cultos paganos y al saber que la comida procedía de sacrificios a ídolos, se sentían que estaban adorándolos, porque estaban acostumbrados. Mientras los que tenían conocimiento no se sentían atraídos a los ídolos por comer las comidas sacrificadas; los débiles en la fe estaban en peligro de ser tentados a volver a la idolatría. Es aquí donde está el problema que causaba el conocimiento de los que comían lo sacrificado; pues, ofendían la conciencia de los débiles y les estaban sirviendo de tropiezo para su fe. Pablo explica: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos la conciencia de aquel que es débil, ¿No será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis” (1 Co. 8:9-12). Es claro que el problema de los Corintios, va más allá de la comida y se torna en un problema de idolatría. Pablo cuando retoma el tema en el capítulo diez, comienza diciendo: “Por tanto, amados míos huid de la idolatría” (v. 14), porque el problema ya no es la comida, sino la idolatría. 97 b. El peligro de la idolatría Pablo no contradice su posición en cuanto a que las comidas no hacen más ni menos aceptables a los cristianos ante Dios: “Si bien la vianda no nos hace más aceptos antes Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos seremos menos” (1 Co. 8:8). El pecado de los Corintios era su soberbia, debido a su conocimiento y en este caso en particular, con relación a la comida les estaba conduciendo a participar de los ídolos y a falta de consideración por el prójimo (Amor). Pablo advierte en este caso, que los hermanos del conocimiento (gr. gnosis) de Corinto se estaban exponiendo a participar con los demonios, pues éstas comidas estaban sacrificadas a los demonios, representados por los ídolos (1 Co. 10:19-20). Pablo les exhorta que no pueden participar de la mesa del Señor (la cena del Señor) y de la comida sacrificada a los ídolos a la vez (1 Co. 10:21-22). Pablo condenó la actitud de los hermanos que, deliberadamente abusaban de su libertad cristiana (1 Co. 8:9), participando de las comidas ofrecidas en los templos paganos (1 Co. 8:10), ya que entrañaba el culto a los demonios. c. La comida sacrificada fuera de los templos paganos Pablo ya juzgó a los cristianos que visitaban los lugares de cultos paganos para comer cosas sacrificadas. ¿Qué de aquellos que comían estas comidas fuera de los templos paganos? En el contexto cultural de la ciudad de Corinto se vendía carne en el mercado o macellum (lat.) que había sido destazada por los sacerdotes paganos e incluso había sido parte de los sacrificios paganos (Fee, 1998. 545). Pablo explica: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Co. 10:25-26). Aquí la discusión retorna al punto de partida. Pablo ratifica que todas las cosas son de Dios, “porque del Señor es la tierra y su plenitud” y lo que condenó a los hermanos Corintios del conocimiento fue su arrogancia y abuso de su libertad cristiana, al presentarse a los templos paganos y no estrictamente por lo que comían. 98 Algunas carnes que se vendían en el macellum de Corinto habían sido sacrificadas a los ídolos, como era inevitable comprar carne, Pablo exhorta que nadie pregunte acerca de su procedencia por motivos de conciencia. Los judíos acostumbraban preguntar la procedencia de la carne y la podían comer antes de ser sacrificada, pero no después (Fee, 1998. 545). Pablo les insta a que no sigan la costumbre judía y explica que, si un cristiano era invitado a comer y deseaba ir, no debía preguntar acerca de la procedencia de la carne; sino que debía participar con acción de gracias. Pablo enseñó que si se sabía que la comida procedía de sacrificios paganos no se debía comer, a causa de la conciencia de quien lo dijo, no porque fuera mala: “Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos, no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya sino la del otro” (1 Co. 10: 28-29a). Nuevamente Pablo declara: “Porque del Señor es la tierra y su plenitud” (Sal. 24:1). Esta era la oración judía que se hacía para bendecir los alimento, y Pablo la usa para reforzar que la acción de gracias y la oración lo santifica todo (1 Ti. 4:4-5). Pablo exhorta reiteradamente en su carta que no se trata de conocimiento, el cual él posee (1 Co. 8:1) y su consejo no procede de ignorancia, sino del amor; ya que el cristiano no se debe agradar a sí mismo, ni aún en lo que come (Ro. 14:14-22, 15:2; 1 Co. 10:31). Si bien, el simple conocimiento acerca de la procedencia de la comida no condena en sí mismo; era una falta de consideración comerla a causa de quien lo dijo. Se puede inferir que la persona que lo dijo está preocupada por la purificación o está interesado en el cristianismo (de otra manera no le importaría) y pudiera tratarse de un hermano débil en la fe que se puede sentir tentado a participar del culto pagano o a enojarse contra él que la come, y según la regla del Amor, esa es una razón suficiente para no comerla, en este caso. 99 III. LA PASCUA JUDÍA Y LA CENA DEL SEÑOR a. La institución de la Cena del Señor No se debe confundir la Cena del Señor, con la pascua del pueblo judío. Los cristianos no celebran la pascua judía, porque esa fiesta está relacionada con los israelitas que estuvieron en Egipto y los judíos no celebran la Cena del Señor, porque no creen en Jesús, como el Mesías prometido a Israel. La pascua judía fue un rito ordenado por Dios al pueblo judío a causa de la salvación de la muerte en Egipto (Éx. 12: 2526). La Cena del Señor, en cambio, es una celebración cristiana relacionada con el anuncio y recordatorio de la muerte y resurrección de Cristo, hasta que Él venga. La relación que existe entre ambas ceremonias es que la Cena del Señor fue establecida por Cristo durante la última pascua judía, pero con diferente significado. La pascua judía solo fue un símbolo que encontró fiel cumplimiento en Cristo, el verdadero Cordero pascual, la misma noche que cenó con sus discípulos. Durante la pascua judía, se comía una cena con el cordero que era sacrificado para Dios (Éx. 12:4). Jesús, durante la comida de la última pascua, estableció su Cena con un significado diferente al de la pascua y solo usó pan y vino que dio a sus discípulos, como símbolo de su propio cuerpo y sangre que sería derramada por Él mismo como el verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). El AT es una total simbología de Cristo, pues en la pascua judía se sacrificaba un cordero y su sangre sirvió de señal para que Dios librara a Israel de la muerte en Egipto (Éx. 12: 13, 27). En el Nuevo Pacto, el simbolismo de la pascua judía encuentra fiel cumplimiento en Cristo, como el verdadero Cordero pascual que, por medio de su sangre, quita el pecado del mundo. Por medio del simbolismo del pan y del vino Jesús, anunció el Nuevo Pacto de la Gracia hecho con su propia sangre (Lc. 22:20). Después de su muerte, los cristianos celebraban la Cena por orden del Señor (Mt. 26:17-29; Lc. 22:7-23; Jn. 13:21-30; 1 Co. 11:23-26). Jesús le llama mi cena, a la cena final que celebrará con sus santos en el cielo (Lc. 14:24, Mt. 26:29, Ap. 19:9). Los 100 apóstoles se refieren a este rito o sacramento como la Cena del Señor en sus escritos y no como pascua (1 Co. 11:17-27). Pablo señala que los cristianos no celebran la pascua judía, porque la pascua de los cristianos es Cristo mismo: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros (1 Co. 5:7). Cuando Juan relata la muerte de Cristo, se refiere claramente a la pascua de los judíos, no de los cristianos: “Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús” (Jn. 19:42). Es evidente que el rito de la pascua judía llegó a su fin, cuando el verdadero Cordero de Dios dio su propia vida y derramó su sangre para redimir la humanidad. La Cena del Señor ya no está relacionada con Egipto, sino con la muerte y resurrección de Cristo, que recuerda y anuncia su inminente regreso a la tierra. b. La Cena del Señor como substituto de la pascua judía Durante la pascua judía se acostumbraba comer una cena normal. En cuanto a la institución de la Cena del Señor, Jesús solo usó pan y vino como símbolo de su cuerpo y sangre que derramaría en la cruz. Comer simbólicamente de su cuerpo y de su sangre implica ser partícipes y beneficiarios de la eterna redención hecha por medio de su sacrificio en la cruz. En la Iglesia de Corinto se cometieron abusos con la Cena del Señor, pues se había relegado el uso de pan y vino como elementos simbólicos del cuerpo y sangre de Cristo, para comer grandes banquetes que desvirtuaban el sentido original del rito. La noche que Jesús instituyó la Santa Cena, ordenó a sus discípulos que todos debían comer del mismo pan y de la misma copa como símbolo de unidad cristiana. La idea de que la iglesia se reuniera para participar de la Cena del Señor no fue para celebrar un banquete de ricos, ni una pascua judía; sino romper con toda barrera cultural y religiosa, dirigida a la unidad a través del símbolo del pan y del vino como cuerpo y sangre de Cristo. En Corinto se estaba perdiendo el valor de la unidad cristiana a causa del menosprecio de los más pobres en el banquete. Además, se estaban alejando del sentido original de la 101 Cena del Señor que es recordar la muerte y resurrección del Señor. Pablo confirma en el siguiente verso que la Iglesia primitiva seguía las ordenanzas de Jesús con relación al uso de pan y el vino en la Cena del Señor: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Co. 10: 16-17). En el contexto de la Iglesia de Corinto los abusos en la Cena del Señor habían llegado al extremo de desvirtuar el uso simbólico del pan y el vino, por una comida común: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la Cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo’’ (1 Co. 11: 20-22). La experiencia de esta Iglesia demuestra que la Cena del Señor debe ser un símbolo sacro en memoria de nuestro Señor. Pablo aconseja que cada quien coma en su casa, si tiene hambre (v. 34). La casa debe ser el lugar para saciar el hambre y la iglesia para el alimento espiritual. Ante los abusos que los corintios cometieron en la Cena del Señor, ignorando el valor simbólico y dándole más importancia al banquete, Pablo les recuerda la forma original en que el Señor instituyó la Cena y como él también lo enseñó en las iglesias: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del 102 Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor” (1 Co. 11: 23-27). Para rescatar el verdadero sentido de la Cena del Señor y devolverle su valor sacro, que se había perdido en Corinto, Pablo recalca que el pan y el vino son elementos de la Cena que recuerdan el cuerpo y la sangre de Cristo derramada por la humanidad. De los versos anteriores se deprenden las siguientes observaciones de Pablo: La Iglesia de Corinto había desvirtuado el propósito de la Cena del Señor al convertirla en un banquete. Pablo es claro en señalar que ni Jesucristo ni el mismo enseñaron tal cosa y les recuerda a los corintios lo que él les enseñó por orden del Señor. El Señor dio órdenes de cómo se debía efectuar la Cena: “Porque yo recibí del Señor”. Pablo enseñó a las iglesias lo que recibió directamente del Señor: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado. El proceder y la forma de ministrar la Cena en Corinto no fue la ordenada por Cristo ni la que les enseñó Pablo. Pablo le recuerda a los corintios que el Señor usó el pan y el vino como elementos simbólicos de su cuerpo y sangre durante la institución de su Cena. Pablo deseó enseñar a los corintios que se puede menospreciar el significado de la Cena del Señor cuando la Iglesia se reúne solo a comer y no a recordar la muerte y resurrección de Cristo. ____________________________________________________ No se debe confundir la Cena del Señor con la pascua del pueblo judío. Los cristianos no celebran la pascua judía porque esa fiesta está relacionada con los israelitas que estuvieron en Egipto y los judíos no celebran la Cena del Señor porque no creen que Jesús, sea el Mesías prometido a Israel. ____________________________________________________ 103 104 Capítulo – 8 – EL REPOSO JUDÍO Y LOS CRISTIANOS ____________________________________________________ La interpretación bíblica acerca del día de reposo, como todos los temas de este libro, se estudian desde una perspectiva totalmente cristiana, entiéndase, una postura bíblica derivada de las enseñanzas de Cristo y sus santos apóstoles. I. EL REPOSO JUDÍO Y EL SER HUMANO La palabra reposo (Hb. shabat; gr. sabaton) significa cesar o desistir, en este caso cesar de trabajar como muestra el mandato divino. La palabra tiene la idea de cesar labores; pero no la de relajamiento o inmovilidad. La orden fue no trabajar para descansar; pero no significa quedarse paralizado o que la vida no continuara; por el contrario, se debía celebrar (Éx. 31:16). a. El principio divino detrás del día de reposo Existe una clara diferencia entre el reposo divino después de la creación y el reposo ordenado por Dios a Israel, como señal del antiguo pacto. Después de la creación, Dios descansó de sus obras de una vez y para siempre, pues en la eternidad no existe el tiempo; este descanso divino es un simbolismo que se refiere al descanso espiritual (Mt. 11:28), otorgado de una vez y para siempre por medio de la libertad del pecado por medio de Cristo (Hb. 10:14). El culto del AT., era una sombra del verdadero (Col. 2:17). En la carta a los Hebreos se explican estos dos reposos, uno es temporal y físico, ordenado a Israel. El verdadero, es espiritual y eterno, y fue otorgado por Cristo a los cristianos. El principio detrás del día de reposo se relaciona a que Dios hizo la creación en seis días y descansó el día séptimo. Dios no necesita descansar (Él es todopoderoso); sino que lo dejó como ejemplo, a fin de que el ser humano descansara un día semanal de sus labores. El beneficio es para el ser humano, no para Dios. En el relato del Génesis no se menciona que el séptimo día sea el mismo sábado judío, sino que dice llanamente: El séptimo 105 día. Tampoco se menciona como un mandamiento; sino con relación a que Dios descansó al culminar su obra de la creación una vez y para siempre, no semanalmente36. El mandamiento del sábado judío fue ordenado miles de años después de la creación, como señal del Viejo Pacto. No fue un mandato universal, fue ordenado a Israel como señal del pacto con Dios, a fin de que reposaran de sus labores, recordaran y celebraran al Creador de todas las cosas. La ordenanza del sábado judío no aparece evidenciada en la Biblia, antes que se le diera a Israel. Ningún patriarca mencionó su observancia en las Escrituras (no se le ordenó guardarlo a Adán, Enoc, Noé o Abraham, a nadie), sino hasta que se le ordenó guardarlo al pueblo de Israel37 (Éx. 16:23). Cf. Maier, 1999. 26. El reposo judío no fue una ley universal, pues la Escritura no provee evidencia de un mandamiento antes de la Ley, sino hasta que fue ordenado a Israel como señal del Viejo Pacto, específicamente entre Dios y el pueblo de Israel38: 36 El día de descanso divino, era simbólico del verdadero reposo eterno en Cristo, pues Dios no necesita descansar semanalmente; sino que lo hizo una sola vez y para siempre. El reposo semanal solo era un símbolo, que encuentra su realidad en el verdadero descanso eterno del alma, al cual se entra por medio de la fe Cristo (Hb. Cap. 3 y 4) 37 El historiador Eusebio de Cesarea, confirma que la observancia del sábado le fue dada a Moisés y no a los patriarcas de Israel. Maier, Paul L. Eusebio. Ed. Portavoz, USA. 1999. p. 30. Durante el período ínter testamentario el rabinismo judío reafirmó que la observancia del sábado fue un día exclusivo de adoración dado a la nación de Israel, no para los demás pueblos. Bachiochi, Samuele. Reposo Divino para la Inquietud humana. Bíblical Perspective. USA. 1988. p. 34. La Guemará señala que el reposo era para los judíos, no para los gentiles: “El descanso del asno te ha sido preceptuado, pero el del gentil no”. Del Valle, Carlos. La Misná. Ed. Sígueme. Salamanca. 2003. p. 256. Nt. 274. 38 Todos los pactos divinos se caracterizan por una señal. El arcoíris es la señal del pacto de Dios con Noé (Gn. 9); la circuncisión es la señal del pacto de Dios con Abraham; el sábado la señal del pacto de Dios con Israel: “Señal es para siempre entre Mí y los hijos de Israel” (Éx. 31: 17a). En Deuteronomio 5:15, el descanso judío se relaciona a un recordatorio de la liberación de la esclavitud egipcia. Cf. 106 “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre Mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Éx. 31:16-17). El día de reposo judío perseguía el fin de proclamar a Dios como Creador de todas las cosas, seguramente, las nuevas generaciones en Israel preguntarían que significado tenía el día de reposo. El día de descanso era cese de labores y dedición a la celebración que evocaba el relato de la creación del mundo, hecho por la mano poderosa de Dios y específicamente, como una señal del Viejo Pacto concertado entre Dios e Israel. Hay un principio de revelar al Creador del universo involucrado en el día de reposo judío. Si Israel se dedicaba solamente a trabajar todos los días, se perdería de perspectiva por quien y para que fueron creadas todas las cosas. El fin del reposo judío no era el día en sí mismo, si no exaltar a Dios y reconocerle como el Señor de la creación. “Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá (Éx. 31:13-15). Otros aspectos a considerar de la orden del día de reposo dada a Israel de acuerdo al mandato divino en el texto anterior: Se debía observar: “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel. Se debía celebrar: “Celebrándolo por sus generaciones”. Wolff, Hans W. Antropología del AT. Ed. Sígueme. Salamanca, España, 1974. p. 193. 