NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS ____________________________________________________ NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS Copyright © 2007 por Joel Perdomo ¡IMPORTANTE! ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. POR TANTO: PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE. PUEDE SER IMPRESO – SIN FINES DE LUCRO. PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO ORIGINAL. ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO. ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A CAMBIO. ¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO 2 DEDICATORIA A ti, Padre celestial, dedico esta obra y te rindo toda gloria, sabiduría y honor, en tu Hijo amado Jesucristo, por tu Espíritu Santo. Amén. AGRADECIMIENTOS Agradezco a Dios por los amigos y hermanos que han colaborado en la realización de este proyecto. En especial, a mi hermano Nelson Perdomo, gracias por creer en mi llamado, tu apoyo incondicional, motivación para escribir y colaboración en la revisión del contenido de este libro. A la pastora Esther Marina Paz, mi progenitora, de quien siempre he recibido admiración y apoyo. Te agradezco madre, que con tu ejemplo me inculcaras desde niño, el amor por la causa de Cristo. A mí amada esposa Rhodimari Guzmán, gracias por tu paciencia durante el proceso de preparación de este libro, tu desmedida colaboración en la producción y corrección, que hicieron posible esta publicación. ¡Gracias mi amor! Joel J. Perdomo “Así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Is. 55: 11). 3 CONTENIDO Introducción....................................................................................................................7 Capítulo - 1 - Las Maldiciones I. ¿QUÉ SON LAS MALDICIONES GENERACIONALES?.............................................9 a. ¿Qué debe entenderse por Maldiciones Generacionales? b. Origen y trasfondo de las Maldiciones II. LAS MALDICIONES EN LA BIBLIA……………………………………………………..12 a. Las maldiciones antes de la Ley b. La maldición de Canaán III. SOLO DIOS TIENE POTESTAD DE MALDECIR………………………………….….17 a. Balaam: La maldición no procede b. Simei: Maldiciones sin fundamento c. Eliseo: La palabra de Dios en la boca del profeta IV. JUICIOS DIVINOS CONTRA EL PECADO……………………………………..……..21 a. El juicio de los amalecitas b. El juicio de Elí y sus hijos c. Consecuencias del pecado de David d. La lepra de Giezi Capítulo - 2 - El Antiguo Testamento y las Maldiciones I. LAS MALDICIONES EN EL PERÍODO DE LA LEY……………………………………29 a. El propósito de la Ley b. La Ley fue un pacto divino de bendición para Israel II. LA VISITA GENERACIONAL…………………………………………………………..…35 a. La visita generacional; ¿Maldición o retribución del pecado? b. El decálogo y la visita generacional a los desobedientes de la Ley c. La maldición y la bendición son una elección, no una imposición de la Ley III. EL ANATEMA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO...................................................44 a. La ley del “herem” o anatema b. Jericó, bajo el anatema divino c. Acán toma del anatema d. El juramento de Josué IV. LA REMISIÓN DE LA MALDICIÓN……………………………………………………..54 a. El simbolismo de Azazel Capítulo - 3 - Los profetas y las Maldiciones Generacionales I. LAS MALDICIONES HEREDADAS EN EL LIBRO DE EZEQUIEL………………..…57 a. Ezequiel, libro de transición entre los dos testamentos b. Ezequiel confirma que el pecado no se hereda c. Ezequiel exhortó volver a la interpretación correcta de la Ley d. Atrapados bajo la idea de la “maldición generacional” II. DIOS ORDENÓ ROMPER EL MITO DEL PECADO HEREDADO…………………..61 a. Dios condenó el concepto de maldición generacional b. Israel refuta la palabra de Dios c. Ezequiel confirma que la bendición y la maldición son una elección individual d. Un refrán despectivo en honor a la maldición heredada 4 III. EL PROFETA JEREMÍAS Y LAS MALDICIONES………………………………….…67 a. El Nuevo Pacto Capítulo - 4 – Las maldiciones de la Ley en el Nuevo Pacto I. ¿EXISTEN MALDICIONES EN LOS CRISTIANOS?……………………………..….…69 a. Según la Biblia, el pecado no se hereda b. Jesús rechazó la idea del pecado heredado c. El Nuevo Pacto Capítulo - 5 - Las maldiciones y la demonología I. LA TENTACIÓN Y LA PRUEBA……………………………………………………..……73 a. La lucha de la carne contra el Espíritu b. Tentados; pero no atados c. La disciplina de los hijos de Dios II. LA OBSESIÓN DEMONÍACA………………………………………………………...…..79 a. ¿Qué es la obsesión demoníaca? b. Maestros obsesionados con los demonios c. ¿Cristianos endemoniados? Capítulo - 6 - Temas que suelen confundirse con maldiciones I. LA PALABRA ESPÍRITU…………………………………………………………………85 a. El significado de “pneuma” b. El caso de Jacobo y Juan c. ¿Pedro o Satanás? II. ¿EXISTE LA “TRANSFERENCIA DE ESPÍRITUS”?………………………………….89 a. El “espíritu de Moisés” b. El “espíritu de Elías” c. El “espíritu de Juan el Bautista” d. Respuesta a la “transferencia de espíritus” III. ¿QUÉ SIGNIFICA, EL PAN DE LOS HIJOS?…………………………………..……..96 a. “¿El Pan de los hijos?” Capítulo - 7 – El cristiano y las herencias I. ¿AFECTAN LAS HERENCIAS AL CRISTIANO?......................................................99 a. El cristiano y su herencia cultural b. El cristiano y la herencia religiosa c. El cristiano y la herencia familiar II. LAS HERENCIAS Y SUS EFECTOS…………………………………………………..105 a. Patrones familiares hereditarios b. Los pecados de los padres no se heredan c. ¿Puede un pecador estar bajo maldiciones heredadas? Capítulo – 8 – ¿Sanidad emocional o maldición heredada? I. EL CRISTIANO Y LA SANIDAD EMOCIONAL………………………………………..111 a. La sanidad emocional b. El peligro de la regresión como método de liberación c. La sanidad emocional d. La confesión y la liberación 5 e. El abuso y el perdón Capítulo – 9 - ¿Por qué enseñar maldiciones heredadas? I. PROMESAS DE LIBERACIÓN FINANCIERA…………………………………………119 a. Buenas intenciones; falsas expectativas b. La ruta hacia la bendición económica c. Prosperidad por la vía rápida d. La avaricia es pecado de idolatría Capítulo – 10 – El poder de las palabras I. PALABRAS DE MALDICIÓN……………………………………………………..……..125 a. El poder de la palabra hablada b. El anatema en el Nuevo Testamento c. La prohibición apostólica de maldecir d. El poder de la palabra escrita (canónica) Capítulo - 11 - Las maldiciones heredadas y la Soteriología I. LA ENSEÑANZA DE MALDICIONES EN LOS CRISTIANOS LACERA LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN…………………………………………………………..133 a. Una salvación completa b. Una salvación integral: espíritu, alma, y cuerpo Capítulo – 12 – El pecado como herencia I. CONSECUENCIAS DEL PECADO ORIGINAL………………………………………..137 a. El pecado adámico y el pecado personal b. La condenación eterna se puede rechazar c. La muerte física es inevitable; la muerte eterna se puede evitar II. EL PECADO DURANTE LA LEY……………………………………………………….141 a. La ley y las herencias III. BENEFICIOS DE LA GRACIA DE CRISTO…………………………………………..142 a. Los beneficios de la Gracia de Cristo b. La muerte vicaria de Cristo redime del pecado y de la maldición de la ley APÉNDICE……………………………………………………………………………………145 Resumen de las maldiciones en el AT y el NT El AT y las consecuencias por desobediencia a la Ley (resumen) El NT y la Ley (resumen) Conclusión…………………………………………………………………………………..147 ABREVIATURAS AT. Antiguo Testamento NT. Nuevo Testamento MG. Maldiciones Generacionales hb. Hebreo gr. Griego Cp. Compárese a. C. d. C. Cap. p. pp. Nt. 6 Antes de Cristo Después de Cristo Capítulo Pagina (s) Nota del autor INTRODUCCIÓN ¿Podría el cristiano estar bajo maldición a causa de los pecados de sus padres o aun de los que abandonó? Esta y otras preguntas relacionadas al tema de las maldiciones exigen respuestas bíblicas responsables, ya que confrontan la doctrina de la salvación cristiana, al poner en tela de juicio el sacrificio perfecto hecho por Cristo en la cruz para remisión de todos los pecados de la humanidad (Col. 2:13). El tema de las maldiciones es tan difuso como abarcador. No se puede aclarar con una sola respuesta. El tema está bifurcado en dos fuentes primarias a partir de las que usualmente se enseña, a saber: Las experiencias personales y la relación que se hace de estas con ciertos pasajes de la Biblia. De allí se desencadenan innumerables propuestas y preguntas que justifican la necesidad de respuestas estrictamente bíblicas. Existe abundante literatura cristiana que promueve las maldiciones heredadas en los cristianos desde diferentes perspectivas. También se enseña en los púlpitos a base de experiencias personales o familiares, acuñadas con ciertos versos bíblicos a veces fuera de contexto. Este libro marca la diferencia en el tema de las maldiciones porque no está basado en experiencias u opiniones personales, sino en un estudio serio de la Biblia, única fuente de autoridad de la fe cristiana. El tema de las maldiciones estudiadas en este libro no se debe confundir con las consecuencias del pecado adámico (aunque está relacionado); tampoco se refiere a las herencias de tipo genético, social o cultural que un individuo pueda recibir de su familia, ambiente, religión, etc., las cuales son comprensibles y se estudian en su apartado en este libro. El tema está dirigido a demostrar si desde la perspectiva bíblica, un cristiano puede o no, estar bajo la maldición de pecados pasados (propios, ancestrales o a causa de la Ley). El título del libro: “No hay Maldición para los Cristianos” fue elegido a propósito de no confundirlo con los demás libros que promueven maldiciones en los cristianos; pero, las grandes 7 interrogantes que genera el tema solo pueden ser aclaradas a través de la paciente lectura del mismo. El lector debe mantener en mente, durante su lectura, que el tema está dirigido a estudiar específicamente, si el cristiano convertido a Jesucristo (no el pecador) y lavado con su sangre a través de un nuevo nacimiento, hereda maldiciones de sus padres o pecados pasados. ____________________________________________________ El lector de este libro debe mantener en mente, durante su lectura, que el tema está dirigido a estudiar específicamente, si el cristiano convertido a Jesucristo (no el pecador) y lavado con su sangre a través de un nuevo nacimiento, hereda maldiciones de sus padres o pecados pasados. ___________________________________________________ 8 Capítulo – 1 – LAS MALDICIONES ____________________________________________________ I. ¿QUÉ SON LAS MALDICIONES GENERACIONALES? a. ¿Qué debe entenderse por Maldiciones Generacionales? “Maldiciones Generacionales” es la enseñanza que postula que los hijos pueden heredar maldiciones de sus padres o sufrir por pecados pasados. Hay dos elementos, en los que está fundada esta creencia dentro del cristianismo: a) Las experiencias de patrones repetitivos de conductas y enfermedades hereditarias en ciertas familias; b) La relación que se hace entre esas experiencias y la interpretación de la visita generacional que Dios advirtió a los desobedientes de la Ley (según, Éxodo 20:5). En lo que atañe al cristianismo, esta enseñanza señala que, aun los cristianos pueden estar bajo “maldición” a causa de pecados supuestamente, heredados de los padres. Antes de entrar de lleno al estudio del tema de las “maldiciones generacionales”, es importante hacer notar la diferencia entre las consecuencias del pecado adámico y las maldiciones advertidas a Israel en el pacto de la Ley. Estos son dos temas imbricados, pero a la vez diferentes, y no deben confundirse. La primera es una consecuencia de muerte espiritual sobre toda la humanidad, causada por el pecado de Adán. La segunda está fundada en la retribución que Dios haría, a quienes voluntariamente, abandonaran el pacto de la Ley para seguir sus propios caminos (la Ley tenía sus propias características y aplicación). Las consecuencias del pecado adámico fueron funestas sobre toda la humanidad; pero la muerte fue el castigo final. Mientras que las maldiciones de la Ley incluían penalidades y muerte inmediata en ciertos casos a quienes abandonaban el santo Pacto y pecaban con conocimiento de la Ley. Es preciso tener bien claro estos dos conceptos. 9 ____________________________________________________ La enseñanza de “Maldiciones Generacionales” postula que: Los cristianos aún siendo redimidos por la sangre de Jesucristo, pueden estar bajo “maldición” a causa de pecados heredados de sus padres. ____________________________________________________ b. Origen y trasfondo de las maldiciones Etimológicamente, maldición se define como un acto mágico provocado por palabras (Coenen, 1998. 19). Pero el uso en el contexto bíblico difiere del secular y de muchas religiones. En las religiones más antiguas del mundo, ya existía el mito de la reencarnación del alma. En las religiones orientales como el hinduismo y el budismo -que pudieron haber influenciado el pensamiento del cristianismo primitivo- la doctrina del “Karma”, sirve como justificación para aceptar un statu quo miserable. Según esta doctrina, el alma tiene que segar en futuras generaciones, lo que ha sembrado en reencarnaciones anteriores. Se cree que es la voluntad de los dioses que las personas nazcan predispuestas a la pobreza, enfermedades, etc. La persona debe aceptar sin objeción la desgracia que le depara su destino de haber nacido maldito (Blank, 1999. 272-273). En la cultura griega, la maldición se entendía como un “poder mágico” relacionado con la capacidad de maldecir por medio de la palabra hablada. Se creía que una vez proferida la maldición, ésta afectaba al aludido hasta que se agotaba la fuerza de su efecto. Existían varios tipos de maldiciones en este contexto, desde la simple ofensa o sospecha, hasta la proclamación verbal de la maldición. En la Biblia, es muy variado el número de palabras que se traducen como maldición, tanto en griego como en hebreo. En el griego clásico se menciona que hay hombres atrapados bajo la “ará” (gr. αρά) o maldición. En hebreo la palabra “arur” se traduce como maldición. Esta procede de la raíz hebraica “arar” 10 (maldecir) que aparece en las maldiciones al final de la Torah1 (Coenen, 1998. 18). “Alah” es otra palabra hebrea que se traduce como maldición o juramento y se refiere a una maldición por quebrantar un pacto entre dos partes, denotando que la maldición bíblica es desobediencia al pacto, no se hereda automáticamente, ni es impuesta arbitrariamente por Dios o heredada de los padres. 1 Torah, palabra judía para los primeros cinco libros de la Biblia. 11 II. LAS MALDICIONES EN LA BIBLIA a. Las maldiciones antes de la Ley Las maldiciones sentenciadas por Dios y sus siervos (antes de la Ley) fueron a causa de la infracción de la voluntad divina. En la Biblia, se menciona la maldición, por primera vez a la serpiente por haber engañado a Adán y Eva: 14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida (Gn. 3:14). Esta maldición pronunciada por Dios, fue específica, mencionando las consecuencias que sufriría la serpiente como castigo por haber mentido y engañado a Eva y a Adán. Luego a la mujer y al hombre Dios les advirtió su castigo, pero no se les mencionó como “malditos”: 16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (Gn. 3:16). Dios le advirtió a la mujer que sus dolores aumentarían durante su embarazo, “multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces”. Al señalar que multiplicaría los dolores de parto implica que ya existían, era un asunto natural en la mujer, pero fueron agravados a causa del pecado. La segunda maldición fue para la tierra, que produciría espinos y cardos a causa del pecado de Adán y Eva: 17 Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo (Gn. 3:17b-18). Al principio, la primera pareja vivía en un jardín maravilloso preparado por Dios para su deleite y comodidad (Gn. 2: 8), pero a causa del pecado fueron echados fuera, para labrar la tierra con el sudor de su frente. Una tierra que se había tornado áspera a causa del pecado. La creación entera aún sufre las consecuencias de la corrupción del planeta tierra y anhela la libertad plena de tanto dolor que existe en el mundo a causa del pecado. Aguardando 12 por el retorno de Cristo, quien establecerá un nuevo orden en toda la creación (Ro. 8:19-22). Dios le advirtió a Adán, que el día que comiera del árbol prohibido moriría a causa de su desobediencia: 17 Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Gn. 2:17). Apegados al contexto bíblico, una de las consecuencias evidentes del pecado de Adán fue la introducción de la muerte en la raza humana (Ro. 5:12. Cp. Fee, 1994. 912), no una maldición de la Ley (la Ley se dio siglos después). Si bien, el pecado de Adán afectó a toda la humanidad, eso no implica que toda consecuencia del pecado sea producto de una maldición de la Ley, remitida a pecados ancestrales. Si a esta muerte espiritual (transmitida por la naturaleza adámica caída a la humanidad)2 se le quiere llamar maldición (por tradición), hay que reconocer que no es una maldición de la Ley, como la que Dios advirtió a los desobedientes bajo el antiguo Pacto. Dios entró en un Pacto de vida con Israel, que advertía una visita generacional a los que abandonaban la Ley y a sus descendientes que continuaban en pecado; pero la muerte como un estigma humano, ya existía en el mundo (Ro. 5:13). Adán no transmitió maldiciones generacionales basadas en la Ley, porque la Ley fue revelada posteriormente a su pecado. 2 Raúl Zaldívar, referente a la naturaleza humana comenta: “Dios creó la naturaleza humana antes de la caída (No corrupta) la cual reflejaba la imagen y la semejanza de Dios. En su significado secundario (Caída) el termino naturaleza designa la perversión de la naturaleza, con sus impías disposiciones, las cuales fueron engendradas por la caída”. Zaldívar, Raúl. “La Doctrina de la Santidad”. Ed. Clie, Barcelona, 2001. p. 70. Esa naturaleza corrupta producto de la caída a la que usualmente se le llama naturaleza pecaminosa o pecado original, es la parte mala que Adán le trasmitió a la humanidad, pero eso no significa que Dios creó al ser humano, como pecador en su naturaleza humana original, la cual fue creada a imagen de Dios (Gn. 1:26). 13 ____________________________________________________ Es curioso que, aunque el pecado tuvo consecuencias funestas sobre el hombre y la mujer, a quienes Dios creó a su imagen y semejanza, no los mencionó como “malditos”, así como hizo con la serpiente y con la tierra (Gn. 3:14. 17). ____________________________________________________ b. La maldición de Canaán En las maldiciones pronunciadas por hombres de Dios en la Biblia, antes que la Ley fuese revelada, usualmente se especifica en qué consistían y como afectarían a los aludidos. Este hecho sirve para compararlas con las maldiciones escritas posteriormente en la Ley. Al comparar la maldición pronunciada por Noé contra su hijo se puede comprobar que los hombres de Dios (antes de la Ley) fueron inspirados por Dios para pronunciar dichos juicios contra el pecado, ya que sus palabras encuentran respaldo posteriormente en la Ley. La primera mención en la Biblia de una maldición proferida de una persona a otra, fue cuando Noé maldijo a su hijo Cam (padre de Canaán) por deshonrarlo: 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. 24 Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, 25 y dijo: Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos (Gn. 9:22, 24-25). Noé tenía comunión con Dios y a pesar de no existir la Ley, de alguna manera Dios le hizo entender que aquel acto de su hijo merecía el castigo divino3. Posteriormente, la Ley confirmaría que la maldición proferida por Noé estaba fundada en la palabra de Dios y no fue un arrebato de ira provocado por las palabras de un padre enfadado. 3 Canaán reflejó la maldad de su corazón, por eso Dios le advirtió un severo castigo. Es obvia la perversión posterior de los cananeos (Dt. 18: 9-14). Según comentaristas, el acto de Canaán pudo incluir más que observar a su padre desnudo, ver la desnudez es un eufemismo referido aquí a relaciones sexuales en la Biblia (Cp., Lv. 20:17). 14 La Ley dada a Moisés (después de Noé), confirma que Dios condena con una maldición al hijo que deshonra al padre: 16 Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre (Dt. 27:16). De inicio se puede afirmar que el concepto de maldición bíblica no era causado por simples palabras mágicas o por ira contra su prójimo. La maldición era un juicio divino a causa del pecado. Noé como profeta de Dios, le advirtió a Canaán que sería esclavo de sus hermanos: 25 Y dijo: Maldito sea Canaán4; siervo de siervos será a sus hermanos (Gn. 9:25). Noé no maldijo a su hijo por el conocimiento de la Ley (no existía aún). Esta palabra de maldición fue una profecía que predijo anticipadamente la inclinación maligna de Canaán al pecado y el posterior juicio que cosecharía por su maldad. Noé estaba bajo inspiración divina, no maldijo por voluntad propia, este era un juicio divino a causa del pecado. Dios no condena injustamente al ser humano por simples palabras. Esta maldición no podía ser un juicio prejuiciado o una discriminación étnica5. Pero Dios conoce el futuro y puede predecir el camino que elegirá cada ser humano y lo que acontecerá en el transcurso de su vida6. La posterior conducta 4 El escritor cambia el nombre de Cam (v. 22) por Canaán, quizás aludiendo a la perversión posterior de los cananeos. Ver nota anterior. Cp., Comentario de la Biblia De Estudio, NIV. SBI, 1999. p. 22. 5 Comentario Bíblico Mundo Hispano. Génesis. Ed. Mundo Hispano, USA, 2004. pp. 80-81. 6 Dios lo sabe todo (omnisciente) y aunque no condena injustamente, en Su presciencia, sabe el camino que cada ser humano elegirá por voluntad propia. En ese sentido, Él puede revelar el futuro. Dios le mostró a Abraham que su descendencia sería esclava en Egipto y regresarían a su tierra, cerca de cuatrocientos años antes que todo sucediera (Gn. 15:13). Lacueva, comenta referente a la presciencia divina: “Si se estudia la palabra de Dios en todo su contexto, vemos que la providencia: Supone una presciencia eficaz del futuro. Nada puede tomar a Dios por sorpresa, ni siquiera el mal. Dios lo prevé, pero de ordinario, no impide el mal físico, porque no quiere violar las 15 pecaminosa de Canaán, afloró a través de este acto donde deshonra a su padre, develando de antemano su inclinación al pecado (los cananitas fueron destruidos después por Israel a causa de sus abominaciones, Dt. 18:9-14). Desde la perspectiva bíblica solo Dios puede maldecir. Dios le dijo a Abraham que bendeciría a los que le bendijeran y maldeciría a los que le maldijeran (Gn. 12:3). Abraham no podía maldecir de sí mismo, era Dios quien haría el justo juicio. En la Biblia, las maldiciones sólo tienen efecto cuando están fundadas en el quebrantamiento de las leyes divinas. No se producen por un simple deseo humano. leyes generales de la naturaleza, ni el mal moral, porque ha decidido respetar el libre albedrío del ser humano; sin embargo, siempre sabe sacar bienes de los males (Gn. 50: 20; Ro. 8:28)”. Lacueva, Francisco. Diccionario Teológico Ilustrado (ampliado por Alfonso Ropero). Ed. Clie, Barcelona, 2001. p. 237. 16 III. SOLO DIOS TIENE POTESTAD DE MALDECIR Todo pecado cometido acarrea consecuencias en quien lo practica. En ciertos casos del AT el pecado provocó que individuos o familias enteras sufrieran enormes castigos, pérdidas y hasta la muerte por su pecado. Existe el peligro de interpretar estas consecuencias del pecado como maldiciones heredadas de los padres. a. Balaam: La maldición no procede Un clásico ejemplo bíblico de maldición es de Balac, rey de Moab, quien buscó al profeta Balaam para que maldijera al pueblo de Israel a fin de derrotarlo. Balac dijo: 5 Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita delante de mí. 6 Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito (Nm. 22:5b-6). No existía razón, más que el odio del rey Barac, para que Balaam maldijera a Israel. Por eso Dios no lo permitió: 12 Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es (Nm. 22:12). Israel estaba bajo la protección divina a causa del Pacto que habían concertado con Dios. La maldición en la Ley era consecuencia de la desobediencia, solo cuando Israel desobedecía sufría las consecuencias de ese juicio advertido (Dt. 28:15:68). En este caso no es Dios quien quiere castigar a Israel, es el rey Balac que quiere obligar al profeta a maldecir a Israel. En el contexto bíblico, nadie puede maldecir de su propia voluntad, ni los ángeles, ni los ministros, solo Dios posee tal potestad. Balaam no pudo maldecir a Israel a su antojo, solo podía hacerlo por venia divina. Cada vez que Balaám se disponía maldecir a Israel, Dios tornaba la maldición en bendición (Nh. 13:2) y aunque lo hubiese hecho no hubiese tenido efecto alguno por causa del pacto que Israel había establecido con Dios. 17 En el AT Dios no obró maldiciones proferidas por antojos humanos, sin fundamento en la Ley. Cuando Goliat lanzó fuertes palabras de maldición sobre David y su Dios, no surgieron efecto, porque no estaban fundadas en la Ley, sino en el odio humano, juicios injustos, y pleitos contra Dios (1 S. 17:43). Mientras el rey Saúl dirigía su ejército, ignorantemente, hizo un juramento que puso bajo maldición a quien comiera durante una batalla, su hijo comió, pero fue librado de morir por el pueblo. Dios no reclamó su muerte porque dicho juicio estaba fundado en una maldición injustificada, producto de unas palabras apresuradas y no en la Ley de Dios (1 S. 14:24-46). Las maldiciones de la Ley estaban remitidas al incumplimiento de la Ley. Fueron advertidas como consecuencias a los desobedientes del Pacto: 15 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán (Dt. 28:15). Ver, Deuteronomio 28:15-68. ____________________________________________________ “Nadie puede maldecir de sí mismo, ni los ángeles, ni los ministros, solo Dios posee tal potestad’’. ____________________________________________________ b. Simei: Maldiciones sin fundamento David sufrió un período de profunda crisis, a causa de la rebelión de su hijo Absalón contra su reino. David abandonó Jerusalén avergonzado y humillado ante los ojos del pueblo. Cuando David iba cansado del camino y emocionalmente destruido, Simei (un familiar de Saúl, el rey anterior) maldijo a David con palabras violentas, acusándole de asesino: 7 Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario, y perverso! (2 S. 16:7). Ver, 2 S. 16: 5-13. Las maldiciones de Simei contra David eran producto de su ambición al poder y envidia contra David; porque el reino de Israel, ya no le pertenecía a su familia. Las acusaciones de Simei 18 contra David eran falsas, porque Saúl fue quien (sin causa) levantó guerra contra David, quien muchas veces le perdonó la vida, aunque tuvo la oportunidad de matarle (1 S. 24: 4-6). Cuando David regresaba nuevamente a Jerusalén para retomar el reino, Simei, temiendo por su vida, le pidió perdón a David por sus ofensas y él le perdonó (2 S. 19:18-23). Salomón (hijo de David) se encargó después de hacer justicia en este caso (1 R. 2:8-9). Simei murió a causa de su maldad, cayendo en su propia trampa (1 R. 2:36-46). David y Salomón no sufrieron ninguna consecuencia, a causa de las palabras de maldición de Simei. Al contrario, la bendición de Dios estuvo sobre David y su casa como expresó Salomón: 44 Dijo además el rey (Salomón) a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza. 45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová (1 R. 2: 44-45). Dios cambió las maldiciones lanzadas por Simei contra David por bendiciones y la maldición la recibió Simei, porque la maldición bíblica no afecta a los fieles, sino a los desobedientes. ____________________________________________________ La maldición bíblica no afecta a los fieles, sino a los desobedientes. ____________________________________________________ c. Eliseo: La palabra de Dios en la boca del profeta Después que Elías ascendió al cielo, el Espíritu de Dios vino sobre Eliseo con una unción poderosa (2 R. 2). Cierto día, mientras Eliseo subía a la ciudad de Bet-el, unos jóvenes se burlaron de su calvicie. Eliseo, los maldijo y de inmediato muchos fueron devorados por unos osos: 24 Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos (2 R. 2: 24). En esta ocasión la palabra de Dios hizo efecto, porque fue usada por un hombre de Dios que conocía la Ley. Sin el previo conocimiento de la ley de Dios, nadie podía advertir una palabra 19 de juicio o maldecir en el marco del AT7. La palabra de maldición que envió Eliseo, no fue una maldición generacional, fue un juicio inmediato. La Ley prohibía hacer burla de una persona a causa de sus discapacidades: 14 No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de Jehová tu Dios. Yo Jehová (Lv. 19:14). Este juicio no fue provocado por el puro enojo del profeta, Eliseo estaba bajo la unción divina. Es posible que los jóvenes hayan hecho afrenta al Espíritu de Dios, al ridiculizar a Eliseo como el simple servidor de Elías y no como su real sucesor. Por eso lo severo del juicio. La acción de estos jóvenes solo reveló su vida pecaminosa, que les produjo maldición por causa de su maldad. 7 En contraste con ésta maldición de Eliseo y el fuego que derramó Dios a causa del clamor de Elías contra los baales en el AT (1 R. 18: 20-40); en el Nuevo Testamento, Jesús rechazó la petición de Jacobo y Juan de derramar fuego sobre una aldea samaritana que rechazó a Cristo (Lc. 9: 51-56). Esto muestra que la Gracia de Cristo le brinda oportunidad de arrepentimiento al pecador; mientras que, en la Ley, debía morir irremisiblemente por su pecado (Hb. 10: 28). 