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Reforma gregoriana

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Reforma gregoriana
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El Papa Gregorio VII, principal representante de los papas reformistas plenomedievales (Ilustración
en un manuscrito de autor desconocido del siglo XI).
La reforma gregoriana deriva erróneamente su nombre del Papa Gregorio
VII (1073-1085), quien en realidad la llevó a cabo asegurando que la autoría de
la misma pertenecía al Papa San Gregorio Magno de quien Gregorio VII se
consideraba tan sólo un continuador (de ahí su nombre papal). Sin embargo, la
reforma había comenzado a ser puesta en práctica algunos años antes, durante
el pontificado del Papa León IX (1049-1054), tiempo en el cual el futuro Gregorio
VII (entonces solo diácono Hildebrando de Toscana) se hizo una de las más
reputadas figuras del papado, ya ensayando la adhesión a la reforma.
Índice
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1Situación de la Iglesia en el cambio de milenio
2Reforma
o 2.1Moralización y regreso a los orígenes del cristianismo
o 2.2Relaciones entre el poder temporal y espiritual: las «Dos Espadas»
o 2.3Unificación litúrgica
3La reforma monástica
4Influencia sobre el Gran Cisma
5Reforzamiento de la auctoritas pontificia
o 5.1Los cuatro concilios y la autonomía del poder temporal
6Efectos de la Reforma gregoriana: la plenitud medieval
o 6.1Las universidades y la escolástica
o 6.2El arte cristiano

7Bibliografía adicional
Situación de la Iglesia en el cambio de milenio[editar]
La época de plenitud del orden feudal constituyó un periodo de grandes
contrastes. La sociedad, básicamente rural, se ve sometida a los abusos de los
señores feudales. Esta situación dio lugar a un gran movimiento reformista
dentro de la Iglesia. Primero, los papas germánicos del siglo X y luego los
renovadores, desde Nicolás II a Gregorio VII, lucharon encarnizadamente por
eliminar los grandes vicios que sufría la sociedad cristiana, entre los que
destacaban: la simonía –compra-venta de oficios y dominios eclesiásticos–,
el nicolaísmo o poca ejemplaridad del clero –que a menudo no guardaba
el celibato– y la investidura laica –provisión de cargos eclesiásticos por parte de
los poderes seculares–. Todos estos males tenían un origen común: el olvido del
fin sobrenatural de la Iglesia y el afán de ambicionar más bienes temporales.
Reforma[editar]
Dictatus papae (1074) de san Gregorio VII (Archivo Secreto Vaticano).
Los objetivos de la Reforma eran muy amplios. Ante todo, aspiraba a la
instauración en la sociedad de una vida conforme al Evangelio. Para ello no era
suficiente la restauración de las estructuras eclesiásticas o la elevación moral del
clero, sino que exigía una profunda renovación espiritual (por lo tanto no político)
de toda la Iglesia, desde su Cabeza (el Papa) hasta el último de sus miembros.
El primero de los papas reformistas fue Nicolás II, que se reunió en 1059 en el
palacio de Letrán y emitió la Bula "In nomine Domini..", en la que se estableció
la elección pontificia por el Colegio de cardenales, sin intervención política
externa (regularmente el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico solía
proponer y hacer elegir su candidato a papa). Pero el papa Gregorio VII, en 1075,
es el que da forma a los ideales del movimiento reformista en la Bula
llamada Dictatus Papae, en la que afirma la superioridad espiritual del Papa
sobre toda la cristiandad y pone en marcha todas las medidas necesarias para
acabar con los males de la Iglesia.
La reforma Gregoriana no será aceptada por el emperador germánico ni por
muchos otros monarcas, y por ello surgirá la querella de las investiduras entre el
poder laico y eclesiástico (Enrique IV y Gregorio VII). Por otra parte, el
rey Colomán de Hungría (1095-1116) fue uno de los primeros monarcas en
aceptar e implantar las reformas gregorianas en sus dominios (entre ellos
renunciando a su derecho sobre la investidura), disposiciones establecidas en
el Concilio de Estrigonia I (1104/1105).
