FRIEDRICH NIETZSCHE

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FRIEDRICH NIETZSCHE
INTRODUCCIÓN
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Friedrich Nietzsche fue un filósofo alemán nacido
en Röcken, cerca de Leipzig, en 1844. Gran
aficionado a la música –fue amigo de Wagner-,
estudió filología clásica en Bonn y en Leipzig. Ya
catedrático en Basilea, comenzó a escribir su obra
filosófica. A partir de los 35 años, retirado por una
enfermedad, llevó una vida errante por varios países.
En 1889 sufrió un colapso en Turín y fue internado
en una clínica psiquiátrica. Murió en 1900.
Obras: El nacimiento de la tragedia, La gaya
ciencia, Así habló Zaratustra, Genealogía de la
moral, El anticristo, Crepúsculo de los ídolos.
Proyecto filosófico: su filosofía es una crítica
apasionada de la civilización occidental enferma y un
optimista mensaje para el porvenir. Alterna aspectos
críticos y proféticos.
Influencias: el pesimismo vitalista de
Schopenhauer. Fue muy crítico con los grandes
filósofos occidentales, sobre todo Platón y Kant. Su
obra ha tenido una gran repercusión en el arte y la
cultura del siglo XX, así como en la filosofía
postmoderna.
LA REALIDAD
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La primera interpretación que presenta Nietzsche de la realidad la da en su
obra El nacimiento de la tragedia. En ella contrapone dos elementos del
espíritu griego: lo dionisíaco y lo apolíneo.
Lo dionisíaco expresa todos los aspectos de la realidad relacionados con lo
irracional, la noche, la embriaguez, la unidad primordial, el dolor cósmico, la
música y la danza.
Lo apolíneo expresa la racionalidad, el día, la sobriedad, el principio de
individuación, la alegría, la palabra.
En la tragedia griega lo fundamental es el coro dionisíaco, mediante el cual
el espectador rompe los lazos con su propia individualidad, se funde con los
demás hombres y descubre la unidad suprema de todas las cosas. Se consigue
así un cierto “consuelo metafísico”.
Con la decadencia de la tragedia, va tomando fuerza el espíritu socrático,
que para Nietzsche es la antítesis de Dioniso. Con Sócrates triunfa el hombre
teórico frente al hombre trágico y se generaliza en la filosofía un falso
optimismo, asociado con la ciencia.
Nietzsche establece una lucha entre la concepción teórica y la concepción
trágica de la realidad. En su época, gracias a la filosofía y a la música alemana
(Schopenhauer y Wagner) vuelve a triunfar lo trágico dionisíaco, posición que
Nietzsche defenderá en todas sus obras posteriores.
LA REALIDAD (II)
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En Así habló Zaratustra aparece el
mensaje central de la filosofía
nietzscheana. Dionisio es sustituido por
Zaratustra (fundador de la religión
mazdeista) para eliminar todo consuelo
metafísico. Elige la figura de Zaratustra
por ser, según Nietzsche, el creador de la
moral, y por tanto, el más indicado para
superarla.
En su afirmación de la vida y de la
voluntad de vivir, en su decir “sí” al
mundo, Zaratustra representa lo mismo
que Dioniso, pero despojado de la
metafísica de Schopenhauer. Sus grandes
enemigos son Sócrates, Platón y la
civilización cristiana. La lucha la resume
en “Dioniso contra Sócrates”,
“Zaratustra contra el crucificado”.
LA REALIDAD (III):
LA VOLUNTAD DE PODER
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Para Nietzsche, el mundo, el hombre y la vida son voluntad de poder.
Esta voluntad no hay que entenderla en sentido psicológico, ni se trata de
una voluntad pasiva -de obedecer-, o una voluntad de verdad -del filósofo
teórico-, ni una voluntad de placer. Ni siquiera es una voluntad de vida.
Lo cierto es lo contrario: la vida es voluntad de poder. Es la voluntad de
ser más, de vivir más, de superarse y de mostrar una fuerza siempre
creciente. Es voluntad de crear. Zaratustra afirma la necesidad de
superarse constantemente a sí mismo.
Más que una facultad humana, la voluntad de poder es todo el conjunto
de fuerzas y pulsiones que apuntan hacia el poder. Pero esta fuerza no
puede ser definida sólo en términos “biologistas”, ni desde
interpretaciones políticas o racistas.
La voluntad de poder es fundamentalmente voluntad creadora de
valores nuevos y aniquiladora de los valores tradicionales.
LA REALIDAD (IV):
EL ETERNO RETORNO
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Con el concepto de voluntad de poder Nietzsche intenta refutar la
concepción lineal y teleológica del universo. Frente a ella, ofrece su tesis del
eterno retorno, de un universo que tiene un carácter circular y repetitivo.
