EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO ________________________________________________ EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO Copyright © 2011 por Joel Perdomo ¡IMPORTANTE! ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. POR TANTO: PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE. PUEDE SER IMPRESO – SIN FINES DE LUCRO. PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO ORIGINAL. ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO. ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A CAMBIO. ¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO 2 CONTENIDO Introducción............................................................................................................7 Capítulo – 1 – LOS DIEZMO Y LAS OFRENDAS I. EL ORIGEN DEL DIEZMO Y LAS OFRENDAS…………………………11 a. Significado y origen del diezmo b. Significado de la ofrenda como acto de adoración c. El origen bíblico de las ofrendas II. EL ADORADOR Y SU OFRENDA………………………………………….14 a. El diezmo como medio de comunión y bendición divina b. La ofrenda del corazón agrada a Dios c. Dios exige santidad a sus hijos III. DIOS BUSCA ADORADORES EN ESPIRITU Y VERDAD…………18 a. ¿Por qué Dios no se agradó de la ofrenda de Caín? b. ¿Por qué a Dios le agradó la ofrenda de Abel? c. Dios demanda fe y obediencia del adorador d. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad Capítulo – 2 – EL DIEZMO ANTES DE LA LEY I. EL DIEZMO DE ABRAHAM………………………………..…………………25 a. Abraham diezmó antes que la Ley fuese revelada b. Melquisedec como una simbología de Cristo II. EL DIEZMO BAJO EL SACERDOCIO DE MELQUISEDEC………..29 a. Melquisedec representa el sacerdocio eterno de Jesús b. El sacerdocio eterno de Melquisedec (Jesús) sigue vigente c. El diezmo sigue vigente bajo el Pacto de la Gracia III. EL DIEZMO DE JACOB………………………………………………………32 a. Jacob hizo un pacto de diezmar a Dios b. Jacob cumplió su promesa de diezmar y Dios lo bendijo Capítulo – 3 – OFRENDAS Y PRIMICIAS EN LA LEY I. ADORADORES BAJO EL PACTO DIVINO………………….................37 a. La obediencia al pacto fue requerida durante la Ley b. Las ofrendas durante la Ley c. La consagración de las primicias 3 Capítulo – 4 – EL DIEZMO EN LA LEY I. DIOS ORDENO EL DIEZMO EN LA LEY………………...….................43 a. La Ley confirmó la vigencia del diezmo de Abraham b. El diezmo como acto de adoración II. EL DIEZMO DE LOS LEVITAS……………………………..………………46 a. Diezmo y ofrendas en lugar de heredad para los levitas b. La consagración de los diezmos c. El diezmo del tercer año d. La distribución del diezmo entre los levitas Capítulo – 5 – EL DIEZMO EN LA MONARQUÍA ISRAELITA I. BENDICIÓN O MALDICÓN SON UNA ELECCIÓN……………………51 a. Los reyes de Israel y el diezmo b. Ezequías restauró el diezmo y Dios bendijo a Israel c. Nehemías restauró el pago del diezmo d. Malaquías hizo un llamado a la fidelidad de Israel Capítulo – 6 – EL DIEZMO Y LAS OFRENDAS EN LA GRACIA I. JESÚS APROBÓ EL DIEZMO…………………………………....................56 a. Jesús confirmó el pago del diezmo en la Gracia b. La justicia de los fariseos c. Jesús ordenó a dar a Dios lo que le pertenece II. DIEZMOS Y OFRENDAS EN EL NUEVO PACTO……...…………….61 a. El mandato de Jesús para los ministros del Evangelio b. La ofrenda neotestamentaria c. Ofrendas especiales Capítulo – 7 – EL DIEZMO Y LA SALVACION I. TODA DESOBEDIENCIA A LA APALABRA DE DIOS ES PECADO…………………………………………………….………………………….65 a. ¿Es pecado no diezmar? b. El robo es pecado de condenación eterna c. No diezmar es robarle a Dios d. La palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar 4 Capítulo – 8 – EL DIEZMO Y LA FE I. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DIVINA QUE SE ALCANZA POR MEDIO DE LA FE Y LA OBEDIENCIA……………………………………….71 a. El diezmo es un acto de fe en la palabra de Dios b. El diezmo no puede ser decidido por la conciencia c. La autoridad de la Palabra viva de Dios Capítulo – 9 – DIOS ES DUEÑO DE TODA RIQUEZA I. DIOS DEMANDA ENTREGA TOTAL……………………..………………75 a. Todas las cosas proceden de Dios b. Dios es dueño del oro y la plata c. Dios hace partícipes a sus hijos de sus bendiciones d. Más que el diezmo II EL DIEZMO ES UNA PROMESA DE BENDICION DIVINA………81 a. La bendición prometida a los que diezman b. Dios anhela suplir todas las necesidades de sus hijos c. Las bendiciones divinas están sujetas a la obediencia d. Las bendiciones divinas se obtienen por medio de la fe Capítulo – 10 – LA VERDADERA PROSPERIDAD I. LA LIBERACIÓN FINANCIERA……………………………………………..87 a. La ruta hacia la bendición económica b. La ley de la siembra y la cosecha c. La avaricia es pecado de idolatría d. La verdadera riqueza del cristiano Conclusión……………………………………………………………………………96 ANEXO………………………………………..…………………..…………………….99 El deber de los ministros del nuevo pacto El diezmo sigue vigente bajo el pacto de la Gracia RAZONES BIBLICAS PARA DIEZMAR ABREVIATURAS AT........Antiguo Testamento N.T.......Nuevo Testamento hb……..Hebreo gr.........Griego a. C......Antes de Cristo Pág……Página 5 6 INTRODUCCIÓN La importancia de la enseñanza del diezmo El estudio del diezmo tiene más importancia para la fe cristiana del que usualmente se le da. El péndulo de diezmadores en las iglesias a veces oscila entre los pocos fieles, los titubeantes y los infieles. ¿Por qué razón? Quizá porque no todos están convencidos del mandato divino por falta de evidencia bíblica convincente o por el debido valor que cada cristiano le atribuye a la Biblia como la eterna e infalible Palabra de Dios. Esta incertidumbre acerca del diezmo mantiene en vilo a muchos cristianos que por su infidelidad hacen nula la promesa de bendición divina y abren una puerta certera al enemigo para la ruina económica y el consecuente fracaso espiritual de sus vidas. El diezmo no es un tema económico per se, es un acto de adoración y una promesa de bendición divina a los que tienen fe en Dios y obedecen su Palabra revelada (la Biblia). Las promesas de bendición divina para sus hijos devienen de la obediencia a Su Palabra. Si el diezmo es un mandato divino, negarlo debe tener consecuencias en el área económica, implicaciones en la relación con Dios y efectos en la eternidad del alma, pues toda desobediencia a la Palabra de Dios es un pecado con ineludibles consecuencias. La Biblia revela la voluntad divina para la humanidad y todo hijo sincero de Dios debe acercarse a la Biblia sin prejuicios, ni temor, para conocer lo que enseña con relación al diezmo. 7 ¿Por qué diezmar? Generalmente, las iglesias cristianas conocen la enseñanza del diezmo por ciertos versos de la Biblia que son motivadores acerca de las bendiciones prometidas por Dios a quienes diezman y ofrendan. El cristiano se siente motivado a diezmar por esas promesas, pero la evidencia bíblica que se le provee es a veces exigua. Al final se diezma por obediencia a la Iglesia, no por convicción personal basada en un conocimiento bíblico del diezmo. No todas las personas que diezman están plenamente convencidas del mandato divino y sus promesas de bendición. Los cristianos que diezman basados en la emoción de su recién conversión, posteriormente no son fieles con los diezmos, pues cuando la emoción termina, no tienen bases bíblicas para diezmar. Todo lo que se hace para Dios -incluyendo el diezmotiene la fe como puntal de motivación, pero el cristiano debe conocer la evidencia bíblica para diezmar por convicción y reforzar su fe en el Dios de la Biblia. Una ola de ataque al diezmo Actualmente el tema del diezmo es refutado con argumentos difíciles de responder, creando confusión y dudas entre los cristianos. Son muchos los cristianos y maestros que se oponen a aceptar la práctica del diezmo en la era de la Iglesia por diferentes motivos, sin considerar las repercusiones presentes y eternas que tendrá la desobediencia a la Palabra de Dios en la vida del cristiano. Es de esperar que en un mundo materialista, como el presente y debido a las exigencias económicas de la vida moderna, algunos cristianos sientan que el diezmo es una carga difícil de cumplir. De allí que se use todo tipo de excusas y argumentos para atacar el diezmo. Si el diezmo 8 es una demanda divina, las bendiciones de los cristianos estarían en riesgo, pues Dios no bendice a los infieles. El diezmo como acto de adoración Para algunos cristianos el diezmo es un asunto estrictamente de pagar dinero para el sostenimiento de la obra de Dios (si bien, es uno de los fines), en vez de un acto de adoración que debiera darse por convicción personal en obediencia a la Biblia. El diezmo como un acto de adoración está dirigido a bendecir y fortalecer la comunión entre Dios y sus hijos. Por tanto, como acto de fe en las promesas divinas debe involucrar fidelidad, agradecimiento, compromiso y obediencia a la voluntad divina revelada en la Biblia. A través del diezmo se reconoce a Dios como el suplidor de todas las necesidades humanas a fin de darle el primer lugar en todo, demostrando absoluta dependencia del creador. Este acto sagrado cultiva la comunión con Dios. Todo cristiano debe conocer con claridad lo que la Biblia enseña acerca del diezmo para no tomar a la ligera un tema que va más allá de lo económico y que está íntimamente vinculado a la adoración y el culto a Dios. Si se desconoce el tema del diezmo puede tener implicaciones más profundas para la vida cristiana de las que se puedan pensar, que afecten el presente y el futuro eterno del alma del cristiano. El diezmo es una promesa de bendición divina para los obedientes, pero se puede convertir en ajenjo para los que desprecian y le dan la espalda a la bondad divina. Joel Perdomo 9 10 Capítulo – 1 – LOS DIEZMOS Y LAS OFRENDAS ________________________________________________ I. EL ORIGEN DEL DIEZMO Y LAS OFRENDAS a. Significado y origen del diezmo La palabra diezmo significa literalmente, “décima parte” y tiene su origen en la raíz hebrea “Eser” (diez). De allí se forma la palabra “maasár” que significa desde el décimo. En griego, “apodekatoo” como también en hebreo tiene el mismo significado del pago de la décima parte1. El principio de diezmar a Dios evoca un acto de adoración y fe que involucra agradecimiento y reconocimiento a Dios como el creador y proveedor de todas las cosas. Abraham diezmó en un acto certero de fe (Gn. 14:20). Abel ofrendó con la misma fe (Gn. 4:4). El diezmo no ha sido una práctica exclusiva del pueblo judío, ni remitida a la ley de Moisés. El diezmo ya se practicaba alrededor de las tierras bíblicas. Abraham mismo diezmó antes que la ley fuese revelada a Moisés (Gn. 14:17-20). Dios mismo ordenó posteriormente la práctica del diezmo como un mandato en el pacto de la Ley (Lv. 27:30-33a), confirmando que la consagración del diezmo está de acuerdo a su santa voluntad. “El principio de diezmar a Dios evoca un acto de adoración y fe que involucra agradecimiento y 1 W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág. 278. 11 reconocimiento a Dios como el creador y proveedor de todas las cosas”. ____________________________________________________ b. Significado de la ofrenda como acto de adoración La ofrenda (hb. Minjah) es un don o presente. Esta palabra se usa en diferentes contextos bíblicos, en referencia a un presente de una persona a otra, al tributo que se pagaba a los reyes o las ofrendas y primicias separadas para Dios.2 La ofrenda como acto de adoración conecta al adorador con su Creador. El adorador es implícitamente bendecido al reconocer a Dios como creador y proveedor de todas las cosas. Este acto de fe guía al adorador a gozar de comunión con Dios, que es la parte más importante de la ofrenda. A Dios le agrada ser el suplidor de las necesidades de sus hijos, y como padre amoroso, anhela que sus hijos dependan totalmente de Él. Sin embargo, Dios le ha dado libre albedrio al ser humano para elegir. Las bendiciones divinas prometidas a sus hijos son una elección individual que depende de la fe y la obediencia a la Biblia. Dios anhela tener comunión con sus criaturas y en la ofrenda el adorador consagra sus bienes e implícitamente el control total de su vida. Esto evita la vanagloria y la separación del Creador que son causas del fracaso individual y colectivo del ser humano. ____________________________________________________ “Gozar de comunión con Dios, es la parte más importante del que ofrenda”. ____________________________________________________ 2 W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág. 216. 12 c. El origen bíblico de las ofrendas Desde el principio de la humanidad el relato bíblico describe a Caín y Abel ofreciendo las primicias del fruto de su trabajo a Dios. Estas son las primeras evidencias bíblicas que sugieren que los primeros humanos honraban a Dios con ofrendas extraídas del producto de sus ganancias. Dios aceptó la ofrenda de Abel, ya sea porque Él se lo hubiese demandado o porque la haya recibido como un acto ínsito de adoración del corazón humano. Abel fue justo y la ofenda formó parte de su vida como adorador: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Gn. 4: 4). Si se busca un origen de las ofrendas como en el culto a Dios se debe partir del mismo relato bíblico y no estrictamente de la influencia de las culturas establecidas alrededor del culto de la tierra de Israel. Cuando el ser humano comenzó a multiplicarse y a apartarse de Dios dieron ofrendas a los ídolos, emulando el culto al Dios verdadero y creador de todas las cosas. El culto pagano promovió las ofrendas a los ídolos, reyes, templos, etc., después que no quisieron darle gloria al Creador, sino a las criaturas (Ro. 1:21-23). 13 II. EL ADORADOR Y SU OFRENDA a. El diezmo como medio de comunión y bendición divina El valor espiritual de las ofrendas está dirigido a que los hijos de Dios gocen de comunión íntima con su Creador y consecuentemente participen de las bendiciones prometidas a los que obedecen su Palabra. Existe la tendencia humana a olvidar las bendiciones divinas, después de recibirlas: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? o que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios” (Pr. 30:8-9). Las bendiciones divinas prometidas a los obedientes evitan que se produzcan estos dos extremos, a saber: El ser humano después que tiene abundancia de bienes se cree autosuficiente y se olvida de Dios. Por otro lado, al vivir sin provisión económica roba para obtener lo que necesita y peca contra Dios. La ofrenda como acto de adoración le recuerda al adorador que todo procede de Dios. Esto cultiva la dependencia y la comunión con su creador. El diezmo como ofrenda a Dios procura mantener en primer lugar a Dios en el corazón de sus hijos. Esto redunda en comunión y protección al corazón que constantemente tiende a la autosuficiencia, que rompe la comunión y aleja al ser humano de Dios, su creador. ____________________________________________________ “El valor espiritual de las ofrendas está dirigido a que los hijos de Dios gocen de comunión íntima con su Creador y consecuentemente participen de las bendiciones prometidas a los que obedecen su Palabra”. ____________________________________________________ 14 b. La ofrenda del corazón agrada a Dios Con una ofrenda material no se puede pretender alcanzar justicia divina para salvación, ni comunión íntima con Dios, que están reservadas para sus hijos (Jn. 1:12; Sal. 25:14). Tampoco se debe privar de ofrendar o diezmar a una persona que no sea cristiana. Las ofrendas son voluntarias y Dios conoce la intención del corazón. Nadie perderá su recompensa material si ofrenda a Dios (cristianos o no cristianos, Mt. 10:42). Pero el diezmo y las ofrendas por sí mismas no salvan ni producen comunión con Dios. Las diezmos y ofrendas sinceras son agradables a Dios, pero no hacen por sí mismas agradable al ser humano ante Dios. Primero se debe ofrendar el corazón a Cristo, naciendo de nuevo por medio del Evangelio para ser agradable de manera total a Dios (Mr. 1:15). La rendición voluntaria del corazón es lo único que el ser humano le puede ofrecer de sí mismo a Dios, pues Él le dio libre voluntad para elegir entre el bien y el mal. En la Gracia, nada substituye el sacrificio perfecto de Cristo en la cruz como la única ofrenda que satisface las demandas divinas para que el ser humano goce de comunión íntima con Dios (Hb. 10:12-14). Dios busca adoradores genuinos, que le adoren en espíritu y en verdad (Jn. 4:23). Después que la persona rinde su vida a Cristo tanto él, cómo su ofrenda es agradable a Dios. Dios como dueño de todas las cosas necesita primero la entrega de la vida total del adorador para ubicarle en una posición de comunión que redunde en una bendición integral (espiritual y económica), que es el propósito de Dios para sus hijos. ____________________________________________________ “No se debe privar de ofrendar o diezmar a una persona que no sea cristiana. Las ofrendas son 15 voluntarias y Dios conoce la intención del corazón. Nadie perderá su recompensa material si ofrenda a Dios (cristianos o no cristianos, Mt. 10:42). Pero el diezmo y las ofrendas por sí mismas no salvan ni producen comunión con Dios”. ____________________________________________________ c. Dios exige santidad a sus hijos Las ofrendas de los hijos de Dios son integralmente agradables ante su presencia porque proceden de un adorador que goza de comunión íntima con su Padre, por medio de la sangre de Jesús. Dios demanda santidad a sus hijos (Hb. 12:14). Caín y Abel presentaron ofrendas como hijos de Dios, pero Caín se fingía santo y Dios no aceptó su ofrenda con la que trataba de encubrir sus malos actos para justificarse delante de Dios: “Y aconteció andando el tiempo que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda. Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Gn. 4: 3-5a). La ofrenda de Caín y Abel como un acto de adoración muestra que Dios primero está interesado en el corazón del adorador y después en su ofrenda. Dios quiere que la ofrenda de sus hijos sea el resultado de una vida de fe y verdadera adoración. Jesús señaló que todo adorador debe vivir en santidad para que tanto él como su ofrenda sean agradables a Dios. Antes de presentar su ofrenda el adorador debe tener cuentas claras con Dios y con su prójimo. Jesús dijo: 16 “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt. 5:23-24). La condición espiritual del adorador es más importante que la misma ofrenda, aunque un genuino adorador dará siempre lo mejor para Dios. En este caso, Jesús no le dice a la persona que no ofrende, sino que deje la ofrenda allí en el altar, que vaya a reconciliarse primero con su hermano y después presente su ofrenda, porque Dios es Santo. Puede ser que cristianos bien intencionados pretendan que solo con sus ofrendas a la iglesia serán agradables a Dios, sin vivir una vida en santidad. Eso no implica que no puedan ofrendar, pero para gozar de comunión con Dios no bastan las buenas intenciones. Dios exige santidad a sus hijos para que no disfruten solo de sus bendiciones, como de una verdadera comunión que conduce a la vida eterna. ____________________________________________________ “Puede que cristianos bien intencionados pretendan que solo con sus ofrendas a la iglesia serán agradables a Dios, sin vivir una vida en santidad. Eso no implica que no puedan ofrendar, pero para gozar de comunión con Dios no bastan las buenas intenciones. Dios exige santidad a sus hijos para que no disfruten tanto de sus bendiciones, como de una verdadera comunión que conduce a la vida eterna”. ____________________________________________________ 17 III. DIOS BUSCA ADORADORES EN ESPIRITU Y EN VERDAD a. ¿Por qué Dios no se agradó de la ofrenda de Caín? Caín y Abel separaron ofrendas de lo mejor que tenían para ofrecer a Dios. La ofrenda de Abel fue agradable a Dios, pero la de Caín no fue aceptada: “Y aconteció andando el tiempo que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda. Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Gn. 4: 3-5a). El relato bíblico no señala que Dios rechazó la ofrenda de Caín por su calidad.3 La narración se centra más en la actitud justa de Abel, en contraste con el corazón malo de su hermano Caín. Las acciones de Caín delataron que no fue integro en sus intenciones de adoración. El actuaba con evidente envidia y en competencia contra su hermano: “Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín ¿Por qué te has ensañado y por qué ha decaído tu semblante?” (Gn. 4:5-6). El problema de Caín era moral (espiritual). Su corazón era malo y sus actos no eran agradables a Dios, por eso lo 3 El AT es una simbología total de la vida de Cristo. El relato de Caín y Abel es alegórico con relación a que el ser humano no encontraría justicia sin un corazón arrepentido. La sangre del cordero ofrecido por Abel, simboliza al Cordero de Dios (Cristo), que limpia el pecado del mundo por medio de su sangre. Pero esa simbología mesiánica implícita en este acto de adoración no puede ser la razón para el rechazo de la ofrenda de Caín, quien ofreció frutos de la tierra. El texto bíblico revela que el problema de Caín fue su corazón no arrepentido. 18 confrontó con su propia maldad para convencerle de su pecado, a fin de que se arrepintiera a tiempo. La pregunta de Dios a Caín revela esta verdad: “Si bien hicieres, ¿No serás enaltecido? Y si no hicieres bien el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será tu deseo, y tú te enseñorearás de el” (Gn. 4: 7). Dios confrontó a Caín diciéndole: “si bien hicieres, ¿No serás enaltecido?” El primer reclamo de Dios a Caín es que no está haciendo el bien, ‘’si bien hicieres’’ e implica que estaba haciendo el mal. En segundo lugar, Dios le señala a Caín que su humillación se debe a la ausencia de ese bien en su corazón. El resultado del bien es la exaltación, “si bien hicieres, ¿No serás enaltecido?”. Pero la consecuencia del mal es la humillación (Mt. 23:12). Dios le mostró a Caín que su juicio fue justo. Dios no aceptó su ofrenda a causa de su maldad. La culpa estaba en el corazón de Caín, no en Dios, ni en su hermano Abel. Ciertamente, si hubiese hecho el bien habría sido exaltado igualmente que su hermano. Dios es justo. Antes de salir a la luz, Dios reveló el mal engendrado en el corazón de Caín. El pecado estaba a punto de salir de su corazón, para producir la muerte de su hermano. Dios le dio tiempo a Caín para desistir, pero no lo hizo. Caín se presentó como un genuino adorador, pero Dios desnudó su corazón y la auscultación de sus intenciones reveló la maldad que estaba en su interior. Dios le dijo: “El pecado está a las puertas” como advertencia para que no pecara, pero se dejó tentar por el mal y cometió el vil asesinato de su hermano. Entre otras cosas, Dios se acercó a Caín a fin de: a) Revelar lo que había en su corazón para que reconociera su maldad y se rechazara el mal. b) Mostrarle que la ofrenda no fue aceptada por sus malas acciones, no por 19 culpa de su hermano o por la calidad de esta. c) Enseñarle que nadie puede fingirse santo ante Dios, Él no puede ser burlado. d) Dios está interesado primero en la santidad de sus hijos y después en sus ofrendas. e) Mostrarle que él tenía poder de renunciar al pecado. f) Dios quiso evitar que Caín cometiera el crimen. A la luz de la Biblia, la razón por la cual Dios no aceptó la ofrenda de Caín, no fue por el tipo de ofrenda; sino porque no procedía de un corazón santo, requisito que Dios le exige a todo verdadero adorador que se acerca a su presencia, porque Él es santo. ____________________________________________________ “Según el texto bíblico, Dios no rechazó la ofrenda de Caín por su calidad. El relato se centra más en la actitud justa de Abel, en contraste con el corazón malo de su hermano Caín”. ____________________________________________________ b. ¿Por qué Dios se agradó de la ofrenda de Abel? La ofrenda de Abel agradó a Dios a causa de su justicia y santidad. Jesús dijo: “Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado en la tierra, desde la sangre de Abel el justo” (Mt. 23: 35 a). Es evidente el contraste entre el bien y el mal, el justo y el pecador tipificado en la vida de Caín y Abel. No fueron los atributos externos la simple razón por la que Dios aceptó la ofrenda de Abel. A Dios se le debe dar lo mejor (Lv. 22:21) y Abel lo hizo (Hb. 11:4), pero fue su adoración genuina lo que marcó la diferencia. Hebreos afirma que la ofrenda de Abel fue un acto certero de fe y Dios dio testimonio de él aceptando su ofrenda: 20 “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Hb. 11: 4). La primera y más excelente de todas las ofrendas que se le puede entregar a Dios es la vida misma. Todas las demás cosas que se puedan ofrendar le pertenecen a Dios como creador de todas las cosas (1 Cr. 29:14). La ofrenda solo debe reflejar el agradecimiento del corazón del adorador. El corazón es lo único que el ser humano le puede ofrecer a Dios de sí mismo. __________________________________________________ “El corazón es lo único que el ser humano le puede ofrecer a Dios de sí mismo. Dios le dio libre albedrío para decidir lo que hará con su vida, pudiendo elegir entre el bien y el mal”. __________________________________________________ c. Dios demanda fe y obediencia del adorador En el caso de Caín su ofrenda era carente de valor espiritual, una burda imitación del certero acto de fe de su hermano; pues sus acciones posteriores delataron el mal que anidaba en su corazón, antes de ofrendar. Caín no se arrepintió del mal, siendo advertido por Dios del peligro de sus malos sentimientos. La frustración le sumió en el resentimiento y finalmente asesinó a su hermano por envidia: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Jn. 3:12). En un caso diferente, Jesús juzgó la exigua, pero sincera ofrenda de una pobre viuda como la más generosa y agradable ante Dios, entre otras de mayor valía. La viuda 21 dio todo lo que tenía, aunque monetariamente su ofrenda era insignificante, comparada con la abundante ofrenda que daban los demás, de lo que les sobraba (Mr. 12:41-44). Cuando un genuino adorador se acerca con fe ante Dios no escatima en dar lo mejor de sí. Siendo él y su ofrenda agradables a Dios. La recompensa es el resultado, no el fin que persigue el verdadero adorador con su ofrenda. El acto de ofrendar o diezmar por sí mismo, no hace a nadie agradable ante de Dios, si no va acompañado de una vida de fe y obediencia a la voluntad divina revelada en la Biblia. ____________________________________________________ “La recompensa es el resultado, no el fin que persigue el verdadero adorador con su ofrenda”. ____________________________________________________ d. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad Jesús dijo: “Mas la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Jn. 4: 23-24). Dios busca que sus hijos sean adoradores genuinos, que vivan la fe que profesan. En espíritu, sugiere que no es un acto puramente humano o religioso; sino una adoración espiritual. Solo quienes han nacido de nuevo por medio del Espíritu pueden adorar a Dios en espíritu (Jn. 3:6). La ofrenda no hace agradable al adorador delante de Dios; el adorador hace agradable la ofrenda por medio de su integridad. 22 En verdad, implica que la adoración a Dios no puede ser fingida; debe reflejar una nueva vida en el Espíritu. Es estar plenamente convencidos de lo que agrada a Dios por un conocimiento previo de su voluntad revelada en la Biblia, y partir de esa convicción para ofrendar. La verdadera adoración no es una acción externa o emocional, es el fruto de la convicción de un adorador conscientemente sometido a la obediencia de la voluntad divina revelada en la Biblia. __________________________________________________ “La ofrenda no hace agradable al adorador delante de Dios; el adorador hace agradable la ofrenda por medio de su integridad. La ofrenda sólo debe reflejar la gratitud genuina del corazón del adorador”. “La verdadera adoración no es una acción externa o emocional, es el fruto de la convicción de un adorador conscientemente sometido a la obediencia de la voluntad divina revelada en la Biblia”. __________________________________________________ 23 24 Capítulo – 2 – EL DIEZMO ANTES DE LA LEY ________________________________________________ I. EL DIEZMO DE ABRAHAM En el AT los patriarcas de Israel ofrecían a Dios el diezmo de todas sus ganancias (ganado, cosecha, botines de guerra, etc.). Abraham fue un fiel diezmador y sus hijos también recibieron ese legado como parte del pacto de bendición que establecieron con Dios. Posteriormente, en la Ley de Moisés, Dios ordenó al pueblo de Israel la consagración de los diezmos, confirmando así que el diezmo bíblico no está fundado en una simple costumbre cultural de los pueblos alrededor de las tierras santas y que los patriarcas judíos diezmaron en apego a la voluntad del Dios altísimo. a. Abraham diezmó antes que la Ley fuese revelada El primer diezmador que registra la Biblia es Abraham: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el valle del rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo diciendo: Bendito sea Abraham del Dios altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abraham los diezmos de todo” (Gn. 14:17-20). En este relato, Abraham se lanza al rescate de su sobrino Lot, que había sido llevado cautivo por Quedorlaomer y sus 25 reyes aliados. Abraham salió victorioso en la batalla y a su regreso le recibió Melquisedec rey de Salem (Jerusalén), sacerdote del Dios altísimo con pan y vino. Abraham, a la vez, le entregó todos los diezmos del botín conquistado. Abraham gozó de intima comunión con Dios durante vivió en la tierra, por eso fue llamado amigo de Dios (2 Cr. 20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23). El relato bíblico resalta como hecho relevante que Abraham diezmó de su botín de guerra. El escritor no pasa desapercibido el diezmo de Abraham. Dios permitió que este relato quedara plasmado en la Biblia como evidencia de que los hombres de Dios diezman. Abraham fue un hombre próspero y parte de su práctica como adorador fue diezmar a Dios. Abraham es considerado el padre de la fe, ya que en sus días la Ley no había sido aun revelada. Abraham diezmó por la fe. El diezmo es inicialmente de la fe. La Ley solo lo confirmó. ____________________________________________________ “Abraham es considerado el padre de la fe, ya que en sus días la Ley no había sido aun revelada. Abraham diezmó por la fe. El diezmo es inicialmente de la Fe. La Ley solo lo confirmó”. ____________________________________________________ b. Melquisedec como una simbología de Cristo Melquisedec significa; “mi rey es justo o legítimo” o “rey de Salem” (Jerusalén), “rey de paz”. En la “Torah” Melquisedec es llamado “Cohen Lel Elyón”, Sacerdote del Dios altísimo. Es rey y sacerdote a la vez, y salió al encuentro de Abraham con una bendición sacerdotal y un banquete real. Abraham le entregó el diezmo del botín de guerra que obtuvo al derrotar sus enemigos cuando rescató a su sobrino Lot, eso demuestra que Melquisedec era mayor que Abraham. 26 Esta alusión de sacerdote y rey a Melquisedec fue entendida por la Iglesia primitiva como un claro simbolismo del sacerdocio eterno del Rey Jesucristo. Los discípulos de Jesús escucharon las enseñanzas de su boca y su testimonio tiene autoridad por encima de comentarios históricos o contemporáneos con relación a Melquisedec. En la Carta a los Hebreos se hace un estudio exhaustivo del sacerdote Melquisedec como una evidente simbología del sacerdocio eterno de Jesús: “Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo. A quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es Rey de paz. Sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios permanece sacerdote para siempre” (Hb. 7: 2-3). Melquisedec no es un hombre común, ni un nombre personal cualquiera. No aparece en las genealogías de la Biblia. Es una figura escatológica que simboliza el sacerdocio eterno de Cristo (Hb. 7:21-28). Jesús fue constituido por el Padre como el sumo sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, quien vive siempre para interceder por la humanidad. Esto fue profetizado en los salmos, antes de nacer Jesús: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Sal. 11:4). Los judíos consideran a Abraham como su padre genealógico y espiritual. Es un personaje grande para su fe y religión. El escritor escribe precisamente a judíos, para mostrarles que el personaje que bendijo a Abraham era 27 divino porque tuvo el poder de bendecir a Abraham, quien ya tenía promesa de bendición divina. El escritor explica: “Considerad, pues, cuán grande era éste, a quién aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín (el escritor se asombra). Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la Ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna el menor es bendecido por el mayor” (Hb. 7:4-7). Abraham, se humilló delante de Melquisedec reconociendo su autoridad divina al darle los diezmos. El escritor señala que “el menor es bendecido por el mayor”. De acuerdo a la tradición judía, el menor era bendecido por alguien mayor dentro de la familia. Si Melquisedec (prototipo de Cristo) bendijo a Abraham, es porque es mayor que él. Melquisedec representa una simbología de la línea sacerdotal eterna de Cristo y es bajo el sacerdocio de Melquisedec que se registra el primer diezmo en la Biblia. ____________________________________________________ “Jesús fue constituido sumo sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, quien vive siempre para interceder delante del Padre por la humanidad. Esto fue profetizado en los salmos, antes de nacer Jesús’’. ____________________________________________________ 28 II. EL DIEZMO BAJO EL SACEDOCIO DE MELQUISEDEC a. Melquisedec representa el sacerdocio eterno de Jesús El escritor de la carta a los Hebreos señala que Abraham, y aun los levitas (asombroso), llamados a recibir los diezmos del pueblo, diezmaron a Melquisedec (prototipo de Jesús) a través de su padre Abraham: “Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quién se da testimonio de que vive. Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos. Porque aun estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro” (Hb. 7:8-10). Según Hebreos, aún la tribu de Leví, pagó sus diezmos a Melquisedec en un sentido simbólico (a través de su padre Abraham). Los levitas diezmaban de sus diezmos a Dios (diezmo de diezmos, según la ley)4 dando a entender que este sacerdote (Melquisedec) toma un lugar divino en esta acción al recibir el diezmo de Abraham. El propósito del escritor es reafirmar que el sacerdocio según Melquisedec (cuyo sumo sacerdote es Jesús) es eterno con relación al sacerdocio levítico que fue temporal. El escritor no puede ser más preciso con relación a la vigencia eterna del sacerdocio eterno de Cristo (Melquisedec), bajo el cual diezmó Abraham. Por tal razón, el diezmo está vigente hoy más que nunca, porque Jesús, el sumo sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, se ha 4 Los Levitas no tenían de que diezmar, ya que no poseían tierras y estaban consagrados al servicio del ministerio. Dios les ordenó que diezmaran de los diezmos que recibían del pueblo – diezmo de diezmos – Nm. 18:26. 29 manifestado al mundo, está sentado a la diestra del Padre, y vive para interceder por la humanidad (Hb. 7: 22-25). ____________________________________________________ “El diezmo está vigente hoy más que nunca, porque Jesús, el sumo sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, se ha manifestado al mundo, está sentado a la diestra del Padre y vive para interceder por la humanidad” (Hb. 7: 22-25). ____________________________________________________ b. El sacerdocio eterno de Melquisedec (Jesús) sigue vigente Al manifestarse Jesús al mundo se elimina el viejo sacerdocio levítico y continúa vigente el sacerdocio eterno de Jesús, según la orden de Melquisedec: “Si pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la Ley). ¿Qué necesidad habría aún que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Por que cambiado el sacerdocio, necesario es también que haya cambio de Ley” (Hb. 7:11-12). El sacerdocio de Jesús, según la orden de Melquisedec, no es de la línea de Aarón, como establecía la Ley (sacerdocio levítico, Ex. 29:9). Aarón era de la tribu de Leví y Jesús de la tribu de Judá (Hb. 7:14). Hubo un cambio del antiguo sacerdocio de la Ley (levítico), al sacerdocio eterno de Jesús (Melquisedec) bajo el pacto de la Gracia (Jr. 31: 31-33). Abraham diezmó bajo el sacerdocio de Melquisedec, no bajo la Ley, pues su justicia fue por la fe, no por obras de la Ley (Ro. 4: 3-5; Gá. 3: 6-9). La Ley no fue revelada a Abraham, sino más de 400 años después a Moisés. 30 El escritor de Hebreos trata de demostrarles a los judíos que el sacerdocio de Jesús está vigente por la eternidad. Hoy es más patente porque el sumo sacerdote de la fe cristiana (Jesús) se ha revelado al mundo: “Juró el Señor y no se arrepentirá. Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor Pacto. Más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Hb. 7:21b, 22, 24). Cristo es el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su Simiente. No dice: y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu Simiente, el cual es Cristo” (Gá. 3:16). El diezmo no pertenece a la Ley, sino al sacerdocio eterno de Cristo (Melquisedec). La Ley sólo confirmó su práctica. ____________________________________________________ “El diezmo no pertenece a la Ley, sino al sacerdocio eterno de Cristo (Melquisedec). La Ley sólo confirmó su práctica”. ____________________________________________________ 31 III. EL DIEZMO DE JACOB Jacob, al igual que sus padres, práctico el diezmo y fue un hombre muy prosperado. Era de esperar que los descendientes de Abraham siguiesen su legado y enseñanzas, pues Dios expresó que se agradó de ellos (Dt. 10:15). El diezmo fue una práctica de Jacob como adorador y parte integral de su gran éxito como hombre de negocios. De su ejemplo se pueden rescatar lecciones prácticas para la vida cristiana. a. Jacob hizo un pacto de diezmar a Dios Siendo muy joven, Jacob debió huir de su casa a causa de la persecución de su hermano, a quien le había usurpado su bendición (Gn. 27:41-43). Económicamente, Jacob no tenía nada que ofrecerle a Dios cuando emprendió su incierto viaje. Pero, Jacob conocía el secreto de la bendición de sus padres por medio del diezmo. Jacob siempre fue un hombre astuto para los negocios y no fue la excepción cuando negoció con Dios. Él sabía que si se comprometía a diezmar y cumplía, Dios no fallaría en bendecirle. Jacob sabía que si involucraba a Dios como su primer socio en el viaje que estaba a punto de emprender, él sería prosperado. Jacob no tenía nada que ofrecerle a Dios, más que su palabra de compromiso y aunque era un hombre listo, sabía que a Dios no lo podía engañar. Dios no hubiese bendecido a un mentiroso y desleal. Dios honra a los que le honran (1 S. 2:30b) y aún con sus defectos y debilidades, Dios guía a sus hijos a la perfección cuando se disponen a obedecer (Fil. 1:6). 32 Jacob se levantó de la nada para ser un hacendado muy rico en su época. El secreto de este hombre fue su fidelidad al pacto que hizo con Dios: “E hizo Jacob voto, diciendo: si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios, y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para Ti” (Gn. 28:20-22). Jacob hizo el pacto de diezmar a Dios antes de recibir algo, como un acto de fe. Él sabía que si cumplía su parte del trato con Dios, nadie detendría su bendición. Y quedó demostrado al prosperar en casa de su suegro Labán, siendo antes su trabajador asalariado (Gn. 29:15-30). Posteriormente, Dios cambiaría el nombre de Jacob (suplantador), por Israel (el que lucha, Gn. 32:28). Jacob dejó a un lado las patrañas para convertirse en un hombre de carácter firme. Dios le cambió su nombre por el luchador, pues venció las amenazas de los hombres, peleó su bendición con un ángel y supero sus propios engaños. Jacob hizo un pacto con Dios pidiéndole que le protegiera, supliera sus necesidades y le regresara salvo a su casa, después de emprender su largo viaje. El por su parte prometió cumplir con sus diezmos y seguir a Jehová su Dios todos los días de su vida. Jacob regresó con mucha riqueza en su viaje de retorno a su tierra a causa de su pacto de diezmar de todo lo que recibiera y confesando lo que prometió: Que Jehová sería su Dios (Gn. 31:1, 32:9). Eso implicaba ser fiel en todas las demandas divinas, incluyendo su promesa de diezmar. 33 b. Jacob cumplió su promesa de diezmar y Dios lo bendijo Jacob fue bendecido a causa de su fidelidad al pacto que hizo con Dios y todo lo que tocaban sus manos prosperaba. Nótese lo que le dice Jacob a su suegro Labán, cuando trabajaba para él: “Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número, y Jehová te ha bendecido con mi llegada” (Gn. 30: 30a). Jacob le hizo saber a su suegro que desde su llegada, el también empezó a prosperar. La presencia de un diezmador fiel y comprometido con Dios produce bendición en quienes le rodean. De Jacob la Biblia señala: “Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, camellos y asnos” (Gn. 30:43). La prosperidad de Jacob fue innegable en todos los aspectos de su vida; tanto económicos como espirituales y aunque diezmar por sí mismo no era la parte total de su bendición, sino su completa fidelidad a Dios, no se puede negar que el cumplimiento de su pacto de diezmar a Dios redundó en bendición. Dios cumple su promesa, si somos fieles a su pacto. Su suegro Labán, no soportaba la bendición de Jacob, quien prosperaba cada día más. Jacob pasó de ser un simple empleado de su suegro a un hombre próspero porque antes de recibir había prometido separar todos los diezmos para Dios y cumplió. Por eso Dios lo honró. Labán quiso hacerle trampa a Jacob cuando era su empleado; pero ante la fidelidad de un diezmador nada puede interrumpir la bendición divina, pues Dios está comprometido con su Palabra. Hablando acerca de las tretas que Labán su suegro quiso utilizar para detener su bendición, Jacob dijo a su esposa: 34 “Y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal” (Gn. 31:7). Labán trató diez veces de encontrar la fórmula para detener la bendición de Jacob; pero no la encontró, porque Jacob conocía una formula basada en el diez que si funciona (el diezmo). La bendición de Dios no se detenía sobre Jacob, porque nadie puede detener la bendición de un fiel diezmador, ni los hombres, ni Satanás. Dios lo ha prometido en la Biblia y Él cumple lo que promete. La bendición de Jacob no estaba fundada en su inteligencia, suerte o trucos, sino en el fiel cumplimiento del pacto de diezmar que había concertado con Dios. El diezmo fue parte integral de la práctica de adoración del creyente Abraham y sus hijos. Ellos entendieron que hay bendición en separar el diez por ciento de lo recibido para consagrarlo a Dios, por eso fueron prosperados. ____________________________________________________ “Jacob pasó de ser un simple empleado de su suegro a un hombre próspero porque antes de recibir había prometido separar todos los diezmos para Dios y cumplió. Por eso Dios lo honró”. “Nadie puede detener la bendición de un fiel diezmador, ni los hombres, ni Satanás. Dios lo ha prometido en la Biblia y ÉL cumple lo que promete”. ____________________________________________________ 35 36 Capítulo – 3 – OFRENDAS Y PRIMICIAS EN LA LEY ________________________________________________ I. ADORADORES BAJO EL PACTO DIVINO a. La obediencia al pacto fue requerida para ofrendar durante la Ley En la Ley fue requisito que los oferentes hicieran una confesión de obediencia al pacto divino, antes de presentar sus ofrendas. Vide, Dt. 26. Eso implica que a Dios no le bastan las ofrendas si no se practica la fe que se profesa. A continuación, un resumen general de lo que Dios le ordenó al pueblo de Israel con relación a los diezmos y ofrendas en el pacto, antes que entraran en la tierra prometida. Israel debía diezmar y ofrendar porque Dios como creador y dueño de todas las cosas les había regalado la tierra prometida (Deuteronomio 26): “Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre. Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría” (v. 1-3). El oferente debía hacer remembranza al pueblo acerca de la liberación de la esclavitud egipcia, donde Dios les había 37 librado de la muerte. De esta manera reafirmaban que habían entrado en un pacto con Dios y debían cumplirlo para mantenerse bajo la bendición divina. La ofrenda sólo reflejaría la gratitud y fe del oferente que deviene en obediencia a la Palabra de Dios. Las ofrendas se darían con gratitud, alegría e integridad de corazón por los beneficios recibidos gratuitamente de parte de Dios: “Entonces hablarás y dirás delante de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión; y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel” (v. 5-9). El oferente debía presentarse como un adorador consciente del mandato divino. Reconociendo a Dios como Creador: “Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová” (v. 10a). El oferente debía adorar y regocijarse con su familia delante de Dios por participar de sus bendiciones: “Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios. Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti” (v. 10b, 11). 38 El oferente debía ser un adorador obediente, con una experiencia viva de su fe en Dios. La ofrenda no debe ser un acto carente de fe, sino de genuina adoración: “Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos” (v. 13). Sólo después que el adorador confesaba ser obediente a la palabra de Dios su ofrenda era agradable y podía invocar la bendición divina prometida a los obedientes: “Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel” (v. 15). Toda esta experiencia cultica demandada a Israel demuestra que, desde la perspectiva divina, el diezmo es un acto de adoración más que un asunto de dinero per se. El secreto de una ofrenda grata a Dios radica en la comunión intina y santa entre el adorador y Dios. b. Las ofrendas durante la Ley Las ofrendas a Dios fueron parte integral del culto del AT (Lv. 1:1). La palabra hebrea “Korban” (ofrenda), significa lo que se ofrece a Dios (ofrendas, sacrificios y hasta el control de la vida).5 También en el AT se usa la palabra “Minjah” (cerca de 200 veces en el AT) y se traduce como ofrenda, tributo, presente, don, sacrificio u oblación.6 5 Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich - Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Geoffrey W. Bromiley. Libros Desafío. Grand Rapids, Michigan, 2002. Pág. 451. 6 W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág. 216. 39 Las ofrendas como sacrificios requeridos fueron establecidos en la ley de Moisés para expiar todo tipo de pecado cometido contra Dios y el prójimo. Existían varios tipos de ofrendas requeridas por la Ley, entre ellas: (a) En sacrificio por el pecado, (Lv. 4:1-35, 6: 24-30). (b) Por culpa o pecados de omisión (Lv. 4:1, 5:2-19, 17:1-7) (c) Ofrendas de Paz (Lv. 3), etc. Las ofrendas expiatorias fueron ordenadas por Dios en la Ley a causa del pecado del pueblo de Israel, por ofensa o daño al prójimo o por impureza ritual. Las ofrendas requeridas por la Ley tenían dos objetivos supremos: Expiar el pecado cometido contra Dios y contra el prójimo. No se puede estar bien con Dios y mal con el prójimo (1 Jn. 4:21). En la Ley también se daban ofrendas voluntarias, como fue costumbre antes de la Ley. Las ofrendas de paz (Ex. 20: 24), que se ofrecían en acción de gracias por las misericordias recibidas o esperadas (Lv. 7:12). Era un acto voluntario de un corazón agradecido de Dios (Lv. 7:16) o para hacer un voto o promesa delante de Dios (Lv. 7:16). En una ocasión el rey Salomón ofreció como ofrendas de paz 22.000 bueyes y 1.200 corderos en agradecimiento por la bondad de Dios (1 R. 8:62-66). Salomón fue uno de los reyes más ricos y sabios de la historia. La clave de su bendición fue su fidelidad al pacto divino. El sabio aconseja: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Pr. 3: 9-10). Lo separado para Dios debía darse sin objeción (Lv. 27:33). En la mayoría de las ofrendas requeridas por Dios a causa del pecado o voluntarias, lo ofrecido debía ser lo mejor, sin defecto alguno (Lv. 3:1, 4:3, 32). 