20 IV. JUICIOS DIVINOS CONTRA EL PECADO a. El juicio de los Amalecitas Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud egipcia y les guio rumbo a la tierra de la promesa, los amalecitas8 les negaron el paso por su tierra e hicieron guerra contra ellos sin razón. Israel no representaba amenaza para los amalecitas; éstos deseaban pasar el territorio en condición de paz. Además, Israel venía cansado, huyendo de Faraón y su paso por aquel territorio era de trámite. Pero los amalecitas, sin piedad alguna, atacaron por la retaguardia al campamento judío y mataron a las personas más débiles y cansadas del pueblo (Dt. 25:17). Es posible que hayan sido los ancianos, niños y las mujeres. Por ensañarse (sin causa) contra un pueblo indefenso, Dios prometió que haría justicia por los crímenes de Amalec contra Israel y advirtió que borraría su memoria de la faz de la tierra9: 14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo (Éx. 17:14). Dios destruyó con la espada de Israel a los pueblos que les aborrecían. Posteriormente, en la Ley, la visita generacional establecía que Dios visitaría la tercera y cuarta generación10 de 8 Amalecitas, descendientes de Amalec, nieto de Esaú, nieto de Abraham, quienes formaron un pueblo nómada del Sinaí y del Neguev. 9 Dios juzgó a los amalecitas con un juicio parecido a la Ley del herem, pero no conforme a la visita generacional, ya que esta fue advertida a Israel; no a los pecadores. En la Ley, quien cometía un delito debía pagarlo con el mismo daño que provocaba (Éx. 21: 2325). El plan del pueblo de Amalec fue destruir a Israel y Dios les aplicó el mismo juicio (Dios le prometió a Abraham que maldeciría a quienes le maldijeran, Gn. 12:3). El juicio contra Amalec no era injusto, ni generacional, porque fue cumplido en un período específico a causa del pecado de este pueblo, por su falta de arrepentimiento. 10 Es probable que la advertencia de juicio divino no se remita a la tercera y cuarta generación, más bien alude a que los juicios divinos se extenderían a las subsiguientes generaciones de pecadores que abandonaran el Pacto. Este juicio es un llamado a no apartarse del 21 los que le aborrecen. Los amalecitas estaban bajo el juicio divino por su pecado, porque aborrecían a Dios: 16 Y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación11 (Éx. 17:16). En la antigüedad, había una guerra entre los dioses y Amalec subestimó y retó al verdadero Dios, en nombre de sus dioses12. Amalec, “se levantó contra el trono de Jehová”, en un reto abierto contra el Dios de Israel. Dios les dio muchos años a los amalecitas para que se arrepintieran de su pecado, pero no lo hicieron. Dios conoce el futuro y sabía que Amalec persistiría en su pecado, por eso advirtió un juicio anticipado. El paso de Israel por la tierra de Amalec sacó a la luz el pecado, en el que los amalecitas perseveraron. Dios es justo y si se hubiesen arrepentido les habría perdonado. Muchos pueblos y personas en el marco de la historia bíblica pudieron ser erradicados por Dios a causa del pecado que les rodeaba, pero Dios hizo una diferencia marcada entre el justo y el pecador13. Por ejemplo, Noé y su familia fueron salvos a causa de su justicia (Fe, Hb. 11:7) mientras vivían en medio de una generación perversa (Gn. 7). pacto divino que Israel había concertado con Dios; que contrasta con la bendición que Dios había prometido a las siguientes generaciones de los que obedecieran la Ley (Ex. 20:6). Significa que Dios castigaría a quienes pecaran y a sus descendientes que no se arrepintieran, persistiendo en el pecado. También bendeciría a los que obedecieran la Ley y a los descendientes que permanecieran en ella. 11 Aunque el verso señala, guerra de generación en generación, por el contexto de este verso (dos versos anteriores) se entiende que la orden de Dios era erradicar la memoria de Amalec como pueblo, a causa de su pecado y no una simple guerra generacional. 12 Guerra de los dioses, eso no implica que Dios considerara dioses a los ídolos paganos, pero las naciones pecadoras hacían guerra en nombre de sus dioses a quienes les atribuían sus victorias. 13 Ver, Malaquías 3:16-18. 22 El justo Lot fue rescatado del juicio que Dios envió sobre las ciudades malvadas de Sodoma y Gomorra (Gn. 19; 2 P. 2:8). La ciudad de Nínive estaba bajo el juicio divino a causa de su pecado, pero fue perdonada por Dios porque se arrepintieron a tiempo de sus pecados ante la advertencia divina de destrucción (Jonás 3). El castigo contra Amalec fue justo. Los pecadores quedan bajo la maldición divina, a causa de sus propios pecados. La maldición no es para los hijos de Dios, es para los pecadores. b. El juicio de Elí y sus hijos El sumo sacerdocio israelita fue asignado perpetuamente a Aarón y a su descendencia14: 8 Dijo más Jehová a Aarón: He aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo (Nm. 18:8). Elí fue sucesor del sacerdocio aarónico, antes de establecerse la monarquía israelita; pero sus hijos fueron perversos y corrompieron el oficio sacerdotal: 12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová (1 S. 2:12). A causa de su pecado, Dios le quitó el sacerdocio a Elí y a sus hijos y lo cedió al joven Samuel (de otra familia levítica, 1 Cr. 6:33-34), a pesar de que la promesa había sido hecha a la descendencia de Aarón: 30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco (1 S. 2:30). 14 Aarón y sus hijos fueron escogidos por Dios para servir como sacerdotes en el templo (inicialmente tabernáculo). También el resto de la tribu de Leví (a la que pertenecía Aarón), fue escogida para ayudar en los sacrificios sacerdotales (Nm. 18:1-8). 23 Dios les había dado el sacerdocio a Aarón y a su des24cendencia para siempre, pero ese privilegio tenía sus deberes. Dios exige obediencia para cumplir con sus promesas. El servicio sacerdotal demandaba una vida de santidad15, requisito que no cumplió la familia de Elí, por eso en un mismo día murió Elí, por tolerar el pecado y sus dos hijos por su perversión (1 S. 4:17-18). El relato de Elí y sus hijos es un ejemplo claro de la justicia individual de Dios, quien juzga a cada ser humano por su propio pecado; ni la promesa sacerdotal hecha a Aarón, ni la justicia de sus ancestros libró a Elí y a sus hijos del justo juicio divino. El juicio contra los hijos de Elí no fue fundado en alguna maldición ancestral (fue un juicio inmediato), sino en el justo juicio de Dios para apartar la corrupción del ministerio sacerdotal en Israel. En contraste con el caso de Elí, los hijos del profeta Samuel, también se pervirtieron como jueces, pero Dios no destruyó a Samuel porque él fue un hombre recto delante de Dios (1 S. 8:1-5). La diferencia fue que Elí, toleró el pecado de sus hijos, aun siendo advertido acerca de su perversión y no tomó acciones concretas para separarlos del sacerdocio. c. Consecuencias del pecado de David El rey David pecó contra Dios cometiendo adulterio con Betsabé esposa de Urías, a quien también le fraguó un plan para darle muerte. Dios le advirtió a David que ese pecado tendría consecuencias: 10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer (2 S. 12:10). La Ley penalizaba un delito aplicando el mismo daño que causaba el agresor. Tanto el adulterio (Lv. 20:10), como el asesinato (Éx. 21:12), eran castigados con la muerte bajo la Ley. David cometió ambos pecados de muerte, pero Dios lo exoneró, porque se arrepintió (2 S. 12:13). 15 Ver, Éxodo 28:36, 39:30. 24 Es evidente en la Biblia que David se arrepintió de todo corazón por su pecado y Dios le perdonó la vida16. Pero, Dios le advirtió que la muerte rodearía su reino y que ésta se levantaría en su propia casa. Sin embargo, la rebelión de Absalón, hijo de David, contra su reino (2 S. 15 y 18), no debe establecerse como ejemplo de un castigo generacional injusto. Absalón murió a consecuencia de sus crímenes y ambición de poder, no por una maldición generacional, pues su padre David fue perdonado de su pecado. A Salomón tampoco le afectó algún pecado generacional de su padre David y siendo el hijo que nació del pecado de adulterio, tuvo uno de los reinos más bendecidos, pacíficos y estables de Israel. Absalón cosechó las consecuencias de su propio pecado y Salomón los éxitos de su buena elección. Tanto Absalón como Salomón son hijos de un mismo padre que pecó, pero la elección individual marco la diferencia al final. Esto descarta una herencia pecaminosa en la Biblia. Si ese fuera el caso todos los hijos de David, sin excepción, debieron tener una vida maldita. La idea de un juicio generacional implica que el castigo se perpetúe y afecte a las futuras generaciones, pero el juicio del pecado de David, fue en vida de éste y no después de su muerte. La posteridad de David fue tan bendecida que de esa línea genealógica descendió el Mesías (Mt. 1:1-17). Desde la perspectiva divina no existe un pecado heredado de los padres, cada cual sufre las consecuencias de su propio pecado, lo que la Ley advierte es que Dios castiga a los que continúan en las prácticas pecaminosas de sus padres. Es una consecuencia obvia de su propia elección de pecar, pues ni sus padres, ni nadie más le obligan, teniendo la oportunidad de renunciar voluntariamente al pecado. 16 Originalmente, el Salmo 51 lleva una leyenda en su título: “Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta”. El Salmo, es revelador del arrepentimiento genuino de David. La Santa Biblia. Miami, Ed. Vida, 1987. 25 ____________________________________________________ Los juicios de Dios son individuales y tanto las bendiciones prometidas, como las maldiciones advertidas en la Ley, son un llamado a permanecer fiel a Dios y a alejarse del pecado. ____________________________________________________ d. La lepra de Giezi Naamán un general del ejército de Siria padecía de lepra, este aconsejado por una esclava judía buscó ayuda de Jehová en Israel para sanarse. El general trajo consigo presentes de mucho valor para recompensar a Eliseo, a fin de que orara por él para sanar de su enfermedad (2 R. 5). El profeta rehusó aceptar obsequios, solamente le mando lavarse siete veces en el río Jordán para que fuera sano. El general obedeció a regañadientes, pero fue sanado de su lepra. Eliseo tenía un criado llamado Giezi, quien, tentado por la avaricia, siguió tras Naamán para pedirle presentes en nombre de Eliseo, sin que este último supiera. Pero el Espíritu de Dios se lo reveló al profeta Eliseo y confrontó a Giezi advirtiéndole que la lepra de Naamán pasaría a él y a su familia para siempre por su pecado: 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti a tu descendencia para siempre (2 R. 5: 27a). Esta palabra de Dios dada por el profeta Eliseo fue un juicio específico que aplicaba a la vida de Giezi y a su familia, pero no estaba fundada en un castigo generacional; y es evidente porque la Ley prohíbe condenar a los hijos por el pecado de los padres (Dt. 24:16). La lepra es una enfermedad contagiosa y era de esperar que afectara toda la familia, pero no obligaba a los descendientes de Naamán a heredar el pecado de su padre. El estigma físico no impedía que los hijos de Naamán alcanzaran la vida o invocaran a Dios para ser sanados. Ezequías invocó a Dios, cuando el profeta Isaías por palabra de Jehová había determinado que moriría y Dios le prolongó la vida por quince años más (2 R. 20:1-11). El rey Acab se humilló ante Dios cuando se le advirtió juicio de muerte por su pecado y 26 Dios le perdonó, advirtiéndole que estos juicios se llevarían a cabo posteriormente en su hijo (1 R. 21:17-29), no como una maldición generacional, sino porque Dios conocía las inclinaciones pecaminosas del hijo de Acab (el futuro rey) de quien la Biblia señala que se dio al pecado de su padre y de Jezabel su madre (1 R. 22:51-53). Dios es soberano y en este juicio, Giezi debió cargar el estigma de su avaricia. La mentira que fraguó en lo oculto, se tornó en una vergüenza pública para él y su familia, como evidencia de que Dios no puede ser burlado. Pero, es meritorio aclarar que el estigma físico de la lepra de Giezi, no era un pecado heredado, pues la enfermedad no condenaba el alma de sus descendientes17. El problema de Giezi era de carácter espiritual, debido a su infidelidad y eso no se hereda. El pecado tiene consecuencias obvias, pero la lepra no les quitaba a los descendientes de Giezi la oportunidad de vivir una vida agradable a Dios y de clamar incluso por sanidad (Éx. 15:26). Dos aspectos relevantes en torno a las maldiciones y las bendiciones de la Ley son: a) Las bendiciones de Dios fueron prometidas a los fieles al pacto (Dt. 28:1-14). b) Las maldiciones son advertidas a los desobedientes de la Ley (Dt. 28:15-68). En ese sentido, Giezi quebrantó la Ley al codiciar, mentir y engañar (Ex. 20:17; Lv. 19:11), develando que su condición espiritual no era agradable a Dios y estaba expuesto a la maldición de la Ley. Esta verdad también confirma que los hijos de Dios, que viven de acuerdo a su Palabra, no pueden estar bajo maldición, solo los pecadores. Giezi quebrantó la Ley y demostró a través de sus mentiras, el pecado que anidaba en su corazón (Mr. 7:21). Este caso no se puede considerar como el de un hijo de Dios puesto bajo maldición, porque el hijo obedece y Giezi no 17 Jesús ilustró muy bien el hecho de que una enfermedad no hace por sí misma, maldito ni pecaminoso al ser humano. Lázaro fue un hombre lleno de llagas, pero en medio de su enfermedad invocó a Dios y se salvó (Mt. 16: 19-25). Mostrando que la enfermedad no condena ante Dios; sino la falta de arrepentimiento del pecado. 27 obedecía. La Biblia señala que aun los demonios creen y tiemblan ante Dios, pero no le obedecen (Stg. 2:19). Según el contexto de la Ley, quienes permanecían bajo el pacto divino no podían estar bajo sus juicios (maldición); si no quienes lo abandonaban18. Los hijos de Dios (cristianos) no pueden estar bajo maldición, están bajo la bendición divina, si permanecen fieles a Dios. 18 Ver, Éxodo 20:5. 28 Capítulo – 2 – EL ANTIGUO TESTAMENTO Y LAS MALDICIONES ____________________________________________________ I. LAS MALDICIONES EN EL PERÍODO DE LA LEY a. El propósito de la Ley Una de las preocupaciones comunes de los intérpretes de la Biblia, es la manera en que el cristiano entiende la transición de la Ley a la Gracia. La incomprensión acerca de la aplicación de la Ley, en el contexto de la Gracia, puede causar enormes errores de interpretación bíblica, como lo expresa el Dr. Rodolfo Blank, en la introducción a su comentario del Evangelio de Juan: “La falta de conocimiento para hacer una clara distinción entre la Ley y las buenas nuevas (Gracia) puede conducir al intérprete por un camino equivocado, distorsionar el mensaje de San Juan (o los evangelios) y utilizarlo para promulgar ideas y prácticas heréticas” (Blank, 1999. 6). Estas expresiones son acertadas, si el lector lee literalmente la Biblia sin entender su contexto histórico y sin comprender la diferencia entre la Ley y la Gracia; puede caer en extremos nocivos para la fe cristiana. Aunque el AT establece consecuencias para los que quebrantaban la Ley, éstas eran el resultado de despreciar la bendición de Dios y no una maldición arbitraria resultado de un capricho divino ejecutado por la Ley. Un semáforo en la calle con su luz roja encendida, advierte que se debe frenar el auto y no continuar en la marcha, hasta que cambie a color verde. La luz roja no está puesta como una trampa para que el ciudadano común la rebase y se accidente, tampoco para que se cometan infracciones a la ley a fin de que hayan sancionados. Originalmente, la idea es la prevención, para garantizar un orden en el que todos sean beneficiados y tengan seguridad en las calles. De igual manera, el propósito de la Ley era advertir el peligro del pecado, para que el pueblo no se apartara de Dios, no para condenarles o maldecirles. 29 En la actualidad, cuando una familia en circunstancias normales, establece normas correctivas para sus hijos, no lo hace pensando en favorecer o humillar a un hijo en particular. Lo que se pretende es proteger a todos por igual y hacer justicia a cualquiera que sufra agravio, creando un estado de derecho con igualdad para todos. Dios quería que, a través de la Ley, en Israel imperara la justicia y la misericordia que Él mismo les había mostrado sacándoles de la esclavitud egipcia19. La Ley fue dada para bendecir y proteger al pueblo, no para condenarles; por eso advertía el peligro del pecado, a fin de que no se aparataran de Dios, pues eso les garantizaba su bendición. La Ley divina no se dio para ensañarse contra el pueblo a quien Dios mismo mostró tanto amor. La Ley trata de evitar las consecuencias del pecado, al crear conciencia del peligro por el mandamiento a fin de evitar el castigo, no para que el individuo se provocara a desobedecerla (Dios no tienta a nadie, Stg. 1:13). Creer que La Ley era únicamente un elemento de castigo ensañador contra el malo y no una advertencia para mantenerse bajo la bendición de Dios, es desvirtuar el verdadero espíritu de la Ley divina. Los mandamientos de la Ley son preventivos; se dieron con la obvia intención de no quebrantarla para mantener la bendición divina y evitar el castigo advertido a quienes voluntariamente abandonaban el Pacto para seguir vanidades20. 19 Jesús reclamó constantemente a los judíos su falta de amor y misericordia y el énfasis marcado en la justificación por medio de los sacrificios. Era más fácil deshacerse de una ofensa sacrificando animales, que perdonar y amar al prójimo. Jesús les exhortó amar (Mt. 9:13, 12:7, 23:23). 20 Los castigos de la Ley, se aplicaban porque existía un conocimiento previo de ésta, no era injusta porque advertía el peligro. En el comentario de Carlos Valle a la Misná, en cuanto al exterminio de la Ley, explica tres elementos importantes de estos juicios: 1. La pena (de muerte) sin embargo, sólo tenía lugar cuando la prevaricación había sido realizada con premeditación. Si había existido previamente una advertencia y cometió la prevaricación, a pesar de 30 Sería irónico pensar que un Dios justo haya dicho, “no matarás” para que el hombre se sienta tentado a matar; cuando la intención clara del mandamiento es infundir respeto por la vida de cada ser humano. Jesús enseñó la intención preventiva de los mandamientos al señalar: 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno (Mt. 5:29). La intención de Jesús no era recomendar la mutilación de un miembro del cuerpo como solución al pecado; pues, aunque alguien se mutilara, el pecado aun permanecería en su corazón. Lo que Jesús pretende lograr en sus oyentes es una acción concreta de rechazo al pecado, con el objetivo de evitar la condenación eterna. Sin duda, nadie querrá perder un miembro de su cuerpo, prefiriendo hacer la voluntad de Dios. Los mandamientos que Dios le dio a Israel, no eran una carga gravosa (Dt. 30:11-14). La maldición resaltó en el relato bíblico por la continua desobediencia de Israel, no porque la Ley fuese un tributo a la maldición. Esa idea no afina con el carácter de un Dios justo y bueno, ni con la intención que da origen a la Ley (bendecir). Eso no significa que Dios tendría por inocente al pecador21. Quebrantar la ley de Dios traería maldición para los desobedientes del pacto, no para los fieles. eso, ante testigos, se le podía aplicar al prevaricador en unos casos la pena de muerte, en otros la flagelación. Nt. La pena de muerte se aplicaba solo cuando la persona era consciente de la advertencia y había dos o más testigos. 2. El exterminio era considerado como pena cuya ejecución competía a la divinidad. Nt. Solo Dios tiene autoridad de quitar la vida y por eso debía estar basado en su Ley. 3. En caso de que la prevaricación fuese realizada por inadvertencia, en lugar del exterminio surgía la obligación en el prevaricador de ofrecer un sacrificio expiatorio. Nt. La ley no condenaba inocentes; éstos debían pagar su ofensa con sacrificios de animales (Del Valle, 2003. 1037). 21 Éxodo 34: 7a 31 ____________________________________________________ El espíritu de la Ley no era punitivo, tenía como objetivo advertir los peligros del pecado. La Ley no fue revelada para ensañarse contra el malo; sino para bendecir y hacer justicia a todos por igual. ____________________________________________________ b. La Ley fue un pacto divino de bendición para Israel Un pacto entre dos partes, se establece para obtener mutuo beneficio. En el caso de los pactos bíblicos, Dios es quien bendice a los seres humanos. El Pacto de Dios con Abraham fue establecido para bendecirle a él, su familia y a la humanidad entera (Gn. 12:1-3, 17:6-7). Todo pacto tiene dos partes interesadas que gozan de sus privilegios, si cumplen con sus deberes. Por una parte, en el Pacto de la Ley Dios compró el derecho sobre un pueblo que redimió por medio de su poder de la esclavitud egipcia. Dios ordenó que fueran un pueblo santo en medio de la tierra, para ser luz al resto de las naciones y dar gloria a Su santo nombre (Éx. 19:6, Dt. 7:6). Israel es la otra parte interesada de este pacto de bendición y como beneficiario debía cumplir con la Ley para mantenerse bajo la bendición de Dios: 16 Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella (Dt. 30:16). Israel tenía el deber de mantenerse fiel al pacto para ser bendecidos. La Ley no sería gravosa, sino un deleite22. Pero la continua desobediencia de Israel provocó que en los relatos bíblicos resaltara más la maldición, que la bendición. No obstante, la Ley en sí misma es santa, justa y buena (Ro. 7:12), pero el ser humano es malo (Ro. 7:14). Lo que falló fue el ser 22 Cristo también enseñó a sus seguidores que cuando hay buena disposición en el corazón, el Evangelio tampoco es una carga pesada (Mt. 11:29-30). 32 humano, no la Ley (Ro. 8:3). En el Pacto de bendición de Dios con Israel la maldición no era impuesta, cada persona decidía permanecer en la bendición o elegir la maldición: 15 Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal (Dt. 30:15). Dios quería que el pueblo eligiera la bendición: 16 Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella (Dt. 30:16). Abandonar el pacto de bendición tenía consecuencias funestas: 24 Más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? 25 Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, 27 Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro (Dt. 29:24, 25-27). Desde la perspectiva bíblica, las maldiciones de la Ley no eran obradas por un juicio humano o por antojo satánico (aunque Dios le permitiera a Satanás ejecutar parte de esos castigos)23. Las maldiciones de la Ley eran causadas por consecuencia de abandonar el santo Pacto. 23 En un ejemplo bíblico, Jehová había determinado un juicio contra el perverso rey Acab, y en este episodio, un espíritu de mentira se ofreció ante Jehová para confundir al rey Acab (Dios se lo permitió) para cumplir el juicio contra Acab, quien murió en batalla. Ver, 1 R. 22: 17-22. En otros pasajes similares se nota a Satanás y a sus espíritus pidiendo a Dios permiso para ejecutar juicios, acusar, y probar la fe de los santos (Ap. 9:11, 12: 10; Job: 1: 6-12; Lc. 22:21). 33 OBSERVACIONES ACERCA DE LAS MALDICIONES EN EL PERIODO DE LA LEY: Las maldiciones del AT eran consecuencias que sufrían los desobedientes de la Ley que voluntariamente abandonaban el Pacto de bendición que habían concertado con Dios. La voluntad de Dios era que el ser humano permaneciera en bendición y desechara la maldición. La maldición no era una imposición divina, ni una trampa de la Ley, era producto de una mala decisión. Las maldiciones prescritas en la Ley eran advertencias para mantenerse en la bendición divina y alejarse del mal. La maldición bíblica del AT no era obra satánica, ni una palabra mágica pronunciada por un individuo, era producto de la desobediencia y establecida por un justo juicio divino. Dios es soberano, pero no impone maldiciones. Desde que la humanidad hace diferencia entre el bien y el mal, a causa del pecado, puede elegir entre la bendición o la maldición. La palabra maldición en la Biblia generalmente se refiere a las consecuencias de la desobediencia. Implica que las maldiciones son para los desobedientes, no para los obedientes. La Biblia prohíbe proferir maldiciones contra el prójimo. Sólo Dios tiene tal potestad. La Ley es un Pacto de bendición. La maldición es el resultado de abandonarla. 34 II. LA VISITA GENERACIONAL a. La visita generacional; ¿Maldición o retribución del pecado? La visita generacional es una sección específica de la Ley que se refiere a la advertencia de castigo que Dios hizo a quienes abandonaran el pacto de bendición y a sus descendientes que persistieran en pecar. Se debe hacer la diferencia entre todas las maldiciones advertidas en la Ley, que eran específicas a quien la quebrantaba, y la visita generacional escrita en el decálogo. Generalmente, las maldiciones de la Ley son específicas acerca de las consecuencias que sufrirán los desobedientes. En cambio, en la advertencia de la visita generacional dentro del decálogo, no se detalla de qué manera Dios haría tal retribución de castigo a causa del pecado. Esa atribución únicamente le correspondía a Dios. Lo cierto es que nadie en Israel podía tomar la justicia en sus propias manos con relación a la visita generacional mencionada en los diez mandamientos. La creencia de una maldición o pecado heredado de los padres hacia los hijos tiene una larga historia en el contexto bíblico que ahora acecha al cristianismo actual, y que seguramente se pretenda sustentar en la visita generacional que Dios advirtió a los desobedientes de la Ley: 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (Ex. 20:5). En esta visita generacional que Dios advirtió en los diez mandamientos no se usa la palabra “maldición”, en cambio señala que Dios visitaría la maldad o castigaría el pecado de quienes le despreciaran para seguir dioses paganos y a sus descendientes que persistieran en ese pecar, sin arrepentirse. Este castigo no podía ser injusto, ya que la misma Ley ordena que cada quién pagará por su propio pecado, no por los ajenos: 16 Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado (Dt. 24:16). 35 La pregunta que surge es la siguiente: ¿Existe alguna contradicción entre los dos versos anteriores? El primero (Éx. 20:5), señala Dios que visitará la maldad de los desobedientes que persistieran en pecar y el anterior afirma que la justicia divina es individual, no condena por herencia. Petuchowsky, en su comentario, “Lecturas Rabínicas Sobre los Diez Mandamientos”, recoge la siguiente respuesta a la aparente contradicción entre estos dos versos: “A esto se ha respondido diciendo que no existe contradicción. Un versículo habla de los hijos que continúan los pecados de sus padres. El otro versículo habla de los que no siguen las malas acciones de sus padres” (Petuchowsky, 1989. 49-50). Esta aseveración es confirmada por el verso anterior, el cual señala que Dios visitaría la maldad “de los que le aborrecen”. Es evidente que Dios no podía inculpar también a los hijos inocentes y justos que no seguían los pecados de sus padres, en abierta contradicción a la misma Ley, que decreta: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado”. La visita generacional, debe entenderse como una alusión a los hijos que continuaban en los pecados de sus padres, no a quienes se apartaban de esos pecados. Douma, en su comentario a los diez mandamientos explica lo siguiente: “Esto nos ayuda a darnos cuenta que el castigo y las bendiciones divinas no son automáticos como si el adagio de tal padre, tal hijo, (nieto), se aplicara de manera automática a su forma de vida, de una generación a otra. Sin duda es verdad, que el mal ejerce gran influencia. Cuando un padre se aparta del Señor, sin duda es milagroso que su hijo, encuentre la senda correcta. Es obvio que, bajo la influencia del padre, se espera que también el hijo se aparte del Señor. No es accidental que una maldición así, se anexe a este mandamiento concreto. Si un padre cae en el pecado, esto no implica necesariamente la ruina de sus descendientes; y si un padre anda en el camino de los mandamientos del Señor, 36 esto no garantiza que sus hijos lo harán” (Douma, 2000. 