Moralización y regreso a los orígenes del cristianismo[editar]
Así, se trató, con un amplio conjunto de reformas, de hacer regresar la Iglesia a
los tiempos primitivos de Cristo, de los Apóstoles y de sus sucesores inmediatos,
por un lado, y por otro, afirmar el poder papal frente al poder feudal (que había
casi privatizado la Iglesia en el Siglo X); por la connotación de «retorno a los
orígenes» y enfrentamiento del poder temporal, la reforma gregoriana es vista
hoy como la primera gran revolución europea. La reforma fue continuada y
consolidada por los eclesiásticos de la Abadía de Cluny.
Abolir las prácticas de simonía y nicolaítas, así como de intervención del poder
temporal en asuntos eclesiásticos, implicaba reformar la Iglesia y conferir al Papa
el sumo poder en Europa en materia únicamente religiosa (o sea también
limitaba de hecho el poder religioso para que no se confunda con el político);
gracias a los Dictatus Papae, se iba a lograr el ejercicio de la auctoritas y
la potestas pontificia como Jefe Supremo y absoluto de la Iglesia y, por tanto, de
la Cristiandad.
Relaciones entre el poder temporal y espiritual: las «Dos
Espadas»[editar]
La reforma gregoriana es considerada un marco en el inicio de la teocracia
pontificia, considerándose que el Papa tenía la suprema autoridad sobre todos
los cristianos y que nadie, excepto Dios, podía juzgarlo; se afirmaba también que
la Iglesia no cometía errores en formulaciones dogmáticas y morales, casi un
preludio de la Infalibilidad Pontificia declarada por el Concilio Vaticano I.
Partiendo jurídicamente del documento conocido como la "donación de
Constantino" (probablemente forjado a mediados del siglo VIII, en tiempos de la
coronación de Pipino el Breve), el Papa afirmó su derecho a ejercer sus
prerrogativas
espirituales,
pero
que
eran
superiores
a
cualquier auctoritas temporal, en toda la Cristiandad, es decir, en toda Europa,
por lo que pasaba también a tener autoridad sobre el emperador, confirmándolo
o pudiendo deponerlo si no se comportaba como buen príncipe cristiano. De
todas formas, las sospechas de falsificación de ese documento ya eran
conocidas por Gregorio VII y este intentó no utilizar esta donación como base de
las reformas políticas derivadas de la reforma eclesial, por lo que en esta época
se desarrolla la teoría de las «Dos Espadas», según la cual el Papa ostentaría
auténtica y plena auctoritas espiritual y potestas sobre la Iglesia, y el emperador,
equivalente poder en el plano temporal, siendo, metafísicamente y de iure,
superior la auctoritas espiritual a la temporal.
Unificación litúrgica[editar]
Una de las grandes reformas fue la generalización en toda la cristiandad del rito
romano con el fin de unificar la liturgia romano-latina en toda la cristiandad. En
esta época el canto gregoriano –máxima expresión de la música cristiana
medieval– llega a su madurez y sus melodías son divulgadas por toda Europa,
sustituyendo a los diversos cantos litúrgico frecuentes hasta entonces.
La reforma monástica[editar]
Abadía de Cluny, Francia.
El sistema feudal afectó a los monasterios. Los grandes señores ambicionaban
convertirlos en sus señoríos y se adueñaban de ellos, nombrándose abades o
protectores. La secularización monástica fue tan extensa que, a principios
del siglo X, resultaba difícil encontrar en Occidente monjes que llevasen todavía
una verdadera vida religiosa.
La reforma monástica comienza en septiembre del año 909, cuando el
duque Guillermo I de Aquitania, llamado el Piadoso, concedió al abad Bernón los
territorios de Cluny para fundar un monasterio benedictino, donde el abad fuera
libremente elegido por los monjes y el convento fuese inmune a toda autoridad
laica y del obispo diocesano. Dependería así directamente del Romano
Pontífice. El éxito de Cluny movió a otros monasterios a solicitar su inclusión en
la reforma, para ser sometidos a la autoridad de la abadía de Cluny. Así se
constituyó la orden cluniacense, que se extendió por todo el Occidente y llegó a
contar a partir del cambio de milenio con cerca de 1.200 monasterios.