40 c. La consagración de las primicias Dios ordenó en la Ley la consagración de las primicias de los frutos y animales (Ex. 23:19). Estas primicias eran los primeros frutos de la cosecha que debían ser consagrados a Dios. Las primicias tenían el valor de reconocer a Dios como el creador de todas las cosas, quien otorga la fertilidad a toda criatura. Estas se daban en acción de gracias a Dios y era parte de toda la teología de la creación, en la cual se admite implícitamente que Dios es el dador y propietario de la vida de toda criatura existente. El fin es darle el primado a Dios, para que el ser humano no se olvide de Él, después de ser bendecido (Pr. 30:9). Las primicias, al igual que todas las ofrendas, evocan un acto de reconocimiento de Dios como el que da vida a todas las cosas que existentes y de agradecimiento por el sustento diario recibido. Esto incluía, consagrar en primicia la vida de los hijos primogénitos de cada familia israelita (Ex. 13:12-13). Cada israelita al llegar a los 20 años debía pagar una ofenda por su vida y era usada posteriormente para los sacrificios de expiación (Ex. 30:11-16). Esta Ley estaba fundada en la liberación de la muerte de los primogénitos de Israel, cuando Dios envió su juicio contra los primogénitos egipcios. Dios libró los primogénitos de cada familia y de los animales en Israel, por eso debían redimirse con una ofrenda, pues pertenecían a Dios porque Él les salvó de la muerte. Posteriormente, Dios redimió a todo varón y animal de Israel por cada levita consagrado al servicio de Dios y sus animales (Nm. 3: 40-51). Por eso todas las ofrendas y primicias eran dadas para el sostenimiento de los sacerdotes en el templo (Nm. 18:8-20). 41 Hoy día, en muchas ciudades modernas los cristianos no cultivan productos del campo, ni crían animales; pero se puede ofrecer el primer ingreso de un negocio o empleo como primicias. La palabra primicia significa, lo primero. Así que se refiere al primer fruto de la labor. No se refiere a una ofrenda mensual y menos obligada para llevar al templo. Este concepto ha sido tergiversado por los movimientos cristianos que fundan su fe en una falsa prosperidad. Otro aspecto importante acerca de las primicias, es que los levitas no tenían tierras para cultivar. Dios ordeno que su herencia serían los diezmos, ofrendas y primicias del pueblo. Es obvio que, si el pueblo cosechaba de los primeros frutos de la tierra producto de la bendición divina, los levitas también pudieran participar de la bendición. Esto era parte de la justicia y bendición divina para los levitas por estar consagrados al servicio divino en el templo. ____________________________________________________ “Las primicias, al igual que todas las ofrendas, evocan un acto de reconocimiento de Dios como el que da vida a todas las cosas que existen en el mundo y de agradecimiento por el sustento diario recibido”. “Estas se daban en acción de gracias a Dios y era parte de toda la teología de la creación, en la cual se admite implícitamente que Dios es el dador y propietario de la vida de toda criatura existente. El fin es darle el primado a Dios, para que el ser humano se no olvide de Él, después de ser bendecido” (Pr. 30:9). ____________________________________________________ 42 Capítulo – 4 – EL DIEZMO EN LA LEY ____________________________________________________ I. DIOS ORDENÓ EL DIEZMO EN LA LEY a. La Ley confirmó la vigencia del diezmo de Abraham Abraham diezmó cuando no existía la Ley, ni el pueblo de Israel. Tampoco había nacido Moisés, quien recibió la Ley. Pasaron más de 400 años para que todas estas leyes fuesen reveladas a Israel. El diezmo no pertenece a la Ley. Abraham y sus hijos diezmaron antes que la Ley fuese dada, bajo el pacto de la Fe dado a Abraham, revelado y cumplido en nuestro Señor Jesucristo. Dios ratificó el pago del diezmo en la Ley dentro del pueblo judío para que continuaran siendo bendecidos con la promesa hecha a Abraham. Este mandato divino se encuentra en diferentes versos del AT: “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa debajo de la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. No mirarás si es bueno o malo, ni lo cambiará” (Lv. 27:30, 32, 33a). Al momento de presentar los diezmos y ofrendas el Señor advirtió que no se debía ver si el producto separado era bueno o malo para cambiarlo por otro: “No mirarás si es bueno o malo, ni lo cambiará”. A medida que los animales y productos crecen desarrollan ciertas características que se pueden apreciar mejor. Dios quería evitar la tentación 43 de cambiar un producto bueno separado para Dios para darle otro de menos valor, pero el trato era justo, tampoco se debía cambiar el malo para dar a Dios uno mejor. Lo que a Dios le interesa es la fidelidad. Siempre existe la tentación de pensar que se le está dando demasiado a Dios una vez que se está bajo su bendición, olvidando que Dios es el dador de todas las cosas. __________________________________________________ “El diezmo no pertenece a la Ley. Abraham diezmó cuando no existía la Ley, ni el pueblo de Israel. Tampoco había nacido Moisés, quien recibió la Ley. Pasaron más de 400 años para que todas estas leyes fueran reveladas a Israel”. __________________________________________________ b. El diezmo como acto de adoración El diezmo y las ofrendas eran llevados al templo para ofrecerlos a Dios. Estos eran entregados a los levitas para consagrarlos a Dios y cubrir sus necesidades. El propósito de esta ceremonia es que el adorador goce de comunión con Dios y reciba la bendición de su Creador al reconocerlo en todos sus caminos. La consagración de diezmos y ofrendas debe ser motivo de gozo: ”Y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido” (Dt. 12:7). El oferente debía participar y regocijarse de las bendiciones recibidas de Dios, atribuyéndole todo mérito y honor por prosperar la obra de sus manos conforme a su promesa de bendición a los fieles con sus diezmos y ofrendas: “para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Dt. 14:29b). El adorador 44 intima con Dios en este acto de adoración. El mandato divino señala: ”Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días” (Dt. 14:22-23). El sentido de este acto de adoración por medio del diezmo es “para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”. Aquí se refiere a un temor reverente, no de miedo. Dios estableció el diezmo a fin de que el ser humano se mantenga en absoluta dependencia de su Creador y no se olvide que Dios es el proveedor de todas las cosas. El adorador es bendecido al mantenerse en comunión con Dios y alejado del juicio advertido a los desobedientes que rechazan sus promesas de bendición. ____________________________________________________ “El sentido de este acto de adoración por medio del diezmo es “para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”. Dios estableció el diezmo a fin de que el ser humano se mantenga en absoluta dependencia de su Creador y no se olvide de que Dios es el proveedor de todas las cosas”. “El adorador es bendecido al mantenerse en comunión con Dios y alejado del juicio advertido a los desobedientes”. ____________________________________________________ 45 II. EL DIEZMO DE LOS LEVITAS a. Diezmo y ofrendas en lugar de heredad para los levitas A todas las tribus de Israel se les asignó una porción de la tierra prometida, pero a la tribu de Leví (levitas) Dios no les concedió tierra para cultivar, sino que les entregó los diezmos y las ofrendas del pueblo como herencia perpetua a causa de su servicio ministerial: “Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad” (Nm. 18:24). Dios les dio a los levitas los diezmos y ofrendas de Israel como herencia por su separación al servicio ministerial en el templo (Nm. 18). Dios les dijo que Él mismo y las cosas santas dedicadas a Él, serían su sustento: “Dijo mas Jehová a Aarón: he aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos por estatuto perpetuo. Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel” (Dt. 18:8, 20). Dios le dio los diezmos y las ofrendas a los levitas para que se dedicaran enteramente al ministerio sacerdotal. Esto significa dos cosas para los levitas. La primera, es que debían sostenerse con el diezmo y las ofrendas del templo a fin dedicar sus vidas en servicio a Dios. La segunda es que no debían enredarse en negocios de este mundo, por esa razón no se les dio tierras para cultivar. 46 El diezmo no fue inventado por el pueblo de Israel, ni por la Iglesia de Cristo, fue ordenado por Dios para el sustento de los ministros que sirven en el altar. “Por razón de la unción” significa por la separación al ministerio sacerdotal al cual estaban dedicados completamente. Este acto de consagración se hacía a través de la unción con aceite (símbolo del Espíritu Santo, Ex. 29:7-8) que se derramaba sobre la cabeza del sacerdote. Dios también ordenó a los levitas que diezmaran de los diezmos que recibían (diezmo de diezmos) y les sería contado como si fuese producto cultivado por ellos: “Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos” (Nm. 18:26). El diezmo de diezmos era entregado por los levitas al sumo sacerdote (Nm. 18:28). Todo ministro del Evangelio que recibe diezmos debe dar el diezmo de diezmos a los líderes de su misión u otro ministerio, si no pertenecen a ninguno. ____________________________________________________ “El diezmo de diezmos era entregado por los levitas al sumo sacerdote (Nm. 18:28). Todos los ministros del Evangelio que recibe diezmos, deben dar diezmo de diezmos a los líderes de su misión u otros ministerios, si no pertenecen a ninguna”. ____________________________________________________ b. La consagración de los diezmos Con relación al diezmo de cada año se explica lo siguiente: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos 47 de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él Su nombre cuando Jehová tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tu deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones, porque no tiene parte ni heredad contigo” (Dt. 14: 22, 24, 29). En el caso excepcional de que el lugar de adoración estuviese muy distante se debía vender los productos a diezmar y conservar el dinero para luego comprarlos y ofrecerlos en el lugar indicado por Dios (Dt. 12:17-18). El templo de Jerusalén fue el lugar que finalmente Dios escogió para ofrecer dichos sacrificios (2 Cr. 7:12, 15-16). El diezmo debía ser entregado a los levitas que habitaban el lugar escogido por Dios, pues era su heredad. Esto se hacía así cuando aún no existía un lugar fijo de adoración en Israel, antes de la construcción del templo. En ocasiones los levitas deambulaban a causa del descuido espiritual de Israel. Muchos quedaban errantes y sufrían a causa de la desobediencia del pueblo (Jue. 19:1). Dios había advertido a Israel acerca de no desamparar a los levitas que no poseían tierras para el cultivo (Dt. 12:19). c. El diezmo del tercer año En Israel se daba un diezmo cada tercer año (tercero y sexto de cada septenio) que se compartía en familia, con los levitas y los pobres en Jerusalén: “Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. 48 Y vendrá el Levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda la obra que tus manos hicieren” (Dt. 14: 28, 29). Cf. (La Misná, 2003. 165). Según la interpretación judía, basada en el siguiente pasaje, el diezmo de cada tercer año para compartir con los pobres no se refería al diezmo regular de cada año. Este era un segundo diezmo, llamado el diezmo de los pobres7 que se sacaba de la rebusca de la cosecha y tenía el propósito de suplir las necesidades de los pobres en Israel: “Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán” (Dt. 26:12). Este verso señala que este compartir con los levitas y los pobres de Israel cada tercer año se hacía después de haber ofrecido el diezmo regular. c. La distribución del diezmo entre los levitas El diezmo en la Ley estaba consagrado a Dios y dedicado enteramente a los levitas que ministraban en el templo. El diezmo dentro del contexto de la Ley era ineludible. Israel debía cumplir a fin de que Dios les bendijera la tierra y multiplicara su ganado. Además, el diezmo debía suplir las necesidades de los levitas para mantener en pie el culto a Dios. El diezmo levítico estaba distribuido así: Diezmo del 1er. año – Para los levitas. Diezmo del 2do. año – Para los levitas. 7 Carlos del Valle. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España. 2003. Pág. 165. 49 Diezmo del 3er. año – Para los levitas. En el año tercero y sexto se debía compartir con los levitas, extranjeros, viudas, huérfanos y peregrinos pobres en Israel.8 Diezmo del 4to. año – Para los levitas. Diezmo del 5to. año – Para los levitas. Diezmo del 6to. año – Para los levitas. En el año tercero y sexto se debía compartir con los levitas, extranjeros, viudas, huérfanos y peregrinos pobres en Israel. Diezmo del 7mo. año9 – La tierra descansaba, por eso se daba diezmo de las demás cosas, menos de la siembra y la cosecha. Ese año el dueño comía de sus viñas y olivares, pero debía dejar libre sus cultivos para que comieran los pobres y los animales (Lv. 25:36). En toda la distribución de los diezmos son los levitas separados para ministrar en el templo quienes reciben el diezmo, pues Dios se los entregó por heredad perpetua a causa de su servicio ministerial: ”Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión” (Dt. 18:21). 8 Carlos del Valle. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España. 2003. (VIII-1). Pág. 43. 9 Este año era de remisión de deudas, porque nadie cultivaba. No se podía sembrar, se comía de lo sembrado y había que compartirlo con los pobres (Ex. 23:10:11). Carlos del Valle. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España. 2003. Pág. 105. 50 Capítulo – 5 – EL DIEZMO EN LA MONARQUÍA ISRAELITA ____________________________________________________ I. BENDICIÓN O MALDICIÓN SON UNA ELECCIÓN a. Los reyes de Israel y el diezmo El pueblo de Israel pidió rey, como tenían las demás naciones que les rodeaba (1 S. 8), despreciando el gobierno teocrático que Dios había establecido. El profeta Samuel fue el sacerdote y juez que gobernaba para ese tiempo. Dios le advirtió al pueblo que el rey que habían pedido les quitaría el diezmo de todos sus productos que debían ofrecer a Dios y lo usaría conforme al deseo de su corazón: “Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y sus siervos. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos” (1 S. 8:15 y 17). La práctica del diezmo continuó en Israel en tiempos de la monarquía, pero cada rey hacía lo que le placía en su gobierno y no conforme a la Ley de Dios. La desobediencia continua del pueblo de Israel les condujo al fracaso espiritual, político y económico. Pero, cuando los reyes se volvían al cumplimiento de la Ley, era primordial restaurar el culto a Dios, incluyendo el diezmo de los levitas. Eso provocaba que la bendición económica fuese restaurada en el pueblo de Dios. 51 b. Ezequías restauró el diezmo y Dios bendijo a Israel Hubo tiempos de restauración en Israel en épocas de profunda crisis y decadencia en su reino a causa del abandono del Pacto. Pero, cuando el pueblo se volvía a Dios y lo cumplían, eran restaurados y bendecidos. El rey Ezequías (aprox. 700 a.C.) fue uno de los restauradores del culto a Dios. La Biblia señala que no había ocurrido un avivamiento tan grande en Israel, desde los tiempos del rey Salomón, como el que emprendió Ezequías, restaurando todo el culto a Dios. Parte de esa restauración incluyó el diezmo: “Trajeron también asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas. También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en montones. Y preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los Levitas acerca de esos montones. Y el sumo sacerdote Asarías, de la casa de Sadoc, le contestó: Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo y ha quedado esta abundancia de provisiones” (2 Cr. 31: 5b, 6, 9 y 10). El pago del diezmo permitió la restauración del culto en Israel en tiempos de Ezequías. El avivamiento no es una emoción pasajera, conduce a un compromiso serio y al cumplimiento de la Palabra de Dios. La provisión de los levitas fue tan grande en tiempos de Ezequías que las bendiciones sobreabundaban como declara la promesa divina (Mal. 3:10). 