7576). Es de esperar que un padre con su mal ejemplo, incline el corazón de sus hijos a la maldad. Al expresar que Dios visitaría la maldad, “de los que le aborrecen”, no incluye a los hijos obedientes. Es una clara advertencia para que los hijos no sigan los malos caminos de sus padres y esa misma expresión (los que me aborrecen) implica que Dios no castiga a los obedientes por pecados de sus padres. No es compulsorio que un hijo siga los caminos de su padre (buenos o malos). La justicia divina fundada en la Ley, es de aplicación individual, no generacional (Dt. 24:16). Esto significa que Dios castigaría a quienes continuaban en las prácticas pecaminosas de sus padres, no a quienes rechazaban el pecado. Para reforzar estos comentarios con evidencia bíblica, basta resaltar algunos ejemplos. Tal es el caso del piadoso rey Josafat, quien tuvo un hijo impío (Jorán, 1 R. 22:43). A Josías, uno de los reyes más temerosos de Dios, le sucedieron en el reino tres hijos y un nieto impíos (1 R. 22 y 23). En estos casos los hijos no siguieron los buenos ejemplos de sus padres. Por otro lado, al rey impío de Judá, Acaz (quien hizo pasar su hijo por fuego en sacrificio a los dioses paganos de Canaán y que le dio las espaldas a Jehová, 2 R. 16), le sucedió en el reino su hijo Ezequías, quien quitó los ídolos en Israel e incluso la serpiente de bronce que hizo Moisés, a la cual los israelitas le quemaban incienso en adoración. La Biblia señala que ni antes, ni después de él hubo otro rey tan celoso por Jehová en Judá (2 R. 18), a pesar de haber nacido de un padre impío. Ezequías eligió hacer lo bueno y Dios no le podía condenar por los pecados de su padre, los que él no siguió, porque la justicia divina es individual. Los hijos no están obligados a seguir los pasos de sus padres, el bien y el mal son una elección individual que Dios respeta. Los ancestros heredan costumbres, no transmiten pecados por osmosis. Se aprenden costumbres, principios y valores (buenos o malos); pero nadie está obligado a obedecerlos, ni se condena automáticamente a una eternidad 37 de perdición por pecados ajenos. Cada quien elige en vida el destino eterno de su alma. Referente a la visita generacional escrita en los Diez Mandamientos, que es la base bíblica más fuerte a partir de la cual se pretende sustentar la enseñanza de las maldiciones heredadas, no se menciona la palabra “maldición”, lo que Dios advierte es una clara retribución por el pecado a quienes se apartaban voluntariamente del pacto de bendición y a sus hijos que siguieran sus pasos. Un asunto relevante sobre la visita generacional, es que el pueblo de Israel desarrolló una idea errónea de lo que Dios había prescrito en el Pacto, pervirtiendo el sentido original de la Ley. Esto no es extraño, es bien sabido por la historia bíblica, que l pueblo judío les agregaba cargas más duras a sus seguidores de lo que la misma Ley establecía (Mt. 15:2-6, 23:4; Lc. 11:46). Dios tampoco autorizó al pueblo de Israel a juzgar o ensañarse contra su prójimo a causa del pecado de sus padres en cumplimiento de la visita generacional que él advirtió hacer a los desobedientes de la Ley. Esta fue una atribución deliberada de los líderes judíos, los cuales estigmatizaban de maldito al hijo de un pecador, aunque este no fuese pecador como su padre. El señalamiento de un pecado familiar heredado fue, a todas luces, una equívoca interpretación de la visita generacional de los judíos, quienes tomaron por sí mismos la atribución de juzgar al prójimo por su pasado familiar, amparados en su forma tradicional de interpretar la Ley, no por orden divina. ____________________________________________________ La visita generacional no la sufrirían quienes vivían en obediencia al pacto de la Ley; sino los que lo abandonaban. Los hijos de los pecadores caían bajo maldición, solamente si seguían las prácticas pecaminosas de sus padres. Precisamente, la advertencia de la Ley era para evitar ese castigo (Éx. 20:5). ____________________________________________________ 38 b. El decálogo y la visita generacional a los desobedientes de la Ley Es muy importante entender la causa que da origen a los mandamientos de la Ley, ya que sería inexplicable pensar cómo un Dios que separó a Israel para santificarlo y apartarlo de las abominaciones de la tierra, pudiera a la vez maldecir su heredad. En relación a la visita generacional el decálogo señala: 1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Éx. 20:1-2, 5-6). El primer verso es el prólogo al decálogo, y explica la razón por la cual Dios prescribió estos mandamientos, que surgen como un beneficio del pacto recibido por Israel, después de la redención de la esclavitud egipcia. Si se desligan los mandamientos de la razón por la cual fueron dados (el amor mostrado por Dios a Israel) se perderá de perspectiva la esencia del espíritu de ese Pacto y las bases de la relación de Dios con su pueblo. Ignorar la importancia del prólogo al decálogo podría provocar que el lector entienda la Ley como una carga pesada, como una Ley despótica e incluso aberrante y no como un deleite como lo expresa el mismo rey David en los Salmos (Sal. 19: 7-10, 103-104). Cf. Exeler, 83. 25. Debido a la interpretación propia de los judíos con relación a la visita generacional que Dios advirtió hacer a los desobedientes de la Ley, es que nace la idea en Israel de que el pecado se puede heredar, pero nótese también que el verso seis expresa que Dios bendice hasta mil generaciones de los que le aman. Deuteronomio señala: 6 Y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Dt. 7:6). 39 Según el verso anterior, si la maldición y la bendición de los padres se heredaran, se tendría que buscar también un pariente en las pasadas mil generaciones24, para saber si se tiene su bendición, lo que es totalmente ilógico. Es probable que esta advertencia de juicio divino no se remita a la tercera y cuarta generación, sino que sea una advertencia de que los juicios divinos se extenderían a las subsiguientes generaciones de pecadores que abandonaran el Pacto de la Ley. El juicio advertido es un llamado a no apartarse del pacto divino que Israel había concertado con Dios. Esto contrasta con la bendición que Dios prometió a las siguientes generaciones de los que se mantuvieran fieles al pacto de la Ley (Ex. 20:6). Significa que Dios castigaría a quienes pecaran y a sus descendientes que persistieran en pecar. También bendeciría a los que obedecieran su Ley y a sus descendientes que permanecieran fieles. Solo así cobra sentido un juicio justo e individual como señala la misma Ley (Dt. 24:16). Si bien, de manera general, los males que acechan a la humanidad derivan de un pecado (Adán y Eva), también es cierto que el ser humano sufre por causa de su pecado personal, no por los ajenos, pues nadie le obliga a permanecer en el mal. La Biblia, no señala una herencia pecaminosa automática del padre sobre el hijo que le condene sin causa, si el hijo no sigue sus malos pasos. Los hijos tampoco se salvan simplemente por herencia, si no siguen el camino recto. La Biblia muestra que la instrucción en la palabra de Dios, es el método que permitirá que un hijo no se aparte del camino de Dios: 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas 24 En el uso bíblico, Mil es un número también simbólico para referirse a una cantidad indefinida, y en este caso, a la infinita misericordia de Dios. Cp., Dt. 1:11; Sal. 91:7. La Sagrada Escritura, Tomo-I. Biblioteca de autores cristianos. Madrid, 1967. p. 438. Durham, Jhon I. Word Biblical Comentary-Exodus. Word Books Publisher, 1987, USA. p. 287. 40 estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes (Dt. 6:6-7). Se espera que, por medio de la enseñanza de la palabra de Dios, los individuos conozcan el buen camino y lo sigan: 6 Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él (Pr. 22:6). El método divino para que los hijos no se aparten de sus caminos es la instrucción de sus padres en la Palabra de Dios; pero, así como el pecado no se hereda, tampoco la bendición se obtiene por herencia, si los hijos no siguen el buen camino. La bendición de Isaac sobre su hijo Jacob funcionó porque Jacob había sido instruido en los caminos de Dios y había creído. En cambio, su hermano Esaú no fue creyente, pues no le dio ningún valor a la bendición del Señor (Gn. 25:34). Si la bendición de Dios fuera automática los dos hubiesen sido bendecidos igualmente por su padre, pero la bendición procede de Dios, no se hereda de forma automática de los padres. La diferencia entre un hijo justo y uno pecador, aunque ambos sean hijos de un padre justo, es notable en los relatos bíblicos. Dios hizo diferencia entre el malvado Caín y el justo Abel; entre el sabio Salomón y su terco hermano Absalón. Dios advirtió que si los hijos pecan no gozarán de la bendición de sus padres justos (por el obvio rechazo a sus enseñanzas). Dios por medio del profeta Ezequiel, habló diciendo: 12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 13 Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, 14 si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. 19 O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella hombres y bestias, 20 y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas (Ez. 14:12-12, 19-20). 41 Dios señala que, si los seres humanos se tornan pecadores en extremo, solo libraría a los justos, ni los hijos de los justos se salvarían, si son pecadores. La Biblia no advierte una bendición, ni una maldición heredada, apela a la instrucción de los padres, con el fin de que el conocimiento de la palabra de Dios conduzca a sus hijos de forma voluntaria y por convencimiento propio a obedecer el buen camino y rechazar el mal. ____________________________________________________ Si la maldición y la bendición de los padres se heredaran, se tendría que buscar también un pariente en las pasadas mil generaciones, para saber si se tiene su bendición, lo que es totalmente ilógico. ____________________________________________________ c. La Maldición y la Bendición son una elección, no una imposición de la Ley Al finalizar el texto donde se mencionan las bendiciones por la obediencia y las maldiciones por desobediencia a la Ley, que se le prescribieron al pueblo judío, se lee: 19 Que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tú descendencia (Dt. 30:19b). Este verso demuestra que ni la bendición, ni la maldición, eran impuestas por Dios en el marco de la Ley. Dios dejó en manos del pueblo la elección entre la vida y la muerte; entre la bendición y la maldición. Cada persona decidía su camino (bien o mal) y eso produciría consecuencias de bendición o maldición; vida para los obedientes o muerte a los desobedientes. Dios respeta la libre elección del ser humano y no imputa pecados sin causa y menos podría condenar a los hijos por pecados de los padres, ya que no es Dios quien condena en el contexto de la Ley, ni en el marco bíblico en general, es el ser humano quien elige entre el bien y el mal. En la Ley, Dios no ordenó pedir perdón por los pecados de los padres; solamente pedía reconocerlo, no para obtener alguna justicia personal o librarse de maldiciones ancestral; sino 42 para reconocer su pecado como la razón por la que sufrían (Lv. 26:40-42). Daniel reconoció que la desobediencia y el pecado de su pueblo era la causa por la que Dios les había castigado (Dn. 9:1-19). Pero los pecados de sus antepasados no le impidieron a Daniel ser agradable ante Dios; él fue un hombre santo y bendecido a quien Dios escuchaba (Dn. 6:4). Daniel confesó el pecado de su pueblo y lo hizo como suyo, no porque fuese culpable de ellos, ni porque a Dios le interesara escucharlos, sino que tomó la posición de un intercesor que se identifica con el pecador, reconociendo que el pecado era la causa del fracaso de su pueblo. Daniel oró de acuerdo a la promesa que Dios le hizo a Israel de perdonar sus pecados cuando los reconocieran y se apartaran de ellos (2 Cr. 6:36-40, 7:13-14) Ver, 2 Crónicas 6. Lo mismo hicieron Esdras (Nh. 9:2), y Nehemías (Nh. 1:6-9). La posición de estos hombres de Dios fue la de intercesores por el pueblo de Dios. Eso no implica que fueran culpables del pecado de sus padres o que debían mencionar cada pecado, pues Dios no aprueba la idea de un pecado heredado, de acuerdo a la Ley (Dt. 24:16). ____________________________________________________ Ni la bendición, ni la maldición, eran impuestas por Dios en el marco de la Ley. Dios dejó en manos del pueblo la elección entre la vida y la muerte; entre la bendición y la maldición. ____________________________________________________ 43 III. EL ANATEMA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO a. La ley del “herem” o anatema La palabra anatema (gr. ανάθεμα) es traducida del hebreo (herem o jerem) referente a algo dedicado a Dios, para su servicio como los sacrificios (Lv. 27:28), o para su destrucción como el caso de un ídolo o una casa (Dt. 7:26; Jos. 6:17). Cp., Vine 1999. 54. Fee, expresa: “Del hebreo herem, que se refiere más a menudo a lo que se entregaba, no a la consagración, sino a la maldición. Por eso suele significar, aquello que está bajo proscripción, o la cosa maldita (Dt. 7:26, 13:17; Jos. 6:18, etc.) con referencia a algo entregado a la ira divina, dedicado a la destrucción y colocado bajo maldición” (Fee, 1994. 656. Nt. 46). La tierra que Dios le entregaría a Israel debía ser santa (Éx. 3:5); pues por causa del pecado de sus moradores Dios se las entregaba a ellos. Por eso recibieron orden divina de destruir completamente las ciudades que Jehová les entregaba, a fin de que no aprendieran las costumbres pecaminosas de las naciones paganas y se contaminaran: 25 Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego, no codiciarás plata, ni oro de ellas para tomarla para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; 26 y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás porque es anatema (Dt. 7:25-26). En el Antiguo Testamento todo lo que estaba bajo el herem o anatema divino, no podía ser rescatado, ni tocado por el pueblo de Israel, ya que estas cosas habían sido dedicadas al servicio de dioses paganos y por eso debían ser destruidas. Aún, si una ciudad israelita se pervertía siguiendo las prácticas de las naciones paganas quedaba bajo el anatema divino y debía ser destruida completamente: 12 Si oyeres que se dice de alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, 13 que han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los 44 moradores de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no conocisteis; 14 tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en medio de ti, 15 irremisiblemente herirás a filo de espada a los moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y también matarás sus ganados a filo de espada. 16 Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tú Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. 17 Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres (Dt. 13:12-17). Las ciudades cananeas debían ser destruidas a causa de sus abominaciones y para que Israel no aprendiera sus costumbres paganas de adoración, por eso debían quemar los ídolos. Si Israel, después de tomar posesión de la tierra aprendía los pecados de ellos, también caían bajo el anatema divino. Esto le ocurrió a la tribu de Benjamín, la cual estuvo a punto de ser exterminada por las demás tribus de Israel a causa del pecado de sodomía y perversión sexual (Jue. 19). El comentario bíblico “Mundo Hispano” comenta relacionado al herem: “En el contexto de la guerra santa, el herem significaba que todas las ciudades de los amorreos, incluso la población (Lv. 27:29) fueron consagradas al exterminio, como un sacrificio a Jehová a causa de sus abominaciones. El herem, es un rito que servía para separar a Israel como pueblo santo de Dios (Ex. 19:5-6) de las prácticas inmorales e idólatras de los cananeos”25 (Dt. 7: 1-6; 20:16-18). Es claro que a través de la ordenanza del herem, Dios quería evitar que Israel aprendiera las costumbres abominables de las naciones de Canaán y por eso ordenó destruir todo vestigio de 25 Comentario Bíblico Mundo Hispano. Lv., Nm., Dt. Ed. Mundo Hispano. 2002, USA. p. 351. 45 pecado (incluyendo al pueblo y sus ídolos), para evitar que imitaran sus pecados y fueran destruidos. Dios prohibió a Israel aprender las costumbres paganas (imitación), no advierte una maldición automática o pecados heredados. Lo que Dios prohíbe es aprender sus costumbres. Si la maldición bíblica fuese automática, la tierra hubiese contaminado a los israelitas. Pero la misma tierra (otrora pagana) ahora sería santa a causa de la obediencia de Israel. ____________________________________________________ Lo que Dios advirtió a Israel, al ordenarles destruir totalmente a los cananeos, fue el peligro de que ellos aprendieran sus costumbres. Las prácticas pecaminosas pueden ser imitadas, no heredadas automáticamente. ____________________________________________________ b. Jericó, bajo el anatema divino Sabiendo Dios que el pueblo de Israel podía codiciar el metal precioso con que estaban construidos los templos, ídolos, utensilios de las ciudades paganas que Israel debía conquistar, prohibió y condenó la codicia de tales cosas: 25 Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; 26 y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema (Dt. 7:25-26). La paga del pecado es la muerte irremisible según la Ley (Hb. 10:28) y antes de la redención por medio de Cristo; el pecado en ocasiones provocaba los juicios inmediatos de Dios. Aun así, Dios les dio cerca de 400 años a las naciones cananeas, para que se arrepintieran de sus pecados. Desde que Jacob viajó a Egipto, hasta que Israel regresó como una nación para poseer la tierra prometida (Gn. 15:13). La maldad persistente de estas naciones cananeas hizo que el juicio de Dios se consumara y los entregó a la destrucción por medio de la espada de Israel: 5 No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas 46 naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti (Dt. 9: 5a). 16 Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, 17 sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; 18 para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios (Dt. 20:16-18). Dios ordenó la destrucción de los cananeos a causa de sus prácticas abominables. El propósito era erradicar el pecado de la tierra. Israel debía ser una nación santa, que no aprendieran las costumbres de los cananeos; por eso el verso señala: “Para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones”. La orden de erradicar a las naciones paganas era para evitar que Israel aprendiera sus pecados, no porque les podían heredar automáticamente maldiciones a los israelitas26. Estos juicios divinos fueron específicos contra ciertas ciudades cananeas entregadas totalmente al pecado. Las demás ciudades por las cuales Israel debía pasar, Dios en su justicia, les daba oportunidad de vivir antes que Israel les atacara: 10 Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz. 11 Y si respondiere: Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario, y te servirá. 12 Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra contigo, entonces la sitiarás (Dt. 20:10-12). La orden para destruir totalmente las ciudades cananeas puestas bajo el anatema no aplicaba de igual a las demás 26 Algunos escritores suponen que Dios no quería que los cananeos se casaran con el pueblo de Israel, para que no heredaran sus maldiciones. Ver, Hickey, Marilyn. ¿Cómo Librarnos de las Maldiciones Generacionales? Ed. Patmos, Miami. 2002. p. 77. Pero según el texto bíblico lo que Dios quería evitarle a Israel no era una maldición heredada, sino una costumbre aprendida: “Para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y que pequéis contra Jehová vuestro Dios” (Dt. 20:18). No deben confundirse las costumbres aprendidas, con maldiciones heredadas. 47 ciudades que no eran parte de esas ciudades señaladas. Este juicio era específico y justo, a causa del pecado de los cananeos y no una destrucción masiva injusta o generacional27. En la ley del herem, referente al botín de guerra, había ordenanzas divinas específicas. De las ciudades que Israel debía conquistar en su camino a Canaán, que no eran parte de las ciudades bajo anatema, ellos podían tomar del botín de guerra (incluso las mujeres y los niños eran librados de la muerte): 13 Luego que Jehová tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. 14 Solamente las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales Jehová tu Dios te entregó (Dt. 20:13-14). Tal fue el caso de los madianitas: 7 Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón. 9 Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes. 22 Ciertamente el oro y la plata, el bronce, hierro, estaño y plomo, 23 todo lo que resiste el fuego, por fuego lo haréis pasar, y será limpio, bien que en las aguas de purificación habrá de purificarse; y haréis pasar por agua todo lo que no resiste el fuego (Nm. 31:7-9, 22-23). Los madianitas no pertenecían a la tierra cananea destinada a la destrucción total a causa de sus abominaciones; por eso, Dios le permitió a Israel tomar del botín de guerra. Este juicio contra Madián fue por ponerse a Israel y por la perversión e idolatría en que hicieron caer a Israel. Fue un juicio contra esas comunidades específicas, no contra todas las ciudades madianitas. La misma historia bíblica corrobora que otros pueblos madianitas continuaron con vida y que posteriormente fueron enemigos de Israel (Jue. 7:14). 27 La paga del pecado es la muerte. El juicio de los cananeos se puede comparar con el diluvio en tiempos de Noé o el de Sodoma y Gomorra con fuego. El instrumento de juicio para los cananeos cambia (espada), pero las causas son las mismas, la ira divina por el pecado. 48 Toda esta explicación es válida para corroborar que los juicios de Dios conforme a las leyes del anatema descritos en la Biblia, son individuales y justos, no generacionales. ____________________________________________________ El mal ejemplo ejerce influencia en la conducta del ser humano, por eso Dios ordenaba la destrucción inmediata de los pecadores dentro del pueblo de Israel, en el marco de la Ley (Dt. 13:11, 19:20). ____________________________________________________ c. Acán toma del anatema La ley del anatema no solo afectaba a las ciudades puestas bajo maldición; si un israelita tomaba cualquier cosa destinada para la destrucción bajo el herem, también quedaba bajo juicio o en posición de anatema: 17 Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres (Dt. 13: 17a). Eso pasó en Jericó, a la cual Dios entregó al anatema: 17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos. 18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis (Jos. 6:17-18). Había ordenanzas específicas para cada ciudad conquistada por Israel. En el caso de Jericó, todos los minerales preciosos quedarían bajo el anatema divino, dedicados al tesoro de Jehová. Un varón israelita llamado Acán, desobedeció a Dios y tomó prendas del anatema de Jericó y quedó bajo el anatema. El pueblo se contaminó porque Dios había santificado la nación y los israelitas fueron derrotados en la siguiente batalla: 20 Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. 21 Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, 49 y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello (Jos. 7:20-21). Acán hizo anatema al pueblo de Israel con su pecado, pero, los juicios de Dios son siempre individuales. Acán fue juzgado y murió inmediatamente con toda su casa (quizá su familia consintió en su pecado). Pero, no fue un juicio generacional (póstumo), sino inmediato. Acán hizo un reto abierto a las leyes de Dios prescritas en el pacto, que eran conocidas para él y su familia y por eso murieron. En la Ley del anatema, el juicio era inmediato y Dios mismo no propagaría un pecado generacional, ya que la idea de castigar el pecado con la muerte, era precisamente erradicar el pecado y que este mal ejemplo no afectara la conducta de las siguientes generaciones (Dt. 13: 11, 17:12, 19:20; Lv. 20: 5). Moisés intercedió ante Dios para que no destruyera al pueblo de Israel a causa del pecado, y le pidió a cambio que borrara su nombre del libro de la vida. Pero Dios le respondió que solo raería de su libro a los pecadores del pueblo, no a los justos (Ex. 32:32-33). El rey Amasías (2 R. 14), temeroso de Dios y conocedor de la Ley, cuando vengó la muerte de su padre, no mató a los hijos de los asesinos en obediencia a la Ley: 5 Y cuando hubo afirmado en sus manos el reino, mató a los siervos que habían dado muerte al rey su padre. 6 Pero no mató a los hijos de los que le dieron muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado (2 R. 14:5-6). Vide., Dt. 24:16. Siendo descendiente de una dinastía real, el rey Amasías conocía la Ley; su padre fue un rey celoso de la Ley y educó a su hijo en el mismo camino28. Por eso, aplicó legítimamente la ley y no condenó a los hijos por el pecado de sus padres 28 Los reyes en Israel tenían orden de tener una copia de la Ley en el palacio para leerla e instruirse en ella diariamente (Dt. 17: 18-19). 50 d. El juramento de Josué Cuando Josué sucedió a Moisés como líder de Israel, Dios le prometió que estaría con él, así como estuvo con Moisés: 5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé (Jos. 1:5). Josué como profeta de Dios, profirió una palabra de maldición contra la persona que levantara de nuevo la ciudad anatema de Jericó, después que él la destruyó: 26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas (Jos. 6:26). Esta maldición fue basada en la Ley, ya que la ciudad había sido puesta bajo el anatema por Dios y había ordenado su total destrucción. Esa fue la palabra profética de un hombre de Dios y no una maldición satánica o generacional29. Esta maldición no señalaba a una familia en particular, solo advertía a quien la reedificara que morirían su primogénito y su hijo menor; el castigo sería inmediato, no generacional. Eso fue lo que sucedió cerca de quinientos años después: 34 En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun (1 R. 16:34). Acab y Jezabel reedificaron Jericó quizá por ignorancia o como un reto a Dios30. Esta palabra de Josué fue una advertencia específica basada en la Ley del herem (Dt. 13:1217), a quien se atreviera a reedificar la ciudad anatema de 29 Las maldiciones de la Ley tenían su origen en los justos juicios de Dios contra los desobedientes. No eran maldiciones satánicas, ni juicios por pecados generacionales. 30 Acab y Jezabel tuvieron uno de los gobiernos más perversos de Israel. Ellos adoraban a Baal (un ídolo cananeo). 51 Jericó. Por tanto, no se debe confundir esta maldición de la ley proferida por Josué, con una maldición generacional o heredada (según Éx. 20:5), porque este juicio sería inmediato al que quebrantara la palabra de Dios, no afectaba a tres o cuatro generaciones futuras de un pecador. En la Biblia hay ejemplos de juicios divinos específicos e inmediatos en los cuales Dios, en su soberanía trató con padres a través de sus hijos31, para que reconocieran su absoluto poder, como el caso del endurecido Faraón (Éx. 12:29), pero no fueron juicios generacionales injustos, sino inmediatos. 31 La soberanía de Dios está fundada en sí mismo, en su absoluto poder para hacer según sus justos, y sabios designios, poder que le es inherente como creador de todas las cosas. 52 IV. LA REMISIÓN DE LA MALDICIÓN a. El simbolismo de Azazel La expiación del pecado en el AT encierra una simbología con relación a la remisión de los pecados en el NT (Hb. 7, 8 y 9). La simbología del sacrificio del macho cabrío de Azazel, se da en el marco de la expiación anual que hacía el sumo sacerdote, primero por los pecados suyos, los de su familia y después los del pueblo (Hb. 8: 3, 10:1). Dios habló a Aarón que debía ofrecer en sacrificio un becerro de su propiedad para hacer expiación por su pecado y el de su familia: 6 Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa (Lv. 16:6). Luego el pueblo debía dar a Aarón dos machos cabríos para ofrecerlos a Dios en sacrificio por la expiación de sus pecados y un carnero para el holocausto (Lv. 16:5). Esta expiación se hacía por pecados no de muerte, ni intencionales (Hb. 9:7). En pecados conscientes y atestiguado por dos o más personas, constituía una muerte irremisible (Hb. 10:28). En cuanto a los dos machos cabríos que el pueblo ofrecía por sus pecados, uno se sacrificaba a Jehová para expiación del pecado y el otro para reconciliación se soltaba vivo en el desierto para Azazel: 8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. 9 Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. 10 Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto (Lv. 16: 8-10). Muchas interpretaciones se hacen acerca de quién era Azazel32. Una tradición hebrea señala que Azazel, era un lugar 32 El macho cabrío era una simbología de Cristo como el Cordero de Dios, quien se entregó asimismo en sacrificio para cargar con todos los pecados del mundo, fuera del campamento (Hb. 13:12). Azazel puede simbolizar al mal, la hora de “la potestad de las tinieblas” de la 53 en el desierto, un precipicio donde el macho cabrío era enviado para ser destruido33. Lo que es obvio en las Escrituras es que todas las cosas pertenecientes al culto del AT, encierran un simbolismo acerca del sacrificio de Cristo (Hb. 10:1). De los dos machos cabríos, el que era enviado a Azazel, no se dice que era sacrificado (como el de Jehová), solo era soltado en el desierto, así como Cristo sintió el abandono del Padre en su hora de dolor al salir fuera de la ciudad para morir por la humanidad (Mr. 15:34). Se pueden resaltar varios aspectos del simbolismo del macho cabrío para Azazel, por el rito de Aarón: 21 Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. 22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto (Lv. 16:21-22). El macho cabrío era presentado vivo por Aarón ante Dios (Cristo, fue inmolado vivo); cargaba todos los pecados e iniquidades de Israel (Cristo cargó todos los pecados del mundo en su cuerpo, Is. 53:6); era enviado fuera del campamento (al desierto) donde eran enviadas las personas inmundas de Israel a fin de no contaminar al pueblo, como los leprosos, también los pecadores que eran lapidados por quebrantar la Ley, Lv. 24:14; (Cristo también fue sacado fuera de la ciudad de Jerusalén, para dar su vida y cargar los pecados del mundo). Él se hizo maldición por nosotros (Gá. 3:13). La Biblia relaciona ese evento de los cuerpos de los animales sacrificados en el templo y quemados fuera del campamento, como una simbología de Cristo: Cristo habló (Lc. 22:53b), en el momento en que a Satanás se le permitió darle muerte al Hijo de Dios. 33 Ver, Comentario Bíblico Mundo Hispano. Lv., Nm., Dt. Ed. Mundo Hispano, USA. 2002. p.98. 54 11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta (Hb. 13:11-12). Jesús fue crucificado, fuera de la ciudad y allí se hizo a sí mismo maldición, para librar a sus hijos de toda maldición de la Ley: 13 Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gá. 3:13). La muerte de Cristo, fuera del campamento (Jerusalén) donde eran enviadas las personas inmundas, guarda relación con el macho cabrío enviado al desierto para ser destruido y resume el propósito del gran sacrificio de redención de Cristo, quien fue molido (destruido) por los pecados de la humanidad (Is. 53: 5) y en cuyo cuerpo cargó toda maldición de la Ley. El simbolismo de Azazel en el AT encuentra su cabal cumplimiento en el sacrificio perfecto de Cristo, quienes viven en Cristo han sido bendecidos y liberados de toda maldición del pecado y de la Ley, por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. 