107 Era un pacto entre Dios e Israel, no involucra a todas las naciones: “Por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre Mí y los hijos de Israel”. Día de consagración a Dios: “Para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. El que lo quebrantaba debía morir: “Cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá”. Si este mandato tuviera vigencia para los cristianos, en su mayoría deberían morir apedreados. b. El propósito humanitario del día de reposo judío El día de reposo judío fue establecido para bendición del ser humano, aparte del propósito esencial de recordar a los israelitas su pacto con el Creador39; el pueblo se beneficiaría del descanso que le proveía cesar un día en la semana de sus labores (Dt. 5:14). No se debe perder de perspectiva que el día de reposo judío fue separado para beneficiar al hombre, no para que el hombre fuese esclavo de un día. La justicia estaba involucrada en el día de descanso judío, pues los más beneficiados serían la clase trabajadora (esclavos, extranjeros y aun los animales). La justicia a los más desprotegidos del pueblo judío es una de las razones que antecede a la observancia del sábado en Israel: “Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero (Éx. 23:12). El ser humano es la corona de toda la creación, hecho un poco menor que los ángeles, conforme a la imagen de Dios (eterno), creado para señorear sobre todo lo creado (Sal. 8:3-8). Todo lo creado es material y pasajero, menos el ser humano que goza de eternidad. En ese gran amor, no cabe la idea de un día de esclavitud, sino de completa libertad para el ser humano. 39 El día de reposo y la circuncisión fueron las dos grandes señales que les recordaría a los israelitas el pacto con su Dios y cobró más relevancia en el exilio, por la obvia destrucción del templo como lugar de adoración. 108 El propósito humanitario que perseguía el reposo judío era el bienestar y descanso del ser humano. Ese cuidado amoroso de Dios se nota en la primera referencia acerca del día de reposo judío en la Biblia, en la cual Dios provee alimento gratuito a Israel (maná), sin necesidad de que salieran a buscarlo (Éx. 16). Jesús enseñó que el día de reposo judío fue dado a Israel para el descanso del ser humano, no para que se le diera culto al día de reposo; sino a Dios (Mr. 2:27). El día solo es un medio, no un fin en sí mismo. Ese error lo cometieron los judíos del tiempo de Cristo, dándole más importancia al día de reposo que al mismo ser humano. Ellos criticaron a Jesús por hacer milagros en día de reposo (Mt. 12:9-14), sin importarles la liberación de los que habían estado enfermos. De hecho, Jesús estaba trabajando al sanar en el día de reposo: “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo (Jn. 5: 16-18a). Los cristianos no pueden ser sometidos a la esclavitud de un día que fue dado por Dios a Israel para beneficio del hombre. Si Dios hizo al ser humano como lo más importante de su creación y separó un día en Israel para que descansaran y celebraran su grandeza, implica que el día de reposo judío debía servirle al hombre, no el hombre al día. Así como el hombre sirve a Dios. El día era solo un medio, no un fin en sí mismo. Israel invirtió el orden de las cosas, convirtiéndose en doradores de un día, en vez de que sirviera para el descanso del ser humano y regocijo en el Creador. El orden era: Dios-hombre-reposo, pero se perdió el orden y se pervirtió el propósito divino primordial de que el ser humano descansara y el reposo se convirtió en una pesadilla que, en vez de descanso, fue una verdadera arma de esclavitud que los religiosos judíos usaron para momificar al ser más preciado por Dios en su creación, el ser humano. El día de reposo sólo era un medio para que el pueblo de Israel recordara la liberación de Egipto y el ser humano descansara tranquilamente. Creer que el sábado es un día más 109 santo con relación a los demás días, es adorar al sábado y no a Dios quien merece adoración las 24 horas de cada día. Lo especial de ese día era Dios, no el sábado en sí mismo. En la Gracia, Cristo es el verdadero reposo de los cristianos y quien da el verdadero descanso al alma (Mt. 11:28). Este reposo es eterno y se puede celebrar todos los días de la vida. Así como Dios al principio descansó de una vez y para siempre, después de su trabajo en la Creación. c. La Ley fue dada para bendecir al ser humano La Ley pretendía bendecir, no esclavizar al ser humano. Pablo expresa que la Ley y sus mandamientos son buenos, no gravosos: “De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:12). El ser humano a causa de su corazón malo pervierte los propósitos de Dios. El día de reposo judío debió ser de verdadero descanso, celebración y júbilo en que el Creador les permitía gozarse en su presencia, pero se convirtió en día de esclavitud. Dios no tiene culpa del carácter que los hombres le dan a su Palabra y la manera en que la interpretan. Son innumerables los versos bíblicos que expresan el deleite que produce la palabra de Dios a quienes la aman. David, el dulce cantor y poeta judío, lo expresa así: “La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma. El testimonio de Jehová es fiel que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón. El precepto de Jehová es limpio, que permanece para siempre. Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que la miel, y que la que destila el panal” (Sal. 19: 7-10). El rey David fue un rey ilustre que había disfrutado de las mejores cosas que puede ofrecer la vida; pero nada de este mundo le causaba mas deleite en su alma que el amar la palabra de Dios. David expresó que la palabra de Dios, produce alegría al corazón y la compara al sabor de la miel al paladar. Ese fue el verdadero sentido que Dios quiso que Israel les diera a sus mandamientos. 110 La Ley ubicaba en lugar de bendecido a quien la obedecía y ese era el propósito de Dios. Las maldiciones eran solo una consecuencia extrema para quienes abandonaban las bendiciones del Pacto, para seguir tras la vanidad de los ídolos40. El día de reposo judío no tenía valor en sí mismo, el sentido se lo daba el hombre quien en ese día exaltaba y bendecía a su Creador. El ser humano es de gran estima para Dios y este día fue separado en Israel para que el hombre fuera bendecido, pues Dios puso toda la creación al servicio y domino del ser humano, así como éste vive para servir a Dios. Esa fue una de las luchas más grandes de Cristo contra los judíos, mientras estos se enfocaban en adorar el día sábado, Cristo se preocupaba por sanar a los enfermos y hacer el bien a los hombres en cualquier día, sin acepción, pues Él es el único que puede ofrecer el verdadero descanso que el sábado judío no pudo dar. Jesús rescató al ser humano de la esclavitud del día de reposo judío y antes de su muerte y resurrección le dio un carácter humanitario, demostrando que el ser humano es más importante que cualquier día. Los judíos adoraban el día de reposo y lo usaban como pretexto para someter a la esclavitud a los hombres, no importando que la dura carga que les imponían contradijera el verdadero propósito del día reposo judío y de la Ley, que era bendecir al ser humano. Jesús usó todos los días sin excepción como un medio para manifestar su gloria en beneficio de la humanidad, poniendo al hombre por encima del día de reposo judío e ignorando todo legalismo esclavizante. d. El ser humano es lo más importante de toda la creación Se pueden mencionar las cosas más lindas de la creación: El sol, la luna, las estrellas, el mar, los días, las flores, los animales, etc. Pero nada se compara al valor que el ser humano tiene delante de 40 Las maldiciones de la Ley advertidas hasta la cuarta generación de los que persistieran en pecar, contrastan con la bendición de las mil generaciones de los que aman a Dios. Mil, es un numero para representar la misericordia infinita de Dios (Éx. 20:5-6). 111 Dios, ya que es el único que posee la imagen de Dios y eternidad en sí mismo, las demás cosas todas perecerán. ¡Oh! Si se entendiera el gran valor que tiene el ser humano ante Dios, quien le hizo a Su imagen y semejanza, y no escatimó ni dar a su propio Hijo para salvarle, entonces se entendería esta gran verdad. Cuando el cristiano trata de justificarse a sí mismo por medio de sus propias obras se denigra, se maltrata y alguien que no se estima a sí mismo, tampoco puede amar a los demás que es el cumplimiento de la Ley. La actitud de mártires que pretenden trasmitir muchos cristianos es totalmente falsa, pues la justicia humana es vana necedad, no salva. Solo Cristo es agradable ante Dios y por Él nosotros también. ¿Dónde queda la jactancia en la justicia personal? Es nula ante de Dios. El apóstol Pablo escribió que no hay nadie que sea justo por sí mismo ante de Dios; sino por medio de la fe en Cristo: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál Ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la Ley de la Fe” (Ro. 3:27). La Biblia señala que se debe amar al prójimo como así mismo, pero una persona que se maltrata a sí mismo, que se considera vil, menospreciable y que piensa que debe vivir como un esclavo ante de Dios ¿Qué consideración puede tener por el prójimo? si no se ama ni a sí mismo en la justa medida y razón. Jesús elevó a sus discípulos al nivel de amigos: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:15). El esclavo no conoce los negocios, ni los secretos de su amo, en cambio, Jesús nos ha revelado al Padre y nos ha mostrado su voluntad. La imagen de esclavo contradice las Escrituras, la justicia personal no tiene valor como medio salvífico, es pretensión de falsa santidad, es una actitud de arrogancia personal y menosprecio a los demás. Dicha santidad es egoísta y no conforme al amor por el prójimo, que cumple la Ley. Abraham, el padre de la fe, quien no conoció la redención por medio de Cristo, fue llamado amigo por Dios (Stg. 2:23). El cristiano debe tomar la posición de hijo de su Padre celestial, posición a la que Cristo nos ha elevado por su Gracia inmerecida y amor puro. 112 II. EL REPOSO JUDÍO EN LA GRACIA a. Un día sin reposo Para el periodo de Nuevo Testamento, el Talmud judío había agregado 1,525 restricciones a la observancia del sábado, que Dios no las había mandado. Leer las ordenanzas acerca del sábado judío en la “Mishnah” (codificación de las tradiciones de los escribas y fariseos) es contradictorio, si se compara con el verdadero espíritu liberador de la Ley41, expresado por el rey David y el apóstol Pablo en las Escrituras (Sal. 119:103; Ro. 7:12). La dulce miel, se convierte en amarga hiel. Los judíos convirtieron el día de reposo que el Señor les mandó guardar como señal del Antiguo Pacto, en un yugo esclavizante que nadie pudo soportar (Hch. 15:10). La observancia del día de reposo llegó a denigrar al ser humano y deshonrar a Dios, presentándole como esclavizador. La razón por la que Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto, fue a causa de la injusta esclavitud a la que estaban sometidos. Dios no les hubiese rescatado para luego esclavizarles de nuevo a un día (Gá. 5:1). Esa no es la imagen del verdadero espíritu de la Ley. Ese es el carácter que le dan los seres humanos. Israel perdió de perspectiva la celebración verdadera del día de reposo que era exaltar a Dios, y se dedicó a esclavizar al pueblo con mandamientos de hombres, que sometían a una esclavitud aberrante, en abierta contradicción a la verdadera libertad que produce el conocer y servir a Dios (Mr. 7:6-13). b. Jesús afirmó que el ser humano es más importante que el reposo judío Así como Dios creó al hombre para su gloria y está por encima de todas las cosas creadas; también la creación entera y todos los días fueron hechos para beneficio del ser humano. El reposo judío fue separado para que la humanidad se sirviera de el, no para servir o idolatrar el día. El día es un medio, no un fin en sí mismo; de otra manera, el ser humano seria esclavo y adorador de un día y no de Dios. 41 La Ley fue dada a Israel a causa de la libración de Egipto, el espíritu de la Ley es libertador. 113 La idolatría de cualquier día es pecado. Jesús no reclamó adoración en un día en especial, de hecho, no enseñó nada acerca del día de reposo, como lo hizo con los demás mandamientos42. De las pocas ocasiones que se menciona el día de reposo en los Evangelios es para señalar que los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de quebrantar el día de reposo al arrancar espigas de un sembrado para comer, cosa que según la Ley era causa de muerte inmediata (Éx. 31:14-15). Jesús rechazó tal señalamiento, resaltando la importancia del ser humano sobre el día de reposo (Mt. 12:1-8). Era más importante saciar el estómago vacío de sus discípulos que el mismo sábado. De hecho, si la justicia divina fuese según la Ley, los discípulos debieron morir apedreados ese mismo día, como ordena la Ley. Pero, gracias a Dios que su justicia es por Gracia. La presencia de Jesús está con sus hijos todos los días de la vida, Él dijo: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:20b). Como experiencia histórica, el ser humano tiene la tendencia a adorar lo creado, no al Creador. Los judíos del tiempo de Cristo convirtieron el sábado en un dios déspota y en elemento de tortura y esclavitud. Imponían cargas imposibles de soportar, por encima del mandato divino de amar a Dios y al prójimo. Jesús lo expresó claramente al confrontar a los judíos: “También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, no el hombre por causa del día de reposo” (Mr. 2:27). Los religiosos judíos habían invertido los valores, estableciendo el sábado por encima del valor del ser humano, hecho a imagen de Dios. Jesús enseñó la superioridad del ser humano con relación al día de reposo, el fin del día reposo judío era servir de beneficio al hombre, no el del hombre servir al día. Jesús, siendo Dios, conocía el verdadero fin del reposo judío con relación al hombre y les reivindicó del maltrato al que eran sometidos a causa del sábado judío. Los judíos habían tergiversado los 42 Jesús no habló del día de reposo en los Evangelios, como habló de otros mandamientos tales como: honrar a los padres, ofrendas, diezmo, etc. 114 principios divinos en cuanto al sábado y lo idolatraban, convirtiéndole en un dios déspota. c. Jesús es el Señor del día reposo Jesús declaró que es Señor de todas las cosas, incluyendo del sábado, que Él creó. Jesús respondió a los judíos que si David (un simple humano) quebrantó las leyes al comer del pan sagrado de la proposición, que sólo le era permitido comer a los sacerdotes; y si los sacerdotes mismos quebrantaban el día sábado, al oficiar sacrificios en el altar y eran sin culpa (Mt. 12:1-13) ¿Cómo no podría el Señor, quien dio la Ley, disponer de ese día para hacer su obra? Jesús fue más allá y declaró que Él, es mayor que el templo judío: “Pues os digo que uno mayor que el templo esta aquí” (Mt. 12:6). El templo era el lugar más importante del culto judío y donde Dios manifestaba su presencia. En ese lugar había una copia de la Ley y Jesús declaró que Él, es mayor que el templo y todo lo que contiene. No debe existir duda que Jesús es mayor que la Ley de Moisés, porque Él mismo la dio, de lo contrario se estaría negando su divinidad. Dios no necesita Ley porque Él es perfecto. La Ley fue dada a causa del pecado y la debilidad del ser humano, para que este busque a Dios. Jesús es el Señor del día de reposo y el verdadero descanso de la humanidad: “También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Mr. 2:27-28). Jesús enseñó que el día de reposo fue hecho por causa del hombre (para su beneficio), demostrándoles a los judíos su señorío sobre todo lo creado. La expresión “por tanto” implica que si el día sábado fue hecho para servir al hombre (creación de Dios); mayor potestad tiene Jesús, quien hizo al hombre y al sábado juntamente para disponer de ambos cuando Él desee. Jesús les contestó a los judíos con una serie de ejemplos de hombres que quebrantaron el sábado. Ante la incomodidad de los líderes judíos, Jesús les demostró que su señorío y divinidad es sobre todas las cosas. Él tiene potestad sobre todo lo creado, incluyendo el sábado. 115 Los judíos criticaron duramente a Jesús a causa de su actitud no legalista hacia el sábado judío. Él sabía que las almas de aquellos seres humanos perdidos, eran más importantes que la desvirtuada interpretación del reposo, que había cegado a los líderes judíos. Jesús llamó ciegos que guiaban a otros ciegos a los líderes judíos (Mt. 15:14), pues para ellos era más importante guardar un día, que amar a su prójimo. Es más fácil para el ser humano guardar ciertas reglas delante de los hombres, que dar frutos de un verdadero arrepentimiento, nacidos del corazón. Los líderes judíos estaban enajenados en un entorno violento que les brindaba grandes cuotas de poder, al permitirles matar a los “pecadores” a pedradas. Era más fácil aferrarse a guardar un día que les producía el poder de condenar, que amar Dios, porque esto implicaba amar y perdonar al prójimo y esto era símbolo de debilidad, humildad y sumisión a Dios. d. Jesús y el reposo judío Jesús es el cumplimiento de la promesa mesiánica hecha a Israel que vino a manifestarse primeramente al pueblo de la promesa, por eso enseñó en las sinagogas judías el día sábado, porque era el día que se reunían los judíos a leer la Torah; pero Jesús profetizó a sus discípulos que serían expulsados por los judíos de sus sinagogas (Mt. 10:17). Jesús no cumplió con las exigencias de los líderes judíos con relación al día de reposo, pero le dio su verdadero carácter, de ayuda a los hombres para que reposaran del dolor y la enfermedad. ¿Qué descanso podía tener un pecador enfermo? Jesús sanó a los enfermos el día de reposo, ante la recia oposición y ceguera de los religiosos judíos, a quienes les importaba más la autoridad religiosa que les abonaba su observancia del sábado, que la vida del prójimo (Mt. 12:9-14; Mr. 3:1-6; Lc. 13:10-17, 14:1-6). Los discípulos de Jesús quebrantaron el día de reposo judío, al arrancar espigas de los campos, con el conocimiento de Jesús, y fueron sin culpa (Éx. 34:21). Mientras los fariseos acusaban por esto a Jesús, a Él le importaba más que sus discípulos saciaran su hambre, demostrando que el bienestar del ser humano es más importante que guardar las imposiciones legalistas de un día (Lc. 6:1). 