52 El sacerdote Asarías explicó: “Desde que comenzaron a traer las ofrendas (diezmos) a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo y ha quedado esta abundancia de provisiones”. Las bendiciones económicas de los hijos de Dios no se obtienen ni con ayuno y oración (que son efectivos para obtener poder sobre Satanás y sus demonios, Mt. 17:21). En el área económica se requiere obediencia al mandato divino del diezmo revelado en la Biblia. Incluso cristianos muy devotos pueden vivir económicamente fracasados, sino son fieles a Dios con sus diezmos. Eso ocurrió en Israel. c. Nehemías restauró el pago del diezmo Después de la deportación a Babilonia (cerca del S. IV a.C.) Nehemías incluyó dar el diezmo como parte de la restauración del culto en Israel. El pueblo se comprometió con Dios para cumplir con sus diezmos y ofrendas para el sostenimiento de los levitas y restaurar el culto: “Que traeríamos también las primicias de nuestras masas, y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios y el diezmo de nuestra tierra para los levitas. Y que los levitas recibirán las décimas de nuestras labores en todas las ciudades” (Nh. 10: 37). Cuando el pueblo de Israel se volvía a Dios la parte central era la adoración y la restauración del culto. Para eso era necesario sustentar a los levitas que eran los encargados de ministrar en el templo. El diezmo tiene la función de sostener a los ministros que sirven en el altar para que el reino de Dios se extienda en la tierra a través de personas dedicadas enteramente al servicio divino. 53 d. Malaquías hizo un llamado a la fidelidad de Israel En el libro de Malaquías Dios hizo uno de los llamados más severos para que Israel se volviera a Él. Una de las cosas que Dios les reclamó fue el descuido del diezmo para el sustento de los levitas y permanencia del culto en Israel. Dios les llamó ladrones a los que se robaron el diezmo y las ofrendas que le pertenecen a Él: “Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmo y ofrendas” (Mal. 3:7-8). Desde la perspectiva bíblica y divina el diezmo no se le da a Dios, le pertenece a Él. Él lo reclama como suyo, por eso llama ladrones a los que le roban Su diezmo. El diezmo era utilizado para el sustento de los levitas y el incumplimiento les ponía en una situación de pobreza, porque no poseían tierras para cultivar. La infidelidad también ponía bajo maldición al pueblo por desobedecer el mandato divino y rechazar su promesa de bendición: “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me ha robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3: 9-10). Dios les exhortó a que trajeran sus diezmos y ofrendas al templo, para que fuesen restaurados económicamente. Esta vez les retó a que, si lo hacían, Él los bendeciría. El Señor reclamó a Israel diciendo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”. 54 El pueblo de Israel preguntó: ¿Cómo era posible que el hombre le robara a Dios? Alguien puede preguntarse: ¿Para qué Dios necesita alimento en su casa? ¿Come Dios? ¡Claro que no! La Biblia señala que todo le pertenece a Dios: ”Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud. ¿He de comer yo carne de toros, o de beber sangre de machos cabríos? Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo; e invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:12-15). Los levitas, que habían sido separados por Dios para ministrar en el templo tenían familias que mantener y no poseían tierras para cultivar. Su herencia eran las ofrendas y diezmos de Israel. Cuando el pueblo abandonaba la Ley, los levitas sufrían hambre, pobreza o deambulaban como forasteros (Jue. 17:7-13). Por eso Dios reclamó: “haya alimento en mi casa”. El pueblo no solo pecaba contra Dios, también los sacerdotes sufrían. ____________________________________________________ “Desde la perspectiva bíblica y divina el diezmo no se le da a Dios, le pertenece a Dios. Él lo reclama como suyo, por eso llama ladrones a los que le roban Su diezmo”. ____________________________________________________ 55 56 Capítulo – 6 – EL DIEZMO Y LAS OFENDAS EN LA GRACIA ____________________________________________________ I. JESÚS APROBÓ EL DIEZMO a. Jesús confirmó el pago del diezmo en la Gracia Jesús dijo: “Hay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mt. 23:23). Jesús llamó hipócritas a los escribas y fariseos de su tiempo porque procuraban justificarse cumpliendo parte de la Ley, pero sin una conversión genuina en sus corazones. Eran fieles con sus diezmos, ayunos y oraciones, pero no eran verdaderos adoradores, eran injustos e ignoraban el amor a Dios y al prójimo del que depende toda la Ley (Mt. 22:40). Jesús confirma que el diezmo por sí mismo no hace agradable al adorador ante Dios si no vive en santidad. El Señor exhortó a los religiosos judíos a procurar una justicia integral, esta incluía seguir diezmando: “esto era necesario hacer (la fe, la justicia, la misericordia) sin dejar de hacer aquello (diezmar)”. Jesús quiso evitar ambigüedades que dieran paso a malas interpretaciones de sus palabras, dejando clara su posición con relación al diezmo en la era de la Iglesia, al confirmar su cumplimiento. Él sabía que muchos de sus seguidores podían usar ésta exhortación a la hipocresía de los líderes judíos como una excusa para no diezmar e 57 incluso los líderes judíos podían acusarle de negar lo escrito en la Ley con relación al diezmo. Jesús fue cuidadoso al señalar que debían darle a Dios un verdadero culto y no solo una parte. Él les exhortó a amar, a tener misericordia con el prójimo y fe en Dios (Mt. 23:23), sin los cuales el culto a Dios es vacío y estéril. Jesús no rechazó el diezmo. Lo confirmó. El reprendió la hipocresía de los religiosos porque no eran adoradores fieles, solo cumplían partes del pacto. No obstante, les animó a seguir diezmando: “esto era necesario hacer (la fe, la justicia, la misericordia) sin dejar de hacer aquello (diezmar)”. ____________________________________________________ “Jesús no rechazó el diezmo. Él lo confirmó. Él reprendió la hipocresía de los religiosos, pero a la vez les animó a seguir diezmando”. ____________________________________________________ b. La justicia de los fariseos En el Evangelio de Mateo hay una exhortación que Jesús hizo a sus discípulos que tiene relación con los diezmos: “Porque os digo que, si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt. 5:20). En este verso el Señor exhorta a sus discípulos a procurar una justicia mayor a la de los escribas y fariseos. Estos cumplían algunas demandas de la Ley, pero olvidaban la verdadera justicia dirigida a amar a Dios y al prójimo. En el siguiente verso se nota algunas de las cosas buenas que practicaban los religiosos judíos del tiempo de Cristo: “Ayuno dos veces a la semana. Doy diezmo de todo lo que gano” (Lc. 18:12). 58 Los judíos del tiempo de Cristo eran muy fieles con sus diezmos y ayunos. Lo malo es que lo hacían para ser vistos por los demás. Jesús condenó su hipocresía (Mt. 6:16), pero a la vez confirmó que sus discípulos debían ayunar y diezmar (Mt. 6:17-18, 9:14-15, 23:23). Jesús fue un maestro equilibrado en sus enseñanzas y se cuidó de ser mal interpretado. Al condenar la hipocresía de los líderes judíos en varias ocasiones, rescató lo bueno de sus enseñanzas y dijo a sus discípulos que hicieran todo lo que los líderes religiosos les enseñaban, pero que no hicieran lo que ellos hacían, porque no practicaban lo que enseñaban (Mt. 23:3). En lo que atañe a los diezmos, Jesús condenó la hipocresía de los líderes judíos. Ellos diezmaban hasta de las hortalizas más insignificantes, pero se olvidaban de la justicia, la misericordia y la fe que se relacionan con el amor a Dios y al prójimo que es la esencia de la Ley, por eso les llamó hipócritas (Mt. 23:23). Jesús condenó la hipocresía de los líderes religiosos de su época, pero no sus diezmos. Él confirmó el pago de los diezmos. c. Jesús ordenó dar a Dios lo que le pertenece Los líderes judíos se acercaron a Jesús para preguntarle si era lícito pagar los impuestos al gobierno romano. Si Jesús decía que no, los herodianos le acusarían de quebrantar la Ley romana. Si decía que sí, los líderes religiosos le acusarían de pervertir la Ley. La respuesta de Jesús revela una verdad más importante: “Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Lc. 20:25). Jesús pidió que le trajeran una moneda que tenía la inscripción del Cesar y respondió que debían darle al Cesar lo que era del Cesar y a Dios lo que es de Dios. 59 Si la pregunta que le hicieron los líderes judíos fue con relación al tributo a Cesar, no a Dios ¿Por qué Jesús pone en paralelo lo que le pertenece a Cesar con lo que le pertenece a Dios? Este verso revela que la pugna de los judíos con relación al tributo a Cesar era que entraba en contradicción con lo que los judíos daban para el templo (diezmos y ofrendas ordenados en la Ley de Moisés) que para los judíos solo le pertenecen a Dios y no al rey. El tributo a Cesar tenía matices políticos y religiosos para el pueblo judío, era visto como una sumisión a un gobierno pagano idolatra que competía con lo que le pertenece a Dios (tributo al templo, diezmo y ofrendas ordenadas por Dios en la Ley). La respuesta de Jesús fue que a pesar del disgusto y el rechazo que los judíos sintieran hacia el gobierno romano debían pagar sus impuestos. Pero, también debían ser fieles en darle a Dios lo que le pertenece para mantener su bendición. Aparentemente los judíos argüían que si daban el tributo a Cesar esto substituía lo que le pertenecía Dios. Jesús no podía referirse al tributo del templo, pues este no era exigido por la Ley. Lo que la Ley exige son los diezmos y ofrendas, eso es lo que le pertenece a Dios y lo que Cristo enfatizó en este pasaje. Jesús ordenó darle a Dios lo que le pertenece. ____________________________________________________ “Jesús ordenó darle a Dios lo que le pertenece”. ____________________________________________________ 60 II. DIEZMOS Y OFRENDAS EN EL NUEVO PACTO a. El mandato de Jesús para los ministros del Evangelio Pablo habló del mandato de Jesús con relación al sostenimiento de los ministros del nuevo pacto, así como los levitas se sostenían del altar del antiguo pacto por orden divina. Hay una transición del ministerio sacerdotal de la Ley, al de la Gracia (1 P. 2:9). Los levitas tenían el mandamiento divino de recibir los diezmos y las ofrendas del pueblo de Israel para su sustento y servicio en el templo (Hb. 7:5). Jesús mandó que, así como los sacerdotes levitas recibían los diezmos y ofrendas, los ministros del Evangelio deben participar del mismo derecho. Pablo confirma que este fue uno de los mandamientos del Señor: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio” (1 Co. 9:14-15). El apóstol Pablo puso en paralelo a los levitas consagrados al servicio divino en el templo judío, con los ministros del Evangelio. En referencia a los que predican el Evangelio, el Señor dijo: “el obrero es digno de su salario” (Lc. 10:7). ____________________________________________________ “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio”. ____________________________________________________ Por tanto, los ministros del evangelio legítimamente llamados por Dios al servicio ministerial deben participar de los mismos derechos de los levitas de vivir de los diezmos y las ofrendas. También, los ministros del 61 evangelio tienen el mismo deber de los levitas de consagrarse al servicio divino y no enredarse en negocios o afanes materiales. La Biblia dice: 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado (2 Ti. 2:4). b. La ofrenda neotestamentaria Los sacrificios y ofrendas en el culto del Antiguo Testamento encerraban elementos simbólicos con relación al sacrificio perfecto hecho por Cristo, como la ofrenda más excelente y agradable delante de Dios (Hb. 10: 1, 11-14). Implica que no hay ofrenda que pueda comprar o sustituir los beneficios de la Gracia para la humanidad, ganados por Cristo en la cruz. La Ley exigía algunas ofrendas obligatorias por los pecados; pero en la Gracia Cristo hizo una sola ofrenda por todos los pecados de la humanidad. Durante tres fiestas anuales del pueblo de Israel se pedía que nadie se presentara delante de Dios con las manos vacías (Dt. 16:16). Obviamente, esto se hacía solo tres veces al año, no todos los días. En la Gracia, Jesucristo es la ofrenda perfecta que hace agradable al cristiano ante Dios (Hb. 10:14). Las ofrendas cristianas no guardan relación con la remisión de pecados o la salvación, se dan en agradecimiento por las bondades del Señor. No implica que el cristiano no deba ofrendar, pues hay evidencia de ofrendas voluntarias en la era de la Iglesia a fin de extender el reino de Dios en la tierra. Las ofrendas cristianas son agradables a Dios si proceden del corazón de un verdadero adorador. De otra manera lo importante sería cambiar el corazón, no dejar de ofrendar. Las ofrendas deben darse como se proponen en 62 el corazón (2 Co. 9:7). Ananías y Safira fueron muertos por no dar una ofrenda como habían prometido a Dios (Hch. 5:1-11). La Biblia señala que es mejor no prometer algo a Dios si no se va a cumplir (Ec. 5:5). Dios toma en serio nuestras promesas, nunca las olvida. El cree en nosotros. c. Ofrendas especiales En la Biblia hay un gran despliegue de ejemplos de ofrendas voluntarias, comenzando desde el justo Abel. Cuando hay proyectos que son dirigidos por Dios el pueblo debe contribuir voluntariamente con ofrendas. Estas son oportunidades que Dios permite para que sus hijos puedan participar de sus bendiciones. Dios no necesita ayuda de nadie para realizar sus planes, solo quiere involucrar a sus hijos para que le ofrezcan voluntariamente de lo que reciben de su mano. El adorador se beneficia espiritual y económicamente a través del diezmo y las ofrendas. La Biblia señala que: “el que siembra abundantemente, abundantemente cosechara” y “Dios bendice al dador alegre” (2 Co. 9:6-7). En una ocasión Dios le habló a Moisés que pidiera una ofrenda voluntaria al pueblo para la construcción del tabernáculo de Israel: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda” (Ex. 25:2). La respuesta del pueblo fue tan generosa que Moisés impidió ofrendar mas a causa de la abundancia (Ex. 36:2-7). Ante la necesidad de restaurar el templo destruido de Jerusalén, Nehemías propuso dar una ofrenda especial: “nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios” (Nh. 10:32). 63 En la Iglesia primitiva se recogían ofrendas para el uso ministerial (Ro. 15:26; 1 Co. 16:1). Hubo quienes ofrecieran voluntariamente el precio total de algunos de sus bienes para el servicio de la Iglesia (Hch. 4:32-37). Dios está involucrado en las ofrendas de sus hijos, la Biblia señala que cada uno debe ofrendar según proponga en su corazón (2 Co. 9:7), y Dios produce el querer y el hacer, por su buena voluntad en el corazón del cristiano fiel para ofrendar para su reino (Fil. 2:13). 64 Capítulo – 7 – EL DIEZMO Y LA SALVACIÓN ____________________________________________________ I. TODA DESOBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS ES PECADO a. ¿Es pecado no diezmar? Una de las preguntas más importantes acerca del diezmo es su relación con la salvación. ¿Se puede perder eternamente un cristiano por no diezmar? Es claro que nadie se salva solo por diezmar, pero la Biblia señala que saber lo bueno y no hacerlo es contado como pecado (Stg. 4:17; Lc. 12:47; Jn. 9:41). El pecado es simplemente desobedecer la Palabra de Dios. El diezmo es un mandato divino que está vigente en la era de la Iglesia y es esencial para desarrollar el culto a Dios. No diezmar es una desobediencia a la Palabra de Dios que se constituye en un pecado. Un cristiano puede decidir no diezmar como parte de su vida de adorador, pero sufrirá las consecuencias de su desobediencia en su vida presente, repercusiones directas en su relación con Dios y lo más fatal, afectará el destino eterno de su alma por resistir la palabra de Dios, pues tendrá que dar cuenta de la mayordomía de sus bienes. Si un cristiano no diezma, ni Dios, ni la Iglesia pierden tanto, como perderá el mismo. La Biblia señala que: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stg. 4: 17). 