Ya en el siglo XI, san Bruno fundó una orden religiosa, llamada Cartuja (1084),
una síntesis entre la vida solitaria y la monástica. La reforma llega a su cima con
la gran creación del siglo XII, la orden del Císter, fundada por san Roberto de
Molesmes en el año 1098 con la apertura del monasterio de Cîtaux.
San Bernardo de Claraval, la figura clave del siglo, fue quien le dio su gran
impulso al fundar el monasterio de Claraval en el año 1115. La santidad de estos
fundadores y de sus monjes traería consigo una profunda renovación espiritual
de toda la Iglesia.
Influencia sobre el Gran Cisma[editar]
La reforma, por otra parte, vino también a acelerar los problemas preexistentes
con la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla. La no aceptación de la primacía
romana por el Patriarca de Constantinopla, los enfrentamientos jurisdiccionales
(cuestión de los búlgaros) y las diferencias teológicas (filioque, querella
iconoclasta) llevó al anatema y excomunión mutua de ambas Iglesias
en 1054 (dando lugar al Cisma de Oriente y Occidente), transcurridos solo cinco
años desde el inicio de la reforma.
Reforzamiento de la auctoritas pontificia[editar]
Estatua de Ramiro I de Aragón (c.1000–1063) en la Plaza de Oriente de Madrid (España). Ramiro
Sánchez fue el primer rey de Aragón y el primer monarca ibérico en someterse al vasallaje del Papa.
Si en el Oriente la Reforma influyó en la separación definitiva entre católicos
y ortodoxos, en el Occidente esta situación fue la mecha de la célebre «Querella
de las Investiduras», que opuso al Papa y al emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico por la lucha de ambos por el supremo poder político de
Europa (quién tenía poder sobre quién), así como por el derecho de la investidura
de los obispos en sus diócesis.
Según la teoría política de la época, dos supremas autoridades –denominadas
las «dos espadas»– dirigen la sociedad medieval en estos siglos: el Papa, como
titular del poder espiritual, y el emperador, al frente del poder temporal. El Papa
coronaba al emperador germánico designado por los príncipes electores y este,
a su vez, controlaba el buen orden de la elección pontificia. Sin embargo, surgió
la discordia cuando, en la práctica, el poder temporal y el espiritual pretendieron
para sí la primacía efectiva en la cristiandad de manera excluyente.
Esta situación mejora a favor del papa ya que durante esta época aparecen las
grandes monarquías europeas, todas ellas con relaciones dificultosas con el
emperador germánico: en Francia, Hugo Capeto y su hijo Roberto el Piadoso;
en Inglaterra, la monarquía normanda de los herederos de Guillermo I el
Conquistador;
en España,
los
reinados
de Sancho
III
el
Mayor en Navarra, Fernando I y Alfonso VI en Castilla y la creación de los reinos
de Aragón con Ramiro I y de Portugal con Alfonso Enríquez; en Europa central,
los reinos de Hungría, con los herederos de san Esteban, y de Polonia. Gran
parte de estos reyes, sea por convencimiento o para desligarse, bien de la
autoridad imperial (Hungría, Bohemia, Polonia, Francia), bien de otros reyes
(Aragón, de Navarra; Portugal, de Castilla), se declaran vasallos del Papa, y son
quienes promueven las reformas en sus respectivos reinos.
Los cuatro concilios y la autonomía del poder temporal[editar]
Tras los tiempos de la Reforma gregoriana, la lucha entre el poder temporal
(grupo denominado de 'los gibelinos') y el poder espiritual (apoyado por el grupo
de 'los Güelfos') se extiende durante cerca de dos siglos, que concluye
eventualmente con la victoria del Papa en el plano temporal, con sucesivas
deposiciones y excomuniones: desde el emperador Enrique IV (que pidió perdón
al Papa en Canossa, de tal forma que la expresión «ir a Canossa» se hizo
proverbial) y del Concordato de Worms, Federico II, pasando incluso por el
rey portugués Sancho II; finalmente, hasta el asesinato del Arzobispo de
Canterbury, Thomas Becket, en Inglaterra, son una consecuencia de las
tentativas de imponer la reforma. La querella de las investiduras deriva, así, en
la lucha de la Iglesia por lograr su plena autonomía de los poderes temporales.