116 Los discípulos de Jesús, siendo judíos, no hubiesen arrancado espigas sin la autorización del maestro. Eso demuestra que el día del verdadero descanso del ser humano, es cuando Jesús llega al corazón y le liberta del pecado (Mt. 11:28). Jesús refutó a los fariseos enseñándoles que la misericordia de Dios es más importante que los sacrificios de la Ley (Mt. 12:7). Si los hombres siendo malos quebrantaban el día de reposo para salvar la vida de sus animales, ¿cómo Dios no haría el bien en un día de reposo hecho para el descanso del ser humano? (Mt. 12:9-14). e. ¿Qué enseñó Jesús con relación al reposo judío? Aparte de la respuesta a las acusaciones que le imputaron los líderes judíos de quebrantar el día reposo, Jesús no enseñó nada con relación a la observancia del día de reposo judío. Según las Escrituras, Jesús quebrantó el día de reposo (Jn. 5:18) y también sus discípulos (Mt. 12:12). Jesús fue acusado por los líderes judíos y les respondió que, si los sacerdotes quebrantaban el día de reposo, Él como Señor del día del reposo, podía disponer de ese día (v. 5-8). Él, es Señor de los días, por Él y para Él fueron hechos, para su Gloria. Jesús fue claro al señalar que el amor es más importante que guardar un día: “Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes” (Mt. 12:7). Jesús fue acusado por los líderes judíos de sanar en día de reposo (Mr. 3:2; Lc. 6:6-7). Él respondió que si ellos sacaban una oveja del hoyo en día reposo (Mt. 12:11), y llevaban su buey y su asno a beber agua al pozo (Lc. 13:15), por qué no podía sanar en día reposo al ser humano, que es más importante que un animal. En el Nuevo Testamento, Jesús no mencionó ni una vez guardar el día de reposo a sus seguidores y menos como requisito de salvación. Cuando la gente le preguntaba a Jesús, que debían hacer para obtener la vida eterna, nada dijo con relación al sábado: “Y he aquí un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus 117 fuerzas, con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás” (Lc. 10:25-28). Jesús sólo le demandó a este maestro de la Ley: Amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo para obtener la vida eterna (entendiendo que primeramente estaba reconociendo a Jesús como el dador de la vida). Un joven rico le preguntó a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 19:16-19). El joven le preguntó a Jesús cuales eran los mandamientos que debía cumplir. Jesús le hizo un resumen de los mandamientos que tienen relación con el prójimo y consecuentemente con Dios, pero no dijo nada con relación al sábado: “El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mt. 19:20-22). A pesar de que este hombre cumplía con la Ley desde muy joven, Jesús no le justificó por eso para vida eterna y le envío a compartir sus riquezas con los pobres. Demostrando que el puro cumplimiento de la Ley no salva; sino Cristo a través de un corazón nacido de nuevo, que se traduce en amor a Dios y al prójimo. Los apóstoles de Cristo y la Iglesia primitiva en general tampoco enseñaron la observancia del sábado judío, siendo el apóstol Pablo uno de los defensores más grandes de que se les impusiera la Ley y las costumbres judías a los cristianos. Jesús no dijo nada con relación a la observancia del sábado judío, el reposo judío le fue ordenado a Israel, antes de que la Ley fuese revelada y no a toda la humanidad: 118 “Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se hallará” (Éx. 16:23, 26). El día de reposo fue ordenado al pueblo judío juntamente con la provisión del maná, poco antes de que la Ley fuera revelada a Moisés, como lo muestra el verso anterior. Pablo enseña que quien observa un punto de la Ley como vía de salvación está obligado a guardar toda la Ley: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:3-4). Quien busca justicia divina por medio del cumplimiento de la Ley, está separado de la Gracia de Cristo. La Ley sirve para reconocer el pecado, no salva. ____________________________________________________ “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:4). Quien busca justicia divina por medio del cumplimiento de la Ley, está separado de la Gracia de Cristo. La Ley sirve para reconocer el pecado y apartarse de el, no salva. Jesús no enseñó nada con relación a la observancia del día de reposo judío. Según las Escrituras, Jesús quebrantó el día de reposo (Jn. 5:18), y también sus discípulos (Mt. 12:12). Jesús fue acusado por los líderes judíos, y Él les respondió que, si los sacerdotes quebrantaban el día de reposo, Él como Señor del día del reposo, podía disponer de ese día (v. 5-8). Él es Señor de los días, por Él y para Él fueron hechos, para su Gloria. ____________________________________________________ 119 III. CRISTO ES EL VERDADERO REPOSO DE LA HUMANIDAD a. Los cristianos y el día de reposo judío Pablo exhortó fuertemente a los gálatas, a causa de algunos judaizantes que les querían esclavizar a guardar días para Dios, después de haber obtenido el verdadero reposo, al ser libres del pecado por medio del Evangelio de la Gracia Cristo: “Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (Gá. 4:9-11). Los gálatas estaban siendo seducidos a cumplir con la Ley y les incitaban a encontrar una justicia que ya les había sido otorgada y revelada gratuitamente por medio del conocimiento del Evangelio de Cristo. Pablo, conociendo hasta la saciedad las implicaciones de la Ley, se entristeció de la conducta de los gálatas, temiendo que había perdido su tiempo entre ellos. Pablo les exhortó diciendo: “De Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:4). Pablo advirtió a los gálatas que, si pretendían guardar cualquier punto de la Ley como medio de justicia para salvación, estaban obligados a guardar toda la Ley (Gá. 5:3); lo que era imposible. Tales personas quedaban desligadas de la Gracia de Cristo al hacer menospreciar su sacrificio como único medio de salvación establecido por Dios (1 Ti. 2:5), y suponer otro medio de salvación, a saber: La justicia propia por medio de las obras de la Ley, en substitución de la Gracia de Cristo. Pablo señala que quienes quieran justificarse a sí mismos por medio del cumplimiento de la Ley como vía de salvación, están separados o caídos de la Gracia. El fundamento de esta dura realidad, es que quien busca una justicia propia por medio de las obras de la Ley, literalmente menosprecia el sacrificio de Cristo hecho en substitución de una raza humana caída, que tampoco pudo agradar a Dios por medio de la Ley y es por debilidad humana que Cristo vino al mundo. 120 Nadie pudo justificarse por medio de la Ley, esa fue la razón por la que el Padre envió a Jesús a la tierra, a fin de darle solución a la incapacidad humana de poder ajustarse a sus demandas. Jesús hizo el sacrificio perfecto, agradando al Padre en todo (Hb. 10:14). Ningún otro sacrificio redime del pecado. Si antes de la Ley, había necesidad de un Salvador perfecto a causa de la debilidad e incapacidad humana para agradar a Dios, resistir esa Gracia inmerecida después que Cristo dio su vida en substitución nuestra, no es menos que menosprecio y arrogancia. Tratar de encontrar la salvación por medio del cumplimiento de la Ley, es ignorar que el ser humano no se pudo justificar a sí mismo por ese medio, precisamente, por la ineficacia del ser humano en el cumplimiento de la Ley, fue que apareció Jesús, a fin de substituirnos y tomar el lugar de maldición y esclavitud al que la Ley sometió a toda la humanidad. La Ley sumió bajo maldición a todo ser humano, a causa del pecado, y Cristo se hizo maldición por la humanidad al morir en nuestro lugar en la cruz. Volver a la Ley sería retroceder y decirle a Dios: Tú te equivocaste al enviar a tu Hijo, yo no lo necesito y me quiero salvar a mí mismo, por medio del cumplimiento de las obras de la Ley. Pablo, también advierte que nadie debe juzgar la libertad cristiana imponiendo guardar días festivos o de reposo a los cristianos. Pablo no avala la esclavitud a los rudimentos de la Ley en la vida cristiana (Gá. 4:3; Col. 2:8): “Por tanto, nadie os juzgue... en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. Lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a-17). Pablo explica a los colosenses que nadie debe juzgar su libertad cristiana imponiéndoles guardar un día de reposo para Dios. Pablo explica que el día de reposo judío fue una sombra de la gloria que en verdad se había manifestado en Cristo (Hb. 10:1); primero, por el descanso que la Gracia de Cristo produce en el cristiano, al libertarle del pecado (Mt.11:28) y luego, por la consumación de esa salvación que es el descanso eterno (vida eterna). Así como Dios completó su creación, en el séptimo día y descansó, los cristianos descansan por medio del perdón gratuito de sus pecados (Hb. 4:3, 10), como un regalo de Jesús, quien nos 121 hizo entrar en su reposo eterno cuando acabó su obra de redención y dijo: “Consumado es” (Jn. 19:30). El Sabatarianismo43, es una doctrina que persiste en que los cristianos también deben guardar el reposo judío que fue ordenado por Dios a Israel. El Apóstol Pablo advierte el peligro de volver al cumplimiento de la Ley como justicia delante de Dios, porque separa de la Gracia de Cristo. Además, quien guarda un punto de la Ley para justificarse ante Dios, está obligado a cumplir con toda la Ley (Stg. 2:10). ____________________________________________________ Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros (Gá 4:10-11). ____________________________________________________ b. Soportando a los débiles en la fe Pablo es muy criticado por quienes han mal interpretado sus escritos; sin embargo, él conocía a profundidad el amor y la Gracia divina, pero conocía muy bien la Ley. Pablo fue un defensor de las verdades divinas con relación al amor por el prójimo y de su revelación del Evangelio de Jesucristo. Pablo no admitió que los gentiles fueran judaizados, pero tampoco apoyó la soberbia y el menosprecio por aquellos cristianos débiles en la fe, que guardan días para Dios. En cuanto a los cristianos que por su debilidad sentían que debían guardar un día de reposo para Dios (no como medio de justificación o salvación, sino por voluntad propia), Pablo aconsejó a los romanos que los fuertes debían soportar sus debilidades. No permitiendo que les impusieran su yugo, sino comprendiéndoles. No como un mandamiento, sino por amor: 43 El Sabatarianismo sostiene que la Ley musaica sobre el sábado, es una Ley moral universal, no ceremonial. Por tanto, infieren que no ha sido abrogada para los cristianos. Es claro en el marco del AT que ésta fue una ordenanza hecha a Israel, como señal del pacto con Dios (Éx. 31:16-17). Pablo expresa que no se debe juzgar la libertad cristiana por guardar un día de reposo, que solamente era sombra de lo perfecto, que ya ha sido revelado por Jesucristo (Col. 2:16). 122 “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Ro. 14:1, 5a, 6a). Pablo enseñó que no se debe menospreciar a los cristianos débiles al extremo de hacerles tropezar en su amor por Cristo (Ro. 14:13). Si alguien quiere guarda un día, lo hace para Dios; y si alguien no guarda ninguno, para Dios no lo guarda: “y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace”. Lo importante es no imponerle a nadie un día como mandato divino, pues el prometió estar todos los días con nosotros (Mt. 28:20), y menos como un elemento de salvación. De acuerdo a la Biblia, ningún cristiano está obligado a observar un día de reposo (Col. 2:16-17). Pablo solo pidió comprender a los hermanos judíos de su época, por razones obvias, pues estaban acostumbrados a guardar el sábado, que se les había ordenado bajo la ley. Pero, ya bajo el pacto de la Gracia, los judíos tampoco estaban obligados a aguardarlo, pues era una señal del antiguo pacto y ellos lo invalidaron (Jr. 31:32). Eso se comprende porque a los judíos a los que Jesús les anunció las buenas nuevas, vivían bajo la Ley. Lo irónico es que gentiles, que nunca han tenido ley, deseen voluntariamente prestar su cerviz para tratar de cargar el pesado yugo de la Ley. El apóstol Pedro explica que ni él, ni los judíos pudieron soportar dicha carga, y puntualiza que, tanto judíos como gentiles serán salvos por su sola Gracia: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la Gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hch. 15:10-11). Pablo aconseja a los romanos que el amor es lo más importante y si algunos judíos que habitaban en Roma guardaban un día, no se les debía ridiculizar para que no se perdieran sus almas. Pero, con la salvedad de que guardar un día en especial no agrega un valor adicional a la salvación cristiana. Pablo se opone a la esclavitud de los cristianos. Los que guardan días no deben juzgar y menos imponerlo (Ro. 14:3). Pablo concluye: 123 “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días”. “El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Ro. 14: 5a 6a). Pablo acepta a los cristianos débiles de Roma que pensaban que debían guardar un día para Dios (Ro. 15:1), por amor. Pero el hecho de que los cristianos no debían menospreciar a los débiles de Roma, no implica que se debían dejar imponer la esclavitud de guardar un día de reposo y menos de la Ley, pues lo que se acepta por amor es al hermano; no sus doctrinas esclavizantes. c. El reposo en la carta a los Hebreos Pablo explica que la Ley era una sombra de lo que había de manifestarse más adelante (La Gracia de Cristo, Col. 2:17). El mismo simbolismo encuentra el escritor de Hebreos, quien se refiere al reposo como símbolo del descanso prometido a Israel, después de su esclavitud en Egipto: “¿Y con quien estuvo Él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quienes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?” (Hb. 3:17-18). El pueblo de Israel no pudo entrar en el reposo después de la esclavitud egipcia, a causa de su incredulidad (Hb. 3:19). Dios prometió un verdadero reposo que se recibe por medio de Cristo: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo” (Hb. 4:1-3a). El verdadero reposo al que ha entrado el pueblo de Dios se remonta del plano material, al espiritual. Hebreos interpreta el reposo divino del séptimo día, después de la creación (Hb. 4:4), como una sombra del verdadero descanso espiritual al que los cristianos han entrado por medio de la fe en Cristo: “Pero los que hemos creído (en Cristo) entramos en el reposo”. Es por medio de la fe que el cristiano entra en el verdadero reposo. Esto se entiende por la relación que el escritor hace entre 124 el descanso divino del séptimo día, después de la creación y el verdadero reposo al que han entrado los cristianos por medio de la fe en Cristo. Dios no descansa cada siete días, no necesita descansar. Él descansó de una vez y para siempre de su obra, porque ese descanso eterno es simbólico. El cristiano ha entrado en un reposo eterno, porque Cristo completó su obra de redención en la cruz. El autor, como cristiano, declara que él ya entró en el verdadero reposo juntamente con todos los cristianos: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” (Hb. 4:1). La promesa del reposo está latente aun y se refiere al descanso espiritual en Cristo: “Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva (judíos) no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hb. 4:4-7). En este verso se compara el descanso del séptimo día, en el que Dios reposó de su obra, después de la creación, con el reposo ofrecido a Israel de su esclavitud en Egipto. Al cual no lograron entrar por desobediencia. Hebreos explica que ni aun el reposo en la tierra prometida, era el verdadero, “porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día”. Este verdadero reposo del alma está latente para los que entran en él, a través de la fe en Cristo. El Señor invita a entrar en su reposo diciendo: “Hoy” (cada día, no el sábado), ya que es por medio de la fe que la promesa sigue latente. Al decir hoy, implica que es un reposo que está abierto y disponible todos los días para la humanidad, después de que Cristo consumó su obra de redención. El cristiano entró al verdadero reposo el día que recibió a Jesús como Salvador personal. El reposo ofrecido a Israel solo era una sombra del verdadero descanso que se cumple en Cristo: 125 “Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Hb. 4:8-11). Es claro para el escritor de la carta a los Hebreos (quien escribe precisamente a israelitas) que todo el AT, es un simbolismo y que el verdadero reposo prometido para el pueblo de Dios es Cristo. Así como Dios completó su creación y descansó una vez para siempre, los cristianos reposan en Cristo, porque Él ha completado su obra de salvación en la cruz y por su medio ha dado un reposo espiritual y eterno a los que le reciben. Jesús nos introdujo al verdadero reposo (el del alma) por medio de su sacrificio, al liberar al ser humano del peso del pecado y la condenación que le era imputada por medio del conocimiento de la Ley. El que está en Cristo ha entrado al verdadero reposo eterno, que se remonta a la vida eterna: “Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hb. 4:10). Sin duda, el escritor de la carta a los Hebreos compara el reposo del séptimo día de Dios, con el descanso eterno de los cristianos en Cristo. Además, interpreta el reposo de Dios del séptimo día después de la creación, como un simbolismo del verdadero reposo que se encuentra en Cristo. ____________________________________________________ Dios no descansa cada siete días; sino que descansó una vez y para siempre. Así mismo, el cristiano ha entrado en un reposo permanente y eterno el día que aceptó a Cristo. El verdadero reposo divino no es semanal; es eterno y para siempre. ____________________________________________________ 126 IV. EL DÍA DEL SEÑOR EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO a. El día del Señor El objetivo de hacer una breve reseña de la historia del Día del Señor o de la resurrección de Cristo, no está dirigida a señalar que se deba guardar reposo en algún día en particular para el Señor, pues el cristiano vive para Dios los siete días de la semana, todos los días de su vida, en un eterno reposo en Cristo. Según la Biblia, el cristiano no está obligado a guardar algún día en especial para Dios. Pablo solo trató de mediar en un conflicto típico de la iglesia primitiva, pues ésta nace en un pueblo acostumbrado a la Ley. Pablo, procura que los judíos no impongan sus doctrinas a los gentiles y que los demás comprendieran a los convertidos de la Ley a Cristo, ya que estaban acostumbrados a la ley. Todo por amor, no porque los días hagan alguna diferencia como explica: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Ro. 14: 5a-6a). Pablo exhorta a los cristianos a la tolerancia por los débiles en la fe, por medio del amor en Cristo: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones” (Ro. 14:1). Pero, no impone la práctica de un día de reposo, pues el mismo aclara que no se debe juzgar la libertad cristiana por no guardar un día de reposo: “Por tanto, nadie os juzgue... en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. Lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a-17). La Iglesia primitiva conmemoró o celebró el día de la resurrección de Cristo a diferencia del sábado judío. Con el tema: “El día del Señor” no se hace alusión aquí al día escatológico final de Jesucristo (según, Hch. 2:20; 2 P. 3:10. Cf. Robertson, 2003. 