65 La Biblia como la palabra infalible de Dios rige la fe cristiana. Oponerse conscientemente a la práctica del diezmo revelado en la Biblia es resistir a Dios y la desobediencia a la palabra de Dios es pecado (Ro. 5:19; Hb. 2:2), y el pecado tiene consecuencias inmediatas y eternas en quien lo practica (Ro. 6:23). El problema no es el diezmo en sí mismo, sino la desobediencia y la oposición a la Biblia. ¿Cómo alguien puede proclamar que cree en Dios, sino cree a sus promesas de bendición? Él dijo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3: 9-10). La Biblia señala que aún los demonios creen y tiemblan ante Dios, pero no le obedecen (Stg. 2:19). No basta creer en Dios, hay que obedecerle. La fe deviene en obediencia. La voluntad divina es que sus hijos sean prosperados y bendecidos en todo, pero la fe debe ir acompañada de obediencia a la palabra de Dios para que rinda frutos. b. El robo es un pecado de condenación eterna En el Nuevo Pacto, Jesús confirmó el pago de los diezmos, según el sacerdocio eterno de Melquisedec, de quien Abraham fue el primer diezmador, bajo la fe, no bajo la Ley. Eso implica que el diezmo sigue vigente como un mandato divino bajo el pacto de la Gracia (Fe). Nadie le regala o paga los diezmos a Dios. Él como dueño absoluto de toda la creación, quien con su poder hace que todo exista y se reproduzca, reclama el diezmo de todo, porque le pertenece. Al pueblo de Israel Dios les llamó ladrones cuando le robaron sus diezmos: 66 “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado” (Mal. 3:11). Si la vigencia del diezmo está demostrada en las Escrituras del Nuevo Testamento y en las enseñanzas de Jesús, ¿Cómo se le llamará hoy día al incumplimiento del pago de los diezmos? Definitivamente, sigue siendo un robo, un pecado de condenación eterna y la Biblia señala que los ladrones no heredarán el reino de Dios (1 Co. 6:10). Los cristianos deben entender lo grave que es la desobediencia a la palabra de Dios, pues Cristo mismo dijo que por ella serían juzgados los seres humanos en su segunda venida (Jn. 12:48). Eso no implica que si alguien ha fallado con sus diezmos ha perdido su alma, porque mientras hay vida existe oportunidad de arrepentimiento (Ec. 9:4). Pero, quien practica el pecado consciente y deliberadamente10, sin arrepentirse, peca (1 Jn. 3:8), y la paga del pecado es muerte (Ro. 6:23). __________________________________________________ “No implica que si alguien ha fallado con sus diezmos ha perdido su alma, porque mientras hay vida existe oportunidad de arrepentirse (Ec. 9:4). Pero, quien practica el pecado consciente y deliberadamente, sin arrepentirse, peca (1 Jn. 3:8), y la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). ____________________________________________________ c. No diezmar es robarle a Dios 10 La práctica del pecado se refiere a quienes lo practican consciente y deliberadamente, sin arrepentirse. Eso no implica que el cristiano este exento al pecado. Dios perdona a los que sinceramente se arrepienten y se apartan del pecado. 67 Parece sencilla la afirmación de que el diezmo le pertenece al Señor, pero si usted cree en el señorío de Dios sobre su vida debe entender que este es un mandato divino por medio del que Dios le quiere bendecir, si le obedece. Pero, rechazar la voluntad divina revelada en la Biblia tiene implicaciones eternas en la vida del cristiano. Cuando se toma algo que pertenece a otra persona se llama robo y eso es condenado en la Biblia (Lv. 19: 11-13; 1 Co. 5:11). El diezmo es de Dios y retenerlo es un pecado de robo. El Señor prohíbe robar y retenerle el sueldo al prójimo: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana” (Lv. 19: 13). Cuando los hijos de Dios resisten obedecer con relación al diezmo incurren en varios pecados. Desobedecen la Biblia y le roban a Dios. Después, le retienen el sustento al prójimo, porque Dios ordenó que los ministros que predican el Evangelio, vivan del Evangelio (1 Co. 9: 13-14). Robarle el diezmo a Dios es un pecado de condenación eterna, aunque usted sea cristiano, pues el mandato divino es para los hijos de Dios, no para los pecadores. Si usted es un hijo de Dios obedezca a su Padre celestial, antes que sea demasiado tarde y la muerte le sorprenda. Después de morir no hay mas oportunidad de arrepentirse (Hb. 9:27). Sea fiel a Dios con sus diezmos, arregle sus cuentas con su Creador mientras viva. Recuerde que Dios bendice al dador alegre (2 Co. 9:7). __________________________________________________ “No es el dinero en sí mismo lo que a Dios le interesa ni el punto de condenación; sino la desobediencia a la Palabra de Dios. No diezmar, siendo consciente del mandato divino, es robarle a Dios y los ladrones no entran al cielo, salvo que se arrepientan a tiempo”. 68 “Robarle el diezmo a Dios es un pecado de condenación eterna, aunque usted sea un cristiano, pues el mandato divino es para los hijos de Dios, no para los pecadores”. __________________________________________________ d. La Palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar Nadie puede condenar a otro ser humano, el juicio le pertenece solo al Señor; pero ese juicio estará basado en la bendita Palabra revelada de Dios (la Biblia, Jn. 12:48). Toda desobediencia a la palabra de Dios tiene consecuencias y ella tiene poder de sí misma para juzgar. La palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar. Cuando Dios puso la primera pareja en el paraíso les dio un mandato de no comer del fruto prohibido. Según revela el texto sagrado, la voz de Dios apareció en el huerto después de la desobediencia (Gn. 3:8). Implica que Dios no estaba como un capataz en el huerto. Él le dio libertad de decidir a sus criaturas. No obstante, lo que conectaba a Dios con sus hijos era la Palabra que les había dado. Lo mismo sucede hoy. A Dios nadie le ha visto, pero su Palabra revelada nos conecta con Él. No se debe profesar amar a Dios sin obedecer la Biblia. Hay millones de personas en el mundo que afirman amar a Dios, sectas y religiones que reclaman servir a Dios, pero nadie puede gozar de comunión con Dios o señalar que ama al Dios de la Biblia si no obedece la Biblia. La obediencia agrada más a Dios que todos los sacrificios y obras que se puedan hacer (1 S. 15:22-23). Jesús dijo que la Palabra será el juez de la humanidad el día del juicio final: “Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a 69 salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar” (Jn. 12:47-49). Jesús regresará a pagar a cada uno según sus obras (Ap. 22:12), en un juicio basado en la Biblia. Las palabras de Jesús (sus enseñanzas escritas en la Biblia) serán el juez de cada ser humano en su retorno a la tierra en el día postrero. Pablo advierte: “El cual (Jesús) pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Ro. 2:6-8). Jesús confirmó el pago de los diezmos. Sus palabras tendrán consecuencias eternas en quien las oye y lee (Hb. 12:22-29). Vida eterna a los obedientes y condenación eterna a los desobedientes (Ro. 2:6-8). 70 Capítulo – 8 – EL DIEZMO Y LA FE ____________________________________________________ I. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DIVINA QUE SE ALCANZA POR MEDIO DE LA FE Y LA OBEDIENCIA a. El diezmo es un acto de fe en la Palabra de Dios La Biblia señala que sin fe no se puede agradar a Dios. Toda persona que se acerca a Dios en un acto de adoración debe estar convencida de la existencia de Dios: ”Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hb. 11:6). La fe hizo agradable a Abel y su ofrenda delante de Dios: ”Por la Fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Hb. 11: 4). Si no tiene fe, pídale a Dios y Él le dará abundantemente. El diezmo se debe dar en un acto de fe en la Palabra de Dios. No es un intercambio o un banco donde se cobran réditos por depósito. Tampoco se debe dar pensando que es una ayuda para Dios, al pastor o a la Iglesia. Aunque tiene el fin de extender el reino de Dios en la tierra y proveer sustento económico para los verdaderos ministros que sirven al Señor, el diezmo le pertenece a Dios y se debe 71 dar como un acto consciente de obediencia al mandato divino con promesa de bendición revelado en la Biblia. Si se ha creído en Dios para salvación por medio de su Palabra escrita (Biblia) ¿Por qué no creer lo que la Biblia enseña con relación al diezmo? Dios salva y se cree en Él a través de su Palabra, con esa misma fe se debe obedecer todo lo que Dios ordena en la Biblia. Si alguien dice creerle a Dios y no diezma, ¿Dónde está la fe que deviene en obediencia a Dios y a su Palabra? Si no se confirma lo que la Biblia enseña, se niega la fe que profesa el adorador. b. El diezmo no puede ser decidido por la conciencia El corazón del ser humano es perverso (Jr. 17:9). La fe cristiana se rige por la Biblia, no por la opinión o el sentimiento personal. Un mandato divino no puede ser decidido por la conciencia humana. Existen cristianos que se creen muy espirituales, como los Corintios, que no querían aceptar las palabras del Apóstol Pablo (1 Co. 14:37). Habrá también hoy día quienes pedirán al Espíritu lo que deben hacer con relación al diezmo, sin tomar en cuenta la Palabra de Dios. Se debe recordar que el Espíritu Santo jamás contradice la Biblia. No se puede tentar a Dios escuchando voces que sean contrarias a lo escrito en la Biblia. Cuando la Biblia señala que el Espíritu guiará al cristiano a toda verdad (Jn. 16:13), se refiere a quienes obedecen su Palabra. No se puede tentar al Espíritu Santo preguntándole algo que ya está escrito y evidenciado en la Biblia. Si alguno busca que Dios le apruebe su desobediencia lo que encontrará será confusión. Buscar confirmación del Espíritu Santo para diezmar solo demostrará el grado de incredulidad y dureza de corazón para no creer lo que está escrito en la Biblia. En todo caso, si un cristiano le 72 pregunta al Espíritu Santo si debe diezmar, la respuesta que le dará es que obedezca lo que Él inspiró en la Biblia. La respuesta del Espíritu Santo siempre estará de acuerdo con la Biblia, nunca se contradicen. Cuando esto parezca ser así, no hay dudas que el intérprete está errado. Cada ser humano determina el valor que le da a la Biblia y puede decidir libremente obedecer o no, pero sin duda, de ella dará cuenta un día ante de Dios. “Si un cristiano le pregunta al Espíritu Santo si debe diezmar, la respuesta que le dará es que obedezca lo que Él inspiró en la Biblia”. c. La autoridad de la Palabra viva de Dios El descuido y la falta de atención a las Escrituras pueden determinar el éxito o fracaso del cristiano. Saúl fue el primer rey elegido por Dios para gobernar Israel, pero fue desechado a causa de su desobediencia y falta de atención a la palabra de Dios. Su pecado de rebelión contra la palabra de Dios es comparado con la adivinación, y su obstinación como pecado de idolatría (1 S. 15:22-23). Su ejemplo debe servir de advertencia a quienes subestiman la voluntad de Dios revelada en la santa Biblia. Prestar atención y obedecer la Biblia es más importante que todo sacrificio que se haga para agradar a Dios. Ningún acto de bondad o esfuerzo humano substituye el valor de la obediencia a la palabra de Dios. Actos bien intencionados sin obediencia pueden ser desagradables a Dios y considerados como fuego extraño en su presencia. Tal es el caso de Nadab y Abiu, hijos de Aarón, quienes ofrecieron sacrificios que Dios nunca les mandó, usurpando la autoridad de su padre. Hasta pudo ser un acto bien intencionado, pero contrario a lo que Dios había ordenado en su palabra con relación a la exclusividad del 73 sumo sacerdote para hacer estos sacrificios sagrados. Aunque eran sacerdotes, murieron siendo consumidos por el fuego de Dios a causa de su soberbia (Lv. 10:1-2). El siguiente diagrama ilustra la autoridad de la Biblia por encima de lo que individualmente un cristiano piense o crea de sí mismo. LA CONCIENCIA LO QUE SE LA BIBLIA CREE Lo que el La Biblia es la La conciencia humana puede cristiano cree, de regla de fe que errar, por eso se sí mismo, no tiene autoridad habla de una determina una para regir la vida conciencia errónea, postura bíblica. y conducta la que confunde el La opinión cristiana. Tiene el bien con el mal o personal no tiene poder de salvar o viceversa. la autoridad de condenar (Jn. 12 una verdad 48). bíblica. Una “revelación” No se debe usar La conciencia humana no puede humana o la Biblia como dictar una verdad espiritual no excusa para divina o regir la fe puede justificar una cristiana. El contradecir la creencia corazón del ser revelación divina personal. La humano es (la Biblia). Biblia revela la engañoso (Jr. 17:9). voluntad de Dios a la humanidad. El ser humano No basta con La Biblia debe debe tener creer en Dios, interpretar la conciencia del hay que creer y Biblia. El valor inalterable obedecer la Biblia intérprete se de la Biblia. que revela la remite a la Biblia 74 voluntad divina. para estudiarla. Capítulo – 9 – DIOS ES DUEÑO DE TODA RIQUEZA ________________________________________________ I. DIOS DEMANDA UNA ENTREGA TOTAL a. Todas las cosas proceden de Dios Dios quiere que sus hijos le reconozcan en todos sus caminos y que dependan totalmente de Él11. Dios, como suplidor de todas las cosas, quiere evitar que sus hijos confíen en lo que poseen. Existe el peligro de olvidar a Dios cuando económicamente se posee todo. Un sabio dijo: “No me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Pr. 30:8b, 9a). Dios quiere cuidar el corazón de sus hijos para que gocen siempre de comunión con Él. Una de las formas es dándole voluntariamente el primer lugar en todas las áreas de la 11 La Biblia muestra que la voluntad divina es que sus hijos dependan enteramente de Él y confíen en sus promesas de provisión. En el Antiguo Testamento, Dios le ordenó a Israel que no guardaran del Maná para el siguiente día, ellos debían esperar el alimento de su mano diariamente (Ex. 16:4). En la oración modelo, Jesús ensenó a sus discípulos a depender diariamente de Dios, señalando: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11). 