55 56 Capítulo – 3 – LOS PROFETAS Y LAS MALDICIONES GENERACIONALES ____________________________________________________ I. LAS MALDICIONES HEREDADAS EN EL LIBRO DE EZEQUIEL Se cree que Ezequiel le profetizó a Israel, antes y durante el cautiverio de Babilonia (escribió entre 593 - 573 a. C). Fue contemporáneo de Jeremías. Ambos anunciaron la llegada del Nuevo Pacto, que traería cambios en Israel. Ambos explican la errada interpretación judía acerca del pecado heredado. a. Ezequiel, libro de transición entre los dos testamentos Dios tenía urgencia de enviar profetas con el mensaje de no condenar a los hijos por el pecado de los padres en Israel, a causa del exilio34. Dios quería brindarle esperanza a los que decidieran volverse a Él, sin obstáculos que impidieran restaurarles. El mensaje de Ezequiel es revelador del Nuevo Pacto e invitaba al pueblo a perdonar al prójimo; enseñanza usual de Cristo en la Gracia. El pueblo de Israel en el cautiverio creía que estaba pagando las consecuencias de pecados ancestrales e incluso culpaban a Dios de injusticia por el supuesto “castigo” que les había imputado35. Ellos creían que este castigo les causaría una muerte irremisible (Hb. 10: 28). Pero Dios no les había puesto bajo una condenación generacional, ellos estaban sufriendo a causa de sus propios pecados y usaban esta idea para evadir la responsabilidad de su 34 En la crisis del exilio babilónico, el viejo refrán de condenar a los hijos por el pecado de los padres se convirtió en una trampa para Israel. Ellos creían que el cautiverio era un castigo que sufrían por el pecado de sus padres y consideraban que Dios no era justo al permitirlo, pero Dios, no les condenaba por pecados de sus padres, ellos sufrían por sus propios pecados y esta era solamente una excusa para no volverse a Dios. Cp. Durham, Jhon I. Word Biblical Commentary. Word Books Publisher, USA, 1987. pp. 283-287. 35 Cp. The New Interpreter’s Study Bible - Ezequiel. Abingdon Press, USA. 1994. p. 1254. 57 pecado personal. Ezequiel es un libro de transición entre los dos testamentos, pues Dios a Israel un cambio en la forma tradicional de interpretar la Ley y se avizoran ordenanzas que son típicas del Nuevo Pacto del Señor con su pueblo36. b. Ezequiel confirma que el pecado no se hereda Dios confrontó la manera de interpretar el pecado en Israel y ordenó romper el concepto tradicional de un “pecado heredado”. La orden se emitió cerca del año 600 a. C., pero la resistencia de Israel a la Palabra de Dios, haría persistir dicha mentalidad hasta los días de Cristo. Él debió enfrentar la errada concepción del pecado heredado de los padres a los hijos37. Ezequiel, escribió en un tiempo difícil para Israel, ellos estaban oprimidos por sus enemigos y desanimados por dicha crisis (exilio babilónico). Al no encontrar una salida viable para explicar su condición de esclavitud, optaron por acusar a sus padres de haberles heredado sus pecados. Excusados en este ardid señalaban estar sufriendo un castigo divino generacional. Acusaban a Dios de ser injusto creyendo que la Ley les condenaba por los pecados de sus padres (generacionales). Dios les envió un mensaje de consuelo y perdón para aligerar su carga en el exilio. Ese perdón, debía manifestarse eliminando la falsa idea de un pecado heredado que condenaba a los inocentes. Aunque el texto demuestra que ésta era una excusa del pueblo para no reconocer su pecado personal. El mensaje de Ezequiel era de perdón y amor, atípico a la propia interpretación que los judíos hacían de la Ley y su espíritu punitivo, donde el pecador debía morir por su pecado. Sin embargo, Jesús expresó que la esencia de la Ley, es la 36 El tono diferente con que escribe el profeta Ezequiel no es extraño para los eruditos de la Biblia. En sus escritos relacionados a las ordenanzas posexílicas entra en cierto conflicto con la forma tradicional de interpretar la Ley, que se ajusta a la nueva condición de Israel durante y después del cautiverio. Cp. Comentario Bíblico Mundo Hispano. Números. Ed. Mundo Hispano USA, 2002. p. 143. 37 La confrontación de Jesús contra la mentalidad judía en el NT, está explicada ampliamente en el capítulo 4. 58 justicia y la misericordia (Mt. 23:23).38 Por tanto, el pueblo estaba interpretando la Ley de manera errada. La Ley no fue un instrumento creado para el exterminio, sino para bendecir. c. Ezequiel exhortó volver a la interpretación correcta de la Ley Los judíos desarrollaron su propia interpretación acerca de la visita generacional tomándose la atribución de condenar al hijo de un padre pecador, aunque este fuera justo y no siguiera los pecados de su padre. Esta idea se convirtió en arma enemiga, creyendo que el pecado de sus padres les ponía bajo maldición39. De acuerdo al relato de Ezequiel (cáp.18), los judíos habían establecido dos elementos ajenos al espíritu propio de la Ley, aplicados de manera arbitraria, no por orden de Dios: a) La Ley establecía que cada cual pagaría por su pecado (Dt. 24:16), pero ellos condenaban a los hijos por el pecado del padre (Ez. 18). b) Se ensañaban contra el hijo de un pecador, aunque no siguiera los pasos de su padre, estigmatizándole de estar bajo una “maldición generacional”. Dios, ordenó eliminar este concepto errado de “maldición generacional” concebida por Israel; porque Él no lo había ordenado. Esta idea era reforzada por un refrán popular que no era parte de la Ley: “Los padres comieron las uvas amargas y los hijos tenían la dentera” (Ez. 18: 2), condenando a los hijos por el pecado de sus padres, dicho refrán se perpetuó en la mentalidad judía; pero, era contrario a la Ley, que no condena a los hijos por el pecado de sus padres: 38 El amor y la justicia fueron elementos típicos de la Gracia que Jesús resaltó en sus sermones. Jesús enseñó, que la justicia y el amor dieron origen a la Ley. De allí, que el rigorismo religioso del judaísmo era más representativo del carácter propio que los judíos le habían imprimido a la Ley y no del verdadero carácter de Dios. 39 Cp. Nuevo Comentario Bíblico. Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1997. p. 505. 59 16 Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado (Dt. 24:16). Dios, por medio del profeta Ezequiel, confirmó lo que ya había ordenado en la Ley, que cada individuo es responsable de su propio pecado, no se hereda de los padres a los hijos. Esto deja por sentado que la interpretación de la supuesta “maldición heredada” concebida por Israel era errada. No es bíblica. ____________________________________________________ El texto bíblico muestra que la concepción del pecado heredado en Israel no estaba fundado en la Ley, sino en la tradición judía40. ____________________________________________________ d. Atrapados bajo la idea de la “maldición generacional” Los judíos se sentían atrapados bajo una supuesta “maldición generacional” a la que no encontraban salida, ya que la Ley establecía muerte irremisible para el pecador (Hb. 10: 28). Esa idea era aterradora y se había convertido en una trampa mental, porque quién podría controlar lo que los padres habrían de hacer. Esa idea les dejaba atrapados. Su forma de concebir la Ley, era contraria a los parámetros de la justicia de Dios que es individualizada y de libre selección. Aquí se nota la idea errada de estar atrapados en el pecado de sus padres: 10 Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos? (Ez. 33:10 b). Esta idea de pecado heredado no estaba escrita en la Ley; era su propia concepción de la visita generacional. Ezequiel recuerda: 20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo (Ez. 18: 20a). Vide., Dt. 24:16. La concepción de un “pecado heredado” en Israel no estaba fundada en la Ley de Dios. Era una idea errada del pueblo, que también servía de excusa para no reconocer su pecado personal. 40 Cp. Durham, Jhon I. Word Biblical Commentary - Ezequiel. Word Books Publisher, USA. 1987. p. 289. 60 II. DIOS ORDENÓ ROMPER EL MITO DEL PECADO HEREDADO Ezequiel narra la historia genealógica de una familia que, de forma alegórica, usa como ejemplo para demostrar que, desde la perspectiva divina, el pecado no se hereda. a. Dios condenó el concepto de “maldición generacional” Dios confirmó por Ezequiel, que el pecado no se hereda: 1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2 ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? 3 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. 4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá (Ez. 18:1-9). Dios aclara por medio de Ezequiel que cada cual dará cuenta de sus propios actos: “El alma que pecare, esa morirá”. Ezequiel detalla el tema por medio del siguiente discurso. Primer cuadro - EL CASO DE UN HOMBRE JUSTO: 5 Y el hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia; 6 que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni violare la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa, 7 ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, 8 que no prestare a interés ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, 9 en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice Jehová el Señor (Ez. 18:5-9). En estos versos, se presenta a un hombre justo que cumple con la Ley de Dios y debido a su justicia vive. Éste, es el primero en una cadena familiar que presenta el profeta Ezequiel por orden 61 divina, para demostrar que la idea de “maldición heredada” concebida por Israel, era errada. Segundo cuadro - EL HIJO DEL PADRE JUSTO DECIDIÓ HACER EL MAL: A pesar de tener un padre justo que le modeló un buen ejemplo, este hijo decidió hacer lo malo. La justicia de su padre no le libró de la muerte, pues conociendo el bien, decidió vivir en pecado: 10 Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas, 11 y que no haga las otras, sino que comiere sobre los montes, o violare la mujer de su prójimo, 12 al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no devolviere la prenda, o alzare sus ojos a los ídolos e hiciere abominación, 13 prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá éste? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él (Ez. 18:10-13). El hombre justo engendró un hijo que decidió hacer lo malo y no heredó la bendición de su padre. Esto muestra que Dios hace responsable a cada cual de sus pecados y desmiente la idea errónea del pecado heredado de los padres a los hijos. Aunque el padre de este hombre era bueno, él debía pagar por su pecado. Este ejemplo muestra que ni la bendición para mil generaciones prometida por Dios (Éx. 20:6), alcanzaría a los hijos, si éstos se apartaban de la Ley; ni el pecado de los padres afectaría a los hijos, si se convierten de sus malos caminos. Dios, ordenó eliminar este mito de maldición y bendición heredada automáticamente, sin fundamento en la Ley. Tercer cuadro - EL PADRE MALO ENGENDRÓ UN HIJO JUSTO: Este hombre malo (segunda generación) engendró un hijo justo (tercera generación) a quién no le afectó el pecado de su padre para alcanzar la bendición de Dios, porque decidió hacer lo bueno a pesar de que su padre fue malo: 62 14 Pero si éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos; 17 éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá (Ez. 18:14, 17b). Aquí se presenta al tercer descendiente de esta familia, este hijo, aun observando la mala actitud de su padre, decidió vivir de acuerdo a la Ley y alcanzó la vida por su decisión. El pecado de su padre no fue obstáculo para agradar a Dios, pues decidió hacer lo bueno41. De manera clara, Dios le hace saber a Israel, que no existe el pecado heredado de los padres a los hijos, tal como el pueblo lo enseñaba. El pecado heredado no nace en la Ley, ni en el corazón amoroso de Dios (quien desea que todo individuo sea libre y viva, Ez. 18:32, 33:11). Para el período en que Ezequiel escribe (AT), se destellan vislumbres de una enseñanza que se aclara más en el Nuevo Pacto, donde el perdón es aplicado a quien se arrepiente de su pecado. El pecador ya no muere irremisiblemente como ordenaba la Ley (Hb. 10: 28). La idea del pecado heredado es contraria a la Biblia y menos sobre los cristianos quienes están bajo la cobertura del Nuevo Pacto de la Gracia en Cristo, en el cual Dios prometió que todos serían benditos (Hch. 3:25; Gá. 3:16). b. Israel refuta la palabra de Dios Israel cuestionó la palabra de Dios dada por el profeta Ezequiel: 19 Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá (Ez. 18:19). 41 Con el relato de estas tres generaciones se aclara que la visita generacional advertida por Dios (Éx. 20:5) era para los descendientes que continuaban en los pecados de sus padres y no para los que rechazaban el pecado y seguían el camino justo. No hay necesidad de mencionar una cuarta generación, sería repetitivo lo que ya está demostrado. 63 El pueblo le reclamó a Dios por ser muy bondadoso en su aplicación de la Ley; ellos estaban más interesados en la aplicación tradicional de la Ley, que en amar al prójimo. Ante esta reacción fanática y sin amor de Israel, Dios les responde: 29 Si aún dijere la casa de Israel: No es recto el camino del Señor. ¿No son rectos mis caminos, casa de Israel? Ciertamente, vuestros caminos no son rectos (Ez. 18:29). La palabra de Dios manda amar y mostrar misericordia, pero Israel confrontó a Dios en un “pleito teológico” con relación a la interpretación justa de la Ley. La idea era culpar a sus padres o acusar a Dios de injusto, para no reconocer que eran tan pecadores como sus padres, ya que esa era la verdadera causa por la que sufrían (Ez. 18: 30-31). Tal excusa no les valdría. Ellos serían juzgados por sus propios pecados, no por los de sus padres: 30 Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. 31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? (Ez. 18: 30-31). Dios llamó al pueblo a la honestidad y a mostrar cambios de un verdadero arrepentimiento. El pueblo no podía engañar a un Dios que conoce todas las cosas, con la excusa de un pecado heredado. Dios reveló lo que había en sus corazones y les exhortó diciendo: ¿Por qué moriréis, casa de Israel? La excusa de estar bajo una maldición generacional no les valdría, si no se volvían a Dios, finalmente morirían a causa de sus propios pecados. c. Ezequiel confirma que la bendición y la maldición son una elección individual Desde la perspectiva bíblica, la bendición y la maldición no se heredan automáticamente de los padres, son una elección (Dt. 30:19b). Si el malo se arrepiente alcanza misericordia, si el justo abandona su justicia será condenado. La justicia es individual: 64 21 Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. 22 Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá (Ez. 18: 21-22). En el contexto del AT, donde el pecador debía pagar de inmediato por su pecado, Dios ordenó no condenar al malo, si se arrepentía y menos le condenaría por el pecado de sus padres. Dios no quiere la muerte del impío: 23 ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis (Ez. 18: 23-32). Dios desea que toda persona se convierta de su mal camino y alcance la vida. Pero tampoco justificará al justo si peca: 24 Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá (Ez. 18: 24). Este mensaje se ajusta a las características de un Dios bueno y justo revelado en la Biblia, que juzga a cada cual, según sus propias obras, no por las ajenas. Dios salva a quien se arrepiente del pecado y juzga con justo juicio al que deja la justicia y peca. El mensaje central de Ezequiel es recordarle al pueblo de Israel que, según la Ley, Dios hace responsable a cada individuo de sus propias acciones. Desde la perspectiva divina, nadie se salva o condena por actos ajenos. Según la Biblia, cada cual dará cuentas a Dios de sus propias obras (Ro. 2:6; Ap. 20:12-13). d. El refrán despectivo en honor a la maldición heredada Israel reforzó la idea del pecado heredado con un refrán callejero, que no estaba escrito en la Ley. Este se convirtió en un estigma aberrante en la mentalidad del pueblo judío: 2 Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera (Ez. 18: 2b). 65 Se conoce a través de la historia que los israelitas creían que, por ser hijos de Abraham, alcanzarían el favor divino de entrar al cielo (Lc. 16:22). Muchas personas se escudaban en las buenas actitudes de sus antepasados para justificar su condición pecaminosa: “Linaje de Abraham somos” (Jn. 8:33b). Pero cuando les convenía, se hacían víctimas de los pecados de sus padres, para no responsabilizarse de sus malas acciones42. Dios ordenó, a través del profeta Ezequiel, que nunca más se pronunciaría el famoso refrán popular que estigmatizó al pueblo de Israel durante largo tiempo: 2 ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? 3 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. 4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ez. 18:2-4). Dios refutó la falsa idea que imputa injustamente maldiciones en los hijos por supuestos pecados heredados de sus padres. 42 Cp. Durham, Jhon I. Word Biblical Commentary. Word Books Publisher, 1987, USA. p. 289. The New Interpreter’s Study Bible. Abingdon Press, USA, 1994. pp. 11254, 1264-1266. 66 III. EL PROFETA JEREMÍAS Y LAS MALDICIONES a. El Nuevo Pacto El profeta Jeremías también anunció que en el Nuevo Pacto se borraría la falsa concepción del pecado heredado: 29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, 30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. 31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (Jr. 31: 29-31). La expresión “en aquellos días” es una alusión a la instauración del Nuevo Pacto de la Gracia (Jr. 33:15; Mt. 26:28; Lc. 22:20), en el que Jesús rompería con toda maldición del pecado y de la Ley con su preciosa sangre: 12 Y nunca más me acordaré de sus pecados y sus iniquidades (Hb. 8:12b). Vide., Hb. 8: 8- 13. Jesús borra todos los pecados de sus hijos (1 Jn. 1: 7) y no se acuerda mas de ellos. El deber cristiano es mantenerse fiel a Dios. Miqueas, referente a la redención del pecado, declara: 19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados (Mi. 7:19). El sacrificio perfecto de Jesús, limpia de todo pecado a quien le recibe como salvador. No hay pecado pasado, ni maldición que afecte el presente de los hijos de Dios que se mantienen fieles. 67 68 Capítulo – 4 – LAS MALDICIONES DE LA LEY EN EL NUEVO PACTO ____________________________________________________ I. ¿EXISTEN MALDICIONES EN LOS CRISTIANOS? a. Según la Biblia, el pecado no se hereda Las maldiciones de la Ley son consecuencias sufridas por los desobedientes al Pacto (pecadores), no por los hijos de Dios. Esas maldiciones no son pecados heredados de los padres, son las consecuencias obvias del pecado personal. El Nuevo Pacto hecho por Jesús es de bendición para toda la humanidad y elimina la maldición de la Ley. Solo hay que apropiarse de la salvación para obtener esos beneficios (Gá. 3:89). Los cristianos han recibido a Jesús como Salvador, por tanto, son redimidos de toda maldición del pecado y de la Ley. “No hay maldición para los cristianos” que se mantienen fieles a Cristo. No existen pecados ajenos que los inculpen. Los pecadores tampoco se condenan por los pecados de sus padres. Ellos están bajo la maldición del pecado a voluntad propia, porque no renuncian al pecado. Dios ama al pecador, pero no ama su pecado. El pecado provoca la ira divina y su fin es la muerte (Ro. 6:23). Pero Jesús dio su vida en rescate por la humanidad y el Padre ha aceptado su sacrificio para borrar el pecado de su presencia. Esta redención por medio de la sangre de Jesús se hace efectiva en los que le aceptan como Salvador y renuncian al pecado. El sacrificio de Jesús ha hecho la paz entre Dios y la humanidad (Col. 1:20; Ef. 2:14-16). En cuanto a los supuestos “pecados heredados”, (tema relacionado a las maldiciones) según la Biblia, ni siquiera existen. Los pecados ajenos no se heredan (Dt. 24:6). Se heredan costumbres pecaminosas aprendidas que acarrean maldición en los que las practican. Pero, se pueden rechazar voluntariamente. Los pecados de los padres no los heredan los 69 hijos. Dios juzgará a cada uno por sus propios actos, no por pecados ajenos (Ap. 22:12). b. Jesús rechazó la idea del pecado heredado En el Nuevo Testamento se nota que los judíos aún seguían arraigados a su tradicional enseñanza del supuesto pecado heredado. En cierta ocasión los discípulos le preguntaron a Jesús: 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él (Jn. 9:2-3). Jesús no aceptó la idea de sus discípulos de que las enfermedades fueran producto de una maldición por herencia familiar. Jesús centró su interés en dar una solución al problema, en vez escarbar en el pasado del ciego o de sus padres para identificar maldiciones heredadas como posibles causas de la enfermedad. Si Dios aprobara la idea de un pecado heredado, sin duda Cristo, como el maestro, hubiese confirmado la opinión de sus discípulos. Pero, Jesús rechazó la concepción de una maldición generacional, como causa de la ceguera del hombre. El estigma del supuesto “pecado heredado” que habían creado los judíos no estaba fundado en la justicia divina; sino en una tradición religiosa marcada por el odio al pecador y no al pecado. Jesús refutó el concepto de maldición heredada, porque era contraria a la Ley. ____________________________________________________ Jesús, no enseñó, ni aprobó el concepto judío del pecado heredado. Razón suficiente para no enseñarlo. ____________________________________________________ c. El Nuevo Pacto La Ley establecía maldiciones para los que vivían bajo la cobertura del Antiguo Pacto y desobedecían: 10 Porque todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel 70 que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para hacerlas (Gá. 3:10). Pablo como conocedor de la Ley y sus implicaciones (Gá.1:14) procuró con ahínco agradar a Dios por medio de la Ley (antes de conocer a Cristo, Fil. 3:6). Pero el esfuerzo fue inútil (Gá. 3:11). Pablo solamente pudo agradar a Dios, por medio de Cristo: 3 Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne (Ro. 8:3). Pablo señala que la Gracia libra al cristiano del castigo de la Ley: 2 Porque la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la Ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:2). La Biblia señala que, en el Nuevo Pacto, Cristo cargó en su propio cuerpo la maldición del pecado que nos correspondía, haciéndose él mismo maldición para librar a toda la humanidad de la maldición del pecado y de la Ley: 13 Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gá. 3:13). La Ley divina señalaba que una persona que moría colgada, era maldita: 23 no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad Dt. 21:23). Jesús anuló el acta de maldición que nos era contaría a causa de quebrantar la Ley, cargando con ella en la cruz: 14 Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz (Col. 2:14). Jesús llevó toda iniquidad de la humanidad en la cruz (Is. 53:3-12) haciendo la paz entre Dios y la humanidad: 15 Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades, Ef. 2:15-16. 71 En la Gracia la justicia de Dios es gratuita por medio de la fe en Jesús, a los que creen en Su nombre (Ro. 5:1). ____________________________________________________ “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición”. ____________________________________________________ 72 Capítulo – 5 – LAS MALDICIONES Y LA DEMONOLOGÍA ____________________________________________________ I. LA TENTACIÓN Y LA PRUEBA a. La lucha de la carne contra el espíritu Es inevitable que toda persona a partir de su conversión a Jesucristo, deje de luchar contra los deseos pecaminosos de su carne. En la Biblia, la tentación al pecado se explica como una lucha normal de la vida cristiana: 11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma (1 P. 2:11). El apóstol Pedro apela a la voluntad del cristiano, para evitar el pecado. El bien y el mal son una elección personal, aun para el cristiano. Santiago exhorta al cristiano a soportar la tentación: 12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido (Stg. 1:12-14). La tentación al pecado es una lucha constante, entre la carne y el espíritu del cristiano, que se debe resistir voluntariamente con el dominio propio. Ceder a la tentación es lo que consuma el pecado y es una decisión personal. Dios no tienta al ser humano. Satanás tienta, pero tampoco obliga a pecar. La lucha más grande que lidia el cristiano es contra su propia voluntad. Jesús explicó; que el pecado es producto de la decisión del corazón humano: 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mt. 15:19). 73 Dios le dio a cada ser humano la libre voluntad de elegir entre el bien y el mal. El apóstol Pablo explica la lucha del cristiano contra el pecado de la siguiente manera: 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Ro. 7:18, 24). Pablo es consciente de la lucha que batalla su espíritu, contra los deseos de su propia carne y presenta ese conflicto como una lucha normal en la vida cristiana, no como maldición a causa de pecados pasados, de los padres o de la Ley. En Cristo, Pablo encuentra la respuesta a su lucha interna contra el pecado: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Ro. 7:18, 25a). Pablo se deleita por Jesucristo, pues por medio de su Gracia, puede hacer lo que por sí mismo le era imposible para agradar a Dios, según la Ley: 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro. 8:2-4). El cristiano debe tener cuidado de no confundir la lucha normal que lidia contra la tentación del pecado para presentarla como un vestigio de maldición en su vida. ____________________________________________________ El pecado personal no es una imposición satánica ni una herencia ancestral, es culpa de quien cede al pecado por decisión personal43. ____________________________________________________ 43 Satanás no puede obligar a nadie a pecar. El debió utilizar la seducción y el engaño para arrastrar tras sí una gran cantidad de ángeles del cielo (Ap. 12:4) y todavía tiene que usar el engaño del pecado como arma para seducir a la humanidad (Ap. 12:79). 74 b. Tentados; pero no atados El cristiano puede ser tentado de diversas formas, comenzando por las costumbres pecaminosas que abandonó, pero eso no afecta su presente, si no cede a la tentación. Jesús enseñó acerca de la lucha interna que lidia el espíritu y la carne del cristiano: 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil (Mt. 26:41). El cristiano puede ser tentado por el mal, pero no está atado al pecado, salvo que ceda a la tentación. La doctrina soteriológica o de la salvación no puede ser mutilada por interpretaciones que no presenten una salvación integral (espíritu-alma-cuerpo). El cuerpo del cristiano está expuesto a la tentación y puede ser atacado por fuerzas del mal que operan en este mundo, pero no puede ser poseído involuntariamente por demonios u obligado a vivir bajo pecado o alguna maldición, porque está redimido completamente del pecado por los méritos de la sangre de Cristo. El cristiano puede ser tentado, pero eso no implica que deba desatarse de alguna ligadura satánica a la que estuvieron atados sus antepasados, y menos pensar que esté automáticamente poseído por poderes o fuerzas del mal, que actuaron en su pasado o el de su familia. El cristiano es libre del pecado, salvo que vuelva a pecar voluntariamente. El cristiano que practica un cristianismo vivencial44 no puede ser poseído por fuerzas del mal, pues no tienen potestad sobre él. Pero, si es un cristiano nominal45 que profesa ser cristiano, asiste a una iglesia, pero no vive en obediencia a la palabra de Dios, ya que a voluntad propia abre las puertas a los demonios y al pecado, puede ser presa fácil del mal (Stg. 1:1216). 44 Vivencial, cristiano que practica un estilo de vida de acuerdo a las enseñanzas bíblicas. 45 Nominal, cristiano que es miembro de una congregación, pero vive contrario a las enseñanzas de la Biblia. 75 A partir de la conversión a Cristo comienza un proceso de restauración en la que el cristiano lidia una batalla campal, contra las fuerzas del mal y sus propios deseos pecaminosos. En ese proceso, a veces ocurren recaídas, aunque la persona no desee pecar. Si ese es el caso, lo importante es pedir perdón a Dios por la ofensa, alejarse del pecado y continuar luchando46. La victoria en la lucha por la vida eterna, no es de quien comienza, sino del que persevera hasta el fin47. El cristiano que vive en obediencia a la palabra de Dios, no puede estar atado por demonios o a supuestas maldiciones de sus antepasados. La Biblia señala: 17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lc. 10:17:20). Jesús les dio autoridad a sus discípulos sobre toda fuerza del diablo y les prometió que “nada les dañaría”. El cristiano tiene poder, sobre toda fuerza de Satanás y no pueden hacerle daño alguno, salvo que voluntariamente ceda a la tentación. El ejemplo de Cristo siendo tentado por Satanás (Mt. 4)48 demuestra que el cristiano también puede ser tentado, pero no 46 La práctica voluntaria y deliberada del pecado es condenada en la Biblia: “Todo aquel que permanece en ÉL no peca; todo el que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio” (1 Jn. 3: 6, 8a). Aquí se refiere a la persona que voluntariamente desea permanecer en el pecado y lo practica (constancia) consciente y deliberadamente. No obstante, quien peca y se arrepiente sinceramente, apartándose del pecado, alcanza misericordia (1 Jn. 2:1; Pr. 28:13). 47 Ver, Marcos, 13:13. 