724); sino al nombre que históricamente los escritores primitivos le dieron al día de la resurrección de Cristo o primer día de la semana, según explica Mateo: 127 “Pasado el día de reposo (sábado), al amanecer del primer día de la semana (domingo) vinieron maría Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro” (Mt. 28:1). Este verso hace la diferencia entre el sábado y el primer día de la semana (domingo). Si ya había pasado el día de reposo y era el amanecer de otro día, el primer día de la semana no hay que ser matemático para saber que era el amanecer del día domingo. El día hebreo antiguo distinguía entre día y noche (luz y oscuridad), aunque fuera un mismo día, por eso Jesús en la profecía de su resurrección menciona tres días y tres noches, citando de manera exacta las Escrituras del relato de Jonás 1:17: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:40). No implica que se deban contar exactamente los tres días y las tres noches, de forma literal, sino que alude simplemente a tres días, pues el hebreo no conocía el sentido de día nuestro que implícitamente incluye la noche. Para el caso, en occidente se puede citar una fecha diciendo: El día tal, a las 10 p.m., y nadie cuestionaría porqué decimos día, siendo las 10 pm., noche. El día nuestro se compone de 24 horas e incluye la noche. En el hebreo antiguo, como es el caso de la profecía que cita Jesús acerca de Jonás, se mencionaba día y noche en referencia a un solo día, se distinguía la luz de la oscuridad, aunque formaban un solo día. Es importante entender este dato para saber el cumplimiento de la profecía de que Jesús resucitaría al tercer día y cuyo cumplimiento exacto es corroborado tempranamente por el apóstol Pablo: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Co. 15:3-4). Pablo se refiere aquí a la profecía de Oseas 6:2, él no encontró ninguna contradicción con relación al cumplimiento cabal de la Escrituras, acerca de la resurrección de Cristo al tercer día. Los judíos contaban la fracción de un día como un día completo (Kittel, 2003. 306), como hacen algunos parqueos de autos en la actualidad que después de cumplida la primera hora, cobran la siguiente hora completa, aunque solo se use unos 128 minutos más. Aunque el día viernes comenzó al caer la noche anterior, fue contado como un día completo, aunque Jesús haya sido crucificado durante el día (luz) y muerto cerca de las 3 p.m., Mt. 27:45-50. El sábado judío comenzaba el viernes a la puesta del sol, el día se contaba desde la puesta del sol de un día, a la puesta del sol del siguiente día (12 horas de noche y 12 horas de día). Contrario a occidente donde el día comienza a partir de las 12 p. m.; el día judío comenzaba con la noche y en ese sentido, el sábado a la puesta del sol (noche) comenzaba el domingo y luego durante el día, hasta a las seis de la tarde o puesta del sol. Esa noche, el amanecer y durante el día en que las mujeres fueron al sepulcro: “al amanecer del primer día de la semana” comprendía el primer día de la semana (domingo). De esa manera, el viernes por el día en que Cristo murió fue contado como un día completo, luego el sábado el segundo día, y el tercer día, el domingo de resurrección. Este día del Señor o resurrección es el que los cristianos primitivos dedicaron para celebrar, en vez de guardar el sábado judío. b. Constantino en la historia del cristianismo La historia de la vida del emperador romano Constantino, está rodeada de muchos mitos y datos a veces anacrónicos que se han trasmitido con relación a su vida y realidad histórica. En algunos círculos cristianos se ha promovido la idea de que Constantino fue el fundador de la Iglesia católica romana y también se le acusa de haber cambiado el día de reposo judío por el domingo. Esto ha causado que muchos lleguen a conclusiones ligeras, sin conocer a fondo la verdad histórica. Constantino fue un emperador romano que gobernó del 306 al 377 dC. Entre sus reformas administrativas decidió abandonar Roma y se estableció en la nueva ciudad que el edificó, Constantinopla (Nova Roma). Ha sido harto discutido si la conversión de Constantino al cristianismo fue real o no. En esta breve aportación no se persigue ese fin, sólo se procura demostrar dos cosas: a) Que Constantino no cambió el día sábado por el domingo como un día de reposo cristiano (éste ya era practicado por el cristianismo que le antecedió). b) Constantino no fundó la 129 Iglesia católica romana, tal como se le conoce hoy día. A la Iglesia se le conocía como católica en el sentido de Universal, una sola Iglesia y no lo que hoy es la Iglesia Católica Romana. Fue en el año 312 que Constantino tuvo más afinidad con el cristianismo, cuando en su batalla contra Magencio, tuvo una visión en el cielo con una cruz y una voz que le dijo: “en este signo vencerás”. Constantino venció en dicha batalla con una tropa más pequeña que la de su adversario, en su última batalla a la conquista de Roma. En el año 313 Constantino y Licinio (su inferior en rango) acordaron asegurar la tolerancia hacia los cristianos (Edicto de Milán, 313 a C.). Este edicto terminó con la persecución contra los cristianos, pero no fue la fundación la Iglesia Católica Romana, tal como se le conoce hoy día. Constantino no obligó a nadie a seguir el cristianismo a pesar de su afinidad con la fe cristiana y aunque favoreció a los cristianos, quienes eran los más afectados por la persecución, el edicto de la libertad de culto de Constantino fue para todos los grupos religiosos, no solamente para los cristianos. Citamos parte de una copia de sus leyes imperiales: “Durante largo tiempo ha sido nuestra intención que no solo no se negase la libertad de culto, sino que todos tengan el derecho a practicar su religión conforme elija. Por tanto, hemos dado órdenes de que tanto a los cristianos como a todos los demás, se permita guardar la fe de su propia secta y cultura” (Maier, 1999. 360). Constantino no impuso la religión cristiana, si bien, la favoreció, pues su edicto daba libertad de culto a todos, incluyendo a los cristianos que eran perseguidos y muertos, a causa de su fe. Constantino, como emperador, sostuvo títulos religiosos paganos en vida; pero, como cristiano se consideró un protector de la Iglesia y quería mantener su unidad. A tal efecto, promovió concilios para atacar a las herejías donatistas y el arrianismo entre otras, pero no dirigió las asambleas. A pesar de las implicaciones y compromisos sociales que conlleva ser emperador y su firmeza de carácter; las leyes dadas por Constantino cambiaron la situación de una Iglesia cristiana perseguida por los emperadores romanos anteriores a una de 130 libertad religiosa, acompañada de una serie de leyes que favorecieron el cristianismo. En edicto de Milán otorgó libertad de los cristianos, junto con la restitución de sus bienes anteriormente confiscados por los perseguidores. Estos acuerdos catapultaron el comienzo de una situación de libertad para el cristianismo. Esta paz constantiniana se tradujo pronto en una serie de medidas que facilitaron la difusión del cristianismo. Entre otras medidas se acordó: Constantino decretó libertad de culto. Restitución de los bienes confiscados a los cristianos. Dispenso de numerosos impuestos a los clérigos y les concedió una serie de privilegios judiciales. Suprimió la Ley de Augusto que castigaba el celibato. Construyó numerosos templos cristianos. Restauro las iglesias cristianas del Este, destruidas en la persecución de Licinio. Concedió donaciones de dinero para gastos de las iglesias. Eximió a los ministros de la Iglesia de deberes públicos, para que se dedicaran exclusivamente al servicio divino. Nombró obispos, concilios y leyes eclesiásticas. Prohibió la muerte por lapidación que hacían los judíos a sus adeptos que querían hacerse cristianos. Mejoró la suerte de los esclavos y facilitó el camino para que consiguieran su libertad. Prohibió la represión de los “herejes” (cristianos). No obstante, las convicciones cristianas de Constantino han sido arduamente cuestionadas, sobre todo por sus detractores44. Eusebio, el testigo ocular y escritor de los hechos históricos en torno a la vida del emperador y su relación con el cristianismo, no dudó de las sinceras convicciones religiosas de Constantino, a quien bautizó antes de su muerte. De allí que, todo juicio póstumo acerca de Constantino carece de base histórica y es especulativo, pues solo Dios conoce el corazón. 44 Es normal que se cuestionen las convicciones cristianas de los gobernantes, debido a las inevitables implicaciones de sus decisiones políticas, y más en gobiernos que no son teocráticos. 131 Los historiadores reconocen de manera general, que: El bautismo de Constantino, en su lecho de muerte, presenta todos los síntomas de una verdadera conversión. Constantino, antes de su bautismo, no abandonó totalmente las formulas paganas, practicó una política en favor del cristianismo y sus medidas, en este sentido, cambiaron el rumbo de la historia del cristianismo de la época. Constantino, al final de su vida, pidió recibir el bautismo como símbolo de arrepentimiento, a manos del Obispo Eusebio Cesarea, uno de los historiadores más renombrados de la Iglesia. Justo L. Gonzáles, señala que poco después de los hechos de Constantino hubo escritores cristianos que intentaron mostrar que su conversión era el punto culminante de toda la historia de la iglesia. Otros han dicho (sin pruebas históricas) que Constantino solo fue un hábil político. En torno a la sinceridad de Constantino, Gonzáles señala aspectos importantes: “Quienes pretenden que Constantino se convirtió sencillamente por motivos de oportunismo político se equivocan. Esa es una aseveración errada y anacrónica, ya que ningún emperador se comprometió totalmente con una causa religiosa ajena al imperio con el oportunismo político característico de la edad moderna. Los dioses antiguos eran realidades muy concretas y aún los más escépticos temían y respetaban sus poderes sobrenaturales. Por tanto, pensar que Constantino se declaró cristiano hipócritamente, sin creer de verdad en Jesucristo, no tiene sentido. El oportunismo político también es dudoso porque era poco o ninguno el apoyo que los cristianos pudieran prestarle a Constantino, por las siguientes razones: a) Los cristianos no creían en el servicio militar. b) La mayor parte de los cristianos pertenecían a las clases bajas y no podían prestar gran apoyo a los designios de Constantino. c) Ayudar a los cristianos no beneficiaba a Constantino en ningún sentido, al contrario, le restaba crédito a nivel político por amar a los cristianos, tan odiados por el pueblo y condenados a muerte por casi todos los emperadores anteriores a Constantino. (Gonzáles, 137-138, 1994). Es imposible negar que Constantino fue movido por la mano de Dios (quien pone reyes y quita reyes) en favor del cristianismo, para auxiliar a su pueblo que estaba sufriendo los horrores de 132 una injusta cacería humana sin precedentes en la historia del cristianismo. Eso no implica que Dios o los evangélicos estén de acuerdo con las doctrinas de lo que posteriormente se conoce como la Iglesia Católica Romana. Es difícil entender a la distancia, de manera total, lo que éste acto de libertad religiosa significó para la Iglesia de la época de Constantino y menos comprensible será para quienes gozan de libertad de culto hoy día. Sólo quienes han sufrido persecución por la verdad percibirán el gozo del cristianismo de aquella época a la gran ayuda de Constantino. Quizá fue la respuesta a las oraciones de los cristianos de aquella época, lo que trajo la libertad, como señala Eusebio: “Esto, sin embargo, no se debió a la iniciativa humana ni a la compasión o humanidad de los gobernantes, como alguien podría suponer. Fue más bien debido a la divina providencia, la cual reconcilió al pueblo consigo” (Maier, 1999. 311). Mientras otros ven lo que quieren en Constantino partiendo de sus propios significantes, prejuicios y agendas; los cristianos vieron la mano de Dios metida en la historia. Tampoco implica que todo el cristianismo de esa época siguió la corriente posterior de la iglesia oficial, muchos aprovecharon la libertad y se apartaron para llevar una vida devota y de servicio a Dios. No tratamos aquí de salvaguardar o defender la integridad de la conversión de Constantino (eso sólo Dios lo conoce); pero, no se puede distorsionar los hechos históricos para justificar agendas sectarias e ignorar que Dios inclinó el corazón del gobernante a favor de la Iglesia. No se puede condenar o juzgar su fe a la distancia, cosa que al fin de cuentas sólo Dios conoce. Tampoco implica que la visión de Constantino era formar lo que hoy se conoce como Iglesia Católica Romana, una iglesia hereje. c. El testimonio de Eusebio de Cesarea Probablemente, en la primera década del siglo IV, no había en toda la iglesia cristiana un hombre más erudito que el Obispo Eusebio de Cesarea. Eusebio no era un cortesano, la historia señala que la mayor parte de su vida transcurrió en Cesarea y sus alrededores, ocupado en asuntos eclesiásticos. Muchos creen que el historiador cristiano Eusebio, ha idealizado a Constantino. Pero, esa es una opinión de los 133 historiadores modernos. Eusebio, que fue un testigo ocular, vio en Constantino un instrumento que Dios utilizó para proteger a los cristianos. Eusebio ha sido criticado por escribir un panegírico (escrito típico de la época) o palabras póstumas de halago en agradecimiento a Constantino; pero el hecho de que no lo haya hecho en vida da más crédito a sus palabras. d. ¿Por qué tanta aversión hacia Constantino? Las acusaciones contra Constantino carecen de un valor histórico real y están fundadas en intereses mezquinos de ciertas sectas cristianas en su afán de defender ciertos caprichos doctrinales que carecen de fundamento bíblico e histórico. Si la Iglesia después de Constantino siguió un rumbo diferente a las intenciones reales del emperador, no guarda relación con la bondad que tuvo de auxiliar al pueblo de Dios. El error anacrónico que resalta Justo Gonzáles es acertado: ¿Por qué culpar a un hombre de lo que sucedió posterior a él? (el catolicismo romano). Sería como culpar a Jesús de todas las religiones heréticas que se han formado usando su nombre. Lo malo de sus detractores es que no lo hacen a partir de hechos históricos verídicos, sino con la intención de culparlo por la fundación posterior de la Roma Papal, formada cerca del siglo VI, casi 300 años después de Constantino. Jesús dijo que quien le da un vaso de agua a uno de sus seguidores tendrá recompensa (Mr. 9:41), Constantino hizo más que eso y por encima de su prestigio como emperador. Por todas las evidencias del proceder de Constantino es innegable que este creía verdaderamente en Jesús. Asegurar que Constantino fundó la iglesia católica romana como se conoce hoy día es un error anacrónico. Esa es una de las informaciones que sectas cristianas han promovido para crear aversión hacia Constantino y acusándole de haber cambiado el reposo judío del sábado por el día domingo. Pero, la evidencia histórica, esta señala que antes que Constantino lo hiciera oficial, la Iglesia primitiva ya se reunía el primer día de la semana (Hch. 20:7, 1 Co. 16:2), aclarado anteriormente. Una referencia muy temprana aparece en el libro de Apocalipsis (Aprox. 90 d. C.) acerca de este día del Señor o de su resurrección: 134 “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz como de trompeta” (Ap. 1:10). Juan declara que estaba en el Espíritu en el día del Señor cuando recibió la Revelación o Apocalipsis. Es improbable que este día se refiera a un día escatológico final: a) En ésta primera visión Juan no fue transportado al tiempo del fin, sino a la condición en que vivían algunas iglesias de aquella época. b) Juan le llama el día del Señor (no día de Yahvé, usual en el AT) para reafirmar a Jesús como Señor, título tan refutado y rechazado por el imperio romano y pugna de grandes persecuciones contra los cristianos. c) No sería extraño que Juan separara ese día para recordar la resurrección del Señor y que en esa comunión Jesús le haya dado la Revelación. Robertson explica con relación al día del Señor: “Deissmann ha demostrado con inscripciones y papiros que la palabra kuriakos estaba en uso común para el sentido de imperial, como finanzas imperiales y tesorería imperial, y por papiros de óstraca que “hëmera Cebaste” (Día de Agusto) era el primer día de cada mes, el día del emperador, en el que se hacían los pagos (1 Co. 16:1). Era fácil así que los cristianos tomaran el término, ya en uso, y lo aplicaran al primer día de la semana en honor de la resurrección del Señor Jesucristo en aquel día” (Robertson, 2003. 