75 vida, incluyendo lo económico. Dios ha establecido el diezmo a fin de reconocerle como el suplidor material. Dios comparte su bondad aun con los malos, la Biblia señala que toda la creación espera su alimento de su mano: ‘’Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. Los ojos de todos esperan en ti y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente” (Sal. 104: 27-28, 145:15-16). Todo lo que el ser humano recibe procede directamente de la mano de Dios. Él sustenta a toda su creación con su poder, aunque no se le reconozca. Jesús enseñó que el Padre eterno, creador de todas las cosas visibles e invisibles, comparte las bendiciones de su mano con toda su creación: “Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mt. 5: 45). Dios está comprometido en su Palabra a bendecir a los que obedecen, pero su bondad va más allá, Él hace salir el sol y derrama lluvia sobre buenos y malos. Si Dios es grande en misericordia, aun con los desobedientes, como no bendecirá hasta que sobre y abunde a los que obedecen fielmente su Palabra. Él dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10). b. Dios es dueño del oro y la plata Dios es el dueño absoluto de todas las cosas. No obstante, Él les brinda la oportunidad a sus hijos para que se 76 involucren voluntariamente en sus proyectos a fin de que participen de sus bendiciones. En los Salmos se encuentra todo un despliegue de esta grandeza de Dios como supremo creador de todas las cosas. En cierta ocasión el salmista expresó de Dios: “Si Yo tuviese hambre, ¿te pediría a ti?; porque mío es el mundo y su plenitud” (Sal. 50:12). Dios no necesita nada del ser humano, solo quiere bendecir a sus hijos que crean las promesas de su Palabra. Dios declara que Él es el dueño de toda riqueza: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hg. 2:8). Quizá estos minerales preciosos eran los de más valía en su época, pero lo que Dios quiere declarar es que, Él es dueño de toda riqueza presente y futura. Este verso invita a creer y pedirle a Dios, como dueño absoluto de todo. El Rey David ofrecía de lo mejor que tenía para Dios y aún con toda su riqueza exclamó: “Las riquezas y la gloria proceden de ti y tu dominas sobre todo. Pues todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cr. 29: 12a, 14b). David, siendo rey, reconoció que el ser humano no puede darle nada a Dios de sí mismo, solo puede ofrendar de lo que previamente ha recibido de Él: “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cr. 29:14). c. Dios hace partícipes a sus hijos de sus bendiciones Si Dios es dueño de todas las cosas ¿por qué demanda el diezmo de sus hijos? No es porque necesite ayuda. Él quiere que sus hijos se involucren en la obra de su reino y 77 participen de sus bendiciones presentes y eternas a través de la fe en su Palabra. Pablo compartió con los Filipenses el propósito divino de hacer partícipes a sus hijos en su obra: “No es que busque dadivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Fil 4:17). Pablo anhelaba que los cristianos aportaran a la obra de Dios, con la esperanza de que estos recibirían bendiciones presentes y eternas, conforme a las promesas divinas. Pero la Biblia señala que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hb. 11:6). Dios anhela que sus hijos le reconozcan voluntariamente en todos sus caminos y le den el primer lugar en todo. La Biblia señala que tener a Dios en primer lugar es el primer mandamiento. Es la exigencia mayor de Dios: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” (Mr. 12:30). Como acto de adoración, el mandato del diezmo se constituye en una acción de fe y obediencia por el cual el ser humano voluntariamente decide poner en primer lugar a Dios y depender absolutamente de Él para sus necesidades diarias, participando de las bendiciones prometidas a los fieles. El diezmo es un acto de adoración en el que se le rinde el primer lugar a Dios. Al separar el diezmo como la primera parte de nuestras ganancias para ofrecerlo a Dios, estamos dándole el primer lugar a Dios y esa es la meta que persigue todo adorador, tener a Dios en el primer lugar. El diezmo no es un acto puramente económico, encierra un acto de adoración a Dios en los que son fieles y aman a Dios con pureza de corazón. ____________________________________________________ 78 ”Como un acto de adoración, el mandato del diezmo se constituye en una acción de fe y obediencia por medio del cual el ser humano voluntariamente decide poner en primer lugar a Dios y depender absolutamente de Él para sus necesidades diarias, participando de las bendiciones prometidas a los fieles”. d. Más que el diezmo La Iglesia primitiva no solamente daba su diezmo, sino que vendían propiedades y las ofrendaban a Dios para compartir con los hermanos más necesitados. Ellos se desbordaban en amor, dando grandes ofrendas para la obra del Señor: “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, vendían y traían el precio de los vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hch. 4: 34-35). Las iglesias gentiles de Macedonia, Acaya y Galacia entre otras, recogían ofrendas voluntarias de cada hermano para enviársela a los hermanos más pobres de Jerusalén (Ro. 26; 1 Co. 16; 2 Co. 8 y 9). Semanalmente, los hermanos guardaban cierta cantidad para ofrendarlas en ayudas. Es obvio que el hijo de Dios debe ser sabio para dar, mas en un mundo lleno de egoísmo y falta de amor como el que se vive en la actualidad, pues aquella Iglesia era de un solo sentir, todo era de todos (v.32), mas ahora no todos viven para los demás. Pero esto no menoscaba la realidad de que Dios bendice abundantemente, a los que siembran abundantemente en su obra (2 Co. 9:6). Dios no se queda con nada de lo que damos para su obra. La Biblia señala: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” (Pr. 19:17). 79 Si bien, el hijo de Dios ofrenda por amor, Dios recompensa a quien lo hace con alegría, y no por obligación: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre (2 Co. 9:7). Toda ofrenda dedicada a la ayuda de los santos, por pequeña que sea, recibirá su recompensa: “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (Mr. 9:41). Habrá recompensa eterna de Dios para todos sus hijos que ayudan a los santos en la tierra: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25:34-40). 80 II. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DE BENDICION DIVINA a. La bendición prometida a los que diezman Dios estableció el diezmo como el camino a la bendición económica de sus hijos. Dios prometió bendecir la labor de las manos de los fieles: ”Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren’’ (Dt. 14:28-29). El diezmo como un acto de adoración cultiva el vínculo de comunión intima entre Dios y sus hijos. Dios bendice a los obedientes: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días’’ (Dt. 14:22-23). La expresión divina: ‘’para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días’’, implica que a través del diezmo el ser humano cultiva un temor reverente a Dios que le 81 conduce a no olvidar que Dios es el suplidor de todas las necesidades humanas, incluyendo las económicas. Eso cultiva la comunión y la dependencia total de su Creador. b. Dios anhela suplir todas las necesidades de sus hijos A Dios le agrada ser el suplidor de todas las necesidades de sus hijos obedientes (espirituales y materiales), por eso quiere que le pidan: ”Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mt. 7:7-11). En la oración del “Padre Nuestro” Jesús enseñó a sus hijos a pedir el alimento diario como un vínculo de dependencia absoluta de Dios para cada día: ”El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11). A través del diezmo se aprende a mantener dependencia de Dios, pues la autosuficiencia termina alejando al ser humano de su Creador. El diezmo como un acto de adoración cultiva un temor reverente al Señor que deviene en comunión y bendición a sus hijos al mantenerles en constante dependencia de su Creador. A Dios le agrada gozar de comunión íntima con sus hijos (Sal. 25:14). El diezmo es un acto sagrado de adoración que bendice espiritual y materialmente. 82 c. Las bendiciones divinas están sujetas a la obediencia Dios no bendice, ni maldice a nadie de su propia voluntad. La Biblia señala que todo lo que el ser humano siembra eso mismo cosecha (Gá. 6:7). Dios respeta el libre albedrio, aun de sus hijos, dándoles oportunidad de elegir entre la bendición y la maldición: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Dt. 30:15, 19-20). A los judíos les había alcanzado la maldición divina a causa de su desobediencia a la palabra de Dios. Dios les reveló que el robo del diezmo era la causa de su miseria: “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me ha robado” (Mal. 3: 9). Pero Dios es grande en misericordia y siempre da oportunidad a sus hijos de arrepentirse y obedecer. Él les retó diciendo: “probadme”, para que comprobaran la veracidad de sus promesas: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3: 9-10). Dios les había advertido que si desobedecían a su Palabra “el cielo seria como hierro y la tierra como bronce” (Lv. 26:19). Pero Dios prometió por medio de Malaquías que si obedecían su palabra les restauraría la bendición: “Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis 83 tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:1112). Dios se compromete con los fieles con sus diezmos y ofrendas a reprender al devorador de las bendiciones económicas. El hijo de Dios debe reprender a Satanás en cualquier asunto, pero a los fieles con sus diezmos y ofrendas, Dios les promete que Él mismo reprenderá al destructor para que no les robe su bendición económica. Los fieles con sus diezmos y ofrendas no tienen que reprender “demonios de pobreza”, en este aspecto de bendición económica, pues están bajo la promesa de bendición y Dios los protege. No hay oración que reprenda al devorador cuando alguien es infiel con los diezmos a Dios. Hay que dar a Dios lo que le pertenece y Él se compromete personalmente a reprender al devorador para que no estorbe la bendición, derramando bendiciones hasta que sobre y abunden. En el caso del justo Job, Satanás arguyó que no podía tocarle porque Dios había creado un cerco a su alrededor y todo lo que sus manos emprendían prosperaba (Job 1:10). La provisión económica de los hijos de Dios no depende solo de la oración o el reclamo de sus promesas escritas. Es preciso obedecer a Dios y ser fiel con los diezmos. Si hay fidelidad a Dios con los diezmos, nadie podrá estorbar la bendición de sus hijos. Aún los no convertidos a Cristo tendrán que reconocer y confesar que Dios bendice a sus hijos, como señala Malaquías: “las naciones os dirán bienaventurados”. Dios no retracta su palabra (1 S. 15:29) y él ha prometido bendecir a sus hijos fieles con los diezmos. Pero, aun siendo fieles, Dios puede probarles por un tiempo (Jn. 84 16:33). En el caso de Job, Dios le dio permiso a Satanás de probarle (Job 1:12). El salmista expresa: “Jehová prueba al justo” (Sal. 11:5). Satanás de sí mismo no puede estorbar las bendiciones de los hijos fieles, solamente con el permiso de Dios, cuando el Señor por un tiempo quiera enseñarnos alguna lección que nos hará crecer en la vida cristiana. __________________________________________________ “El hijo de Dios debe reprender a Satanás en cualquier asunto, pero a los fieles con sus diezmos y ofrendas, Dios les promete que Él reprenderá al destructor para que no les robe su bendición económica”. “Los fieles con sus diezmos y ofrendas no tienen que reprender “demonios de pobreza”, en este aspecto de bendición económica, pues están bajo la promesa de bendición y Dios los protege”. __________________________________________________ d. Las bendiciones divinas se obtienen por medio de la fe A Dios le agrada que sus hijos se acerquen a Él por medio de la fe. La fe de sus hijos agrada a Dios (Hb. 11:6). Jesús hizo grandes maravillas en su ministerio. Sus discípulos fueron tan impactados que le pidieron que aumentara su fe (Lc. 17:5-6). Jesús les dijo que si tenían fe en su Palabra nada les sería imposible. El diezmo es una promesa de bendición que se alcanza por medio de la fe y la obediencia. La bondad divina y el deseo de su corazón es que sus hijos crean a su Palabra, para que participen de sus bendiciones. 85 El diezmo no se debe dar por obligación o compromiso, sin fe es imposible agradar a Dios. Para motivar al pueblo de Israel y convencerles de la veracidad de sus promesas de bendición, Dios les retó a que probaran la fidelidad de su Palabra: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3: 9-10). El pueblo de Israel conocía la Palabra de Dios y en esta ocasión Dios se las recuerda a fin de que fuesen restaurados. Dios les crea consciencia acerca de que sus calamidades eran causadas por su desobediencia y les reta a obedecer su Palabra para restaurar su bendición: “Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:1112). Todas las promesas divinas se obtienen por medio de la fe en su Palabra. Dios es bueno y quiere aumentar le fe de sus hijos, si se lo permiten, aunque algunas veces sea a través de la prueba (Stg. 1:2-3). __________________________________________________ “El diezmo es un mandato divino para sus hijos que incluye una promesa de bendición que se alcanza por medio de la fe. La bondad divina y el deseo de su corazón es que sus hijos crean a su Palabra para que participen de sus bendiciones”. __________________________________________________ 86 Capítulo – 10 – LA VERDADERA PROSPERIDAD ____________________________________________________ Para beneficio de los lectores compartiré el siguiente tema que fue desarrollado en el libro “No Hay Maldiciones para los Cristianos”, de mi autoría, y que ha sido ligeramente modificado para adaptarlo a este libro. I. LA LIBERACIÓN FINANCIERA a. La ruta hacia la bendición económica La consagración de los diezmos es parte de la obediencia total que el cristiano le debe a la Palabra de Dios. Pero, se debe consagrar la vida entera para ser agradable a Dios. Existe el peligro de desvirtuar la fe cristiana al convertir lo económico en un tipo de indulgencia o símbolo de falsa prosperidad basada solo en la riqueza material, pero desprovista de una vida de verdadera santidad exigida por el Señor (Hb. 12:14). En un mundo materialista como el presente, suena maravillosa la fantástica idea de que con una oración, 87 acompañada de una buena ofrenda, todas las deudas y problemas económicos desaparecerán por completo. En cambio, desde la perspectiva divina, si existe un camino bíblico hacia la bendición financiera que es real, a través de la fidelidad a Dios. La bendición económica no se obtiene simplemente haciendo una oración acompañada de una ofrenda “memorial”. Primero hay que ser fiel con los diezmos al Señor. Existe el peligro de enseñar una prosperidad falsa, que procure solamente enriquecer económicamente a los cristianos. Esto se contrapone a los valores bíblicos, centrando primero el interés en el bienestar económico y dejando de lado la calidad de la vida espiritual del adorador que es lo más importante para Dios. Esa falsa prosperidad, no es bíblica. Dios está verdaderamente interesado en la condición espiritual y la eternidad del alma del ser humano, más que en su dinero (Mi. 6:6-8). El diezmo debe ser un acto de fe de un verdadero adorador. b. La ley de la siembra y la cosecha La Biblia señala que la fidelidad a Dios es la clave para alcanzar la bendición económica (Mal. 3:10). El siguiente paso a la bendición es la paciencia: ”El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero (2 Ti. 2:6). La ley de la siembra y la cosecha es un principio del reino de Dios. En toda siembra existe un tiempo de espera para obtener resultados. El Señor ha prometido suplir las necesidades de sus hijos y manda que no se afanen: ”Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro 88 cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:25-26, 31-33). Vide., Fil. 4:19. El Señor advierte el peligro de caer en afán y ansiedad por lo económico que conduzcan a la desesperación. La fe cristiana no es una lotería; es convicción en la palabra de Dios. El método bíblico para alcanzar las promesas de Dios incluye fidelidad y paciencia. El hijo de Dios debe ser paciente y tener fe en las promesas divinas: ”Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Stg. 5:10-11). Así como Job tuvo paciencia para esperar y creerle a Dios, el cristiano debe confiar que el Señor le dará salida a toda crisis, aunque por un tiempo deba tener paciencia para ver la respuesta. La paciencia es un requisito exigido en la palabra de Dios para alcanzar las promesas de bendición: ”Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres 89 en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6: 8-10). El primer versículo se puede parafrasear así: “teniendo nuestras necesidades suplidas seamos agradecidos”. Aceptar la realidad de las aflicciones que puedan sufrir los hijos de Dios, no menoscaba la fe cristiana. El hijo de Dios puede pasar por tiempos de prueba, si la voluntad de Dios así lo permite. Los cristianos que se afanan caen en pecado de idolatría material. La fidelidad y la paciencia son necesarias en el adorador para alcanzar las bendiciones de las promesas divinas. La fidelidad garantiza la bendición - Dios no miente. La paciencia logra la bendición - muestra la fe del adorador en las promesas de bendición divinas. __________________________________________________ “La fidelidad garantiza la bendición - Dios no miente. La paciencia logra la bendición - muestra la fe que del adorador en las promesas de bendición divinas”. __________________________________________________ c. La avaricia es pecado de idolatría La Biblia señala que amar el dinero más que Dios es la causa de todos los males humanos: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:10). No es el dinero en sí mismo lo que corrompe al cristiano, sino establecerlo como prioridad antes que a Dios y el hilo es bien finito cuando se tiene. Nadie puede amar a Dios y a las riquezas a la vez: 90 ”Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mt. 6:24). Dios puede bendecir sus hijos sin límite, pero advierte no caer afán por las cosas materiales que afecte la relación con Dios y provoquen apartarse de su amor. El afán por las riquezas aparta a muchos cristianos de la fe: “El cual codiciando algunos se extraviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:10b). El cristiano debe alejarse de la avaricia, dando gracias a Dios por lo que recibe cada día y por la provisión que Él ha preparado de antemano para suplir toda necesidad: ”Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hb. 13: 5). El verso anterior sugiere que se debe vivir en paz, sin ansiedad, que al fin de cuentas es la meta final que busca todo ser humano. La avaricia puede alejar al cristiano de sus verdaderas prioridades en la vida cristiana. En la carta a los Colosenses Pablo escribe: ”Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Col. 3:5). La avaricia es un pecado de idolatría porque suplanta a Dios de su lugar, quitándole el primado y conduce a la indiferencia por el prójimo (precisamente de eso se trata el Evangelio, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, Mr. 19:19). La avaricia hace que el cristiano abandone la esencia de los mandamientos divinos (Dios y el prójimo). La carta a los Efesios señala: 91 ”Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5:5). Si el cristiano suplanta a Dios, quitándole el lugar que le corresponde por las cosas materiales, éstas se convierten en un ídolo. El afán por las cosas materiales conduce a la desesperación e interesarse más en recibir bendiciones materiales de Dios, que en ser genuinos adoradores. Dios llamó al cristiano a seguirle sin condiciones (Lc. 9:5762). Si llega el tiempo de prueba, se debe esperar y ser fiel a Dios en todo para alcanzar su bendición (Jn. 16:33). Enseñar que todo cristiano debe ser compulsoriamente rico no es bíblico. Dios ha prometido suplir todas las necesidades de sus hijos, pero eso no implica que Dios no pueda probar la fe sus hijos. El dinero en sí mismo no es malo, pero la Biblia condena el amor al dinero: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:9-10). El Señor advirtió: “Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt. 19:24). La biblia no condena a nadie por ser rico. El planteamiento de Cristo es que es difícil hacer entrar a un rico en el reino de Dios porque ama su dinero más que a Dios. Esto fue evidente en el encuentro de Jesús con un rico: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a 92 los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt. 19:16, 21-24). Las riquezas pueden ocupar el primer lugar en la vida y ser un impedimento para alcanzar el reino de Dios. Jesús le hizo un reto a este joven rico de compartir sus riquezas con los pobres, pero no estuvo dispuesto a dejar lo que más amaba para servirle. d. La verdadera riqueza del cristiano Es paradójico, pero desde la perspectiva divina la verdadera riqueza del cristiano no es material. En las cartas enviadas por Jesús a las Iglesias de Asia Menor en el libro de Apocalipsis Dios juzgó la riqueza y la pobreza de las iglesias de forma diferente a la usual. En la carta a la iglesia de Laodicea, Jesús señala: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas” (Ap. 3:17-18). El líder de la Iglesia de Laodicea hacía alarde de ser rico y se jactaba de ser prospero económicamente; pero ante los ojos de Dios era un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 93 ¿Cómo es posible que este líder que proclamaba ser rico económicamente, ante los ojos de Dios fuera un pobre ciego que no tenía ropa para cubrirse? A este líder no le importaba la condición de su alma. Su avaricia le había cegado al grado de no entender las verdaderas prioridades del reino de Dios. En la misma exhortación Jesús señala que es un líder tibio. Su vida espiritual había sido ahogada por su afán y amor al dinero. En su amor, Dios exhorta a este líder a ser verdaderamente rico y cubrir su desnudez espiritual. En contraste con este líder rico, Jesús le escribe a la pobre Iglesia de Esmirna: “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)” (Ap. 2: 9a). La Iglesia de Esmirna era materialmente pobre ante los ojos humanos, pero espiritualmente era rica delante de Dios. Además, se le advierte que será probada y padecerá cárcel, demostrando que la Iglesia no está exenta a ser probada por el Señor como enseña la falsa “prosperidad”. El contraste entre estas dos iglesias demuestra que el sufrimiento no es sinónimo de mala relación con Dios, ni la prosperidad económica símbolo de gozar buena comunión con Dios en la vida del cristiano. Es obvio que el dinero en sí mismo no es un impedimento para servir a Dios, ni la pobreza es una virtud para alcanzar la vida eterna. Lo más importante ante los ojos de Dios es la condición del alma, pues Dios no necesita nada del ser humano, solo lo hace partícipe de sus proyectos para bendecirlo. Salomón dijo: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Pr. 10:22). La bendición divina no añade tristeza y acerca más a Dios. El afán por lo material puede conducir al cristiano a la avaricia, que es un pecado de idolatría. Jesús enseñó: 94 ”No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:31-33). Servir al Señor es un llamado incondicional (Lc. 9:23). El cristiano debe estar preparado para seguir a Dios en abundancia o escases (Fil. 4:11-13). El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17). __________________________________________________ “Es obvio que el dinero en sí mismo no es un impedimento para servir a Dios, ni la pobreza es una virtud para alcanzar la vida eterna. Lo más importante ante los ojos de Dios es la condición del alma, pues Dios no necesita nada del ser humano, solo lo hace partícipe de sus proyectos para bendecirlo”. __________________________________________________ 95 CONCLUSIÓN Dios juzgará a la humanidad por medio de su Palabra Para los cristianos que han experimentado la bendición de Dios a través del diezmo, no cabe duda que éste pacto divino es la fuente de sus bendiciones económicas. Pero en un mundo materialista como el presente es de esperar estas reacciones de quienes aman las dádivas más que al dador. Habrá quien utilice todo tipo de argumento como excusa para no diezmar, porque se ha aferrado a las cosas material, sin reconocer que Dios es el dador de todas las cosas. El diezmo le pertenece a Dios y tiene el fin de ensanchar el reino de Dios en la tierra. La Iglesia no se detendrá en su misión de predicar el Evangelio a toda criatura porque alguien no quiera diezmar. Jesús dijo que: “las puertas del infierno no prevalecerían en contra de su Iglesia”. Los que dan con alegría en sus corazones, recibirán recompensa grande del Señor. El apóstol Pablo dijo: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9: 6-7). 96 Hay que creer, antes de recibir Para recibir las bendiciones divinas es preciso creer, antes de recibir. “Sin fe es imposible agradar a Dios”. Hay promesa divina de bendición a los fieles con sus diezmos, pero estas se alcanzan creyéndole a Dios primero. Uno de los descuidos más comunes que cometen los cristianos es postergar el pago del diezmo para otra fecha, así pasan los días y siempre se está en “deuda” con Dios. La falta de compromiso y seriedad en cuanto al diezmo hace que muchos fallen a Dios y pierdan las bendiciones prometidas en su Palabra. Este mal se convierte en una trampa, pues no se tiene el dinero para pagar las deudas personales y tampoco se diezma, aunque se tenga la buena intención de darle el diezmo a Dios. Se debe consagrar primero el diezmo que le pertenece a Dios para evitar caer en el pecado de robo y después cubrir las necesidades personales. Dios está comprometido en bendecir a sus hijos que son fieles y tienen derecho de pedirle a Dios que supla sus necesidades. El diezmo es un acto de fe y obediencia a la Palabra de Dios. No se debe esperar que sobre dinero para diezmar. El cristiano no le da los diezmos a Dios, el diezmo le pertenece a Dios. ____________________________________________________ “El cristiano no le da los diezmos a Dios, el diezmo le pertenece a Dios”. ____________________________________________________ El diezmo no es un asunto de dinero per se Desde la perspectiva divina el diezmo está directamente relacionado con la adoración a Dios. No es un asunto solo de dinero. El propósito por el que Dios separó el diezmo y consagró las familias sacerdotales (levitas) fue para que ministraran la adoración en el templo. 97 Oponerse al diezmo es menospreciar el culto a Dios y dar la espalda a su santo Nombre. Si la Biblia señala que Dios, con su gran poder, hizo todas las cosas para alabanza de su santo nombre y que Él merece toda gloria y honor como supremo creador de todo lo que existe (Hb. 11:3) ¿cuál sería el problema si el rey del universo decidió separar ministros para que se dediquen enteramente a la ministración de las cosas sagradas? ¿Acaso Dios como creador no es más importante que la misma creación? A Dios sea toda gloria. Si el diezmo no se ve desde la perspectiva divina, muchos encontrarán en este tema un tropezadero que les puede conducir a confrontar al mismo Dios. El diezmo es más que dinero. Se consagra en un acto de adoración y está destinado al servicio divino. Si solo se ve a los ministros que reciben los diezmos y no se consagran directamente al Dios altísimo por medio de la fe y en obediencia a su Palabra, sabiendo que Dios bendice al dador alegre, el diezmo se convertirá en una carga y menos podrá agradar a Dios. Desde la perspectiva bíblica el diezmo no se le da a Dios, le pertenece a Dios y Él lo dio a sus ministros para el servicio ministerial: Dios dice que el diezmo le pertenece (Lv. 27:30, 32, 33a). Dios fue quien escogió y consagró a los levitas para el servicio de las cosas sagradas en el templo (Ex. 29:9). Dios fue quien ordenó que los diezmos serían destinados para el sustento diario de sus ministros (Dt. 18:8, 20; 1 Co. 9:14-15). Dios fue quien privó a los levitas de trabajar lo secular para dedicarse enteramente al ministerio (Nm. 18:24). Aun así, es voluntario obedecer o desobedecer a la Palabra de Dios. No sin antes advertir que la desobediencia consciente y deliberada a la palabra de Dios es causa de 98 condenación eterna, si no existe un verdadero arrepentimiento que demuestre un cambio obvio. ANEXO A LOS MINISTROS Y MAESTROS DEL EVANGELIO Los ministros deben enseñar acerca del diezmo Dios ordenó a los ministros del antiguo pacto que vivieran del altar a causa del llamado al servicio ministerial: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar del altar participan?” (1 Co. 9:14). Así también, Jesús dio mandamiento para que los ministros del nuevo pacto participen del mismo derecho: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio” (1 Co. 9:15). La falta de conocimiento, el temor a la acusación y el orgullo personal de algunos ministros para enseñar el tema del diezmo impide que muchos cristianos sean fieles con sus diezmos. En el otro extremo están los ministros avaros que hacen del tema económico el mensaje central de sus sermones, dejando de lado el mansaje esencial del Evangelio dirigido a la salvación de las almas. Hay “maestros” que no enseñan a ser fieles con los diezmos, sino que piden ofrendas exorbitantes con la promesa de que Dios sacará a flote la economía de los infieles. Esto provoca que los verdaderos ministros evadan 99 su responsabilidad de enseñar el tema del diezmo por temor a la acusación y las opiniones adversas, sin apercibirse que un día darán cuenta a Dios si no predican esta parte del mensaje de la Biblia. El diezmo es un mandato divino por medio del que Dios ha determinado bendecir a sus hijos. Las ofrendas de los cristianos son voluntarias y cuentan si el cristiano es fiel con sus diezmos. b. El diezmo sigue vigente bajo el Pacto de la Gracia Pedro advierte que hay algunas cosas que son difíciles de entender en las Escrituras y muchos naufragan en su intento de interpretarlas, distorsionando la Biblia para su propia perdición (2 P. 3:16b, 17). Estos tienen apariencia de sabiduría, pero en esencia son víctimas de su propia inconstancia y ambivalencia, porque ni ellos mismos están convencidos de lo que creen (2 T. 6:7). No es nada nuevo que en un mundo materialista como el presente existan “cristianos” con ínfulas de maestros que nieguen la vigencia del diezmo en la Gracia por su amor y codicia al dinero. Estos tratan de justificar su deseo de no diezmar en la era de la Iglesia inventando argumentos confusos que solo revelan la dureza de sus corazones y su falta de fe para creerle a un Dios vivo. Hay un movimiento final que procura pervertir la palabra de Dios y engañar a los cristianos con enseñanzas falsas para robarles sus bendiciones. El diablo sabe que el diezmo es la fuente de bendición de los cristianos y usará maestros que creerán estar en la verdad y usarán la Biblia para su propia confusión y perdición. Se debe advertir que pervertir la palabra de Dios es causa del juicio divino (Dt. 27:26; Gá. 1:8-9; Hb. 10:28-29; Ap. 22:18-19). Hay también obreros asalariados, ya advertidos por Cristo en la Biblia (Jn. 10:12-13). Pero no se puede dejar de 100 creer lo que revela la Biblia por malos ejemplos o usarlos como excusa para no diezmar. Cada cual rendirá cuentas a Dios, pero las bendiciones divinas prometidas a sus hijos fieles no se detendrán por lo que alguien haga con el dinero que le pertenece a Dios. Dios cumple sus promesas. RAZONES BÍBLICAS PARA DIEZMAR El diezmo le pertenece a Dios (Lv. 27:30) y Él lo demanda de sus hijos (Mal. 3:8). No diezmar es robarle a Dios y robar es un pecado de condenación eterna (1 Co. 6:10). Dios ha prometido bendecir a los fieles con sus diezmos y ofrendas (Mal. 3:10-12). El diezmo cultiva la comunión intima de Dios con sus hijos (Dt. 14:23). Dios demanda el primer lugar en la vida de sus hijos y el diezmo es la manera de darle el primer lugar en lo económico (Mr. 12:30; Pr. 3:9-10). Es un acto de fe y obediencia a la palabra de Dios (Dt. 4:2, 27:26; Is. 62:2; Ap. 22:18-19; Mal. 3:10-12). Se debe dar en reconocimiento de que todo lo que se recibe procede de Dios (Hg. 2:8). El diezmo es de la Fe (Gracia). La Ley sólo confirmó el diezmo que ya practicaron los patriarcas (Gn. 14: 20, 28: 22; Lv. 27:30; Nm. 18: 21). Así como los levitas ministraban en templo y recibían los diezmos y ofrendas, también, los ministros del Evangelio tienen mandato del Señor de participar del mismo derecho (1 Co. 9: 13-14). Jesús aprobó el pago de los diezmos (Mt. 23:23). 101 El sostenimiento de la obra de Dios y la extensión del reino de Dios en la tierra depende de los diezmos y ofrendas ordenadas por Dios (Mt. 24:14). La Biblia señala que quien sabe hacer lo bueno y no lo hace, peca (Stg. 4:17). Los hombres de Dios en la Biblia fueron hombres prósperos y ellos diezmaron (Gn. 14:20, 28:22). BIBLIOGRAFÍA Del Valle, Carlos. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España. 2003. Exeler, Adolf. Los Diez Mandamientos. Ed. Sal Térrea. Santander. 1983. Hendriksen, William. Gálatas. Libros Desafío. USA, 1999. Kistermaker, Simon J. Hebreos. Subcomisión Literatura Cristiana. Grand Rapids, Mich. 1991. Truman, Cliff. Génesis. Ed. Clie. Barcelona. 1996. Von Rad, Gerhard. El libro del Génesis. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1982. W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe. 1999. Comentario Bíblico Mundo Hispano. Ed. Mundo Hispano. 2004, USA. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Lothar Coenen, Erich Beyreuther, Hans Bietenhard. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich Geoffrey W. Bromiley. Libros Desafío. Grand Rapids, Michigan, 2002. 102 JOEL PERDOMO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA LA ORACIÓN EFICAZ LA LEY Y LA GRACIA EL LLAMADO AL MINISTERIO LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD FE SIN LÍMITES SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR VIDA Y MINISTERIO (autobiografía). LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA BIBLIA TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y Recasamiento a la luz de la Biblia. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios? ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios? 103 22. 23. 24. 25. 26. LA SABIDURIA DIVINA LOS PRIMEROS PASOS VIDA CRISTIANA – Reflexiones TESOROS DE LA BIBLIA DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS (búsquelos escritos y en audio en internet). 104