48 El hecho de que Satanás tentara a Jesús, no implica que Jesús fuese tentado de sí mismo, pues no hubo pecado en Él (Hb. 4:15). Pero 76 puede ser obligado a pecar. Los demonios tienen poder limitado y llegan hasta donde se encuentran con el poder de Dios, o hasta donde el ser humano les permite acceso, por su libre voluntad. No se debe confundir la experiencia de algún “cristiano” que haya sido afectado por demonios (aun siendo miembro activo de una iglesia) para enseñar que los cristianos pueden ser poseídos por demonios49. La confusión surge porque se interpreta mal el título de cristiano. Cristiano significa seguidor de Cristo. Pero, si un cristiano peca, aunque sea miembro activo de una iglesia, abre las puertas al pecado y a los demonios (Lc. 11:24-26), pues está siguiendo al pecado (1 Jn. 3:8), no a Dios. El cristiano puede ser tentado, pero no poseído, al menos que practique el pecado. La Biblia enseña que el cristiano es templo del Espíritu Santo (1 Co. 6:16) y el Espíritu Santo no puede compartir el cuerpo de un cristiano con un demonio a la vez. Solamente si el cristiano de su voluntad cede a la tentación y peca, los demonios pueden entrar a su vida (Jn. 5:14; Mt. 12:44). c. La disciplina de los hijos de Dios Dios le puede permitir a Satanás y sus demonios que toquen a sus hijos, pero con limites, y eso no implica que estén bajo maldición o poseídos de demonios. No debe confundirse la disciplina divina de los hijos de Dios, con posesión demoníaca (salvo que el cristiano practique el pecado). Este proceso de prueba en el cristiano no es injusto, ni llega por simple antojo de Satanás, si Dios lo permite en su soberanía el ser humano no está exento a caer en tentación, Jesús enseñó que el cristiano debe velar y orar para no entrar en tentación (Mt. 26: 41). 49 Los principios teológicos no se fundan en experiencias personales; sino en la Biblia. La palabra de Dios está por encima de las emociones y opiniones personales. Se puede asegurar que se conoce a una persona, pero no se sabrá con certeza acerca de su relación personal con Dios. Eso lo sabe Dios y la persona. Jesús dijo: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7: 24). 77 es con el propósito de enseñar alguna lección o perfeccionar la vida del cristiano. Dios es soberano, pero como Padre amoroso y justo, tiene el derecho de corregir sus hijos a fin de que no se extravíen de sus caminos. La Biblia señala que, así como el padre disciplina a su hijo a quien ama, Dios corrige a sus hijos: 11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; 12 porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere (Pr. 3:11-12). La corrección divina es justa y amorosa y tiene el fin de librar a sus hijos del mal. Dios puede permitir circunstancias indeseadas en la vida de sus hijos, pero que al final les ayudarán para bien: 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Hb. 3:11-12). Satanás, antes de tocar a Job, debió pedirle permiso a Dios: 12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene esta en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él (Job 1:12a). Satanás también debió pedir permiso para zarandear a Pedro: 31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo (Lc. 22:31). Estos ejemplos demuestran que Satanás no puede tocar a los cristianos por antojo propio, salvo cuando Dios se lo permite en ciertos casos, con el propósito divino de formar a sus hijos. Pero, esos casos tampoco deben confundirse para justificar el pecado o las obras de Satanás en la vida del cristiano, aludiendo estar bajo una prueba divina o tener un aguijón, como Pablo (2 Co. 12:7). Satanás es astuto y mentiroso, y tratará por todos medios de engañar y confundir al cristiano con sus astucias, el cual se debe resistir firme en la fe, hasta que huya (1 P. 5:8-9). 78 II. LA OBSESIÓN DEMONÍACA La enseñanza de maldiciones generacionales, está totalmente ligada a la demonología. Quienes enseñan que el cristiano puede estar bajo maldición, consideran que las maldiciones de la Ley son provocadas por Satanás, no por un juicio de Dios sobre los desobedientes de la Ley, como señala la Biblia50. Es importante explicar de qué manera enseñar maldiciones heredadas sobre el cristiano, ubica a estos últimos en posición de “endemoniados”. Algo contrario a lo que enseña la Biblia. a. ¿Qué es la obsesión demoníaca? La obsesión demoníaca es un problema que afecta a muchos cristianos, pero es poco divulgado. En ese estado, la persona les brinda más importancia a los demonios que a Dios, su mente se ofusca en las mentiras de Satanás y se desenfoca de lo poderoso que es Dios. La mente llega al extremo de ser debilitada y manipulada por las sutiles mentiras de Satanás. Una persona afectada por la obsesión demoníaca centra su atención en los demonios y puede llegar a estados paranoicos en los que ven constantemente manifestaciones personificadas de espíritus inmundos y otras cosas que les llenan de gran temor51. Satanás sabe que la fe es el arma que le puede vencer y por eso ataca la mente del cristiano con temores infundados a fin de que su mente se desenfoque del poder de Dios y se centre en sus mentiras. Los demonios son reales, lo que no es real son sus mentiras y amenazas. Ellos saben que están vencidos y para hacer daño dependerán de la importancia que los ingenuos les den a sus mentiras. Las personas que prestan sus oídos a sus mentiras 50 Éxodo 20:5. No se deben subestimar las experiencias de personas afectadas por demonios, estas manifestaciones pueden ser reales. Lo que no es real es que Satanás sea más poderoso que Dios. El cristiano no puede vivir bajo el temor de Satanás. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). 51 79 piensan que no pueden enfrentarse a estas fuerzas del mal e incluso temen por sus vidas y la de los demás, creando pánico y confusión a su alrededor. La mente llega a ser tan manipulada por las mentiras del diablo, que el temor les impide reconocer que el poder de Dios es mayor que toda fuerza del mal. La intención de Satanás, ante su incapacidad de destruir al cristiano es engañarlo, infundiéndole temores irreales para obsesionarlo con los demonios. Ingenuamente, muchos maestros se centran más en los demonios y en Satanás que en Cristo, convirtiéndose directa o indirectamente en promotores de Satanás más que en predicadores del Evangelio Si el diablo y sus demonios pudieran destruir al cristiano, lo harían inmediatamente, pero como no pueden, usarán todo tipo de engaño y manipulación para que el cristiano viva bajo el temor demoníaco. La solución es sencilla, se deben ignorar las mentiras de los demonios y creer en las promesas de poder escritas en la Biblia (Lc. 10:19). El cristiano libra una lucha espiritual contra los poderes del mal: 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef. 6: 11-12). Pablo no ignoraba las maquinaciones de Satanás (2 Co. 2:11), pero no centraba su interés en el poder de Satanás, sino en el poder de Dios para derrotarlo en su nombre. ____________________________________________________ La única arma que posee el diablo contra el cristiano, es la mentira y la usará para debilitar su mente y refutar la palabra de Dios. ____________________________________________________ b. Maestros obsesionados con los demonios. Hay maestros cristianos que se obsesionan por enseñar y explicar la demonología de forma novedosa y extraña. Algunos 80 plantean largas listas de “supuestos demonios”, que en algunos casos son cosas cotidianas que le podrían suceder a cualquier ser humano, creando más confusión en torno a la demonología de la ya existente. Los setenta discípulos que Jesús envió a predicar, se emocionaron al ver que los demonios se sujetaban a la autoridad que les delegó Jesús. Jesús les respondió: 20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lc. 10: 20). La prioridad de Cristo en su ministerio terrenal no fue echar fuera demonios, sino la salvación de las almas perdidas. Existe el peligro de que la obsesión demoníaca desenfoque al cristiano de la realidad del poder de Dios y desvirtúe la misión principal de anunciar el Evangelio de salvación, para ofuscarse en buscar demonios, más que en procurar ganar almas perdidas para el reino de Dios. c. ¿Cristianos endemoniados? El peligro de atribuirles maldiciones a los cristianos es que pondría a todos en posición de endemoniados. Hay quienes hacen largas listas de asuntos pasados de los cuales supuestamente el cristiano necesita “liberación demoníaca”52. Presentan oraciones escritas que el cristiano debe repetir monótonamente para ser “liberado” y sugieren listas donde 52 En el libro “Guerra espiritual”, Richard Ing cita las palabras de otro autor (Hammond) señalando lo siguiente: “La pregunta no es si los cristianos pueden tener demonios; sino por el contrario, ¿Puedo alguna vez encontrar cristianos sin demonios?” (Ing, 2006. 9). Este comentario ofende al cristianismo y lacera la doctrina de la salvación, la purificación perfecta de los pecados de los cristianos y la liberación del mal por medio de la sangre de Jesús. Cp. Hammond, Frank y Aida. Cerdos en la sala. Ed. Unilit. Miami, USA, s.f. p.132. Marzullo, Frank. Zinder, Tom. Manual de liberación. Libros Desafío. Colombia, s.f. p.23. Clouse, Mary Jo. Sé Libre. Creation House Press. USA, 2005. pp. 113114. Hickey, Marilyn. ¿Cómo Librarnos de las Maldiciones Generacionales? Ed. Patmos, Miami. 2002. p. 141. 81 aparecen todos los males humanos, a los que llaman maldiciones o demonios de los que el cristiano debe ser “libre”. Algunos de estos supuestos “demonios” son pecados obvios que la Biblia prohíbe practicar y tentaciones de las cuales el cristiano debe alejarse. Otros demonios o maldiciones a los que aluden son situaciones normales que a cualquier cristiano le pueden ocurrir. Según Marzullo, en una lista de situaciones, a veces muy cotidianas, que presenta en su “Manual de liberación”53, si el cristiano ha pasado por algunas situaciones como las siguientes, necesita liberación: Marzullo: “Si tu madre tuvo un embarazo con complicaciones. Si tu madre tuvo un parto difícil y largo”. Respuesta: Todo embarazo tiene complicaciones y los partos son difíciles por naturaleza. No es un demonio. El dolor del parto se multiplicó desde el Génesis, a consecuencia de la desobediencia humana (Gn. 3:16). Marzullo: “Si eres huérfano o si tu padre y tu madre te abandonaron”. Respuesta: Nadie tiene culpa de haber sido abandonado. La Biblia señala que los hijos no pagarán por el pecado de sus padres (Dt. 24:16) y que los huérfanos son herencia de Jehová (Sal. 68:5). Marzullo: “Si tienes un constante deseo de ser abrazado”. Respuesta: - Todo ser humano necesita ser abrazado por naturaleza. 53 Marzullo, Frank. Zinder, Tom. Manual de liberación. Libros Desafió. Colombia, s.f. pp. 23-26. Cp. Clouse, Mary Jo. Sé Libre. Creation House Press. USA, 2005. pp. 55-58. 82 Marzullo: “Si encuentras difícil perdonar a alguien”. Respuesta: - A todo ser humano le cuesta perdonar por su orgullo y naturaleza inclinada al mal. Marzullo: “Si viviste en una zona de guerra o estuviste en combate”. Respuesta: Normalmente, no se planifica vivir en una zona de guerra. Nadie es culpable de vivir en esa condición. Estas aseveraciones no tienen fundamento bíblico. ¿Acaso no es suficiente lo que un cristiano haya sufrido en su pasado pecaminoso, para ahora abonarle como deuda una cuota de maldición? El cristianismo, no exonera del sufrimiento y eso no debe confundirse con maldiciones. Jesús dijo: 33 En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn. 16: 33b). El mundo entero sufre las consecuencias del pecado, a causa de la caída de la humanidad, pero el cristiano está bajo la cobertura de la sangre de Cristo en el Nuevo Pacto y no puede estar bajo maldición. En la Ley, las maldiciones las sufrían los que abandonaban el pacto. Los cristianos que se mantienen bajo la cobertura del Nuevo Pacto de Cristo no pueden estar bajo maldición. Si el cristiano peca voluntariamente después de haber conocido la verdad, sufrirá las consecuencias obvias de su propio pecado: 26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados (Hb. 10:26). La enseñanza de maldiciones, sobre cristianos fieles a Dios, promueve la posesión demoníaca entre cristianos. Mutila la doctrina de una salvación completa y desvirtúa el sacrificio perfecto de Cristo hecho una vez y para siempre para el perdón de todos los pecados de sus amados hijos (Col. 2:13). 83 84 Capítulo – 6 – TEMAS QUE SUELEN CONFUNDIRSE CON MALDICIONES ___________________________________________________ I. LA PALABRA ESPÍRITU a. El significado de “pneuma” Algunos maestros creen que la palabra espíritu usada en ciertos pasajes bíblicos, se refiere a “demonios” y parten de esa premisa para asegurar que aun los apóstoles de Jesús estaban endemoniados (Parish, sf, p. 21). La palabra espíritu (gr. ρηύμα) significa viento, aliento, soplo, espíritu, etc. Esta palabra se utiliza en el NT, para referirse al Espíritu Santo de diversas maneras y también en alusión al espíritu de Cristo, su alma, su parte interna cuando estuvo en carne (Lc. 1:47, 23:46). Creer que la palabra pneuma significa demonio, implicaría que el mismo Jesús podía tener demonios, porque esta palabra se usó en referencia a Él. Aparte de ser un desconocimiento del origen y significado bíblico de la palabra en su contexto griego, esta aseveración es osada y peligrosa. Cuando Jesús fue acusado por los fariseos de poseer demonios, les advirtió acerca de los peligros de la blasfemia contra el Espíritu Santo.54 Con relación al ser humano, pneuma puede significar: a) La parte inmaterial e invisible del hombre (Lc. 8:55). b) El hombre fuera del cuerpo o desnudo (2 Co. 5:3-4). c) La parte sensible del hombre (Mt. 5:3). d) Propósito, objetivo del hombre (2 Co. 2:18). e) La persona, el ser humano (1 Co. 16:18). f) Carácter (Lc. 1:17). g) Cualidades morales (Ro. 8:15), etc. (Vine, 1999. 251). 54 La blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en atribuirle conscientemente a Satanás las obras de Dios, como hicieron los fariseos a fin de negar la divinidad de Jesús como el Mesías de Israel (Mt. 12:24). Aunque en este caso quizá se haga por ignorancia en la interpretación bíblica, se debe tener el cuidado de no relacionar la palabra espíritu con demonio. 85 Los ejemplos anteriores demuestran que el uso de pneuma en el NT, generalmente se refiere a la parte interna del ser humano y no a demonios. La única vez que la palabra pneuma, se usa para referirse a un demonio en el NT es el caso de Mateo 8:16, quizá por la obvia alusión anterior a demonios, pero el término se usa aquí de manera genérica para referirse a un ser espiritual. Una traducción mas apegada al texto griego y traducida al español sería espíritu, como atinadamente lo hacen la mayoría de las versiones como la Hispanoamericana, King James, NIV y otras., que en este verso traducen la palabra pneuma como espíritu, no como demonio (Vine, 1999. 251). b. El caso de Jacobo y Juan En esta cadena interminable de obsesión con los demonios, Parish propone que Jacobo y Juan estaban endemoniados al interpretar el siguiente verso: 55 Entonces volviéndose él, les reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois (Lc. 9: 55b). El Señor Jesús reprendió a Jacobo y a Juan cuando le pidieron autoridad para consumir con fuego del cielo a una ciudad de samaria que no quiso recibir a Jesús: 54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? (Lc. 9: 54). Los discípulos creyeron que podían repetir los portentos de Elías en Samaria, haciendo derramar fuego. Jesús, reprendió la actitud de venganza de los discípulos, pero eso no implica que estuvieran endemoniados. Jesús reprendió la motivación errada de sus corazones, no a demonios. Sería absurdo pensar que Jacobo y Juan estuvieran endemoniados y Jesús no fuese capaz de liberarles55. Es claro que la mayor connotación de la palabra espíritu, en el uso neotestamentario se refiere a la parte interna del ser humano y 55 Jacobo y Juan recién habían estado en el monte de la transfiguración con Jesús, donde vieron a Elías y Moisés (Lc. 9: 27.) 86 no a demonios. Este texto si se usa fuera de contexto puede crear un pretexto que justifique demonios en los cristianos. c. ¿Pedro o Satanás?56 Un caso que suele confundirse con maldiciones en los cristianos es cuando Jesús reprendió a Satanás, no directamente a Pedro: 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres (Mt. 16: 23b). Pedro quiso convencer a Jesús de no ir a la cruz, porque le amaba, pero sus sentimientos estorbaban que Jesús realizara su plan de salvar la humanidad. Satanás puede aprovecharse de sentimientos bien intencionados, sin dominio propio, para obstaculizar los planes de Dios. Satanás se aprovechó de los buenos sentimientos de Pedro a fin de tentar a Jesús. No es que Pedro fuera Satanás. Satanás es un ser espiritual y Pedro un ser humano. Jesús, se dirige directamente a Satanás, quien está detrás de las palabras e intenciones de Pedro. Según algunos autores, una traducción más apropiada del griego leería: ¡Vete de aquí Satanás! o ¡Fuera de mi vista Satanás!57, en alusión a Satanás, quien estaba detrás de las palabras de Pedro. Jesús demostró su autoridad para perdonar pecados antes de resucitar, porque Él, es Dios (Mt. 9:1-8). Los discípulos no estaban endemoniados porque Jesús les había purificado. Cuando Jesús quiso lavar los pies de sus discípulos, 56 Parish, presenta al apóstol Pedro como un enemigo endemoniado de Cristo: “Pedro era susceptible a los demonios, dejándose usar en más de una ocasión por Satanás en su intento por entorpecer o estorbar los planes de Dios”. Parish, Norman. ¿Puede un cristiano ser poseído por demonios? Op cit. pp. 23-26. No hay duda que Satanás se aprovechaba de las ambivalencias de Pedro, pero estaba lejos de sus intenciones servir de estorbo de los planes divinos. Sus sentimientos le traicionaban para actuar de forma errada, pero su intención de proteger la vida de Jesús era genuina. 57 Hendricksen, Guillermo. El Evangelio Según San Mateo. Subcomisión Literatura Cristiana. Michigan, USA, 1986, p. 688. 87 Pedro le pidió que lavara todo su cuerpo, como una purificación ritual (símbolo de purificación entre los judíos, Éx. 29: 4; Lv. 15; Mt. 15: 2), pero Jesús le respondió a Pedro que ya estaba limpio de pecados: 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos (Jn. 13:10-11; 15:3). Jesús no atribuyó demonios o pecados a sus discípulos: “…y vosotros limpios estáis”, pero de Judas no dijo lo mismo: 70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los Doce, y uno de vosotros es diablo? (Jn. 6:70). Jesús hizo diferencia entre sus discípulos limpios de pecados y Judas quien era pecador. Eso demuestra que los discípulos fieles no podían estar endemoniados. Judas representa al cristiano nominal que es contado como creyente, pero que en la práctica no vive una vida agradable de obediencia a Dios y a su Palabra. Judas era contado entre los doce, pero era un ladrón que había abierto las puertas de su corazón al pecado y la avaricia, por eso se llenó de Satanás58: 6 Pero dijo esto (Judas), no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella (Jn. 12:6). No basta llamarse cristiano. La práctica deliberada del pecado abre las puertas a Satanás y sus demonios. Cristiano significa seguidor de Cristo y Él no es ministro de pecado (Gá. 2:17). Según la Biblia, el que práctica el pecado es del diablo: 8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1 Jn. 3:8). No se debe usar los casos de supuestos “cristianos” que practican el pecado y son poseídos por demonios para afirmar que el cristiano fiel puede también ser poseído por demonios. 58 La palabra diablo (gr. Διάβολος) atribuida a Judas, significa calumniador o acusador falso (Hendricksen, 1983. 263), título que retrataba bien la conducta pecaminosa de Judas. Ver, San Juan 13: 27. 88 II. ¿EXISTE LA “TRANSFERENCIA DE ESPÍRITUS”? Otro tema que puede confundirse con maldiciones heredadas, es la supuesta “transferencia de espíritus” humanos o de otros seres creados. La supuesta “transferencia de espíritus”, que según Ness (Ness, 2001. 5), consiste en pasar del espíritu de una persona a otra, puede confundirse con maldiciones heredadas causadas por espíritus transferidos. La Biblia no enseña que el espíritu humano pueda salir del cuerpo y meterse en otro. Es al morir que finalmente el alma se desprende totalmente del cuerpo físico (Ec. 12:7) y es conducida a su destino eterno (Mt. 25:46). También la comunicación con supuestos espíritus de personas que han muerto es proscrita en la Biblia (Lv. 20:27; Dt. 18:11)59. La Psicología enseña que la conducta humana, puede ser influenciada por costumbres aprendidas, transmitirse por el conocimiento o por imitación a través de generaciones60. Pero no es un proceso osmótico carente de algún tipo de comunicación. En el siguiente relato Ness, explica: “¿Sabía usted que es posible que una persona física, un grupo de personas o un ser 59 Las almas no salen de su destino eterno, pero los demonios pueden imitar la voz del muerto para hacer creer que es un familiar que habla de ultratumba. La transferencia de espíritus podría confundirse con la reencarnación o la metempsícosis (gr. metem = paso y psicoys = alma) doctrina falsa que se refiere al supuesto traslado o transmigración de las almas. Lacueva, Francisco. Diccionario Teológico Ilustrado (ampliado por Alfonso Ropero). Ed. Clie, Barcelona, 2001. p. 507. 60 La imitación al patrón familiar y el entorno social influye enormemente en las acciones de cada individuo. Está comprobado científicamente, que algunos comportamientos de los individuos están directamente relacionados con la enseñanza que recibieron en su hogar (costumbres aprendidas). Cp. Diane Papalia y Sally Wendkos. Psicología. Ed. Magraw-Hill. México, 1988, p. 569. Gerald Davison. Psicología de la conducta anormal (Segunda Edición), Limusa Wiley. México, 2004, p. 468. 89 espiritual que inspire pensamientos sentimientos o emociones, transfieren o transmiten espíritus, buenos y malos, si nuestra capacidad espiritual está abierta a recibirlos?” (Ness, 2001. 5). Ness se refiere a que cristianos pueden recibir espíritus malos. Según él explica, “el hombre natural no comprenderá la transferencia de espíritus” (Ness, 2001. 18), pero la realidad es que la palabra espíritu, tiene diferentes connotaciones de acuerdo al contexto bíblico en que se use. a. El “espíritu” de Moisés El espíritu que se derramó sobre los setenta ancianos que escogió Dios, para que compartieran la carga de Moisés por el pueblo de Israel, era el espíritu de Dios y no el de Moisés. Moisés se quejó ante de Dios, por la carga emocional y espiritual que le causaba lidiar con un pueblo que se quejaba constantemente ante él por “mejores condiciones de vida”.61 He aquí la queja de Moisés: 11 Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? 14 No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía (Nm. 11:11b, 14). Dios escuchó la queja de Moisés y le respondió: 16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo y no la llevarás tu solo (Nm. 11:16-17). Dios quiso aliviar la carga espiritual de Moisés, depositando parte de su carga espiritual sobre los setenta ancianos. Ellos tendrían visión para identificarse con las preocupaciones de 61 Esta queja no era real, Israel recibía comida del cielo gratis (maná), mientras en Egipto debían trabajar bajo esclavitud para alimentarse y estaban propensos al exterminio (Éx. 3: 7-9, 5:1-21). 90 Moisés a fin de ayudarle. ¿Cuál era ese espíritu que estaba sobre Moisés? El contexto del pasaje da la respuesta: 25 Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron (Nm. 11:25). Ningún ser humano tiene la capacidad de impartir de sí mismo, dones espirituales como los que recibieron los setenta ancianos de Israel. Ellos recibieron poder del Espíritu Santo, por eso profetizaron. Moisés no tenía atribución de impartir dones espirituales de sí mismo, ya que ésta es una prerrogativa divina (Hch. 8: 17:20). El ser humano es solo el instrumento divino. Fue el Espíritu de Dios, quien llenó con su presencia a los ancianos. El verso señala: “Y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron y no cesaron” (Nm. 11: 25), aludiendo directamente al Espíritu de Dios, no a Moisés. No fue el espíritu del cuerpo de Moisés que transmigró hacia los ancianos, sino el Espíritu de Dios quien depositó sobre los ancianos, parte de la enorme carga que pesaba sobre Moisés. Esta verdad es más evidente, por la misma explicación que Moisés da a dicha manifestación del Espíritu de Dios: 29 Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos (Nm. 11:29). Según las palabras textuales de Moisés, no fue su espíritu humano el que pasó a los setenta ancianos, sino el poder del Espíritu de Dios que impartió a los ancianos, parte la carga pesada que llevaba Moisés como gobernante del pueblo a fin de que le ayudaran en dicha tarea. b. El “espíritu de Elías” Un caso similar a los anteriores es el “espíritu de Elías” o el Espíritu que estaba sobre Elías. Eliseo le pidió a Elías, que una doble porción de su espíritu reposara sobre él: 9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo 91 Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí (2 R. 2:9). Elías no tenía autoridad por sí mismo de concederle tal petición a Eliseo, por eso le expresa: “cosa difícil has pedido”.62 Elías era un simple humano, sujeto a debilidad (Stg. 5:17-18) e incapaz de conceder tal petición. Solo Dios podía, pues el da su Espíritu Santo sin medida a quienes se lo pidan (Jn. 3: 34; Lc. 11:13). Cuando Elías ascendió al cielo, el Espíritu Santo reposó sobre Eliseo y Dios le concedió una doble porción de la unción del profeta Elías. Eliseo fue capaz de abrir el río Jordán para pasar en seco, como había hecho Elías, antes de su ascenso al cielo. No fue el espíritu humano de Elías que reposó sobre Eliseo, sino una unción doble del poder que tenía Elías en su ministerio terrenal. La doble unción del Espíritu Santo, sobre la vida de Eliseo no fue transferida, ni heredada, sino que Dios se le concedió su petición porque la anhelaba con todo su corazón. Es evidente en la Biblia que los espíritus (divinos, humanos o demoniacos63) no se transfieren, ni se heredan de manera automática. El contraste entre la vida de Giezi (servidor de Eliseo) y Eliseo (sirviente de Elías) revela que mientras Eliseo servía a Elías, clamó por una doble porción de unción espiritual y le fue concedida por Dios, debido a su fidelidad. En cambio, Giezi eligió el camino de la avaricia y no logró ninguna bendición de Eliseo, más bien recibió la lepra de Naamán por sus mentiras, porque los dones espirituales no se heredan, ni se transfieren de manera automática de un ser humano a otro, proceden de Dios (Lc. 11:13), el único que los puede dar. El ser humano es solo un instrumento usado por Dios para realizar sus planes. La unción espiritual procede de Dios y no se debe confundir con “transferencia de espíritus”. 62 Ness, sugiere que Eliseo recibió el espíritu de Elías y no el de Dios. El señala: “Hay comunicación y transferencia de espíritu de un hombre a otro”. Ness, Alex W. Transferencia de espíritus. Argentina, Ed. Peniel, 2001. p. 54. 63 El cristiano no puede ser poseído por un demonio, salvo que ceda al pecado. 92 c. El “espíritu de Juan el bautista” Un caso parecido en el NT es el de Juan el bautista, en la profecía que el ángel le anuncia a Zacarías acerca de su hijo (Juan el bautista), le dice: 17 E irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos (Lc. 1: 17a). ¿Cuál era el espíritu de Elías que vendría sobre Juan el bautista? Elías fue un profeta lleno del Espíritu Santo y de celo por la causa de Dios: 14 Él respondió (Elías): He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto (1 R. 19: 14a). Elías hizo volver el corazón de Israel a Dios en un momento de crisis religiosa: 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos (1 R. 18:37). Elías clamó a Dios para que se manifestara derramando fuego del cielo, para demostrarle a los israelitas que Jehová, es el verdadero Dios y para que se volvieran a Él. Volver el corazón de Israel a Dios, también fue el propósito de Juan el bautista, en medio de otra crisis religiosa en Israel. El Espíritu que posaba en Elías, era el Espíritu de Dios y ese mismo Espíritu guiaría a Juan el bautista, quien fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre: 15 Porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos (Lc. 1:15-16). El ángel Gabriel anunció que Juan sería lleno del Espíritu Santo y guiado por Él, como fue Elías. En este contexto bíblico relacionado con Moisés y Juan el bautista, la palabra Espíritu no se refiere al espíritu humano de Moisés, y menos al de Elías quien ya estaba en el cielo; sino a la presencia del Espíritu Santo. 93 d. Respuesta a la “transferencia de espíritus” La Biblia no enseña que el espíritu humano, tenga capacidad de migrar a otras personas. Estos casos no sostienen dicha interpretación. Lo que puede suceder es que alguien con sus ideales, motivaciones, conducta o ejemplos pueda influenciar la vida de otra persona. El sabio Salomón aconseja: 24 No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, 25 no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma (Pr. 22:24-25). Las influencias negativas de personas (costumbres, ideologías, motivaciones, acciones, filosofía de vida, etc.) se pueden aprender y causar grandes daños, como advierte el consejo divino anterior. Esa fue una de las razones por las que Dios le ordenó a Israel destruir a los cananitas, para que no aprendieran sus costumbres: “Sino que destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo, y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios” (Dt. 20:17-18). Lo que Dios quiso evitar en Israel fue que aprendieran las costumbres cananitas, por su influencia y no una maldición, herencia, ni “transferencia de espíritus”. Entre los pecadores los demonios pueden salir de una persona y entrar en otra; como el ejemplo bíblico de los demonios del gadareno que se metieron en unos cerdos (Mt. 8: 28-34). Pero a la luz de la Biblia un demonio no puede introducirse en el cuerpo de un cristiano fiel, porque es templo del Espíritu Santo (Ro. 12:1; 1 Ts. 5: 23; 1 Co. 6: 19-20), salvo que el cristiano ceda al pecado. El espíritu humano, tampoco se puede transferir de una persona a otra, no tiene bases bíblicas. Los casos bíblicos que menciona Ness son su propia interpretación de dichos pasajes; nótese lo que afirma: “¿Por qué es difícil para los cristianos creer que la ira, los celos, el odio, las luchas, las vejaciones, que son llamados “espíritus” en la Biblia, pueden y de hecho son transferidos de una persona a otra? Por supuesto que se debe estar 94 abierto o no protegido para que tal cosa suceda” (Ness, 2001. 