Creación, pasión, ventura. Treint y tres años de la UNEAC Por Minervino Ochoa Treinta y tres años atrás surgió en Holguín la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). El 23 de diciembre de 1987 quedó conformada, veintisiete años después de que se integrara en La Habana. A diferencia de 1961, cuando surgió la organización matriz, los ecos de Girón eran ya orgullosa herencia para tal fecha y el país vivía momentos pródigos. No obstante, hubo una selección, tan justa e inclusiva como las virtudes y desaciertos de los seres humanos que la hicieron. La primera candidatura de membresía apenas sobrepasaba los treinta artistas, a pesar de la larga tradicón cultural holguinera y del engrosamiento de la vanguardia cultural en el teritorio a partir de 1959,. ¿Requisitos?, sistematicidad y calidad creativas que situaran la obra del candidato por encima de la media social y total identificación con los principios del proceso dentro del que surgía. Tales estipulaciones se podían mencionar en orden inverso si se atendiera a jerarquías políticas. Los criterios de selección fueron algo más que rigurosos. Se aplicaron duros, inflexibles. ¿Podía ser de otra manera cuando se trataba de una actividad tan polémica como la creación artística y literaria en si misma? Una brega donde las materias primas son las ideas y concepciones de forma constante. Era algo así como un vaticinio: tanto en 1961 como en 1987 la Unión no se formaba para nada fácil. Solo el trabajo, la actitud a través del tiempo y la reflexión decidirían los venideros ingresos. Hubo que aprender de la vida. La relación cultura-sociedad ha sido primordial a lo largo de tres décadas. La Unión no surgió para vivir enclaustrada dentro de los muros de su sede. Las coordinaciones con otras instituciones le permitieron utilizar sus locales para brindar el producto cultural de sus miembros a los holguineros porque careció de una casa por unos cuatro años. El inmueble apareció después. Ardua labor fue convertirlo en un hogar para que las presentaciones de sus artistas se disfrutaran y criticaran por el público holguinero, ¿por qué no?, ocurre todavía hoy. Hay espacio para diversos nichos de público, con periodicidades disímiles, pero también hay quienes no están satisfechos. Los proyectos que van a las comunidades para acercar la actividad cultural al hombre mismo han acumulado lauros, mas distan bastante de complacer a realizadores y destinatarios. Como parte de la labor de conformar un público conocedor y forjar nuevas generaciones de artistas, sus miembros componen los claustros de varias instituciones dedicacdas a la enseñanza en el sector. También allí comparten el gozo y la contrariedad. Sus miembros se aventuran, además, en otros ámbitos, con venturas y desventuras. Hay carencias inolvidables. La Unión capeó como pudo ese momento de urgencia económica conocido por periodo especial. Quizás lo haya sufrido como nadie, porque la urgencia vivencial propició una producción cultural apegada al mercado que, aunque duela reconocerlo, distorsionó ciertos códigos de legitimidad artística. Bajo la mirada de administrativos y críticos del arte, hubo producciones con signos pobres, casi esquemáticos, alusiones con visos racistas, sexistas, regionalistas y hasta pornográficos. Fueron la manera más fácil de “complacer” que encontradas cuando el talento estuvo ausente. Es posible agregar la informalidad, el esquematismo, la insensibilidad y hasta el despreciable mal del dogmatismo. Tales yerros han trazado una ruta, ¿no la ha percibido usted a diario en los medios y en la vida toda? Hay rechazo a tales actitudes, llamados a producir arte genuino y comprometido. Es dudoso que usted, amigo lector, se reconozca en el olvido, en la disolución de los cánones que lo identifican para sustituirlos por las claves globalizantes, en la renuncia a la responsabilidad con la colectividad que usted compone y donde surgió la organización. No todo ha sido malo, pero tampoco ha sido tan bueno como se deseaba. Por suerte, el vínculo íntimo con la población refuerza, en la Unión, el talento y el sentido de pertenencia. Al menos, hay ciertos motivos para plantarse ante la desventura por tres décadas más. ¿Acompañaría usted a los miembros de la Unión en ese empeño?