724). Ingacio (107 d C.) en sus epístolas, casi doscientos años antes de Constantino, escribió: “Y después de la observancia del sábado, que todo amigo de Cristo guarde el día del Señor como una fiesta, el día de la resurrección, el principal de todos los días. Aquellos cuyo interés estaba puesto en cosas antiguas han llegado a novedad de confianza no guardando mas el sábado, sino viviendo de acuerdo al día del SEÑOR, porque habiendo resucitado por Él, nuestra vida depende ahora de Él” (Iverson, 1998. 24). Esta cita se escribió en una época bien cercana a la escritura del Apocalipsis. Otra evidencia en el primer siglo muestra la práctica cristiana de celebrar el día del Señor. Justino Martir (145 d C.) escribió: “Mas el domingo es el día en que todos tenemos nuestra reunión común. Porque es el primer día de la semana y 135 Jesucristo, nuestro salvador, en este mismo día se resucitó de la muerte” (Walker, sf. 139). Algunas personas piensan que Constantino oficializó el domingo como adoración al día del sol y esta acusación se les ha imputado a los cristianos. Pero, los cristianos primitivos, antes de Constantino lo entendieron de manera distinta como lo revela el dato de Tertuliano, más de un siglo antes de Constantino. Tertuliano (S. II) escribió con relación al día del Señor: “En la misma manera, si nosotros dedicamos el domingo a regocijarnos, aunque por una razón muy distinta de la adoración al sol, tenemos alguna semejanza con ustedes, los judíos, quienes dedican el día a Saturno, al reposo y al lujo” (Iverson, 1998. 24). En ésta nota, Tertuliano trata de hacer una severa apología ante la acusación falsa de que los cristianos adoraban al Sol. Para el caso, el mismo día del reposo judío también se celebraba a Saturno y eso tampoco significaba que los judíos adoraban a Saturno. Pero lo importante es que el dato confirma que los cristianos, antes de Constantino, ya se reunían el domingo; no para guardarlo porque los cristianos no guardan ningún día, sino para celebrar la resurrección de Cristo. En las cartas del gobernador Plinio al emperador Trajano dice que los cristianos se reunían para celebrar la Cena de Señor en el día del sol, pero no para adorar al día del sol; sino para celebrar al Señor. Ante esta evidencia histórica hay que agregar que, Constantino no instituyó la celebración del primer día de la semana como día de reposo y adoración para los cristianos; simplemente dictó una ley civil para lo que ya era una práctica cristiana en los siglos anteriores. La intención nuestra tampoco es señalar que se deba guardar algún día en especial, porque los días no salvan ni condenan, solamente Cristo; sino evidenciar fielmente lo que aporta la verdad histórica cerca del tema. Algunas sectas, han distorsionado los hechos históricos en su afán de defender posiciones doctrinales que tampoco encuentran fundamento en la Biblia. Estos creen que los cristianos evangélicos se reúnen los domingos porque están guardando ese día como reposo, sin saber que a los cristianos eso les es indiferente y que simplemente se reúnen para celebrar la resurrección gloriosa de Cristo. 136 V. EL REPOSO JUDÍO Y LA HISTORIA CRISTIANA a. El sábado judío es un mandato exclusivo para el pueblo de Israel como señal del Antiguo Pacto. Antes de adentrarnos en la historia cristiana, es importante resumir algunos datos históricos mencionados dispersamente en este libro acerca del sábado en la historia de Israel. Para comenzar, se debe reafirmar lo siguiente: a) En el relato del Génesis se menciona el séptimo día con relación a que Dios descansó o cesó de hacer su obra, pero no se hace mención al día sábado judío per sé. b) En Génesis no se ordena el día séptimo como un mandamiento para la humanidad (universal); solo en relación a que Dios cesó después de concluir la creación. c) El día sábado como reposo le fue dado posteriormente a Israel como una señal del pacto. Es un mandato posterior a la creación dado exclusivamente a Israel. d) No aparece ninguna evidencia bíblica del mandato de observar el sábado, antes de que se le ordenara al pueblo de Israel, por medio de Moisés. e) Ningún patriarca de Israel menciona la observancia del sábado en las Escrituras, sino hasta que se le ordena guardarlo a Israel, como una señal del pacto: “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre Mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Éx. 31:16-17). 15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo (Dt 6:15). Es de hacer notar que el mismo pueblo judío durante mucho tiempo consideró que el sábado es un don exclusivo para Israel, no para las demás naciones; y estrictamente relacionado con el origen de Israel como nación en tiempos de Moisés. Esta posición del judaísmo palestinense es muy acertada y está fundada en la interpretación misma de las Escrituras que señalan que el sábado le fue dado a Israel, antes que la Ley fuera dada a Moisés, como señal del pacto (Éx. 16). 137 El historiador Eusebio confirma que, así como la circuncisión fue una señal del pacto a partir de Abraham, también, el sábado fue dado a Israel a partir de Moisés, no antes. Acerca de los que vivieron antes de Abraham y Moisés, Eusebio escribe: “Ellos no mostraban interés en la circuncisión del cuerpo, como tampoco nosotros (cristianos); ni por la observancia de los sábados, como tampoco nosotros; tampoco por abstenerse de algunos alimentos u otras distinciones que Moisés primero entregó a sus sucesores para que fuesen observados como símbolos, como tampoco atañen esas cosas a los cristianos ahora” (Maier, 1999. 30-31). La circuncisión fue una señal del pacto de Dios con Abraham y el sábado una señal del pacto de Moisés. Eusebio confirma por medio de este dato histórico, lo que revelan las Escrituras, que el sábado no existía como mandato antes de Moisés. Fue un mandato divino para Israel, por tanto, no atañe al cristianismo como lo afirman las enseñanzas del NT (Ro. 14:5-6; Col. 2:16; Gá 4:10-11). En Israel la observancia del sábado cobró más notoriedad después de la destrucción del templo, al desaparecer el lugar sagrado de adoración (templo judío) el sábado fue la señal más patente que le dio identidad a la religión judía en el exilio y a la vez les sirvió de recordatorio del pacto con su Dios. Isaías muestra a Israel guardando el sábado en el milenio Is. 66:23. La Biblia muestra que Israel estará apegado a la Ley cuando Jesús regrese en su reino milenial Ap. 14:12, pues hasta entonces conocerán a su Mesías. b. El sabatarianismo en la historia cristiana El Sabatarianismo, es la doctrina que sostiene que la Ley mosáica sobre el sábado es una ley moral universal, no ceremonial, que no ha sido abrogada. La primera lucha doctrinal y la más enconada que confrontó la Iglesia primitiva fue contra el judaísmo. Basta un vistazo a las cartas del apóstol Pablo, donde resalta el gran conflicto que los judaizantes le causaron en la Iglesia primitiva. La historia de la iglesia cristiana primitiva señala que los judíos conversos al cristianismo formaron distintos grupos. Justino (s. II) escribe acerca de cristianos judaizantes que 138 seguían la Ley judía, pero que no pretendían que los demás las siguieran. Otro grupo estaba formado por los judaizantes radicales y heréticos, llamados los Ebionitas, de los cuales Eusebio escribe: “Otros a los que el malvado demonio no pudo sacudir del plan de Dios en Cristo se apoderó de ellos mediante un lazo diferente. A estos los primeros cristianos los llamaron Ebionitas (pobre). Consideraban a Cristo como un simple humano, normal, nacido por la relación entre un hombre y María y que alcanzó la justicia por el desarrollo de su carácter. Observaban cada detalle de la Ley y no creían que serían salvos por la fe sola en Cristo”. Pero hubo otros Ebionitas que negaban que el Señor hubiese nacido de una virgen y del Espíritu Santo, pero compartían su negativa de confesar su preexistencia como Dios, el Verbo y Sabiduría. Así eran igualmente impíos que los otros, y también con gran celo observaban rigurosamente la Ley y pensaban que las cartas del apóstol Pablo debían ser rechazadas totalmente, y lo designaban un apóstata de la Ley. Igual que los primeros observaban el sábado y todo ceremonial judaico” (nota resumida, Maier, 1999. 116). Estos grupos desaparecieron cuando la Iglesia se extendió más al mundo gentil. Más tarde aparecieron en la historia de la iglesia otros grupos llamados semisabatarianos, que también promovieron la observancia de un día de descanso que podía ser domingo. En el s. IV la iglesia oriental incluso llegó a aceptar el sábado y el domingo a la vez. Posteriormente surgió el teólogo alemán, Alberto Magno (1,206), quien enseñó el mandamiento sobre el sábado como una observancia moral de descansar un día a la semana, pero como una ceremonia sólo aplicada a los judíos. Tomás de Aquino, siendo discípulo de Mango, hizo de ésta enseñanza una doctrina oficial de la Iglesia de Roma. Luego, con la colonización del nuevo mundo, los puritanos ingleses trajeron dichas enseñanzas y en 1831 se fundó en América: The Lord’s Day Observance – la observancia del día del Señor y que apenas hace eco entre los más puritanos (Lacueva, 2001. 525). Es inevitable mencionar las raíces y la razón por la que algunos movimientos “cristianos” modernos enfatizan la 139 observancia obligatoria del sábado, doctrina que no concuerda con las enseñanzas apostólicas de la Biblia. Si se echa un vistazo a la historia cristiana, se notará que incluso grandes hombres de Dios cayeron en errores doctrinales que se han perpetuado hasta nuestros días. Históricamente, las herejías cristianas han surgido por interpretaciones confusas que se originaron dentro del mismo cristianismo. Muchos de estos cristianos amaban sinceramente a Dios y tenían mucha fe, el problema fue que carecían de conocimiento, como advierten la Biblia: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4: 6a). A principios del S. XVIII, el pastor bautista Guillermo Miller anunció por casi un cuarto de siglo, que Jesús regresaría a la tierra el 21 de marzo de 1843, el día llegó y nada sucedió. Después anunció que se había equivocado de año, pero no de fecha y que sería el 21 de marzo de 1844, tampoco se cumplió; y por último el 22 de octubre del mismo año y nada ocurrió. Con toda honestidad, el Sr. Miller admitió su error en su interpretación de la Biblia, pero un gran daño había ocurrido después de tantos años de proclamar su mensaje y las secuelas que producirían sus enseñanzas serían de un daño enorme para el cristianismo. Los discípulos de Miller cegados por dichas enseñanzas no estaban dispuestos a pasar la vergüenza de reconocer su error, tal como hizo su ex-líder (Miller). Muchos grupos se unieron bajo la sombría de ciertas “revelaciones” fundadas en los mismos errores teológicos del principio y continuaron creyendo en la abandonada causa de Miller. Es de hacer notar la valentía de Miller, quien aparte de reconocer públicamente su garrafal error de interpretación, también se opuso a apoyar a dichos grupos, rechazando de frente sus interpretaciones a pesar de que él fue quien comenzara dichas enseñanzas. La supuesta “profeta” y visionaria Elena Harmon (Sra. de White) una de los discípulos de Miller que había sido expulsada de una Iglesia Metodista por propagar la venida de Cristo en 1843, junto a otros mas, retomaron el error de Miller y con una interpretación escatológica confusa, explicaciones de versos del AT fuera de contexto y supuestas “revelaciones” divinas, el movimiento cobró fuerza, dando inicio a la fundación del 140 movimiento adventista. Pero el advenimiento de Cristo, inicialmente anunciado por Miller, fue cambiado por estos grupos por otra interpretación tan errada como la inicial para tratar de acomodar las profecías no cumplidas. Uno de los amigos de Miller (Hiram Edson) tuvo una supuesta “revelación” de que en 1843 Cristo no vino a la tierra, como lo había prometido Miller, sino que entró a purificar el templo celestial para perdonar los pecados de la humanidad hasta que aparezca en su segunda venida. Esto, en contradicción a las Escrituras que señalan que Cristo hizo un solo sacrifico perfecto por los pecados y después de su muerte ascendió al cielo, no en 1843: “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Hb. 10:12). La Biblia señala que el templo del Espíritu Santo es el cuerpo del cristiano (1 Co. 6:19), como Cristo le dijo a la samaritana (Jn. 4: 20:24). En el cielo no hay pecado y tampoco un templo que purificar, eso es una blasfemia contra un Dios santo. Si Miller, siendo el inventor de dichas enseñanzas, las desechó y rechazó con firmeza las supuestas “revelaciones” de sus seguidores, no queda más duda que los discípulos de Miller se sumergieron en el error por el orgullo de no abandonar la falsedad en que habían caído. Cabe mencionar también, que los Testigos de Jehová nacieron de las mismas enseñanzas de Miller, pues su fundador (Carlos T. Russell) creía que las interpretaciones de la Biblia, otrora desechadas por Miller, eran “correctas” y las tomó como base para fundar la secta de los llamados “Testigos de Jehová” (Walker, 1992. 199)45. 45 Varias sectas “cristianas” que enfatizan la observancia de la Ley, fundaron sus enseñanzas a partir de interpretaciones particulares o supuestas “revelaciones” de sus fundadores, de las que la historia da evidencia. Los adventistas (White, USA, 1844); Los Testigos de Jehová (Russell, USA, 1884); La Luz del mundo (“Aarón” - Eusebio Joaquín Gonzales, México, 1926). Los Soldados de la Cruz (Sellers, Cuba, 192225), etc. Estas personas le dieron una interpretación personal o aprendida de otros a la Biblia, sin tener un estudio sistemático de las Escrituras. Ninguna experiencia espiritual o supuesta “revelación” puede ir por encima de la Biblia, bajo juicio de condenación. Además, 141 No es casualidad que tanto la secta del adventismo como los “Testigos de Jehová” fundamenten sus enseñanzas en el Antiguo Testamento, enfaticen solo el nombre de Yaweh, nieguen a Cristo, Su Evangelio, Su sacrificio perfecto por todos los pecados de la humanidad y consecuentemente, Su divinidad. El hecho de mencionar la historia del adventismo, es porque es una de las sectas que más enfatiza la obligación cristiana de observar el sábado judío e incluso infunden temor a los cristianos predicando que la observancia del sábado determinará la salvación cristiana y quiénes son los verdaderos elegidos. Hay que hacer la salvedad, que la observancia del sábado no fue parte de las enseñanzas de Miller y tampoco fue fundada a base de un estudio serio de las Escrituras; sino reforzada con una de las múltiples “revelaciones” personales de la supuesta “profeta” Elena de White, consideradas por los adventistas tan inspiradas por el “espíritu santo” como la misma Biblia46. agregan falsas enseñanzas por su fijación con el sábado y el número siete, como: a) Que el mundo se terminará en siete mil años (ya se cumplió y nada sucedió, porque el día y la hora nadie lo sabe). b) Confunden un reposo terrenal de Isaías 66:23, con un supuesto reposo eterno (ignoran que el cielo y la tierra pasarán y que en la eternidad no existe el tiempo solar). c) Que existen siete cielos (la Biblia señala tres cielos 1 R. 8:27, a saber: el de las aves, los astros y el de Dios. Al menos Pablo describe que Dios habita en el tercer cielo, 2 Co. 12:2). d) Que Jesús resucitó un sábado (La Biblia señala que fue en domingo, Mt. 28:1). Todas estas cosas carecen de valor salvífico y de edificación para los cristianos, pues las cosas ocultas le pertenecen solo a Dios y las reveladas por Cristo (el único que ha descendido del cielo) y sus santos apóstoles en los evangelios, son para los cristianos (Dt. 29:29). 46 Ninguna de las revelaciones de White y sus condiscípulos se cumplió, entre ellas: Que Cristo regresaría a la tierra o que entró al santuario celestial en el año 1843 u otras fechas interminables que señaló, acerca de la venida de Cristo. Además, la adición de falsas enseñanzas como: a) La negación del infierno. b) Que Satanás (Azazel) cargó los pecados de la humanidad y no Cristo. c) El sueño y la aniquilación del alma. d) Que el domingo es el sello de la bestia, y muchas enseñanzas que han sido modificadas o cambiadas con el tiempo de su original versión (De White, 1963. 474-475, 590-592). 142 White relata en una supuesta “revelación” que: Jesús destapó el arca del testimonio y ella pudo ver adentro las tablas de la Ley. Para su sorpresa, el cuarto mandamiento se hallaba en el centro, rodeado de una aureola de Luz” (Walker, 1992. 135). Es en esta farsa que el adventismo se origina como una secta que adora al sábado y más que a Jesús, pues las Escrituras señalan que toda la Ley conduce hacia Cristo y en esta falsa visión es al revés. ¡Qué casualidad! Que el mandamiento de amar a Dios sobre todas cosas y al prójimo como a sí mismo no hayan estado también iluminados, sabiendo que Jesús enfatizó que era lo más importante de la Ley. En cambio, según los Evangelios, Jesús nada habló acerca del sábado durante su ministerio terrenal. Jesús siempre enseñó que Él, es la Luz del mundo, no el sábado. Para la Sra. White, el sábado fue más importante que Cristo, pues ella niega el castigo del infierno para los pecadores que enseñó Jesús (Mr. 9:42-48) y a la vez condena a los juicios divinos a los cristianos que no guardan el sábado (White, 1963. 