164). Los supuestos “espíritus” que menciona Ness, la Biblia les llama obras pecaminosas de la carne: 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gá. 5: 19:21). La Biblia aclara, que estos pecados son obras de la carne. Pablo exhorta a los cristianos a que no las practiquen, porque no son pecados impuestos, ni transferidos, sino prácticas pecaminosas producto de una decisión del corazón humano64: 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mt. 15:19). El cristiano que incurre en estas prácticas pecaminosas puede ser presa fácil para los demonios. Pablo aclara que los que las practican, no heredarán el reino de Dios. La Biblia demuestra que el cristiano y todo ser humano pueden ser tentados a pecar, pero al final cada cual decidirá por sí mismo lo que hará. En todo caso lo que puede ocurrir es que una persona aprenda las malas costumbres de otros. 64 La voluntad humana nunca se separa del intelecto para tomar decisiones. Desde que Dios puso a Adán en el huerto del Edén le dio la capacidad de elegir, con conocimiento previo de ciertas advertencias (Gn. 2:16-17). Francisco Lacueva escribe: “La voluntad es la facultad apetitiva racional, propia de los seres humanos. Como tal es una tendencia (hacia el bien o el mal). Puede definirse como: La facultad espiritual por la que el ser humano puede tender a los valores conocidos por la inteligencia y tomar decisiones acerca de lo que debe hacer u omitir”. Lacueva, Francisco. Diccionario teológico Ilustrado (ampliado por Alfonso Ropero). Ed. CLIE, Barcelona, 2001. p. 601. Las acciones malas pueden ser influenciadas por el mal; pero, el ser humano es quien determina o consuma lo que hace. 95 III. ¿QUÉ SIGNIFICA “EL PAN DE LOS HIJOS”? a. “¿El Pan de los hijos?” Algunos maestros señalan que la expresión de Cristo: “El pan de los hijos” (Mt. 15:21-31), se refiere a liberación de demonios en los cristianos, por ser hijos de Dios (Marzullo, sf. pp. 19-21). En este pasaje, Jesús llamó hijos a los israelitas, refiriéndose al pacto de Abraham (hijos de la promesa), y no hijos de Dios. No existe ninguna conexión entre esta expresión y los cristianos. Jesús refutó el argumento judío de que, por ser hijos de Abraham, fuesen también hijos de Dios: 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer (Jn. 8: 39, 44a). Según las profecías acerca de Jesús, Él debía anunciar el Evangelio primero a Israel y luego que consumara su obra en la cruz65, manifestaría su Gracia a toda la humanidad (gentiles)66. A la mujer cananea le dijo que esperara, porque era gentil: 27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos (Mr. 7:27). Jesús enseñó usando un ejemplo de la vida cotidiana donde un padre no sacrifica el alimento de su hijo, para dárselo a un perro. Así mismo, los israelitas como hijos del Pacto y a causa de la promesa, debían recibir primero la Palabra y después los gentiles. He aquí el relato de Mateo: 21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella 65 Era necesario que Jesús derramara su sangre en la cruz, para dar perdón de pecados a toda la humanidad, bajo el Nuevo Pacto de su sangre. Ver, Hebreos 9:22. 66 Después de la muerte de Cristo, Pedro anunció abiertamente el Evangelio a los gentiles (Hch. 10). Felipe, Pedro y Juan lo hicieron en Samaria (Hch. 8:4-21). Después Pablo recibió su apostolado dirigido a los gentiles (Hch. 9:15). 96 región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mt. 15:2128). Los judíos llamaban “perros” a las personas religiosamente impuras67 (gentiles). Israel fue escogido para ser una nación santa (Éx. 19:6) y ellos desarrollaron un espíritu exclusivista. Las profecías anunciaban que el Salvador del mundo debía manifestarse primero en Israel para dar cumplimiento a las profecías relacionadas al Mesías (Jn. 4: 22). 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt. 10:5-6). El Pacto fue revelado primero a Israel y luego a toda la humanidad (Ro. 9: 4-5a). Jesús se refirió a los israelitas como “hijos’’ del Pacto de Abraham, no como hijos de Dios. Ellos eran judíos de religión e hijos de Abraham según la carne. Israel necesitaba liberación, porque estaban bajo el poder de las tinieblas y es evidente porque ellos autorizaron la muerte del Mesías (Hch. 2:23). Esta liberación no aplica a cristianos fieles que han sido libertados del pecado por el poder de Dios (Jn. 8:32). 67 Ver, Comentario Bíblico Hispano. Mateo. Ed. Mundo Hispano. USA, 2002. p. 213. 97 El pan de los hijos es una expresión que Jesús utilizó, con relación a la oportunidad que se le daba a Israel, de saciar su hambre espiritual. Jesús relaciona este verdadero pan del cielo (Jesús) con el maná, que Israel había comido en el desierto, pero no les había saciado68: 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás (Jn. 6:32-35). La interpretación acerca del pan que hizo Jesús hizo ante la mujer cananea, no era simplemente la liberación de un demonio de su hija, el pan es Cristo mismo, con todos los beneficios del Evangelio. Jesús mismo es el pan que da vida. 68 Ver, Éxodo 16: 4-15. 98 Capítulo – 7 – EL CRISTIANO Y LAS HERENCIAS ____________________________________________________ I. ¿AFECTAN LAS HERENCIAS AL CRISTIANO? a. El cristiano y su herencia cultural Hay cristianos que se convierten a Cristo, en medio de culturas afectadas por prácticas de origen satánico o contrarias a las enseñanzas bíblicas. Esto puede acarrear consecuencias de pobreza, enfermedad, etc.; porque el pecado produce muerte y es mordaz en sus secuelas. Pero, a partir del nuevo nacimiento en Cristo, comienza una vida de restauración integral (espiritual, social, económica, etc.), en los que aceptan a Cristo. El cristiano, ha nacido de nuevo y debe renunciar a cualquier práctica cultural pecaminosa contraria a la Biblia; pero haber pertenecido en su vida pasada a una cultura con prácticas pecaminosas, no le sitúa bajo alguna maldición presente, si ahora vive para Cristo y se ha alejado de dichas prácticas. La Biblia señala que Dios perdona todos los pecados de sus hijos (Col. 2:13). Sería irónico pensar que a Dios se le olvidó desatar al cristiano, de ciertas cadenas pecaminosas, pretendiendo presentar una salvación incompleta. No se deben confundir las batallas espirituales que pueda librar un cristiano que en su pasado participó en prácticas satánicas con maldiciones generacionales. El cristiano debe renunciar a toda práctica pecaminosa, en vez de buscar todos los pactos o pecados de sus antepasados para encontrar vestigios de maldición de los cuales deba desatarse o arrepentir. El bagaje de conocimientos pasados le sirve de espejo al cristiano, para no cometer errores o pecados que practicaron sus antepasados o reincidir en los que abandonó. El historial personal y familiar cuenta para aprender a no cometer los mismos errores del ayer; pero como un conocimiento; nada tiene que ver con buscar maldiciones familiares para saber si afectan la vida presente del cristiano. 99 ____________________________________________________ La enseñanza de maldiciones heredadas podría suponer que muchos problemas en la vida del cristiano son causados por los pecados de sus antepasados, pero si alguien ha recibido a Cristo como su salvador y se ha separado del pecado ¿de qué debe sentirse culpable o codeudor? ¿acaso la salvación no es un regalo inmerecido y don perfecto de Dios? ____________________________________________________ b. El cristiano y la herencia religiosa Hay hijos que al nacer son escogidos o dedicados por sus padres a Satanás, para suceder a sus ancestros que entraron en pacto satánico. Esta persona si se convierte a Cristo, no puede ser afectada por elecciones diabólicas pasadas, pues comienza una vida nueva, libre de pecado. Aunque éste cristiano lidiará una lucha campal contra su pasado, no implica que algún pecado o maldición heredada afecte su vida cristiana presente. Satanás puede tentar y perseguir a una persona convertida a Cristo, después que ha renunciado a un pacto satánico; pero a partir de su conversión, su pasado pecaminoso ha sido perdonado y borrado por la sangre de Jesús (2 Co. 5:17). Quizá las luchas presentes de un cristiano que estuvo relacionado a cultos satánicos, serán más patentes por su compromiso anterior con Satanás, si se comparan con las del cristiano común, porque estaba comprometido con el diablo, no porque esté bajo maldición. Existen conjuros y todo tipo de ataques que Satanás puede lanzar sobre su vida, pero eso no le pone bajo maldición. El cristiano tiene poder sobre toda fuerza del mal y nada le pueden dañar (Lc. 10:19). El reino de las tinieblas tiene como meta esclavizar al ser humano y la sociedad en general. Las consecuencias de cualquier práctica satánica afectarán a los miembros de esas comunidades que no conocen a Jesús como su salvador y acarrearán toda consecuencia del pecado: pobreza, enfermedad, etc. No obstante, cualquier miembro de una familia o comunidad entregada a prácticas satánicas que se 100 convierta a Cristo, comienza a partir de ese momento una vida de restauración a todo nivel y es libre de toda maldición y pacto que hasta ese momento le afectaba. Si antes de ser cristiano, alguien fue dedicado en pacto a Satanás, no tiene necesidad de buscar o mencionar ahora todos los pactos y pecados de sus ancestros, para supuestamente “ser libre” como proponen quienes enseñan maldiciones69. Esa vida pecaminosa le afectó al cristiano mientras vivía en pecado; más ahora que conoce a Cristo y se ha separado de dichas prácticas no puede estar bajo alguna maldición. Los demonios no se heredan de manera connatural, en una persona que haya sido escogida para ejercer el satanismo o practicar cualquier costumbre pecaminosa dentro de una familia o cultura. Quizás a la muerte del anterior, los demonios respaldarán al sucesor, pero no significa que la persona nació con demonios en sus genes. Los demonios pueden poseer a una persona desde una temprana edad, pero no es un asunto genético. Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza. Si Dios no crea seres malditos. ¿Cómo un cristiano fiel, puede estar maldito o endemoniado? Esto solo crea confusión para la fe cristiana y dudas con respecto a la salvación. El cristiano ha sido redimido de su pecaminoso pasado por la sangre de Jesús. Es una nueva criatura conforme a la imagen de Jesucristo (2 Co. 5:17). No importan los pecados pasados, al cristiano solo le resta vivir una vida santa y agradable a Dios. 69 Rebecca Brown escribe: "Confiese los pecados de sus antepasados, y pida al Señor que lo perdone y lo limpie. Pídale que lo aparte completamente de las iniquidades de sus antepasados”. La Biblia no enseña que un cristiano deba confesar los pecados de sus padres a Dios y menos sentirse culpable de ellos. Rebecca Brown. Maldiciones Sin Quebrantar. New Kesigton, PA: Whitaker House, 1996. p.39. Es posible que la autora no tuviera la intención de crear confusión, pero estos escritos ambiguos podrían ser utilizados para asegurar que existen maldiciones heredadas en los cristianos. Cp. Anderson, Neil T. Rompiendo Cadenas. Ed. Unilit, USA, 2001. pp. 232234. 101 c. El cristiano y la herencia familiar Hay familias que reflejan patrones genéticos y conductas repetitivas, tales como: enfermedades físicas, mentales, emocionales, etc., que son usadas como argumento para señalar que las maldiciones en cadena familiar existen; sin embargo, estas características familiares transmitidas de una generación a otra, tienen también su propia explicación. Existen factores genéticos hereditarios, que determinan muchas características físicas de los hijos y consecuentemente éstos pueden heredar condiciones de enfermedad y de otra índole de sus padres. La herencia genética y enfermedades de los padres pueden afectar física o psicológicamente a los hijos y a la vez repercutir en la personalidad, emociones, etc.70 Un problema complejo en este campo es la herencia de asuntos espirituales, ya que en este apartado la Psicología, encuentra causas físicas a las cuales les atribuye problemas que, desde la perspectiva bíblica, son espirituales. En este aspecto se contraponen la fe y la ciencia. Tampoco es que toda crisis sea un demonio, pretendiendo buscar una explicación rápida a una patología o afección. La Psicología ha hecho grandes aportes en beneficio de la humanidad, que sirven como herramientas para ayudar en problemas mentales y físicos; pero hay que advertir que los procedimientos psicológicos, son estrictamente científicos y no toman en cuenta la Biblia, ni la fe cristiana, para diagnosticar la causa de las enfermedades. Existe una marcada diferencia en la manera que la psicología y la teología analiza algunos problemas relacionados a la conducta del ser humano. Aflora entonces, el dilema entre ciencia y fe. Hubo tiempos en que el cristianismo era reacio a aceptar los aportes de la ciencia a ciertos problemas humanos y esa etapa generalmente 70 Un padre esquizofrénico puede predisponer a los hijos a heredar la condición. Diane Papalia y Sally Wendkos. Psicología. Ed. Magraw-Hill. México, 1988, p. 569. Gerald Davison. Psicología de la conducta anormal (Segunda Edición). Limusa Wiley, México. 2004, p. 468. 102 se ha superado, pero se debe tener el cuidado de no caer en el otro extremo de olvidar la fe y depender absolutamente de la ciencia. Existe el peligro de la secularización de la fe cristiana, esto puede causar que los consejeros cristianos usen solo los procedimientos científicos para tratar de solucionar los problemas humanos, dejando de lado la Fe. El Apóstol Pedro aseguró que la fe cristiana es más importante que toda riqueza: 7 Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (1 P. 1: 7a). Esta verdad se ha comprobado a través de los casos en que personas, con mucho dinero en su poder, no han encontrado cura para sus enfermedades, ni felicidad para sus vidas. Otros, sin dinero han encontrado respuesta a sus crisis, en Cristo. Está comprobado científicamente, que algunos comportamientos de los individuos están directamente relacionados con la enseñanza que recibieron en su hogar o entorno social, no por herencia71. Los padres influyen a sus hijos con sus actitudes y ejemplos para seguir sus mismos estilos de vida, aunque no se los hayan enseñado verbalmente. Un padre puede enseñarle a su hijo que es malo fumar, pero si él fuma, puede influenciar más la decisión de su hijo con sus actos que con sus palabras. La imitación al patrón familiar y al entorno social influye en el comportamiento de todo individuo72. Es indudable que existen herencias físicas de padres que pueden repercutir en sus descendientes, pero eso no implica que los hijos hereden conductas o pecados genéticamente73. 71 Ibid., pp. 395-428. Ibid., 453. 73 La conducta heredada (hereditarismo), versus la influencia del ambiente en la conducta (ambientalismo) ha sido un debate de la ciencia. Estudios niegan que exista un determinismo genético en los humanos. Las herencias físicas e inteligencia pueden ser estimuladas por un buen ambiente, pero no así un carácter heredado. “La genética y el destino”. Muy Interesante (revista). Año XXII, # 10 (p. 98). Eso demuestra que, aunque el ser humano puede ser influenciado por el medio ambiente, no es un autómata. Dios le ha dado capacidad de 72 103 La genética, si bien pudiera predisponer a un individuo a heredar ciertas características de sus padres, no manipula la voluntad del ser humano hasta el punto de obligarle a pecar. Dios le dio a cada individuo la capacidad de decidir por sí mismo lo que debe hacer74. El pecado no se hereda genéticamente, si fuese así nadie sería culpable de su propio pecado, sino sus antepasados. Si bien, la naturaleza humana esta inclinada al pecado, el pecado ancestral se aprende por imitación y se practica voluntariamente. Según la Biblia, el pecado no se hereda de los padres (Dt. 24:16). Dios no creó seres predispuestos para que practicar el pecado automáticamente. Esa idea contradice la enseñanza bíblica de un Dios que hizo al ser humano a su imagen y semejanza (Gn. 1:26), y que no quiere que se pierda (Jn. 3:1516). El ser humano a voluntad propia eligió el pecado, pero Dios no es injusto, no condena sin causa (Mal. 3:13-18). El ser humano cosecha lo que siembra (Gá. 6:7). ____________________________________________________ Una gran diferencia entre fe y ciencia, es que la ciencia busca evidencia científica para demostrar un hecho; en cambio, la fe se evidencia con los resultados. Tal es el caso de los milagros evidentes que ocurren entre los cristianos, aunque no tienen explicación científica, tampoco se pueden negar. ____________________________________________________ libre elección. Por tanto, el bien y el mal son una decisión, no una imposición. 74 Desde el principio de la creación es evidente la capacidad de decidir que Dios le dio al ser humano (Adán y Eva) y consecuentemente a todo individuo. Ver, Génesis 2:16-17. 104 II. LAS HERENCIAS Y SUS EFECTOS a. Patrones familiares hereditarios El abuso, el adulterio, el embarazo prematuro, el divorcio, la muerte temprana, etc., parecen ser un patrón repetitivo en muchas familias. De allí parten algunos maestros para señalar que ciertas personas pueden estar bajo una maldición familiar. Es posible que un núcleo familiar, pueda ser afectado por un pecado o enfermedad específicos. Las personas que no conocen a Cristo como su salvador están expuestas a sufrir las consecuencias del pecado, que incluso pueden tener la tendencia a repetirse en una misma familia. La Psicología, demuestra que los vicios y ciertos patrones de conducta pueden ser imitados; también las enfermedades pueden ser trasmitidas genéticamente a las generaciones posteriores. El ambiente del hogar y la educación pueden estimular conductas aberrantes, típicas en una misma familia. El medio ambiente propicia factores que influyen en la conducta de cada individuo (Coon, 1999. 93-94,142-143). No sería extraño que en una familia se repita un patrón de conducta pecaminoso, influenciado por las circunstancias del entorno familiar y social. Si es una enfermedad, también los factores genéticos pueden determinar afecciones hereditarias.75 El cristiano, aunque también puede ser tentado con los mismos pecados de sus ancestros o heredar de sus padres una condición genética (no está exento), no significa que esté bajo alguna maldición76. Hay lindas promesas en la Biblia para disipar toda mentira con relación al pasado y acerca de la sanidad divina en las que se puede confiar. 75 Cp. Biggs Alton, Chris Kapicka y Linda Lundgren. Biología. McGraw- Hill Interamerican Editors. México, 2000. pp. 256-259. 76 La Maldición bíblica está relacionada directamente con la práctica del pecado, no estrictamente con las consecuencias inevitables que puedan sufrir aquellos que se han arrepentido y han abandonado el pecado. 105 El cristiano no está exento a los males de la raza humana, pero su alma le pertenece a Cristo y está bajo su bendición, independientemente de su condición física. Sea que vivamos o muramos somos del Señor (Ro. 14:8). La salvación cristiana está garantizada por el sacrificio de Cristo, hecho en la cruz. Ningún pecado pasado, propios o de los padres que aceche la mente, tiene potestad sobre la nueva vida en Cristo, si hay un verdadero arrepentimiento y se vive una vida agradable a Dios. El pecado produce huellas físicas y psicológicas, malos recuerdos que marcan la vida a consecuencia de un pasado pecaminoso o abusos sufridos, pero éstos no son una maldición divina, satánica, generacional, ni de la Ley en la vida del cristiano. Son consecuencias de un mundo hostil entregado al pecado, producto de una naturaleza humana caída; pero todo ese pasado ha sido perdonado y no afecta la relación espiritual presente de una persona que se ha convertido al cristianismo, si vive separado del pecado. b. Los pecados de los padres no se heredan El ser humano desde la caída heredó una naturaleza inclinada al pecado, exacerbada por el conocimiento del bien y del mal develado por la desobediencia de Adán y Eva; pero no hereda connaturalmente los pecados de sus padres. Satanás puede controlar familias, culturas y el mundo en general si el ser humano se lo permite. Pero el proceso de conductas pecaminosas grupales se aprende a través de la imitación de prácticas sociales que se pueden convertir en un estigma77 perpetuado por generaciones creando un círculo 77 En la Biblia hay casos de comunidades enteras dedicadas a ciertas prácticas pecaminosas influenciadas por el entorno, como el caso de la homosexualidad en la ciudad de Sodoma (Gn. 19:4-8), de donde toma posteriormente el nombre de sodomía este pecado (Dt. 23-17). Dios habló a Israel que destruyera por completo las ciudades de Canaán, no porque podrían heredar sus maldiciones, si no que la Biblia señala: “para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones” (Dt. 20: 18), Dios advertía el peligro de una costumbre aprendida, no una maldición. 106 vicioso de conductas imitadas; poniendo bajo la maldición a los pecadores. Esa práctica pecaminosa producirá consecuencias de todo tipo en la familia o sociedad que lo practique. Es una la ley divina que: Todo lo que el hombre siembre, eso cosechará (Gá 6:7b), y el alma que peca morirá (Ez. 18:4, 20; Ro. 6:23). El pecador puede estar bajo la maldición del pecado, pero no el cristiano convertido a Jesucristo. Existe una tendencia secular muy enconada a explicar que ciertas conductas pecaminosas son heredadas o congénitas en el ser humano y eso tiene muchas implicaciones para la fe cristiana. Tal es el caso de la homosexualidad. La Biblia enseña que nadie nace homosexual (de otra manera Dios no la condenaría)78, es una decisión personal o conducta aprendida por cada persona79. La Psicología estimula estas conductas en las personas que lo practican debido a su incapacidad de brindar solución. Al rechazar los principios bíblicos como alternativa para entender los problemas humanos, la ciencia buscará otras respuestas que Satanás aprovechará para engañar a la humanidad. Hay una tendencia de la ciencia por comprobar que la homosexualidad, es algo genético u hormonal80. Esta persigue la 78 La homosexualidad es un pecado condenado en la Biblia (Gn. 19:4-8) y en la Ley era castigado con la pena de muerte (Lv. 18:22, 20:13; Dt. 23:17; Jue. 19:22-26). Esta práctica también es condenada en las enseñanzas que los apóstoles recibieron de Cristo (1 Co. 6:9; Ro. 1:24-28; 1 Ti. 1:10; 2 P. 2:7; Jud. 1:7), y el mismo Cristo reafirmó en sus enseñanzas que el matrimonio ordenado por Dios desde el principio, es entre un hombre y una mujer (Gn. 1:27, 2:24; Mt. 19:4-6). 79 Dios no puede tentar a nadie (Stg. 1:13) y Jesús enseñó que del corazón salen todos los deseos pecaminosos (Mt. 15:19), incluyendo la porneia (gr. πоρνεία) o fornicación, que en el texto bíblico griego implica todo tipo de perversión sexual. Ver, Fee, Gordon. Primera Epístola de Corintios. Nueva Creación. USA, 1994. p. 227. 80 Davidoff, Linda L. Introducción a la Psicología. (Tercera edición, trad. Jorge A. Pérez). Mc Graw-Hill, México: 1990. pp. 348-352. En su afán por demostrar que la homosexualidad es un asunto hormonal, 107 aceptación de la conducta, aun dentro de los círculos cristianos. Muchos teólogos ya lo enseñan así, siendo engañados y dejando a un lado la Biblia como palabra infalible de Dios81. Es deber de los maestros cristianos, educar acerca de la actitud de misericordia que el cristiano debe mostrar hacia el pecador, no al pecado; sin olvidar que esa práctica es un pecado ante Dios (Gn. 19:4-8; Lv. 18:22, 20:13; Dt. 23:17; Jue. 19:22-26; 1 Co. 6:9; Ro. 1:24-28; 1 Ti. 1:10; 2 P. 2:7; Jud. 1:7). Satanás tratará de engañar a los cristianos de los últimos tiempos, con una avalancha de mentiras. Ningún experimento científico que trate de acomodar de manera sutil conceptos que parecen lógicos y racionales, cambiará la realidad de que la Biblia prohíbe la homosexualidad82. A la luz de la Biblia, los pecados no se transmiten de manera genética. Jesús mismo expresó que el reino de los cielos es de los niños (Mt. 18:3-5, 19:13-15), estos no nacen condenados ni se les imputa pecados ajenos. Son culpables hasta la edad en que pueden discernir y decidir por sí mismos entre el bien y el mal. El juicio de Dios es individual y justo, no condena inocentes. algunos científicos postulan que los homosexuales cuando son expuestos a oler feromonas del mismo sexo, su cerebro reacciona a la atracción. En cambio, cuando son del sexo opuesto no reaccionan igual; pero se cree que reaccionan así por el aprendizaje que han adquirido por su estilo de vida homosexual y no por instinto. “The scent of a man”. Revista TIME, mayo 23, 2005. p. 61. 81 Las propuestas de algunos estudios con relación a que la homosexualidad es resultado de ciertos cambios genéticos u hormonales durante la adolescencia (hecha a partir de experimentos con animales) es una hipótesis no comprobada y aun maestros cristianos usan estos argumentos. Dejando de lado el texto bíblico. 82 Existen casos extraños como los hermafroditas, que a cierta edad pueden orientar su sexualidad. El cristiano debe recordar que de un caso especial no se puede hacer una regla general y tampoco modifica la verdad divina revelada en la Biblia acerca de la prohibición de la homosexualidad. 108 Se puede heredar una enfermedad, son las consecuencias obvias del pecado. Pero no se heredan pecados ajenos. La maldición bíblica está relacionada a los desobedientes. El cristiano que vive en obediencia al Evangelio no puede estar bajo maldición. c. ¿Puede un pecador estar bajo maldiciones heredadas? Se debe definir la diferencia entre las maldiciones de la Ley y las consecuencias del pecado adámico, para entender sus efectos sobre la humanidad. Mientras, el pecado adámico transmitió la muerte a toda la humanidad, la Ley establecía una serie de bendiciones o maldiciones a quienes vivían bajo el antiguo pacto. Dependía de la decisión de cada persona: Bendición para los obedientes y maldición para los desobedientes. La Biblia señala maldiciones sobre los desobedientes de la Ley. Pero en la Gracia, Jesús cargó en su cuerpo con todos los pecados y las maldiciones de la Ley (Gá. 3:16). Por medio de su sacrificio, Jesús libra de toda maldición a quien le reciben como Señor y Dios (cristianos). La promesa de bendición divina hecha a Abraham alcanza a toda la humanidad: 18 … habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra (Gn. 18:18). Dios le habló a Abraham que en su Simiente (Jesús) serían benditas todas las naciones de la tierra, no solo Israel: 14 Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gá. 3:14). Jesús es la Simiente prometida a Abraham, en la que toda la humanidad sería bendita: 16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su Simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu Simiente, la cual es Cristo (Gá. 3:16). Cristo eliminó la maldición de la Ley, pero esta liberación es efectiva en los que le reciben como salvador. Los pecadores siguen bajo la maldición del pecado a voluntad propia. Aunque 109 el pecador sufre las consecuencias del pecado en el presente, tampoco se condena eternamente por herencia, porque puede renunciar en vida al pecado. Dios juzga a cada individuo según sus propias obras, no por pecados ajenos: 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras (Ap. 20:13). La “maldición” como resultado del pecado original (Gn. 3:) existe aún en el mundo y será eliminada hasta el fin (Ap. 22:3); pero las maldiciones del pecado y la Ley, han sido abolidas para los hijos de Dios por medio de la muerte de Cristo (Col. 2:14): 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la Gracia. 2 Porque la Ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado de la Ley del pecado y de la muerte (Ro. 6:14; 8:2). ____________________________________________________ Los pecadores viven aún bajo las consecuencias de la “maldición” del pecado a voluntad propia, pero los hijos de Dios no, “porque la Ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado de la Ley del pecado y de la muerte”. ____________________________________________________ 110 Capítulo – 8 – ¿SANIDAD EMOCIONAL O MALDICIÓN HEREDADA? ____________________________________________________ I. EL CRISTIANO Y LA SANIDAD EMOCIONAL a. La sanidad emocional La sanidad emocional también se relaciona frecuentemente con demonios en la vida del cristiano por quienes enseñan maldiciones. De allí la importancia de incluir este tema. El Dr. José Batista en su libro “El Árbol de la Vida”, señala: “El aprendizaje Emocional es la grabación neurofisiológica de la información, las experiencias, y los refuerzos que hemos recibido en la vida; la cual condiciona nuestras respuestas emocionales instantáneas, dependiendo de los estímulos externos que recibimos. Esta inteligencia, o forma de aprendizaje, nos lleva al sufrimiento y a la enfermedad cuando no podemos definir que hemos aprendido de los eventos de nuestra vida y terminamos culpando a los demás por cómo nos sentimos” (Batista, sf. 39). Las emociones del ser humano reaccionan a los estímulos externos. Se supone que el cristiano desarrolle defensas en el área cognoscitiva por medio del conocimiento de la Biblia, a fin de proteger su mente y emociones (2 Co. 10:4-5). El área emocional, puede afectar al cristiano si no se protege con la palabra de Dios, pero no debe confundirse con maldiciones o posesión demoníaca. Jesús hizo libre al cristiano de todo su pasado, solo advierte permanecer en su Palabra para mantener la plena libertad (Jn. 8:31-32). El cristiano no depende estrictamente de lo que siente o piensa; vive en armonía con lo que Dios dice en su Palabra (Fe, Hb. 10:38), como nueva criatura espiritual (2 Co. 5:17). El ser humano es emocional, pero Dios le ha dotado de intelecto. Al cristiano Dios le ha concedido dominio propio (2 Ti. 1:7) y no debe permitir que sus emociones gobiernen su vida. Las 111 emociones se protegen con el conocimiento y confesión de la Palabra de Dios: 4 Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Co. 10:4-5). b. El peligro de la Regresión83 como método de liberación Se puede confundir la sanidad emocional con liberación demoníaca, pecados no confesados o ancestrales en el cristiano. Es peligroso usar métodos parecidos a la Regresión como vía de “liberación” donde se conduce a las personas hasta la niñez temprana, e incluso al vientre de su madre o el pasado en busca de pecados generacionales; ignorando que Cristo limpió todo pecado de sus hijos por medio de su sangre (Col. 2:13). El peligro es que la mente sea manipulada y se llegue a causar daño. Las consecuencias podrían ser extremadamente nocivas, produciendo traumas mentales que pueden convertirse en problemas más graves de los que antes se padecía. Los métodos de regresión coaccionados, que conducen a las personas a la infancia a fin de recordar eventos traumáticos, para perdonar a cada persona que les ofendió u ofendieron o pedir perdón por pecados pasados no tienen respaldo bíblico. Dios no necesita que se le mencione todos los pecados a fin de perdonarlos. Él perdona todos los pecados, si hay arrepentimiento verdadero; sin necesidad de confesar cada pecado cometido, Dios los conoce y los hecha al olvido. 