De esta lucha, resultaría la separación, en el mundo occidental, entre el poder
espiritual y el poder político, delineándose así claramente las atribuciones de
cada uno.
Los cuatro concilios de Letrán (realizados a lo largo de todo el siglo XII e inicios
del XIII: (Letrán I (1123); Letrán II (1139); Letrán III (1179) y Letrán IV (1215), así
como el Primer Concilio de Lyon (1245) fueron hitos de todo este proceso
reorganizativo de la Iglesia católica en la Edad Media.
Efectos de la Reforma gregoriana: la plenitud
medieval[editar]
El efecto final de las reformas en la sociedad medieval es conocido
como Revolución del siglo XII, incomprensible sin tener en cuenta los cuatro
resultados que, en fin, buscaba el programa reformista:




Establecer una clara separación entre los poderes seculares y espirituales;
también alejar al clero de las jurisdicciones civiles.
Asegurar para toda la Iglesia pastores adecuados, con formación y vida
ejemplar.
Tomar el Evangelio en lo moral y en lo doctrinal como irrenunciable, por lo
que se lucha contra cualquier diferenciación significativa (por ejemplo, se
unifica el rito en todo Occidente; o se llama a la Cruzada contra
los albigenses).
Promocionar modelos eficaces de comportamiento cristiano.
Las universidades y la escolástica[editar]
Al hacerse realidad estas cuestiones, el primer efecto es que aparece
un estamento "supra nacional", el clero, que tendrá mayor capacidad de
movimiento, ya que no obedece las leyes civiles sino las comunes de la Iglesia.
Esto permite un mayor nivel de comunicación y de intercambio de ideas entre los
diversos territorios de la Cristiandad. El primer fruto será Cluny, al que seguirán
en Císter y otras fundaciones, para concluir con el nacimiento de las órdenes
mendicantes, dominicos y franciscanos.
Esta mayor independencia del clero tiene un importante resultado en la cultura,
ya que muchas escuelas catedralicias, siguiendo el ejemplo de Palencia y París,
van a convertirse en las primeras universidades. De hecho, los universitarios incluso aquellos claustros que tenían origen municipal, como la Universidad de
Bolonia- formaban parte del clero, y, durante sus estudios, solo podían ser
juzgados en tribunales eclesiásticos.
Solo a partir de este momentos podemos hablar de un "pensamiento occidental"
con propiedad: el desarrollo de las universidades, la libertad de movimiento del
clero y su independencia jurídica fueron los factores del desarrollo de
la escolástica, de la vuelta del Derecho romano, de la recepción de la obra
de Aristóteles y del nacimiento de la experimentación científica.
Además ha de tenerse en cuenta que, a partir de la reforma gregoriana,
comienza un programa intensivo de copia de manuscritos de toda temática,
escritos en letra carolina, y luego en gótica, que se distribuyen
en bibliotecas eclesiásticas y civiles de toda Europa. El sistema
de copia inventado por los benedictinos es mejorado en los talleres de pecia de
las universidad, que producen manuscritos de menor valor artístico, pero en
mayor número y a más bajo precio.
El arte cristiano[editar]
Paralelamente al establecimiento de las reformas y el desarrollo autónomo de
la jerarquía y de las órdenes religiosas, se establecen las bases para el
nacimiento del primer estilo artístico generalizado en Occidente, el románico, al
que sucederá el gótico. Con el uso de una sola liturgia, una sola reglamentación
eclesiástica y una sola doctrina, aparece en el románico el primer sistema
iconográfico cristiano generalizado en toda Europa, es decir, se fijan
determinados símbolos y escenas con explicaciones doctrinales, y las iglesias
van convirtiéndose en catecismos visuales.
La unificación litúrgica, por otra parte, favorece el extraordinario desarrollo de
la música cristiana, no solo en canto gregoriano, sino con el nacimiento y
desarrollo de las diversas escuelas polifónicas del Ars antiqua.
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