590, 647). Dios no contradice su palabra y no puede revelar un Evangelio por medio de Cristo y otro diferente a la Sra. White. Ya sea un cristiano común, evangelista, profeta, apóstol, pastor, obispo, ministro, etc., no importa que posea o cuan famoso sea, nadie puede enseñar teología a partir de interpretaciones o experiencias personales, en abierta contradicción a la doctrina bíblica (1 P. 1:20-21). Pablo pone bajo maldición divina, a los hombres y cualquier supuesto “ángel” que contradiga el bendito Evangelio de Cristo. Si el cristiano se salvara por medio del cumplimiento de la Ley, en vano murió Cristo y estéril sería su predicación de llamar al arrepentimiento a los judíos, que ya vivían bajo la Ley. Otro aspecto a resaltar del adventismo es el gran menoscabo que han hecho de la historia cristiana, al distorsionarla para justificar vicios de interpretación bíblica y establecer mitos que se han perpetuado en la mentalidad del cristianismo. Desde sus inicios hacen mucho énfasis en la escatología y ven en la Iglesia católica a la Bestia y consecuentemente, por salvaguardar la observancia del sábado, enseñan que quienes no guardan el sábado y celebran el domingo están aceptando la marca de la Bestia. Estos ignoran que la mayoría de los 143 cristianos no piensan estar aquí cuando el anticristo aparezca, pues antes, Jesús llevará su Iglesia para el cielo. Enseñan que los muertos en Cristo no entran al cielo, sino que están dormidos y de esa manera han vendido un concepto falso del cielo como el de un lugar aburrido y sin atractivos. A la vez niegan que el infierno exista en contradicción a las enseñanzas de Cristo. Pablo señala que nadie debe juzgar la libertad cristiana por guardar o no un día: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Col. 2:16). Es de hacer notar que de las sesenta veces que aparece la palabra sábado (gr. sabaton) en el Nuevo Testamento, esta es la única vez que los adventistas no la aceptan. Negando otra vez las Escrituras y repitiendo una vez más los errores del principio. Demostrando que: Un error siempre conducirá a otro peor, si no se corrige a tiempo. Pablo se dirige a toda la Iglesia de Colosas y señala que nadie les debe juzgar su libertad cristiana, al decir “nadie os juzgue” señala que otros que no eran considerados por Pablo como Iglesia, que seguían la Ley, querían obligar a los santos al cumplimiento de la Ley, juzgando su libertad cristiana. Pablo afirma que los legalismos, típicos del judaísmo, solo eran una sombra de lo real: “Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2:17). Al igual que el caso del adventismo y los testigos de Jehová, la mayor parte de los cristianos que se aferran al cumplimiento de algún aspecto de la Ley, lo hacen basados en una forma literal de leer el Antiguo Testamento o por el desconocimiento en la interpretación bíblica acerca de la Ley en el período de la Gracia y siguiendo la línea del judaísmo que desecha el Nuevo Testamento, y consecuentemente a Jesús como el Mesías. En toda la historia de la Iglesia cristiana, ha existido movimientos que han tratado de judaizar al cristianismo. Todavía proliferan grupos supuestamente “mesiánicos”, que en el fondo procuran esclavizar a los cristianos al yugo de la Ley. c. Los cristianos no están obligados a observar el sábado Es de hacer notar que el judaísmo, no aceptó a Jesús como el Mesías esperado de Israel. Para el judío Jesús no es más que un hermano, un hombre común. Partiendo de ese hecho, ellos 144 todavía siguen esperando al Mesías y por eso continúan viviendo bajo la Ley. Para los cristianos en cambió, Jesús es el Mesías confirmado por las Escrituras. Es comprensible y respetable que, si Dios le dio el sábado al pueblo judío, como señal del Antiguo Pacto, y no creen en Jesús como el Mesías, observen aun el sábado. Lo inverosímil es que cristianos se sientan obligados a observar el sábado judío. Uno de los errores de interpretación más notables que cometen los cristianos que se aferran al cumplimiento de la Ley, es su desconocimiento de la revelación del Evangelio. Jesús es el cumplimiento de la Ley, como dicen las Escrituras: “Porque el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo el que cree (FE)” (Ro. 10:4). Toda la Ley y los profetas tienen cabal cumplimiento en Jesús, por tanto, no se pueden fundamentar las enseñanzas cristianas a base de versos aislados del AT, sin ser interpretados a la luz del Evangelio. Siendo que el mismo Jesús enseñó que la Ley y los profetas profetizaron hasta Juan el bautista: “Porque todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan” (Mt. 11:13). Sólo vasta notar la revelación de esta gran verdad en el evento de la transfiguración: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd” (Mt. 17:1-5). Los apóstoles de Jesús eran judíos y habían demostrado muchas dudas e incredulidad acerca de la divinidad de Jesús e inmediatamente después de este evento de la transfiguración preguntaron al Señor: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? (Mt. 17:10b). Es claro que los discípulos tenían dudas y el Padre eterno en su sabiduría, 145 permitió que los apóstoles identificaran a Moisés y a Elías, con el claro propósito de demostrarles la superioridad de Jesús sobre La Ley y Los Profetas, confirmándoles su divinidad. No sólo Moisés y Elías dieron testimonio de la divinidad de Jesús, el Padre celestial les dio la orden a los discípulos de obedecer a Cristo, porque el Padre tiene complacencia en Jesús. Los apóstoles recibieron su doctrina de Jesús y negarla es, negar a Dios. La voz del cielo exhortó a los apóstoles diciendo: “A Él oíd”. Es a Jesús a quien tiene que oír la Iglesia, pues quien obedece al Evangelio predicado por los apóstoles, obedece a Jesús y quien obedece a Jesús, obedece al Padre: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió” (Lc. 10:16). ____________________________________________________ Es a Jesús a quien tiene que oír la Iglesia, pues quien obedece al Evangelio predicado por los apóstoles, obedece a Jesús y quien obedece a Jesús, obedece al Padre. ____________________________________________________ d. El cristiano que guarda el sábado como medio de justicia ante de Dios, está obligado a cumplir con toda la Ley. Un aspecto importante con relación a la observancia del sábado es que se ordena a Israel en el marco de la Ley y quienes no cumplían con dicha disposición debían morir apedreadas irremisiblemente, como se muestra en el siguiente caso: “Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés” (Nm. 15:32-36). Este hombre que recogía leña durante el sábado fue muerto por lapidación en el período de la Ley por orden divina. ¿Qué se hará 146 con los cristianos que proclaman guardar el sábado, pero que constantemente lo quebrantan? ¿Habría que apedrearlos? Los cristianos que creen que la observancia del sábado es una obligación cristiana, quedarían obligados a cumplir con toda la Ley, incluso con el castigo de lapidación que establece la Ley, volviendo a la justicia por medio de la Ley. Este peligro de la esclavitud a la Ley, fue precisamente lo que Pablo quiso evitar a la Iglesia; pues quien quiera guardar un aspecto de la Ley para justicia, está obligado a cumplir con toda la Ley: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:3-4). La justicia por medio de la Ley ha sido abolida por el sacrificio perfecto de Cristo. Según la Biblia, quien quiera justificarse asimismo por medio de cualquier punto de la Ley, quedará “caído” o separado de la Gracia de Cristo. El Apóstol Santiago señala lo mismo, desde otra perspectiva: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). Quien cumple con un punto de la Ley como medio de justicia delante de Dios, está obligado a cumplir con toda la Ley. Pablo confirma esta verdad señalando: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gá. 3:10b). Es imposible que el ser humano cumpla las demandas de Dios por sí mismo, por eso vino Jesús al mundo, para justificar por medio de su Gracia a los que nunca pudieron justificarse a sí mismos por medio de la Ley. La Ley no justifica al ser humano porque nadie puede cumplirla por sí mismo: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro. 8:3). Hay cristianos que después de haber recibido el perdón de sus pecados por medio de la Gracia de Jesús, quieren “justificarse’’ a sí mismos por medio del cumplimiento de ciertos aspectos de 147 la Ley. La justicia por medio de cualquier punto de la Ley obliga a cumplir con toda la Ley. La Escritura señala: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús’’ (Ro. 3:2122). Cristo es el fin de la Ley y la justicia para todos los que creen en Él. El legalismo conduce a la ceguera y la confusión. La obsesión por la observancia del sábado fue una de las mayores razones por la que los religiosos judíos querían matar a Jesús: “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo” (Jn. 5:16). ____________________________________________________ Quien quiera guardar un aspecto de la Ley para justicia, está obligado a cumplir con toda la Ley: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:3-4). La justicia por medio de la Ley ha sido abolida por el sacrificio perfecto de Cristo. Según la Biblia, quien quiera justificarse asimismo por medio de cualquier punto de la Ley, quedará “caído” o separado de la Gracia de Cristo. El Apóstol Santiago señala lo mismo, desde otra perspectiva: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). Quien cumple con un punto de la Ley como medio de justicia delante de Dios, está obligado a cumplir con toda la Ley. Pablo confirma esta verdad señalando: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gá. 3:10b). Es imposible que el ser humano cumpla las demandas de Dios por sí mismo, por eso vino Jesús al mundo, para justificar por medio de su Gracia a los que nunca pudieron justificarse a sí mismos por medio de la Ley. La Ley no justifica al ser humano porque nadie puede cumplirla por sí mismo: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo 148 en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro. 8:3). Capítulo – 9 – LA CIRCUNCISIÓN ____________________________________________________ I. QUIÉN GUARDA UN PUNTO DE LA LEY PARA JUSTIFICARSE ANTE DIOS, ESTÁ OBLIGADO A CUMPLIR CON TODA LA LEY. ¿Qué es la Circuncisión? La circuncisión es una práctica oriental, común entre los varones, que consiste en cortar la piel del prepucio del pene. La circuncisión fue la señal del pacto entre Dios y Abraham y especialmente de sus descendientes, el pueblo de Israel: “Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por, señal del pacto entre mí y vosotros” (Gn. 17:11). El termino circuncisión también se usa en el Nuevo Testamento para referirse al pueblo judío a diferencia de la incircuncisión (gentiles). Desde ésta perspectiva se analizará la separación y diferencia que existían entre Israel y las demás naciones en el contexto de la Ley. a. La verdadera circuncisión es la del corazón Israel invalidó el pacto que hizo con Dios y se centraron más en la señal externa, que en el verdadero cumplimiento del pacto. El profeta Jeremías reclamó a Israel diciendo: “Circuncidaos a Jehová y quitad el prepucio de vuestro corazón” (Jr. 4: 4a). La invalidación del pacto, por incumplimiento, hacía nula la señal externa de la circuncisión. Jeremías exhortó a Israel a hacer un cambio de adentro hacia fuera, en vez de un rito externo, sin fidelidad al pacto. El Apóstol Pablo lo explica así: “Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la Ley; pero si eres transgresor de la Ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión” (Ro. 2:25). Pablo sabía que los religiosos judíos del tiempo de Cristo se habían apartado de Dios y les reprendió su hipocresía de usar el 149 rito de la circuncisión como una señal externa de santidad, siendo una excusa para no limpiar el corazón. Pablo enseñó que la verdadera circuncisión es la que se opera en el espíritu, en el corazón del ser humano y un verdadero judío no es el que se circuncida exteriormente, sino el que se circuncida internamente: “Pues no es judío el que lo es externamente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en el interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Ro. 2:28-29). El contraste entre espíritu y letra es muy usado por Pablo para referirse a la Gracia y la Ley. El orgullo de ser circuncidado, según la carne, queda eliminado. El Nuevo Pacto es espiritual y los hijos de Dios son circuncidados espiritualmente en Cristo: “En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo” (Col. 2:11). Los cristianos bajo su nueva naturaleza (espiritual) han sido circuncidados en su corazón por medio de un nuevo nacimiento en Cristo y el viejo hombre con su naturaleza pecaminosa, representa el prepucio que se desecha del cuerpo. Como todo el culto del AT, la circuncisión también era un símbolo de la obra operada por el Espíritu, en el corazón de los nacidos de nuevo. b. La circuncisión no produce justicia para salvación Algunos cristianos judíos radicales enseñaban que si los gentiles no se circuncidaban, tampoco serían salvos: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos” (Hch. 15:1). Estos hermanos judíos que habían creído en Cristo, enseñaban que la circuncisión y el cumplimiento de toda la Ley, era necesario para ser salvo (Hch. 15:5). Los de la circuncisión habían causado mucha confusión entre los hermanos y es que volver a los ritos de la Ley, implicaba volver al cumplimiento de toda la Ley. Pablo explica: 150 “Porque hay muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión. A los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” (Ti. 1:10-11). Estas fuertes aseveraciones del apóstol Pablo contra los judaizantes, muestran su celo por los convertidos al cristianismo y lo firme que se mantuvo en la verdad del Evangelio. El contexto de éste pasaje muestra que estos judaizantes habían creído en Cristo, pero insistían en el cumplimiento de la Ley. Pablo recomienda a Tito: “Por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Ti. 1: 13a-14). c. Los cristianos judaizantes o de la circuncisión El hecho de que se haya decretado en Jerusalén que los gentiles no debían cumplir con la Ley para salvarse, no implica que algunos cristianos judíos no siguieron aferrados a las costumbres de la Ley. Hemos explicado que para los cristianos, Jesús era el cumplimiento de la Ley, en cambio para ciertos judíos era una nueva secta surgida del judaísmo. El fenómeno de los cristianos judaizantes fue uno con el que Pedro debió luchar en Jerusalén y es evidente en las Escrituras. Pedro, no tuvo dudas de que la Ley no salva, y él fue uno de los primeros que salió en defensa de los gentiles en el concilio de Jerusalén (Hch. 15:7-11), pero, sin duda debió luchar con los judaizantes radicales de Jerusalén. Jesús había dado orden a sus discípulos de anunciarle en Israel, pero les enseñó que después que recibieran el bautismo del Espíritu Santo le serían testigos hasta el fin del mundo (Hch. 1:8). Antes que Pedro visitara a Cornelio, los cristianos judíos no habían entendido ésta verdad y cuestionaron a Pedro por compartir con incircuncisos. Aun después de que los cristianos judíos se regocijaron con asombro, cuando Pedro les contó como Dios lo había guiado hasta casa de Cornelio (Hch. 11:18) y como el Espíritu Santo había bautizado a los gentiles (Hch. 11:1-18); algunos judíos no se convencieron totalmente de que había sido por Gracia e 151 insistían en el cumplimiento de la Ley. Posterior a este evento, los cristianos judaizantes o de la circuncisión, le seguían infundiendo temor a Pedro como apóstol principal entre los judíos, como se nota en el siguiente verso: “Pues antes que vinieran algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles (Pedro); pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión” (Gá. 2:12). A pesar de que no se puede condenar a aquellos cristianos sinceros conversos de entre los judíos que guardan ciertas costumbres de la Ley. Lo cierto es que, a la luz de las Sagradas Escrituras, la orden de los apóstoles es que ni judíos, ni gentiles están obligados a cumplir con los ritos de la Ley como medio salvífico. Esa fue la orden decretada por los apóstoles, tanto judíos como gentiles, reunidos en el concilio de Jerusalén y se debe respetar una orden apostólica que fue decretada bajo el sello del Espíritu Santo: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más” (Hch. 15: 28a). d. La circuncisión de nada aprovecha Algunos cristianos judaizantes querían liberarse de la responsabilidad de obedecer al Evangelio de Cristo, para justificarse por medio del rito externo de la circuncisión. Pablo les exhortó señalando que la justicia propia los desligaba de la justicia gratuita por medio de Cristo. Ante las amenazas de muerte y persecución que asediaba a los cristianos primitivos, algunos se circuncidaban para no ser perseguidos por los judíos y eso equivalía a negar a Cristo (Gá. 6:12). Pablo explica que quien se circuncida para justificarse ante de Dios, está obligado a cumplir con toda Ley (Pablo sabía que era imposible, Ro. 8:3): “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovecha Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la Ley” (Gá. 5:2). Son innumerables los pasajes en que Pablo señala que la circuncisión, ni ningún rito de la Ley pueden justificar ante Dios. 152 Circuncisos en incircuncisos (judíos o gentiles) son justificados por medio la fe en Cristo: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gá. 5:6). Aunque la circuncisión era un mandato de la Ley dado por Moisés, Jesús confirmó que la circuncisión no era de la Ley, sino de la fe: “Por cierto Moisés os dio la circuncisión, no porque sea de Moisés, sino de los padres” (Jn. 7:22a). La fe es primero que la Ley, y antes que la circuncisión: “Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aun incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contado por justicia” (Ro. 4:11). La circuncisión fue una señal externa de la fe que antes había mostrado Abraham. La verdadera circuncisión no es de la carne, sino en el espíritu, que produce una nueva creación en Cristo: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gá. 6:15). ____________________________________________________ Lo cierto es que, a la luz de las Sagradas Escrituras, la orden de los apóstoles es que ni judíos, ni gentiles están obligados a cumplir con los ritos de la Ley como medio salvífico. Esa fue la orden decretada por los apóstoles, tanto judíos como gentiles, reunidos en el concilio de Jerusalén y se debe respetar una orden apostólica que fue decretada bajo el sello del Espíritu Santo: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más” (Hch. 15: 28a). ____________________________________________________ 153 II. LA CIRCUNCISIÓN E INCIRCUNCISIÓN a. La separación entre la circuncisión y la incircuncisión El termino circuncisión e incircuncisión se usa en la Biblia, en algunos casos, para hacer diferencia entre judíos y gentiles e incluso entre los dos apostolados47: “Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el Evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mi para con los gentiles. Y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí ya Bernabé la diestra en señal de compañerismo para que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a la circuncisión” (Gá. 2:7-9). Pablo señala que, así como Pedro fue ordenado apóstol a los judíos, él también, fue enviado por Cristo como apóstol a los gentiles. Pablo quiere reafirmar con esto su autoridad apostólica que está demostrada, no solamente por su trabajo realizado entre los gentiles, sino atestiguada por los mismos apóstoles de Jerusalén quienes le dieron su aprobación (Gá. 2:7-9). Pablo, como apóstol de los gentiles, debió confrontar duramente a grupos de judaizantes extremos que querían imponer la circuncisión y la Ley a los cristianos no judíos. No es que Jesús haya dividido su Iglesia en dos bandos, es que había grupos de judaizantes entre los cristianos judíos que estaban creando un cisma entre ellos y los gentiles. Este hecho es notorio en la Iglesia de Corinto donde se habían formado algunos grupos: 47 Los Doce Apóstoles, fueron establecidos para dar testimonio de Cristo en Israel y Pablo fue enviado a los gentiles. Eso no implica que se restringieron a esas áreas; pero la Biblia señala que, los Doce apóstoles de Cristo son sus testigos que juzgarán a Israel por medio del Evangelio (Mt. 19:28; Lc. 22:30). También, Pablo señala que Dios juzgará a los gentiles, por medio del Evangelio que predicó (Ro. 2:16). 