83 La Regresión es un debatido método usado en algunas sesiones siquiátricas en el que a través de la hipnosis u otros medios de alteración de estados de consciencia se lleva a la persona a un trance para recordar eventos de su vida pasada a fin de entender el posible origen de traumas o afecciones. Algunos grupos cristianos en su afán de encontrar la causa de los males o residuos de pecados en la vida de los cristianos, han recurrido a implementar este método peligroso es sus reuniones, que puede ser de alto riesgo y muy traumático. 112 Con relación al nuevo Pacto, la Biblia señala el perdón de todos los pecados por medio de la sangre de Cristo: 7 Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Jn. 1:7). Dios no solo perdona los pecados, sino que los olvida, porque la sangre de su Hijo limpia de todo pecado: 12 Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades (Hb. 8:12). Toda práctica que promueva residuos de pecados en el cristiano contradice la Biblia y atenta contra el sacrificio perfecto de Cristo hecho en la cruz para perdonar todos los pecados de sus hijos, de una vez y para siempre. c. La sanidad emocional Las emociones son parte integral del ser humano. El diccionario terminológico define la emoción como: “Un estado psíquicopsicológico que se caracteriza por una intensa carga de afectividad”84. Si un pecador acepta a Jesús como su salvador, su alma es perdonada de todos sus pecados; pero si su cuerpo ha sido deteriorado por su pasado estilo de vida pecaminoso, necesitará cuidados para restaurarse físicamente. También su parte emocional puede haber sido lacerada y afectar su autoestima o producir complejos y sentimientos de toda índole. Si es necesario esta persona deberá trabajar con estas áreas afectadas de su vida, pero eso no tiene relación con residuos de pecados que puedan afectar la salvación o el estado espiritual del alma, que ha sido purificada por la sangre de Cristo. La sanidad emocional no se debe usar como excusa para “liberar” a cristianos de supuestos “demonios o pecados heredados”. La sanidad interior no se debe confundir con una sesión de Regresión como se usa en los procesos hipnóticos de la Psicología (Coon, 1999. 249-253. Papalia, 1988. 140-145), y tampoco al método que usan algunos grupos cristianos 84 Diccionario Terminológico. Ediciones Vicens Vives. España, 1997. 113 posmodernos, pretendiendo encontrar en el pasado de los cristianos una solución fácil a todos los problemas. La sanidad emocional dentro de un proceso de consejería, se refiere más bien, a un recuerdo consciente de un evento pasado o situación presente que la persona desea confesar voluntariamente, porque le afecta. Exteriorizar un problema ayuda en el ámbito emocional como vía para liberar cualquier sentimiento, como perdonar o ser perdonado, etc. El salmista experimentó alivio al confesar su pecado, mientras lo encubrió se sentía atrapado en una crisis espiritual y emocional, pero cuando lo confesó su carga fue quitada (Sal. 32:3-5). En un proceso de consejería cristiana, esta sanidad emocional se produce por el consuelo que Dios y su Palabra ministran en el corazón de la persona, a través del perdón que se le brinda al ofensor o por haber sido perdonado (Sal. 32). El simple hecho de exteriorizar sentimientos guardados ante la persona correcta produce alivio al corazón. Este proceso de confesar un evento pasado difícil, es terapéutico en el ámbito emocional y al expresarlo, la persona se libera de su carga emocional, produciendo alivio interno y confianza en el cuidado y protección del Señor. Esto brinda consuelo, que es una de las grandes obras que realiza el Espíritu Santo como consolador (Jn. 14: 16-26, 15: 26, 16: 7). Muchos cristianos luchan encarecidamente por sobreponerse a las batallas emocionales y mentales sufridas en el pasado, las cuales, si bien fueron perdonadas, se lucha contra los malos recuerdos. Para los cristianos que han sufrido problemas emocionales, mentales o diferentes tipos de abusos en su pasado, esta consejería cristiana podría ser provechosa; pero no implica que estén atados a demonios o que no sean libres del pecado. Los métodos de consejería no confligen con la salvación del cristiano y son comprensibles como una forma de ayudar a cristianos en casos especiales; pero no se debe confundir la sanidad emocional con maldiciones generacionales o liberación demoníaca en el cristiano, salvo que haya cedido a la práctica voluntaria del pecado que le despoja de su título de cristiano. El 114 pecado separa de Cristo y quien peca, sin arrepentirse y apartarse del pecado, deja de ser un seguidor de Cristo (cristiano). ____________________________________________________ La terapia emocional no debe confundirse con liberación de fuerzas del mal, ni con liberación de demonios generacionales o residuos de pecado en el cristiano. Salvo que el cristiano practique deliberadamente el pecado85. ____________________________________________________ d. La confesión y la liberación En una crisis, un cristiano puede sentirse atrapado en sí mismo, pero cuando conoce la solución por medio de la palabra de Dios, es libre; no de demonios, sino de su confusión. Jesús afirmó: 31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn. 8:31-32). Permanecer en la Palabra de Dios garantiza libertad al cristiano. Jesús enseñó que quien se sostiene firme en la Verdad, es libre, no puede estar atado a demonios. En muchos casos, es el desconocimiento de la palabra de Dios lo que produce confusión y temores infundados en el cristiano. La confesión voluntaria es como una llave que abre la puerta para que se produzca una catarsis en el interior del ser humano. El simple hecho de escuchar a otras personas les produce consuelo. No se debe tratar de solucionar los problemas solamente con oración o creer que todo es un demonio, sin antes escuchar al asesorado. En una consejería cristiana, un consejo basado en la Biblia puede hacer que la 85 Jesús advertía a sus seguidores acerca del peligro que implicaba continuar viviendo un estilo de vida pecaminosa, después de haber sido libertados del pecado (Jn. 5:14, 8:11). 115 persona encuentre respuesta o salida a su crisis86. La palabra de Dios es viva y eficaz (Hb. 4:12). No se debe confundir la liberación de una carga emocional, con liberación demoníaca en el cristiano. La liberación de emociones, es usar la confesión como vía voluntaria para liberar sentimientos guardados, deshacerse de una idea morbosa o de la lucha contra algo que asecha y afecta la relación con Dios. La mente libra continua batalla contra el pecado, ideas y estructuras tergiversadas que el diablo ha desvirtuado dentro de cada cultura. El cristiano lidia una batalla constante en su ser interior y en sus pensamientos contra tales cosas. Estas se deben vencer por medio de la Palabra de Dios (1 Co. 10:3-6). El bálsamo curativo de la confesión hace que la persona se sienta libre del peso de un pensamiento o pecado que aceche su vida. En algunos casos, bastará confesarlo a Dios en oración (si la persona se separa del mal), pero en la mayoría de los casos, se debe hablar con personas con conocimiento y madurez (pastor o consejero), para un consejo que evite que la situación se repita. La liberación demoníaca es un tema diferente a lo que hemos expuesto anteriormente y tiene que ver con la posesión, no con la salud emocional del alma. La sanidad emocional, no se debe interpretar siempre como un método de liberación de posesión demoníaca o maldición heredada en el cristiano. Es obvio que, si el cristiano peca deliberadamente, sin arrepentirse, puede ser poseído por demonios. La Biblia señala que quien practica el pecado es del diablo (1 Jn. 3:8). Pero este ya no sería un caso de sanidad emocional, sino de liberación demoníaca a causa del pecado. e. El abuso y el perdón El abuso físico o emocional causan heridas internas que, si no se tratan a tiempo, producen dolor permanente. Hay personas capaces de olvidar y perdonar con facilidad, pero otros (incluso 86 Si un consejero no se siente capacitado, será mejor referir a la persona asesorada a una persona capacitada por razones de ley. 116 cristianos) tienen dificultades para sobreponerse al odio y el resentimiento. No perdonan con facilidad a las personas que les causaron heridas emocionales. Dios provee los medios para que personas en esta condición puedan encontrar la comprensión y el amor necesario en sus vidas; y esto, no sólo a través del amor divino, también por medio de seres queridos y consejeros. La persona abusada suele sentirse culpable de lo que le sucedió, aunque haya sido la víctima. De ahí la importancia de perdonar tanto al agresor, como estar en paz con sí mismo. Lo más importante es que el perdón sea brindado, pues es un mandato divino (Mt. 6: 12-14,15). La dinámica en que el perdón se efectúe será de acuerdo a cada circunstancia. Siempre que el perdón sea sincero, no es necesario ni enfrentar a los agresores, eso podría ser imprudente, ocasionando más lesiones a las existentes. A veces se lucha contra recuerdos de un pasado tormentoso o el odio que pueda sentirse contra los abusadores. Quizás el abusado se sienta impotente por creer que no se le hará justicia, pero Dios es justo: 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza (Ro. 12:19b.) Vide., Lv. 19:18; Hb. 10:30. El perdón y la confianza en Dios traen sanidad al corazón y la persona podrá vivir sin estigmas de maldiciones pasadas. No debe confundirse la lucha contra recuerdos pasados, con maldiciones heredadas en el cristiano. No hay maldición para los cristianos. 117 118 Capítulo – 9 – ¿POR QUÉ ENSEÑAR MALDICIONES HEREDADAS? ____________________________________________________ I. PROMESAS DE LIBERACIÓN FINANCIERA a. Buenas intenciones; falsas expectativas La enseñanza de maldiciones heredadas en el cristiano, puede ser motivada por el deseo de sacar adelante a los cristianos de sus desgracias (económicas, físicas, espirituales, etc.), por la vía rápida. Una de esas promesas es que una oración de liberación financiera sacará al cristiano de cualquier crisis económica. Al no encontrar una salida correcta para salir de sus crisis económicas o a falta de conocimiento, pueden ocurrir explicaciones fantásticas, que tristemente pueden ser interpretaciones erradas de la Biblia. Las enseñanzas y herramientas que se le provean al cristiano para hacer frente a los problemas de la vida, deben ser viables a la luz de la Biblia. La fidelidad es el camino bíblico hacia la bendición divina, no una oración por liberación de espíritus ancestrales. b. La ruta hacia la bendición económica Otro eslabón en la cadena de enseñanzas sobre maldiciones es la creencia de que algunos cristianos podrían estar bajo maldición cuando sufren situaciones económicas difíciles. En un mundo materialista como el presente, suena maravillosa la idea de que, al pronunciar una palabra mágica, todas las deudas desaparecerán. Existe en cambio, un camino bíblico hacia la bendición financiera que es real. Algunos autores señalan que los problemas financieros del cristiano, son causados por “maldiciones heredadas”. Esta es una de las siete maldiciones descritas por Derek Prince: “Continua insuficiencia económica”87. Whetstone señala: 87 Prince, Derek. Bendición o Maldición. Ed. Unilit, Miami, 1995. p. 45. 119 “Sus ingresos no están creciendo, y por consiguiente, no pueden pagar todas sus deudas. La acumulación de sus deudas, lo mantiene en un ciclo vicioso de estar pidiendo prestado. La Biblia llama a esto simplemente maldición”88. La bendición económica no solo se obtiene repitiendo una oración para desatar las finanzas y a la vez siendo infieles a Dios. Desde la perspectiva bíblica, la raíz del problema no es culpa de otros (maldiciones heredadas), sino del cristiano mismo y hay que asumir responsabilidades. La respuesta que Dios le dio a Israel, en su ruina económica, no fue que se desataran de demonios, sino que fueran fieles con sus diezmos y ofrendas: 10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde (Mal. 3:10). La única vez que Dios promete en la Biblia que Él mismo reprenderá al devorador por sus hijos, es cuando se es fiel en el cumplimiento de los diezmos y las ofrendas: 11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos (Mal. 3:11). Dios no manda reprender demonios o maldiciones para ser bendecidos económicamente. Él promete echarlos fuera, si hay fidelidad. Satanás no puede invalidar las promesas de Dios. Cuando Satanás quiso tocar a Job, arguyó que no podía a causa del cerco que Dios creó a su alrededor, a causa de su fidelidad: 10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra (Job 1:10). Satanás solo pudo tocar a Job con el permiso de Dios. 88 En su libro, Whetstone ofrece una alternativa correcta de siembra y cosecha. No obstante, estas palabras aluden a una maldición como la causa de la derrota financiera y no a la infidelidad a Dios como muestra la Biblia. Whetstone, Gary V. Como Identificar y Remover Maldiciones. Ed. Whitaker House, USA, 1998. p. 153. 120 ____________________________________________________ La única vez que Dios promete en la Biblia que Él mismo reprenderá al devorador por sus hijos, es cuando se es fiel en el cumplimiento de los diezmos y ofrendas. La bendición financiera no se desata por medio de liberación de maldiciones pasadas, es resultado de la fidelidad a Dios. ____________________________________________________ c. Prosperidad por la vía rápida Una motivación para buscar los problemas en el pasado pecaminoso propio o de los padres puede ser, el deseo de alcanzar prosperidad económica inmediata, o un crecimiento rápido en la membrecía de las iglesias. Algunos maestros enseñan que los fracasos económicos de los cristianos tienen su origen en maldiciones que heredaron de sus padres o les ha lanzado el diablo, por tanto, creen que necesitan ser liberados de demonios que operan la supuesta maldición. Lo que los demonios trataran es impedir que el cristiano sea fiel a Dios en sus diezmos y ofrendas, porque es la vía bíblica para la bendición económica. El siguiente paso bíblico hacia la bendición del cristiano es la paciencia: 6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero (2 Ti. 2:6). La ley de la siembra y la cosecha es un principio del reino de Dios. En toda siembra existe un tiempo de espera para obtener resultados. El Señor ha prometido suplir las necesidades de sus hijos y manda que no se afanen: 25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre 121 celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6:25-26, 31-33). La fe es convicción en la palabra de Dios. El método bíblico para alcanzar las promesas de Dios incluye, fidelidad y paciencia. Dios ha prometido suplir las necesidades de sus hijos (Fil. 4:19), pero es necesaria la paciencia: 10 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo (Stg. 5:10-11). Este hecho fue registrado en la Biblia para brindar consuelo, enseñar fe, y entender la manera de alcanzar las bendiciones divinas (Ro. 15: 4 y 1 Co. 10: 11) y reafirmar que ser cristiano no exime de poder pasar por tiempos difíciles (Jn. 16:33). La paciencia es requerida para alcanzar sus promesas divinas: 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Ti. 6: 8-10). El primer verso se puede parafrasear así: “Teniendo nuestras necesidades suplidas seamos agradecidos”. Aceptar la realidad de las aflicciones que se puedan sufrir en la vida cristiana, no menoscaba la fe. Jesús dijo: 33 En el mundo tendréis aflicción; pero confiad yo he vencido al mundo (S. Jn. 16:33b). Dios ha prometido bendecir a sus hijos, pero advierte no caer en desesperación y afán por las cosas materiales, de manera que afecte la relación con Dios o que provoque apartarse de su amor. 122 ___________________________________________________ La fe no es un puente que se levanta sobre el rio de la crisis, sino un camino que se abre a través de las aguas turbulentas de la vida. ____________________________________________________ d. La avaricia es pecado de idolatría En la carta a los Colosenses, Pablo escribe: 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría (Col. 3:5). (Hb. 13: 5; 1 Ti. 6:10b). La avaricia es un pecado de idolatría porque suplanta a Dios de su lugar por las cosas materiales. Esto hace que el cristiano abandone la esencia de los mandamientos divinos (dejando de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, Mr. 19:19). La carta a los Efesios señala: 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios (Ef. 5:5). El afán material conduce a interesarse más en recibir bendiciones materiales de Dios, que en ser sus adoradores. Dios ha prometido suplir las necesidades del cristiano y no se le puede seguir bajo condiciones (Lc. 9:57-62). Dios quiere bendecir a sus hijos en todo aspecto, pero la Biblia no enseña que el cristiano está exento de que su fe sea probada (Jn. 16:33). Ese tiempo de prueba no es una maldición que haya que romper, si llega, se debe esperar y ser fiel a Dios para alcanzar su bendición89. 89 La bendición de Dios enriquece y no añade tristeza (Pr. 10:22). 123 124 Capítulo – 10 – EL PODER DE LAS PALABRAS ____________________________________________________ I. PALABRAS DE MALDICIÓN a. El poder de la palabra hablada ¿Podría alguien causar efectos de maldición por medio de sus palabras en la vida de un cristiano? ¿Pueden sus propias palabras poner al cristiano bajo maldición? ¿Tiene autoridad el ser humano de maldecir a otros por medio de sus palabras? En este capítulo, se estudiará el poder de la palabra de Dios y el efecto de las palabras maldicientes de los seres humanos en contra de otros o de sí mismo. El conocimiento y la confesión diaria de la palabra de Dios son determinantes para obtener las bendiciones divinas. Jesús dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Lc. 6:45). Esta confesión de las promesas divinas no es un rito monótono repetitivo de la Biblia, que automáticamente cause algún efecto mágico. Si la confesión de la Biblia no deviene en obediencia o viceversa, no tendrá ningún efecto. Las bendiciones de Dios son voluntarias, no impuestas. La Biblia señala que aun los demonios creen en Dios, pero no le obedecen (Stg. 2: 19). Esto es en torno al poder de bendición que tiene la palabra de Dios (la Biblia), pero la palabra humana ¿tiene poder para maldecir? Muchos maestros enseñan, que los cristianos podrían estar bajo maldición, a causa de sus propias palabras negativas o de las que le puedan proferir otras personas con la intención de maldecirles. Frank Hammond, señala: “Las maldiciones se generan por palabras habladas con el deseo de hacer o atraer mal” (Hammond, 1995. 49). Un concepto secular, no bíblico. Otro expresa: “Aún cuando tratas de obedecer a Dios y de aplicar su palabra en tu vida, palabras de tu pasado te están afectando a menos que tú sepas cómo romper su atadura. Estas palabras negativas son realmente maldiciones” 125 (Whetstone, 1998. 13). El mismo asegura que aún el cristiano podría estar bajo maldición sin saberlo: “Aún los cristianos más maduros pueden estar sufriendo bajo una maldición sin darse cuenta de ello” (Whetstone, 1998. 11). Estos conceptos contradicen las enseñanzas bíblicas. El significado de la palabra maldición no define todo su contenido en un solo contexto de la Biblia. En el NT la palabra “ara” (gr.) maldición, sólo aparece una vez para referirse a la Ley (Ro. 3:14), en referencia a Salmos, 10:7. La palabra “maldición”, de acuerdo a sus diferentes usos semánticos, puede significar también: Hacer pequeño, tratar despectivamente, insultar, poner en ridículo, etc. El significado de esta palabra no es estrictamente el de una maldición mágica, como en el contexto griego o el de una maldición divina de la Ley; sino también el de una simple ofensa verbal en otros contextos bíblicos. La maldición como ofensa verbal o conjuro es prohibida en la Biblia. Un cristiano no puede maldecir, ni puede estar bajo maldición por simples palabras. Existen conjuros practicados por brujos sobre las personas, pero las simples palabras no dañan a nadie; ya que son demonios los que obran la maldad, no los brujos por sí mismos. Como sea, estos conjuros no tienen ningún poder sobre los hijos de Dios, aun los brujos saben que no pueden hacerle daño al cristiano. Solamente si el cristiano peca y abre las puertas a los demonios puede ser perjudicado (Mt. 12:43-45). b. El anatema en el Nuevo Testamento En el NT la alusión a la maldición está relacionada con el castigo eterno. Los pecadores vivos están reservados bajo el anatema divino para destrucción cuando sean juzgados por sus obras, al final de todas las cosas, si no se arrepienten en vida: 9 Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio. 17 Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre (2 P. 2:9, 17). Aludiendo a los pecadores, Hebreos señala: 126 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierva provechosa a aquellos por los cuales es labrada recibe bendición de Dios. 8 Pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada” (Hb. 6:7-8). Esta alegoría tomada de la tierra que produce frutos buenos, juntamente con la maleza, es una alusión a los santos y pecadores de entre la tierra (v.1-8). Los buenos frutos reciben la bendición de Dios (santos), pero los abrojos y espinas son quemados en el fuego. Así mismo, en la cosecha final de las almas, unos serán despertados para vida eterna y otros para condenación eterna (Dn. 12:2). Esta cosecha de almas es un concepto muy claro en el libro de Apocalipsis (Ap. 14:14-15). Los versos anteriores confirman que esta maldición está reservada para ser ejecutada en un tiempo futuro; por eso señala que los malos frutos están próximos a ser maldecidos. Porque el juicio de maldición no es ahora, sino que está reservado para el tiempo del fin. Después que Cristo pronuncie los juicios de maldición sobre los pecadores, Satanás y la muerte, etc., no existirá más la maldición (Ap. 22:4). Esta interpretación encaja cabalmente con el uso de anatema, advertida por Pablo a los que no aman al Señor: 22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene (1 Co. 16:22). Ésta es una expresión escatológica que pone bajo el anatema divino a los que no aman a Cristo. El anatema neotestamentario es a causa de rechazar a Cristo, por eso el juicio será ejecutado cuando Cristo juzgue a los pecadores. Esta maldición no puede ser pronunciada antes, porque la Gracia (contrario a la Ley) le da oportunidad de arrepentimiento al pecador mientras vive: 27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Hb. 9: 27). Los pecadores están bajo el anatema divino, prontos a la destrucción, si no se arrepienten: 31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: 127 Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25: 31, 41). Jesús prohíbe maldecir, porque la maldición en la Gracia está reservada para ser pronunciada únicamente por Cristo, cuando regrese en su gloria y juzgue finalmente a los pecadores: 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Ap. 20:13-15). La autoridad de maldecir Dios se la otorgó a Jesús bajo el Nuevo Pacto. Según la Biblia, la proclamación y consumación de esta maldición está reservada para ser utilizado escatológicamente, cuando sea el fin de todas las cosas. La maldición en el Nuevo Pacto no se refiere estrictamente a las consecuencias físicas del pecado, mas bien, es una alusión referida a la condenación eterna (Mt. 25: 31-34, 41). Ésta es la maldición neo testamentaria y sólo Jesús está autorizado a pronunciarla a su debido tiempo. La maldición de la Ley ha sido abolida por Cristo. La Gracia prohíbe maldecir. c. La prohibición apostólica de maldecir Pedro usa a Jesús como ejemplo de bendición. Pedro, señaló que Jesús siendo Dios, no maldijo a nadie, ni aun a sus enemigos cuando éstos lo agraviaron: 23 Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente (1 P. 2: 23). Jesús siendo Dios, no maldijo y prohibió maldecir, significa que nadie puede hacerlo. Tampoco Satanás ni sus demonios pueden maldecir a los cristianos por antojo. Pedro con su autoridad apostólica lo confirma: 9 No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1 P. 3: 9). 128 Pablo prohíbe maldecir Pablo fue conocedor de la Ley y bajo el conocimiento de la Gracia, exhorta a los cristianos a no maldecir a sus enemigos: 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis (Ro. 12:14). Pablo fue perseguido y ultrajado a niveles que pocos cristianos han sufrido. Él pudo tener razones justificadas para maldecir a sus enemigos; pero manda no maldecir a las personas. Pablo es tan consciente del peligro de maldecir al prójimo, que enfatiza que los maldicientes no heredarán el reino de los cielos: 11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis (1 Co. 5:11). 10 Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios (1 Co. 6:10). Santiago exhorta no maldecir Santiago enseñó, que de la boca del creyente, no puede salir bendición y maldición a la vez: 9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así (Stg. 3:9-10). El poder de la palabra hablada puede tener efectos negativos o positivos en quien la recibe y puede crear una mala o buena autoestima, pero no tienen el valor de una maldición mágica o de la Ley. En la brujería se practican algunos conjuros90 proferidos contra personas, pero el efecto malo de los conjuros, no es causado por las simples palabras de las personas que lo envían; ya que Dios no le ha dado esa potestad. Si algo sucede, es porque hay fuerzas diabólicas, que obran detrás de esas palabras y no por el poder propio del brujo. La práctica 90 Conjuro, en la brujería, fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea. 129 espiritista es proscrita en la Biblia.91 Con relación a ese tipo de maldiciones es preciso reafirmar, que no tienen ningún efecto sobre los cristianos que no practican el pecado. Finalmente, en torno a las palabras de maldición, como una ofensa verbal, Jesús dijo: 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas (Mt. 12: 35). Es claro en la Biblia que Dios prohíbe maldecir. Esa es una atribución divina. d. El poder de la palabra escrita (canónica) Si bien las palabras humanas no tienen efecto alguno en la vida del creyente, la Palabra de Dios es poderosa, por ella fueron hechas todas las cosas: 12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hb. 4:12). Vide, 2 P. 3: 5. La palabra de Dios tiene poder para impartir vida o muerte de sí misma (Is. 55:11; Mt. 10:28). Jesús dijo: 47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (Jn. 12: 47-48). La palabra de Dios (La Biblia) en la boca del creyente, tiene poder, si se confiesa adecuadamente y de acuerdo a sus propósitos. La obediencia o desobediencia a la palabra de Dios afecta el destino eterno del ser humano. Jesús dijo: 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mt. 24: 35). La palabra de Dios impartirá vida eterna al que la acepte o muerte eterna al que la rechace, pero el juicio ha sido dado todo a Jesucristo por el Padre. Ningún ser humano debe maldecir a su prójimo. 91 Ver, Levíticos 20:27. 130 ACERCA DE LA PROHIBICIÓN BÍBLICA DE MALDECIR VERBALMENTE: Las palabras tienen efecto (positivo o negativo) en la autoestima de cada persona, pero su efecto es a nivel de la psiquis. Tales palabras no constituyen por sí mismas una maldición en el ámbito espiritual. Cuando los espiritistas lanzan conjuros, no es el poder de sus propias palabras lo que causa mal, son demonios quienes obran detrás de esas palabras. Este poder es limitado y no tiene efecto sobre el cristiano fiel (Lc. 10: 19). Jesús prohibió al cristiano maldecir a su prójimo (Mt. 5: 4344). Pablo confirma la prohibición de maldecir (Ro. 12: 14). Hay cristianos que creen poseer capacidad para maldecir y otros tienen miedo a ser maldecidos; pero tal presunción y temor no tiene fundamento bíblico (Mt. 5: 43-44; 1 Jn. 4: 18). El único temor debe ser a Dios que tiene potestad de condenar (Mt. 10:28). Toda potestad en el cielo y la tierra le ha sido dada a Cristo por el Padre. Jesús es ministro de bendición, no de maldición (Mt. 28:18). El poder de maldecir está remitido Jesucristo durante el juicio final de la humanidad (Mt. 25: 41). No se descarta que un hombre de Dios, pueda bajo la inspiración del Espíritu Santo, advertir una palabra de juicio divino, a una persona o comunidad a causa del pecado. Sin embargo, eso puede ocurrir por inspiración divina y no porque el profeta posea tal virtud de sí mismo (Hch. 11: 27, 28, 21: 10). 