“Si el universo tuviese una finalidad, ésta debería haberse alcanzado ya. Y si existiese para
él un estado final, también debería haberse alcanzado”. Esto significa que no hay más
mundo que éste, y niega cualquier “trasmundo” platónico o cristiano. Éste es
nuestro único mundo, que se repite infinitas veces. La consigna es
permanece fieles a este mundo terrenal, “fieles a la tierra”.
Aparte del anterior sentido cosmológico, la noción de “eterno retorno”
tiene también un sentido axiológico o moral: expresa el supremo valor de
fidelidad a la tierra, del sí a la vida y al mundo surgido de la voluntad de
poder. Nietzsche cree que todo es bueno y justificable desde algún punto de
vista, porque todo volverá a repetirse.
La imagen de un mundo que gira sobre sí mismo pero que no avanza, es la
imagen de un juego cósmico, de una aceptación y bendición de la existencia.
La expresión “eterno retorno” expresa el deseo de que todo sea eterno, el
amor al destino: no querer que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el
futuro ni por toda la eternidad.
LA REALIDAD (V):
EL ETERNO RETORNO
LA POLÍTICA
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La crítica de la civilización occidental es
la “parte negativa” de la filosofía de
Nietzsche. El método empleado en esta
crítica es el análisis psicológico para
denunciar los “instintos” decadentes. El
diagnóstico es que la civilización occidental
es nihilista, expresa una voluntad de nada,
el odio y temor a la vida, y se dirige a su
propia destrucción. El enemigo es toda la
cultura occidental (ciencia, arte, filosofía,
moral, ideologías políticas,
nacionalismo…), que se resume en el
cristianismo, que concentra todo lo malo,
decadente y negativo de occidente.
La “Gran política” de Nietzsche va a
consistir en denunciar este estado de
decadencia y en proponer una nueva forma
de vida, basada en la fidelidad a la tierra y
en la aceptación de la voluntad de poder,
que culmina en su tesis sobre el
superhombre.
LA POLÍTICA (II)
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La llegada del nihilismo será el rasgo más destacado de los dos próximos
siglos (XX y XXi). Este nihilismo tiene un doble sentido, según su aceptación
o no de la voluntad de poder:
 Nihilismo pasivo: es la decadencia y el retroceso del poder del espíritu.
Surge cuando la voluntad de poder disminuye o se agota. En este sentido,
todos los valores de la cultura occidental son falsos valores, son la
negación de la vida y proceden de una voluntad de la nada. Cuando estos
valores se derrumban aparece este nihilismo. Los valores supuestamente
supremos pierden validez. Todo pasa a ser falso, se pierde el sentido de la
existencia, la meta u objetivo de la vida.
 Nihilismo activo: es una potencia violenta de destrucción, que procede
de un poder creciente del espíritu, ante el cual los valores vigentes no valen
nada. Es activo, porque los falsos valores no se derrumban por sí solos,
sino que son destruidos por la voluntad de poder. Es la condición para que
esta misma voluntad de poder cree valores nuevos, que manifiesten el sí a
la vida. Toda la crítica de Nietzsche a la civilización occidental es
manifestación de este nihilismo activo que intenta anticiparse al nihilismo
pasivo y crear una civilización nueva antes de que se derrumbe
definitivamente la antigua.
LA ÉTICA
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En la Genealogía de la moral, Nietzsche emprende la crítica de la moral
vigente a partir del estudio del origen de los prejuicios morales. Emplea un
método genealógico, investigando la etimología y evolución histórica de los
conceptos morales.
En todas las lenguas, “bueno” significó primitivamente “lo noble y
aristocrático”, contrapuesto a “malo”, entendido como sinónimo de “simple,
vulgar, plebeyo”. Pero más tarde surge otra contraposición: “bueno” frente a
“malvado”, que ya tiene sentido moral y desplaza a la anterior. Esto se
produce porque los bajos, los plebeyos, se rebelan, se llaman a sí mismos
“buenos” y llaman a los nobles “malvados”. Esta trasmutación, según
Nietzsche, fue realizada por los judíos y continuada por los cristianos.
La moral surge, pues, como resultado de la rebelión de los esclavos, y es
producto de una actitud reactiva, del resentimiento. Este resentimiento creó
los valores morales de occidente y es el responsable de la aparición de una
civilización enemiga de la vida y de un hombre mediocre. Es, en definitiva,
causante del nihilismo de Occidente.
Sin embargo, Nietzsche espera que llegue un día en que se pueda vivir “más
allá del bien y del mal”, un día en que se haya recobrado la primitiva
inocencia y aparezca el superhombre anunciado por Zaratustra.