154 “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo: y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1 Co. 1:12). Aparte de las contiendas y divisiones en Corinto. Es claro que hay dos separaciones, los de Pablo y Apolos (gentiles); y los de Cefas y Cristo (judíos). La misma separación aparece en 3:22. Pablo trabajó juntamente con Apolos (Hch. 19:1; 1 Co. 3:16) y los hermanos estaban creando cierta separación entre ambos. En el otro grupo está Cefas y Cristo, y estos estarían haciendo alusión a cristianos judaizantes y los que decían: Yo soy solamente de Cristo. Aquí se nota la diferencia que Pablo hace entre la labor de él y Apolos con los gentiles y el trabajo del apostolado judío, representado por Pedro. Con relación a los de la circuncisión (v.10), Pablo expresa: “No atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que apartan de la verdad” (Ti. 1:14). Pablo no se sometió a los judaizantes y les resistió con valentía, para que su ejemplo como apóstol sirviera para que los gentiles no se esclavizaran a la Ley: “Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para expiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del Evangelio permaneciese con vosotros’’ (Gá. 2:3-5). Pablo resistió a los judaizantes y no fue un asunto de carácter personal o aversión al judaísmo, lo hizo por amor a todos los cristianos (Iglesia); ya que, si el cómo judío y apóstol de los gentiles se judaizaba, se hubiese menoscabada la libertad cristiana en general. b. Jesús se hizo siervo de la circuncisión para testimonio Como judío, Jesús también fue circuncidado al nacer (Lc. 2:21), por eso Pablo señala que Jesús se hizo siervo de la circuncisión: “Pues os digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres” (Ro. 15:8). 155 Jesús se hizo servidor de los judíos (Mt. 20:28), ya que su ministerio terrenal estuvo dirigido primeramente a los judíos (Mt. 10:5-6, 15:24; Jn. 1-11), para mostrar la fidelidad de Dios a sus promesas del pacto hechas al pueblo judío: “Para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres”. Dios fue fiel en cumplir sus promesas hechas a Abrahán, aunque los judíos rechazaron a Jesús, quien se hizo siervo de la circuncisión para salvar a los que estaban esclavizados a la Ley: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gá. 4:4-5). Jesús no necesitó ninguno de los ritos de la Ley, El no necesitaba salvación, pues Él es la salvación. Lo hizo para testimonio y cumplió con todos los requisitos de la Ley, para salvar a los que estaban bajo el yugo de la Ley. c. Cristianos judíos y gentiles son un sólo cuerpo en Cristo No es la voluntad de Dios que exista diferencia entre cristianos judíos y gentiles, esto fue creado por los hombres. Aunque, Dios habló a Israel que les provocaría a celo, con un pueblo insignificante (gentiles): “También os digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente, Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; con pueblo insensato os provocaré a ira” (Ro. 10:19). Israel fue llamado incansablemente a la obediencia por Dios (v.21), pero lo rechazaron. Otra traducción de este verso señala: “Pero pregunto: ¿Puede ser que Israel no haya entendido? (Hendriksen, 1994. 388). Al parecer Israel no quería entender que Dios había dado justicia gratuita a toda la humanidad por medio de Cristo. El pueblo de Israel no estaba entendiendo algunas cosas: Puesto que Israel no quiso obedecer, Dios llamaría a otro pueblo. Estaba profetizado por Moisés que Dios levantaría un pueblo insensato para Él (gentiles) y esto le causaría celos a Israel (Dt. 32:21). 156 Israel debía entender de una vez, la bondad y la justificación gratuita de Dios para judíos y gentiles por medio de la fe, no por medio del cumplimiento de la Ley. Israel continuaba aferrado al cumplimiento de la Ley, mientras el mundo entero era justificado gratuitamente, por medio de Cristo. Esto les crea celo e ira, pues como es posible que ellos no encontraran justicia por medio del cumplimiento estricto de la Ley, mientras Dios justifica gratuitamente al mundo. La respuesta es simple, Dios quiere una circuncisión del corazón, no una hecha a mano. El rechazo al Evangelio de la Gracia hizo que los judíos se hicieran enemigos de Dios; pero Dios no les ha olvidado a causa de su fidelidad a su pacto con sus antepasados: “Así que, en cuanto al Evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11: 28-29). Aunque los judíos rechazan el Evangelio, algunos alcanzarán misericordia por la misma Gracia mostrada a los gentiles: “Pues como vosotros (gentiles) también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos (judíos), así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia” (Ro. 11: 30-31). Hay un remanente judío que será salvo por la Gracia y la misericordia de Dios, y aun, será salvo todo judío que acepte la Gracia salvadora de Cristo: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por Gracia. Y si por Gracia, ya no es por obras; de otra manera la Gracia ya no es Gracia. Y si por obras, ya no es Gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Ro. 11:5-6). Los gentiles han sido hechos hijos de Dios por medio de la circuncisión del espíritu: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la 157 ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais alejados, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Ef. 2:11-13). Los gentiles estaban separados de las promesas hechas a los judíos y eran llamados incircuncisos como un mote a su condición de exclusión del antiguo pacto, pero venida la Gracia de Jesús, Dios tumbó la pared de separación e hizo de los dos pueblos una sola Iglesia: “Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la Ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos uno solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Ef. 2:14-16). En el templo judío había una pared que separaba a los gentiles de los judíos, con muchas advertencias escritas, hasta de muerte para los gentiles que la cruzaran. Quizá Pablo usa este ejemplo como un simbolismo para demostrar que, por medio de Cristo no solamente se derrumbó la pared que dividía a los dos pueblos, sino que literalmente se rompió el velo del lugar santísimo (Mt. 27:51), símbolo del cuerpo de Cristo, el cual quedó abierto para que todos los hijos de Dios puedan entrar directamente al trono del Padre por medio de su sangre: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (Hb. 10:19-20). Pablo concluye: “Concluimos pues que el hombre es justificado por fe sin las obras de la Ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y Él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión” (Ro. 3:28-30). No existe diferencia entre judíos y gentiles, ambos son justificados solamente por medio de la Gracia de Cristo. El exclusivismo judío se acabó, Israel es un pueblo con promesa de 158 salvación, pero el pueblo escogido de Dios es la Iglesia formada de judíos y gentiles. Dios ha bendecido a todas las naciones del mundo como lo había prometido a Abraham (Gn. 18-18). Pablo escribiendo a gentiles señala: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gá. 3:29). Todas las naciones tenían promesa de bendición por medio de Abraham. Hablando acerca de los gentiles Pedro escribe: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 P. 2:9-10). El Apóstol Pedro explica todo lo que Dios quiso que Israel fuera: Linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, lo ha alcanzado la Iglesia por medio de la fe en Cristo, formada por todas las naciones de la tierra, incluyendo a los judíos conversos a Jesús. La Iglesia es el pueblo de Dios. ____________________________________________________ Israel es un pueblo con promesa divina, pero el pueblo escogido de Dios hoy, es la Iglesia de Cristo, formada por todas las naciones de la tierra, incluyendo a los judíos que acepten el Evangelio de la Gracia. ____________________________________________________ d. Pablo; su revelación del Evangelio y profundo conocimiento de la religión judía Pablo, quien rechazó la doctrina de los judaizantes radicales, era un judío circuncidado con profundo conocimiento de la Ley. Esto tiene mucho peso a su favor, pues no habló por ignorancia, ya que conocía muy bien la religión judía; sino que usó su profundo conocimiento del judaísmo para interpretar la Ley a la luz de su cumplimiento en Cristo Jesús. A quienes trataban de gloriarse por medio de la circuncisión y el cumplimiento de la Ley, como medio de justicia, Pablo les da una pequeña reseña de su Currículum Vítae: 159 “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. Aunque yo tengo de que confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de que confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la Ley, irreprensible” (Fil. 3:2-6). Parecen agresivas las palabras de Pablo contra los judaizantes, y lo son, porque quienes se aferran al cumplimiento de la Ley caen en abusos, al imponerse a sí mismos y al prójimo cargas difíciles de llevar. Pablo no duda en señalarlos como herejes, porque niegan a Jesús al tratar de justificarse por sus propias obras y advierte a los hermanos que se cuiden de tales personas que usan el nombre de Cristo, pero que en esencia le niegan48. ¿Por qué Pablo toma tan en serio la amenaza de los judaizantes para la Iglesia de Cristo? Porque niegan la salvación por medio de Cristo al insistir en guardar la Ley. Eso les convierte en una herejía que pervierte el Evangelio de la Gracia, pues se negaría que sea necesario nacer de nuevo para entrar al cielo y se justificaría erradamente a las personas por el simple cumplimiento externo de cualquier punto de la Ley. El peligro de este error es que se niega la obra del Espíritu Santo en el corazón del cristiano y se puede llegar a substituir por la confianza en las propias obras, cayendo en el error del judaísmo que se consideraban aptos para entrar al cielo, al justificarse a sí mismos por medio de sus obras, no por la Gracia de Jesucristo. Tratar de justificarse asimismo por medio de la Ley es herético, porque la salvación es un regalo inmerecido que no se 48 En la ciudad de Esmirna y Filadelfia, los cristianos fueron menospreciados por comunidades judías que reclamaban ser verdaderos judíos (Ap. 2:9). Sin embargo, Jesús les llamó sinagoga de Satanás (Ap. 3:9). Los cristianos sufrieron por el testimonio de Cristo, por el que estaba preso Juan, quien recibió la visión (Ap. 2:9). 160 puede ganar ni comprar, es por fe. Dios condenará a los que no crean y obedezcan al Evangelio de Cristo: “En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 T. 1:8). Pablo, quien recibió el Evangelio por revelación divina y que conocía a profundidad el judaísmo confrontó con toda autoridad apostólica a estos falsos obreros, advirtiendo el peligro que representan para la iglesia de Cristo. Lo menos que se puede hacer hoy es recordar sus advertencias y no falsear la verdad del Evangelio de Cristo. El gran celo de Pablo por la Iglesia de Cristo y lo tajante de sus advertencias, también se deben a que el mismo experimentó un odio por los cristianos alimentado por el cumplimiento de la Ley como medio de justicia, pues la Ley produce ira (Ro. 4:15). En su experiencia dentro del judaísmo, Pablo persiguió a los cristianos para darles muerte y paradójicamente quebrantó los dos mandamientos más grandes de la Ley que él creía defender: El amor a Dios y al prójimo, que cumple con la Ley. En su celo por la Ley, Pablo se encontró peleando contra el mismo Dios, al que pretendía servirle, por eso confrontó a los judaizantes, porque quería evitar el odio por el pecador y no hacia el pecado que promueve el cumplimiento de la Ley como vía de justicia. Pablo confrontó a los judaizantes porque el mismo había sido rescatado del legalismo de la Ley que conduce al maltrato de sí mismo y al menosprecio del pecador. Pablo en la religión judía fue un Rabí49, título dado a los doctores de la Ley como los que tenían la autoridad final en la interpretación de la Ley. Pablo, también cuenta en su palmarés judaísta con un gran privilegio, fue formado a los pies del gran Rabí Gamaliel (Hch. 22:3) un doctor de la Ley muy respetado y venerado en Israel (Hch. 5:34). Para tener una idea de la formación de Pablo en la religión judía, cabe mencionar que en el judaísmo existen dos grandes escuelas de interpretación que permanecen hasta el día de hoy 49 Rabí, título aplicado a maestros y otras personas de posición exaltada y reverenciada; más específicamente, alguien entendido y sumamente versado en la Ley de Moisés (como los doctores de la Ley). 161 (ampliamente explicadas en la Mishnáh)50: La escuela de Hilel y la de Shamai. Hilel fue el fundador de la escuela que lleva su nombre y abuelo de Gamaliel, maestro de Pablo. Estas escuelas sentaron las bases de la interpretación de la Torah para los judíos, de allí se puede deducir la autoridad y el conocimiento que poseía Pablo dentro del judaísmo antes de conocer a Cristo. Pablo señala que: “En el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres” (Gá. 1:14). Pablo usó todo ese conocimiento en beneficio de la fe en Cristo y su preparación dentro del judaísmo y anterior celo por la Ley (que le pudo servir para gloriarse y obtener privilegios) lo estimó como basura, por amor al conocimiento de Cristo. Con relación a ese conocimiento, Pablo continúa explicando: “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como perdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la Ley, sino la que es por la FE en CRISTO” (Fil. 3:7-9a). Pablo hizo toda ésta apología y carta de presentación a causa de los judaizantes que querían gloriarse de pertenecer a la estirpe judía y de ser celosos de la Ley. Para él, en cambio, nada de eso tuvo valor alguno, porque encontró en Cristo la verdadera justificación que es por Gracia, que en otro tiempo trató de encontrar por medio del cumplimiento de la Ley y que le llevó al extremo de ser un fanático de la Ley y perseguidor de la Iglesia de Cristo. En la etapa más importante de su carrera religiosa dentro del judaísmo, Pablo trató de defender su religión, la que se sentía amenazada por el Evangelio de Cristo. En ese proceso, Pablo tuvo un encuentro personal con Cristo que transformó su vida para siempre. La vida de Pablo es un testimonio vivo de un judío que buscó insaciablemente la justicia por medio de la Ley, pero 50 Mishnáh, codificación de las tradiciones de los escribas y fariseos. 162 que a partir de su encuentro con la verdad del Evangelio de Cristo, entendió perfectamente que la fe en la Gracia salvadora de Cristo, era el cumplimiento de la Ley y el único medio de salvación: Pablo fue un gran líder, celoso de la Ley dentro del judaísmo (Fil 3: 3-6). Pablo tuvo un encuentro personal con Jesús, cuando estaba dedicado a perseguir a los cristianos, en su afán de defender el judaísmo (Hch. 9). Pablo fue llamado a defender la fe, de la que una vez fue perseguidor, y no titubeó en obedecer, aun bajo amenaza de muerte de los judíos (Hch. 26:19-21). A pesar de su profundo amor por su nación y todos los privilegios que le podía erogar su posición dentro del judaísmo, Pablo no negó la verdad del Evangelio (Fil. 3:7-9). Pablo recibió el Evangelio por revelación divina, no por tradición de los Doce (Gá. 1:11-17; Ef. 3:1-8; 2 Co. 12:1-6). Indudablemente, Pablo es el mejor ejemplo de lo que debe ser un verdadero judío mesiánico. Pablo, siendo judío, no titubeó en su perfecto conocimiento de la Gracia salvadora de Cristo, despojándose de todo ropaje religioso y cultural, desligándose de toda justicia por medio de la Ley para abrazar con sinceridad la Gracia infinita de Cristo. En las cartas de Pablo se revela, sin ambages la fiel interpretación del Evangelio eterno que debe practicar todo judío mesiánico. Pablo es el mejor ejemplo del cristianismo mesiánico y demuestra en sus escritos que existe un solo Evangelio para judíos y gentiles y que es el único medio que Dios ha establecido para salvar la humanidad. ¡Bendito por todos los siglos, sea el Evangelio de la Gracia de Cristo! 