131 132 Capítulo – 11 – LAS MALDICIONES HEREDADAS Y LA SOTERIOLOGÍA92 ____________________________________________________ I. LA ESEÑANZA DE MALDICIONES EN LOS CRISTIANOS LACERA LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN a. Una salvación completa Un aspecto relevante acerca de la enseñanza de maldiciones generacionales en el cristiano, es que lacera la doctrina de una salvación perfecta, consumada por medio del sacrificio de Cristo en la cruz (Hb. 10:14; Jn.19: 28-30). Las maldiciones de la Ley eran justos juicios contra los pecadores, no para los fieles, e imputarles maldiciones a los cristianos les ubica en condición de malditos. Nada más aberrante para la fe cristiana. Quienes enseñan maldiciones sobre los cristianos señalan que es obra de Satanás, ni siquiera se refieren a un juicio divino contra los pecadores. Enseñar que el cristiano puede ser afectado por maldiciones ancestrales, contradice la Biblia y crea temores infundados en la vida del cristiano. Jesús dijo: 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn. 16:33). Es inevitable pasar momentos de aflicción, son comunes en la vida de todo ser humano y en la vida cristiana no son una excepción. No obstante, Jesús dijo: 32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn. 8:32). b. Una salvación integral; espíritu, alma, y cuerpo Dentro de la gama de enseñanzas que tratan de imputar maldiciones heredadas sobre los cristianos, hay quienes afirman que “el cuerpo del cristiano puede ser poseído por demonios, Soteriología (gr. “σωτρία”), parte de la teología sistemática que estudia lo relacionado a la salvación. 92 133 pero que su espíritu no”93. Pero la Biblia afirma una santificación integral del alma y el cuerpo94, no bifurcada (espíritu sí; cuerpo no). El apóstol Pablo, en su Carta a los Romanos escribió duramente contra estos conceptos dualistas gnósticos95 de la iglesia primitiva. 93 En el libro “Cerdos en la Sala” el escritor señala que el cristiano no puede ser poseído por demonios en el sentido de que Satanás sea su dueño. Pero, firma que: “Los demonios están en el cuerpo del cristiano tal como cualquier enfermedad y no en su espíritu”. Hammond, Frank y Aida. Cerdos en la sala. Ed. Unilit, Miami, s.f., p.11. Otro afirma: “El cristiano puede poseer demonios, pero NO puede ser poseído por ellos”, básicamente significa lo mismo, posesión. Norman Parish. “¿Puede un cristiano ser poseído por demonios?” Cruzada Misionera Internacional. Guatemala, s.f., pp. 7,9. Cindy Jacobs escribe: “Una de las preguntas que se hacen con mayor frecuencia es si un cristiano puede ser poseído por demonios, o no. Mi respuesta es No. En cambio, sí pueden ser demonizados. El creyente es propiedad de Dios; no obstante, el cristiano se puede hallar bajo la influencia de un demonio; esto es demonizado. Puesto que somos creyentes, el derecho absoluto de nuestro espíritu es de Dios. En cambio, nuestra alma o ámbito emocional, y nuestro cuerpo físico si pueden estar sujetos a la demonización”. Jacobs, Cindy. Libéranos del Mal. Casa Creación, USA, 2001. p. 177. Estas ideas ambiguas, en torno a la demonología, son conceptos muy generalizados en este tipo de literatura y se pueden prestar para confundir o crear temores infundados entre los cristianos. 94 1 Tesalonicenses 5:23 95 El dualismo gnóstico - doctrina herética en la Iglesia primitiva creía en la bifurcación del espíritu (bueno), y el de la carne (mala). Esta errada interpretación, usada hoy por movimientos cristianos modernos, causó grandes problemas en la iglesia primitiva. Muchos cristianos primitivos creían que si la carne era mala, entonces ellos podían pecar, con tal que el espíritu fuera “bueno”, eso no afectaría el alma (Ro. 6:15-19; 1 Co. 6: 12-20). La Biblia por su parte contradice tal concepto y enseña la unidad del espíritu, alma y cuerpo en la santificación del cristiano (1 Ts. 5:23). Ibíd., 9. Cp. George A. Mather. Diccionario de Creencias, Religiones y Sectas y Ocultismo. Ed. Clie. Barcelona, 1993. p. 133. 134 La idea de que la carne es mala y el espíritu es santo provocó que cristianos primitivos cayeran en el error del pecado. Pablo, les exhortó diciendo: 1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Ro. 6:1-2a). Pablo exhortó a los cristianos romanos, a no usar la Gracia, como una excusa para el pecado, promoviéndolo bajo el pretexto de que así la Gracia abundaría. Esta falsa doctrina trataba de ridiculizar la Gracia de Cristo, sosteniendo de forma irónica que, si no había que hacer más obras de la Ley, entonces había que pecar para manifestar más la Gracia. Pablo enfatizó que el alma y el cuerpo del cristiano deben mantenerse igual en santidad: 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional (Ro. 12:1). Pablo reconoció que en la Gracia los sacrificios de la Ley ya no justifican al ser humano y por eso exhorta al cristiano a presentarse él mismo, como un sacrificio vivo a Dios. No en un espíritu estoico; sino en una vida de separación para Dios (santidad). La santidad es del alma y del cuerpo: 23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Ts. 5:23). El cuerpo del cristiano está expuesto a ser afligido por asechanzas diabólicas, pero no a ser poseído por demonios. El apóstol Pablo, enseñó una salvación integral: espíritu, alma y cuerpo. El exhortó a los corintios diciendo: 19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Co. 6:19-20). 135 En la Biblia es evidente que Satanás y sus demonios no pueden habitar en el cristiano fiel, pues es templo del Espíritu Santo. Dios no puede cohabitar con Satanás en el cuerpo de un cristiano, eso es una blasfemia y una ofensa al Espíritu Santo que mora en el creyente (1 Co. 6:19). Satanás tuvo que pedir permiso a Dios para poder tocar el cuerpo de Job con enfermedades (Job, 1:6-12). También pidió permiso a Dios para poder zarandear a Pedro (Lc. 22-31). Estos casos no fueron de posesión demoníaca. Satanás no tiene autoridad ni siquiera de tocar a los hijos de Dios96, salvo por venia divina, según muestra la Biblia como en los casos anteriores. ____________________________________________________ En la Biblia es evidente que ni Satanás, ni sus demonios pueden habitar en el cristiano, pues es templo del Espíritu Santo. Dios no puede cohabitar con Satanás. ____________________________________________________ 96 1 Juan 5:18 136 Capítulo – 12 – EL PECADO COMO HERENCIA ____________________________________________________ I. CONSECUENCIAS DEL PECADO ORIGINAL Es claro en la Biblia que el pecado de Adán transmitió la muerte que afectó a toda la humanidad97. Pero, hay que hacer la justa diferencia entre los efectos del pecado de Adán y el pecado personal98 de cada ser humano. Adán introdujo el pecado y la muerte en el mundo, pero no es culpable de nuestras acciones personales (pecado personal). a. El pecado adámico y el pecado personal Dios no creó seres humanos para que fuesen ínsitamente malditos desde su nacimiento99. Es una realidad ineludible que el conocimiento del bien y del mal develado por el pecado de Adán y Eva, afectó la comunión perfecta del ser humano con Dios y a la vez produjo muerte espiritual. Adán y Eva son responsables de que el pecado y la muerte fueran introducidos en la humanidad, pero no son responsables del pecado personal o de la decisión que cada cual tome ante la nueva realidad que 97 Romanos 5:12 Pecado personal – el pecado que cada individuo comete voluntariamente, a partir de la edad que tiene consciencia para discernir entre el bien y el mal. 99 Para ser responsable del pecado personal, hay que tener conciencia del bien y del mal. Un niño, hasta cierta edad, no discierne la diferencia entre el bien y el mal que ha sido develado por la desobediencia (Gn. 2:17, 3:5). Es imposible que Dios les condene en inocencia. Jesús dijo que de los niños es el reino de los cielos (Mt. 19:13-14). Eso significa que Dios no crea al ser humano como un ser intrínsecamente maldito y tampoco condena voluntariamente al infierno. Aunque el ser humano está inclinado al pecado por su naturaleza pecaminosa, el bien y el mal son una elección individual consciente, la muerte eterna se puede rechazar. 98 137 embarga a la humanidad después de la caída, a saber: La capacidad de conocer y poder decidir individualmente entre el bien y el mal. El pecado de Adán no obliga ínsitamente a alguien a permanecer en pecado, esa es una elección individual. La Biblia señala que cada cual dará cuentas a Dios de sus propias obras (buenas o malas) y recibirá la justa retribución de acuerdo a su elección: 12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra (Ap. 22: 12). La muerte existe en el mundo producto del pecado adámico, pero Dios juzgará a cada ser humano por la decisión personal que tome con relación al bien y el mal develados por el pecado (Ro. 2:12-16), que es una elección individual mientras hay vida física (Hb. 9:27). ____________________________________________________ Por el pecado adámico entró la muerte en el mundo; pero Adán no es culpable de nuestras acciones personales (pecado personal). ____________________________________________________ b. La condenación eterna se puede rechazar Es incuestionable que Adán por medio de su desobediencia le transmitió una naturaleza pecaminosa de muerte a toda la humanidad, pero la segunda muerte100 o condenación eterna se puede rechazar en vida. La condenación eterna de cada ser humano se define a nivel individual y se consuma en vida a través del proceso tentaciónpecado-muerte. Cada individuo es atraído y seducido personalmente de su propia concupiscencia101. 100 La muerte segunda o eterna es la condenación del alma (Ap. 2:11, 20: 6 y 14, 21:8). Aunque la muerte fue introducida por el pecado de Adán en la humanidad, Dios le da oportunidad al ser humano mientras vive de rechazar la muerte y elegir el bien. Por tanto, el solo pecado de Adán no condena eternamente, pues Dios le dio a cada ser humano la capacidad de elegir el destino eterno de su alma mientras vive (Hb. 10:27). 101 Santiago 1:13-15; Marcos 7:21-23 138 El apóstol Santiago, hace notar que la escena de ceder a la tentación del pecado, como le sucedió a la primera pareja, se repite constantemente en cada individuo, poniendo a prueba su voluntad y capacidad de elegir entre el bien y el mal. Esa decisión es la que consuma la vida o muerte eterna de cada persona (Stg. 1: 13-15), no solamente por el pecado original. Se puede cometer el error de usar el pecado de Adán como una excusa para no reconocer lo decisivo que es el pecado personal, en la consumación de la muerte eterna. La muerte alcanzó a todos los seres humanos a causa del pecado de Adán, pero no significa que Adán o los padres sean quienes decidan por simple herencia, el destino eterno (vida o muerte eterna) de cada individuo. A cada persona Dios le dio libre albedrío para rechazar la muerte y elegir el destino eterno de su alma, mientras viva físicamente. ____________________________________________________ Adán le heredó una naturaleza pecaminosa a la humanidad, no la obligación de pecar. El pecado personal es responsabilidad de cada individuo. ____________________________________________________ c. La muerte física es inevitable; la muerte eterna se puede evitar Adán102 introdujo la muerte en la humanidad, pero no es una simple herencia animal que condene automáticamente a la segunda muerte (la eterna), carente de cualidad ética y sin opción a la vida eterna. Tal es el caso de los niños, aunque ya tienen inoculada la herencia pecaminosa, son juzgados hasta que son capaces de discernir entre el bien y el mal103 y puedan elegir conscientemente, entre la vida o la muerte eterna. No 102 Adam (hb.), significa humanidad y en ese sentido, nos referimos tanto al hombre como a la mujer (Adán y Eva). Ver, Génesis 5:2. (Vine, 1999, 144). 103 Aun Jesús en su humanidad debió alcanzar el grado de madurez a cierta edad de su niñez para discernir o hacer diferencia entre el bien y el mal (Is. 7:15-16). 139 son condenados a la muerte eterna por una simple herencia pecaminosa heredada de Adán, ni de sus padres inmediatos. El Señor dijo que de los niños es el reino de Dios (Mt. 19:14). Después de la caída, la voluntad de Dios es que la humanidad sea sabia, elija el bien y rechace el mal. Pero, el ser humano se inclina al mal por decisión propia (Sal. 53: 2-3), no solo por culpa del pecado de Adán: 2 Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. 3 Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Sal. 14:2-3). Dios se dolió por el pecado que reinaba en la tierra en tiempos de Noé, después de la caída. Ese sentimiento de dolor y arrepentimiento divino104, explica que el interés de Dios es que la humanidad viva delante de Él. En ese período (antes de la Ley), Dios no condenó a las generaciones posteriores a Adán, sin causa o solo por el pecado de Adán; sino porque continuaron pecando, sin renunciar a su pecado personal que consuma la muerte eterna. ____________________________________________________ El pecado original rompió la comunión del ser humano con Dios; pero no le quitó la capacidad de decidir el futuro eterno de su alma (libre albedrío). El ser humano puede renunciar a la muerte eterna, mientras vive físicamente. ____________________________________________________ 104 Sentimiento de dolor y arrepentimiento, antropomorfismo que el escritor usa para expresar el desagrado de Dios ante la persistente desobediencia humana. 140 II. EL PECADO DURANTE LA LEY a. La Ley y las herencias El propósito de la Ley era dar vida a una humanidad caída y solucionar el estado pecaminoso del mundo posterior a Adán. Pablo explica: 13 Pues antes de la Ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado (Ro. 5:13). Con la introducción de la Ley se esperaba un cambio en la condición espiritual de la humanidad. La Ley estaba destinada a ofrecer vida, a todo el que la cumpliera; con advertencia de muerte a los desobedientes. Pero, la Ley que fue dada para dar vida, hizo resaltar el pecado existente a causa de la maldad del ser humano; fue como una luz que alumbra y exhibe lo que antes no se podía ver a causa de la oscuridad. La Ley creó conciencia y conocimiento del pecado por lo prescrito en el Pacto. La Ley pretendía dar solución al pecado, pero el ser humano siguió pecando y no pudo cumplirla. Eso provocó que el pecado fuera más evidente y ahora con conocimiento de la Ley: 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir (Ro. 5:14). Al señalar que la muerte reinó “desde Adán hasta Moisés”, sugiere que la Ley pretendía terminar con la muerte introducida por Adán. El problema fue que el ser humano no cumplió la Ley, porque estaba entregado al mal (Ro. 7:5) y aún con el conocimiento de la Ley continuaba muriendo por su desobediencia. La Ley que tenía el objetivo de impartir vida, paradójicamente resultó en muerte a causa de la maldad y la desobediencia del ser humano. Esto provocó que la humanidad entera quedara bajo la maldición advertida a los desobedientes en la Ley (Dt. 28:15-68). Lo que falló con esta solución no fue la Ley, ni Dios, sino la incapacidad del ser humano de ajustarse a la voluntad divina (Ro. 7:14; 8:3). La gracia de Cristo sería la oportunidad, que Dios le daría a la humanidad para acabar con el pecado y la muerte. 141 III. BENEFICIOS DE LA GRACIA DE CRISTO a. Los beneficios de la Gracia de Cristo La Biblia señala que la Gracia (salvación gratuita por medio de Cristo) libra completamente al ser humano de la muerte inoculada por el aguijón del pecado (1 Co. 15:56) y de toda maldición de la Ley: 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gá. 3: 13). Este verso constituye una de las pruebas más irrefutables con relación a que el cristiano está libre de maldición por medio del sacrificio de Cristo. El cristiano puede gozar de completa libertad, sin temor a maldiciones infundadas. Lo que la Biblia advierte, es que no se debe usar la libertad cristiana como excusa para pecar (Gá. 5:13). Pablo señala que los que trataron de agradar a Dios por medio de la Ley, quedaron bajo maldición (Gá. 3:10), a causa de su debilidad para cumplir las demandas divinas (Ro. 8:3). Jesús con su Gracia salvadora, cargó en su cuerpo la maldición de la Ley y de la muerte (Gá. 3:13, 21-23). Morir colgado era una maldición de acuerdo a la Ley (Dt. 21:22-23). Cristo cargó con la maldición de la Ley que le correspondía al ser humano. Sólo se debe aceptar su Gracia (Gá. 3:8) para obtener los beneficios de la Salvación. Si Dios ha librado al mundo entero de las maldiciones ¿Cómo puede un cristiano que ha aceptado la Gracia de Cristo estar bajo maldición?105 No es posible. Salvo que retorne a la práctica del pecado y no se arrepienta. En todas las etapas de la existencia humana, el destino eterno del ser humano ha sido una elección de cada individuo y no una condena heredada e injusta. No se debe culpar a Dios, 105 Jesús libertó a la humanidad de la maldición del pecado y se hace patente y efectiva en aquellos que aceptan la Gracia y voluntariamente rechazan el pecado. El cristiano la ha aceptado; por tanto, es libre de toda maldición. 142 Adán o los padres por la condenación eterna de cada individuo, obviando lo decisivo que es el pecado personal en el destino eterno del alma. En los tres diferentes períodos (Adán, Ley y Gracia) el bien y el mal son una elección de cada individuo, no una imposición divina. Cada ser humano elige en vida el destino eterno de su alma. ____________________________________________________ Si Dios ha librado al mundo entero de las maldiciones: ¿Cómo puede un cristiano que ha aceptado la Gracia de Cristo estar bajo maldición? ____________________________________________________ b. La muerte vicaria de Cristo redime del pecado y de la maldición de la Ley El pecado adámico transmitió la muerte a la humanidad: 12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Ro. 5:12). Pero la muerte fue vencida por Cristo en la cruz (Hb. 2:1; 1 Co. 15:21) y la vida eterna está disponible para toda la humanidad por medio de Cristo. El pecado adámico introdujo el aguijón de la muerte en la humanidad, no una maldición de la Ley. Las maldiciones de la Ley son consecuencias advertidas a los desobedientes del pacto, no deben relacionarse con herencias pecaminosas heredadas de Adán o de los padres sobre los hijos o el cristiano. Aunque estén relacionadas por causa y efecto. Pablo explica: 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así que, como por la transgresión de uno 143 vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. 20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Ro. 5:1415, 17:21). En estos versos se presenta la muerte como la consecuencia del pecado adámico, y su evidente solución por medio del postrer Adán (Cristo). Si Cristo venció la muerte y con ella absolvió de la culpa del pecado que estigmatizaba a toda la humanidad, los cristianos habiéndose apoderado de esa liberación no pueden estar bajo maldición, pues sería nulo el sacrificio de Cristo. A menos que el cristiano peque deliberadamente, esto repercutirá en muerte, pero a causa de su propio pecado, no porque los haya heredado de sus padres o por causa de Adán. El pecado tiene consecuencias en los que lo practican. El mundo entero está bajo sus efectos por su inclinación continua al pecado. Pero quien recibe a Jesús como salvador, aunque haya recibido las consecuencias físicas del pecado, no está más bajo maldición. La promesa hecha a Abraham señala que Dios bendeciría a todas las naciones (Gn. 12:3), por medio de la Gracia Cristo (Gá. 3: 8-14), y esta bendición es efectiva a todo el que se rinde a Él. 144 APÉNDICE RESUMEN GENERAL DE LAS MALDICIONES EN EL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO El AT y las consecuencias por desobediencia a la Ley Las consecuencias por desobediencia a la Ley, tienen su aplicación inmediata en el marco del AT (Dt. 30:19 b). La Gracia brinda oportunidad de arrepentimiento. Dios dijo que visitaría la maldad de los desobedientes de la Ley. Solo Dios sabía de qué manera lo haría, el pueblo de Israel no estaba autorizado a ejecutar por su propio juicio la visita generacional sobre los desobedientes (Éx. 20:5). Dios no ordenó condenar al prójimo por el pecado de su padre; Israel tomó tal atribución (Dt. 24:16). Dios mandó borrar la idea de la maldición heredada. Los israelitas habían creado un estigma despreciable e injusto sobre su prójimo convirtiéndose ellos en jueces no autorizados por Dios (Ez. 18:2-4). Dios establece en la Ley que ni la bendición, ni la maldición se heredan, son una elección. Cada cual dará cuenta por su vida (Ez. 18:1-32, 33:10-20). En el AT, la maldición era consecuencia de hacer el mal, por desobediencia a lo estipulado por la Ley (Dt. 30:19b). No era impuesta por un capricho divino. 145 El Nuevo Testamento y la Ley Según la visita generacional que menciona el AT, esta se aplicaba a los desobedientes, no a los obedientes. Lo mismo sucede en la Gracia: 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero (Gá. 3:13). Contrario a la Ley del Talión (ojo por ojo...) AT, en el NT Jesús prohibió maldecir: 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen (Mt. 5:44). Jesús prohibió proferir maldiciones a sus discípulos, aún sobre los pecadores dentro de la Gracia. Pablo confirma estas palabras: 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis (Ro. 12:14). La salvación cristiana se da a través de un sacrificio perfecto. La liberación del pecado y la salvación del alma, es un acto consumado por Cristo en la cruz. La Biblia señala: 32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn. 8: 32). En el Nuevo Pacto de Cristo, no existe maldición de la Ley para los hijos de Dios. Cristo es el cumplimiento de la promesa de bendición hecha a Abraham: 6 En tu Simiente serán benditas todas las naciones de la tierra (Hch. 3:25). La Simiente es Cristo (Gá. 3:16). 146 CONCLUSIÓN Cristianos libres de la maldición En el contexto bíblico es evidente que Dios, no es un Dios de maldición. El AT resume que las maldiciones de la Ley eran consecuencia directa del pecado que cometía cada persona. La Ley señala claramente, que cada ser humano es responsable delante de Dios, por sus propios actos. Dios no condena a ningún ser humano voluntariamente y menos condenaría a los hijos por el pecado de sus padres. Las maldiciones prescritas en la Ley, no deben confundirse con supuestas maldiciones heredadas de los padres en el cristiano. Tampoco se deben confundir las consecuencias del pecado adámico, sobre la humanidad, con maldiciones de los padres sobre los cristianos. El pecado adámico, indudablemente sigue cobrando efecto en el mundo entero, pero los cristianos han sido redimidos del pecado por medio de Jesucristo. Desde una perspectiva bíblica, los cristianos fieles no pueden estar bajo maldiciones del pecado adámico, la Ley o sus padres. ¿A quién atribuir la supuesta maldición? Dios habló a Israel que castigaría la maldad de quienes abandonaran su pacto y siguieran las costumbres paganas de Canaán, rindiendo culto a sus ídolos (Éx. 20-5). Si este juicio fue advertido por Dios a los desobedientes de la Ley, no se le debiera atribuir un origen satánico. Aunque Dios permitiera que el mismo Satanás ejecutara ese juicio106 fue ordenado por un Dios justo, no por antojo de Satanás. La visita generacional de Éxodo 20: 5, no es una maldición satánica, es un juicio divino advertido a los desobedientes con la intención obvia de que no se apartaran de Dios y se mantuvieran en la bendición del pacto. Las enseñanzas de maldiciones sobre el cristiano, atribuyen erradamente a Satanás este juicio de Dios. 106 En un caso bíblico Dios le permitió a un demonio que ejecutara sus juicios (1 R. 22: 19:23). 147 El pueblo perece por falta de conocimiento La enseñanza de supuestas maldiciones sobre los cristianos, es provocada por errores de interpretación bíblica, que ya existía en Israel. Aunque los dos escenarios (Israel-Iglesia) son diferentes, el problema es el mismo. Israel buscaba excusarse en supuestas maldiciones de sus padres para no reconocer su pecado personal. Algunos maestros cristianos adoptan estas falsas alternativas en la Iglesia por su impotencia de ser efectivos en su misión de enfrentar la realidad del pecado a la luz de la Biblia. Aunque estos conceptos se originan por desconocimiento en la interpretación de la Biblia, en ambos contextos, los efectos negativos que producen en los hijos de Dios son igualmente nocivos. El ejemplo de Israel El cristianismo debe tener claro el concepto de maldición, para no caer en los errores que otrora cometió el pueblo de Israel, atribuyéndoles maldición a sus propios hermanos. El pueblo judío estaba acostumbrado a condenar, con su propia interpretación de la Ley; pero la transición de Ley a Gracia les invitaba a perdonar. Este perdón no era fácil de asimilar para un pueblo interesado más en su legalismo religioso, que en la misma voz de Dios. El pueblo judío se había acostumbrado a dar muerte al pecador, sin mostrar compasión por su prójimo. Enajenados en un vicio de destrucción, su mentalidad había sido afectada por un entorno cultural lleno de violencia que se resistía a abrazar y a perdonar a sus hermanos, rechazando el trato amoroso ofrecido por Dios. La iglesia y su entorno cultural La iglesia está rodeada de un mundo violento y bajo esas influencias, se puede predicar un evangelio de miedo, más que de libertad. Es posible que la impotencia al enfrentar la realidad de los problemas sociales y la falta de poder de la iglesia para brindar respuestas, esté llevando a la búsqueda de los problemas en el pasado, como una vía de escape para librarse de manera fácil del estigma del pecado que agobia al mundo. 148 ¿Quiénes son los predicadores hoy día? ¿No es de esta misma generación marcada por la violencia de donde salen nuestros predicadores? Vivimos en una sociedad con una mentalidad de fantasmas míticos que pululan en la mente, inoculados por los gérmenes de la televisión violenta, llena de héroes de maldad y espíritus diabólicos plasmados en los dibujos animados. ¿Nos habremos convertido en predicadores de lo esotérico? En vez de predicar un evangelio sencillo que resuelva los problemas del individuo y por ende los de la sociedad aquí y ahora. Quizás debamos cuestionarnos, si estamos predicando un evangelio de temor y no de libertad. La Biblia señala: 32 “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8: 32). Este tipo de predicación, produce temor en la gente, minimiza el sacrificio de Cristo en la cruz y envía a un pasado incierto a buscar la solución del problema. Esa es la oferta que le está haciendo el cristiano postmoderno a un mundo que agoniza y muere en su pecado. La iglesia está influenciada por pseudo valores de la sociedad actual y esa era la realidad de Israel en sus días. ¿Por qué promover el temor entre los cristianos? En vez de confesar la victoria de Cristo en la cruz y el poder que ha sido delegado a los cristianos sobre toda fuerza del mal. La idea de una maldición heredada en los cristianos no procede del corazón amoroso y justo de Dios, sino del corazón malo de los hombres; por eso, Dios prohibió enérgicamente mencionar maldiciones sobre su pueblo. Los cristianos de la era posmoderna Vivimos en medio de una generación de cristianos marcados por pseudo-valores sociales que el secularismo posmoderno infiltra en nuestra educación cristiana. Una generación cristiana devaluada se puede prestar para que se llame cristianos a quienes en verdad no son en la práctica. Este estilo de cristianismo puede abrir las puertas al pecado, siendo susceptibles a todo tipo de ataque del enemigo y podrían ser vulnerables a las fuerzas del mal a causa de su propio pecado e hipocresía. Pero esos estereotipos no son representativos del 149 verdadero cristianismo fiel y abnegado a la obediencia de Dios y a su Palabra. Fundados en tales casos, nadie puede generalizar la falsa idea de que un cristiano podría estar bajo “maldición” o “posesión demoníaca”, tomando como ejemplo a quienes proclaman ser, lo que en verdad, no son. ¿A quién se debe temer? El respeto y la honra más grande que los cristianos deben mostrar, es a Dios y a su Palabra eterna: 4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5 Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed (Lc. 12:4-5). Los temores infundados no caben en el cristiano: 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor (1 Jn. 4:18). El único temor reverente se le debe a Dios y a su Palabra: 2 Pero miraré a aquél que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra (Is. 62: 2b). Hay advertencias severas de condenación para los que adulteran la Biblia (Antiguo Testamento): 2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno (Dt. 4: 2). 26 Maldito el que no confirmare las palabras de esta Ley para hacerlas (Dt. 27: 26a). Nuevo Testamento: 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (Jn. 12:48). 18 Yo testifico a todo aquél que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (Ap. 22:18-19). Dios juzgará al mundo por medio de su santa Palabra. Hay que honrarla y obedecerla, sin alterar ni quitar a su fiel contenido. 150 BIBLIOGRAFÍA I. BIBLIOGRAFÍA GENERAL Material de Antiguo Testamento: Comentario al Antiguo Testamento. (La casa de la Biblia, Madrid, 1997). Douma, J. Los diez mandamientos. (Libros Desafío, USA, 2000). Exeler, Adolf. Los diez mandamientos. (Santander, Ed. Sal Térrea, 1983). Fisher, Georg. Guía Espiritual del AT. El libro de Jeremías. (Barcelona, Ed. Herder, 1997). Monloubou, L. Un sacerdote se vuelve profeta, Ezequiel. (Madrid, Ed. Fax, 1972). Noth, Martín. Estudios sobre el AT. (Salamanca, Ed. Sígueme, 1985). Schmidt, Werner H. Introducción al A T. (Salamanca, Ed. Sígueme, 1983). Truman, Cliff. Génesis. (Barcelona, CLIE, 1996). Thompson, J. A. Jeremías. (Grand Rapids, Buenos Aires: Nueva Creación, 1992). Von Rad, Gerhard. El libro del Génesis. (Salamanca, Ed. Sígueme, 1982). Material del Nuevo Testamento: Blank, Rodolfo H. Juan. (St. Louis, MO. Ed. Concordia, 1999). Comentario Bíblico Mundo Hispano. 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LA SABIDURIA DIVINA LOS PRIMEROS PASOS VIDA CRISTIANA – Reflexiones TESOROS DE LA BIBLIA DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS (búsquelos escritos y en audio en internet). 156