LA ÉTICA (II)
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De gran importancia es también la
idea nietzscheana de “inversión de
los valores”. Es otra manera de
afirmar todo lo relacionado con el
mundo de la vida. La humanidad
ha valorado hasta ahora todo lo
que se opone a la vida, y la moral
vigente corresponde a un espíritu
enfermo y decadente.
El objetivo ético es invertir los
valores, valorar y afirmar de nuevo
la vida. Es la “transvaloración de
todos los valores”. Y porque busca
este cambio respecto a los valores y
la moral tradicional, Nietzsche se
llama a sí mismo “inmoralista”.
Trata de recuperar la inocencia
primitiva y de estar más allá del
bien y del mal en sentido
tradicional.
EL CONOCIMIENTO
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Para Nietzsche, la filosofía occidental, desde Sócrates y Platón, está
corrompida porque: 1) Sócrates hizo triunfar a la razón contra la vida, a
Apolo contra Dioniso; 2) Platón creó otro mundo, el de las Ideas,
desvalorizando el mundo real. Detrás del “idealismo” de Sócrates y Platón –y
de toda la metafísica occidental- se oculta el espíritu de decadencia, el odio a
la vida y al mundo.
En toda su crítica de la filosofía occidental Nietzsche excluye sólo a Heráclito.
Considera los conceptos metafísicos engaños gramaticales o del
lenguaje. El concepto de “ser” es una ficción vacía, así como los conceptos de
“yo”, “cosa en sí”, “sustancia”, “causa”, etc. Todos estos conceptos surgen de
un desprecio del valor de los sentidos y por una sobreestimación de la razón.
Nietzsche propone aceptar el testimonio de los sentidos: lo real es el devenir,
el fenómeno, la apariencia.
El principal error de la metafísica fue admitir un “mundo verdadero”
en oposición a un “mundo aparente”, cuando sólo el último es real. La
historia de la filosofía, por tanto, debería ser entendida como una historia de
la liberación del fantasma del “mundo verdadero”.
EL CONOCIMIENTO (II)
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Nietzsche arremete igualmente contra el concepto de “verdad”. Su
pensamiento es un fenomenismo –el fenómeno o la apariencia es
todo lo que hay-. Pero tampoco admite una “verdad en sí” al estilo
kantiano. Una verdad es tal por su valor pragmático -pragmatismo-.
La voluntad de verdad” no es sino “voluntad de poder”. Sólo es
verdad lo que aumenta el poder, lo que sirve a la vida.
Frente al dogmatismo metafísico, Nietzsche defiende un
perspectivismo: “no hay hechos, sólo interpretaciones”; “no hay
cosas en sí, sino perspectivas”. Y la perspectiva es una valoración
hecha por la voluntad de poder.
Aparte de la crítica a la filosofía, Nietzsche critica a la religión, sobre
todo al cristianismo, que es “platonismo para el pueblo” y merece las
mismas críticas que dirige a Platón y a la ciencia, entendida en su
momento desde una mentalidad mecanicista y positivista. Para
Nietzsche no todo es materia y movimiento mecánico: también hay
“fuerzas” –vitalismo dionisíaco-. El universo no está sometido a leyes
deterministas, sino que es un caos de fuerzas.
EL SER HUMANO
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El superhombre del que habla Zaratustra es un hombre nuevo, pero
un tipo moral, no biológico (Nietzsche no es racista, ni protonazi).
Este superhombre se contrapone al “último hombre”, es decir, al
hombre más despreciable, al que ha sucumbido al nihilismo pasivo.
El superhombre lo traerá el eterno retorno y será el resultado de
tres transformaciones previas: el paso del espíritu a camello, de
camello a león y de león a niño. El camello se arrodilla para cargar con
el peso del deber (“tú debes”). Entonces el espíritu se transforma en
león que quiere conquistar su libertad, arrojar los antiguos valores y
poder decir: “yo quiero”. En esta fase, el león todavía no es capaz de
crear nuevos valores. Para eso hace falta que el espíritu se transforme
en niño. El superhombre, por lo tanto, es el que posee la inocencia de
un niño, está más allá del bien y del mal, posee el poder de crear
valores y vive fiel a la tierra. En definitiva, el superhombre encarna
todo el mensaje de Nietzsche.
EL SER HUMANO (II)
EL SER HUMANO (III)
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La condición para la aparición del superhombre es la
“muerte de Dios”: “Dios ha muerto, hagamos que viva el
superhombre”. Dios es la antítesis de la vida, la negación de la
inocencia del hombre. Para Nietzsche la “muerte de Dios”
significa la destrucción del cristianismo, entendido como la
doctrina que mejor expresaba la decadencia de la cultura
occidental.
EL SER HUMANO (IV)
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