163 CONCLUSIÓN La Iglesia de Cristo está formada por un solo cuerpo, enclavado en un amplio abanico de culturas y estilos de adoración alrededor del mundo. El interés más grande que debe perseguir la Iglesia es la unidad del cuerpo de Cristo, extendido en toda la tierra, libre de todo exclusivismo religioso; pero, sin comprometer las doctrinas de Cristo y sus apóstoles reveladas en la Biblia. No se puede menoscabar la fe cristiana, tratando de retroceder a los típicos rudimentos de la Ley. Pablo, como una madre celosa de sus crías, defendió con todo su conocimiento, y aún con su vida, a los cristianos que dio a luz entre los gentiles por medio del Evangelio de Jesús. Todo cristiano debiera reconocer el gran valor y el aporte del pueblo judío a la fe cristiana, pues de Jerusalén salió la Ley y la palabra de Dios: “Porque de Sion saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Is. 2:3b). La promesa de un Salvador fue revelada primeramente al pueblo judío, aunque también incluía bendecir a todas las naciones. En el encuentro de Jesús con la mujer de Samaria, se nota que Jesús no hizo acepción de personas y rompió con toda brecha cultural y religiosa, redimiendo en sí mismo a toda la humanidad, por medio de su sacrificio en la cruz: “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y 164 los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:19-24). Jesús desnudó el corazón de la mujer samaritana y sacó a la luz sus pecados escondidos. Ella reconoció que Jesús era un verdadero profeta; pero, inmediatamente resaltó el conflicto entre judíos y samaritanos con relación al lugar y la forma correcta de adorar. Los samaritanos reclamaban que se debía adorar en el monte de Samaria y los judíos en el templo de Jerusalén. Jesús reconoció que los samaritanos no sabían ni lo que adoraban, pues estaba profetizado que la salvación saldría de Jerusalén. Pero, a la vez le mostró a la mujer samaritana que la verdadera adoración al Padre celestial en la era cristiana, ya no sería desde el templo de Jerusalén, ni en el monte de Samaria; sino que emanaría del corazón de verdaderos adoradores, como templos vivos del Espíritu de Dios. A la luz de esta nueva realidad del culto neotestamentario, que rompe con el exclusivismo religioso de un pueblo específico y centra la adoración en el corazón del creyente universal en Cristo, es necesario aclarar que: Si bien, Israel es un pueblo amado de Dios y de todos los cristianos, con promesa de Dios de que al final de los tiempos será exaltada sobre todas las naciones de la tierra (Is. 2:2); tampoco es menos cierto que (según el apóstol Pablo) el verdadero judío es quien ha nacido del Espíritu, por medio de la fe en Cristo: “Pues no es judío el que lo es externamente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en el interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Ro. 2:28-29). Pablo, siendo un fiel amante de su pueblo (judío) y un conocedor versado de la Ley, debió reconocer en medio de su religiosidad farisaica, que necesitaba de un salvador personal. Su vida sirve de ejemplo a todos aquellos que debían creer en Jesús. A los judíos primeramente les demostró que la justicia no se encuentra por medio de la Ley, y a los gentiles les predicó, que han sido alcanzados por medio de la Gracia de Jesús para salvación: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los 165 cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en Él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Ti. 1:15-17). Pablo reconoció que el celo religioso que guardaba por el cumplimiento estricto de la Ley, antes de conocer a Cristo, no le sirvió de nada para salvarse a sí mismo, considerándolo como basura (estiércol) en comparación con el conocimiento de Cristo (Fil. 3:2-9). Pablo se declara el primero de los pecadores de entre los de la Ley, que alcanzó la salvación por medio de la Gracia de Jesús (1 Ti. 1:15), sirviendo de ejemplo, primero a los que vivían bajo la Ley y después a todos los que debían creer a su predicación por medio del Evangelio. La Biblia muestra que los ritos de la Ley, no son necesarios para salvación, y ningún cristiano está obligado a guardarlos, ni debe dejarse esclavizar o imponer el yugo de la Ley. Concluimos con el mensaje central del Evangelio: Que tanto judíos como gentiles deben abrazar la Gracia de Cristo para salvación y que no existe otro medio para llegar al Padre, solo Jesús. Aun existe el peligro latente de que los cristianos retrocedan en su fe cristiana al ser hechizados por el judaísmo para enredarse en el cumplimiento de la Ley. Esto constituye una herejía, pues es suponer que la Ley puede salvar. Los Gálatas cayeron en este trágico error, ya que después de recibir la salvación por medio de la fe en Jesús, sus oídos fueron hechizados por los judaizantes. Pablo les exhortó fuertemente por esta herejía. El mensaje es mas claro en la siguiente versión: 1 ¡Ay gálatas tontos! ¿Quién los ha hechizado? Pues el significado de la muerte de Jesucristo se les explicó con tanta claridad como si lo hubieran visto morir en la cruz. 2 Déjenme hacerles una pregunta: ¿recibieron al Espíritu Santo por obedecer la ley de Moisés? ¡Claro que no! Recibieron al Espíritu porque creyeron el mensaje que escucharon acerca de Cristo. 3 ¿Será posible que sean tan tontos? Después de haber comenzado su nueva vida en el Espíritu, ¿por qué ahora tratan de ser perfectos mediante sus propios esfuerzos? 4 ¿Acaso han pasado por tantas 166 experiencias en vano? ¡No puede ser que no les hayan servido para nada! 5 Vuelvo a preguntarles: ¿acaso Dios les da al Espíritu Santo y hace milagros entre ustedes porque obedecen la ley? ¡Por supuesto que no! Es porque creen el mensaje que oyeron acerca de Cristo (Gá. 3:1-5). Versión, Nueva Traducción Viviente, NTV. El apóstol Pablo es el mejor ejemplo de un verdadero judío mesiánico (judío convertido al cristianismo), porque antes de conocer a Jesús fue un celoso de la Ley, un fariseo radical, fiel practicante del judaísmo; pero cuando Jesús le reveló el Evangelio de su Gracia, reconoció la imposibilidad de salvarse asimismo, por medio de la Ley. Con una vida práctica y un conocimiento del judaísmo que pocos cristianos han poseído, mostró que la Ley por sí misma no le podía salvar y que Jesús es el salvador del mundo. El único camino al Padre y Dios eterno. Pablo es uno de los más grandes ejemplos de un verdadero judío mesiánico51, pues no todos los que dicen ser lo son. Muchos reclaman ser cristianos mesiánicos, pero a luz de la Biblia, no se puede concebir un cristianismo supuestamente “mesiánico” que insista en judaizar a los cristianos e imponerles guardar la Ley. Pablo fue el apóstol enviado por Jesús a los gentiles y él se opuso a la judaización de los gentiles. 51 Judío mesiánico, judío convertido al cristianismo. 167 168 ANEXO – I – EL ANTIGUO TESTAMENTO COMO TIPOLOGÍA DE CRISTO ____________________________________________________ La palabra tipología lleva la idea de un tipo y de un anti tipo. Eso implica que, aunque el primero tiene valor; no obstante, es simbólico y apunta a una realidad futura. En ese sentido, el AT es una tipología de Jesús. Era una sombra de su vida y obra redentora (Hb. 8:5; 9:23-24, 10:1; Col. 2:17). A continuación, algunas tipologías del Antiguo Testamento con relación a Jesús el Mesías, y su significado en el Nuevo Testamento. Los sacrificios diarios. - (AT) Cada día, los sacerdotes presentaban un cordero por la mañana y otro por la tarde (Nm. 28:1-8), como símbolo de la presencia permanente y eterna de Dios con sus hijos. - (NT) Jesús vive permanentemente en el corazón de sus hijos: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20b). La pascua judía - (AT) La pascua judía recordaba la liberación de la esclavitud egipcia y en ella se sacrificaba un cordero (Éx. 12:5-8). - (NT) Jesús es el libertador del alma de la humanidad. Es el Cordero que fue sacrificado, Él es la pascua de los cristianos: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Co. 5:7b). El día de reposo - (AT) El día de reposo judío se guardaba como una señal del antiguo pacto, entre Dios e Israel (Éx. 31:16-17). 169 - (NT) Cristo es el verdadero reposo de los cristianos: “Pero los que hemos creído (en Cristo) entramos en el reposo” (Hb. 4: 3a). Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hb. 4:10). La circuncisión - (AT) La circuncisión hecha a mano era la señal del pacto de Abraham (Gn. 17:11). - (NT) Cristo es la verdadera circuncisión, hecha en el espíritu: “En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo” (Col. 2:11). El día de la expiación - (AT) Era un día de reconciliación entre Dios y su pueblo (Lv. 23:27-28; 16:33-34). El sacerdote debía presentar un becerro por él y su familia (Lv. 16:6). Dos machos cabríos para los pecados del pueblo (uno para Jehová y otro para Azazel)52. - (NT) Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29). El sumo sacerdote - (AT) En el AT el sumo sacerdote oficiaba los sacrificios continuos por el pecado del pueblo, pero antes debía ofrecer por sus propios pecados (Lv. 16:6; Hb. 5:3). - (NT) Jesús, es el sumo sacerdote que vive eternamente para interceder por su pueblo, y a diferencia de los sacerdotes levitas, Él no tiene relación con el pecado: “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que 52 Una explicación más amplia de éste sacrificio está en el libro “No hay Maldición para los Cristianos”, Cap. 2, de nuestra autoría. 170 por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre” (Hb. 7:22-28). El templo judío - (AT) El templo judío estaba lleno de simbolismos que representaban la realidad expiatoria del sacrificio de Cristo, por los pecados de la humanidad. - (NT) El templo judío perdió su importancia ceremonial en el Nuevo Pacto, pues el sumo sacerdote judío sólo podía entrar al lugar santísimo una vez al año; pero, Cristo entró al mismo cielo una vez y para siempre, dándole acceso a los cristianos por su Gracia, al mismo trono del Padre Celestial: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hb. 9:24, 4:14-15). 171 ANEXO – II – RESUMEN BÍBLICO DE LA LEY Y LA GRACIA ____________________________________________________ LA LEY ISRAEL INVALIDÓ EL ANTIGUO PACTO Y DIOS PROMETIÓ UN NUEVO PACTO “He aquí vienen días, dice Jehová, en los cuales haré Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el Pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi Pacto, aunque fui Yo un marido para ellos, dice Jehová” (Jr. 31: 31-32). Cf. Jr. 11:10. “Porque si aquel primero (viejo pacto) hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Al decir Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (Hb. 8:7, 13). LA LEY SOLO ERA UNA SOMBRA DE LA GRACIA QUE HABÍA DE SER REVELADA POR CRISTO “Porque la Ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un Mejor Pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hb. 10:1, 8:6). 172 LA LEY DIAGNOSTICA EL PECADO Y LA GRACIA LO CURA “Ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado. Siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:20, 24). “Pero antes que viniese la FE, estábamos confinados bajo la LEY, encerrados para aquella FE que iba a ser revelada. De manera que la Ley ha sido el ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la FE. Pero venida la FE, ya no estamos bajo el ayo (Ley)” (Gá. 3:23-25). QUIEN GUARDA UN PUNTO DE LA LEY PARA JUSTICIA, ESTA OBLIGADO A GUARDARLA TODA “Porque cualquiera que guardare toda la Ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). LA LEY NO SALVA “Y que por la Ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la Ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Gá. 3:11-12, 20a). LA GRACIA LA GRACIA ES LA ÚNICA VÍA DE SALVACIÓN PARA JUDÍOS Y GENTILES “Porque la Ley por medio de MOISÉS fue dada, pero la Gracia y la verdad vinieron por medio de JESUCRISTO” (Jn. 1:17). 173 “Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los profetas. La justicia de Dios por medio de la FE en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia (judíos o gentiles). Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, esta la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál Ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la Ley de la FE. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por FE sin las obras de la Ley” (Ro. 3:21-24, 27-29). JESÚS ES EL CUMPLIMIENTO DEL NUEVO PACTO “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu Simiente, la cual es CRISTO” (Gá. 3:16). SALVOS POR LA LEY DE LA FE “Y que por la LEY ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la FE vivirá” (Gá. 3:11). LA LEY FUE ABROGADA COMO MEDIO DE JUSTICIA “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la Ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (Hb. 7:18-19). EN LA GRACIA EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO CUMPLEN LA LEY “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Ro. 13:9-10). 174 JESÚS ES EL FIN DE LA LEY “Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la Simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gá. 3:19). “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia (Ley) no se han sujetado a la justicia de Dios (Gracia). Porque el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree (Fe)” (Ro. 10: 3-4). LAS COMIDAS PURAS E IMPURAS “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida. Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a, 17). “De todo lo que se vende en la carnicería, comed sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Co. 10:25-26). “Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos seremos menos” (1 Co. 8:8). “Yo sé y confió en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por tu comida se pierda aquel por quien Cristo murió” (Ro. 14:14-15). “Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Ro. 14:2-3). 175 “Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tu común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo” (Hch. 10: 11-16). “Pero el espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostataran de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandaran abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Ti. 4:1-5). “Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y sale en la letrina? Esto decía haciendo limpios todos los alimentos” (Mr. 7:18-19). “Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, 176 impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” (Hb. 9:8-10). LA PASCUA “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Co. 5:7). SÁBADO LOS CRISTIANOS NO ESTÁN OBLIGADOS A GUARDAR EL SÁBADO “Mas ahora conociendo a Dios, o más bien siendo conocidos por Dios, ¿Cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (Gá. 4:9-11). “Por tanto, nadie os juzgue... en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. Lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2: 16a-17). “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Ro. 14: 5a-6a). EL SÁBADO ES UNA SEÑAL DEL PACTO ENTRE DIOS E ISRAEL: 177 “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre Mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Éx. 31:16-17). JESÚS ES EL VERDADERO REPOSO CRISTIANO “Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hb. 4:10). “También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo de Dios es Señor aun del día de reposo” (Mt. 12:8). “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo (Jn. 5: 16-18). SALVOS POR SU SOLA GRACIA “Porque por Gracia sois salvos por medio de la Fe; y esto no de vosotros, pues es un Don de Dios” (Ef. 2:8). “No desecho la Gracia de Dios; pues si por la Ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). “De Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la Gracia habéis caído” (Gá. 5:4). “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la 178 Gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hch. 15:10-11). LA CIRCUNCISIÓN “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovecha Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la Ley” (Gá. 5:2-3). “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gá. 6:15). “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gá. 5:6). “Pues no es judío el que lo es externamente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en el interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Ro. 2:28-29). 179 BIBLIOGRAFÍA Bibliografía general Barclay, William. Palabras Griegas del NT. Casa Bautista de Publicaciones. USA, 1998. Bauchham, Richard. Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento. Ed. CLIE, Barcelona. 2003. Edersheim, Alfred. El Templo. Ed. Portavoz. Grand Rapids, Michigan, USA. 1997. Fee, Gordon. Primera Epístola de Corintios. Nueva Creación. 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LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA BIBLIA TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y Recasamiento a la luz de la Biblia. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios? ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios? LA SABIDURIA DIVINA LOS PRIMEROS PASOS VIDA CRISTIANA – Reflexiones TESOROS DE LA BIBLIA DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS (búsquelo escritos y en audio en internet). 182